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T-211-95 Sentencia No Sentencia No. T-211/95 DERECHO A LA EDUCACION/LIBERTAD DE ENSEÑANZA-Reglamento estudiantil/DERECHO AL LIBRE DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD/MATERNIDAD-Protección La Corte es consciente del contenido del concepto de libertad de enseñanza que implica la adopción de una ética  por parte del respectivo colegio y en consecuencia el deber jurídico de los estudiantes de acatarlo, pero esa concepción ética NO es absoluta tiene que ser compatible con los fines de la educación que implica respecto a los derechos humanos, por lo tanto deben cohabitar los diversos derechos que están en juego respetándose el núcleo esencial de cada uno de ellos. La calificación del núcleo esencial implica que cada derecho cumpla su función; en conclusión, el colegio tiene derecho a una ética pero la alumna tiene derecho a educarse y al libre desarrollo de la personalidad con relación a la  maternidad. En tal sentido se debe interpretar el derecho fundamental a la educación frente a los reglamentos estudiantiles. DERECHO A LA AUTODETERMINACION DE SER MADRE Se coarta la libre decisión de la estudiante de escoger como nueva forma de vida su condición de madre, limitándole la facultad de autodeterminarse conforme a su propio arbitrio dentro de los límites permitidos. En este orden de ideas el rector no tiene ninguna potestad para impedirle a la estudiante que dirija soberanamente su vida, siempre que transite dentro de los lineamientos que le impone la ley y sin que traspase la barrera donde se inicia el derecho de los demás. PRINCIPIO DE DIGNIDAD HUMANA-Derecho susceptible de tutelarse/ESTUDIANTE EMBARAZADA Es el presupuesto esencial de la consagración y efectividad del entero sistema de derechos y garantías contemplado en la Constitución. La dignidad, como principio fundante del Estado, tiene valor absoluto no susceptible de ser limitado ni relativizado bajo ninguna circunstancia, lo que a menudo sí acaece con los derechos que deben necesariamente coexistir con otros y admiten variadas restricciones. La dignidad es un derecho fundamental que es susceptible de tutelarse. Del hecho de estar embarazada se deduce una relación sexual, pero no siempre se deduce conducta inmoral. Como el retiro de la estudiante embarazada ocurrió, se han violado los derechos a la educación, autonomía de ser madre e igualdad y por estas razones debe prosperar la tutela. REF: EXPEDIENTE T-65732 Peticionario: FARLEY SAMARIS LOPEZ GUISAO. Procedencia: JUZGADO SEGUNDO PENAL MUNICIPAL DE APARTADO-. Magistrado Ponente: ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Tema: - Protección a la educación de alumna embarazada. Santa Fe de Bogotá D.C., doce (12) de mayo de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, presidida por el Magistrado Alejandro Martínez Caballero e integrada por los Magistrados Fabio Morón Díaz y Vladimiro Naranjo Mesa. EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION Ha pronunciado la siguiente SENTENCIA En proceso de tutela identificado con el número de radicación T-65732, adelantado por Samaris López Guisao. I. ANTECEDENTES Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto No. 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. Por reparto le correspondió el presente negocio a esta Sala, habiendo entrado al Despacho el 24 de abril del presente año. 1. Solicitud. La menor (de 16 años) Farley Samaris López Guisao se presentó al Juzgado Segundo Penal Municipal de Apartadó, al 20 de febrero de 1995, con el fin de instaurar acción de tutela contra Berte de Jesús Montoya, sacerdote y rector del Colegio Diocesano "Juan Pablo II", por cuanto le impide continuar estudiando, en el décimo grado, por el hecho de estar embarazada. 2. Información preliminar. a) La menor, en el momento de instaurar la tutela contaba con 6 meses de embarazo, fijándose como fecha probable del parto el 16 de mayo de 1995 (dictamen del instituto de medicina legal). Hay, urgencia para tomar una decisión porque la alumna ha perdido dos meses de clases y está cercano el parto. b) El 22 de febrero de 1995 el Colegio certifica que la conducta de Samaris López fue "Excelente" desde 1992 a 1994, que la disciplina fue "buena" en 1993 y "Excelente" en 1992 y 1994. c) En el mismo colegio apareció la hoja de matrícula 00134, sentada el 16 de enero de 1995, aunque sin firmas. Hay, además, prueba del pago de los derechos de matrícula de 1995 y de la cuota a la asociación de padres de familia. Y, la estudiante asistió a los primeros días de clase. d) El Rector confiesa que retiró a la alumna, después de iniciadas las clases, por estar embarazada. Dice, entre otras cosas: "Yo no entiendo ni comprendo qué autoridad inclusive la de los mismos legisladores tendría un hijo estudiando en preescolar, en primaria o en bachillerato en un establecimiento de carácter privado que tiene el derecho a la selección del personal aceptaría tener su niño o su niña frente a un grupo de compañeros o compañeras también niños y niñas o mayores de edad presentando una barriga sin contar con una estabilidad familiar o una unión formal. Se podría entender como una mujer de mala suerte, de una debilidad que nadie la censura o como una mujer dedicada a la prostitución sean las razones que sean, o como una niña o una mujer producto de una familia que descarga toda la responsabilidad de la formación en un establecimiento educativo, Por estas razones no se le permitió a la señora madre y a la niña firmar la matrícula se le citó nuevamente a la mamá y no respondió al llamado entonces el sábado 18 de febrero en clase de dibujo técnico se le llamó a la joven y se le dijo que su matrícula estaba en entredicho." e) El Rector hizo por escrito esta propuesta: "Como Rector y como Amigo de ella le ofrezco el pago de pensión en el establecimiento nocturno a donde ingrese, hasta por el valor de $8.000 (ocho mil pesos) mensuales, equivalentes a una  beca que ha venido disfrutando del ICETEX, ya que uno de los obstáculos que ella ha presentado ha sido el de perder la beca; así mismo se le concede la gracia de hacer el curso extraescolarmente de dibujo técnico que para dicho grado se dicta los sábados de 8:00 a.m.  a  12:00 p.m.". f) Lo concreto es que la alumna fue retirada del colegio, sin orden de expulsión, sin investigación previa, simplemente porque está embarazada, sin estar casada, ello atenta contra los mandamientos de la ley de Dios como lo dice el Rector. En compensación se le ofrecieron $8.000,oo mensuales para que estudiara en otro colegio, ofrecimiento que la menor no aceptó. 3. Decisión del a-quo. El 2 de marzo de 1995, el Juzgado Segundo Penal Municipal de Apartadó, negó la tutela por cuanto, en su sentir, no se ha vulnerado el derecho a la educación y le comunicó al Colegio que "tomen la decisión que considere más prudente". El Juzgado adujo: "Desde el mismo nombre del colegio (Colegio Diocesano Juan Pablo Segundo), hasta el contenido del reglamento en comento se vislumbra claramente que la institución imparte una educación de acuerdo a los principios y bases de la religión católica. La misma Constitución Nacional en su artículo 19 garantiza la libertad de cultos y protege la diversidad de doctrinas religiosas existentes; por lo tanto, toda persona es libre de escoger la religión que más se acomode de acuerdo a sus propias creencias. No puede ir en contravia un derecho constitucional con otro; es decir, no puede ser más importante un derecho que otro. Por tradición Colombia ha sido un país donde un porcentaje de sus habitantes profesa la religión católica y la mayoría conocemos sus bases y principios. "La moralidad cristiana irreprochable" a que alude el reglamento estudiantil en su capítulo 3, numeral 3.2 es un término bastante etéreo; del cual sólo podría hablar una persona perteneciente a la iglesia; pues no es el juez de tutela quien debe calificar la moralidad cristiana de las personas. El rector del colegio que es un Ministro de la Iglesia puede tener un concepto más claro sobre ese tópico y es quizás en ese plantel educativo la única persona que puede calificar en ese aspecto el comportamiento de sus alumnos; y como director del plantel que es, es la persona encargada de velar porque los principios morales y cristianos que pretende impartir en el colegio, se cumplan. Más adelante agrega: "En otros términos los directivos del colegio no tienen porqué "tragar entero" y cohonestar la actitud de FARLEY SAMARIS LOPEZ GUISAO pues ello va en contra de todos sus principios y va en contra de todos los valores morales que pretende inculcar en los alumnos que allí admiten; ello iría en contra de su propia filosofía y en beneficio de un sólo alumno no pueden cambiar sus metas y propósitos educativos, pues se iría al traste todo el período de formación anterior. La Constitución Nacional en ningún momento condiciona el derecho a la educación, es decir a que éste tenga operancia y efectividad en un lugar o institución determinado y cosa diferente ocurriría si en el municipio de Apartadó sólo existiera esa institución educativa; pero ello no es así, en éste municipio existen diversidad de centros educativos, inclusive en criterio de éste despacho, le favorecería más para su estado." Y remata diciendo: "La Constitución Nacional es para los Jueces y los abogados; lo que la Biblia es a los Ministros de la Iglesia y no es precisamente el Juez de tutela quien deba interpretar los contenidos bíblicos; debe si, respetarlos. La "moralidad cristiana" es un tema bastante álgido; dentro del cual se encuentran inmersas una serie de conceptos y filosofías que chocan con la realidad jurídica y normativa; pero no por ello podemos ordenar a un sacerdote que contravenga y olvide los principios y valores que divulga. No podemos enfrentar las creencias, la fe y la moralidad con nuestra Constitución; no podemos obligar a un ministro de la iglesia a que cohoneste situaciones que su filosofía y sus principios no comparten." 4. Qué existe en el expediente respecto al desconocimiento de la "moralidad cristiana" a la cual se refiere el Juzgado? 4.1. En el reglamento del colegio aparece como justificación de la institución "volver a vivir los valores tradicionales de la moral cristiana", siendo objetivos "rescatar los valores morales", promoviendo la moral cristiana "GRADUALMENTE" (art. 1-3-2) ya que Apartadó es "un medio tan sacudido por la violencia y la descomposición moral" y por eso son deberes de los alumnos entre otros: "El reconocimiento y acatamiento de la autoridad familiar, eclesiástica, educativa y civil. La moralidad cristiana irreprochable, el respeto a las personas en general y el amor de Dios, son cualidades que deben distinguir a todo alumno del colegio dentro y fuera de él. Los alumnos deben respetar y obedecer a los profesores del colegio, reconociéndolos como personas que buscan su bien, por encima de cualquier otro interés. Por lo mismo se le debe expresar gratitud y lealtad. Los alumnos deben presentarse a todas las actividades formales del colegio con uniforme limpio y completo, ya sea el de diario o el de educación física. Deben demostrar interés por su buena presentación personal, sin extravagancia. Los hombres con el cabello corto y ordenado, las damas con la frente y la cara descubierta y sin maquillaje, adornos ni joyas." El artículo citado es esgrimido por el sacerdote-rector para evitar: "el escándalo de estar en semana en clases cuando simultáneamente hay cursos de preescolar, niños de primaria, niños de secundaria la gran mayoría de ellos inocentes". Escándalo que según él proviene de Samaris López "presentando una barriga" y "una niña embarazada para mi no es tan niña". 4.2. La política de la Institución, la precisa el Rector en la siguiente frase: "Todo lo que se presenta hoy y se siga presentando lo atribuyo a no haber podido cortar el MAL, para nosotros, Colegio Diocesano, que pretendemos firmar en los principios, ya mencionados, pero también aplicando las PENAS MEDICINALES para bien de esa comunidad". Para el Vicerrector Jorge Eliécer Urrego "para la educación de las madres en embarazo o madres hay centros especiales". Y, respecto, a un caso anterior de una alumna que estaba embarazada, justificó la no expulsión porque: "estaba terminando el año y no se notaba el embarazo, ni tenía el tiempo de parto y se dejó el asunto quieto". Al parecer, a las directivas las preocupa la visualización del embarazo. La recepcionista Nelly de Urrego dice que es: "un mal ejemplo sobre todo para los de pre-escolar, que son los más pequeños, ver niñas en embarazo", Y, el mismo Rector califica retiro de la alumna como: "CARIDAD PREVENTIVA" Por eso, le ofreció a la alumna embarazada que continuara asistiendo los sábados a los talleres de dibujo técnico, pero "NO COMO ALUMNA SINO COMO UNA PERSONA". Una de las educadoras, Gloria Patricia Valencia, agrega: Ella siendo una niña soltera no es como una modelo de la que podamos dar ejemplo a los niños". Pero, dicha testigo afirma que al colegio llegan especialmente alumnos que provienen: "de hogares desintegrados... son niños en su mayoría de madres solteras, uniones libres, o mamás que viven con otras personas diferentes a los padres de los hijos..." Y el mismo Juzgado averiguó que en el curso de Samaris López el contorno familiar de los alumnos es este: "9 son hijos de matrimonio legalmente constituido, 8 son hijos de madres solteras, 15 viven solamente con su madre. Ninguno de sus compañeros es casado, sólo uno vive en unión libre, 30 de ellos están de acuerdo con el matrimonio, 3 con la unión libre, 8 alumnos tienen hermanas solteras y con hijos". Discrepando de sus compañeros de docencia, respecto a la actitud frente a la estudiante embarazada, la doctora Vivian Salas López dice: "PREGUNTADO. Que efectos ha notado usted como educadora en los demás alumnos de su curso a consecuencia del estado de FARLEY, CONTESTO.  ellos la tratan con mucho cariño, yo sólo he estado allí dos veces. PREGUNTADO. Que opinión le merece a usted, en caso de conocerlos, los artículos de la Constitución Nacional que hablan del derecho a la educación y de los derechos de los niños prevalecen sobre los demás. CONTESTO. Me parece que está bien, yo creo que en el caso de FARLEY ella debe continuar estudiando pero tiene que saber encontrar el momento oportuno y de tener mucho talento y en el colegio está la única institución en Uraba que imparte dibujo constructivo y arte y como ella tiene tanto talento debe desarrollarlo completamente. PREGUNTADO. Diga al Despacho si usted considera que sea nocivo para ella y para sus compañeras y compañeros que ella estudie en estado de gravidez. CONTESTO. Primeramente el embarazo no es una enfermedad pero ella tiene cierto riesgo asistiendo al colegio pero ella debe asumirlo, los muchachos de ese colegio tienen mucho problema en las casas, ellos son muy faltos de afectos y cariño, me preocupa que ellos y ella creen que ese cariño sólo lo consigan con un niño (sic) pero por otro lado es bueno que ellos aprendan de primera mano la lección de qué esperando niño en mi concepto creo que lo mejor para ello es que vuelva el año entrante. PREGUNTADO. Manifieste al Despacho que actitud asumirían usted en caso de que esta tutela se fallasé en favor de FARLEY SAMARIS, es decir que se ordenará el asentamiento de su matrícula CONTESTO. Yo promovería un movimiento en el colegio de aclaración sobre lo que pasó y fomentaría el buen trato a FARLEY y el aprovechar las circunstancias para que los compañeros y compañeras aprendan que hay un momento para todo en la vida, también vigilaría el trato de los profesores y el personal administrativo hacia FARLEY. PREGUNTADO. Señale las características del plantel educativo y la calidad de los educandos. CONTESTO. El colegio está ubicado en una zona con bastantes problemas sociales, el padre recibe alumnos que en otros colegios rechazan por motivos disciplinarios y la situación familiar generalmente es conflictiva, en el colegio lo hacen sentir personas y les dán responsabilidad y yo he notado que en estos tres años los muchachos de este grupo han cambiado . PREGUNTADO. Bajo gravedad de juramento diga al Despacho si usted tiene más para decir, corregir o enmendar en la presente diligencia. CONTESTO. Yo creo que lo que importa es lo que FARLEY quiera sin presiones." 4.3. Las referencias del colegio respecto a la conducta de Samaris López son las mejores, no sólo porque así lo digan las calificaciones (todos los años: conducta excelente) sino porque lo expresan  sus compañeros de estudio. Inlcusive, el Rector emplea términos muy respetuosos al referirse a la joven como estudiante, su rechazo es por el embarazo, pero él mismo dice que no lo objetaría dentro de "una estabilidad familiar o una unión formal"; y al referirse a otra estudiante embarazada, a quien no se retiró del Colegio, expresa que esa otra joven "se la pasaba durmiendo en las clases, iba con los vestidos mas extravagantes al colegio, faltaba cuando le parecia o no podía asistir, se creyó superprotegida". Tampoco existe el más leve indicio que señale actitudes inmorales de la joven, y, el hecho del embarazo no puede indicar necesariamente una inmoralidad. II. FUNDAMENTOS JURIDICOS A. Competencia. Es competente esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional para conocer de revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86 inciso segundo y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 35 y 42 del Decreto No. 2591 de 1991; además, su exámen se hace por virtud de la selección que de dichas acciones practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma señalada por el Reglamento de esta Corporación. B. Temas jurídicos a tratar. Es importante desarrollar un tema que, en principio, sustentaría una reiteración de jurisprudencia: el derecho de la embarazada a continuar con su educación. Además, por las características del caso, se requiere estudiar también estos aspectos la dignidad, la igualdad y la autonomía. 1. Los derechos a la educación, autodeterminación e igualdad. En un caso muy similar, en el cual prosperó la tutela, la Corte dijo: "El derecho que está en juego y que se viola es el de la educación, porque la separación de la estudiante del Colegio la priva de los conocimientos que a través de ella se le brindan y que contribuye al perfeccionamiento de su ser.  Del mismo modo se le desconoce tanto el derecho a la igualdad de la persona humana al colocarla en situación capitis deminutio por el hecho de encontrarse  en  estado  de embarazo como el derecho a la autodeterminación al pretenderse coartar su libertad para desarrollar su propia personalidad."[1] Referente al primero de los derechos aludidos: el de educación, agregó: "Impedir a una persona el acceso a los conocimientos que sólo la educación transmite, significa negarle las posibilidades de ser y de obtener las capacidades para desempeñar los oficios y ejercitar los saberes que demanda la sociedad del mundo moderno enriquecida día a día por inventos científicos y tecnológicos que obligan al hombre a adquirirlos y ya como elemento esencial de supervivencia. Piénsese  por  ejemplo, como se dice y reconoce hoy, que el analfabeta de fin de siglo y del nuevo que próximamente se inaugura es el que desconoce la informática y no el abecedario. Xavier Zubiri, gran filósofo español al hacer referencia sobre  las potencialidades del hombre señala que "la persona con sus capacidades accede a unas posibilidades, las cuales una vez  apropiadas se naturalizan en las potencias y facultades con lo cual cambian las capacidades.  Con estas nuevas capacidades, las personas se abren en un nuevo ámbito de posibilidades.  Es el ciclo capacidad, posibilidad, capacitación: en la teoría como proceso". [2] La Constitución Nacional eleva la educación a la categoría de un derecho de la persona humana y le otorga el carácter de servicio público que cumple una función social,  pues sólo con base en ella puede conseguirse el desarrollo autónomo y creativo del individuo acorde con sus intereses y necesidades sociales. Dice su artículo 67: "La educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función social:  Con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica, y a los demás bienes y valores de la cultura. La educación formará al colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la democracia; y en la práctica del trabajo y la creación, para el mejoramiento cultural, científico, tecnológico y para la protección del ambiente". "... Emilio Durkheim en su libro "Educación y filosofía" señala que: "La educación tiene antes que nada una función colectiva si tiene por objeto adaptar al niño (el joven y la persona) al medio social en que está destinado a vivir, es imposible que la sociedad se desinterese de semejante operación". ..."Si atribuimos algún valor a la existencia de la sociedad, hace falta que la educación asegure entre los ciudadanos una suficiente comunidad de ideas y sentimientos sin las cuales toda sociedad es imposible". ..."Desde el momento que la educación es una función esencialmente social el Estado no puede desinteresarse de ella".[3] Por último ha de decirse que esta Corporación en sentencia No. T-02 de 8 de mayo de 1992 otorgó a la educación el carácter de derecho fundamental. Acerca del tema de la educación por último, el artículo 27 de la Carta previene que "El Estado garantiza las libertades de enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra".[4] 2. El derecho fundamental a la educación frente a un reglamento del colegio. La Corte es consciente del contenido del concepto de libertad de enseñanza que implica la adopción de una ética  por parte del respectivo colegio y en consecuencia el deber jurídico de los estudiantes de acatarlo, pero esa concepción ética NO es absoluta tiene que ser compatible con los fines de la educación (art. 67 C.P.) que implica respecto a los derechos humanos, por lo tanto deben cohabitar los diversos derechos que están en juego respetándose el núcleo esencial de cada uno de ellos. La calificación del núcleo esencial implica que cada derecho cumpla su función; en conclusión, el colegio tiene derecho a una ética pero la alumna tiene derecho a educarse y al libre desarrollo de la personalidad con relación a la  maternidad. En tal sentido se debe interpretar el derecho fundamental a la educación frente a los reglamentos estudiantiles. En la sentencia antes citada, la T-420/92, se daba el caso de que disciplinariamente el reglamento del colegio consideraba como falta "la inmoralidad comprobada y la relación carnal". Sobre este aspecto dijo la Corte: "Por último la Sala no puede aceptar que por el hecho de que la estudiante haya quedado en estado de embarazo, se deduzca o sirva de prueba para imputarle actos "inmorales" y "carnales" dentro de dicho plantel.  Es esta una aseveración muy personal del rector huérfana de toda prueba."[5] Y,el doctor Antonio Barrera, sentencia,T-79/94 dijo: "Como se puede concluir de lo examinado, la cancelación de la matrícula de la demandante por su progenitora, no obedeció a una decisión libre, sino, por el contrario, a una determinación inducida por la Directora de la Normal, con la cual,  además, se le impuso a la afectada una sanción disciplinaria por el hecho de su embarazo, mientras adelantaba el décimo grado de sus estudios de nivel medio. Con la actitud asumida, en los términos señalados, se vulneró el derecho fundamental a la educación, porque se sancionó un hecho que no está previsto como un acto de indisciplina, sin aplicar los procedimientos adecuados y desconociendo con ello, el derecho de defensa, que se consagra, no sólo como la facultad de utilizar los procedimientos y recursos apropiados de defensa, sino también, a la garantía de que el hecho punible o sancionable esté expresa y previamente consagrado en una norma preexistente, legítimamente expedida e incuestionablemente  vigente. En el caso de autos, como se ha visto, no estaba tipificado en el Reglamento de la Normal el hecho del embarazo, como lo fue en alguna oportunidad, al decir de la propia Directora del establecimiento académico,  como una contravención; en tal virtud, al tener en cuenta el estado de embarazo de la petente, como un acto violatorio de dicho reglamento, por razones de orden moral, y acudir a su aplicación, en forma ilegítima, para presionar el retiro de la petente y negar luego su reintegro, se quebrantaron los derechos fundamentales a la educación, a la igualdad ante la ley, desarrollo de la personalidad y al debido proceso."[6] 3. Derecho a la autodeterminación de ser madre. Continúa diciendo la Corte en la tutela 420: "La Sala considera que el rector ha desobedecido también el mandato constitucional del Derecho a la Autonomía establecido en el artículo 16 como derecho fundamental, por cuanto coarta la libre decisión de la estudiante de escoger como nueva forma de vida su condición de madre, limitándole la facultad de autodeterminarse conforme a su propio arbitrio dentro de los límites permitidos. En este orden de ideas el rector no tiene ninguna potestad para impedirle a la estudiante que dirija soberanamente su vida, siempre que transite dentro de los lineamientos que le impone la ley y sin que traspase la barrera donde se inicia el derecho de los demás. La nueva condición de vida de la estudiante no infringe ninguna disposición de derecho, como tampoco afecta el libre ejercicio de las potestades de los demás. Además a favor de la maternidad se han consagrado disposiciones tuteladoras contenidas en la legislación sobre seguridad social en el orden mundial como también en las constituciones de  los Estados. En el nuestro, el artículo 53 superior erige como principio mínimo fundamental laboral la "protección esencial a la mujer, a la maternidad..." Por todo ello el rector de marras se inmiscuyó gravemente en la vida personal de la estudiante e inexplicablemente se convirtió en un implacable Savonarola criollo de la moralidad de ella, atentando contra su derecho a la autodeterminación." 4. La igualdad. En la sentencia T-420/92 se dijo: "Considera asi mismo esta Corporación que  también se le ha vulnerado el derecho fundamental de la igualdad a la joven Luz Carmenza Escudero Patiño, ya que el rector al marginarla del derecho a la educación, le da un trato de inferioridad en relación con las otras estudiantes y la discrimina cuando afirma que es objetivo primordial de la moral del establecimiento cerrarle las puertas a las madres solteras. La Carta Política proscribe tal proceder en su artículo 13, así: "Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica. El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas en favor de grupos discriminados o marginados. El Estado protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o mental, se encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ella se cometan".[7] Con mayor razón se viola el derecho a la igualdad si en un mismo colegio y ante un caso similar no se retiró a la alumna y al mismo tiempo se permite que un alumno viva en unión libre y no haya explicación satisfactoria para el trato discriminatorio que afecta a la solicitante de la presente tutela. Las transcripciones hechas señalan una reiteración de jurisprudencia, sin embargo es necesario estudiar este otro punto. 5. Respeto a la dignidad. Numerosas providencias se han referido a la dignidad: "Según el artículo 1o. de la Constitución, Colombia es una República fundada, entre otros valores, en el respeto a la dignidad humana. Y de conformidad con el inciso final del artículo 53, la ley no puede menoscabar la libertad y la dignidad humanas. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿qué es la dignidad humana? Según Kant, "...el hombre, y en general todo ser racional, existe como un fin en sí mismo, no sólo como medio para usos cualesquiera de esta o aquella voluntad; debe en todas sus acciones, no sólo las dirigidas a sí mismo, sino las dirigidas a los demás seres racionales, ser considerado al mismo tiempo como fin." Y partiendo del supuesto de que el hombre es un fin en sí mismo, enuncia este imperativo categórico: "Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo, y nunca solamente como un medio." ("Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres", y otros escritos, Ed. Porrúa S.A., México 1990, pág. 44). En relación con la teoría de Kant sobre la persona, afirma Recasens Siches: "En este sentido dice que los seres racionales se llaman personas en tanto que constituyen un fin en sí mismo, es decir, algo que no debe ser empleado como mero medio, algo que, por consiguiente, encierra albedrío. La persona es un ser enteramente diverso de las cosas, diverso por su rango y dignidad. Personalidad es "libertad e independencia del mecanismo de toda la naturaleza". Conviene, pues, subrayar que en Kant el concepto de persona surge a la luz de una idea ética. Esto es, la persona se define no atendiendo sólo a la especial dimensión de su ser (v.gr., la racionalidad, la indivisibilidad, la identidad, etc.), sino descubriendo en ella la proyección de otro mundo distinto al de la realidad, subrayando que persona es aquel ente que tiene un fin propio qué cumplir por propia determinación, aquel que tiene su fin en sí mismo, y que cabalmente por eso posee DIGNIDAD, a diferencia de todos los demás, de las cosas, que tienen su fin fuera de sí, que sirven como mero medio a fines ajenos y que, por tanto, tienen PRECIO. Y ello es así, porque la persona es el sujeto de la ley moral autónoma, que es lo único que no tiene un valor solamente relativo, o sea un precio, sino que tiene un valor en sí misma y constituye así un autofín..." ("Filosofía del Derecho" y "Estudios de Filosofía del Derecho", Giorgio Del Vecchio y Luis Recasens Siches, UTEHA, México 1946, Tomo I, pág. 353). El hombre, en síntesis, tiene dignidad porque es un fin en sí mismo y no puede ser considerado un medio en relación con fines ajenos a él."[8] En otra sentencia se consignó: La dignidad humana, cuya vulneración ponen de presente los reclusos que en esta ocasión han ejercido la acción de tutela, es en verdad principio fundante del Estado (CP art.1). Más que derecho en sí mismo, la dignidad es el presupuesto esencial de la consagración y efectividad del entero sistema de derechos y garantías contemplado en la Constitución. La dignidad, como principio fundante del Estado, tiene valor absoluto no susceptible de ser limitado ni relativizado bajo ninguna circunstancia, lo que a menudo sí acaece con los derechos que deben necesariamente coexistir con otros y admiten variadas restricciones. La naturaleza de principio que ostenta la dignidad humana, impide que su desconocimiento pueda ser alegado de manera principal y única como causa de la acción de tutela. Sin embargo, ella se resiente cada vez que una acción u omisión de una autoridad pública viola o pone en peligro un derecho fundamental. Además del quebrantamiento de un derecho fundamental, el accionante de la tutela puede invocar - como ocurre en el presente caso - el agravio infligido a su dignidad humana, y así el Juez podrá apreciar en su fallo tanto la conculcación del derecho como la profanación a la dignidad.[9] Y, el doctor Vladimiro Naranjo explica: "La dignidad humana exige pues que al hombre, en el proceso vital, se le respeten también su salud y su integridad física y moral, como bienes necesarios para que el acto de vivir sea digno. De ahí que el derecho a la integridad física y moral consiste en el reconocimiento, respeto y promoción que se le debe a todo individuo de la especie humana de su plenitud y totalidad corpórea y espiritual, con el fin de que su existencia sea conforme a la dignidad personal. En el caso materia de estudio, es conveniente considerar  la armonía que debe haber entre el derecho-deber de corrección que tienen los padres con respecto a sus hijos y el derecho a la integridad física y moral de que son titulares todos los seres humanos. Los padres pueden, evidentemente, aplicar sanciones a sus hijos como medida correctiva, pero dicha facultad paterna no puede lesionar la integridad física y moral del menor bajo su potestad. Lo anterior se funda en la razón de ser pedagógica del castigo paterno, pues entre la lesión corporal o moral y la acción correctiva existe la diferencia de que la lesión es un daño, mientras que la corrección es un bien, por cuanto encauza al hijo hacia la perfección de su conducta. Los derechos fundamentales del hijo menor, determinan que los padres no deban emplear castigos lesivos de la dignidad personal de éste. La Constitución reconoce a los padres el derecho de educar a sus hijos (Art. 68), a la vez que les impone tal responsabilidad  (Art. 67). Pero hasta dónde llega el castigo, es algo que viene limitado por la misma integridad física y moral del hijo, que es inviolable. De ahí que el padre de familia obra contrariamente a derecho cuando movido por la iracundia aplica un castigo desproporcionado, anulando la razonabilidad de la corrección. De ello lo que resulta no es la adecuada formación del hijo, sino una reacción de incomprensión de éste hacia la medida arbitraria determinada por un acto pasional. La corrección paterna no puede ser otra cosa que un acto adecuado, es decir, proporcionado a la gravedad  de la falta, sin llegar jamás a constituirse en lesivo a la integridad o la dignidad del hijo, como persona humana."[10] En conclusión: la dignidad es un derecho fundamental que es susceptible de tutelarse. CASO CONCRETO. Para "cortar el mal" el rector del Colegio Diocesano de Apartadó le impidió continuar sus estudios a Samaris López, joven embarazada calificada por el establecimiento educactivo como de conducta EXCELENTE. Difiere esta conclusión, del comportamiento adoptado frente a otra joven que también resultó embarazada, sin darse un explicación RAZONABLE al trato distinto. No puede aceptarse como excusa que a una alumna no se la retira porque "no se notaba el embarazo" (frase del vicerector) y a la López si se la retira por estar "presentando una barriga sin contar con una estabilidad o una unión formal" (frase del Rector). Como tampoco se justifica que se permita a un estudiante vivir en unión libre mientras por otro lado se imponga una "pena medicinal" (expresión del Rector) a Samaris López por estar embarazada. Del hecho de estar embarazada se deduce una relación sexual, pero no siempre se deduce conducta inmoral. Como el retiro de la estudiante embarazada ocurrió, se han violado los derechos a la educación, autonomía de ser madre e igualdad y por estas razones debe prosperar la tutela. Si, además, a la menor se le ofrece plata para que cambie de colegio, se le insinúa que asista los sábados pero como "particular", se dice que por el embarazo se la podría entender "como una mujer dedicada a la prostitución", se le da un trato discriminatorio para "cortar el mal", habrá que concluir que se le está afectando su dignidad. En mérito de lo expuesto, la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución RESUELVE: PRIMERO: REVOCAR la sentencia de 2 de marzo de 1995 del Juzgado Segundo Penal Municipal de Apartadó y en su lugar tutelar los derechos a la educación, autonomía, igualdad y dignidad de Farley Samaris López Guisao. SEGUNDO: ORDENAR a Berte de Jesús Montoya Gómez, en su calidad de Rector del Colegio Diocesano Juán Pablo II, de Apartadó, reintegrar a dicho colegio en el término de 12 horas, a la alumna Farley Samaris López Guisao, a fin de que concluya sus estudios secundarios. TERCERO: Comuníquese lo resuelto en esta providencia, por la via más rápida, al Juzgado Segundo Penal Municipal de Apartadó, para que haga las notificaciones y para los efectos previstos en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. CUARTO:  Envíese copia de esta sentencia al Defensor del Pueblo y a la Alcaldía de Apartadó. Notifíquese, comuníquese y cúmplase, insértese en la Gaceta Constitucional. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado Ponente FABIO MORON DIAZ Magistrado || VLADIMIRO NARANJO MESA. Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1]T-420/92, Ponente: Dr. Simón Rodríguez. [2]Xavier Zubiri, citado por Luis José Gonzáles y Germán Marquinez en "Educación para el Cambio", pág. 137, editorial el Buho, Bogotá, 1989 (tomado de "Siete Ensayos de Antropología Filosófica"), Xavier Zubiri,Usta, Bogotá, 1982. [3] Emilio Durkhein Educación y Sociología. Editorial Linotipo, Bogotá, 1973. Pág. 82-83. [4]T-420/92, ya citada. [5] Ibidem. [6]Sentencia T-079/94, Ponente: Dr. Antonio Barrera. [7]Ibidem [8]T-542/93, Ponente: Dr. Jorge Arango. [9]T-401/92, Ponente: Dr. Eduardo Cifuentes. [10]T-123/94, Ponente: Dr. Vladimiro Naranjo.
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T-212-95 Sentencia No Sentencia No. T-212/95 RECURSO DE APELACION EN PENAL-Sustentación/DEBIDO PROCESO La exigencia según la cual quien hace uso del recurso de apelación debe sustentarlo para que pueda ser atendido, encuentra plena conformidad con las expresiones de la Constitución, que reconocen el mencionado derecho a la doble instancia y del debido proceso penal. Si no se sustenta el recurso no se ejerce cabalmente el derecho constitucional a la doble instancia en los asuntos que terminan con sentencia judicial; por ello se debe concluir que el derecho a que las sentencias puedan ser objeto de apelación comporta el deber de sustentar la apelación, para que puede entenderse ejercido el derecho. PRINCIPIO DE LA DOBLE INSTANCIA/DEBIDO PROCESO La voluntad del Constituyente al establecer el derecho a la doble instancia en el inciso primero del artículo 31, no es la de consagrar un mecanismo más o menos automático de revisión o de consulta  de las sentencias judiciales, ni el derecho al doble juicio en la Rama Judicial para duplicar innecesariamente el proceso, sino, apenas, el derecho y el deber, salvo las excepciones que establezca la ley, de acudir a la doble instancia dentro de los elementos específicos de configuración legal del debido proceso, que complementan sus definiciones generales y básicas, y dentro de las expresiones que establecen los derechos y las garantías de carácter procesal, para que, cuando sea procedente, no sea un solo juez o una sola instancia la que examine definitivamente la causa y ella se cierre para siempre con un solo juicio; sino por el contrario, se trata de la oportunidad procesalmente regulada de acudir, dentro de las reglas del debido proceso, ante otra autoridad judicial, generalmente superior a la que toma la decisión en primera instancia, para someter todo o una parte de la actuación judicial con el fin de procurar la atención de las posiciones de las partes inconformes con la sentencia o con la actuación, o para garantizar la efectividad de los derechos de las partes que disienten de lo resuelto. VIA DE HECHO La Corte Constitucional no ha variado su jurisprudencia sobre el punto de la improcedencia de la  acción  de tutela contra providencias judiciales que han hecho tránsito a cosa juzgada, puesto que el artículo 40 del Decreto 2591 de 1991, fue declarado inexequible por esta Corporación en sentencia C-543 de octubre 1o. de 1992; empero, y en desarrollo de esa misma jurisprudencia, de igual modo se ha advertido que esa decisión no ha impedido que la acción de tutela pueda adelantarse en todo caso, contra providencias judiciales, cuando se establezca que la decisión  es el resultado  directo de una actuación por fuera del ordenamiento jurídico que la despoja de su carácter y la  convierte en una  vía de hecho del juez. REF.: Expediente No. T-56173 Actor: WILSON BARRIOS VANEGAS Magistrados: Dr. FABIO MORON DIAZ -Ponente- Dr.  VLADIMIRO NARANJO MESA Dr.   JORGE ARANGO MEJIA Santafé de Bogotá D.C., mayo quince (15)  de mil novecientos noventa y cinco (1995) La Sala de Revisión de Tutelas, integrada por los H. Magistrados JORGE ARANGO MEJIA, VLADIMIRO NARANJO MESA y FABIO MORON DIAZ, en ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, previo estudio del Magistrado Ponente, resuelve sobre las sentencias relacionadas con la acción de la referencia, proferidas por el Tribunal Contencioso Administrativo de Barranquilla el cinco (5) de octubre de mil novecientos noventa  y cuatro  (1994), y por el Consejo de Estado el dieciocho (18) de noviembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), previos los siguientes ANTECEDENTES A.  La Petición 1.      En escrito presentado al H. Tribunal Administrativo del Atlántico el día veintiuno (21) de septiembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994) y mediante apoderado debidamente constituído, el señor Wilson Barrios Vanegas ejerció la acción de tutela establecida en el artículo 86 de la Constitución, con el fin de obtener la protección judicial directa, específica y autónoma de su derechos constitucionales fundamentales al “debido proceso” y “de defensa”, reconocidos en los artículos 29 y 31 de la Constitución Nacional, supuestamente desconocidos en una providencia de segunda instancia de la Sala Penal del H. Tribunal Superior de Barranquilla por la que se inhibió de desatar un recurso de apelación presentado oportuna y cabalmente, conforme al Código de Procedimiento Penal; la acción de tutela de la referencia fue ejercida para que mediante la correspondiente orden judicial proferida dentro de los trámites previstos en el Decreto 2591 de 1991, se imponga a la Sala Penal del mencionado tribunal, la obligación específica de dar trámite al recurso de apelación interpuesto contra la sentencia de primer grado, proferida por el Juzgado Cuarto Penal del Circuito de Barranquilla, en la cual el peticionario fue condenado a la pena de 17 años de prisión, por el delito de homicidio agravado. 2.      Los fundamentos de  hecho y de derecho que señala el apoderado del peticionario se resumen como sigue: -        En primer término señala que Wilson Barrios Vanegas fue condenado por el Juzgado Cuarto Penal del Circuito de Barranquilla  mediante sentencia de  doce (12) de abril de 1994, a la pena de 17 años de prisión por el delito de homicidio agravado; además, advierte que contra esta decisión se presentó recurso de  apelación, en su opinión, de manera oportuna y debidamente sustentado, según los requisitos de ley. -        En segundo término advierte el apoderado del peticionario que el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Barranquilla en proveído de junio veinte (20) de mil novecientos noventa y cuatro (1994), resolvió inhibirse  de conocer del recurso de apelación, bajo el supuesto según el cual el recurrente no sustentó el recurso de apelación, pues del contenido del mismo sólo se obtienen expresiones y discrepancias genéricas que de ningún modo señalan los puntos en los cuales no está de acuerdo con el proveído “objeto de censura”. -        Considera el peticionario que la decisión del Tribunal dejó a Wilson  Barrios  en situación de indefensión, vulnerando su derecho al debido proceso establecido entre otras disposiciones en el artículo 29 de la Constitución Nacional, en el cual se advierte: "que quien sea sindicado tiene, entre otros derechos de impugnar la sentencia condenatoria". -        Por último, advierte que la decisión del  Tribunal Superior, Sala Penal, le dá una importancia inusitada al derecho procedimental sobre el derecho sustancial y que su excesivo formalismo desconoce los derechos constitucionales que asisten al condenado, como son el derecho de defensa y el derecho a la presunción de inocencia. B.     La Sentencia de Primera Instancia El Tribunal Administrativo del Atlántico mediante sentencia de cinco (5) de octubre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), resolvió conceder la tutela promovida por el Wilson Barrios Vanegas y, en consecuencia,  dispuso que la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Barranquilla, contra la que se dirige la acción, y en el término que establece la ley, debía adoptar las medidas procesales pertinentes para conceder,  tramitar y decidir el recurso de apelación interpuesto por el defensor del procesado contra  la sentencia condenatoria, proferida por el Juzgado Cuarto Penal del Circuito de Barranquilla. Las siguientes son las consideraciones que sirven de fundamento al Tribunal administrativo del Atlántico, que actúa como juez de primera instancia, para conceder la tutela reclamada. -        Señala el Tribunal que, en su oportunidad, el defensor del ahora peticionario, sí sustentó el recurso de apelación contra la sentencia condenatoria proferida por el Juzgado Cuarto Civil del Circuito de Barranquilla, y que no obstante apenas haya hecho referencia a la supuesta omisión en que podría haber incurrido el juzgador penal de primera instancia, en el sentido de no practicar una serie de pruebas técnicas, que le permitirían recaudar el material probatorio suficiente y que exige la ley para condenar, esta sola argumentación es suficiente para estudiar y decidirlo. En este sentido advierte el Tribunal que no obstante que el condenado y su apoderado no hayan presentado ningún otro argumento ni elaborado ningún otro concepto que sirviera para fundamentar realmente el recurso, la argumentación presentada es suficiente para dar satisfacción al mencionado requisito, como lo dispone la ley frente a la nueva normatividad constitucional que surge dentro del ámbito de la Carta Política de 1991. -        Advierte el Tribunal Administrativo del Atlántico que esta sola argumentación debería lograr que el organismo contra el que se presenta la tutela hubiera estudiado y decidido el recurso de apelación debidamente interpuesto; además, en este mismo sentido indica que los argumentos de la Sala Penal del Tribunal Superior de Barranquilla contra cuya decisión se dirige la demanda de tutela, no son aceptables teniendo en cuenta  la prevalencia que tiene el derecho sustancial frente al derecho procesal, consagrado como principio y como normas fundamentales de la función pública que cumple la Rama Jurisdiccional, según el artículo 228 del Estatuto Constitucional. Concluye el Tribunal, que una vez examinados y estudiados los argumentos expuestos por el defensor del condenado Wilson Barrios Vanegas, el recurso propuesto contra la sentencia atacada  debía ser analizado y decidido por la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Barranquilla, con el fin de amparar el derecho al debido proceso y, además, el de las dos instancias procesales. C.   La Impugnación Los Magistrados de la Sala Penal del Tribunal Superior de Barranquilla, doctores Julio Ojito Palma,  lva Crespo de Gómez y Rodrigo Labba Navarro, mediante escritos separados impugnaron la sentencia de 5 de octubre de 1994, proferida por el Tribunal Administrativo del Atlántico, y en términos generales señalan lo siguiente: -        Los impugnantes advierten que según lo previsto en el artículo 32 de la Ley 81 de 1993, que modificó el artículo 215 del Código de Procedimiento Penal y dentro del contexto de la normatividad procedimental aplicable al caso en cuestión, se exige que el recurso de apelación sea debidamente sustentado, en el sentido de que se manifiesten claramente los motivos por los cuales no se comparte la sentencia objeto del recurso; además, los impugnantes indican que el Tribunal Administrativo del Atlántico que concedió el amparo o la tutela de los derechos reclamados por el peticionario, únicamente tuvo en cuenta el criterio subjetivo del apelante, por demás vago e impreciso, y que en todo caso no le permitía conocer los motivos del recurso de apelación de la sentencia condenatoria. También indican que el memorial de sustentación presentado por el defensor del condenado no hace afirmaciones  concretas, sino simples y superfluas referencias a principios elementales de contradicción, sin incursionar de manera específica en ellos, por lo que resulta imposible atender la admisión del recurso propuesto por el defensor del señor Wilson Barrios. -        De otra parte, señalan que en este caso la acción se dirige contra una providencia judicial sustentada en normas legales vigentes, y en criterios jurisprudenciales, que no puede ser catalogada como "vía de hecho", y en consecuencia no es procedente el ejercicio de acción de tutela. D. La Sentencia de Segunda Instancia -        La Sección Cuarta de la Sala de lo Contencioso Administrativo del H. Consejo de Estado, en decisión del dieciocho (18) de octubre de  mil novecientos noventa y cuatro (1994), al conocer y fallar en segunda instancia sobre la acción de la referencia, y dentro de los  términos de la impugnación propuesta por los mencionados Magistrados de la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Barranquilla, resolvió revocar la sentencia de 5 de octubre de 1994, proferida por el Tribunal Administrativo del Atlántico que había concedido la tutela reclamada, y en su lugar, procedió a rechazarla por improcedente, con base en la consideración que se resume en seguida: La honorable Corporación, cabeza de la jurisdicción de lo contencioso administrativo, señaló que en reiterados pronunciamientos suyos adoptó el criterio jurisprudencial de que contra las providencias judiciales era improcedente acción de tutela, criterio que fue acogido por la Corte Constitucional en sentencia C-543 del primero (1o.) de octubre de mil novecientos noventa y dos (1992), mediante la cual se declararon inexequibles los artículos 11, 12 y 40 del Decreto 2591 de 1991. De acuerdo con lo anterior, el H Consejo de Estado procedió a revocar la providencia impugnada y advirtió que, como la acción de tutela incoada pretende que se ordene a la Sala Penal del Tribunal del Distrito Judicial de Barranquilla que revoque la providencia de junio veinte (20) de mil novecientos noventa y cuatro (1994), y que, en su lugar, se conceda el recurso de apelación interpuesto contra la sentencia de abril doce (12) de mil novecientos noventa y cuatro (1994), lo que corresponde es rechazar la petición. V. CONSIDERACIONES DE LA CORTE A. La Competencia Esta Sala de la Corte Constitucional es competente para conocer la revisión de las decisiones que se reseñan en la parte de antecedentes de esta providencia, en atención a lo dispuesto por los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral 9o. de la Constitución Política, en concordancia  con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991; además,  este examen se hace en virtud de la  selección que de dicho acto practicó la Sala correspondiente y del reparto que se verificó en la forma prevista en el reglamento de esta Corporación. B.  La Materia del Asunto que se Revisa 1.  En primer término, la Corte Constitucional encuentra que la principal cuestión que se debate en esta oportunidad y que aparece tratada en las providencias que se examinan, en esta actuación específica de revisión de las decisiones relacionadas con la tutela judicial de los derechos constitucionales fundamentales, es la de la definición jurisprudencial de los alcances del artículo 215 del Código de Procedimiento Penal, en relación con el derecho constitucional de impugnar o apelar toda sentencia judicial, que aparece expresamente establecido en el inciso primero del artículo 31 de la Constitución Nacional, como una parte sustancial del derecho al debido proceso penal y del derecho de defensa, especialmente, cuando se trata de una condena en la que se establece una pena privativa de la libertad. 2. Obsérvese que en este caso se presentó el recurso de apelación dentro de los términos procesales correspondientes y que, así mismo, en el término procesal exigido, el apoderado del condenado dijo “sustentarlo”, al allegar un escrito en el que manifiesta las consideraciones que estima pertinentes sobre la providencia que ataca, y que considera suficientes para que se decrete su revocación o modificación. Así las cosas, lo cierto es que la divergencia fundamental entre la Sala Penal del H. Tribunal Superior del Distrito Judicial de Barranquilla, de un lado, y el apoderado del peticionario y el Tribunal Administrativo del Atlántico que concede la tutela, de otro, radica, precisamente, en lo que se entiende por debida sustentación del recurso y los distintos componentes del derecho de defensa y del debido proceso, dentro del marco de la nueva Constitución Política y que aparecen interpretados de modo distinto, en este caso, por los varios agentes de esta divergencia doctrinaria. 3.  Como se dejó en claro en la parte que resume la petición contenida en la demanda de tutela de la referencia, con esta revisión se busca determinar, para el caso específico de la apelación presentada por el peticionario, en su condición de condenado en materia penal, cuál es el alcance de la mencionada disposición del Código de Procedimiento Penal en la que se establece la obligación de sustentar el recurso de apelación contra la sentencia condenatoria, y si, dado el trámite que procede según el mismo artículo del citado código, puede declararse la inhibición del juez o tribunal competente para desatarlo. En especial, se pretende el mejor entendimiento de la definición del contenido del artículo 215 del Código de Procedimiento Penal, que dispone que quien  haya interpuesto recurso de apelación debe sustentarlo, so pena de la correspondiente inhibición del juez que conoce de la apelación y de la declaratoria de desierto que puede hacer el funcionario judicial. Es más, en el fondo de este asunto se cuestiona si bastan algunas expresiones genéricas e indeterminadas sobre la supuesta inconformidad de una parte contra una sentencia judicial, para entender que se ejerce el derecho constitucional fundamental de naturaleza procesal a la doble instancia, y si en dichas condiciones existe el deber de examinar, sin fundamento específico alguno, la sentencia que se dice contradicha por el apelante. 4.  En efecto, se trata de definir en este caso el contenido jurídico de las expresiones que establecen el deber de sustentar el recurso de apelación que se puede interponer contra las providencias judiciales en materia penal, pero ante el contenido de los derechos constitucionales fundamentales de defensa y al debido proceso, según los términos del mencionado artículo que establece que “Quien haya interpuesto el recurso de apelación, debe sustentarlo. Si no lo hace, el funcionario lo declara desierto mediante providencia de sustentación contra la cual procede el recurso de reposición”. 5.  Para cumplir con estas finalidades, en primer término, corresponde a esta Corporación advertir que, en oportunidad anterior y por vía del control de constitucionalidad de las leyes la Corte Constitucional se ocupó del examen del artículo 32 de la Ley 81 de 1993 por el que se modificó el artículo 215 del citado código y dejó en claro cual es su jurisprudencia al respecto de este asunto; en efecto, la Corte Constitucional,  en sentencia  C-365 de 1994, declaró la exequibilidad del mencionado artículo 32 de la Ley 81 de 1993, actual artículo 215 del  Código de Procedimiento Penal. y advirtió que: "Los recursos, concebidos como instrumentos de defensa mediante los cuales quien se considera afectado por una decisión judicial o administrativa la somete a nuevo estudio para obtener que se revoque, modifique o aclare, hacen parte de las garantías propias del debido proceso. En efecto, el artículo 29 de la Constitución exige que todo juzgamiento se lleve a cabo con observancia de la plenitud de las formas propias de cada juicio. Entre éstas, que son señaladas por la ley, está la posibilidad de instaurar recursos contra las determinaciones que se van adoptando en el curso del trámite procesal o al finalizar el mismo. ......................... 1o.  No se desconoce la garantía de la doble instancia en lo referente a sentencias  (artículos 29 y 31 C.N.), por cuanto la exigencia de sustentación no implica negar el recurso o excluir  toda posibilidad del mismo...la norma no le impide  al afectado recurrir sino que, permitiendo  que lo haga, establece una carga procesal en cabeza suya, la de señalar ante el superior los motivos que lo llevaron a contradecir el fallo. El apelante acude a un instancia superior con suficiente competencia para revisar lo actuado, y ante ella expone los motivos de hecho o de derecho que, según su criterio  debe conducir a que por parte  del superior se enmiende lo dispuesto por la providencia apelada. ............................. 2o.  No se niega el acceso a la administración  de justicia  (artículo 229 C.N.),  ya que no se establecen obstáculos  que hagan imposible llegar al juez,  sino que, por el contrario, ello se facilita  mediante su alegato, quien apela tiene la oportunidad de hacer conocer al fallador de segundo grado los elementos de juicio en que se apoya su inconformidad. El acceso a la administración de justicia implica la certidumbre de que cumplidas las exigencias previstas en la ley se obtendrán decisiones relativas al asunto que ha sido llevado a los estrados judiciales.  No comporta, entonces, la ausencia de requisitos o cargas, ya que unas y otras son inherentes al ejercicio del derecho. Tampoco es cierto que mediante esta exigencia se haga prevalecer el procedimiento sobre el derecho sustancial, ya que  la norma acusada no conduce a la nugatoriedad o al desconocimiento de los derechos que pueda tener el apelante.  Más bien se trata de que éste los haga  explícitos con miras a un mejor  análisis acerca del contenido de sus pretensiones y de la providencia misma; al poner de relieve los motivos que llevan al descontento del apelante, se obliga al juez de segunda instancia a fundar su decisión en las consideraciones de fondo a las que dé lugar el recurso." Obsérvese que, existiendo la prohibición de la Reformatio in Pejus, el apelante único conoce de antemano que, instaurado el recurso, la decisión del superior no podrá empeorar su situación, de tal manera que, si en tal caso no le fuera exigida la sustentación de aquel, se propiaciaría el ejercicio irresponsable de este derecho, con la consiguiente dilación del proceso.”  (Corte  Constitucional, sentencia  T-365/94. M.P. Dr. José Gregorio Hernández Galindo). 6.  Así las cosas, para la Corte Constitucional el mencionado deber legal, establecido de manera general y abstracta por el artículo 215 del C.P.P., no viola ningún precepto constitucional y, por el contrario, aquella  disposición se ajusta plenamente a las prescripciones constitucionales pertinentes, como una garantía mayor en favor de los afectados con la providencia judicial en general y del condenado en particular; en este sentido, es claro que la exigencia según la cual quien hace uso del recurso de apelación debe sustentarlo para que pueda ser atendido, encuentra plena conformidad con las expresiones de la Constitución, que reconocen el mencionado derecho a la doble instancia y del debido proceso penal. En verdad, en una interpretación sistemática de las disposiciones constitucionales mencionadas, se destaca perfectamente que la voluntad del Constituyente al establecer el mencionado derecho a la doble instancia en el inciso primero del artículo 31, no es la de consagrar un mecanismo más o menos automático de revisión o de consulta  de las sentencias judiciales, ni el derecho al doble juicio en la Rama Judicial para duplicar innecesariamente el proceso, sino, apenas, el derecho y el deber, salvo las excepciones que establezca la ley, de acudir a la doble instancia dentro de los elementos específicos de configuración legal del debido proceso, que complementan sus definiciones generales y básicas, y dentro de las expresiones que establecen los derechos y las garantías de carácter procesal, para que, cuando sea procedente, no sea un solo juez o una sola instancia la que examine definitivamente la causa y ella se cierre para siempre con un solo juicio; por el contrario, se trata de la oportunidad procesalmente regulada de acudir, dentro de las reglas del debido proceso, ante otra autoridad judicial, generalmente superior a la que toma la decisión en primera instancia, para someter todo o una parte de la actuación judicial con el fin de procurar la atención de las posiciones de las partes inconformes con la sentencia o con la actuación, o para garantizar la efectividad de los derechos de las partes que disienten de lo resuelto. En efecto, resultaría poco razonable entender que para el Constituyente basta la simple mención de la inconformidad sobre una sentencia para imponer el deber de revisarla o reexaminarla automáticamente y para remover la actuación judicial y la sentencia correspondiente sin la definición de los motivos de la inconformidad; por ello, es claro que el legislador entendió, cabalmente, que dentro del marco de la nueva normatividad constitucional, nada se opone a que se exija la debida sustentación de la apelación y del recurso propuesto, y así lo advirtió la Corte en el fallo que se transcribe. De otra parte, es claro que esta situación habilita al juez de segunda instancia para inhibirse de fallar sobre el recurso no sustentado como lo hace la providencia judicial contra la que se plantea la acción autónoma de tutela que se examina. 7.  De igual modo, esta misma consideración ha servido a la Sala Penal de la H. Corte Suprema de Justicia para advertir de modo reiterado que: "La sustentación del recurso de apelación es carga del impugnante que le obliga a señalar en concreto las razones de su disentimiento con la providencia recurrida y que lo llevan a postular una determinación diferente que sea menos gravosa para sus intereses procesales.... La  carencia de requisitos formales del memorial sustentatorio, no debe conducir, sin embargo, a que se desconozca la voluntad del legislador que exige al apelante el deber de sustentar y no simplemente ofrecer una apariencia de sustentación.  La formalidad a que se refiere la ley demanda que señale los puntos de desacuerdo y  las razones de hecho  o de derecho sobre las cuales aquellos descansan.  No constituye, por tanto, sustentación adecuada, el empleo de frases o expresiones en las cuales simplemente se manifieste un desacuerdo genérico pero no se indique en concreto los aspectos que deben ser reformados o revocados por el superior, ni tampoco estará cabalmente sustentado el recurso que carezca de razones de tipo probatorio o jurídico, que debe llevar a dicha reforma o revocarla". (Auto -abril 11 de 1984. M.P. Luís Enrique Aldana Rozo). De igual modo, aquella  Corporación advirtió que: "El memorial de sustentación de recurso, debe ser una alegación en la que de manera precisa, concreta y vinculada con los hechos o razones jurídicas del proceso, sea presentado por el recurrente para que manifieste de manera específica las razones por las cuales discrepa de la decisión que impugna.  Tiene como finalidad este memorial, que no se abuse del recurso ordinario de apelación y que se haga uso de él, cuando existan razones de discrepancia entre el criterio de una de las partes y la decisión que se recurre." (Sala de Casación Penal, marzo 19 de 1992. M.P. Dr. Edgar Saavedra Rojas). Es más, de lo dicho, resulta evidente que si no se sustenta el recurso no se ejerce cabalmente el derecho constitucional a la doble instancia en los asuntos que terminan con sentencia judicial; por ello se debe concluir que el derecho a que las sentencias puedan ser objeto de apelación comporta el deber de sustentar la apelación, para que puede entenderse ejercido el derecho. Las anteriores referencias también se advierten  con miras a establecer que, quien va a decidir el recurso de apelación, tiene la  facultad de  examinar si los argumentos expuestos en el memorial de sustentación  constituyen una verdadera inconformidad con la decisión impugnada y en que forma se entiende ejercido el derecho; empero, no se trata de establecer una definición jurisprudencial mecánica y absurda que no establezca las distinciones propias que corresponden, según los sujetos que ejercen el derecho de apelar las sentencias judiciales. Al respecto cabe observar que, es deber del juez que conoce de la apelación, distinguir en cuanto al sujeto que ejerce el recurso y al lenguaje y los elementos empleados para la manifestación de las razones del discenso, para mejor entender e interpretar los argumentos de la sustentación planteada y para garantizar el ejercicio real y efectivo de los derechos constitucionales de las personas, mucho más cuando se trata del ámbito de la normatividad penal, que en todo caso debe estar rodeado de las mayores garantías judiciales y legales disponibles. En efecto, como lo advirtió la H. Corte Suprema de Justicia en su Sala Penal, si bien la ley no hace distinción en la sustentación, según sea la persona del recurrente, pues su exigencia se limita  al deber de sustentar el recurso, la razón natural de las cosas impone la necesidad de tener en cuenta quien ha impugnado y sustentado el recurso, pues ciertamente deben interpretarse con mayor laxitud los fundamentos aducidos por el procesado, lego en derecho y semianalfabeto, quien con lenguaje vernáculo expresa su inconformidad, y con mayor rigor en precisión     y claridad los que presenta un profesional del derecho por ser conocedor de la ciencia,  de sus métodos y técnicas. (Cfr. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, M.P. Dídimo Páez Velandia. Mayo 23 de 1988) . 8.  Como se ha visto, la acción de tutela de la referencia se dirige contra la decisión judicial proferida por el Tribunal Superior de Barranquilla Sala Penal, mediante la cual se declaró inhibida de conocer del recurso de apelación interpuesto por el defensor del señor Wilson Enrique Barrios contra la sentencia mediante la cual  el Juez Cuarto Penal del Circuito de Barranquilla, condenó al procesado a la pena principal de diecisiete (17) años de prisión; empero, cabe observar que la decisión del Tribunal se fundamenta en la  indebida sustentación del recurso al considerar que "se trata de un conjunto de expresiones y discrepancias genéricas que de ningún modo señalan los puntos en los cuales no está de acuerdo con el proveído objeto de censura, ni expresa cuáles son las razones probatorias concretas que dejó de evaluar el a-quo y que determinarían un pronunciamiento diferente en la segunda instancia." En este orden de cosas y examinado el recurso interpuesto, la Corte encuentra que asiste razón a la Sala Penal del H. Tribunal de Barranquilla en la decisión de inhibirse de dar trámite al recurso propuesto, y por ello estima que no debió dársele acogida a la petición de tutela, pues lo procedente era denegarla. En segundo lugar advierte esta Sala que la Corte Constitucional no ha variado su jurisprudencia sobre el punto de la improcedencia de la  acción  de tutela contra providencias judiciales que han hecho tránsito a cosa juzgada, puesto que el artículo 40 del Decreto 2591 de 1991, fue declarado inexequible por esta Corporación en sentencia C-543 de octubre 1o. de 1992; empero, y en desarrollo de esa misma jurisprudencia, de igual modo se ha advertido que esa decisión no ha impedido que la acción de tutela pueda adelantarse en todo caso, contra providencias judiciales, cuando se establezca que la decisión  es el resultado  directo de una actuación por fuera del ordenamiento jurídico que la despoja de su carácter y la  convierte en una  vía de hecho del juez, cosa que no sucede en este caso pues se encuentra suficiente fundamento para la inhibición del Tribunal que conoció del recurso de apelación contra la sentencia en mención. En relación con lo que se considera como vía de hecho esta Corporación en reciente jurisprudencia estableció: "La vía de hecho consiste en una transgresión protuberante y grave de la normatividad que regía el proceso dentro del cual se profirió la providencia objeto de acción, a tal punto que, por el desconocimiento flagrante del debido proceso o de otras garantías  constitucionales, hayan sido vulnerados materialmente por la providencia misma los derechos fundamentales del accionante. Esto significa que la vía de hecho  es en realidad el ejercicio arbitrario de función judicial, en términos  tales que el fallador haya resuelto, no según  la ley  -que por tanto, ha sido francamente violada- sino de acuerdo con sus personales designios. No cualquier error cometido por el Juez en el curso del proceso tiene el carácter de vía de hecho, pues  entenderlo así implicaría retroceder al ritualismo que sacrifica  a la forma los valores de fondo que deben realizarse en todo trámite judicial y, por otra parte, quedaría desvirtuada  por una decisión de tutela la inexequibilidad declarada por la Sala Plena de la Corte Constitucional, que, se repite, ha hecho tránsito a cosa juzgada constitucional." (Sentencia T-118 de marzo 16 de 1995. M.P. Dr. José Gregorio Hernádez Galindo). Considera la Sala que la decisión proferida por el Tribunal Superior de Barranquilla Sala Penal, es el resultado de la interpretación del memorial de sustentación presentado por el defensor del condenado, de la cual no se observa arbitrariedad en relación con la normatividad que regula este trámite , ni con la jurisprudencia que sobre la misma han venido señalando las altas Corporaciones. No constituyéndose vía de hecho el pronunciamiento a que se ha venido haciendo referencia, resulta improcedente la acción de tutela, por cuanto se trata de decisión judicial que hizo tránsito a cosa juzgada. En merito de lo expuesto, esta Sala  de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE Primero:   Confirmar la sentencia proferida en el caso de la referencia por el H. Consejo de Estado el dieciocho (18) de noviembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), por las razones expuestas en esta providencia. Segundo:   Líbrense por Secretaría las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados. Cópiese, notifíquese, publíquese e insértese en la Gaceta Constitucional y cúmplase. FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado JORGE ARANGO MEJIA Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-213-95 Sentencia No Sentencia No. T-213/95 DERECHOS COLECTIVOS/DERECHO AL AMBIENTE SANO En principio no puede acudirse a la acción de tutela para la defensa del ambiente -derecho de carácter colectivo- ya que para el efecto se han instituído constitucional las acciones populares. Ello no se opone, sin embargo, a la tutela del derecho individual de quien, siendo parte de la comunidad, es afectado o amenazado en forma directa por la contaminación del ambiente, pues su salud y aun su vida están de por medio, ello siempre y cuando como lo ha sostenido la jurisprudencia constitucional, se acredite el nexo causal existente entre el motivo alegado por el peticionario para la perturbación ambiental y el daño o amenaza que dice padecer. Unicamente de la conjunción de esos tres elementos puede deducirse la procedencia de la acción de tutela para que encaje dentro del artículo 86 de la Constitución y sea viable el amparo. ACCION DE TUTELA-Nexo causal/DERECHO AL AMBIENTE SANO-Explotación minera/ACCION DE TUTELA-Improcedencia/ACCION POPULAR Para la procedencia de la tutela en los eventos en que esté de por medio la alteración del entorno natural -medio ambiente o ecosistema-, es indispensable que el afectado en uno de sus derechos fundamentales, acredite plena prueba del nexo causal existente entre las modificaciones o afectaciones ambientales y los efectos en alguno de los derechos fundamentales, tales como la vida o la salud de las personas, o entre aquellas y la verdadera y actual amenaza que puedan estar afrontando. Es decir, se requiere demostrarle al juez de tutela el convencimiento de que son las alteraciones producidas en el ambiente y no otras causas, las que constituyen origen real y verdadero de la amenaza o vulneración del derecho fundamental, lo que no sucede en el asunto sub-examine. No aparece demostrada ni la vulneración de derecho constitucional fundamental alguno, ni prueba que permita acreditar la amenaza o violación de los derechos, la tutela es improcedente, disponiendo los accionantes entonces, de las acciones colectivas o populares para la protección de sus derechos que se dicen afectados por la empresa accionada. REF: Expediente No. T - 54.990 PETICIONARIO: Luis Arcenio Avellaneda Quinche y Otros contra la Empresa Agregados de la Sabana Ltda. PROCEDENCIA: Juzgado Trece Civil del Circuito de Bogotá. MAGISTRADO PONENTE: DR. HERNANDO HERRERA VERGARA Santa Fé de Bogotá, D.C., Mayo dieciseis (16) de mil novecientos noventa y cinco (1995). Procede la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados HERNANDO HERRERA VERGARA, ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Y FABIO MORON DIAZ, a revisar los fallos proferidos por el Juzgado Promiscuo Municipal de Guasca, el 21 de octubre de 1994 y por el Juzgado Trece Civil del Circuito de Bogotá el 24 de marzo de 1995, dentro del proceso de tutela de la referencia. I. ANTECEDENTES. Luis Arcenio Avellaneda Quinche y otros, a través de apoderado, en su condición de habitantes del Municipio de Guasca, instauraron acción de tutela contra la Empresa Agregados de la Sabana, con el objeto de que se les protejan sus derechos al medio ambiente sano y a la libertad de locomoción. Señalan los peticionarios que desde el año de 1977, la Empresa Agregados de la Sabana Ltda. viene ejerciendo actividades mineras de explotación de gravas en la vereda el Santuario del Municipio de Guasca, en el terreno comprendido entre la carretera que de esa localidad conduce a Guatavita y el río Siecha, abriendo cavas de más de diez metros de profundidad, que varían el ecosistema, ya que según expresan, por acción de la gravedad, el agua, la humedad y los pozos de aguas naturales y aljibes, se desplazan a tales cavas convirtiendo el territorio en seco e improductivo con la consiguiente ruina de los campesinos de la región y la proliferación de insectos transmisores de enfermedades tanto para animales como para los cultivos y los seres humanos. Expresan que antes de empezar dicha explotación, los campesinos del sector utilizaban el agua del río por medio de canales para el riego de cultivos y pastos. A estos beneficios ahora no pueden acceder por cuanto la empresa minera invirtió las curvas de nivelación, imposibilitando el suministro de agua por canales y zanjas. Indican adicionalmente, que el transporte de los materiales mencionados se hace en vehículos inadecuados y de gran peso, con lo cual han destruído las vías de acceso, poniendo en grave peligro a los transeúntes que por allí pasan, así como los vehículos pequeños que utilizan la vía, debido a la velocidad y espacio que aquellos ocupan. En tal virtud, solicitan que se ordene la suspensión de las obras de explotación y transporte de materiales de construcción por contaminación y deterioro del medio ambiente y por violar el derecho a la libertad de locomoción. Así mismo, que de conformidad con el artículo 9o. del Código de Minas, se ordene a la Empresa Agregados de la Sabana Ltda. a realizar las obras y trabajos especiales de preservación o mitigación de sus efectos negativos o de los deterioros originados en dichas actividades, sobre los recursos naturales renovables, el medio ambiente y el desarrollo de la agricultura y la ganadería, al igual que reparar la carretera por ellos destruída desde el sitio de procesamiento de materiales de construcción que ellos poseen en Guasca hasta el Municipio de la Calera. Finalmente, que se condene a la empresa accionada al pago de las indemnizaciones y costas a que haya lugar. II. LAS PROVIDENCIAS JUDICIALES QUE SE REVISAN. A. Sentencia de Primera Instancia. El Juzgado Promiscuo Municipal de Guasca, mediante providencia del 21 de octubre de 1994, resolvió negar la solicitud de tutela presentada por los habitantes de ese Municipio. Fundamentó el Juzgado su decisión, en que: “En lo que atañe al perjuicio que sufra una comunidad, por causa del deterioro del medio ambiente y las vías públicas, ha de tenerse en cuenta, que precisamente para esos eventos la Constitución Política ha contemplado un especial procedimiento encaminado a brindarle protección efectiva en caso de verificarse que en realidad el interés común está siendo dañado o amenazado”. Así, señala, “es claro que el medio ambiente sano y el buen estado de las vías, hacen parte de ese gran temario que puede encerrarse dentro del concepto del interés colectivo que reclama la atención prioritaria de las autoridades, desde luego mediante la acción popular que no son nuevas dentro del ordenamiento jurídico colombiano, pues están plasmadas algunas desde el Código Civil y ampliadas al campo propio de éstas acciones en el precepto constitucional del Art. 88, considerándoseles como remedios colectivos frente a los agravios y perjuicios públicos”. B. Impugnación. Los accionantes, dentro del término legal, manifestaron en forma simple que impugnaban la decisión adoptada por el Juez Promiscuo Municipal de Guasca, el cual al estimar procedente el recurso interpuesto, remitió el expediente al Juzgado Trece Civil del Circuito de Bogotá, para que se tramitara y resolviera la impugnación. Mediante providencia del 17 de noviembre de 1994, el citado despacho judicial resolvió inadmitir el recurso “de apelación”, con base en que “se presentó un recurso desnudado de fundamentos y razones motivantes de su inconformidad”, al no cumplir la impugnación con los presupuestos necesarios para su admisión, de conformidad con lo normado en los artículos 31 y 32 del Decreto 2591 de 1991. Por lo anterior, el expediente fue remitido a la Corte Constitucional, la cual mediante auto de fecha 8 de febrero de 1995, emanado de la Sala Sexta de Revisión de Tutelas, con fundamento en la jurisprudencia de la Corporación, se abstuvo de efectuar la revisión de fondo de la providencia proferida por el Juzgado Promiscuo Municipal de Guasca, y ordenó al Juzgado Trece Civil del Circuito de Bogotá tramitar y resolver la impugnación formulada por el señor Luis Arcenio Avellaneda Quinche. C. Sentencia de Segunda Instancia. En cumplimiento de lo dispuesto por la Corte Constitucional, el Juzgado Trece Civil del Circuito de Bogotá mediante providencia de 24 de marzo de 1995, resolvió confirmar en todas sus partes el fallo de tutela impugnado. El Juzgado fundamentó su decisión en la jurisprudencia de la Corte Constitucional (sentencia No. 321 de 10 de agosto de 1993), en virtud de la cual: “no cabe la tutela en principio para defender los intereses colectivos, ya que su propósito esencial reside en la protección de los derechos individuales fundamentales, por lo cual surge como titular de esta acción la persona a quien se le han vulnerado o puesto en peligro de quebranto tales derechos constitucionales fundamentales y que por consiguiente, es ella quien debe pedir en forma directa o a través de representante, la protección inmediata de los citados derechos...”. Y agrega que: “No obstante lo anterior, según esta misma jurisprudencia, para que pueda invocarse excepcionalmente la tutela cuando pese a existir un interés colectivo, la situación que lo afecta repercute también de manera directa en daño o amenaza a derechos fundamentales individuales y concretos, siempre que quien invoque la acción acredite su interés específico. Lo plasmado pone de relieve la improcedencia de la acción de tutela presentada por los habitantes de la vereda El Santuario del Municipio de Guasca, pues ella por su generalidad y colectividad, tropieza frente a una acción popular pregonada en el Art. 88 de la Constitución, que no está autorizada para adelantarse por la vía de la acción de tutela, máxime cuando no se ha instaurado por persona directa y ciertamente afectada, ni tampoco existe en el plenario la presencia de una prueba contundente y fehaciente con relación al daño padecido por la persona respecto de la amenaza, la acción o la omisión de la persona jurídica de derecho privado, en la órbita de los derechos fundamentales reclamados como conculcados. Menos aparece acreditada la relación causal que debe primar entre lo narrado por éste frente al ámbito de la perturbación ambiental que pudiése alegarse. Descaminada completamente resulta la tutela presentada pues es notable su improcedencia como ha quedado visto, por lo cual la providencia que en ese sentido la negó, debe confirmarse”. III.      CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL Primera. La competencia. De conformidad con lo dispuesto por los artículos 86, inciso tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala es competente para revisar el fallo proferido por el Juzgado Trece Civil del Circuito de Bogotá. Segunda. Breve justificación para confirmar el fallo que se revisa. El problema planteado en la demanda de tutela está encaminado a la protección del medio ambiente a que tienen derecho los vecinos y la comunidad en general de la Vereda El Santuario del Municipio de Guasca, que según ellos, está siendo vulnerado por la Empresa Agregados de la Sabana Ltda., pues según indican, existe una explotación minera de materiales de construcción -gravilla- que la empresa accionada realiza mediante la excavación de cavas de más de 10 metros de profundidad, que a su juicio varían el ecosistema en donde por acción de la gravedad, el agua, la humedad y los pozos de aguas naturales se desplazan hacia las mencionadas cavas, convirtiendo el terreno en territorios secos e improductivos, lo que conlleva a la ruina de los campesinos. De contera, porque al extraer dichos materiales se está deteriorando la carretera que sirve de medio de locomoción al mismo vecindario, pues dado el peso de los automotores, “se están produciendo en la carretera grandes huecos que parecen cráteres, que son un peligro para transeúntes como para los vehículos pequeños”. Por lo tanto, de lo que se trata en el presente asunto, es de obtener a través de la tutela, la protección del derecho al medio ambiente sano, que se dice afectado por las actividades que realiza la empresa accionada de extracción de materiales de construcción. Siguiendo los lineamientos jurisprudenciales que en materia de protección de derechos colectivos ha trazado la Corte Constitucional, debe concluirse la improcedencia de la tutela invocada por los peticionarios, por las razones que a continuación se exponen, y que llevarán a esta Sala a confirmar el fallo que se revisa. a) De cuándo procede la tutela para la protección de los derechos colectivos. Las Acciones Populares. La Carta Política de 1991 regula en el artículo 88 la acción reconocida a la colectividad para lograr la protección judicial de sus intereses en distintos campos, entre los cuales cabe destacar el relacionado con el ambiente (también lo hace el Código Civil, en sus artículos 1005 y s.s.). El artículo 86, por su parte, consagra la acción de tutela como mecanismo de protección individual y subjetivo, mediante el cual se busca la defensa efectiva de los derechos constitucionales fundamentales de las personas, frente a una vulneración o amenaza por parte de una autoridad pública o de los particulares, en los eventos previstos en la ley. En cuanto a la diferencia que existe entre estos dos tipos de acciones como instrumento de protección del ambiente, esta Corporación ha expresado: "...la Carta de 1991 es explícita en adoptar el modelo que consagra el "Derecho al goce de un ambiente sano" no como un derecho constitucional fundamental, sino como un derecho y un interés constitucional de carácter colectivo; en este sentido la Acción de Tutela, cuyos fundamentos se examinan más arriba, no es procedente para obtener de manera autónoma su protección como lo proponen los actores, pues, como se vió, aquella procede para obtener el amparo de los derechos constitucionales fundamentales y no el de otros derechos que, como los colectivos, deben perseguirse judicialmente por virtud del ejercicio de las Acciones Populares o de las Acciones de Clase o de Grupo en los términos de su regulación legal". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Plena. Sentencia T-067 del 24 de febrero de 1993. M.P.: Drs. Fabio Morón Díaz y Ciro Angarita Barón). "...la defensa del ambiente sano concierne a la comunidad en cuanto tal y para el amparo de los derechos que a ella corresponden ha sido previsto el mecanismo de las acciones populares que, en ese sentido, tienen un objeto diferente al de la acción de tutela.  Eso explica el porqué de la norma contenida en el artículo 6º, numeral 3, del Decreto 2591 de 1991, a cuyo tenor no procede la acción de tutela cuando se pretenda proteger los derechos mencionados en el artículo 88, a menos que se trate de impedir un perjuicio irremediable. Pero si, además, una persona individualmente considerada puede probar que la misma causa (perturbación del medio ambiente) está afectando o amenazando de modo directo sus derechos fundamentales o los de su familia, al poner en peligro su vida, su integridad o su salubridad, cabe la acción de tutela en cuanto a la protección efectiva de esos derechos fundamentales en el caso concreto, sin que necesariamente el amparo deba condicionarse al ejercicio de acciones populares". (...) "Desde este punto de análisis se considera que una acción de tutela instaurada por persona directa y ciertamente afectada (artículo 10 del Decreto 2591 de 1991) puede prosperar en casos como el que se estudia, claro está sobre la base de una prueba fehaciente sobre el daño soportado por el solicitante o respecto de la amenaza concreta por él afrontada en el campo de sus derechos fundamentales (artículo 18 Decreto 2591 de 1991). Igualmente deberá acreditarse el nexo causal existente entre el motivo alegado por el peticionario para la perturbación ambiental y el daño o amenaza que dice padecer.  Unicamente de la conjunción de esos tres elementos puede deducirse la procedencia de la acción de tutela para que encaje dentro del artículo 86 de la Constitución". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Tercera de Revisión. Sentencia T-437 del 30 de junio de 1992) (negrillas y subrayas fuera de texto). De esa manera, entonces, en principio no puede acudirse a la acción de tutela para la defensa del ambiente -derecho de carácter colectivo- ya que para el efecto se han instituído constitucional -artículo 88- y legalmente -arts. 1005 y s.s. C.C.- las acciones populares. Ello no se opone, sin embargo, a la tutela del derecho individual de quien, siendo parte de la comunidad, es afectado o amenazado en forma directa por la contaminación del ambiente, pues su salud y aun su vida están de por medio, ello siempre y cuando como lo ha sostenido la jurisprudencia constitucional, se acredite el nexo causal existente entre el motivo alegado por el peticionario para la perturbación ambiental y el daño o amenaza que dice padecer. Unicamente de la conjunción de esos tres elementos puede deducirse la procedencia de la acción de tutela para que encaje dentro del artículo 86 de la Constitución y sea viable el amparo. Desde luego, para que los eventos indicados tengan cabida, es indispensable que quien ejerce la acción de tutela pruebe que en realidad, dentro de sus circunstancias y de manera fehaciente, están en peligro o sufren lesión sus propios derechos fundamentales (Cfr. Corte Constitucional. Sentencia T-376 del 7 de septiembre de 1993), pues de lo contrario la tutela será improcedente, debiendo acudir el afectado a los otros medios de defensa judicial previstos en la Constitución y la ley, a saber, las acciones populares o de clase. b) Improcedencia de la tutela en este caso por no existir relación de causalidad entre los derechos colectivos que se dicen vulnerados y derecho constitucional fundamental alguno. Teniendo en cuenta lo anterior, y con fundamento en el escrito de tutela y las pruebas que obran dentro del expediente, la Sala encuentra que los peticionarios no acreditan la vulneración de ninguno de sus derechos constitucionales fundamentales por parte de la empresa accionada, sino que simplemente se limitan a señalar que por las actividades de explotación de minerales que viene adelantando desde 1977 la Empresa Agregados de la Sabana en la Vereda El Santuario del Municipio de Guasca, han visto amenazados sus derechos “fundamentales” al medio ambiente y a la libre locomoción, los cuales, como se ha dicho, el primero no es fundamental y requiere para que prospere su amparo a través de la tutela de la afectación de un derecho constitucional fundamental en forma conexa o por relación de causalidad, y en cuanto al segundo, no aparece demostrada su afectación, pues en ningún momento se les ha impedido a los accionantes el libre tránsito o circulación por la zona donde realiza sus actividades la empresa accionada. Para la procedencia de la tutela en los eventos en que esté de por medio la alteración del entorno natural -medio ambiente o ecosistema-, es indispensable que el afectado en uno de sus derechos fundamentales, acredite plena prueba del nexo causal existente entre las modificaciones o afectaciones ambientales y los efectos en alguno de los derechos fundamentales, tales como la vida o la salud de las personas, o entre aquellas y la verdadera y actual amenaza que puedan estar afrontando. Es decir, se requiere demostrarle al juez de tutela el convencimiento de que son las alteraciones producidas en el ambiente y no otras causas, las que constituyen origen real y verdadero de la amenaza o vulneración del derecho fundamental, lo que no sucede en el asunto sub-examine. En caso contrario, como sucede en el caso materia de revisión, donde no aparece demostrada ni la vulneración de derecho constitucional fundamental alguno, ni prueba que permita acreditar la amenaza o violación de los derechos, la tutela es improcedente, disponiendo los accionantes entonces, de las acciones colectivas o populares para la protección de sus derechos que se dicen afectados por la empresa accionada. En tal virtud, por las razones expuestas, habrá de confirmarse el fallo que se revisa, proferido por el Juzgado Trece Civil del Circuito de Bogotá, el 24 de marzo de 1995. IV.    DECISION. En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, obrando en nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución, R E S U E L V E : PRIMERO. CONFIRMAR el fallo proferido por el Juzgado Trece Civil del Circuito de Bogotá, el 24 de marzo de 1995, en relación con la acción de tutela interpuesta por LUIS ARCENIO AVELLANEDA QUINCHE Y OTROS. SEGUNDO.  Por la Secretaría General de la Corte Constitucional, líbrense las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados. Cópiese, notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado Ponente ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO   FABIO MORON DIAZ Magistrado                                 Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-214-95 Sentencia No Sentencia No. T-214/95 SISTEMA DE SEGURIDAD SOCIAL-Objetivo El objetivo fundamental del sistema de seguridad social es garantizar los derechos irrenunciables de la persona y la comunidad para obtener la calidad de vida acorde con la dignidad humana, mediante la protección de las contingencias que la afecten. Sistema que comprende las obligaciones del Estado y la sociedad, las instituciones y los recursos destinados a garantizar la cobertura de las prestaciones de carácter económico, de salud y servicios complementarios. INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES-Afiliación del cónyuge/SISTEMA DE SEGURIDAD SOCIAL-Cobertura El parágrafo 1o. del artículo 60 del Decreto 3063 de 1989, aducido por la entidad accionada para negar el derecho a la afiliación al Seguro Social al esposo de la peticionaria, no es aplicable, pues ha sido derogado tácitamente por una norma posterior, como lo es el artículo 163 de la Ley 100 de 1993, desarrollado por los artículos 51 del Decreto 1298 de 1994 y 12 del D.R. 1919 de 1994. Bajo la vigencia de la nueva ley de seguridad social, la accionante tendrá el derecho de hacer efectiva la cobertura familiar, es decir a que sea beneficiario del sistema su esposo, acudiendo a inscribir a cada uno de los miembros que conforman su grupo familiar ante la entidad promotora de salud respectiva, previo el lleno de los requisitos señalados en la ley y los decretos reglamentarios. REF.: Expediente No. T-56.601 PETICIONARIO: Lucila Peralta de Garibello contra el Instituto de los Seguros Sociales, Regional Tolima. PROCEDENCIA: Juzgado Segundo Civil Municipal de Ibagué. MAGISTRADO PONENTE: HERNANDO HERRERA VERGARA Santa Fé de Bogotá, Mayo dieciseis (16) de mil novecientos noventa y cinco (1995). Procede la Sala Sexta de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados HERNANDO HERRERA VERGARA, ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Y FABIO MORON DIAZ, a revisar el fallo proferido por el Juzgado Segundo Civil Municipal de Ibagué el día 21 de noviembre de 1994, en el proceso de tutela de la referencia. I.       INFORMACION PRELIMINAR. La accionante, en su calidad de afiliada al Seguro Social bajo el número 928536698, mediante el ejercicio de la acción de tutela solicita la protección de su derecho a la igualdad, en razón a que le fue negada por ese Instituto, Seccional Ibagué, una petición de afiliación de su cónyuge, GERMAN GARIBELLO TRIANA como beneficiario de esa entidad de previsión social, adjuntando para el efecto los documentos requeridos. Por lo tanto, estima que se le vulneró dicho derecho por cuanto cree que ha sido discriminada en su condición de mujer, pues no le han dado lo que establece la Carta Política vigente, “y en consideración a que como lo digo en mi petición, el ISS afilia a la esposa-cónyuge o compañera del afiliado trabajador, lo cual no ocurre con el esposo, cónyuge o compañero de la trabajadora afiliada cual es mi caso”. II.      LA DECISION JUDICIAL QUE SE REVISA. El Juzgado Segundo Civil Municipal de Ibagué, mediante providencia de noviembre 21 de 1994, resolvió negar la tutela instaurada, con base en que a su juicio no se demuestra la violación de derecho constitucional fundamental alguno, ni la existencia de daño irremediable. Expresa el Juzgado, que la peticionaria al elevar la solicitud al Instituto de los Seguros Sociales, Regional del Tolima, no demostró la invalidez de su esposo, como lo exige la norma legal -Decreto 3063 de 1989, artículo 60-, lo que “quiere decirnos que esta situación de desempleo no le da derecho a la concesión que su esposa está buscando para él”. Por lo tanto, concluye que no demostrándose la invalidez de su esposo como requisito fundamental y necesario para tener derecho a los servicios de afiliación derivados de su señora esposa, la acción de tutela no prospera. No habiendo sido impugnada la anterior providencia, el expediente fue remitido a la Corte Constitucional en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 32 del Decreto 2591 de 1991, por lo que habiendo sido seleccionado y repartido a esta Sala de Revisión, se procede a decidir. III. DE LAS PRUEBAS QUE OBRAN EN EL EXPEDIENTE. Obran dentro del expediente las siguientes pruebas: a) Oficio dirigido por la señora Lucila Peralta de Garibello al Director Regional del I.S.S. -Tolima-, de fecha 13 de octubre de 1994, en el cual manifiesta: “Acogiéndome a lo establecido en el Art. 23 de la Constitución Nacional, comedidamente me permito solicitar a Usted se sirva ordenar, a quien corresponda, me sea tramitada la afiliación como beneficiario del Seguro Social a mi esposo GERMAN GARIBELLO TRIANA, para lo cual me permito adjuntar los siguientes documentos (...). La anterior solicitud la elevo como afiliada al Seguro Social bajo el No. 928536698 y en consideración a que mi esposo no tiene ningún tipo de empleo, ni devenga sueldo alguno, teniendo en cuenta además que al trabajador (hombre) afiliado al Seguro, éste le afilia como beneficiaria a su esposa, cónyuge o compañera, y acogiéndome a lo estipulado en los arts. 13 y 43 de la Carta Magna”. b) En relación con la solicitud formulada por la accionante al Instituto de los Seguros Sociales, éste a través del Jefe de Departamento Seccional Comercial, dió respuesta mediante oficio de 28 de octubre de 1994, en el cual expresó: “El artículo 60 del Decreto 3063 de 1989 establece las personas que pueden adscribirsen como derecho-habiente al ISS, en ella se incluye al cónyuge, el compañero, los hijos y padres. Parágrafo 1o. el mismo artículo “El derecho consagrado en este artículo para el esposo o compañero, los hijos estudiantes mayores de 18 años y hasta los 23 años, así como para el padre, se hará efectivo, previo estudio actuarial, el cual puede realizarse en forma gradual y escalonada. Mientras se expide el nuevo reglamento de enfermedad general y maternidad continuará con el derecho a los servicios de salud el esposo inválido de la afiliada y el padre del afiliado mayor de 60 años o inválido. Con la anterior se puede observar que solo es posible la prestación de servicio de salud al esposo inválido”. IV.    CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. Primera.    La competencia. Es competente esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional para revisar el fallo proferido por el Juzgado Segundo Civil Municipal de Ibagué, con fundamento en lo dispuesto por los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991. Segunda.   Problema jurídico. Pretende la accionante que mediante el instrumento excepcional de la tutela, se ordene al Instituto de los Seguros Sociales, Seccional Tolima, la afiliación de su esposo como beneficiario de esa entidad de previsión, solicitud que le ha sido negada, aduciendo la accionada que el Decreto 3063 de 1989 en su artículo 60 parágrafo 1o., dispone que sólo podrán adscribirse al régimen de los Seguros Sociales, el esposo o compañero en situación de invalidez. En virtud de la decisión del I.S.S., considera la actora que se le ha vulnerado su derecho a la igualdad, pues se siente discriminada en su condición de mujer, ya que señala, el ISS afilia a la esposa, cónyuge o compañera del afiliado trabajador, lo cual no ocurre con el esposo, cónyuge o compañero de la trabajadora afiliada. * De las normas legales que se invocan por la entidad accionada para negar la afiliación del esposo de la accionante y su vigencia. Para determinar si se vulneró el derecho a la igualdad de la peticionaria, es necesario examinar las normas legales invocadas por la entidad accionada para negar la afiliación. Según el artículo 9o. del Decreto 3063 de 1989, se entiende por derechohabiente para efectos de los Seguros Sociales, “la persona natural que por su vinculación o parentesco con un afiliado, puede recibir los servicios de salud, de conformidad con los reglamentos”. Por su parte, según el artículo 58 ibídem, “la adscripción de un derechohabiente será efectuada por el Instituto de los Seguros Sociales a solicitud personal y escrita del afiliado de quien derive su derecho”. Según las normas legales, para que un afiliado pueda adscribir a los Seguros Sociales a un derechohabiente, deberá acreditar el vínculo familiar que los une, el derecho que le asiste al derechohabiente por razón de la edad o la dependencia económica respecto del afiliado o la invalidez, según el caso. Según el artículo 60 del mismo decreto, podrán adscribirse al régimen del Instituto de los Seguros Sociales las personas que allí se indican, dentro de las cuales se encuentra el cónyuge del afiliado (siempre que no haya perdido el derecho por las causales señaladas) o su compañero (a) permanente. No obstante, de conformidad con el parágrafo 1o. del artículo 60 ibídem, “el derecho consagrado en este artículo para el esposo o compañero (...) se hará efectivo, previo el estudio actuarial (...). Mientras se expide el nuevo Reglamento de Enfermedad General y Maternidad continuará con el derecho a los servicios de salud, el esposo inválido de la afiliada y el padre del afiliado mayor de 60 años o inválido”. Esta disposición se invoca por la accionada para negar la petición de afiliación hecha por la accionante en favor de su esposo, en cuanto le exige para concederle el derecho, acreditar el estado de invalidez. A juicio de la Sala dicha norma no consagra un trato discriminatorio como erróneamente lo pretende la accionante, pues la disposición debe entenderse aplicable al afiliado, hombre o mujer, como así se deduce de su lectura. No existe como lo exige el artículo 13 de la Carta para efectos de considerar la vulneración al derecho a la igualdad, un trato que coloque en una situación desventajosa al esposo de la afiliada frente a los demás derechohabientes. Por lo tanto, inicialmente podría decirse que la tutela invocada por la señora Lucia Peralta de Garibello sería improcedente, pues al tenor de las normas legales invocadas por la entidad accionada para negar el derecho de afiliación al cónyuge de la peticionaria, no sólo no se vulnera el derecho a la igualdad, sino que el Instituto de los Seguros Sociales habría actuado ajustado a la normatividad legal. No obstante lo anterior, la Corte estima que su misión de protectora de los derechos constitucionales fundamentales le obliga a examinar la totalidad del ordenamiento legal para determinar si en el caso particular es procedente la tutela por vulneración de otro derecho no invocado en la demanda de tutela, o por la omisión de la entidad accionada en observar la normatividad que rige su actividad. * Omisión de la entidad accionada en aplicar las normas legales que rigen en la actualidad en cuanto a la seguridad social y a la salud. Encuentra la Corte que la decisión adoptada por el Instituto de los Seguros Sociales, Seccional Tolima, mediante la cual se le niega al esposo de la accionante el beneficio de ser afiliado a dicha entidad, desconoce abiertamente el derecho que le asiste a toda persona a la seguridad social, y en particular, al cónyuge o compañero (a) permanente de un afiliado a dicho sistema, a beneficiarse de su protección. Derecho éste consagrado en el artículo 48 de la Carta Política y desarrollado a través de la Ley 100 de 1993, “por la cual se crea el sistema de seguridad social integral”. El objetivo fundamental del sistema de seguridad social es garantizar los derechos irrenunciables de la persona y la comunidad para obtener la calidad de vida acorde con la dignidad humana, mediante la protección de las contingencias que la afecten. Sistema que comprende las obligaciones del Estado y la sociedad, las instituciones y los recursos destinados a garantizar la cobertura de las prestaciones de carácter económico, de salud y servicios complementarios. Se crea de conformidad con el artículo 162 de esta ley, un Plan Obligatorio de Salud para todos los habitantes del territorio nacional, el cual permitirá la protección integral de las familias a la maternidad y enfermedad general, en las fases de promoción y fomento de la salud y la prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación para todas las patologías. Dicho plan de salud tendrá, según el artículo 163 ibídem, una cobertura familiar, de la cual serán beneficiarios el o la cónyuge o el compañero o la compañera permanente del afiliado cuya unión sea superior a 2 años, los hijos menores de 18 años (...). Por su parte, el Decreto No. 1298 de 1994, por el cual se expide el Estatuto Orgánico del Sistema de Seguridad Social en Salud, dispone en su artículo 51 la denominada “cobertura familiar”, la cual según la norma, “comprenderá el (o la) cónyuge o el compañero o la compañera permanente del afiliado cuya unión sea superior a 2 años; los hijos menores de 18....”. El parágrafo 3o. de esta norma establece que “las entidades promotoras de salud que se creen tendrán desde el comienzo de su operación cobertura familiar para sus afiliados”. De otro lado, el Decreto No. 1919 de 1994, por el cual se reglamenta parcialmente el Decreto-Ley 1298 de 1994, consagra lo relacionado con los regímenes de afiliación, cobertura familiar, mecanismos de afiliación y cotizaciones. Así, el artículo 2o. del decreto señala dentro de las características del sistema general de seguridad social en salud, las siguientes: “b) serán afiliados al sistema bajo las normas del régimen contributivo todas aquellas personas con capacidad de pago y los miembros de su familia”. ... d) La afiliación al sistema es de cobertura familiar (...)....” Por su parte, el artículo 7o. del decreto dispone que tendrán la calidad de afiliados en el régimen contributivo (que se aplicará a aquellas personas que se afilien mediante el pago de una cotización o aporte económico previo) del sistema general de seguridad social en salud, como beneficiarios, los miembros del grupo familiar del cotizante. En este sentido, el artículo 12 ibídem señala que: “Art. 12.- Cobertura familiar. El grupo familiar del afiliado cotizante o subsidiado, estará constituido por: a) El cónyuge; b) A falta de cónyuge, la compañera o compañero permanente, siempre y cuando la unión sea superior a dos años....” Por su parte, el artículo 13 del decreto dispone que: “Los afiliados deberán inscribir ante la entidad promotora de salud -EPS- a cada uno de los  miembros que conforman su grupo familiar según lo dispuesto en el artículo anterior... El afiliado deberá demostrar la convivencia con la compañera o compañero permanente, por medio de una declaración extrajudicial de testigos presentada ante juez o notario, en la que conste nombres y apellidos de la pareja y tiempo de convivencia, que en ningún caso podrá ser inferior a dos (2) años al momento de su inscripción”. Así pues, encuentra la Sala después de examinado el ordenamiento legal, y concretamente lo normado en la Ley 100 de 1993, que las normas invocadas por el Instituto de los Seguros Sociales, Seccional Tolima en su oficio de octubre 28 de 1994, para negar a la accionante la solicitud de afiliación de su esposo en calidad de derechohabiente -parágrafo 1o. del artículo 60 del Decreto 3063 de 1993-, han perdido eficacia, y que en la actualidad bajo la vigencia de la Ley 100 de 1993, debe aplicarse lo allí dispuesto, en particular el artículo 163 que desarrolla la denominada cobertura familiar, que convierte en beneficiarios del sistema obligatorio de salud, al (o a la) cónyuge o el compañero (a) del afiliado, sin exigir requisitos, como los que contemplaba la normatividad anterior -Decreto 3063 de 1989-. De esa manera, observa la Corte que la entidad accionada desconoció la normatividad legal imperante, por lo que la petición de tutela formulada por la accionante es procedente, no por la vulneración del derecho a la igualdad, sino por afectar el derecho a la seguridad social tanto de la accionante, en su calidad de afiliada al Seguro Social, como de su esposo German Garibello, como beneficiario de aquella, al tenor del ordenamiento legal. * Conclusión. Conforme a lo anterior, y teniendo en cuenta que las normas contenidas en la Ley 100 de 1993 tienen plena y cabal aplicación en el presente caso, puede concluirse lo siguiente: a) El parágrafo 1o. del artículo 60 del Decreto 3063 de 1989, aducido por la entidad accionada para negar el derecho a la afiliación al Seguro Social al esposo de la peticionaria, no es aplicable, pues ha sido derogado tácitamente por una norma posterior, como lo es el artículo 163 de la Ley 100 de 1993, desarrollado por los artículos 51 del Decreto 1298 de 1994 y 12 del D.R. 1919 de 1994. Según el artículo 163 en comento, el plan de salud obligatorio tendrá cobertura familiar, para cuyos efectos serán beneficiarios del sistema el o la cónyuge o el compañero (a) permanente del afiliado cuya unión sea superior a 2 años. b) En lo términos anteriores y bajo la vigencia de la nueva ley de seguridad social, la accionante tendrá el derecho de hacer efectiva la cobertura familiar, es decir a que sea beneficiario del sistema su esposo, acudiendo a inscribir a cada uno de los miembros que conforman su grupo familiar ante la entidad promotora de salud respectiva, previo el lleno de los requisitos señalados en la ley y los decretos reglamentarios. Derecho este que no le podrá ser negado, salvo que se encuentre dentro de alguna de las hipótesis previstas por la ley y los decretos por las cuales no se tenga acceso a dicha garantía, como v.gr. que el cónyuge, esposo (a) o compañero (a), esté afiliado en forma simultánea a otro régimen del sistema. c) En virtud a lo anterior, se revocará la providencia del Juzgado Segundo Civil Municipal de Ibagué, y en su lugar, se concederá la tutela del derecho a la seguridad social del señor GERMAN GARIBELLO TRIANA, en su condición de cónyuge de la accionante, ordenando al señor Gerente del Instituto de los Seguros Sociales, Regional Tolima, para que dentro de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la notificación de la presente providencia, proceda a resolver de conformidad con los artículos 48 de la Constitución y 163 de la Ley 100 de 1993, acerca de la inscripción del señor GERMAN GARIBELLO TRIANA como posible beneficiario de los servicios que presta esa entidad, y en particular, en cuanto hace a la cobertura familiar comprendida dentro del Plan Obligatorio de Salud. VI.    DECISION En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, obrando en nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución, R E S U E L V E : PRIMERO. REVOCAR el fallo proferido por el Juzgado Segundo Civil Municipal de Ibagué, el 21de noviembre de 1994. SEGUNDO.  CONCEDER la tutela del derecho a la seguridad social de la accionante y de su cónyuge, y en consecuencia, ORDENAR al señor Gerente de la Seccional Tolima del Instituto de los Seguros Sociales, para que dentro de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la notificación de la presente providencia, proceda a decidir de conformidad con los artículos 48 de la Constitución Política y 163 de la Ley 100 de 1993, acerca de la inscripción del señor GERMAN GARIBELLO TRIANA, en su calidad de cónyuge de la afiliada, como posible beneficiario de los servicios que presta esa entidad, y en particular, en cuanto hace a la cobertura familiar comprendida dentro del Plan Obligatorio de Salud. TERCERO.- Por la Secretaría General de la Corte Constitucional, líbrense las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados. Cópiese, notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado Ponente ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO   FABIO MORON DIAZ Magistrado                                 Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-215-95 Sentencia No Sentencia No. T-215/95 CONTRATO DE TRABAJO-Modificación/ACCION DE TUTELA-Improcedencia/MEDIO DE DEFENSA JUDICIAL Se permite a la empresa asignarle al trabajador otras funciones inherentes y relacionadas con su actividad profesional. En el mismo sentido, según el mencionado contrato, el patrono está habilitado para fijar o señalar horarios extraordinarios de trabajo, los cuales el trabajador al firmar el contrato de trabajo, aceptó en forma expresa y voluntaria. Si el trabajador está inconforme con las nuevas cargas laborales a él asignadas, así como con el horario adicional de trabajo -que en este caso se ajustan a lo estipulado en el contrato-, está habilitado para acudir a la vía judicial ordinaria para que allí se dirima el conflicto suscitado, competencia que es ajena al juez de tutela. PERSECUCION LABORAL-Inexistencia No sólo la vulneración de los derechos mencionados por el actor como desconocidos por la accionada, no aparece demostrada, sino que adicionalmente por la naturaleza de la controversia y lo que a través de ella se persigue, hacen que el juez de tutela carezca de competencia para entrar a resolver dicha situación, de la cual debe conocer el juez ordinario laboral, y que por tanto escapa al ámbito y atribuciones conferidas al juez de tutela. REF. PROCESO No. T - 61.186 Acción de tutela de Gonzalo Asdrúbal Zuluaga Parrado contra la Empresa Promociones Todelar. MAGISTRADO PONENTE: DR. HERNANDO HERRERA VERGARA Santa Fé de Bogotá D.C., Mayo dieciseis (16) de mil novecientos noventa y cinco (1995). Procede la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados HERNANDO HERRERA VERGARA, ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO y FABIO MORON DIAZ, a revisar los fallos proferidos por la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá, el 10 de noviembre de 1994 y por la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, el 19 de enero de 1995, en el proceso de tutela de la referencia. I.        ANTECEDENTES El Señor Gonzalo Asdrúbal Zuluaga Parrado, fomuló acción de tutela con el fin de que le sean tutelados sus derechos constitucionales fundamentales al trabajo en condiciones dignas y justas, al libre desarrollo de la personalidad, a la igualdad y a no ser sometido a trato cruel, inhumano y degradante, los cuales considera vulnerados por las directivas de la Sociedad Promociones Todelar, a quien presta sus servicios desde hace más de 20 años como narrador, actor y director de elenco. Comienza la exposición de los hechos, señalando que “no se justifica que por caprichos de una Empresa, se inhabilite a un empleado que ha prestado sus servicios por más de 20 años desempeñando sus funciones como Narrador, Actor-Director, que ha conseguido los mejores éxitos dentro de la radio-novelíticanacional (sic), cuyo contrato está vigente desde el día 5 de septiembre de 1992 hasta la fecha siendo menospreciado y reemplazado por personas que solo conocen el manejo de una consola, o sea un simple operario de sonido que por mucho tiempo que venga desempeñando esta labor, carece de la experiencia necesaria para responder como Director de un Elenco en tan delicada labor”. Indica que sin razones válidas y en forma denigrante, le impiden realizar su trabajo, ya que le sacaron los muebles de la oficina, le cerraron las puertas de los estudios para evitar su ingreso y lo dejaron a la deriva de pasillo en pasillo durante más de un año, sin tener un sitio indicado para realizar sus labores, “pareciendo mas bien un celador”. A su juicio, “todo esto tiene una contestación muy clara y evidente: por el solo hecho de haber votado en favor de la HUELGA sin pertenecer al Sindicato, siendo como consecuencia el único damnificado de la Empresa, porque parte de los empleados del sindicato recibieron BONIFICACION al terminar la huelga; ahora no hay quien responda”. Manifiesta el peticionario que al finalizar la huelga, fue llamado por el señor Luis Antonio Gómez, directivo de la empresa, el cual le reclamó “el porqué yo, Gonzalo Zuluaga, como persona responsable en el manejo del grupo de Actores y el Elenco en general, había dirigido los dramatizados por teléfono, cosa que le contesté: mi casa no es un estudio de grabación y eso es violar los derechos de Huelga”. Hecho que según el actor, sucedió porque durante el tiempo que duró la huelga, la Empresa no suspendió su programación ordinaria, en especial los dramatizados, y que “yo no quería tener problemas con los señores del Sindicato. Además, le manifesté que la producción al aire fue bastante mala, que se le faltó el respetó a los oyentes con tantos cambios en los papeles de reparto y que la musicalización en iguales condiciones”. Agrega que dicha llamada de atención fue dada por orden del Vicepresidente, a lo cual manifestó que “los señores de Vicepresidencia son muy buenas personas, de buena familia, muy honrados, pero eso sí, desconocen totalmente el desarrollo de un dramatizado”. Todo esto sirvió en su criterio, para que el citado directivo indispusiera a la Empresa, aduciendo que él se expresaba muy soesmente cuando se dirigía a la Vicepresidencia, ante lo cual reaccionó el jefe de personal, quien a través de un memo le informó que quedaba suspendido del servicio por espacio de dos meses. Al cumplimiento de la sanción, el “señor Luis Antonio Gomez me dijo que la Empresa estaba muy ofendida por el hecho de haber votado en favor de la Huelga y que por lo tanto decidió suspender mis funciones como Director del Elenco. Quince días después, le escribí al señor Gomez para que me explicara las razones de lo ocurrido y no obtuve respuesta alguna. Ahora viene un cuento como para RIPLEY... Después de 7 meses sin hacer nada, recibo un MEMO en el que se me asigna en una oficina y en un escritorio dañado, el sitio ideal según la EMPRESA para que el suscrito no fumara tanto en la sala de espera y pensara en algo. Todo esto es inaudito, atrevido, irrespetuoso, beligerante es toda una persecución sicológica, por el solo hecho de llevar más de 20 años solo buscan que les renuncie”. Indica que ante la situación descrita, se encuentra en un estado de indefensión, ya que no puede esgrimir una defensa con un empleador hostil, e insiste que la circunstancia planteada es un odio contra él, ya que estando su contrato vigente para el cargo de Director Artístico del Elenco, está siendo obligado a realizar labores diferentes para las que fue contratado, con lo que se le ha afectado su personalidad y desconocido su trayectoria y condiciones profesionales, así como su derecho a la igualdad respecto de otros servidores de la Empresa. Concluye señalando que “no puedo darme el lujo de renunciar o entablar un proceso ordinario laboral, porque me vería aún más afectado ya no solo en la parte laboral, afectiva del libre desarrollo de mi personalidad, sino económicamente”. PRETENSIONES : Con base en los anteriores argumentos, el accionante solicita que mediante esta acción, se ordene a la Empresa Promociones Todelar lo siguiente: a) que no continúe con la persecución personal y laboral a la que viene siendo sometido; b) que cumpla con lo estipulado en su contrato de trabajo como Director-Artístico del Elenco y se le permita el desarrollo integral de su labor, sin que en el futuro sea obligado a realizar labores diferentes para las que fue contratado, y c) que no vuelva a incurrir en este tipo de prácticas discriminatorias y violatorias de los derechos de sus trabajadores. II.         LAS DECISIONES JUDICIALES QUE SE REVISAN A.         SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA. La Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá, mediante providencia de 10 de noviembre de 1994, resolvió tutelar los derechos fundamentales invocados por el accionante, con fundamento en las siguientes consideraciones: Manifiesta la Sala que si bien el peticionario podría utilizar otros medios de defensa judicial para proteger los derechos que se derivan del contrato de trabajo, resulta claro que esos instrumentos resultarían insuficientes para proteger los demás derechos invocados, como el libre desarrollo de la personalidad, a no ser sometido a tratos inhumanos, a la igualdad y al trabajo en condiciones dignas y justas. Por ello, estima que es procedente verificar si existe la violación de tales derechos fundamentales, en orden a impartirles la protección a que haya lugar. Al respecto, sostiene que: “En la evaluación de la anterior situación fáctica (del actor), estima la Sala que cuanto hace al desempeño de funciones distintas a las de su cargo, estima que puede que ello sea verdad pero no tiene atendibilidad, como quiera que el contrato es claro en expresar  que además de las funciones propias de Director del Elenco debe cumplir las de “.... labores anexas y complementarias del mismo de conformidad con las órdenes e instrucciones que le imparta el Patrono o sus Representantes”. Síguese entonces, que de acuerdo a esta norma en blanco de facultad patronal es factible que la empresa le haya empleado para asignarle a su trabajador otras funciones de trabajo. De no ser correcta esta interpretación, el accionante aquí está habilitado para acudir a la vía judicial ordinaria y otro tanto, acontece con la variación del horario de trabajo y su extensión a los días sábados por ser punto que no compete dirimirlo a la acción de tutela”. " Situación totalmente distinta de flagrante violación de derechos fundamentales del peticionario, es que en verdad GONZALO ASDRUBAL ZULUAGA PARRADO no viene desempeñando su función de Director Artístico desde hace más de un año y en su lugar se le ha relegado a permanecer en un escritorio sin ningún tipo de función constituyendo este hecho un procedimiento sin duda arbitrario y hostil, atentatorio del derecho al trabajo en condiciones dignas y justas, libre desarrollo de la personalidad e igualdad, y por ende el respeto a la dignidad humana. Al efecto, acreditado el trabajo profesional del accionante como Director del Elenco es deleznable que de un momento a otro, se le confine a un escritorio sin ninguna función útil y racional sin explicación alguna, y no se trata de que lo estén afirmando bajo juramento solo los trabajadores de la Empresa (...), quienes al unísono así lo testifican, sino también el señor ERNESTO RAMIREZ VENEGAS, Coordinador del Elenco quien asumió la función de Director por el tiempo que el accionante se encuentra desplazado de sus funciones “Ninguna.. él está en el segundo piso... donde queda el Departamento de Pautas, no lo veo haciendo ninguna función, infirmando el dicho de la Dra. MARIA NELCY CHAVES RUEDA, abogada y jefe de personal de la empresa en el sentido de que el accionante en el momento actual, pese a que no viene cumpliendo “a cabalidad” sus funciones, se encuentra al frente de las mismas, cuando la realidad es que no está cumpliendo tarea ni función alguna, y lo reemplaza el mencionado RAMIREZ VANEGAS, conforme lo evidencia la prueba testifical aludida que pone de presente además el trato degradante y discriminatorio para con quien le ha servido durante tantos años y ve afectados su buen nombre y valores de índole profesional. En suma, se da ampliamente la violación al artículo 25 de la C.N., en el cual están inmersos los anteriores bienes jurídicos: “El trabajo es un derecho y una obligación social y goza, en todas sus modalidades de la especial protección del Estado. Toda persona tiene derecho a un trabajo en condiciones dignas y justas”. No estando por demás agregar a este propósito que si entre las medidas adoptadas contra el trabajador en apariencia pueden revestir legalidad, en su interior son reveladoras de una sistemática actitud de persecución, tortuosa y degradante a su dignidad humana, porque de otro modo no se entiende que si el programa o programas de trabajo a cargo del señor GONZALO A. ZULUAGA PARRADO no despiertan mayor interés...”. Finalmente, estima la Sala que: "Si el hecho de ubicar al Director del Elenco Artístico en un escritorio sin función correspondiera a un derecho patronal que aquel debiera acatar, como lo prevé el articulo 45 del Decreto 2591 de 1991, se trataría sin duda de una de las conductas legitimas contra las que no procede la acción de tutela y como tal la defendería la empresa PROMOCIONES TODELAR, pero la realidad es otra, esta entidad niega categóricamente que al accionante se le haya dado este trato, y agrega que por el contrario, se le ha mantenido en el ejercicio de su funcion, hecho que es desvirtuado por la abrumadora y calificada prueba testimonial de los también trabajadores de la empresa, quienes lejos de querer perjudicarla simplemente y consecuentes con el apremio del juramento prestado se limitaron a vertir la verdad de un hecho real e insoslayable” (negrillas y subrayas fuera de texto). Con fundamento en estas apreciaciones, y consecuente con lo dispuesto en los artículos 1o. a 5o. del Decreto 2591 de 1991, el Tribunal resuelve tutelar los derechos invocados, ordenando a la Empresa Promociones Todelar, restablecer de manera inmediata al trabajador en las funciones establecidas en el contrato individual de trabajo y se abstenga en el futuro de realizar acciones o procedimientos contrarios que atenten contra estos derechos. B.       LA IMPUGNACION. Mediante escrito presentado por María Nelcy Chavez Rueda, obrando en condición de apoderada de la Empresa Promociones Todelar, impugnó la providencia del Tribunal Superior de Bogotá, fundamentándose en las siguientes consideraciones: Estima que el Tribunal basó su providencia únicamente en las pruebas aportadas por el accionante sin tener en cuenta en momento alguno, las allegadas por la accionada, especialmente las documentales que muestran a Gonzalo Zuluaga como una persona que con soberbia desatiende todas las ordenes que se le imparten. Pruebas que a su juicio denotan que el peticionario, con su cargo de Director, siempre ha intentado imponer sus condiciones por encima de las políticas de la Empresa. Indica que Zuluaga ha recurrido a la tutela para eludir el cumplimiento de deberes y obligaciones que como trabajador le corresponden, como así lo contempla el artículo 58 del Código Sustantivo del Trabajo. Agrega que el accionante siempre distorsiona el contenido de las instrucciones que se le imparten dentro de sus funciones como Director. Afirma la impugnante, que en relación a las funciones que corresponden a la dirección del elenco, no es simplemente dirigir unos radioactores frente a un micrófono como erróneamente lo cree el señor Zuluaga, sino que supone otros aspectos como planear, proyectar, seleccionar la producción y determinar la obra novelística a emitirse en el futuro, además de las funciones que señala el contrato de trabajo, cuando dice "...y demás colaboración que para edición y emisión de novelas y programas que sea necesaria”. Indica que a la fecha, la Empresa no cuenta con la planeación artística y novelística para el año de 1995 porque el señor Zuluaga se niega a cumplir con sus funciones. La impugnante analiza en su escrito todos y cada uno de los testimonios en que se basa la providencia que se impugna y concluye que el Tribunal fundamentó su decisión en declaraciones que son inexactas y en algunos casos de personas que no pertenecen a la empresa y que ignoran realmente cuales son las funciones del señor Zuluaga, por lo que considera vulnerado el derecho al debido proceso. Además de ello estima que en la providencia del Tribunal existe incongruencia e incoherencia entre la parte considerativa y resolutiva, además que con ella uno de los elementos constitutivos del contrato de trabajo como la subordinación, quedaría sin fundamento alguno y la Empresa perdería la facultad de impartir ordenes e instrucciones al trabajador, así como la facultad  de fijar los horarios de trabajo que ella requiera. Finalmente agrega la impugnante, que la acción de tutela presentada resulta improcedente ya que las pruebas testimoniales aportadas por la empresa y que no fueron tenidas en cuenta por el Tribunal, desvirtúan la violación de los derechos invocados y que si el accionante considera vulnerados los derechos que aduce, debe acudir a la justicia ordinaria para lograr la protección de los derechos que emanan de la relación laboral. C.        SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA. La Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, mediante providencia de 19 de enero de 1995, resolvió revocar el fallo impugnado, con fundamento en que: 1o) Cualquier modificación que en detrimento del asalariado haga el patrono al contrato de trabajo, no puede ser objeto de la acción de tutela sino de las acciones ordinarias, salvo que se invoque como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable, siempre y cuando la determinación unilateral atente o vulnere derechos fundamentales del trabajador. 2o) No se ha presentado vulneración de los derechos invocados por el accionante, pues el contrato individual de trabajo celebrado con la Empresa PROMOCIONES TODELAR LIMITADA, es claro en sus condiciones, voluntariamente aceptadas por el trabajador. “En dicho documento que es ley para las partes, ZULUAGA PARRADO fue contratado para desempeñarse como DIRECTOR del grupo de actores “ELENCO TODELAR”, RADIO ACTOR, NARRADOR, PRODUCTOR, PROMOCIONES y demás colaboraciones para la edición y emisión de novelas y programas Todelar “y en labores anexas y complementarias del mismo, de conformidad con las órdenes e instrucciones que le imparta el Patrono o sus Representantes” (Cláusula 1a., literal b.), a más que expresamente se comprometió a prestar sus servicios en forma exclusiva a la empresa”. 3o) No puede constituir, señala la H. Corte, vulneración de derechos fundamentales del trabajador la modificación de la jornada laboral o de la labor encomendada, cuando en forma expresa y voluntaria se ha pactado por él tal posibilidad, lo que constituye en este caso, facultad del empleador para realizarlas, máxime cuando no existe limitante alguna para éste en tal sentido. 4o) Estima la H. Corte Suprema, que el señor Zuluaga Parrado en ningún momento ha recibido orden de los directivos de TODELAR para realizar labores que dada su condición de Director Artístico no le correspondan. Cita como ejemplo, la orden que le fue impartida por su superior jerárquico el 27 de julio de 1994, en el sentido de seleccionar 10 títulos de radionovelas del autor mejicano J.J. VIZCAINO y además, “una sinopsis de cada uno de los posibles repartos, de acuerdo con su concepto”, lo cual indudablemente corresponde a su función de Director Artístico y en nada atenta contra su dignidad y libre desarrollo de su personalidad. 5o) En cuanto al hecho de que con ocasión de una huelga en la Empresa Promociones Todelar, el accionante fue suspendido en sus funciones de Director por dos (2) meses y reemplazado por Ernesto Ramírez Vanegas, relegado a un escritorio sin función alguna, expresó la Corte que, "esto no resulta exacto si se tiene en cuenta que según lo expresa ZULUAGA PARRADO dicha suspensión la cumplió del 8 de julio al 8 de septiembre de 1993 y el memorando a que se hizo referencia data del 24 de julio de 1994 en el que se le exige además de la selección de las obras del escritor mejicano y la readaptación de los libretos, 'un reporte diario por escrito de las actividades realizadas por usted', con lo cual no puede deducirse cosa distinta que para dicha fecha, al parecer las directivas se vieron precisadas a controlar las actividades del trabajador quien ... no cumplió con sus funciones y tampoco rindió los informes solicitados, todo lo cual le acarreó una nueva suspensión por dos (2) meses a partir del 1o. de septiembre de 1994." 6o) Indica la Corte, que el actor en su escrito de tutela no presenta reparo alguno al procedimiento adoptado por el departamento jurídico y de personal en las suspensiones de que fue objeto, es decir, sus derechos al debido proceso y de defensa fueron ejercidos plenamente. Entonces, se pregunta la Sala si para el 29 de agosto de 1994 se le comunica una nueva sanción precisamente por no cumplir con sus funciones de Director del Elenco, no entiende cómo puede afirmarse que a Gonzalo Zuluaga se le relegó a un escritorio sin funciones. Estima que de conformidad con la respuesta del accionante a la Oficina de Personal al ser requerido en descargos por su actitud negligente, según la cual “sólo cuando tenga notificación por escrito donde asuma de nuevo mis funciones como Director-Artístico del Elenco, entonces corresponderé como profesional que soy”, se vé claramente la negativa del señor Zuluaga para cumplir con sus deberes y esa la razón para la imposición de la nueva sanción. A juicio de esa Alta Corporación, el accionante entendió que la designación y continuación de Ernesto Ramírez Vanegas en el cargo de Director del Elenco Todelar, comportaba una degradación de su trabajo, olvidando que en el pasado dicha posición la compartió con Gaspar Ospina, lo cual tampoco atenta contra su derecho al trabajo, pues el contrato celebrado entre las partes, faculta incluso al patrono para que pueda libremente disponer la rotación con otros trabajadores de igual categoría. III.      CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. PRIMERA.    LA COMPETENCIA. Es competente esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional para proferir sentencia en relación con el fallo proferido por la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, con fundamento en lo dispuesto por los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991. SEGUNDA:    PROBLEMA JURIDICO. El actor solicita que se protejan sus derechos fundamentales al trabajo en condiciones dignas y justas, a la igualdad, al libre desarrollo de la personalidad y a no ser sometido a tratos crueles y degradantes, los cuales a pesar de llevar más de 20 años de servicio, le  están siendo vulnerados por la Empresa Promociones Todelar, al habersele asignado -no obstante su condición de Director-Artístico del Elenco de Todelar-, desarrollar funciones distintas para las que fue contratado, por el hecho de haber participado y votado favorablemente en una huelga a mediados de 1993 -sin tener la condición de sindicalizado-, y desatarse contra él una persecución laboral que le ha ocasionado dos suspensiones de 2 meses y la modificación sin razón alguna de su horario de trabajo, así como tener que “estar de pasillo en pasillo como un celador”. En tal virtud, solicita se le ordene a la accionada permitirle desarrollar su labor de Director Artístico del Elenco, sin que deba cumplir funciones distintas que impliquen el desconocimiento y vulneración de sus derechos. TERCERA.    ANALISIS DE LAS PRUEBAS QUE OBRAN EN EL EXPEDIENTE. a) Contrato de trabajo suscrito entre el accionante y la accionada. El actor, según las pruebas que obran en el expediente, lleva más de 20 años prestando sus servicios a la Empresa Promociones Todelar Ltda, cuyas funciones según el contrato individual de trabajo celebrado el día 1o. de abril de 1981, son las siguientes: “...PRIMERA: A) El trabajador se obliga a prestar sus servicios personales al patrono en el desempeño de DIRECTOR DEL GRUPO DE ACTORES “ELENCO TODELAR”, RADIO ACTOR, NARRADOR, PRODUCTOR, PROMOCIONES Y DEMAS COLABORACION QUE PARA EDICION Y EMISION DE NOVELAS Y PROGRAMAS TODELAR SEA NECESARIA, y en general el servicio que el patrono requiera para la Empresa. Lo anterior, sin perjuicio de que el patrono pueda hacerle traslados internos dentro de la empresa....”. .... “... QUINTA: El trabajador queda obligado a laborar las jornadas ordinarias y extraordinarias, incluyendo en las primeras el servicio en domingos y festivos cuando la naturaleza de la función así lo exija y lo reitere el patrono, pudiendo éste, además hacer los cambios de horarios o turnos bien dentro de la jornada ordinaria o extraordinaria cuando las necesidades del servicio así lo aconsejen. Estos cambios en ningún momento se entenderán como modificación en las condiciones del trabajo, dada la colaboración general aquí pactada”. Cabe señalar que en numeral DECIMO PRIMERO del contrato de trabajo, se estipula que “se entiende que el trabajador está prestando sus servicios desde el día SEPTIEMBRE 5 DE 1972”. b) Memorando de agosto 29 de 1994, del Departamento Jurídico y de Personal al señor Gonzalo Zuluaga. “... en abierto acto de indisciplina y rebeldía y de acuerdo a la orden por escrito dada por la Empresa, en razón del hecho de no cumplir las instrucciones dadas por su jefe inmediato el señor LUIS GUILLERMO TROYA LOPEZ, quien ordenó por escrito a la Dirección a su cargo, la selección, análisis y sinopsis de los repartos para readaptar con el fin de proceder a la definición de las próximas novelas a emitir. Dicha labor no ha sido realizada por usted, ni ha justificado en manera alguna el porqué no lo ha hecho, como tampoco rindió los informes que se le solicitaron, en ese mismo escrito. Igualmente, se ha negado usted a dar cumplimiento al horario que le ha sido asignado por la Empresa, para efectos de cumplir las instrucciones dadas constituyendo todos estos hechos, grave e injustificado incumplimiento de sus obligaciones laborales, además de ocasionar con ello graves perjuicios a la Compañía al negarse a ejercer la Dirección que se le ha confiado, pues en verdad ha paralizado usted los proyectos que se tenían para la selección de las próximas novelas...” (negrillas y subrayas fuera de texto). c) Declaración rendida por el señor Luis Guillermo Troya, ejecutivo de la Organización Todelar. “personalmente jamás lo he visto (al accionante) en un pasillo de TODELAR, lo que si sé es que tenemos un segundo piso en donde por motivo de estar acondicionando nuestra locación varios de los ejecutivos y empleados comparten un salón que está adecuado con escritorios, máquinas y elementos de oficina..., donde se puede trabajar perfectamente. “la actividad jamás fue realizada por el señor ZULUAGA reitero estoy esperando todavía que cumpla lo solicitado por mi Departamento, que no obedece a nada diferente de proyectar la producción del Elenco TODELAR al aire para finales de 1994 y comienzos del próximo año, la radio debe planificarse por lo tanto, debe hacerse un permanente análisis de lo que se tiene para un futuro inmediato, que en este caso consiste en la consecución de unos títulos de un importante escritor mejicano del cual tenemos varias obras en libreto que reposan en nuestro archivo ubicado en un almacén de la empresa, lo cual en mi forma personal de ver las cosas no me parece sea denigrante, para alguien que se precie de ejecutar profesionalmente sus funciones... Lo único cierto para mí, es que el mencionado señor debe cumplir con sus obligaciones y debe responder no a LUIS GUILLERMO TROYA sino a la empresa por las funciones encomendadas a él, evaluadas en calidad, organización, raiting de sintonía, etc., agrego que no solo en las declaraciones dadas por el señor ZULUAGA sino a nivel interpersonal y profesional la irreverencia y falta de ubicación han sido el común denominador de la personalidad del mencionado señor...” (negrillas y subrayas fuera de texto). d) Declaraciones rendidas por algunos empleados de la Empresa accionada. Por su parte, cabe destacar las declaraciones rendidas por las siguientes personas, en relación con la actividad que viene desempeñando en la Empresa accionada el petiticionario: 1. El señor Nelson Parra Jaramillo, asistente del señor Zuluaga, declara que: “hace aproximadamente un año el señor GONZALO ZULUAGA, se venía desempeñando como director actor del elenco todelar pero por disposición de la empresa le fue quitado su cargo y hace un año lo tienen sentado en un escritorio sin hacer nada coartandole de esta manera el derecho al trabajo”; 2. Rosa Maria Gomez Moreno, Secretaria de la Dirección de Radio Continental, indica que el señor Gonzalo Zuluaga Parrado, “en este momento está en la oficina donde yo laboro pero no está desempeñando ninguna función, puesto que permanece sentado en el escritorio sin hacer nada. No le tienen ninguna función”. 3. Felix Helmut Wienand Pantoja (programador de radio de Todelar), señala que, “a GONZALO ZULUAGA lo tienen confinado a un escritorio que está ubicado dentro de las instalaciones, en un segundo piso”. 4. Martha Sofia Molano, Secretaria de Administración de Radio Continental, declaró en relación con las actividades que desempeña el señor ZULUAGA, que, “no hace nada, lo tienen en un escritorio aislado en el segundo piso en un salón grande en donde estamos todos nosotros, le dijeron que se tenía que quedar ahí y no hace nada”. 5. Maria Nelcy Chaves Rueda, Directora Jurídica y de Relaciones Industriales de la Organización Todelar en Bogotá, señaló: “Es bueno aclarar que el señor ZULUAGA no ha venido cumpliendo a cabalidad las funciones antes descritas (como director del elenco), como tampoco se ha avenido a las órdenes e instrucciones que para ese objetivo le da la empresa a través de la Dirección General de la emisora. Se empecina en trabajar o por lo menos asistir a la empresa dentro de un horario que él considera subjetivamente que es el que debe cumplir desconociendo los horarios que la empresa le ha ordenado para efectos de que pueda cumplir a cabalidad sus funciones.... ZULUAGA ha sido un trabajador conflictivo que deja fácilmente el ejercicio de sus funciones para retirarse sin autorización de la empresa, ha sido objeto de divesos llamados de atención... En relación con la participación del trabajador en la huelga y los efectos de ello, señala que “la empresa no ha tenido ningún tipo de represalias para con ningún trabajador, máxime cuando dicha huelga fue votada en cuatro empresas de la organización TODELAR..., y no significó más que una actividad lícita, legal... Al contrario, la empresa ha sido muy tolerante con el señor ZULUAGA pues justas causas para despedirlo ya se han dado, tomando la empresa una actitud serena, tratando de hacer entrar en razón al trabajador para que ejerza el cargo que se le ha encomendado con éxito... En cuanto a que tiene un simple escritorio, es cierto todos en la empresa tenemos un escritorio, el señor ZULUAGA se encuentra en un piso donde están en simples escritorios, el Director de Radio Cordillera, el Director de Radio Musical, la Directora de Pautas, los programadores de algunas emisoras, etc., y todas esas personas ejercen a cabalidad las funciones propias de su cargo, porque son como las del señor ZULUAGA más de carácter intelectual que físico. De otra parte, la empresa sigue haciendo grandes esfuerzos para lograr que el trabajador ZULUAGA cumpla sus funciones... pero no conocemos ni las directivas de la empresa ni por los testigos ni por el dicho del señor ZULUAGA que él haya presentado, en ejercicio de sus funciones y desde hace más de tres años proyecto, ni concepto, ni absolutamente nada que contenga un derrotero a seguir en la dirección del área a su cargo, pues los ejecutivos y directores deben formular propuestas, proponer ideas innovadoras, hacer proyecciones al futuro, presentar informes y estudios de sus áreas, etc., todo lo cual se resiste inexplicablemente el trabajador, a realizar...” (negrillas y subrayas fuera de texto). CUARTA.      EL DERECHO AL TRABAJO Y LAS CONDICIONES EN QUE SE DEBE EJERCER. En forma breve debe referirse esta Sala, al efectivo ejercicio del derecho al trabajo, puesto que siendo uno de los derechos que la Constitución Nacional consagra como Fundamental, debe ser garantizado su ejercicio en los términos de justicia y dignidad que el artículo 25 de la Carta impone, pues no es suficiente el obtener un trabajo para entender garantizado ese derecho; también deben concurrir otras condiciones que complementan el cabal desempeño de las labores que se encomiendan al empleado. El artículo 25 de la Carta Política, no se detiene en el punto de garantizar al ciudadano el acceso a un empleo; va más allá, estableciendo que el desempeño de ese trabajo debe darse en condiciones dignas y justas. Dentro de éstas, se encuentran las que permiten al trabajador tener una clara apreciación del cargo que va a desempeñar y las funciones que debe realizar en el mismo, obviamente bajo el entendimiento de que dicha relación laboral debe ceñirse a los estrictos y precisos términos previstos en el contrato de trabajo, razón por la cual tanto al trabajador deben garantizarsele las condiciones  mínimas que el ordenamiento constitucional y legal exigen para que ejerza debidamente sus funciones y el derecho como tal, dentro de una condiciones dignas y justas, como al empleador en el sentido de que el trabajador cumpla adecuada y eficazmente las labores a su cargo, ciñiéndose a los términos y condiciones establecidas en el contrato de trabajo, el cual es ley para las partes. QUINTA.        ANALISIS DEL CASO CONCRETO - IMPROCEDENCIA DE LA TUTELA. * Cualquier modificación que en detrimento del asalariado haga el patrono del contrato de trabajo, no puede ser objeto de la tutela, salvo el caso del perjuicio irremediable por violación de un derecho fundamental. En primer lugar, observa la Corte una vez evaluadas las pruebas que obran en el proceso y a las que se hizo referencia en el acápite tercero, que el contrato individual de trabajo celebrado entre el accionante y la accionada es claro respecto de las obligaciones a cargo del trabajador, en expresar que además de las funciones de Director del Elenco, “debe cumplir las demás labores anexas y complementarias del mismo, de conformidad con las órdenes e instrucciones que le imparta el patrono o sus representantes”, lo cual permite a la empresa asignarle al trabajador otras funciones inherentes y relacionadas con su actividad profesional. En el mismo sentido, según el mencionado contrato, el patrono está habilitado para fijar o señalar horarios extraordinarios de trabajo, los cuales el trabajador al firmar el contrato de trabajo, aceptó en forma expresa y voluntaria. De tal forma que no puede existir vulneración a los derechos fundamentales del trabajador por el hecho de modificarse la jornada de trabajo o la labor encomendada cuando se ha pactado por él tal posibilidad, lo que constituye facultad del patrono para realizarlas, “máxime cuando no existe limitante alguna para éste en tal sentido”, salvo aquellas previstas dentro del contrato de trabajo. Debe afirmar la Corte, que si el trabajador está inconforme con las nuevas cargas laborales a él asignadas, así como con el horario adicional de trabajo -que en este caso se ajustan a lo estipulado en el contrato-, está habilitado para acudir a la vía judicial ordinaria para que allí se dirima el conflicto suscitado, competencia que es ajena al juez de tutela. Avala esta Corporación lo expresado por la H. Corte Suprema de Justicia, quien al resolver la impugnación formulada contra la sentencia del Tribunal Superior de Bogotá, señaló que “cualquier modificación que en detrimento del asalariado haga el patrono del contrato de trabajo, no puede ser objeto de la acción de tutela sino de las acciones ordinarias ante el juez competente, salvo que aquella se invoque como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable, siempre y cuando la determinación unilateral atente o vulnere derechos fundamentales del trabajador”. Así pues, la tutela por este aspecto es improcedente. * Inexistencia de vulneración a los derechos fundamentales del peticionario. Observa la Sala, que el Tribunal Superior de Bogotá, al conocer en primera instancia de la tutela, resolvió conceder la protección solicitada, al asumir con base en unas declaraciones rendidas ante ese despacho, que efectivamente al peticionario se le estaba violando su derecho fundamental a un trabajo en condiciones dignas y justas, a la igualdad y al libre desarrollo, pues “no viene desempeñando su función de Director Artístico desde hace más de un año y en su lugar se le ha relegado a permanecer en un escritorio sin ningún tipo de función, constituyendo este hecho un procedimiento sin duda arbitrario y hostil”. De lo expresado por el Tribunal, se colige que ese despacho judicial dió por ciertas las afirmaciones del actor y de algunos testigos, sin tener en cuenta otras declaraciones, en virtud de las cuales se indicaba que el peticionario había asumido desde un tiempo para acá actuaciones negligentes e irreverentes contra sus superiores, desconociendo el hecho de que su función, según el contrato de trabajo celebrado, no se circunscribe exclusivamente a ser Director Artístico del Elenco, sino que debe cumplir funciones adicionales, relacionadas con su actividad profesional, a saber, “la demás colaboración que para emisión y edición de novelas y programas Todelar sea necesaria, y en labores anexas y complementarias del mismo, de conformidad con las órdenes e instrucciones que le imparta el patrono o sus representantes”. Además, consideró el ad-quem que por el hecho de estar “confinado a un escritorio sin ninguna función útil y racional sin explicación alguna”, se le vulneraron sus derechos fundamentales, cuando contrario sensu, existen pruebas de que otros funcionarios de su misma jerarquía y aún superiores, laboran en el mismo piso y dependencia en la que él está ubicado, en un escritorio con los elementos normales de dotación. Respecto a la afirmación de que el señor GONZALO ZULUAGA no cumple función alguna en la empresa, aparecen en el expediente pruebas que permiten desvirtuar dicha afirmación, tales como la declaración de la Directora del Departamento Jurídico y de Relaciones Industriales de TODELAR Bogotá, y el memorando suscrito por Luis Guillermo Troya -de agosto 29 de 1994-, en el cual se indica que el accionante se ha negado a cumplir las instrucciones a él impartidas, relacionadas con la “selección, análisis y sinopsis de los repartos para readaptar y definir las próximas novelas a emitir”, función que le corresponde como Director Artístico del Elenco (folio 20 del expediente). Al respecto, debe reafirmarse lo que válidamente señaló el a-quo, para quien “esta labor -realizar sinópsis de cada uno de los posibles repartos- indudablemente que corresponde a su función de director artístico y en nada atenta contra su dignidad y menos contra el libre desarrollo de su personalidad”. Y agrega, “bien miradas las cosas, lo que el señor Luis Guillermo Troya le solicitaba al accionante era que seleccionara y realizara una readaptación de los respectivos libretos, labor que indiscutiblemente no puede cumplir un almacenista-kardista, sino una persona ampliamente experimentada en esa clase de trabajo que por su naturaleza exige ciertos conocimientos y criterio artístico, como los adquiridos por GONZALO ZULUAGA que lo llevaron al cargo de Director del Elenco Todelar”. A lo expuesto, debe agregarse que contrario a lo expresado por el actor en su libelo, éste ha incurrido en una actitud hostil y conflictiva que está plenamente demostrada dentro del proceso, v. gr., cuando manifestó a la Oficina de Personal de la Empresa al ser requerido en descargos por el incumplimiento a una orden o instrucción emanada de su superior Luis Guillermo Troya, que “responderá cuando tenga notificación por escrito donde asuma de nuevo mis funciones como Director-Artístico del Elenco, entonces corresponderé como profesional que soy”. Y adicionalmente, dicho carácter es reiterado en la declaración rendida por la apoderada de la acccionada, para quien “la Empresa se encuentra ante la grave situación de no tener la planeación artística y novelística para el año de 1995. Nos encontramos en el limbo porque el señor Zuluaga se niega a cumplir sus funciones -que como Director del Elenco, implican planear, proyectar, seleccionar la producción y determinar la obra novelística a emitirse en el futuro, además de las que señala el contrato de trabajo-, que el H. Tribunal considera denigrantes, injustas, vulneradoras del libre desarrollo de la personalidad y atentatorias del derecho del trabajo en condiciones dignas y justas”. Agrega que “nunca existió orden de suspensión en las funciones que le corresponden a ZULUAGA PARRADO; que tampoco fue relegado ni confinado a un escritorio, sino ubicado en el segundo piso donde también lo fueron varios directores de radio y emisoras, precisamente en ejercicio del derecho que le asiste al patrono para disponer el sitio de trabajo dentro de las instalaciones físicas con que cuenta”. Por lo anterior, encuentra la Corte que no aparece demostrada la vulneración de los derechos que el actor dice le han sido desconocidos por la Empresa Promociones Todelar, por lo que en este sentido, la tutela no prospera. Además, estima la Sala que la conducta asumida por la Empresa accionada ha sido legítima, pues se ha cumplido en desarrollo del contrato de trabajo celebrado con el señor Zuluaga, lo que también hace improcedente el amparo solicitado. Por el contrario, la conducta ilegítima y negligente es la que ha asumido el actor de un tiempo para acá, quien no se aviene al cumplimiento de las funciones que a él corresponden, de conformidad con lo estipulado en el contrato de trabajo celebrado con la Empresa Promociones Todelar. QUINTA.        CONCLUSION. Por lo anterior, concluye esta Sala, que no sólo la vulneración de los derechos mencionados por el actor como desconocidos por la accionada, no aparece demostrada, sino que adicionalmente por la naturaleza de la controversia y lo que a través de ella se persigue, hacen que el juez de tutela carezca de competencia para entrar a resolver dicha situación, de la cual debe conocer el juez ordinario laboral, y que por tanto escapa al ámbito y atribuciones conferidas al juez de tutela. En razón a que lo expuesto no permite inferir una violación al derecho al trabajo, ni al libre desarrollo de la personalidad, ni menos aún al derecho a la igualdad (pues no aparece plenamente demostrado un trato discriminatorio contra el mismo por parte de la Empresa), esta Sala confirmará, como así lo dispondrá en la parte resolutiva de esta providencia, la sentencia que se revisa proferida el 19 de enero de 1995, por la Sala de Casación Penal de la H. Corte Suprema de Justicia. IV. DECISION. En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia, EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION R E S U E L V E : PRIMERO.           CONFIRMAR la sentencia proferida por la Sala Penal de la H. Corte Suprema de Justicia el 19 de enero de 1995, dentro del proceso de tutela instaurado por GONZALO ASDRUBAL ZULUAGA PARRADO. SEGUNDO.  LIBRENSE por la Secretaría General de la Corte Constitucional, las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados. Cópiese, publíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional, envíese al Despacho de origen y cúmplase. HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado Ponente ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO     FABIO MORON DIAZ Magistrado                                            Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-216-95 Sentencia No Sentencia No. T-216/95 DERECHO A LA IGUALDAD-Inexistencia de trato discriminatorio No existe la vulneración al derecho a la igualdad que esgrime la peticionaria, por cuanto de una parte, no aparece demostrado ni en la demanda de tutela ni dentro del proceso, un trato discriminatorio que exija del juez de tutela, la adopción de medidas en orden a cesar dicho tratamiento injustificado por parte de la empresa accionada. No existe, como lo pretende hacer creer la actora, prueba que permita demostrar que efectivamente desde hace dos años no se le haya aumentado su salario, ni que la carga laboral a ella asignada haya sido aumentada en forma desproporcionada en relación con su remuneración. Por el contrario, según se infiere de la prueba que obtuvo la Corte, el salario de la peticionaria ha sido incrementado anualmente. CONTROVERSIA LABORAL/JURISDICCION LABORAL Cuando surgen controversias entre empleado y empleador, la ley ha previsto los mecanismos y la jurisdicción competente para resolverlas, en orden a defender y proteger los derechos que se puedan ver afectados, bien como consecuencia de una acción u omisión del trabajador, o del patrono. Es por tanto competencia de la jurisdicción ordinaria laboral resolver este tipo de controversias que se pueden originar en desarrollo de un contrato de trabajo, y no del juez de tutela, pues ello conllevaría una usurpación de competencias, y vulneraría el ordenamiento constitucional y legal, en virtud del cual, cuando existen otros medios de defensa judicial para la protección del derecho que se dice afectado, es improcedente la tutela. REF: Expediente No. T - 62.969 PETICIONARIA: Ana Raquel León Parra contra Roberto Pineda M. y Cia. Ltda “ROPIM”. PROCEDENCIA: Tribunal Superior de Bogotá, Sala Laboral. MAGISTRADO PONENTE: DR. HERNANDO HERRERA VERGARA Santa Fé de Bogotá, D.C., Mayo dieciseis (16) de mil novecientos noventa y cinco (1995). Procede la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados HERNANDO HERRERA VERGARA, ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Y FABIO MORON DIAZ, a revisar los fallos proferidos por el Juzgado Tercero Laboral del Circuito de Bogotá, el 23 de noviembre de 1994, y por el Tribunal Superior de Bogotá, Sala Laboral, el 8 de febrero de 1995, en el proceso de la referencia. I.  ANTECEDENTES. La accionante solicita que a través de la acción de tutela, se le de protección laboral y social, frente a las actuaciones de la Empresa Metalmecánica “Roberto Pineda M. y Cia. Ltda. “ROPIM”, que afectan sus derechos fundamentales, por los hechos que a continuación se exponen. Señala que ingresó a trabajar en la Empresa accionada el 21 de julio de 1977 en el cargo de Secretaria, sin descripción del cargo por escrito. Duró tres años desempeñando las labores de Secretaria, Auxiliar de Contabilidad, preparar y servir tintos a los operarios y labores de aseo. Posteriormente, expresa que fue trasladada como cajera al Laboratorio Farmacéutico ROPIM, donde laboró 15 años, recibiendo en los últimos meses malos tratos y presión para que renunciara, lo cual le afectó moral y físicamente. “Cada vez se me acrecentaba más la tortura psicológica por parte de la sra. Josefa de Pineda, recibía muchas humillaciones, después de este tiempo de servicio se me tildó de insuficiente; andaba con los nervios destrozados, tenía fuertes dolores de cabeza, cada día me torturaba amenazando que me botaba del trabajo; que fuera buscando otro puesto porqué yo no servía para nada y allí no podían tener gente con más de diez años de servicio; siempre me hacía énfasis en que debía renunciar ya que había contratado otra niña para remplazarme”. Indica que como no renunció, el 25 de agosto de 1992, el dueño en confabulación con el contador decidieron trasladarla nuevamente a la fábrica, pero con la condición de que debía acogerse a la Ley 50 y a cambio le ofrecían medio sueldo por cada año de servicio (en ese entonces su sueldo era de $93.652). No obstante la oferta hecha, decidió no aceptar, por lo que señala, desde hace dos años no recibe el porcentaje de aumento salarial igual al que reciben sus compañeros de trabajo; tan solo se le paga la diferencia para llegar al tope del salario mínimo y el auxilio de transporte aprobado por el gobierno, pero eso sí, aduce que la carga laboral se le acrecentó: actualmente viene desempeñando las labores de actualización de libros de bancos, archivo de papeles contables, codificación, digitación de compras y ventas, así como revisión de cuentas por pagar. Con base en lo anterior, señala que su situación laboral no es favorable, le están violando sus derechos fundamentales según las normas del Código Sustantivo del Trabajo, art. 53, inc. 1o., el sueldo que actualmente devenga no está acorde con la prestación de sus servicios, no hay equidad ni justicia social digna y decorosa que compense todos esos años de servicios. Indica que “en este momento se me mortifica y se restringen los permisos para ir al ISS, y si me los conceden me amenazan con descontar el tiempo de mi sueldo o que debo reponer el tiempo en días no laborales”. Expresa la peticionaria que ha acudido ante la Oficina del Trabajo del Ministerio del Trabajo, sin obtener respuesta favorable a su reclamación. Actualmente, afirma que un especialista del ISS le ha diagnosticado una maza en el cerebelo que le impide pronunciar correctamente las palabras, y que además, se cae al subir o bajar escaleras. II. LAS PROVIDENCIAS JUDICIALES QUE SE REVISAN. A. Sentencia de Primera Instancia. Mediante providencia de 23 de noviembre de 1994, el Juzgado Tercero Laboral del Circuito de Bogotá resolvió negar por improcedente la tutela instaurada por JULIA ANA RAQUEL LEON, por cuanto a su juicio dispone de otros medios de defensa judicial para hacer efectivas sus aspiraciones, agotando las vías judiciales ordinarias. Por ende, señala, no es viable dirimir por conducto del instrumento excepcional instaurado, conflictos jurídicos de esa índole, cuando el titular ha podido recurrir al órgano competente, y no acudir a la tutela como una medida preventiva para evitar un perjuicio irremediable, constituyendo una causal de improcedencia, acorde con lo preceptuado en el artículo 6 numeral 1 del Decreto 2591 de 1991, que forzosamente impone su denegación. B. Impugnación. La accionante, mediante escrito presentado dentro del término legal, impugnó la decisión del Juzgado Tercero Laboral del Circuito, con base en las consideraciones que se exponen a continuación: “Como se está poniendo en grave riesgo mi salud y hasta mi vida, ya que padezco una enfermedad neurológica (diagnóstico de Nov. 22/93, adjunta en mi solicitud inicial), que ha ido disminuyendo progresivamente mis capacidades motrices y dificultando mi habla; además de dificultarse el desempeño óptimo en las funciones que debo realizar; más, aparte la presión psicológica y el estrés que a diario vivo por las anteriores causas (Art. 17 de la C. N.). Debido a mi edad y a la progresión de mi enfermedad, he tenido que soportar malos tratos, humillaciones, tortura psicológica y discriminación por parte de mis superiores y a causa de indefensión debo soportarlo, por la imposibilidad de conseguir otro trabajo para mi sustento y el de mis padres (mayores de 80 años y uno con invalidez) que dependen de mi salario. El trabajo, como lo expresa el Art. 25 de la Constitución Nacional, cita el derecho fundamental al cual me acojo, y considero que por este motivo procede mi solicitud de Tutela. Por otra parte, el Art. 13 de la carta Constitucional, consagra el derecho inviolable de la igualdad de oportunidades. Al habérseme negado por parte de la Empresa ROBERTO PINEDA Y CIA. LTDA. “ROPIM” el aumento salarial de los últimos dos años en represión por la no acogida a la Ley 50 de 1990, en directa discriminación de los demás empleados de la misma empresa. De esta  manera considero que se está violando el Artículo precitado”. C. Sentencia de Segunda Instancia. El Tribunal Superior de Bogotá, Sala Laboral, mediante providencia de 8 de febrero de 1995, resolvió confirmar la sentencia proferida por el Juzgado Tercero Laboral del Circuito, con fundamento en que la acción de tutela es improcedente por existir otros medios de defensa judicial. Señaló el Tribunal para fundamentar su decisión, que: “No aparece claro que se haya violado el derecho al trabajo de la accionante, porque ella sigue vinculada laboralmente con la empresa accionada. Lo que se desprende del escrito demandatorio es que la empresa “ROBERTO PINEDA M Y CIA LTDA “ROPIM” sometió a la sra. JULIA ANA RAQUEL LEON PARRA a una presión para que se acogiera al sistema establecido por la Ley 50 de 1990 sobre retroactividad de la cesantía, como la accionante no se acogió a dicho sistema, tomó represalias contra ella aumentándole sus obligaciones laborales y no le aumentó el sueldo, como si lo hizo con sus trabajadoras. En este orden de ideas, la situación creada por la empresa podría dar origen a una acción laboral, por el procedimiento como en el caso presente que se aplique una norma de carácter legal. En consecuencia, en sentir de la Sala la presente acción de tutela propuesta no está llamada a prosperar por existir mandato legal art. 6 del Decreto 2591/91 que prohibe esta acción cuando la persona afectada disponga de otro medio judicial; ahora bien, en el presente caso, no se puede predicar que se haya violado ese derecho y el art. 2o. del Decreto 306/92 excluya la acción de tutela cuando se pretende como en el caso presente la aplicación de normas legales, para el caso el aumento salarial”. III.      CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL Primera. La competencia. De conformidad con lo dispuesto por los artículos 86, inciso tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala es competente para revisar el fallo proferido por la Sala Laboral del Tribunal Superior de Bogotá. Segunda. Improcedencia de la acción de tutela por actuación legítima del accionado y no vulneración de derecho fundamental alguno. En el presente caso se está ante una presunta vulneración al derecho a la igualdad de la señora Ana Raquel León Parra por parte de la Empresa ROPIM LTDA., por cuanto según ella, “su situación laboral no es favorable, el sueldo que actualmente devenga no está acorde con la prestación de sus servicios, no hay equidad ni justicia social digna y decorosa que compense todos esos años de servicio”, y además, señala, “se me mortifica y se restringen los permisos para ir al ISS y si me los conceden me amenazan con descontar tiempo de mi sueldo”. Concluye manifestando que desde hace dos años no recibe el porcentaje de aumento salarial igual al que reciben sus compañeros de trabajo, pero sí se le acrecentó la carga laboral. En virtud a los hechos expuestos, debe determinar la Corte si en el presente caso se configura la vulneración del derecho a la igualdad de la peticionaria que haga viable el instrumento excepcional de la tutela, o si por el contrario, la conducta de la empresa accionada se ajusta al ordenamiento constitucional y legal, y por ende la tutela es improcedente. A. De las pruebas que obran en el expediente. El Magistrado Ponente, ofició al gerente de la empresa accionada con el fin de ampliar algunos hechos expuestos en la demanda, y que se estiman de fundamental importancia para decidir el asunto que se examina. Mediante oficio de 21 de abril de 1995, el señor Gerente de ROPIM, doctor Roberto Pineda Martinez, dió respuesta a los interrogantes planteados por la Corte Constitucional, de la siguiente manera: “1. El salario devengado por la Señora Julia Ana Raquel León Parra al: 1 de Enero de 1993 $93.652 mas $7.542 Auxilio de transporte 1 de Enero de 1994 $98.700 mas $8.975 Auxilio de transporte Salario devengado en la actualidad $118.934 mas $10.815 Auxilio de transporte. “2. El cargo ocupado en la actualidad por la Señora Julia Ana Raquel León Parra es de Auxiliar Contable y las labores desempeñadas consisten en la anotación en los libros, de los datos contables para que el Contador actualize las cuentas de la Empresa. (Se anota que a pesar de llevar desde hace algun tiempo la contabilidad en el computador, la auxiliar se negó a capacitarse para digitar los datos en el computador)”. En relación con la afirmación de la peticionaria, en virtud de la cual es objeto de trato discriminatorio por parte de la empresa accionada, destacó el citado funcionario, que no sólo no existe en la empresa cargo igual al que ella ocupa en la actualidad, y que además, “el trato salarial y laboral respecto de quienes si se acogieron a la Ley 50 de 1990 ha sido exactamente el mismo, puesto que no hay discriminación ni diferencia ninguna entre unos y otros”. Agregó igualmente, “que ninguna otra persona en la empresa es secretaria auxiliar contable. La señora León, quiere confundir, de mala fé, el cargo suyo con el de otra persona que desempeña un cargo totalmente diferente. Secretaria general (no hay sino una) encargada de funciones muy distintas, relacionadas con la correspondencia, atención a los clientes y otras labores fundamentales para la Empresa, a pesar de que se trata de una Empresa pequeña donde solamente trabajan cinco personas en el área administrativa”. Finalmente, señaló al respecto que: “el reemplazo que hubo que designar para sustituir la falta al trabajo durante las sucesivas incapacidades de la Sra. León es una persona con título de tecnóloga en gestión industrial que está cumpliendo funciones mucho más utiles y complejas que las desarrolladas por su antecesora y que por tanto debe ser mejor remunerada. Esta persona -nueva en la Empresa-, no está “acogida” a la Ley 50 sino bajo su régimen por haber sido contratada con posterioridad a la vigencia de la ley 50 de 1990. Devenga, por las razones expuestas sobre el desempeño de otras funciones un salario mensual de $170.000.oo”. En cuanto al hecho de que la actora se le incrementaron las obligaciones laborales en razón de no haberse acogido al sistema establecido por la Ley 50 de 1990, sostuvo el gerente de la accionada que: “No es cierto. Las funciones no se incrementaron entre otras cosas por la imposibilidad de la trabajadora de desarrollarlas dada su negativa a capacitarse a pesar de la oportunidad que varias veces se le brindó. Bien es cierto, que su problema de salud actual tiene que ver con la falta de coordinación psicomotriz y la falta de aptitud mental positiva para el trabajo”. B. Confirmación del fallo que se revisa. Con fundamento en las pruebas que obran en el expediente y en las recaudadas por el despacho del Magistrado Ponente, la Sala no encuentra que exista la vulneración al derecho a la igualdad que esgrime la peticionaria, por cuanto de una parte, no aparece demostrado ni en la demanda de tutela ni dentro del proceso, un trato discriminatorio que exija del juez de tutela, la adopción de medidas en orden a cesar dicho tratamiento injustificado por parte de la empresa accionada. De una parte, no existe, como lo pretende hacer creer la actora, prueba que permita demostrar que efectivamente desde hace dos años no se le haya aumentado su salario, ni que la carga laboral a ella asignada haya sido aumentada en forma desproporcionada en relación con su remuneración. Por el contrario, según se infiere de la prueba que obtuvo la Corte, el salario de la peticionaria ha sido incrementado anualmente como así lo manifestó el gerente de la empresa accionada, quien señaló “que el salario devengado por la señora León Parra se incrementó porcentualmente desde el año de 1993 así: el 1o. de enero de 1993 era de $93.652 mas $7.542 de auxilio de transporte; el 1o. de enero de 1994 era de $98.700 mas $8.975 de auxilio de transporte, y en la actualidad es de $118.934 mas $10.815 de auxilio de transporte”. Así pues, queda desvirtuado el cargo esgrimido por la actora, por el cual pretende hacer creer que se le vulnera su derecho “a trabajo igual salario igual”, por lo que por este motivo es improcedente la tutela. De otro lado, en relación con la afirmación de la petente, según la cual “el sueldo que actualmente devengo no está acorde con la prestación de los servicios, no hay equidad ni justicia social digna y decorosa que compense todos esos años de servicio”, por lo que solicita se revise su carga laboral y el salario a que tiene derecho, no estima la Corte que ello sea del resorte de su competencia, pues quien determina las funciones a cargo del trabajador, así como lo relativo a su salario es el empleador de común acuerdo con el empleado, en virtud del cual, nace el contrato de trabajo y por ende la relación laboral. Pero cuando surgen controversias entre empleado y empleador, la ley ha previsto los mecanismos y la jurisdicción competente para resolverlas, en orden a defender y proteger los derechos que se puedan ver afectados, bien como consecuencia de una acción u omisión del trabajador, o del patrono. Es por tanto competencia de la jurisdicción ordinaria laboral resolver este tipo de controversias que se pueden originar en desarrollo de un contrato de trabajo, y no del juez de tutela, pues ello conllevaría una usurpación de competencias, y vulneraría el ordenamiento constitucional y legal -artículos 86 CP. y 6o. del Decreto 2591 de 1991-, en virtud del cual, cuando existen otros medios de defensa judicial para la protección del derecho que se dice afectado, es improcedente la tutela. C. Conclusión. En virtud de lo expuesto, esta Sala con fundamento en las consideraciones expuestas y en las pruebas que obran en el expediente, no encontrando motivo alguno que permita deducir la vulneración o amenaza de derecho fundamental alguno de la accionante, y ante la existencia de otros medios de defensa judicial para hacer efectivas sus pretensiones -a un incremento salarial-, se confirmará el fallo que se revisa, proferido por el Tribunal Superior de Bogotá, Sala Laboral, el 8 de febrero de 1995. IV.    DECISION. En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, obrando en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, R E S U E L V E : PRIMERO. CONFIRMAR el fallo proferido por el Tribunal Superior de Bogotá, Sala Laboral, el 8 de febrero de 1995, en relación con la acción de tutela interpuesta por la señora ANA RAQUEL LEON PARRA. SEGUNDO.  Por la Secretaría General de la Corte Constitucional, líbrense las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados. Cópiese, notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado Ponente ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO   FABIO MORON DIAZ Magistrado                                 Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-217-95 Sentencia No Sentencia No. T-217/95 CONFLICTO FAMILIAR Se está en presencia de un conflicto familiar, en el que el Juez de Tutela no puede inmiscuirse por ser del resorte de la jurisdicción civil ordinaria. En este sentido no es viable la tutela por existir otros medios de defensa judicial, y por cuanto no se encuentra el derecho fundamental de ninguno de los miembros de esa familia en situación de riesgo inminente o grave, que haga procedente la acción como mecanismo transitorio. ACCION DE TUTELA INTERPUESTA POR MENOR-Inexistencia de indefensión En relación con el hecho de que la demanda de tutela se formuló contra un particular, cabe anotar que el accionante ya no ostenta la condición de menor de edad -que sí la tenía al momento de presentar la solicitud-, pues ya cumplió los 18 años, y menos aún se encuentra en estado de indefensión frente a su madre -requisito esencial para que prospere la tutela entre particulares-, pues como se indicó en las declaraciones que obran en el expediente, éste la ha agredido físicamente en diversas ocasiones como respuesta a conflictos que entre ellos se han suscitado a raíz de la separación de los padres en 1991, sin importarle el hecho de que aquella es su madre. RELACION FAMILIAR-Deber de respeto El respeto a la vida y a la integridad física, especialmente entre los miembros de un mismo núcleo familiar en un sentido moral y jurídico, no se reduce exclusivamente a la prevención policiva o a la represión penal del agresor, sino que comporta el deber de no maltratar, ni ofender, ni amenazar a las personas con quien se comparte la unión doméstica de procreación y desarrollo de los hijos y de la familia, y la promesa entre los cónyuges de mútuo fomento material y espiritual, especialmente entre estos y los hijos. DERECHOS DE LOS MENORES A LA INTEGRIDAD FAMILIAR Y A LA PAZ Los padres están en la obligación moral y constitucional de fomentar el desarrollo de sentimientos de confianza en sus hijos hacia el mundo y la sociedad que los rodea, y es ahí donde deben actuar para buscar las soluciones pacíficas y armoniosas a los conflictos que se presenten dentro y fuera del ámbito familiar, con el fin de que sus hijos no se vean afectados psicológica y moralmente por sus conflictos personales, y que puedan llevar un vida digna y en paz, donde puedan realizar su desarrollo armónico e integral, y hacer efectivos sus derechos y garantías. REF.: Expediente No. T - 64.214 PETICIONARIO: Jaime Hernán Vásquez Quintero y Otros contra Matilde de Jesús Quintero González. PROCEDENCIA: Juzgado Penal del Circuito de Santo Domingo, Antioquia. TEMA: Derecho de los niños a la integridad familiar y a la paz. MAGISTRADO PONENTE: HERNANDO HERRERA VERGARA Santa Fé de Bogotá, Mayo dieciseis (16) de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados HERNANDO HERRERA VERGARA, ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO y FABIO MORON DIAZ, procede a revisar los fallos proferidos por el Juzgado Promiscuo Municipal de San Roque, Antioquia, el 1o. de diciembre de 1994, y por el Juzgado Penal del Circuito de Santo Domingo, el 2 de febrero de 1995, en el proceso de tutela de la referencia. I. ANTECEDENTES. El menor JAIME HERNAN VASQUEZ, en su propio nombre y en el de sus hermanas menores NAYIBE ANDREA y DIANA CAROLINA VASQUEZ, formula acción de tutela contra su señora madre MATILDE DE JESUS QUINTERO GONZALEZ, por considerar vulnerados los derechos constitucionales fundamentales de los niños a la paz, la vida y a la integridad familiar, pues “dicha señora es nuestra madre pero a diferencia de las demás madres, ésta no ha hecho nada por el bienestar y tranquilidad moral y material de los hijos, sino que nos ha estado manipulando, como simples objetos en contra de nuestro padre JOSE HERNAN VASQUEZ, quien ha (sic) cambio de ella, y con los defectos como humano que es, ha sabido luchar limpiamente por sacarnos adelante, aun sorteando la ambición desmedida de nuestra madre, que en repetidas ocasiones se ha confabulado para hacerlo matar, con el propósito de quedarse con la finca que él tiene en el corregimiento de frailes, y beneficiarse directamente del sueldo de él como jubilado; de estas acciones y otras más maquinaciones, somos testigos los dos mayores, que exactamente el 5 de abril de este año y por culpa de ella estuvo en peligro la vida de nosotros dos, como también la vida de la actual compañera de nuestro padre”. Señala el peticionario en su escrito, después de realizar un relato de la historia de su familia, que sus padres vivieron en unión libre desde 1972 hasta febrero de 1992, tiempo durante el cual la obligación del hogar estuvo a cargo de su padre JOSE VASQUEZ, pensionado por Ferrocarriles Nacionales. Indica que en el año de 1990 compró una finca en el corregimiento de Frayles, a donde se fueron a vivir en 1991. Relata que en el año de 1992, su madre MATILDE QUINTERO VASQUEZ  se separó de su padre y se fue a vivir a Medellín con sus tres hijas, quedándose con su padre. Expresa que a raíz de la separación, éste se unió a GLORIA AMPARO ARBOLEDA, de cuya unión nació un hijo y que de otra parte, por ser objeto de amenazas, tuvieron que abandonar la finca, quedándose a cargo por cuanto contra él no había amenaza alguna. Expresa que cuando su madre se enteró de dicha situación, regresó a la finca con sus hijas; que de un momento a otro ella empezó a tratarlo mal, hasta el punto que un día tuvieron una discusión, en la que ella lo amenazó de muerte con un cuchillo y de matar a su padre, lo que motivó a repeler la agresión y golpearla, no obstante ser su madre. Indica que el 5 de abril de 1994 llegaron a la finca unos guerrilleros del E.L.N. en busca del señor JOSE VASQUEZ aduciendo que tenían que arreglar un asunto con él, por lo que al no encontrarlo se llevaron una escopeta calibre 16 y un revólver calibre 38. Esta amenaza hizo que tuviesen que regresar a vivir a Medellín. Agrega que el 19 de mayo de ese mismo año, su madre regresó a la finca acompañada solamente de su hija CAMILA MARYORI, porque sus otros hermanos se habían decidido ir a vivir con su padre. Con el objeto de reclamar la custodia de su hija CAMILA, su padre presentó una demanda, proceso que actualmente cursa en el Juzgado Promiscuo de Familia de Yolombó. En virtud de los hechos expuestos, y con base en el Decreto 2591 de 1991, el accionante solicita que se haga para él y sus hermanos, justicia tanto en lo moral como en lo material, protegiéndoles sus derechos constitucionales fundamentales a la vida y a la paz. En lo moral, solicita que se permita a su hermana CAMILA el reintegro al núcleo familiar compuesto por su padre y compañera permanente, pues, señala, su madre no ha demostrado ser persona apta para tener a ninguno de sus hijos y menos en la región donde reside, pues ha comprobado que tiene estrecha amistad con un grupo guerrillero que opera en el lugar. Además, agrega, desea que se termine la amenaza de muerte que pesa sobre su padre, lo que moralmente los mantiene afectados, pues él es el único y verdadero apoyo moral que tiene. En lo material, pide que sea obligada la accionada a desalojar la finca para que su padre pueda negociarla y así adquirir una vivienda en Medellín, y a entregarles a su hermana Camila. II. LAS DECISIONES JUDICIALES QUE SE REVISAN A. Sentencia de Primera Instancia. El Juzgado Promiscuo Municipal de San Roque, Antioquia, mediante sentencia proferida el 1o. de diciembre de 1994, resolvió no conceder la tutela del derecho a la vida solicitada por JAIME HERNAN VASQUEZ QUINTERO, por no encontrar vulneración alguna a dicho derecho. El Juzgado fundamentó su decisión en los siguientes argumentos: "(...) En este caso dice JAIME HERNAN VASQUEZ QUINTERO que su vida corre peligro y que él tiene 17 años, de donde se deduce que estamos frente a un derecho fundamental de un niño, pues según la Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989, y aprobada en Colombia mediante la Ley 12 del 22 de enero de 1991, es niño todo ser humano menor de dieciocho (18) años. Y parte de sus derechos fundamentales están en el art. 44 de la Constitución Política que consagra los derechos fundamentales de los niño,s siendo el primero la vida. En cuanto a la presunción de indefensión del menor, ella admite prueba en contrario y lo que se deja ver hasta ahora es que JAIME HERNAN no es indefenso frente a su madre, pues varias veces le ha pegado a ella y se le enfrenta cuando tiene problemas. El mismo dijo que una vez que (sic) ella le iba a tirar con un cuchillo él tuvo que defenderse. Ese día la golpeó y en otras oportunidades también lo hizo tal como lo afirmó CAMILA. No siendo entonces un indefenso frente a su madre, dicha indefensión debe mostrarse en el caso concreto. Primero debemos analizar si la vida de JAIME HERNAN se encuentra amenazada y ante este tema hay que decir que no porque la prueba recopilada no indica lo contrario. Nótese que el suceso más sobresaliente fue el 5 de abril de este año (sic). A su casa llegó la guerrilla y no lo amenazaron de muerte ni le pidieron que abandonara la región. Al que buscaban era a su padre JOSE y éste no se encontraba. Si a raíz de ese problema JAIME se fue para Medellín no fue por voluntad de la guerrilla sino porque quería y debía estar al lado de su padre y éste no podía volver a Frayles. El dijo que con anterioridad la mamá le había echado la guerrilla, pero de tal asunto no hay prueba ni se sabe, en caso de haber sido cierto, para qué se la echó, pues como pudo haber sido para mal también pudo serlo para bien como para que lo aconsejaran o le llamaran la atención por algo que hacía indebidamente. JAIME vio a su señora madre conversando con el jefe del grupo guerrillero que visitaba la finca, pero no se sabe de qué hablaban, de modo que su afirmación de que ella lo amenazó de muerte utilizando la guerrilla son meras conjeturas suyas. Y, repetimos, no vemos en el expediente ninguna amenaza contra su vida. Así las cosas no se concederá la tutela solicitada respecto de este derecho fundamental. En segundo lugar, hemos de precisar las posibles acciones para la solución de las peticiones. En cuanto a JAIME HERNAN, no vemos que su vida esté amenazada y por tanto ninguna acción procede ante la ausencia de objeto. Si la vida de JOSE VASQUEZ está amenazada por la accionada, él mismo es quien debe interponer la tutela o denunciarla penalmente, y JAIME dice que ya la denunció ante la Fiscalía en Medellín. Para que CAMILA esté al lado de su padre y los demás hermanos, ya cursa un proceso en el Juzgado Promiscuo de Familia de Yolombó, como se dijo en la solicitud, y deben esperar su resultado. Si pretenden que la accionada desaloje la finca, deben recurrir a un arreglo directo con ella o al proceso posesorio o reinvidicatorio, según el caso” (negrillas y subrayas fuera de texto). B. Impugnación. El accionante impugnó la sentencia de primera instancia, por considerar que la decisión del Juez Promiscuo Municipal de San Roque no tomó en cuenta unas declaraciones que se solicitaron en la demanda inicial, y en que “nosotros como niños o menores de edad y colombianos que somos, tenemos derecho a una familia feliz conformada por todos nuestros hermanos”. C. Sentencia de Segunda Instancia. El Juzgado Penal del Circuito de Santo Domingo mediante providencia de 2 de febrero de 1995, resolvió confirmar la sentencia impugnada, con base en los siguientes argumentos: "(...) Del acervo probanzal que aparece arrimado a la encuesta, no se vislumbra por parte alguna que el derecho fundamental a la vida del entonces menor de edad Jaime Hernán Vásquez Quintero estuviere en inminente peligro o se amenazare por parte de su progenitora, quién por lógica, ha desmentido lo planteado por el quejoso, ya que no se le ha pasado por su mente acción alguna contra su hijo, así lo ha expuesto en su oportunidad en que se le interrogó bajo juramento en razón de la tutela que su hijo le instauró. A más (sic), cuando Vásquez Quintero presentó la tutela era un menor de 18 años y consideró el a-quo que a pesar de su minoridad no resultaba ser un indefenso ante el particular, su señora madre, puesto que él cuando tenía algunos problemas de orden personal y familiar con su mamá se alteraba y hasta la atacaba físicamente. En consecuencia, el despacho avala en todas sus partes la decisión que hoy se revisa por apelación y que fue expedida por el Juzgado Promiscuo Municipal de San Roque, en tutela que Jaime Hernán Vásquez Quintero instauró contra su señora madre. No es procedente la presente acción de tutela en cuanto no se ha violado el derecho fundamental de la vida ni ningún otro en contra de Vásquez Quintero. .... Es menester expresar que todo hace referencia a que las autoridades competentes solucionen un problema de orden familiar suscitado entre su señora madre y su padre JOSE VASQUEZ, en lo atinente a quién ha de quedar con el cuidado de los hijos menores, especialmente, quien ha de tener la patria potestad sobre los hijos, pues la dama lo demandó y de ello hay proceso que se surte en el Juzgado Promiscuo Municipal de Yolombó, de donde se desvinculó al mismo JAIME HERNAN VASQUEZ QUINTERO por haber cumplido 18 años. Como emancipado que es en estos momentos, nada legalmente tiene para impetrar en contra de su madre y menos en representación de sus hermanos menores de edad, ni de su padre, quien se considera afectado en alguno de sus fundamentales derechos constitucionales; él mismo es quien debe interponer la correspondiente acción legal o constitucional. En este aspecto, también, no prospera la presente acción de tutela”. III.                CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. Primera. La competencia. De conformidad con lo dispuesto en los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala es competente para revisar el fallo proferido por el Juzgado Penal del Circuito de Santo Domingo. Segunda. El Problema Jurídico. En el asunto sometido a revisión, el accionante presenta demanda de tutela contra su señora madre por estimar que sus actuaciones lesionan los derechos fundamentales suyos y los de sus hermanos menores a tener una familia y un hogar en paz. Considera el actor que su vida se encuentra en inminente peligro por las amenazas constantes que recibe de su progenitora, por lo que solicita al juez de tutela el reintegro de su hermana menor CAMILA al núcleo familiar que integra con su padre y madrastra, así como el desalojo de la finca que actualmente ocupa la accionada. Adicionalmente, solicita se ordene a la señora Matilde Quintero cesar las amenazas de muerte que ha hecho a su padre, con el apoyo del grupo guerrillero E.L.N. Agréguese a lo anterior, que tanto en primera como en segunda instancia fue negada la solicitud de tutela por no encontrarse demostrada la vulneración del derecho fundamental a la vida, ni el estado de indefensión entre accionante y accionada. Con base en lo anterior, esta Sala procederá a examinar las pruebas que obran en el expediente, para con base en ellas y en los hechos expuestos en la demanda de tutela, determinar la viabilidad de la acción propuesta. A. Pruebas y demás elementos procesales que obran en el expediente. En relación con los hechos expuestos por el accionante en su libelo de tutela, encuentra la Sala que esas afirmaciones han sido desmentidas por la accionada MATILDE DE JESUS QUINTERO GONZALEZ, así como por su hija menor MARYORI, como se demostrará a continuación. Al respecto, procede citar unos apartes de la declaración que rindió la accionada ante el juez de tutela de primera instancia (folios 18 a 21 del expediente), donde expresó: “(Jose Hernan Vásquez Gaviria no vive en la finca que queda en Frayles) por la sencilla razón de que él tenía unas armas amparadas y se emborrachaba y llegaba haciendo tiros desafiando a reimundo y todo el mundo y diciéndonos que nos iba a matar, o sea a los hijos y a mí y entonces llegó a oidos de ciertas personas y le llamaron la atención y él no hizo caso, hasta que llegó un día en que se las quitaron, entonces se fue a cobrar la pensión de jubilación a Medellín el cinco de abril de este año, la mujer con quien él está conviviendo lo llamó a Medellín y le dijo que no viniera a la finca que lo iban a matar, entonces él no volvió.... “PREGUNTADA: En este escrito dicen que Ud. es la culpable de las amenazas de muerte que ha recibido José Vásquez..., que dice al respecto? CONTESTO: A ninguna hora fuí yo la culpable de nada porque cuando ellos (la guerrilla) fueron a la casa a llamarle la atención ellos ya sabían todo acerca del comportamiento de él, porque él se estaba portando muy mal y le dijeron que una persona tan violenta como era él no debería portar tanta arma y que ellos habían averiguado cuando una persona llega a una vereda de primera vez ellos investigan quién es y que varias personas compañeros de él en los talleres del Ferrocarril les dijeron de que era tan peligroso y que tan aficionado a las armas...” .... “yo a ninguna hora he pensado ni en la muerte del papá porque lo quice mucho ni en la muerte de un hijo, el único que le puede quitar la vida a un ser es Dios, y si Jaime Hernan después de lo que está pasando vuelve donde mí para que lo perdone yo lo recibo con los brazos abiertos, y nunca pensé que en un hijo hubiera tanto odio hacia la mamá, pero yo creo que ese odio es fundado por el papá porque yo no le he dado motivo, si fue capaz de decirle a una niña de siete años y medio o sea a Diana Carolina que nunca volvería a ver la mamá porque la mamá era mala”. “PREGUNTADA: Dice Jaime Hernan que un día Ud. le fue a tirar con un cuchillo y él se defendió y después Ud. le echó la guerrilla. Qué dice al respecto? CONTESTO: Eso nunca sucedió; en cabeza de quien cabe de que una madre amenace a un hijo con un cuchillo y esos son amenazas sin fundamento y odio la violencia y él si acostumbraba la violencia...” (negrillas y subrayas fuera de texto). Posteriormente, la misma accionada concurrió al despacho del Juez Promiscuo Municipal de San Roque a ampliar la declaración, donde afirmó (folio 26 del expediente): “La primera vez que sacaron a mi marido de la finca, él mandó a Jaime a que desentejara la casa y le quitara las puertas para que yo me tuviera que salir y que si era posible que me pegara, entonces como Jaime no había tenido problema conmigo como para pegarme, entonces se abalanzó sobre una hermanita llamada Andrea golpeándola horriblemente, cuando yo me metí a defenderla me pegó a mí, o sea Jaime y me aporrió muy duro, enseguida iba a ahorcar las dos hermanas llamadas Camila Maryory y Diana Carolina, por este motivo me ví obligada a llamar a los trabajadores, así toda aporriada vine aquí a este Juzgado y la Doctora me preguntó que me había pasado y me dijo que si iba a entablar demanda contra él, yo le contesté que no porque yo lo quería mucho y no lo quería ver tras las rejas...” (negrillas y subrayas fuera de texto).. Por su parte, en la misma diligencia rindió declaración la menor Camila Maryory Vásquez Quintero (10 años de edad), quien manifestó: “PREGUNTADA: Ud. sabe cómo es el trato que su mamá le dá a Jaime Hernán y viceversa? CONTESTO: Mi hermanito le pegaba mucho a mi mamá y el comportamiento de mi mamá con mi hermanito era muy bueno y no sé porqué Jaime le pegaba a mi mamá”. PREGUNTADA: Ud recuerda cómo era el trato que el señor Jose Hernán Vásquez le daba a su mamá? CONTESTO: Yo se que la trataba mal porque él la aporriaba mucho cuando llegaba borracho a la casa” (negrillas y subrayas fuera de texto). Finalmente, cabe resaltar la constancia secretarial del 2 de febrero de 1995, del Juzgado Penal del Circuito de Santo Domingo (folio 60), donde se lee: “... se pudo establecer de que posteriormente a la decisión de segunda instancia, la señora MATILDE DE JESUS QUINTERO GONZALEZ fue citada a la Fiscalía Seccional con sede en tal localidad a fin de oirla al parecer en declaración de indagación preliminar por comisión que a tal despacho judicial le encargó un Fiscal Seccional de Medellín. Esto, con respecto a una denuncia que el señor Jose Hernán Vásquez Gaviria le formuló a su mujer o compañera por presuntas amenazas contra su vida. Así mismo, nos comunicamos con el defensor de Familia con sede en Yolombó..., quien telefónicamente expresó de que en su Despacho han existido quejas sobre la disputa que tienen el señor JOSE HERNAN VASQUEZ GAVIRIA y su mujer MATILDE QUINTERO, en cuanto a la custodia y cuidado de sus hijos menores. Que él personalmente trató por todos los medios de mediar con esta familia la solución del problema, sin resultados positivos. Que sabe de la existencia de un proceso por suspensión de la Patria Potestad que se instauró en el Juzgado Promiscuo de Menores de Yolombó. El Despacho se comunicó telefónicamente con el señor Juez Promiscuo de Menores de tal localidad, e informó de la existencia de un proceso por ejercicio de la Patria Potestad..., que se realizó una audiencia el 26 de Enero, la que era de conciliación, pero a nada se llegó y se volvió a fijar fecha para otra nueva el 16 de febrero. Informó el mencionado Juez, de que dentro de los hijos se hallaba el menor JOSE HERNAN VASQUEZ QUINTERO, quien instauró la tutela pero fue excluído de tal proceso por haber llegado a la mayoría de edad (18 años), siendo en consecuencia, hijo emancipado”. B. Improcedencia de la acción de tutela por no existir vulneración al derecho fundamental a la vida - Los conflictos entre cónyuges deben ser resueltos por el juez competente cuando no hay amenaza o riesgo inminente a algún derecho fundamental. Según las declaraciones a que se ha hecho referencia, es claro para la Sala que en el presente asunto se está frente a un conflicto de carácter familiar entre los cónyuges, que se pretende resolver mediante el mecanismo extraordinario de la acción de tutela. Observa la Corte según las pruebas mencionadas, que existe un conflicto en el núcleo familiar integrado por el señor JOSE VASQUEZ y su cónyuge MATILDE QUINTERO, del cual han sido víctimas sus hijos, uno de los cuáles, JAIME HERNAN, decide acudir a la tutela con el objeto de obtener una solución al mismo, que considera ha sido producto de las constantes agresiones de la madre hacia los hijos, y de las amenazas de ésta contra su padre. No obstante como se ha expresado, las afirmaciones del accionante son rebatidas por la accionada y su hija, quienes contrario sensu, señalan que las agresiones provienen del hijo y son insitadas por su padre. Se infiere de las declaraciones recibidas por los jueces de tutela de instancia, que en el presente asunto el conflicto entre los cónyuges ha sido llevado al extremo que el hijo mayor, quien vive con su padre, no mantiene relación alguna con la madre, y por el contrario, se agreden mutuamente y en forma frecuente. Así, se observa que en el memorial de tutela, el accionante, expresa que su madre lo golpea y maltrata físicamente, mientras que en la declaración rendida por la accionada, ésta manifiesta que su hijo la ha agredido en diversas ocasiones y actúa contra ella en forma violenta. *  Improcedencia de la tutela por existir otros medios de defensa. De esa manera, se está en presencia como se anotó, de un conflicto familiar, en el que el Juez de Tutela no puede inmiscuirse por ser del resorte de la jurisdicción civil ordinaria. En este sentido no es viable la tutela por existir otros medios de defensa judicial, y por cuanto no se encuentra el derecho fundamental de ninguno de los miembros de esa familia en situación de riesgo inminente o grave, que haga procedente la acción como mecanismo transitorio. Sobre el particular, cabe destacar que del conflicto que existe actualmente entre los cónyuges, se encuentra conociendo la Fiscalía Seccional de Medellín -por denuncia formulada por el señor Jose Hernán Vásquez contra la señora Matilde Quintero-. Respecto de la solicitud del peticionario de que la menor CAMILA MARYORI sea reintegrada al núcleo familiar que integra con su padre y madrastra, el Juzgado Promiscuo de Menores de Yolombó tramita en el momento un proceso por suspensión de la patria potestad. * Improcedencia de la tutela por no existir vulneración o amenaza del derecho a la vida del peticionario. Adicionalmente a lo anterior, la tutela es improcedente para la protección del derecho a la vida -que el accionante señala como vulnerado por la accionada- no sólo porque no existe prueba fehaciente de las afirmaciones que hace el accionante en su demanda que permitan deducir la amenaza o vulneración de ese derecho, las cuales son refutadas por la madre y su hija Camila Maryori, sino además, porque no se está ante un inminente peligro o amenaza a la vida del accionante o de sus hermanas menores, ni de otro derecho constitucional fundamental. * El accionante no se encuentra en estado de indefensión frente a la accionada. Debe agregarse, además, que el peticionario expresa que su vida corre peligro y que en tal sentido, solicita en su condición de niño la protección de su derecho fundamental y el de sus hermanos, y que su hermana menor que actualmente se encuentra bajo la tutela de su madre, sea entregada a él y su padre, para su efectivo cuidado y protección. En relación con el hecho de que la demanda de tutela se formuló contra un particular, cabe anotar que el accionante ya no ostenta la condición de menor de edad -que sí la tenía al momento de presentar la solicitud-, pues ya cumplió los 18 años, y menos aún se encuentra en estado de indefensión frente a su madre -requisito esencial para que prospere la tutela entre particulares-, pues como se indicó en las declaraciones que obran en el expediente, éste la ha agredido físicamente en diversas ocasiones como respuesta a conflictos que entre ellos se han suscitado a raíz de la separación de los padres en 1991, sin importarle el hecho de que aquella es su madre. En cuanto a la solicitud de que cesen las amenazas que pesan sobre el señor JOSE VASQUEZ, estima de una parte la Sala que si alguna amenaza aparece clara dentro del proceso, es aquella que la guerrilla -E.L.N.- y no la madre -accionada- le ha inferido al señor JOSE VASQUEZ, padre del accionante, y que quien debe solicitar la protección frente a las amenazas y la cesación de éstas es el directamente afectado, y no el menor, contra quien no existe prueba que permita deducir amenazas contra su vida o la de sus hermanas menores. Finalmente, en cuanto a la solicitud de que CAMILA sea reintegrada al núcleo familiar del accionante y su padre, ella como ya se indicó es improcedente por existir otros mecanismos judiciales idóneos para ellos, como lo es el proceso por suspensión de la patria potestad que el señor JOSE VASQUEZ instauró en el Juzgado de Menores de Yolombó, donde se deberá definir a quien corresponderá la custodia de la menor. * El respeto a la vida dentro del seno del núcleo familiar. Debe expresar la Corte, que el respeto a la vida y a la integridad física, especialmente entre los miembros de un mismo núcleo familiar en un sentido moral y jurídico, no se reduce exclusivamente a la prevención policiva o a la represión penal del agresor, sino que comporta el deber de no maltratar, ni ofender, ni amenazar a las personas con quien se comparte la unión doméstica de procreación y desarrollo de los hijos y de la familia, y la promesa entre los cónyuges de mútuo fomento material y espiritual, especialmente entre estos y los hijos. Los padres están en la obligación moral y constitucional de fomentar el desarrollo de sentimientos de confianza en sus hijos hacia el mundo y la sociedad que los rodea, y es ahí donde deben actuar para buscar las soluciones pacíficas y armoniosas a los conflictos que se presenten dentro y fuera del ámbito familiar, con el fin de que sus hijos no se vean afectados psicológica y moralmente por sus conflictos personales, y que puedan llevar un vida digna y en paz, donde puedan realizar su desarrollo armónico e integral, y hacer efectivos sus derechos y garantías. Tercera. Conclusión. Con fundamento en lo expuesto, estima la Corte que la solución a los problemas del accionante y demás miembros de la familia Vásquez Quintero debe ser encontrada en el ámbito moral propio de las relaciones intersubjetivas familiares y en el campo del derecho. La tutela, como se dejó expuesto, en este caso es improcedente por razones de carácter probatorio. Sobre el particular, cabe citar una providencia reciente emanada de esta Corporación en cuanto a los fines constitucionales relacionados con el núcleo familiar, en la que en un asunto similar, se expresó: “En efecto, si la conducta de un miembro de la familia hacia otro, exhibe rasgos de violencia física o psíquica, se hace patente la violación de derechos fundamentales protegidos por la Constitución Política, y la acción de tutela, en ausencia de otro medio judicial eficaz, podría servir de cauce procesal para poner término a la vulneración. Sobre este particular, ha señalado la Corte Constitucional: “De la naturaleza humana se desprende inevitablemente el derecho de padres e hijos a establecer y conservar relaciones personales entre sí. Ese derecho comprende las distintas manifestaciones de recíproco afecto, el continuo trato y la permanente comunicación, que contribuyen a satisfacer en unos y otros naturales y legítimas aspiraciones derivadas de los lazos de sangre (...) La Constitución no ha sido ajena a estos valores, deducidos de la dignidad del ser humano y, en consecuencia, estatuye entre sus principios fundamentales el plasmado en el artículo 5º: "El Estado reconoce, sin discriminación alguna, la primacía de los derechos inalienables de la persona y ampara a la familia como institución básica de la sociedad". Por su parte, el artículo 42 eiusdem establece en el inciso 3º que las relaciones familiares se basan en la igualdad de derechos y deberes de la pareja y en el respeto recíproco entre sus integrantes. Ni aquélla ni éste pueden hacerse realidad en un clima de resentimiento y contradicciones que sacrifique al hijo para satisfacer la egoísta defensa del interés personal de cada uno de los padres. El inciso 4º del mismo artículo prescribe que cualquier forma de violencia -ella puede ser moral o material- se considera destructiva de la familia, de su armonía y unidad, y será sancionada conforme a la ley”. Dado que las pruebas allegadas al expediente, no son suficientes para determinar la existencia y el grado de la violencia moral supuestamente ejercido contra la madre, no se concederá. Sin embargo, si se llegaren a presentar hechos nuevos indicadores de maltrato físico o psíquico, y si éstos se demuestran de manera fehaciente, la actora podrá interponer la acción de tutela, de reunirse los demás requisitos establecidos en la Constitución y la ley”(negrillas y subrayas fuera de texto)[1]. En este caso, pues, como las pruebas relacionadas en esta providencia y allegadas al expediente no son suficientes para inferir la existencia y el grado de la violencia moral que supuestamente ejerce la accionada -MATILDE QUINTERO- contra sus hijos, no se concederá la tutela. En razón a lo expuesto, esta Sala confirmará el fallo que se revisa, proferido por el Juzgado Penal del Circuito de Santo Domingo, el 2 de febrero de 1995, como así se dispondrá en la parte resolutiva de esta providencia. IV.    DECISION En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional obrando en nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución, R E S U E L V E : PRIMERO. CONFIRMAR la sentencia proferida por el Juzgado Penal del Circuito de Santo Domingo, Antioquia, el 2 de febrero de 1995, en relación con la acción de tutela promovida por JAIME HERNAN VASQUEZ QUINTERO y OTROS. SEGUNDO.  LIBRENSE por la Secretaría General de la Corte Constitucional, las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados. Cópiese, notifíquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado Ponente ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO           FABIO MORON DIAZ Magistrado                                                Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1] Cfr. Corte Constitucional. Sentencia No. T-060 de febrero 21 de 1995. MP. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz.
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T-218-95 Sentencia No Sentencia No. T-218/95 ESTABLECIMIENTO EDUCATIVO-Irregularidades/DERECHO A LA EDUCACION-Requisito de validación La promoción de un estudiante al grado siguiente, sin el lleno de los requisitos, comporta una irregularidad que, pese a no haberse originado en éste último, no genera un derecho adquirido en su favor. El procedimiento de validación que ofrece la ley, persigue garantizar que el Estado compruebe los conocimientos, habilidades y destrezas del estudiante y que éste, de otra parte, disponga de una oportunidad para consolidar la situación precaria en la que eventualmente pueda encontrarse como consecuencia de la inobservancia de la ley. La validación, desde esta perspectiva, no puede contemplarse como una sanción, sino como un remedio que se brinda a la persona que ha sido perjudicada con las violaciones a la ley patrocinadas por un tercero, pero que no puede pretender del Estado que convalide integralmente la acción irregular, lo cual sólo se dará cuando el estudiante acredite el grado de formación y aprendizaje que la ley asocia a los diferentes niveles y títulos. BACHILLER-Cumplimiento de requisitos académicos En relación con el Estado, no puede calificarse de tardía la verificación de requisitos para optar al título de bachiller. No puede en modo alguno pretenderse que antes del reconocimiento del título, deje de verificarse la existencia de todos los requisitos que la ley ha señalado para el efecto, los cuales sólo se alcanzan a reunir con la satisfactoria aprobación del undécimo grado. En consecuencia, sin perjuicio de la conducta precedente del colegio y del alumno y su familia, que pudieron eventualmente pretermitir dolosa o culposamente requisitos para la promoción de un grado a otro, no puede negarse que a la conclusión de los estudios se presenta una oportunidad obligada para constatar si el cúmulo de exigencias legales se ha cumplido. La comprobación de requisitos que en esta última oportunidad se hace no es, por ende, tardía, sino estrictamente obligatoria y mal puede estimarse inesperada por quien resulta carente de un requisito previo, ilegalmente omitido. MAYO 17 DE 1995 REF: Expediente No.T-61494 Demandante: JOHAIRO ALFONSO FRANCO RUEDA Procedencia: Juzgado 9 Civil de Bucaramanga. Magistrado Ponente: Dr. EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Temas: - Cumplimiento de requisitos académicos culposamente omitidos como condición para el otorgamiento de un título - Derecho a la educación La Sala Tercera de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Eduardo Cifuentes Muñoz, Carlos Gaviria Díaz y José Gregorio Hernández Galindo, ha pronunciado EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION la siguiente S E N T E N C I A En el proceso de tutela número T-61494 promovido por el Señor JOHAIRO FRANCO RUEDA contra el COLEGIO MILITAR GENERAL SANTANDER DE BUCARAMANGA. ANTECEDENTES 1. Johairo Alfonso Franco Rueda, representado judicialmente por su apoderada Doris Mireya Clavijo Parra, entabló acción de tutela contra el Colegio Militar General Santander de la ciudad de Bucaramanga, con el objeto de solicitar la protección de los derechos a la educación y a la igualdad, conculcados por la institución al negarse injustificadamente, en su concepto, a otorgarle el título de bachiller, pese a haber cursado y aprobado todos los grados hasta el undécimo. 2. El Colegio se ha abstenido de conferir el título de bachiller al actor en razón de que para hacerlo, de conformidad con la ley, debe acreditarse que han sido aprobados todos los grados, lo que no puede predicarse del sexto grado que, según el libro de calificaciones del año respectivo, aparece reprobado. En este sentido, obra en el expediente copia del acta 7257 del 28 de noviembre de 1989, en la que se consigna que el estudiante no superó la prueba de habilitación en el área de matemáticas. 3. El rector del Colegio admite que se incurrió en un error cuando, sin reunir los requisitos exigidos por la ley, el alumno fue promovido al grado séptimo. Anota, sin embargo, que la única forma de subsanarlo es la de que se realice, ante el ICFES, la respectiva validación, aprobada la cual se procederá a hacer su proclamación como bachiller. Sobre este particular, el Decreto 2225 de 1993, dispone: “Los  programas de validación se ofrecen para quienes se encuentren entre otras, en las siguientes situaciones: (...) c) quienes por un error administrativo hayan sido promovidos al grado siguiente, sin el lleno de los requisitos" (art. 3º). Cabe precisar que la validaciones son pruebas escritas que no comportan la necesidad de asistir a clases regulares y que periódicamente lleva a cabo el ICFES. 4. A juicio del demandante, el grado sexto fue tácitamente validado y aprobado, pues el Colegio guardó silencio y aceptó matricularlo en el grado siguiente y en todos los demás hasta concluir el plan de estudios. En su oportunidad, no se le comunicó la reprobación que consta en los libros. De ella fue notificado tan sólo dos meses antes de finalizar el grado undécimo, luego de cinco años y después de haber consecutivamente cursado y aprobado en el mismo establecimiento todos los grados ulteriores. En este orden de ideas, señala el actor, no puede él sufrir las consecuencias negativas del error cometido por la institución educativa. 5. El Juez Noveno Civil Municipal de Bucaramanga, mediante sentencia del 15 de diciembre de 1994, concedió la tutela impetrada. En la providencia se anota que el colegio, al renovar la matrícula del estudiante para el grado siguiente al sexto, revocó su decisión anterior de dar por reprobado el grado sexto. FUNDAMENTOS 1. Corresponde a la Corte determinar si viola el derecho a la educación el Colegio que, habiendo incurrido en el pasado en el error de promover a un estudiante al grado siguiente sin el lleno de los requisitos, comunica tardíamente dicha situación al interesado a quien se niega por este motivo a otorgarle el título de bachiller, no obstante que ha cursado y aprobado satisfactoriamente en el mismo establecimiento - que sucesivamente le ha renovado la matrícula - los cinco grados posteriores hasta el último. 2. La sentencia que se revisa asimila las acciones del colegio a actos administrativos y postula la tesis de la revocatoria de la primera decisión - la consistente en la reprobación -, por la inmediata renovación de la matrícula para el grado séptimo y los sucesivos. La Corte no atribuye a las decisiones del colegio el carácter de actos administrativos. El ejercicio del servicio público educativo, por sí mismo, no equivale al desempeño de función pública ni al despliegue de una potestad administrativa. Los actos y omisiones del establecimiento, así tengan relevancia jurídica, en principio no tienen la naturaleza de actos administrativos. De otro lado, los requisitos establecidos en la ley y normas reglamentarias, cuyo cumplimiento es necesario para considerar que un grado o nivel educativo ha sido aprobado, no pueden soslayarse, pues normalmente con ellos el Estado aspira a garantizar la formación integral de los educandos y la calidad de la enseñanza. Las exigencias de orden legal en materia educativa no son materia disponible por parte de las instituciones. Por tanto, es equivocado atribuir a un colegio el poder de convalidar tácitamente la ausencia de una condición impuesta por la ley para estimar que un grado o nivel ha sido aprobado. Análogo reparo cabe formular a la tesis principal del actor. La validación tácita del grado reprobado, parte de la premisa falsa de que los requisitos legales pueden ser abolidos en virtud de la negligencia o inadvertencia de los colegios respecto de la plena observancia de la ley, de la cual surgiría en favor de los estudiantes el derecho a la inoponibilidad posterior de los requisitos legales culposamente omitidos. 3. La tardía verificación de una irregularidad por parte de un colegio y la consiguiente inoportuna comunicación de la misma al estudiante interesado que ha de subsanarla, compromete la responsabilidad patrimonial del primero por los perjuicios que puedan sobrevenirle al segundo, pero ello no puede restar eficacia e imperatividad al mandato legal que ha sido quebrantado. La relación educativa y la responsabilidad en este campo, no se circunscriben al establecimiento y al educando. El Estado regula y ejerce la suprema inspección y vigilancia de la educación "con el fin de velar por su calidad, por el cumplimiento de sus fines y por la mejor formación moral, intelectual y física de los educandos; garantizar el adecuado cubrimiento del servicio y asegurar a los menores las condiciones necesarias para su acceso y permanencia en el sistema educativo" (CP art. 67). La consagración de requisitos mínimos para optar al título de bachiller, es una de las formas a las cuales apela legítimamente el Estado, encargado de la suprema inspección y vigilancia de la educación, para asegurar la mejor formación moral, intelectual y física de los educandos. En el marco de la Constitución, a través de la ley, pueden adoptarse políticas educativas de diferente signo y orientación. Igualmente, en punto a la evaluación del desempeño de docentes y estudiantes, la ley puede formular variados mecanismos para establecerla. Si la política educativa o evaluativa no riñe con la Constitución, los requisitos en los que ella se traduce deben ser acatados tanto por las instituciones educativas como por los estudiantes. En este sentido, el derecho a la educación tiene un componente que corresponde a la configuración legal. De ahí que la conducta de un centro docente que se ajuste a la ley educativa, no pueda ser objeto de tacha, así en el pasado por razones no menos censurables no lo haya hecho. Si las actuaciones ilegales de los colegios, tuvieran la virtualidad de suprimir la obligatoriedad del requisito normativo violado u omitido frente al estudiante, no se ve cómo en esa situación de suyo crítica pueda el Estado garantizar la adecuada formación moral, intelectual y física de los educandos. En no pocos casos, las violaciones de la ley por parte de los establecimientos educativos, repercute de manera fatal y grave sobre los educandos. La solución que el Estado tiene prevista para estas situaciones, no es la de mantener sin más la intangibilidad de la posición del educando. Justamente, la promoción de un estudiante al grado siguiente, sin el lleno de los requisitos, comporta una irregularidad que, pese a no haberse originado en éste último, no genera un derecho adquirido en su favor. El procedimiento de validación que ofrece la ley (D. 2225 de 1993), persigue garantizar que el Estado compruebe los conocimientos, habilidades y destrezas del estudiante y que éste, de otra parte, disponga de una oportunidad para consolidar la situación precaria en la que eventualmente pueda encontrarse como consecuencia de la inobservancia de la ley. La validación, desde esta perspectiva, no puede contemplarse como una sanción, sino como un remedio que se brinda a la persona que ha sido perjudicada con las violaciones a la ley patrocinadas por un tercero, pero que no puede pretender del Estado que convalide integralmente la acción irregular, lo cual sólo se dará cuando el estudiante acredite el grado de formación y aprendizaje que la ley asocia a los diferentes niveles y títulos. 4. Luego de precisar que la exigencia que formula un colegio para otorgar el título de bachiller y que corresponde a un requisito legítimamente consagrado por el Estado, no representa por sí misma una violación al derecho a la educación, habida consideración de su necesaria configuración legal, resta analizar si las circunstancias especiales que se dan en el presente caso, pueden conducir a estimar que la indicada validación no se hace necesaria y debe para los efectos de obtener el título de bachiller ser omitida. 4.1 La comunicación tardía de la irregularidad incurrida por el colegio, ha sido puesta de presente por el estudiante. Se ha señalado, que la suprema inspección y vigilancia que el Estado ejerce sobre la educación, se haría nugatoria si las irregularidades cometidas por los colegios tuvieran el efecto de desposeer de fuerza obligatoria a los requisitos impuestos por la ley. La anotada tardanza del establecimiento educativo, desde luego, compromete su responsabilidad contractual y patrimonial en relación con el estudiante. De otro lado, no puede asegurarse que el estudiante desconociera la circunstancia de haber perdido la habilitación de la asignatura de matemáticas. Sin duda alguna, la habilitación se presentó como quiera que obra en el expediente la certificación del profesor que la practicó. La libreta de calificaciones, si bien al momento de la matrícula era retenida por el colegio, como lo afirma el demandante, con anterioridad se encontraba en poder del estudiante y de su familia. Inclusive, si se admite que la comunicación tardía e inoportuna de un hecho relevante para una parte del contrato educativo - el estudiante - por la otra - el colegio - que conoce del mismo y que no es ajena a él, viola el principio de la buena fe al revelar un comportamiento que no corresponde al que ordinariamente cabe esperar en términos de lealtad, de todas maneras, no se configura una eximente para dejar de cumplir el requisito ordenado en la ley. En relación con el Estado, no puede calificarse de tardía la verificación de requisitos para optar al título de bachiller. No puede en modo alguno pretenderse que antes del reconocimiento del título, deje de verificarse la existencia de todos los requisitos que la ley ha señalado para el efecto, los cuales sólo se alcanzan a reunir con la satisfactoria aprobación del undécimo grado. En consecuencia, sin perjuicio de la conducta precedente del colegio y del alumno y su familia, que pudieron eventualmente pretermitir dolosa o culposamente requisitos para la promoción de un grado a otro, no puede negarse que a la conclusión de los estudios se presenta una oportunidad obligada para constatar si el cúmulo de exigencias legales se ha cumplido. La comprobación de requisitos que en esta última oportunidad se hace no es, por ende, tardía, sino estrictamente obligatoria y mal puede estimarse inesperada por quien resulta carente de un requisito previo, ilegalmente omitido. 4.2 La renovación sucesiva de la matrícula, no obstante la anotada irregularidad, unida a la aprobación de los grados posteriores al sexto, podrían llevar a pensar que el vicio fue subsanado y que la validación se torna innecesaria en vista de la preparación e idoneidad intelectual que por este motivo exhibe el estudiante. La norma aplicable en este caso, requería que todos y cada uno de los grados fueran aprobados. Las matrículas sucesivas y las aprobaciones posteriores, no se predican del sexto grado que fue reprobado como consecuencia del error en que incurrió el colegio. La negligencia del colegio, aunada o no a su conocimiento por parte del estudiante, no tienen en el derecho positivo la virtud depuradora del hecho ilegal consumado. Sustituir la validación, que es el procedimiento establecido por la norma, por la presunción de que el estudiante que ha cursado y aprobado cinco grados posteriores ha demostrado tener suficientes conocimientos y capacidad intelectual, es sustraer al Estado una posibilidad legítima de indagación de la adecuada formación intelectual del educando, cabalmente cuando ello puede ser objetivamente necesario en vista de la irregularidad cometida: promoción al grado siguiente sin el lleno de los requisitos. La naturaleza acumulativa del área de las matemáticas, cuya habilitación reprobada condujo a la pérdida del grado sexto, podría aducirse como argumento en contra de la razonabilidad de la validación mencionada. En efecto, el estudiante, luego del insuceso, en los cinco grados siguientes aprobó la asignatura de matemáticas, revistiendo ella en esos grados mayor complejidad e intensidad. La Corte no ignora la concatenación que en dicha área pueda existir. Sin embargo, no existen elementos de juicio suficientemente seguros para garantizar, con cierta plausibilidad, que los nuevos conocimientos indefectiblemente incorporan los anteriores, hasta el punto de que la aprobación de los cursos posteriores denota dominio sobre los anteriores que fueron reprobados. La validación ordenada por la norma es un procedimiento concreto e individualizado, en tanto que el argumento de la acumulación no deja de ser abstracto y soportarse más en la unidad de la ciencia y la teoría. Sólo ante una manifiesta irrazonabilidad y desproporcionalidad de la validación en una situación concreta, que repercutiera en la grave violación de un derecho fundamental, podría el juez sustituir el procedimiento legal por otro o desestimarlo por innecesario. Para proceder de esta manera, se deben contar con elementos de juicio y de convicción que no se han proporcionado a la Corte y que ésta no está en capacidad de inferir. 4.3 La Ley 115 de 1994 y su Decreto reglamentario 1860 de 1994, instituyeron el mecanismo de la promoción automática. Podría sostenerse que esta innovación en materia evaluativa, descarta el procedimiento de la validación. En el presente caso, la norma citada no es aplicable. En efecto, el artículo 221 de la ley y el 66 del Decreto, señalan que el nuevo régimen tendría vigencia hacia el futuro. En particular, el decreto citado que regula en detalle el sistema de la promoción automática establece su implantación “a partir del año lectivo que se inicie inmediatamente después del 15 de agosto de 1994“. De otra parte, la promoción automática no es objeto de discusión, pues, en últimas, el estudiante cursó los grados posteriores. Lo que se controvierte es el tratamiento que debe dársele a la reprobación de un grado consumada en el pasado, la cual ni siquiera en el nuevo régimen ha sido eliminada (D.1860 de 1994, art. 53). Por lo expuesto, procederá esta Corte a revocar la sentencia objeto de revisión y, en consecuencia, denegará la tutela impetrada. DECISION En mérito de lo expuesto, la Sala Tercera de revisión de la Corte Constitucional de la República de Colombia, R E S U E L V E PRIMERO.- REVOCAR la sentencia del Juzgado 9 Civil Municipal de Bucaramanga, proferida el 15 de diciembre de 1994 y, en consecuencia, DENEGAR la tutela impetrada por JOHAIRO ALFONSO FRANCO RUEDA. SEGUNDO.- Líbrese comunicación al mencionado Juzgado, con miras a que se surta la notificación de esta providencia, según lo establecido en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado Ponente CARLOS GAVIRIA DIAZ Magistrado JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General (Sentencia aprobada por la Sala Tercera de Revisión, en la ciudad de Santa Fe de Bogotá, D.C., a los diecisiete (17) días del mes de mayo de mil novecientos noventa y cinco (1995) ).
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T-219-95 Sentencia No Sentencia No. T-219/95 CONTRATO DE DEPOSITO EN CUENTA DE AHORROS-Error del particular/BANCO CAFETERO-Irregularidad La relación existente entre la peticionaria y la entidad bancaria demandada es de tipo contractual. El contrato de depósito en cuenta de ahorros celebrado entre ellas, faculta a la primera a hacer en la entidad consignaciones de dinero en los formularios del banco, debidamente diligenciados, y obliga a la segunda a recibir dichas sumas y abonarlas en la cuenta del cliente. ENRIQUECIMIENTO SIN CAUSA-Requisitos Son tres los requisitos que deben probarse para que se declare la existencia de un enriquecimiento de esta índole y se ordene la devolución de los bienes correspondientes: 1) un enriquecimiento o aumento de un patrimonio; 2) un empobrecimiento correlativo de otro, y 3) que el enriquecimiento se haya producido sin causa, es decir, sin fundamento jurídico. ENRIQUECIMIENTO SIN CAUSA/ACCION DE TUTELA-Improcedencia/DERECHOS FUNDAMENTALES-Inexistencia/CONFLICTO CONTRACTUAL En principio, la vía judicial a disposición del afectado para evitar la consumación de un enriquecimiento injustificado es el proceso civil ordinario. Sin embargo, podría en ciertos eventos pensarse que este medio de defensa no es idóneo y que, obligar al afectado a acudir a él, resulta contrario a los principios de efectividad de los derechos fundamentales y de economía, eficacia y celeridad de la administración, cuando concurren pruebas objetivas de la existencia del enriquecimiento sin causa - entre ellas la confesión de la posible parte demandada - que harían innecesario el trámite de un juicio ordinario. Si bien en el presente caso se observa la existencia de todos los elementos para que se configure un enriquecimiento sin causa, no obstante, el derecho a la propiedad afectado por la no devolución del dinero no exhibe naturaleza fundamental. La acción de tutela se revela definitivamente improcedente en la situación concreta examinada, ya que tampoco se verifica la vulneración de un derecho constitucional fundamental. Para la recuperación de su dinero y el resarcimiento de los perjuicios sufridos, la peticionaria tiene a su disposición los medios de defensa judicial que la ley establece frente a este tipo de lesiones de orden patrimonial. MAYO 17 DE 1995 Ref.: Expediente T-62131 Actor: AMPARO OCAMPO VARGAS Magistrado Ponente: Dr. EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Temas: - Improcedencia de la acción de tutela para  resolver conflictos contractuales - Improcedencia de la acción de tutela como medio judicial para impedir el enriquecimiento sin causa La Sala Tercera de Revisión  de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Eduardo Cifuentes Muñoz, Carlos Gaviria Díaz y José Gregorio Hernández Galindo, ha pronunciado EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION la siguiente S E N T E N C I A En el proceso de tutela número T-62131, promovido por la señora AMPARO OCAMPO VARGAS contra el BANCO CAFETERO. ANTECEDENTES 1. Amparo Ocampo Vargas abrió una cuenta de ahorros en el Banco Cafetero, Sucursal del Barrio Restrepo de Santa Fe de Bogotá, el 23 de octubre de 1987. Como número de cuenta se le asignó el 05506760-7. 2. Los días 9 de abril y 21 de mayo de 1994, la señora Ocampo consignó doscientos sesenta mil ($ 260.000) pesos y ciento cincuenta mil ($150.000), respectivamente, para un total de cuatrocientos diez mil pesos ($410.000). Sorprendida porque dicha suma de dinero no aparecía abonada en su cuenta de ahorros, en septiembre del mismo año se dirigió al Banco para indagar la causa de esta anomalía. En el Banco le informaron que había utilizado en sus consignaciones el formato de cuenta corriente, por lo que su dinero había sido depositado en la cuenta corriente de Alba Rocío Velasco González, cuenta ésta identificada con el mismo numero que la cuenta de ahorros de la señora Ocampo. 3. Ante los esfuerzos fallidos para obtener la devolución de su dinero, Amparo Ocampo Vargas interpuso acción de tutela contra el Banco Cafetero, por violación de sus derechos fundamentales al trabajo y a la propiedad. Solicita por esta vía la devolución de su dinero. 3.1 Manifiesta que frente a la reclamación elevada al banco, su subgerente negó cualquier responsabilidad de la entidad, aduciendo que el error había sido de la actora y limitándose a proporcionarle el teléfono y los datos de la cliente en cuya cuenta corriente fueron consignados los dineros. 3.2 Indica que en varias ocasiones ha reclamado, a Alba Rocío Velasco González, el reintegro del dinero, sin que éste le haya sido devuelto. 3.3 Agrega que es madre soltera, que trabaja como operaria en una fábrica de confecciones y que las sumas extraviadas constituyen sus ahorros con los que proyecta adquirir una máquina fileteadora para independizarse. 3.4 A juicio de la petente, "no es justo" que su dinero vaya a parar a manos de otra persona cuando en el formato de la consignación se indicó de manera clara el nombre de la titular de la cuenta. 4. En la diligencia de inspección judicial practicada por el juez de tutela, el subgerente del banco, Miguel Antonio Brand, reconoce que un mismo número puede ser utilizado para la identificación de una cuenta de ahorros y de una cuenta corriente y que esta circunstancia podría ocasionar confusiones, pero que la asignación de los números de cuenta depende del departamento de sistemas. Sostiene que al hacer los asientos correspondientes, el sistema se guía exclusivamente por el número y no por el nombre del cuentahabiente. Respecto del problema de la señora Ocampo, afirma que cuando se hizo el reclamo, la cuenta corriente en la que se realizó erróneamente la consignación ya estaba saldada, por lo que el banco procedió a suministrarle a la peticionaria los datos de la cuentacorrientista. 5. A solicitud del juez de tutela, el subgerente del Banco hizo entrega del extracto de abril de 1994 correspondiente a la cuenta corriente 05506760-7 de Alba Rocío Velasco González, en el que efectivamente aparecen consignaciones en efectivo de las sumas mencionadas por la petente y en los días subsiguientes a las fechas en que se efectuaron los respectivos depósitos. 6. La Superintendencia Bancaria, en respuesta a lo solicitado por el juez de instancia, informó que no existe normatividad alguna que reglamente la asignación de los números a las cuentas corrientes y a las cuentas de ahorros. Corresponde a cada establecimiento de crédito regular este procedimiento, teniendo en cuenta los principios y las responsabilidades propias de la prestación de los servicios financieros. 7. Alba Rocío Velasco González declara que no ha tenido tiempo para dirigirse al banco y constatar los extractos, pero que su intención es reembolsar a la peticionaria los dineros consignados en forma equivocada en su cuenta corriente, luego de que efectúe la entrega de un local, ya que piensa irse a vivir a los Estados Unidos. En relación con los motivos que la llevaron en julio de 1994 a cancelar la cuenta corriente que tenía en el Banco Cafetero, expresa que su determinación obedeció a que "no me entendí con el gerente". 8. El  Juzgado Treinta Ocho Penal Municipal, mediante sentencia del 23 de enero de 1995, rechazó por improcedente la acción de tutela. 8.1 Advierte el fallador de instancia que en el presente caso, recae una gran responsabilidad sobre la entidad bancaria debido a su negligencia en verificar los nombres de los cuentahabientes en el momento de realizar los abonos en cuenta. 8.2 Igualmente, califica de indebida la actuación de la señora Alba Rocío Velasco quien, luego de enterarse de lo ocurrido, pese a manifestar su ánimo de devolver el dinero ajeno, no ha procedido a hacerlo. 8.3 El juez de tutela reconoce que los intereses de la actora han sido vulnerados. Sin embargo, estima que en el presente caso la acción es improcedente por existir otros medios de defensa judicial, como son la  posibilidad de acudir ante la justicia ordinaria para recuperar el dinero erróneamente consignado, en parte por la culpa notoria de la entidad bancaria, y ante la justicia penal a fin de que se investigue la conducta de la señora Alba Rocío Velásquez González, por el aprovechamiento indebido del dinero, equivocadamente consignado en su cuenta. FUNDAMENTOS JURIDICOS Pretensión de la solicitante 1. La petente pretende que se ordene la devolución del dinero erróneamente consignado en una cuenta corriente diferente a la suya. La acción de tutela se dirige contra el Banco Cafetero, Sucursal Barrio Restrepo, ya que la omisión de la entidad en verificar el nombre de la cliente que inadvertidamente utilizó un formulario de consignación inadecuado, ocasionó la disminución patrimonial que ahora busca remediar mediante la intervención judicial del juez de tutela. Pese a que la solicitud de tutela menciona a otro particular - Alba Rocío Velasco González - involucrado en el conflicto patrimonial, la acción no se dirige en su contra, no obstante que las pruebas aportadas al proceso permiten comprobar que el dinero cuya devolución se demanda ingresó a la esfera patrimonial de la mencionada persona. Es así como la peticionaria, sin conocimientos jurídicos que le permitieran distinguir un aspecto de otro, confunde la posible responsabilidad de la entidad bancaria, deducible de la culpa en que habría incurrido al tramitar los depósitos dinerarios, con el enriquecimiento injustificado de la titular de la cuenta corriente en la que fueron abonados sus ahorros. Naturaleza de la relación jurídica entre banco y cliente y responsabilidad por errores en la consignación 2. La relación existente entre la peticionaria y la entidad bancaria demandada es de tipo contractual. El contrato de depósito en cuenta de ahorros celebrado entre ellas, faculta a la primera a hacer en la entidad consignaciones de dinero en los formularios del banco, debidamente diligenciados, y obliga a la segunda a recibir dichas sumas y abonarlas en la cuenta del cliente. La Corte Suprema de Justicia, en sentencia de octubre 5 de 1982, al referirse a las obligaciones y responsabilidades de las partes en un contrato de cuenta corriente, hizo algunas consideraciones predicables también del contrato de depósito en cuenta de ahorros y que son relevantes en el presente caso. En dicha oportunidad, la Sala de Casación Civil observó que resulta lógico que el banco esté facultado para rechazar las consignaciones hechas omitiendo los requisitos convenidos y que de ello "ninguna responsabilidad puede deducírsele al banco, pues el rechazo queda justificado por haber incumplido el consignante las reglas que deben observarse en la elaboración de los respectivos formularios". De otra parte, agregó, otra consecuencia se seguiría si el banco acepta la consignación en la forma que la presenta el depositante, sin manifestar reparo alguno en el momento de recibirla o antes de hacer los asientos correspondientes. En cuanto a la concurrencia de culpas que se presenta en esta última situación, afirmó: "Resulta entonces acompasado con la lógica y con la justicia, concluir que si el cuentacorrentista,  por descuido suyo llena incorrectamente los formularios de consignación y el banco negligentemente los acepta así, y no rechaza la consignación defectuosa o no llama la atención sobre ese hecho criticable, uno y otro cometen notoria culpa. Ambos obran de manera descuidada, ambos son reos de negligencia indiscutible. La culpa concurrente es bien notoria, porque si el banco hubiera llamado la atención al depositante sobre los errores cometidos al completar los formularios, entonces ningún daño se hubiera podido causar. Por el contrario, si el Banco, incurriendo en negligencia inexplicable, acepta las defectuosas consignaciones, entonces su proceder o, mejor, su omisión, concurre con la culpa del cuentacorrentista a la producción del daño"[1]. 3. La actora funda la solicitud de tutela en el error cometido por el banco al recibir el formulario de consignación defectuoso y registrar el depósito en otra cuenta diferente a la suya, equivocación la que habría contribuido decididamente el hecho de que en la entidad se otorgan idénticos códigos numéricos a las cuentas corrientes y a las cuentas de ahorros. No obstante la afectación de los intereses de la peticionaria, la Corte encuentra que la naturaleza de la presente controversia es eminentemente contractual y, por lo mismo, ajena a la competencia de los jueces de tutela. En efecto, cualquier responsabilidad que pudiera deducirse de la actuación negligente de la institución financiera, emana del incumplimiento del contrato respectivo y supone la dilucidación de la controversia patrimonial por la autoridad judicial competente. Esta Corporación ha sostenido sobre la improcedencia de la acción de tutela cuando lo que se pretende es resolver conflictos originados en relaciones contractuales, lo siguiente: "Las diferencias surgidas entre las partes por causa o con ocasión de un contrato no constituyen materia que pueda someterse al estudio y decisión del juez por la vía de la tutela ya que, por definición, ella está excluida en tales casos toda vez que quien se considere perjudicado o amenazado en sus derechos goza de otro medio judicial para su defensa: el aplicable al contrato respectivo según su naturaleza y de conformidad con las reglas de competencia estatuidas en la ley"[2]. En el mismo sentido, esta Corporación ha señalado: "El derecho fundamental objeto de una acción de tutela debe corresponder a una consagración expresa y positiva efectuada directamente por el Constituyente que decide reservar ámbitos de la persona de la intromisión estatal o establece prestaciones y garantías que se incorporan como  situaciones activas de poder de los sujetos oponibles al mismo. No tienen ese origen y mal puede pretender conferírseles ese carácter, las situaciones subjetivas activas o pasivas derivadas de la concesión recíproca de facultades que intercambian entre sí las partes de un contrato y que constituyen su contenido. Si bien la contratación es una manifestación de la libertad contractual y el ordenamiento le brinda reconocimiento, dentro de ciertos límites, hasta el punto de imponer judicialmente su cumplimiento, no por ello los derechos derivados de la matriz del contrato - que no de la Constitución - adquieren rango constitucional".[3] En consecuencia, la decisión denegatoria de la tutela solicitada será confirmada. Improcedencia de la acción de tutela dirigida a impedir el enriquecimiento sin causa 4. El análisis de la procedencia de la acción de tutela respecto de la persona  renuente a devolver el dinero de la peticionaria, está de antemano descartado al no haber sido aquella demandada en el presente proceso. No obstante, por considerarlo de interés doctrinario, la Sala se refiere a la improcedencia de este mecanismo constitucional para impedir que se produzca un enriquecimiento injustificado contrario al derecho, a la justicia y a la equidad. La Corte Suprema de Justicia determinó que para que haya enriquecimiento sin causa se requiere que un patrimonio reciba un aumento a expensas de otro, sin una causa que lo justifique[4]. Son tres, entonces, los requisitos que a su juicio deben probarse para que se declare la existencia de un enriquecimiento de esta índole y se ordene la devolución de los bienes correspondientes: 1) un enriquecimiento o aumento de un patrimonio; 2) un empobrecimiento correlativo de otro, y 3) que el enriquecimiento se haya producido sin causa, es decir, sin fundamento jurídico[5]. En principio, la vía judicial a disposición del afectado para evitar la consumación de un enriquecimiento injustificado es el proceso civil ordinario. Sin embargo, podría en ciertos eventos pensarse que este medio de defensa no es idóneo y que, obligar al afectado a acudir a él, resulta contrario a los principios de efectividad de los derechos fundamentales y de economía, eficacia y celeridad de la administración, cuando concurren pruebas objetivas de la existencia del enriquecimiento sin causa - entre ellas la confesión de la posible parte demandada - que harían innecesario el trámite de un juicio ordinario. Por regla general, la suficiencia y notoriedad del acervo probatorio que pueda servir de fundamento a una pretensión, no permite desestimar la vía judicial ordinaria contemplada por la ley para tramitar un determinado asunto. De otra parte, en esta hipótesis, la procedencia de la acción de tutela - como mecanismo transitorio - que ordenara la devolución del dinero dependería de la vulneración o amenaza de un derecho fundamental, particularmente del derecho a la propiedad cuando se ve comprometido el derecho a la subsistencia o derecho al mínimo vital[6], aspecto éste que se estudiará e continuación. Si bien en el presente caso se observa la existencia de todos los elementos para que se configure un enriquecimiento sin causa - aumento patrimonial de Alba Rocío Velasco González por el abono erróneo en su cuenta de dineros ajenos, disminución patrimonial por la salida involuntaria de parte de sus recursos, y carencia de causa jurídica que sustente la transferencia patrimonial -, sin que sobre estos extremos se presente controversia entre las potenciales partes de un juicio ordinario - Alba Rocío Velasco admite ante el juez de tutela el abono irregular de las sumas de dinero y afirma su voluntad de devolverlas -, no obstante, el derecho a la propiedad afectado por la no devolución del dinero no exhibe naturaleza fundamental. En efecto, como expresamente lo manifiesta la actora, aquél constituye el ahorro destinado a la compra de una máquina en la que fincaba sus esperanzas de independizarse económicamente de la empresa donde trabaja. Así las cosas, la acción de tutela se revela definitivamente improcedente en la situación concreta examinada, ya que tampoco se verifica la vulneración de un derecho constitucional fundamental. Para la recuperación de su dinero y el resarcimiento de los perjuicios sufridos, la peticionaria tiene a su disposición los medios de defensa judicial que la ley establece frente a este tipo de lesiones de orden patrimonial. DECISION En mérito de lo expuesto, la Sala Tercera de Revisión, RESUELVE: PRIMERO.- CONFIRMAR la sentencia del 23 de enero de 1995, proferida por el  Juzgado Treinta Ocho Penal Municipal. SEGUNDO.- LIBRESE comunicación al mencionado Juzgado, con miras a que se surta la notificación de esta providencia, según lo establecido en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado Ponente CARLOS GAVIRIA DIAZ Magistrado JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General (Sentencia aprobada por la Sala Tercera de Revisión, en la ciudad de Santa Fe de Bogotá, D.C., a los diecisiete (17) días del mes de mayo de mil novecientos noventa y cinco (1995) ). [1]Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia del 5 de octubre de 1982. M.P. Dr. Germán Giraldo Zuluaga [2]Corte Constitucional. Sentencia T-594 de 1992. MP Dr. José Gregorio Hernández Galindo [3]Corte Constitucional. Sentencia T-240 de 1993. MP Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz [4]Corte Suprema de Justicia. Sentencias 19 de agosto de 1935, 19  de septiembre de 1935 y  9 de noviembre de 1936. [5]Corte Suprema de Justicia. Sentencia 26 de marzo de 1958 [6]Corte Constitucional. Sentencia T-426 de 1992
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T-220-95 Sentencia No Sentencia No. T-220/95 DERECHO AL AMBIENTE SANO/ACCION POPULAR/DERECHOS FUNDAMENTALES-Conexidad/ACCION DE TUTELA-Improcedencia El derecho al ambiente sano se encuentra protegido a través de diversos mecanismos jurídicos, en particular, por medio de las acciones populares, las cuales tienen procedencia en aquellos casos en los que la afectación de tal derecho vulnera un derecho constitucional o legal de un número indeterminado de personas. La regla general, debe ser complementada con una regla particular de conexidad, según la cual, en aquellos casos en los cuales, de la vulneración del derecho a gozar del ambiente resulte vulnerado igualmente un derecho constitucional fundamental, procede la acción de tutela como mecanismo judicial de protección inmediata del derecho colectivo al ambiente sano. No debe prosperar la acción de tutela bajo examen. En efecto, se encuentra demostrado en este caso que no existe realmente una conexidad directa y específica entre la supuesta contaminación en la zona y el estado de salud de los peticionarios. Ref.: Expediente T-51933 Peticionarios: José Cuesta Novoa y Milciades Ramírez Melo Procedencia: Juzgado Octavo Civil del Circuito de Santafé de Bogotá D.C. Magistrado Ponente: Dr. VLADIMIRO NARANJO MESA Temas: Procedencia de la acción de  tutela frente a la vulneración del derecho a un ambiente sano. Santafé de Bogotá, D.C., diecisiete (17) de mayo de mil novecientos noventa y cinco (1995) La Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, conformada por los Magistrados Vladimiro Naranjo Mesa -Presidente de la Sala-, Jorge Arango Mejía y Antonio Barrera Carbonell, EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION ha pronunciado la siguiente SENTENCIA en el proceso de tutela radicado bajo el número T- 51933, adelantado por José Cuesta Novoa y Milciades Ramírez Melo en contra de la Secretaría de Salud de Santafé de Bogotá D.C. I. ANTECEDENTES De acuerdo con lo dispuesto en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. De conformidad con el artículo 34 del decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión procede a dictar la sentencia correspondiente. 1. Solicitud Los ciudadanos José Cuesta Nova y Milciades Ramírez Melo interpusieron ante el Juzgado Octavo Civil del Circuito de Santafé de Bogotá D.C., acción de tutela contra la Secretaría de Salud de esta ciudad, con el fin de que se les ampararan sus derechos a la vida y a gozar de un ambiente sano, consagrados en los artículos 11 y  79 de la Constitución Política. 2. Hechos Los demandantes, residentes hace más de treinta (30) años en la localidad dieciséis (16) de Puente Aranda, afirman que la Secretaría de Salud de Santafé de Bogotá D.C. permite el funcionamiento de varias empresas que, según investigaciones realizadas, no cumplen con las normas ambientales, lo cual convierte a dicha zona en una de las más contaminadas de la ciudad. Para sustentar este argumento, los interesados se refieren a un estudio efectuado por el Departamento Técnico Administrativo del Medio Ambiente -DAMA-, la Universidad de los Andes y el Centro Interdisciplinario de Estudios Regionales -CIDER-, consignado en un documento denominado "Agenda Ambiental Localidad 16 Puente Aranda" (cuya copia acompañan a la demandade tutela). En dicho escrito se señala: “La contaminación atmosférica en la localidad de Puente Aranda es la que presenta el promedio más alto de partículas en suspensión en el aire dentro de la ciudad y promedios más altos en dióxido de azufre, gas carbónico (CO2), concentración de ozono del 14ppb, sobrepasando la norma de calidad de 86.6 ppb en 20% en hidrocarburos no metálicos”. Igualmente, en el referido estudio se establecen consecuencias de la contaminación ambiental en la zona sobre la salud humana. Así, se señala que pueden causarse infecciones en las vías respiratorias y en la piel, irritaciones en los ojos y en las mucosas; y, además, se afirma que “varios hidrocarburos contienen sustancias cancerígenas como los óxidos de nitrógeno y amoníaco y otros como el carbón negro y el aminato. Así mismo, se dan efectos psicosomáticos y psicológicos como taquicardias, estrés, agresividad y úlceras.” Consideran los demandantes que esta situación puede ocasionar un perjuicio irremediable para sus vidas, y que si no se tutelan sus derechos "estaremos avocados a morir lentamente por la desidia e inoperancia de una entidad pública." 3. Pretensiones A través de la presente acción de tutela se solicita que se ordene a la Secretaría de Salud de Santafé de Bogotá D.C., que ejerza sus funciones de prevención y control sobre los factores que contaminan el ambiente. II. ACTUACION PROCESAL 1. Fallo de única instancia Mediante providencia de fecha veinte (20) de octubre de 1994, el Juzgado Octavo Civil del Circuito de Santafé de Bogotá resolvió denegar la acción de tutela, ya que consideró que los peticionarios pretenden la protección del medio ambiente, lo cual se logra a través del ejercicio de las acciones populares. Adicionalmente, consideró el fallador que, debido al carácter residual de la acción de tutela y a que en el asunto en concreto no se demostró la existencia de un perjuicio irremediable, no se podía acceder a las peticiones de los actores. III. PRUEBAS DECRETADAS POR LA CORTE CONSTITUCIONAL La Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, consideró que para tomar una decisión de fondo el caso bajo examen era necesario que el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses determinara el estado salud de los peticionarios y, de igual forma, solicitar a las autoridades competentes que rindieran concepto acerca de la existencia o no de niveles significativos de contaminación ambiental en la zona de Puente Aranda. En virtud de ello, el magistrado sustanciador, a través de Auto de fecha primero (1o.) de marzo de 1995, decretó y recolectó las pruebas que a continuación se relacionan: 1. Oficio 003351 de 10 de marzo de 1995, remitido por el subdirector técnico del Departamento Técnico Administrativo del Medio Ambiente -DAMA-. El señalado funcionario informó que “con base en estudios realizados por la Secretaría Distrital de Salud, el DAMA tiene conocimiento de que la localidad 16 de Puente Aranda tiene los promedios más altos en cuanto a partículas en suspensión en el aire. Así mismo se encontró  la concentración más alta de Dióxido de Azufre.” Sin embargo, señaló que dicha entidad no cuenta con los resultados de estudio alguno que permita conocer los parámetros de contaminación que se presentan en la zona, de acuerdo con los valores máximos permisibles señalados en el Decreto 02 de 1982 del Ministerio de Salud, ya que “hasta el momento el DAMA no ha contado con los recursos suficientes para consolidar de manera efectiva los instrumentos  mínimos necesarios tendientes a asumir las funciones de control y protección de emisiones atmosféricas. Estas funciones las ha continuado ejerciendo la Secretaría Distrital de Salud.” 2. Oficio 004083 de 23 de marzo de 1995, remitido por el Secretario de Salud de Santafé de Bogotá. La doctora Beatriz Londoño Soto, secretaria de Salud del Distrito, después de señalar que la zona de Puente Aranda ha sido clasificada como “zona industrial” y sector de “alto impacto ambiental”, informó que la dependencia a su cargo, a través de su División de Control de Factores de Riesgo, ejerce la vigilancia y control sobre las industrias localizadas en dicho sector, de acuerdo con los parámetros previstos en el Decreto 02 de 1982 y el Decreto 2206 de 1983 del Ministerio de Salud. Sobre la situación de contaminación ambiental en Puente Aranda, anota la funcionaria: “Una estación de monitoreo automático de calidad del aire permite establecer los índices de contaminación presentes en esa zona y son los que a continuación se relacionan: “CO Monóxido de Carbono “La Norma establecida, señala como máximo Nivel permisible para una hora de 43.7 (PPM) Partes por millón y los últimos reportes muestran como máximo encontrado 19,3 (PPM) Partes por millón. “SO2 Dióxido de Azufre “La Norma establecida para este contaminante señala como máximo Nivel permisible Diario 152.8 (PPB) Partes por Billón y el máximo registrado ha sido 57.9 (PPB) Partes por Billón. “O3 Ozono “La Norma establecida para este contaminante señala el máximo valor hora 86.6 (PPB) Partes por Billón, y el máximo registrado es de 123 (PPB) Partes por Billón. “SPM Partículas en Suspensión “La Norma establecida para este contaminante señala como máximo nivel valor permisible 400 ug/m3 (Microgramos por metro cúbico) día y el máximo registrado ha sido de 147.4 ug/m3 (Microgramos por metro cúbico). “Como se aprecia en el anterior análisis los valores reportados los últimos períodos muestran que la Norma es excedida tan solo en un contaminante OZONO los demás valores se encuentran dentro de las normas”. A renglón seguido señala que a pesar de que las normas establecidas en la actual legislación son demasiado laxas, esa Secretaría, al realizar evaluaciones independientes, somete a las empresas  que superan los índices señalados a un “plan de cumplimiento”, el cual es supervisado por funcionarios de la entidad hasta tanto no sean reducidos  los niveles de emisión. Agrega que, en la actualidad, el 95% de las industrias allí localizadas cuentan con la respectiva “LICENCIA SANITARIA PARTE AIRE, el 5% restante están en proceso de Plan de Cumplimiento, sin esta Licencia no puede ser operada ninguna fuente de Contaminación al Aire”. 3. Oficio No. 02706 del 10 de abril de 1995, remitido por el jefe de la oficina jurídica del Ministerio del Medio Ambiente. Sobre el asunto bajo examen, el jefe de la oficina jurídica del referido Ministerio manifestó que “en la zona de Puente Aranda sí existen niveles significativos de contaminación, los cuales han sido señalados en estudios realizados desde 1982 por la red de monitoreo de Bogotá, en cumplimiento de lo dispuesto en el Decreto 002 de 1982, que a su vez es aplicado por el servicio seccional de salud del Distrito Capital”. En consecuencia, el citado funcionario informó que los datos recolectados sobre la calidad del aire en la zona de Puente Aranda se encuentra en el servicio seccional de salud de Santafé de Bogotá. 4. Oficio 023-GCF-RB del 28 de marzo de 1995, remitido por el doctor Germán Fontanilla, médico del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Mediante el oficio en comento fueron remitidos a la Corte Constitucional los resultados de los exámenes médicos practicados por el  Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses a los señores José del Carmen Cuesta Novoa y Milciades Ramírez Melo, cuyas conclusiones son las siguientes: En relación con el señor José del Carmen Cuesta Novoa: "Se trata de un adulto de 33 años, que refiere venir presentando cuadros de rinitis en los últimos 3 años; que al momento del examen clínico se encuentra en aceptables condiciones generales, a quién después de la valoración clínica y paraclínica se le diagnosticó: 1. Desviación septo nasal y rinofaringitis. La desviación septo nasal sería la patología de base, por lo cual se podría presentar los cuadros de rinofaringitis, al alterar el flujo de ventilación por las fosas nasales. Es importante informar que medios de alta polución pueden coadyuvar en la presentación de la rinofaringitis. No hay lesiones dermatológicas." Respecto del señor Milciades Melo Ramírez: "Se trata de un adulto de 51 años, con diagnóstico de sinusitis maxilar que en mi opinión, tiene como causa principal la desviación del septo-nasal al estar alterada la función ventilatoria de las fosas nasales. La polución puede ser un elemento que coadyuve en la presentación cuadro clínico. No hay lesiones dermatológicas." 5. Comunicación del 5 de abril de 1995, remitida por los peticionarios. Mediante comunicación vía fax de fecha cinco (5) de abril de 1995, el señor José Cuesta Novoa informó a la Corte Constitucional que en la actualidad es estudiante de posgrado en la Universidad Javeriana y que no posee ningún cargo laboral. Igualmente, el señor Milciades Ramírez Melo señaló que en la actualidad ejerce la profesión de abogado. 6. Oficio No. 005075 del 2 de mayo de 1995, remitido por el jefe de la Oficina Jurídica del Ministerio del Medio Ambiente. En la referida comunicación, el doctor Luis Fernando Macias informó que en los archivos del Ministerio del Medio Ambiente “no se encuentra información alguna” respecto del asunto bajo revisión. Sin embargo, agrega que se tiene conocimiento de que la Secretaría de Salud del Disitrito Capital cuenta con los equipos necesarios para determinar la calidad del aire, razón por la cual puede suministrar una información “actualizada y precisa”. IV. CONSIDERACIONES DE LA SALA 1. Competencia De conformidad con lo establecido en los artículos 86 y 241, numeral 9o. de la Constitución Política y 31 a 36 del Decreto 2591 de 1991, la Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, es competente para revisar el fallo de tutela de la referencia. 2. La acción de tutela y la protección del ambiente sano. Como en reiteradas oportunidades lo ha señalado la Corte Constitucional, la Acción de Tutela está prevista en el artículo 86 de nuestra Carta Fundamental como un mecanismo procesal subsidiario, específico y directo  que tiene por objeto la protección concreta e inmediata de los derechos fundamentales, cuando éstos  sean violados o exista amenaza de su violación por parte de una autoridad pública o de un particular en los términos que defina la ley. Dicha protección, dentro de los parámetros de un caso en concreto, puede comportar consecuentemente el amparo de otros derechos determinados en la Constitución o en la ley. Asimismo, debe recalcarse que la acción de tutela supone una actuación preferente y sumaria a la que el afectado puede acudir, únicamente en aquellos eventos en que, una vez demostrado el interés jurídico para actuar y solicitada la protección específica de un derecho fundamental, carezca de cualquier otro medio de defensa judicial, salvo que se utilice excepcionalmente como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable. Ahora bien, al tratarse el presente asunto de tutela de la protección del derecho a un ambiente sano, consagrado en el artículo 79 de la Constitución Política, debe decirse que en varias oportunidades la Corte Constitucional ha sostenido que este derecho es concebido como un conjunto de condiciones básicas que rodean al hombre y le permiten su supervivencia biológica e individual, lo cual, a su vez, garantiza su desempeño normal y su desarrollo integral en el medio social.[1] En este sentido se ha considerado que el ambiente sano es fundamental para la supervivencia de toda especie viviente, particularmente la humana. Igualmente se ha reconocido que el derecho al ambiente sano se encuentra protegido a través de diversos mecanismos jurídicos, en particular, por medio de las acciones populares de que trata el artículo 88 de la Constitución Política, las cuales tienen procedencia en aquellos casos en los que la afectación de tal derecho vulnera un derecho constitucional o legal de un número indeterminado de personas. Sin embargo, la vulneración del derecho al ambiente sano conlleva, en la mayoría de los casos, la afectación o la amenaza de derechos constitucionales fundamentales como la vida, la integridad física o la salud, entre otros. Por ello, la Corte ha señalado que la regla general enunciada en el párrafo anterior, debe ser complementada con una regla particular de conexidad, según la cual, en aquellos casos en los cuales, de la vulneración del derecho a gozar del ambiente resulte vulnerado igualmente un derecho constitucional fundamental, procede la acción de tutela como mecanismo judicial de protección inmediata del derecho colectivo al ambiente sano. Para ello, el juez de tutela deberá analizar juiciosamente el caso en particular; y deberá igualmente observar si existe una real amenaza o afectación del ambiente que requiera en forma imperiosa la orden judicial a través de la tutela para proteger el derecho fundamental vulnerado; es decir tendrá siempre presente la relación de conexidad. Juega entonces papel preponderante la demostración fáctica de la situación que se reclama, de forma tal que si la contaminación del agua o del aire, por ejemplo, no amenaza gravemente los derechos fundamentales de los actores, el juez se verá obligado a denegar el amparo en cuestión y señalará a los interesados la posibilidad de acudir a los otros medios de defensa judicial, a los que se hace alusión en este providencia. En conclusión: la protección del derecho al ambiente sano a través de la acción de tutela, procede únicamente en  aquellos casos excepcionales en los que aparezca evidente la necesidad de proteger, por conexidad, un derecho constitucional fundamental. 3. El caso concreto El asunto que en esta oportunidad le corresponde revisar a esta Sala, trata de la supuesta vulneración del derecho al ambiente sano y de la vida y la salud de los peticionarios, a causa de la contaminación en la zona dieciséis del sector de Puente Aranda en Santafé de Bogotá, situación ésta que, según ellos, es responsabilidad de la Secretaría de Salud del Distrito Capital por no sancionar a las empresas responsables de contaminar el aire. Por tratarse de una delicada situación en la que se encuentra de por medio la salud de los peticionarios y el desarrollo industrial de la zona y, por ende, de la capital de la República, la Sala Novena de Revisión decidió decretar y recolectar las pruebas referidas en el acápite correspondiente de esta providencia, con el fin de determinar la relación de conexidad entre los derechos fundamentales de los demandantes supuestamente violados y la protección del ambiente. De las pruebas recaudadas, llaman la atención de la Sala los exámenes médicos practicados por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, en los que se destaca que el estado físico de los peticionarios es, en general, “aceptable”. Asimismo, nótese que el diagnóstico de “sinusitis maxilar” -para el caso del señor Milciades Ramírez Melo- y la presencia de “cuadros de Rinofaringitis” -en lo que atañe al señor José del Carmen Cuesta Novoa-, tienen como causa principal “la desviación septo-nasal” que presenta cada uno de los peticionarios. Así las cosas, resulta evidente que los quebrantos de salud alegados en el escrito de tutela se deben a causas diferentes a la contaminación ambiental en Puente Aranda, donde la polución puede, es cierto, “coadyuvar” con la presentación de las enfermedades, pero no puede catalogarse como la causa directa y única de dicha situación. Por otra parte, esta Sala considera necesario referirse a la actividad que han venido cumpliendo las diversas entidades públicas competentes, en relación con el problema ambiental en la zona de Puente Aranda. Al respecto, debe señalarse que las pruebas que obran en el expediente demuestran que sólo la Secretaria de Salud del Distrito Capital tiene conocimiento de los asuntos que motivaron la presente acción de tutela, pues en el informe transcrito parcialmente en esta providencia se establece que la única causa de contaminación significativa es el exceso de ozono en la zona. Resulta importante resaltar que las empresas cuentan, en su mayoría, con licencia ambiental en lo que corresponde al aire, licencia que, al parecer, se expide de conformidad con unas normas que la misma Secretaría no ha vacilado de calificar como “laxas”. La solución a este problema, como es lógico, escapa a las facultades propias del juez de tutela. Sin embargo, la Sala comparte la inquietud sobre las implicaciones que pueda tener para el ambiente de la zona comprendida en el examinado caso el problema de contaminación que la afecta. Por ello, estima pertinente enviar copia de esta providencia al Ministerio del Medio Ambiente y al Departamento Administrativo del Medio Ambiente del Distrito Capital (DAMA), para que se sirvan tomar las medidas que, dentro de su competencia, estimen necesarias a fin de prevenir y controlar dicha situación. De lo anteriormente expuesto resulta necesario concluir que no debe prosperar la acción de tutela bajo examen. En efecto, se encuentra demostrado que no existe realmente una conexidad directa y específica entre la supuesta contaminación en la zona y el estado de salud de los peticionarios. Sobre este punto debe establecerse que no es posible argumentar que el problema en comento -polución del aire- es tutelable por el simple de hecho de “coadyuvar” en la alteración del estado físico de los peticionarios, pues si ello fuera así, entonces sería necesario proteger, a través de este mecanismo judicial, la vida, la salud y la integridad física de todas las personas que habitan y que desarrollan su vida diaria en ciudades, localidades o zonas -como es el caso lamentable y muy preocupante de Santafé de Bogotá- que presentan altos niveles de contaminación ambiental. Como si lo anterior no fuese suficiente, también se ha demostrado que la entidad pública demandada ha venido cumpliendo con sus obligaciones, es decir, ha medido constantemente los índices de contaminación del aire y, al parecer, con base en ellos, ha expedido las respectivas licencias y ha obligado el cumplimento de los planes de protección ambiental a las empresas de la zona. Al no existir los presupuestos necesarios para que prospere la presente acción de tutela debe, entonces, la Sala advertir a los interesados que cuentan con otros mecanismos de defensa judicial para la protección de sus derechos. Tal es el caso, por ejemplo, de la acción popular contenida en el artículo 2359 del Código Civil, conocida doctrinariamente como la acción de daño contingente, o de la acción de cumplimiento de que trata la Ley 99 de 1993, en caso de encontrar que la Secretaría de Salud no ha vigilado con suficiente cuidado los niveles de contaminación del aire producidos por una determinada empresa localizada en Puente Aranda; inclusive, podrán demandar, de conformidad con el artículo 73 de la misma Ley, la nulidad de las licencias ambientales otorgadas por la Secretaría, tal como lo estableció la  Sección Tercera de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado, a través de la providencia del diez (10) de febrero de 1995 (Consejero Ponente: Dr. Carlos Betancur Jaramillo). DECISION En mérito de lo expuesto, la Sala Novena de Revisión  de la Corte Constitucional, en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, R E S U E L V E : Primero: CONFIRMAR  la providencia de fecha veinte (20) de octubre de 1994, mediante la cual el Juzgado Octavo Civil del Circuito de Santafé de Bogotá resolvió denegar la tutela interpuesta por los ciudadanos José Cuesta Novoa y Milciades Ramírez Melo. Segundo: ORDENAR que por la Secretaría General de esta Corporación, se comunique esta providencia al Juzgado Octavo Civil del Circuito de Santafé de Bogotá D.C., en la forma y para los efectos previstos en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Tercero: ENVIAR copia de esta providencia al Ministerio del Medio Ambiente y al Departamento Administrativo del Medio Ambiente de Santafé de Bogotá (DAMA), para lo de su competencia. Cópiese, notifíquese, insértese en la gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado Ponente JORGE ARANGO MEJIA Magistrado ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1]Cfr. Sentencias T-508/92, T-067/93, T-225/93, T-254/93, T-366/93, T-471/93, entre otras.
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T-226-95 Sentencia No Sentencia No. T-226/95 ACCION DE TUTELA CONTRA PARTICULARES La acción de tutela procede contra particulares cuando se afecte grave y directamente el interés colectivo, esto es, un interés que abarca un número plural  de personas que se ven afectadas por la conducta nociva desplegada por un  particular. Ahora bien, la acción de tutela  sólo puede utilizarse cuando se presentan situaciones en las que los denominados "derechos colectivos" como la paz, la salubridad pública, la moral administrativa o el medio ambiente, entre otros, afectan a una o varias personas identificadas. DERECHO A LA TRANQUILIDAD-Fundamental/DERECHO A LA PAZ El derecho a la vida comporta la dimensión integral del hombre como ser digno; en consecuencia la vida digna exige un mínimo de bienes internos, y dicho en otros términos, toda persona tiene derecho  a vivir en condiciones de paz y tranquilidad.  La paz como derecho supone la relación social, se manifiesta como la convivencia ordenada entre  los ciudadanos.  La tranquilidad individual es un derecho personalísimo derivado de la vida digna, es una tendencia inherente al ser personal y un bien jurídicamente protegible que comprende el derecho al sosiego, que se funda en un deber constitucional, con lo cual se mira el interés general. De ahí que jurídicamente sea diferente el derecho constitucional a la paz, que es un derecho social, con el derecho a la tranquilidad de una persona que es una prerrogativa subjetiva; luego, cuando éste se perturba existen otras vías judiciales distintas a la acción de tutela, salvo el caso que se ocasione un perjuicio irremediable. Es evidente que el ser humano tiene derecho a la tranquilidad y como tal este derecho constituye un bien jurídico protegible por el Estado y la sociedad; es así como la tranquilidad es uno de los deberes previstos en el artículo 95, numeral 6 Superior. DERECHO AL AMBIENTE SANO-Nexo causal/ACCION POPULAR No puede acudirse a la acción de tutela para la defensa del ambiente -derecho de carácter colectivo-, ya que para  el  efecto  se han instituído las acciones populares. Ello no se opone, sin embargo, a la tutela del derecho individual de quien, siendo parte de la comunidad, es afectado o amenazado en forma directa por la contaminación del ambiente, pues su salud y aun su vida están de por medio, ello siempre y cuando, como lo ha sostenido la jurisprudencia constitucional, se acredite el nexo causal existente entre el motivo alegado por el peticionario para la perturbación ambiental y el daño o amenaza que dice padecer. Unicamente de la conjunción de esos tres elementos puede deducirse la procedencia de la acción de tutela. DERECHO A LA TRANQUILIDAD-Vulneración/AUTODROMO DE TOCANCIPA-Competencias nocturnas/ACCION DE TUTELA CONTRA EL RUIDO Para la Sala configura un hecho cierto el molesto ruido que la actividad deportiva nocturna produce, y el perjuicio que éste le puede causar a la tranquilidad y a la calidad de vida del demandante, pues del material probatorio contenido en el proceso sub exámine, se concluye que los ruidos resultan, para quienes habitan en cercanías del autódromo de Tocancipá. Siendo así, la situación descrita afecta indudablemente la calidad de vida del peticionario y la deteriora hasta el grado de atentar directamente contra su tranquilidad. En consecuencia, debe reconocerse el estado de indefensión en que se halla el solicitante; no obstante lo anterior, la Sala acepta que el derecho fundamental a la tranquilidad del peticionario puede verse amenazado e incluso vulnerado por el ruido que produce la actividad de los automotores deportivos, pero no puede deducir que esta situación haya afectado efectivamente la salud, y en particular la integridad física del peticionario y su familia. REF.: Expediente No. T-57255 Peticionario: RICARDO PRIETO ROZO Magistrados: Dr. FABIO MORON DIAZ -Ponente- Dr.  VLADIMIRO NARANJO MESA Dr.   JORGE ARANGO MEJIA Santafé de Bogotá D.C., mayo veinticinco (25) de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Corte Constitucional, Sala de revisión de Tutelas No. Ocho, integrada por los Magistrados Jorge Arango Mejía, Vladimiro Naranjo Mesa y Fabio Morón Díaz, se pronuncia sobre la acción de la referencia en el grado jurisdiccional de revisión, teniendo en cuenta los siguientes ANTECEDENTES El ciudadano RICARDO PRIETO ROZO, en ejercicio de la acción de tutela prevista en el artículo 86 de la Constitución Política y desarrollada legalmente en los Decretos 2591 de 1991 y 306 de 1992, formuló demanda contra el señor FERNANDO ESCOBAR, representante legal del AUTODROMO DE TOCANCIPA, para que se protejan los derechos fundamentales a la tranquilidad, la salud y el medio ambiente sano, y  en consecuencia se ordene la suspensión inmediata de los eventos nocturnos que se realizan en el autódromo, así como descontaminar visual y auditivamente la vereda de Verganzo en el municipio de Tocancipá;  igualmente, que se ordene el aislamiento de ruidos como de otros factores que afectan a la comunidad, con fundamento en los hechos y razones siguientes: Según hace saber el peticionario, últimamente en el autódromo de Tocancipá, se han venido realizando carreras, denominadas "piques", en horas nocturnas, específicamente los fines de semana y vísperas de festivos, eventos realizados por aficionados, quienes además, con sus vehículos producen ruidos estrepitosos, con música estridente, todo lo cual está afectando seriamente a los vecinos del autódromo de Tocancipá, quienes deben soportar esta situación hasta altas horas de la madrugada, en perjuicio de  la tranquilidad y la salud de los habitantes del sector cercano a los predios del autódromo mencionado, ubicado en la vereda referida anteriormente del Municipio de Tocancipá. LA PRIMERA  INSTANCIA El Juzgado Promiscuo Municipal de Tocancipá, mediante sentencia de treinta (30) de noviembre de 1994, decide la acción de la referencia  y resuelve: "Tutelar el derecho solicitado por el señor Ricardo Prieto Rozo en favor de los vecinos del Autódromo de Tocancipá", y con base en lo anterior "PROHIBIR en forma definitiva la realización de eventos nocturnos, salvo las excepciones señaladas dentro de las consideraciones del presente fallo, aclarando que bajo ninguna circunstancia las competencias autorizadas podrán prolongarse más allá de las 9 de la noche, so pena de exponerse al cierre indefinido  del establecimiento, sin perjuicio de las sanciones penales correspondientes", previas las siguientes consideraciones: -   Que "Es del caso analizar si el derecho que se está vulnerando por parte de los corredores del autódromo y de la persona que permite la entrada a éstos, es o no fundamental, si tenemos en cuenta que éstos son los mismos derechos humanos, se puede afirmar sin lugar a dudas que la protección del medio ambiente y  un medio ambiente sano, son  un derecho fundamental colectivo, tal como lo contempla el artículo 79 de la Constitución Nacional, el cual  reza que todas las personas tienen derecho a un ambiente sano". "Ahora bien, encuentra el  Despacho, que evidentemente en el presente evento se está violando el derecho fundamental de un medio ambiente sano, libre  de ruido, por tal razón, el juzgado deberá tutelar tal derecho, eso sí, debiendo advertir que no puede lesionarse con esto el que tienen los propietarios del autódromo de ejercer su trabajo, ni a los automovilistas que viven de su profesión, toda vez que conforme a la  licencia de funcionamiento emanada de la Alcaldía Municipal, y el certificado de constitución y gerencia, expedido por la Cámara de Comercio, este es un establecimiento legalmente constituído y que funciona conforme a la ley, de tal suerte que se tutelará el derecho en el sentido de prohibir tajantemente las competencias nocturnas, con lo cual se perturba la tranquilidad y descanso de los vecinos del mencionado autódromo". CONSIDERACIONES DE LA CORTE La Competencia Esta Corporación es competente para conocer de esta revisión, de conformidad con lo establecido en el inciso 2o. del artículo 86 y el numeral 9o. del artículo 241, ambos de la Carta Política, desarrollados en los artículos 33 y 34 del Decreto 2591 de 1991. La Materia El caso en examen comprende el amparo del derecho al medio ambiente libre de ruido, y su concurrencia con otros derechos como la tranquilidad y la salud. 1.  La Acción de Tutela y los Particulares Como quedó consignado en los antecedentes de esta providencia, la acción de tutela que se revisa fue interpuesta por el peticionario en contra de Fernando Escobar, representante legal de la Sociedad Comercial Autódromos S.A., compañía que administra y explota escenarios deportivos; empresa debidamente constituída de acuerdo al certificado de existencia y representación legal expedida por la Cámara de Comercio de Bogotá, de fecha  3 de octubre de 1994; razón por la cual debe analizar esta Sala la viabilidad de la acción de tutela frente a particulares.   Al respecto dispone el artículo 86 de la Constitución Política en su inciso quinto:  "La ley establecerá los casos en que la acción de tutela procede contra particulares encargados de la prestación de un servicio público cuya conducta afecte grave y directamente el interés colectivo, o respecto de quienes el solicitante se halle en estado de subordinación o indefensión". En efecto en este inciso, la acción de tutela es consagrada por el Constituyente de 1991, también frente al particular, cuando vulnera derechos fundamentales por acción o por omisión, siempre que se cumplan los siguientes requisitos legales: a)   Que esté encargado de la prestación de un servicio público; b)  Que su conducta afecte grave y directamente el interés  colectivo; y c) Que respecto de ellos el solicitante se halle en estado de subordinación o indefensión. Respecto de las razones por las cuales la acción de tutela resulta procedente contra particulares que se encuentran en una de las  tres situaciones señaladas en la disposición citada, esta Corporación ha señalado: "Las relaciones entre los particulares discurren, por regla general, en un plano de igualdad y de coordinación. La actividad privada que afecte grave y directamente el interés colectivo, adquiere una connotación patológica que le resta toda legitimación, máxime en un Estado social de derecho fundado en el principio de solidaridad y de prevalencia del interés general. De otro lado, la equidistancia entre los particulares se suspende o se quebranta cuando a algunos de ellos se los encarga de la prestación de un servicio público, o el poder social que, por otras causas, alcanzan a detentar puede virtualmente colocar a los demás en estado de subordinación o indefensión. En estos eventos, tiene lógica que la ley establezca la procedencia de la acción de tutela contra los particulares que prevalecidos de su relativa superioridad u olvidando la finalidad social de sus funciones, vulneren los derechos fundamentales de los restantes miembros de la comunidad (CP art. 86). La idea que inspira la tutela, que no es otra que el control al abuso del poder, se predica de los particulares que lo ejercen de manera arbitraria." (Corte Constitucional, sentencia T-251 de  junio 30 de 1993. M.P. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz). En este orden de ideas, la acción de tutela procede contra particulares cuando se afecte grave y directamente el interés colectivo, esto es, un interés que abarca un número plural  de personas que se ven afectadas por la conducta nociva desplegada por un  particular.  Ahora bien, la acción de tutela  sólo puede utilizarse cuando se presentan situaciones en las que los denominados "derechos colectivos" como la paz, la salubridad pública, la moral administrativa o el medio ambiente, entre otros, afectan a una o varias personas identificadas. 2.  La libertad económica y de empresa en relación con el mantenimiento de un ambiente sano. El artículo 333 de la Carta garantiza el libre ejercicio de la actividad económica y de la iniciativa privada, junto con la facultad de los asociados de desarrollarse económicamente a través de la empresa, buscando el  progreso individual y social dentro de los límites del bien común, dicho en otros términos la libertad económica y de empresa son posibles siempre y cuando no atenten contra las condiciones de la vida social,  esto es, el mejoramiento de la calidad de vida de la comunidad y el respeto y acatamiento de los derechos y deberes de unos y otros, premisa que se predica tanto de los particulares como de la autoridad pública. Una de las condiciones fundamentales para el mejoramiento de la calidad de vida de las personas es la de gozar de un ambiente sano.  Esto, que ostenta la doble calidad de derecho-deber, encuentra respaldo constitucional en la  necesidad universal de amparar el derecho a la vida, a la salud y a la integridad física y emocional  de las personas. La preservación y conservación del ambiente es una responsabilidad que compromete la acción conjunta del Estado y de los particulares. Dentro de este orden de ideas, el deber del empresario es permanente y genérico, ya que la capacidad de todo empresario de derivar derechos del libre ejercicio del derecho  al trabajo a su vez significa una correlativa obligación social y ecológica nacida del artículo 25 y 58 superiores.  En consecuencia el particular al realizar su actividad económica tiene que adecuar su conducta al marco normativo, con el fin de no causar deterioro al medio ambiente y reducir a sus más mínimas consecuencias la perturbación producida al ecosistema, dentro de los niveles permitidos por las autoridades administrativas, y ello dentro del principio constitucional de que la propiedad es una función social que implica obligaciones  y que tiene una función ecológica. Por tanto, el desarrollo de una actividad lícita, protegida por la ley y el Estado, no puede considerarse en términos absolutos, pues está visto, que la preservación del medio ambiente sano, además de ser un deber inalterable e incondicional, es permanente, pues implica la dignidad humana de todos los miembros de la colectividad. 3.   La tranquilidad como derecho fundamental protegido Sea lo primero advertir que el derecho a la vida comporta la dimensión integral del hombre como ser digno; en consecuencia la vida digna exige un mínimo de bienes internos, y dicho en otros términos, toda persona tiene derecho  a vivir en condiciones de paz y tranquilidad.  La paz como derecho supone la relación social, se manifiesta como la convivencia ordenada entre  los ciudadanos.  La tranquilidad individual es un derecho personalísimo derivado de la vida digna, es una tendencia inherente al ser personal y un bien jurídicamente protegible que comprende el derecho al sosiego, que se funda en un deber constitucional, con lo cual se mira el interés general. De ahí que jurídicamente sea diferente el derecho constitucional a la paz, que es un derecho social, con el derecho a la tranquilidad de una persona que es una prerrogativa subjetiva; luego, cuando éste se perturba existen otras vías judiciales distintas a la acción de tutela, salvo el caso que se ocasione un perjuicio irremediable. Es evidente que el ser humano tiene derecho a la tranquilidad y como tal este derecho constituye un bien jurídico protegible por el Estado y la sociedad; es así como la tranquilidad es uno de los deberes previstos en el artículo 95, numeral 6 Superior. 4.  El Derecho al Medio Ambiente Libre de Contaminación Visual y Auditivo Examinando el caso concreto, encuentra la Sala que si bien es cierto pueden existir hechos que originan molestias en la salud, que atentan contra el medio ambiente como la cercanía a focos de ruido, no existe prueba alguna en el expediente que demuestre efectivamente que se está afectando la salud o la vida del peticionario, caso en el cual sí es procedente la protección por medio de la tutela, pero es indispensable demostrar que existe un nexo  entre la  causa o la contaminación por ruido, provocada por la actividad automovilística, y el daño a la salud. Esta Corporación, en su doctrina jurisprudencial ha expuesto: "Desde este punto de análisis se considera que una acción de tutela instaurada por persona directa y ciertamente afectada (artículo 10 del Decreto 2591 de 1991) puede prosperar en casos como el que se estudia, claro está sobre la base de una prueba fehaciente sobre el daño soportado por el solicitante o respecto de la amenaza concreta por él afrontada en el campo de sus derechos fundamentales (artículo 18 Decreto 2591 de 1991).  Igualmente deberá acreditarse el nexo causal existente entre el motivo alegado por el peticionario para la perturbación ambiental y el daño o amenaza que dice padecer.  Unicamente de la conjunción de esos tres elementos puede deducirse la procedencia de la acción de tutela para que encaje dentro del artículo 86 de la Constitución." (Cfr. Corte Constitucional, sentencia T-437 de 1992, Sala Tercera de Revisión). En este orden de ideas, para esta Sala de revisión, es apenas lógico, que entre la acción u omisión respecto  de la cual se propone la tutela y el daño causado al derecho o el peligro que éste afronte, debe existir un nexo de causalidad.  En otros términos, la protección judicial no tiene cabida sino sobre el supuesto  de que el motivo de la lesión actual o potencial del derecho invocado proviene precisamente del sujeto contra el cual ha sido invocada la demanda, bien por sus actos positivos o por la negligencia que le sea imputable. La situación expuesta adquiere relevancia cuando por  esta vía se acude  al juez de tutela para obtener amparo en relación con hechos cuyo tratamiento constitucional, por afectar derechos e intereses colectivos, es normalmente el de las acciones populares, pero que caen excepcionalmente dentro del ámbito propio  y natural de la acción de tutela, cuando simultáneamente implican  ataque o amenaza a derechos fundamentales de personas determinadas. En el caso sub exámine es claro que, en cuanto a la diferencia que existe entre estos dos tipos de acciones como instrumento de protección del ambiente, esta Corporación ha expresado: "...la Carta de 1991 es explícita en adoptar el modelo que consagra el "Derecho al goce de un ambiente sano" no como un derecho constitucional fundamental, sino como un derecho y un interés constitucional de carácter colectivo; en este sentido la Acción de Tutela, cuyos fundamentos se examinan más arriba, no es procedente para obtener de manera autónoma su protección como lo proponen los actores, pues, como se vió, aquella procede para obtener el amparo de los derechos constitucionales fundamentales y no el de otros derechos que, como los colectivos, deben perseguirse judicialmente por virtud del ejercicio de las Acciones Populares o de las Acciones de Clase o de Grupo en los términos de su regulación legal". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Plena. Sentencia T-067 del 24 de febrero de 1993. M.P.: Drs. Fabio Morón Díaz y Ciro Angarita Barón). "...la defensa del ambiente sano concierne a la comunidad en cuanto tal y para el amparo de los derechos que a ella corresponden ha sido previsto el mecanismo de las acciones populares que, en ese sentido, tienen un objeto diferente al de la acción de tutela.  Eso explica el porqué de la norma contenida en el artículo 6º, numeral 3, del Decreto 2591 de 1991, a cuyo tenor no procede la acción de tutela cuando se pretenda proteger los derechos mencionados en el artículo 88, a menos que se trate de impedir un perjuicio irremediable. Pero si, además, una persona individualmente considerada puede probar que la misma causa (perturbación del medio ambiente) está afectando o amenazando de modo directo sus derechos fundamentales o los de su familia, al poner en peligro su vida, su integridad o su salubridad, cabe la acción de tutela en cuanto a la protección efectiva de esos derechos fundamentales en el caso concreto, sin que necesariamente el amparo deba condicionarse al ejercicio de acciones populares". (...) "Desde este punto de análisis se considera que una acción de tutela instaurada por persona directa y ciertamente afectada (artículo 10 del Decreto 2591 de 1991) puede prosperar en casos como el que se estudia, claro está sobre la base de una prueba fehaciente sobre el daño soportado por el solicitante o respecto de la amenaza concreta por él afrontada en el campo de sus derechos fundamentales (artículo 18 Decreto 2591 de 1991). Igualmente deberá acreditarse el nexo causal existente entre el motivo alegado por el peticionario para la perturbación ambiental y el daño o amenaza que dice padecer.  Unicamente de la conjunción de esos tres elementos puede deducirse la procedencia de la acción de tutela para que encaje dentro del artículo 86 de la Constitución". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Tercera de Revisión. Sentencia T-437 del 30 de junio de 1992). De esa manera, entonces, en principio no puede acudirse a la acción de tutela para la defensa del ambiente -derecho de carácter colectivo-, ya que para  el  efecto  se han instituído constitucional -artículo 88-  y  legalmente -arts. 1005 y s.s. C.C.- las acciones populares. Ello no se opone, sin embargo, a la tutela del derecho individual de quien, siendo parte de la comunidad, es afectado o amenazado en forma directa por la contaminación del ambiente, pues su salud y aun su vida están de por medio, ello siempre y cuando, como lo ha sostenido la jurisprudencia constitucional, se acredite el nexo causal existente entre el motivo alegado por el peticionario para la perturbación ambiental y el daño o amenaza que dice padecer. Unicamente de la conjunción de esos tres elementos puede deducirse la procedencia de la acción de tutela para que encaje dentro del artículo 86 de la Constitución y sea viable el amparo. Desde luego, para que los eventos indicados tengan cabida, es indispensable que, quien ejerce la acción de tutela, pruebe que en realidad, dentro de sus circunstancias y de manera fehaciente, están en peligro o sufren lesión sus propios derechos fundamentales (Cfr. Corte Constitucional. Sentencia T-376 del 7 de septiembre de 1993), pues de lo contrario la tutela será improcedente, debiendo acudir el afectado a los otros medios de defensa judicial previstos en la Constitución y la ley, a saber, las acciones populares o de clase. Por lo anteriormente expuesto, considera la Sala que no basta alegar que existe una determinada contaminación ambiental por exceso de ruido y ni siquiera  existe prueba de que se sufre de una afección en cuya virtud se corra el peligro de perder  la vida o disminuir el funcionamiento vital o integral de los elementos a la salud. En efecto, en el caso subexámine, el médico de planta del Hospital Divino Salvador del Municipio de Sopó, mediante oficio No. OPT-038, dirigido a esta Corporación, practicó valoración médica al peticionario y su familia, y manifestó que: "cinco (5) personas adultas, cuatro (4) en perfectas condiciones y una (1) de 74 años de edad con cambios propios de  la edad, en cuanto a agudeza auditiva.  Cuatro (4) menores de edad con exámenes normales. En cuanto al estado emocional se considera normal", con lo cual se colige que no existe violación al derecho fundamental a la salud del demandante y su núcleo familiar. Para esta Sala de revisión, existe igualmente una mera probabilidad, que no puede llevar al juez de tutela, como en el caso del a-quo, a la entera certidumbre sobre esa relación de conexidad.  En efecto, al contar el autódromo  con las facilidades necesarias para desarrollar algunas pruebas nocturnas, las cuales no se prolongan más allá de las 10 de la noche, tal como lo resalta el informe técnico de la "Federación Colombiana de Automovilismo", rendido ante esta Corporación, el cual afirma que: "aunque no existe una regulación específica, para los efectos de controlar los ruidos provenientes de las competencias realizadas en autódromos se suele utilizar mecanismos tales como barreras a base de arborización e interposición de vallas, las cuales  vienen siendo empleadas en forma profusa por parte de la  los propietarios del autódromo  de Tocancipá". En el fallo que se revisa dice el accionante que la proximidad de su vivienda al Autódromo Internacional de Tocancipá, lo está afectando al igual que a su familia en su tranquilidad y salud por el ruido producido por la actividad deportiva nocturna de los automóviles durante los fines de semana y días festivos, en las competencias denominadas por la afición, "piques". Examinando el caso concreto, encuentra la Sala que, si bien es cierto pueden existir los hechos que originan la perturbación a la tranquilidad, a la calidad de vida de los vecinos del Autódromo Internacional de Tocancipá y a la salud, que atentan contra el medio ambiente, no existe prueba alguna que demuestre que efectivamente se está afectando la salud del peticionario y de su familia y que esta afectación se deba necesariamente a la proximidad con el Autódromo Internacional de Tocancipá. La Corte ha reiterado que el medio ambiente per se no es un derecho fundamental, pero cuando existe la violación de un derecho como la salud o la vida, es posible obtener la tutela, pero debe probarse la relación causal entre la actividad y el daño a la salud. Sea lo primero advertir que las pruebas que obran en el expediente, dentro de las cuales se destacan los testimonios recibidos y la inspección judicial practicada por el juzgado de primera instancia, permiten concluir que el ruido producido por las carreras nocturnas en los fines de semana y días festivos constituye una grave molestia. Para la Sala configura un hecho cierto el molesto ruido que la actividad deportiva nocturna produce, y el perjuicio que éste le puede causar a la tranquilidad y a la calidad de vida del demandante, pues del material probatorio contenido en el proceso sub exámine, se concluye que los ruidos resultan, para quienes habitan en cercanías del autódromo "exhorbitantes" y "estrepitosos". Siendo así, la situación descrita afecta indudablemente la calidad de vida del peticionario y la deteriora hasta el grado de atentar directamente contra su tranquilidad. En consecuencia, debe reconocerse el estado de indefensión en que se halla el solicitante; no obstante lo anterior, la Sala acepta que el derecho fundamental a la tranquilidad del peticionario puede verse amenazado e incluso vulnerado por el ruido que produce la actividad de los automotores deportivos, pero no puede deducir que esta situación haya afectado efectivamente la salud, y en particular la integridad física del peticionario y su familia.  Por el contrario, el examen médico referido anteriormente, conduce a esta Sala de Revisión, a arribar a una conclusión distinta, la no existencia de daños a la salud del peticionario y su familia. Por otra parte, la Sala reconoce el hecho de que la sociedad comercial Autódromos S.A., obtuvo de las autoridades municipales competentes de Tocancipá los permisos necesarios para desempeñar su actividad, esto es, la licencia provisional para un autódromo internacional, cuya fecha de expedición es de julio 25 de 1994, hasta el 31 de diciembre del mismo año (folio 18 del expediente). La anterior consideración demuestra que si bien la parte demandada se encuentra en el ejercicio de una actividad legítima y debe gozar, por tanto de las garantías para ejercer su derecho al trabajo y a la libertad de empresa, no obstante no puede olvidarse que a ella le asiste la responsabilidad de preservar y conservar el medio ambiente, en especial el deber de evitar la contaminación auditiva y visual, según se explicó anteriormente. Para la Sala es claro que el asunto bajo examen no permite adoptar una solución que perjudique los derechos fundamentales de las partes intervinientes en este proceso, esto es, la calidad de vida y la tranquilidad por una parte y el trabajo y la libertad de empresa y la iniciativa privada por la otra. En consecuencia, teniendo en cuenta la licencia de funcionamiento provisional, esta Sala de revisión ordenará que se adopten las medidas necesarias a fin de evitar las competencias nocturnas no autorizadas en el calendario deportivo, excepto aquellas que previamente han sido organizadas y autorizadas por la Federación Colombiana de Automovilismo Deportivo cuya realización comprenda un período nocturno, aclarándose que el tiempo de competencia no podrá exceder de las 10:00 p.m.. Igualmente la sociedad propietaria del Autódromo Internacional de Tocancipá debe ejercer los correctivos idóneos para reducir el ruido a niveles tolerables, tales como mejorar los terraplenes, las vallas metálicas y la arborización, teniendo en cuenta el marco normativo sobre contaminación auditiva y visual, regulado por las autoridades competentes del Departamento de Cundinamarca y del municipio de Tocancipá, y así lograr solucionar el problema que sufre el peticionario y su familia. En mérito de lo expuesto, la Sala de revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: Primero.-  Revocar la sentencia del Juez Promiscuo Municipal de Tocancipá, de fecha treinta (30) de noviembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), que concedió la acción de tutela por las razones expuestas en esta providencia, pero sin embargo se ordena a las autoridades municipales de Tocancipá y a la División de Factores de Riesgo al Ambiente de la Secretaría de Salud de Cundinamarca, que dispongan lo pertinente a fin de garantizar el derecho a la tranquilidad y al ambiente sano del tutelante y el derecho al trabajo y de empresa de la Sociedad Comercial Autódromos S.A., propietaria y administradora del Autódromo Internacional de Tocancipá. Segundo.-  Prohibir la realización de eventos nocturnos no autorizados por la Federación Colombiana de Automovilismo, excepto las carreras internacionales cuya realización comprenda un período nocturno a lo largo del año, ajustándose a la programación internacional del deporte automovilístico, aclarándose que tales competencias no podrán exceder de las 10:00 p.m. Tercero.- Ordenar que por Secretaría General de esta Corporación se envíen copias de esta providencia al señor Alcalde Municipal de Tocancipá, y a la División de Factores de Riesgo al Ambiente de la Secretaría de Salud y Asistencia Pública de Cundinamarca, para los fines pertinentes. Cuarto.- Ordenar que por Secretaría General de esta Corporación se comunique el contenido de esta providencia al Juzgado Promiscuo Municipal de Tocancipá, en la forma y para los efectos previstos en el artículo 36 del  Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, publíquese e insértese en la Gaceta Constitucional y cúmplase. FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado JORGE ARANGO MEJIA Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-227-95 Sentencia No Sentencia No. T-227/95 _DERECHO A LA IGUALDAD-Vulneración/HIJO EXTRAMATRIMONIAL-Trato discriminatorio /BANCO DE LA REPUBLICA-Inaplicación de reglamento La entidad demandada, al aplicar a los demandantes el reglamento de inscripción de beneficiarios, por un hecho del padre -haber constituído otra familia estando separado de hecho-, dió a los actores un trato discriminatorio en razón de su origen familiar, y con tal actuación el Banco de la República violó su derecho a la igualdad, y su derecho a obtener el mismo trato que les correspondería si fueran hijos matrimoniales. La acción de tutela sí procede en contra del Banco de la República en casos como el que se revisa, en los que dicha entidad viole o amenace los derechos fundamentales de las personas. Y aún procedería en contra de un particular que intentara limitar a otro el ejercicio de tales derechos, mediante restricciones consagradas en una convención colectiva o en los reglamentos que la hacen aplicable. BANCO DE LA REPUBLICA-Modificación de reglamento interno El Banco de la República que proceda a modificar su reglamento interno, a fin de adecuarlo a los mandatos de la Constitución Política de la República y evitar que se sigan presentando casos de discriminación como el que motivó el presente proceso. Ref.: Expediente No. T-56484 Acción de tutela en contra del Banco de la República por presunta violación de los derechos a la igualdad, a la intimidad, al libre desarrollo de la personalidad, así como los derechos de la familia y los de los menores. Temas: Los hijos habidos en el matrimonio o fuera de él tienen iguales derechos y obligaciones. Procedencia de la acción de tutela. Inexistencia de otro mecanismo de defensa judicial. Actor: Armando Rafael y Edilberto Bolívar Juliao Magistrado Ponente: Carlos Gaviria Díaz Santafé de Bogotá D.C., veinticinco (25) de mayo de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Cuarta de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, compuesta por los Magistrados José Gregorio Hernández Galindo, Hernando Herrera Vergara y Carlos Gaviria Díaz, este último en calidad de ponente, EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCIÓN, procede a dictar sentencia en el grado jurisdiccional de revisión, después de considerar los siguientes ANTECEDENTES 1. HECHOS. Los actores son hijos de Armando Bolívar Escobar y Ana Isabel Juliao Polo; Edilberto nació el 22 de diciembre de 1976 y Armando Rafael el 28 de noviembre de 1980. Armando Bolívar Escobar ostenta la calidad de pensionado del Banco de la República desde el 1° de octubre de 1993. El Banco de la República estableció para sus trabajadores, pensionados, y familiares de ellos, el derecho a recibir auxilios extralegales por educación y atención médica (aunque no figura en el expediente la fecha en que esto ocurrió, el hecho es aceptado por ambas partes); posteriormente, el derecho a esos auxilios fué incorporado en los artículos 28 a 39 de la convención colectiva vigente al momento de la demanda. El 23 de junio de 1994, Armando Bolívar Escobar solicitó al gerente del Banco el reconocimiento y pago del auxilio educativo y la prestación de los servicios médicos para sus hijos extramatrimoniales Edilberto y Armando Rafael. “El Banco de la República, por medio del oficio 1088 de julio 21 de 1994 le informó lo siguiente: ´...para poder reconocerle el auxilio educacional y de servicios médicos a sus hijos EDILBERTO Y ARMANDO BOLÍVAR JULIAO, tienen que cumplir los requisitos exigidos por el banco para tal fin, dentro de los cuales se especifica que para la inscripción de hijos habidos con posterioridad a un matrimonio legítimo, debe presentarse copia de la sentencia de separación de cuerpos del empleado o pensionado y del cónyuge, si existió un vínculo anterior, declaración extrajuicio de 2 testigos que certifiquen la permanencia de la relación de los padres por más de un año´ (folio 2). Según afirman los actores, sus padres viven como pareja estable desde hace más de 10 años, y su progenitor se separó de hecho de su esposa antes de iniciar tal convivencia, razón por la cual “...le resulta imposible cumplir con los requisitos que exige el Banco”. 2. DEMANDA DE TUTELA. Ante la situación planteada, Edilberto y Armando Bolívar Juliao presentaron demanda de tutela el 27 de septiembre de 1994, aduciendo que la actuación del Banco de la República les vulnera sus derechos a la igualdad, a la intimidad, y al libre desarrollo de la personalidad, así como viola el régimen constitucional de la familia y los derechos de los niños. En su libelo, los actores solicitan que se les tutelen los derechos fundamentales violados y se ordene al Banco de la República reconocer su derecho al pago de los auxilios médico, quirúrgico, odontológico y educativo. 3. FALLO DE PRIMERA INSTANCIA. El Juzgado Quinto de Familia de Barranquilla conoció del proceso en primera instancia, decretó las pruebas que consideró conducentes, escuchó las razones de la entidad demandada, y resolvió tutelar los derechos constitucionales reclamados por los actores, considerando: El medio alterno propuesto por la entidad bancaria como adecuado para la defensa de los derechos de los demandantes, proceso ordinario laboral, no alcanza a enervar la procedencia de la acción de tutela, pues por tal vía, si la defensa no resulta nugatoria, al menos sí será tardía. Los derechos alegados por los accionantes y vulnerados por el Banco de la República son fundamentales, y sus titulares son menores que requieren de una protección especial de parte del Estado. La convención laboral y el reglamento del Banco de la República no pueden establecer discriminaciones prohibidas por la Constitución; mucho menos, si ellas afectan a menores de edad. Los derechos reclamados por los actores, si bien fueron hechos expresos en normas convencionales y reglamentarias, no dejan de ser el desarrollo, para el caso, de sus derechos fundamentales. 4. IMPUGNACIÓN. El Banco de la República hizo llegar al Juzgado Quinto de Familia del circuito de Barranquilla un oficio en el que da cuenta de su acatamiento a la decisión de primera instancia; sin embargo, descontento con ella, la impugnó oportunamente por medio de apoderado especial, aduciendo las siguientes razones: El Banco de la República no es un ente encargado de la prestación de los servicios públicos de educación y salud, razón por la cual no puede violar tales derechos. El servicio público de seguridad social se presta en los términos de la ley; dando aplicación a la Ley 100 de 1993, el Seguro Social de Barranquilla, al cual está afiliado el padre de los demandantes, amplió sus servicios médicos a los familiares de los afiliados y pensionados antes de la presentación de la demanda de tutela. Teniendo los actores a su disposición la acción ordinaria laboral, no procede la tutela. Ya que existe otro mecanismo judicial de defensa de los derechos, la tutela, en caso de poderse conceder, tendría que otorgarse de manera transitoria y no definitiva. La convención colectiva suscrita entre el Banco de la República y el Sindicato, sólo obliga a esas partes contratantes, y no a terceros ajenos a la relación de trabajo. La decisión viola el derecho a la igualdad, porque obliga a conceder el derecho a quienes no han cumplido con los requisitos reglamentarios, en detrimento de quienes sí los llenaron. La tutela no es la vía adecuada para pretender el cumplimiento de normas de inferior categoría a la Constitución. Como el Banco de la República no está encargado de la prestación del servicio público de la educación, no se le puede demandar para proteger los derechos consagrados en los artículos 13, 15, 16, 18, 19, 20, 23, 27, 29, 37 y 38. Ya que el Banco no está encargado de prestar el servicio público de salud, tampoco procede en su contra la tutela cuando con ella se pretende proteger los derechos a la vida, la intimidad, la igualdad y la autonomía. 5. FALLO DE SEGUNDA INSTANCIA. Con ponencia de la Magistrada Carmiña González Ortiz, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Barranquilla, Sala Dual de Familia, decidió revocar la sentencia de primera instancia, y en su lugar denegar la tutela, considerando: La convención colectiva del Banco de la República no sólo tiene origen en esa entidad, sino también en el Sindicato, que fué la otra parte contratante. Para obtener los auxilios extralegales que los actores reclaman, se consagraron en esa convención unos requisitos que deben cumplir todos los beneficiarios. No existe violación de los derechos fundamentales de los actores. Si lo que ocurre es que los actores consideran que los requisitos establecidos no debían ser, existen vías como la revisión de la convención, en la que las partes contratantes se pueden poner de acuerdo en su cambio o supresión. 6. INSISTENCIA DEL DEFENSOR DEL PUEBLO. Aunque inicialmente el proceso fue excluído de revisión por medio de auto del 31 de enero de 1995, el Defensor del Pueblo insistió ante la Sala de Selección Número Tres, y el proceso fue escogido según consta en el auto del 1° de marzo del presente año. Según este funcionario, en el presente proceso es patente la discriminación en contra de los actores, y también lo es que la convención colectiva sólo le da una apariencia de legalidad a la violación de la Constitución; por lo demás, no son claras para él las afirmaciones sobre la existencia de otro mecanismo judicial para la defensa del derecho conculcado. CONSIDERACIONES DE LA CORTE 1. COMPETENCIA. La Corte Constitucional es competente para revisar los fallos de instancia proferidos dentro del trámite del presente proceso, según los artículos 86 y 241 de la Constitución Política. Según el reglamento interno, y el auto del 1° de marzo de 1995 proferido por la Sala de Selección Número Tres, corresponde pronunciar la sentencia a la Sala Cuarta de Revisión de Tutelas. 2. ASUNTOS A RESOLVER. Debe la Corte juzgar si la entidad demandada, al negarse a pagar a los actores los auxilios extralegales de educación y salud aduciendo el incumplimiento de unos requisitos reglamentarios, violó o no sus derechos fundamentales, si procede la acción de tutela en su contra, y si, en caso de ser concedida, puede serlo de manera definitiva o sólo tendrá el carácter de mecanismo transitorio. 3. VIOLACIÓN DE DERECHOS FUNDAMENTALES. Los actores invocan protección para el derecho consagrado en el artículo 42 de la Constitución Nacional, a que su condición de hijos extramatrimoniales no sea usada para excluírles del ejercicio de los derechos que les corresponden a los hijos de su progenitor; a más de este derecho, íntimamente ligado con el de igualdad que regula el artículo 13 Superior, aducen que a Armando Rafael también se le está negando la protección especial que ordena la Carta para los menores en el artículo 44. Sobre el alcance del derecho consagrado en el artículo 42 de la Carta Política, la Corte tuvo oportunidad de pronunciarse en las Sentencias C-47/94 y C-105/94 (10 de febrero y 10 de marzo respectivamente, Magistrado Ponente Jorge Arango Mejía). De la doctrina allí expuesta, los apartes referentes a la protección constitucional de la familia y al origen familiar y la igualdad de derechos y obligaciones, son relevantes para la revisión del presente caso. Dicen así: -La familia en la Constitución. “El artículo 42 de la Constitución comienza con una referencia expresa a la familia: ´La familia es el núcleo fundamental de la sociedad. Se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la voluntad responsable de conformarla´. “Y el inciso segundo agrega: ´El Estado y la sociedad garantizan la protección integral de la familia. La ley podrá determinar el patrimonio familiar inalienable e inembargable´. “El texto de las nomas implica, inequívocamente, lo siguiente: “a) La Constitución pone en un plano de igualdad a la familia constituída ´por vínculos naturales o jurídicos´, es decir, a la que surge de la ´voluntad responsable de conformarla´ y a la que tiene origen en el matrimonio”. “b) ´El Estado y la Sociedad garantizan la protección integral de la familia´, independientemente de su constitución por vínculos jurídicos o naturales, lo cual es consecuencia lógica de la igualdad de trato”. “c) Por lo mismo, ´la honra, la dignidad y la intimidad de la familia son inviolables´, sin tener en cuenta el origen de la misma familia”. “d) Pero la igualdad está referida a los derechos y obligaciones, y no implica identidad. Prueba de ello es que el mismo artículo 42 reconoce la existencia del matrimonio”. “En conclusión: según la Constitución, son igualmente dignas de respeto y protección las familias originadas en el matrimonio o constituídas al margen de éste”. -El origen familiar y la igualdad de derechos y obligaciones. “Ya vimos cómo la igualdad de derechos y obligaciones entre los hijos legítimos, extramatrimoniales y adoptivos establecida por el artículo 1° de la ley 29 de 1982, fue consagrada por el inciso sexto del artículo 42 de la Constitución. Ante sus padres, pues, estas tres clases de hijos tienen iguales derechos y obligaciones” “Lo anterior lleva a una conclusión lógica y justa: así como antes la desigualdad y la discriminación se transmitían de generación en generación, ahora la igualdad pasa de una generación a la siguiente. Basta pensar en los sentimientos de los hombres, para entender porqué la discriminación ejercida contra el hijo afecta a su padre, como si se ejerciera contra él mismo”. “En apoyo de esta tesis, está el inciso primero del artículo 13 de la Constitución: ´Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica´. Es evidente que la igualdad pugna con toda forma de discriminación basada en el orígen familiar, ya sea ejercida contra los hijos o contra descendientes de cualquier grado”. Inicialmente debe aclararse que el origen de la presente acción no son las normas convencionales vigentes para el Banco de la República y sus trabajadores y pensionados. En la convención colectiva (folios 43 a 61), se puede verificar: 1) que en los artículos 28 a 39 se establecen los auxilios extralegales reclamados por los actores; 2) que los beneficiarios de ellos son los trabajadores y pensionados del Banco, sus hijos -sin que se establezca en esas normas distinción alguna entre ellos-, y los familiares; 3) que los beneficiarios deben ser inscritos en la administración de la entidad de acuerdo con el reglamento interno. Es en ese reglamento interno que rige la inscripción de los beneficiarios, en donde se origina el conflicto a resolver con la presente acción, pues es allí donde la entidad demandada estableció tres categorías de hijos de sus trabajadores y pensionados: 1) la de los nacidos de la primera unión marital, que pueden ser inscritos sin cumplir los requisitos que se exigieron a los actores; 2) la de los habidos en la segunda o posteriores uniones -caso de los demandantes-, que tendrán que aportar la sentencia de separación de cuerpos del empleado o pensionado y su cónyuge, así como declaración extrajuicio de 2 testigos que certifiquen la permanencia de la relación de los padres por más de un año, o no serán inscritos; y 3) la de los habidos por fuera de la unión permanente que los trabajadores y pensionados mantienen, los que no podrán ser inscritos como beneficiarios mientras esa relación de pareja subsista, pues su permanencia les imposibilita cumplir con los requisitos exigidos. La justificación para establecer tales categorías y diferenciar a los miembros de ellas en lo relativo a la efectividad de los auxilios extralegales convencionalmente establecidos, fue claramente expresada por el gerente del Banco de la República en Barranquilla, quien manifestó al juez de primera instancia: “...la situación que ahora se ventila no tiene nada que ver como aquí se ha querido dar a entender, con la condición de hijos extramatrimoniales de los accionantes, pero lo que sí iría contra la familia como núcleo fundamental de la sociedad y contra su integridad, es pretender que bien al hombre o a la mujer, so pretexto de las libertades, de la intimidad y de los derechos fundamentales, les sean protegidos o fomentados supuestos derechos a conformar distintas familias o uniones y a que, en el caso de los empleadores, éstos deban asumir la responsabilidad de sostenimiento que constitucionalmente ante todo a los padres compete, pues todo ello sí que menguaría la integridad de la familia y por el contrario propendería a su desintegración como núcleo fundamental de la sociedad” (folio 42). Según las pruebas que obran en el expediente, tanto las normas convencionales en comento, como el reglamento de inscripción de los beneficiarios de auxilios en ellas consagrados, tuvieron origen antes de la expedición de la actual Constitución; es decir, antes de que se consagrara en la Carta la igualdad de derechos y obligaciones para los hijos matrimoniales, extramatrimoniales y adoptivos. En gracia de discusión puede aceptarse que las categorías y su justificación, fueron constitucionales al momento de establecerse, y hasta que entró en vigencia la Constitución de 1991, aunque eran contrarias a las normas de la Ley 29 de 1982. Pero, a partir de la vigencia de la actual Carta Política, es indudable que tales categorías (y su justificación) riñen con el Estatuto Superior y, por tanto, adolecen de una inconstitucionalidad sobreviniente similar a la que la Corte declaró en la Sentencia C-105/94, respecto de algunas expresiones de varios artículos del Código Civil. A la luz de la doctrina jurisprudencial establecida en los apartes transcritos de esa providencia, esta Sala concluye que la entidad demandada, al aplicar a Armando Rafael y Edilberto Bolívar Juliao el reglamento de inscripción de beneficiarios, por un hecho del padre -haber constituído otra familia estando separado de hecho-, dió a los actores un trato discriminatorio en razón de su origen familiar, y con tal actuación el Banco de la República violó su derecho a la igualdad -artículo 13 C.N.-, y su derecho a obtener el mismo trato que les correspondería si fueran hijos matrimoniales -artículo 42 C.N.-. Si bien el inciso segundo del artículo 42 de la Constitución Nacional establece que: “El Estado y la sociedad garantizarán la protección integral de la familia...”, tal norma no otorga competencia a los particulares que conforman la sociedad para regular, cada uno según sus preferencias, el derecho de las personas a conformar distintas familias o uniones de pareja. El mismo artículo 42 de la Carta específicamente encarga a la ley de reglamentar la separación, el divorcio y los efectos de una y otro; en consecuencia, ni los particulares, ni una autoridad distinta al Congreso de la República puede establecer limitaciones jurídicamente válidas al comportamiento que, en virtud de la ley civil vigente, pueden asumir las personas en materia de conformar o no otra relación de pareja. Para la revisión del caso, el derecho a la igualdad implica: 1) que así el padre haya incurrido en una o más faltas -lo que no se predica aquí del padre de los actores-, el hijo -culquier clase de hijo-, nace libre e igual, ante el ordenamiento, al descendiente del más virtuoso de los mortales, y cada quien, según el artículo 16 Superior, libremente decidirá en qué sentido -más o menos valioso moralmente- desarrolla su personalidad; 2) que la garantía consistente en que todas las personas gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades, injustamente deja de ser efectiva cuando a alguien se le priva del ejercicio de un derecho, el goce de una libertad o la posibilidad de aprovechar una oportunidad, estigmatizándolo en razón de su origen familiar u otro de los criterios proscritos en el artículo 13 de la Constitución. Dadas las consideraciones del fallo de segunda instancia, esta Sala no puede dejar de aclarar que la violación de los derechos de los actores no surge de las normas convencionales originadas en el acuerdo de voluntades del banco demandado y la asociación de sus empleados y pensionados, sino de su aplicación a través del reglamento de registro de beneficiarios, el cual fue establecido por el Banco de la República; sobra recordar que las partes implicadas en un conflicto colectivo pueden solucionarlo consagrando en la convención tantos derechos extralegales como lleguen a acordar, así como transigiendo y conciliando sobre todos los derechos inciertos y discutibles -artículo 53 C.N.-, pero no pueden imponer restricciones a los beneficios mínimos consagrados en las leyes, ni mucho menos limitar el ejercicio de los derechos fundamentales a las personas que pertenecen a las entidades contratantes, o a terceros en cuyo favor se estipule algo en la convención colectiva; en caso de hacerlo, las normas que contengan tales restricciones y límites son inaplicables en los términos del artículo 4 de la Constitución. 4. PROCEDENCIA DE LA ACCIÓN DE TUTELA. En ambas instancias, el apoderado del Banco de la República insistió en que la acción de tutela no era procedente, aduciendo como fundamento de su aserto las normas que regulan la procedencia de esta acción en contra de particulares. Sin embargo, esta Sala no puede aceptar semejante intento de defensa; el artículo 371 de la Constitución es inequívoco al señalar que el Banco de la República “...Estará organizado como persona jurídica de derecho público..”, y aunque la misma norma señala que estará sujeto a un régimen legal propio, ese régimen exclusivo no lo sustrae de los controles constitucionalmente establecidos, tal y como se precisó en la Sentencia C-529/93 -Magistrado Ponente Eduardo Cifuentes Muñoz-: “La Corte no cree que el Banco de la República, pese a ser un órgano constitucional autónomo e independiente, quede sustraido de los controles político, judicial, administrativo y fiscal, entre otros, que la propia Constitución determina y a los cuales se ha hecho referencia. Sostener esto último quebrantaría toda la estructura del Estado Colombiano como Estado de derecho y república unitaria y democrática. De hecho, las funciones básicas atribuídas al Banco se deben cumplir con estricta sujeción a la Constitución y a la ley. De otra parte, los controles existentes garantizan que ese novísimo órgano constitucional no quede cubierto con un manto de silencio y de oscuridad y se torne en parcela tecnocrática oculta y aislada del Estado. El control del Presidente, del Congreso, de la Procuraduría, de la Contraloría General de la República y de la Justicia, de suyo desvanecen cualquier pretensión de invisibilidad que pudiera abrigarse respecto de las actuaciones y operaciones de la entidad...” Queda claro entonces que la acción de tutela sí procede en contra del Banco de la República en casos como el que se revisa, en los que dicha entidad viole o amenace los derechos fundamentales de las personas. Y aún procedería en contra de un particular que intentara limitar a otro el ejercicio de tales derechos, mediante restricciones consagradas en una convención colectiva o en los reglamentos que la hacen aplicable. 5. INEXISTENCIA DE OTRO MECANISMO JUDICIAL DE DEFENSA. En la primera instancia, el representante legal del Banco de la República en Barranquilla alegó que en este caso no procede la tutela por que los actores cuentan con la acción ordinaria laboral para la defensa judicial de sus derechos; en su fallo, el a-quo consideró que el proceso laboral ordinario “...no alcanza a enervar la procedencia de la tutela, pues por tal vía, si la defensa no resulta nugatoria, al menos sí será tardía”. En cambio en la segunda instancia, el apoderado judicial del Banco de la República adujo que los actores no estaban legitimados para demandar del Banco el cumplimiento de la convención colectiva, pues ellos no hacen parte de la relación laboral que sí legitima a los trabajadores y pensionados de la entidad bancaria. El ad-quem denegó la tutela, entre otras razones porque, si se considera que los requisitos establecidos no deben ser, para cambiarlos o suprimirlos las partes contratantes cuentan con vías como la revisión de la convención. Para la Sala es claro que los actores no cuentan con acción ante la jurisdicción laboral, pues entre ellos y el Banco de la República no existe ninguna relación de esa clase de la cual se desprenda, directa o indirectamente, el conflicto objeto de esta tutela. En estricto sentido, los actores son terceros, ajenos a la relación laboral en virtud de la cual, quienes sí son partes de un contrato colectivo de trabajo, consagaron en él una estipulación para otros. Ahora bien: la revisión de la convención, ni es un mecanismo judicial de defensa de los derechos violados en este caso, ni pueden acudir a ella los actores, por carecer de legitimación para intentarlo. Así, ha de concluirse que no existe otro mecanismo judicial de defensa y, por tanto, la tutela no sólo es procedente, sino que lo es de manera definitiva. DECISIÓN En mérito de lo expuesto, la Sala Cuarta de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: PRIMERO. Revocar la sentencia proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Barranquilla, Sala Dual de Familia, el 16 de noviembre de 1994, y en su lugar tutelar el derecho a la igualdad de Armando Rafael y Edilberto Bolívar Juliao. SEGUNDO. Ordenar al Banco de la República, sucursal de Barranquilla, inscribir como beneficiarios de los auxilios educacional y médicos, quirúrgicos y odontológicos contemplados en la convención colectiva vigente, a Armando Rafael y Edilberto Bolívar Juliao, dentro de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la notificación de esta providencia. TERCERO. Ordenar al Banco de la República que proceda a modificar su reglamento interno, a fin de adecuarlo a los mandatos de la Constitución Política de la República y evitar que se sigan presentando casos de discriminación como el que motivó el presente proceso. CUARTO. Comunicar esta sentencia al Juzgado Quinto de Familia de Barranquilla, para los fines contemplados en el artículo 36 del Decreto 2156 de 1991. Comuníquese, notifíquese, cúmplase, e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. CARLOS GAVIRIA DÍAZ Magistrado Ponente JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO Magistrado HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado MARTHA VICTORIA SÁCHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-233-95 Sentencia No Sentencia No. T-233/95 REGIMEN DISCIPLINARIO DE PERSONAL MILITAR En el interior de la Policía debe imperar un régimen disciplinario estricto, que se aplique con firmeza, imponiendo a los infractores las sanciones que merecen, como garantía inapreciable para el logro de sus fines, para la sociedad y para el Estado. En cuanto a los proceso disciplinarios que se cumplen en el seno de las instituciones armadas, su trámite y definición son de carácter administrativo, por lo cual es evidente que todo cuanto concierna a los medios de impugnación contra las decisiones que se adopten se rige, en principio, por las reglas del Derecho Administrativo. PROCESO DISCIPLINARIO/DEBIDO PROCESO/DERECHO DISCIPLINARIO Mediante los procedimientos disciplinarios se busca establecer si la persona sujeta a determinado régimen incurrió en alguna de las conductas en él previstas y si es responsable por ello, con el objeto de aplicarle las correspondientes sanciones. Estas no pueden tener lugar sino sobre la base de haberse desvirtuado en el caso concreto la presunción de inocencia que a todos favorece, previo un proceso surtido ante autoridad competente y por los motivos establecidos anticipadamente en la ley, proceso en el cual se le hayan brindado todas las oportunidades de defensa. El Derecho disciplinario está supeditado en su aplicación a las reglas constitucionales del debido proceso y, por ello, a ese imperativo no escapan los procedimientos que se llevan a cabo en el interior de los cuerpos armados para definir si sus miembros han quebrantado las normas consagradas para cada uno de ellos dentro del correspondiente régimen disciplinario. DERECHOS FUNDAMENTALES-Amenaza/PERJUICIO IRREMEDIABLE/ACCION DE TUTELA TRANSITORIA-Inaplicación del acto El artículo 8º del Decreto 2591 de 1991 establece que en los señalados eventos el juez de tutela, si lo estima procedente, podrá ordenar que no se aplique el acto particular respecto de la situación jurídica concreta cuya protección se solicita, mientras dure el proceso Contencioso Administrativo, sobre el supuesto de que la protección permanecerá vigente sólo durante el término que la autoridad judicial competente utilice para decidir de fondo sobre la acción instaurada por el interesado. Este, en todo caso, debe ejercerla en un término máximo de cuatro meses contados a partir del fallo de tutela, sin que, como repetidamente lo ha dicho esta Sala, el amparo transitorio implique ampliación de los términos de caducidad contemplados en el C.C.A. La posibilidad de conceder este tipo específico de protección judicial es excepcional y, por tanto, de interpretación estricta, está encaminada a ofrecer al titular del derecho fundamental en peligro un medio expedito y eficaz para evitar daños respecto de los cuales la decisión judicial definitiva llegaría demasiado tarde y apenas haría factible un resarcimiento posterior, sobre la base de un hecho cumplido. PRINCIPIO NO REFORMATIO IN PEJUS-Alcance La prohibición de reformar la condena en perjuicio del apelante único no solamente es aplicable en materia penal, ni tampoco está limitada a las sentencias judiciales, sino que, por el contrario, cobija otras ramas del Derecho y se hace exigible en las actuaciones administrativas y particularmente en las disciplinarias, las cuales son de clara estirpe sancionatoria. LEY-Irretroactividad/PRINCIPIO DE FAVORABILIDAD EN PROCESO DISCIPLINARIO En el campo del debido proceso, uno de los componentes más importantes de la garantía constitucional radica en que toda persona, al ser juzgada, tan sólo puede serlo con arreglo a las leyes preexistentes al acto que se le imputa, lo que repercute a la vez en que no se le podrán imponer sanciones establecidas por el legislador después de ocurridos los hechos materia del juicio. La irretroactividad de la ley se predica, en materia punitiva, tanto de las conductas sancionables como de las sanciones que la autoridad puede imponer. En el terreno disciplinario, el principio de favorabilidad es también obligatorio, toda vez que la actuación correspondiente culmina con una decisión en torno a la responsabilidad del incriminado y a la aplicabilidad de una sanción por la conducta imputada. Entonces, si la autoridad encargada de resolver sobre un proceso disciplinario desconoce la norma favorable, atendiendo tan sólo al tiempo de vigencia de la ley, vulnera el debido proceso. SANCION DISCIPLINARIA-Inaplicación/ACCION DE TUTELA TRANSITORIA Debía prosperar como en efecto prosperó la tutela solicitada, aunque transitoria, en desarrollo del artículo 8º del Decreto 2591 de 1991. Esto, con el objeto de inaplicar las sanciones impuestas al Capitán Rizzo y evitar así el perjuicio irremediable que se le causa por la imposibilidad del ascenso a que aspira, del cual ha sido excluído en razón de existir la providencia que las confirmó, expedida en violación de las garantías procesales. DEBIDO PROCESO-Vulneración por aplicación de régimen anterior/SANCION DISCIPLINARIA Al demandante le fue violado por la Dirección General de la Policía Nacional su derecho al debido proceso. De una parte, al resolver sobre la apelación por él interpuesta contra el acto mediante el cual se lo sancionaba, dicha Dirección le aplicó un régimen disciplinario nuevo, que no estaba vigente para la época de los hechos materia del proceso disciplinario, y que, además, le era desfavorable, y, de otra, en la segunda instancia se hizo más gravosa su situación jurídica, pese a ser apelante único. -Sala Quinta de Revisión- Ref.: Expediente T-58902 Acción de tutela instaurada por EDWIN RIZZO RIVAS contra el Director General de la Policía Nacional Magistrado Ponente: Dr. JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Sentencia aprobada en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los veinticinco (25) días del mes de mayo de mil novecientos noventa y cinco (1995). Se revisa el fallo proferido en el asunto de la referencia por el Juzgado Primero Laboral del Circuito de Santa Fe de Bogotá. I.  INFORMACION PRELIMINAR El actor es EDWIN RIZZO RIVAS, oficial en servicio activo de la Policía Nacional en el grado de Capitán, perteneciente a la Vigésima Cuarta Estación del Departamento de Policía Metropolitana de Santa Fe de Bogotá. Manifestó en su demanda de tutela, incoada contra el Director General de la Policía, que llevaba más de 13 años de servicios y que le habían sido otorgadas 11 condecoraciones y 63 felicitaciones. De acuerdo con su relato, durante el período comprendido entre el 7 de diciembre de 1992 y el 20 de marzo de 1993 desempeñó el cargo de Comandante del Cuarto Distrito de Policía de Ocaña, Departamento de Norte de Santander. El 20 de marzo de 1993, cuando hacía entrega del Comando al Capitán Hernán Cubides Rodríguez, se descubrió un faltante de armamento en el almacén del mencionado Distrito de Policía. La Inspección General de la Policía y el Comando del Departamento de Policía Norte de Santander, invocando el Decreto Ley 100 de 1989, que consagra el Reglamento Disciplinario de la Policía, inició y llevó a término la respectiva investigación disciplinaria. Paralelamente se inició investigación penal por intermedio del Juzgado 51 de Instrucción Penal Militar, adscrito a la Inspección General de la Policía. Según la demanda, durante el transcurso de la investigación se estableció que se trataba de un hurto continuado de armas que se venía cometiendo desde 1987 y que el autor y directo responsable del ilícito, según su propia confesión, fue el Agente Roberto Rosero Montero, armero y custodio del armamento del Distrito de Policía de Ocaña desde 1984. Al demandante y a quienes, como él, habían sido comandantes del Cuarto Distrito de Policía de Ocaña entre los años 1987 y 1993 se les vinculó a la investigación, no como autores o partícipes del hecho delictivo sino por posible falta disciplinaria de negligencia, tipificada en los numerales 26 y 32 del artículo 121 del Decreto Ley 100 de 1989. Dentro de tal proceso, mediante providencias del 27 de junio y el 21 de julio de 1994, se impuso al accionante la sanción disciplinaria de "separación absoluta de la Policía", por cuanto se consideró que, en su calidad de Comandante, había quebrantado las aludidas normas. Por no estar de acuerdo con la providencia de primera instancia, en tiempo oportuno el actor interpuso los recursos de reposición y de apelación. El Director General de la Policía, a quien correspondía la decisión en segunda instancia, mediante providencia del 19 de octubre de 1994, desestimó el recurso de apelación e impuso a RIZZO RIVAS la sanción disciplinaria principal de destitución y la accesoria de "no poder ejercer cargos públicos por el lapso de cinco años". La resolución correspondiente se fundó en que el recurrente había cometido las infracciones tipificadas en los artículos 39, ordinal 15, literal c), y 40 del Decreto Ley 2584 del 22 de diciembre de 1993, nuevo Reglamento de Disciplina y Etica de la Policía Nacional, que, de acuerdo con la demanda de tutela, sólo entró a regir el día 23 de enero de 1994 y, por tanto, no era aplicable a la situación del actor. Aseguró el accionante que ninguna de las dos sanciones que le fueron impuestas en segunda instancia estaban contempladas en el Decreto Ley 100 de 1989 y que éste prohibía en su artículo 102 imponer sanciones disciplinarias diferentes a las taxativamente previstas. Estimó RIZZO RIVAS que le fueron violados los derechos a un debido proceso, al juzgamiento con sujeción a la ley preexistente y a la aplicación del principio de favorabilidad (artículo 29 C.P.) y que, además, se agravó su situación pese a ser apelante único (artículo 31 C.P.) y se le desconocieron sus garantías constitucionales sobre desempeño de cargos públicos (artículo 40 C.P.) y de protección al trabajo (artículo 25 C.P.). II DECISION JUDICIAL REVISADA El Juzgado Primero Laboral del Circuito de Santa Fe de Bogotá, mediante sentencia del 7 de diciembre de 1994, resolvió conceder la tutela impetrada, como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable, y, en consecuencia, ordenó al Director de la Policía Nacional suspender en forma inmediata y temporal la ejecución del fallo disciplinario de fecha 19 de octubre de 1994. Se concedieron cuatro meses al accionante para instaurar acción contra el indicado proveído ante la jurisdicción correspondiente y se dispuso que la tutela tendría efectos tan sólo durante el término que la autoridad judicial ordinaria utilice para decidir de fondo. Para el Juzgado, siendo que las normas legales tenidas en cuenta por la Dirección General de la Policía al desatar la segunda instancia disciplinaria, esto es los decretos 2584 y 41 de 1994, resultaron posteriores al hecho imputado e investigado, el juzgamiento no ha debido en modo alguno consultar esa legislación, pues hacía más gravosa la situación del accionante, máxime cuando la legislación preexistente, Decreto 100 de 1989, aplicada por la primera instancia, conservó los postulados que inspiran la aplicación de la ley en el tiempo. Significa lo anterior -añadió- que el principio de ultractividad de la ley penal, deducido por la segunda instancia disciplinaria, no resultaba de aplicación en la decisión adoptada, menos aún cuando como consecuencia de la destitución impuesta se hizo más gravosa la situación del accionante al imponerle la sanción accesoria contenida en el artículo 87 del Decreto 41 de 1994, pues del análisis de dicha norma se infiere a las claras que tiene eminentemente un carácter restrictivo penal cuya aplicación está reservada exclusivamente a los jueces de la República cuando el implicado resulte condenado en sentencia ejecutoriada a la pena principal de prisión o arresto. Consideró el Juzgado que, como el accionante podía acudir a la Jurisdicción Contencioso Administrativa para obtener el restablecimiento de sus derechos mediante la acusación del acto del 19 de octubre de 1994, no era del caso ordenar por la vía de la tutela la reparación inmediata del derecho al debido proceso. Por ello, se otorgó la tutela apenas como mecanismo transitorio, con el objeto de evitar al accionante un perjuicio irremediable, que el Juez entendió configurado en los siguientes términos: "A no dudarlo, el ascenso al grado de Mayor al que llegaría el accionante de no mediar la decisión disciplinaria en cuestión, constituye y le representa un bien de gran significación y limitárselo en virtud de una situación coyuntural que aún se encuentra sub-judice -dada la acción judicial que le asiste- equivaldría a impedirle el libre ejercicio de sus derechos constitucionales, entre otros al trabajo, que por su propia naturaleza y características, también reviste connotación constitucional y que, por lo mismo, resulta viable su reparación mediante el ejercicio de la acción excepcional de tutela, dado que de hacerse efectiva la destitución dispuesta por el Director General de la Policía Nacional en virtud del fallo de segunda instancia del 19 de octubre de 1994, se le generaría la irreparabilidad de un bien de gran significación objetiva como es el ascenso a la oficialidad de la Policía Nacional". El Director General de la Policía Nacional, mediante Oficio presentado el once (11) de enero de 1995, impugnó el fallo proferido. En providencia de la misma fecha, el Juez resolvió no admitir la impugnación propuesta, por cuanto fue presentada fuera de término. III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL Competencia Esta Sala de la Corte es competente para revisar el fallo en referencia, según lo disponen los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política y el Decreto 2591 de 1991. Obligatoriedad del debido proceso en las actuaciones disciplinarias Como lo expresó la Sala Plena de la Corte en Sentencia C-417 del 4 de octubre de 1993, la disciplina, que sujeta a los individuos a unas determinadas reglas de conducta, es elemento necesario en toda comunidad organizada; factor esencial de su funcionamiento; presupuesto y requisito de su operatividad y eficacia. El derecho disciplinario resulta, entonces, esencial al funcionamiento del Estado, por cuanto éste no podría alcanzar sus fines si careciera de un sistema jurídico que ordene el comportamiento del personal a su servicio. La existencia de una normatividad mediante la cual se exija a los servidores públicos el acatamiento a unas reglas de conducta previamente definidas es inherente al ejercicio mismo de las funciones que les corresponden, independientemente de cuál sea el órgano o la rama a la que pertenezca. Su mantenimiento, merced a un sistema jurídico especial de normas y sanciones, no solamente constituye derecho sino que es ante todo deber del Estado. La Sala Cuarta de Revisión hizo valer estos principios en el caso de las instituciones armadas, precisamente en relación con la Policía Nacional, y afirmó al respecto que, con motivo de la especialísima misión que cumplen, los requerimientos de una disciplina individual y colectiva resultan en ellas todavía más exigentes. (Cfr. Corte Constitucional. Sala Cuarta de Revisión. Sentencia T-037 del 6 de febrero de 1995). Según lo dicho, en el interior de la Policía debe imperar un régimen disciplinario estricto, que se aplique con firmeza, imponiendo a los infractores las sanciones que merecen, como garantía inapreciable para el logro de sus fines, para la sociedad y para el Estado. Pero los sanos propósitos de los códigos de conducta disciplinaria y de las actuaciones procesales que se adelantan en guarda de su efectiva vigencia deben obtenerse sin detrimento de los derechos y garantías que la Constitución consagra a favor de toda persona, incluídos aquéllos a quienes se sindica de haber cometido faltas contra la disciplina de una institución militar o policial. En tal sentido, no se puede confundir la imposición del régimen disciplinario, que tiene plena validez, con la vulneración de las prescripciones constitucionales. Según el artículo 29 de la Constitución Política, el debido proceso se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas. Es, por lo tanto, indispensable en las disciplinarias, bien sea que éstas culminen en actos de carácter administrativo, como ocurre con las que se tramitan en los organismos y entidades de la Rama Ejecutiva o ante el Ministerio Público, o judiciales, como acontece con los procesos de la misma índole adelantados por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura y las correspondientes salas disciplinarias de los consejos seccionales, de acuerdo con la naturaleza de la función que tales organismos ejercen, como lo advirtió esta Corte en la ya citada Sentencia C-417 de 1993. Mediante los procedimientos disciplinarios se busca establecer si la persona sujeta a determinado régimen incurrió en alguna de las conductas en él previstas y si es responsable por ello, con el objeto de aplicarle las correspondientes sanciones. Estas no pueden tener lugar sino sobre la base de haberse desvirtuado en el caso concreto la presunción de inocencia que a todos favorece, previo un proceso surtido ante autoridad competente y por los motivos establecidos anticipadamente en la ley, proceso en el cual se le hayan brindado todas las oportunidades de defensa. Tratándose de un Derecho punitivo por esencia, aunque no se confunde con el Penal, el Derecho disciplinario está supeditado en su aplicación a las reglas constitucionales del debido proceso y, por ello, a ese imperativo no escapan los procedimientos que se llevan a cabo en el interior de los cuerpos armados para definir si sus miembros han quebrantado las normas consagradas para cada uno de ellos dentro del correspondiente régimen disciplinario. Así, quien sea sindicado de haber incurrido en infracción a la normatividad que rige su conducta en el seno de la institución a la que pertenece, tiene derecho a ser juzgado conforme a las leyes preexistentes a la acción u omisión que se le imputa; a que el correspondiente juicio o actuación se lleve a cabo ante el funcionario competente, con plena observancia de todas las formas contempladas en la ley para ese proceso o actuación; a que se aplique de preferencia la norma favorable, por tratarse de un Derecho punitivo; a un debido proceso sin dilaciones injustificadas; a presentar pruebas y a controvertir las que se alleguen en su contra; a que no se le obligue  a declarar contra sí mismo o contra sus familiares en los grados que indica la Constitución; a impugnar la decisión que lo condena; a no ser afectado por una reformatio in pejus en segunda instancia cuando es apelante único; y a no ser juzgado dos veces por el mismo hecho, entre otras garantías (artículos 29, 31 y 33 C.P.; Corte Constitucional. Sala Plena. Sentencia C-007 del 18 de enero de 1993). Cuando se desconoce el debido proceso por medio de actos u omisiones que implican quebranto a cualquiera de las indicadas prerrogativas, según el artículo 29 de la Carta, se viola la Constitución Política y se afecta necesariamente la dignidad de la persona incriminada. El acto sancionatorio proferido con base en un proceso viciado carece de validez, pues mal podría fundarse su obligatoriedad en la vulneración de normas constitucionales y en el daño a los derechos básicos que ella consagra. Desde luego, la declaración de que ello ha ocurrido, cuando los efectos de  la  violación al debido  proceso  no desaparecen  de pleno derecho  -como pasa, por ejemplo, en el evento contemplado por el inciso final del artículo 29 C.P.- corresponde al juez competente y, por tanto, la posibilidad de que lo haga el juez de tutela está circunscrita, por mandato del artículo 86 de la Constitución, al evento extraordinario del perjuicio irremediable que sea preciso evitar mediante una protección transitoria. En cuanto a los proceso disciplinarios que se cumplen en el seno de las instituciones armadas, su trámite y definición son de carácter administrativo, por lo cual es evidente que todo cuanto concierna a los medios de impugnación contra las decisiones que se adopten se rige, en principio, por las reglas del Derecho Administrativo. Así, agotada la vía gubernativa, el afectado por una sanción puede acudir a las acciones judiciales correspondientes en busca de la nulidad de los actos administrativos pertinentes y del restablecimiento de su derecho. Con arreglo a los perentorios mandatos constitucionales (Cfr. Corte Constitucional. Sala Plena. Sentencia C-543 del 1º de octubre de 1992), en relación con dichos actos existen, en principio, otros medios de defensa judicial que hacen improcedente la tutela, sin detrimento de lo que a continuación se explica. La inaplicación de actos administrativos en los procesos de tutela. La protección transitoria La acción de tutela tiene cabida, como lo expresa el artículo 9º del Decreto 2591 de 1991, de manera simultánea con los recursos por la vía gubernativa, ya que no es necesario interponerlos como requisito indispensable para demandar protección judicial en los términos del artículo 86 de la Constitución. Desde luego, según lo advierte la norma legal citada, el ejercicio de la acción de tutela no exime de la obligación de agotar la vía gubernativa para acudir a la jurisdicción de lo Contencioso Administrativo. Siendo posible que sea dicha jurisdicción la que resuelva sobre la validez de los actos administrativos cuestionados y acerca del restablecimiento del derecho que reclame el accionante, es evidente la existencia de medios judiciales alternativos que, en principio, excluyen las posibilidades de ejercer la acción de tutela, como lo establece la propia Carta Política. Esta Corte se ha pronunciado al respecto en varias oportunidades, manifestando que, ante acciones instauradas respecto de actos administrativos, el juez de tutela no puede asumir la facultad que le confiere el artículo 86 de la Constitución para sustituir al Contencioso Administrativo en la definición sobre la validez de aquéllos, ni suponer que podría suspenderlos provisionalmente, pues ello representaría invadir el ámbito constitucional de dicha jurisdicción (Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-203 del 26 de mayo de 1993). No obstante, ante clara y evidente violación o amenaza de derechos fundamentales, y dado el caso de un perjuicio irremediable, la norma constitucional ha previsto la modalidad transitoria del amparo, con el objeto de evitar que aquél se configure, aunque el afectado disponga de otro medio judicial, como lo sería en los casos de que se viene hablando la acción de nulidad y restablecimiento del derecho. El artículo 8º del Decreto 2591 de 1991 establece que en los señalados eventos el juez de tutela, si lo estima procedente, podrá ordenar que no se aplique el acto particular respecto de la situación jurídica concreta cuya protección se solicita, mientras dure el proceso Contencioso Administrativo, sobre el supuesto de que la protección permanecerá vigente sólo durante el término que la autoridad judicial competente utilice para decidir de fondo sobre la acción instaurada por el interesado. Este, en todo caso, debe ejercerla en un término máximo de cuatro meses contados a partir del fallo de tutela, sin que, como repetidamente lo ha dicho esta Sala, el amparo transitorio implique ampliación de los términos de caducidad contemplados en el Código Contencioso Administrativo. En la aludida Sentencia T-203 del 26 de mayo de 1993, la Corte dejó en claro que la posibilidad de conceder este tipo específico de protección judicial es excepcional y, por tanto, de interpretación estricta, pues no busca que el juez de tutela asuma la competencia del Contencioso Administrativo o lo desplace en el cumplimiento de su función, sino que está encaminada a ofrecer al titular del derecho fundamental en peligro un medio expedito y eficaz para evitar daños respecto de los cuales la decisión judicial definitiva llegaría demasiado tarde y apenas haría factible un resarcimiento posterior, sobre la base de un hecho cumplido. La Corte reitera lo siguiente: "...la consagración de esta figura no puede interpretarse en el sentido de que todo juez haya quedado autorizado para decretar la suspensión provisional de aquellos, dentro del trámite propio de las acciones de tutela.  Ello implicaría una ruptura de los linderos que la propia Carta Política ha establecido entre las jurisdicciones, en cuanto disposición constitucional expresa reserva esa atribución a la Contencioso Administrativa..." (...) "Como puede verse, lo que es posible decretar en esta hipótesis es una inaplicación temporal al caso concreto, considerada la particular y específica situación en que se encuentra el solicitante, así que no recae propiamente sobre la materialidad del acto administrativo, como sí acontece con la figura de la suspensión provisional. No tiene, entonces, el alcance de la misma y, por ende, excepción hecha de la inaplicación que pueda favorecer al petente a fin de evitarle un daño irreparable, el acto administrativo como tal permanece incólume mientras no sea suspendido provisionalmente por la Jurisdicción Contencioso Administrativa o anulado por ella. Debe repararse por otra parte en que el  punto materia de análisis -a diferencia del que constituye el objeto de la providencia mediante la cual se resuelve acerca de la solicitud de suspensión provisional en los procesos contencioso administrativos- no es el relativo a una posible oposición flagrante entre el acto demandado y las normas superiores a las que está sometido, sino la situación de hecho en la cual puede hallarse una persona frente a un acto cuya aplicación concreta implique, en su caso, efectos inmediatos e irremediables que vulneren sus derechos constitucionales fundamentales. Ahora bien, es claro que -considerada la función que cumple la tutela como mecanismo protector de los derechos fundamentales y el contexto de la norma transcrita- la posibilidad de ejercer la acción en forma conjunta con las que proceden ante la jurisdicción Contencioso Administrativa, no puede interpretarse en el sentido de hacer que en tal caso su trámite deba surtirse forzosamente ante los tribunales administrativos, entendimiento que limitaría ostensiblemente las posibilidades de protección judicial. Lo que la norma legal permite, aunque no haya utilizado con propiedad el término "conjuntamente", es el ejercicio simultáneo de la acción ante el juez de tutela, como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable y de las pertinentes ante la jurisdicción especializada". La reforma en perjuicio del apelante único La Constitución ha consagrado, como uno de los elementos del debido proceso, el derecho a impugnar la sentencia condenatoria, tratándose de la materia punitiva (Artículo 29 C.P.). El artículo 31 ibídem señala que toda sentencia judicial podrá ser apelada o consultada, salvo las excepciones que consagre la ley. Tales disposiciones encuentran su fundamento en la realidad insoslayable de que el juez llamado a interpretar y a aplicar la ley puede equivocarse en el caso concreto, ya por errónea interpretación de la normatividad pertinente, o por haber apreciado de manera incompleta o inadecuada el material probatorio. Como tales posibilidades, en el evento de cristalizarse respecto de una determinada persona, implican que ésta deba soportar el peso de la sanción y las necesarias consecuencias en el campo de su buen nombre y prestigio, es indispensable, por razones de justicia, que el ordenamiento jurídico le otorgue la oportunidad de que un juez distinto del que conoció de su caso verifique de nuevo lo acontecido y dictamine si en realidad el condenado merecía el castigo con arreglo a la normatividad vigente en el momento de los hechos imputados. Se trata de impedir, hasta donde sea posible, que se pueda perpetuar el fallo injusto o contrario a las normas constitucionales y legales. En ese orden de ideas, la apelación de la sentencia condenatoria representa una garantía para el implicado. Inherente al derecho de apelar la sentencia condenatoria, también hace parte del debido proceso el de que no se aumente o se agrave la pena en segunda instancia cuando el condenado es el único en apelar, dentro del respectivo proceso (Artículo 31 C.P.) Al respecto ha señalado esta Corte: "Como una de las formas de asegurar el derecho que la persona tiene a su defensa, la Constitución Política establece que toda sentencia puede ser apelada o consultada, con las salvedades que la ley consagre. Esta primera parte de la disposición hace referencia a los fallos que se profieran en cualquier clase de procesos, pues no se entendería su aplicación exclusiva a una rama del derecho cuando respecto de todas ellas se explica y justifica que quien no se encuentre conforme con la decisión judicial tenga la oportunidad de acudir ante el superior a exponer los motivos de su discrepancia y a obtener que, en guarda de los principios de justicia y equidad que la Carta aspira a realizar, se modifiquen, aclaren o revoquen las determinaciones adoptadas si así resulta de una cabal y recta aplicación del ordenamiento jurídico al caso controvertido. La norma plasmada en el segundo inciso del texto constitucional parte de la hipótesis en la cual ya existe una condena y, por tanto, de una situación en que la persona objeto de ella tiene mayor interés en la revocación o disminución de la pena impuesta, que el Estado en su agravación.  Así pues, ejercido el derecho que corresponde al condenado según el principio de la doble instancia, es entendido que el objetivo del recurso consiste en que, en caso de prosperar, conduzca a una definición de favor y no a una modificación de la sentencia en su perjuicio". (...) " La norma constitucional habla de "la pena impuesta", lo cual podría llevar al equivocado concepto de que la garantía sólo cubre el ámbito propio del Derecho Penal, pero esta idea resulta desvirtuada si se observa que el precepto superior considerado en su integridad hace referencia a "toda sentencia", sin distinguir entre los diversos tipos de proceso.  De tal modo que la prohibición de fallar en mayor perjuicio del apelante único cobija a toda clase de decisiones judiciales -salvo las excepciones que contemple la ley- e impide que el juez de segundo grado extienda su poder de decisión a aquellos aspectos de la sentencia apelada que no han sido materia de alzada por la otra o las otras partes dentro del proceso y que, de entrar a modificarse, darían lugar a unas consecuencias jurídicas más graves para el apelante de las que ya de por sí ocasiona la sentencia objeto del recurso". (...) "La libertad del juez para resolver sin este límite constitucional sobre la apelación interpuesta únicamente puede configurarse sobre la base de que también apele la otra parte en el proceso". (...) "Así, pues, la garantía reconocida por el artículo 31 de la Carta al apelante único tiene el sentido de dar a la apelación el carácter de medio de defensa del condenado y no el de propiciar una revisión "per se" de lo ya resuelto.  Así que, mientras la otra parte no apele, el apelante tiene derecho a que tan solo se examine la sentencia en aquello que le es desfavorable.  Es ésta, por tanto, una competencia definida de antemano en su alcance por el propio Constituyente".(Cfr. Corte Constitucional. Sala Plena. Sentencia C-055 del 18 de febrero de 1993) Como resulta de lo dicho, la prohibición de reformar la condena en perjuicio del apelante único no solamente es aplicable en materia penal, ni tampoco está limitada a las sentencias judiciales, sino que, por el contrario, cobija otras ramas del Derecho y se hace exigible en las actuaciones administrativas y particularmente en las disciplinarias, las cuales -se repite- son de clara estirpe sancionatoria. Aplicación retroactiva de la ley y principio de favorabilidad en materia disciplinaria El principio general sobre aplicación de las leyes en el tiempo, en cuya virtud toda norma legal surte efectos únicamente respecto de las situaciones que tienen ocurrencia en el futuro, constituye invaluable salvaguarda contra la arbitrariedad de quien aplica la ley y simultáneamente garantiza a sus destinatarios la certidumbre acerca de que sus conductas no serán objeto de sanción mientras se hayan ajustado a la preceptiva legal que las regía en el momento en que se produjeron. En el campo del debido proceso, uno de los componentes más importantes de la garantía constitucional radica en que toda persona, al ser juzgada, tan sólo puede serlo con arreglo a las leyes preexistentes al acto que se le imputa, lo que repercute a la vez en que no se le podrán imponer sanciones establecidas por el legislador después de ocurridos los hechos materia del juicio. La irretroactividad de la ley se predica, en materia punitiva, tanto de las conductas sancionables como de las sanciones que la autoridad puede imponer. De ese modo, la reserva consagrada en la Constitución implica simultáneamente una prohibición al legislador, en cuanto no puede disponer que los nuevos tipos punibles o las nuevas formas de sanción tengan efecto en relación con situaciones anteriores a la vigencia de las leyes que consagran unos y otras, y una garantía para el procesado frente al juez o funcionario que haya de aplicar la normatividad, pues a éste se impide, en principio,  retrotraer  los efectos de normas posteriores para hacerlos valer respecto de hechos  que tuvieron lugar con anterioridad. Pero, en materia sancionatoria, el principio de irretroactividad de la ley es inseparable del de favorabilidad, plasmado en el artículo 29 de la Constitución, según el cual, en ese campo, la ley permisiva o favorable, aun cuando sea posterior, se aplicará de preferencia a la restrictiva o desfavorable. El juez, tribunal o funcionario competente está llamado a establecer, so pena de violar la garantía del debido proceso si no lo hace, cuál es la norma favorable al implicado cuando, en el curso del proceso se presenta un cambio en la legislación. En otros términos, no puede limitarse a la aplicación invariable de las normas según las reglas generales relativas al tiempo de su vigencia (irretroactividad de la ley), sino que se halla obligado a verificar si la norma posterior, no obstante haberse promulgado después de ocurridos los hechos, puede favorecer al reo o procesado, pues, si así acontece, no tiene alternativa distinta a la de aplicar tal disposición. En el terreno disciplinario, el principio de favorabilidad es también obligatorio, toda vez que la actuación correspondiente culmina con una decisión en torno a la responsabilidad del incriminado y a la aplicabilidad de una sanción por la conducta imputada. Allí militan las mismas razones en que se funda la Constitución para exigir la aplicación del postulado en materia penal. Entonces, si la autoridad encargada de resolver sobre un proceso disciplinario desconoce la norma favorable, atendiendo tan sólo al tiempo de vigencia de la ley, vulnera el debido proceso. La violación del derecho fundamental es todavía más grave si la autoridad, además de hacer que prevalezca la norma desfavorable o restrictiva, la aplica siendo posterior a los hechos juzgados. El caso examinado Vistos los documentos que obran en el expediente, la Corte Constitucional concluye que, en efecto, como lo manifestó el juez de instancia, al Capitán EDWIN RIZZO RIVAS le fue violado por la Dirección General de la Policía Nacional su derecho al debido proceso. De una parte, al resolver sobre la apelación por él interpuesta contra el acto mediante el cual se lo sancionaba, dicha Dirección le aplicó un régimen disciplinario nuevo, que no estaba vigente para la época de los hechos materia del proceso disciplinario, y que, además, le era desfavorable, y, de otra, en la segunda instancia se hizo más gravosa su situación jurídica, pese a ser apelante único. Los hechos que originaron las investigaciones penal y disciplinaria relativas al hurto continuado de armas y a la negligencia que se endilgó a los sucesivos comandantes del Cuarto Distrito de Policía de Ocaña -entre ellos el accionante- tuvieron lugar entre los años de 1987 y 1993, época durante la cual estaba vigente el Decreto 100 de 1989, por el cual se reformó el régimen disciplinario para la Policía Nacional. Este decreto fue expedido el 11 de enero de 1989, principió a regir, según su artículo 238, a partir de la fecha de su publicación (el mismo día, de acuerdo con el Diario Oficial 38.650) y posteriormente fue derogado por el Decreto 2584 de 1993, cuya vigencia comenzó el 23 de diciembre de 1993, fecha de su publicación (Diario Oficial 41.151), cuando ya los aludidos acontecimientos habían tenido ocurrencia e inclusive se había iniciado la investigación de que se trata. El Capitán Rizzo desempeñó el cargo de Comandante del Cuarto Distrito de Policía de Ocaña entre el 7 de diciembre de 1992 y el 20 de marzo de 1993, período durante el cual pudieron haber tenido lugar las faltas disciplinarias que se le imputan. Los hechos, pues, estaban regidos, tanto desde el punto de vista de las conductas como en lo relacionado con las sanciones aplicables por el Decreto 100 de 1989, cuya vigencia se extendió hasta el 23 de diciembre de 1993. Juzgado y condenado como lo había sido en primera instancia el Capitán Rizzo en cuanto se lo halló responsable disciplinariamente por haber incurrido en las faltas de mala conducta tipificadas en el artículo 121, numerales 26 y 32 del Decreto Ley 100 de 1989, vigente para la época de los hechos (Fallo de primera instancia, proferido de 27 de junio de 1994), no podía la segunda instancia volverlo a juzgar, ahora por las faltas descritas en los artículos 39, ordinal 15, literal c) y 40 del Decreto 2584 de 1993, nuevo régimen disciplinario (Fallo del 19 de octubre de 1994, artículo 4º de la parte resolutiva, Folio 32). El artículo 121 del Decreto Ley 100 de 1989 preveía en sus numerales 26 y 32: "ARTICULO 121. ENUMERACION. Son faltas constitutivas de mala conducta: (...) 26. Demostrar negligencia o eludir la responsabilidad en asuntos técnicos, científicos o en el desempeño de funciones. (...) 32. Dar lugar a la pérdida, daño o extravio de bienes, documentos, efectos o valores puestos bajo su custodia". El artículo 39, ordinal 15, literal c), y el artículo 40 del Decreto 2584 de 1993 dispusieron: "ARTICULO 39. ENUMERACION. Constituyen faltas contra el ejercicio de la profesión las siguientes: (...) 15. Respecto de las órdenes: (...) c) Ejecutar con negligencia o tardanza las órdenes o actividades relacionadas con el servicio". ARTICULO 40. OTRAS FALTAS. Además de las definidas en el artículo anterior, constituyen faltas disciplinarias la violación de las prohibiciones, el abuso de los derechos o el incumplimiento de los deberes contemplados en la Constitución Política, en las leyes y en los diferentes actos administrativos". Es claro, como lo demuestra la enunciación de las faltas, que las previstas en el Decreto 2584 de 1993 correspondían a conductas diferentes de las que inicialmente se atribuyeron al accionante. Así, no es lo mismo "demostrar negligencia o eludir responsabilidad en asuntos técnicos, científicos o en el desempeño de sus funciones" (artículo 121, numeral 26, del Decreto 100 de 1989) que, "respecto de las órdenes...ejecutar con negligencia o tardanza las órdenes o actividades relacionadas con el servicio" (artículo 39, numeral 15, literal c) del Decreto 2584 de 1993). Fácilmente puede verse que mientras la primera conducta se refiere tan sólo a la negligencia que puede mostrar quien presta el servicio en el ejercicio corriente de sus funciones, la segunda consiste en la negligencia en que pudiera incurrir el funcionario de la Policía, pero específicamente en cuanto no siguió con el debido cuidado y exactitud una orden a él impartida. También son distintas las conductas previstas en los numerales 26 y 32 del artículo 121 del Decreto 100 de 1989, respecto de las consagradas en el artículo 40 del Decreto 100 de 1993, claramente genéricas y subsidiarias, como con facilidad puede establecerse. Estructurar la responsabilidad del uniformado en lo referente a las nuevas conductas implicaba un juicio disciplinario en el que se determinaran los elementos específicos de las mismas. La parte motiva del acto mediante el cual se resolvió en segunda instancia muestra que tal análisis no se hizo, aunque la parte resolutiva expresa lo contrario. En todo caso, no habría cabido ese nuevo juicio, respecto de los hechos que se imputaban al procesado, ya que se habría tenido entonces una grave violación al principio "non bis in idem", que también hace parte del debido proceso. Pero tampoco se podía, como se hizo, volver al examen de las conductas correspondientes a la luz del Decreto 100 de 1989, para concluir en que había violado normas del Decreto 2584 de 1993, ya que, en cuanto a éstas últimas no fue juzgado ni tuvo oportunidad de defenderse, ni pudo demostrársele responsabilidad alguna. Lo único que hubo en el evento señalado fue una caprichosa equiparación entre conductas para poder aplicar al Capitán Rizzo, en la segunda instancia, las sanciones del nuevo estatuto disciplinario, que eran más graves que las anteriores, como puede verse por el hecho de que se agregó la consistente en no poder ejercer cargos públicos durante cinco años, prevista en el artículo 98 del Decreto 2585 de 1993 y a la cual no se había aludido en la primera instancia. Debía prosperar, entonces, como en efecto prosperó la tutela solicitada, aunque transitoria, en desarrollo del artículo 8º del Decreto 2591 de 1991. Esto, con el objeto de inaplicar las sanciones impuestas al Capitán Rizzo y evitar así el perjuicio irremediable que se le causa por la imposibilidad del ascenso a que aspira, del cual ha sido excluído en razón de existir la providencia que las confirmó, expedida en violación de las garantías procesales. Se confirmará la decisión de instancia. DECISION Con fundamento en las consideraciones que anteceden, la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: Primero.- CONFIRMAR el fallo proferido por el Juzgado Primero Laboral del Circuito de Santa Fe de Bogotá, D.C. el día 7 de diciembre de 1994, mediante el cual se resolvió sobre la acción de tutela instaurada por el Capitán EDWIN RIZZO RIVAS contra el Director General de la Policía Nacional, precisando que el acto administrativo mediante el cual se confirmó la sanción disciplinaria no se suspende sino que se inaplica al caso concreto del accionante, mientras resuelve la jurisdicción de lo Contencioso Administrativo, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 8º del Decreto 2591 de 1991. Segundo.- Por Secretaría LIBRESE la comunicación de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, comuníquese, publíquese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Magistrado Ponente Presidente de la Sala HERNANDO HERRERA VERGARA            ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado                      Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-234-95 Sentencia No Sentencia No. T-234/95 FALLO DE TUTELA-Notificación por telegrama No le asiste la razón a la apoderada de la entidad accionada cuando alega indebida notificación de la sentencia, pues, como ella misma lo señala, el artículo 16 del Decreto 2591 le permite al Juez de tutela acudir al mecanismo de notificación que considere más expedito; así mismo, el citado artículo 30 del mismo Decreto dispone que la notificación del fallo de tutela se hará "por telegrama o por otro medio expedito que asegure su cumplimiento, a más tardar al día siguiente de haber sido proferido." En el caso sub exámine, el telegrama fue enviado, como lo ordena la norma, al día siguiente de haberse proferido el fallo de tutela, y en el telegrama se insertó la parte resolutiva de la sentencia, con lo cual el despacho judicial pretendió asegurar su cumplimiento. PENSION DE JUBILACION-Conciliación/NAVENAL/MEDIO DE DEFENSA JUDICIAL En el caso sub exámine, no encuentra la Sala de Revisión que el accionante esté frente a una situación que le ocasione un perjuicio irremediable, ya que en el año de 1983, celebró un acuerdo conciliatorio con NAVENAL -En liquidación-. Lo que ocurrió fue que se le aseguró al accionante la cancelación de las sumas derivadas de su pensión de jubilación, lo cual no comporta un estado de indefensión. No se da pues, la circunstancia de que "las cosas no puedan retornar a su estado anterior," y no obra en el expediente prueba de que efectivamente al accionante se le esté desconociendo arbitrariamente derecho alguno,  pues no aparece subordinado a la accionada y su situación personal quedó sometida a una conciliación, cuyo diferendo no corresponde a esta Corporación. REFERENCIA: Exp. No. T- 66341. PETICIONARIO: Luis Alberto Urueta Vergara contra la Caja Nacional de Previsión Social. PROCEDENCIA: Juzgado Tercero Laboral del Circuito de Barranquilla. MATERIA: Improcedencia de la acción de tutela cuando se niegan derechos pensionales por existir otros mecanismos de defensa judicial. Notificación de las sentencias de tutela. MAGISTRADO PONENTE: Dr. HERNANDO HERRERA VERGARA. Santa Fe de Bogotá, D.C., mayo 30 de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Sexta de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional,  integrada por los Magistrados ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO, FABIO MORON DIAZ y HERNANDO HERRERA VERGARA, procede a revisar el fallo proferido por el Juzgado Tercero Laboral del Circuito de Barranquilla el 7 de marzo de 1995. El expediente llegó a conocimiento de esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional por remisión que le hizo el citado Juzgado, de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991. Con fundamento en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Revisión Número Cuatro de la Corte Constitucional, escogió, para efectos de revisión, la presente acción de tutela. I. INFORMACION PRELIMINAR. 1. El señor LUIS ALBERTO URUETA VERGARA, mediante apoderado, instauró acción tutela contra la CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL. Afirma el demandante que es pensionado de esa entidad según reconocimiento que se hizo de su derecho a través de la Resolución No. 1094 del 2 de abril de 1976, y que desde 1982 las mesadas pensionales a que tiene derecho no le han sido canceladas. 2. Expresa la demanda que el señor LUIS ALBERTO URUETA VERGARA tiene 79 años de edad y que por ello tiene derecho irrenunciable a la seguridad social, ya que se trata de una persona de la tercera edad, de acuerdo con los artículos 46, 47 y 48 de la Carta Política. 3. El apoderado del accionante afirma que el señor LUIS ALBERTO URUETA VERGARA se encuentra desprotegido y en un estado de indefensión "frente a la justicia y a la sociedad", pues no tiene medios económicos para alimentarse y tener acceso a la salud "por encontrarse en un estado de debilidad manifiesta". PRETENSIONES: El apoderado del accionante solicita que "se le ORDENE a la CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL "CAJANAL" se le restablezca en forma inmediata a LUIS ALBERTO URUETA VERGARA el pago de sus mesadas pensionales a que por ley tiene derecho." II.  LA PROVIDENCIA JUDICIAL OBJETO DE REVISION. Previamente a adoptar la decisión de fondo, el Juzgado Tercero Laboral del Circuito de Barranquilla, mediante oficio, ordenó a la Dirección General de la accionada, con sede en Santa Fe de Bogotá, y a su Seccional del Atlántico, que informara las razones que tuvo CAJANAL para suspenderle el pago de las mesadas pensionales al accionante. Al responder, la demandada anunció dentro de los documentos remitidos al citado despacho judicial un auto expedido por CAJANAL en el que se establece que "esta entidad no reconoció prestación alguna al referenciado, toda vez que de conformidad con el Decreto 1848/69 - artículo 75, corresponde a la última entidad a la cual prestó sus servicios reconocer la pensión de jubilación". Dicho auto no fue recibido por el Juzgado Tercero Laboral del Circuito de Barranquilla, razón por la cual ofició nuevamente a la entidad demandada a fin de que remitieran copia de ese documento, lo cual no ocurrió dentro del término de 3 días fijados por ese despacho judicial. El Juzgado Tercero Laboral del Circuito de Barranquilla, mediante providencia del 7 de marzo de 1995, concedió la tutela presentada por el señor LUIS ALBERTO URUETA VERGARA, con fundamento en las siguientes consideraciones: "8. Que en los oficios remisorios dictados por el Juzgado y recibidos por la entidad oficial se le hacían las prevensiones de que si no daban contestación a lo requerido dentro del término de tres (3) días a partir de su recibo, se tendrían por ciertos los hechos narrados por el accionantes y probados a través de las Resoluciones que anexó en el libelo y se entraría a resolver de plano. 9. Que el efecto de la omisión en el envío de la información requerida es que se presumirán por ciertos los hechos tal como lo contemplan las disposiciones pertinentes de la acción de tutela consagradas en el Decreto 2591 de 1991, dado que el plazo para fallar es de un término perentorio de diez (10) días y no permite tal perentoriedad el que el sentenciador realice más averiguaciones. 10. En tales condiciones se han de tener por ciertos (sic) que Cajanal suspendió en forma irregular los pagos de las mesadas pensionales del petente desde el año 1982 y por lo tanto ha vulnerado su derecho a la seguridad social consagrado en el art. 48 de la Constitución Nacional." Como consecuencia de lo anterior, el Juzgado Tercero Laboral del Circuito de Barranquilla ordenó a CAJANAL que en favor del accionante "restablezca en forma inmediata el pago de sus mesadas pensionales a que por ley tiene derecho" y fijó un término de 48 horas para constatar el cumplimiento de la sentencia. III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. Primera. La competencia. De conformidad con lo dispuesto en los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala es competente para revisar el fallo proferido por el Juzgado Tercero Laboral del Circuito de Barranquilla el siete (7) de marzo de 1995, en el proceso de tutela de la referencia. Segundo. La materia. Previamente a entrar en el análisis del caso sub exámine, esta Sala de Revisión considera oportuno precisar algunos de los hechos que antecedieron a la demanda de tutela, a fin de tener total claridad en cuanto a los presupuestos fácticos sobre los cuales se debe tomar la decisión de fondo. 1. El accionante LUIS ALBERTO URUETA VERGARA estuvo vinculado laboralmente a las siguientes entidades, según la Resolución No. 003 de 7 de abril de 1975 proferida por el Gerente de la COMPAÑIA NACIONAL DE NAVEGACION S.A. NAVENAL, que obra a folio 51 del expediente: "Como ayudante de Comprobación en la Dirección Nacional de Aduanas de Barranquilla, del primero (1o.) de Abril de 1932 hasta el quince (15) de abril de 1946. (...) Como Liquidador de Primera en la Dirección Nacional de Aduanas Barranquilla, del diez y seis (16) de Abril de 1946 al treinta y uno (31) de Junio de 1949. (...) Como Oficial de Embarques en la Compañía Nacional de Navegación S.A., del veinte (20) de Agosto de 1960 hasta el treinta (30) de Abril de 1972. (...) 2. Como consecuencia de haber cumplido los requisitos establecidos por la ley, la COMPAÑIA NACIONAL DE NAVEGACION S.A. NAVENAL, mediante la citada resolución No. 003 del 7 de abril de 1975 (folio 51), reconoció al accionante la pensión vitalicia de jubilación, equivalente al 75% del promedio de los salarios devengados en el último año de servicios, por ser la última entidad a la cual estuvo vinculado el peticionario al momento de su reunir los requisitos para tener derecho a la mencionada pensión. De conformidad con la resolución No. 003 de 1975, la COMPAÑIA NACIONAL DE NAVEGACION S.A. NAVENAL se comprometió a pagar directamente al accionante el valor total de cada una de las mesadas pensionales derivadas del derecho reconocido a la pensión de jubilación; así mismo se estableció de manera expresa en dicha resolución, que aquella sociedad tendría derecho a repetir "contra las demás entidades obligadas por las cuotas proporcionales según el tiempo de servicio prestado en cada una de ellas". 3. Obra en el expediente a folio 63 prueba de la audiencia pública de conciliación llevada a cabo el 1o. de junio de 1983 ante el Juzgado Tercero Laboral del Circuito de Barranquilla, en la que se establece que como consecuencia del proceso de liquidación de la COMPAÑIA NACIONAL DE NAVEGACION S.A. NAVENAL, el representante de la referida sociedad y el señor LUIS ALBERTO URUETA VERGARA, llegaron a un acuerdo extraprocesal a fin de conciliar el monto total de la pensión que se le debería pagar en forma vitalicia, por un valor de $1.215.947.oo. Una vez aceptado lo anterior, el señor URUETA VERGARA, dentro de la misma audiencia, declaró de manera expresa a paz y salvo por todo concepto a la COMPAÑIA NACIONAL DE NAVEGACION S.A. NAVENAL -en liquidación-, y manifestó que "así queda conciliado cualquier posible derecho de carácter laboral que me pueda corresponder." 4. Así mismo obra en el expediente a folios 33 y 37 prueba del auto proferido por la CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL (RDO. No. 815675/92) en respuesta a la petición que el accionante le formulara, mediante apoderado, a fin de que se le cancelaran las mesadas pensionales atrasadas dejadas de percibir desde el año de 1983. En dicho auto, la Subdirección de Prestaciones Económicas, División de Reconocimiento, de la entidad accionada, manifestó al señor LUIS ALBERTO URUETA VERGARA que "la Compañía Nacional de Navegación S.A. Entidad que venía pagando la Pensión al peticionario fué liquidada y el peticionario concilió el monto de su pensión de Jubilación con dicha Entidad. (...) Que este despacho, no encuentra bases jucas (sic) para asumir la prestación solicitada (...) ". 5. Una vez presentada la demanda de tutela, como ya se advirtió, el Juez de conocimiento ofició a CAJANAL a fin de que se remitieran las pruebas documentales necesarias para determinar los hechos que dieron origen a la presente acción. El Juez tuteló los derechos del petente, con base en los argumentos ya expuestos, y principalmente en el artículo 20 del Decreto 2591 de 1991, dando por ciertos los hechos alegados por el accionante, como consecuencia de la no remisión oportuna por parte de CAJANAL de alguno de los documentos que le fueron pedidos por el Juzgado. Es de anotar que el fallo emitido por el Juez de tutea, fue consecuencia de la actitud negligente por parte de la entidad accionada, al no remitir dentro del término legal, la información solicitada por el Despacho. Establecidos con claridad los hechos que dieron lugar al presente proceso de tutela, pasa la Sala Sexta de Revisión a estudiar el asunto. 1. Notificación de las providencias de tutela. El Coordinador de Asuntos Judiciales de la entidad accionada, mediante escrito dirigido a la Corte Constitucional, envió copia del recurso de apelación interpuesto por la apoderada de CAJANAL contra el fallo objeto de revisión, radicado el 7 de abril del año en curso, esto es, un mes después de haberse proferido, y cuya notificación se surtió por medio de telegrama en el que se insertó la parte resolutiva, el cual fue enviado a dicha entidad al día siguiente de haberse dictado sentencia. En el referido memorial, la apoderada de la accionada manifiesta que el fallo del Juzgado Tercero Laboral del Circuito de Barranquilla no fue notificado en los términos del artículo 16 Decreto 2591 de 1991, pues tal disposición ordena que "Las providencias que se dicten se notificarán a las partes o intervinientes, por el medio que el Juez considere más expedito y eficaz". No le asiste la razón a la apoderada de la entidad accionada cuando alega indebida notificación de la sentencia, pues, como ella misma lo señala, el artículo 16 del Decreto 2591 le permite al Juez de tutela acudir al mecanismo de notificación que considere más expedito; así mismo, el citado artículo 30 del mismo Decreto dispone que la notificación del fallo de tutela se hará "por telegrama o por otro medio expedito que asegure su cumplimiento, a más tardar al día siguiente de haber sido proferido." En el caso sub exámine, el telegrama fue enviado, como lo ordena la norma, al día siguiente de haberse proferido el fallo de tutela, y en el telegrama se insertó la parte resolutiva de la sentencia, con lo cual el despacho judicial pretendió asegurar su cumplimiento. La entidad accionada tuvo entonces, la oportunidad de impugnar el fallo objeto de revisión dentro de los tres días siguientes a su notificación, de conformidad con el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991, y no lo hizo, por lo cual la referida impugnación resulta completamente extemporánea. 2. Improcedencia de la acción de tutela. Perjuicio irremediable. Estado de indefensión. Para esta Corporación es claro que en el asunto sub exámine la acción de tutela resulta improcedente, tal como lo ha manifestado reiteradamente a través de su jurisprudencia, por cuanto el accionante cuenta con otros mecanismos de defensa judicial, en primer término, en vía gubernativa, interponiendo los recursos establecidos por el Código Contencioso Administrativo en contra del auto emanado de la CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL (folios 33 y 37) de 1992, por medio del cual se resolvió de manera negativa la pretensión del señor LUIS ALBERTO URUETA VERGARA en cuanto dicha entidad manifestó no tener bases jurídicas para asumir la prestación solicitada después de haberse celebrado la conciliación entre éste y la COMPAÑIA NACIONAL DE NAVEGACION S.A. NAVENAL, en ese momento en liquidación, a través de la cual el señor URUETA VERGARA declaró a paz y salvo por todo concepto laboral a la citada sociedad. Ahora bien, si la controversia se suscitó como consecuencia del referido auto proferido por la entidad accionada en el presente asunto de tutela, y si una vez agotada la vía gubernativa el señor URUETA VERGARA consideró que se le estaba vulnerando su derecho a la pensión de jubilación, el mecanismo de defensa judicial apropiado para atacar al contenido del acto administrativo correspondiente es la acción de nulidad y restablecimiento del derecho consagrada en el artículo 85 del Código Contencioso Administrativo. Se debe advertir que, si de conformidad con las disposiciones del Código Contencioso Administrativo se debió agotar la vía gubernativa por parte del señor URUETA VERGARA, y no se hizo, por haber tenido que interponer el recurso de apelación, no es viable a través del mecanismo de la acción de tutela atacar un acto administrativo en firme. Tampoco es la tutela un mecanismo para revivir una acción judicial si, de conformidad con el artículo 85 referido, ocurrió su caducidad. Así mismo, es necesario manifestar que el acta de conciliación suscrita entre el señor URUETA VERGARA y la COMPAÑIA NACIONAL DE NAVEGACION S.A. NAVENAL -En liquidación- no es susceptible de ser anulado por el Juez de tutela, y hace tránsito a cosa juzgada, de conformidad con las normas consignadas en el Código Procesal del Trabajo. Igualmente, cualquier controversia derivada de la misma conciliación no puede ser competencia tampoco del juez de tutela. En cuanto a la improcedencia de la acción de tutela por existir otros medios de defensa judicial, basta recordar lo expresado por esta Corporación mediante la sentencia No. T-036 de 1994 (M.P. Dr. José Gregorio Hernández Galindo): "Una vez más debe la Corte ocuparse en examinar el sentido constitucional de la acción de tutela, mecanismo que resulta desfigurado en sus alcances y finalidades cuando se lo usa con el propósito de revivir oportunidades procesales ya precluídas o de provocar mañosamente nuevos pronunciamientos judiciales sobre puntos definidos. Vuelve a decir la Corporación que el instrumento previsto en el artículo 86 de la Carta Política no corresponde a una nueva instancia ni constituye procedimiento alternativo o paralelo a los ordinarios ni los sustituye. Conviene recordar lo afirmado por la Sala Plena en Sentencia C-543 de octubre 1º de 1992: "...tan sólo resulta procedente instaurar la acción en subsidio o a falta de instrumento constitucional o legal diferente, susceptible de ser alegado ante los jueces, esto es, cuando el afectado no disponga de otro medio judicial para su defensa, a no ser que busque evitar un perjuicio irremediable (artículo 86, inciso 3°, de la Constitución)" (...) "...no es propio de la acción de tutela el sentido de medio o procedimiento llamado a reemplazar los procesos ordinarios o especiales, ni el de ordenamiento sustitutivo en cuanto a la fijación de los diversos ámbitos de competencia de los jueces, ni el de instancia adicional a las existentes, ya que el propósito específico de su consagración, expresamente definido en el artículo 86 de la Carta, no es otro que el de brindar a la persona protección efectiva, actual y supletoria en orden a la garantía de sus derechos constitucionales fundamentales. En otros términos, la acción de tutela ha sido concebida únicamente para dar solución eficiente a situaciones de hecho creadas por actos u omisiones que implican la transgresión o la amenaza de un derecho fundamental, respecto de las cuales el sistema jurídico no tiene previsto otro mecanismo susceptible de ser invocado ante los jueces a objeto de lograr la protección del derecho; es decir, tiene cabida dentro del ordenamiento constitucional para dar respuesta eficiente y oportuna a circunstancias en que, por carencia de previsiones normativas específicas, el afectado queda sujeto, de no ser por la tutela, a una clara indefensión frente a los actos u omisiones de quien lesiona su derecho fundamental.  De allí que, como lo señala el artículo 86 de la Constitución, tal acción no sea procedente cuando exista un medio judicial apto para la defensa del derecho transgredido o amenazado, a menos que se la utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable entendido éste último como aquél que tan sólo puede resarcirse en su integridad mediante el pago de una indemnización (artículo 6º  del Decreto 2591 de 1991). Así, pues, la tutela no puede converger con vías judiciales diversas por cuanto no es un mecanismo que sea factible de elegir según la discrecionalidad del interesado, para esquivar el que de modo específico ha regulado la ley; no se da la concurrencia entre éste y la acción de tutela porque siempre prevalece -con la excepción dicha- la acción ordinaria. La acción de tutela no es, por tanto, un medio alternativo, ni menos adicional o complementario para alcanzar el fin propuesto.  Tampoco puede afirmarse que sea el último  recurso al alcance del actor, ya que su naturaleza, según la Constitución, es la de único medio de protección, precisamente incorporado a la Carta con el fin de llenar los vacíos que pudiera ofrecer el sistema jurídico para otorgar a las personas una plena protección de sus derechos esenciales. Se comprende, en consecuencia, que cuando se ha tenido al alcance un medio judicial ordinario y, más aún, cuando ese medio se ha agotado y se ha adelantado un proceso, no puede pretenderse adicionar al trámite ya surtido una acción de tutela, pues al tenor del artículo 86 de la Constitución, dicho mecanismo es improcedente por la sola existencia de otra posibilidad judicial de protección, aún sin que ella haya culminado en un  pronunciamiento definitorio del derecho. Bien puede afirmarse que, tratándose de instrumentos dirigidos a la preservación de los derechos, el medio judicial por excelencia es el proceso, tal como lo acreditan sus remotos orígenes. En el sentir de esta Corte, nadie puede alegar que careció de medios de defensa si gozó de la oportunidad de un proceso y menos todavía si tomó parte en él hasta su conclusión y ejerció los recursos de que disponía. Pero, claro está, si pese a las ocasiones de defensa dentro del proceso y a las posibilidades de impugnación del fallo que le otorgaba el sistema jurídico en obedecimiento a claros principios constitucionales (artículos 29 y 31 de la Carta), el interesado se abstuvo de utilizar los mecanismos a su disposición, tampoco puede acudir a la institución de la tutela como última tabla de salvación de sus pretensiones, por cuanto ello implica el alegato de su propia incuria contra el principio universalmente aceptado y desvirtúa el carácter subsidiario de la acción. Sobre el tema ha declarado la Corte Constitucional a propósito" (...) "...la acción de tutela no puede asumirse como un sistema de justicia paralelo al que ha consagrado el ordenamiento jurídico en vigor. El entendimiento y la aplicación del artículo 86 de la Constitución tan solo resultan coherentes y ajustados a los fines que le son propios si se lo armoniza con el sistema. De allí que no sea comprensible como medio judicial capaz de sustituir los procedimientos y las competencias ordinarias o especiales, pues ello llevaría a un caos no querido por el Constituyente". En ese orden de ideas, no es admisible la utilización de la tutela cuando existen otros medios de defensa judicial, salvo el caso del perjuicio irremediable, tal como lo estatuye el artículo 86 de la Constitución. Tampoco cabe intentar la acción cuando quien se considera afectado o amenazado en uno de sus derechos fundamentales gozó de oportunidades procesales para su protección y dejó de aprovecharlas, permitiendo que se vencieran los términos contemplados en la ley. Si así acontece, el amparo constitucional no puede tomarse como opción adicional para suplir el cuidado y diligencia que el interesado ha debido observar. Ya sobre este punto se pronunció la Sala Tercera de Revisión en los siguientes términos: "Si, (...) el titular de la acción ordinaria no hace uso de ella dentro del tiempo que la ley le otorga, no podrá esperar que el Estado despliegue su actividad jurisdiccional para ofrecerle la protección que necesita, pero su situación, entonces, no es imputable al Estado o a sus agentes, sino que obedece a su propia incuria, a su negligencia, al hecho de haberse abstenido de utilizar los medios de los cuales gozaba para su defensa. En tales situaciones, menos aún puede ser invocada la tutela, por cuanto no es ésta una institución establecida para revivir los términos de caducidad ni para subsanar los efectos del descuido en que haya podido incurrir el accionante". (Cfr. Corte Constitucional. Sentencia T-07 del 13 de mayo de 1992). En el proceso que se analiza es clara la preexistencia de otros medios de defensa judicial a los cuales ha podido acogerse el accionante. Repárese en que su solicitud de nulidad de lo actuado fue planteada en forma extemporánea, tal como lo subrayó la Corte Suprema de Justicia. Mal podía entonces, prosperar la acción de tutela incoada." Esta Sala considera oportuno reiterar que la acción de tutela, aún existiendo otros mecanismos de defensa judicial de los derechos fundamentales, resulta viable cuando, de conformidad con el artículo 6o. del Decreto 2591 de 1991, aquella se instaure "como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable." No obstante, dicha disposición señala que "La existencia de dichos medios (de defensa judicial) será apreciada en concreto, en cuanto a su eficacia, atendiendo las circunstancias en quese encuentre el solicitante." En relación con el perjuicio irremediable, la Corte Constitucional, en la sentencia No. T-458 de 1994, con ponencia del Magistrado Jorge Arango Mejía, señaló: "(...) Sin embargo, vale la pena reiterar que la irremediabilidad del perjuicio, implica que las cosas no puedan retornar a su estado anterior, y que sólo pueda ser invocada para solicitar al juez la concesión de la tutela como "mecanismo transitorio" y no como fallo definitivo, ya que éste se reserva a la decisión del juez o tribunal competente. Es decir, se trata de un remedio temporal frente a una actuación arbitraria de autoridad pública, mientras se resuelve de fondo el asunto por el juez competente. En el caso que nos ocupa, la situación que se presenta no es irremediable, pues como el perjuicio alegado está en posibilidad de desaparecer, de prosperar el recurso de apelación interpuesto por el actor contra la decisión de la Inspección, resulta ilógico considerarlo como irremediable. Por lo demás, tampoco se observa que dicho perjuicio, de conformidad con la sentencia T-225 del 15 de junio de 1993 (Magistrado ponente doctor Vladimiro Naranjo Mesa), sea grave o inminente." En el caso sub exámine, no encuentra la Sala de Revisión que el accionante esté frente a una situación que le ocasione un perjuicio irremediable, ya que en el año de 1983, celebró un acuerdo conciliatorio con la COMPAÑIA NACIONAL DE NAVEGACION S.A. NAVENAL -En liquidación- por medio del cual se le reconoció y pagó la suma de $1'215.947.oo, en razón al proceso de liquidación de dicha sociedad, como valor estimado con proyección al futuro de las mesadas pensionales vitalicias a las cuales tenía derecho, con lo cual, precisamente lo que ocurrió fue que se le aseguró al accionante la cancelación de las sumas derivadas de su pensión de jubilación, lo cual no comporta un estado de indefensión. Además, CAJANAL resolvió una petición mediante auto susceptible de ser atacado por medio de los correspondientes recursos en vía gubernativa y de las acciones contencioso administrativas respectivas, como ya se advirtió, sin que con su decisión contraria a la solicitud del accionante se vulnerara derecho alguno, pues precisamente lo que se planteó por parte de dicha entidad fue una eventual controversia jurídica acerca de la existencia o no de derechos pensionales en cabeza del señor URUETA VERGARA, al no haber encontrado a su juicio sustento legal para reconocerlos. No se da pues, la circunstancia de que "las cosas no puedan retornar a su estado anterior," ni tampoco ocurre que la acción de tutela se haya instaurado como "un remedio temporal frente a una actuación arbitraria de autoridad pública, mientras se resuelve de fondo el asunto por el juez competente", requisitos necesarios para que la tutela proceda como mecanismo transitorio de defensa judicial para evitar un perjuicio irremediable, ya que lo que se pretende en este proceso es que "se le ORDENE a la CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL "CAJANAL" se le restablezca en forma inmediata a LUIS ALBERTO URUETA VERGARA el pago de sus mesadas pensionales a que por ley tiene derecho" y no obra en el expediente prueba de que efectivamente al accionante se le esté desconociendo arbitrariamente derecho alguno,  pues no aparece subordinado a la accionada y su situación personal quedó sometida a una conciliación con los efectos mencionados, cuyo diferendo no corresponde a esta Corporación. Así pues, decidir de fondo acerca de una posible controversia sobre el derecho que el señor URUETA VERGARA reclama a CAJANAL no es competencia del Juez de tutela. Finalmente, afirma el apoderado del accionante, que éste se encuentra desprotegido y en estado de indefensión por no contar con medios económicos para alimentarse y tener acceso a la salud. Esta Sala tampoco considera procedente el ejercicio de la acción de tutela por esta razón, ya que de conformidad con el artículo 42 del Decreto 2591 de 1991 no se ha instaurado la acción contra un particular sino con respecto de una entidad pública, y además existen, como se ha expresado, otros medios judiciales para atacar el origen de la supuesta vulneración de derechos fundamentales. Sobre este aspecto la Corte Constitucional se ha pronunciado en repetidas ocasiones; sin embargo, basta recordar lo expresado en la sentencia No. T- 025 de 1994: "Establecer si el presunto afectado está en relación de subordinación o indefensión respecto del particular que motiva la acción, es cuestión fundamental por lo dispuesto en el artículo 42 del decreto 2591 de 1991, numerales 4o. y 9o.. Tales normas ordenan: "Art. 42. Procedencia. "La acción de tutela procederá contra acciones u omisiones de particulares en los siguientes casos: "(...) 4. Cuando la solicitud fuere dirigida contra una organización privada, contra quien la controle efectivamente o fuere el beneficiario real de la situación que motivó la acción, siempre y cuando el solicitante tenga una relación de subordinación o indefensión con tal organización. "(...) 9. Cuando la solicitud sea para tutelar (la vida o la integridad de)[1] quien se encuentre en situación de subordinación o indefensión respecto del particular contra el cual se interpuso la acción. Se presume la indefensión del menor que solicite la tutela." (se subraya) (...) El concepto de indefensión se refiere a la posibilidad de la víctima de enfrentarse con éxito al origen del problema. No se ocupa de las diversas alternativas para afrontar los efectos molestos o dañosos." (M.P.: Dr. Jorge Arango Mejía) Esta Sala de Revisión procederá a revocar el fallo objeto de revisión, y en su lugar se dispondrá a declarar improcedente la acción de tutela, por contar el señor URUETA VERGARA con otros mecanismos de defensa judicial; y también por las demás razones que se han dejado anotadas en esta providencia. IV. DECISION. En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, obrando en nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución, RESUELVE: PRIMERO. REVOCAR la sentencia proferida por el Juzgado Tercero Laboral del Circuito de Barranquilla el y de marzo de 1995. En su lugar se dispone NEGAR POR IMPROCEDENTE la acción de tutela instaurada por el señor LUIS ALBERTO URUETA VERGARA, por las razones expuestas en la parte motiva de esta providencia. SEGUNDO.  LIBRENSE por Secretaría las comunicaciones de que trata el artículo 36 del decreto 2591 de 1991. Notifíquese, cópiese, publíquese, comuníquese a quien corresponda e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional, envíese al Despacho de origen y cúmplase. HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado Ponente ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado FABIO MORON DIAZ Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1] La expresión entre paréntesis fue declarada inexequible por la Corte Constitucional mediante sentencia No. C-134 del 17 de marzo de 1994. Magistrado Ponente: Dr. Vladimiro Naranjo Mesa.
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T-235-95 Sentencia No Sentencia No. T-235/95 DERECHOS COLECTIVOS/ACCION DE TUTELA/DERECHO A LA EDUCACION-Vulneración por falta de docente Frente a la amenaza o vulneración de uno o varios derechos fundamentales en el que se vea involucrado un grupo de personas determinadas o determinables, es posible, -e incluso recomendable por razones de economía procesal- que proceda la acción de tutela, ya que se trata realmente de una acumulación de acciones dirigidas a proteger a dichos individuos. En este orden de ideas, no es posible afirmar que los medios jurídicos existentes para el amparo del interés colectivo (acciones populares o las acciones de clase), resulten aplicables en todos los casos por el sólo hecho de que se afecte a un número plural de personas, es decir dos o más, o porque se trate de derechos descritos en el artículo 88 de la Constitución Política o en cualquiera otra disposición de orden constitucional o legal. Es así como, frente al asunto que se analiza, la posible violación del derecho fundamental a la educación recae sobre un número plural de personas, las cuales no aparecen identificadas en la demanda de tutela, pero son perfectamente identificables, y quienes en forma individual y subjetivo creen vulnerado su derecho a la educación. SERVICIO PUBLICO DE EDUCACION/DERECHOS FUNDAMENTALES/AUTORIDAD PUBLICA-Omisión El derecho a la educación además de ser un servicio público que debe cumplirse en forma permanente y continua, está erigido como derecho constitucional fundamental, lo cual le impone al Estado, como deber ineludible, una respuesta inmediata a las necesidades insatisfechas de la educación, cuya satisfacción es prioritaria para una adecuada prestación del servicio. En el caso particular, la administración municipal no ha dado respuesta al problema surgido, a pesar de contar con  todos los medios legales para hacerlo. Y la ley 115 de 1994, facultan a los gobernadores y alcaldes, para imponer sanciones e incluso suspender provisionalmente, a aquellos docentes que incumplan sus obligaciones, medidas éstas que debieron haber sido tomadas con miras a restablecer en forma definitiva el derecho fundamental a la educación, que es a su vez un servicio público, y que se ha interrumpido por la conducta irresponsable del docente. Y se probó que los hechos que dieron origen a la acción de tutela, fueron conocidos oportunamente por la autoridad pública acusada, la cual, ha omitido en forma  negligente, como se ha dicho, adelantar cualquier actuación en busca de encontrar soluciones al problema existente. REF:  Expediente No. T - 50.552 Peticionario: Fulvio Atanael Quiñones y otros Procedencia: Juzgado Primero Penal Municipal de Tumaco Magistrado Ponente: Dr. VLADIMIRO NARANJO MESA Tema: Derecho fundamental a la educación, sujetos determinados y determinables. Santafé de Bogotá, D.C., veintiséis (26) de mayo de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, conformada por los Magistrados Vladimiro Naranjo Mesa -Presidente de la Sala-, Jorge Arango Mejía y Antonio Barrera Carbonell, ha pronunciado la siguiente SENTENCIA En el proceso de tutela radicado bajo el número T-50.552, adelantado por Fulvio Atanael Quiñones Cabezas, Fabio Evelio Quiñones Riascos, Jaime Primitivo Quiñones Quiñones y Segundo Simón Quiñones Mindineros, contra el alcalde municipal de Tumaco y el secretario de educación municipal. I. ANTECEDENTES Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efecto de su revisión, la acción de tutela de la referencia. De conformidad con el artículo 34 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte entra a dictar sentencia de revisión. 1. Solicitud Los ciudadanos Fulvio Atanael Quiñones Cabezas, Fabio Evelio Quiñones Riascos, Jaime Primitivo Quiñones Quiñones y Segundo Simón Quiñones Minderos, en su calidad de padres de alumnos y miembros de la junta de padres de familia de la escuela rural mixta San Luis Robles, de la vereda del mismo nombre, municipio de Tumaco, interpusieron ante el Juzgado Primero Penal Municipal de Tumaco acción de tutela, con el fin de amparar los derechos fundamentales a la vida, a la igualdad, a la paz, el trabajo, a la cultura y la educación de los niños de primero (1o.) "C", jornada de la tarde, de la mencionada escuela, consagrados en los artículos  11, 13, 22, 25 y 44 de la Constitución Política. 2. Hechos Afirman los peticionarios, que el alcalde municipal de Tumaco en virtud del convenio "MEN-MUNICIPIO DE TUMACO", nombró al señor Samuel Castillo Torres docente de tiempo completo, asignándolo a la escuela rural mixta "San Luis Robles" de la vereda del mismo nombre, municipio de Tumaco. Que para el año lectivo 1993-1994, la directora de la escuela le asignó el grado primero (1o.) "C", jornada de la tarde. Sin embargo, afirma que durante el primer semestre de clases (septiembre-diciembre de 1993), el señor Castillo Torres sólo se presentó a trabajar en forma ocasional, y una vez iniciado el segundo semestre (enero-junio de 1994), dicho profesor no se reintegró a las clases, dejando abandonado el curso y motivando que la mayoría de los alumnos desertaran y otros fueran distribuídos en diferentes cursos, lo cual ocasionó finalmente que estos últimos perdieran el grado. El día 13 de septiembre de 1994, se iniciaron labores del año lectivo 1994-1995 y hasta el momento en que fue presentada la demanda, el docente Samuel Castillo Torres no se había presentado a trabajar, sin que hasta la fecha se tuvieran noticias de que por acto administrativo dicho profesor hubiera sido trasladado a otro establecimiento educativo. Sobre el particular señalan los actores que en reiteradas oportunidades la directora de la escuela rural mixta "San Luis Robles", los padres de familia y el comité pro-defensa de la educación del municipio, en forma verbal y por escrito, se han dirigido al señor alcalde del municipio de Tumaco, e igualmente a la Secretaría de Educación Municipal, solicitando el regreso del profesor Castillo Torres a las clases; sin embargo dichos funcionarios "(...) por desinterés y negligencia en sus funciones administrativas, no le han dado solución al problema." Igualmente y conociendo la situación de dicho maestro, la Tesorería Municipal de Tumaco, le ha venido cancelando los sueldos. 3. Pretensiones Solicitan los actores que, como consecuencia del amparo de los derechos conculcados, se ordene al señor alcalde del municipio de Tumaco, en su calidad de representante legal y al secretario de Educación municipal, el inmediato traslado y prestación de sus servicios a la "Escuela Rural Mixta San Luis Robles" de Tumaco al profesor Samuel Castillo Torres. II. ACTUACION PROCESAL 1. Primera instancia El Juzgado Primero Penal Municipal de Tumaco, mediante providencia de fecha veintiocho (28) de septiembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), resolvió denegar la acción de tutela impetrada por Fulvio Atanael Quiñones, Fabio Evelio Quiñones, Jaime Primitivo Quiñones y Segundo Simón Quiñones, contra el alcalde municipal de Tumaco y su secretario de Educación. Consideró el Juzgado que en el presente asunto, lo que se pretende por vía de tutela es la protección de derechos que le asisten a la comunidad, representada en los alumnos de un determinado centro educativo, "pero no se menciona un caso particular, individual, subjetivo que pueda señalarse como el directo perjudicado con una posible omisión de la administración municipal al no tomar medidas urgentes, a fin de amparar el derecho a la educación o la cultura, etc." Así las cosas, continúa el despacho, la Constitución Política consagra en su artículo 88, las llamadas acciones populares para la protección de derechos colectivos y "si bien existen derechos cuya tutela puede solicitarse por vía de acciones populares o por la que actualmente nos ocupa, para que proceda esta última es decir la acción pública de Tutela se necesita que resulte afectado un derecho subjetivo, particular", y en el presente caso, no se demostró menoscabo a un derecho subjetivo de carácter particular. La decisión no fue impugnada por ninguna de las partes. III. PRUEBAS ORDENADAS POR LA SALA NOVENA DE REVISION Mediante auto de fecha tres (3) de febrero de 1995, la Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional ordenó oficiar a la escuela rural mixta "San Luis Robles", ubicada en la Inspección de Policía Departamental del mismo nombre, jurisdicción del municipio de Tumaco (Nariño), para que informara si en la actualidad cuenta con los servicios de un profesor de tiempo completo asignado al curso primero (1o.) "C" de la jornada de la tarde. Igualmente, oficiar a la secretaría de educación municipal de Tumaco, para que informe si ha adelantado alguna investigación de carácter disciplinario en contra del señor Samuel Castillo Torres, y en caso afirmativo remitiera copia de dicha actuación. Igualmente, por auto de fecha veintisiete (27) de marzo de 1995, la misma Sala resolvió solicitar a los actores y al director de la escuela, informar a esta Corporación si tienen ellos la calidad de padres o acudientes de algunos de los estudiantes del curso primero (1o.) C de la jornada de la tarde de la Escuela Rural Mixta "San Luis Robles", o son estudiantes de la misma. Sin embargo, dado que dicha solicitud no llegó a su destino, la Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, mediante auto de fecha veintiocho (28) de abril de 1995, resolvió comisionar al Juzgado Primero Penal Municipal de Tumaco (Nariño), para practicar la prueba pedida en el auto de fecha veintisiete (27) de marzo del presente año. Dando cumplimiento a lo ordenado por esta Sala de Revisión, se allegaron al presente proceso los siguientes documentos: - Copia vía fax del oficio No. S-ED 154 95, del 10 de febrero de 1995 En dicho oficio, el secretario de educación municipal de Tumaco, manifiesta que revisada la hoja de vida del docente Samuel Castillo Torres, se encuentran varias quejas de la comunidad de Robles y de la directora de escuela, por incumplimiento al trabajo; sin embargo no se encuentra ningún llamado de atención y mucho menos proceso disciplinario. Igualmente manifiesta el funcionario, que por haber tomado posesión del cargo el primero (1o.) de enero del presente año, no conoce a fondo el problema del docente Castillo Torres. - Copia vía fax del oficio No. TN-GIL Ofc 178, del 8 de marzo de 1995 Mediante el cual, el alcalde municipal de Tumaco, señala que de acuerdo con información verbal presentada por la directora de la escuela "San Luis Robles", en la actualidad el docente Samuel Castillo Torres, sigue incumpliendo con su obligación de maestro. Sin embargo, el burgomaestre manifiesta que en el presente año, la directora de la escuela no ha presentado por escrito informe contra el citado docente. - Despacho comisorio No. 016-94, procedente del Juzgado Primero Penal Municipal de Tumaco, Nariño. En dicho despacho consta que el Juzgado Primero Penal Municipal de Tumaco, citó a declarar a la señora Fabiola Reina, directora de la escuela rural mixta "San Luis Robles", quien manifestó que conoce a los señores Fulvio Atanael Quiñones Cabezas, Jaime Primitivo Quiñones Quiñones, y Segundo Simón Quiñones Minderos, quienes tienen el carácter de presidente, secretario y vicepresidente de la junta de padres de familia de la escuela rural mixta San Luis Robles respectivamente. Además, el señor Segundo Simón Quiñones Minderos es padre de una de las alumnas del curso primero C, jornada de la tarde de dicha escuela. En cuanto al señor Fabio Evelio Quiñones Riascos, manifestó la directora que ocupaba el cargo de fiscal de la junta de padres de familia, pero falleció en el mes de diciembre de 1994. Igualmente, el Juzgado comisionado recibió el testimonio del señor Fulvio Atanael Quiñones, demandante en el proceso de tutela, quien manifestó ser el presidente de la asociación de padres de familia de la escuela y además es abuelo de algunos de los alumnos matriculados en la jornada de la tarde. Finalmente tanto la directora de la escuela San Luis Robles como el señor Quiñones Cabezas, coincidieron en afirmar que el problema de la inasistencia del maestro Samuel Castillo Torres a dictar las clases asignadas, se sigue presentando en la actualidad sin existir solución a la vista. IV. CONSIDERACIONES DE LA SALA 1. Competencia De conformidad con lo establecido en los artículos 86 y 241, numeral 9o. de la Constitución Política y 31 a 36 del Decreto 2591 de 1991, la Sala Novena de revisión de la Corte Constitucional es competente para revisar el fallo de tutela de la referencia. 2. Procedencia de la acción de tutela frente a derechos o intereses colectivos En reiteradas oportunidades esta Corporación ha sostenido que la protección de los derechos constitucionales fundamentales de las personas a través del mecanismo de la acción de tutela, incluye todas aquellas situaciones en las que una determinada acción u omisión de la autoridad pública o de un particular, afecta a un individuo o a un número plural de personas, en la medida que estas últimas estén identificadas o sean fácilmente identificables. Sobre la materia, ha señalado esta Corporación: "(...)La acción u omisión de una autoridad pública puede poner en peligro o amenazar simultáneamente el derecho fundamental de un número plural de personas, las cuales pueden pertenecer a una misma familia, barrio o comunidad. Nada se opone a que individualmente cada agraviado inicie la respectiva acción de tutela o que todos, a través de un representante común, se hagan presentes ante un mismo juez con el objeto de solicitar la protección del derecho conculcado." (Sentencia No. T-251 de 1993, Magistrado Ponente, doctor Eduardo Cifuentes Muñoz). De igual forma, esta Sala de Revisión se ha pronunciado sobre el tema en cuestión, en los siguientes términos: "Ahora bien, la Sala considera conveniente realizar algunas precisiones acerca del alcance de la acción de tutela contra particulares -y también contra autoridades públicas- en los casos en que se afecte el interés colectivo. Sea lo primero advertir que en algunos eventos la acción o la omisión de un particular, así como la de una autoridad pública, puede afectar a un número plural de personas, todas ellas identificadas o identificables, en cuyo caso no se puede predicar una situación de "interés colectivo" que amerite la protección jurídica mediante la figura de las acciones populares de que trata el artículo 88 superior, sino que se trata de una circunstancia que puede protegerse o remediarse mediante instrumentos especiales como lo son las acciones consagradas en la legislación colombiana, o la acción de tutela en los términos definidos por el artículo 86 de la Carta Política (...)." (Sentencia No. T-028 DE 1994, Magistrado Ponente, doctor Vladimiro Naranjo Mesa). Así las cosas, frente a la amenaza o vulneración de uno o varios derechos fundamentales en el que se vea involucrado un grupo de personas determinadas o determinables, es posible, -e incluso recomendable por razones de economía procesal- que proceda la acción de tutela, ya que se trata realmente de una acumulación de acciones dirigidas a proteger a dichos individuos. En este orden de ideas, no es posible afirmar que los medios jurídicos existentes para el amparo del interés colectivo (acciones populares o las acciones de clase), resulten aplicables en todos los casos por el sólo hecho de que se afecte a un número plural de personas, es decir dos o más, o porque se trate de derechos descritos en el artículo 88 de la Constitución Política o en cualquiera otra disposición de orden constitucional o legal. Es así como, frente al asunto que se analiza, la posible violación del derecho fundamental a la educación recae sobre un número plural de personas, las cuales no aparecen identificadas en la demanda de tutela, pero son perfectamente identificables, ya que se trata de los alumnos del curso 1o. "C", jornada de la tarde de la escuela "San Luis Robles", de la vereda del mismo nombre, municipio de Tumaco, Nariño, y quienes en forma individual y subjetivo creen vulnerado su derecho a la educación, razón por la cual es procedente analizar de fondo si realmente se violó o no  dicho derecho. 3.  La educación como derecho fundamental y como servicio público. El carácter de derecho fundamental de aplicación inmediata, le ha sido reconocido a la educación en forma reiterada por esta Corporación, tanto por su naturaleza consubstancial, inalienable y esencial al ser humano, como por su consagración expresa en el caso de los niños (artículo 44 de la Constitución Política). Igualmente este Tribunal, ha reconocido a la educación, como uno de los derechos que mejor permite realizar el valor y principio material de la igualdad, consagrado en el Preámbulo y en los artículos 5o. y 13 del Estatuto Superior. Sobre el particular, ha manifestado esta Corporación: "Tanto por la naturaleza y función del proceso educativo como porque reúne a plenitud los requisitos y criterios de esa categoría constitucional abierta que es hoy el derecho fundamental, esta Corte ha reconocido que la educación es uno de tales derechos que realiza el valor y principio material de la igualdad, consignado en el preámbulo y en los artículos 5o. y 13 de la Carta..." (sentencia T-429 de 1992, Magistrado Ponente, doctor  Ciro Angarita Barón). En cuanto a su relación con el derecho a la igualdad, ha sostenido: "La educación, además, realiza el valor y principio material de la igualdad que se encuentra consignado en el Preámbulo y en los artículos 5o. y 13 de la Constitución. Ello puesto que en la medida en que la persona tenga igualdad de posibilidades educativas, tendrá igualdad de oportunidades en la vida para efectos de su realización como persona." (Sentencia NO. T-02 de 1992, Magistrado Ponente, doctor Alejandro Martínez Caballero). Ahora bien, el derecho a la educación ofrece una particular importancia por cuanto constituye el supuesto básico para que un individuo pueda ejercer en forma eficaz otros derechos, a los cuales no tendría acceso o cuya efectividad sería irrealizable sin su mediación, como lo son los derechos al trabajo, a escoger profesión u oficio, al libre desarrollo de la personalidad y, como ya se dijo, a la igualdad ante la ley. Además de su condición de derecho fundamental, la educación, por disposición constitucional (artículo 67, inciso 1o.), es un servicio público que cumple una función social. Esto significa, que no sólo tiene que satisfacer una necesidad de carácter general, la cual debe estar al alcance de quienes lo requieran, sino que además, el Estado está en la obligación de garantizar el acceso a dicho servicio y velar porque con su prestación se cumplan los fines señalados por la Carta Política, que sobre el particular dispone: "Artículo 67 (...) "Corresponde al Estado regular y ejercer la suprema inspección y vigilancia de la educación con el fin de velar por su calidad, por el cumplimiento de sus fines y por la mejor formación moral, intelectual y física de los educandos; garantizar el adecuado cubrimiento del servicio y asegurar a los menores las condiciones necesarias para su acceso y permanencia en el sistema educativo." Sin embargo, a pesar de ser la educación un derecho fundamental y consagrarse como un servicio público, su prestación está condicionada por las limitaciones principalmente de orden material, que surgen de las propias posibilidades operativas y de cobertura de las instituciones que la ofrecen, sin que ello implique que las autoridades o los particulares encargados del servicio de la educación, estén exentos de apelar a todos los instrumentos que tengan a su alcance para satisfacer las necesidades que en dicha materia se presenten. Lo anterior, sin olvidar que, lo que representa una carga ineludible para el Estado, es la regulación, el control y la vigilancia de la prestación del servicio público de la educación, o sea la responsabilidad de asegurar su prestación en forma eficiente y continua a todos los habitantes del país, buscando cumplir algunas conquistas de tipo social que recaen de manera directa en el Estado y que están relacionadas con el bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de toda la población (artículo 366 de la C. P.). 4. El caso concreto 4.1 Existe violación del derecho fundamental a la educación, por parte de las autoridades administrativas municipales de Tumaco, Nariño. De la solicitud de tutela puede deducirse que la  supuesta violación del derecho fundamental a la educación de los alumnos del grado 1o. "C", jornada de la tarde, de la escuela rural mixta "San Luis Robles", obedece a la conducta negligente asumida por el alcalde municipal de Tumaco y por su secretario de educación, quienes no han adelantado gestión alguna con el fin de resolver el problema generado en dicho curso por la inasistencia de su docente Samuel Castillo Torres, situación que se ha presentado desde el mismo momento en que fue nombrado y asignado a la mencionada escuela. En  relación con lo afirmado por el actor, obran en el expediente entre otras pruebas, la comunicación suscrita por la directora de la escuela y la junta de padres de familia, donde informan a los funcionarios demandados la actitud asumida por el docente Castillo Torres, y la declaración del señor asistente administrativo de la Secretaría de Educación municipal de Tumaco, en la cual se le interroga sobre el problema y afirma: "PREGUNTADO; Sírvase manifestar si ante la Secretaría de Educación Municipal ha cursado alguna información relacionada con la inasistencia por parte del señor SAMUEL CASTILLO TORRES, a la escuela en la cual debe prestar sus servicios? CONTESTO : Hay algunas quejas por parte de la comunidad de San Luis Robles, en donde afirman que el profesor Samuel Castillo, falta con frecuencia a su sitio de trabajo.- PREGUNTADO ; Sírvase precisar si por lo anteriormente explicado, la Secretaría de Educación Municipal, ha tomado alguna medida, para contrarrestar esta conducta del profesor SAMUEL CASTILLO TORRES? CONTESTO : en el momento no, pero se le ha llamado verbalmente  y se le ha solicitado que cumpla con su deber, pero el argumenta tener problemas con la comunidad (...)"(negrillas fuera de texto). Finalmente,  la Sala Novena de Revisión dentro de las pruebas solicitadas a la administración municipal, obtuvo vía fax, declaraciones del secretario municipal y del alcalde de Tumaco, respectivamente, en las que informan, con relación al problema presentado,  lo siguiente: " (...) Al respecto le informo que revisada la hoja de vida del docente citado, se encuentran varias quejas de la comunidad de Robles y de la Directora de la escuela, en contra del docente SAMUEL CASTILLO TORRES por incumplimiento al trabajo, a pesar de haber cuatro informes de la Directora de la escuela, apoyada por la comunidad no se encuentra ningún llamado de atención, mucho menos proceso disciplinario." (negrillas fuera de texto). "Según información verbal en el día de hoy por parte de la directora de la escuela San Luis Robles, el profesor Samuel Castillo Torres, en la actualidad sigue incumpliendo con su obligación como maestro.(...)". (negrillas fuera de texto). Así las cosas, resulta claro que las pruebas arriba referenciadas permiten concluir, no sólo que el docente Castillo Torres ha incurrido en faltas graves en el cumplimiento de sus deberes profesionales (artículo 44, 45 y 46 del Decreto 2277 de 1977), sino además, y es lo que constituye motivo principal del reproche de esta Sala, que la administración municipal de Tumaco ha omitido  adelantar cualquier tipo de actuación en procura de solucionar el problema presentado y, por el contrario, ha permitido que esta situación se prolongue excesivamente en el tiempo (período lectivo 1993-1994 y 1994-1995), causando enormes e irreparables perjuicios a los estudiante de dicha escuela, a quienes se les ha negado el justo derecho a la educación. No sobra insistir que el derecho a la educación además de ser un servicio público que debe cumplirse en forma permanente y continua, está erigido como derecho constitucional fundamental, lo cual le impone al Estado, como deber ineludible, una respuesta inmediata a las necesidades insatisfechas de la educación, cuya satisfacción es prioritaria para una adecuada prestación del servicio. En el caso particular, la administración municipal no ha dado respuesta al problema surgido, a pesar de contar con  todos los medios legales para hacerlo. Cabe recordar, en efecto, que el decreto 2277 de 1979 (art. 47) y la ley 115 de 1994 (arts. 130, 171 y otros), facultan a los gobernadores y alcaldes, para imponer sanciones e incluso suspender provisionalmente, a aquellos docentes que incumplan sus obligaciones, medidas éstas que debieron haber sido tomadas con miras a restablecer en forma definitiva el derecho fundamental a la educación, que es a su vez un servicio público, y que se ha interrumpido por la conducta irresponsable del docente Castillo Torres. En virtud de lo anterior, concluye esta Sala de Revisión, alejándose del criterio expuesto por el juez de primera instancia, que el alcalde municipal de Tumaco, y su secretario de educación, violaron el derecho fundamental a la educación de los alumnos del curso 1o. "C", jornada de la tarde, de la escuela rural "San Luis Robles", pues se probó que los hechos que dieron origen a la acción de tutela, fueron conocidos oportunamente por la autoridad pública acusada, la cual, ha omitido en forma  negligente, como se ha dicho, adelantar cualquier actuación en busca de encontrar soluciones al problema existente. Otro sería el criterio de esta Corporación, si las quejas presentadas al burgomaestre y al secretario de educación municipal de Tumaco, por parte de la directora de la escuela y la junta de padres de familia, hubiesen sido atendidas o se hubiesen adelantado las gestiones pertinentes para solucionar el problema generado por la conducta reprochable del docente Castillo Torres. Pero como ya se dijo, no fue esa la actitud asumida por las autoridades locales; por el contrario, su negligencia y desinterés para encontrar caminos de solución al conflicto, fueron evidentes, logrando con esta actitud prolongar la vulneración del derecho, la cual se viene presentado desde el período lectivo 1993-1994 hasta la fecha, sin que se haya tomado medida alguna en procura de restablecerlo. Finalmente, en cuanto hace a la petición formulada por los actores para tutelar igualmente el derecho a la igualdad, a la vida, al trabajo, a la paz y a la cultura de los menores, no encuentra la Corte que exista relación de causalidad, entre los hechos que dieron origen a la violación del derecho a la educación y la posible vulneración de los otros derechos citados, razón por la cual no procederá la acción de tutela. En virtud de lo anterior, la Sala habrá de revocar el fallo de fecha 28 de septiembre de 1994, proferido por el Juzgado Primero Penal Municipal de Pasto, y  ordenará tutelar el derecho a la educación de los alumnos de 1o. "C" jornada de la tarde de la escuela "San Luis Robles", municipio de Tumaco, Nariño. DECISION En mérito de lo expuesto, la Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: PRIMERO:        REVOCAR el fallo de fecha 31 de agosto de 1994, proferido por el Juzgado Primero Penal Municipal de Pasto, mediante el cual se denegó la acción de tutela interpuesta por Fulvio Atanael Quiñones Cabezas, Fabio Evelio Quiñones y otros, contra el alcalde municipal de Tumaco y el secretario de educación municipal, por las razones expuestas en esta providencia.. SEGUNDO:                 TUTELAR el derecho fundamental a la educación de los alumnos del grado 1o. "C", jornada de la tarde, de la escuela "San Luis Robles", de la vereda del mismo nombre, municipio de Tumaco, y en consecuencia, ORDENAR al alcalde municipal de Tumaco, y a su secretario de educación, que en plazo de cinco (5) días contados a partir de la notificación de esta providencia, realicen las gestiones que sean necesarias para garantizar el derecho a la educación de los referidos estudiantes. TERCERO: ORDENAR que por la Secretaria General de esta Corporación, se envíe copia de esta Sentencia a la procuraduría general de la Nación para que, de acuerdo con la parte motiva de esta providencia, se investigue la omisión de los alcaldes y secretarios de educación, del período inmediatamente anterior y del actual, por haber permitido en estos dos (2) últimos años la violación continuada del derecho fundamental a la educación de los alumnos de 1o. "C", jornada de la tarde, de la escuela rural "San Luis Robles", vereda del mismo nombre, municipio de Tumaco. CUARTO:   ORDENAR que, por la Secretaría General de esta Corporación, se comunique esta providencia al Juzgado Primero Penal Municipal de Tumaco, en la forma y para los efectos previstos en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, publíquese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado JORGE ARANGO MEJIA Magistrado ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-236-95 Sentencia No Sentencia No. T-236/95 LEGITIMACION POR ACTIVA EN TUTELA La profesora demandante en el presente expediente, estaba legitimada para interponer la acción de tutela en consideración a la posible vulneración de su derecho fundamental al trabajo. No estaba legitimada para invocar el derecho a la educación, máxime que no tenía la representación de los alumnos, ni existe prueba de que ellos no estuvieran en condiciones de promover su propia defensa. DERECHOS FUNDAMENTALES-Núcleo esencial/ESTABLECIMIENTO EDUCATIVO-Acceso a dependencias El núcleo esencial de un derecho fundamental, se encuentra en su contenido. En el caso concreto, la situación que se presenta en el establecimiento educativo, a pesar de las limitaciones, no afecta la libertad al trabajo de la actora, pues se refiere a su calidad, pero,  el núcleo del derecho fundamental no está siendo vulnerado con el hecho de ella no contar con acceso a determinadas áreas. Si bien el ideal es que todas las personas tengan derecho a desarrollar sus derechos en condiciones adecuadas, estos deseos no pueden ser siempre protegidos a través de la acción de tutela, pues, para cada caso concreto, el juez de tutela debe tener en cuenta las posibilidades reales con que cuenta, ya que el Estado colombiano no está en capacidad de satisfacer todas las necesidades en forma absoluta e inmediata. REF: PROCESO T-55.628 DEMANDANTE: AYDA LUZ YÉPEZ CANTILLO contra GUSTAVO POLO OVALLE. PROCEDENCIA: JUZGADO PRIMERO PENAL DEL CIRCUITO DE SANTA MARTA. MAGISTRADO PONENTE: JORGE ARANGO MEJÍA. Aprobada en sesión de la Sala Primera de Revisión, celebrada en la ciudad de Santafé de Bogotá, a los treinta (30) días del mes de mayo de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Primera de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Jorge Arango Mejía, Antonio Barrera Carbonell y Eduardo Cifuentes Muñoz, decide sobre la providencia proferida por el Juzgado Primero Penal del Circuito de Santa Marta, en el proceso promovido por AIDA LUZ YÉPEZ CANTILLO. El expediente llegó a la Corte Constitucional, por remisión que hizo el Juzgado, en virtud de lo ordenado por el artículo 31 del decreto 2591 de 1991. I.-      ANTECEDENTES. La actora presentó ante el Juzgado Noveno Penal Municipal de Santa Marta, acción de tutela, en forma verbal, el 2 de septiembre de 1994, contra el señor Gustavo Polo Ovalle, quien ostenta, según la demandante, las condiciones de rector de la Escuela Normal para  Varones, jornada de la mañana, y rector del Colegio Experimental de Bachillerato, Juan Maiguel de Osuna, en la jornada de la tarde, por las siguientes razones. a) Hechos. La actora es profesora del Colegio Experimental Maiguel de Osuna, colegio que funciona, en las horas de la tarde en las instalaciones de la Normal para Varones. Consideró que el rector ha violado derechos fundamentales de los estudiantes del colegio donde ella es profesora, al prohibir a los estudiantes la utilización de algunas áreas del edificio, tales como el laboratorio, la biblioteca, los equipos audio visuales, el paraninfo, los  servicios sanitarios para las estudiantes y profesores y el salón de profesores. Además, todos los actos que perturban el normal desarrollo de la educación, llegaron a su máxima manifestación cuando, el día 2 de septiembre de 1994, algunos alumnos de la Normal para Varones, jornada de la mañana, permanecieron en las instalaciones del colegio, autorizados por el rector, y “sabotearon el desarrollo normal de las clases de la jornada de la tarde con un potente pick up dentro de las instalaciones de la Institución.” Algunos profesores les llamaron la atención, pero fueron agredidos. b) Derechos constitucionales presuntamente vulnerados. La demandante considera que con la actitud del rector, se viola el derecho a la educación. c) Pretensión. La demandante no manifestó su pretensión. Pero de los hechos, se puede deducir que solicita que el demandado permita el acceso, a los estudiantes y profesores del Colegio Experimental, a los sitios que se encuentran restringidos y que perjudican el desarrollo normal de las clases. d) Actuación procesal. El Juzgado Quinto Penal Municipal de Santa Marta avocó el conocimiento de esta acción, notificó su iniciación al demandado, citó a algunos profesores del Colegio Experimental y practicó pruebas. Las declaraciones de los profesores de la jornada de la tarde corroboran los inconvenientes que se han presentado al no permitir el acceso a determinadas áreas de las instalaciones, a los estudiantes y profesores del Colegio Experimental. Así mismo, informaron sobre lo sucedido el día en que se presentó la tutela, hechos en los que intervinieron agentes de la policía y del CAI vecino a las instalaciones del Colegio. También manifestaron que el demandado no se hace presente, en las horas de la tarde, en el Colegio Experimental, incumpliendo así con las labores a él encomendadas. Se allegó al expediente el “Informe sobre la situación presentada en las instalaciones de la escuela ´Normal Nacional de Varones´ el día 2 de septiembre de 1994”, suscrito por el representante de la Secretaría de Educación de Santa Marta. En este informe se señala que el problema principal se originó con la inauguración de las olimpiadas deportivas de la Normal para Varones. Actividades que se prolongaron más allá de la jornada de la mañana. Sobre los demás inconvenientes que se han venido presentando, en el informe se menciona que se realizará una reunión entre las directivas de los colegios, para tratar de solucionarlos. El Juzgado llevó a cabo una inspección judicial a las instalaciones donde funciona el Colegio Experimental, con el objeto de establecer si se encuentran áreas restringidas. El Juzgado encontró cerrados con candado, o bajo llave, la rectoría, el paraninfo, los salones donde funcionan los laboratorios de química y física, la sala de conferencias, de proyección, los baños para hombres y profesores. Ninguno de los salones donde funciona la jornada de la tarde tenía fluido eléctrico. e) Decisión de primera instancia. En sentencia de 22 de septiembre de 1994, el Juzgado Quinto Penal Municipal de Santa Marta concedió la tutela solicitada, y resolvió: “2. Ordenar al rector de dicho centro educativo señor GUSTAVO POLO OVALLE que en el término de 48 horas contados (sic) a partir del día siguiente de la notificación de la presente providencia debe permitir el libre acceso a las areas (sic) que en la actualidad se encuentra (sic) restringidas siendo estas: el paraninfo, la biblioteca, los salones donde funcionan los laboratorios de Química y Física, la sala de Conferencias, la sala de Proyección, la Mapoteca, el baño para varones y el baño para profesores y las demás que sean para beneficio tanto para el estudiantado como para el profesorado de dicho plantel en la jornada de la tarde.” El Juzgado consideró que el demandado estaba vulnerando el derecho fundamental a la educación, artículo 67 de la Constitución, al no permitir el acceso de los estudiantes de la jornada de la tarde, a las áreas descritas. Sobre los hechos ocurridos el día en que se presentó la tutela, el Juzgado se abstuvo de pronunciarse, por ser competencia de la Secretaría de Educación. También ordenó compulsar copias a la Procuraduría para que examine la conducta del rector, por dejar de asistir habitualmente a sus labores académicas. f) Impugnación. El demandado presentó dos escritos al Juzgado, uno en solicitud de aclaración de la sentencia y otro impugnándola. En el escrito de impugnación, el demandado expuso: - El Juez le negó la oportunidad de ser oído, a pesar de que en dos ocasiones se acercó al despacho del Juzgado para ponerse a su disposición, lo cual hubiera permitido hacer algunas precisiones importantes sobre el tema, tales como las siguientes. - El no es rector del Colegio Experimental, no existe nombramiento que lo acredite como tal. - Sus actuaciones no son arbitrarias, sino que están amparadas en la ley. En noviembre de 1992, el entonces Secretario de Educación le planteó la posibilidad de abrir una jornada adicional en el edificio de la Normal para Varones. Dado que los bienes de la Normal para Varones son del Ministerio de Educación, el demandado consultó al Ministerio, donde le respondieron que tal posibilidad debe enmarcarse dentro de las normas legales. Por consiguiente, el señor Polo Ovalle concedió, en forma transitoria, autorización para que funcione el Colegio Experimental, pero no ha accedido a poner a disposición los bienes muebles que pertenecen la Ministerio, por prohibición del decreto 1789 de 1988. También señaló que el Colegio Experimental no puede ser calificado como jornada adicional de la Normal para Varones, pues para ello requiere un convenio con el Ministerio de Educación y un estudio que garantice la financiación adecuada y permanente. El demandado adjuntó copias de documentos relativos a su impugnación, y del acta de 29 de septiembre de 1994, donde consta lo ocurrido en la reunión convocada por el señor Polo para dar cumplimiento a lo ordenado en la sentencia de tutela. Allí consta que ni el coordinador del Colegio Experimental, ni la actora de la tutela, ni el resto de profesores quisieron responsabilizarse de las áreas y bienes que ordena la tutela entregar. Por consiguiente, no pudo cumplir con lo ordenado por el juzgado. g) Sentencia de segunda instancia. Antes de dictar sentencia, el Juzgado Primero Penal del Circuito recibió declaraciones del demandado y de la Secretaria de Educación de Santa Marta, y documentos relacionados con el proceso. En sentencia de 17 de noviembre de 1994, el Juzgado Primero Penal del Circuito de Santa Marta revocó la sentencia del Juzgado Quinto Penal Municipal, al considerar que no existe perjuicio irremediable, pues la jornada de la tarde viene funcionando en idéntica forma desde hace dos años, es decir, sin tener acceso a todas las instalaciones. Además, no se pude obligar al demandado a actuar en contra de lo ordenado en las normas legales, llevándolo a incurrir en la posible comisión de un delito. h) Pruebas solicitadas por la Corte Constitucional. Mediante auto de 27 de abril de 1994, esta Sala de Revisión solicitó al Secretario de Educación y Cultura Distrital de Santa Marta, Magdalena, información relacionada con la situación legal del Colegio Juan Maiguel de Osuna. El Director del Departamento Administrativo del Servicio Educativo de Santa Marta, en comunicación de 11 de mayo de 1995, manifestó que el Colegio “es un plantel de Bachillerato Académico con base en una experimentación encaminada hacia los ejes presentados en el proyecto, calidad, identidad cultural, investigación científica, derechos humanos, defensa y conservación del medio ambiente.” Fue legalizado por resolución Nro. 129 del 28 de febrero de 1994, y funciona en las instalaciones físicas de la Escuela Normal para Varones. Su estructura administrativa está compuesta por un Rector; 2 coordinadores y una secretaria. “Los medios educativos no son los más adecuados, cuenta con material de laboratorio, didáctico; el rector ha logrado un convenio con la Universidad del Magdalena para desarrollar los laboratorios en esta Universidad.” El plantel no ha suscrito convenio alguno con el Ministerio de Educación Nacional. II.      CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. Primera. Competencia. [CC1] La Corte es competente de conformidad con los artículos 86 y 241, numeral 9, de la Constitución y el decreto 2591 de 1991. Segunda. Legitimidad e interés de la actora. En el presente caso, surge la siguiente pregunta: ¿la profesora demandante de la presente acción estaba legitimada para presentarla invocando como derecho vulnerado el de la educación? o ¿debía ella invocar su derecho al trabajo como objeto de vulneración? Para responder, se deben tener en cuenta los siguientes aspectos. La profesora en su demanda puso en conocimiento la existencia de hechos que impiden desarrollar a cabalidad la labor educativa que tiene bajo su responsabilidad. Situación que perturba el derecho a la educación, pues afecta a profesores y a alumnos. En el proceso se probó que efectivamente existen áreas a las que no tienen acceso ni los profesores ni los estudiantes del Colegio Experimental. Dichas áreas son: el paraninfo, la biblioteca, los salones donde funcionan los laboratorios de química y física, la sala de conferencias, la sala de proyección, los baños de profesores y estudiantes. No se puede negar que tales limitaciones constituyen problemas para el buen desarrollo del servicio público de la educación, tanto para quienes la otorgan como para quienes la reciben. Pero, unos y otros se encuentran en diferentes planos. Para este caso, los profesores podrían ver afectado su derecho al trabajo, artículo 25 de la Constitución. Y los alumnos, el de la educación, artículo 67. Por  consiguiente, la profesora demandante en el presente expediente, estaba legitimada para interponer la acción de tutela en consideración a la posible vulneración de su derecho fundamental al trabajo. No estaba legitimada para invocar el derecho a la educación, máxime que no tenía la representación de los alumnos, ni existe prueba de que ellos no estuvieran en condiciones de promover su propia defensa, de conformidad con lo señalado en el artículo 10 del decreto 2591 de 1991. Hecha esta precisión, el breve análisis que se hará en esta providencia se circunscribirá a considerar si la existencia de áreas, importantes por demás, donde no tienen acceso profesores y alumnos, constituye violación al derecho al trabajo de la actora. Tercera.- Improcedencia de la presente acción. Esta demanda es improcedente por las siguientes razones: a) La Corte a través de su jurisprudencia ha señalado que el núcleo esencial de un derecho fundamental, se encuentra en su contenido. En el caso concreto, la situación que se presenta en el establecimiento educativo, a pesar de las limitaciones, no afecta la libertad al trabajo de la actora, pues se refiere a su calidad, pero, se repite, el núcleo del derecho fundamental no está siendo vulnerado con el hecho de ella no contar con acceso a determinadas áreas, las cuales nadie puede negar que constituyen parte importante en la labor educativa. Además, la profesora Yépez, en su demanda, se refirió a los problemas generales que se presentan a los profesores y alumnos, pero no especificó la forma como tales problemas directamente le impiden desarrollar su derecho al trabajo. Si bien el ideal es que todas las personas tengan derecho a desarrollar sus derechos en condiciones adecuadas, estos deseos no pueden ser siempre protegidos a través de la acción de tutela, pues, para cada caso concreto, el juez de tutela debe tener en cuenta las posibilidades reales con que cuenta, ya que el Estado colombiano no está en capacidad de satisfacer todas las necesidades en forma absoluta e inmediata. b) El demandado, al impedir el acceso a determinados sitios del establecimiento educativo, estaba actuando en cumplimiento de normas legales, es decir, no  en forma arbitraria, carente de fundamento. De conformidad con lo anterior, es claro que la tutela presentada por la profesora es improcedente, por lo que habrá de confirmarse la sentencia del 17 de noviembre de 1994, proferida por el Juzgado Primero Penal del Circuito de Santa Marta. Cuarto.- Observaciones finales. La Corte considera conveniente referirse a la actuación surtida por el juez de primera instancia en este proceso. Es evidente que debió citar en primer lugar al demandado en el proceso, con lo que se hubieran precisado, desde el principio, las razones del demandado para su proceder, y la decisión, probablemente, hubiera sido diferente. Si hubiera citado al demandado, se hubiera enterado, de que éste no era el rector del Colegio Maiguel de Osuna, y que su negativa a entregar el acceso a todas las áreas del colegio del que sí es rector, no es un acto arbitrario. Prueba de lo anterior fue el hecho de que fue imposible cumplir la orden dada por el juez de entregar las áreas restringidas, las cuales no quisieron ser recibidas por el coordinador del colegio, ni por ningún profesor, incluída la demandante de esta tutela. El otro asunto, se refiere a la conveniencia de poner en conocimiento del Ministerio de Educación Nacional, para lo de su competencia, la situación que afrontan los profesores y alumnos del Colegio Maiguel de Osuna, pues como el propio Director del Departamento del Servicio Educativo Distrital de Santa Marta lo señala a esta Corte, “Los medios educativos no son los más adecuados, cuenta con material de laboratorio, didáctico; el rector ha logrado un convenio con la Universidad del Magdalena para desarrollar los laboratorios en esta Universidad”. III.- DECISIÓN. En mérito de lo expuesto, la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: Primero.- CONFÍRMASE la sentencia del Juzgado Primero Penal del Circuito de Santa Marta, de fecha 17 de noviembre de 1994, por las razones expuestas en esta sentencia. En consecuencia, no se concede la tutela demandada por la profesora Ayda Luz Yépez Cantillo. Segundo.- ENVÍESE copia de esta sentencia al Ministerio de Educación, para su conocimiento. Tercero.- COMUNÍQUESE la presente decisión al Juzgado Quinto Penal Municipal de Santa Marta, para que sea notificada a las partes, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, cúmplase, publíquese e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. JORGE ARANGO MEJÍA Magistrado ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [CC1]
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T-237-95 Sentencia No Sentencia No. T-237/95 AUTONOMIA UNIVERSITARIA-Límites Dentro de un sentido general, la autonomía universitaria se admite de acuerdo a determinados parámetros que la Constitución establece, constituyéndose, entonces, en una verdadera relación derecho-deber, lo cual implica una ambivalente reciprocidad por cuanto su reconocimiento y su limitación están en la misma Constitución. Sería incompresible que con la disculpa de la autonomía se vulnere la normatividad constitucional, toda vez que ésta es portadora de unos principios que bajo ningún aspecto pueden ser desplazados. Hay que precisar que la autonomía universitaria en cierta forma es expresión del pluralismo jurídico, pero su naturaleza es limitada por la Constitución y la ley y es compleja por cuanto implica la cohabitación de derechos pero no la violación al núcleo esencial de los derechos fundamentales. REGLAMENTO UNIVERSITARIO-Concepto Se entiende por estatutos según definición de la Corte Constitucional, las regulaciones sublegales, de las instituciones de Educación Superior, su organización administrativa (niveles de dirección, de asesoría), requisitos para admisión del alumnado, selección del personal docente, clasificación de los servidores según las modalidades consagradas en la ley. Los estatutos constituyen, para las entidades universitarias, su régimen de carácter obligatorio, en el que disponen puntualmente todo lo relacionado con su organización y funcionamiento. Los reglamentos, son el régimen interno de las Universidades. Implican el ejercicio autónomo administrativo, mediante el cual pueden determinar su funcionamiento interno y la toma de decisiones de extremo interés para la institución. Tal régimen puede establecerse con base en tres aspectos: 1. régimen descentralizado o centralizado; 2. Toma de decisiones de manera unipersonal o colegiada, 3. Si existe un sólo órgano de gobierno que atienda a las decisiones generales. Dentro del reglamento están las normas del régimen disciplinario. PROCESO DISCIPLINARIO-Autoridad incompetente Indudablemente, ser acusado por una autoridad que en el instante no tiene competencia convierte el pliego de cargos en algo que no puede ser válido; en efecto: cuando un procedimiento tiene dos instancias, (factor funcional), se considera que una vez iniciada la segunda instancia al fallador de primera instancia se le SUSPENDE  LA JURISDICCION. Dentro del principio de la seguridad jurídica  es conclusión lógica que si se decreta la nulidad de todo lo actuado, tal determinación llega hasta la fecha en que se decreta tal nulidad. Y, si específicamente se dice que la nulidad cobija, inclusive, un pliego de cargos, entonces, con mayor razón, no se puede dar ningún valor a pliego de cargos suscrito ANTES del decreto de nulidad. PROCESO DISCIPLINARIO-Hechos anteriores/TEORIA DE LOS SANEAMIENTOS Tramitar presuntas o reales faltas antiguas, no es violación al debido proceso, siempre y cuando la persona continúe siendo "alumno". Si se tramitan procesos disciplinarios por hechos anteriores al semestre o año correspondiente al período de matrícula, ello es factible y en este evento hay aplicación de la teoría de LOS SANEAMIENTOS, teoría que se justifica por el derecho que tiene el Estado a la suprema inspección y vigilancia de la educación "con el fin de velar por su calidad, por el cumplimiento de sus fines y por la mejor formación moral, intelectual y física de los educandos". No sería prudente que se privara al Estado y la sociedad de una investigación disciplinaria que apunta a la averiguación de si un estudiante tiene la formación ética adecuada para obtener un título profesional. PROCESO DISCIPLINARIO UNIVERSITARIO-Procedencia de acción de tutela Los procesos disciplinarios en las Universidades escapan a la jurisdicción contencioso-administrativa, luego, el mecanismo adecuado para examinar si se cumplió o no el debido proceso, es a través de la acción de tutela. Y, en este instante, la determinación a tomar no puede ser la de decidir el proceso disciplinario, cuestión que sólo atañe a la Universidad en razón del derecho a su autonomía, sino de examinar si dentro del trámite se permitió el derecho de defensa y se cumplió con el debido proceso, no solamente en cuanto a las formalidades propias sino en su aspecto SUSTANTIVO. Esto implica que la valoración de la prueba hecha por la entidad universitaria que sancionó debe corresponder a lo que un HOMBRE RAZONABLE hubiera adoptado en la comparación entre los hechos que señala la prueba y la determinación que se tome, es por eso que se habla de STANDARD (regla general de conducta). MATRICULA-Orden para dejar sin efecto su cancelación Si se menoscaba la claridad y el equilibrio en el debido proceso y flagrantemente el análisis de la prueba es contradictorio, el fallador no hace un juicio justo. Cuando esto ocurre la medida que tomará el Juez de tutela o el Juez de revisión será la de dejar sin efecto la cancelación de la matrícula ordenada por las autoridades universitarias. TITULO PROFESIONAL-Otorgamiento/LIBERTAD DE TRABAJO-Límites No se puede pasar por alto que la Universidad otorga el título cuando se cumplan determinados requisitos. Si no se cumplen, no surge la situación jurídica concreta, luego no se puede alegar que se está violando el derecho al trabajo. Si la demora o la imposibilidad en el otorgamiento del título obedece a un proceso disciplinario, y éste violó el derecho fundamental al debido proceso, la determinación del Juez de tutela será la de proteger el debido proceso y no la de proteger el derecho al trabajo. La libertad de trabajar no es absoluta. Hay profesiones en las cuales el riesgo social impone la indispensable obligación de obtener el título. GRADO UNIVERSITARIO-Otorgamiento El Juez de primera instancia no ha debido ordenar el grado, sino simplemente garantizar el debido proceso en la investigación disciplinaria. Ahora bien,  tanto el Juez de tutela como esta Sala de Revisión han dejado sin efecto la sanción de cancelación de matrícula, luego se superó el obstáculo para que la peticionaria se graduara; esto significa que aunque la sentencia del Juez sea revocada parcialmente, un argumento equitativo permite determinar que ello no acarrea la nulidad del otorgamiento del título, hecho cumplido que también se basó en que en el momento del grado la estudiante llenó los requisitos académicos y administrativos para obtenerlo y no había en ese instante impedimento alguno para graduarla. REF: EXPEDIENTE T-60179 Peticionario: María Cecilia Delgadillo. Procedencia: Juzgado Quinto Promiscuo de Familia de Manizales. Temas: -Autonomía universitaria. -Reglamentos universitarios -Si se menoscaba la claridad y el equilibrio en el debido proceso y flagrantemente el análisis de la prueba es contradictorio, el fallador no hace un juicio justo. -El Juez de tutela no puede decidir un proceso disciplinario, sólo puede examinar si se cumplió o no el debido proceso. Magistrado Ponente: ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO. Santa Fe de Bogotá D.C.,  treinta y uno (31) de mayo de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, compuesta por los Magistrados Alejandro Martínez Caballero, Fabio Morón Díaz y Vladimiro Naranjo Mesa. EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION Ha pronunciado la siguiente SENTENCIA En el proceso de tutela identificado con el número de radicación T-60179, adelantada por María Cecilia Delgadillo Calero contra la Universidad Autónoma de Manizales. I. ANTECEDENTES A. Hechos que motivan la solicitud. 1.) María Cecilia Delgadillo Calero, consideró que se le han violado, por parte de la Universidad Autónoma de Manizales, los derechos al buen nombre, educación, trabajo y debido proceso, por cuanto pese a haber terminado sus estudios de odontología y aprobado las asignaturas con los mejores promedios, no se le otorgó el grado porque el Acuerdo 11 de 17 de noviembre de 1994, del Consejo Superior, le canceló definitivamente la matrícula, aplicándose la sanción contemplada en el reglamento estudiantil art. 59 literal e-) que inhabilita a la estudiante para continuar siendo alumna de la Universidad Autónoma de Manizales. Y aunque la solicitante ya había finalizado sus estudios, lo concreto es que la sanción conllevaba en la práctica la imposibilidad de graduarse, así lo reconoció el Rector ante el Juez de tutela. 2.) La actuación de la Universidad que dió origen a la tutela se inició el 25 de mayo de 1994 cuando el Decano estimó que había razones para investigar acciones de la estudiante violatorias del reglamento estudiantil: presunta falsificación de firmas en hojas de evaluación de historias clínicas de pacientes tratados por la alumna y además se le endilgó que el tratamiento practicado a la paciente MAGNOLIA OCAMPO ANGARITA no se continúo por culpa de María Cecilia Delgadillo. Posteriormente se dictó la resolución Nº 055 de Julio 11/94, emanada del Consejo de la Facultad, por la cual se impuso la sanción de expulsión de la universidad, con copia a la hoja de vida de la estudiante y al ICFES. Este castigo significaba que ninguna facultad de odontología podía graduarla. Se interpuso el recurso de reposición y se profirió la resolución Nº 060 de agosto 5/94 confirmatoria del acto atacado. Se elevó entonces ante el Consejo Superior el recurso de APELACION, y mediante el acuerdo Nº 006 de septiembre 13 de 1994, se decidió ANULAR el proceso disciplinario seguido contra la alumna a partir de la formulación de cargos, inclusive, estimándose que existían incongruencias en la descripción de las presuntas faltas formuladas en el pliego de cargos y la de las faltas por las cuales se le sancionó. 3.) Se dió trámite a un nuevo pliego de cargos, en ciertos aspectos distinto del pliego de cargos inicial, ya que esta vez se formuló no tanto porque varias de las firmas del Dr. DIEGO GALARZA que aparecen en las historias clínicas correspondientes a pacientes tratados por la alumna, no fueron puestas por el Dr. Galarza, sino porque, según el Decano, las historias clínicas fueron utilizadas "a sabiendas" para obtener paz y salvo de la clínica de control de pacientes. En cuanto al tratamiento practicado a MAGNOLIA OCAMPO ANGARITA se acusó a la Delgadillo por la irregularidad consistente en la perforación con consecuencias patológicas para la paciente, lo cual, según el pliego de cargos, se ocultó por la alumna a la paciente y a la tutora respectiva. Este pliego de cargos tiene fecha 12 de septiembre, no obstante que la determinación de anulación es del día 13. De todas maneras se profirió la resolución Nº 061 de octubre 10 de 1994 mediante la cual el Consejo de la Facultad de Odontología nuevamente sancionó a la alumna con la expulsión. El acto se apeló y el Consejo Superior de la Universidad decidió mediante el Acuerdo Nº 011 de noviembre 17 de 1994, no expulsar a MARIA CECILIA, sino cancelarle definitivamente la matrícula, inhabilitándola así para continuar como alumna de la Universidad. Este último acto es el que motiva la tutela. En la petición se dice concretamente: “Acudo a solicitar la tutela de mis derechos vulnerados para que no se repita la historia de mi primera sanción, que sin pliego de cargos me sancionaron con el aplazamiento del grado por un semestre y no contentos con tal injusticia me quieren condenar de por vida al no ejercicio profesional, al negarme la graduación a que tengo derecho por haber llenado todos los requisitos para recibirme como Odontóloga”. 4.) La Delgadillo también expresa en la solicitud de tutela que su rendimiento académico ha sido excelente, así lo ha reconocido la Universidad y que al interior del centro educativo superior existen muchas irregularidades de procedimiento  en lo que concierne al control de los registros y citas, manejo de historias clínicas y control de pagos. Estima que por parte alguna, el  reglamento de la Universidad tipifica las faltas que se le señalan y por las cuales se le sanciona. Niega haber falsificado firmas. Y afirma que ella no es culpable del posible perjuicio a Magnolia Ocampo. 5.) Tanto la solicitante como la Universidad, reiteradamente hacen referencia a una sanción anterior. Como en el expediente hay prueba sobre esta circunstancia, es necesario aclarar que se adelantaron en 1994 dos investigaciones disciplinarias por la Universidad en contra de María Cecilia Delgadillo y por hechos diferentes. La primera investigación, que no es motivo de esta tutela porque la sanción que conllevó ya se cumplió, surgió por una costumbre existente en las facultades de odontología: resulta que los estudiantes deben atender pacientes, generalmente de escasos recursos, quienes deben dar una suma de dinero para el tratamiento; en muchas oportunidades son los mismos estudiantes quienes pagan esa suma de dinero, así evitan que el paciente se aleje ya que si esto ocurre y el estudiante se queda sin pacientes corre el peligro de perder la asignatura y el semestre; en otras oportunidades los estudiantes informan que el paciente ha pagado sin que esto sea cierto, la Universidad Autónoma de Manizales cataloga estas faltas como INCONSISTENCIAS, y en ellas incurrieron muchos alumnos incluida Cecilia Delgadillo. En el primer semestre de 1994 se adelantaron por esta razón investigaciones a un gran número de estudiantes. En lo que tiene que ver con la Delgadillo, por resolución Nº 017 de abril 15 de 1994, el Decano de la Facultad de Odontología resolvió suspenderla por un período académico. Aunque reglamentariamente esta sanción la impone el Consejo de Facultad, en el caso concreto de Cecilia Delgadillo y Carlos Cobo la tomó el Decano como tal, mientras que en otros casos sí lo hizo el Consejo de la Facultad. Además, las sanciones impuestas a los alumnos oscilaron entre simples llamados de atención hasta la suspensión de un semestre (en este último caso se incluyó a María Cecilia Delgadillo y Paula Andrea Ariza). La estudiante recurrió de este acto y por resolución Nº 020 de abril 27 de 1994, se ratificó la sanción. Se apeló y el Consejo Académico Universitario profirió la resolución Nº 001 de mayo 10 de 1994 confirmando la pena pero varió el período de su cumplimiento, ya no para el primero, sino para el segundo semestre de 1994. Aunque la alumna finalizó sus estudios en el primer semestre, la sanción concretamente la afectó en cuanto el grado se le aplazó. Es decir, la alumna sólo podía graduarse después del 8 de diciembre de 1994, así lo reconoció el Decano durante la inspección judicial. B. Actuación procesal en la tutela. 1.) El 15 de diciembre de 1994 se presentó la acción. Al día siguiente se decretaron pruebas y se ordenó notificar, entre otras personas, al Rector de la Universidad, doctor José Ignacio Restrepo y así se hizo mediante oficio 920 de 16 de diciembre de 1994. Ese mismo 16 de diciembre José Ignacio Restrepo Abondano fue al Juzgado 5º Promiscuo de Familia de Manizales, donde cursaba la tutela, allí se le notificó, se le entregó copia, rindió declaración y la Universidad tuvo oportunidad de explicar su comportamiento con prueba documental y testimonial. 2.) El Juzgado profirió sentencia el 26 de diciembre de 1994. Determinó entre otras cosas: “PRIMERO:TUTELAR a MARIA CECILIA DELGADILLO CALERO, con cédula de ciudadanía número 30.322.628 de Manizales, domiciliada en esta ciudad en la carrera 22 Nº 66-28, Apartamento 201 y de las anotaciones personales, familiares y sociales conocidas en autos, los derechos fundamentales al debido proceso, al buen nombre, a la educación y al trabajo, conforme a los razonamientos jurídicos y probatorios consignados en el cuerpo de este fallo. SEGUNDO: DISPONER que se deja sin efecto integrante el Acuerdo Nº 011 de noviembre 17 de 1994, emanado del Consejo Superior de la Universidad Autónoma de Manizales, y por medio del cual se canceló definitivamente la matrícula a la estudiante, inhabilitándola para continuar como alumna de la UNIVERSIDAD AUTONOMA DE MANIZALES, restableciéndole todos los derechos y deberes inherentes a tal calidad, sin que proceda contra ella represalias ni discriminaciones. TERCERO: ORDENAR a la Universidad Autónoma de Manizales, que cumplidas las exigencias del reglamento interno de la misma, se proceda a conferir el título de profesional, a graduar, a que tiene derecho MARIA CECILIA DELGADILLO CALERO, como efecto de esta providencia, reiniciadas las actividades académicas.” 3.) El 27 de diciembre, mediante telegrama 879, se le comunicó al Rector el resultado de la tutela y además, aunque la norma no lo establece, se fijó edicto el 30 de diciembre, hasta el 3 de enero. El Juzgado dejó constancia de que la providencia “quedó ejecutoriada” a las 6 p.m. del 17 de enero de 1995, y, durante esos 20 días, la Universidad no impugnó. Legalmente el tiempo para la impugnación había fenecido antes, pero el Juzgado consideró que iba más allá y no obstante esta prolongación la Universidad no interpuso recurso alguno. Enviado el expediente para su eventual revisión, el caso fue escogido por la Sala de Selección, debido a insistencia oportunamente formulada. C. Elementos de juicio que surgen del acervo probatorio. De la petición y del texto de la sentencia que se revisa se colige que la tutela se circunscribe al estudio de la violación resultante de la decisión de CANCELACION DEFINITIVA DE LA MATRICULA, es decir del procedimiento que principió el 25 de mayo y finalizó con la expedición del Acuerdo 011 de 17 de noviembre de 1994, proferido por el Consejo Superior de la Universidad Autónoma de Manizales. A esto debe circunscribirse tanto el Juez de tutela como el Juez de revisión. 1.1. Pliego de cargos: del 25 de mayo de 1994. Debido a las “inconsistencias” que dieron motivo a la primera sanción según se dijo, se le suspendió el semestre a María Cecilia Delgadillo  y a Paula Andrea Ariza; esta última pidió reposición y acusó a María Cecilia Delgadillo de haber perforado el diente a una paciente y de haberse falsificado firmas a Jaime Uribe. Así lo declara el Decano Sánchez ante el Juez de Tutela. El Decano comprueba que no se le falsificó firmas a Jaime Uribe y averigua si se le falsificaron firmas al profesor Galarza, como éste dice que si, se inicia la investigación. A Paula Andrea Ariza se le rebaja la pena a suspensión de dos semanas, (Resolución 030 del 23 de mayo) y a María Cecilia se le mantiene la sanción de suspensión del semestre y se  se le inicia la otra investigación el 25 de mayo. 1.2. En el pliego de cargos, del 25 de mayo, el Decano dice que en 4 historias clínicas de pacientes tratados por María Cecilia Delgadillo hay unas firmas que no corresponden al profesor Diego Galarza y que la paciente Magnolia Ocampo no volvió a la Clínica (asignatura práctica), responzabilizándose a la alumna por la no continuación del tratamiento de endodoncia a la señora Ocampo. La alumna contesta que ella no falsificó las firmas del doctor Galarza y que nada tiene que ver con la ausencia de la paciente. 1.3. En carta dirigida al Decano el 31 de mayo de 1994, la paciente dice que no regresó por "problemas de índole personal" y que no ha tenido ningún problema con el diente, ni menos con María Cecilia Delgadillo. En el Consejo de Facultad se dijo expresamente por los miembros de tal Consejo, el 5 de julio de 1994, que "el hecho de la perforación de un conduto radicular, en este caso, no existe gravedad por si mismo, sino el hecho de haber ocultado el daño tanto a la paciente como a su docente tutor." Nuevamente la paciente le dice al Decano, por escrito, que en la cita en noviembre de 1992 la alumna (María Cecilia Delgadillo) "me obturó un conducto y luego los otros conductos le dieron dificultad porque las limas no entraban lo suficiente para lo cual llamó a la doctora que le estaba dirigiendo el trabajo y ella cogió las limas y empezó a trabajar y yo sentí que la lima se profundizó y me fastidió..." Esto lo corroboró verbalmente el 1º de agosto de 1994 cuando Magnolia Ocampo fué citada al Consejo de Facultad y en un interrogatorio exaustivo que se le hizo por el Decano, la paciente exonera  de responsabilidad a María Cecilia Delgadillo Calero. Magnolia Ocampo, hizo llegar una carta de su puño y letra al funcionario que practicó la inspección judicial. Dice entre otras cosas: La suspensión del tratamiento que se me hacia en 1992 se debió a problemas personales y a que tuve que viajar a Bogotá, y que por la perforación del conducto dental no he entablado demanda contra nadie aunque tengo la seguridad y así lo he declarado a la facultad que la única molestia o dolor lo sentí cuando la profesora le ayudó a la estudiante María Cecilia Delgadillo en el uso de las limas y no cuando María Cecilia me trabajaba... como si yo como paciente no me diera cuenta de las cosas y mis afirmaciones no tuvieran valor". Bajo la gravedad del juramento, ante el Juez de tutela, el 20 de diciembre de 1994, Magnolia Ocampo expresó: "Sí, si fuí tratada en la Universidad Autónoma, fuí tratada en el 92, en el semestre segundo del año, primero, me trató LUIS EDUARDO NIETO, me hizo unas calzas y un tratamiento de conducto, luego me trató FERNANDO JARAMILLO, me hizo una limpieza; en un semestre me trato Eduardo Nieto, luego me trató José Fernando Jaramillo y terminando el año 92 me cogió MARIA CECILIA DELGADILLO pero a hacerme otro tratamiento en otra muela ya distinta, otro tratamiento de conducto. Yo lo único que he dicho y que lo mandé por escrito a la universidad fué que yo ya llevaba como dos o tres citas con María Cecilia Delgadillo y se terminaba ya el semestre, ella al final de la clase María Cecilia, llamó a la Dra. que en ese momento la estaba dirigiendo a élla, se llama la Dra. Claudia Ardila y yo no lo digo porque yo la hubiera conocido a élla ni nada  sino que en ese momento élla le estaba dirigiendo el trabajo a María Cecilia, María Cecilia le dijo a élla que me viniera a revisar el diente porque las limas no me entraban bien y la Dra. empezó a meterme las limas y yo no tenía anestesia -sic-, en ese momento yo sentí el fastidio, un fastidio como si las limas hubiera transpasado algo, yo inmediatamente terminó la clase yo le dije a María Cecilia que yo había sentido un fastidio y élla me dijo que no me preocupara que luego cuando volviera a entrar a la Universidad me tomaba una radiografía y yo nunca volví más, yo nunca volví a la Universidad porque una hermana mía se enfermó y a mi no me interesó volver". La profesora Claudia Ardila, también en declaración ante el Juez de tutela, esquiva la responsabilidad, aunque reconoce: Yo estuve durante todo el tratamiento, lo más seguro es que si intervine en esa cita... Porque es muy difícil después de dos años reconocer un paciente a través de un aislamiento del campo operativo". Sólo hasta el 20 de junio de 1994 se le tomaron a la paciente 2 radiografías por orden del Decano y ahí fue cuando, en realidad, se detectó la perforación del conducto. El Consejo de la Facultad no le dió ninguna credibilidad a la paciente y por el contrario consideró que la alumna fue quien perforó el conducto mesio-vestibular del diente de la Ocampo. Y considera falta a la ética el silencio de la alumna. 1.4. Respecto a la falsificación de firmas, el grafólogo Néstor Fraume Sánchez conceptuó el 28 de junio de 1994. "Las firmas que el Dr. Diego Galarza niega como pertenecientes a sus propias grafias, no se corresponden con las grafias auténticas de la señorita María Cecilia Delgadillo C., lo que está significando que las firmas dudosas del doctor Galarza, no fueron realizadas por la señorita Delgadillo." Hay que advertir que en ese primer pliego de cargos el Decano prácticamente señaló a María Cecilia Delgadillo Calero como la autora de la falsificación. 1.5. No obstante que la paciente no acusa a María Cecilia Delgadillo, que sólo hasta 1994 se tuvo conocimiento exacto de la lesión de la paciente y que el grafólogo afirma que la alumna no falsificó firmas, la determinación de la Universidad fue la de expulsión (Resolución 055 de 14 de julio de 1994) decisión ratificada el 5 de agosto de 1994, contra la cual interpuso apelación María Cecilia Delgadillo, pasando la investigación al Consejo Superior y suspendiéndose la sanción porque así lo ordena el artículo 68 del Reglamento. 2.1. Anulación de todo actuado, en el proceso disciplinario. El Consejo Superior designó una comisión para que estudiara el caso y dicha comisión advirtió que había incongruencia entre los cargos y las faltas e insinuó la anulación de todo el proceso disciplinario. 2.2. El 13 de septiembre, a las 2:30 p.m., el Consejo Superior aprobó el informe de la Comisión y sin otro comentario dictó el Acuerdo 006 que dice en su artículo único: "ANULAR el proceso disciplinario adelantado a nivel interno de la facultad de odontología contra la estudiante María Cecilia Delgadillo Calero, a partir de la formulación de cargos, inclusive por incongruencias en la descripción de las presuntas faltas formuladas en el pliego de cargos y la de las faltas por las cuales se le sanciona a fin de que se subsane el error y se reponga lo actuado". 2.3. Aunque la decisión de anular se tomó el 13 de septiembre de 1995, el nuevo pliego de cargos no se hizo con posterioridad a tal determinación sino con ANTERIORIDAD. Obra en el expediente el original del pliego aludido, firmado por el Decano Hernán Sánchez Araujo, bajo el Nº 45-448 y tiene fecha: "septiembre 12 de 1994". Como la alumna llamó la atención sobre este hecho, el Decano, el 29 de septiembre de 1994, en el Consejo de Facultad dice que hubo "una transposición involuntaria de términos”. En la diligencia de inspección judicial se constató que en la copia al carbón que obra en los archivos de la Facultad de odontología está la fecha "12 de septiembre " y en la parte superior se puso "26 sep." con sellador y está el número 45448 pero se agregó otro número "5216". Para dilucidar estos agregados hechos a la copia, se examinó el orden consecutivo de oficios remitidos por el Decano y se constató que el número 45447 corresponde al 12 de septiembre y el 45449 es del 13 de septiembre, luego el 45448 lógicamente es del 12 de septiembre. 2.4. Es de anotar que el nuevo pliego de cargos difiere del inicial. En efecto: a- Sobre el caso de la paciente Magnolia Ocampo: En el primer pliego se acusó porque no se continuó el tratamiento y la paciente no volvió a la "clínica" (se entiende por "clínica" la asignatura práctica). En el segundo pliego se escribió: “Que usted no informó oportunamente a la doctora Claudia Ninet Ardila S.,... sobre la perforación del conducto MV del 46 a la paciente Magnolia Ocampo Angarita, a quien tampoco le informó sobre el error clínico”. Es decir, se acusa por perforar un conducto y no avisar. b- Respecto el caso de las firmas (propiamente rúbricas) que fueron falseadas: En el primer pliego se indica que las firmas del doctor Galarza fueron falsificadas. En el segundo pliego: “Usted utilizó, a sabiendas, historias clínicas irregularmente diligenciadas, para obtener el paz y salvo de la clínica de control de pacientes.” O sea, se la acusa de usar a sabiendas documentos privados falsificados. 2.5. El pliego sólo se entregó a la alumna el 26 de septiembre, quien rindió los descargos el 28, no convalidó la irregularidad de la fecha y negó los cargos. 2.6. Aunque no habían transcurrido los 3 días reglamentarios para aportar pruebas, el Consejo de la Facultad el 29 de septiembre expulsó a la alumna. Desestimó la versión de Magnolia Ocampo con base en la hipótesis de que la lesión que sufrió la paciente "se debió haber efectuado en una cita posterior a la que fue aprobado con su firmas por la doctora Claudia Ninet Ardila...", es decir, en una cita NO  reportada en la historia clínica. Sobre las firmas falsificadas se dijo que la falsificación sólo favorecía a la Delgadillo porque con base en ellas recibió un paz y salvo. Pero no hay el menor indicio de que existiera el elemento “a sabiendas”, ni menos del trámite e importancia de ese paz y salvo. Hay que agregar que la alumna expresa que muchas personas tienen acceso a las historias clínicas, las cuales están en la oficina de estadística. El Decano dijó en la inspección que la historia la deja el estudiante en un cajón, en la oficina de recepción y las auxiliares deben llevarlas a estadística. Dentro de las dependencias de la "Coordinadora administrativa" está la oficina de estadística, la cual debe ser controlada por el jefe inmediato ("perfil de cargos" de la Facultad); son, pues, estas las entidades administrativas responsables del cuidado de las historias clínicas. Es importante ver qué decían las leyendas que se rubricaron: - En la historia clínica 20978, 1-09-93: "Se puede citar para operatoria. Pendiente operatoria", Antes de esta frase hay otra, del mismo día: "Paciente que fue remitida para ontodoncia fija, no se le hizo tratamiento en la clínica". Y, aparece la rúbrica del doctor Diego Galarza, quien no la objeta. - En la historia clínica 1224 (sic): "Queda pendiente para operatoria y cirugía aunque el paciente es muy incumplido". Otra frase (no objetada la firma), del mismo día, hace referencia a que "el paciente no vino". - En las dos firmas de la historia clínica 21108. Las frases rubricadas son: "Historia clínica" y "Paciente que trabaja en la policía y no pudo asistir a la clínica". - La firma en la historia clínica 21339, de 13-10-93, rubrica esta frase: " No fue necesario hacerle la biopsia ni la historia, se continuo (sic) ya que sólo vino para la biopsia, para el resto de tratamiento el tiene odontóloga particular y por lo tanto esta paciente que no será citado". Las rúbricas a las frases transcritas fueron las que motivaron la cancelación de matrícula. Y, se repite, está plenamente probado que no las hizo María Cecilia Delgadillo. 2.7. Aunque todas estas pruebas fueron conocidas por el Consejo  Superior, en el momento de decidir, el Consejo Superior dijo escuetamente en el Acuerdo 011 de 17 de noviembre de 1994 (el que motiva la tutela) que la estudiante "no desvirtuó los cargos que se le formularon". Si se considerara que el Acuerdo se integra con el Acta del Consejo Superior, allí consta que el Presidente de tal organismo opinó que antes de decidir se elevara una consulta al Tribunal de Etica Odontológica, y otro integrante del Consejo, el doctor Saldarriaga, alertó citando una jurisprudencia de la Corte Constitucional, puso de presente que la Universidad no desvirtuó las declaraciones de la paciente y expresó que "a su modo de ver la facultad tiene responsabilidad en la comisión de la falta por insuficiencia en los controles”. Sin embargo al parecer, se impuso la tesis del representante de los estudiantes quien pidió sanción “ejemplarizante” y del Decano de odontología Hernán Sánchez quien afirmó que el manejo de las historias clínicas es de los estudiantes porque “no puede asignárseles un vigilante que se encargue de velar el cumplimiento del proceso establecido para tal fin”. No hay constancia en el Acta de la votación y no fue firmada por el Presidente. 2.8. Hay que aclarar que en el expediente obra prueba en el sentido de que el Decano puede investigar (reglamento estudiantil), fallar en primera instancia como integrante del Consejo de Facultad (reglamento estudiantil), decidir en segunda instancia como integrante del Consejo Académico (reglamento estudiantil y Estatutos), o, si fue electo representante de los decanos ante el Consejo Superior (caso del Dr. Hernán Sánchez) también pronunciarse en tal instancia. En contraste, hay que resaltar que el padre de la alumna, Dr. Alfonso Delgadillo, integraba el Consejo Superior de la Universidad Autónoma de Manizales y en acta se consignó que consideró prudente ausentarse del Consejo cuando se discutió lo de su hija. 3. Pruebas sobre el trabajo y el resultado académico de María Cecilia Delgadillo. -En los 6 años de bachillerato las notas fueron muy buenas, 58 calificaciones superaron el porcentaje 8.0, ocho estuvieron entre 7.0 y 8.0 y por debajo de 7.0 no hubo ninguna nota. -En la Universidad aprobó todos los semestres y el promedio de las notas reportadas de los primeros 9 semestres fue: 3.89. -El Director del hospital infantil de Manizales destaca el buén comportamiento y puntualidad de María Cecilia Delgadillo Calero en su práctica profesional en dicho hospital. -En el mismo sentido y con agradecimiento de la comunidad se expresa la Directora del Centro Educativo Marco Fidel Suárez donde la Delgadillo Calero hizo práctica extra-mural. -La jefe de la sección de desarrollo humano de Caldas, el médico director del centro de salud de Arma, la Directora de la escuela nueva de la vereda de Lorena, la enfermera de atención básica del centro de Salud de Arma, las 5 promotoras de salud de dicho coregimiento, las 11 profesoras de la escuela Angel de la Guarda de Arma, en sendas comunicaciones, ponen de presente los numerosos programas sanitarios, atención a toda la comunidad, campañas de salud, actividades de prevención en odontología, educación sobre higiene dental, profesionalismo, ETICA y responsabilidad de María Cecilia Delgadillo Calero en su actual cargo de Odontóloga Rural en el centro de salud de Arma (municipio de Aguadas) donde realiza el año de servicio social como odontóloga rural. 4. Información adicional. Cecilia Delgadillo está desempeñando ya su año rural porque la Universidad Autónoma de Manizales la graduó, debido a la sentencia del Juez de tutela y en vista de que cumplió con todos los requisitos académicos desde el 8 de julio de 1994 (antes de la sanción) y con el pago y paz y salvos administrativos (después de la sentencia de tutela). El grado se efectuó el 2 de febrero de 1995, previa resolución y sobrepasado el 8 de diciembre de 1994 cuando finalizó la sanción de suspensión de un semestre. II. FUNDAMENTOS JURIDICOS A. Competencia. Es competente esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional para conocer de esta revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86 inciso 2 y 241 numeral 9 de la Constitucion Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991; además, su examen se hace por virtud de la selección que de dicha acción practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma señalada por el Reglamento de esta Corporación. B. Temas Jurídicos a tratar. Como la Constitución Política reconoce la autonomía universitaria, habrá que analizar, en primer lugar, hasta donde va su proyección cuando surge conflicto entre la autonomía y los derechos fundamentales a la educación y al debido proceso. Este tema plantea un interrogante muy importante: la valoración que se le ha de dar a los hechos que significan violación de los reglamentos, será una calificación autónoma de las autoridades universitarias? Además, es necesario precisar las consecuencias prácticas de la violación al debido proceso en un proceso disciplinario. DERECHO A LA EDUCACION Y  AUTONOMIA UNIVERSITARIA. 1. Qué es la autonomía? A la Universidad se le reconoce su autonomía porque se presume que es un sujeto socialmente competente, máxime por tratarse de una comunidad científica, que en la expedición y manejo de sus propias normas estatutarias y reglamentarias crea un espacio jurídico doméstico. "Es el derecho de cada institución universitaria a ser lo que es, el derecho a su propia ley que la identifica como ente singular dentro del mundo universitario, de tal modo que puede autoregularse, pero nunca en contradicción con la legalidad y las conveniencias generales".[1] 2. Sentido de la autonomía. En numerosas sentencias la Corte Constitucional ha dicho qué se entiende por autonomía universitaria y cuál es su sentido: "La autonomía universitaria... encuentra fundamento en la necesidad de que el acceso a la formación académica de las personas tenga lugar dentro de un clima libre de interferencias del poder público tanto en el campo netamente académico como en la orientación ideológica, o en el manejo administrativo o financiero del ente educativo."[2] y; "El sentido de la autonomía universitaria no es otro que brindar a las universidades la discrecionalidad necesaria para desarrollar el contenido académico de acuerdo con las múltiples capacidades creativas de aquellas, con el límite que encuentra dicha autonomía en el orden público, el interés general y el bien común. La autonomía es, pues,  connatural a la institución universitaria; pero siempre debe estar regida por criterios de racionalidad, que impiden que la universidad se desligue del orden social justo."[3] No se trata, pues, de un derecho alternativo que impone normas diferentes al derecho "oficial", sino que es, en cuanto a las formas jurídicas y su interpretación, un enfoque entendible que gira al rededor de una concepción ética-educativa. Esa libertad de acción tiene esta dimensión: "La autonomía universitaria se refleja en las siguientes libertades de la institución: elaborar sus propios estatutos, definir su régimen interno, estatuír los mecanismos referentes a la elección, designación y período de sus directivos y administradores, señalar las reglas sobre selección y nominación de profesores, establecer los programas de su propio desarrollo, aprobar y manejar su presupuesto y aprobar los planes de estudio que regirán la actividad académica".[4] 3. Límites a la autonomía. La sentencia anteriormente citada, precisa: Los límites al ejercicio de la autonomía universitaria están dados en el orden constitucional: pues el conjunto de disposiciones reglamentarias adoptadas por el centro educativo y en la aplicación de los mismos encuentra límite en la Constitución, en los principios y derechos que esta consagra, en las garantías que establece y en los mandatos que contiene y en el orden legal: la misma Constitución dispone que las universidades podrán darse sus directivas y regirse por sus propios estatutos, de acuerdo con la ley."[5] La autonomía universitaria de manera alguna implica el elemento de lo absoluto. Dentro de un sentido general, la autonomía universitaria se admite de acuerdo a determinados parámetros que la Constitución establece, constituyéndose, entonces, en una verdadera relación derecho-deber, lo cual implica una ambivalente reciprocidad por cuanto su reconocimiento y su limitación están en la misma Constitución. Sería incompresible que con la disculpa de la autonomía se vulnere la normatividad constitucional, toda vez que ésta es portadora de unos principios que bajo ningún aspecto pueden ser desplazados. Hay que precisar que la autonomía universitaria en cierta forma es expresión del pluralismo jurídico, pero su naturaleza es limitada por la Constitución y la ley y es compleja por cuanto implica la cohabitación de derechos pero no la violación al núcleo esencial de los derechos fundamentales. "La autonomía universitaria es ante todo un derecho limitado y complejo. Limitado porque es una garantía para un adecuado funcionamiento institucional compatible con derechos y garantías de otras instituciones que persiguen fines sociales. Complejo, porque involucra otros derechos de personas, tales como la educación, la libertad de cátedra, la participación, que deben ser tenidos en cuenta y respetados en el desarrollo de las actividades universitarias."[6] Es por ello que la Corte enfatiza: "El principio de la autonomía universitaria consagrado en el artículo 69 de la Constitución, debe ser leido en el marco del artículo 2, por ser la primera norma orgánica mientras que este último es un principio material que irradia toda la Constitución. La educación puede ser encausada y reglada autónomamente pero no negada en su núcleo esencial".[7] Se entiende como NÚCLEO ESENCIAL según la Corte: "la educación puede ser encauzada y reglada autónomamente pero no negada en su núcleo esencial. Siguiendo a Peter Häberle, se denomina "contenido esencial" al ámbito necesario e irreductible de conducta que el derecho protege, con independencia de las modalidades que asuma el derecho o de las formas en que se manifieste. Es el núcleo básico del derecho fundamental, no susceptible de interpretación o de opinión sometida a la dinámica de coyunturas o ideas políticas". [8] La autonomía Universitaria, como realidad histórica se fundamenta según Alfonso Borrero S.J.: en la autonomía de la ciencia y el saber. La autonomía surgida con la base en la ciencia y el saber tienen su fundamento en el objeto social, y es precisamente  ahí donde cobra todo su valor. La universidad hace suyo el poder propio del saber, pero sin menoscabo de los valores consagrados constitucionalmente. 4. El derecho a la educación. La educación es un derecho fundamental de la persona, "con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica y a los demás bienes y valores de la cultura" (art. 67 C.P.). Del derecho fundamental a la educación se deriva que la persona que se educa goce de una estabilidad mínima en cuanto hace a su permanencia como estudiante en el centro de formación al que se ha vinculado. Ello implica que, mientras se ajuste a las condiciones fijadas en el respectivo reglamento, el estudiante tiene derecho a continuar recibiendo el servicio educativo hasta la culminación de la carrera iniciada."[9] 5. Otorgamiento del grado. La forma adecuada para finalizar una carrera es la obtención del grado. Los directivos deben actuar con claridad en los pasos que la Universidad exige para la expedición del título. Y los alumnos deben sujetarse a los reglamentos del centro docente para adquirir el derecho. La Corte ha dicho: "Es del núcleo esencial de este derecho el que se le otorguen los títulos al estudiante que conforme a los reglamentos del centro docente adelante su labor educativa, y no pueden servir para desconocer la obligatoriedad de la expedición de ese título, conductas de los directivos, que desconozcan los propios reglamentos de la institución, o contradictorias en sus interpretaciones, o vagas y dilatorias o reflejos de conflictos entre directivos o docentes."[10] 6. Requisitos para obtener el grado. Para que la obtención del título se considera núcleo esencial de la educación, el alumno debe cumplir los requisitos académicos que fijen los estatutos: "En ejercicio de la autonomía universitaria garantizada en la norma constitucional anteriormente mencionada, los centros educativos superiores tienen derecho a regirse por sus propios estatutos y a establecer sus reglamentos con sujeción a la ley, lo que implica la libertad para fijar- sin desconocer las bases mínimas exigidas por el Estado- los requisitos básicos que debe cumplir quien  acuda a ellas para obtener los títulos que se otorgan en los distintos niveles y especialidades."[11] AUTONOMIA UNIVERSITARIA LIMITADA POR EL DEBIDO PROCESO. 7. Debido proceso. "El alumno tiene un derecho a que, antes de hacerlo sujeto pasivo de las sanciones contempladas en el reglamento, se dé cumplimiento a los trámites allí mismo señalados en orden a garantizar su defensa y la observancia del debido proceso, pues ninguna razón puede invocarse para justificar la adopción de medidas sancionatorias fundadas en el arbitrio de la autoridad universitaria."[12] El debido proceso académico tiene características propias en razón de la autonomía universitaria. 8. Proceso disciplinario. El debido proceso se predica de los procesos disciplinarios que la Universidad le puede iniciar a sus estudiantes, los cuales deben ajustarse a la Constitución, a la ley, a los estatutos de la Universidad y al reglamento estudiantil. Se entiende por estatutos según definición de la Corte Constitucional, las regulaciones sublegales, de las instituciones de Educación Superior, su organización administrativa (niveles de dirección, de asesoría), requisitos para admisión del alumnado, selección del personal docente, clasificación de los servidores según las modalidades consagradas en la ley. Los estatutos constituyen, para las entidades universitarias, su régimen de carácter obligatorio, en el que disponen puntualmente todo lo relacionado con su organización y funcionamiento. Los reglamentos, son el régimen interno de las Universidades. Implican el ejercicio autónomo administrativo, mediante el cual pueden determinar su funcionamiento interno y la toma de decisiones de extremo interés para la institución. Tal régimen puede establecerse con base en tres aspectos: 1. régimen descentralizado o centralizado; 2. Toma de decisiones de manera unipersonal o colegiada, 3. Si existe un sólo órgano de gobierno que atienda a las decisiones generales. Dentro del reglamento están las normas del régimen disciplinario. 9. Formalidades propias. Se admite como límite al proceso disciplinario el principio constitucional del debido proceso.[13] Dentro del debido proceso están entre otros, el principio de publicidad (conocimiento de los hechos), la competencia del juzgador, el ser oido en defensa de sus derechos, la recepción de pruebas pertinentes, el derecho de impugnar, la motivación del acto y la observancia de las esenciales formalidades propias del juicio. "Aunque no con el rigor propio de los procesos judiciales -pues la naturaleza misma de la labor educativa exige márgenes razonables de discrecionalidad en la apreciación de hechos y circunstancias- la institución debe otorgar al estudiante inculpado la seguridad de que no se lo castigará sin su audiencia, brindándole ocasión adecuada para responder a los cargos que se le imputan, escuchando su versión de los acontecimientos, facilitándole la posibilidad de presentar pruebas en apoyo a sus afirmaciones, permitiéndole que controvierta las que se esgrimen en su contra y dejando que haga uso de los recursos procedentes contra el acto mediante el cual se lo sanciona.  Unicamente así se garantiza que la decisión tenga fundamento en la justicia. El respeto al debido proceso significa el reconocimiento y observancia de los pasos previos a la sanción, partiendo del supuesto de la inocencia de la persona sindicada; el principio consagrado en el artículo 29 de la Carta implica que las normas -en este caso los reglamentos universitarios- deben preservar la transparencia de las actuaciones que precedan al acto sancionatorio. A este respecto señala el profesor Klaus Tiedemann: "... es irrenunciable que el inculpado pueda tomar posición frente a los reproches formulados en su contra, y que se consideren en la obtención de la sentencia los puntos de vista sometidos a discusión.  La exposición del caso del inculpado sirve no sólo al interés individual de éste, sino también al hallazgo de la verdad.  La meta procesal del esclarecimiento de la sospecha se alcanza en la mejor forma por medio de un proceso dialéctico, en el que se pongan a discusión aspectos inculpatorios y exculpatorios, así como argumentos y contra argumentos ponderados entre sí"[14] . Cuando se trata de imponer una sanción a una persona, el encargado de aplicarla debe tener señalado de antemano el ámbito de su competencia y claramente establecidas las etapas dentro de las cuales el procesado deberá ser oído, así como las medidas que contra él pueden tomarse a título de sanción en caso de ser vencido.  A este respecto, anota la Corte que el Reglamento no puede prever la imposición de sanciones imprescriptibles, es decir aquellas que implican inexistencia de un término máximo de duración (artículo 28, inciso final, Constitución Política), como sería el caso de que a la expulsión de la Universidad se añadiera la notificación a los demás establecimientos de educación superior pretendiendo impedir el ingreso del estudiante al sistema educativo nacional, lo cual desconocería, además, el mandato contenido en el artículo 67  de la Carta, a cuyo  tenor la educación es un derecho de la persona."[15] 3. EL CASO CONCRETO ANTE EL DEBIDO PROCESO. 10. Competencia para tramitar la investigación. El encargado de aplicar la sanción debe tener fijada de antemano la competencia para hacerlo, dice expresamente la sentencia antes transcrita (T-492/92)[16]. Es apenas lógico que el juzgamiento corresponde hacerlo al funcionario competente, de lo contrario, carece de validez, no es saneable cuando se trata de competencia funcional. Ante el hecho de que el 13 de septiembre de 1994 el Consejo Superior de la Universidad Autónoma de Manizales decretó la nulidad de todo el proceso disciplinario adelantado contra Cecilia Delgadillo y que ha motivado la tutela, y que, la reconstrución del proceso no se inició, como era lógico, al día siguiente, sino el día anterior, cabe la pregunta: esta incongruencia en qué afecta el debido proceso? Indudablemente, ser acusado por una autoridad que en el instante no tiene competencia convierte el pliego de cargos en algo que no puede ser válido; en efecto: Cuando un procedimiento tiene dos instancias, (factor funcional), se considera que una vez iniciada la segunda instancia al fallador de primera instancia se le SUSPENDE  LA JURISDICCION. Dentro del principio de la seguridad jurídica  es conclusión lógica que si se decreta la nulidad de todo lo actuado, tal determinación llega hasta la fecha en que se decreta tal nulidad. Y, si específicamente se dice que la nulidad cobija, inclusive, un pliego de cargos, entonces, con mayor razón, no se puede dar ningún valor a pliego de cargos suscrito ANTES del decreto de nulidad. Si esto llegase a ocurrir y se actúa cuando no se era competente, la violación, además,  enturbia el proceso; y la actuación no es clara y está viciada. 11. Término para aportar pruebas conducentes: Si la Universidad dice que hay 3 días hábiles para los descargos y el estudiante no renuncia a términos, ese plazo lleva implícito el derecho a solicitar pruebas, luego no puede recortarse porque desequilibra el procedimiento. En el presente caso, el extemporáneo pliego de cargos le fue notificado a la estudiante el 26 de septiembre de 1994 y el 28 del mismo mes y año el Consejo de la Facultad ya estaba decidiendo la expulsión de María Cecilia Delgadillo. Este apresuramiento no solo recortó un día para pedir pruebas sino que implicó la NO práctica de prueba alguna, cuando el pliego inicial había sido variado y contenía circunstancias nuevas, como ya se explicó. 12. Motivación del acto. Ha dicho la Corte: "Una de las dimensiones del debido proceso es la motivación del acto. Todo acto debe ser motivado con expresión de las razones justificadas, como desarrollo del principio de legalidad, para determinar si este se ajusta a la ley o si corresponde a los fines señalados en la misma".[17] En la tutela que es objeto de revisión, el Acuerdo 011 de 17 de noviembre de 1994 no justificó su determinación, se limitó a decir que "en su escrito de apelación la estudiante no desvirtúo los cargos que se le formularon", esta frase que no incluye ningún razonamiento, pierde toda fuerza porque a reglón seguido se escribió: "Que para el Consejo es motivo de gran preocupación el efecto que en el futuro personal de la estudiante puede producir la sanción impuesta". Ya se dijo que si, en gracia de discusión, se buscara en el Acta del Consejo Superior, la motivación de la sanción, allí aparece que tanto el Presidente como el doctor Saldarriaga expresan argumentos en contra de la sanción, mientras que los acusadores sólo dicen lo siguiente: el representante de los alumnos, algo que no viene al caso: "sancionar en forma ejemplarizante a quien infringe las normas pues la debilidad de quienes tienen poder sancionatorio es la causa de que la corrupción haya conducido al país al estado de postración en que hoy se encuentra"; y el Decano plantea una disculpa ante la acusación que el doctor Saldarriaga le hizo a la Facultad de Odontología: "No puede atribuirse responsabilidad a la Facultad porque el manejo de las historias clínicas es responsabilidad personal de los estudiantes y no puede asignárseles un vigilante que se encargue de velar el cumplimiento del proceso establecido para tal fin". 13. Investigar cargos tardíos no siempre es violación del proceso justo. Tramitar presuntas o reales faltas antiguas, no es violación al debido proceso, siempre y cuando la persona continúe siendo "alumno". Si se tramitan procesos disciplinarios por hechos anteriores al semestre o año correspondiente al período de matrícula, ello es factible y en este evento hay aplicación de la teoría de LOS SANEAMIENTOS, teoría que se justifica por el derecho que tiene el Estado a la suprema inspección y vigilancia de la educación "con el fin de velar por su calidad, por el cumplimiento de sus fines y por la mejor formación moral, intelectual y física de los educandos" (art. 67 C.P.). No sería prudente que se privara al Estado y la sociedad de una investigación disciplinaria que apunta a la averiguación de si un estudiante tiene la formación ética adecuada para obtener un título profesional. Dentro de ese mismo orden de ideas hay que interpretar el reglamento de la Universidad Autónoma de Manizales, cuando en su artículo 62 dice que la cancelación definitiva de la matrícula o la expulsión se aplican si existe "la Comisión de nuevas faltas" es decir, posteriores a una decisión de suspensión. En el caso de María Cecilia Delgadillo, una presunta falta (perforar un conducto y no avisar) tuvo ocurrencia antes de la sanción de suspensión, lo cual gramaticalmente haría suponer que no daría lugar al castigo que señala el artículo 62 del Reglamento. Pero, esta tardanza no puede sujetar al Estado que mantiene el derecho legítimo de que se compruebe la adecuada formación ética y académica del alumno. La tardía investigación no es una circunstancia OPONIBLE por el alumno.[18] Pero, se hace claridad: esto se aplica única y exclusivamente al ESTUDIANTE, no al egresado, quien ya no está subordinado al establecimiento educativo. 14. Debido proceso sustantivo. No son exclusivamente las expresiones del artículo 29 de la Constitución las que dicen cuando hay violación al debido proceso. El artículo 29 fija el concepto admitido en la terminología constitucional como CLAUSULA ABIERTA, lo cual conlleva la aceptación del debido proceso sustantivo. Aunque hay inclinación a no definir el llamado "debido proceso sustantivo", POUND lo hace en la siguiente forma: "El debido proceso no es una concepción abstracta de la que se pueda extraer conclusiones absolutas... aplicables en todo el tiempo y lugar. Es, pues, un standard[19] para guiar al Tribunal y el Standard debe aplicarse según las circunstancias especiales de tiempo, de lugar y de opinión pública donde el acto tiene efecto".[20] El debido proceso como cláusula abierta es utilizado como una garantía genérica de libertad jurídica, que exige un razonable equilibrio conveniente. Ese debido proceso sustantivo tiene importancia en el caso de esta tutela porque contribuye a encontrar una solución justa a la pregunta de si un Juez puede reexaminar la prueba de los procesos disciplinarios. Es una inquietud similar a la planteada por Jonathan Miller, María Angélica Gelli y Susana Cayus[21], cuando dicen: "Uno de los problemas principales es si es exigible la garantía del debido proceso administrativo en casos en que existe una posterior revisión judicial sobre el fondo del asunto. Se verá que la Corte en tales casos no ha prestado demasiada atención al debido proceso administrativo, lo que lleva a pensar que dicha garantía queda subsumida en control judicial sustantivo posterior. La pregunta que entonces surge es si podemos relevar a los órganos de la Administración del cumplimiento de las reglas objetivas del debido proceso cuando se sabe que el caso será planteado posteriormente ante la justicia o si, por el contrario, la garantía aludida es independiente de si el caso puede ser judicialmente revisado". (subrayas fuera de texto) En el caso que nos ocupa, esta Sala de Revisión estima que los procesos disciplinarios en las Universidades escapan a la jurisdicción contencioso-administrativa, luego, el mecanismo adecuado para examinar si se cumplió o no el debido proceso, es a través de la acción de tutela. Y, en este instante, la determinación a tomar no puede ser la de decidir el proceso disciplinario, cuestión que sólo atañe a la Universidad en razón del derecho a su autonomía, sino de examinar si dentro del trámite se permitió el derecho de defensa y se cumplió con el debido proceso, no solamente en cuanto a las formalidades propias sino en su aspecto SUSTANTIVO. Esto implica que la valoración de la prueba hecha por la entidad universitaria que sancionó debe corresponder a lo que un HOMBRE RAZONABLE hubiera adoptado en la comparación entre los hechos que señala la prueba y la determinación que se tome, es por eso que se habla de STANDARD (regla general de conducta). Es, se puede decir, el principio de la valoración de la prueba de acuerdo con las reglas de la sana crítica de un hombre razonable. "No se trata de saber si el Juez (para el caso, el Consejo Superior y el Consejo de Facultad) puede perseguir la prueba de los hechos con iniciativa propia, o si debe ser un espectador del debate probatorio, sino de determinar cuáles son los principios que debe tener en cuenta para apreciar esas pruebas aportadas al proceso de una u otra manera, y cuáles los efectos que puede sacar de cada uno de los medios de prueba".[22] Si ostensiblemente se rompe la razonabilidad en la valoración de la prueba, el equilibrio procesal se altera y el Juez de tutela no puede ser indiferente a esta circunstancia. En el caso de María Cecilia Delgadillo Calero, se tiene, respecto a la prueba, lo siguiente: a- Acusación por perforación de un conducto: En una primera etapa, se dice que por culpa de la alumna, la paciente Magnolia Ocampo no regresó al tratamiento. Magnolia Ocampo, en reiteradas ocasiones, afirma que no regresó por motivos personales de ella y su familia. En una segunda etapa se sindica a Cecilia Delgadillo de ser la autora de la perforación del conducto. La paciente, en escritos, en interrogatorio que le hizo el Decano y en declaración juramentada dice, sin el menor asomo de duda, que la autora NO fue la alumna sino la docente. Es decir, exculpa totalmente a la Delgadillo. En una última etapa el Decano dice que la falta consiste en que a finales de 1992 la alumna no comunicó que se había perforado el conducto, y, resulta que, la paciente no regresó a tratamiento en 1992 y fue el mismo Decano quien en 1994 mandó tomar las radiografías para saber si había o no perforación del conducto, luego la alumna no podía comunicar lo que desconocía. Es IRRAZONABLE que de este cúmulo de pruebas se deduzca todo lo contrario de lo que indican. b- Acusación por falsificación de firmas: En un primer momento se insinúa que María Cecilia Delgadillo Calero falsificó 5 firmas. La prueba grafológica desmiente tal hipótesis. Posteriormente se adiciona la acusación por el uso de lo falsificado. Pero resulta que las rúbricas que no corresponden a la firma del profesor se refieren a leyendas irrelevantes (generalmente de incumplimiento del paciente para asistir al tratamiento), son inocuas, no hay prueba de que de ellas dependa la calificación académica. Además, violan las acusaciones la presunción de inocencia puesto que era a la Universidad y no a la alumna a quien le correspondía probar el elemento "a sabiendas". No hubo, pues, una ecuánime valoración ni se probó por la Universidad lo que sólo a ella correspondía demostrar. Se desconoció, por lo tanto el principio de razonabilidad. Sobre este tema, esta Sala de Revisión ya había indicado: "La razón jurídica de la razonabilidad y de la proporcionalidad no es otra que la necesidad de interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos. El principio de proporcionalidad rige todas las actuaciones de la administración pública y de los actos de los particulares que estén encargados de la prestación de un servicio público, cuando se trate de la imposición de una sanción que conlleve la pérdida o disminución de un derecho."[23] 15. Por tutela se puede ordenar que queda sin efecto la sanción de cancelar la matrícula de un alumno. Si se menoscaba la claridad y el equilibrio en el debido proceso y flagrantemente el análisis de la prueba es contradictorio, el fallador no hace un juicio justo. Cuando esto ocurre la medida que tomará el Juez de tutela o el Juez de revisión será la de dejar sin efecto la cancelación de la matrícula ordenada por las autoridades universitarias. En reciente sentencia la Corte dijo: "El artículo 29 de la Constitución Política es terminante cuando ordena que "el debido proceso se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas". Para esta Sala de Revisión, es claro que la cancelación de la matrícula de un estudiante es la conclusión de una "actuación administrativa", sujeta, por consiguiente, al debido proceso". En la sentencia T-369 del veintidós (22) de agosto de mil novecientos noventa y cuatro (1994), en una acción de tutela contra el Consejo Directivo de la Universidad Libre, la Sala, en palabras válidas para el presente asunto, expresó la misma idea así: "Ahora bien, el artículo 29 de la Constitución establece que "el debido proceso se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas". La norma, en sentir de la Sala, cuando somete las actuaciones administrativas a este principio, lo hace en forma general, sin distinciones entre lo público y lo privado. Por tanto, las determinaciones del Consejo Directivo no escapan a la aplicación del debido proceso. Y en la sentencia T-386 del año pasado, emada de la Sala Segunda (2ª) de Revisión, se sostuvo la tesis de que el poder reglamentario de los planteles educativos, en últimas, tiene su origen en la Constitución, y, por tanto, no la puede contradecir.... Así las cosas, para la Corte es patente la vulneración del derecho del demandante al debido proceso. Por consiguiente, el amparo de su derecho, que procede frente a las conductas atentatorias de los derechos fundamentales efectuadas por los particulares que presentan un servicio público, llevará a la Sala a ordenar a las directivas del Colegio dejar sin efecto la cancelación de la matrícula."[24] III. DECISIONES A TOMAR Es indudable que ha habido violación al debido proceso, según ya se ha explicado. Dentro de la tutela, lo único que se puede determinar es que se violó tal derecho fundamental y, consecuencialmente, la orden a dar será la de dejar sin efecto la actuación adelantada por la Universidad y la sanción  disciplinaria contra la alumna, PERO NO la de definir el proceso disciplinario, condenando o absolviendo. Será la Universidad, frente a los hechos concretos, según sus estatutos y reglamentos, con sujeción a la Constitución y teniendo en cuenta lo dicho en el presente fallo, quien, en ejercicio de su autonomía, determine si considera prudente o no insistir en la acusación a María Cecilia Delgadillo. Esta Sala de Revisión también se referirá a la sentencia de tutela de primera instancia, para hacerle otras críticas: no hay elementos de juicio contundentes para considerar que se violó el derecho al trabajo y al buen nombre; se hace esta afirmación con fundamento en lo siguiente: No se puede pasar por alto que la Universidad otorga el título cuando se cumplan determinados requisitos. Si no se cumplen, no surge la situación jurídica concreta, luego no se puede alegar que se está violando el derecho al trabajo. Si la demora o la imposibilidad en el otorgamiento del título obedece a un proceso disciplinario, y éste violó el derecho fundamental al debido proceso, la determinación del Juez de tutela será la de proteger el debido proceso y no la de proteger el derecho al trabajo. La libertad de trabajar no es absoluta. Hay profesiones en las cuales el riesgo social impone la indispensable obligación de obtener el título. La Sala Plena de la Corte Constitucional al analizar este aspecto dijó: "El derecho al ejercicio de una profesión se manifiesta como una de las materializaciones de la libre elección de profesión u oficio. Sin embargo, a diferencia de la elección que es libre, la Constitución autoriza que la ley reglamente el ejercicio de las profesiones que serán vigiladas e inspeccionadas por las autoridades competentes. En efecto, el artículo 26 superior establece: Artículo 26. Toda persona es libre de escoger profesión u oficio. La Ley podrá exigir títulos de idoneidad. Las autoridades competentes inspeccionarán y vigilarán el ejercicio de las profesiones. Las ocupaciones, artes y oficios que no exijan formación académica son de libre ejercicio, salvo aquellas que impliquen un riesgo social. (subrayas fuera de texto). De la lectura de la disposición anterior se deduce una cierta diferenciación entre las profesiones y las ocupaciones, artes y oficios; en las primeras la regla general es la inspección y vigilancia por parte de las autoridades competentes, y en las segundas, en cambio, en principio opera el libre ejercicio. Lo expuesto se fundamenta en que el constituyente supone que las profesiones van ligadas a una necesaria cuota de escolaridad, la cual se presentaría como garantía de aptitud para realizar la labor profesional. De esa manera se reduce el riesgo social que puede implicar para la sociedad el ejercicio de una actividad profesional. En cambio, el Constituyente entiende que las ocupaciones, artes y oficios, por lo general, no requieren formación académica y no comportan un riesgo social. Así, se presenta la necesidad de controlar el ejercicio de las profesiones y la posibilidad del libre ejercicio de las ocupaciones, artes y oficios. Sin embargo, la propia Carta fundamental establece la posibilidad de reglamentación, inspección y vigilancia sobre aquellas ocupaciones no profesionales que exijan formación académica o que, a pesar de no necesitar la mencionada formación, impliquen un riesgo social."[25] En cuanto a la presunta violación al "buen nombre", un pliego de cargos no significa que se vulnere tal derecho, lo será en cuanto la sanción injusta quede en la hoja de vida, y, en el presente caso, no hay prueba de que ello haya ocurrido. Y, de todas maneras, se confirmará la decisión del Juez que ordenó anexar copia de lo decidido en la hoja de vida de la estudiante. Por todo lo anterior se concluirá que respecto al debido proceso y el derecho a la educación se confirmará lo decidido por el Juez, con la advertencia de que no podía implícitamente darse por finalizado el proceso disciplinario. En tales circunstancias, el Juez de primera instancia no ha debido ordenar el grado, sino simplemente garantizar el debido proceso en la investigación disciplinaria. Ahora bien,  tanto el Juez de tutela como esta Sala de Revisión han dejado sin efecto la sanción de cancelación de matrícula, luego se superó el obstáculo para que María Cecilia Delgadillo se graduara; esto significa que aunque la sentencia del Juez sea revocada parcialmente, un argumento equitativo permite determinar que ello no acarrea la nulidad del otorgamiento del título, hecho cumplido que también se basó en que en el momento del grado la estudiante llenó los requisitos académicos y administrativos para obtenerlo y no había en ese instante impedimento alguno para graduarla. Las otras decisiones de la sentencia que se revisa (que se cumpla con el artículo 52 del Decreto 2591 de 1991, y no condenar en costas) serán confirmadas. En cuanto a la recomendación al ICFES para que haga una visita, esto no es materia de revisión. En mérito de lo expuesto, la  Sala Séptima de Revisión, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución RESUELVE: PRIMERO: REVOCAR PARCIALMENTE el numeral primero de la sentencia del 26 de diciembre de 1994, proferida por el Juzgado 5º Promiscuo de Familia de Manizales, y en su lugar, conceder la tutela por violación a los derechos fundamentales al debido proceso y a la educación. SEGUNDO: CONFIRMAR el numeral segundo de la aludida sentencia, con la ADICION de que queda sin efecto todo el proceso disciplinario, desde el pliego de cargos que tiene fecha 12 de septiembre de 1994. TERCERO: REVOCAR los numerales tercero y cuarto del fallo revisado, con la advertencia y aclaración expresadas en la parte motiva del presente fallo, capítulo "Decisiones a tomar". CUARTO: CONFIRMAR los numerales 5º, 7º y 8 de la citada sentencia. El numeral 6º no es motivo de revisión. QUINTO: Comuníquese lo resuelto en esta providencia al Juzgado 5º Promiscuo de Familia de Manizales para que haga las notificaciones y para los efectos previstos en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. SEXTO: Envíese copia de esta sentencia al Defensor del Pueblo. Notifíquese, comuníquese  y cúmplase, insértese en la Gaceta Constitucional. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado Ponente FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA. Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1]Sentencia T- 123/93. Ponente: Dr. Vladimiro Naranjo Mesa. [2]Sentencia T- 492/92. Ponente: Dr. José Gregorio Hernández. [3]Sentencia T- 425/93. Ponente: Dr. Vladimiro Naranjo Mesa. [4]Sentencia T-187/93. Ponente: Dr. Alejandro Martínez Caballero. [5]Ibidem. [6]Sentencia T-574/93. Ponente: Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz. [7]Sentencia T- 02/92. Ponente: Dr. Alejandro Martínez C. [8]Sentencia T-02 /92. Ponente: Dr. Alejandro Martínez Caballero que cita a HÄBERLEN, Peter. El Contenido Esencial de los Derechos Fundamentales. [9]Sentencia T-492/92. Ponente: Dr. José Gregorio Hernández. [10]Sentencia T-573/93. Ponente: Dr. Vladimiro Naranjo Mesa. [11]Sentencia T-172/93. Ponente: Dr. José Gregorio Hernández. [12]Sentencia T-492/92. Ponente: Dr. José Gregorio Hernández [13]Sentencia T-187 93. Ponente: Dr. Alejandro Martínez Caballero. [14] TIEDEMANN, Klaus.  "El Derecho Procesal Penal", traducción de Juan-Luis Gómez Colomer, en Introducción al Derecho Penal y al Derecho Penal Procesal, Barcelona, -España-,  Editorial Ariel S.A., 1989, pág. 184. [15]Sentencia T-492/92. Ponenete: Dr. José Gregorio Hernández. [16]En el proyecto de ley estatutaria de la justicia, dentro de la definición del debido proceso se habla de surtirse la actuación ante la autoridad judicial competente. [17]Sentencia T- 187/93. Ponente: Dr. Alejandro Martínez Caballero. [18]Ver sentencia de 17 de mayo de 1995, Ponente: Dr. Eduardo Cifuentes. [19]Se entiende por STANDARD "una regla muy general de conducta, susceptible, de adaptarse a las particularidades de cada hipótesis determinada "(Linares Juán Francisco, "Razonabilidad de las leyes; pág. 28). Es un término anglosajón. Es mejor decir CLAUSULA ABIERTA. [20]POUND, The administrative, IV, 76. [21]Constitución y derechos humanos, págs. 505 y ss. [22]Devis Echandia Hernando, Compendio de derecho procesal, pág. 42. [23]Sentencia T-015/94. Ponente: Dr. Alejandro Martínez Caballero. [24]Sentencia T-114/95. Ponente: Dr. Jorge Arango Mejía. [25]Sentencia C-226/94. Ponente: Dr. Alejandro Martínez Caballero.
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T-238-95 Sentencia No Sentencia No. T-238/95 PENSION DE INVALIDEZ-Falta de requisitos Procedió ajustada a la ley la Comisión de Prestaciones del ISS Cundinamarca al negar, la pensión de invalidez solicitada por el actor y, por consiguiente, no se han violado ni existe amenaza de violación de los derechos fundamentales del actor que eventualmente pudieran resultar afectados (vida, salud, etc.), con el desconocimiento de dicha pensión, según lo ha entendido la jurisprudencia de esta Corporación. REFERENCIA: Expediente T- 57939. PETICIONARIO: Jorge Enrique Forero Silva. PROCEDENCIA: Juzgado Veinticinco Penal del Circuito Santafé de Bogotá D.C. TEMA: Las demandas de prestaciones al sistema de seguridad social exigen como contraprestación el pago de las respectivas cotizaciones. MAGISTRADO PONENTE: ANTONIO BARRERA CARBONELL. Aprobada en Santafé de Bogotá, D.C., a los treinta y un (31) días del mes de mayo de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional integrada por los Magistrados ANTONIO BARRERA CARBONELL, EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Y CARLOS GAVIRIA DIAZ, revisa el proceso de la acción de tutela presentada por el señor JORGE ENRIQUE FORERO SILVA, contra el INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES - NACIONAL. I. ANTECEDENTES. 1. Los Hechos. El señor Jorge Enrique Forero Silva, instauró en forma verbal acción de tutela ante el Juez Noveno Penal del Circuito de esta ciudad, contra el Instituto de Seguros Sociales, por considerar violados sus derechos fundamentales ante la negativa de dicha entidad a reconocerle una pensión por invalidez. Afirma el peticionario que en el año de 1990 le fueron amputadas ambas piernas desde arriba de la rodilla, en razón de una obstrucción vascular. En el año de 1991 solicitó el reconocimiento de la pensión de invalidez al ISS; en respuesta a su petición fue incapacitado por un año, se le pagó la correspondiente prestación económica, equivalente a 180 días calendario y se le informó que expirado el período de incapacidad se procedería a liquidarle y reconocerle la respectiva pensión. La petición de pensión se radicó en el ISS a finales de 1992. Después de un año, o sea en 1993, el ISS le notificó que no tenía derecho a dicha pensión, porque no contaba con el número de semanas de cotización necesarias para acceder a ella; pero que tenía derecho a una pensión sustitutiva de lo cual no había sido informado oportunamente. Posteriormente, como persona independiente, ha venido cotizando por su cuenta al Instituto de Seguros Sociales. 2. El Fallo que se revisa. El Juzgado Veinticinco Penal del Circuito de Santafé de Bogotá D.C., mediante providencia de noviembre 30 de 1994, resolvió declarar improcedente la acción de tutela, porque la acción de tutela protege exclusivamente los derechos constitucionales fundamentales y, por lo tanto, no puede ser utilizada para hacer respetar derechos que sólo tienen rango legal. Dice el juzgado, que "si bien es cierto la pensión es un derecho cuyo origen se remonta al derecho fundamental constitucional del trabajo, no por ello es menos cierto que su rango inmediato es inminentemente legal, es decir inferior al ordenamiento constitucional, escapando su discusión y reconocimiento a la esfera de la acción de tutela, siendo entonces postulable y discutible ante una jurisdicción diferente a la del juez excepcional previsto por el art. 86 superior". Agrega el juzgado que aun cuando la negación de la pensión de invalidez solicitada por Forero Silva conllevaría a violaciones de otros derechos de carácter fundamental constitucional, como lo serían eventualmente el de la vida, el de la salud y el derecho a recibir del Estado una especial protección, dada su especial condición física que lo coloca en condiciones de debilidad manifiesta (art. 13 inciso final de la C.P.), sin embargo, el art. 6o. del Decreto 2591/91 contempla varias causales de improcedencia de la acción de tutela, siendo una de ellas la de existir otros recursos o medios de defensa judiciales para hacer valer el derecho fundamental conculcado o amenazado. En tal virtud, concluye el juzgado que existiendo un acto administrativo representado en la resolución No. 003194 de mayo 3 de 1993, emitido por el ISS, que dio respuesta a la solicitud elevada por el peticionario, es claro que existen otros medios de defensa judicial para impugnar la determinación de la administración, como son  las acciones contencioso administrativas. II CONSIDERACIONES DE LA CORTE. 1. Competencia. En atención a lo dispuesto por los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política, en armonía con los artículos 33, 34 y 35 del Decreto- ley 2591 de 1991, la Sala es competente para conocer de la revisión de la sentencia en referencia. 2. Pruebas incorporadas al proceso. Las pruebas documentales incorporadas al proceso -oficio 24686 de noviembre 25 de 1994 suscrito por el Jefe de la Sección de Prestaciones Económicas del ISS Seccional Cundinamarca y la resolución  3194 de 1993 de la Comisión Nacional de Prestaciones Económicas del ISS Cundinamarca- acreditan los siguientes hechos: - El señor Jorge Enrique Forero Silva, con fecha 11 de septiembre de 1992, solicitó el reconocimiento de una pensión por invalidez de origen no profesional. - Mediante la resolución No. 3194 del 3 de mayo de 1993 se negó dicha petición porque "se estableció que el asegurado a pesar de haber sido declarado inválido a partir del 7 de febrero de 1990 solamente cotizó 56 semanas  dentro de los últimos seis (6) años anteriores a la invalidez y 206 en cualquier época anterior a ella, cuando el artículo 5 del Acuerdo 224 de 1966 (decreto 3041 de 1986), modificado por el artículo 1 del acuerdo 019 de 1983 (Decreto 232 de 1984), exige 150  o 300 semanas dentro del mismo lapso, razón por la cual se concluye que no hay derecho a la pensión". - En la misma resolución se negó el pago de la indemnización sustitutiva "por cuanto la acción para su reconocimiento prescribió mas de un año entre las fecha de causación del derecho 7 de febrero de 1990 y la presentación de la solicitud, según lo dispuesto por el art. 36 de la ley 90 de 1946". - Es de anotar, que en el oficio 24686 se lee lo siguiente: "El petente dentro de los SEIS (6) años anteriores a la estructuración de la invalidez (07 de febrero de 1990) cotizó 56 semanas, y 86 en cualquier época anterior a la invalidez". "Aparece a folios Nos. 16 y 17, listados de semanas cotizadas, expedido por la División de Informática del ISS, bajo el número de afiliación 010851653 en los que se aprecia que cotizó con las empresas: "FABRICA DE GRASAS Y PRODUCTOS QUIMICOS LTDA, patronal No. 01.00.20.00070, del 06 de febrero de 1969 a 01 de septiembre de 1969, semanas cotizadas 30". "JACQUES DE SCHAUWER Y CIA. Patronal 01.00.35.00583 del 27 de abril de 1972 a 30 de septiembre de 1972, semanas cotizadas 23". "CADAVID YEPES JOSE MANUEL,  patronal 13.01.61.01634, del 13 de octubre de 1978 al 01 de noviembre de 1978, semanas cotizadas 2". "TOTAL SEMANAS COTIZADAS POR ESTE LISTADO 55". "A folios Nos. No. 17 reposa estado de cuenta de las empresas antes relacionadas, apreciándose en el mismo que estas se hallaban a paz y salvo en sus aportes obrero-patronales hasta el 30 de septiembre de 1992". "A folios No. 18 y 19 reposa listado de semanas expedido bajo el número de afiliación 917136987, en el que se observa que el señor JORGE ENRIQUE FORERO SILVA cotiza como trabajador independiente con el número patronal 01.00.98.03267, del 06 de julio de 1989 a 31 de julio de 1990, semanas cotizadas 56, y del 04 de diciembre de 1990 a 30 de septiembre de 1992, semanas cotizadas 95". "TOTAL SEMANAS COTIZADAS por este número de afiliación 151, es de precisar que a través de este listado se encontraba a paz y salvo en los aportes obrero-patronales". 3. Las demandas de prestaciones al sistema de seguridad social exigen como contraprestación el pago de las respectivas cotizaciones. Esta Sala, en torno al tema relativo a las condiciones exigidas para demandar prestaciones del sistema de seguridad social, dijó en la sentencia T-287/94, lo siguiente: "2.2. Es una verdad incuestionable, que la vigencia y cobertura de los servicios deducibles del derecho a la seguridad social, dependen particularmente de la política social diseñada y promovida por el Estado y de su capacidad  económica y financiera para asumir los costos que demanda la implementación y el funcionamiento del correspondiente sistema. Dichos costos normalmente se ven acrecentados, cuando se incrementa la cobertura de la seguridad social o cuando se presentan factores críticos, como el crecimiento demográfico, que hacen más oneroso el cumplimiento de las responsabilidades anejas a la efectividad del derecho social en cuestión". "Sin embargo, resulta innegable el hecho de que la cobertura e integralidad de la seguridad social, esto es, el cubrimiento de todas las contingencias negativas que afectan la salud y las condiciones y el logro de una especial calidad de vida de la población, necesariamente deben guardar proporcionalidad con las posibilidades económicas del Estado que reduce su efectividad a un proceso gradual, al desarrollo de un programa instrumentado por el Estado Social de Derecho, como se deduce de la normatividad constitucional". "Obviamente, el criterio estrictamente económico, no puede esgrimirse como obstáculo permanente para extender la seguridad social a los espacios queridos por el Constituyente al diseñar el Estado Social de Derecho; por consiguiente, lo deseable es que el Estado realice de manera gradual pero sin pausa, los esfuerzos económicos, técnicos y administrativos que se requieren para lograr el principio de la integralidad del sistema". "Nuestra Constitución hizo del hombre y su dignidad el centro de la organización del Estado y de la acción de los poderes públicos. En tal virtud, se ha considerado a éste como un instrumento para servir a la comunidad, promover su prosperidad y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución (C.P. art. 2o.). Pero ello no significa, que el derecho a la seguridad social, pueda ser exigido por los usuarios del sistema mas allá de las posibilidades económicas propias de su organización y funcionamiento, esto es, que puedan demandarse prestaciones que excedan su capacidad y que naturalmente no esten amparadas en las cotizaciones que se les exigen a los beneficiarios" (Subraya la Sala). 4. Caso en estudio. El reconocimiento de la pensión de invalidez del peticionario estaba sometido al cumplimiento de las siguientes condiciones: Haber adquirido una invalidez permanente conforme al art. 62 del decreto-ley 433 de 1971 y tener acreditadas 150 semanas de cotización para los riesgos de invalidez, vejez y muerte (I.V.M.) dentro de los seis años anteriores a la invalidez o 300 semanas de cotización en cualquier época, de conformidad con el acuerdo 19 de 1983 (decreto 232 de 1984). Es obvio, que al no reunir el peticionario el requisito de las semanas cotizadas no había cumplido con una de las condiciones que las normas del reglamento de I.V.M. exige para el reconocimiento del derecho a la referida prestación. En razón de lo anterior, procedió ajustada a la ley la Comisión de Prestaciones del ISS Cundinamarca al negar, mediante la resolución 3194 de 1993, la pensión de invalidez solicitada por el actor y, por consiguiente, no se han violado ni existe amenaza de violación de los derechos fundamentales del actor que eventualmente pudieran resultar afectados (vida, salud, etc.), con el desconocimiento de dicha pensión, según lo ha entendido la jurisprudencia de esta Corporación. No es la tutela el mecanismo de protección ideado para obtener el reconocimiento de una pensión de invalidez, cuando, como sucede en el presente caso, no se tiene derecho a la misma. En el evento de que al peticionario se le hubiera negado por el ISS la pensión de invalidez, no obstante reunir los requisitos para acceder a ella, a pesar de la decisión contenida en la resolución 3194 de 1993 y de la existencia de otro medio de defensa judicial, como es la acción ante la jurisdicción ordinaria laboral, según el art. 2 del C.C.A., la Sala habría concedido la tutela, como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable por la amenaza de violación de los derechos fundamentales a la salud y a la vida, que eventualmente podrían ponerse en peligro al no contar el demandante con los prestaciones económicas y médico asistenciales derivadas de la pension de invalidez, como se ha resuelto en varios casos. Por las razones expuestas, será confirmada, aún cuando por razones diferentes, la sentencia proferida por el Juzgado Veinticinco Penal del Circuito de Santafé de Bogotá D.C. III.  DECISION. En virtud de lo expuesto, la Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: PRIMERO. CONFIRMAR la sentencia proferida por el Juzgado Veinticinco Penal del Circuito de Santafé de Bogotá D.C., que declaró improcedente la tutela impetrada por el señor Jorge Enrique Forero Silva, pero por las razones descritas en la parte motiva de esta providencia. SEGUNDO. LIBRAR comunicación al Juzgado Veinticinco Penal del Circuito de esta ciudad, para los efectos del artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Notifíquese, cópiese, publíquese e insértese en la Gaceta Constitucional ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado Ponente EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado CARLOS GAVIRIA DIAZ Magistrado ARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-239-95 Sentencia No Sentencia No. T-239/95 PERSONAL DOCENTE-Discriminación por origen Lo que no se puede imponer dentro de una determinada resolución o en un reglamento administrativo que convoque a un concurso público para adjudicar plazas de docentes, es que el criterio fundamental o esencial para el nombramiento o designación sea el haber nacido en un departamento o municipio en particular, pues ello acarrea, un trato discriminatorio, que vulnera el derecho a la igualdad, y consecuentemente el trabajo. PERSONAL DOCENTE-Convocatoria por grados No encuentra viable la Sala la petición formulada por el actor en el sentido de que se revoque el acto administrativo de la convocatoria de docentes grado 7o. efectuada por la Secretaría de Educación del Distrito de Cartagena y ordenar la realización de una nueva, pues de una parte, no se encuentra el actor frente a una vulneración de sus derechos fundamentales -en lo que al trabajo y a la igualdad se refiere-, puesto que no cumplía el requisito legal exigido para participar en dicha convocatoria, a saber, hacer parte del grado 7o. del escalafón de docentes, sino que además, si lo que se pretende es dejar sin efectos el acto administrativo de nombramiento de los docentes, para ello existen otros medios de defensa judicial, como lo sería en este caso, controvertir por la vía contencioso administrativa, la legalidad del citado acto, razón por la cual la tutela no prospera. REF: Expedientes acumulados Nos. T-67.455 y T-67.478 PETICIONARIOS: Rocey Herminia Gil Palacios y Tiberio Alfonso Lara Ortiz contra las Secretarías de Educación del Departamento del Valle del Cauca y del Distrito Turístico y Cultural de Cartagena, respectivamente. PROCEDENCIA: Tribunal Contencioso Administrativo del Valle del Cauca y Juzgado Quinto Civil del Circuito de Cartagena. TEMA: Derecho a la Igualdad - discriminación por origen nacional o familiar. MAGISTRADO PONENTE: DR. HERNANDO HERRERA VERGARA Santa Fé de Bogotá, D.C., Mayo treinta y uno (31) de mil novecientos noventa y cinco (1995). Procede la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados HERNANDO HERRERA VERGARA, ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Y FABIO MORON DIAZ, a revisar los fallos de tutela proferidos por el Tribunal Contencioso Administrativo del Valle del Cauca, el 16 de marzo del mismo año, dentro del proceso de tutela promovido por Rocey Herminia Gil Palacios, y por el Juzgado Quinto Civil del Circuito de Cartagena, el 22 de marzo de 1995, en el juicio instaurado por Tiberio Alfonso Lara Ortiz. De conformidad con la decisión adoptada por la Sala No. 5 de Selección de la Corte Constitucional el 8 de mayo de 1995, los expedientes de tutela instaurados por Rocey Herminia Gil Palacios y por Tiberio Alfonso Lara Ortiz, se acumularon, de manera que serán fallados por esta Sala de Revisión a través de esta providencia. I.  INFORMACION PRELIMINAR. A. Expediente No. T - 67.455 La señora Rocey Herminia Gil Palacios instauró acción de tutela en contra de la Secretaría de Educación del Departamento del Valle del Cauca, con el fin de obtener la protección de sus derechos fundamentales a la igualdad y al trabajo, los cuales considera vulnerados por la accionada, por el hecho de no haber nacido en el Departamento del Valle, ya que es natural del Chocó, razón por la cual no se le permitió tomar posesión del cargo de docente. 1. Los Hechos. La accionante fundamenta su petición en el hecho de que concursó para el cargo de docente de las plazas cofinanciadas del Departamento del Valle del Cauca. Mediante Resolución No. 2426 de 12 de diciembre de 1994, fue nombrada como profesora de tiempo completo en literatura e idiomas de la Parroquia de Nuestra Señora de los Milagros del Barrio El Vergel de Cali. Por escrito del 4 de enero de 1995 se le comunicó el nombramiento. El 2 de marzo de 1995 al presentarse a asumir dicho cargo, la Jefe de Recursos Humanos le informó que no podía darle posesión por cuanto no era oriunda del Valle del Cauca. 2. La Providencia Judicial de Instancia. Mediante fallo de 16 de marzo de 1995, el Tribunal Contencioso Administrativo del Valle del Cauca, Sección Segunda, resolvió acceder a la tutela interpuesta por la señora Rocey Herminia Gil Palacios, y en consecuencia, ordenó a la Secretaría de Educación Departamental del Valle del Cauca posesionar inmediatamente a dicha docente en el cargo de profesora de tiempo completo en el Distrito Educativo No. 18 de Cali (...), cargo para el cual fue nombrada por Decreto 2426 de 1994, emanado del Gobernador del Departamento del Valle del Cauca. El mencionado despacho judicial fundamentó su decisión en los argumentos que a continuación se exponen: "ROCEY HERMINIA GIL PALACIOS, concursó, aprobó el concurso y quedó elegible, por lo cual fue designada por medio de Resolución No. 2426 de 12 de diciembre de 1994, precisamente en el Colegio Parroquial de Nuestra Señora de Los Milagros, pues se repite, el impulsador de esa obra social, había exigido que se designaran a los mismos docentes que habían venido colaborando, pues ya conocían y sabían manejar la problemática que allí se vive, y por tanto, era muy importante su concurso desde el punto de vista social. El artículo 13 de la Constitución Nacional es muy claro al prohibir las discriminaciones de toda índole, por razones de raza, sexo, origen nacional o familiar, religión, opinión política o filosófica. Encuentra el Tribunal que la Resolución Ministerial en virtud del cual se reglamenta el concurso especial para plazas docentes cofinanciadas es notoriamente contraria a los postulados constitucionales, en la medida en que establece una clara discriminación contra las personas que no son oriundas de la ciudad o del departamento. Ahora bien, es atendible que se exija un cierto tiempo de residencia con el objeto de no fomentar indebidamente las migraciones a los grandes centros que se ven sobrecargados de personas con los consiguientes contratiempos que ello acarrea. Pero es que en el caso de ROCEY HERMINIA GIL PALACIOS, se da la circunstancia no solo de que lleva viviendo en Cali seis años y sus hijos son oriundos de esta ciudad, sino también de que ha estado laborando en el Colegio Parroquial para el cual fue designada a través del concurso y en el cual, según se colige de las pruebas aportadas, tiene un rendimiento satisfactorio. ... Por todo lo anterior y teniendo en cuenta que la Constitución Nacional es norma de normas estima esta Corporación que debe ante todo protegerse el derecho fundamental a la igualdad de ROCEY HERMINIA GIL PALACIOS, que de otra manera se vería avocada a un perjuicio notoriamente injusto con la aplicación de las Resoluciones Ministeriales, por lo que el Tribunal accederá a la tutela”. Esta providencia no fue impugnada, razón por la cual se ordenó la remisión del expediente a la Corte Constitucional, para los efectos de su eventual revisión. B. Expediente No. T - 67.478 El ciudadano TIBERIO ALFONSO LARA ORTIZ formuló acción de tutela contra la Secretaría de Educación del Distrito Turístico y Cultural de Cartagena, por la presunta vulneración de sus derechos fundamentales a la igualdad y al trabajo. 1. Los Hechos y Pretensiones. Fundamenta su solicitud en que la Secretaría de Educación de Cartagena mediante cartelera fijada en lugares visibles del local que ocupa el despacho, convocó a los docentes escalafonados en la Categoría 7a. del escalafón docente, para que previa la inscripción correspondiente, CONCURSARAN para ocupar 94 plazas a cargo del Distrito. Señala que por encontrarse escalafonado en la Categoría 9a. y llenando por consiguiente los requisitos exigidos en la convocatoria, presentó sus documentos, los cuales fueron recibidos en el lugar y fecha indicada en la convocatoria. Manifiesta que la mencionada CONVOCATORIA es discriminatoria por cuanto circunscribe a los concursantes a la CATEGORIA 7a. y que sean naturales del Municipio de Cartagena. Expresa que como era de esperarse, por estar clasificado en una categoría superior a la señalada por la Secretaría de Educación Distrital y no ser nativo del Municipio de Cartagena, fué excluído del concurso. Considera que la forma en que éste fue convocado, es violatoria de los derechos fundamentales a la igualdad y al trabajo. Concluye, que al establecer requisitos básicos para la participación en el concurso convocado el estar escalafonado única y exclusivamente en la Categoría 7a. y ser natural de Cartagena, se estableció una odiosa discriminación que lesionó sus intereses morales y patrimoniales, los primeros como colombiano que es, y los segundos porque le privaron de la oportunidad de ejercitar el derecho al trabajo en pie de igualdad. Por lo anterior, solicita se ordene al Distrito de Cartagena, Secretaría de Educación, revocar todas las decisiones adoptadas conforme a la forma en que se produjo la CONVOCATORIA, y ordenar una nueva, eliminando los odiosos procedimientos discriminatorios establecidos en la primera, de manera que sea viable para todos los docentes escalafonados en la Categoría 7a. y las que se encuentran por encima de estas y que residan en la ciudad de Cartagena. 2. El Fallo de Instancia. El Juzgado Quinto Civil del Circuito de Cartagena, resolvió mediante providencia del 22 de marzo de 1995, denegar la tutela formulada por el señor Tiberio Alfonso Lara Ortiz por la existencia de otros medios de defensa judicial. Fundamentó su decisión en las siguientes apreciaciones: “... se pudo establecer que las razones que tuvo el Distrito para descalificar del concurso al señor TIBERIO ALFONSO LARA ORTIZ encuentran pleno respaldo tanto en la convocatoria como en su reglamento. En efecto, los mismos contemplan que el concurso solo se efectuaría para el nivel grado 7 y dentro de los requisitos para concursar el que el aspirante fuera oriundo o natural de la ciudad de Cartagena. Luego el Distrito no hizo cosa distinta a la de aplicar correctamente el reglamento, pues mal hubiera hecho en violarlo. Las normas son para cumplirlas y no para violarlas. En este caso, el profesor TIBERIO ALFONSO LARA ORTIZ  esta escalafonado en la categoría 9a. y no en la séptima como lo exige el reglamento del concurso, y no es oriundo de la ciudad de Cartagena sino de un Departamento distinto al que pertenece la ciudad de Cartagena. De otra parte, al accionante lo que le quedaba era la opción de atacar ante la autoridad correspondiente la ley orgánica o el respectivo Decreto, o el respectivo Acuerdo Municipal, o la Resolución respectiva que dió origen al concurso, lo que quiere decir que al accionante le quedaba una vía distinta a la acción de tutela para tratar de proteger los derechos que según él le fueron violados”. La anterior providencia no fue impugnada, motivo por el cual se ordenó su remisión a esta Corte, para los efectos de considerar su eventual revisión. II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL Primera.    La competencia. De conformidad con lo dispuesto en los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala es competente para revisar los fallos proferidos por el Tribunal Contencioso Administrativo del Valle del Cauca y el Juzgado Quinto Civil del Circuito de Cartagena. Segunda. Problema Jurídico. Encuentra la Sala que en el presente asunto, se está ante una situación en la cual dos despachos judiciales se pronunciaron en forma distinta respecto de un mismo tema, no obstante las circunstancias fácticas difieren, como así se demostrará a continuación. a) De una parte, en la demanda de tutela instaurada por Rocey Herminia Gil Palacios, se pretende que se de cumplimiento a lo dispuesto en la Resolución No. 2426 del 12 de diciembre de 1994, por medio de la cual la Secretaría de Educación del Departamento del Valle del Cauca, la nombró como profesora de tiempo completo de literatura e idiomas de la Parroquia Nuestro Señor de los Milagros en el Barrio El Vergel de Cali (después de participar en el concurso para el cargo de docente de las plazas cofinanciadas del Departamento del Valle), pero que al momento en que fue a tomar posesión del cargo, no la posesionaron argumentando que ella no era natural del Departamento del Valle del Cauca, con lo cual estimó que se le vulneraron sus derechos fundamentales a la igualdad y al trabajo. En este caso, el Juez de Tutela de instancia decidió ampararle los derechos aludidos, al comprobar que le fueron vulnerados en forma abiertamente inconstitucional por la Secretaría de Educación del Valle del Cauca, al exigir como requisito para la posesión, ser oriunda del departamento. Por lo tanto, el Tribunal al encontrar dicha situación discriminatoria en contra de la peticionaria, resolvió tutelarle sus derechos y ordenar a la accionada posesionarla en forma inmediata a la docente en el cargo para el cual fue nombrada. b) Por su parte, en la solicitud de tutela formulada por el ciudadano Tiberio Alfonso Lara Ortiz contra la Secretaría de Educación del Distrito Turístico de Cartagena, la situación es semejante a la anterior, no obstante presenta algunas diferencias en cuanto a la convocatoria a concurso de docentes. Según el actor, se le vulneraron sus derechos a la igualdad y al trabajo, pues la entidad accionada resolvió convocar a concurso de docentes escalafonados en la categoría séptima para ocupar plazas a cargo del Distrito en el año de 1995, estableciendo en su criterio una situación discriminatoria, pues él pertenece a la categoría novena de docentes y además, no es natural de dicha ciudad. Por ello, solicitó al juez de tutela revocar las decisiones adoptadas sobre la convocatoria a concurso de docentes y realizar una nueva que haga efectivo el derecho a la igualdad de todos los docentes. En este caso, el juez de tutela de instancia denegó la petición de tutela, con el argumento de que la entidad accionada dio estricto cumplimiento a lo preceptuado en el reglamento del concurso, donde se exigía para participar en él, ser oriundo del Distrito de Cartagena y pertenecer a la categoría séptima en el escalafón de docentes, requisitos que no cumplía el accionante, por lo que a juicio del a-quo, no se da la vulneración de los derechos fundamentales señalados. Además, agregó el mencionado despacho judicial, que el peticionario dispone de otro medio de defensa judicial para la protección de sus derechos, consistente en atacar ante la autoridad correspondiente la respectiva resolución que dió origen al concurso. Tercera.   Razones que justifican la confirmación del fallo proferido por el Tribunal Administrativo del Valle del Cauca y la revocatoria parcial de la providencia del Juzgado Quinto Civil del Circuito de Cartagena. * Del caso concreto de la señora Rocey Herminia Gil Palacios. Para la Sala de Revisión, el fallo proferido por el Tribunal Contencioso Administrativo del Valle del Cauca, mediante el cual se concedió la tutela de los derechos a la igualdad y al trabajo de la señora Rocey Herminia Gil Palacios, se ajusta al ordenamiento constitucional así como a la jurisprudencia emanada de esta Corporación, pues hace efectivos los mandatos superiores que regulan y desarrollan los derechos fundamentales a la igualdad y al trabajo. En este sentido, avala la Corte el citado pronunciamiento judicial, en particular en cuanto se refiere al concepto e interpretación del derecho a la igualdad y a la posibilidad de que en aquellos casos se consagren tratamientos abiertamente discriminatorios en contra de ciertos particulares, procede su amparo, en aras de hacer efectivo el principio constitucional de la igualdad. Al respecto, cabe reiterar lo que dicho despacho judicial expresó, cuando indicó que “la resolución ministerial en virtud de la cual se reglamenta el concurso especial para plazas docentes cofinanciadas es notoriamente contraria a los postulados constitucionales, en la medida en que establece una clara discriminación contra las personas que no son oriundas de la ciudad o del departamento”. Así pues, no podía establecerse válidamente en la resolución que convocó a concurso para plazas de docentes en el Valle del Cauca, una situación discriminatoria en contra de la docente accionante de tutela, por el hecho de no ser oriunda de ese departamento, en relación con aquellas personas que sí lo son. En este caso, como lo indicó el Tribunal, la convocatoria a concurso al contener como requisito para ser nombrado como docente el haber nacido en el departamento del Valle del Cauca, es abiertamente inconstitucional, en cuanto desconoce el mandato superior contenido en el artículo 13 de la Carta, en virtud del cual, “Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica”. Además de lo anterior, en el caso particular de la señora Rocey Herminia Gil Palacios, se comprobó por el juez de instancia, que no sólo estaba radicada en la ciudad de Cali desde hace más de seis años, que sus tres hijos son nacidos en esa ciudad, que viene laborando desde hace dos años en el plantel para el cual fue designada docente de tiempo completo -Colegio Parroquial de Nuestra Señora de los Milagros-, sino que además participó en el concurso, lo aprobó y quedó elegible, por lo que fue designada por medio de la Resolución No. 2426 del 12 de diciembre de 1994. Por lo tanto, mal podía desconocerse, como en forma incomprensible lo hizo la Secretaría de Educación del Departamento del Valle del Cauca, el trabajo que venía desempeñando la accionante desde hace más de dos años con el citado colegio, y el hecho de haber sido designada mediante la Resolución No. 2426, como docente de tiempo completo del mencionado plantel educativo, pues con ello se vulneraban sus derechos fundamentales a la igualdad y al trabajo, para aducir con desconocimiento del ordenamiento constitucional, como razón para negarle su legítimo derecho a posesionarse como docente del citado plantel educativo, el no ser oriunda del departamento. Situación que además, conlleva la negación al ejercicio del derecho al trabajo en su condición de docente. En tal virtud, ante la manifiesta vulneración de los derechos a la igualdad y al trabajo de la peticionaria, esta Sala confirmará en todas sus partes la decisión proferida por el Tribunal Contencioso Administrativo del Valle del Cauca, como así se dispondrá en la parte resolutiva de esta providencia. * Del caso concreto de Tiberio Alfonso Lara Ortiz. Por su parte, respecto del fallo de tutela proferido por el Juzgado Quinto Civil del Circuito de Cartagena dentro del proceso de tutela instaurado por el señor TIBERIO ALFONSO LARA ORTIZ, estima esta Corte que deberá confirmarse en forma parcial, por las siguientes razones: En primer lugar, no puede aceptarse, como ya se anotó, uno de los argumentos expuestos por el Juzgado para negar la tutela, cual es, que es válido y razonable que en el reglamento de la convocatoria a concurso de docentes se haya establecido que “en él sólo podrán participar las personas oriundas de la ciudad de Cartagena”, pues con dicha determinación se vulneran los derechos fundamentales a la igualdad y al trabajo de las personas que no son oriundas o nacidas en esa ciudad, al establecerse una clara discriminación por razones de “origen nacional o familiar”, lo cual está expresamente prohibido por la Constitución Política en su artículo 13. Ello no significa, que no se pueda exigir en el acto de convocatoria y al momento de la designación del docente, un cierto tiempo de residencia con el objeto de no fomentar indebidamente las migraciones hacia las grandes ciudades o centros urbanos, que se ven sobrecargados de población con las consecuencias sociales, económicas y políticas que ello conlleva. Pero lo que no se puede imponer dentro de una determinada resolución o en un reglamento administrativo que convoque a un concurso público para adjudicar plazas de docentes, es que el criterio fundamental o esencial para el nombramiento o designación sea el haber nacido en un departamento o municipio en particular, pues ello acarrea, como se indicó, un trato discriminatorio, que vulnera el derecho a la igualdad, y consecuentemente el trabajo. En este sentido, no comparte la Sala de Revisión la fundamentación del Juzgado Civil del Circuito para negar la tutela, es decir, el criterio según el cual al actor no se le podía nombrar ni participar en el concurso, por el hecho de no haber nacido en el Distrito Turístico de Cartagena, pues ello contraría el espíritu protector de los derechos fundamentales de las personas, plasmado en la Carta Política de 1991. Situación distinta, que a juicio de la Sala no conlleva vulneración alguna del derecho a la igualdad, es el hecho de que en la convocatoria a concurso de docentes, se haya impuesto como requisito para el nombramiento, estar escalafonado en la categoría séptima, a la cual no pertenece el accionante. En este caso, entonces, la entidad accionada no vulneró los derechos fundamentales señalados, pues el señor Tiberio Alfonso Lara Ortiz no fue seleccionado entre otras razones, por cuanto la convocatoria para concurso especial, fue para “provisión de plazas docentes cofinanciadas del nivel básico secundaria, estableciéndose como límite máximo el 70% del salario correspondiente al grado 7o. del escalafón docente”; encontrándose que el actor está escalafonado en el grado 9o., con lo cual, se repite, no se desconoce la normativa superior, pues la entidad accionada ciñó su actuación a la ley y a sus reglamentos, que en esta parte no contrarían el ordenamiento constitucional, como sí lo hace al consagrar como requisito para el nombramiento o la participación en el concurso, el hecho de ser oriundo del municipio de Cartagena. Así entonces, pueden existir tratos distintos que no son discriminatorios, por lo que el trato diferente se permite sin que implique violación al derecho a la igualdad, lo que debe determinarse por el juez en el caso particular. La justificación del trato jurídico distinto de una situación jurídica equiparable, sólo es posible si se demuestra que ella resulta claramente de la finalidad perseguida por la norma que establece la distinción, la cual no puede perseguir fines arbitrarios, caprichosos o que vayan contra la dignidad humana. * Conclusión. Lo anterior aplicado al asunto que se revisa, conduce a concluir como ya se expresó, que al establecer la norma del reglamento de concurso para cargos de docentes en el Distrito de Cartagena, como requisito el ser oriundo de ese municipio o distrito, es improcedente, por desconocer el principio fundamental de la igualdad, que prohibe según el artículo 13 superior, consagrar discriminación por razón de origen nacional o familiar, como en este caso se hace por el hecho de que el señor Tiberio Alfonso Lara Ortiz es nacido en la ciudad de Montería y no en Cartagena, por lo que no puede ser nombrado como docente. En relación con el segundo requisito, según el cual la convocatoria se hizo únicamente a los docentes escalafonados en el grado 7o., ello no vulnera norma constitucional alguna, pues dicho presupuesto legal aunque establece un trato diferente (respecto de los demás docentes que no hace parte del grado 7o.), no implica violación a la igualdad, pues la finalidad del trato jurídico distinto no es arbitrario ni caprichoso, sino que persigue la designación de docentes que reúnan ciertos requisitos o características, dentro de las cuales sólo encajan aquellos que hacen parte del grado 7o. del escalafón docente, al que no pertenece el accionante. Por lo anterior, no encuentra viable la Sala la petición formulada por el actor en el sentido de que se revoque el acto administrativo de la convocatoria de docentes grado 7o. efectuada por la Secretaría de Educación del Distrito de Cartagena y ordenar la realización de una nueva, pues de una parte, como se anotó, no se encuentra el actor frente a una vulneración de sus derechos fundamentales -en lo que al trabajo y a la igualdad se refiere-, puesto que no cumplía el requisito legal exigido para participar en dicha convocatoria, a saber, hacer parte del grado 7o. del escalafón de docentes, sino que además, si lo que se pretende es dejar sin efectos el acto administrativo de nombramiento de los docentes, para ello existen otros medios de defensa judicial, como lo sería en este caso, controvertir por la vía contencioso administrativa, la legalidad del citado acto, razón por la cual la tutela no prospera, como así habrá de indicarse en la parte resolutiva de esta providencia. De esa forma, se confirmará parcialmente el fallo proferido por el Juzgado Quinto Civil del Circuito de Cartagena, pero por los motivos expuestos en esta providencia, en cuanto a la improcedencia del requisito de ser oriundo de la ciudad de Cartagena para acceder a participar en el concurso para designar docentes. III.    DECISION. En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, obrando en nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución, R E S U E L V E : PRIMERO. CONFIRMAR el fallo proferido por la Sección Segunda del Tribunal Contencioso Administrativo del Valle del Cauca, el 16 de marzo de 1995, dentro del proceso de tutela instaurado por ROCEY HERMINIA GIL PALACIOS. SEGUNDO.  CONFIRMAR parcialmente la sentencia proferida por el Juzgado Quinto Laboral del Circuito de Cartagena el 22 de marzo de 1995, por las razones expuestas en la parte motiva de esta providencia, en relación con la solicitud de tutela formulada por el señor TIBERIO ALFONSO LARA ORTIZ. TERCERO.  LIBRENSE por la Secretaría General de la Corte Constitucional las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados. Cópiese, publíquese, comuníquese a quien corresponda, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado Ponente ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO   FABIO MORON DIAZ Magistrado                                   Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-240-95 Sentencia No Sentencia No. T-240/95 VIA DE HECHO Aún en el evento de presentarse una vía de hecho, esa sola circunstancia no justifica la procedencia de una acción de tutela; para que este instrumento protector resulte jurídicamente viable es necesario que se cumplan los presupuestos contemplados en el artículo 86 superior y que no exista otro medio al que pueda acudir el afectado para propender por la defensa de su derecho. REF:  Expediente No. 62.045 Peticionarios: Reginaldo Cunha Mac.Kinley, Mauricio Alejandro Cunha Mac.Kinley, Carmen Alicia Mac.Kinley de Cunha y otros. Procedencia: Juzgado Trece Penal Municipal de Barranquilla. MAGISTRADO PONENTE: Dr. HERNANDO HERRERA VERGARA. Santafé de Bogotá, D.C. mayo treinta y uno (31) de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados  ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO, FABIO MORON DIAZ y HERNANDO HERRERA VERGARA, procede a revisar la sentencia proferida por el Juzgado Trece Penal Municipal de Barranquilla el día 29 de diciembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994). I.  INFORMACION PRELIMINAR. Mauricio Alejandro Cunha Mac.Kinley, en su propio nombre y aduciendo su calidad de apoderado general de Reginaldo Enrique Cunha Mac.Kinley y a la vez, su condición de representante de los terceros tenedores a nombre de otro: Carmen Alicia Mac.Kinley de Cunha, Reginaldo Cunha Alcendra, Claudia Carolina Baena Cunha y "demás familia", confirió poder a la abogada Edith Martínez de Pájaro para que promoviera la acción de tutela, que fue dirigida contra el señor Inspector Segundo de Policía, en primer lugar, y "eventualmente" en contra de la Juez Sexto Civil del Circuito de Barranquilla, por la posible violación del derecho al debido proceso (artículo 29 C.P.), de la honra y dignidad "humanas y familiares" (artículo 42 C.P.) y de los derechos adquiridos (articulo 58 C.P.). A.  HECHOS. Sirven de fundamento para el ejercicio de la acción de tutela los hechos que se resumen a continuación: 1.  En el Juzgado Sexto Civil del Circuito de Barranquilla cursa un proceso ejecutivo, promovido por Eduardo Sabatino en contra de Alvaro Lafaurie Lapeira y otro, dentro del cual se libró orden de embargo y secuestro de un inmueble ubicado en esa ciudad. 2. A la diligencia de secuestro "comparecieron a oponerse y se constituyeron como terceros poseedores los señores REGINALDO CUNHA MAC.KINLEY, MAURICIO ALEJANDRO CUNHA MAC.KINLEY, CARMEN, su madre, y los demás señalados antes, el segundo con poder y facultades a nombre de Reginaldo Cunha Mackinley, poseedor titular del bien.". 3.  Luego de un amplio debate, mediante auto fechado el 19 de diciembre de 1988, los opositores fueron reconocidos como poseedores materiales de buena fe del inmueble en cuestión. 4. Apelado el auto anterior por el ejecutante, fue confirmado por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Barranquilla, "quedando además, levantado el secuestro del inmueble.". 5. Con posterioridad el ejecutante "persiguió los derechos que pudieren quedarle al señor Lafourie Lapeira en el inmueble, lo que se concedió en providencia de abril 3 de1990; efectuando el avalúo de ese derecho de dominio desvinculado de la posesión...". 6. La demanda señala que "El bien fue rematado, en cuanto al derecho de dominio, desvertebrado de la posesión, adjudicándoselo a la señora Elena Magdalena Nieto Steffens, esposa del señor ejecutante Sabbatino." 7.  El ejecutante solicitó "la entrega material de los derechos de dominio que posee el ejecutado sobre el bien" y el Juzgado Sexto Civil del Circuito de Barranquilla por auto de octubre 28 de 1994 dispuso "la entrega material de los derechos de dominio". 8.  Durante los días 16 y 21 de noviembre de 1994 la Inspección Segunda de Policía Distrital "llevó a cabo el desalojo de los poseedores regulares a través de una persona que se dijo inspector, que no consignó su nombre en la diligencia respectiva, ni colocó su ante firma (sic) en ella tampoco, nunca supimos su nombre, los secretarios que usó fueron ad hoc y diferentes en cada diligencia y no se encontraron (sic) ninguno de los dos en el despacho de la inspección 2a. Cuando al día siguiente nos encaminamos a ella." 9.  Los poseedores "se aprestaban en próximos días a iniciar el proceso de pertenencia". Por su parte, la Juez Sexta Civil del Circuito al ser enterada del desalojo "muy sorprendida manifestó nunca haber ordenado tal cosa. Posteriormente se examinaron los términos empleados en el auto y en el despacho comisorio llegando a la conclusión de que había un gravísimo error involuntario y/o exceso en la comisión desarrollada por el Inspector." 10. La apoderada de los terceros poseedores a nombre de otro y del poseedor regular formuló peticiones calendadas "el 29 y 13 de noviembre y diciembre /94;  con la esperanza de que tratándose de una lamentable equivocación" se subsanara con prontitud, pero se le informó que "la resolución del asunto debía esperar el turno cronológico para ser atendido por el despacho, turno que sería para el año entrante (1995)." B.  PRETENSIONES. Con base en los hechos que se dejan expuestos se formularon las pretensiones que se transcriben: "PRIMERO.- Solicitamos se ordene que por intermedio de la Inspección Segunda de Policía Distrital en el término de 48 horas se restituya el inmueble....al señor MAURICIO CUNHA MAC.KINLEY y resto de su familia. SEGUNDO.-  De no ser concedido lo primero, en lo cual insistimos, en subsidio, solicitamos se notifique a la titular del derecho  de dominio Sra. Elena Magdalena Nieto Steffens o a su representante legal Dr. Eduardo Sabbatino, se abstengan en forma inmediata de continuar en las obras que se están ejecutando en el predio y sobre todo se abstengan de realizar ventas o cualquier tipo de negocio, carga o gravamen sobre el bien indicado, hasta que el Juzgado Sexto Civil del Circuito, decida. TERCERO.-  Se declare el estatu quo (sic) de todo lo concerniente al predio dicho y se prohiba reformas, cambios o destrucciones en el mismo inmueble." A la solicitud se anexaron, como pruebas, algunas fotocopias autenticadas que dan cuenta de las decisiones tomadas y de las diligencias que se llevaron a cabo dentro del trámite referido. II.  LA SENTENCIA OBJETO DE REVISION. El Juzgado Trece Penal Municipal de Barranquilla dispuso la práctica de una inspección judicial y designó un perito para la práctica del "avaluo de daños y perjuicios". Una vez evacuadas las pruebas decretadas, procedió a resolver la acción impetrada y, mediante sentencia de diciembre veintinueve (29) de mil novecientos noventa y cuatro (1994), decidio: "Tutelar, como en efecto se tutelan en favor de MAURICIO ALEJANDRO CUNHA MAC.KINLEY, REGINALDO CUNHA MAC.KINLEY y CARMEN ALICIA MAC.KINLEY DE CUNHA representada judicialmente por la Dra. EDHIT ALICIA MARTINEZ DE PAJARO, los derechos fundamentales violados como son: El debido proceso, a la honra, dignidad humana y familiar y a la propiedad privada y derechos adquiridos sobre el inmueble ubicado en la kr (sic) 65 No. 81-148 de esta ciudad y dentro del proceso EJECUTIVO de EDUARDO SABATINNO contra ALVARO LAFAURIE Y/O que cursa en el juzgado sexto civil del circuito de esta capital.-". Como consecuencia de lo anterior el mencionado Juzgado ordenó "a la señora ELENA MAGDALENA NIETO STEFFENS -titular sobre el derecho de dominio del inmueble en mención- a que se abstenga en forma inmediata de continuar con las obras que se vienen ejecutando e igualmente abstenerse de realizar cualquier venta o transacción comercial sobre el mismo, hasta que el juzgado 6 Civil del Cto (sic) decida.-.". El despacho judicial efectuó algunas consideraciones generales acerca de la acción de tutela y del derecho al debido proceso y al abordar el caso concreto expuso los argumentos que se resumen a continuación: 1.  Se encuentra "plenamente probado que los accionantes son los legítimos poseedores materiales de buena fe del inmueble" y que "por un error involuntario del Juzgado SextoCcivil del Circuito comisionó al inspector general de policía distrital, quien a su vez comisionó al inspector segundo para la entrega de los derechos de dominio que tenga el señor LAFAURIE LAPEIRA sobre el inmueble materia de la presente acción". Este proceder, según el fallador "conlleva a la violación del derecho al debido proceso, toda vez que a los accionantes, a través de trámite incidental, se les reconoció sus derechos como poseedores de buena fe (...) al aportar justo título." 2.  Estima la Juez Trece Penal Municipal de Barranquilla que a la parte demandante dentro del proceso ejecutivo le correspondía iniciar un proceso reivindicatorio y "no solicitar al juez la entrega de los derechos de dominio (...) por haber poseedores materiales legalmente reconocidos". Señala, además que la ley "protege la posesión material de un tercero por ser ella elemento esencial para configurar la usucapión" y agrega que "si el ejecutante insiste, se practica el avalúo del derecho que el ejecutado tiene sobre el bien, esto es, la simple condición de poseedor inscrito, y luego se remata. El rematante, como es obvio, sólo adquiere ese derecho correspondiéndole por tanto instaurar contra el tercero poseedor el respectivo proceso posesorio o reivindicatorio, según el caso para obtener la posesión del bien." 3. Como consecuencia de la violación del debido proceso, según el despacho judicial, se violaron "subsidiariamente los derechos fundamentales a la honra y dignidad humana y familiares", toda vez que la familia CUNHA MAC.KINLEY "fue desprendida, por encontrarse sus miembros alojados en diferentes viviendas, careciendo de intimidad y cariño familiar que siempre sedacédula familiar; (sic) considerando aún más las fechas en que se dio el desalojo, y en la que nos encontramos, las cuales son las navidades, época en la que escencia (sic) de ella es el estar reunidos, compartir alegrías navideñas". 4.  Adicionalmente dijo el citado despacho judicial que "nos encontramos con la vulneración y violación (...) a los derechos adquiridos por la peticionaria (...)". III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. A.  LA COMPETENCIA. En atención a lo dispuesto por los artículos 86, inciso tercero y 241, numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala es competente para revisar la sentencia proferida dentro de la acción de tutela de la referencia. Se procede, entonces, a la revisión en virtud de la selección practicada por la Sala correspondiente y del reparto efectuado según lo establecido por el reglamento de la Corporación. B. LA MATERIA. El primer aspecto que, en relación con el asunto sub-examine, llama la atención a que la Sala tiene que ver con los términos del poder que se le otorgó a una profesional del derecho para instaurar la acción de tutela. De manera reiterada la Corte ha hecho énfasis en la informalidad que caracteriza el mecanismo de protección de los derechos constitucionales fundamentales, puesto en manos de "toda persona" que los crea vulnerados o amenazados, por una autoridad pública o por los particulares en los casos que la ley prevé; para acudir ante los jueces de la República en procura de protección, sin que sea necesario acreditar especiales condiciones o ser abogado titulado. En los casos de representación legal o de agencia oficiosa, se impetra la acción en favor de una persona que no la ejerce directamente y tampoco resulta indispensable que el representante o el agente cumplan requerimientos especiales o demuestren su habilitación profesional, porque, como lo ha destacado la Corte, semejantes exigencias desvirtuarían el carácter informal de la tutela con grave riesgo de los derechos fundamentales que mediante su ejercicio se busca proteger. (Sentencia T - 550 de 1993. M.P. Dr. José Gregorio Hernández Galindo). Empero, la jurisprudencia constitucional es bastante clara en señalar que quien actúe a nombre de otro y a título profesional, dentro del marco de un mandato judicial, deberá ceñirse a las normas propias de la profesión de abogado. En auto de noviembre 4 de 1994, la Sala Primera de Revisión puntualizó que se debe "acompañar el poder a la demanda de tutela cuando se actúe por medio de abogado inscrito" ya que en estas circunstancias se tiene que acreditar la facultad conforme a la cual se formula la solicitud en nombre de otra persona y "el juzgador no podrá dar viabilidad al proceso sin el cumplimiento de dicho requisito, en consecuencia, el poder para iniciar el proceso, cuando se actúa por medio de apoderado constituye  un anexo de la demanda y su ausencia (..) es causal de inadmisión de la misma". Además, en el pronunciamiento citado se expuso: "Con base en lo anterior, quien manifiesta actuar a nombre de otra persona, debe probar el mandato judicial conferido, a través del poder expresamente otorgado para el efecto. Ahora, como la acción de tutela no requiere para su ejercicio de apoderado, artículo 86 de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 1, 10, 14 del decreto 2591 de 1991, cuando una persona actúa por medio de mandatario judicial, las circunstancias procesales cambian, por cuanto en este evento, se hace necesario acompañar a la demanda el poder por medio del cual se actúa". ( M.P. Dr. Jorge Arango Mejía). Ahora bien, en el caso que ocupa la atención de la Sala, si bien es cierto se anexó el poder en razón del cual actúa la apoderada, la Sala estima oportuno proceder a examinar los términos en que fue conferido. En primer lugar, aparece consignado que MAURICIO ALEJANDRO CUNHA MAC.KINLEY confiere poder aduciendo su "calidad de apoderado general de REGINALDO ENRIQUE CUNHA MAC.KINLEY, mayor, residenciado en Venezuela y poseedor regular" del inmueble en cuestión. Empero, no consta dentro de la actuación adelantada la prueba del apoderamiento general que le permita al señor MAURICIO ALEJANDRO CUNHA MAC.KINLEY asumir la representación de REGINALDO ENRIQUE CUNHA MAC.KINLEY, para los efectos de otorgar, en su nombre, un poder orientado a promover la acción de tutela. Además, MAURICIO ALEJANDRO CUNHA MAC.KINLEY, manifiesta obrar en calidad "de representante de los terceros a nombre de otro: CARMEN ALICIA MAC.KINLEY DE CUNHA, REGINALDO CUNHA ALCENDRA, CLAUDIA CAROLINA BAENA CUNHA", sin que aparezcan satisfechas las exigencias mínimas de la representación ni las de la agencia oficiosa, puesto que no está demostrado que las personas en cuyo nombre otorga poder no se encuentran en condiciones de promover su propia defensa, y, en todo caso, a ello no se hizo ninguna referencia. Pero el poder también está conferido a nombre de los demás miembros de la familia "como tenedores a nombre de REGINALDO CUNHA MAC.KINLEY". Al respecto cabe reiterar los criterios que esta Sala de Revisión plasmó en la sentencia No. T-066 de 1994: "(...) la presentación de una acción de tutela supone la ocurrencia de una situación específica y concreta de violación y amenaza de derechos constitucionales fundamentales de los que es titular una determinada persona que los ve menoscabados por el actuar de una autoridad pública o de un particular en los casos y en las condiciones que la ley prevé, de modo que, en principio, la acción de tutela no es mecanismo de protección de intereses genéricos o abstractos radicados en cabeza de un conjunto de individuos indeterminados, sin identificación de ninguna especie, con prescindencia absoluta de la específica situación en que se encuentren y de la singular valoración que cada uno de ellos tenga acerca de la eventual amenaza de sus derechos". (M.P. Dr. Hernando Herrera Vergara). Así las cosas, en la presente causa, la apoderada sólo podía ejercer la acción de tutela en representación de MAURICIO ALEJANDRO CUNHA   MAC.KINLEY quien, al conferir el poder, indicó que actuaba a nombre propio, y de CARMEN ALICIA MAC.KINLEY DE CUNHA, que adhirió al poder conferido; y no en representación de las otras personas, en relación con las cuales se imponía, según lo establecido, la inadmisión de la demanda de tutela o la adopción de las medidas necesarias para subsanar el defecto; en consecuencia, como quiera que nada de esto se produjo, se debe concluir que no estuvieron vinculados al trámite de la acción incoada. Ahora bien, CARMEN ALICIA MACKINLEY DE CUNHA y MAURICIO ALEJANDRO CUNHA MAC.KINLEY fueron reconocidos dentro del proceso ejecutivo de que trata este asunto como poseedores (folios 8 a 11), y en tal condición acuden a la acción de tutela invocando el desconocimiento del derecho de posesión y los derechos adquiridos que, con arreglo al artículo 58 Superior "no pueden ser desconocidos ni vulnerados por leyes posteriores". La Corte, en sentencia No. T-053 de 1994, indicó: "Es natural que los derechos que se reclaman por vía de la acción de tutela cuando se pretende la devolución de un inmueble, comprenden la protección específica de los derechos adquiridos que se hayan podido consolidar en cabeza  de quien pretende impedir la modificación de su situación jurídica y fáctica, que depende de la posesión misma y, por tanto, en este asunto nada nuevo se plantea cuando se pretende la protección de los derechos adquiridos, después de haber sido denegada por razones de fondo la tutela de la posesión sobre el mismo bien". (M.P. Dr. Fabio Morón Díaz). En lo relativo a la naturaleza jurídica de la posesión, esta Corte, en reciente pronunciamiento, puso de presente que no se trata de uno de los derechos constitucionales fundamentales susceptibles de protección por vía de la acción de tutela: "El hecho de que una persona se comporte como señor y dueño de un bien, sea o no de su propiedad, lo reconoce la ley colombiana como generador de consecuencias jurídicas y lo protege bajo la denominación de posesión, en las normas del título VII del Código Civil; pero no es uno de los derechos consagrados por el constituyente de 1991 como fundamentales, así algún sector de los doctrinantes lo hayan considerado como tal. La posesión como la propiedad, goza de la garantía estipulada en el artículo 58 de la Carta Política; pero ello no es suficiente para que proceda la acción interpuesta. Si bien es cierto que en algunos casos se ha otorgado la tutela a quien reclama protección para su posesión (...), en ninguno de esos casos se tuteló la posesión misma, sino el derecho al debido proceso, otro de los fundamentales, con cuya violación indirectamente se afectaba aquella". (Sentencia T-152 de 1995. M.P. Dr. Carlos Gaviria Díaz) De acuerdo con lo expuesto resulta impropio que la juez, al decidir la acción de tutela, encuentre violado el derecho "a la propiedad privada" cuando lo que se pretendió fue la defensa de la posesión no amparable por vía de la tutela; más aún, la definición acerca del titular del derecho de propiedad corresponde a otras instancias judiciales y mediante los trámites jurídicamente regulados. No hallándose fundamento probatorio para predicar la vulneración de los derechos a la honra, a la unidad familiar y a la dignidad humana resta analizar lo concerniente al debido proceso. Sobre el particular se encuentra establecido que el Juzgado Sexto Civil del Circuito de Barranquilla comisionó al Inspector General de Policía Municipal de esa ciudad para que a su vez comisionara a quien correspondiera, a efecto de llevar a cabo "la diligencia de entrega material de los derechos de dominio que posee el señor ALVARO LAFAURIE LAPEIRA sobre el inmueble... a la señora ELENA MAGDALENA NIETO STEFFENS, o en su defecto a su apoderado (...)". Durante la diligencia de entrega del inmueble, iniciada el 16 de noviembre de 1994 y continuada el 21 del mismo mes y año, la apoderada de REGINALDO CUNHA ALCENDRA formuló oposición manifestando que su mandante ejercía posesión quieta y pacífica, y de buena fe, en nombre y representación de su hijo REGINALDO ENRIQUE CUNHA        MAC.KINLEY quien compró el inmueble a ALVARO LAFAURIE LAPEIRA. El Inspector Segundo de Policía atendió la oposición, reconoció personería a la representante judicial, le permitió presentar documentos y testigos que declararon sobre diversos aspectos, relativos, por ejemplo, a mejoras, arreglos y conservación del inmueble y finalmente resolvió rechazar la oposición y ordenar la entrega del bien, por no haber acreditado "el opositor título que le diera el derecho igual o mejor que el que tiene el demandante". Consideró el Inspector entre otras cosas que los señores REGINALDO CUNHA ALCENDRA y REGINALDO CUNHA     MAC.KINLEY conocían de la existencia del proceso ejecutivo y que en su oportunidad formularon incidente de desembargo y los remitió a las figuras previstas en los artículos 52 y 53 del Código de Procedimiento Civil, y también a la suspensión del proceso o a solicitar el reconocimiento de mejoras. Finalmente, la apoderada de los opositores alegó vacíos e inconsistencias jurídicas en la actuación del Juzgado Sexto Civil del Circuito de Barranquilla, pues luego de haber reconocido a sus mandantes como poseedores ordenó la entrega material del inmueble, y, en consecuencia, interpuso recurso de reposición y en subsidio apelación. El Inspector Segundo de Policía a este propósito estimó que, habiendose suspendido la diligencia el día 16 de noviembre de 1994, la apoderada debió trasladarse al Juzgado comitente para informarle de la diligencia de entrega, de modo que ese despacho judicial al advertir algún error hubiese oficiado inmediatamente al comisionado, evitando de paso una diligencia nula; en esas condiciones, confirmó lo resuelto en la diligencia y concedió la apelación en el efecto devolutivo. En escrito de tutela se afirma que la Juez Sexta Civil del Circuito fue avisada durante la diligencia, pero se advierte que el memorial en el que se le solicita un pronunciamiento en el sentido de restablecer a los opositores en su "posesión suspendida" aparece fechado el 29 de noviembre de 1994. La Corte ha sido enfática en considerar que la acción de tutela solo procede cuando no existe otro mecanismo de defensa judicial que pueda ser invocado con el fin de proteger el derecho, salvo que la acción se proponga como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable. También ha puntualizado que la tutela no sirve para subsanar los errores o la negligencia en que incurran las partes dentro de un proceso o para esquivar los mecanismos de defensa judicial que el ordenamiento jurídico pone a disposición de los asociados propiciando, indebidamente, decisiones paralelas a las que en ejercicio de sus funciones profieran los jueces en los procesos a su cargo. Aún en el evento de presentarse una vía de hecho, esa sola circunstancia no justifica la procedencia de una acción de tutela; para que este instrumento protector resulte jurídicamente viable es necesario que se cumplan los presupuestos contemplados en el artículo 86 superior y que no exista otro medio al que pueda acudir el afectado para propender por la defensa de su derecho. Acerca de este punto,  la Corte Constitucional ha señalado: "la acción de tutela contra providencias judiciales por razón de vías de hecho, procede, al igual que en los demás casos de tutela, siempre y cuando no existan otros mecanismos de defensa judicial para amparar el derecho presuntamente vulnerado, salvo que en la situación se trate de la ocurrencia inminente de un perjuicio irremediable. La anterior doctrina persigue, en últimas, la prevalencia del principio de la independencia de los jueces, del acceso a la administración de justicia, de la seguridad jurídica y de la vigencia del Estado Social de Derecho". (Sentencia T-197 de 1995. M.P. Dr. Vladimiro Naranjo Mesa) Para la Sala es claro que el caso que ahora se estudia muestra otros medios eficaces de defensa judicial y que no se configura el perjuicio irremediable. En primero lugar porque, según se desprende de lo anotado, al momento de instaurar la tutela estaba pendiente de resolución un recurso de apelación que debía ser desatado. La Sala Primera de Revisión con ponencia del Magistrado Jorge Arango Mejía, en sentencia No. T-458 de 1994 precisó que "la protección de los derechos fundamentales, en este caso el del debido proceso, no se obtiene única y exclusivamente a través de la acción de tutela, pues la existencia de otros recursos y acciones implica que la persona cuenta con mecanismos eficaces para proteger sus derechos. Además no debe olvidarse, en el asunto que nos ocupa el actor puede recurrir a las  acciones posesorias, con el objeto de recuperar o mantener la posesión (...)" En relación con el perjuicio irremediable, en la sentencia que se acaba de citar se señaló: "(...) Sin embargo, vale la pena reiterar que la irremediabilidad del perjuicio, implica que las cosas no puedan retornar a su estado anterior, y que sólo pueda ser invocada para solicitar al juez la concesión de la tutela como "mecanismo transitorio" y no como fallo definitivo, ya que éste se reserva a la decisión del juez o tribunal competente. Es decir, se trata de un remedio temporal frente a una actuación arbitraria de autoridad pública, mientras se resuelve de fondo el asunto por el juez competente. En el caso que nos ocupa, la situación que se presenta no es irremediable, pues como el perjuicio alegado está en posibilidad de desaparecer, de prosperar el recurso de apelación interpuesto por el actor contra la decisión de la Inspección, resulta ilógico considerarlo como irremediable. Por lo demás, tampoco se observa que dicho perjuicio, de conformidad con la sentencia T-225 del 15 de junio de 1993 (Magistrado ponente doctor Vladimiro Naranjo Mesa), sea grave o inminente. Y aun en el evento de no prosperar el recurso, no puede afirmarse que (el accionante) haya perdido definitivamente la posibilidad de recuperar la posesión, circunstancia que al parecer genera el perjuicio, pues él mismo puede acudir a las acciones posesorias consagradas en la legislación civil, en aras de probar el derecho que manifiesta tener (...)" Por último, observa la Sala que la acción de tutela se concedió como mecanismo transitorio, imponiéndosele a la señora ELENA MAGDALENA NIETO STEFFENS una absurda limitación, consistente en abstenerse de efectuar obras sobre el inmueble y de realizar cualquier  venta o transacción comercial sobre el mismo, sin que el Juez se hubiese preocupado por notificarle la iniciación y trámite de la acción de tutela que resolvió en contra suya, todo lo cual es reprochable, en grado sumo, pues con indudable violación del debido proceso se hizo recaer la orden sobre una persona por completo ajena a la actuación. Estas razones y la existencia de otros medios judiciales de defensa, de cuya operancia depende la solución del conflicto desatado alrededor de la posesión del inmueble y la definición de los derechos que puedan corresponderle a los implicados, así como la falta del perjuicio irremediable, que no se configura por los motivos expuestos, son factores que, en criterio de la Sala, imponen la revocatoria de la sentencia revisada y la denegación de la tutela impetrada. En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia, en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución RESUELVE: PRIMERO. REVOCAR la sentencia proferida por el Juzgado Trece Penal Municipal de Barranquilla el veintinueve (29) de diciembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994) dentro del asunto de la referencia y en su lugar denegar la tutela impetrada. SEGUNDO. LIBRENSE por Secretaría las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado FABIO MORON DIAZ Magistrado MARTHA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-241-95 Sentencia No Sentencia No. T-241/95 SENTENCIA-Cumplimiento/REINTEGRO AL CARGO-Puesto diferente/JURISDICCION CONTENCIOSO ADMINISTRATIVA Lo que se plantea en el caso sub exámine es una controversia entre el accionante y la accionada, que debe ser resuelta por la jurisdicción contencioso administrativa y no por el juez de tutela, ya que dicha disputa versa sobre un acto administrativo que goza de presunción de legalidad, la cual dispuso el reintegro del peticionario a un cargo en la DIAN, en virtud del fallo judicial que así lo ordenó, y por tanto, cabe la acción de nulidad y restablecimiento del derecho, a fin de que el juez administrativo decida tal controversia en la respectiva sentencia judicial, observando todos los presupuestos del debido proceso que consagran la Constitución Política y las normas procesales correspondientes, contenidas en el C.C.A. y sus disposiciones concordantes. PERJUICIO IRREMEDIABLE-Inexistencia En relación con la posibilidad de que la tutela prospere como mecanismo transitorio por existir un perjuicio irremediable, ella no se da en el caso sub exámine, ya que de los hechos expuestos o de las pruebas que obran en el expediente no se puede inferir o deducir la existencia de dicho perjuicio, por cuanto el accionante en la actualidad se encuentra vinculado al servicio en la DIAN y percibe su salario como retribución al mismo. REF.: Expediente No. T- 61940. PETICIONARIO: ITALO SANCHEZ ORTIZ contra DIRECCION DE ADUANAS E IMPUESTOS NACIONALES. PROCEDENCIA: Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Segunda. TEMA: Cumplimiento de un fallo judicial. Desmejora en las condiciones laborales. Improcedencia de la acción de tutela. MAGISTRADO PONENTE: Dr. HERNANDO HERRERA VERGARA. Santa Fe de Bogotá, mayo (31 ) de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los magistrados ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO, FABIO MORON DIAZ Y HERNANDO HERRERA VERGARA, procede a revisar los fallos proferidos en primera instancia por el Tribunal Contencioso Administrativo de Cundinamarca, Sección Segunda, Subsección D, el 23 de noviembre de 1994, y en segunda instancia por el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Segunda, el 16 de diciembre del mismo año, en el proceso de tutela de la referencia. El expediente llegó al conocimiento de esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional por remisión que hizo el Consejo de Estado, de acuerdo con lo dispuesto  en el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991. Con fundamento en los artículos 86 de la Constitución Política, y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección  Número Tres (3) de la Corte Constitucional escogió, para efectos de revisión, la presente acción de tutela. I. ANTECEDENTES. 1. El señor ITALO SANCHEZ ORTIZ manifiesta en su demanda que fue "desvinculado de la Dirección General de Aduanas del Ministerio de Hacienda y Crédito Público por resolución No. 5480 de Noviembre 22 de 1988 con efectividad a partir de Octubre 31 de dicho año, momento en el cual desempeñaba el cargo de Aforador 5035-13, con las funciones determinadas por los artículos 1 y 163 de Decreto 2666 de Octubre 26 de 1984, posteriormente derogadas por el Decreto 1909 de 1992 (...)" 2. El actor acudió ante la jurisdicción contencioso administrativa a fin de obtener la nulidad de la resolución No. 5480 de 1988 y obtener su reintegro a la entidad accionada. El Tribunal Contencioso Administrativo de Caldas, mediante sentencia del 12 de octubre de 1993, accedió a las pretensiones de la demanda y ordenó el reintegro del señor ITALO SANCHEZ ORTIZ en el cargo que desempeñaba al momento en que fue desvinculado de la Dirección General de Aduanas o en otro de igual o superior categoría. 3. En cumplimiento del fallo la DIAN, por medio de la resolución No. 2640 del 23 de junio de 1994, reintegró al accionante en el cargo de "Técnico en Ingresos Públicos II, 26-13". Contra dicha resolución el señor SANCHEZ ORTIZ interpuso el recurso de reposición, toda vez que las nuevas labores que le fueron asignadas no correspondían, a su juicio, a las que había desempeñado antes de haber sido desvinculado de la entidad accionada. La DIAN, mediante resolución No. 3166 del 15 de julio de 1994 resolvió  el recurso presentado por el accionante, de manera adversa sus pedimentos, argumentando que el "realizada la equivalencia de cargos para determinar el que actualmente, por nivel jerárquico y salarial, corresponde al de aforador 5035-13 de la Dirección General de Aduanas en 1988, se estableció que era el de Técnico de Ingresos Públicos II Nivel 26 grado 13 de la Unidad Administrativa Especial Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales, según las siguientes resoluciones de incorporación que certifican tal hecho (...)". A renglón seguido, el Director de la DIAN señaló las siguientes decisiones: Decreto No. 1042 de 1978; resolución No. 2739 del 22 de junio de 1989; resolución No. 018 de enero 8 de 1992; resolución 3935 del 27 de Noviembre de 1992; y resolución No. 3935 del 27 de noviembre de 1992. 4.  De acuerdo a lo dispuesto en la resolución No. 3166 de 1994 el accionante se reintegró a la DIAN, como consta en el acta No. 1930 del 26 de junio de 1994. Sin embargo, las labores que le corresponde ejecutar como Técnico en Ingresos Públicos II Nivel 26 Grado 13 no equivalen a un cargo de igual o superior categoría al que ocupaba cuando fue desvinculado de la entidad accionada, pues de acuerdo con la demanda, sus funciones son las siguientes: "a) Trastero físico de muebles y enseres, de dotación de la DIAN (Edificio del Ministerio de Hacienda), consistente en retirarlos de las oficinas y transportarlos por los pasillos hasta los ascensores, bajarlos, luego nuevamente por los pasillos hasta las escaleras y de allí al camión para su transporte a bodega. b)  Relación mecanográfica de elementos (muebles y enseres) de acuerdo a su código, cuando fuere necesario." 5. Señala el accionante que el cargo de aforador desapareció por "disposición expresa de la ley", pero solo de manera nominal por cuanto creó el cargo de Inspector Aduanero, mediante el artículo 33 del Decreto 1009 del 27 de noviembre de 1992, el cual transcribe en su demanda: "ARTICULO 33 .- INSPECCION ADUANERA.- La Dirección de Aduanas Nacionales en desarrollo de su política de fiscalización, podrá practicar inspección aduanera dentro del proceso de importación, evento en el cual la inspección podrá incluír el examen físico de la mercancía, mediante la verificación de su correspondencia con la descrita en la declaración , su origen, estado contidad, valor, clasificación arancelaria, gravamen, tratamiento tributario y la práctica de examen químico o de laboratorio, cuando sea necesario..." PRETENSIONES El demandante solicita que se "ordene a la Dirección de Aduanas e Impuestos Nacionales, DIAN, que cumpla a cabalidad el fallo de la Sentencia (sic) del Tribunal Contencioso Administrativo de Caldas, y se me reintegre al cargo de Inspector General de Ingresos Públicos II 44-39, o a uno de similar o superior categoría, ya que el cargo de aforador nominalmente desapareció, siendo Inspector General el que hace sus veces, y porque el cargo al cual me reintegraron, es para mí una degradación y una injusticia manifiesta". II. LAS DECISIONES JUDICIALES QUE SE REVISAN. 1. Sentencia del Tribunal Administrativo de Cundinamarca. El Tribunal Administrativo de Cundinamarca, mediante providencia del veintitres (23) de noviembre de 1994, resolvió "RECHAZAR POR IMPROCEDENTE la tutela solcitada por ITALO SANCHEZ ORTIZ", con fundamento en las siguientes consideraciones: "De conformidad con la normatividad comentada (artículo 2o. del Decreto 306 de 1992, reglamentario del Decreto 2591 de 1991), la acción de tutela únicamente tiene viabilidad frente a lesiones o amenazas de DERECHOS CONSTITUCIONALES FUNDAMENTALES, por lo que esta acción no tiene procedencia para procurar el restablecimiento de derechos que solo tienen rango legal; y de otra parte, que esta acción tiene carácter subsidiario, residual, en cuando SOLAMENTE PROCEDE cuando la persona afectada no tiene a su disposición otros recursos o medios de defensa judiciales.(...) De lo expuesto, se desprende que contra los actos administrativos con los cuales se dispuso el reintegro del peticionario, existe acción judicial a través de la cual, podía o puede procurar lo que aquí intenta, como es la protección o el restablecimiento de su derecho en lo refernte al cargo en el cual debe producirse el reintegro. En la acción judicial ordinaria pueden hacerse todos los planteamientos esbozados en el escrito de tutela". No huelga señalar que en forma reiterada el H. Consejo de Estado y el Tribunal vienen sosteniendo que por no estar incluído en el art. 85 de la Carta Política de 1991 el art. 25 relacionado con el derecho al trabajo, éste no es objeto de tutela". El Tribunal Administrativo de Cundinamarca en la referida providencia manifestó, además, que "no ha existido uniformidad de criterio respecto a la acción que debe ejercitarse cuando el particular considera que al cumplirse la obligación de hacer de reintegro al cargo, la entidad pública obligada no la satisface a cabalidad." El señor ITALO SANCHEZ ORTIZ, dentro del término legal, impugnó el fallo proferido por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca y adujo que la Corte Constitucional ha protegido los derechos de las personas afectadas por la conducta de quien está obligado a acatar un fallo judicial y no lo hace, y citó la providencia No. T-363 de 1994; además señaló que esta Corporación también ha reconocido el carácter fundamental del derecho al trabajo, que es de aplicación inmediata y que éste debe desarrollarse en condiciones justas dignas y justas, de acuerdo con lo expresado en varios fallos judiciales que enumera; finalmente, manifestó que en su caso particular además existe un perjuicio irremediable, más aún si no se tiene claridad acerca del mecanismo judicial apropiado para la defensa judicial de su caso "como lo manifiesta el Tribunal en la sentencia que impugno". 2. Sentencia del Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Segunda. El Consejo de Estado, previamente a adoptar la decisión de fondo, dispuso que se oficiara a la DIAN a fin de que ésta indicara las funciones que desempeñaba el accionante en el cargo de Aforador 5035-13 de la División de Arancel de la Subdirección Técnica, en la época de su desvinculación; cuáles son las funciones que le corresponden al cargo de Técnico en Ingresos Públicos II, nivel 26, grado 13 de esa entidad; y cuáles son las funciones que el señor SANCHEZ ORTIZ desempeña en la actualidad. La Unidad Administrativa Especial Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales, dio respuesta al oficio referido e indicó lo siguiente: "a) Que de acuerdo con el Decreto 2759/79, son funciones del cargo de Aforador 5035: Revisión, clasificación, valoración y control de la cantidad, calidad, el peso, las condiciones y los documentos de mercancías de acuerdo con las normas preestablecidas sobre importaciones y exportaciones de artículos y análisis de sus componentes, para garantizar el cobro de gravámenes aduaneros e impedir su introducción ilegal al país. b) Que el 1o. de junio de 1993, se fusionó la Dirección de Impuestos Nacionales y la Dirección de Aduanas Nacionales de conformidad con el Decreto 2177 de 1992, quedando la Unidad Administrativa Especial de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales, que en materia de Administración de Personal se rige por el Decreto 1647 de 1991, artículos 22 y 23 relacionados con la Planta Global y Cargos Nacionales; en cuanto a la nomenclatura, clasificación y remuneración de los empleos se encuentra vigente el Decreto 1685 de 1992 que en su artículo 4o. establece: "NIVEL TECNICO: Comprende los empleos cuyas funciones exigen la aplicación de procedimientos y técnicas indispensables para soportar el desarrollo de las funciones profesionales, especializadas y Inspección General (sic). c) En cuanto a las funciones específicas que el señor ITALO SANCHEZ ORTIZ realiza en la actualidad, remito certificación del 26 de diciembre de1994, expedida por el Jefe del Grupo de Inventarios y la Jefe de la División de Servicios Generales donde se especifican las funciones asignadas en dicha División. Así mismo, informo a usted, que de acuerdo con el artículo 36 del Decreto 2117 de 1991, son funciones de la División de Servicios Generales: "Planear, coordinar y ejecutar la prestación de los servicios generales que requiera la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales para su funcionamiento. Coordinar con las diferentes dependencias la elaboración del programa anual de compras y necesidades de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales y efectuar los ajustes a los que haya lugar. Organizar y conservar el archivo de los documentos originados en las actividades del Nivel Central, expedir copia y certificaciones que se soliciten y administrar la correspondencia; Recibir, almacenar y controlar los bienes de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales de acuerdo con el sistema de inventario que determine la Dirección, y velar por su conservación, seguridad y distribución. Implantar la normas de seguridad industrial y Salud Ocupacional en coordinación con la subsecretaría de Recursos Humanos; Elaborar el inventario general, de acuerdo con los sistemas que establezca el Director, de bienes de la Entidad, consolidando la información recibida, tramitar la bajas de bienes de la diferentes dependencias y ejercer el control respectivo; y, Las demás que le asigne el Subsecretario Financiero y Administrativo". En la certificación referida en el literal c) transcrito, se indica que "viene desempeñando el señor ITALO SANCHEZ ORTIZ, en el grupo de Inventarios de la División de Servicios Generales de la Subsecretaría Financiera y Administrativa. -Elaboración de reintegros a máquina. - Elaboración Física de Inventarios." Después de haber recibido la anterior información, el Consejo de Estado, en providencia del 20 de enero de 1995, revocó el fallo proferido por el Tribunal Contencioso Administrativo de Cundinamarca en cuanto rechazó por improcedente la acción de tutela, y en su lugar resolvió denegarla pero con base en las siguientes consideraciones: "Esta Corporación en innumerables pronunciamientos ha expresado que no obstante el carácter de fundamental del derecho al trabajo, éste no es objeto de acción de tutela por no ser de los derechos de aplicación inmediata enunciados en el artículo 85 de la Constitución Política. Sin embargo, teniendo en cuenta que la pretensión del demandante es la de lograr el ejercicio de su empleo en "condiciones dignas y justas", considera la Corporación que es procedente la acción de tutela. El cargo del cual la administración retiró del servicio al señor ITALO SANCHEZ ORTIZ era de Aforador 5035-13 de la División de Arancel  de la Subdirección Técnica de la Dirección General de Aduanas, cuya nomenclatura y clasificación contenida en el Decreto 1042 de 1978, corresponde al nivel administrativo. Sus funciones implican ya el ejercicio de actividades de orden administrativo complementarias de las tareas propias de los niveles superiores, y a la supervisión de un pequeño grupo de trabajo. Por su parte el Decreto 2759 de 1979 le asignó como funciones al mencionado cargo, las siguientes: 'Revisión, clasificación, valoración y control de la cantidad, calidad, el peso, las condiciones y los documentos de mercancías, de acuerdo con las normas preestablecidas sobre importación y exportación de artículos y análisis de sus componentes, para garantizar el cobro de gravámenes aduaneros e impedir su introducción ilegal al país'. Para la fecha en que se produjo el reintegro, (Decreto 2117 de 1992), la Unidad Administrativa Especial, Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales, se había fusionado con la Unidad Administrativa Especial - Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales. En esas condiciones, es claro que el accionante fue reintegrado a un cargo de la misma categoría, las funciones que le asignaron son de natutraleza similar a las que cumplía en el nivel en que se encontraba con anterioridad, y no obra en el expediente ningún elemento de juicio, ni tampoco el actor lo señala, que permita a la Sala deducir que el perticionario desempeña sus funciones en condiciones indignas o injustas o que reciba un trato de esta naturaleza". III. INSISTENCIA PRESENTADA POR EL DEFENSOR DEL PUEBLO. El Defensor del Pueblo, de conformidad con las disposiciones vigentes, presentó ante esta Corporación un escrito por medio del cual le solicitó a la Sala de Selección Número Tres de asuntos de tutela, que escogiera, para efectos de que fuera revisado, el proceso de la referencia ya que, a su juicio, de las sentencias proferidas en el caso en estudio se deriva un perjuicio grave que afecta el derecho al trabajo del demandante. Destaca el Defensor del Pueblo que el accionante no solamente desempeñó funciones de simple Aforador durante su vinculación a la Dirección de Aduanas, sino que además, desempeñó los cargos de Jefe de aforadores de esa entidad en Bogotá y Cartagena, y de Subadministrador de Aduana encargado en Bogotá y Cartagena, distinciones y responsabilidades otorgadas sin lugar a dudas por sus capacidades, buen rendimiento laboral y por su afán de mantenerse actualizado en la cambiante legislación aduanera. Del análisis que hizo del Decreto 1909 del 27 de noviembre de 1992, concluye el Defensor del Pueblo que el antiguo cargo de Aforador, que ya no existe nominalmente, equivale al de Inspector General de Ingresos Públicos. No obstante, el accionante fue reintegrado al cargo de Técnico en Ingresos Públicos II nivel 26 Grado 13, correspondiente a la División de Servicios de la Subsecretaría Financiera y Administrativa de la DIAN, cuya función principal, de acuerdo con la hoja de evaluación del demandante, es la "recolección y traslado de muebles". Considera además que tal actividad dista enormemente de las efectuadas por el demandante antes de su desvinculación, los cuales implicaban un desarrollo intelectual de sus capacidades para el análisis y un conocimiento específico para la adopción de decisiones relativas al reconocimiento de mercancías, lo cual comporta una marcada diferencia con las que desempeña actualmente, de naturaleza manual, "basadas exclusivamente en el esfuerzo físico". Expresa el Defensor del Pueblo que no considera justo que una persona con más de 18 años de experiencia laboral y preparación intelectual, esté desarrollando labores que no corresponden a aquellas que venía desempeñando. Esta situación compromete la dignidad humana. Agrega el Defensor del Pueblo que, a pesar de que el Legislador estableció determinadas disposiciones, basándose en datos ordinarios, eventualmente pueden equivocarse y atentar contra la justicia y el bien común. Es por eso que la interpretación exegética de las normas no puede ir más allá de lo que dicta la razón justa y el bien común, cuando quiera que esa aplicación se deriven consecuencias injustas. Del caso en cuestión, puede establecerse que se presenta "una indebida ejecución de la sentencia  que ha originado la vulneración del derecho de toda persona a desempeñar el trabajo en condiciones dignas y justas". Así mismo estima que el fallador de primera instancia no tuvo en cuenta que la existencia del medio judicial alternativa, suficiente para que no quepa la acción de tutela, debe apreciarse en relación con el derecho fundamental de que se trata, no respectos de otros (...)",de acuerdo con la sentencia T-441 de 1993 de la Corte Constitucional. Finalmente, en relación con el fallo de segunda instancia señaló que si bien el Consejo de Estado consideró procedente la tutela, desconoció que las actividades desempeñadas por el demandante antes y después del reintegro, son diferentes. IV. REMISION DEL EXPEDIENTE A LA CORTE CONSTITUCIONAL. Una vez resuelta la impugnación presentada por el accionante, el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Segunda, en cumplimiento de lo dispuesto por el inciso 2o. del artículo 31 del Decreto 2591 de 1991, remitió el expediente a esta Corporación para efectos de su eventual revisión. Después de haber sido seleccionada y repartida, entra a la Sala Tercera de Revisión a quién le correspondió, estudiar y fallar el asunto de la referencia. V. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. 1. La Competencia. De conformidad con lo dispuesto en los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala es competente para revisar el fallo proferido por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, y por el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Segunda. 2. La Materia. Improcedencia de la acción de tutela por existir otros medios de defensa judicial. El accionante acudió al mecanismo de la tutela con el fin de que se ordene a la DIAN su reintegro a un cargo de igual o superior categoría al que ocupaba antes de ser desvinculado del servicio, para que así se de cabal cumplimiento a la sentencia del Tribunal Administrativo de Caldas del 12 de octubre que así lo dispuso. La Sala encuentra que el demandante, más que el reintegro, pretende que se haga efectivo el cumplimiento de la providencia judicial emanada del Tribunal Administrativo de Caldas, el cual declaró la nulidad de la Resolución No. 05480 del 22 de noviembre de 1988 por medio de la que se le desvinculó del servicio, y ordenó, a título de restablecimiento del derecho, "el reintegro del demandante al mismo cargo mencionado en el numeral primero de esta providencia (Aforador 5035-13), o a otro de similar o superior categoría". La entidad accionada, mediante Resolución No. 2640 del 23 de junio de 1994 ordenó el reintegro del accionante al cargo de Técnico en Ingresos Públicos II Nivel 26 Grado 13. El señor ITALO SANCHEZ ORTIZ interpuso recurso de reposición contra el citado acto administrativo, por considerar que no fue reintegrado de conformidad con lo ordenado por el Tribunal Administrativo de Caldas. Dicho recurso fue desatado mediante Resolución No. 3166 del 15 de julio de 1994, a través de la cual el Director de la DIAN confirmó la resolución recurrida, por considerar que el cargo al que se reintegró al accionante corresponde en categoría al de Aforador 5035-13, el cual fue suprimido, de conformidad con las normas vigentes. Esta Sala de Revisión encuentra que lo que se plantea en el caso sub exámine es una controversia entre el accionante y la accionada, que debe ser resuelta por la jurisdicción contencioso administrativa y no por el juez de tutela, ya que dicha disputa versa sobre un acto administrativo que goza de presunción de legalidad, como lo es la Resolución No. 2640 de 1994, confirmada por la Resolución No. 3166 del mismo año, la cual dispuso el reintegro del señor SANCHEZ ORTIZ a un cargo en la DIAN, en virtud del fallo judicial que así lo ordenó, y por tanto, cabe la acción de nulidad y restablecimiento del derecho, a fin de que el juez administrativo decida tal controversia en la respectiva sentencia judicial, observando todos los presupuestos del debido proceso que consagran la Constitución Política y las normas procesales correspondientes, contenidas en el Código Contencioso Administrativo y sus disposiciones concordantes. Así pues, la citada acción judicial se constituye en un mecanismo de defensa idóneo para la protección de los derechos que el accionante afirma le han sido vulnerados por la DIAN. En relación con la posibilidad de que la tutela prospere como mecanismo transitorio por existir un perjuicio irremediable, ella no se da en el caso sub exámine, ya que de los hechos expuestos o de las pruebas que obran en el expediente no se puede inferir o deducir la existencia de dicho perjuicio, por cuanto el accionante en la actualidad se encuentra vinculado al servicio en la DIAN y percibe su salario como retribución al mismo. Por lo anteriormente expuesto, esta Sala de Revisión no encuentra motivos para tutelar los derechos del accionante, y confirmará el fallo proferido por el Consejo de Estado en cuanto negó la tutela de los derechos invocados por el accionante, pero por las razones expuestas en la parte motiva de esta providencia. V.  DECISION. En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución RESUELVE PRIMERO.  CONFIRMAR la sentencia proferida por el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Segunda, el 20 de enero de 1995, pero por las razones expuestas en la parte motiva de esta providencia. SEGUNDO. Líbrense por Secretaría las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos contemplados en esa norma. Notifíquese, cópiese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado Ponente ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado FABIO MORON DIAZ Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-242-95 Sentencia No Sentencia No. T-242/95 INSUBSISTENCIA/ACCION DE TUTELA-Improcedencia No hay duda de que a través de la acción de tutela el juez constitucional no puede declarar la nulidad de un acto administrativo que goza de la presunción de legalidad, mientras no sea anulado o suspendido por la jurisdicción competente -contencioso administrativa- y menos condenar al pago de los salarios y demás prestaciones a título de resarcimiento del derecho, por cuanto dichas pretensiones no son del resorte del juez constitucional de tutela cuya "acción solo procederá cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa judicial", del cual puede hacer uso para los mismos fines el accionante. REF.: Expediente No. T- 64890 PETICIONARIO: RAFAEL HUMBERTO DIAZ contra el INSPECTOR MUNICIPAL DE POLICIA del Municipio de Dolores (Tolima) TEMA: Declaratoria de Insubsistencia. MAGISTRADO PONENTE : Dr. HERNANDO HERRERA VERGARA Santa Fe de Bogotá, mayo (31) de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Sexta de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional,  integrada por los Magistrados ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO, FABIO MORON DIAZ y HERNANDO HERRERA VERGARA, procede a revisar el fallo proferido por el Tribunal Administrativo del Tolima del 23 de febrero de 1995. El expediente llegó a conocimiento de esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional por remisión que le hizo el citado Tribunal, de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991. Con fundamento en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Revisión Número Cuatro de la Corte Constitucional, escogió, para efectos de revisión la presente acción de tutela. I. INFORMACION PRELIMINAR. El señor RAFAEL HUMBETO DIAZ acude al mecanismo de la acción de tutela con el fin de que le sea protegido su derecho constitucional al trabajo, que considera le fue vulnerado como consecuencia de la declaratoria de insubsistencia del cargo que ocupaba de inspector Municipal de Policía de Dolores (Tolima). El actor solicita que "se declare nulo y se revoque el Decreto NO. 011 de febrero 5 de 1995, expedido por el señor LUIS EDUARDO TRUJILLO GODOY, Alcalde Popular de Dolores-Tolima., POR MEDIO DEL CUAL SE DECLARA MI INSUBSISTENCIA DEL NOMBRAMIENTO AL CARGO DE INSPECTOR MUNICIPAL DE POLICIA Y SE NOMBRA COMO MI REEMPLAZO A LA SEÑORA ELIZABETH GONZALEZ DE HERRERA." Así mismo, el accionante solicita que se ordene su reintegro al cargo que ocupaba o a otro de igual o superior categoría "con reconocimiento, por parte del Municipio de Dolores, de todos los sueldos, primas, bonificaciones, vacaciones dejadas de percibir, junto con los que hayan podido causarse desde la fecha en que fuí desvinculado del servicio, hasta aquella en que sea efectivamente reintegrado a este." Finalmente, solicita que "se declare que no ha habido solución de continuidad en el servicio prestado por mí, desde la fecha en que por segunda vez soy declarado insubsistente en mi nombramiento como Inspector de Policía, hasta aquella en que sea reintegrado al servicio", y pide que se dé inmediato cumplimiento a la orden que imparta el Tribunal Administrativo del Tolima. El accionante aduce que acude a la acción de tutela por considerar que no cuenta con otro medio de defensa judicial "ya que la vía gubernativa fue agotada con el fallo de septiembre 19 de 1994 emanado del Honorable Tribunal Administrativo del Tolima a través del cual se ordenó la restitución (sic) de mi derecho al trabajo al disponer mi reintegro al cargo de Inspector de Policía del Municipio de Dolores-Tolima"; afirma que ingresó al servicio en dicho cargo en junio de 1991 y que un año más tarde, el 18 de junio de 1992, fue declarado insubsistente por el nuevo Alcalde elegido popularmente. Afirma que mediante oficio 014 del 15 de enero de 1995 se notificó de la decisión de reintegro al cargo que ocupaba; que el 17 de enero se presentó ante el Secretario General de la Alcaldía y fue enviado a vacaciones a partir del día 18 de ese mes; que el 5 de febrero "por medio del Decreto número 011 de la misma fecha, se me declara nuevamente la Insubsistencia, efectiva a partir del 8 de Febrero de 1995, notificándoseme dicha decisión cuando aún me encontraba en vacaciones". Expresa que la razón de tal determinación fue la de haber participado en la campaña electoral del candidato opositor al Alcalde popular elegido el 30 de octubre de 1994, y que ello constituye persecución política. II. LA PROVIDENCIA JUDICIAL QUE SE REVISA. El Tribunal Administrativo del Tolima mediante providencia del 23 de febrero de 1995 resolvió declarar improcedente la acción de tutela  presentada por el señor RAFAEL HUMBERTO DIAZ, con base en las siguientes consideraciones: "Las pretensiones del escrito de tutela son en verdad de la acción de nulidad y restablecimiento del derecho, consagrada en el artículo 85 del Código Contencioso Administrativo, subrogado por el artículo 15 del decreto 2304 de 1989 (...) medio eficaz para la protección del derecho fundamental al trabajo siempre y cuando se den los supuestos fácticos, probatorios y jurídicos, que corresponde aportarlos a la parte actora" III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. PRIMERA. COMPETENCIA. La Corte Constitucional es competente, a través de esta Sala de Revisión, para proferir sentencia en relación con la providencia dictada por el Tribunal Administrativo del Tolima, con fundamento en lo dispuesto por los artículos 86, inciso tercero, y 241 numeral 9o. de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34 y 36 del Decreto 2591 de 1991. SEGUNDA. EL CASO OBJETO DE ESTUDIO. Improcedencia de la acción de tutela. En reiteradas oportunidades esta Corporación ha expresado que la acción de tutela no es procedente cuando el peticionario dispone de otros medios de defensa judicial, salvo que se utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable. Para los efectos de confirmar la sentencia que se revisa, como se hará en esta providencia en su parte resolutiva, es suficiente una breve justificación, teniendo en cuenta los hechos y motivaciones de la demanda, de acuerdo con lo establecido en el artículo 35 del Decreto 2591 de 1991. El caso en estudio corresponde a una situación que no puede ser resuelta mediante el mecanismo de la acción de tutela, y que no debe ser llevados ante esta jurisdicción, pues ello más bien contribuye a que se pretenda por un lado congestionar los despachos judiciales, con reclamaciones que no son de la órbita de la competencia del juez constitucional de los derechos fundamentales, y a pretender sustituir a otras jurisdicciones con plena competencia para el restablecimiento de los mismos derechos invocados. Es pertinente reiterar que la judicialización de todo problema suscitado entre individuos o de estos frente a las autoridades, sin competencia jurisdiccional, no conduce a nada distinto que entrabar las causas que en verdad requieren de la intervención del juez de tutela, lo cual perjudica en grado sumo el normal funcionamiento de los organismos judiciales que protegen los derechos fundamentales en los casos donde existe una competencia y procedencia previamente establecida en la Constitución y la ley. El objeto de la tutela consiste en la protección inmediata de los derechos constitucionales fundamentales de las personas, cuando resulten amenazados o vulnerados por una acción u omisión de una autoridad pública o de un particular, en este último evento dentro de las condiciones establecidas en el artículo 42 del Decreto 2591 de 1991. La materia. La acción que se promueve en este proceso se orienta a determinar la procedencia de la tutela para que se declare la nulidad de un decreto expedido por el Alcalde Popular de Dolores (Tolima) por medio del cual se declaró insubsistente al accionante al cargo de Inspector Municipal de Policía, al cual había sido ordenado reintegrar mediante fallo proferido por el Tribunal Contencioso Administrativo del Tolima, de fecha 19 de septiembre de 1994. Igualmente persigue que como consecuencia de dicha nulidad se ordene su reintegro y se le reconozcan sus sueldos, primas, bonificaciones, vacaciones dejadas de disfrutar y cesantías que se causen, aumentos de salario, desde la fecha de su desvinculación y hasta la fecha en que sea reintegrado al cargo mencionado. Del contenido de la misma demanda se desprende claramente que el peticionario dispone de otro medio de defensa idóneo para obtener el restablecimiento de su derecho y el pago de los salarios, como lo es la denominada acción de nulidad y restablecimiento del derecho ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo, consagrada en el artículo 85 del C.C.A. según el cual "Toda persona que se crea lesionada en un derecho amparado en una norma jurídica, podrá pedir que se declare la nulidad del acto administrativo y se le restablezca en su derecho. También podrá solicitar que se le repare el daño. La misma acción tendrá quien pretenda que le modifiquen una obligación fiscal, o de otra clase, o la devolución de lo que pagó indebidamente". En esta forma no hay duda de que a través de la acción de tutela el juez constitucional no puede declarar la nulidad de un acto administrativo que goza de la presunción de legalidad, mientras no sea anulado o suspendido por la jurisdicción competente -contencioso administrativa- y menos condenar al pago de los salarios y demás prestaciones a título de resarcimiento del derecho, por cuanto dichas pretensiones no son del resorte del juez constitucional de tutela cuya "acción solo procederá cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa judicial", del cual puede hacer uso para los mismos fines el accionante. Sobre este mismo aspecto la Corte Constitucional se expresó en sentencia No. T- 305 de agosto 3 de 1993 (Magistrado Ponente: Dr. Hernando Herrera Vergara), en los siguientes términos: "La acción de nulidad y restablecimiento del derecho es un medio de defensa eficaz, y así se consideró por esta Corporación en Sentencia No. 223 de junio 15 de 1993, de la Sala de Revisión No. 1, al señalar que: "No es algo formal, inasible, teórico, insuficiente o inadecuado, porque corresponde a una posibilidad procesal real, decantada por la doctrina y la jurisprudencia administrativas, ampliamente conocida y del resorte de tribunales que imparten justicia a diario". Es evidente, entonces, que a través del ejercicio de esta acción es posible para el accionante obtener la nulidad del acto administrativo señalado al igual que el restablecimiento del derecho (a ejercer la profesión de docente) y la reparación de los perjuicios que dice le fueron ocasionados en virtud de dicho acto administrativo. De esa manera, además de lograrse la reparación e indemnización de los perjuicios morales y materiales que se dicen causados, puede obtener igualmente el reintegro a la institución de la cual fue excluido en su calidad de docente. En razón a lo anterior, concluye esta Sala que deberá declararse, como así se hará en la parte resolutiva de esta providencia, la improcedencia de la tutela impetrada por el ciudadano Orlando Torres Moreno, por cuanto dispone de otro medio idóneo de defensa judicial. En tal virtud, se confirmará la sentencia del Juzgado Primero Laboral del Circuito de Manizales." Igualmente en sentencia No. T- 310 del 4 de agosto de 1993, de la Sala de Revisión de Tutelas, con ponencia del Magistrado Fabio Morón Díaz, se afirmó: "La presente revisión se orienta a determinar la procedencia de la acción de tutela para proferir la nulidad de una resolución administrativa que ordenó la declaratoria de insubsistencia de un servidor público. La acción consagrada en el artículo 86 de la Constitución Política, pone a disposición de cualquier persona la posibilidad de reclamar ante los jueces, en todo tiempo  y lugar, la protección inmediata de sus derechos fundamentales, cuando estos resulten amenazados o vulnerados por cualquier autoridad pública o por los particulares encargados de la prestación de un servicio público o cuya conducta afecte grave y directamente el interés colectivo, o respecto de quienes el solicitante se halle en estado de subordinación o indefensión. Lo anterior, no puede significar, según se ha entendido, que la acción de tutela proceda en todas las oportunidades para precaver la violación de un derecho fundamental. En efecto, la mencionada acción no es el único medio judicial que organizó el constituyente para la protección de los derechos fundamentales, ya que, por ejemplo, y para el caso concreto, existe la acción de nulidad y restablecimiento del derecho que puede iniciarse ante la jurisdicción de lo contencioso-administrativo,  contra los actos que violen la ley o la Constitución, incluidas sus prescripciones consagratorias de los derechos fundamentales:  Pues  como se desprende del orden superior, se organizó allí toda la rama jurisdiccional del poder público, justamente, para, de ordinario, solucionar los conflictos jurídicos que aparezcan en la sociedad y las necesidades de protección de los derechos de las personas. La acción de tutela, que no es un expediente declarativo de derechos, sino de protección de los ya existentes, de acuerdo con el diseño que de la misma realizó el constituyente, tiene, en consecuencia un carácter preventivo y garantizador de los derechos fundamentales.  En desarrollo de esa naturaleza y como mecanismo judicial de carácter extremo, la propia Carta Política dispuso su procedencia sólo cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa judicial, salvo que aquella se utilice como mecanismo transitorio, para evitar un perjuicio irremediable:  Perjuicio definido por la ley, como el que sólo pueda ser reparado en su integridad mediante una indemnización (art. 6o. 1 D. 2591/91). Tiene, por lo expuesto, la acción de tutela  un carácter no sólo preventivo, sino también residual y subsidiario, en la medida en que no procede  cuando existan otros medios judiciales  a disposición del actor para proteger su derecho. En la presente acción, el demandado dispone de la acción de nulidad y restablecimiento  del derecho ante la jurisdicción contencioso-administrativa,  por lo que no resulta procedente la misma para hacer valer los derechos que en su demanda considera desconocidos por el acto administrativo. No es la acción de tutela la vía judicial para determinar si realmente la resolución que declaró la insubsistencia, fue ilegal o inconstitucional, y, si en resultas, existe el derecho al trabajo que invoca el demandante, en cabeza suya, en las circunstancias particulares del caso concreto, además de su violación o amenaza por el acto de la administración." A lo anterior debe agregarse para declarar la improcedencia de la tutela impetrada por el ciudadano RAFAEL HUMBERTO DIAZ, que a juicio de la Corporación no existe en el presente asunto un perjuicio irremediable, o por lo menos este no se encuentra demostrado en el expediente, ya que si llegare a prosperar la acción de nulidad y restablecimiento del derecho ante la autoridad jurisdiccional competente, podrían obtenerse eventualmente si la jurisdicción así lo determina, los mismos derechos pretendidos que aquí se reclaman ante el juez de tutela, sin competencia legal ni constitucional alguna. Por las consideraciones anteriores habrá de confirmarse la sentencia del Tribunal Administrativo del Tolima de fecha 23 de febrero de 1995, en presencia de la improcedencia de la tutela instaurada, por cuanto el actor dispone de otro medio de defensa judicial. IV. DECISION. En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución RESUELVE: PRIMERO. Confirmar por las razones expuestas la sentencia proferida por el Tribunal Administrativo del Tolima el 23 de febrero de 1995, por medio de la cual se declaró la improcedencia de la acción de tutela impetrada por el señor RAFAEL HUMBERTO DIAZ. SEGUNDO. Líbrense las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí previstos. Comuníquese, notifíquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. Devuélvase el expediente al Tribunal de origen. HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado Ponente ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado FABIO MORON DIAZ Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-243-95 Sentencia No Sentencia No. T-243/95 PENSIONADO DE UNIVERSIDAD DISTRITAL-Reajuste pensional/DERECHO A LA IGUALDAD-Discriminación por reajuste pensional Resulta evidente que al consagrarse el beneficio en favor de los pensionados para quienes se les había reconocido dicho estatus jurídico antes de 1988 y estuvieron vinculados a la Universidad Distrital durante 10 años, consistente en el reajuste  de las mesadas pensionales, nivelándose a la categoría de sueldos  de los funcionarios activos a 31 de agosto de 1994, excluyendo a los pensionados que no cumplan los requisitos mínimos fijados mediante el acto administrativo expedido por el Consejo Superior, se concluye, al tenor de la doctrina jurisprudencial de esta Corporación, una violación a la prohibición  de consagrar  discriminaciones en el mismo sector de los pensionados, otorgando privilegios para unos en detrimento de otros, al restringir el ejercicio del derecho al mismo reajuste pensional, sin justificación alguna frente a aquellos pensionados que llevaren menos de 10 años de servicios al ente universitario educativo, pese a gozar del mismo estatus jurídico de pensionado. REF.: Expediente No. T-57258 Actor: DANIEL CEBALLOS NIETO Magistrados: Dr. FABIO MORON DIAZ -Ponente- Dr.  VLADIMIRO NARANJO MESA Dr.   JORGE ARANGO MEJIA Santafé de Bogotá, D.C., Mayo treinta y uno (31) de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Corte Constitucional, Sala de Revisión de Tutelas No. Ocho, integrada por los H. Magistrados JORGE ARANGO MEJIA, VLADIMIRO NARANJO MESA y FABIO MORON DIAZ, se pronuncia sobre la acción de la referencia en el grado jurisdiccional de revisión, teniendo en cuenta los siguientes ANTECEDENTES El señor Daniel Ceballos Nieto, en ejercicio de la acción de tutela prevista en el artículo 86 de la Constitución Política y desarrollada legalmente en los Decretos 2591 de 1991 y 306 de 1992, formuló demanda contra el Consejo Superior Universitario de la Universidad Distrital "Francisco José de Caldas", con el fin de obtener protección de su derecho fundamental a la igualdad, mediante orden para que sea reajustada su pensión de jubilación, con base en la Resolución No. 050 de 1994, proferida por el Consejo Superior Universitario, con fundamento en los siguientes hechos y razones: -        Que el Consejo Superior de la Universidad "Francisco José de Caldas", mediante resolución No. 050 del 11 de agosto de 1994, ordenó un reajuste de las pensiones, nivelándolas a las categorías o sueldos básicos de los funcionarios activos a 31 de agosto de 1994. De este reajuste serían beneficiados según el contenido de la resolución, solamente aquellos pensionados a quienes se les había reconocido el derecho antes de 1988, y que estuvieron vinculados a la Universidad Distrital durante 10 años. -   Que el peticionario fue pensionado por la Universidad Distrital, con anterioridad a 1988, "más concretamente, a partir del 16 de noviembre de 1980". -  Que la Universidad Distrital, no reajustó su pensión de jubilación de acuerdo con la resolución No. 050 de 1994, con fundamento en que el peticionario no reunía el requisito de los 10 años de servicio a la Universidad. -  Que la resolución  050 de 1994 proferida por el Consejo Superior de la Universidad Distrital, al establecer un requisito de 10 años de servicio para el reconocimiento de un reajuste pensional, está creando una discriminación injustificada, frente a quienes a pesar de haber sido pensionados antes de 1988, no estuvieron vinculados al centro educativo por el tiempo exigido de diez años. -  Que el fenómeno de la desvalorización de la moneda y pérdida del poder adquisitivo de las pensiones reconocidas antes de 1988, afectó por igual a los pensionados de la Universidad Distrital, que estuvieron vinculados a ella por 10 años y a quienes no lo estuvieron. En consecuencia la distinción que hizo la mencionada resolución 050, vulnera el derecho fundamental a la igualdad. LA PRIMERA INSTANCIA El Juzgado Segundo Laboral del Circuito de esta ciudad, mediante sentencia de veintiuno (21) de noviembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), decide la acción de la referencia y resuelve: "Denegar la acción de tutela" instaurada por Daniel Ceballos Nieto, contra el Consejo Superior de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, previas las siguientes consideraciones: -        Que de acuerdo con el Decreto 2591 de 1991, que reglamentó la acción de tutela consagrada en el artículo 86 de la Carta, en su artículo 6o., "se refirió a las causales de improcedencia de la tutela, consignándose que ésta no procederá entre otros eventos cuando se trate de actos de carácter general, impersonal y abstracto". -        Que "la inconformidad del accionante radica en el hecho de que la accionada no le reajustó gradualmente su pensión de jubilación, de conformidad con lo dispuesto por el Gobierno Nacional, mediante lo establecido en el artículo 116 de la Ley 06 de 1992, e invoca como derecho fundamental vulnerado el artículo 13 de la Constitución Nacional". -        Que de acuerdo con lo anterior, los fundamentos en que se basa la acción de tutela y lo dispuesto en el artículo 6 del Decreto 2591 de 1991, en sentir del Juzgado, en el caso de estudio no procede la acción de tutela por cuanto el accionante cuenta con otros medios de defensa judicial para reclamar el reajuste a que alude, pues no se trata de un perjuicio irremediable que solo pueda ser resarcido con el pago de una indemnización. LA IMPUGNACION El señor Daniel Ceballos Nieto, mediante escrito presentado el 24 de noviembre de 1994, impugna la anterior providencia, proferida por el Juzgado Segundo Laboral del Circuito, con base en los siguientes fundamentos: -        Que se encuentra en igualdad de condiciones con los pensionados a quienes se les reajustó su pensión por decisión del Consejo Superior de la Universidad Distrital. -        Que las restricciones contenidas en la resolución 050 proferida por el Consejo de la Universidad, vulneran su derecho al reajuste pensional. -        Que el derecho fundamental consagrado en el artículo 13, es un derecho "de aplicación inmediata". Es por esta razón, por la que acude al ejercicio de esta acción, con el fin de obtener una protección inmediata de su derecho fundamental desconocido por la Universidad Distrital. LA SEGUNDA INSTANCIA El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, en providencia de siete (7) de diciembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), al resolver sobre la impugnación contra la sentencia del Juzgado Segundo Laboral del Circuito, en la acción de la referencia, decide: "Confirmar la decisión de primera instancia conforme con lo expuesto en la parte motiva de esta providencia"; consideraciones que se resumen a continuación: -        Que lo pretendido por el señor Daniel Ceballos, mediante acción de tutela, es la protección de derechos de rango legal, que tienen señalado trámite en la vía ordinaria laboral. -        Que "no debe entenderse tampoco, que la acción se puede utilizar como mecanismo transitorio para evitar perjuicio irremediable, ya que el perjuicio que pueda ocasionarse con la conducta del entonces empleado, no es del orden de las irremediables pues como se indicó con anterioridad, mediante la decisión judicial se puede establecer el derecho que fije la ley en el caso de la nivelación de la pensión de jubilación". - Que "así, entonces siendo viable la solución del conflicto suscitado a través del ejercicio de la acción ordinaria laboral, no es posible amparar el derecho pretendido". CONSIDERACIONES DE LA CORTE A.  La Competencia Es competente la Sala para conocer de la acción de tutela de la referencia, de acuerdo con lo preceptuado en los artículos 86, inciso 2o. y 241 numeral 9o. de la Constitución Política, desarrollados en los artículos 33 y 34 del Decreto 2591 de 1991. B.   La Materia El accionante solicita el amparo de su derecho a la  igualdad.  Plantea que el Consejo Superior  Universitario de la Universidad Distrital "Francisco José de Caldas", lo  sometió a un trato discriminatorio, al no reconocerle un ajuste pensional, en las mismas condiciones en que  fue ordenado  a otros pensionados de la institución. El mencionado Consejo, mediante la resolución No. 050 del once (11) de agosto de mil novecientos noventa y cuatro (1994), "Por la  cual se autoriza reajustar las mesadas pensionales", atendió una solicitud de la Asociación de Pensionados de la  Universidad Distrital -ASOPENUD-, en ese sentido para las personas "que se pensionaron antes de 1988, y que estuvieron vinculados a la Universidad Distrital durante  10 años", dentro de las cuales  no se encuentra el  ahora demandante. El Derecho a la Igualdad y el Caso Concreto Esta Corporación, en relación con el derecho a la igualdad, consagrado en el artículo 13 de la Constitución Política se ha pronunciado en múltiples ocasiones, mediante las cuales ha desarrollado una doctrina que es preciso tener en cuenta para los efectos de la  decisión a adoptar en el caso sub exámine.  Para la Sala es necesario afirmar el carácter  fundamental del derecho a la igualdad, como valor fundante del Estado Social  de Derecho y de la concepción dignificante del ser  humano que caracteriza a la Carta Política de 1991.  En efecto, el artículo 13 de la Carta establece: "Artículo 13.  Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica. "El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas en favor de grupos discriminados o marginados. "El Estado protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o mental, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan." La Corte ha establecido jurisprudencialmente seis elementos que se desprenden del artículo, a saber: "a) Un principio general, según el cual, todas las personas nacen libres e iguales ante la ley y recibirán la misma protección y trato de las autoridades. b) La prohibición de establecer o consagrar discriminaciones: este elemento pretende que no se otorguen privilegios, se niegue el acceso a un beneficio o se restrinja el ejercicio de un derecho a un determinado individuo o grupo de personas de manera arbitraria e injustificada, por razón de su sexo, raza, origen nacional o familiar, o posición económica (se subraya). c) El deber del Estado de promover condiciones para lograr que la igualdad sea real y efectiva para todas las personas. d) La posibilidad de conceder ventajas o prerrogativas en favor de grupos disminuidos o marginados. e) Una especial protección en favor de aquellas personas que por su condición económica, física o mental se encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta, y f) La sanción de abusos y maltratos que se cometan contra personas que se encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta." (Corte Constitucional. Sentencia T-591 de diciembre 4 de 1992. M.P. Dr. Jaime Sanín Greiffensteín). De los elementos establecidos se concluye que el principio de igualdad se traduce en el derecho a que no se instauren excepciones o privilegios que exceptúan a unos individuos de lo que se concede a otros en similares e idénticas circunstancias, de donde se colige necesariamente que la real y efectiva igualdad consiste  en aplicar la ley en cada uno de los acaecimientos según las diferencias constitutivas de ellos.  El principio de la igualdad exige  precisamente el reconocimiento a la variada  serie de desigualdades entre los hombres, es decir el principio de la igualdad es objetivo y no formal: él se predica de la igualdad de los iguales y de la diferencia entre desiguales, con lo cual se delinea el concepto de  generalidad concreta, que significa que no se puede permitir regulaciones diferentes de supuestos iguales o análogos. En este orden de ideas, el principio de igualdad sólo se viola si el tratamiento diferenciado de casos no está previsto de una justificación objetiva y razonable.  La existencia de tal justificación debe ser apreciada según la finalidad  y los efectos del tratamiento diferenciado. Según la reiterada doctrina  de la Corte, toda desigualdad no constituye necesariamente una discriminación; la igualdad sólo se viola si la desigualdad está desprovista de una justificación objetiva y razonable, y la existencia de dicha justificación debe apreciarse según la finalidad y los efectos de la medida considerada, debiendo darse una relación de proporcionalidad entre los medios empleados y la finalidad perseguida, es decir,  debe existir un vínculo de racionalidad y proporcionalidad entre el tratamiento desigual, el supuesto de hecho y el fin que se persigue; es por ello que en sentencia No. T-597 de 1993 esta Corporación señaló: "Así, los medios escogidos por el legislador no sólo deben guardar proporcionalidad con los fines buscados por la norma, sino compartir su carácter de legitimidad. Este principio busca que la medida no sólo tenga fundamento legal, sino que sea aplicada de tal manera que los intereses jurídicos de otras personas o grupos no se vean afectados, o que si ello sucede,  lo  sean  en grado mínimo. "En suma, por cuanto concierne a la particular dimensión involucrada en el problema constitucional que en este caso plantea la demanda, es oportuno recordar que la Corporación ha sostenido de manera reiterada que la igualdad se traduce en el derecho de los individuos a que no se consagren excepciones o privilegios arbitrarios que los excluyan de lo que se concede a otros en idénticas circunstancias. "De ahí que (....), para dilucidar la tacha de inconstitucionalidad que se formula en este caso, sea pertinente señalar que esta garantía impide a los órganos del poder público establecer condiciones desiguales para circunstancias iguales y viceversa, salvo que medie justificación razonable, esto es, que a la luz de los principios, valores y derechos consagrados en nuestra Constitución  resulte siendo admisible" (Corte Constitucional. MP. Dr.Hernando Herrera Vergara). Entrando al caso subexámine, para la Sala resulta evidente que al consagrarse el beneficio en favor de los pensionados para quienes se les había reconocido dicho estatus jurídico antes de 1988 y estuvieron vinculados a la Universidad Distrital durante 10 años, consistente en el reajuste  de las mesadas pensionales, nivelándose a la categoría de sueldos  de los funcionarios activos a 31 de agosto de 1994, excluyendo a los pensionados que no cumplan los requisitos mínimos fijados mediante el acto administrativo expedido por el Consejo Superior, se concluye, al tenor de la doctrina jurisprudencial de esta Corporación, una violación a la prohibición  de consagrar  discriminaciones en el mismo sector de los pensionados, otorgando privilegios para unos en detrimento de otros, al restringir el ejercicio del derecho al mismo reajuste pensional, sin justificación alguna frente a aquellos pensionados que llevaren menos de 10 años de servicios al ente universitario educativo, pese a gozar del mismo estatus jurídico de pensionado. En efecto, el Consejo Superior de la Universidad Francisco José de Caldas, mediante resolución No. 050 de 11 de agosto de 1994, contrarió el principio constitucional de igualdad al consagrar excepciones y privilegios arbitrarios que excluyen a algunos pensionados que se encuentran en idénticas circunstancias jurídicas frente a otros pensionados; en consecuencia es pertinente reiterar que el artículo 13 de la Carta, prohíbe a los órganos del poder público establecer condiciones desiguales para circunstancias iguales y viceversa, salvo que medie razonables justificaciones, a la luz de los principios, valores y derechos consagrados en la Constitución.  Considera  la Sala de Revisión de la Corte que la desvalorización constante y progresiva de la moneda, que conduce a la pérdida del poder adquisitivo, es válida para decretar los reajustes anuales de las mesadas pensionales, sin discriminación alguna, de los pensionados de la Universidad Francisco José de Caldas,  pero ello no puede constituir fundamento jurídico constitucional, para privar de un beneficio pensional, como es el reajuste que consagra la Resolución No. 050 de 11 de agosto de 1994, en favor  de un sector de pensionados (a quienes se les había reconocido la pensión antes de 1988, que estuvieren vinculados a la Universidad Distrital durante 10 años), excluyendo a otros que legítimamente han adquirido el mismo derecho pensional por haber cumplido con los  requisitos legales.  Por ello no existe razón justificada para negar el reajuste pensional de jubilación, con fundamento en que el peticionario no reunía el requisito de los 10 años al servicio de la Universidad. En este orden de ideas y de acuerdo a las anteriores consideraciones, en aplicación del artículo 13 de la Constitución  Política, que consagra la misma protección de las personas ante la ley, la Corte Constitucional, en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución, R E S U E L V E : Primero: REVOCAR la sentencia del Honorable Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, del siete (7) de diciembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994),  y en su lugar ordenar al Consejo Superior Universitario de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, que sea reajustada la pensión de jubilación del señor Daniel Ceballos Nieto, conforme lo ordena la ley y en guarda del derecho a la igualdad, según se ha expuesto en la parte motiva de esta providencia. Segundo:  Comunicar la presente decisión en los términos del artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, publíquese e insértese en la Gaceta Constitucional y cúmplase. FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado JORGE ARANGO MEJIA Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-244-95 Sentencia No Sentencia No. T-244/95 MESADA PENSIONAL-Pago Oportuno/PARTIDA PRESUPUESTAL-Ejecución/DERECHOS DE PERSONA DE LA TERCERA EDAD-Ejecución/DERECHO A LA SUBSISTENCIA El Estado adquiere el compromiso de garantizar el pago oportuno de las pensiones, para lo cual debe proveer en los respectivos presupuestos del orden nacional, departamental, distrital y municipal las partidas necesarias para atender de manera cumplida y satisfactoria su obligación constitucional, especialmente cuando quienes se ven afectadas por el incumplimiento o la desidia de las autoridades estatales, son personas de la tercera edad, a quienes en cumplimiento de los dispuesto en el artículo constitucional, el Estado debe concurrir con la sociedad y la familia a su protección y asistencia, así como a garantizarles los servicios de la seguridad social integral y el subsidio alimentario en caso de indigencia. Estas personas requieren del pago oportuno de sus mesadas pensionales en orden a garantizar su subsistencia y las condiciones mínimas para su existencia digna. Se trata además, de personas quienes legítimamente tienen el derecho a un pago oportuno y cumplido, teniendo en cuenta que han prestado sus servicios al Estado y esperan de él como mínima retribución, que se les paguen mesadas pensionales. DERECHOS DE LAS PERSONAS DE LA TERCERA EDAD/PENSION DE JUBILACION-Pago/MEDIO DE DEFENSA JUDICIAL-Improcedencia/MESADA PENSIONAL-Pago En el caso de las pensiones de jubilación, la acción ejecutiva laboral ha resultado inoperante para la defensa efectiva de los derechos de los pensionados, debido a la existencia de la norma legal que prohibe la inembargabilidad de los bienes y rentas del presupuesto. En este sentido son improcedentes los argumentos sobre el "otro mecanismo de defensa". El Juez de tutela no puede ser indiferente ante la situación de los pensionados y no puede por tanto, dejar de considerar las condiciones específicas de debilidad en las que se encuentran las personas de la tercera edad y la protección especial que los Convenios Internacionales y la Constitución les conceden. El simple reconocimiento de las pensiones no implica que el derecho haya sido satisfecho en debida forma. Para ello es indispensable en aras de darle eficacia material, que el pensionado no sólo se le reconozca su derecho al cumplir con los requisitos legales, sino que adicionalmente, se le cancelen las mesadas atrasadas o futuras a que tiene derecho. Obligación que debe hacerse efectiva dentro de los términos legales previstos para ello, en aras a no afectar ni desmejorar los derechos ni la calidad de vida de los pensionados. REF: EXPEDIENTE T-66152 Peticionario: Antonio Fernández de Castro Diazgranados. Procedencia: Juzgado 2º Laboral del Circuito de Santa Marta. Magistrado Ponente: ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Tema: - Procedencia de la acción de tutela para el pago de mesadas pensionales atrasadas. Santa Fe de Bogotá D.C., primero (1º) de junio de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Séptima de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, compuesta por los Magistrados Alejandro Martínez Caballero -Presidente de la Sala-, Fabio Morón Díaz y Vladimiro Naranjo Mesa. EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION Ha pronunciado la siguiente SENTENCIA En el proceso de tutela identificado con el número de radicación T-66152. I. ANTECEDENTES Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto No. 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. Por reparto le correspondió el presente negocio a la Sala Séptima de Revisión. 1. Solicitud. Antonio Fernández de Castro Diazgranados, de 69 años de edad, pensionado mediante Resolución No. 0803 del 20 de septiembre de 1991, expedida por la Caja de Previsión Social del Departamento del Magdalena, impetra acción de tutela contra la mencionada Caja de Previsión Social dado que se le adeudan las mesadas pensionales correspondientes a los meses de septiembre a diciembre de 1994, aunada a las primas de junio y diciembre del mismo año. Se afirma que el pensionado depende de su mesada la cual, en 1994, era de $ 939.657. El accionante sostiene que tal actitud omisiva vulnera, principalmente, sus derechos a la vida digna y los derechos fundamentales de su familia. 2. Juzgado 2º Laboral del Circuito de Santa Marta. Sentencia del 8 de marzo de 1995. El Juzgado denegó la tutela sosteniendo que existen otros medios judiciales de defensa en el caso planteado. Así mismo, expresó que los artículos que consagran los derechos fundamentales de la familia no se encuentran dentro del capítulo de los derechos fundamentales. II. FUNDAMENTOS JURIDICOS 1. Competencia. Es competente esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86 inciso segundo y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto No. 2591 de 1991; además, su examen se hace por virtud de la selección que de dichas acciones practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma señalada por el Reglamento de esta Corporación. 2. Tema a tratar. El peticionario interpone acción de tutela porque se le adeudan mesadas pensionales. Dado lo anterior, se plantea la procedencia de la tutela como mecanismo adecuado para cobrar mesadas pensionales adeudadas. En ese orden de ideas, se reiterará la jurisprudencia de la Corporación en ese sentido. 3. Procedencia de la acción de tutela para lograr el pago de las mesadas pensionales atrasadas. Al respecto de la procedencia de la acción de tutela para lograr el pago de las mesadas pensionales atrasadas, la jurisprudencia actual de la Corte Constitucional es la siguiente: Es claro y diáfano el mandato contenido en el inciso tercero del artículo 53 de la Carta, en virtud del cual el Estado tiene a su cargo el deber de garantizar el derecho de los pensionados al pago oportuno de sus mesadas pensionales, para efectos de lo cual está en la obligación de adelantar las gestiones y adoptar los mecanismos que hagan efectivo el derecho. El Estado adquiere pues, el compromiso de garantizar el pago oportuno de las pensiones, para lo cual debe proveer en los respectivos presupuestos del orden nacional, departamental, distrital y municipal las partidas necesarias para atender de manera cumplida y satisfactoria su obligación constitucional, especialmente cuando quienes se ven afectadas por el incumplimiento o la desidia de las autoridades estatales, son personas de la tercera edad, a quienes en cumplimiento de los dispuesto en el artículo constitucional, el Estado debe concurrir con la sociedad y la familia a su protección y asistencia, así como a garantizarles los servicios de la seguridad social integral y el subsidio alimentario en caso de indigencia. Estas personas requieren del pago oportuno de sus mesadas pensionales en orden a garantizar su subsistencia y las condiciones mínimas para su existencia digna. Se trata además, de personas quienes legítimamente tienen el derecho a un pago oportuno y cumplido, teniendo en cuenta que han prestado sus servicios al Estado y esperan de él como mínima retribución, que se les paguen mesadas pensionales. En tal virtud, cuando no se atiende en forma oportuna el pago de las pensiones legales por parte de las entidades del Estado, deben adoptarse los mecanismos correspondientes y adecuados en orden a hacer efectiva la garantía constitucional plasmada en el artículo 53 de la Carta, especialmente cuando están de por medio los derechos fundamentales a la vida y a la salud de las personas de la tercera edad. Por lo tanto, el pago de las pensiones legales cuando éstas han sido ya reconocidas mediante el respectivo acto administrativo emanado de la entidad de previsión, deben mantener un nivel de eficiencia aceptable para dar respuesta a las necesidades sociales, en orden a la realización de los fines sociales del Estado, a la justicia social y a promover frente a los demás pensionados, una igualdad real y efectiva. Más aún, habiéndose dado al Estado colombiano por el constituyente de 1991 un carácter social, se hace indispensable que cometa acciones positivas en favor de la comunidad. En este contexto, el pago cumplido de las pensiones legales es una de tales actuaciones positivas a las que está obligado el Estado. Por ello, es para la Sala fundamental que las autoridades del orden nacional, departamental, distrital y municipal adopten de manera prioritaria las medidas encaminadas a que se incluyan en los proyectos de presupuesto las partidas suficientes en orden a que los pensionados, en particular los de las entidades de previsión, reciban en forma oportuna el pago de las mesadas.(negrillas fuera de texto)[1] Así mismo, en lo que atañe a la eficacia del otro medio judicial de defensa en materia de cobro de mesadas pensionales, la Corporación ha manifestado que: En cuanto a la eficacia que deben tener los medios alternativos de defensa judicial llamados a "sustituir" la tutela, es claro que el otro medio de defensa judicial debe poseer necesariamente, la misma eficacia en materia de protección inmediata de derechos constitucionales fundamentales que, por su naturaleza tiene la acción de tutela. En el caso de las pensiones de jubilación, la acción ejecutiva laboral ha resultado inoperante para la defensa efectiva de los derechos de los pensionados, debido a la existencia de la norma legal que prohibe la inembargabilidad de los bienes y rentas del presupuesto. En este sentido son improcedentes los argumentos sobre el "otro mecanismo de defensa". El Juez de tutela no puede ser indiferente ante la situación de los pensionados y no puede por tanto, dejar de considerar las condiciones específicas de debilidad en las que se encuentran las personas de la tercera edad y la protección especial que los Convenios Internacionales y la Constitución les conceden. El simple reconocimiento de las pensiones no implica que el derecho haya sido satisfecho en debida forma. Para ello es indispensable en aras de darle eficacia material, que el pensionado no sólo se le reconozca su derecho al cumplir con los requisitos legales, sino que adicionalmente, se le cancelen las mesadas atrasadas o futuras a que tiene derecho. Obligación que debe hacerse efectiva dentro de los términos legales previstos para ello, en aras a no afectar ni desmejorar los derechos ni la calidad de vida de los pensionados. (negrillas fuera de texto)[2] Por otro lado, la misma Corte ha sostenido que cuando sea comprobadamente insuficiente la partida presupuestal destinada a atender el pago de mesadas pensionales, la entidad de previsión debe darle prelación a los pensionados más antiguos, no sólo por el momento en que se hicieron acreedores a su derecho, sino por la edad que ostentan[3]. 4. El caso en cuestión. Se trata de un jubilado a quien se le decretó la pensión relativamente hace corto tiempo (Resolución No. 0803 del 20 de septiembre de 1991), luego no se trata de una situación similar a la que tienen quienes desde hace muchos años ya se les había reconocido el mencionado derecho, se les principió a pagar y de un momento a otro se suspendió el pago de las mesadas para darles cabida a personas pensionadas con posterioridad. Sin embargo, el peticionario indicó en la solicitud de tutela que él y su familia dependen de las mesadas pensionales, lo cual no ha sido desvirtuado, que no tiene otro ingreso, y, dentro del acervo probatorio se constató que ya tiene 69 años de edad. Significa lo anterior que la tutela prospera en tanto y en cuanto respete el turno en el cual esté ubicado el solicitante, sin que este amparo implique desplazar a quienes se les haya reconocido la pensión con una resolución anterior a la 0803 del 20 de septiembre de 1991, o a quienes reclaman la mesada con sustento en un fallo de tutela en firme. Por otro lado, el gran número de acciones de tutela interpuestas por pensionados de la Caja de Previsión Social del Departamento del Magdalena indica que por parte del Gerente de la mencionada Caja, del Gobernador y de la Asamblea Departamental no se han realizado las gestiones necesarias para asignar un presupuesto adecuado para cubrir cumplidamente estas prestaciones sociales. Así las cosas, esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional,  al igual que se hizo en oportunidad anterior (Sentencia T-260 del 1º de junio de 1994. M.P.: Alejandro Martínez Caballero) hace un llamado a prevención al Gerente de la Caja de Previsión Social del Departamento del Magdalena, al Gobernador del Magdalena y a la Asamblea Departamental del Magdalena para que en lo sucesivo se efectuen las gestiones necesarias para que se incluya dentro del presupuesto respetivo una partida adecuada que permita pagar oportuna y completamente las mesadas de los pensionados de tal departamento. En ese orden de ideas, se revocará la sentencia revisada, y en su lugar, se concederá la tutela por violación al derecho fundamental a la seguridad social. En mérito de lo expuesto, la Sala Séptima de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional RESUELVE PRIMERO: REVOCAR la Sentencia proferida por el Juzgado 2º Laboral del Circuito de Santa Marta, el 8 de marzo de 1995. En su lugar, CONCEDER la tutela del derecho a la seguridad social al señor Antonio Fernández de Castro Diazgranados. SEGUNDO: ORDENAR a la Caja de Previsión Social del Departamento del Magdalena, a través de su Gerente, a que proceda a cancelarle al señor Antonio Fernández de Castro Diazgranados, las mesadas pensionales debidas y las primas que se le adeudan, siempre y cuando dicho pago no se hubiese efectuado con anterioridad a la notificación de esta providencia, respetándose los turnos anteriores a la resolución que le concedió la pensión al accionante y el turno de quienes anteriormente han sido protegidos por fallos de tutela. TERCERO: PREVENIR al Gerente de la Caja de Previsión Social del Departamento del Magdalena, al Gobernador del Magdalena y a la Asamblea Departamental del Magdalena para que en lo sucesivo se efectuen las gestiones necesarias para que se incluya dentro del presupuesto respetivo una partida adecuada que permita pagar oportuna y completamente las mesadas de los pensionados de tal departamento. CUARTO: COMUNICAR a través de la Secretaría General de la Corte Constitucional el contenido de la sentencia, al Juzgado 2º Laboral del Circuito de Santa Marta, al Gerente de la Caja de Previsión Social del Departamento del Magdalena, al Gobernador del Magdalena, a la Asamblea Departamental del Magdalena, al Defensor del Pueblo y al peticionario de la presente tutela. Notifíquese, comuníquese, publíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado Ponente FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA. Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1]Corte Constitucional. Sentencia No. T-147/95. M.P.: Dr. Hernando Herrera Vergara. [2]Corte Constitucional. Sentencia No. T-184/94. M.P.: Dr. Alejandro Martínez Caballero. [3]Corte Constitucional. Sentencia No. T-147/95. M.P.: Dr. Hernando Herrera Vergara.
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T-249-95 Sentencia No Sentencia No. T-249/95 RESPONSABILIDAD DISCIPLINARIA-Jueces/PRINCIPIO DE AUTONOMIA JUDICIAL La responsabilidad disciplinaria de jueces y magistrados no puede abarcar el campo funcional, esto es el que atañe a la autonomía en la interpretación y aplicación del derecho, según sus competencias. Por consiguiente, el hecho de proferir una providencia en cumplimiento de la función de administrar justicia no da lugar, ni puede darlo, a proceso disciplinario con carácter sancionatorio, pues en tal caso, se desvirtuaría el sentido y la función propia de la administración de justicia, e implicaría igualmente, la creación de una instancia judicial adicional a las consagradas constitucional y legalmente. La autonomía funcional del juez, busca evitar que las decisiones judiciales no sean el resultado de mandatos sobre el funcionario que las adopta. Si se comprueba respecto del juez respectivo, la comisión de un delito al ejercer las atribuciones que le son propias a su función, la competencia para imponer la sanción la tiene la justicia penal en los términos constitucionales, como ya se ha expresado. Ello resulta de la autonomía judicial garantizada en los artículos 228 y 230 de la Constitución. JUEZ DISCIPLINARIO-Facultades La competencia del juez disciplinario, no va hasta permitirle analizar y calificar el contenido de la decisión de jueces y magistrados, corresponde a aquella Sala "examinar la conducta y sancionar las faltas de los funcionarios de la rama judicial" y en ningún momento dicha facultad abarca la de revisar el contenido de los fallos judiciales y de controvertir el análisis probatorio realizado por el juez o tribunal, que de acuerdo a su criterio jurídico ha realizado con sujeción a la ley. En caso de que el juez disciplinario considere que se han desconocido los preceptos normativos vigentes al momento de adoptarse alguna decisión judicial, debe poner en conocimiento de las autoridades penales los hechos u omisiones correspondientes a fin de que éstos se analicen a efectos de que si se comprueba la comisión de un delito, se impongan las sanciones por parte de “la justicia penal en los términos constitucionales y no la autoridad disciplinaria. ERROR JURISDICCIONAL-Corrección/PROCESO SUCESORAL-Reconocimiento de interesados Si en la adopción de ese juicio el fallador yerra, no por ello puede darse por establecido de manera automática que su actuar fue doloso, cuando para resolver como lo hizo, cual así sucedió en este evento, se fundamentó en argumentos que en su momento estimó valederos, después de examinar los documentos pertinentes a la luz del artículo 105 del Decreto 1260 de 1970. Y de otra parte, como lo tiene dicho la Corte, es de hacerse ver que los autos de reconocimiento de interesados en procesos sucesorales, pronunciados con quebranto de normas legales, no tienen fuerza vinculante en el sentido de obligar en lo definitivo al Juzgador, por lo que si aún no se ha proferido sentencia, aquellos no lo atan para ésta. TUTELA CONTRA PROVIDENCIAS JUDICIALES/VIA DE HECHO-Procedencia excepcional de tutela Si bien es cierto, la jurisprudencia constitucional ha sido clara y enfática en señalar que la acción de tutela, no procede contra sentencias y providencias judiciales, se ha hecho la salvedad del evento en el cual se de en su expedición una vía de hecho. Es decir, cuando el juez como autoridad pública, incurre en una omisión, o ejecuta una acción o produce una decisión de hecho que conlleva la violación o amenaza de un derecho constitucional fundamental que puede causar un perjuicio irremediable, caso en el cual sí es procedente la acción de tutela. Con fundamento en la jurisprudencia de la Corte Constitucional, expuesta tanto en relación con las atribuciones que corresponden a la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, como respecto a las vías de hecho, es claro para esta Corporación la configuración de la misma, lo que dió lugar a que la Corte Suprema de Justicia en la sentencia materia de revisión, tutelara los derechos fundamentales de los demandantes con base en las consideraciones consignadas en la respectiva providencia. Referencia: Exp. No. T- 58.677 PETICIONARIOS: LUZ MILA CHAVES DE VARGAS y JORGE EVARISTO PINEDA PINEDA. TEMA: Derechos al debido proceso, acceso igualitario a la administración de justicia, dignidad, buen nombre, honra y trabajo. PROCEDENCIA: Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia. MAGISTRADO PONENTE: Dr. HERNANDO HERRERA VERGARA Santafé de Bogotá, D.C., Junio 1o. de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, procede a revisar los fallos proferidos por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, Sala Civil de Decisión, el veinticuatro (24) de octubre de 1994, y por Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia el quince (15) de diciembre del mismo año, en el proceso de tutela de la referencia, que fue promovido por Luz Mila Chaves de Vargas y Jorge Evaristo Pineda Pineda. El expediente llegó al conocimiento de esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional por remisión que hizo la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991, quien revocó la sentencia proferida por el Tribunal Superior de Bogotá, y en su lugar resolvió tutelar los derechos fundamentales al debido proceso y al acceso igualitario a la administración de justicia por parte de los mencionados demandantes en el proceso disciplinario adelantado por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura. Con fundamento en los artículos 86 de la Constitución Política, y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección Número Tres de la Corte Constitucional escogió, para efectos de revisión, la presente acción de tutela. I. ANTECEDENTES. Los señores LUZ MILA CHAVES DE VARGAS y JORGE EVARISTO PINEDA PINEDA, Magistrados de la Sala Dual de Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Tunja, presentaron demanda de tutela manifestando que "por la actuación adelantada a través del proceso disciplinario radicado con el número 546/083 F.", se les vulneraron los derechos fundamentales al debido proceso, dignidad, buen nombre, honra, trabajo "además de los que resulten vulnerados", por considerar que la decisión adoptada por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura estructura vías de hecho. Los accionantes fundamentan su demanda en los siguientes HECHOS: 1. Dentro del proceso de sucesión del causante PABLO ENRIQUE QUINTERO CUBILLOS, la Sala Dual de Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Tunja, conformada por los accionantes, mediante providencia proferida el 10 de agosto de 1993, confirmó el auto del 3 de febrero de ese año emanado del Juzgado Tercero Promiscuo de Familia de Tunja, por medio del cual se reconoció como interesado al señor CARLOS FABIO QUINTERO CHACON, en su condición de hijo del causante, con fundamento en los artículos 588 numeral 3o. y 590 numeral 3o. del Código de Procedimiento Civil, para lo cual se aportó como prueba de su interés jurídico para intervenir, "fotocopia auténtica del registro civil de nacimiento y una partida de bautismo", documentos a través de los cuales se desprendía según la citada Corporación, la calidad de hijo del de-cujus y de JUANA CHACON. Además señalaron como normas aplicables al caso: el artículo 105 del Decreto 1260 de 1970 que señala que "Los hechos y los actos relacionados con el estado civil de las personas, ocurridos con posterioridad a la vigencia de la ley 92 de 1938, se probarán con copia de la correspondiente partida o folio, o con certificados expedidos con base en los mismos (...)"; el artículo 101 del mismo decreto, según el cual, algunos documentos como libros, folios, tarjetas, copias o certificados del registro civil, son instrumentos públicos; el artículo 251 del Código de Procedimiento Civil en cuanto determina que los instrumentos públicos son otorgados por los funcionarios públicos en ejercicio de su cargo o con su intervención; el artículo 264 del citado Código, que le asigna la calidad de plena prueba, "en cuanto al hecho de haberse extendido en determinada fecha y en cuanto a las declaraciones que en ellos haga el funcionario del estado civil que los autoriza", advirtiendo que en lo concerniente al contenido de la inscripción "esto es, lo dicho por el declarante acerca de un determinado estado civil, se presume su veracidad mientras no se pruebe su falsedad". En la demanda los señores LUZ MILA CHAVES DE VARGAS y JORGE EVARISTO PINEDA PINEDA hacen una serie de consideraciones en torno a estos aspectos, e invocan la jurisprudencia emanada de la Corte Suprema de Justicia sobre la materia. 2. Los accionantes en su demanda también hacen referencia al proceso penal que se inició en su contra como consecuencia de los hechos señalados, e insistieron en el hecho de que la Fiscalía Delegada ante la Corte Suprema de Justicia, mediante providencia del 18 de noviembre de 1993 resolvió abstenerse de abrir investigación, y transcriben los argumentos sobre los que dicha Fiscalía adoptó su decisión. 3. Así mismo, se refieren a la acción de tutela que instauró ROSA DELIA MORENO LOPEZ, viuda del causante en el proceso de sucesión aludido, en contra de la decisión de la Sala Dual de Familia del Tribunal Superior de Tunja, por considerar vulnerado el derecho al debido proceso por los hechos ya expuestos, la cual fue denegada por el Tribunal Superior de Tunja, Sala Civil, al no observarse violación del mencionado derecho; dicha providencia fue impugnada, y confirmada por la Corte Suprema de Justicia. Los accionantes en su escrito transcriben los argumentos de la providencia de segunda instancia, a fin de sustentar sus pretensiones. 4. Afirman además, que el abogado EDUARDO RINTA ALFONSO elevó ante la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura una queja en su contra "con fundamento en que no se acompañó la prueba del matrimonio de los padres de CARLOS FABIO QUINTERO CHACON, para tenérsele como hijo legítimo del causante PABLO ENRIQUE QUINTERO CUBILLO, atentando así contra el debido proceso, al no darse cumplimiento a lo pregonado por los artículos 213 del C.C., y 1o. de la Ley 75 de 1968." 5. Con fundamento en la queja formulada en contra de los accionantes, la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, en la actuación adelantada en el expediente número 546/083 F, les formuló pliego de cargos, recibió los descargos correspondientes, y posteriormente los sancionó con quince días de suspensión del cargo mediante providencia del 25 de agosto de 1994, violando así, a juicio de los demandantes, sus derechos fundamentales antes señalados. 6. Manifiestan los accionantes que de la mencionada decisión tuvieron conocimiento por la noticia publicada en el periódico EL ESPECTADOR "el 14 de los corrientes (sic)", y expresan su desacuerdo con aquélla, aduciendo posibles vías de hecho por parte de la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, y sustentan sus afirmaciones en varios pronunciamientos de la Corte Constitucional que, a su juicio, se refieren a la ocurrencia de vías de hecho: "T-368, T-348, T-576, T-158, T-173- T-431 y T-368, todas de 1993, T-055 y T-231 de 1994, entre otras". También invocan la sentencia No. T-327 del 15 de julio de 1994 de esta Corporación. Agregan que "a juzgar por la fotocopia remitida al diario EL ESPECTADOR, no ordenó (la sentencia) la notificación personal de los suscritos como sancionados, en la forma y dentro del término a que alude el inciso 2o. del artículo 42" refiriéndose al Decreto 1888 de 1989. 7. Aducen los accionantes que existe una vulneración del artículo 29 de la Constitución Política por parte de la entidad accionada ya que la errónea interpretación y aplicación del derecho "no corresponde a la objetividad misma de la ley, contrariando principios fundamentales consagrados en los artículos 228 y 230 que son garantía del Estado de Derecho (...)". Se apoyan primordialmente en la sentencia No. C-417 del 4 de octubre de 1993, proferida por la Sala Plena de esta Corporación, con ponencia del Magistrado Dr. Jose Gregorio Hernández Galindo, a fin de sustentar sus argumentos. 8. Señalan los peticionarios, que en la decisión de la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, "se parte de la base de que en el derecho disciplinario consagrado en el Decreto 1888 de 1989 en los aspectos no consagrados en el mismo se aplicarán las normas del Código de Procedimiento Penal, tal como lo consagra el propio artículo 53 (...), de tal suerte que bajo estos parámetros no puede encuadrarse como se pretende la interpretación y aplicación del derecho como conducta tipificante de falta sancionatoria alguna, como quiera que no se describe como tal dentro del referido régimen." Y continúan señalando en la demanda que "al habérsele dado valoración probatoria al Registro Civil de Nacimiento aportado, donde se consignaba el nombre de los progenitores, y la clase de filiación (...) creemos no haber transgredido el campo disciplinario pues nuestro comportamiento obedeció a la aplicación de la norma jurídica que regulaba dicha situación (...)" (negrillas y subrayas fuera de texto). 9. Afirman igualmente los demandantes, que la actuación disciplinaria  no se cumplió dentro de los parámetros contemplados para esa clase de investigaciones-disciplinarias- porque no se tuvo en cuenta lo dispuesto por los artículos 15, 38 inciso 2o. y 42 inciso 2o. del Decreto 1888 de 1989, al no considerar la petición de pruebas impetrada en la versión libre rendida el 2 de diciembre de 1993, y en el escrito de descargos. 10. Agregan que, "no es verdad que con la providencia del 10 de agosto de 1993 al mantener el reconocimiento de CARLOS FABIO QUINTERO CHACON se haya perpetuado un inequitativo estado de la cuestión hasta la finalización del juicio, porque ciertamente dicho reconocimiento fue revocado con fecha 16 de agosto de 1994 y ejecutoriado el 24 del mismo mes y año (...)". 11. Por todo lo anterior, solicitan que se de aplicación "a la suspensión de la ejecución de la sentencia proferida por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura ante la inminente continuación de la violación de nuestros derechos fundamentales." II. LAS PROVIDENCIAS JUDICIALES OBJETO DE REVISION. 1. Sentencia del Tribunal Superior del Distrito Judicial, Sala Civil de Decisión, de Santa Fé de Bogotá. El Tribunal Superior del Distrito Judicial, Sala Civil de Decisión, de Santa Fé de Bogotá, mediante providencia del 24 de octubre de 1994, negó la tutela instaurada por los accionantes, con fundamento en las siguientes consideraciones: "El derecho fundamental del debido proceso, consagrado en el artículo 29 de la Carta Política, el cual se aplica, según lo preceptuado por dicha disposición a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas, estableciendo que "Nadie podrá ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto que se le imputa, ante juez o tribunal competente y con observancia de la plenitud de las formas propias de cada juicio." O sea, que al prealudido derecho fundamental, como lo tiene dicho en forma reiterada la jurisprudencia, consagra un sinnúmero de garantías en cabeza de los particulares y tiene como fin primordial aplicar una recta y cumplida administración de justicia en cada una de sus manifestaciones. (...) Para el adelantamiento de los procesos disciplinarios contra los funcionarios y empleados de la Rama Jurisdiccional, el legislador tiene señalado en el decreto 1888 de 1989, el procedimiento a seguirse cuando de estos actos procedimentales  se trata, el cual debe cumplirse so pena de quebrantarse el derecho constitucional fundamental del debido proceso. Al examinar la Sala las fotocopias existentes en el expediente, tomadas del proceso disciplinario adelantado por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la  Judicatura contra los actores en esta acción de tutela y al cual aluden éstos, se observa, en primer término, que por el cargo desempeñado de quienes fueron investigados, Magistrados de la Sala de Familia del Tribunal Superior de Tunja, la competencia para conocer de dicho asunto, de conformidad con lo dispuesto por el inciso 4o . del artículo 9o. del Decreto 2652 de 1991, radicaba en dicha Corporación; y en segundo término, que se siguió el trámite previsto por el prealudido Decreto 1888 de 1989,  puesto que se dictó providencia de formulación de cargos, como fue calendada el catorce de abril del año en curso, los cuales fueron debidamente contestados por los inculpados disciplinariamente como aparece en los folios 160 a 174 del cuaderno de fotocopias. Y como los investigados no formularan petición de pruebas ni apareciera procedente decreto oficioso de medios de convicción, tal como se advierte por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura en su providencia de agosto veinticinco del año en curso, en el capítulo de vistos, se resolvió de mérito la causa disciplinaria, donde se dispuso sancionar a los inculpados, o sea a los aquí accionantes en tutela, con quince días de suspensión en el cargo de Magistrados de la Sala de Familia del Tribunal Superior de Tunja. (...) No puede decirse como lo afirman los accionantes, que en el proceso disciplinario aludido se les conculcó el derecho fundamental del debido proceso,  porque no se decretaron pruebas, porque éstos no presentaron ningún medio de convicción al presentar los descargos tal como lo dispone el artículo 38 del Decreto 1888 de 1989, ni en ninguna otra oportunidad. Además, como se trataba de un asunto de puro derecho y las pruebas que originaron la investigación, como era la partida de nacimiento del heredero reconocido en la causa mortuoria y la providencia que así lo dispuso obraban en la investigación, no era necesario decreto alguno de prueba, tendiente a establecer si los investigados infringieron o no alguna norma de orden sustancial o procedimental. (...) Ahora, como se observa, que la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura con la decisión adoptada en la providencia de agosto veinticinco del año en curso, proferida en el proceso disciplinario a que nos hemos venido refiriendo, no cometió actuación arbitraria, tampoco puede inferirse que se haya incurrido con tal decisión en vías de hecho, como lo pregonan los accionantes de la tutela..." Los peticionarios impugnaron el precitado fallo, con fundamento en el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991, porque consideraron básicamente, que por tratarse de un típico caso de autonomía en la interpretación de normas jurídicas, la acción disciplinaria no procedía. En su escrito, ratificaron los argumentos expuestos en la demanda de tutela. 2. Sentencia de la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil. La Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, mediante providencia del quince (15) de diciembre de 1994, resolvió revocar el fallo impugnado y en su lugar, tutelar los derechos fundamentales al debido proceso y al acceso igualitario a la administración de justicia de LUZMILA CHAVES DE VARGAS y JORGE EVARISTO PINEDA PINEDA, en el proceso disciplinario adelantado en su contra por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, y ordenó a esta entidad "abstenerse de tomar cualquier medida orientada al cumplimiento del fallo disciplinario de 25 de agosto de 1994 y, al propio tiempo, tomar todas las que sean necesarias para dejar sin efectos todo el acto de ejecución que respecto del mismo pronunciamiento haya tenido lugar." La Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, adoptó su decisión con base en las siguientes consideraciones: "En consecuencia conforme al sistema previsto en el ordenamiento disciplinario, contra las decisiones finales de la sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, pronunciadas en causa seguidas a los magistrados de los tribunales superiores, no tiene cabida el recurso de apelación por ser tales procesos de única instancia, como tampoco es factible contra ellas revisión por la vía señalada en el artículo 43 del Decreto 1888 de 1989, fuera de que, en fin, de acuerdo con el artículo 51 del señalado estatuto, declarado exequible por la Corte Constitucional  en la sentencia C-417 de 4 de octubre de 1993, " las providencias que en materia disciplinaria se dicten en relación con funcionarios y empleados judiciales son actos jurisdiccionales...", luego, respecto de ellas, no son procedentes, por definición, pretensiones contencioso administrativas, a diferencia de lo que acontece de ordinario con los actos definitivos en que se pone de manifiesto el poder disciplinario del ejercicio jerárquico. (...)" En lo relativo a la independencia funcional de la rama judicial en la adopción de sus decisiones, señaló la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, lo siguiente: "(...) el cometido constitucional que tiene a cargo el poder judicial reclama que se realice con absoluta independencia, vale decir, en un clima de amplia autonomía en los aspectos técnico, administrativo-funcional y financiero que sin duda alguna la Carta Política de 1991 consagró con claridad indiscutible, proclamando en cuanto al primero de tales aspectos concierne, que aquél poder y los órganos que lo integran en particular, en lo que hace referencia a su función específica consistente en la prestación de la actividad jurisdiccional, se determinan por sus propias decisiones que, por mandato del artículo 230 superior, se encuentran sometidas al imperio de la ley y, en consecuencia, no admiten extrañas interferencias a las cuales, con palabras contundentes, alude la doctrina jurisprudencial de la Corte Constitucional en el siguiente pasaje: "... El principio de independencia judicial (C.N. artículos 228 y 230) no autoriza a que un juez ajeno al proceso, cuya intervención no se contempla en la norma que establece el procedimiento y los recursos, pueda revisar los autos y providencias que profiera el juez de procedimiento. La valoración de las pruebas y la aplicación del derecho son extremos que se libran al juez competente y a las instancias judiciales superiores llamadas a decidir los recursos que, de conformidad con la ley, puedan interponerse contra sus autos y demás providencias. Tanto el juez de instancia como sus superiores, cada uno dentro de la órbita de sus competencias, son autónomos e independientes, y adoptan sus decisiones sometidos únicamente al imperio de la ley. Las injerencias contra las cuales reacciona el principio de independencia judicial, no se reducen  a las que pueden provenir de otra rama del poder público o que emanen de sujetos particulares; también pertenecen a ellas las surgidas dentro de la misma jurisdicción  o de otras, y que no respeten la autonomía que ha de predicarse de todo Juez de la república, pues en su adhesión directa y no mediatizada al Derecho se cifra la imparcial y correcta administración de justicia.." (Sent. T-231 de mayo de 1994), de donde se sigue entonces, que es legítimo desde el punto de vista constitucional, apelar al principio aludido de la independencia judicial para remediar intromisiones, no autorizadas  por la ley, de unos jueces en la actividad jurisdiccional realizada por otros en el ámbito de sus competencias, como quiera que de no mediar esos correctivos, cuyo empleo- valga advertirlo- se hace imprescindible en grado sumo si de tales injerencias se desprenden para la segunda categoría de funcionarios indebidas secuelas de carácter sancionatorio impuestas por los primeros, la tramitación y decisión de los asuntos confiados a la rama judicial carecerían  por entero de seguridad, orden y autonomía, indispensables cual quedó dicho para lograr  los fines propios de la jurisdicción, y por obvia consecuencia sufriría así mismo serio agravio al régimen constitucional vigente en el país" (negrillas y subrayas fuera de texto). La Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia destacó además, que: "Todo cuanto queda dicho en el literal precedente lleva a concluir que el estricto régimen normativo de responsabilidad judicial de tipo disciplinario (...) nunca puede llegar a convertirse en instrumento que, tomando pie en textos positivos de la índole del que contiene el literal a) del artículo 9 del Decreto ley 1888 de 1989, redunde por su objeto o por sus efectos en mengua injustificada de la independencia de la cual viene haciéndose mérito, convirtiendo por este camino los errores judiciales ordinarios, en faltas contra las reglas de disciplina (...)". En el análisis de la conducta de los accionantes en este proceso, la citada Corporación, expresó: "(...) En otras palabras, en el caso de autos de la autoridad acusada dedujo la existencia del denominado "elemento subjetivo" como componente a su juicio indispensable de la definición legal de la falta sancionada, de las "reiteradas advertencias" hechas por el Procurador de Familia y por los interesados en cuanto a que, de acuerdo con la prueba aportada al expediente, el señor Carlos Fabio Quintero Chacón no podía ser reconocido como interesado en el referido sucesorio, sin tener en cuenta que el juez, al adoptar una decisión, no obstante que debe tener presentes las alegaciones de las partes, resuelve en últimas conforme con las pruebas que militen en autos, las que debe apreciar y valorar siguiendo los parámetros de ley en una labor intelectual que, por consiguiente, puede apartarse de los razonamientos hechos por las partes. Es que si en la adopción de ese juicio el fallador yerra, no por ello puede darse por establecido de manera automática que su actuar fue doloso, cuando para resolver como lo hizo, cual así sucedió en este evento, se fundamentó en argumentos que en su momento estimó valederos, después de examinar los documentos pertinentes a la luz del artículo 105 del decreto 1260 de 1970. Y de otra parte, como lo tiene dicho la Corte, es de hacerse ver que los autos de reconocimiento de interesados en procesos sucesorales, pronunciados con quebranto de normas legales, no tienen fuerza vinculante en el sentido de obligar en lo definitivo al juzgador, por lo que si aún no se ha proferido sentencia. Aquellos no lo atan para ésta. Así lo entendieron los Magistrados sancionados, pues luego del fallo de tutela proferido por esta Corte, procedieron a revocar el reconocimiento del presunto heredero (auto de 16 de agosto de 1994- folio 29 cuaderno Corte), y valga advertir que, en el entre tanto, no hubo quebranto posible de carácter económico para los restantes interesados en la mortuoria, toda vez que la sentencia aprobatoria de la partición, con las adjudicaciones de bienes respectivas , aún no se ha producido, como se comprueba con la copia del proveído de 5 de octubre del año que avanza( sic)  pronunciado por el Juzgado Tercero Promiscuo de Familia de Tunja (fl. 38 c. Corte) La corrección del error judicial, entonces, es otro hecho, con entidad objetiva suficiente, que demuestra que los magistrados sancionados no procedieron con el ánimo de inferior daño a las demás partes del proceso. Recuérdese que la "buena fe"  es elemento intencional que se presupone en las actuaciones no solo de los particulares sino también de los funcionarios públicos, por lo cual mal puede llegarse mediante una simple inferencia de carácter contingente, esto es siguiendo tan solo lo alegado por las partes como lo hizo la autoridad disciplinaria, a deducir la presencia del dolo específico, exigido por la doctrina jurisprudencial del Consejo Superior de la Judicatura." Para adoptar la decisión de revocar el fallo del a-quo, la Corte Suprema de Justicia concluyó lo siguiente: "(...) no resultó probada la intención maliciosa de dichos funcionarios, error aquél que en su momento advirtió y señaló esta Corporación, pero sin la connotación reprochable que le atribuye el sentenciador disciplinario en la providencia proferida con fecha 6 de junio de 1993 en el expediente de tutela promovido por Rosa Delia Moreno López. Además, considerando que en los procesos disciplinarios imperan también las garantías fundamentales de seguridad jurídica que consagra la Constitución Política según los términos del artículo 29 superior, texto de acuerdo con el cual ha de fijarse el genuino significado del artículo 53 del decreto 1888 de 1989, y por ende tienen plena vigencia allí los principios de legalidad, imparcialidad, publicidad, presunción de inocencia, defensa y contradicción entendidos en su conjunto como el soporte fundamental de un "debido proceso legal" presupuesto de legitimidad, como se sabe, de cualquier atribución de responsabilidad penal o disciplinaria, se debe concluir que no queda alternativa diferente a la de señalar que la decisión en estudio, objeto de crítica en la solicitud de amparo que a esta actuación dió comienzo, degenera realmente en una vía de hecho. En efecto, sin contar con apoyo irrefragable en los hechos de las hipótesis legales descritas en los literales a) y h) del artículo 9 del Decreto 1888 de 1989 que reclaman la prueba de conductas que por obra de factores primordialmente de carácter subjetivo representan ostensibles agresiones al ordenamiento jurídico que las reglas de disciplina judicial sancionan -circunstancia que permite ver en la mencionada decisión un defecto fáctico absoluto- ésta última les imputa a aquellos magistrados falta contra dichas reglas como consecuencia de un  juicio jurisdiccional equivocado, emitido por ellos en ejercicio de la autonomía técnica que su condición de funcionarios independientes integrantes del poder judicial les asegura, siendo de destacar que el caso habría sido muy distinto si los referidos magistrados, pese a observar la deficiencia de la prueba ya comentada, a sabiendas de dicha deficiencia, hubiesen hecho caso omiso de la exigencia del artículo 590-6 del C. de P. C., norma ésta cuyo supuesto incumplimiento es la base tanto de la imputación como de la sanción impuesta. Se incurrió así en otro defecto, también absoluto, pero esta vez de carácter orgánico, que conduce a inferir que el acto sancionatorio frente al cual se pide tutela, fue expedido con carencia total de competencia. Ambos defectos trajeron como consecuencia la lesión de los derechos fundamentales de los accionantes al debido proceso y a recibir, desde la perspectiva de la Constitución y la Ley, un tratamiento igualitario en el acceso de la administración de justicia disciplinaria." III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. Primera. La competencia. De conformidad con lo dispuesto en los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala es competente para revisar las sentencias proferidas en el proceso de la referencia. Segundo.   La materia. La demanda de tutela que ocupa la atención de esta Corporación se dirige contra la actuación adelantada por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, a través del proceso disciplinario radicado con el número 546/083F, por considerar que con ella les fueron violados a los peticionarios, en su condición de Magistrados de la Sala Dual de Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Tunja, sus derechos fundamentales al debido proceso, a la dignidad, al buen nombre, a la honra y al trabajo. Los peticionarios manifiestan que la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura los sancionó con 15 días de suspensión "por otorgarle reconocimiento jurídico a un menor como hijo legítimo de un ciudadano fallecido, sustentando su decisión en pruebas improcedentes y carentes de eficacia jurídica." A juicio de la entidad accionada "dichos funcionarios irregularmente confirmaron la sentencia del Juzgado Tercero de Familia de Tunja, desconociendo el debido proceso." Expresan los demandantes que en desarrollo de la investigación disciplinaria, el Consejo Superior de la Judicatura, Sala Jurisdiccional Disciplinaria, constató que "los referidos Magistrados, bajo el pretexto de aplicar el Decreto 1266 (sic) de 1970, confirmaron la sentencia del Juzgado Tercero de Familia de Tunja, presumiendo simplemente la autenticidad del documento aportado a última hora y dándole valor probatorio a una filiación que únicamente constaba por el testimonio de la madre." Estiman los demandantes LUZ MILA CHAVES DE VARGAS y JORGE EVARISTO PINEDA PINEDA, que se les vulneraron los derechos fundamentales con la actuación de la entidad accionada, pues ésta carecía de competencia para pronunciarse en relación con la providencia objeto de impugnación, y porque además, en el proceso adelantado por aquella, se desconocieron sus derechos de defensa, la presunción de inocencia y el debido proceso, por lo que solicitan que, por medio de la correspondiente sentencia de tutela, se tomen los correctivos a que haya lugar y se ordene la suspensión de la ejecución de la sentencia proferida por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura. * Proceso disciplinario. Facultades de la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura. La Constitución Política de 1991 creó el Consejo Superior de la Judicatura, dividiéndolo en dos Salas, la Administrativa y la Jurisdiccional Disciplinaria, teniendo esta última, de acuerdo con la ley, la facultad de "examinar la conducta y sancionar las faltas de los funcionarios de la rama judicial, así como las de los abogados en el ejercicio de su profesión, en la instancia que señale la ley". A su vez, el Decreto 2652 de 1991 desarrolló los citados preceptos constitucionales, y estableció en su artículo 8o. que la función de las salas disciplinarias del Consejo Superior de la Judicatura y de los Consejos Seccionales, "ejercerán su función disciplinaria sin perjuicio de la competencia atribuida a la Procuraduría General de la Nación en relación con la vigilancia superior de la conducta oficial de quienes desempeñan funciones públicas". Igualmente, el artículo 9o. del citado Decreto establece que "Corresponde a la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior: 3o. Conocer en única instancia de los procesos disciplinarios que se adelante contra los magistrados de los tribunales y consejos seccionales y de los demás funcionarios cuya designación corresponda al Consejo Superior." Por su parte, el Decreto 1888 de 1989 "Por el cual se modifica el régimen disciplinario de los funcionarios y empleados de la Rama Jurisdiccional" establece el régimen disciplinario al cual están sometidos los funcionarios de la rama judicial. El artículo 1o. del Decreto referido expresa que "El régimen disciplinario comprende el conjunto de normas referentes a los actos y conductas de los funcionarios y empleados de la Rama Jurisdiccional, tendiente a procurar eficiencia y moralidad en la prestación del servicio público de la justicia". Acerca de las funciones y atribuciones del Consejo Superior de la Judicatura, la Sala Plena de la Corte Constitucional en sentencia No. C-265 de 1993 (MP. Doctor Fabio Morón Díaz), a la cual debe remitirse esta Sala de Revisión, expresó lo siguiente: "El Consejo Superior de la Judicatura recoge una voluntad constituyente, que de tiempo atrás se había anunciado como mecanismo orientado a asegurar tanto la autonomía como la mayor eficiencia de la Rama Jurisdiccional del Poder Público (...). La Corte encuentra que la creación del Consejo Superior de la Judicatura obedece a varios propósitos del Constituyente, entre los que está la idea de modernizar y transformar las funciones correspondientes a la administración de los recursos económicos y de personal de la Justicia, y la del fortalecimiento de la actividad disciplinaria, garantizando el mantenimiento de elementos doctrinarios y de distribución de competencias orgánicas y funcionales de los distintos poderes públicos que, en especial, se relacionan con la autonomía de integración y de orientación de la misma Rama Judicial. (...). Esta interpretación de la naturaleza y funciones del Consejo Superior de la Judicatura es la más adecuada y legítima como lo comprueba el Informe-ponencia que rindió a la Plenaria de la Asamblea Nacional Constitucional para justificar su creación, el constituyente Jaime Fajardo Landaeta, cuyos apartes más significativos se transcriben a continuación: 'Hecho el análisis de los textos correspondientes, de manera sintética hemos concluido que la Comisión IV acogió todas las propuestas de los Constituyentes y de las mesas de trabajo, al asignarle al Consejo Superior de la Judicatura funciones de diversa naturaleza, a saber: Una función administrativa (elaborar concursos, fusionar despachos, pasar listas para nombramientos, ejecutar el presupuesto, etc.); una función jurisdiccional: Dirimir conflictos de competencia entre las diferentes jurisdicciones y aún entre organismos de una misma jurisdicción; funciones disciplinarias, respecto de jueces, funcionarios y abogados, y, finalmente, una función de colegislador, pues se le faculta para elaborar proyectos de ley relacionados con la administración de justicia.' Además, a dicho organismo le compete cumplir funciones  disciplinarias y algunas judiciales, que corresponden a la Sala Disciplinaria, como las de examinar la conducta y sancionar, en las instancias que señale la ley, las faltas de los funcionarios de la Rama Judicial, así como la de los abogados en el ejercicio de su profesión y la de dirimir los conflictos de competencia que ocurran entre las distintas jurisdicciones. (arts. 256 de la C.N. y 10o. del Decreto 2652 de 1991) (...)" * La autonomía funcional en la interpretación de normas jurídicas en cumplimiento de la función de administrar justicia, no da lugar a proceso disciplinario con carácter sancionatorio, de acuerdo con la jurisprudencia de la Sala Plena de la Corte Constitucional, con efectos de cosa juzgada constitucional. Esta Sala de Revisión de Tutelas, considera que cuando determinada posición jurídica ha sido analizada por la Sala Plena de la Corte Constitucional en sentencia que hace tránsito a cosa juzgada constitucional -artículo 243 de la CP.-, no es dable apartarse de los criterios expresados en la misma providencia de la Corporación. De ahí que para los efectos de resolver el asunto sometido a la consideración y decisión de la misma, deba necesariamente, acatarse y tenerse en cuenta lo resuelto por la Sala Plena de la Corte Constitucional en sentencia No. C-417 del 23 de agosto de 1993, con ponencia del Magistrado Doctor José Gregorio Hernández Galindo, acerca de la autonomía funcional de los jueces en la interpretación de las normas jurídicas dentro de su misión constitucional de administrar justicia. Dijo la Corte en dicha providencia, lo siguiente: "Es necesario advertir, por otra parte, que la responsabilidad disciplinaria de jueces y magistrados no puede abarcar el campo funcional, esto es el que atañe a la autonomía en la interpretación y aplicación del derecho según sus competencias. Por consiguiente, el hecho de proferir una sentencia judicial en cumplimiento de la función de administrar justicia no da lugar a acusación ni a proceso disciplinario alguno. Ahora bien, si se comprueba la comisión de un delito al ejercer tales atribuciones, la competente para imponer la sanción es la justicia penal en los términos constitucionales y no la autoridad disciplinaria. Ello resulta de la autonomía garantizada en los artículos 228 y 230 de la Constitución". Sobre esta autonomía la Corte Constitucional ha tenido ya ocasión de pronunciarse en los siguientes términos: 'El principio democrático de la autonomía funcional del juez, hoy expresamente reconocido en la Carta Política, busca evitar que las decisiones judiciales sean el resultado de mandatos o presiones sobre el funcionario que las adopta. Aún cuando el superior jerárquico debe efectuar el estudio de una sentencia apelada o consultada (artículo 31 de la Constitución), aquél no está autorizado por las disposiciones sobre competencia funcional para impartir órdenes a su inferior respecto al sentido del fallo, sino que, en la hipótesis de hallar motivos suficientes para su revocatoria, debe sustituir la providencia dictada por la que estima se ajusta a las prescripciones legales pero sin imponer su criterio personal en relación con el asunto controvertido.  De ningún modo se podría preservar la autonomía e independencia funcional de un juez de la República si la sentencia por él proferida en un caso específico quedara expuesta a la interferencia proveniente de órdenes impartidas por otro juez ajeno al proceso correspondiente, probablemente de especialidad distinta y, además, por fuera de los procedimientos legalmente previstos en relación con el ejercicio de recursos ordinarios y extraordinarios. Téngase presente que en el Estado de Derecho no son admisibles las atribuciones implícitas ni las facultades de alcance indeterminado, lo cual equivale al rechazo del acto proferido por quien carece de autoridad previa y claramente definida por norma positiva para actuar en la materia correspondiente (artículos 6º, 122 y 123 de la Constitución). De este postulado se concluye con facilidad que en el campo de la administración de justicia quien cumpla tan delicada función pública únicamente puede hacerlo revestido de jurisdicción y competencia. Ya que la segunda tiene a la primera por presupuesto, si falta la jurisdicción tampoco se tiene la competencia para fallar en el caso concreto". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Plena. Sentencia C-543 de octubre 1 de 1992).' Estos principios deben reafirmarse ahora, pues habiendo establecido el Constituyente ramas y jurisdicciones autónomas y separadas (Títulos V y VIII de la Constitución) y dadas las características de desconcentración y autonomía con las cuales el artículo 228 de la Carta ha distinguido la función judicial, de ninguna manera encajaría dentro de la normativa fundamental un sistema que permitiera a un juez de jurisdicción distinta, o a órganos o ramas diferentes, invadir la esfera de esa autonomía funcional sometiendo a juicio el fondo de las decisiones judiciales" (negrillas y subrayas fuera de texto). De lo anterior se deduce que, como expresamente lo ha advertido esta Corporación en la providencia citada anteriormente, la responsabilidad disciplinaria de jueces y magistrados no puede abarcar el campo funcional, esto es el que atañe a la autonomía en la interpretación y aplicación del derecho, según sus competencias. Por consiguiente, el hecho de proferir una providencia en cumplimiento de la función de administrar justicia no da lugar, ni puede darlo, a proceso disciplinario con carácter sancionatorio, pues en tal caso, se desvirtuaría el sentido y la función propia de la administración de justicia, e implicaría igualmente, la creación de una instancia judicial adicional a las consagradas constitucional y legalmente. En este sentido, según la jurisprudencia constitucional, el principio democrático de la autonomía funcional del juez, busca evitar que las decisiones judiciales no sean el resultado de mandatos sobre el funcionario que las adopta. Aún cuando el superior jerárquico debe efectuar el estudio de una sentencia o providencia apelada o consultada (artículo 31 de la Constitución), aquél no está autorizado por las disposiciones sobre competencia funcional, para impartir órdenes a su inferior respecto al sentido del fallo, sino que, en la hipótesis de hallar motivos suficientes para su revocatoria, debe sustituir la providencia dictada por la que estima se ajusta a las prescripciones legales, pero sin imponer su criterio en relación con el asunto controvertido. Esta es, la jurisprudencia de la Sala Plena de la Corporación que la Sala de Revisión reitera en esta oportunidad por tratarse del mismo criterio y que, desde luego, no puede ser desconocido ni quebrantado por una Sala de Revisión de Tutela como en la presente oportunidad. Así pues, de ningún modo se podría preservar la autonomía e independencia funcional de un juez de la República si la providencia por él proferida en un caso específico, quedara expuesta a criterios provenientes de otro distinto al juez competente en el proceso correspondiente y en lo que hace relación a la aplicación e interpretación de la ley. Ahora bien, si se comprueba respecto del juez respectivo, la comisión de un delito al ejercer las atribuciones que le son propias a su función, la competencia para imponer la sanción la tiene la justicia penal en los términos constitucionales, como ya se ha expresado. Ello resulta de la autonomía judicial garantizada en los artículos 228 y 230 de la Constitución. Por consiguiente, cabe recalcar que cuando en cumplimiento de la función de administrar justicia el juez aplica la ley, según su criterio, y examina el material probatorio, ello no puede dar lugar al quebrantamiento del derecho disciplinario, dada la independencia con que debe actuar en el ejercicio de la función jurisdiccional que por naturaleza le compete. Al respecto, cabe resaltar lo anotado por la Corte Suprema de Justicia en la providencia materia de revisión, en la cual se expresó lo siguiente, que esta Corporación prohija: “Así, pues, el cometido constitucional que tiene a su cargo el poder judicial reclama que se realice con absoluta independencia, vale decir, en un clima de amplia autonomía en los aspectos técnico, administrativo-funcional y financiero que sin duda alguna la Carta Política de 1991 consagró con claridad indiscutible, proclamando en cuanto al primero de tales aspecto concierne, que aquél poder y los órganos que lo integran en particular, en lo que hace referencia a su función específica consistente en la prestación de la actividad jurisdiccional, se determinan por sus propias decisiones que, por mandato del artículo 230 superior, se encuentran sometidas al imperio de la ley, y, en consecuencia, no admiten extrañas interferencias (...), de donde se sigue, entonces, que es legítimo desde el punto de vista constitucional, apelar al principio de la independencia judicial para remediar intromisiones, no autorizadas por la ley, de unos jueces en la actividad jurisdiccional realizada por otros en el ámbito de sus competencias, como quiera que de no mediar esos correctivos, cuyo empleo se hace imprescindible en grado sumo si de tales injerencias se desprenden para la segunda categoría de funcionarios indebidas secuelas de carácter sancionatorio impuestas por los primeros, la tramitación y decisión de los asuntos confiados a la rama judicial carecerían por entero de seguridad, orden y autonomía, indispensables cual quedó dicho para lograr los fines propios de la jurisdicción, y por obvia consecuencia sufriría así mismo serio agravio el régimen constitucional vigente en el país” (negrillas y subrayas fuera de texto). En la misma providencia, se agregó: “Todo cuanto queda dicho en el literal precedente lleva a concluir que el estricto régimen normativo de responsabilidad judicial de tipo disciplinario (...), nunca puede llegar a convertirse en instrumento que, tomando pie en textos positivos de la índole del que contiene el literal a) del artículo 9 del Decreto ley 1888 de 1989, redunde por su objeto o por sus efectos en mengua injustificada de la independencia de la cual viene haciéndose mérito, convirtiendo por este camino los errores judiciales ordinarios, de juzgamiento o de actividad, en faltas contra las reglas de disciplina, habida cuenta que como lo ha sostenido el Consejo Superior de la Judicatura en su Sala Jurisdiccional Disciplinaria, para que así ocurra es requisito obligado el que los yerros en cuestión tengan una dimensión superlativa y que, por lo mismo, lejos de ofrecerse como una manifestación irregular de la actividad jurisdiccional, en su forma o en su contenido los actos frutos de tales desaciertos pongan al descubierto un comportamiento arbitrario y puramente voluntarista del Juez quien, de darse este supuesto excepcional de malversación intencional de competencia, falta gravemente contra la eficacia de la administración de justicia”. El Decreto 1888 de 1989 consagra como faltas disciplinarias de los funcionarios judiciales contra la eficacia de la administración de justicia, entre otras, las siguientes: "a) Incumplir los mandatos de la Constitución, las leyes y los reglamentos o exceder los límites que se les señalen para ejercer sus atribuciones; ...... h) Dar tratamiento de favor o discriminatorio a las personas que intervienen en los procesos, o no resolver los asuntos en el orden en que hayan ingresado a su despacho, salvo prelación legal u otra causa justificada" (artículo 9o.). Los anteriores literales del artículo 9o. del Decreto 1888 de 1989 fueron invocados por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura para formular pliego de cargos en contra de los accionantes, mediante providencia del 14 de abril de 1994. A juicio de la entidad accionada, los miembros de la Sala Dual de Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Tunja al proferir el auto del 10 de agosto de 1993 dentro del proceso de sucesión del causante PABLO ENRIQUE QUINTERO CUBILLOS, por el cual confirmaron el proveído del Juzgado Tercero Promiscuo de Familia de Tunja del 17 de marzo del mismo año, a través del que se reconoció como interesado en el proceso al señor CARLOS FABIO QUINTERO CHACON, actuaron "sin atender a lo previsto en el ordinal 6o. del mismo art. 590 del C.P.C., obviando de esta manera las serias deficiencias probatorias en la calidad invocada por el reconocido, advertidas oportunamente por la Procuraduría Veintiocho en lo Judicial para Asuntos de Familia de Tunja (...) y por el mandatario judicial de la cónyuge supérstite." Como consecuencia de la referida decisión de la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, los accionantes LUZ MILA CHAVES DE VARGAS y JORGE EVARISTO PINEDA PINEDA presentaron oportunamente la contestación al pliego de cargos que se les formuló. Posteriormente dicha Corporación, mediante providencia del 25 de agosto de 1994 resolvió sancionar a los demandantes con suspensión de quince días en el ejercicio del cargo, por haberlos encontrado "responsables de la comisión de faltas disciplinarias del Artículo 9o. a) y h) del Decreto 1888 de 1989 por incumplimiento del Artículo 29 de la Constitución Nacional, y de los Artículos 6o. y ordinal 6o. del artículo 590 del C.P.C." La Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura basó su providencia teniendo en cuenta entre otras, las siguientes consideraciones que se reiteran en escritos presentados por el Magistrado Ponente en dicha Corporación y la Presidente de dicha Sala: "La Sala de Familia, bajo pretexto de aplicar el Decreto 1266 (sic) de 1970, decidió confirmar el reconocimiento presumiendo conforme a esa normatividad la veracidad de las declaraciones contenidas en el registro aportado, y la autenticidad del documento en cuanto hace a las declaraciones del notario público que lo expidió, habiéndolo sentado en el año de 1967." En la citada providencia, la entidad accionada continuó diciendo: "Al respecto debe admitirse que ni la legislación anterior a 1970 ni la expedida ese año estableció como requisito esencial el de hacer constar para la inscripción del hijo legítimo el matrimonio de los padres, de donde los investigados razonan que es suficiente el aporte del registro como ordena el Artículo 588-3 del C.P.C. sin que sea necesario el del matrimonio según el inciso 4o. ibidem que solo lo exige cuando el demandante fuere el cónyuge sobreviviente. Pero respecto del inscrito, es claro que sin esa prueba no ha acreditado su legitimidad y si además el folio no fue firmado por el padre, y si carece de otro medio idóneo que pruebe el reconocimiento, la filiación consta solo en lo referente a la madre. Para que sin duda pudiera admitirse la legitimidad del interés de CARLOS FABIO QUINTERO CHACON debió acudirse a las reglas del Libro 1o. título X Capítulo I del C.C. según las cuales no le bastaba probar su nacimiento sino además el matrimonio de sus padres. En las condiciones analizadas la Sala de Familia exoneró al interesado del imprescindible establecimiento del vínculo jurídico existente entre el reconocido y sus progenitores, en detrimento de los derechos de los demás intervinientes en el asunto. (...) Objetivamente aparece ilegal la decisión reprochada como ya lo había observado la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia en el fallo del expediente No. 872 de tutela del 19 de octubre de 1993 en el que se debatió el mismo asunto." A juicio de la Corte, la interpretación y aplicación del derecho, es una consecuencia de la autonomía funcional, ya que como lo ha expuesto esta Corporación, "la responsabilidad disciplinaria de jueces y magistrados no puede abarcar el campo funcional, esto es, el que atañe a la autonomía en la interpretación y aplicación del derecho según sus competencias." La competencia del juez disciplinario, como ya se advirtió, no va hasta permitirle analizar y calificar el contenido de la decisión de jueces y magistrados, pues, como lo señala el artículo 256 numeral 3o. de la Carta Política, corresponde a aquella Sala "examinar la conducta y sancionar las faltas de los funcionarios de la rama judicial" y en ningún momento dicha facultad abarca la de revisar el contenido de los fallos judiciales y de controvertir el análisis probatorio realizado por el juez o tribunal, que de acuerdo a su criterio jurídico ha realizado con sujeción a la ley. En caso de que el juez disciplinario considere que se han desconocido los preceptos normativos vigentes al momento de adoptarse alguna decisión judicial, debe poner en conocimiento de las autoridades penales los hechos u omisiones correspondientes a fin de que éstos se analicen a efectos de que si se comprueba la comisión de un delito, se impongan las sanciones por parte de “la justicia penal en los términos constitucionales y no la autoridad disciplinaria”, tal como se señaló expresamente en la sentencia No. C-417 de 1993, de la Sala Plena de esta Corporación. Este mismo criterio fue adoptado por la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia en la sentencia del 15 de diciembre de 1994 por medio de la cual resolvió tutelar los derechos de los accionantes, en la que además advirtió que la buena fe es "elemento intencional que se presupone en las actuaciones no solo de los particulares sino también de los funcionarios públicos", aspecto sobre el cual reiteradamente se ha pronunciado esta Corporación, y que a juicio de la Corte Suprema de Justicia "mal puede llegarse mediante una simple inferencia de carácter contingente, esto es siguiendo tan solo lo alegado por las partes como lo hizo la autoridad disciplinaria, a deducir la presencia de dolo específico", criterio que comparte esta Sala de Revisión. Además puntualizó el fallo objeto de revisión que "se incurrió así en otro defecto, también absoluto, pero esta vez de carácter orgánico, que conduce a inferir que el acto sancionatorio frente al cual se pide la tutela, fue expedido con carencia total de competencia. Ambos defectos trajeron como consecuencia la lesión de los derechos fundamentales de los accionantes al debido proceso y a recibir, desde la perspectiva de la Constitución y la ley, un tratamiento igualitario en el acceso de la administración de justicia disciplinaria", lo cual efectivamente ocurre en el caso presente, por cuanto, de haberse presentado una eventual violación de las normas jurídicas a las que estaba sometida la Sala Dual de Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Tunja al momento de proferir su decisión, su estudio corresponde a la jurisdicción penal, de conformidad con la jurisprudencia de la Corte Constitucional a la que se ha hecho referencia. Así pues, la independencia judicial implica que las decisiones que profieren los jueces de la República en ejercicio de sus funciones, se encuentran sometidas solamente a la Constitución y a la ley. De allí que la Corte reitera la sentencia transcrita que, por tener el efecto de cosa juzgada constitucional en cuanto hace a los criterios expresados, deban mantenerse por la Sala de Revisión, pues una Sala de Revisión de Tutela como ésta, no puede desconocer sino que debe respetar y acatar los criterios ya adoptados por la Sala Plena de la Corte Constitucional acerca de la misma materia y sobre la interpretación y aplicación de normas jurídicas y su análisis probatorio. Por ello resultan pertinentes los siguientes apartes consignados en la sentencia materia de revisión: “en otras palabras, en el caso de autos la autoridad acusada -Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura- dedujo la existencia del denominado “elemento subjetivo” como componente a su juicio indispensable de la definición legal de la falta sancionada (...), sin tener en cuenta que el juez, al adoptar una decisión, no obstante que debe tener presentes las alegaciones de las partes, resuelve en últimas conforme con las pruebas que militen en autos, las que debe apreciar y valor siguiendo los parámetros de ley en una labor intelectual que, por consiguiente, puede apartarse de los razonamientos hechos por las partes. Es que si en la adopción de ese juicio el fallador yerra, no por ello puede darse por establecido de manera automática que su actuar fue doloso, cuando para resolver como lo hizo, cual así sucedió en este evento, se fundamentó en argumentos que en su momento estimó valederos, después de examinar los documentos pertinentes a la luz del artículo 105 del Decreto 1260 de 1970. Y de otra parte, como lo tiene dicho la Corte, es de hacerse ver que los autos de reconocimiento de interesados en procesos sucesorales, pronunciados con quebranto de normas legales, no tienen fuerza vinculante en el sentido de obligar en lo definitivo al Juzgador, por lo que si aún no se ha proferido sentencia, aquellos no lo atan para ésta. Así lo entendieron los Magistrados sancionados, pues luego del fallo de tutela proferido por esta Corte, procedieron a revocar el reconocimiento del presunto heredero, y valga advertir que, en el entre tanto, no hubo quebranto posible de carácter económico para los restantes interesados en la mortuoria... La corrección del error judicial, entonces, es otro hecho, con entidad objetiva suficiente, que demuestra que los magistrados sancionados no procedieron con el ánimo de inferir daño a las demás partes del proceso. Recuérdese que la “buena fe” es elemento intencional que se presupone en las actuaciones no solo de los particulares, sino también de los funcionarios públicos...” (negrillas y subrayas fuera de texto). * Existencia de una vía de hecho y la procedencia de la tutela. Si bien es cierto, la jurisprudencia constitucional ha sido clara y enfática en señalar que la acción de tutela, conforme a lo dispuesto en el artículo 86 de la Carta Política y según la sentencia No. C-543 de 1992, no procede contra sentencias y providencias judiciales, se ha hecho la salvedad del evento en el cual se de en su expedición una vía de hecho. Es decir, cuando el juez como autoridad pública, incurre en una omisión, o ejecuta una acción o produce una decisión de hecho que conlleva la violación o amenaza de un derecho constitucional fundamental que puede causar un perjuicio irremediable, caso en el cual sí es procedente la acción de tutela. Así lo ha reconocido esta Corporación en innumerables providencias (entre otras las número T-079 y T-173 de 1993), al expresar que si se presentan dentro del proceso vías de hecho que amenacen o vulneren un derecho constitucional fundamental, puede proceder la acción de tutela, por cuanto hay primacía del deber de protección de los derechos fundamentales, y porque, las actuaciones judiciales que configuran las denominadas “vías de hecho”, son susceptibles de la acción de tutela en la defensa de los derechos constitucionales fundamentales establecidos en los preceptos constitucionales. Por lo tanto, la vulneración de la Constitución por una autoridad judicial puede ser atacada mediante la acción de tutela, siempre y cuando se cumplan los presupuestos del artículo 86 de la Carta Política y no exista otro medio de defensa judicial para la adecuada protección del derecho fundamental lesionado. La finalidad en este caso del amparo, cuando se presenta una vía de hecho, no toca con la cuestión litigiosa que se debate en el proceso, sino que se dirige contra el acto que se considera que viola o amenaza el derecho fundamental. De lo anterior se desprende que las vías de hecho riñen con el derecho fundamental al debido proceso -artículo 29 constitucional-, y según la jurisprudencia de la Corte Constitucional, para que proceda la acción de tutela contra providencias judiciales que presentan en su contenido una vía de hecho, deben concurrir los siguientes requisitos: 1. Que la conducta del agente carezca de fundamento legal; 2. Que la acción obedezca a la voluntad subjetiva de quien desempeña la autoridad judicial. En este caso, para que el acto de una autoridad judicial esté legitimado, debe obedecer a la objetividad legal; 3.   Que tenga como consecuencia la vulneración de los derechos fundamentales de las personas, de manera grave e inminente. Así pues, se requiere que la conducta de la autoridad judicial vulnere en forma grave e inminente un derecho fundamental - toda irregularidad en el proceso, implica un desconocimiento del debido proceso-; 4. Que no exista otra vía de defensa judicial, o que, existiendo, se interponga la acción como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable. Por lo tanto, como se expresó en sentencia No. T-442 de 1993, emanada de la Sala Segunda de Revisión de esta Corporación, la conducta del juez debe ser de tal magnitud que estructuralmente pueda calificarse como una vía de hecho, lo que ocurre cuando el funcionario decide o actúa con falta de competencia. Con fundamento en la jurisprudencia de la Corte Constitucional, expuesta tanto en relación con las atribuciones que corresponden a la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, como respecto a las vías de hecho, es claro para esta Corporación la configuración de la misma, lo que dió lugar a que la Corte Suprema de Justicia en la sentencia materia de revisión, tutelara los derechos fundamentales de los demandantes con base en las consideraciones consignadas en la respectiva providencia, cuyo criterio se comparte por esta Sala de Revisión. Cabe agregar a lo expuesto por considerarse de especial importancia, que según obra dentro del expediente, los citados Magistrados accionantes de tutela, en relación con la decisión proferida dentro del proceso de sucesión del causante PABLO ENRIQUE QUINTERO CUBILLOS, fueron denunciados penalmente, pero respecto de ella, la Fiscalía Delegada ante la Corte Suprema de Justicia, el 18 de noviembre de 1993, resolvió abstenerse de abrir investigación contra los mencionados funcionarios judiciales, con fundamento en que: "Nótese que el Tribunal en la decisión que se acusa, no niega ni afirma los hechos expuestos por el apoderado de la denunciante, sino que le hace saber que ese debate no es viable en el juicio de sucesión y deja abiertas las posibilidades para que aquella ejerza la acción adecuada para el logro de sus pretensiones. Entonces, no se trata de negar que eventualmente existan irregularidades en la inscripción, atribuíbles al Notario o a Juana Chacón, sino de aclarar que mientras la presunción de autenticidad esté incólume, ella no puede ser desconocida. Como para que el delito de prevaricato se configure se requiere que el funcionario profiera resolución manifiestamente ilegal y la decisión del Tribunal no lo es, así pueda ser discutible, no es posible iniciar acción penal" (negrillas y subrayas fuera de texto). Por las razones expuestas, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional procederá a confirmar la sentencia de tutela emanada de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, pues ello está en consonancia con los criterios expuestos por la Sala Plena de la Corporación, en la sentencia No. C-417 de 1993, MP. Doctor Jose Gregorio Hernández Galindo, que tiene el efecto de cosa juzgada constitucional -artículo 243 CP.-, y compartidos plenamente por esta Sala Sexta de Revisión de Tutelas. IV. DECISION. En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, obrando en nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución, R E S U E L V E : PRIMERO. CONFIRMAR la sentencia proferida por la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, el 15 de diciembre de 1994 por las razones expuestas en la parte motiva de esta providencia. SEGUNDO. LIBRENSE por la Secretaría General de la Corte Constitucional, las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Notifíquese, cópiese, publíquese, comuníquese a quien corresponda, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional, envíese al Despacho de origen y cúmplase. HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado Ponente ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado FABIO MORON DIAZ Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-250-95 Sentencia No Sentencia No. T-250/95 ACCION DE TUTELA CONTRA PADRES DE FAMILIA/ABANDONO DEL MENOR/DERECHO A LA INTEGRIDAD PERSONAL/JURISDICCION DE FAMILIA/PROCESO DE CUSTODIA, CUIDADO PERSONAL Y PROTECCION Del aspecto esencial e impostergable de esta tutela, a saber, la defensa de la integridad física y moral de la menor abandonada a su suerte, sí podía conocer el Juzgado Promiscuo Municipal. Existe otro medio de defensa judicial, idóneo y expedito como ocurre en la jurisdicción de familia, la acción de tutela propuesta, con arreglo al principio de subsidiariedad, no está llamada a prosperar. Referencia     :      proceso T-59269 Actor            :      Diana Moreno Rodríguez Procedencia  :      JUZGADO PROMISCUO                                                                        MUNICIPAL DE LANDÁZURI Ponente        :      Doctor JORGE ARANGO M. Sentencia aprobada en sesión del cinco (5) de junio de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Primera (1a.) de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Jorge Arango Mejía, Antonio Barrera Carbonell y Eduardo Cifuentes Muñoz, decide sobre la sentencia del         Juzgado Promiscuo Municipal de Landázuri (Santander), de fecha veintitrés (23) de noviembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994). I. ANTECEDENTES A. Hechos La actora, el diez (10) de noviembre del año pasado, presentó ante el Juzgado mencionado, una demanda de tutela contra su padre, señor Carlos Alirio Moreno Mosquera (radicación:  número 006 del cuaderno 1). La reclamación pretendió la protección de los derechos de los niños, y los derechos a una vida digna y a la paz (artículos 44, 11 y 22 de la Constitución). En este caso, ocurrido en el Municipio de Landázuri (Santander), a la demandante, que tiene trece (13) años de edad, cuya madre desapareció desde hace varios años, en el mes de septiembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), su padre, un empleado de TELECOM y dueño de un bus intermunicipal, le impidió entrar a la casa. La causa de tal determinación fue el hecho de que en cierto día la actora llegó un poco después de la hora límite fijada por él, esto es, aproximadamente las siete u ocho de la noche. Como consecuencia de lo expuesto, la menor se vio en la necesidad de pasar la noche en la casa de LIDIA GAMBOA CASTAÑEDA, una condiscípula suya hija de PEDRO ANTONIO GAMBOA. Posteriormente, bien sea porque el demandado le haya seguido prohibiendo la entrada a la casa o porque la actora haya tenido miedo de la reacción de su padre, lo cierto es que aquélla ha tenido que vivir fuera del hogar paterno. Sobre este particular, puede señalarse que el señor PEDRO ANTONIO GAMBOA manifestó haberla alojado en su propia casa de familia durante más de mes y medio, y que luego la demandante se quedó en la casa del señor ERNESTO DUARTE. Precisamente, la tutela fue interpuesta porque al terminarse el año lectivo en el colegio donde estudia la interesada, como la familia del señor GAMBOA planeaba salir de vacaciones a otra localidad, la señorita MORENO RODRÍGUEZ no tendría donde quedarse. Llama la atención el hecho de que en su correspondiente declaración, el demandado -que al parecer cuenta con ciertos medios económicos- no mostró mayor interés por el paradero de su hija, diciendo que en realidad no tenía tiempo de cuidarla. Cabe anotar, igualmente, que el veintinueve (29) de septiembre del pasado año, poco después del incidente con su padre, la menor rindió una declaración voluntaria ante el JUZGADO PROMISCUO MUNICIPAL DE LANDÁZURI. Allí, dio su versión sobre lo ocurrido, insistiendo en el hecho de que de tiempo atrás su progenitor la venía maltratando de palabra, amenazando con echarla de la casa, pues no le gustaba que ella, por estar con sus amigas, volviera tarde al hogar. Por otra parte, no obstante que la DEFENSORÍA DE FAMILIA DE VÉLEZ (Santander) fue enterada del presente caso desde el cuatro (4) de octubre del año pasado, poco es lo que ha podido hacer, puesto que estuvo acéfala a partir del mes de agosto del citado año, generándose para el actual titular del cargo una considerable congestión de asuntos que está despachando. B. El fallo por revisar El JUZGADO PROMISCUO MUNICIPAL DE LANDÁZURI, el veintitrés (23) de noviembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), denegó la tutela; remitió copia de lo actuado a la Fiscalía Local de Cimitarra, Santander, para que se investigara la comisión de un posible delito contra la asistencia alimentaria por parte del demandado, y ordenó, por el mismo despacho, la iniciación del proceso verbal sumario necesario para garantizar los derechos de la menor. Para este despacho, la tutela no procedía porque la menor disponía de otros medios de defensa judicial: desde el punto de  vista penal, la posibilidad de involucrar al demandado en el delito de inasistencia alimentaria; y desde el punto de vista civil, el proceso verbal sumario de privación, suspensión o restablecimiento de la patria potestad. II. CONSIDERACIONES A. Competencia La Sala es competente para decidir sobre la sentencia que se revisa, por lo dispuesto en los artículos 86 y 241, numeral 9o., de la Constitución, y 33 y 34 del decreto 2591 de 1991. B. ¿Contaba la actora con otro medio de defensa judicial? Debe responderse esta pregunta, porque el inciso 3o. del artículo 86 de la Constitución enseña que la acción de tutela “sólo procederá cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa judicial, salvo que aquélla se utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable”. Para aclarar la cuestión, es menester citar el literal d) del artículo 5o. del decreto que organiza la jurisdicción de familia, es decir, el número 2272 de 1989. Esta disposición dice: “Competencia. Los jueces de familia conocen de conformidad con el procedimiento señalado en la ley, de los siguientes asuntos: “En única instancia: “(...)d) De la custodia y cuidado personal, visita y protección legal de los menores;” (negrillas por fuera de texto) Como se ve, es claro que nuestro derecho sí prevé la posibilidad de que una clase de jueces -los de familia-, conozcan de los asuntos sobre custodia y cuidado de los menores. Lo dicho importa porque la Sala, discrepando un tanto del criterio del juzgado de Landázuri, estima que el problema principal planteado en la presente tutela, que debe resolverse en primer lugar, más que referirse primeramente a la pérdida o suspensión de la patria potestad, tiene que ver con la vía para conjurar la situación de abandono que sufre la demandante. Como primera medida, resulta prioritario ocuparse de la defensa de la persona misma de la menor, más que de la privación o suspensión de la patria potestad de su padre, aspecto que por referirse a la representación legal y a la administración de unos bienes cuya existencia ni siquiera está probada, debe de ser de ulterior definición. Con todo, la Sala comparte la oficiosidad con la cual el juez de Landázuri procedió a ordenar el inicio del proceso de privación o suspensión de la patria potestad del demandado. Volviendo al tema de la existencia de otro medio de defensa judicial, es evidente que los jueces de familia tienen la competencia necesaria para decidir sobre la custodia y cuidado personal de los menores. Pero, ¿concretamente podía el JUZGADO PROMISCUO MUNICIPAL DE LANDÁZURI fallar respecto de la custodia y el cuidado de DIANA MORENO RODRÍGUEZ? A juicio de la Corte, sí podía, pues en Landázuri no hay juez de familia. En este sentido, el artículo 7o. del ya citado decreto 2272 de 1989, indica: “Competencia de los jueces civiles y promiscuos municipales. Los jueces civiles y promiscuos municipales también conocen de los siguientes asuntos: “(...)En primera instancia: “(...)2. De los procesos atribuídos a los jueces de familia en única instancia, cuando en el municipio no exista juez de familia o promiscuo de familia.” (negrillas por fuera de texto) Conclúyese de todo esto, que del aspecto esencial e impostergable de esta tutela, a saber, la defensa de la integridad física y moral de la menor abandonada a su suerte, sí podía conocer el Juzgado Promiscuo Municipal de Landázuri, con arreglo al “procedimiento señalado en la ley”, según indica el primer inciso del anotado artículo 5o. del decreto 2272 de 1989. En consecuencia, existiendo otro medio de defensa judicial, idóneo y expedito como ocurre en la jurisdicción de familia, la acción de tutela propuesta, con arreglo al principio de subsidiariedad consagrado en el inciso 3o. del artículo 86 de la Constitución, no está llamada a prosperar. Ahora bien, como según el artículo 349 del Código del Menor (decreto 2737 de 1989), “la jurisdicción de familia conocerá de los asuntos de menores, de acuerdo con lo establecido en el decreto 2272 de 1989 y en el presente código”, y el artículo 36 del citado código -que se refiere a ciertas facultades de los defensores de familia- por extensión la faculta para declarar oficiosamente o a petición de cualquier persona “las situaciones de abandono o de peligro”, la Sala pedirá al JUEZ PROMISCUO MUNICIPAL DE LANDÁZURI que proceda a iniciar el correspondiente proceso de custodia, cuidado personal y protección de la menor demandante en esta tutela. C. Intervención del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. De conformidad con lo dispuesto por el numeral primero del artículo 277 del Código del Menor, copia de esta sentencia se enviará al Director General del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, para que expresamente instruya al Defensor de Familia en relación con su intervención judicial y extrajudicial en favor de la menor DIANA MORENO RODRÍGUEZ. III. DECISIÓN En mérito de lo expuesto, la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE PRIMERO. CONFIRMAR el fallo proferido por el JUZGADO PROMISCUO MUNICIPAL DE LANDÁZURI, el veintitrés (23) de noviembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994). SEGUNDO. SOLICITAR al JUZGADO PROMISCUO MUNICIPAL DE LANDÁZURI, la iniciación del correspondiente proceso de custodia, cuidado personal y protección de la menor DIANA MORENO RODRÍGUEZ. TERCERO. De conformidad con lo dispuesto por el numeral primero del artículo 277 del Código del Menor, copia de esta sentencia se enviará al Director General del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, para que expresamente instruya al Defensor de Familia en relación con su intervención judicial y extrajudicial en favor de la menor DIANA MORENO RODRÍGUEZ. CUARTO. COMUNICAR este fallo a dicho Juzgado, para los efectos previstos en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991. Notifíquese, cópiese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte. JORGE ARANGO MEJÍA Magistrado ponente ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado MARTHA SÁCHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-251-95 Sentencia No Sentencia No. T-251/95 DERECHO A LA VIVIENDA DIGNA El derecho a la vivienda digna consagrado en el artículo 51 de la Constitución Política, al igual que otros derechos de contenido social, económico o cultural, no otorga a la persona un derecho subjetivo para exigir del Estado en una forma directa e inmediata su plena satisfacción. DERECHO A LA VIVIENDA DIGNA/DERECHO ASISTENCIAL/ACCION DE TUTELA-Improcedencia Los derechos constitucionales de desarrollo progresivo, como es el caso del derecho a la vivienda, sólo producen efectos una vez se cumplan ciertas condiciones jurídico-materiales que los hacen posibles, por lo que en principio dichos derechos no son susceptibles de protección inmediata por vía de acción de tutela. Así entonces, el derecho a la vivienda digna es mas un derecho objetivo de carácter asistencial que debe ser desarrollado por el legislador y promovido por la administración, de conformidad con la ley, para ser prestado directamente por ésta, o a través de entes asociativos creados para tal fin, previa regulación legal. Los hechos descritos no dan claridad a las afirmaciones formuladas por el demandante en cuanto a la posesión y habitación del predio, y permiten concluir que la Administración municipal actuó en cumplimiento de la ley al no adjudicar vivienda al actor, pues éste no cumplía con ninguno de los requisitos establecidos para tal fin. VIVIENDA-Demolición/ZONA DE ALTO RIESGO/RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL DEL ESTADO/ACCION DE REPARACION DIRECTA Si la demolición de la vivienda que dijo ocupó el actor durante once años le generó algunos perjuicios, ello no es asunto que le competa dirimir al juez de tutela, pues para ello existen las vías ordinarias a las que debe acudir, para reclamar al Estado los daños que éste le haya podido causar, habida cuenta que la acción de tutela no está diseñada para ser utilizada como medio alternativo de los procedimientos judiciales ordinarios. REF:  Expediente No. T - 57.860 Peticionario: Gabriel Casallas Gómez Procedencia: Juzgado Segundo Penal Municipal de Palmira. Magistrado Ponente: Dr. VLADIMIRO NARANJO MESA Tema: Derecho a la vivienda digna Santafé de Bogotá, D.C., cinco (5) de junio de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, conformada por los Magistrados Vladimiro Naranjo Mesa -Presidente de la Sala-, Jorge Arango Mejía y Antonio Barrera Carbonell,  ha pronunciado la siguiente SENTENCIA En el proceso de tutela radicado bajo el número T-57.860, adelantado por Gabriel Casallas Gómez, contra el Municipio de Palmira, representado legalmente por su alcalde municipal. I. ANTECEDENTES Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efecto de su revisión, la acción de tutela de la referencia. De conformidad con el artículo 34 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte entra a dictar sentencia de revisión. 1. Solicitud El ciudadano Gabriel Casallas Gómez, interpuso ante el Juzgado Segundo Penal Municipal de Palmira, acción de tutela, con el fin de amparar sus derechos constitucionales a la propiedad y a la vivienda, consagrados en los artículos  51 y 58 de la Constitución Política. 2. Hechos Afirma el actor que desde hace 11 años ocupa un lote de terreno en el sector de "La Isla" corregimiento de Amaime, jurisdicción del municipio de Palmira, Valle, sobre el cual ha construído su casa de habitación. Sostiene, que el terreno se lo compró al señor Cesar Sánchez quien era invasor en esa zona y a pesar de conocer que dicho bien no tenía dueño y que era terreno baldío, procedió a adquirirlo, dado que no tenía donde vivir. La negociación se adelantó de palabra sin existir escritura, por la suma de $8.500 pesos; de ello puede dar fe la señora Policarpa Sánchez, madre del vendedor, y de la señora Luz Marina Valencia Sánchez. Igualmente señaló el demandante que la alcaldía municipal de Palmira, ha venido amenazando a los habitantes del sector con la demolición de sus casas de habitación, argumentando que el barrio de invasión "La Isla", se encuentra en una zona declarada como de alto riesgo, dada su ubicación sobre el antiguo cauce del río Amaime, el cual en invierno puede desbordarse, como ha sucedido en épocas pasadas, y ocasionar una tragedia. Anota también, que la Oficina de Desarrollo Urbano de Palmira, sin exhibir documento alguno que la autorizara, demolió la vivienda de la señora Policarpa Sánchez, y un mes después derribó la caseta comunal, sin previa notificación a la junta del sector, la cual cuenta con personería jurídica para actuar y representar a la comunidad. Asimismo, le comunicaron al actor la inminente demolición de su vivienda y le señalaron un plazo para que procediera a desocuparla. Sobre el particular, afirma el actor que no se explica la razón por la cual le van a demoler su vivienda si ésta se encuentra a 130 metros del río y nunca, desde que ocupa el predio, ha tenido problemas de inundaciones las cuales sí se han presentado en el municipio de Palmira y en otras ciudades del país. Igualmente considera que lo que busca la administración es desalojarlos de la zona para urbanizarla y construir un parque ecológico. Señala igualmente, que a muchos de los habitantes del sector que desocuparon o le fueron demolidas sus casas, la administración municipal de Palmira les ha adjudicado viviendas en el barrio "El Triunfo", el cual está construío frente a la curva por donde pasa la quebrada Amaime, a sólo 9 metros de distancia de su ribera,sin tener en cuenta para este caso su cercanía con la quebrada. Finalmente, en diligencia adelantada por el a-quo a la Acaldía municipal de Palmira, sección vivienda de la Secretaría de Desarrollo Urbano, se pudo establecer que el demandante no aparece en las listas de los posibles adjudicatarios de viviendas para las personas que fueron desalojadas del barrio "La Isla". Asimismo, en diligencia de inspección judicial ordenada por el juez de primera instancia y llevada a cabo el día 21 de diciembre de 1994, se determinó que la vivienda del actor ya ha sido derribada. 3. Pretensiones Solicita el actor que, como consecuencia del amparo de los derechos conculcados, se proteja su vivienda para que no sea derribada por la administración municipal de Palmira. II. ACTUACIÓN PROCESAL 1. Primera instancia Mediante auto de fecha 21 de diciembre de 1994, el Juzgado Segundo Penal Municipal de Palmira, asumió el conocimiento de la presente acción de tutela y decretó y recolectó las pruebas que a continuación se relacionan: 1.1 Fotocopia autenticada de la Escritura Pública No. 850 Por medio de dicha escritura el señor Gabriel Casallas Gómez declara ser propietario de la vivienda construida sobre el lote ubicado en el sector de La Isla, del cual señala ser poseedor desde 1984. 1.2 Informes técnicos de julio de 1986 y de noviembre de 1992, realizados por la Corporación Autónoma Regional del Cauca C.V.C. En dichos informes, la C.V.C. concluye que el sector de "La Isla", lugar donde se encuentra ubicada la vivienda de propiedad del señor Gabriel Casallas, es una "zona de alto riesgo", por amenaza de inundaciones del río Amaime; también señala que dicho barrio se encuentra en terrenos baldíos ubicados en lo que fue el antiguo cause del mencionado río. 1.3 Decreto No. 246 de octubre 12 de 1989, expedido por el Alcalde Municipal (E) del Municipio de Palmira Se aportó en la primera instancia, copia del Decreto 246 de 1989, por medio del cual se declara "zona de alto riesgo" el sector denominado "La Isla", se prohibe el asentamiento de más familias en dicho sitio y se dispone la reubicación de los habitantes en el plan de vivienda que adelanta la administración municipal de Palmira. 1.4 Diligencia de Inspección Judicial a la Alcaldía Municipal de Palmira, Oficina de la Secretaría de Desarrollo Urbano El día 20 de diciembre de 1994, el Juez Segundo Penal Municipal de Palmira, se desplazó a la Alcaldía de dicho municipio, sección vivienda de la Secretaría de Desarrollo Urbano, y pudo constatar que, revisado el fólder del censo correspondiente a los habitantes del sector "La Isla" del Corregimiento de Amaime, realizado entre noviembre y diciembre del presente año, el señor Gabriel Casallas aparece en el censo actual (diciembre de 1994), más no en el realizado en junio 4 de 1994, ni en los realizados anteriormente, en los años de 1988, 1990 y 1991. Asimismo, el Secretario de Desarrollo Urbano, presente en la diligencia y enterado por el Juzgado de la situación del señor Casallas, manifestó, que "a pesar de encontrarse éste como habitante del barrio 'La Isla' no se encuentra dentro de los adjudicatarios reubicados en el plan de vivienda del barrio 'El Triunfo', debido a que no aparece en ninguno de los tres censos anteriores del barrio, no es beneficiario del subsidio de vivienda del Inurbe, no tiene horas trabajadas ni participación comunitaria dentro del plan de vivienda." Igualmente comunicó al despacho que el plan de vivienda del barrio "El Triunfo" -el cual contaba con 125 casas-, ya se había adjudicado en su totalidad. 1.5  Oficio No. CM0419  de la oficina de Catastro Municipal En el mencionado oficio, el jefe de Catastro municipal de Palmira, hace constar que el predio No. 00-01-008-0024-046 del sector de La Isla, es propiedad de la señora Luz Marina Valencia Sánchez, y figura inscrito mediante la resolución No. 111 de 1990, artículo 138, suscrito por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi. 1.6 Diligencia de Inspección Judicial a la vivienda del señor Gabriel Casallas Gómez, ubicada en el sector de La Isla El día 21 de diciembre de 1994, el Juez Segundo Penal Municipal de Palmira se desplazó al sector de "La Isla" con el fin de constatar la existencia y ubicación de la vivienda del actor, encontrándose con que ésta ya había sido derribada por las autoridades municipales; frente a este hecho el actor manifestó, "que no fue reubicado en lugar alguno y no sabe donde llevar sus enseres que logró recuperar." Igualmente señaló, que no le fue adjudicada vivienda alguna por parte del municipio de Palmira, por lo cual no tiene a donde ir. 2. Fallo de primera instancia El juzgado Segundo Penal Municipal de Palmira, mediante providencia de fecha treinta (30) de diciembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), resolvió negar la acción de tutela interpuesta por el señor Gabriel Casallas Gómez contra la administración municipal de Palmira, representada por su alcalde municipal, por considerar que se trataba de un hecho consumado. Sostuvo el despacho que después de practicadas las pruebas descritas, observó que a pesar de que el señor Gabriel Casallas no ostentaba título de propiedad sobre el lote en el cual tenía construida su vivienda, éste se constituía en su único lugar de residencia y donde desarrollaba las labores cotidianas y vitales de cualquier ser humano. Igualmente afirma, que "si bien es cierto la Constitución Nacional no consagra un derecho a la subsistencia, este puede deducirse de otros derechos como el de la vida, el de la salud, el del trabajo y el de la asistencia a la seguridad social. Este derecho si bien no le da a la persona la posibilidad de exigir del Estado de manera directa una prestación económica del mismo, por lo menos debe darle la garantía a no ser desmejorado de sus condiciones actuales de vida, máxime cuando se trate de grupos discriminados o de personas que por su condición económica, física o mental, se encuentren en circunstancias de debilidad manifiestas. Así se deduce del Inciso 3o. del artículo 13 de la Constitución Nacional (...)". Sostiene el a-quo, que ha conocido directamente la vulneración total del derecho a las condiciones mínimas vitales del actor, a través de la inspección judicial adelantada al lugar de su residencia constatando su desalojo y la demolición total de su vivienda, por lo que atendiendo a las circunstancias especiales del actor, habría sido procedente la acción de tutela para proteger su derecho mínimo de condiciones vitales, a la vida y a la igualdad. Sin embargo, señala el juez que "es menester que este despacho declare la improcedencia de la Tutela del derecho conculcado, ya que el daño se ha consumado y éste sólo sería susceptible de reparación por indemnización." III. PRUEBAS ORDENADAS POR LA SALA NOVENA DE REVISION Mediante Auto de fecha cuatro (4) de mayo de 1995, la Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, comisionó al señor magistrado auxiliar, doctor Francisco José Herrera J., para trasladarse al municipio de Palmira (Valle), el día 9 de mayo de 1995, con el fin de constatar el lugar de residencia del actor, así como sus actuales condiciones de vida. Dando cumplimiento a lo ordenado por esta Sala de Revisión, se allegó al presente proceso el siguiente informe: 1.1. Informe de la comisión realizada por el magistrado auxiliar Dr. Francisco José Herrera, a la ciudad de Palmira, Valle "El suscrito magistrado auxiliar, el martes 9 de mayo de 1995, viajó  a la ciudad de Palmira con el fin de cumplir una comisión consistente en averiguar sobre las condiciones de vida del señor Gabriel Casallas, peticionario de la acción de tutela que revisa actualmente la Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, bajo el expediente No. T-57860. "Una vez llegado a Palmira, se dirigió al Juzgado Segundo Penal Municipal, donde fue atendido por la titular del despacho, Dra. Alexandra Patricia Correa Lozano, quien junto con el citador Carlos Alberto Cardona Orozco, asistió a toda la diligencia de comisión, la cual se sintetiza de la siguiente forma: "1o.-  Fueron al corregimiento de Amaime (Valle), a la vereda La Isla, la cual fue desalojada por orden de las autoridades municipales de Palmira, por motivos de grave peligro para los habitantes, como consta en el expediente. Allí no queda sino una casa que amenaza ruina y que según pudieron constatar, no pertenece al peticionario de la tutela en cuestión. Posteriormente verificaron que la mayor parte de los habitantes del antiguo Barrio La Isla fueron reubicados en la Urbanización denominada El Refugio, la cual se encuentra relativamente cerca del sitio desalojado. Allí no se halló residencia alguna donde habitara el señor Gabriel Casallas. Por testimonios de habitantes de este barrio, se informó que el citado señor reside en el municipio El Cerrito (Valle), en el barrio Cincuentenario.  Por la anterior razón, el suscrito, en compañía de la Juez y del Citador, se dirigió al barrio Cincuentenario, Bloque 12, del municipio El Cerrito  y luego de indagar sobre la residencia del señor Gabriel Casallas, logró llegar a la carrera 10 C No. 5-23, donde según los testigos, habita un anciano de 91 años, de profesión lotero, quien vive hace cerca de un mes en dicho lugar, en compañía de Policarpa Sánchez, de 68 años, antiguos habitantes de la urbanización La isla y sin sitio fijo en donde vivir, después de que fue desalojado dicho Centro habitacional. "2o.-  En dicha residencia no estaba presente en ese momento el peticionario, quien supuestamente estaba en la ciudad de Cali en lugar indeterminado, cumpliendo con su oficio de lotero y que regresaría el 9 ó 10 de mayo en hora incierta; el suscrito dialogó con quien dice ser la dueña de la casa, señora Luz Marina Valencia Sánchez, viuda y con tres hijos menores, quien supuestamente es la hija de Policarpa Sánchez, presunta compañera permanente del peticionario. La mencionada señora manifestó al suscrito que el señor Gabriel Casallas llegó a vivir con ella en estado de extrema necesidad, hace aproximadamente un mes, cuando fue expulsado de la casa de su hija, sin tener rumbo fijo a donde ir. Doña Luz Marina manifestó que, teniendo en cuenta que el peticionario es compañero permanente de su madre, lo aceptó a vivir en su residencia, donde lo instaló junto con doña Policarpa, en el patio de la casa, en una improvisada habitación. "Según los testigos, el señor Casallas se encuentra en buenas condiciones de salud, salvo por una ligera molestia en una de sus piernas y puede realizar su trabajo en condiciones aceptables.  El suscrito pudo constatar que en la casa de habitación donde se realizó la diligencia de inspección ocular viven en total seis (6) personas, en condiciones deplorables. En efecto, la casa tiene 10 metros de frente por 12 de fondo, 3 alcobas, y concretamente la habitación donde vive el peticionario en compañía de Policarpa Sánchez tiene 4 metros de largo por 3,5 metros de fondo, construida en esterillas y con techo de lata, sin muebles y con el piso de tierra;  la ropa se halla sobre el piso y hay dos colchones en precario estado de higiene sobre el suelo. En la parte exterior de la habitación se halla un pequeño patio en el cual encontró el suscrito desechos de comida y de animales domésticos. "Finalmente, la conclusión que se puede sacar  de la diligencia, es la siguiente: "Según todos los testimonios y las evidencias encontradas en la casa de la señora Luz Marina Valencia Sánchez, es razonable concluir que aún vive el señor Gabriel Casallas, quien es anciano de profesión lotero, en unión permanente con Policarpa Sánchez y abandonado por sus hijos.  El estado en que se encuentra desde el punto de vista de la salud física es aceptable para su edad, y vive en condiciones de extrema pobreza, hasta el punto de llegar en ocasiones a estados de miseria." IV. CONSIDERACIONES DE LA SALA 1. Competencia De conformidad con lo establecido en los artículos 86 y 241, numeral 9o. de la Constitución Política y 31 a 36 del Decreto 2591 de 1991, la Sala Novena de revisión de la Corte Constitucional es competente para revisar el fallo de tutela de la referencia. 2. Consideraciones sobre el derecho a la vivienda digna El derecho a la vivienda digna consagrado en el artículo 51 de la Constitución Política, al igual que otros derechos de contenido social, económico o cultural, no otorga a la persona un derecho subjetivo para exigir del Estado en una forma directa e inmediata su plena satisfacción. En efecto, el precepto constitucional citado establece que "El Estado fijará las condiciones necesarias para hacer efectivo este derecho", lo cual necesariamente implica, por razones ante todo de índole material y económica, que dichas condiciones no pueden lograrse con la celeridad que fuera deseable y, por ende, que sería vana pretensión el que la efectividad de este derecho, con tan loable intención consagrado por el constituyente, se hiciera plenamente efectivo para todos los colombianos en corto o mediano plazo. Por ello, el mismo artículo 51 dispone que el Estado "promoverá planes de vivienda de interés social, sistemas adecuados de financiación a largo plazo y formas asociativas de ejecución de estos programas de vivienda". Así, los derechos constitucionales de desarrollo progresivo, como es el caso del derecho a la vivienda, sólo producen efectos una vez se cumplan ciertas condiciones jurídico-materiales que los hacen posibles, por lo que en principio dichos derechos no son susceptibles de protección inmediata por vía de acción de tutela. Sin embargo, una vez dadas las condiciones antes señaladas, el derecho toma fuerza vinculante y sobre su contenido se extenderá la protección constitucional, a través de las acciones establecidas para tal fin. Así entonces, el derecho a la vivienda digna es mas un derecho objetivo de carácter asistencial que debe ser desarrollado por el legislador y promovido por la administración, de conformidad con la ley, para ser prestado directamente por ésta, o a través de entes asociativos creados para tal fin, previa regulación legal. En efecto, el inciso 1o. del artículo 1o. de la Ley 3a. de 1991dispone: "Créase el Sistema Nacional de Vivienda de Interés Social, integrado por las entidades públicas y privadas que cumplan funciones conducentes a la financiación, construcción, mejoramiento, reubicación, habilitación y legalización de títulos de viviendas de esta naturaleza." Los derechos sociales tienen como principal característica la de que no son simples posibilidades individuales de los asociados, sino que imponen además una carga para el Estado, cual es, para el caso del derecho a la vivienda, la de fijar las condiciones necesarias para hacer efectivo el derecho y promover programas de vivienda de interés social, que busquen favorecer la necesidad del servicio en los sectores inferiores y medios de la sociedad, donde aparece detectado un déficit del servicio, previo el cumplimiento de requisitos que deben observar quienes busquen beneficiarse de los programas estatales. Lo anterior, no implica necesariamente la obligación para el Estado de proporcionar vivienda a la totalidad de los habitantes del país que adolezcan de dicha necesidad, pues éste, sólo ésta obligado a fijar condiciones y promover planes de vivienda (otorgando subsidios), en la medida de las capacidades que su estructura protectora le permita, teniendo en cuenta las condiciones socioeconómicas del país y las apropiaciones presupuestales definidas para estos rubros. Lo contrario, sería obligarlo a lo imposible y llevarlo a desconocer o abandonar otros campos de acción social sobre los cuales también le asiste responsabilidad. 3. El caso concreto Afirma el actor, que la Administración municipal de Palmira le señaló un plazo perentorio para abandonar su vivienda ubicada en el sector de "La Isla", corregimiento de Amaime, municipio de Palmira, ya que la misma sería demolida, pues dicho sector había sido declarado "zona de alto riesgo". La actitud asumida por la Administración municipal, es considerada por el actor como violatoria de sus derechos a vivir dignamente y a la propiedad, por lo que solicita al Juez de tutela evitar la demolición de su vivienda.  Posteriormente, durante el desarrollo de la primera instancia se pudo establecer que la vivienda del demandante había sido demolida, frente a lo cual manifestó no tener donde vivir. Sobre el particular encuentra la Sala, que obran dentro del expediente estudios técnicos realizados por la Corporación Autónoma Regional del Cauca CVC (años 86 y 92), donde se rinde concepto sobre la situación del barrio "La Isla" en los siguientes términos: (...) "Las anteriores consideraciones permiten concluir que el barrio La Isla se ha ubicado en un antiguo cauce del río Amaime y por lo tanto está expuesto al riesgo de sufrir inundaciones que ponen en peligro la vida y bienes de sus habitantes. "De acuerdo con lo expuesto se recomienda a los habitantes del barrio: "1) Reubicar sus viviendas a sitios que no ofrezcan estos riesgos". (...) Asimismo, el alcalde municipal de Palmira previo conocimiento de los estudios técnicos, resolvió, mediante el Decreto No. 246 de 1989, declarar como zona de alto riesgo el sector de La Isla y en su parte resolutiva señaló que, "los habitantes que ocupan actualmente el sector denominado La Isla, serán reubicados en el plan de vivienda que adelanta la administración municipal (...)". En el mismo sentido, se pronunció el Concejo Municipal, mediante el acuerdo No. 67 del 12 de agosto de 1994, por medio del cual se creó el comité local para la prevención y atención de desastres. En estos términos, la Administración municipal inició programas de vivienda en el barrio "El Triunfo", con el fin de reubicar a las familias que venían ocupando el lugar declarado como zona de riesgo. Para cumplir con dicho cometido y en acatamiento de la ley 9a. de 1989, Ley 2a. de 1991, Ley 3a. de 1991 y otras disposiciones que reglamentan la materia, señaló algunos requisitos que debían cumplir los habitantes del sector, requisitos, entre los que se encontraban, además de vivir en la zona de riesgo, aparecer en los censos adelantados por la administración municipal, desarrollar trabajos comunitarios en los programas de auto construcción y tener subsidio otorgado por el Inurbe. Ahora bien, para llevar un estricto control de las familias que residían en el lugar la Secretaría de Desarrollo Urbano de Palmira, adelantó durante los últimos años los referidos censos, buscando entre otras cosas evitar que personas no residentes en el lugar y conocedoras de la posible adjudicación se instalaran allí para hacerse beneficiarias de vivienda; igualmente se buscaba evitar que les fueran adjudicadas las mismas a quienes ya tenían un lugar donde vivir. Con base en dichos censos se permitió también que los posibles reubicados trabajaran en los programas de auto construcción de sus viviendas en el barrio "El Triunfo", exigiéndoseles además, participar en los subsidios que otorgaba el Inurbe, para lo cual debían postularse y cumplir los requisitos señalados en la ley. En lo que hace referencia a la situación particular del señor Casallas, se pudo constatar, de acuerdo con la diligencia judicial practicada por el a-quo a la Secretaría de Desarrollo Urbano municipal, que éste no cumplía ninguno de los requisitos señalados por la Administración para ser adjudicatario de vivienda en el barrio "El Triunfo" ni en ningún otro lugar donde se venían desarrollando dichos programas. Sobre el particular manifestó el secretario de Desarrollo Urbano en la diligencia judicial: "A pesar de encontrarse éste como habitante del Barrio La Isla no se encuentra dentro de los adjudicatarios reubicados en el plan de vivienda del Barrio el Triunfo debido a que no aparece en ninguno de los tres censos anteriores del barrio, no es beneficiario del subsidio de vivienda del Inurbe, no tiene horas trabajadas ni participación comunitaria dentro del plan de vivienda." (...) En efecto, de acuerdo con la diligencia judicial el actor no aparece en ninguno de los censos realizados por la administración en los años de 1988, 1990, 1991, ni en los dos primeros de 1994, los cuales buscaban verificar el número de familias allí asentadas;  únicamente aparece en el practicado en diciembre de 1994, cuando ya se había adjudicado la mayoría de las viviendas a los habitantes del sector, lo que hace presumir que, el actor sólo llegó allí en el último año buscando beneficiarse del programa, ello no era posible, pues como se dijo, dicho programa se había iniciado con base en las familias residentes cuando la Administración municipal declaró la zona como de alto riesgo (1989) y dispuso el traslado de sus habitantes, previo el cumplimiento de los demás requisitos mencionados. Además, tampoco pudo el actor demostrar durante el transcurso del proceso, que era poseedor y habitaba el predio con anterioridad al año 1994, pues simplemente se limitó a presentar copia de la escritura pública No. 850 de mayo 23 de 1994, suscrita ante el Notario 2a. del circulo de Palmira, por medio de la cual expuso: (...) "PRIMERO: que posee desde el quince (15) de enero de mil novecientos ochenta y cuatro (1984) un lote de terreno baldío de la Nación, que mide seis metros (6,00m) de frente, por trece metros (13,00m) de fondo, ubicado en el sector de La Isla, (...), que figura con el número catastral 001-008-024-046 (...)". "SEGUNDO: Que dentro del citado lote de terreno construyó a su exclusivas expensas y propios recursos, una casa de habitación (...)" (negrillas fuera de texto). La mencionada escritura, solamente constituye una declaración unilateral de voluntad del demandante, con la que busca preconstituir prueba del carácter de propietario de la vivienda y poseedor del predio, sin que dicha prueba haya sido controvertida en juicio, más aún cuando aparece en el expediente un paz y salvo de la oficina de catastro municipal de Palmira y el oficio No. CM0419 suscrito por el Jefe de dicha dependencia, según los cuales el predio que dijo ocupar el demandante desde hace 11 años, identificado con el número catastral 00-01-008-0024-046, aparece inscrito a nombre de la señora Luz Marina Valencia Sánchez, mediante resolución No. 111 de 1990 suscrita por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi. Así, teniendo en cuenta que el sector de "La Isla" es propiedad de la Nación, la inscripción en el registro catastral hace referencia es a las mejoras que existen sobre el lote, o sea a la vivienda y los cultivos que había allí, lo cual indica que es la señora Luz Marina Valencia Sánchez quien construyó la casa y además quien la habitó por lo menos hasta el año de 1990, fecha en la que se adelantó la inscripción a su nombre y en la que debió demostrar su posesión, tal como lo señala el artículo 48 de la resolución No. 2555 de 1988, emanada del "Instituto Geográfico Agustín Codazzi", que dice: "ARTICULO 48. Inscripción de predios baldíos - Cuando se trata de terrenos baldíos se inscribirá provisionalmente como poseedor del mismo a quien acredite esa calidad, con nota marginal de ser predio baldío." (negrillas fuera de texto) Lo anterior, contradice las afirmaciones del actor en el sentido de que venía en posesión del bien desde 1984, por venta que del mismo le hizo  el señor Cesar Sánchez, y que fue él quien construyó la casa de habitación. También se pudo establecer que la  señora Luz Marina Valencia Sánchez -inscrita en el predio objeto de la presente acción- es hija de la señora Policarpa Sánchez, compañera permanente del actor y, a su vez madre del señor César Sánchez, quien supuestamente vendió el terreno al demandante. Así mismo se estableció que la señora Luz Marina Valencia Sánchez es propietaria de una casa ubicada en el municipio de Cerrito (Valle), en la cual reside actualmente el actor, junto con su compañera. Cabe destacar que las anteriores relaciones nunca fueron mencionadas por el actor en la demanda de tutela, ni tampoco en las diversas ampliaciones de la misma rendidas ante el juez de instancia; pero aquél sí, en cambio, citó, a estas personas como testigos de su supuesta posesión. Así entonces, los hechos descritos no dan claridad a las afirmaciones formuladas por el demandante en cuanto a la posesión y habitación del predio, y permiten concluir que la Administración municipal actuó en cumplimiento de la ley al no adjudicar vivienda al actor, pues éste no cumplía con ninguno de los requisitos establecidos para tal fin, además de que no pudo probar que realmente era poseedor y residente del sector de "La Isla", desde 1984 ni tampoco en la fecha en que fue declarada "zona de alto riesgo" (año de 1989). Ahora bien, si el señor Casallas a sabiendas de que el sector de "La Isla" sería demolido -situación que era públicamente conocida desde años atrás-, adquirió hace poco tiempo el bien objeto de la demolición, lo hizo con conocimiento de causa y, por tanto, se colocó por su propia negligencia en una situación de indefensión, la cual no puede constituir título jurídico para reclamar la posible vulneración o amenaza de derechos constitucionales fundamentales, ya que nadie puede alegar su propia culpa. Igualmente cabe señalar que la pretensión del demandante buscaba evitar que le fuera derrumbada su vivienda; sin embargo, durante el transcurso del proceso se demostró técnicamente el riesgo a que estaban expuestos los habitantes del sector de "La Isla", y nada se habría podido hacer para evitar su demolición, aún en el caso de que el actor hubiese probado su derecho y el cumplimiento de los requisitos exigidos, pues el proceder de la Administración se adelantó sobre la base del cumplimiento de disposiciones legales que buscan proteger la vida de muchas personas, entre la que se encontraba la suya, frente a lo cual, lo único que hubiera procedido como mecanismo de protección era su reubicación, finalidad que ya se encuentra superada, pues el actor como se dijo, reside en compañía de la señora Policarpa Sánchez -su compañera permanente-, en el municipio de Cerrito, Valle, en casa de la señora Luz Marina Valencia Sánchez. Finalmente, si la demolición de la vivienda que dijo ocupó el actor durante once años le generó algunos perjuicios, ello no es asunto que le competa dirimir al juez de tutela, pues para ello existen las vías ordinarias a las que debe acudir, para reclamar al Estado los daños que éste le haya podido causar, habida cuenta que la acción de tutela no está diseñada para ser utilizada como medio alternativo de los procedimientos judiciales ordinarios. De acuerdo con lo señalado, no encuentra la Sala  razones suficientes para  concluir que la Administración municipal de Palmira vulneró o amenazó derecho fundamental alguno del actor, pues élla se limitó a cumplir la ley y las  políticas que sobre vivienda de interés social se han diseñado (Ley 9o. de 1989, Ley 2a. de 1991, Ley 3a. de 1991, Decreto 2528 de 1993, Decreto 706 de 1995 y normas concordantes). En virtud de lo anterior, la Sala habrá de confirmar el fallo de fecha 30 de diciembre de 1994, proferido por el Juzgado segundo Penal Municipal de Palmira, pero por las razones expuestas en esta providencia. DECISION En mérito de lo expuesto, la Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: PRIMERO: CONFIRMAR  el fallo de fecha 31 de agosto de 1994, proferido por el Juzgado Segundo Penal Municipal de Palmira, mediante el cual se denegó la acción de tutela interpuesta por Gabriel Casallas Gómez contra el municipio de Palmira, representada legalmente por el Alcalde Municipal, por las razones expuestas en esta providencia. SEGUNDO: ORDENAR que por la Secretaría General de esta Corporación, se comunique esta providencia al Juzgado Segundo Penal Municipal de Palmira, en la forma y para los efectos previstos en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, publíquese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado JORGE ARANGO MEJIA Magistrado ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-256-95 Sentencia No Sentencia No. T-256/95 CONCURSO DE MERITOS-Reglas de control/CONCURSO DE MERITOS-Nombramiento de quien obtuvo el primer puesto Al señalarse por la administración las bases del concurso, estas se convierten en reglas particulares obligatorias tanto para los participantes como para aquélla; es decir, que a través de dichas reglas la administración se autovincula y autocontrola, en el sentido de que debe respetarlas y que su actividad, en cuanto a la selección de los aspirantes que califiquen para acceder al empleo o empleos correspondientes, se encuentra previamente regulada, de modo que no puede actuar en forma discrecional al realizar dicha selección. El respeto de la administración por las reglas del concurso exige que ésta, proceda a designar en el cargo al ganador del concurso, si solamente hay un cargo por proveer, o si son varios empleos, a éste y a quienes le sigan en preciso orden descendente, según la lista de elegibles. La no inclusión de una persona en la lista de elegibles o la figuración de ésta en un lugar que no corresponde, según las consideraciones precedentes, puede implicar la violación de derechos fundamentales, entre otros, a la igualdad, al debido proceso y al trabajo. PERSONAL DOCENTE-Nombramiento por concurso/LISTA DE ELEGIBLES-Orden para rehacerla En el presente caso la acción contenciosa administrativa de nulidad y restablecimiento del derecho no es un mecanismo idóneo y eficaz para la protección de los derechos a la igualdad, al debido proceso y al trabajo que le fueron vulnerados a la peticionaria. En tal virtud, se concederá la tutela impetrada y ordenará a la Secretaría de Educación de Cartagena Distrito Turístico y Cultural, rehacer la lista de elegibles para que la peticionaria sea incluida en el lugar que corresponde de acuerdo con el puntaje real obtenido, según las consideraciones hechas en esta sentencia, y se proceda a efectuar su nombramiento en el cargo para el cual concurso, respetando estrictamente el orden de la lista de elegibles. REFERENCIA: Expediente T-60558. PETICIONARIO: Beatriz Vega Orozco. PROCEDENCIA: Tribunal Superior de Cartagena - Bolívar. TEMA: La acción de tutela como mecanismo de protección de los derechos fundamentales violados con ocasión de la celebración de un concurso para acceder a un empleo público. MAGISTRADO PONENTE: ANTONIO BARRERA CARBONELL. Aprobada en Santafé de Bogotá D.C., a los seis (6) días del mes de junio de mil novecientos noventa y cinco (1995). La sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados ANTONIO BARRERA CARBONELL, EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Y CARLOS GAVIRIA DIAZ, revisa el proceso de la acción de tutela presentada por Beatriz Julia Vega Orozco, contra la Secretaría de Educación Distrital de Cartagena. I. ANTECEDENTES. 1. La pretensión y los hechos. La señora Beatriz Vega Orozco interpuso acción de tutela contra la Secretaría de Educación de Cartagena, Distrito Turístico y Cultural, con el fin de obtener la protección de su derecho al trabajo . Como hechos que sustentan su petición la demandante expuso los siguientes: Dada su condición de licenciada en Biología y Química, en el mes de abril de 1994 se inscribió en un concurso cuya finalidad era la selección de personal para la provisión de cargos de docentes, convocado por dicha Secretaría, del cual tuvo noticia a través de un aviso que apareció publicado en el periódico El Universal. Con la finalidad indicada allegó la documentación requerida ante la referida Secretaría y presentó el examen correspondiente en las Escuelas Salesianas, en el cual se evaluaban conocimientos generales, pedagógicos y los atinentes al área de la respectiva especialidad. En el examen de conocimientos obtuvo 53 puntos y ocupó el tercer puesto. Luego, realizó la entrevista y fue calificada con 18 puntos, lo que determinó su ubicación en el puesto 19. Las normas del concurso establecían los siguientes criterios de evaluación: antecedentes 20 puntos, prueba escrita 60 puntos y entrevista 20 puntos. Dice la peticionaria que no se explica la razón por la cual no apareció colocada en la lista de elegibles dentro de los primeros puestos, pues las preguntas de la entrevista eran elementales y fueron respondidas en forma acertada, razón por lo cual piensa que superó con creces dicha prueba y que su ubicación en dicha lista obedece a una manipulación de los resultados del concurso. 2. Los fallos que se revisan. 2.1. Primera instancia. El Juzgado Primero Civil del Circuito de Cartagena mediante providencia del 19 de octubre de 1994 tuteló los derechos a la igualdad, al trabajo y al debido proceso y ordenó enviar copia de la actuación surtida en el proceso de tutela a la Procuraduría Provincial, a efecto de que se investigara disciplinariamente a las señoras Rosario Bueno Buelvas y Delcy Díaz Herrera, en razón de las irregularidades que se cometieron en el desarrollo del concurso. La aludida sentencia tuvo su fundamento en lo siguiente: ".... la señora Beatriz Vega Orozco, participó en el concurso docente abierto para el nivel de básica secundaria y media vocacional; por la Secretaría de Educación Distrital de la Alcaldía de Cartagena, mediante Resolución No. 431 del 15 de abril del año en curso, con el fin de proveer nueve plazas, para la especialidad de Biología, seis en la zona Urbana y tres en la zona Rural de Cartagena". "En el concurso de conocimiento, después de acreditar los requisitos exigidos para la inscripción obtuvo un puntaje de 53, de un máximo de 60 puntos equivalentes al tercer puesto en dicha prueba, entre las personas que participaron en el concurso". "Asi mismo obtuvo 18 puntos en la entrevista de un máximo de 20; todo lo cual de conformidad en el artículo cuarto de la convocatoria, no obstante lo anterior fue ubicada en el puesto 19 de la lista de elegibles, por debajo de otros concursantes que obtuvieron un menor puntaje en la prueba de conocimientos, tal circunstancia ha impedido el que haya sido tenida en cuenta para las provisiones de las 14 plazas que han sido llenadas por la Alcaldía de Cartagena y la Secretaría de Educación Distrital". "Dicha Secretaría esgrime como defensa, que los docentes no alcanzaron el puntaje mínimo de 60 puntos, y como era urgente vincular a los docentes, por cuanto un numeroso grupo de estudiantes no habían podido iniciar actividades en algunas áreas, se definió acudir a los promedios que mas se aproximan para seleccionar a los docentes que pasarían a la entrevista la cual se convirtió en criterio único de selección. Argumento deleznable; ya que en el concurso no se señaló como criterio eliminatorio, el que debía obtenerse, como puntaje mínimo en la prueba de conocimiento 60 puntos; solamente se señala; antecedentes: 20 puntos, prueba y escrito 60 puntos y entrevista 20; la prueba que otorga el mayor puntaje es la de conocimiento, nunca la entrevista; si se otorgaba 20 puntos, no se entiende de que manera se otorgaron 29.5, a la persona que aparece encabezando la lista de elegibles en Ciencias Naturales, y que en la prueba de conocimiento obtuvo 50 puntos; si nadie alcanzó el mínimo declarar desierto el concurso". Censuró el juzgado la conducta de la administración al cambiar las reglas esenciales del concurso, señalando como único criterio de elegibilidad la entrevista, con la consecuencia ya anotada de que a la peticionaria se le colocó dentro de la lista de elegibles en una posición que no era la que correspondía de acuerdo con las reglas previamente determinadas para la realización de dicho concurso, con el ánimo de favorecer a personas que tenían menos méritos que ella. 2.2. Segunda Instancia. El Tribunal Superior del Distrito Judicial - Sala Civil de Decisión de Cartagena, mediante sentencia del 11 de enero de 1995 resolvió revocar el fallo de primera instancia y, en su lugar, dispuso negar la tutela impetrada. Igualmente, ordenó remitir copias auténticas de la sentencia y de la actuación surtida a la fiscalía correspondiente con el fin de que se procediera a investigar a la señora Rosario Bueno Buelvas, Secretaria de Educación Distrital. Las razones de la decisión del Tribunal se resumen así: "2. Descendiendo al caso sub-examine, se observa que la accionante obtuvo 53 puntos en la prueba de conocimientos, en su carácter de licenciada en biología y química, lo cual arroja un porcentaje de mas del 88%, según una regla de tres simple. Porque, como quedó dicho, el máximo de 60 puntos equivale al 100%, según los términos de la parte pertinente de la convocatoria". "Si a esos 53 puntos de la prueba escrita se suman los 18 logrados en la entrevista, y los 20 de los antecedentes, que deberían concederse en su totalidad a falta de prueba efectiva de la persona de la accionante en ese aspecto, es claro que la concursante BEATRIZ VEGA OROZCO obtendría 91 puntos de 100 posibles, colocándose, por méritos, en uno de los primeros puestos de la competencia". "Es asi, porque la entrevista en ningún momento ha podido dar más de 20 puntos, para estar a tono con la convocatoria y puesto que los antecedentes deben necesariamente atenderse, junto a los otros dos factores, para elaborar válidamente la lista de elegibles". "Concluyéndose entonces, que el porcentaje correspondiente a entrevista, por encima de los 20 puntos determinados en el acto de convocación, la no atención del factor atinente a antecedentes, y la elaboración de la lista de elegibles con la sola atención de aquél presupuesto, desestimándose el examen de conocimientos, no obstante que no se estableció como eliminatorio, constituyen irregularidades que vician de ilegalidad el concurso, y los nombramientos efectuados con amparo en él". No obstante, consideró el Tribunal que la tutela era improcedente en razón de la existencia de un mecanismo alternativo de defensa judicial, como era la acción contencioso administrativa de nulidad y restablecimiento del derecho. II . COMPETENCIA. En atención a lo dispuesto por los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política, en armonía con los artículos 33, 34 y 35 del Decreto- ley 2591 de 1991, la Sala es competente para revisar las sentencias en referencia. III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE. 1. El acceso a la función pública a través del concurso público. El art. 125 de la Constitución constituye uno de los pilares sobre los cuales se sustenta el sistema de la función pública. En efecto, dicha norma contiene una pluralidad de principios que rigen dicha función, a saber: a)  Determina, como regla general, que los empleos en los órganos y entidades del Estado son de carrera y exceptúa de ésta los de elección popular, los de libre nombramiento y remoción, los correspondientes a los trabajadores oficiales, vinculados a aquél mediante una relación de trabajo, y los demás que determine la ley. b)  Señala el mecanismo del concurso público, cuando no exista en la Constitución o en la ley un sistema que determine la forma como deba hacerse la provisión de un empleo, e igualmente recurre a la formula del concurso, al advertir que el ingreso a los cargos de carrera y el ascenso a los mismos "se harán previo el cumplimiento de los requisitos y condiciones que fije la ley para determinar los méritos y calidades de los aspirantes". c) Instituye como causales básicas para el retiro, además de las previstas en la Constitución y la ley, la calificación no satisfactoria en el desempeño del empleo y la violación del régimen disciplinario. d) Con el fin de garantizar el acceso a la función pública, la permanencia en el empleo y su promoción en el mismo, sin otra consideración que el mérito de los aspirantes, establece que la filiación política no será factor determinante al ingreso, ascenso o permanencia en el empleo. Puede definirse el concurso público aludido, como el procedimiento complejo previamente reglado por la administración, mediante el señalamiento de las bases o normas claramente definidas, en virtud del cual se selecciona entre varios participantes que han sido convocados y reclutados, a la persona o personas que por razón de sus méritos y calidades adquieren el derecho  a ser nombradas en un cargo público. El procedimiento en su conjunto está encaminado a alcanzar la finalidad anotada, sobre la base del cumplimiento estricto de las reglas o normas del concurso, la publicidad de la convocatoria al concurso, la libre concurrencia, y la igualdad en el tratamiento y de oportunidades para quienes participan en el mismo. Al señalarse por la administración las bases del concurso, estas se convierten en reglas particulares obligatorias tanto para los participantes como para aquélla; es decir, que a través de dichas reglas la administración se autovincula y autocontrola, en el sentido de que debe respetarlas y que su actividad, en cuanto a la selección de los aspirantes que califiquen para acceder al empleo o empleos correspondientes, se encuentra previamente regulada, de modo que no puede actuar en forma discrecional al realizar dicha selección. Por consiguiente, cuando la administración se aparta o desconoce las reglas del concurso o rompe la imparcialidad con la cual debe actuar, o manipula los resultados del concurso, falta a la buena fe (art. 83 C.P.), incurre en violación de los principios que rigen la actividad administrativa (igualdad, moralidad, eficacia e imparcialidad), y por contera, puede violar los derechos fundamentales al debido proceso, a la igualdad y al trabajo de quienes participaron en el concurso y resultan lesionados en sus intereses por el proceder irregular de aquélla. El art. 11 de la ley 27 de 1992, que desarrolla el art. 125 de la Constitución prevé dos clases de concursos: abiertos, para ingresos de nuevo personal a la carrera administrativa y de ascenso para personal escalafonado. El decreto ley 1222 de 1993, reglamenta, entre otras materias, los reglamentos para los concursos. Tres aspectos básicos de los concursos regulan los artículos 3, 4 y 5 de dicho decreto, así. "ARTICULO 3.- La admisión a los concursos será libre para todas las personas que demuestren poseer los requisitos exigidos para el desempeño del empleo objeto de convocatoria y que puedan ser legalmente nombrados para los cargos de que se trate. En los concursos de ascenso sólo podrán participar los empleados inscritos en el escalafón". "ARTICULO 4.- El proceso de selección o concurso comprende la convocatoria, el reclutamiento, la aplicación de pruebas o instrumentos de selección, la conformación de lista de elegibles y el período de prueba". "ARTICULO 5.- La convocatoria es norma reguladora de todo concurso y obliga tanto a la administración como a los participantes. No podrán cambiarse sus bases una vez iniciada la inscripción de aspirantes, salvo en los aspectos de sitio o fecha de recepción de inscripciones y fecha, hora y lugar en que se llevará a cabo la aplicación de las pruebas, casos en los cuales debe darse aviso oportuno a los interesados". Ante la Corte Constitucional se demandó la declaratoria de inexequibilidad del art. 9 del decreto 1222 de 1993,  por estimarse violatorio de los arts. 4, 13 y 125 de la Constitución, por cuanto al establecer una lista de elegibles, con base en la cual se proveía el empleo designando a una de las personas que se encontraran entre los tres primeros puestos de dicha lista, se hacía una discriminación con respecto a quien había ocupado el primer lugar en el concurso. El texto original de dicha norma decía: "Con base en los resultados del concurso el jefe del organismo elaborará la lista de elegibles, con los candidatos aprobados y en riguroso orden de mérito; dicha lista tendrá vigencia hasta de un (l) año para los empleos objeto del concurso. La provisión del empleo deberá hacerse con una de las personas que se encuentre entre los tres primeros puestos de la lista de elegibles. Efectuando uno o más nombramientos, los puestos se suplirán con los nombres de las personas que sigan en orden descendente" La Corte, mediante la sentencia C-040/95[1]  declaró inexequible la expresión "la provisión del empleo deberá hacerse con una de las personas que se encuentre entre los tres primeros puestos de la lista de elegibles", entre otros, con los siguientes argumentos básicos: "Por tanto, quien ocupe el primer lugar, de acuerdo con el puntaje obtenido, será el ganador y excluirá a los demás, en orden descendente. Si se procede de otro modo, habría que preguntarse, como lo hace el demandante, ¿para qué el concurso de méritos y calidades, si el nominador puede elegir al candidato de sus preferencias?. De este campo, es preciso desterrar la arbitrariedad y, justamente, para ese propósito se ha ideado el concurso. En él, por tanto, se ha de calificar no sólo la idoneidad profesional o técnica del aspirante, sino también su solvencia moral, su aptitud física y su sentido social, de acuerdo con la categoría del empleo y las necesidades del servicio". Posteriormente la Corte, en la sentencia C-041/95[2], declaró exequible la expresión "la conformación de lista de elegibles" del artículo 4o antes transcrito "bajo el entendido de que conforme a la sentencia C-040 de 1995, el ganador del concurso deberá ser el nominado y que efectuado uno o más nombramientos, los puestos se suplirán de acuerdo con las personas que sigan en estricto orden descendente", acogiendo la filosofía de la sentencia C-040 y luego de analizar el derecho de acceso a la función pública con base en los principios de igualdad, eficacia e imparcialidad en el ejercicio de la función administrativa. En conclusión, el respeto de la administración por las reglas del concurso exige que ésta, según se deduce de dichas sentencias, proceda a designar en el cargo al ganador del concurso, si solamente hay un cargo por proveer, o si son varios empleos, a éste y a quienes le sigan en preciso orden descendente, según la lista de elegibles. 2. El caso en estudio. 2.1. La situación establecida dentro del proceso. Considera la Corte que tanto la sentencia del Juzgado Primero Civil del Circuito de Cartagena, como la sentencia proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial -Sala Civil de Decisión, de Cartagena, acertaron en los aspectos esenciales al hacer la calificación de los hechos que dieron origen al presente proceso, en cuanto: a) La identificación de las bases del concurso para la provisión de cargos de docentes en la Secretaría de Educación de Cartagena, Distrito Turístico y Cultural. b) La participación de la peticionaria en dicho concurso y el puntaje obtenido en cada una de las pruebas. c) La modificación de las bases fundamentales del concurso por la referida Secretaría. d) La colocación de la peticionaria dentro de la lista de elegibles en una posición que no está de acuerdo con los resultados reales del concurso, pues según se expresa en la parte motiva de la sentencia del Tribunal debió ser ubicada en uno de los primeros lugares al obtener un puntaje de 91 puntos de 100 posibles. e) La ubicación por encima de la peticionaria de otras personas que participaron en el concurso y que obtuvieron un puntaje inferior. Igualmente considera la Sala que fue acertada la decisión del Juzgado Primero Civil del Circuito de Cartagena al conceder la tutela de los derechos fundamentales a la igualdad, al trabajo y al debido proceso. Por consiguiente, considera equivocada la decisión del Tribunal al negar la tutela, en razón de la existencia de un mecanismo alternativo de defensa judicial. 2.2. Procedencia de la tutela en razón de la inexistencia de un medio alternativo de defensa judicial, idóneo y eficaz. La Corte, a través de numerosas decisiones de sus Salas de Revisión de Tutelas, ha expresado que la existencia de otro medio de defensa judicial es un obstáculo a la procedencia de la acción de tutela, a menos que sea necesario conjurar o evitar un perjuicio irremediable, o cuando el mecanismo alternativo de protección judicial, en el caso concreto analizado, no se revela como idóneo para el amparo efectivo de los derechos fundamentales que se estiman conculcados o amenazados. Es decir, que en este último evento, la acción de tutela viene a suplir el espacio de desamparo o desprotección del derecho fundamental que deja el mecanismo alternativo de defensa judicial, por no ser adecuado y  carecer del atributo de la eficacia requerida para la efectiva y real protección del referido derecho fundamental. Dado que el Tribunal revocó la sentencia del Juzgado al considerar que existe un mecanismo alternativo de defensa judicial que hace improcedente la tutela, como es la acción de nulidad y restablecimiento del derecho que la peticionaria puede utilizar contra el acto administrativo que determinó o concretó la lista de elegibles, la Sala entra a determinar, si dicho medio de defensa es idóneo y eficaz en el caso concreto. El procedimiento administrativo complejo a que da lugar el concurso, comprende una serie de etapas (convocatoria, reclutamiento, aplicación de pruebas o instrumentos de selección), conformadas por actos jurídicos y materiales que tienden a una finalidad, como es la conformación de una lista de elegibles, con base en la cual se produce el nombramiento en período de prueba. El acto de la administración que establece la lista de elegibles constituye un acto administrativo, porque la administración, hace una evaluación fáctica y jurídica, emite un juicio y produce consecuencialmente una decisión, la cual es  generadora de derechos y creadora de una situación jurídica particular, en el sentido de que las personas incluidas en dicha lista tienen una expectativa real de ser nombradas en el correspondiente empleo. Indudablemente, la elaboración de dicha lista constituye un acto preparatorio de otro, como es el nombramiento en período de prueba de la persona seleccionada, pero ello no le resta a aquél su entidad jurídica propia e independiente de éste. Con respecto a las personas no incluidas en la lista por no haber obtenido el puntaje correspondiente a juicio de la administración, según las bases del concurso, se genera igualmente una situación jurídica particular y concreta aunque negativa, en el sentido de que la determinación de la lista de elegibles conlleva la decisión desfavorable a ser tenidas en cuenta para la provisión del empleo; a las personas que han sido ubicadas en dicha lista en un lugar que no corresponde, conforme a los resultados reales y atendidas las bases del concurso, también se les crea una situación jurídica de la misma índole, porque se les limita, restringe o se les anula la posibilidad de ser nombradas en el empleo que debe ser provisto. Desde un punto de vista meramente formal, es obvio que contra el acto en cuestión los afectados pueden intentar la acción de nulidad y restablecimiento del derecho; pero a juicio de la Sala este medio alternativo de defensa judicial no es idóneo y eficaz, por las siguientes razones: - La no inclusión de una persona en la lista de elegibles o la figuración de ésta en un lugar que no corresponde, según las consideraciones precedentes, puede implicar la violación de derechos fundamentales, entre otros, a la igualdad, al debido proceso y al trabajo. - La acción contenciosa administrativa mencionada, en caso de prosperar, tendría como resultado la anulación del acto administrativo en referencia, esto es la lista de elegibles e igualmente el restablecimiento de derecho. Sin embargo, cabría preguntarse, en qué consistiría dicho restablecimiento?. Hipotéticamente podría pensarse que el restablecimiento del derecho lesionado se lograría de dos maneras: 1) reconociendo al afectado el pago de una presunta indemnización. 2) Emitiendo la orden a la administración para que rehaga la lista de elegibles e incluya a quien resultó favorecido con la acción dentro de dicha lista en el lugar que corresponda, según el puntaje real obtenido. En cuanto al pago de la indemnización, estima la Sala que existen dificultades jurídicas y prácticas para tasarlas, pues los perjuicios morales difícilmente podrían reconocerse, por no darse los supuestos jurídicos y fácticos que para ello se requiere; en cuanto a los perjuicios materiales, realmente no existirían unos parámetros ciertos con base en los cuales pudieran ser no sólo reconocidos, sino liquidados, pues cabría preguntarse, ¿en qué forma se evaluaría el perjuicio consistente en no ser incluido en una lista de elegibles, o en ser ubicado en ésta en un lugar que no corresponda al puntaje obtenido por el interesado?, si se tiene en cuenta que la colocación en dicha lista es apenas un acto preparatorio del nombramiento y, por lo tanto, tan sólo crea una expectativa para ser designado en el empleo. Además, el reconocimiento de la indemnización, no puede actuar como un equivalente o compensación de la violación del derecho fundamental, pues lo que el ordenamiento constitucional postula es su vigencia, goce y efectividad en cabeza de su titular; dicho de otra manera, la indemnización que se reconocería no sería idónea para obtener la protección del derecho fundamental que ha sido conculcado por la actuación de la administración. La orden a la administración para que reelabore la lista de elegibles, con la inclusión en ella del demandante en el proceso contencioso administrativo, carece de objeto y de un efecto práctico, porque dicha lista tiene como finalidad hacer posible la oportuna provisión del cargo o de los cargos correspondientes y para la época en que se dictaría la sentencia, ya la administración habría realizado los nombramientos y las personas designadas han adquirido la estabilidad en el cargo que da su escalafonamiento en la carrera administrativa, estabilidad que no se puede desconocer porque su nombramiento se realizó en forma legítima y con base en un acto que era válido -la lista de elegibles- para la época en que se hizo la designación, y obviamente el escalafonamiento en carrera luego de superado el período de prueba también es legítimo. Es decir, que el resultado del proceso contencioso administrativo no tiene por qué afectar las situaciones jurídicas válidas que quedaron consolidadas, con fundamento en el concurso, en favor de quienes fueron incluidos en la lista de elegibles y fueron designados para los respectivos cargos. Por consiguiente, quien triunfó en el proceso contencioso administrativo no obtiene con su acción el resultado deseado, cual es el de ser nombrado en el cargo correspondiente. Ello es así, porque el restablecimiento del derecho, a juicio de la Sala, no puede ser ordenado en el sentido de que se nombre al citado en el empleo al cual aspira pues semejante obligación no se le puede imponer a la administración, ya que para ser nombrado, previamente debe estar incluido en la lista de elegibles. Es más, la orden de reelaborar la lista no tiene un sustento jurídico serio, pues a la administración se le conminaría a que modifique un acto administrativo que ya se encuentra extinguido por el agotamiento de su contenido, lo cual, además, como se dijo antes no tiene un efecto práctico. La provisión de empleos públicos a través de la figura del concurso, obedece a la satisfacción de los altos intereses públicos y sociales del Estado, en cuanto garantiza un derecho fundamental como es el acceso a la función pública, realiza el principio de igualdad de tratamiento y de oportunidades de quienes aspiran a los cargos públicos en razón del mérito y la calidad y constituye un factor de moralidad, eficiencia e imparcialidad en el ejercicio de la función administrativa. Por lo tanto, la oportuna provisión de los empleos, con arreglo al cumplimiento estricto de las reglas del concurso y el reconocimiento efectivo de las calidades y el mérito de los concursantes asegura el buen servicio administrativo y demanda, cuando se presenten controversias entre la administración y los participantes en el concurso, de decisiones rápidas que garanticen en forma oportuna la efectividad de sus derechos, mas aún cuando se trata de amparar los que tienen el carácter de fundamentales. Advierte la Sala que lo decidido en esta sentencia no se opone a la jurisprudencia recogida en la sentencia SU-458/93, porque en esta oportunidad se consideró la situación especial generada en virtud de las sentencias C-040/95 y C-041/95 y, además, que la acción de nulidad y restablecimiento de derecho no es el mecanismo idóneo para amparar los derechos fundamentales que le fueron violados a la peticionaria. Por las razones anotadas, considera la Sala que en el presente caso la acción contenciosa administrativa de nulidad y restablecimiento del derecho no es un mecanismo idóneo y eficaz para la protección de los derechos a la igualdad, al debido proceso y al trabajo que le fueron vulnerados a la peticionaria Beatriz Vega Orozco. En tal virtud se revocará la sentencia del Tribunal en cuanto revocó el fallo del Juzgado Primero Civil del Circuito de Cartagena y, en su lugar, concederá la tutela impetrada y ordenará a la Secretaría de Educación de Cartagena Distrito Turístico y Cultural, rehacer la lista de elegibles para que la peticionaria sea incluida en el lugar que corresponde de acuerdo con el puntaje real obtenido, según las consideraciones hechas en esta sentencia, y se proceda a efectuar su nombramiento en el cargo para el cual concurso, respetando estrictamente el orden de la lista de elegibles. IV. DECISION. En virtud de lo expuesto, la Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: PRIMERO: REVOCAR el ordinal 1° de la sentencia del H. Tribunal del Distrito Judicial de Cartagena -Sala Civil- del 11 de enero de 1995 y, en su lugar, CONFIRMAR la sentencia del Juzgado Primero Civil del Circuito de Cartagena que concedió la tutela impetrada por la señora Beatriz Julia Vega Orozco, con la MODIFICACIÓN de que en el término de 48 horas la Secretaría de Educación de Cartagena Distrito Turístico y Cultural procederá a rehacer la lista de elegibles, colocando a la peticionaria en el lugar que corresponda de acuerdo con el puntaje realmente obtenido en el concurso, y a efectuar su nombramiento en el cargo para el cual concursó, respetando estrictamente el orden de la lista de elegibles. SEGUNDO: CONFIRMAR el ordinal 2° de la sentencia del Tribunal en cuanto ordena remitir copias auténticas a la fiscalía correspondiente con el fin de que se investigue la conducta de la Secretaria de Educación Distrital señora Rosario  Bueno Buelvas. TERCERO: LIBRENSE las comunicaciones previstas en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Notifíquese, cópiese, publíquese e insértese en la Gaceta Constitucional. ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado Ponente EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado CARLOS GAVIRIA DIAZ Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1]  M.P. Carlos Gaviria Díaz. [2]  M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
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T-257-95 Sentencia No Sentencia No. T-257/95 AUTONOMIA UNIVERSITARIA Respecto a la autonomía universitaria, esta Corte ha dicho que  dentro de ésta debe existir para toda institución de educación superior la posibilidad de estipular, con carácter obligatorio para quienes hacen parte de la comunidad universitaria (directivos, docentes y estudiantes), un régimen interno, que normalmente adopta el nombre de reglamento, en el cual deben estar previstas las disposiciones que, dentro del respectivo establecimiento, serán aplicables a las distintas situaciones que surjan por causa o con ocasión de su actividad, tanto en el campo administrativo como en el disciplinario. CONTRATO DE TRABAJO-Terminación por reconocimiento de pensión/UNIANDES-Relación laboral/PERSECUCION LABORAL-Prueba La desvinculación por razones prestacionales es decretada en este caso por la Universidad en los normales, simples y escuetos términos jurídicos que corresponden a la situación de ingreso al régimen de pensión por el trabajador, y con ellos no se vulnera la posibilidad de que el profesor pueda ejercer su derecho constitucional al trabajo. Puede tratarse de una situación como la descrita por el actor, pero en dichos caso las condiciones de persecución y de violación de los derechos debe parecer evidente, y debe probarse con cualquier medio razonable y legítimo de prueba, lo cual no aparece en estas condiciones, pues en los términos en que es pronunciada la desvinculación del profesor en este caso, no se afecta la intangibilidad del mencionado derecho constitucional fundamental a trabajar, como podría llegar a ser afectada si el centro docente y anterior patrono promoviera acciones que obstaculicen la reubicación laboral del docente desvinculado o se incurriese en conductas y actos de ilegítimo desprestigio e ilegal descalificación, ninguna de las cuales se ha presentado en el caso del profesor. CONDUCTA LEGITIMA DE PARTICULAR La solicitud de reconocimiento y pago de la pensión  de jubilación constituye una conducta legítima de un particular, que torna improcedente la acción de tutela de acuerdo con el artículo 45 del Decreto 2591 de 1991, aún como mecanismo transitorio, debido a que no es posible causar un perjuicio  irremediable, cuando el daño o perjuicio que se alega es causado por un acto  particular ajustado a derecho. DERECHOS DE AUTOR-Controversia En relación con los derechos de autor del actor sobre las investigaciones adelantadas en la Universidad de los Andes durante varios años, comparte esta sala las razones expuestas por los respectivos jueces de instancia, al considerar que el Profesor cuenta con otros medios de defensa judicial idóneos, eficaces e inmediatos ante la jurisdicción ordinaria, previstos en la Ley 23 de 1982, que regula el procedimiento aplicable, y en su desarrollo pueden decretarse medidas preventivas en caso de una eventual vulneración de los derechos protegidos en esta ley. LIBERTAD DE INVESTIGACION-Entrega de investigaciones La libertad de investigación del actor como docente universitario, no se ha coartado por el hecho de que la Universidad de los Andes le haya exigido a éste la entrega de las  investigaciones adelantadas en el Instituto de Genética de la Universidad, en razón a que la labor del profesor Hoenigsberg como docente y director del instituto de Genética trae implícita la función de investigador, y al terminar el contrato de trabajo por el reconocimiento de su pensión de jubilación terminaría así su función de investigador para con la Universidad; en este sentido, cabe advertirle al peticionario que lo que garantiza la continuidad del pensamiento y del desarrollo de unas investigaciones a lo largo del tiempo, y si es posible de la permanencia de la validez de sus acertos, es la formación de escuela, de discipulos, de alumnos y,si es del caso, de seguidores que repiten las experiencias, las convalidan o las mejoran y, quizá, las revalúan. AUTONOMIA UNIVERSITARIA-Fin de la relación laboral/PENSION DE JUBILACION/LIBERTAD DE INVESTIGACION/PERSONAL DOCENTE DE CATEDRA En ejercicio de la autonomía universitaria, no se puede obligar a un ente de carácter privado o público, a tener a su servicio indefinidamente a determinado docente,  como tampoco forzar al centro educativo a mantener en sus instalaciones a un  ex- docente vigilando y coordinando las investigaciones que adelanta la institución, porque  se entraría a vulnerar la autonomía universitaria del centro educativo. No se podría en este caso obligar a un ente particular a reintegrar a un docente cuando la relación laboral ha terminado por justa causa, como es el  reconocimiento de la pensión de jubilación, y no aparece ninguna ofensa ni a la dignidad, ni al buen nombre, ni a la respetabilidad como investigador y docente de reconocida trayectoria mundial. Además, el derecho a la libertad de investigación del actor como científico no se ha vulnerado, ya que la Universidad de los Andes no le ha limitado al profesor su creatividad de investigador,  en razón a que,  al pedirle las investigaciones adelantadas no ha restringido su capacidad, por lo que el actor puede continuar por fuera del centro educativo, explorando nuevas áreas del conocimiento. LIBERTAD DE CATEDRA La libertad de cátedra es el derecho garantizado constitucionalmente a todas las personas que realizan una actividad docente a presentar un programa de estudio, investigación y evaluación, que según su criterio se refleja en el mejoramiento del nivel académico de los educandos, y no genera derecho adquirido  a la inamovilidad y a la continuidad y permanencia por fuera de los límites de la carrera si es del caso, o de los derechos pensionales, como aparece en este asunto. REF.: Expediente No. T-58711 Acción de tutela presentada "contra la Universidad de los Andes y su Rector Arturo Infante Villareal". Actor: HUGO HOENIGSBERG OSORIO Magistrados: Dr. FABIO MORON DIAZ -Ponente- Dr.  VLADIMIRO NARANJO MESA Dr.   JORGE ARANGO MEJIA Santafé de Bogotá D.C., junio doce (12) de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala de Revisión en asuntos de tutela, integrada por los Honorables Magistrados JORGE ARANGO MEJIA, VLADIMIRO NARANJO MESA y FABIO MORON DIAZ, en ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, previo estudio del Magistrado Ponente, resuelve sobre las sentencias relacionadas con la acción de la referencia, proferidas por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá -Sala Penal-, el treinta y uno ( 31) de octubre de  mil novecientos noventa y cuatro (1994) y  por  la Corte  Suprema  de Justicia,  -Sala de Casación Penal- el doce de diciembre (12) de mil novecientos noventa y cuatro ( 1994). I. ANTECEDENTES A.  La Petición El trece (13) de octubre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), el Doctor HUGO HOENIGSBERG OSORIO, presentó ante el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá,  Sala Penal, un escrito en el que ejerce en nombre propio la acción de tutela prevista en el artículo 86 de la Carta Política, con el fin de obtener la protección de sus derechos fundamentales al trabajo, a la dignidad humana, al debido proceso,  a la libertad de investigación y a la libertad de cátedra, que considera vulnerados por su patrono la Universidad de Los Andes, al darse por terminado unilateralmente el contrato de trabajo que lo vinculaba a la Universidad en condición de Profesor en la Facultad de Ciencias Biológicas, previa la definición de su estado pensional decretada por el Instituto de Seguros Sociales a instancias y por petición de la Universidad. En este sentido, el peticionario solicita que, por virtud de la correspondiente decisión que resuelva sobre la acción de tutela, se declare sin valor la determinación tomada por la Universidad en el sentido de terminar unilateralmente el contrato de trabajo, y que se le permita continuar con las actividades de investigación científica que viene adelantando en el laboratorio de la Universidad de los Andes, durante los últimos treinta años. Considera que por haber recibido en su contra una sentencia de la Corte Constitucional como consecuencia de la resolución de la acción de tutela instaurada por una alumna suya, el Rector de la Universidad lo separó del cargo de director del Instituto de Genética fundado y dirigido por él desde 1962. B.   Los Hechos de la demanda -        El peticionario HUGO HOENIGSBERG OSORIO manifiesta que desde el treinta (30) de noviembre de mil novecientos sesenta (1960), fue vinculado como profesor de cátedra mediante contrato de trabajo con la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Los Andes, y que en 1962 fundó el Instituto de Genética del cual fue director desde ese entonces; advierte que siempre estuvo dedicado a la docencia y a la investigación científica adelantando investigaciones, formando docentes y proyectando sus trabajos en la comunidad científica mundial, con buen crédito y respetabilidad. Al respecto anexa un abundante grupo de documentos y una hoja de vida en los que acredita su larga y reconocida trayectoria académica. -  Sostiene que la Universidad se propuso desvincularlo por la vía del retiro voluntario del trabajador, pero con prácticas de hostigamiento y limitaciones, comenzando con su remoción de la dirección del Instituto de Genética, hasta provocar unilateralmente la definición del estado pensional, no pedido ni reclamado por él como principal interesado. En este sentido el peticionario advierte que es conocedor de que la Universidad tiene el derecho de terminar su vinculación laboral con base en el artículo 7o. numeral 14 del Decreto 2351 de 1965, pero, en su opinión, la decisión del Rector en su caso, no se debe a su empeño en hacer cumplir una norma, sino que ésta le habría servido de pretexto para expulsar de la Universidad a un profesor incómodo, y la jubilación no fue sino, en sus palabras, un subterfugio para cumplir los propósitos trazados contra su ideología y ante la propuesta suya de crear un Senado de Profesores. -  El actor narra una serie de incidentes con un profesor de la Universidad y con la misma alumna que ejerció acción de tutela en su contra, y narra algunas de las que llama ofensas y agravios supuestamente pronunciados en su contra en un comité interdisciplinario, los cuales en su opinión pudieron motivar aún más la decisión laboral adversa de la Universidad. -        Advierte que el cuatro (4) de febrero de mil novecientos noventa y cuatro (1994), al regresar de una licencia, encontró que el Rector de la Universidad de los Andes, había comunicado al Decano de la Facultad y al Jefe del Departamento de Ciencias Biológicas que el profesor Hoenigsberg  no sería reincorporado al cargo de Director del Instituto de Genética de la Universidad, en principio sin alterar, con esta decisión, su  condición de profesor de cátedra. -        A pesar de la manifestación anterior, el accionante señala que se le retiró de las cátedras  de Genética y Evolución, las cuales han sido la proyección de sus investigaciones por más de 32 años; al respecto entiende el actor que la Universidad tomó esta decisión con el fin de desesperarlo y lograr su renuncia, llegando al extremo de solicitar, sin su conocimiento, al ISS el reconocimiento de su pensión de jubilación, comunicándole el despido por justa causa a partir del  4 de noviembre de 1994, sin que  previamente el Instituto de Seguros Sociales le notificara  el  acto administrativo que reconoció su nuevo estado laboral. Considera que tal determinación vulnera sus derechos fundamentales al trabajo, al debido proceso y a la libertad de investigación, debido a que la Universidad contra la que dirige la acción pretende arrebatarle investigaciones científicas adelantadas por más de treinta (30) años  y frustrar su propósito de culminar los trabajos iniciados y de tener acceso a sus resultados. -        Manifiesta que ha sido sujeto de lo que denomina acoso académico pues, supuestamente, se le “arrebataron” cátedras que venia regentando desde hace treinta años, lo desplazaron de la dirección de tesis doctorales, una investigación científica seria que venia adelantando y, además le impidieron asistir en nombre de la universidad a un congreso científico en México, al cual había sido invitado. -        Agrega que el veintidós (22) de marzo de mil novecientos noventa y cinco (1995), en una visita de Colciencias al Instituto de Genética de la Universidad de los Andes, la estudiante Primavara Grigoriu de Buendía y el profesor Manuel Ruíz García, vulneraron su derecho fundamental al buen nombre, al imputarle que él había invertido ilícitamente los dineros del fondo del Instituto de Genética, y  por servirse, como si fueran propias, de las investigaciones adelantadas por sus estudiantes. Además, manifiesta que el citado profesor lo tildó nuevamente de  "ladrón de derechos intelectuales", sin que éste incidente propiciara llamado alguno de atención por parte de la Universidad; por el contrario, a los pocos días la institución lo llamó a descargos, impidiéndose, la presencia de su apoderado, violando con esta actuación su derecho fundamental al debido proceso. Sobre este asunto el peticionario indica que la averiguación administrativa que adelantó la Universidad jamás culminó, y que con ello se desconoció su derecho constitucional al buen nombre, debido a que, hasta la fecha, no se ha rectificado  la información dada  en dicha reunión. Su reparo principal ante la actuación de la Universidad radica en el aparente desconocimiento que hace de su obra y de los resultados de la misma; bajo estos supuestos manifiesta que dicho desconocimiento trunca un proyecto científico de alto valor patrimonial y de grandes proyecciones académicas. En este sentido manifiesta que en el contrato laboral que firmó no cedió los derechos intelectuales de sus trabajos de investigación y que ellos son desconocidos por el centro universitario, con las supuestas actuaciones lesivas del derecho constitucional fundamental a la libertad de cátedra y de investigación. Sostiene que con las actitudes de los directivos de la universidad se le causan graves perjuicios humanos, morales y científicos, ya que ha sido víctima del atropello a su dignidad profesoral, y de la injuria, el acoso y el desprecio institucional; insiste en advertir que la decisión de marginarlo de sus investigaciones y de la responsabilidad de sus trabajos, causa un grave perjuicio a la ciencia y es un atropello al saber científico; por ello pide que se ordene tutelar sus derechos fundamentales a investigar, al resultado de sus investigaciones y a continuar las que se encuentran en curso, las cuales, en su opinión, se verán gravemente vulneradas y sufrirán daño irreparable, si en forma unilateral la universidad rompe el contrato celebrado con él. Advierte que su contrato no es simplemente un contrato laboral sino un contrato para adelantar investigaciones científicas, que no pueden interrumpirse abruptamente. Sostiene que “El contrato que celebré con la Universidad no puede terminarse alegando que se reunieron los requisitos para el reconocimiento de una pensión de jubilación, porque mi trabajo debe extenderse en el tiempo y, por lo tanto, debe asegurarse la continuidad de las investigaciones más allá de la temporalidad contractual. Esto es lo que protegen  la Constitución Política y nuestras leyes sobre propiedad intelectual...” II. LA DECISION DE PRIMERA INSTANCIA El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá -Sala de Decisión Penal-, en sentencia de treinta y uno (31) de  octubre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), y sobre el asunto de la referencia  resolvió negar la tutela reclamada por el doctor Hugo Hoenigsberg Osorio, en contra de la Universidad  de Los Andes, con base en las siguientes consideraciones: -        La terminación unilateral del contrato de trabajo suscrito entre el accionante y la Universidad de Los Andes por el reconocimiento al trabajador de la pensión de jubilación, está autorizada por el artículo 62-14 del Código Laboral, subrogado por el artículo 7o., literal  a),  numeral 14 del Decreto Ley 2351 de 1965, razón por la que no encuentra, en principio, vulnerado ningún derecho fundamental. -        Advierte que la Universidad de los Andes,  podía solicitar al ISS el reconocimiento y pago de la pensión de jubilación del actor, sin  darle aviso a éste, debido  a que el reconocimiento al trabajador de la pensión de jubilación, estando al servicio de la empresa, es causal de terminación del contrato por justa causa. -        Considera que en este caso la acción de tutela no procede como mecanismo transitorio, porque con la terminación unilateral del contrato de trabajo no se vulnera derecho fundamental alguno; por ello, recomienda al accionante acudir ante la jurisdicción ordinaria con el fin de que sea ésta, la que decida sobre la legalidad en la terminación de la relación laboral entre las partes. Además, el H. Tribunal no encuentra que en este caso se configure el citado perjuicio irremediable, porque en todo caso el accionante puede solicitar a la autoridad competente la "orden de reintegro o promoción a un empleo, cargo, rango o condición". (Art. 1o. del Decreto 306/92). -      Respecto a la supuesta vulneración del derecho al buen nombre y a la dignidad humana del accionante,  las afirmaciones del profesor a quien se refiere reiteradamente el peticionario, supuestamente proferidas en una reunión de colegas universitarios, encuentra el  a-quo que dicha hipótesis no encaja en ninguno de los casos contemplados en el artículo 42 del Decreto 2591 de 1991, sobre procedencia de la acción de tutela contra particulares. De otra parte, y en relación con el trato dado por la Universidad de Los Andes al accionante, el Honorable Tribunal manifiesta que no encuentra vulneración de derecho fundamental alguno con la decisión que se controvierte al desvincular al profesor Hoenigsberg, debido a que el actor no ha querido facilitar las modificaciones que la Universidad y las entidades estatales como Colciencias y el ICFES han venido ordenando, con el objeto de reorientar los esquemas de dirección académica y de investigación, en los programas doctorales de Biología. En este sentido encuentra que el motivo por el cual, la Universidad de los Andes decidió que lo más conveniente era terminar unilateralmente el contrato laboral con el reconocimiento y el pago de la pensión de jubilación, ya que por ser esta una causa para la terminación del contrato de trabajo, no resultaba lesivo de la imagen del petente. Respecto a la suspensión de las cátedras respectivas, considera que obedeció a un manejo eminentemente administrativo y que tuvo como  antecedente el fallo de tutela proferido por la Corte Constitucional, que amparó los derechos fundamentales de la estudiante Primavara Grigoriu de Buendía.  (Sentencia T-172/93. M.P. Dr. José Gregorio Hernández Galindo). -        Por último, el Tribunal advierte que no se vulneró el debido proceso, en razón a que no se decretó sanción disciplinaria de ninguna índole contra el accionante, de conformidad con lo informado por el Rector de la Universidad. III. LA IMPUGNACION -        El apoderado que, conforme a la ley, representa al actor después de haber interpuesto éste en nombre propio la acción de tutela,  impugna la decisión del Juez a-quo, al considerar que la Universidad contra la que se pide la tutela le causa un perjuicio irremediable al peticionario al solicitarle la entrega de las "investigaciones que se hallaban en su poder". -        Insiste en que el comportamiento de la Universidad estuvo encaminado a desvincular al accionante, razón por la que solicita la protección del derecho fundamental al trabajo. -        Considera que la Universidad de Los Andes violó el derecho fundamental al debido proceso del actor, por impedirle conocer la acusación que formulaba el Profesor Manuel Ruíz García en su contra, y al no proferir un fallo disciplinario de "responsabilidad o inocencia".  Además, el apoderado del peticionario, afirma que la Universidad no es competente para dirimir el conflicto de derechos intelectuales. IV.  LA DECISION DE SEGUNDA INSTANCIA La Corte Suprema de Justicia -Sala de Casación Penal-, mediante sentencia de diciembre doce (12) de mil novecientos noventa y cuatro (1994), al resolver sobre la impugnación advertida, se pronunció sobre la petición y sobre la sentencia de tutela y resolvió confirmar la sentencia de octubre 31 de 1994, por medio de la cual una sala de decisión penal del Tribunal de Santafé de Bogotá, negó la tutela instaurada por Hugo Hoenigsberg Osorio, contra la Universidad de Los Andes, con base en los siguientes razonamientos: -        Considera que, al consagrar la legislación laboral el reconocimiento de la pensión de jubilación, como justa causa de terminación unilateral del contrato de trabajo, hace que dicha causal  sea legítima  y por ende hace improcedente la acción de tutela, de acuerdo con el artículo 45 del Decreto 2591 de 1991,  pues, no basta con que el accionante alegué estar sufriendo un daño o perjuicio, consistente en la imposibilidad de disfrutar  un derecho fundamental;  es imprescindible que ese menoscabo provenga de  actividades  ilegales de los particulares, lo que no ocurre en el asunto examinado. -        En relación con los derechos de propiedad intelectual sobre las investigaciones que durante varios años ha adelantado y aun adelantaba  el profesor Hugo Hoenigsberg Osorio en la Universidad de Los Andes, de una parte, y en partícular sobre el derecho que reclama el peticionario a continuar esta tarea, en las mismas condiciones originadas en el contrato de trabajo que se dió por terminado en la  forma mencionada, de otra,  la H. Corte Suprema de Justicia considera que el actor tiene a su alcance otro medio de defensa judicial idóneo, eficaz e inmediato ante la jurisdicción ordinaria, según lo previsto en la ley 23 de 1982 sobre derechos de autor, lo cual hace  improcedente la acción de tutela, ni siquiera como mecanismo transitorio, pues, no encuentra arbitrariedad en la terminación del contrato laboral que existía entre las partes. -        En lo que respecta  a la presunta violación del derecho fundamental al debido proceso de parte de la Universidad, se demostró que el accionante solicitó al Consejo Directivo de la Universidad de Los Andes que le concediera una "audiencia" a fin de  que fuera conocida su versión acerca del manuscrito que  reclamaba el profesor Manuel Ruíz García, y que a ello accedió la Universidad para que se verificara en presencia de dos trabajadores de la institución, razón por la cual  no encuentra irregularidad alguna. La H. Corte Suprema de Justicia reitera que la Universidad, como patrono de peticionario no inició ninguna investigación contra el actor, de manera que no se encuentra la supuesta violación del derecho fundamental al debido proceso, que se quiere probar. V. CONSIDERACIONES DE LA SALA A.  La Competencia Esta Sala de la Corte Constitucional es competente para conocer de la revisión de las decisiones correspondientes al asunto de la referencia, de conformidad con lo establecido en el inciso 2o. del artículo 86 y el numeral 9o. del artículo 241, ambos de la Carta Política desarrollados en los artículos 33 y 34 del Decreto 2591 de 1991, y en atención a la selección que se hizo en la oportunidad establecida en la ley y en el reglamento de la Corporación. B.  La terminación del vínculo laboral y la libertad de enseñanza, cátedra e investigación. 1.  En este asunto se observa inicialmente que la petición de tutela judicial de los derechos constitucionales fundamentales mencionados por el actor, se hace radicar en las especiales características y atributos subjetivos del peticionario, y en la naturaleza especial de sus actividades como docente e investigador universitario de reconocido prestigio internacional, lo cual, en opinión de aquel, condiciona las reflexiones constitucionales y el análisis judicial que procede en esta materia. A este respecto, la Corte encuentra que es su deber contribuir a despejar posibles dudas sobre el punto con algunas reflexiones que permitan iniciar el desarrollo jurisprudencial del mismo, y destaca que esta es un la oportunidad judicial propicia para ello, como se verá enseguida. 2.  Como se dejó dicho inicialmente en la parte que resume la petición, en este caso el actor manifiesta que la Universidad de los Andes ha vulnerado sus derechos constitucionales fundamentales al trabajo, a la dignidad humana, al buen nombre y a la libertad de enseñanza, cátedra e investigación, al solicitar ante la respectiva entidad asistencial y de seguridad social, sin su conocimiento y sin su información, el reconocimiento de los derechos pensionales que legal y contractualmente le  corresponden, y al dar por terminado, también unilateralmente, el contrato de trabajo, que lo vinculaba a la facultad de ciencias biológicas en condición de profesor de cátedra, y en virtud del cual ha ejercido, la docencia en general, y labores de investigación científica por más de treinta años. Al respecto y de modo preliminar, observa la Corte que dentro del marco de la Constitución 1991, y en atención a los nuevos valores y principios constitucionales incorporados en su texto que, como lo ha advertido esta Corporación, producen amplios efectos jurídicos, así sea indirectos y mediatos, y por virtud del nuevo catalogo de derechos constitucionales fundamentales de aplicación y eficacia directa, parcialmente asiste razón al peticionario en la consideración, según la cual, su especial condición de investigador y de docente reconocido y de larga trayectoria en la formación de alumnos, discípulos y profesionales, presupone, desde luego, en las reflexiones jurídicas relacionadas con los derechos fundamentales, la especial incorporación del alcance y del contenido jurídicos de los nuevos valores y principios constitucionales reconocidos expresamente desde el Preámbulo y en los Títulos I y II de la Carta Política, como los de la justicia, la dignidad, el conocimiento, el buen nombre y, muy especialmente, la consideración cierta de la imagen de la comunidad universitaria y de la sociedad en general, sobre su noble tarea y actividad. Lo anterior significa, únicamente, que para el examen de las situaciones judiciales y litigiosas, relacionadas con los mencionados derechos constitucionales fundamentales al buen nombre, a la dignidad humana y a la libertad de cátedra, enseñanza e investigación, no puede pasarse por alto la trayectoria ni la labor desempeñada por los docentes, investigadores y profesores de amplio mérito y trayectoria, como en el caso del peticionario, ni puede desconocerse la proyección de su actividad científica en la investigación, como elementos específicos que rodean y definen las características judiciales del caso, que deben ser tenidos en cuenta para efectos de su resolución. Precisamente, y dentro del marco de la evolución contemporánea del derecho constitucional, estas reflexiones generales pero precisas, relacionadas con la libertad de cátedra, enseñanza e investigación, son producto del desarrollo de las sociedades democráticas y pluralistas, abiertas al desarrollo de las libertades y que proscriben el dogmatismo, el sectarismo, la doctrina o la ciencia oficial y unilateral, y condenan cualquier brote de persecución por razones espirituales, ideológicas, de conciencia, creencia, de arte o de ciencia. De otra parte, respecto a la autonomía universitaria, esta Corte ha dicho que  dentro de ésta debe existir para toda institución de educación superior la posibilidad de estipular, con carácter obligatorio para quienes hacen parte de la comunidad universitaria (directivos, docentes y estudiantes), un régimen interno, que normalmente adopta el nombre de reglamento, en el cual deben estar previstas las disposiciones que, dentro del respectivo establecimiento, serán aplicables a las distintas situaciones que surjan por causa o con ocasión de su actividad, tanto en el campo administrativo como en el disciplinario. Razones de justicia y de seguridad hacen menester que en el correspondiente reglamento se hallen contempladas con entera nitidez las reglas de conducta que deben observar administradores, alumnos y profesores en el desenvolvimiento cotidiano de la vida universitaria. (Cf. Corte Constitucional. Sala Tercera de Revisión. Sentencia No. T-492 del 12 de agosto de 1992). Además, respecto a la libertad de investigación en la Sentencia T-172, la Corte  Constitucional estableció:  "Esta libertad, que constituye expresión y reflejo de la racionalidad humana, hace parte de los derechos fundamentales de la persona, cuya natural tendencia a la búsqueda de la verdad en los distintos ámbitos, la lleva necesariamente a explorar de manera incesante nuevas áreas del conocimiento." Esta garantía constitucional (artículo 27) guarda relación, desde el punto de vista del individuo, con el libre desarrollo de su personalidad (artículo 16), en cuanto la investigación constituye una de las múltiples formas de realizar sus particulares aspiraciones intelectuales; está íntimamente vinculada al derecho a la educación (artículo 67), toda vez que es una fuente de conocimiento y de aplicación de lo aprendido y asimilado tanto por docentes como por discípulos, y permite, como lo quiere la Constitución, "...el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica y a los demás bienes y valores de la cultura"; repercute en el ejercicio del derecho a trabajar (artículo 25), cuando de la evaluación académica que se efectúe sobre la actividad investigativa depende el cumplimiento de requisitos indispensables para obtener el título que permite desempeñar la profesión correspondiente; cristaliza mediante su adecuado ejercicio la aspiración de la libertad (Preámbulo) y eleva, gracias a la potenciación del intelecto, la dignidad de la persona humana. Pero, por otro aspecto, atendidos los fines que persigue la investigación, y la utilidad que a la comunidad reportan los avances que en las más variadas esferas se obtienen merced a sus resultados y proyecciones, tiene una indudable función social, de lo cual se desprende que la tutela de su práctica y el clima propicio para llevarla a cabo, no menos que el estímulo a su prosperidad y desarrollo, son objetivos que se inscriben dentro del papel que al Estado corresponde para el logro del bien común. Así, pues, lo que se halla en juego cuando se debate acerca de posibles transgresiones a la libertad investigativa no es tan sólo el beneficio particular o personal del investigador, sino el interés colectivo; el aliento a la investigación, en cuanto implica promoción del desarrollo, hace parte de los fines del Estado Social de Derecho e incumbe a las autoridades. Cosa distinta es que el uso o aplicación posterior del resultado que arroje la tarea investigativa deban ser evaluados, controlados e inclusive  restringidos y negados -si fuere indispensable-, también en guarda del interés general. 3.  Cabe destacar que, en verdad, en el caso concreto que se examina, se trata del reclamo judicial de la protección de los mencionados derechos constitucionales fundamentales pero específicamente predicados, de una persona que ostenta la calidad de profesor e investigador reconocido por la comunidad académica nacional e internacional, como una de las personalidades de más alta calificación científica y docente, y que, como tal, sus derechos al trabajo en su relación con la libertad de enseñanza, investigación y cátedra, al trato digno, al buen nombre, deben ser examinados sin perder de vista las especiales condiciones en que se desenvuelven, por los atributos de su titular. 4.  En segundo término es claro que el actor en este caso y por esta vía específica, preferente y sumaria de la tutela judicial de los derechos constitucionales fundamentales, en principio no reclama ni pretende, como no podría hacerlo por razones procesales de naturaleza constitucional, la protección directa y específica de las manifestaciones sociales y programáticas de este derecho de rango constitucional, como sería el caso de reclamar el derecho a un trabajo determinado, o a una determinada y precisa relación de trabajo o a una plaza de trabajo, ni propone que se defina sobre las implicaciones económicas o prestacionales de carácter subjetivo y concreto que se podrían configurar en su situación; así, es evidente que en verdad, y aún cuando el mencionado derecho constitucional al trabajo en los términos del artículo 25 de la Carta Política, contenga y exprese las varias características que le atribuyó el Constituyente de 1991, y que esta Corporación ha distinguido con claridad en la doctrina constitucional que ha formulado y que es su jurisprudencia en la materia, en este asunto, y en este aspecto. De modo que lo que se interpreta de su demanda es que el peticionario específicamente reclama por vía de la acción de tutela la protección de las manifestaciones de aquel derecho, pero en cuanto derecho constitucional fundamental a trabajar en una actividad profesional legítima y a ocuparse libremente de lo que sabe hacer, bajo la dependencia de otra persona, y de lo cual puede obtener la provisión económica, salarial o prestacional sus principales necesidades materiales y espirituales. En este sentido, es claro que por la vía judicial ejercida en este caso, no se puede plantear pretensión alguna relacionada con la aspiración de conservar un puesto de trabajo ni de obtener una determinada contraprestación económica incierta, pues lo que reclama el profesor Hoenigsberg, interpretadas sus manifestaciones en reclamo de esta tutela, es el derecho a seguir ejerciendo la cátedra, la docencia en general y llevar a término sus investigaciones. 5.  En este sentido, la Corte encuentra que por el aspecto que aquí se delimita, no se ha producido violación alguna que deba ser objeto del remedio judicial que patrocina y permite la acción de tutela de los derechos constitucionales fundamentales, prevista en el artículo 86 de la Carta Política, pues el profesor que en este asunto reclama su derecho a trabajar puede en todo caso hacerlo en otra entidad, al servicio de cualquiera otra institución, centro, gobierno o patrono que desee vincularlo, patrocinarlo o apoyarlo, y que seguramente no le hará falta por sus notables y reconocidas calidades que lo hacen merecedor de todos los honores y consideraciones reservadas a personalidades como la suya. De igual modo, puede el peticionario continuar con sus investigaciones y hacerlo con sus recursos o con los de otras personas, con o sin dependencia laboral o económica, todo lo cual no se ha visto afectado en los hechos narrados en la petición y  en la documentación anexa. En verdad la conducta del rector, de las directivas y de la Universidad ha sido correcta y ponderada, no obstante los recientes y muy excepcionales conflictos personales del peticionario con una alumna y con un profesor; lo cierto es que la Universidad no ha actuado en contra de la libertad de cátedra, ni de investigación del profesor Hoenigsberg, ni ha formulado expresión denigrante alguna, y mucho menos ha incurrido en alguna  práctica de descrédito o de persecusión de sus actividades científicas, y por ello no ha incurrido en lesión de los mencionados derechos constitucionales fundamentales. Lo cierto es que la desvinculación por razones prestacionales es decretada en este caso por la Universidad en los normales, simples y escuetos términos jurídicos que corresponden a la situación de ingreso al régimen de pensión por el trabajador, y con ellos no se vulnera la posibilidad de que el profesor pueda ejercer su derecho constitucional al trabajo. Claro que en algunas circunstancias subjetivas se produce una sensación personal de incomodidad y de desacuerdo, cuando el itinerario personal, e incluso el científico, se ve alterado con una decisión que preferiblemente se debiera informar con anticipación, en términos corteses y de cordial relación. 6.  En verdad puede tratarse de una situación como la descrita por el actor, pero en dichos caso las condiciones de persecución y de violación de los derechos debe parecer evidente, y debe probarse con cualquier medio razonable y legítimo de prueba, lo cual no aparece en estas condiciones, pues en los términos en que es pronunciada la desvinculación del profesor en este caso, no se afecta la intangibilidad del mencionado derecho constitucional fundamental a trabajar, como podría llegar a ser afectada si el centro docente y anterior patrono promoviera acciones que obstaculicen la reubicación laboral del docente desvinculado o se incurriese en conductas y actos de ilegítimo desprestigio e ilegal descalificación, ninguna de las cuales se ha presentado en el caso del profesor Hoenigsberg. De conformidad con lo que se advierte en las dos providencias que se resumen, y que se han proferido en las instancias judiciales respectivas, queda en claro que en este caso no aparece vulnerado el derecho constitucional fundamental a trabajar del profesor Hoenigsberg previsto en el artículo 25 de la Carta Política, entre otras razones porque la Universidad de los Andes, actuó de acuerdo con lo estipulado en el articulo 62-14 del Código Laboral, subrogado por el artículo 7o. literal a) numeral 14 del Decreto 2351 de 1965, el cual consagra que el reconocimiento al trabajador de la pensión de jubilación, configura una justa causa de terminación unilateral del contrato de trabajo y porque de conformidad con lo dispuesto en la normatividad legal vigente, en la que aparece la especial protección del Estado a dicho derecho, las actuaciones económicas y la decisión adoptada en su caso se ajustan a derecho. Pero, además, la entidad patrono en todo momento se ha abstenido de pronunciamiento alguno, de manifestación externa alguna o de signo apreciable en procura de “perseguir” al profesor que actúa como peticionario en este asunto; por el contrario, de lo que se puede apreciar de las actuaciones debidamente documentadas en el expediente, aparece un trato respetuoso y cordial dentro de los términos del ordenamiento jurídico colombiano y dentro del respeto a los valores mencionados con ponderado juicio con los méritos especiales del profesor, en cuanto a la proyección de su imagen, su buen nombre y a la posibilidad de seguir adelantando sus investigaciones en las mismas condiciones de respetabilidad y decoro. Por tanto, el acto unilateral por medio del cual la Universidad de los Andes solicitó al instituto de seguros sociales el reconocimiento de la pensión de jubilación  para terminar el contrato de trabajo suscrito con el actor es de carácter legítimo, y como la Universidad actuó de acuerdo con el ordenamiento  laboral y sin desconocer los derechos constitucionales fundamentales del peticionario, estuvo bien denegada la tutela en ambas instancias. 7.  De otra parte, la Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia, en sentencia de abril 15 de 1980 respecto a la solicitud de reconocimiento de la pensión de jubilación por parte del patrono precisó que: "Si el patrono tiene cómo establecer el número de cotizaciones realizadas por el trabajador y la edad de este podrá solicitar a los Seguros el reconocimiento de la respectiva pensión y hasta requerir su rápido diligenciamiento.  El supuesto contrario, es decir, el reconocimiento de esta facultad en el patrono para dejarla exclusivamente en cabeza del trabajador y a su arbitrio, haría nugatoria la causal cuando se trate de pensiones a cargo del Instituto de Seguros Sociales, lo cual es inadmisible". En el presente caso se demostró que el Instituto de Seguros Sociales por petición de la Universidad de Los Andes, mediante las resoluciones  012493 y 013522 de 1994, reconoció y ordenó pagar al actor la pensión de jubilación a partir del mes de agosto de 1994, acto que en ningún momento configura un ejercicio indebido de las facultades que posee la Universidad accionada como empleador; se concluye entonces que las decisiones de instancia han sido acertadas al no encontrar vulneración del derecho al trabajo por parte de la Universidad de Los Andes, teniendo en cuenta  que la solicitud de reconocimiento y pago de la pensión  de jubilación constituye una conducta  legítima de un particular, que torna improcedente la acción de tutela de acuerdo con el artículo 45 del Decreto 2591 de 1991, aún como mecanismo transitorio, debido a que no es posible causar un perjuicio  irremediable, cuando el daño o perjuicio que se alega es causado por un acto  particular ajustado a derecho. 8.  En relación con los derechos de autor del actor sobre las investigaciones adelantadas en la Universidad de los Andes durante varios años, comparte esta sala las razones expuestas por los respectivos jueces de instancia, al considerar que el Profesor Hugo Hoenigsberg Osorio, cuenta con otros medios de defensa judicial idóneos, eficaces e inmediatos ante la jurisdicción ordinaria, previstos en la Ley 23 de 1982, que regula el procedimiento aplicable, y en su desarrollo pueden decretarse medidas preventivas en caso de una eventual vulneración de los derechos protegidos en esta ley. 9.  El actor manifiesta que la Universidad de los Andes vulneró su derecho fundamental a la libertad de investigación, al exigirle la entrega de las investigaciones que adelantó durante los últimos treinta años en la Universidad, como profesor en la facultad de ciencias biológicas. En primer lugar es necesario mencionar que la libertad de investigación del actor como docente universitario, no se ha coartado por el hecho de que la Universidad de los Andes le haya exigido a éste la entrega de las  investigaciones adelantadas en el Instituto de Genética de la Universidad, en razón a que la labor del profesor Hoenigsberg como docente y director del instituto de Genética trae implícita la función de investigador, y al terminar el contrato de trabajo por el reconocimiento de su pensión de jubilación terminaría así su función de investigador para con la Universidad; en este sentido, cabe advertirle al peticionario que lo que garantiza la continuidad del pensamiento y del desarrollo de unas investigaciones a lo largo del tiempo, y si es posible de la permanencia de la validez de sus acertos, es la formación de escuela, de discipulos, de alumnos y,si es del caso, de seguidores que repiten las experiencias, las convalidan o las mejoran y, quizá, las revalúan. En ningún caso, ni siquiera dentro de los mas amplios marcos de los valores y de los principios constitucionales de la Carta de 1991, ni en una interpretación extrema de consideraciones como las que se destacan, resulta valido aspirar y mucho menos, exigir su respeto por vía judicial a continuar por siempre en un solo lugar como trabajador, ni como docente o investigador, ni como profesor; la experiencia enseña lo contrario respecto de la vida, y en materia de la investigación científica, de su reconocimiento y continuidad, lo cierto es que son los discípulos  quienes pueden tomar o retomar los esfuerzos sin que la desvinculación, así sea abrupta del maestro, frustre temporalmente los trabajos científicos y académicos. 10. No se encuentra por tal motivo, vulnerado el derecho a la libertad de investigación, debido a que, la Universidad de los Andes mantenía un contrato laboral que traía implícita las funciones de docente e investigador, y ellas se han proyectado con sumo vigor y fuerza en muchas latitudes, en las que el mencionado profesor es reconocido y en los que tiene discípulos y alumnos; ellos se encargan de profundizar sus ideas y de mantener vigentes las investigaciones. Además, vale la pena mencionar que el derecho a la libertad de investigación del actor como científico no se ha vulnerado, ya que la Universidad de los Andes no le ha limitado al profesor Hoenigsberg su creatividad de investigador,  en razón a que,  al pedirle las investigaciones adelantadas no ha restringido su capacidad, por lo que el actor puede continuar por fuera del centro educativo, explorando nuevas áreas del conocimiento. 11.  Por último, dentro de las características de la acción de tutela, no se podría en este caso obligar a un ente particular a reintegrar a un docente cuando la relación laboral ha terminado por justa causa, como es el  reconocimiento de la pensión de jubilación, y no aparece ninguna ofensa ni a la dignidad, ni al buen nombre, ni a la respetabilidad como investigador y docente de reconocida trayectoria mundial. Hay que destacar que en ejercicio de la autonomía universitaria, no se puede obligar a un ente de carácter privado o público, a tener a su servicio indefinidamente a determinado docente,  como tampoco forzar al centro educativo a mantener en sus instalaciones a un  ex- docente vigilando y coordinando las investigaciones que adelanta la institución, porque  se entraría a vulnerar la autonomía universitaria del  centro educativo. Además, de acuerdo con las pruebas recaudadas se pudo establecer que, no obstante que el profesor que es peticionario en esta oportunidad no estuvo de acuerdo con un proceso de reorientación de los esquemas de dirección académica y de investigación que venia adelantando la Universidad de los Andes, Colciencias y el ICFES, y que no compartía las políticas en el orden interno de la universidad, en ningún caso esto significó una represalia ni una persecución en contra suya, atentatoria de la libertad de investigación o cátedra. La Universidad de los Andes al solicitar al actor la entrega de las investigaciones adelantadas en el instituto de genética, no afecta el interés común de la comunidad, debido a que la Universidad  como ente de derecho privado promueve y continua el desarrollo y culminación de los proyectos adelantados por el actor, y de nuevos proyectos investigativos, a través de la facultad de ciencias biológicas y del  Instituto de Genética de la Universidad. 12.  El actor considera vulnerado su derecho a la libertad de cátedra, por el hecho de que la universidad de los Andes le suprimió las cátedras de evolución y genética, las cuales a su juicio son producto de sus investigaciones en el laboratorio de la Universidad por más de treinta años; empero como lo advierte esta Corte, aquella es el derecho garantizado constitucionalmente a todas las personas que realizan una actividad docente a presentar un programa de estudio, investigación y evaluación, que según su criterio se refleja en el mejoramiento del nivel académico de los educandos, y no genera derecho adquirido  a la inamovilidad y a la continuidad y permanencia por fuera de los límites de la carrera si es del caso, o de los derechos pensionales, como aparece en este asunto. En mérito de lo expuesto, esta Sala de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución, R E S U E L V E : Primero.   Confirmar las sentencias proferidas por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá -Sala de Decisión Penal-, el 31 de octubre de 1994, y por la Corte Suprema de Justicia -Sala de Casación Penal-,  el 12 de diciembre de 1994. Segundo.  Líbrense por Secretaría las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados. Cópiese, notifíquese, publíquese e insértese en la Gaceta Constitucional y cúmplase. FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado JORGE ARANGO MEJIA Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-258-95 Sentencia No Sentencia No. T-258/95 PEAJE-Obligatoriedad del pago El denominado "peaje" consiste en la tasa o retribución que el usuario de una vía pública paga por su utilización, con el fin de garantizar la existencia y el adecuado mantenimiento, operación y desarrollo de una infraestructura vial que haga posible y eficiente el transporte terrestre. La obligación del pago del peaje, la fijación de su monto y la exoneración de su pago, bien sea que el Estado asuma directamente la responsabilidad de la construcción y mantenimiento de las obras, o que la haga a través de la celebración de contratos de concesión, es materia que corresponde regular única y exclusivamente al legislador. antes que obstaculizarse el derecho a la educación del peticionario y sus compañeros, por el contrario se ha facilitado su materialización, pues la alcaldía municipal ha desplegado esfuerzos adicionales a los que implica el funcionamiento del plantel educativo, mediante el suministro de un medio de transporte pagado por ella. REFERENCIA: Expediente T-61607. TEMA: La obligación de pagar el peaje por el uso de la red vial no afecta derechos constitucionales fundamentales. PROCEDENCIA: Juzgado Promiscuo Municipal de Guática (Risaralda). PETICIONARIO: Gerson Idárraga Gutiérrez. MAGISTRADO PONENTE: ANTONIO BARRERA CARBONELL. Aprobada en Santafé de Bogotá D.C. el catorce (14) de junio de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados ANTONIO BARRERA CARBONELL, EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ y CARLOS GAVIRIA DIAZ, revisa el proceso de acción de tutela instaurado por Gerson Idárraga Gutiérrez, ante el Juzgado Promiscuo Municipal de Guática (Risaralda) contra el Ministerio de Transporte. I. ANTECEDENTES. 1. Los hechos y pretensiones. El menor Gerson Idárraga Gutiérrez, relata que reside en la vereda "La Palma" del municipio de Guática (Risaralda), y cursa décimo grado en el "Colegio Instituto San Clemente" del Corregimiento "San Clemente" de dicha localidad. Entre la vereda "La Palma" y el corregimiento de "San Clemente" hay aproximadamente nueve kilómetros y entre estos dos sitios existe el peaje de "San Clemente" de la troncal de occidente. Manifiesta que a él y a ocho compañeros más residentes en la vereda aludida, se les está vulnerando su derecho a la educación, toda vez que no pueden asistir o llegar puntualmente a clases; al respecto señala que para su transporte y el de sus compañeros y ante la imposibilidad de costearse el transporte, a través del bus intermunicipal, pues sus padres son de escasos recursos económicos, el alcalde municipal de Guática les facilitó el transporte al colegio con cargo al Municipio, mediante la utilización de un vehículo de servicio público. Sin embargo, al peticionario y a sus compañeros les corresponde sufragar los costos del referido peaje, lo cual les resulta oneroso económicamente, motivo por el cual muchas veces  no cuentan con el valor del peaje y no pueden asistir a clases. 2. El fallo que se revisa. El Juzgado Promiscuo Municipal de Guática concedió a Gerson Idárraga Gutiérrez la tutela de los derechos reconocidos en los artículos 13 (igualdad) y 44 (educación de los niños) de la Constitución y ordenó al Ministerio de Transporte (Instituto Nacional de Vías) exonerar del pago de la tasa de peaje por el uso de la vía en el peaje San Clemente al propietario del vehículo de servicio público contratado por el Municipio donde se transportan los estudiantes residentes en las veredas "La Palma" y "La Ceiba". Para adoptar dicha decisión el juzgado expuso las siguientes consideraciones: Aludiendo a la jurisprudencia de la Corte Constitucional sobre el derecho a la educación, como derecho deber en cuanto no solamente otorga prerrogativa a favor del individuo, sino que comporta exigencias de cuyo cumplimiento depende en buena parte la subsistencia del derecho, se pregunta el juzgado si "cuándo un alumno no puede cumplir con dichos deberes por causas externas a su voluntad (falta de recursos económicos para sufragar el costo de transporte o el pago del peaje), se está vulnerando su derecho fundamental de acceso a la Educación?". Responde el juzgado dicho interrogante considerando que el derecho a la educación es un servicio público que tiene una función social  y que como es deber del Estado promover las condiciones para alcanzar una igualdad real y efectiva, el acceso a la educación debe ser garantizado libre de toda clase de interferencias que lo anulen o lo limiten. En tal virtud anota que el derecho a la igualdad de oportunidades se ve transgredido "ante el costo que representa para los padres de familia la cancelación del peaje, a fin de que sus hijos tengan acceso a la educación, al encontrarse en desigualdad por vivir en el campo, donde toca hacer un gran esfuerzo no sólo físico sino económico diariamente para que éstos puedan llegar al centro docente". Y que el Estado para poder garantizar la igualdad real y efectiva a personas de escasos recursos económicos debe prescindir de cobrar dicho servicio, más aún, si con ello se amenaza el derecho a la educación que tienen los niños. Por lo tanto, dice el juzgado que "ante la dicotomía y conexidad que existe entre el derecho al servicio público, traducido en la cancelación de pago de peajes, con el derecho al libre acceso a la educación de menores de edad, que acarrea para personas de escasos recursos económicos, como son los de la vereda La Palma y la Ceiba, hace practicable de estos últimos la protección constitucional del artículo 86". III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE. 1. Competencia. La Corte es competente para conocer de la revisión del fallo de la referencia, en virtud de las facultades que le confieren los artículos 86 de la Constitución Política y 31 a 36 del decreto 2591 de 1991. 2. La educación como derecho fundamental. Vulneración cuando se afecta o amenaza su núcleo esencial. 2.1. La Corte en numerosas sentencias de tutela y constitucionalidad ha tenido la ocasión de pronunciarse sobre el carácter de fundamental del derecho a la educación. En efecto, esta misma Sala en la sentencia T-236/94, dijo: "Como derecho, la educación supone la oportunidad que tiene la persona humana de acceder a la variedad de valores que depara la cultura, que le permiten adquirir conocimientos para alcanzar el pleno desarrollo de su personalidad, los cuales la colocan en la posibilidad real de participar, en igualdad de condiciones, en el ejercicio de otros derechos fundamentales, como el del trabajo, que son condición para lograr una especial calidad de vida. La educación, de otra parte, habilita al ser humano para conocer y apreciar racionalmente los principios y valores democráticos y de participación ciudadana previstos en la Constitución". "La importancia esencial de la educación se destaca cuando se advierte que asume el carácter de un derecho instrumental o derecho medio, en cuanto se convierte, como se ha anotado, en la clave del desarrollo de la personalidad y del ejercicio de otros derechos cuya efectividad sería utópica sin su mediación, al tiempo que cumple el objetivo constitucional de formar un hombre respetuoso de los derechos humanos, amante de la paz y la democracia, y receptivo al cumplimiento de los deberes que son correlativos a los derechos y libertades  reconocidos en la Constitución (arts. 67 y 95)". En sentencia T-309 de 1993, la Corte Constitucional tuvo oportunidad de señalar, cómo el desconocimiento del derecho a la educación se traduce en la violación de los derechos a la igualdad y al libre desarrollo de la personalidad. Así se pronunció el organismo: "Se desconoce el derecho a la igualdad , ya que por la función misma que cumple el proceso educativo, la educación es uno de aquéllos derechos que realiza materialmente el principio, y  "en la medida en que la persona tenga igualdad de posibilidades  educativas, tendrá igualdad de oportunidades en la vida para efectos de su realización como persona". (....) "Se quebranta el derecho al libre desarrollo de la personalidad, pues es entendido que entre los fines que a la educación se asignan, figuran entre otros, el de propiciar el libre desarrollo de la personalidad, de acuerdo con las aptitudes y aspiraciones del individuo, fomentando al mismo tiempo la conservación y superación de la persona a través de la transmisión de conocimientos, técnicas, actitudes y hábitos. Dicho derecho posee el carácter de esencial a toda persona, y, por lo tanto, fundamental" . "Ahora, si bien la educación es un derecho fundamental y se consagra como un servicio público, en cuanto que constituye una actividad de interés general que se ha de satisfacer, bien por el Estado o bajo su vigilancia por los particulares, su prestación está condicionada por las limitaciones que surgen de las propias posibilidades operativas y de cobertura de las instituciones que la ofrecen (limitación material) y, además, por los requerimientos académicos y administrativos (limitación técnica) que éstas reclaman de quienes pretenden acceder a sus aulas". 2.2. No obstante la consideración de la educación como un derecho fundamental que debe ser garantizado y respetado por el Estado, y que puede ser exigido a través de la tutela, cuando por acción u omisión de una autoridad pública resulte vulnerado o amenazado, esta misma Sala precisó: "La violación directa o eventual del derecho a la educación, o de cualquier otro derecho fundamental, exige como precondición necesaria, para que opere la tutela como un instrumento judicial de protección, que su quebrantamiento o la amenaza de tal, además de ser un hecho cierto, tenga la entidad suficiente como para afectar en forma grave su existencia. No cualquier desconocimiento ni amenaza, puede tomarse como causa determinante y justificativa de la acción de tutela, sino aquélla que evidencie un daño esencial del núcleo del derecho, de manera que resulte imposible o muy difícil su ejercicio por su titular en el futuro. O dicho de otra manera, puede decirse que la tutela se explica cuando ocurre un desconocimiento básico del derecho o se da una amenaza de serlo con esa misma intensidad, de suerte que si no se remueven los obstáculos antijurídicos que lo afectan o se superan los vacíos que constituye su origen, el derecho se desdibuja de tal suerte que no es posible ejercerlo o, simplemente, no llega a ser una realidad".[1] 3. El pago del peaje, tasa por la utilización de una vía pública. Dentro del Estado Social de Derecho los servicios públicos constituyen un cometido estatal inherente a su finalidad. Sin que interese el régimen jurídico aplicable a ellos, el cual debe ser definido por el legislador, ni que deban ser prestados por el Estado, directa o indirectamente, o por comunidades organizadas, o por los particulares, la satisfacción de los intereses públicos sociales que conlleva todo servicio público, comporta su funcionamiento de manera permanente, regular y continua, en condiciones de eficiencia, por la necesidad de asegurar a la comunidad el suministro de los beneficios concretos que ella demanda como una necesidad inaplazable, en forma general o a través de diferentes sectores sociales particularizados, lo cual se garantiza a través de las competencias que se le asignan al Estado para regularlo, en todo tiempo, y para imponer el control y la vigilancia requeridos para su adecuada prestación. Declara el artículo 366 de la Constitución que "el bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de la población son finalidades sociales del Estado", lo cual da a entender que de modo general éstas son metas esenciales a las cuales debe apuntar la actividad estatal que se realiza a través de la prestación de la gran variedad de servicios públicos consustanciales al Estado Social de Derecho. Igualmente la norma desciende de lo general a lo concreto, al determinar que el objetivo fundamental de dicha actividad lo constituye la solución de las necesidades insatisfechas de salud, de educación, de saneamiento ambiental y de agua potable, y para ello instituye el llamado gasto público social. La prestación de los servicios públicos, en cuanto contribuyen al bienestar de la población y al mejoramiento de su calidad de vida, al mismo tiempo son el instrumento para la creación de las condiciones que preservan y fortalecen la vigencia y el goce efectivo y real de los derechos fundamentales de las personas. Tal es el caso de la educación que es un derecho de la persona que se ve fortalecido por la prestación de la gran variedad de servicios públicos, en general, y al mismo tiempo, demanda la organización y funcionamiento de un servicio público específico a cargo del Estado y los particulares para hacerlo real y efectivo. Salvo en el caso de algunos de los llamados servicios públicos sociales, en que quien recibe el servicio paga por el mismo muy poco o nada, asumiendo una posición de beneficiario antes que de usuario, e igualmente, en los servicios públicos domiciliarios en que se proveen "subsidios para que las personas de menores ingresos puedan pagar las tarifas... que cubran sus necesidades básicas", quien utiliza o hace uso del servicio público está en la obligación de pagar una retribución o tasa. (art. 368 C.P.). El denominado "peaje" consiste en la tasa o retribución que el usuario de una vía pública paga por su utilización, con el fin de garantizar la existencia y el adecuado mantenimiento, operación y desarrollo de una infraestructura vial que haga posible y eficiente el transporte terrestre. Las tasas correspondientes al peaje que recaudan los contratistas concesionarios tienen su origen en la celebración de contratos -antes denominados en el decreto 222 de 1983 (art. 105) de concesión por el sistema de peaje- modalidad del contrato de obra pública, y que la ley 80 de 1993, actual estatuto contractual, conserva como una forma del contrato de concesión cuyo objeto sea "la construcción, explotación o conservación total o parcial de una obra o bien destinados al servicio o uso público" y las actividades conexas necesarias para la adecuada prestación o funcionamiento de la obra o servicio, por cuenta y riesgo del contratista concesionario y bajo la vigilancia y control de la entidad concedente contratante "a cambio de una remuneración que puede consistir en derechos, tarifas, tasas, valorización o en la participación que se le otorgue en la explotación del bien, o en suma periódica, única o porcentual y, en general, en cualquier otra modalidad de contraprestación que las partes acuerden (art.32. ordinal 4o). Si el cobro del peaje, constituye un derecho del contratista concesionario, derivado del contrato de concesión, la entidad pública concedente (Nación, Santafé de Bogotá D.C., Departamento y Municipio), no puede exonerarlo de su pago, a no ser que la ley lo autorice, lo cual implica que ella asume directamente el costo del servicio, pues de lo contrario se colocaría en la situación de incumplimiento del contrato. La obligación del pago del peaje, la fijación de su monto y la exoneración de su pago, bien sea que el Estado asuma directamente la responsabilidad de la construcción y mantenimiento de las obras, o que la haga a través de la celebración de contratos de concesión, es materia que corresponde regular única y exclusivamente al legislador. Así, de conformidad con el artículo 1o del decreto 0767 del 12 de abril de 1957 "el pago de peaje en las carreteras en que se cobra este gravamen es obligatorio para toda clase de vehículos automotores que transiten por ellas sin excepción alguna". La ley 105 del 30 de diciembre de 1993 (art. 21) dispuso, en lo pertinente: "Para la construcción de la infraestructura de transporte a cargo de la Nación, esta contara con los recursos que se apropien en el presupuesto nacional y además cobrara el uso de las obras de infraestructura de transporte de los usuarios, buscando mantener su adecuado mantenimiento, operación y desarrollo". "Para estos efectos, la Nación establecerá peajes, tarifas y tasas sobre el uso de la infraestructura nacional de transporte y los recursos provenientes de su cobro se usarán exclusivamente para ese modo de transporte". La misma norma (letra b del inciso 3o) exoneró del pago del peaje a las motocicletas y bicicletas. 4. Caso concreto. 4.1. En el caso subjudice el peticionario alega la vulneración del derecho a la educación, en razón de que para poder asistir a clases al Colegio Instituto San Clemente, tanto él como sus compañeros deben sufragar el costo del peaje del vehículo de servicio público puesto a su disposición por el municipio para permitirles su desplazamiento diario al plantel educativo. Dado que dicho peticionario ni sus compañeros cuentan con recursos económicos suficientes, se afirma que muchas veces no han podido pagar el costo del peaje, con el resultado de que han dejado de asistir a clases, lo cual ha impedido el ejercicio del derecho a la educación. Expresa el juzgado que en el presente caso se viola el derecho a la igualdad al imponer a personas que viven en el campo, donde las condiciones son mucho mas difíciles que en la ciudad, un esfuerzo económico, el pago de un peaje, para que sus hijos puedan estudiar. No encuentra la Sala que exista violación del derecho de igualdad, por que el legislador ha determinado el cobro de una tasa por la utilización de una vía pública, sin que objetivamente interese si ella grava a quienes residen en la ciudad o en el campo, pues la tasa representa la retribución por el servicio que se presta a través de la infraestructura vial. La discriminación se presentaría, si atendidas las condiciones personales (sexo, raza, origen familiar o nacional, etc) de los usuarios, se determinarse por el legislador o quienes realizan el cobro del peaje, las personas que deben pagarlo y quienes están exoneradas de ello. En cuanto a la alegada violación del derecho a la educación considera la Sala que no se vulnera su núcleo esencial, pues como lo ha sostenido esta misma Sala en la aludida sentencia T-136/94, no cualquier afectación del referido derecho hace procedente la acción de tutela, sino aquella que es producto de una actuación u omisión de la autoridad que de manera patente y directa implique un menoscabo del núcleo esencial del derecho, de suerte que se haga imposible o difícil en extremo su ejercicio. El pago del peaje que debe realizar el peticionario, conjuntamente con sus compañeros, para poder asistir a clases en el mencionado colegio, no implica limitación o menoscabo del núcleo esencial de su derecho a la educación, porque el pago del peaje, si bien representa un esfuerzo económico para los estudiantes, tiene una justificación en el hecho de que deben pagar una tasa obligatoria por la utilización de un servicio público y ello no implica violación de dicho núcleo esencial, pues aquél obedece a una situación externa al servicio de educación. La presunta limitación que se dice imponer al peticionario y a sus compañeros para estudiar no emana propiamente de la institución o del sistema educativo municipal, sino de una exigencia legal que, en principio, no se aprecia que viole de manera flagrante la Constitución;  es decir, el pago del peaje constituye una obligación legitima a cargo de quienes utilicen la red vial que puede ser exigida por la Nación a través del concesionario encargado de su mantenimiento y desarrollo. Advierte la Sala además, que en el expediente obran declaraciones que le permiten establecer la existencia, no sólo de otros medios para que los estudiantes de la vereda "La Palma" del municipio de Guática puedan asistir a  sus clases, sino la presencia de otras causas por las cuales algunas veces no pueden llegar a tiempo a tomar dichas clases. En efecto, la menor Mary Luz Idárraga Hoyos, quien se encuentra en la misma situación del peticionario, manifestó que a ella "le sale más económico caminar para llegar al bus que la lleve al Colegio que acarrear los costos del peaje del vehículo que les suministro el Municipio"; el menor Mario Andrés Naranjo Echavarría, afirmó que reside en la misma vereda en la cual vive el peticionario y que le sale más económico salir caminando por la carretera y pagar el transporte del bus que hacer uso del vehículo suministrado por el Municipio por el costo del peaje; los menores Lina María Tabares Zuluaga y Elvi María Gutiérrez García, depusieron en idéntico sentido, pero anotando, esta última, que a veces cuando llega al sitio donde debe abordar el bus, éste se adelanta o se atrasa, lo que la imposibilita a veces llegar temprano a clases. Todo lo anterior es indicativo de que ni existe violación del núcleo esencial del derecho a la educación en el presente caso, ni el pago del peaje es la causa única y determinante por la cual, en ocasiones, los estudiantes no pueden llegar puntualmente a clases. La Sala anota finalmente que antes que obstaculizarse el derecho a la educación del peticionario y sus compañeros, por el contrario se ha facilitado su materialización, pues la alcaldía municipal de Guática ha desplegado esfuerzos adicionales a los que implica el funcionamiento del plantel educativo, mediante el suministro de un medio de transporte pagado por ella, para que los estudiantes residentes en las veredas de "La Palma" y "La Ceiba" puedan asistir oportunamente a clases. No encuentra en consecuencia la Sala mérito para estimar que se han violado los derechos fundamentales a la igualdad y a la educación del peticionario y, por consiguiente, revocará la decisión del Juzgado Promiscuo Municipal de Guática y dispondrá no conceder la tutela impetrada. IV. DECISION. Por las razones señaladas, la Corte Constitucional en Sala Segunda de Revisión, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, R E S U E L V E: PRIMERO. REVOCAR la sentencia del veinticinco (25) de noviembre de mil novecientos noventa y cinco (1995) proferida por el Juzgado Promiscuo Municipal de Guática (Risaralda) y, en consecuencia, NO CONCEDER la tutela impetrada. SEGUNDO: LIBRAR las comunicaciones a que se refiere el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los fines allí previstos. Notifíquese, cópiese, publíquese en la Gaceta de la Corte constitucional y cúmplase. ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado Ponente EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado CARLOS GAVIRIA DIAZ Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1]  T-136/94.
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T-260-95 Sentencia No Sentencia No. T-260/95 CORTE CONSTITUCIONAL-Revisión de tutela/DESISTIMIENTO DE TUTELA-Improcedencia Cuando se adelante la revisión de un caso seleccionado por la Corte, las personas que han solicitado la protección judicial de sus derechos no pueden desistir de sus pretensiones iniciales, pues en ese nivel no están disponiendo ya de su interés particular, concreto y específico, sino que está comprometido un interés público. La revisión de la Corte no opera por la voluntad de ninguno de los intervinientes en el trámite adelantado ante los jueces de instancia, ni por virtud de recurso alguno, sino por ministerio de la norma constitucional. Por ello, en los procesos materia de revisión, se rechazarán los escritos de desistimiento y se resolverá en todos los casos. ACCION DE TUTELA-Improcedencia/MEDIO DE DEFENSA JUDICIAL/ACTO ADMINISTRATIVO/JURISDICCION CONTENCIOSO ADMINISTRATIVA/POLICIA NACIONAL-Grados de suboficiales/PATRULLEROS Las pretensiones de los accionantes no encajan dentro del sentido y las finalidades de la acción de tutela. Cuando la ley ha establecido otras posibilidades de acudir ante los jueces, siempre que sean eficaces para la defensa de los derechos comprometidos, no cabe en principio la tutela. La situación de los demandantes en los procesos acumulados materia de examen no cae dentro de los indicados presupuestos, ya que su alegato se relaciona directamente con la aplicación de las disposiciones legales que regulan el otorgamiento de los grados de suboficiales dentro de la Policía Nacional, previos los cursos de preparación académica allí mismo exigidos. Tales decisiones de la Institución se plasman en resoluciones, que son actos administrativos contra los cuales es posible intentar las acciones ante la jurisdicción Contencioso Administrativa, precisamente con el fin de lograr su nulidad y el restablecimiento de los derechos que se consideran afectados. PERJUICIO IRREMEDIABLE-Inexistencia/ACCION DE TUTELA TRANSITORIA-Improcedencia El juez de tutela está obligado a fundamentar la calificación que haga de un perjuicio irremediable, con razones que consulten el sentido extraordinario de la protección temporal y su consecuente interpretación restrictiva, a la luz de la Constitución y según los hechos objeto de examen. No existió violación palmaria y ni siquiera aparente de los preceptos constitucionales y, por ende, mal podía hablarse siquiera de una tutela transitoria para evitar un perjuicio irremediable. Téngase en cuenta, además, que éste, para hacer viable la protección judicial, debe establecerse como grave e inminente y estar indudablemente vinculado con las acciones u omisiones que se imputan a la autoridad demandada, supuestos que en el caso de autos no se configuran. -Sala Quinta de Revisión- Ref.: Expedientes acumulados T-53448,  T-54740,  T-54811,  T-55817,  T-59135,  T-61483 Acciones de tutela instauradas por HERSSON ANTONIO ACEVEDO VALENCIA y otros contra la POLICIA NACIONAL. Magistrado Ponente: Dr. JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Sentencia aprobada en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los veinte (20) días del mes de junio de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Corte Constitucional, por intermedio de su Sala Quinta de Revisión, procede a efectuar el examen de los fallos proferidos para resolver sobre el asunto en referencia. I. INFORMACION PRELIMINAR Las sentencias objeto de revisión tuvieron origen en las acciones de tutela instauradas contra la Policía Nacional por HERSSON ANTONIO ACEVEDO VALENCIA, NELSON EDUARDO ACUÑA HERNANDEZ, JORGE ANDRES ARBELAEZ RAMIREZ, WILMAR DE JESUS BEDOYA RIOS, RICARDO BENAVIDES ZAMBRANO, LUIS EDUARDO FIGUEROA CASTRILLON, WILSON HERNEY GALINDO MORA, FRANCISCO ERNESTO GARCIA ROJAS, HECTOR FABIO GUACHETA CUESTA, FARLEY LOPEZ BUITRAGO, JHONNY MADERA ROMERO, WALTER MORENO MARTINEZ, JULIAN SANDOVAL FUENTES, GUILLERMO VALENCIA HINESTROZA, GUEVARO VLADIMIR ZAPATA LONDOÑO, LUIS BALTAZAR ZULUAGA GONZALEZ, JAIME MARTINEZ ROJAS, HERNANDO LARA MENDOZA, WILLIAM ALBA TRUJILLO, LUIS ERNESTO DELGADO, HECTOR YAIR FERNANDEZ CRESPO, ANTONIO FRANCO HOOVER, ASCENCION GUZMAN WILMAN, ALVARO ERNESTO LOPEZ HERNANDEZ, JUSTO GUILLERMO MARTINEZ OROZCO, JUAN BAUTISTA MEJIA PACHECO, WILSON MONTES CASTRILLON, MILTON CESAR MONTES HOYOS, AIMER WILLIAM MOSQUERA, CARLOS MARIO MUNERA, PABLO MUÑOZ QUINTERO, EDER DE JESUS ORTEGA WILCHES, EDGAR ROLANDO PAZ DELGADO, JOSE PERALTA ESCALANTE, YIMI QUINTERO TRIVIÑO, LEONARDO RIATIVA DIAZ, ELKIN RUIZ RUIZ, WILLIAM SOLER AMAYA, HECTOR ALONSO VALENCIA, AFRACNY JOSE VALERA HERNANDEZ, ALVARO ALBA ARIAS, HECTOR ANDRES ALBAN DELGADO, LUIS ADRIANO ALVAREZ ABONAGA, JORGE LUIS ALVIS LOPEZ, RUBEN DARIO ALZATE CASTRO, LEON DARIO ARBOLEDA VELEZ, ALEXANDER ARIZA LOZADA, JHON FREDY ARROYAVE BONILLA, JORGE ELIAS ASTUDILLO TABORDA, FARDY JOSE ATENCIA OLIVA, CARLOS JAVIER AVILA CACERES, PEDRO DAGOBERTO BALLEN LOZANO, HENRY BALLESTEROS AGUIRRE, SAMUEL BEDOYA ARANGO, HECTOR DANILO BEDOYA RIVERA, JORGE RENE BETANCUR ARANGO, JESUS WILSON BOCANEGRA, WILLIAM BOLIVAR LIZARAZO, JORGE LUIS CANTERO HERRERA, JOSE FERNANDO CARDENAS RINCON, WILMAR ELGIDIO CARDONA QUINTERO, TEOFILO CARMONA PAEZ, MAURICIO DE JESUS CARVAJAL MARIN, EDINSON CASTAÑEDA CASALLAS, ERNEY CASTAÑO ARBELAEZ, OSCAR HERNANDO CASTAÑO VASQUEZ, JESUS DAVID CASTRO MARTINEZ, FLORESMIRO CERQUERA DUSSAN, EDWIN CORREDOR SIERRA, ROBINSON CORTES CABEZAS, CLEMENTE CHICO CRESPO, WILMER RAMON DE LA OSSA VEGA, LUIS ARIEL DELGADO CASTRILLON, ENRIQUE DELGADO MOSQUERA, JOSE RAMON DIAZ GRANADOS BOLAÑOS, ROBERTO CARLOS DIAZ PINTO, WILSON EZEQUIEL FONTECHA HERNANDEZ, WALTER NENCER FORERO ROJAS, JORGE ALBERTO GALINDO MUÑOZ, HIGINIO MOISES GARCIA, WILLIAM ROSME GETIAL RAMIREZ, JAIRO ALCIDES GIRALDO REY, MARIO GIRALDO TORRES, GABRIEL GOMEZ CORONADO, EDUARDO GOMEZ DIAZ, CESAR ANTONIO GOMEZ LOPEZ, JESUS JAIRO GOMEZ ZULUAGA, EDGAR GONZALEZ BEJARANO, JHONNY SAMIR GONZALEZ GONZALEZ, ALBERTO GONZALEZ PEÑA, RAFAEL ALVEIRO GRANADOS CELIS, JORGE RENE GRIMALDO BARRIENTOS, MARINO ANTONIO GUEVARA NOSCUE, WILLIAM ALONSO GUIO CONTRERAS, MARIO GUTIERREZ BAQUERO, JESUS MARIA GUTIERREZ TELLO, JHON JAIRO GUTIERREZ VASQUEZ, RAUL ARMANDO GUZMAN PAREDES, LUIS ALEXANDER HERNANDEZ ESCOBAR, ELIAS JAVIER HERNANDEZ TORRES, EYLER YESID HOYOS GOMEZ, EDDIE IBARGUEN MOSQUERA, HERMES RAFAEL JIMENEZ BORJA, ELIECER DE JESUS LARGO CASTAÑO, JOSE MAURICIO LONDOÑO PIEDRAHITA, DIEGO MARIO LOPEZ GUERRERO, WILMER MIGUEL LORDUI HERNANDEZ, JOSE JOAQUIN MARIN AGUIRRE, HERNAN ALONSO MARIN CALLE, JAIME RUBIEL MARIN TORO, FRANCISCO MARTINEZ CEBALLOS, GERMAN MARTINEZ TORRES, RAUL ANTONIO MAZA VILLEGAS, JAIR MEJIA BOLAÑOS, LUIS GUILLERMO MELENDEZ HERNANDEZ, DIEGO UBEIMAR MENESES, JOSE OCTAVIO MOLINA ORTIZ, ENRIQUE MORALES TORRES, EDUIN MOSQUERA BEÑOL, RIGOBERTO MUÑOZ MONROY, NORVEY DE JESUS NARANJO PARRA, JULIO CESAR NARANJO SANCHEZ, JOSE ADOLFO OJEDA AMARILLO, JUAN BAUTISTA OLAEZ CARDONA, HOLLMAN ALEX OLIVARES GARCIA, SANDRO ALONSO ORDOÑEZ ALBORNOZ, FREDY ARLES ORDOÑEZ NARVAEZ, LUIS MIGUEL OROZCO PALACIO, JORGE WILSON OROZCO SERNA, JHON JAIRO OSORIO ARENAS, NELSON ENRIQUE OSORIO VILLAMIL, LEISSON FERNAN OSPINA PALACIOS, ALLEN DARIO OSPINA VERGARA, LUIDYN ALEXANDER PACHECO CANTILLO, FRANKLIN PALACIOS CORDOBA, JORGE ENRIQUE PALOMEQUE QUESADA, HENRY PARADA PLATA, ALEXANDER PARDO MALDONADO, HERMES DE JESUS PEÑA ACOSTA, HENRY GABRIEL PEREZ RINCON, MARIANO PEREZ RINCON, JOSE IGNACIO PEREZ ROMERO, JOSE GREGORIO PIMIENTO CAMARGO, JHON POLOCHE CASTAÑO, CARLOS ADOLFO PRADO ORDOÑEZ, JUAN CARLOS PUENTES RAMIREZ, LUIS EDUARDO QUESADA BARRIOS, JESUS MARIA QUINTERO HOYOS, LEOCADIO ANTONIO RAMIREZ GALLEGO, TEDDY ENRIQUE REGUILLO CHARRIS, LUIS FERNANDO REINA LOZANO, LUIS CARLOS RESTREPO JARAMILLO, VICTOR HAROLD REYES LOPEZ, ALEXANDER RIVAS COPETE, JHON EDUARDO RIVERA GIRALDO, JHON JAIRO RIVERA URREA, IVAN DARIO ROBLEDO HERRERA, NILSON ROMAÑA PALACIOS, DAVID GONZALO DE JESUS RUA, JOSE ARNULFO RUEDA BOLIVAR, NELSON SANABRIA CASTEBLANCO, NELSON HERNAN SALCEDO COTACIO, HAROLD SANCHEZ SABOGAL, JHON ALEXANDER SARMIENTO GOMEZ, FERNANDO SEPULVEDA RIVEROS, REINALDO MOISES SERRANO MONTES, JAIRO ANTONIO SOLANO CELY, JHON JAIRO TANGARIFE OSORIO, DIOGENES TORRES ROMERO, WANDER TRULLO CLAROS, FEDERICO URIZA CARO, URIEL USECHE LOZANO, JAIRO ALBERTO VALENCIA ARROYAVE, ARNULFO VALENCIA CASTRO, HECTOR FABIO VALENCIA VARGAS, ALI ALFONSO VANEGAS PEREZ, NELSON EDUARDO VARGAS CARDENAS, ALEXANDER VARGAS TASCON, JORGE ENRIQUE VASQUEZ GITIERREZ, RONAL EUSTAQUIO VELANDIA CHACON, JUAN VICENTE VELASCO BURGOS, LUIS EDUARDO VERGARA TORO, OSCAR HERNAN VILLALOBOS CHAVARRO, ELIEL VILLEGAS RESTREPO, ALFONSO RODGERS PADILLA y MILCIADES ARTUNDUAGA CASTRO, quienes consideraron que les habían sido violados sus derechos a la igualdad, al trabajo y a escoger libremente profesión u oficio. Los accionantes ingresaron el 1 de marzo de 1993 a la Escuela de Policía Simón Bolívar de Tuluá -Valle-, con la aspiración de ser escalafonados como suboficiales de la Policía Nacional. Sin embargo, en el mes de febrero de 1994, días antes de obtener el grado de "cabo segundo", la Dirección Docente de la Policía Nacional y la Dirección de la Escuela Simón Bolívar, les informaron que obtendrían únicamente el grado de "patrullero". En concepto de los peticionarios, la Policía Nacional, al graduarlos en el nivel ejecutivo como patrulleros y no como suboficiales en la categoría de cabos segundos, les vulneró los derechos a la igualdad, al trabajo y la libertad de escoger profesión u oficio, retrasando, al mismo tiempo, en por lo menos cuatro (4) años, sus ascensos, con las consecuencias que esto implica en materia económica y prestacional. Los accionantes pretendían que la Policía Nacional en cumplimiento de fallos de tutela, anulara o revocara las resoluciones mediante las cuales fueron graduados como patrulleros; que, como consecuencia de dicha revocatoria, fueran ascendidos retroactivamente al grado de cabo segundo o su equivalente; y que se ordenara a su favor el pago de los sueldos, primas, prestaciones, bonificaciones y demás emolumentos dejados de recibir. II DECISIONES JUDICIALES Para resolver sobre las acciones incoadas, los jueces ante los cuales fueron tramitadas resolvieron así: 1) Dentro del Expediente T-53448, el Juzgado 67 Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá, en providencia del 22 de septiembre de 1994, con el argumento principal de que los accionantes disponían de otro medio de defensa judicial, decidió rechazar por improcedente la acción de tutela. Impugnado el fallo, fue confirmado en su integridad, con base en las mismas razones, mediante sentencia del Juzgado 34 penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá proferida el 2 de noviembre de 1994. 2) Respecto del Expediente T-54740, el Juzgado 28 Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá, en fallo del 3 de octubre de 1994, resolvió no tutelar los derechos invocados por cuanto, a su juicio, existían otros medios de defensa judicial y por haber entendido que lo alegado por los accionantes no correspondía al concepto de derechos adquiridos. Impugnada la decisión, fue confirmada por iguales motivos, mediante fallo del Juzgado 37 Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, dictado el 8 de noviembre de 1994. 3) En lo que se refiere al Expediente T-54811, el Juzgado 64 Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá, por sentencia del 20 de septiembre de 1994, no accedió a la protección solicitada por existir, según su criterio, otro medio de defensa judicial. Impugnada la providencia, fue revocada por el Juzgado 27 Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, mediante fallo del 25 de octubre de 1994, por el cual se decidió tutelar los derechos de igualdad, trabajo y petición y, en consecuencia, ordenar a la Dirección General de la Policía Nacional graduar a los peticionarios "en el cargo de suboficiales cabos segundos", con efectos a partir del 1 de abril de 1994, con todas las prerrogativas laborales correspondientes. Estimó el Juzgado que la Policía Nacional había discriminado a los accionantes, dándoles trato distinto al indicado para el nivel al cual fueron vinculados, so pretexto del tránsito de legislación aplicable. Por sustracción de materia -dijo la Sentencia- se desconoció o guardó silencio en relación con los alumnos de la Policía en curso, separándolos de su aspiración a suboficiales y desmejorándolos en su nivel de grado como en sus condiciones prestacionales. 4) En el Expediente T-55817, el Juez 65 Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá, por fallo del 19 de septiembre de 1994, no concedió la tutela por encontrarla improcedente, dada la existencia de otros medios de defensa judicial. El fallo fue impugnado y resolvió en segunda instancia el Juzgado 48 Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, mediante fallo del 26 de octubre de 1994. Se confirmó la providencia de primera instancia con apoyo en las mismas razones. 5) Dentro del Expediente T-59135, el Juez 11 Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá negó la tutela instaurada (Sentencia del 7 de octubre de 1994), por estimar que existían otros medios de defensa judicial. La providencia no fue impugnada. 6) En relación con el Expediente T-61483, el Juzgado 41 Penal Municipal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, por fallo del 9 de diciembre de 1994, negó el amparo, toda vez que, en su sentir, los solicitantes disponían de otros medios de defensa judicial. La sentencia no fue impugnada. III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL Competencia Según lo disponen los artículos 86 y 241, numeral 9, de la Constitución Política y el Decreto 2591 de 1991, la Corte Constitucional, a través de su Sala Quinta, es competente para revisar los fallos proferidos al resolver acerca de las acciones instauradas en el asunto de la referencia. Las providencias materia de examen fueron debidamente seleccionadas, acumuladas y repartidas a esta Sala. Atendiendo a la unidad de materia y puesto que la totalidad de las acciones fueron dirigidas contra la Policía Nacional, se decidirá acerca de las solicitudes de tutela mediante un solo fallo. Función de la Corte Constitucional en materia de tutela. Improcedencia del desistimiento en la etapa de revisión En el asunto objeto de análisis los solicitantes MOISES GARCIA HIGINIO, JAIRO ALCIDES GIRALDO REY, LUIS ALEXANDER HERNANDEZ ESCOBAR y CLEMENTE CHICO CRESPO presentaron a la Corte Constitucional escritos mediante los cuales desistían de las acciones instauradas. El desestimiento no es posible en materia de tutela cuando ya el asunto ha sido seleccionado por la Corte para revisión, dada la naturaleza de ésta. La acción de tutela, según el artículo 86 de la Constitución, únicamente tiene dos instancias: la que se tramita por el juez o tribunal ante el que ha sido incoada y la que tiene lugar ante el superior jerárquico de aquél si alguna de las partes ha impugnado el primer fallo. El papel que cumple la Corte Constitucional cuando aborda la revisión eventual consagrada en los artículos 86 y 241, numeral 9, de la Carta Política no es otro que el de unificar a nivel nacional los criterios judiciales en la interpretación y aplicación de las normas constitucionales, precisando el alcance de los derechos fundamentales, trazando pautas acerca de la procedencia y desarrollo del amparo como mecanismo de protección y efectividad de los mismos y estableciendo la doctrina constitucional, que según el artículo 8º de la Ley 153 de 1887, declarado exequible por Sentencia C-083 del 1 de marzo de 1995, es obligatoria para los jueces en todos los casos en que no haya normas legales exactamente aplicables al caso controvertido. En últimas, la Constitución Política es una sola y el contenido de sus preceptos no puede variar indefinidamente según el criterio de cada uno de los jueces llamados a definir los conflictos surgidos en relación con los derechos fundamentales. Es verdad que, como esta Corporación lo ha sostenido repetidamente, uno de los principios de la administración de justicia es el de la autonomía funcional del juez, en el ámbito de sus propias competencias (Cfr. Corte Constitucional. Sala Plena. Sentencia C-543 del 1 de octubre de 1992), pero ella no se confunde con la arbitrariedad del fallador para aplicar los preceptos constitucionales. Si bien la jurisprudencia no es obligatoria (artículo 230 de la Constitución Política), las pautas doctrinales trazadas por esta Corte, que tiene a su cargo la guarda de la integridad y supremacía de la Carta Política, indican a todos los jueces el sentido y los alcances de la normatividad fundamental y a ellas deben atenerse. Cuando la ignoran o contrarían no se apartan simplemente de una jurisprudencia -como podría ser la penal, la civil o la contencioso administrativa- sino que violan la Constitución, en cuanto la aplican de manera contraria a aquélla en que ha sido entendida por el juez de constitucionalidad a través de la doctrina constitucional que le corresponde fijar. Tales son los fundamentos de la revisión eventual confiada a la Corte, pues mediante ella, a propósito de casos concretos que constituyen ejemplos o paradigmas, la Corporación sienta doctrina sobre la interpretación de las normas constitucionales y da desarrollo a los derechos fundamentales y a la acción de tutela como mecanismo consagrado para su protección. No se trata de una tercera instancia a la que según las reglas del Decreto 2591 de 1991 (artículo 33) tendrían acceso tan sólo las personas interesadas en los procesos discrecionalmente escogidos por las salas de selección de la Corte, pues ello implicaría un trato discriminatorio injustificado que en sí mismo desconocería los derechos a la igualdad (artículo 13 C.P.) y de acceso a la administración justicia (artículo 229 C.P.). No. El objetivo primordial de la revisión eventual, mucho más allá de la resolución específica del caso escogido, es el análisis de fondo sobre la manera como se ha interpretado y aplicado por los jueces la preceptiva constitucional y la definición que hace la Corte, en el plano doctrinal, acerca de cómo debe entenderse y aplicarse en casos posteriores en los que surja el mismo debate, a propósito de hechos o circunstancias regidas por idénticos preceptos. Por supuesto, es indispensable que el caso particular, a partir de ese examen, sea también resuelto por la Corte, bien confirmando, ya modificando o revocando los fallos de instancia. Pero tal resolución no es el único ni el más importante propósito de la revisión y viene a ser secundario frente a los fines de establecimiento de la doctrina constitucional y de unificación de la jurisprudencia, que tienen un sentido institucional y no subjetivo. Así las cosas, llegado el asunto a la revisión de la Corte Constitucional, no está de por medio tan sólo el debate entre las partes, que, en principio y por regla general, resulta definido en las instancias. Desaparece entonces un interés individual y adquiere trascendencia la relación entre el caso concreto, que sirve a la Corte como elemento pedagógico, y la interpretación de la normativa constitucional que le es aplicable. Entonces, en la sede de revisión está de por medio un indudable interés público, pues su trámite y decisión importa a toda la colectividad, en cuanto la resolución que adopte la Corte, al sentar las bases interpretativas de la Constitución, al mostrar con fuerza de doctrina constitucional cuál es el sentido en que deben entenderse los derechos y sus límites, al introducir criterios en torno a cuándo cabe la tutela y cuándo es improcedente, suministra a todos los jueces elementos doctrinales y jurisprudenciales para su actuación futura y señala pautas a las personas respecto de la Carta Política y su desarrollo. Se conjugan así en cada uno de los casos revisados por la Corte los intereses concretos de las personas comprometidas y los de la comunidad y el orden jurídico. Los afectados de modo directo tienen derecho a una definición sobre el asunto que les concierne y la generalidad de las personas lo tiene, en el campo del Derecho Público, a conocer cómo deben resolverse, según la interpretación auténtica de la Carta, los conflictos que guardan relación con la efectividad de los derechos fundamentales. Si esto es así, cuando se adelante la revisión de un caso seleccionado por la Corte, las personas que han solicitado la protección judicial de sus derechos no pueden desistir de sus pretensiones iniciales, pues en ese nivel no están disponiendo ya de su interés particular, concreto y específico, sino que está comprometido un interés público. La revisión de la Corte no opera por la voluntad de ninguno de los intervinientes en el trámite adelantado ante los jueces de instancia, ni por virtud de recurso alguno, sino por ministerio de la norma constitucional que dispuso: "El fallo, que será de inmediato cumplimiento, podrá impugnarse ante el juez competente y, en todo caso, éste lo remitirá a la Corte Constitucional para su eventual revisión" (artículo 86 C.P. Destaca la Corte). Por ello, en los procesos materia de revisión, se rechazarán los escritos de desistimiento y se resolverá en todos los casos. Improcedencia de la tutela por existir otro medio de defensa judicial Las demandas de tutela fueron presentadas en los casos que se estudian con el propósito de obtener que se anularan o revocaran los actos administrativos mediante los cuales la Policía Nacional otorgó a los accionantes el grado de patrulleros, cuando, según su criterio, han debido ser promovidos al nivel de cabos segundos o su equivalente, dentro de la carrera de suboficiales. Como puede observarse, las pretensiones de los accionantes no encajan dentro del sentido y las finalidades de la acción de tutela, pues ésta se funda en la necesidad de proteger los derechos constitucionales fundamentales cuando contra ellos se haga patente una vulneración o amenaza por acción u omisión de las autoridades públicas o de particulares, en los casos que contempla la ley, sin que el afectado disponga de otro medio de defensa judicial (artículo 86 C.P.). La jurisprudencia de la Corte debe ser reiterada en esta ocasión para afirmar que cuando la ley ha establecido otras posibilidades de acudir ante los jueces, siempre que sean eficaces para la defensa de los derechos comprometidos, no cabe en principio la tutela. La Corporación ha sostenido que, desde luego, para poder desplazar a la tutela, el medio de defensa debe ser adecuado al fin que se persigue -la protección cierta e inmediata del derecho fundamental violado o en peligro-, de modo que es procedente la acción de origen constitucional cuando tal objetivo no se logra, así resulten protegidos derechos o situaciones de orden legal. Ha dicho al respecto esta misma Sala: "...la existencia del medio judicial alternativo, suficiente para que no quepa la acción de tutela, debe apreciarse en relación con el derecho fundamental de que se trata, no respecto de otros. Esto significa que un medio judicial únicamente excluye la acción de tutela cuando sirve en efecto y con suficiente aptitud a la salvaguarda del derecho fundamental invocado. En consecuencia, si dicho medio protege derechos distintos, es viable la acción de tutela en lo que concierne al derecho que el señalado medio no protege, pues para la protección de aquel se entiende que no hay otro procedimiento de defensa que pueda intentarse ante los jueces. Desde este punto de vista, es necesario que el juez de tutela identifique con absoluta precisión en el caso concreto cuál es el derecho fundamental sujeto a violación o amenaza, para evitar atribuirle equivocadamente una vía de solución legal que no se ajusta, como debería ocurrir, al objetivo constitucional de protección cierta y efectiva (artículos 2, 5 y 86 de la Constitución). De ahí el mandato del artículo 6º, numeral 1º, del Decreto 2591 de 1991: "La existencia de dichos medios será apreciada en concreto, en cuanto a su eficacia, atendiendo las circunstancias en que se encuentre el solicitante". Grave error es el de negar la protección judicial impetrada aludiendo a un medio de defensa judicial que recae sobre objeto distinto del que dió lugar a la demanda de tutela". Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-441 del 12  de octubre de 1993). La situación de los demandantes en los procesos acumulados materia de examen no cae dentro de los indicados presupuestos, ya que su alegato se relaciona directamente con la aplicación de las disposiciones legales que regulan el otorgamiento de los grados de suboficiales dentro de la Policía Nacional, previos los cursos de preparación académica allí mismo exigidos. Tales decisiones de la Institución se plasman en resoluciones, que son actos administrativos contra los cuales es posible intentar las acciones ante la jurisdicción Contencioso Administrativa, precisamente con el fin de lograr su nulidad y el restablecimiento de los derechos que se consideran afectados. Entonces, con arreglo a tal principio general, la tutela resultaba improcedente en los casos materia de revisión. A continuación examinará la Corte si era posible concederla de manera transitoria. La protección constitucional transitoria. Vinculación entre derechos fundamentales y derechos no fundamentales en materia de tutela El artículo 86 de la Constitución permite la acción de tutela, pese a la existencia de otro medio de defensa judicial, cuando al no brindarse la protección podría ocasionarse para el accionante un perjuicio irremediable, es decir un daño que la decisión del juez ordinario no podría reparar en cuanto llegaría tarde. Por ello, en situaciones que dependen normalmente del trámite de las acciones por la vía contencioso administrativa, el artículo 8º del Decreto 2591 de 1991 hace posible incluso que en el caso concreto, para proteger los derechos fundamentales de manera inmediata, se inaplique, por decisión del juez de tutela, un acto administrativo, mientras se produce la determinación judicial en el proceso correspondiente. La tutela como mecanismo transitorio se justifica sobre la doble base de reconocer la competencia de un juez ordinario para resolver en definitiva acerca del asunto planteado y de verificarse que, existiendo una violación o amenaza, debidamente probadas, respecto de derechos fundamentales, se hace menester administrar justicia de manera impostergable, extendiendo la protección constitucional durante el transcurso del otro proceso. Resultan así conciliados los principios de subsidiariedad de la acción de tutela y de efectividad de los derechos fundamentales, ambos emanados del artículo 86 de la Constitución Política. Surge de lo anterior que dicha modalidad del amparo constitucional no tiene lugar sino ante la vulneración clara o frente a la amenaza indudable, en el caso específico, de los derechos que alega el actor, los cuales, para aspirar a la tutela, deben tener rango de constitucionales fundamentales. Son éstos el objeto de la garantía otorgada por la Carta Política y el motivo que da lugar al despliegue de la actividad judicial del Estado. En esos términos, la normatividad constitucional sobre el tema permite concluir que si el peticionario tiene o alega tener a su favor no un derecho constitucional fundamental sino un derecho de otra índole -por ejemplo, uno de naturaleza puramente legal- la vía de la tutela no es en manera alguna la indicada para alcanzar los fines que se propone. Debe acudir a la jurisdicción mediante las acciones y procedimientos que, según la materia, correspondan. Obviamente, como se deduce de lo ya expuesto, la tutela es procedente si la vulneración o peligro afecta, de manera concomitante o necesaria, derechos fundamentales, como por ejemplo en la circunstancia de discriminaciones o preferencias, en igualdad de condiciones, para el acceso a otros derechos no fundamentales, dado que se violaría el consagrado en el artículo 13 de la Constitución. O en la de violaciones flagrantes al debido proceso o vías de hecho en procesos judiciales ordinarios, con las cuales se vulnera el artículo 29 de la Carta. En otras palabras, es posible que un derecho no fundamental pueda resultar indirectamente tocado en el curso de un proceso de tutela, pero tan sólo en razón de la protección que se brinde a un derecho constitucional fundamental al que se halle vinculado. En la última hipótesis esos derechos no fundamentales ligados a los que sí lo son, que se estiman violados, no constituyen en sí mismos el objeto del amparo. Son apenas, a falta de otra forma de protección judicial, objetivos secundarios en la actividad del juez de tutela, el cual, como lo tiene dicho esta Corte, debe adoptar únicamente aquellas providencias que sean indispensables para lograr el objetivo propio de la acción, esto es, la defensa de los derechos fundamentales afectados o amenazados, dejando al juez ordinario lo que le compete, es decir, la cuestión litigiosa no fundamental (Cfr. Corte Constitucional. Sentencia C-543 del 1 de octubre de 1992). La existencia probada de la violación o amenaza de un derecho fundamental y la inminencia de un perjuicio irremediable como presupuesto necesario de la tutela transitoria. Sentido excepcional y estricto del perjuicio irremediable En el caso de la tutela transitoria, destinada a evitar un perjuicio irremediable, se aplican en principio las mismas reglas y, por tanto, la orden temporal que se imparta no implica la sustitución del juez ordinario por el de tutela. Pese a ello, dada su naturaleza -que responde a una necesidad urgente e inaplazable-, no puede descartarse que excepcionalmente y dadas las circunstancias, la protección judicial concedida tenga alguna incidencia sobre el tema que se controvierte o habrá de controvertirse ante otra jurisdicción, si bien la determinación definitiva al respecto tiene que ser adoptada por ésta última. Tal acontece, para venir al asunto que nos ocupa, con la inaplicación de un acto administrativo, autorizada por el artículo 8º del Decreto 2591 de 1991, pues, al fin y al cabo, en el caso concreto, se paralizan los efectos de lo dispuesto por quien expidió aquél, mientras resuelve la jurisdicción respectiva. Pero siempre sobre la base de que en el caso puesto a consideración del juez de tutela, pueda establecerse sin duda que están involucrados derechos fundamentales, cuya defensa resulta imperativa y que esos derechos están siendo violados por la acción o la omisión de una autoridad pública o de particulares en los eventos que la ley contempla (Artículo 86 C.P.), toda vez que la actuación judicial de que se trata no tiene justificación ni sentido si falta alguno de esos presupuestos esenciales. Por ello, aunque, desde un punto de vista general, en la situación de los accionantes, bien habría podido prosperar una tutela transitoria cuyos efectos recayeran sobre los actos administrativos que ordenaron su graduación, para que tal cosa hubiera acontecido con arreglo a los mandatos constitucionales, era preciso que se hubiese definido de modo evidente el desconocimiento, la violación o la amenaza de derechos fundamentales y que, en virtud de ellas, las determinaciones administrativas se hubiesen fundado en bases contrarias a la Carta Política. En esa forma, aunque los actos administrativos habrían incidido en detrimento de los intereses de los peticionarios en cuanto a derechos de rango puramente legal -ascenso, grado y prestaciones-, la protección transitoria habría encontrado sustento en la vulneración de preceptos constitucionales y en la necesidad de evitar el daño irreparable producido por ella mientras se proferían las respectivas decisiones judiciales ordinarias en la controversia sobre aplicación de disposiciones legales. Estas situaciones jurídicas transitorias tendrían que corresponder en los eventos específicos al necesario requerimiento de que en la expedición de los actos administrativos atacados, de manera probada e incontrovertible, se hubiera dado una clara vinculación entre el alegado desconocimiento de los derechos de naturaleza legal (el régimen aplicable a la formación académica en la Policía) y una violación o amenaza a derechos constitucionales fundamentales, como la igualdad o el debido proceso. Del material probatorio aportado a los procesos en revisión no surge, sinembargo, ninguna evidencia sobre transgresiones a la normatividad fundamental por parte de la Policía Nacional. Otra cosa es que se pudiera probar desconocimiento de los preceptos legales aplicables, en sí mismos y sin vínculo alguno con derechos tutelables, pero, por ello mismo, establecerlo no correspondía a los jueces de tutela y, por supuesto, tampoco a la Corte Constitucional, sino al Contencioso Administrativo. En especial, no se aprecia violación del derecho a la igualdad, por cuanto, según los documentos examinados, todos los aspirantes que se hallaban en las mismas circunstancias de los petentes durante la misma época en la Escuela de Policía Simón Bolivar de Tuluá fueron objeto de idéntico trato y se les aplicaron iguales disposiciones. Los accionantes consideraron que la Policía Nacional y la Escuela Simón Bolivar de Tuluá los habían sometido a engaño y habían actuado arbitrariamente en su contra al otorgarles el grado de patrulleros, siendo que -en su sentir- han debido ser ascendidos al grado de "Cabo Segundo". La Corte Constitucional no entrará a definir si en ello asistía la razón a los peticionarios, pues se repite que tal definición es de la competencia autónoma de la jurisdicción Contencioso Administrativa, pero considera pertinente establecer con claridad, en el campo de una eventual protección transitoria, si se vulneraban abiertamente derechos fundamentales y si se daba la hipótesis de un perjuicio irremediable. Al adelantar el estudio jurídico de las actuaciones realizadas por la Policía Nacional en el asunto que se revisa, puede apreciarse con nitidez que la graduación se ordenó dentro de la vigencia del Decreto 41 de 1994, mediante el cual se reformó el Estatuto del personal de oficiales y suboficiales de dicha Institución, que había establecido la categoría de "Patrullero", dentro del denominado "Nivel Ejecutivo". No escapa al conocimiento de la Corte que ella misma, en Sala Plena, mediante la Sentencia C-417 del 22 de septiembre de 1994 (M.P.: Dr. Carlos Gaviria Díaz), declaró la inexequibilidad de las referencias normativas al "Nivel Ejecutivo", por cuanto estableció que el Gobierno Nacional, al consagrarlas, había excedido el límite material fijado en la Ley de facultades. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que, cuando se produjeron los actos administrativos cuya revocatoria o nulidad pretendieron los accionantes (enero de 1994), el Decreto 41 de 1994 estaba vigente en su integridad, pues aún no se había proferido la mencionada Sentencia, cuyos efectos se proyectaron hacia el futuro y de ninguna manera podían afectar situaciones consolidadas con anterioridad, como que la Corte no hizo advertencia alguna sobre posibles efectos retroactivos de su decisión. Así las cosas, en el momento de otorgar los grados, las autoridades competentes de la Policía Nacional estaban obligadas por la normatividad entonces en vigor. Tampoco puede olvidarse que en la actualidad el régimen jurídico de las personas vinculadas a la Policía Nacional ha incluído de nuevo el "Nivel Ejecutivo", mediante el Decreto Ley Nº 132 del 13 de enero de 1995, en cuyo artículo 3º se establece que a dicha jerarquía de personal pertenece, entre otros grados, el de "Patrullero". No se aprecia, por tanto, aplicación retroactiva de normas en el curso de la actuación adelantada por la Policía Nacional. No existió violación palmaria y ni siquiera aparente de los preceptos constitucionales y, por ende, según lo dicho, mal podía hablarse siquiera de una tutela transitoria para evitar un perjuicio irremediable. Téngase en cuenta, además, que éste, para hacer viable la protección judicial, debe establecerse como grave e inminente y estar  indudablemente vinculado con las acciones u omisiones que se imputan a la autoridad demandada, supuestos que en el caso de autos no se configuran. El debate sobre si la Policía acató o desatendió la normatividad legal que gobernaba el nivel de graduación aplicable al curso académico de los accionantes no puede tener lugar en sede de tutela, por lo cual extraña a la Corte que, reiterada como lo ha sido la doctrina constitucional sobre la improcedencia del amparo cuando existen otros medios de defensa judicial y no se afronta un perjuicio irremediable, uno de los jueces de segunda instancia, cuya sentencia debe ser revocada, lo hubiera concedido, ordenando grados y prestaciones que a todas luces escapaban a su competencia. Al respecto, útil es recordar varios antecedentes que, de haber sido tenidos en cuenta por el fallador, habrían evitado la condena que profirió, en cuya virtud se crearon hechos como el otorgamiento forzado de unos ascensos que, al ser revocada su providencia, quedan sin sustento alguno en razón del decaimiento de los actos administrativos dictados para cumplirla. Desde la Sentencia T-001 del 3 de abril de 1992 la Corte fue muy clara en afirmar, en torno a la presencia de medios judiciales alternativos: "...la acción de tutela no ha sido consagrada para provocar la iniciación de procesos alternativos o sustitutivos de los ordinarios, o especiales, ni para modificar las reglas que fijan los diversos ámbitos de competencia de los jueces, ni para crear instancias adicionales a las existentes, ni para otorgar a los litigantes la opción de rescatar pleitos ya perdidos, sino que tiene el propósito claro y definido, estricto y específico, que el propio artículo 86 de la Constitución indica, que no es otro diferente de brindar a la persona protección inmediata y subsidiaria para asegurarle el respeto efectivo de los derechos fundamentales que la Carta le reconoce. Unicamente ese carácter de medio judicial subsidiario e inmediato puede explicar el cortísimo tiempo -no más de diez (10) días contados a partir de la solicitud de tutela- que ha conferido la propia Constitución al juez, de manera perentoria e inexcusable, para que resuelva sobre aquélla. Ahora bien, en un Estado de Derecho y particularmente en nuestro sistema constitucional, no existen poderes omnímodos ni atribuciones de infinito alcance, como con toda claridad se desprende de lo estatuído en los artículos 3, 6, 122 y 123 de la Carta. En cuanto a los jueces se refiere, sus competencias están delimitadas por diferentes factores que a la Constitución y a la ley corresponde establecer y entre ellos cabe señalar los que tocan con la naturaleza del proceso respectivo, o, en casos como los que nos ocupan, con la índole propia de la institución dentro de cuyo marco actúan". "...sólo procede la tutela si no existe otro medio de defensa judicial y, en situación excepcional, únicamente cabe la tutela como mecanismo transitorio cuando mediante ella se busque evitar un perjuicio irremediable. Es principio de universal aplicación el de que las disposiciones exceptivas son de interpretación estricta, pues, si fuera posible ampliar ilimitadamente su campo de acción, se convertirían en normas generales y no surgiría nada distinto de la contradicción interna entre dos proposiciones de una misma norma jurídica. Por eso, en punto de la procedibilidad de la acción de tutela, su posible uso cuando existen vías judiciales de defensa alternativas -como ocurre en los casos materia de este análisis- está limitado, sin que sea factible extensión ni analogía, a los eventos en que se presente dicha irremediabilidad del daño. Repárese, además, en que el perjuicio irremediable únicamente puede ser invocado para solicitar al juez que conceda la tutela "como mecanismo transitorio", esto es, no como fallo definitivo sobre el punto cuestionado, el cual se reserva a la decisión del juez o tribunal competente.  En otros términos, el remedio que se aplica es apenas temporal, precario, momentáneo, pasajero, mientras resuelve de fondo quien goza de jurisdicción y competencia para hacerlo, y únicamente se justifica la intervención de un juez extraño a una u otra, o a ambas, por la amenaza inminente de un daño que, de no evitarse oportunamente, resultará irreversible..." El mismo principio fue afirmado por la Sala Plena de la Corporación en Sentencia C-543 del 1º de octubre de 1992, en la cual se sostuvo: "La Corte ha señalado que dos de las características esenciales de esta figura en el ordenamiento jurídico colombiano son la subsidiariedad y la inmediatez: la primera por cuanto tan sólo resulta procedente instaurar la acción en subsidio o a falta de instrumento constitucional o legal diferente, susceptible de ser alegado ante los jueces, esto es, cuando el afectado no disponga de otro medio judicial para su defensa, a no ser que busque evitar un perjuicio irremediable (artículo 86, inciso 3°, de la Constitución); la segunda, puesto que la acción de tutela ha sido instituída como remedio de aplicación urgente que se hace preciso administrar en guarda de la efectividad concreta y actual del derecho objeto de violación o amenaza. Luego no es propio de la acción de tutela el sentido de medio o procedimiento llamado a reemplazar los procesos ordinarios o especiales, ni el de ordenamiento sustitutivo en cuanto a la fijación de los diversos ámbitos de competencia de los jueces, ni el de instancia adicional a las existentes, ya que el propósito específico de su consagración, expresamente definido en el artículo 86 de la Carta, no es otro que el de brindar a la persona protección efectiva, actual y supletoria en orden a la garantía de sus derechos constitucionales fundamentales. En otros términos, la acción de tutela ha sido concebida únicamente para dar solución eficiente a situaciones de hecho creadas por actos u omisiones que implican la transgresión o la amenaza de un derecho fundamental, respecto de las cuales el sistema jurídico no tiene previsto otro mecanismo susceptible de ser invocado ante los jueces a objeto de lograr la protección del derecho; es decir, tiene cabida dentro del ordenamiento constitucional para dar respuesta eficiente y oportuna a circunstancias en que, por carencia de previsiones normativas específicas, el afectado queda sujeto, de no ser por la tutela, a una clara indefensión frente a los actos u omisiones de quien lesiona su derecho fundamental.  De allí que, como lo señala el artículo 86 de la Constitución, tal acción no sea procedente cuando exista un medio judicial apto para la defensa del derecho transgredido o amenazado, a menos que se la utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable..." (...) " Así, pues, la tutela no puede converger con vías judiciales diversas por cuanto no es un mecanismo que sea factible de elegir según la discrecionalidad del interesado, para esquivar el que de modo específico ha regulado la ley; no se da la concurrencia entre éste y la acción de tutela porque siempre prevalece -con la excepción dicha- la acción ordinaria. La acción de tutela no es, por tanto, un medio alternativo, ni menos adicional o complementario para alcanzar el fin propuesto.  Tampoco puede afirmarse que sea el último  recurso al alcance del actor, ya que su naturaleza, según la Constitución, es la de único medio de protección, precisamente incorporado a la Carta con el fin de llenar los vacíos que pudiera ofrecer el sistema jurídico para otorgar a las personas una plena protección de sus derechos esenciales". En la Sentencia T-203 del 26 de mayo de 1993 esta misma Sala delimitó el alcance del artículo 8º del Decreto 2591 de 1991 en lo concerniente a la inaplicación transitoria de un acto en el caso concreto, para proteger derechos fundamentales conculcados o en inminente peligro: "El carácter precario de la medida y la incompetencia del juez de tutela para penetrar en el terreno reservado a otra jurisdicción (Cfr. Corte Constitucional. Sala Plena. Sentencia C-543, octubre 1 de 1992), lo cual es aplicación del principio constitucional sobre autonomía de los jueces (artículos 228 y 230 C.N.), están claramente subrayados en el artículo 8º del Decreto 2591 de 1991 -destinado específicamente al tema del amparo transitorio- cuando obliga al juez de tutela a expresar en la sentencia que su orden permanecerá vigente sólo durante el término que la autoridad judicial competente utilice para decidir de fondo la acción instaurada por el afectado.  Este, en todo caso, deberá ejercer la acción correspondiente en un término máximo de cuatro meses a partir del fallo de tutela, cuyos efectos cesarán si así no lo hace. Pero, además, tratándose de actos administrativos, la consagración de esta figura no puede interpretarse en el sentido de que todo juez haya quedado autorizado para decretar la suspensión provisional de aquellos, dentro del trámite propio de las acciones de tutela.  Ello implicaría una ruptura de los linderos que la propia Carta Política ha establecido entre las jurisdicciones, en cuanto disposición constitucional expresa reserva esa atribución a la Contencioso Administrativa (artículo 238 C.N.), tal como lo manifestó esta Corte en Sentencia T-01 del 3 de abril de 1992". "Como puede verse, lo que es posible decretar en esta hipótesis es una inaplicación temporal al caso concreto, considerada la particular y específica situación en que se encuentra el solicitante, así que no recae propiamente sobre la materialidad del acto administrativo, como sí acontece con la figura de la suspensión provisional. No tiene, entonces, el alcance de la misma y, por ende, excepción hecha de la inaplicación que pueda favorecer al petente a fin de evitarle un daño irreparable, el acto administrativo como tal permanece incólume mientras no sea suspendido provisionalmente por la Jurisdicción Contencioso Administrativa o anulado por ella. Debe repararse por otra parte en que el  punto materia de análisis -a diferencia del que constituye el objeto de la providencia mediante la cual se resuelve acerca de la solicitud de suspensión provisional en los procesos contencioso administrativos- no es el relativo a una posible oposición flagrante entre el acto demandado y las normas superiores a las que está sometido, sino la situación de hecho en la cual puede hallarse una persona frente a un acto cuya aplicación concreta implique, en su caso, efectos inmediatos e irremediables que vulneren sus derechos constitucionales fundamentales". " De las precedentes consideraciones se infiere que, ante acciones instauradas respecto de actos administrativos, el juez de tutela no puede asumir la facultad que le confiere la norma mencionada como una autorización de la ley para sustituir al Contencioso Administrativo en la definición sobre la validez de aquellos, ni suponer que podría suspenderlos provisionalmente pues ello representaría invadir el ámbito constitucional de dicha jurisdicción. De allí los precisos términos usados por el legislador para definir el objeto al que ha de circunscribirse la orden judicial para el evento en que prospere la solicitud de tutela transitoria". En cuanto al concepto sobre lo que es un perjuicio irremediable, único fundamento constitucional de la protección transitoria cuando existen otros medios de defensa judicial, bien es sabido que existía una definición legal, consagrada en el inciso 2º, numeral 1º, artículo 6 del mencionado Decreto 2591 de 1991, a cuyo tenor se entendía por tal perjuicio el que sólo pudiera ser resarcido en su integridad mediante una indemnización. La Corte Constitucional, mediante Fallo C-531 del 11 de noviembre de 1993 (M.P.: Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz), declaró inexequible tal concepto, por considerar que fue introducido por el legislador en contraposición al artículo 86 de la Carta, en cuanto equiparó el perjuicio irremediable a un juicio hipotético de naturaleza jurídica con el que se quiso sustituir la situación fáctica a la que se remite el precepto constitucional, limitando los alcances de tal concepto y cercenando las posibilidades judiciales de desarrollar los preceptos fundamentales. La Corte estimó en dicha providencia que correspondía a los jueces de tutela dar contenido al concepto de perjuicio irremediable, mediante la interpretación de los hechos puestos a su consideración en cada caso, pues de la adecuada confluencia entre el derecho y la realidad depende la justicia de cada decisión, dentro de los términos constitucionales. Claro está, ese papel del juez implica el ejercicio de una autoridad necesaria para la eficiacia de la tutela y para la efectividad de los derechos fundamentales, pero la facultad que implica, no por ser amplia puede devenir en arbitraria, ya que la evaluación y definición sobre si en el caso particular se configura el perjuicio irremediable no obedece a su capricho sino que se deriva de la Carta Política aplicada a la situación fáctica considerada. La Corte Constitucional se ha ocupado en señalar, a partir del carácter excepcional que según el artículo 86 de la Constitución tiene la tutela transitoria, las condiciones mínimas que una determinada hipótesis debe reunir para que tenga justificación constitucional la calificación de perjuicio irremediable a ella atribuída: "Para determinar la irremediabilidad del perjuicio hay que tener en cuenta la presencia concurrente de varios elementos que configuran su estructura, como la inminencia,  que exige medidas inmediatas, la urgencia que tiene el sujeto de derecho por salir de ese perjuicio inminente, y la gravedad de los hechos, que hace evidente la impostergabilidad de la tutela como mecanismo necesario para la protección inmediata de los derechos constitucionales fundamentales.  La concurrencia de los elementos mencionados pone de relieve la necesidad de considerar la situación fáctica que legitima la acción de tutela, como mecanismo transitorio y como medida precautelativa para garantizar la protección de los derechos fundamentales que se lesionan o que se encuentran amenazados.  Con respecto al término "amenaza" es conveniente manifestar que no se trata de la simple posibilidad de lesión, sino de la probabilidad de sufrir un mal irreparable y grave de manera injustificada.  La amenaza requiere un mínimo de evidencia fáctica, de suerte que sea razonable pensar en la realización del daño o menoscabo material o moral". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Novena de Revisión. Sentencia T-225 del 15 de junio de 1993. M.P.: Dr. Vladimiro Naranjo Mesa). El juez de tutela está obligado a fundamentar la calificación que haga de un perjuicio irremediable, con razones que consulten el sentido extraordinario de la protección temporal y su consecuente interpretación restrictiva, a la luz de la Constitución y según los hechos objeto de examen. Debe tener en cuenta que se trata de una posibilidad excepcional y en sí misma precaria de que el juez de tutela imparta órdenes de obligatorio acatamiento en materias que, por definición de la misma Carta, habrán de ser consideradas y resueltas por el juez ordinario competente. Por tanto, su extensión más allá de los límites que impone la necesaria y precisa protección del derecho que podría sufrir daño irreparable implica un desbordamiento del ámbito de competencias del juez de tutela y una vulneración de la autonomía funcional de aquel juez o tribunal al que, según el ordenamiento jurídico, corresponde la decisión definitiva. De allí que una tutela otorgada a sabiendas de que existe otro medio de defensa judicial, idóneo y eficaz para la verdadera realización del derecho fundamental en juego, no puede estar basada sino en una clara y evidente inminencia de perjuicio irremediable. Ello implica que la protección concedida en el caso de autos carecía de todo apoyo constitucional, habida cuenta de los hechos y datos del proceso. Todo lo dicho lleva a la Corte Consititucional a confirmar las sentencias proferidas, excepto la dictada el 25 de octubre de 1994 en el proceso T-54811 por el Juez 64 Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, que resolvió conceder la tutela en segunda instancia y que será revocada. Siguiendo las pautas jurisprudenciales que ha venido trazando la Corte (Cfr. Sentencia T-164 del 17 de abril de 1995. Sala Quinta de Revisión), la revocación de la enunciada providencia no implica que los favorecidos por ella, quienes recibieron de buena fe, estén obligados a restituir las sumas pagadas por concepto de prestaciones en cumplimiento de lo ordenado por el Juez en su momento. Tal revocación apenas tendría efectos en el caso de que el pago no se hubiere producido, pues entonces el peticionario debería ejercer las acciones ordinarias para el logro de sus objetivos. Alcance de la preferencia que merece la tutela. Protuberantes descuidos en el trámite de varios procesos. Pese al carácter sumario e inmediato del procedimiento de tutela, los jueces están obligados a observar el mayor cuidado en el trámite que les corresponde adelantar, ya que los equívocos en cuanto a la identificación del actor, de la autoridad o persona demandada, de los intervinientes, de los hechos o de las circunstancias sobre las cuales habrá de recaer su decisión puede afectar el debido proceso o inclusive incidir en la inadecuada protección de los derechos fundamentales a los que se alude en particular. La Corte Constitucional entiende que, sin perjuicio de la informalidad propia de la tutela, las demandas presentadas ante los jueces con invocación del artículo 86 de la Carta no solamente merecen el trato y la atención que la administración de justicia debe dispensar a todo proceso, sino que, por mandato expreso de la Constitución, la actividad de los jueces al atenderlas debe incorporar como elemento primordial el de la preferencia, cuyo sentido no se agota en la rapidez de una decisión sino que se extiende al contenido de lo que se resuelva y a las elementales exigencias de un responsable y adecuado trámite, que son imperativas en mayor medida cuando están de por medio los derechos fundamentales. Por tanto, esta Corporación no puede pasar por alto los evidentes errores cometidos por varios de los despachos judiciales que fallaron en instancia sobre las acciones incoadas. Si no se declara la nulidad de algunos de los fallos bajo estudio, ello obedece a razones de economía procesal por encontrar la Corte que las acciones instauradas resultaban del todo improcedentes, de donde se desprende como inoficiosa y contraria a la prevalencia del derecho sustancial la devolución de algunos expedientes cuando, hechas las consideraciones en conjunto, se ha concluído que respecto de todos debe negarse la protección solicitada. Se observa, luego de un estudio de cada uno de los expedientes, que hubo negligencia por parte de los despachos judiciales responsables de fallar en primera y segunda instancia, ya que, salvo en los procesos T-59135 y T-61483, en todos los demás se incurrió en equivocaciones e inexactitudes. Así, algunos accionantes no fueron correctamente identificados, pues se les modificó el número de la cédula de ciudadanía; les fueron cambiados sus nombres y apellidos; se admitieron coadyuvancias e impugnaciones sin existir los documentos que las acreditaran; se omitió notificar el fallo de primera o de segunda instancia, sin motivo para ello, entre otras irregularidades. Los aludidos descuidos, que son numerosos, razón por la cual no se relacionan, llevan a la Corte a identificar a los accionantes, como lo hace al comienzo y al final de esta providencia, según las demandas instauradas y no de acuerdo con las sentencias que se han dictado para resolver sobre ellas. Por otro lado, la Corte considera inaceptable el error cometido por el Juzgado 27 Penal del Circuito, que conocía de impugnación contra el fallo de primera instancia y que, mediante oficio del 8 de noviembre de 1994 (Folio 245), corrió traslado para impugnar la decisión de segundo grado, lo cual va en contravía de la Constitución Política y del Decreto 2591 de 1991, que en modo alguno permiten una tercera instancia (Expediente T-54811). DECISION Con fundamento en las consideraciones que preceden, la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: Primero.-Se RECHAZAN, por improcedentes, los escritos de desistimiento presentados por HIGINIO MOISES GARCIA, JAIRO ALCIDES GIRALDO REY, LUIS ALEXANDER HERNANDEZ ESCOBAR y CLEMENTE CHICO CRESPO. Segundo.- CONFIRMANSE los siguientes fallos: el del 2 de noviembre de 1994, proferido por el Juzgado 34 Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, que a su vez, confirmó el del Juzgado 67 Penal Municipal de la misma ciudad, dictado el 22 de septiembre de 1994 que resolvió rechazar por improcedente la acción de tutela interpuesta por HERSSON ANTONIO ACEVEDO VALENCIA, NELSON EDUARDO ACUÑA HERNANDEZ, JORGE ANDRES ARBELAEZ RAMIREZ, WILMAR DE JESUS BEDOYA RIOS, RICARDO BENAVIDES ZAMBRANO, LUIS EDUARDO FIGUEROA CASTRILLON, WILSON HERNEY GALINDO MORA, FRANCISCO ERNESTO GARCIA ROJAS, HECTOR FABIO GUACHETA CUESTA, FARLEY LOPEZ BUITRAGO, JHONNY MADERA ROMERO, WALTER MORENO MARTINEZ, JULIAN SANDOVAL FUENTES, GUILLERMO VALENCIA HINESTROZA, GUEVARO VLADIMIR ZAPATA LONDOÑO y LUIS BALTAZAR ZULUAGA GONZALEZ; el del 8 de noviembre de 1994, proferido por el Juzgado 37 Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, que confirmó la decisión del Juzgado 38 Penal Municipal de la misma ciudad, del 3 de octubre de 1994, negando la tutela interpuesta por JAIME MARTINEZ ROJAS, HERNANDO LARA MENDOZA; el del 26 de octubre de 1994, dictado por el Juzgado 48 Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, que confirmó el del 19 de septiembre de 1994, proferido por el Juzgado 65 Penal Muncipal de la misma ciudad, que negó la tutela interpuesta por ALVARO ALBA ARIAS, HECTOR ANDRES ALBAN DELGADO, LUIS ADRIANO ALVAREZ ABONAGA, JORGE LUIS ALVIS LOPEZ, RUBEN DARIO ALZATE CASTRO, LEON DARIO ARBOLEDA VELEZ, ALEXANDER ARIZA LOZADA, JHON FREDY ARROYAVE BONILLA, JORGE ELIAS ASTUDILLO TABORDA, FARDY JOSE ATENCIA OLIVA, CARLOS JAVIER AVILA CACERES, PEDRO DAGOBERTO BALLEN LOZANO, HENRY BALLESTEROS AGUIRRE, SAMUEL BEDOYA ARANGO, HECTOR DANILO BEDOYA RIVERA, JORGE RENE BETANCUR ARANGO, JESUS WILSON BOCANEGRA, WILLIAM BOLIVAR LIZARAZO, JORGE LUIS CANTERO HERRERA, JOSE FERNANDO CARDENAS RINCON, WILMAR ELGIDIO CARDONA QUINTERO, TEOFILO CARMONA PAEZ, MAURICIO DE JESUS CARVAJAL MARIN, EDINSON CASTAÑEDA CASALLAS, ERNEY CASTAÑO ARBELAEZ, OSCAR HERNANDO CASTAÑO VASQUEZ, JESUS DAVID CASTRO MARTINEZ, FLORESMIRO CERQUERA DUSSAN, EDWIN CORREDOR SIERRA, ROBINSON CORTES CABEZAS, CLEMENTE CHICO CRESPO, WILMER RAMON DE LA OSSA VEGA, LUIS ARIEL DELGADO CASTRILLON, ENRIQUE DELGADO MOSQUERA, JOSE RAMON DIAZ GRANADOS BOLAÑOS, ROBERTO CARLOS DIAZ PINTO, WILSON EZEQUIEL FONTECHA HERNANDEZ, WALTER NENCER FORERO ROJAS, JORGE ALBERTO GALINDO MUÑOZ, HIGINIO MOISES GARCIA, WILLIAM ROSME GETIAL RAMIREZ, JAIRO ALCIDES GIRALDO REY, MARIO GIRALDO TORRES, GABRIEL GOMEZ CORONADO, EDUARDO GOMEZ DIAZ, CESAR ANTONIO GOMEZ LOPEZ, JESUS JAIRO GOMEZ ZULUAGA, EDGAR GONZALEZ BEJARANO, JHONNY SAMIR GONZALEZ GONZALEZ, ALBERTO GONZALEZ PEÑA, RAFAEL ALVEIRO GRANADOS CELIS, JORGE RENE GRIMALDO BARRIENTOS, MARINO ANTONIO GUEVARA NOSCUE, WILLIAM ALONSO GUIO CONTRERAS, MARIO GUTIERREZ BAQUERO, JESUS MARIA GUTIERREZ TELLO, JHON JAIRO GUTIERREZ VASQUEZ, RAUL ARMANDO GUZMAN PAREDES, LUIS ALEXANDER HERNANDEZ ESCOBAR, ELIAS JAVIER HERNANDEZ TORRES, EYLER YESID HOYOS GOMEZ, EDDIE IBARGUEN MOSQUERA, HERMES RAFAEL JIMENEZ BORJA, ELIECER DE JESUS LARGO CASTAÑO, JOSE MAURICIO LONDOÑO PIEDRAHITA, DIEGO MARIO LOPEZ GUERRERO, WILMER MIGUEL LORDUI HERNANDEZ, JOSE JOAQUIN MARIN AGUIRRE, HERNAN ALONSO MARIN CALLE, JAIME RUBIEL MARIN TORO, FRANCISCO MARTINEZ CEBALLOS, GERMAN MARTINEZ TORRES, RAUL ANTONIO MAZA VILLEGAS, JAIR MEJIA BOLAÑOS, LUIS GUILLERMO MELENDEZ HERNANDEZ, DIEGO UBEIMAR MENESES, JOSE OCTAVIO MOLINA ORTIZ, ENRIQUE MORALES TORRES, EDUIN MOSQUERA BEÑOL, RIGOBERTO MUÑOZ MONROY, NORVEY DE JESUS NARANJO PARRA, JULIO CESAR NARANJO SANCHEZ, JOSE ADOLFO OJEDA AMARILLO, JUAN BAUTISTA OLAEZ CARDONA, HOLLMAN ALEX OLIVARES GARCIA, SANDRO ALONSO ORDOÑEZ ALBORNOZ, FREDY ARLES ORDOÑEZ NARVAEZ, LUIS MIGUEL OROZCO PALACIO, JORGE WILSON OROZCO SERNA, JHON JAIRO OSORIO ARENAS, NELSON ENRIQUE OSORIO VILLAMIL, LEISSON FERNAN OSPINA PALACIOS, ALLEN DARIO OSPINA VERGARA, LUIDYN ALEXANDER PACHECO CANTILLO, FRANKLIN PALACIOS CORDOBA, JORGE ENRIQUE PALOMEQUE QUESADA, HENRY PARADA PLATA, ALEXANDER PARDO MALDONADO, HERMES DE JESUS PEÑA ACOSTA, HENRY GABRIEL PEREZ RINCON, MARIANO PEREZ RINCON, JOSE IGNACIO PEREZ ROMERO, JOSE GREGORIO PIMIENTO CAMARGO, JHON POLOCHE CASTAÑO, CARLOS ADOLFO PRADO ORDOÑEZ, JUAN CARLOS PUENTES RAMIREZ, LUIS EDUARDO QUESADA BARRIOS, JESUS MARIA QUINTERO HOYOS, LEOCADIO ANTONIO RAMIREZ GALLEGO, TEDDY ENRIQUE REGUILLO CHARRIS, LUIS FERNANDO REINA LOZANO, LUIS CARLOS RESTREPO JARAMILLO, VICTOR HAROLD REYES LOPEZ, ALEXANDER RIVAS COPETE, JHON EDUARDO RIVERA GIRALDO, JHON JAIRO RIVERA URREA, IVAN DARIO ROBLEDO HERRERA, NILSON ROMAÑA PALACIOS, DAVID GONZALO DE JESUS RUA, JOSE ARNULFO RUEDA BOLIVAR, NELSON SANABRIA CASTEBLANCO, NELSON HERNAN SALCEDO COTACIO, HAROLD SANCHEZ SABOGAL, JHON ALEXANDER SARMIENTO GOMEZ, FERNANDO SEPULVEDA RIVEROS, REINALDO MOISES SERRANO MONTES, JAIRO ANTONIO SOLANO CELY, JHON JAIRO TANGARIFE OSORIO, DIOGENES TORRES ROMERO, WANDER TRULLO CLAROS, FEDERICO URIZA CARO, URIEL USECHE LOZANO, JAIRO ALBERTO VALENCIA ARROYAVE, ARNULFO VALENCIA CASTRO, HECTOR FABIO VALENCIA VARGAS, ALI ALFONSO VANEGAS PEREZ, NELSON EDUARDO VARGAS CARDENAS, ALEXANDER VARGAS TASCON, JORGE ENRIQUE VASQUEZ GITIERREZ, RONAL EUSTAQUIO VELANDIA CHACON, JUAN VICENTE VELASCO BURGOS, LUIS EDUARDO VERGARA TORO, OSCAR HERNAN VILLALOBOS CHAVARRO, ELIEL VILLEGAS RESTREPO; el del 7 de octubre de 1994, proferido por el Juzgado 11 Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá, que negó la tutela incoada por ALFONSO RODGERS PADILLA y el del 9 de diciembre de 1994, pronunciado por el Juzgado 41 Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, que negó la tutela intentada por MILCIADES ARTUNDUAGA CASTRO. Tercero.- REVOCASE la sentencia proferida por el Juzgado 27 Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá el 25 de octubre de 1994, y en su lugar CONFIRMASE la del Juzgado 64 Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá del 20 de septiembre del mismo año, que había negado la protección solicitada por WILLIAM ALBA TRUJILLO, LUIS ERNESTO DELGADO, HECTOR YAIR FERNANDEZ CRESPO, ANTONIO FRANCO HOOVER, ASCENCION GUZMAN WILMAN, ALVARO ERNESTO LOPEZ HERNANDEZ, JUSTO GUILLERMO MARTINEZ OROZCO, JUAN BAUTISTA MEJIA PACHECO, WILSON MONTES CASTRILLON, MILTON CESAR MONTES HOYOS, AIMER WILLIAM MOSQUERA, CARLOS MARIO MUNERA, PABLO MUÑOZ QUINTERO, EDER DE JESUS ORTEGA WILCHES, EDGAR ROLANDO PAZ DELGADO, JOSE PERALTA ESCALANTE, YIMI QUINTERO TRIVIÑO, LEONARDO RIATIVA DIAZ, ELKIN RUIZ RUIZ, WILLIAM SOLER AMAYA, HECTOR ALONSO VALENCIA y AFRACNY JOSE VALERA HERNANDEZ. Cuarto.- Súrtase el trámite previsto en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase, JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Magistrado Ponente Presidente de la Sala HERNANDO HERRERA VERGARA            ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado                      Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-261-95 Sentencia No Sentencia T-261/95 ACCION DE TUTELA CONTRA PARTICULARES/INDEFENSION Frente a las entidades financieras, si bien no puede hablarse de subordinación, la persona -cliente, deudor, depositante- se puede encontrar en un estado de indefensión, en una situación específica, en la cual no le sea posible hacer nada, desde el punto de vista fáctico y en el aspecto jurídico, para impedir que se le vulnere un derecho fundamental o que le sea puesto en franco peligro o en inminente amenaza. En el caso concreto materia de análisis, aparte de que la razón asista o no al peticionari1o, éste, en relación con los envíos que lo mortificaban se hallaba en estado de indefensión, tanto en relación con Pronta como respecto de los responsables de la revista que era remitida. DATO PERSONAL-Divulgación/DERECHO A LA INTIMIDAD PERSONAL Y FAMILIAR De los datos personales -concepto genérico- hacen parte todas aquellas informaciones que atañen a la persona y, por tanto, pueden ser, junto con las estrictamente reservadas, las referentes a aspectos que relacionan a la persona con la sociedad y que, por tanto, son públicas. El dato no privado puede, por definición, ser conocido por otros y también publicado. El conocimiento acerca de la dirección de un individuo es algo que, por el mismo desenvolvimiento de las actividades en el seno de la sociedad y aun por razones físicas de vecindad, no puede mantenerse en secreto. Entonces, resulta apresurado incluir como de reserva un dato personal por el sólo hecho de serlo, y pretender que quien lo haya recibido, así sea para fines comerciales, financieros o de negocios, esté violando el derecho a la intimidad del interesado por darlo a conocer a terceros o por divulgarlo. -Sala Quinta de Revisión- Referencia: expediente T-63468 Acción de tutela instaurada por GERMAN HUMBERTO RINCON PERFETTI contra SISTEMA PRONTA S.A. DE TARJETAS DE CREDITO, PRONTA S.A. COMPAÑIA DE FINANCIAMIENTO COMERCIAL y la REVISTA LATINOAMERICANA INTERNACIONAL. Magistrado Ponente: Dr. JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Sentencia aprobada en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los veinte (20) días del mes de junio de mil novecientos noventa y cinco (1995). Se revisan los fallos proferidos en el asunto de la referencia por el Tribunal Superior de Distrito Judicial de Santa Fe de Bogotá y por la Corte Suprema de Justicia. I.  INFORMACION PRELIMINAR La acción de tutela fue ejercida por GERMAN HUMBERTO RINCON PERFETTI por razón de que, habiendo suministrado sus datos personales sobre dirección, teléfono y referencias familiares a la Tarjeta de Crédito PRONTA-HACIENDA SANTA BARBARA, ésta los transmitió a terceras personas o entidades. Meses antes de presentar la demanda, el solicitante recibió, en la dirección indicada para el envío corriente de su extracto mensual de la tarjeta de crédito, dos ejemplares de la revista "LATINOAMERICANA INTERNACIONAL". Posteriormente le fue hecha una llamada telefónica mediante la cual se lo invitaba a suscribirse a dicha publicación. Manifestó el accionante que no es de su gusto dar los datos sobre dirección y teléfonos y que, por ello, se sintió molesto por la divulgación que de esas informaciones había hecho PRONTA, con el único propósito de dar lugar a un "gancho de venta" para la revista. Según lo afirmado por el petente, las entidades demandadas se están lucrando con las listas de información en una práctica que, a su juicio, es violatoria de los derechos fundamentales. II. DECISIONES JUDICIALES En primera instancia decidió sobre la tutela incoada el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Fé de Bogotá, Sala Penal, en cuya sentencia del treinta (30) de noviembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994) resolvió rechazar la demanda por improcedente. Sostuvo el Tribunal que en el presente caso no se dá ninguno de los presupuestos del artículo 42 del Decreto 2591 de 1991 para la acción de tutela contra particulares. Además, según el fallo, el respeto al derecho a la intimidad como imposición constitucional, está ligado a la protección de intereses morales. Y lo que ha ocurrido -dijo- es que en virtud del intercambio explicable de intereses entre dos organizaciones empresariales, una de estas dedujo que el accionante podía ser potencial suscriptor de un medio informativo. En ello -expresó la sentencia- puede haberse equivocado, pero en todo caso su intención no admite equívocos. Impugnado el acto judicial, correspondió decidir en segunda instancia a la Corte Suprema de Justicia, Sala Penal, la cual modificó el fallo inicial que rechazaba la tutela y decidió no tutelar los derechos demandados por el señor Rincón Perfetti. Manifestó la Corte Suprema en su  providencia: "A juicio de la Sala el accionante sí pudo haberse encontrado en una situación de indefensión y ello bastaba para que el Tribunal se pronunciara de fondo sobre el objeto de la ación instaurada, independientemente de que la sociedad Pronta S.A. no preste un servicio público." "El concepto de indefensión -agregó- debe ser entendido en su real contenido, esto es, que quien recurre al amparo carezca de medios de defensa contra los ataques o agravios que a sus derechos fundamentales realice el particular contra el cual se impetra la acción." En el presente caso, el accionante podía haber estado en indefensión, como cualquier ciudadano que se enfrenta a un conglomerado económico como es "Pronta S.A.", situación en la cual el equilibrio es inexistente, no sólo por el poder económico de la entidad, sino también porque es imposible que un individuo pueda estar al tanto de todas y cada una de las actividades que despliega una empresa de esa naturaleza y que le pueden perjudicar de alguna manera. Analizó la Corte el punto de si el suministro de información de la dirección y el teléfono del accionante, que hizo PRONTA, constituye una violación al derecho a la intimidad y al respecto estimó que esa garantía debe ser entendida en cuanto el derecho que tiene el individuo de ostentar una esfera secreta, con un mínimo de injerencia ajena. Sin embargo, esa garantía encuentra algunas limitantes que parten de la realidad social, lo que impide que ese respeto a la vida privada sea absoluto y menos en los términos que pretende el impugnante. El derecho a la intimidad no es absoluto por cuanto el hecho de vivir en sociedad nos obliga a ceder parte de ella. De acuerdo con la providencia de segunda instancia, "...es imposible que en la vida moderna el nombre, la dirección y el número del teléfono puedan formar parte de esa intimidad absoluta, cuando la misma forma de vivir y de interrelación impone que éstos figuren en directorios telefónicos para el conocimiento público...". Sostuvo además la Corte Suprema que el accionante podía exigir que sus datos personales no fueran transmitidos a personas o entidades distintas, pero debió comunicar tal prohibición, y no lo hizo, por lo cual no basta, para que prospere la tutela, carencia de autorización. Para la Corte Suprema, el suministro de los datos personales implica su uso por parte de la entidad financiera. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL Competencia Habiendo sido seleccionado este caso y repartido a la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional, según las reglas previstas en el Decreto 2591 de 1991, ella es competente para revisar los fallos en referencia, de conformidad con los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política. Procedencia de la acción de tutela contra entidades financieras. Necesidad de apreciar la circunstancia concreta. Argumento fundamental esgrimido por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Fe de Bogotá para negar la protección judicial que se impetraba consistió en sostener que no procedía la tutela contra particulares por cuanto el peticionario no se encontraba en condiciones de subordinación o indefensión respecto de las entidades demandadas, por lo cual -según el fallador de instancia- no se configuraban los presupuestos básicos para que procediera la acción de tutela contra particulares. Esta Corte ha sostenido que, en efecto, la acción de tutela se concibió, por regla general, como un mecanismo apto para enfrentar a quien goza de autoridad pública y abusa de su poder, por lo cual las posibilidades de que se intente respecto de acciones u omisiones imputadas a particulares son del todo excepcionales. La Constitución ha señalado que la acción puede entablarse contra un particular, en los casos que la ley contemple, cuando se encargue de la prestación de un servicio público, cuando su conducta afecte grave y directamente el interés público y cuando, respecto de él, el solicitante se halle en estado de subordinación o indefensión (Artículo 86 C.P., inciso final). En el evento de incoarse la demanda de tutela contra una entidad financiera, concurren varios elementos de los previstos en el precepto constitucional y también de los señalados en el artículo 42 del Decreto 2591 de 1991 que lo desarrolla. En primer lugar, la entidad financiera presta un servicio público, como lo ha reconocido de tiempo atrás la legislación. Por otra parte, de lo estatuído en el artículo 335 de la Carta Política se concluye que la actividad que tales entes ejercen es de interés público y sólo puede ser ejercida previa autorización del Estado. Finalmente, frente a las entidades financieras, si bien no puede hablarse de subordinación, la persona -cliente, deudor, depositante- se puede encontrar en un estado de indefensión, en una situación específica, en la cual no le sea posible hacer nada, desde el punto de vista fáctico y en el aspecto jurídico, para impedir que se le vulnere un derecho fundamental o que le sea puesto en franco peligro o en inminente amenaza. Por otra parte, el artículo 42 del Decreto 2591 de 1991 contempla en su numeral 4º la posición de alguien que se halla indefenso ante una organización privada, o ante quien la controla efectivamente o es beneficiario real de la situación que motiva la solicitud de amparo. Tal puede ser la circunstancia -que el juez debe analizar en el caso concreto- del titular de una tarjeta de crédito expedida y manejada por una institución financiera de gran poder económico. O la de quien resulta afectado por la actividad de otra empresa, relacionada con aquélla patrimonial o jurídicamente, y que resulta ser beneficiada por la situación que da lugar a pedir la tutela. En el caso concreto materia de análisis, aparte de que la razón asista o no al peticionari1o, éste, en relación con los envíos que lo mortificaban se hallaba en estado de indefensión, tanto en relación con Pronta como respecto de los responsables de la revista que era remitida. Así las cosas, no considera esta Corte que hubiera acertado la primera instancia al rechazar de plano la tutela por improcedente, sin entrar a considerar la circunstancia concreta del solicitante y olvidando los eventos que los artículos 86 de la Constitución y 42 del Decreto 2591 de 1991 han contemplado. A este respecto, se acogen la tesis y la decisión de la Corte Suprema de Justicia. La dirección y el teléfono de una persona o familia no son parte necesaria de su intimidad El artículo 15 de la Constitución consagra el derecho a la intimidad personal y familiar y dispone que el Estado debe respetarla y hacerla respetar. Este derecho, que se deduce de la dignidad humana y de la natural tendencia de toda persona a la libertad, a la autonomía y a la autoconservación, protege el ámbito privado del individuo y de su familia como el núcleo humano más próximo. Uno y otra están en posición de reclamar una mínima consideración particular y pública a su interioridad, actitud que se traduce en abstención de conocimiento e injerencia en la esfera reservada que les corresponde y que está compuesta por asuntos, problemas, situaciones y circunstancias de su exclusivo interés. Esta no hace parte del dominio público y, por tanto, no debe ser materia de información suministrada a terceros, ni de la intervención o análisis de grupos humanos ajenos, ni de divulgaciones o publicaciones. Ese terreno privado no puede ser invadido por los demás miembros de la comunidad a la que se integran la persona o familia, ni por el Estado. Aún dentro de la familia, cada uno de sus componentes tiene derecho a demandar de los demás el respeto a su identidad y privacidad personal. Así, pues, las relaciones que establece la persona con quienes se hallan por fuera de su circulo reservado, en el campo jurídico, social, económico, académico, político, médico, deportivo o de otra índole, implican que aquéllos con quienes se entablan asuman la obligación de separar claramente las materias propias de cada una de ellas de las que conciernan al entorno privado, en el cual no les es permitido penetrar sin la autorización del interesado, a menos que resulte estrictamente necesario para el cumplimiento del propósito inherente a la respectiva actividad, como acontece con las relaciones entre el médico y el paciente. En el campo que interesa para los fines del proceso, el de las relaciones de carácter financiero, éstas exigen necesariamente de quien acude a los servicios que prestan las instituciones del sector, los cuales incorporan como elemento fundamental el del crédito, el suministro de datos personales sobre aspectos económicos, que, como ya lo dijo esta Corte en sentencias de unificación números SU-082 y  SU-089 del 1 de marzo de 1995 (M.P.: Dr. Jorge Arango Mejía), no pertenecen forzosamente al dominio de la intimidad. Ya advirtió también la Corte que, si éste ámbito llegara a ser invadido en la práctica por la indagación de informaciones privadas so pretexto del trámite financiero, cabrían tanto el Habeas Data como la acción de tutela para la defensa del derecho fundamental en cuestión (Cfr. Corte Constitucional. Sentencia T-094. Sala Quinta de Revisión. 2 de marzo de 1995). Debe dilucidarse ahora la cuestión planteada por el accionante: si la dirección, el teléfono, el lugar de recibo de correspondencia y los datos similares, suministrados por su titular a una institución financiera para fines crediticios, como es el de obtención de una tarjeta de crédito, son informaciones de naturaleza privada que la entidad correspondiente no pudiera suministrar a terceros sin autorización del interesado. También debe resolverse acerca de si, ya recibidas tales informaciones por una entidad industrial o comercial, o por otra entidad financiera, podría ella remitir al usuario de los servicios crediticios o al tarjetahabiente publicaciones o propaganda suya o de terceros, productos de promoción u ofertas de bienes y servicios. Y si podría, por otra parte, cobrar, dentro del sistema de crédito respectivo y sin consentimiento del usuario, el valor de la suscripción o el precio de tales publicaciones, servicios o productos. La Corte Constitucional estima en primer término que el campo asignado a la protección constitucional de la intimidad no puede ampliarse indefinidamente hasta el extremo de considerar que todo dato personal sea a la vez íntimo. De los datos personales -concepto genérico- hacen parte todas aquellas informaciones que atañen a la persona y, por tanto, pueden ser, junto con las estrictamente reservadas, las referentes a aspectos que relacionan a la persona con la sociedad y que, por tanto, son públicas. Así, por ejemplo, no puede equipararse la información referente a una disputa típica e indudablemente conyugal, que sólo importa a los esposos, con el dato, también personal pero relevante social y aun jurídicamente, que alude al hecho de haber desempeñado cierto cargo o de poseer un determinado vehículo. De tal modo, hay datos personales que específicamente son íntimos y gozan, en consecuencia, de la garantía constitucional en cuanto tocan con un derecho fundamental e inalienable de la persona y de su familia, al paso que otros, no obstante ser personales, carecen del calificativo específico de privados, toda vez que no únicamente interesan al individuo y al círculo cerrado de su parentela, sino que, en mayor o menor medida, según la materia de que se trate, tienen importancia para grupos humanos más amplios (colegio, universidad, empresa) e inclusive para la generalidad de los asociados, evento en el cual son públicos, y si ello es así, están cobijados por otro derecho, también de rango constitucional fundamental, como es el derecho a la información (Artículo 20 C.P.). Entonces, resulta apresurado incluir como de reserva un dato personal por el sólo hecho de serlo, y pretender que quien lo haya recibido, así sea para fines comerciales, financieros o de negocios, esté violando el derecho a la intimidad del interesado por darlo a conocer a terceros o por divulgarlo. Algo que parece obvio, pero que la Corte quiere recalcar, es que el dato no privado puede, por definición, ser conocido por otros y también publicado. La dirección y el teléfono de una persona son informaciones que precisan el domicilio de ésta, es decir, el sitio en donde ella se entiende ubicada y donde cualquiera la puede conseguir para los efectos del cumplimiento de sus obligaciones y del ejercicio de sus derechos. Dice MAZEAUD: "...los terceros tienen necesidad de saber dónde encontrar a esa persona, para hacerla comparecer a un juzgado, por ejemplo. Igualmente necesitan saber dónde serán efectivas las medidas de publicidad destinadas a permitirles conocer ciertas situaciones (como el matrimonio, la incapacidad, la transferencia del dominio de la propiedad inmueble). Por otro lado, el legislador no puede organizar un gran número de instituciones sino a condición de que la persona a que se refieren dichas instituciones tenga un centro en el cual las ponga en actividad". (Cfr. Nouveau guide d'excersices practiques pour la licence en droit. Paris, Editorial Montchrestien, 1962, pág. 73). El conocimiento acerca de la dirección de un individuo es algo que, por el mismo desenvolvimiento de las actividades en el seno de la sociedad y aun por razones físicas de vecindad, no puede mantenerse en secreto. Basta visitar cualquier municipio colombiano para verificar que los habitantes son públicamente identificados y que la generalidad de ellos saben dar razón acerca del lugar en que se ubica la vivienda de otro. Considérese, por otra parte, que las autoridades públicas deben poseer los datos referentes a la ubicación de la persona para los efectos de su protección y también para exigir de ella las responsabilidades que le quepan por sus actos u omisiones. Desde luego, no puede desconocerse que algunas personas, por razón del cargo que desempeñan o de especiales riesgos para su vida o integridad personal pueden necesitar que su dirección y teléfono permanezcan en reserva y, en tales circunstancias, tienen derecho a ella. Pero esa es una excepción que, como tal, tiene alcance restrictivo y resulta aplicable a petición del mismo afectado. Así, por regla general, toda persona natural o jurídica titular de una línea telefónica aparece en el directorio telefónico de la respectiva ciudad y allí, para conocimiento público, son registrados los datos en referencia, a menos que el sujeto incluído en la publicación se dirija en forma expresa a la entidad responsable de la misma para que, hacia el futuro, se suprima tal registro. A nadie se oculta que la dirección y el teléfono son elementos necesarios para el envío y recepción de correspondencia, escrita o verbal, ni tampoco puede negarse que ella es una forma de comunicación humana, también protegida por los preceptos constitucionales, siendo libre mientras no implique atentado contra la persona o la familia. Los envíos de productos como oferta comercial. Oferta y aceptación. En cuanto al hecho de que, a partir de los datos poseídos por una entidad financiera para el manejo de una tarjeta de crédito, instrumento que por definición inserta a la persona en el campo de la oferta de bienes y servicios, haya sido enviada al demandante una publicación gratuita, a manera de promoción comercial, la Corte Constitucional debe hacer las siguientes precisiones: 1. Es imperativo reconocer que el sistema económico vigente y amparado por la Constitución es el de libre mercado. Ello se aprecia con nitidez en el artículo 333 de la Carta, a cuyo tenor "la libre competencia económica es un derecho de todos que supone responsabilidades". Debe reconocerse, por tanto, que el empresario, lícitamente interesado en comercializar sus productos o en obtener usuarios para sus servicios, está en libertad de ofrecerlos y que, cuando lo hace, no por eso viola los derechos fundamentales del receptor de la oferta. Este tiene, claro está, la libertad de aceptarla, rechazarla o ignorarla, quedando a salvo de todo peligro de ser forzado a celebrar un negocio jurídico que no le interesa. El Código de Comercio regula, en consecuencia, la etapa precontractual en los negocios mercantiles y en su artículo 845 señala con claridad que la oferta o propuesta, esto es, el proyecto de negocio jurídico que una persona formule a otra, deberá contener los elementos esenciales del negocio jurídico "y ser comunicada al destinatario". Para el efecto, como se comprende, es indispensable que el oferente conozca la dirección o el teléfono de su posible cliente, sin necesidad de haber obtenido previamente autorización para formularle la oferta. De allí que, al tenor del mismo estatuto, "se entenderá que la propuesta ha sido comunicada cuando se utilice cualquier medio adecuado para hacerla conocer del destinatario". 2. Existe un vínculo, perfectamente normal entre el conocimiento que se tiene acerca de que alguien posee una tarjeta de crédito y la idea de ofrecerle bienes y servicios que pueda pagar con cargo al crédito que le ha sido otorgado, pues el contrato de apertura de crédito implica, por definición legal, la "disposición de una persona (de) sumas de dinero, dentro del límite pactado y por un tiempo fijo o indeterminado" (Artículo 1400 C. de Co.). La disponibilidad de los recursos -esa es la idea del instrumento- representa mayor facilidad de compra inmediata, la cual puede tornarse perjudicial para las finanzas del titular de la tarjeta por el manejo descuidado de ella o incidir, a nivel general, en la inflación, razones que podrían hacer aconsejable el establecimiento de controles o la adopción de medidas económicas, pero que de ninguna manera restan legitimidad al oferente para buscar, entre potenciales adquirentes o suscriptores, los negocios propios de su actividad. 3. Si, como arriba se expresa, el ejercicio de la libre competencia económica supone responsabilidades, el oferente tampoco goza de un derecho absoluto, pues encuentra por límites el bien común, las regulaciones y requisitos que para la respectiva actividad establezca el legislador, la función social (Artículo 333 C.P.) y, por supuesto, los derechos fundamentales, mal podría admitirse que llevara su libertad hasta extremos que desconocieran la del receptor de la oferta, forzando, por ejemplo, la adquisición del bien o la contratación del servicio ofrecido por la vía de la tarjeta de crédito mediante la fijación de un plazo, vencido el cual la oferta se entendiera aceptada, pues ello comportaría la utilización del mecanismo de la tarjeta de crédito para asegurar el negocio de espaldas a la voluntad de uno de los contratantes. Se desconocería así el principio constitucional del artículo 28 C.P. ("Toda persona es libre"), resultaría cercenado el postulado de la buena fe (Artículo 83 C.P.) y se incumpliría el primer deber constitucional de toda persona ("Respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios", según el artículo 95-1 C.P.). Es natural, entonces, que el artículo 851 del Código de Comercio, que fija plazos para la aceptación o rechazo de la propuesta de celebrar un negocio jurídico, no se pueda interpretar en el sentido de que, vencidos aquéllos, ha quedado perfeccionado el acuerdo de voluntades, sino, por el contrario, en el de que dicho acuerdo no se ha logrado, cuando menos en las condiciones inicialmente planteadas por el oferente, quien las ha mantenido durante el plazo, como es su obligación, quedando en libertad de modificarlas después de él, con miras a una eventual nueva oferta. Tal entendimiento de la mencionada norma legal es acorde con el texto y el sentido del artículo 854 ibídem, a cuyo tenor, la aceptación tácita, que produce los mismos efectos que la expresa, tiene que ser manifestada "por un hecho inequívoco de ejecución del contrato propuesto", por lo cual, a juicio de la Corte, no puede deducirse del silencio puro y simple o del transcurso del tiempo. Por ejemplo, si, recibido el producto que se ofrece por la vía de la tarjeta de crédito, con expreso aviso del oferente acerca de que debe devolverse en un tiempo determinado en caso de no ser aceptada la oferta, y el receptor consume el producto enviado, la obvia conclusión que se deriva del precepto es la de que ha consentido en celebrar el negocio y queda obligado por él. Conclusiones en el caso concreto Se deduce de lo dicho que la entidad financiera que administra la tarjeta de crédito del accionante no violó derecho fundamental alguno de éste por la sóla circunstancia de haber suministrado a firmas comerciales los datos acerca de su dirección y teléfono. Debe considerarse que el peticionario no solicitó expresamente la reserva sobre dichas informaciones. Por otra parte, la entidad responsable de la publicación y distribución de la revista que fue enviada y ofrecida al solicitante tampoco vulneró sus derechos cuando le remitió ejemplares de cortesía, ofreciéndole posteriormente la suscripción por vía telefónica. El demandante gozaba de plena libertad de aceptar o rechazar la oferta, e hizo uso de ella, según lo expuesto en la demanda, pues no se suscribió a la revista. La Corte Constitucional no encuentra sustento alguno a sus pretensiones de protección judicial, toda vez que sus derechos fundamentales, en especial el de la intimidad y la libertad, permanecieron indemnes desde el principio. Se confirmarán las providencias revisadas. DECISION Con fundamento en las consideraciones precedentes, la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: Primero.- CONFIRMASE la sentencia proferida en el asunto de la referencia por la Corte Suprema de Justicia -Sala de Casación Penal- el 7 de febrero de 1995, a cuyo tenor se modificó el fallo del 30 de noviembre de 1994, dictado por el Tribunal Superior de Santa Fe de Bogotá. Segundo.- SURTASE el trámite previsto en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. JOSE GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO Magistrado Ponente HERNANDO HERRERA VERGARA              ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado                      Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-269-95 Sentencia No Sentencia No. T-269/95 ACCION DE TUTELA-Acumulación La Sala considera que las pretensiones de ambos casos habrían podido perfectamente acumularse en un solo libelo, puesto que, en últimas, buscaban quitar todo piso jurídico al cierre del hogar comunitario. Hasta aquí se llenan los requisitos para la acumulación de procesos, excepto en lo relacionado con la necesidad de la previa petición de parte. Sin embargo, la Corte piensa que en materia de tutela este último requisito no es necesario, porque con fundamento en los principios de economía, celeridad y eficacia propios de la institución, y sin perder de vista que legalmente es posible de oficio dictar cualquier medida de seguridad encaminada a proteger los derechos, el juez de tutela está facultado para hacer oficiosamente todo lo posible a fin de evitar la posibilidad de que en cuestiones íntimamente ligadas y que recaen sobre derechos constitucionales fundamentales, se produzcan fallos encontrados. DEBIDO PROCESO/HOGARES COMUNITARIOS-Vínculo contractual/MADRE COMUNITARIA-Desvinculación En lo que atañe al posible atropello del derecho de la ex madre comunitaria al debido proceso, se considera que tal falla no se dio en el presente caso. Porque las demandas, en lo esencial, están enderezadas no tanto a cuestionar las figuras del llamado de atención y la suspensión con las que la junta directiva, antes de la clausura del hogar comunitario, sancionó a la demandante, sino a impugnar, en un plano enteramente distinto, el cierre mismo, con el fin de obtener la reinstalación de la actora en su dignidad de madre comunitaria. El vínculo que unió a la demandante con la Asociación de Padres de Familia Hogares Comunitarios, era de naturaleza contractual. Establecido que el nexo era contractual, la Sala piensa que la clausura del hogar no fue sino una simple consecuencia de su terminación. Y, en este sentido, considera que la decisión de la junta directiva no fue una medida disciplinaria, sino la aplicación de una facultad otorgada por el ordenamiento. Referencia     :      proceso T-55605 Actoras         :      Aura Nelly Gómez de Soto,                                María del Carmen Cardoso                                          Castro, María del Carmen                                                              Cifuentes Puerto, Dora Elisa                              Becerra Moreno, Elizabeth                                                            Ochoa de Rincón, Rubiela Soto                                                      de Novoa y Yaneth Moreno Procedencia  :      Juzgado Séptimo (7o.) Penal                                                                   del Circuito de Tunja Ponente        :      doctor Jorge Arango Mejía Sentencia aprobada en sesión del veintitrés (23) de junio de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Primera (1a.) de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los magistrados Jorge Arango Mejía, Antonio Barrera Carbonell y Eduardo Cifuentes Muñoz, decide sobre la sentencia del Juzgado Séptimo (7o.) Penal del Circuito de Tunja, de fecha diez (10) de noviembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994). I. ANTECEDENTES A. Hechos Por una parte, la señora Aura Nelly Gómez de Soto, madre comunitaria en el sector La Fuente de Tunja, el dieciseis (16) de septiembre de mil  novecientos noventa y cuatro (1994), presentó una demanda de tutela contra el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Regional Boyacá. Esta acción se tramitó inicialmente ante el Juzgado Cuarto (4o.) Penal Municipal de Tunja. En su reclamación solicitó la defensa de sus derechos a la libre expresión, al trabajo, al debido proceso, a la igualdad entre el hombre y la mujer, así como la protección de los derechos de los niños. Fundamentó su demanda diciendo que desde el quince (15) de mayo de mil novecientos noventa y cuatro (1994), por haber exigido sus derechos, los de otras madres comunitarias, y haber pedido alimentos de óptima calidad para los niños, fue objeto de persecución por parte de Luis Alberto Botello Alfonso, Rosa E. Blanco Arenales e Hilda Quevedo, presidente, tesorera y secretaria de la Asociación de Padres de Familia Hogares Comunitarios de Bienestar del Sector La Fuente, Municipio de Tunja, Departamento de Boyacá. Como demostración de esa animadversión, la actora narró que el treinta (30) de agosto de mil novecientos noventa y cuatro (1994), por resolución número 001, los nombrados resolvieron suspenderla en sus funciones durante quince (15) días calendario, so pretexto de que sus descargos a una llamada de atención no fueron satisfactorios, y que asumió una actitud grosera contra el señor Botello y la tesorera. Asimismo, la demandante dijo que el veintinueve (29) de agosto del mismo año, la asamblea extraordinaria de usuarios de los hogares comunitarios del sector La Fuente nombró una junta directiva distinta, pero que al resolver la impugnación de la elección, la oficina jurídica del I.C.B.F. restituyó a la junta destituída, lo cual favoreció la persecución que se le venía haciendo pues, mediante oficio del quince (15) de septiembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), con la firma del reinstalado presidente, se procedió a cerrar definitivamente el hogar comunitario. Como la actora pidió que se ordenara su reintegro al cargo de madre comunitaria, el Juzgado Cuarto (4o.) Penal Municipal de Tunja, interpretando la demanda, consideró que ésta, en vez de enderezarse contra el I.C.B.F. -entidad que no fue la responsable de su destitución-, en el fondo estaba dirigida contra la Asociación de Padres de Familia Hogares Comunitarios de Bienestar del Sector La Fuente, Municipio de Tunja, Departamento de Boyacá. Por otro lado, el veintiuno (21) de septiembre del citado año, las señoras María del Carmen Cardoso Castro, María del Carmen Cifuentes Puerto, Dora Elisa Becerra Moreno, Elizabeth Ochoa de Rincón, Rubiela Soto de Novoa y Yaneth Moreno, alegando ser madres de niños usuarios del hogar de Aura Nelly Gómez de Soto, interpusieron otra tutela contra la Asociación de Padres de Familia Hogares Comunitarios de Bienestar del Sector La Fuente, Municipio de Tunja, Departamento de Boyacá. Allí, con pretensiones análogas a las de la demanda atrás referida, y con base en la idea de una violación del derecho de sus hijos menores a la seguridad social y a la percepción de alimentos, se solicitó la anulación del cierre del hogar comunitario clausurado con arreglo al oficio del quince (15) de septiembre. Esta segunda demanda se tramitó ante el Juzgado Séptimo (7o.) Penal del Circuito de Tunja. Por auto del veintisiete (27) de septiembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), esta última oficina “habida consideración de que el Juzgado Municipal fue el primero en conocer del asunto, por economía procesal y para evitar dos decisiones sobre el mismo asunto”, optó por enviar el expediente al primer juez, es decir, al cuarto (4o.) penal municipal de Tunja, para su acumulación con la tutela de la señora Aura Nelly Gómez de Soto. B. Los pronunciamientos judiciales a. La sentencia de primer grado El treinta (30) de septiembre del pasado año, el Juzgado Cuarto (4o.) Penal Municipal de Tunja, decidiendo sobre los dos (2) negocios acumulados, en lo esencial resolvió, para proteger sólo el derecho al debido proceso, “declarar sin validez jurídica el oficio de septiembre quince (15) de mil novecientos noventa y cuatro (1994), suscrito por Luis Alfonso Botello Alfonso, Hilda Marina Quevedo Cepeda y Rosa Elvira Blanco Arenales, por el que se comunicaba la determinación de cerrar el Hogar de Nelly de Soto”. b. El fallo por revisar El diez (10) de noviembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), el Juzgado Séptimo Penal del Circuito de Tunja decidió no tutelar las pretensiones de las demandantes, revocó en su integridad la sentencia del a quo y declaró válida la actuación de la junta directiva de la Asociación de Padres de Familia Hogares Comunitarios de Bienestar del Sector La Fuente, Municipio de Tunja, Departamento de Boyacá. II. CONSIDERACIONES A. Competencia La Sala es competente para decidir sobre la sentencia que se revisa, por lo dispuesto en los artículos 86 y 241, numeral 9o., de la Constitución, y 33 y 34 del decreto 2591 de 1991. B. En primer lugar, ¿podían acumularse las tutelas? Para responder, la Sala parte del convencimiento de que en ambas acciones la parte demandada estuvo compuesta por la Asociación de Padres de Familia Hogares Comunitarios de Bienestar del Sector La Fuente, Municipio de Tunja, Departamento de Boyacá, y por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Esto es claro en tratándose de la demanda propuesta por las señoras María del Carmen Cardoso Castro, María del Carmen Cifuentes Puerto, Dora Elisa Becerra Moreno, Elizabeth Ochoa de Rincón, Rubiela Soto de Novoa y Yaneth Moreno, quienes, además de vincular a la asociación de padres, también demandaron al I.C.B.F. así haya sido en forma condicional, es decir, “en el caso de que hubiese existido orden del I.C.B.F. a la asociación de padres y de usuarios para cerrar el hogar ya mencionado”. En esta primera demanda, dicho sea de paso, el Juzgado de segunda instancia erróneamente consideró que las señoras Clara Inés Sáenz, Rosa Elena Peña y Martha Moreno López, también conformaron la parte actora. Si bien es cierto que sus nombres figuran en el correspondiente memorial, sus firmas están ausentes del mismo. Por esto, estas personas habrán de excluirse de la decisión que la Corte adopte para este caso. En cuanto a la otra demanda, como ya se dijo, se formuló contra el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, pero su interpretación, en conjunto con la ampliación que rindió la actora el dieciseis (16) de septiembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), no puede conducir sino a la idea de que también procedía contra la entidad que cerró el hogar administrado por ella, o sea la asociación de los padres de familia. De conformidad con lo expuesto, en las dos (2) tutelas se presentaron los mismos demandados. Pero, además, la defensa de éstos fue la misma en ambos expedientes: el I.C.B.F. alegó no haber tenido nada que ver con la decisión de clausurar el hogar comunitario de la actora, y la asociación, por intermedio de su representante, y con arreglo a lo manifestado por la secretaria y la tesorera, dijo haber actuado según los estatutos y en beneficio de los menores. Adicionalmente, las dos (2) demandas tenían que tramitarse según un mismo procedimiento y, en el momento de su acumulación, se encontraban en la primera instancia. Complementariamente-, la Sala considera que las pretensiones de ambos casos habrían podido perfectamente acumularse en un solo libelo, puesto que, en últimas, buscaban quitar todo piso jurídico al cierre del hogar comunitario de Aura Nelly Gómez de Soto. Hasta aquí se llenan los requisitos previstos por el artículo 157 del Código de Procedimiento Civil para la acumulación de procesos, excepto en lo relacionado con la necesidad de la previa petición de parte. Sin embargo, la Corte piensa que en materia de tutela este último requisito no es necesario, porque con fundamento en los principios de economía, celeridad y eficacia propios de la institución, y sin perder de vista que legalmente es posible de oficio dictar cualquier medida de seguridad encaminada a proteger los derechos (artículo 7o. del decreto 2591 de 1991), el juez de tutela está facultado para hacer oficiosamente todo lo posible a fin de evitar la posibilidad de que en cuestiones íntimamente ligadas y que recaen sobre derechos constitucionales fundamentales, se produzcan fallos encontrados. En conclusión, sí era posible acumular las demandas de tutela propuestas. C. ¿Se afectaron realmente los derechos fundamentales mencionados por las actoras? Se trata de saber si es cierto que los derechos fundamentales invocados fueron violados o, al menos, sufrieron una amenaza de violación. Como se recuerda, el primero de los derechos supuestamente quebrantados fue el de la libertad de expresión de Aura Nelly Gómez de Soto. Sin embargo, en los dos expedientes se puede apreciar que este derecho no sufrió violación o amenaza de violación. Por el contrario, si hay algo claro en todo este asunto, es que la reclamante siempre pudo manifestar libremente sus ideas. Así lo hizo, por ejemplo, en numerosas comunicaciones, descargos, citaciones y aun en una denuncia policiva contra los integrantes de la junta directiva que clausuró su hogar infantil. Sobre este particular, también hay coincidencia por parte de los jueces de instancia. En relación con el derecho al trabajo de doña Aura, tanto el a quo como el ad quem concuerdan con la Sala en la consideración de que no fue amenazado ni violado. Efectivamente, el hecho de que la junta directiva haya dado por terminada la relación que vinculaba a la Asociación de Padres de Familia Hogares Comunitarios de Bienestar del Sector La Fuente, Municipio de Tunja, Departamento de Boyacá, con la señora Aura Nelly Gómez de Soto, no implicaba que ésta no pudiera desarrollar otras actividades. En este sentido, debe recordarse, como lo admite la misma interesada, que pese al cierre del hogar, siguió prestando el servicio de cuidado de niños. Tampoco se presentó ninguna violación a la igualdad entre el hombre y la mujer, puesto que, con arreglo a lo que aparece probado, la clausura del hogar no obedeció al hecho de que la actora hubiere sido una mujer. En cuanto a los derechos fundamentales de los niños, la Sala no encuentra que hayan sido vulnerados o amenazados. Efectivamente, tal como lo sostuvieron las sentencias de instancia, en el sector La Fuente del municipio de Tunja, existe un buen número de hogares comunitarios en los cuales, de haberlo querido sus padres, los niños usuarios del hogar cerrado podían haber sido atendidos. Además, como se anotó, la señora Aura Nelly Gómez de Soto, a pesar de no contar con el aval de la asociación de padres y el I.C.B.F., siguió prestando el servicio de guardería, lo cual indica que a los correspondientes menores no se les privó de la cobertura requerida. D. ¿ Afectó la desvinculación de la ex madre comunitaria el debido proceso? Finalmente, en lo que atañe al posible atropello del derecho de la ex madre al debido proceso, la Corte considera que tal falla no se dio en el presente caso. ¿Por qué? Porque las demandas, en lo esencial, están enderezadas no tanto a cuestionar las figuras del llamado de atención y la suspensión con las que la junta directiva, antes de la clausura del hogar comunitario, sancionó a la señora Aura Nelly Gómez de Soto, sino a impugnar, en un plano enteramente distinto, el cierre mismo, con el fin de obtener la reinstalación de la actora en su dignidad de madre comunitaria. Veamos. Para la Sala, el vínculo que unió a la señora Gómez de Soto con la Asociación de Padres de Familia Hogares Comunitarios de Bienestar del Sector La Fuente, Municipio de Tunja, Departamento de Boyacá, era de naturaleza contractual. En esto concuerda con el criterio que adoptó el ad quem en la sentencia objeto de revisión, porque para éste, tal nexo, sin ser laboral, sí supuso una vinculación voluntaria, una colaboración humanitaria y ciudadana. Sin duda, alrededor de la relación surgida entre ambas partes -una entidad sin ánimo de lucro, de beneficio  social, vinculada al Sistema Nacional de Bienestar Familiar, y un particular que nunca ostentó la calidad de empleado-, se puede decir que fue de orden civil; bilateral, en la medida en que los contratantes se obligaron recíprocamente: la madre, a la satisfacción del interés de su contraparte, o sea la adecuada prestación de una serie de servicios a los niños usuarios y a sus padres, y la asociación, al apoyo debido y al pago de la beca suministrada por el I.C.B.F.; consensual, puesto que no requirió de ninguna solemnidad; onerosa, porque daba derecho a la madre comunitaria para percibir parcialmente parte de la beca mencionada. Establecido que el nexo era contractual, la Sala piensa que la clausura del hogar no fue sino una simple consecuencia de su terminación. Y, en este sentido, considera que la decisión de la junta directiva no fue una medida disciplinaria, sino la aplicación de una facultad otorgada por el ordenamiento. En efecto, la desvinculación de la demandante no pudo tener el carácter de sanción disciplinaria, pues en ningún momento se propuso corregir o enderezar el comportamiento de Aura Nelly Gómez de Soto. Y, además, la junta directiva, con base en el literal f) del artículo 9o. del acuerdo del I.C.B.F. número veintiuno (21) de mil novecientos ochenta y nueve (1989), que se ocupó de los procedimientos para el desarrollo del programa de hogares comunitarios, con justa causa o sin ella, sí podía proceder a la terminación de su vínculo con la señora Gómez de Soto. La norma dice: “Funciones de la Junta Directiva: “(...)f. Seleccionar y reemplazar las madres comunitarias, entre las personas de la lista de elegibles que hayan aprobado la capacitación.” (negrillas por fuera de texto) De otra parte, según el artículo décimotercero (13o.) de los estatutos, la decisión del cierre del hogar se tomó en legal forma, pues fue suscrita por tres (3) de los miembros del comité directivo de la asociación. La parte pertinente de la disposición dice: “(...)Constituirá quórum la asistencia de por lo menos tres (3) de sus miembros, y las decisiones serán tomadas por la mayoría de votos de los asistentes.” En suma, si la finalización del vínculo jurídico y la clausura del hogar son cuestiones ajenas al campo de las sanciones de faltas disciplinarias, por simple sustracción de materia es imposible que la asociación hubiera violado un debido proceso que, para el efecto, no estaba obligada a observar. Lo dicho obliga a dos precisiones adicionales. Una, consistente en considerar que aquí ocurre algo similar a lo que por regla general sucede en lo laboral cuando del despido del trabajador se trata: la ruptura del nexo entre la desvinculada y la asociación, hecha en legal forma, sin perjuicio, claro está, de un cambio de opinión de aquélla, es un aspecto que no admite la introducción judicial de una figura de excepción no contemplada por la legislación, a saber, la del reintegro. Y la otra, relacionada con lo superfluo de la mención del ad quem en el sentido de que para casos semejantes, la asociación tendría que contar con una reglamentación especial. Tal advertencia, en consecuencia, habrá de desaparecer. C. ¿Disponían las actoras de otro medio de defensa judicial? Este interrogante obedece a que el inciso 3o. del artículo 86 de la Constitución, enseña que la acción de tutela “sólo procederá cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa judicial, salvo que aquélla se utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable”. La Sala estima que la falta de un procedimiento judicial idóneo para la resolución de un caso sui generis como el presente, habilita al juez de tutela para conocer del mismo, pero, habida cuenta de que el reintegro no es procedente, advierte que la señora Aura Nelly Gómez de Soto, si pretende simplemente obtener una indemnización de perjuicios alegando una desvinculación injusta, debe acudir a la justicia ordinaria puesto que tal perjuicio, conforme a lo que resulta probado, no tiene el carácter de irremediable. III. DECISIÓN En mérito de lo expuesto, la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE PRIMERO. CONFIRMAR el fallo de segunda (2a.) instancia proferido por el Juzgado Séptimo (7o.) Penal del Circuito de Tunja, de fecha diez (10) de noviembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), con excepción, en el primer punto de la parte resolutiva, de la errónea mención de las señoras Clara Inés Sáenz, Rosa Elena Peña y Martha Moreno López como integrantes de la parte actora, y sin la advertencia contenida en el inciso final del punto segundo de dicha parte. SEGUNDO. COMUNICAR este fallo al Juzgado mencionado, para los efectos previstos en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991. Notifíquese, cópiese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte. JORGE ARANGO MEJÍA Magistrado ponente ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado MARTHA SÁCHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-270-95 Sentencia No Sentencia No. T-270/95 ACCION DE TUTELA INTERPUESTA POR JUEZ El artículo 86 de la Constitución Política permite a TODAS LAS PERSONAS instaurar la acción de tutela. Si un juez de la República considera que se le han violado sus derechos fundamentales perfectamente puede acudir a la tutela. Por eso, no es correcto tomar la palabra "justicia" en abstracto, y ponerla como barrera al derecho de amparo al cual también tienen derecho los funcionarios judiciales. DERECHO AL TRABAJO CONDICIONES DIGNAS Y JUSTAS/DERECHO AL TRABAJO-Reubicación Sí se afectan las condiciones para laborar, pero no al extremo de violar el nucleo esencial del derecho al trabajo en condiciones dignas; además, la reubicación no fue irrazonable y el presupuesto para adecuaciones locativas (superior en disponibilidad a los mil millones) es para todo el Departamento de Antioquía; desconociéndose cuál es la situación de los despachos judiciales en lugares diferentes a Medellín. Un juez que invoca su DIGNIDAD para trabajar eficientemente, no está planteando cuestión nimia. Exigir privacidad para el trabajo, tranquilidad en cuanto no corran peligro los expedientes y bienes del despacho, condiciones que no afecten la salud, seguridad para el normal desarrollo de las labores de una oficina es algo muy importante, es una obligación. DERECHO AL TRABAJO-Riesgos profesionales/RAMA JUDICIAL-Protección a empleados El Estado, cuando se trata del ambiente del trabajo dentro de la Rama Jurisdiccional, debe EVITAR que ocurra el riesgo de que unos jueces vean afectada su vista por la permanente luz artificial cuando eso no es lo normal. Al establecerse forzadamente unos módulos se está peligrosamente facilitando un riesgo profesional, pero, no hay prueba suficiente para deducir que necesariamente ocurrirá ese riesgo con la característica de perjuicio irremediable. DISCRIMINACION/TRATAMIENTO DIFERENCIADO/DERECHO A LA IGUALDAD-Inaplicabilidad Jurídicamente no es lo mismo DISCRIMINACION que trato diferente. Este último es permitido en algunos casos, sin que implique violación a la igualdad. A pesar de haber un trato diferente frente a situaciones iguales, la diferenciación no constituirá discriminación si obedece a un fin constitucionalmente lícito y está motivada objetiva y razonablemente, caso en el cual no es factible afirmar que hay violación al derecho de igualdad. No pueden los jueces solicitantes de la tutela, como lo han insinuado, pedir que intercambien sus oficinas con las de otros juzgados que tienen menos audiencias. No es válido en este caso invocar la IGUALDAD como DIFERENCIACION. REF: EXPEDIENTE T-56347 Peticionarios: Alba Rocío Restrepo y otros. Procedencia: Tribunal Superior de Medellín   -Sala Civil-. Magistrado Ponente: ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Temas: -Los Jueces pueden instaurar tutela. -Condiciones dignas y justas para el trabajo de los jueces. -El trato diferente no siempre es discriminatorio. Santa Fe de Bogotá D.C., veintitres  (23) de junio de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, presidida por el Magistrado Alejandro Martínez Caballero e integrada por los Magistrados Fabio Morón Díaz y Vladimiro Naranjo Mesa. EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION Ha pronunciado la siguiente SENTENCIA En el proceso de tutela identificado con el número de radicación T-56347, adelantado por Alba Rocío Restrepo y otros. I. ANTECEDENTES. Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto No. 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. Por reparto le correspondió el presente negocio a esta Sala. 1. Informe Preliminar. En la ciudad de Medellín existe el Edificio José Félix de Restrepo, lo administra el Consejo Superior de la Judicatura, es una edificación de 27 plantas en la cual tienen su sede: el Tribunal Superior de Antioquia, el Consejo Seccional de la Judicatura, la Dirección Seccional de Administración Judicial, fiscalías y 153 Juzgados. A partir del 26 de octubre de 1994, se inició la REUBICACION de los despachos judiciales, autorizada por la Sala Administrativa del Consejo Seccional de la Judicatura de Antioquia, (actas del 13 de septiembre, 4 de octubre , 18 de octubre y 20 de octubre de 1994), con el visto bueno de la Sala de Gobierno del Tribunal de Medellín. Tal reubicación buscó situar, entre otros, los juzgados laborales en los pisos 9 y 10, los Juzgados Civiles Municipales en los pisos 10, 11 y 12 y los Juzgados Civiles del Circuito en los pisos 12 y 13, efectuándose la ubicación de cada Juzgado "de modo ascendente en el sentido de las manecillas del reloj" (información del Presidente del Consejo Seccional de la Judicatura y de la Directora Seccional de Administración Judicial). Ocurre que cada piso tiene una dirección longitudinal de oriente a occidente y en cada uno de estos extremos, en la estructura general del edificio, había un espacio no ocupado que servía como vestíbulo y área de circulación, sin embargo, en varios pisos, no en todos, sin el correspondiente permiso de planeación municipal y en detrimento del sistema global de seguridad, se habilitaron esos espacios libres, construyéndose unos módulos para oficinas. Es decir, hay dos modelos de despachos: las oficinas originales de la construcción (denominadas “oficinas convencionales") y las oficinas habilitadas (denominadas “módulos”). Al hacerse la REUBICACION, algunos despachos que antes estaban en las oficinas originales o CONVENCIONALES pasaron a los MODULOS y este es el caso de los ocho jueces que interpusieron tutela. Ellos afirman que son palpables las diferencias entre las oficinas que antes tenían y las que se les asignaron en la reubicación. Para ver si ello es cierto se hace el siguiente cuadro, con fundamento en pruebas que existen en el expediente: Algunos factores de distinción. Oficinas que antes del 26 de octubre de 1994 tenían los accionantes. Las que hoy tienen los accionantes. TERMINO DE COMPARACION OFICINA "CONVENCIONAL" OFICINA "MODULO" LUZ Luz natural Excepcionalmente luz eléctrica. Siempre con luz eléctrica. Excepcionalmente luz natural en ciertas partes. VENTANALES 8 ventanas exteriores (2 grandes en despacho del juez) 4 ventanas interiores. 5 ventanas exteriores (1 pequeña en despacho juez), 3 ventanas interiores. DIMENSION VENTANALES 1.28 cmts. X 1.65 78 cmts. X 1.65 PARA ATENCION AL PUBLICO 4 ventanales, de 1.40 c/u, totalmente abierto, se pueden controlar los expedientes. 3 ventanas pequeñas, con vidrio y una pequeña rendija de 8 centímetros para pasar expedientes. Control difícil. PRIVACIDAD EN LA OFICINA DEL JUEZ PARA AUDIENCIAS, TESTIMONIOS, DECISIONES. No hay interferencia alguna, distinta de lo propio en el funcionamiento de un Juzgado. Si hay interferencia. En la parte superior hay calados abiertos de 35 cmts. en la pared que da a un pasillo, luego lo que habla el juez se escucha en el corredor y viceversa . CONDICIONES CLIMATOLOGICAS Normales porque los ventanales dan al norte o al sur. Los ventanales dan al oriente u occidente, luego hay acaloramiento permanente. VENTILACION Normal. Con ventiladores. FUNCIONALIDAD DE LA OFICINA DEL SECRETARIO Buen control sobre el juzgado. Muy difícil el control porque está dentro de un módulo interior. SEGURIDAD PARA EXPEDIENTES Y BIENES DEL JUZGADO La propia del edificio, mas persianas metálicas en los ventanales de atención al público y la pared se prologa más arriba del cielo raso. Escasa. El techo es de fibra de vidrio y se levanta fácilmente dejando contra el corredor un espacio abierto de 96 cmts. No hay persianas metálicas. OLORES No hay. La ventilación es adecuada. Ocasionales, de baños colindantes. CONSTRUCCION La propia del edificio. Triplex, especialmente. 2. Solicitud. ALBA ROCIO RESTREPO CARDOZO, Juez 2º Civil Municipal, HERNAN MORA GONZALEZ, Juez 7º Civil Municipal, ADOLFO LEON  SANIN CORREA, Juez 12 Civil Municipal, LUZ HELENA VELEZ CARDONA, Juez 17 Civil Municipal, BEATRIZ MEDINA ECHEVERRI, Juez 1º Civil del Circuito, PIEDAD CECILIA VELEZ GAVIRIA, Juez 11 Civil del Circuito, JAVIER ECHEVERRI CORREA, Juez 5º Laboral del Circuito, FLOR MARIA PULGARIN PIZARRO, Juez 10 Laboral del Circuito, instauraron tutela contra la Dirección Seccional de la Administración Judicial de Antioquia para que se les protegieran los Derechos a la igualdad y el trabajo, y lo hicieron ANTES DE QUE SE EFECTUARA LA REUBICACION. Dijeron en la solicitud: “esa decisión, al disponer que los Despachos Judiciales a nuestro cargo sean reubicados en “MODULOS” y no en las oficinas originales de la edificación, nos discrimina sin razón alguna, toda vez que los dichos “MODULOS”, son lugares de escasas dimensiones, oscuros o dotados de poca luz y menos ventilación, si se les compara con las restantes oficinas de que disponemos actualmente y dispondrán otros Despachos Judiciales en adelante.” Agregaron: “la decisión a que nos referimos concreta un reprochable retroceso contra LA DIGNIDAD de las condiciones de trabajo de los aquí reclamantes y otros en igual situación y, resulta atentatoria de las condiciones JUSTAS de desenvolvimiento de nuestra labor.” Cuando se instauró la tutela aún no se había efectuado la reubicación, por eso se solicitaba que el traslado fuera a otra oficina convencional o que se los mantuviera en el mismo sitio que venían ocupando. El traslado se efectuó. Los juzgados antes relacionados fueron ubicados en los módulos. Vale la pena reproducir algunas frases dichas por los ocho jueces: Adolfo León Sanin Correa: "los Juzgados que nos encontramos en el lado occidental estamos contiguos a los servicios sanitarios; en las horas de la tarde con el calor se levantan olores no muy agradables que han afectado al suscrito y demás colaboradores en las afecciones respiratorias". Hernán Mora G.: "la salud de dos de los empleados se vió amenzada como en el caso del suscrito ya que fuimos atacados de bronquitis. De otro lado agrego que el pésimo diseño arquitectónico de los módulos hacen de estos un verdadero laberinto, en donde por poner un ejemplo el secretario se encuentra encajonado en un cubículo en donde se acrecienta el calor y no se puede desempeñar una observación directa sobre lo que acontece dentro de la oficina, esto lo afirmo ya que en la actualidad me desempeño como secretario del juzgado antes mencionado, ya que aclaro que para la fecha en que se iniciaron los trámites que compete a la actual inspección judicial, me encontraba como juez encargado." Flor María Pulgarín: "Poca luz natural que me ha creado cierta desestabilización con respecto al escritorio tratando de ubicar una coordinación de luces de la luz natural con la luz artificial, para poder contrarestar el problema visual que tengo en estos momentos. La falta de privacidad, por la comunicación que existe con el juzgado que queda a mis espaldas y eso por cuanto las divisiones no permite neutralizar los ruidos, las conversaciones y aún más los malos olores:" Javier Echeverri Correa: me toca escuchar a los testigos que se sientan en las bancas al lado de la división, todo lo que ellos van a decir en la audiencia, escucho hasta las confidencias  del abogado con el testigo, por eso opté por tener la radio con volumen". Beatriz Medina Echeverry: "No es justo ni es digno para mi como juez y para el personal en el Juzgado a mi cargo como tal, que las conversaciones y expresiones que producen y pronuncian sean escuchadas por extraños siempre. Cuando se preparan las estrategias del trabajo entre la juez y los empleados, con el secretario con mas frecuencia, esto se percibe de inmediato a algunos de los lados de la oficina modular y cuando se dictan las providencias en mi caso." Alba Rocío Restrepo: "no es digno, que nuestra justicia se vea atropellada por situaciones tales como que en las audiencias se tenga que escuchar cómo una persona extraña a la misma le dice al testigo lo que debe contestar, este hecho es muy frecuente por lo cual el titular del despacho se ve en la penosa necesidad de salir y hacer retirar a aquellas personas que interfieren en nuestro trabajo. Respecto a mi persona, tengo que manifestar que desde la fecha de ubicación en los módulos me he visto afectada de un dolor de cabeza intenso y según la prescripción del médico bioenergético que me atiende se debe al exceso de la luz artificial y al calor." Luz Helena Vélez Cardona: "Por la poca luz natural que existe en los módulos donde funciona el Juzgado 17 Civil Municipal, situado en la parte oriental del edificio, he sentido afectada mi visión ya que nunca he usado lentes y al salir a la luz natural desde que estoy ocupando el módulo, se me vuelve borrosa la vista al salir al sol, en este costado, entra poca ventilación." Piedad Cecilia Vélez Gaviria: "A mi personalmente me parece que la oficina que actualmente ocupo y a diferencia de la anteriormente ocupada no ofrece las más mínimas condiciones que el desempeño de mi trabajo requiere en tanto no ofrece esta oficina aislamiento de interferencias sonoras máxime que el despacho como ya se constató en el curso de esta diligencia, está demasiado cerca al mostrador de atención al público del juzgado 10 Civil del Circuito, y en consecuencia, toda conversación, reclamo y todo comentario que allí se hace interfiere mi trabajo, impidiendo la concentración que el mismo requiere. A tal punto que la mayoría de las decisiones delicadas a partir de la ubicación en estos módulos, han sido tomadas previo estudio en mi casa, o sea que diariamente yo tengo que llevarme los expedientes para estudiarlos y decidirlos en mi casa." Las afirmaciones hechas por los jueces, en cuanto tienen relación con los inconvenientes en los módulos (intereferencias sonoras, vecindad con los servicios sanitarios, luminosidad artificial, falta de ventilación) fueron comprobadas en la inspección judicial; sobre afecciones a la vista solamente la Juez Beatriz Medina presentó dictamen médico. 3. Pruebas que obran en el proceso. Además de la inspección judicial a la cual se ha hecho referencia, hay pruebas que demuestran adicionalmente estos aspectos: a) en relación con la no conveniencia de los módulos: - El Jefe del departamento de Bomberos de Medellín dice: "en cada piso, en los sectores oriental y occidental, existe un hall o vestíbulo, los cuales desde el 6º al 16 piso, fueron ocupados por módulos que forman oficinas, impidiendo el flujo normal de personas en caso de emergencia, para una posible evacuación. Con lo anterior se están violando las normas del Acuerdo Nº 45 de 1964, por el cual se establecen normas de Seguridad Colectiva." - La Dirección Regional del Trabajo, la Caja Nacional de Previsión, la Dirección Seccional de Salud, el Comité Seccional de Salud, conceptúan, respecto al edificio: "La entidad carece de un programa de salud ocupacional que defina, establezca y priorice los factores de riesgo existentes en el edificio para entrar a ejercer los controles necesarios." -El Departamento administrativo de Planeación de Medellín informa: "Revisado cuidadosamente nuestros archivos de 3 años atrás, no aparecen autorizaciones o permisos para hacer reformas en el edificio José Félix de Restrepo." -Concepto del arquitecto Gustavo León Patiño, en el cual se analizan varios aspectos siendo de resaltar: "El tipo de división modular utilizado en forma de paredes de altura aproximado de 190 mts. deja un espacio libre en la parte superior que se completa con barrotes, lo cual resta privacidad al despacho del Juez." - La Caja Nacional de Previsión le comunica a la Corte que los "cubículos modulares son , superpoblados y sin individualizar." b) En relación con justificación a la REUBICACION en los módulos: -Están las Actas del Consejo Seccional de la Judicatura de Antioquia (mencionadas anteriormente), relatan la antigua desorganización interna en el edificio José Félix de Restrepo lo cual imponía una reorganización que implicó el traslado de juzgados para que el servicio fuera funcional y acorde con el acceso a la justicia. De lo allí afirmado se deduce la necesidad de la reubicación general. -Una circular interna del 7 de octubre de 1994 que dice en lo pertinente: "El traslado se ha programado para los días miércoles 26, jueves 27 y viernes 28 de octubre, teniendo en cuenta factores importantes como la especialidad, orden ascendiente y cantidad de público que se atiende en cada despacho." C) Otros elementos informativos: fotografías, planos, relación de trabajo, que sustentan las versiones de los jueces. 4. Actuación, dentro de la tutela. - Se presentó la solicitud en la Sala Civil del Tribunal Superior de Medellín el 24 de octubre de 1994, es decir, dos días antes de principiarse la labor de reubicación de despachos judiciales. -El 25 de octubre la Magistrada ponente ordena la suspensión provisional inmediata de la reubicación determinada por la administración judicial de Antioquia. -El 27 de octubre se revoca la suspensión provisional y se deniega la tutela. Las argumentaciones principales fueron estas: se trata de un acto administrativo complejo que debe controvertirse judicialmente, y, aunque no tuviera tal carácter, no se violó el derecho al trabajo porque no se atenta ni contra la estabilidad laboral, ni se entorpecen las funciones de administrar justicia; en cuanto a la igualdad, ésta no se viola porque todos los reubicados ostentan la categoría de jueces, habiendo la obligación correlativa de ubicarse en la oficina designada, ya que"ningún funcionario o empleado en hipótesis dada, puede cuestionar, alterar o desatender, las normas que importe el ente competente en cuanto a la distribución física del edificio, y mucho menos puede entender la existencia de discriminaciones o desigualdades en el trabajo, objetivo que tendrá que ventilarse ante la Administración Judicial de Antioquia y respetando la jerarquia que esta tiene para determinar en cada caso concreto la ubicación de X o  Y despacho judicial." -Impugnada la decisión, la Corte Suprema de Justicia, el 29 de noviembre de 1994, confirmó la sentencia considerando que se debía acudir ante lo contencioso-administrativo y que la tutela es inconducente: "Sencillamente porque el derecho a que se les satisfagan estas necesidades y se les otorguen las condiciones idóneas para la prestación de un servicio, no constituye, en esencia, un derecho fundamental vinculado a la persona natural, sino mera facultad vinculada a la administración de justicia a cargo de la Nación." La sentencia de segunda instancia hace un juicio comparativo que, en verdad, no corresponde a la realidad: "Que los despachos judiciales a cargo de los accionantes, que estaban ubicados en las oficinas originales de la edificación, en condiciones no muy aceptables para las funciones que le son propias, y que por esta circunstancias y por necesidad de mejoramiento se ordenó su traslado en módulos que permitieran un mejor desenvolvimiento de dichos despachos." Lo que ocurrió fue diferente: los solicitantes de la tutela estaban en buenas condiciones en las oficinas CONVENCIONALES y se los desmejoró al pasarlos a los MODULOS. Por esa equivocación se llega a esta equivocada conclusión: "Ahora bién, las pruebas allegadas al proceso demuestran aspectos positivos y negativos. Dentro de los primeros pueden citarse: el lugar, presentación, comodidad, barras para atención al público, iluminación, ventanas al fondo, etc." Las pruebas demuestran lo contrario: hay incomodidad, no hay privacidad, para atender al público y entregar los expedientes a los interesados sólo hay un espacio de menos de 10 centimetros, la iluminación no es la natural, las ventanas son en menor cantidad y más pequeñas que en las oficinas originales. La Corte Suprema llega a considerar que esta tutela no tiene explicación razonable porque los accionantes "pudieron, con esta actitud, haber comprometido su comportamiento laboral y la dignidad de la justicia," y, ordena que la Procuraduría los investigue. II. FUNDAMENTOS JURIDICOS. A. Competencia. Es competente esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86 inciso 2º y 241 numeral 9º de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991; además, su examen se hace por virtud de la selección que de dicha acción practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma señalada por el Reglamento de esta Corporación. B. Temas jurídicos a tratar. En primer lugar hay que estudiar lo relativo al sujeto activo de la tutela, para precisar que los jueces pueden instaurarla. Se estudiará lo referente al trabajo en condiciones dignas y justas, al derecho de igualdad y a la eventualidad de que haya tratamiento distinto que no sea discriminatorio. 1. Los jueces pueden instaurar tutela. El artículo 86 de la Constitución Política permite a TODAS LAS PERSONAS instaurar la acción de tutela. Si un juez de la República considera que se le han violado sus derechos fundamentales perfectamente puede acudir a la tutela.[1] Por eso, no es correcto tomar la palabra "justicia" en abstracto, y ponerla como barrera al derecho de amparo al cual también tienen derecho los funcionarios judiciales. 2- Quien sufre la violación puede invocar el respeto a sus derechos. Toda violación o amenaza de violación repercute material y moralmente en el sujeto pasivo. La tutela está instituida, precisamente, para evitar la violación o impedir que continúe. Si alguien considera que se atenta contra su dignidad esto no puede minimizarse, ni menos sancionarse cuando se aspira a hacerla valer. Cada quien es dueño de su dignidad y si la invoca merece respeto. No es inconstitucional, ni ilegal, ni inmoral, hacer valer la dignidad. Es un contrasentido enfrentar la dignidad humana con la dignidad de la justicia. En la dignidad es muy importante lo COTIDIANO, y esto, en vez de demeritar el instrumento para defenderla: la tutela, lo engrandece, porque es el acercamiento real de la justicia a lo común y corriente, esto sí trascendental para el ser humano. El derecho, así se considere como superestructura, no pierde nada y más bien se fortifica cuando soluciona los problemas humanos, entre ellos el deseo legítimo de vivir y trabajar lo mejor posible. No es egoista el Juez que busca la superación en su trabajo y que exige para lograrlo CONDICIONES subjetivas y objetivas.[2] La dignidad acompaña calladamente a todo ser humano y no es sinónimo de grandilocuencia porque si lo fuera no sería elemento de la autopreservación individual. 3. La Dignidad. En numerosas oportunidades ha habido pronunciamientos de la Corporación sobre este derecho fundamental. Se ha dicho: "¿qué es la dignidad humana? Según Kant, "...el hombre, y en general todo ser racional, existe como un fin en sí mismo, no sólo como medio para usos cualesquiera de esta o aquella voluntad; debe en todas sus acciones, no sólo las dirigidas a sí mismo, sino las dirigidas a los demás seres racionales, ser considerado al mismo tiempo como fin." Y partiendo del supuesto de que el hombre es un fin en sí mismo, enuncia este imperativo categórico: "Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al     mismo tiempo, y nunca solamente como un medio." ("Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres", y otros escritos, Ed. Porrúa S.A., México 1990, pág. 44). El hombre, en síntesis, tiene dignidad porque es un fin en sí mismo y no puede ser considerado un medio en relación con fines ajenos a él."[3] Considerando la dignidad como derecho fundamental, esta es la posición de la Corte Constitucional: -"La dignidad, como principio fundante del Estado, tiene valor absoluto no susceptible de ser limitado ni relativizado bajo ninguna circunstancia, lo que a menudo sí acaece con los derechos que deben necesariamente coexistir con otros y admiten variadas restricciones.[4] -"La Constitución establece un marco de valores y principios materiales, que se estructuran como fundamento de un verdadero sistema axiológico. Este sistema se basa en la dignidad humana, como principio que indica que el hombre es un ser que tiende hacia su perfeccionamiento, al desarrollar plenamente lo que por naturaleza se le ha dado como bienes esenciales: la vida, la salud, el bienestar, la personalidad, entre otros.[5] -La dignidad (artículo 1o. Constitución Política) es un atributo de la persona y, en cuanto tal, todos tienen derecho a que sean tratados conforme a esa dimensión específicamente humana. Como bien lo ha afirmado la Corte, "Más que derecho en sí mismo, la dignidad es el presupuesto esencial de la consagración y efectividad del entero sistema de derechos y garantías contempladas en la Constitución".[6] En conclusión: el tema de la dignidad es recurrente en la tutela. 4. El caso de los ocho jueces reubicados frente al derecho fundamental a trabajar en condiciones dignas. "Dignidad de los jueces "no es pues una simple frase de pacotilla, es algo que debe ligarse con las condiciones de trabajo. La propia Corte Suprema de Justicia, en otra tutela[7] dice que "el cometido constitucional que tiene a cargo el poder judicial reclama que se realice con absoluta independencia, vale decir, en un clima de amplia autonomía en los aspectos técnicos, administrativo, funcional....." (subrayas fuera de texto). La pregunta es si hay violación al nucleo esencial del derecho al trabajo en condiciones dignas cuando se menoscaba la privacidad, cuando surgen interferencias indebidas y pierden poder creativo los Jueces por estar bajo la impresión de que sus actuaciones orales son escuchadas por extraños y cuando se disminuye el poder de concentración por los ruidos externos (conversación de quienes permanecen en los pasillos  frente al otro juzgado). Por supuesto que es normal soportar un cierto grado de interferencia y esto no viola el nucleo esencial de la autonomía, pero, debe hacerse lo posible para que la interferencia disminuya, para que no se prolongue en el tiempo y no se afecte la funcionalidad de los juzgados. Estas circunstancias OBJETIVAS, aunque no hacen parte de la autonomía del juez, si es prudente superarlas, porque no es justo interferir el trabajo de un juez y si ello ocurre se altera la gestión judicial en detrimento del natural anhelo de proyectar cada vez mejor las decisiones, en cuanto a lo sabias y justas que deben ser.[8] En la medida de lo posible hay que enmendar las resistencias a un trabajo en condiciones precarias. Una administración tecnocrática de la justicia no puede mantener permanentes y desgastadoras incomodidades. Si se habilitan unos módulos para despachos judiciales, ello debe ser transitorio porque el Juez no tiene que supeditar su salud y su privacidad laboral a extraños comportamientos que le impidan intercambiar ideas, o dictar verbalmente las providencias, y que lo obliguen a hacer las preguntas casi en secreto. Esto no es normal, y, si en unas ocasiones, que deben ser efimeras, ocurre, habrá que buscar que lo efímero no se convierta en común y corriente. El Juez puede soportar una razonable incomodidad, pero se debe aspirar a que no conviva con la rutina de actitudes forzadas. Y si llegare a ocurrir, será transitoriamente mientras en tiempo también razonable se adecúan los módulos. En conclusión: sí se afectan las condiciones para laborar, pero no al extremo de violar el nucleo esencial del derecho al trabajo en condiciones dignas; además, la reubicación no fue irrazonable y el presupuesto para adecuaciones locativas (superior en disponibilidad a los mil millones) es para todo el Departamento de Antioquía; desconociéndose cuál es la situación de los despachos judiciales en lugares diferentes a Medellín. Pero se repite: Un juez que invoca su DIGNIDAD para trabajar eficientemente, no está planteando cuestión nimia. Exigir privacidad para el trabajo, tranquilidad en cuanto no corran peligro los expedientes y bienes del despacho, condiciones que no afecten la salud, seguridad para el normal desarrollo de las labores de una oficina es algo muy importante, es una obligación. Ya la Corte, en sentencia T-84/94, con ponencia del Magistrado Carlos Gaviria, dijo: "Quienes conforman la fuerza laboral en nuestra sociedad, pueden hallarse al servicio del Estado; la Constitución Nacional regula lo referente a la Función Pública, en el título V, capítulo 2, donde se ubica el artículo 122, que establece: "No habrá empleo público que no tenga funciones detalladas en ley o reglamento"; con lo cual, los funcionarios al servicio del Estado pueden conocer con precisión los deberes que su cargo impone y abstenerse de cualquiera otra actuación oficial que no les esté expresamente mandada o permitida. Tal precepto es de suma importancia, ya que permite individualizar y establecer la responsabilidad que recae sobre cada funcionario, según el cargo para el que haya sido designado y del que haya tomado posesión. En este orden de ideas, los funcionarios públicos que tengan personal bajo su mando tienen la obligación de velar por que los deberes que cada cargo impone, sean cumplidos a cabalidad." 5. Derecho a evitar en lo posible la ocurrencia de riesgos profesionales. Así no prospere la tutela, es necesario decir que deben evitarse en lo posible los riesgos profesionales. El 1º de enero de 1996 se aplicará el sistema de riesgos profesionales a los trabajadores de nivel nacional, así lo dice el artículo 97 del Decreto 1295 de 1994 sobre sistema general de riesgos profesionales que además obliga a "proteger y atender a los trabajadores de los efectos de las enfermedades y los accidentes que puedan ocurrirles con ocasión o como consecuencia del trabajo que desarrollan" (art. 1º); habiendo sido definidos tales riesgos en el art. 8º que dice: "Son riesgos profesionales... y la enfermedad que haya sido catalogada como profesional por el gobierno Nacional." A su vez, el "reglamento de inscripciones y clasificación de empresas y aportes" (Acuerdo 048/94 del I.S.S) señala los grados de riesgo. Dentro del listado alfabético de los mismos hay numerosisimas actividades, obviamente no aparece la de Juez (aunque algunos de ellos son catalogados como de alto riesgo por el Decreto 1835/94), pero, como trabajadores pueden adquirir enfermedad profesional, que tratándose, por ejemplo, de iluminación insuficiente produce fatiga ocular o NISTAGMUS catalogados en el artículo 1º, numeral 27 del Decreto 1832 de 1994 como enfermedad profesional, cuya valoración se ubicaría dentro de la tabla del artículo 1º del decreto 776 de 1987. Pues bién, el artículo 21 del Decreto 1295 de 1994, establece como obligación del empleador: "El procurar el cuidado integral de la salud de los trabajadores y de los ambientes de trabajo; "d) Programar, ejecutar y controlar el cumplimiento del programa de salud ocupacional de la empresa, y procurar su financiación." El Estado, cuando se trata del ambiente del trabajo dentro de la Rama Jurisdiccional, debe EVITAR que ocurra el riesgo de que unos jueces vean afectada su vista por la permanente luz artificial cuando eso no es lo normal, en el edificio José Félix de Restrepo en Medellín .Al establecerse forzadamente unos módulos se está peligrosamente facilitando un riesgo profesional, pero, no hay prueba suficiente para deducir que necesariamente ocurrirá ese riesgo con la característica de perjuicio irremediable. 6. La Igualdad. Ha sido extensa la jurisprudencia sobre la igualdad, en especial cuando se trata del derecho al trabajo: "La Constitución Colombiana, por su parte, no sólo consagra todos los postulados esenciales del Estado social de derecho, sino que de manera específica, define al trabajo como uno de los fundamentos del Estado (C.P. art. 1) y contempla plenas garantías laborales para la consecución de los fines propuestos (C.P. Arts. 53, 54, 55, 56 y 57). Como características esenciales de esta nueva concepción de las relaciones obrero-patronales sobresalen las siguientes: 1) percepción dialéctica y conflictiva de los intereses que confluyen; 2) carácter funcional de los conflictos como impulsadores de una sociedad pluralista, solidaria y justa y 3) excepción al principio del derecho romano de igualdad contractual en beneficio de la protección especial de los intereses de los trabajadores. De acuerdo con esto, la lógica predominante en el examen de la igualdad es aquella de la razonabilidad, fundada en la ponderación y sopesación de valores y no simplemente en la confrontación lógica de los mismos. Aristóteles ya había previsto esta característica cuando expuso el ideal de la prudencia - lograda a partir de una larga experiencia del funcionamiento de las instituciones sociales - como método para tomar decisiones justas.  Cuando se trata de la acción humana, no se puede juzgar con base en la demostración incontestable. En el ámbito de la razón práctica, el juzgador sólo dispone de razonamientos dialécticos y problemáticos. Igual le sucede al legislador; sus decisiones sólo tienen en cuenta lo ordinario y lo circunstancial. Por eso, cuando una situación se aleja de lo corriente, el juez debe inspirarse en la idea de equidad. A la justicia entendida como conformidad con la ley, Aristóteles opone, cuando ello es necesario, una justicia superior fundada en la equidad.[9] Las personas nacen iguales ante la ley y no puede haber discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica; esta enumeración hecha por el artículo 13 C.P., no es taxativa y, tratándose de aspectos relativos al trabajo, el artículo 53 ibidem reitera que debe haber "igualdad de oportunidades para los trabajadores". La Corte en sentencia C-071/93 dijo que este principio aplicable al trabajo "es una especie del principio genérico de igualdad consagrado en el artículo 13 de la Constitución".[10] A su vez la sentencia C-71/93 indicó: "El principio constitucional de igualdad de los trabajadores está desarrollado por el Convenio Internacional del Trabajo número 111 -aprobado por Colombia mediante  la Ley 22 de 1967 y ratificado  en 1969-, relativo a la discriminación en materia de empleo y ocupación. Dicho Convenio es pues en Colombia fuente de derecho de  aplicación  directa en virtud del artículo 53 de la Constitución  Política, al decir: "los Convenios Internacionales del Trabajo debidamente ratificados, hacen parte de la legislación interna", cuyo contenido es norma interpretativa de los derechos constitucionales en virtud del artículo 93 de la Carta Fundamental"[11]. El ex-contituyente Guillermo Guerrero Figueroa, y en el mismo sentido se expresa al mexicano Mario De la Cueva, incluyen dentro del calificativo CONDICIONES DE TRABAJO todos "los beneficios, cualquiera que sea su naturaleza que se concedan a un trabajador" los cuales "deben extenderse a quienes cumplan un trabajo igual, de ahí la acción llamada de nivelación de condiciones de trabajo"[12] 7. Por supuesto que puede haber tratos  diferentes que  no son discriminatorios. Jurídicamente no es lo mismo DISCRIMINACION que trato diferente. Este último es permitido en algunos casos, sin que implique violación a la igualdad. En una sentencia de la Corte Constitucional, donde se discutía la igualdad, se aclaró que ante situaciones similares puede haber trato distinto. Dijo la Corporación: "La justificación del trato jurídico distinto de una situación jurídica equiparable, sólo es posible si se demuestra que ella resulta claramente de la finalidad perseguida por la norma que establece la distinción. En términos de la Corte Europea de Derechos Humanos, "No habrá, pues, discriminación si una distinción de tratamiento está orientada legítimamente, es decir, si no conduce a situaciones contrarias a la justicia, a la razón o a la naturaleza de las cosas". En este orden de ideas, es necesario tener en consideración los objetivos de la norma que establece la distinción, "los cuales - continúa la Corte - no pueden apartarse de la justicia y de la razón, vale decir no pueden perseguir fines arbitrarios, caprichosos, despóticos o que de alguna manera repugnen a la esencial unidad y dignidad de la naturaleza humana"[13]... En consecuencia, si el trabajador aporta los indicios generales que suministren un fundamento razonable sobre la existencia de un trato discriminatorio, o que permitan configurar una presunción de comportamiento similar, le corresponde al empleador probar la justificación de dicho trato"[14] A pesar de haber un trato diferente frente a situaciones iguales, la diferenciación no constituirá discriminación si obedece a un fin constitucionalmente lícito y está motivada objetiva y razonablemente, caso en el cual no es factible afirmar que hay violación al derecho de igualdad. En la sentencia C-71/93 se aclaró este aspecto: "La igualdad material es la situación objetiva concreta que prohibe la arbitrariedad. (subraya fuera de texto). El operador jurídico, al aplicar la igualdad con un criterio objetivo, debe acudir  a la técnica del juicio de razonabilidad que, en palabras del tratadista italiano Mortati, "consiste en una obra de cotejo entre hipótesis normativas que requieren distintas operaciones lógicas, desde la individualización e interpretación de las hipótesis normativas mismas hasta la comparacion entre ellas, desde la interpretación de los contextos normativos que pueden repercutir, de un modo u otro, sobre su alcance real, hasta la búsqueda de las eventuales disposiciones  constitucionales   que  especifiquen el principio de igualdad y su alcance.” [15] [16] En el proceso N° SC-221/92 se afirmó: Ese principio de la igualdad es objetivo y no formal; él se predica de la identidad de los iguales y de la diferencia entre los desiguales. Se supera así el concepto de la igualdad de la ley a partir de la generalidad abstracta, por el concepto de la generalidad concreta, que concluye con el principio según el cual no se permite regulación diferente de supuestos iguales o análogos y prescribe diferente normación a supuestos distintos. Con este concepto sólo se autoriza un trato diferente si está razonablemente justificado. Se supera también, con la igualdad material, el igualitarismo o simple igualdad matemática."[17] En la Sentencia T-422/92, por su parte, se dijo: Sin embargo el artículo 13 de la Constitución no prescribe siempre un trato igual para todos los sujetos de derecho, o destinatarios de las normas, siendo posible anudar a situaciones distintas -entre ellas rasgos o circunstancias personales- diferentes consecuencias jurídicas. El derecho es, al mismo tiempo, un factor de diferenciación y de igualación.[18] Y la sentencia T-525 de 1994 precisó: "Vale la pena anotar entonces, que el artículo 13 de la Constitución Nacional, no preceptúa siempre un trato igualitario para  todos los sujetos del derecho, permitiendo anudar a diferentes situaciones -entre ellas, rasgos o circunstancias personales- distintas consecuencias jurídicas, que buscan a la igualdad material. Sobre  este particular, la Corte ha advertido que el derecho de igualdad no excluye dar un tratamiento diferente a sujetos colocados  en distintas situaciones de hecho, cuando exista motivo razonable que lo justifique”[19] Con estos criterios jurisprudenciales será más equilibrado el estudio de la presente tutela. 8. El caso concreto frente al derecho a la Igualdad. Es evidente que a los 8 jueces a quienes se ubicó en módulos se les dió un trato diferente. Y que, en comparación con quienes quedaron en oficinas convencionales, están en inferioridad por cuanto los jueces no tienen privacidad, son proclives a sufrir de los ojos y pulmones. Los elementos de comparación han sido demostrados en este juicio.  Pero, a su vez, la Dirección Seccional de la Administración Judicial de Antioquia, ha probado la necesidad general de una reubicación de los Juzgados dentro del edificio José Félix de Restrepo; por supuesto que, no siempre una reubicación debe ser inmodificable. En lo concreto de esta tutela: desplazar a los solicitantes de un despacho convencional a un módulo, las explicaciones dadas son: tener en un solo piso Juzgados de la misma categoría y en esos pisos donde hay módulos la distribución se hizo en orden numérico. Por supuesto que si se mira solamente el momento de la reubicación, es razonable que en ese instante alguien tenga que ocupar el módulo, y si quien lo ocupa lo fue por el turno que le correspondió, no puede pensarse que hubo propósito de discriminación. Pero si esa ocupación es definitiva, esta circunstancia: la permanencia torna en inconveniente algo para lo cual no hubo voluntad discriminatoria. El trato diferente será más palpable si se tiene en cuenta esta circunstancia: el volumen de audiencias, autos interlocutorios y sentencias que hubo durante 1994 y 1995 en los juzgados donde laboran los solicitantes: JUZGADO SENTENCIAS INTERLOCUTORIOS AUDIENCIAS 2º  Civil Municipal 294 1.118 203 7º Civil Municipal 268 1.357 ------ 12 Civil Municipal 278 6.060 663 17 Civil Municipal 314 1.645 558 1º Civil del Circuito 185 1.066 444 11 Civil del Circuito 200 1.133 426 5º Laboral 382 166 2.089 10º Laboral 294 220 2.779 Será justo que a los Juzgados con tal número de audiencias se los mantenga para siempre en los módulos?[20] Le corresponde al Consejo Seccional de la Judicatura en Antioquía, pero no al Juez de tutela, ordenar, en un tiempo razonable la solución locativa de acuerdo con la disponibilidad presupuestal. El Juez de tutela no puede ser co-administrador en este caso, menos aún, cuando no se ha afectado el nucleo esencial de los derechos invocados. 9. Inaplicabilidad para este caso de la igualdad como diferenciación. No pueden los jueces solicitantes de la tutela, como lo han insinuado, pedir que intercambien sus oficinas con las de otros juzgados que tienen menos audiencias. No es válido en este caso invocar la IGUALDAD como DIFERENCIACION. La Corte ha precisado sobre este tema: "-La igualdad como diferenciación: es la diferencia entre distintos. Está regulada en el artículo 13 incisos 2° y 3° (adopción de medidas en favor de grupos marginados o débiles), artículo 58 (criterios para fijar la indemnización por expropiación: los intereses de la comunidad y del afectado), y artículos 95.9 y 362 (principios tributarios: equidad y progresividad). Ahora bien, el concepto de la igualdad ha ido evolucionando en la jurisprudencia de la Corte Constitucional, así: en un primer pronunciamiento, la Corporación sostuvo que la igualdad implicaba el trato igual entre los iguales y el trato diferente entre los distintos.[21] En un segundo fallo la Corte agregó que para introducir una diferencia era necesario que ésta fuera razonable en función de la presencia de diversos supuestos de hecho.[22] En una tercera sentencia la Corporación ha defendido el trato desigual para las minorías.[23] Ahora la Corte desea continuar con la depuración del concepto de igualdad en virtud de la siguiente afirmación: El principio de igualdad consagrado en el artículo 13 de la Carta permite conferir un trato distinto a diferentes personas siempre que se den las siguientes condiciones: - En primer lugar, que las personas se encuentren efectivamente en distinta situación de hecho; - En segundo lugar, que el trato distinto que se les otorga tenga una finalidad; - En tercer lugar, que dicha finalidad sea razonable, vale decir, admisible desde la perspectiva de los valores y principios constitucionales; - En cuarto lugar, que el supuesto de hecho -esto es, la diferencia de situación, la finalidad que se persigue y el trato desigual que se otorga- sean coherentes entre sí o, lo que es lo mismo, guarden una racionalidad interna; - Y en quinto lugar, que esa racionalidad sea proporcionada, de suerte que la consecuencia jurídica que constituye el trato diferente no guarde una absoluta desproporción con las circunstancias de hecho y la finalidad que la justifican. Si concurren pues estas cinco circunstancias, el trato diferente será admisible y por ello constitutivo de una diferenciación constitucionalmente legítima; en caso contrario, el otorgar un trato desigual será una discriminación contraria a la Constitución." En el presente caso, si bien es cierto se podría dar la primera condición (el mayor número de audiencias implica distinta situación de hecho), y aún la segunda ( la finalidad que se busca es la privacidad), no se dan las demás ya que no es admisible constitucionalmente preferenciar unos jueces sobre otros, darles a unos privacidad a costa de la privacidad de los otros, esto rompe la racionalidad interna de la Rama y se tornaría desproporcionada la solución puesto que una injusticia no se soluciona con otra injusticia. Se dirá que en la práctica se rompió esa racionalidad interna por cuanto unos jueces quedaron ubicados en módulos, pues no es función de esta Sala ordenar reparaciones locativas o traslados o rotaciones, pero ello no obsta para hacer un llamado a fin de que dentro de lo razonable y lo posible las autoridades administrativas solucionen los inconvenientes que motivaron la tutela. En mérito de lo expuesto la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional en nombre del pueblo y por autoridad de la ley RESUELVE: PRIMERO: CONFIRMAR las sentencias de la Sala Civil del Tribunal de Medellín de 27 de octubre de 1994 y de la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia (29 de noviembre de 1994), por las razones expuestas en este fallo. SEGUNDO: Ordenar que por Secretaría de esta Corporación se comunique esta providencia al Tribunal Superior de Medellín, Sala Civil, a fin de que haga las notificaciones y para los efectos previstos en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991. CUARTO: Envíese copia de esta sentencia al Defensor del Pueblo, al Consejo Superior de la Judicatura, a la Procuraduría General de la Nación. Notifíquese, comuníquese, cúmplase, insértese en la Gaceta Constitucional. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado Ponente FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA. Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1]Aún en la acción pública de inconstitucionalidad, la Corte Suprema el 27 de junio de 1918 aceptó que el Juez del Circuito de Villa de Leyva demandara la ley 73 de 1917, artículo 5º, que suprimió su juzgado y obtuvo sentencia favorable (providencia no publicada en la Gaceta Judicial). Ver revista del Colegio del Rosario Nº468, pág. 59. [2]Un ser humano, en cuanto disponga de una mejor salud, en un ambiente adecuado, produce más. Por supuesto que Lutero tradujo la Biblia en el castillo de Wartburg en condiciones precarias, Gramsci elaboró su pensamiento avanzado en la cárcel, Galileo en medio de la persecución, pero esas condiciones no son la panacea para trabajar. [3]Sentencia C-542/93, Ponente: Dr. Jorge Arango Mejía. [4]Sentencia T-124/93. Ponente: Vladimiro Naranjo Mesa. [5]Cfr. Corte Constitucional. T-011 de 1993. Ponente: Alejandro Martínez Caballero. [6]Sentencia T-124/93. Ponente: Vladimiro Naranjo Mesa. [7]Caso de los Magistrados del Tribunal de Tunja; Luz Mila Chavez y Evaristo Pineda. [8]parodiando a BAUDELAIRE, el Juez es el fallador del momento que pasa, y de todas las sugerencias de eternidad que contiene lo justo. [9]Sentencia T-230/94, Ponente: Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz. [10]Ver sentencia T-79/95, Ponente: Dr. Alejandro Martínez Caballero. [11]Ponente: Alejandro Martínez Caballero. [12]Compendio de derecho laboral, T.I., p. 214, Guillermo Guerrero Figueroa. [13]CEDH. Sentencia del 23 de julio de 1968. P. 34. [14]Corte Constitucional Sentencia Nº T-230/94 mayo 3 de 1994, Magistrado Ponente: Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz. [15]PIZZORUSSO, Alexandro. Lecciones de Derecho Constitucional. Centro de Estudios Constitucionales. Madrid, 1.984. pág. 167. [16] Sentencia T-71/93. Ponente: Dr. Alejandro Martínez Caballero. [17]Sentencia C-221 de 1992, de la Sala Plena de la Corte Constitucional. [18]Sentencia T-422 de la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional del 19 de junio de 1.992. Magistrado Ponente Eduardo Cifuentes Muñoz. [19] T-525 de 23 de noviembre de 1994, Ponente Dr. Vladimiro Naranjo Mesa. [20] Esta sala de Revisión, en el caso de Ernesto Orjuela, ante las condiciones regulares de los Juzgados Laborales de Santafé de Bogotá hizo un llamado al Consejo Superior de la Judicatura. [21]Corte Constitucional. Sentencia N° T-02 de 1992 [22]Corte Constitucional. Sentencia N° T-422 de 1992 [23]Corte Constitucional. Sentencia N° T-416 de 1992, reiterada en el fallo T-429 del mismo año.
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T-271-95 Sentencia No Sentencia No. T-271/95 DERECHO A LA SALUD/DERECHO A LA VIDA-Conexidad La salud reviste la naturaleza de derecho fundamental merced a su relación inescindible con el derecho a la vida y al mínimo vital. La vinculación entre el derecho a la vida y el derecho a la salud se aprecia con absoluta claridad, ya que la presencia de una patología semejante, además de conducir a la muerte, desmejora la calidad de la vida durante el tiempo al que todavía pueda aspirarse. Se torna patente, entonces, la necesidad de proceder al tratamiento pertinente encaminado a  atacar las manifestaciones de la enfermedad para impedir su desarrollo o morigerar sus efectos, tratando de conservar, en lo posible, las posibilidades que faciliten al enfermo desenvolver la propia personalidad dentro del medio social. ENFERMO DE SIDA/DERECHO A LA VIDA/DERECHO A LA SALUD/TRATAMIENTO MEDICO La infección con el Virus de Inmunodeficiencia Humana coloca a quien la padece en un estado de deterioro permanente con grave repercusión sobre la vida misma, puesto que el virus ataca el sistema de defensas del organismo dejándolo desprotegido frente a cualquier afección que, finalmente, causa la muerte. El peticionario de la presente acción de tutela efectivamente encuentra amenazado su derecho a la vida a consecuencia de una enfermedad incurable y mortal y que es evidente el progresivo desmejoramiento de su salud. El ser humano necesita mantener ciertos niveles de salud para sobrevivir y desempeñarse, de modo que, cuando la presencia de enfermedades incurables y mortales afecta esos niveles, poniendo en peligro la propia subsistencia, no resulta válido pensar que el enfermo esté ineluctablemente abocado a abandonarse a la fatalidad, desechando cualquier tratamiento, por considerarlo inútil ante la certeza de un inexorable desenlace final; todo lo contrario, el paciente tiene derecho, mientras tanto, a abrigar esperanzas de recuperación, a procurar alivio a sus dolencias, a buscar, por los medios posibles, la prolongación de la vida amenazada, si así lo desea. DERECHO A LA AUTONOMIA PERSONAL/TRATAMIENTO MEDICO A quien, en ejercicio de su autonomía, expresa su voluntad de someterse a un tratamiento paliativo, que cree favorable,  deba respetársele su opción del mismo modo que se respeta la del sujeto que se opone a ser tratado, con la diferencia de que en un caso basta la abstención y en el otro se exige la actuación positiva encaminada a salvaguardar la salud y la vida. Las particularidades del caso sub examine obligan a considerar que dada la preponderancia de los valores y derechos que intervienen -salud en conexidad con la vida- la autonomía del paciente, en cuanto capaz de decidir lo que desea y de manifestarlo, adquiere especial trascendencia y el galeno debe, por lo tanto, respetar ese querer, más aún cuando cualquier decisión suya es susceptible de incidir de manera determinante en la esfera autónoma del peticionario que busca el mejoramiento de sus condiciones de vida en calidad y cantidad. SIDA-Medicamentos/SIDA-AZT La utilización de la droga solicitada hace parte del tratamiento que el médico del ISS, que atiende al actor,  considera conveniente seguir. Sobre la base del criterio científico del profesional de la salud, la Sala estima pertinente acotar que el peticionario tiene el derecho a que se le brinde la totalidad del tratamiento en la forma prescrita, porque un tratamiento incompleto o que no se ciña a las recomendaciones médicas desconoce las prerrogativas del paciente que, según lo indicado, voluntariamente ha querido someterse a las prescripciones del galeno. La Sala se limitará, entonces, a ordenar que se realice el tratatamiento tal como fue dispuesto; de manera que su orden no interfiere las decisiones del médico ni la prestación misma del servicio cuyas modalidades e incidencias corresponde apreciar y valorar el galeno. ESTADO SOCIAL DE DERECHO/PRIMACIA DE LOS DERECHOS INALIENABLES Los postulados se hallan estrechamente vinculados a la idea de Estado Social de Derecho que propende por la realización de la justicia y,  al avalar los principios de dignidad humana y solidaridad y al conferirle "primacía a los derechos inalienables de la persona " traspasa el reducido marco de la legalidad con el que se identificaba la noción clásica de Estado de Derecho, comprometiéndose a desarrollar las tareas que le permitan a los asociados cristalizar las prerrogativas que el ordenamiento jurídico les reconoce; a ese objetivo se acomoda el deber de "obrar conforme al principio de solidaridad social, respondiendo con acciones humanitarias ante situaciones que pongan en peligro la vida o la salud de las personas” INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES-Suministro de medicamento/AUTONOMIA MEDICA Es incuestionable que la administración está sujeta al principio de legalidad, pero la prevalencia de los derechos fundamentales y la supremacía del texto constitucional que los contiene y dispone su protección, sugiere, en el caso concreto, la impostergable observancia de la norma superior cuya aplicación no debe supeditarse a criterios que, al ser sopesados frente a valores y derechos como los implicados en el presente asunto, no resisten comparación alguna. Si los postulados constitucionales vinculan a la administración, con mayor razón deben guiar la tarea del juez de tutela que, al ser encargado de la misión de defender los derechos fundamentales, tiene un compromiso ineludible,  antes que nada, con la Constitución. Así las cosas la discrepancia suscitada entre el Instituto de Seguros Sociales y el peticionario se resuelve en favor del último, no encontrando tampoco la Sala motivos de reproche en la actitud del médico que recomendó el suministro de la droga, cuya posición científica debe respetarse, incluso por el I.S.S., que tan celoso se ha mostrado en la defensa de la autonomía médica. ENFERMEDAD-Concepto El concepto de enfermedad es, por esencia, dinámico y no corresponde tan sólo a la afectación biológica o a una simple referencia de carácter fisiológico, ya que está implicado históricamente y unido a condicionamientos culturales, sociales y económicos. No por azar períodos enteros de la historia se identifican con alguna enfermedad; lepra en la antigüedad, peste en el medioevo, sífilis en la edad moderna, tuberculosis en el siglo XIX, sida en las postrimerías del siglo XX, y en cada tramo las variables que definen los estados de sanidad y de enfermedad son distintos. El especial tipo de enfermedad que hace parte decisiva de las preocupaciones de una época, más que ningún otro, trasciende la esfera individual generando, en torno suyo, un conjunto de manifestaciones que suele conducir a la discriminación real de las minorías afectadas. REF: Expediente T-62714 Procedencia: Consejo de Estado. Magistrado Ponente: ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Tema: Derecho a la vida y a la salud. Enfermos de sida. Santa Fe de Bogotá D. C.,  junio veintitres (23) de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Fabio Morón Díaz, Vladimiro Naranjo Mesa y Alejandro Martínez Caballero quien la preside, EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION ha pronunciado la siguiente SENTENCIA en el proceso de tutela identificado por el número de radicación T-62714, adelantado, mediante apoderado, por el señor XXX en contra del Instituto de Seguros Sociales -ISS-. Con base en los artículos 86 de la Constitución política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte constitucional escogió, para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. I.ANTECEDENTES 1.Solicitud. El 6 de diciembre de 1994 el señor XXX presentó, ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, escrito contentivo de una acción de tutela  en el que, como “petición antecedente”, se solicita “guardar el nombre y datos del accionante en el fallo” , teniendo como base para ello “el derecho fundamental de LA INTIMIDAD PERSONAL consagrado en nuestra Carta Política y en tratados internacionales que versan sobre derechos...”. Las circunstancias fácticas, que sirven de fundamento al amparo pedido, las expone el accionante de la siguiente manera: -Indica que está infectado del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) y que recibe tratamiento en el Instituto de Seguros Sociales al cual se encuentra afiliado. -Señala que en la actualidad es integrante del Club de la Alegría “que es una agrupación de personas infectadas con el Virus de Inmunodeficiencia Humana, que se reúnen constantemente, con el objetivo de brindarse apoyo mutuo con respecto a su condición de seres humanos infectados”. -Informa que el médico tratante en el ISS le ha recomendado que adquiera antiretrovirales  (AZT-DDI-DDC) pero que los compre "de su propio bolsillo", ya que el ISS no los está formulando por su costo. -Agrega el actor que su ingreso mensual no le alcanza para comprar los medicamentos y a la vez atender sus necesidades básicas ya que “un frasco de AZT cuesta en el mercado desde $80.000.oo a 160.000.oo según el sitio en en el cual se consiga y compre...” y que "actualmente no está tomando ningún antiretroviral ..y está viendo día a día el deterioro de su salud". -Finalmente añade que "El ISS no está dando los antiretrovirales que son un tratamiento paliativo (no curativo) pero sin embargo está invirtiendo mensualmente millonarias sumas en HEMODIALISIS que también es tratamiento paliativo (no curativo) violando así el derecho a la igualdad . Ante iguales circunstancias está dando un trato discriminatorio a las personas que están VIH o en fase de SIDA". -Estima el actor que también se le está violando el derecho a la vida pues los antiretrovirales la prolongan y mejoran su calidad, y aduce, además, vulneración de la dignidad humana y del derecho a la igualdad por la circunstancia anotada y adicionalmemnte porque el Estado tiene la obligación de brindar protección especial a las personas que por su condición económica, física o mental se encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta. Con base en los anteriores planteamientos el accionante formula las siguientes pretensiones: -Que se ordene al Instituto de Seguros Sociales "que siministre ANTIRETROVIRALES en la cantidad y periodicidad que se requiera para el tratamiento específico del accionante, teniendo en cuenta su estado de salud". -"Que el suministro de antiretrovirales se haga con base en las pautas generales que se establecieron en la X Conferencia Internacional de SIDA llevada a cabo en Yokohama-Japón- y como el medicamento se debe seguir consumiendo, se tengan en cuenta no solamente las pautas de esta conferencia sino las que en adelante se den en cada conferencia mundial que se lleve a cabo anualmente...". -Que se prevenga al ISS para que  " en ningún caso vuelva a incurrir en las acciones que dieron mérito a iniciar esta tutela y que si lo hacen serán sancionados conforme lo dispone el artículo 52 del Decreto 2591 de 1991". 2. Acervo probatorio El Tribunal Administrativo de Cundinamarca resumió las pruebas que obran dentro del expediente así: "Con el escrito de tutela se acompañó el resultado del perfil inmunológico del petente (folio 2) según el cual presenta células CD4 366, fotocopia de la sentencia T-523 de la H. Corte Constitucional (folios 3 a 7); concepto de la Liga Colombiana de Lucha contra el SIDA sobre beneficios de los antiretrovirales (folio 9); apartes de la X Conferencia Internacional de SIDA celebrada en Yokohama-Japón (folios 9 y 10) y apartes de la sentencia de fecha 8 de junio de 1994 dictada en el expediente 1283 con ponencia del Dr. PEDRO LAFONT PIANETTA (folios 11 a 24). A solicitud del Tribunal el Gerente de la Clínica San Pedro Claver del ISS envió el informe que obra a folios 46 a 49, donde indica que el peticionario con afiliación No. 011512395 se halla infectado con el VIH, que el paciente se encuentra en controles efectuados el 3 de diciembre de 1993, en que ingresó con infección por VIH como portador asintomático; el 19 de enero de 1994, el 17 de mayo de este año, el 2 de septiembre del año en curso por síntomas gastrointestiales; los días 5 y 6 de septiembre de 1994 control por cuadro diarreico; evolución a grupo IV (Infección por VIH con sistemas asociados); el 13 de octubre del presente año continua con cuadro diarreico, le diagnostican candidiasis oral; y el 9 de noviembre próximo pasado: control con resultados de broncoscopia: normal y pendiente el resultado de biopsia; y que se le solicitó perfil inmunológico. Señala que no se le están suministrando antiretrovirales porque está prohibido por Resolución 0046 de febrero 1 de 1994 por no estar contemplados en el catálogo de medicamentos del seguro social y porque según el Decreto 1938 de agosto 5 de 1994 originario del Ministerio de Salud se prohibe en forma expresa la formulación de medicamentos por fuera del formulario oficial de dicho Ministerio. Con el informe se acompaña reporte de la X Conferencia Internacional de SIDA Yokohama-Japón (folios 50 a 57): oficio de fecha 2 de noviembre del año en curso enviado por el Vicepresidente Prestación de Servicios del ISS a la Clínica San Pedro Claver indicando que no han sido incluidos en el formulario médico los antiretrovitrales (folios 58 y 59); copia de la resolución No. 0046 de febrero 1 de 1994 (folio 73); fotocopia del decreto 1938 de agosto 5 de 1994 (folios 74 a 114). También el ISS envió los datos relacionados con los períodos de afiliación del peticionario, los correspondientes números de afiliación y las respectivas entidades patronales (folios 115 a 121). Se recepcionó (sic) el testimonio del Dr. JESUS GUILLERMO PRADA TRUJILLO, especialista en Medicina Interna y Enfermedades Infecciosas, Asesor del Ministro de Salud para SIDA y enfermedades contagiosas, quien en lo esencial indica las recomendaciones a seguir para pacientes con menos de 500 células CD4 tanto asintomáticos como los que presentan síntomas; dentro de estas recomendaciones destaca la bondad de las sustancias antiretrovirales las que indica, están aprobadas por el Ministerio de Salud y se encuentran en el mercado (folios 122 y 123). La Directora de la UPZ-12 Sur indica que ha solicitado la historia clínica del peticionario con afiliaciones Nos. 011512395 o 919365284 al Centro de Asistencia de Santa Isabel según ubicación de la empresa...pero que no existe registro de este paciente (folio 124). El Gerente de la Clínica San Pedro Claver en respuesta al proveído de fecha diciembre 14 de 1994 envía el oficio No. 006266 y adjunta el oficio No. 6212 en el cual se informa por parte del Coordinador Sección Afiliación y Registro del ISS Seccional Cundinamarca y D.C. que el accionante XXX se encuentra afiliado al Instituto de Seguros Sociales, bajo el patronal 01006200323 de la empresa CAFAM, según nómina del mes de octubre de 1994, último reporte de la Empresa por estar vinculado en el sistema ALA". Con posterioridad a la sentencia de primera instancia el Director General (Encargado) de Promoción y Prevención del Ministerio de Salud envió al Tribunal Administrativo de Cundinamarca un oficio en el que se refiere a "los beneficios de los antiretrovirales para las personas infectadas por el VIH /SIDA" y señala que es procedente entregar dichos medicamentos si bien el tratamiento varía de acuerdo a las condiciones de cada enfermo, correspondiéndole "al médico tratante determinar conjuntamente con el paciente el costo-beneficio que puede tener un medicamento determinado para la salud", pese a lo cual existen algunas recomendaciones generales para la administración de la terapia individual. 3.Sentencia de Primera Instancia El Tribunal Administrativo de Cundinamarca, Sección Segunda, Subsección D, mediante sentencia de diciembre 15 de 1994, resolvió conceder la tutela solicitada y para "garantizar los derechos fundamentales a la VIDA, DIGNIDAD HUMANA, SALUD, IGUALDAD ANTE LA LEY y PROTECCION A LAS PERSONAS que se encuentran en circunstancias  de debilidad manifiesta " ordenó al INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES "que dentro del término de 48 horas contadas a partir de la notificación de este fallo, inicie el suministro de ANTIRETROVIRALES más aconsejados por la ciencia médica, en la cantidad y periodicidad que se requiera para el tratamiento específico del accionante, teniendo en cuenta su estado de salud". Lo anterior, con base en los argumentos que a continuación se resumen, los  que siguen las pautas fijadas por la Corte Suprema de Justicia al resolver un caso similar, por sentecia de 8 de junio de 1994: -Los derechos a la salud y a la seguridad social adquieren el carácter de fundamentales y por ende, son susceptibles de protección mediante la acción de tutela, cuando su vulneración o amenaza compromete otros derechos fundamentales como la vida. -El derecho a la vida es de tal trascendencia que "viene a ser la causa última de todos los derechos" y se complementa "con otros, como son, los que se refieren a la integridad corporal y a la salud, sin perjuicio de la autonomía que les corresponde. -El derecho a la salud que encuentra fundamento en la Carta Política y  en diversos tratados internacionales, "en términos generales tiene por contenido la conservación, restablecimiento y mejoramiento  del estado de salud en búsqueda de una mejor calidad de vida, ello varía según se trate de una situación general o de una situación individual, concreta. -En términos impersonales,  el Estado debe adoptar políticas, planes y programas en materia de salud general  y crear las entidades encargadas de la prestación del servicio , "sin embargo, la deficiencia en esta materia, por sí sola, es decir, en abstracto, resulta insuficiente para fundar una acción de tutela". -En el caso de las situaciones concretas, esto es, en aquellas que implican "una relación individual como la de afiliación de un particular con una entidad de salud", la cuestión es diferente porque en este evento "el particular afiliado persigue de la entidad afiliadora la prestación de un servicio médico que, de un lado, se sujete a las leyes de la ciencia médica en materia de enfermedades, de diagnósticos, de recomendaciones o tratamientos a seguir, de previsiones, etc., y de otro, que se emplee la habilidad, experiencia o pericia ordinaria o especializada que requiera el caso". -Lo anterior se predica de la prestación inicial del servicio y persigue, además que, en caso de tratamiento, la entidad de salud se sujete a las reglas "que indique la ciencia médica" incluyendo "la posibilidad de verificación de condiciones para unos tratamientos alternativos cuando resulten más eficientes"; de todo lo cual se desprende que  "el paciente afiliado, que está siendo tratado, tiene un derecho específico a la salud, que comprende las mismas fases" -Las facultades que el paciente tiene " van desde el poder exigir atención oportuna o reclamar información exacta sobre el desarrollo y evolución de la enfermedad, a solicitar evaluación del tratamiento en desarrollo y su viabilidad futura, a pedir comprobación de los síntomas o condiciones, a solicitar el estudio y viabilidad sobre comprobación de tratamientos alternativos que aconseje la ciencia médica". -De modo que "el derecho a la salud no queda limitado en este aspecto a lo que la ciencia médica indique  en un momento concreto, sino que también se extiende al empleo de MEDIOS ACTUALES ALTERNATIVOS O MEDIOS FUTUROS que más adelante puedan recuperar totalmente la salud, o simplemente reducir sus efectos o aliviar sus dolores, tanto más cuando se trata de enfermedad grave o incurable(:::), porque en este caso la lucha por la salud es tan esencial como la lucha por la vida, razón por la cual el derecho a la salud resulta tan amplio y casi absoluto como el mismno derecho a la vida, en el sentido de que hay que defenderlo aún con medios alternativos o futuros como ocurre con la propia vida". -El Tribunal transcribe apartes de la sentencia proferida, el 8 de junio de 1994, en un caso similar por la Corte Suprema de Justicia, en la que se destaca que el enfermo de sida tiene derecho a solicitar que se estudie la posibilidad y viabilidad de aplicar tratamientos alternativos más benéficos, a los cuales deberá otorgárseles preferencia siempre que sea  posible algún tipo de mejoramiento, porque el paciente tiene  derecho a que se le compruebe "real y no simplemente en forma clínica, que el nuevo tratamiento o la nueva alternativa de mejoramiento, no existe, no resulta viable y por consiguiente tiene también derecho a controvertir o a que controvierta científicamente su resultado". -Según el fallador "el accionante señor XXX tiene derecho a hacer uso de las facultades enunciadas en la jurisprudencia citada..., puesto que tiene derecho a que en su favor se apliquen todos los medios alternativos actuales y futuros que vaya logrando la ciencia médica en procura de su curación o por lo menos del alivio de su situación" sin que sean válidas las prohibiciones administrativas  que "resultan en contravía de los postulados consagrados en la Constitución Política en garantía de los derechos fundamentales de la vida y de la salud". 4. La impugnación El Gerente de la Clínica San Pedro Claver del ISS impugnó el fallo de primera instancia y, para tal efecto, expuso los planteamientos que se sintetizan, así: -De conformidad con las normas constitucionales, la seguridad social es un servicio público, que se presta en los términos que establezca la ley, y cuya cobertura se ampliará paulatinamente, sin que pueda entenderse que dicha cobertura pueda extenderse en forma indefinida e imponiéndola, en toda su amplitud, a una sola entidad que, como el ISS, no es el Estado ni debe soportar la responsabilidad propia de éste. -Las entidades de seguridad social se rigen por leyes y reglamentaciones que deben acatar en su integridad. Según el impugnante la Corte Constitucional ha destacado que el ISS no es una institución de asistencia pública abierta y que debe someterse a su propio régimen. -Señala que "hasta cuando efectivamente entre a operar el Sistema de Seguridad Social en Salud, el Instituto estaría obligado a continuar cumpliendo con las funciones que le competen de acuerdo con la normatividad anterior a la ley 100 de 1993...". -En relación con el suministro de medicamentos el impugnante sostiene que tanto en la normatividad anterior como en la vigente "se presentan situaciones similares, impuestas por la ley y que deben ser acatadas y respetadas...". -Señala que  "el Juzgador de Instancia no contó con el texto completo de la sentencia dictada por la Corte Suprema de Justicia...". -Puntualiza que el ISS ha sido pionero en la atención a los enfermos de sida, "a través de un programa especializado de Prevención y Control de tales flagelos" y que "no en vano atiende el 50% de la población afectada con estas endemias". Sostiene, además, que "consultadas las necesidades y conveniencias de estos pacientes, en cada caso, les otorga pensión de invalidez"  procurando que el trámite sea prevalente y expedito y que el Instituto ha asumido, sin reparos, los altísimos costos que implica la atención, motivo por el cual no está atentando contra la salud o la vida del actor. -Indica que los antiretrovirales constituyen apenas una mínima parte de la atención y que aumentan excesivamente los costos, sin contar con que "aún son objeto de controversia a nivel científico". Algunas opiniones se refieren a su escaso valor terapéutico y precisan que "la relación costo-beneficio no merecería incluir estos medicamentos en los protocolos de tratamientos en países en vía de desarrollo". El criterio de la Liga Colombiana de Lucha contra el Sida, si bien afirma que los antiretrovirales disminuyen el deterioro físico, deja a salvo el manejo individual. De acuerdo con el impugnante existe autonomía médica para tratar a los pacientes y "se considera muy difícil que el juez de tutela posea los conocimientos indispensables para evaluar el tratamiento a seguir en cuestiones de salud y especialmente en los casos de esta endemia". -Enfatiza el impugnante que "El médico solamente debe emplear medios diagnósticos o terapéuticos debidamente aceptados por las instituciones científicas legalmente reconocidas (...),  aunque en circunstancias excepcionalmente graves si un procedimiento experimental se ofrece como la única posibilidad de salvación, este podría utilizarse con la autorización del paciente o sus familiares responsables y, si fuere posible, por acuerdo de Junta Medica. Finalmente, cuestiona si las entidades de medicina prepagada podrían ser obligadas a incumplir sus reglamentos imponiéndoles la prestación de servicios no previstos en los contratos respectivos. 5.La sentencia de segunda instancia El Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Cuarta, por sentencia del 27 de enero de 1995, decidió revocar la providencia impugnada y, en su lugar,  rechazar por improcedente la acción de tutela, con fundamento en las consideraciones que se resumen en seguida: -El Instituto de Seguros Sociales, como lo reconoce el mismo accionante, "no se ha negado a brindar el tratamiento y en general a prestarle la atención médica requerida por el peticionario (...)" con lo cual, a juicio de la Sala queda claramente establecido que el ISS no está violando o amenazando los derechos a la vida, a la salud y a la seguridad social. -El Instituto de Seguros Sociales está sometido a reglamentaciones y procedimientos legales y "como entidad encargada de prestar servicios de salud a sus afiliados y beneficiarios está sometida a las normas específicas que regulan la materia, expedidas por las autoridades competentes dentro del concepto del Estado de Derecho y en cumplimiento del principio de legalidad" -Existen reglamentaciones respecto de los medicamentos y su formulación, tanto a nivel específico del ISS como a nivel general emanadas del Ministerio de Salud que establecen "con carácter obligatorio para el sistema general de seguridad social en salud, el manual de medicamentos y en él no están incluidas las drogas solicitadas por el paciente y accionante", así las cosas, "no es posible para la Sala, desconocer, sin mayores elementos de juicio, los criterios científicos establecidos por las autoridades competentes al determinar el manual de medicamentos, para dar una orden para que el Instituto de Seguros Sociales desconozca su propia reglamentación, en la cual, por lo demás se encuentra la garantía para sus afiliados y beneficiarios". -Mediante la acción de tutela no es posible dirigir ni orientar la prestación misma de los servicios médicos "toda vez que existe autonomía por parte de los profesionales de la salud y la prestación de los servicios médicos debe estar en armonía con la ciencia médica y la ética profesional y depende de diferentes circunstancias que solo está en capacidad de evaluar el médico en frente a su paciente, para establecer el beneficio real que pueden representarle". -De los documentos y pruebas que obran en el expediente no resulta como criterio único "la indicación incuestionable de la droga reclamada por el accionante para tratar su enfermedad", el concepto del Director de la Liga Colombiana de Lucha contra el Sida afirma que "Todo este manejo es individual, según el estado clínico del paciente y el criterio médico". Para el fallador de segunda instancia se trata de drogas cuyo beneficio aún se discute desde el punto de vista científico y además, "es en cada caso concreto, el médico, quien puede ordenar el tratamiento para la respectiva enfermedad". -Fuera de lo indicado, la Corte Suprema de Justicia en la sentencia de 8 de junio de 1994 concedió la tutela " solamente en el sentido de ordenar al Instituto de Seguros Sociales, que practique en un laboratorio diferente los exámenes pertinentes indicados por el Instituto Nacional de Medicina Legal y los que, a su juicio oportunamente indique la Liga Colombiana de Lucha contra el Sida, y demás que estime necesarios para establecer la viabilidad o no del tratamiento retroviral solicitado". -Finalmente, el Consejo de Estado indica que "los derechos invocados por el accionante no se han desconocido y que su solicitud de una determinada droga, no es una decisión que pueda tomarse de una manera adecuada y seria por el juez de tutela sino que se trata de un acto que debe ejercer el médico tratante dentro de su autonomía, fundamentado en criterios científicos y dentro del mutuo respeto que origina la relación médico-paciente, razón por la cual es del caso revocar la providencia impugnada". II.FUNDAMENTOS JURIDICOS A. La competencia. Es competente esta Sala de la Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86 inciso segundo y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991. B. La materia. 1. El accionante, a quien le fue diagnosticada infección por Virus de Inmunodeficiencia Humana VIH/SIDA; aduciendo la violación de los derechos a la vida, a la igualdad y a la dignidad humana por parte del Instituto de Seguros Sociales, entidad a la que se encuentra afiliado y que, desde el mes de diciembre de 1993, le viene brindando la atención médica y especializada que su enfermedad requiere, acude al mecanismo de protección que contempla el artículo 86 de la Constitución Política, con el fin de que se le ordene al Instituto suministrarle antiretrovirales en la cantidad y con la periodicidad indispensables, teniendo en cuenta, para ello, las pautas generales establecidas en la X Conferencia Internacional de Sida y "las que en adelante se den en cada conferencia mundial" ya que, según su criterio, "todos los días hay nuevos datos investigativos" y la ciencia, en permanente búsqueda de un remedio definitivo, acomete nuevos esfuerzos, de cuyos resultados, en tanto portador del virus, desea beneficiarse. Indica el actor que la adquisición de los medicamentos escapa a sus posibilidades económicas, que le fueron recomendados por el médico que lo atiende y que mediante su aplicación se evita el desarrollo de "enfermedades del sistema nervioso central que son incapacitantes e invalidantes y generan dolor insoportable", se logra retardar "el proceso de deterioro del organismo" y recuperar "el sistema de defensas del cuerpo", todo lo cual se traduce en un mejoramiento de la calidad de vida y en la prolongación de la misma, ventajas que, fuera de obtenerse a un menor costo, permiten la incorporación del enfermo a la actividad productiva, así como la recuperación anímica derivada del disfrute de mejores condiciones de fé, esperanza y convivencia, no sólo para el afectado sino también para sus familiares y allegados. Por su parte, el Instituto de Seguros Sociales sostiene no haber entregado los antiretrovirales por encontrarse sujeto a regulaciones especiales, de naturaleza legal y reglamentaria, que se remontan al periodo anterior a la vigencia de la ley 100 de 1993 y que, le impiden, proporcionar medicamentos no incluidos dentro del catálogo general de suministros Clase I, productos farmacéuticos, en el que no figuran los aludidos antiretrovirales. En efecto, señala el Instituto que el decreto 1938 de agosto 5 de 1994 "por el cual se reglamenta el plan de beneficios del Sistema Nacional de Seguridad Social en Salud" establece como únicos medicamentos para el tratamiento del sida "al Trimetropin Sulfamatoxazol y al pentamidina isotianato" y, de otro lado prohibe, en forma expresa, recetar drogas o sustancias que no aparezcan autorizadas en el formulario del Ministerio de Salud (artículo 15, literal g). Similar prohibición contiene la resolución 0046, de febrero 1 de 1994, emanada de la presidencia del seguro social. 2. Los motivos expuestos por cada una de las partes sirvieron de fundamento a las sentencias que ahora se revisan, pronunciamientos que, por tanto, se apoyan en argumentos opuestos; así, el fallador de primera instancia, que lo fue el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, respaldó la posición del demandante y estimó procedente conceder el amparo impetrado porque, en su sentir, tratándose de enfermedades incurables la ciencia médica no puede limitar su actuación a lo disponible en un momento determinado sino que debe procurar, por todos los medios posibles, incluidos los alternativos, brindar la atención necesaria que produzca el alivio o la curación del paciente, pues una actitud contraria implicaría la amenaza simultánea de la salud y de la vida y la consiguiente vulneración del derecho a la igualdad que, según los términos de la Carta, comprende la protección a las personas que se hallan en circunstancias de debilidad manifiesta. La Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Cuarta, del Honorable Consejo de Estado revocó el fallo de primera instancia y denegó la protección pedida, acogiendo en lo básico las razones esgrimidas por el Instituto. Consideró el juez de segundo grado que al paciente se le ha dispensado atención; que la entidad demandada está sujeta a reglamentaciones y procedimientos legales que no le es posible desconocer y que la autonomía de los profesionales de la salud no autoriza que, por via de tutela, se dirija u oriente "la prestación misma de los servicios médicos". 3. La precedente síntesis de los diversos puntos de vista que en relación con el caso sub lite se han expuesto, es suficiente para apreciar la relevancia constitucional de la controversia que involucra asuntos de singular importancia que, con miras a decidir lo que jurídicamente corresponda, la Sala entra a analizar. Considerado el estado actual de las investigaciones científicas que pretenden descubrir los remedios eficaces para neutralizar los efectos letales del sida, no se remite a dudas de ninguna índole que la mencionada enfermedad es, hasta el momento, incurable. A juicio del Doctor Fernando Salgado Quintero, Gerente de la Clínica San Pedro Claver del I.S.S., "La infección por VIH es una patología evolutiva y mortal, sin curación conocida actualmente, por lo que en las personas afectadas por el virus hay deterioro progresivo de su estado inmunitario y/o cánceres asociados que agravan su estado de salud". Del anterior planteamiento, surge, con absoluta nitidez, que la presente causa comporta una vinculación evidente con el derecho a la vida que, en razón de su indudable trascendencia, ocupa un lugar central en el ordenamiento jurídico y, por ende, la Sala encuentra necesario referirse a él en primer término, con el propósito de establecer si resulta conculcado o amenazado. 4. La vida humana está consagrada en la Carta de 1991 como un valor superior que, según las voces del preámbulo debe asegurar  la organización política cuyas autoridades, de conformidad con el artículo segundo, justamente están instituidas para protegerla. En perfecta concordancia con ese valor, en cuanto constituye proyección del mismo, encabezando el capítulo correspondiente a los derechos fundamentales, aparece el derecho a la vida (art. 11 C.P.), caracterizado por ser el de mayor connotación, toda vez que se erige en el presupuesto ontológico para el goce y el ejercicio de los demás derechos,  ya que cualquier prerrogativa, facultad o poder deviene inútil ante la inexistencia de un titular al cual puedan serle reconocidos. No se detiene la Sala en el señalamiento exhaustivo de los contenidos de un concepto que, como el de vida humana, se revela indeterminado en la medida en que es abordable desde variadas perspectivas; sencillamente, y para los efectos del caso sobre el que se resuelve en sede de revisión, basta puntualizar que el artículo 11 superior vincula al estado y a los asociados a la protección de la vida en sus dimensiones física y moral; esta Corporación ha entendido que "la vida del ser humano es mucho más que el hálito mediante el cual se manifiesta su supervivencia material" y que "no puede equipararse a otras formas de vida, pues agrega al mero concepto físico elementos espirituales que resultan esenciales" (Sentencia T-067 de 1994. M.P. Dr. José Gregorio Hernández Galindo). Es preciso, además, agregar, en armonía con lo expuesto, que ligada al derecho a la vida, la Constitución contempla la dignidad humana y que el artículo primero al fundar en ella la organización republicana del estado colombiano, expresa la loable finalidad de orientar el sistema político y jurídico a la promoción de la persona, de modo que, las exigencias de la dignidad humana ponen de presente que la vida, que constitucionalmente se garantiza, no se reduce a la pura existencia biológica sino que expande su ámbito para abrigar las condiciones que la hacen digna. Así pues, el tenor literal del artículo 11 de la Carta supone una actitud de las autoridades públicas y de los particulares orientada a evitar cualquier comportamiento capaz de afectar la vida o de producir la muerte, empero, como se ha visto, el derecho a la vida es de más amplio espectro y por ello,  no agota su designio protector en la simple abstención. Actualmente, el constitucionalismo hace eco de postulados que tienden a asegurar siquiera el mínimo de posibilidades que tornan digna a la vida y, en esas circunstancias, que concretan la noción de Estado Social de Derecho, se impone, principalmente a los poderes públicos, la promoción de esas condiciones; la vida, entonces, ya no puede entenderse tan sólo como un límite al ejercicio del poder sino también como un objetivo que guía la actuación positiva del Estado. La relevancia que el Constituyente otorgó a la persona humana define el especial tipo de relación entre los asociados y la organización estatal, de ahí que, frente a los derechos fundamentales y en aras de su protección y goce efectivo, no sea irrelevante la manera como se ejercen las funciones públicas. 5. Ahora bien, es claro que, entendida de esta manera, la vida humana aumenta su radio de acción y el derecho pertinente cobra una fuerza expansiva de tal índole que lo conecta con otros derechos que, sin perder su autonomía, le son consustanciales. A este respecto la Corte Constitucional ha expuesto que "...la salud y la integridad física son objetos jurídicos identificables, pero nunca desligados de la vida humana que los abarca de manera directa", por ello "cuando se habla del derecho a la salud, no se está haciendo cosa distinta a identificar un objeto jurídico concreto del derecho a la vida, y lo mismo ocurre cuando se refiere al derecho a la integridad física. Es decir, se trata de concreciones del derecho a la vida, mas no de bienes jurídicos desligados de la vida humana, porque su conexidad próxima es inminente" (Sentencia T-494 de 1993. M.P.Dr. Vladimiro Naranjo Mesa). 6. De acuerdo con el pronunciamiento que se acaba de citar, el derecho a la salud comprende "la facultad que tiene todo ser humano de mantener la normalidad orgánica funcional, tanto física como en el plano de la operatividad mental, y de restablecerse cuando se presente una perturbación en la estabilidad orgánica y funcional de su ser . Implica, por tanto, una acción de conservación y otra de restablecimiento...". Empero, la Corte también ha sido clara en sostener, desde una perspectiva ampliada que "la salud es un estado variable, susceptible de afectaciones múltiples, que inciden en mayor o menor medida en la vida del individuo", de suerte que "el Estado protege un mínimo vital, por fuera del cual el deterioro orgánico impide una vida normal ", siendo así que la salud supone "un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades " (Sentencia T-597 de 1993. M.P. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz). El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, ratificado por Colombia mediante la Ley 74 de 1968 reconoce el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental y al goce de los beneficios del progreso científico. 7. Fuera de los anteriores postulados -con arreglo a los cuales, ponderados los hechos específicos de cada caso concreto, la salud reviste la naturaleza de derecho fundamental merced a su relación inescindible con el derecho a la vida y al mínimo vital-, el derecho previsto en el artículo 49 de la Carta integra un conjunto de elementos que, en palabras de la Corte, "le confieren un carácter asistencial, ubicado en las referencias funcionales del Estado Social de Derecho, en razón de que su reconocimiento impone acciones concretas, en desarrollo de predicados legislativos a fin de prestar el servicio público correspondiente...". Atendiendo al criterio que esta Corporación prohija, se percibe que "La frontera entre el derecho a la salud como fundamental y como asistencial es imprecisa y sobre todo cambiante, según las circunstancias de cada caso " (Sentencia T-484 de 1992. M.P.Dr. Fabio Morón Díaz), de ahí que, en principio, se puede afirmar que el caracter fundamental del derecho a la salud emerge siempre que su desatención vulnere directa y gravemente el derecho a la vida, destacándose que en estos eventos comporta "no sólo la intervención puntual necesaria para evitar la enfermedad , sino también la actuación difusa necesaria para lograr la recuperación de la calidad de vida" (Sentencia T-597 de 1992. M.P. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz). Cuando analizado el aspecto fáctico de la situación concreta que se examina se descubre la concatenación necesaria entre los derechos a la vida y a la salud, sin que, a riesgo de sacrificar el todo, sea viable deslindar los espacios de operancia de cada uno, se genera una unidad en la defensa de tal grado que la protección que se debe conceder apunta a la totalidad que, como objeto indivisible, deja de lado cualquier escisión. Se rebasa, entonces, el marco del derecho a la vida en sentido restringido y se impone estimarla en su plenitud. Sobre el particular la Corte sostiene que "es absurdo argüir que si se afecta una parte del todo vital, este permanece incólume porque es desconocer la conexidad entre las partes y el todo " y además que "es un contrasentido manifestar que el derecho a la vida es un bien fundamental y dar a entender que sus partes -derecho a la salud y a la integridad física - no lo son ". Este discernimiento responde a las exigencias de la dignidad humana porque "La vida que es debida al hombre en justicia es la vida digna, es decir, íntegra y saludable ", en otros términos, al ser la salud "Una condición existencial de la vida humana en condiciones de plena dignidad: al hombre no se le debe una vida cualquiera sino una vida saludable " (Sentencia T-494 de 1993. M.P. Dr. Vladimiro Naranjo Mesa). 8. Ahora bien, el compromiso del ente estatal con la protección de la salud de los asociados (art. 49 C.N.) amerita un breve estudio que tome en consideración el nivel de afectación del derecho y, en concordancia con ello,  lo que pueda exigirse del Estado en cada circunstancia específica. Cabe aquí recordar que el derecho a la salud es también ubicable dentro de la categoría de los denominados derechos de prestación que, por su naturaleza, no son de exigencia inmediata a través de la via judicial, y requieren para su efectividad el desarrollo legal, el arbitrio de los recursos y la provisión de la pertinente estructura  que los actualice. Pese a lo anterior, es útil reiterar que no es posible "mirar bajo la misma óptica prestaciones que requieran diferentes respuestas del Estado en términos presupuestales y organizativos" y que "las condiciones de eficacia requeridas por un determinado medio judicial para su procedencia, pueden ser diferentes a las exigidas por otros mecanismos judiciales. En este orden de ideas la posibilidad de exigir un derecho de prestación es apreciable sólo en el caso concreto y dependiendo del tipo de derecho " (Sentencia T-207 de 1995. M.P.Dr. Alejandro Martínez Caballero). En lo atinente a la salud, prima facie se tiene que el Estado debe facilitar las condiciones que garanticen el acceso de todos los habitantes al servicio respectivo, no siendo dable entender que en todos los eventos tenga la obligación de brindar un tratamiento exclusivo a un sujeto particular. Sin embargo, cosa distinta acontece cuando la situación apareja una conexidad directa e inmediata con el derecho a la vida dado que, como se ha insistido dentro de esta providencia, en episodios de estas implicaciones se confunden los objetos de protección conformando una unidad que reclama defensa total. En razón de los datos fácticos del caso concreto y del alcance de la normatividad constitucional que exige la protección de un derecho de aplicación inmediata (arts. 11 y 85 C.N.), el derecho a la salud viene a compartir el carácter fundamental y a integrar el poder indispensable para exigir su cumplimiento al Estado que debe acudir en ayuda del afectado, titular de un derecho subjetivo, por cuya virtud, la infraestructura servicial de que se disponga atenderá prioritariamente tan urgente requerimiento. La Corte ha precisado que a nivel teórico "el estado inicial de un derecho de prestación es su condición programática la cual luego tiende a trasmutarse hacia un derecho subjetivo, en tanto y en cuanto, se creen elementos que concedan eficacia a la posibilidad de exigir la obligación estatal de ejecutar la prestación" (Sentencia T-207 de 1994). Siempre que ello acontece, lo asistencial se consolida en una realidad en relación con un titular determinado, como sucede, verbi gratia, con el afiliado a una entidad de seguridad social, quien, en el evento de ver afectada su salud o su vida, a la posición de sujeto activo de un derecho agrega la situación legal y reglamentaria que, en su caso, actualiza y concreta las prestaciones que puede exigir y, adicionalmente, define con precisión las instancias que deben proporcionarle la atención requerida. 9. Como quedó consignado en otro aparte de esta providencia, la infección con el Virus de Inmunodeficiencia Humana coloca a quien la padece en un estado de deterioro permanente con grave repercusión sobre la vida misma, puesto que el virus ataca el sistema de defensas del organismo dejándolo desprotegido frente a cualquier afección que, finalmente, causa la muerte. No se precisa recurrir a más argumentos para concluir que el peticionario de la presente acción de tutela efectivamente encuentra amenazado su derecho a la vida a consecuencia de una enfermedad incurable y mortal y que es evidente el progresivo desmejoramiento de su salud;  según el informe que el Gerente de la Clínica San Pedro Claver del I.S.S. envió al juez de primera instancia, "el paciente en mención ha presentado esta evolución clínica pues al ingreso se encontraba como portador asintomático y 10 meses más tarde presenta algunas entidades asociadas a una disminución moderada de su estado inmunitario como son la candidiasis oral o el compromiso diarreico crónico" (folio 49). En circunstancias como las anotadas, la vinculación entre el derecho a la vida y el derecho a la salud se aprecia con absoluta claridad, ya que la presencia de una patología semejante, además de conducir a la muerte, desmejora la calidad de la vida durante el tiempo al que todavía pueda aspirarse. Se torna patente, entonces, la necesidad de proceder al tratamiento pertinente encaminado a atacar las manifestaciones de la enfermedad para impedir su desarrollo o morigerar sus efectos, tratando de conservar, en lo posible, las posibilidades que faciliten al enfermo desenvolver la propia personalidad dentro del medio social. 10. Es de anotar que la atención médica y profesional le ha venido siendo prestada al demandante por el Instituto de Seguros Sociales, entidad de la que es afiliado, lo cual indica que existe una relación individual que en forma específica realiza el derecho a la salud haciéndolo exigible de manera inmediata. Así las cosas, lo que en esta oportunidad se discute es si el derecho que asiste al peticionario tiene el alcance suficiente para pedir un tratamiento paliativo determinado que deba serle suministrado por el Instituto de Seguros Sociales o si, por el contrario, la prestación del servicio se limita a brindar la atención dentro de los supuestos autorizados por normas infraconstitucionales que excluyen el tratamiento pedido. La Sala insiste en que la respuesta que se dé a la pregunta precedente debe partir de la estimación de los elementos fácticos en concordancia con las normas constitucionales aplicables; y por tanto, hallándose constatado que el actor padece una enfermedad que en forma directa afecta su vida y las condiciones en que la desarrolla, no vacila en afirmar que la protección que los derechos a la vida y a la salud reclaman,  si bien no involucra una obligación de resultado , incluye en este evento, la facultad de agotar todas las posibilidades enderezadas a conservar la existencia vital en la plenitud que le es inherente. El ser humano necesita mantener ciertos niveles de salud para sobrevivir y desempeñarse, de modo que, cuando la presencia de enfermedades incurables y mortales afecta esos niveles, poniendo en peligro la propia subsistencia, no resulta válido pensar que el enfermo esté ineluctablemente abocado a abandonarse a la fatalidad, desechando cualquier tratamiento, por considerarlo inútil ante la certeza de un inexorable desenlace final; todo lo contrario, el paciente tiene derecho, mientras tanto, a abrigar esperanzas de recuperación, a procurar alivio a sus dolencias, a buscar, por los medios posibles, la prolongación de la vida amenazada, si así lo desea. En concordancia con lo anterior, la Sala estima pertinente subrayar que, con independencia de las polémicas desatadas alrededor de la fijación del momento de su iniciación y terminación, la vida humana, asumida como la existencia histórica de una persona, es un proceso que entraña cambios somáticos y psíquicos que definen las fases sucesivas que experimenta el sujeto viviente. Ese devenir en que consiste la vida impide concebirla apenas como una realidad estática, y favorece, en cambio, su entendimiento como un continuo dinámico sobre el que se funda el derecho a disfrutarla de principio a fin; de manera que, a más de la vida efectivamente transcurrida el hombre tiene derecho a que se le respeten y protejan las fases que le resten para completar su ciclo vital. En este sentido la Corte ha indicado que "no se puede ser titular de derechos sin la vida presente, pasada o futura " (Sentencia T-452 de 1992 M.P. Dr. Fabio Morón Díaz). Así pues, al derecho que atañe al peticionario, afectado por una enfermedad mortal, para exigir un tratamiento que le produzca alivio, le permita desarrollar su vida en mejores condiciones o le prolongue el tiempo de su existencia; corresponde el deber correlativo de evitar toda conducta que le impida u obstruya el ejercicio y la satisfacción de ese derecho, pues la asistencia pretendida, se vincula causalmente con la preservación de bienes tutelados por la Constitución. 11. Ahora bien, no es extraño al juicio de esta Sala que,  en situaciones como la presente, el principio de la autonomía personal, del que es trasunto el derecho consagrado en el artículo 16 superior, tiene una especial aplicación, no sólo porque a falta de vida el ejercicio de dicha autonomía sería imposible, sino también porque en desarrollo de su facultad de autodeterminación se garantiza a la persona el poder para tomar, sin injerencias extrañas o indebidas, las decisiones acerca de los asuntos que le conciernen, lo que adquiere especial significación en materias relativas a la salud y a la vida individual. La Corte, en otra oportunidad, protegió la determinación de rehusar un tratamiento no deseado, al denegar una acción de tutela tendiente a obligar a quien padecía una enfermedad grave a aceptar la actuación de los médicos (Sentencia T-493 de 1993. M.P. Dr. Antonio Barrera Carbonell), y, en un pronunciamiento posterior, señaló que "cada quien es libre de decidir si es o no el caso de recuperar su salud " (Sentencia C-221de 1994. M.P. Dr. Carlos Gaviria Díaz). Siendo ello así, en principio es lógico concluir que a quien, en ejercicio de su autonomía, expresa su voluntad de someterse a un tratamiento paliativo, que cree favorable,  deba respetársele su opción del mismo modo que se respeta la del sujeto que se opone a ser tratado, con la diferencia de que en un caso basta la abstención y en el otro se exige la actuación positiva encaminada a salvaguardar la salud y la vida. 12. No ignora la Sala que una afirmación como la precedente entraña graves dificultades en el terreno de su aplicación práctica, debido, entre otras hipótesis, a que las decisiones que en uso de su libre autodeterminación adopte el paciente pueden entrar en contradicción con los criterios científicos del médico que conoce del caso. A esta problemática se refiere el Consejo de Estado al enfatizar que "Mediante la acción de tutela no es posible dirigir ni orientar la prestación misma de los servicios médicos, como pretende el accionante al solicitar que se ordene al Instituto de Seguros Sociales el suministro de antiretrovirales, toda vez que existe autonomía por parte de los profesionales de la salud y la prestación de los servicios médicos debe estar en armonía con la ciencia médica y la ética profesional y depende de ciertas circunstancias que sólo está en capacidad de evaluar el médico en frente a su paciente, para establecer el beneficio real que puedan representarle ". El argumento del juez de segunda instancia reposa en una concepción de la práctica médica de cariz tradicional, que, según lo expone la Corte, entiende que "no siendo el enfermo depositario del saber necesario para curar la enfermedad, sus opiniones resultan indiferentes al momento de tomar las decisiones relativas a los medios curativos ". Sin embargo, en sentir de  la Corporación, "Esta visión paternalista ha sido puesta en tela de juicio en la última mitad del presente siglo, como consecuencia de la trascendencia adquirida por los valores de la autonomía personal, la autodeterminación y la dignidad ", abriéndose paso un replanteamiento de "los términos tradicionales de la relación clínica, de tal manera que el médico condicione su asistencia al consentimiento del paciente " quien incluso puede escoger opciones "que no conduzcan a su bienestar físico" (Sentencia T-401 de 1994 M.P.Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz). De acuerdo con lo anotado, al paciente no le corresponde una posición eminentemente pasiva en la relación que establece con el médico, empero, no es posible, en asuntos tan delicados, adoptar una pauta de general seguimiento, pues de un lado, la enorme variedad de casos aconseja la adopción de soluciones concretas y conformes a la especificidad de cada situación y de otro, la propia Constitución protege la salud pública y a la vez preconiza la autonomía personal, correspondiéndole "a la interpretación judicial la búsqueda de un equilibrio entre intereses particulares y generales, de tal manera que ninguno de los dos sea subsumido o minimizado por el otro. Ni el ser humano debe convertirse en objeto de manipulación de la organización médica, ni ésta debe supeditar todos sus propósitos asistenciales, científicos y curativos a la opinión de los pacientes "(Sentencia T-401 de 1994). Las particularidades del caso sub examine obligan a considerar que dada la preponderancia de los valores y derechos que intervienen -salud en conexidad con la vida- la autonomía del paciente, en cuanto capaz de decidir lo que desea y de manifestarlo, adquiere especial trascendencia y el galeno debe, por lo tanto, respetar ese querer, más aún cuando cualquier decisión suya es susceptible de incidir de manera determinante en la esfera autónoma del peticionario que, se repite, busca el mejoramiento de sus condiciones de vida en calidad y cantidad. Este planteamiento encuentra apoyo en la última providencia citada en la que se lee: "Una circunstancia especialmente relevante en el análisis casuístico es la referente al tipo de intervención médica que se lleva a cabo sobre el paciente. Desde un punto de vista tipológico se suele hacer la diferencia entre una intervención ordinaria, que no conlleva una mayor perturbación en el curso ordinario de las actividades del enfermo, y una intervención extraordinaria, que trae consigo una intromisión determinante en la vida del paciente. Al vincular la variable del consentimiento con el tipo de intervención, resultan cuatro situaciones cuya solución normativa demanda un análisis específico (intervención extraordinaria con o sin consentimiento e intervención ordinaria con o sin consentimiento). De todas ellas la que con mayor facilidad se presta a una respuesta es aquella que combina la capacidad para consentir con la intervención extraordinaria. En tales circunstancias no parece haber dificultad en aceptar una concepción autonomista que condicione la acción médica a la manifestación volitiva del paciente ". 13. Ahora bien, la apreciación del Consejo de Estado parte de suponer una contradicción entre el paciente y el médico en torno al suministro de antiretrovirales. En realidad, la Sala no encuentra probado el supuesto conflicto que sirvió de base para negar la tutela impetrada. En su escrito inicial el accionante expuso  que el "mismo médico tratante del I.S.S." le recomendó la adquisición de esos medicamentos; esa afirmación la reiteró en declaración extraproceso rendida ante notario y, en todo caso, no fue controvertida por el Instituto de Seguros Sociales a lo largo de la actuación surtida; además, esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional la acepta en virtud de lo dispuesto por el artículo 83 de la Carta Política que hace presumir la buena fé "en todas las gestiones" que los particulares adelanten ante las autoridades públicas. Queda así establecido que la utilización de la droga solicitada hace parte del tratamiento que el médico del Instituto de Seguros Sociales, que atiende al actor,  considera conveniente seguir. Sobre la base del criterio científico del profesional de la salud, la Sala estima pertinente acotar que el peticionario tiene el derecho a que se le brinde la totalidad del tratamiento en la forma prescrita, porque un tratamiento incompleto o que no se ciña a las recomendaciones médicas desconoce las prerrogativas del paciente que, según lo indicado, voluntariamente ha querido someterse a las prescripciones del galeno. La Sala se limitará, entonces, a ordenar que se realice el tratatamiento tal como fue dispuesto; de manera que su orden no interfiere las decisiones del médico ni la prestación misma del servicio cuyas modalidades e incidencias corresponde apreciar y valorar el galeno. Tanto es así que en la comunicación enviada por el Gerente de la Clínica San Pedro Claver al Tribunal Administrativo de Cundinamarca,  con ocasión del fallo de primera instancia que concedió la tutela, se informa que "a fin de dar cumplimiento al fallo citado, esta Gerencia ha solicitado a la Coordinadora del Programa se cite al paciente a fin de efectuar la respectiva evaluación y prescripción ..." . (Folio 165. Se subraya). 14. La Sala observa que en el caso analizado se distinguen dos tipos de relaciones, a saber: entre el médico y el paciente y entre el paciente y el Instituto de Seguros Sociales. El primer evento ha sido dilucidado y, según se sigue de lo hasta ahora expuesto, es diferente el vínculo entre el paciente y la entidad afiliadora, que se revela conflictivo en la medida en que el Instituto se niega a otorgar la totalidad del tratamiento prescrito al enfermo, tratamiento que incluye el suministro de una droga determinada. Con base en los argumentos esbozados con anterioridad, se tutelarán los derechos invocados, resolviendo la controversia en favor del actor. La Sala sabe que la negativa de la parte demandada se fundamenta en normas jurídicas de rango inferior a la Carta que prohiben la entrega de medicamentos por fuera de un catálogo oficialmente aprobado; no desconoce tampoco los motivos de índole presupuestal que conducen a la elaboración de una lista restringida y estricta, ni cuestiona los estudios científicos de diverso orden que sirven de pauta a su elaboración, menos aún el rigor de quienes tienen a su cargo el proceso de selección; sin embargo, retomando el hilo de planteamientos antecedentes ratifica que el deber de atender la salud y de conservar la vida del paciente es prioritario y cae en el vacío si se le niega  la posibilidad de disponer de todo el tratamiento prescrito por el médico; no debe perderse de vista que la institución de seguridad social ha asumido un compromiso con la salud del afiliado, entendida en este caso, como un derecho conexo con la vida y que la obligación de proteger la vida es de naturaleza comprensiva pues no se limita a eludir cualquier interferencia sino que impone, además, "una función activa que busque preservarla usando todos los medios institucionales y legales a su alcance " (Sentencia T-067 de 1994. M.P. Dr. José Gregorio Hernández Galindo). Esa obligación es más exigente y seria en atención al lugar que corresponde al objeto de protección en el sistema de valores que la Constitución consagra, y la vida humana, tal como se anotó, es un valor supremo del ordenamiento jurídico colombiano y el punto de partida de todos los derechos. En la sentencia T-165 de 1995 la Corte expuso: "Siempre que la vida humana se vea afectada en su núcleo esencial mediante lesión o amenaza inminente y grave el Estado Social deberá proteger de inmediato al afectado, a quien le reconoce su dimensión inviolable . Así el orden jurídico total se encuentra al servicio de la persona que es el fin del derecho ". (M. P. Dr. Vladimiro Naranjo Mesa). Corresponde, entonces, al Estado aportar los medios adecuados y a su alcance para dar el tratamiento prescrito. Cabe indicar que, según concepto del Doctor Jesús Guillermo Prada Trujillo, los medicamentos que el actor pide y que, se repite, hacen parte del tratamiento recomendado por el médico "han sido aprobados por el Ministerio de Salud y se encuentran disponibles sobre (sic) el mercado en Colombia ". (Folio 123). Los postulados anteriores se hallan estrechamente vinculados a la idea de Estado Social de Derecho que propende por la realización de la justicia y,  al avalar los principios de dignidad humana y solidaridad y al conferirle "primacía a los derechos inalienables de la persona " (art.5 C.P.) traspasa el reducido marco de la legalidad con el que se identificaba la noción clásica de Estado de Derecho, comprometiéndose a desarrollar las tareas que le permitan a los asociados cristalizar las prerrogativas que el ordenamiento jurídico les reconoce; a ese objetivo se acomoda el deber de "obrar conforme al principio de solidaridad social, respondiendo con acciones humanitarias ante situaciones que pongan en peligro la vida o la salud de las personas ". Acerca de este tópico la Corte Constitucional ha destacado que: "El Estado Social de derecho mantiene el principio de legalidad, pero lo supera y complementa al señalar entre sus finalidades la de garantizar un orden político, económico y social justo (C.P. Preámbulo). La naturaleza social del Estado de Derecho colombiano supone un papel activo de las autoridades  y un compromiso permanente en la promoción de la justicia social. La defensa de los valores supremos del ordenamiento obliga al Estado a intervenir -dentro del marco constitucional- para proteger a las personas en su dignidad humana y exigir la solidaridad social cuando ella sea indispensable para garantizar derechos fundamentales como la vida y la salud " (Sentencia T -505 de 1992. M.P. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz). Es incuestionable que la administración está sujeta al principio de legalidad, pero la prevalencia de los derechos fundamentales y la supremacía del texto constitucional que los contiene y dispone su protección, sugiere, en el caso concreto, la impostergable observancia de la norma superior cuya aplicación no debe supeditarse a criterios que, al ser sopesados frente a valores y derechos como los implicados en el presente asunto, no resisten comparación alguna. Así por ejemplo, la Corporación ha puntualizado que "el costo de la atención aunque no es irrelevante para la asignación de recursos médicos escasos, no puede ser, en materia de lucha contra una enfermedad transmisible y mortal, el factor determinante para la prestación del servicio (Sentencia T-505 de 1992). Si los postulados constitucionales vinculan a la administración, con mayor razón deben guiar la tarea del juez de tutela que, al ser encargado de la misión de defender los derechos fundamentales, tiene un compromiso ineludible,  antes que nada, con la Constitución. Así las cosas la discrepancia suscitada entre el Instituto de Seguros Sociales y el peticionario se resuelve en favor del último, no encontrando tampoco la Sala motivos de reproche en la actitud del médico que recomendó el suministro de la droga, cuya posición científica debe respetarse, incluso por el I.S.S., que tan celoso se ha mostrado en la defensa de la autonomía médica. A juicio de la Sala,  resulta de interés destacar que, en sentido similar, la Corte resolvió, con anterioridad a la vigencia de la ley 100 de 1993, ordenar el tratamiento de niños aquejados por enfermedades incurables, a quienes, pese a sus posibilidades de mejoramiento, el Instituto de Seguros Sociales se negaba a atender debido a que el artículo 26 del Decreto 770 de 1975 disponía: "Cuando se diagnostique enfermedad durante el primer año de edad, el hijo del asegurado tendrá derecho, en cualquier tiempo a todas las prestaciones asistenciales necesarias cuando a juicio del servicio médico no sea procedente su tratamiento dentro del primer año de vida y que exista desde el principio pronóstico favorable de curación". Entendió la Corporación que existiendo la probabilidad de obtener alivio o mejoramiento, si bien no la recuperación definitiva, debía otorgarse la protección, aplicando el tratamiento respectivo en garantía de los derechos a la vida y a la salud. (Cfr. SU-043 de 1995.M.P. Dr. Fabio Morón Díaz). 15. Finalmente, la Sala llama la atención sobre las implicaciones del principio de igualdad en la solución de este caso. El concepto de enfermedad es, por esencia, dinámico y no corresponde tan sólo a la afectación biológica o a una simple referencia de carácter fisiológico, ya que está implicado históricamente y unido a condicionamientos culturales, sociales y económicos. No por azar períodos enteros de la historia se identifican con alguna enfermedad; lepra en la antigüedad, peste en el medioevo, sífilis en la edad moderna, tuberculosis en el siglo XIX, sida en las postrimerías del siglo XX, y en cada tramo las variables que definen los estados de sanidad y de enfermedad son distintos. El especial tipo de enfermedad que hace parte decisiva de las preocupaciones de una época, más que ningún otro, trasciende la esfera individual generando, en torno suyo, un conjunto de manifestaciones que suele conducir a la discriminación real de las minorías afectadas. La Sala considera oportuno citar los apartes pertinentes del estudio elaborado por el Doctor Orlando Mejía Rivera en el que aborda estos temas: "El sida hace parte de aquellas enfermedades que han dejado de ser patologías exclusivamente biológicas y se transforman en enfermedades culturales. Cuando este hecho acontece, aparecen las significaciones y las simbolizaciones paracientíficas de la enfermedad y comienza a ser percibida por los individuos como una representación imaginaria, que está configurada por las clasificaciones mentales colectivas, que definen los parámetros de lo moral, lo inmoral, lo verdadero, lo justo, lo terrible, lo religioso, lo obsceno, lo sagrado, lo profano, etc. El sida, entendido como una enfermedad cultural, produce múltiples metáforas políticas, psicológicas y sociológicas, que son las que generan y perpetúan la discriminación contra los infectados y los enfermos. Más adelante enfatiza: "Como hemos visto, la discriminación hacia los infectados por el VIH y los enfermos de sida, motivada por el pánico patológico de los individuos sanos a ser contagiados, no es solamente el producto de la falta de educación ante la enfermedad biológica, sino las nefastas influencias de la enfermedad cultural, cuyas representaciones imaginarias han suplantado en la colectividad la simple existencia de una enfermedad , que no tiene por qué significar símbolos religiosos, políticos o morales. Y, en relación con Colombia, apunta: "Por último, es interesante recordar un estudio hecho en 53 países entre 1983 y 1988 y donde se trató de identificar qué tanta discriminación existía en las distintas sociedades ante los enfermos del sida. Se realizaron miles de encuestas y algunas de las conclusiones son las siguientes: 1. A la pregunta de si rechazarían trabajar con un individuo infectado por el VIH o con sida, el país cuya población mostró mayor tendencia a la discriminación fue el Japón, con un 68 por ciento de respuestas afirmativas; el segundo fue Colombia con un 54 por ciento de respuestas afirmativas; el tercer país fue Nigeria con el 52 por ciento; el cuarto país fue Estados Unidos con el 25 por ciento, y el quinto fue Canadá con el 22 por ciento. 2. A la pregunta de si creian que los enfermos de sida no merecían ninguna compasión, el país que mostró el mayor porcentaje de respuestas afirmativas, que implican un rechazo absoluto a dichos enfermos fue -para preocupación de todos nosotros-Colombia con el 29 por ciento; le siguió Japón con el 22 por ciento; luego Nigeria con el 11 por ciento; en cuarto lugar Alemania con el 10 por ciento; en quinto lugar Gran Bretaña con el 9 por ciento y en sexto lugar Estados Unidos con el 8 por ciento"(Discriminación social e ideológica con el sida. Símbolo del castigo. Lecturas Dominicales de El Tiempo, 14 de mayo de 1995, páginas 6 y 7). Así pues, la menguada situación en que se hallan los afectados por el VIH/SIDA no se origina únicamente en el padecimiento corporal y psíquico que una enfermedad incurable y mortal entraña, puesto que a esa desafortunada circunstancia se suma la condición minoritaria de los afectados, las más de las veces pertenecientes a sectores desfavorecidos y marginados; el menosprecio social y la consiguiente estigmatización que soportan, como resultado de incidencias culturales negativas, fundadas, primordialmente, en el temor que la infección despierta. Todos estos, son suficientes motivos de persuasión acerca de la necesidad de acometer acciones eficaces que contrarresten la reacción desfavorable y persigan la igualdad real y efectiva, en favor de un grupo de la población discriminado y marginado. El suministro de la integridad del tratamiento prescrito al actor, constituye, desde este punto de vista, una especial medida de protección; más aún, fuera de lo anterior y también en garantía del derecho a la igualdad, evita una discriminación inadmisible ya que, estando la droga que le fue formulada aprobada por el Ministerio de Salud y a disposición del público, negarla al peticionario, que carece de recursos económicos para proveerse de ella, significa privilegiar la situación del sujeto capaz de adquirirla, quien estaría en mejores posibilidades de defender sus derechos, los mismos que vería vulnerados un afiliado al Instituto de Seguros Sociales que, enfrentando idéntico problema, no podría disponer del tratamiento completo. En resumen, siguiendo los lineamientos trazados por la Corte en su sentencia T-165 citada, debe haber protección inmediata para el paciente a afiliado al Instituto de Seguros Sociales bajo el número 011512395, por varios motivos: desde la perspectiva de la Carta Política el derecho a la vida prevalece y es inviolable (art.11), existe la obligación de asistencia humanitaria (art. 95-2), la salud se le debe al accionante como un derecho fundamental y el Estado protege especialmente a los débiles (art. 13). Se revocará la sentencia de segunda instancia y, en su lugar, recibirá confirmación parcial la proferida por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, por tanto, se  ordenará al Instituto de Seguros Sociales brindar al actor todos los servicios, en la forma prescrita por el médico tratante. Así mismo, para la protección del derecho a la intimidad, se ha omitido la mención del nombre del accionante y se ordenará que así se proceda en todas las publicaciones que de esta providencia se hagan. En mérito de lo expuesto, la Sala Séptima de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional RESUELVE: PRIMERO. REVOCAR la sentencia proferida por el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Cuarta, el 27 de enero de 1995, y en su lugar, para amparar los derechos fundamentales a la vida, la salud y la igualdad, CONFIRMAR PARCIALMENTE la proferida por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, Sección Segunda, Subsección D, el 15 de diciembre de 1994,  en el sentido de ordenar que el Instituto de Seguros Sociales, proceda  dentro del improrrogable término de 48 horas, contado a partir de la notificación de esta providencia, a dar al accionante, en su totalidad, el tratamiento que le fue señalado por el médico tratante de esa entidad. SEGUNDO. ORDENAR que en guarda del derecho a la intimidad del peticionario, en toda publicación de la presente decisión, se omita su nombre. TERCERO. LIBRENSE por Secretaría las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, comuníquese, publíquese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado Ponente FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-272-95 Sentencia No Sentencia No. T-272/95 CONSTITUCION POLITICA-Vigencia/ACCION DE TUTELA-Hecho anterior/DEBIDO PROCESO La acción de tutela fue establecida en la Constitución de 1991, y no se predica para presuntas violaciones ocurridas antes de su vigencia. Por supuesto que si la violación se inicia antes de la Nueva Carta pero continúa después de la expedición de la actual Constitución Política, entonces es viable invocar la tutela. Un acto de la Curia para corregir una prueba del estado civil (asimilable a acto administrativo) se agota con su expedición o con la preclusión de los recursos que pudieran instaurarse contra él. No es factible esperar 20 años para lograr mediante la tutela lo que no se planteó por otros medios y en su oportunidad. No hay violación al debido proceso, después de que el proceso ha finalizado. Si el trámite finalizó en 1974 no pueden invocarse hechos u omisiones de tal época para sustentar la tutela en 1994. Tampoco se puede decir que como la prueba del estado civil produce permanentes efectos hacia el futuro, entonces la violación puede superar fácilmente a julio de 1991, ya que no es correcto confundir el efecto de la prueba con el debido proceso. RETROSPECTIVIDAD DE LA TUTELA No desconoce esta Sala el alcance RETROSPECTIVO que en casos excepcionales puede tener la tutela, pero tal retrospectividad existe en cuanto permanezca la violación y ésta, en el debido proceso, se circunscribe a las etapas procesales. ACCION DE TUTELA-Hecho anterior/ACCION DE TUTELA CONTRA DIOCESIS/ACCION DE TUTELA-Vigencia El Juez de tutela desconoció ostensiblemente el momento en que principió a regir la Constitución de 1991, razonó equivocadamente sobre la situación fáctica que dió origen a la sentencia T-584 de 1992, invocó erradamente el respeto al debido proceso para un caso ocurrido antes de julio de 1991, indebidamente estudió lo ocurrido en otra tutela ya revisada por la Corte Constitucional y, en razón de estas distorsiones profirió una decisión que hay que revocar y dejar sin efectos. El Juez ha debido declarar improcedente la acción porque la violación ocurrió antes de la vigencia de la actual Constitución. REF: EXPEDIENTE T-63231 Peticionarios: Manuel Cabrales y Federico Cabrales. Procedencia: Juzgado Civil del Circuito de Ocaña. Tema: Vigencia de la tutela. Magistrado Ponente: ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Santa Fe de Bogotá D.C., junio veintitres (23) de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, compuesta por los Magistrados Alejandro Martínez Caballero, Fabio Morón Díaz y Vladimiro Naranjo Mesa. EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION Ha pronunciado la siguiente SENTENCIA En el proceso de tutela identificado con el número de radicación T-63231, adelantado por Manuel Cabrales Aycardi y Federico Cabrales Aycardi. I. ANTECEDENTES Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto No. 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. 1. Solicitud. Manuel y Federico Cabrales Aycardi instauran tutela contra la Curia Diocesana del Ocaña y la señora Ofelia Cabrales. Consideran que Ofelia Cabrales adquirió el apellido Cabrales y su condición de hija natural de Ramón Cabrales Pacheco a través del Decreto Nº 202 del 4 de Julio de 1974 emanado de la Curia Diocesana de Ocaña, en ilegal actuación de la Curia porque no se observó el artículo 29 de la C.N.ya que los peticionarios Manuel y Federico Cabrales(hijos de José Ramón) no pudieron ejercer su derecho de defensa. Agregan que en otra tutela instaurada hace varios años por la señora Ofelia Cabrales (ya fallada por la Corte Constitucional) "no fue notificada la solicitud de tutela ni a la Curia Diocesana de Ocaña ni a los hermanos Cabrales Aycardi." La presente acción considera que se violó el derecho fundamental al debido proceso, "en la actuación de la Curia y en el trámite de la tutela que ante este Despacho promovió la señora Ofelia Cabrales de Toscano, la cual se negó en esta instancia y fue concedida por la H. Corte Constitucional mediante sentencia T-584 de 12 de noviembre de 1992". No obstante la mención a un fallo, la tutela no se presentó contra el Juez, ni menos contra la Corte Constitucional. Se señalan concretamente como "partes" a la Curia Diocesana de Ocaña y a la particular Ofelia Cabrales, de manera que el examen se limita a la actuación de la Curia en 1974 y a dilucidar si la tutela cabe contra la Cabrales. 2. Decisión de primera instancia: El 3 de febrero de 1995, el Juez Civil del Circuito de Ocaña hizo en otras, las siguientes consideraciones: "Proceder en la forma en que lo hizo la Diócesis de Ocaña emitiendo el Decreto 202 del 4 de Julio de 1974 resulta violatorio del derecho fundamental al debido proceso pues de este trámite o actuación eclesiástica no tuvieron ningún conocimiento los herederos del señor José Ramón Cabrales Pacheco, quienes se vieron absolutamente privados de poder ejercer su derecho de defensa de sus intereses patrimoniales tanto frente a la Diócesis como frente a la señora Ofelia Cabrales de T., dado que el fin que perseguía la mencionada hermana era el de hacerse partícipe como heredera en la sucesión de su padre." "En cuanto a la posible violación de ese derecho en el trámite de la anterior Tutela, el Juzgado estima que no hubo tal irregularidad, dado que se actuó dentro de los lineamientos del artículo 21, del D. 2591 de 1991" Es decir, analizó aspectos de una tutela ya fallada y se refirió a una presunta violación ocurrida 17 años antes de expedirse la Constitución actual. Con base en esos criterios sentenció: "Primero: Acceder a la tutela impetrada por los señores Manuel José y Federico Cabrales Aycardi. Segundo: Oficiar a la Registraduría Especial del Estado Civil de esta localidad para que no reconozca los efectos civiles del Decreto 202 del 4 de Julio de 1974, por haberse proferido con violación al derecho fundamental del debido proceso. Tercero: Envíese copia de este fallo a la Diócesis de Ocaña, Parroquia de San Agustín, para lo de su cargo y a la Registraduría Especial del Estado Civil de Ocaña, Norte de Santander". 3. Referencia a una sentencia de tutela La sentencia de la Corte Constitucional a la cual se refieren tanto la solicitud como el Juez de tutela, es la T-584 de 12 de noviembre de 1992, dentro del proceso instaurado por OFELIA CABRALES contra la DIOCESIS DE OCAÑA (no contra Manuel José y Federico Cabrales Aycardi). La señora Cabrales reclamaba porque por resolución de la Curia Diocesana de Ocaña, la Nº 12547 del 18 de marzo de 1992, es decir, dentro de la vigencia de la Constitución de 1991, se había declarado nulo el Decreto 202 de 4 de julio de 1974 de la misma Curia. La violación consistía en que para declarar tal nulidad, en 1992, la afectada Ofelia Cabrales no había sido informada para defenderse, siendo que la resolución afectaba nada menos que su estado civil. La sentencia de revisión determinó que en 1992 se habia violado el derecho fundamental al debido proceso (numeral 3 de la sentencia). No podía referirse la sentencia a otros temas que no habían sido motivo de la acción de amparo. El fallo de la Corte Constitucional NO definió lo referente a una filiación (este no era el motivo de tal tutela), sino que se limitó a señalar que el debido proceso se violó por una actuación de la Curia y, lógicamente, los efectos que produjo el acto que violentó el debido proceso, no tenían validez. FUNDAMENTOS JURIDICOS A. Competencia. Es competente esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86 inciso 2º y 241 numeral 9º de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991; además, su examen se hace por virtud de la selección que de dicha acción practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma señalada por el Reglamento de esta Corporación B. Temas Jurídicos y caso concreto. 1. La tutela contra particulares procede solamente en los casos indicados en el artículo 42 del decreto 2591 de 1991. La presente acción se dirige contra la Curia Diocesana de Ocaña, en cuanto actuó en ejercicio de funciones públicas (circunstancia prevista en el numeral 8 del citado artículo); siendo viable por este concepto su tramitación. Pero, no lo es, en cuanto también se dirige contra la señora Ofelia Cabrales, ya que no hay una acción u omisión  cometida por ella que esté dentro de la enumeración del artículo 42 del mencionado decreto. Además, en el capítulo de tutela contra particulares, el artículo 45 expresamente dice: "No se podrá conceder la tutela contra conductas legítimas de un particular". La señora Ofelia Cabrales legítimamente obtuvo por sentencia T-584/92 de la Corte Constitucional que quedara sin efectos la resolución que anuló el decreto 202 de 1974 de la Curia Diocesana de Ocaña, luego la vigencia del mencionado decreto  no puede implicar conducta ilegítima de Ofelia Cabrales. 2. La acción de tutela fue establecida en la Constitución de 1991, y no se predica para presuntas violaciones ocurridas antes de su vigencia. Por supuesto que si la violación se inicia antes de la Nueva Carta pero continúa después de la expedición de la actual Constitución Política, entonces es viable invocar la tutela. Un acto de la Curia para corregir una prueba del estado civil (asimilable a acto administrativo) se agota con su expedición o con la preclusión de los recursos que pudieran instaurarse contra él. No es factible esperar 20 años (límite del más alto tiempo de prescripción de acciones civiles) para lograr mediante la tutela lo que no se planteó por otros medios y en su oportunidad. La siguiente jurísprudencia se refiere a la demora en la reclamación: "Encuentra la Sala que el actor, durante el término aproximado de seis años, no acudió ante los jueces con el fin de que se le protegieran sus derechos. Se presenta entonces en este caso, una situación en que existía otro mecanismo de defensa judicial que resultaba igualmente eficaz para satisfacer las expectativas del peticionario. Debe anotarse que, como se mencionó anteriormente, resulta contrario al espíritu de la acción de tutela pretender que por medio de ella, puedan corregirse o solucionarse inconvenientes derivados de la negligencia y desinterés de las partes".[1] 3. Sobre la VIGENCIA de la tutela ya se ha pronunciado la Corte Constitucional en numerosas oportunidades. "Los efectos de la acción de tutela no pueden desbordar en el tiempo los límites de la vigencia de la Constitución, porque este estatuto no le otorgó de manera expresa alcance retroactivo."[2] "Ninguna razón se tiene para admitirla cuando ya las situaciones que pueden haber dado lugar a ser consecuencia de hechos u omisiones violatorias de derechos fundamentales quedaron definidos, pues de entenderse lo contrario, se vería desvirtuada la naturaleza de la institución."[3] 4. Si se dice que se ha vulnerado el DEBIDO PROCESO, la presunta violación necesariamente debería ocurrir en el respectivo trámite procesal. No hay violación al debido proceso, después de que el proceso ha finalizado. Si el trámite finalizó en 1974 no pueden invocarse hechos u omisiones de tal época para sustentar la tutela en 1994. Tampoco se puede decir que como la prueba del estado civil produce permanentes efectos hacia el futuro, entonces la violación puede superar fácilmente a julio de 1991, ya que no es correcto confundir el efecto de la prueba (controvertible o anulable por otros medios judiciales diferentes a la tutela) con el debido proceso establecido en el artículo 29 de la actual Constitución. Además, no puede invocarse el artículo 29 de la Constitución de 1991 para actuaciones desarrolladas durante la vigencia de la Constitución de 1886. 5. La JURISDICCION CONSTITUCIONAL se estableció en el Capítulo IV del Título 7º de la Constitución del 91, antes NO existía esa jurisdicción. "La jurisdicción constitucional se pone en movimiento en los eventos previstos en la Constitución. en algunos de ellos solo se requiere de una iniciativa ciudadana -acción de inexequibilidad o de la petición de la persona agraviada -acción de tutela".[4] Y "La actividad judicial en materia de tutela es del resorte de la jurisdicción constitucional".[5] Pues bien, si la jurisdicción es "la potestad que despliega las autoridades judiciales en ejercicio de sus funciones" (Luis Mattirolo), entonces, no habría potestad para juzgar lo ocurrido antes de la existencia de dicha jurisdicción. No desconoce esta Sala el alcance RETROSPECTIVO que en casos excepcionales puede tener la tutela, pero tal retrospectividad existe en cuanto permanezca la violación y ésta, en el debido proceso, se circunscribe a las etapas procesales. Sobre RETROSPECTIVIDAD la Corte ha dicho: "Lo importante es que la violación del derecho sea actual, esto es, que persista al momento de resolverse la tutela."[6] 6. Se corre el peligro de usurpar jurisdicción si un juez de tutela define en 1995 controversias que antes de la Constitución de 1991 correspondían (y aún corresponden) a la jurisdicción civil. Bien sea a través de un proceso de jurisdicción voluntaria (art. 649 numeral 11 C.P.C.); o de valoración de la prueba que corresponde al Juez en cuanto sea aportada a juicio; o en procesos contenciosos en los cuales se controvierta la filiación.  Además, sería absurdo invocar la tutela como mecanismo transitorio para actuaciones ocurridas hace más de 20 años. Si la Constitución de 1991, estableció que "toda persona tendrá acción de tutela" (hacia el futuro) cuando quiera que los derechos constitucionales RESULTEN (presente) vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de cualquier autoridad pública", no puede fijarse competencia a un juez de tutela por hechos anteriores (pretéritos) a la vigencia de la Constitución de 1991. 7. Si se toma bajo la óptica de la Competencia, en su aspecto OBJETIVO, "conjunto de asuntos o causas en que, con arreglo a la ley, puede el juez ejercer su jurisdicción"[7], se tiene que la tutela, ni por la ley ni por mandato constitucional tiene efecto retroactivo, luego no puede aplicarse a situaciones ocurridas antes de la Nueva Carta, salvo la aplicación retrospectiva,pero, en el derecho fundamental del debido proceso no es lógico invocar la retrospección, si la actuación ya finalizó. 8. También dice la solicitud de tutela que se han violado los actuales artículos 28 de la C.P. sobre la libertad personal y el artículo 42 sobre la familia. No hay explicación o prueba alguna que indique que la Curia hubiera violado tales normas. 9. En esta acción de los Cabrales Aycardi contra la Diócesis de Ocaña y Ofelia Cabrales, el Juez del Circuito de Ocaña no podía entrar a analizar aspectos de otra tutela conocida por su propio Despacho y ya revisada por la Corte Constitucional. 10. En conclusión: El Juez de tutela desconoció ostensiblemente el momento en que principió a regir la Constitución de 1991, razonó equivocadamente sobre la situación fáctica que dió origen a la sentencia T-584 de 1992, invocó erradamente el respeto al debido proceso para un caso ocurrido antes de julio de 1991, indebidamente estudió lo ocurrido en otra tutela ya revisada por la Corte Constitucional y, en razón de estas distorsiones profirió una decisión que hay que revocar y dejar sin efectos. El Juez ha debido declarar improcedente la acción porque la violación ocurrió antes de la vigencia de la actual Constitución. En mérito de lo expuesto, la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional administrando justicia en nombre del pueblo y por autoridad de la Constitución, RESUELVE: PRIMERO:        REVOCAR los numerales 1º, 2º y 3º del fallo proferido por el Juez Civil del Circuito de Ocaña, el 3 de febrero de 1995, dentro de la acción de tutela instaurada por Manuel José Cabrales Aycardi y Federico Cabrales Aycardi. Queda sin efecto lo determinado en tal sentencia. SEGUNDO: Se declara improcedente la presente acción de tutela. TERCERO: Comuníquese, de inmediato, esta decisión a la Registraduría Especial del Estado Civil de Ocaña y a la Curia Diocesana de tal ciudad. Remitiéndoseles copia íntegra de esta sentencia. CUARTO:  Para efecto del cumplimiento de lo señalado en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991, comuníquese al Juez de primera instancia, para que haga las notificaciones respectivas y tome las medidas del caso. QUINTO : Envíese copia de esta sentencia al Defensor del Pueblo. Cópiese, notifíquese, cúmplase, insértese en la Gaceta Constitucional. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado Ponente FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA. Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1]Sentencia T-397/93, Ponente Dr. Vladimiro Naranjo Mesa. [2]Sentencia T- 138/93, Ponente Dr. Antonio Barrera Carbonell. [3]Sentencia T- 492/92, Ponente Dr. José Gregorio Hernández Galindo. [4]Sentencia T-06/92, Ponente: Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz. [5]Auto de 1 de septiembre de 1994, Ponente: Dr. Jorge Arango Mejía. [6]Sentencia T-164/93, Ponente Dr. Alejandro Martínez Caballero. [7]Compendio de derecho procesal, Hernando Devis Echandia, pág. 107.
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T-273-95 Sentencia No Sentencia No. T-273/95 DERECHO DE PETICION-Pronta Resolución Cuando el derecho de petición es violado, cabe la acción de tutela, no para obtener que la autoridad administrativa profiera una decisión favorable a las pretensiones del accionante, sino para alcanzar en el caso concreto la pronta resolución y la comunicación de lo resuelto al peticionario. El derecho fundamental de éste queda satisfecho con la resolución de la administración, adoptada y comunicada oportunamente, sobre el asunto planteado por el peticionario, bien que se acoja, ya que se deseche el fondo de su solicitud. DERECHO DE PETICION-Vulneración /SILENCIO ADMINISTRATIVO NEGATIVO No podía el juez de tutela negar la protección impetrada, ante una violación flagrante del derecho fundamental cuya defensa le fue confiada por el Constituyente, so pretexto de que el accionante disponía de instrumentos judiciales adecuados, consistentes, según su pensamiento, en la posibilidad de accionar por la vía contencioso administrativa contra un acto ficto o presunto. Ignoraba, por tanto, que el silencio administrativo demuestra precisamente la violación del derecho de petición y constituye el argumento de mayor importancia para otorgar la tutela e impartir la orden que haga cesar la vulneración. -Sala Quinta de Revisión- Ref.: Expediente T-63682 Acción de tutela instaurada por RODRIGO RENDON contra I.S.S. Magistrado Ponente: Dr. JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Sentencia aprobada en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los veintitrés (23) días del mes de junio de mil novecientos noventa y cinco (1995). Se revisa el fallo de tutela proferido en el caso de la referencia por el Juzgado Sexto Laboral del Circuito de Santa Fe de Bogotá. I.  INFORMACION PRELIMINAR La acción de tutela fue instaurada por RODRIGO RENDON contra el Instituto de Seguros Sociales alegando que éste no había resuelto sobre una solicitud de revocatoria directa presentada por él contra el acto administrativo mediante el cual se le negó una pensión de jubilación. La petición fue elevada el 6 de octubre de 1994 y, según lo expresado por el actor, hasta el momento de incoar la acción de tutela, no había obtenido respuesta. II. DECISION JUDICIAL Mediante la sentencia objeto de revisión, proferida por el Juzgado Sexto Laboral del Circuito de Santa Fe de Bogotá el 10 de febrero de 1995, se negó el amparo solicitado, por cuanto el fallador estimó que había operado el fenómeno del silencio administrativo negativo, de lo cual dedujo que el interesado podía, mediante acción contencioso administrativa, demandar la nulidad del acto ficto. III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL Competencia Esta Corte goza de competencia para revisar el fallo, según lo disponen los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política y el Decreto 2591 de 1991. Violación del derecho de petición De los documentos que obran en el expediente puede deducirse con claridad que el Instituto de Seguros Sociales, Seccional Cundinamarca y Santa Fe de Bogotá, dejó transcurrir los términos legales sin dar respuesta alguna al solicitante y, por lo tanto, vulneró el derecho de petición consagrado en el artículo 23 de la Constitución. Cuando el derecho de petición es violado, cabe la acción de tutela, no para obtener que la autoridad administrativa profiera una decisión favorable a las pretensiones del accionante, lo cual equivaldría a tergiversar el sentido y a modificar los alcances del artículo 86 de la Constitución y, además, ampliaría de manera indebida y también contraria a la Carta, el contenido material del derecho de petición, sino para alcanzar en el caso concreto los fines que ha señalado el artículo 23 eiusdem, mediante la pronta resolución y la comunicación de lo resuelto al peticionario. El derecho fundamental de éste queda satisfecho con la resolución de la administración, adoptada y comunicada oportunamente, sobre el asunto planteado por el peticionario, bien que se acoja, ya que se deseche el fondo de su solicitud. Doble equivocación del juez de tutela. El silencio administrativo negativo y la solicitud de revocatoria directa. Dijo la sentencia que la acción instaurada no podía prosperar por cuanto había tenido lugar el silencio administrativo negativo, lo cual implicaba, en sentir del juez, la existencia de otro medio de defensa judicial. Aunque no se hubiera tratado de una solicitud de revocatoria directa sino de cualquiera otra petición, no podía señalarse el silencio administrativo negativo como vía alternativa de defensa que hiciera improcedente la acción de tutela. Así lo ha señalado esta Corte en jurisprudencia que ahora se reitera: "...la obligación del funcionario u organismo sobre oportuna resolución de las peticiones formuladas no se satisface con el silencio administrativo. Este tiene el objeto de abrir para el interesado la posibilidad de llevar el asunto a conocimiento del Contencioso Administrativo, lo cual se logra determinando, por la vía de la presunción, la existencia de un acto demandable. Pero de ninguna manera puede tomarse esa figura como supletoria de la obligación de resolver que tiene a su cargo la autoridad, y menos todavía entender que su ocurrencia excluye la defensa judicial del derecho de petición..." (Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-242 del 23 de junio de 1993). No podía el juez de tutela negar la protección impetrada, ante una violación flagrante del derecho fundamental cuya defensa le fue confiada por el Constituyente, so pretexto de que el accionante disponía de instrumentos judiciales adecuados, consistentes, según su pensamiento, en la posibilidad de accionar por la vía contencioso administrativa contra un acto ficto o presunto. Ignoraba, por tanto, que el silencio administrativo demuestra precisamente la violación del derecho de petición y constituye el argumento de mayor importancia para otorgar la tutela e impartir la orden que haga cesar la vulneración. En realidad, a juicio de la Corte, el juez inaplicó la Constitución con base en un erróneo entendimiento de preceptos legales consagrados en el Código Contencioso Administrativo, pues dió al silencio negativo un alcance que no tiene, cual es el de propiciar por sí mismo la defensa del derecho de petición cuando su misma naturaleza y la finalidad que persigue muestran a las claras que se ha consagrado para abrir las posibilidades de controversia judicial, no con miras a que la administración cumpla con su deber de resolver -pues precisamente, por definición, no lo ha hecho- sino en lo referente al fondo de lo pretendido por el peticionario y que la ley presume le ha sido negado en la vía gubernativa. Se equivocó, pues, el fallador al identificar como medio de defensa judicial en cuanto al derecho constitucional de petición, uno que no lo es bajo ningún aspecto y que apenas constituye la consecuencia, establecida por el legislador, de una violación probada y no reparada de ese mismo derecho. Pero, además, el error judicial resulta ser doble en el presente caso, pues la petición del accionante ante el Instituto de Seguros Sociales era la de revocar directamente un acto administrativo respecto del cual no había ejercido los recursos de reposición y apelación (artículo 70 C.C.A.). Se buscaba, entonces, a solicitud de parte, la aplicación del artículo 69 del Código Contencioso Administrativo. Olvidó el juez que, según el artículo 72 Ibídem, "ni la petición de revocación de un acto, ni la decisión que sobre ella recaiga revivirán los términos legales para el ejercicio de acciones contencioso administrativas, ni darán lugar a la aplicación del silencio administrativo (subraya la Corte). En otros términos, por perentoria disposición legal, no cabía la figura invocada por el juez respecto de la solicitud del actor y, por ende, mal podía pretenderse que ella fuera medio judicial apto para excluir la acción de tutela. La sentencia revisada deberá confirmarse, mas no por hallarse ajustada a la Constitución, pues queda claro que fue errónea, sino por cuanto a la fecha del presente fallo ya la administración resolvió sobre la solicitud de revocatoria directa, mediante Resolución 0418 del 9 de febrero de 1995 (Folios 23 y siguientes del Expediente). Ningún sentido tendría una orden judicial dirigida al ISS precisamente con el objeto ya obtenido, aunque tardíamente, por el peticionario. La conducta del Instituto de Seguros Sociales es en todo caso reprochable a la luz de la preceptiva constitucional, máxime si se tiene en cuenta que sólo vino a resolver después de proferida por el juez la providencia mediante la cual se requerían informes acerca del motivo para que la petición presentada no hubiese sido objeto de decisión (Auto del 1 de febrero de 1995. Folio 10 del Expediente). Se ordenará compulsar copias a la Procuraduría General de la Nación. DECISION En mérito de lo expuesto, la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: Primero.- CONFIRMASE, pero por los motivos que anteceden, la sentencia proferida el 10 de febrero de 1995 por el Juzgado Sexto Laboral del Circuito de Santa Fe de Bogotá. Segundo.- Se dispone REMITIR a la Procuraduría General de la Nación, para lo de su cargo, respecto de las posibles faltas disciplinarias cometidas por funcionarios del Instituto de Seguros Sociales, copias del expediente y de esta providencia. Tercero.- Dése cumplimiento a lo preceptuado en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Magistrado Ponente Presidente de la Sala HERNANDO HERRERA VERGARA            ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado                      Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-274-95 Sentencia No Sentencia No. T-274/95 DERECHO DE PETICION-Núcleo Esencial El núcleo esencial del derecho de petición lo conforma no sólo una pronta respuesta, la cual deberá resolver de fondo el asunto planteado, sino que la misma se produzca en los términos establecidos por la ley, así como por el hecho de que sea efectivamente comunicada al peticionario. DERECHO DE PETICION-Pronta Resolución/CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL-Proyecto de Resolución La acción de tutela es el mecanismo idóneo para obtener la protección del derecho de petición, pues la posibilidad de recurrir el acto ficto de la administración producto de su silencio, no es sino un mecanismo que le permita al interesado acudir ante una instancia judicial para que ella entre a definir si la negativa de la administración fue fundamentada, sin que con ello, se satisfaga el núcleo esencial del derecho fundamental de petición: la pronta resolución, con todo lo que ella implica. No le era dado a la entidad demandada excusar su falta de diligencia para resolver el recurso en mención, remitiendo un proyecto de resolución, en el que, supuestamente, se resolvía el recurso presentado, pues él, aún no había sido comunicado a la interesada y, por tanto, ésta no podía saber si sus pretensiones habían sido acogidas o, por el contrario debía acudir a otras instancias para que aquéllas le fueran reconocidas. Ref.: Expediente T-39.968 Demandante: Stella del Campo Sánchez contra Caja Nacional de Previsión Social Procedencia: Juzgado 26 Civil del Circuito de Bogotá Magistrado Ponente: Dr. JORGE ARANGO MEJIA Sentencia aprobada en Santafé de Bogotá, D.C. en sesión de la Sala Primera de Revisión de la Corte Constitucional, a los veintisiete (27) días del mes de junio de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Primera de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Jorge Arango Mejía, Antonio Barrera Carbonell, Eduardo Cifuentes Muñoz, decide sobre el fallo proferido por el Juzgado Veintiseis Civil del Circuito de Santafé de Bogotá, en el proceso de tutela promovido por Stella del Campo Sánchez en contra de la Caja Nacional de Previsión Social. El expediente llegó a la Corte Constitucional, por remisión que hizo el Juzgado Veintiseis Civil del Circuito de Santafé de Bogotá, en virtud de lo ordenado por el artículo 31 del decreto 2591 de 1991. La Sala de Selección de la Corte eligió, para efectos de su revisión, el expediente de la referencia. I. ANTECEDENTES La actora, a través de apoderada, presentó demanda de tutela ante el Juzgado Civil del Circuito (reparto) de Santafé de Bogotá, en contra de la Caja Nacional de Previsión, por las razones que se exponen a continuación: A. Hechos: 1. La Caja Nacional de Previsión le reconoció a la actora, una pensión de jubilación gracia, a través de la resolución 45584 de 1993, y notificada el 14 de marzo de 1994. 2. La actora, a través de apoderada, presentó el 15 de marzo de 1994, recurso de reposición y subsidiario de apelación, en contra de la mencionada resolución, puesto que la entidad demandada se había equivocado en los factores salariales tomados en cuenta para elaborar la correspondiente liquidación. 3. Hasta la fecha de presentación de la acción de tutela, mayo 10 de 1994, la entidad acusada no había emitido pronunciamiento alguno. B. Derechos presuntamente vulnerados. La actora, considera como vulnerados, el derecho a la seguridad social de las personas de la tercera edad, y el derecho al pago oportuno de la pensión de jubilación. C. Pretensión Solicita se ordene a la Caja Nacional de Previsión Social emita el acto administrativo que resuelva el mencionado recurso, y, en consecuencia, la inclusión en nómina y el pago de las mesadas adeudadas, desde el reconocimiento de la respectiva pensión. D. Actuación procesal El Juzgado, una vez asumido el conocimiento de la acción de tutela de la referencia, solicitó a la Subdirectora de Prestaciones Económicas de la Caja Nacional de Previsión Social, un informe sobre el trámite dado al recurso presentado por la apoderada de la demandante, y los motivos por lo que aún no se ha resuelto. . El doctor José Alejandro Beltrán Aristizábal, Coordinador de Asuntos Judiciales de la Caja de Previsión informó, por medio del oficio número 4899, de mayo 23 de 1994, que el expediente respectivo se encontraba en el centro de cómputo de la entidad, en donde se estaba procesando la resolución que resolvía el recurso presentado por la apoderada de la actora, el cual, una vez revisado, sería numerado y comunicado a la interesada. Adjuntó para el efecto, copia del proyecto de resolución que resuelve el recurso. E. Sentencia de única instancia Mediante sentencia del 25 de mayo de 1994, el Juzgado Veintiseis Civil del Circuito de Santafé de Bogotá, NEGO la tutela solicitada. En concepto del juzgado de conocimiento, el supuesto fáctico que dio origen a la tutela de la referencia dejó de existir, pues de la comunicación enviada por uno de los funcionarios de la entidad demandada, ya no existe derecho fundamental que proteger, porque el ente acusado demostró que tiene elaborado un proyecto de resolución, en el que se resuelve el recurso presentado por la apoderada de la demandante. Como el fallo no fue impugnado, se remitió a la Corte, para su eventual revisión. II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL Primera. Competencia La Corte Constitucional es competente para decidir este asunto, en virtud de lo dispuesto por los artículos 86 y 241, numeral 9, de la Constitución, en concordancia con las normas pertinentes del decreto 2591 de 1991. Segunda. Aclaración previa Una vez seleccionado el proceso de la referencia, el Magistrado sustanciador encontró que la demandante dentro del proceso de la referencia, no había otorgado poder a su apoderada para instaurar acción de tutela contra la Caja Nacional de Previsión Social. En consecuencia, la Sala Primera de Revisión, por auto del cuatro (4) de noviembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), ordenó devolver el proceso al Juzgado Veintiseis Civil del Circuito de Santafé de Bogotá, para que pusiera en conocimiento tanto de la Caja Nacional de Previsión como de la señora Stella del Campo de Sánchez, la nulidad que se presentaba dentro del proceso, por la indebida representación de ésta última, de conformidad con el numeral 7o., del artículo 140 del Código de Procedimiento Civil, con la advertencia que, de no alegarse la nulidad, la misma quedaría saneada. Entre las razones esgrimidas por la Sala, para exigir el respectivo poder, se pueden destacar las siguientes: “... quien realiza una solicitud en nombre de otra persona, debe acreditar la facultad con lo que lo hace y el juzgador no podrá dar viabilidad al proceso sin el cumplimiento de dicho requisito. En consecuencia, el poder para iniciar el proceso, cuando se actúe por medio de apoderado, constituye anexo de la demanda y su ausencia, según las normas señaladas, es causal de inadmisión de la misma. “... “Con base en lo anterior, quien manifieste actuar en nombre de otra persona, debe probar el mandato judicial conferido, a través del poder expresamente otorgado para el efecto. Ahora, como la acción de tutela no requiere para su ejercicio de apoderado, artículo 86 de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 1, 10 y 14 del decreto 2591 de 1991, cuando una persona actúa por medio de mandatario judicial, las circunstancias procesales cambian, por cuanto en este evento, se hace necesario acompañar a la demanda, el poder por medio del cual se actúa”. El Juzgado Veintiseis Civil del Circuito puso en conocimiento de las partes la nulidad detectada por la Corte Constitucional, sin que las partes interesadas la hubiesen alegado, razón por lo que la misma fue saneada y, el expediente remitido nuevamente a esta Corporación, para la revisión del fallo correspondiente. Tercera. El caso concreto A pesar de que la demandante considera como vulnerados sus derechos a la seguridad social y al pago oportuno de su pensión, la Sala encuentra que el derecho vulnerado, en este caso, fue el de petición, cuyo desconocimiento pudo producir la vulneración de los derechos indicados por la actora. Así las cosas, el estudio del presente caso, se concretará a determinar si la actuación de la entidad acusada desconoció este derecho. Esta Corporación, en distintos fallos, ha señalado que el núcleo esencial del derecho de petición lo conforma no sólo una pronta respuesta, la cual deberá resolver de fondo el asunto planteado, sino que la misma se produzca en los términos establecidos por la ley, así como por el hecho de que sea efectivamente comunicada al peticionario, pues surte el mismo efecto que la administración elabore una respuesta en término, sin notificar al interesado de su contenido, que el hecho de no contestarla o hacerlo en forma tardía. Así, pues, no le es dable a la administración exonerarse de su obligación de responder en tiempo las peticiones que le sean elevadas argumentando que ya tiene elaborado un proyecto de respuesta o, que la misma se produjo pero que el solicitante aún no la conoce, pues en ambos eventos existe desconocimiento del derecho de petición. Igualmente, y para efectos del caso en estudio, es necesario recordar que cuando se hace uso de los recursos que la ley tiene establecidos para controvertir directamente las decisiones de la administración ésta, en cumplimiento de los derechos de petición y del debido proceso, debe resolverlos prontamente, pues, en últimas, los recursos contra los actos de la administración no son sino una petición, cuyo objeto radica en solicitarle a ésta que modifique, revoque o adicione una decisión suya, por tanto, está obligada a resolverlos en un término razonable. En relación con el término con que cuenta la administración para resolver los recursos, esta Corporación ha establecido lo siguiente: “... si bien el Código Contencioso no fija un término preciso dentro del cual se deban resolver los recursos, pues parece existir cierta discrecionalidad para que el funcionario, dada la naturaleza del asunto, resuelva,   sí  se ha establecido en él  una ficción  que le permite al recurrente presumir que las razones en las que fundamentaba su solicitud de aclaración, modificación o revocación, han sido negadas. Veamos: El artículo 60 del Código Contencioso administrativo, consagra la figura del silencio administrativo, en tratándose de recursos, en los siguientes términos: " Transcurrido un plazo de dos (2) meses contado a partir de la interposición de los recursos de reposición o de apelación sin que se haya notificado decisión expresa sobre ellos, se entenderá que la decisión es negativa. "... "La ocurrencia del silencio administrativo negativo previsto en el inciso 1o. no exime a la autoridad de responsabilidad; ni le impide resolver mientras no se haya acudido ante la jurisdicción en lo contencioso administrativo." “Igualmente, de algunas de las normas del Código Contencioso se puede deducir que el término de que goza la administración para resolver los recursos, no es  tan discrecional como podría imaginarse, veamos: "Artículo 56: Los recursos de reposición y de apelación siempre deberán resolverse de plano, a no ser que al interponerse este último se haya solicitado la práctica de pruebas, o que el funcionario que ha de decidir el recurso considere necesario declararlas de oficio." " Artículo 58: Cuando sea del caso practicar pruebas, se señalará para ello un término no mayor de treinta (30) días, ni menor de diez (10). Los términos inferiores a treinta (30) días podrán prorrogarse una sola vez, sin que con  la prórroga el término exceda de treinta (30) días. "..." " Artículo 59: Concluído el término para practicar pruebas, y sin necesidad de auto que así lo declare, deberá proferirse la decisión definitiva. (...) "..." “Como puede observarse, la administración no puede demorar la decisión de un recurso, más allá de los términos con que cuenta para la práctica de pruebas,  es decir, treinta  (30) días, cuando  el asunto no amérite medio probatorio alguno, y de ser las pruebas  necesarias, un término prudencial que consulte las cargas mismas de la administración, término que debe ser razonable. Razonabilidad que se apreciará en cada caso, y que dependerá, en últimas, de la naturaleza del asunto recurrido”. (negrilla fuera de texto) (Cfr. Sala Primera de Revisión, Sentencia T-304 de 1994 Así las cosas, la Administración está obligada a resolver en un término prudencial y razonable los recursos que le sean presentados, y no puede exonerarse de esa obligación, argumentando la inexistencia de una norma que le fije un término exacto en el cual debe hacerlo. En el caso en estudio, la solicitud de tutela fue presentada cuando habían transcurrido más de cuarenta (40) días desde que se presentó el recurso de reposición, mayo 10 de 1994, fecha para la cual, la entidad demandada no había recaudado prueba alguna, pues los elementos probatorios fueron aportados por la recurrente, como anexos de su recurso.  Así las cosas, y con fundamento en los criterios señalados por la jurisprudencia de esta Corporación en esta materia, es evidente que la Caja Nacional de Previsión desconoció el derecho de petición de la actora, al no resolver, en un término razonable, el recurso de reposición interpuesto por su apoderada, en contra de la Resolución que le reconoció la pensión de jubilación, pero por un monto menor al que realmente tenía derecho. Igualmente, es necesario recordar que en casos como el que aquí se analiza, la acción de tutela es el mecanismo idóneo para obtener la protección del derecho de petición, pues la posibilidad de recurrir el acto ficto de la administración producto de su silencio, no es sino un mecanismo que le permita al interesado acudir ante una instancia judicial para que ella entre a definir si la negativa de la administración fue fundamentada, sin que con ello, se satisfaga el núcleo esencial del derecho fundamental de petición: la pronta resolución, con todo lo que ella implica. Finalmente, no le era dado a la entidad demandada excusar su falta de diligencia para resolver el recurso en mención, remitiendo un proyecto de resolución, en el que, supuestamente, se resolvía el recurso presentado, pues él, aún no había sido comunicado a la interesada y, por tanto, ésta no podía saber si sus pretensiones habían sido acogidas o, por el contrario debía acudir a otras instancias para que aquéllas le fueran reconocidas. Así las cosas, se ordenará a la Caja Nacional de Previsión que, en el término de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la notificación de esta providencia, resuelva el recurso de reposición presentado por la apoderada de la señora Stella del Campo de Sánchez, en contra de la resolución 45584 del 20 de diciembre de 1993, si para la fecha de la notificación, aún no ha emitido ningún pronunciamiento al respecto. III. DECISION En mérito de lo expuesto, la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE Primero: REVOCASE la sentencia del Juzgado Veintiseis Civil del Circuito de Santafé de Bogotá, de fecha veinticinco (25) de mayo de mil novecientos noventa y cuatro (1994), por las razones aquí expuestas, y, en su lugar CONCEDESE la tutela solicitada. En consecuencia ORDENASE a la Caja Nacional de Previsión Social resolver, en el término de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la notificación de esta providencia, el recurso de reposición presentado por la apoderada de la señora Stella del Campo Sánchez, contra la resolución 45584 del 20 de diciembre de 1993, si para la fecha de la notificación, aún no lo ha resuelto. Segundo: Por Secretaría General, REMITANSE el expediente de tutela y este fallo, al Juez Veintiseis Civil del Circuito de Santafé de Bogotá, para los efectos consagrados en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991. Notifíquese, cópiese, publíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. JORGE ARANGO MEJIA Magistrado ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-275-95 Sentencia No Sentencia No. T-275/95 PERSONA JURIDICA-Derechos de los que no puede ser titular La jurisprudencia de la Corte ha sido constante en el sentido de que existen algunos derechos fundamentales que sólo se predican con respecto a las personas naturales, no de las personas jurídicas. Los derechos a la intimidad personal y a la honra solamente se reconocen al ser humano, pues son atributos propios de éste, inherentes a su racionalidad, inalienables, imprescriptibles y connaturales con el reconocimiento de su dignidad; por consiguiente, las personas jurídicas, entes de gestión colectiva jurídica y económica no pueden ser titulares de dichos derechos. A este tipo de personas se les han reconocido jurisprudencialmente, entre otros, los siguientes derechos constitucionales fundamentales: igualdad,  inviolabilidad de la correspondencia y demás formas de comunicación privada (art. 15), libre asociación y debido proceso. No tiene cabida en el presente caso, la consideración del derecho fundamental al buen nombre, pues tratándose de una sociedad anónima, como es la peticionaria, no podría predicarse con respecto a ella un derecho de esta naturaleza, protegible a través de la tutela, pues lo que podría denominarse el derecho a su imagen o good will tiene sus propios y autónomos mecanismos de protección. SILENCIO ADMINISTRATIVO POSITIVO/CERTIFICADO DE CARENCIA DE INFORMES SOBRE NARCOTRAFICO El silencio administrativo positivo en esta clase de actuaciones esta consagrado en el sentido de que si pasados 60 días a partir de la solicitud o petición del certificado de carencia de informes sobre narcotráfico no se obtiene respuesta alguna, esta se entiende resuelta favorablemente, y por consiguiente obliga a la Dirección Nacional de Estupefacientes a expedirlo. Aún cuando se impone la obligación a la administración de decidir la petición en la fecha indicada, sin embargo el silencio sólo opera al término de los 60 días. ISLEÑA DE AVIACION-Suspensión de permiso de operación/MEDIO DE DEFENSA JUDICIAL/PERJUICIO IRREMEDIABLE-Inexistencia La peticionaria posee otros medios alternativos de defensa judicial ante la justicia penal y la jurisdicción de lo contencioso administrativo, que hace improcedente la acción de tutela. Los referidos actos, dada la intima relación de las situaciones jurídicas que crean o definen, pueden ser impugnados en su conjunto ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo, mediante la acción de nulidad y restablecimiento del derecho. Ni siquiera procede la tutela como mecanismo transitorio en el presente caso, pues no se aprecia la existencia de un perjuicio irremediable. REFERENCIA: Expediente T-57638. PETICIONARIO: Sociedad Isleña de Aviación S.A. PROCEDENCIA: Juzgado 39 Penal del Circuito Santafé de Bogotá D.C. TEMA: Naturaleza y razonabilidad de la negación o no renovación del certificado de carencia de informes por tráfico de estupefacientes por parte de la Dirección Nacional de Estupefacientes y de la suspensión del permiso de operación por parte de la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil. MAGISTRADO PONENTE: ANTONIO BARRERA CARBONELL. Aprobada en Santafé de Bogotá D.C., a los veintisiete (27) días del mes de junio de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados ANTONIO BARRERA CARBONELL, EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Y CARLOS GAVIRIA DIAZ, revisa el proceso de la acción de tutela presentada por la Sociedad "Isleña de Aviación S.A.", contra la Fiscalía General de la Nación, la Dirección Nacional de Estupefacientes y de la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil. I. ANTECEDENTES. 1. La petición de tutela. En escrito que consta de 18 folios, sin constancia de la fecha de su recibo ni de reparto, la Sociedad "Isleña de Aviación S.A.", a través de su apoderada general Lina María Rueda Martínez, promovió acción de tutela contra la Fiscalía General de la Nación, la Dirección Nacional de Estupefacientes y de la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil, en nombre de dicha sociedad "y como agente oficioso de sus socios, miembros de cuerpos directivos y empleados afectados". Mediante providencia del 27 de septiembre de 1994, el Juzgado 88 Penal Municipal de Santafé de Bogotá dispuso darle trámite a la tutela impetrada. Por lo tanto, a juicio de la Sala y ante la ausencia de cualquier referencia cierta al respecto, se debe tomar como fecha de presentación del escrito de tutela la anteriormente mencionada. La tutela impetrada por la peticionaria, en la calidad anotada, persigue para sus representados el amparo de los derechos fundamentales a la igualdad (art. 13 C.P.), a la imagen (art. 15 C.P), a la honra (art. 17 C.P.), de petición (art. 23 C.P.), al trabajo (art. 25 C.P.), al debido proceso (art. 29 C.P.), y a la libre asociación (art. 38 C.P.), bien como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable o definitivo. Consecuencialmente solicita: 1. Ordenar a la Dirección Nacional de Estupefacientes: 1.1. Eliminar de sus registros los nombres de Cecilia Serna Navarro, Nicolás Fernando Serna, Luciano Antonio Maldonado, Oscar Darío Velásquez, Oscar Londoño Henao, Luis Hernán Longas, Francisco J. Londoño, Julio Enrique Moncada, María del Socorro Hurtado de Builes, Manuel Alberto Builes, Jorge Mario Builes, Tulia Londoño de Osorno, Stella Saba López, Juan Manuel Galvez V. y de la persona jurídica Isleña de Aviación S.A., que poseen informes por tráfico de estupefacientes. 1.2. La revocación de la resolución No. 01147 del 8 de julio de 1994. 1.3. La expedición del certificado de carencia de informes por tráfico de estupefacientes para la obtención del permiso de operación a la sociedad Isleña de Aviación y otro, sin finalidad específica, para sus socios y miembros de organismos directivos. 1.4.  La publicación "en ediciones de primera plana de la prensa escrita y en horario clase A de radio y televisión de que respecto de la calidad de poseedores por tráfico de estupefacientes de Isleña de Aviación  S.A., sus socios y organismos directivos". 2. Ordenar a la Unidad Administrativa de Aeronáutica Civil: 2.1. La revocación de la resolución No. 04438 del 15 de julio de 1994, la concesión del correspondiente permiso de operación a la Sociedad Isleña de Aviación S.A. y el otorgamiento  de permisos provisionales para suplir las condiciones técnicas y económicas perdidas en razón de la suspensión de actividades, con miras a recuperar su equilibrio económico. 2.2. La rectificación de las publicaciones hechas por los medios de comunicaciones, con ocasión de la expedición de la resolución No. 04438 del 15 de julio de 1994, indicando que tanto Isleña de Aviación S.A. como sus socios poseen certificado de carencia de informes por tráfico de estupefacientes. 3. Ordenar al Fondo Aeronáutico Nacional la concesión de una moratoria para el pago de las deudas pendientes, a cargo de Isleña de Aviación. 4. Condenar a los demandados al pago de los perjuicios causados. 2. Hechos. Relata la accionante que Isleña de Aviación S.A. se constituyó primeramente en julio 14 de 1993 como una sociedad de responsabilidad limitada, transformándose luego en diciembre 22 de ese mismo año en anónima. Mediante la resolución No. 9532 del 5 de noviembre de 1993, emanada del Departamento Administrativo de la Aeronáutica Civil obtuvo permiso de operación e inició las actividades comerciales que constituyen su objeto social. La compañía obtuvo utilidades netas durante los meses de noviembre y diciembre de 1993 por $154.361.494.00, con una sola aeronave y movilizó 12.956 pasajeros en sus diferentes rutas. Posteriormente aumentó su capacidad de operación a dos aeronaves y logró movilizar 66.515 pasajeros hasta el mes de julio de 1994. A partir del 23 de junio de 1994, una serie de publicaciones de prensa, radio y televisión y precipitadas declaraciones del Director de Aerocivil y de la Dirección Nacional de Estupefacientes, desembocaron en una sucesión de actos administrativos que se dieron a conocer a la opinión pública, los cuales generaron una cadena de hechos y decisiones por parte de los usuarios, proveedores, promotores, entidades bancarias y comerciales, entidades oficiales y del público en general, que afectaron los intereses de la sociedad, tales como la orden de la Asociación Nacional de Agencias de Turismo (ANATO), a sus afiliados para que suspendieran el pago de reportes de ventas (tiquetes turísticos) a la compañía, siguiendo con la suspensión total de los créditos de gasolina, sobregiros bancarios, suministro de alimentos a bordo, servicio de repuestos y mantenimiento y arrendamiento de oficinas. Lo anterior obligó a la compañía a suspender temporalmente más del 90% del personal, efectuar forzosos desembolsos por prestaciones sociales, perder el ritmo de fluidez de caja y liquidez necesaria para sus operaciones, padecer la renuncia de la totalidad del personal de operaciones aéreas, a incurrir en mora en el pago de las cuentas y a solicitar su declaratoria en concordato potestativo preventivo, lo cual conlleva un concordato liquidatorio. La Sociedad Isleña de Aviación tenía proyecciones y contratos de transporte vendidos hasta el 31 de diciembre de 1994, con un estimativo de movilización de 49.300 pasajeros en los últimos 5 meses del año, a lo cual se ha visto precisada a renunciar. La situación descrita conllevó la suspensión de las operaciones comerciales y aéreas de la empresa. La Dirección Nacional de Estupefacientes mediante resolución No. 1147 del 8 de julio de 1994, anuló unilateralmente los certificados números 1771 y 1772 del 21 de septiembre de 1993, de carencia de informes por tráfico de estupefacientes, con fundamento en la existencia de un informe emitido por la Fiscalía Regional, según oficio No. 557 de julio 07 de 1994, en el cual se relaciona a la aerolínea de Isleña de Aviación S.A. como infractora de la ley 30 de 1986. Dicha Dirección informó de tal decisión a los diferentes medios de comunicación y de ésta manera arrasó con la imagen, honor y buen nombre de la compañía. La referida resolución además, se comunicó a la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil, sin haberse notificado al representante legal de la Compañía señor Pedro Juan Mesa Rodríguez. La decisión contenida en la mencionada resolución ignoró, de una parte el derecho de petición de la empresa ejercido mediante escrito del 22 de junio de 1994, en el cual se solicitó la certificación sobre carencia de informes por tráfico de estupefacientes y, por otra,  desconoció el silencio administrativo positivo, (art. 93 de la ley 30/86, modificado por el art. 7o. del Decreto 2272 de 1991), que se había operado en favor de aquélla. El representante legal de Isleña de Aviación cumplió con el trámite previsto en el artículo 42 del C.C.A., tendiente a constituir la prueba de la operancia del silencio administrativo positivo al protocolizar la referida petición en la Notaría 39 del círculo de Bogotá, mediante la escritura pública No. 1910 del 2 de agosto de 1994. Sin embargo, la Dirección Nacional de Estupefaciente ha omitido expedir el certificado de carencia de informe por tráfico de estupefacientes. Según resolución No. 04438 del 15 de julio de 1994 la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil, suspendió el permiso de operación de Isleña de Aviación S.A., con fundamento en que es requisito para el otorgamiento de dicho permiso el certificado de carencia de informes por tráfico de estupefacientes. El acto contenido en la resolución No. 04438, es arbitrario e ilegal, porque su antecedente la resolución No. 01147, emanada de la Dirección de Estupefacientes no fue notificado en legal forma. Es decir, que la resolución primeramente nombrada fue expedida prematuramente, pues para dictarla se requería de la previa notificación de la resolución  No. 01147. Con fecha agosto 10 de 1994 se interpusieron los recursos de reposición y de apelación contra la resolución No. 04438 del 15 de julio de 1994, a los cuales no se les ha dado trámite. En la misma fecha la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil tuvo conocimiento de la existencia de la escritura pública No. 1910 del 2 de agosto de 1994, que prueba el silencio administrativo positivo en favor de la empresa. Por lo tanto, debió proceder de inmediato a la revocación de dicha resolución y a restablecer su permiso de operación. 3. Fallos que se revisan. 3.1. Primera Instancia. El Juzgado 88 Penal Municipal, de Santafé de Bogotá D.C., mediante providencia del 7 de octubre de 1994, resolvió tutelar los derechos fundamentales al debido proceso, a la intimidad y a la honra de la sociedad y de sus socios, y condenó a los demandados en abstracto al pago de perjuicios. Los argumentos del juzgado se sintetizan así: Estima el juzgado que se vulneraron a los interesados los aludidos derechos, porque no se tomó con prudencia y con el adecuado fundamento legal la resolución de la Dirección Nacional de Estupefacientes, a través de la cual se anuló unilateralmente el certificado de carencia de informes por el delito de narcotráfico y, además, que existe un error de interpretación por parte de la mencionada dirección, al asumir que el oficio 557 emitido por la Fiscalía Regional Delegada ante el DAS era una solicitud y no una simple información. Censura el juzgado el proceder de la dirección, cuando dice: ".... actuó ligeramente sin percatarse de la solicitud que se le planteaba, máxime que como se finiquitó de la inspección judicial, este es un ente administrativo cuya función no es la de registrar datos de personas naturales o jurídicas vinculadas con el narcotráfico u otros delitos de los cuales tienen facultades de prevención...". "Como bien lo advierte la Dra. Sonia Ramírez Díaz en su libelo, y en calidad de jefe de oficina de estupefacientes, la Dirección de esa oficina tiene como atribución la de abstenerse de expedir el certificado de carencia de informes de narcotráfico cuando los informes de los organismos de seguridad del estado hayan sido reportados en forma fundamentada. Esta situación no es palpable del oficio que remite la Fiscalía Regional ante el DAS, porque como afirmamos fuera de la mala redacción donde el inicio es una solicitud y el final es un presunto informe según la Oficina de Estupefacientes, cómo se puede tomar como fundamento su contenido?...". Con respecto a la publicidad de las medidas adoptadas, en cuanto influyeron negativamente tanto en la empresa como en sus socios y fueron determinantes de la violación de sus derechos a la intimidad y a la honra, dijo el juzgado: "Es conducente entonces, afirmar que la presunta divulgación de los hechos que generan la inoperabilidad de la empresa ISLEÑA DE AVIACION recayó injustamente en sus coasociados que observan como ésta se subsume a la atadura de brazos, generando consecuencialmente el descalabro laboral que pueda presumirse e invocado por la actora. De esta manera concluimos que se viola el derecho de la intimidad y el derecho a la honra cuando se presenta una imagen diferente ante la sociedad de las personas cuestionadas públicamente.." Finalmente para despachar favorablemente la pretensión de condena en abstracto por los perjuicios causados a los interesados, el juzgado lacónicamente fundamenta dicha condena en lo siguiente: "Para el caso de marras, se ha causado perjuicios de índole material y moral a la empresa ISLEÑA  DE AVIACION S.A. y sus coasociados, debiéndose entonces condenar a la DIRECCION NACIONAL DE ESTUPEFACIENTES adscrita AL MINISTERIO DE JUSTICIA por la violación de los derechos fundamentales como: el debido proceso, la intimidad y la honra. Para este caso se fija como daño emergente, el causado desde el momento en que dejó de operar la empresa ISLEÑA DE AVIACION S.A. en sus vuelos de rutina hasta el día en que la DIRECCION NACIONAL DE ESTUPEFACIENTES emita su pronunciamiento por ordenarse y la UAE de la   AERONAUTICA CIVIL" 3.2. Segunda Instancia. Por medio de sentencia fechada el 25 de noviembre de 1994, el juzgado 39 Penal del Circuito de Santafé de Bogotá resolvió confirmar la sentencia del 7 de octubre de 1994, proferida por el Juzgado 88 Penal Municipal de esta ciudad, con base en las siguientes consideraciones esenciales: "... lo que sí es de bulto es que los actos administrativos contenidos en las resoluciones números 1147 de julio 8 de 1994 y 04438 de julio 15 del mismo año, la primera de la Dirección Nacional de Estupefacientes y la otra de la jefe de la Oficina de Transporte Aéreo de la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil, se ejecutaron sin esperar la conclusión de los procedimientos administrativos...". "La diligencia de inspección judicial realizada por este despacho y que se resumió en el acápite antecedente, demuestra, sin hesitación alguna, que no se esperó por parte de la administración la ejecutoria de la resolución 04438 de julio 15 de 1994, para su cumplimiento, sino que sin decidir los recursos interpuestos contra la misma, se procedió a su ejecución, con grave e irreversible perjuicio para Isleña de Aviación S.A., y/o socios..". "Luego, si se puso en ejecución unos actos administrativos que por disposición de la propia ley debían estar previamente ejecutoriados y que en su oportunidad habían sido objeto de los recursos legales, se vulneró ostensiblemente el debido proceso que para las actuaciones administrativas ampara el artículo 29 de la C.P., en consonancia con los arts. 62 y 64 del C.C.A.". "Finalmente, en cuanto hace a la determinación de condenar en abstracto a la Nación, Dirección de Estupefacientes, adscrita al Ministerio de Justicia, al pago de la indemnización de perjuicios, la misma se sujeta a los parámetros del art. 25 del Decreto 2591 de 1991, ya que su finalidad es asegurar el goce efectivo del derecho, así como las costas del proceso...". III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE. 1. Competencia. En atención a lo dispuesto por los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política, en armonía con los artículos 33, 34 y 35 del Decreto- ley 2591 de 1991, la Sala es competente para conocer en grado de revisión sobre el asunto materia de la referencia. 2. Legitimación para promover la tutela. La Sala estima que la abogada Lina María Rueda Martínez, en su condición de apoderada general, se encuentra legitimada para promover la acción de tutela en representación de la Sociedad Isleña de Aviación. En cambio, no considera la Sala que exista dicha legitimación para promover la referida acción como agente oficioso de los socios de la empresa, ni de las personas indeterminadas -miembros de cuerpos directivos y empleados de dicha sociedad- presuntamente afectados con las decisiones de la Dirección Nacional de Estupefacientes y de la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil, por cuanto en el caso concreto el agenciamiento de derechos ajenos no reúne los requisitos del inciso 2 del art. 10 del decreto 2591 de 1991, pues ni se ha afirmado ni mucho menos demostrado que las mencionadas personas no estén en condiciones de promover su propia defensa. Además, el ejercicio de la acción de tutela supone que quien demanda sea una persona determinada o fácilmente determinable, a efectos de establecer si existió la violación o amenaza de violación de un derecho fundamental en cabeza de un sujeto concreto y si procede el amparo solicitado. 3. Pruebas incorporadas al proceso. Obran en el proceso, entre otras, las siguientes pruebas: a) Escrito dirigido por el señor Juan Mesa Rodríguez en calidad de representante legal de la Sociedad Isleña de Aviación S.A. a la Dirección Nacional de Estupefacientes, con fecha 22 de junio de 1994, en el cual solicita la renovación del "certificado de carencia de informe por tráfico de estupefacientes, para permiso de operaciones de empresa colombiana de transporte aéreo...". b) Oficio No. 557 de julio 7 de 1994, dirigido por la Fiscalía General de la Nación -Fiscalía Regional Delegada ante el DAS- al Director Nacional de Estupefacientes, doctor Gabriel De La Vega, en el cual se destaca el siguiente aparte: "Por medio de la presente me permito solicitarle a usted, ordene a quien corresponda se suministre a esta Fiscalía Regional Delegada ante el DAS, toda la información concerniente a las personas naturales y jurídicas, y los documentos donde estas personas aparecen así: "1-. ISLEÑA DE AVIACION. Nit. 800. 202. 269 y 567. 0900900". "A. SOCIOS 1. Carlos Fernando Gaona Parada C.C. No. 70. 113.857. 2. Juan Manuel Galvez Vengoechea C.C. No. 17. 323.677. 3. Inversiones Builes Hurtado y Cía. Nit. 80. 00800. 155. Estella Saba López. Tulia Londoño de O. María del Socorro Hurtado de Builes. 4. Inversiones Navarro y Cía. Nit. 234. 090234-1. Cecilia Serna Navarro, Nicolás Fernando Serna Navarro, Luciano Antonio Maldonado Bohórquez, Oscar Darío Velásquez Rodríguez, Oscar Londoño Henao, Luis Fernando Longas Zuleta, Francisco José Londoño Rivera, Julio Enrique Moncada Muñoz, Manuel Alberto Builes Hurtado, Jorge Mario Builes Hurtado". (...) "Lo anterior se requiere para que obre dentro de la preliminar de la referencia que adelanta esta Fiscalía, por los presuntos delitos de ENRIQUECIMIENTO ILICITO, DE PARTICULARES Y TESTAFERRATO, relacionado con las Aerolíneas de ISLEÑA DE AVIACIÓN S.A. y AEROCARGA S.A., la cual (sic) existe información que estas son utilizadas para realizar actos ilícitos relacionadas con la INFRACCION A LA LEY 30 DE 1986 y otros". c) Resolución No. 1147 de julio 8 de 1994, expedida por la Dirección Nacional de Estupefacientes por medio de la cual se anulan unilateralmente los certificados de carencia de informes por tráfico de estupefacientes Nos. 1771 y 1772 de fecha 21 de septiembre de 1993, en favor de la Sociedad Isleña de Aviación S.A. d) Oficio No. 010417 del 15 de julio de 1994, originario de la Dirección Nacional de Estupefacientes, mediante el cual se informa al doctor Carlos Gaona Parada, a quien se señala como representante legal de la Sociedad Isleña de Aviación S.A., donde se le informa que debe presentarse a recibir la notificación de la resolución No. 1147 de 1994, expedida por dicha Dirección. El mencionado oficio fue dirigido a la calle 86 No. 20-21 oficina 502, de esta ciudad, sitio indicado en el certificado de la Cámara del Comercio y registrado en la Dirección Nacional de Estupefacientes como lugar para recibir notificaciones. e) Poder conferido por Carlos Fernando Gaona Parada al abogado Alvaro Rodríguez Torres el día 18 de julio de 1994 y dirigido a la Dirección Nacional de Estupefacientes, en el cual se faculta a éste para "notificarse de la resolución correspondiente a la revocatoria del certificado de carencia de informes por tráfico de estupefacientes otorgado al suscrito por esas dependencias", en el cual se expresa, además, lo siguiente: "lo anterior con fundamento en la comunicación que me fue enviada en días pasados". Existe constancia de que el referido poder fue presentado en la fecha indicada en la Dirección Nacional de Estupefacientes. f) Resolución No. 04438 de julio 15 de 1994, en virtud de la cual la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil resolvió suspender el permiso de operación concedido a la Sociedad Isleña de Aviación S.A., mediante resolución No. 9532 del 5 de noviembre de 1993. g) Edicto de fecha 28 de julio de 1994, mediante el cual la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil notificó la resolución No. 04438 del 15 de julio de 1994. Dicho edicto fue desfijado el 19 agosto de 1994. h) Escrito contentivo del recurso de reposición y subsidiario de apelación instaurado por la Sociedad Isleña de Aviación S.A., el día 18 de agosto de 1994 contra el acto administrativo mencionado en el literal anterior. i) Oficio 013910 de agosto 30 de 1994 enviado por la Dirección Nacional de Estupefacientes al señor Pedro Juan Mesa Rodríguez, representante legal de la Sociedad Isleña de Aviación S.A, a la dirección de la Calle 86 No. 20-21 Of. 502 de esta ciudad, en donde se le responde su petición de junio 22 de 1994, radicada bajo el número 146, que en su parte pertinente dice: "...al respecto me permito informarle que su solicitud no puede ser atendida por cuanto a la citada empresa mediante resolución No. 1147 del pasado 8 de julio del año en curso, se le anularon los certificados de carencia de informes por tráfico de estupefacientes Nos. 1771 y 1772 de fecha 21 de septiembre de 1993". "Teniendo en cuenta que la resolución citada aún se encuentra vigente, no podemos darle trámite a su solicitud, hasta tanto no se desvirtúen los informes debidamente fundamentados que dieron origen a tal decisión". j) Original del sobre contentivo del oficio 013910, antes relacionado, con la constancia de devolución puesta por Adpostal. k) Oficio No. 239 de septiembre 29 de 1994 enviado por la Dirección Regional de Fiscalías de Santafé de Bogotá, Unidad especializada en preliminares, al Juzgado 88 Penal Municipal de esta ciudad, en donde expresa, en uno de sus apartes, lo siguiente: "Bajo la radicación No. 22. 809 se lleva en esta Dirección Regional de Fiscalías una INVESTIGACION PREVIA en contra de AVERIGUACION DE RESPONSABLES por la presunta infracción a la ley 30/86, ENRIQUECIMIENTO ILICITO Y TESTAFERRATO". (...) "Mediante Resolución de fecha junio 22 de 1994 proferida por el Sr. Fiscal Regional Delegado ante el DAS se ordenó el allanamiento de varias de las empresas relacionadas en el informe de inteligencia ya citado, dentro de las cuales se incluía las oficinas de ISLEÑA DE AVIACION LTDA". (...) "Por lo anterior y efectuada una revisión detallada de las diligencias podemos concretar que en este momento procesal no existe ninguna imputación legal en contra de las personas naturales y jurídicas relacionadas en su oficio No. 1473". "Que en los allanamientos realizados en la oficina e instalaciones de la empresa ISLEÑA DE AVIACION LTDA. (sic) no existe constancia de haberse ordenado la retención de alguna aeronave o que se halla dispuesto el sellamiento o inoperabilidad de sus oficinas...". "En este momento las diligencias se encuentran al Despacho del Señor Fiscal Regional que dirige la presente investigación para proveer". m) Resolución No. 1741 de octubre 11 de 1994 de la Dirección Nacional de Estupefacientes que revocó la resolución No. 1147 del 8 de julio de 1994, la cual había anulado los certificados de carencia de informe por tráfico de Estupefacientes Nos. 1771 y 1772 del 21 de septiembre de 1993, expedidos a favor de la Sociedad Isleña de Aviación S.A., en obedecimiento al fallo de tutela proferido por el Juzgado 88 Penal Municipal de Santafé de Bogotá. En la resolución primeramente nombrada se expide el "certificado de carencia de informe por tráfico de estupefacientes para obtener el permiso de operación a favor de la Sociedad Isleña de Aviación S.A., por solicitud del pasado 22 de junio de 1994, con una vigencia de sesenta y seis (66) días contados desde el día 7 de octubre de 1994 hasta el día 11 de diciembre de 1994..." n) Resolución No. 06666 de octubre 10 de 1994 de la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil, dictada igualmente en cumplimiento del fallo de tutela de primera instancia, según la cual se  revoca la resolución No. 04438 de fecha 15 de julio de 1994 que suspendió el permiso de operación a la Sociedad Isleña de Aviación S.A., y se concedió un plazo de 4 meses a dicha empresa para que cumpla con los requisitos legales y administrativos necesarios para operar. 4. Los derechos a la intimidad y a la honra no se predican respecto a las personas jurídicas. Dado que la peticionaria de la tutela invoca como violados, entre otros  los derechos fundamentales a la imagen o al buen nombre, a la honra, y al debido proceso, la Sala estima conveniente hacer las siguientes precisiones: La jurisprudencia de la Corte ha sido constante en el sentido de que existen algunos derechos fundamentales que sólo se predican con respecto a las personas naturales, no de las personas jurídicas. Los derechos a la intimidad personal y a la honra solamente se reconocen al ser humano, pues son atributos propios de éste, inherentes a su racionalidad, inalienables, imprescriptibles y connaturales con el reconocimiento de su dignidad; por consiguiente, las personas jurídicas, entes de gestión colectiva jurídica y económica no pueden ser titulares de dichos derechos. A este tipo de personas se les han reconocido jurisprudencialmente, entre otros, los siguientes derechos constitucionales fundamentales: igualdad (art. 13),  inviolabilidad de la correspondencia y demás formas de comunicación privada (art. 15), libre asociación (art. 38) y debido proceso (art. 29). No tiene cabida en el presente caso, la consideración del derecho fundamental al buen nombre, pues tratándose de una sociedad anónima, como es la peticionaria, no podría predicarse con respecto a ella un derecho de esta naturaleza, protegible a través de la tutela, pues lo que podría denominarse el derecho a su imagen o good will tiene sus propios y autónomos mecanismos de protección. 5. La normatividad aplicable a la situación que se debate en el proceso. Las normas que rigen la actuación del Consejo Nacional de Estupefacientes y de la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil, en torno a la prevención y control del tráfico de estupefacientes, vinculado a la actividad que ejercen las empresas aéreas son las siguientes: Conforme a la letra f) del art. 93 de la ley 30 de 1986, correspondía a la Oficina de Estupefacientes del Ministerio de Justicia: "expedir el certificado de carencia de informes por tráfico de estupefacientes en un plazo máximo de sesenta (60) días transcurridos el cual se entenderá resuelta favorablemente la solicitud y por consiguiente se expedirá éste a las personas que adelanten trámites ante el Departamento de la Aeronáutica Civil en forma particular o como miembro de empresa", para diferentes efectos, entre otros, la importación de aeronaves, la adquisición del dominio o cambio de explotador de aeronaves, estudio construcción y reforma de aeródromos o pistas e instalaciones, obtención y renovación del permiso de operación de aeródromos y "solicitud para obtener o renovar permisos de empresas de servicios aéreos comerciales...". Posteriormente se expidió el decreto 2272 de 1991, que adoptó como legislación permanente las disposiciones del decreto legislativo 2894 de 1990, y asignó a la Dirección Nacional de Estupefacientes la coordinación, orientación y ejecución de las determinaciones del Consejo Nacional de Estupefacientes y el cumplimiento de las funciones señaladas en el art. 93 de la ley 30 de 1986, que alude a la expedición del mencionado certificado. La expedición del certificado de carencia de informes por narcotráfico, obedece a un trámite que se encuentra regulado por los artículos 2, 3, 4 y 5 del decreto 2894 de 1990, que está conformado por las siguientes etapas: a) solicitud escrita del certificado ante la Dirección Nacional de Estupefacientes; b) petición de ésta a las autoridades competentes de la "información de los registros debidamente fundamentados que posean, sobre comportamientos relacionados con los delitos de narcotráfico y conexos de enriquecimiento ilícito o del tipificado en el art. 6 del decreto 1856 de 1989, que reposa en sus respectivos archivos en relación con las personas solicitantes, o con las demás que menciona el inciso 3 del art. 3 del referido decreto; c) expedición por la Dirección Nacional de Estupefacientes del certificado mencionado, dentro de los 8 días siguientes a la radicación de las respectivas respuestas o del vencimiento del término de 15 días que tienen las autoridades competentes para enviar la información solicitada. Adicionalmente, el decreto 2894 regula las siguientes situaciones: En cuanto a la vigencia del certificado su artículo 6 dispone: "Los otorgados a las personas jurídicas con más de 10 años de constituidas y a las entidades públicas podrá conferirse hasta por 3 años". "Los otorgados para las demás personas interesadas se conferirá hasta por un año". "No obstante, el certificado podrá anularse unilateralmente en cualquier tiempo por la Dirección Nacional de Estupefaciente, con base en los informes provenientes de los Organismos Investigativos del Estado. Dicha anulación será informada a las autoridades correspondientes y contra ella no procede ningún recurso". En caso de negativa del certificado, la Dirección Nacional de Estupefacientes "informará al peticionario las razones que tiene, con el objeto de facilitarle la aclaración de su situación jurídica ante las autoridades correspondientes". (Subraya la Sala). 6. El caso en examen. 6.1. La alegada violación de los derechos fundamentales de la peticionaria. La Dirección Nacional de Estupefacientes del Ministerio de Justicia y del Derecho, al expedir la resolución No. 1147 de julio 8 de 1994, mediante la cual anuló unilateralmente los certificados (Nos. 1771 y 1772 del 21 de septiembre de 1993) de carencia de informes por tráfico de estupefacientes a la Sociedad Isleña de Aviación S.A., procedió con arreglo a la normatividad antes reseñada, en cuanto la autoriza expresamente para dejar sin efecto los referidos certificados cuando a través de las autoridades competentes haya obtenido informes o evidencias de registros debidamente fundamentados sobre comportamientos relacionados con los ilícitos de narcotráfico y conexos, enriquecimiento ilícito, etc., con respecto de quienes solicitan por primera vez o piden la renovación de dichos certificados. La decisión de la Dirección Nacional de Estupefacientes tuvo su fundamento en el oficio No. 557 de julio 7 de 1994 procedente de la Fiscalía Regional Delegada ante el DAS, concerniente a las preliminares que se adelantan contra dicha sociedad por los presuntos delitos de enriquecimiento ilícito de particulares, testaferrato e infracción a la ley 30 de 1986. La información contenida en dicho oficio, aparece corroborada con la suministrada por la Dirección General de Fiscalías -Unidad Especializada- a través del oficio No. 239 de septiembre 29 de 1994 (fl. 110). Deduce la Sala en consecuencia, que se cumplió en el presente caso con la hipótesis legal de la mera existencia de un informe que la Dirección Nacional de Estupefacientes juzgó como suficiente y fundamentado en relación con actividades de narcotráfico, para que se pudiera adoptar la decisión correspondiente. Por consiguiente, contrario a lo afirmado por la apoderada de la peticionaria, no era necesario que con respecto a las actividades de los representantes y socios de la Sociedad Isleña de Aviación S.A. existiera una imputación, sindicación o vinculación formal a un proceso penal. Ante la decisión de la Dirección Nacional de Estupefacientes de anular los aludidos certificados, que como acto administrativo se presume legal los representantes y socios de la Sociedad Isleña de Aviación S.A., con fundamento en el artículo 7o del decreto 2894 de 1990, tienen la carga procesal de adelantar las gestiones tendientes a la aclaración de su situación jurídica ante las autoridades competentes, lo cual obviamente favorecerá o perjudicará a la empresa. Por consiguiente, como en la Fiscalía existen las actuaciones preliminares reseñadas que involucran a la sociedad peticionaria, a sus representantes y a sus socios en presuntas actividades de narcotráfico, es ante esta autoridad a donde deben acudir para aclarar dicha situación jurídica. La resolución de la Dirección Nacional de Estupefacientes que niega la expedición, o anula certificados de carencia de informes por narcotráfico ya expedidos, es un acto administrativo que contiene una medida preventiva o cautelar, ideada por el legislador con el fin de prevenir, controlar y conjurar las actividades del narcotráfico; pero a su vez constituye un acto preparatorio o antecedente que hace posible la expedición de otro acto ulterior, como es la no concesión o suspensión del permiso de operación por parte de la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil. En tal virtud, dichos actos no conforman un acto complejo, como lo afirma la apoderada de la petente, pues tienen individualidades jurídicas propias porque no contienen una decisión unitaria, no están dirigidos a una misma finalidad y provienen de autoridades que no hacen parte de un mismo conjunto administrativo jerarquizado. Al respecto, esta Corte en sentencia C-114/93[1], al declarar exequible los literales f) y g) del artículo 93 de la ley 30 de 1986, señaló: "No encuentra esta Corporación que es contraria al ejercicio de las libertades la expedición del certificado de carencia de informes por tráfico de estupefacientes, ni por el contenido material ni por la reglamentación en detalle de los literales acusados del artículo 93 de la Ley 30 de 1986. No puede entenderse que la exigencia de un requisito administrativo, como el certificado expedido por la Oficina del Ministerio de Justicia, resulte violatorio del derecho a la honra, o al fuero íntimo, o al trabajo, o a la presunción de inocencia, por cuanto una persona no puede deducir que de esa exigencia legal per se, haya sido invadida su intimidad o su honra resulte vulnerada, o su inocencia puesta en entredicho, como tampoco puede un funcionario público de la más alta jerarquía, sostener, por el hecho de que, para tomar posesión del cargo, deba exponer su declaración de renta,  que se está desconfiando de su honorabilidad, inocencia o buena fe actual o futura o atentando contra su libertad de trabajo". "Es usual que, tanto en las instancias públicas como en las instancias privadas, se recojan informaciones, bien como fin propio de su actividad o para servir de soporte a otras actividades igualmente de naturaleza pública o privada. Se ha sostenido la importancia de la información en el funcionamiento de la sociedad actual. Sus abusos han sido el motivo del surgimiento del nuevo derecho denominado "habeas data". No puede entonces pensarse que una entidad pública no sólo no disponga sino que no tenga la posibilidad de utilizar informaciones, recogidas con motivo de la persecución del delito, con fines de interés público. Las actividades de "inteligencia y contrainteligencia", no hacen más que recoger y manejar informaciones relacionadas con los ilícitos, por lo que se constituyen en instrumento fundamental del Estado contemporáneo en la lucha contra el delito, lucha que no sólo se realiza frente a los actos delictivos consumados, sino también en el campo preventivo". Se ha insistido por la apoderada peticionaria de la tutela, que la resolución de la Dirección Nacional de Estupefacientes no fue notificada a la Sociedad Isleña de Aviación S.A. y que sin cumplirse con este requisito fue comunicada a la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil, con la consecuencia de que esta adoptó de inmediato la decisión de suspender el permiso de operación vigente. Al respecto, la Sala hace las siguientes consideraciones: a) Por la circunstancia de tratarse, como se dijo antes, de una especie de medida cautelar, no susceptible de recursos gubernativos, la normatividad vigente propiamente no exige la notificación personal o por edicto, sino la simple comunicación (arts. 6o y 7o del decreto 2894 de 1990). Además, la medida puede ser informada "a las autoridades correspondientes", incluidas en ellas la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil, antes o después de la comunicación a los afectados con la decisión. b) No obstante lo anterior, la Sala deduce que si se notició de la existencia de dicha resolución a la Sociedad Isleña de Aviación S.A., como se desprende de la siguiente circunstancia: El día 15 de julio de 1994, la Dirección Nacional de Estupefacientes envió al representante legal de la Sociedad Isleña de Aviación S.A. el oficio No. 010417, a la dirección de la calle 86 No. 20-21 0ficina 502- Edificio Parque 86 de esta ciudad, para que concurriera a notificarse de dicha resolución. Aunque aparece erróneamente citado el nombre del representante de la empresa, objetivamente hay que considerar que dicho oficio iba dirigido a quien realmente ostentaba esta calidad. El otorgamiento de poder por parte del socio Carlos Gaona al abogado Alvaro Rodríguez, el día 18 de julio de 1994, quien se notifico de la resolución en la misma fecha, es indicativo, bajo el principio de la buena fe que obliga tanto a la administración como a los particulares (art. 83 C.P.), de que la Sociedad Isleña de Aviación S.A. se enteró del contenido de la decisión de la Dirección Nacional de Estupefacientes, por tarde, el día 18 de julio de 1994. No obstante, debe anotar la Sala que existió un proceder malicioso de dicha sociedad al negarse a recepcionar, en el lugar indicado para recibir notificaciones, el oficio No. 13910 de agosto 30 de 1994, ya referenciado, en el cual, igualmente se le noticiaba de la decisión  de la Dirección Nacional de Estupefacientes. Es más, con antelación a la fecha del oficio últimamente mencionado la Sociedad Isleña de Aviación S.A. al interponer los recursos de reposición y apelación (agosto 18 de 1994) contra el acto administrativo de la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil, paladinamente declaró tener conocimiento de la resolución de la Dirección Nacional de Estupefacientes. Entra ahora la Sala a considerar la decisión de la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil, frente a la situación jurídica creada por la presunta operancia del silencio administrativo positivo, lo cual le merece las siguientes apreciaciones: a) El silencio administrativo positivo en esta clase de actuaciones esta consagrado en el literal f) del artículo 93 de la ley 30 de 1986, en el sentido de que si pasados 60 días a partir de la solicitud o petición del certificado de carencia de informes sobre narcotráfico no se obtiene respuesta alguna, esta se entiende resuelta favorablemente, y por consiguiente obliga a la Dirección Nacional de Estupefacientes a expedirlo. b) En el presente caso, la petición respectiva se produjo el día 22 de junio de 1994. Por lo tanto, el silencio administrativo positivo en favor de la Sociedad Isleña de Aviación S.A. se operaba el día 19 de septiembre de 1994. c) La apoderada de la Sociedad Isleña de Aviación S.A., mediante la escritura pública No. 1910 del 2 de agosto de 1994 de la Notaria 39 del Circulo de Santafé de Bogotá D.C., pretendió cumplir el requisito señalado por el artículo 41 del C.C.A para efectos de acreditar la operancia del silencio administrativo positivo. Sin embargo, dicho silencio no se operó porque la Dirección Nacional de Estupefacientes para esa fecha ya había adoptado la decisión y ésta era conocida por la empresa, y de otra parte, no había transcurrido el término previsto en la ley para que se produjera dicho silencio. No es cierto, como lo afirma la apoderada de la sociedad que la norma del artículo 93 de la ley 30 de 1986, relativa al silencio administrativo, haya sido modificada por el artículo 5o del decreto 2894 de 1990 (adoptado como legislación permanente por el decreto 2272 de 1991), porque esta norma no regula el silencio administrativo positivo, simplemente alude a la oportunidad para decidir (8 días siguientes a la radicación de las respectivas respuestas o al vencimiento del término previsto en el artículo 3o).  Por lo tanto, entendidas armónicamente las dos disposiciones mencionadas, hay que entender que aún cuando se impone la obligación a la administración de decidir la petición en la fecha indicada, sin embargo el silencio sólo opera al término de los 60 días. Con respecto a la legalidad de la resolución No. 04438 de la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil, advierte la Sala que hay que presumirla como acto administrativo que es, hasta tanto no sea anulada por la jurisdicción competente. El Juzgado 39 Penal del Circuito de Santafé de Bogotá D.C., como argumento para confirmar el fallo de primera instancia dice que la resolución 04438 fue ejecutada sin encontrase en firme. No comparte la Sala la anterior apreciación porque, de una parte, contra dicho auto se interpusieron recursos, y estos se "concederán en el efecto suspensivo" (art. 55 C.C.A.), y de otra, no existe prueba alguna en el expediente indicativa de que la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil hubiera puesto en ejecución dicho acto. Es más, cuando se produjo el fallo de tutela de primera instancia todavía no habían vencido los términos que tenía dicha Unidad para decidir, en razón de que se habían  decretado pruebas para resolver los recursos.      Se deduce de la explicación anterior que no se violó el derecho al debido proceso, pues las actuaciones de la Dirección Nacional de Estupefacientes y de la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil fueron ajustadas a la ley y, por consiguiente, se presumen legales y legítimas. Consecuencialmente, no encuentra la Sala acreditada la vulneración de los demás derechos fundamentales cuyo amparo se impetra. 6.2. Existencia de otros mecanismos alternativos de defensa judicial. La tutela tampoco estaría llamada a prosperar, aún en el supuesto de que se admitiera la existencia de las irregularidades sustanciales o  procesales alegadas por la apoderada de la Sociedad Isleña de Aviación S.A., porque existen otros mecanismos alternativos de defensa judicial ante las jurisdicciones penal y contencioso administrativo. En efecto, la peticionaria posee otros medios alternativos de defensa judicial ante la justicia penal y la jurisdicción de lo contencioso administrativo, que hace improcedente la acción de tutela. Los referidos actos, dada la intima relación de las situaciones jurídicas que crean o definen, pueden ser impugnados en su conjunto ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo, mediante la acción de nulidad y restablecimiento del derecho. Ni siquiera procede la tutela como mecanismo transitorio en el presente caso, pues no se aprecia la existencia de un perjuicio irremediable, según los criterios que al respecto ha trazado la jurisprudencia de la Corte y, además, a través del proceso contencioso administrativo la Sociedad Isleña de Aviación S.A. puede obtener tanto la anulación de los actos administrativos cuestionados, como el restablecimiento del derecho presuntamente lesionado, que incluye el reconocimiento y pago de perjuicios. 6.3. Improcedencia de la condena en abstracto. Esta Sala encuentra desacertada la decisión de los jueces de instancia al condenar al pago de perjuicio en favor de la Sociedad Isleña de Aviación S.A.,  ya que esta no es la vía procesal expedita legalmente para determinar la responsabilidad en el evento de haberse ejecutado un acto administrativo cuando con ello se causan perjuicios al administrado; lo indicado es reclamar el valor de esos perjuicios por medio de la acción de reparación directa consagrada en el artículo 86 del C.C.A. Como lo estipula el artículo 25 del Decreto 2591 de 1991, la sentencia resarcitoria es excepcional, y está condicionada a que el accionante no disponga de otro medio judicial y la violación del derecho sea manifiesta y consecuencia de una acción clara e indiscutiblemente arbitraria, situación que no se presenta en el caso que nos ocupa. Sobre este punto la Corte ha delimitado las situaciones para decretar condenas en abstracto en proceso de tutela, así: "...tal indemnización sólo es posible decretarla si se concede la tutela, razón por la cual la prosperidad de la acción en esta materia -que, por ende, resulta ser accesoria- únicamente puede darse si prospera la pretensión principal, es decir, si el juez ha encontrado aquélla procedente y, además, ha concluido que las razones de hecho y de derecho por él evaluadas dan lugar a impartir una orden de inmediato cumplimiento en cuya virtud se realicen, en el caso específico, los postulados constitucionales. "Pero, fuera de eso, se requiere que la indemnización sea necesaria para asegurar el goce efectivo del derecho; que el afectado no disponga de otro medio judicial para obtener el resarcimiento del perjuicio; que la violación sea manifiesta y provenga de una acción clara e indiscutiblemente arbitraria".[2] Por lo demás, al no prosperar la tutela impetrada, como se decidirá en esta sentencia, se revocará la sentencia del Juzgado 39 Penal del Circuito de Santafé de Bogotá D.C., que confirmó el fallo de primera instancia proferido por el Juzgado 88 Penal Municipal de la ciudad, el cual había concedido la tutela. La decisión que en esta sentencia se adopta naturalmente tiene efectos sobre los actos administrativos proferidos por las mencionadas autoridades en cumplimiento del fallo de tutela de primera instancia. En tal virtud, dichos actos carecen de efectos jurídicos y deberán ser revocados. La revocatoria de la resolución No. 06666 del 10 de octubre de 1994 de la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil que a su vez revocó la resolución No. O4438 del 15 de julio de 1994, conlleva a que esta entidad trámite y decida los recursos interpuestos por la sociedad peticionaria contra la providencia últimamente nombrada. Adicionalmente, habrá de ordenarse que se compulsen copias del proceso de tutela objeto de revisión, a efectos de que la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo-Seccional Santafé de Bogotá, si lo estima pertinente,  inicie  proceso disciplinario contra el juez 88 Penal Municipal de Santafé de Bogotá que conoció del proceso de tutela en primera instancia, en razón de las posibles irregularidades, ya advertidas en esta providencia, en cuanto a la carencia de la constancia de la fecha de recibo y de reparto del escrito de la petición de tutela. IV. DECISION. En mérito de lo expuesto, la Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: PRIMERO: REVOCAR la sentencia de tutela de noviembre 25 de 1994, proferida por el Juzgado 39 Penal del Circuito de Bogotá D.C., por medio de la cual confirma en todas sus partes el fallo pronunciado por el Juzgado 88 Penal Municipal de esta misma ciudad, de fecha 7 de octubre de 1994, y que tuteló los derechos fundamentales al debido proceso, a la intimidad y a la honra, en favor de la Sociedad Isleña de Aviación S.A. y/o socios. SEGUNDO: ORDENAR a la Dirección Nacional de Estupefacientes y a la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil, revocar las resoluciones Nos. 1741 de octubre 11 de 1994 y 06666 de octubre 10 de 1994. En consecuencia, esta última entidad tramitará y decidirá los recursos interpuestos por la Sociedad Isleña de Aviación S.A. TERCERO: ORDENAR se compulsen copias del proceso de tutela objeto de revisión a la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo- Seccional Santafé de Bogotá, a efectos de que, si lo considera procedente, inicie proceso disciplinario contra el contra el juez 88 Penal Municipal de Santafé de Bogotá que conoció del proceso de tutela en primera instancia, en razón de las posibles irregularidades, ya advertidas en esta providencia, en cuanto a la carencia de la constancia de la fecha de recibo y de reparto del escrito de la petición de tutela. CUARTO: LIBRAR por Secretaría las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los fines allí contemplados. Notifíquese, cópiese, publíquese e insértese en la Gaceta Constitucional. ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado Ponente EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado CARLOS GAVIRIA DIAZ Magistrado MARTHA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1] M.P. Fabio Morón Díaz [2]. Corte Constitucional. Sentencia T- 095 de 1994 .M.P. José Gregorio Hernández  Galindo
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T-276-95 Sentencia No Sentencia No. T-276/95 ACCION DE TUTELA CONTRA PARTICULARES-Improcedencia/INDEFENSION-Inexistencia/PREDIO CIEGO El accionante, por su propia voluntad, se colocó en situación de indefensión respecto de los accionados, pues convirtió su predio en ciego, ya que al dividirlo, cerró el acceso que a él tenía por el callejón. El demandante no es que no haya podido defender sus derechos conforme a las leyes que reglamentan su ejercicio, sino que de manera personal, en forma contraria a la ley, ha tratado de utilizar predios particulares para acceder a su vivienda, sin la debida autorización ni permiso de sus propietarios. El demandante está en estado de indefensión frente a los particulares que ha demandado en acción de tutela, porque si bien, “el actor no tiene otro medio de acceso a su vivienda”, a tal situación llegó por su propia determinación, y aunque pudo hacer valer la servidumbre de tránsito que de hecho había constituído, no acudió a la autoridad legal para que le reconociera su derecho. PRINCIPIO NADIE PUEDE ALEGAR SU PROPIA CULPA/LIBERTAD DE LOCOMOCION En este caso, la aplicación del principio universal <Nemo auditur propiam turpitudinem allegans>, según el cual, nadie puede alegar en su favor su propia torpeza o culpa", y por tanto, si el peticionario obró de tal forma que cerró la vía de acceso que tenía a su vivienda, haciendo caso omiso de que existía en su contra una sentencia judicial que no sólo le ordenaba utilizar dicho callejón para entrar y salir de su predio, sino que le prohibía utilizar los otros terrenos como vía de acceso a sus viviendas, no puede posteriormente invocar su propia culpa o negligencia, para aducir que se le vulnera su derecho a la libertad de locomoción, cuando él mismo generó la situación de indefensión en que se encuentra. REF.: EXPEDIENTE No. T - 63.075 PETICIONARIO: Asdrúbal Marín Poveda contra los particulares Daniel Patiño Herrera y Aura Maria Lozano de Vargas. PROCEDENCIA: Tribunal Superior de Buga, Sala Penal. “Para la Corte resulta claro en este caso, la aplicación del principio universal <Nemo auditur propiam turpitudinem allegans>, según el cual, nadie puede alegar en su favor su propia torpeza o culpa", y por tanto, si el peticionario obró de tal forma que cerró la vía de acceso que tenía a su vivienda, cual era el callejón de la carrera 28, bien porque amplió el tamaño de su lote o porque lo dividió, haciendo caso omiso de que existía en su contra una sentencia judicial que no sólo le ordenaba utilizar dicho callejón para entrar y salir de su predio, sino que le prohibía utilizar los terrenos de Daniel Patiño y Aura de Vargas como vía de acceso a sus viviendas, no puede posteriormente invocar su propia culpa o negligencia, para aducir que se le vulnera su derecho a la libertad de locomoción, cuando él mismo generó la situación de indefensión en que se encuentra”. MAGISTRADO PONENTE: Dr. HERNANDO HERRERA  VERGARA Santa Fé de Bogotá, Junio 27 de 1995. Procede la Sala Sexta de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, a revisar los fallos proferidos por el Juzgado Séptimo Penal del Circuito de Tuluá, el 16 de diciembre de 1994, y por el Tribunal Superior de Buga el 6 de febrero de 1995, en el proceso de tutela de la referencia. I.     ANTECEDENTES. El señor Asdrúbal Marín Poveda acude a la acción de tutela como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable, derivado de la presunta violación de su derecho fundamental a transitar libremente por el lote de terreno ubicado entre las carreras 27A y 28 con la “futura” calle 43 de la ciudad de Tuluá, pues señala, ha sido interrumpido el acceso a su vivienda, como también lo han sido sus familiares, por la construcción de una casa y tendidos de alambre por parte de los demandados. Indica el accionante que desde hace treinta (30) años sus hermanos Nestor, Walter y él son propietarios de una franja de terreno en el barrio Olímpico, entre carreras 27A y 28, frente a la futura calle 43 en Tuluá. Expresa que el lote de propiedad de la familia Marín Poveda mide 125.30 Mts. de frente por 19.60 Mts. de fondo y aduce que: “Mi casa está ubicada en la mitad de la cuadra y al estar todo el lote construído, sólo tengo una salida y es por el frente de mi casa, donde hace más de veinte (20) años existe un callejón con salida a la carrera 28, pues la salida a la carrera 27A se encuentra cercada con alambres; dicho callejón en la actualidad también es nuestra única vía de acceso a mi hogar, y a otros cercanos al mío”. “El lote de terreno donde está la futura calle 43 lo compró hace aproximadamente diez (10) años el señor Miguel Antonio Patiño y la señora Aura Maria Lozano de Vargas; al poco tiempo ellos decidieron construir una casa de habitación en dicho lote con el frente hacia la carrera 28, esto es que ivan (sic) a tapar la calle 43, y por lo tanto todas las familias que tenemos las viviendas en esa zona ivamos (sic) a quedar encerrados, o sea sin salida por ninguna parte, ya que los terrenos contiguos a la calle 43 también son de propiedad del señor DANIEL ANTONIO PATIÑO y los tiene cercados con alambre”. .... “Con motivo de los hechos anteriores, el señor DANIEL ANTONIO PATIÑO y la señora AURA MARIA LOZANO, confirieron poder al abogado (...) para que iniciara y llevara a cabo proceso ordinario reivindicatorio del lote de terreno ubicado sobre la futura calle 43. Dicho proceso se llevó a cabo en el Juzgado Primero Civil Municipal de Tuluá, y se dictó sentencia No. 056 de junio 12 de 1992”. “Dicha providencia judicial resolvió como primera medida, reconocerle el dominio pleno y absoluto del lote de terreno adquirido por el señor DANIEL ANTONIO PATIÑO (esta decisión no me afectó a mi en nada)”. “El segundo punto de dicha sentencia sí me trajo perjuicios, pues se me ordena a mí y a otros de mis parientes, hacer uso de otro callejón que da a la carrera 28, pero éste callejón que se encontraba en predios de la familia Marín, ya no existe en realidad (este callejón sólo existe en las escrituras de propiedad como una servidumbre)”. “El tercer punto de dicha sentencia me ha perjudicado con más razón, pues arbitrariamente se me prohibe transitar por el terreno del señor DANIEL ANTONIO PATIÑO, que es la futura calle 43, y la única salida y entrada hacia mi hogar”. .... “En cuanto al numeral quinto de esta sentencia, se me ha prohibido a mí y algunos de mis parientes para que si incumplimos con lo dispuesto en ella, seamos sancionados con pagar sendas multas como viene ocurriendo desde hace más de un año”. Más adelante en su escrito de tutela, señala que: “Para referirme más directamente al segundo punto de la sentencia No. 056 de junio 12 de 1992, es arbitrariamente violatoria de los derechos fundamentales consagrados en la constitución nacional, como es el derecho a circular libremente. No es aceptable desde ningún punto de vista, que el funcionario obligue en una sentencia a que una determinada persona, o varias como en este caso, sean obligados a transitar por un callejón que ya no existe, como lo quiere hacer creer en su sentencia. “Así, es claro y palpable que el Juez Primero Civil de Tuluá violó el debido proceso, pues no utilizó el principio de inmediación de la prueba, por medio del cual el Juez tiene el deber de intervenir en la recopilación de las pruebas en el trascurso de todo el proceso. Dicha sentencia es violatoria de las garantías fundamentales de las personas, cuando en el tercer punto me prohibe a mí y a varios de mis parientes transitar por el predio del señor DANIEL ANTONIO PATIÑO, sin percatarse que no tenemos otra salida, es la única vía que tenemos para entrar y salir de nuestros hogares”. .... “Soy una persona de avanzada edad, no tengo trabajo fijo, ni ayuda de nadie, sin embargo he padecido los rigores de volver a ser demandado en otro proceso ejecutivo, de tal punto que volvieron a embargar mi casa en diligencia llevada a cabo el 28 de julio de 1994. Dentro de dicho proceso se citó a audiencia de conciliación para el 19 de agosto de 1994. Yo asistí a esa conciliación, y para que no me fueran a rematar mi casa o mejora que es lo único que poseo, me ví obligado a comprometerme a cancelar una cantidad de $300.000 para el mes de diciembre de 1994”. “Manifiesto honradamente que aún debo la plata que presté para cancelar la primera multa de $296.100 y no se como voy a conseguir los otros $300.000 de la otra multa para el mes de diciembre de 1994. Como le acabo de manifestar señor Juez soy un anciano enfermo, que apenas consigo la comida para mí y mi señora”. En virtud de los hechos que han quedado expuestos, el señor Asdrúbal Marín Poveda solicita que se ordene a Daniel Antonio Patiño y a Aura María Lozano, que le concedan permiso para transitar por su predio, y que no ejerzan más acciones judiciales en su contra por éste hecho. Además, que se decrete la nulidad del proceso ejecutivo que cursa en mi contra en el Juzgado Segundo Civil Municipal de Tuluá, pues “tiene como fundamento el auto interlocutorio No. 019 emanado del Juzgado Primero Civil Municipal, y que éste a su vez tuvo como base la sentencia No. 056 de junio 12 de 1992, y que en su debido tiempo pudo declararse nula, ya que es violatoria de los derechos y garantías constitucionales”. II.    LAS PROVIDENCIAS JUDICIALES QUE SE REVISAN. A. Sentencia de Primera Instancia. De manera previa a la decisión de rigor, el Juzgado Séptimo Penal del Circuito de Tuluá resolvió practicar una inspección judicial en el terreno materia del litigio, de la cual concluyó lo siguiente: “Las humildes viviendas del peticionario y el resto de su familia quedan ubicadas al lado izquierdo de la futura calle 43, entrando por la carrera 28... En esta diligencia pudo constatar el despacho que para poder entrar o salir el señor Asdrúbal Marín de su residencia, así como cualquier miembro del resto de las familias asentadas frente a la futura calle 43, necesariamente tienen que utilizar esta vía, porque la mal llamada servidumbre a que se hace referencia en la demanda, no existe, ya que era un pasaje que salía de la cocina de la vivienda de su progenitora, por donde se comunicaban las familias, pero que al morir ésta, fue clausurada con ladrillo y hoy en día es de propiedad de su hermano Benceniano Marín, el cual sí tiene su puerta de acceso hacia la carrera 28. Igualmente se constató que el lote adquirido por el señor Daniel Antonio Patiño queda ubicado en toda la entrada del predio que no puede pisar el señor Asdrúbal Marín y allí existen unos cimientos que según éste fue la obra que el municipio ordenó suspender y demoler, en virtud de estar localizado sobre el terreno destinado a la calle 43” (negrillas y subrayas fuera de texto). Con fundamento en las pruebas recaudadas, el Juzgado Séptimo Penal del Circuito de Tuluá, mediante providencia de 16 de diciembre de 1994, resolvió conceder transitoriamente la tutela, ordenando a los señores Daniel Antonio Patiño y Aura María Lozano de Vargas que permitan al señor Asdrúbal Marín Poveda, así como a sus familiares, utilizar como vía pública el predio localizado al frente de sus viviendas, al igual que se abstengan de solicitar ante el Juzgado Primero Civil Municipal la imposición de multas contra el accionante. En el mismo sentido, se ordenó en la parte resolutiva de la sentencia, la suspensión del proceso ejecutivo que actualmente se adelanta en el Juzgado Segundo Civil Municipal de Tuluá, contra el señor Asdrúbal Marín Poveda y que se levanten en forma definitiva las medidas previas que hayan sido decretadas. Finalmente, conminó a la Alcaldía Municipal, por intermedio de la Oficina de Planeación, a decidir en forma definitiva sobre la apertura de la calle 43 e indemnizar a sus propietarios, señores DANIEL ANTONIO PATIÑO y AURA MARIA LOZANO DE VARGAS, fijando como término para ello, noventa días hábiles. Fundamentó el Juzgado su decisión en los siguientes argumentos: 1. “Aquí se demanda como hecho principal, la limitación objetiva al derecho de locomoción o circulación libre por el territorio, habiendo sido constatado por éste Despacho que el accionante no tiene salida diferente para su desplazamiento que a través del lote de terreno de propiedad del señor Daniel Antonio Patiño y Aura Lozano de Vargas. Esta limitación que se ha hecho coactiva a través de procesos civiles que no tienen fundamento racional más que la dogmática exegética que hace culto a la forma olvidando la materialidad misma del derecho, ataca en forma flagrante la propia dignidad del señor Asdrubal Marín Poveda y su familia, en tanto no pueden desarrollar su existencia en condiciones de viabilidad física y moral. Lo primero porque siendo el hombre un ser social, debe comunicarse con otros para lograr obtener lo mínimo necesario para vivir. Así, un ser encerrado, como pretenden los demandados tener a don Asdrúbal y sus parientes, no podrán nunca alimentarse, ni vestirse, ni trabajar, ni estudiar, ni instruirse, en fin, no podrán desarrollar su vida en comunidad como exige el mismo Estado y por lo tanto no podrán asumir el papel que demanda el cumplimiento de las obligaciones y deberes establecidos en la misma Constitución. 2. “En el caso que nos ocupa es patente que el perjuicio derivado de la violación de los derechos del accionante, no se ha consumado todavía, aún es parcial, pero en lo transcurrido es ya irremediable, pues cada vez es multado por el Juzgado 1o. Civil Municipal a solicitud de los señores dueños del terreno destino a la calle 43, porque ha transitado por él, se ha ocasionado un perjuicio en su contra, ello ha dado lugar a dos procesos ejecutivos; en el primero ya canceló una suma de dinero para evitar perder su vivienda y en el segundo, tiene plazo para cancelar el monto de la multa hasta el 19 de diciembre próximo, so pena de rematársele su vivienda; siendo esto lo que hay que impedir, es decir, que se cause el daño en forma irremediable, o que continúe cancelando multas en forma indefinida, pues si los señores Patiño Herrera y Lozano de Vargas se les antoja ir diariamente al Juzgado 1o. Civil Municipal, su titular dictará un interlocutorio cada día, porque obligatoriamente tiene que transitar por el predio aludido para salir o entrar a su casa, tal como lo constató este Despacho, pues no tiene otra alternativa ya que es la única vía de acceso a su morada”. B. Impugnación. Aura María Lozano de Vargas y Daniel Antonio Patiño impugnaron el fallo proferido por el Juzgado Séptimo Penal del Circuito de Tuluá, pues señalan que la tutela cuestionada dirigida contra ellos como particulares, es improcedente al tenor de lo dispuesto en el artículo 42 del Decreto 2591 de 1991. Indican que se está violando el artículo 58 de la Constitución “que nos debe garantizar la propiedad privada y los demás derechos adquiridos con arreglo a las leyes civiles, los cuales no pueden ser desconocidos ni vulnerados por leyes posteriores”. Además, fundamentan su petición, en que “corresponde ahora asegurar que el señor Asdrubal Marín Poveda cumpla con sus deberes y pague lo que se obligó voluntariamente en acta de conciliación ante el Juez 2o. Civil Mpal. de Tuluá. También es importante decir que ni el DE. 2591/91 ni el D.306/92 dicen en ninguna parte que la acción de tutela sirva para evadir el pago de obligaciones civiles, como la del accionante”. C. Sentencia de Segunda Instancia. El Tribunal Superior de Buga, Sala de Decisión Penal, mediante sentencia del 6 de febrero de 1995, resolvió revocar el fallo de tutela impugnado, y en su lugar, denegar la acción de tutela, con fundamento en los siguientes considerandos: * “.... Lo hasta aquí consignado precisa: que Asdrúbal Marín Poveda y sus familiares que detentan predios contiguos al suyo, en la carrera 28 de Tuluá, colindantes con los predios de Daniel Antonio Patiño Herrera y Aura Maria Lozano de Vargas, abandonando la vía de comunicación que sus predios tenían en la carrera 28, del lote común de la familia y olvidando, no se sabe si de manera torticera, que debían prever esa necesidad, determinaron de hecho, tomarse los lotes cuestionados para suplir la necesidad por ellos creada. Entonces, al existir una conducta culposa de parte del accionante, mal puede afirmarse que proceda tutela en su favor (...). Como lo ha reseñado la Sala, el accionante, en unión de algunos de sus familiares, creó o crearon una situación de hecho que bien hubiesen podido evitar, ya continuando con la cuasi-servidumbre del fundo familiar, ahora dejando de común acuerdo la vía de acceso por sus predios, pues bien pudieron acordar construir un area menor a la global de fondo, es decir, hacer sus viviendas sin utilizar todos los 19.50 metros; o legalizar la servidumbre de hecho por el predio colindante, por cuanto, como aparece en el plenario, para la anhelada calle 43, el municipio, si bien hace referencia a ella, no determina por donde debe hacerse, ni qué predio o predios requiere para ello o, por último, adquirir el terreno requerido para su acceso a las viviendas. El accionante no es que no haya podido defender sus derechos conforme a las leyes que reglamentan su ejercicio, sino que de manera personal, en forma arbitraria, ha tratado de utilizar un predio particular, y por ello no puede ser beneficiario de la acción de tutela para legalizar lo pretendido ilegalmente. Y es que Asdrúbal Marín Poveda no está en estado de indefensión frente a los particulares que ha demandado en acción de tutela (...). Despréndese de lo hasta aquí consignado, que la acción de tutela en este caso no es procedente y debe de (sic) revocarse la decisión impugnada”. * “Además, para aceptar la tutela como mecanismo transitorio es menester determinar la irremediabilidad del perjuicio.(...) El perjuicio irremediable, según el proveimiento de tutela, es la posibilidad de perder su inmueble el señor Asdrúbal Marín Poveda, en razón del proceso ejecutivo adelantado en su contra en el Juzgado Segundo Civil Municipal de Tuluá, en el que son demandantes Daniel Antonio Patiño Herrera y Aura Maria Lozano de Vargas. Esta situación realmente calamitosa no es el resultado de la dependencia en que el accionante se encuentra frente a los demandados en la tutela, sino precisamente el resultado de su obrar arbitrario, de su propia culpa, que lo ha llevado a desconocer una prohibición impuesta por la justicia civil, y mal puede entonces esgrimirse la acción de tutela para terminar un proceso civil, como en este caso, por cuanto de procederse así, se crearía una patente de corso para acabar con la jurisdicción civil que vería amenazada su autonomía, pues sus decisiones se tornarían inanes, o no podrían llegar a tomarlas porque un nuevo fenómeno jurídico se lo impediría, como ha ocurrido aquí al ordenarse la suspensión del proceso ejecutivo, levantándose las medidas previas ordenadas, quedando el funcionario de esa jurisdicción despojado de su autoridad legal” (negrillas y subrayas fuera de texto). Efectuadas las notificaciones de rigor, el expediente de tutela fue remitido por el Tribunal Superior de Buga a la Corte Constitucional en cumplimiento de lo dispuesto en el Decreto 2591 de 1991, y habiendo sido seleccionado por la Sala Tercera de Selección de esta Corporación, entra la Sala Sexta de Revisión de Tutelas a decidir. III.  CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL Primera.     La competencia. Es competente esta Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional para proferir sentencia en relación con el fallo proferido por el Tribunal Superior de Buga, Sala Penal, con fundamento en los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991. Segundo.  Del problema jurídico. El accionante formula la acción de tutela como mecanismo transitorio, por la violación de su derecho fundamental a transitar libremente por un lote de terreno ubicado entre las carreras 27A y 28 con la “futura” calle 43 de la ciudad de Tuluá, pues señala, que tanto a él como a sus familiares les ha sido interrumpido el acceso a su vivienda, por la construcción de una casa y tendidos de alambre por parte de los accionados. Solicita al juez de tutela, que se ordene al señor DANIEL ANTONIO PATIÑO y a la señora AURA MARIA LOZANO concederle permiso para transitar libremente por su predio, que no se ejerzan más acciones judiciales por éste hecho, y que además, se ordene la nulidad del proceso ejecutivo que en su contra cursa en el Juzgado Segundo Civil Municipal de Tuluá, pues tiene como fundamento la sentencia No. 056 de junio 12 de 1992, la cual en su debido tiempo pudo declararse nula por ser violatoria de los derechos y garantías constitucionales que consagra la Carta Política. Con base en los hechos y pretensiones del actor, debe entrar la   Corte a determinar si en el asunto sub-examine, es viable la acción de tutela entre particulares, al igual que su procedencia para controvertir una providencia judicial que ha hecho tránsito a cosa juzgada -la sentencia No. 056 del 12 de junio de 1992 proferida por el Juzgado Primero Civil Municipal de Tuluá-. Tercera.     De las pruebas que obran en el expediente. Estima la Sala de especial importancia, previa a la determinación de la procedencia de la tutela contra particulares, examinar las pruebas que obran en el expediente, así como las practicadas por este despacho. 3.1 Sentencia del Juzgado Tercero Penal del Circuito de Tuluá dentro del proceso promovido por Daniel Antonio Patiño contra Asdrúbal Marín y otros. El citado despacho judicial, mediante providencia de agosto 28 de 1987, resolvió favorablemente las pretensiones del demandante, condenando a los demandados a pena de prisión y al pago de perjuicios materiales y morales por el delito de perturbación de la posesión sobre inmueble, al determinar el juzgado que: “Claramente se observa que los demandados querían evitar a toda costa que Patiño Herrera construyera, y a pesar de saber que no tenían ningún derecho sobre aquél inmueble, le impidieron mediante violencia construir. Actuar ilícito este que no puede ser elevado a la categoría de legal, porque posteriormente la administración declarará calle el sitio en controversia”. 3.2 Sentencia No. 056 de junio 12 de 1992. El Juzgado Primero Civil Municipal de Tuluá, dentro del proceso de restitución y entrega por reivindicación de un inmueble, promovido por Daniel A. Patiño contra Nestor, Walter y Asdrúbal Marín Poveda, resolvió lo siguiente, en relación con la utilización indebida e ilegal por parte de los demandados del terreno del actor como camino de acceso a sus viviendas, así como la perturbación de su derecho de propiedad: “El personero judicial de la parte demandante ha promovido proceso reinvindicatorio por estimar que el derecho de dominio de su poderdante ha sido perturbado por cuanto se le ha impedido construir por parte de los vecinos al predio en cuestión, igualmente porque dicho lote es transitado por los demandados sin existir autorización para ello... En el caso que ocupa nuestra atención, se puede observar que los demandados han deseado gravar el predio motivo del litigio con la servidumbre de tránsito, hecho que no tiene razón de ser por cuanto la familia MARIN, al momento de adquirir el predio, tenían acceso por el callejón aún existente según se comprobó en la Inspección judicial, y que da frente al río, es decir, en la Carrera 28; este hecho lo comprobó el Despacho a través de la prueba testimonial recepcionada... Apoyando esta prueba testimonial encontramos que a folio 38 del cuaderno principal en el certificado de tradición del predio de propiedad de la familia MARIN, se encuentra claramente la ubicación del callejón para el cual tienen derecho a la servidumbre de tránsito cuando se lee: “Un lote de terreno, que mide 125.30 de frente, por 19.60 de fondo o centro, con derecho a la servidumbre de un callejón, ubicado en el área urbana de Tuluá, en la Avenida Cali, o Carrera 27A”. Actualizando este hecho el sr. perito en su experticio, informa que el predio de la familia MARIN linda por el oriente con la Carrera 28. Con todo lo anterior se puede demostrar que la familia MARIN tiene otra vía diferente para transitar y no, únicamente el paso que existe por el predio del Sr. DANIEL ANTONIO PATIÑO HERRERA y el lote de terreno de los herederos del Sr. TEODOMIRO LOZANO, como descortesmente lo quiso hacer creer el Sr. BENCENIANO MARIN POVEDA quien en su declaración dijo que por el techo era la única vía para salir si se les impedía el paso por la presunta calle 43. Conforme al Art. 905 del C. Civil, tiene derecho a la servidumbre de tránsito todo propietario cuya heredad carece de salida a la vía pública o la existente es tan dificil que hace casi imposible la salida a la vía pública, situaciones que no se dan en el proceso sometido a estudio, pues el Despacho pudo comprobar que el Callejón que queda frente al río, es amplio y queda al frente de la propiedad de la familia MARIN, distinto es que hayan hecho una división acomodaticia a sus necesidades del predio y conforme a dicha división les sea más cómodo tener como frente la presunta Calle 43, pero mientras el municipio de Tuluá no llene los requisitos legales para crear dicha vía pública, los demandados deben continuar haciendo uso de la Calle llamada callejón público, ubicado por el oriente de su predio. R E S U E L V E : 1.- DECLARASE de dominio pleno y absoluto el lote de terreno adquirido por el señor DANIEL ANTONIO PATIÑO HERRERA... 2.- ORDENASE a los señores NESTOR MARIN POVEDA, WALTER MARIN POVEDA, ASDRUBAL MARIN POVEDA..., hacer uso del Callejón que da a la Carrera 28 y que fue otorgado como servidumbre de tránsito al momento de adquirir el inmueble... 3.- PROHIBESE a los señores NESTOR MARIN...., transitar por el predio del señor DANIEL ANTONIO PATIÑO HERRERA y de la coadyuvante, sra. AURA MARIA LOZANO DE VARGAS. ... 5.- PREVENGASE a los señores WALTER MARIN..., que en caso de incumplir lo dispuesto en esta providencia, en sus numerales 2o. y 3o. serán sancionados a pagar de dos a diez salarios mínimos mensuales, al demandante por cada infracción. Art. 416 del C.P. de Civil...” (negrillas y subrayas fuera de texto). Cuarta.      Inspección judicial practicada por el Despacho del Magistrado Ponente. Con el propósito de tener un mejor conocimiento de los hechos que motivaron la presentación de la demanda de tutela, el Magistrado Ponente ordenó la práctica de una inspección ocular en la zona objeto del conflicto entre accionante y accionados, para lo cual delegó al Magistrado Auxiliar, Doctor Guillermo Reyes González. La diligencia tuvo lugar el día 25 de mayo de 1995, en el Municipio de Tuluá. La diligencia fué practicada con la asistencia de las siguientes personas: el señor Asdrúbal Marín Poveda y demás miembros de la comunidad habitante en la zona ubicada entre las carreras 27A y 28, frente a la orilla del río Tuluá y las calles 42 y 43 del Barrio Olímpico de la ciudad de Tuluá, Daniel Patiño Herrera y el representante de la señora Aura María Lozano de Vargas, el abogado asesor de la oficina jurídica de la Alcaldía Municipal de Tuluá, así como un funcionario del Departamento Administrativo de Planeación Municipal. Inicialmente se realizó un reconocimiento de la zona donde se encuentra ubicado el predio de propiedad del accionante, entre carreras 27A y 28 y la futura Calle 43, para efectos de determinar las vías de acceso a las viviendas situadas en ese sector, y posteriormente, se escuchó a las partes interesadas. Con base en dichas pruebas, el citado Magistrado Auxiliar, rindió a la Sala de Revisión, el siguiente informe: “1o. Según se pudo observar, la única vía de acceso o entrada al predio habitado por el señor Asdrubal Marín Poveda, así como a los predios de propiedad de Gerardo Espinal, Erminia Marín, Aleyda Marín, Nestor Marín, Walter Marín, Gabriela Marín, Carmen Marín y Pedro Villegas, ubicados entre carreras 27A y 28 y la futura calle 43, es a través de ésta, predios que en la actualidad son de propiedad de los accionados. No se pudo constatar la existencia de vía de acceso a través del denominado “callejón que da a la carrera 28 y que fue otorgado como servidumbre de tránsito al momento de adquirir el inmueble con matrícula inmobiliaria 384-0028555”, pues el mismo ya no existe, ya que la vivienda del señor Asdrúbal Marín Póveda se dividió con otro predio, por medio de una pared, cerrando de esa forma, cualquier posibilidad de ingreso o salida por el denominado callejón de la carrera 28, quedando entonces como única vía de acceso, los terrenos de propiedad del señor Patiño Herrera y de Aura María Lozano de Vargas”. 2o. “Se pudieron comprobar diversas obras que sobre la denominada “futura calle 43” viene adelantando el Municipio de Tuluá, a través de la Secretaría de Obras Públicas y Planeación Municipal, como lo es la apertura de unos huecos en los que se construirá el acueducto y alcantarillado de la zona, las cuales fueron suspendidas por solicitud de los propietarios de los predios afectados, quienes son los accionados de tutela, por cuanto aún el Municipio no les ha comprado dichos terrenos”. 3o. “Con fundamento en las declaraciones rendidas por las personas que intervinieron en la diligencia, se pudo constatar la existencia de un grave conflicto de carácter personal y social entre el señor Marín Poveda y demás vecinos del sector, con Daniel Patiño y la señora Aura Maria Lozano de Vargas, originada en el hecho de que la familia Marín no tienen ninguna otra forma de acceso a su vivienda, sino a través de los predios ubicados en la “futura calle 43”, de propiedad de aquellos, por cuanto el callejón que daba al río ya no es transitable por estar ampliadas las construcciones de las viviendas de los Marín”. 4o.   “De acuerdo con la declaración de los accionados, el Municipio de Tuluá desde hace algunos años, tiene el propósito de comprar los predios de Daniel Patiño y Aura Lozano de Vargas, para construir en ellos la denominada “calle 43”, sin que a la fecha hayan desembolsado suma alguna. Igualmente, agregaron que no se les ha permitido la construcción en dichos terrenos, pues el municipio en virtud de decisión del Concejo, declaró la zona como vía pública. En todo caso, expresaron tanto el señor Daniel Patiño como el cónyuge de la señora Aura Maria Lozano de Vargas, que tienen toda la intención de negociar dichos predios en orden a que se realice la obra de prolongación de la calle 43 con carrera 28, siempre y cuando se les cancelen las sumas correspondientes al avalúo efectuado a los mismos”. 5o.   “Cabe destacar que la solución al problema según las declaraciones de todos los intervinientes en la diligencia judicial, es de una parte, que el Municipio haga efectiva la compra de los predios para la prolongación de la calle 43, y la otra, que se permita en ejercicio del derecho a la libre locomoción, el tránsito por la zona en conflicto del accionante y demás vecinos del sector, quienes según se pudo constatar, no tienen otra forma de llegar a sus viviendas”. 6o.   “Finalmente, durante la celebración de la diligencia judicial, el abogado asesor del departamento jurídico de la Alcaldía de Tuluá, remitió, con destino al proceso, oficio en el cual indica: “El Municipio tiene claras intenciones en comprar los siguientes predios: 1. 01-01-0056-0037-000 2. 01-01-0056-0001-000 3. 01-01-0056-0036-000 Para lo anterior ha hecho las correspondientes apropiaciones presupuestales. Aspiramos a que no obstante los avalúos tienen más de seis (6) meses, haya ánimo por parte de los propietarios, para negociarlos y así destinarlos a la prolongación de la calle 43 con carrera 28”. Es del caso señalar, que al citado escrito se anexó copia del Registro Presupuestal del Gasto del Municipio de Tuluá para 1995, donde aparece a folio No. 000626, la descripción de una partida de $102.000.000.oo, destinada en el programa de construcción y mantenimiento de vías, a la adquisición de inmuebles (pavimentación carrera 28)”. Quinta.      Improcedencia de la acción de tutela contra particulares. Visto lo anterior, corresponde a la Corte determinar si la acción de tutela en este caso es procedente, teniendo en cuenta que quien la interpone y contra quienes se dirige, son particulares. En cuanto a la procedencia de la acción de tutela frente a particulares, el artículo 86 de la Constitución Política establece expresamente en su inciso final, que: “la ley establecerá los casos en los que la acción de tutela procede contra particulares encargados de la prestación de un servicio público o cuya conducta afecte grave y directamente el interés colectivo, o respecto de quienes el solicitante se halle en estado de subordinación o indefensión”. Norma esta que tuvo su desarrollo legal en el artículo 42 del Decreto 2591 de 1991, en virtud del cual se señalan los casos en los cuales la acción de tutela procede contra particulares, que para el caso que ocupa la atención de esta Sala de Revisión, sólo sería viable si se demuestra la relación de subordinación o indefensión entre accionante y accionado -numeral 9o. del artículo ibídem-. Ha sostenido esta Corporación, que al tenor de lo dispuesto en el artículo 86 de la Carta Política y 42 numeral 9o. del Decreto 2591 de 1991, la acción de tutela es procedente: “cuando la solicitud sea para tutelar la vida o la integridad de quien se encuentre en situación de subordinación o indefensión respecto del particular contra el cual se interpuso la acción”. En relación con el estado de indefensión, ha expresado la jurisprudencia constitucional, lo siguiente: “El estado de indefensión acaece o se manifiesta cuando la persona ofendida por la acción u omisión del particular, sea éste persona jurídica o su representante, se encuentra inerme o desamparada, es decir, sin medios físicos o jurídicos de defensa o con medios y elementos insuficientes para resistir o repeler la agresión o la amenaza de vulneración, a su derecho fundamental; estado de indefensión que se debe deducir, mediante el examen por el Juez de la tutela, de los hechos y circunstancias que rodean el caso en concreto” (Sentencia No. T-161 de 1993). Así mismo, en la sentencia No. T-293 de 1994, esta Corporación manifestó: “La indefensión implica una situación en la cual el afectado se encuentra en posición de impotencia ante el agresor; no puede hacer nada ante su conducta activa u omisiva, excepto ejercer la acción de tutela, para buscar y obtener el reconocimiento y eficacia de sus derechos amenazados o vulnerados. La persona depende literalmente de la otra en el orden fáctico, de tal modo que le resulta imposible evitar que lleve a cabo los actos violatorios o que cese en la omisión que repercute en la lesión de la cual se queja. En ese sentido, la tutela viene a ser el único medio jurídico a disposición del individuo para invocar ante la administración de justicia, con posibilidad de efectos prácticos, las garantías básicas que en abstracto le reconoce la Constitución”. En razón a los considerandos anteriores, es claro que se requiere para que sea viable la demanda de tutela: 1) que la persona que interpone la acción de tutela carezca de medios de defensa contra ataques o agravios que a sus derechos fundamentales hagan otros particulares, contra quienes de dirige la solicitud; 2) que al juez de tutela corresponde en el caso particular determinar el estado de indefensión en que se encuentra el peticionario respecto del demandado, según el tipo de vínculo que entre ellos exista, y 3) sólamente cuando la relación se caracterice por esa situación de indefensión, no provocada por quien formula la acción, procederá la tutela. Conforme a las precisiones anteriores, debe examinar la Corte con base en las pruebas que obran en el expediente y de acuerdo con los hechos expuestos en la demanda de tutela, si se da el presupuesto de la indefensión, necesario para que sea procedente el amparo. 5.1   Hechos y situaciones relevantes para determinar si se da en el presente asunto el requisito de la indefensión entre particulares. En el asunto específico, es un hecho cierto que se está en presencia de un conflicto de derechos: =   de una parte, el derecho de propiedad y dominio de los accionados en relación con sus predios ubicados en la calle 43, entre carreras 27A y 28 de la ciudad de Tuluá, declarados de dominio pleno y absoluto -según sentencia No. 056 de junio 12 de 1992, del Juzgado Primero Civil Municipal-, y los cuales, según sus propietarios, les han sido perturbados por Asdrúbal Marín, por pasar a través de ellos sin la debida autorización. = de la otra, el presunto derecho a la libertad de locomoción que les asiste al señor Marín y demás familiares vecinos del sector de la “futura calle 43”, que se dice por éstos vulnerado, al impedírseles transitar por los predios de los accionados, que es, presuntamente, la única vía de acceso a sus viviendas. Esta situación de enfrentamientos entre los Marín y Daniel Patiño, que venía desde el año de 1985, tuvo como resultado la sentencia proferida dentro del proceso de restitución y entrega por reivindicación de un bien inmueble, instaurado en virtud de demanda formulada por el señor Patiño contra Asdrúbal Marín y otros, por el Juzgado Primero Civil Municipal de Tuluá el 12 de junio de 1992, en la que, entre otras cosas, prohibió al demandado y demás familiares, transitar por los predios de Daniel Patiño y Aura de Vargas, indicándoles que tenían “una vía de acceso adecuado, cual era el callejón público que da a la carrera 28”, previniéndolos que de hacerlo, serían sancionados a pagar de dos a diez salarios mínimos mensuales. En la citada sentencia, se indicó en la parte resolutiva, que los MARIN no tienen derecho a servidumbre de tránsito, pues el Juzgado pudo comprobar que el callejón que da a la carrera 28 es amplio y queda a todo el frente de la propiedad de estos, por lo que no autorizó que siguieran utilizando como vía de acceso a sus viviendas, la propiedad privada de los accionados. Y agregó dicho despacho judicial, que “distinto es que ellos hayan hecho una división acomodaticia a sus necesidades del predio y conforme a dicha división les sea más cómodo tener como frente la presunta calle 43...”. No obstante en la citada providencia se previno a los peticionarios a que, si seguían transitando por los citados terrenos, se les impondrían sanciones pecuniarias, decidieron desconocer dicho mandato judicial y continuar utilizando como vía de ingreso y salida de sus predios, los mencionados lotes sin el permiso de sus propietarios, lo que ha motivado numerosas denuncias y demandas, generando las consecuentes sanciones y ejecuciones, que a través de la tutela, el demandante pretende dejar sin efecto, lo que a la luz de la jurisprudencia constitucional es improcedente, pues ello no corresponde al juez de tutela. Ahora, frente al propósito que persigue el señor Marín Poveda mediante la demanda de tutela, cual es el que se desconozca la sentencia del Juzgado Primero Civil Municipal de Tuluá, mediante la cual se reconoció en forma expresa el dominio pleno y absoluto del lote de terreno adquirido por el señor Patiño Herrera, debe esta Sala de Revisión reiterar que la propiedad es un derecho constitucional fundamental, reconocido como lo fue en la providencia mencionada, cuyo contenido y mandato no puede ser ignorado por el peticionario ni por los demás miembros de su familia, vecinos de los accionados, pues ello atenta contra los derechos, deberes y obligaciones consagrados en la Carta Política -artículos 1o., 2o., 58 y 95-. Respecto del derecho fundamental de la propiedad, esta Corporación se ha pronunciado en numerosas ocasiones, de la siguiente manera[1]: “El derecho de propiedad reconocido y garantizado por la Carta Política, abarca todos los derechos patrimoniales de una persona, esto es, los que recaen sobre las cosas y los bienes, entendidos estos como los objetos inmateriales susceptibles de valor, y que se desarrollan en el Código Civil, no cabe duda  de que en este sentido es un derecho fundamental, "aunque es una función social que implica obligaciones", según la precisa evolución política, económica y social. Por virtud de la regulación del ejercicio de este derecho en el Código Civil y demás leyes que lo adicionan y complementan, en casos  como el que se resuelve, existen múltiples mecanismos ordinarios y extraordinarios, jurisdiccionales y administrativos  que garantizan y protegen tal derecho en caso de ser vulnerado o amenazado, y que pueden ser utilizadas por sus titulares”. 5.2 La fundamentación de la sentencia que se revisa para negar la tutela. Es relevante destacar, que el Tribunal Superior de Buga, en la sentencia de tutela que se examina, negó el amparo con fundamento en que no se dan los requisitos exigidos constitucional y legalmente para la procedencia de la acción entre particulares. Al respecto, sostuvo esa Corporación, que: “Asdrúbal Marín Poveda y sus familiares que detentan predios contiguos al suyo, en la carrera 28 de Tuluá, colindantes con los predios de Daniel Antonio Patiño Herrera y Aura Maria Lozano de Vargas, abandonando la vía de comunicación que sus predios tenían en la carrera 28, del lote común de la familia y olvidando, no se sabe si de manera torticera, que debían prever esa necesidad, determinaron, de hecho, tomarse los lotes cuestionados para suplir la necesidad por ellos creada. Entonces, al existir una conducta culposa de parte del accionante, mal puede afirmarse que proceda la tutela en su favor. (...) Como lo ha reseñado la Sala, el accionante en unión de algunos de sus familiares, creó o crearon una situación de hecho que bien hubiesen podido evitar, ya continuando con la cuasi-servidumbre del fundo familiar, ahora dejando de común acuerdo la vía de acceso por sus predios, pues bien pudieron acordar construir un area menor a la global de fondo... El accionante no es que no haya podido defender sus derechos conforme a las leyes que reglamentan su ejercicio, sino que de manera personal, en forma arbitraria, ha tratado de utilizar un predio particular, y por ello no puede ser beneficiario de la acción de tutela para legalizar lo pretendido ilegalmente. Y es que Asdrúbal Marín Poveda no está en estado de indefensión frente a los particulares que ha demandado en acción de tutela, porque si bien, de acuerdo con lo observado por la funcionaria de instancia, no tiene diferente medio de acceso a su vivienda, a tal situación llegó por su propia determinación, y aunque pudo en determinado momento hacer valer la servidumbre de tránsito que de hecho había constituido, no acudió a la autoridad legal que le reconociera su derecho” (negrillas y subrayas fuera de texto). 5.3   Improcedencia en el presente caso de la tutela contra particulares por no existir relación de indefensión entre accionante y accionados. Encuentra la Corte, que la acción de tutela en el presente caso es improcedente, lo que llevará a esta Sala de Revisión a confirmar la providencia que se examina, por cuanto: a) El accionante, por su propia voluntad, se colocó en situación de indefensión respecto de los accionados, pues convirtió su predio en ciego, ya que al dividirlo, cerró el acceso que a él tenía por el callejón que da a la carrera 28, con el convencimiento de que podía utilizar los terrenos de Daniel Patiño y Aura Lozano de Vargas, como vía de ingreso y salida de su vivienda. b) Como lo expresó el Juzgado Primero Civil Municipal de Tuluá, y así se pudo comprobar en la diligencia de inspección judicial practicada, Asdrúbal Marín “efectuó una división acomodaticia a sus necesidades del predio y conforme a ella, determinó que le era más cómodo tener como frente y entrada a su vivienda, la denominada futura calle 43”, cuyos terrenos son de propiedad de los accionados, cerrando el acceso que tenía al momento de adquirir el inmueble, cual era el callejón que da a la carrera 28 y que fue otorgado como servidumbre de tránsito, según matrícula inmobiliaria 384-0028555, y dejando como única vía de entrada los citados lotes de Daniel Patiño y Aura de Vargas. En este sentido, avala la Corte lo expresado por el a-quo, en cuanto a que, el demandante no es que no haya podido defender sus derechos conforme a las leyes que reglamentan su ejercicio, sino que de manera personal, en forma contraria a la ley, ha tratado de utilizar predios particulares -de propiedad de Daniel A. Patiño y Aura Maria Lozano de Vargas- para acceder a su vivienda, sin la debida autorización ni permiso de sus propietarios, y además contra lo dispuesto en el fallo del Juzgado Primero Civil Municipal de Tuluá, que le prohibió transitar por los citados predios, so pena de las sanciones penales allí previstas, razón por la cual no puede ser beneficiario de la acción de tutela para legalizar lo pretendido ilegalmente. Y es que, Asdrúbal Marín Poveda no está en estado de indefensión frente a los particulares que ha demandado en acción de tutela, porque si bien, no obstante lo observado en la diligencia de inspección judicial y lo manifestado por el Director de Planeación Municipal de Tuluá, en cuanto a que “el actor no tiene otro medio de acceso a su vivienda”, a tal situación llegó por su propia determinación, y aunque pudo hacer valer la servidumbre de tránsito que de hecho había constituído -cual era el denominado callejón que da a la carrera 28-, no acudió a la autoridad legal para que le reconociera su derecho. Para la Corte resulta claro en este caso, la aplicación del principio universal <Nemo auditur propiam turpitudinem allegans>, según el cual, nadie puede alegar en su favor su propia torpeza o culpa", y por tanto, si el peticionario obró de tal forma que cerró la vía de acceso que tenía a su vivienda, cual era el callejón de la carrera 28, bien porque amplió el tamaño de su lote o porque lo dividió, haciendo caso omiso de que existía en su contra una sentencia judicial que no sólo le ordenaba utilizar dicho callejón para entrar y salir de su predio, sino que le prohibía utilizar los terrenos de Daniel Patiño y Aura de Vargas como vía de acceso a sus viviendas, no puede posteriormente invocar su propia culpa o negligencia, para aducir que se le vulnera su derecho a la libertad de locomoción, cuando él mismo generó la situación de indefensión en que se encuentra. Se reafirma lo anterior, con lo dispuesto en el artículo 95 de la Carta Política, en virtud del cual, “Toda persona está obligada a cumplir la Constitución y las leyes. Son deberes de la persona y del ciudadano: 1) Respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios”. Por lo tanto, no puede decirse que la actitud asumida por los demandados, de prohibir el paso del señor Asdrúbal Marín Poveda por sus predios, vulnere su derecho fundamental a la libertad de locomoción, ya que de una parte, están ejerciendo su legítimo derecho a defender su propiedad, reconocido como tal en la providencia del Juzgado Primero Civil Municipal de Tuluá, y de la otra, actúan respaldados en el título que les representa dicha sentencia, en la que no solo reconoció el dominio pleno y absoluto de esos terrenos, sino que además, les prohibió al peticionario y a sus familiares, transitar a través de ellos, so pena en caso de incumplir dicha orden, de ser sancionados a pagar de dos a diez salarios mínimos mensuales por cada infracción. Por lo anterior, ante la improcedencia de la acción de tutela, se confirmará el fallo que se revisa, como así se dispondrá en la parte resolutiva de esta providencia. Sexta. El juez de tutela no puede desconocer un fallo judicial proferido dentro de un proceso ordinario, pues carece de competencia para ello. Ya en reiteradas ocasiones ha expresado esta Corporación y esta misma Sala de Revisión, que el juez de tutela carece de toda competencia constitucional y legal, para entrar a pronunciarse acerca del contenido de una providencia o sentencia judicial, proferida por un juez ordinario, dentro del ámbito de su jurisdicción. Así, el juez de tutela no puede entrar a desconocer, modificar o aclarar el sentido y contenido de una providencia, salvo el eventual y extraordinario caso de encontrar en ella una vía de hecho, evento en el cual es procedente la acción de tutela como mecanismo transitorio. En tal caso, el juez de tutela no está facultado para entrar a debatir y analizar la cuestión litigiosa que se debate en el proceso, sino que su competencia se enmarca exclusivamente al examen y verificación del acto por el cual se viola o amenaza el derecho fundamental. En el caso que se examina, existe una providencia judicial, debidamente ejecutoriada que ha hecho tránsito a cosa juzgada, proferida por el Juzgado Primero Civil Municipal de Tuluá el 12 de junio de 1992, donde se definió el dominio pleno y absoluto del predio adquirido por Daniel Antonio Patiño, se reconoció la existencia de un callejón “que da a la carrera 28 y que fue otorgado como servidumbre de transito”, que los miembros de la familia MARIN deben utilizar para acceder a sus predios, y se les prohibió en consecuencia, transitar por los terrenos del señor Patiño y de la sra. Aura Maria Lozano, previniéndolos que de hacerlo, se les aplicarían las sanciones allí previstas. Sentencia ésta que la Sala de Revisión no puede desconocer, y respecto de la cual no se da la existencia de ninguna vía de hecho, y que además, tampoco fue objeto de los recursos que contra ella procedían, por lo que quedó en firme y debidamente ejecutoriada, según se anotó. Por ello, entonces, habiéndose definido en la instancia judicial pertinente el problema jurídico existente entre los accionados y el peticionario, acerca del uso por parte de este de los terrenos de aquellos para ingresar y salir de su vivienda, no puede entrar la Corte a efectuar un nuevo pronunciamiento que desconozca lo allí establecido, ni a modificar las condiciones fijadas en la referida sentencia, pues de hacerlo, el juez de tutela incurriría en un abierto desconocimiento del ordenamiento legal, que le impide inmiscuírse en asuntos de competencia de otras jurisdicciones. * Necesidad de que las autoridades municipales adopten a la mayor brevedad las medidas tendientes a solucionar el problema de la “Calle 43”. No obstante la improcedencia de la tutela, según lo expuesto, estima conveniente esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional, que, teniendo en cuenta que según el oficio remitido por el abogado asesor de la oficina jurídica de ese despacho, la Alcaldía Municipal de Tuluá dispone de la partida presupuestal destinada para la adquisición de los terrenos por los cuales se realizará la construcción y prolongación de la calle 43 -y que son de propiedad de los accionados-, proceda a la mayor brevedad a la negociación y compra de los citados predios, y de esa manera, se inicien las obras que pongan fin al problema actualmente existente en el sector, entre los accionados y la familia Marín, que eventualmente puede llegar a convertirse en un problema social de mayores proporciones, según lo pudo comprobar esta Sala con base en la inspección ocular practicada en la zona. IV. DECISION. En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, R E S U E L V E : PRIMERO:    CONFIRMAR la sentencia proferida por el Tribunal Superior de Buga, Sala de Decisión Penal, el día 6 de febrero de 1995, en relación con la acción de tutela formulada por el señor Asdrúbal Marín Poveda. SEGUNDO. Por la Secretaría General de la Corte Constitucional, líbrense las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados. Cópiese, notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado Ponente ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO        FABIO MORON DIAZ Magistrado                                       Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1] Cfr. Corte Constitucional. Sentencias Nos. T-15 de 1992 y T-195 de 1994.
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T-277-95 Sentencia No Sentencia No. T-277/95 ACTO ADMINISTRATIVO-Presunción de legalidad CAJANAL mediante actos administrativos que gozan de presunción de legalidad, de conformidad con la Constitución y la ley, mientras no sean anulados o suspendidos por la jurisdicción competente, le otorgó a la actora el derecho a la pensión de jubilación y a la pensión gracia. ACTO ADMINISTRATIVO-Irrevocabilidad Creada una situación jurídica individual, como la que se configuró para la accionante, ésta es irrevocable unilateralmente por la administración, salvo que concurra el consentimiento expreso y escrito del titular del derecho. Por lo tanto, cuando un acto administrativo reconoce un derecho como el de la pensión de jubilación o la pensión gracia en favor de una persona, dicho derecho no puede ser revocado ni desconocido unilateralmente por la misma entidad de previsión sin el consentimiento expreso y escrito de su beneficiario, porque ello atenta contra los derechos adquiridos CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL-Expedición de actos inconstitucionales/PENSION GRACIA/PENSION DOBLE Si la misma Caja ha llegado a la conclusión de que sus propios actos, que reconocen derechos individuales de la actora, son violatorios del citado ordenamiento, lo conducente no es impedir su ejecución sino hacer uso de las acciones correspondientes, encaminadas a anular o suspender, por parte de la jurisdicción competente las resoluciones respectivas ante la violación de la Constitución o de la ley. REF.: Expediente No. T-63273 PETICIONARIO: ROSA DILMA HEREDIA DE RINCON contra la CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL. PROCEDENCIA:  Juzgado Segundo Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá. TEMA: Derecho a la vida, a la igualdad, a la seguridad social y al trabajo. MAGISTRADO PONENTE: Dr. HERNANDO HERRERA VERGARA. Santa Fe de Bogotá, junio 27 de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los magistrados ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO, FABIO MORON DIAZ y HERNANDO HERRERA VERGARA, procede a revisar el fallo proferido por el Juzgado Segundo Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá el diez (10) de febrero de 1995, en el proceso de tutela de la referencia. El expediente llegó al conocimiento de esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional por remisión que le hizo el Juzgado Segundo Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá, de acuerdo con lo dispuesto  en el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991. Con fundamento en los artículos 86 de la Constitución Política, y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección  Número Tres (3) de la Corte Constitucional, escogió, para efectos de revisión, la presente acción de tutela. I. ANTECEDENTES. La señora ROSA DILMA HEREDIA DE RINCON, mediante apoderado presenta demanda de acción de tutela contra la CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL, por considerar vulnerados sus derechos fundamentales a la vida, a la igualdad, a la seguridad social y al trabajo debido a que la entidad accionada no la ha incluído en nómina, pese al reconocimiento de su pensión mediante Resolución No. 6211 del 8 de marzo de 1993,  y también por dejar de cancelarle el pago de las mesadas pensionales a que tiene derecho. HECHOS: 1. A la señora ROSA DILMA HEREDIA DE RINCON, le fue reconocida una pensión mensual vitalicia de jubilación en cuantía de $55.409.70, efectiva a partir del 3 de marzo de 1992, por parte de la CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL, mediante resolución No. 6211 del 8 marzo de 1993. 2. El 4 de agosto de 1993, la accionante radicó un memorial ante el Jefe de Registro de Pensiones de Canajal, solicitando la inclusión en nómina y anexando fotocopia debidamente autenticada del Decreto No. 000845 del 28 de junio de 1993, mediante el cual le fue aceptada la renuncia al cargo que venía desempeñando. 3. Por no estar de acuerdo con la resolución No. 6211 de 1993, el apoderado de la accionante presentó recurso de apelación. 4. Mediante Resolución No. 5268 del 14 de diciembre de 1993 la CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL resolvió el recurso de apelación, y modificó la cuantía de la pensión por el valor de $57.615.01. Al momento de notificarse, el apoderado de la actora solicitó que su representada fuera incluida en nómina, y hasta la fecha ello no ha ocurrido. PRETENSIONES: Con fundamento en los hechos expuestos, y en el Decreto 2591 de 1991, la accionante solicita que se incorpore en nómina de pensionados, que se le paguen las mesadas atrasadas dejadas de percibir y que se le otorguen los beneficios de acceder a los servicios médicos asistenciales. II. LA DECISION JUDICIAL QUE SE REVISA. El Juzgado Segundo Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá, dictó sentencia el diez (10) de febrero de 1995 y resolvió "Denegar los pedimentos impetrados por el Dr. EFRAIN BONILLA CAMACHO, apoderado de la señora ROSA DILMA HEREDIA DE RINCON, con fundamento en la acción de tutela presentada, conforme lo indicado en la parte motiva". No obstante, el citado despacho judicial decidió "conceder la tutela al DERECHO DE PETICION, ordenando a la DIRECCION DE LA CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL, para que en el término de cuarenta y ocho (48) horas, contadas desde la notificación de esta sentencia, proceda a dar respuesta a las peticiones elevadas y reseñadas por el señor apoderado, notificando lo pertinente a los interesados e informando a este juzgado sobre su cumplimiento".- El Juzgado resolvió, con base en los siguientes argumentos: "(...) Si bien es cierto en la acción de tutela se indica que a la señora ROSA DILMA no se le ha incluído en nómina en virtud del reconocimiento consignado en la Resolución No. 6211 del 8 de marzo de 1993, no lo es menos que, como se aclara en la Resolución No. 5268, no se le podía haber reconocido PENSION GRACIA, porque ocupaba una cargo eminentemente administrativo, como era el de ECONOMA en la NORMAL NACIONAL "LEONOR ALVAREZ PINZON", y como tal está cobijada por las previsiones de la Ley 33 de 1985 para efectos de la liquidación de su pensión, cargo que se demuestra fehacientemente con el decreto 0845 del 25 de junio de 1993, donde se le acepta la renuncia a una "funcionaria administrativa" ( fl.45 ). Evidentemente, las leyes 50 de 1886, 114 de 1913, 116 de 1928 y 37 de 1933, regulan de manera expresa la PENSION GRACIA exclusivamente para DOCENTES, entendiéndose por PROFESION DOCENTE, según el artículo 20. del Decreto 2277 de 1979 "...el ejercicio de la enseñanza en planteles oficiales y no oficiales de educación en los distintos niveles de que trata este Decreto. Igualmente incluye esta definición a los docentes que ejercen funciones de dirección y coordinación  de los planteles educativos, de supervisión e inspección escolar, de programación y capacitación educativa, de consejería y orientación de educandos, de educación especial, de alfabetización de adultos y demás actividades de educación formal autorizadas por el Ministerio de Educación Nacional en los términos que determine el reglamentos ejecutivo". En este orden de ideas, y quedando claro que el cargo de ECONOMA, que venía desempeñando la señora ROSA DILMA, no encaja dentro de la definición de la profesión docente, como se indica en respuesta a nuestro pedimento (fl.26), dado el cargo de carácter administrativo, a aquella se le reconoció Pensión Derecho del Decreto 1848 de 1969, que contempla en el artículo 68 que "todo empleado oficial que preste o haya prestado sus servicios durante veinte (20) años, continua o discontinuamente, en las entidades, establecimientos o empresas señaladas en el  artículo 1o de este decreto, tienen derecho a gozar de la pensión de jubilación al cumplir cincuenta y cinco (55) años de edad, si es varón o cincuenta (50) años de edad,  si es mujer." Por manera que al satisfacer estas exigencias, la CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL  produjo el acto administrativo correspondiente, esto es la Resolución No. 11282, que dio lugar a ser incluida en nómina, con una pensión de $124.942.48 pesos (fl.39), radicándose su cancelación en la ciudad de Tunja. (...) El profesional del derecho manifiesta que se ha solicitado la inclusión en la nómina respectiva, una vez notificado el apoderado de aquel entonces de la Resolución 5268 del 14 de diciembre de 1993, elevando pedimento radicado el 7 de marzo de 1994, allegado con la acción de tutela (fl.8). Sobre este aspecto, no obstante lo que quedó plasmado en esta providencia de la pensión gracia y pensión derecho del Decreto 1848 de 1969, se tutelará el derecho de los ciudadanos a recibir respuesta  a sus peticiones, ordenando a la DIRECCION DE LA CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL para que en el término de CUARENTA Y OCHO (48) HORAS, contadas a partir de la notificación de este fallo, produzca el pronunciamiento correspondiente y relativo a las solicitudes indicadas por el Dr. BONILLA CAMACHO como no contestadas." III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. Primera. Competencia. De conformidad con lo dispuesto en los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala es competente para revisar el fallo proferido por el Juzgado Segundo Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá. Segunda. La Materia. La accionante instaura demanda contra la CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL para que sean tutelados sus derechos fundamentales a la vida, a la igualdad, a la seguridad social y al trabajo. Considera que sus derechos se encuentran lesionados por no haber sido incluída en la nómina de pensionados y por no haber recibido el pago de las mesadas atrasadas. El Magistrado Ponente, mediante oficio dirigido a CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL dispuso que dicha entidad informara si se han venido pagando las mesadas correspondientes a la pensión vitalicia de jubilación que se le reconoció a la señora ROSA DILMA HEREDIA DE RINCON en cumplimiento de la Resolución No. 11282 de fecha 09 de marzo de 1993 emanada de CAJANAL; si ha pagado las mesadas correspondientes a la pensión vitalicia de jubilación que se le reconoció a la señora ROSA DILMA HEREDIA DE RINCON en cumplimiento de las Resoluciones Nos. 6211 del 8 de marzo de 1993 y 5268 del 14 de diciembre de 1993 expedidas por accionada; y finalmente, si se dio cumplimiento a la sentencia proferida por el Juzgado Segundo Penal Municipal de la ciudad de Santa Fe de Bogotá el 10 de febrero de 1995, en relación con la respuesta a las peticiones elevadas por el apoderado de la señora ROSA DILMA HEREDIA DE RINCON, respecto a la inclusión en nómina y el pago de la pensión que le fue reconocida mediante Resolución No. 6211 de 1993, modificada parcialmente por la Resolución No. 5268 del mismo año en cuanto al monto de la asignación mensual en favor de la demandante. La entidad accionada, mediante escrito suscrito por el Coordinador de Asuntos Judiciales, hizo saber a esta Corporación lo siguiente (folio 72): "1. Según certificación adjunta, expedida por la Coordinadora Grupo Nóminas, la señora HEREDIA DE RINCON ROSA DILMA, ingresó en nómina en agosto/93, por Resolución No. 11282/93 que reconoció Pensión Ordinaria (1848/69) y se le pagó las mesadas (sic) atrasadas por la suma de $77.434.50 correspondiente a la diferencia entre la fecha de retiro del servicio 1o. de julio/93 y el 1o. de agosto/93 fecha de inclusión. 2. Respecto al reconocimiento efectuado por Resolución 6211/93 y modificado por Resolución 5268/93 no se ha pagado valor alguno. 3. En cuanto al fallo del Juzgado Segundo Penal, me permito manifestar que mediante oficio C.A.J. 1027/95 emanado de este Grupo, se contestó la petición elevada por el doctor Avellaneda Tarazona referente a la inclusión en nómina de su representada ROSA DILMA HEREDIA DE RINCON." Dentro de la documentación enviada a esta Corporación, obra el oficio No. G.N. 2731 del 18 de mayo de 1995 suscrito por la Jefe de Nómina de la accionada, en el que se expresa lo siguiente (folio 73): "Con la presente informo a usted que verificado el Listado General de Pensionados figura relacionada: NOMBRE                        : HEREDIA DE RINCON ROSA DILMA CEDULA                        : 20'313.463 RESOLUCION                : 11282/93 FECHA DE INGRESO   : AGOSTO/93 VALOR PENSION          : $124.942,48 LUGAR DE PAGO                   : CAJA AGRARIA DE TUNJA,                                               BOYACA. LISTADO DE PAGOS ADMINISTRATIVOS: NOMBRE                        : HEREDIA DE RINCON ROSA DILMA CEDULA                        : 20'313.463 RESOLUCION                : 11282/93 NOMINA MESADAS ATRASADAS: MAYO-DICIEMBRE/93 FECHA DE CANCELACION: ENERO/94 VALOR CANCELADO   : $77.434,50 LUGAR DE PAGO                   : CAJANAL SECCIONAL BOYACA Con respecto a las Resoluciones Nos. 5268/93 y 6211/93, estas se devolvieron según GN-510 de Abril 18/94 dirigido al Grupo de Notificaciones por cuanto se trata de un reconocimiento igual a la prestación de la cual goza pensión (sic) la señora HEREDIA." (subrayado fuera del texto) Así mismo, CAJANAL envió copia de la respuesta dada a la petición de inclusión en nómina formulada por el apoderado de la accionante, fechada el 27 de marzo de 1995 mediante la cual le hace saber lo siguiente: "Revisados cuidadosamente los dos cuadernos administrativos, se establece que la señora HEREDIA DE RINCON ROSA DILMA se desempeñó como funcionaria Administrativa (ecónoma) de una Normal. (...) Ahora bien, solicita inclusión en nómina por la Resolución #5268/93 modificada por la #6211/93, mediante la cual se reconoce, pensión graciosa en los términos de Ley 37/33 (sic), lo que no es viable jurídicamente en la medida en que una operación de la administración no puede estar por encima de un precepto constitucional, como lo es el Artículo 128 de la Carta Política. Por lo tanto es preciso que la pensionada exprese en forma inequívoca a cuál de los dos reconocimientos se acoge para continuar incluida y consecuencialmente dar consentimiento expreso para revocar el acto administrativo al cuál no se acoge." Presunción de legalidad de los actos administrativos. En el asunto sometido a estudio de esta Corporación se presenta una  discusión jurídica acerca de un derecho que la accionante alega en su favor, en cuanto que actualmente goza de una pensión de jubilación reconocida mediante la resolución No. 11282 del 09 de marzo de 1993, pero a su vez solicita la inclusión en nómina para que se le pague la pensión gracia que, a su juicio, le fue reconocida mediante las resoluciones Nos. 6211 del 8 de marzo de 1993 y 5268 del 14 de diciembre de 1993, ambas expedidas por la entidad accionada. Así mismo, CAJANAL manifiesta que no le ha cancelado a la accionante suma alguna con base en éstas últimas dos resoluciones, debido a que "se trata de un reconocimiento igual a la prestación de la cual goza pensión (sic) la señora HEREDIA", lo que en su concepto vulnera el artículo 128 de la Carta Política que prohibe a los servidores públicos "recibir más de una asignación que provenga del tesoro público, o de empresas o instituciones en las que tenga parte mayoritaria el Estado, salvo los casos expresamente determinados por la ley". Con fundamento en las pruebas que obran en el expediente, y de conformidad con la jurisprudencia que sobre el particular ha proferido esta Coporación, concluye la Sala que en el caso sub exámine procede la acción de tutela por las siguientes razones. La CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL mediante actos administrativos que gozan de presunción de legalidad, de conformidad con la Constitución y la ley, mientras no sean anulados o suspendidos por la jurisdicción competente, le otorgó a la actora el derecho a la pensión de jubilación y a la pensión gracia. Si a juicio de dicha entidad los derechos reconocidos mediante las resoluciones Nos. 6211 y 5268 de 1993 no tienen fundamento legal, aquélla, de conformidad con el artículo 73 del C.C.A., que establece que "Cuando un acto administrativo haya creado o modificado una situación jurídica de carácter particular y concreto o reconocido un derecho de igual categoría, no podrá ser revocado sin el consentimiento expreso y escrito del respectivo titular...", (se subraya), lo que indica que mientras no se produzca dicho consentimiento, la Administración en forma directa no puede revocarlos u oponerse a su ejecución y cumplimiento. Al respecto, ha sostenido el H. Consejo de Estado[1] que tanto el artículo 24 del Decreto 2733 de 1959, subrogado por el Decreto 01 de 1984 (C.C.A.),como el inciso 1o. del 73 del C.C.A., tienen por finalidad, garantizar la protección de los derechos individuales y la firmeza de las situaciones jurídicas de carácter particular y concreto, para que no puedan ser revocados ni los unos ni las otras, en forma unilateral por la administración. Lo que se busca con la prohibición o restricción legal al ejercicio de la revocatoria por parte de la administración, se funda en la inmutabilidad de los actos administrativos que hayan consagrado un derecho subjetivo a favor de un particular -inmutabilidad que se sustenta en la necesaria seguridad jurídica que debe asistir a los administrados en sus relaciones con la administración-, los cuales gozan del principio de la irrevocabilidad por parte de la administración, a fin de evitar que ésta sea el juez de sus propios actos. En consecuencia, creada una situación jurídica individual, como la que se configuró para la accionante en virtud de las resoluciones Nos. 6211 y 5268 de 1993 emanadas de CAJANAL, ésta es irrevocable unilateralmente por la administración, salvo que concurra el consentimiento expreso y escrito del titular del derecho. Pero en caso de que este no se produzca, la misma Administración, si estima que sus propios actos riñen con la Constitución o la ley, debe ejercer contra ellos las acciones pertinentes ante la jurisdicción contencioso administrativa como organismo competente para anular o suspenderlas provisionalmente. En el caso sub exámine, encuentra la Corte que la entidad accionada se ha sustraído de la ejecución de su propio acto, tal como se expresa en el oficio C.A.J. No. 1027 del 27 de marzo de 1995, por medio del cual dió cumplimiento a la orden de resolver la petición formulada por el apoderado de la accionante, según lo dispuso el Juzgado de instancia, en la que el Coordinador de Asuntos Judiciales manifiesta que "solicita inclusión en nómina por la Resolución #5268/93 modificada por la #6211/93 (sic), mediante la cual se reconoce, pensión graciosa en los términos de la ley 37/33, lo que no es viable jurídicamente en la medida en que una operación de la administración no puede estar por encima de un precepto constitucional, como lo es el Artículo 128 de la Carta Política." Ciertamente el citado precepto constitucional prohibe la percepción simultánea de dos asignaciones provenientes del Tesoro Público. Pero agrega "Salvo los casos expresamente determinados por la ley", lo que indica que si la misma Caja ha llegado a la conclusión de que sus propios actos, que reconocen derechos individuales de la actora, son violatorios del citado ordenamiento, lo conducente no es impedir su ejecución sino hacer uso de las acciones correspondientes, encaminadas a anular o suspender, por parte de la jurisdicción competente las resoluciones respectivas ante la violación de la Constitución o de la ley. De manera que, la finalidad perseguida por la accionada, mediante la referida respuesta, es no acatar su propia decisión adoptada a través de las citadas resoluciones, sin que para ello haya solicitado el consentimiento expreso y escrito del respectivo titular, como lo ordena el artículo 73 del C.C.A. Como lo señaló esta misma Sala en providencia No. T-516 del 10 de noviembre de 1993, cuando un acto administrativo reconoce un derecho como el de la pensión de jubilación o la pensión gracia en favor de una persona, dicho derecho no puede ser revocado ni desconocido unilateralmente por la misma entidad de previsión sin el consentimiento expreso y escrito de su beneficiario, porque ello atenta contra los derechos adquiridos, los cuales se encuentran plenamente garantizados por el artículo 58 de la Carta Política. En el caso presente, no se encuentra acreditado que la CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL, a través de su Directora haya revocado las resoluciones que reconocen los derechos de la actora sino que fue un funcionario de superior jerarquía de la misma entidad, en el oficio que obra a folio 74, quien manifestó que una operación de la Administración no puede estar por encima de un precepto constitucional, lo que de un lado implica desconocer los mismos actos de la Caja, que gozan de presunción de legalidad mientras no sean anulados o suspendidos por la jurisdicción competente, y del otro equivale a convertirse en juez de sus propios actos, lo que le está vedado a la misma Administración. De conformidad con lo anterior, encuentra la Sala que el fallo objeto de revisión deberá revocarse, y en su lugar acceder a la tutela instaurada por la señora ROSA DILMA HEREDIA, ordenando a la CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL que incluya a la accionante en nómina para el pago de las mesadas pensionales, de conformidad con las resoluciones Nos. 6211 de 1993, modificada por la No. 5268 del mismo año, sin que haya lugar al pago de las mesadas atrasadas que, de conformidad con la jurisprudencia de la Corporación, no es procedente la tutela por existir otros medios de defensa judicial. Tampoco resulta pertinente ordenar que se otorguen los servicios ordenar que se otorguen los servicios médicos asistenciales que están ya derivados de la primera resolución que reconoció la pensión a la demandante. IV. DECISION. En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional obrando en nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución RESUELVE PRIMERO. REVOCAR la sentencia proferida por el Juzgado Segundo Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá el diez (10) de febrero de 1995 en cuanto negó la tutela de los derechos de la accionante, y en su lugar CONCEDER la protección de los derechos de la accionante. En consecuencia, se ordena a la CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL incluir en la nómina de pensionados para pago hacia el futuro de las mesadas pensionales a la señora ROSA DILMA HEREDIA DE RINCON, identificada con cédula de ciudadanía No. 20'313.463, de conformidad con el reconocimiento que la entidad efectuó mediante las resoluciones Nos. 6211 y 5268 de 1993. Para hacer la inclusión en nómina, la CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL dispondrá del término de 48 horas, contadas a partir de la notificación de la presente providencia. SEGUNDO. NIEGANSE las demás solicitudes de la demanda. TERCERO. LIBRENSE por Secretaría las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados. Cópiese, notifíquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado Ponente ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado FABIO MORON DIAZ Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1] Cfr. Consejo de Estado, Sentencia de mayo 6 de 1992. Sección Segunda.
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T-278-95 Sentencia No Sentencia No. T-278/95 PERJUICIO IRREMEDIABLE-Inexistencia/ACCION DE TUTELA-Improcedencia/PRESTACIONES SOCIALES-Pago/JURISDICCION LABORAL/EMPLEADOS DEL CLUB DE TELECOM El no pago oportuno de los salarios y prestaciones adeudados al trabajador da lugar a la sanción moratoria de los denominados salarios caídos, cuya  decisión corresponde a la justicia del trabajo, y en tales circunstancias no puede el juez de tutela sustituir al juez laboral cuando existen otros medios de defensa judicial, para la definición de esta clase de conflictos. FALLO DE TUTELA-Cumplimiento inmediato/FALLO DE TUTELA REVOCADO-Efectos cuando se han pagado sumas/PAGO DE LO DEBIDO En el evento de que la entidad accionada ya hubiese efectuado los pagos reclamados por los demandantes, dado el efecto inmediato que deben tener las sentencias de tutela de instancia, en relación con las acreencias adeudadas recibidos por los accionantes, de buena fe, de conformidad con el artículo 83 de la Constitución Política, tales emolumentos no deben ser reembolsados como consecuencia de la improcedencia de la acción de tutela, ya que se trata del pago de lo debido a los mismos peticionarios, aunque ordenado hacer efectivo por un medio de defensa judicial diferente. REFERENCIA: Exp. No. T- 68797 PETICIONARIO:LEONOR HERNANDEZ y OTROS contra el CLUB SOCIAL TELECOM. PROCEDENCIA: Juzgado Sesenta y Cinco Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá. TEMA: Pago de salarios, auxilio de transporte y prima legal. MAGISTRADO PONENTE: Dr. HERNANDO HERRERA VERGARA. Santa Fe de Bogotá, junio 27 de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los magistrados ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO, FABIO MORON DIAZ y HERNANDO HERRERA VERGARA, procede a revisar los fallos proferidos por el Juzgado Segundo Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá el veinticuatro (24) de febrero de 1995, y por el Juzgado Sesenta y Cinco Penal del Circuito de esta ciudad el treinta y uno (31) de marzo del mismo año en el proceso de tutela de la referencia. El expediente llegó al conocimiento de esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional por remisión que le hizo el Juzgado Sesenta y Cinco Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991. Con fundamento en los artículos 86 de la Constitución Política, y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección Número Cinco (5) de la Corte Constitucional, escogió, para efectos de revisión, la presente acción de tutela. I. ANTECEDENTES. 1. Los señores LEONOR HERNANDEZ, MARIA DEL CARMEN MENDOZA, GUSTAVO MONTES, BLANCA CECILIA BOGOTA BALLESTERO, MERCEDES JIMENEZ, MERCEDES MUETE DE RODRIGUEZ, SILENIA TRIANA MELO, LIGIA TRIANA, MYRIAM GALVIS DE HURTADO, DIOSELINA SANDOVAL,TERESA LAVERDE, FLOR ANGELA MORENO, MARIA NANCY BOCACHICA, MARIA RAQUEL SALAMANCA, CAMPO ELIAS GIL PARRA, BLANCA INES RODRIGUEZ DE BELLO, GLORIA BARRETO, MARIA STELLA AVILA ORJUELA, MYRIAM MARTINEZ, GLORIA GUEVARA DE DAZA, SONIA GUIRAL QUEVEDO, DIONICIO BELTRAN, NOHORA STELLA GARZON, GILMA SALAMANCA, ROSA EVELIA RODRIGUEZ MURCIA, LUZ MYRIAM GUERRERO, BLANCA I. RODRIGUEZ, ANA ISABEL PENAGOS RODRIGUEZ, LUIS EDUARDO SILVA, ROQUE CERON ESPITIA, ANA ELSA DURAN RIAÑO, TERESA SALAMANCA, TERESA RODRIGUEZ, MARLENE CASALLAS, BERNARDO MARTINEZ, MARTHA MARIA SANCHEZ, ANA SIXTA VARGAS, presentan demanda de acción de tutela contra el CLUB SOCIAL TELECOM, en escritos separados, por considerar que esta entidad les ha vulnerado el derecho fundamental al trabajo como consecuencia del no pago de los salarios y el auxilio de transporte por el período comprendido del 1 al 30 de enero, primera quincena del mes de febrero de 1995 y prima legal  de 1994. Las referidas demandas fueron acumuladas de conformidad con lo dispuesto por el Juzgado Setenta y Tres Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá al que le correspondió hacer el reparto, mediante auto del 14 de febrero de 1995, por tratarse de demandas contra la misma persona "destinadas a obtener el pago de salarios, auxilio de transporte y la prima legal, por parte de 37 empleados de esa empresa". 2. Los accionantes, al momento de instaurar las respectivas demandas de tutela, laboraban en el CLUB DE TELECOM y estaban vinculados mediante contrato individual de trabajo a término indefinido. 3. Afirman los demandantes que desde el día 30 de diciembre de 1994 el CLUB SOCIAL TELECOM les adeuda las sumas correspondientes a salario, auxilio de transporte y prima legal de diciembre, a pesar de lo cual  siguen laborando en dicha entidad. 4. Expresan además que en varias oportunidades se han dirigido al Gerente de la entidad accionada en forma escrita y verbal sin obtener solución alguna a sus peticiones. PRETENSIONES Los accionantes solicitan lo siguiente: "1. Se ordene al CLUB SOCIAL TELECOM, con domicilio en ésta ciudad, representado legalmente por el señor ALFONSO SANCHEZ CARDENAS o por quien haga sus veces, a PAGARME los salarios con el Auxilio de Transportes retenidos del período comprendido del 1 al 30 de enero de 1995. 2. Se ordene al CLUB SOCIAL TELECOM, con domicilio en ésta ciudad, representado legalmente por el señor ALFONSO SANCHEZ CARDENAS, mayor de edad, con domicilio y residencia en ésta ciudad, o por quien haga sus veces a PAGARME la PRIMA LEGAL del mes de diciembre de 1994". II. LA DECISIONES JUDICIALES QUE SE REVISAN. 1. Sentencia proferida por el Juzgado Segundo Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá. El Juzgado Segundo Penal Municipal, previamente a adoptar la decisión de fondo, ordenó recibir la declaración de los accionantes LEONOR HERNANDEZ, LIGIA TRIANA, LUIS EDUARDO SILVA, SILENIA TRIANA DE MELO, MARIA NANCY BOCACHICA y TERESA RODRIGUEZ, y del Gerente del CLUB SOCIAL TELECOM. Así mismo ofició a la accionada a fin de que fueran enviados con destino al expediente los documentos correspondientes a los últimos estados financieros aprobados por la Asamblea, últimos estados financieros auditados por Revosoría Fiscal, últimas actas de la Asamblea de Socios y últimas actas del Consejo Directivo o Junta Directiva. Así mismo practicó diligencia de inspección judicial en la Alcaldía Mayor de Santa Fe de Bogotá, División de Personerías Jurídicas, a fin de verificar algunos hechos relacionados con el objeto de la acción de tutela. El Juzgado Segundo Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá, dictó sentencia el veinticuatro (24) de febrero de 1995 y resolvió denegar las acciones de tutela presentadas por los empleados del CLUB SOCIAL TELECOM contra la misma entidad por las siguientes razones: "Como se refleja en las probanzas, la situación de carácter económico por la que atraviesa el CLUB SOCIAL TELECOM no es la más óptima, siendo los propios accionantes quienes plantean como solución la liquidación, previendo problemas mayores ante la ausencia de fondos para el cubrimiento de sus acreencias laborales. Igualmente es importante destacar que frente a la imposibilidad de consecución de un préstamo, como consta en el Acta de Junta Directiva No. 1 del 24 de febrero de 1995, "los trabajadores aceptan la posibilidad de retirarse" y sobre el ofrecimiento del pago de sus prestaciones sociales en 36 meses o en su defecto seguir trabajando pero sin poderles cumplir con sus sueldos, "aceptan proponer individualmente sus requerimientos y concertar la renuncia a sus cargos". (Fl.190). (...) El legislador ha previsto que "cuando la mala situación coloca al patrono en trance de clausurar su empresa, de liquidarla parcialmente o de disminuir su personal, no puede hacerlo por propia y exclusiva iniciativa sino que haya de acudir ante las autoridades administrativas del trabajo en busca de permiso para adoptar esas medidas. Y serán tales autoridades las que, luego de hacer todas las investigaciones y análisis que crean convenientes, le permitirán al empresario cesar definitivamente sus labores, rebajar su intensidad o reducir la planta de trabajadores en el número que esas mismas autoridades y no el patrono consideren prudente o suficiente para que se preserve la vida de la empresa, al eliminarse costos excesivos salariales". (Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Laboral, Sección Segunda, Sentencia Mayo 21 de 1986). En este orden de ideas, resulta evidente la carga prestacional a favor de los trabajadores del CLUB SOCIAL TELECOM, cuya cancelación se ha retardado en razón a las dificultades económicas del mismo, sin que emerja la posibilidad en este momento, de ordenar un pago-pretensión principal y única de los accionantes-, ante aquellas circunstancias, determinadas con los diferentes estados financieros, máxime que existen disposiciones legales que permiten llevar ante la jurisdicción laboral las controversias jurídicas que se originen directa o indirectamente de un contrato de trabajo, entre éstas, el pago de salarios y prestaciones sociales, imdemnizaciones por despido y demás derechos que estén en el ordenamiento jurídico." Así mismo, debido a la gravedad de la situación financiera de la entidad accionada, el a quo dispuso ordenar la intervención del Ministerio de Trabajo, a través de la División de Inspección y Vigilancia "con la finalidad de garantizar tales derechos en caso de eventuales suspensiones de las actividades de la empresa, o su liquidación, pretendida por algunos empleados, máxime que, como se anotó, las dificultades económicas del empleador pueden conllevar la terminación del contrato de trabajo, sin desconocer naturalmente los derechos adquiridos." Una vez notificado el fallo dictado por el Juez Segundo Penal Municipal de la ciudad de Santa Fe de Bogotá, los accionantes procedieron a impugnarlo. En escrito presentado por el señor LUIS EDUARDO SILVA se expresó que "lo que buscamos al instaurar la Acción de tutela era que a través de un trámite rápido se nos tutelaran los derechos al TRABAJO Y LA SUBSISTENCIA FAMILIAR, ya que si iniciaremos (sic) un proceso Laboral Ordinario, duraría más de dos (2) años para resolver nuestras peticiones, tiempo éste que no es posible esperar ya que no tenemos para contratar un profesional del derecho para que nos represente, e igualmente no tendríamos los medios para que nuestra familia subsistiera durante el tiempo que dura el proceso, razón por la cual nos tocó acudir a la ACCION DE TUTELA". 2. Sentencia proferida por el Juzgado Sesenta y Cinco Penal del Circuito de Santa fe de Bogotá. El Juzgado Sesenta y Cinco Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, dictó sentencia el treinta y uno de marzo de 1995, revocando la decisión tomada por el Juzgado Segundo Penal Municipal de ésta ciudad, y en su lugar concedió la tutela a los trabajadores del CLUB SOCIAL TELECOM como mecanismo transitorio de protección de sus derechos, ordenando la cancelación inmediata de los salarios dejados de percibir, así como el resto de emolumentos atrasados, para lo cual concedió un término de ocho días hábiles a la accionada, contados a partir de la fecha del fallo. Los fundamentos de la decisión adoptada por parte del juez de segunda instancia fueron los siguientes: "No desconoce esta instancia que estamos frente a un caso en que la situación de conflicto en que se hallan los trabajadores del Club Social Telecom, corresponde juzgarla a la Jurisdicción Laboral Ordinaria, sin embargo, ante la dilación que presentan ésta clase de procesos, en primer lugar porque solo existen Dieciséis Juzgados Laborales radicados en ésta ciudad; lo que de suyo hace dispendioso evacuar con prontitud las reclamaciones de los sujetos demandantes. Y en segundo lugar, porque la situación en que se encuentran sumergidos los accionantes, así como sus familias que dependen de la manutención de éstos es impostergable, si se tiene en cuenta que a raíz de la aparición de ésta circunstancia, los solicitantes no sólo han sufrido un desmedro económico en su patrimonio sino que la misma situación ha originado un retroceso en el curso normal de sus deberes, que como sujetos de derechos y obligaciones los precitados habían contraído; lo que de por sí hace más gravosa la situación, como el hecho de que sus hijos no puedan asistir a un plantel educativo, porque no existen los medios para lograr tal propósito. Derecho sustancial que no se puede seguir violando, ya que la circunstancia misma no puede seguir desencadenando, ni terminar por vulnerar los derechos fundamentales de la niñez y la juventud, cuando además de estos principios surge el soporte moral de las instituciones educativas, y lo que su desarrollo conlleva, para garantizar ese derecho al aprendizaje. (...) En este orden de ideas, se recurre a ésta figura jurídica para que su aplicación demanda la inminencia del perjuicio, inminencia que "amenace o esté por suceder prontamente". Y si lo ajustamos a nuestro caso, éste se constituye en una amenaza incontenible, porque no se pueden detener las secuelas sufridas por el hecho. Sin embargo, el empleo oportuno de éste mecanismo, puede evitar el desenlace funesto de tal situación conllevaría. (...) Así las cosas, y habida consideración de los planteamientos esgrimidos en los acápites anteriores, ésta instancia habrá de revocar el proveído impugnado, y en su lugar tutelará los derechos que le asisten a los accionantes. En el sentido de ordenar el pago inmediato de los salarios y el resto de emolumentos dejados de percibir, desde el mes de diciembre del año inmediatamente anterior así como los generados, hasta tanto subsista esa relación contractual; ordenando restablecer el derecho conculcado, amparado en el perjuicio irremediable, como mecanismo transitorio." III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. 1. La Competencia. De conformidad con lo dispuesto en los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala es competente para revisar los fallos proferidos por el Juzgado Segundo Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá el 24 de febrero de 1995, y por el Juzgado Sesenta y Cinco Penal del Circuito de esta ciudad el 31 de marzo del mismo año. 2. La Materia. Improcedencia de la acción de tutela. Perjuicio irremediable. Para esta Corporación es claro que en el asunto sub exámine la acción de tutela resulta improcedente, tal como lo ha manifestado reiteradamente a través de su jurisprudencia, por cuanto los accionantes cuentan con otro mecanismo de defensa judicial como lo son las acciones laborales ante la jurisdicción del trabajo por incumplimiento del contrato respectivo, pues lo que pretenden es obtener que "Se ordene al CLUB SOCIAL TELECOM, con domicilio en ésta ciudad, representado legalmente por el señor ALFONSO SANCHEZ CARDENAS o por quien haga sus veces" a efectuar el pago de "los salarios con el Auxilio de Transportes retenidos del período comprendido del 1 al 30 de enero de 1995" y además solicitan que por vía de tutela "Se ordene al CLUB SOCIAL TELECOM, con domicilio en ésta ciudad" a que les cancele "la PRIMA LEGAL del mes de diciembre de 1994". En cuanto a la improcedencia de la acción de tutela por existir otros medios de defensa judicial, basta recordar lo expresado por esta Corporación mediante la sentencia No. T-036 de 1994 (M.P. Dr. José Gregorio Hernández Galindo): "Una vez más debe la Corte ocuparse en examinar el sentido constitucional de la acción de tutela, mecanismo que resulta desfigurado en sus alcances y finalidades cuando se lo usa con el propósito de revivir oportunidades procesales ya precluídas o de provocar mañosamente nuevos pronunciamientos judiciales sobre puntos definidos. Vuelve a decir la Corporación que el instrumento previsto en el artículo 86 de la Carta Política no corresponde a una nueva instancia ni constituye procedimiento alternativo o paralelo a los ordinarios ni los sustituye. Conviene recordar lo afirmado por la Sala Plena en Sentencia C-543 de octubre 1º de 1992: "...tan sólo resulta procedente instaurar la acción en subsidio o a falta de instrumento constitucional o legal diferente, susceptible de ser alegado ante los jueces, esto es, cuando el afectado no disponga de otro medio judicial para su defensa, a no ser que busque evitar un perjuicio irremediable (artículo 86, inciso 3°, de la Constitución)" (...) "...no es propio de la acción de tutela el sentido de medio o procedimiento llamado a reemplazar los procesos ordinarios o especiales, ni el de ordenamiento sustitutivo en cuanto a la fijación de los diversos ámbitos de competencia de los jueces, ni el de instancia adicional a las existentes, ya que el propósito específico de su consagración, expresamente definido en el artículo 86 de la Carta, no es otro que el de brindar a la persona protección efectiva, actual y supletoria en orden a la garantía de sus derechos constitucionales fundamentales. En otros términos, la acción de tutela ha sido concebida únicamente para dar solución eficiente a situaciones de hecho creadas por actos u omisiones que implican la transgresión o la amenaza de un derecho fundamental, respecto de las cuales el sistema jurídico no tiene previsto otro mecanismo susceptible de ser invocado ante los jueces a objeto de lograr la protección del derecho; es decir, tiene cabida dentro del ordenamiento constitucional para dar respuesta eficiente y oportuna a circunstancias en que, por carencia de previsiones normativas específicas, el afectado queda sujeto, de no ser por la tutela, a una clara indefensión frente a los actos u omisiones de quien lesiona su derecho fundamental.  De allí que, como lo señala el artículo 86 de la Constitución, tal acción no sea procedente cuando exista un medio judicial apto para la defensa del derecho transgredido o amenazado, a menos que se la utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable entendido éste último como aquél que tan sólo puede resarcirse en su integridad mediante el pago de una indemnización (artículo 6º  del Decreto 2591 de 1991). Así, pues, la tutela no puede converger con vías judiciales diversas por cuanto no es un mecanismo que sea factible de elegir según la discrecionalidad del interesado, para esquivar el que de modo específico ha regulado la ley; no se da la concurrencia entre éste y la acción de tutela porque siempre prevalece -con la excepción dicha- la acción ordinaria. La acción de tutela no es, por tanto, un medio alternativo, ni menos adicional o complementario para alcanzar el fin propuesto.  Tampoco puede afirmarse que sea el último  recurso al alcance del actor, ya que su naturaleza, según la Constitución, es la de único medio de protección, precisamente incorporado a la Carta con el fin de llenar los vacíos que pudiera ofrecer el sistema jurídico para otorgar a las personas una plena protección de sus derechos esenciales. Se comprende, en consecuencia, que cuando se ha tenido al alcance un medio judicial ordinario y, más aún, cuando ese medio se ha agotado y se ha adelantado un proceso, no puede pretenderse adicionar al trámite ya surtido una acción de tutela, pues al tenor del artículo 86 de la Constitución, dicho mecanismo es improcedente por la sola existencia de otra posibilidad judicial de protección, aún sin que ella haya culminado en un  pronunciamiento definitorio del derecho. Bien puede afirmarse que, tratándose de instrumentos dirigidos a la preservación de los derechos, el medio judicial por excelencia es el proceso, tal como lo acreditan sus remotos orígenes. En el sentir de esta Corte, nadie puede alegar que careció de medios de defensa si gozó de la oportunidad de un proceso y menos todavía si tomó parte en él hasta su conclusión y ejerció los recursos de que disponía. Pero, claro está, si pese a las ocasiones de defensa dentro del proceso y a las posibilidades de impugnación del fallo que le otorgaba el sistema jurídico en obedecimiento a claros principios constitucionales (artículos 29 y 31 de la Carta), el interesado se abstuvo de utilizar los mecanismos a su disposición, tampoco puede acudir a la institución de la tutela como última tabla de salvación de sus pretensiones, por cuanto ello implica el alegato de su propia incuria contra el principio universalmente aceptado y desvirtúa el carácter subsidiario de la acción. Sobre el tema ha declarado la Corte Constitucional a propósito" (...) "...la acción de tutela no puede asumirse como un sistema de justicia paralelo al que ha consagrado el ordenamiento jurídico en vigor. El entendimiento y la aplicación del artículo 86 de la Constitución tan solo resultan coherentes y ajustados a los fines que le son propios si se lo armoniza con el sistema. De allí que no sea comprensible como medio judicial capaz de sustituir los procedimientos y las competencias ordinarias o especiales, pues ello llevaría a un caos no querido por el Constituyente". En ese orden de ideas, no es admisible la utilización de la tutela cuando existen otros medios de defensa judicial, salvo el caso del perjuicio irremediable, tal como lo estatuye el artículo 86 de la Constitución. Tampoco cabe intentar la acción cuando quien se considera afectado o amenazado en uno de sus derechos fundamentales gozó de oportunidades procesales para su protección y dejó de aprovecharlas, permitiendo que se vencieran los términos contemplados en la ley. Si así acontece, el amparo constitucional no puede tomarse como opción adicional para suplir el cuidado y diligencia que el interesado ha debido observar. Ya sobre este punto se pronunció la Sala Tercera de Revisión en los siguientes términos: "Si, (...) el titular de la acción ordinaria no hace uso de ella dentro del tiempo que la ley le otorga, no podrá esperar que el Estado despliegue su actividad jurisdiccional para ofrecerle la protección que necesita, pero su situación, entonces, no es imputable al Estado o a sus agentes, sino que obedece a su propia incuria, a su negligencia, al hecho de haberse abstenido de utilizar los medios de los cuales gozaba para su defensa. En tales situaciones, menos aún puede ser invocada la tutela, por cuanto no es ésta una institución establecida para revivir los términos de caducidad ni para subsanar los efectos del descuido en que haya podido incurrir el accionante". (Cfr. Corte Constitucional. Sentencia T-07 del 13 de mayo de 1992). En el proceso que se analiza es clara la preexistencia de otros medios de defensa judicial a los cuales ha podido acogerse el accionante. Repárese en que su solicitud de nulidad de lo actuado fue planteada en forma extemporánea, tal como lo subrayó la Corte Suprema de Justicia. Mal podía entonces, prosperar la acción de tutela incoada." (lo subrayado no es de la sentencia) Esta Sala considera oportuno reiterar que la acción de tutela, aún existiendo otros mecanismos de defensa judicial de los derechos fundamentales, resulta viable cuando, de conformidad con el artículo 6o. del Decreto 2591 de 1991, aquella se instaure "como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable." No obstante, dicha disposición señala que "La existencia de dichos medios (de defensa judicial) será apreciada en concreto, en cuanto a su eficacia, atendiendo las circunstancias en que se encuentre el solicitante." En relación con el perjuicio irremediable, la Corte Constitucional ha tenido la oportunidad de expresar que, para que este se configure no basta la sola afirmación del acionante, sino que aquél debe estar plenamente acreditado en el proceso, y que además se adopte como mecanismo transitorio mientras se resuelve el derecho por parte del juez competente para decidir la situación en forma definitiva. Así se expresó en sentencia No. T-458 de 1994, M.P. Dr. Jorge Arango Mejía: "(...) Sin embargo, vale la pena reiterar que la irremediabilidad del perjuicio, implica que las cosas no puedan retornar a su estado anterior, y que sólo pueda ser invocada para solicitar al juez la concesión de la tutela como "mecanismo transitorio" y no como fallo definitivo, ya que éste se reserva a la decisión del juez o tribunal competente. Es decir, se trata de un remedio temporal frente a una actuación arbitraria de autoridad pública, mientras se resuelve de fondo el asunto por el juez competente. En el caso que nos ocupa, la situación que se presenta no es irremediable, pues como el perjuicio alegado está en posibilidad de desaparecer, de prosperar el recurso de apelación interpuesto por el actor contra la decisión de la Inspección, resulta ilógico considerarlo como irremediable. Por lo demás, tampoco se observa que dicho perjuicio, de conformidad con la sentencia T-225 del 15 de junio de 1993 (Magistrado ponente doctor Vladimiro Naranjo Mesa), sea grave o inminente." No obstante lo anterior, en el caso sub exámine no encuentra la Sala acreditado en el proceso el perjuicio irremediable para que hubiese podido ordenarse el pago de las sumas adeudadas a los accionantes como mecanismo transitorio, y no definitivo, frente a la sola afirmación de los demandantes sobre las consecuencias derivadas del incumplimiento por parte de la accionada a causa de la difícil situación económica por la que atravieza el CLUB SOCIAL TELECOM. De esta manera la orden de pago de las acreencias adeudadas no conduce a la adopción de una medida transitoria, mientras el juez competente resuelve el fondo del asunto, sino de carácter definitivo, lo que en estos casos no es propio de la competencia del juez de tutela, de acuerdo con la jurisprudencia de la Corporación. Por otro lado, el Código Sustantivo del Trabajo establece en forma clara que el no pago oportuno de los salarios y prestaciones adeudados al trabajador da lugar a la sanción moratoria de los denominados salarios caídos, cuya  decisión corresponde a la justicia del trabajo, y en tales circunstancias no puede el juez de tutela sustituir al juez laboral cuando existen otros medios de defensa judicial, para la definición de esta clase de conflictos, de conformidad con la jurisprudencia de la Corporación. Ciertamente a juicio de la Corte, el argumento esgrimido por el Juez de segunda instancia- en el sentido de que a pesar de admitir la competencia para el caso planteado, de la jurisdicción laboral ordinaria ante la dilación que presentan esta clase de procesos por existir solamente diez y seis juzgados laborales radicados en esta ciudad, debe acudirse a la acción de tutela- carece de respaldo constitucional y legal, ya que no solamente conduciría a crear un verdadero caos judicial, sino a desvirtuar y desnaturalizar la verdadera finalidad de este instrumento democrático, concebido en la Constitución de 1991 como mecanismo de protección de los derechos fundamentales de los ciudadanos, cuando el afectado no dispone de otro medio de defensa judicial, el cual no puede ser utilizado para reemplazar los procesos ordinarios o especiales encaminados a la definición de los conflictos jurídicos, ni para desplazar a los jueces competentes por parte de los ciudadanos, en la escogencia de instancias alternativas expeditas, alterando las jurisdicciones preexistentes. Por las razones expuestas, esta Sala de Revisión procederá a revocar el fallo objeto de revisión, y en su lugar se dispondrá declarar improcedente la presente acción de tutela, por existir otros mecanismos de defensa judicial; y también por las demás razones que se han dejado anotadas en esta providencia. No obstante lo anterior, en el evento de que la entidad accionada ya hubiese efectuado los pagos reclamados por los demandantes, dado el efecto inmediato que deben tener las sentencias de tutela de instancia, en relación con las acreencias adeudadas recibidos por los accionantes, de buena fe, de conformidad con el artículo 83 de la Constitución Política, tales emolumentos no deben ser reembolsados como consecuencia de la improcedencia de la acción de tutela, ya que se trata del pago de lo debido a los mismos peticionarios, aunque ordenado hacer efectivo por un medio de defensa judicial diferente. IV. DECISION. En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional obrando en nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución RESUELVE PRIMERO. REVOCAR la sentencia proferida por el Juzgado Sesenta y Cinco Penal del Circuito de esta ciudad el treinta y uno (31) de marzo de 1995 y en su lugar DECLARAR IMPROCEDENTE la acción de tutela instaurada por los accionantes en contra del CLUB SOCIAL TELECOM por las razones expuestas en la parte motiva de esta providencia. SEGUNDO. Declárase que no hay lugar a ordenar la devolución de los emolumentos pagados a los demandantes, que fueron materia de la acción promovida por los mismos. TERCERO. Líbrense por secretaría las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados. Cópiese, notifíquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado Ponente ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado FABIO MORON DIAZ Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-279-95 Sentencia No Sentencia No. T-279/95 EXCEPCION DE INCONSTITUCIONALIDAD EN TUTELA/RECURSOS-Naturaleza/MULTA-Improcedencia de su pago Es la tutela un mecanismo apropiado para obtener la inaplicación en el caso concreto de la ley u otra norma de carácter general que imponga restricciones que atenten contra el debido proceso, el derecho de defensa o el acceso a la justicia, si como consecuencia de su observancia se vulneran o amenazan derechos fundamentales de las personas. La tutela objeto de estudio se constituye en el mecanismo jurídico apropiado para que se inaplique el artículo 8o. de la Ley 1a. de 1963, pues la exigencia en él consagrada  relativa al previo pago del valor de la multa para que el afectado pueda presentar los recursos correspondientes en vía gubernativa, no se ajusta a lo dispuesto en la Carta Política, y esta situación es causa de la vulneración de los derechos fundamentales de defensa y de acceso a la justicia de la accionante. REF.: Expediente No. T- 64143 PETICIONARIO: AMALIA MARTINEZ AVELLA, representante legal de PROASER LTDA. contra la INSPECCION NACIONAL DEL TRABAJO Y SEGURIDAD SOCIAL DE SOGAMOSO. TEMA: Debido proceso. MAGISTRADO PONENTE : Dr. HERNANDO HERRERA VERGARA. Santa Fe de Bogotá, junio 27 de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Sexta de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional,  integrada por los Magistrados ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO, FABIO MORON DIAZ y HERNANDO HERRERA VERGARA, procede a revisar los fallos proferidos en primera instancia por Juzgado Primero Laboral del Circuito de Sogamoso el 22 de noviembre de 1994, y en segunda instancia por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Rosa de Viterbo el 2 de febrero de 1995. El expediente llegó a conocimiento de esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional por remisión que le hizo el citado Tribunal, de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991. Con fundamento en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Revisión # 3 de la Corte Constitucional, escogió, para efectos de revisión, la presente acción de tutela. I. INFORMACION PRELIMINAR. 1. La señora AMALIA MARTINEZ AVELLA, en su condición de representante legal de la sociedad PROFESIONALES EN ADMINISTRACION DE SERVICIOS "PROASER" Ltda. presentó acción de tutela contra la INSPECCION NACIONAL DEL TRABAJO Y SEGURIDAD SOCIAL DE SOGAMOSO, ya que considera que le fue vulnerado el derecho al debido proceso a la compañía que representa, como consencuencia de la imposición de una multa mediante resolución No. 033 del 27 de julio de 1994 por valor de $2'961.000.oo. 2. Afirma la representante legal de la sociedad accionante que ésta interpuso los recursos de reposición y apelación contra dicha resolución, y que la entidad accionada, mediante resolución No. 045 del 23 de agosto de 1994, al desatar los recursos, "optó" por rechazarlos, "con el argumento de que la Empresa ha debido consignar el dinero de la multa, para poder recurrir". 3. Considera la señora AMALIA MARTINEZ AVELLA que el derecho al debido proceso le fue vulnerado a la sociedad accionante "ya que en varias oportunidades la Honorable Corte Constitucional, ha manifestado que en tratándose de multas, etc. no es necesario consignar dinero alguno para que la persona afectada, pueda efectuar los procedimientos legales establecidos (sic)". En su demanda, cita algunas decisiones de la Corte Suprema de Justicia (Sala Plena, septiembre 4 de 1970, Gaceta Judicial TCXXXVII, sentencia marzo 30/78); así mismo hace referencia a la sentencia de esa Corporación de fecha 25 de julio de 1991 que declaró inexequible el artículo 140 del C.C.A. (Jurisprudencia y Doctrina, T.XXI No. 241, pág. 14 y ss. Enero/92), y a la sentencia No. T-450 de 1994 de la Corte Constitucional, que a su juicio, tienen relación con su caso. 4. La accionante solicita que se tutele transitoriamente el derecho al debido proceso con el fin de evitar un perjuicio irremediable "ya que si bien, se puede recurrir al Honorable Tribunal Contencioso Administrativo de Boyacá, para buscar la nulidad de las resoluciones impugnadas, su trámite, por el número de negocios que allí se tramita, sería tan dispendioso, que cuando se falle, ya ha sido cobrado el dinero de la multa, ocasionando un perjuicio irremediable al interés económico de la Empresa que represento, por cuanto esta clase de cobros es por la vía coactiva, que limita mucho más la defensa de nuestros intereses". II. LAS PROVIDENCIAS JUDICIALES QUE SE REVISAN. El Juzgado Primero Laboral del Circuito de Sogamoso, mediante providencia del 22 de noviembre de 1994, resolvió negar la tutela interpuesta por la representante legal de la sociedad accionante, como mecanismo transitorio de protección de sus derechos, "dada su improcedencia ya que el presunto perjuicio que se quiere evitar no tiene la connotación jurídica de irremediable". El citado despacho judicial consideró que: "no está a criterio de la Accionante ni del Juzgador de Tutela el determinar cuál es el perjuicio que tiene esa connotación jurídica de irreparable sino que, por el contrario, legalmente se calificó como tal el 'que solo puede ser reparado en su integridad mediante una indemnización'. El artículo 1o. del decreto 306 del 9 de febrero de 1992 establece, CONTRARIO SENSU: 'art.1o. (...) no existe perjuicio irremediable (...) cuando el interesado pueda solicitar a la Autoridad Judicial competente que disponga el restablecimiento o protección del Derecho, mediante la adopción de disposiciones como las siguientes (...) e) orden de restitución o devolución de una suma de dinero pagada por razón de una multa (...). Lo dispuesto en este artículo se aplicará también en los eventos en los cuales legalmente sea posible que además de las órdenes y autorizaciones mencionadas se condene al pago de perjuicios en forma complementaria.' Se concluye de lo expuesto que el perjuicio aludido en la Tutela NO TIENE EL CARACTER DE IRREMEDIABLE y afectado este requisito legal se afecta la utilización de la Tutela como mecanismo transitorio". La representante legal de la sociedad accionante interpuso recurso de apelación contra dicho fallo y expuso las mismas razones que consignó en la demanda, y agregó que "Para garantizar y salvaguardar la Constitución de Colombia, no se necesita que exista un perjuicio irremediable particular, ya que la infracción a nuestra Norma Rectora, produce un perjuicio irremediable general, porque se pone en peligro toda la estructura jurídica de la Nación." Agregó que "si así se hizo por orden de la Honorable Corte Constitucional, para la acción de tutela interpuesta por la Sociedad 'EQUIPOS SUIZOS LTDA.' contra el ISS Seccional Cundinamarca, no vemos la razón jurídica, para que en nuestro caso, exactamente igual, en su motivación, no se tutele nuestro derecho, que no viene a ser el nuestro, sino el de toda la comunidad, que ve cómo se ha vulnerado toda la estructura jurídica, al violarse la Constitución Nacional, por parte del Señor Inspector Nacional de Trabajo y Seguridad Social, al restringir el derecho consagrado en Ella, de ser oído, y de tramitar los recursos, que no son otra cosa que el derecho de Petición, contra sus propias providencias (sic)". El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Rosa de Viterbo, Sala Laboral, mediante providencia del 2 de febrero de 1995, resolvió confirmar la sentencia proferida por el Juzgado Primero Laboral del Circuito de Sogamoso del 22 de noviembre de 1994, con fundamento en las siguientes consideraciones: "Para la Sala en el caso bajo examen no se ha violado el derecho constitucional fundamental al debido proceso a la accionante, si se tiene en cuenta que una vez dictada la resolución No. 033 del 27 de julio de 1994 se enteró la sancionada mediante notificación, y es tanto así que la impugnó con los recursos establecidos en la ley, por lo tanto se le estaba garantizando el debido proceso. Otra cosa es que por mandato legal, art. 8o. de la Ley 1a. de 1963, para que la interposición de cualquier recurso previamente se debía consignar el valor de la multa, y como en efecto éste requisito no se acató, mal puede concluirse violación al debido proceso. Lo que hubo por parte de la tutelante fue rebeldía, situación muy diferente de lo que ampara la C.N. que es ajena al derecho fundamental en comento.(...) Entonces, como conclusión la accionante dispone de otros medios judiciales directamente o sea, sin la necesidad de agotar los recursos de la vía gubernativa a la luz de los artículos 51, 62, 63 y 135 del C.C.A., conforme así lo expresó la Honorable Corte Constitiucional en la sentencia que obra como prueba." III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. PRIMERA. COMPETENCIA. La Corte Constitucional es competente, a través de esta Sala de Revisión, para proferir sentencia en relación con las providencias dictadas por el Juzgado Primero Laboral del Circuito de Sogamoso y por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Rosa de Viterbo, Sala Laboral, con fundamento en lo dispuesto por los artículos 86, inciso tercero, y 241 numeral 9o. de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34 y 36 del Decreto 2591 de 1991. SEGUNDA. EL CASO OBJETO DE ESTUDIO. La señora AMALIA MARTINEZ AVELLA, obrando en su condición de representante legal de la sociedad PROASER LTDA. acude al mecanismo de la acción de tutela con el fin de que le sea protegido el derecho al debido proceso que considera le fue vulnerado a ésta compañía, como consecuencia de la inadmisión de los recursos de reposición y apelación que formuló contra la resolución No. 033 del 27 de julio de 1994, por medio de la cual la entidad accionada impuso una multa a PROASER LTDA. por el incumplimiento en el pago oportuno de los salarios a algunos de sus empleados, toda vez que para admitir y tramitar los referidos recursos en vía gubernativa, se le exigió el pago previo del valor de dicha multa, la cual no canceló argumentando que el artículo 140 del Código Contencioso Administrativo fue declarado inexequible por la Corte Suprema de Justicia mediante sentencia del 25 de julio de 1991 en la parte que establecía que en las demandas de impuestos, tasas, contribuciones o multas que se exijan, o de créditos definitivamente liquidados a favor del Tesoro Público "deberá acompañarse el respectivo comprobante de haberse consignado, en calidad de depósito, la suma correspondiente. (...) El comprobante de depósito de que se trata se refiere a los casos en que leyes especiales exijan la consignación previa de la suma líquida o debida. En los demás casos bastará que se otorgue caución a satisfacción del ponente para garantizar el pago con los recargos a que haya lugar en cuanto fuere desfavorable lo resuelto" (Lo subrayado fue declarado inexequible). Además, la representante legal de la accionante cita en su demanda la sentencia No. T-450 de 1994 emanada de esta Corporación, y cuyo ponente fue el Dr. José Gregorio Hernández, la cual, a su juicio, sustenta las pretensiones, pues en ésta sentencia la Corte se pronunció en un asunto similar al ocurrido a la sociedad PROASER LTDA. En el caso sub exámine, al desatar los recursos, la INSPECCION NACIONAL DEL TRABAJO Y SEGURIDAD SOCIAL DE SOGAMOSO resolvió "Rechazar el recurso de reposición y en subsidio de apelación" argumentando que "La fuente jurídica por la cual, el Despacho, le haya indicado que para hacer uso de los recursos de la vía gubernativa previamente debía consignar el valor de la multa impuesta, no es otro que el artículo 8o. de la Ley 1 de 1963. la cual se encuentra vigente, toda vez que se trata de una disposición que se refiere de manera especial a los actos administrativos de las autoridades laborales, es decir, de aquí su imperioso cumplimiento para que ésta oficina, procediera a resolver el recurso interpuesto." Previamente al estudio del caso sub exámine, esta Corporación encuentra indispensable analizar el contenido de la sentencia No. T-450 de 1994 a fin de establecer si la doctrina constitucional en él expuesta se aplica o no al presente asunto. En efecto, en esa oportunidad la Corte Constitucional se pronunció sobre la violación del derecho fundamental al debido proceso de la sociedad accionante, como consecuencia de la imposición de una multa por parte del Instituto de Seguros Sociales, cuyo pago se le exigió con fundamento en el Decreto 2665 de 1988 "Por el cual se expide el Reglamento General de sanciones, cobranzas y procedimientos del Instituto de Seguros Sociales", que en el artículo 63 establece que, tratándose de decisiones mediante las cuales se impongan sanciones, únicamente procede el recurso de reposición en vía gubernativa ante el mismo funcionario que la profirió; si se refiere a una multa, señala dicha disposición que "sólo se concederá el recurso cuando con el escrito en que se interponga se acompañe el recibo de depósito correspondiente al valor de la multa o del reembolso, expedido por el Recaudador debidamente autorizado por el ISS". (el subrayado no es del texto) Esta Corporación, en el referido fallo No. T-450 de 1994, examinó las restricciones que pueden establecerse para acceder a la administración de justicia y si ello atenta o no contra el debido proceso, y sustentó su análisis en la citada sentencia de la Corte Suprema de Justicia del 25 de julio de 1991. En esa oportunidad la Corte Constitucional señaló lo siguiente: "Es preciso que en el campo de las restricciones de este tipo se distinga entre aquéllas que se imponen por la ley y las que provienen de actos administrativos de carácter general y también entre las que bloquean el acceso a la administración de justicia y las que coartan el derecho de defensa dentro de la vía gubernativa." En el mismo pronunciamiento, esta Corporación hizo referencia a las consideraciones que la Corte Suprema de Justicia adelantó en la mencionada sentencia del 25 de julio de 1991, y expresó lo siguiente: "La Corte Suprema de Justicia, en Sentencia número 86 del 25 de julio de 1991 (M.P.: Drs. Simón Rodríguez Rodríguez y Pablo J. Cáceres Corrales), al declarar inexequible parte del artículo 140 del Código Contencioso Administrativo, a cuyo tenor en las demandas contra impuestos, tasas, contribuciones y multas o de créditos definitivamente liquidados a favor del tesoro público, debía acompañarse el respectivo comprobante de haberse consignado en calidad de depósito la suma correspondiente, manifestó: 'Contradice esta exigencia la garantía que la Constitución consagra a toda persona, en su artículo 229, de acceder a la administración de justicia, puesto que (...) obliga al interesado a cumplir con la sanción que ha impuesto la Administración de manera absoluta, sin permitir siquiera el uso de garantías u otro mecanismo de idéntica naturaleza para asegurar el pago de la multa o de la suma debida, en la hipótesis de una sentencia desfavorable a sus pretensiones. El tipo de multa que por hechos contravencionales u obligaciones de orden cambiario, tributario, etc, imponen o liquidan las autoridades del ramo, hace inaccesible la justicia a quienes tienen derecho de controvertir ese acto sancionatorio y la administración, en ese caso, posee la atribución de bloquear la acción de la jurisdicción con la imposición de multas o la definición de obligaciones de magnitudes en ocasiones inalcanzables para los afectados. Pero aunque la sanción no llegara a niveles imposibles desde el punto de vista económico para las personas demandantes, el artículo 140 compele a tomar semejante obligación sin alternativa alguna, antes del juicio y quebrantando, así, la garantía que la Constitución de 1991 en su artículo 229 ha consagrado expresamente a quienes necesitan de las definiciones judiciales para establecer la legalidad del acto administrativo que decreta tal obligación'." La sentencia No. T-450 de 1994, acogió el criterio expuesto por esta Corporación en la sentencia No. C-599 de 1992. La Corte Constitucional manifestó en esa ocasión: "La misma tesis fue adoptada por la Corte Constitucional en Sentencia C-599 del 10 de diciembre de 1992 (M.P.: Dr. Fabio Morón Díaz), mediante la cual se declaró inexequible el artículo 26 del Decreto 1746 de 1991, que hacía similar exigencia para ejercitar las acciones ante la jurisdicción de lo Contencioso Administrativo en materia de infracciones cambiarias. Dijo la Corte en esa oportunidad: 'Ahora bien, la Constitución Política de 1991 establece como un derecho fundamental la posibilidad de todos los asociados de acceder a las decisiones de la administración de justicia, sin limitaciones que puedan dejar truncas las posibilidades de obtener la declaración judicial de su derecho; resulta así contrario al principio de obtener pronta y cumplida justicia un precepto que impone el pago anticipado de la obligación, a juicio del deudor no debida, cuando justamente es la existencia o el monto de la misma lo que sería objeto de declaración  judicial. (...) En efecto, ante la sola posibilidad de que el error de la administración en la tasación del monto de la obligación o en la existencia de la misma pueda tener lugar, su pago resulta una exigencia inadmisible para ejercitar las acciones que ante la justicia autoriza el ordenamiento jurídico colombiano.  Lo anterior no quiere significar que se elimine la presunción de legalidad del contenido patrimonial de los actos administrativos, que continúa, según sentir de la Corte, en todos sus efectos, salvo para hacer exigible el pago efectivo de las obligaciones como condición previa para disponer de las acciones judiciales. De suerte que el acto será legal y sus efectos, a cargo de los obligados de manera ininterrumpida y con las consecuentes sanciones indemnizatorias a favor de la administración, en aquellas oportunidades que a la postre resulten ajustadas a derecho en cuanto a la existencia y monto de las obligaciones respectivas.  Las razones expuestas imponen la declaratoria de inconstitucionalidad del artículo 26 del Decreto 1746 de 1991, por contrariar el artículo 229 de la Constitución Política'." (el subrayado no es del texto) En el fallo No. T-450 de 1994, concluyó la Corporación su análisis sobre el aspecto en comento, diciendo: "Como puede verse, los aludidos fallos hacían referencia a la imposición de un requisito de orden legal pero que resultaba contrario a la Constitución en cuanto impedía el acceso a la administración de justicia. La providencia de la Corte Suprema de Justicia dejó en claro que, dada la índole del precepto, el motivo de inconstitucionalidad consistía en lo dicho, mas no en el desconocimiento del derecho de defensa, pues 'la obligación de que se trata, y cuyo cumplimiento es condición sine qua non para la admisión de la demanda, no quebranta el principio del debido proceso, consagrado en el artículo 29 de la Carta vigente, porque cabalmente, el precepto demandado es la "ley preexistente" a todo juzgamiento de que habla el referido texto constitucional...' (subrayado en el original)" En la citada providencia, la Corte Constitucional tuteló los derechos de la sociedad accionante pues la exigencia del pago previo de una multa a fin de admitir y tramitar un recurso en vía gubernativa, estaba consagrado en una disposición reglamentaria que per se negaba al entonces accionante el derecho de defensa inherente al ejercicio de los recursos en vía gubernativa. En esa oportunidad dijo la Corporación: "En el caso sometido a revisión, el choque entre el artículo 63, inciso 2º, del Decreto 2665 de 1988 y el artículo 29 del Estatuto Fundamental no puede ser más evidente: mientras el precepto constitucional, aplicable a todas las actuaciones judiciales y administrativas, garantiza el derecho de la persona a defenderse como uno de los elementos esenciales del debido proceso, la norma reglamentaria niega de plano las posibilidades de defensa inherentes al ejercicio de los recursos por la vía gubernativa contra la imposición de una multa cuando previamente no se ha acreditado el pago de la sanción." (subrayado fuera del texto) Claro está, puede suceder que el ataque contra el derecho fundamental o la amenaza que se cierne sobre él provengan de la aplicación que se haya hecho o se pretenda hacer de una norma -legal o de otro nivel- que resulta incompatible con la preceptiva constitucional. En esa hipótesis es indudable que surge la posibilidad de ejercitar en forma simultánea la llamada excepción de inconstitucionalidad (artículo 4º C.N.) y la acción de tutela (artículo 86 Ibídem), la primera con el objeto de que se aplique la Constitución a cambio del precepto que choca con ella, y la segunda con el fin de obtener el amparo judicial del derecho. (...) Según lo antes expuesto, la norma que en esta oportunidad se inaplica no puede ser tachada de inconstitucionalidad por impedir el acceso a la administración de justicia, pues lo que obstaculiza es el ejercicio del recurso de reposición, cuya interposición, se repite, no es indispensable para acudir ante la jurisdicción de lo Contencioso Administrativo. Su incompatibilidad con la Constitución es manifiesta por otro motivo: mediante un acto de carácter administrativo (decreto reglamentario) se introducen condiciones de índole pecuniaria y de forzoso acatamiento para ejercer el derecho de defensa ante las autoridades, afectando así el debido proceso. Si en el caso de normas de jerarquía legal pudo expresar la Corte Suprema de Justicia que ellas configuraban la ley preexistente requerida para todo proceso judicial o administrativo por el artículo 29 de la Carta, no puede decirse lo mismo en el caso que nos ocupa, dada la naturaleza típicamente administrativa de la normatividad que consagra la restricción. Más aún, ésta última fue plasmada en el artículo 63 del Decreto 2665 de 1988 sin sustento en la preceptiva legal que reglamentaba, contenida en el Decreto-Ley 1650 de 1977, cuyo artículo 33 dispuso: "Las multas de que trata el presente estatuto se impondrán mediante resolución motivada, sujeta a los recursos propios de la vía gubernativa del procedimiento contencioso administrativo, conforme a las normas legales sobre la materia" (se subraya). Del criterio expuesto por la Corte Constitucional en la jurisprudencia referida, se concluye lo siguiente: 1. Los requisitos establecidos por la ley u otra norma jurídica que no sea de jerarquía constitucional que impidan u obstaculicen el derecho al acceso a la justicia, y en consecuencia, desconozcan en ese aspecto el debido proceso, son contrarios a los artículos 29 y 229 de la Carta Política. 2. La misma conclusión se aplica si se trata de requisitos o exigencias que impidan el derecho de defensa dentro de la vía gubernativa. 3. Tratándose la ley u otro tipo de normas de carácter general, si no han sido declaradas inexequibles o anuladas por la jurisdicción contencioso administrativa, según el caso, de conformidad con el artículo 4o. de la Carta Política que establece que ésta "es norma de normas" y que "En caso de incompatibilidad entre la Constitución y la ley u otra norma jurídica, se aplicarán las disposiciones constitucionales", es procedente aplicar la llamada excepción de inconstitucionalidad con el objeto de que se aplique la Constitución, a cambio del precepto que choca con ella. 4. De acuerdo con el criterio expuesto en la referida sentencia No. T-450 de 1994, es la tutela un mecanismo apropiado para obtener la inaplicación en el caso concreto de la ley u otra norma de carácter general que imponga restricciones que atenten contra el debido proceso, el derecho de defensa o el acceso a la justicia, si como consecuencia de su observancia se vulneran o amenazan derechos fundamentales de las personas, pues, como ya lo señaló la Corporación en el citado fallo: "la vía de tutela es apta para lograr que se inaplique al caso específico una norma incompatible con la Constitución, si la aplicación de la misma es a la vez causa de la violación o amenaza de los derechos fundamentales del petente". Ahora bien, en el caso sub exámine encuentra la Corte que el artículo 8o. de la Ley 1a. de 1963, disposición sobre la cual la entidad accionada exigió el previo pago de la multa impuesta a PROASER LTDA. a fin de resolver en vía gubernativa los recursos de reposición y apelación interpuestos contra la resolución No. 033 del 27 de julio de 1994, norma  sobre la cual también sustentó su rechazo según se observa en la parte motiva de la resolución No. 045 del 23 de agosto del mismo año, expresa lo siguiente: "El Gobierno establecerá las sanciones que garanticen el cumplimiento de las normas sobre salarios y pensiones. Las multas que se fijen por este concepto, y en general todas las dispuestas por las autoridades laborales y las impuestas por violaciones al control de precios y por acaparamiento o especulación se cobrarán por jurisdicción coactiva, y su valor deberá consignarse previamente a la interposición de cualquier recurso sobre ellas. (...)" De conformidad con el criterio jurisprudencial expuesto, esta disposición legal se convierte en un obstáculo que impide el ejercicio del derecho de defensa de la sociedad accionante dentro de la vía gubernativa, pues exige el pago previo del monto de la multa que le fue impuesta mediante resolución No. 033 de 1994, como requisito previo para que PROASER LTDA. pueda interponer los recursos de reposición y subsidiario de apelación, como lo hizo, y cuya consecuencia fue el rechazo de tales mecanismos de defensa por parte de la INSPECCION NACIONAL DEL TRABAJO Y SEGURIDAD SOCIAL DE SOGAMOSO. Además, la aplicación de dicha disposición de la Ley 1a. de 1963 por parte de la entidad accionada impide el acceso a la justicia y el ejercicio del derecho de defensa de PROASER LTDA., desconociendo así los artículos 29 y 229 de la Carta, y vulnerando, en consecuencia, los derechos fundamentales de la sociedad accionante, pues, de conformidad con el artículo 51 del Código Contencioso Administrativo solamente "los recursos de reposición y de queja no son obligatorios" y la vía gubernativa se agota cuando los actos administrativos quedan en firme por que "contra ellos no proceda ningún recurso; 2. cuando los recursos interpuestos se hayan decidido" (artículo 62 numerales 1 y 2 del C.C.A.) y "cuando el acto administrativo quede en firme por no haber sido interpuestos los recursos de reposición o de queja." Consecuencia de lo anterior es que la interposición del recurso de apelación por PROASER LTDA. contra la resolución No. 033 de 1994 resulta indispensable para el agotamiento de la vía gubernativa a fin de habilitarse para el ejercicio de las acciones contencioso administrativas a que haya lugar, de conformidad con el C.C.A., lo cual no ocurre en el caso presente, pues a la accionante se le rechazaron los recursos de reposición y de apelación por el no pago previo del valor de la multa que controvierte, lo que la imposibilita para ejercer las acciones contencioso administrativas respectivas. Luego no es cierto como se dijo en la sentencia del Tribunal, materia de revisión, que "la accionante dispone de otros medios judiciales directamente, o sea, sin la necesidad de agotar los recursos de la vía gubernativa a la luz de los artículos 51, 62, 63 y 135 del C.C.A." Teniendo en cuenta las consideraciones efectuadas por la Corporación en los pronunciamientos citados en esta providencia, la tutela objeto de estudio se constituye en el mecanismo jurídico apropiado para que se inaplique el artículo 8o. de la Ley 1a. de 1963, pues la exigencia en él consagrada  relativa al previo pago del valor de la multa para que el afectado pueda presentar los recursos correspondientes en vía gubernativa, no se ajusta a lo dispuesto en los artículos 29 y 229 de la Carta Política, como ya se advirtió, y esta situación es causa de la vulneración de los derechos fundamentales de defensa y de acceso a la justicia de la accionante, y la protección efectiva de tales derechos que se impone ha de tener como consecuencia la no aplicación del requisito consagrado en el referido artículo 8o. de la Ley 1a. de 1963, a fin de que se tramiten por parte de la entidad accionada, de conformidad con la Constitución y la ley, los recursos interpuestos oportunamente, con la observancia plena de las garantías propias del debido proceso. Por las consideraciones expuestas, esta Sala de Revisión procederá a revocar el fallo proferido por el Tribunal Superior de Santa Rosa de Viterbo -Sala Laboral- el 2 de febrero de 1995, y tutelará los derechos fundamentales de defensa y de acceso a la justicia de PROASER LTDA., ordenando a la INSPECCION NACIONAL DEL TRABAJO Y SEGURIDAD SOCIAL DE SOGAMOSO que proceda a desatar los recursos de reposición y de apelación interpuestos por la accionante contra la resolución No. 033 del 27 de julio de 1994, sin tener en cuenta la exigencia del pago previo de la multa impuesta mediante dicho acto, como consecuencia de la inaplicación en el caso sub exámine del artículo 8o. de la Ley 1a. de 1963 por ser contrario, en lo ya señalado en esta providencia, a los artículos 29 y 229 de la Carta Política. Es de advertir que lo anterior no implica la eliminación de la presunción de legalidad del acto administrativo contenido en la resolución No. 033 de 27 de julio de 1994, por medio de la cual la INSPECCION NACIONAL DEL TRABAJO Y SEGURIDAD SOCIAL DE SOGAMOSO impuso una multa a PROASER LTDA. por el incumplimiento en el pago oportuno de los salarios a algunos de sus empleados. De otro lado, no se accede a la tutela como mecanismo transitorio de protección de los derechos de la accionante, tal como se solicitó en la demanda, porque en el caso presente no existe un perjuicio irremediable en los términos del artículo 86 de la Constitución Política y del artículo 8o. del Decreto 2591 de 1991, y además porque la tutela de los derechos que se ordena a través de esta providencia constituye un mecanismo directo de protección  por cuanto, una vez tramitados los recursos de reposición y de apelación por parte de la INSPECCION NACIONAL DEL TRABAJO Y SEGURIDAD SOCIAL DE SOGAMOSO, de conformidad con el contenido de la presente sentencia, PROASER LTDA. contará con los mecanismos de defensa judiciales respectivos ante la jurisdicción contencioso administrativa, en el evento de que las decisiones que adopte la entidad accionada en vía gubernativa sean contrarias a sus pedimentos. IV. DECISION. En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución RESUELVE: PRIMERO. REVOCAR el fallo proferido por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Rosa de Viterbo, Sala Laboral, el 2 de febrero de 1995 por medio del cual se negó la tutela instaurada por la sociedad PROASER LTDA. SEGUNDO. CONCEDER la tutela de los derechos de defensa y de acceso a la justicia de la sociedad PROASER LTDA. En consecuencia, INAPLICAR en el caso concreto, por incompatibilidad con la Constitución Política, del precepto que establece como requisito para la interposición de los recursos pertinentes en vía gubernativa, el previo pago del valor de la multa impuesta a la sociedad accionante. TERCERO.  ORDENASE a la lNSPECCION NACIONAL DEL TRABAJO Y SEGURIDAD SOCIAL DE SOGAMOSO tramitar los recursos de reposición y subsidiario de apelación interpuestos por PROASER LTDA. contra la resolución No. 033 del 27 de julio de 1994, mediante la cual se le impuso una multa, y adoptar la decisión que corresponda dando estricto cumplimiento a los términos establecidos por el Código Contencioso Administrativo para tal efecto, los cuales se contarán a partir del día siguiente a la notificación del presente fallo. Para el respectivo trámite de los recursos no se exigirá a la sociedad accionante que acredite la cancelación de la multa que le fue impuesta. CUARTO. Líbrense las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí previstos. Comuníquese, notifíquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. Devuélvase el expediente al Tribunal de origen. HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado Ponente ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado FABIO MORON DIAZ Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-284-95 Sentencia No Sentencia No. T-284/95 DERECHO AL AMBIENTE SANO/DERECHOS COLECTIVOS El derecho al ambiente sano no tiene el carácter de fundamental, es un derecho colectivo susceptible de ser protegido a través de las acciones populares. Sin embargo, cuando en razón de la acción o la omisión de las autoridades públicas o de un particular se amenacen o vulneren derechos fundamentales (vida, integridad física, salud u otros), e igualmente se afecte el derecho que tienen las personas de gozar de un ambiente sano, es posible accionar en tutela, tanto para la defensa directa de aquéllos como de éste. DERECHO AL AMBIENTE SANO/DERECHOS FUNDAMENTALES-Conexidad/ACCION DE TUTELA La situación ambiental, derivada principalmente del problema sanitario que afecta a toda la Isla de San Andrés, conduce a establecer no sólo la existencia de la vulneración del derecho que tienen los peticionarios de la tutela a gozar de un ambiente sano, sino la conexidad de dicha transgresión con la amenaza de violación de los derechos fundamentales a la salud, a la integridad física y a la vida de los peticionarios e igualmente de todos los habitantes de dicha Isla. Si bien el derecho a disfrutar de un ambiente sano se halla reconocido como un derecho colectivo que se ampara a través de las acciones populares, cuando su violación, como en el presente caso, se encuentra ligada a su vez a la violación de derechos fundamentales, procede la acción de tutela como mecanismo judicial indirecto de protección del referido derecho colectivo. LICENCIA DE CONSTRUCCION-Prohibición/ARCHIPIELAGO DE SAN ANDRES-Deterioro Ambiental El otorgamiento incontrolado de licencias de construcción en la Isla de San Andrés, sin contar con una infraestructura sanitaria suficiente y adecuada, se ha constituido en un factor determinante de la creación y agravación de los problemas ambientales. La prohibición de expedir licencias de construcción se extiende a los proyectos de construcción denominados “autosuficientes”, es decir, aquellos que cuentan con sistemas propios de agua, generación eléctrica, tratamiento de aguas negras, etc., toda vez que ese tipo de obras no se acompasa con la solución integral a la problemática ambiental que propone la administración y de otra parte no contribuyen eficazmente a su solución, en razón a que se construyen en zonas carentes de los correspondientes servicios públicos. REF. Expediente T-52082 TEMA: Protección de los derechos fundamentales a la salud, a la integridad física y a la salud, vinculados al derecho de gozar de un ambiente sano en el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. PETICIONARIO: Defensoría del Pueblo, en representación de Belarmina Bowie Hooker y otros. PROCEDENCIA: Corte Suprema de Justicia. MAGISTRADO PONENTE: ANTONIO BARRERA CARBONELL. Santafé de Bogotá D. C., junio treinta (30) de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados ANTONIO BARRERA CARBONELL, EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ y CARLOS GAVIRIA DIAZ, procede a dictar el fallo correspondiente a la acción de tutela instaurada por el DEFENSOR DEL PUEBLO, doctor JAIME CORDOBA TRIVIÑO, en representación  de BELARMINA BOWIE HOOKER, LILIA BRIJALDO WHITTAKER, GUILLERMO FRANCIS MANUEL, JUVENCIO FIDEL GALLARDO CORPUS, ROLAND POMARE ESCALONA, CAROLINA POMARE WRIGHT y FANEZA BENT, individualmente considerados y como miembros del “GRUPO ETNICO RAIZAL DEL DEPARTAMENTO ARCHIPIELAGO DE SAN ANDRES, PROVIDENCIA Y SANTA CATALINA”, en contra del señor Gobernador y la Junta de Planeación del Departamento del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. I. ANTECEDENTES. 1. Los hechos. Exponen los actores que como consecuencia de las continuas migraciones provenientes de la zona continental y del extranjero, la apertura económica, y las numerosas construcciones hoteleras, villas turísticas, condominios, almacenes, urbanizaciones y tugurios, sin límites de racionalidad y razonabilidad, se creó y ha venido acrecentando en San Andrés Isla, una grave problemática de connotaciones socio-culturales, laborales y con notables repercusiones en el medio ambiente. En cuanto a las nocivas consecuencias en el medio ambiente, anotan que esto obedece en gran medida a que el Gobernador y la Junta de Planeación del Departamento del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, han expedido y autorizado licencias de construcción y urbanización en forma indiscriminada, por fuera de los límites del Plan de Ordenamiento Territorial, lo que ocasiona una deficiente prestación en los servicios públicos domiciliarios que no tienen la cobertura para cubrir en mínima parte la demanda propia de las viviendas y mucho menos satisfacer las necesidades de las nuevas edificaciones. Precisan que el servicio de energía es precario, caracterizado por los racionamientos y apagones; que el servicio de recolección de basuras, es deficiente y se carecen de los equipos adecuados de reciclaje; que el servicio de acueducto, abastece únicamente una tercera parte de la población, con un suministro de dos horas a la semana, y que el servicio de alcantarillado, tiene un cubrimiento del seis por ciento, el cual no llega a las zonas tradicionales de la Isla como La Loma y San Luis, donde se han empezado a construir hoteles y centros turísticos. Respecto a la situación de agua y alcantarillado, exponen que el noventa y cuatro por ciento de las viviendas de la Isla no cuentan con alcantarillado; lo mismo acontece con la planta de tratamiento de aguas negras, lo que ha propiciado que las aguas servidas se viertan directamente al mar sin ningún tratamiento previo, con la ostensible afectación de los arrecifes coralinos. Es tal la problemática, que el agua para el consumo humano se convirtió en un “comercio” que afecta notablemente la actividad agrícola de los campesinos raizales. Afirman los actores que la deforestación, la extracción de arena coralina para las nuevas construcciones, la invasión de las playas y los paisajes naturales, y el desorden urbanístico, han sumido a las Islas en un deterioro ambiental irreversible, que constituye una seria amenaza para el derecho a la salud y a la vida de sus habitantes y para la preservación de sus valores socioculturales y económicos. Finalmente, aluden a la discriminación que en materia laboral se hace por los patronos de los sectores turístico y comercial del Departamento al no cumplir con las normas relativas a la exigencia del porcentaje mínimo de trabajadores nativos que deben emplear en sus empresas. 2. Las pretensiones. Los peticionarios, pretenden que se amparen sus derechos constitucionales fundamentales a la vida, a la salud, a gozar de un ambiente sano y al trabajo, impetrando al juez de tutela la emisión de órdenes con el propósito de que: 1. Se prohiba "el otorgamiento de licencias y permisos conducentes a la construcción de nuevas instalaciones comerciales, hoteleras e industriales en todo el territorio del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina y suspender las que están en trámite, hasta tanto las Empresas de Servicios Públicos Domiciliarios dispongan de suficiente capacidad para suplir las demandas existentes de sus respectivos servicios y sobre todo mientras se dictan las medidas necesarias y pertinentes que garanticen la prestación de los servicios públicos de acueducto y alcantarillado, hasta que se dé estricto cumplimiento al Plan de Ordenamiento Territorial”. 2. “Se ordene a la parte accionada revisar todas y cada una de las licencias de construcción y urbanización, otorgadas en los últimos diez (10) años”. 3. Se ordene "al Gobernador del Departamento del Archipiélago, que mientras se expiden las leyes de regulación del uso del suelo y la que somete a condiciones especiales la enajenación de bienes inmuebles, desarrolle, implemente y ejecute todas las medidas pertinentes y conducentes para evitar que se siga presentando el fenómeno de migración continental, con la consecuencia que este fenómeno conlleva. Así mismo que adopte y desarrolle las medidas necesarias para el logro de conservación y preservación de los recursos naturales y del medio ambiente del Departamento”. 4. “Se ordene al señor Director Seccional o Regional del Ministerio del Trabajo o Seguridad Social de San Andrés Islas, que revise el cumplimiento por parte de los empleadores o patronos del sector turístico y comercial del Departamento, de las normas sobre porcentaje mínimo de trabajadores nativos que deben ser empleados por aquellos en dichas actividades y si es del caso exigir su cumplimiento una vez se agoten los procedimientos administrativos previstos por la ley”. 5. “Se tomen y ordenen las demás medidas que sean pertinentes y conducentes para la efectiva protección de los derechos constitucionales fundamentales, invocados por los accionantes”. 6. “Con fundamento en el principio de eficacia de la administración pública, contenido en el artículo 209 de la Carta Política, en el evento que el fallo fuere favorable, ordénese crear un comité interinstitucional, donde estén representados además de los diferentes organismos y dependencias departamentales y representantes del grupo étnico raizal accionante, los organismos de control del Departamento, a efectos que aseguren un seguimiento y cumplimiento del fallo, sin perjuicio de la competencia que le asiste al juez de tutela”. 3. Las pruebas allegadas durante la primera y segunda instancia. Durante el trámite de las instancias se practicaron e incorporaron al proceso las siguientes pruebas: Informe rendido por el Gobernador del Departamento Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, en el cual manifiesta que ni el deterioro ambiental, ni su conexidad con la amenaza o vulneración de los derechos fundamentales de los actores se encuentran demostrados. Agrega que si bien es cierto que la condición ambiental de la Isla no es la más óptima, sin embargo, no reviste la gravedad con que se la ha presentado ni constituye motivo de alarma y que el gobierno departamental tienen asegurada la financiación de la segunda etapa del Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado con distintas entidades estatales, al igual que el sistema de tratamiento de aguas negras y el diseño del alcantarillado de los sectores de San Luis y La Loma. Finalmente reconoce que el servicio de agua potable no alcanza una cobertura para atender a los eventuales usuarios del servicio, debido a la escasez de fuentes primarias (aguas subterráneas), al alto costo de la tecnología de desalinización del agua marina y a la falta de redes de distribución del líquido. Informe del Director del Departamento Administrativo de Planeación, en donde se anota que "en lo que respecta específicamente a la coordinación para el adecuado servicio de los servicios públicos, de todos es sabido que energía, acueducto y alcantarillado han tenido deficiencias históricamente hablando, razón por la cual la Junta de Planeación, para la aprobación de proyectos ha tenido la delicadeza y el cuidado de improbar aquellos proyectos de más de 500 MTS2, que no presentan claramente establecido autosuficiencia en esta materia; en cuanto al alcantarillado en la zona norte, la zona o sector hotelero está completamente cubierto, como la mayor parte del sector comercial. El Gobierno desde 1992 cuando asumió se ha preocupado por resolver los problemas de estos sectores, energía, acueducto y alcantarillado, es así como el problema energético está prácticamente contratado para su solución definitiva y acueducto y alcantarillado está totalmente financiados". Informe del Jefe de la División de Saneamiento Ambiental, en el cual se expresa, entre otras cosas, que "no existe a simple vista un buen ambiente, ya que no contamos con el servicio de alcantarillado sanitario en toda la Isla, entonces el problema se presenta más que todo en el centro donde están las grandes construcciones, gran parte de estas no están conectadas a la red de alcantarillado ya que esta solo cubre un pequeño porcentaje de la Isla, por lo tanto se utilizan los pozos sépticos como sistema de disposición de las aguas residuales, los cuales deben ser desocupadas por carrotanques, que no abastecen la demanda, por lo tanto existen reboses de pozos sépticos, especialmente en época de lluvia. Estos carrotanques vierten las aguas al mar igual que las aguas provenientes del alcantarillado sanitario, sin ningún tratamiento previo, por lo tanto además de la contaminación de los reboses de los pozos sépticos, hay contaminación del mar, cosa que se supone". Igualmente informó que diariamente en la oficina a su cargo, se reciben quejas por la presencia de aguas negras en las vías públicas, provenientes de los pozos sépticos, situación que se presenta porque los carrotanques de propiedad de particulares que prestan el servicio para su evacuación, no lo hacen a pesar de que debe pagárseles a éstos la prestación económica que exigen al usuario con 20 días de antelación, motivo por el cual solicitó a “Empoislas” la adquisición de un vehículo que solucione el problema, mientras se amplía la cobertura del servicio público de alcantarillado. Testimonio del Director del INDERENA, quien al ser interrogado sobre la situación sanitaria de la Isla, manifestó que "ella se encuentra en vía de solución con el contrato que acaba de hacer el Gobierno Departamental con el alcantarillado, que según informaciones en dos meses sale a licitación la planta de tratamiento, lo que acontece en la actualidad es que no hay ningún tratamiento de las aguas negras y residuos que van al alcantarillado y en esa misma forma se bombea al mar, pero con la planta de tratamiento se soluciona el problema sanitario en la Isla el cual es deficiente por no existir la planta de tratamiento. La contaminación ambiental en el archipiélago se debe a la mala educación de sus habitantes, ya que vierten aguas de las calles y en otros casos a la quema indiscriminada que hacen sus habitantes, y a la falta de árboles. Esos tres puntos básicos son los principales contaminantes de la Isla. En relación a la existencia de complejos hoteleros que no están conectados al alcantarillado, necesariamente están en la obligación de presentar y ejecutar (sic) sus respectivos pozos anaeróbicos que son técnicamente tratados y no ofrecen ninguna contaminación". Informe del Gerente Liquidador de la entidad “EMPOISLAS (Empresa de Servicios Públicos, agua, basuras y alcantarillado) y declaraciones juradas de cada uno de los peticionarios y de las nativas Carolina Pomare y Vannesa Bent, en donde se reafirma el racionamiento de agua y la falta de alcantarillado. Inspecciones judiciales en cada una de las viviendas de los peticionarios y sector hotelero, a través de las cuales la Juez comisionada constató que aquellos no gozan del servicio de alcantarillado y que el suministro de agua es deficiente, pues la reciben cada 8 o 15 días; sin que se hubiera dejado constancia con excepción de la casa de la señora Vannesa Bent, del desbordamiento de aguas negras. En relación con los hoteles, algunos de los inspeccionados se encuentran conectados al servicio de acueducto y alcantarillado, con la aclaración por parte de los administradores de los mismos, de que el servicio de agua se paga, pero sólo llega cada 15 o 20 días, y que otros como el Decamerón no se encuentran conectados al alcantarillado, pero utilizan un sistema anaeróbico para el tratamiento de las aguas negras. 4. Los fallos que se revisan. 4.1. La Sala Penal del Tribunal Superior de Cartagena, mediante sentencia del 2 de septiembre de 1994, negó el amparo del derecho al trabajo, tuteló los derechos a la vida, a la salud y al disfrute de un medio ambiente de los peticionarios y los pobladores de San Andrés Isla y, en tal virtud, ordenó al Gobernador del Departamento Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina y al Director del Departamento Administrativo de Planeación la suspensión del "otorgamiento de licencias de construcción en toda la Isla, hasta cuando se lleve a cabo la instalación de la planta de tratamiento de aguas negras para el alcantarillado", con la advertencia de que "una vez ello suceda sólo podrán otorgarse en sectores en donde hayan redes de alcantarillado, siempre y cuando pueda garantizarse la prestación del servicio y la conservación de un ambiente sano", y además que deben "adelantar las diligencias y trámites respectivos, para obtener los recursos y realizar las obras que con urgencia se reclaman para el saneamiento ambiental, instalación de la planta de tratamiento para el alcantarillado y ampliación de las redes del mismo”. Igualmente ordenó al Gobernador del Departamento Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, que adopte las medidas indispensables para evitar la migración e inmigración incontrolada a las Islas, y pues ello contribuye al aumento poblacional y a la deficiente prestación de los servicios públicos domiciliarios. Como fundamento de su decisión el Tribunal expuso, entre otros, los siguientes razonamientos: Del examen a las pruebas recaudadas se establece la deficiencia de la prestación de los servicios públicos de la Isla, especialmente el de acueducto y alcantarillado, pues aun cuando el INDERENA no posee y por consiguiente no aportó al proceso, dictámenes de especialistas sobre la situación ambiental, de la prueba testimonial recaudada y los informes anexados a estas diligencias, se puede advertir la existencia del problema ambiental ocasionado entre otras razones por el aumento poblacional y el auge de la construcción, siendo cada vez menor la capacidad de cobertura del alcantarillado, lo que ha obligado a los moradores de viviendas particulares y a los hoteles, a la construcción de sus propios pozos sépticos y al vertimiento al mar, sin tratamiento alguno, de las aguas servidas. Dice el Tribunal que no obstante el diseño de políticas encaminadas a solucionar el problema de acueducto y alcantarillado del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, como se deduce de los estudios de consultoría, del Plan de Desarrollo del Departamento y de la Ordenanza No. 008 de 1994, los peticionarios de la tutela no gozan de tales servicios o los reciben en forma deficiente. A juicio del Tribunal el vertimiento de aguas servidas al mar, sin tratamiento previo, no sólo por parte de los particulares sino por el mismo alcantarillado de San Andrés, genera contaminación, situación que constituye una seria amenaza para la salud y la vida de los accionantes y de toda la comunidad, por lo cual se impone su protección. Con base en la realidad anotada, agrega el Tribunal que para hacer efectivo el derecho a gozar de un ambiente sano se requiere no sólo la intervención del Estado sino de la misma colectividad, como lo establece el numeral 8o del artículo 95 de la Constitución Nacional, cuando señala entre los deberes y obligaciones de los ciudadanos, velar por la conservación de un ambiente sano. Por consiguiente, deduce que si el problema ambiental fue ocasionado, en gran parte, por la falta de disciplina de los habitantes de la Isla, se ordenará que a través de la Fundación S.O.S. se difunda dicha obligación para que los miembros de la comunidad Isleña se abstengan de realizar los comportamientos que contribuyen a la contaminación ambiental. 4.2. La Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, aunque revocó el numeral 3o de la parte resolutiva del fallo impugnado, el cual ordenaba al Gobernador ejercer control sobre la migración e inmigración, y adicionó el numeral primero, en el sentido de establecer un plazo de 3 años contados a partir de la notificación de su providencia, para la adecuada ejecución de las obras ordenadas en la parte motiva, confirmó el fallo impugnado en todo lo demás. Las razones que sustentaron la decisión de dicha Corporación, se resumen a continuación: En cuanto a la supuesta improcedencia de la tutela en razón de la existencia de las acciones populares por tratarse de un interés colectivo como es el derecho a gozar a un ambiente sano, la Corte estimó que ella es procedente toda vez que se trata de impedir un perjuicio irremediable y, además, se demostró que personas individualmente consideradas están afectadas o amenazadas de modo directo en sus derechos fundamentales y los de su familia, al ponerse en peligro su salud, su integridad física y su vida, situación que incide notoriamente en su calidad de vida y hace inminente la protección que debe dispensarse por las autoridades demandadas, las cuales incluso reconocen la problemática. En lo que se relaciona con la amenaza al derecho a la vida, la salud y a disfrutar de un ambiente sano, consideró que ello es consecuencia de la falta de prestación de los servicios públicos de acueducto y alcantarillado, pues es inocultable la precariedad en el suministro de agua potable a los peticionarios y a la comunidad de la Isla, lo cual propicia la utilización de pozos sépticos, con el consecuente rebosamiento y, por lo tanto, las aguas servidas son arrojadas en las vías públicas, a las que se suman las originadas por el lavado de prendas de vestir y aseo de viviendas. Resalta la Corte la ausencia del servicio de alcantarillado para los peticionarios y un amplio sector de la Isla y que las aguas servidas provenientes del alcantarillado y de los pozos sépticos son llevadas directamente al mar sin un tratamiento previo. Merece especial consideración el siguiente aparte del fallo de la Corte: "De acuerdo con la información suministrada por la Jefe de la División de Saneamiento Ambiental de San Andrés, está en juego la salud de sus habitantes y su protección se traduce en salvaguardar el bien supremo de la vida. Por ello, no puede admitirse que en aras de un supuesto progreso, se amenacen las condiciones mínimas de subsistencia de sus pobladores. Ante esta inocultable verdad, encuentra la Corte que la decisión adoptada por la Sala Penal del Tribunal Superior de Cartagena, en el sentido de ordenar suspender el otorgamiento de licencias de construcción en la Isla de San Andrés, constituye un aporte invaluable en la búsqueda de soluciones definitivas para superar la situación tratada en el desarrollo de esta decisión. Para asegurar la adecuada solución en un término racional, se adicionará la providencia revisada (numeral 1o.), en el sentido de fijar un plazo de tres años contados a partir de la notificación de esta decisión, para la ejecución de las obras ordenadas hasta su culminación, tendientes a dotar a la Isla de San Andrés del servicio óptimo de acueducto y alcantarillado, y en particular, la instalación de la planta de tratamiento de las aguas servidas". Con respecto a la pretensión de los actores, relativa a la creación de un organismo encargado de velar por la observancia estricta de la sentencia, anotó que "para el cumplimiento del fallo no se requiere la creación de nuevos entes, como lo pretenden los accionantes, facultad ajena al juez de tutela. Considera la Sala que comisionar a la Procuraduría Departamental del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina para que vale por el acatamiento de lo ordenado es más que suficiente". Finalmente, expuso el argumento para revocar la decisión de primera instancia en relación con el control de los fenómenos de migración e inmigración, en el sentido de que el proceso no muestra que la densidad en los índices de población en la Isla, afecte de manera directa y específica a los peticionarios en sus derechos esenciales, aparte de que las autoridades departamentales han realizado importantes esfuerzos para el control de la densidad poblacional y la reubicación o expulsión del personal indocumentado o con antecedentes penales. II CONSIDERACIONES DE LA CORTE. 1. Competencia. La Corte Constitucional es competente para conocer de la revisión de la sentencia de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, en virtud de lo dispuesto por los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política, en concordancia con los arts. 33, 34 y 35 del Decreto-Ley 2591 de 1991. 2. Los derechos fundamentales a la salud, a la integridad física y a la vida. El derecho al ambiente sano y las responsabilidades del Estado. 2.1. Ha dicho la Corte reiteradamente que el derecho a la salud, como integrante natural de la vida humana, reconocida y protegida constitucionalmente como derecho fundamental, comparte la misma característica jurídica y axiológica de éste. Otro tanto podría afirmarse del derecho a la integridad física, que igualmente es sustrato básico del derecho a la vida. El derecho a la vida no sólo se protege a través del reconocimiento de su inviolabilidad, lo que implica naturalmente no sólo la prohibición para que se pueda privar de la vida a una persona, sino  una calidad de vida que aunque comporte la posibilidad de ausencia de enfermedades, lesiones o incapacidades, le asegure un bienestar cualificado, es decir, al más alto nivel posible de salud física y mental que haga posible, en condiciones dignas, su realización como ser humano. Ello supone obviamente, que tanto el Estado como los particulares asuman el deber y la responsabilidad de mantener unas condiciones ambientales mínimas que aseguren para las personas de las generaciones presentes y futuras, una oferta sostenida que colme la demanda de elementos ambientales, suficientes e idóneos para la supervivencia y el mantenimiento de una especial calidad de vida de la humanidad. Las condiciones ambientales óptimas requeridas para los propósitos indicados, necesariamente obligan a el Estado y a la sociedad en general a acometer los asuntos atinentes al deterioro ambiental desde una perspectiva integral, esto es, que busque la solución global o de conjunto de su problemática, atendiendo y respondiendo a sus manifestaciones o revelaciones externas, como son: los asentamientos irregulares en la ciudad y en el campo; el deterioro constante  de los recursos naturales renovables, (atmósfera, las aguas, la tierra, el suelo y el subsuelo, la flora, la fauna, las fuentes primarias de energía no agotables, las pendientes topográficas con potencial energético, los recursos geotérmicos, los recursos hidrobiológicos y el paisaje), y la creación por el hombre de elementos o factores nocivos (ambiente cultural - basura, ruido, olores, etc.) que inciden en el menoscabo del ambiente. El artículo 79 de la Constitución Política consagra el derecho de todas las personas a gozar de un ambiento sano. Este derecho, no tiene el carácter de fundamental, como lo ha afirmado la Corte en variados pronunciamientos; es un derecho colectivo susceptible de ser protegido a través de las acciones populares. Sin embargo, cuando en razón de la acción o la omisión de las autoridades públicas o de un particular se amenacen o vulneren derechos fundamentales (vida, integridad física, salud u otros), e igualmente se afecte el derecho que tienen las personas de gozar de un ambiente sano, es posible accionar en tutela, tanto para la defensa directa de aquéllos como de éste. 2.2. La responsabilidad estatal en cuanto a la preservación del ambiente, constituye un cometido especifico que se concreta en la organización y funcionamiento del servicio público de saneamiento ambiental, que debe observar los principios de eficiencia, universalidad y solidaridad (art. 49 C.P.). En este orden de ideas, la satisfacción del derecho a gozar de un ambiente sano, forma parte indudablemente del objetivo o finalidad social esencial y prioritario del Estado que demandan de éste acciones positivas para responder a las necesidades insatisfechas de salud y agua potable (arts. 49, 64, 67, 80, 88, 215, 324, 334, 350, 357 y 366 C.P.) y las que son conexas e inherentes a éstas (alcantarillado, recolección y disposición de basuras, etc.). Dicha responsabilidad se concreta tanto en el control, como también en el conjunto de acciones, que en condiciones de eficacia deben ejercer y adelantar las autoridades administrativas sobre las actividades y conductas que desarrollan las propias entidades estatales y los particulares para preservar y restaurar el ambiente o impedir o aminorar el deterioro de éste. Es así, como el artículo 66 de la ley 99 de 1993, en lo pertinente dispone: ".... Además de las licencias ambientales, concesiones, permisos y autorizaciones que les corresponda otorgar para el ejercicio de actividades o la ejecución de obras dentro del territorio de su jurisdicción, las autoridades municipales, distritales o metropolitanas tendrán la responsabilidad de efectuar el control de vertimientos y emisiones contaminantes, disposición de desechos sólidos y de residuos tóxicos y peligrosos, dictar las medidas de corrección o mitigación de daños ambientales y adelantar proyectos de saneamiento y descontaminación". Sobre el papel que representa la autoridad pública en la defensa del derecho al ambiente sano, esta misma Sala dijo[1]: "Pero no se puede olvidar que es la autoridad pública, instituida por mandato constitucional, para proteger a todas las personas residentes en el país, en su vida, honra, bienes, creencias y demás derechos y libertades, y asegurar el los deberes sociales tanto del Estado como de los particulares, quien debe velar porque se asegure el establecimiento y la operación de controles técnicos, adecuados y eficaces de la contaminación, de manera que el desarrollo económico no se convierta en una amenaza o la vida humana y a  la preservación de los recursos naturales renovables". "Cuando se trata de la defensa de la vida, de la salud, de la integridad física, la conducta oficial debe ser inflexible, sin incurrir en arbitrariedades,  pero exigente; porque ceder en el cumplimiento de exigencias y requisitos que aseguran un virtual freno a la contaminación, significa o puede significar la posibilidad de un desastre de magnitudes incalculables, que de no evitarse, comprometen más que el presente, el futuro del hombre. Eso explica la responsabilidad que tiene la administración pública en el diseño y manejo de los mecanismos de la preservación del ambiente y justifica la urgencia de que toda medida o acción en tal materia, se adopte con toda seriedad, prontitud  y eficacia". Reitera la Sala lo que ya dijo en otra oportunidad[2], válido en el evento de que la autoridad pública se muestre renuente a actuar, o actúe de una manera inadecuada, negligente o ineficiente frente a los problemas ambientales, en el sentido de que "se integra al núcleo esencial de cualquier derecho constitucional cuya efectividad se demanda, la pretensión de exigibilidad del ejercicio positivo y diligente de las competencias legales atribuidas a las autoridades administrativas, cuando su actuación se juzga indispensable para proteger el bien jurídico que tutela el derecho, cuya omisión es susceptible de generar riesgos y peligros inminentes que la norma configuradora del derecho ha querido precisamente prevenir o evitar". 3. El caso concreto. 3.1. Las pruebas decretadas y practicadas por la Sala de Revisión. 3.1.1. Pruebas practicadas por la Sala Segunda de Revisión en las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, Testimonio del Dr. Yesid Rafael Turbay Palacio, Director Seccional del INDERENA, quien expone que "la problemática ambiental de las islas se pueden resumir en la siguiente forma. Los aspectos del alcantarillado, del acueducto y de la basura. Con respecto al alcantarillado se ha entrado en la recta final para darle la adecuada solución al problema y es así como el actual gobierno departamental esta iniciando los tramites correspondientes para la licitación del alcantarillado y se están haciendo los estudios pertinentes para abrir en tres meses la licitación para la planta de tratamiento. La entidad que represento ve con buenos ojos esta iniciativa y dará la viabilidad para el alcantarillado el cual no se podrá dar al servicio hasta tanto no entre en funcionamiento la planta. Con respecto al acueducto, se han iniciado obras de redes y se va a sacar a licitación la planta de ablandamiento de agua la cual será internacionalmente potable dándole solución definitiva al problema de agua. En lo que concierne a las basuras, se están iniciando las gestiones para adquirir los nuevos lotes para hacer un basurero sanitario según lo explicado. La contaminación obedece en mi concepto a la falta de educación de la comunidad, por lo que se debe iniciar una campaña educativa para frenar en gran parte la contaminación y como prueba de lo anterior me permito solicitar que se contemple la posibilidad de hacer una inspección judicial en la casa de todos y cada uno de las personas que impetraron la tutela". En cuanto a los sectores de mayor deterioro ambiental señala que "el centro o parte comercial donde existe alcantarillado, se encuentran conectados y vierten directamente al mar y son un contaminante pues no existe planta de tratamiento; en los sectores del sur de la isla, en donde están los hoteles Decamerón, Caribe Campo y Mar Azul, no existe contaminación pues tienen un sistema de tratamiento de las aguas residuales que se vierten alrededor del terreno. Repito, en todos los sectores de la isla hay contaminación, por falta de educación, porque por ejemplo los ciudadanos lavan y vierten las aguas al patio y eso es un factor contaminante. Prueba de que aquí no es alarmante la contaminación es el que si vemos las estadísticas del hospital no vemos muertes por gastroenteritis, enfermedades pulmonares o infecciosas, lo que es fácil comprobar con las estadísticas del hospital" Anota que "lo de los pozos sépticos tiene un problema por que nosotros tenemos nuestro mayor abastecimiento de agua por las aguas subterráneas, de ahí que es necesario implantar el alcantarillado en toda la isla para evitar en un futuro una posible contaminación de toda la isla, además, esos pozos se evacuan en carros tanques que luego son vertidas al mar sin ningún tratamiento". Concepto del ingeniero Edwin Díaz Gómez acerca de la manera como funciona el sistema de los llamados filtros anaeróbicos de flujo ascendente, utilizado por los hoteles Decamerón, Caribe Campo y Mar Azul. Anota que dichos filtros "consisten básicamente en someter las aguas residuales a procesos de sedimentación y biodigestión, mediante los usos de bacterias apropiadas para estas funciones y que al final de este proceso queda un afluente que deberá ser dispuesto finalmente mediante descarga a una fuente superficial o a una infiltración en el subsuelo mediante campo de infiltración. Que este sistema sólo afecta en la parte de olor siempre y cuando los sistemas estén manejados correctamente, olor que no produce efectos en la salud, salvo que este una persona expuesta de manera inmediata a la descarga, pero los vientos contribuyen a disiparlo". Agrega que "estos tres hoteles realizan el mejor tratamiento de aguas residuales, pues los demás hoteles hacen el vertimiento directamente al mar a través del alcantarillado". Testimonio del señor Gobernador del Departamento de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, doctor Antonio Manuel Stephens, quien manifiesta que "existe en la actualidad un contrato con la firma INGESTUDIOS S.A.  donde la decisión es una planta de tratamiento para darle vertimiento final a las aguas servidas". Testimonio, documentado e ilustrado con ayudas visuales, de la gerente de la firma INGESTUDIOS S.A. doctora Martha Cecilia Abondano Capellaén, con respecto al proyecto de acueducto y alcantarillado para la Isla de San Andrés. Al hacer la presentación del estudio manifestó que mientras no se solucione el problema de acueducto y alcantarillado es necesario suspender el otorgamiento de las licencias de construcción, aunque ello originaría carencia de empleo. Preciso, que el proyecto de los 11.000 millones estaría concluido en agosto 27 de 1996 y que el proyecto de los 50.000 millones tendría una duración aproximada de 3 años. Declaración del señor Juvencio Fidel Gallardo Corpus, peticionario de la tutela, quien entre otros hechos relata: "En mi caso por ejemplo yo tengo un pequeño hotel y tengo que comprar agua en carros tanques que se trae de partes rurales de la Isla porque el agua de un pozo que tenemos en el predio del hotel construido por mi padre hace algo así como 60 años y que siempre nos abastecía de la mayor parte del agua que consumíamos, ahora esta totalmente contaminado. En la mayoría de los barrios de la Isla sucede lo mismo, en barrios como "Nueva Guinea" es posible ver que está un pozo de agua dulce pero a pocos metros está el pozo séptico y lógicamente ese agua tiene que estar muy contaminada". Declaración del señor Guillermo Francis Manuel, peticionario de la tutela, quien entre otras cosas, manifestó: "...la falta de educación de pueblo y gobernantes sin excepción ha proliferado y ha permitido proliferar pozos sépticos con simplemente una tapa que nunca se llena, la mayoría de ellos aún siendo de aproximadamente 9 metros cúbicos. Quisiera preguntar al INDERENA y a Saneamiento Ambiental, por qué razón no se llenan dichos pozos sépticos y si el hecho de no llenarse tiene impacto negativo en el ambiente, especialmente en el acuífero. Hago testimonio de pozos condenados en San Andrés, entre los cuales esta uno que me ha servido toda la vida en el sitio denominado Blatt Farm, dicho pozo por una curiosidad mía fue sometido a evaluación sanitaria ante Saneamiento Ambiental San Andrés Islas, y la respuesta que obtuve finalmente fue de que el agua no servían ni para el baño. Otro pozo condenado es el Rock Hole del cual la ciudad de San Andrés se proveía de agua y hace algún tiempo fue condenado para el servicio, no por falta de agua, sino porque ésta no sirve. Los carro tanques que sirven para evacuar pozos sépticos son en la realidad vectores de contaminación. Soy dueño de un pozo séptico que al mejorar mi educación construí sellándole las bases y las cuatro paredes con una tapa hermética, debo pagar el vaciado, debo ver como el mismo vehículo en su tubería tanto para iniciar el proceso como al terminarlo y pegar su arranque va drenando aguas servidas por la vía, además del olor que del pozo sale incomoda al vecindario,...". Inspección al sitio en donde se construye el megaproyecto "Sunrise Beach", antiguo hotel Dann, y en donde se apreció lo siguiente: La construcción se halla sobre la playa, tiene construidos 42.000 metros cuadrados, el sistema de alcantarillado está integrado al de la isla de San Andrés por medio de una conexión especial de aproximadamente 200 metros que hicieron los constructores, el agua para el consumo se saca de un pozo profundo que se alimenta de la infiltración del mar; que hay 4 plantas desalinizadoras, se dispone de equipos de presión, filtros, tanques de almacenamiento y de cisternas para recoger las aguas lluvias; en fin, el proyecto se muestra como auto suficiente". Inspección en la zona del mercado, la cual es un sector bastante poblado, donde no hay acueducto y se encuentra el pozo del Black Rock, que tiene la forma de una cueva; se le manifestó a la Sala que este pozo está cerrado desde hace 4 años, es decir, inhabilitado para su uso, en razón de la contaminación. Inspección en el barrio Cliff, el cual es un asentamiento subnormal, en donde no hay propiedad sobre el suelo, es una urbanización no legalizada de unos 200 viviendas, carente de alcantarillado, con alta concentración de habitantes, el agua se obtiene de un pozo ubicado en otro sector y se le vende a las familias asentadas a razón de 50 pesos el galón. Se observó una zanja que recorre todo el barrio por donde discurren aguas negras; como sanitarios se utilizan pozos sépticos. Se le hizo saber a la Sala que existen otros asentamientos similares a éste, como son: "Cesar Gaviria", "Zarabanda", "Tablitas", "Nueva Guinea" y "Nuevo México". Inspección en el sitio en donde se encuentra un pozo de agua que es particular y que se explota comercialmente. Para la comercialización del agua utilizan 2 carro tanques. El agua no tiene tratamiento distinto a un cloro, por lo tanto no es potable, es relativamente dulce y dura. El dueño del establecimiento señaló que de esta clase de negocio hay unos 6 más en San Andrés, para cuya operación el INDERENA simplemente les exigió unos estudios hidrológicos. Diligencia de inspección  en las islas de Providencia y Santa Catalina, en a la cual se hicieron presentes el señor Ridley Huffington Britton, Alcalde Municipal de Providencia, el doctor Guillermo Arturo Valderrama, Secretario General de la Alcaldía Municipal, y el doctor Carlos Martínez, funcionario de la Universidad Nacional de Colombia. Se constató el contraste entre la situación ambiental de dichas islas y la de la isla de San Andrés, y además, se observó que aquellas constituyen un modelo de conservación del ambiente y de los ecosistemas naturales, que es necesario preservar. Su población es mínima (Providencia: 4000 y Santa Catalina: 200 habitantes), aún cuando se carece de acueducto y alcantarillado, tanto el uso y explotación de la tierra urbana como de los recursos naturales, se realiza en forma tal que aún no repercute de manera sensible en el ambiente. Intervención del Alcalde Municipal de Providencia, en el cual señala que "existe un leve inicio de contaminación, pero por lo mismo se puede y se debe corregir; que aunque existe una represa de agua dulce, la comunidad sufre problemas de agua; que se proyecta la construcción del alcantarillado, por lo que se tiene un plan de desarrollo, cuya ejecución se dificulta por la carencia de materiales de construcción, que no se pueden obtener en la Isla para no afectar su ecosistema que es muy frágil". Intervención del Secretario General de la Alcaldía Municipal, quien anota que "la principal amenaza para las islas se encuentra en la construcción de megaproyectos; en la actualidad existen 14 proyectos aprobados en forma irregular, esto es, en contravía de la ley 99 de 1993". 3.1.2. Pruebas documentales incorporadas en la etapa de revisión del proceso. Resoluciones de las licencias ambientales otorgadas durante los últimos 5 años en las islas de San Andrés y Providencia, enviadas por el INDERENA. A través de las licencias mencionadas se le otorgó viabilidad ambiental a los siguientes proyectos: -Proyecto presentado por la Fundación Pro-Construcción de la Clínica Materno Infantil de San Andrés, para la construcción y operación del centro hospitalario. -Proyecto presentado por la Intendencia Especial de San Andrés y Providencia para la construcción y desarrollo de la represa aguadulce del municipio de Providencia. -Proyecto presentado por el Instituto de Crédito Territorial "I.C.T" de San Andrés, para la construcción y operación de la urbanización denominada la Rocosa. -Proyecto presentado por la Sociedad Darío Yepes y Cía. Ltda, para la construcción y operación del proyecto "Bodega Central Mayorista". -Proyecto presentado por el señor Richard E Harkins para la reconstrucción de un kiosco ubicado en South West Bay Creek, playa del Sur-Oeste, Isla de Providencia. -Proyecto presentado por la sociedad Uribe Londoño y Cía para el dragado, relleno, construcción y operación del trabajo Marina Turística Internacional, ubicado en la zona urbana entre el Centro Comercial Dann y Club Náutico, costado Este de la Isla de San Andrés. -Proyecto presentado por la Dirección General Marítima y portuaria  DIMAR en relación con la construcción del Muelle Turístico y el Bar "El Duende", del Hotel Aquarium ubicado en el sector Hansa (Isla San Andrés). -Proyecto presentado por Marta Manrique de G. y Juan Carlos Gaviria Trujillo, para la construcción del "Apartahotel Morgan Bay", en el predio ubicado en el sector de Schooner, kilómetro 6. 945 de la vía circunvalar (Isla de San Andrés). -Proyecto presentado por el Instituto Nacional de Pesca y Acuicultura- INPA- para la construcción de 5 arrecifes artificiales a lo largo de las costas colombianas, específicamente frente a los Departamentos de San Andrés, Córdoba y Nariño. -Proyecto presentado por la empresa "Texas Petroleum Company" para la construcción del oleoducto entre las instalaciones de Texaco y Electrosan, sectores industrial portuario Bahía Hooker y Bright San Andrés islas Colombia. -Proyecto de dragado presentado por la Alcaldía municipal de la Isla de Providencia para el dragado de Arenas Marinas con fines de construcción, en el Canal Aury, entre Punta San Juan (Providencia) y punta Milta (Santa Catalina). -Proyecto para la realización de las actividades científicas marinas programadas por la Asociación Educativa del Mar -SEA- de los Estados Unidos de América, en el Mar Caribe de Colombiano, a bordo de los buques SSV Westward y SSV Corwith Cramer, incluyendo la recolección de muestras hidrobiológicas platónicas marinas con fines investigativos. -Proyecto presentado por la Dirección General Marítima y Portuaria para la construcción del muelle, el varadero y el tanque para almacenamiento de residuos de combustibles, que adelantará la Sociedad Astilleros San Andrés Ltda, ubicado en el sector de OlD Point en la Isla de San Andrés. Información presentada por el Secretario de Salud de San Andrés y Providencia, doctor Ralph Newball Sotelo, sobre la difícil situación sanitaria de la Isla de San Andrés. Con dicha información, anexó estadísticas con respecto a las enfermedades que pueden tener origen en la deficiencia de los servicios públicos de acueducto, alcantarillado y recolección de basuras. Al respecto, señaló lo siguiente: "Dentro de las enfermedades de notificación obligatoria, las tres (3) primeras causas de Morbilidad General son las Infecciones Respiratorias Agudas, con tasas de 6.445,8 x 10.000 habitantes; enfermedades diarréicas y enteritis con tasas de 1.038,5 x 10.000 habitantes. La infección respiratoria aguda, es la primera causa de la morbilidad general, con un mayor riesgo en el grupo de los menores de un año con tasas de 1.442 x 10.000 habitantes y en el grupo de 1 a 4 años con 2.711 x 10.000 habitantes. Como segunda causa de morbilidad se encuentra la enfermedad diarréica aguda con un mayor riesgo en menores de un año, con tasas de 431 x 10.000 habitantes". "Para estas patologías, al igual que en el resto del país, la relación edad/riesgo varia en forma inversa, es decir que el riesgo de enfermedad por infecciones respiratorias y diarréicas, disminuye a medida que se incremente la edad del individuo. Tal relación podría atribuirse a que estos grupos de edad son más vulnerables a los factores de riesgo ambiental, como son las características climáticas propias del archipiélago, la contaminación por el uso de insecticidas, humo, polvo, el hacinamiento, la mala infraestructura de las viviendas, sumado a un bajo nivel educativo y pobre balance nutricional". "El cólera considerado como enfermedad diarréica aguda, hizo su aparición en San Andrés en el XII período epidemiológico de 1991, persistiendo hasta el V periodo de 1992. Fueron notificados un total de 432 casos con una tasa de incidencia de 9.1% considerada alta frente al promedio nacional, sin embargo no presentó mortalidad alguna gracias a la atención oportuna y adecuada por le personal de salud. Aunque en los tamizajes realizados por la División de Saneamiento Ambiental en la vigilancia activa no se ha encontrado cólera, persiste latente el riesgo de una nueva introducción del Vibrio cólera debido a las condiciones ambientales óptimas para su proliferación". Documento del "Proyecto de ampliación de los servicios de acueducto y alcantarillado para la Isla de San Andrés y programa de desarrollo institucional para la transformación total de la empresa de obras sanitarias de San Andrés y Providencia -Empoislas-", allegado por el Gobernador del Departamento, doctor Antonio Manuel Stephens, y cuyo resumen ejecutivo es el siguiente: 1). Infraestructura existente y problemática sanitaria de San Andrés en cuanto al acueducto y alcantarillado. 2). Acciones preliminares ejecutadas por el Departamento para solucionar la crisis. 3) Objetivos y alcances del Proyecto. metas físicas, obras, estudios y diseños por ejecutar en lo que atañe al acueducto, alcantarillado y desarrollo institucional. 4) Financiación del Proyecto. 5). Ejecución del Proyecto. 6). Plan maestro de acueducto y alcantarillado (1996, 1997, 1998). En lo que respecta a los anexos, se destacan, la hidrogeología de la isla de San Andrés, el plan general de contrataciones y el cronograma de ejecución de las obras. En lo que se refiere a los objetivos del Proyecto y metas físicas, obras, estudios y diseños por ejecutar, se expone: ·        "ACUEDUCTO: -Perforación e interconexión de nuevos pozos en el Cove para aumentar la capacidad de producción de 25 a 40 I.p.s. -Suministro y montaje de repuestos y de generadores de energía para poner en funcionamiento los cuatro módulos de la Planta Desalinizadora hasta obtener un caudal promedio de 32 I.p.s. -Diseño y construcción de Planta de Ablandamiento para reducir los niveles de dureza de agua producida por los pozos de el Cove y suministro de equipos electromecánicos para la estación de bombeo Duppy Gully. -Construcción de cinco tanques para aumentar la capacidad de almacenamiento del acueducto de 2.579 a 6.350 m3. -Construcción de 8.153 ml. de conducciones de acueducto entre tanques de almacenamiento. -Instalación de 17.435 ml. de tubería y 3.175 conexiones domiciliarias para ampliar la cobertura de redes de acueducto del 40% al 90% Nord End. - Instalación de macromedidores para controlar las perdidas en las conducciones y en las redes del acueducto y reducirlas del 87% al 35%. - Instalación de  8.254 micro medidores para ampliar la cobertura de la micro medición del 23% al 75%". ·        "ALCANTARILLADO: -Instalación de 3.246 ml de colectores y construcción de la estación de bombeo en el distrito N° 1 y optimización de las estaciones de bombeo de los distritos N° 2 y N° 3 para ampliar la cobertura del servicio de alcantarillado en Nord End del 20% al 40%. -Realización de un estudio de alternativas para seleccionar el sistema de disposición de aguas residuales y  a su vez el diseño de la alternativa seleccionada, para cumplir con los requerimientos Inderena o Coralina y el Ministerio del Medio de Ambiente y poder verter las aguas residuales al mar sin causar daño a la ecología". ·        "PLAN MAESTRO DE ACUEDUCTO Y ALCANTARILLADO. Con miras a complementar las acciones desarrolladas en este proyecto, el Gobierno Departamental de San Andrés ha venido gestionando a nivel nacional una serie de Planes y Recursos Financieros que le permitan a la Isla desarrollarse acorde con el crecimiento poblacional y con las nuevas tecnologías. Dentro de estas gestiones la Nación tiene proyectado asignarle al Departamento una partida de 50.000 millones de pesos para ser ejecutada durante los años 1996, 1997 y 1998. Actualmente se está preparando el Plan de Acción de acuerdo con lineamientos establecidos por Planeación Nacional". "Simultáneamente con lo anterior la Gobernación tiene proyectado contratar en el primer semestre de 1995 entre otros, los siguientes estudios y diseños: 1. Recarga artificial del Acuífero de El Cove. 2. Diseño del Acueducto de San Luis. 3. Diseño de los Alcantarillados de San Luis y La Loma. 4. Diseño del Alcantarillado Pluvial de la región Nord End". 3.2. Existencia de un grave deterioro ambiental en la isla de San Andrés, derivado esencialmente de una critica situación sanitaria (acueducto y alcantarillado). Su incidencia en la amenaza de violación de los derechos fundamentales de los peticionarios. 3.2.1. En lo que atañe a la infraestructura sanitaria existente y a la problemática que de su insuficiencia se deriva, esta Sala deduce, tanto de la información consignada en el documento últimamente aludido, como de lo constatado a través de las pruebas allegadas a este proceso en las instancias y en la etapa de revisión, que existe una enorme y preocupante alteración del ambiente en la Isla, originada en la pobre infraestructura sanitaria y en la deficiente cobertura y prestación de los servicios públicos de acueducto y alcantarillado. En efecto, la situación real de la Isla, es la siguiente: ·        ACUEDUCTO: La Isla se encuentra dividida geográficamente en cinco sectores: El North End que corresponde al área urbana en donde está asentado el 70% de la población y se desarrolla la zona comercial y turística; San Luis, ubicado en el costado oriental, zona rural y playera; El Cove, ubicado en el costado occidental, zona rural ubicado en la parte central y alta de la Isla y El South End, zona rural poco poblada ubicada en el sur, frente al continente. La Isla cuenta con dos tipos de fuentes de abastecimiento de agua, uno de ellos lo constituye el Acuífero de el Cove, único acuífero de agua dulce en la Isla de acuerdo con los estudios de ingeominas, explotado mediante un conjunto de pozos profundos y con una capacidad máxima de producción de 541, siempre y cuando se realicen obras de recarga del mismo. El otro,  lo constituye el agua de mar que debe ser desalinizada. La demanda actual llega a 127. l.p.s. y es atendida solamente en un 20%, lo que indujo a la Unidad Administrativa de Control de Servicios Públicos a efectuar drásticos racionamientos. (El servicio únicamente se presta cada 12 días en los sectores North End y La Loma y cada 8 días en San Luis y El Cove) y obliga a la población (incluyendo hoteles y lugares turísticos) a construir y explotar sus propios sistemas de abastecimiento. En los pozos profundos de el Cove, son recolectados actualmente 25 I.p.s. y conducidos a la Estación de Bombeo Duppy Guly; desde allí se distribuyen por bombeo a tres tanques de almacenamiento (El Cove, San Luis y La Loma), que como sus nombres lo indican, suministran el agua a los sectores correspondientes. Del tanque La Loma, parte del agua es conducida por gravedad hasta el tanque de Cliff que la distribuye al North End. Existe una planta desalinizadora ubicada en el North End cercana al aeropuerto y con capacidad para producir 32 I.p.s., pero por falta de algunos repuestos y de suministros de energía se encuentra fuera de servicio desde hace varios meses. Esta Planta está comunicada con el tanque de el Cliff y programada para atender la demanda del área urbana y turística (North End), conjuntamente con parte del agua proveniente de los pozos de el Cove. Como puede observarse, solo se dispone de 25 I.p.s., provenientes del campo de los pozos del Cove. Además el agua posee índices altos de dureza, los tanques de almacenamiento no cuentan con la capacidad requerida, no existe macromedición, se presentan fallas y fugas en las conducciones, solamente un 40% de las redes de distribución se encuentran construidas, únicamente un 27% de las viviendas cuentan con un servicio de acueducto y la micromedición efectiva es el 23% de los usuarios registrados. Debe anotarse que hay aproximadamente 1485 pozos de aguas excavados en los suelos terrígenos o arenosos y/o perforados en la roca basal. Se calcula que estos pozos se proveen unas 4500 viviendas, lo que representa un 37% del total de viviendas, siendo los usos más dados a sus aguas los de ducha, lavado de utensilios y aseo. En casos extremos cuando hay escasez de agua, la comunidad queda obligada al uso de los pozos para satisfacer sus necesidades de consumo y preparación de alimentos. De lo anterior, se concluye que existe un gran déficit en el suministro de agua a la población, ya que se tiene una alta demanda de ésta y es muy poco lo que puede suministrar actualmente el acuífero del Cove, la planta desalinizadora y los pozos excavados. ·        ALCANTARILLADO: Anotando que para la disposición de excretas se cuenta con tres sistemas que son: campo abierto, pozos sépticos y alcantarillado sanitario, se debe precisar que el único sector de la Isla que cuenta con redes de alcantarillado es el Nord End en donde el sistema funciona por gravedad y bombeo con estaciones elevadoras intermedias y emisario final a presión que vierte al mar, sin tratamiento alguno. Para el funcionamiento del alcantarillado, el sector Nord End se encuentra dividido en cuatro distritos; existen redes en el distrito N° 1 y redes y bombeo en los distritos N° 2 y 3; en el distrito N° 1 se encuentran construidas el 6% de las redes necesarias; en el distrito N° 2 el 45%; en el distrito N° 3 el 28%, y en el distrito N° 4 no hay redes. De acuerdo con lo anterior un 20% de las redes se encuentran construidas, sin embargo solamente 6% de las viviendas de la isla están conectadas al servicio. Los demás sectores (San Luis, La Loma, El Cove y South End) utilizan pozos sépticos, generalmente mal diseñados y construidos, que contaminan las aguas subterráneas. El 64% de las viviendas cuentan con el sistema de los pozos sépticos. Las aguas negras provenientes de pozos sépticos son evacuadas por medio de carrotanques, llevadas y descargadas al mar en el antiguo botadero de basuras. Además este sistema ocasiona problemas de derrames de aguas negras en las vías, al no ser desocupados los pozos sépticos con la periodicidad requerida o porque ya han cumplido su vida útil. Además los vehículos que realizan la evacuación, no responden a la demanda y su costo es elevado. Y un 28% de las viviendas utilizan el campo abierto, pues no cuentan con sistema de disposición de excretas. Este problema se presenta en todos los sectores, acentuándose en las áreas del centro altamente pobladas como son: El Cliff, Santana, El Cocal, Cartagena Alegre, Tablitas, Zarabanda y Nuevo Méjico (sectores 1 y 3). En los sectores de la Loma y San Luis (sectores 5 y 6) también existen viviendas que utilizan el campo abierto, pero se visualiza menos debido a la forma de asentamiento que es un tanto dispersa. 3.2.2. La situación ambiental descrita, derivada principalmente, como se dijo antes, del problema sanitario que afecta a toda la Isla de San Andrés, conduce a la Sala a establecer no sólo la existencia de la vulneración del derecho que tienen los peticionarios de la tutela a gozar de un ambiente sano, sino la conexidad de dicha transgresión con la amenaza de violación de los derechos fundamentales a la salud, a la integridad física y a la vida de los peticionarios e igualmente de todos los habitantes de dicha Isla. En tales condiciones estima la Sala, acorde con anteriores pronunciamientos, que si bien el derecho a disfrutar de un ambiente sano se halla reconocido como un derecho colectivo que se ampara a través de las acciones populares, cuando su violación, como en el presente caso, se encuentra ligada a su vez a la violación de derechos fundamentales, procede la acción de tutela como mecanismo judicial indirecto de protección del referido derecho colectivo. Para determinar la aludida conexidad entre la violación del derecho al ambiente sano y la amenaza de violación de los aludidos derechos fundamentales, que admiten protección directa, la Sala recurre al informe de la Secretaría de Salud de San Andrés, realizado con base en el censo sanitario para 1993 realizado por los Promotores de Saneamiento Ambiental de la misma y del cual se desprende lo siguiente: En cuanto al abastecimiento de agua señala, entre otras cosas, lo siguiente: "La mayoría de los análisis bacteriológicos realizados por el laboratorio de la División de Saneamiento Ambiental a las cisternas de aguas lluvias reportan que se requiere desinfección para su potabilización". "Una gran parte de los pozos comunitarios en los sectores de alto riesgo epidemiológico, son explotados bajo pésimas condiciones sanitarias, careciendo casi siempre de sistemas de protección, es decir que no tienen paredes laterales, ni tapa o losa de cubierta, ni mecanismos de extracción de agua, por lo que las personas quedan obligadas a emplear recipientes varios (contaminados); además se presenta cercanía con pozos sépticos. La calidad bacteriológica de la mayoría de los pozos del sector céntrico (sectores 1,3,4) no cumple con las normas de agua potable, presentando un altísimo recuento mosodílico y reportando crecimiento de bacterias coliformes totales y fecales". "En la isla se encuentran los vectores Aedes Aegypti y Cúlex, potenciales transmisores de Dengue y Fiebre Amarilla. Los principales criaderos son los depósitos de agua a nivel de las viviendas, los charcos que se forman en épocas de lluvias, los materiales inservibles por mala disposición de basuras. Esto se observa más en sectores de alto riesgo epidemiológico". En lo que atañe al alcantarillado o disposiciones de excretas se reporta lo siguiente: "Con el fin de disminuir este alto porcentaje de viviendas sin ningún sistema para evacuar y disponer sus excretas, la Secretaría de Salud a través de sus Divisiones de Atención Médica y de Saneamiento Ambiental, proyectaron, diseñaron y ejecutaron con la participación de la comunidad, la construcción de unidades sanitarias (casetas con ducha, lavamanos, sanitario y pozo séptico) en todos los sectores, con el fin de disminuir este factor de riesgo epidemiológico tan importante en la prevención de enfermedades gastrointestinales, entre otras". Con respecto a los factores de riesgo ecológicos se agrega: "La relación entre estos efectos ambientales sobre la salud de la comunidad no han sido evaluados, pero si puede tener implicación en el aumento de la infección respiratoria aguda la contaminación del aire. Además con respecto a la contaminación de las aguas marinas producida por la descarga o infiltración de aguas negras se ha presentado en la población enfermedades de la piel que bien pueden ser atribuidas a esta causa". 3.3. La orden impartida por los juzgadores de instancia en el sentido de prohibir el otorgamiento de licencias de construcción, a efectos de tutelar los derechos fundamentales de los peticionarios. El otorgamiento incontrolado de licencias de construcción en la Isla de San Andrés, sin contar con una infraestructura sanitaria suficiente y adecuada, se ha constituido, entre otros, en un factor determinante de la creación y agravación de los problemas ambientales reseñados anteriormente. Las autoridades administrativas de la Isla han actuado con falta de prudencia y con desconocimiento del principio de eficacia a que están obligadas a observar en todas sus actuaciones, al proceder en la forma anotada, y al no responder a las necesidades de los peticionarios y sus moradores, en el sentido de dotarlos de un eficiente servicio de acueducto y alcantarillado, pues aún cuando frecuentemente han prometido soluciones a esta problemática, ellas no se han cristalizado en la adopción de medidas eficaces y ciertas para enfrentar el gran problema ambiental y sanitario que afronta la población. Los elementos de juicio estudiados por la Sala permiten avalar las decisiones adoptadas por la Sala Penal del Tribunal Superior de Cartagena y la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, en el sentido de congelar el otorgamiento de las licencias de construcción en la Isla de San Andrés, a partir de la notificación del fallo de primera instancia de fecha septiembre 2 de 1994, pues consultan los preceptos constitucionales relativos a la protección de los derechos fundamentales e indudablemente constituyen un instrumento significativo para la búsqueda de soluciones definitivas a la problemática ambiental que motivó la presente acción de tutela. Estima la Sala, en consecuencia, que su decisión de confirmar el fallo de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia se soporta sobre la base de que la administración departamental debe llevar a cabo el proyecto de desarrollo y ampliación de los servicios de acueducto y alcantarillado para la Isla de San Andrés a que se ha aludido en esta providencia, dentro del término de 3 años contados a partir de la notificación de la sentencia de la Corte Suprema de Justicia Sala Penal, de fecha octubre 20 de 1994 y, además, que durante el tiempo de ejecución del referido proyecto, dicha administración se abstendrá de expedir licencias de construcción de obras que no correspondan a la satisfacción de necesidades públicas y al cumplimiento de objetivos sociales, como serían por ejemplo, la construcción, ampliación o remodelación de vivienda social, escuelas o centros educativos,  hospitales, edificios para dependencias oficiales, centros para la atención de la familia, la niñez y las personas de la tercera edad. En consecuencia, no se podrá otorgar licencia para la construcción o ampliación de hoteles, aparta-hoteles, edificios de apartamentos y residencias para alojamiento. No obstante lo dicho, precisa la Sala que la prohibición de expedir licencias de construcción se extiende a los proyectos de construcción denominados “autosuficientes”, es decir, aquellos que cuentan con sistemas propios de agua, generación eléctrica, tratamiento de aguas negras, etc., toda vez que ese tipo de obras no se acompasa con la solución integral a la problemática ambiental que propone la administración y de otra parte no contribuyen eficazmente a su solución, en razón a que se construyen en zonas carentes de los correspondientes servicios públicos. Lo expresado es consecuente con lo expuesto por esta Corte en la sentencia T-366/93[3], la cual hizo un llamado de atención a todas las autoridades distritales o municipales del país para que "se abstengan de expedir licencias o permisos de construcción sin haber constatado, de manera fehaciente, que en los sectores para los cuales se otorguen dichas licencias o permisos, cuenten con la adecuada infraestructura en materia de acueducto, alcantarillado, suministro de energía eléctrica, recolección de basuras y demás servicios públicos esenciales, so pena de que dicho otorgamiento incontrolado pueda suscitar la violación de derechos constitucionales como son el derecho a la salud y el saneamiento ambiental (art. 49), a la vida digna (art. 51), al ambiente sano (art. 79), al espacio público (art. 82), a la recreación (art. 52) y, en última instancia, al más importante de todos, el derecho a la vida (art. 2 y 11),...". Advierte la Sala finalmente que las construcciones amparadas con licencias expedidas con anterioridad a la notificación del fallo de primera instancia, dictado por la Sala Penal del Tribunal Superior de Cartagena, podrán llevarse a cabo. Como resultado del análisis precedente, se confirmará en todas sus partes la sentencia proferida por la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, pero con las modificaciones que en la parte resolutiva se precisan en torno a las construcciones permitidas. IV.DECISION. En mérito de lo expuesto, la Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: PRIMERO: CONFIRMAR la sentencia del veinte (20) de octubre de mil novecientos noventa y cuatro (1994) proferida por la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, la cual, a su vez, confirmó, con modificaciones, la sentencia proferida el dos (2) de septiembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994) de la Sala Penal del Tribunal Superior de Cartagena. SEGUNDO: No obstante la decisión confirmatoria que se adopta, la prohibición de otorgar licencias no comprende la relativa a la construcción de obras que correspondan a la satisfacción de necesidades públicas y al cumplimiento de objetivos sociales, como serían por ejemplo, la construcción, ampliación o remodelación de vivienda social, escuelas o centros educativos, hospitales, edificios para dependencias oficiales, centros para la atención de la familia, la niñez y las personas de la tercera edad. TERCERO: ORDENAR que por la Secretaría General de esta Corporación, se envíen copias de esta sentencia a la Procuraduría Delegada para Asuntos Ambientales, al Ministerio del Medio Ambiente y a la Superintendencia de Servicios Públicos, a efecto de que velen por su exacto cumplimiento. CUARTO: ORDENAR que por la Secretaría General de esta Corporación, se comunique esta providencia a la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cartagena de Indias, en la forma y para los efectos previstos en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991. Notifíquese, cópiese, publíquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado Ponente. EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado CARLOS GAVIRIA DIAZ Magistrado. MARTHA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1]  Sentencia T-254/93. [2] Sentencia T-112/94. [3]  M.P. Vladimiro Naranjo Mesa.
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T-285-95 Sentencia No Sentencia No. T-285/95 ACCION DE TUTELA CONTRA PROVIDENCIAS JUDICIALES/VIA DE HECHO/INSTITUTO COLOMBIANO DE LA REFORMA AGRARIA/ACCION DE REPARACION DIRECTA Respecto de la procedencia de la acción de tutela contra las providencias emanadas de una autoridad judicial, la acción de tutela resulta procedente cuando la decisión judicial se hubiese proferido mediante una “vía de hecho” que atente contra los derechos constitucionales fundamentales de una de las partes dentro del proceso. Se trata, pues, de decisiones que contengan un fundamento arbitrario, caprichoso o abusivo; es decir, que se desconzca el principio de que al juez le corresponde pronunciarse judicialmente de acuerdo con la naturaleza misma del proceso y las pruebas aportadas, todo ello según los criterios que establezca la ley, y no de conformidad con su propio arbitrio. La acción de tutela contra providencias judiciales resulta procedente siempre y cuando no exista otro medio de defensa judicial, salvo que se trate de evitar un perjuicio irremediable. PRINCIPIO IURA NOVIAT CURIA La regla ‘iura noviat curia’ permite este nuevo enfoque. Baste recordar que con apoyo en dicho principio al juez se le dan los hechos y él deberá aplicar el derecho así no esté expresamente citado en la demanda. Principio aplicable en materia contencioso administrativa en las acciones de reparación directa y contractuales. En las demás, de impugnación de actos administrativos, el principio de la justicia rogada tiene su operancia , ya que el juez estará sometido en su fallo a manejar las normas citadas como infringidas y el concepto de la violación expuesta “Y como si la reforma del numeral 4o del artículo 137 del código contencioso administrativo no fuera suficiente, en el que se reivindica el principio aludido dominante desde el siglo pasado, la nueva Constitución lo reafirmó implícitamente al imponer la prevalencia del derecho sustancial sobre el formal (C.N. art. 228). Así las cosas, en la jurisprudencia se muestra esa prevalencia. Quedan, con todo, algunos cultores del sistema formalista que siguen aferrados a la tradición decimonónica y que no quieren ver que desde el siglo pasado el proceso dejó de ser un negocio privado sometido al querer y a la voluntad de las partes; y que el juez, de convidado de piedra, pasó a ser el activo dispensador de la justicia a quien le corresponda. POSESION-Protección/VIA DE HECHO-Inexistencia Para el Consejo de Estado, el derecho a proteger es el de posesión y no el derivado de una sucesión o de un testamento. Por ello, no se tomó en consideración el hecho de que una sentencia aprobatoria de una partición hubiese reconocido unos derechos, pues la aplicabilidad de esa decisión escapaba la competencia y los propósitos que dicha Corporación planteó al resolver la acción de reparación directa. Así las cosas, mal podría predicarse la existencia de una “vía de hecho”, cuando el fundamento de la decisión se basó en la aplicación de una competencia determinada en la ley. PRINCIPIO DE AUTONOMIA FUNCIONAL DEL JUEZ/JUEZ-Autonomía Funcional El principio democrático de la autonomía funcional del juez, la cual busca evitar que las decisiones judiciales no sean el resultado de mandatos sobre el funcionario que las adopta. “De ningún modo se podría preservar la autonomía e independencia funcional de un juez de la República, si la providencia por el proferida en un caso específico, quedara expuesta a criterios provenientes de otro distinto al juez competente en el proceso correspondiente y en lo que hace relación a la aplicación e interpretación de la ley”. Cuando en cumplimiento de la función de administrar justicia el juez aplica la ley, según su criterio y examina el material probatorio, ello no da lugar a quebrantamiento alguno teniendo en cuenta la independencia con que debe actuar en el ejercicio de la función jurisdiccional que por naturaleza le compete. VIA DE HECHO-Inexistencia Resultaría en este caso reprochable que, a través de la acción de tutela, se pretendiera cuestionar los fallos adoptados por el más alto tribunal dentro de la jurisdicción contencioso administrativa -o por cualquier otro funcionario de la rama judicial-, cuando su proceder se ha enmarcado dentro de las autónomas atribuciones que le otorgan la Constitución y la ley, y sus decisiones se han adoptado por personas que actuan conforme al recto criterio, la experiencia y los principios de razonabilidad. La providencia proferida por la Sección Tercera de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado, no contiene una “vía de hecho” que permita intentar una acción de tutela contra providencias judiciales. Ref.: Expediente No. T-64430 Peticionarias: Hortensia Piñeros Ramos y María Rebeca Piñeros Alonso. Procedencia: Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia. Magistrado Ponente: Dr. VLADIMIRO NARANJO MESA Temas: - Procedencia de la acción de tutela contra providencias judiciales. -  Las vías de hecho Santafé de Bogotá, D.C. treinta (30) de junio de mil novecientos noventa y cinco (1995) La Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, conformada por los Magistrados Vladimiro Naranjo Mesa -Presidente de la Sala-, Jorge Arango Mejía y Antonio Barrera Carbonell, EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION ha pronunciado la siguiente SENTENCIA en el proceso de tutela radicado bajo el número T-64430, adelantado por las ciudadanas Hortensia Piñeros Ramos y María Rebeca Piñeros Alonso, contra la sentencia del nueve (9) de noviembre de 1994, dictada en segunda instancia por la Sección Tercera del Consejo de Estado, dentro del proceso de reparación directa  y cumplimiento, adelantado por el señor Alvaro Piñeros Acevedo en contra del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria -INCORA-. I. ANTECEDENTES De acuerdo con lo dispuesto en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. De conformidad con el artículo 34 del decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión procede a dictar la sentencia correspondiente. 1. Solicitud Las ciudadanas Hortensia Piñeros Ramos y María Rebeca Piñeros Alonso, interpusieron ante la Sala Civil del Tribunal Superior de Santafé de Bogotá D.C., acción de tutela contra la sentencia de fecha nueve (9) de noviembre de 1994, dictada en segunda instancia por la Sección Tercera del Consejo de Estado, dentro del proceso de reparación directa  y cumplimiento, adelantado por el señor Alvaro Piñeros Acevedo en contra del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria -INCORA-, con el fin de que se les ampararan sus derechos fundamentales consagrados en los artículos 1o., 2o., 4o., 5o., 13, 14, 23, 29, 42, 58 y 228 de la Constitución Política. 2. Hechos Afirman las peticionarias que el día 26 de febrero de 1986, el señor Alvaro Piñeros Acevedo, actuando en su condición de heredero de Gonzalo Piñeros Acevedo y reclamando en nombre de la sucesión de éste, demandó ante el Tribunal Contencioso Administrativo del Meta al Instituto Colombiano de la Reforma Agraria -INCORA-, con el fin de que se le reconociera la indemnización que corresponde como consecuencia de la afectación del predio denominado "Cantarrana" ubicado en el muncipio de Granada, departamento del Meta, realizada mediante Resolución No. 6380 del 24 de mayo de 1968. Dicen que el mencionado inmueble fue adquirido por el señor Gonzalo Piñeros Acevedo, a través de compraventa celebrada con la señora Emma Piñeros Acevedo, protocolizada en la escritura pública No. 8525 del primero (1o.) de octubre de 1970, de la Notaría Sexta del Círculo de Bogotá. Manifiestan las peticionarias que el señor Alvaro Piñeros, previamente a la presentación de la demanda en contra del INCORA, obtuvo su reconocimiento como heredero dentro del proceso de sucesión del señor Gonzalo Piñeros Acevedo, que se adelantaba en el Juzgado Segundo Promiscuo de Familia de Villavicencio, y dentro del cual también se les reconoció a ellas su calidad de herederas. Dicho proceso de sucesión concluyó con sentencia de fecha veintisiete (27) de octubre de 1993, en la cual se aprobó la partición del único bien herencial, consistente en los derechos litigiosos derivados del proceso que adelantaba el señor Alvaro Piñeros Acevedo ante la justicia contencioso administrativa. Señalan que esos derechos fueron repartidos por partes iguales entre ellas y el señor Alvaro Piñeros, y que dicha decisión fue comunicada oportunamente al Consejo de Estado y al INCORA. Con base en la referida partición, las interesadas afirman que concurrieron al proceso contencioso administrativo, el cual se encontraba en la etapa de la sustentación del recurso de apelación en contra de la sentencia de primera instancia, con el fin de hacer valer su condición de herederas y coadyuvar las pretensiones de la demanda. Al respecto, argumentan: “En el acto procesal que siguió a nuestra intervención (LA SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA) la solicitud nuestra no fue atendida, y sin que en la parte resolutiva se hubiera hecho pronunciamiento, en la parte motiva se hizo una exposición de las razones para no considerarla, las cuales resumimos así: a) La Sala de decisión partió del concepto de que el causante, GONZALO PIÑEROS ACEVEDO, no ostentaba la propiedad del predio afectado, si no exclusivamente la posesión, estableciéndola como derecho básico para el reconocimiento de la indemnización. b) Precisa dicha posesión a partir del fallecimiento del señor GONZALO PIÑEROS ACEVEDO, en cabeza de ALVARO PIÑEROS ACEVEDO, por haberla derivado de aquel, '...quién la instituyó en su testamento como legatario del predio...' (página 12 de la sentencia), pero luego, a página 20 de la misma, se contradice concluyendo que '...la reparación a la que tiene derecho el actor no deviene pues de su condición de heredero de GONZALO PIÑEROS ACEVEDO; no se trata de un derecho otorgado por el mencionado causante...'. Lo anterior significa como conclusión, que finalmente para el CONSEJO DE ESTADO, ALVARO PIÑEROS ACEVEDO, era quien ostentaba la calidad de poseedor del predio en forma autónoma y no derivada del causante, y con base en esto determina la condena a su favor, sin tener en cuenta a las coherederas aquí actuantes, y sin considerar que toda la realidad probatoria y procesal de las cuales resalto las manifestaciones del coheredero mismo, conducen sin dificultad a conclusión diferente”.(Mayúsculas del texto original) De acuerdo con lo anterior, consideran las demandantes que el Consejo de Estado no aplicó lo dispuesto en el artículo 146 del Código Contencioso Administrativo, toda vez que su petición no fue resuelta mediante auto del ponente. Aducen también que esa Corporación “no aplicó las normas supletorias contenidas en los artículos 50 y 52 del Código de Procedimiento Civil (Decreto 2282, artículo 1o., numeral 19), aplicables en razón de lo establecido en el artículo 267 del Ordenamiento Contencioso Administrativo, y en tales circunstancias su omisión es verdadera denegación de justicia.” Por otra parte, resaltan las peticionarias el hecho de que el señor Alvaro Piñeros Acevedo nunca adujo la condición de poseedor del inmueble "Cantarrana" dentro del proceso contencioso administrativo, y por el contrario, en su demanda se invocó su calidad de heredero de Gonzalo Piñeros Acevedo, y su reclamo lo hizo a nombre de la sucesión de éste. Por ello, afirman: “Su derecho entonces lo deriva exclusivamente del causante, siendo el único medio idóneo para traditarlo. Y por ello el inicial accionante legitimó su actuación con base en el reconocimiento de heredero que se hizo en desarrollo de tal proceso.” Anotan que la sentencia del Consejo de Estado hace referencia a un testamento otorgado el tres (3) de diciembre de 1964 en el cual Gonzalo Piñeros Acevedo designó como legatario de su único bien al señor Alvaro Piñeros Acevedo, “pero a pesar de que en el expediente obra la escritura de compraventa número 2375 del 3 de mayo de 1969, contentiva de la compraventa celebrada en favor de EMMA PIÑEROS ACEVEDO, sobre el mismo predio, no tiene en cuenta que por ser posterior este acto al testamentario, tuvo la fuerza jurídica de revocarlo, en virtud de lo dispuesto en el artículo 1192 del Código Civil Colombiano, situación demasiado clara en nuestro derecho, así después lo hubiera readquirido mediante escritura 8521 del 1 de octubre de 1970. Es que además, el testamento nunca fue presentado ante el Juez competente (Segundo Promiscuo de Familia del Meta), omisión esta que dice mucho de la realidad jurídica y del interés del interesado (sic), y que de hecho traduce el reconocimiento de parte de este, de que se encontraba revocado.” Finalmente sostienen que la sentencia objeto de la presente acción de tutela contiene otras violaciones a sus derechos fundamentales, como el hecho de ordenar el reconocimiento de un interés sobre el valor del predio cuya posesión se perdió, desde el 10 de julio de 1989, fecha en la cual se rindió el peritaje correspondiente, y no desde el día 20 de marzo de 1978, fecha en la cual se llevó a cabo el despojo, y la aplicación de una tasa de interés contemplada en una norma derogada (artículo 62 de la ley 135 de 1961). Por ello, concluyen: “Lo grave para nosotras, es que con la sentencia se puso fin a las actuaciones y no tenemos medio alguno diferente al que aquí invocamos, que nos permita obtener el reconocimiento de nuestros derechos hereditarios debidamente establecidos por el Juzgado Segundo promiscuo de Familia de Villavicencio. Es decir, que la sentencia nos causa un perjuicio irremediable el que tan solo puede llegar a ser reparado mediante la acción invocada.” 3. Pretensiones Solicitan las peticionarias lo siguiente: “1- Declarar que el CONSEJO DE ESTADO, SECCION TERCERA, viola en la providencia indicada los derechos fundamentales constitucionales de HORTENSIA PIÑEROS RAMOS y MARIA REBECA PIÑEROS ALONSO. “2- Declarar que el perjuicio que causa la sentencia tiene carácter de irremediable. “3- Ordenar el reconocimiento de las cuotas partes que corresponden a las aquí accionantes, en calidad de herederas de GONZALO PIÑEROS ACEVEDO, y de conformidad a sentencia proferida por el JUZGADO SEGUNDO PROMISCUO DE FAMILIA DE VILLAVICENCIO.” III. ACTUACION PROCESAL 1. Pruebas que obran en el expediente 1.1. Copia íntegra del proceso de reparación directa instaurado por el señor Alvaro Piñeros Acevedo en contra del Instituto Colombiano de la reforma Agraria -INCORA-. 1.2. Copia íntegra del proceso de sucesión del señor Gonzalo Piñeros Acevedo. 2. Fallo de primera instancia Mediante providencia de fecha 14 de diciembre de 1994, la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, resolvió negar la presente acción de tutela, toda vez que no encontró que el Consejo de Estado, al resolver del la acción de reparación directa que dio lugar a la presente tutela, “haya incurrido en omisión o situación de hecho alguna, pues en verdad la providencia respectiva (...) consta que la decisión adoptada se fundamentó en consideraciones de orden fáctico y jurídico, que no son controvertibles en sede de tutela.” En el fallo en comento se adujo además que “mal puede el Tribunal en sede de tutela, paralelamente adopte decisiones sobre procesos cuyo conocimiento ha correspondido a otros jueces, lo cual sin lugar a dudas, está lejos de los objetivos que el Constituyente tuvo en mientes al instituir este instrumento constitucional.” 3. Impugnación. Mediante memorial de fecha once (11) de enero de 1995, el apoderado de las actoras impugnó la providencia de primera instancia, con el argumento de que la sentencia del Consejo de Estado que dio lugar a la presente acción de tutela es contraria al ordenamiento jurídico, toda vez que partió de unos supuestos fácticos que no fueron invocados por el señor Alvaro Piñeros, ni mucho menos probados dentro del respectivo proceso. A juicio del impugnante, “la revocatoria de las decisiones contrarias al derecho y violatorias de derechos fundamentales como los reseñados, es uno de los puntos considerados por el legislador para establecer la acción de tutela, procurando que las decisiones y en general los errores de los jueces puedan ser corregidos evitando que se causen más perjuicios al asociado afectado, y por sobre todo evitando que la arbitrariedad resulte imponiéndose.” Finalmente considera que la acción de tutela es el único mecanismo jurídico idóneo para evitar sentencias “arbitrariamente ilegales”, cuando en contra de ellas no es posible interponer otro recurso. 4. Fallo de segunda instancia A través de la sentencia del veintitrés (23) de febrero de 1995, la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia resolvió revocar el fallo de primera instancia y en su lugar tuteló, de manera transitoria, el derecho al debido proceso de las señoras Hortensia Piñeros Ramos y María Rebeca Piñeros Alonso. En virtud de lo anterior se ordenó al INCORA que se abstuviera de dar cumplimiento a la sentencia del nueve (9) de noviembre de 1994, proferida por la Sección Tercera del Consejo de Estado, “hasta tanto la justicia ordinaria defina los derechos que Alvaro Piñeros, Hortensia Piñeros y María Rebeca Piñeros Alonso tienen respecto de la indemnización que dicha providencia dispone pagar, siendo entendido que la orden aquí impartida conservará su vigencia mientras la mencionada decisión de fondo no se produzca y adquiera firmeza, siempre y cuando las accionantes en tutela en cuyo favor es concedido este amparo provisional, instauren la respectiva acción a más tardar dentro de los cuatro meses siguientes a la fecha de este fallo.” Encontró el ad-quem que, de los hechos debidamente probados en la presente acción de tutela, “no es difícil concluir que, en verdad, ha sido violada la garantía constitucional del debido proceso de las accionantes”. Así, señaló que el fallo del Consejo de Estado es incongruente,  toda vez que la acción de reparación directa fue interpuesta por el señor Alvaro Piñeros Acevedo a nombre de la sucesión de su hermano Gonzalo Piñeros Acevedo, y aduciendo su condición de heredero, “pretensión frente a la cual no sería lógico exigir los demás herederos reconocidos del causante iniciar por separado acciones similares de reparación, pues basta que uno sólo de los herederos pidiera para la mortuoria, habida cuenta de la legitimación por activa existente en cabeza de cualquiera de los herederos para gestionar en favor de ese patrimonio autónomo.” De lo anterior concluyó que el derecho a la indemnización en cabeza de las accionantes en tutela se concretó en la sentencia aprobatoria de la partición elaborada dentro de la referida sucesión. Además, consideró la Corte Suprema que la venta efectuada por el difunto Gonzalo Piñeros Acevedo en favor de su hermana Emma Piñeros Acevedo, llevaba implícita la revocatoria del legado que en relación con el inmueble “Cantarrana” se había realizado con anterioridad en favor de Alvaro Piñeros Acevedo. Señala que, pese a que no era necesario que las señoras Hortensia Piñeros Ramos y María Rebeca Piñeros Alonso acudieran al proceso contencioso-administrativo para que se les reconociera su derecho a una cuota parte de la pretendida indemnización, así lo hicieron al momento de tramitarse la segunda instancia; sin embargo, el Consejo de Estado la deprecó, con fundamento en el ya mencionado argumento de que la reparación a que tiene derecho el señor Alvaro Piñeros Acevedo deviene de su condición de poseedor, y no de la de heredero. Sobre el particular, manifestó la Corte Suprema: “De manera que entendida la prenotada decisión, ya en el sentido de que fue implícitamente desestimatoria de la petición de esas herederas, ora como estimatoria de una imaginada pretensión indemnizatoria de Alvaro Piñeros Acevedo excluyente en cuanto tal del derecho aducido por aquellas para justificar dicha petición, es lo cierto que la sentencia así proferida colocó a las accionantes en inminente peligro de recibir un perjuicio irremediable consistente en dejarlas expuestas a perder, en beneficio de Alvaro Piñeros Acevedo, la cuota que por cabezas les toca en la indemnización reconocida, pese a que el juzgador administrativo de segunda instancia era perfecto conocedor de que el mismo Alvaro Piñeros Acevedo, al precisar los fundamentos de su pretensión, dijo concurrir como heredero de Gonzalo Piñeros Acevedo y por lo tanto admitió el carácter sucesoral del derecho a obtener la ameritada reparación, carácter que por lo demás es el que aparece inequívocamente reflejado en el inventario efectuado en el proceso mortuorio correspondiente o en la adjudicación realizado por virtud del acto de partición que a dicho trámite puso fin”. IV. CONSIDERACIONES DE LA SALA 1. Competencia De conformidad con lo establecido en los artículos 86 y 241, numeral 9o. de la Constitución Política y 31 a 36 del decreto 2591 de 1991, la Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, es competente para revisar el fallo de tutela de la referencia. 2. Trámite previo a la decisión de fondo El magistrado JORGE ARANGO MEJIA planteó a la Sala Plena la posibilidad de que con la presente Sentencia se presentara cambio de jurisprudencia en relación con la doctrina de las "vías de hecho" sustentada por esta Corporación, y, por tanto, la conveniencia de llevar el caso a consideración de la Sala Plena, conforme a lo establecido en el artículo 53 del Acuerdo 05 de 1992. La propuesta fue aceptada por los magistrados NARANJO y BARRERA. Como consecuencia de lo anterior, mediante auto de fecha 20 de junio de 1995, se ordenó suspender los términos dentro del presente proceso en espera del pronunciamiento de la Sala Plena sobre cambio de jurisprudencia. En su sesión del día 29 de junio de 1995 la Sala Plena analizó el posible cambio de jurisprudencia planteado y, por mayoría de votos, concluyó con que no lo había. Por consiguiente dispuso el reenvio del expediente para decisión final de la Sala Novena de Revisión. Por otra parte, la Sala Plena, por unanimidad, ratificó la jurisprudencia vigente sobre vías de hecho, sentada en la Sentencia No. C-543 del primero (1o) de octubre de 1992 y, por mayoría de votos, estableció que las decisiones sobre esta materia se tomen por la correspondiente Sala de Revisión de Tutelas, salvo en los casos en que se produzca un cambio de jurisprudencia, en los cuales la decisión final debe ser adoptada por la Sala Plena. Así las cosas, entra la Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional a revisar la acción de tutela número T-64430, instaurada por las ciudadanas Hortensia Piñeros Ramos y María Rebeca Piñeros Alonso, contra la sentencia del nueve (9) de noviembre de 1994, dictada por la Sección Tercera del Consejo de Estado. 3. La procedencia de la acción de tutela contra providencias judiciales y las denominadas “vías de hecho”. En reiteradas oportunidades la Corte Constitucional ha establecido que la acción de tutela, según lo prevé el artículo 86 de la Carta Política, es un mecanismo inmediato a través del cual se ampara un derecho constitucional fundamental amenazado o violado por parte de una autoridad pública o de un particular, siempre y cuando no exista otro mecanismo de defensa judicial, salvo que se trate de evitar un perjuicio irremediable. No se trata, entonces, de un medio para reemplazar o sustituir los procedimientos ordinarios contemplados legalmente en nuestro ordenamiento jurídico, ni tampoco como un mecanismo alternativo de esos procesos. Asimismo, la acción en comento no puede considerarse como un instrumento utilizable en aquellos casos en que las partes, dentro de un determinado proceso, cometan equivocaciones o descuidos que puedan amenazar la realización de sus intereses jurídicos, o que permita cuestionar las diversas interpretaciones que la autoridad competente le dé a la ley. Al respecto, ha establecido esta Corporación: “No es la tutela un procedimiento que sirva para suplir las deficiencias en que las partes, al defender sus derechos en los procesos, puedan incurrir, porque se convertiría en una instancia de definición de derechos ordinarios, como lo pretende la solicitante, y no como lo prevé la Carta Política para definir la violación de Derechos Constitucionales Fundamentales. “La acción de tutela procede contra las decisiones u omisiones de cualquier autoridad pública o de particulares, cuando éstos violen o amenacen violar derechos fundamentales, a fin de evitar un atentado contra la dignidad de la persona humana. Las manifiestas violaciones a dicha condición inherente del ser humano encontrarán un valioso recurso en la denominada Acción de Tutela, cuando no pueda mediar otro correctivo judicial. Así, tiene la mencionada acción el carácter de supletiva, mas no de sustitutiva de las competencias constitucionales y legales de las autoridades públicas, en el presente caso para impartir justicia. “No hay lugar a que prospere la acción de tutela, cuando la persona que la invoca cuestione la acción de las autoridades por errónea interpretación de la ley, ni el caso de que la decisión de la autoridad pública o del particular hayan definido el derecho dentro de sus competencias constitucionales y legales”.[1] (Negrillas fuera de texto original) En otro pronunciamiento, se dispuso: “Así, pues, la tutela no puede converger con vías judiciales diversas por cuanto no es un mecanismo que sea factible de elegir según la discrecionalidad del interesado, para esquivar el que de modo específico ha regulado la ley; no se da la concurrencia entre éste y la acción de tutela porque siempre prevalece -con la excepción dicha- la acción ordinaria. “La acción de tutela no es, por tanto, un medio alternativo, ni menos adicional o complementario para alcanzar el fin propuesto.  Tampoco puede afirmarse que sea el último  recurso al alcance del actor, ya que su naturaleza, según la Constitución, es la de único medio de protección, precisamente incorporado a la Carta con el fin de llenar los vacíos que pudiera ofrecer el sistema jurídico para otorgar a las personas una plena protección de sus derechos esenciales. “Se comprende, en consecuencia, que cuando se ha tenido al alcance un medio judicial ordinario y, más aún, cuando ese medio se ha agotado y se ha adelantado un proceso, no puede pretenderse adicionar al trámite ya surtido una acción de tutela, pues al tenor del artículo 86 de la Constitución, dicho mecanismo es improcedente por la sola existencia de otra posibilidad judicial de protección, aún sin que ella haya culminado en un  pronunciamiento definitorio del derecho.  Bien puede afirmarse que, tratándose de instrumentos dirigidos a la preservación de los derechos, el medio judicial por excelencia es el proceso, tal como lo acreditan sus remotos orígenes.  En el sentir de esta Corte, nadie puede alegar que careció de medios de defensa si gozó de la oportunidad de un proceso y menos todavía si tomó parte en él hasta su conclusión y ejerció los recursos de que disponía.  Pero, claro está, si pese a las ocasiones de defensa dentro del proceso y a las posibilidades de impugnación del fallo que le otorgaba el sistema jurídico en obedecimiento a claros principios constitucionales (artículos 29 y 31 de la Carta), el interesado se abstuvo de utilizar los mecanismos a su disposición, tampoco puede acudir a la institución de la tutela como última tabla de salvación de sus pretensiones, por cuanto ello implica el alegato de su propia incuria contra el principio universalmente aceptado y desvirtúa el carácter subsidiario de la acción”[2] (Negrillas fuera de texto original). Respecto de la procedencia de la acción de tutela contra las providencias emanadas de una autoridad judicial, es necesario recordar que la Corte Constitucional, en sentencia No. C-543 de 1992, declaró la inexequibilidad de los artículos 11, 12 y 40 del Decreto 2591 de 1991. No obstante, la doctrina planteada en esa misma jurisprudencia y adoptada posteriormente en numerosos pronunciamientos de esta Corporación, ha determinado que la acción de tutela resulta procedente en estos eventos cuando la decisión judicial se hubiese proferido mediante una “vía de hecho” que atente contra los derechos constitucionales fundamentales de una de las partes dentro del proceso. Se trata, pues, de decisiones que contengan un fundamento arbitrario, caprichoso o abusivo; es decir, que se desconzca el principio de que al juez le corresponde pronunciarse judicialmente de acuerdo con la naturaleza misma del proceso y las pruebas aportadas, todo ello según los criterios que establezca la ley, y no de conformidad con su propio arbitrio. Sobre la procedencia de la acción de tutela en los casos de la denominada “vía de hecho”, ha manifestado la Corte: “Una actuación de la autoridad pública se torna en una vía de hecho susceptible del control constitucional de la acción de tutela cuando la conducta del agente carece de fundamento objetivo, obedece a su sola voluntad o capricho y tiene como consecuencia la vulneración de los derechos fundamentales de la persona. “Carece de fundamento objetivo la actuación manifiestamente contraria a la Constitución y a la Ley. La legitimidad de las decisiones estatales depende de su fundamentación objetiva y razonable. El principio de legalidad rige el ejercicio de las funciones públicas (CP art. 121), es condición de existencia de los empleos públicos (CP art. 122) y su desconocimiento genera la responsabilidad de los servidores públicos (CP arts. 6, 90). Una decisión de la autoridad no es constitucional solamente por el hecho de adoptarse en ejercicio de las funciones del cargo. Ella debe respetar la igualdad de todos ante la ley (CP art. 13), principio que le imprime a la actuación estatal su carácter razonable. Se trata de un verdadero límite sustancial a la discrecionalidad de los servidores públicos, quienes, en el desempeño de sus funciones, no pueden interpretar y aplicar arbitrariamente las normas, so pena de abandonar el ámbito del derecho y pasar a patrocinar simple y llanamente actuaciones de hecho contrarias al Estado de Derecho que les da su legitimidad. “La decisión revestida de las formalidades de un acto jurídico encubre una actuación de hecho cuando ésta obedece más a la voluntad o al capricho del agente estatal que a las competencias atribuidas por ley para proferirla. El criterio para evaluar qué conductas tienen fundamento en el ordenamiento jurídico y cuáles no es finalista y deontológico. Las autoridades públicas están al servicio de la comunidad (CP art. 123) y en el cumplimiento de sus funciones deben ser conscientes de que los fines esenciales del Estado son, entre otros, servir a dicha comunidad y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución (CP art. 2). Las autoridades públicas deben ceñir sus actuaciones a los postulados de la buena fe (CP art. 83). La conducta dolosa o gravemente culposa de los servidores públicos debe ser excluida del ordenamiento jurídico y su demostración genera la responsabilidad patrimonial del Estado, así como el deber de repetir contra el agente responsable del daño (CP art. 90). “La vulneración de los derechos fundamentales por parte de servidores públicos que actúan sin fundamento objetivo y razonable, y obedecen a motivaciones internas, desconoce la primacía de los derechos inalienables de la persona (CP art. 5), la protección constitucional de los derechos fundamentales (CP art. 86) y la prevalencia del derecho sustancial (CP art. 228). En caso de demostrarse  su ocurrencia, el juez de tutela deberá examinar la pertenencia del acto al mundo jurídico y proceder a la defensa de los derechos fundamentales vulnerados en el curso de una vía de hecho por parte de la autoridad pública”.[3] En otro pronunciamiento, relacionado también con este mismo tema, la Corte agregó: “En ese orden de ideas, la violación flagrante y grosera de la Constitución por parte del juez, aunque pretenda cubrirse con el manto respetable de la resolución judicial, puede ser atacada mediante la acción de tutela siempre y cuando se cumplan los presupuestos contemplados en el artículo 86 de la Constitución y no exista otro medio al alcance del afectado para la defensa de su derecho. “En tales casos, desde luego, el objeto de la acción y de la orden judicial que puede impartirse no toca con la cuestión litigiosa que se debate en el proceso, sino que se circunscribe al acto encubierto mediante el cual se viola o amenaza un derecho fundamental”.[4] En virtud de lo expuesto, debe advertirse que la procedencia de la acción de tutela contra providencias judiciales en ningún caso puede convertirse en una justificación para que el juez encargado de ordenar la protección de los derechos fundamentales, entre a resolver la cuestión litigiosa debatida dentro del proceso. Por ello, la labor en este caso se circunscribe únicamente a analizar la conducta desplegada por el funcionario encargado de administrar justicia, la cual se refleja a través de la providencia atacada, y solamente si esa conducta reviste el carácter de abusiva, caprichosa o arbitraria, de forma tal que amenace o que vulnere algún derecho constitucional fundamental. Por otra parte, la Sala debe reiterar que no toda irregularidad procesal constituye una vía de hecho, máxime cuando el supuesto afectado cuenta con los mecanismos ordinarios para solicitar la protección de sus derechos. Significa lo anterior que, al igual que los demás casos, la acción de tutela contra providencias judiciales resulta procedente siempre y cuando no exista otro medio de defensa judicial, salvo que se trate de evitar un perjuicio irremediable. Con esto se busca, como ya lo ha establecido esta Corporación, garantizar la prevalencia del principio de la independencia de los jueces, del acceso a la administración de justicia y de la seguridad jurídica. En efecto, se ha señalado: “El principio de independencia judicial (CP arts. 228 y 230), no autoriza a que un juez ajeno al proceso, cuya intervención no se contempla en la norma que establece el procedimiento y los recursos, pueda revisar los autos y providencias que profiera el juez del conocimiento. La valoración de las pruebas y la aplicación del derecho, son extremos que se libran al Juez competente y a las instancias judiciales superiores llamadas a decidir los recursos que, de conformidad con la ley, puedan interponerse contra sus autos y demás providencias. Tanto el juez de instancia como sus superiores, cada uno dentro de la órbita de sus competencias, son autónomos e independientes, y adoptan sus decisiones sometidos únicamente ‘al imperio de la ley’ (CP art. 230). Las injerencias contra las cuales reacciona el principio de independencia judicial, no se reducen a las que pueden provenir de otras ramas del poder público o que emanen de sujetos particulares; también pertenecen a ellas las surgidas dentro de la misma jurisdicción o de otras, y que no respeten la autonomía que ha de predicarse de todo juez de la República, pues en su adhesión directa y no mediatizada al derecho se cifra la imparcial y correcta administración de justicia (...). “4.4  La acción de tutela contra las vías de hecho judiciales - cuando ella sea procedente ante la ausencia de otro medio de defensa judicial o como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable -, en primer término, se endereza a garantizar el respeto al debido proceso (CP art. 29) y el derecho de acceso a la justicia (CP art. 229). Gracias a estos  dos derechos medulares toda persona puede acudir ante un juez con miras a obtener una resolución motivada ajustada a derecho y dictada de conformidad con el procedimiento y las garantías constitucionales previstos en la Constitución y en la ley. Se articula a través de las normas citadas un derecho público subjetivo a la jurisdicción o tutela judicial, que no consiste propiamente en satisfacer la pretensión que se contiene en la demanda o en su contestación sino a que se abra un proceso y a que la sentencia se dicte con estricta sujeción a la ley y a las garantías procedimentales. En este orden de ideas, la vía de hecho judicial, en la forma y en el fondo, equivale a la más patente violación del derecho a la jurisdicción. Por ello la hipótesis más normal es la de que través de los diferentes recursos que contemplan las leyes procedimentales, se pueda impugnar cualquier acción u omisión judicial que configure una vía de hecho, en cuyo caso, aunque no se descarte siempre la procedibilidad de la tutela, su campo de acción - dada su naturaleza subsidiaria - será muy restringido (...). “(...) Obsérvese que los defectos calificados como vía de hecho  son aquellos que tienen una dimensión superlativa y que, en esa misma medida, agravian el ordenamiento jurídico. Los errores ordinarios, aún graves, de los jueces in iudicando o in procedendo, no franquean las puertas de este tipo de control que, por lo visto, se reserva para los que en grado absoluto y protuberante se apartan de los dictados del derecho y de sus principios y que, por lo tanto, en la forma o en su contenido traslucen un comportamiento arbitrario y puramente voluntarista por parte del juez que los profiere”.[5] (Negrillas fuera de texto original). De conformidad con las anteriores consideraciones, resulta pertinente, entonces, determinar, como se hará más adelante, si para los efectos de la decisión que le corresponde adoptar a esta Sala, la Sección Tercera de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado, aplicó en forma arbitraria, caprichosa y flagrante las normas jurídicas relacionadas con el derecho de posesión y la responsabilidad administrativa dentro de un proceso de reparación directa. Asimismo, corresponderá a esta Sala definir si las peticionarias, María Rebeca Piñeros Alonso y Hortensia Piñeros Ramos, ya utilizaron los medios de defensa propios de este tipo de controversias judiciales y si se encuentran  ante una situación inminente que permita y justifique la procedencia preferencial de la acción de tutela. 4. El caso en concreto Para efectos del asunto que ocupa la atención de esta Sala, resulta pertinente, en primer lugar, determinar los hechos que dieron lugar al proceso contencioso administrativo y que, por ende, constituyeron el supuesto fáctico de la providencia proferida por la Sección Tercera de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado, la cual en esta oportunidad es cuestionada  a través de la acción de tutela. Los hechos más relevantes para efectos del caso bajo examen son, pues, los siguientes: 1. El seis (6) de junio de 1959, Blanca Corrales vendió al señor Gonzalo Piñeros, a través de “Falsa tradición, enajenación de cosa ajena” -según aparece en el certificado suscrito por el registrador de Instrumentos Públicos de San Martín, Meta-, unos derechos sucesorales sobre la finca “Cantarrana”, ubicada en el municipio de Granada, departamento del Meta. 2. El tres (3) de diciembre de 1964, Gonzalo Piñeros otorgó testamento abierto, en el que instituyó como legatario de los derechos sobre la finca mencionada a su hermano, Alvaro Piñeros Acevedo. 3. El tres (3) de mayo de 1969, Gonzalo Piñeros le vende esos derechos a Emma Piñeros Acevedo. Esta, a su vez, se los vuelve a vender a Gonzalo Piñeros el día primero (1o.) de octubre de 1970. 4. Mediante Resolución No. 6380 del veinticuatro (24) de mayo de 1968, el INCORA afectó para fines de reforma agraria la finca rural denominada “CANTARRANA”. 5. Gonzalo Piñeros falleció el seis (6) de febrero de 1977. 6. El doce (12) de agosto de 1971, el INCORA profiere dos resoluciones a través de las cuales se determina la expropiación de la finca y se ordena que el inmueble se tenga como adecuadamente explotado desde un punto de vista económico. 7. El siete (7) de octubre de 1977, el Juez Promiscuo del Circuito de Granada acepta la demanda de expropiación interpuesta por el INOCRA. Posteriormente, el veintinueve (29) de marzo de 1978, la entidad pública logró la entrega anticipada del bien y, por ende, entró en posesión material de la finca. El señor Alvaro Piñeros Acevedo, alegando sus derechos sobre el predio y la explotación económica que había realizado sobre el mismo, dio contestación a la demanda y se opuso a la diligencia de entrega. 8. El dieciocho (18) de octubre de 1985, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Villavicencio, profirió sentencia inhibitoria respecto del proceso de expropiación. A pesar del fallo, el INCORA no restituyó el inmueble. 9. El trece (13) de diciembre de 1979, el la Junta Directiva del INCORA profirió una resolución en la cual ordenó desafectar parcialmente el predio en cuestión. No obstante, el INCORA no cumplió con la Resolución de desafectación parcial, ni ha modificó el decreto de expropiación. Por el contrario, la entidad procedió a adjudicar el inmueble a varios particulares. 10. Alvaro Piñeros no recuperó el inmueble del que fue desposeído desde el veintinueve (29) de marzo de 1978. 11. Ante esta situación, Liborio Belalcazar Román, actuando en nombre y representación de Alvaro Piñeros Acevedo, quien demandó “en su condición de heredero de la sucesión de Gonzalo Piñeros Acevedo y para ésta”, interpuso, ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, acción de reparación directa contra el INCORA. 12. El Tribunal Administrativo de Cundinamarca se declaró incompetente para fallar el asunto y, por ende, envió el expediente al Tribunal Administrativo del Meta. Después de varias actuaciones, este Tribunal, en sentencia del  veintiséis (26) de octubre de 1993, encontró que la acción de reparación directa había caducado. 13. El veintisiete (27) de octubre de 1993, el Juzgado Segundo Promiscuo de Familia de Villavicencio, aprobó el trabajo de partición y adjudicación de los bienes de la sucesión de Gonzalo Piñeros. En dicha partición se reconocieron como activos “Derechos litigiosos del proceso de reparación directa de la sucesión de Gonzalo Piñeros Acevedo contra el INCORA que cursa en el Tribunal Contencioso Administrativo del Meta, para el reconocimiento de los perjuicios ocasionados por la expropiación de la finca Catarrana (...)”. Esos derechos se repartieron en forma igual y proporcional entre los herederos Alvaro Piñeros Acevedo (hermano), María Rebeca Piñeros Alonso (heredera) y Hortensia Piñeros Ramos (heredera). Estas últimas acudieron al proceso en ejercicio del derecho de representación. 14. Apelada la sentencia del Tribunal Administrativo del Meta por parte del apoderado de Alvaro Piñeros, el Consejo se Estado conoció del asunto y asignó como ponente al Dr. Carlos Betancur Jaramillo (28 de enero de 1994). 15. El treinta y uno (31) de agosto de 1994, el abogado Jaime Escovar Rivera, actuando en representación de Hortensia y María Rebeca Piñeros, solicitó al Consejo de Estado que la indemnización que se decretaría en el proceso se realizara atendiendo los porcentajes definidos en la partición de Gonzalo Piñeros. De igual forma, solicitó que se revocara la sentencia del Tribunal Administrativo del Meta y que se reconociera la existencia del perjuicio. 16. El nueve (9) de noviembre de 1994, con ponencia del Dr. Carlos Betancur Jaramillo, la Sección Tercera de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado revocó la sentencia del Tribunal Administrativo del Meta y ordenó pagar los perjuicios causados por la expropiación al señor Alvaro Piñeros Acevedo. Para efectos de la acción de tutela que se revisa, esta Sala considera que los siguientes son los argumentos más importantes que motivaron la mencionada decisión: A) La acción de reparación directa no se encontraba caducada. B) El predio en el que estaba la finca Cantarrana era un terreno baldío. Por eso, el derecho que se debe indemnizar es el derecho de posesión y no el de propiedad, porque el señor Gonzalo Piñeros nunca fue dueño de esas tierras. C) La Resolución de expropiación fue notificada a Gonzalo Piñeros, quien había instituido como legatario a su hermano. Alvaro Piñeros continuó con la explotación del predio y fue el único que mantuvo un interés jurídico por la suerte del mismo. E) De lo anterior dedujo la Sala: “El derecho que tenía el demandante sobre el inmueble CANTARRANA era un derecho de posesión y no de propiedad. Dicho derecho de posesión lo derivó de su hermano GONZALO PIÑEROS, quien lo instituyó en su testamento como legatario del predio y lo ejercía materialmente en el momento que se llevó a cabo la diligencia de entrega anticipada del predio al INCORA. “El demandante residía en el predio; intervino en el proceso administrativo de expropiación; se opuso a la diligencia de entrega por tener explotada la finca con cultivos de maíz y sorgo; solicitó su desafectación parcial por haber  celebrado contratos de aparcería sobre parte del bien; y, por último, compareció como único demandado durante todo el proceso civil de expropiación. “Fue este derecho de posesión, que a nombre propio ejercía el demandante sobre el inmueble, del que fue privado en la diligencia de entrega anticipada por el Juzgado del Circuito de Granada (Meta), dentro del proceso de expropiación adelantado por INCORA (...)”. “Así las cosas, resulta claro que el demandante fue privado de su derecho de posesión en el predio por la entidad demandada, la cual, en primer lugar, adelantó un proceso de expropiación irregular que condujo a una sentencia inhibitoria; insistió en la entrega anticipada sin haber resuelto la solicitud de desafectación; no modificó los actos de expropiación; y adjudicó como predio el baldío el mismo que había expropiado; y, en segundo lugar; suspendió dicho proceso, pues no tomó ninguna medida para solucionar la situación del demandante, ocasionándole evidentes perjuicios que hubieran podido ser solucionados con decisiones oportunas”.(Negrillas fuera de texto original) F) En cuanto a la petición elevada el 31 de agosto por parte del apoderado de las herederas, la providencia en comento señaló: “La reparación a la que tiene derecho el actor no deviene pues de su condición de heredero de GONZALO PIÑEROS ACEVEDO; no se trata de un derecho otorgado por el mencionado causante, razón por la cual no es atendible la petición formulada por sus herederos”. Frente a estas consideraciones, las peticionarias interpusieron acción de tutela cuyos resultados procesales se encuentran resumidos en el acápite correspondiente de esta sentencia. Con base en el anterior resumen de los hechos, la Sala estima que en el presente caso no se ha configurado una “vía de hecho” en la sentencia cuestionada de la Sección Tercera del Consejo de Estado, que amerite la procedencia de la acción de tutela contra providencias judiciales. Antes de exponer los argumentos que motivan la presente decisión, debe insistirse que no es competencia de esta Sala de Revisión el pronunciarse acerca de la cuestión de fondo dentro del proceso contencioso administrativo, así como tampoco le corresponde señalar si comparte o no la decisión adoptada por la el Consejo de Estado en ejercicio de su autónoma e independiente competencia. Por ello, se reitera, este pronunciamiento no podrá ir más allá de advertir que se encuentra que el fallo acusado no se adoptó en forma caprichosa y arbitraria, por fuera de la ley, de la justicia y del derecho. La conclusión de esta Sala se fundamenta, pues, en la razonabilidad del fundamento jurídico planteado en la sentencia en comento y en la competencia autónoma del Consejo de Estado para decidir los asuntos que se someten a su consideración. La decisión del Consejo de Estado de ordenar al INCORA la indemnización en favor del señor Alvaro Piñeros Acevedo dentro del proceso de reparación directa por la expropiación de la finca “Cantarrana”, se fundamentó en el hecho de que el citado señor era quien efectivamente había ocupado y explotado económicamente el predio durante varios años y lo continuaba haciendo en el momento en que la entidad pública citada decretó la expropiación en comento. Así, de los apartes transcritos de la sentencia se puede observar que si bien la Sección Tercera de la Corporación reconoce que inicialmente el derecho de posesión del demandante proviene del testamento que lo instituyó como legatario, el fundamento de la responsabilidad administrativa del INCORA recae sobre un perjuicio que se le ocasionó a quien, con hechos materiales ciertos y concretos -explotación agraria-, desarrolló en forma permanente ese derecho de posesión e, inclusive, lo defendió ante las instancias administrativas y judiciales. Como se observa, la providencia se basó en un hecho determinado: la responsabilidad del INCORA por no haber desarrollado en forma diligente el proceso de expropiación. Y esa responsabilidad ocasionó, para esa Corporación, unos perjuicios que deben ser reparados al señor Alvaro Piñeros Acevedo por haber sido afectado su derecho de posesión. Ese era el punto que debía resolver la Sección Tercera del Consejo de Estado. Por ello, resulta razonable -independientemente de la posición que se adopte- el decidir que no era competencia de esa entidad el pronunciarse acerca de unos derechos consignados en una sentencia de partición, en favor de unas personas que nunca fueron parte del proceso. En este punto, entonces, cabe preguntarse: ¿Constituye una “vía de hecho” el que en la providencia se hubiese considerado que al señor Piñeros se le ocasionó un perjuicio en su calidad titular de unos derechos por haber ocupado y explotado económicamente unos terrenos baldíos -”poseedor agrario”-, sin interesar que la demanda de reparación directa fue presentada en nombre de la sucesión de Gonzalo Piñeros y a favor de ésta? ¿Constituye una “vía de hecho” el que el Consejo de Estado no hubiese reconocido en la sentencia que el testamento que instituyó como heredero a Alvaro Piñeros se había revocado posteriormente? Para responder a estos cuestionamientos, la Sala debe llamar la atención respecto de la autonomía e independencia de que goza el juez contencioso administrativo para resolver los asuntos que se someten a su conocimiento. En particular, resulta apropiado señalar que en este tipo de debates jurídicos el juez puede aplicar el principio “iura noviat curia”, el cual es explicado de la siguiente forma: “La regla ‘iura noviat curia’ permite este nuevo enfoque. Baste recordar que con apoyo en dicho principio al juez se le dan los hechos y él deberá aplicar el derecho así no esté expresamente citado en la demanda. Principio aplicable en materia contencioso administrativa en las acciones de reparación directa y contractuales. En las demás, de impugnación de actos administrativos, el principio de la justicia rogada tiene su operancia , ya que el juez estará sometido en su fallo a manejar las normas citadas como infringidas y el concepto de la violación expuesta (...) “En tales condiciones, son los hechos probados los que imponen la decisión del juez y no la fundamentación jurídica expuesta. Gana así el principio ‘iura noviat curia’ toda su extensión y efectividad. “Y como si la reforma del numeral 4o del artículo 137 del código contencioso administrativo no fuera suficiente, en el que se reivindica el principio aludido dominante desde el siglo pasado, la nueva Constitución lo reafirmó implícitamente al imponer la prevalencia del derecho sustancial sobre el formal (C.N. art. 228). Así las cosas, en la jurisprudencia se muestra esa prevalencia. Quedan, con todo, algunos cultores del sistema formalista que siguen aferrados a la tradición decimonónica y que no quieren ver que desde el siglo pasado el proceso dejó de ser un negocio privado sometido al querer y a la voluntad de las partes; y que el juez, de convidado de piedra, pasó a ser el activo dispensador de la justicia a quien le corresponda(...)”[6] (Negrillas fuera de texto original). La solidez de los argumentos expuestos en la jurisprudencia transcrita, llevan obligatoriamente a concluir que la Sección Tercera del Consejo de Estado, en la sentencia acusada, aplicó el principio “iura noviat curia” y decidió que, no obstante haberse interpuesto la acción de reparación directa en nombre de la sucesión de Gonzalo Piñeros, el perjuicio -se reitera- se le ocasionó al señor Alvaro Piñeros, por ser él el único ocupante del predio e interesado en la suerte del mismo, sin importar si esa posesión provino de un testamento que posteriormente hubiese sido revocado. En otras palabras, de la sentencia se desprende con toda claridad que, para el Consejo de Estado, el derecho a proteger es el de posesión y no el derivado de una sucesión o de un testamento. Por ello, no se tomó en consideración el hecho de que una sentencia aprobatoria de una partición hubiese reconocido unos derechos, pues la aplicabilidad de esa decisión escapaba la competencia y los propósitos que dicha Corporación planteó al resolver la acción de reparación directa. Así las cosas, mal podría predicarse la existencia de una “vía de hecho”, cuando el fundamento de la decisión se basó en la aplicación de una competencia determinada en la ley. Insiste la Sala que lo relativo a la determinación de la calidad con la cual se otorga la indemnización a una persona, por ser uno de los elementos básicos de la responsabilidad extracontractual del Estado, corresponde de manera privativa a la jurisdicción contencioso administrativa. Por tanto, el Consejo de Estado sí podía determinar autónomamente, como lo hizo, el reconocimiento de la indemnización al señor Alvaro Piñeros, en su calidad de poseedor. Estas consideraciones, pues, fueron adoptadas por la Sección Tercera del Consejo de Estado, en ejercicio de su competencia, con base en argumentos jurídicos válidos y de conformidad con disposiciones legales y principios del derecho, que la facultaban para separarse de los argumentos expuestos en la demanda y proteger un derecho cuya violación se demostró con los hechos y las pruebas aportadas al proceso. Este actuar, naturalmente, no constituye para la Sala una conducta caprichosa, arbitraria o abusiva. Es decir, no constituye una “vía de hecho”. Por lo demás, recuérdese que la Corte Constitucional ha definido que la acción de tutela  no es un mecanismo que permita cuestionar las diversas interpretaciones que la autoridad competente le dé a la ley. Corresponde, ahora, determinar si el hecho de que el magistrado ponente no hubiese respondido, a través de auto, la petición elevada el treinta y uno (31) de agosto de 1994 por el abogado Jaime Escovar Rivera, en el sentido de que la indemnización que se decretaría en el proceso se realizara atendiendo los porcentajes definidos en la sentencia aprobatoria de la partición de Gonzalo Piñeros, constituye una “vía de hecho” por violación del artículo 146 del Código Contencioso Administrativo. Esta norma prevé: “Intervención de terceros. En los procesos de simple nulidad cualquiera persona podrá pedir que se le tenga como parte coadyuvante o impugnante. “En los demás procesos, el derecho a intervenir como parte coadyuvante o impugnante se le reconocerá a quien demuestre interés directo en las resultas del proceso. “La correspondiente petición será resuelta por auto del ponente contra el cual procede el recurso de súplica” (Negrillas fuera de texto original). Esta Sala no encuentra que la actuación de la Sección Tercera del Consejo de Estado y, en particular, del magistrado ponente en la sentencia cuestionada, constituya una flagrante y arbitraria violación del debido proceso en materia contencioso administrativa. En efecto, téngase en cuenta que la petición a la que se hace referencia en momento alguno pretendió que se reconociera a las peticionarias como partes coadyuvantes dentro del litigio de reparación directa, pues tan sólo se limitó a poner en conocimiento del magistrado la existencia de una sentencia aprobatoria de una partición, que otorgaba unos derechos a personas que, se reitera, hasta ese momento no habían acudido a la instancia judicial correspondiente para hacer valer sus derechos. Es por ello que -no sobra agregarlo- en la providencia atacada se le dio respuesta, en aras del derecho de petición, a los cuestionamientos elevados y se concluyó que los derechos otorgados en virtud del proceso sucesorio en nada se relacionaban con el derecho de posesión del actor que, según la motivación expuesta, debía ser indemnizado. Por otra parte, llama la atención de esta Sala el hecho de que la petición en comento se hubiese elevado ante el Consejo de Estado tan sólo el treinta y uno (31) de agosto de 1994, cuando el proceso de reparación directa ya se encontraba en su última etapa procesal antes de dictar sentencia de segunda instancia. Sobre el proceder de las interesadas, entonces, cabe preguntarse: ¿Por qué no se puso oportunamente en conocimiento del juez contencioso administrativo el interés de hacer parte en el proceso desde el inicio del trámite de la acción de reparación directa, es decir, dentro de la primera instancia? ¿Por qué las peticionarias no presentaron en el momento pertinente un certificado en el que constara la iniciación del proceso de sucesión -reconocimiento de calidad de herederas- para legitimar el interés en el asunto contencioso administrativo, tal como lo hizo en su momento el señor Alvaro Piñeros? ¿Por qué se presentó la petición ante el Consejo de Estado nueve (9) meses después de aprobada la sentencia de partición en la que se reconocían unos derechos en cabeza de las señoras Hortensia y María Rebeca Piñeros? Recuérdese que la acción de tutela no es mecanismo jurídico apto para enmendar los errores, los descuidos o la falta de diligencia en que hubiesen incurrido las partes al momento de defender sus derechos. La anterior argumentación, se reitera, demuestra que la decisión proferida por el Consejo de Estado se encontraba ajustada a la competencia y a la autonomía de esa entidad para decidir acerca de asuntos de naturaleza contencioso administrativa en los que se cuestione la responsabilidad del Estado; competencia que, por lo demás, se deriva de claros mandatos contenidos en los artículos 90 y 237 superiores, a través de los cuales se faculta a este tribunal para pronunciarse acerca de asuntos como los que motivaron la presente acción de tutela. Resulta en este punto pertinente recordar que esta Corporación, contrario a lo que pretenden las demandantes, ya se ha pronunciado acerca de la imposibilidad de que el juez de tutela profiera decisiones que desconozcan el principio de la cosa juzgada, así como respecto de la independencia del juez para proferir sus decisiones. En efecto, se ha establecido: “De ningún modo se podría preservar la autonomía e independencia funcional de un juez de la República si la sentencia por él proferida en un caso específico quedara expuesta a la interferencia proveniente de órdenes impartidas por otro juez ajeno al proceso correspondiente, probablemente de especialidad distinta y, además, por fuera de los procedimientos legalmente previstos en relación con el ejercicio de recursos ordinarios y extraordinarios. “Téngase presente que en el Estado de Derecho no son admisibles las atribuciones implícitas ni las facultades de alcance indeterminado, lo cual equivale al rechazo del acto proferido por quien carece de autoridad previa y claramente definida por norma positiva para actuar en la materia correspondiente (artículos 6º, 122 y 123 de la Constitución). “De este postulado se concluye con facilidad que en el campo de la administración de justicia quien cumpla tan delicada función pública únicamente puede hacerlo revestido de jurisdicción y competencia.  Ya que la segunda tiene a la primera por presupuesto, si falta la jurisdicción tampoco se tiene la competencia para fallar en el caso concreto. “Como se puede advertir, habiendo establecido el Constituyente jurisdicciones autónomas y separadas (Título VIII de la Constitución) y puesto que el funcionamiento de ellas ha de ser desconcentrado y autónomo (artículo 228 de la Carta), no encaja dentro de la preceptiva fundamental un sistema que haga posible al juez, bajo el pretexto de actuar en ejercicio de la jurisdicción Constitucional, penetrar en el ámbito que la propia Carta ha reservado a jurisdicciones como la ordinaria o la contencioso administrativa a  fin de resolver puntos de derecho que están o estuvieron al cuidado de estas. Considerar que semejante opción se aviene a lo preceptuado por la Carta, tanto vale como aceptar que ésta consagró jurisdicciones jerarquizadas, lo cual no encuentra sustento en la normatividad vigente. “Aunque se admitiera, en gracia de la discusión, que, a pesar de las razones enunciadas, fuera procedente la acción de tutela para que un juez impartiera órdenes a otro en relación con las providencias proferidas por su Despacho, tal posibilidad de todas maneras resultaría contraria al espíritu y al mandato del artículo 86 de la Constitución, pues reñiría con su carácter inmediato, en cuanto la orden habría de retrotraerse necesariamente al proceso culminado, con la inequívoca consecuencia de la invalidación, total o parcial, de etapas anteriores a la adopción del fallo, prolongando indefinidamente la solución del litigio[7] (Negrillas fuera de texto original). Posteriormente, en esa misma providencia, se señaló: “Pero, en cambio, no está dentro de las atribuciones del juez de tutela la de inmiscuirse en el trámite de un proceso judicial en curso, adoptando decisiones paralelas a las que cumple, en ejercicio de su función, quien lo conduce, ya que tal posibilidad está excluida de plano en los conceptos de autonomía e independencia funcionales (artículos 228 y 230 de la Carta), a los cuales ya se ha hecho referencia. “De ningún modo es admisible, entonces, que quien resuelve sobre la tutela extienda su poder de decisión hasta el extremo de resolver sobre la cuestión litigiosa que se debate en un proceso, o en relación con el derecho que allí se controvierte”. (Negrillas fuera de texto original). De igual forma, esta Corporación ha tenido oportunidad de reafirmar a través de su jurisprudencia, el principio democrático de la autonomía funcional del juez, la cual busca evitar que las decisiones judiciales no sean el resultado de mandatos sobre el funcionario que las adopta. Es así como en sentencia No. C-417 del 23 de agosto de 1993, con ponencia del Magistrado Jose Gregorio Hernández Galindo, dijo la Sala Plena de la Corte Constitucional acerca de la autonomía funcional de los jueces en la interpretación de las normas jurídicas, dentro de su misión constitucional de administrar justicia, lo siguiente: “El principio democrático de la autonomía funcional del juez, hoy expresamente reconocido en la Carta Política, busca evitar que las decisiones judiciales sean el resultado de mandatos o presiones sobre el funcionario que las adopta. Aún cuando el superior jerárquico debe efectuar el estudio de una sentencia apelada o consultada (artículo 31 de la Constitución), aquél no está autorizado por las disposiciones sobre competencia funcional para impartir órdenes a su inferior respecto al sentido del fallo, sino que, en la hipótesis de hallar motivos suficientes para su revocatoria, debe sustituir la providencia dictada por la que estima se ajusta a las prescripciones legales pero sin imponer su criterio personal en relación con el asunto controvertido.  De ningún modo se podría preservar la autonomía e independencia funcional de un juez de la República si la sentencia por él proferida en un caso específico quedara expuesta a la interferencia proveniente de órdenes impartidas por otro juez ajeno al proceso correspondiente, probablemente de especialidad distinta y, además, por fuera de los procedimientos legalmente previstos en relación con el ejercicio de recursos ordinarios y extraordinarios. “Téngase presente que en el Estado de Derecho no son admisibles las atribuciones implícitas ni las facultades de alcance indeterminado, lo cual equivale al rechazo del acto proferido por quien carece de autoridad previa y claramente definida por norma positiva para actuar en la materia correspondiente (artículos 6º, 122 y 123 de la Constitución). “De este postulado se concluye con facilidad que en el campo de la administración de justicia quien cumpla tan delicada función pública únicamente puede hacerlo revestido de jurisdicción y competencia. Ya que la segunda tiene a la primera por presupuesto, si falta la jurisdicción tampoco se tiene la competencia para fallar en el caso concreto. (Cfr. Corte Constitucional. Sala Plena. Sentencia C-543 de octubre 1 de 1992).' “Estos principios deben reafirmarse ahora, pues habiendo establecido el Constituyente ramas y jurisdicciones autónomas y separadas (Títulos V y VIII de la Constitución) y dadas las características de desconcentración y autonomía con las cuales el artículo 228 de la Carta ha distinguido la función judicial, de ninguna manera encajaría dentro de la normativa fundamental un sistema que permitiera a un juez de jurisdicción distinta, o a órganos o ramas diferentes, invadir la esfera de esa autonomía funcional sometiendo a juicio el fondo de las decisiones judiciales”. Igualmente, este criterio fue reiterado en la sentencia No. T-249 de 1995, con ponencia del Magistrado Hernando Herrera Vergara, al expresarse por la Corporación que “de ningún modo se podría preservar la autonomía e independencia funcional de un juez de la República, si la providencia por el proferida en un caso específico, quedara expuesta a criterios provenientes de otro distinto al juez competente en el proceso correspondiente y en lo que hace relación a la aplicación e interpretación de la ley”. De esta manera como lo ha señalado la Corte en las referidas sentencias, cuando en cumplimiento de la función de administrar justicia el juez aplica la ley, según su criterio y examina el material probatorio, ello no da lugar a quebrantamiento alguno teniendo en cuenta la independencia con que debe actuar en el ejercicio de la función jurisdiccional que por naturaleza le compete. Así las cosas, debe esta Sala insistir que el juez de tutela no puede convertirse en un administrador de justicia paralelo al juez que conoce de un asunto como el que se revisa, toda vez que ello equivaldría a una intromisión de competencias y facultades que atentaría contra la seguridad y la estabilidad jurídica, las cuales se constituyen en piedra angular del Estado de derecho. En otras palabras, resultaría en este caso reprochable que, a través de la acción de tutela, se pretendiera cuestionar los fallos adoptados por el más alto tribunal dentro de la jurisdicción contencioso administrativa -o por cualquier otro funcionario de la rama judicial-, cuando su proceder se ha enmarcado dentro de las autónomas atribuciones que le otorgan la Constitución (Arts. 90, 228 y 237)  y la ley, y sus decisiones se han adoptado por personas que actuan conforme al recto criterio, la experiencia y los principios de razonabilidad. En conclusión, para la Sala, la providencia del nueve (9) de noviembre de 1994, proferida por la Sección Tercera de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado, no contiene una “vía de hecho” que permita intentar una acción de tutela contra providencias judiciales. En consecuencia, se revocará la sentencia del veintitrés (23) de febrero de 1995, dictada por la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia y se confirmará, por las razones expuestas en esta providencia, la sentencia del catorce (14) de diciembre de 1994, proferida por la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, a través de la cual se resolvió negar la presente acción de tutela. DECISION En mérito de lo expuesto, la Sala Novena de Revisión  de la Corte Constitucional, en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, R E S U E L V E : Primero: REVOCAR la sentencia del veintitrés (23) de febrero de 1995, proferida por la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, por las razones expuestas en esta providencia. Segundo: En consecuencia, CONFIRMAR, por las razones expuestas en esta providencia, la sentencia del catorce (14) de diciembre de 1994, proferida por la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, a través de la cual se resolvió negar la acción de tutela interpuesta por Hortensia Piñeros Ramos y María Rebeca Piñeros Alonso contra el Consejo de Estado. Tercero: ORDENAR que por la Secretaría General de esta Corporación, se comunique esta providencia a la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, en la forma y para los efectos previstos en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, insértese en la gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado Ponente JORGE ARANGO MEJIA Magistrado ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General Salvamento de voto a la Sentencia No. T-285/95 DEBIDO PROCESO-Vulneración/COADYUVANCIA-Trámite (Salvamento de voto) La petición presentada no fue resuelta, y al no resolverse se violó el debido proceso doblemente: primero, porque no se resolvió una petición como ordena el artículo 146 del C.C.A.; segundo, porque al no resolverla se privó a las peticionarias y a las partes en el proceso, de la posibilidad de interponer el recurso de súplica contra el auto que decidiera sobre la petición. DERECHOS LITIGIOSOS (Salvamento de voto) Los derechos litigiosos que al trabarse la litis pertenecían a la sucesión, en virtud de la partición y de su sentencia aprobatoria ingresaron a los respectivos patrimonios de los tres adjudicatarios. Y en tal virtud el juez que conocía del proceso al cual correspondían tales derechos litigiosos, estaba obligado por la partición aprobada en el proceso sucesorio. A causa de las omisiones en que se incurrió en el proceso contencioso administrativo, al no reconocer la sucesión procesal, las peticionarias fueron privadas de los derechos litigiosos que les habían sido adjudicados en la sucesión. Ese fue el resultado de la violación del debido proceso en perjuicio suyo. ACCION DE TUTELA CONTRA SENTENCIA DEL CONSEJO DE ESTADO/DEBIDO PROCESO-Vulneración/JURISPRUDENCIA DE TUTELA-Cambio (Salvamento de voto) Siempre ha sostenido la Corte Constitucional que la violación del debido proceso hace procedente demandar  y obtener la tutela de los derechos constitucionales vulnerados, cuando no hay otro medio de defensa judicial.  Como eso acaeció en el presente caso, la Corte Constitucional habría debido confirmar la sentencia de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia. Al no hacerlo, cambió su jurisprudencia, pese a que la Sala Plena, a la cual se sometió el asunto, haya decidido lo contrario. Ref.: Expediente T- 64.430 Actoras: Hortensia Piñeros Ramos y María Rebeca Piñeros Alonso. Procedencia: Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil. Magistrado Ponente: Dr. Vladimiro Naranjo Mesa. Bogotá, julio 7 de 1995. Con el respeto de siempre, expongo las razones que me impidieron compartir la decisión adoptada por la Sala Novena de Revisión, en la sentencia  T-285/95, dictada en el proceso de la referencia. Razones que fueron compartidas por los Magistrados Eduardo Cifuentes Muñoz, Alejandro Martínez Caballero y Fabio Morón Díaz, cuando el asunto se sometió a la consideración de la Sala Plena, para determinar si se presentaba o no un cambio de jurisprudencia al no concederse la tutela demandada, habiéndose incurrido en violaciones del debido proceso. Primera.- Violación del debido proceso. Es ostensible que en el proceso originado en la acción de reparación directa propuesta por el señor Alvaro Piñeros Acevedo, "en su condición de heredero de la sucesión de Gonzalo Piñeros Acevedo, contra el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria...", se violó el debido proceso en perjuicio de María Rebeca Piñeros Alonso y Hortensia Piñeros Ramos, también herederas del mismo causante, violación que se manifestó en dos hechos concretos, así: 1o.)  Intervención de María Rebeca Piñeros Alonso y Hortensia Piñeros Ramos en el proceso originado en la acción de reparación directa propuesta por Alvaro Piñeros Acevedo como representante de la sucesión de Gonzalo Piñeros Acevedo contra el Incora. Como se vio en la relación de los hechos que originaron la acción de tutela, Alvaro Piñeros Acevedo demandó al Incora en su condición de heredero de Gonzalo Piñeros Acevedo, y para la sucesión de éste. Para demostrar su interés, presentó con la demanda la copia del auto de reconocimiento de heredero, reconocimiento hecho por auto de abril 3 de 1979, dictado por el juzgado que conocía del proceso de sucesión. Habiendo demandado en representación de la sucesión y para ésta, María Rebeca Piñeros Alonso y Hortensia Piñeros Ramos, también reconocidas como herederas del mismo causante, por auto de mayo 4 de 1992, dictado dentro del mismo proceso, no estaban obligadas a demandar, pues ya lo había hecho su coheredero Alvaro Piñeros Acevedo, y bien sabido es que uno solo de los herederos puede demandar para la sucesión, pues no es necesaria la concurrencia de todos para el ejercicio de acciones que favorecen la comunidad. Pese a lo anterior, cuando se tramitaba ante el Consejo de Estado la segunda instancia del proceso originado en la mencionada acción de reparación directa, las dos herederas formularon en tal proceso dos peticiones: La primera, redactada así: "I- Advertir en la sentencia que ponga fin a las actuaciones de la referencia, que la reparación y consecuencial indemnización debe hacerse en favor de los SUCESORES DE GONZALO PIÑEROS ACEVEDO, Y CONCRETAMENTE A ALVARO PIÑEROS ACEVEDO, MARIA REBECA PIÑEROS ALONSO Y HORTENSIA PIÑEROS RAMOS, en atención a la sentencia aprobatoria de la partición que obra en el expediente, proferida dentro del proceso de sucesión del mencionado Gonzalo  Piñeros Acevedo..."; La segunda, así: "Como consecuencia de lo anterior ordenar que el pago se realice con sujeción a los porcentajes establecidos en dicha partición en favor de cada uno de los sucesores..." Expusieron, además, en su calidad de coadyuvantes, argumentos diversos para que se revocara la sentencia de primera instancia, que había declarado la caducidad de la acción de reparación directa. Sobre esta intervención ha debido resolverse de conformidad con el artículo 146 del Código Contencioso Administrativo, que establece: "Intervención de terceros.- En los procesos de simple nulidad cualquier persona podrá pedir que se le tenga como parte coadyuvante o impugnante. "En los demás procesos el derecho a intervenir como parte coadyuvante o impugnante se le reconocerá a quien demuestre un interés directo en las resultas del proceso. "La correspondiente petición será resuelta por auto del ponente contra el cual procede el recurso de súplica". (negrilla fuera del texto). Para demostrar el interés directo de las peticionarias, obraban en el proceso las copias del auto que las había reconocido como herederas, y de la partición realizada en el proceso de sucesión de Gonzalo Piñeros Acevedo, con la sentencia aprobatoria ejecutoriada. En tal partición se habían adjudicado a Alvaro Piñeros Acevedo, María Rebeca Piñeros Alonso y Hortensia Piñeros Ramos 1482 cuotas a cada uno, de un total de 4500 cuotas en que se dividieron los derechos litigiosos correspondientes al proceso contra el Incora. Las restantes 54 cuotas, se adjudicaron a María Rebeca, como hijuela de deudas. La petición presentada no fue resuelta como lo prevé el artículo transcrito, y al no resolverse se violó el debido proceso doblemente: primero, porque no se resolvió una petición como ordena el artículo 146 citado; segundo, porque al no resolverla se privó a las peticionarias y a las partes en el proceso, de la posibilidad de interponer el recurso de súplica contra el auto que decidiera sobre la petición. Se dirá que sobre la petición se decidió en la sentencia, pero ello no es exacto, por varias razones. La primera, que en la parte resolutoria de la sentencia nada se decidió sobre la intervención de las dos herederas. Y es evidente que las decisiones se contienen en la parte resolutoria de las providencias. La segunda, que sólo en la parte motiva se aludió a la intervención de que se trata, así: "La reparación a la que tiene derecho el actor no deviene pues de su condición de heredero de Gonzalo  Piñeros Acevedo; no se trata de un derecho otorgado por el mencionado causante, razón por la cual no es atendible la petición formulada por sus herederos y que obra al folio 366 del expediente". Es claro que ésta es una de las consideraciones de la sentencia, pero no una de sus decisiones. Pero aun aceptando que fuera decisión, hay que admitir que al adoptarla también se violó el artículo 146, porque no se resolvió por auto, y, por lo mismo, se cerró el paso al posible recurso de súplica. Y no se diga que la petición que no se resolvió como lo manda el artículo 146, era baladí: no, ella tenía que ver nada menos que con la titularidad de los derechos litigiosos. Concretamente, con la sucesión procesal, pues si en un principio, cuando comenzó el proceso, tales derechos pertenecían a la sucesión de Gonzalo Piñeros Acevedo, representada por el heredero Alvaro Piñeros Acevedo, al realizarse la partición y ser aprobada por sentencia que se ejecutorió, tales derechos litigiosos se radicaron en cabeza de los tres herederos, en la proporción dicha. De paso, es bueno advertir que para las herederas María Rebeca Piñeros Alonso y Hortensia Piñeros Ramos la acción de reparación directa no había caducado. ¿Por qué? Sencillamente, porque la demanda presentada por el otro heredero, Alvaro Piñeros Acevedo, interrumpió el término. Y esa interrupción beneficiaba a todos los herederos. 2o.)  Desconocimiento de la cosa juzgada: la sentencia aprobatoria de la partición llevada a cabo en el proceso de sucesión de Gonzalo Piñeros Acevedo. En el proceso de sucesión de Gonzalo Piñeros Acevedo el único bien inventariado fue éste: "Derechos litigiosos, de que se ocupa el proceso ordinario que a nombre de la sucesión que nos ocupa y en calidad de heredero el señor Alvaro Piñeros Acevedo tramita en contra del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, INCORA, y con el que se pretende el reconocimiento y pago de los perjuicios causados por la "expropiación" que tal entidad hiciera sobre el inmueble de propiedad del causante... con una área aproximada de 160 hectáreas, denominada Cantarrana...". En tal diligencia se advierte que el proceso, en esa época, junio de 1992, se tramitaba en el Tribunal Administrativo del Meta, como era verdad. Posteriormente, decretada la partición, el partidor designado la presentó, y en ella describió el activo así: "ACTIVO: conformado por el siguiente bien: "Derechos litigiosos del proceso de reparación directa de la sucesión de GONZALO PIÑEROS ACEVEDO contra el INCORA que cursa ante el Tribunal Contencioso Administrativo del Meta, para el reconocimiento y pago de los perjuicios ocasionados por la expropiación de la finca Cantarrana, ubicada en el municipio de Granada, y que fue de propiedad del causante. Este activo está avaluado en cuatro millones quinientos mil pesos ($4´500.000)". Como ya se explicó, a cada uno de los tres herederos reconocidos, se adjudicaron 1482 cuotas, de las 4500 en que se dividieron los derechos litigiosos. A María Rebeca Piñeros Ramos, se adjudicaron 54 cuotas más, para que pagara $ 54.000 al Banco de Colombia, pasivo inventariado. Esta partición se aprobó por sentencia de fecha octubre 27 de 1993, que se notificó debidamente y se ejecutorió sin que contra ella se interpusiera recurso alguno. Copias de la partición y su sentencia aprobatoria fueron remitidas al Incora y al Consejo de  Estado, mediante oficios de abril 21 de 1994. El Consejo de Estado, al dictar sentencia el 9 de noviembre de 1994, desconoció o ignoró la partición y su sentencia aprobatoria, a pesar de obrar en el expediente. Pero, cabe preguntarse: ¿podía desconocerlas o ignorarlas? Alvaro Piñeros Acevedo demandó al Incora en su condición de heredero de Gonzalo Piñeros Acevedo, y pidió para la sucesión de éste. Fue reconocido como heredero del mismo Gonzalo Piñeros Acevedo, y en tal condición actuó en el proceso sucesorio que culminó con la partición y la sentencia aprobatoria mencionadas. Es claro que los derechos litigiosos correspondientes al proceso que se tramitó en el Tribunal Administrativo del Meta y en el Consejo de Estado fueron exactamente los mismos que se inventariaron y posteriormente fueron objeto de la partición en la sucesión de Gonzalo Piñeros Acevedo. Por consiguiente, al momento de dictar sentencia el Consejo de Estado, ya los derechos litigiosos pertenecían a tres personas: Alvaro Piñeros Acevedo, Hortensia Piñeros Alonso y María Rebeca Piñeros Ramos. ¿Cómo los habían adquirido? Por la adjudicación que se les hizo en la partición, debidamente aprobada por la sentencia correspondiente. Los derechos litigiosos que al trabarse la litis pertenecían a la sucesión de Gonzalo Piñeros Acevedo, en virtud de la partición y de su sentencia aprobatoria ingresaron a los respectivos patrimonios de los tres adjudicatarios. Y en tal virtud el juez que conocía del proceso al cual correspondían tales derechos litigiosos, estaba obligado por la partición aprobada en el proceso sucesorio. Sostener lo contrario equivale a negar la existencia de la sucesión procesal, y desconocer el texto expreso del artículo 60 del Código de Procedimiento Civil, y concretamente de su inciso tercero, según el cual "El adquirente a cualquier título de la cosa o del derecho litigioso, podrá intervenir como litis consorte del anterior titular". Negarle su eficacia a una sentencia ejecutoriada, y más aún, desconocerla, ignorarla, violando de paso el artículo 146 del C.C.A., que es norma de orden público como todas las procesales, es una vía de hecho, una ostensible violación del debido proceso. En conclusión:  A causa de las omisiones en que se incurrió en el proceso contencioso administrativo, al no reconocer la sucesión procesal, María Rebeca Piñeros Alonso y Hortensia Piñeros Ramos fueron privadas de los derechos litigiosos que les habían sido adjudicados en la sucesión de Gonzalo Piñeros Acevedo. Ese fue el resultado de la violación del debido proceso en perjuicio suyo. Segunda.- Cómo actuó Alvaro Piñeros Acevedo en el proceso de expropiación que promovió el Incora, y en la acción de reparación directa contra este instituto. Al folio 12 de la sentencia del Consejo de Estado de fecha noviembre 9 de 1994, se afirma: "3.- De todo lo anterior deduce la Sala: "A.- Que el derecho que tenía el demandante sobre el inmueble CANTARRANA era un derecho de posesión y no un derecho de propiedad. Dicho derecho de posesión lo derivó de su hermano GONZALO PIÑEROS, quien lo instituyó en su testamento como legatario del predio y lo ejercía materialmente en el momento en que se llevó a cabo la diligencia de entrega anticipada del predio al Incora". Esta afirmación coincide con lo que se narra en las mismas consideraciones de tal sentencia, al folio 8, bajo el título de "LA RESPONSABILIDAD DE LA ENTIDAD DEMANDADA". Refiriéndose a la resolución de expropiación y al proceso de expropiación, se dice: "B.-  La Resolución de expropiación fue notificada a GONZALO PIÑEROS ACEVEDO el día 10 de noviembre de 1971 (f. 12 C.2), quien falleció el 6 de febrero de 1977, y de acuerdo con el testamento obrante en el folio 28 del expediente, otorgado en la escritura pública No. 1.852 del 3 de diciembre de 1964 de la Notaría Primera de Villavicencio, instituyó como legatario del predio objeto de la expropiación a su hermano, el demandante, ALVARO PIÑEROS ACEVEDO. "C.- El día 28 de septiembre de 1977, el INCORA presentó en el Juzgado Promiscuo del Circuito la demanda de expropiación (fl. 13 C.2), sobre el predio CANTARRANA, identificado en la resolución No. 04199. "D.- ALVARO PIÑEROS ACEVEDO, en su condición ya indicada de causahabiente de GONZALO PIÑEROS, fue el único que compareció al proceso como demandado; se opuso a la solicitud de entrega anticipada del predio (Fl. 26 C.2); y dio contestación a la demanda (F.28), en la cual señaló residir en la finca objeto de la expropiación". Al respecto, y concretamente en relación con el legado, puede anotarse lo siguiente: 1o.  Alvaro Piñeros Acevedo demanda para la sucesión, en su condición de heredero, y presenta el auto del juez que conoce de la sucesión, que lo reconoce como tal. Pero, además, presenta el testamento, y el Consejo de Estado encuentra que su posesión se origina en su calidad de legatario. 2o.  El Consejo, pues, le reconoce plena validez al testamento, como generador de la posesión de Alvaro Piñeros Acevedo. Pero, ¿qué había ocurrido con el legado en favor de este último, contenido en tal testamento? Que al fallecer GONZALO PIÑEROS ACEVEDO, tal legado estaba REVOCADO. En efecto: Alvaro Piñeros Acevedo, como se vió, otorgó testamento por escritura 1852 de diciembre 3 de 1964, de la Notaría Primera de Villavicencio. En este testamento hizo el legado. Posteriormente, por escritura 2735 del 3 de mayo de 1969, de la Notaría Sexta de Bogotá,  debidamente registrada, vendió los derechos que había legado, a su hermana EMMA PIÑEROS ACEVEDO. Y de esta misma los volvió a adquirir, por escritura 8251 de octubre 1o. de 1970, de la misma notaría, también registrada en la oficina de Registro de Instrumentos Públicos de San Martín, Meta. Así, la revocación del legado se causó por la venta de 1969, por mandato expreso del artículo 1193 del Código Civil, que, en lo pertinente, dispone: "Art. 1193.- Por la destrucción de la especie legada se extingue la obligación de pagar el legado. "La enajenación de las especies legadas, en todo o en parte, por acto entre vivos, envuelve la revocación del legado en todo o en parte; y no subsistirá o revivirá el legado, aunque la enajenación haya sido nula, y aunque las especies legadas vuelvan a poder del testador..." (negrillas fuera de texto) Al reconocer, pues, validez al legado, se desconoció absolutamente una norma vigente del Código Civil. No se trató aquí de que se la interpretara en uno u otro sentido: no, sencillamente, se procedió como si ella no existiera. Así, en este aspecto específico, se violó un mandato constitucional: el contenido en el artículo 230, inciso primero, de la Constitución, según el cual "Los jueces, en sus providencias, sólo están sometidos al imperio de la ley". Pero el reconocer validez y eficacia al legado que había sido revocado, no es asunto sin importancia. Por el contrario: para el Consejo de Estado, el legado es la causa, el origen de la supuesta posesión de Alvaro Piñeros Acevedo. Así se dice inequívocamente en la sentencia: "De todo lo anterior deduce la Sala: "A.- Que el derecho que tenía el demandante sobre el inmueble CANTARRANA era un derecho de posesión y no de propiedad. Dicho derecho de posesión lo derivó de su hermano Gonzalo Piñeros, quien lo instituyó en su testamento como legatario del predio y lo ejercía materialmente en el momento en que se llevó a cabo la diligencia de entrega anticipada del predio al Incora". (fl. 12 de la sentencia de noviembre 9/94). En conclusión: revocado el legado, la posesión jamás existió. Pero volviendo al proceso de expropiación, hay que decir que en él siempre ALVARO PIÑEROS ACEVEDO actuó como heredero de Gonzalo Piñeros Acevedo, y en representación de la sucesión de éste. Como la demanda de expropiación sólo se presentó en el mes de octubre de 1977, y Gonzalo Piñeros Acevedo había fallecido el día 6 de febrero de ese mismo año, el auto admisorio se notificó a Alvaro Piñeros Acevedo, como heredero, y al curador adlitem de los demás herederos indeterminados, pues la demanda había sido presentada contra Gonzalo Piñeros Acevedo o sus causahabientes a título universal o singular (fl. 7, Sentencia Corte Suprema de Justicia). Una sola vez, en la diligencia de entrega anticipada al INCORA, ALVARO PIÑEROS ACEVEDO intentó alegar su condición de poseedor material, como consta en la parte motiva de la sentencia del Consejo de Estado, así: "El 26 de marzo de 1978, se llevó a cabo la diligencia de entrega del predio al Incora (f. 51 C.2), la cual obra en el folio 51 del cuaderno 2, como "diligencia de entrega de mejoras" del predio objeto de expropiación. El citado ALVARO PIÑEROS ACEVEDO, alegando ser el "propietario" de la finca se opuso a la diligencia; señaló que tenía toda la finca explotada con cultivos de algodón, sorgo y maíz y alegó tener más de 25 años de explotación sobre la misma. El juzgado no admitió su oposición porque lo consideró como un poseedor inscrito frente al cual surtía efectos la resolución de expropiación". El intento, pues, de aparecer como poseedor material, no prosperó. Y no podía prosperar, por razones elementales: si Gonzalo Piñeros Acevedo había fallecido hacía poco más de un (1) año, el 6 de febrero de 1977,  ¿cómo podía sostener su hermano que el poseía desde 25 años antes del 26 de marzo de 1978? Por el contrario, en la misma diligencia de entrega del 26 de marzo de 1978, también se opuso, entre otros, la señora Agripina Viveros Ramírez "como arrendataria de Gonzalo Piñeros Acevedo sobre una porción de 40 hectáreas..." Esta oposición SÍ FUE ACEPTADA (Fl. 7 de la sentencia de la Corte Suprema de Justicia, de fecha febrero 23 de 1995). También en el proceso ante el Tribunal Administrativo del Meta, y ante  el Consejo de Estado, Alvaro Piñeros Acevedo actuó siempre en su condición de heredero de Gonzalo Piñeros Acevedo, para cuya sucesión demandó. Condición de heredero que demostró con el auto dictado en el proceso de sucesión, cuya copia presentó con la demanda. Si no se presentó como poseedor en su propio nombre, ello obedeció a una sencilla razón: en el mejor de los casos sólo habría podido alegar la supuesta posesión, que apenas sería tenencia desprovista del ánimo de señor y dueño,  en el período comprendido entre el 6 de febrero de 1977 y el 26 de marzo de 1978, cuando el INCORA recibió el predio. Además, si la posesión se configura por la reunión de sus dos elementos, el corpus, es decir, la tenencia, y el animus, o sea, el ánimo de señor y dueño, ¿ cómo podría alegar este último quien se había hecho reconocer como heredero en la sucesión de su hermano Gonzalo Piñeros Acevedo, en la cual se inventarió y adjudicó el mismo bien sobre el cual se ejercería la posesión; quien, además, demandó al INCORA como heredero de Gonzalo Piñeros Acevedo y para la sucesión de éste; y quien, antes, tramitó ante la Junta Directiva del INCORA la desafectación del predio CANTARRANA, actuando como heredero de Gonzalo Piñeros Acevedo y para la sucesión de éste, actuación que culminó con la resolución del 13 de diciembre de 1979, por medio de la cual la Junta desafectó parte del predio?. La posesión que en la sentencia del Consejo de Estado se atribuyó a Alvaro Piñeros Acevedo en virtud de un legado inexistente, sólo podría tenerla, según la ley, en su calidad de heredero de Gonzalo Piñeros Acevedo. Así lo establecen estas normas del Código Civil: Según el artículo 757, "En el momento de deferirse la herencia, la posesión de ella se confiere por ministerio de la ley al heredero..." Y en concordancia con esta norma, el artículo 2521, al tratar sobre la suma de las posesiones, o del tiempo que éstas han durado, dispone en su inciso segundo: "La posesión principiada por una persona difunta continúa en la herencia yacente, que se entiende poseer a nombre del heredero." Pero, como es lógico, el heredero posee para la sucesión. Al respecto, la Corte Suprema de Justicia siempre ha sostenido: "El comunero no posee exclusivamente para sí, sino en su nombre y en el de los demás comuneros, por lo cual no le es dado alegar ninguna clase de prescripción con el fin de que se declare a su favor exclusivo el dominio de la cosa común." (Casación, 29 de agosto de 1925, G.J. tomo XXXI, pág. 321; 2 de junio de 1942, G.J. tomo LIII, pág. 621; 21 de abril de 1944, G.J. tomo LVII, pág 155). Así, para la comunidad herencial, para la sucesión de Gonzalo Piñeros Acevedo, poseía su heredero Alvaro Piñeros Acevedo. El legatario, por el contrario, no representa al testador, como expresamente lo establece el artículo 1162 del C.C.: "Los asignatarios a título singular, con cualesquiera palabras que se les llame, y aunque en el testamento se les califique de herederos, son legatarios; no representan al testador..." Y menos en el presente caso, en el que por no existir el legado, tampoco existía el legatario. Tercera.- Violación del artículo 58 de la Constitución. El artículo 58 de la Constitución garantiza no sólo la propiedad, sino "los demás derechos adquiridos con arreglo a las leyes civiles".  Por esta razón es claro que el desconocimiento de derechos diferentes a la propiedad, también implica un quebranto de la Constitución, y, concretamente, de su artículo 58. Pues bien: al fallecer Gonzalo Piñeros Acevedo, sus herederos, en virtud de la delación de la herencia, lo sustituyeron en todas sus relaciones jurídicas y adquirieron su patrimonio como una universalidad. Al respecto establece el artículo 1013 del Código Civil, en lo pertinente: "La delación de una asignación es el actual llamamiento de la ley a aceptarla o repudiarla. "La herencia o legado se defiere al heredero o legatario en el momento de fallecer la persona de cuya sucesión se trata, si el heredero o legatario no es llamado condicionalmente..." Al respecto, ha sostenido la Corte Suprema de Justicia: "Fallecida una persona, su patrimonio no desaparece ni se extingue, sino que se transmite a sus herederos, quienes por la delación de la herencia, sustituyen al difunto en sus relaciones jurídicas y adquieren un derecho real y la posesión legal sobre ese patrimonio, considerado como una universalidad jurídica. Este derecho de herencia no se confunde con el de dominio, sino que se distingue de éste en cuanto al primero recae sobre la mentada universalidad jurídica al paso que el segundo se ejerce sobre bienes singulares o cuerpos ciertos". (Sentencia, marzo 18 de 1967, G.J. tomo CXIX, pág. 57). ¿Qué tenía Gonzalo Piñeros Acevedo al momento de fallecer, en 1977, y qué se transmitió a sus herederos?. Los derechos originados en la posesión que había venido ejerciendo sobre el terreno baldío denominado CANTARRANA, cuyo proceso de expropiación ya había comenzado el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, INCORA, desde 1971, pues la resolución de expropiación se notificó al mencionado Gonzalo Piñeros Acevedo el 10 de noviembre de ese año. Este es el origen remoto de la acción de reparación directa que en febrero de 1985, Alvaro Piñeros Acevedo, en su calidad de heredero, que le había sido reconocida por el juzgado que tramitaba la sucesión por auto de abril 3 de 1979, instauró contra el INCORA, al frustrarse el proceso de expropiación en el cual se había hecho la entrega anticipada al Instituto el 26 de marzo de 1978. Perdida, en virtud de esta entrega, la posesión del predio que tenían los herederos, e instaurada la acción de reparación directa, era lógico que en la sucesión se inventariaran y adjudicaran los derechos litigiosos, como ocurrió. Y de tales derechos, violando el artículo 58 de la Constitución, se privó a las herederas María Rebeca Piñeros Alonso y Hortensia Piñeros Ramos, al dictar el Consejo de Estado su sentencia. Cuarta.-El principio de que el tribunal conoce el derecho (jura novit curia). Se dirá que al dictar su sentencia el Consejo de Estado aplicó el principio de que el tribunal conoce el derecho (jura novit curia), según el cual "al juez se le dan los hechos y él deberá aplicar el derecho así no esté expresamente citado en la demanda". Sin embargo, razones elementales demuestran que este principio no podría jamás aplicarse al proceso de reparación directa que culminó con la sentencia de noviembre 9 de 1994, dictada por el Consejo. Al presentar la demanda, Alvaro Piñeros Acevedo demandó en su calidad de heredero de Gonzalo Piñeros Acevedo y para la sucesión de éste. Este hecho lo comprobó  plenamente con la prueba apropiada: la copia del auto de reconocimiento de heredero, dictado por el juzgado que conocía del proceso de sucesión. Si el Consejo basó su sentencia en una supuesta posesión no alegada, lo hizo, como ya se vio, fundado en un legado inexistente, pues había sido revocado. Además, el principio mencionado no es tan amplio que permita reconocer hechos no alegados ni demostrados en el proceso, como sucedió en el presente caso. El fallo, en consecuencia, habría sido congruente si hubiera aceptado lo alegado y probado: la calidad de herederos de Alvaro Piñeros Acevedo y de María Rebeca Piñeros Alonso y Hortensia Piñeros Ramos. Y, de conformidad con la partición y su sentencia aprobatoria, la calidad de titulares de los derechos litigiosos que tenían las mismas personas. Quinta.- La seguridad jurídica. De otra parte, ¿en dónde queda la seguridad jurídica, una de las finalidades del derecho, si los jueces pueden desconocer las sentencias ejecutoriadas, y basar sus fallos en hechos no alegados ni demostrados en el proceso, como acaeció en la sentencia del Consejo de Estado? Sexta.- La sentencia de la Corte Suprema de Justicia. Al conceder la tutela demandada como un mecanismo transitorio, la sentencia de la Corte Suprema de Justicia cumplió estas finalidades: 1a. Remedió las consecuencias perjudiciales de la vulneración del debido proceso en que se había incurrido; 2a. Evitó el perjuicio irremediable  que se habría causado a la actoras en el proceso de tutela, en caso de que la indemnización a cuyo pago se condenó al INCORA hubiera sido entregada íntegramente a uno solo de los titulares de los derechos litigiosos. Podría argumentarse que existía para quienes demandaron la tutela una vía judicial diferente, pero ello no es así. Si se habla del recurso extraordinario de revisión, basta mirar sus causales, para comprobar su improcedencia. Según el artículo 188 del C.C.A., estas causales son: "1. Haber dictado la sentencia con fundamento en documentos adulterados. "2. Si se recobraren pruebas decisivas después de dictada la sentencia con las cuales se hubiera podido proferir una decisión diferente, que el recurrente no pudo aportar al proceso por fuerza mayor o caso fortuito o por obra de la parte contraria. "3. Cuando aparezca, después de proferida la sentencia a favor de una persona,  otra con mejor derecho para reclamar. "4. Cuando la persona a cuyo favor se decretó una pensión periódica no reunía, al tiempo del reconocimiento, la aptitud legal necesaria, o si con posterioridad a la sentencia hubiera perdido esa aptitud, o cuando sobreviniere alguna de las causales legales para su pérdida. "5. Cuando se hubiere dictado sentencia penal que declare que hubo violencia o cohecho en el pronunciamiento de la sentencia recurrida. "6. Cuando existiere nulidad originada en la sentencia que puso fin al proceso contra la cual no procedía ningún recurso. "7. Haber dictado la sentencia con base en dictamen de peritos condenados penalmente por ilícitos cometidos en su expedición. "8. Cuando la sentencia fuere contraria a otra anterior que constituya cosa juzgada entre las partes del proceso en que fue dictada. Sin embargo, no habrá lugar a revisión si en el segundo proceso se propuso la excepción de cosa juzgada y fue denegada". Pero, aun aceptando en gracia de discusión la procedencia del recurso, es claro que al decidirse, ya el dinero de la indemnización habría desaparecido. Y lo mismo puede decirse de un hipotético proceso ordinario de Hortensia Piñeros y María Rebeca Piñeros contra Alvaro Piñeros. Además, ¿cómo podrían las herederas a quienes no se permitió intervenir en el proceso ante el Consejo de Estado, interponer el recurso extraordinario de revisión, si se les desconoce su calidad de partes? En síntesis, el supuesto remedio judicial alternativo, si existiera, no sería eficaz, como lo ha dicho repetidamente la Corte Constitucional. Por el contrario, la tutela concedida obra en la práctica como una especie de medida cautelar, mientras la justicia ordinaria decide a quién corresponde la indemnización a cuyo pago fue condenado el Incora. En consecuencia, sostengo que la sentencia de la Corte Suprema de Justicia ha debido confirmarse, no sólo por las razones en que ella se basó, sino por las que aquí se han expuesto. Séptima.-  Cambio de jurisprudencia. La siguientes fueron las razones expuestas por los Magistrados Cifuentes Muñoz, Martínez Caballero y Morón Díaz, para sostener que en este caso concreto, la Sala Novena de Revisión desconoció la jurisprudencia constante de esta Corte en lo relativo a la violación del debido proceso,  que hace viable la  acción de tutela: " A esta síntesis, que el suscrito comparte, podría agregarse lo siguiente: La sentencia del Consejo de Estado, como se ha demostrado, incurrió en violaciones ostensibles del debido proceso. Violaciones que justificaban acudir a la acción de tutela para reparar el agravio a los derechos constitucionales fundamentales causados por ella. Basta pensar que tal sentencia causó el insólito resultado de que la herencia de Gonzalo Piñeros Acevedo desapareciera, como si los bienes que el causante tenía y su mismo proceso de sucesión jamás hubiere existido. Pues bien: siempre ha sostenido la Corte Constitucional que la violación del debido proceso hace procedente demandar  y obtener la tutela de los derechos constitucionales vulnerados, cuando no hay otro medio de defensa judicial.  Como eso acaeció en el presente caso, la Corte Constitucional habría debido confirmar la sentencia de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia. Al no hacerlo, cambió su jurisprudencia, pese a que la Sala Plena, a la cual se sometió el asunto, haya decidido lo contrario. JORGE ARANGO MEJÍA [1]Corte Constitucional. Sala de Revisión. Sentencia No. T-008/92 del 18 de mayo de 1992. Magistrado Ponente: Fabio Morón Díaz. [2]Corte Constitucional. Sala Plena. Sentencia No. C-543 del 1o de octubre de 1992. Magistrado Ponente: José Gregorio Hernández Galindo. [3]Corte Constitucional. Sala de Revisión No. 2. Sentencia No. T-079/93. Magistrado Ponente: Eduardo Cifuentes Muñoz. [4]Corte Constitucional. Sala de Revisión No. 5. Sentencia No. T-173/93. Magistrado Ponente: José Gregorio Hernández Galindo. [5]Corte Constitucional. Sala de Revisión No. 3. Sentencia No. T-231/94 del 13 de mayo de 1994. Magistrado Ponente: Eduardo Cifuentes Muñoz. [6] Consejo de Estado. Sección Tercera. Sala de lo Contencioso Administrativo. Sentencia del 14 de diciembre de 1993. Magistrado Ponente: Carlos Betancur Jaramillo. [7] Corte Constitucional. Sala Plena. Sentencia No. C-543/92 del 1o de octubre de 1992. Magistrado Ponente: José Gregorio Hernández Galindo.
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T-286-95 Sentencia No Sentencia No. T-286/95 CONCURSO DE MERITOS-Finalidad/CONCURSO DE MERITOS-Publicidad de resultados/DEBIDO PROCESO-Vulneración El fin natural de la realización de los concursos públicos por parte de las entidades del Estado, es que éstos culminen con el nombramiento del mejor de los participantes. De esta manera se asegura que el Estado contará, entre sus servidores, con los más capacitados, lo que permitirá el cumplimiento de sus propósitos. Para lograr los fines del concurso, los participantes y otras personas que eventualmente puedan tener un interés en sus resultados, tienen derecho a ejercer control sobre la forma como se ha desarrollado. Pero, este control sólo podrá ser ejercido en la medida en que la administración dé a la publicidad los resultados del mismo, y que dichos resultados puedan ser analizados y, por consiguiente, controvertidos. Además, por regla general no pueden existir resultados ocultos. Y cuando esta situación se presenta, estamos en presencia de una forma de violación al debido proceso. Por consiguiente, se puede afirmar que la Universidad violó el mencionado derecho fundamental al actor, al no darle a conocer los resultados del concurso. AUTONOMIA UNIVERSITARIA/ACCION DE TUTELA CONTRA UNIVERSIDAD DISTRITAL/CONCURSO DE MERITOS-Notificación de resultados Al concederse esta tutela por violación al debido proceso, no se está desconociendo la autonomía del establecimiento educativo, sino que se está protegiendo a una persona a quien se le vulneró un derecho fundamental. La Corte no se inmiscuye en el acto del nombramiento propiamente, sino que ordena que se surta, en debida forma, una etapa del proceso del concurso que la Universidad omitió, omisión que consistió en no notificar sobre los resultados del mismo. DERECHO DE PETICION-Vulneración Una de las formas de violación al derecho fundamental de petición, lo constituye el hecho de que la administración no conteste los recursos ante ella interpuestos. Y en el presente caso se presenta precisamente esta vulneración. REF: PROCESO T-61923 DEMANDANTE: ELY ENCISO ROMERO DEMANDADA: UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS. PROCEDENCIA: CONSEJO DE ESTADO. MAGISTRADO PONENTE: JORGE ARANGO MEJÍA. Aprobada en sesión de la Sala Primera de Revisión, celebrada en la ciudad de Santafé de Bogotá, a los cuatro (4) días del mes de julio de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Primera de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Jorge Arango Mejía, Antonio Barrera Carbonell y Eduardo Cifuentes Muñoz, decide sobre la providencia proferida por el Consejo de Estado en el proceso promovido por ELY ENCISO ROMERO. El expediente llegó a la Corte Constitucional, por remisión que hizo el Consejo, en virtud de lo ordenado por el artículo 31 del decreto 2591 de 1991. I.-      ANTECEDENTES. El actor presentó, ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, acción de tutela, el 22 de noviembre de 1994, contra la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, por las siguientes razones. a) Hechos. El actor es profesor de tiempo parcial del Departamento de Catastro de la Universidad demandada. Dicha Universidad convocó a un concurso para proveer algunos cargos para profesores de tiempo completo en las facultades de ingeniería y de ciencias y educación. El 21 de febrero de 1994, el periódico El Tiempo publicó la “Convocatoria (sic) Pública a Concurso para Docentes de Carrera”. En lo que se refiere al área del actor, la convocación dice: “Un (1) profesor de tiempo completo en el área de Catastro. “Requisitos: Título profesional, ingeniero catastral y geodesta o economista. “Experiencia profesional: No inferior a dos (2) años en catastro y metodología en avalúos catastrales. “Experiencia docente: Preferiblemente con experiencia docente universitaria. “Labores a desarrollar: Asumir la dirección de los cursos de catastro, dirección de trabajos de grado e investigación en el área.” El 2 de marzo de 1993, el actor remitió su documentación para participar en el concurso. Se inscribieron 16 candidatos y el jurado determinó convocar a 7 de ellos a presentar la conferencia pública, conferencia que constituye uno de los requisitos del concurso. El actor fue uno de los 7 seleccionados, porque su puntaje, en la etapa de preselección, fue el segundo. En comunicación del 2 de agosto de 1993, el actor informó sobre el tema de su conferencia. El 25 de octubre de 1993, el demandante solicitó al Director del Departamento de Catastro de la Universidad, información sobre los resultados del concurso, y copia de la carta de no aceptación del cargo de la persona que obtuvo el primer puntaje. El 29 de octubre de 1993, el Director le contestó que los resultados fueron entregados al Consejo de la Facultad de Ingeniería, sin haber dejado él copia de los  mismos. Y que la carta de no aceptación del cargo del profesor Castellanos, en caso de ser seleccionado, fue retirada por él “por considerarla innecesaria toda vez que el Consejo de Facultad de Ingeniería declaró desiertos los concursos por inconvenientes para los intereses o aspiraciones del Departamento como de los programas a servir y de la Universidad en general.” El demandante señaló que se omitieron los términos de presentación y publicación de resultados, no obstante él haber cumplido en debida forma lo relativo a requisitos y exposición de la conferencia. Considera que quien era presidente del jurado, ocultó información sobre los resultados de este último requisito. b) Derechos fundamentales presuntamente vulnerados. El actor considera que la Universidad violó sus derechos al debido proceso, a la defensa, al trabajo y al ejercicio profesional. c) Pretensión El demandante solicita la tutela como mecanismo transitorio, “en contra de lo definido en el Acta Nro. 15 de septiembre 23 de 1993, proferida por el Consejo de la Facultad de Ingeniería”, concretamente, por haber declarado desierto el concurso. d) Pruebas aportadas por el demandante. Algunos documentos son: - Acta Nro. 15, de 23 de septiembre de 1993. En dicha acta se lee: “Área de Catastro “El Ing. MONTENEGRO al igual que en los casos anteriores presenta la documentación de los candidatos para que sea estudiada por los miembros del Consejo, se presentaron 16 candidatos y el jurado determino (sic) convocar a siete (7) concursantes a presentar la conferencia, de los cuales unicamente (sic) uno de los aspirantes se excuso (sic) de no asistir a la conferencia. “Una vez analizada la documentación presentada se considera por parte del Consejo que el caso es similar a la anterior, por lo tanto se aprueba por unanimidad declarar desierto el concurso docente para proveer el cargo de Tiempo Completo en el Departamento de Catastro, en el área de Catastro, por considerar no conveniente para la Universidad y para los intereses de la Facultad el nombramiento del profesional que obtuvo el mayor puntaje.” - Fotocopia de la comunicación BU-052-94, de 10 de marzo de 1994, suscrita por el Coordinador del Departamento Médico Odontológico de Bienestar Universitario, de la Universidad Distrital, en el que consta la valoración del actor y el dictamen sobre su incapacidad física. Dice el documento: “El profesor ELY ENCISO  sufrió politraumatismo severo raquimedular el cual en la actualidad presenta: “- Lesión radicular en L5, S1, S2, bilateral severa y secuencias neurológicas secundarias en recuperación o susceptibles de ésta. “- Artrodesis de T12 a L2 estable (corrección quirúrgica del trauma). “Por lo anteriormente señalado el Profesor Enciso está en la capacidad de desarrollar actividades docentes de tiempo completo sin limitación alguna. “El concepto anotado se sustenta con valoraciones ortopédica y neurológica de nuestros especialistas adscritos, concepto de médico tratante en Bienestar Universitario y estudios paraclínicos (radiografías de columna y electromiografía Ms Is), solicitadas en este proceso y que reposan en la historia clínica del Profesor Enciso.” e) Actuación procesal. Una vez avocado el asunto, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca ordenó notificar a la Universidad sobre la iniciación de la tutela y adjuntó  copia de la misma. Solicitó los antecedentes administrativos relacionados con la convocación pública al concurso objeto de la demanda y citó al profesor Francisco Castellanos Luque, quien había obtenido el primer lugar en la preselección, para recibir declaración. En su declaración, el señor Castellanos dijo que había participado en el concurso. Sobre su solicitud de no aceptar el cargo, señaló: “Hasta donde me acuerdo no hubo nombramiento, cuando fui a comunicarle al coordinador de carrera mi decisión de que en caso de ser elegido para llenar el cargo, no estaba interesado me manifestó que dicho concurso se había suspendido, no encontre (sic) procedente entregar la nota que hacía constar tal hecho.” Preguntado sobre los resultados del concurso, señaló: “Por comentarios de algunos de los participantes tuve información de que yo había obtenido el primer puesto, pero nunca hubo una comunicación oficial al respecto.” Manifestó no saber la razón por la cual no se nombró a nadie. Se enteró por el Coordinador de la carrera que el concurso había sido suspendido. No realizó ningún reclamo por cuanto para ese momento no estaba interesado en vincularse de tiempo completo. También señaló no conocer si hubo irregularidades en el proceso para declarar desierto el concurso. f) Sentencia de primera instancia. El Tribunal Administrativo de Cudinamarca, en sentencia de 2 de diciembre de 1994, negó la tutela solicitada por considerar que el actor con su acción pretende que se declare la ilegalidad del Acta Nro. 15 de 23 septiembre de 1993, emanada del Consejo de la Facultad de Ingeniería. Para tal efecto, el demandante dispone de otra vía de defensa judicial, ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo, para obtener la anulación del acto y el restablecimiento del derecho. Además, no se encuentra frente a un perjuicio irremediable. El actor impugnó esta decisión. Adjuntó copia del recurso de apelación que presentó ante el Consejo Académico de la Universidad, fechado el 25 de julio de 1994. g) Sentencia de segunda instancia. En sentencia de 20 de enero de 1995, el Consejo de Estado confirmó la decisión del Tribunal, por considerar que el actor cuenta con otro medio de defensa judicial, y no existe, en este caso, el perjuicio con carácter de irremediable. h) Pruebas solicitadas por la Corte Constitucional. El Magistrado ponente, mediante auto de 15 de mayo de 1995, solicitó a la Universidad la siguiente información: - Si el proceso de convocación pública ya concluyó, y cuál fue el resultado. - La forma como se comunicó a los participantes sobre los resultados del concurso, con copia de la documentación respectiva. - Cuáles fueron los puntajes definitivos de los concursantes, una vez realizado el requisito de la conferencia pública. - Informar si algunos de los concursantes propusieron recursos contra las decisiones adoptadas por el órgano competente de la Universidad; qué trámite se les dio; qué determinaciones se tomaron y la forma como fueron comunicadas a los interesados. También con copia de la documentación respectiva. Se solicitó remitir copia de los Acuerdos 003/73 y 040/90 del Consejo Superior, y toda la documentación relacionada con los antecedentes de la convocación referida. El Secretario General de la Universidad, mediante oficio OPT 072, de 22 de mayo de 1995, señaló: “1. El proceso de convocatoria pública en el asunto de la Referencia del cual resultó ganador el Sr. Rodrigo Castellanos Luque. “2. Los resultados de los concursos son publicados por la Oficina de Docencia en lugares visibles de la Universidad. “3. En cuanto a los puntajes se anexan fotocopias de las planillas donde constan los mismos. “4. En el archivo de Docencia no aparece recurso alguno interpuesto contra ninguna decisión adoptadas (sic) por el órgano competente para el proceso en mensión (sic). Sin embargo se ha ordenado a la Jefe de Archivo y Correspondencia para que determine si en el archivo histórico de la Universidad, reposa algún recurso interpuesto contra el proceso en mención.” Sin embargo, como alguna parte de la documentación remitida por la Universidad a la Corte no correspondía a lo pedido, pues, en el caso de los resultados de la conferencia los enviados se referían a los de otra plaza vacante y no a la solicitada, y no se contestaron algunos puntos, la Sala Primera de Revisión, mediante auto de 6 de junio de 1995, requirió nuevamente al Rector para que suministrara lo solicitado. En comunicación de 12 de junio de 1995, el Secretario General contestó: “1. Referente a los puntajes definitivos no se han podido ubicar en los archivos de la Universidad. “2. La forma como se comunicó el resultado del concurso, ya se informó en nuestra respuesta al primer requerimiento, se acostumbraba a publicar las listas con los resultados en lugar visible de la oficina que realizaba el concurso, ya sea en la puerta o vitrina publicitaria contiguas a la misma. Cuando se dice oficina que realizaba el concurso nos referimos a cada departamento académico administrativo y a la Oficina de la Docencia donde se lleva al Comité de Personal Docente para asignar categoría y sueldo del profesor ganador del concurso. “3. En cuanto a la interposición de recursos no se tiene la información puesto que no se ha podido ubicar en los archivos. “4.    a. Las actas números 15 y 20 del Consejo de Facultad de    Ingeniería se anexan al presente oficio. b. La vacante de profesor de tiempo completo en el área de          catastro no se ha llenado, en estos momentos está en curso una   nueva convocatoria ya que el anterior concurso fue declarado       desierto.” II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. Primera.- Competencia. La Corte es competente de conformidad con los artículos 86 y 241, numeral 9, de la Constitución y el decreto 2591 de 1991. Segunda.- El debido proceso y el procedimiento para llenar una vacante por medio de concurso público. En primer lugar, se aclara que no obstante que el demandante señaló como vulnerados sus derechos al debido proceso, defensa, trabajo y ejercicio profesional, la Sala considera que, de conformidad con los documentos que obran en el expediente, los derechos a analizar en esta providencia son los del debido proceso y de petición. Los demás no serán objeto de esta decisión, pues, en este caso, su posible vulneración sería consecuencia de los que se estudiarán. En cuanto al derecho de petición, vale recordar que en la acción de tutela no es indispensable citar la norma constitucional infringida, siempre que se determine el derecho amenazado o vulnerado. (artículo 14, decreto 2591/91) De conformidad con lo dispuesto en el Acuerdo No. 040 de 1990, del Consejo Superior de la Universidad, cinco (5) son los elementos de calificación de los candidatos y para cada uno se fija un puntaje, así: escalafón, 30 puntos; publicaciones, 15 puntos; investigaciones, 20 puntos; experiencia docente en el área de conocimiento, 15 puntos; y, conferencia, 20 puntos. (artículo 6o., numeral 13) Hasta antes de la conferencia, en la etapa de preselección, de acuerdo con la comunicación del 17 de mayo de 1993, del Jefe de la Oficina de Docencia, el actor ocupó el segundo lugar con 122.1 puntos. El primer lugar correspondió al profesor Rodrigo Castellanos Luque con 133.75 puntos. (folio 3) Sin embargo, el resultado final, después de la conferencia, la cual tiene un valor de 20 puntos sobre 100, no consta en el expediente, a pesar de que la Corte requirió en dos oportunidades a la Universidad sobre tales resultados. En la primera ocasión, el Secretario de la Universidad envió los resultados de otra plaza, y en la segunda oportunidad dijo que “referente a los puntajes definitivos no se han podido ubicar en los archivos de la universidad.” Lo anterior no concuerda con lo que consta en el Acta Nro. 15, de 23 de septiembre de 1993, del Consejo de la Facultad de  Ingeniería, página 4, donde se lee: “Área de Catastro “El Ing. MONTENEGRO al igual que en los casos anteriores presenta la documentación de los candidatos para que sea estudiada por los miembros del Consejo, se presentaron 16 candidatos y el jurado determino (sic) convocar a siete (7) concursantes a presentar la conferencia, de los cuales unicamente (sic) uno de los aspirantes se excuso (sic) de no asistir a la conferencia. “Una vez analizada la documentación presentada se considera por parte del Consejo que el caso es similar a la anterior, por lo tanto se aprueba por unanimidad declarar desierto el concurso docente para proveer el cargo de Tiempo Completo en el Departamento de Catastro, en el área de Catastro, por considerar no conveniente para la Universidad y para los intereses de la Facultad el nombramiento del profesional que obtuvo el mayor puntaje.” (se subraya) Es decir, al momento de adoptar la decisión de declarar desierto el concurso para el área de catastro, todo indica que había un puntaje definitivo, pues, si no ¿cómo se entendería el hecho de considerar inconveniente el nombramiento de quien obtuvo el mayor puntaje? Pero a los concursantes no se les comunicó sobre los resultados. Los siguientes hechos corroboran esta afirmación: - El profesor Castellanos Luque, en declaración ante el Tribunal Administrativo, al ser preguntado sobre los resultados del concurso, señaló: “Por comentarios de algunos de los participantes tuve información de que yo había obtenido el primer puesto, pero nunca hubo una comunicación oficial al respecto.” Manifestó no saber la razón por la cual no se nombró a nadie. Se enteró por el Coordinador de la carrera de que el concurso había sido suspendido. - El actor, en comunicación de 25 de octubre de 1993, solicitó al Director del Departamento de Catastro información sobre los resultados del concurso. Obra a folio 9, la respuesta del Director, según la cual no los tenía, pues los había enviado al Consejo de la Facultad de Ingeniería. - La propia Universidad, en las respuestas suministradas a la Corte, a pesar de ser requerida para que explicara, también, la forma como se dio a conocer tal resultado, se remite a generalidades, así: “2. La forma como se comunicó el resultado del concurso, ya se informó en nuestra respuesta al primer requerimiento, se acostumbraba a publicar las listas con los resultados en lugar visible de la oficina que realizaba el concurso, ya sea en la puerta o vitrina publicitaria contiguas a la misma. Cuando se dice oficina que realizaba el concurso nos referimos a cada departamento académico administrativo y a la Oficina de la Docencia donde se lleva al Comité de Personal Docente para asignar categoría y sueldo del profesor ganador del concurso.” Pero la demandada no concretó en qué lugar se fijó la lista, durante cuánto tiempo, desde qué fecha y hasta cuándo,  si se podrían proponer recursos, cuáles y en qué término, etc. Datos que al menos habrían permitido deducir que los concursantes para el cargo de profesor de tiempo completo de catastro, sí fueron enterados de los resultados, y que tales resultados existieron. Todo lo anterior, lleva a concluir, en forma razonable, que no hay certeza de que a los concursantes la Universidad les hubiera comunicado, en debida forma, sobre los resultados del concurso. Tampoco hay prueba de que existan los puntajes definitivos, es decir, los que resultan después de haber realizado la conferencia. ¿En qué se relaciona esta situación con el debido proceso y por qué lo  vulnera? El fin natural de la realización de los concursos públicos por parte de las entidades del Estado, es que éstos culminen con el nombramiento del mejor de los participantes. De esta manera se asegura que el Estado contará, entre sus servidores, con los más capacitados, lo que permitirá el cumplimiento de sus propósitos. Al respecto, se transcribe en lo pertinente la sentencia número C- 40 de 1995, de la Corte Constitucional, Magistrado ponente, doctor Carlos Gaviria Díaz, relativa al ingreso a la carrera administrativa por medio de concursos públicos, en cuanto señaló: “Dado que la carrera administrativa se basa única y exclusivamente en el mérito y la capacidad de los aspirantes, es deber de la administración escoger o seleccionar a aquellas personas que por su capacidad profesional y condiciones personales, son las que requiere el servicio público, pues la eficiencia y eficacia del mismo, dependerán de la idoneidad de quienes deben prestarlo.” Para lograr los fines del concurso, los participantes y otras personas que eventualmente puedan tener un interés en sus resultados, tienen derecho a ejercer control sobre la forma como se ha desarrollado. Pero, este control sólo podrá ser ejercido en la medida en que la administración dé a la publicidad los resultados del mismo, y que dichos resultados puedan ser analizados y, por consiguiente, controvertidos. Esta publicidad se predica tanto de los concursos que culminan normalmente, es decir, cuando se produce el respectivo nombramiento, como de los que terminan en forma anormal, como los que se declaran desiertos. Además, por regla general no pueden existir resultados ocultos. Y cuando esta situación se presenta, estamos en presencia de una forma de violación al debido proceso. Vale recordar que el debido proceso se debe aplicar a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas, según el artículo 29 de la Constitución. Por consiguiente, se puede afirmar que la Universidad violó el mencionado derecho fundamental al actor, al no darle a conocer los resultados del concurso. En consecuencia, en lo relacionado al concurso para nombrar un profesor de tiempo completo en el área de catastro, se ordenará a la Universidad que si en el término de cuarenta y ocho (48) horas, después de notificada la presente providencia, la Universidad encuentra, dentro de sus archivos, los puntajes definitivos, es decir, los resultados obtenidos después de la conferencia de que trata el reglamento del concurso, dichos resultados sean notificados, en debida forma, a los participantes, y, en consecuencia, se efectúe el nombramiento de acuerdo con los mismos. En caso contrario, es decir, si no existen tales resultados finales, la Universidad deberá iniciar, dentro del mismo plazo, el procedimiento respectivo para que se llame nuevamente a los opcionados a dictar la conferencia respectiva, con el fin de que la Universidad disponga de todos los elementos para la calificación de los candidatos, y pueda efectuar el nombramiento de conformidad con dichos resultados. El resultado respectivo será notificado a los participantes. Para garantizar el cumplimiento de lo que se ordena en esta sentencia, se solicitará a la Universidad suspender los trámites para una nueva convocación a concurso en el área de catastro. Se advierte, que al concederse esta tutela por violación al debido proceso, no se está desconociendo la autonomía del establecimiento educativo, sino que se está protegiendo a una persona a quien se le vulneró un derecho fundamental. La Corte no se inmiscuye en el acto del nombramiento propiamente, sino que ordena que se surta, en debida forma, una etapa del proceso del concurso que la Universidad omitió, omisión que consistió en no notificar sobre los resultados del mismo. En relación con lo estimado por los jueces de instancia, sobre la no procedencia de esta tutela por contar el actor con otros medios de defensa judicial, especificamente, ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo, la Sala no desconoce la posibilidad de que el demandante pueda hacer uso de tales acciones, pero la presente acción se concederá sin condicionarla a tal evento, pues se dará aplicación a lo dispuesto en el artículo 6o., numeral 1., del decreto 2591 de 1991, en cuanto dice: “. . . La existencia de dichos medios [de defensa judicial] será apreciada en concreto, en cuanto a su eficacia, atendiendo las circunstancias en que se encuentre el solicitante.” Sobre este aspecto, y tratándose de situaciones especiales, la Corte Constitucional ha dicho en algunas sentencias lo siguiente: “. . . “La Corte, empero, encuentra necesario hacer la siguiente precisión: cuando el juez de tutela halle que existe otro mecanismo de defensa judicial aplicable al caso, debe evaluar si, conocidos los hechos en los que se basa la demanda y el alcance del derecho fundamental violado o amenazado, resultan debidamente incluídos TODOS los aspectos relevantes para la protección inmediata, eficaz y COMPLETA del derecho fundamental vulnerado, en el aspecto probatorio y en el de decisión del mecanismo alterno de defensa. Si no es así, si cualquier aspecto del derecho constitucional del actor, no puede ser examinado por el juez ordinario a través de los procedimientos previstos para la protección de los derechos de rango meramente legal, entonces, no sólo procede la acción de tutela, sino que ha de tramitarse como la vía procesal prevalente. Así como la Constitución no permite que se suplante al juez ordinario con el de tutela, para la protección de los derechos de rango legal, tampoco permite que la protección inmediata y eficaz de los derechos fundamentales, sea impedida  o recortada por las reglas de competencia de las jurisdicciones ordinarias.” ( Sentencia T-100 de 1994, Magistrado ponente: doctor Carlos Gaviria Díaz). Tercera.- El derecho de petición. El demandante manifestó que interpuso recursos de reposición y de apelación contra la decisión de declarar desierto el concurso. Se solicitó a la Universidad, en dos ocasiones, información al respecto, y en ambas señaló que no tenía tal información pues no la había podido ubicar en sus archivos. No obstante, llama la atención que en el Acta Nro. 20 de 1993, del Consejo de la Facultad de Ingeniería, de 9 de diciembre, página 4, conste lo siguiente: “Respecto a la solicitud de REPOSICIÓN presentada por el profesor ELY ENCISO referente al concurso docente para proveer un cargo de profesor de tiempo completo en el Departamento de Catastro y el cual fue declarado desierto, el Consejo determina solicitar al Bienestar Universitario realizar una valoración al profesor certificada en cuanto a las labores que pueda adelantar en prácticas de campo y la dinámica propia requerida para adelantar las clases.” (las mayúsculas pertenecen al texto original) De lo anterior se deduce que, efectivamente, el profesor Enciso sí presentó, al menos, recurso de reposición contra la decisión del concurso, y que la respuesta respectiva, si la hubo, no pudo ser conocida por la Corte. Además, desde el 10 de marzo de 1994, existe la valoración médica ordenada por el Consejo. Vale recordar que dicha valoración, suscrita por el Coordinador del Departamento Médico Odontológico, concluye así: “Por lo anteriormente señalado el Profesor Enciso está en la capacidad de desarrollar actividades docentes de tiempo completo sin limitación alguna.” La jurisprudencia de la Corte ha sido precisa en el sentido de señalar que una de las formas de violación al derecho fundamental de petición, consagrado en el artículo 23 de la Constitución, lo constituye el hecho de que la administración no conteste los recursos ante ella interpuestos. Y en el presente caso se presenta precisamente esta vulneración. Pero, para no interferir en el procedimiento que debe nuevamente adelantar la Universidad, al retroceder la etapa del concurso a la notificación de resultados del mismo, no resulta procedente que se resuelva sobre los recursos que el actor presentó contra el mismo. Sin embargo, se advierte a la Universidad que si se propusieren otros recursos como consecuencia del procedimiento que se ordena realizar, éstos deben ser resueltos por la Universidad, para no incurrir en violación al derecho de petición. Cuarta.- Asunto adicional. Los documentos que obran en este expediente, sobre la forma como se desarrolló el concurso, la falta de publicidad de los resultados del mismo a los participantes, el no resolverse los recursos, el desorden que, al parecer, reina en los archivos de la Universidad, y, en general, todos los asuntos tratados en esta providencia, llevan a concluir la necesidad de poner en conocimiento de las autoridades competentes, tales hechos. Para tal efecto, se ordenará remitir copia de la presente sentencia a la Procuraduría General de la Nación y al Ministerio de Educación Nacional, para que, si lo estiman procedente, adelanten las investigaciones correspondientes. III.- DECISIÓN. En mérito de lo expuesto, la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: Primero.- REVÓCASE la sentencia del Consejo de Estado, de fecha 20 de enero de 1995, por las razones expuestas en esta sentencia. En consecuencia, se concede la tutela demandada por el señor ELY ENCISO ROMERO, en cuanto a la violación de sus derechos al debido proceso y de petición. Segundo.- ORDÉNASE a la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, en lo relacionado al concurso para nombrar a un profesor de tiempo completo en el área de catastro, que si en el término de cuarenta y ocho (48) horas, después de notificada la presente providencia, la Universidad encuentra, dentro de sus archivos, los puntajes definitivos, es decir, los resultados obtenidos después de la conferencia de que trata el reglamento del concurso, dichos resultados sean notificados, en debida forma, a los participantes, y, en consecuencia, se efectúe el nombramiento de acuerdo con los mismos. En caso contrario, es decir, si no existen tales resultados finales, la Universidad deberá iniciar, dentro del mismo plazo, el procedimiento respectivo, llamando nuevamente a los opcionados a dictar la conferencia respectiva, con el fin de que la Universidad disponga de todos los elementos para la calificación de los candidatos, y pueda efectuar el nombramiento de conformidad con dichos resultados. El resultado respectivo será notificado a los participantes. Para el cumplimiento de esta decisión, la Universidad debe suspender los trámites para una nueva convocación para profesor de tiempo completo en el área de catastro. Tercero.- ENVÍENSE copias de esta sentencia a la Procuraduría General de la Nación y al Ministerio de Educación, para los fines indicados en la parte motiva de esta providencia. Cuarto.- COMUNÍQUESE la presente decisión al Tribunal Administrativo de Cundinamarca, para que sea notificada a las partes, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991. Corresponde al Tribunal velar por el estricto cumplimiento de lo ordenado en esta providencia. Cópiese, notifíquese, cúmplase, publíquese e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. JORGE ARANGO MEJÍA Magistrado ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-287-95 Sentencia No Sentencia No. T-287/95 DERECHO A LA SEGURIDAD SOCIAL-Fundamental El derecho a la seguridad social es un derecho programático, de desarrollo progresivo y obligatorio por parte del legislador. No obstante, en lo que se refiere a la pensión de vejez, la Corte ha sostenido que el respectivo derecho a la seguridad social puede adquirir el carácter de fundamental, debido a su conexidad directa con el derecho al trabajo. DERECHO A LA SEGURIDAD SOCIAL-Vulneración/PENSION DE JUBILACION/MORA EN LOS APORTES Para el trabajador, activo o retirado, la seguridad social es un derecho constitucional irrenunciable. Para su efectividad concurren el Estado y los particulares. En el evento de que el empleador no cumpla con su obligación de cancelar los aportes obrero-patronales al seguro social, sobre él recae la obligación originaria de cubrir las respectivas prestaciones sociales, derivadas por ley de la relación laboral. DERECHO A LA ESTABILIDAD DE LA PENSION-Fundamental/NEGLIGENCIA DEL PATRONO/ACCION DE TUTELA CONTRA EMPRESA-Suspensión del pago de pensión La obligación de protección y de seguridad impuesta por ley al patrono, se vería violada de permitirse que éste pudiera, así sea temporalmente, desentenderse del pago de las prestaciones que le corresponden frente a sus trabajadores pensionados. No hay razón jurídica alguna que obligue al trabajador retirado a soportar las consecuencias de la negligencia atribuible exclusivamente al empleador que incumple la obligación de cotizar oportunamente al seguro social. La causa de la disminución de las mesadas pensionales no es imputable al trabajador sino a la  mora de la empresa, por lo que la conducta omisiva de ésta no puede afectar sus derechos. La decisión de la empresa demandada de suspender el pago de la mesada pensional, pese a conocer las repercusiones que tendría el incumplimiento en el pago de los aportes al seguro social para el pensionado, unida al hecho de que el peticionario es una persona de la tercera edad, que ha visto reducidos en forma drástica sus ingresos (en un 80%), coloca al actor en situación de indefensión y frente a la eventualidad inmediata de sufrir un perjuicio irremediable. DERECHO AL MINIMO VITAL La controversia entre el patrono y el ISS en torno a la proporción en que cada uno está obligado respecto del derecho a la pensión de vejez del peticionario, trasciende el mero plano legal para adquirir relevancia constitucional. La decisión de la empresa no sólo compromete la efectividad del derecho a la seguridad social del trabajador pensionado, sino que amenaza su derecho al mínimo vital cuando le obliga a resignarse con el 20% de la pensión que le venía reconociendo y que constituía, según el petente, su fuente exclusiva de ingreso. DERECHO A LA SEGURIDAD SOCIAL/DERECHO DE LAS PERSONAS DE LA TERCERA EDAD A TUTELA TRANSITORIA/PERJUICIO IRREMEDIABLE A PERSONA DE LA TERCERA EDAD La Corte ha señalado que el juez de tutela debe conceder la tutela para evitar un perjuicio irremediable, condicionada a la resolución judicial ordinaria de la controversia laboral, pese a que la parte interesada no haya solicitado el amparo como mecanismo transitorio. La inminencia y gravedad del perjuicio y la urgencia e impostergabilidad de las medidas para impedir su consumación, hacen que en el presente caso deba concederse la tutela del derecho a la seguridad social del peticionario. En efecto, someter a un litigio laboral al actor, dada su edad avanzada y el reducido ingreso que percibe desde la suspensión del pago de la pensión por parte de la entidad demandada, amenaza de manera directa sus derechos fundamentales al mínimo vital y a la existencia digna. De no ampararse inmediatamente el derecho fundamental a la estabilidad de su pensión de vejez, que es independiente del resultado del litigio entre el patrono y el seguro social, se ocasionaría grave perjuicio al peticionario. JULIO 5 DE 1995 Ref: Expediente T-62364 Actor: RAUL HUMBERTO ESTUPIÑAN GUERRERO Magistrado Ponente: Dr. EDUARDO CIFUENTES  MUÑOZ Temas: - Derecho fundamental a la seguridad   social - Incumplimiento del empleador en el pago de cotizaciones al I.S.S. -Tutela transitoria de los derechos fundamentales - Acción de tutela contra  particulares La Sala Tercera de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Eduardo Cifuentes Muñoz, Carlos Gaviria Díaz y José Gregorio Hernández Galindo, ha pronunciado EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE  LA CONSTITUCION la siguiente S E N T E N C I A En el proceso de tutela T-62341 promovido por el señor Raúl Humberto Estupiñan Guerrero contra la sociedad Construcciones Protexa S.A. ANTECEDENTES 1. La sociedad CONSTRUCCIONES PROTEXA S.A, con certificado de existencia y representación vigente, mediante comunicación del 30 de septiembre de 1987, terminó unilateralmente el contrato de trabajo a término indefinido que había suscrito con el señor RAUL HUMBERTO ESTUPIÑAN GUERRERO. 2. En octubre de 1987, Estupiñan Guerrero exigió a Protexa S.A. el pago de la pensión-sanción dispuesta por la ley, ya que al momento del despido, realizado de manera unilateral, contaba con 55 años de edad y había trabajado 17 años y medio para la empresa. Esta canceló voluntariamente al ex-trabajador una pensión de jubilación por un término de cinco años, como consta en diferentes recibos de pago aportados al proceso de tutela. 3. Mediante comunicación del 28 de enero de 1993, dirigida al  Instituto de Seguros Sociales - Seccional Cundinamarca, Protexa S.A. certificó que "al señor RAUL HUMBERTO ESTUPIÑAN GUERRERO, identificado con c.c. Nº 6.181.388 de Buga, se le canceló PENSION DE JUBILACION hasta el día 16 de julio de 1992 por valor de $ 530.000, fecha en la cual se le dejó de pagar por haber cumplido la edad de sesenta (60) años". 4. El Instituto de Seguros Sociales, mediante Resolución 000733 del 8 de febrero de 1993, reconoció al señor Estupiñan Guerrero una pensión de jubilación de $ 81.510 pesos mensuales. La liquidación correspondiente se basó en 788 semanas cotizadas, con salario mensual de base de $ 71.349,74. 5. El pensionado solicitó a la entidad de seguridad social la reliquidación de la pensión de vejez y el pago retroactivo de las mesadas no canceladas. Mediante oficio 19331 del 10 de octubre de 1994, el I.S.S. rechazó la solicitud de reliquidación. Sostuvo que, revisado el expediente administrativo, pudo determinar que Protexa S.A., "se encuentra en mora por concepto de aportes obrero-patronales desde marzo de 1983 hasta octubre de 1990, con deuda de $10.694.146", circunstancia que la relevaba de la obligación de otorgar las prestaciones económico-asistenciales, quedando el empleador obligado a su reconocimiento (D. 2665 de 1988, art. 12) "mientras subsista el estado de mora". 6. El 15 de junio de 1993, el señor Estupiñan Guerrero solicitó a Protexa S.A. el pago del mayor valor de la pensión de jubilación respecto de la recibida por el instituto de seguros sociales. Protexa S.A. no dio respuesta a la solicitud. No obstante, mediante carta de julio 13 de 1993, solicitó al Instituto de Seguros Sociales - Seccional Cundinamarca, informar si "la Empresa CONSTRUCCIONES PROTEXA S.A. DE C.V., está obligada o no a pagar un mayor valor sobre la pensión que reconoce el Instituto al señor ESTUPIÑAN GUERRERO, en la Resolución No. 000733 de fecha 8 de Febrero de 1993". 7. Ante el silencio de Protexa S.A., el señor Raúl Humberto Estupiñan Guerrero, por intermedio de apoderado, interpuso acción de tutela en su contra. 7.1 Con fundamento en los hechos expuestos, el demandante solicita que se le ordene a Protexa S.A. reconocerle y pagarle el mayor valor o diferencia entre la pensión voluntaria pagada por la empresa y la pensión de jubilación reconocida por el Instituto de Seguros Sociales. Igualmente, pide que se ordene a la demandada pagar los aumentos legales y las primas para pensionados, correspondientes a los años de 1993 y 1994, así como que se la condene a indemnizar los perjuicios ocasionados. 7.2 A juicio del apoderado del actor, la omisión de Protexa S.A. en cancelar la diferencia entre el monto de las pensiones, constituye un total desconocimiento de los derechos fundamentales de su poderdante, quien no tiene medios económicos para atender sus necesidades, "ni siquiera de alimentación para él y para su familia". Esta circunstancia, le ha llevado al más absoluto desamparo económico y le coloca en estado de indefensión, ya que tampoco cuenta con los recursos económicos necesarios para adelantar los procesos judiciales respectivos. 7.3 Fundamenta la procedencia de la acción de tutela en el peligro que para los derechos fundamentales de su poderdante representa la negativa de pagar la diferencia entre la pensión de jubilación reconocida por la empresa y la reconocida por el seguro social, diferencia que obedece exlusivamente a la mora de esta última en cancelar los aportes al sistema de seguridad social. 8. La sociedad Construcciones Protexa S.A., mediante memorial presentado extemporáneamente el día 12 de diciembre de 1994, informó al Tribunal de tutela que, en efecto, el señor Estupiñan Guerrero había trabajado para la empresa hasta septiembre 30 de 1987, luego de lo cual se le reconoció una pensión temporal voluntaria. En julio 16 de 1992, dejó de cancelar la prestación, por cuanto desde esa fecha el Instituto de Seguros Sociales debía asumir su pago. Afirmó, igualmente, que tuvo conocimiento informal de la  contestación del 10 de octubre de 1994 en la que el I.S.S. se negó a reliquidar la pensión del ex-empleado como consecuencia de la mora de la empresa, por lo que "está procediendo a cumplir lo pertinente con el I.S.S. y con el tutelante, ya que este último está obligado a precisarnos la cantidad que recibió del I.S.S. desde la fecha en que le reconoció la pensión de vejez". La entidad demandada envió copia de la carta dirigida al I.S.S. en julio 13 de 1993, en la que informa que "el señor ESTUPIÑAN GUERRERO fue dado de baja como trabajador activo de nuestra Empresa el día dos (2) de Marzo de mil novecientos noventa y ocho (1988) y nuevamente en el mes de Mayo de mil novecientos ochenta y nueve (1989), se afilió al Seguro Social". En la misma carta, Protexa elevó la consulta al Instituto respecto a la obligación de pagar el mayor valor entre ambas pensiones. 9. El Tribunal Administrativo de Cundinamarca, Sección Segunda, mediante fallo del 13 de diciembre de 1994, denegó las pretensiones del actor. Considera que la acción de tutela es un mecanismo subsidiario y residual, que no procede cuando existen otros medios de defensa judicial. Lo contrario implicaría la sustitución del juez ordinario por parte del juez de tutela, lo cual es inaceptable. Afirma que en el presente caso, el peticionario tiene a su disposición las acciones ante la jurisdicción ordinaria laboral para hacer valer sus derechos frente a su antiguo empleador, por lo que la tutela no está llamada a prosperar. 10. El apoderado del petente impugnó la anterior providencia. Fundamenta su desacuerdo en dos puntos: En primer lugar, considera que el mecanismo judicial que propone el fallador es ineficaz, dada la edad del petente (60 años), la duración y los costos del proceso ordinario laboral. En segundo lugar, sostiene que a su representado se le ha violado el derecho fundamental a la seguridad social, pues la asignación que percibe no es suficiente para cubrir sus necesidades físicas y espirituales. 11. El Consejo de Estado, Sección Tercera, mediante sentencia del 26 de enero de 1995, confirmó el fallo de primera instancia. El Tribunal de segunda instancia considera que la situación planteada por el actor conduce a concluir que "deberá acudir ante la justicia laboral para que previa la evaluación de todas las circunstancias particulares del caso el juez decida lo que corresponda". Así mismo, estima que no se ha presentado violación alguna a los derechos a la vida, la dignidad, la protección a las personas de tercera edad ni al libre desarrollo de la personalidad. FUNDAMENTOS JURIDICOS Objeto de la pretensión 1. El peticionario pretende se ordene, por vía de una sentencia de tutela, a una entidad particular, el pago de la diferencia dineraria entre el monto de la pensión de jubilación que hasta un cierto momento canceló el empleador y el monto de la pensión de vejez que actualmente le paga el seguro social. Adicionalmente, solicita se ordene el pago de los reajustes y mesadas pensionales y la indemnización de los perjuicios sufridos por la suspensión del pago. Sostiene que la sociedad demandada dejó de cancelar los aportes obrero-patronales al sistema de seguridad social, lo que repercutió en la exigua pensión de vejez reconocida por el Instituto de Seguros Sociales ($ 81. 510 pesos), pensión que contrasta con la anteriormente pagada por la empresa ($ 510.000 pesos). Por otra parte, considera procedente la acción de tutela, ya que la omisión de la demandada lesiona sus derechos fundamentales a la vida, a la integridad, a la dignidad, al libre desarrollo de la personalidad y a la protección de la tercera edad, si se tiene en cuenta que los costos y la duración de un proceso ordinario laboral hacen inconducente e ineficaz la utilización de este medio de defensa judicial para salvaguardar oportunamente los mencionados derechos fundamentales. 2. Para los Tribunales de tutela en primera y segunda instancia, la acción de tutela es improcedente, ya que el afectado cuenta con acciones legales para exigir el reconocimiento y pago de las prestaciones sociales a cargo del empleador. Adicionalmente, no se percibe, por parte de los falladores, la existencia de una vulneración de los derechos fundamentales del peticionario. 3. El conflicto sometido al conocimiento de los jueces de tutela surge con ocasión de la subrogación de la obligación patronal mediante la asunción del riesgo por parte del Instituto de Seguros Sociales. La diferencia en el monto de las pensiones, obedece a que el empleador - como él mismo lo admite - dejó de cancelar los aportes correspondientes. La actitud omisiva del empleador condujo a que el peticionario viera reducido su ingreso mensual de $ 530.000 pesos a $ 81.500, hecho que, según él, atenta contra sus derechos fundamentales y lo coloca en situación de indefensión. Los Tribunales de instancia centran su atención exclusivamente en el carácter litigioso de las pretensiones del actor y desestiman la acción de tutela por disponer éste de otros medios de defensa judicial. Si bien les asiste razón a los falladores de tutela cuando sostienen que la vía procedente para definir las obligaciones prestacionales y los sujetos obligados a su pago, es el proceso laboral ordinario y no la acción de tutela, el problema planteado por el peticionario, no obstante, a juicio de esta Corte, es uno diferente. Consiste en determinar si se vulnera o amenaza un derecho constitucional fundamental por parte de una entidad particular que se niega a cancelar  la diferencia entre la pensión voluntaria de jubilación y la pensión de vejez reconocida por el Estado, cuando la diferencia entre una y otra pensión obedece exclusivamente a la conducta del empleador y representa una disminución del 80% de la prestación social del peticionario, la que se produce de manera inesperada para éste. Sólo ulteriormente, en virtud de la prevalencia del derecho sustancial sobre el procesal (CP art. 228), debe examinarse si la acción de tutela es la vía procedente para solicitar la protección inmediata del derecho fundamental efectivamente vulnerado o amenazado. Derecho fundamental a la seguridad social 4.  Pese a que ni el actor ni los tribunales de instancia lo mencionan, el derecho a la seguridad social (CP art. 48) pudo resultar vulnerado por la negativa de la empresa de cancelar la diferencia pensional. En principio, el derecho a la seguridad social (CP art. 48) es un derecho programático, de desarrollo progresivo y obligatorio por parte del legislador. No obstante, en lo que se refiere a la pensión de vejez, la Corte ha sostenido que el respectivo derecho a la seguridad social puede adquirir el carácter de fundamental, debido a su conexidad directa con el derecho al trabajo (CP art. 25): "El texto que consagra la Seguridad Social indica que se trata de una norma programática de desarrollo progresivo y obligatorio por parte del legislador, que constituye promesa para los gobernados de que el Estado como guardián de la colectividad, deberá diseñar políticas de acuerdo con esos postulados fundamentales para cubrir las prestaciones que surjan de las contingencias de enfermedad, invalidez o senectud, a fin de que la Seguridad Social sea una realidad. "Empero, la seguridad social que se reclama mediante el reconocimiento de la pensión de vejez, no puede verse como algo independiente o desligado de la protección al trabajo, el cual es garantizado de manera especial en la Constitución, por considerar que es un principio fundante del Estado Social del Derecho que ella organiza. Como el derecho controvertido nace y se consolida ligado a una relación laboral, en cuyo desarrollo la persona cumplió los requisitos de modo, tiempo de cotización y edad a los cuales se condicionó su nacimiento, es necesariamente derivación del derecho al trabajo. "... la defensa del trabajo apareja protección de la seguridad social que de él dimana, por ser la pensión de vejez  una prestación a largo plazo que cubre al trabajador en el curso de su relación laboral y que al decir de KROTOCHIN constituye "salario diferido" que se cobra periódicamente una vez se satisfacen las exigencias legales"[1]. Elementales razones de justicia hacen que al término de la vida laboralmente productiva, la persona de la tercera edad que ha hecho aportes dinerarios al sistema de seguridad social durante varios años de trabajo, reciba como contraprestación una mesada equivalente a un porcentaje de su salario con miras a su sostenimiento durante la vejez. Nuestra República se funda en el respecto de la dignidad humana, en el trabajo y en la solidaridad (CP art. 1º). Ninguno de estos tres pilares del Estado Social de derecho permanecería en pie, si quien diligentemente ha contribuido con su trabajo a la construcción de la riqueza nacional, luego de llegar a la edad de retiro laboral y de hacerse acreedor a una pensión de vejez, se ve, así sea transitoriamente, desprotegido por parte del Estado o de las personas que por ley deben asumir la prestación de la seguridad social. 5. Es de advertir que, el presente caso, no versa sobre el reconocimiento  del derecho a la pensión de vejez del peticionario. Las partes obligadas - patrono e Instituto de Seguros Sociales - admiten que el trabajador cumplió con los requisitos legales para el goce efectivo de la pensión. Analizados los hechos, se observa que, lejos del reconocimiento de su derecho a la pensión de vejez, el petente pretende se le garantice la integridad de la pensión de jubilación reconocida por la empresa, la cual venía recibiendo hace cinco años, sin que la asunción del riesgo por parte del Estado mediante el sistema de la seguridad social, por factores ajenos al trabajo efectivamente realizado, implique la afectación de su derecho fundamental. En consecuencia, la Corte debe determinar si el derecho fundamental a la seguridad social, incluye un derecho a la estabilidad de la pensión de vejez previamente reconocida, el cual habría resultado vulnerado por la decisión de la entidad demandada de suspender definitivamente su pago, con el argumento de que el Estado, por intermedio del Instituto de Seguros Sociales, era el obligado a hacerse cargo de la prestación. Deberes del empleador y derecho fundamental a la estabilidad de la pensión de vejez 6. El contrato de trabajo supone la prestación de un servicio personal, bajo continuada dependencia y subordinación, a cambio de una remuneración (C.S.T. art. 22). Superada históricamente la concepción consensual, bilateral y conmutativa del contrato de trabajo, actualmente la ley impone a los empleadores, además de la remuneración salarial por la prestación personal, una serie de prestaciones patronales comunes - cesantía, vacaciones, primas, etc. - y especiales - seguro social contra riesgos de enfermedad, invalidez, vejez, muerte, maternidad, etc. - en favor del trabajador, con miras al mejoramiento de sus condiciones de vida y a la dignificación de su existencia. Las conquistas laborales, fruto de los movimientos sociales de principios del siglo, llevaron a radicar en cabeza del empleador una serie de prestaciones sociales en favor del trabajador. Lentamente, con el advenimiento del Estado Social de Derecho, estas prestaciones han sido asumidas, en forma parcial, por el Estado, a través del sistema de seguridad social, para asegurar la efectividad de los derechos de los trabajadores. Tal es el caso de las pensiones de invalidez, vejez y muerte que, gracias al sistema de seguridad social, son protegidas por el Estado, en forma moderna y técnica, a un gran número de trabajadores, los cuales no podrían aspirar a la misma protección por parte de sus patronos. El hecho de que el Estado haya venido a sustituirse en las obligaciones patronales, no supone que el patrono haya quedado definitivamente liberado de su obligación. Las prestaciones sociales, comunes y especiales, se radican originariamente en cabeza del empleador (C.S.T art. 259). La asunción de los respectivos riesgos por parte del seguro social, está condicionada a la cancelación completa y oportuna de los aportes obrero-patronales al sistema de seguridad social. Para el trabajador, activo o retirado, la seguridad social es un derecho constitucional irrenunciable. Para su efectividad concurren el Estado y los particulares (CP art. 48). En el evento de que el empleador no cumpla con su obligación de cancelar los aportes obrero-patronales al seguro social, sobre él recae la obligación originaria de cubrir las respectivas prestaciones sociales, derivadas por ley de la relación laboral. Sobre las consecuencias del incumplimiento del empleador de afiliar a los trabajadores y cotizar oportunamente al seguro social según lo dispuesto en la ley y en sus reglamentos, la Corte ha sostenido lo siguiente: "La efectividad de este derecho no sólo corresponde al trabajador, sino también al empleador, quien tiene la obligación de afiliar a sus empleados al seguro social. Esto significa que la empresa no puede ser indiferente en relación con la suerte que corra el derecho a la seguridad social de los asalariados. Por el contrario, el patrono tiene que velar por que ellos vean satisfecho este servicio de manera real y efectiva. "Ahora bien, en el evento de que el empleador no utilice el sistema de seguridad social estatal, la satisfacción del servicio le corresponde directamente, como resultado de un deber que jurídicamente le pertenece. La existencia del sistema de seguridad social no desplaza la obligación primaria radicada en cabeza del patrono."[2] 7. Protexa S.A. canceló por un período de cinco años una pensión voluntaria al actor, porque al momento de la terminación unilateral y sin justa causa del contrato de trabajo por parte de la empresa, aquél contaba con más de diez años de labores y 55 años de edad (CST art. 267). El empleador reconoció el derecho a la pensión de jubilación de Estupiñan Guerrero y le pagó por dicho concepto, hasta julio de 1992, una suma mensual que ascendió finalmente a $ 530.000, como aparece en certificación de la misma entidad demandada y dirigida al Instituto de Seguros Sociales. Si la intención de Protexa era cancelar la pensión de jubilación sólo durante el tiempo (5 años) necesario para que el trabajador cumpliera con los requisitos legales de edad y de cotización, de manera que el Instituto de Seguros Sociales se subrogara en la obligación de pagar la prestación, tenía la obligación de seguir cancelando los aportes obrero-patronales durante todo ese tiempo[3]. Ello es así porque el despido unilateral e injustificado impidió al trabajador cumplir con los requisitos de edad y tiempo de servicios requeridos por la ley para pensionarse por el seguro social. De no hacerlo, como en efecto parece que sucedió como lo asegura el I.S.S. en oficio 19331 del 10 de octubre de 1993, la obligación de cancelar, parcial o totalmente, la respectiva prestación, radica exclusivamente en el empleador. Sobre el particular, el Decreto 2665 de 1988, establece: "Artículo 12. Efectos de la mora.- En el período de mora en el pago de los aportes y haciendo salvedad de las prestaciones ya causadas, el Instituto queda relevado de la obligación de otorgar las prestaciones económico-asistenciales propias de los Seguros de Enfermedad General, Maternidad, Servicio Médico Familiar, Invalidez, Vejez y Muerte, Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales, correspondiéndole al patrono su reconocimiento en la forma y cuantía en que el ISS las hubiere otorgado si no hubiere existido la mora. ... " Evidencia clara de la mora de la empresa en el pago de los respectivos aportes obrero-patronales, la constituye la carta de Protexa S.A. dirigida al Instituto de Seguros Sociales el 13 de julio de 1993, en la que admite que el petente dejó de ser trabajador activo de la empresa desde marzo de 1988 (pese a que existe prueba de la terminación unilateral del contrato de trabajo en septiembre de 1987), y nuevamente en el mes de mayo de 1989 "se afilió al Seguro Social". Precisamente esta situación es la que llevó a Protexa a consultar al I.S.S. sobre su obligación de pagar la diferencia entre las pensiones. 8. La efectividad del derecho fundamental a la seguridad social, en la modalidad de la pensión de vejez, depende de su efectiva y oportuna protección. No podía la entidad demandada, luego de estar cancelando la pensión de jubilación al petente, desatenderse de sus obligaciones, bajo el argumento de la asunción de los riesgos por parte del Estado, más aún cuando la misma empresa admite tácitamente haber incurrido en mora en el pago de los aportes al seguro social durante los años en que asumió voluntariamente el pago de la pensión. Al hacerlo así, vulneró no sólo su derecho fundamental a la seguridad social, sino que desconoció el principio de buena fe (CP art. 83) que debía regir sus actuaciones (CP art. 83), en particular la ejecución del contrato de trabajo. En efecto, el artículo 55 del Código Sustantivo del Trabajo dispone que "el contrato de trabajo, como todos los contratos, debe ejecutarse de buena fe y, por consiguiente, obliga no sólo a lo que en él se expresa, sino a todas las cosas que emanan precisamente de la naturaleza de la relación jurídica o que por la ley pertenecen a ella". Uno de los elementos que por ley pertenecen al contrato de trabajo es precisamente la obligación del patrono de brindar protección y seguridad a sus trabajadores (CST art. 56). Los trabajadores gozan de un auténtico derecho fundamental a la integridad o estabilidad de la pensión de vejez, como contrapartida de la obligación de protección y seguridad social (CP arts. 46 y 48; CST, art. 56). En efecto, la Constitución impone al Estado, a la sociedad y a la familia la obligación concurrente de proteger y asistir a las personas de la tercera edad, y les garantiza los servicios de seguridad social integral (CP art. 46). Esta obligación se cumple con la participación de los particulares (CP art. 48), en especial de los empleadores, de conformidad con las obligaciones propias de la función social de la empresa (CP art. 333). La obligación de protección y de seguridad impuesta por ley al patrono (CST, art. 56), se vería violada de permitirse que éste pudiera, así sea temporalmente, desentenderse del pago de las prestaciones que le corresponden frente a sus trabajadores pensionados. Ahora bien, en lo que respecta a la parte obligada a asumir las cargas temporales que representa la existencia de discrepancias en torno a la aplicación de las normas sobre la seguridad social, esta Corporación afirmó: "Las vicisitudes que surjan de la aplicación de las normas que regulan las relaciones entre el seguro social y la empresa, para efectos de la determinación de la obligación concreta del pago del servicio ..., quedan supeditadas a la prestación efectiva. Dicho en otras palabras, el interés legal relativo a la delimitación de las cargas entre el empleador y el seguro social, debe ceder frente al interés constitucional que consiste en la protección del derecho fundamental a la seguridad social de una persona que demanda  este servicio en los términos de un mínimo vital. "Desde luego, la empresa tiene derecho a pagar sólo aquello que la ley le obliga. Por lo tanto, en el evento de que la jurisdicción competente defina que dicha obligación corresponde al Instituto de Seguros Sociales, la empresa podrá repetir contra la entidad de seguridad social para efectos de obtener el reembolso de lo pagado."[4] Lo anterior se aplica con mayor razón al presente caso si tenemos en cuenta que no hay razón jurídica alguna que obligue al trabajador retirado a soportar las consecuencias de la negligencia atribuible exclusivamente al empleador que incumple la obligación de cotizar oportunamente al seguro social. La causa de la disminución de las mesadas pensionales no es imputable al trabajador sino a la mora de la empresa, por lo que la conducta omisiva de ésta no puede afectar sus derechos. Disponibilidad de otros medios de defensa judicial para el reconocimiento de las prestaciones sociales 9. El afectado cuenta con la posibilidad de acudir a la justicia laboral en procura del reconocimiento de las prestaciones sociales a cargo del empleador. Sin embargo, surge la pregunta de quién es el obligado a soportar la carga que implica la definición judicial de la controversia. Sobre este asunto, la Corte ha sostenido: "Ante la necesidad de que sea la jurisdicción laboral la que decida a quien corresponde el pago ... ,  se plantea el problema de quién debe soportar las consecuencias temporales de la falta de certeza legal. La situación de extrema fragilidad de la peticionaria es una razón suficiente para descartar la solución que consiste en que sea ella quien espere - en la situación de desprotección actual - la decisión de la jurisdicción competente. De otra parte, la demanda de tutela no se dirige contra el instituto de seguro social y, por lo tanto, la parte resolutiva de esta providencia no podría afectarlo. Se impone entonces una solución que ordene el mantenimiento del statu quo mientras se decide de fondo. La empresa debe continuar pagando el monto de los servicios médicos como una consecuencia de los deberes sociales que la constitución le exige frente a sus trabajadores. No en vano la Carta le impone a la empresa - célula económica que reúne al capital y al trabajo -, una precisa e importante función social que cumplir (CP art. 58)"[5]. La decisión de la empresa demandada de suspender el pago de la mesada pensional, pese a conocer las repercusiones que tendría el incumplimiento en el pago de los aportes al seguro social para el pensionado, unida al hecho de que el peticionario es una persona de la tercera edad, que ha visto reducidos en forma drástica sus ingresos (en un 80%), coloca al actor en situación de indefensión y frente a la eventualidad inmediata de sufrir un perjuicio irremediable. La controversia entre el patrono y el Instituto de Seguros Sociales en torno a la proporción en que cada uno está obligado respecto del derecho a la pensión de vejez del peticionario, trasciende el mero plano legal para adquirir relevancia constitucional. La decisión de la empresa no sólo compromete la efectividad del derecho a la seguridad social del trabajador pensionado, sino que amenaza su derecho al mínimo vital cuando le obliga a resignarse con el 20% de la pensión que le venía reconociendo y que constituía, según el petente, su fuente exclusiva de ingreso. Procedencia de la tutela transitoria del derecho a la seguridad social para evitar un perjuicio irremediable 10. La Corte ha señalado que el juez de tutela debe conceder la tutela para evitar un perjuicio irremediable, condicionada a la resolución judicial ordinaria de la controversia laboral, pese a que la parte interesada no haya solicitado el amparo como mecanismo transitorio[6]. La inminencia y gravedad del perjuicio y la urgencia e impostergabilidad de las medidas para impedir su consumación[7], hacen que en el presente caso deba concederse la tutela del derecho a la seguridad social del peticionario. En efecto, someter a un litigio laboral al actor, dada su edad avanzada y el reducido ingreso que percibe desde la suspensión del pago de la pensión por parte de la entidad demandada, amenaza de manera directa sus derechos fundamentales al mínimo vital y a la existencia digna. De no ampararse inmediatamente el derecho fundamental a la estabilidad de su pensión de vejez, que es independiente del resultado del litigio entre el patrono y el seguro social, se ocasionaría grave perjuicio al peticionario. D E C I S I O N En mérito de lo expuesto, la Sala Tercera de Revisión, R E S  U E L V E: PRIMERO.- REVOCAR las sentencias proferidas por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, Sección Segunda, el 13 de diciembre de 1994,  y por el Consejo de Estado, Sección Tercera, el 26 de enero de 1995. SEGUNDO.- CONCEDER TRANSITORIAMENTE la tutela del derecho fundamental a la seguridad social al señor RAUL HUMBERTO ESTUPIÑAN GUERRERO y, en consecuencia, ORDENAR al representante legal de la sociedad CONSTRUCCIONES PROTEXA S.A. que, en el término de 48 horas contadas a partir de la notificación de la presente providencia, se sirva cancelar mensualmente la diferencia dineraria entre la pensión de jubilación reconocida por la empresa al petente y la pensión de vejez reconocida al mismo por el Instituto de Seguros Sociales mediante Resolución 000733 del 8 de febrero de 1993, mientras se decide definitivamente, por las autoridades competentes, la controversia entre la empresa demandada y el Instituto de Seguros Sociales. TERCERO.- LIBRESE comunicación al Tribunal Administrativo de Cundinamarca, Sección Segunda, con miras a que se surta la notificación de esta providencia, según lo establecido en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado Ponente CARLOS GAVIRIA DIAZ Magistrado JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General (Sentencia aprobada por la Sala Tercera de Revisión, en la ciudad de Santa Fe de Bogotá, D.C., a los cinco (5) días del mes de julio de mil novecientos noventa y cinco (1995) ). [1]Corte Constitucional. Sentencia T-463 de 1992. MP Dr. JAIME SANIN GREIFFENSTEIN [2]Corte Constitucional. Sentencia T-005 de 1995 MP Dr. EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ [3]En el mismo sentido se ha pronunciado recientemente la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Laboral, Sección Primera, en sentencia del 24 de marzo de 1995. MP Dr. FRANCISCO ESCOBAR HENRIQUEZ [4]Corte Constitucional. Sentencia T-005 de 1995 MP Dr. EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ [5]Ibid. [6]Corte Constitucional. Sentencia T-108 de 1993 MP Dr. FABIO MORON DIAZ [7]Corte Constitucional. Sentencia T-225 de 1993 MP Dr. VLADIMIRO NARANJO MESA
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T-288-95 Sentencia No Sentencia No. T-288/95 ACCION DE TUTELA CONTRA PARTICULARES QUE DIRIGEN EL FUTBOL/INDEFENSION Las normas expedidas por las organizaciones particulares que promueven y dirigen el espectáculo del fútbol, son de naturaleza privada. Frente a estas disposiciones, el ordenamiento jurídico no tiene previstas acciones o medios de defensa judicial - acciones de nulidad o de inconstitucionalidad -, que permitan su control y aseguren la protección de los derechos de sus destinatarios o de terceros. Es así como, las personas afectadas por el contenido de estas directrices de carácter privado, se encuentran en relación de indefensión frente a las organizaciones privadas que las expiden, circunstancia que legítima el ejercicio de la acción de tutela. ESPACIO PUBLICO-Acceso/ DISCAPACITADO-Protección constitucional especial La destinación del espacio público al uso común, incluye la garantía de acceso al mismo para toda la población. La finalidad de facilitar el desplazamiento y el uso confiable y seguro del espacio público por parte de las personas, en especial de aquéllas limitadas físicamente, impone la toma de medidas especiales para asegurar dicho acceso y permanencia. PERSONA DISMINUIDA FISICAMENTE-Ubicación en estadio/DISCAPACITADO-Protección Corrientemente, so pretexto de  la aplicación de reglamentaciones genéricas se discrimina por omisión a las personas discapacitadas. Adicionalmente, la existencia de prejuicios, actitudes de vergüenza, de temor supersticioso, de incomodidad o de intolerancia, impide en la práctica la integración y participación plena de los discapacitados en todos los ámbitos de la vida social. Frente a esta realidad social, el Estado está en la obligación de intervenir mediante la adopción de medidas en favor de los grupos segregados o discriminados, por expreso mandato constitucional. El derecho de estas personas al uso de la pista atlética se deriva directamente de su derecho a la igualdad de oportunidades en el acceso a la recreación y aprovechamiento del tiempo libre, en tanto no se adopten, por parte de la administración del estadio, las medidas para garantizar efectivamente el goce de los derechos constitucionales de las personas limitadas físicamente. Carece de objetividad y razonabilidad el hecho de que unas personas (las bastoneras) hagan parte del espectáculo y otras no (los discapacitados). Esta apreciación es subjetiva en la medida en que establece una condición física - belleza y juventud - como fundamento de un trato especial, mientras que no se valora a quienes por la Constitución tienen derecho a recibir un trato especial, debido a las limitaciones físicas que presentan y que les impiden el goce de sus derechos. Igualmente, carece de razonabilidad la diferenciación por el hecho de hacer o no parte del espectáculo, cuando bajo razones como estás pueden esconderse prejuicios sociales contra los limitados físicos y mentales, como sentimientos de incomodidad, conmiseración, vergüenza o desagrado. DISCRIMINACION POR OMISION DE TRATO ESPECIAL Diversas situaciones pueden constituir un acto discriminatorio contrario al derecho a la igualdad de los discapacitados. Por un lado, la conducta, actitud o trato, consciente o inconsciente, dirigido a anular o restringir sus derechos, libertades y oportunidades, sin justificación objetiva y razonable. Por otro, el acto discriminatorio consistente en una omisión injustificada en el trato especial a que tienen derecho los discapacitados, la cual trae como efecto directo su exclusión de un beneficio, ventaja u oportunidad. La existencia de una discriminación por omisión de trato más favorable supone que el juez verifique en la práctica diversos extremos: (1) un acto - jurídico o  de hecho - de una autoridad pública o de un particular, en los casos previstos en la ley; (2) la afectación de los derechos de personas con limitaciones físicas o mentales; (3) la conexidad directa entre el acto, positivo u omisivo, y la restricción injustificada de los derechos, libertades u oportunidades de los discapacitados. DERECHO A LA IGUALDAD-Vulneración/DISCRIMINACION-Prohibición La discriminación, en su doble acepción de acto o resultado, implica la violación del derecho a la igualdad. Su prohibición constitucional va dirigida a impedir que se coarte, restrinja o excluya el ejercicio de los derechos y libertades de una o varias personas, se les niegue el acceso a un beneficio o se otorgue un privilegio sólo a algunas, sin que para ello exista justificación objetiva y razonable. PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD/PRINCIPIO DE RAZONABILIDAD/IGUALDAD DE OPORTUNIDADES-Vulneración/ESTADIO PASCUAL GUERRERO El traslado de los discapacitados a la tribuna sur se presenta como una medida inútil e inapropiada para brindar seguridad a todos los participantes. Ella no reporta una mayor seguridad para nadie en particular sino que, por el contrario, aumenta los riesgos para un sector específico de los participantes, llamado precisamente a recibir un trato especial. Además de la ineptitud de la medida empleada para garantizar seguridad, tampoco se encuentra demostrado que ésta sea necesaria o indispensable. La decisión de traslado de los petentes es notoriamente desproporcionada respecto del fin buscado. El peligro claro y actual a que se  somete a este grupo humano a cuyos miembros se les ofrece como alternativa el acceso por una rampa que no cumple las especificaciones técnicas de seguridad, aunado a la permanencia en un lugar donde los riesgos se ven aumentados significativamente respecto de los existentes en otro (pista atlética), comporta un daño eventual mayor al presunto beneficio que se pretende alcanzar en materia de seguridad. La actuación acusada configura una violación del derecho a la igualdad de oportunidades, ya que con ellas se discrimina, sin justificación objetiva y razonable, a los peticionarios respecto de los demás espectadores cuando se les somete a mayores esfuerzos y riesgos para acceder al goce de un derecho constitucional. JULIO 5 DE 1995 Ref.: Expediente T-63500 Peticionario: REINALDO BOTERO BEDOYA (Defensor del Pueblo - Regional Cali en representación de 25 personas disminuidas físicamente) Magistrado Ponente: Dr. EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Temas: - Derecho a la igualdad y diferenciación positiva justificada - Protección especial de las personas con limitaciones físicas - Principios de razonabilidad y proporcionalidad La Sala Tercera de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Eduardo Cifuentes Muñoz, Carlos Gaviria Díaz y José Gregorio Hernández Galindo, ha pronunciado EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE  LA CONSTITUCION la siguiente S E N T E N C I A En el proceso de tutela T-63500, promovido por el señor Reinaldo Botero Bedoya, Defensor Regional del Pueblo, en representación de 25 personas disminuidas físicamente, contra los Clubes Deportivo Cali y América, la División Mayor del Fútbol Colombiano y el Fondo de Vigilancia y Seguridad del Municipio de Cali. ANTECEDENTES 1. Reinaldo Botero Bedoya, Defensor del Pueblo, Regional Cali, en representación de los señores ROSEMBERG ZAMORA, CLARA INES MEJIA, JOSE JAIR SARRIA y otras 22 personas más, limitadas físicamente, interpuso acción de tutela contra los Clubes Deportivo Cali y América, la División Mayor del Fútbol Colombiano (DIMAYOR) y el Fondo de Vigilancia y Seguridad del Municipio de Cali (VISECALI). Los hechos en que funda su petición son los siguientes: 1.1 Los peticionarios, personas con limitaciones físicas, aficionadas al fútbol, anteriormente ingresaban al estadio "Pascual Guerrero" de la ciudad de Cali por la puerta de maratón y eran ubicados sobre la pista atlética para presenciar los encuentros de fútbol. 1.2 Hace aproximadamente un año, las autoridades del estadio - clubes deportivos, DIMAYOR y VISECALI - decidieron reubicar a los limitados físicos y trasladarlos de la pista atlética a las graderías del estadio, parte sur. 1.3 La Defensoría del Pueblo, Regional Cali, elevó diversas peticiones a las entidades demandadas con el fin de que se reconsiderara la reubicación. Igualmente, practicó una visita a las instalaciones del estadio en la que pudo establecer lo siguiente: "A) Que el sitio por donde deben entrar los limitados físicos está precedido por una rampla tendida de aproximadamente 50 mts. que hace casi imposible la subida, aún con persona acompañante. "B) Que el lugar donde deben ubicarse (graderías de la parte sur del estadio) se encuentra muy cerca e inmediata a la puerta de entrada o salida y que por lo mismo, en caso de que se presente alguna emergencia que implique evacuación rápida del estadio, estas personas serían obstáculo e impedimento para otras que en su afán por salir las atropellarían ante la total indefensión en que se encontrarían por sus limitaciones de movimiento. "C) Contrario a lo anterior, la pista atlética donde estaban ubicados posee más espacio, lo que hace posible que éstas personas puedan, en caso de emergencia, manipular sus sillas y tratar de buscar protección en la cancha; además de no ser obstáculo para otras personas. "D) Según manifestación del Administrador del estadio, fuera de las personas que deben y pueden estar en la pista, por hacer parte del espectáculo, (jugadores, policía, comisario de campo, árbitros personal técnico y suplencia de los equipos) existe un grupo de particulares que como las bastoneras (en buen número) se les permite su permanencia en el lugar, que igualmente pueden ser obstáculo para la atención ágil de cualquier contingencia." 1.4 En respuesta a la solicitud de la Defensoría del Pueblo, el Director Ejecutivo de VISECALI manifestó que la decisión de trasladar a los limitados físicos hacia la tribuna sur del estadio Pascual Guerrero se adoptó con base en las siguientes consideraciones: "1. Por decisión de la DIMAYOR, cuando se presentan espectáculos públicos, especialmente partidos de fútbol, se prohibe la presencia de particulares sobre la pista de tartán y la parte adyacente a la misma, para facilitar de manera ágil la atención de cualquier evento que pueda presentarse y que ponga en peligro a los espectadores". "2. Igualmente, el espacio a que se hace referencia, queda habilitado para llevar a cabo la evacuación de personas y la utilización de equipo especializado cuando las circunstancias lo requieran. "3. Sobre las razones expuestas por los limitados físicos, se están analizando para buscarles la mejor solución, con el propósito de que estas personas puedan acceder fácilmente a la tribuna escogida para ellos y también que se les otorgue el mejor medio para una evacuación rápida de estas personas (sic)". 2. Según el actor, la decisión de las demandadas vulnera los derechos fundamentales a la igualdad, a la protección especial de los limitados físicos y de petición de sus representados. Manifiesta que al Estado le corresponde promover las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva, adoptar medidas en favor de grupos discriminados o marginados y proteger especialmente a las personas que por su condición económica, física o mental, se encuentran en circunstancias de debilidad manifiesta (CP art. 13). "Bajo estas perspectivas - sostiene -, los limitados físicos son objeto de discriminación cuando no se les tiene en cuenta en su situación física de inferioridad, respecto de otras personas y se les obliga a ubicarse en un sitio donde no solamente se les dificulta  y hace más penoso su acceso, sino donde sus vidas corren peligro en caso de alguna emergencia, por falta de espacio que erróneamente se ha considerado como el motivo para la no permanencia en la pista atlética del estadio". Por otra parte estima que, si a otros particulares en perfectas condiciones físicas (bastoneras) se les permite su ubicación en la pista atlética, no existe razón para discriminar a los limitados físicos, más aún cuando la Carta Política les garantiza una protección especial por parte del Estado. 3. Solicita, en consecuencia, que se ordene a las entidades demandadas permitir nuevamente la localización de los demandantes sobre la pista atlética del Estadio Pascual Guerrero. 4. El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cali, Sala de Decisión Penal, mediante sentencia del 9 de diciembre de 1994, concedió a los peticionarios la tutela de su derecho fundamental a la igualdad, y ordenó a los representantes de los Clubes Deportivo Cali y América, de la División Mayor del Fútbol Colombiano y del Fondo de Vigilancia y Seguridad del Municipio de Cali, tomar las medidas pertinentes para ubicarlos dentro de la malla de protección que rodea la cancha del estadio Pascual Guerrero cuando asistan a los partidos que allí se realicen. 4.1 El Tribunal de tutela reconoce la autoridad de la DIMAYOR, como máximo órgano rector del deporte profesional en el país, para fijar las normas que regulan el uso y funcionamiento de los estadios, en particular respecto de las personas que pueden permanecer durante los encuentros de balompié dentro de la malla que bordea el campo de fútbol. No obstante, puntualiza, dichas reglas deben sujetarse plenamente a la Constitución. 4.2 A juicio el fallador, "bajo el criterio de restringir la presencia de extraños en la zona aledaña al campo deportivo, no es válido desconocer el derecho inalienable de las personas en silla de ruedas a usar ese sector del Estadio, en razón de su condición física" 4.3 Para el Tribunal de instancia, es discriminatorio el trato dado a las personas limitadas con respeto al dispensado a las jóvenes bastoneras y fotógrafos de diarios, a quienes se les permite permanecer sobre la pista atlética, mientras que a las primeras se las desplaza a un sitio dentro del estadio que no sólo las somete a un esfuerzo mayor, sino que las expone a un peligro manifiesto. "El ingreso al estadio por una tendida rampa de cincuenta metros para llegar a la tribuna, de suyo representa un riesgo para quienes tienen que hacerlo en silla de ruedas. De hecho están sometidos a un grado de dificultad mayúsculo, por lo cual un descuido puede resultarles fatal". Además, estima que su presencia en las graderías del estadio los coloca en máximo grado de indefensión, ya que por su condición física carecen de aptitudes para resguardarse o protegerse en situaciones de anormalidad. "Tan objetiva realidad - dice - no puede ser minimizada ni desconocida en aras de una supuesta seguridad del espectáculo público, porque hiere y lesiona la verdad y deja maltrechos principios de humanidad". Es injusto, continúa el Tribunal, el trato discriminatorio dado a las personas que debiendo ser protegidas por la autoridad, contrariamente, resultan expuestas a un mayor peligro. La normas discriminatorias de la DIMAYOR no pueden prevalecer sobre los dictados de la Constitución. Es justamente por tener clausurada su opción de caminantes, sostiene el fallador, que los limitados físicos están destinados a permanecer en un mismo sitio, no siendo por tanto factor de perturbación. "Su sitio ha de ser por tanto junto a la gramilla, en el lugar público más seguro que existe dentro del estadio. Allí donde expresan y testimonian su admirable afán de vivir, como sacerdotes de la esperanza que son, como vendedores de fe en un mundo agobiado por el desprecio a la vida. Todos los necesitamos para que nos mejoren la idea sobre la vida". En relación al derecho de petición, la Sala no halló vulneración alguna, por cuanto encontró que las autoridades departamentales y municipales dieron respuesta oportuna a las solicitudes elevadas por la Defensoría del Pueblo. 5. La magistrada María Laurencia Muñoz Gutiérrez salvó el voto. Considera que la acción de tutela es improcedente, por cuanto el particular demandado no presta ningún servicio público. Igualmente, asegura que en el trámite de la acción se violó el debido proceso, ya que no se notificó a la DIMAYOR la iniciación del trámite de tutela, de forma que pudiera ejercer su derecho de defensa. 6. La DIMAYOR y los clubes deportivos América y Deportivo Cali, por medio de apoderado, apelaron la anterior decisión judicial. Manifestaron que la ubicación dada a las personas disminuidas físicamente obedecía  a directrices trazadas por la FIFA; que no se les había prohibido la entrada al estadio; y que, por consiguiente, no se vulneró el derecho a la igualdad. Impugnaron igualmente el fallo por considerar que se violó el derecho al debido proceso, al no darles a las entidades demandadas la posibilidad de ser oídas en el transcurso de la primera instancia. 7. La Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, mediante sentencia del 8 de febrero de 1995, revocó el fallo impugnado y denegó la tutela solicitada. La Corporación desecha la procedencia de la acción de tutela, con fundamento en el carácter de entidades privadas encargadas de la prestación de un servicio público que le atribuye erróneamente a las demandadas el fallador de primera instancia. Admite su procedencia por la situación de indefensión en que presuntamente se encuentran los petentes, en su calidad de limitados físicos, frente a los entes afectados por la tutela, aunque finalmente deniega la tutela. Tampoco existe, a juicio del Tribunal de segunda instancia, vulneración del derecho al debido proceso en el trámite de la acción, ya que no es imperativo para el juez de tutela notificar de su iniciación a los demandados, menos aún cuando a su juicio no es indispensable la práctica de pruebas en las que pudieran intervenir los entes demandados. Adicionalmente, considera que no se vulneró la garantía mencionada, ya que no se desconoció ninguno de los principios contenidos en el artículo 3º del Decreto 2591 de 1991, ni se impidió a los afectados ejercer su derecho de defensa mediante la impugnación. Según el Tribunal de segunda instancia, no existe violación del derecho a igualdad. Los argumentos que esgrime en apoyo de su decisión denegatoria de la tutela, son los siguientes: 7.1 A las personas minusválidas, no se les ha impedido el acceso al estadio en ningún momento. 7.2 Si la reglamentación propia del espectáculo del fútbol tiene establecido qué personas pueden permanecer en lugares aledaños a la cancha, y en aquélla no incluye a los limitados físicos, el que la administración del estadio haya permitido durante cierto tiempo su presencia en la pista atlética, no implica que tengan un derecho a ubicarse allí, más cuando existe una norma que lo prohibe. 7.3 Pese a que la utilización de la rampa exige un esfuerzo físico considerable para los discapacitados, ello no significa que se vulnere su derecho a la igualdad, pues no impide que puedan apreciar el espectáculo en las mismas condiciones que los demás aficionados. 7.4 El riesgo al que se exponen estas personas, tampoco vulnera su derecho a la igualdad, pues el peligro de ser atropellados en caso de presentarse un tumulto existe siempre que se hallen dentro del estadio, sin importar cual sea su ubicación. 7.5 La presencia de bastoneras, periodistas y suplentes en las inmediaciones de la cancha no es razón para permitir el ingreso de los peticionarios al mismo lugar, pues los primeros forman parte del espectáculo. 8. El magistrado Jorge Enrique Valencia salva parcialmente su voto, con base en las siguientes consideraciones: “En cualquier medio civilizado las personas limitadas merecen respeto y consideración y sus intereses superiores deben de estar por encima de normas discriminatorias que para tales supuestos fijan las autoridades del ramo, llámense como se llamen. No aquí, por supuesto, donde todo lo vemos con una inhumanidad muy humana. Es útil querer forzar las cosas. La seguridad del espectáculo público - una de las razones aducidas - puede ser controlada a través de mecanismos de carácter policivo sometiendo a los limitados - al fin y a la postre, seres humanos - a las requisas de rigor. ¿Que más se quiere?” “Cualquiera entiende - por lo demás - que el declive a que aquí se hace referencia con la rampa y su longitud presuponen - quiérase o no - un esfuerzo adicional a dichas personas con los riesgos y peligros que ello acarrea dada su precaria condición física. Esto sin contar con las eventualidades de la inseguridad misma y la cultura de la violencia que se vive en nuestros estadios y del temperamento de los más”. “Yo no diviso razones jurídicas de peso para negar a estos ciudadanos colombianos su presencia en la pista atlética. ¡Que rebuscada y frenética es la vida! Hegel llamaba a esto las impurezas de la realidad”. FUNDAMENTOS JURIDICOS Procedencia de la acción de tutela contra los particulares demandados 1. La acción de tutela se interpuso contra tres entidades particulares - Clubes "Deportivo Cali" y "América" y DIMAYOR -, y contra el Municipio de Cali, representado en el Fondo de Vigilancia y Seguridad. Mientras que la procedencia de la acción de tutela, en principio, no presenta dudas respecto de la autoridad pública mencionada, su utilización contra particulares sólo es admisible en las hipótesis previstas en la ley (D. 2591 de 1991, art. 42). El Tribunal de primera instancia esgrime como razón para la procedencia de la acción de tutela que las entidades particulares prestan un servicio público. El Tribunal de tutela en segunda instancia rechaza la anterior aseveración, y funda la procedencia en la situación de indefensión de los petentes, dada su calidad de limitados físicos, frente a los entes demandados. Para la Corte, la explotación del espectáculo del fútbol no constituye un servicio público, como tampoco la mera condición de persona con limitaciones físicas es suficiente para afirmar la existencia de una situación de indefensión. El estado de indefensión se manifiesta cuando la persona ofendida por la acción u omisión del particular se encuentra inerme o desamparada, es decir, sin medios físicos o jurídicos de defensa o con medios y elementos insuficientes para resistir o repeler la vulneración o amenaza de su derecho fundamental[1]. El juez de tutela debe apreciar los hechos y las circunstancias del caso a fin de establecer si se presenta la indefensión a que se refieren los numerales 4 y 9 del artículo 42 del Decreto 2591 de 1991, para que proceda la acción de tutela contra particulares. 2. La División Mayor del Fútbol Colombiano, DIMAYOR, es una organización de carácter privado, cuya finalidad es la promoción y realización de espectáculos de fútbol. En su calidad de organizador de estos eventos, debe procurar el cumplimiento de las medidas de seguridad para los participantes y espectadores (COLDEPORTES, Resolución 01330 del 28 de julio de 1986, art. 39). Con dicho fin, este organismo particular dicta disposiciones sobre el uso debido del espacio público durante la celebración de partidos de fútbol, en consonancia con la normatividad internacional expedida por la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA). Por su parte, los clubes deportivos son organismos de derecho privado que cumplen funciones de interés público y social, y tienen la finalidad de fomentar la práctica del deporte y desarrollar actividades cívicas y sociales (D.L 2845 de 1984, art. 10). Como eventuales administradores de las instalaciones deportivas, los clubes deben adoptar las medidas necesarias para garantizar la seguridad durante los eventos deportivos. No obstante, corresponde primariamente a las autoridades públicas, "ejercer la vigilancia y control de los espectáculos públicos que se realicen en los escenarios deportivos, con el fin de mantener eficientemente la paz y la armonía social" (Ley 16 de 1991). 3. Las normas expedidas por las organizaciones particulares que promueven y dirigen el espectáculo del fútbol, son de naturaleza privada. Frente a estas disposiciones, el ordenamiento jurídico no tiene previstas acciones o medios de defensa judicial - acciones de nulidad o de inconstitucionalidad -, que permitan su control y aseguren la protección de los derechos de sus destinatarios o de terceros. Es así como, las personas afectadas por el contenido de estas directrices de carácter privado, se encuentran en relación de indefensión frente a las organizaciones privadas que las expiden, circunstancia que legítima el ejercicio de la acción de tutela (D. 2591 de 1991, art. 4). Nulidad saneable en el trámite de tutela 4. Las entidades particulares demandadas, en la impugnación del fallo del Tribunal Superior de Cali, adujeron la violación del derecho de defensa, debido a que no se les notificó la interposición de la acción de tutela, no pudiendo participar en el trámite de la primera instancia. La Corte Suprema de Justicia sostiene la inexistencia de una violación del derechos al debido proceso, porque el decreto reglamentario de la tutela, en parte alguna, ordena al juez de instancia que notifique a la parte demandada, más aún cuando la presencia de ésta no es requerida para la práctica de pruebas o la verificación de la violación del derecho fundamental. En repetidas oportunidades[2], esta Corporación ha precisado que en el trámite de la acción de tutela debe atenderse a los principios generales del proceso, entre los que se encuentran los principios de publicidad, de defensa y de contradicción (CP art. 29). La naturaleza preferente y sumaria del proceso de tutela no tiene el alcance de anular los principios medulares del proceso. De llegarse a este extremo, se sacrificarían derechos constitucionales en aras de la protección de otros derechos de igual jerarquía, lo cual no sólo entraña un contrasentido sino que es contrario a la finalidad del proceso y al valor de la justicia. En este orden de ideas, el Tribunal de primera instancia ha debido notificar a las entidades particulares acerca de la interposición de la acción de tutela instaurada en su contra. Al no hacerlo, incurrió en una nulidad en el trámite judicial. No obstante, como también lo ha sostenido la Corte en ocasiones anteriores, se trata en este caso de una nulidad saneable, v.gr. mediante la intervención oportuna en el proceso, de la parte afectada[3]. En el presente caso, esta circunstancia, en efecto, aconteció, cuando los entes afectados por la tutela interpusieron el respectivo recurso de apelación, en el que sustentan su inconformidad frente al fallo y plantean los argumentos por los que, a su parecer, no se vulneró el derecho a la igualdad de los peticionarios. Bajo estas condiciones, resulta manifiesto que la nulidad procesal por falta de notificación fue saneada por la propia actuación de la parte demandada, razón por la que no se justifica la declaratoria de nulidad del tramite de tutela en sede de revisión. Actuación discriminatoria 5. Los actores sostienen que la decisión de trasladarlos de la pista atlética a la tribuna sur del estadio "Pascual Guerrero", viola sus derechos fundamentales a la igualdad y a la protección especial de las personas con limitaciones físicas. La medida cuestionada fue adoptada por las entidades demandadas en calidad de arrendatarias de las instalaciones deportivas, en cumplimiento de las normas reglamentarias de la Dimayor sobre la organización y el control de partidos de fútbol. El estadio "Pascual Guerrero" es de propiedad de la Junta Seccional de Deporte de Cali, unidad administrativa especial del orden nacional (Ley 49 de 1983, art. 2). Su administración económica y deportiva corresponde a la misma Junta (Ley 49 de 1983, art. 5). La vigilancia del uso y funcionamiento del Estadio, involucra a diferentes entidades. Por una parte, el Instituto Colombiano del Deporte (COLDEPORTES), tiene como atribución "fijar las políticas sobre espectáculos deportivos a nivel nacional, y ejercer  el control de tutela sobre todos los entes constituidos para tales fines (Ley 49 de 1983, art. 28). Por otra parte, las Juntas Seccionales de Deporte, como administradoras de las instalaciones deportivas, deben tomar las medidas requeridas para garantizar la salubridad y seguridad de espectadores y participantes (COLDEPORTES, Resolución 01330 de 1986). Si bien el Instituto, a través de las Juntas Seccionales, tiene la obligación de vigilar el cumplimiento de las normas sobre seguridad (Ley 16 de 1991, artículo 5), los particulares, arrendatarios u organizadores de espectáculos, deben acogerse a ellas y velar por su cumplimiento, con la colaboración de la Policía. A la luz de la anterior normatividad, la decisión que se acusa de discriminatoria provino de las entidades particulares, arrendatarias del estadio "Pascual Guerrero" (Clubes "Deportivo Cali" y "América") y organizadoras del espectáculo (DIMAYOR), y se adoptó con la finalidad de garantizar una mayor seguridad para los participantes y espectadores, entre ellos los propios solicitantes de tutela. Administración del espacio público y derechos de las personas limitadas 6. Es deber del Estado velar por la protección de la integridad del espacio público y por su destinación al uso común, el cual prevalece sobre el interés particular (CP art. 82). Se entiende por espacio público el conjunto de bienes inmuebles públicos y elementos arquitectónicos y naturales de los inmuebles privados, destinados por su naturaleza, por su uso o por su afectación, a la satisfacción de las necesidades urbanas colectivas, como las áreas para la recreación pública (Ley 09 de 1989, art. 5). La entrega en arrendamiento a personas naturales o jurídicas de carácter privado de instalaciones públicas destinadas a la recreación y al deporte para la realización de determinados eventos, no sustrae a los estadios la calidad de áreas de "espacio público". Ahora bien, en el uso o administración del espacio público, las autoridades o los particulares, deben propender no sólo la protección de su integridad y la destinación al uso común, sino además la protección de todas las personas residentes en el país (CP art. 2), en especial de aquellas discriminadas, marginadas o en condiciones de debilidad manifiesta, mediante la adopción de medidas en su favor (CP art. 13). 7. Precisamente la anterior finalidad inspira la normatividad sobre accesibilidad a edificaciones (Resolución 14861 del 4 de octubre de 1985), expedida por el Ministerio de Salud en desarrollo de las facultades concedidas por la Ley 9 de 1979. La referida resolución dispone que los espacios y ambientes públicos - entre los que se cuentan los establecimientos industriales, de trabajo, de salud, educativos, religiosos, carcelarios, cuartelarios, de vivienda temporal (hoteles, moteles, campamentos, etc.), de servicios públicos, comerciales y de diversión o recreación pública (unidades y complejos deportivos) -, "deben adecuarse, diseñarse y construirse de manera que se facilite el acceso y tránsito de la población en general y en especial de las personas con movilidad reducida, temporal o permanente, o cuya capacidad de orientación se encuentra disminuida por edad, analfabetismo, incapacidad o enfermedad" (ibid., art. 3). Por accesibilidad se entiende "la condición que permite en cualquier espacio o ambiente interior o exterior, el fácil desplazamiento de la población en general y el uso en forma confiable y segura de los servicios instalados en esos ambientes" (ibid., art. 6). En cuanto a las rampas de acceso a puentes peatonales, por ejemplo, la citada resolución establece en su artículo 39 que éstas deberán cumplir con los siguientes requisitos: ancho mínimo: 0.90 metros; pendiente máxima: 14%; máxima longitud de tramo de rampa: 9.00 metros; descanso de rampa: 1.10 metros de largo; pasamanos colocados a 0.90 metros y a 0.50 metros en toda su longitud, con prolongación en los extremos, de 0,30 metros paralelos al piso. La destinación del espacio público al uso común, incluye la garantía de acceso al mismo para toda la población. La finalidad de facilitar el desplazamiento y el uso confiable y seguro del espacio público por parte de las personas, en especial de aquéllas limitadas físicamente, impone la toma de medidas especiales para asegurar dicho acceso y permanencia. Los discapacitados en la Constitución y en el derecho internacional 8.  El Constituyente no fue ajeno a la situación de marginalidad y discriminación a la que históricamente han sido expuestas las personas disminuidas física, sensorial o psíquicamente. Es así como la Carta Política consagra derechos fundamentales y derechos prestacionales en favor de los discapacitados. La igualdad de oportunidades y el trato más favorable (CP art. 13), son derechos fundamentales, de aplicación inmediata (CP art. 85), reconocidos a los grupos discriminados o marginados y a las personas que por su condición económica, física o mental se encuentran en circunstancias de debilidad manifiesta. De otra parte, los discapacitados gozan de un derecho constitucional, de carácter programático (CP art. 47), que se deduce de la obligación  estatal de adoptar una política de previsión, rehabilitación e integración social. 9. El derecho a la igualdad de oportunidades trasciende la concepción formal de la igualdad ante la ley. Tiene en cuenta las diferencias naturales o sociales como factores relevantes para determinar el trato a que tienen derecho determinadas personas o grupos. En relación con los discapacitados, la igualdad de oportunidades es un objetivo, y a la vez un medio, para lograr el máximo disfrute de los demás derechos y la plena participación en la vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación (CP art. 2). La igualdad de oportunidades es, por consiguiente, un derecho fundamental mediante el que se "equipara" a las personas en inferioridad de condiciones, para garantizarles el pleno goce de sus derechos. Los derechos específicos de protección especial para grupos o personas, a diferencia del derecho a la igualdad de oportunidades, autorizan una "diferenciación positiva justificada" en favor de sus titulares. Esta supone el trato más favorable para grupos discriminados o marginados y para personas en circunstancias de debilidad manifiesta (CP art. 13). 10. Según la Organización Mundial de la Salud, más de 500 millones de personas, o sea el l0% de la población total, sufre de algún tipo de discapacidad. En la mayoría de los países un 25% de la población total se ve afectada por la presencia de incapacidades[4]. Este problema afecta en su conjunto a toda sociedad, no sólo por sus dimensiones sino por la situación de discriminación y marginación en que viven los discapacitados, debido a la existencia de barrera físicas y sociales que impiden su participación plena y su integración en la comunidad. Cuando el sistema educativo, las actividades culturales y deportivas, el transporte, los edificios públicos, etc., no contemplan la situación singular de los discapacitados, se propicia su exclusión de los beneficios del progreso y su virtual destierro de la vida comunitaria. Las ciudades diseñadas bajo el paradigma de la persona sana, en pleno uso de sus capacidades, son estructuras físicas de negación y discriminación para los discapacitados que, al no ser tomadas en cuenta en el diseño y funcionamiento de los espacios, ven agravada su situación de aislamiento y de rechazo, así como reforzados los prejuicios sociales en su contra. Consciente de esta situación, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó en 1975 la Declaración de los Derechos de los Impedidos. Este instrumento busca que los discapacitados reciban un trato igualitario y tengan servicios que les aseguren el máximo desarrollo de sus aptitudes y les faciliten su integración social. En relación con su derecho a participar plenamente en la vida social, la mencionada Declaración dispone: "Artículo 8. El impedido tiene derecho a que se tengan en cuenta sus necesidades particulares en todas las etapas de la planificación económica y social". "Artículo 9. El impedido tiene derecho a ... participar en todas las actividades sociales, creadoras o recreativas. ... "Artículo 10. El impedido debe ser protegido contra toda explotación, toda reglamentación o todo trato discriminatorio, abusivo o degradante". 11. No es ajeno a la Corte que el proceso de diseño y reconstrucción de la infraestructura física de las ciudades con miras al cubrimiento de las necesidades de las personas con limitaciones físicas y mentales, amerita cuantiosas inversiones, que deberán efectuarse gradualmente. No obstante, mientras la planeación y la ejecución de proyectos arquitectónicos de dimensión "humana" se convierte en realidad, las autoridades públicas deben contribuir a la eliminación de las barreras jurídicas y culturales que refuerzan la discriminación en contra de los discapacitados. En efecto, corrientemente, so pretexto de  la aplicación de reglamentaciones genéricas se discrimina por omisión a las personas discapacitadas. Adicionalmente, la existencia de prejuicios, actitudes de vergüenza, de temor supersticioso, de incomodidad o de intolerancia, impide en la práctica la integración y participación plena de los discapacitados en todos los ámbitos de la vida social. Frente a esta realidad social, el Estado está en la obligación de intervenir mediante la adopción de medidas en favor de los grupos segregados o discriminados, por expreso mandato constitucional (CP art. 13). La protección estatal de las personas limitadas física o psíquicamente (CP arts. 13 y 47), debe abarcar una pluralidad de acciones de prevención y de favorecimiento - diferenciación positiva justificada - , con miras a impedir que las actuales estructuras físicas, jurídicas, culturales, en las que se omite o desestima la situación especial de los discapacitados, refuercen y perpetúen el trato discriminatorio al cual han estado históricamente sometidos. Actos discriminatorios por omisión de trato especial 12. Diversas situaciones pueden constituir un acto discriminatorio contrario al derecho a la igualdad de los discapacitados. Por un lado, la conducta, actitud o trato, consciente o inconsciente, dirigido a anular o restringir sus derechos, libertades y oportunidades, sin justificación objetiva y razonable. Por otro, el acto discriminatorio consistente en una omisión injustificada en el trato especial a que tienen derecho los discapacitados, la cual trae como efecto directo su exclusión de un beneficio, ventaja u oportunidad. La Corte se ha referido anteriormente al fenómeno social de la discriminación en los siguientes términos: "La discriminación, en su doble acepción de acto o resultado, implica la violación del derecho a la igualdad. Su prohibición constitucional va dirigida a impedir que se coarte, restrinja o excluya el ejercicio de los derechos y libertades de una o varias personas, se les niegue el acceso a un beneficio o se otorgue un privilegio sólo a algunas, sin que para ello exista justificación objetiva y razonable.  (...) "El acto discriminatorio es la conducta, actitud o trato que pretende - consciente o inconscientemente - anular, dominar o ignorar a una persona o grupo de personas, con frecuencia apelando a preconcepciones o prejuicios sociales o personales, y que trae como resultado la violación de sus derechos fundamentales. "Constituye un acto discriminatorio, el trato desigual e injustificado que, por lo común, se presenta en el lenguaje de las normas o en las prácticas institucionales o sociales, de forma generalizada, hasta confundirse con la institucionalidad misma, o con el modo de vida de la comunidad, siendo contrario a los valores constitucionales de la dignidad humana y la igualdad, por imponer una carga, no exigible jurídica ni moralmente, a la persona . "El acto de discriminación no sólo se concreta en el trato desigual e injustificado que la ley hace de personas situadas en igualdad de condiciones. También se manifiesta en la aplicación de la misma por las autoridades administrativas cuando, pese a la irrazonabilidad de la diferenciación, se escudan bajo el manto de la legalidad para consumar la violación del derecho a la igualdad"[5]. La existencia de una discriminación por omisión de trato más favorable supone que el juez verifique en la práctica diversos extremos: (1) un acto - jurídico o  de hecho - de una autoridad pública o de un particular, en los casos previstos en la ley; (2) la afectación de los derechos de personas con limitaciones físicas o mentales; (3) la conexidad directa entre el acto, positivo u omisivo, y la restricción injustificada de los derechos, libertades u oportunidades de los discapacitados. Tesis de los Tribunales de tutela en torno a la presunta discriminación 13. La Sala de Decisión Penal del Tribunal Superior de Cali considera que se viola el derecho a la igualdad por tres razones: (1) la restricción a la presencia de extraños en la pista atlética no es un fundamento válido para desconocer el derecho inalienable de los discapacitados a usar ese sector; (2) el trato diverso otorgado a las bastoneras o fotógrafos  - a quienes se les permite la presencia en el sector -, y a los discapacitados - a quienes se les prohibe y se les localiza en la tribuna con los consiguientes riesgos y dificultades -, es discriminatorio; y, (3) la reubicación implica mayores cargas y riesgos, lo cual no puede desconocerse en aras de una supuesta seguridad, ya que se lesionan la verdad y los principios de humanidad. 14. Por su parte, la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia estima que no se viola el derecho a la igualdad con base en las siguientes consideraciones: (1) a los peticionarios no se les ha impedido en ningún momento el acceso al estadio; (2) si el reglamento no incluye a los discapacitados como personas que pueden permanecer en la pista atlética y la administración del estadio les permitió en el pasado permanecer allí, ello no implica que tengan derecho a ubicarse en dicho lugar; (3) la utilización de la rampa, pese al esfuerzo exigido, no viola la igualdad, ya que los discapacitados pueden apreciar el espectáculo en las mismas condiciones que los demás; (4) el riesgo a que se exponen no vulnera la igualdad, ya que éste existe por el hecho de entrar al estadio, con independencia del lugar en que su ubiquen; (5) el trato diferente dado a los peticionarios y a las bastoneras o a los fotógrafos, se justifica porque los segundos sí hacen parte del espectáculo mientras que los primeros no. Vulneración del derecho a la igualdad 15. Según el tribunal de primera instancia la restricción a particulares de situarse en la pista atlética no prima sobre el derecho inalienable de los discapacitados, aficionados al fútbol, a permanecer en ése sector. Para el tribunal de segunda instancia, la autorización pretérita no crea un derecho al uso de la pista atlética, contrario a la reglamentación que determina el grupo de personas autorizadas a permanecer en el sector. Un derecho de los discapacitados a utilizar el espacio adyacente a la cancha de fútbol, sólo podría deducirse del derecho más abstracto a la igualdad de oportunidades y a la protección especial por las condiciones de debilidad manifiesta, en caso de imposibilidad o inexistencia de medidas alternativas que garanticen el pleno disfrute de sus derechos. De ser posible la adopción de otras medidas que aseguren el goce efectivo de los derechos a la recreación y al aprovechamiento del tiempo libre (CP art. 52), en igualdad de oportunidades a la de las demás personas, esto es, sin riesgos o esfuerzos adicionales y siempre que dichas medidas no menoscaben el derecho de los discapacitados a un trato especial, no podría sostenerse la existencia de un presunto derecho "inalienable" al uso del sector. No obstante, como acertadamente señala el Tribunal de primera instancia, las reglas que regulan el uso y funcionamiento de los estadios expedidas por los particulares autorizados para la realización de espectáculos deportivos, deben sujetarse a la Constitución y a la ley. En la formulación y aplicación de dichas normas, los particulares no pueden olvidar que la regulación del espacio público debe asegurar su destinación al uso común (CP art. 82), lo cual sólo se logra si se da cumplimiento a las normas sobre accesibilidad a los ambientes y espacios públicos, en especial para las personas con movilidad reducida, temporal o permanente. El espacio público, en este caso las instalaciones o centros deportivos, no estaría destinado al uso común, de no adoptar la administración del estadio las medidas necesarias para dar acceso, según sus condiciones especiales y en igualdad de oportunidades, a los discapacitados. En este sentido, es equivocada la afirmación del tribunal de segunda instancia, para el cual "a los peticionarios no se les ha impedido el acceso al estadio", ya que como ha quedado plenamente demostrado en el expediente, el acceso al sitio destinado para ellos implica un esfuerzo físico adicional y un peligro, circunstancias éstas singularmente gravosas que no están obligados a soportar. El derecho de estas personas al uso de la pista atlética se deriva directamente de su derecho a la igualdad de oportunidades (CP art. 13) en el acceso a la recreación y aprovechamiento del tiempo libre (CP art. 52), en tanto no se adopten, por parte de la administración del estadio, las medidas para garantizar efectivamente el goce de los derechos constitucionales de las personas limitadas físicamente. 16. Mientras que para la Sala Penal del Tribunal Superior de Cali se discrimina a los discapacitados frente a otros particulares (bastoneras), a quienes sí se les permite actuar en el lugar, para la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia la discriminación no existe porque los segundos "hacen parte del espectáculo", no así los primeros. Para que un trato diferente dado a personas colocadas en la misma situación no sea discriminatorio, debe existir un criterio objetivo y razonable que lo justifique. Las normas reglamentarias que prohiben la presencia de particulares en el sector entre la cancha de fútbol y la malla de seguridad, no establecen diferencias entre los particulares, salvo en el caso del personal técnico, los comisarios de campo y los fotógrafos o camarógrafos autorizados. En consecuencia, carece de objetividad y razonabilidad el hecho de que unas personas (las bastoneras) hagan parte del espectáculo y otras no (los discapacitados). Esta apreciación es subjetiva en la medida en que establece una condición física - belleza y juventud - como fundamento de un trato especial, mientras que no se valora a quienes por la Constitución tienen derecho a recibir un trato especial, debido a las limitaciones físicas que presentan y que les impiden el goce de sus derechos. Igualmente, carece de razonabilidad la diferenciación por el hecho de hacer o no parte del espectáculo, cuando bajo razones como estás pueden esconderse prejuicios sociales contra los limitados físicos y mentales, como sentimientos de incomodidad, conmiseración, vergüenza o desagrado. 17. A juicio del fallador de primera instancia, con base en una supuesta seguridad no puede llevarse a cabo una reubicación que implica mayores cargas y riesgos para los petentes. Por el contrario, el tribunal de tutela de segunda instancia sostiene que el mayor esfuerzo exigido por la utilización de la rampa no viola el derecho a la igualdad, ya que los discapacitados tienen la posibilidad de apreciar el espectáculo en las mismas condiciones que los demás Por otra parte, añade que el riesgo a que se exponen los actores existe por el sólo hecho de ingresar al estadio, con independencia del lugar donde se localicen. Analizadas las razones del Tribunal de segunda instancia que le llevan a concluir que no existe violación del derecho a la igualdad, se observa que la primera incurre en petición de principio, mientras que la segunda es falsa. En efecto, el fallador da por demostrado lo que tiene que probar al afirmar que los discapacitados tienen la posibilidad de apreciar el espectáculo en las mismas condiciones que los demás. Tienen, en efecto, la misma posibilidad ? Sí la tienen, se podría afirmar, siempre y cuando superen la rampa de acceso al lugar destinado para ellos en la tribuna sur. Pero, para hacerlo, en parte debido a su diseño - rampa tendida de cincuenta metros, sin descansos cada nueve (9) metros como lo exigen las reglas técnicas respectivas -, deben arriesgar su integridad física e incluso su vida, lo que no acontece para las personas que tienen pleno uso de sus capacidades físicas; ergo, los petentes no tienen las mismas posibilidades. Por otra parte, es contrario a la realidad de los hechos la afirmación de que los riesgos son los mismos a los que se exponen todos por el sólo hecho de entrar al estadio. Esta aseveración ignora la diversidad de riesgos que se pueden presentar en la situación descrita por los actores. Si bien el riesgo genérico, connatural a las congregaciones públicas o espectáculos de masas, es uno mismo para todos los participantes, otros son los riesgos de lesiones por existencia o no de accesos y salidas apropiados para las características de ciertos participantes. El ingreso y egreso por una superficie plana (puerta de maratón) no conlleva el mismo riesgo para los discapacitados, que el que implica el acceso por superficie inclinada. Tampoco están expuestos a los mismos peligros de tumulto o estampida los discapacitados localizados en una tribuna, que cuando permanecen sobre un espacio tendido, cuyo acceso está flanqueado o restringido para la turba gracias a una malla de seguridad. Demostrada la existencia de una cota mayor de riesgo y dificultad de entrada y salida al estadio para los discapacitados, debe establecerse, finalmente, si esta mayor exigencia o carga a un grupo de personas se justifica en aras de brindar seguridad para la mayoría. 18.  La seguridad de los participantes y espectadores es una finalidad legítima de las normas sobre el uso de los estadios y la organización y funcionamiento de los espectáculos deportivos. Sin embargo, no es constitucionalmente irrelevante el medio utilizado para alcanzar dicha finalidad. En el caso de la seguridad de los asistentes a los encuentros de fútbol que se celebran en el estadio Pascual Guerrero, bien podía la administración del estadio en cabeza de órganos como la DIMAYOR o de los clubes deportivos, establecer reglas sobre el uso de las instalaciones y del espacio disponible dentro del estadio. Pero al hacerlo debe tener en cuenta los derechos e intereses de los potenciales participantes, en especial de aquellos que, de conformidad con las declaraciones internacionales y las normas constitucionales y legales, deben recibir un trato especial con miras a garantizarles su plena participación en la vida social y cultural. Se objeta en el proceso la decisión de traslado de los peticionarios, en su condición de personas limitadas físicamente,  de la pista atlética a la tribuna sur del estadio, cuyo acceso está constituido por una rampa tendida de aproximadamente 50 metros de longitud. El medio escogido para brindar seguridad a los participantes y espectadores, ha sido la reubicación de los discapacitados. No obstante, la Corte considera que la medida adoptada es desproporcionada, ya que no parece apropiada, necesaria ni equilibrada para la satisfacción del interés general. En efecto, el traslado de los discapacitados a la tribuna sur se presenta como una medida inútil e inapropiada para brindar seguridad a todos los participantes. Ella no reporta una mayor seguridad para nadie en particular sino que, por el contrario, aumenta los riesgos para un sector específico de los participantes, llamado precisamente a recibir un trato especial. Además de la ineptitud de la medida empleada para garantizar seguridad, tampoco se encuentra demostrado que ésta sea necesaria o indispensable por no existir otro medio menos restrictivo de los derechos de los discapacitados. La administración del estadio había podido, sin dificultades mayores o cuantiosas inversiones, adoptar otras medidas idóneas para reubicar a los petentes, de modo que se observaran las especificaciones sobre accesibilidad a las edificaciones públicas y no se los expusiera a un riesgo y a un esfuerzo adicionales a aquellos que debían soportar, atendida su condición de personas limitadas físicamente. Por último, la decisión de traslado de los petentes es notoriamente desproporcionada respecto del fin buscado. El peligro claro y actual a que se  somete a este grupo humano a cuyos miembros se les ofrece como alternativa el acceso por una rampa que no cumple las especificaciones técnicas de seguridad, aunado a la permanencia en un lugar donde los riesgos se ven aumentados significativamente respecto de los existentes en otro (pista atlética), comporta un daño eventual mayor al presunto beneficio que se pretende alcanzar en materia de seguridad. La actuación acusada configura una violación del derecho a la igualdad de oportunidades, ya que con ellas se discrimina, sin justificación objetiva y razonable, a los peticionarios respecto de los demás espectadores cuando se les somete a mayores esfuerzos y riesgos para acceder al goce de un derecho constitucional. D E C I S I O N En mérito de lo expuesto, la Sala Tercera de Revisión, R E S U E L V E: PRIMERO.- REVOCAR la sentencia del 8 de febrero de 1995, proferida por la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal. SEGUNDO.- CONFIRMAR la sentencia del 9 de diciembre de 1994, proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cali, Sala de Decisión Penal. TERCERO.- LIBRESE comunicación al mencionado Tribunal, con miras a que se surta la notificación de esta providencia, según lo establecido en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado Ponente CARLOS GAVIRIA DIAZ Magistrado JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General (Sentencia aprobada por la Sala Tercera de Revisión, en la ciudad de Santa Fe de Bogotá, D.C., a los cinco (5) días del mes de julio de mil novecientos noventa y cinco (1995) ). [1]Corte Constitucional. Sentencia T-161 de 1993. MP Dr. ANTONIO BARRERA CARBONELL, Sentencia T-  290 de 1993. MP Dr.  JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO [2]Corte Constitucional. Sentencias T-146/93 MP Dr. JORGE ARANGO MEJIA. AUTO SALA PLENA No 12 de 1995 MP. Dr. JORGE ARANGO MEJIA. [3]Corte Constitucional. Sentencia T-206 de 1995. MP JORGE ARANGO MEJIA [4]Naciones Unidas. Los derechos humanos y las personas discapacitadas, por Leandro Despouy. Nueva York, 1993 [5]Corte Constitucional. Sentencia T-098 de 1994. MP EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
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T-289-95 Sentencia No Sentencia No. T-289/95 NEGLIGENCIA DE LAS PARTES La acción de tutela es improcedente cuando se interpone como mecanismo para remediar la negligencia de las partes en un proceso. PROCESO POLICIVO/LITISCONSORCIO NECESARIO/INSPECTOR DE POLICIA-Actuación irregular Se daban todos los supuestos de hecho exigidos por el artículo 51 del C.P.C., para que la inspectora pudiera de oficio integrar al contradictorio concediendo a la comunidad religiosa la calidad de litisconsorte necesario. En el mencionado artículo del ordenamiento procesal civil, aplicable al proceso de policía, se establece que la figura del litisconsorcio necesario se presenta siempre que "la cuestión litigiosa haya de resolverse de manera uniforme para todos los litisconsortes". ACCION DE TUTELA CONTRA INSPECTOR DE POLICIA Al entrar a decidir aspectos concernientes al fondo de la Resolución, la Inspectora, se arrogó las competencias de su superior jerárquico, obrando por fuera de todo marco legal y obedeciendo a su simple voluntad. Con esto, vulneró el derecho de acceso a la justicia de las partes trabadas en la querella pues impidió que una Corporación de mayor jerarquía pudiera pronunciarse sobre el fondo del proceso policivo, saneándolo si hubiera sido del caso. Este proceder vulneró así mismo el derecho fundamental al debido proceso de las partes por la pretermisión de "las formas propias de cada juicio" y del principio de la doble instancia. QUERELLA DE AMPARO A LA POSESION-Normas aplicables/CODIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL-Aplicación en procesos policivos Las normas de policía que establecen el procedimiento a seguir en la querella de amparo a la posesión no son exhaustivas. En la medida en que se trata de un proceso civil de policía, análogo en estructura a los procesos seguidos ante los jueces civiles, las normas especiales del Código Nacional de Policía y del Código de Policía de Bogotá deben completarse con las disposiciones pertinentes del Código de Procedimiento Civil, con el fin de hacer efectivos los derechos fundamentales al debido proceso y a la defensa de las partes trabadas en este tipo de litigios.  El tramite de los recursos susceptibles de ser impetrados contra las decisiones de policía se encuentra sumariamente reglado en el Código de Policía, razón por la cual se hace necesario acudir al Código de Procedimiento Civil, para integrar el régimen normativo que garantice el debido proceso de las partes en dicho proceso. Es el caso del régimen aplicable al recurso de apelación. INSPECTOR DE POLICIA-Irregularidades/NULIDAD SANEABLE-Declaratoria de oficio/DEBIDO PROCESO-Vulneración por actuación de inspector de policía Con la declaratoria de oficio de nulidades saneables, la autoridad policiva violó el derecho al debido proceso de las partes envueltas en la querella policiva, como quiera que irrespetó las formas propias del proceso policivo que en punto a nulidades se encuentran reguladas en el C. de P.C. En este caso, la actuación de la autoridad de policía carece de fundamento objetivo. No existe en el ordenamiento jurídico ninguna norma que le permita declarar, tal como lo hizo, la nulidad de oficio por las causales antes anotadas. Así mismo, ni las partes afectadas por el acto declarado nulo, ni el Ministerio Público, la impulsaron a declarar la nulidad de un acto dictado 9 meses antes de tal declaratoria, lo que permite pensar a esta Sala que la funcionaria actuó sometida exclusivamente a los mandatos de su voluntad. Y por último, la declaratoria de nulidad de la resolución en cuestión, tuvo como efecto la vulneración del debido proceso de las partes interesadas en el asunto de fondo sometido a la instancia policiva, al desconocer las formas propias del proceso policivo. COMUNIDAD RELIGIOSA-Violación de derechos Al expedir el auto y la resolución, la Inspección vulneró el derecho fundamental al debido proceso de la comunidad religiosa. JULIO 5 DE 1995 REF: Expediente T-65117 Actor: EVELIA MARÍA LÓPEZ JIMÉNEZ - MISIONERAS DE SANTA ROSA DE LIMA - Magistrado Ponente: Dr. EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Tema: - Debido proceso y procesos de policía La Sala Tercera de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Eduardo Cifuentes Muñoz, Carlos Gaviria Díaz y José Gregorio Hernández Galindo, ha pronunciado EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO  DE LA CONSTITUCIÓN la siguiente S E N T E N C I A En el proceso de tutela T-65117 adelantado por la Hermana EVELIA MARÍA LÓPEZ JIMÉNEZ, actuando en nombre y representación de la comunidad religiosa MISIONERAS DE SANTA ROSA DE LIMA, contra Martha Ligia Jaramillo vda. de Suárez, Elber Beltrán, Inspección 1B de Policía de Usaquén y Consejo Distrital de Justicia de Santa Fe de Bogotá, D.C. ANTECEDENTES 1. Desde 1960, la comunidad religiosa "Misioneras de Santa Rosa de Lima", es propietaria del inmueble ubicado en la Carrera 7a. N° 166-02 de la ciudad de Santa Fe de Bogotá, D.C. Allí tuvo la sede de su Noviciado hasta el mes de mayo de 1993. 2. En junio de 1969, la representante legal de la época permitió a los señores Arcadio Jaramillo, Carmen Emilia Cárdenas de Jaramillo e hijos - dentro de los cuales se encuentra Martha Ligia Jaramillo -, que habitaran en un lote de aproximadamente 50 metros cuadrados de extensión, dentro del inmueble de propiedad de las "Misioneras de Santa Rosa de Lima". 3. Con motivo de la posesión que desde 1969 viene ejerciendo la señora Martha Ligia Jaramillo se han presentado, entre ella y la comunidad religiosa una serie de controversias policivas y judiciales. Esas controversias pueden ser resumidas como sigue: 3.1. Proceso reivindicatorio de la comunidad religiosa "Misioneras de Santa Rosa de Lima” contra Arcadio Jaramillo y Carmen Emilia Cárdenas de Jaramillo. Hace aproximadamente siete años, la comunidad religiosa solicitó a la familia Jaramillo Cárdenas que desocupara el lote que hasta el momento ocupaba. Ante su negativa, las "Misioneras de Santa Rosa de Lima", debieron instaurar demanda ordinaria reivindicatoria ante el Juzgado 3° Civil del Circuito de Bogotá. En providencia de agosto 24 de 1992, ese despacho declaró el dominio pleno y absoluto de las "Misioneras de Santa Rosa de Lima" sobre el predio objeto del proceso. En la actualidad, en la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, se encuentra bajo estudio un recurso de apelación interpuesto contra la decisión de primera instancia. 3.2. Querella policiva N° 101/93 de la comunidad religiosa "Misioneras de Santa Rosa de Lima" contra personas indeterminadas. En razón de distintos conflictos que se presentaron entre la comunidad religiosa y Martha Ligia Jaramillo vda. de Suárez (hija de los señores Jaramillo Cárdenas), las "Misioneras de Santa Rosa de Lima" decidieron abandonar el inmueble en mayo de 1993, luego de lo cual, la señora Jaramillo vda. de Suárez arrendó - sin ninguna autorización - parte del edificio del noviciado. Por este motivo, el 8 de octubre de 1993, la comunidad religiosa interpuso querella de lanzamiento por ocupación de hecho en contra de personas indeterminadas, ante la Alcaldía Menor de Usaquén. La querella fue repartida a la Inspección 1"A" de Policía y radicada con el número 101/93. El 26 de octubre de 1993, mediante Resolución Administrativa N° 50, la Inspección decretó el lanzamiento por ocupación de hecho, y fijó fecha para la diligencia de lanzamiento, la cual se realizó exitosamente el 21 de diciembre de 1993. 3.3. Querella policiva N° 347/93 de Martha Ligia Jaramillo vda. de Suárez contra Alfonso Mattos. En mayo de 1993, la comunidad religiosa decidió dar en venta el inmueble mediante la celebración de la correspondiente promesa de compraventa con el señor Alfonso Enrique Mattos Barrero. Hasta la fecha, el predio no ha podido ser entregado en razón de la controversia policiva que, sobre su posesión, se ha venido desarrollando entre las "Misioneras de Santa Rosa de Lima" y Martha Ligia Jaramillo vda. de Suárez. El 15 de julio de 1993, la señora Martha Ligia Jaramillo vda. de Suárez interpuso querella policiva ante la Alcaldía Menor de Usaquén por amparo a la posesión, en contra de Alfonso Mattos, arguyendo haber tenido la posesión de la totalidad del inmueble por más de 20 años. La acción se basó en la supuesta realización de hechos perturbatorios causados por Mattos, en complicidad con terceros y agentes de la Policía Nacional. La querella fue repartida a la Inspección 1"B" de Policía de Usaquén, donde quedó radicada bajo el número 347/93. Las actuaciones que han tenido lugar en este proceso de policía son las siguientes: 3.3.1 El 8 de septiembre de 1993, la Inspección expidió una Resolución Administrativa (sin número) desvinculando del proceso al señor Alfonso Mattos, y amparando en la posesión a Martha Ligia Jaramillo vda. de Suárez, pero sólo en los 50 metros de terreno que constituían su vivienda. En esta resolución se reconoce que en el curso del proceso policivo, la Comunidad Religiosa "Santa Rosa de Lima" ha actuado como parte querellada. 3.3.2. En dos escritos separados, de fecha septiembre 14 de 1993, el apoderado de la querellante interpuso, por un lado, incidente de nulidad - basado en el hecho de haberse emitido pronunciamiento de fondo sin citación y audiencia de las partes en conflicto y dentro de la diligencia de inspección ocular, según lo establece el artículo 432 del Código de Policía de Bogotá (Acuerdo N° 18 de 1989)- y, por otro, recurso de reposición y en subsidio el de apelación contra la Resolución Administrativa de septiembre 8 de 1993. En resolución de noviembre 10 de 1993, la Inspección 1"B" de Policía de Usaquén decidió desechar la nulidad impetrada, no reponer la mencionada Resolución, y conceder el recurso de apelación en el efecto devolutivo ante el Consejo de Justicia de Santa Fe de Bogotá. Sin embargo, mediante auto de 6 de diciembre de 1993 la misma Inspección declaró desierto el recurso de apelación por no haber suministrado la apelante los recursos necesarios para la reproducción de las copias en el término legal de cinco días (C.P.C., art. 356). 3.3.3. En oficio de diciembre 28 de 1993, el Ministerio Público, a través de la Personería de Santa fe de Bogotá, solicitó a la Inspección 1"B" de Policía de Usaquén la revocatoria del auto de diciembre 6 de 1993 que declaró desierto el recurso de apelación, argumentando la gratuidad del proceso policivo establecida en el artículo 456 del Código de Policía de Bogotá. Al no recibir respuesta de ninguna índole, el Personero vuelve a solicitar la atención de la Inspección mediante solicitud de fecha abril 14 de 1994. Ante el silencio de la Inspección de Policía, el 27 de mayo de 1994 el Ministerio Público insiste de nuevo en sus peticiones, y recuerda a la autoridad policiva que se encuentra en mora de cinco meses para resolver la solicitud elevada por la Personería de Santa fe de Bogotá. 3.3.4. En abril de 1994, una nueva funcionaria se posesiona como titular de la Inspección 1"B" de Policía de Usaquén. La Inspectora retoma el conocimiento de la Querella N° 347 de 1993 y, en decisión de julio 11 de 1994, decide declarar nula la Resolución de septiembre 8 de 1993 y fijar nueva fecha (21 de julio de 1994) para continuar con la diligencia de inspección ocular. Para adoptar la anterior decisión se tuvieron en cuenta los siguientes argumentos: - A la diligencia de inspección ocular (llevada a cabo los días 2, 19 y 25 de agosto de 1993) no concurrió nunca el querellado Alfonso Mattos, pero sí la Hermana Evelia María López y su apoderado, en nombre y representación de las "Misioneras de Santa Rosa de Lima", a quienes se reconoció personería para actuar, sin ser parte dentro del proceso policivo, y sin haber sido vinculadas a éste en debida forma. - El funcionario de conocimiento no desplegó mayor actividad con el fin de hacer comparecer al querellado. En efecto, dentro del expediente no obra constancia secretarial de haberse efectuado la notificación según lo establecido por el artículo 427 del Código de Policía de Bogotá (fijación de aviso en la puerta de acceso al lugar donde se halla el querellado). La falta de notificación al querellado implicó que el proceso se tramitara en su ausencia, sin nombrársele curador ad-litem, y teniendo siempre como parte a la comunidad religiosa.  En opinión de la Inspectora de Policía, todo lo anterior constituía una "clásica violación al derecho de defensa" por  haberse pretermitido las normas legales relativas a la notificación del querellado. - El día 25 de agosto de 1993, la inspección ocular fue suspendida para ser continuada el 30 del mismo mes. Sin embargo, en auto de agosto 8, la Inspección fijó nueva fecha para el 6 de septiembre de 1993, día declarado cívico por la Alcaldía Mayor de Bogotá, razón por la cual la continuación de la inspección ocular no se llevó a cabo. El 8 de septiembre de 1993, la Inspección 1"B" de Policía profirió la Resolución Administrativa de que trata el numeral 3.3.2, incurriendo, a juicio de la nueva funcionaria, en abierta violación al artículo 432 del Código de Policía de Bogotá donde se establece que este tipo de decisiones deben tomarse en presencia de las partes y dentro de la diligencia de inspección ocular. 3.3.5. Con fecha 18 de julio de 1994, el Personero Delegado para la Policía de Santa Fe de Bogotá interpone recurso de reposición, y en subsidio el de apelación, contra la providencia de julio 11 de 1994 proferida por la Inspección 1"B" de Policía de Usaquén. El representante del Ministerio Público estimó que la Inspección sólo tenía competencia para revocar el auto de diciembre 6 de 1993, mediante el cual se declaraba desierto el recurso de apelación interpuesto por la parte querellante contra la Resolución de septiembre 8 de 1993, y para ordenar el envío del expediente al Consejo de Justicia de Santa Fe de Bogotá, único competente para pronunciarse sobre la legalidad de la mencionada Resolución Administrativa y tomar la decisión sobre su nulidad. De igual forma, el personero señala con extrañeza el hecho de que luego de cinco meses de posesionada en su cargo, la Inspectora 1"B" de Policía decidiera pronunciarse de manera irregular sobre el recurso de apelación. Dentro del expediente que ha tenido a la vista esta Corte no se ha encontrado ningún acto por medio del cual la Inspectora haya resuelto los recursos interpuestos por el representante del Ministerio Público. 3.3.6. El día 21 de julio de 1994 se llevó a cabo la inspección ocular, esta vez con la presencia del querellado Alfonso Mattos. De lo ocurrido en esta diligencia debe destacarse lo siguiente: - Durante el transcurso de la mañana, la discusión se dirigió a establecer si el señor Mattos conocía de la existencia de la querella en su contra, y a precisar los hechos que la querellante estableció como perturbatorios a la posesión. De igual modo, el querellado insistió en establecer que la Inspectora 1"B" de Policía no era imparcial pues su esposo, quien se encontraba dentro de los asistentes a la inspección ocular, tenía interés directo en el proceso. Por este motivo, el señor Alfonso Mattos recusó a la funcionaria y solicitó la presencia del Ministerio Público. Cabe anotar que la funcionaria justificó la presencia de su marido en razón de haber sido amenazada telefónicamente con la pérdida de su cargo, si fallaba en contra del querellado. - En el acta donde consta lo ocurrido durante la sesión de la mañana en la diligencia de inspección ocular, quedó consignada la presencia de la Hermana Evelia María López Jiménez (fol. 204, cuaderno 3), pero no se registraron intervenciones de la misma, ni le fue reconocida personería alguna para actuar. En declaración rendida ante el juez de tutela de primera instancia, la religiosa Nury del Carmen Andrade Paternina aseguró que, durante la mencionada inspección ocular, la Hermana Evelia María López Jiménez solicitó reiteradamente a la Inspectora que le permitiera intervenir, sin lograr respuesta positiva por parte de la funcionaria (fol. 80, cuaderno 2). - En la tarde, la diligencia fue reanudada con la presencia de un delegado enviado por el Personero de Usaquén, quien presentó dos memoriales dirigidos a la Inspectora 1"B" de Policía de Usaquén. El primero, suscrito por el señor Alfonso Mattos, recusa formalmente a la funcionaria. El segundo memorial, firmado por la Hermana Evelia María López, a través del cual pide la suspensión de la audiencia, alegando que su inasistencia se debía a las amenazas que había recibido. En el mismo escrito se solicita a la Inspectora 1"B" de Policía que declare la nulidad de todo lo actuado a partir de la providencia que finalizó el proceso en primera instancia (Resolución de septiembre 8 de 1993), por dos razones fundamentalmente: en primer lugar, porque la inspectora carecía de facultades para anular la Resolución de 8 de septiembre de 1993, y, en segundo lugar, porque, como querellada, no fue notificada en debida forma de ninguno de los actos que tuvieron lugar a partir - inclusive - de la Resolución de 11 de julio de 1994. - En relación con las peticiones elevadas por la representante legal de la comunidad religiosa, la inspectora de Policía manifestó sumariamente lo siguiente: a) la improcedencia de la intervención de las "Misioneras de Santa Rosa de Lima" en cuanto que éstas no eran parte dentro de la querella y que, para participar en el proceso policivo, debían cumplir con los requisitos sobre intervención de terceros contemplados en los artículos 50, 51, 52 y 53 del C.P.C.; b) la carencia de sustento de la recusación formulada en su contra, remitiéndose a los artículos 151 y 152 del estatuto procesal civil, que regulan la oportunidad y procedencia de la recusación y el procedimiento a seguir para su formulación y trámite. Es de anotar que la nulidad solicitada por la Hermana Evelia María López Jiménez no fue resuelta por la funcionaria de policía. - La diligencia de inspección ocular terminó con la expedición de una Resolución Administrativa (sin número) que declaraba perturbador al señor Alfonso Mattos y amparaba en la posesión de todo el predio a Martha Ligia Jaramillo vda. de Suárez. 3.3.7. El 22 de julio de 1994, el apoderado de la parte querellada interpuso recurso de reposición, y en subsidio el de apelación, contra la Resolución con la que culminó la diligencia de inspección ocular del 21 de julio de 1994. En el mismo escrito, de manera independiente pero integrada, solicita también se declare la nulidad de todo lo actuado a partir de la Resolución Administrativa de septiembre 8 de 1993. En auto de septiembre 9 de 1994, la autoridad policiva decidió no acceder a la petición de nulidad ni reponer su actuación, y concedió el recurso de apelación en el efecto devolutivo ante el Consejo de Justicia de Santa Fe de Bogotá. 3.3.8. En escrito de 31 de octubre de 1994, el apoderado de la comunidad religiosa "Misioneras de Santa Rosa de Lima", considerándose litisconsorte necesario del querellado, solicita al Consejo de Justicia de Santa Fe de Bogotá decrete la nulidad de las actuaciones dentro de la querella 347/93 a partir de la Resolución de julio 11 de 1994, inclusive. El libelista señala que el derecho de defensa del querellado fue violado al no notificar a las "Misioneras de Santa Rosa de Lima" de la Resolución de julio 11 de 1994, teniendo en cuenta la existencia de una relación sustancial entre el querellado y la comunidad religiosa, litisconsorte en razón del contrato de promesa de compraventa existente entre ésta y aquél. En la medida en que el fondo del litigio se contraía a examinar en quién recaía la posesión material del predio, era necesario vincular a las "Misioneras de Santa Rosa de Lima". 3.3.9. En providencia de noviembre 22 de 1994, el Consejo de Justicia de Santa Fe de Bogotá denegó el recurso de apelación interpuesto por la parte querellada contra la Resolución de 21 de julio de 1994, por considerarlo extemporáneo. En efecto, el artículo 437 del Código de Policía de Bogotá establece que los recursos deben interponerse en la misma diligencia en la que se profiera la providencia objeto del ataque. 4. Acción de tutela de Evelia María López Jiménez contra Martha Ligia Jaramillo vda. de Suárez, Elber Beltrán, Inspección 1B de Policía de Usaquén y Consejo de Justicia de Santa Fe de Bogotá. El 12 de diciembre de 1994, la Hermana Evelia María López Jiménez, como representante legal de las "Misioneras de Santa Rosa de Lima", interpuso acción de tutela como mecanismo transitorio contra la señora Martha Ligia Jaramillo vda. de Suárez, Elber Beltrán, la Inspectora 1"B" de Policía de Usaquén y el Consejo de Justicia de Santa Fe de Bogotá, ante la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Seccional de la Judicatura de Cundinamarca. La petente considera violados los derechos fundamentales al trabajo, a la defensa, a la intimidad, a la educación, a la propiedad, a la igualdad de cultos y al debido proceso legal. La demandante señala que la Inspectora 1"B" de Policía de Usaquén, "privó del ejercicio pleno de sus derechos constitucionales de defensa, debido proceso y demás derechos fundamentales arriba descritos, a la Comunidad Religiosa (...), incurriendo de esa manera en las denominadas 'vías de hecho'". Según la peticionaria, la violación de los derechos fundamentales de la comunidad religiosa se produjo a través de las siguientes actuaciones: - Con la anulación de la Resolución Administrativa de septiembre 8 de 1993 por parte de la Inspectora 1"B" de Policía, mediante la Resolución de julio 11 de 1994 en la que se señalaba para el 21 del mismo mes la continuación de la diligencia de inspección ocular con el fin de escuchar en descargos al querellado Alfonso Mattos. En concepto de la demandante, este acto se constituyó en vía de hecho pues de una parte la autoridad policiva había perdido competencia para estudiar la legalidad de la Resolución anulada, y de otra se declararon nulidades no contempladas como tales por el Código de Procedimiento Civil. - De igual forma, la religiosa consideró que el debido proceso también fue violado durante la diligencia de inspección ocular llevada a cabo el 21 de julio de 1994 - a la cual se presentó en las horas de la mañana a pesar de no haber sido notificada -, cuando la Inspectora de Policía no le permitió oponerse a las pretensiones de la querellante, y adoptó una decisión que era claramente contraria a los intereses de la comunidad, al despojarla de un predio del cual es propietaria. En consecuencia, la petente solicita se ordene al Consejo de Justicia de Santa Fe de Bogotá y a la Inspección 1"B" de Policía de Usaquén que "tomen una decisión en derecho decidiendo volver las cosas a su estado inicial, permitiendo la entrada de hecho a los integrantes de la Comunidad al inmueble objeto del litigio, como también permitiéndole la intervención procesal a la Comunidad Religiosa que represento como litisconsorcio necesario por pasiva, para que pueda ejercer el derecho de defensa y de contradicción, consagrado en el artículo 19 de la Constitución Nacional". 4.1. En providencia de diciembre 19 de 1994, la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Seccional de la Judicatura de Cundinamarca, decidió: 1) rechazar por improcedente la tutela contra Martha Ligia Jaramillo vda. de Suárez y Elber Beltrán; 2) tutelar el derecho fundamental al debido proceso de la Comunidad Religiosa "Misioneras de Santa Rosa de Lima"; 3) disponer que en el término improrrogable de 48 horas regrese el expediente a la Inspección 1"B" de Policía de Usaquén para que su titular proceda a declarar la nulidad de todo lo actuado a partir de la decisión de diciembre 6 de 1993 - inclusive -, con el fin de dar cumplimiento a lo ordenado en el numeral 3 de la Resolución de 10 de noviembre de 1993 (concesión del recurso de apelación contra la Resolución de septiembre 8 de 1993 expedida por la Inspección 1"B" de Policía, ante el Consejo de Justicia de Santa Fe de Bogotá); 4) negar la tutela de los demás derechos fundamentales invocados; 5) compulsar copias ante la autoridad competente con el fin de que la Inspectora 1"B" de Policía de Usaquén sea investigada disciplinariamente. 4.2. El 13 de enero de 1995, la Hermana Evelia María López Jiménez impugnó el fallo de tutela proferido por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Seccional de la Judicatura de Cundinamarca. Solicita que el superior jerárquico de esa Corporación, "amplíe los efectos del derecho fundamental tutelado, ordenando en favor de la Comunidad Religiosa la entrega del inmueble sobre el cual recayó la protección constitucional". 4.3. En sentencia de febrero 15 de 1995, la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, en conocimiento de la impugnación de que trata el numeral 10, decidió: 1) revocar la totalidad de la sentencia de tutela impugnada; 2) negar la tutela solicitada como mecanismo transitorio por la Hermana Evelia María López Jiménez; 3) enviar el fallo a la Corte Constitucional para su eventual revisión. Luego de establecer una distinción doctrinal entre partes originales e intervinientes dentro de un proceso, el Juez de tutela de segunda instancia consideró que las "Misioneras de Santa Rosa de Lima" habían sido parte interviniente dentro de la querella N° 347/93, y que como tal aparecen dentro del proceso policivo únicamente desde la inspección ocular del día 21 de julio de 1994. El debido proceso sólo se les pudo haber violado desde esa fecha, a partir de la cual adquirían cargas procesales tales como permanecer en la audiencia, interponer y sustentar recursos, etc. En razón de las anteriores consideraciones, la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura estimó que la Inspectora 1"B" de Policía de Usaquén no violó el debido proceso pues "demostrado está que al inicio de la diligencia aceptó la presencia de la comunidad religiosa a través de su representante, prueba de ello es que se le identificó y así lo consignó. Luego, en el desarrollo de la misma, se presentó la omisión de concurrencia a la reiniciación de la diligencia por parte, tanto de la comunidad religiosa, como del querellado, (...). En verdad, el no concurrir o el hacerlo era facultad de las partes, luego mal puede la consecuencia de esta omisión considerarse como una violación al debido proceso, puesto que las decisiones adversas a los no presentes y la negación de los recursos son precisamente el resultado de no haberse podido escuchar los argumentos de la accionante cuando teniendo la oportunidad de intervenir no lo hizo". Igualmente, se consideró que la tutela ni siquiera era procedente como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable dada la existencia de otros mecanismos de defensa: la solicitud elevada ante el Consejo de Justicia de Santa Fe de Bogotá para que se tuviera en cuenta a la comunidad religiosa como litisconsorte necesaria en la querella N° 347/93; el fallo ejecutoriado expedido por la Inspección 1A de Policía en diciembre de 1993; el proceso reivindicatorio civil fallado por el Juzgado 3° Civil del Circuito de Bogotá cuya apelación se encontraba en curso. 4.4. La anterior decisión fue enviada a la Corte Constitucional para su eventual revisión y, al ser seleccionada, correspondió a esta Sala su conocimiento. FUNDAMENTOS Procedencia de la acción de tutela 1. La Constitución, en concordancia con el artículo 42 del Decreto 2591 de 1991, contempla la procedencia de la acción de tutela contra particulares encargados de la prestación de un servicio público o cuya conducta afecte grave y directamente el interés colectivo, o respecto de quienes el solicitante se encuentre en estado de subordinación o indefensión. En el caso examinado, la Sala considera que la acción dirigida contra Martha Ligia Jaramillo vda. de Suárez y Elber Beltrán prosperaría únicamente en el evento de comprobarse la existencia de relaciones de subordinación o indefensión entre éstos particulares y la comunidad religiosa "Misioneras de Santa Rosa de Lima". Martha Ligia Jaramillo vda. de Suárez es poseedora de un lote de terreno, de aproximadamente 50 metros cuadrados, localizado dentro de un terreno de mayor extensión de propiedad de las "Misioneras de Santa Rosa de Lima". Por su parte, el señor Elber Beltrán, ex-agente de la Policía Nacional, está vinculado a Martha Ligia Jaramillo vda. de Suárez por relaciones de amistad. Entre las "Misioneras de Santa Rosa de Lima" y Martha Ligia Jaramillo vda. de Suárez y Elber Beltrán existe una relación de propietario a poseedor, que no entraña ningún tipo de vínculo laboral. Tanto la propiedad como la posesión, están rodeadas de garantías que se hacen efectivas a través de acciones judiciales y policivas. De igual forma, es menester tener en cuenta que el derecho de propiedad de la comunidad religiosa sobre el lote en litigio ha sido tutelado de manera exitosa, por vía judicial - dentro del proceso reivindicatorio civil fallado en primera instancia por el Juzgado 3° Civil del Circuito de Santa Fe de Bogotá, y a través de la acción policiva de lanzamiento por ocupación de hecho - dentro de la querella 101/93 tramitada por la Inspección 1"A" de Policía de Usaquén -, frente a los mismos particulares contra quienes ahora interpone la tutela. Mal podría decirse, entonces, que la comunidad religiosa está subordinada o indefensa frente a Martha Ligia Jaramillo vda. de Suárez y Elber Beltrán. De este modo, encuentra la Sala que la acción de tutela incoada por las "Misioneras de Santa Rosa de Lima" en contra de los particulares antes anotados resulta, por las razones señaladas, improcedente. 2. En el caso sub-lite, la tutela también fue dirigida contra el Consejo de  Justicia de Santa Fe de Bogotá, ante el cual se surtió la segunda instancia de la querella policiva N° 347/93. De los antecedentes de la presente actuación, resulta claro para la Sala que el Consejo de Justicia no ha proferido actos contrarios a derecho, causantes de posibles vulneraciones a los derechos fundamentales de la petente. En efecto, dentro del proceso policivo iniciado por Martha Ligia Jaramillo vda. de Suárez contra Alfonso Mattos, el Consejo de Justicia sólo ha tenido oportunidad de pronunciarse una vez para negar por extemporáneo un recurso de apelación interpuesto por el apoderado de la parte querellada contra la Resolución de julio 21 de 1994, proferida por la Inspección 1"B" de Policía de Usaquén. A juicio de la Sala, con esta actuación no se violó el debido proceso ni ninguno de los otros derechos fundamentales invocados por la demandante, pues al adoptar la providencia antes mencionada, el Consejo de Justicia de Santa Fe de Bogotá simplemente se limitó a dar aplicación al artículo 437 del Código de Policía de Bogotá (Acuerdo N° 18 de 1989), que a la letra dice: "Artículo 437. El recurso de apelación deberá interponerse ante el funcionario que dictó la providencia, como principal o subsidiario del de reposición, con expresión de las razones que lo sustentan verbalmente en la diligencia donde se profirió el auto y deberá concederse o negarse allí mismo". El recurso en mención fue interpuesto mediante escrito fechado el 22 de julio de 1994, y la inspección ocular en la cual se profirió la Resolución atacada finalizó el día 21 de julio en las horas de la tarde. Así las cosas, la situación fáctica no se adecuaba a los supuestos contemplados en el artículo 437 del Código de Policía de Bogotá, luego, el Consejo de Justicia de Santa Fe de Bogotá no violó el debido proceso u otros derechos fundamentales de la petente. Concluye la Sala que la acción de tutela en contra del Consejo de Justicia de Santa Fe de Bogotá, no es procedente. 3. Por último, la peticionaria impetra la acción de tutela para defender los derechos fundamentales de la comunidad que representa, al trabajo, a la defensa, a la intimidad, a la educación, a la propiedad, a la igualdad de cultos y al debido proceso, que a su juicio han sido vulnerados por las vías de hecho protagonizadas por la Inspectora 1"B" de Policía de Usaquén. 4. Las pretensiones de la actora fueron denegadas por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura en sentencia de febrero 15 de 1995. El juez de segunda instancia sostiene que la tutela es improcedente dado que el único acto que pudo haber afectado a la peticionaria fue la resolución de 21 de julio de 1994, en la medida en que sólo hasta ese momento las "Misioneras de Santa Rosa de Lima" fueron parte en el proceso policivo. Añade la Sala que  la Inspectora 1B de Policía de Usaquén no violó el debido proceso, pues, en la audiencia celebrada el 21 de julio, aceptó la presencia de la comunidad religiosa a través de su representante, quien se ausentó de la diligencia en horas de la tarde. Concluye la Sala que la consecuencia de esta omisión no puede considerarse como una violación al debido proceso, "puesto que las decisiones adversas a los no presentes y la negación de los recursos son precisamente el resultado de no haberse podido escuchar los argumentos de la accionante cuando teniendo la oportunidad de intervenir no lo hizo". Así, el fallador de instancia funda su decisión fundamentalmente en dos elementos. En primer lugar, en el hecho de que el único acto que pudo haber lesionado a la actora en sus derechos fundamentales fue la decisión de 21 de julio de 1994 de la Inspectora 1"B" de Policía de Usaquén. En segundo lugar, que la acción de tutela es improcedente por cuanto la actora hubiera podido recurrir la Resolución de 21 de julio de 1994 de haber asistido en horas de la tarde a la inspección ocular dentro de la cual se profirió tal decisión. 5. La Corte comparte la preocupación del fallador de instancia, en el sentido de que la tutela no puede convertirse en un mecanismo para remediar la negligencia de las partes en un proceso. No obstante, en el presente caso no encuentra que se haya incurrido en indebida utilización de la acción, por las siguientes razones: 5.1. En primer término, luego de un estudio detenido del expediente, la Sala observa que la Comunidad Religiosa "Misioneras de Santa Rosa de Lima" fue tenida como parte desde la primera actuación llevada a cabo por la inspección 1"B" de Policía de Usaquén, dentro del tramite dado a la querella No 347/93. En cualquiera de los actos que integran el proceso policivo de la querella en mención, pudo darse una vulneración de los derechos de la Comunidad Religiosa. En efecto, en el acta donde consta la sesión de la diligencia de inspección ocular del día 2 de agosto de 1993, mediante la cual se dio inicio a la mencionada querella policiva, se advierte que la Inspección identificó al apoderado de la comunidad religiosa (Orlando Castellanos Becerra) y, acto seguido, procedió a reconocerle personería "para actuar dentro del presente proceso de acuerdo a los términos del poder conferido" (fol. 20, cuaderno 3). En esa misma oportunidad, el despacho permitió que el mencionado apoderado interviniera de manera amplia y, posteriormente, consideró que "para tener una mayor certeza de los hechos" era necesario interrogar - bajo la gravedad del juramento - a la Hermana Evelia María López Jiménez (fol. 21, cuaderno 3). Igualmente, el acta aparece firmada por la representante legal de las "Misioneras de Santa Rosa de Lima" y por el "Apoderado de la parte opositora" (fol. 24, cuaderno 3). El día 19 de agosto de 1993, se continua la diligencia de inspección ocular, y en el acta respectiva se toma nota de la presencia de Orlando Castellanos Becerra, "quien es el apoderado de la parte querellada" (fol. 73, cuaderno 3). De igual forma, en la sesión de la misma diligencia llevada a cabo el 25 de agosto de 1993, se vuelve a identificar al abogado Castellanos Becerra, "quien actúa en la presente diligencia como apoderado de la parte actora (sic)" (fol. 78, cuaderno 3). A folio 85 del cuaderno 3 del expediente, obra constancia expedida por la Inspección 1B de Policía de Usaquén el 26 de agosto de 1993 en la que se reconoce que en la diligencia del 2 de agosto, se decretó un statu-quo provisional "dentro de la querella N° 347/9, por perturbación a la posesión, de Martha Ligia Jaramillo viuda de Suárez contra Eduardo Mattus (sic)-Comunidad Santa Rosa de Lima". El 3 de septiembre de 1993, Castellanos Becerra presentó alegato de conclusión dentro de la querella N°347/93. En la parte de las consideraciones de la Resolución Administrativa de septiembre 8 de 1993 - que puso fin a la querella en primera instancia -, puede leerse que el despacho policivo "no encuentra del caso tener en cuenta los alegatos presentados por el Apoderado de la parte querellada" (fol. 95, cuaderno 3). A folio 136 del cuaderno 3, aparece constancia de fijación (septiembre 17 de 1993) del traslado del incidente de nulidad interpuesto contra la Resolución de septiembre 8 de 1993 por el apoderado de la querellante, en donde se explícita, nuevamente, que la parte querellada está constituida por "Eduardo Mattus (sic)-Comunidad Santa Rosa de Lima". Mediante fallo de noviembre 10 de 1993 (fols. 152 a 158), la Inspección 1B de Policía de Usaquén desechó la nulidad, negó el recurso de reposición y concedió la apelación interpuesta por el apoderado de Martha Ligia Jaramillo vda. de Suárez. En las consideraciones de la Resolución de noviembre 10 de 1993, al estudiar las impugnaciones que el apoderado de la comunidad religiosa formuló a la solicitud de nulidad y a los recursos, la inspección se expresó de la siguiente manera: "El Apoderado de la parte querellada Dr. Orlando Castellanos B. al corrérsele el traslado de ley presenta al despacho sendos memoriales oponiéndose a las solicitudes" impetradas por la parte querellante (fol. 153, cuaderno 3). Todo lo anterior, pone de presente la permanente intervención de las "Misioneras de Santa Rosa de Lima" dentro de la querella N° 347/93 desde su inicio, y la calidad de parte que la Inspección 1B de Policía de Usaquén le otorgó permitiéndole actuar y defenderse a todo lo largo del trámite del proceso policivo previo a la declaratoria de nulidad de la Resolución de septiembre 8 de 1993, llevada a cabo en el acto proferido el 11 de julio de 1994. Por las razones expresadas, esta última resolución, -a través de la cual se desvincula del proceso policivo a la Comunidad Religiosa y se declara la nulidad de la resolución de 8 de septiembre de 1993-, es un acto que afecta directamente a la comunidad religiosa representada por la actora, dado que se declara la nulidad de una decisión que repercute directamente sobre esta comunidad y en la cual se la considera parte querellada. Por consiguiente, equivocadamente consideró el fallador de tutela de segunda instancia que la comunidad religiosa sólo fue parte desde la inspección ocular de 21 de julio y que, por lo tanto, es éste el único acto que puede vulnerar el derecho fundamental al debido proceso de dicha comunidad. 5.2 Preocupa al Consejo Superior, tanto como a la Sala de Tutela, el hecho de que la actora no hubiere interpuesto en tiempo los recursos de ley contra uno de los actos que dieron origen a la presente acción. Previa la reserva que hace esta Sala respecto a los actos de la Inspección 1"B" que hubieren podido atentar contra los derechos de la actora, procede a estudiar la virtual consecuencia de la inasistencia de la Comunidad Religiosa a la continuación de la inspección ocular celebrada el día 21 de julio de 1994. 5.3 Como lo ha manifestado esta Corporación, la acción de tutela es improcedente cuando se interpone como mecanismo para remediar la negligencia de las partes en un proceso. Así lo manifestó la Corte Constitucional en sentencia T-123 de 1995: "La incuria y negligencia de la parte que teniendo la posibilidad de utilizar los medios ordinarios de defensa que le suministra el ordenamiento, deja transcurrir los términos para hacerlo, y no los ejercita, mal puede ser suplida con la habilitación procedimental de la acción de tutela. En este mismo evento, la tutela transitoria tampoco es de recibo, como quiera que ésta requiere que en últimas el asunto pueda resolverse a través de los cauces ordinarios, lo que ab initio se descarta si por el motivo expresado las acciones  y recursos respectivos han prescrito o caducado." Se pregunta la Corte si en el caso sub-judice la comunidad religiosa faltó a sus deberes procesales, fue negligente o actuó con incuria a fin de determinar si, a pesar de no haber interpuesto en tiempo los recursos de ley contra uno de los actos objeto de la presente acción de tutela, la misma resulta procedente. De las pruebas que obran en el expediente se deduce que durante todo el trámite del  proceso policivo llevado a cabo entre el 2 de agosto de 1993 (fecha de la primera sesión de la diligencia de inspección ocular) y la Resolución de julio 11 de 1994 (en la que se consideró, precisamente, que una de las causales de nulidad de lo actuado era haber tenido como parte querellada a las religiosas), la comunidad religiosa asistió a todas las sesiones de la diligencia de inspección ocular, se opuso a las pretensiones de la querellante y, solicitó y presentó pruebas, lo cual manifiesta un evidente interés sobre el fondo del asunto sometido a debate policivo. A pesar de no haber sido notificadas de la decisión adoptada por la Inspección  1B de Policía de Usaquén el 11 de julio de 1994, las religiosas asistieron cumplidamente a la sesión de la mañana de la inspección ocular llevada a cabo el 21 de julio de 1994. En el acta donde consta lo ocurrido durante esa diligencia, quedó consignada la presencia de la Hermana Evelia María López Jiménez (fol. 204, cuaderno 3) pero no se registraron intervenciones de la misma, ni le fue reconocida personería alguna para actuar. En la demanda de tutela, la petente aseguró que la Inspectora de Policía se negó reiteradamente a dejarla intervenir, lo cual fue confirmado por la religiosa Nury del Carmen Andrade Paternina en declaración rendida ante el juez de tutela de primera instancia (fol. 80, cuaderno 2). Frente a este punto en particular, la autoridad policiva ha sido reiterativa al anotar que la comunidad no era parte en el proceso policivo. La Sala considera que en el presente caso se daban todos los supuestos de hecho exigidos por el artículo 51 del C.P.C., para que la inspectora pudiera de oficio integrar al contradictorio concediendo a la comunidad religiosa la calidad de litisconsorte necesario. En el mencionado artículo del ordenamiento procesal civil, aplicable al proceso de policía, se establece que la figura del litisconsorcio necesario se presenta siempre que "la cuestión litigiosa haya de resolverse de manera uniforme para todos los litisconsortes". En efecto, por una parte, entre el querellado Alfonso Mattos y las "Misioneras de Santa Rosa de Lima" existía una relación sustancial en virtud del contrato de promesa de compraventa suscrito entre éstas y aquél y, por otra parte, las religiosas eran  propietarias del predio objeto del litigio, según se desprende con claridad de los certificados de matrícula inmobiliaria y de las escrituras públicas de compraventa que obran en el expediente, lo cual implicaba que cualquier decisión que se tomara en la querella N° 347/93, de amparo a la posesión, las afectaba de manera directa en su calidad de propietarias. El artículo 83 del estatuto procesal civil, que complementa lo señalado por el artículo 51 de esa misma obra, enseña que "cuando el proceso verse sobre relaciones o actos jurídicos respecto de los cuales, por su naturaleza o por disposición legal, no fuere posible resolver de mérito sin la comparecencia de las personas que sean sujetos de tales relaciones o que intervinieron en dichos actos", se está ante un litisconsorcio necesario, que debe integrarse: a) al momento de formular la demanda, dirigiéndola contra todos los litisconsortes; b) si así no se hiciere, el juez, en el auto que admite la demanda, ordenará dar traslado de ésta a quienes falten para integrar el contradictorio; c) en caso de no haberse ordenado el traslado al admitirse la demanda, el juez dispondrá la citación de los litisconsortes, de oficio o a petición de parte, mientras no se haya dictado sentencia de primera instancia. No son de recibo, entonces, los argumentos de la Inspectora 1B de Policía de Usaquén, según los cuales la comunidad religiosa no había cumplido con los requisitos de intervención de terceros exigidos por el C.P.C., y que, por lo tanto, no le era posible dejarlas intervenir mientras tales requisitos no se acreditaron. Por un lado, la insistencia de las religiosas en participar en el proceso policivo, su presencia constante - incluso sin haber sido formalmente notificadas - y el evidente interés que la propiedad les atribuía en los resultados de la querella policiva y, por otro lado, las facultades que el artículo 83 del C.P.C. otorgaba a la Inspectora de Policía para la integración del contradictorio, eran razones más que suficientes para exigir que la autoridad policiva las hubiera vinculado formalmente a la querella, como litisconsortes necesarias, en la Resolución de julio 11 de 1994 o durante la inspección ocular de julio 21 de 1994. Al ser evidentes las condiciones de hecho que permitían suponer razonablemente a la representante de la comunidad religiosa que la Inspectora 1B de Policía definitivamente no las dejaría intervenir, - por su constante negativa a considerarlas parte del proceso policivo -, luego de terminada la sesión de la mañana de la inspección ocular, la representante de la comunidad "Misioneras de Santa Rosa de Lima" acudió ante el Personero de Usaquén para someter a su consideración un memorial, que este funcionario  trasladó en las horas de la tarde a la inspección judicial. En el escrito enviado por la representante de la comunidad religiosa, se solicitaba a la inspectora la suspensión del proceso policivo, hasta tanto no se tuvieran garantías suficientes de imparcialidad y existiera un clima pacífico en el cual no se sintiera amenazada. En el mismo escrito, las religiosas demandaban la nulidad de todo lo actuado a partir de la Resolución de julio 11 de 1994, coadyuvaban la recusación que Alfonso Mattos formuló contra la Inspectora. Por último, se excusaban de asistir a la continuación de la inspección ocular en las horas de la tarde, por encontrarse amenazadas y objetivamente temer por su seguridad personal (fol. 210, cuaderno 3). Cabe anotar que de las pruebas que se recogen en el expediente, se trasluce un ambiente caldeado caracterizado por manifestaciones de particular hostilidad entre las partes y conatos de violencia que, inclusive, fueron denunciados ante las autoridades penales y disciplinarias[1]. A estas condiciones, se suma el temor razonable que se abrigaba sobre la posibilidad de que la Inspectora 1"B" de Policía de Usaquén no permitiera la intervención de la comunidad en el proceso policivo. No obstante las dificultades anteriores, la representante legal de la comunidad se dirigió ante el funcionario del Ministerio Público, para solicitar, por su intermedio, la suspensión de la audiencia. Las pruebas del expediente permiten a la Sala concluir que la representante legal de la comunidad religiosa, no dejo de asistir por incuria o negligencia a la terminación de la inspección del día 21 de julio de 1991. Por el contrario, su inasistencia se encontraba fundada, como lo expresó oportunamente a la inspectora de policía, en un sentimiento de amenaza generado por el ambiente en el cual se había desarrollado la primera parte de la inspección, así como en la conflictiva relación que mantenía con la parte querellante. Sin embargo, solicitó la suspensión de la audiencia, así como la nulidad de todo lo actuado desde la resolución de 11 de julio, y recusó a la Inspectora. Para esta Sala de Revisión, es evidente que la actuación desplegada por las "Misioneras de Santa Rosa de Lima", a través de su representante legal Evelia María López Jiménez, dentro de la querella policía N° 347/93, fue particularmente diligente y se sujetó integralmente al principio de lealtad procesal En conclusión, la Corte no comparte las apreciaciones de la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura en el sentido de la improcedencia de la acción de tutela contra la inspectora 1"B" de Policía de Usaquén. Procede, en consecuencia, a estudiar el fundamento de las pretensiones de la actora, pero en principio sólo en cuanto se refiere a la vulneración del derecho al debido proceso, pues no se deduce del escrito de tutela ni de las pruebas que obran en el expediente, razón alguna que permita a esta Sala concluir que la inspectora 1"B" de Policía con sus actuaciones lesionó el derecho constitucional al trabajo, a la intimidad, a la educación, a la propiedad o a la igualdad de cultos. 6. La peticionaria señala dos actuaciones, efectuadas por la Inspectora 1"B", que vulneran los derechos fundamentales de la Comunidad Religiosa "Misioneras de Santa Rosa de Lima". La primera alude a la expedición de la resolución de julio 11 de 1994, que según la actora constituye una vía de hecho a través de la cual se vulnera el derecho al debido proceso de la Comunidad Religiosa. La segunda involucra la audiencia celebrada el día 21 de julio de 1994, que a juicio de la accionante quebranta el derecho de defensa de la Comunidad por ella representada. La Sala de revisión debe establecer si alguna de las actuaciones mencionadas resultan violatorias de los derechos fundamentales de la Comunidad Religiosa Santa Rosa de Lima y, en consecuencia, determinar si la acción de tutela es procedente para evitar un perjuicio irremediable o como único mecanismo de defensa judicial. 7. Con el fin de determinar si la Inspección de Policía demandada conculcó el debido proceso de la petente, esta Sala se concentrará, en primer término, en el estudio de la Resolución de julio 11 de 1994. Si del análisis surge alguna irregularidad que involucre la vulneración del derecho al debido proceso, no será necesario estudiar si, con posterioridad a la mencionada Resolución, se presentaron nuevas violaciones a los derechos fundamentales de las "Misioneras de Santa Rosa de Lima", pues la decisión de la Corte tendría como resultado que la actuación policiva posterior al fallo de julio 11 de 1994 - inclusive - quede sin ningún efecto. Si, por el contrario, la Sala encuentra que la decisión de julio 11 de 1994 se ajusta a la Constitución, deberá entrar a estudiar el comportamiento procesal de la Inspección durante la diligencia de inspección ocular del 21 de julio de 1994. Estudio de la Resolución de julio 11 de 1994 8. En la Resolución de julio 11 de 1994, la Inspección 1B de Policía de Usaquén adopta dos determinaciones de importancia: a) Decreta la nulidad de la Resolución Administrativa de septiembre 8 de 1993 que pone fin a la querella N° 347/93 en primera instancia al desvincular a Alfonso Mattos del proceso policivo, y amparar a Martha Ligia Jaramillo vda. de Suárez en la posesión de los 50 metros que había venido ocupando dentro del predio ubicado en la Carrera 7a. N° 166-02 de la ciudad de Santa Fe de Bogotá; b) fija nueva fecha para la continuación de la diligencia de inspección ocular. Estas decisiones se adoptan con posterioridad a la resolución del mismo despacho de diez de noviembre de 1993, a través de la cual la Inspección 1B de Policía de Usaquén decidió rechazar la nulidad impetrada contra la Resolución de septiembre 8 de 1993, así como no reponer la mencionada Resolución, y conceder el recurso de apelación en el efecto devolutivo ante el Consejo de Justicia de Santa Fe de Bogotá. Sin embargo, mediante auto de 6 de diciembre de 1993 la misma Inspección declaró desierto el recurso de apelación por no haber suministrado la apelante los recursos necesarios para la reproducción de las copias en el término legal de cinco días. 9. Uno de los vicios que puede afectar gravemente una decisión policiva, es aquél que hace referencia al defecto orgánico o de falta absoluta de competencia del funcionario que actúa. En el caso bajo revisión la Sala debe precisar si la Inspectora 1"B" de policía era competente para anular la decisión adoptada el 8 de septiembre de 1993, habiéndose negado previamente una petición de nulidad contra la misma resolución, así como rechazado el recurso de reposición y concedido el de apelación en el efecto devolutivo. 10. La norma básica que rige el procedimiento policivo relativo al amparo a la posesión en el Distrito Capital de Santa Fe de Bogotá, es el Código de Policía de Bogotá (Acuerdo N° 18 de 1989) que en sus artículos 425 a 440 regula el "Amparo a la posesión o mera tenencia de inmuebles". Pero las normas de policía que establecen el procedimiento a seguir en la querella de amparo a la posesión no son exhaustivas. En la medida en que se trata de un proceso civil de policía, análogo en estructura a los procesos seguidos ante los jueces civiles (ST-576 de 1993. M.P. Dr. Jorge Arango Mejía), las normas especiales del Código Nacional de Policía y del Código de Policía de Bogotá deben completarse con las disposiciones pertinentes del Código de Procedimiento Civil, con el fin de hacer efectivos los derechos fundamentales al debido proceso y a la defensa de las partes trabadas en este tipo de litigios.  El tramite de los recursos susceptibles de ser impetrados contra las decisiones de policía se encuentra sumariamente reglado en el Código de Policía, razón por la cual se hace necesario acudir al Código de Procedimiento Civil, para integrar el régimen normativo que garantice el debido proceso de las partes en dicho proceso. Es el caso del régimen aplicable al recurso de apelación. 11. La doctrina es unánime al afirmar que el recurso de apelación es el instrumento más efectivo para remediar los errores judiciales, pues, contrariamente a la reposición, es resuelto por un funcionario de superior jerarquía en quien se supone concurren una mayor experiencia y versación en el derecho. Este recurso puede concederse en tres efectos distintos, según reza el artículo 354 del C.P.C: en el efecto suspensivo, en el devolutivo o en el diferido. Sobre este punto, el artículo 438 del Código de Policía de Bogotá es explícito al afirmar que "la sentencia que contenga orden de policía es apelable en el efecto devolutivo", y el numeral 2 del artículo 354 del C.P.C., consagra que en ese efecto "no se suspenderá el cumplimiento de la providencia apelada, ni el curso del proceso". En este caso, el juez de primera instancia, frente al fallo apelado, sólo conserva competencia para hacerlo cumplir, mas no para pronunciarse sobre los temas objeto de la apelación que son de competencia de su superior jerárquico. Si el recurso de apelación es declarado desierto y contra esta declaratoria no se interponen los recursos de ley, el acto queda en firme, y en materia policiva sólo podría revocarse por quien lo emitió, según el artículo 409 del Acuerdo N° 18 de 1989 (Código de Policía de Bogotá), "cuando desaparezcan los motivos que le dieron origen". 12. Teniendo en cuenta que el recurso de apelación interpuesto por la querellante contra el fallo de septiembre 8 de 1993, fue concedido en el efecto devolutivo, la Sala considera que, al tenor de lo dispuesto en el numeral 2 del artículo 354 del C.P.C., la autoridad policiva sólo conservaba una competencia limitada al cumplimiento del acto apelado y a la toma de las medidas necesarias para que el recurso se surtiera adecuadamente. Esto es así por cuanto el auto que declara desierto el recurso de apelación no tiene la virtud de autorizar al funcionario de primera instancia para pronunciarse sobre el fondo del acto recurrido. Una vez declarado desierto el recurso y sin que contra tal declaratoria se hubiese interpuesto recurso alguno, la resolución del 8 de septiembre de 1993 quedó en firme y sólo podía ser revocada por la inspección 1"B" de Policía de Usaquén, cuando desaparecieran los motivos que le dieron origen, pero en ningún caso la Inspección conservaba la facultad de declarar la nulidad de la mencionada Resolución. Esta Corporación prohíja el argumento de la Personería Delegada para la Policía del Distrito Capital, según el cual la Inspección de Policía sólo podía revocar el auto de diciembre 6 de 1993, que declaraba desierto el recurso de apelación por expresa vulneración del artículo 456 del Código de Policía de Bogotá[2]. La inspección ha debido enviar el expediente al Consejo de Justicia de Santa Fe de Bogotá, con el objeto de que se pronunciara sobre la legalidad de la Resolución apelada. De ningún modo conservaba competencia para declarar, de oficio, la nulidad de la resolución de septiembre 8 de 1993. Al entrar a decidir aspectos concernientes al fondo de la Resolución expedida el 8 de septiembre de 1993, la Inspectora 1"B" de Policía de Usaquén, se arrogó las competencias de su superior jerárquico, obrando por fuera de todo marco legal y obedeciendo a su simple voluntad. Con esto, vulneró el derecho de acceso a la justicia de las partes trabadas en la querella N° 347/93 pues impidió que una Corporación de mayor jerarquía (el Consejo de Justicia de Santa Fe de Bogotá) pudiera pronunciarse sobre el fondo del proceso policivo, saneándolo si hubiera sido del caso. Este proceder vulneró así mismo el derecho fundamental al debido proceso de las partes por la pretermisión de "las formas propias de cada juicio" (C.P., artículo 29) y del principio de la doble instancia (C.P., artículo 31). 13. Pero el defecto orgánico referente a la falta de competencia de la funcionaria para decretar la nulidad de un acto en firme expedido por su propio despacho, no es el único que amerita un pronunciamiento de esta Corporación respecto de la resolución de 11 de julio de 1994, dado que la actora formula otro cargo que merece estudio separado y que hace referencia a la declaratoria de oficio de nulidades procesales que no están consagradas como tales en la legislación aplicable. 14. Es necesario recordar que ni el Código Nacional de Policía, ni el Código de Policía de Bogotá regulan lo relativo a nulidades. Por esta razón en este tema es necesaria la aplicación subsidiaria de las normas del Código de Procedimiento Civil. En punto a nulidades procesales, el sistema jurídico colombiano establece que ellas no pueden existir sin que previamente se encuentren tipificadas en una norma. Ha sido jurisprudencia reiterada de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia desde 1954, que las causales de nulidad son taxativas y no son susceptibles del criterio de analogía en su interpretación y aplicación (véanse, entre otras, las sentencias de noviembre 22 de 1954, agosto 22 de 1974, abril 1° de 1977, junio 28 de 1979, etc.). Sólo los casos supuestos taxativamente en los artículos 140 y 141 del Código de Procedimiento Civil, pueden ser considerados vicios invalidadores de la actuación cuando el juez los declare expresamente y, por lo tanto, ninguna circunstancia diferente podrá ser invocada para invalidar de oficio actuaciones procesales. El estatuto procesal civil descartó la llamada teoría de las nulidades constitucionales o del antiprocesalismo, según la cual el juez puede apreciar de manera discrecional la gravedad de las irregularidades cometidas en el proceso y decretarlas según su propio criterio. La Corte Suprema de Justicia sobre este particular ha expresado: "La teoría del llamado antiprocesalismo, de la cual se hizo uso y abuso antes del nuevo estatuto procesal civil, permitía considerar a discreción del juzgador, la existencia de irregularidades cuya gravedad y trascendencia no tenía pauta y que, al ser comúnmente aceptadas con ese carácter, implicaban derrumbar la estabilidad de los procesos por las más nimias circunstancias con claro desconocimiento no solo del fenómeno y alcance de la preclusión procesal, sino de la misma lealtad debida al juez y a la parte" (Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia de junio 28 de 1979 MP. Alberto Ospina Botero). A pesar de que todas las causales de nulidad tienen como efecto la posibilidad de invalidar la actuación, algunas de ellas permiten, si se dan ciertos requisitos, su convalidación; es decir, su saneamiento. Otras causales, por sus especiales características, no pueden ser saneadas y, de presentarse, deben conducir inexorablemente a la anulación de lo actuado. El inciso final del artículo 144 del C.P.C., aplicable a los procesos de policía,  determina que, dentro de los eventos previstos en el artículo 140 ibídem, son insaneables las causales previstas en los numerales 3 (cuando el juez procede contra providencia ejecutoriada del superior, revive en proceso legalmente concluido o pretermite íntegramente la respectiva instancia), 4 (cuando la demanda se tramita por proceso diferente al que corresponde, salvo lo previsto en el numeral 6 del artículo 144, según el cual la nulidad se sanea si un asunto que debía tramitarse a través de un proceso especial se tramita a través del proceso ordinario) y la proveniente de falta de jurisdicción o de competencia funcional. Las demás causales de nulidad pueden ser saneadas si se presentan las circunstancias previstas en el artículo 144 del C.P.C.: omisión de la parte en alegarla oportunamente; convalidación expresa de las partes; actuación procesal de la persona indebidamente representada, citada o emplazada sin alegar la nulidad; cumplimiento de la finalidad del acto procesal viciado, que no apareja violación del derecho de defensa; la falta de competencia distinta de la funcional no alegada como excepción previa; tramitación de un asunto por la vía ordinaria cuando debía haberse surtido un proceso especial. El trámite que debe darse a la declaratoria de nulidad varía según se trate de un vicio saneable o insaneable. El artículo 145 del C.P.C. enseña que, en tratándose de nulidades que no admiten convalidación, el juez debe declararlas de oficio, en cualquier estado del proceso antes de dictar sentencia. Si el vicio que advierte es saneable, el juez ordenará ponerlo en conocimiento de la parte afectada mediante auto. Si dentro de los tres días siguientes a la notificación la parte no alega la nulidad, ésta quedará saneada y el proceso continuará su curso. Si la nulidad es alegada, el juez procederá a declararla. Es pertinente aclarar que cuando se tramita un recurso de apelación, así éste no verse sobre el aspecto de las nulidades, el superior tiene la expresa facultad de pronunciarse acerca de los vicios que observe, según lo dispone el artículo 357 del C.P.C. Por último, el artículo 145 del Estatuto Procesal Civil señala que los efectos de la nulidad sólo comprenden la actuación posterior al motivo que la produjo, y que resultó afectada por éste. 15. La Corte se pregunta si la declaratoria de nulidad que la Inspectora 1"B" de Policía de Usaquén decretó a través de la resolución de julio 11 de 1994, cumplió con las normas que regulan el instituto de las nulidades procesales en la legislación civil aplicable a los procesos civiles de policía. Como se deduce de la lectura de la decisión de julio 11 de 1994, la autoridad policiva consideró que constituían causal de nulidad los siguientes hechos: (1) la actuación de las religiosas a lo largo del proceso sin ser parte en éste; (2) la falta de notificación a Alfonso E. Mattos y la negligencia de la Inspección para hacerlo comparecer al trámite policivo; (3) la infracción al artículo 432 del Código de Policía de Bogotá, que ordena que la providencia que pone fin a la querella de amparo a la posesión, debe ser dictada dentro de la diligencia de inspección ocular y en presencia de las partes. Ninguno de los hechos anteriormente mencionados está tipificado como vicio que permita al mismo despacho que profirió el acto proceder a su anulación y, menos aún, se encuentran dentro de aquellas nulidades consideradas como insaneables por el artículo 144 del mismo código, únicas que pueden ser declaradas de oficio. Si bien dentro del trámite anterior a la expedición de la Resolución de julio 11 de 1994 pudieron presentarse varias irregularidades, como el desconocimiento del artículo 432 del Código de Policía de Bogotá, especialmente, éstas habrían podido ser corregidas por el Consejo de Justicia de Santa Fe de Bogotá, en el trámite de la apelación contra el fallo de septiembre 8 de 1993. Queda claro que en la resolución de julio 11 de 1994, la Inspectora 1"B" de Policía de Usaquén declaró nulidades no contempladas como tales por el artículo 140 del C.P.C. Adicionalmente, procedió de oficio a dicha declaratoria contraviniendo lo establecido en el artículo 145, ibídem, según el cual sólo las nulidades insaneables pueden ser decretadas de manera oficiosa. Con la declaratoria de oficio de nulidades saneables, la autoridad policiva violó el derecho al debido proceso de las partes envueltas en la querella policiva N° 347/93, como quiera que irrespetó las formas propias del proceso policivo que en punto a nulidades se encuentran reguladas en el Código de Procedimiento Civil. En este caso, la actuación de la autoridad de policía carece de fundamento objetivo. No existe en el ordenamiento jurídico ninguna norma que le permita declarar, tal como lo hizo, la nulidad de oficio por las causales antes anotadas. Así mismo, ni las partes afectadas por el acto declarado nulo, ni el Ministerio Público, la impulsaron a declarar la nulidad de un acto dictado 9 meses antes de tal declaratoria, lo que permite pensar a esta Sala que la funcionaria actuó sometida exclusivamente a los mandatos de su voluntad. Y por último, la declaratoria de nulidad de la resolución en cuestión, tuvo como efecto la vulneración del debido proceso de las partes interesadas en el asunto de fondo sometido a la instancia policiva, al desconocer las formas propias del proceso policivo. La apreciación estricta de las causales de nulidad no obedece a un simple afán de formalismo sin ningún asidero material. Por el contrario, con ella se busca hacer efectivos los valores constitucionales de la justicia y la seguridad jurídica. La observancia de las normas procesales no es un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar la justicia. El que la forma no sea un fin en sí mismo es la razón que sustenta el hecho de que determinados actos procesales, formalmente nulos, son eficaces, pues, no obstante su irregularidad, cumplieron su finalidad sin violar el derecho de defensa, tal como acertadamente lo consagra el numeral 4 del artículo 144 del C.P.C. Inexistencia de otro Mecanismo de Defensa Judicial 16. Si bien la acción de tutela fue interpuesta como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable, encuentra la Sala que es evidente la inexistencia de otros mecanismos de defensa judicial para la protección del derecho fundamental al debido proceso de la comunidad religiosa. En efecto, por expresa disposición del artículo 82 del C.C.A., la jurisdicción de lo contencioso administrativo no conoce de las decisiones proferidas en los procesos de policía. 17. En síntesis, la Sala considera que al expedir el auto de diciembre 6 de 1993 y  la resolución de julio 11 de 1994, la Inspección 1"B" de Policía de Usaquén vulneró el derecho fundamental al debido proceso de la comunidad religiosa "Misioneras de Santa Rosa de Lima". En efecto, el referido auto arbitrariamente cercenó a las partes la oportunidad de que la actuación pudiera ser revisada por la autoridad superior. Por su parte, a través de la resolución citada, sin tener competencia para ello, se decretó la nulidad de la resolución de 8 de septiembre de 1993. En consecuencia, se revocará la sentencia dictada por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura del 15 de febrero de 1995 y, en su lugar, se confirmará la sentencia proferida por el Consejo Seccional de la Judicatura de Cundinamarca, de 19 de diciembre de 1994. D E C I S I O N En mérito de lo expuesto, la Sala Tercera de Revisión, R E S U E L V E PRIMERO.- Revocar el Fallo de tutela proferido por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura del 15 de febrero de 1995. SEGUNDO.- Confirmar, por las razones expuestas en la presente providencia, la sentencia de tutela de diciembre 19 de 1994, proferida por el Consejo Seccional de la Judicatura de Cundinamarca. TERCERO.- Líbrese comunicación al Consejo Seccional de la Judicatura de Cundinamarca, con miras a que se surta la notificación de esta providencia, según lo establecido en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado Ponente CARLOS GAVIRIA DIAZ Magistrado JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General (Sentencia aprobada por la Sala Tercera de Revisión, en la ciudad de Santa Fe de Bogotá, D.C., a los cinco (5) días del mes de julio de mil novecientos noventa y cinco (1995) ). [1]Ver entre otros, los fols. 2, 29, 40, 79, y 89, del cuaderno 2; fols. 3, 7, 172 a 177, 181 a 184, 204 a 206, y 210, del cuaderno 3. [2] El artículo 456 del Código de Policía de Bogotá (Acuerdo N° 18 de 1989) dice textualmente: "La actuación en los procesos de policía se surtirá en papel común, en original y copia y en forma gratuita. Cuando la apelación de la sentencia se conceda en el efecto devolutivo esta se debe surtir en el cuaderno original."
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T-290-95 Sentencia No Sentencia No. T-290/95 ACCION DE TUTELA-Improcedencia/MEDIO DE DEFENSA JUDICIAL/DECLARACION DE ABANDONO-Recursos El actor aún puede, antes de que quede en firme la declaración de abandono o de adopción, solicitar al Juez de Familia competente, "la terminación de los efectos de las declaraciones hechas por el Defensor de Familia y la finalización de las medidas de protección adoptadas", demostrando para ello que se han superado las circunstancias que dieron lugar a dichas medidas.   Dada la eficacia de este trámite para la protección de los derechos de quien solicita el cuidado del menor, el cual se surte mediante procedimiento verbal sumario, mal podría ser reemplazado por la acción de tutela. Adicionalmente, si el actor considera violado el debido proceso, podrá ejercer oposición contra el acto de declaración de abandono o contra la resolución de adopción que en el futuro se profieran, evento en el cual se hace obligatoria la homologación por parte del Juez de Familia, de las decisiones adoptadas por el Defensor de Familia en representación del  I.C.B.F. DERECHOS DEL NIÑO A TENER UNA FAMILIA/INSTITUTO COLOMBIANO DE BIENESTAR FAMILIAR-Protección de menores En el caso que nos ocupa, la menor xx fue alejada del actor.  La entidad oficial legalmente encargada de velar por el cumplimiento de los derechos de los niños encontró a la menor en una situación irregular tal, que ameritaba su intervención, mediante los mecanismos que la ley dispone para ello. La menor había sido abandonada por sus padres y se encontraba viviendo en un medio que hacía peligrar su seguridad y el adecuado desarrollo al que tiene derecho.  Esta situación, obligaba al ICBF a brindarle la protección debida. Fue así como se establecieron sucesivas medidas provisionales de protección (colocación en hogar amigo, en un hogar de paso y, por último, en un hogar sustituto), como parte del proceso mediante el cual se busca precisamente garantizarle a la menor su adopción definitiva por parte de una familia que le brinde los cuidados y garantías a los que todo menor debe tener acceso. HOMOSEXUAL-Custodia de niña El actor asegura que fue su homosexualidad el único factor que el I.C.B.F. tuvo en cuenta para declarar a la niña en estado de peligro y asignar su custodia a terceros.  Sin embargo, ello resulta contraevidente según los hechos antes reseñados y las pruebas testimoniales aportadas. Todo lo anterior conduce a la Sala a descartar la violación del derecho del actor a la igualdad.  Resulta evidente que el I.C.B.F. tuvo razones objetivas suficientes para decretar las medidas de protección que consideró necesarias en favor de la menor xx, y que su actuación no fue arbitraria ni se debió a prejuicio de sus funcionarios respecto de la sexualidad del actor. Ref.: Expediente No. T- 63127. Descripción: Acción de tutela contra el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar por quitarle al actor, "debido a su homosexualidad", la custodia de una niña abandonada a quien cuida desde hace cinco años. Tema: - La homosexualidad del actor no fue el factor determinante de la decisión del I.C.B.F. y, por lo tanto, no se le violó el derecho a la igualdad. - Los recursos de la vía gubernativa no impiden el ejercicio de la acción de tutela. Actor:    José Gerardo Córdoba Magistrado Ponente: Dr. Carlos Gaviria Díaz. Santafé de Bogotá, D.C., julio cinco (5)  de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Corte Constitucional, Sala Cuarta de Revisión de Tutelas, integrada por los Magistrados José Gregorio Hernández Galindo, Hernando Herrera Vergara y Carlos Gaviria Díaz, este último en calidad de ponente, pronuncia, EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION la siguiente sentencia en el proceso de tutela número T-63127, interpuesto por José Gerardo Córdoba contra el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, con base en las razones que se exponen a continuación. ANTECEDENTES El ciudadano José Gerardo Córdoba solicita, a través de la acción de tutela, la protección de su derecho fundamental a la igualdad y del derecho de la menor XX a tener una familia, consagrados en los artículos 13 y 44 de la Carta Política, los cuales considera vulnerados por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, a raíz de los siguientes 1.  HECHOS. En agosto de 1989 el señor Gerardo Córdoba vivía en un inquilinato en donde desempeñaba el cargo de administrador. Allí se hospedaron, durante cuatro noches, un hombre y una mujer que tenían una bebé de menos de un mes de edad. Ellos le pidieron al señor Córdoba el favor de que cuidara por unos días a la niña, pero nunca volvieron para reclamarla y, por el contrario, le manifestaron que podía quedarse con ella pues no querían ni podían criarla. Desde entonces el actor se ocupó del cuidado de la menor con los escasos recursos económicos de que disponía, y teniéndola como su propia hija, hasta que el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar consideró inconveniente que él la criara, la declaró en situación de peligro -por las razones que se expondrán más adelante-, y posteriormente la ubicó en un hogar sustituto que cuidará de ella hasta que sea dada en adopción. Del estudio detallado de los diversos testimonios que obran en el expediente surgen aspectos más precisos de lo acontecido, los cuales conviene resumir brevemente: - En 1991, luego de dos años de cuidar a la menor,  el señor Córdoba la inscribió en el registro civil con el nombre de xx y se acercó a las dependencias del Instituto Colombiano de Bienestar familiar a solicitar su adopción. Como consecuencia de esta solicitud se abrió en el Instituto una investigación respecto de la menor y del solicitante, y poco tiempo después se efectuó una visita a la residencia de éstos, con el fin de determinar sus condiciones de vida y la conveniencia de una eventual adopción.  Se hizo entonces manifiesto que el medio en el cual vivía la menor era inadecuado para su normal desarrollo y se le recomendó al señor Córdoba buscar un lugar más apropiado para vivir. En efecto, el señor Córdoba, quien se declaró a sí mismo homosexual (característica confirmada por peritos siquiatras a folio 195), vivía con su anciana madre y con la niña en una pequeñísima habitación en la que sólo cabía una cama, y en donde cocinaban sus alimentos con una estufa de petróleo, expuestos al peligro de incendios y a la contínua emisión de vapores insalubres.  El estado higiénico, tanto de la alcoba como del resto de la "residencia", era lamentable.  Además, la vivienda se encontraba en una zona de tolerancia de la ciudad, caracterizada por la delincuencia y la prostitución de hombres y mujeres, tanto heterosexuales como homosexuales. El actor, siguiendo la recomendación que le hizo la trabajadora social, cambió de casa inmediatamente, pero, como no avisó al I.C.B.F. su nueva dirección, esta entidad no logró hacer un seguimiento de la investigación y la archivó. -   En abril de 1994, con ocasión de un programa de prevención de la prostitución de menores, la Procuradora 20 Delegada para la Defensa del Menor y la Familia efectuó un operativo de búsqueda en la zona de tolerancia de la ciudad y allí se detectó el caso de la menor xx quien, junto con José Gerardo Córdoba y la madre de éste, se encontraba viviendo en un inquilinato llamado Residencias Costa Azul "en condiciones deprimentes", según palabras de la Procuradora (folio 63).  Se solicitó en forma urgente la intervención del I.C.B.F, razón por la cual esta entidad ordenó reabrir la investigación sobre xx.  En la residencia se encontraron varios casos de menores que vivían con sus madres prostitutas y con respecto a ellos también se adoptaron medidas de protección. -   El I.C.B.F., representado por una trabajadora social y una Defensora de Familia, efectuó la visita correspondiente al señor Córdoba, quien les manifestó que por temor a que le quitaran a su niña y por sugerencia de la misma Procuradora, acababa de enviarla a vivir con la hermana de él, quien tenía un hogar bien constituído y le ayudaría a cuidarla.  Se trasladaron estas autoridades a la casa de la hermana del actor y encontraron que, ciertamente, ese era un lugar mucho más adecuado para la crianza de la menor, pues el medio en el que vivía José Gerardo Córdoba no le garantizaba a xx las bases mínimas para un sano desarrollo y, por el contrario, la colocaba en "situación irregular" de conformidad con el art. 30 del Código del Menor. Procedió entonces la Defensoría a proferir resolución mediante la cual declaró a xx en situación de peligro y confirmó la medida de protección provisional consistente en su ubicación en el "hogar amigo" de la hermana del señor Córdoba, quien se comprometió con el I.C.B.F. a tenerla allí por espacio de dos meses.  No obstante, pasaron seis meses antes de que esta entidad volviera a interesarse por la suerte de la niña, y durante todo este tiempo  el actor contribuyó con su manutención y la visitó a diario comportándose como su padre. La Defensoría también presentó denuncia del posible delito de falsedad documental y solicitó la cancelación del registro civil de la menor, ya que los datos consignados en el registro eran falsos:  el actor había inscrito a xx con el apellido suyo (Córdoba) y el de su compañero Fidel Martínez. -   Como parte del seguimiento que normalmente se hace al medio familiar en que se desarrolla el menor asignado a un hogar amigo, el I.C.B.F. realizó una visita domiciliaria a la casa de la hermana del actor, y ésta manifestó que no quería continuar haciéndose cargo de la niña, razón por la cual, ese mismo día, se profirió resolución que ordenó cambiar la medida de colocación familiar y ubicarla en el Hogar de Paso "Casa de Belén".  Esta resolución fue comunicada personalmente al actor quien, desconcertado por tal decisión, se negó a firmar la constancia de notificación. -   Finalmente, la menor fue trasladada de Pasto a Ipiales y allí se le ubicó en un "hogar sustituto normal" que consiste en una familia que cuida a la menor mediante contrato con el I.C.B.F., mientras se decide sobre su eventual adopción.  En este lugar xx, según informes obrantes en el expediente (folio 329), se ha adaptado bien -no obstante extrañar a su "papá Gerardo"- y ha empezado a tener contacto por vez primera con niños de su edad.   El Instituto de Bienestar familiar está próximo a proferir declaración de abandono de la menor para luego poderla entregar en adopción como medida definitiva de protección. 2. LA PETICIÓN. El señor José Gerardo Córdoba expresa que durante cinco años, a pesar de su pobreza, le ha dado todo lo necesario a la niña y la ha querido como si fuera su propia hija, razón por la cual le causa un gran sufrimiento la decisión del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar de quitársela y buscarle otros padres adoptivos.  Sostiene que la única razón en la que se basó el Instituto es su homosexualidad, a pesar de que esta característica no lo inhabilita para ser un buen padre. Por todo lo anterior considera violado su derecho a la igualdad y el derecho de la niña a permanecer en su familia, y solicita que se ordene  a la autoridad competente devolvérsela y legalizar su situación. 3. FALLO DE INSTANCIA Conoció de la acción de tutela el Juez Promiscuo de Familia de Pasto, Nariño, quien la negó por considerar que existían otros mecanismos judiciales de defensa al alcance del actor y que no se evidenciaba vulneración de los derechos fundamentales alegados por éste. Tanto el Código Contencioso Administrativo como el Código del Menor consagran, en favor del interesado en adquirir o recuperar la patria potestad de un niño, mecanismos administrativos y judiciales tendentes a hacer valer sus derechos. A ninguno de ellos acudió el actor para impugnar las resoluciones que decretaron medidas de protección de la menor xx. Por otra parte, las particulares características del grupo familiar y del medio en el que xx se desarrollaría, de continuar al lado del actor, hacían urgente la adopción de medidas de protección por parte de la entidad demandada, la cual no hizo más que cumplir con su obligación legal de proteger a los menores que se encuentren en situación irregular. El juez de instancia negó entonces la tutela, pero le ordenó al I.C.B.F. observar rigurosamente en adelante los procedimientos, términos y formalidades debidos en sus actuaciones, pues se detectaron irregularidades tales como la mora en ejecutar las actuaciones que eran de su competencia para proteger eficazmente a la menor, y el archivo injustificado de la investigación pese a que existía información suficiente sobre la localización de la niña y sobre sus precarias condiciones de vida.  Por otra parte, se encontraron deficiencias en la notificación al actor de la resolución por la cual se terminó la colocación de xx en casa de la hermana de aquél.  Concretamente, el I.C.B.F. dejó constancia de que el señor Córdoba renunciaba a los términos para interponer recursos, lo cual resulta inverosímil si se piensa que él ni siquiera aceptó darse por notificado.  Tampoco se notificó debidamente la resolución por la cual se ordenó el traslado de la menor a Ipiales. Pese a lo anterior, en aras de proteger los derechos de la menor xx, y dado que el actor en ningún momento interpuso los recursos de que disponía (pues su renuncia no le resultaría oponible), la actuación surtida hasta ahora debe mantenerse hasta que culmine con la adopción de una medida de protección definitiva. Por último, se ordena compulsar copias "a la autoridad competente" para investigar las eventuales faltas disciplinarias en que hubiesen podido incurrir los funcionarios del Instituto de Bienestar Familiar. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL 1. Competencia. De conformidad con lo dispuesto por los artículos 86 y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala es competente para conocer de la revisión de la sentencia proferida por el Juez Promiscuo de Familia de Pasto. El presente examen se hace conforme al reglamento interno de la Corporación, y a la selección que del proceso hizo la Sala Tercera de Selección. 2. Otros medios de defensa. La acción de tutela puesta a consideración de esta Sala resulta improcedente con base en la causal primera del artículo 6 del Decreto 2591 de 1991.  Lo anterior, debido a que José Gerardo Córdoba contó en su momento con las acciones que el Código Contencioso Administrativo contempla para la impugnación de los actos administrativos, tales como las resoluciones mediante las cuales el I.C.B.F. estableció las sucesivas medidas de protección a favor de la menor xx.  Además, el artículo 56 del Decreto 2737 de 1989 (Código del Menor) dice expresamente: "Artículo 56: El control jurisdiccional de las decisiones que tome el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar se sujetará a las normas del Código Contencioso Administrativo. No obstante, los actos administrativos que resuelvan acerca de la aplicación de las medidas de protección preceptuadas en el artículo 57 y las demás que definan, en forma permanente o provisional, la situación de un menor, estarán sujetas al control jurisdiccional de los Jueces de Familia, conforme a lo establecido en el artículo 64 de este Código". En desarrollo de la norma citada el actor aún puede, antes de que quede en firme la declaración de abandono o de adopción, solicitar al Juez de Familia competente, "la terminación de los efectos de las declaraciones hechas por el Defensor de Familia y la finalización de las medidas de protección adoptadas" (art. 64 del Código del Menor), demostrando para ello que se han superado las circunstancias que dieron lugar a dichas medidas.   Dada la eficacia de este trámite para la protección de los derechos de quien solicita el cuidado del menor, el cual se surte mediante procedimiento verbal sumario, mal podría ser reemplazado por la acción de tutela, en contravía de lo preceptuado por el artículo 6 numeral 1 del Decreto 2591 de 1991. Adicionalmente, si el actor considera violado el debido proceso, podrá ejercer oposición contra el acto de declaración de abandono o contra la resolución de adopción que en el futuro se profieran, evento en el cual se hace obligatoria la homologación por parte del Juez de Familia, de las decisiones adoptadas por el Defensor de Familia en representación del  I.C.B.F. (arts. 61 y 63). Es importante dejar claro que el interés que tiene el actor en recuperar a la menor xx no amerita la concesión de la tutela como mecanismo transitorio, pues esta medida sólo es procedente cuando se trata de evitar un perjuicio irreparable, el cual no se evidencia en este caso.   No desconoce la Corte el amor y los cuidados que José Gerardo Córdoba desinteresadamente le brindó a la niña durante estos años, pero por encima del dolor moral que infortunadamente le causa su ausencia, está el derecho prevalente de la menor a gozar de un ambiente en el cual pueda crecer sanamente.  Corresponde al I.C.B.F. velar porque este objetivo se cumpla y, en el caso en estudio, dicha entidad juzgó necesario adoptar las medidas de protección ya reseñadas, con base en razones que esta Sala comparte y que se expondrán más adelante. Finalmente, conviene advertir que la consideración del juez de instancia según la cual la existencia de los recursos propios de la vía gubernativa también hace improcedente la tutela, carece de fundamento legal. Los recursos que se surten ante la misma administración con el fin de que revoque o corrija su propio acto, no son medios de defensa judiciales que hagan improcedente la tutela.  Más aún, el artículo 9 del Decreto 2591 de 1991 establece claramente que no es necesario agotar previamente la vía gubernativa para presentar una solicitud de tutela. En el caso que se estudia, la acción impetrada sí es improcedente por contar el actor con recursos judiciales alternativos y eficacez, pero no por la existencia de recursos administrativos, como erradamente consideró el a-quo. 3.   Derecho del menor a tener una familia. Sostiene el actor que, con las medidas adoptadas por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, se está violando el derecho de la menor xx a tener una familia y a no ser separada de ella, consagrado en el artículo 44 de la Carta Política.  El demandante considera que el núcleo familiar conformado por él, por su madre y por la niña xx, ha sido destruído por acción del I.C.B.F. Es cierto que el niño tiene derecho a vivir en el seno de una familia, y resulta inobjetable, además, que en un Estado pluralista y protector de la diversidad como es el Estado Colombiano, no existe un único tipo familiar digno de protección, sino que se reconoce igualmente a la familia proveniente de vínculos jurídicos como a aquella formada por lazos naturales o afectivos.  Sin embargo, no es menos cierto que los niños tienen derecho a gozar de la asistencia necesaria para lograr un adecuado desarrollo físico, mental, moral y social, y que a falta de los padres o de las personas legalmente obligadas a dispensarle al menor esta asistencia -como ocurre en este caso con xx- es el Estado el obligado a asumir directamente su cuidado o a confiarlo, mediante la adopción, a personas cuya idoneidad ha de calificar según criterios axiológicos ajustados al orden constitucional.  Así se deduce del principio de primacía que la Carta Política dispone en favor de los derechos de los niños (art. 44), y se ha desarrollado legalmente en materia de protección al menor (arts. 3 y 6 del Decreto 2737 de 1989). Es por esta razón que, en el caso que nos ocupa, la menor xx fue alejada del señor José Gerardo Córdoba.  La entidad oficial legalmente encargada de velar por el cumplimiento de los derechos de los niños encontró a la menor en una situación irregular tal, que ameritaba su intervención, mediante los mecanismos que la ley dispone para ello. En efecto, xx había sido abandonada por sus padres y se encontraba viviendo en un medio que hacía peligrar su seguridad y el adecuado desarrollo al que tiene derecho.  Esta situación, contemplada en los numerales 1 y 5 del artículo 30 del Código del Menor, obligaba al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar a brindarle la protección debida (Cap. II del C.M.). Fue así como se establecieron sucesivas medidas provisionales de protección (colocación en hogar amigo, en un hogar de paso y, por último, en un hogar sustituto), como parte del proceso mediante el cual se busca precisamente garantizarle a la menor su adopción definitiva por parte de una familia que le brinde los cuidados y garantías a los que todo menor debe tener acceso. 4.   Derecho del actor a la igualdad. José Gerardo Córdoba asegura que fue su homosexualidad el único factor que el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar tuvo en cuenta para declarar a la niña en estado de peligro y asignar su custodia a terceros.  Sin embargo, ello resulta contraevidente según los hechos antes reseñados y las pruebas testimoniales aportadas, de los cuales se deducen datos como los siguientes: - El lugar de residencia habitual del actor, que sería el medio social en el que crecería la menor viviendo a su lado, se circunscribe a la zona de tolerancia de la ciudad de Pasto.  La Comandante de la Policía de Menores, Teniente Yolanda Arteaga Arévalo,  declaró que "esta zona donde residía la menor es una de las zonas rojas del Municipio y, tal vez, una de las más graves ya que allí se presentan toda clase de delitos; ...".  Respecto de la residencia donde inicialmente fue encontrada la menor, sostuvo que "...esta residencia había sido sellada, sin embargo estaba funcionando, al parecer la sellaron por el mal estado en que se encontraba porque eran unas condiciones infrahumanas para que viviera cualquier persona". - La vivienda de la menor consistía en un cuarto de tamaño mínimo, desaseado y oscuro, donde convivían hacinados el actor, su madre y la menor.  En el mismo cocinaban con una estufa de petróleo. - Existen serios motivos para creer que el amigo o compañero del actor se embriaga con frecuencia.  Esto constituye un mal ejemplo para la menor, por parte de una persona que, por tener una relación estable con el actor desde hace muchos años y por contribuír en la crianza y manutención de xx, también hacía parte de su ambiente familiar. - La Defensora de Familia que actualmente tiene el caso a su cargo expresa que últimamente "se  han realizado seguimientos socio-familiares a la residencia y lugar de trabajo de José Gerardo Córdoba y Fidel Martínez (amigo del primero), en donde (sic) sus condiciones de vida económica y morales ... no son las mejores para que la menor xx desarrolle sus potencialidades al lado de estos dos señores". Todo lo anterior conduce a la Sala a descartar la violación del derecho del actor a la igualdad.  Resulta evidente que el I.C.B.F. tuvo razones objetivas suficientes para decretar las medidas de protección que consideró necesarias en favor de la menor xx, y que su actuación no fue arbitraria ni se debió a prejuicio de sus funcionarios respecto de la sexualidad del señor Córdoba. En mérito de lo expuesto, la Corte Constitucional, Sala Cuarta de Revisión de Tutelas, obrando en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución. RESUELVE : PRIMERO:  CONFIRMAR  la sentencia proferida por el Juez Promiscuo de Familia de Pasto, mediante la cual resolvió negar la tutela impetrada por el ciudadano José Gererado Córdoba contra el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. SEGUNDO: ORDENAR que en cualquier publicación, divulgación o estudio que se haga de esta sentenecia se omita el nombre de la menor involucrada. TERCERO: COMUNICAR esta decisión al juez de primera instancia para los efectos del artículo 36 de Decreto 2591 de 1991. Comuníquese, notifíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. CARLOS GAVIRIA DIAZ Magistrado ponente JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Magistrado HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General Aclaración de voto a la Sentencia No. T-290/95 ADOPCION DE MENOR POR HOMOSEXUAL/COMPORTAMIENTO ETICO (Aclaración de voto) Negarle a una persona la posibilidad de adoptar o cuidar a un niño, por la sola razón de ser homosexual constituiría ciertamente un acto discriminatorio contrario a los principios que inspiran nuestra Constitución. Se pretendía así dejar claramente establecido que eran otros los motivos que habían guiado a la Corte al confirmar la sentencia que denegó la tutela. No obstante, aunque por razones diferentes, los Magistrados fueron partidarios de excluir las frases que arriba se transcriben entre comillas. El suscrito juzga necesario explicitar, con toda nitidez, que esas palabras condensan de modo inequívoco su pensamiento sobre el asunto. La homosexualidad no es en sí misma un lastre moral, pues el comportamiento recto o desviado de una persona nada tiene que ver con sus preferencias sexuales. El comportamiento ético de una persona nada tiene que ver con sus predilecciones amorosas y que es aquél, y no éstas, el que ha de evaluarse para decidir si un adulto es o no competente para educar a un niño. REF. Expediente T-63127 En el párrafo penúltimo del proyecto de fallo, se decía lo siguiente: “Negarle a una persona la posibilidad de adoptar o cuidar a un niño, por la sola razón de ser homosexual constituiría ciertamente un acto discriminatorio contrario a los principios que inspiran nuestra Constitución”. Se pretendía así dejar claramente establecido que eran otros los motivos que habían guiado a la Corte al confirmar la sentencia que denegó la tutela. No obstante, aunque por razones diferentes, los Magistrados Hernández y Herrera fueron partidarios de excluir las frases que arriba se transcriben entre comillas. El suscrito juzga necesario explicitar, con toda nitidez, que esas palabras condensan de modo inequívoco su pensamiento sobre el asunto. La homosexualidad no es en sí misma un lastre moral, pues el comportamiento recto o desviado de una persona nada tiene que ver con sus preferencias sexuales. En el caso referido, el actor interpuso tutela contra la resolución de Bienestar Familiar, justamente porque se sintió discriminado en razón de su homosexualismo. Pienso que era un deber de la Sala no solo exponer las razones de otro orden, justificativas de la decisión, sino sentar, sin la más mínima vacilación, que el comportamiento ético de una persona nada tiene que ver con sus predilecciones amorosas y que es aquél, y no éstas, el que ha de evaluarse para decidir si un adulto es o no competente para educar a un niño. Fecha ut supra. CARLOS GAVIRIA DIAZ Magistrado
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T-291-95 Sentencia No Sentencia No. T-291/95 DERECHO AL TRABAJO/DERECHO SOCIAL El derecho al trabajo hace parte de esos derechos sociales, pues además de contribuir a un proceso de efectiva nivelación e igualdad socio-económica de los asociados, dignifica y permite la realización del individuo como agente protagónico en los procesos de desarrollo del núcleo social al que pertenece, mucho más si se tiene en cuenta que en la sociedad contemporánea la destreza o el dominio de un saber específico constituye elemento esencial de la identidad y del reconocimiento de la persona. LEGITIMIDAD DE MEDIDAS PATRONALES/PATRIMONIO DE LA EMPRESA-Protección/TRABAJADOR ACUSADO DE HURTO-Suspensión de funciones/REUBICACION LABORAL-Improcedencia El patrono está legitimado para adoptar medidas tendientes a proteger su patrimonio, y que bajo ninguna circunstancia está obligado a mantener al actor en un puesto de trabajo determinado, mucho menos si éste no goza de su confianza para desempeñarlo. Todo indica que la orden que le impartió la empresa al actor, de mantenerse ocioso durante la jornada de trabajo pudiendo haberle asignado otras funciones, tiene como finalidad, protegerse de la posible comisión de un ilícito, y de abstenerse de ubicarlo en un puesto de trabajo para el cual no le tiene confianza.  En consecuencia, se reconoce la legitimidad de las medidas del patrono para defender su patrimonio, y se concluye que no hay vulneración del derecho del trabajo ni de la igualdad, por tratarse de un caso en que no puede justificarse una reubicación laboral dadas las circunstancias objetivas y subjetivas en que se ha colocado el trabajador. REF.: Expediente No. T-63001 Tema: Derecho al trabajo, a la igualdad y al debido proceso. Actor: SIGIFREDO VELASQUEZ VELEZ Magistrados: Dr. FABIO MORON DIAZ -Ponente- Dr.  VLADIMIRO NARANJO MESA Dr.   JORGE ARANGO MEJIA Santafé de Bogotá D.C., Julio cinco (5) de mil novecientos noventa y cinco (1995) La Sala de Revisión de Tutelas, integrada por los H. Magistrados JORGE ARANGO MEJIA, VLADIMIRO NARANJO MESA y FABIO MORON DIAZ, en ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, previo estudio del Magistrado Ponente, resuelve sobre el proceso de acción de tutela presentado por SIGIFREDO VELASQUEZ VELEZ contra la empresa "El Recreo Ltda." 1.   ANTECEDENTES La Pretensión y los Hechos. El señor SIGIFREDO VELASQUEZ VELEZ empleado al servicio de la empresa "El Recreo Ltda.", ubicada en la ciudad de Buga y cuyo objeto social es el ejercicio de las actividades propias de la industria avícola, interpuso, a través de apoderado, acción de tutela contra dicha empresa con el objeto de proteger sus derechos fundamentales al trabajo, a la igualdad y al debido proceso. Como hechos que sustentan su petición el demandante expuso los siguientes: - El actor labora al servicio de la empresa demandada desde el 3 de mayo de 1990 como auxiliar de cuartos fríos. Está afiliado al sindicato de trabajadores del cual es directivo en calidad de miembro de la comisión de reclamos, por lo que goza de fuero sindical; por la realización de dicho trabajo devenga mensualmente la suma de $107.000, además de una prima especial de frío y el reconocimiento de horas extras, dado que el trabajo exige el cumplimiento de turnos en horarios que superan la jornada ordinaria legal. - El 22 de agosto de 1994 algunos empleados de la empresa fueron sorprendidos por una funcionaria del departamento de contraloría de la misma, quien conocía de presuntas irregularidades que se estaban cometiendo dentro de la compañía, las cuales ocasionaban faltantes de producto y pérdidas económicas significativas, tratando de vender, sin autorización alguna, a una comerciante de la ciudad, parte del producto que se les había entregado para  distribución, hecho por el cual, previa la toma de declaraciones por parte del director de personal en las instalaciones de la empresa, fueron denunciados por su representante legal ante las autoridades competentes, correspondiéndole conocer del caso al Juzgado Tercero Penal Municipal de Buga. - En la diligencia de toma de declaraciones, que efectuó el director de personal de la empresa demandada, los empleados sorprendidos aceptaron haber extraído producto que no correspondía a las cantidades despachadas y relacionadas según pedidos y haber pretendido venderla para su propio beneficio; en síntesis aceptaron haber incurrido en conductas que tipifican el delito de hurto continuado; así mismo, manifestaron que en la comisión del ilícito participaban otros empleados, entre ellos el actor señor SIGIFREDO VELASQUEZ VELEZ . - El Juzgado Tercero Penal Municipal de Buga, después de realizar las correspondientes diligencias, decidió dictar medida de aseguramiento contra las personas que fueron sorprendidas cometiendo el presunto ilícito, y abstenerse de decretarla respecto de los empleados que fueron implicados por aquellos en las declaraciones tomadas por el director de personal de la empresa, entre ellos el actor de la tutela que se revisa, por cuanto "...no existe prueba eficiente que lo vincule con la comisión de la conducta punitiva y no hay mérito para proferir medida de aseguramiento en su contra...". Tal decisión fue impugnada por el defensor de uno de los sindicados por lo que pasó en apelación a conocimiento del Juzgado Primero Penal del Circuito de Buga. - A raíz de los mencionados hechos, la empresa decidió despedir a los inculpados, salvo al actor de la tutela por estar éste protegido por fuero sindical. Procedió en cambio a separarlo del cargo de auxiliar de cuartos fríos (Comunicación de 15 de septiembre de 1994), y a despojarlo de funciones indicándole que debía asistir al sitio de trabajo en horario de 7:00 A.M a 12:30 M y de 2:30 a 6:00 P.M y los sábados de 8:00 A.M. a 12 M., por lo cual seguiría recibiendo su salario básico y las correspondientes prestaciones. Así lo ratificó el representante legal de la empresa demandada al rendir declaración en el Despacho que conoció en primera instancia de la acción de tutela, al manifestar que el actor había sido separado temporalmente del cargo, puesto que se encontraba vinculado a una investigación por robo continuado contra la misma empresa y al señalar que dicha medida se tomaba por razones de seguridad, y porque el fuero sindical que protege al empleado les impedía removerlo. - En el mismo sentido se expresó el director de personal de la empresa demandada citado a declarar en el proceso de tutela, quien además agregó que la compañía mantendría su decisión por cuanto el señor VELASQUEZ VELEZ no era prenda de garantía en el manejo de productos perecederos, y que hasta ese momento no se había procedido a la cancelación del contrato por gozar éste de fuero sindical, para cuyo levantamiento se adelantaban los trámites pertinentes, de acuerdo con lo dispuesto en el Código Sustantivo del Trabajo. - Tal decisión, en opinión del actor viola sus derechos fundamentales al trabajo, a la igualdad y al debido proceso, para cuya protección no cuenta con mecanismos de defensa judiciales, dado su estado de indefensión y subordinación respecto de la empresa demandada, por lo que decidió instaurar acción de tutela a través de apoderado contra la empresa "El Recreo Ltda.", la cual le correspondió conocer al mismo Juzgado Tercero Penal Municipal de Buga. 2.     FALLOS QUE SE REVISAN 2.1 Primera instancia. El Juzgado Tercero Penal Municipal de Buga mediante providencia No. 021 de 30 de diciembre de 1994, resolvió la tutela No. 022 interpuesta a través de apoderado por el Señor SIGIFREDO VELASQUEZ VELEZ contra la empresa "El Recreo Ltda.", tutelando los derechos al trabajo, a la igualdad y al debido proceso del actor, y ordenándole a la empresa demandada reincorporarlo al ejercicio de las funciones de auxiliar de cuartos fríos, en las mismas condiciones en que las desempeñaba antes de ser sancionado por dicha compañía. La sentencia proferida se fundamentó en los siguientes argumentos: 2.1.1. En opinión del Juez de conocimiento, de manera evidente el actor había sido colocado por parte de la demandada en una situación  laboral irregular, que le impedía ejercer libremente su derecho al trabajo, atentando contra su dignidad y sometiéndolo a una situación ejemplarizante de "escarnio público", dirigida especialmente a los trabajadores sindicalizados, por lo que, concluye, "...también se estaría violando tangencialmente el derecho a la libre asociación". 2.1.2. Señala que el caso estudiado corresponde a la situación prevista en el numeral 4 del artículo 42 del Decreto 2591 de 1991, por tratarse de una acción interpuesta contra una empresa privada por un ciudadano que mantiene con ella una relación de subordinación e indefensión, dada su condición de trabajador de la misma, y por no tener éste ninguna otra acción judicial a la que pueda recurrir para proteger sus derechos. 2.1.3. Destaca que hasta el momento de resolver la acción de tutela el demandante era inocente de los hechos imputados por decisión del Juez Penal Municipal de primera instancia, y que no obstante haber sido impugnada dicha decisión la empresa no podía condenar anticipadamente al demandante, sin incurrir en violación de los derechos de igualdad, honra y buen nombre. 2.1.4. En su criterio las medidas adoptadas por la empresa demandada implican el desconocimiento de su derecho fundamental al trabajo, tal como está previsto en el artículo 25 de la C.P., el cual no puede ser equiparable con una situación en la que se le paga al actor por la mera asistencia física a las instalaciones de la compañía. 2.1.5. Dicho tratamiento,  en su opinión, es discriminatorio en relación con sus compañeros de trabajo, vulnerándose con él el derecho a la igualdad de que trata el artículo 13 de la Carta. 2.1.6. Concluye que la empresa demandada se atribuyó funciones que no son de su competencia al juzgar, condenar y sancionar al actor por la presunta comisión de un ilícito, desconociendo el principio de presunción de inocencia consagrado en el artículo 29 de la C.P.; destaca el juez de primera instancia que "...no se puede permitir que se vulneren los derechos fundamentales...en aras de una justicia privada que no se acoge a los formalismos y a los preceptos establecidos en nuestra Constitución Nacional y otras leyes que nos rigen", por lo que procede a tutelar los derechos al trabajo, a la igualdad y al debido proceso del peticionario. 2.1.7.  La decisión del juez de tutela de primera instancia fue impugnada por el apoderado de la empresa demandada a través de escrito de enero de 1994, correspondiéndole al Juzgado Segundo Penal del Circuito de Buga conocer del recurso. 2.2 Segunda instancia. El Juzgado Segundo Penal del Circuito, mediante sentencia del 7 de febrero de 1995, resolvió revocar en todas sus partes el fallo proferido en primera instancia y en su lugar negar la tutela impetrada, indicándole al señor SIGIFREDO VELASQUEZ VELEZ que el procedimiento idóneo para proteger los derechos que considera amenazados o violados es el previsto en los artículos 114-118 del Capítulo XVI del Decreto -Ley 2158 de 1948, Código de Procedimiento Laboral. Las razones que arguye el Juez de segunda instancia son las siguientes: 2.2.1. Que de conformidad con lo dispuesto en el numeral 1o. del artículo 6o. del Decreto 2591 de 1991, la acción de tutela solo procede cuando  el afectado no dispone de otro medio de defensa judicial, salvo que aquella se utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable; destaca que de acuerdo con los pronunciamientos de la Corte Constitucional, el ser subsidiaria e inmediata son dos de las características esenciales de esta acción, por lo que no es propio de ella reemplazar los procesos ordinarios o especiales que para cada caso prevé la ley. Enfatiza que no es un medio alternativo, adicional o complementario para alcanzar un fin determinado,  por lo que en el caso propuesto, en el que el actor alude a la desmejora de sus condiciones laborales, no obstante estar protegido por fuero sindical, como miembro y directivo del sindicato de la empresa demandada, se hace un uso inadecuado de la acción, dado que existe un mecanismo especial  y específico para proteger sus derechos, consagrado en los artículos 114 y siguientes del Código de Procedimiento Laboral. 2.2.2. Para el Juez de segunda instancia en el asunto estudiado se está en presencia de un conflicto jurídico de intereses de carácter laboral, por lo que corresponde al juez del trabajo de esa jurisdicción dirimir dicho asunto, de conformidad con las normas que rigen para proteger los derechos del trabajador que goza de fuero sindical, que se considere desmejorado en sus condiciones laborales. 2.2.3. De otra parte, considera improcedente el pedimento de amparo del derecho al trabajo en los términos presentados por el actor, mucho más si se tiene en cuenta que el perjuicio que alega no tiene el carácter de irremediable, pues puede ser protegido y restablecido por la autoridad judicial competente para el efecto. 2.2.4. En síntesis, el juez de segunda instancia consideró que la tutela era improcedente dada la existencia de un mecanismo alternativo de defensa judicial, como es la acción consagrada para los trabajadores protegidos con fuero sindical, en  los artículos 114 y siguientes del Código de Procedimiento Laboral. 3.   COMPETENCIA Con fundamento en lo dispuesto en los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política, en armonía con los artículos 33, 34 y 35 del Decreto-Ley 2591 de 1991, la Sala es competente para revisar las sentencias en referencia. 4. CONSIDERACIONES DE LA CORTE 4.1   La Protección del Derecho al Trabajo en un Estado Social de Derecho El Estado social de derecho se constituye, entre otros, con el objetivo de superar el individualismo que caracterizó el liberalismo clásico, centrándose para ello en la atención preferente a los llamados derechos sociales, sobre cuya realización aspira a consolidar un Estado de bienestar. Tal concepción implica la necesidad de que dichos derechos  se concreten y se hagan efectivamente vigentes a través de su protección formalizada e institucionalizada en el ordenamiento jurídico positivo, y paralelamente se propicie para todos los individuos la realización efectiva y material de esos derechos; esto es, su realización práctica. El derecho al trabajo, consagrado en nuestra C.P. en el artículo 25, hace parte de esos derechos sociales, pues además de contribuir a un proceso de efectiva nivelación e igualdad socio-económica de los asociados, dignifica y permite la realización del individuo como agente protagónico en los procesos de desarrollo del núcleo social al que pertenece, mucho más si se tiene en cuenta que en la sociedad contemporánea la destreza o el dominio de un saber específico constituye elemento esencial de la identidad y del reconocimiento de la persona. Así lo ha expresado la Corte Constitucional: "En este momento de la cultura mundial y del sentimiento nacional, parece innecesario destacar la importancia del trabajo y bastará decir que hace mucho dejó de ser una mercancía sujeta a los mecanismos del quehacer económico para convertirse en atributo de la personalidad jurídica, un valor de la existencia individual y comunitaria y un medio de perfeccionamiento del ser humano y de la sociedad toda, que no podría existir sin él." (Corte Constitucional. Sent.jul.14/92). 4.2   El Derecho al Trabajo y su Relación con los Demás Derechos Fundamentales El derecho al trabajo en un estado social de derecho como el colombiano, trasciende la definición que de él mismo da el ordenamiento jurídico, se erige como un derecho-deber, como un derecho fundamental, cuyo alcance, según lo ha expresado esta Corporación: "...no está dado por su mera definición, sino por la relación que existe entre ellos y el resto de los contenidos de la Carta. Así las cosas el derecho al trabajo debe interpretarse en estrecha relación con los principios de igualdad, libertad y dignidad humana." (C. Const., Sent. dic 14/92, C-606). Teniendo entonces como presupuestos básicos los anteriormente expuestos, se trata de determinar, en el caso analizado, si la medida adoptada por la empresa demandada de separar al actor de las funciones que venía desempeñando como auxiliar de cuartos fríos, sin asignarle ninguna otra, por estar éste vinculado a un proceso penal, vulnera o no los derechos fundamentales al trabajo, a la igualdad y al debido proceso. 4.2.1. El Derecho al Trabajo En primer lugar, si el derecho al trabajo es un valor fundamental de la existencia individual y comunitaria y un medio de perfeccionamiento del ser humano, no basta con el otorgamiento nominal de un empleo para que el derecho se entienda efectiva y materialmente realizado, es esencial que  las condiciones en que se desarrolla la relación laboral correspondan con el debido respeto a la libertad, igualdad y dignidad del trabajador, lo que implica que contemple la realización de una determinada labor física o intelectual que demande del individuo el desarrollo de sus capacidades específicas, viabilizando su perfeccionamiento y la posibilidad de aportar al desarrollo de un proceso productivo o al cumplimiento de un objetivo en condiciones dignas y justas. Sobre el particular la Corte Suprema de Justicia se ha manifestado de la siguiente manera: "Orden de no prestar servicios. Conviene aclarar que conforme al ordenamiento laboral colombiano, es absolutamente erróneo presumir, como lo hizo el ad-quem, la ilicitud de toda disposición patronal tendiente a exonerar al empleado de prestar servicios. Al contrario, conforme al artículo 23, literal b) del C.S.T. en el contrato de trabajo el patrono tiene la facultad de poder exigir al trabajador '...el cumplimiento de órdenes en cualquier momento, en cuanto al modo, tiempo o cantidad de trabajo...' En otras palabras aquél dispone sobre la utilización o no de la fuerza de trabajo de éste. Además el artículo 140 ibídem, reconoce expresamente la posibilidad jurídica de que el empleador disponga que el trabajador no preste  servicios en vigencia del vínculo laboral. "Es obvio, que lo anterior no significa que siempre que el patrono decida que su empleado se abstenga de laborar esté obrando conforme a la ley, pues dependerá de las particulares circunstancias de cada caso, tales como la clase de vínculo laboral, la forma de retribución del trabajador, el modo como se imparta la misma orden, los motivos y las consecuencias de ésta. Así, no sería lícito disponer el paro del trabajador si ello atenta contra su dignidad personal o sus demás derechos laborales." (Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Laboral, sentencia de diciembre 10/87). En el caso que se revisa, para determinar si la medida adoptada atenta o no contra la dignidad o demás derechos laborales del trabajador, es procedente analizarla según el propósito que realmente la motivó: la posibilidad es que se haya fundamentado en el legítimo derecho que le asiste al patrono de salvaguardarse de continuar siendo víctima de la comisión de un ilícito en el que presuntamente venía incurriendo el actor y en la desconfianza que se generó en él sobre su idoneidad para continuar desempeñando el cargo de auxiliar de cuartos fríos, dada la imposibilidad de proceder a cancelarle el contrato de trabajo por gozar éste de fuero sindical; si ello fuere así no hay duda que el patrono tiene todo el derecho a proteger el patrimonio de su empresa, el cual no se puede poner en peligro so pretexto de la salvaguardia de una dignidad del trabajador que se encuentra tan cuestionada por la investigación que se le adelanta, y que ha llegado hasta el punto de ser objeto de una medida de aseguramiento. 4.2.2 El derecho a la igualdad De conformidad con las pruebas recopiladas por los jueces de primera y segunda instancia que conocieron el proceso de acción de tutela, la decisión de la demandada se originó en el hecho de que el actor se encuentra vinculado a un proceso judicial por hurto continuado, y en la imposibilidad de la empresa de despedirlo, como si lo hizo con otros implicados, por estar el demandante protegido con fuero sindical. Se verifica en el expediente la intención expresa de la demandada de proceder al despido del trabajador una vez obtenga la autorización para levantar el fuero, según se desprende de las declaraciones de sus representantes, gerente y director de personal, dada la desconfianza que generó en ellos la acusación de que fue objeto el trabajador por parte de algunos de los sindicados. Sin embargo, llama la atención que no se allega prueba alguna que indique que el patrono haya procedido conforme lo dispuesto en los artículos 114-118 del Código de Procedimiento Laboral, los cuales señalan el procedimiento a seguir para tramitar este tipo de autorización, y en cambio si haya  colocado al actor en una situación irregular, tal como la que surge de no asignarle funciones, obligándolo a permanecer sin cumplir actividad alguna en un espacio destinado al desarrollo de un proceso productivo, en el cual cada funcionario cumple una tarea específica, que contribuye a materializar el objeto social de la compañía. En este punto es pertinente señalar la doctrina del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos sobre el derecho a la igualdad, citada en sentencia de esta Corporación: "Justificación objetiva y razonable....toda desigualdad no constituye necesariamente una discriminación; la igualdad solo se viola si la desigualdad está desprovista de una justificación objetiva y razonable, y la existencia de dicha justificación debe apreciarse según la finalidad y los efectos de la medida considerada, debiendo darse una relación razonable de proporcionalidad entre los medios empleados y la finalidad perseguida." (C.Const., Sent. jun.19/92, T-422.M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz). La Sala considera que el patrono está legitimado para adoptar medidas tendientes a proteger su patrimonio, y que bajo ninguna circunstancia está obligado a mantener al actor en un puesto de trabajo determinado, mucho menos si éste no goza de su confianza para desempeñarlo; así incluso lo prevé el contrato de trabajo celebrado entre la empresa y el demandante, en cuya cláusula octava se establece: " ...El trabajador se obliga a aceptar los cambios de oficio que decida el patrono dentro de su poder subordinante, siempre que se respeten también las condiciones laborales del trabajador y no se le causen perjuicios." Todo indica que la orden que le impartió la empresa al actor, de mantenerse ocioso durante la jornada de trabajo pudiendo haberle asignado otras funciones, tiene como finalidad, protegerse de la posible comisión de un ilícito, y de abstenerse de ubicarlo en un puesto de trabajo para el cual no le tiene confianza.  En consecuencia, se reconoce la legitimidad de las medidas del patrono para defender su patrimonio, y se concluye que no hay vulneración del derecho del trabajo ni de la igualdad, por tratarse de un caso en que no puede justificarse una reubicación laboral dadas las circunstancias objetivas y subjetivas en que se ha colocado el trabajador, y que se han señalado anteriormente. 4.2.3   El Debido Proceso En el caso objeto de revisión, es innegable que la honorabilidad y buen nombre del actor fueron puestos en entredicho por las acusaciones de que fue objeto por parte de los compañeros sindicados del ilícito. Vale anotar que el juez de primera instancia no encontró mérito para vincularlo al proceso, medida que fue impugnada por el apoderado de la demandada, por lo que pasó a consideración del Juez Primero Penal del Circuito de Buga quien revocó dicha decisión, decretando medida de aseguramiento para el actor como uno de los presuntos autores materiales del ilícito; ello demuestra la convicción de la demandada sobre la  responsabilidad del actor en los hechos y su interés porque la justicia penal así lo determine, lo cual no es cuestionable. Se aclara que sólo una vez termine el proceso penal que se adelanta, si se concluye que el actor es responsable de los hechos que se le imputan, la demandada podrá dar aplicación a lo dispuesto en el literal g) del artículo 61 del C.S. del T. La Sala comparte los criterios que motivaron la revocación que ordenó el juez de segunda instancia, por cuanto ellos señalan que existe un conflicto de intereses laborales para el cual la ley prevé una acción específica que debe dirimir el juez especializado, conforme a las competencias consagradas claramente en la ley, y que no permite que la acción de tutela se convierta en un instrumento alternativo, complementario o adicional de los procesos judiciales ordinarios. En consecuencia, se confirmará el fallo proferido por el Juzgado Segundo Penal del Circuito de Buga que revocó el de primera instancia y negó la tutela, sin que se afecten los derechos relativos al fuero sindical, respecto del cual deban cumplirse los procedimentos de ley, que protegen adecuadamente los derechos del actor. En virtud de lo expuesto, la Sala  No. Ocho de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE Primero. CONFIRMAR el fallo proferido el 7 de febrero de 1995, por el Juzgado Segundo Penal del Circuito de Buga, por medio del cual se revocó la sentencia del Juzgado Tercero Penal Municipal de la misma ciudad y en su lugar negó la tutela impetrada por el señor SIGIFREDO  VELASQUEZ VELEZ. Segundo. ORDENAR que por la Secretaría General de esta Corporación, se comunique esta providencial al Juzgado Tercero Penal Municipal de Buga, en la forma y para los efectos previstos en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, publíquese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado JORGE ARANGO MEJIA Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-292-95 Sentencia No Sentencia No. T-292/95 DERECHO A LA SEGURIDAD SOCIAL/PENSION DE INVALIDEZ-Fundamental/DERECHOS FUNDAMENTALES Una de las manifestaciones contemporáneas de expresión del derecho a la seguridad social  es el derecho a la pensión de invalidez, que busca compensar la situación de infortunio derivada de la pérdida de la capacidad laboral, mediante el otorgamiento de unas prestaciones económicas y de salud, cuya característica fundamental en su condición de esenciales  e irrenunciables. En este orden de ideas, la íntima conexión entre el derecho a la seguridad social y su manifestación a través de la pensión de invalidez y los derechos  a  la  vida  y  al  trabajo  y  la salud, han llevado a la Corte a afirmar su linaje de derecho fundamental. La pensión de invalidez como especie del derecho a la seguridad social, ostenta igualmente el carácter de fundamental cuando su titularidad se predica de personas de la tercera edad o  disminuídas,  física,  sensorial o psíquicamente. ACTO ADMINISTRATIVO-Irrevocabilidad/ADMINISTRACION PUBLICA-Demanda de su propio acto/DEBIDO PROCESO-Vulneración por desconocimiento de pensión/DERECHO A LA SUBSISTENCIA La acción de tutela se configura como el único mecanismo de protección de los derechos fundamentales a la seguridad social y debido proceso, en razón a que cuando  un acto administrativo reconoce el derecho a la pensión de invalidez, o a una prestación social a favor de un particular, dicho derecho no puede ser revocado o extinguido unilateralmente por la misma entidad, sin el consentimiento expreso y por escrito de su titular,  pues se conculcarían así derechos adquiridos. Le corresponde a la administración es acudir a la vía  judicial y demandar su propio acto administrativo, y no trasladar al actor de la tutela esa obligación. _ SUSTITUCION PENSIONAL POR INVALIDEZ/PERSONAS DISMINUIDAS FISICAMENTE-Protección/DERECHO A LA IGUALDAD-Vulneración Las personas que están disfrutando de una sustitución pensional por invalidez, que se hallan en condiciones de inferioridad respecto de los demás miembros de la comunidad, ya que ven disminuída su capacidad laboral, máxime si dependen de los recursos económicos provenientes de la mesada pensional para atender sus necesidades físicas y económicas más apremiantes, por lo cual no resulta justo abandonarlos en esta etapa de su vida, cuando necesitan todo el apoyo, dadas las especiales condiciones en que se encuentran, porque ello rompería el principio de igualdad material que también condiciona los derechos derivados de la seguridad social. REF.: Expediente No. T-64921 Peticionario: COSME LOZANO RAMOS Magistrados: Dr. FABIO MORON DIAZ -Ponente- Dr.  VLADIMIRO NARANJO MESA Dr.   JORGE ARANGO MEJIA Santafé de Bogotá D.C., Julio cinco (5) de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Corte Constitucional, Sala de Revisión de Tutelas No. Ocho, integrada por los Magistrados Jorge Arango Mejía, Vladimiro Naranjo Mesa y Fabio Morón Díaz, procede  a revisar la sentencia para decidir la acción de la referencia, proferida por el Tribunal Superior de Cali el día 21 de febrero de 1995, teniendo en cuenta los siguientes I.    ANTECEDENTES El ciudadano COSME LOZANO RAMOS, en ejercicio de la acción de tutela prevista en el artículo 86 de la Constitución Política y desarrollada legalmente en los Decretos 2591 de 1991 y 306 de 1992, formula demanda contra las señoras DILIA QUINTERO DE CALERO y RUBIELA GONZALEZ RODRIGUEZ, en sus calidades de Jefe de Oficina de Prestaciones Sociales y Secretaria de Servicios Administrativos del Departamento del Valle del Cauca, con el fin de que se le tutelen los derechos fundamentales a la pensión, a la vida y a la supervivencia, y se ordene mediante sentencia la reivindicación de la sustitución pensional que gozaba plenamente desde 1989. Ante el Tribunal Superior de Cali, el actor relató los siguientes hechos: El señor Cosme Damián Lozano Millán, padre del actor, en vida fue jubilado del Departamento del Valle del Cauca hasta la fecha de su fallecimiento ocurrido el 9 de enero de 1986. El demandante ha sido declarado inválido por haber perdido su capacidad laboral en un porcentaje del 75% de acuerdo con dictamen médico. Por el estado físico en que se encuentra le fue reconocida por el departamento del Valle del Cauca la sustitucion pensional de su difunto padre por medio de la resolución No. 0121 del 12 de enero de 1989. Habiendo sido sometido a un nuevo examen de revisión conforme lo manda la ley, el médico certificó una incapacidad de sólo el 55% con base en lo cual las funcionarias en cita procedieron a dar por extinguido su derecho a seguir percibiendo la pensión mediante resolución No. 02221/94. Frente al desconocimiento de los derechos fundamentales procedió a interponer la revocatoria directa contra la resolución antes citada a fin de que con base en lo dispuesto en la Ley 100 de 1993 que considera inhábiles a las personas que tengan una pérdida de la capacidad laboral mayor al 50%, se dejará sin vigencia el acto administrativo, petición que le fue resuelta negativamente. Conforme a la valoración otorgada a su incapacidad por el médico adscrito a la división regional del Mintrabajo, la pérdida de la capacidad laboral aún sigue siendo del 75%, circunstancia que lo hace con derecho a la sustitución pensional aún aplicándole el régimen legal anterior. II.    LA PRIMERA INSTANCIA El Tribunal Superior de Cali -Sala Laboral-, mediante sentencia de veintiuno (21) de febrero de mil novecientos noventa y cinco (1995), decide la acción de la referencia y resuelve " No acceder a la tutela impetrada por el señor COSME LOZANO RAMOS por las razones expuestas", previas las siguientes consideraciones: "Entre los fundamentos legales que se tomaron para dictar la resolución No. 02221 de 1994 por medio de la cual se declaró extinguido el derecho a la sustitución pensional del accionante, encontramos lo establecido en el artículo 67 del Decreto 1848 de 1969 que a la letra dice:  'Control médico del Inválido.  1. Toda persona que perciba pensión de invalidez está obligada a someterse a los examenes médicos periódicos que orden la entidad pagadora de la pensión, con el fin de que  ésta proceda a disminuir su cuantía, aumentarla .... o declarar extinguida la pensión, si de dicho control médico resultare que la incapacidad se ha modificado favorablemente, o se ha agravado o desaparecido. " '2. En el caso de que el pensionado por invalidez se oponga, sin razones válidas, dificulte o haga imposible el control médico a que se refiere este artículo, se suspenderá inmediatamente el pago de la pensión de invalidez, mientras dure la mora en someterse al expresado control médico.' "Por su parte, el artículo 61 del citado decreto, al definir lo que se debía de entender por estado de invalidez expuso:  "Definición.  1. Para los efectos de la pensión de invalidez, se considera inválido el  empleado oficial que por cualquier causa, no provocada intencionalmente, ni por culpa grave, o violación injustificada y grave de los reglamentos de previsión,  ha perdido en un porcentaje no inferior al setenta y cinco por ciento (75%) su capacidad para continuar ocupándose en la labor que constituye su actividad habitual o la profesional a que se ha dedicado ordinariamente. "2.   En consecuencia, no se considera inválido el empleado oficial que solamente pierde su capacidad de trabajo en un porcentaje inferior al setenta y cinco por ciento. "A su vez, en cumplimiento de lo dispuesto en la primera norma transcrita, las citadas funcionarias ordenaron la revisión médica del demandante la cual dió el resultado contenido en el documento de folio 118 que a la letra dice: 'Paciente de 59 años de edad quien tuvo lesión en miembro superior derecho, a nivel de antebrazo, con vidrio hace 30 años.  Presenta como secuela mano derecha caída y atrofia de antebrazo derecho.  Lo anterior genera una pérdida laboral del 55%...". "Como puede notarse de lo hasta aquí expuesto, la jefe de la división de prestaciones sociales del Departamento del Valle del Cauca lo único que realizó al dictar la resolución No. 02221 de 1994 fue aplicar la ley en su más genuino sentido, labor de la cual no se puede deducir violación o amenaza a los derechos del demandante.  Tampoco encuentra la Corporación enfrentamiento alguno entre la normatividad referida y los derechos fundamentales del actor que justifique la inaplicación de aquella al caso concreto. "De otro lado, si bien no se discute la consagración constitucional del derecho a la pensión, su ajuste, su pago oportuno, etc.,  tampoco se hace respecto del carácter legal del derecho a la sustitución y para esta clase de derechos no está permitida la acción de tutela como claramente lo dispone el artículo 2o. del Decreto 306 de 1992. "Pero es que allí no quedan los motivos que no impiden acceder a la tutela pretendida. Claramente surge la existencia de un medio  ordinario de carácter judicial apto en forma plena para la defensa de los derechos del actor y que no es otro que una de las acciones que consagra el C.C.A. y más específicamente la de nulidad y restablecimiento del derecho contra la resolución que declaró extinguido el derecho pretendido por el accionante.  Es que hay, aún más, el derecho administrativo consagra y regla una figura tan efectiva como la misma acción de tutela que se conoce con el nombre de "la suspensión provisional" de los actos administrativos cuando éstos violen de manera manifiesta la ley, mecanismo éste que le permite restablecer su derecho en forma inmediata en caso de hallarse la infracción legal de manera evidente, razón ésta que no pone en duda la eficacia del mecanismo judicial señalado. Esta causal de improcedencia de la tutela en forma expresa la consagra el numeral primero del artículo 6o. del Decreto 2591 de 1991." CONSIDERACIONES DE LA CORTE La Competencia Esta Corporación es competente para conocer de esta revisión de conformidad con lo establecido en el inciso 2o. del artículo 86 y el numeral 9o.  del artículo 241, ambos de la Carta Política, desarrollados en los artículos 33 y 34 del Decreto 2591 de 1991. La Materia El caso en examen comprende la extinción unilateral del  derecho de sustitución pensional de invalidez por parte de la División de Prestaciones Sociales del Departamento del Valle del Cauca, en relación con el quebrantamiento del derecho a la  pensión y a la seguridad social. 1.      De la seguridad social y la pensión de invalidez como derechos constitucionales fundamentales. La doctrina jurisprudencial de esta Corporación, ha considerado que no obstante su naturaleza prestacional, el derecho a la seguridad social y en especial a la pensión de invalidez, como derivado de aquel, pueda asumir en determinadas circunstancias el carácter de fundamental, dada su íntima relación con los derechos a la vida, al trabajo y a la salud; en efecto, la seguridad social aparece  como un principio fundamental y rector de la política social y económica, por tanto, como un derecho programático y de desarrollo legal,pero también goza de carácter de fundamental al ser conexo y paralelo a la vida, al trabajo y la salud; este derecho tiene su expreso reconocimiento genérico en el artículo 48 de la Carta, y específicamente para las personas disminuídas físicas, sensoriales y psíquicas en los mandatos 13 y 17 superiores. Ahora bien, la seguridad social constituye un servicio público obligatorio dirigido, controlado y coordinado por el Estado para salvaguardar la vida, la dignidad humana, la integridad física o moral, contra toda clase de adversidades que pongan en peligro el desenvolvimiento de la vida individual y social, por cuanto su gran misión es combatir las penurias económicas y sociales y las desventajas de diversos sectores, grupos o personas de la colectividad, prestándoles asistencia y protección.  La institución de dicho servicio encuentra además soporte en el artículo 13 de la C.P., que le impone al Estado la obligación de proteger especialmente a aquellas personas que por sus condiciones económicas, físicas o mentales, se encuentran  en circunstancias de  debilidad manifiesta, con miras a hacer efectivo el principio de igualdad material dentro del Estado Social de Derecho. Una de las manifestaciones contemporáneas de expresión del derecho a la seguridad social es el derecho a la pensión de invalidez, que busca compensar la situación de infortunio derivada de la pérdida de la capacidad laboral, mediante el otorgamiento de unas prestaciones económicas y de salud, cuya característica fundamental en su condición de esenciales  e irrenunciables (art. 48 C.P.). En este orden de ideas, la íntima conexión entre el derecho a la seguridad social y su manifestación a través de la pensión de invalidez y los derechos  a  la  vida y  al  trabajo  y  la salud, han llevado a la Corte a afirmar su linaje de derecho fundamental. La pensión de invalidez como especie del derecho a la seguridad social, ostenta igualmente el carácter de fundamental cuando su titularidad se predica de personas de la tercera edad o  disminuídas,  física, sensorial o psíquicamente.  (Sentencias T-26/92, T-011/93, T-427/92, y T-144/95). La Carta fundamental se expidió precisamente con el fin de asegurar el derecho a la seguridad social, dentro de un marco económico y social justo previsto en el preámbulo de la Constitución y desarrollado legislativamente con la Ley 100 de 1993 y algunas otras disposiciones complementarias  y adicionales. Para la Corte  es necesario reiterar que la pensión de invalidez y su equivalente, la sustitución pensional, son medidas de justicia social a favor de personas que se encuentran en situaciones  de involuntaria e insufrible necesidad o, que por circunstancias de debilidad manifiesta, de carácter económico, físico o mental, requieren un tratamiento diferencial positivo  y protector, con el fin de recibir un trato digno e igualitario en la comunidad  (inciso 2 y 3 del artículo 13 C.N.). 2.   De la Revocatoria de los Actos Administrativos Particulares Para esta Sala es necesario  pronunciarse frente a la revocatoria de los actos administrativos.  Uno de los caracteres propios del acto administrativo es su revocabilidad, que se traduce en la potestad de la administración para revisar y volver a decidir sobre las cuestiones o asuntos sobre los cuales ha adoptado una decisión, invocando razones de legalidad o legitimidad, con miras  a asegurar el principio de legalidad, o la oportunidad, el mérito o conveniencia de la medida que garanticen la satisfacción y prevalencia del interés público o social. Según la legislación que nos rige, los actos administrativos deberán ser revocados por los mismos funcionarios que los hayan expedido o por sus inmediatos superiores, de oficio o a petición de parte, cuando se den las causales previstas en el artículo 69 del Código Contencioso Administrativo, esto es, por razones de legitimidad o legalidad, oposición con la Constitución o la ley, o por razones de mérito o conveniencia, cuando no estén conformes con el interés público social o cuando con ellos se cause agravio injustificado a una persona. Cuando se trate de actos de contenido general es admisible su revocabilidad por la administración, sin ninguna limitación, mediante la invocación de las aludidas causales. En cambio, los actos administrativos que reconocen un derecho subjetivo o una situación jurídica particular y concreta en favor de una persona, no son revocables sino con  el consentimiento escrito y expreso del titular del derecho.  (art. 73 inciso 1 del C.C.A.)". Razones de seguridad  jurídica y de respeto a los derechos adquiridos o de las situaciones jurídicas subjetivas que han quedado consolidadas en cabeza de una persona, como también la presunción de legalidad de las decisiones administrativas en firme, avalan el principio de la inmutabilidad o intangibilidad de los derechos subjetivos reconocidos por la administración a través de  un acto administrativo. Es cierto que según el inciso 2o. del art. 73 en referencia, es posible la revocación de los actos administrativos de contenido subjetivo o particular y concreto, 'cuando resulten del silencio positivo, si se dan las causales previstas en el art. 69, o si fuere  evidente que el acto ocurrió por medios ilegales', pero esta norma debe ser entendida en el sentido de que hace alusión exclusivamente al llamado acto presunto, producto del silencio administrativo positivo, que ha reconocido una situación jurídica particular o un derecho subjetivo a una persona. Dicho de otra manera, los actos administrativos expresos expedidos por la administración que reconocen un derecho subjetivo no son revocables por  ésta sino en los términos ya indicados (art. 73, inciso 1 del C.C.A.). En tal virtud, cuando la administración observe que un acto de esta naturaleza es contrario a la Constitución o a la ley, debe proceder a demandar su propio acto ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo (art. 149 inciso  1o. del C.C.A.), pero no podrá revocarlo directamente, pues con ello lesiona derechos de los administrados y se atenta contra la seguridad jurídica de los ciudadanos. 3.  El Caso en Examen Según las pruebas que obran en el expediente, el actor es una persona inválida, de 59 años de edad, quien padece lesión en miembro superior derecho, a nivel de antebrazo, con vidrio, hace treinta años. Presenta secuelas en mano derecha, caída y atrofia de antebrazo derecho;  ha disfrutado de la  sustitución pensional, por espacio de siete (7) años y carece de recursos económicos para  poder subsistir y gozar de una especial calidad de vida. De lo planteado puede deducirse que existe una situación jurídica compleja, por un lado, con un ciudadano con disminución física o invalidez, y por el otro, la procedencia de la revocatoria por extinción de una pensión de invalidez por parte de la Administración. En cuanto a lo primero, a juicio de la Sala, debe reiterarse la doctrina de la Corporación, que apunta hacia la especial protección que el Estado debe brindar a los disminuídos físicos, sensoriales y síquicos, toda vez que la condición de disminuído físico,  plenamente demostrada en el expediente con la calificación médica, de pérdida de la capacidad laboral, como presupuesto de la sustitución pensional coloca al actor en una condición  de protección especial por parte del Estado, por encontrarse en una situación de debilidad manifiesta, que lo ubica en la órbita del derecho a la igualdad buscando la plena efectividad de sus derechos en forma que estos no se encuentran simplemente en la enunciación de premisas que no van a tener fin práctico. La extinción del derecho fundamental a la pensión de invalidez y su pago oportuno, entraña un desconocimiento al derecho a ser tratado de modo especial por encontrarse el ciudadano  incapacitado en una situación de desventaja frente a otras personas. Para esta Sala debe tomarse en cuenta el hecho de que el minusválido ha venido disfrutando de una sustitución pensional desde hace más de siete (7) años, con lo cual, su situación laboral en lo que atañe con la protección propia de la seguridad social, tiene pleno respaldo en los  artículos 13 inc. final, 47 y 48 superiores.  Precisamente el primer artículo dice:  "El Estado protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física y síquica, se encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan." En el caso de las personas que están disfrutando de una sustitución pensional por invalidez, es claro para esta Sala de Revisión, que se hallan en condiciones de inferioridad respecto de los demás miembros de la comunidad, ya que ven disminuída su capacidad laboral, máxime si dependen de los recursos económicos provenientes de la mesada pensional para atender sus necesidades físicas y económicas más apremiantes, por lo cual no resulta justo abandonarlos en esta etapa de su vida, cuando necesitan todo el apoyo, dadas las especiales condiciones en que se encuentran, porque ello rompería el principio de igualdad material que también condiciona los derechos derivados de la seguridad social. (Art. 14 y 47 C.N.). En cuanto al segundo tema bajo examen, considera la Sala que la División de Prestaciones Sociales de la Gobernación del Valle del Cauca, extinguió el pago de la mesada pensional mediante Resolución No. 0222 de 1994, argumentando facultades legales para el efecto, interpretando que la revocatoria de los actos administrativos sólo actúa para derechos condicionados a favor de la administración, pero desconociendo el principio de la irrevocabilidad de los actos administrativos particulares y concretos, es decir aquellos que crean situaciones jurídicas  a favor de un administrado, los cuales solamente  pueden ser revocados con el consentimiento expreso y escrito del titular del derecho. En efecto, revocar un acto consiste en destruirlo por iniciativa y en virtud de otro acto de su propio autor.  El acto administrativo es por naturaleza irrevocable, pues goza de la presunción  iuris tantum de legalidad.  El ordenamiento colombiano ha establecido la irrevocabilidad de los actos administrativos creadores de derechos cuando son favorables a los administrados por razones de interés público y seguridad jurídica.  (Art. 73 C.C.A.).  El régimen legal colombiano contiene una regla fundamental aplicable a los actos  administrativos favorables al administrado, que es la necesidad de su consentimiento expreso y escrito del ciudadano titular del derecho, como requisito inexcusable para revocarlo directamente.  En consecuencia, cuando la Administración, como en este caso, la División de Prestaciones Sociales de la Gobernación del Valle del Cauca, sí estimó que el pensionado no cumple con los requisitos previstos en la ley, para gozar de la pensión, por disminución de su incapacidad laboral, previo examen médico, de acuerdo al artículo 61 del Decreto 1848 de 1969, debe acudir a  la justicia contencioso administrativa, mediante la acción judicial pertinente, como acuden los demás ciudadanos, para que ésta decida si acto administrativo es legal o no, y lo anule en el segundo evento. En otros términos, los derechos subjetivos nacidos bajo un acto administrativo perfeccionado (Resolución No. 021 de 1989), no pueden ser revocados; pues al nacer el derecho particular como producto de un debido proceso administrativo en el cual se reunieron los requisitos y presupuestos fijados en la ley, en este caso en el decreto  1848 de 1969, deben mantenerse en firme, por respeto a las situaciones jurídicas subjetivas, salvo cuando se cumpla el requisito legal a que se ha hecho mención.  En consecuencia de lo anterior, anota la Sala de Revisión que el Resolución No. 021 de 1989, emanada de la Gobernación del Departamento del Valle del Cauca, goza de plena firmeza legal y que la División de Prestaciones Sociales del Departamento sólo podía extinguirlo o revocarlo cuando hubiera solicitado y obtenido el consentimiento escrito y expreso del titular del derecho.  El principio de estabilidad de los actos administrativos se presume siempre a favor del administrado, para la seguridad jurídica de sus derechos. En este sentido, advierte la Sala que la administración ha debido impugnar el acto administrativo que le entraña un perjuicio por la vía contencioso administrativa pertinente.  Es en este orden de ideas  que  deben interpretarse los artículos  73 y 149 del Decreto 01 de 1984 y el artículo  61 y siguientes del Decreto 1848 de 1969. Por lo expuesto anteriormente, considera la Sala de Revisión que la administración está violando el debido proceso (art. 29 C.N.), puesto que, si desde un comienzo, la Oficina de Prestaciones Sociales del Departamento del Valle del Cauca, mediante resolución No. 0121 de 1989 concedió la calidad de pensionado por sustitución al peticionario, no puede luego despojarlo sin mediar citación solicitando y obteniendo su consentimiento expreso y por escrito, para luego, como obliga el artículo 73 CCA, revocarle su derecho con lo cual desconocieron su derecho a una adecuada defensa, sin permitir al pensionado controvertir el concepto médico de la entidad mediante los recursos  previstos en la ley, actuación que generó un perjuicio irremediable que deber ser restablecido. Para esta Sala de Revisión, es claro que el debido proceso rige tanto para el campo judicial como administrativo y la administración del Departamento del Valle del Cauca está obligada a respetar  este derecho fundamental.  El acto administrativo que reconoció la calidad de sustituto pensional por invalidez, goza de la presunción de legalidad frente a una actuación posterior, que vulnera el derecho fundamental a la pensión  y a la  seguridad social.  En consecuencia, la acción de tutela se configura como el único mecanismo de protección de los derechos fundamentales a la seguridad social y debido proceso, en razón a que cuando  un acto administrativo reconoce el derecho a la pensión de invalidez, o a una prestación social a favor de un particular, dicho derecho no puede ser revocado o extinguido unilateralmente por la misma entidad, sin el consentimiento expreso y por escrito de su titular,  pues se conculcarían así derechos adquiridos. De acuerdo con las pruebas que obran en el expediente, estima la Sala que la Oficina de Prestaciones Sociales del Departamento del Valle del Cauca carece de competencia para revocar el acto administrativo que había decretado la sustitución pensional, esto es la resolución No. 0221 de 1994, por cuanto con una interpretación sistemática de los artículos 73 y 149 del  CCA y el artículo 67 al Decreto 1848 de 1969, así se deduce, ya  que le corresponde a la administración es acudir a la vía  judicial y demandar su propio acto administrativo, y no trasladar al actor de la tutela esa obligación. Por las razones que anteceden, la Sala Octava de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: Primero.  Revocar la sentencia proferida por la Sala Laboral del Tribunal Superior  de Cali, de fecha 21 de febrero de 1995 y en su lugar, se dispone conceder la tutela solicitada por el señor Cosme Lozano Ramos. En tal virtud, el señor Cosme Lozano Ramos podrá continuar disfrutando de la pensión de invalidez otorgada por la División de Prestaciones Sociales del Departamento del Valle. Segundo.  Librar comunicación a la División de Prestaciones Sociales del Departamento del Valle del Cauca para que dentro de las 48 horas siguientes adopte las medidas necesarias con el fin de restablecer el pago de las mesadas pensionales al accionante. Tercero.  Librar comunicación al Tribunal Superior de Cali, Sala Laboral, a efecto de que notifique esta sentencia a las partes respectivas. Cópiese, notifíquese, publíquese e insértese en la Gaceta Constitucional y cúmplase. FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado JORGE ARANGO MEJIA Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-297-95 Sentencia No Sentencia No. T-297/95 ACCION DE TUTELA-Desistimiento de la Procuraduría Cuando se trate de derechos fundamentales es posible el desistimiento, siempre y cuando se comprometan sólo los intereses del demandante, y este desistimiento puede estar condicionado en la forma prevista en el artículo 26 del decreto 2591 de 1991, norma especial para el procedimiento de tutela. Por consiguiente no es procedente acudir al C. de P.C., ya que en este tema existe norma especial. DERECHOS DEL MENOR-Protección/CENTRO DE EMERGENCIA VILLA JAVIER DEL INSTITUTO COLOMBIANO DE BIENESTAR FAMILIAR El Código del Menor contempla que una de las medidas a adoptar para proteger a un menor abandonado o en peligro, es ubicarlo en un centro de protección especial, para su atención integral. Esta decisión la adopta el Defensor de Familia por medio de resolución. Estos centros de emergencia son lugares meramente transitorios, o de paso, para los menores, mientras se adelantan las diligencias pertinentes para su protección integral. Es decir, allí no están destinados a que permanezcan por largo tiempo los niños. Por consiguiente, se confirmará la sentencia de la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, en cuanto tuteló los derechos a la vida, integridad física, a la salud, a la seguridad social, a la alimentación equilibrada, al cuidado, educación, cultura y recreación, de los menores que están ubicados en el Centro de Emergencia Villa Javier, pues, la situación que se presentó en dicho centro cuando fue iniciada la tutela sí vulneraba tales derechos. REF: PROCESO T-62.868 Demandante: PROCURADORA DELEGADA PARA LA DEFENSA DEL MENOR Y DE LA FAMILIA Demandado: INSTITUTO COLOMBIANO DE BIENESTAR FAMILIAR, REGIONAL BOGOTÁ. Procedencia: CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Magistrado ponente: JORGE ARANGO MEJÍA. Aprobada en sesión de la Sala Primera de Revisión, celebrada en la ciudad de Santafé de Bogotá, a los seis (6) días del mes de julio de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Primera de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Jorge Arango Mejía, Antonio Barrera Carbonell y Eduardo Cifuentes Muñoz, decide sobre la providencia proferida por la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, en el proceso promovido por la Procuradora Delegada para la Defensa del Menor y de la Familia, doctora Ana Georgina Murillo Murillo. El expediente llegó a la Corte Constitucional, por remisión que hizo la Corte Suprema de Justicia, en virtud de lo ordenado por el artículo 31 del decreto 2591 de 1991. I.-      ANTECEDENTES. La Procuraduría presentó ante el Tribunal Superior de Bogotá, acción de tutela, el 24 de noviembre de 1994, contra el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Regional Bogotá, para que se protegieran los derechos de los menores que se encontraban en el Centro de Emergencia Villa Javier, bajo la responsabilidad del Instituto demandado. a) Hechos. La Procuraduría a cargo de la actora recibió algunas quejas relacionadas con el mal funcionamiento del Centro, por lo que en agosto de 1994 inició la respectiva investigación. En opinión de la Procuraduría, se detectaron graves situaciones, por lo que en comunicación del 24 de agosto de 1994, le solicitó al Director del ICBF, Regional Bogotá, tomar las medidas pertinentes, para corregir anomalías tales como falta de atención a los menores en su cuidado personal, educación y recreación; hacinamiento y falta de aseo en dormitorios, comedores y demás dependencias del Centro; ubicar a los párvulos de sala cuna en un lugar sano mientras se reparan las instalaciones del Centro; dotar de camas, cobijas y tendidos los dormitorios; custodia en forma adecuada de los menores, pues existen altos niveles de evasión. El Director de la Regional del ICBF, en comunicación del 12 de septiembre de 1994, informó a la Procuradora de las medidas adoptadas. Éstas contemplan la reorganización del personal, el aumento de personal, la adecuación y la remodelación de la planta física, el traslado provisional para la atención y cuidado de los menores a otro centro, mientras se hacen las obras de remodelación y ampliación, etc. El 22 de noviembre de 1994, dos meses después del compromiso escrito del ICBF, la Procuraduría realizó otra visita al Centro y, en su concepto,  la situación en lugar de mejorar había empeorado, y éste es el motivo de la presente tutela. Según consta en el acta de visita, fueron atendidos por la persona que está a cargo de la sala cuna, y, al momento de la inspección, se encontraba sola con 33 menores bajo su responsabilidad, todos los niños con imposibilidad de valerse por sí mismos, dada su corta edad, pues son bebés. Esta única persona estaba preparando teteros, cambiando pañales, bañándolos, arreglando cunas, etc. Por esto, a pesar de su buena voluntad, le era imposible brindarles atención adecuada. No se encontraron recipientes para esterilizar chupos y teteros. Por ser insuficiente el número de cunas, ocho menores estaban ubicados de a dos, y otros se encontraban en el piso, sobre colchonetas. Se miró el libro donde se lleva el control diario de los niños del Centro en la sala cuna, donde se lee en el folio 028: “Dejo constancia de que en la sala cuna lo que nunca había ocurrido ´dejar los niños desnudos´ por que no hay suficiente ropa y la ropa que dejan son pedazos de trapos rotos y viejos que a mi como educadora me da vergüenza ponerle a los niños esa ropa, es un desprestigio para el ICBF y no hay suficientes pañales ni zapatos a los niños de sala cunas se les tiene como lo peor.” A folio 042 se lee: “por favor se hace urgentemente necesario replantear la alimentación de los niños de sala cuna, pues lo que se les está dando les pasa derecho (arvejas, lentejas, etc.) . . .” A folio 056 se encuentra la nota de que hay cinco (5) niños hospitalizados, cuatro (4) en el Hospital San Blas y otro en la Misericordia. Pero el día de la visita de la Procuraduría se enteraron de que una de las menores, de tres meses, había fallecido, según informó el Hospital, por paro respiratorio. Consta en el acta de visita que en los otros sitios del establecimiento donde se encuentran los demás niños, que son un poco mayores, y pueden valerse por sí mismos, estaban 27 niños y 37 niñas. Allí la situación es la siguiente: hacinamiento en los dormitorios, dos y tres personas por cama; se corre el cerrojo del dormitorio, por lo que algunas menores informaron que no pueden ir al baño por la noche. Los problemas de falta de seguridad siguen. Apenas se arregalron la cocina y comedor. En la diligencia de la Procuraduría se recibieron declaraciones de algunas menores quienes manifestaron sus problemas. Dos días después de esta visita, la Procuradora presentó acción de tutela, en la cual puso en conocimiento del Tribunal la situación del Centro en cuanto a aspectos locativos, de dotación y personal insuficiente. En cuanto a lo locativo, señala la demandante que no hay seguridad, las instalaciones carecen de servicios básicos, como servicios sanitarios, aseo. Respecto a la dotación, a los niños no se les suministra ropa adecuada, por lo que a veces les ponen “los harapos con que fueron recogidos.” No se les brindan los más elementales elementos de aseo personal. “Los cepillos de dientes se usan en forma permanente y para varios niños simultáneamente.” Un gran número de menores permanece descalzo. No existe papel higiénico, toallas, en número adecuado. Se carece de camas y tendidos suficientes. No existen elementos recreacionales, educativos, deportivos, ni personal para tales efectos. Los menores no realizan ninguna actividad en el día, permanecen ociosos. Algunos evaden el cerco y se dedican a vagar por las calles. Se adjuntaron fotografías que comprueban esta situación. En cuanto a la falta de personal para la debida atención de los párvulos de la sala cuna, que en opinión de la Procuradora merece especial atención en la presente tutela, la situación es la siguiente: “Estos niños que por su corta edad están en la más absoluta indefensión son atendidos, especialmente durante la noche, por una sola persona, quien debe custodiarlos, lavarlos, cambiarles pañales, prepararles y darles la alimentación, arrullarlos cuando reclaman afecto. En fin, suplir esa madre natural de la que carecen. En verdad, debe resaltarse la labor de algunas de esas funcionarias quienes se multiplican y con buena voluntad pretenden cuidar de todos ellos, sin embargo sus buenas intenciones no son suficientes y es por ello que esos menores adquieren enfermedades y muchos de ellos deben ser internados en hospitales. Al momento de la última visita practicada, cinco niños estaban hospitalizados, lamentablemente, uno de ellos acababa de fallecer. “. . . De una forma general, estos niños expósitos, que normalmente deben ser declarados en abandono y pasar a programas de adopción, no están recibiendo la atención que por su corta edad requieren. Por ejemplo en el aspecto locativo del salón donde se hallan ubicados, éste carece de un sistema en el que los malos olores se puedan extraer fácilmente y que (proporcione) al mismo tiempo un ambiente abrigado.” Dice la demandante que el mal olor en este sitio es permanente; las cunas que existen son insuficientes, “normalmente se ubican dos menores por cada una de ellas”, y los más grandes duermen en colchonetas en el suelo. No cuentan con un salón para recreación donde puedan permanecer y alimentarse adecuadamente. La Procuradora señala que frente a esta situación se buscó un mecanismo de solución directa con el ICBF. Este Instituto se comprometió, por escrito, a ello, y para hacerlo en muy corto tiempo. b) Derechos fundamentales vulnerados y pretensiones. La Procuradora solicita que sean tutelados los derechos constitucionales fundamentales a la vida, integridad física, salud, seguridad social, alimentación equilibrada, cuidado, educación, cultura, recreación de que son titulares los menores que se encuentran ubicados en el Centro de Emergencia Villa Javier. Se anexa la lista con los nombres e identificación de los menores. Que se adopten medidas de protección inmediatas, como ordenar el traslado de los menores relacionados a otras instituciones públicas o privadas adecuadas. Que se ordene a ICBF para que realice las obras, adquiera los elementos, contrate al personal, y, en general, tome las medidas para que el Centro de Emergencia brinde a los menores la atención necesaria acorde con las condiciones para la vida digna. Que se ordene al demandado dar estricto cumplimiento a lo dispuesto en los artículos 85 a 87 del Código del Menor. c) Pruebas aportadas por la demandante. La Procuradora adjuntó documentos relacionados con la visita practicada por el Procurador Tercero en lo Judicial, el 11 de agosto de 1994, al Centro de Emergencia. Copia del compromiso del Director del ICBF, Regional Bogotá. Fotografías tomadas a diferentes sitios de la Institución. Acta de visita de fecha 22 de noviembre de 1994, y declaraciones obtenidas en dicha visita. Lista de los menores que se encontraban a la fecha de la última visita. d) Legitimación para presentar esta demanda. La Procuradora Delegada para la Defensa del Menor y de la Familia considera que está legitimada para presentar esta acción según lo señala el párrafo final del artículo 277 de la Constitución, en cuanto establece: “Para el cumplimiento de sus funciones la Procuraduría tendrá atribuciones de policía judicial, y podrá interponer las acciones que considere necesarias.” (subraya la demandante) e) Solicitud de reserva. Finalmente, la demandante solicita que este expediente se maneje en forma reservada, en especial el material fotográfico, para proteger la identidad de los menores ubicados en el Centro. f) Actuación procesal. 1o.) El 6 de diciembre de 1994, el Magistrado sustanciador de la Sala de Familia del Tribunal Superior, realizó diligencia de inspección judicial al Centro de Emergencia Villa Javier. Constan en el acta los siguientes aspectos: - Sala cuna: cinco (5) personas laboran en el día, y en la noche, dos (2); las instalaciones se encontraban en perfecto estado de aseo; diez (10) cunas bien tendidas, y pintadas, ocupadas por nueve (9) niños; si llegan más niños en la noche deben acomodarlos en colchonetas; tiene una cocineta en perfecto estado de aseo, una eléctrica de tres (3) puestos,  donde se estaba preparando una colada para los niños. Los teteros tienen sitio para hervirlos. El lugar de aseo de los menores cuenta con todos los elementos. - Las demás instalaciones se están remodelando en forma adecuada, destacándose el aseo, separación de dormitorios para niños y niñas, con todos los elementos necesarios. Va a haber sitio para aislar a los niños enfermos de los que no lo están. - En cuanto a la seguridad, en el acta consta que la reja de cerramiento permite que los menores se evadan con relativa facilidad. - En la instalación antigua, al momento de la visita, se encontraban 30 niños y 18 niñas. Había 18 camas y 15 colchonetas. Se tenían los elementos necesarios. Existen dos turnos para el aseo diario: las niñas de 5 a.m. a 6 a.m. y los niños de 6 a.m a 6:30 a.m. - Se observó que las paredes medianeras de la parte de atrás del Centro amenazan ruina. La Coordinadora del Centro, al finalizar la inspección manifestó que llevaba aproximadamente un mes en tal cargo. Expresó que la situación anterior se debió a “que se tuvo un incremento de menores en el centro de emergencia que desbordó la capacidad que se tenía y la administración tuvo que hacer las proyecciones de ampliación de la planta en todos sus aspectos utilizando los mismos espacios ya construidos.” 2o.) Obran en el expediente declaraciones hechas bajo juramento, el día 6 de diciembre de 1994, ante la Procuraduría actora de esta tutela, suministradas por cuatro empleadas de sala cuna, dos de ellas enfermeras. En estas declaraciones existen los siguientes puntos a resaltar: - Las declarantes coinciden en señalar que con posterioridad a la visita de la Procuraduría la situación que vivían en la sala cuna empezó a mejorar. Los bebés cuentan ahora con ropa, comida apropiada, aunque anotan que al haberse roto el vaso de la licuadora, ellas, con sus propios, recursos han comprado coladores. - Coinciden en señalar que a raíz de los recientes nombramientos de personal y a que el número de niños de sala cuna ha disminuído, pues han sido ubicados en forma más rápida, a tales niños se les está brindando mayor atención. - Señalan, sin embargo, lo inapropiado del baño ubicado en medio del salón, el cual no está totalmente aislado, lo que significa que se producen malos olores no sólo en el sitio donde se encuentran los menores, sino en el lugar donde se les preparan los alimentos. - Dicen que actualmente se encuentran de 10 a 12 niños, los cuales son atendidos por varias personas. Antes de la visita de la Procuraduría una sola persona estaba a cargo de 30 a 35 bebés. - No existe  un sitio aislado para cuando entra un niño con alguna enfermedad contagiosa, sino que por el contrario debe compartir hasta la cuna con otro menor, lo que hace que se extiendan las enfermedades contagiosas. - La demora en solucionar algunos problemas físicos en las instalaciones, tiene graves repercusiones en la salud de los menores de sala cuna. Esa fue la situación se vivió con la rotura del vidrio de una ventana, roto que fue tapado con un cartón por parte de un celador, ante la imperiosa necesidad de hacer algo y el peligro de que se presentaran enfermedades respiratorias en los menores. - Hasta antes de la visita de la Procuraduría, las niñas de 13 o 14 años recluidas en el Centro, tenían bajo su responsabilidad ayudar en las labores de cuidado de los niños de sala cuna. Preparaban alimentos, ayudaban en el aseo, etc. g) Presentación de desistimiento. El 7 de diciembre de 1994, la Procuraduría, actora de esta tutela, coadyuvada por el Director Regional del ICBF, presentó ante el Tribunal desistimiento de la demanda, con fundamento en los incisos 2o. y 3o. del artículo 26 del decreto 2591 de 1991, por cuanto con posterioridad a la presentación de la tutela, el ICBF había realizado acciones tendientes a dar cumplimiento a lo pretendido en este proceso. La Procuradora advirtió, sin embargo, que el proceso podría reabrirse en cualquier momento, si se presentaba incumplimiento por parte del demandado. El mismo día, 7 de diciembre, la Directora a nivel nacional del ICBF presentó ante el Tribunal memorial en el cual señala que no coadyuva el desistimiento de la tutela, en razón de que considera que debe proferirse fallo de fondo, pues no es procedente que se conceda la tutela. La Directora señala que los aspectos en que se funda la acción son de índole asistencial (carencia de ropa, cepillos de dientes, jabón, estado de las instalaciones, falta de personal), y su atención depende de los recursos limitados que el Estado destine para la adecuada prestación del servicio. Dada la función que cumplen los centros de emergencia para la recepción de menores, pregunta la Directora “¿podría un Centro de Emergencia negarse a recibir un menor maltratado, explotado o abusado sexualmente con el pretexto de falta de cupo o de insuficiencia de cepillos de dientes? No, no podría. Debe recibir a todo niño que se encuentre en una de esas circunstancias y brindarle el apoyo necesario dentro de sus posibilidades.” h) Sentencia de primera instancia. El 13 de diciembre de 1994, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, Sala de Familia, declaró improcedente el desistimiento de la Procuradora y por consiguiente, falló de fondo negando la tutela. Las razones del Tribunal son: En primer lugar, el desistimiento se apoya en que se han satisfecho los problemas que tenía el Centro Villa Javier. Pero el Tribunal señala que de la inspección efectuada al Centro, no se infiere que se hubiera modificado la situación existente al momento de proponer la tutela, por lo tanto, debe estudiarse la realidad del establecimiento. Además, no se reúnen los requisitos del desistimiento, por cuanto según el C. de P.C., artículo 342, el desistimiento debe ser incondicional, y el presente fue condicionado. Sobre la improcedencia de la tutela, dice el Tribunal, refiriéndose también a la inspección realizada en el Centro que, en dicha diligencia “se pudo constatar en forma detallada, que las anomalías que alegaba dicha representante del Ministerio Público, no existían ya que el Centro había sido adecuado en sus instalaciones, pues se han hecho ampliaciones y refracciones locativas; el aseo es excelente . . “ Por consiguiente, concluye el Tribunal, la situación planteada por la Procuraduría es inexistente, o por lo menos, no se vislumbra que se amenacen seriamente los derechos fundamentales. i) Impugnación. En escrito de 15 de diciembre de 1994, la actora impugnó la anterior decisión. En memorial del 30 de enero de 1995, la  Procuraduría manifiesta su inconformidad tanto con el fallo que denegó la tutela, como con las razones que tuvo el Tribunal para rechazar el desistimiento que presentó en coadyuvancia con el Director regional del ICBF. La actora señala que el decreto 2591 de 1991, en su artículo 26, contempla expresamente la posibilidad del desistimiento condicionado. Por consiguiente, excluye la aplicación por analogía de normas del C. de P.C. Tampoco comparte lo considerado por el Tribunal en cuanto a las razones de improcedencia de la tutela, pues, según la impugnante, los hechos violatorios de derechos fundamentales de los menores sí existieron, y existen pruebas de ello. Pero el Tribunal sólo tuvo en cuenta la inspección por él realizada e hizo caso omiso a la situación que se presentaba al momento de incoar la acción de tutela. j) Decisión de segunda instancia. En sentencia de 9 de febrero de 1995, la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, revocó el fallo del Tribunal. En consecuencia, procedió a tutelar los derechos a la vida, a la integridad física, a la salud, a la seguridad social, a la alimentación equilibrada, al cuidado, educación, cultura y recreación de los menores ubicados en el Centro de Emergencia Villa Javier. Se previno al ICBF, Dirección Regional de Bogotá, para que en ningún caso vuelva a incurrir en las omisiones que dieron origen a la presente acción. Las consideraciones se refieren al desistimiento y a la situación que se presentaba al momento de iniciar la tutela en el Centro Villa Javier. Sobre la no procedencia del desistimiento, dijo la Corte que la esencia de éste es ser voluntario y unilateral, que está caracterizado por su incondicionalidad, e implica la renuncia de las pretensiones perseguidas en el proceso, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 342 del C. de P.C. Además, la Corte Constitucional en sentencia T-550 de 1992, señaló que el desistimiento procede cuando están en juego exclusivamente las pretensiones individuales del actor. La Corte señala que éste es precisamente el caso para considerar que la Procuradora no podía desistir de la acción por ella iniciada. Además, la funcionaria del Ministerio Público actuó no en búsqueda de pretensiones individuales, sino de derechos de menores los cuales prevalecen frente a los de los demás. Sobre el fondo del asunto, la Corte Suprema consideró que “. . . los hechos narrados en el escrito de tutela eran de suyo suficientes para otorgar el amparo constitucional a los derechos fundamentales de los menores . . .” Aunque del acervo probatorio recaudado se muestra que tales hechos ya están corregidos, es procedente conceder al tutela, aunque se hace teniendo en cuenta lo señalado en el artículo 24 del decreto 2591 de 1991. k) Memoriales dirigidos a la Corte Constitucional por la Directora General del ICBF y por la Procuradora Delegada para la Defensa del Menor y de la Familia. En escrito de 13 de marzo de 1995, la Directora General del Instituto solicitó a la Corte seleccionar esta tutela, para que se revise el fallo de la Corte Suprema de Justicia, pues en su concepto no existen acciones u omisiones por parte del ICBF, ya que Villa Javier “se ha mantenido en circunstancias similares desde la visita de la Procuraduría, durante la inspección judicial practicada por el Tribunal Superior y hasta la fecha. Por lo tanto, NO han tenido lugar omisiones por parte del Instituto que amenacen o vulneren los Derechos Fundamentales de los menores.” Dice la Directora que los hechos que sirvieron de fundamento a la tutela son puramente administrativos y su atención depende de los recursos limitados que el Estado destine para la adecuada prestación del servicio. Los Centros de Emergencia prestan un servicio asistencial y el centro no puede negarse a recibir a un menor porque no disponga de algunos elementos administrativos. Por lo anterior, la memorialista considera que no era procedente la tutela concedida por la Corte. En escrito de 10 de mayo de 1995, la Procuradora Delegada solicita a la Corte confirmar el fallo de la Corte Suprema, con base en las mismas consideraciones del ad quem. Presenta además un informe con pruebas de que algunas de las irregularidades aún persisten, aunque reconoce la posibilidad proponer el incidente de desacato por incumplimiento de un fallo de tutela. II.      CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. Primera.- Competencia. [CC1] La Corte es competente de conformidad con los artículos 86 y 241, numeral 9, de la Constitución y el decreto 2591 de 1991. Segunda.- El desistimiento. Antes de dictarse la sentencia de primera instancia, la demandante presentó desistimiento de la presente acción, con base en que la demandada había realizado acciones encaminadas a dar cumplimiento a lo pretendido en este proceso. El escrito correspondiente fue coadyuvado por el Director Regional de Bogotá del ICBF, y se fundamentó en los incisos 2o. y 3o. del artículo 26 del decreto 2591 de 1991. Vale recordar que la Directora General del ICBF expresamente manifestó que no estaba de acuerdo con la coadyuvancia del Director Regional, porque debió proferirse fallo de fondo, en el sentido de que no era procedente la presente acción. Las instancias, Tribunal y Corte Suprema de Justicia, por razones diferentes no aceptaron el desistimiento. El Tribunal consideró que de conformidad con el C.P.C., inciso 6., artículo 342, “. . . El desistimiento debe ser incondicional, salvo acuerdo entre las partes, y sólo perjudica a la persona que lo hace y a sus causahabientes. . .” Como en el presente caso el desistimiento fue condicionado, no se reunió uno de los requisitos del mismo. Por su parte, la Corte Suprema de Justicia distinguió el asunto así: De un lado, según el artículo 342 del C. de P.C, es de la esencia del desistimiento el ser voluntario y unilateral, está caracterizado por su incondicionalidad, e implica la renuncia de las pretensiones perseguidas en el proceso, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 342 del C.P.C. De otro lado, si bien el artículo 26 del decreto 2591 de 1991, faculta al recurrente para desistir de la tutela, la Corte Constitucional, en sentencia T-550 de 1992, señaló que el desistimiento procede cuando están en juego exclusivamente las pretensiones individuales del actor. Por consiguiente, para el ad quem no procede el desistimiento por estos dos aspectos: por estar condicionada, lo que contraría el artículo 342 del C. de P.C. y por cuanto la Procuradora estaba agenciando no sus propias pretensiones sino derechos ajenos, de menores, derechos que prevalecen sobre los de los demás. La Corte Constitucional comparte parcialmente el anterior criterio expresado por la Corte Suprema, pero se aparta en la referencia al C. de P.C., en el sentido de negar la posibilidad del desistimiento condicionado. Al respecto, el decreto 2591 de 1991, artículo 26, dice en lo pertinente: “El recurrente podrá desistir de la tutela, en cuyo caso se archivará el expediente. “Cuando el desistimiento hubiere tenido origen en una satisfacción extraprocesal de los derechos reclamados por el interesado, el expediente podrá reabrirse en cualquier tiempo, si se demuestra que la satisfacción acordada ha resultado incumplida o tardía.” La Corte, en relación con el desistimiento, ha dicho: - Sentencia T-550 de 1992: “Advierte esta Corporación que, así como se reconoce el derecho a impugnar que asistía a la persona, también debe insistirse en el carácter público que adquiere el trámite de la tutela cuando se refiere a puntos que, como en el presente caso, afectan el interés general.  Ese el motivo para que esta Sala halle inadmisible el desistimiento de la acción o de la impugnación correspondiente si en su decisión, como aquí ocurre, están comprometidos aspectos relacionados con el bien colectivo, pues en tales situaciones, por aplicación del principio consagrado en el artículo 1º de la Carta, debe prevalecer el interés general, ya que no están en juego exclusivamente las pretensiones individuales del actor.” (Magistrado ponente, doctor José Gregorio Hernández Galindo) - Sentencia T-433 de 1993: “El carácter público de la acción de tutela, cuyos contenidos estructurales se centran en la defensa de los derechos fundamentales, disminuye el grado de voluntariedad de las partes, pero teniendo en cuenta lo dispuesto en el artículo 26 del Decreto 2591 de 1991 ("El recurrente podrá desistir de la tutela, en cuyo caso se archivará el expediente"), estima la Corte que también es desistible la impugnación, de conformidad con lo dispuesto en este artículo para la misma acción de tutela.” (Magistrado ponente, doctor Fabio Morón Díaz) Como se observa, el criterio de la Corte Constitucional es preciso al respecto: cuando se trate de derechos fundamentales es posible el desistimiento, siempre y cuando se comprometan sólo los intereses del demandante, y este desistimiento puede estar condicionado en la forma prevista en el artículo 26 del decreto 2591 de 1991, norma especial para el procedimiento de tutela. Por consiguiente no es procedente acudir al C. de P.C., ya que en este tema existe norma especial. Tercera.- ¿Qué es el Centro de Emergencia Villa Javier? En primer lugar, es necesario determinar qué es el Centro mencionado y cuáles funciones desarrolla, para comprender en forma más precisa el presente asunto. El Código del Menor, decreto 2737 de 1989, en su artículo 57, contempla que una de las medidas a adoptar para proteger a un menor abandonado o en peligro, es ubicarlo en un centro de protección especial, para su atención integral. Esta decisión la adopta el Defensor de Familia por medio de resolución. Los artículos 82 a 87 del mencionado Código corresponden a los Centros de protección especial. El artículo 85, específicamente, se refiere a la clase de centro que es Villa Javier. Dice el artículo: “Artículo 85. El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar creará o autorizará la creación de Centros de Emergencia para la recepción de menores extraviados, explotados, abandonados o maltratados. A estos centros se asignarán los Defensores de Familia que sean necesarios para que adelanten las diligencias pertinentes y adopten las medidas de protección regladas en este Código. “Estos centros funcionarán independientemente de los Centros de Observación y de Recepción de menores infractores de la ley penal.” En el documento “Informe retrospectivo sobre los procesos adelantados por la Regional Santafé de Bogotá en el Centro de Emergencia - Período 1991- 1994, Primer semestre”, documento suministrado por el Instituto demandado, señala que el Centro objeto de esta acción se inauguró el 9 de marzo de 1992, con capacidad de atender 40 menores. Se lee en el informe: “Sin embargo, el incremento de usuarios de protección como consecuencia de la descomposición política, social, familiar y cultural determinada por factores multicausales, entre los cuales juega un papel preponderante el fenómeno de guerrilla, desempleo, drogadicción, madresolterismo, desintegración familiar, generan en los menores abandono, maltrato físico y psicológico, violencia, conflicto intrafamiliar, abuso sexual, desnutrición, deserción escolar, explotación de menores, problemas de conducta y psiquiátricos, siendo este último de difícil atención por cuanto el Instituto no cuenta con modalidades de atención para esta problemática. “Estos factores hacen que la capacidad instalada en 1991, sea en la actualidad insuficiente, máxime si se tiene en cuenta el incremento de población, es así como de enero a diciembre de 1993 se atendieron en el Centro de Emergencia Villa Javier 4.987 casos ( . . . ) y entre enero y julio de 1994 ingresaron 3.541 al Centro y 920 al Centro de Recepción del Menor EN y DE la Calle, lo que indica un elevado incremento. “A lo anterior se suma el hecho de ser un servicio que recepciona menores las 24 horas del día y sólo realiza los trámites administrativos durante horas hábiles de lunes a viernes, contribuyendo al represamiento de menores, por la falta de cupo en las instituciones con las que el ICBF tiene contrato de aporte, especialmente para la atención de menores en edad escolar, adolescentes y reincidentes, aunado a la falta de garantías para el seguimiento por parte de los Centros Zonales. “Por ser un servicio de administración directa los trámites administrativos para la adquisición y suministro de todos los elementos necesarios para la prestación del servicio son dispendiosos y demorados; situación que se agrava por la demora en al asignación de recursos presupuestales por parte de al Sede Nacional y la rigidez en la distribución de rubros.” Estos centros de emergencia son lugares meramente transitorios, o de paso, para los menores, mientras se adelantan las diligencias pertinentes para su protección integral. Es decir, allí no están destinados a que permanezcan por largo tiempo los niños. Cuarta.- Procedencia de la presente acción. En opinión de la Directora General del ICBF, la presente acción no es procedente por dos razones: la primera, que las condiciones en que se encuentran los menores en el Centro de Emergencia se han mantenido en circunstancias similares desde las visitas de la Procuraduría, durante la inspección judicial practicada por el Tribunal y actualmente. Por consiguiente, no ha habido omisiones por parte del Instituto que amenacen o vulneren derechos de los menores. La segunda, que, según la Directora, las carencias que sirven de fundamento a la tutela son de índole administrativa, su atención depende de los recursos limitados del Estado y no es la tutela la vía para su protección. La Corte, para analizar hasta qué punto puede tener razón o no la Directora, considera que hay que estudiar el caso en particular, y concretamente la situación de los menores que se encontraban del Centro de Emergencia Villa Javier, hasta antes de realizarse la visita de la Procuraduría. Existían, y probablemente continúen existiendo, algunos elementos insuficientes para el aseo, como jabones, cepillos de dientes; cunas o camas en número menor a las necesidades; problemas de  seguridad, o poca comodidad en las instalaciones, etc. En este sentido, tiene razón la Directora, de que por medio de la tutela no es posible solucionar tal estado de cosas, pues ello obedece a la situación de recursos limitados del Estado, y que aunque debe procurarse su mejoría, es algo que se hará en la medida en que existan los recursos y una política eficiente al respecto. Además, vistas las cosas así, no existe vulneración de derechos fundamentales. Pero, advierte la Corte, otra cosa muy distinta es cuando algunas de estas insuficiencias sí amenaza o vulnera derechos fundamentales. Y este es precisamente el caso. Veamos. Obran en el expediente pruebas de que en la época de presentar la tutela, existieron las siguientes situaciones: A)- Una sola persona estaba a cargo de la sala cuna, donde se encontraban aproximadamente treinta y tres (33) bebés, situación confirmada por las declaraciones de las personas responsables del Centro y las actas de visita de la Procuraduría. Es evidente que una sola persona, por buena voluntad que tenga, no puede atender las necesidades de 33 bebés. Una sola persona no puede cambiar pañales, preparar teteros, alimentarlos, suministrarles remedios, etc., sin que se ponga en peligro la integridad física o emocional no sólo de los menores, sino hasta de la misma persona responsable. Al respecto, consta en el libro de control del Centro, de fecha noviembre 7 de 1994: “Las paredes están rayadas pues las capacidades físicas y humanas mías no dan para más pues 33 niños bajo la vigilancia de una sola persona es imposible controlarlas.” B)- Insuficiencia de ropa adecuada para los niños de sala cuna. Consta en el libro de control del Centro, de fecha 7 de noviembre de 1994, que la persona responsable de la sala cuna tuvo que dejar a los “niños desnudos, porque no hay suficiente ropa y la que dejan son pedazos de trapos rotos y viejos . . .” Esto está corroborado mediante declaraciones de empleadas del Centro. C)- Alimentación inadecuada para los niños de sala cuna. Consta en el mismo libro, de fecha 16 de noviembre de 1994, lo siguiente: “Entrego 34 niños (1 hospitalizado) la mayoría de los niños están con diarrea, vómito y bastantes accesos de tos. Por favor se hace urgentemente necesario replantear la alimentación de los niños de sala cuna, pues lo que les están dando les pasa derecho (arvejas, lentejas, etc.)  “. . .” “estamos metiendo dos niños por cuna.” Estos hechos también obran en las declaraciones de personal del Centro. D)- En cuanto al cuidado de la salud de los niños de sala cuna. Como se dijo, una sola persona responsable en un turno de 33 niños, ¿cómo puede atender en debida forma el suministro oportuno de las diferentes drogas formuladas por el médico del Centro? Además, el asunto de remedios cobra especial importancia dado que el estado de salud en que ingresan algunos niños es particularmente delicado, pues son niños abandonados, maltratados, que presentan enfermedades contagiosas, y no se dispone de un sitio aislado para evitar el contagio, sino que por le contrario, han tenido que compartir cunas con otros menores. E)- Sobre los otros niños que se encuentran en las demás instalaciones del Centro, también se presentan hechos que ponen en peligro sus derechos fundamentales, como es el caso del hacinamiento en los dormitorios, compartir camas, poner cerrojo a la puerta del dormitorio, lo que impide a los niños ir al baño. De todas estas situaciones obran en el expediente las declaraciones respectivas y fotos correspondientes. Por consiguiente, se confirmará la sentencia de la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, en cuanto tuteló los derechos a la vida, integridad física, a la salud, a la seguridad social, a la alimentación equilibrada, al cuidado, educación, cultura y recreación, de los menores que están ubicados en el Centro de Emergencia Villa Javier, pues, en opinión de la Sala, la situación que se presentó en dicho centro cuando fue iniciada la tutela sí vulneraba tales derechos. Es de aclarar que la Directora del ICBF señala que la situación del Centro es la misma desde antes y después de las visitas de la Procuraduría, y que este es otro motivo para la improcedencia de la tutela solicitada. Sin embargo, de las declaraciones que obran en el expediente, la conclusión  a que se llega es distinta. Los hechos descritos sucedieron en la época en que se presentó la tutela, y después se empezaron a solucionar. Prueba de ello son las declaraciones de las empleadas del Centro, que son claras al respecto; además, ¿cómo entender que con posterioridad a la visita de la Procuraduría y a la presentación de la tutela se hayan realizado contratos para el nombramiento de personal en el Centro, se haya suministrado ropa adecuada a los niños, etc.? Por consiguiente, el argumento de la Directora no lo comparte la Corte. Y en razón a que las cosas habían cambiado en el trámite del proceso de tutela, era procedente otorgarla como lo hizo la Corte Suprema de Justicia, con la prevención establecida en el artículo 24 del decreto 2591 de 1991. Por lo antes expuesto, la Corte Constitucional confirmará la sentencia de la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil. III.- DECISIÓN. En mérito de lo expuesto, la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: Primero.- CONFÍRMASE la sentencia de la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, de fecha 9 de febrero de 1995, por las razones expuestas en esta providencia, mediante la cual se tutelaron los derechos de los menores ubicados en el Centro de Emergencia Villa Javier, Centro bajo la responsabilidad del ICBF, Regional Bogotá, en la tutela solicitada por la Procuradora Delegada para la Defensa del Menor y la Familia. Segundo.- COMUNÍQUESE la presente decisión al Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, para que sea notificada a las partes, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, cúmplase, publíquese e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. JORGE ARANGO MEJÍA Magistrado ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General Página: 31 [CC1]
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T-298-95 Sentencia No Sentencia No. T-298/95 CONCURSO DE MERITOS Lo que importa para la protección de los derechos de los participantes en un concurso, es el respeto a las reglas del mismo, independientemente de si se trata o no de empleados públicos, ya que, para los efectos de la acción de tutela  no interesa tanto definir si se trata de un empleado público o de un trabajador oficial sino examinar si hubo o no violación de un derecho constitucional fundamental. Así las cosas, en el caso que ahora ocupa la atención de la Sala, se advierte que conforme a la afirmación del demandante, no controvertida por la entidad accionada, se procedió a efectuar la designación de personas que ocuparon, en el concurso,  posiciones inferiores a aquella en la que fue ubicado el actor. DERECHO A OCUPAR CARGO DE CARRERA-Existencia de vacantes/ACCION DE TUTELA CONTRA EMPRESA DE ACUEDUCTO-Nombramiento de empleado El derecho del peticionario lo faculta para exigir su nombramiento, si, en armonía con lo anotado, están dadas las condiciones, mas no para demandar de la Empresa la ampliación de la cantidad de personas vinculadas, puesto que es a la entidad a la que corresponde ponderar sus circunstancias específicas, sus posibilidades reales y las necesidades actuales del servicio y, con base en ello, determinar el personal que requiera; en otras palabras, la Empresa no está obligada a llenar todas las vacantes o a extender su nómina más allá de lo indispensable con el sólo propósito de favorecer a un sujeto específico. Una interpretación que así lo impusiera  conduciría a justificar el despilfarro, el desorden presupuestal y el desgreño en el cumplimiento de la función pública, con notable olvido de los principios de eficacia y eficiencia que deben orientarla. DERECHO A LA IGUALDAD/DERECHO AL TRABAJO CONDICIONES DIGNAS Y JUSTAS Analizadas las circunstancias del caso concreto, se concluye que tales acciones no se revelan más eficaces que la  tutela ya que, la decisión tardía del asunto deja, mientras tanto, intactas violaciones a los derechos a la igualdad y al trabajo, al primero, porque, tal como lo puso de presente  la Corte, el aspirante  merece un trato acorde con los resultados obtenidos en el concurso efectuado y si se ignora esa condición preferente, ubicándolo en la posición de quienes no participaron o de quienes habiéndolo hecho obtuvieron calificaciones inferiores, se contradice el artículo 13 constitucional y, al segundo, porque negar un nombramiento al que válidamente se tiene derecho  impide laborar en condiciones dignas y justas. Fuera de lo anterior, la urgencia de brindar una protección inmediata se torma más patente si se tiene en cuenta que el término de validez de la lista de elegibles precluye en el mes de noviembre de este año. REF: Expediente No. 66.655 Peticionario: José Guillermo Barrera Pérez. Procedencia: Juzgado Once Laboral del Circuito de Santa Fe de Bogotá. Magistrado Ponente: ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Santa Fe de Bogotá D. C., once (11) de julio   de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Fabio Morón Díaz, Vladimiro Naranjo Mesa y Alejandro Martínez Caballero quien la preside, EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION ha pronunciado la siguiente SENTENCIA en el proceso de tutela identificado con el número de radicación T- 66.655, adelantado por el señor José Guillermo Barrera Pérez en contra de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Santa Fe de Bogotá. Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991,la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. I.ANTECEDENTES 1. La Solicitud. El 2 de marzo de 1995, el señor José Guillermo Barrera Pérez presentó ante el Juzgado Laboral del Circuito de Santa Fe de Bogotá (reparto) un escrito contentivo de una acción de tutela para la protección de los derechos al trabajo y a la igualdad. Las circunstancias fácticas, que sirven de fundamento al amparo pedido, las expone el accionante de la siguiente manera: - "Según comunicación No. 6510-94-2358 fechada el día 12 de agosto de 1994, fui citado por la Empresa de Acueducto a un curso-concurso para el cargo de profesional nivel 115". - "Después de pasar las pruebas: teórica, práctica, psicométrica y entrevista, obtuve el quinto lugar entre nueve aspirantes que pasaron las mismas pruebas, con una calificación definitiva por encima de la mínima exigida". - "Mediante comunicación de enero 16/95, solicité a la Empresa me comunicara el motivo por el cual no había sido firmado mi contrato de trabajo para la vinculación, a pesar de haber entregado la documentación requerida, desde el mes de diciembre/94". - "Como respuesta, según comunicación No. 6500-94-546602 de enero 31/95, la Empresa me manifiesta que no existen vacantes para el cargo al cual concursé". - "Ante tal respuesta, que consideré reñida con la realidad, solicité al Director de Recursos Humanos de la Empresa, me certificara sobre las vacantes que existían para los cargos del concurso en la fecha de la citación al mismo, número de aspirantes que pasaron las pruebas, si a la fecha de mi petición existían o no vacantes y si la vacante que me correspondía había sido asignada a otro aspirante". - "Como respuesta a mi solicitud la Empresa, según comunicación No. 6500-95-547555 de febrero 16/95, me informa que la vacante que me corresponde no ha sido asignada a otro aspirante". El actor estima violado su derecho al trabajo y su derecho a la igualdad "por cuanto los compañeros de concurso fueron ubicados oportunamente por la empresa en sus respectivos cargos y solamente a mi no se me ha querido vincular, lo cual considero un acto discriminatorio". A la solicitud, el accionante anexó  las comunicaciones que recibió. La Directora de Recursos Humanos de la Empresa demandada explicó al despacho judicial que conoció de la acción que, en ejercicio de la facultad otorgada por la Junta Directiva, la Empresa puede trasladar y fusionar cargos  y respecto a los del nivel 115, profesional, la entidad no está interesada en proveer vacantes "en razón a que el objetivo inicial ya se cumplio...". Agregó en su informe que, de acuerdo con el Manual de Selección y Promoción de Personal, los resultados del concurso tienen una vigencia de doce meses a partir del momento de la publicación, término que en el caso del accionante vence el 24 de noviembre de 1995. 2. El fallo que se revisa. El Juzgado Once Laboral del Circuito de Santa Fe de Bogotá, mediante sentencia de marzo 16 de 1995 resolvió "no acceder a tutelar los derechos invocados por el accionante", con base en los argumentos que se resumen a continuación: - Los resultados del concurso tienen una vigencia de doce meses y durante ese lapso la Empresa puede vincular o no a los participantes. -La vinculación laboral no depende únicamente de los resultados obtenidos en el concurso y no existe norma que "ordene que la vinculación debe hacerse en un determinado orden. La selección se efectúa a criterio de quien organiza el concurso o realiza la convocatoria, aplicándose en estos eventos el principio de la discrecionalidad de que gozan los empleadores. - Si bien es cierto que el derecho al trabajo goza de la protección especial del Estado, ello no significa que "deba estar en detrimento de otros derechos como el de la discrecionalidad ya mencionado". Además el derecho a la igualdad no supone un trato idéntico. - En consecuencia, "por el hecho de haber obtenido resultados óptimos en el concurso, no necesariamente debe vincularse al accionante al cargo al que aspira ...". II.FUNDAMENTOS JURIDICOS A. La Competencia. Es competente esta Sala de la Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86, inciso segundo y 241, numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991. B. La materia. 1. El accionante, quien se presentó a un curso-concurso que la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Santa Fe de Bogotá convocó para la provisión del cargo de profesional, nivel 115, habiendo ocupado el quinto lugar entre los nueve aspirantes que aprobaron, cree tener derecho a que se le designe para ocupar el puesto correspondiente y exige, para tal efecto, que se respete el orden de ubicación en la lista de elegibles. No entiende el actor  por qué compañeros que obtuvieron calificación inferior a la suya fueron vinculados, en tanto que a él se le niega ese derecho pese a encontrarse disponible la vacante. La entidad demandada no desvirtuó ninguna de las anteriores afirmaciones y aduce que los resultados del concurso tienen una vigencia de doce meses, término que todavía no ha expirado; que, en todo caso, el nominador tiene autonomía para nombrar o dejar de hacerlo y que en la actualidad la Empresa no  está interesada en proveer las vacantes pues con los nombramientos efectivamente producidos su objetivo inicial "ya se cumplió". 2. La jurisprudencia de la Corte Constitucional ha sido enfática en precisar que los concursos, cuya finalidad sea el acceso a la función pública, deben sujetarse estrictamente a los procedimientos y condiciones fijados de antemano y que las reglas que los rigen son  obligatorias, no sólo para los participantes sino también para la administración que, al observarlas, se ciñe a los postulados de la buena fe (C.P.art.83), cumple los principios que según el artículo 209 superior guían el desempeño de la actividad administrativa y respeta el debido proceso (C.P.art.29), así como los derechos a la igualdad (C.P.art.13) y al trabajo (C.P.art.25) de los concursantes. Una actitud contraria defrauda las justas expectativas de los particulares y menoscaba la confianza que el proceder de la administración está llamado a generar. 3. Acerca del principio de la buena fe la Corte Constitucional indicó que sus dictados "imponen la observancia de un comportamiento leal, tanto en las etapas previas a la constitución de una determinada relación jurídica como en todos los desenvolvimientos posteriores de la misma " (Sentencia C-166 de 1995. M.P. Dr. Hernando Herrera Vergara). El doctrinante español Jesús González Pérez apunta que "el principio de buena fe es exigible en los actos jurídicos, en el ejercicio de los derechos y en el cumplimiento de las obligaciones"  y puntualiza, además, que en el "ámbito administrativo adquiere especial relevancia" porque "la presencia de los valores de lealtad, honestidad y moralidad que su aplicación comporta es especialmente necesaria en el mundo de las relaciones de la Administración con los administrados". (GONZALEZ PEREZ, Jesús. El principio general de la buena fe en el derecho administrativo. Editorial Civitas. Madrid.1983. Páginas 20 y 37). Sobre el particular, esta Corporación señaló: "...todos los organismos y funcionarios del Estado se hallan obligados a observar y a aplicar en sus actuaciones el principio de la buena fe (Artículo 83 C.P.), que exige, entre otros aspectos, reconocer con lealtad a los administrados aquello que han alcanzado sobre la base de confiar en las directrices y pautas trazadas por la propia administración. Para la Corte es claro que el Estado traiciona los principios constitucionales y se burla de los gobernados -haciéndose por ello responsable- cuando por actos o promesas suyas los induce a creer que la sujeción a un proceso o  a unas reglas de juego definidas habrá de producir determinadas consecuencias y luego, como los malos perdedores, desconoce los resultados correspondientes. Sustento esencial de la democracia y factor insustituible del Estado de Derecho es la certidumbre fundada del ciudadano en la palabra oficial. Si ésta pierde credibilidad, se afecta de manera grave la convivencia y se complican en sumo grado las futuras acciones de las autoridades públicas. A la luz de la Constitución, la práctica del principio de la buena fe genera obligaciones en cabeza del Estado y de los particulares. Por ello, la administración resulta vinculada, además de la Constitución y la ley, por los compromisos que ella misma contrae voluntariamente. En ese orden de ideas, si (...) un organismo del Estado convoca un concurso para proveer determinado cargo, no puede dejar de cumplir los términos del mismo y, en consecuencia, queda obligado por sus resultados para no defraudar la buena fe de quienes en él tomaron parte. (Sentencia No. T-046 de 1995. M.P. Dr. José Gregorio Hernández Galindo). La seriedad en el concurso implica el señalamiento de bases, de normas claramente definidas y el respeto al resultado. La Corte Constitucional, en sentencia de 6 de junio de 1995 expresó: "Al señalarse por la administración las bases del concurso, estas se convierten en reglas particulares obligatorias tanto para los participantes como para aquélla; es decir, que a través de dichas reglas la administración se autovincula y autocontrola, en el sentido de que debe respetarlas y que su actividad, en cuanto a la selección de los aspirantes que califiquen para acceder al empleo o empleos correspondientes , se encuentra previamente regulada, de modo que no puede actuar en forma discrecional al realizar dicha selección. Por consiguiente, cuando la administración se aparta o desconoce las reglas del concurso o rompe la imparcialidad con la cual debe actuar, o manipula los resultados del concurso, falta a la buena fe (art. 83 C.P.), incurre en violación de los principios que rigen la actividad administrativa (igualdad, moralidad, eficacia e imparcialidad), y por contera, puede violar los derechos fundamentales al debido proceso, a la igualdad y al trabajo de quienes participaron en el concurso y resultan lesionados en sus intereses por el proceder irregular de aquélla" (M.P. Dr. Antonio Barrera Carbonell, subrayas fuera de texto). 4. Es de mérito anotar que la Corte Constitucional, mediante sentencia No. 040 del año en curso, declaró exequible el artículo 9o. del Decreto 1222 de 1993, excepto el aparte que decía "..la provisión del empleo deberá hacerse con una de las personas que se encuentre entre los tres primeros puestos de la lista de elegibles...", que fue declarado inexequible. Estimó la Sala Plena de la Corporación que la discrecionalidad del nominador no es absoluta y que de serlo, se desnaturalizaría el concurso, entronizándose, con notable detrimento del mérito y de la capacidad del candidato, la arbitrariedad que es, justamente el factor que la preceptiva constitucional busca proscribir. Según la Corte, el concurso debe permitir la evaluación de cada uno de los elementos  que en el ámbito profesional, moral o personal reúnan los aspirantes, de modo que la calificación definitiva refleje la totalidad de los ítems tenidos en cuenta; en esas condiciones, no existe posibilidad legítima de desconocer las pautas y procedimientos con arreglo a los cuales se rigen los concursos y, una vez apreciados, "quien ocupará el cargo, será quien haya obtenido la mayor puntuación". Con posterioridad, por sentencia No. 041 de 1995 la Corte, siguiendo la argumentación del pronunciamiento al que se alude en el párrafo anterior, puntualizó que "el ganador del concurso deberá ser el nominado y que efectuado uno o más nombramientos, los puestos se suplirán de acuerdo con las personas que sigan en estricto orden descendente". Lo que importa para la protección de los derechos de los participantes en un concurso, es el respeto a las reglas del mismo, independientemente de si se trata o no de empleados públicos, ya que, para los efectos de la acción de tutela  no interesa tanto definir si se trata de un empleado público o de un trabajador oficial sino  examinar si hubo o no violación de un derecho constitucional fundamental. 5. Así las cosas, en el caso que ahora ocupa la atención de la Sala, se advierte que conforme a la afirmación del demandante, no controvertida por la entidad accionada, se procedió a efectuar la designación de personas que ocuparon, en el concurso,  posiciones inferiores a aquella en la que fue ubicado el actor. De los criterios expuestos  surge con meridiana claridad que al señor José Guillermo Barrera Pérez le asiste el derecho a reclamar que se respeten los resultados del concurso y que, de acuerdo con ellos, la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Santa Fe de Bogotá lo designe en el cargo para el que concursó, atendiendo al orden de colocación en la lista de elegibles, siempre que el número de vacantes que hasta el momento la empresa haya  provisto sea suficiente para satisfacer su requerimiento. Esta última aclaración resulta pertinente porque, encontrándose el peticionario situado en el quinto lugar, su derecho tendría cabal operancia en el supuesto de que efectivamente  se haya nombrado a cinco o más aspirantes, de lo contrario, es claro que su  solicitud carece de sustento. La petición que el señor Barrera Pérez dirigió al Gerente de la Empresa demandada, pidiéndole le comunicara el motivo por el cual no había sido firmado el respectivo contrato, fue respondida en el sentido de indicarle que la vinculación del personal se estaba realizando teniendo en cuenta las necesidades y la existencia de vacantes. Poco después, la Directora de Recursos Humanos le informó que  cuando se hizo la segunda convocatoria al concurso "existían doce cargos vacantes de profesional 115" y además le comunicó que "la vacante que le corresponde no ha sido asignada a otro aspirante". Durante el trámite de la acción de tutela la Empresa explicó al despacho judicial  que "no estaba interesada en proveer más cargos vacantes". La Sala considera oportuno puntualizar que el derecho del peticionario lo faculta para exigir su nombramiento, si, en armonía con lo anotado, están dadas las condiciones, mas no para demandar de la Empresa la ampliación de la cantidad de personas vinculadas, puesto que es a la entidad a la que corresponde ponderar sus circunstancias específicas, sus posibilidades reales y las necesidades actuales del servicio (de acuerdo con la reorganización aprobada mediante Resolución de gerencia No. 1221 de 1993 y Resolución 025 del mismo año) y, con base en ello, determinar el personal que requiera; en otras palabras, la Empresa no está obligada a llenar todas las vacantes o a extender su nómina más allá de lo indispensable con el sólo propósito de favorecer a un sujeto específico. Una interpretación que así lo impusiera  conduciría a justificar el despilfarro, el desorden presupuestal y el desgreño en el cumplimiento de la función pública, con notable olvido de los principios de eficacia y eficiencia que deben orientarla. La Sala, entonces, reitera que el accionante tiene derecho a ser vinculado si en la actualidad ya se han provisto cinco o más cargos, de lo contrario, tendrá derecho a seguir formando parte de la lista de elegibles por el término que dure la vigencia de los resultados obtenidos, que en su caso, culmina el próximo 24 de noviembre y a ser llamado, durante ese lapso, a ocupar el cargo para el que concursó cuando se presente la oportunidad y en el turno pertinente. 6. Hechas  las anteriores  precisiones, es  conveniente  recordar  que la acción de tutela es un mecanismo protector de los derechos constitucionales fundamentales, de carácter subsidiario, por lo cual, su procedencia se hace depender de que no existan otros medios judiciales de defensa a los que pueda acudir el interesado. Empero, esos otros medios judiciales deben tener, por lo menos, la misma eficacia de la tutela para la protección del derecho de que se trate. Analizadas las circunstancias del caso concreto, se concluye que tales acciones no se revelan más eficaces que la  tutela ya que, la decisión tardía del asunto deja, mientras tanto, intactas violaciones a los derechos a la igualdad y al trabajo, al primero, porque, tal como lo puso de presente  la Corte, el aspirante  merece un trato acorde con los resultados obtenidos en el concurso efectuado y si se ignora esa condición preferente, ubicándolo en la posición de quienes no participaron o de quienes habiéndolo hecho obtuvieron calificaciones inferiores, se contradice el artículo 13 constitucional y, al segundo, porque negar un nombramiento al que válidamente se tiene derecho impide laborar en condiciones dignas y justas (Cfr. Sentencia T-046 de 1995). Fuera de lo anterior, la urgencia de brindar una protección inmediata se torma más patente si se tiene en cuenta que el término de validez de la lista de elegibles precluye en el mes de noviembre de este año. Además, ya la Sala Segunda de Revisión al referirse al caso del  empleado público y a su posibilidad de demandar ante la jurisdicción de lo contecioso administrativo dejó en claro que con las acciones respectivas no se obtiene "el resultado deseado, cual es el de ser nombrado en el cargo correspondiente" (Sentencia T-256 de 1995); con mayor razón no se obtendrá tal resultado cuando se trata de trabajadores oficiales ya que la jurisdicción laboral ordinaria no puede ordenar un nombramiento. En ese mismo  pronunciamiento la Corte indicó: "La provisión de empleos públicos a través de la figura del concurso, obedece a la satisfacción de los altos intereses públicos y sociales del Estado, en cuanto garantiza un derecho fundamental como es el acceso a la función pública, realiza el principio de igualdad de tratamiento y de oportunidades de quienes aspiran a los cargos públicos en razón del mérito y la calidad y constituye un factor de moralidad, eficiencia e imparcialidad en el ejercicio de la función administrativa. Por lo tanto, la oportuna provisión de los empleos, con arreglo al cumplimiento estricto de las reglas del concurso y el reconocimiento efectivo de las calidades y el mérito de los concursantes asegura el buen servicio administrativo y demanda, cuando se presenten controversias entre la administración y los participantes en el concurso, de decisiones rápidas que garanticen en forma oportuna la efectividad de sus derechos, más aún cuando se trata de amparar los que tienen el carácter de fundamentales.(M.P. Dr. Antonio Barrera Carbonell). La Sala Séptima de Revisión reitera el pronunciamiento de la Sala Segunda de Revisión en el sentido de que no existe contradicción entre lo acá decidido y el fallo SU-458 de 1993 y, por lo tanto, se remite a lo expuesto en la Sentencia No. T-256 de 1995, en la que, con ponencia del Magistrado Antonio Barrera Carbonell se dijo: Advierte la Sala que lo decidido en esta sentencia no se opone a la jurisprudencia recogida en la sentencia SU-458/93, porque en esta oportunidad se consideró la situación especial generada en virtud de las sentencias C-040/95 y C-041/95 y, además, que la acción de nulidad y restablecimiento de derecho no es el mecanismo idóneo para amparar los derechos fundamentales que le fueron violados a la peticionaria". Se revocará, entonces, la sentencia revisada y se concederá el amparo solicitado, aclarando, en concordancia con lo considerado más arriba, que deberá procederse al nombramiento siempre que el número de los cargos que hasta el momento se hayan provisto equivalga o supere el correspondiente al quinto lugar que ocupó el accionante en el concurso y se ordenará que, si hubieren sido designados menos de cinco, el solicitante sea mantenido en la lista de elegibles. En mérito de lo expuesto,  la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional RESUELVE: PRIMERO. REVOCAR la sentencia de marzo 16 de 1995 proferida por el Juzgado Once Laboral del Circuito de Santa Fe de Bogotá. SEGUNDO.CONCEDER, por las razones expuestas en la parte motiva de esta providencia, la tutela impetrada y, en consecuencia, se ordena al Gerente de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Santa Fe de Bogotá, que,  en el término de cuarenta y ocho (48) horas, contadas a partir de la notificación del presente fallo, proceda a disponer el nombramiento de José Guillermo Barrera Pérez en el cargo para el cual concursó, siempre que el número de los cargos que hasta entonces se hayan provisto equivalga o supere el correspondiente al quinto lugar que ocupó el accionante en el referido concurso, y si hubieren sido designados menos de cinco, mantener al solicitante en la lista de elegibles para el cargo al cual concursó. TERCERO. El Juzgado Once Laboral del Circuito de Santa Fe de Bogotá vigilará el estricto cumplimiento de lo ordenado en esta providencia. CUARTO. LIBRENSE las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, comuníquese, notifíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado Ponente FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado MARTHA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-299-95 Sentencia No Sentencia No. T-299/95 DERECHO DE PETICION-Pronta Resolución La respuesta que le otorga verdadera eficacia al derecho de petición es aquella que, además de producirse oportunamente, aborda el fondo del asunto de que se trate; no es otro el sentido de la preceptiva constitucional que se refiere a la pronta resolución, indicando así que no basta un pronunciamiento que tocando de manera apenas tangencial las inquietudes del peticionario omita el tratamiento del problema, la duda o la dificultad expuestos en cada caso. Lo anterior no significa que en toda circunstancia la decisión deba acoger las pretensiones del solicitante; lo que se busca es que, cualquiera sea su sentido,  la respuesta  desate la materia de la petición. DERECHO DE PETICION/DERECHO A OBTENER COPIAS La efectividad del derecho a obtener copias es manifestación concreta del derecho a obtener pronta resolución a las peticiones formuladasque también hace parte del núcleo esencial del derecho de petición. NEGLIGENCIA ADMINISTRATIVA-No expedición de certificación/DERECHO DE ACCESO A DOCUMENTOS PUBLICOS/SERVICIO MILITAR-Certificación de tiempo El nexo entre la autoridad y el particular se remite a la reiteración sucesiva de una misma petición, generadora de un inexorable pronunciamiento negativo que, desconoce el derecho de petición y también  el derecho de acceso a los documentos públicos. El primero, como se expuso más arriba, supone la actuación diligente de la autoridad pública enderezada a obtener una respuesta que entre al fondo de lo pedido, resolviendo real y marterialmente y el segundo, implica, en la presente causa, la expedición de la certificación pedida, documento de cuya disposición depende que el peticionario ejerza otros derechos, particularmente el que le asiste para reclamar una pensión de jubilación que, como es sabido exige la demostración de un determinado tiempo de servicio. Nada diferente a un inútil desgaste espera a ambas partes trabadas en un conflicto que, en su estado actual, se revela interminable, cuando, en sentir de la Corte, lo evidente es que de un estudio concienzudo y total de la documentación anexada por el ciudadano, la autoridad puede extraer la respuesta que el caso amerita y, con fundamento en ella, expedir la certificación del tiempo de servicio militar, observando con ello el derecho de petición y, por contera, el derecho de acceso a los documentos públicos, por cuya virtud la administración debe proceder a entregar el certificado que el actor pide. FUNCION ADMINISTRATIVA-Eficacia/PRINCIPIO DE LA BUENA FE Una solución de esta naturaleza tiene en cuenta los derechos del actor, impide que las fallas de la administración se trasladen a los asociados, responde a los principios de igualdad, eficacia, economía y celeridad que en términos del artículo 20 superior guían el desempeño de la función administrativa y actualiza los postulados de la buena fe que se presume en todas las gestiones que los particulares adelanten ante las autoridades públicas REF: EXPEDIENTE No. 69.632 Peticionario: Manuel Simón Guevara Agudelo. Procedencia: Tribunal Administrativo del Meta MAGISTRADO PONENTE: ALEJANDRO MARTINEZ CABALLLERO Santa Fe de Bogotá D.C., once (11) de julio  de mil novecientos noventa y cinco(1995). La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, presidida por el Magistrado Alejandro Martínez Caballero e integrada por los Magistrados Fabio Morón Díaz y Vladimiro Naranjo Mesa, EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION ha pronunciado la siguiente SENTENCIA en el proceso de tutela identificado con el número de radicación T-69.632, adelantado por Manuel Simón Guevara Agudelo en contra del Coronel(r) Ezequiel Rojas Casadiego; Jefe de la División de Archivo General del Ministerio de Defensa Nacional. Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional, escogió, para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. I.ANTECEDENTES 1. Solicitud. El 4 de abril de 1995, Manuel Simón Guevara Agudelo presentó, ante el Tribunal Administrativo del Meta, una acción de tutela, invocando, para tal efecto, el derecho de petición, cuya vulneración, a su juicio, se deriva de los hechos que expone de la siguientre manera: -"Por medio de escrito de julio 14 de 1994 radicado al día siguiente en la División de Archivo General del Ministerio de Defensa Nacional, he solicitado se me expida un certificado de tiempo de servicio militar prestado  por el suscrito, durante los años 1968 y 1969 en el batallón aerotransportado  General Serviez de Villavicencio". -"El 27 de julio, el Coronel (r ) Ezequiel Rojas Casadiego, Jefe de División del Archivo General del Mindefensa, me informó que revisadas las nóminas del batallón nombrado antes no figuraba mi nombre y me pide rectificar los datos". -"Mediante memorial de agosto 8 de 1994 solicité al Comandante del Distrito Militar No. 5, se me informara por escrito las fechas exactas entre las cuales presté mi servicio militar en el batallón Serviez  y el número de las resoluciones de vinculación y desvinculación". -"En escrito de agosto 9 de 1994, el señor Comandante del Distrito Militar No. 5 me suministra parte de la información solicitada". -"En memorial de agosto 9 de 1994, pedí al Comandante del Batallón Aerotransportado General Serviez, se me informara por escrito si en ese batallón se encontraban los archivos correspondientes a los años 1968 y 1969 del personal de reservistas, o si los mismos se habían remitido al Archivo General del Ministerio de Defensa". -"La respuesta fue que dichos documentos habían sido enviados al Archivo General. Oficio de agosto 22 de 1994". -"En agosto 24 de 1994, solicité al Rector del Colegio La Salle de Villavicencio, donde cursé grado 5o. y 6o. de bachillerato, época durante la cual presté mi servicio militar, se certificara si el suscrito fue estudiante de ese colegio durante los años 1968 y 1969 y si estando cursando los grados 5o. y 6o. presté mi servicio militar". -"La respuesta aparece en el certificado expedido con fecha 2 de septiembre de 1994 y en otros expedidos el 14 del mismo mes y año." -"Con la información recaudada, el 30 de septiembre de 1994, radiqué nueva petición de que se me expidiera el tiempo de servicio militar, dirigida al Jefe de División de Archivo General del Mindefensa". -"La mencionada dependencia, en oficio No. 2949 de octubre 4 de 1994, condiciona la expedición del certificado del tiempo de servicio solicitado a que previamente presente certificación del colegio donde cursé 5o. y 6o., en la que se haga constar las horas de instrucción militar técnica práctica". -"En memorial que presenté el 6 de diciembre de 1994, ante la División de Archivo General del Mindefensa, anexé los certificados del Colegio La Salle del 14 de septiembre de 1994 e insistí en mi petición". -"En la fecha no se me ha expedido el certificado solicitado ni he tenido respuesta a mi petición de diciembre 6 de 1994". El actor solicita la expedición del certificado pedido y anexa los memoriales presentados y los oficios que contienen las respuestas a que alude en su escrito. A solicitud del Tribunal Administrativo del Meta, el Jefe de la División de Archivo General del Ministerio de Defensa Nacional informó que la petición de 6 de diciembre de 1994 fue despachada verbalmente, en el sentido de exigirle al interesado allegar la certificación escrita de las horas de instrucción militar recibidas, expedida por el colegio respectivo, pues a falta de ella no es posible elaborar la liquidación de servicios. El demandado aportó, además, fotocopias de los decretos 966 y 2000 de 1967 y de un concepto jurídico suscrito por el Jefe de la División de Prestaciones Sociales acerca de los alcances del decreto 966 de 1967 en relación con la prestación del servicio militar en la modalidad de premilitar. 2. La sentencia que se revisa. El Tribunal Administrativo del Meta, mediante sentencia de abril 21 de 1995, resolvió "Declarar impróspera la petición de tutela impetrada por el ciudadano MANUEL SIMON GUEVARA AGUDELO ....", con base en los argumentos que se resumen a continuación: -El derecho de petición "ha sido considerado como una via directa de acceso a las autoridades" y a diferencia de lo que ocurría bajo el imperio de la Constitución de 1886 que sólo permitía ejercerlo ante las autoridades, la Carta de 1991 contempla la posibilidad de formular solicitudes a organizaciones privadas con el propósito de "entronizar la democracia participativa". -Las cuatro peticiones elevadas por el peticionario obtuvieron respuesta oportuna y así lo reconoce el propio accionante al manifestar que "su solicitud de julio 14 de 1994 obtuvo respuesta el 27 de julio del mismo año; la petición de agosto 8 de 1994 se le respondió en agosto 9 del mismo año; que el memorial de agosto 9 de 1994 fue contestado en agosto 22 de ese año y  que la petición de septiembre 30 se contestó en octubre 4". -El memorial de fecha 6 de diciembre de 1994 "fue contestado verbalmente por el Jefe de Grupo de Certificación de la División de Archivo General, según informe que se entiende rendido bajo la gravedad del juramento (Art. 19 Decreto 2591 de 1991), por el Sr. Jefe de la División de Archivo General Mindefensa (fl.32), informe en el cual también señala la entidad militar los motivos por los cuales no se le ha expedido al ciudadano MANUEL SIMON GUEVARA AGUDELO el requerido certificado de tiempo de servicio como soldado pre-militar, lo que encuentra ajustado a derecho la Sala". II. FUNDAMENTOS JURIDICOS A. La Competencia. Es competente esta Sala de la Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión  dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86, inciso segundo y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991. B. La materia. 1. La jurisprudencia de la Corte Constitucional ha precisado que el derecho de petición comprende  dos momentos importantes, el primero de los cuales consiste en la posibilidad de dirigirse respetuosamente a las autoridades, en interés particular o general, desencadenando de ese modo la actuación correspondiente que, dentro de un término razonable, conduzca a la adopción de una respuesta que constituye el segundo elemento integrado a la noción del derecho que el artículo 23 superior recoge. La posibilidad de presentar peticiones atañe a toda persona y es el presupuesto indispensable para obtener la pronta resolución del asunto sometido al conocimiento y a la decisión de la autoridad pública. Esta Corporación, en reiterados pronunciamientos, ha señalado que el derecho de petición no queda satisfecho con la simple recepción de las solicitudes y que su relevancia, como mecanismo que permite la comunicación entre los particulares y el poder público, no deriva primordialmente de esta etapa inicial sino de la solución que se brinde a la cuestión planteada. La respuesta que le otorga verdadera eficacia al derecho de petición es aquella que, además de producirse oportunamente, aborda el fondo del asunto de que se trate; no es otro el sentido de la preceptiva constitucional que se refiere a la pronta resolución, indicando así que no basta un pronunciamiento que tocando de manera apenas tangencial las inquietudes del peticionario omita el tratamiento del problema, la duda o la dificultad expuestos en cada caso. Lo anterior no significa que en toda circunstancia la decisión deba acoger las pretensiones del solicitante; lo que se busca es que, cualquiera sea su sentido,  la respuesta  desate la materia de la petición. Entre la presentación de una solicitud y la resolución de la misma media un lapso suficiente para que las autoridades, dentro del marco de sus competencias, acometan el estudio de lo pedido, soliciten las informaciones que estimen pertinentes, alleguen los elementos de juicio necesarios para adoptar, finalmente, la consecuente decisión. La autoridad puede demandar colaboración del peticionario en procura de una ayuda que el particular esté en condiciones de prestarle y que resulte indispensable para resolver. Empero, al solicitante también le asiste el derecho para exigir que la autoridad, por su parte, despliegue la actuación que le permita llegar a la decisión que debe adoptar, y más aún, para pedir que cuando la resolución adoptada comporte el obrar de la autoridad, con miras a la garantía de los derechos de la persona, se proceda a efectuar la acción pertinente. Así pues, el derecho de petición abarca la actividad que la autoridad está llamada a desempeñar antes de la respuesta,  a efectos de producirla, y con posterioridad a ella, siempre que el solo pronunciamiento no sea suficiente. 2. La jurisprudencia de la Corte Constitucional ha puesto de manifiesto la relación que existe entre el derecho de petición y el derecho a acceder a los documentos públicos, sin perjuicio de la autonomía que se reconoce a este último. En la sentencia T-464 de 1992 se enfatizó que "la efectividad del derecho a obtener copias es manifestación concreta del derecho a obtener pronta resolución a las peticiones formuladasque también hace parte del núcleo esencial del derecho de petición", y en pronunciamiento posterior la Corte dijo: "En ocasiones el artículo 74 de la Constitución Nacional puede verse como una modalidad del derecho fundamental de petición. En efecto, el ´derecho a presentar peticiones respetuosas a las autoridades por motivos de interés general o particular y a obtener pronta resolución´ (art. 23 Constitución Nacional) incluye, por su misma naturaleza el derecho a acceder a los documentos públicos (art. 74 Constitución Nacional). Llama ciertamente la atención que el constituyente hubiera separado en dos artículos distintos y bajo títulos diferentes estas dos normas (...) No obstante, es de señalar que en ausencia del artículo 74, el derecho de acceso a los documentos públicos se entendería implícito necesariamente en el artículo 23, que consagra el derecho fundamental de petición. (....) Como se ve, a menudo, peticiones elevadas ante las autoridades tienen por objeto obtener, revisar o acceder a un documento público. En la gran mayoría de las ocasiones, el derecho de petición sólo se puede ejercer mediante el conocimiento de los documentos relacionados con el caso concreto que interesa al particular, o vinculados con asuntos de interés general". (Sentencia T-473 de 1992. M.P. Dr. Ciro Angarita Barón. Subrayas fuera de texto). Puntualizó, además, la Corte en la providencia citada que el Código Contencioso Administrativo contempla el derecho a acceder a los documentos públicos como una forma del derecho de petición (art. 17) y que, en otras oportunidades, el acceso a los documentos muestra un nexo mayor con el derecho a la información. Lo que no obsta para que, compartiendo el núcleo esencial de los derechos de petición y a la información, tenga también "un contenido y alcance particulares que le otorgan especificidad y autonomía dentro del conjunto de los derechos fundamentales". 3. El 14 de julio de 1994, el ciudadano Manuel Simón Guevara Agudelo elevó una petición ante el Jefe de Archivo General del Ejército Nacional, solicitándole la expedición de un certificado de tiempo de servicio militar por haberlo prestado durante los años 1968 y 1969, pidió, además, que se hiciera constar las resoluciones de ingreso y retiro y si durante esos años el país se encontraba en estado de sitio. El 27 de julio siguiente se le informó que "revisadas las nóminas del Batallón Aerotransportado de Guarnición Apiay e índices de soldados de los años 1968 y 1969 no figura",  y se le recomendó rectificar los datos. El 8 de agosto de 1994, el señor Guevara Agudelo se dirigió al Comandante del Distrito Militar Número 5 pidiéndole la información. Al día siguiente se le entregó comunicación en la que, entre otros datos, aparece consignado que se le expidió libreta militar de primera clase, que su especialidad militar fue la de infante, su grado soldado y que la fecha de licenciamiento es el 5 de diciembre de 1969. Así mismo se le hizo saber que para obtener el resto de la información y la constancia de tiempo de servicio militar debía acercarse a la Oficina de Archivo General del Comando del Ejército. El 9 de agosto de 1994, el peticionario presentó escrito dirigido al Comandante del Batallón Aerotransportado General Serviez en el que reitera su petición. El día 22 del mismo mes y año se le respondió que en esa unidad no existía ningún documento pues los archivos de los años 1968 y 1969 habían sido enviados al Archivo General del Ministerio de Defensa Nacional, instándolo a que buscara en esa dependencia la información requerida. El 30 de septiembre de 1994 elevó nueva petición al Jefe de la División de Archivo General del Ministerio de Defensa en la que, luego de enterarlo de las diligencias cumplidas manifiesta que por virtud del Decreto 966 de 1967 se estableció la prestación del servicio militar por los estudiantes de quinto y sexto de bachillerato, grados que cursó durante los años  1968 y 1969 respectivamente, según constancia expedida por el Colegio La Salle de Villavicencio. En respuesta a la solicitud anterior, el 4 de octubre de 1994 se le comunicó al peticionario que "con el fin de expedir el tiempo real del servicio militar y de acuerdo a lo estipulado en el artículo segundo del Decreto 966 de 1967, el cual contempla un máximo de un mes de acuartelamiento y el requisito de siete (7) horas semanales de instrucción militar teórica-práctica durante sus dos años lectivos, debe anexar certificación autenticada del plantel educativo donde adelantó el quinto (5o.) y el sexto (6o.) de bachillerato, donde deberá constar las horas de instrucción militar teórico-prácticas recibidas mensualmente, de acuerdo a concepto jurídico No. 2239 del cinco (5) de abril de mil novecientos noventa y tres (1993)". Es de anotar que el accionante ya se había dirigido al rector del Colegio La Salle quien, en la primera ocasión, certificó que Manuel Simón Guevara Agudelo cursó y aprobó en ese plantel los grados 10 y 11 de educación media vocacional en 1968 y 1969, y transcribió el artículo 1o. Del Decreto 966 de 1967 conforme a cuyo tenor literal "los estudiantes colombianos varones que cursen loa años V y VI del nivel de enseñanza media...que no hayan definido su situación militar y que sean aptos prestarán su servicio militar bajo banderas de conformidad con programas, reglamentos y documentación que para tal efecto expida el Comando General de las Fuerzas Militares, con aprobación del Ministerio de Defensa Nacional en coordinación con el Ministerio de Educación Nacional". Con posterioridad, en nueva constancia se agregó que el actor recibió el título de bachiller académico por haber cumplido con todos los requisitos legales exigidos y, en una tercera oportunidad, el rector del establecimiento educativo, a instancias del accionante, indicó que el servicio militar que prestaron los estudiantes durante 1968 y 1969 fue convocado "unilateralmente por el Estado...y se prestó en tiempo extraclase...bajo el exclusivo control y responsabilidad de las fuerzas armadas de turno", que en tales circunstancias al colegio "únicamente se le solicitó colaboración en lo pertinente sin afectar la marcha normal" y que la lista enviada a las autoridades militares "hace 26 años, no se conserva porque no se considera documento de estudio". El 6 de diciembre de 1994 el señor Guevara Agudelo insistió, una vez más, en la expedición del certificado de tiempo de servicio militar y según lo afirma en su escrito de tutela, esta última solicitud no le fue resuelta. El Tribunal Administrativo del Meta entiende que fue respondida verbalmente,  en el sentido de exigirle al peticionario la constancia que, como se ha visto, el colegio no puede expedirle. 4. De la breve exposición que antecede y de otros documentos que obran en autos, surge con claridad lo siguiente: -Por Decreto 966 de 1967 se confirió a los estudiantes de los grados quinto y sexto de enseñanza media la posibilidad de prestar el servicio militar y simultáneamente desarrollar la actividad escolar a lo largo de dos años lectivos, con base en una programación de siete (7) horas semanales de instrucciones teórico-prácticas y un "acuartelamiento  hasta por un mes en el último año o durante las vacaciones de acuerdo con el calendario escolar". -Manuel Simón Guevara Agudelo dice haber prestado su servicio militar durante 1968 y 1969 años en los que, según constancia del Colegio La Salle de Villavicencio, cursó quinto y sexto de bachillerato. El Comandante del Distrito Militar Número 5 certificó que al soldado Guevara Agudelo se le licenció el 5 de diciembre de 1969 y que se le expidió tarjeta militar de primera clase. -En la División de Archivo General del Ministerio de Defensa Nacional, en donde, según las autoridades militares reposan los datos referentes a la prestación del servicio militar por parte de Guevara Agudelo, no existe registro alguno que sirva de fundamento para expedirle la certificación de tiempo de servicio que el accionante reclama. -El Jefe de la División de Archivo General del Ministerio de Defensa Nacional pretende subsanar la carencia anotada exigiéndole al peticionario una certificación de las horas de instrucción militar teórico-prácticas, expedida por el colegio en el que cursó los dos últimos años de bachillerato. -El rector del establecimiento educativo aduce que no le es posible certificar acerca de los datos pedidos porque la información de ese tipo corresponde a las autoridades militares y no se encuentra en los archivos del plantel. -Afirma el accionante que según el Decreto 966 de 1967 ningún establecimiento de educación media podía otorgar el título a los estudiantes que no hubiesen definido su situación militar y que, a él, no sólo se le confirió el título, sino que adicionalmente se le registró el diploma respectivo. Fuera de lo anterior, conforme al Decreto citado, al concluir el periodo de instrucción a los estudiantes de enseñanza media se les debía entregar tarjetas de reservistas de primera clase que fue, justamente, lo que aconteció en su caso. -El concepto número 2239 del 5 de abril de 1993 que el demandado cita para justificar su negativa a certificar del tiempo de servicio, indica que para fijarlo se tomarán en cuenta las certificaciones que emanen de las entidades educativas o "las órdenes del día que den de alta y de baja a dicho personal y sobre las que se pueda expedir constancia de tiempo de servicio por la División de Archivo General, de este Ministerio, a fin de ser tenidas en cuenta para efectos prestacionales". 5. El análisis de los aspectos anotados deja ver que la administración justifica su actitud en el hecho de no poseer los registros contentivos de la información requerida para solucionar la demanda formulada por el ciudadano a quien, en consecuencia, se le pide suplir esa deficiencia aportando una constancia académica que, después de varios intentos, le ha sido negada, en forma definitiva, por carecer el establecimiento educativo de los datos buscados. Así las cosas, el nexo entre la autoridad y el particular se remite a la reiteración sucesiva de una misma petición, generadora de un inexorable pronunciamiento negativo que, en contra de lo que cree el Tribunal Administrativo de Meta, desconoce el derecho de petición y también  el derecho de acceso a los documentos públicos. El primero, como se expuso más arriba, supone la actuación diligente de la autoridad pública enderezada a obtener una respuesta que entre al fondo de lo pedido, resolviendo real y marterialmente y el segundo, implica, en la presente causa, la expedición de la certificación pedida, documento de cuya disposición depende que el peticionario ejerza otros derechos, particularmente el que le asiste para reclamar una pensión de jubilación que, como es sabido exige la demostración de un determinado tiempo de servicio. Nada diferente a un inútil desgaste espera a ambas partes trabadas en un conflicto que, en su estado actual, se revela interminable, cuando, en sentir de la Corte, lo evidente es que de un estudio concienzudo y total de la documentación anexada por el ciudadano, la autoridad puede extraer la respuesta que el caso amerita y, con fundamento en ella, expedir la certificación del tiempo de servicio militar, observando con ello el derecho de petición y, por contera, el derecho de acceso a los documentos públicos, por cuya virtud la administración debe proceder a entregar el certificado que el actor pide. En efecto, la situación examinada envuelve factores normativos y fácticos que se muestran concordantes y, con apoyo en ellos,  es posible establecer la efectiva prestación del servicio militar por el peticionario y las condiciones y modalidades en que se desarrolló el cumplimiento de esa obligación. A partir de esa constatación inicial, inferida de la información allegada por el actor y de los decretos que trataban la materia, es enteramente viable fijar el tiempo que duró la prestación del servicio, máxime si comprobadas las circunstancias de hecho, las referidas normas suministran elementos de juicio acerca de la manera como debían prestar el servicio quienes se hallaban cobijados por sus supuestos y nada hace pensar que, en el caso concreto, se hayan desconocido esos parámetros, todo lo contrario, el cumplimiento de esa obligación constitucional debe tenerse por cabalmente ajustado a la preceptiva que lo regulaba; de manera que basta aplicarla a la situación específica del accionante para determinar el tiempo de su servicio. Una solución de esta naturaleza tiene en cuenta los derechos del actor, impide que las fallas de la administración se trasladen a los asociados, responde a los principios de igualdad, eficacia, economía y celeridad que en términos del artículo 20 superior guían el desempeño de la función administrativa y actualiza los postulados de la buena fe que se presume en todas las gestiones que los particulares adelanten ante las autoridades públicas . En relación con el último aspecto, la Corte ha puntualizado lo siguiente: "Que los servidores públicos ejerzan su función sobre la base de la buena fe de los administrados no es en modo alguno graciosa concesión otorgada por los primeros a los segundos sino derecho de rango constitucional y, por tanto, regla de obligatoria observancia en todo tipo de trámites y diligencias. La vigencia del artículo 83 de la Carta ha implicado un cambio sustancial en el desarrollo de las funciones estatales, ya que ha invertido los términos de relación, con miras a eliminar el tradicional esquema de desconfianza y recelo que caracterizaba el comportamiento de las autoridades respecto de los particulares. La carga de probar a cada paso la licitud y lealtad de la propia conducta, que pesaba irremediablemente sobre quien actuara ante los entes oficiales y que suponía el presupuesto de la mala fe, ha sido sustituida por la presunción contraria -la de que toda persona actúa de buena fe-,  quedando en cabeza del Estado y de sus funcionarios la responsabilidad de desvirtuarla (...). La función pública ha sido puesta al servicio de los intereses colectivos y se ejerce en beneficio de los asociados, no en su contra. De tal modo que quienes la desempeñan no tienen por cometido - como suele creerse en algunas dependencias- el de obstaculizar y complicar la vida de las personas y su normal actividad, sino el de contribuir, dentro del ámbito de las atribuciones que a cada organismo y funcionario corresponden, al desenvolvimiento armónico y ordenado de las múltiples relaciones propias de la convivencia social. Reitera la Corte lo ya afirmado por ella en Sentencia T-586 del 23 de octubre de 1992 en el sentido de que "el ejercicio de la función estatal no contrapone ni enfrenta al ciudadano con la autoridad sino que, por el contrario, debe ser la ocasión para su acercamiento y mutua colaboración en aras de los objetivos que identifican a todos los miembros de la colectividad". (Sentencia T-578 de1994. M.P. Dr. José Gregorio Hernández Galindo). Un argumento equitativo, impone, entonces, revocar la sentencia revisada y en su lugar ordenar que, en garantía del derecho de petición y del derecho a acceder a los documentos públicos que comporta la obtención de la certificación solicitada, si todavía no lo ha hecho, el Jefe de la División de Archivo General del Ministerio de Defensa Nacional, proceda a establecer y a certificar, dentro del término de 10 días contados a partir de la notificación de esta sentencia,  el tiempo de servicio militar prestado por Manuel Simón Guevara Agudelo, previo análisis de la totalidad de la documentación conforme a la normatividad aplicable en este evento. En mérito de lo expuesto, la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional RESUELVE PRIMERO. REVOCAR la sentencia de 21 de abril de 1995, proferida por el Tribunal Administrativo del Meta en el asunto de la referencia. SEGUNDO. CONCEDER la tutela del derecho de petición y del derecho a acceder a los documentos públicos, en consecuencia ORDENAR al Jefe de la División de Archivo General del Ministerio de Defensa Nacional que si todavía no lo ha hecho, proceda a establecer y a certificar, dentro del improrrogable término de 10 días contados a partir de la notificación de esta sentencia, el tiempo de servicio militar prestado por Manuel Simón Guevara Agudelo, previo análisis de la totalidad de la documentación disponible conforme a la normatividad aplicable en este evento. TERCERO. LIBRENSE las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, comuníquese, notifíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado Ponente FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-300-95 Sentencia No Sentencia No. T-300/95 LEGITIMACION POR ACTIVA EN TUTELA Esta providencia se referirá de manera exclusiva a los derechos fundamentales del actor y de su familia, y no a los de sus vecinos, pues éstos tienen plena capacidad de promover su propia defensa directamente o por medio de representante, de conformidad con la disposición citada. DERECHO A LA PAZ Si bien el accionante invoca como derecho vulnerado el de la paz, y que de conformidad con el artículo 6o. del Decreto 2591 la tutela resulta improcedente como mecanismo judicial para su protección, pues éste pertenece a los derechos de la tercera generación y por tanto "requiere el concurso para su logro de los más variados factores sociales, políticos, económicos e ideológicos", y además su amparo judicial se obtiene a través del ejercicio de las acciones populares, es igualmente cierto que en casos similares al sub exámine, la Corte Constitucional ha estudiado el fondo de las pretensiones y de los hechos, y en los asuntos en los cuales ha establecido alguna amenaza o vulneración de los derechos fundamentales a la intimidad personal y familiar de los respectivos accionantes, ha ordenado su protección. ACCION DE TUTELA CONTRA EL RUIDO-Improcedencia La IGLESIA no ha vulnerado el derecho a la intimidad del accionante o de su familia, ya que la demandada cumple con las exigencias que, a juicio de esta Corporación, son necesarias para la debida convivencia de los derechos de las partes, de conformidad con el criterio jurisprudencial antes expuesto, tales como horarios adecuados, no utilización de parlantes externos, uso razonable de los instrumentos técnicos, etc. que permiten la debida convivencia de la libertad de cultos y religiosa con los derechos fundamentales del actor. REF: Expediente No. T-61004 PETICIONARIO: Domingo Bertel Garcés. TEMA: Derecho a la paz y a la tranquilidad. MAGISTRADO PONENTE: Dr. HERNANDO HERRERA VERGARA. Santa Fe de Bogotá, julio 11 de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los magistrados ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO, FABIO MORON DIAZ y HERNANDO HERRERA VERGARA, procede a revisar los fallos de tutela proferidos en primera instancia por el Juzgado Primero Penal del Circuito de Sincelejo el 6 de diciembre de 1994, y en segunda instancia por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Sincelejo, Sala de Decisión Penal, del 09 de junio de 1995, en el asunto de la referencia. El negocio llegó al conocimiento de esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional por la vía ordinaria, en virtud de la remisión que hizo el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Sincelejo, Sala de Decisión Penal, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991. Después de haber sido seleccionado y repartido por la Sala de Selección No. 2, entra la Sala Sexta de Revisión a quien correspondió, a estudiar y fallar el asunto de la referencia. I. ANTECEDENTES. 1. El señor DOMINGO BERTEL GARCES ha acudido a la acción de tutela con el objeto de que le sea protegido el derecho a la paz, presuntamente vulnerado a él y a sus vecinos como consecuencia del ruido que ocasionan  los seguidores de la IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA, la cual funciona desde hace varios meses en la calle 7 de Agosto de Sincelejo, en un predio colindante al suyo. 2. Afirma el accionante que los seguidores de la mencionada Iglesia se reunen dos o tres veces al día "para verificar sus oraciones, así como sus cánticos reglamentarios", ocasionando ruido hasta altas horas de la madrugada, por el "uso exagerado de los instrumentos técnicos, para estas ceremonias y así perturbar la tranquilidad del hogar." Agrega que "El local donde se verifican esas ceremonias es de paredes de concreto y como las mismas se hacen con la puerta principal abierta, la resonancia de sus cantos y oraciones se esparce por toda la calle" y que por ello la accionada está perturbando con ello a su madre, quien tiene avanzada edad y se encuentra delicada de salud, e interfieren, a juicio del demandante, "de manera irresponsable y ante el fanatismo de sus creencias, la paz y la intimidad de personas y familiares vecinas (sic)". El señor DOMINGO BERTEL GARCES solicita la tutela del derecho a la paz que considera se le está vulnerando a él y a sus vecinos, y sustenta sus pretensiones en una providencia de la Corte Constitucional en relación con un caso similar contra la IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA DE COLOMBIA, de la cual tuvo conocimiento por medio de la prensa escrita. II. LAS DECISIONES JUDICIALES QUE SE REVISAN. 1. Primera Instancia. Previamente a adoptar la decisión de fondo, el Juzgado Primero Penal del Circuito de Sincelejo recibió el testimonio del Pastor de la IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA, JORGE ENRIQUE LOPEZ, practicó inspección judicial en el lugar de los hechos, y tomó declaración a varios vecinos del sector: DIOCELIS DEL JESUS ALVAREZ MERCADO, AUBER MENSER GONZALEZ, JULIA MARIA CHAVEZ MENDEZ, JOSE MANUEL HOYOS PEREZ y MARIA EDILMA GAVIRIA PALACIO, esta última empleada doméstica de la Iglesia accionada. El Juzgado Primero Penal del Circuito, con base en las pruebas practicadas, dictó sentencia el 06 de diciembre de 1995 y resolvió "denegar la tutela invocada por el señor DOMINGO BERTEL GARCES", con base en las siguientes consideraciones: "El señor DOMINGO BERTEL GARCES ha catalogado los actos que perturban su tranquilidad y la de su familia y vecinos como irresponsables y fanáticos, que han llegado a afectar las actividades normales cotidianas y molestan a su señora madre de avanzada edad, su vida se encuentra alterada por los ruidos que ocasionan los miembros activos de la Iglesia Pentecostal Unida, manifestación ésta que resulta en contraposición con la de los demás vecinos de esta comunidad cristiana, pues todo lo contrario han dicho los señores JORGE ENRIQUE LOPEZ Pastor de la Iglesia, MARIA EDILMA GAVIRIA PALACIO, Empleada Doméstica, (...) vecinos inmediatos tanto de la accionante como de la entidad demandada. Como en este caso que es objeto de estudio, es notorio que el rechazo a los ruidos y sonidos producidos por instrumentos técnicos y voces humanas al entonar los actos litúrgicos realizados por la comunidad demandada, no es unánime, ni permantemente (sic), han sido rechazados por una sola persona, en este caso el señor BERTEL GARCES, quien tomó la vocería de sus vecinos sin consultar con ellos puesto que éstos lo desmienten de los hechos narrados en su petición. (...) De lo anterior se concluye, que el juzgado no entrará a tutelar el derecho a la paz que dice el accionante ha sido vulnerado por los miembros de la Iglesia Pentecostal Unida, por inconducente, pues siendo así las cosas como se han planteado y como se han demostrado a través del material probatorio arrimado a la actuación, no existen los actos perturbatorios de esa paz y tranquilidad." La anterior decisión fue impugnada por el accionante dentro del término legal, y por tanto el Juzgado Primero Penal del Circuito de Sincelejo concedió la apelación correspondiente. 2. Segunda Instancia. El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Sincelejo, Sala de Decisión Penal, mediante providencia del 13 de enero de 1995, resolvió "Declarar desierto, por falta de sustentación, el recurso de apelación interpuesto por el señor DOMINGO BERTEL GARCES." Como consecuencia de lo anterior, esta Sala de Revisión, mediante auto del 15 de mayo de 1995 resolvió ordenar al Tribunal Superior del Distrito Judicial de Sincelejo, Sala de Decisión Penal, dar trámite a la impugnación presentada por el accionante contra la providencia emanada del Juzgado Primero Penal del Circuito de esa misma ciudad, por cuanto la Corporación, de conformidad con los artículos 31 y 32 del Decreto 2591 de 1991, en reiteradas oportunidades ha expresado que el apelante de un fallo de tutela no está obligado a sustentar su impugnación. El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Sincelejo, Sala de Decisión Penal, dando cumplimiento a la anterior providencia, dio trámite a la impugnación presentada por el señor DOMINGO BERTEL GARCES en contra del fallo de primera instancia, y resolvió, mediante sentencia del 09 de junio de 1995 "confirmar el fallo impugnado, por medio del cual el Juzgado Primero Penal del Circuito de Sincelejo, negó la tutela instaurada (...)." Las consideraciones en las cuales el a quem sustentó su decisión, son las siguientes: "Es bien sabido que la libertad de cultos como cualquier otro derecho no es absoluta, pues encuentra fronteras tanto en el orden jurídico como en el interés público y en los derechos de los demás, lo cual conduce a que no le sea permitido a ninguna congregación religiosa interferir abusivamente la intimidad de los vecinos con el uso exagerado de instrumentos musicales, ya que de suceder esta situación (...), correspondería entonces al juez de tutela resolver el conflicto suscitado entre dos derechos esenciales como lo son la libertad de cultos y el derecho a la intimidad, entendida ésta como una forma de protección de la vida privada tanto personal como familiar para asegurar la paz y la tranquilidad.(...) Las pruebas reseñadas en precedencia (practicadas en primera instancia) corroboran el testimonio del señor JORGE ENRIQUE LOPEZ, Pastor Licenciado de la tantas veces mencionada iglesia, en cuanto al horario fijado para la realización del culto y en que las programaciones que realizan no perturban a los vecinos (...) (...) El Decreto 2591 de 1991 reguló en el Capítulo III lo atinente a la procedencia de la tutela contra acciones u omisiones de particulares, precisando en el artículo 42 los distintos casos en que ello es posible, ninguno de los cuales se amolda a la situación planteada aquí por el accionante DOMINGO BERTEL GARCES (...)" III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. PRIMERA . COMPETENCIA. La Corte Constitucional es competente, a través de esta Sala de Revisión, para proferir sentencia en relación con las providencias dictadas por el Juzgado Primero Penal del Circuito de Sincelejo, y por el Tribunal Superior del Distrito Judicial, Sala de Decisión Penal de esa ciudad, con fundamento en lo dispuesto por los artículos 86, inciso tercero, y 241 numeral 9o. de la Constitución Política. SEGUNDA. EL ASUNTO OBJETO DE ESTUDIO. El accionante acude al mecanismo de la acción de tutela a fin de que le sea protegido su derecho fundamental a la paz, presuntamente vulnerado a él, a su familia y a sus vecinos, como consecuencia del ruido que, a su juicio, ocasionan las actividades religiosas que adelanta la IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA, en predio vecino al suyo. El señor DOMINGO BERTEL GARCES en su demanda, citó un pronunciamiento de esta Corporación en el cual se tutelaron los derechos fundamentales de los entonces accionantes, quienes se quejaban del permanente ruido a que estaban sometidos como consecuencia de las actividades religiosas adelantadas por la IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA DE COLOMBIA. En efecto, la Corte Constitucional, mediante sentencia No. T- 465 de 1994 ordenó la protección de los derechos invocados por los  demandantes. Previamente a abordar el estudio del asunto sub exámine, debe expresar la Corporación que si bien el señor DOMINGO BERTEL GARCES está legitimado para presentar acción de tutela a fin de obtener la protección de sus derechos fundamentales y los de su familia que considera vulnerados o amenazados por la demandada, no le está permitido hacerlo a nombre de sus vecinos, ya que el artículo 10 del Decreto 2591 de 1991 establece que tiene legitimidad e interés para ello "quien considere vulnerados o amenazados sus derechos fundamentales, por sí misma o a través de su representante", o en el evento de que se agencien derechos ajenos cuando el titular de los mismos "no está en condiciones de promover su propia defensa", lo cual no ocurre en el presente caso. Por lo anterior, esta providencia se referirá de manera exclusiva a los derechos fundamentales del actor y de su familia, y no a los de sus vecinos, pues éstos tienen plena capacidad de promover su propia defensa directamente o por medio de representante, de conformidad con la disposición citada. Además la Sala considera conveniente expresar que, si bien el accionante invoca como derecho vulnerado el de la paz, y que de conformidad con el artículo 6o. del Decreto 2591 la tutela resulta improcedente como mecanismo judicial para su protección, pues éste pertenece a los derechos de la tercera generación y por tanto "requiere el concurso para su logro de los más variados factores sociales, pollíticos, económicos e ideológicos", y además su amparo judicial se obtiene a través del ejercicio de las acciones populares, tal como lo ha expresado esta Corporación a través de su jurisprudencia (Sentencia No. T- 008 de 1992. M.P. Dr. Fabio Morón Díaz),  es igualmente cierto que en casos similares al sub exámine, la Corte Constitucional ha estudiado el fondo de las pretensiones y de los hechos, y en los asuntos en los cuales ha establecido alguna amenaza o vulneración de los derechos fundamentales a la intimidad personal y familiar de los respectivos accionantes, ha ordenado su protección. De conformidad con lo anterior, encuentra necesario esta Sala de Revisión analizar la situación planteada en el presente proceso, a fin de establecer si como consecuencia de las actividades religiosas que realiza la IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA se está vulnerando o amenazando el derecho fundamental a la intimidad del accionante y su familia. Respecto de la garantía de libertad de cultos y de religión, consagrada en el artículo 19 la Carta Fundamental, expresó la Corte en la sentencia No. T-465 de 1994, a la cual hace referencia el actor en su demanda, que aquélla no es absoluta sino que tiene unos límites establecidos por el orden jurídico, el interés público y los derechos de los demás. En efecto, en esa oportunidad dijo la Corte Constitucional: "El artículo 18 de la Constitución garantiza la libertad de conciencia. Ni el Estado ni los particulares pueden impedir que se profesen determinadas creencias, ni ocasionar molestias al individuo por causa de sus convicciones. En concordancia con esa garantía, la Constitución asegura a las personas su libertad de practicar, individual o colectivamente, los cultos, devociones y ceremonias propios de su credo religioso y la difusión de los criterios y principios que conforman la doctrina espiritual a la que él se acoge (artículo 19 C.N.). Empero, estas libertades no son absolutas. Encuentran sus límites en el imperio del orden jurídico, en el interés público y en los derechos de los demás. Su ejercicio abusivo, como el de cualquier otro derecho, está expresamente proscrito por el artículo 95, numeral 1, de la Constitución. Una correcta interpretación constitucional no puede llevar a convertir la libertad de cultos en motivo para cercenar los demás derechos fundamentales. Su uso debe ser razonable y adecuado a los fines que persigue. Los desbordamientos quedan sujetos a la acción de las autoridades, que, según el perentorio mandato del artículo 2º de la Constitución, han sido instituidas, entre otras cosas, para proteger a todas las personas residentes en Colombia en sus creencias, pero también para asegurar los derechos y libertades de los demás y para garantizar el cumplimiento de los deberes sociales de los particulares." Ahora bien, el ejercicio legítimo de la libertad de cultos y de religión y de la intimidad personal y familiar, implica una "convivencia de los derechos" a fin de garantizar un justo equilibrio que permita su goce y respeto por parte de los titulares de unos y otros, dado su carácter relativo, cuando eventualmente entran en conflicto. En la citada sentencia No. T-465 de 1994 la Sala Quinta de Revisión reiteró lo dicho en la sentencia No. T-210 del 27 de abril de 1994 (M.P. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz), en la cual la Corte estableció con claridad el criterio que se debe tener en cuenta para resolver un eventual conflicto entre los citados derechos. Dijo la Corporación en esta última providencia: "'El conflicto surgido entre el ejercicio de los derechos fundamentales a la libertad de cultos y de religión (CP art. 19) y el derecho fundamental a la intimidad personal y familiar (CP arts. 15 y 28), debe resolverse de conformidad con los principios de mayor efectividad de los derechos fundamentales y de armonización de las normas constitucionales. El intérprete debe garantizar el mayor radio de acción posible al ejercicio de los derechos fundamentales y preferir la solución que, en la sopesación de valores o derechos constitucionales contrapuestos, no sacrifique su núcleo esencial, atendidas la importancia y la función que cada derecho cumple en una sociedad democrática. (...) El ámbito de la vida privada, ajeno a las intervenciones de los demás, garantiza a la persona su libertad. Quien se ve compelido a soportar injerencias arbitrarias en su intimidad sufre una restricción injustificada de su espacio vital, de su autonomía y de sus posibilidades de libre acción. Esto sucede especialmente cuando el contenido del derecho es significativamente recortado por las exigencias o cargas impuestas al mismo como resultado de la interrelación con otros derechos fundamentales. (...) La proporción o justa medida del ejercicio legítimo de un derecho constitucional está determinada por los efectos que, sobre otros derechos igualmente tutelados por el ordenamiento, pueden tener los medios escogidos para ejercer el derecho. La imposición de cargas o exigencias inesperadas e ilegítimas a terceras personas revela un ejercicio desproporcionado de un derecho o libertad. El empleo abusivo de las facultades emanadas de un derecho puede desembocar, en la práctica, en el recorte arbitrario de los derechos ajenos. (...) "En el plano estrictamente constitucional, el impacto negativo a los derechos ajenos por el exceso de ruido, atendido el lugar y la hora en que se produce al igual que los instrumentos empleados, constituye un ejercicio abusivo de la libertad de cultos. El núcleo esencial del derecho a la intimidad personal y familiar, entendido como el derecho a no ver o escuchar lo que no se desea ver o escuchar, se vería vulnerado de permitirse el ejercicio de la libertad de cultos fuera del parámetro ofrecido por un comportamiento razonable de las personas en determinadas circunstancias espacio-temporales - en un sector residencial durante las horas de la noche -. El ejercicio de las libertades de religión y de cultos, en determinadas circunstancias espacio-temporales, que sea excesivo, por la medida del ruido que produce, impide el libre desenvolvimiento de la vida privada y constituye, por lo tanto, una injerencia arbitraria que vulnera el derecho a la intimidad personal y familiar. (subrayado fuera del texto). La Corte Constitucional, en la referida sentencia No. T-465 de 1994, citada por el accionante, concluyó, luego de haber comprobado un ejercicio abusivo de la libertad de cultos y religión por parte de la accionada en ese proceso, lo siguiente: "La Corte Constitucional ratifica en esta ocasión la doctrina de la convivencia de los derechos, es decir, la tesis de que pueden hacerse compatibles sobre la base de que, siendo relativos, su ejercicio es legítimo mientras no lesione ni amenace otros derechos, ni atente contra el bien general. En la medida en que ello acontezca, se torna en ilegítimo. En consecuencia, en casos como el examinado, no puede aceptarse que, so pretexto de llevar a cabo prácticas de un culto religioso, se haga uso irrazonable y exagerado de instrumentos técnicos con los cuales se interfiere abusivamente en la intimidad y en la libertad de las personas y familias vecinas, que son forzadas, merced a la potencia del sonido, a escuchar de manera constante los cánticos y prédicas rituales." (subrayado fuera del texto) En el caso sub exámine, se encuentra establecido mediante las pruebas practicadas por el a quo, que la IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA se encuentra ubicada en el sector desde hace tres años aproximadamente, y que en efecto sus seguidores se reunen los días martes, jueves y sábado de 7:00 a 8:30 PM, y los domingos en horas de la mañana; así mismo se celebra una vigilia al mes aproximadamente, que va desde las 6:00 o 7:00 PM hasta las 5:00 AM del día siguiente, tal como lo declaró el Pastor Jorge E. López (folio 12) y como lo comprobó el Juzgado de primera instancia en la inspección judicial que practicó (folio 16) de acuerdo con lo dicho por  doña María Edilma Gaviria Palacio, quien se encontraba en el inmueble donde funciona la referida Iglesia al momento de llevarse a cabo dicha diligencia. También se comprobó que los actos que se llevan a cabo, ocurren en el interior del inmueble donde está ubicada la IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA se utilizan instrumentos musicales como organetas, acompañadas "de bafles de baja potencia", y según la declaración de los testigos -vecinos del sector- tales instrumentos son usados exclusivamente en el interior del inmueble, a un nivel de volumen "normal" y no causan perturbaciones a quienes habitan en los predios aledaños a la calle donde se encuentra ubicada la sede de la accionada (folios 18, 22, 24 y 27). Además todos los testigos coincidieron en afirmar que la mencionada Iglesia no utiliza altoparlantes hacia el exterior del recinto. De lo anterior se concluye que la IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA no ha vulnerado el derecho a la intimidad del accionante o de su familia, ya que la demandada cumple con las exigencias que, a juicio de esta Corporación, son necesarias para la debida convivencia de los derechos de las partes, de conformidad con el criterio jurisprudencial antes expuesto, tales como horarios adecuados, no utilización de parlantes externos, uso razonable de los instrumentos técnicos, etc. que permiten la debida convivencia de la libertad de cultos y religiosa con los derechos fundamentales del actor. De manera que de conformidad con la Carta Política y con la reiterada jurisprudencia de la Corte Constitucional, por las circunstancias de hecho propias del asunto sub exámine, no es viable la tutela de los derechos fundamentales del accionante y de su familia por no existir vulneración o amenaza en su contra, pues lo que ha hecho la accionada precisamente es llevar a cabo las actividades religiosas propias de su culto, adoptando todas las medidas tendientes a evitar que se presente conflicto con los derechos fundamentales de los habitantes del sector, según se desprende de las pruebas practicadas por el a quo y conforme a lo expresado por algunos de ellos, quienes fueron citados a declarar dentro del proceso. Además no obra prueba en el expediente de que como consecuencia del debido comportamiento que observa la demandada, se esté causando perjuicio alguno a la salud de la madre del señor BERTEL GARCES. Debe finalmente anotar la Corte que, si bien no encuentra legitimación en la causa para que el señor DOMINGO BERTEL GARCES actúe en nombre de sus vecinos, los testimonios que rindieron dentro del proceso algunos de ellos, de conformidad con las normas procesales, constituyen prueba conducente y eficaz para determinar la no vulneración de derechos fundamentales, por encontrarse en circunstancias de hecho similares a las del accionante. Por las razones expuestas, esta Sala de Revisión procederá a confirmar los fallos objeto de revisión, ya que se encuentra plenamente establecido que no existe vulneración de los derechos fundamentales del accionante por parte de la IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA. IV.  DECISION. En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución RESUELVE: PRIMERO.  CONFIRMAR la sentencia proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Sincelejo el 09 de junio de 1995. SEGUNDO. LIBRENSE por Secretaría las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí previstos. Notifíquese, cópiese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado Ponente ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado FABIO MORON DIAZ Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-301-95 Sentencia No Sentencia No. T-301/95 CONTRATO DE ARRENDAMIENTO-incumplimiento/MEDIO DE DEFENSA JUDICIAL Otro medio de defensa de que dispone el actor para la protección de su derecho, es acudir ante la jurisdicción ordinaria para hacer cumplir lo pactado en el contrato de arrendamiento celebrado con la Corporación accionada (contrato que ni se anexó a la demanda ni se presentó ante los jueces de instancia), presuntamente terminado en forma injusta y unilateral por dicha institución, antes del término estipulado en el mismo. En este sentido, frente la existencia del otro medio de defensa judicial, la acción de tutela debe rechazarse por improcedente. REF.: Expediente No. T - 62.615 PETICIONARIO: Gabriel Rodrigo Urrea Garro contra la Corporación El Niño Alegre de San Rafael. PROCEDENCIA: Juzgado Primero Penal del Circuito de Marinilla, Antioquia. MAGISTRADO PONENTE: HERNANDO HERRERA VERGARA Santa Fé de Bogotá, Julio once (11) de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados HERNANDO HERRERA VERGARA, ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO y FABIO MORON DIAZ, procede a revisar los fallos proferidos por el Juzgado Promiscuo Municipal de San Rafael, el 29 de noviembre de 1994, y por el Juzgado Primero Penal del Circuito de Marinilla, el 17 de mayo de 1995, en el proceso de tutela de la referencia. I.      ANTECEDENTES. El señor Gabriel Rodrigo Urrea Garro acude a la acción de tutela contra la Corporación El Niño Alegre de San Rafael, ya que según afirma, en el mes de febrero de 1990 suscribió contrato de arrendamiento de la ebanistería de propiedad de la Corporación por un término de seis meses, habiendose terminado en forma unilaterial por parte de dicha institución antes del término estipulado. Señala que “no sé porqué motivo me violaron dicho contrato, ya que el mismo señor encargado PEDRO GOMEZ fué el que me la ofreció personalmente sin exigirme ningún dinero por adelantado, simplemente él lo que quería era que yo le acreditara dicha ebanistería que porque estaban perdiendo plata con ella cerrada”. Y agrega: “dicho contrato se hizo por escrito, que yo desgraciadamente en este momento no tengo la copia, en febrero de 1990”. Manifiesta finalmente, que no ha acudido a la jurisdicción ordinaria para que dirima el conflicto suscitado, porque carece de los medios económicos para pagar los honorarios de un abogado que lo represente en el juicio. II.    LAS DECISIONES JUDICIALES QUE SE REVISAN A.     Sentencia de Primera Instancia. El Juzgado Promiscuo Municipal de San Rafael, mediante sentencia proferida el 29 de noviembre de 1994, resolvió rechazar de plano la solicitud de tutela formulada por GABRIEL RODRIGO URREA GARRO, con fundamento en que según el artículo 6o. numeral 1o. del Decreto 2591 de 1991, la acción de tutela es improcedente cuando existan otros medios de defensa judiciales, y en el presente caso existe la jurisdicción ordinaria a la que debe acudir el accionante para solicitar el cumplimiento del contrato. Y agrega, que si el solicitante carece de medios económicos, puede acudir a solicitar amparo de pobreza para solucionar sus conflictos ante la justicia ordinaria. B.     Impugnación. Contra la decisión del Juzgado Promiscuo Municipal de San Rafael, el demandante formuló durante la diligencia de notificación del fallo de instancia, recurso de apelación, que al ser remitido al superior -Juzgado Primero Penal del Circuito de Marinilla, éste lo declaró desierto, argumentando “falta de la debida sustentación que señala el artículo 32 del Decreto 2591 de 1991”. No obstante, al ser enviado el expediente a la Corte Constitucional, ésta mediante auto emanado de la Sala Sexta de Tutelas, se abstuvo de efectuar la revisión de fondo de la providencia proferida por el Juzgado Primero Penal del Circuito de Marinilla, por el hecho de haber pretermitido una instancia, y en su lugar le ordenó tramitar y resolver la impugnación formulada. C. Sentencia de Segunda Instancia. El Juzgado Primero Penal del Circuito de Marinilla, mediante providencia de 17 de mayo de 1995, resolvió confirmar en todas sus partes la sentencia impugnada, con base en los siguientes argumentos: “el demandante acudió a presentar acción de tutela, teniendo a su mano otros medios judiciales, donde se le podría solucionar su problema, como sería lógico concurrir a la jurisdicción ordinaria para exigir el cumplimiento del contrato y no teniendo los recursos económicos necesarios para contratar a un abogado convencional, podía entonces pedir el amparo de pobreza para que su problema tuviera solución oportuna. Tiénese que recordar, que la Acción de Tutela es residual, es decir, luego de buscar todos los medios posibles, si no se encuentra solución a lo planteado, sí procede ésta, antes no, según el artículo 6o., numeral 1o. del Decreto 2591 de 1991”. .... “En fin, que de acuerdo a lo dicho anteriormente, la Acción de Tutela incoada por el ciudadano Gabriel Rodrigo Urrea Garro, debe ser rechazada y consecuentemente procede la confirmación de la decisión primaria, todo porque el accionante debió concurrir a la jurisdicción civil para hacer valer su derecho, porque éste término era preciso que lo agotara y no presentar la acción de Tutela, cuando primero estaba presentar ese proceso ordinario para pedir su derecho”. III.    CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. Primera.       La competencia. De conformidad con lo dispuesto en los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala es competente para revisar el fallo proferido por el Juzgado Primero Penal del Circuito de Marinilla. Segunda. Breve justificación para confirmar el fallo que se revisa. En el asunto sometido a revisión, el accionante presenta demanda de tutela contra la Corporación El Niño Alegre de San Rafael, alegando la existencia de un contrato de arrendamiento a seis meses de la ebanistería de propiedad de la accionada, el cual se dió por finalizado unilateralmente por la Corporación antes del tiempo pactado por las partes. Señala que no acudió ante la jurisdicción ordinaria, por carecer de los medios económicos para contratar un abogado. Se observa por la Sala, que los fallos proferidos en primera y segunda instancia, rechazaron la acción de tutela con fundamento en la existencia de otros medios de defensa judicial en cabeza del peticionario para la defensa de su derecho presuntamente desconocido por la institución accionada. Pues bien, esta Sala de Revisión de Tutelas acoge los planteamientos esgrimidos por el a-quo, en cuanto a la improcedencia del amparo solicitado, ya que tanto el artículo 86 constitucional como el 6o. del Decreto 2591 de 1991, establecen que: “Esta acción sólo procederá cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa judicial, salvo que aquella se utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable”. De esa manera, cuando el afectado por una acción u omisión de una autoridad pública o de un particular en uno de sus derechos constitucionales fundamentales, dispone de otro medio para la defensa y protección de su derecho que se dice presuntamente vulnerado o amenazado, la acción de tutela será improcedente, con la salvedad enunciada. Al respecto, debe reafirmarse lo expresado por el a-quo, respecto al otro medio de defensa de que dispone el actor para la protección de su derecho, cual es acudir ante la jurisdicción ordinaria para hacer cumplir lo pactado en el contrato de arrendamiento celebrado con la Corporación accionada (contrato que ni se anexó a la demanda ni se presentó ante los jueces de instancia), presuntamente terminado en forma injusta y unilateral por dicha institución, antes del término estipulado en el mismo. En este sentido, frente la existencia del otro medio de defensa judicial, según el artículo 6o. numeral 1o. del Decreto 2591 de 1991, la acción de tutela debe rechazarse por improcedente. En relación con el argumento esgrimido por el peticionario para no acudir ante la jurisdicción civil a reclamar su derecho, según el cual no dispone de medios económicos para contratar un abogado, este no es procedente, ya que puede invocar el amparo de pobreza, instrumento a través del cual puede lograr y tiene derecho entonces, a que se le nombre un apoderado que lo represente en el proceso. Así, el artículo 160 del Código de Procedimiento Civil establece que “se concederá el amparo de pobreza a quien no se halle en capacidad de atender los gastos del proceso sin menoscabo de lo necesario para su propia subsistencia y la de las personas a quienes por ley debe alimentos, salvo cuando pretenda hacer valer un derecho litigioso adquirido a título oneroso”. En el mismo sentido, el artículo 161 del citado estatuto, dispone que “el amparo podrá solicitarse por el presunto demandante antes de la presentación de la demanda, o por cualquiera de las partes durante el curso del proceso”. Agréguese a lo anterior, el hecho de que de conformidad con el estatuto mencionado, la solicitud será resuelta por el juez en el auto admisorio de la demanda, y en caso de accederse a ella, en la providencia que conceda el amparo, el juez designará el apoderado que represente en el proceso al amparado. Por lo anterior, existiendo en cabeza del accionante otro medio de defensa judicial, y no dándose el perjuicio irremediable (que ni lo invoca el actor en su solicitud ni lo demuestra en la misma), la tutela debe rechazarse por improcedente, razón por la cual esta Sala confirmará el fallo que se revisa, como así se dispondrá en la parte resolutiva de esta providencia. IV. DECISION En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional obrando en nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución, R E S U E L V E : PRIMERO. CONFIRMAR la sentencia proferida por el Juzgado Primero Penal del Circuito de Marinilla, el 17 de mayo de 1995, en relación con la acción de tutela promovida por GABRIEL RODRIGO URREA GARRO. SEGUNDO.  LIBRENSE por la Secretaría General de la Corte Constitucional, las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados. Cópiese, notifíquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado Ponente ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO              FABIO MORON DIAZ Magistrado                                                  Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-302-95 Sentencia No Sentencia No. T-302/95 DERECHO DE PETICION-Pronta resolución Esta Corporación en repetidas oportunidades se ha referido al derecho de petición, y ha accedido a la tutela solicitada por diversos demandantes, cuando ha observado una injustificada demora en la respuesta que las entidades administrativas deben dar a las peticiones que les formulen los particulares, pues el artículo 23 de la Carta Política establece que éstos tienen derecho a "obtener pronta resolución." CONDENA EN COSTAS-Improcedencia Respecto de la condena en costas solicitada, no accederá esta Corporación a tal pretensión, con fundamento en lo dispuesto por el artículo 25 del Decreto 2591 de 1991. De conformidad con este precepto, si bien en el caso presente se encuentra probada una demora injustificada por parte de CAJANAL en la respuesta a la petición formulada por la accionante, no corresponde ésta a una acción clara e indiscutiblemente arbitraria contra de la peticionaria, como lo exige la norma transcrita, sino que se trata de una omisión en cuanto a la obligación de la accionada de dar una pronta resolución a la solicitud que se le formulara, con lo cual se vulneró su derecho fundamental de petición, tal como ya quedó expresado en este proveído. AUXILIO FUNERARIO-Improcedencia de ordenar pago El pago de los intereses cuyo reconocimiento pretende la accionante a través del presente proceso, respecto de la suma de dinero que a su juicio le adeuda CAJANAL por concepto de auxilio funerario, no es viable ordenar tal reconocimiento a través del mecanismo de la acción de tutela, pues la protección del derecho de petición que le fue vulnerado por la demandada va solamente hasta lograr el cumplimiento efectivo de la orden de dar una respuesta definitiva a su solicitud, la cual puede ser favorable o adversa a sus pretensiones. REF: EXPEDIENTE No. T-63072[CC1] Acción de tutela de FANNY DULCEY ERAZO contra CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL -Seccional Popayán- MAGISTRADO PONENTE: Dr. HERNANDO HERRERA VERGARA. Santa Fe de Bogotá, julio 11 de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO, FABIO MORON DIAZ y HERNANDO HERRERA VERGARA, procede a revisar el fallo proferido por el Tribunal Superior de Distrito Judicial de Popayán -Sala Civil Laboral- el 31 de mayo de 1995, en el proceso de tutela de la referencia. El expediente llegó al conocimiento de esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional por remisión que le hizo el Juzgado Segundo Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991. Con fundamento en los artículos 86 de la Constitución Política, y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección  Número Tres (3) de la Corte Constitucional, escogió, para efectos de revisión, la presente acción de tutela. I. ANTECEDENTES. 1. La señora FANNY DULCEY ERAZO presenta demanda de tutela contra la CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL -Seccional Popayán- con el fin de que le sea protegido su derecho fundamental de petición, ya que desde el 26 de mayo de 1993 entregó los documentos exigidos por la ley para lograr el reconocimiento y pago del auxilio funerario al que considera tiene derecho, pues ella se hizo cargo de los gastos ocasionados por la muerte de su tío PEDRO ANTONIO SOLARTE, quien gozaba de una pensión de jubilación reconocida por la accionada, sin que hasta la fecha de la demanda se le hubiera resuelto tal petición. Pasados 14 meses de haber formulado la referida petición, la Caja Nacional de Previsión Social de Santa Fe de Bogotá, mediante oficio suscrito por el Jefe de Archivo de la Sección de Prestaciones Económicas, le informó a la accionante que no era posible el envío del paz y salvo requerido para el reconocimiento del auxilio funerario causado "por cuanto el expediente no se encuentra en esta sección." Como consecuencia de lo anterior, la accionante solicita que se tutele el derecho de petición que considera vulnerado por la Caja Nacional de Previsión Social "por no dar pronta resolución a las legítimas peticiones presentadas el día 26 de mayo de 1993, ante la sección de prestaciones económicas de la entidad en esta ciudad."; además pretende que se condene a la Caja Nacional de Previsión Social a la cancelación de las costas del proceso y "al pago de los correspondientes intereses corrientes legales, (...) desde el día 15 de febrero de 1993, fecha en que se causó el derecho al Auxilio Funerario y hasta el día de pago total. Porque la cantidad de $396.000.oo, sufre el rigor de la devaluación del peso colombiano, como también la inflación lo mengua en forma notoria." 2. La Sala Civil Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Popayán, mediante providencia del 6 de febrero del año en curso, se declaró INHIBIDA para resolver la acción de tutela presentada ante ese Despacho Judicial por FANNY DULCEY ERAZO contra la CAJA NACIONAL DE PREVISION SOCIAL -Seccional Popayán- por considerar que carecía de competencia territorial para tramitar el proceso, ya que la sede de la entidad accionada está ubicada en la ciudad de Santa Fe de Bogotá y no en Popayán. 3. Esta Corporación, mediante auto del 12 de mayo de 1995 ordenó al Tribunal Superior de Distrito Judicial de Popayán que adoptara la decisión correspondiente a efecto de que remitiera al organismo judicial que considerara competente, por factor territorial, el expediente de tutela. 4. Como consecuencia de lo anterior, el Tribunal Superior de Distrito Judicial de Popayán -Sala Civil Laboral- avocó el conocimiento del proceso de tutela instaurado por FANNY DULCEY ERAZO, es decir que admitió la competencia para la definición de la acción instaurada dejando sin efecto la consideración anterior realizada por el mismo despacho, en el sentido de que fue teniendo en cuenta que la sede de la entidad accionada está ubicada en la ciudad de Santa Fe de Bogotá y no en Popayán, no le correspondía decidir el presente asunto. II. LA PROVIDENCIA JUDICIAL QUE SE REVISA. El Tribunal Superior de Distrito Judicial de Popayán -Sala Civil Laboral-, mediante providencia del 31 de mayo de 1995 resolvió "Tutelar el derecho de petición ejercido por la Señora Fanny Dulcey Erazo" y ordenó a la Caja Nacional de Previsión que "en el término improrrogable de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la fecha de esta providencia, expida la resolución que reconozca o niegue el auxilio funerario solicitado". Además dispuso remitir copia de la sentencia y del expediente a la Procuraduría General de la Nación "para la investigación disciplinaria a que haya lugar." Los argumentos sobre los cuales el citado Tribunal adoptó su decisión, son los siguientes: "De acuerdo con el artículo 40 del mismo Código (C..C.A.), modificado por el Decreto 2304 de 1989, el plazo máximo para contestar una petición es de dos (2) meses contados desde la fecha de la presentación y se entenderá que la respuesta es negativa cuando no ha habido ninguna decisión en ese lapso. Esto implica pérdida de la competencia pero debe investigarse la posible falta disciplinaria del funcionario u órgano que omitió resolver. (...) De lo anteriormente expuesto se concluye que la Caja Nacional de Previsión, dado el tiempo transcurrido hasta la fecha, ha violado el derecho fundamental de petición al no darle respuesta oportuna a la señora Fanny Dulcey Erazo, ni darle tampoco ninguna explicación de porqué no se le reconoce o niega el solicitado auxilio funerario. Es pueril e inaceptable el argumento de la Caja acerca de que el expediente no se encuentra en la sección pues resulta imposible que durante lapso tan largo no haya podido solicitarse." La anterior providencia no fue impugnada, razón por la cual el Tribunal Superior de Distrito Judicial de Popayán -Sala Civil Laboral- dispuso su remisión a esta Corporación para efectos de su revisión. III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. PRIMERA. COMPETENCIA. La Corte Constitucional es competente, a través de esta Sala de Revisión, para proferir sentencia en relación con la providencia dictada por el Tribunal Superior de Distrito Judicial de Popayán -Sala Civil Laboral-, con fundamento en lo dispuesto por los artículos 86 inciso 3o. y 241 numeral 9o. de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34 y 36 del Decreto 2591 de 1991. SEGUNDA. EL CASO OBJETO DE ESTUDIO. Esta Corporación en repetidas oportunidades se ha referido al derecho de petición, y ha accedido a la tutela solicitada por diversos demandantes, cuando ha observado una injustificada demora en la respuesta que las entidades administrativas deben dar a las peticiones que les formulen los particulares, pues el artículo 23 de la Carta Política establece que éstos tienen derecho a "obtener pronta resolución." En el caso sub exámine encuentra la Corte Constitucional que efectivamente la Caja Nacional de Previsión Social incurrió en una demora injustificada en su obligación de dar pronta resolución a la petición que le formulara la accionante, desatendiendo los términos que para el efecto le impone el Código Contencioso Administrativo. La entidad accionada, mediante oficio del 11 de julio de 1994 (folio 15), en respuesta a la petición que le formulara FANNY DULCEY ERAZO el 8 de noviembre de 1993, se limitó a informarle que "no se envía paz y salvo para el reconocimiento de Auxilio Funerario causado por el fallecimiento del señor SOLARTE PEDRO ANTONIO, (...), por cuanto el expediente no se encuentra en esta sección, a la fecha se solicita tan pronto sea recibido se dará contestación a su solicitud (sic)." En igual sentido se pronunció la Caja Nacional de Previsión mediante oficio del 25 de agosto de 1994 suscrito por el Jefe de Archo de Prestaciones Económicas (folio 17) dirigido a la accionante. No obra en el expediente prueba acerca de respuesta definitiva a la petición de la señora Dulcey Erazo por parte de la referida entidad. Esta Corporación encuentra que la decisión adoptada por el Tribunal Superior de Distrito Judicial de Popayán -Sala Civil Laboral- está en consonancia con el criterio de la Corte Constitucional en cuanto a la tutela del derecho de petición de la accionante, pues a través de la sentencia objeto de revisión ordena a la entidad accionada que en el término de 48 horas contados a partir de la fecha de la misma "expida la resolución que reconozca o niegue el auxilio funerario solicitado" a fin de satisfacer el derecho fundamental que por la demora injustificada en la respuesta se le ha vulnerado a la accionante, razón por la cual confirmará la sentencia objeto de revisión. No obstante, observa la Corte Constitucional que el Tribunal guardó silencio en relación con las pretensiones de la demanda relativas a la condena en costas a la accionada, y al pago de los intereses corrientes legales desde el 15 de febrero de 1993 hasta la fecha en la que se pague el auxilio funerario que reclama la accionante. Respecto de la condena en costas solicitada, no accederá esta Corporación a tal pretensión, con fundamento en lo dispuesto por el artículo 25 del Decreto 2591 de 1991, que establece que "cuando el afectado no disponga de otro medio judicial, y la violación del derecho sea manifiesta y consecuencia de una acción clara e indiscutiblemente arbitraria, (...), en el fallo que conceda la tutela el juez, de oficio, tiene la potestad de ordenar en abstracto la indemnización del daño emergente si ello fuere necesario para asegurar el goce efectivo del derecho así como el pago de las costas del proceso." De conformidad con este precepto, si bien en el caso presente se encuentra probada una demora injustificada por parte de CAJANAL en la respuesta a la petición formulada por la accionante, no corresponde ésta a una acción clara e indiscutiblemente arbitraria contra de la señora FANNY DULCEY ERAZO, como lo exige la norma transcrita, sino que se trata de una omisión en cuanto a la obligación de la accionada de dar una pronta resolución a la solicitud que se le formulara, con lo cual se vulneró su derecho fundamental de petición, tal como ya quedó expresado en este proveído. Además porque "el goce efectivo del derecho" fundamental vulnerado se asegura mediante el cumplimiento oportuno de la orden judicial de resolver la referida solicitud por parte de dicha entidad, tal como lo dispuso el Tribunal Superior de Distrito Judicial de Popayán -Sala Civil Laboral- en el fallo objeto de revisión, decisión que, como ya se anotó, esta Corporación procederá a confirmar. En relación con el pago de los intereses cuyo reconocimiento pretende la accionante a través del presente proceso, respecto de la suma de dinero que a su juicio le adeuda la Caja Nacional de Previsión Social por concepto de auxilio funerario desde el día 15 de febrero de 1993, no es viable ordenar tal reconocimiento a través del mecanismo de la acción de tutela, pues la protección del derecho de petición que le fue vulnerado por la demandada va solamente hasta lograr el cumplimiento efectivo de la orden de dar una respuesta definitiva a su solicitud, la cual puede ser favorable o adversa a sus pretensiones. Además, porque una vez resuelta la petición por parte de la Caja Nacional de Previsión Social en los términos establecidos en la Constitución y en la ley, y de conformidad con lo ordenado por el juez de tutela, la demandante cuenta con los respectivos mecanismos de defensa judicial, bien sea en vía gubernativa a través de la interposición de los recursos legales, o en sede contencioso administrativa por medio del ejercicio de las acciones consagradas en el Código Contencioso Administrativo, a fin de lograr el eventual reconocimiento de sus pretensiones. Por las razones expuestas, esta Sala de Revisión confirmará el fallo proferido por el Tribunal Superior de Distrito Judicial de Popayán -Sala Civil Laboral-, en cuanto resolvió tutelar el derecho de petición de la accionante, si para la fecha de esta providencia no se ha dado respuesta a la solicitud formulada por la señora FANNY DULCEY ERAZO. IV. DECISION. En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, obrando en nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución, RESUELVE: 1. CONFIRMAR el fallo proferido por el Tribunal Superior de Distrito Judicial de Popayán -Sala Civil Laboral- el 31 de mayo de 1995, en cuanto tuteló el derecho de petición de la señora FANNY DULCEY ERAZO. 2. LIBRENSE por Secretaría las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Notifíquese, cópiese, publíquese, comuníquese a quien corresponda e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional, envíese al Despacho de origen y cúmplase. HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado Ponente ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado FABIO MORON DIAZ Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General Página: 31 [CC1]
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T-303-95 Sentencia No Sentencia No. T-303/95 ACCION DE TUTELA CONTRA ALCALDIA DE BOGOTA/FEDERACION COLOMBIANA DE CICLISMO-Separación de directivos La vulneración del debido proceso está representada para la Corte, en el hecho de que a los demandantes de tutela se les impuso una sanción, consistente en la orden de separarlos de los cargos que ejercían en la Federación Colombiana de Ciclismo, por una autoridad que carecía en forma absoluta de competencia para adoptar ese tipo de decisión -la Alcaldía Mayor de Santa Fé de Bogotá-, según se desprende de lo dispuesto en el Decreto 2471 de noviembre 4 de 1994, razón por la cual la acción de tutela es procedente. REF.: EXPEDIENTE No. T - 67.858 PETICIONARIOS: Antonio Ambrosio Esguerra y Alvaro Rojas Saravia. PROCEDENCIA: Tribunal Superior de Bogotá, Sala Penal. MAGISTRADO PONENTE: HERNANDO HERRERA VERGARA Santa Fé de Bogotá, D.C., Julio once (11) de mil novecientos noventa y cinco (1995). Procede la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados HERNANDO HERRERA VERGARA, ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Y FABIO MORON DIAZ, a revisar los fallos proferidos por el Juzgado Primero Penal del Circuito de Santafé de Bogotá el 2 de febrero de 1995, y por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de esta ciudad el 10 de marzo del mismo año, en el proceso de tutela de la referencia. I.    ANTECEDENTES Los señores Antonio Ambrosio Esguerra y Alvaro Rojas Saravia, mediante apoderado, acuden a la acción de tutela como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable y con el fin de solicitar la protección de sus derechos constitucionales fundamentales al debido proceso, a la defensa y a la honra, vulnerados según ellos, por la Alcaldía Mayor de Santa Fé de Bogotá, al emitir la Resolución número 810 del 19 de diciembre de 1994, por medio de la cual fueron separados de los cargos que ocupaban como Presidente - Representante Legal y Secretario General de la Federación Colombiana de Ciclismo, respectivamente, y se ordenó a la Asamblea General de dicha entidad nombrar nuevos dignatarios. A.   HECHOS. Relata el apoderado de los accionantes, que la citada resolución se produjo dentro de la investigación promovida por el señor Oswaldo Cubillos, quien argumentaba violación de los estatutos de la Federación Colombiana de Ciclismo por parte del Presidente, doctor Antonio Ambrosio Esguerra, al delegar funciones presidenciales en favor del Secretario General y miembro del Comité Asesor, Alvaro Rojas Saravia sin el cumplimiento de los requisitos estatutarios, así como por el supuesto abandono del cargo por viajes al exterior en cumplimiento de funciones propias de su cargo, y finalmente, por haber nombrado como Gerente de la Federación al señor Alvaro Rojas Saravia. Por lo anterior, expresa que se le formuló el correspondiente pliego de cargos al doctor Antonio Ambrosio Esguerra, quien procedió en forma escrita a rendir los correspondientes descargos, los cuales amplió posteriormente ante la División de Personas Jurídicas de la Alcaldía Mayor de Santa Fé de Bogotá. Indica el apoderado de los peticionarios, que dentro de los argumentos esgrimidos por el Presidente de la Federación Colombiana de Ciclismo, se destaca que éste jamás abandonó el cargo y que sus salidas del país obedecieron única y exclusivamente a misiones oficiales de su cargo, como fue su presencia en Ecuador, Cuba, Noruega e Italia, con el respectivo aval del Comité Olímpico Colombiano y de Coldeportes. Manifestó que él procedió a delegar funciones en cabeza del Secretario y miembro del Comité Asesor, Alvaro Rojas Saravia, pues así lo contemplan los estatutos de la Federación Colombiana de Ciclismo -artículos 42 y 43-, al igual que el Decreto 2845 de 1984, acto que no exige solemnidad o ritualidad para ser llevado a efecto, contrario a lo expresado por el señor Cubillos, e igualmente, aclaró que jamás designó como Gerente de la Federación Colombiana de Ciclismo, al doctor Alvaro Rojas Saravia. Señala que posteriormente el quejoso OSWALDO CUBILLOS, presentó escrito manifestando que desistía de la queja formulada, pues indicó que fue inducido a error y no existe violación estatutaria por parte del Presidente de la Federación Colombiana de Ciclismo. a) En relación con la situación del accionante ALVARO ROJAS SARAVIA, señala su apoderado, lo siguiente: “Dentro de la resolución se le está imponiendo una sanción que afecta su honra y buen nombre, como fue el apartarlo de su cargo como secretario general de la Federación Colombiana de Ciclismo, sin haber sido notificado de pliego de cargos alguno, sin haber tenido la oportunidad de controvertir las acusaciones que se le hubiesen podido formular, sin ejercer el derecho de defensa previsto dentro del debido proceso que trata el artículo 29 de la Carta Fundamental. Lo anterior resulta bastante elemental y claro que dentro de la investigación adelantada a éste jamás se le vinculó en debida forma y por ende no puede proferirse sanción alguna en su contra, situación aberrante jurídicamente hablando. ... “Es de aclarar que siempre se habló de encargo de funciones, más no de designar al Sr. ROJAS SARAVIA como Presidente encargado de la Federación, hecho totalmente falso y que vicia el contenido de la resolución. “Mediante decreto No. 2471 del 4 de Noviembre de 1994, el Gobierno nacional a través del Ministerio de Educación faculta en el Director de Coldeportes, la inspección, vigilancia y control de los organismos deportivos a nivel nacional. Esto significa, que la competencia para inspeccionar, vigilar y controlar a los organismos deportivos a nivel nacional, está radicada en el Director General de Coldeportes, razón por la cual la Alcaldía debió declararse incompetente para conocer de dicha actuación y remitirla al funcionario respectivo en las formas y condiciones expuestas en el citado decreto, quien en forma expresa derogó las normas que le fueran contrarias..... Ratifica lo dicho el origen de la queja formulada, la cual tiene que ver con una presunta violación de los estatutos de la Federación Colombiana de Ciclismo, asunto interno de dicha institución, que es del resorte y conocimiento de COLDEPORTES a la luz de la Ley 49 de 1993 y reglamentada a través del Decreto 2471 de 1994, siendo competencia del Director de dicha entidad nacional su inspección, vigilancia y control, competencia usurpada por los funcionarios de la Alcaldía”. b) Respecto de la situación de Antonio Ambrosio Esguerra, señala el apoderado lo siguiente: “Se le formula queja por un supuesto desacato a los estatutos que rigen a la Federación, bajo el argumento de abandono del cargo, designar como gerente de la Federación Colombiana de Ciclismo a ALVARO ROJAS SARAVIA encargar como Presidente de la Federación a la misma persona. De tales quejas infundadas, acogió la alcaldía la del encargo de la Presidencia de la Federación y por ende procede a sancionarlo apartandolo del cargo e instando a la designación de nuevo dignatario. ... No obstante, no se tiene en cuenta la aclaración que se hizo en la respectiva diligencia de descargos y solo se utiliza en forma parcial su versión, para llegar en forma acomodaticia a un presupuesto totalmente falso y ajeno a la realidad procesal, situación que degenera en una vulgar apreciación de los medios de prueba, en detrimento de los intereses de mi representado. Pero ahondando más en el fallo aquí debatido, y tenemos que encontrar que en la parte motiva de la providencia, con claridad se establece que sí existió alguna irregularidad, ésta fue de un tercero diferente a ANTONIO AMBROSIO y por ende no se le puede aplicar una pena al Presidente de la Federación por una responsabilidad de otro; cómo se puede explicar que con diáfana claridad se diga que el Sr. AMBROSIO al salir del país cumplia con funciones propias de su cargo y que por tal razón no existe abandono del cargo, mas sinembargo se le pretenda responsabilizar de una actitud completamente ajena a él como era la de firmar algunas cartas por parte del Dr. ROJAS SARAVIA. Y agrega que, “el poder discrecional aquí se ha exorbitado y salido de todos los parámetros jurídicos, ya que se sanciona a una persona con una pena no prevista para eventos como los que se le han endilgado al Dr. AMBROSIO ESGUERRA, creándose una situación antijurídica que implica el abuso de la autoridad, pues de existir norma sancionatoria, no es precisamente el tal mencionado funcionario quien debe aplicarla en caso de existir irregularidad. ....” B.     PRETENSIONES Con fundamento en lo anterior, solicitan se les conceda la tutela como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable, y se disponga en forma inmediata la no aplicación del acto particular aquí atacado, cual es la Resolución No. 810 del 19 de diciembre de 1994, emanada de la Alcaldía Mayor de Santa Fé de Bogotá, orden que permanecerá vigente durante el término que la autoridad judicial competente utilice para decidir de fondo sobre las acciones que se instauren por los afectados, en caso de que la citada Alcaldía no revoque en su totalidad la resolución causante de la presente acción. Señala que “acude a la tutela como mecanismo transitorio, a pesar de existir otros medios de defensa como el recurso de reposición ante el funcionario que profirió el acto administrativo, el cual resulta harto precario y se podría decir que inexistente, pues es muy improbable que quien dictó la resolución entre a reconsiderarla. Igualmente procederían las correspondientes acciones ante el Contencioso Administrativo, las cuales por su carácter son dispendiosas y prolongadas y que exige previamente que se agote la vía gubernativa (art. 135 del C.C.A.)”. II.  LAS PROVIDENCIAS JUDICIALES QUE SE REVISAN. A.   Sentencia de Primera Instancia. Previa la decisión de rigor, el Juzgado Primero Penal del Circuito de Santafé de Bogotá recibió oficio emanado de la Secretaría General de la Alcaldía Mayor de esta ciudad, en la cual manifiesta ese despacho que son competentes para ejercer el control en cumplimiento de los estatutos e inspeccionar y vigilar a las entidades sin ánimo de lucro como la Federación Colombiana de Ciclismo y que por tal virtud, el 4 de noviembre (sic) se abrió investigación contra el Presidente y Representante Legal de esa Entidad, ANTONIO AMBROSIO ESGUERRA, y luego se escuchó en declaración al secretario general de la Federación, siendo sancionados por Resolución 810 de 1994, en virtud del artículo 41 del Decreto 059 de 1991. Mediante providencia del dos (2) de febrero de 1995, el citado despacho judicial resolvió: a) denegar la solicitud de amparo invocada por el señor ANTONIO AMBROSIO ESGUERRA, y b) conceder la tutela de los derechos fundamentales al debido proceso y a la defensa de ALVARO ROJAS SARAVIA, vulnerados por la Secretaría General de la Alcaldía Mayor del Distrito Capital de Santa Fé de Bogotá mediante la Resolución No. 810 del 19 de diciembre de 1994, con fundamento en las siguientes consideraciones: 1. "Resulta entonces que la investigación abierta por la Secretaría General de la Alcaldía Mayor del Distrito Capital, jamás formuló pliego de cargos en contra del ciudadano ALVARO ROJAS SARAVIA, pero resultó tal ciudadano sancionado mediante la Resolución 810 del 19 de Diciembre de 1994, sin que se le hubiese oído y vencido en tal investigación, o por lo menos, habérsele endilgado conducta reprochable con sus derechos y deberes". Lanza en ristre se viene la Secretaría General de la Alcaldía contras Rojas Saravia, quien no ha tenido oportunidad de defenderse, conocer los cargos que se le imputaron y las normas en las cuales se apoyan tales hechos, que se ve asaltado en su buena fe y en un total desconocimiento de lo que en verdad es un debido proceso.... Es palpable y concreta la violación tanto al debido proceso como al derecho de defensa en cabeza de la Secretaría General de la Alcaldía, al desconocer abiertamente precisas normas constitucionales que atentan contra el orden público y caen en el limbo de la antijusticia y la arbitrariedad. Así las cosas, se ordenará a la Secretaría General de la Alcaldía Mayor de Santafé de Bogotá que en el término de cuarenta y ocho (48) horas máximo, revoque la Resolución 810 del 19 de diciembre de 1994, en cuanto tiene que ver con la sanción impuesta al ciudadano ALVARO ROJAS SARAVIA, de acuerdo con lo analizado en este fallo”. 2. "No ocurre lo mismo con la decisión adoptada en contra del ciudadano ANTONIO AMBROSIO ESGUERRA, por cuanto con relación a dicho señor sí se formularon pliego de cargos y de acuerdo con la prueba aportada fue sancionado de conformidad con precisas normas reguladoras de la actividad de las entidades sin ánimo de lucro, que como bien lo explica el concepto del Comité de Vigilancia y Control de la Entidades de Utilidad Común, corresponde a ellos por competencia en virtud de lo dispuesto por el Decreto 059 de 1991, que difiere de la competencia establecida por el Decreto 2471 de 1994, que le otorgó competencia a la Dirección General del Instituto Colombiano para la Juventud y el Deporte, COLDEPORTES, ya que a dicho Comité le sigue correspondiendo la vigilancia, control e inspección en el cumplimiento de los Estatutos de aquéllas instituciones de utilidad común (Art. 22 Dto. 059 de 1991) y con base en claras disposiciones y de acuerdo con la prueba aportada a la investigación emitió la sanción en la Resolución 810 del 19 de Diciembre de 1994. No puede entonces este Circuito, so pretexto de verificar si la norma violó los principios Constitucionales, hacer de Juzgador de Segunda Instancia para resolver si la sanción aplicada corresponde o no a la falta cometida por el ciudadano ANTONIO AMBROSIO ESGUERRA, porque el Juez de Tutela no es Juez de la controversia procesal si no Constitucional. (...) Pero, sobre el entuerto traído a colación por el accionante de si es justa o injusta la decisión tomada por la Secretaría General de la Alcaldía, es menester que para ello agote la vía administrativa y lleve tales hechos al resorte de lo Contencioso-Administrativo, pues el órgano judicial competente para en definitiva dirimir el conflicto de intereses que se presenta con motivo de la separación del cargo del Presidente de la Federación Colombiana de Ciclismo” (negrillas y subrayas fuera de texto). B.   Impugnación. El apoderado de los accionantes impugnó el fallo de primera instancia, con fundamento en que la decisión a la cual se llegó es lógica si se tiene en cuenta el cúmulo de arbitrariedades que acaecieron a lo largo de la investigación; mas sin embargo, señala que “ la buena intención del fallador queda allí, habida cuenta que deja huérfano y desprotegido de derechos a quien debe acudir a la Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo, toda vez que el acto discutido cobra vigencia, más aún, si se tiene en cuenta el pronunciamiento de la Alcaldía que rechazó el recurso interpuesto a nombre de ANTONIO AMBROSIO, donde se violan la Constitución y las leyes. Así mismo, indica que en la providencia que rechazó el recurso, no se dieron los presupuestos enunciados en los artículos 51, 52 y 53 del C.C.A., ni se hicieron las consideraciones pertinentes sobre el mismo, lo cual viola el derecho de defensa y el debido proceso, al observar que contra la citada providencia no procede recurso alguno. C.    Sentencia de Segunda Instancia. Previa a la decisión de rigor, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá pudo constatar que mediante resoluciones Nos. 49 y 50 de febrero 6 de 1995, el Secretario General de la Alcaldía Mayor se negó a reponer -en el sentido de revocar, como lo habían pedido los afectados AMBROSIO ESGUERRA y ROJAS SARAVIA- la mencionada resolución sancionatoria y declaró agotada la vía gubernativa. Así mismo, observó que la Resolución No. 810 de diciembre 19 de 1994, tuvo como fundamento la investigación adelantada por el Comité de Inspección y Vigilancia de la Alcaldía Mayor -integrado por el Secretario General, el Jefe de la Oficina Jurídica y el Jefe de la División de Personas Jurídicas-, el cual conceptuó que “la investigación había demostrado que la Federación Colombiana de Ciclismo incurrió en violación de estatutos por cuanto el presidente de la misma, ANTONIO AMBROSIO ESGUERRA, designó como presidente encargado a ALVARO ROJAS SARAVIA, Secretario General de la Federación, cargo que no contemplan los estatutos para las faltas temporales sino en eventos de faltas absolutas (artículo 44, estatuto vigente), y que dada la incidencia negativa de las actuaciones del Presidente y Secretario de la Federación Colombiana de Ciclismo se dan los supuestos para separarlos de sus cargos, de conformidad con lo establecido en los artículos 22 y 41 del decreto 059 de 1991”. Con fundamento en lo anterior, el Tribunal Superior, mediante sentencia del diez (10) de marzo de 1995, resolvió revocar la providencia impugnada en lo relacionado con la solicitud invocada por el señor ANTONIO AMBROSIO ESGUERRA, y en su lugar tuteló su derecho al debido proceso, ordenando la revocatoria de la Resolución No. 810 expedida el 19 diciembre de 1994 por la Secretaría General de la Alcaldía Mayor de Santafé de Bogotá, en el término de cuarenta y ocho (48) horas. El Tribunal fundamentó la decisión, en las siguientes apreciaciones: "La ley 49 de 1993 estableció el 'régimen disciplinario en el deporte', definió el campo de su aplicación, las categoría de faltas, las clases de sanciones, etc.... En su artículo 56 previó que 'el Presidente de la República podrá delegar, de conformidad con el artículo 211 de la Constitución Nacional, en el Director del Instituto del Deporte las funciones de inspección, vigilancia y control sobre los organismos deportivos' y en su artículo 57 dispuso que ella 'se aplicara a los procesos disciplinarios que se inicien a partir' de la fecha en que la misma ley entrará a regir -lo cual aconteció en marzo 8 de 1993- y derogó las normas en contrario. En ejercicio de la facultad legalmente conferida el Presidente de la República delegó efectivamente en el Director de Coldeportes, mediante Decreto 2471 de noviembre 4 de 1994 y con vigencia a partir de la misma fecha, 'la inspección, vigilancia y control de los organismos deportivos, a nivel nacional". La actuación administrativa adelantada por la Alcaldía Mayor de Bogotá es de carácter disciplinario y por tanto debía contar con el factor de competencia para adelantarla y fallarla. "Puede admitirse que, mientras no se produjo la delegación de facultades contenida en el Decreto 2471 de 1994, la Alcaldía Mayor de esta ciudad podía ejercer cierto grado de jurisdicción disciplinaria de conformidad con lo previsto en el Decreto distrital No. 59 de 1991, dictado para aplicar la ley 22 de 1987 y el Decreto Nacional 525 de 1990, conforme a los cuales se delegó en el Alcalde Mayor "el reconocimiento y cancelación de la personería jurídica a las asociaciones sin ánimo de lucro con fines (...) de creación o deportes cuyo domicilio sea la ciudad de Bogotá", porque en el artículo 37 de ese decreto No.59 se señaló que 'el derecho de inspección y vigilancia sobre instituciones de utilidad común domiciliadas en Bogotá... procederá respecto de las fundaciones y corporaciones sin ánimo de lucro cuyos objetivos sean la prestación de los servicios de utilidad común o de interés general'; pero la Sala deduce que esa facultad pasó a ser competencia del Director del Instituto Colombiano de Deporte por virtud de la referida delegación que hizo el Presidente de la República, lo cual significa, de contera, que para el 19 de diciembre de 1994 carecía absolutamente de competencia el Secretario General de la Alcaldía Mayor para tomar decisión alguna dentro de la citada actuación administrativa contra la Federación Colombiana de Ciclismo y/o sus directivos ANTONIO AMBROSIO ESGRERRA y ALVARO ROJAS SARAVIA. En consecuencia, la Secretaría General de la Alcaldía Mayor de Bogotá, en cumplimiento de la función de "inspección y vigilancia", según lo preceptudado en el artículo 41 del Decreto distrital No. 59 de 1991, profirió la Resolución 810 de diciembre de 1994. ... Por ende, en nuestro entender, es al director de Coldeportes a quien compete, desde el 4 de noviembre de 1994, conocer de actuaciones administrativas - se interpretan ya como disciplinarias, ora como policivas- relacionadas con conductas de dirigentes deportivos como la tratada en la acción administrativa que adelantó la Secretaría General de la Acaldía Mayor de esta ciudad contra los señores AMBROSIO ESGUERRA y ROJAS SARAVIA". .... Ahora bien: ese desconocimiento de una expresa garantía constitucional que ostenta rango de derecho fundamental, hace inaplicable de hecho, por excepción de inconstitucionalidad, la determinación adoptada por la Secretaría General de la Alcaldía Mayor a través de la Resolución 810 de diciembre 19 de 1994 y obliga a la jurisdicción de tutela a amparar los derechos conculcados a los señores AMBROSIO ESGUERRA y ROJAS SARAVIA en ese acto administrativo” (negrillas y subrayas fuera de texto). III.  CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL Primera.    La competencia Es competente esta Sala de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, para proferir sentencia en relación con los fallos proferidos por el Juzgado Primero Penal del Circuito de Santafé de Bogotá y por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de esta misma ciudad, con fundamento en lo dispuesto por los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991. Segunda.    El problema jurídico. En el asunto sometido a revisión de esta Corporación, los señores Antonio Ambrosio Esguerra y Alvaro Rojas Saravia presentaron demanda de tutela contra la Alcaldía Mayor de Santa Fé de Bogotá, por estimar que la actuación de ésta, al proferir la Resolución No. 810 del 19 de diciembre de 1994, mediante la cual se ordenó separarlos de sus cargos como Presidente - representante legal y Secretario General de la Federación Colombiana de Ciclismo y convocar a la Asamblea General para la elección de los nuevos dignatarios, lesiona sus derechos fundamentales al debido proceso, a la defensa y a la honra. Consideran que dicha resolución debe dejarse sin efecto, toda vez que, de conformidad con la Ley 49 de 1993 y el Decreto 2471 de 1994, el Director de COLDEPORTES es el competente para conocer de las actuaciones administrativas relacionadas con conductas de dirigentes deportivos, así como de las quejas formuladas ante la Alcaldía Mayor de Santafé de Bogotá, y no el Secretario General de la misma, quien, al no tener competencia para ello, incurrió en abuso de autoridad. Se adiciona a lo anterior, que el juez de primera instancia concedió la tutela del derecho al debido proceso del señor Alvaro Rojas Saravia, pero negó que existiera violación de derecho fundamental alguno en relación con Antonio Ambrosio Esguerra, puesto que contra éste hubo formulación de pliego de cargos, de conformidad con la normas reguladoras de la actividad de las entidades sin ánimo de lucro. Por su parte, el Tribunal Superior revocó el fallo impugnado, por considerar que se vulneró el derecho al debido proceso de los demandantes, habida consideración de que la Alcaldía Mayor de Bogotá no tenía competencia para conocer de las actuaciones realizadas por los actores, estimando que esta corresponde a COLDEPORTES desde el 4 de noviembre de 1994. Igualmente se indicó en el fallo citado, que la demandada separó del cargo de Secretario General de la Federación de Ciclismo al señor Rojas Saravia, omitiendo su vinculación a la acción administrativa disciplinaria. Tercera. De la competencia esgrimida por la accionada para proferir el acto administrativo objeto de la demanda de tutela. Es necesario destacar, que el acto administrativo atacado a través de la acción de tutela -la Resolución No. 810 del 19 de diciembre de 1994, emanada del Secretario General de la Alcaldía Mayor de Santa Fé de Bogotá, D.C.-, se expidió con fundamento en los siguientes argumentos: a) Investigación administrativa adelantada por esa Alcaldía contra la Federación Colombiana de Ciclismo, a raíz de la queja presentada por el señor Oswaldo Cubillos en su condición de representante legal de la Liga de Ciclismo de Bogotá. Es del caso observar que el citado quejoso, “bajo la gravedad del juramento radicó escrito de desistimiento” en el que manifestó que “los manejos de la Federación son transparentes y correctos, sin que exista irregularidad por parte del Presidente Antonio Ambrosio Esguerra”. b) No obstante el desistimiento, dicha Secretaría “en uso de la facultad de control sobre el cumplimiento de los estatutos”, continuó de oficio la investigación con el fin de verificar la posible violación de los mismos. c) Concepto emitido el 14 de diciembre de 1994 (Acta No. 1) por el Comité de Inspección y Vigilancia de Instituciones de Utilidad Común sin ánimo de lucro, donde se expresó para sustentar la competencia de la Alcaldía en cuanto a la imposición de la respectiva sanción a los funcionarios investigados, lo siguiente: “El Comité para emitir concepto tiene en cuenta: -Que es necesario distinguir la inspección, vigilancia y control sobre organismos deportivos a que se refiere el Decreto 2471 del 4 de noviembre de 1994, delegadas en el Director General del Instituto Colombiano de la Juventud y el Deporte “Coldeportes”, el cual se basa en el régimen disciplinario, ético, correccional y competitivo del deporte, y la inspección y vigilancia patrimonial (numeral 26, artículo 189, CP. y normas concordantes), el control sobre el cumplimiento de estatutos (artículos 22 y ss. Decreto 059 de 1991)..., y otros. Por tanto, es diferente el control, inspección y vigilancia del régimen disciplinario, ético, correccional y competitivo de la actividad deportiva en cabeza de COLDEPORTES (Ley 49 de 1993 y Decreto Reglamentario 2471 de 1994), al régimen de existencia y representación legal de una entidad sin ánimo de lucro, cuya competencia aún radica en la Alcaldía Mayor de Santafé de Bogotá respecto a las entidades con domicilio en esta ciudad y el cual abarca el reconocimiento, negación, suspensión y cancelación de personería jurídica, la aprobación de reformas estatutarias, la inscripción de representantes legales y demás dignatarios y miembros del órgano fiscalizador..., el control sobre el cumplimiento de estatutos, la inspección y vigilancia sobre instituciones de utilidad común y las demás actividades, trámites y funciones inherentes a la existencia de las personas sin ánimo de lucro...” “- Que dada la incidencia negativa de las actuaciones del Presidente y Secretario de la Federación Colombiana de Ciclismo, se dan los supuestos para separarlos de sus cargos, de conformidad a lo establecido en los artículos 22 y 41 del decreto 059 de 1991...” (negrillas y subrayas fuera de texto). Cuarta. Cuáles eran las normas vigentes al momento de la expedición de la Resolución que impuso la sanción objeto de la demanda de tutela? Para poder determinar si a los peticionarios se les vulneró su debido proceso, como así lo sostienen en la demanda de tutela, es indispensable para la Sala examinar previamente las situaciones procesales que antecedieron a la expedición de la Resolución No. 810 de diciembre 19 de 1994, dentro de las cuales se hace necesario verificar las normas que, tanto al momento de iniciarse la investigación como al proferir la respectiva resolución, estaban vigentes: a) El señor Oswaldo Cubillos, Presidente de la Liga de Ciclismo de Bogotá, formuló ante la Secretaría General de la Alcaldía Mayor de Santa Fe de Bogotá, queja contra el Presidente de la Federación Colombiana de Ciclismo, doctor Antonio Ambrosio Esguerra, el 2 de septiembre de 1994. b) Mediante auto fechado 4 de octubre de 1994, la Alcaldía ordenó abrir investigación administrativa a la Federación Colombiana de Ciclismo, y concretamente a sus representante legal y secretario general. Según la Alcaldía Mayor, al momento de iniciarse el proceso señalado, se encontraban vigentes la Ley 22 de 1987 y el Decreto 525 de 1990. El citado decreto en una de sus disposiciones, establecía que el Presidente de la República delegaba en el Alcalde Mayor de Bogotá, la función de regular lo relacionado con el control, inspección y vigilancia sobre las fundaciones o instituciones de utilidad común y las asociaciones sin ánimo de lucro cuyo domicilio fuese la ciudad de Bogotá, por lo que en este sentido, tenía competencia para iniciar la investigación e imponer las sanciones a que hubiese lugar, en relación con las actuaciones administrativas por ella adelantadas, como la del asunto sub-examine contra la Federación Colombiana de Ciclismo. c) El 10 de noviembre de 1993, fue promulgada la Ley 49, “por la cual se establece el régimen disciplinario en el deporte”, que en su artículo 56 preceptúa que el Presidente de la República delega en el Director de Coldeportes la función de inspección, control y vigilancia de las instituciones deportivas. Esta norma tan sólo tuvo plenos efectos y vigencia cuando se expidió y promulgó el Decreto 2471 del 4 de noviembre de 1994 (publicado en el Diario Oficial del 10 de noviembre del mismo año), el cual reglamentó el citado artículo 56 de la ley 49 de 1993, por lo que a partir del 10 de noviembre de 1994, fue atribuída en forma exclusiva la competencia al Director de Coldeportes en lo referente a la inspección, vigilancia y control de los organismos deportivos a nivel nacional. Es así como dicho Decreto señala: “Artículo 1o. Delégase en el Director General del Instituto Colombiano de la Juventud y el Deporte, COLDEPORTES, la inspección, vigilancia y control de los organismos deportivos, a nivel nacional. Artículo 2o. Este decreto rige a partir de la fecha de su publicación y deroga todas las disposiciones que le sean contrarias” (negrillas y subrayas fuera de texto). Así pues, el citado decreto no sólo confirió la delegación en cabeza del Director General de COLDEPORTES para inspeccionar, vigilar y controlar los organismos deportivos a nivel nacional, sino que adicionalmente y en forma concreta dispuso la derogación de todas las disposiciones que le fuesen contrarias. d) El 19 de diciembre de 1994, se profirió por el Secretario General de la Alcaldía Mayor de Santa Fe de Bogotá, la Resolución No. 810, por medio de la cual se ordenó “separar de los cargos” a los peticionarios de la tutela, y convocar a la Asamblea General para designar un nuevo órgano de la Federación Colombiana de Ciclismo. f)  Finalmente, observa la Sala que la Alcaldía Mayor de Santa Fe de Bogotá aplicó retroactivamente las normas derogas por el Decreto 2471 de 1994 -Decreto 525 de 1990-, a expedir la resolución 810 de 1994, desconociendo la entidad competente para ejercer la inspección, vigilancia y control sobre los organismos deportivos a nivel nacional, que lo es en este asunto, el Director de Coldeportes. Quinta. Violación del Debido Proceso por falta de competencia y no aplicación de las normas preexistentes. Procedencia de la Acción de Tutela. Con fundamento en lo anteriormente expuesto, puede concluir la Sala de Revisión de la Corte Constitucional, que: a) Al momento de proferirse la Resolución No. 810 de diciembre 19 de 1994, que separó de sus cargos a los señores ANTONIO AMBROSIO ESGUERRA y ALVARO ROJAS, se encontraba vigente el Decreto 2471 de noviembre 4 de 1994, en virtud del cual, el Presidente de la República delegó en el Director General de COLDEPORTES la función de inspección, control y vigilancia de los organismos deportivos, a nivel nacional. b) Por lo anterior, la Alcaldía Mayor de Santa Fe de Bogotá no tenía competencia para proferir la mencionada Resolución, en virtud de la derogatoria del Decreto 525 de 1990, por el Decreto 2471 de noviembre 4 de 1994. Sobre el particular, conviene recordar lo que en lo pertinente sostuvo el a-quo: "Puede admitirse que, mientras no se produjo la delegación de facultades contenida en el Decreto 2471 de 1994, la Alcaldía Mayor de esta ciudad podía ejercer cierto grado de jurisdicción disciplinaria de conformidad con lo previsto en el Decreto distrital No. 59 de 1991, dictado para aplicar la ley 22 de 1987 y el Decreto Nacional 525 de 1990, conforme a los cuales se delegó en el Alcalde Mayor "el reconocimiento y cancelación de la personería jurídica a las asociaciones sin ánimo de lucro con fines (...) de creación o deportes cuyo domicilio sea la ciudad de Bogotá", porque en el artículo 37 de ese decreto No. 59 se señaló que 'el derecho de inspección y vigilancia sobre instituciones de utilidad común domiciliadas en Bogotá... procederá respecto de las fundaciones y corporaciones sin ánimo de lucro cuyos objetivos sean la prestación de los servicios de utilidad común o de interés general'; pero la Sala deduce que esa facultad pasó a ser competencia del Director del Instituto Colombiano de Deporte por virtud de la referida delegación que hizo el Presidente de la República, lo cual significa, de contera, que para el 19 de diciembre de 1994 carecía absolutamente de competencia el Secretario General de la Alcaldía Mayor para tomar decisión alguna dentro de la citada actuación administrativa contra la Federación Colombiana de Ciclismo y/o sus directivos ANTONIO AMBROSIO ESGRERRA y ALVARO ROJAS SARAVIA”. c) Lo que debió hacer la Alcaldía al momento de conocer la existencia del Decreto 2471 de 1994, por el cual perdió la competencia para controlar, vigilar e inspeccionar organismos deportivos -del orden nacional-, era entonces remitir la investigación y demás actuaciones adelantadas contra los peticionarios de tutela, en su calidad de directivos de la Federación Colombiana de Ciclismo al Director General de COLDEPORTES, para que éste asumiera el conocimiento de las presuntas conductas contrarias a la ley en que hubiesen podido incurrir los mencionados funcionarios, a fin de continuar el respectivo proceso disciplinario y aplicar las sanciones correspondientes. De conformidad con lo anterior, para esta Sala de Revisión es claro que en el presente caso se vulneró a los accionantes su derecho constitucional fundamental al debido proceso consagrado en el artículo 29 del estatuto superior, según el cual: “Nadie podrá ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto que se le imputa, ante juez o tribunal competente y con observancia de la plenitud de las formas propias de cada juicio”. De otro lado, cabe advertir el artículo 2o. de la Ley 153 de 1887, dispone, que “La ley posterior prevalece sobre la anterior. En caso de que una ley posterior sea contraria a otra anterior, y ambas preexistentes al hecho que se juzga, se aplicará la ley posterior”, lo que determina la procedencia de la continuación de las diligencias adelantadas por la Secretaría General de la Alcaldía Mayor del Distrito Capital de Santa Fe de Bogotá, por parte de quien en virtud del Decreto 2471 de 1994, es el competente para asumir y continuar la investigación que contra los accionantes de tutela, inició la citada Alcaldía. La vulneración del debido proceso está representada para la Corte, en el hecho de que a los demandantes de tutela se les impuso una sanción, consistente en la orden de separarlos de los cargos que ejercían en la Federación Colombiana de Ciclismo, por una autoridad que carecía en forma absoluta de competencia para adoptar ese tipo de decisión -la Alcaldía Mayor de Santa Fé de Bogotá-, según se desprende de lo dispuesto en el Decreto 2471 de noviembre 4 de 1994, razón por la cual la acción de tutela es procedente, como así habrá de disponerse en la parte resolutiva de esta providencia, confirmando lo resuelto por el Tribunal Superior de Bogotá. Lo anterior no significa que el juez de tutela, en este caso la Corte Constitucional, pueda ni deba entrar a juzgar la conducta asumida por los demandantes, pues ello escapa a su competencia, ya que quien legalmente está habilitado para ejercer la inspección, vigilancia y control de los organismos deportivos, entre ellos las conductas y comportamientos asumidos por sus directivos, es el Director General de COLDEPORTES. Sobre el particular, comparte esta Sala de Revisión las apreciaciones del Tribunal Superior de Bogotá, al resolver en segunda instancia la demanda de tutela que ocupa la atención de esta Corporación, en virtud de las cuales: “Ese desconocimiento de una expresa garantía constitucional que ostenta rango de derecho fundamental, hace inaplicable de hecho, por excepción de inconstitucionalidad, la determinación adoptada por la Secretaría General de la Alcaldía Mayor a través de la Resolución 810 de diciembre 19 de 1994 y obliga a la jurisdicción de tutela a amparar los derechos conculcados a los señores AMBROSIO ESGUERRA y ROJAS SARAVIA en ese acto administrativo”. Por lo expuesto, esta Corporación confirmará el fallo proferido por el Tribunal Superior de Bogotá, el 10 de marzo de 1995, en el sentido de conceder el amparo del derecho al debido proceso de los accionantes por habérseles impuesto la sanción de separación de sus cargos por una autoridad que carece de competencia para decretarla, pero se adicionará la mencionada providencia para los efectos de ordenar la remisión de las investigaciones adelantadas contra los señores AMBROSIO ESGUERRA y ROJAS SARAVIA, al Director General de COLDEPORTES, a fin de que adopte las medidas y decisiones a que haya lugar, si encuentra mérito para ello, en ejercicio de dicha competencia y con la observancia de la plenitud de las formas propias del respectivo juicio, con la advertencia expresa de que lo anterior no equivale a desvirtuar el contenido material de la providencia que impuso las sanciones mencionadas. IV. DECISION. En razón a lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, R E S U E L V E : PRIMERO:    CONFIRMAR por las razones expuestas en esta providencia, la sentencia proferida por el Tribunal Superior de Santa Fé de Bogotá, Sala Especial, el 10 de marzo de 1995, en relación con la acción de tutela presentada por los señores ANTONIO AMBROSIO ESGUERRA y ALVARO ROJAS SARAVIA. SEGUNDO. Adicionar la providencia del Tribunal Superior de Bogotá, para los efectos de que por conducto de la Secretaría General de la Alcaldía Mayor de Santa Fé de Bogotá, se remitan al Director General de COLDEPORTES, las investigaciones disciplinarias adelantadas contra los señores ANTONIO AMBROSIO ESGUERRA y ALVARO ROJAS SARAVIA a fin de que adopte dentro del ámbito de su competencia, las medidas y decisiones a que haya lugar, si encuentra mérito para ello, con la observancia de la plenitud de las formas propias del respectivo juicio, con la advertencia expresa de que lo anterior no equivale a desvirtuar el contenido material de la providencia que impuso las sanciones mencionadas. TERCERO.  Por la Secretaría General de la Corte Constitucional, líbrense las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados. Cópiese, notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado Ponente ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO   FABIO MORON DIAZ Magistrado Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-304-95 Sentencia No Sentencia No. T-304/95 DERECHOS DEL NIÑO-Existencia de vías policiva y penal no son obstáculo La existencia de las vías policiva y penal no son obstáculo para conceder el amparo de los derechos fundamentales a través de la tutela. En el caso subjudice, no obstante la existencia de la vía penal, y al persistir la violación y amenaza de vulneración de los derechos fundamentales de los aludidos menores, sea procedente la acción de tutela. Se trata entonces, de hacer una conciliación entre los fines que persigue la acción penal y los que le han sido asignados a la acción de tutela, los cuales no resultan opuestos sino complementarios. AMBIENTE FAMILIAR-Protección El ambiente familiar se construye o está dado no sólo por la infraestructura material, en lo que atañe a disponibilidad de una vivienda en condiciones dignas, sino  por la reunión de una serie de elementos que creen un mundo de afecto y de seguridad física y moral apto para propiciar el desarrollo integral de sus miembros. En tal virtud, aquél debe ser objeto de la protección y atención prioritaria del Estado, pues de la apropiada, garantizada y armoniosa organización y funcionalidad de la familia, en un ambiente sano, depende fundamentalmente la ausencia de alteraciones (físicas, morales, mentales, emocionales, etc.) en el desarrollo armónico e integral de la personalidad de los adultos y niños que de ella forman parte. ACCION DE TUTELA CONTRA PARIENTE POR ABUSO SEXUAL/DERECHOS DEL NIÑO A TENER UNA FAMILIA Se concederá en favor de los menores la tutela de sus derechos fundamentales a no ser objeto de tratos inhumanos o degradantes, de violencia física o moral, de abuso sexual, a que se les asegure la armonía y unidad familiar en el medio en que viven y a tener una familia y no ser separados de ella. La consagración constitucional del derecho de todo niño a tener una familia y a no ser separado de ella, implica la garantía de su permanencia en el hogar al cual pertenece, siempre que reúna las condiciones requeridas para su desarrollo integral. Por lo tanto, a juicio de la Sala es necesario garantizar la permanencia de dichos menores en el lugar donde habitan actualmente. CONFLICTO DE DERECHOS/CONFLICTO DE DEBERES/PREVALENCIA DE DERECHOS DEL  NIÑO Se encuentra la Sala con el problema consistente en determinar de qué manera se resuelve la colisión de derechos e intereses que se presenta entre los menores y el demandado, quien igualmente tiene el derecho de habitar en el mismo inmueble donde han ocurrido los hechos que motivaron la tutela. Obviamente, de acuerdo con la Constitución prevalecen los derechos de los menores; pero como la Sala no puede ordenar la internación del demandado en un establecimiento siquiátrico o clínica adecuado mientras se logra su recuperación mental, pues ello constituye una medida de seguridad que le compete imponer al juez penal, ni ordenar que el citado desaloje el inmueble, porque ello escapa a su competencia, las cuales serían las medidas alternativas a considerar para aseguar la protección de los derechos de los menores, se dispondrá oficiar, tanto al ICBF. como al Servicio Seccional de Salud, con el fin de que estas entidades adopten las medidas apropiadas que estén a su alcance para impedir que continúen la vulneración y amenaza de violación de los derechos de los menores. Ello, sin perjuicio de la vigilancia especial que las fuerzas de policía del lugar deben ejercer sobre el demandado para evitar que sigan ocurriendo los hechos que originaron la tutela. REF.: Expediente T-65062. TEMA: El ambiente familiar favorable, condición para el desarrollo integral del menor y para asegurar la protección de sus derechos. La existencia de las vías policiva y penal no son obstáculo para conceder el amparo de los derechos fundamentales a través de la tutela. ACTOR: María del Carmen Marín Pulgarín. MAGISTRADO PONENTE: ANTONIO BARRERA CARBONELL. Santafé de Bogotá, D.C. julio doce (12) de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Antonio Barrera Carbonell, Eduardo Cifuentes Muñoz y Carlos Gaviria Díaz, revisa el fallo proferido el día 17 de febrero de 1995 por el Juzgado Penal del Circuito de Santa Rosa de Cabal (Risaralda), dentro del proceso de tutela instaurado por María del Carmen Marín Pulgarín contra su hermano Saulo Antonio Marín Pulgarín. I. ANTECEDENTES. 1. La petición de tutela y los hechos. María del Carmen Marín Pulgarín instauró acción de tutela contra su hermano Saulo Antonio Marín Pulgarín con el fin de obtener la protección de los derechos fundamentales -no dice cuales- que afirma le han sido vulnerados tanto a ella como a sus hijas y nietos. La peticionaria es persona analfabeta, residente en el municipio de Santa Rosa de Cabal. En su casa de habitación, de propiedad de su hermana Fabiola, convive con sus hijas Luz Marina Marín, mayor de edad, LL y OO, de 14 años de edad, sus nietos DD, FF y RR, los dos primeros de 5 y 4 años de edad respectivamente y su hermano Saulo Antonio Marín Pulgarín. Es de anotar, que a éste se le reconoce por la peticionaria el derecho a habitar en dicha casa. El demandado Saulo Antonio Marín Pulgarín ha asumido constantemente una conducta agresiva y amenazante contra ella y Luz Marina Marín y ha abusado sexualmente de diferentes maneras de los niños DD y FF, hasta el punto que ya violó a uno de ellos. Además, los maltrata tanto de palabra como físicamente. Igualmente el demandado ha ofendido verbalmente a sus dos hijas gemelas LL y OO, ya nombradas, y ha ejecutado actos que atentan contra la intimidad de estas. Dice la peticionaria que el demandado anteriormente consumía sustancias alucinógenas, no trabaja y no aporta nada para los gastos de la casa, pues quien asume las obligaciones del hogar es su hija Luz Marina. Los hechos concernientes a la conducta del demandado frente a los mencionados menores fueron puestos en conocimiento de la oficina de la Comisaría de Familia y la Unidad de Fiscalías Delegadas ante el Juzgado Penal del Circuito de Santa Rosa de Cabal. 2. Sentencia del Juzgado Penal del Circuito de Santa Rosa de Cabal. El Juzgado Penal del Circuito de Santa Rosa de Cabal negó la pretensión de tutela, entre otros argumentos, con base en los siguientes: En atención a que el demandado es un particular, el fallador de la tutela adujo que "la peticionaria no está en condiciones de subordinación frente a su hermano, pues ambos están en un mismo plano de igualdad, ambos son mayores de edad y ninguno tiene posición que resulte superior al otro". Agregó que "Doña María del Carmen ha manifestado que el accionado no ha realizado para con ella más que agresiones verbales. No puede olvidarse que si han existido agresiones físicas, éstas se han presentado para otra persona mayor de edad (su hija Luz Marina), pero la tutela debe ser solicitada por cada persona, por cada afectado y no por los demás, salvo casos excepcionales, como los de los menores". En lo que se relaciona con el estado de indefensión de los menores frente al accionado, si bien consideró que aquella se presume con respecto a todo menor que solicite la tutela, estimó necesario hacer alusión a la situación mental del demandado, a los problemas que de ésta se derivan y a sus posibles soluciones. Al respecto, señaló que "obra en el proceso dictamen de perito siquiatra forense, en el cual concluye, luego de examinar al señor Saulo en octubre 10 de 1994, que éste presenta alteraciones mentales, lo que significa que sus acciones no pueden equipararse a las de una persona con plena lucidez de conciencia y con voluntad (folios 10 y 11). Quiere decir lo anterior que la señora Marín debe acudir a las autoridades municipales de Santa Rosa de Cabal, en el sector salud, o, en su defecto, a las autoridades departamentales de Risaralda para que, de acuerdo con sus competencias, presten al señor Saulo la atención y tratamiento que requiera, de acuerdo con la ley 60 de 1993 y exigiendo que se respeten los derechos del mencionado señor y en especial el que tiene a recibir la atención y el tratamiento apropiado, tal como lo consagra la resolución 2417 de abril 2 de 1992, del Ministerio de Salud Pública, en cumplimiento al artículo 47 de la Constitución Nacional, que obliga al Estado a adelantar una política de previsión, rehabilitación e integración social para los disminuidos síquicos, sensoriales y físicos". En tales circunstancias, estimó que la peticionaria debe "acudir a las autoridades mencionadas, en cuanto a las que tienen que ver con el sistema de salud municipal o departamental, para que allí presten las debidas atenciones del caso". En lo atinente a los hechos que pueden afectar, según el Juez Penal del Circuito de Santa Rosa, "el pudor sexual de los niños", dijo: "ya la autoridad judicial competente se está encargando de las investigaciones pertinentes. Uno de los procesos ya terminó con preclusión de instrucción y el otro se está tramitando, habiéndose impuesto en él medida de aseguramiento contra el sindicado. Esto quiere decir que existe, en este caso, otro medio de defensa judicial de los derechos, el cual está actualmente en movimiento. Si la Fiscalía está al tanto de la situación y el proceso está avanzando (ya tiene cierre de instrucción), mal puede decirse que no se está actuando en defensa de los menores afectados y concretamente del niño FF. De continuar el señor Saulo observando mala conducta, la actora, señora María del Carmen, puede informar al señor Fiscal 30 Delegado ante este Juzgado o a quien esté encargado de la actuación penal, para que tome las medidas correctivas que el Código de Procedimiento Penal consagra. Si el menor ya fue sujeto pasivo de abusos sexuales, el perjuicio ya fue causado y, por tanto, no procede la tutela. Para ello, se insiste, está el proceso penal que ya se tramita". 3. Material probatorio. Obran dentro del expediente las siguientes pruebas: Declaración de Luz Marina Pulgarín, quien señala, entre otras cosas, que Saulo Antonio Marín Pulgarín "me estaba cogiendo el niño y me lo estaba violando, entonces como yo no hice nada en contra de él, siguió molestándome al niño, me insulta, se agarra a rendijarnos (sic) cuando nos estamos bañando, o me le da patadas a los niños e intenta coger a las gemelas, hermanitas mías y les muestra plata por encima del baño..."; al respecto, en cuanto al término "coger" anota que a DD "le cogió el chichi y le estaba haciendo daño". Agrega que "a la niña mía, que se llama RR también ha intentado cogérmela y le dice que se deje coger de él que él no le hace nada y me la persigue mucho, hasta el punto que me tocó llevármela de mi casa y esta donde mis abuelitos" y que denunciaron estos hechos, de los cuales es testigo Mirían N la que vive por la casa del teniente Ramírez, ante la Comisaría de Familia y la Fiscalía. Dictamen de Psiquiatría Forense del Instituto Seccional de Medicina Legal e Investigaciones Forenses (Risaralda), solicitado con la finalidad de determinar sí Saulo Antonio Marín Pulgarín al momento de cometer el ilícito a él atribuido, se encontraba en capacidad de comprender la ilicitud de su acto o de determinarse de acuerdo con esa comprensión. Se concluyó en el dictamen que éste "no estaba en capacidad de comprender su conducta y autodeterminarse de acuerdo con dicha comprensión por presentar trastorno mental permanente al momento de su ilicitud". Para arribar a dicha conclusión, se consideró lo siguiente: "No tiene claros antecedentes familiares de enfermedad mental, pero uno de sus hermanos fue asesinado (según se informa). Su comportamiento desde la niñez ha sido impulsivo y hostil, a tal punto que en varias ocasiones trató de agredir a su hermana. Este comportamiento se ha vuelto más intenso desde la muerte de su madre hace 3 años, a tal punto que es descuidado en su arreglo personal, no trabaja y hace caso omiso de las sugerencias de la familia. Además de dar maltrato a los sobrinos con quienes convive". "Al momento del examen practicado al entrevistado se aprecian alteraciones mentales en diferentes áreas de las funciones autónomas del yo, pues manifiesta falta de lucidez mental, desorientación temporo-espacial, fallas de la memoria, pensamiento ilógico y lento, pobreza intelectual e ideativa, introspección y prospección alteradas, disociación ideo-afectivo y juicio alterado". "Por la época de su ilicitud la alteración de su conciencia y de sus capacidades cognativo-volitivas le impedían comprender su acción y autodeterminarse, como también evaluar el sentido de realidad". Inspección practicada por el Juzgado Penal del Circuito de Santa Rosa de Cabal en las oficinas  de la Unidad de Fiscalías Delegadas ante dicho Juzgado. En dicha diligencia se constató lo siguiente: La existencia del expediente No. 0447. Delito corrupción; imputado Saulo Antonio Marín Pulgarín; ofendidos: LL, OO y RR (menores de edad); denunciante: María del Carmen Marín Pulgarín. La actuación procesal que reseña dicho expediente es la siguiente: El 2 de agosto de 1993 se inicia la actuación con la denuncia presentada por la señora mencionada ante el Juzgado Segundo Penal Municipal de esta ciudad; el 17 de agosto de 1993 el Juzgado envía las diligencias a la Fiscalía ante el Juzgado del Circuito y asume el conocimiento de las mismas la Delegada 30, quien ordena adelantar investigación previa; se recibió ampliación de denuncia, declaraciones varias y se escucharon a los menores afectados; el 3 de febrero de 1994 se profirió resolución de apertura de instrucción ordenándose la vinculación del imputado; el 9 de febrero de 1994 se le recibió indagatoria al implicado, y el 15 de marzo de 1994 la Fiscalía 30 mencionada decretó la preclusión de la investigación y el archivo del expediente, pues concluye que la conducta denunciada es atípica y que por ello no podía continuarse con la instrucción. La existencia del expediente No. 548. Delito Corrupción; sindicado: Saulo Antonio Marín Pulgarín; ofendido DD (menor de edad) e iniciado de oficio. El trámite correspondiente se origina en el informe policivo 132 RESAC-DERIS del 9 de junio de 1994 proveniente del comando de Policía de Menores de Santa Rosa de Cabal que pone al retenido Saulo Antonio Marín Pulgarín a disposición del Inspector 4o Municipal de Policía de la ciudad, quien fue aprendido el 8 de mayo de 1994 en la carrera 16 número 23-69, a petición de Carmen Marín Pulgarín, quien adujo que aquel "abusó sexualmente" del menor ya aludido; el Inspector ordena la remisión del retenido a la Fiscalía 30, la cual asume el conocimiento y ordena adelantar la investigación previa, dispone la libertad inmediata por no haber sido aprehendido en forma ajustada a las normas legales; por la Secretaría Común de esa Unidad de Fiscalías, se deja constancia de la existencia de otro proceso y de la identidad del imputado el 9 de junio de 1994, en la misma fecha se declara iniciada la instrucción y se ordena vincular mediante indagatoria al citado; el 10 de junio de 1994 es indagado; se practicaron varias pruebas (dictamen médico legal, según el cual el niño DD presenta en sus genitales lesiones compatibles con manipulación sobre dicha zona); el 15 de junio de 1994 la Fiscalía 30 resuelve la situación jurídica del indagatoriado imponiéndole medida de aseguramiento consistente en caución juratoria; se suscribe el correspondiente compromiso; se decretó prueba pericial para que el Psiquiatra Forense examinara al procesado y se obtuvo dictamen PS-143-94, fechado en Pereira el 1° de noviembre de 1994, en el cual el perito concluye que el reo "no estaba en capacidad de comprender su conducta y autodeterminarse de acuerdo con dicha comprensión por presentar trastorno mental permanente al momento de su ilicitud", y el 27 (sic) de 1995 se declaró cerrada la instrucción, lo que constituye la última actuación que obra en el proceso, junto con su notificación. Oficio de la Fiscalía Treinta Seccional Delegada de Santa Rosa de Cabal, recibido en la Corte Constitucional el 7 de julio de 1995, en donde se informa que dentro del proceso Nro. 548 por el delito de CORRUPCION contra SAULO ANTONIO MARIN PULGARIN, con fecha mayo 8 próximo pasado, dicha Fiscalía dictó en su contra RESOLUCION DE ACUSACION, no sin antes haberlo declarado INIMPUTABLE. II COMPETENCIA. Es competente esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional para proferir Sentencia de revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86 inciso 2º y 241 numeral 9º de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991. III CONSIDERACIONES DE LA CORTE. 1. Procedencia formal de la tutela. 1.1. Existencia de un estado de indefensión. El artículo 86 de la Constitución establece que la ley deberá determinar los casos en los que la acción de tutela procede contra particulares "encargados de la prestación de un servicio público o cuya conducta afecte grave y directamente el interés colectivo, o respecto de quienes el solicitante se halle en estado de subordinación o indefensión". El artículo 42 del decreto 2591 de 1991 señaló, entre las causales de procedencia de la acción de tutela contra particulares, la consignada en el numeral 9o, según el cual ella es viable cuando el peticionario se encuentre en situación de subordinación o indefensión respecto del particular contra el cual se interpuso la acción, con la anotación de que se presume la indefensión del menor que solicite la tutela. El estado de indefensión, ha dicho la Corte, se produce cuando una persona, sin culpa de su parte, no se encuentra en posibilidad de defenderse o defender sus derechos por carencia de medios físicos y jurídicos idóneos para tal fin, según la apreciación concreta que haga el juez de tutela, atendidas las circunstancias del caso. Los menores DD, FF, LL, OO y RR, en cuyo favor se impetra la tutela, se encuentran en estado de indefensión frente al demandado, pues no sólo ésta se presume, sino que ella se deduce de las circunstancias fácticas del caso. En efecto, en razón de los derechos que el demandado tiene para habitar el mismo inmueble donde residen los menores con los familiares antes identificados, se han visto obligados a cohabitar dentro de un ambiente de violencia física y moral  impuesto por una persona en comprobado estado de demencia, al cual físicamente no pueden resistir. Tampoco, las vías jurídicas de naturaleza administrativa -intervención de la Comisaria de Familia- ni de naturaleza judicial -investigación penal por la Fiscalía, han constituido remedios adecuados y eficaces para asegurar sus derechos constitucionales fundamentales. 1. 2. La existencia de las vías policiva y penal no son obstáculo para conceder el amparo de los derechos fundamentales a través de la tutela. La peticionaria que agencia los derechos de los menores acudió ante las autoridades administrativas para poner remedio a la violación de sus derechos fundamentales. Sin embargo, no obstante que la Comisaría de Familia y las autoridades de policía tuvieron conocimiento de los hechos que dieron origen a la tutela, no adoptaron las medidas convenientes y suficientes que hubieran contribuido a poner fin a los desmanes del demandado y asegurar la protección de los derechos de los menores. Tampoco la vía penal resultó ser un medio idóneo y eficaz para lograr el cometido concreto, efectivo y realizador previsto en la Constitución, cuando reconoce el derecho a la integridad física y moral de los niños, pues el proceso penal no está encaminado a la protección inmediata de los derechos fundamentales violados o amenazados, sino a la imposición, a posteriori de la ocurrencia del hecho punible, de una pena a su autor y la condena a la correspondiente indemnización de perjuicios. La circunstancia anotada, ha conducido a que en el caso subjudice, no obstante la existencia de la vía penal, y al persistir la violación y amenaza de vulneración de los derechos fundamentales de los aludidos menores, sea procedente la acción de tutela. Se trata entonces, de hacer una conciliación entre los fines que persigue la acción penal y los que le han sido asignados a la acción de tutela, los cuales no resultan opuestos sino complementarios, como tuvo ocasión de señalarlo la Corte en la sentencia T-529 del 18 de septiembre de 1992[1]. "...la orden de amparo por vía de las actuaciones en sede de tutela, no enerva ni obstruye las competencias de las autoridades penales de la Rama Judicial, pues estas deben seguir el curso de las actuaciones que les asigna la acción pública de que son titulares ante la comisión de un delito o de una conducta punible, e incluso pueden llegar a ordenar las reparaciones que sean procedentes por vía de la acción civil  y dentro del marco de la correspondiente responsabilidad. Tutelar el Derecho Constitucional Fundamental a la vida que se encuentra amenazada y el Derecho a la Integridad Personal que ha sido violado por uno de los cónyuges que coloca al otro en condiciones de indefensión, no comporta en este caso la exclusión de las competencias de los jueces penales, pues, en juicio de la Corte Constitucional ambas vías judiciales buscan fines diferentes y no son incompatibles.  En estos casos la vía judicial ordinaria no alcanza a garantizar los derechos constitucionales, que se pretenden proteger por vía de la acción de tutela". "...el criterio según el cual la peticionaria goza de otro medio de defensa judicial por cuanto está en posición de iniciar un proceso penal contra su compañero permanente por las lesiones personales que le cause, resulta ser equivocado desde el punto de vista de la protección judicial efectiva de las garantías constitucionales, teniendo en cuenta que la pena siempre será posterior al ilícito y que con su imposición no se remedia el perjuicio ya causado. En tal sentido, someter a la persona a la exigencia de nuevos daños a su integridad personal para alcanzar la protección del juez implica contrariar el sentido de amparo eficaz de los derechos en que se inspira la Constitución". (...) "Pero, además, la protección de los derechos fundamentales amenazados tiene que ser inmediata. No puede supeditarse a los engorrosos trámites de un proceso ordinario, aunque, desde luego, la procedencia de la tutela y su prosperidad, que aluden directamente a la salvaguarda de los derechos, no son incompatibles con las sanciones que puedan imponerse dentro del proceso penal por los delitos cometidos". 2. Procedencia material de la tutela. 2.1. El ambiente familiar favorable, condición para el desarrollo integral del menor y para asegurar la protección de sus derechos. El ambiente familiar se construye o está dado no sólo por la infraestructura material, en lo que atañe a disponibilidad de una vivienda en condiciones dignas, sino  por la reunión de una serie de elementos que creen un mundo de afecto y de seguridad física y moral apto para propiciar el desarrollo integral de sus miembros. En tal virtud, aquél debe ser objeto de la protección y atención prioritaria del Estado, pues de la apropiada, garantizada y armoniosa organización y funcionalidad de la familia, en un ambiente sano, depende fundamentalmente la ausencia de alteraciones (físicas, morales, mentales, emocionales, etc.) en el desarrollo armónico e integral de la personalidad de los adultos y niños que de ella forman parte. Así, el mantenimiento de relaciones pacíficas y armoniosas en el medio familiar, esto es, ajenas a las disensiones y conflictos graves y a atentados contra la integridad física y moral de sus miembros, constituye un presupuesto indispensable para la existencia y estabilidad misma de la familia y naturalmente, para la garantía de la efectividad de los derechos constitucionales de los niños reconocidos como prevalentes en el artículo 44 de la Constitución. Esta Corte en reiteradas ocasiones ha puesto de relieve el vigor normativo y el conjunto de valores que encierran las disposiciones constitucionales que como el artículo 44 establecen la prevalencia de los derechos de los niños, entre ellos el derecho a no ser objeto de violaciones o amenazas contra su integridad física y moral. En efecto, se ha manifestado, lo siguiente: "La nueva Constitución crea una visión jurídica y cultural en lo que atañe a los derechos de los niños y su efectividad, con miras lograr su protección y su desarrollo y formación integral en todos los órdenes. De este modo, se hace un acto de fe en el futuro de los niños que en el mañana han de irrumpir en todos los estamentos de la sociedad y el Estado, pues no sólo en el momento de su nacimiento, sino durante la etapa de su infancia y adolescencia se busca la construcción de condiciones espirituales y materiales en el seno familiar y social que les proporcionen una mejor calidad de vida y los habiliten para desarrollar adecuada y plenamente sus facultades físicas, mentales y espirituales"[2]. "La consideración del niño como sujeto privilegiado de la sociedad produce efectos en distintos planos. La condición física y mental del menor convoca la protección especial del Estado y le concede validez a las acciones y medidas ordenadas a mitigar su situación de debilidad que, de otro modo, serían violatorias del principio de igualdad (CP art. 13).... La coordinación de derechos y la regulación de los conflictos que entre éstos se presenten en el caso de que se vea comprometido el de un menor, debe resolverse según la regla pro infans (C.P. art. 44). Se observa que el trato especial que se dispensa al niño, lejos de ser un intento de conferirle protagonismo, no es otra cosa que un ensayo de igualación que realiza el mismo Constituyente: como el niño no sabe ni puede pedir, la Constitución autoriza a todos a que pidan por él; como el niño no puede hacer que sus derechos se impongan cuando entren en conflicto con los de los demás, la Constitución define directamente su prevalencia"[3]. 2.2. La constatación de la vulneración y amenaza de violación de los derechos fundamentales de los menores. Concesión de la tutela impetrada. Si bien del material probatorio no se puede deducir la vulneración o amenaza de violación a los derechos de la peticionaria y de su hija Luz Marina, sí permite acreditar la existencia de violaciones y amenazas graves contra los derechos de los menores DD, FF, LL, OO y RR. Como consta en el expediente, el continuo ejercicio de la violencia física y moral y la conducta anormal y depravada del demandado, en razón de su estado de salud mental, ha destruido la armonía familiar, atentado contra la seguridad de los menores en lo que atañe con su integridad física y moral y puesto en peligro las posibilidades de que convivan en un ambiente familiar apropiado para asegurar su desarrollo integral. Todo ello, hace necesario que el juez de tutela imparta las órdenes tendientes a proteger de manera inmediata y efectiva los derechos de los referidos menores que se encuentran vulnerados y amenazados. En virtud de lo anterior, se revocará la sentencia que se revisa y se concederá en favor de los citados menores la tutela de sus derechos fundamentales a no ser objeto de tratos inhumanos o degradantes, de violencia física o moral, de abuso sexual, a que se les asegure la armonía y unidad familiar en el medio en que viven y a tener una familia y no ser separados de ella. La consagración constitucional del derecho de todo niño a tener una familia y a no ser separado de ella, implica la garantía de su permanencia en el hogar al cual pertenece, siempre que reúna las condiciones requeridas para su desarrollo integral. Por lo tanto, a juicio de la Sala es necesario garantizar la permanencia de dichos menores en el lugar donde habitan actualmente. No obstante, se encuentra la Sala con el problema consistente en determinar de qué manera se resuelve la colisión de derechos e intereses que se presenta entre los menores y el demandado, quien igualmente tiene el derecho de habitar en el mismo inmueble donde han ocurrido los hechos que motivaron la tutela. Obviamente, de acuerdo con la Constitución prevalecen los derechos de los menores; pero como la Sala no puede ordenar la internación del demandado en un establecimiento siquiátrico o clínica adecuado mientras se logra su recuperación mental, pues ello constituye una medida de seguridad que le compete imponer al juez penal, ni ordenar que el citado desaloje el inmueble, porque ello escapa a su competencia, las cuales serían las medidas alternativas a considerar para aseguar la protección de los derechos de los menores, se dispondrá oficiar, tanto al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar como al Servicio Seccional de Salud de Risaralda, con el fin de que estas entidades adopten las medidas apropiadas que estén a su alcance para impedir que continúen la vulneración y amenaza de violación de los derechos de los menores. Ello, sin perjuicio de la vigilancia especial que las fuerzas de policía del lugar deben ejercer sobre el demandado para evitar que sigan ocurriendo los hechos que originaron la tutela. IV. DECISION. Con fundamento en las consideraciones expuestas, la Corte Constitucional -Sala Segunda de Revisión- administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: PRIMERO: REVOCAR la Sentencia del Juzgado Penal del Circuito de Santa Rosa de Cabal (Risaralda) de febrero diecisiete (17) de mil novecientos noventa y cinco (1995). SEGUNDO. CONCEDER la tutela de los derechos fundamentales de los menores DD, FF, LL, OO y RR a no ser objeto de tratos inhumanos o degradantes, de violencia física o moral, de abuso sexual, a que se les asegure la armonía y unidad familiar en el medio en que viven y a tener una familia y no ser separados de ella. TERCERO. ORDENAR tanto al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar como al Servicio Seccional de Salud de Risaralda, que procedan a adoptar, sin perjuicio de lo que decida la justicia penal, las medidas apropiadas que estén a su alcance para impedir que continúe la vulneración y amenaza de violación de los derechos de los menores. CUARTO. ORDENAR al señor Comandante de Policía de Santa Rosa de Cabal, que proceda a establecer una vigilancia especial sobre el demandado para evitar que sigan ocurriendo los hechos que originaron la tutela. QUINTO. COMISIONAR al Juez Penal del Circuito de Santa Rosa de Cabal para que notifique la sentencia a las partes y adopte las decisiones necesarias señaladas en el art. 36 del Decreto 2591 de 1991. SEXTO. ORDENAR, para lo de su competencia,  copia auténtica de la presente sentencia a la Directora Nacional de Recursos y Acciones Judiciales de la Defensora del Pueblo, a la Procuradora Delegada para la Familia y del Menor, a la Directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, al Director del Servicio Seccional de Salud de Risaralda y al señor Comandante de Policía de Santa Rosa de Cabal. Cópiese, notifíquese, publíquese en la Gaceta de la Corte y cúmplase. ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado Ponente EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado CARLOS GAVIRIA DIAZ Magistrado MARTHA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1] M.P. Fabio Morón Díaz. [2] Sentencia T-110/95. M.P. Antonio Barrera Carbonell. [3] Sentencia T-283/94. M.P.Eduardo Ciuentes Muñoz.
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T-308-95 Sentencia No Sentencia No. T-308/95 ACCION DE TUTELA-Improcedencia/MEDIO DE DEFENSA JUDICIAL/ACTO ADMINISTRATIVO/JURISDICCION CONTENCIOSO ADMINISTRATIVA/POLICIA NACIONAL-Grados de suboficiales/PATRULLEROS Las pretensiones de los accionantes no encajan dentro del sentido y las finalidades de la acción de tutela, pues ésta se funda en la necesidad de proteger los derechos constitucionales fundamentales cuando contra ellos se haga patente una vulneración o amenaza por acción u omisión de las autoridades públicas o de particulares, en los casos que contempla la ley, sin que el afectado disponga de otro medio de defensa judicial. La jurisprudencia de la Corte debe ser reiterada en esta ocasión para afirmar que cuando la ley ha establecido otras posibilidades de acudir ante los jueces, siempre que sean eficaces para la defensa de los derechos comprometidos, no cabe en principio la tutela. La situación de los demandantes en los procesos acumulados materia de examen no cae dentro de los indicados presupuestos, ya que su alegato se relaciona directamente con la aplicación de las disposiciones legales que regulan el otorgamiento de los grados de suboficiales dentro de la Policía Nacional, previos los cursos de preparación académica allí mismo exigidos. Tales decisiones de la Institución se plasman en resoluciones, que son actos administrativos contra los cuales es posible intentar las acciones ante la jurisdicción Contencioso Administrativa, precisamente con el fin de lograr su nulidad y el restablecimiento de los derechos que se consideran afectados. TITULO DE IDONEIDAD Los títulos de idoneidad, que puede exigir la ley de acuerdo con el artículo 26 de la Constitución Política, tienen por objeto, precisamente, el de garantizar a la sociedad que la formación impartida ha sido satisfactoria, según las reglas del ente educativo y bajo la responsabilidad de éste y que es esa aptitud del graduando, certificada por ministerio de la autorización estatal, la que lleva a la institución a conferir el grado. LIBERTAD DE ESCOGER PROFESION U OFICIO El derecho a escoger profesión u oficio, que es de carácter subjetivo y guarda estrecha relación con el del libre desarrollo de la personalidad, no tiene un carácter absoluto. Está supeditado al pleno cumplimiento de los requisitos y trámites establecidos por la ley y por el reglamento del plantel educativo, cuya razón de ser estriba en la responsabilidad que éste asume en cuanto, mediante el grado, entrega a la sociedad a un individuo capaz e idóneo que, en el campo correspondiente, habrá de comprometer necesariamente, con su ejercicio, los intereses de la colectividad. GRADO-No otorgamiento El centro docente que no otorga un grado, salvo que se abstenga de hacerlo con base en motivos injustos o contraevidentes, o que discrimine sin razón válida entre quienes se encuentran en idénticas situaciones académicas, no viola por eso los derechos fundamentales del aspirante, ni coarta su libertad individual ni su autonomía personal, sino que asegura los derechos de la comunidad -que prevalecen sobre el interés individual (artículo 1º C.P.)-, en cuanto evita que la persona carente de suficiente preparación asuma un papel respecto del cual no es todavía idónea. JUEZ DE TUTELA-Límites en materia educativa La función de resolver acerca de si se otorga o no un título académico es propia de la autoridad educativa, no de los jueces, quienes carecen de los necesarios elementos de juicio y de la competencia para penetrar en esa esfera. De allí que, aun ante  violaciones patentes  de  derechos fundamentales -debido proceso, libertad de investigación o aprendizaje, o igualdad-, que repercuten en la no obtención de un grado, el fallador en materia de tutela debe, en principio, y salvo casos extremos, limitar su sentencia al estricto campo del derecho fundamental violado, sin invadir la órbita del centro educativo, por lo cual no es lo acertado ordenar necesariamente que se otorgue o que no se conceda el título. ACCION DE TUTELA TEMERARIA La temeridad de la tutela se pone de manifiesto por su doble o múltiple utilización ante diferentes jueces en cuanto, de una parte, hace que se despliegue de manera innecesaria la actividad judicial -desplazando procesos que ameritan igual o mayor atención, frustrando a otras personas el acceso a la administración de justicia y creando congestión en los despachos- y, de otra, delata el propósito desleal de obtener la satisfacción del interés individual a toda costa, jugando con la eventualidad de una interpretación judicial que, entre varias, pudiera resultar favorable. Con tan irresponsable actitud se crea, además, el riesgo de decisiones encontradas sobre el mismo caso. -Sala Quinta de Revisión- Ref.: Expediente T-63450 Acción de tutela instaurada por WILSON CICERO OYOLA y otros contra la POLICIA NACIONAL. Magistrado Ponente: Dr. JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Sentencia aprobada en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los trece (13) días del mes de julio de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Corte Constitucional, por intermedio de su Sala Quinta de Revisión, procede a efectuar el examen de los fallos proferidos para resolver sobre el asunto en referencia. I. INFORMACION PRELIMINAR Por considerar que la POLICIA NACIONAL había violado los derechos a la igualdad, al trabajo y a escoger profesión u oficio, la Directora Nacional de Recursos y Acciones Judiciales de la Defensoría del Pueblo, en ejercicio de las funciones delegadas por el Defensor del Pueblo, instauró acción de tutela contra dicha institución, actuando en nombre de WILSON CICERO OYOLA, CONRADO ARIAS MARIN, BISMAR DE JESUS ARAGON CORDOBA, DEIBER YAMEL HENAO QUINTERO, JULIAN ALBERTO LOAIZA SOTELO, JHON FREDY GUEVARA DUQUE, JOSE ELEAZAR SAAVEDRA CALVO, ONELSO ALEISER BAEZ MORA, ALEXIS PATIÑO TRUQUE, ORLANDO GONZALEZ RODRIGUEZ, MEYER LEON BRIÑAS ESPITIA, JHONY WILSON PEÑUELA MARTINEZ, WILSON ERNESTO BUITRAGO BELTRAN, RICARDO HENAO ARREDONDO, OVIDIO PINILLA DAZA, JEIMAR TORO RAMIREZ, RAFAEL ARMANDO OROZCO VALEGA, JHON ENRIQUE GUERRA BARRIOS, FABIO DE JESUS CASTAÑEDA TAPASCO, PEDRO RAMON SEPULVEDA BLANDON, FABER DUVAN GIRALDO RAMIREZ, HABIT DIAZ ABDO, HUBER SANCHEZ SANCHEZ, FREDDY ARENALES OLARTE, ALEXANDER MONTES MOLINA, RICHARD ROBINSON ROJAS ERAZO, ALEJANDRO ANGEL CANO, MIGUEL ENRIQUE MENDOZA GOMEZ, FREDDY DE JESUS GARCIA JIMENEZ, EDWIN GARZON PASCUAZA, JAIME HUMBERTO LOPEZ PARRA, RODOLFO NORIEGA FLOREZ, JHON JAIRO LOPEZ, CARLOS ARTURO BONILLA VIVEROS, JAIRO HERNANDEZ PALACIOS, JOSE GREGORIO AGUILAR LIZCANO, JOSE ALBERTO CARDONA VALENCIA, JHON WILSON MACHADO GOMEZ, CARLOS LUIS GUTIERREZ RINCON, RAFAEL SANCHEZ MARTINEZ, RODOLFO GUTIERREZ NAME, ROBINSON HERNANDO AGUDELO ZAPATA, JHON ALEXANDER OSPINA ISAZA, ALEXIS ROLANDO MALDONADO PARRA, HECTOR ALEJANDRO FLOREZ HURTADO, HECTOR LIZARAZO LIZARAZO, EVER ASTAIZA ALEGRIA, JOSE FERNANDO VALENCIA BENITEZ, JHON JAIRO OSORIO BOTERO, JOSE LUIS RODRIGUEZ CLARO, ABRAHAM JOSE SANCHEZ VIVAS, JOSE NOE BETANCOURT GOMEZ, JHON ANGEL BOHORQUEZ PAEZ, JESUS OLMEDO URBANO ORDOÑEZ, AUGUSTO CARVAJAL GOMEZ, VICTOR MANUEL CAMPOS GAMBOA, HUMBERTO CALDERON MONTENEGRO, JAIRO ALCIDES GIRALDO REY, MOISES  GARCIA HIGINIO, NELSON MANUEL URIZA GARCIA, OTONIEL CORRALES GOMEZ y JAIRO PARDO. La Defensoría del Pueblo expresó que en 1993 los accionantes ingresaron a la Escuela de Policía "Simón Bolivar" de Tuluá (Valle), para adelantar curso de suboficiales por incorporación directa y con el propósito de obtener el grado de "cabo segundo", cumpliendo al efecto las disposiciones previstas en el Decreto-ley 1212 del 8 de junio de 1990 y en el Decreto reglamentario 400 de 1992. Habiendo satisfecho todos los requisitos exigidos por la Subdirección Docente de la Policía Nacional, los demandantes fueron graduados como "patrulleros", es decir en un nivel inferior al señalado inicialmente. Dijeron ejercer la acción de tutela fundados en que otros de sus compañeros, en igualdad de circunstancias, habían obtenido fallo favorable. II. DECISIONES JUDICIALES Mediante providencia del seis (6) de enero de 1995, el Juzgado Treinta y Cinco Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá, D.C., concedió la protección solicitada y ordenó a la Policía Nacional conferir a los accionantes el grado de "cabo segundo", al que aspiraban desde el comienzo. En concepto del mencionado despacho judicial, los peticionarios habían adquirido derechos con anterioridad a la expedición de las normas que vinieron a regular la carrera en la Policía Nacional. De esta manera, según la sentencia de primer grado, se les violó el derecho a la igualdad, en cuanto fueron discriminados; se les dió un tratamiento distinto y se desconoció el principio "in dubio pro operario", según el cual, en caso de duda en la interpretación de las fuentes formales del Derecho, se debe aplicar la norma más favorable al trabajador. Consideró el Juez, por otra parte, que la Policía Nacional violó el derecho de los accionantes al trabajo, toda vez que les fue impuesta una relación laboral, desconociendo el postulado de su autodeterminación personal, circunstancia que resultó agravada por la subordinación existente en los estamentos militares. Por lo anterior, según la mencionada providencia, también fue vulnerado el derecho al libre desarrollo de la personalidad, pues los petentes no contaron con la facultad para adoptar libremente una determinación en cuanto al tipo de actividad que deseaban desempeñar en el futuro. Además, para el Juez de Tutela, la institución armada infringió el mandato establecido en el artículo 25 de la Carta Política al no garantizar a los accionantes condiciones dignas y justas de trabajo. Se agrega que a los peticionarios les fue desconocido el derecho a la igualdad, pues otros miembros de la Policía que iniciaron cursos similares fueron graduados en el rango correspondiente a "cabo segundo". En cuanto al otro medio de defensa judicial, manifestó el fallo que las acciones contencioso administrativas no eran idóneas para proteger los derechos de los accionantes, toda vez que con ellas se hubiera conseguido, en el mejor de los casos, una indemnización, propósito muy diferente al buscado por los peticionarios, consistente en continuar perteneciendo a la Institución, aunque en el nivel para el cual fueron preparados. El Director General de la Policía Nacional impugnó la decisión, alegando que, en su concepto, los solicitantes contaron con otro medio judicial de defensa representado por las acciones ante lo Contencioso Administrativo. En el escrito mediante el cual fue solicitada la revocatoria, la Policía Nacional explicó que el ascenso a patrulleros se ordenó en cumplimiento de lo señalado por el Decreto 41 del 10 de enero de 1994, estatuto que no permite a los aspirantes ingresar directamente a la categoría de "subintendentes". Respecto del derecho a la igualdad, consideró el recurrente que no fue violado, pues todos los alumnos, sin discriminación alguna, fueron incorporados al primer grado del Nivel Ejecutivo. Al conocer en segunda instancia, el Juzgado Veinte Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, D.C. resolvió revocar en su integridad el fallo impugnado, pues, a su juicio, los peticionarios contaron con la posibilidad de ejercer la acción de nulidad y restablecimiento del derecho, como medio alternativo de defensa judicial. El Juzgado entendió, además, que tampoco era procedente conceder la tutela como mecanismo transitorio, pues todos los accionantes fueron vinculados laboralmente a la Institución en un cargo que cuenta con asignación salarial mensual superior a la de "cabo segundo". III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL Competencia Según lo disponen los artículos 86 y 241, numeral 9, de la Constitución Política y el Decreto 2591 de 1991, la Corte Constitucional es competente para revisar los fallos proferidos. Existencia de otro medio de defensa judicial Los casos resueltos mediante las providencias examinadas son idénticos -en cuanto al motivo de la acción, los hechos controvertidos y la parte demandada- a los que tuvo ocasión de considerar esta Corte en la Sentencia T-260 del 20 de junio de 1995. En efecto, pretendieron los accionantes que, por el procedimiento de la tutela, fuera decidida una cuestión cuya materia, de clara índole contencioso administrativa, está asignada por la Constitución y por la ley a esa jurisdicción, ante la cual ha debido plantearse. No es el juez constitucional el llamado a decidir sobre la validez del acto administrativo por el cual una institución armada -como en este caso la Policía Nacional- resuelve conferir unos grados, dentro de la correspondiente carrera, a quienes cursaron un determinado programa académico, menos todavía si la razón del ataque incoado no es de orden constitucional sino que guarda relación con la forma en que las autoridades respectivas han aplicado la normatividad legal. Al respecto, la Sala reitera: "Como puede observarse, las pretensiones de los accionantes no encajan dentro del sentido y las finalidades de la acción de tutela, pues ésta se funda en la necesidad de proteger los derechos constitucionales fundamentales cuando contra ellos se haga patente una vulneración o amenaza por acción u omisión de las autoridades públicas o de particulares, en los casos que contempla la ley, sin que el afectado disponga de otro medio de defensa judicial (artículo 86 C.P.). La jurisprudencia de la Corte debe ser reiterada en esta ocasión para afirmar que cuando la ley ha establecido otras posibilidades de acudir ante los jueces, siempre que sean eficaces para la defensa de los derechos comprometidos, no cabe en principio la tutela. La Corporación ha sostenido que, desde luego, para poder desplazar a la tutela, el medio de defensa debe ser adecuado al fin que se persigue -la protección cierta e inmediata del derecho fundamental violado o en peligro-, de modo que es procedente la acción de origen constitucional cuando tal objetivo no se logra, así resulten protegidos derechos o situaciones de orden legal". (...) "La situación de los demandantes en los procesos acumulados materia de examen no cae dentro de los indicados presupuestos, ya que su alegato se relaciona directamente con la aplicación de las disposiciones legales que regulan el otorgamiento de los grados de suboficiales dentro de la Policía Nacional, previos los cursos de preparación académica allí mismo exigidos. Tales decisiones de la Institución se plasman en resoluciones, que son actos administrativos contra los cuales es posible intentar las acciones ante la jurisdicción Contencioso Administrativa, precisamente con el fin de lograr su nulidad y el restablecimiento de los derechos que se consideran afectados. Entonces, con arreglo a tal principio general, la tutela resultaba improcedente en los casos materia de revisión". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-260 del 20 de junio de 1995). También ha sido reiterada y enfática la jurisprudencia de la Corte en afirmar que cuando existe otro medio de defensa judicial, apto para la protección efectiva del derecho fundamental afectado o en peligro, la única posibilidad de que se conceda la tutela consiste en que se afronte un grave e inminente perjuicio irremediable. En tales circunstancias, que deben probarse en el caso concreto, el amparo judicial puede darse como esencialmente transitorio, mientras el juez ordinario resuelve. No era la circunstancia de los peticionarios, como lo expresó esta Sala en la ya citada providencia: "...aunque, desde un punto de vista general, en la situación de los accionantes, bien habría podido prosperar una tutela transitoria cuyos efectos recayeran sobre los actos administrativos que ordenaron su graduación, para que tal cosa hubiera acontecido con arreglo a los mandatos constitucionales, era preciso que se hubiese definido de modo evidente el desconocimiento, la violación o la amenaza de derechos fundamentales y que, en virtud de ellas, las determinaciones administrativas se hubiesen fundado en bases contrarias a la Carta Política. En esa forma, aunque los actos administrativos habrían incidido en detrimento de los intereses de los peticionarios en cuanto a derechos de rango puramente legal -ascenso, grado y prestaciones-, la protección transitoria habría encontrado sustento en la vulneración de preceptos constitucionales y en la necesidad de evitar el daño irreparable producido por ella mientras se proferían las respectivas decisiones judiciales ordinarias en la controversia sobre aplicación de disposiciones legales. Estas situaciones jurídicas transitorias tendrían que corresponder en los eventos específicos al necesario requerimiento de que en la expedición de los actos administrativos atacados, de manera probada e incontrovertible, se hubiera dado una clara vinculación entre el alegado desconocimiento de los derechos de naturaleza legal (el régimen aplicable a la formación académica en la Policía) y una violación o amenaza a derechos constitucionales fundamentales, como la igualdad o el debido proceso. Del material probatorio aportado a los procesos en revisión no surge, sinembargo, ninguna evidencia sobre transgresiones a la normatividad fundamental por parte de la Policía Nacional. Otra cosa es que se pudiera probar desconocimiento de los preceptos legales aplicables, en sí mismos y sin vínculo alguno con derechos tutelables, pero, por ello mismo, establecerlo no correspondía a los jueces de tutela y, por supuesto, tampoco a la Corte Constitucional, sino al Contencioso Administrativo". (...) "No existió violación palmaria y ni siquiera aparente de los preceptos constitucionales y, por ende, según lo dicho, mal podía hablarse siquiera de una tutela transitoria para evitar un perjuicio irremediable. Téngase en cuenta, además, que éste, para hacer viable la protección judicial, debe establecerse como grave e inminente y estar  indudablemente vinculado con las acciones u omisiones que se imputan a la autoridad demandada, supuestos que en el caso de autos no se configuran". (...) "En cuanto al concepto sobre lo que es un perjuicio irremediable, único fundamento constitucional de la protección transitoria cuando existen otros medios de defensa judicial, bien es sabido que existía una definición legal, consagrada en el inciso 2º, numeral 1º, artículo 6 del mencionado Decreto 2591 de 1991, a cuyo tenor se entendía por tal perjuicio el que sólo pudiera ser resarcido en su integridad mediante una indemnización. La Corte Constitucional, mediante Fallo C-531 del 11 de noviembre de 1993 (M.P.: Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz), declaró inexequible tal concepto, por considerar que fue introducido por el legislador en contraposición al artículo 86 de la Carta, en cuanto equiparó el perjuicio irremediable a un juicio hipotético de naturaleza jurídica con el que se quiso sustituir la situación fáctica a la que se remite el precepto constitucional, limitando los alcances de tal concepto y cercenando las posibilidades judiciales de desarrollar los preceptos fundamentales. La Corte estimó en dicha providencia que correspondía a los jueces de tutela dar contenido al concepto de perjuicio irremediable, mediante la interpretación de los hechos puestos a su consideración en cada caso, pues de la adecuada confluencia entre el derecho y la realidad depende la justicia de cada decisión, dentro de los términos constitucionales. Claro está, ese papel del juez implica el ejercicio de una autoridad necesaria para la eficacia de la tutela y para la efectividad de los derechos fundamentales, pero la facultad que implica, no por ser amplia puede devenir en arbitraria, ya que la evaluación y definición sobre si en el caso particular se configura el perjuicio irremediable no obedece a su capricho sino que se deriva de la Carta Política aplicada a la situación fáctica considerada". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-260 del 20 de junio de 1995) Los derechos fundamentales de los accionantes Ha señalado la Corte en la sentencia recién citada que, sin excluir las posibilidades de violación de la normatividad legislativa aplicable a la carrera dentro de la Policía, en las circunstancias de los solicitantes -que constituyeron objeto de ese análisis jurídico- no apareció dentro de los expedientes una vulneración probada de derechos constitucionales fundamentales que hiciera de la tutela el instrumento adecuado para su protección. Ello se repite en los casos de autos, pues, como ya se dijo, hay coincidencia en cuanto a los hechos alegados y en lo que respecta a la Institución demandada. Ya manifestó la Sala con entera claridad que no fue vulnerado el derecho a la igualdad de los peticionarios por cuanto, según el examen respectivo, todos los aspirantes que se hallaban en idénticas circunstancias durante la misma época en la Escuela "Simón Bolívar" de Tuluá fueron objeto de igual trato y se les aplicaron las mismas disposiciones. También estimó la Corte que la graduación de los peticionarios se ordenó dentro de la vigencia del Decreto 41 de 1994, mediante el cual se reformó el Estatuto del personal de oficiales y suboficiales de la Policía, que había establecido la categoría de "Patrullero", dentro del denominado "Nivel Ejecutivo". Puso de presente la Corporación -como lo hace ahora, a propósito de la presente revisión- que ella misma, mediante Sentencia C-417 del 22 de septiembre de 1994 (M.P.: Dr. Carlos Gaviria Díaz), declaró la inexequibilidad de las referencias normativas al "Nivel Ejecutivo", por cuanto estableció que el Gobierno Nacional, al consagrarlas, había excedido el límite material fijado en la Ley de facultades. Sin embargo, recordó la Sala -y ello es aplicable a los casos de los aquí accionantes- que cuando se produjeron los actos administrativos cuya revocatoria o nulidad se pretendía (primeros meses de 1994), el Decreto 41 de 1994 estaba vigente en su integridad, pues aún no se había proferido el fallo del 22 de septiembre, cuyos efectos se proyectaron hacia el futuro y de ninguna manera podían afectar situaciones consolidadas con anterioridad, como que la Corte no hizo advertencia alguna sobre posibles efectos retroactivos de su decisión. Ahora bien, en la providencia de primera instancia, manifestó el Juez que, al haberse ofrecido a los peticionarios la posibilidad de cursar estudios que les permitieran vincularse a la Policía como suboficiales (cabos segundos), graduándolos finalmente como patrulleros, grado equivalente al del agente, se vulneró el derecho al trabajo, consagrado en el artículo 25 de la Constitución, el cual debe darse en condiciones dignas y justas, "máxime que una relación laboral sólo puede ser admisible y en consecuencia obligatoria cuando ha sido producto de la libre escogencia del trabajador, ajustada a las exigencias de su autodeterminación personal". El Juzgado consideró que las expresadas condiciones no se dieron en los casos estudiados "por cuanto es de conocimiento público la subordinación existente dentro de los estamentos militares, amén de que los afectados no podían entrar a renunciar al objetivo que se habían propuesto al iniciar el curso, cuando el mismo no sólo les había costado una alta erogación económica sino también alejarse del seno familiar y cumplir una serie de requisitos requeridos por la Institución para su ingreso". La Corte juzga necesario destacar, en cuanto a los derechos en referencia y en torno a la debida interpretación de las pertinentes normas constitucionales, lo siguiente: 1. El derecho constitucional al trabajo no resulta desconocido por el otorgamiento de un grado en particular A juicio de la Corte, la providencia en mención confundió el derecho al trabajo, que es fundamental y se deriva de la propia Constitución, con las posibilidades de mejor calificación, provenientes de un cierto nivel académico. Bien se sabe que la Constitución (Artículo 85) no incluyó el del trabajo como un derecho de aplicación inmediata, lo cual tiene sentido en cuanto las condiciones socioeconómicas del país a corto y mediano plazo harían ilusorio cualquier reclamo individual encaminado a obtener forzosamente una colocación o empleo y, por tanto, inútil e improcedente el uso de instrumentos judiciales para garantizar plazas laborales. Así las cosas, el derecho al trabajo no consiste en obtener un nombramiento, un contrato laboral o un ascenso en el empleo, ni tampoco en la garantía de que, por el sólo hecho de poseer cierto título, se habrá de conseguir la automática ubicación del titulado en el puesto de su predilección. Por ello, el empleador no necesariamente viola tal derecho cuando, pese a los progresos obtenidos por el trabajador en su formación académica, se abstiene de promoverlo en forma inmediata. Es claro que toda empresa y también las entidades públicas están condicionadas por los factores económicos, presupuestales y normativos y, además, en cada caso debe verificarse cuáles son las reales necesidades de personal. Si ello acontece con el patrono, supuesta ya una relación laboral, es imperioso concluir que el derecho al trabajo no puede invocarse ante las instituciones de formación académica para forzar la expedición de títulos, alegando que la falta de éstos habrá de repercutir en posteriores dificultades para conseguir un empleo o para el ascenso respecto del que ya se tiene. De lo dicho se desprende, con indudable claridad, que el derecho al trabajo no resulta lesionado por el sólo hecho de que quien cursa un programa académico de cualquier índole reciba un título con denominación diferente a la que para el respectivo ciclo educativo había sido inicialmente prevista. Por eso la Corte Constitucional no entiende que la Escuela de Policía "Simón Bolivar" de Tuluá haya obstruído el derecho constitucional al trabajo de los peticionarios cuando interpretó que la nueva normatividad aplicable debía reflejarse en un nombre específico para el grado que otorgaba, si bien difería del previsto en las disposiciones vigentes cuando fue iniciado el curso. 2. Divergencia entre el derecho a conservar un grado y la expectativa de alcanzar uno que no se tiene No desconoce la Corte que en el seno de las instituciones armadas sus miembros van escalando posiciones, mediante la obtención de grados que, una vez radicados en cabeza del individuo, se convierten en verdaderos derechos que el ordenamiento jurídico protege mediante norma especial, a tal punto que la degradación se halla prohibida de manera terminante por el artículo 220 de la Carta Política, salvo lo que determine la ley. Debe observarse que la garantía en referencia parte del supuesto de que el grado ya se ha obtenido, según las reglas legales pertinentes, por lo cual carece de sentido su invocación cuando apenas se aspira a un determinado nivel o se adelanta un curso de formación. Por una parte, no se tiene derecho adquirido al título hasta no haber completado en integridad los requisitos de tiempo y rendimiento señalados por las normas aplicables. La legislación, en los casos por ella regidos, o la normatividad que regula los programas de la respectiva institución, pueden introducir modificaciones, adiciones, complementos o supresiones en cuanto a requisitos, trámites, formas de evaluación, formalidades de grado y títulos, sin que por eso resulten desconocidos los derechos de los aspirantes que tienen la expectativa de graduarse. Por otra, la circunstancia de poseer el título, debidamente otorgado por la autoridad competente o por la entidad legalmente autorizada, no tiene virtualidad distinta del reconocimiento expreso y válido acerca de que el alumno cumplió a cabalidad los requerimientos establecidos por las normas vigentes en ese momento (el del grado), pues se trata de una acreditación que normalmente tiene un efecto exclusivamente académico. Otro es el caso de las instituciones que conforman la fuerza pública, en el interior de las cuales la obtención del grado implica necesariamente una superior jerarquía, una línea de mando sobre el personal de grados inferiores y la aptitud de ejercer las dignidades que al respectivo nivel se reservan. Pero, claro está, todo ello sobre la base jurídica de un grado ya obtenido y en firme, no en el supuesto de una mera expectativa. Así, pues, no se entiende que hay degradación por el hecho de que el ascenso no se produzca, pues aquél concepto implica el despojo o el desconocimiento de un grado ya adquirido. 3. Formación académica, títulos de idoneidad y libertad de escoger profesión u oficio Pretendieron los accionantes, con la aceptación del Juez de primera instancia, que la protección constitucional les fuera otorgada sobre la base de que la Escuela de Policía "Simón Bolivar" de Tuluá, al graduarlos en un nivel diferente al que aspiraban, cercenaba su libertad de escoger profesión u oficio. Tal argumento debe desecharse, a la luz de la jurisprudencia, pues la indicada libertad no reside en la aquiescencia automática del instituto docente a las pretensiones del alumno en cuanto al logro del título buscado. Los títulos de idoneidad, que puede exigir la ley de acuerdo con el artículo 26 de la Constitución Política, tienen por objeto, precisamente, el de garantizar a la sociedad que la formación impartida ha sido satisfactoria, según las reglas del ente educativo y bajo la responsabilidad de éste y que es esa aptitud del graduando, certificada por ministerio de la autorización estatal, la que lleva a la institución a conferir el grado. En ese orden de ideas, el derecho a escoger profesión u oficio, que es de carácter subjetivo y guarda estrecha relación con el del libre desarrollo de la personalidad (Artículo 16 C.P.), no tiene un carácter absoluto. Está supeditado al pleno cumplimiento de los requisitos y trámites establecidos por la ley y por el reglamento del plantel educativo, cuya razón de ser estriba en la responsabilidad que éste asume en cuanto, mediante el grado, entrega a la sociedad a un individuo capaz e idóneo que, en el campo correspondiente, habrá de comprometer necesariamente, con su ejercicio, los intereses de la colectividad. Al respecto, esta Corte ha señalado: "En Colombia, tal como lo establece la disposición constitucional citada, toda persona es libre de escoger profesión u oficio e inclusive, si la ley no ha exigido formación académica para la ocupación seleccionada en virtud de esa libertad, la norma hoy vigente las favorece a todas, como regla general, con el libre ejercicio, a menos que su índole propia implique en sí mismo un riesgo para la sociedad. Ese principio de libertad, que se conjuga con el derecho al trabajo (artículo 25 de la Constitución), no se concibe como absoluto, al igual que sucede con todas libertades y derechos reconocidos en la Carta Política. De su naturaleza y de las repercusiones sociales de su ejercicio se desprenden las limitaciones que la sujetan a prescripciones de carácter general establecidas por el legislador y a restricciones de índole concreta por parte de las autoridades administrativas. Por lo que concierne al ámbito de regulación propio de la ley, la importancia y necesidad de ésta se derivan no solamente del artículo 26 sino de los artículos 1o. y 2o. de la Constitución y de su mismo Preámbulo, en cuanto resulta ser el instrumento jurídico adecuado al establecimiento de condiciones mínimas indispensables para que el derecho de cada individuo a escoger y ejercer una profesión no afecte a la comunidad, la cual podría verse gravemente lesionada si a todos fuera factible la práctica de actividades en materia tan delicada como la atención de la salud humana sin la previa preparación académica y científica. Consecuencia de esa elemental precaución es la facultad conferida por el Constituyente al legislador en el sentido de reconocer las profesiones, exigir títulos de idoneidad, contemplar para ellas una previa formación académica y calificar como de riesgo social  las ocupaciones y los oficios que, aún sin requerir esa formación, demanden especiales controles o cuidados habida cuenta de sus peculiares características o del peligro que su desempeño representa" (Cfr. Corte Constitucional. Sala Tercera de Revisión. Sentencia T-606 del 8 de junio de 1992). De esto resulta que una cosa es vulnerar el derecho a seleccionar la profesión o el oficio que la persona desea ejercer a lo largo de su vida -violación que podría consistir, por ejemplo, en la imposición oficial o familiar de seguir cierta carrera o en la prohibición de iniciarla o de continuarla, pese al querer del interesado- y otra muy distinta cumplir, dentro del ámbito académico y con arreglo a la normatividad aplicable, la tarea de preparación indispensable para asegurar la idoneidad de quien abriga la intención de desempeñar, con base en un título, las actividades inherentes a esa profesión u oficio. El centro docente que no otorga un grado, salvo que se abstenga de hacerlo con base en motivos injustos o contraevidentes, o que discrimine sin razón válida entre quienes se encuentran en idénticas situaciones académicas, no viola por eso los derechos fundamentales del aspirante, ni coarta su libertad individual ni su autonomía personal, sino que asegura los derechos de la comunidad -que prevalecen sobre el interés individual (artículo 1º C.P.)-, en cuanto evita que la persona carente de suficiente preparación asuma un papel respecto del cual no es todavía idónea. Como ya lo dijo esta Corte en la Sentencia T-492 del 12 de agosto de 1992, las autoridades del claustro deben centrar sus decisiones relativas al otorgamiento de títulos en la consideración de si cabe o no concederlos teniendo en cuenta el rendimiento del alumno y el cumplimiento de los requisitos legales y estatutarios vigentes para el ciclo o carrera que aquél ha cursado. De la misma manera, cuando una entidad de formación aplica la normatividad vigente sobre la denominación de los grados que confiere, no por ello lesiona la libertad de escogencia de la que dispone constitucionalmente el estudiante, pues a éste no le corresponde la prerrogativa de indicar cuál será su título, en contra de lo estatuído en el ordenamiento. Ahora bien, si controvierte el alcance mismo de las disposiciones aplicadas y si discrepa de la forma en que la autoridad académica las ha interpretado, el problema del alumno ya no es de tipo constitucional y, por ende, no debe resolverse en sede de tutela sino ante los jueces ordinarios, según la clase de institución contra la cual litiga. Así, en este caso, la Corte Constitucional estima que el derecho constitucional de los petentes a definir de modo autónomo y personal la profesión o el oficio que habrán de desempeñar no aparece quebrantado por la decisión de marras, adoptada por la Escuela "Simón Bolivar". Ello es tan cierto que los accionantes siguen perteneciendo a la institución policial y ejercen la profesión que libremente escogieron, pues no obra en el expediente prueba que acredite que fueron obligados a matricularse como policías o que se les pretenda impedir su continuidad como tales. A la inversa, recibieron un grado dentro de la carrera correspondiente. Que disientan de su denominación, por considerar que la Policía se equivocó al aplicar los preceptos normativos en relación con aquélla, es asunto que no toca con el tema constitucional mencionado y que, por tanto, habrá de ser resuelto en la instancia judicial competente y en el nivel puramente legal. Finalmente, no sobra recordar, para aludir a la orden impartida por el juez de primera instancia -la forzosa promoción de los accionantes a determinado grado- que la función de resolver acerca de si se otorga o no un título académico es propia de la autoridad educativa, no de los jueces, quienes carecen de los necesarios elementos de juicio y de la competencia para penetrar en esa esfera. De allí que, aun ante  violaciones  patentes  de  derechos fundamentales -debido proceso, libertad de investigación o aprendizaje, o igualdad-, que repercuten en la no obtención de un grado, el fallador en materia de tutela debe, en principio, y salvo casos extremos, limitar su sentencia al estricto campo del derecho fundamental violado, sin invadir la órbita del centro educativo, por lo cual no es lo acertado ordenar necesariamente que se otorgue o que no se conceda el título. De ahí que esta misma Sala, en Sentencia T-172 del 4 de mayo de 1993, cuando, en el caso de una profesional que aspiraba a un título de post-grado, halló configurada la violación de varios derechos fundamentales por la renuencia de un directivo universitario a permitir el cumplimiento de los requisitos para el grado, no estimara pertinente disponer que éste fuera concedido, pues con ello habría sustituído a la autoridad académica, por lo cual prefirió ordenar que el establecimiento educativo, bajo la responsabilidad de un director ad-hoc, garantizara, por los medios previstos en la ley y en los reglamentos universitarios, "la estricta observancia de los trámites y requisitos indispensables para la obtención del título al que aspira la accionante y la imparcialidad del personal directivo y docente, así como la integridad de los derechos que le asisten según la Constitución". Tutela temeraria En el caso de dos de los accionantes, GARCIA HIGINIO MOISES y GIRALDO REY JAIRO ALCIDES, se ha encontrado que ya habían ejercido acción de tutela, por los mismos hechos y también contra la Policía Nacional, ante el Juzgado 65 Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá, Despacho que negó la protección impetrada mediante Sentencia del 19 de septiembre de 1994, confirmada por el Juzgado 48 Penal del Circuito de la misma ciudad, según Fallo del 26 de octubre de 1994, y por esta Corte, en Sentencia T-260 del 20 de junio de 1995. En aplicación de lo dispuesto por el artículo 38 del Decreto 2591 de 1991, respecto de los mencionados solicitantes han debido ser negadas las pretensiones, así la acción de tutela hubiera estado llamada a prosperar desde el punto de vista material. La temeridad de la tutela se pone de manifiesto por su doble o múltiple utilización ante diferentes jueces en cuanto, de una parte, hace que se despliegue de manera innecesaria la actividad judicial -desplazando procesos que ameritan igual o mayor atención, frustrando a otras personas el acceso a la administración de justicia y creando congestión en los despachos- y, de otra, delata el propósito desleal de obtener la satisfacción del interés individual a toda costa, jugando con la eventualidad de una interpretación judicial que, entre varias, pudiera resultar favorable. Con tan irresponsable actitud se crea, además, el riesgo de decisiones encontradas sobre el mismo caso. Al respecto, esta misma Sala ha sostenido: "El artículo 38 del Decreto 2591 de 1991 sanciona la conducta de quien, sin motivo expresamente justificado, presente la misma acción de tutela, directamente o por conducto de su representante, ante varios jueces o tribunales. En tal evento se considera que la actuación es temeraria y se deberán rechazar o decidir desfavorablemente todas las solicitudes. La norma busca asegurar que el mecanismo judicial de protección de los derechos fundamentales habrá de ser ejercido con seriedad y lealtad, sin asaltar la buena fe de los administradores de justicia. Se reprime una conducta cuya proliferación sería altamente lesiva del orden jurídico, en cuanto daría lugar a decisiones posiblemente contradictorias y violaría de manera indudable el principio non bis in idem, consagrado en el artículo 29 de la Constitución como integrante esencial del debido proceso, pues la misma conducta activa u omisiva, de una autoridad pública o de un particular sería necesariamente juzgada más de una vez". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-574 del 14 de diciembre de 1994). De la norma legal y de la transcrita jurisprudencia se deriva que la acción temeraria únicamente se configura por la presentación simultánea o sucesiva de acciones de tutela cuando no esté amparada por un motivo razonable y válido, pero ésta circunstancia, para ser admitida, debe hallarse claramente probada. Tal no acontece en el proceso de autos, pues las acciones fueron ejercidas ante diferentes jueces, unas directamente y otras por conducto de la Defensoría del Pueblo, sin que para ello mediara fundamento alguno de índole fáctico o jurídico en cuya virtud pudiera establecerse que las circunstancias de las dos personas mencionadas fueran objetivamente distintas de las que se predicaban de los demás actores. DECISION Con fundamento en las consideraciones precedentes, la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: Primero.- CONFIRMAR la Sentencia proferida en el asunto de la referencia por el Juzgado Veinte Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, D.C. el 15 de febrero de 1995, mediante la cual se revocó la dictada por el Juez 35 Penal Municipal de la misma ciudad. Segundo.- SURTASE el trámite de notificación de esta sentencia, según lo dispuesto en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Magistrado Ponente Presidente de la Sala HERNANDO HERRERA VERGARA            ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado                      Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-309-95 Sentencia No Sentencia No. T-309/95 NEGLIGENCIA ADMINISTRATIVA/VIVIENDA-Demolición/OMISION DE LA ADMINISTRACION No obstante, la circunstancia de que el contratista no hubiese  firmado  el  acta  de  iniciación  de los  trabajos -inconveniente relativo a un requisito puramente formal, que habría podido superarse mediante la diligencia de la administración en exigir su cumplimiento- provocó de manera inexplicable la paralización de las obras y el ostensible perjuicio ocasionado a quienes, siendo propietarios de humildes viviendas demolidas o afectadas por movimientos telúricos en la zona, quedaron despojados de un lugar digno al cual acogerse con sus familias. Las autoridades administrativas deben "coordinar sus actuaciones para el adecuado cumplimiento de los fines del Estado", de donde se deduce un comportamiento negligente cuando la tarea administrativa iniciada no culmina, por falta de la necesaria impulsión de las autoridades correspondientes. PRINCIPIO DE DIGNIDAD HUMANA/PRINCIPIO DE SOLIDARIDAD/PREVALENCIA DEL DERECHO SUSTANCIAL Los valores de la dignidad humana y de la solidaridad, así como el principio de prevalencia del Derecho sustancial y el postulado de la eficacia de la gestión pública son infinitamente superiores a los aspectos de índole puramente adjetiva y al trámite burocrático, de tal modo que las obligaciones sociales del Estado, contempladas en el artículo 2º de la Constitución, no pueden supeditarse a la nimiedad del formalismo, ni postergarse indefinidamente, por esa misma causa, la cristalización de objetivos que inciden en los derechos fundamentales. ESTADO SOCIAL DE DERECHO/PRINCIPIO DE SOLIDARIDAD-Alcance La idea y las proyecciones del Estado Social de Derecho, que es característico de nuestra organización política, según lo expuesto por el artículo 1º de la Carta, y que proclama una responsabilidad estatal mucho más ligada a la obtención de resultados favorables a la satisfacción de las necesidades primegenias de la comunidad y de los asociados, dentro del orden jurídico, que al encasillamiento formal de sus actuaciones en los moldes normativos. En el actual sistema jurídico, el principio de solidaridad, contemplado en los artículos 1 y 95 de la Constitución Política, al que están obligados los particulares pero que es primordialmente exigible al Estado, si bien no bajo una concepción paternalista que establezca una dependencia absoluta. A tal concepto se ha referido esta misma Sala, indicando que tiene el sentido de un deber, impuesto a toda persona por el sólo hecho de su pertenencia al conglomerado social, consistente en la vinculación del propio esfuerzo y actividad en beneficio o apoyo de otros asociados o en interés colectivo. DERECHO A LA VIVIENDA DIGNA-Fundamental El Estado -que tiene a cargo de manera prioritaria, la responsabilidad de fijar las condiciones necesarias para hacer efectivo el derecho de todos los colombianos a una vivienda digna y de promover planes de vivienda de interés social (artículo 51 C.P.)- no puede presenciar indolente la situación de un grupo humano que carece de recursos para sostener en pie las modestas construcciones que constituyen las viviendas de sus integrantes cuando ellas amenazan ruina por sus deficiencias de construcción y por el transcurso del tiempo. La determinación de iniciar un plan encaminado a remodelar parte del casco urbano de Anzoátegui, reconstruyendo sesenta (60) casas en peligro de destrucción por descuido, no correspondía a una actitud de benevolencia de la administración, sino que era su obligación perentoria, derivada de los principios constitucionales enunciados. Dadas las condiciones específicas del accionante, que son de manifiesta debilidad en el aspecto económico -según lo probado-, ha debido tener cabal aplicación el principio de solidaridad, para impedir que la inactividad del Municipio y del contratista encargado de las obras repercutiera en su perjuicio, impidiéndole el uso del único sitio al cual podía acogerse para su vivienda -una construcción de cuatro por cinco metros, según la inspección judicial que, por comisión de esta Sala, llevó a cabo el Presidente del Tribunal Administrativo del Tolima con lo cual se lo arriesgó a vivir de manera indefinida a la intemperie, con peligro para su vida y su integridad personal. -Sala Quinta de Revisión- Ref.: Expediente T-64598 Acción de tutela incoada por JESUS GABRIEL ROMERO MIRANDA contra la Administración Municipal de ANZOATEGUI Magistrado Ponente: Dr. JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Sentencia aprobada en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los trece (13) días del mes de julio de mil novecientos noventa y cinco (1995). Se revisa el fallo proferido en el asunto de la referencia por el Tribunal Administrativo del Tolima. I.  INFORMACION PRELIMINAR Según la narración del accionante, JESUS GABRIEL ROMERO MIRANDA, habitante del municipio de Anzoátegui -Departamento del Tolima-, la anterior administración local suscribió un contrato de obra pública con el objeto de mejorar sesenta viviendas correspondientes a siete sectores municipales incluídos en el proyecto de saneamiento básico del casco urbano, según programa aprobado por la Caja de Crédito Agrario, Industrial y Minero. Aseguró el demandante que en la ejecución del contrato la alcaldía llegó a casos extremos como el suyo, pues tuvo que demoler su vivienda, ya que amenazaba ruina. Efectivamente -dijo-, en cumplimiento del contrato se procedió a dar inicio a los trabajos, es decir, la casa fue demolida y se hizo la excavación necesaria para la nueva cimentación. Afirmó que, desde el momento de la demolición de su casa, se encuentra en compañía de su familia, durmiendo en la calle, situación que se ha prolongado, pues la idea inicial consistía en que los trabajos no tardaran más de un mes y en realidad, según la demanda, al presentarla se hallaban estancados y las obras suspendidas, con notorio perjuicio para el peticionario y su familia. Expuso que, una vez fueron iniciadas las obras y posesionado el nuevo alcalde de Anzoátegui, la Caja de Crédito Agrario desembolsó las sumas previstas en el contrato, pero el referido funcionario se ha negado reiteradamente a cancelar al contratista lo que a éste corresponde, por razones de tipo político, dando así lugar a la parálisis de las obras. Consideró que, con esta actitud, la administración municipal lo ha dejado en total abandono, violando directamente los principios básicos de la Constitución Política, en especial los del artículo 2º, a cuyo tenor son fines esenciales del Estado los de servir a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los derechos y deberes en ella consagrados. Recordó igualmente que, según la Carta, las autoridades de la República están instituidas para proteger a todas las personas residentes en Colombia en su vida, honra, bienes, creencias y demás derechos y libertades, así como para asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares. Invocó también el derecho de todo colombiano a una vivienda digna, plasmado en el artículo 51 de la Constitución, y manifestó que, según la misma norma, el Estado tiene la obligación de fijar las condiciones necesarias para hacer efectivo ese derecho y de promover planes de vivienda de interés social. Señaló que, antes de comenzar la ejecución del contrato, él y sus familiares tenían una vivienda, si bien es cierto amenazaba ruina y ponía en peligro sus vidas, pero que, en virtud de la posterior conducta del Alcalde, sus hijos carecen de techo. "Sólo contamos  con el frío  de  la  noche -agregó- y la esperanza de que no nos ocurra nada y de que el señor Alcalde se apiade y decida autorizar la terminación del contrato". A instancias del Tribunal, el Alcalde Municipal de Anzoátegui explicó que la parálisis de las obras aludidas por el actor se debía a que el contratista había incumplido el contrato desde su iniciación, pues, por su cuenta y riesgo, procedió a desentejar viviendas y a desbaratar las casas beneficiarias del contrato, sin que se hubiera cancelado el anticipo y sin haber firmado el acta correspondiente junto con el interventor. Dijo que, ante sus reclamos por estas "anomalías", el contratista no volvió a reportarse en las obras ni en el Municipio, hasta el 31 de enero de 1995, fecha en la cual, mediante una carta, manifestó que no deseaba continuar con la ejecución del contrato. Según el Alcalde, se encuentra adelantando las gestiones pertinentes para proceder a declarar la caducidad del contrato de mejoramiento de vivienda. II. LA DECISION JUDICIAL REVISADA El Tribunal Administrativo del Tolima, mediante providencia del 17 de febrero de 1995, resolvió que la acción de tutela instaurada no era procedente. A su juicio, los derechos a la vivienda y a la propiedad no son derechos fundamentales, aunque pueden adquirir tal calidad cuando su desconocimiento comporta la violación de otros que sí lo son, como el derecho a la vida, la igualdad y la dignidad de la persona. Consideró que, en el caso de autos  no se daba tal hipótesis, pues no encontraba que, según los hechos expuestos por el actor y aceptados en parte por el Alcalde de Anzoátegui, se estuviesen violando o amenazando la vida u otro derecho consagrado en la Constitución. Por el contrario -señaló-, si se demolió la residencia del accionante porque se consideró que amenazaba ruina, con el consecuente peligro para su familia, hay que aceptar que lo que se buscó fue su protección. Además -concluyó-, si hay mora del municipio en reconstruir la vivienda del accionante, es cuestión que no se puede corregir por la acción de tutela, máxime cuando no hay prueba de que con ello se violen o amenacen los derechos fundamentales. III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL Competencia En desarrollo de lo previsto en el artículo 33 del Decreto 2591 de 1991, el presente asunto fue seleccionado por la Corte y repartido a esta Sala, en la cual se radica la competencia para proferir el correspondiente fallo de revisión, al tenor de lo dispuesto en los artículos 86 y 241, numeral 9, de la Constitución Política. El principio de solidaridad y el derecho sustancial prevalecen sobre las cuestiones formales. No se justifica que el Estado arriesgue los derechos fundamentales de los asociados por falta de una firma El caso objeto de examen muestra de manera patética el divorcio existente entre la realización de la justicia material, propia del Estado Social de Derecho, y el culto ciego al formalismo. En buena hora, el municipio y la comunidad de Anzoátegui iniciaron desde 1994 un proyecto de saneamiento básico del casco urbano de la localidad, con el fin de mejorar sesenta viviendas ubicadas dentro del mismo, cuyas condiciones de seguridad y estabilidad hacían indispensable y urgente la ejecución de obras que evitaran su ruina y el consiguiente daño a los moradores. No obstante, la circunstancia de que el contratista no hubiese  firmado  el  acta  de iniciación  de los  trabajos -inconveniente relativo a un requisito puramente formal, que habría podido superarse mediante la diligencia de la administración en exigir su cumplimiento- provocó de manera inexplicable la paralización de las obras y el ostensible perjuicio ocasionado a quienes, siendo propietarios de humildes viviendas demolidas o afectadas por movimientos telúricos en la zona, quedaron despojados de un lugar digno al cual acogerse con sus familias. Quedó así frustrado, por un motivo intrascendente, el bondadoso objetivo que perseguían las mismas autoridades locales al iniciar el programa de reconstrucción y reparación de las viviendas. El hecho descrito hace que la Corte Constitucional insista en que los valores de la dignidad humana y de la solidaridad, así como el principio de prevalencia del Derecho sustancial y el postulado de la eficacia de la gestión pública son infinitamente superiores a los aspectos de índole puramente adjetiva y al trámite burocrático, de tal modo que las obligaciones sociales del Estado, contempladas en el artículo 2º de la Constitución, no pueden supeditarse a la nimiedad del formalismo, ni postergarse indefinidamente, por esa misma causa, la cristalización de objetivos que inciden en los derechos fundamentales. El ejercicio sensato de la función administrativa implica el establecimiento de prioridades y la adopción oportuna de medidas idóneas para evitar que los fines esenciales del Estado resulten entorpecidos por la omisión o la desidia de servidores públicos o por el incumplimiento o el descuido de particulares que contratan con las entidades públicas. El principio de solidaridad obliga al Estado. El compromiso del Estado Social de Derecho con las personas carentes de recursos Cualquiera diría que el accionante no estaba en posición de reclamar al Municipio diligencia y efectividad en cuanto a la reconstrucción de su vivienda por cuanto el ente público no tenía la obligación de llevar a cabo las obras, pues el propietario del bien era un particular que debería defenderse por sus propios medios. Ese mismo enfoque llevaría a concluir que, en vez de hacer exigencias al Estado por la vía judicial, el afectado estaría obligado a procurarse los medios de recuperación de las circunstancias adversas propiciadas por el temblor de tierra y a vincular sus propios recursos para levantar de nuevo su casa de habitación, y que, más bien, debería agradecer los esfuerzos de las autoridades por brindarle apoyo en su legítimo empeño. La Corte Constitucional estima que tales aseveraciones, quizá acordes con una concepción individualista del Estado y de los derechos, no son de recibo -al menos en términos absolutos- dentro de la idea y las proyecciones del Estado Social de Derecho, que es característico de nuestra organización política, según lo expuesto por el artículo 1º de la Carta, y que proclama una responsabilidad estatal mucho más ligada a la obtención de resultados favorables a la satisfacción de las necesidades primegenias de la comunidad y de los asociados, dentro del orden jurídico, que al encasillamiento formal de sus actuaciones en los moldes normativos. Ya había avanzado el Constituyente de 1936 al concebir la asistencia pública en favor de las personas económicamente débiles e incapacitadas para trabajar (artículo 19), dentro de un criterio que hoy acoge el artículo 13 C.P., cuando al establecer el postulado de la igualdad real y efectiva, obliga al Estado a promover las condiciones de equilibrio y a adoptar medidas en favor de grupos discriminados o marginados, protegiendo especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o mental, se encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta. A ello se agrega, en el actual sistema jurídico, el principio de solidaridad, contemplado en los artículos 1 y 95 de la Constitución Política, al que están obligados los particulares pero que es primordialmente exigible al Estado, si bien no bajo una concepción paternalista que establezca una dependencia absoluta. A tal concepto se ha referido esta misma Sala, indicando que tiene el sentido de un deber, impuesto a toda persona por el sólo hecho de su pertenencia al conglomerado social, consistente en la vinculación del propio esfuerzo y actividad en beneficio o apoyo de otros asociados o en interés colectivo. Es, ha dicho la Corte, un principio que inspira la conducta de los individuos para fundar la convivencia en la cooperación y no en el egoísmo (Cfr. Sentencia T-550 del 2 de diciembre de 1994). En virtud del postulado en mención, el Estado -que tiene a cargo de manera prioritaria, la responsabilidad de fijar las condiciones necesarias para hacer efectivo el derecho de todos los colombianos a una vivienda digna y de promover planes de vivienda de interés social (artículo 51 C.P.)- no puede presenciar indolente la situación de un grupo humano que carece de recursos para sostener en pie las modestas construcciones que constituyen las viviendas de sus integrantes cuando ellas amenazan ruina por sus deficiencias de construcción y por el transcurso del tiempo. A juicio de la Corte, en casos como el que se considera, la determinación de iniciar un plan encaminado a remodelar parte del casco urbano de Anzoátegui, reconstruyendo sesenta (60) casas en peligro de destrucción por descuido, no correspondía a una actitud de benevolencia de la administración, sino que era su obligación perentoria, derivada de los principios constitucionales enunciados. Pero, además, no se trataba solamente de iniciar un conjunto de obras, sino de terminarlas, con arreglo a los principios de eficacia, celeridad e igualdad que, entre otros, inspiran la función administrativa, puesta al servicio de los intereses generales, según el artículo 209 de la Constitución. No en vano el mismo precepto dispone que las autoridades administrativas deben "coordinar sus actuaciones para el adecuado cumplimiento de los fines del Estado" (subraya la Corte), de donde se deduce un comportamiento negligente cuando la tarea administrativa iniciada no culmina, por falta de la necesaria impulsión de las autoridades correspondientes. Si ello repercute -como en el presente caso- en el daño o la amenaza a derechos fundamentales, es claro que cabe la acción de tutela para su protección, en cuanto las violaciones que la hacen aplicable no solamente consisten en conductas positivas de quien ejerce poder sino en omisiones, es decir, en la inactividad del ente público, pues al abstenerse injustificadamente de llevar a cabo los actos que de él se esperan, de conformidad con los aludidos principios, que se imponen por la Carta a toda gestión administrativa, no solamente incurre en negligencia sino que afecta o pone en riesgo prerrogativas básicas de personas en concreto. En el asunto que ocupa la atención de la Corte es evidente que, dadas las condiciones específicas del accionante, que son de manifiesta debilidad en el aspecto económico -según lo probado-, ha debido tener cabal aplicación el principio de solidaridad, para impedir que la inactividad del Municipio y del contratista encargado de las obras repercutiera en su perjuicio, impidiéndole el uso del único sitio al cual podía acogerse para su vivienda -una construcción de cuatro por cinco metros, según la inspección judicial que, por comisión de esta Sala, llevó a cabo el Presidente del Tribunal Administrativo del Tolima (Fl. 58 del Expediente)-, con lo cual se lo arriesgó a vivir de manera indefinida a la intemperie, con peligro para su vida y su integridad personal. Es verdad que, según las pruebas recaudadas por el Tribunal Administrativo, el actor vive actualmente en arriendo, en una casa cercana pero también es claro que sus circunstancias concretas hacen que destine a tal fin la mayor parte de sus escasos ingresos, provenientes, según lo establecido, de la venta esporádica de chance y de verduras. Así las cosas, la mora en la ejecución de unas obras que en sí mismas no revisten ninguna complejidad ni representan erogaciones cuantiosas implica, sin dudarlo, una omisión de la administración municipal en el cumplimiento de sus deberes constitucionales. Pese a que han sido detectadas algunas inexactitudes en el escrito de demanda, luego corregidas por el actor en su declaración ante el Tribunal Administrativo del Tolima, la Corte concederá la tutela impetrada, ordenando al Alcalde Municipal que adopte las medidas necesarias para asegurar los derechos fundamentales del accionante, ya que las señaladas imprecisiones en nada modifican el hecho cierto de que le ha causado y se le sigue causando perjuicio. DECISION Con fundamento en las consideraciones precedentes, la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: Primero.- REVOCASE la Sentencia proferida por el Tribunal Administrativo del Tolima el 17 de febrero de 1995, mediante la cual se declaró improcedente la acción de tutela instaurada. Segundo.- CONCEDESE la protección judicial que solicita JESUS GABRIEL ROMERO MIRANDA, por la violación de su derecho constitucional a una vivienda digna, con repercusión en amenaza a su vida e integridad personal, por la omisión en que ha incurrido la administración municipal de Anzoátegui. Tercero.- ORDENASE al Alcalde Municipal de Anzoátegui que, en un término no superior a las 48 horas siguientes a la notificación del presente fallo, adopte las medidas administrativas necesarias para que, antes de 20 días hábiles esté reconstruída, en sus aspectos esenciales, la vivienda de JESUS GABRIEL ROMERO MIRANDA. Cuarto.- El Tribunal Administrativo del Tolima verificará el cabal cumplimiento de esta providencia. Quinto.- Súrtase el trámite previsto en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, comuníquese, publíquese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Magistrado Ponente Presidente de la Sala HERNANDO HERRERA VERGARA            ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado                      Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-310-95 Sentencia No Sentencia No. T-310/95 DERECHO DE PETICION-Contenido/DESALOJO El ejercicio del derecho de petición no se circunscribe a una respuesta de carácter meramente formal, sino que, por el contrario, se enmarca dentro de la obligación de las autoridades de resolver en forma oportuna solicitudes como la formulada por el actor. Se ordenará al señor alcalde poner en conocimiento del actor las comuncaciones remitidas por los diversos funcionarios públicos municipales, relativas al desalojo de las personas que habitan las mejoras referenciadas en la presente tutela. Con todo, debe señalarse que la anterior decisión en momento alguno significa que el señor alcalde deba resolver favorablemente las pretensiones del demandante. Tan sólo se busca que la Administración adopte una posición oficial y definitiva respecto del problema que en su oportunidad se sometió a su conocimiento, y sobre la cual el actor no ha recibido información alguna. PARTIDA PRESUPUESTAL-No se puede incluir por orden judicial Téngase en consideración que mal podría ordenarse por medio de una sentencia de tutela incluír uno o más proyectos dentro de un rubro presupuestal en una determinada vigencia fiscal, pues con ello se estaría inmiscuyendo la administración de justicia dentro de las atribuciones propias del órgano ejecutivo, en violación de los artículos 113 y 115 de la Constitución Política. JUEZ DE TUTELA-Derechos invocados/ FALLO DE TUTELA EXTRA PETITA/ FALLO DE TUTELA ULTRA PETITA/ESTADO SOCIAL DE DERECHO-Vigencia de derechos constitucionales Dada la naturaleza de la presente acción, la labor del juez no debe circunscribirse únicamente a las pretensiones que cualquier persona exponga en la respectiva demanda, sino que su labor debe estar encaminada a garantizar la vigencia y la efectividad de los preceptos constitucionales relativos al amparo inmediato y necesario de los derechos fundamentales. En otras palabras, en materia de tutela no sólo resulta procedente sino que en algunas ocasiones se torna indispensable que los fallos sean extra o ultra petita. Argumentar lo contrario significaría que si, por ejemplo, el juez advierte una evidente violación, o amenaza de violación de un derecho fundamental como el derecho a la vida, no podría ordenar su protección, toda vez que el peticionario no lo adujo expresamente en la debida oportunidad procesal. Ello equivaldría a que la administración de justicia tendría que desconocer el mandato contenido en el artículo 2o superior y el espíritu mismo de la Constitución Política, pues -se reitera- la vigencia de los derechos constitucionales fundamentales es el cimiento mismo del Estado social de derecho. DERECHO A LA SALUD-Fundamental Ese derecho debe y puede ser protegido por vía de tutela en forma autónoma e independiente, no obstante no encontrarse dentro de la enumeración contenida en el capítulo II, del título I de la Carta Política. Además, debe reiterarse que la protección del derecho a la salud en los términos expuestos, resulta siempre necesaria debido a su íntima e inseparable relación con el derecho a la vida y a la integridad física. DERECHO A LA PROPIEDAD-Fundamental El derecho de propiedad, se ha establecido que reviste el carácter de fundamental siempre y cuando se encuentre en relación de conexidad con otros derechos fundamentales que se vean amenazados o vulnerados por la acción o la omisión de una autoridad pública o de los particulares, en los términos que defina la ley. En consecuencia, no es admisible argumentar que el derecho de propiedad no puede ser protegido bajo ninguna circunstancia a través de la tutela, cuando el deber del juez es examinar el caso en concreto, evaluar las pruebas correspondientes y, entonces sí, determinar si está en íntima y directa conexión con otro u otros derechos fundamentales de aplicación inmediata. Ref.: Expediente T-65619 Peticionario: Guillermo Rodríguez Narváez. Procedencia: Consejo de Estado Magistrado Ponente: Dr. VLADIMIRO NARANJO MESA Tema: Derecho de petición Santafé de Bogotá, D.C. diecisiete (17) de julio de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, conformada por los Magistrados Vladimiro Naranjo Mesa -Presidente de la Sala-, Jorge Arango Mejía y Antonio Barrera Carbonell, EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION ha pronunciado la siguiente SENTENCIA en el proceso de tutela radicado bajo el número T- 65619, adelantado por el señor Guillermo Rodríguez Narváez en contra del Alcalde Mayor de Neiva. I. ANTECEDENTES De acuerdo con lo dispuesto en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. De conformidad con el artículo 34 del decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión procede a dictar la sentencia correspondiente. 1. Solicitud El señor Guillermo Rodríguez Narváez interpuso ante el Tribunal Contencioso Administrativo del Huila, acción de tutela contra el alcalde mayor de Neiva, Sixto Francisco Cerquera, con el fin de que se le amparara su derecho de petición, consagrado en el artículo 23 de la Constitución Política. 2. Hechos El peticionario, vecino de la carrera 9a. con calle 19 del barrio Chapinero de la ciudad de Neiva, afirma que en dicho sector existen “unas mejoras en plena vía pública”, que en época de invierno impiden que las aguas lluvias corran, lo cual causa graves inundaciones que afectan el inmueble de su propiedad. Ante esta situación manifiesta que el día cuatro (4) de febrero de 1994, en asocio con varios vecinos del sector, presentaron un memorial dirigido al alcalde mayor de Neiva en el que exponían su situación y le solicitaban que les solucionara el mencionado problema. Frente la falta de respuesta, el peticionario, junto con sus hermanos, insistió en su solicitud el día ocho (8) de julio de ese mismo año. Ante el hecho de que no se ha dado solución a su problema, el actor manifiesta que acude a la acción de tutela con el fin de que se de respuesta a su petición, pues considera que ya agotó todos los recursos y “no obtuve solución alguna, sólo un circulo vicioso de remisiones que terminaron en nada”. 3. Pruebas aportadas con el escrito de tutela. Al escrito de tutela se acompañaron los siguientes documentos: 3.1. Memorial del siete (7) de febrero de 1994, mediante el cual el peticionario y veintiséis personas más, solicitan al alcalde de Neiva que solucione el problema causado por la existencia de “las mejoras en vía pública”, ordenando el desalojo de los habitantes de dichas mejoras y la demolición de las mismas, con el fin de que se logre la apertura de la vía pública. 3.2. Oficio del dieciocho (18) de febrero de 1994, suscrito por el alcalde de Neiva, en el que manifiesta que el funcionario competente para conocer y resolver la petición contenida en el referido memorial es el director de justicia Municipal de Neiva, razón por la cual remitió el escrito a dicho funcionario. 3.3. Memorial del ocho (8) de julio de 1994, suscrito por Guillermo Rodríguez Narváez, Camilo Rodríguez Narváez y Damary Rodríguez de Moya, dirigido al alcalde de Neiva, en el cual se expone nuevamente el problema causado por la obstrucción de la vía pública debido a la existencia de una casa de bahareque. En este documento afirman que “dicha propiedad carece de los servicios de alcantarillado, y parte de las aguas negras se empozan formando criaderos de zancudos y verdaderos focos de infección.”, y se solicita “que sea abierta por completo la calle 19 en la intersección con la carrera novena”. 3.4. Oficio del veintiséis (26) de julio de 1994, suscrito por el alcalde de Neiva, a través del cual manifiesta que el funcionario competente para conocer y resolver la petición contenida en el escrito relacionado en el numeral anterior es el director de justicia Municipal de Neiva, razón por la cual remitió esa comunicación a dicho funcionario. 3.5. Oficio del treinta (30) de agosto de 1994, suscrito por el director de justicia Municipal, y dirigido al alcalde de Neiva, en el cual afirma que mediante gestiones adelantadas previamente por la dependencia a su cargo, se pudo establecer que  desde hace más de veinte años existe una casa de bahareque construida en un terreno sobre el cual se planea la ampliación de la calle 19, pero que ninguna de las autoridades municipales ha adelantado gestiones tendientes a la negociación del mencionado predio. Sobre el particular, agregó: “Como no se trata de invasores ya que el problema surgió en la ampliación de la Calle 19, lo indicado sería que el Municipio entrara a negociar a través de alguna de sus dependencias con el propietario el valor de las mejoras para su demolición y resolver así las pretensiones de los quejosos (...). Mediante oficio 423 del Despacho del Señor alcalde se les informó que había determinado remitirlo a esta Dirección de Justicia Municipal por ser de nuestra competencia, pero como ya se lo había manifestado no se trata de una restitución de bien de uso público, porque los ocupantes no son invasores y mal haremos el darles ese tratamiento.” Al escrito en comento se acompañó oficio del trece (13) de abril de 1994, suscrito por el gerente del Departamento de Planeación Municipal de Neiva y por el Jefe de la Sección de Control del Espacio Público de dicha dependencia, en el cual se informa que “el predio localizado en la carrera 9a. 18-41 del barrio Chapinero se encuentra construido sobre la proyección de la calle 1, y quien reside actualmente es la señora ARACELY MONTAÑA RODRÍGUEZ, identificada con la cédula de ciudadanía No. 36.146.055 de Neiva, quien manifestó que reside en dicho inmueble hace aproximadamente 22 años.” 4. Pretensiones Dando cumplimiento al auto de fecha nueve (9) de diciembre de 1994, y obrando conforme a lo allí solicitado, el peticionario manifestó que la acción de tutela se dirige contra el alcalde mayor de Neiva, por violación del derecho fundamental de petición, consagrado en el artículo 23 de la Constitución Política, y que su pretensión consiste en que se ordene al demandado dar respuesta a las solicitudes contenidas en los memoriales anteriormente relacionados. III. ACTUACION PROCESAL 1. Primera instancia Mediante providencia del catorce (14) de diciembre de 1994, el Tribunal Contencioso Administrativo del Huila resolvió negar la acción de tutela en comento. Consideró el Tribunal que no se vulneró el derecho de petición, ya que el alcalde mayor de Neiva, en forma oportuna, dio respuesta a las solicitudes elevadas por el actor, poniendo de manifiesto que él no era el funcionario competente para resolver el asunto planteado, e informando que por tal motivo había remitido tales peticiones a la Dirección de Justicia Municipal, despacho competente para conocer y decidir tal asunto. Sin embargo, manifestó el Tribunal: "Observa si la Sala que ha faltado por parte del señor ALCALDE de la ciudad mayor interés en dar una pronta resolución a la petición del actor, como lo ordena la Constitución Nacional en su artículo 23, al limitarse a pasar la solicitud de los interesados a una dependencia de su administración, como es la Dirección de Justicia Municipal , despacho que a su vez se ampara en el proceder del Departamento Administrativo de Valorización - DAV- y del Instituto Municipal de Obras Civiles -IMOC- por lo que como anota el tutelante, su solicitud se ha convertido en un círculo vicioso de remisiones que terminaron en nada." Pese a lo anterior, el a-quo consideró que resulta improcedente a través de la acción de tutela ordenar la demolición de las mejoras que obstruyen la calle 19 con la carrera 9a., tal como lo solicita el peticionario, y afirma que existen otros mecanismos de defensa judicial, tales como acudir a la justicia ordinaria o a las autoridades policivas, “si se dan las circunstancias de las protecciones policivas especiales a que se contrae el artículo 209 del C. de Policía del Huila - Decreto 1117 de 1988.” 2. Impugnación. En memorial del dieciséis (16) de diciembre de 1994, peticionario impugnó el fallo de primera instancia, por considerar que “el primer reparo que le formulo a la providencia que recurro, es la cacería de brujas que en ella se hace para descubrir cual es la norma fundamental que invoco, para con base en ello encontrar una excusa al funcionario moroso o negligente en el cumplimiento de sus obligaciones, en lugar de concretarse en el aspecto de si mis afirmaciones o cargos son reales, y si con ellos se vulnera un derecho fundamental de una persona, o de todo un sector de una sociedad, como en el caso que nos ocupa, y si esos derechos son dignos de ser respetados y tutelados.” El peticionario no comparte el fallo en comento ya que, según dice, “lo que yo demando, como cuestión real y de fondo, es la demolición de unas mejoras levantadas en la mitad de una calle pública, cuyos daños y secuelas son de mayor impacto y gravedad del hecho (sic) de que el señor alcalde mayor de Neiva me escuche o no (...) porque ese hecho, la existencia de unas mejoras en la mitad de la calle, no solo interrumpe el libre tránsito, que es un derecho fundamental de todos los habitantes de una ciudad, sino que además interrumpe el libre curso de las aguas lluvias, obligándolas a inundar un inmueble de mi propiedad, causando daños a la salud de sus moradores, que también es un derecho fundamental, considero.” 3. Segunda instancia A través de providencia del veinticuatro (24) de febrero de 1995, la Sección Primera del Consejo de Estado resolvió revocar el fallo impugnado, y en su lugar rechazó por improcedente la presente acción de tutela. Sostiene el ad-quem que, debido a que en el escrito de tutela el actor no invocó el derecho a la libre circulación, no puede haber un pronunciamiento respecto a tal derecho, “dado que los artículos 32 y 33 del Decreto 2591 de 1991 no autorizan a que se modifique o amplíe aquella en el escrito de impugnación”. El Consejo de Estado comparte los argumentos del a-quo según los cuales se llegó a la conclusión de que en el presente caso no hubo violación del derecho de petición del actor, y agregó que el artículo 23 de la Carta Política ordena que se de pronta resolución a las peticiones que eleven los particulares “pero en ningún momento la condiciona a que sea favorable.” Además, señala que “si lo que busca el impugnante es que se ordene la demolición de las mejoras levantadas en la mitad de la calle, no es la tutela, fundamentada en la violación del derecho de petición, la cual no se produjo, para ello cuenta con medios de defensa judicial que puede promover ante la Jurisdicción Ordinaria, además de la acción policiva a que alude el a-quo.” Afirma también que “el derecho a la salud, que también se invoca como amenazado, por sí solo no puede ser protegido a través de la acción de tutela dado que, como lo ha sostenido la Sala en diversos pronunciamientos, no es señalado en el artículo 85 de la Carta Política como de aplicación inmediata, además que no tiene la categoría de derecho fundamental, pues forma parte del TITULO II CAPITULO 2 de la Carta, que trata de LOS DERECHOS SOCIALES, ECONOMICOS Y CULTURALES. La Sala sí ha aceptado la tutela de dicho derecho cuando está en relación directa con el derecho a la vida, esto es, cuando está se encuentra en peligro inminente, lo cual no ocurre en el presente caso.” Finalmente sostiene que no se tutela el derecho a la propiedad, dado que no tiene el carácter de fundamental y por ello no se puede lograr su protección a través de la acción de tutela. IV. CONSIDERACIONES DE LA SALA 1. Competencia De conformidad con lo establecido en los artículos 86 y 241, numeral 9o. de la Constitución Política y 31 a 36 del decreto 2591 de 1991, la Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, es competente para revisar el fallo de tutela de la referencia. 2. El ejercicio del derecho de petición en el caso en concreto. La cuestión que le corresponde revisar a la Sala en esta oportunidad, trata esencialmente del ejercicio del derecho de petición por parte del actor Guillermo Rodríguez Narváez ante el señor alcalde del municipio de Neiva, con el fin de que la administración desaloje a los habitantes que se encuentran en unas mejoras localizadas en la intersección de la calle 19 con carrera 9a de esa ciudad. Al respecto, de las pruebas que obran en el expediente se colige que ante las diversas solicitudes elevadas por el demandante, el señor alcalde respondió cada una de ellas señalando, en los términos del artículo 33 del Código Contencioso Administrativo, que carecía de competencia para conocer de las materias que se le sometían a su consideración. Por ello, remitió oportunamente los requerimientos en comento a las autoridades correspondientes, en particular al director de Justicia Municipal, quienes le informaron que ese tipo de asuntos no eran de su resorte, toda vez que no se trataba de una situación relacionada con invasión del espacio público. Contrario a los argumentos planteados tanto en primera como en segunda instancia dentro del trámite de esta acción de tutela, observa esta Sala que las solicitudes elevadas por el actor, si bien fueron respondidas jamás fueron resueltas en los términos que dispone el artículo 23 de la Constitución Política. En efecto, nótese que el señor alcalde nunca puso en conocimiento del interesado las contestaciones de los restantes funcionarios de la Administración e, inclusive, tampoco fijó, como cabía esperar, una posición oficial respecto del problema que se ponía en su conocimiento. Esta situación, por lo demás, fue reconocida por el Tribunal Contencioso Administrativo del Huila al señalar que “ha faltado por parte del señor ALCALDE de la ciudad mayor interés en dar una pronta resolución a la petición del actor (...)”. Debe, pues, advertirse que el ejercicio del derecho de petición no se circunscribe a una respuesta de carácter meramente formal, sino que, por el contrario, se enmarca dentro de la obligación de las autoridades de resolver en forma oportuna solicitudes como la formulada por el actor. En cuanto al alcance de este derecho, ha señalado la Corte: “1. El derecho de petición, pese a su autonomía, tiene como fuente material los derechos políticos, en la medida en que estos facultan al ciudadano para controlar, directa o indirectamente, las decisiones de las autoridades legítimamente constituidas por obra de la participación popular. El núcleo esencial de este derecho está ligado a la necesidad de mantener canales  adecuados de comunicación entre gobernantes y los ciudadanos que trasciendan el ámbito político y vinculen al miembro de la comunidad con la autoridad. “El derecho de petición comprende no sólo la manifestación de la administración sobre el objeto de la solicitud, sino también el hecho de que dicha manifestación constituya una solución pronta del caso planteado. El derecho fundamental a la efectividad de los derechos  (CP. arts. 2 y 86)  se une en este punto con el principio constitucional de la eficacia administrativa ( art. 209) “Por lo menos tres exigencias integran esta obligación. En primer lugar, la manifestación de la administración debe ser adecuada a la solicitud planteada. No basta, por ejemplo, con dar una información cuando lo que se solicita es una decisión. Correspondencia e integridad son fundamentales en la comunicación oficial. En segundo lugar, la respuesta debe ser efectiva para la solución del caso que se plantea. El funcionario no sólo está llamado a responder, también debe esclarecer, dentro de lo posible, el camino jurídico que conduzca al peticionario a la solución de su problema. Finalmente, la comunicación debe ser oportuna. El factor tiempo es un elemento esencial para la efectividad de los derechos fundamentales; de nada sirve una respuesta adecuada y certera cuando ella es tardía”.[1](Negrillas fuera de texto original) En otro pronunciamiento de esta Corporación, se estableció: “Cabe advertir que la administración está obligada a ‘resolver’, esto es, a dar contestación sustantiva a las peticiones formuladas por los particulares y no, simplemente, a responder sin referirse de manera directa a lo solicitado. Los pronunciamientos evasivos o meramente formales encubren una actuación omisiva que compromete la responsabilidad del servidor público y del Estado (CP arts. 6º y 90) y vulneran o amenazan los derechos fundamentales. La jurisprudencia constitucional ha rechazado determinadas razones esgrimidas por la administración - deficiencias de personal, volumen de expedientes, orden de las solicitudes, reestructuración de los sistemas de trabajo - para justificar la desatención del deber de resolución oportuna”.[2] (Negrillas fuera de texto original) De conformidad con lo expuesto y con miras a garantizar el derecho de petición del demandante, esta Sala ordenará al señor alcalde de Neiva poner en conocimiento del actor las comunicaciones remitidas por los diversos funcionarios públicos municipales, relativas al desalojo de las personas que habitan las mejoras referenciadas en la presente tutela. Con todo, debe señalarse que la anterior decisión en momento alguno significa que el señor alcalde deba resolver favorablemente las pretensiones del demandante. Tan sólo se busca que la Administración adopte una posición oficial y definitiva respecto del problema que en su oportunidad se sometió a su conocimiento, y sobre la cual el actor no ha recibido información alguna. 3. La posibilidad de desalojar a las personas que habitan en las mejoras localizadas en la intersección de la calle 19 con carrera 9a de la ciudad, a través de la acción de tutela. Encuentra esta Sala que dentro del presente asunto, el demandante adujo en las instancias procesales correspondientes su pretensión de que el juez de tutela ordene el desalojo de las personas a las que se ha hecho referencia, toda vez que la localización de las mejoras, al permitir el estancamiento de aguas servidas y de aguas lluvias, atenta contra su salud y contra su vivienda. Sobre el particular, debe señalarse que del material probatorio se colige que los habitantes de las mejoras se encuentran en ese lugar hace más de veinte años, razón por la cual la misma administración municipal ha reconocido la imposibilidad de tratarlos jurídicamente como invasores del espacio público. En otras palabras, al parecer, esos moradores no se encuentran en una situación al margen de la ley. Simplemente, debido al desarrollo social y urbano de la ciudad de Neiva, eventualmente esas instalaciones deberían removerse, con el fin de construír las vías requeridas. Lógicamente se trata de un proceso de la competencia de las autoridades administrativas respectivas, dentro del cual no puede intervenir el juez de tutela. Al respecto, téngase en consideración que mal podría ordenarse por medio de una sentencia de tutela incluír uno o más proyectos dentro de un rubro presupuestal en una determinada vigencia fiscal[3], pues con ello se estaría inmiscuyendo la administración de justicia dentro de las atribuciones propias del órgano ejecutivo, en violación de los artículos 113 y 115 de la Constitución Política. De igual forma, considera la Sala que, al tratarse el presente asunto de la protección de derechos colectivos y al no haberse demostrado la vulneración de un derecho fundamental específico -diferente al derecho de petición-, el demandante goza de mecanismos de amparo judicial igualmente eficaces para la realización de sus propósitos, como son las acciones populares de que trata el artículo 1005 del Código Civil y la Ley 9a de 1989, para la defensa del espacio público y del ambiente, o las demandas que se ventilan ante la jurisdicción ordinaria. La posibilidad de interponer estos recursos se da, además, habida cuenta que en parte alguna del expediente aparece debidamente probado el perjuicio irremediable aducido por el demandante, que permitiría la procedencia de la acción de tutela como mecanismo transitorio. 4. Comentarios a la sentencia de segunda instancia. Finalmente, debe la Sala pronunciarse acerca de algunas de las consideraciones expuestas por la Sección Primera del Consejo de Estado, a través de las cuales se resolvió revocar el fallo impugnado, y en su lugar se rechazó por improcedente la presente acción de tutela. En primer lugar, manifiesta la citada Corporación que habida cuenta que en la demanda de tutela el actor no invocó el derecho a la libre circulación, no puede haber un pronunciamiento respecto a tal derecho, “dado que los artículos 32 y 33 del Decreto 2591 de 1991 no autorizan a que se modifique o amplíe aquella en el escrito de impugnación”. Se plantea entonces el interrogante de si es posible que el juez ordene la protección judicial de uno o más derechos constitucionales fundamentales que aparezcan presuntamente vulnerados, así el interesado no lo hubiese solicitado expresamente en la demanda de tutela. Para la Sala es claro que, dada la naturaleza de la presente acción, la labor del juez no debe circunscribirse únicamente a las pretensiones que cualquier persona exponga en la respectiva demanda, sino que su labor debe estar encaminada a garantizar la vigencia y la efectividad de los preceptos constitucionales relativos al amparo inmediato y necesario de los derechos fundamentales. En otras palabras, en materia de tutela no sólo resulta procedente sino que en algunas ocasiones se torna indispensable que los fallos sean extra o ultra petita. Argumentar lo contrario significaría que si, por ejemplo, el juez advierte una evidente violación, o amenaza de violación de un derecho fundamental como el derecho a la vida, no podría ordenar su protección, toda vez que el peticionario no lo adujo expresamente en la debida oportunidad procesal. Ello equivaldría a que la administración de justicia tendría que desconocer el mandato contenido en el artículo 2o superior y el espíritu mismo de la Constitución Política, pues -se reitera- la vigencia de los derechos constitucionales fundamentales es el cimiento mismo del Estado social de derecho. Sobre el particular, ha establecido esta Corporación: “En verdad, la petición adolece en este punto de relativas deficiencias en su formulación conceptual y en su presentación sistemática, destacándose evidentes signos de confusión argumental y de desorden conceptual; no obstante lo anterior, deben los jueces de tutela y esta Corte en funciones de revisión de  los fallos correspondientes, adentrarse en el examen y en la interpretación de los hechos del caso, con el fin de encontrar la esencia y la verdadera naturaleza de la situación jurídica puesta en conocimiento de la jurisdicción constitucional de los derechos fundamentales, para efectos de asegurar la más cabal protección judicial de los mismos y la vigencia de la Carta en todos los eventos en los que se reclame su amparo por virtud del ejercicio de la Acción de tutela. “Obsérvese que dicha acción corresponde a una nueva definición de la competencias de los jueces en las sociedades contemporáneas, y pertenece, como instrumento judicial y como elemento estructural de las instituciones políticas nacionales, a la reformulación constitucionalmente ordenada del valor de los derechos constitucionales fundamentales de los asociados y de la posición jurídica de estos para obtener su siempre actual, efectiva y directa protección; por tanto, en casos como el que revisa, en los que no es claro el sentido externo con el cual se pretende presentar la formulación del reclamo de tutela y en los que se presentan confusiones como las advertidas y otras que se destacarán más adelante, es deber del juez de tutela examinar los planteamientos del peticionario en procura de su comprensión sistemática y coherente frente a los postulados ideocráticos de la Carta, a sus valores y principios y ante sus normas directamente aplicables, lo mismo que ante los predicados de la jurisprudencia constitucional que corresponden a la naturaleza de aquella codificación superior, típicamente abierta, programática y pluralista”[4]. (Negrillas fuera de texto original) En otro pronunciamiento esta Corporación señaló: “Recuérdese que en materia de tutela, el juez puede al estudiar el caso concreto, conceder el amparo solicitado, incluso por derechos no alegados, pues la misma naturaleza de esta acción, así se lo permite. Es decir, el juez de tutela puede fallar extra  y ultra petita”.[5]  (Negrillas fuera de texto original). Así las cosas, la Sala no puede compartir el argumento expuesto por el fallador de segunda instancia, relativo a la imposibilidad de proteger el derecho fundamental a la circulación por haberse invocado su amparo tan sólo al momento de impugnar la decisión de primera instancia. Si se hubiese encontrado que los hechos que motivaron la acción de tutela que se revisa hubiesen vulnerado el citado derecho, esta Sala procedería de inmediato a ordenar su protección. Sin embargo, como se explicó en el acápite anterior, tal situación no se ha presentado dentro de este proceso, razón por la cual no puede prosperar la pretensión del demandante. En segundo lugar, observa la Sala que para el Consejo de Estado ni el derecho a la salud, ni el derecho de propiedad revisten el carácter de fundamentales. En cuanto al primero de ellos, ha sido reiterada la jurisprudencia de la Corte Constitucional en la que se ha establecido, con fundadas razones, que ese derecho debe puede ser protegido por vía de tutela en forma autónoma e independiente, no obstante no encontrarse dentro de la enumeración contenida en el capítulo II, del título I de la Carta Política[6]. Además, debe reiterarse que la protección del derecho a la salud en los términos expuestos, resulta siempre necesaria debido a su íntima e inseparable relación con el derecho a la vida y a la integridad física. En cuanto al derecho de propiedad, basta señalar que esta Corporación ha establecido que reviste el carácter de fundamental siempre y cuando se encuentre en relación de conexidad con otros derechos fundamentales que se vean amenazados o vulnerados por la acción o la omisión de una autoridad pública o de los particulares, en los términos que defina la ley[7]. En consecuencia, no es admisible argumentar que el derecho de propiedad no puede ser protegido bajo ninguna circunstancia a través de la tutela, cuando el deber del juez es examinar el caso en concreto, evaluar las pruebas correspondientes y, entonces sí, determinar si está en íntima y directa conexión con otro u otros derechos fundamentales de aplicación inmediata (Art. 85 C.P.). DECISION En mérito de lo expuesto, la Sala Novena de Revisión  de la Corte Constitucional, en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, R E S U E L V E : PRIMERO: REVOCAR, por las razones expuestas en esta providencia, la sentencia del veinticuatro (24) de febrero de 1995,  proferida por la Sección Primera del Consejo de Estado, así como la sentencia catorce (14) de diciembre de 1994, dictada por el Tribunal Contencioso Administrativo del Huila, a través de las cuales se resolvió denegar la acción de tutela interpuesta por el señor Guillermo Rodríguez Narváez contra el alcalde mayor de Neiva. SEGUNDO: CONCEDER la acción de tutela interpuesta por el señor Guillermo Rodríguez Narváez contra el alcalde mayor de Neiva, pero únicamente por la violación al derecho fundamental de petición consagrado en el artículo 23 de la Constitución Política. En consecuencia, ORDENAR al señor alcalde mayor de Neiva poner en conocimiento del actor, en el término de cuarenta y ocho (48) horas, contado a partir de la notificación de esta Sentencia, las comunciaciones remitidas por los diversos funcionarios públicos municipales, relativas al desalojo de las personas que habitan las mejoras referenciadas en la presente acción de tutela. TERCERO: ORDENAR que por la Secretaría General de esta Corporación, se comunique esta providencia al Tribunal Contencioso Administrativo del Huila, en la forma y para los efectos previstos en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, insértese en la gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado Ponente JORGE ARANGO MEJIA Magistrado ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1] Corte Constitucional. Sala Tercera de Revisión. Sentencia No. T-220/94 del 4 de mayo de 1994. Magistrado Ponente: Eduardo Cifuentes Muñoz. [2] Corte Constitucional. Sala Tercera de Revisión. Sentencia No. T-392/94 del 6 de junio de 1994. Magistrado Ponente: Eduardo Cifuentes Muñoz. [3] Cfr. Corte Constitucional. Sentencia No. T-185/93. Magistrado Ponente: José Gregorio Hernández Galindo. [4] Corte Constitucional. Sala de Revisión. Sentencia No. T-028/93 del 4 de febrero de 1993. Magistrado Ponente: Fabio Morón Díaz. [5] Corte Constitucional. Sala Primera de Revisión. Sentencia No. T-532/94 del 27 de junio de 1994. Magistrado Ponente: Jorge Arango Mejía. [6] Cfr. Corte Constitucional. Sentencias Nos. T-028/93, T-130/93, T-200/93, T-366/93, T-068/94, T-123/94, T-140/94, T-154/94, T-174/94, T-192/94 y T-204/94, entre otras. [7] Cfr. Corte Constitucional. Sentencias Nos. T-381/93, T-422/93, T-125/94, T-135/94, y C-428/94, entre otras.
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T-311-95 Sentencia No Sentencia No. T-311/95 ACCION DE TUTELA CONTRA EMPRESA DE ACUEDUCTO/ACCION DE TUTELA TRANSITORIA-Improcedencia No puede pensarse que en el presente caso tendría ocurrencia la tutela como mecanismo transitorio porque es el mismo Velázquez quien con sus hechos demuestra que no hay perjuicio irremediable, puesto que el perjuicio no es INMINENTE (prueba de ello que la tutela se instaura pasados dos años del hecho que se invoca como causa); la medida no es URGENTE porque el mismo actor aceptó el cargo en comisión que hoy detenta, el perjuicio no es GRAVE porque el salario que devenga (superior al millón de pesos) permite solucionar los problemas más apremiantes. ASCENSO LABORAL-Opinión/PRINCIPIO DE DIGNIDAD HUMANA-Afección moral Se dirá que la situación en que se encuentra desde 1993 el peticionario lo afecta moralmente porque tenía una opción de ascenso y ocurrió todo lo contrario: en la práctica se lo ha desmejorado. Este aspecto merece un estudio que abarque el concepto sobre dignidad y su adecuación al caso concreto. Pero, la importancia de la dignidad, como principio, para que sea tutelable también debe ser afectado en su núcleo esencial y no hay prueba de que ello haya ocurrido en el presente caso. REF: EXPEDIENTE T-54690 Peticionario: José Velázquez Fuentes. Procedencia: Sala Laboral Tribunal Santafé de Bogotá. Magistrado Ponente: ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Tema: - Subsidiariedad de la tutela. Santa Fe de Bogotá D.C., diez y nueve (19) de julio de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, presidida por el Magistrado Alejandro Martínez Caballero e integrada por los Magistrados Fabio Morón Díaz y del Conjuez Jorge Vélez García. EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION Ha pronunciado la siguiente SENTENCIA En proceso de tutela identificado con el número de radicación T-54690, adelantado por José Velázquez Fuentes. I. ANTECEDENTES Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto No. 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. Por reparto le correspondió el presente negocio a la Sala Sexta. El Magistrado Ponente Dr. Hernando Herrera Vergara se declaró impedido, lo cual fue aceptado por auto del 21 de marzo de 1995 y se sorteó y luego posesionó el Conjuez Jorge Vélez García. 1. Solicitud. José Eduardo Velázquez Fuentes instauró acción de tutela contra la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Santafé de Bogotá para que: "dispongan mi reintegro al cargo de Jefe de la División de Programación y Presupuesto, de la Subgerencia técnica de la referida entidad, el cual desempeñé hasta el día 14 de Octubre de 1993 y del que fui removido en mi sentir sin motivo justo, colocando como titular a un subalterno, a quien en mi calidad de superior, descalifiqué, por varios motivos. En verdad, un cargo desapareció por reestructuración, sin embargo, el peticionario agrego: Subsidiariamente y por haberse suprimido el referido cargo, sustituyéndolo, por Unidad de Programación y Coordinación, elevándolo de categoría, dentro de la última reforma del organigrama, solicito que se disponga o se declare mi derecho, a permanecer como jefe, de la Dirección (Director), que sustituyó, a la División, dentro del nuevo organigrama." La enunciación escueta de la petición plantea, a primera vista, la idea de que los propósitos de Velázquez no corresponden al espíritu de la acción de tutela, pero como se invoca el derecho al trabajo en condiciones dignas, es importante ver qué aporta la prueba porque hay que examinar si se violó o no tal derecho fundamental. 2. Acervo probatorio. a- Obran en el expediente la Resolución 025 de 1993 de la Junta Directiva de la E.A.A.B. por medio de la cual se reestructuró dicha empresa, y, la Resolución 1221 de 1993, de la gerencia, en el mismo sentido, expedidas con fundamento en el Decreto-ley 1421 de 1993 (estatuto de Bogotá). A consecuencia de dicha reestructuración desapareció el cargo de Jefe de División de Programación y Presupuesto, adscrito hasta finales de 1993, a la subgerencia técnica. b- Entre los documentos más importantes de la hoja de vida de José Velázquez, aparece el contrato de trabajo a término indefinido por medio del cual se vinculó el 5 de septiembre de 1972, habiendo ascendido hasta ubicarse como Jefe de División de Programación y Presupuesto, cargo que ocupó desde el 21 de agosto de 1990 hasta el 31 de octubre de 1993 cuando se suprimió tal jefatura. c- En la nueva estructura, la sub-gerencia técnica fue reemplazada por la gerencia técnica; desapareció la División de Programación y Presupuesto y las funciones de esa jefatura fueron asumidas por la UNIDAD DE PROGRAMACION Y COORDINACION a la cual se le adscribieron también las funciones de los departamentos de costos y presupuestos, es decir, esta Unidad adquirió mayor importancia. d- El doctor José Velázquez Fuentes no fue nombrado como jefe de la nueva Unidad, sino que el ascenso correspondió al doctor Luis Francisco Castiblanco, quien era subalterno de Velázquez, de ahí el principal motivo de inconformidad del solicitante de tutela. e- A José Velázquez Fuentes se le mantuvo el 1º de noviembre de 1993 el mismo salario que venía devengando desde principio del año ($715.970), hoy, con los incrementos devenga $1'043.400.oo al mes; pero se lo ubicó en el cargo de profesional especializado nivel 020, en razón de que no se lo había nombrado como director o jefe de la nueva Unidad. f- En la práctica, tampoco está desempeñando las funciones propias del profesional especializado grado 020, porque por comisión se lo envió a la Dirección de Supervisión técnica de las obras que ejecutan los fondos locales correspondientes a las JAL. Esta comisión existe desde el 9 de diciembre de 1993, se respalda en una comunicación interna (la División de Administración de Sueldos y Prestaciones califica a la comisión como "no oficial", por eso no obra ni en la hoja de vida). El texto que contiene la "comisión" dice: "Según lo determinado por Usted y de común acuerdo entre las partes, teniendo en cuenta la gran carga de trabajo en la Dirección de Interventoría, atentamente le solicito trabaje en esta Sección de la Gerencia Técnica, a partir del momento en que entregue el último trabajo que se le haya encomendado. Deberá presentarse ante el ING. DIEGO DEL CASTILLO, Director (e.) de la Interventoría. Este encargo no significa ningún cambio de su nivel como tampoco de localización, por tratarse de una comisión temporal." g- A consecuencia del trato que se le ha dado, el doctor Velázquez Fuentes ya no goza de las comodidades locativas que ostenta un jefe, no quedó cobijado por el aumento de salario establecido en la reestructuración y desempeña, según él, funciones que podrían ser asimilables a un profesional nivel 60 y no nivel 20. Esta es la situación que afectaría en su sentir las condiciones dignas y justas que debería tener su trabajo. 3. Fallo de primera instancia. (10 de octubre de 1994) La Sala Laboral del Tribunal de Santafé de Bogotá negó la tutela, apoyó su decisión en el "jus variandi" y concluyó que se trata de una controversia de tipo laboral para la cual existe otro medio judicial de defensa. 4. Sentencia de Segunda instancia. (16 noviembre de 1994), Sala Laboral de la Corte Suprema. Confirmó la del a-quo, precisando que será el Juez competente quien determine "si en las específicas circunstancias en que se produjo el traslado de Velázquez Fuentes, la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá hizo uso legítimo de su poder subordinante o si, por el contrario, desconoció los derechos fundamentales." FUNDAMENTOS JURIDICOS A. Competencia. Es competente esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86 inciso 2º y 241 numeral 9º de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991; además, su examen se hace por virtud de la selección que de dicha acción practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma señalada por el Reglamento de esta Corporación. B. Temas jurídicos en relación con el caso concreto. 1. No es materia de la tutela descalificar el ascenso de un trabajador (en este caso del doctor Castiblanco) porque la acción de amparo respeta EL DERECHO DEL OTRO. La comparación se establece entre el derecho fundamental constitucionalmente consagrado y su real o presunta violación por parte de la Entidad o persona contra quien se dirige la tutela. 2. Tampoco se puede proponer la acción de tutela para revivir la antigua estructura orgánica de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Santafé de Bogotá y, por tanto, carece de sentido, ordenar, como lo solicita José Eduardo Velázquez Fuentes que se lo reintegre a un cargo que fue suprimido desde finales de 1993. 3. La petición que Velázquez hace en forma subsidiaria: que se lo nombre como Jefe de la Unidad de Programación y Coordinación, nuevo cargo dentro de la nueva Unidad cuyas funciones fueron establecidas en el artículo 38 de la Resolución de gerencia 1221/93, y cuyo nivel salarial es "8" según la Resolución 025 de 1993, no puede ser resuelta mediante tutela porque, implica, como lo dijo la Corte Suprema en el fallo que es motivo de esta revisión, entrar en terrenos que son materia de otra jurisdicción, la que definirá si el empleador hizo o no uso legítimo de su poder subordinante. Es decir, la tutela no puede ser una jurisdicción paralela puesto que tiene el carácter de subsidiaria y el peticionario debe acudir ante el Juez competente. 4. Según la solicitud formulada y los argumentos presentados por el actor éste afirma que "se ha debido contar con mi anuencia" para el traslado, "anuencia" que también considera indispensable para la promoción que se le hizo al doctor Castiblanco, siendo estas exigencias propias de los traslados de los empleados públicos (art. 29 del Decreto 1950 de 1973) y, talvez por esta misma razón de considerarse empleado público no se refiere al sistema cursos- concursos que existen en la E.A.A.B. con base en la convención colectiva. La sentencia T-84/94 de esta Corporación, expresada en el caso de una empleada pública (funcionaria del Fondo de Previsión Social del Congreso de la República) tampoco viene el caso porque en la sentencia en mención se tuvo como punto de análisis que a la señora se la destinó a un cargo diferente a aquél para el cual fue nombrada y, en el caso de José Velázquez Fuentes el peticionario NO reclama porque se lo tiene en comisión en la Interventoria (para lo cual hubo "común acuerdo" como se lee en comunicación de 9 de diciembre de 1993, aportada por el mismo actor), sino que su objeción es porque en la reestructuración quedó dependiendo de alguien que antes era su subalterno y no se lo ubicó en el NUEVO cargo que se creó. De todas maneras para los efectos de esta tutela, no es pertinente calificar si Velázquez es empleado público o trabajador oficial, y, por el contrario, hay que resaltar que la reconstrucción de la E.A.A.B. tuvo como fundamento el Estatuto Orgánico de Santafé de Bogotá (decreto 1421/93), luego se trata del ejercicio de una conducta legítima de la administración, cuyo argumento principal es el de una pretensión de corrección de la estructura organizativa en búsqueda de la eficacia y, si hubo, una "falla técnica" en el sentido de que la restructuración en la práctica no es funcional, como opina el solicitante Velázquez, ese presunto error no implica la violación al derecho fundamental de trabajar en condiciones dignas y justas. 5. Sobre este último aspecto: TRABAJO EN CONDICIONES DIGNAS Y JUSTAS, la Sala Séptima de Revisión en reciente caso que no prosperó (Jueces de Medellín vs. Consejo Seccional de la Judicatura) expresó lo siguiente: "Es normal soportar un cierto grado de interferencia y esto no viola el nucleo esencial de la autonomía". 6. Se dirá que no se trata solamente de la desmejora en las condiciones locativas de trabajo, sino de habérsele afectado la OPCION para ocupar el nuevo cargo de Director o jefe de la Unidad de Programación y Coordinación. Pues bien, este aspecto debe dilucidarse ante el Juez competente, previa controversia para definir muchos aspectos, por ejemplo: si Velázques es empleado público o trabajador oficial, si la opción al ascenso estaba dentro de los parámetros del curso-concurso, si de veras tenía un derecho adquirido para ocupar el nuevo cargo, en fin, si el empleador podía legítimamente hacer uso del poder subordinante. 7. No puede pensarse que en el presente caso tendría ocurrencia la tutela como mecanismo transitorio porque es el mismo Velázquez quien con sus hechos demuestra que no hay perjuicio irremediable, puesto que el perjuicio no es INMINENTE (prueba de ello que la tutela se instaura pasados dos años del hecho que se invoca como causa); la medida no es URGENTE porque el mismo actor aceptó el cargo en comisión que hoy detenta, el perjuicio no es GRAVE porque el salario que devenga (superior al millón de pesos) permite solucionar los problemas más apremiantes. 8. Se dirá que la situación en que se encuentra desde 1993 lo afecta moralmente porque tenía una opción de ascenso y ocurrió todo lo contrario: en la práctica se lo ha desmejorado. Este aspecto merece un estudio que abarque el concepto sobre dignidad y su adecuación al caso concreto. Sobre lo primero, esta Sala, en la sentencia ya citada, la Nº 270/95 dijo: "En la dignidad es muy importante lo COTIDIANO, y esto, en vez de demeritar el instrumento para defenderla: la tutela, lo engrandece, porque es el acercamiento real de la justicia a lo común y corriente, esto sí trascendental para el ser humano. El derecho, así se considere como superestructura, no pierde nada y más bien se fortifica cuando soluciona los problemas humanos, entre ellos el deseo legítimo de vivir y trabajar lo mejor posible. No es egoista el Juez que busca la superación en su trabajo y que exige para lograrlo CONDICIONES subjetivas y objetivas. La dignidad acompaña calladamente a todo ser humano y no es sinónimo de grandilocuencia porque si lo fuera no sería elemento de la autopreservación individual.... En numerosas oportunidades ha habido pronunciamientos de la Corporación sobre este derecho fundamental. Se ha dicho: "¿qué es la dignidad humana? Según Kant, "...el hombre, y en general todo ser racional, existe como un fin en sí mismo, no sólo como medio para usos cualesquiera de esta o aquella voluntad; debe en todas sus acciones, no sólo las dirigidas a sí mismo, sino las dirigidas a los demás seres racionales, ser considerado al mismo tiempo como fin." Y partiendo del supuesto de que el hombre es un fin en sí mismo, enuncia este imperativo categórico: "Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al     mismo tiempo, y nunca solamente como un medio." ("Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres", y otros escritos, Ed. Porrúa S.A., México 1990, pág. 44). El hombre, en síntesis, tiene dignidad porque es un fin en sí mismo y no puede ser considerado un medio en relación con fines ajenos a él."[1] Considerando la dignidad como derecho fundamental, esta es la posición de la Corte Constitucional: -"La dignidad, como principio fundante del Estado, tiene valor absoluto no susceptible de ser limitado ni relativizado bajo ninguna circunstancia, lo que a menudo sí acaece con los derechos que deben necesariamente coexistir con otros y admiten variadas restricciones.[2] -"La Constitución establece un marco de valores y principios materiales, que se estructuran como fundamento de un verdadero sistema axiológico. Este sistema se basa en la dignidad humana, como principio que indica que el hombre es un ser que tiende hacia su perfeccionamiento, al desarrollar plenamente lo que por naturaleza se le ha dado como bienes esenciales: la vida, la salud, el bienestar, la personalidad, entre otros.[3] -La dignidad (artículo 1o. Constitución Política) es un atributo de la persona y, en cuanto tal, todos tienen derecho a que sean tratados conforme a esa dimensión específicamente humana. Como bien lo ha afirmado la Corte, "Más que derecho en sí mismo, la dignidad es el presupuesto esencial de la consagración y efectividad del entero sistema de derechos y garantías contempladas en la Constitución".[4] Pero, la importancia de la dignidad, como principio, para que sea tutelable también debe ser afectado en su núcleo esencial y no hay prueba de que ello haya ocurrido en el presente caso. En mérito de lo expuesto la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por autoridad de la ley RESUELVE: PRIMERO: CONFIRMAR las sentencias de 18 de octubre de 1994 de la Sala Laboral del Tribunal Superior de Santafé de Bogotá y de 16 de noviembre de 1994 de la Sala Laboral de la Corte Suprema de Justicia, dentro de la acción de tutela instaurada por José Eduardo Velázquez Fuentes. SEGUNDO: Para efectos del art. 36 del decreto 2591 de 1991, comuníquese al Tribunal de primera instancia para que haga las notificaciones respectivas. TERCERO: Envíese copia de este fallo al Defensor del Pueblo. Notifíquese, comuníquese, cúmplase, insértese en la Gaceta Constitucional. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado Ponente FABIO MORON DIAZ Magistrado JORGE VELEZ GARCIA Conjuez MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1]Sentencia C-542/93, Ponente: Dr. Jorge Arango Mejía. [2]Sentencia T-124/93. Ponente: Vladimiro Naranjo Mesa. [3]Cfr. Corte Constitucional. T-011 de 1993. Ponente: Alejandro Martínez Caballero. [4]Sentencia T-124/93. Ponente: Vladimiro Naranjo Mesa.
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T-312-95 Sentencia No Sentencia No. T-312/95 VISA-Declaración de no objeción/ACTO ADMINISTRATIVO/JURISDICCION CONTENCIOSO ADMINISTRATIVA La peticionaria tenía otro mecanismo de defensa judicial, cual era el de ejercer una acción de nulidad  y restablecimiento del derecho contra el acto administrativo del Ministerio de Relaciones Exteriores, que no concedió la cláusula de no objeción. Esta Sala manifiesta su desacuerdo con la actitud del Ministerio de Relaciones Exteriores que olvidó los derechos fundamentales de la solicitante y la  consagración Constitucional de un Estado Social de Derecho,al objetar, el  deseo  manifiesto de la estudiante en mención para continuar su desarrollo personal, acádemico, y laboral en el exterior.Estos objetivos hacían conveniente el otorgamiento solicitado. Pese a lo anterior esta Corporación no puede decidir con base en criterios de conveniencia. Resulta evidente, que el termino para ejercitar la acción de nulidad y restablecimiento del derecho por parte de la peticionaria ya precluyó. Por cuanto tenía cuatro meses a partir de la  notificación, publicación, o ejecución del acto para acudir a la jurisdicción contenciosa administrativa. REF: EXPEDIENTE T-60809 Peticionaria: Elba Peña de Roa. Procedencia: Tribunal Superior del Distrito judicial de Santafé de Bogotá. Magistrado Ponente: ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Temas: -La Tutela como mecanismo Transitorio y la Caducidad de las acciones ordinarias. Santa Fe de Bogotá D.C.,  diez y nueve (19 ) de Julio de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, presidida por el Magistrado Alejandro Martínez Caballero e integrada por el Magistrado Fabio Morón Díaz  y el Conjuez Jorge Velez García. NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCIÓN Ha pronunciado la siguiente SENTENCIA ANTECEDENTES Con base  en los artículos 86 de la Constitución Política de Colombia  y 33 del Decreto No.2591 de  1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para   efectos de realizar su revisión, la acción de tutela de la referencia. Por reparto le correspondió el  presente negocio a la Sala Sexta de Revisión. El Magistrado Ponente, inicialmente Hernando  Herrera Vergara se declaró impedido. Aceptado su impedimento se designó como Conjuez a Jorge Vélez García quién se posesionó. 1. La señora  Elba Peña de Roa , actuando en representación de su hija Lucía Roa Peña, interpone acción de tutela contra el Ministerio de  Relaciones Exteriores de la República de Colombia, en virtud de la no expedición del documento de declaración de no objeción , para el cambio de visa J-1  por la correspondiente que le otorgue el gobierno de los Estados Unidos para  continuar sus estudios postdoctorales en la Universidad de Yale. 2. Los hechos, motivo de la presente acción  implican a Lucia Roa Peña, médica de profesión y de nacionalidad Colombiana, estudiante  de Post-doctorado en proyectos de Investigación Científica en el Departamento de Ginecología y Obstectricia de la Universidad de Yale. 3. Mediante petición de la interesada, con fecha 11 de enero de 1994, se solicitó al Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia  la expedición del Certificado de no objeción por parte del gobierno Colombiano, requisito  establecido por el gobierno de los Estados Unidos  y determinado por sus leyes de inmigración, a fin de continuar sus actividades posdoctorales. 4. El Ministerio de Relaciones Exteriores , mediante oficio número 21213 del 28 de julio de 1994, dirigido a la señora  Lucia  Roa Peña  determinó negar el Certificado solicitado. Señaló el Ministerio que las visas J-1 son otorgadas por el Gobierno de los Estados Unidos, a los estudiantes cubiertos por programas de intercambio educativo, becas, fondos o cuando el área de estudio esté comprendida en la lista de prioridades para el país. A su vez  expresó, que “de acuerdo a la información, a ellos suministrada  se pueden solicitar prórrogas de las visas J-1 sin que las autoridades de inmigración de los Estados Unidos exijan el certificado de no objeción”. Argumentó, que en materia migratoria el Estado anfitrión tiene discrecionalidad para otorgar o modificar la visa, por lo que el otorgamiento del certificado de no objeción, no es documento indispensable para que el Estado otorgue o cambie la Visa. 5. La accionante, Elba Roa de Peña señaló que su hija Lucia Roa Peña, durante su permanencia en los Estados Unidos, y en el período de sus estudios postdoctorales, no recibió ayuda económica de ninguna naturaleza por parte del Gobierno Colombiano, o de otros organismos Gubernamentales. De igual manera su entrenamiento no forma parte de programas de asistencia técnica y no ha recibido becas o cargos en el exterior. 6. Mediante certificación, suscrita por la jefe de División de Programas Internacionales expedida por el Instituto Colombiano de Creditos en el Exterior (ICETEX) se pudo comprobar que Lucía Roa Peña no fue beneficiaria de beca alguna por parte del Gobierno Colombiano para adelantar sus estudios en los Estados Unidos. 7. Elba Peña de Roa, quien ha actuado en esta tutela en representación de su hija, estimó que la negativa del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, vulneró los derechos fundamentales al libre desarrollo de la personalidad, la libertad de aprendizaje, investigación y circulación, así como el derecho al trabajo; consagrados en los artículos 13, 16,24, y 27 de la Constitución Política. 1. Sentencia del Tribunal Superior del Distrito judicial de Santafé de Bogotá, D.C (Sala Laboral). El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, D.C (Sala Laboral) que conoció en primera instancia de la acción de tutela de la referencia, mediante sentencia del veintidos (22) de noviembre de mil novecientos noventa y cuatro, resolvió conceder la tutela  y ordenó al Ministerio de Relaciones Exteriores expedir a la doctora Lucía Roa Peña el documento de “Declaración de no objeción” para cambio de visa J-1 y disponer la tramitación de dicho documento por conducto de la Embajada de Colombia ante el gobierno de los Estados Unidos de Norte América con destino a las autoridades competentes del País. Tal decisión se sustentó en la doctrina  establecida por esta Corte en sentencia T-532, del 23 de septiembre de 1992, con ponencia del Magistrado Eduardo Cifuentes Muñoz. 2. La Impugnación El señor Héctor Adolfo Sintura Varela, actuando  en representación del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, impugnó la decisión proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial ( Sala Laboral) el día 22 de noviembre de 1994, con base en los siguientes argumentos: 1. El otorgamiento de la visa J-1 por parte del gobierno Estadounidense, genera el compromiso que adquiere el estudiante de regresar al país por dos años. Entonces el titular de la visa es quien se obliga voluntaria y autónomamente a regresar a su patria por razones  de simple conveniencia nacional. 2. Del fallo proferido por el Consejo de Estado, el seis de octubre de 1993, se infiere que la carta de no objeción, es un acto administrativo, y como tal tiene la característica de estar sometido al control Contencioso Administrativo. 3. Debe tenerse en cuenta lo sostenido por la Corte Constitucional en sentencia No. T-562 del 6 de diciembre de 1993 que señaló: “En este sentido debe reiterar la Corte que la misión del juez de Tutela es la de proteger los derechos fundamentales, Cuando ocurre una amenaza o vulneración, pero siempre y cuando no exitan otros medios de defensa judicial, ni desconozcan procedimientos o trámites propios, bien de otras jurisdicciones o de otras actuaciones propias de la administración. Sostiene el impugnante: “Se deduce entonces, que la Doctora Lucia Roa Peña debió acudir primero a la vía Jurisdiccional de lo Contencioso Administrativo antes de entablar la tutela. Hecho éste que hasta donde tiene conocimiento este Ministerio no se ha iniciado”. 4. Reitera que “La capacitación de los nacionales Colombianos en el exterior, debe enmarcarse dentro del  interés público en concordancia con el precepto constitucional (artículo 67), mediante el cual se consagra que la educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función social”. 3. Sentencia de la Corte Suprema de Justicia (Sala de Casación Laboral) Impugnada la decisión por el Ministerio de relaciones exteriores, fue revocada por Sala de casación laboral mediante sentencia del 19 de enero de 1995. En el caso sometido a su juicio la Corte  Suprema de Justicia señalo: “En el caso examinado la peticionaria cuenta con otro ,medio de defensa judicial, cual es el de acudir en demanda, si lo desea, ante la Jurisdicción Contencioso administrativa, con el fin de obtener la invalidez del acto administrativo, mediante el cual el Ministerio de Relaciones Exteriores le negó el certificado de no objeción para el cambio de visa J-1 A h-1(folios 15 y 16 ). Así las cosas, la tutela resulta improcedente, en la medida en que no se está en presencia de un perjuicio irremediable,dado que de tener éxito con la demanda enunciada, obviamente obtendría el Certificado requerido de no objeción hasta ahora negado”. “De otro lado, se destaca que la peticionaria, como ella misma lo afirma en el hecho de su escrito, ingresó como turista a los Estados Unidos el 28 de abril de 1993 y en un período relativamente  obtuvo su visa J-1, según lo advierte desde el 18 de agosto del mismo año, lo que le da derecho a permanecer en dicho País hasta por siete años, con la posibilidad de  prorrogarlos, demostrándose con ello que la negativa al cambio de visa, por ahora en manera alguna le afecta su preparación profesional. II. FUNDAMENTOS JURIDICOS 1. Competencia Es competente esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional para conocer de la revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86, inciso Segundo y 241 númeral noveno de la  Constitución con los artículos 33, 35, y 42 del Decreto No. 2591 de 1991. Además, su examen se hace por virtud de la selección que de dichas acciones practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma señalada por el reglamento de esta Corporación y  con  los trámites establecidos para el impedimento relacionado al principio de este fallo. 2. Tema a tratar La peticionaria interpone acción de tutela en representación de la señorita Lucia Roa Peña porque la negación de la claúsula de no objeción por parte del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia vulneró los derechos fundamentales  del trabajo, libre desarrollo a la personalidad, aprendizaje. Se plantea la procedencia de la tutela como mecanismo adecuado, mientras se tramita la nulidad del acto administrativo en cuestión expedido por el  Ministerio antes citado. En ese orden de ideas, se reiterará la jurisprudencia de  la Corporación en ese sentido. Pero desde ya se advierte que  si oportunamente la accionante  no acudió  ante la Jurisdicción Administrativa, no operará el mecanismo transitorio. 3. La tutela como mecanismo transitorio y la caducidad de las acciones ordinarias Al respecto  de la procedencia de la acción de tutela   como mecanismo transitorio para salvaguardar los derechos fundamentales  vulnerados, en un caso similar al de esta acción de tutela, la jurisprudencia actual de la Corte Constitucional es la siguiente: “Al consagrar la acción de tutela, la instituyó como procedimiento subsidiario, es decir, como medio ordenado específicamente a la defensa de los derechos fundamentales cuando para ese mismo fin no exista dentro del ordenamiento jurídico , con efectividad igual o superior, un medio judicial distinto.No quiso  el Constituyente propiciar la dualidad de procedimientos frente a situaciones idénticas y con objetos iguales, ni buscó sustituir los procesos existentes por un mecanismo de universal aplicación apto para resolver todo tipo de controversias. Por el contrario, mantuvo la legislación que venía rigiendo, en cuanto no fuera incompatible con las nuevas disposiciones constitucionales, reservando la tutela para la finalidad específica de garantizar la prevalencia de los derechos  constitucionales fundamentales, aunque sobre la base de que fuera usada cuando, consideradas todas las posibles vías procesales, fuera la única apropiada para obtener efectiva y oportunidad para obtener efectiva y oportuna protección judicial. Así las cosas, es improcedente la acción de tutela cuando se tiene a mano otro medio judicial para lograr el propósito buscado, a menos que el afectado se encuentre ante el peligro inminente de un daño irreparable, pues, en éste último evento la urgencia de proteger los derechos fundamentales impone la intervención judicial, si bien transitoria, por cuanto la decisión del Juez ordinario podría llegar demasiado tarde frente a una situación grave ya creada. La transitoriedad de la tutela que puede impetrarse ante la  evidencia de un perjuicio irremediable está intimamente relacionada con la circunstancia   de que los procesos ordinarios  no arrojan un resultado inmediato.Por ello , la duración del amparo depende del tiempo en que el juez competente haya de resolver sobre el asunto planteado a tráves de otro medio de defensa. Pero, desde luego , el mismo carácter transitorio de la tutela exige del peticionario la carga de instaurar la acción indicada para que dicho medio judicial pueda operar. De lo contrario, la medida correspondiente- que , según la Constitución, tiene una naturaleza precaria- se convertiría en definitiva, sustituyendo al medio ordinario. En otros términos, la acción de tutela en tales casos está condicionada a la actividad del interesado, quien se compromete a instaurar el proceso alternativo so pena de que la tutela que se le conceda pierda toda eficacia. De allí que el artículo 8° del decreto 2591 de 1991 haya dispuesto, con caracter obligatorio para el juez, que en la sentencia debe señalarse tal condición, manifestando “que su orden permanecerá vigente sólo durante  el término que la autoridad judicial competente utilice  para decidir de fondo sobre la acción instaurada por el afectado (subraya la Corte ) lo cual significa que este requisito- la instauración de la acción ordinaria- es presupuesto indispensable delamparo constitucional transitorio. La misma norma estipula que, en todo caso, el afectado deberá ejercer dicha acción en un termino de cuatro meses a partir del fallo de tutela.T-095/95, Magistrado Ponente ¨Jose Gregorio Hernández. En  donde prosperó la tutela como mecanismo transitorio porque se desconocía si la  accionante había acudido o no a la jurisdicción Contenciosa Administrativa. 4. El caso en concreto Está claramente establecido que la peticionaria tenía otro mecanismo de defensa judicial, cual era el de ejercer una acción de nulidad  y restablecimiento del derecho contra el acto administrativo del Ministerio de Relaciones Exteriores, que no concedió la cláusula de no objeción.Esta Corporación mediante auto de pruebas , solicitó al Tribunal Administrativo de Cundinamarca (Sección Segunda) un informe para determinar si existe o se ha presentado algún tipo de demanda ejercida por  la accionante Lucia Roa Peña contra el Ministerio de Relaciones Exteriores.El Tribunal Administrativo de Cundinamarca Sección Segunda , que es quien conoce de las acciones de nulidad y restablecimiento del derecho,informó al despacho del Magistrado ponente “Que revisados los libros índices que se llevan en esta sección no se encontró radicada demanda alguna  instaurada por la señora Alba Roa de Peña o Lucia Roa Peña. No obstante lo anterior, esta Corporación quiere resaltar los méritos académicos y personales que llevaron a la doctora Lucia Roa Peña a ingresar a una de las más prestigiosas Universidades  de los Estados Unidos. Así como el esfuerzo , que ha implicado sufragar con su dinero y el de su familia las exigencias propias de una educación superior en otro Pais.De igual manera, esta Sala manifiesta su desacuerdo con la actitud  del Ministerio de Relaciones Exteriores que olvidó los derechos fundamentales de la solicitante y la  consagración  Constitucional de un Estado Social de Derecho,al objetar, el  deseo  manifiesto de la estudiante en mención para continuar su desarrollo personal, acádemico, y laboral en el exterior.Estos objetivos hacían conveniente el otorgamiento solicitado. Pese a lo anterior esta Corporación no puede decidir con base en criterios de conveniencia. Resulta evidente, que el termino para ejercitar la acción de nulidad y restablecimiento del derecho por parte de la peticionaria ya precluyó. Por cuanto tenía cuatro meses a partir de la  notificación, publicación, o ejecución del acto para acudir a la jurisdicción contenciosa administrativa. Esta Corporación  en el pronunciamiento del dos de marzo de 1995, ya citado /T-095)   señaló: “Si al acudir a la acción de tutela , tal oportunidad ha precluído, la consecuencia es obvia : no tiene lugar la protección constitucional transitoria por cuanto carecerá de objeto y sentido.” Dado, para el caso concreto la circunstancia de haber operado el término de caducidad para ejercitar la acción ordinaria contra el acto administrativo proferido por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, se confirmará la sentencia revisada  y proferida por la Corte Suprema de Justicia  el diez y nueve de enero de 1995, pero por las razones explicadas en el  presente fallo. DECISION En  virtud  de las consideraciones expuestas, la Sala Sexta de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, en nombre  del Pueblo y por mandato de la Constitución. RESUELVE Primero: Confirmar  la Sentencia proferida por la Corte Suprema de Justicia (Sala de Casación Laboral) el diez y nueve (19) de enero de 1995, por la razón expuesta en esta Sala de Revisión . Segundo : Para efecto del artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, comuníquese al Tribunal de primera instancia para que haga las notificaciones respectivas. Tercero : Notifíquese al Defensor del Pueblo Notifíquese, comuníquese, publíquese e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. ALEJANDRO MARTÍNEZ CABALLERO Magistrado FABIO MORON DIAZ Magistrado JORGE VELEZ GARCIA Conjuez MARTHA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-313-95 Sentencia No Sentencia No. T-313/95 PENSION DE INVALIDEZ-Fundamental Tratándose de la pensión de invalidez adicionalmente tiene vigencia el principio de la solidaridad. Por eso su reconocimiento y pago tiene un carácter de derecho subjetivo y humano. Y entrará a ser fundamental en una situación concreta al darse algunas condiciones que la jurisprudencia ya ha establecido. COLPUERTOS/PENSIONES CONVENCIONALES/PENSION DE INVALIDEZ-Revisiones médicas La norma convencional en la antigua empresa Colpuertos, que estableció los parámetros para la pensión de invalidez y con base en la cual se hizo el reconocimiento del derecho a tal pensión creó una situación jurídica concreta a los beneficiados, pero esta situación, no excluye la obligación de los pensionados a someterse a las revisiones médicas ajustadas a la ley, establecidas en la convención y de la esencia de la invalidez. La Convención Colectiva invocada por los actores habla de que la pensión de invalidez se pagará durante el tiempo en que el trabajador está inhabilitado. La apreciación de tal estado corresponde darla al médico. De manera que no es válido presentar como derecho fundamental el presunto privilegio de no someterse a revisión médica. Todo lo contrario, quien tiene derecho a una pensión de invalidez debe someterse a las periódicas revisiones médicas que señala la ley a fin de saber si continúa disfrutando o no de tal beneficio. COLPUERTOS-Solidaridad en obligaciones laborales El patrimonio de esas empresas y su justificación jurídica emanan del Estado, y, éste debe acudir solidariamente en su respaldo cuando se trate del pago de obligaciones laborales. Por esta razón es explicable que la Ley 1º de 1991 ordene atender por cuenta de la Nación los pasivos Sociales de Colpuertos. PENSION DE INVALIDEZ-Inexistencia de incapacidad/ENRIQUECIMIENTO SIN CAUSA-Conducta ilícita Si se obligara a seguir pagando la pensión de invalidez habiendo desaparecido dicha invalidez, habría UN ENRIQUECIMIENTO SIN CAUSA y una conducta ilícita. No puede por medio de la tutela impedirse una evaluación médica. Tampoco puede prosperar la acción como mecanismo transitorio, porque la hipótesis de un mejoramiento en la salud no es perjuicio irremediable y, además, el perjuicio irremediable se predica de algo concreto no de una hipótesis. REF: EXPEDIENTE T- 61333 Peticionarios: Esther Rodríguez y otros. Procedencia: Juzgado 8º Penal Municipal de Barranquilla. Temas: -Pensión de invalidez (revisiones médicas). -Solidaridad en las obligaciones laborales. -Proyección de las prestaciones sociales convencionales. -Pensiones extra-legales en COLPUERTOS. Magistrado Ponente: ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Santa Fe de Bogotá D.C., julio diez y nueve (19) de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Alejandro Martínez Caballero, Fabio Morón Díaz y Vladimiro Naranjo Mesa, EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION Ha pronunciado el siguiente SENTENCIA En el proceso de tutela identificado con el número de radicación T-61333 adelantado por Esther Rodríguez y otros contra Foncolpuertos. ANTECEDENTES. 1. Informe previo. La Sala de Selección escogió para revisión la tutela  61333. A la Corte llegó la sentencia de primera instancia, proferida el 5 de diciembre de 1994 por el Juzgado 8º Penal Municipal de Barranquilla, la impugnación a la misma y la sentencia de 2ª instancia del Juez 15 Penal del Circuito de dicha ciudad de 20 de enero de 1995. Pero el expediente llegó incompleto. La Sala consideró que para efectos de averiguar por qué no aparecía la totalidad del expediente debían suspenderse los términos para averiguar lo ocurrido. El ad-quem informó que por equivocación no había remitido un cuaderno y a continuación lo envió a la Corte. Solicitud. Al abogado Franklin Manzano Fernández, le otorgaron poder: Esther Rodríguez Rodríguez, Jesús Enrique Saenz Sterling, William de Jesús Arrieta Gómez, Fanny D' Nubbila Pontier, Oscar Eduardo Melendez Cujar, Héctor Eladio Maury Arguello, Rafael Eugenio Mercado Salgado, Gabriel de Jesús Jímenez Carpió y Nestor Profirió Triviño Medina, para instaurar tutela contra el Fondo de pasivo social de la empresa Puertos de Colombia "Foncolpuertos", con base en estos hechos: "La EMPRESA PUERTOS DE COLOMBIA -Terminal Marítimo y Fluvial de Barranquilla-, reconoció a algunos de los Accionantes Pensión por Invalidez, de conformidad con el art. 117 de la Convención suscrita entre la precitada empresa y los sindicatos de la costa atlántica, como fue el caso de ESTHER RODRIGUEZ RODRIGUEZ, JESUS  SAENS STERLING, WILLIAM DE JESUS ARRIETA GOMEZ, FANNY D' NUBBILA PONTIER, OSCAR EDUARDO MELENDEZ CUJAR, RAFAEL EUGENIO MERCADO SALGADO, GABRIEL DE JESUS JIMENEZ CARPIO Y NESTOR PORFIRIO TRIVIÑO MEDINA. Al señor OSCAR EDUARDO MELENDEZ CUJAR le fue reconocida la pensión de invalidez por conducto del Juzgado Octavo Laboral del Circuito de Barranquilla; a RAFAEL EUGENIO MERCADO SALGADO le fue reconocida su pensión de invalidez, mediante proveído del 05 de Noviembre de 1991 proferido por el Juzgado Primero Laboral de esta ciudad, y a GABRIEL DE JESUS JIMENEZ CARPIO, le fue reconocida administrativamente y confirmada por proveído proferido por el Juzgado Tercero Laboral del Circuito de Barranquilla. A las personas anteriormente citadas se le ha venido cancelando regularmente el valor de sus mesadas pensionales, inicialmente por la Empresa Puertos de Colombia y posteriormente, el Fondo de Pasivo Social de la Empresa Puertos de Colombia, en liquidación. La Empresa Puertos de Colombia fue liquidada de conformidad con la ley 1ª de 1991 del 10 de enero, expedida por el Congreso de Colombia y en su art. 37 revistió al Presidente de la República de facultades para su liquidación, y así crear los entes cuyo objeto sería atender la misma. Con base en esas facultades fueron expedidos los decretos 35, 36 y 37. El Decreto 35 del 03 de enero de 1992 contiene normas sobre el régimen laboral de la Empresa Puertos de Colombia en liquidación. El Decreto 36 del 03 de enero de 1992, creó el Fondo de Pasivo social de la empresa Puertos de Colombia, en liquidación, determinándose en el mismo su denominación, naturaleza, objeto, funciones y domicilio; y el Decreto 37 del 03 de enero de 1992, fijó el régimen presupuestal para la liquidación de la Empresa puertos de Colombia en Liquidación. A los accionantes una vez efectuado el pago correspondiente a la mesada de octubre de 1994, les fue notificada por el Dr. ALVARO SERRANO VIVIUS, una citación para evaluación médico-laboral y la revisión de la pensión de invalidez; este lo hizo en su condición de Coordinador de FONCOLPUERTOS Barranquilla, acatando supuestamente la Resolución 573 de Junio de 1994 emanada de la Dirección General de Foncolpuertos. Sobre lo anterior, se observa lo siguiente: a) Las pensiones reconocidas a los accionantes por invalidez tienen como soporte la Convención Colectiva de Trabajo vigente para la fecha de la prestación de sus servicios (art. 117), lo que constituye un derecho adquirido por parte de los trabajadores, de conformidad con el art. 58 de la Carta Política y que tiene su soporte en una negociación colectiva para regular relaciones laborales, tal como lo señala el art. 55 de la Carta Política y en referencia a lo anterior con el último inciso del art. 53 de la Carta Política cuando dice: La ley, los contratos, los acuerdos y convenios de trabajo no pueden menoscabar la libertad, la dignidad humana ni los derechos de los trabajadores. En consecuencia una resolución de FONCOLPUERTOS Dirección General no puede afectar los derechos adquiridos constitucionalmente por los trabajadores; b) De una clara lectura del Decreto 36 del 03 de enero de 1992 por medio del cual se crea el FONDO DE PASIVO SOCIAL DE LA EMPRESA PUERTOS DE COLOMBIA EN LIQUIDACION, en el cual se determina el objeto y funciones en el cual no se le confirió facultades para efectuar revisión de las pensiones de invalidez, y mal podría un ente liquidador diferente al ente primitivo que reconoció el derecho, proceder contra un acto administrativo ya ejecutoriado; c) La norma convencional que consagra el derecho a la pensión de invalidez  (art. 117), señala que la Empresa Puertos de Colombia antes de los 24 meses siguientes al reconocimiento de la prestación, podrá evaluarlo y reintegrarlo a la planta de personal si recobrare su capacidad de trabajo, pero ocurre que en estos momentos no es dable lo anterior por cuanto la Empresa Puertos de Colombia desapareció, de conformidad con el mandato de la ley 1ª del 10 de enero de 1991 expedida por el Congreso de Colombia, y los cargos de la planta de personal fueron suprimidos razón por la cual se hace evidente que es improcedente a todas luces la revisión pedida puesto que viola claros derechos convencionales y constitucionales de los accionantes." Pide que se deje sin efecto la citación para evaluación médica ya que, según el apoderado, esta citación viola los artículos 39, 53, 55 y 58 C.P., art. 117 de una convención colectiva, la Ley 1º de 1991 y el Decreto 36 de 1992. Respecto del poder otorgado por Héctor Maury Arguello, que aparece en el expediente no hay solicitud de tutela, ni en las sentencias hay referencia a él, ni el apoderado ha expresado algo para deducir que la acción de tutela incluiría a Maury, luego la revisión estudiará sólo los casos de las personas enunciadas en la petición de tutela. Pruebas y elementos de juicio: Existen dentro del expediente los siguientes: a) Ley 1ª de 1991 que determina la liquidación de la empresa Puertos de Colombia y autoriza al Presidente de la República para crear un fondo con personería jurídica, autonomía administrativa y patrimonio propio, con el objeto de atender, por cuenta de la Nación, los pasivos sociales de Colpuertos. b) Decreto 36 de 1992 que creó el Fondo de pasivo social de la empresa Puertos de Colombia, una de cuyas funciones es pagar las mesadas pensionales. c) Convención colectiva, en cuyo art. 117 se establece: "ARTICULO 117. PENSION POR INVALIDEZ. Tendrán derecho a pensión por inválidez aquellos trabajadores que en concepto del Departamento Médico de la Empresa hayan perdido su capacidad de trabajo en una proporción mayor del sesenta y seis por ciento (66%) a consecuencia de inhabilidad física o enfermedad. En este caso, el concepto del Departamento Médico se emitirá una vez que se haya agotado el tratamiento requerido por el término legal o antes, si se juzga que la invalidez, total o parcial, es presumiblemente permanente. El porcentaje de pérdida de la capacidad de trabajo requerido para tener derecho a la pensión de invalidez se determinará en relación directa con la labor u oficio que venía desempeñando el trabajador inválido. Si el trabajador conserva capacidad de trabajo para labores distintas a las que venía desempeñando, la empresa agotará los medios para obtener su rehabilitación y poderlo ubicar en un cargo que pueda desempeñar de acuerdo a su capacidad actual de trabajo, sin desmejorarlo en su asignación salarial anterior. Sólo en el caso de que esto no se logre se procederá al retiro decretándose la pensión. En este momento se liquidará y pagará al trabajador las prestaciones a que tenga derecho. La pensión se pagará durante todo el tiempo por el que el trabajador esté inhabilitado, pero si antes de cumplirse veinticuatro (24) meses de estar gozando de la pensión recobrare capacidad de trabajo que lo habilite para desempeñar un cargo en la Planta de Personal de la Empresa, ésta procederá a reintegrarlo y el término de invalidez se considerará como de servicio para la liquidación de las restantes prestaciones sociales. Si la recuperación ocurriere más tarde habrá lugar al reenganche, pero el período de invalidez no se tendrá en cuenta para la liquidación de prestaciones. La pensión por invalidez será igual al cien por ciento (100%) del promedio mensual del salario devengado por el trabajador en el último año de servicios efectivos." d) Concepto de la Sala de Consulta y Servicio Civil del Consejo de Estado, referente al caso, en algunos de cuyos apartes dice: "En cuanto a la aplicación de dicho beneficio extralegal a los pensionados y sus familiares, es preciso tener en consideración que las prestaciones asistenciales convencionales mantienen su vigencia siempre que, a su vez, los beneficiarios conserven la calidad de pensionados directos de la respectiva empresa; o sea, quienes habiendo obtenido la pensión especial, no hayan cumplido los requisitos para obtener la pensión de ley. Cuando esta última eventualidad ocurra, los derechos asistenciales de los pensionados y sus familiares serán asumidos por la entidad de previsión social a la cual hayan efectuado los aportes. Este fenómeno se produce en virtud de que la seguridad social tiene el carácter de obligatoria, de modo que si existe pensión especial o voluntaria consagrada en pacto o convención colectivos, aquella será sustituída por la legal una vez el trabajador beneficiado cumpla el tiempo de servicio y la edad determinados por la ley. Así que, al asumir el Instituto de Seguros Sociales o la respectiva entidad de previsión, el reconocimiento y pago de la prestación pensional, asumirá también las prestaciones de asistencia correspondientes, de conformidad con las normas que reglamentan su organización y funcionamiento. Mientras tanto, las prestaciones sociales extralegales, que están a cargo del patrono que celebró la convención, subsisten y coexisten con las de carácter legal." y agrega: "Ciertamente, algunos efectos de la convención colectiva pueden prolongarse en el tiempo, por representar derechos adquiridos de los trabajadores. Tal es el caso de las prestaciones extralegales de carácter económico que, como la pensión de jubilación, se reconocen al trabajador que haya cumplido cierto tiempo de servicio y determinada edad, y que por tanto deberá ser pagada a partir de su desvinculación de la empresa. Como también los servicios asistenciales que se vinculan al derecho pensional y que, por tanto, benefician al pensionado, sin perjuicio de que puedan hacerse extensivos también a sus familiares. De modo que el trabajador y personas relacionadas con él por vínculos de parentesco, si es el caso, continuarán siendo titulares de ese derecho, así la convención haya dejado de regir; salvo que en la misma convención se hubiese estipulado la cesación de la prestación asistencial al producirse la liquidación de la empresa. Por lo anterior, la Sala de consulta, respondió: En virtud del libre acuerdo entre las partes, es legalmente válido que empleador y sindicato incluyan en la convención colectiva, prerrogativas para los trabajadores de la empresa que lleguen a pensionarse y para familiares de éstos. La liquidación de una empresa, una vez finiquitada, es causal de extinción de la convención colectiva de trabajo. Sin embargo, las prerrogativas extralegales de los pensionados y sus familiares, pactadas convencionalmente, mantendrán su vigencia y efectos jurídicos, hasta cuando se produzcan las causales de extinción que determine la ley o, sin contrariar ésta, la propia convención. En el caso de la Empresa Puertos de Colombia, cumplido el proceso de liquidación, las obligaciones relativas a las prestaciones sociales extralegales deberán ser asumidas por el establecimiento público denominado Fondo de Pasivo Social, creado por el decreto-ley 36 de 1992." e) Obran en el expediente las pruebas (Resoluciones) por las cuales se reconocieron las pensiones de invalidez de los solicitantes. Nombre Fecha reconocimiento Cuantía pensión Esther Rodríguez R. 22 septiembre de 1992 196.814 J. Enrique Sáenz junio de 1993 449.741 William Arrieta 12 septiembre de 1986 100.651 Fanny D' Nubbila 24 diciembre de 1993 562.844 Oscar Melendez 13 junio de 1991 258.600 Rafael Mercado 12 febrero de 1992 1'146.227 Gabriel Jímenez 23 agosto de 1990 717.937 Néstor Triviño 29 diciembre de 1993 1'231.754 f) Se adjuntó la Resolución 573 de 1994 que ordena la revisión médica de los beneficiados con la pensión de invalidez para que continúen recibiendo sus mesadas, diciéndose que a quien se oponga a la revisión, sin razones válidas, se le suspenderá el pago de la pensión. g) El responsable del fondo declara que el cumplió con lo determinado en la Resolución 573 /94 y por eso mandó citaciones para revisión médica. h) Por lo anterior, se les entregó a cada uno de los pensionados, una comunicación, que motivó la interposición de la tutela, la cual dice: "En la ciudad de Barranquilla a los (26) días del mes de Octubre de Mil Novecientos Noventa y Cuatro (1994), y de acuerdo a la Resolución Nº 573 de Junio de 1994 emanada de la Dirección General de CONCOLPUERTOS, le notificamos que deberá Usted presentarse a la Coordinación Médica de la Clínica del Terminal Barranquilla, los días 1, 2, 3 y 4 de Noviembre del año en curso, con el fin de programarlo para evaluación Médico-Laboral. Su no asistencia, tanto para la programación como para la evaluación Médica, implicará sanciones que determine la ley. La sanción, según se consigna en la Resolución 573/94, es la suspensión del pago de la pensión de invalidez. i) Es importante hacer mención de lo siguiente: Gabriel de Jesús Jímenez, con fundamento en los Decretos 776 y 778 de 1987 y 832 de 1953, le solicitó al Juez Laboral que se ordenara el examen médico para que se evaluara la pérdida de capacidad laboral. Así se determinó por auto de 22 de abril de 1991 y medicina industrial de la División Departamental de Trabajo del Atlántico, mediante dictamen médico 0100 de 1991 conceptuó que la incapacidad laboral era permanente y del 70%. Como la empresa no formuló reparo alguno, el 18 de julio de 1991, el juzgado declaró que el 70% era la pérdida de capacidad laboral de Jímenez. 4. Decisiones. 4.1. Del Juez de primera instancia (5 de diciembre de 1994). El Juzgado 8º Penal Municipal de Barranquilla negó la tutela porque consideró que existe otra vía judicial, a saber: demandar, ante la jurisdicción administrativa la Resolución que ordenó los examenes médicos y la suspensión del pago de la pensión si no se efectuaba el examen. 4.2. Del Juez de segunda instancia (20 de enero de 1995). Interpuesta oportunamente la impugnación, el proceso le correspondió al Juzgado 15 Penal del Circuito de Barranquilla, quien analizó: "Por lo tanto se procede a modificar el fallo impugnado proferido por el Juzgado Octavo Penal Municipal en lo referente a que se respeten los derechos adquiridos por los mencionados accionantes en el sentido de que si se someten a examenes médicos laborales por parte de la empresa debe respetarse lo adquirido por convención colectiva, ya que la naturaleza fundamental del derecho a la pensión de invalidez es derivación directa e inmediata del derecho fundamental al trabajo por lo tanto no puede ser modificado por una ley posterior porque estaría violando el principio de la cosa juzgada." Tal razonamiento está integrado con la siguiente decisión consignada en la parte resolutiva: "MODIFICAR el fallo proferido el 5 de Diciembre de 1994 por el Juzgado Octavo Penal Municipal de esta ciudad en el sentido de tutelar como mecánismo transitorio los derechos adquiridos por los pensionados accionantes en el sentido de que se respeten los derechos constitucionales fundamentales consagrados por los motivos expuestos en el proveído de este fallo." FUNDAMENTOS JURIDICOS A. COMPETENCIA. Es competente esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional para conocer de revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86 inciso segundo y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 35 y 42 del Decreto No. 2591 de 1991; además, su examen se hace por virtud de la selección que de dicha acción practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma señalada por el Reglamento de esta Corporación. B. TEMAS JURIDICOS A TRATAR. Se reiterará que el reconocimiento y pago de la pensión de invalidez, es derecho fundamental cuando de él dependen otros derechos fundamentales como la vida, la dignidad, la igualdad, la integridad de la persona. Se estudiará luego la validez de las pensiones extra-legales y su proyección más allá de la existencia de la empresa que las reconoció, y, en caso de empresas públicas que fueren liquidadas (p. ej. Colpuertos), la Nación debe responder solidariamente por las obligaciones labores causadas. También se analizará la importancia, obligación y oportunidad de las revisiones médicas, para los pensionados por invalidez, para concluir que la orden de revisión médica no vulnera el derecho del pensionado por invalidez siempre y cuando se ajuste al ordenamiento legal. 1. La pensión es un derecho subjetivo. La pensión, cuando ha adquirido la condición de situación jurídica concreta, merece la especial protección ya señalada por esta Sala de Revisión al estudiar la transformación jurisprudencial que a partir de 1946 se dio al tema de las pensiones. Hizo la Corte Constitucional, en la sentencia aludida (T-456/94, M.P. Alejandro Martínez Caballero) un recuento histórico desde cuando la pensión se consideraba como una GRACIA o RECOMPENSA GRATUITA[1]. Dice la Corte Constitucional: "Con estas actitudes, nadie se atrevía a plantear en aquél entonces que se considerara a las pensiones como derecho adquirido[2]. Se necesitó que el Consejo de Estado principiara a darle un nuevo enfoque a la liquidación de las pensiones para que lo que había sido salvamento de voto en 1915 se convirtiera en doctrina mayoritaria de la Corte Suprema en 1946. La inicial tesis de la Corte Suprema fue variada radicalmente el 28 de febrero de 1946, por sentencia del doctor ANIBAL CARDOSO GAITAN, cuando se declaró inexequible el artículo 9 del Decreto de 1932. Dijo la Corte Suprema: "El régimen jurídico de la pensión de retiro, como el del sueldo, depende de la naturaleza jurídica de la pensión. en tanto que las condiciones legales no se han llenado (pensión eventual) el agente público se halla en una situación legal y reglamentaria; cuando las condiciones legales se han llenado, aquél se encuentra en una situación jurídica individual"[3] Para llegar a estas conclusiones, la sentencia considera al sueldo y a la prestación como "ventajas personales" y les da como respaldo constitucional el respeto que se debe tener a los derechos adquiridos "con arreglo a las leyes civiles" (artículo 10 del Acto Legislativo # 1 de 1936). Este viraje, expresado en una decisión que estableció inconstitucional el tope máximo para pensiones, fijaba además estos criterios: "Desde que un agente público ha llenado las condiciones preestablecidas y se ha producido por los medios legales el reconocimiento de una pensión en su favor, tiene el status que corresponde a una pensión adquirida. El derecho del agente público es entonces irrevocable en el sentido de que las condiciones, las bases de la liquidación, las tarifas que resultan de los textos legislativos en vigor en tal momento, no podrían ser modificados en detrimento suyo".[4] En 1961 reitera la Corte Suprema, en sentencia de constitucionalidad, que las pensiones son derechos personales de los beneficiarios y créditos contra la entidad que la concede[5] y, tanto el antiguo Tribunal Supremo del Trabajo como luego la Sala de Casación Laboral de la Corte, ya no ponen en duda que cuando el pensionado adquiere una situación jurídica concreta no puede menoscabársele. Esto se acerca mucho a la interpretación de la Carta del 1991 que permite afirmar que las prestaciones sociales adquiridas son derechos subjetivos, patrimoniales. La Nueva Constitución se expidió precisamente con el fin de asegurar el trabajo dentro de un marco económico y social justo (Preámbulo de la Carta), caracterizándose al Estado como social de derecho, fundado entre otras cosa en el respeto al trabajo (artículo 1º), teniendo como uno de sus fines esenciales la efectividad de los derechos dentro de los cuales está la remuneración, el reajuste y el pago oportuno de la pensión (artículos 53, 46 y 48). No hay la menor duda de que salario y prestaciones son protegidos constitucionalmente. Es más, el constitucionalismo del 91 no se limita a promulgar los derechos, a dejarlos escritos, sino a protegerlos realmente. "Ahora bien, en derecho público como en derecho privado, la efectividad de las obligaciones sólo se logra si existen los mecanismos judiciales necesarios para que los individuos puedan existir tales conductas por parte del Estado. De lo contrario el derecho se convierte en una mera proclamación de propósitos que nadie asume como propios. En el caso de los derechos constitucionales fundamentales se ha establecido la tutela con el fin de hacer efectivos los derechos de manera pronta y adecuada. La acción de tutela es la respuesta instrumental al propósito del constitucionalismo contemporáneo, según el cual las personas deben gozar efectivamente de sus derechos fundamentales"[6] El criterio para saber cómo se protege este derecho fundamental, ha sido fijado en varias sentencias de la Corte Constitucional, por ello, viene al caso hacer esta referencia: "Esta Corporación estima que las conductas omisivas de las entidades encargadas de la seguridad social (Caja Nacional de Previsión Social, Instituto de los Seguros Sociales) en atender y cumplir debida y prontamente con sus obligaciones frente a los pensionados atenta contra el principio fundamental que rige nuestro Estado social de derecho y que constituye uno de sus fines esenciales, consistente en la eficacia real y no formal de los derechos fundamentales de los asociados. En efecto, el simple reconocimiento de las pensiones no implica que el derecho haya sido satisfecho en debida forma. Para ello es indispensable en aras de darle eficacia material, que efectivamente al pensionado se le cancelen cumplidamente las mesadas futuras y atrasadas, y que se le reconozca en aquellos casos que así se solicite, obviamente si se dan los presupuestos legales, la reliquidación o reajuste de la pensión a que tiene derecho. Obligación que debe hacerse efectiva dentro de los términos legales previstos para ello, en aras a no afectar ni desmejorar los derechos ni la calidad de vida de los pensionados."[7] 2. Cuándo la pensión de invalidez es derecho fundamental. Tratándose de la pensión de invalidez adicionalmente tiene vigencia el principio de la solidaridad. Por eso su reconocimiento y pago tiene un carácter de derecho subjetivo y humano. Y entrará a ser fundamental en una situación concreta al darse algunas condiciones que la jurisprudencia ya ha establecido. En sentencia T-440/94. M.P. Fabio Morón Díaz, se precisó cuándo la pensión de invalidez es DERECHO FUNDAMENTAL DERIVADO: "Como lo ha expresado en diversas oportunidades esta Corporación, el derecho a la seguridad social no  está expresamente consagrado en la Constitución como un derecho fundamental.  Sin embargo, este derecho establecido en forma genérica en el artículo 48 de la Constitución, adquiere el carácter  de fundamental cuando, según  las circunstancias del caso, su reconocimiento  tiene la potencialidad de  poner en peligro otros derechos y principios fundamentales como la vida, la dignidad humana, la integridad  psíquica, moral o el derecho a la igualdad entre las personas. Desde otro punto de vista, se dice que el derecho a disfrutar de la pensión, en ocasiones, comparte la naturaleza de fundamental, dada su  derivación directa e inmediata del derecho al trabajo,  considerado también como principio esencial del Estado social de derecho, y siempre que su titularidad recaiga en  personas que gozan de su pensión por diversas  razones. En repetidas ocasiones, esta Corporación también se ha pronunciado sobre el derecho a la seguridad social,  en especial los derechos a la pensión de vejez, de jubilación y la invalidez que giran  en rededor de los pensionados, quienes merecen una especial consideración como parte de la sociedad y el Estado, buscando la plena efectividad de todos sus derechos, en forma que éstos no se conviertan simplemente en la enunciación  de premisas que no van a tener un fin práctico. En el caso sub-exámine, encontramos que el ISS procedió equivocadamente; en efecto, desde un comienzo, ese ente administrativo, mediante sendos actos administrativos (resoluciones 12907 de 1976 y 03511 de 1981), concedió la calidad de pensionado por incapacidad permanente al peticionario.  De las pruebas que obran en el expediente, se advierte la actuación ilegal del ISS, que en forma insolidaria y negligente despojó al asegurado de su pensión de invalidez permanente, y demás prestaciones asistenciales, sin mediar citación y decisión de ninguna especie -pues en el expediente no aparece prueba sobre citación alguna-; suspendió la pensión, que luego trata de justificar con las resoluciones posteriores 03430 de 1991 y 5964 de 1991 sin adelantar ningún proceso. Es evidente que la administración, unilateralmente dejó al peticionario GABRIEL RODRIGUEZ ARANGO, en situación precaria, le quitó el medio que tenía para su congrua subsistencia, lo del diario vivir, y consecuentemente los servicios médicos, en perjuicio de su salud y seguridad social, que es la base de la vida misma y el derecho a su rehabilitación. En conclusión, no se puede, unilateralmente, suprimir o suspender una pensión de invalidez. Si bien es cierto que el reconocimiento de esta clase de pensiones constituye una situación consolidada al pasado y es una situación condicionada al futuro, de todas maneras no se puede despojar al asegurado de su pensión sino cuando desaparece la incapacidad que motivó la pensión de invalidez, en razón de que al ser rehabilitado para trabajar no tiene sentido ni es socialmente justo mantenerlo inactivo. 3. Las pensiones convencionales. Son las decretadas con fundamento en una convención colectiva por lo cual los requisitos para adquirirla son menos exigentes que los señalados por la ley. En el caso que motiva esta tutela, a los trabajadores de Colpuertos que hubieran perdido su capacidad de trabajo en un 66% se les reconocía la pensión de invalidez, la cual "se pagará durante todo el tiempo por el que el trabajador esté inhabilitado" y equivale al 100% del promedio mensual. No hay la menor duda, como lo afirma el Consejo de Estado, en providencia de 19 de julio de 1993, que: "Las prerrogativas extralegales de los pensionados y de los familiares de éstos, reconocidas por Puertos de Colombia, se mantendrán aunque las convenciones vayan expirando".[8] En el mismo sentido de proteger los derechos adquiridos por los trabajadores de Colpuertos mediante Convención Colectiva, hubo este pronunciamiento de la Corte Constitucional: "El Gobierno Nacional, al dictar con posterioridad a la fecha de la firma de las convenciones un decreto que reduce los derechos pensionales de los trabajadores sindicalizados, ha desconocido los derechos adquiridos con arreglo a la ley, pieza capital de nuestro ordenamiento jurídico que aparece en la nueva carta fundamental en el inciso 1o. del art. 58...". "No es de recibo afirmar que la vulneración de los derechos de los trabajadores sólo se produce  en aquellos casos en los que determinados trabajadores o empleados cualifican para ser pensionados o indemnizados bajo los parámetros de las convenciones colectivas" "No es así porque lo ganado en una convención colectiva significa un derecho en sí mismo para el trabajador, que en algún momento de su vida de trabajo se verá confrontado con la realización de la hipótesis normativa. Pero, además, es derecho actual y no mera expectativa pues se trata de una conquista de ese conjunto específico de trabajadores que laboran en Colpuertos". "Se configura así mismo una violación al derecho a la negociación colectiva consagrado en el artículo 55 de la Constitución Política, porque el Gobierno, al expedir el Decreto 035 bajo estudio, en su artículo 6o. desconoció el poder vinculante de las convenciones colectivas, como mecanismos creadores de normas jurídicas obligatorias para las partes". "El quebrantamiento del canon constitucional que consagra el derecho a la negociación colectiva lleva ineludiblemente a la infracción de la norma que protege el derecho a la asociación sindical (art. 39 C.P.) por tratarse de dos derechos ligados entre sí, ya que la negociación colectiva es consecuencia de la existencia de sindicatos que adelanten la negociación por parte de los trabajadores..."[9] La importancia de la Convención Colectiva también la ha reconocido la Corte Constitucional: "El derecho de negociación colectiva es consustancial con el derecho de asociación sindical; su ejercicio potencializa y vivifica la actividad de la organización sindical, en cuanto le permite a ésta cumplir la misión que le es propia de representar y defender los intereses económicos comunes de sus afiliados, y hacer posible, real y efectivo el principio de igualdad (art. 13 C.P.), si se tiene en cuenta, que dicha organización, por su peso específico, queda colocada en un plano de igualdad frente al patrono. Se busca cumplir así la finalidad de "lograr la justicia en las relaciones que surgen entre patronos y trabajadores, dentro de un espíritu de coordinación económica y equilibrio social" (art. 1o. C.S.T.)"[10][CC1] Tal campo de aplicación de las normas convencionales venía desde el Decreto 2350 de 1944, art. 2º; estaba en la Ley 6ª de 1945, art. 46, en los originarios artículos del C.S.T., 470 y 471 y en los artículos 37 y 38 del Decreto 2351 de 1965 y tuvo interpretación jurisprudencial en variada jurisprundencia de la Corte Suprema, v. gr., la sentencia de 18 de mayo de 1988 y la de 27 de marzo de 1981. En esta última hay un concepto muy importante: "El contrato no es ley para terceros. Sin embargo, por excepción la ley permite derivar beneficios y obligaciones de un convenio a personas que no lo celebraron y que juridicamente se encuentran hoy definitivamente caracterizados en el Derecho del Trabajo y se conocen como la extensión terceros de los efectos del contrato". La proyección en el tiempo de una Convención está explicada por la Corporación de la siguiente forma: "El elemento normativo de la convención se traduce en una serie de disposiciones, con vocación de permanencia en el tiempo, instituídas para regular las relaciones de trabajo individual en la empresa; en virtud de dichas disposiciones se establecen anticipadamente y en forma abstracta las estipulaciones que regirán las condiciones individuales para la prestación de los servicios, esto es, los contratos individuales de trabajo. Las cláusulas convencionales de tipo normativo constituyen derecho objetivo, se incorporan al contenido mismo de los contratos de trabajo y, en tal virtud, contienen las obligaciones concretas del patrono frente a cada uno de los trabajadores, como también, las obligaciones que de modo general adquiere el patrono frente a la generalidad de los trabajadores, v. gr., las que fijan la jornada de trabajo, los descansos, los salarios, prestaciones sociales, el régimen disciplinario, o las que establecen servicios comunes para todos los trabajadores en el campo de la seguridad social, cultural o recreacional."[11] En conclusión, la norma convencional en la antigua empresa Colpuertos, que estableció los parámetros para la pensión de invalidez y con base en la cual se hizo el reconocimiento del derecho a tal pensión creó una situación jurídica concreta a los beneficiados, pero esta situación, no excluye la obligación de los pensionados a someterse a las revisiones médicas ajustadas a la ley, establecidas en la convención y de la esencia de la invalidez. 4. La revisión médica de los pensionados por invalidez. Si la pensión de invalidez es tutelable siempre y cuando afecte un derecho fundamental (v. gr. el derecho al trabajo, o a la vida), es lógico que en tal caso el presupuesto básico para que alguien invoque como fundamental el derecho a la seguridad social es el de que su invalidez le impide trabajar. Y esto es tan obvio que la Ley 100 de 1993, artículo 44 establece: "Art. 44.-Revisión de las pensiones de invalidez. El estado de invalidez podrá revisarse: a) Por solicitud de la entidad de previsión o seguridad social correspondiente cada tres (3) años, con el fin de ratificar, modificar o dejar sin efectos el dictamen que sirvió de base para la liquidación de la pensión que disfruta su beneficiario y proceder a la extinción, disminución o aumento de la misma, si a ello hubiere lugar. Este nuevo dictamen se sujeta a las reglas  de los artículos anteriores. El pensionado tendrá un plazo de tres (3) meses contados a partir de la fecha de dicha solicitud, para someterse a la respectiva revisión del estado de invalidez. Salvo casos de fuerza mayor, si el pensionado no se presenta o impide dicha revisión dentro de dicho plazo, se suspenderá el pago de la pensión. Transcurridos doce (12) meses contados desde la misma fecha sin que el pensionado se presente o permita el examen, la respectiva pensión prescribirá. Para readquirir el derecho en forma posterior, el afiliado que alegue permenacer inválido deberá someterse a un nuevo dictamen. Los gastos de este nuevo dictamen serán pagados por el afiliado, y b) Por solicitud del pensionado en cualquier tiempo y a su costa." En la presente tutela hay un ejemplo de dictamen médico a petición del mismo trabajador, solicitud que se tramitó en un Juzgado Laboral, con respaldo en los Decretos 776 y 778 de 1987 y 832 de 1953.[12] Pero, adenmás, hay estas otras normas: El Acuerdo 049 de 1990 del I.S.S. que reza: "Art. 11.- Obligatoriedad de las revisiones y prescripciones médicas. El asegurado que solicite pensión de invalidez y quien esté en goce de la misma, deberán someterse a las revisiones, reconocimientos y examenes médicos periódicos que ordene el instituto, con el fin de que los médicos laborales de esta institución, procedan a calificar la invalidez, disminuir su cuantía, aumentarla o declarar extinguida la pensión, cuando de dicho control médico resultare, que la incapacidad se ha modificado favorablemente, agravado o desaparecido. El pensionado por invalidez igualmente estará obligado a someterse a los tratamientos curativos y de rehabilitación que le sean prescritos por los médicos del instituto. El no acatamiento a lo dispuesto en este artículo, producirá según el caso, la suspensión del trámite de la pensión o de su pago. Uno y otro se reanudarán, si subsiste la invalidez, en la fecha en que el beneficiario se someta a las prescricpiones médicas correspondientes." El artículo 67 del Decreto 1848 de 1969 que estableció: "Toda persona que perciba pensión de invalidez está obligada a semeterse a los examenes médicos periódicos que ordene la entidad pagadera de la pensión con el fin de que ésta proceda a disminuir su cuantía, aumentarla... o declararla extinguida si de dicho control médico resultare que la incapacidad se ha modificado favorablemente..." El artículo 281 del Código Sustantivo del Trabajo: "Art. 281.- PAGO DE LA PENSION. 1. La pensión de invalidez se paga provisionalmente durante el primer año de incapacidad, pudiendo examinarse periódicamente al inválido con el fin  de descubrir las incapacidades en evolución, evitar la simulación y controlar su permanencia. Vencido ese año se practicará examen médico y cesará la pensión si el inválido ha recuperado más de la tercera parte de su primitiva capacidad de ganancia. 2. Sin embargo, puede cancelarse la pensión en cualquier tiempo en que se demuestre que el inválido ha recuperado más de la tercera parte de su primitiva capacidad de ganancia." La misma Convención Colectiva invocada por los actores habla de que la pensión de invalidez se pagará durante el tiempo en que el trabajador está inhabilitado. La apreciación de tal estado corresponde darla al médico. De manera que no es válido presentar como derecho fundamental el presunto privilegio de no someterse a revisión médica. Todo lo contrario, quien tiene derecho a una pensión de invalidez debe someterse a las periódicas revisiones médicas que señala la ley a fin de saber si continúa disfrutando o no de tal beneficio. 5. Qué efectos tienen las revisiones médicas? Según el Código Sustantivo del trabajo, al inválido se lo puede examinar periódicamente durante el primer año a efectos de cesar o no la provisionalidad de la pensión de invalidez. De acuerdo con la Ley 100 de 1993 las pensiones de invalidez se pueden revisar cada tres años a solicitud de la entidad de previsión o seguridad social correspondiente. Para el caso de esta tutela, el artículo 117 de la Convención Colectiva dice: "Pero si antes de cumplirse veinticuatro (24) meses de estar gozando de la pensión recobrare capacidad de trabajo que lo habilite para desempeñar un cargo en la planta de personal de la Empresa ésta procederá a reintegrarlo y el término de invalidez se considerará como de servicio para la liquidación de las restantes prestaciones sociales. Si la recuperación ocurriere más tarde habrá lugar al reenganche, pero el período de invalidez no se tendrá en cuenta para la liquidación de prestaciones." La manera de saber si hay o no recuperación es la revisión médica, y, los efectos del dictamen médico, para el caso de quienes laboraban en Colpuertos, según la Convención, son: o se mantiene la pensión o se reintegra o reengancha al trabajador si hubo recuperación de la salud. Hay una relación directa entre la rehabilitación y el no mantenimiento de la pensión de invalidez. El problema radica en que COLPUERTOS fue liquidado y, entonces, quién asume el cumplimiento de las obligaciones laborales? Todo dependerá del resultado médico. Cuatro serían las hipótesis que se presentarían: se aumenta la incapacidad (sería irrelevante porque en la Convención el porcentaje de la mesada es del 100%); se disminuye la incapacidad pero continúa por encima del límite para la pensión (también sería irrelevante por la razón ya dicha); se mantiene la incapacidad (caso en el cual no hay problema alguno); o se disminuye por debajo del límite para gozar de pensión de invalidez, en cuyo caso no se producirá tampoco un perjuicio irremediable porque el Estado asume la responsabilidad, no sólo porque la Ley 1ª de 1991 y sus decretos reglamentarios lo indican, sino por lo siguiente: El art. 1º de la Ley 151 de 1959 establece: "Las empresas y establecimientos públicos descentralizados, cualquiera que sea la forma de administración adoptada, son parte de la administración pública; sus bienes y rentas, por su origen, son desmenbración del patrimonio público, y están afectados a la prestación de servicio público, culturales o sociales....." El decreto 1050 de 1968 dice en su artículo 6º que las empresas industriales y comerciales del Estado tienen "capital independiente, constituido totalmente con bienes o fondos públicos comunes, los productos de ellos, o el rendimiento de impuestos, tasas o contribuciones de destinación especial." Significa lo anterior que el patrimonio de esas empresas y su justificación jurídica emanan del Estado, y, éste debe acudir solidariamente en su respaldo cuando se trate del pago de obligaciones laborales. Por esta razón es explicable que la Ley 1º de 1991 ordene atender por cuenta de la Nación los pasivos Sociales de Colpuertos. Esta actitud no está  desligada de la teoría administrativa moderna. Aunque allí se habla de responsabilidad subsidiaria y no solidaria. Miguel Marienhoff[13] al hablar de la responsabilidad de las Estidades autárquicas dice: "Normalmente, la entidad misma hará frente a su responsabilidad, utilizando para ello los fondos o bienes de afectación de que dispone. Pero puede ocurrir que el ente autárquico no pueda hacer efectiva su responsabilidad, por insuficiencia o falta de activo. ¿Quién responde en tal supuesto? La doctrina -cuyas conclusiones comparto- halláse conteste en que, en tales eventos, responde el "Estado" creador del ente, ello por aplicación de los principios sobre responsabilidad "indirecta", que en nuestra legislación aparece contemplada en el artículo 1113 del Código Civil, cuyo texto dice así: "La obligación del que ha causado un daño se extiende a los daños que causaren los que están bajo su dependencia o por las cosas que se sirve, o que tiene a su cuidado". En la especie, el ente autárquico sería el "dependiente" y el Estado el "principal". Trátase de una adaptación del supuesto contemplado en el artículo 1113 del Código Civil, al caso de responsabilidad del Estado por obligaciones    -cualquiera sea su origen- de una entidad autárquica, adaptación que juzgo plausible, no sólo por la similitud de situaciones, sino especialmente porque la propiedad de los bienes que la entidad autárquia tiene "afectados" par a el cumplimiento de sus fines, le pertenece al Estado. De manera que, en última instancia, la responsabilidad del ente autárquico debe ser cubierta por el Estado. Si bien en derecho privado los autores consideran que el responsable indirecto es solidario con el responsable directo, y que en ese orden de ideas el principal es deudor solidario de lo que resulte adeudar su dependiente, estimo que esa solidaridad no rige ni puede aceptarse en el supuesto de responsabilidad indirecta del Estado por una obligación de un ente autárquico, pues en este caso el principio de la responsabilidad indirecta no surge expresamente de ley alguna -como ocurre, en cambio, en el derecho privado-, sino que se recurre subsidiariamente a él al solo efecto de llenar  un vacío del ordenamiento jurídicolegal administrativo. En materia de patrón y dependiente la responsabilidad indirecta de aquél surge de texto "expreso"; de ahí que, como lo sugiere la doctrina, glosando los textos del derecho privado, la responsabilidad de patrón y dependiente sea solidaria. Pero eso no ocurre respecto a la responsabilidad del Estado por obligaciones de una entidad autárquica: de ahí que no pueda hablarse de responsabilidad "solidaria", y que sólo deba hablarse de responsabilidad "subsidiaria" del Estado por la obligación del ente autárquico. El Estado es responsable, pero no en forma solidaria, sino en forma subsidiaria, o sea únicamente cuando el ente autárquico efectivamente no pueda hacer frente a su responsabilidad con los fondos o bienes que le fueron afectados para el cumplimiento de sus fines. El acreedor del ente autárquico no puede, por el solo hecho de serlo, requerirle el pago directamente al Estado. La de éste es una obligación "subsidiaria", no una obligación solidaria." Sea lo que fuere, no queda desprotegido el pensionado por invalidez en Colpuertos. Si del dictamen médico resultare que se ha recuperado, el "reeganche" de que habla la Convención no puede ser otro que la reubicación del ex-trabajador en otra dependencia del Estado ya que éste responde por las obligaciones contraidas convencionalmente por el ente autárquico. Pero, se repite, que sólo en el caso de rehabilitación del inválido se puede dar por extinguida una pensión de invalidez; y esa incorporación a la vida laboral depende del dictamen médico que no es una simple formalidad, sino un procedimiento serio que no puede afectar el derecho que tiene el paciente a que haya claridad en su desarrollo. En reciente fallo de tutela se precisó: "Para la Corte es necesario reiterar que la pensión de invalidez y su equivalente, la sustitución pensional, son medidas de justicia social a favor de personas que se encuentran en situaciones de involuntaria e insufrible necesidad o, que por circunstancias de debilidad manifiesta, de carácter ecónomico, físico o mental, requieren un tratamiento diferencial positivo y protector, con el fin de recibir un trato digno e igualitario en la comunidad (inciso 2 y3 del artículo 13 C.N.)."[14] Hechas las anteriores precisiones sobre la pensión de invalidez y la necesaria revisión médica, se estudiará: EL CASO CONCRETO. Persigue la tutela instaurada que se deje sin efecto la citación, de 26 de octubre de 1994, dirigida a quienes dieron poder para instaurar la acción y según la cual deberán "presentarse a la Coordinación médica de la Clínica del Terminal Barranquilla, los días 1, 2, 3 y 4 de noviembre del año en curso, con el fin de programarlo para la evaluación médica laboral". Lo primero que salta a la vista es que las fechas indicadas son simplemente para programar a los inválidos para la evaluación médica. Y que esta evaluación vendría después, por eso agrega la comunicación: "Su no asistencia, tanto para la programación como para la evaluación médica implicará sanciones que determine la ley". Programarles la evaluación médica, no viola ningún derecho fundamental. Y, decirles que si no colaboran se harán acreedores a las sanciones LEGALES es apenas obvio. De esta advertencia no se deduce que se pueden violar los derechos extralegales. El temor de que la evaluación médica señale una incapacidad que hiciere perder la pensión de invalidez, es hipótesis que no vulnera el derecho a la pensión de invalidez, entendida como derecho fundamental derivado, ya que el derecho a la vida no se afectaría en razón de que la persona no constataría deterioro de su salud, sino todo lo contrario: recuperación; además, el dictamen apenas es elemento de juicio. Tampoco se vulneraría el derecho al trabajo puesto que la evaluación médica lo que diría es que la persona ha recobrado total o parcialmente su capacidad de laborar y tal afirmación no significa un salto al vacío, en el sentido de que el incapacitado se quedaría sin pensión y sin trabajo, puesto que, como ya se dijo, NO DESAPARECE EL DESTINATARIO DE LA OBLIGACION DEL REENGACHE: será el Estado en lugar de Colpuertos. Por el contrario, si se obligara a seguir pagando la pensión de invalidez habiendo desaparecido dicha invalidez, habría UN ENRIQUECIMIENTO SIN CAUSA y una conducta ilícita. No puede, entonces, por medio de la tutela impedirse una evaluación médica. Tampoco puede prosperar la acción como mecanismo transitorio, porque la hipótesis de un mejoramiento en la salud no es perjuicio irremediable y, además, el perjuicio irremediable se predica de algo concreto no de una hipótesis. Si en ningún caso hay perjuicio irremediable, no se ve la razón para que el Juez de segunda instancia hubiere concedido la tutela como mecanismo transitorio. Además tal sentencia contiene una incoherencia porque concede la tutela "por los motivos expuestos en el proveido de este fallo" y, en los considerandos expresamente se dice que se respetan los derechos adquiridos por los accionantes "si se someten a examenes médicos laborales por parte de la empresa". Entonces, cuál fue la orden que se dió por el Juzgado? Lo anterior obliga a revocar la sentencia del ad-quem. Por último, no le asiste razón al peticionario de la tutela cuando afirma que se violaron los artículos 39, 53, 55 y 58 de la Constitución. Ya se explicó que si presuntamente el inválido ha recuperado su salud eso no viola al derecho al trabajo y que el derecho a la pensión de invalidez es una situación consolidada al pasado y condicionada al futuro. Mucho menos se violan los derechos de asociación y contratación colectiva porque el respeto a una convención colectiva no incluye la creación de privilegios que ni la misma convención contempla, como es el caso de exigir que a un pensionado de invalidez no se le haga evaluación médica. Es a todas luces justo que los pensionados por invalidez se sometan a las revisiones médicas legales. En mérito de los expuesto la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: PRIMERO: REVOCAR la sentencia del Juez Quince Penal del Circuito de Barranquilla, proferida el 20 de enero de 1995, en el proceso de la referencia, y, en su lugar NO CONCEDER la tutela impetrada, teniendo en cuenta las razones expuestas en este fallo de revisión. SEGUNDO: Líbrense por Secretaría las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. TERCERO: Envíese copia de esta providencia al Defensor del Pueblo. Cópiese, notifíquese, publíquese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado Ponente FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA. Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1]Sentencia de 25 de octubre de 1918, Ponente: Gnecco Laborde, ver G.J.T. XXVI, #1380, pág. 378 y la de 10 de diciembre de 1915 (g.j. #1225, p.165) ambas de la Corte Suprema, Sala Plena. [2]Ver. G.J.T. XLV, # 1928, pág. 600. Sentencia de 18 de octubre de 1937, Ponente : Pedro Alejo Rodríguez. [3]Gaceta Judicial #2029, pág. 1º. [4]Ibidem. [5]Sentencia de 11 de diciembre de 1961, Ponente: Enrique López de Pava, ver. G.J.T. XCVII, #2246-9, pág. 18. [6]Ponente: Ciro angarita Barón, T-526, 18 de séptiembre 1992. [7]Sentencia T-181, 7 de mayo de 1993, Ponente: Hernando Herrera Vergara. [8]Sala de Consulta, Ponente: Javier Henao Hidrón. [9] cfr. Corte Constitucional. Sentencia No. C-013 de enero 21 de 1993. Magistrado Ponente: Eduardo Cifuentes Muñoz. [10] C- 09/94, Magistrado Ponente: Antonio Barrera Carbonell. [11]C-09/94, Magistrado Ponente: Antonio Barrera Carbonell. [12]La Ley 100, art. 38, define "inválida la persona que por cualquier causa de origen no profesional, no provocada intencionalmente, hubiere perdido el 50% o más de su capacidad laboral". La misma ley establece juntas regionales de calificación de invalidez y el Decreto 692/95 adopta el Manual Unico para la calificación de la invalidez mediante el procedimiento del Decreto 1346 de 1994. [13]Tratado de Derecho Adminsitrativo, T.I., pág. 440 yss. [14]T- 292/95, Ponente: Fabio Morón Díaz. Página: 31 [CC1]
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T-314-95 Sentencia No Sentencia No. T-314/95 ACCION DE TUTELA-Apoderado judicial/LEGITIMACION POR ACTIVA EN TUTELA/ABOGADO-Título profesional/ABOGADO-Licencia temporal vencida/ABOGADO-Actuación irregular Cuando se ejerce la acción de tutela en nombre de otra persona a título profesional y en virtud del mandato judicial dentro del marco legal y las reglas propias del ejercicio de la profesión de abogado, debe acreditarse la condición con la que se actúa según las normas correspondientes; ello, no solamente por razón de la responsabilidad que implica el ejercicio de la profesión, sino por la necesaria defensa de los intereses del cliente, a quien conviene establecer con certidumbre que quien lo apodera puede actuar de conformidad con la ley y que responderá por su gestión. Quien actúe a nombre de otro, con el poder debidamente otorgado, tiene además que demostrar su condición de abogado inscrito, para así poder representar legalmente al poderdante, dentro de las facultades establecidas para el efecto. La actuación surtida en el proceso de la referencia, determina que el peticionario no se encuentra debidamente legitimado para el ejercicio de acción de tutela y que por el contrario incurrió en actuaciones que en principio parecen contrariar el ordenamiento jurídico. REF.: Expediente No. T-65618 Indebido ejercicio de la profesión de abogado y la acción de tutela. Actor: MARIA ADELA ALBA DE GUALDRON Magistrados: Dr. FABIO MORON DIAZ -Ponente- Dr.  VLADIMIRO NARANJO MESA Dr.   JORGE ARANGO MEJIA Santafé de Bogotá D.C., julio diecinueve (19)  de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala de Revisión en asuntos de tutela, integrada por los Honorables Magistrados JORGE ARANGO MEJIA, VLADIMIRO NARANJO MESA y FABIO MORON DIAZ, en ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, previo estudio del Magistrado Ponente, resuelve sobre las decisiones judiciales relacionadas con la acción de la referencia, proferidas en primera instancia por el Juzgado Veintitrés Civil del Circuito el 16 de enero de 1995, y en segunda, por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá el 28 de febrero de 1995. I. ANTECEDENTES A.  LA PETICION El día 16 de diciembre de 1994, el señor Jesús Antonio Palencia Ruíz, quien dice invocar su condición de abogado y actuar en nombre y en representación de las señoras María Adela Alba de Gualdrón y Luz Amelia Santos Basto, presentó ante la oficina jurídica de esta ciudad, un escrito que por reparto correspondió al Juzgado 23 Civil del Circuito de Santafé de Bogotá, mediante el cual ejerce acción de tutela establecida en el artículo 86 de la Constitución Nacional, para que le sea concedido el amparo judicial correspondiente a los derechos constitucionales fundamentales de petición, trabajo y debido proceso de las mencionadas señoras, ante la omisión de la CAR en la respuesta que corresponde a la petición elevada el 18 de mayo de 1993. Para la protección judicial específica y directa de los derechos constitucionales fundamentales mencionados, el peticionario solicita que se ordene a la Corporación Autónoma Regional-CAR-, de las cuencas del Río Bogotá que se pronuncie otorgando el respectivo permiso de concesión de agua, para la utilización de las mismas en el desarrollo urbanístico San Rafael Sur Oriental. Además, el peticionario solicita que se condene en abstracto a la entidad mencionada, por los perjuicios causados a sus representadas como consecuencia de la omisión en que ha incurrido y que, también, se sancione como corresponde a los funcionarios omisivos y negligentes causantes de los perjuicios reclamados. Los fundamentos de hecho y de derecho que señala el peticionario como causa de la acción impetrada se resumen como sigue: -  Sostiene que las personas interesadas son propietarias de unos terrenos  ubicados en el Barrio San Rafael de esta ciudad que en ejercicio de su derecho de propiedad autorizaron a Carlos Arturo Gualdrón Arias y Cristóbal Marín García para que adelantaran la legalización del proyecto de “lotificación” de la urbanización, el cual fue aprobado por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi. - Señala que con base en la autorización anterior, el Departamento Administrativo de Planeación Distrital, mediante resolución No. 396 de mayo 29 de 1992, expidió la correspondiente licencia para urbanizar. - Señala el peticionario que posteriormente y para cumplir con todos los requisitos administrativos para la urbanización, en carta de mayo 18 de 1993 dirigida al Subdirector de Recursos Naturales de la Corporación Autónoma Regional -CAR-, las personas interesadas solicitaron el trámite y la aprobación de una concesión de aguas para abastecer la urbanización, y que esta entidad mediante auto de agosto 1 de 1993, dispuso la intervención de un ingeniero y ordenó la práctica de una visita con el propósito de verificar las condiciones para otorgar la concesión solicitada; además, a pesar de haberse realizado la visita, el peticionario advierte que la CAR, no ha decidido de manera definitiva sobre la concesión o el permiso de utilización, en desconocimiento de las diferentes peticiones elevadas reiteradamente. - Que como consecuencia de la omisión en que ha incurrido la entidad contra la que se dirige la acción de tutela, se les viene causando graves perjuicios económicos, afectando la programación y el desarrollo del proyecto. B.   PRIMERA INSTANCIA El Juzgado 23 Civil del Circuito mediante auto de 12 de enero del presente año, inadmitió la demanda de tutela y ordenó al peticionario que allegase poder con el que dice actuar. En decisión de 16 de enero del mismo año, y dado que el accionante aportó poder requerido pero no demostró el derecho de postulación conforme lo demanda el artículo 63 del Código Administrativo, en concordancia con el Decreto 196 de 1971 artículos 28 y 29, el Juzgado de instancia rechazó la demanda por la que se pretendía ejercer la acción de tutela. C. LA IMPUGNACION El peticionario Jesús Antonio Palencia, mediante escrito presentado en término ejerció el recurso de reposición y en subsidio el de apelación contra la decisión anterior, cuyos fundamentos se resumen a continuación: - Señala el impugnante que actúa en nombre y representación de las señoras María A. de Gualdrón y Luz A. Santos, porque ellas no están en capacidad de promover la defensa de sus propios intereses y derechos, “por el desconocimiento que tienen de las normas y tramitología que se debe surtir ante los diferentes entes jurídicos”. - Señala que de conformidad con el artículo 86 de la Constitución Nacional que establece que toda persona tendrá acción de tutela, y que esta puede adelantarse “por sí misma o por quien actúe a su nombre”, resulta claro las personas que pretendan ejercerla no tienen el deber de estar representadas por un abogado titulado; además, advierte que esta disposición es concordante con el artículo 10 de Decreto 2591 de 1991, que establece la agencia oficiosa cuando la persona no está en capacidad de promover su propia defensa. D. SEGUNDA INSTANCIA El Tribunal Superior de Santafé de Bogotá - Sala Civil-, mediante auto de “Sala Unitaria” de la magistrada María Teresa Plazas Alvarado, decidió inadmitir el recurso de apelación, pues consideró que la decisión objeto de impugnación es la que rechazó el escrito de tutela, y que ésta no es susceptible de impugnación o recurso alguno de conformidad con lo dispuesto en el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991. II.  CONSIDERACIONES DE LA SALA A. La Competencia Esta sala de la Corte Constitucional es competente para conocer de la revisión de la referencia, en atención a lo dispuesto por los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral 9o. de la Constitución Política, en concordancia con los artículo 33,34, 35, 36 del Decreto 2591 de 1991; además, este examen se hace en virtud de la selección que de dicho acto practicó la Sala correspondiente y del reparto que se verificó en la forma señalada por el reglamento de la Corporación. B.  La Materia La demanda presentada por Jesús Antonio Palencia Ruíz quien dice actuar como abogado y en nombre y representación de María Adela Alba de Gualdrón y Luz Amelia Santos Basto, se dirige a obtener la protección del derecho fundamental de petición, trabajo y debido proceso, que considera vulnerados por la Corporación Autónoma Regional de los ríos de Bogotá (CAR), al no obtener la correspondiente respuesta a la solicitud de concesión de aguas para la urbanización San Rafael de propiedad de sus representadas; empero, la Corte Constitucional seleccionó las decisiones relacionadas con la mencionada acción para efectos de determinar el acatamiento a la jurisprudencia de la Corte, en materia del derecho de postulación como ocurre en este asunto, dada la trascendencia de las irregularidades advertidas en el caso relacionadas con el ejercicio indebido de la profesión de abogado. Por ello, en esta providencia la Corte no se ocupa de la definición del asunto planteado en el fondo de la demanda relacionado con el derecho de petición y de su respeto por las autoridades públicas. En primer lugar se tiene que el principio de informalidad que rige el proceso de acción de tutela y que fluye de su regulación constitucioonal y legal contenida específicamente en el artículo 86 de la Constitución Nacional y los Decretos reglamentarios 2561 de 1991 y 306 de 1992, no esta reconocido para patrocinar el desconocimiento de los requisitos mínimos que las normas imponen para ejercicio de la profesión de abogado, ni para patrocinar posibles fraudes a la ley penal ni al régimen disciplinario de la mencionada profesión. En efecto, de conformidad con la jurisprudencia de esta Corporación, el artículo 10° del Decreto 2591 de 1991, establece las reglas básicas que rigen el tema de la legitimación para el ejercicio de la acción de tutela, así: 1. Puede ser ejercida, en todo momento y lugar, por cualquier persona vulnerada o amenazada en uno de sus derechos fundamentales. 2. Cuando la persona no acude directamente el ejercicio de la acción, puede hacerlo por intermedio de otra, y para ello tiene dos mecanismos: a. A través de representante judicial debidamente habilitado que debe cumplir con las condiciones básicas y fundamentales para el ejercicio de la profesión de abogado. b. Mediante la figura de agencia oficiosa, siempre que se manifieste las razones por las cuales los interesados no pueden actuar directamente. c. Además, se ha dejado en claro que de conformidad con lo dispuesto por el artículo 10 del Decreto 2591 de 1991,  cuando la acción de tutela se ejerce a través de representante, es necesario que éste tenga la calidad de abogado inscrito; así lo ha manifestado esta Corporación en otras decisiones en la que ha advertido que  quien realiza una solicitud en nombre de otra persona, debe acreditar la facultad con que lo hace y el juzgador no podrá dar viabilidad al proceso sin el cumplimiento de dicho requisito. Además, también se ha dejado en claro que, el poder para iniciar el proceso cuando se actúe por medio de apoderado, constituye un anexo de la demanda y su ausencia, según las normas señaladas, es causal de indagación de la misma. En este sentido no cabe duda de que quien manifieste actuar en nombre de otra persona, debe probar el mandato judicial conferido, a través del poder expresamente otorgado para el efecto. En efecto no obstante ser claro que la acción de tutela no requiere para su ejercicio de apoderado judicial, artículo 86 de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 1,10,14, del Decreto 2591 de 1991, también es cierto que cuando una persona actúa por medio de mandatario judicial, las circunstancias procesales cambian, por cuanto en este evento, se hace necesario acompañar  a la demanda el poder por medio del cual se actúa, so pena de infracción al régimen de la acción de tutela y al del ejercicio de la profesión de abogado. Al respecto esta Corporación señaló en sentencia T-550 de 30 de noviembre de  1993, que cuando se ejerce la acción de tutela en nombre de otra persona a título profesional y en virtud del mandato judicial dentro del marco legal y las reglas propias del ejercicio de la profesión de abogado, debe acreditarse la condición con la que se actúa según las normas correspondientes; ello, no solamente por razón de la responsabilidad que implica el ejercicio de la profesión, sino por la necesaria defensa de los intereses del cliente, a quien conviene establecer con certidumbre que quien lo apodera puede actuar de conformidad con la ley y que responderá por su gestión. Se observa que quien actúe a nombre de otro, con el poder debidamente otorgado, tiene además que demostrar su condición de abogado inscrito, para así poder representar legalmente al poderdante, dentro de las facultades establecidas para el efecto. Con base en las anteriores consideraciones, la actuación surtida en el proceso de la referencia, determina que el peticionario no se encuentra debidamente legitimado para el ejercicio de acción de tutela y que por el contrario incurrió en actuaciones que en principio parecen contrariar el ordenamiento jurídico, pues en la demanda de tutela Jesús Antonio Palencia Ruíz dice actuar como abogado, en nombre y representación de María Adela Alba de Gualdrón y Luz Amelia Santos Basto, sin embargo no acredita su condición de profesional del derecho ni el poder que se exige para actuar en dicha condición en los asuntos judiciales; en este sentido, el Juzgado 23 Civil del Circuito de esta ciudad, al conocer de la acción de la referencia en primera instancia, mediante auto de 12 de enero de 1995 inadmite y concede al accionante el término de tres días para que allegue el poder debidamente otorgado. Como quedó visto en la parte que resume los antecedentes del caso, el peticionario Jesús Antonio Palencia Ruíz, dentro de la oportunidad concedida, allega al Juzgado un documento en el que aparece el poder conferido en fecha posterior a la demanda por las representadas en el asunto de la referencia, pero no demuestra la calidad de abogado inicialmente reclamada en la demanda y mucho menos la de abogado inscrito y, por si fuera poco, posteriormente, ante la observación del despacho de instancia que le inadmite la demanda y le brinda el término para corregirla, confiesa que su licencia temporal está vencida; pero además, el mismo peticionario allega al expediente poder especialmente conferido por las interesadas en la acción de tutela para tal efecto en el que igualmente aparece como profesional. En consecuencia, y teniendo en cuenta las consideraciones advertidas inicialmente por la Sala, el accionante no reúne los requisitos exigidos para actuar como representante de las señoras María Adela Alba de Gualdrón y Luz Amelia Santos Basto y por ello la decisión del juez de primera instancia de ajusta plenamente a derecho, lo que no ocurre con la decisión de segunda instancia proferida en Sala Unitaria de la Sala Civil del Tribunal Superior de Santafé de Bogotá, que no sólo pasa por alto esta situación, sino que despacha sin mayores consideraciones la actuación en desconocimiento de las reglas que se aplican para el caso de la impugnación de las decisiones con las que termina una actuación judicial de tutela de los derechos constitucionales fundamentales. En relación con la breve consideración de la providencia de segunda instancia, esta Corporación encuentra que no asiste razón al juzgador pues la impugnación que se permite ante el juez de segunda instancia en la acción de tutela cabe contra las decisiones por las que se dé por terminada una actuación de tutela y que ponga fin al conocimiento de la demanda correspondiente y no como lo manifiesta el despacho mencionado según el cual sólo se podrían impugnar las decisiones que resuelven en el fondo la petición; no debe olvidarse que toda actuación final en estos asuntos corresponde a una actuación que resuelve sobre la petición y como tal es susceptible de recurso. Por último, no podría considerarse la actuación del peticionario como si fuese la del agente oficioso, teniendo en cuenta que tampoco cumple con los presupuestos de la figura en la acción de tutela, dado que no indicó en la solicitud los motivos por los cuales los directamente afectados con la supuesta omisión de la administración no pueden acudir al proceso, ni indicó que actuaba como tal. En este asunto la Corte encuentra que existen circunstancias que reclaman investigación penal y disciplinaria. Por todo esto la Corte Constitucional no puede dejar pasar por alto que existe una conducta que debe ser investigada penal y disciplinariamente y ordenará, en consecuencia que se compulsen copias de las actuaciones al Consejo Seccional de la Judicatura y a la Fiscalía General de la Nación para lo de su competencia. Por las razones que anteceden, la Corte Constitucional en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: Primero: Confirmar la decisión proferida por el Juzgado Veintitrés Civil del Circuito el dieciséis (16) de enero de mil novecientos noventa y cinco (1995), y revocar la de la Sala Unitaria de la Sala Civil del tribunal de Santafé de Bogotá, del veintiocho (28) de febrero de mil novecientos noventa y cinco (1995). Segundo: Enviar copia de toda la actuación surtida con ocasión de la acción de tutela de la referencia, al Consejo Seccional de la Judicatura con competencia en el Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, para que conozca de la conducta del Señor Jesús Antonio Palencia Ruiz contenida en las correspondientes diligencias, y si es de su competencia adelante la investigación disciplinaria que proceda de conformidad con las disposiciones vigentes en materia del ejercicio de la profesión de abogado. Tercero: Enviar copia de toda la actuación surtida con ocasión de la acción de tutela de la referencia a la Fiscalía General de la Nación, Seccional Santafé de Bogotá, para que conozca de la conducta del Señor Jesús Antonio Palencia Ruíz, que aparece en las actuaciones correspondientes al expediente de la referencia, y para que, si es de su competencia, adelante la investigacion penal que proceda de conformidad con las disposiciones vigentes en materia del ejercicio de la profesión de abogado. Cuarto: Por Secretaría General de esta Corporación, envíense la comunicaciones en la forma y para los efectos previstos en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese y publíquese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado JORGE ARANGO MEJIA Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-321-95 Sentencia No Sentencia No. T-321/95 DEMOLICION DE OBRAS/ACTO ADMINISTRATIVO/JURISDICCION CONTENCIOSO ADMINISTRATIVA Las medidas correctivas  de demolición de obras no son del tipo de providencias que ponen fin a un juicio civil o penal de policía y, por consiguiente, equiparables a decisiones jurisdiccionales. En tal virtud, los actos administrativos contentivos de dichas medidas son susceptibles de ser demandados ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo en ejercicio de la acción de nulidad y restablecimiento del derecho. VIA DE HECHO-inobservancia de normas/PROCESO ADMINISTRATIVO POLICIVO/DEBIDO PROCESO-Vulneración En el presente caso, no se identifica a ninguno de los infractores, ni a las construcciones objeto de la actuación administrativa policiva, ni se precisan las circunstancias de tiempo, modo y lugar sobre las cuales se estructura la respectiva contravención. De esta manera, se incurre en una "vía de hecho" por la inobservancia de las normas sustanciales y de las formalidades esenciales del proceso administrativo policivo, lo cual configura la violación del debido proceso. REFERENCIA: Expedientes acumulados números: T-49597, T-50203, T-50260, T-50330, T-50342, T-50380, T-50410, T-50492, T-50866, T-50897, T-50939, T-51071, T-51110, T-51148, T-51165, T-51218, T-51285, T-51328, T-51414, T-51453, T-51455, T-51645, T-51899, T-51918, T-53967. PETICIONARIOS: Elvira Preciado Murillo; Bernarda Flórez Granda; Vicente Chaparro Pacheco; Luis Alfredo Vargas Ruiz; Alfredo Triana Rojas y María Zoila Quintero; María de Jesús Piza de López; Mauricio García Bautista;  Blanca Celia Gil Molina; Luis Rafael Moreno Rodríguez; Yolanda Caicedo y Mario Alberto Blanco Triviño; José Rubén Soler; Luis Germán Mora Bareño y Cecilia García Bautista; Elvira Rosa Fonseca de Virguez; José Vicente Acero Quiñonez y Rosa María Sierra;  María Inés Ramírez vda. de Herrera; Juan Fuentes Medina; Edgar Telésforo Peña Rodríguez y María Aurora Méndez Amaya; Luz Magola Bohórquez Sánchez; Margarita Poveda de Méndez; María Helena Ramírez López y Edilberto Palacios Páez; Juan B. Villamil Rodríguez; Rita Jiménez Urbina y Alirio Santamaría Olarte; Pedro María Ardila Méndez; Darío Ramírez; Luis Humberto Ramírez Martínez. PROCEDENCIA: Juzgados 6o., 7o., 11, 17, 18, 21, 22, 23, 34, 39, 40, 48, 54, 58 y 60 Civil Municipal de Santafé de Bogotá D.C., 3o., 4o., 5o., 6o.,  7o., 8o., 11.,12, 14,16, 20, 22, 23, 24, 27, 30, 31 y 32 0Civil del Circuito de Santafé de Bogotá D.C., y Tribunal Superior del Distrito Judicial - Sala Civil, de esta ciudad. TEMA: Violación del debido proceso administrativo policivo por irregularidades en la resolución que declara en abstracto contraventores a todos los que han construido obras en un predio y les sanciona con la demolición de las respectivas obras. Dichas irregularidades además de constituir vicios sustanciales que afectan la existencia misma del acto administrativo, lo convierten en una verdadera "vía de hecho". MAGISTRADO PONENTE: ANTONIO BARRERA CARBONELL Aprobada en Santafé de Bogotá D.C., a los veinticuatro (24) días del mes julio de mil novecientos noventa y cinco (1995) La Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados ANTONIO BARRERA CARBONELL, EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Y CARLOS GAVIRIA DIAZ, revisa los fallos proferidos por los juzgados 6o., 7o., 11, 17, 18, 21, 22, 23, 34, 39, 40, 48, 54, 58 y 60 Civil Municipal de Santafé de Bogotá D.C., 3o., 4o., 5o., 6o., 7o., 8o., 11, 12, 14,16, 20, 22, 23, 24, 27, 30, 31 y 32 Civil del Circuito de Santafé de Bogotá D. C., y Tribunal Superior del Distrito Judicial - Sala Civil- de esta ciudad, en los procesos de tutela de la referencia. La Sala de Selección número once, escogió para la revisión los expedientes en cuestión y decidió su acumulación por existir unidad de materia. I. ANTECEDENTES. 1. La identificación de los expedientes y los nombres de los solicitantes. Dicha identificación es la siguiente: T-49597, Elvira Preciado Murillo; T-50260, Vicente Chaparro Pacheco; T-50330, Luis Alfredo Vargas; T-50342, Alfredo Triana Rojas y otros; T-50380, María de Jesús P. de López; T-50410, Mauricio García Bautista; T-50492, Blanca Cecilia Gil Molina; T- 50203, Bernardo Flórez Granda; T-50866, Luis Rafael Moreno Rodríguez; T-50897, Yolanda Caicedo y otros; T-50939, José Rubén Soler; T-51071, Luis Germán Mora Boreño y otros; T-51110, Elvira Rosa Fonseca Virguez; T-51165, Inés Ramírez de Herrera; T-51148, José Acero Quiñonez y otros; T-51218, Juan Fuentes Medina; T-51285, Edgar Telésforo Peña y otros; T-51328, Luz Magola Bohórquez Sánchez; T-51414, Margarita Poveda de Méndez; T-51453, María Helena Ramírez y otro; T-51455, Juan B. Villamil Rodríguez; T-51645, Rita Jiménez Urbina y otros; T-51918, Pedro María Ardila Méndez; T-51899, Darío Ramírez; T-53967, Luis Humberto Ramírez. 2. Las pretensiones. Por estimar violados sus derechos al debido proceso, a la vivienda digna y a la propiedad las personas antes relacionadas instauraron acción de tutela contra la actuación del Alcalde Local Zona Once de Suba, señor Sergio Antonio Escobar Jaimes, ante los juzgados 6o., 7o., 11, 17, 18, 21, 22, 23, 34, 39, 40, 48, 54, 58 y 60 Civil Municipal de Santafé de Bogotá D.C., 3o., 4o., 5o., 6o., 7o., 8o., 11, 12, 14,16, 20, 22, 23, 24, 27, 30, 31 y 32 Civil del Circuito de Santafé de Bogotá D. C., y Tribunal Superior del Bogotá, respectivamente; para que se suspenda, revoque, o se abstenga de ejecutar la medida de demolición de todas las construcciones existentes sobre un lote de terreno denominado Santa Ana, ubicado en jurisdicción del municipio de Suba, exactamente en el barrio el Rincón, decretada según resolución N°006 del 25 de octubre de 1993. 3. Hechos. Son comunes a todas las demandas los siguientes hechos: 1. Los demandantes adquirieron la posesión sobre un lote de terreno que hacía parte de otro de mayor extensión denominado Santa Ana, ubicado en el barrio el Rincón del Municipio anexado de Suba, entre las calles 129 B y 131 con la carrera 91.a sus expensas 2. Cada demandante procedió a adelantar, a sus expensas, la construcción de casas con el fin de suministrar vivienda a sus familias o de destinarlas a otros propósitos. 3. Dicen los demandantes que con posterioridad a la construcción de las edificaciones, se enteraron de que el señor Alcalde de Suba había iniciado un procedimiento policivo (expediente No. 251 de 1992), que culminó con la resolución administrativa No. 006 de 1993, mediante la cual se dispuso la demolición de todas las construcciones levantadas por los peticionarios en el predio Santa Ana, desconociéndose algunas disposiciones que regulan esta clase de actuaciones y, por ende, vulnerándoles los aludidos derechos fundamentales. Además, la medida señalada sólo era posible adoptarse una vez que los funcionarios de Planeación Distrital, hubieren conceptuado sobre la procedencia de la demolición, en vista de que el acuerdo 6 de 1990 permite la legalización de los barrios llamados subnormales, como es el caso del barrio Santa Ana, en donde adquirieron sus terrenos. 4. A juicio de los actores, en este caso, debió tenerse en cuenta el hecho de que la ley contempla otra clase de sanción para este tipo de infracciones, como las contempladas en el artículo 66 de la ley 9o. de 1989, que menciona las multas para las personas que desconozcan el régimen de construcción, o el Código de Policía de Bogotá (art. 99), en concordancia con el Código Nacional de Policía que señalan la suspensión y el sellamiento de obras, teniendo en cuenta que la finalidad de las autoridades es proteger los derechos de las personas (vida, honra y bienes), aplicando aquéllas medidas que causen el menor daño posible a los sujetos de las acciones policivas. Así, entonces, la decisión de la autoridad acusada se torna desde todo punto de vista arbitraria, en cuanto adoptó una decisión extrema consistente en demoler sus viviendas. 5. Finalmente agregan los peticionarios que con base en el plano elaborado por los vendedores de los lotes adquiridos por ellos, el Instituto de Desarrollo Urbano les hizo cobro por concepto de valorización general. II. LOS FALLOS OBJETOS DE REVISION. Primera instancia. En esta instancia, algunos juzgados negaron la tutela y otros la concedieron. 1. Negaron la tutela. Los juzgados que negaron la tutela, adujeron como fundamento de su decisión los siguientes argumentos: 1.1. T- 49597, Juzgado 54 Civil Municipal, Sentencia del 31 de agosto de 1994. "(...) En estas condiciones y como quiera que nos encontramos frente a la aplicación del artículo 99 del Código de Policía de esta ciudad no es exigencia legal dictamen alguno que sea proferido por el Departamento Administrativo de Planeación Distrital, pues el infractor que continúe con la obra se le ordenará de plano la demolición" "...Que no existe violación al debido proceso, que la accionante no puede alegar su propia negligencia, pues su tradente se encuentra vinculado al proceso de obra adelantado (se le impuso la suspensión de la construcción y al verificarse testimonialmente la continuación de ésta la orden de la resolución lo cobija) de modo que ha recibido la cosa prometida en el estado material y jurídico en que la poseía su tradente aunque tales vicios le fueren desconocidos..." 1.2 T-50260, Juzgado 14 Civil del Circuito, Sentencia del 2 de septiembre de 1994. "... Esta apreciación se basa en la errada interpretación de la norma por todas las autoridades que han intervenido en este proceso: que los procesos por estas infracciones no pueden ser colectivos y tal vez a ese hecho se refirió Planeación Distrital sino iniciados y dirigidos a cada uno de los infractores porque así lo expresan las normas aplicadas: el art. 99 dice: "A quien inicie cualquiera de las obras.." y el art. 100 dice: A quien termine..", de manera que toda acción por estos aspectos es de carácter individual y no puede tener el género colectivo que le dio el señor Alcalde menor de Suba a su decisión." "Pero estas posibles desviaciones del procedimiento no son susceptible de reformar por medio de la acción de tutela porque siendo actos de la administración pública tienen otros medios de defensa judicial y también... como es la vía de la demanda ante el Contencioso Administrativo con la acción de nulidad con el restablecimiento del derecho instituido en el art. 85 ibídem y el derecho a la suspensión provisional del acto previsto en el art. 152 del mismo Código..." 1.3. T-50203, Juzgado 18 Civil Municipal, Sentencia de agosto 30 de 1994. "... y como quiera que dentro del presente asunto puede afirmarse que la  accionante tiene o tuvo a su alcance mecanismos idóneos de defensa, así como la clara posibilidad de solicitar la suspensión del acto administrativo del cual deriva su fundamento la presente acción, según se desprende del informe rendido de manera oportuna por el señor Alcalde local de la Zona de Suba...y en el que literalmente se menciona que: "La señora BERNARDA FLOREZ G., en ningún momento se presentó al Despacho, habiendo sido fijado avisos en el predio para que se notificaran de los actos administrativos que se venían profiriendo tal como aparece en el expediente, a quien se le recibieron descargos fue a las personas sorprendidas infragantes ya que dichas construcciones se adelantaron de forma clandestina...". Por ello es que habrá de tenerse por no vulnerado el derecho fundamental al debido proceso". "...en lo que respecta al derecho fundamental a la propiedad privada y a la vivienda digna, resulta innegable su carácter de fundamental y, por ende susceptible de amparo a través de la acción de tutela; pero igualmente claro es que dichos derechos deben ser ejercidos acorde con las disposiciones normativas vigentes que como para el caso presente se refieren a lo reglamentado sobre obras y urbanismo para el Distrito Capital. Siendo así como se puede concluir que la acción de tutela aquí promovida es improcedente". 1.4. T-50330, Juzgado 11 Civil Municipal, Sentencia de septiembre 5 de 1994. "... Los actos administrativos casi siempre son producto de una voluntad del Estado, son expedidos conforme a la regulación legal y sobre ellos recaen mecanismos de control interno, por parte de la administración por la vía gubernativa y si no opera ya esta vía se debe acudir al control jurisdiccional Contencioso Administrativo, ante la cual incluso el interesado puede alegar la ilegalidad del acto". "... De la decisión tomada por el señor Alcalde menor de la zona de Suba este juzgado solo esta obligado a tomar decisión frente al predio del accionante, es decir, al lote No. 10 de la manzana H negando la protección invocada y como en efecto se hará recomendando al accionante acudir a la revocatoria directa del acto por parte del funcionario o por el superior según lo estime conveniente y pertinente ya que por esta vía de tutela no se puede atacar la resolución No. 006 de 1993, por tanto no se accederá a la suspensión del acto indefinidamente y se ordenará la no vigencia de la medida tomada por este despacho en auto de fecha agosto 30 del presente año". 1.5. T-50342, Juzgado 30 Civil del Circuito, Sentencia de septiembre 2 de 1994. "... En casos como este, en tratándose de un acto administrativo, y que además puede proponer conjuntamente como mecanismo transitorio la acción de tutela, háse (sic) dicho por la Corte Suprema de Justicia... "En estas condiciones no parece lógico que un juez diferente al contencioso administrativo conozca de la acción de tutela dirigida contra un acto u omisión administrativos, al tiempo que éste necesariamente sea el que deba conocer de la acción de nulidad o de las "demás procedentes" contra ese acto u omisión de la autoridad pública..." "... En resumen, es suficiente lo narrado a renglón precedente para concluir que este Despacho judicial no es competente para conocer de la presente acción como mecanismo transitorio, por referirse a un acto administrativo, quien pude estimar si existen recursos o medios de defensa judicial teniendo en cuenta las circunstancias en que se encuentran los solicitantes". 1.6. T-50380, Juzgado 27 Civil del Circuito, Sentencia de septiembre 2 de 1994. "De todo lo anterior es consciente la peticionaria, pues a lo largo de la causa petendi anuncia que conocía el trámite de la acción policiva, de las visitas que efectuaba el funcionario, y aún de la intervención de varios de los vecinos, que se encontraban en la misma situación que ella". "Además, dentro de la actuación policiva existe constancia de publicidad de las órdenes impartidas, de la citación de todos los que fueron ocupantes, propietarios, o poseedores del predio inspeccionado, de lo cual también debía ser consciente la petente". "... y realmente la falta de intervención se debió a su propia voluntad, pues debió apersonarse de la situación, a sabienda de las consecuencias que podría tener para su propiedad". "...no se avizora ninguna de las violaciones supuestas que plantea la accionante..." 1.7. T-50410, Juzgado Once Civil del Circuito, Sentencia de agosto 26 de 1994. "Compete a las autoridades de policía, velar porque se observen y cumplan las normas reguladas en su propio estatuto y entre ellas aparejando con el caso sub-judice sucumben la de urbanismo y construcción de obras, que al ser violadas, faculta a los encargados para imponer las sanciones y correctivos del caso ..." "Existen otros medios de defensa judicial, tan efectivo como el de la tutela" (Jurisdicción Contenciosa Administrativa). "De autos se desprenden que en éste caso no se ha violado el derecho al debido proceso ni a la propiedad privada, ni a la vivienda..." 1.8. T-50492, Juzgado Cuarenta Civil Municipal, Sentencia de agosto 30 de 1994. "... Nótese que se cumplió a cabalidad con los pasos procesales establecidos para el efecto, además de que gozó en todas las mismas, del principio general del derecho de la publicidad y contradicción, éste último ejercido incluso, por un profesional del Derecho..., que a todos los ocupantes del predio Santa Ana se les envió un aviso ( fl. 351) citándolos a la Alcaldía a fin de surtirse la notificación de la resolución 006 de 1993, el cual se fijó en dicho predio, pues existe constancia de la persona que lo hizo en noviembre 10/93...contra dicha decisión se interpuso recurso de reposición...". "... es inaceptable la tesis aducida por la accionante en tutela, de que se le están violando sus derechos fundamentales, señalados en la respectiva petición, como principales y subsidiarios..." "...Es bueno dejar en claro, que no compete a este despacho judicial entrar a analizar, si tal acto administrativo gozó o no de toda la legalidad que la ley solicita para el efecto, ya que esta circunstancia debe ser juzgada por las autoridades de lo contencioso administrativo..." 19. T-50866, Juzgado Treinta y Uno Civil del Circuito, Sentencia de septiembre 1o. de 1994. "... Conforme al Código Contencioso Administrativo contra tal acto cabe la acción de nulidad (art. 14 Dto. 2304/89), con petición de suspensión provisional, en ese orden de ideas acontece que la acción de tutela aquí planteada cae dentro de la causal primera de improcedencia del art. 6o. del Dto. 2591 por existir otro medio de defensa judicial y, dentro de esa acción ante lo contencioso igualmente y a través del mecanismo de la suspensión del acto se posibilita el detener la orden de demolición..." "...Específicamente en punto al derecho a la vivienda se pronunció la H. Corte Constitucional así: "El derecho a la vivienda sólo puede obtenerse al igual que todos los derechos, de conformidad con la ley, y no desconociendo derechos de los coasociados, como se ha pretendido, al convertir a los invasores en titulares reclamantes del derecho a la vivienda establecido en la Constitución Política. Se trata de un derecho asistencial, que debe ser promovido por el Estado, de acuerdo con la ley, para ser prestado directamente por éste o a través de entes asociativos e igualmente regulado jurídicamente, tal como se ha expresado. De suerte que no es un" derecho fundamental" sobre el cual pueda caber la acción de tutela aquí considerada. (Sent. No. 8/92)". 1.10. T-50897, Juzgado 60 Civil Municipal, Sentencia de septiembre 5 de 1994. "... Ahora bien desde este punto de vista, el derecho a la propiedad privada y a la vivienda digna, son fundamentales y protegidos por la Carta Magna, pero como se observa que en la actuación policiva el funcionario que dictó la providencia, objeto de tutela observó la ritualidad al efecto, sin que menguara derecho alguno de los poseedores, por cuanto la decisión policiva se hizo en consideración a la violación de los requisitos que tenían que reunir los tutelantes para poder efectuar las obras o construcciones reglamentarias por Planeación Distrital y Urbanismo y que no lo hicieron". "Igualmente en cuanto al debido proceso téngase en cuenta que no fue vulnerado dicho proceso por cuanto la solicitante señora Yolanda Caicedo R, atendió la diligencia de inspección, así mismo les fue notificada la decisión y no aparece dentro del expediente peticiones por parte de los solicitantes". 1.11. T-50939, Juzgado 8o. Civil del Circuito, Sentencia de septiembre 5 de 1994. "... Pretende el accionante a través de ésta acción, atacar la Resolución No. 006 de 1993 proferida por el Alcalde Local de Suba, situación que no es procedente a través de la acción de tutela, en virtud de existir otro mecanismo de defensa judicial como es la acción administrativa respecto de la nulidad del acto, el cual conlleva a su vez la posibilidad de solicitar la suspensión provisional del mismo...". 1.12. T-51071, Juzgado 17 Civil Municipal, Sentencia de septiembre 5 de 1994. "... Contra el acto proferido por el señor Alcalde de Suba, como lo fue la mencionada resolución No. 006/93, existe, como así mismo lo piensan los accionantes, un medio de defensa judicial ante el H. Tribunal Administrativo de Cundinamarca, de conformidad con el art. 18 del Dcto. 2288/89, medio de defensa, cual es la acción de nulidad y restablecimiento del derecho, prevista en el art. 85 del C. C. A..." 1.13. T-51110, Juzgado 39 Civil Municipal, Sentencia de agosto 29 de 1994. "... la accionante tiene a su alcance mecanismos idóneos de defensa de sus derechos e intereses, para obtener la nulidad del acto administrativo que acusa y el restablecimiento de su derecho, contando con la facultad de solicitar la suspensión del mismo en la forma y términos del art. 152 del C. C. A..." 1.14. T-51148, Juzgado 22 Civil Municipal, Sentencia de agosto 31 de 1994. "... En el presente caso, el derecho al debido proceso no ha sido violado, toda vez que no se trata de una omisión del Alcalde Local de Suba, sino antes por el contrario se ha hecho en cumplimiento a una queja elevada por uno de los propietarios del predio Santa Ana, en donde se dieron las garantías procesales". "...el derecho a la propiedad privada y a la vivienda digna, son fundamentales y protegidos por la Constitución Política; pero como se observa que dentro de la actuación policiva el funcionario que dictó la providencia y que es objeto de tutela observó la ritualidad al efecto, sin que se menguara derecho alguno de los poseedores, por cuanto la decisión policiva se hizo en consideración a la violación de los requisitos que tenían que reunir los poseedores para poder efectuar las obras o construcciones reglamentadas por Planeación Distrital y Urbanismo y no lo hicieron". 1.15. T-51165, Juzgado 48 Civil Municipal, Sentencia de septiembre 5 de 1994. "... Es de anotar que la Sra. RAMIREZ VDA. DE HERRERA, cuenta con las acciones administrativas que consagra el C.C.A., donde se regula claramente en los artículos 154 y 158 lo referente a la suspensión del acto administrativo que se ataque". "Ahora bien, al no hallarse conculcado el derecho al debido proceso, tenemos que los derechos fundamentales que de él se hacían propender, indefectiblemente tampoco lo están...". 1.16. T-51218, Juzgado 4o. Civil del Circuito, Sentencia de agosto 23 de 1994. "... En el presente caso, el accionante cuenta con otro medio de defensa judicial distinto a la tutela a quien recurrir para solicitar la protección de los derechos aquí reclamados, este medio de defensa, es recurrir al campo de lo contencioso administrativo y demandar la resolución que ordenó la demolición, por lo tanto en este aspecto es improcedente...". "...Por otro lado, no se puede olvidar que, al tenor del art. 152 y S.S., del C. C. A., en las acciones ordinarias que se adelantan en esa jurisdicción, se pude solicitar como medida preventiva la suspensión provisional del acto que se demanda..." 1.17. T-51328, Juzgado 21. Civil Municipal, Sentencia de 30 de agosto de 1994. "... En el asunto que se atiende, mediante un proceso judicial de naturaleza contenciosa administrativa le es dable a la actora acudir al Estado para que, si tiene de su parte el derecho, así se declare y se salvaguarde el mismo... sobre la legalidad del acto administrativo acusado, la resolución # 006 del 25 de octubre de 1993..." 1.18. T-51414, Juzgado 11 Civil Municipal, Sentencia de septiembre 2 de 1994. "... De la decisión tomada por el señor Alcalde Menor de la zona este juzgado solo está obligado a fallar sobre el predio del accionante es decir, del lote No. 20 de la manzana B, negando las pretensiones a la protección de los derechos invocados y como en efecto se hará se recomendará a la petente acudir a la revocatoria directa del acto de ser procedente a acudir a la justicia ordinaria en caso que lo considere necesario frente a la negociación del predio..." 1.19. T-51453, Juzgado 34 Civil Municipal, Sentencia de agosto 31 de 1994. "... La Resolución No. 006 de 1993 es un acto administrativo regulado por el Código Nacional de Policía que podía ser controvertido judicialmente si existían inconformidad o reparos contra su legalidad, ante la Jurisdicción Contenciosa Administrativa, una vez agotada la vía gubernamental con los recursos correspondientes, como en el caso de marras aconteció, al presentarse y resolverse recurso de reposición formulado por el Dr. Daniel Barón Castañeda el día 3 de diciembre de 1993, el cual fue negado mediante resolución No. 001 de 1994." "... Así las cosas la petición ha debido presentarse ante la Jurisdicción Contenciosa Administrativa, haciendo uso de las vías que garantizan la nulidad del acto y el restablecimiento del derecho, en caso de perjuicio." "... que los peticionarios reclaman para obtener la protección de su derecho de "posesión" y de "propiedad", los cuales no tienen la calidad de "fundamentales" sino de aquellos descritos en la Constitución Política, como "derechos sociales, económicos y culturales", que no pueden ser tutelados por los jueces a través de la acción de tutela. Tales derechos, como el de propiedad y posesión, sólo pueden reclamarse ante los jueces competentes y a través de las acciones ordinarias consagradas en la legislación civil". 1.20. T-51455, Juzgado 58 Civil Municipal, Sentencia de septiembre 1o. de 1994 "...esta falladora siempre ha considerado que no le es dable en este trámite preferente y sumario suspender actos administrativos que gozan de presunción de legalidad no obstante lo normado en el artículo 7o. del Decreto 2651 de 1991, que al presunto afectado la ley le otorga un medio de defensa judicial en contra del acto administrativo cuya ilegalidad sostiene... esto es incoar la acción de nulidad y restablecimiento del derecho donde en la misma demanda se puede solicitar la suspensión de los mismos..." 1.21. T-51645, Juzgado 23 Civil Municipal, Sentencia de septiembre 5 de 1994. "... Para obtener la protección de los derechos cuya violación se alega, se ha contado con medios judiciales adecuados tendientes a atacar la orden de demolición, no sólo dentro del trámite del proceso de obras sino después, una vez proferida la resolución No. 006 de 1993 con la que se culminó el mismo...". "El ordenamiento jurídico tiene establecidas acciones judiciales tendientes a hacer valer los derechos reconocidos, los cuales, no tampoco ser sustituida por la acción de tutela ni siquiera de manera transitoria, pues bien es sabido que de conformidad a lo previsto en el Artículo 67 de la ley 9o. de 1989, los actos de los alcaldes que ordenan la demolición de una construcción son susceptibles de las acciones contenciosas-administrativas...". 1.22. T-51899, Juzgado 7o. Civil Municipal, Sentencia de septiembre 2 de 1994. "... Señalar que el Alcalde de Suba al no encontrar que los levantamientos o construcciones del predio Santa Ana, entre ellos el del accionante en tutela, no llegan a obtener o a clasificar como dotados de los requisitos mínimos para la seguridad o la comodidad de los habitantes, no puede señalarse que aténte contra la vida digna, sino por el contrario, como garante de que la dignidad se va cumplir". "... Tampoco podría pensarse que atenta contra derechos de menores o de familia, puesto que tales derechos en general lo que se pretenden es que la unidad familiar y el crecimiento de los menores no sea atentatorio contra su salud física y mental y la dignidad de las habitaciones que se construyan sin el lleno de los requisitos mínimos..., es facultad que debe imprimir el Alcalde Zonal de Suba, no permitiendo barrios construidos en forma subnormal..., "...en cuanto al DEBIDO PROCESO..., es evidente que el ciudadano accionante si tuvo conocimiento de que su construcción no llenaba los requisitos de ley para ser levantadas...así lo manifiesta en sus escritos, mal podría ampararse a un ciudadno que oculta y subrepticiamente inicia una construcción a sabiendas de su ilegalidad, so pretexto de que no se le lleva un debido proceso... la autoridad no es la que viola el debido proceso, sino el ciudadano que no cumple con las exigencias que se debe cumplir y que conoce, que de no cumplirlas, será sancionado severamente con la demolición...". "Debe entonces el accionante hacer uso de los medios legales para obtener las correspondientes licencias y hacer normal su construcción, so pena de que se cumpla la orden de demolición". 1.23. T-51918, Juzgado 18 Civil Municipal, Sentencia de agosto 30 de 1994. "... como quiera que dentro del presente asunto puede afirmarse que el accionante tiene o tuvo a su alcance mecanismos idóneos de defensa, así como la clara posibilidad de solicitar la suspensión del acto administrativo del cual deriva su fundamento la presente acción... habrá de tenerse por no vulnerado el derecho al debido proceso". "...en lo que respecta al derecho fundamental a la propiedad privada y a la vivienda digna, es innegable que si bien son susceptibles de amparo a través de la acción de tutela, no es menos cierto, que su ejercicio no puede escindirse de la normatividad vigente en lo que respecta a obras y urbanismo para el Distrito Capital". 2. Concedieron la tutela. En los procesos que enseguida se relacionan, se concedieron las tutelas demandadas: 2.1. T-51285, Juzgado 6o. Civil Municipal, sentencia septiembre 5 de 1994. "... Los accionantes Edgar Telésforo Peña Rodríguez y María Aurora Méndez Amaya, no fueron citados al proceso. Esto es que no se les oyó previamente a la sanción, no se les dio oportunidad de solicitar o aportar pruebas y por ende tampoco les fueron analizadas en la resolución No. 006 de 1993". "No se establecieron los hechos base de la acusación respecto a Peña Rodríguez y Méndez Amaya, en el punto de la comprobación sumaria a que hace referencia el Art. 99 del Acuerdo 18 de 1989. Tampoco se optó por la medida correctiva de suspensión de la obra y la consiguiente prestación de caución, previa al ordenamiento de demolición, pues no puede optarse por la sanción del art. 100, ya que no está probado que ellos de manera exclusiva ejecuten obras de urbanismo de todas aquellas que conforman hoy el predio Santa Ana". "... Si bien la resolución No. 006 de 1993, como es obvio no hace alusión a Peña Rodríguez y Méndez Amaya, si contempla la decisión de demoler todas las construcciones realizadas en el predio Santa Ana...área dentro del cual está la de ellos...". "La Resolución No. 006/93, fue notificada a los afectados por Edicto fijado en la Asesoría Jurídica de la Alcaldía, luego frente a Peña Rodríguez y Méndez Amaya no surte efectos la misma, pues en ningún momento hicieron parte del exp. 251". "Conlleva lo anterior, a que al no observarse el procedimiento mínimo para imponer la medida correctiva consistente en la demolición de obras, que afecta necesariamente a los aquí accionantes, se le está violando el derecho fundamental al debido proceso contemplado en el artículo 29 de la C. P.". "...que frente a la situación planteada los accionantes gozan de otros medios de defensa judiciales, por establecer así el art., 67 de la ley 09/89, esto es la acción contenciosa administrativa prevista en el C. C. A.... la cual haría improcedente la acción de tutela... pero como se ha intentado como mecanismo transitorio... y se está en presencia de la causación de un perjuicio irremediable cual es  ejecutar una resolución que dispone la demolición de su vivienda... ella se hace pertinente". 2.2. T-53967, Juzgado 12 Civil del Circuito, sentencia septiembre 6 de 1994. "... Examinado el expediente cuya fotocopia fue aportada por el funcionario arriba mencionado ( Alcalde Local de Suba), se pudo constatar que el ciudadano LUIS HUMBERTO RAMÍREZ MARTINEZ ni siquiera es mencionado en el informativo, mucho menos vinculado al proceso, mediante la correspondiente diligencia de descargos, como tampoco aparece que específicamente el predio de mayor extensión conocido como Santa Ana, haya sido objeto de inspección ocular o por lo menos de dictamen pericial en donde se determine claramente las construcciones realizadas por el tutelante. Es más si se observa con cuidado la parte motiva de la Resolución 006 de 1993, no aparece el nombre del tutelante para, luego, declararlo contraventor en la parte resolutiva del acto administrativo en comento". "...es evidente que uno de los requisitos esenciales de los procesos que tienen como finalidad la aplicación de una sanción, como en este caso, es el de oír a las personas que va a ser objeto de la misma y obviamente determinarla concreta y claramente en el acto sancionatorio respectivo, pues no es posible aplicar sanciones concretas a personas indeterminadas, ni mucho menos por hechos indefinidos, supuestos o no probados conforme a la normatividad vigente. Una resolución así proferida, salvo mejor concepto, es a todas luces arbitraria". "...el citado acto no lo afecta, porque en sentido estricto, el ciudadano tutelante es un Tercero, totalmente ajeno a la controversia". "Sin embargo, dado que, en el presente caso, la Resolución puede ser atacada ante la jurisdicción de lo Contencioso Administrativo, por tratarse de un proceso administrativo y no Civil o Penal de Policía, la acción de tutela únicamente procede como mecanismo transitorio, para evitar un perjuicio irremediable, como sería la demolición de la humilde vivienda del tutelante, porque solamente podría ser reparado mediante una indemnización...". Segunda instancia. 1. Las sentencias correspondientes a los expedientes de tutela radicados bajo los números T- 50330, (Juzgado Civil del Circuito, sentencia octubre 10 de 1994), T-50380 (Tribunal Superior- Sala Civil, sentencia octubre 6/94), T-50492 (Juzgado 5o. Civil del Circuito, sentencia septiembre 30/94), T-51110 (Juzgado 7o. Civil del Circuito, sentencia octubre 4/94), T-51148 (Juzgado 23 Civil del Circuito, sentencia octubre 10/94), T-51165 (Juzgado 23 Civil del Circuito, sentencia octubre 11/94), T-51414 (Juzgado 20 Civil del Circuito, sentencia octubre 14/94), T-51455 (Juzgado 8o. Civil del Circuito, sentencia octubre 6/94) y T-51918 (Juzgado 4o. Civil del Circuito, sentencia octubre 3/94), fueron confirmadas por las mismas razones señaladas en las providencias de primera instancia. 2. Las sentencias correspondientes a los expedientes de tutela registrados bajo los números que a continuación se relacionan, fueron igualmente confirmadas, aunque por diferentes razones o por razones adicionales: 2.1 T-50260, Tribunal Superior- Sala Civil, Sentencia Octubre 6 de 1994. "... Acorde con lo decidido por los juzgados 60 y 39 Civiles Municipales y Séptimo del Circuito, en el mes de agosto del año que cursa, por estar solicitada la medida provisional...según se observa en el auto de fecha 24 de agosto de 1994, proferido y notificado por la Alcaldía Local de Suba, no es el caso de acceder a la misma medida de protección de los derechos vulnerados o amenazados del accionante, pues lo que procede simplemente en el asunto que se estudia es la abstención de aplicar lo dispuesto en el art. 7o. del Decreto 2591, como medida provisional, por sustracción de materia". 2.2. T-50342, Tribunal Superior del Distrito Judicial Santafé de Bogotá- Sala Civil, Sentencia octubre 6 de 1994. "... Al estar suspendida la Resolución por la cual se ordenó la demolición de las obras a que se refieren los accionantes en tutela, por el mismo funcionario que la expidió, por sustracción de materia la acción de tutela que nos ocupa deja de tener sentido jurídico y en consecuencia inane sería hacer un pronunciamiento de mérito...". 2.3. T-50866, Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá- Sala Civil, sentencia octubre 12/94. "... de acuerdo con el resultado oficioso de la prueba sometida por el tribunal, se tiene que la resolución No. 006, con la cual se ordenó la demolición fue suspendida; carece, por tanto de objeto la acción de tutela, porque el acto atacado mediante la presente tutela no tiene vigencia y por ende no afecta ningún derecho fundamental". 2.4. T-50897, Juzgado Tercero Civil del Circuito, Sentencia octubre 12 de 1994. "...se considera que los accionantes cuentan con otro mecanismo de defensa judicial distinto a la acción de tutela para solicitar la protección de los derechos reclamados, donde se puede solicitar la protección de los derechos en forma inmediata mediante la solicitud de suspensión provisional del acto atacado el impetrar la nulidad y el restablecimiento del derecho, por lo que no se dan los presupuestos del mecanismo transitorio". 2.5. T-50939, Tribunal Superior del Distrito Judicial Santafé de Bogotá- Sala Civil, Sentencia octubre 11 de 1994. "... Ese acto administrativo no es susceptible de ser atacado ante la Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo, al tenor de lo dispuesto en el art. 82 del C. C. A. (subrogado por el art. 12 del decreto 2304 de 1989), pues se trata de un juicio de carácter policivo, mediante el cual se investigó una contravención y se impuso una medida de policía (demolición de obra). Lo anterior implica que el accionante en el hipotético caso de existir una vulneración a un derecho fundamental no tiene a su alcance otro medio de defensa judicial". "...mediante providencia de agosto 24 de 1994, se dispuso suspender la ejecución de la Resolución No.006 de 1993, hasta tanto los jueces resuelvan lo pertinente. La situación antes descrita se adecua al precepto contenido en el art. 26 del Decreto 2591 de 1991. En consecuencia la presente acción de tutela por razón de la cesación del acto atacado perdió su objeto..." 2.6. T-51071, Juzgado 27 Civil del Circuito, Sentencia octubre 11 de 1994 "...es consciente la peticionaria pues a lo largo de la causa petendi anuncia que conocía...de las visitas que efectuaba el funcionario y aún de la intervención de varios vecinos, que se encontraban en la misma situación que ella". "Además, dentro de la actuación policiva existe constancia de la publicidad de las órdenes impartidas, de la citación de todos los que fueron ocupantes, o poseedores del predio inspeccionado...". "...y realmente la falta de intervención se debió a su propia voluntad, pues debió apersonarse de la situación, a sabienda de las consecuencias que podría tener para su propiedad". "Si no lo hizo, tal cosa no puede enmarcarse en violación del debido proceso, o de falta de defensa...". 2.7. T-51899, Juzgado 4o. Civil del Circuito, Sentencia octubre 3 de 1994. "El aquí accionante tuvo suficiente tiempo para instaurar ante la jurisdicción Contenciosa Administrativa la correspondiente acción con miras a obtener la suspensión provisional y posteriormente definitiva de la resolución mediante la cual se ordena la demolición de su vivienda por haber sido construida sin licencia previa...". "El aspecto de la procedencia de la acción de tutela como mecanismo transitorio tiene cabida si esta se utiliza por el afectado como único mecanismo disponible para repeler la vulneración del derecho Constitucional Fundamental, pero no para remediar descuidos ni la negligencia y pasividad del presunto afectado,...A lo anterior hay que agregarle que para el día de hoy si se hubiera cumplido la Resolución..., ya se habría consumado, pues esta estaba programada para el 31 de agosto del corriente año, y el funcionario optó por suspender la ejecución de tal acto (demolición) hasta que se decida por las autoridades competentes al respecto". 2.8. T-51453, Juzgado 24 Civil del Circuito, Sentencia Octubre 5 de 1994. "... En la copia del expediente administrativo No. 251-92, adelantado por la Alcaldía Local de Suba... no aparece prueba alguna de que el señor EDILBERTO PALACIOS PAEZ , tenga algún derecho de propietario o poseedor material sobre algún lote de terreno y/o de mejoras que hagan parte del mencionado predio (Santa Ana), ni en el curso del trámite de la acción de tutela se adujo prueba relacionada con tal situación". "Entonces,...no está legitimado para reclamar protección por medio de la acción de tutela del derecho fundamental al debido proceso, precisamente por que no se conoce siquiera sumariamente si aquél está comprendido dentro del mencionado proceso policivo de demolición...". "...La señora Ramírez López sí fue citada y escuchada en descargos dentro del ya mencionado expediente administrativo, que culminó con la resolución No. 006 de 25 de octubre de 1993, como aparece descrito en las diligencias de inspección ocular de 18 de septiembre de 1992, y diligencia de descargos de 24 de ese mismo mes y año...lo mismo que notificada por edicto de tal resolución. Entonces aquella quedó legal y reglamentariamente vinculada al proceso policivo civil de demolición de obra, con todas las garantías de controvertir y de impugnar la decisión correspondiente, sin que se vislumbre violación alguna en su contra del derecho constitucional fundamental al debido proceso...". 3. Las sentencias proferidas en los procesos de tutela radicados bajo los números que seguidamente se concretan, fueron revocadas, con fundamento en los argumentos siguientes: 3.1. T-49597, Juzgado Sexto Civil del Circuito, Sentencia  octubre 3 de 1994. "... Ahora, del artículo 332 del C. P. C., aplicable a la acción de tutela, surge el concepto de la causahabiencia, que puede entenderse como el efecto, sustancial y procesal, que afecta a determinadas personas por hechos realizados por su antecesor en el derecho. En este orden de ideas, si la señora Ramírez de Caicedo hubiera sido la vendedora de la accionante, los descargos que la primera rindió y la declaración de que es contraventora, afectarían a ELVIRA PRECIADO MURILLO porque ésta sería causahabiente de la contraventora". "Empero, nótese que los descargos los rindió el 18 de septiembre de 1992, y que la accionante adquirió la posesión del lote en que edificó la construcción el 29 de enero de 1994. Pero el vendedor del lote y las mejoras que adquirió la solicitante no fue CARMEN ROSA RAMÍREZ DE CAICEDO sino MARIO BLANCO TRIVIÑO. Así, la accionante es causahabiente del último, y el mismo no fue vinculado al proceso policivo en forma legal; de suerte que a la causahabiente se le desconoció el derecho al debido proceso, debido a que ni a ella ni a su antecesor en el derecho, el nombrado Mario Blanco Triviño, se les escuchó en descargos, y por lo tanto, se les privó del derecho de defensa". "No es válido el argumento de que a los propietarios se les notificó por medio del aviso visible en copia al folio 351, ya que la citación no de los propietarios en general sino de cada propietario de las construcciones en particular, debía realizarse antes del pronunciamiento de la resolución 006 de 1993, y no después". "La tutela que prospera determina la suspensión de la orden de demolición, pero como el proceso policivo terminó con la resolución antes citada, es improcedente ordenarle al Alcalde de Suba que ordene la vinculación de la accionante, y tampoco puede ordenarle el juez de tutela al Alcalde que permita la legalización del barrio SANTA ANA". 3.2. T-50203, Juzgado 16 Civil del Circuito, Sentencia  Octubre 4 de 1994. "Si embargo, teniendo en cuenta que al impugnar el fallo de primera instancia, BERNARDA FLOREZ GRANDAS, solicita se le conceda la tutela para evitar los graves perjuicios que sufrirá con la demolición de su vivienda y sólo mientras adelanta las acciones judiciales contenciosa administrativas, debe el despacho concederle la oportunidad que solicita para que la autoridad competente se pronuncie al efecto, en los términos previstos en el artículo 8o. del decreto 2591 de 1991". 3.3. T-50410, Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá. Sala Civil-, Sentencia de octubre 4 de 1994. "Una vez proferida la sentencia de primera instancia, a folio 33 del expediente obra el oficio número 720-1372-94 mediante el cual, el Asesor de Mejoramiento Urbano del Departamento Administrativo de Planeación Distrital emite concepto sobre el Desarrollo Santa Ana de la Zona 11 de Suba, y en el se manifiesta que el citado desarrollo se encuentra en la actualidad sometido a proceso administrativo de legalización bajo los parámetros normativos del Acuerdo 6 de 1990, para cuyo efecto se requiere la orden de legalización mediante Decreto del Señor Alcalde Mayor.". "Obsérvese con facilidad del tenor descrito que no está el concepto requerido por una de las dos entidades (Secretaría de Obras Públicas y Departamento Administrativo de Planeación Distrital) que señala la norma, para que proceda el decreto de demolición que produjo el Alcalde ... Lo anterior pone de manifiesto la violación del debido proceso administrativo ordenado por el Código de Policía de Santafé de Bogotá, toda vez que el indispensable concepto favorable no se obtuvo, siendo el que actúa en el expediente, es el precisamente contrario, cual es la legalización de una situación de hecho" 3.4. T-51218, Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, Sentencia  de octubre 14 de 1994. "En oficio No. 18765 de 25 de agosto de 1994, emanado del Departamento Administrativo de Planeación y que en original obra a folio 15 del cuaderno principal que contiene la tutela, se afirma que dicho establecimiento "no ha emitido concepto alguno respecto de demoliciones en el citado desarrollo...(se refiere a las construcciones levantadas en el sector de Santa Ana)"; tampoco se llevó al expediente policivo dictamen de la Secretaría de Obras, luego se pretermitió una etapa del proceso, situación que pone de manifiesto la violación al derecho a un debido proceso en el trámite policivo que culminó con la resolución No. 006 de 25 de octubre de 1993 por vulneración de las formas propias de cada juicio...". 3.5. T-51285, Juzgado 22 Civil del Circuito, Sentencia octubre 10 de 1994. "...al estar suspendida la resolución por medio de la cual se ordenó la demolición de las obras a que se refieren los accionantes en tutela, por sustracción de materia, ha debido el juez del conocimiento abstenerse de aplicar el artículño 7 del decreto 2591 de 1991, y hacer dicho pronunciamiento" "... No obra en el plenario que se haya COMUNICADO la existencia de la investigación al presunto "CONTRAVENTOR" pues si bien aparece se fijó un aviso, no es menos cierto que el infractor no es uno solo sobre un solo biene con puerta de acceso donde se fijó aquél, sino VARIOS INFRACTORES sobre bienes distintos, donde cada uno tiene derecho a sus propios descargos y a contraprobar; de consiguiente lo correcto hubiera sido como mínimo intentar la notificación personal de cada uno de los presuntos infractores en sus respectivos bienes, y de no lograrse al menos, habérseles fijado aviso en la puerta de acceso de sus respectivos bienes, y de no lograrse al menos, habérseles fijado aviso en la puerta de acceso de sus respectivos inmuebles, pues ha de recordarse que sólo puede presumirse "CONOCIMIENTO" de un acto en los casos que expresamente regula el legislador...". "Si bien no se contraría ningún normativo, pueden recibir los descargos en la diligencia de "INSPECCIÓN OCULAR" que se decretó y que entre otras cosas era necesaria para determinar el estado de las obras pues ha de recordarse que las sanciones varían de acuerdo a ello - esto sobre lo que se anotará más adelante, no es menos cierto que si aquello no se indicó en la citación o aviso, que a cada uno de los presuntos infractores se les debió hacer, (vale decir indicar en el aviso que allí se les recibirá descargos) mal podrían éstos rendirlos, como tampoco tener la oportunidad de contra probar, o derivarse efectos de su no concurrencia; esto es, se presenta una clara violación a su DERECHO DE DEFENSA y, por aplicación del artículo 228 del Código Nacional de Policía, AL DEBIDO PROCESO". "También acaece, en concepto de éste Despacho, violación del DEBIDO PROCESO al no obrar en el plenario el CONCEPTO o DICTAMEN que por imperativo exige el artículo 100 del Código de policía de Bogotá...siendo prudente anotar que en el oficio 88 Fte de este expediente emanado del Departamento Administrativo de Planeación Distrital, no se dice que las construcciones no cuentan con la licencia respectiva, amen de que no obra ningún concepto de la Secretaría de Obras Públicas, de éste Distrito". "Desde otro punto de vista, si bien la decisión para cada uno de los infractores puede tomarse en una MISMA RESOLUCIÓN- legalmente nada lo impide, no puede perderse de vista que siendo los sancionados varias personas y no una sola, como tampoco un bien común sino parte del bien con derechos INDIVIDUALES, debió MOTIVARSE en forma tal que DETERMINADO "INFRACTOR" pueda saber el por qué de la sanción y con base en que prueba, pues de otra manera y en "abstracto" mal puede impugnarla; pruebas acá aludidas que, siendo las sanciones de carácter INDIVIDUAL, necesariamente debió ser la verificación de cada una de las obras...,señalando en el acta respectiva el estado de (sic) cada una de ellas se encontraba, pues ha de recordarse además que si se trata de iniciación de obra la sanción es SUSPENSIÓN de la misma y caución, y si es TERMINACIÓN de obra o no acatarse la orden de suspensión, ahí si la DEMOLICIÓN". "Todo lo anterior lleva a concluir que si hubo violación al DERECHO FUNDAMENTAL DE DEFENSA, por falta de notificación a cada uno de los presuntos infractores, por no oírseles en descargos ni habérseles brindado, la oportunidad de contraprobar los que en tales circunstancias se les formularon y a la incongruencia de la motivación de la resolución que ordenó la demolición". 3.7. T-51645, Juzgado 6o. Civil del Circuito, Sentencia Octubre 20 de 1994. "... No hay duda, por lo tanto de que al contraventor de las normas sobre construcción debe oírlo la autoridad administrativa; por lo cual, si lo sanciona sin oírlo le vulnera ostensiblemente el derecho al debido proceso". "Por otra parte, debe anotarse que las sanciones administrativas son individuales, o sea que deben imponerse, cuando sea el caso de hacerlo, a la persona determinada que haya incurrido en transgresión a las disposiciones que regulan la construcción de inmuebles. No hay violaciones colectivas sino personales, y en tales circunstancias, no puede sancionarse como lo hizo en el caso sub-lite el Alcalde local de Suba en la Resolución 006 de 1993, a un grupo de personas, sin mencionarles por sus nombres". "Además los descargos del contraventor deben escucharse antes de la resolución, y por ello el aviso posterior al acto administrativo colocado en cada uno de los inmuebles en que se levantaron las construcciones sin licencia, para que los contraventores concurrieran a la Alcaldía a notificarse, no subsana la violación del debido proceso". "...en el caso de marras encuentra el juzgado que fueron escuchadas en descargos 22 personas, cuyos nombres no es necesario citar; pero en ellas no se encuentra la impugnante RITA JIMENEZ URBINA. En consecuencia se les desconoció el derecho al debido proceso por lo cual debe amparársele...". II. COMPETENCIA. La Corte Constitucional es competente para conocer de la revisión de las citadas sentencias en virtud de lo dispuesto por los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política, en concordancia con  los artículos 33, 34 y 35 del Decreto 2591 de 1991. III. CONSIDERACIONES DE LA SALA. 1. Diligencia de inspección judicial practicada durante la etapa de revisión ante la Corte Constitucional. Mediante auto de fecha dieciséis (16) de junio de mil novecientos noventa y cinco (1995) la Sala, con el fin de clarificar la situación materia de controversia, ordenó la práctica de una diligencia de inspección judicial en el predio Santa Ana y sobre los documentos en donde constan las actuaciones de la Alcaldía de Suba -Oficina de Obras- y de la Inspección 11A Especial de Policía de Urbanismo y Construcción de Obras. Igualmente se dispuso allegar al proceso la información necesaria para establecer la realidad de los hechos que sirven de sustento a las pretensiones de los demandantes. La referida diligencia arrojó los siguientes resultados: - Oficina de Obras Alcaldía de Suba: Confrontado el expediente original 251-92 de la oficina de obras, con el anexo común a las tutelas en revisión, se encontraron en dicha Alcaldía  los folios 434 al 501 que no aparecen en el mencionado anexo, correspondientes a impugnaciones de fallos de tutelas, actas de visitas administrativas realizadas por las Personerías Distrital y Local de Suba en la Oficina de Obras, oficios y otros documentos que no aportan nada nuevo al proceso. - Versión del señor Miguel Angel Suárez Monsalve, secretario de la Oficina de Obras de la Alcaldía de Suba y exfuncionario de la extinguida Inspección 11A Especial de Policía de Urbanismo y Construcción de Obras, en la cual se inició el proceso 251-92, relativo a las construcciones en el predio Santa Ana quien, en lo pertinente, expresa: "El  proceso se inició en la antigua Inspección 11 A Especial de Policía de Urbanismo y Construcción de Obras en Agosto 25 de 1992 por unas construcciones que se adelantaban en dicho predio, practicándose diligencia de Inspección Ocular al mismo  el  18  de  septiembre de 1992.  Para esa  fecha  que  se practicó  la diligencia existían aproximadamente  nueve  casetas, practicándose  ese  día cinco inspecciones oculares  obrantes  a folio 48 al 58,  en las cuales se ordenó la suspensión de la obra y  se impuso la respectiva caución; posteriormente   se  tomaron declaraciones  de  descargos de las personas que se  encontraban allí y de los detenidos que la policía dejaba al Despacho  por estar  allí  levantando  trabajos  de  construcción;....Después de cierto tiempo, fue que  se  volvió a practicar inspecciones  oculares  al  predio, aclarando  que  cuando salió la Doctora  PAULINA  XIMENA  NAVARRO PASCUALI,  fue encargado de la Inspección el Doctor GERMAN RUEDA MENESES,  quien,   en virtud  de la gravedad de los hechos y  las reiteradas  peticiones de la abogada apoderada de  los  presuntos propietarios  del  predio  procedió  a fijar  una  fecha  para inspección ocular la cual se llevó a cabo a los once días del mes de mayo de 1993, donde se ordenó el sellamiento de los diferentes inmuebles y se escucharon en descargos a diferentes personas". (...) "Durante las administraciones del Doctor SERGIO ANTONIO ESCOBAR JAIMES, LUIS CARLOS PEÑA y JORGE ALBERTO ARAMBULA, que yo tenga conocimiento, no se practicaron diligencias al predio, pero si ordenó emitir la Resolución número 006 de 1993, de octubre 25 del mismo año fue el doctor SERGIO ANTONIO ESCOBAR JAIMES, resolución que fue sustanciada por el doctor MIGUEL MORALES CASTELLANOS y el suscrito..." (...) "Como quiera que no se tenía conocimiento de que personas residían en ese predio, no se encontraban allí y al preguntarse por los mismos nadie daba razón, motivo por el cual era imposible notificar persona por persona, dado que los presuntos propietarios o poseedores levantaban las construcciones los fines de semana o de noche; en el predio solo se encontraban, en su mayoría, vendedores y, en algunas ocasiones, a los presuntos propietarios o poseedores; esto ocurrió en el año 92; para la época que se trató de notificar fue imposible, primero, no existía nomenclatura urbana de ninguna clase; los presuntos infractores de las normas urbanísticas con las construcciones que estaban realizando y que inicialmente eran 9 caseticas, unas eran en bloques muy provisionales, y otras, las cuales apenas se estaba iniciando la construcción, lo que hacía imposible hacer una notificación personalmente, y por lo tanto se procedió a dar aplicación al artículo 427 de Código de Policía de Bogotá, (Acuerdo 18/89)...". "No se escuchó en diligencia de descargos al directo infractor de la norma urbanística, a varios de los que allí se encontraban construyendo porque en el momento de la inspección ocular no se encontraban allí y cuando dejaban a disposición del despacho a personas que estaban adelantando obras en el predio, en muchas de sus declaraciones manifestaban ser trabajadores y no conocieron al presunto propietario o el responsable de la infracción urbanística; en las inspecciones oculares que practicamos, procedimos a dejar boletas de comparendo con el abogado DANIEL BARON CASTAÑEDA, quien manifestaba que les haría llegar dicha citación para que comparecieran al despacho a fin de ser oídos en diligencia de descargos, algunos comparecieron, otros no. Como puede observarse, existen dentro del expediente los avisos en los folio número 44, el segundo a folio 118, el tercero obrante a folio 151, el cuarto a folio 202, fueron colocados dentro del predio por no existir nomenclatura urbana y no tener conocimiento de los propietarios, lo que imposibilita hacer la notificación personal..." (...) "Que yo tenga conocimiento, a ninguno de los posibles propietarios que se encuentran en el predio SANTA ANA no se les hizo efectiva ninguna caución o multa y lo único que hizo la Oficina de Obras a través de su asesor, Doctor MIGUEL MORALES, que se encontraba para esa época, fue dictar la medida administrativa de demolición de obras de todas las construcciones que se encuentran allá dentro de dicho predio denominado Santa Ana..." -Predio Santa Ana Barrio el Rincón de Suba: En la inspección judicial realizada al predio Santa Ana, ubicado en el Barrio el Rincón de Suba se constató lo siguiente: "Al  NORTE se encuentra la calle 131A o vía que conduce a Aures, y en el se puede apreciar que existen numerosas construcciones en material de cemento, bloque, arena, concreto y hierro, muchas de dos o mas pisos, en donde funcionan varios establecimientos comerciales tales como lavandería, talleres de ornamentación y muebles, venta de chance, cafetería, depósito de materiales de construcción, tienda, droguería, torno, supermercado, venta de comidas rápidas, prendería, venta de tejas y puerta; AL SUR este limita con la calle 130, teniendo una entrada hacia la calle 129B, en donde se encontraron ocho construcciones en los mismos materiales de cemento, arena, bloque, concreto y hierro, habitadas, y en una de ellas funciona un taller de mecánica, habiendo varios lotes sin construir; en el costado ORIENTAL se encontró que colinda con la transversal 91 o Avenida que de Suba conduce al barrio El Rincón, donde se puede apreciar que está construida  casi en su totalidad, y funcionan diversos negocios, dentro de los cuales se destaca una industria troquel-mecánica que ocupa un área construida de aproximadamente 300 metros; igualmente funciona una compraventa de material de demolición, expendio de comestibles al por mayor, alquiler de formaleta, club de tejo, taller de electricidad automotriz, taller de reparación de bicicletas y piqueteadero; por el costado OCCIDENTAL se hallaron numerosas construcciones que colindan con la culata de casas del barrio Costa Rica y construidas sobre la carrera 93A, estas construcciones se realizaron en materiales de cemento, ladrillo, bloque, arena, concreto y hierro, y en una de ellas funciona una tienda y en otra un taller de mecánica. Por el CENTRO del predio se pudo constatar que está densamente construido, en los mismos materiales, y en la actualidad se adelantan obras en aproximadamente veinticinco inmuebles.." Dentro de la inspección se hizo presente la abogada Myriam Rodríguez Montoya, apoderada de algunos de los presuntos propietarios del predio Santa Ana y manifestó: "El predio fue adquirido por el señor JOSÉ MANUEL TORO ECHEVERRY y su esposa la señora LETICIA ALVAREZ DE TORO. Los señores HERNAN ESCOBAR VELASQUEZ y NESTOR GUILLERMO RODRIGUEZ, asociándose para delinquir, mediante la escritura pública N° 379 de 1987, falsificando la firma de la señora LETICIA ALVAREZ DE TORO a través de un poder vendieron los derechos que a ella correspondían en el citado predio, esto es una sexta parte. Frente a tal conducta delictuosa la señora LETICIA ALVAREZ DE TORO inició un proceso en el entonces Juzgado Cuarenta y Uno de Instrucción Criminal de Bogotá; dicho Juzgado sin ser del ámbito de su acción hizo entrega del predio al señor HERNANDO VALBUENA, quien alegaba tener la posesión; posteriormente el Tribunal Superior revocó dicha decisión y ordena la entrega del predio a sus propietarios quienes venían detentando la posesión diligencia efectuada por el Juzgado Cuarenta y Dos Penal del Circuito de esta ciudad, el día veinticinco (25) de mayo de mil novecientos noventa y dos (1992) siendo recibido el predio por el señor HERNAN CABRERA MUÑOZ y en la sentencia condena a los señores HERNAN ESCOBAR VELASQUEZ y NESTOR GUILLERMO RODRIGUEZ, por el delito de FALSEDAD, igualmente ordena la anulación de la mencionada escritura 379 de 1987 y 64 escrituras mas, providencia esta que fue confirmada por el Honorable Tribunal Superior de Justicia, Sala Penal mediante providencia de fecha diez y siete (17) de mayo de mil novecientos noventa y cinco (1995)". "...desde la fecha en que se hizo entrega del inmueble al señor CABRERA, a pesar del servicio de vigilancia y letreros de propiedad privada colocados en el, las personas a las cuales se les efectuó las falsas escrituras penetraron violentamente en el y empezaron a efectuar sus construcciones en las horas de la noche, por lo cual se hizo necesario iniciar las acciones policivas pertinentes ante la Inspección de Obras y un lanzamiento por ocupación de hecho. En lo que hace referencia a la construcción de obras sin la licencia respectiva se efectuó una primera diligencia de reconocimiento y sellamiento de las obras encontrando un número muy reducido de construcciones, creo que eran siete, posteriormente se realizó una segunda diligencia encontrando doce obras en construcción, siendo nuevamente selladas y ordenando la vigilancia policiva. Las obras realmente no fueron suspendidas, así lo demuestran las diferentes diligencias en las cuales se conminaba y se imponía sanción a quienes se encontraban construyendo, sanciones que nunca se hicieron efectivas. Sin explicación lógica alguna, la protección fue levantada por orden de la Inspectora de Obras, lo que permitió el ingreso masivo de personas al lote y sus construcciones..." Igualmente, se hizo presente en la inspección el abogado Daniel Barón Castañeda, apoderado de algunos de los peticionarios y expresó lo siguiente: "Se adecuó el trámite según la normatividad contenida en el artículo 99 de Acuerdo 18 de 1989 o Código de Policía de Bogotá, es decir, se procedió a fijar fecha para practicar inspección ocular sobre las construcciones iniciadas, conducente a la vinculación, mediante descargos del presunto infractor, y si existiere mérito, decretar la suspensión de la obra. En una primera inspección ocular se vincularon a algunos de los poseedores que construyeron, tales como MANUEL ANTONIO RAMIREZ CLAVIJO, CARMEN ROSA RAMIREZ, CARLOS HERNAN FORERO Y MARIA HELENA RAMIREZ LOPEZ. No obstante estar vinculados, la Inspección de Obras únicamente profirió y notificó resolución de suspensión de obra con respecto a MARIA HELENA RAMIREZ LOPEZ". "En cuanto a estas personas que fueron vinculadas, lo mandado por la norma es que le notifique de manera legal la resolución de suspensión de obra y en la cual se debe imponer una caución para asegurar el cumplimiento. A partir de la resolución, y si se continúa con la obra suspendida, previa verificación por parte del funcionario competente, se ordenará la demolición de lo construido (no la totalidad de la obra, SOLO LO CONSTRUIDO EN CONTRAVENCION A LA SUSPENSION). en proceso que adelantó la Inspección 11A y posteriormente la Alcaldía de Suba, en ningún momento se notificaron otras resoluciones de suspensión, y NUNCA  se verificó si las obras supuestamente suspendidas se continuaron, siendo este requisito sine-qua-non, exigido por la norma. Estas personas quedaron vinculadas a la Resolución 006/93 en la que se ordenó la demolición del barrio SANTA ANA. Con relación a estas personas debo acotar la falta de técnica jurídica con que se procedió, pues sólo basta con observar las diligencias adelantadas y en ellas se vinculan a unos predios para sancionar a los responsables, pero no se identificó ni alinderó el predio sobre el cual estaba la construcción.... Desde este momento en adelante, el trámite del expediente 251/92 fue muy etéreo; en el mes de mayo de 1993 se realizó una inspección ocular sobre el predio SANTA ANA, el Inspector 11 A de Obras, sin oír en descargos a ninguno de los presuntos responsables  (las personas a quienes se oyó eran trabajadores) y sin mediar ninguna resolución o acto administrativo que ordenara la suspensión, selló doce construcciones, sin determinarlas, ni alinderarlas dentro de las actas (lo cual hace imposible su posterior reconocimiento). Este sellamiento de obras es, desde el punto de vista legal, absolutamente improcedente, sin mediar acto administrativo de suspensión". "Aparte de las personas inicialmente vinculadas (5 personas), ningún otro poseedor o constructor fue legalmente vinculado al proceso, ni se practicó inspección ocular  sobre las obras, ni se suspendieron las mismas. El trámite se circunscribió a la retención ocasional, por parte de la policía de algunos trabajadores, a quienes se les puso a disposición de la Alcaldía y se les tomó declaración, más nunca se citó a responsable alguno de las obras. A raíz de la expedición del Estatuto del Distrito Capital, la competencia en materia de infracciones de obras pasó a las alcaldías locales, y la de Suba, al avocar el conocimiento de este proceso, la primera actuación que produjo fue la Resolución 006/93, mediante la cual se declararon contraventores de obras a todas las personas que tuvieran construcciones en SANTA ANA y se ordenó la demolición de todas las obras existentes en el predio SANTA ANA". "Llama poderosamente la atención varios hechos que rodean esta comentada Resolución 006 : en primer lugar, la resolución se dicta de manera general contra todos los constructores de obras en el predio SANTA ANA; esto es absurdo, porque la contravención, de suyo implica la vinculación de un infractor individual frente al Estado, y no se trata de un proceso colectivo; fácilmente se observa que la intención es lograr a través de un proceso de obras, los mismos resultados que comportaría un lanzamiento por ocupación de hecho, en donde si se da la vinculación de un globo de terreno frente a una actuación policiva. En segundo lugar, esta resolución es producto de un proceso que adelantó sin comparecencia de las personas declaradas contraventoras; esto equivale a decir, que todas ellas fueron condenadas sin haber sido oídas y vencidas en juicio, es decir, no se rodeó el proceso de todas las ritualidades y formalidades prescritas en la ley; la regulación de la sanción de demolición de obras está contenida, básicamente, en el artículo 100 del Acuerdo 18/89 y en los artículos 66 y 67 de la Ley 9 de 1989, o de reforma urbana. Según lo prescriben estas normas, para poder proferir orden de demolición en contra de una obra, se debe tratar de vivienda terminada, lo cual nunca ha sido verificado dentro del proceso, pues en caso contrario ha debido suspenderse la obra según el artículo 99 del Acuerdo 18/89". "...debo aclarar que la aplicación de las dos normas comentadas (artículos 99 y 100 del Acuerdo 18/89) es bien diferente. El artículo 99 es de aplicación cuando se ha INICIADO obras en contravención al régimen de planeación, caso en el cual se debe proceder a ordenar la suspensión de la obra, con caución y, sólo en el caso de haberse continuado la obra suspendida, se puede proceder sin concepto previo de ninguna entidad, a demoler lo construido en infracción a la suspensión; no es el caso de la Resolución 006 de marras, pues en ella se dicta una orden directa de demolición sin mediar previa orden de suspensión. La demolición como sanción principal, se aplica de conformidad con el artículo 100 citada, norma que si exige concepto previo de los funcionarios de planeación distrital; este sentir es compartido por los funcionarios de la Personería Distrital, según conceptos que se encuentran anexos al expediente 251/92". ·        Censo de población y vivienda: El censo de población y vivienda que se efectuó en el predio Santa Ana permitió establecer lo siguiente: -Viviendas totalmente construidas: 112, cuentan con energía eléctrica, acueducto y alcantarillado, y sólo 4 viviendas tienen teléfono particular. -Viviendas en construcción: 35. - Lotes sin construir: 87. - Habitantes censados: 552. Quedaron por censar 11 viviendas, porque los poseedores  no se encontraban presentes al momento del censo. ·   Fotografías: Aparecen incorporadas al expediente fotografías de las calles y construcciones del predio Santa Ana. Los demandantes aportaron a las diligencias una carpeta donde aparecen: escrituras públicas sobre venta y posesión de lotes, recibos de pagos al Distrito por concepto de servicios de acueducto y alcantarillado, impuesto predial y valorización. Con dichos documentos se estableció: Que los señores Edilberto Palacio Paéz y María Helena Ramírez López, a través de la escritura 1493 del 22 de febrero de 1993, le compraron al señor Jorge Enrique Pérez Caicedo, lotes del 1 al 24 de la manzana J, que cuentan con un área aproximada de 1440 mts, según el plano del terreno protocolizado por escritura pública No. 12.777 de septiembre 30 de 1992. Que por Escritura Pública No. 16132 de noviembre 5 de 1993, dichos compradores, vendieron un lote a la señora Blanca Celia Gil Molina, con un área de 72. 00 mts. 2 que corresponde el lote 20 de la manzana J, ubicado en la Carrera 91 No. 130B- 23 del predio Santa Ana. Los abogados antes citados, quienes actúan como apoderados de algunos de los interesados, aportaron, entre otros, los siguientes documentos: - Plano del Predio Santa Ana del año de 1975. - Plancha E- 60 del Distrito Capital donde aparece el inmueble del predio Santa Ana. - Plancha 11 del Distrito Capital donde aparece el predio Santa Ana. - Plano del predio Santa Ana barrio Rincón de Suba, en trámite de legalización por el Departamento Administrativo de Planeación Distrital Unidad de Mejoramiento y Coordinación de Barrios.- Fotocopia de la providencia de abril 17 de 1995 del H. Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá - Sala Penal-, que confirma el fallo proferido por el Juzgado 42 Penal del Circuito (condenó a los señores Nestor Guillermo Rodríguez y Hernán Escobar Velásquez por los delitos de Falsedad Material en Documento Público y Estafa, referente al predio Santa Ana). 2. Situación establecida dentro de los procesos de tutela objeto de acumulación. 2.1. Luego de una revisión minuciosa, tanto de las actuaciones cumplidas por la Inspección 11A Distrital de Obras y Construciones, la Alcaldía Local de Suba, y de las pruebas practicadas y allegadas en la etapa de revisión, se establece en cuanto a la identificación de los peticionarios de la tutela y las personas comprometidas en el proceso administrativo policivo lo siguiente: - Por auto de fecha 8 de 1992 la Inspección 11A de Policía de Urbanismo y Construcción de Obras de Suba, señaló para la práctica de la primera inspección ocular el 18 de septiembre de 1992. Dicha decisión se notificó a través de la fijación de avisos en distintos lugares (sitios de acceso general al predio Santa Ana, postes y paredes de algunas construcciones). El día 17 del mismo mes y año, se escucharon en descargos a las siguientes personas que dijeron ser propietarios de algunos de los lotes en construcción: Carlos Hernán Forero Corredor (lote No. 15), Manuel Antonio Ramírez Clavijo (lotes No. 1 y 2, manzana N), Carmen Rosa Ramírez de Caicedo (lote No. 10, manzana M), a quienes se les declaró contraventores, se les suspendió la obra y se les fijó una caución. A María Elena Ramírez López (lote No. 5, manzana D), no se le declaró contraventora, pero se le advirtió que si continuaba la construcción se ordenaría de plano la demolición. Alfredo Triana Rojas fue aprehendido y puesto a disposición de la Inspección el 21 de septiembre de 1992 por encontrarse construyendo. Se le recepcionaron los respectivos descargos, pero no se dejó constancia de la identificación del lote sobre el cual estaba erigiendo la construcción. - Por auto de octubre 15 de 1992 se señaló la fecha del 30 de octubre de 1992 para la práctica de una segunda inspección ocular en el referido predio. Dicha auto se notificó en la misma forma antes indicada. En esta oportunidad se escuchó en descargos al señor Jorge Enrique Pérez Caicedo (lotes No. 2, manzana Y y No. 12, manzana D) por intermedio de su apoderado Daniel Barón Castañeda. En la inspección se identificaron los siguientes lotes: No. 11 de la manzana G cuyo poseedor es Nestor Romero Nimisca, No. 9 de la misma manzana, poseedor Gustavo Pérez, No. 15 de la manzana F, poseedor Leonardo Castellano. No se oyeron en descargos a los citados, pues no se encontraron en el sitio respectivo al momento de la inspección. Por ello, se les dejó la respectiva boleta de citación para que comparecieran posteriormente a la inspección a rendir dichos descargos. El día 13 de noviembre de 1992, el señor Gustavo Pérez Agudelo acudió a la Inspección 11A, rindió los respectivos descargos y se le advirtió que debía abstenerse de seguir construyendo. - En el auto de noviembre 5 de 1992 se señaló el día 27 de noviembre de 1992 para continuar la inspección ocular mencionada. Se fijaron los avisos noticiando esta diligencia en la forma ya expresada. En ella se escucharon en descargos a las siguientes personas: Yolanda Caicedo Ramírez, respecto a la cual no se identificó el lote y sólo se le advirtió que debía de abstenerse de seguir construyendo; Alba Azucena Sáenz (lote No. 4, manzana J), a quien se le advirtió no seguir construyendo. -Mediante auto de febrero 12 de 1993, se fijo el día 15 del mismo mes y año, para la practica de una tercera inspección ocular, la cual fue aplazada y llevada a cabo el día 13 de abril de 1993. Es de anotar, que no aparece prueba alguna de que se hubiera realizado la notificación de dicha diligencia a los restantes presuntos infractores. No obstante, se escucharon en descargos a las siguientes personas: Manuel Antonio Ramírez (no se identificó el lote) a quien se le advierte que no debe seguir construyendo; José Alejo Matamoros Acosta (no se identificó el lote); Luis Enrique Timbambre (lote 3, carrera 92 No. 130A-17) a quien se le advierte que no debe seguir construyendo; Claudia Patricia Caicedo (Calle 130 C No. 92-42) a quien se le advierte que no debe seguir construyendo, y María Inés Ramírez Vda. de Herrera (Carrera 92 No. 130B-11). - Según auto del 3 de mayo 1993 se dispuso la realización de una cuarta diligencia de inspección ocular, la cual tendría lugar el día 11 del mismo mes y año. En dicha diligencia se verificó el sellamiento de las construcciones de 13 inmuebles, de conformidad con el literal A del Art. 66 de la ley 9a. de 1989. Es de anotar que no se encontró a ninguno de sus propietarios; por tal razón se les dejó boletas de comparendo para que se hicieran presentes a rendir los respectivos descargos. En esta misma diligencia, al señor Benjamín Rojas Medina (bodega identificada con el No. 92A-06 de la Calle 130), se le declaró contraventor y se le ordenó la suspensión de la obra; igualmente se le fijó caución y se le advirtió que si continuaba la obra se ordenaría de plano su demolición. Se procedió a la identificación del lote No. 6 de la manzana H, demarcado con el No. 92-21 de la calle 132, cuya poseedora es la señora Bernarda Flórez, quien no se encontraba al momento de la inspección. Por este motivo, se le dejó una boleta de citación con la persona encargada de la levantar la construcción - El día 12 de mayo de 1993, se realizaron inspecciones a ocho (8) lotes, que no se identificaron. No se encontraron a los poseedores de los lotes y obras que se habían sellado, pero si se estableció que se continuó con la construcción. - El día 14 de mayo de 1993, comparecieron a la Inspección 11A y se les recibieron descargos, a las siguientes personas: Luis Alfredo Jiménez Urbina (lote de la manzana H); José Cándido Romero Sánchez (lote No. 20, Calle 131 A No. 92-23) a quien se le advierte que debe abstenerse de seguir construyendo. ·   Conclusiones sobre lo establecido en las referidas diligencias de inspección. Del examen de las diligencias mencionadas se establece claramente lo siguiente: a) Se recibieron descargos como presuntos contraventores de las normas de urbanismo a los siguientes peticionarios de tutela: Alfredo Triana Rojas, Yolanda Caicedo, María Inés Ramírez viuda de Herrera y María Elena Ramírez López. No obstante se observa que a los citados, con excepción de la señora María Elena Ramírez López, no se les declaró como contraventores, ni se les ordenó la suspensión de las obras, ni se les ordenó prestar caución para garantizar la no continuación de las construcciones. b) Entre los peticionarios de tutela, que no intervinieron en el proceso administrativo policivo y, por consiguiente, no se les oyó en descargos ni se les dio oportunidad de solicitar o aportar pruebas, se encuentran los siguientes: Elvira Preciado Murillo, Vicente Chaparro Pacheco, Luis Alfredo Vargas Ruiz, María Zoila Quintero, María de Jesús Piza de López, Mauricio García Bautista, Blanca Celia Gil Molina, Luis Rafael Moreno Rodríguez, José Rubén Soler, Luis Germán Mora Bareño, Cecilia García Bautista, Elvira Rosa Fonseca de Virguez, José Vicente Acero Quiñonez, Rosa María Sierra, Juan Fuentes Medina, Edgar Telésforo Peña Rodríguez, María Aurora Méndez Amaya, Luz Magola Bohórquez Sánchez, Margarita Poveda de Méndez, Edilberto Palacios Páez, Juan B. Villamil Rodríguez, Rita Jiménez Urbina, Alirio Santamaria Olarte, Pedro María Ardila Méndez, Darío Ramírez y Luis Humberto Ramírez Martínez y Bernarda Flórez Granda. 2.2. En cuanto hace referencia al aviso de notificación para la realización de la inspección ocular llevada a cabo el 11 de mayo de 1992, se pudo determinar lo siguiente: - A folio 202 de los anexos, aparece que la Inspección 11A de Urbanismo y Construcción de Obras de Suba de acuerdo con el art. 427 del Código de Policía de Santafé de Bogotá fijó en el predio Santa Ana el siguiente aviso: "A los señores, Propietarios de los Inmuebles del Predio denominado Santa Ana, Carrera 91 con calle 131, Exp. No. 251-92. Que por auto proferido dentro de las presentes diligencias se procedió a fijar para diligencia de inspección ocular la CUAL SE LLEVARA a cabo el día 11 del mes de mayo del año en curso a la hora de las 9 a.m. en el sitio antes relacionado dentro de la contravención de la referencia dando aplicación al art. 427 y S.S. del Código de Policía de Bogotá se expide el presente aviso a los diez días del mes de mayo de mil novecientos noventa y tres... SE FIJA EL PRESENTE AVISO HOY 10 DE MAYO DE 1993 A LA HORA DE LAS 2: 30 P.M." Observa la Sala, que la referida notificación no se ajustó a la preceptiva que rige este tipo de actuaciones, porque el aviso no se fijó con 24 horas hábiles de anticipación a la fecha de la práctica de la diligencia; por consiguiente, las actuaciones cumplidas en desarrollo de la misma carecen de valor y no producen efectos jurídicos frente a las personas ante quienes se les oponen. 2.3. En la resolución 006 del octubre 25 de 1993, la Alcaldía Local de Suba decidió, en lo pertinente: "PRIMERO: Declarar contraventor de obras, a todas las personas que han adelantado construcciones en el predio denominado "SANTA ANA"  de la jurisdicción de Suba, ubicado en la carrera 91 con calle 13 de esta ciudad". "SEGUNDO: Imponer las medidas correctivas de DEMOLICION DE OBRA, a todas las personas declaradas  contraventoras en el numeral anterior". "TERCERO: Conceder un plazo de diez (10) días hábiles, contados a partir la ejecutoria de la presente resolución para que los contraventores ejecuten la demolición ordenada, con la advertencia de que en el lapso de tiempo señalado  o la realizaren la misma, ésta ejecutorá por parte de funcionarios de la Secretaría de Obras Públicas del Distrito Capital y el costo de la misma, será a cargo de los contraventores". "CUARTO: Compulsar copias a la Fiscalía General de la Nación, a efecto que se investigue la presunta actuación dolosa del doctor Dani Barón Castañeda, como profesional del derecho, quien autorizare la continuación de las obras en el predio "SANTA ANA" después de haber sido aquellas suspendidas y selladas por orden de la INSPECCION ONCE "A" ESPECIAL DE POLICIA DE URBANISMO Y CONSTRUCCION DE OBRAS DE SUBA". En la parte motiva de la resolución 006 del 25 de octubre de 1993 se hace un relato escueto y cronológico de las actuaciones cumplidas dentro del informativo levantado por la antigua Inspección 11A Especial de Policía de Urbanismo y Construcción de Obras de Suba, y luego de la cita de las disposiciones legales pertinentes, se considera contraventores de éstas a todas las personas que han levantado construcciones en el referido predio. Dicha resolución se notificó por edicto que fue fijado el 22 de noviembre de 1993, y fue impugnada mediante recurso de reposición por el apoderado del señor Jorge Enrique Pérez Caicedo, quien aparece como vendedor de las posesiones de los lotes. El referido recurso fue resuelto negativamente por la Alcaldía, con los siguientes argumentos: "..si bien es cierto no existe localización de cada predio, no es cierto que es imposible de determinar predio por predio por cuanto el lote de Santa Ana carece de la nomenclatura urbana definida para cada predio sólo existe una localización general en la carrera 91 con calle 131, siendo imposible establecer la ubicación de cada edificación". "Igualmente al carecer la urbanización Santa Ana de la respectiva licencia de la superintendencia de sociedades para la venta de lotes, como de su respectivo plano de loteo expedido por el D. A. P. D., es imposible la identificación de cada inmueble allí localizado". "Tampoco es cierto que no se haya escuchado en descargos a las personas que dicen ser propietarios, por cuanto que en cada diligencia judicial se oyó a quien atendió la diligencia y en otros casos se dejó boleta de comparendo, de lo cual es testigo el propio Doctor BARON CASTAÑEDA, quien en algunos casos recibió las boletas de comparendo, sin embargo los citados no comparecieron como tampoco allegaron las respectivas pólizas sobre las sanciones allí impuestas". "... que en varias diligencias que obran se amonestó a no seguir construyendo de lo cual reposa constancia y a pesar de esto se continuaron las obras". 2.4. La Personería Distrital, a través de un agente especial destacado al efecto, conceptuó que la orden de sellamiento de las obras dispuesta por el Inspector de obra, conforme el art. 66 de la ley 9/89, en relación con 13 inmuebles del predio de Santa Ana, fue aplicada de manera incompleta, como quiera que ésta debe imponerse junto con multas sucesivas y suspensión de obra. Además señaló que la resolución No. 006/93 incluye a todos los constructores, sin hacer diferencia con respecto a aquéllos que ya ostentaban una sanción de suspensión de obra y sellamiento, para los cuales la demolición se aplicaría como subsidiaria o resultado del incumplimiento de dicha sanción, pues si la demolición se aplica como sanción principal, se debe contar con el concepto de Planeación Distrital, el cual no se obtuvo. 3. Aspectos sustanciales y procesales de las actuaciones policivas, relacionadas con la demolición de obras en Santafé de Bogotá D.C. En los términos del art. 63 de la ley 9 de 1989, la ejecución de obras de construcción, ampliación, modificación, adecuación y reparación, demolición de edificaciones o de urbanización y parcelación para construcción de inmuebles, de terrenos en las áreas urbanas, suburbanas, y rurales de los municipios, requiere permiso o licencia, expedido por la autoridad competente. La violación o el incumplimiento de las referidas normas da lugar a la imposición de sanciones, graduables según la gravedad de la infracción, así: "a) multas sucesivas que oscilan entre medio salario mínimo legal mensual y 200 salarios legales mensuales cada una, para quienes parcelen, urbanicen o construyan sin licencia. b) multas sucesivas que oscilarán entre medio salario mínimo legal mensual y 200 salarios mínimos legales mensuales cada una para quienes usen o destinen un inmueble a fin distinto al previsto en la respectiva licencia o patente. c) la demolición total o parcial del inmueble construido sin licencia y en contravención a las normas urbanísticas, y la demolición de la parte del inmueble no autorizada...." (art. 66, Ley 9 de 1989). Con anterioridad el Código Nacional de Policía había previsto la medida correctiva de demolición de obra como una contravención administrativa de policía (arts. 186-14, 198, 215, 216 y 220). El Código de Policía de Bogotá, con el fin de controlar el desarrollo urbano y estético de la ciudad condiciona la ejecución de obras a su adecuación con los planes de desarrollo urbano y al otorgamiento de la autorización respectiva mediante licencia de la autoridad competente (arts. 97 y 98). La infracción a las normas atinentes a la construcción de obras, constituye una contravención común sancionable con la suspensión o demolición de la obra (numerales 13 y 14 del art. 16 del Código de Policía de Bogotá). Guarda armonía con estas normas el art. 100 del mismo código que dice: "A quien termine obra de urbanismo, edificación o modificación sin licencia o sin ajustarse a sus condiciones o a los planos aprobados, se le impondrá demolición o adecuación de obra, según el caso, si lo construido no se ajusta en todo o en parte a los requisitos preestablecidos por la Secretaría de Obras Públicas o el Departamento Administrativo de Planeación Distrital. Funcionarios de estas dependencias deberán dictaminar al respecto". "Parágrafo: Las medidas correctivas aquí señaladas se garantizarán con caución suficiente, de acuerdo con el monto de la obra, sin perjuicio que la demolición o adecuación se realice por la Administración a costa del contraventor. Si éste no paga en el término que se le señale, el reembolso se perseguirá por la vía coactiva". Como puede apreciarse, diferentes normas de los estatutos antes mencionados regulan tanto el aspecto sustancial como el procedimiento para el juzgamiento de las contravenciones comunes relativas a obras que, aun cuando sumario, garantiza plenamente el derecho de defensa. En efecto: El contraventor debe ser previamente oído y para este fin se le debe citar para que rinda descargos y solicite o aporte las pruebas correspondientes, mediante notificación personal o en su defecto por aviso. Dichos descargos los puede rendir en la misma diligencia de inspección ocular que se practique en el respectivo inmueble o en acto posterior. Establecida la infracción y determinada su gravedad, se procede a la inmediata suspensión de la obra y se le exige al infractor el otorgamiento de una caución suficiente para garantizar que no continuará con el adelantamiento de la obra, pues si lo hace el funcionario competente previa comprobación sumaria del hecho hace efectiva la caución e impone la sanción correspondiente, según la gravedad de la infracción (multa o demolición de la obra ejecutada), mediante resolución escrita que debe ser motivada. Pero se anota que si la obra está terminada, ya se trate de construcción o modificación, lo procedente es la imposición al contraventor de la sanción de demolición o de adecuación de la obra, según el caso. 4. Naturaleza jurídica de las providencias que ordenan la suspensión o  demolición de una obra. El inciso 3 del art. 82 del Código Contencioso Administrativo dice: "La jurisdicción en lo contencioso- administrativo no juzgará las providencias dictadas en juicio de policía de carácter penal o civil". Considera la Sala que por tratarse de una norma excepcional, en cuanto excluye del control jurisdiccional actos dictados por autoridades que pertenecen a la administración, como son los funcionarios de policía, debe interpretarse en su sentido estricto. Por lo tanto, solamente las providencias dictadas en juicios de policía de carácter penal o civil, como resultado de las llamadas contravenciones civiles, o penales de policía (contravenciones especiales de policía, reguladas por el Título IV del Código Nacional de Policía, Ley 30 de 1986, Código Nacional de Tránsito Terrestre, Ley 23 de 1991) están excluidas del control de la jurisdicción de lo contencioso administrativo, según lo resolvió el H. Consejo de Estado en las sentencias de la Sección Primera del 12 de septiembre de 1975, actor Santiago Marroquin, expediente 2258, y de agosto 20 de 1976, actor Rafael Latorre y otros, expediente 2248, de las cuales fue ponente el Magistrado Humberto Mora Osejo. Se concluye, en consecuencia, que las medidas correctivas  de demolición de obras no son del tipo de providencias que ponen fin a un juicio civil o penal de policía y, por consiguiente, equiparables a decisiones jurisdiccionales. En tal virtud, los actos administrativos contentivos de dichas medidas son susceptibles de ser demandados ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo en ejercicio de la acción de nulidad y restablecimiento del derecho. 5. Los casos concretos que se analizan. En razón a que todos los demandantes alegan como vulnerado el  derecho fundamental al debido proceso, procede la Sala a determinar si se observó el procedimiento administrativo policivo en el trámite adelantado por la Inspección 11A Especial de Policía de Urbanismo y Construcción de Obras, el cual culminó con la providencia proferida por el Alcalde Local de Suba que es objeto de cuestionamiento. Al respecto observa la Sala: - Como quedó precisado antes, con excepción de los peticionarios Alfredo Triana Rojas, Yolanda Caicedo, María Inés Ramírez viuda de Herrera y María Elena Ramírez López, a los demás no se les oyó en descargos ni se les dio la oportunidad de solicitar y aportar pruebas ni de controvertir la actuación administrativa. - A las personas que iniciaron construcciones sin licencia, escuchadas en descargos, y a quienes se les impuso la medida de suspensión de obra, garantizada con caución, pero no obstante ello prosiguieron con el desarrollo de la misma o la terminaron, no se les hizo efectiva la caución respectiva y no se les decretó en el momento oportuno la demolición de la construcción ejecutada, como lo prescribe el artículo 99 del Código de Policía de Bogotá. - La inspección ocular del día 11 de mayo de 1993 se realizó en forma irregular, con la consecuencia de que lo actuado carece de eficacia jurídica y por lo tanto resulta inoponible a sus destinatarios, como quedó advertido anteriormente. - En algunas diligencias de inspección que se practicaron, se vincularon al proceso algunos de los presuntos poseedores, pero no se les identificó ni se alinderó el predio sobre el cual estaba erigida la construcción considerada como ilegal. - En cuanto hace relación con la resolución 006 de 1993, la violación del debido proceso se aprecia por la presencia de irregularidades protuberantes que, por constituir vicios sustanciales, afectan no sólo la validez, sino la existencia misma de dicho acto y lo convierten en una verdadera "vía de hecho", según la precisión que sobre el particular ha hecho la jurisprudencia constante de la Corte. En efecto: La resolución declara en abstracto contraventores a todos los que han construido obras en el predio Santa Ana y se les sanciona con la medida correctiva de demolición de las respectivas obras. Una decisión concebida en los términos anteriores, puede ser fuente de arbitrariedades porque la administración no queda limitada por su propia decisión, sino que eventualmente le permite discrecionalmente y sin control alguno, incorporar nuevos infractores, según su conveniencia. Siendo las sancionadas un número plural de personas, con bienes individualizados, la motivación y la parte dispositiva de dicho acto, necesariamente han debido identificar o concretar específicamente a las personas que presuntamente transgredieron las disposiciones urbanísticas, e igualmente, a los inmuebles sobre los cuales se edificaron las construcciones pues, a juicio de la Sala, la contravención y la persona del contraventor deben estar establecidos e identificados plenamente. Un elemento esencial del acto administrativo, que hace parte de la determinación del objeto, lo constituye la identificación precisa del sujeto pasivo al cual se aplica la decisión de la administración, e igualmente la delimitación de los contornos fácticos y jurídicos que permiten estructurarla. Por consiguiente, si se omiten tales requisitos, indudablemente se afecta la existencia misma del acto, porque no se podría saber con certeza con respecto a quien o a quienes, en concreto, se puede demandar y aplicar la consecuencia jurídica que se deduce de lo ordenado o mandado en el acto. En otras palabras, en este evento estaríamos en presencia de un acto carente de un elemento esencial para su existencia y validez como es el objeto, pues la precisión de éste determina el contenido de la decisión de la administración. En el presente caso, en el acto mencionado, no se identifica a ninguno de los infractores, ni a las construcciones objeto de la actuación administrativa policiva, ni se precisan las circunstancias de tiempo, modo y lugar sobre las cuales se estructura la respectiva contravención. De esta manera, se incurre en una "vía de hecho" por la inobservancia de las normas sustanciales y de las formalidades esenciales del proceso administrativo policivo, lo cual configura la violación del debido proceso (art. 29 de la C.P.). Así las cosas, la resolución de la Alcaldía Local de Suba sólo puede ser considerada como un simple hecho y por lo tanto no puede ser ejecutada. Habiendo quedado establecida la violación del debido proceso es procedente la tutela impetrada por los actores, para que con respecto a cada uno de los presuntos infractores de obras y urbanismo que se encuentran en el predio Santa Ana se cumpla, en todo su rigor, el procedimiento señalado en las normas correspondientes. Ello implica que se revocarán los fallos que negaron las tutelas y se confirmarán aquellos otros que concedieron el amparo solicitado. Consecuente con lo expuesto, la Alcaldía Local de Suba debe dejar sin efecto la resolución No. 006 del 25 de octubre de 1993 y rehacer la actuación viciada, para que de esta forma pueda emitir, si fuere del caso, el respectivo acto administrativo de conformidad con la ley. IV. DECISION. Por las razones señaladas, la Corte Constitucional en Sala Segunda de Revisión, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: PRIMERO: REVOCAR las sentencias de segunda instancia respecto de los siguientes expedientes: T-50330, ( Juzgado Civil del Circuito, sentencia octubre 10 de 1994), T-50380 (Tribunal Superior del Distrito Judicial Santafé de Bogotá- Sala Civil , sentencia octubre 6/94) Santafé de Bogotá- Sala Civil, sentencia octubre 6/94), T-50492 (Juzgado 5o. Civil del Circuito, sentencia septiembre 30/94), T-51110 (Juzgado 7o. Civil del Circuito, sentencia  octubre 4/94), T-51148 (Juzgado 23 Civil del Circuito, sentencia octubre 10/94), T-51165 (Juzgado 23 Civil del Circuito, sentencia octubre 11/94), T-51453 (Juzgado 24 Civil del Circuito, sentencia octubre 25/94), T-51455 (Juzgado 8o. Civil del Circuito, sentencia octubre 6/94), T-51918 (Juzgado 4o. Civil del Circuito, sentencia octubre 3/94), T-50260 (Tribunal Superior- Sala Civil Judicial Santafé, sentencia octubre 6/94), T-50342 (Tribunal Superior del Distrito Judicial Santafé de Bogotá- Sala Civil, sentencia octubre 6/94), T-50866 (Tribunal Superior del Distrito Judicial Santafé de Bogotá- Sala Civil, sentencia octubre 12/94), T-50897 (Juzgado Tercero Civil del Circuito, sentencia octubre 12/94), T-50939 (Tribunal Superior del Distrito Judicial Santafé de Bogotá- Sala Civil, sentencia octubre 11/94), T-51071 (Juzgado 27 Civil del Circuito, sentencia octubre 11/94), T-51899 (Juzgado 4o. Civil del Circuito, sentencia octubre 3/94), que confirmaron los fallos de primera instancia y denegaron las tutelas impetradas y, en su lugar, CONCEDESE a los peticionarios la tutela del derecho al debido proceso. SEGUNDO: REVOCAR la sentencia de segunda instancia de octubre 10 de 1994 proferida por el juzgado 22 Civil del Circuito de esta ciudad, dictada en el proceso T-51285, y confírmase la sentencia del Juzgado 6o. Civil Municipal de septiembre 5/94, que concedió la tutela, pero por las razones expuestas en la parte motiva de esta providencia. TERCERO: CONFIRMAR la sentencia de septiembre 6/94, del juzgado 12 Civil del Circuito, correspondiente a la T-53967, que concedió la tutela, por las razones y en los términos aquí expuestos. CUARTO: CONFIRMAR las sentencias de segunda instancia respecto de los siguientes expedientes: T-49597 (Juzgado sexto Civil del Circuito, sentencia octubre 3/94), T- 0203 (Juzgado 16 Civil del Circuito, sentencia octubre 4/94), T-50410 (Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, sentencia octubre 4/94) T-51218 (Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, sentencia octubre /94), T-51328 (Juzgado 32 Civil del Circuito, sentencia octubre 12/94) y T-51645 (Juzgado 6o. Civil del Circuito, sentencia octubre 20/94), que revocaron las decisiones de primera instancia y concedieron la tutela impetrada en cada caso. QUINTO: ORDENASE la suspensión de la ejecución de la resolución No. 006 del 25 de octubre de 1993, proferida por la Alcaldía Zonal de Suba, mediante la cual se dispuso la demolición de las construcciones erigidas en el predio Santa Ana de dicha jurisdicción. La Alcaldía Local de Suba ORDENARA dejar sin efectos la aludida resolución y procederá a rehacer la actuación viciada, para que de esta forma pueda emitir, si fuere el caso, el respectivo acto administrativo de conformidad con la ley. SEXTO: ORDENASE librar las comunicaciones a que se refiere el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los fines allí previstos. Notifíquese, cópiese, publíquese, e insértese en la Gaceta Constitucional. ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado Ponente EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado CARLOS GAVIRIA DIAZ Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-322-95 Sentencia No Sentencia No. T-322/95 LEGITIMACION POR PASIVA EN TUTELA/ACCION DE TUTELA-Improcedencia La acción de tutela sólo procede en relación con el demandante y, excepcionalmente, en favor de terceros, cuando se trate de agente oficioso, por no estar el titular en capacidad de promover su propia defensa. En el presente caso, el actor carece de legitimidad para proponer la presente acción de tutela. INSPECCION DE POLICIA-Falta de higiene No existe relación directa entre las condiciones de higiene que se presentan en la Inspección Central de Policía, y los derechos fundamentales invocados por el demandante como vulnerados, el derecho al trabajo y el debido proceso. COSTAS EN TUTELA-Improcedencia En el presente caso no se observa que el demandante haya incurrido en manifiesta temeridad al proponer esta tutela. REF: PROCESO T-65.600 Demandante: RENÉ CÓRDOBA MANTILLA. Demandado: ALCALDÍA DE SANTA MARTA. Procedencia: CONSEJO DE ESTADO. Magistrado ponente: JORGE ARANGO MEJÍA. Aprobada en sesión de la Sala Primera de Revisión, celebrada en la ciudad de Santafé de Bogotá, a los veinticinco (25) días del mes de julio de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Primera de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Jorge Arango Mejía, Antonio Barrera Carbonell y Eduardo Cifuentes Muñoz, decide sobre la providencia proferida  por el Consejo de Estado en el proceso promovido por RENÉ CÓRDOBA MANTILLA contra la Alcaldía Mayor de Santa Marta. El expediente llegó a la Corte Constitucional, por remisión que hizo el  Consejo de Estado, en virtud de lo ordenado por el artículo 31 del decreto 2591 de 1991. I.-      ANTECEDENTES. El actor presentó ante el Tribunal Administrativo del Magdalena acción de tutela, el 29 de noviembre de 1994, por las siguientes razones: a) Hechos. En su condición de abogado litigante, adelanta, en forma habitual, procesos ante la Inspección Central de Policía de Santa Marta, ubicada en la calle 10C con carrera 4, número 4-15. Las instalaciones externas e internas de la Inspección se encuentran en pésimas condiciones. Al interior existe un pozo de varios metros de profundidad “de donde emanan aguas negras, portadoras de todo tipo de detritus y gérmenes que ponen en peligro la salud no sólo de las personas que en su calidad de abogado deben ejercer su profesión al interior de la Inspección Central, sino también de los retenidos, inspectores, secretarios, agentes de policía adscritos, notificadores, y de todas las personas que de una u otra forma tiene (sic) que ventilar una determinada situación jurídica-legal ante la Inspección. . . .” b) Derechos constitucionales presuntamente vulnerados. En concepto del actor, las condiciones en que se encuentran las instalaciones donde funciona la Inspección viola los siguientes derechos fundamentales: Artículo 12, pues por la pasividad en iniciar las obras de restauración necesarias, la Alcaldía de Santa Marta infringe tratos degradantes e inhumanos a los allí detenidos. En su concepto se viola el artículo 25, dado que el trabajo “es un derecho y una obligación social y goza, en todas sus modalidades, de la especial protección del Estado.” Señala que toda persona tiene derecho a un trabajo en condiciones dignas y justas. Sobre la violación al artículo 29, luego de transcribir el artículo constitucional, el actor la explica así: “La actual situación de la Inspección Central de Policía nos deja a merced de las condiciones de insalubridad y nos causa un impacto que afecta nuestras condiciones físicas y sicológicas, desconociendose (sic) la obligación que tiene el Distrito de Santa Marta a través de la Alcaldía Distrital de facilitarnos las (sic) debida protección y garantías para el pleno desarrollo de nuestra noble y encomiable labor jurídica.” También señala como violados los derechos consagrados en la Constitución en los artículos 49 y 79, sobre la atención a la salud, el saneamiento ambiental y el ambiente sano. c) Pretensiones. El actor solicita que se restablezcan los derechos conculcados señalados por él; que se evite que a los retenidos que se encuentran en las instalaciones de la Inspección y a los cuales “les prestamos asistencia jurídica, se sientan degradados en su condición humana y se siga atentando contra la salud y la vida de los mismos.”; y, finalmente, que se ordene a la demandada a “rodear de plenas garantías a los abogados litigantes que adelantamos procesos en la Inspección Central de Policía, ubicada en la Calle 10C Cra. 4-15, para que no se continúe con la conducta omisiva.” d) Pruebas. El actor adjuntó fotografías en las que se observa la situación de la Inspección y solicita que se practique una inspección judicial al inmueble. Posteriormente, en sendos memoriales, el actor aportó otras pruebas, así: copia del poder para que se constituya en parte civil dentro de un proceso que se adelanta en la Inspección, y copia de las actuaciones relacionadas con dicho proceso. También anexó una certificación médica en la que consta lo siguiente: “Certifico: que el paciente [René Córdoba Manilla] se encuentra en tratamiento médico y observación clínica, debido a una virosis = catarral. Esto lo incapacita por el tiempo comprendido desde 22 de septiembre hasta la fecha. Además necesita de controles periódicos médicos. fecha XII - 5 de 1994” e) Actuación procesal. Una vez avocado el conocimiento de la presente acción por parte del Tribunal Administrativo del Magdalena, se ordenó notificar al Alcalde y se solicitó al Secretario de Gobierno información relacionada con el mantenimiento de las Inspecciones de Policía. También ordenó practicar una inspección judicial. El 9 de diciembre de 1994, el Magistrado sustanciador del Tribunal realizó la inspección judicial respectiva; en ella estuvieron presentes el actor, el Procurador Judicial adscrito al Tribunal Administrativo y el Coordinador de Inspecciones de la Personería. Fueron atendidos por el Notificador de la Inspección y el Comandante de guardia. El contenido del acta, se resume así: - El acceso a la oficina de atención al público se encuentra en aceptables condiciones de higiene. - Lo mismo sucede con el acceso al sitio de la Guardia de la Policía. - En el interior, donde confluyen los calabozos y sitios de detención, se encuentra un salón amplio, con poca luz, y, en medio un pozo, que corresponde a la iniciación de una obra que quedó inconclusa. Contiene agua estancada, lo que propicia la formación de larvas y mosquitos. Según el personal de la Inspección, en horas muy calurosas, el sitio se vuelve maloliente. - Al lado de este salón hay un calabozo en buenas condiciones de higiene y tiene baño. - Hacia el fondo del salón existe una sala amplia de detenidos, en regular estado de aseo. También, en regular estado de aseo, se encuentran los baños. Hay dos calabozos cerrados, que no se utilizan como tales y tienen gran cantidad de basura. Se señala en el acta: “Como conclusión de la observación general de las dependencias de la Inspección de policía, con excepción del pozo a que se ha hecho referencia, ésta presenta condiciones de habitabilidad o utilización normal.” . . . “Como última observación se anota que a la inspección confluye bastante personal que es atendido en las dos oficinas de entrada, que es a donde le llega el público y se hacen presentes los abogados litigantes.” El actor, en memorial dirigido al Tribunal, solicitó que se practique nueva inspección en compañía de funcionarios del departamento de epidemiología, de la Secretaría Seccional de Salud, para que se verifique el estado de insalubridad del establecimiento. También obra en el expediente la respuesta que envió la Secretaría de Gobierno sobre el requerimiento hecho por el Tribunal. Allí se señala que el mantenimiento locativo de las Inspecciones de Policía corresponde al Alcalde, pues la Secretaría no dispone de independencia presupuestal. Sobre las obras iniciadas en la Inspección Central, pero no finalizadas, esta situación obedeció a que la Tesorería no dio el anticipo correspondiente al contratista. f) Sentencia de primera instancia. En sentencia de 9 de diciembre de 1994, el Tribunal Administrativo del Magdalena negó la tutela solicitada, y condenó en costas al peticionario. En primer lugar, el Tribunal diferencia entre la situación particular del actor como abogado que concurre a la Inspección de Policía, y la otra, general y colectiva, de los detenidos, funcionarios y empleados de la Inspección. A partir de esta diferenciación, el a quo consideró que de todos los derechos invocados por el actor como vulnerados, el único que pudiera estar relacionado directamente con él, sería el derecho al trabajo. Pero, que en el presente caso, a pesar de la certificación médica, no existe una relación de causalidad entre la virosis que padece el demandante y su presencia en la Inspección. Prueba de ello es lo siguiente: si bien en la certificación médica se señala una incapacidad desde el 22 de septiembre de 1994 hasta la fecha de la tutela, el actor ha realizado diligencias ante la Inspección, dentro de este período, además, dicha afección es posible adquirirla en alguno de los múltiples focos infecciosos que existen en la ciudad. Y en el proceso al que se refiere el actor, en el cual él es apoderado, no lo hace en representación de alguien que esté detenido, sino como parte civil en un asunto de fraude por medio de cheques. Señala el Tribunal que las condiciones de la Inspección no pueden impedirle, tal como lo argumenta el demandante, atender con probidad y celosa diligencia con sus obligaciones profesionales, pues éstas se relacionan con la honradez, la rectitud moral y con una conducta ajena al fraude y a la inmoralidad. Sobre la situación general y colectiva de las personas que se encuentran  en la Inspección, bien sea en su condición de empleados o de detenidos, o de profesionales del derecho, el Tribunal señala que el actor no está legitimado para representarlos. Además, los derechos a la salud, medio ambiente sano, etc., pueden hacerse valer por medio de las acciones populares. Finalmente, censura la utilización de la tutela por parte del demandante, pues ve en ello un afán protagónico, y, por consiguiente,  existe temeridad en su acción. Sin embargo, por existir un foco infeccioso en la Inspección, el Tribunal ordena enviar copia de la sentencia al Alcalde para que se adopten las medidas pertinentes. g) Sentencia de segunda instancia. Impugnado el fallo, el Consejo de Estado, en providencia de 27 de febrero de 1995, confirmó la sentencia del Tribunal. El Consejo de Estado consideró que el demandante no estaba legitimado para agenciar derechos ajenos. Además, en su condición de litigante, no se le han violado los derechos por él aducidos. Observó el Consejo que no son susceptibles de protección a través de la tutela los derechos contenidos en los artículos 49 y 79 de la Constitución. Excepcionalmente, procede la tutela cuando obran pruebas de que se relacionan directamente con el derecho a la vida. Lo que no ocurre en este proceso. Señala el Consejo de Estado que en el expediente no aparece que al actor la Alcaldía lo haya sometido a tratos inhumanos y degradantes. Sobre el derecho al trabajo, manifestó el Consejo: “4. Tampoco aparece que la situación del mencionado inmueble viole el derecho al trabajo del accionante, pues las condiciones dignas y justas a que se refiere el artículo 25 de la Constitución debe garantizarlas el patrono, mientras que el accionante aduce su condición de profesional independiente, además de que según la jurisprudencia de esta Corporación, este derecho tampoco es susceptible de garantía a través de la acción de tutela por no ser un derecho de aplicación inmediata según el artículo 85 de la Carta.” El Consejo, finalmente, señala que la situación del inmueble donde funciona la Inspección, no afecta el debido proceso. II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. Primera.-   Competencia. La Corte Constitucional es competente en virtud de lo dispuesto en los artículos 86 y 241, numeral 9, de la Constitución. Segunda.-  Breve justificación de esta sentencia El artículo 35 del decreto 2591 de 1991, establece que “Las decisiones de revisión que revoquen o modifiquen el fallo, unifiquen la jurisprudencia constitucional o aclaren el alcance general de las normas constitucionales deberán ser motivadas. Las demás podrán ser brevemente justificadas." (Se resalta). Por consiguiente, en la presente providencia, se procederá a hacer sólo una breve referencia a algunos aspectos  de este proceso, pues esta sentencia no va a modificar o a  revocar el fallo del Consejo de Estado, ni unificará jurisprudencia constitucional, ni el expediente bajo examen permite aclarar normas constitucionales. La Sala comparte las consideraciones del Consejo de Estado en cuanto señala que la acción de tutela sólo procede en relación con el demandante y, excepcionalmente, en favor de terceros, cuando se trate de agente oficioso, por no estar el titular en capacidad de promover su propia defensa. Al respecto, cabe agregar, que en tal evento, el artículo 10, inciso segundo del decreto 2591 de 1991, exige que cuando se actúe en tal calidad, es decir, como agente oficioso, así se debe manifestar. En el presente caso, tal como se señaló en los fallos de instancia, el actor carece de legitimidad para proponer la presente acción de tutela. También la Corte comparte lo afirmado por ad quem en el sentido de que no existe relación directa entre las condiciones de higiene que se presentan en la Inspección Central de Policía, y los derechos fundamentales invocados por el demandante como vulnerados, el derecho al trabajo y el debido proceso. El Consejo considera que al actor no se le viola el derecho al trabajo, pues las condiciones dignas y justas a que se refiere el artículo 25 de la Constitución, debe suministrarlas el patrono, y el actor está invocando su calidad de profesional independiente; además, de conformidad con la jurisprudencia del Consejo de Estado, el derecho al trabajo no es susceptible de garantía a través de la acción de tutela, pues según el artículo 85 de la Constitución, no es de aplicación inmediata. Sin embargo, sobre esta última consideración, se observa que ella no es la posición que tiene la Corte Constitucional al respecto. En numerosas sentencias de esta Corporación, se ha analizado por qué el derecho al trabajo es un derecho fundamental, tutelable en determinadas circunstancias. Al respecto, pueden verse, entre otros, los siguientes fallos: T-167, T-345, T-402, de 1994; T-115 de 1995. También, vale la pena transcribir lo señalado en la sentencia T-463 de 1993, de la Corte Constitucional, sobre el artículo 85 de la Constitución. "Es cierto, como lo anota el fallo que denegó la tutela, que los derechos a la seguridad social y al trabajo, consagrados en los  artículos 25, 48 y 53 de la Constitución, no son de aplicación inmediata, según el artículo 85 de la misma Carta Política y necesitan de desarrollo y regulación legal. Pero ello no implica que los trabajadores colombianos hayan quedado desprotegidos en sus derechos mientras el Congreso legisla. Todo el Régimen Laboral Colombiano, tanto el aplicable al sector privado como el correspondiente a los servidores del Estado, que estaba vigente al expedirse la Constitución de 1991, sigue vigente en cuanto no sea contrario a las nuevas normas superiores y es la ley a cuyo imperio están sometidos los jueces de la República para fallar las causas de que conocen." (Magistrado ponente, doctor Carlos Gaviria Díaz) Con la precisión anterior, se confirmará la sentencia del Consejo de Estado, sobre la improcedencia de la presente acción de tutela, salvo lo relativo al pago de costas a cargo del demandante, que ordenó el Tribunal. En efecto, el Tribunal Administrativo del Magdalena, en el numeral 3. de la parte resolutiva, de la sentencia de fecha 9 de diciembre de 1994, estipuló: “Condénase en costas al peticionario. Tásense.” El Consejo de Estado al confirmar la sentencia del Tribunal, no se refirió expresamente al asunto. Sin embargo, al tenor del artículo 25, inciso cuarto, del decreto 2591 de 1991, para que proceda tal condena debe “estimarse fundadamente que incurrió en temeridad.” (se resalta) La Corte Constitucional considera que en el presente caso no se observa que el demandante haya incurrido en manifiesta temeridad al proponer esta tutela. Por lo tanto, se revocará el numeral 3. de la sentencia del Tribunal. III.- DECISIÓN. En mérito de lo expuesto, la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: Primero.- CONFÍRMASE la sentencia del Consejo de Estado, de fecha 27 de febrero de 1995, por la cual se denegó la tutela solicitada por el señor René Córdoba Mantilla. REVÓCASE lo relativo a la condena en costas, de conformidad con la parte motiva de esta providencia. Segundo.- COMUNÍQUESE la presente decisión al Tribunal Administrativo del Magdalena, para que sea notificada a las partes, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, cúmplase, publíquese e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. JORGE ARANGO MEJÍA Magistrado ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-323-95 Sentencia No Sentencia No. T-323/95 ACCION DE TUTELA CONTRA AUTO DEL CONSEJO DE ESTADO/CONTROVERSIA LABORAL/JURISDICCION ORDINARIA/VIA DE HECHO-Inexistencia En caso de controversia entre el ISS y los patronos o afiliados, deben ser definidos por la justicia ordinaria, por expresa disposición legal. En consecuencia, el asunto planteado por el peticionario no corresponde a la competencia de la jurisdicción Contencioso-Administrativa. Por el contrario, se trata de un asunto laboral ordinario, cuyo conocimiento está sustraído a la justicia contencioso administrativa, como expusiera en su momento la autoridad judicial demanda en sede de tutela. No se configura, por lo tanto, una vía de hecho mediante la actuación judicial que confirmó la providencia inadmisoria de la demanda. ACCION DE TUTELA TEMERARIA/COSTAS EN TUTELA El ejercicio temerario de la acción de tutela, que justifica la condena en costas al peticionario consiste en la indebida interposición de la misma cuando manifiestamente - de acuerdo con los hechos acreditados - las actuaciones contra las cuales se endereza habían sido repetidamente revisadas en las diferentes instancias judiciales, y de manera palmaria no se vislumbra en sus decisiones traza alguna de arbitrariedad. JULIO 26 DE 1995 Ref.: Expediente T-69804 Peticionario: ERNESTO BERNAL MENDEZ Magistrado Ponente: Dr. EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Temas: - Tutela contra providencias judiciales por vías de hecho - Ejercicio temerario de la acción de tutela La Sala Tercera de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Eduardo Cifuentes Muñoz, Carlos Gaviria Díaz y José Gregorio Hernández Galindo, ha pronunciado EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE  LA CONSTITUCION la siguiente S E N T E N C I A En el proceso de tutela T-69804, promovido por ERNESTO BERNAL MENDEZ contra el Consejo de Estado, Sección Segunda de la Sala de lo Contencioso Administrativo. ANTECEDENTES 1. ERNESTO BERNAL MENDEZ manifiesta que luego de haber trabajado durante varios años para una entidad particular, le fue reconocida una pensión de vejez mediante resolución expedida por el Instituto de Seguros Sociales. Sin embargo, afirma que la entidad de seguridad social, cuando aún era un establecimiento público, sin su consentimiento, revocó el acto administrativo en el que se le reconocía la pensión. 2. Ante tal determinación, el petente dice haber entablado acción de nulidad y restablecimiento del derecho contra el Instituto de Seguros Sociales ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca y, concomitantemente, acción de tutela como mecanismo transitorio para obtener la protección inmediata de su derecho, la cual finalmente le fue denegada por considerarla improcedente. 3. La acción de nulidad y restablecimiento del derecho fue admitida inicialmente por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, Sección Segunda, Subsección "B", mediante auto del 1º de abril de 1993. No obstante, luego de ser impugnado por el Ministerio Público, el mencionado auto fue revocado y, por consiguiente, inadmitida la demanda, mediante auto del 17 de junio de 1993. A juicio del Tribunal, por tratarse de la acción de nulidad y restablecimiento de un derecho de carácter laboral proveniente de un contrato de trabajo, el conocimiento de la controversia le corresponde a la justicia ordinaria. 4. La parte actora interpuso recurso de apelación contra el auto inadmisorio de la demanda. El Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Segunda, mediante auto del 21 de noviembre de 1994, confirmó el auto impugnado. Invocó como fundamento de su decisión que el competente para conocer de las controversias de carácter laboral suscitadas entre el ISS y sus afiliados, es el juez ordinario. 5. El Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Segunda, mediante auto del 15 de diciembre de 1994, negó la solicitud de aclaración y adición del auto del 21 de noviembre, elevada por la parte actora. Sostuvo que "los artículos 237-1-2 y 238 de la Constitución de 1991 no atribuyeron a la jurisdicción especial de lo Contencioso Administrativo el conocimiento exclusivo de acciones contra actos administrativos", sino que "ambas normas supeditaron ese conocimiento a lo que establezca la ley". En el presente caso, estimó que, en virtud de lo estatuido en el artículo 68 de la Ley 90 de 1946, las controversias que suscite la aplicación de esta ley entre el Instituto y asegurados o beneficiarios, son de competencia de la jurisdicción ordinaria. 6. ERNESTO BERNAL MENDEZ interpuso acción de tutela contra el Consejo de Estado, Sección Segunda, por considerar que éste, mediante las providencias de noviembre 21 y diciembre 15 de 1994, incurrió en una vía de hecho violatoria de su derecho fundamental al debido proceso (C.P. art. 29). A su juicio, la vía de hecho consistió en la negativa del Consejo de Estado de conocer una demanda de nulidad y restablecimiento del derecho presentada contra un acto administrativo del ISS que le arrebató su pensión de vejez. Considera que la naturaleza del asunto sometido ante la jurisdicción administrativa y no la ley que distribuye competencias entre las diversas jurisdicciones, es la que determina el juez competente. Manifiesta que el desconocimiento de la responsabilidad de juzgar los actos administrativos por parte del Consejo de Estado, le deja sin juez que pueda conocer de la nulidad del acto administrativo y del restablecimiento de su derecho a la pensión, actuación omisiva que viola su derecho fundamental al debido proceso. Solicita, en consecuencia, se ordene al Tribunal demandado conocer de la acción contencioso administrativa ejercida contra el Instituto de Seguros Sociales. 7. El Tribunal Administrativo de Cundinamarca, por sentencia de marzo 16 de 1995, denegó la tutela impetrada. Estima que la tutela busca dejar sin efectos dos autos dictados por la Sección Segunda del Consejo de Estado, para que, en su lugar, se tramite una demanda previamente inadmitida. Advierte que la acción de tutela no es procedente contra providencias judiciales. Los referidos autos, sostiene, tampoco son constitutivos de una vía de hecho contra la que si procedería la acción de tutela. "La circunstancia de que la Sección Segunda haya confirmado el auto inadmisorio de la demanda - dice -, por aquellas razones clara y expresamente consignadas en su providencia, no puede tornarse en ninguna vía de hecho ni vulneración alguna a su derecho al debido proceso". 8. El peticionario interpuso recurso de apelación en contra de la anterior providencia. Afirma que "las razones inconstitucionales, por claras que sean, no se convalidan así mismas, ni sanean su propio vicio". Sostiene que cuando las razones contenidas en las aparentes providencias judiciales se apartan del mundo jurídico - en este caso ese mundo dispone que los asuntos administrativos son del conocimiento exclusivo y excluyente del Consejo de Estado -, se viola el derecho al debido proceso. 9. El Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, mediante sentencia de abril 6 de 1995, confirmó la sentencia impugnada. Considera que el petente pretende dejar sin efecto la providencia por la cual se inadmitió la demanda presentada contra el Instituto de Seguros Sociales. Niega que el auto confirmatorio de la providencia que inadmitió la demanda, sea una vía de hecho. "El auto en referencia - sostiene - se limita a predicar, recogiendo reiterada jurisprudencia del Consejo de Estado, que la definición del conflicto de intereses corresponde a la justicia ordinaria. Luego el demandante sí tiene juez que le resuelva su problema". 10. En respuesta a la solicitud de esta Sala contenida en auto de julio 11 de 1995, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca remitió, con destino al proceso de la referencia, copia auténtica de las actuaciones adelantadas ante ese Tribunal y ante el Consejo de Estado, en el trámite de la demanda de nulidad instaurada por el petente contra el ISS. Sobre el asunto objeto de controversia, puede observarse lo siguiente: 10.1 Por Resolución 03173 de diciembre 18 de 1987, el Instituto de Seguros Sociales reconoció a LUIS ERNESTO BERNAL MENDEZ pensión de vejez. La liquidación de la prestación se basó en 963 semanas cotizadas, con salario base de $59.125,72 pesos. 10.2 El beneficiario presentó recurso de reposición y, en subsidio, el de apelación en contra de la anterior resolución. Esta fue confirmada por la Comisión de Prestaciones, pero posteriormente revocada por el Gerente del ISS, mediante resolución 003885 del 22 de octubre de 1992. Para proferir este último acto, la administración efectuó un nuevo estudio de los documentos del actor. Encontró que éste había continuado laborando en la Empresa Manufacturas de Cemento S.A. y cotizando al seguro social con posterioridad al reconocimiento de la pensión en diciembre de 1987, por lo que consideró necesario modificar la fecha de la causación de la prestación y concederla a partir del día siguiente al de la última cotización. En consecuencia, el ISS procedió a modificar la resolución impugnada y a reconocer el derecho a la pensión a partir del 1º de abril de 1992, por un total de 1.084 semanas cotizadas y con un salario base de $72.000 pesos. 10.3 El petente instauró acción de la nulidad y restablecimiento del derecho contra la resolución 03885 del 22 de octubre de 1992, proferida por el Gerente del Instituto de Seguros Sociales. En la respectiva demanda, plantea como pretensión principal que se anule el acto administrativo demandado y, en su lugar, se disponga que el demandante "tiene derecho a la pensión de vejez a partir del 21 de octubre de 1986, conforme a lo que se había reconocido en la Resolución 01373 de 1987, pero sobre la base del sueldo de $72.000 que entonces devengaba". 10.4 La demanda contra la resolución 03885 de octubre 22 de 19992 fue admitida por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, pero posteriormente inadmitida por el mismo Tribunal mediante auto de junio 17 de 1993, de cuya apelación conoció el Consejo de Estado. Este último confirmó las providencias citadas mediante los autos del 21 de noviembre y 15 de diciembre de 1994, que ahora se acusan como constitutivas de una vía de hecho, por parte del peticionario. FUNDAMENTOS JURIDICOS Pretensiones del demandante 1. El demandante pretende que por vía de un fallo de tutela se deje sin efecto la decisión del Consejo de Estado, confirmatoria de la providencia del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, que inadmitió la demanda de nulidad y restablecimiento del derecho presentada contra el Instituto de Seguros Sociales. Solicita, en consecuencia, se ordene al Consejo de Estado conocer del acto administrativo demandado. Estima que la decisión del Consejo de Estado le deja sin juez ante el cual acudir para impugnar el acto administrativo lesivo de sus intereses, por lo que esta actuación omisiva constituye una vía de hecho que viola su derecho fundamental al debido proceso. Decisiones de instancia 2. Los Tribunales de tutela coinciden en afirmar que la providencia impugnada no constituye una vía de hecho. El auto que confirmó la inadmisión de la demanda en sede administrativa no sólo se sustentó en claras razones legales que se relacionan con la competencia de la jurisdicción ordinaria para conocer de las controversias surgidas entre el ISS y sus afiliados, sino que es consistente con la jurisprudencia reiterada del Consejo de Estado. Inexistencia de actuación de hecho y ejercicio temerario de la acción de tutela 3. La decisión judicial de inadmitir la demanda de nulidad y restablecimiento del derecho incoada contra el acto administrativo emanado del Instituto de Seguros Sociales, se basó en normas legales que atribuyen a los jueces laborales ordinarios el conocimiento de los litigios entre el ISS y sus afiliados, entre otros. El actor rechaza esta interpretación de la ley, y argumenta que la Constitución asigna al Consejo de Estado la competencia exclusiva y excluyente sobre los asuntos administrativos (C.P. arts. 237, 238). Se equivoca el petente al aducir que sólo la naturaleza del acto demandando determina la competencia de los jueces para conocer de determinados asuntos. Si bien la presunta afectación de su derecho a la pensión se concreta con la expedición del acto administrativo demandado, lo cierto es que el fundamento de la variación en el monto y en la fecha de causación de la pensión dependen de factores como el tiempo de cotización al sistema de seguridad social y el salario base con que se liquida la prestación social, asuntos éstos que, en caso de controversia entre el ISS y los patronos o afiliados, deben ser definidos por la justicia ordinaria, por expresa disposición legal. En consecuencia, el asunto planteado por el peticionario no corresponde a la competencia de la jurisdicción Contencioso-Administrativa. Por el contrario, se trata de un asunto laboral ordinario, cuyo conocimiento está sustraído a la justicia contencioso administrativa, como expusiera en su momento la autoridad judicial demanda en sede de tutela. No se configura, por lo tanto, una vía de hecho mediante la actuación judicial que confirmó la providencia inadmisoria de la demanda. 4. La Corte advierte en la presente ocasión un ejercicio abusivo y temerario de la acción de tutela por parte del demandante. No es cierto, como lo afirma en su escrito de tutela, que el Instituto de Seguros Sociales, luego de haberle reconocido una pensión de vejez, le hubiese "arrebatado" este derecho, mediante un acto administrativo posterior, dictado sin su consentimiento. El segundo pronunciamiento de la administración vino a desatar la impugnación presentada por el mismo demandante contra el acto administrativo que reconocia la pensión y con cuya liquidación éste no estuvo de acuerdo. La variación del salario y de las semanas cotizadas llevaron a una nueva liquidación y consiguiente reconocimiento de la pensión de vejez. A juicio del ISS, la pensión sólo podía hacerse efectiva a partir de la última cotización del empleado (febrero 28 de 1989). De cualquier forma, la inconformidad con la decisión del organismo de seguridad social se relaciona con la liquidación de la prestación, asunto cuyo conocimiento la ley asigna a la jurisdicción ordinaria. Ante esta situación, el peticionario, a partir de la providencia que inadmitió la demanda, tenía la posibilidad de instaurar la correspondiente demanda ordinaria y de impugnar la decisión del Tribunal Administrativo, como en efecto lo hizo. Lo que no resulta un comportamiento leal y razonable es la interposición de la acción de tutela con fundamento en hechos expuestos en forma inexacta y parcial, contra la providencia que confirmó el auto inadmisorio. No le bastaba al demandante para ejercer la acción de tutela con afirmar que la decisión demandada "le dejaba sin juez que conociera de su asunto", más aún cuando podía interponer la respectiva demanda laboral. Sus derechos no quedaban sin protección judicial, ya que el propio ordenamiento  prevé la forma de resolver la colisión negativa de competencias en el remoto caso que ésta se presentara debido al rechazo eventual de la demanda por parte de la jurisdicción ordinaria. El ejercicio temerario de la acción de tutela, que justifica la condena en costas al peticionario (D. 2591 de 1991, art. 25 último inciso), consiste en la indebida interposición de la misma cuando manifiestamente - de acuerdo con los hechos acreditados - las actuaciones contra las cuales se endereza habían sido repetidamente revisadas en las diferentes instancias judiciales, y de manera palmaria no se vislumbra en sus decisiones traza alguna de arbitrariedad. D E C I S I O N En mérito de lo expuesto, la Sala Tercera de Revisión, R E S U E L V E: PRIMERO.- CONFIRMAR la sentencia de tutela del 6 de abril de 1995, proferida por el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera. SEGUNDO.- CONDENAR al demandante, ERNESTO BERNAL MENDEZ, al pago de costas como consecuencia del ejercicio temerario de la acción de tutela. TERCERO.- ORDENAR al Tribunal Administrativo de Cundinamarca, Sección Segunda, Subsección "B", tribunal de primera instancia en el presente proceso de tutela, se sirva tasar las costas que debe cancelar el peticionario, de conformidad con lo dispuesto en el numeral segundo de esta providencia. CUARTO.- LIBRESE comunicación al mencionado Tribunal, con miras a que se surta la notificación de esta providencia, según lo establecido en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado Ponente CARLOS GAVIRIA DIAZ Magistrado JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General (Sentencia aprobada por la Sala Tercera de Revisión, en la ciudad de Santa Fe de Bogotá, D.C., a los veintiséis (26) días del mes de julio de mil novecientos noventa y cinco (1995) ).
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T-324-95 Sentencia No Sentencia No. T-324/95 DERECHOS DEL INTERNO A LA NOTIFICACION PERSONAL La notificación en debida forma constituye el presupuesto fundamental de defensa de los ciudadanos frente a las decisiones de los jueces y constituye además, condición de eficacia de las providencias judiciales, cuya firmeza y ejecutoriedad depende de la fecha exacta en que ella es conocida por quien debe cumplirla o está en capacidad de impugnarla o controvertirla. De conformidad con el ordenamiento jurídico y en aras de la equidad, a las personas detenidas o condenadas, las providencias judiciales deben serles notificadas personalmente, para que ésta se entienda surtida en debida forma. TERMINO PROCESAL-Cumplimiento/DEBIDO PROCESO-Vulneración/PRIVACION DE LA LIBERTAD/HABEAS CORPUS En principio la tutela no procede para amparar la libertad personal, puesto que la acción idónea para tal efecto es el habeas corpus. Sin embargo, esta Corporación no comparte los criterios de ese tribunal en relación con el debido proceso, pues considera que el desconocimiento de los términos legales y la prolongación ilícita de la privación de la libertad no sólo puede acarrear sanciones disciplinarias al funcionario que incurra en tales conductas sino que, además, tales hechos pueden generar violaciones al debido proceso, amparables, en determinadas circunstancias, por la vía de la tutela.  En efecto, admitir que decisiones ulteriores pueden convalidar automáticamente la situación irregular de privación de la libertad equivale a hacer nugatorio, en muchos casos, el derecho al debido proceso y la eficacia misma del habeas corpus. El juez de tutela debía proceder a  examinar en concreto si efectivamente hubo o no indebida dilación de los términos de privación de la libertad y resolución de las peticiones del procesado con el fin de determinar si existía violación al debido proceso. Las pruebas incorporadas a este expediente y el análisis de las normas procesales vigentes en el momento en que fue negada la libertad al petente permiten concluir que la Fiscalía no desconoció los términos procesales establecidos por la ley. Por ende no estaba obligada a conceder la libertad al petente ni hubo vulneración al debido proceso. REF: Expediente Nº 49243 Actor: Nicolas de Jesús Carvajal Procedencia: Tribunal Superior Sala Civil de Medellín Magistrado Ponente: ALEJANDRO MARTÍNEZ CABALLERO Tema: - Notificación personal de las decisiones de tutela a las personas privadas de la libertad. -Debido proceso, privación de la libertad y vencimiento de los términos procesales. Santa Fe de Bogotá , D.C., julio veintiseis (26) de mil novecientos noventa y cinco (1995) La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Alejandro Martínez Caballero, Fabio Morón Díaz y Vladimiro Naranjo Mesa. EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION Ha pronunciado la siguiente SENTENCIA Dentro del proceso de tutela identificado con el número de radicación  49243 I. ANTECEDENTES Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto No. 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su revisión, la acción de tutela T-49243. Por reparto le correspondió dicho negocio a esta Sala Séptima de Revisión. 1. Solicitud. El ciudadano NICOLAS DE JESÚS CARVAJAL E. instaura el 22 de agosto de 1994 acción de tutela contra la Fiscalía Regional de Orden  Público de Medellín, división Primera, pues considera que esa autoridad pública desconoció los derechos fundamentales que consagran los artículos 4º, 23, 28 y 29 de la Constitución Nacional, cuando profirió resolución de acusación en su contra y le negó una petición de libertad. Según el criterio del petente, quien al momento de presentar la acción se encontraba recluido en la cárcel de Bellavista de Bello (Antioquia), la resolución de acusación se hizo con base en los decretos de Conmoción Interior de 1994 (874, 875, 951 y 952) que fueron declarados inexequibles por la Corte Constitucional, lo que ha debido llevar al funcionario a darle prelación a las normas de la Carta Constitucional. Por  consiguiente, al no hacerlo, la autoridad judicial violó el artículo 4º de la Carta. De esa manera, considera el actor, se vulneró el debido proceso consagrado en el artículo 29 de la Constitución, puesto que la decisión se fundamentó en normas "derogadas". Además, la autoridad judicial violó también este derecho fundamental al haber dictado la providencia calificatoria sin atender primero la solicitud presentada desde el día 26 de mayo de 1994, en la cual el sindicado pedía la libertad por vencimiento de términos. Dice entonces expresamente el actor: "El día 26 de mayo del año presente demandé mi libertad por vencimiento de términos, Ley 81 de 1993, art. 55 modificativo del art. 415 n. 4º del C. de P. P., causal de libertad establecida por la Ley, pero primero se me dicta resolución acusatoria bajo fecha junio 14, luego se deniega mi libertad un día después, cuando aún no se había ejecutoriado el llamamiento a juicio. Es incuestionable el agravio al debido proceso, la violación a las garantías fundamentales, establecidas en el derecho de defensa, y en el principio de favorabilidad. Hubo parcialidad procesal." 2- La decisión de primera instancia. La tutela fue presentada ante el Tribunal Superior de Medellín, Sala Civil, quien ofició a la Cárcel de Bellavista con el fin de que el petente manifestara, bajo la gravedad de juramento, que no había presentado otra tutela por los mismos hechos. Cumplido tal requisito, el Tribunal ofició a la Fiscalía con el fin de que se enviara copia de la resolución de acusación y del estado actual del proceso penal contra el petente. Recibida tal prueba, el Tribunal, mediante sentencia del seis de septiembre de mil novecientos noventa y cuatro, negó, por improcedente, la tutela. Según criterio de esa Corporación, en lo relativo a la libertad, la acción de tutela no es procedente por cuanto el ordenamiento colombiano ha previsto para tal efecto el recurso de hábeas corpus. Y, con relación a la presunta violación del debido proceso, considera el fallador lo siguiente: "Si se entiende que lo pretendido es la violación del derecho fundamental del DEBIDO PROCESO porque, según lo afirma el memorialista, se le resolvió extemporáneamente la solicitud de libertad, advierte la Sala que una cosa es el estar retenido ilegalmente y otra el estarlo legalmente. Frente a esta segunda situación que es la deducible de un procesado a quien se le profiera auto con resolución de acusación, (lo que supone detención legal) en nada varía su derecho porque el funcionario competente para resolver sobre la libertad, lo haya hecho oportunamente o haya dejado vencer el término. Desde el punto de vista del debido proceso lo que interesa es que haya habido pronunciamiento otorgando o negando la libertad. Y es el propio accionante quien reconoce que le fue negada, lo que además se confirma con la constancia expedida por la Fiscalía Fs. 2 y 49. Si ese pronunciamiento del funcionario fue extemporáneo, podrá haber sanciones disciplinarias o penales, mas no violación del debido proceso, lo que impone el rechazo de la acción propuesta, por este motivo." Finalmente, considera la Sala Civil del Tribunal Superior de Medellín que la tutela no procede tampoco en este caso por cuanto está referida a "una providencia judicial como lo es la resolución acusatoria mediante la cual culmina la fase del sumario, para entrar a lo que es, propiamente, el juicio penal. Esa improcedencia deriva de que la Acción de Tutela no es un recurso alternativo de los que aquella providencia admite." 3- La impugnación. Según constancia de la Secretaría de la Sala Civil del Tribunal Superior de Medellín, el 19 de septiembre de 1994 fue recibido, de un tercero, un escrito del petente en el cual señala que procede a sustentar la apelación que había interpuesto contra la decisión de primera instancia (fls. 64 a 68). En este escrito, el actor afirma que no está de acuerdo con el criterio del Tribunal, según el cual los actos omisivos del funcionario acusado únicamente ameritan una posible investigación administrativa. Dice entonces el impugnante: "A decir verdad, quizás por la falta de ilustración del incoante, la cual es incuestionable porque en estos Tópicos soy lego, me llevaron a pensar en determinado momento, que una norma tiene contenido sustancial, entre otros, cuando contienen derechos, o garantías que se refieren o afectan la libertad de las personas o derechos fundamentales de las mismas. Bajo ese perfil, tenemos que cuando existen normas procedimentales de contenido sustancial, la favorabilidad es obligatoria y por ello debe aplicarse la norma más "favorable" vigente a la fecha de la comisión del punible o la posterior a este, de preferencia a la restrictiva o desfavorable. Esta es la situación que precisamente se presenta en mi caso. Sabido es por todos Honorable señor magistrado, que el Tránsito de legislación ocasiona Traumatismos en los procesos iniciados bajo el imperio de determinada ley y que debe acoplarse a las nuevas normas de carácter legislativo, pero observando en todo momento el principio constitucional de favorabilidad." Con base en tales consideraciones, concluye entonces el actor: "Ante este panorama, tenemos entonces: primero, el señor Fiscal, ignoró, o al menos olvidó, hacer una evaluación sobre la norma procedimental más favorable al endilgado; segundo; reunió un conjunto de decretos derogados por la Honorable Corte Constitucional, tales como: decretos, 874, 875, 951 y 952 de 1994, para justificar su denegación a mi libertad provisional por vencimiento de términos, acorde a los parámetros legales y reglamentarios consignados al tenor de la ley 81 de 1993, en su art. 55, que traza textual, explícita, inequívocamente, delimitativa y concretamente mi causal de libertad estatuida dentro del contenido del art. 415 numeral 4º del C. de P.P. Vamos más lejos: el día 26 de mayo, fecha en que invoque mi libertad, aún no se había calificado el mérito de la instrucción, lo que demuestra a las claras la flagrante violación al debido proceso, al derecho a la libertad, arts. 23, 26, 28 y 29 de la Carta Política, es de observarse respetado señor magistrado, que si una decisión judicial que constituye un agravio a la ritualidad procesal, al principio universal de la presunción de inocencia, al principio de favorabilidad y a la equidad de justicia, no es tutelable, ¿cuáles son los hechos plasmados en nuestra Carta Magna que pueden ameritar los rublos estipulados por la Constitución para tener el sagrado derecho de ser escuchado como sujeto procesal?" El veinte de septiembre de 1994, la Sala Civil del Tribunal Superior de Medellín niega la anterior impugnación, por considerar que había sido presentada en forma extemporánea, y ordena enviar el expediente a la Corte Constitucional para su eventual revisión (fl. 69). 4- La actividad probatoria de la Corte Constitucional. La Corte Constitucional constata que la Sala Civil del Tribunal Superior de Medellín envió el nueve de septiembre un fax a la cárcel de Bellavista a fin de notificar al actor detenido la sentencia de primera instancia (fl. 55), señalándole que tenía tres días para impugnar la decisión. Sin embargo, en ninguna parte del expediente se encuentra constancia de que al detenido le hubiese sido notificada personalmente tal providencia. La Corte Constitucional considera entonces que era necesario determinar si en este caso se había notificado en debida forma al actor detenido la sentencia de primera instancia y, en caso de que tal notificación hubiese sido efectuada, la fecha de la misma, para poder determinar si la impugnación del fallo del tribunal fue presentada en término o en forma extemporánea. Por todo lo anterior, la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, mediante auto del dieciocho de enero del año en curso, oficia a la Cárcel de "Bellavista", oficina de asesoría jurídica, con el fin de que  informe si al señor Nicolas de Jesús Carvajal le había sido notificada personalmente la sentencia de primera instancia de la Sala Civil del Tribunal Superior de Medellín del seis de septiembre de 1994. En caso de que tal notificación personal hubiese sido efectuada, la Cárcel de Bellavista debería informar a la Corte la fecha de la misma. En ese mismo momento procesal, el Magistrado Ponente considera que para poder decidir el fondo del asunto era igualmente necesario conocer la providencia por medio de la cual se negó la  petición de libertad que el señor Carvajal formuló el 26 de mayo de 1994 por vencimiento de términos. Por ello, y por razones de economía procesal, en ese mismo auto, la Corte oficia a la  Fiscalía General de la Nación, Dirección Regional Medellín, con el fin de que remita copias auténticas de la mencionada providencia, con las respectivas constancias de ejecutoria y estado actual del proceso. La Fiscalía envía en término la información pedida, mientras que no se recibió ninguna información de la Cárcel de Bellavista, por lo cual, por medio de un nuevo auto, esta Sala de Revisión, el tres de febrero de este año, requiere a esa dependencia con el fin de que remita la información solicitada. Frente al incumplimiento de este auto, el catorce de febrero, esta Sala de Revisión decide requerir por última vez a la Cárcel del Distrito Judicial de Medellín "Bellavista" -oficina de asesoría jurídica o a quien esté encargado de la misma- y al Director de esta misma cárcel, bajo los apremios legales -en especial la causal de mala conducta establecida en el artículo 50 del Decreto No 2067 de 1992- para que en el término de veinticuatro (24) horas remitan la información solicitada. El quince de febrero, la Corte Constitucional recibe un fax de la Cárcel del Distrito Judicial de Medellín "Bellavista" -oficina de asesoría jurídica en donde informan que el día anterior hicieron comparecer al petente con el fin de notificarle "personalmente el contenido del fax de I-18-95 y II-3-95 emanado de la Corte Constitucional Santafé de Bogotá, por medio de cual (sic) le resuelve: notificarle: se le negó por improcedente Tutela interpuesta por contra la Fiscalía Regional, de Orden Público División 1a". 5- Anulación del auto que niega la apelación. El 22 de febrero de 1995, la Corte decide anular el auto del 27 de septiembre de 1994 de la Sala Civil del Tribunal Superior de Medellín, que negó la impugnación presentada NICOLAS DE JESÚS. CARVAJAL contra la sentencia de primera instancia, pues en el expediente no hay prueba de que se le hubiese notificado personalmente al petente el contenido de dicho fallo, y la Corte considera, por las razones jurídicas que se reproducen en los fundamentos jurídicos de esta sentencia, que las decisiones de tutela deben ser notificadas personalmente a quien se encuentra privado de la libertad. La Corte considera entonces que la presentación del escrito de impugnación por parte del petente demuestra que el actor tuvo en algún momento conocimiento del contenido del fallo de primera instancia. En tales circunstancias, por obvias razones de economía procesal, resultaba irrazonable ordenar que se realizara la notificación, por cuanto ésta debía entenderse surtida, por la conducta concluyente del propio petente. Por consiguiente, la Corte ordena que se remita este expediente de tutela a la Corte Suprema de Justicia Sala de Casación Civil, superior jerárquico del Tribunal Superior de Medellín, Sala Civil, con el fin de que esa Corporación resuelva la impugnación presentada por el señor  NICOLAS DE JESÚS CARVAJAL E. En ese mismo auto de anulación, la  Corte considera que la oficina de asesoría jurídica de la Cárcel de Bellavista había sido negligente, pues no sólo incumplió en dos ocasiones las órdenes de esta Corporación sino que, además, no interpretó correctamente el contenido de las mismas.  Por ello la Corte, en la parte resolutiva de ese auto, procede a prevenir a la mencionada autoridad para que el en futuro cumpla de manera eficaz e inmediata los requerimientos de esta Corporación, tal y como lo ordena el artículo 50 del decreto 2067 de 1991. 6- La decisión de segunda instancia. El veintiuno (21) de abril de 1995, la Corte Suprema de Justicia Sala de Casación Civil confirma la sentencia de primera instancia. Según esa Corporación: "Teniendo presente que el delito se consumó el 23 de mayo de 1993, el régimen legal aplicable al proceso penal seguido en contra del actor en tutela, corresponde, para la tipicidad del delito y graduación de la pena, a la ley 30 de 1986, artículo 33, y en cuanto al procedimiento, a lo previsto en el Decreto 2271 de 1991 y modificaciones incluidas en la ley 81 de 1993, que regularon la competencia asignada a los jueces de orden público, hoy jueces regionales, y al Tribunal Nacional. En virtud de ese régimen especial, en el proceso seguido en contra del peticionario se aplicaron los términos previstos en tales estatutos que duplicaron los de instrucción del proceso que en el régimen ordinario contempla el artículo 415 del C. de P.P., esto es, para los sumarios seguidos en contra de uno o dos procesados a 240 días, y para aquellos en que se investiga la conducta de tres o más sindicados a 360 días. De otro lado, en virtud del estado de conmoción interior declarado mediante el Decreto 874 del 1º de mayo de 1994, se expidió el Decreto 875 de esa misma fecha que declaró la emergencia judicial para procesos por delitos de competencia de los jueces regionales y el Tribunal Nacional, suspendiendo, entonces, los términos procesales y reglando, en forma especial, la concesión de la libertad provisional. Ese Decreto, el 875 del 1º de mayo, fue declarado inexequible el 7 de julio, al igual que los restantes Decretos proferidos por tal motivo, mediante sentencias 300, 309 y 310 de 1994 de la Corte Constitucional, con efectos "a partir de la notificación", lo que indica que para cuando se calificó el mérito de la instrucción en el caso del reclamante en tutela y para cuando se resolvió su solicitud de libertad, el mencionado estatuto se encontraba vigente, como lo explicó en su momento, el funcionario instructor, lo que deja sin base jurídica la acusación que se hace en el sentido de que los subrogados penales aplicados al peticionario, se encontraban "derogados". En cuanto a las restantes quejas que motivaron el presente reclamo constitucional, y que tienen que ver con la libertad provisional pretendida, cabe agregar que la negativa de su concesión tiene que ver con interpretaciones o criterios que sólo es factible debatir en sede de instancia, como acontece precisamente en el proceso penal controvertido, donde el peticionario apeló de los pronunciamientos emitidos en primer grado, por lo que, se repite, los temas netamente legales que se discuten mediante este procedimiento, son materia de estudio por parte de las autoridades encargadas de esclarecer el acierto de la medida impuesta. En esas condiciones, concretada la actividad del juez de tutela a esclarecer, por último, la presunta mora que se le endilga a la autoridad pública acusada, es preciso concluir que la censura se desvanece ante la evidente existencia de términos especiales para el delito investigado y al hecho de que en el citado proceso eran tres los inculpados, aunque con posterioridad, según se desprende de la resolución acusatoria, la investigación se hubiese escindido y sólo frente a dos personas continuase la que involucra al reclamante. Habrá, pues, de confirmarse el fallo impugnado, aunque por las razones que en este proveído se incluyen." II. FUNDAMENTOS JURÍDICOS Competencia 1- Es competente esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional para conocer de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86 inciso 2º y 241 numeral 9º de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991; además, su examen se hace por virtud de la selección que de dicha acción practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma señalada por el Reglamento de esta Corporación. Un asunto procesal previo: La notificación de las sentencias de tutela a los reclusos debe efectuarse en forma personal. 2- En los antecedentes de este proceso y de esta sentencia aparece con claridad que la Sala Civil del Tribunal Superior de Medellín envió, el nueve de septiembre, un fax a la cárcel de Bellavista a fin de notificar al actor detenido la sentencia de primera instancia. Igualmente aparece en el expediente que el escrito de sustentación de la impugnación fue presentado al tribunal  el diecinueve de septiembre. Sin embargo, no consta en el expediente que al detenido le hubiese sido notificada personalmente tal providencia, o al menos el contenido del fax del Tribunal. En tales circunstancias, la Corte Constitucional considera que no podía el Tribunal negar la impugnación únicamente con base en la fecha de envío del fax (9 de septiembre) y la fecha de recepción del escrito en el tribunal (19 de septiembre), puesto que no hay constancia de la fecha de notificación al detenido, ni de que tal notificación se hubiese surtido. En efecto, una cosa es que las autoridades carcelarias hayan conocido la decisión del tribunal (lo cual ocurrió el 9 de septiembre de 1994) y otra muy diferente que el recluso hubiese sido informado de la misma (de lo cual no hay constancia). 3- Esta Corporación ha establecido que "la notificación en debida forma constituye el presupuesto fundamental de defensa de los ciudadanos frente a las decisiones de los jueces y constituye además, condición de eficacia de las providencias judiciales, cuya firmeza y ejecutoriedad depende de la fecha exacta en que ella es conocida por quien debe cumplirla o está en capacidad de impugnarla o controvertirla"(subrayas no originales) [1]. 4- Esta Corporación ha señalado también que, de conformidad con el ordenamiento jurídico y en aras de la equidad, a las personas detenidas o condenadas, las providencias judiciales deben serles notificadas personalmente, para que ésta se entienda surtida en debida forma[2]. Es cierto que el artículo 30 del decreto 2591 de 1991 establece que el fallo de tutela será notificado por telegrama o por otro medio expedito que asegure su cumplimiento. Con ello se ha querido asegurar la agilidad y la informalidad del trámite de las tutelas. Pero en el caso de los internos  en establecimientos carcelarios o penitenciarios, esta norma debe ser interpretada de acuerdo a la finalidad misma de la notificación, y en consonancia con las disposiciones que regulan las notificaciones a las personas privadas de la libertad. Así, el artículo 188 del Código de Procedimiento Penal establece que la notificación de las providencias al sindicado que se encuentre privado de la libertad se debe hacer en forma personal. Y tal exigencia tiene una obvia razón de ser, puesto que la notificación personal es la única manera de que una persona detenida o condenada pueda conocer el contenido de la providencia, mientras que quienes gozan de la libertad pueden ser informados por otros medios más expeditos, ya que tienen la posibilidad de acudir ante el juez para conocer la providencia. Por todo lo anterior, la Corte Constitucional considera que la notificación de las sentencias de tutela a los reclusos debe ser efectuada de manera personal, con el fin de asegurar que el interno pueda impugnar las decisiones que le sean desfavorables, ya que -como esta Corte ya lo ha establecido- la impugnación del fallo de tutela es un derecho constitucional "reconocido directamente por la Carta a las partes que intervienen dentro del proceso"[3]. Tales son las razones por las cuales esta Corporación decidió anular el auto de la Sala Civil del Tribunal Superior de Medellín que negó, por considerarla extemporánea, la impugnación del petente. El asunto de fondo: debido proceso, privación de la libertad y vencimiento de términos legales. 5- Según el  actor, la Fiscalía violó su derecho al debido proceso por cuanto esa entidad estaba obligada a resolver favorablemente la petición libertad formulada dentro la investigación penal adelantada en su contra, ya que los términos legales máximos para la detención preventiva durante la fase instructiva habían vencido. Sin embargo, según su criterio, la Fiscalía, en vez de acceder a su petición, profirió resolución de acusación en su contra y sólo posteriormente negó la petición de libertad. Por su parte, el juez de primera instancia consideró que la tutela no procedía para la protección de la libertad personal, por cuanto para tales efectos el ordenamiento prevé el recurso de hábeas corpus. Y, de otro lado,  según el fallador, el vencimiento de términos para resolver sobre la libertad no vulnera el debido proceso, pues lo que interesa es que exista el pronunciamiento otorgando o negando la libertad. Según su criterio, si la decisión es extemporánea, podrá haber sanciones disciplinarias o penales, mas no violación del debido proceso, por lo cual la tutela debe también ser negada en este aspecto. 6- La Corte coincide con el fallador de primera instancia en que en principio la tutela no procede para amparar la libertad personal, puesto que la acción idónea para tal efecto es el habeas corpus. Sin embargo, esta Corporación no comparte los criterios de ese tribunal en relación con el debido proceso, pues considera que el desconocimiento de los términos legales y la prolongación ilícita de la privación de la libertad no sólo puede acarrear sanciones disciplinarias al funcionario que incurra en tales conductas sino que, además, tales hechos pueden generar violaciones al debido proceso, amparables, en determinadas circunstancias, por la vía de la tutela.  En efecto, admitir que decisiones ulteriores pueden convalidar automáticamente la situación irregular de privación de la libertad equivale a hacer nugatorio, en muchos casos, el derecho al debido proceso y la eficacia misma del habeas corpus. Por ello esta Corporación había señalado al respecto: "Desde una perspectiva constitucional, la tardía "regularización" de una situación de privación indebida de la libertad por prolongación ilícita contra lo cual se ha interpuesto el recurso de habeas corpus es inconstitucional. Los artículos 28 y 29 de la Constitución establecen los requisitos mínimos para que una persona pueda ser privada de su libertad. Entre ellos se destaca la observancia de las formalidades propias de cada juicio. En materia de medidas restrictivas de la libertad es presupuesto legal de su existencia que éstas sean dictadas dentro del término y según los requisitos legales, con anterioridad a la presentación de la solicitud de habeas corpus. De lo contrario, sería totalmente ineficaz la garantía constitucional del habeas corpus ya que la presentación del recurso daría oportunidad a la autoridad infractora de enmendar impunemente su actuación u omisión violatoria de los derechos fundamentales y de las leyes[4]." 7- En tales circunstancias, la Corte Constitucional considera que, tal y como lo hizo la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema, el juez de tutela debía proceder a examinar en concreto si efectivamente hubo o no indebida dilación de los términos de privación de la libertad y resolución de las peticiones del procesado con el fin de determinar si existía violación al debido proceso. Ahora bien, las pruebas incorporadas a este expediente y el análisis de las normas procesales vigentes en el momento en que fue negada la libertad al petente permiten concluir que la Fiscalía no desconoció los términos procesales establecidos por la ley. Por ende no estaba obligada a conceder la libertad a Nicolas de Jesús Carvajal ni hubo vulneración al debido proceso, tal y como se verá a continuación: Así, el petente fue detenido el 23 de mayo de 1993, por violación del artículo 33 de la Ley 30 de 1986, cuyo conocimiento corresponde a los jueces y fiscales regionales. En tal caso, conforme al parágrafo y al ordinal cuarto del artículo 415 del Código de Procedimiento Penal, se debe conceder la libertad provisional al sindicado si han transcurrido más de 240 días de privación de la libertad y no se ha calificado el mérito del sumario. Tal término se amplía a 360 días si son tres o más los imputados. Ahora bien, en la investigación adelantada contra el petente eran tres o más los imputados, aunque con posterioridad, según se desprende de la resolución acusatoria, la investigación se hubiese escindido y sólo se hubiese proferido acusación únicamente contra dos personas en el mismo proceso que el petente. En principio, la Fiscalía tenía entonces hasta el 17 de mayo de 1994 para dictar resolución de acusación sin que antes de tal fecha pudiera el sindicado obtener la libertad provisional por vencimiento de términos. El 30 de mayo de 1994, el señor Nicolás de Jesús Carvajal Escobar solicitó su libertad por vencimiento de términos. Sin embargo, con base en las facultades de Conmoción Interior, el Gobierno había expedido el 1º de mayo de 1994 el decreto 875 que declaraba la emergencia judicial y suspendía, por "el término de dos meses, contados a partir de la vigencia del decreto, los términos previstos en los numerales cuarto y quinto, en el parágrafo y en el parágrafo transitorio del artículo 415 del Código de Procedimiento Penal, para los procesos por delitos de competencia de los jueces regionales y el Tribunal Nacional" (art. 2º). Esto significa que hasta el 1º de julio de 1994 estos términos se encontraban suspendidos. Ahora bien, el 14 de junio de 1994, la Fiscalía Regional Delegada profirió resolución de acusación contra Nicolás de Jesús Carvajal Escobar y negó, al día siguiente, su solicitud de libertad. Según la Fiscalía, el decreto 875 se encontraba vigente, y por ende el término para calificar el proceso vencía el 1º de julio de 1994. El anterior resumen muestra que la Fiscalía no desconoció los términos legales, puesto que al momento de negar la libertad al petente y proferir la resolución de acusación en su contra, el Decreto Legislativo 875 de 1994 se encontraba vigente. Es cierto que por medio de la sentencia C-300/94 del 1º de julio de 1994, la Corte Constitucional declaró inexequible el Decreto 874, por medio del cual el Gobierno decretó el Estado de Conmoción Interior. Igualmente, y como consecuencia de lo anterior, el 7 de julio, la sentencia C-309 de esa misma Corporación declaró inexequible el Decreto 875. Sin embargo, tal y como expresamente lo señaló la parte resolutiva de la sentencia C-300/94, estos fallos tenían efectos únicamente hacia el futuro, por lo cual se debe concluir que el Decreto 875 se encontraba vigente cuando la Fiscalía negó la petición de libertad del señor Nicolás de Jesús Carvajal Escobar. Por todo lo anterior, la Corte Constitucional considera que no hubo violación al debido proceso, por lo cual procede confirmar los fallos de instancia que negaron la solicitud de tutela. III- DECISIÓN En mérito de lo expuesto, la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución RESUELVE Primero:  CONFIRMAR las sentencias de primera y segunda instancia proferidas en este caso por la Sala Civil del Tribunal Superior de Medellín y la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia y, en consecuencia, negar la protección solicitada por NICOLAS DE JESÚS. CARVAJAL E. contra la Fiscalía Regional de Orden  Público de Medellín, División Primera. Segundo: Comuníquese a la Sala Civil del Tribunal Superior de Medellín para que notifique la sentencia a las partes, según lo establecido por el artículo 36 del decreto 2591 de 1991, precisando que si el petente se encuentra aún privado de la libertad, el fallo le deberá ser notificado personalmente. Cópiese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. ALEJANDRO MARTÍNEZ CABALLERO Magistrado FABIO MORÓN DÍAZ VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado                                                                  Magistrado MARTHA VICTORIA SÁCHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1]Corte Constitucional. Sala Sexta de Revisón. Expediente No T-38831. Auto del 12 de agosto de 1994. [2] Ver Corte Constitucional. Expediente D-570. Auto del tres de mayo de 1994. MP Alejandro Martínez Caballero. [3] Corte Constitucional. Sentencia T-034/94 del 2 de febrero de 1994. MP. José Gregorio Hernández Galindo. [4]Sentencia T-046/93. MP Eduardo Cifuentes Muñoz.
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T-325-95 Sentencia No Sentencia No. T-325/95 CONCURSO DE MERITOS-Reglas de control Al señalarse por la administración las bases del concurso, estas se convierten en reglas particulares obligatorias tanto para los participantes como para aquélla; es decir, que a través de dichas reglas la administración se autovincula y autocontrola, en el sentido de que debe respetarlas y que su actividad, en cuanto a la selección de los aspirantes que califiquen para acceder al empleo o empleos correspondientes, se encuentra previamente regulada, de modo que no puede actuar en forma discrecional al realizar dicha selección. CARRERA ADMINISTRATIVA-Nombramiento de quien obtuvo el primer lugar Al pronunciarse sobre la inexequibilidad del aparte del artículo 9 del Decreto 1222 de 1993, que permitía la provisión del empleo "con una de las personas que se encuentre entre los tres primeros puestos de la lista de elegibles", la Corte Constitucional puntualizó que "..sea cual fuere el método o sistema elegido, éste debe contener criterios específicos y concretos para efectuar una selección en la que aparezcan como valores dominantes la capacidad profesional o técnica del aspirante, sus calidades personales y su idoneidad moral, acordes con las funciones del empleo y las necesidades del servicio público. Por tanto, no puede quedar al nominador una libertad absoluta para que designe a su arbitrio, pues, el nombramiento siempre tendrá que recaer en quien haya obtenido el mayor número de puntos". CONCURSO DE MERITOS-Nombramiento de quien obtuvo el primer puesto Establecer un concurso público y señalar un procedimiento que termina por no atribuir al vencedor el cargo o plaza objeto del mismo, elimina su esencia y lo despoja de su estímulo. Si en verdad se anuncia por el Estado que un empleo se va a nombrar por concurso y, en últimas se designa al tercero o al segundo mejores aspirantes, pero no al primero, se defrauda la confianza de este aspirante inducida en virtud de la convocatoria y, de este modo, igualmente, se asalta la buena fe de todos los restantes aspirantes que en teoría han emulado y se han presentado al concurso con miras a ser los primeros y así obtener en justa lid el premio a su mérito -socialmente comprobado- representado en este caso, por el consecuente nombramiento con apego al resultado objetivo del concurso. Si, en estas condiciones, el nombramiento recae en quien no es el primero en orden de méritos, ello será así en virtud de la libre voluntad del nominador que habrá transformado el sistema de vinculación a la función pública establecido en la Constitución y en la ley, asignándole en la práctica al empleo objeto del concurso el carácter de empleo de libre nombramiento y remoción". DERECHO A LA IGUALDAD-Vulneración por no nombramiento En abierta violación del principio de justicia se le negó a la ganadora el nombramiento que legítimamente le corresponde otorgándoselo a quienes no tenían mejor título que ella para obtenerlo, lo que a su vez, comporta violaciones al derecho a la igualdad, ya que, mereciendo la peticionaria un trato acorde con los resultados obtenidos en el concurso se ignoró esa condición preferente y se la ubicó "en igual posición a la de quienes no participaron o, habiéndolo hecho, obtuvieron calificaciones inferiores. DERECHO AL TRABAJO-Nombramiento de quien obtuvo el primer puesto Fuera de la vulneración de la igualdad, por el hecho de omitir el nombramiento del concursante que obtuvo el primer lugar se  configuran violaciones al derecho al trabajo, en la medida en que, habiéndola adquirido válida y legítimamente, se le niega  el ejercicio  la prerrogativa consistente en ser llamado a laborar, y también al derecho a ejercer cargos públicos por cuanto se le impide el acceso a la plaza para la cual concursó. REF: Expediente No. 66.663 Peticionaria: Carmen Alicia Botache Capera Procedencia: Tribunal Superior del Distrito Judicial de Neiva Magistrado Ponente: ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Santa Fe de Bogotá D.C., julio veintiseis (26) de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Fabio Morón Díaz, Vladimiro Naranjo Mesa y Alejandro Martínez Caballero quien la preside, EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION ha pronunciado la siguiente SENTENCIA en el proceso de tutela identificado con el número de radicación T-66.663, adelantado por Carmen Alicia Botache Capera en contra del Departamento del Huila. Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. I. ANTECEDENTES A. La solicitud El 26 de enero de 1995, Carmen Alicia Botache Capera, mediante apoderado, presentó ante el Juzgado Laboral del Circuito de Neiva (Reparto) un escrito contentivo de una acción de tutela para la protección de los derechos al trabajo y a la igualdad. Las circunstancias que sirven de fundamento al amparo pedido, las expone la accionante de la siguiente manera: Refiere que el día 18 de abril de 1994, la Gobernación del Departamento del Huila convocó a un concurso abierto para proveer un cargo de carrera administrativa, al que se presentó la accionante habiendo obtenido "la máxima sumatoria de puntaje". Indica que, no obstante lo anterior al efectuar la designación correspondiente, se llamó a la persona que obtuvo el segundo lugar, desconociéndose de ese modo "la validez del concurso de méritos como el mejor mecanismo para lograr la vinculación de las personas más capacitadas a la administración...". B. Acervo probatorio La peticionaria anexó a su solicitud documentos relacionados con el concurso llevado a cabo, tales como la convocatoria y las actas pertinentes. La Secretaría de Educación hizo constar que "por Resolución 553 de julio 28 de 1994, el Departamento del Huila nombró a la señora Olga Lucía Barrera Castaño para desempeñar el cargo de Subdirector de la Concentración Rural El Tejar del municipio de Timaná". Aparece fotocopia de la aludida resolución y también memorial suscrito por la apoderada del señor Gobernador del Departamento, en el que se advierte que estaba facultado por las normas vigentes para "proveer un cargo como objeto o consecuencia de un concurso abierto como es el caso sublite a cualquiera de las tres personas que se encuentren en los tres primeros puestos de la lista de elegibles, razón por la cual el Gobernador del Departamento del Huila nombró a la señora Olga Lucía Barrera Castaño quien ocupara el segundo puesto, pero quien a la vez y de acuerdo a los requisitos de la misma convocatoria estaba titulada como profesional del nivel superior en educación, título acorde a funciones que debe desempeñar en el cargo de Subdirector". C. Sentencia de primera instancia El Juzgado Segundo Laboral del Circuito de Neiva, mediante sentencia de febrero 6 de 1995, resolvió negar la acción de tutela, con base en los argumentos que se resumen a continuación: Se refiere el despacho judicial, en primer término, al derecho a la igualdad y concluye que no fue violado "por cuanto de conformidad con el Decreto 586 de 14 de julio de 1994, la provisión de la citada vacante debía efectuarse con cualquiera de las personas que figuraran entre los tres primeros puestos de la lista de elegibles. Como la persona designada ocupó el segundo puesto en la mencionada lista, el nombramiento se hizo ajustado a la ley y a la Constitución". Tampoco encuentra vulnerado el derecho al trabajo pues éste no implica una prestación u ofrecimiento necesario de empleo a todo aquel que se halle en condiciones de realizarlo, por lo que "este derecho fundamental no llega hasta el extremo de tutelar la aspiración de acceder a un empleo público o privado, pues ello desbordaría el legítimo alcance de su concepción y el marco de las demás libertades y garantías consagradas en el Estatuto Fundamental". C. Sentencia de segunda instancia El apoderado de la accionante impugnó el fallo de primera instancia argumentando, básicamente, que el decreto de nombramiento no contiene ninguna alusión a los motivos que llevaron a desconocer los resultados del concurso, "ya que no da razones valederas para efectuar la designación que hace". El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Neiva, por sentencia de 14 de marzo del año en curso, decidió confirmar el fallo impugnado. Estimó el Tribunal que la acción impetrada resulta improcedente por existir otros medios de defensa judicial "de los cuales puede hacer uso ante la jurisdicción de lo Contencioso Administrativo, demandando el acto mediante el cual la Gobernación del Huila nombró a otra persona para el cargo que aspiraba, en acción de nulidad o de nulidad y restablecimiento del derecho, contempladas en los artículos 84 y 85 del C. C. A....". II.FUNDAMENTOS JURIDICOS A. La Competencia Es competente esta Sala de la Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86, inciso segundo y 241, numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991. B. La materia 1. Considera la peticionaria que el Departamento del Huila transgredió sus derechos a la igualdad y al trabajo por haberse apartado de los resultados de un concurso público que convocó para la provisión de un cargo de carrera administrativa, al proceder a designar a la persona ubicada en el segundo lugar, desconociendo el primer puesto que la accionante  obtuvo en el referido concurso. La parte demandada sostiene que se procedió al nombramiento porque la normatividad vigente permitía al nominador escoger a uno cualquiera de los aspirantes que se hallaran situados en los tres primeros lugares, argumento que es compartido por el juez de primera instancia, en tanto que el de segunda aduce la existencia de otros medios judiciales de defensa para negar la tutela impetrada. En un caso similar al que se examina, esta misma Sala de Revisión expuso  criterios jurisprudenciales que, por ser aplicables en la solución de la presente causa, deben reiterarse ahora. 2. Sobre la Carrera administrativa se expuso: "La Constitución de 1991 se ocupa de la carrera administrativa erigiéndola en regla general al señalar que "los empleos en los órganos y entidades son de carrera" con excepción de los de elección popular, los de libre nombramiento y remoción, los de trabajadores oficiales y los demás que determine la ley (art. 125 C.P.). Este sistema de administración del personal al servicio del Estado propende por la eficiencia y la eficacia de la administración y procura garantizar, fuera de otros supuestos, la igualdad de oportunidades en el acceso a la función pública, propósitos todos  que encuentran cabal satisfacción siempre que la vinculación se realice atendiendo al criterio de la capacidad del aspirante con prescindencia de factores extraños al mérito; la misma Carta preceptúa que "En ningún caso la filiación política de los ciudadanos podrá determinar su nombramiento para un empleo de carrera, su ascenso o remoción" (art. 125 C.P.)." 3. En relación con los concursos públicos, la Sala apuntó: "En perfecta correspondencia con lo anotado, se refiere también el Estatuto Superior al concurso público como el mecanismo al que  debe acudirse cuando ni la Constitución ni la ley determinen el sistema de nombramiento de algún funcionario y advierte, así mismo, que el ingreso a los cargos de carrera y  el ascenso en ellos "se harán previo cumplimiento de los requisitos y condiciones que fije la ley para determinar los méritos y calidades de los aspirantes". El concurso público es, entonces, el mecanismo por excelencia para proveer cargos de carrera administrativa y, según lo ha establecido esta Corporación, puede definirse "como el procedimiento complejo previamente reglado por la administración, mediante el señalamiento de las bases o normas claramente definidas, en virtud del cual se selecciona entre varios participantes que han sido convocados y reclutados, a la persona o personas que por razón de sus méritos y calidades adquieren el derecho a ser nombrados en un cargo público" (Sentencia No. T-256 de 1995. M.P. Dr. Antonio Barrera Carbonell)." 4. Acerca de la necesidad de respetar las bases y el resultado del concurso se puntualizó: "Esta Sala de Revisión tuvo ocasión de recordar que "la jurisprudencia de la Corte Constitucional ha sido enfática en precisar que los concursos, cuya finalidad sea el acceso a la función pública, deben sujetarse estrictamente a los procedimientos y condiciones fijados de antemano y que las reglas que los rigen son obligatorias, no sólo para los participantes sino también para la administración que, al observarlas, se ciñe a los postulados de la buena fe (C.P.art.83), cumple los principios que según el artículo 209 superior guían el desempeño de la actividad administrativa y respeta el debido proceso (C.P.art.29), así como los dereechos a la igualdad (C.P.art.13) y al trabajo (C.P: art. 25) de los concursantes. Una actitud contraria defrauda las justas expectativas de los particulares y menoscaba la confianza que el proceeder de la administración está llamado a generar" ( Sentencia No. T-298 de 1995. M.P. Dr. Alejandro Martínez Caballero). En idéntico sentido, en la sentencia T-256 de 1995, ya citada, se expuso: "Al señalarse por la administración las bases del concurso, estas se convierten en reglas particulares obligatorias tanto para los participantes como para aquélla; es decir, que a través de dichas reglas la administración se autovincula y autocontrola, en el sentido de que debe respetarlas y que su actividad, en cuanto a la selección de los aspirantes que califiquen para acceder al empleo o empleos correspondientes, se encuentra previamente regulada, de modo que no puede actuar en forma discrecional al realizar dicha selección. Por consiguiente, cuando la administración se aparta o desconoce las reglas del concurso o rompe la imparcialidad con la cual debe actuar o manipula los resultados del concurso, falta a la buena fe (art. 83 C.P.), incurre en violación de los principios que rigen la actividad administrativa (igualdad, moralidad, eficacia e imparcialidad), y por contera, puede violar los derechos fundamentales al debido proceso, a la igualdad y al trabajo de quienes participaron en el concurso y resultan lesionados en sus intereses por el proceder irregular de aquélla". 5.  En alusión a pronunciamientos anteriores de la Corporación, en los que se advierte que debe designarse al trinfador en un concurso público, la Sala anotó: "Al pronunciarse sobre la inexequibilidad del aparte del artículo 9 del Decreto 1222 de 1993, que permitía la provisión del empleo "con una de las personas que se encuentre entre los tres primeros puestos de la lista de elegibles", la Corte Constitucional puntualizó que "..sea cual fuere el método o sistema elegido, éste debe contener criterios específicos y concretos para efectuar una selección en la que aparezcan como valores dominantes la capacidad profesional o técnica del aspirante, sus calidades personales y su idoneidad moral, acordes con las funciones del empleo y las necesidades del servicio público. Por tanto, no puede quedar al nominador una libertad absoluta para que designe a su arbitrio, pues, el nombramiento siempre tendrá que recaer en quien haya obtenido el mayor número de puntos". Precisó la Corporación que de lo contrario se produciría una arbitraria desnaturalización del concurso, acompañada del evidente desconocimiento de las calidades y del mérito del candidato, cuyas condiciones profesionales, morales y personales deben ser evaluadas durante el concurso mismo, de manera que el resultado final refleje la totalidad de los aspectos involucrados en la calificación, a punto tal que no exista posibilidad legítima de dasatender las respectivas pautas y procedimientos, de donde se sigue que, una vez apreciados, la designación deberá efectuarse en favor de quien haya obtenido la más alta puntuación. (Cfr. Sentencia No. C-040 de 1995. M.P. Dr. Carlos Gaviria Díaz). En pronunciamiento posterior la Corte destacó lo siguiente: "En relación con los empleos sujetos a concurso público, la Constitución no atribuye al nominador poder discrecional alguno para su nombramiento. Frente al concurso, la administración carece de libertad para adoptar una solución diferente o privilegiar otra alternativa que considere sin embargo más apropiada para el interés público. Por el contrario, se parte de la premisa de que el interés público en este caso se sirve mejor acatando el resultado del concurso. La actuación administrativa en lo que respecta a estos empleos no es política y se desarrolla, por ende, de conformidad con estrictas reglas técnicas y objetivas. Si no fuera posible concebir este tipo de normas o expedidas éstas cumplirlas, la finalidad de conformar una administración eficiente y profesional  a través del indicado mecanismo estaría desprovista de sentido, y el sistema ordinario de nombramiento que ha debido escoger el Constituyente no habría podido ser otro que el de libre nombramiento y remoción. Distinta ha sido la decisión del Constituyente y a ella debe supeditarse la ley y la actuación de los funcionarios nominadores" (Sentencia No. C-O41 de 1995. M.P. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz).". 6. Al abordar el caso concreto, la Sala expuso planteamientos que en esta ocasión cabe reiterar: "En el evento que ahora se examina, la Sala advierte que efectivamente la peticionaria obtuvo la mejor calificación en el concurso y que el nominador al proveer el cargo público llamó en primer término al aspirante que ocupó el tercer puesto quien declinó el nombramiento,  siendo entonces llamado el segundo en la lista de elegibles. Esta sola circunstancia es suficiente para comprobar el quebrantamiento unilateral de las bases del concurso porque, como bien lo precisó la Corte: "...Establecer un concurso público y señalar un procedimiento que termina por no atribuir al vencedor el cargo o plaza objeto del mismo, elimina su esencia y lo despoja de su estímulo. Si en verdad se anuncia por el Estado que un empleo se va a nombrar por concurso y, en últimas se designa al tercero o al segundo mejores aspirantes, pero no al primero, se defrauda la confianza de este aspirante inducida en virtud de la convocatoria y, de este modo, igualmente, se asalta la buena fe de todos los restantes aspirantes que en teoría han emulado y se han presentado al concurso con miras a ser los primeros y así obtener en justa lid el premio a su mérito -socialmente comprobado- representado en este caso, por el consecuente nombramiento con apego al resultado objetivo del concurso. Si, en estas condiciones, el nombramiento recae en quien no es el primero en orden de méritos, ello será así en virtud de la libre voluntad del nominador que habrá transformado el sistema de vinculación a la función pública establecido en la Constitución y en la ley, asignándole en la práctica al empleo objeto del concurso el carácter de empleo de libre nombramiento y remoción". (Sentencia No. C-041 de 1995). 7.Más adelante, enfatizó: "No escapa al juicio de esta Sala que las pruebas realizadas y el concurso mismo pueden adolecer de imperfecciones y de fallas, pero eso no autoriza la sustitución del sistema de carrera por el de libre nombramiento y remoción, ni la prevalencia de la voluntad del nominador. A este respecto la Corte ha dicho que "Esta falta de absoluta seguridad en el pronóstico - que ningún sistema de nombramiento - puede ofrecer, no se soluciona subvirtiendo la institución del concurso o desfigurando sus resultados mediante la atribución a la administración de una facultad discrecional de designación, sino mediante la previsión que adopta el decreto citado (1222 de 1993) - común a los sitemas de concurso - consistente en el establecimiento de un período de prueba de cuatro meses dentro del cual la persona escogida será objeto de calificación (ibid, art. 10), aparte de la puesta en obra de los constantes perfeccionamientos en las pruebas y en los mecanismos de examen y calificación" (Sentencia No. C-041 de 1995). 8. En cuanto al derecho a la igualdad, se dijo: "Pero, además de lo anterior, en abierta violación del principio de justicia se le negó a la ganadora el nombramiento que legítimamente le corresponde otorgándoselo a quienes no tenían mejor título que ella para obtenerlo, lo que a su vez, comporta violaciones al derecho a la igualdad, ya que, tal como lo puso de manifiesto la Corte, mereciendo la peticionaria un trato acorde con los resultados obtenidos en el concurso se ignoró esa condición preferente y se la ubicó "en igual posición a la de quienes no participaron o, habiéndolo hecho, obtuvieron calificaciones inferiores" (Sentencia No. T-046 de 1995 M.P. Dr. José Gregorio Hernández Galindo). Ahora bien, el nominador pretende ampararse en el ejercicio de la facultad discrecional permitida por las normas vigentes al momento de proceder al nombramiento. Es pertinente reiterar, en concordancia con lo expuesto, que actualmente la discrecionalidad que esas normas autorizaban está proscrita, debiendo procederse a la designación al concursante que ocupó el primer lugar. Empero, si en gracia de discusión se admitiera que al nominador le asiste la aludida discrecionalidad es indispensable recordar que el hecho de descartar a quien ocupó el primer puesto en un concurso de méritos, envuelve un trato diferente que exige justificación objetiva y razonable, no siendo suficiente la simple invocación de las normas que conferían ese margen de discrecionalidad. Así pues, la entidad estaba llamada a aportar pruebas y argumentos valederos orientados a justificar el favorecimiento a concursantes diferentes del ubicado en primer lugar, y, tal como quedó reseñado más arriba, los motivos aducidos carecen de fundamento serio, de modo que, en la práctica, el nominador invocó y aplicó sus propios criterios sin que mediara motivación alguna o hubiese esgrimido razones de peso para desconocer los resultados del concurso. Así las cosas, bajo el manto de la pretendida discrecionalidad se encubrió un comportamiento arbitrario.". 9. Fuera de la vulneración de la igualdad, por el hecho de omitir el nombramiento del concursante que obtuvo el primer lugar se  configuran violaciones al derecho al trabajo, en la medida en que, habiéndola adquirido válida y legítimamente, se le niega  el ejercicio  la prerrogativa consistente en ser llamado a laborar, y también al derecho a ejercer cargos públicos por cuanto se le impide el acceso a la plaza para la cual concursó. 10. El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Neiva negó la tutela con fundamento en la existencia de otros medios de defensa judicial. Sobre el particular, la Sala argumentó: "En un caso similar al que ahora se aborda esta Sala de Revisión enfatizó "que la acción de tutela es un mecanismo protector de los derechos constitucionales fundamentales, de carácter subsidiario, por lo cual su procedencia se hace depender de que no existan otros medios de defensa a los que pueda acudir el interesado. Empero, esos otros medios judiciales deben tener, por lo menos, la misma eficacia de la tutela, para la protección del derecho de que se trate. Analizadas las circunstancias del caso concreto, se concluye que tales acciones no se revelan más eficaces  que la tutela, ya que, la decisión tardía del asunto, deja mientras tanto, intactas violaciones a los derechos a la igualdad y al trabajo..." (Sentencia No. T-298 de 1995). Estas apreciaciones coinciden con las vertidas por la Sala Segunda de Revisión en la sentencia No. T-256 de 1995, conforme a las cuales mediante el ejercicio de las acciones que pueden impetrarse ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo no se obtiene "el resultado deseado, cual es el de ser nombrado en el cargo correspondiente". Esta Sala reitera ese pronunciamiento y en armonía con él advierte que no existe contradicción entre lo aquí decidido y el fallo SU-458 de 1993 "porque en esta oportunidad se consideró la situación especial generada en virtud de las sentencias C-040/95 y C-041/95 y además, que la acción de nulidad y restablecimiento del derecho no es el mecanismo idóneo para amparar los derechos fundamentales que le fueron violados a la peticionaria" (M.P. Dr. Antonio Barrera Carbonell). 11. Conviene, en el asunto sub examine, recordar los siguientes apartes: "Finalmente, estima la Sala que es del caso aclarar que independientemente de que la fecha de las sentencias que declararon la inexequibilidad de las disposiciones contentivas de la potestad discrecional que la entidad demandada alega sea posterior a la fecha del nombramiento que se hizo a persona distinta de la peticionaria, se concederá la tutela, pues los referidos pronunciamientos no tienen el efecto de constituir los derechos vulnerados, los que existían, con anterioridad a ellos, en cabeza de la actora  y le fueron violados mediante comportamientos que, desde un principio, se colocaron en contradicción con la preceptiva constitucional que reconoce los derechos de los asociados. Los argumentos que sirvieron de base a la declaratoria de inexequibilidad precisan en forma muy clara las causas de la vulneración pero de ningún modo convalidan situaciones que ya eran anómalas antes de que la Corte los expusiera, máxime si en la actiualidad subsisten sus efectos nocivos. La acción de tutela procede para la protección inmediata  de los  derechos constitucionales fundamentales y comprobada la vulneración de algunos de estos, por expreso mandato constitucional, debe brindarse el amparo pedido; una interpretación contraria conduciría a patrocinar su desconocimiento y a restarles la eficacia que la Carta pretende asegurarles. Es de anotar que en esta misma providencia se ha dejado en claro que aún partiendo del supuesto del ejercicio de la potestad discrecional la ausencia de una justificación objetiva y razonable para preferir a concursantes distintos del situado en primer lugar torna patente el caráter arbitrario de la medida tomada en perjuicio de la accionante. Por lo demás, la Corte ha concedido la tutela en casos similares, sin que ello signifique que le esté otorgando efecto retroactivo a un fallo suyo. (Cfr. Sentencias T-256 y 298 de 1995).". Se revocarán las sentencias revisadas y se concederá la tutela ordenando al Gobernador del Departamento del Huila que, en el término de un (1) mes, contado a partir de la notificación de esta sentencia, proceda a designar a la peticionaria en el cargo para el cual se presentó a concurso público, ocupando el primer lugar. En mérito de lo expuesto, La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional RESUELVE: PRIMERO. REVOCAR la sentencia de marzo 14 de 1995 proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Neiva, Sala Civil Laboral, en segunda instancia y la sentencia de 6 de febrero del año en curso, proferida por el Juzgado Segundo Laboral del Circuito de Neiva, en primera instancia. SEGUNDO. CONCEDER, por las razones expuestas en la parte motiva de esta providencia, la tutela impetrada y, en consecuencia, se ordena al Gobernador del Departamento del Huila, que, en el término de un mes, contado a partir de la notificación de esta sentencia, proceda a efectuar el nombramiento de CARMEN ALICIA BOTACHE CAPERA en el cargo para el cual se presentó a concurso público habiendo ocupado el primer lugar. TERCERO. El Juzgado Segundo Laboral del Circuito de Neiva vigilará el estricto cumplimiento de lo ordenado en esta providencia. CUARTO. LIBRENSE las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, comuníquese, notifíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado Ponente FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado MARTHA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-326-95 Sentencia No Sentencia No. T-326 CONCURSO DE MERITOS-Nombramiento de quien obtuvo el primer puesto Establecer un concurso público y señalar un procedimiento que termina por no atribuir al vencedor el cargo o plaza objeto del mismo, elimina su esencia y lo despoja de su estímulo. Si en verdad se anuncia por el Estado que un empleo se va a nombrar por concurso y, en últimas se designa al tercero o al segundo mejores aspirantes, pero no al primero, se defrauda la confianza de este aspirante inducida en virtud de la convocatoria y, de este modo, igualmente, se asalta la buena fe de todos los restantes aspirantes que en teoría han emulado y se han presentado al concurso con miras a ser los primeros y así obtener en justa lid el premio a su mérito -socialmente comprobado- representado en este caso, por el consecuente nombramiento con apego al resultado objetivo del concurso. Si, en estas condiciones, el nombramiento recae en quien no es el primero en orden de méritos, ello será así en virtud de la libre voluntad del nominador que habrá transformado el sistema de vinculación a la función pública establecido en la Constitución y en la ley, asignándole en la práctica al empleo objeto del concurso el carácter de empleo de libre nombramiento y remoción. ACCION DE TUTELA CONTRA INGEOMINAS/CONCURSO DE MERITOS-Cambio de bases Llama la atención de la Sala que fuera de desconocer los resultados del concurso, lo que como se indicó, equivale a cambiar las bases del mismo, el nominador justifique esa actuación apelando a una presunta insuficiencia de las calificaciones que pretendió subsanar mediante la evaluación de dos factores adicionales relativos a la experiencia de los candidatos, sin detenerse a explicar cuáles fueron los criterios o métodos a los que se ciñó  para apreciar esos "nuevos" elementos y sin tener en cuenta que dentro del del concurso se analizaron los requisitos mínimos exigidos y la "experiencia adicional" que en el caso de la peticionaria se fijó en 8.3 años. En estas condiciones, la Sala estima que no es de recibo la explicación aportada y que lo que se operó, so pretexto de la discrecionalidad que las normas vigentes garantizaban,  fue un escueto y arbitrario  desconocimiento del concurso, careciendo, para ello, de una justificación objetiva y razonable. DERECHO A LA IGUALDAD-Vulneración por no nombramiento En abierta violación del principio de justicia se le negó a la ganadora el nombramiento que legítimamente le corresponde otorgándoselo a quienes no tenían mejor título que ella para obtenerlo, lo que a su vez, comporta violaciones al derecho a la igualdad, ya que, tal como lo puso de manifiesto la Corte, mereciendo la peticionaria un trato acorde con los resultados obtenidos en el concurso se ignoró esa condición preferente y se la ubicó "en igual posición a la de quienes no participaron o, habiéndolo hecho, obtuvieron calificaciones inferiores". CONCURSO DE MERITOS-Nombramiento del primero/CARGA DE LA PRUEBA/ARBITRARIEDAD ADMINISTRATIVA-No nombramiento del primero El hecho de descartar a quien ocupó el primer puesto en un concurso de méritos, envuelve un trato diferente que exige justificación objetiva y razonable, no siendo suficiente la simple invocación de las normas que conferían ese margen de discrecionalidad. Así pues, la entidad estaba llamada a aportar pruebas y argumentos valederos orientados a justificar el favorecimiento a concursantes diferentes del ubicado en primer lugar, y, tal como quedó reseñado más arriba, los motivos aducidos carecen de fundamento serio, de modo que, en la práctica, el nominador invocó y aplicó sus propios criterios sin que mediara motivación alguna o hubiese esgrimido razones de peso para desconocer los resultados del concurso. Así las cosas, bajo el manto de la pretendida discrecionalidad se encubrió un comportamiento arbitrario. DERECHO A LA IGUALDAD/DISCRIMINACION POR SEXO-Ingeniera mecánica La Carta Política incluyó al sexo como uno de los criterios que no pueden ser tomados en cuenta para generar un trato diverso sin fundamento válido, así pues, con base en la sola consideración del sexo de una persona no resulta jurídicamente posible coartarle o excluirla del ejercicio de un derecho o negarle el acceso a un beneficio determinado y siempre que esto ocurra, sin el debido respaldo constitucional, se incurre en un acto discriminatorio que, en tanto arbitrario e injustificado, vulnera el derecho contemplado en el artículo 13 superior. DERECHO A LA IGUALDAD-Vulneración por nombramiento/DERECHO DE ACCESO AL DESEMPEÑO DE FUNCIONES Y CARGOS PUBLICOS El derecho a la igualdad excluye requisitos o condiciones ajenos a la calidad y al mérito de los participantes en un concurso cuando se trate de proveer la vacante para la que se concursó. Así las cosas, el nominador está obligado a designar al primero en la lista de elegibles y, al proceder de manera diferente, conculca, además, el derecho de acceder al desempeño de funciones y cargos públicos y el derecho al trabajo del aspirante mejor calificado, sustituyendo el mérito debidamente comprobado, por su propia apreciación discrecional que es posterior y extraña al concurso. SENTENCIA DE INCONSTITUCIONALIDAD-Preexistencia de derechos Constitucionales/DERECHOS FUNDAMENTALES-Aplicación permanente Es del caso aclarar que independientemente de que la fecha de las sentencias que declararon la inexequibilidad de las disposiciones contentivas de la potestad discrecional que la entidad demandada alega sea posterior a la fecha del nombramiento que se hizo a persona distinta de la peticionaria, se concederá la tutela, pues los referidos pronunciamientos no tienen el efecto de constituir los derechos vulnerados, los que existían, con anterioridad a ellos, en cabeza de la actora y le fueron violados mediante comportamientos que, desde un principio, se colocaron en contradicción con la preceptiva constitucional que reconoce los derechos de los asociados. REF: Expediente No. 66.863 Peticionaria: Yolanda Julieta Sanabria Artunduaga. Procedencia: Juzgado Trece Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá. MAGISTRADO PONENTE:  ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO. Santa Fe de Bogotá D. C., julio veintiseis (26) de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Fabio Morón Díaz, Vladimiro Naranjo Mesa y Alejandro Martínez Caballero, quien la preside, EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCIÓN ha pronunciado la siguiente SENTENCIA en el proceso de tutela identificado con el número de radicación T-66.863, adelantado por Yolanda Julieta Sanabria Artunduaga en contra de "Ingeominas y a quien en la actualidad se desempeña como Director y ente nominador de la misma, el Doctor Adolfo Alarcón Guzmán..". Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. I.ANTECEDENTES A. Solicitud El 2 de marzo de 1995, Yolanda Julieta Sanabria Artunduaga presentó, ante el Juzgado Penal del Circuito (Reparto) de Santa Fe de Bogotá, escrito contentivo de una acción de tutela, invocando, para tal efecto, los derechos a la igualdad (art. 13 C.P.) y al trabajo (art. 25 C.P.), así como el artículo 43 de la Carta conforme a cuyo tenor "la mujer y el hombre tienen iguales derechos y oportunidades. La mujer no podrá ser sometida a ninguna clase de discriminación". Las circunstancias fácticas que sirven de fundamento al amparo pedido las expone el accionante de la siguiente manera: Dice en su escrito que es Ingeniera Mecánica y que debido a su condición de mujer ha tenido muchas dificultades para conseguir empleo, pues los empleadores creen que  esa profesión sólo puede ser desempeñada eficientemente por los hombres. Indica que se inscribió en un concurso abierto por Ingeominas "para el cargo Planta Global -Administración de Recursos- Profesional Universitario, código 3020- grado 08", pese a que posee más del año de experiencia exigido en la convocatoria. Prosigue la actora manifestando que apareció en lista de admitidos y que, el 10 de octubre de 1994, presentó la prueba de conocimientos y, habiéndola aprobado, fue citada telefónicamente por el señor José Vicente Ramírez a la entrevista que se llevó a cabo el 13 de 0ctubre de 1994 ante "una funcionaria de la oficina jurídica, el señor José Vicente Ramírez y otra funcionaria que sería el jefe inmediato del elegido". Narra la peticionaria que el día de la entrevista se enteró de que había ocupado el primer puesto en la prueba conocimientos, con un puntaje de 87 sobre 100 y que, en repetidas oportunidades, llamó telefónicamente al señor José Vicente Ramírez para indagarle acerca de la publicación de la lista de elegibles. Enterada por este funcionario de que "a su entender" estaba nombrada  "otra persona para el cargo respectivo", se trasladó a las instalaciones de Ingeominas y verificó que la lista de elegibles no aparecía publicada, motivo por el cual solicitó al señor Ramírez informacíón sobre el concursante nombrado "y en ese momento dijo no saber nada al respecto". Asevera la accionante que tuvo acceso a los resultados del concurso y que constató haber obtenido el primer puesto en el concurso, con un puntaje total de 83.2, seguida por el señor John Josué Guerrero Santafé quien sumó 82.3 puntos y por Julio Roberto Rincón, ubicado en el tercer lugar con un puntaje de 82.0. La peticionaria agrega que un hermano suyo es colega del Director de Ingeominas en la facultad de ingeniería de la Universidad Nacional y que le preguntó acerca del concurso  "a lo cual el doctor Alarcón le comentó que a su modo de ver le parecía inconveniente que una mujer fuera capaz de manejar 60 conductores, que sería una de las funciones del cargo estipuladas en el concurso". En el mes de diciembre del año anterior, según la actora, los resultados no habían sido publicados; a mediados de enero del presente año fue citada a una nueva entrevista que, en su criterio "no puede variar el resultado obtenido en el concurso, ya que el artículo 5 del decreto 1222 de 1993 afirma que no se pueden modificar las bases del concurso una vez iniciada la inscripción de aspirantes. Pasados diez días volvió a comunicarse con el señor José Vicente Ramírez, quien le informó que había sido designado el señor John Josué Guerrero Santafé. La peticionaria estima que el nombramiento se hizo incumpliendo la normatividad vigente que exige la elaboración de una lista de elegibles que debe ser publicada en las carteleras de la entidad. Con fundamento en lo anterior, solicita que se le ordene al Director de Ingeominas nombrarla en el cargo especificado por la convocatoria, por haber obtenido el primer lugar. B. Acervo probatorio La accionante ratificó  lo expuesto en su escrito inicial ante el Juzgado Trece Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, despacho que también citó al doctor Adolfo Alarcón Guzmán, Director de Ingeominas, quien se refirió al concurso en general y confirmó que Yolanda Julieta Sanabria Artunduaga ocupó el primer lugar con un puntaje de 83.2, seguida de John Josué Guerrero Santafé y de Julio Roberto Rincón Barrera que obtuvieron la calificación que se indicó en la demanda de tutela. Explicó, que "se conformó la lista de elegibles en el mismo orden como aparecen en el acta de concurso" y que en la resolución pertinente se estableció que la designación se haría con una de las personas que figuran en los tres primeros puestos, con fundamento en el artículo 1222 de 1993, que así lo permitía". Expuso, además, que cuando le fueron presentados los resultados estimó que los puntajes por sí solos no permitían escoger a la persona adecuada y por ello  procedió a analizar la experiencia de los aspirantes en el sector público y en el mantenimiento de equipos de transporte, decidéndose, finalmente por el aspirante Rincón Barrera quien declinó el nombramiento, razón por la que se llamó al segundo de la lista. Negó el doctor Alarcón Guzmán que hubiese habido discriminación contra la mujer, precisó que todo se hizo conforme a la ley y adjuntó la documentación relativa al concurso que obra dentro del expediente. C. La sentencia objeto de revisión El Juzgado Trece Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, mediante sentencia de 15 de marzo de 1995, resolvió "NO TUTELAR los derechos de la señorita YOLANDA JULIETA SANABRIA ARTUNDUAGA..", con base en las consideraciones que se resumen a continuación: A juicio del despacho judicial, en el momento en que se produjo el nombramiento, estaba vigente el artículo 9 del decreto 1222 de 1993 que permitía al nominador designar, discrecionalmente, a uno de los aspirantes que se encontrara dentro de los tres primeros lugares de la lista de elegibles. La Corte Constitucional declaró la inexequibilidad de ese precepto, por sentencia fechada el 9 de febrero del año en curso  que es posterior a la resolución de nombramiento y a la posesión del designado que se produjo el 2 de febrero. La selección se efectuó sin discriminación alguna y "teniendo en cuenta el texto y el espíritu de la ley, para entonces vigente, que le otorgaba cierta discrecionalidad al nominador", de la que hizo uso el Director de Ingeominas. La sentencia de la Corte Constitucional, en criterio del despacho judicial, tiene, "efectos hacia el futuro, esto quiere decir que no puede predicarse que tenga efectos retroactivos, circunstancia que generaría gran inseguridad y traumatismos jurídicos". Concluye la sentencia revisada señalando que "... el Instituto de Investigaciones en Geociencias, Minería y Química no violó el derecho a la igualdad de la señorita YOLANDA SANABRIA ARTUNDUAGA, pues el nombramiento realizado tuvo lugar sin discriminaciones por razón de sexo...ya que los factores tenidos en cuenta para el mismo fueron los dados por las diferentes pruebas del concurso". II.FUNDAMENTOS JURIDICOS A. La Competencia Es competente esta Sala de la Corte Constitucional paraproferir sentencia de revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86, inciso segundo y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia conlos artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991. B. La materia 1. Pretende la accionante, mediante el ejercicio de la acción de tutela, que, en garantía de los derechos al trabajo y a la igualdad, se ordene al Director del Instituto de Investigaciones en Geociencias, Minería y Química, Ingeominas, acatar los resultados del concurso abierto que la entidad convocó para la provisión de un cargo de carrera administrativa,  por haber superado las pruebas y obtenido el primer lugar, pese a lo cual el nombramiento recayó en el aspirante que aparece ubicado en el segundo puesto dentro de la lista de elegibles. La parte demandada aduce que las normas vigentes al momento de efectuar el correspondiente nombramiento otorgaban al nominador cierto margen de discrecionalidad, situación que, a su juicio,  demuestra que se procedió correctamente, máxime si se tiene en cuenta que la sentencia No. 40 de 1995, por cuya virtud la Corte Constitucional declaró inexequible el aparte del artículo 9 del Decreto 1222 de 1993 que permitía designar a una de las personas que se encontrara entre los tres primeros puestos, indicando que debe llamarse a quien ocupe el primer lugar en el concurso, es posterior y, por ende, inaplicable a la situación concreta ya consolidada en favor del concursante efectivamente designado durante la vigencia de la aludida preceptiva. 2. La Constitución de 1991 se ocupa de la carrera administrativa erigiéndola en regla general al señalar que "los empleos en los órganos y entidades son de carrera" con excepción de los de elección popular, los de libre nombramiento y remoción, los de trabajadores oficiales y los demás que determine la ley (art. 125 C.P.). Este sistema de administración del personal al servicio del Estado propende por la eficiencia y la eficacia de la administración y procura garantizar, fuera de otros supuestos, la igualdad de oportunidades en el acceso a la función pública, propósitos todos  que encuentran cabal satisfacción siempre que la vinculación se realice atendiendo al criterio de la capacidad del aspirante con prescindencia de factores extraños al mérito; la misma Carta preceptúa que "En ningún caso la filiación política de los ciudadanos podrá determinar su nombramiento para un empleo de carrera, su ascenso o remoción" (art. 125 C.P.). 3. En perfecta correspondencia con lo anotado, se refiere también el Estatuto Superior al concurso público como el mecanismo al que  debe acudirse cuando ni la Constitución ni la ley determinen el sistema de nombramiento de algún funcionario y advierte, así mismo, que el ingreso a los cargos de carrera y  el ascenso en ellos "se harán previo cumplimiento de los requisitos y condiciones que fije la ley para determinar los méritos y calidades de los aspirantes". El concurso público es, entonces, el mecanismo por excelencia para proveer cargos de carrera administrativa y, según lo ha establecido esta Corporación, puede definirse "como el procedimiento complejo previamente reglado por la administración, mediante el señalamiento de las bases o normas claramente definidas, en virtud del cual se selecciona entre varios participantes que han sido convocados y reclutados, a la persona o personas que por razón de sus méritos y calidades adquieren el derecho a ser nombrados en un cargo público" (Sentencia No. T-256 de 1995. M.P. Dr. Antonio Barrera Carbonell). 4. Esta Sala de Revisión tuvo ocasión de recordar que "la jurisprudencia de la Corte Constitucional ha sido enfática en precisar que los concursos, cuya finalidad sea el acceso a la función pública, deben sujetarse estrictamente a los procedimientos y condiciones fijados de antemano y que las reglas que los rigen son obligatorias, no sólo para los participantes sino también para la administración que, al observarlas, se ciñe a los postulados de la buena fe (C.P.art.83), cumple los principios que según el artículo 209 superior guían el desempeño de la actividad administrativa y respeta el debido proceso (C.P.art.29), así como los dereechos a la igualdad (C.P.art.13) y al trabajo (C.P: art. 25) de los concursantes. Una actitud contraria defrauda las justas expectativas de los particulares y menoscaba la confianza que el proceeder de la administración está llamado a generar" ( Sentencia No. T-298 de 1995. M.P. Dr. Alejandro Martínez Caballero). En idéntico sentido, en la sentencia T-256 de 1995, ya citada, se expuso: "Al señalarse por la administración las bases del concurso, estas se convierten en reglas particulares obligatorias tanto para los participantes como para aquélla; es decir, que a través de dichas reglas la administración se autovincula y autocontrola, en el sentido de que debe respetarlas y que su actividad, en cuanto a la selección de los aspirantes que califiquen para acceder al empleo o empleos correspondientes, se encuentra previamente regulada, de modo que no puede actuar en forma discrecional al realizar dicha selección. Por consiguiente, cuando la administración se aparta o desconoce las reglas del concurso o rompe la imparcialidad con la cual debe actuar o manipula los resultados del concurso, falta a la buena fe (art. 83 C.P.), incurre en violación de los principios que rigen la actividad administrativa (igualdad, moralidad, eficacia e imparcialidad), y por contera, puede violar los derechos fundamentales al debido proceso, a la igualdad y al trabajo de quienes participaron en el concurso y resultan lesionados en sus intereses por el proceder irregular de aquélla". 5. Al pronunciarse sobre la inexequibilidad del aparte del artículo 9 del Decreto 1222 de 1993, que permitía la provisión del empleo "con una de las personas que se encuentre entre los tres primeros puestos de la lista de elegibles" , la Corte Constitucional puntualizó que "..sea cual fuere el método o sistema elegido, éste debe contener criterios específicos y concretos para efectuar una selección en la que aparezcan como valores dominantes la capacidad profesional o técnica del aspirante, sus calidades personales y su idoneidad moral, acordes con las funciones del empleo y las necesidades del servicio público. Por tanto, no puede quedar al nominador una libertad absoluta para que designe a su arbitrio, pues, el nombramiento siempre tendrá que recaer en quien haya obtenido el mayor número de puntos". Precisó la Corporación que de lo contrario se produciría una arbitraria desnaturalización del concurso, acompañada del evidente desconocimiento de las calidades y del mérito del candidato, cuyas condiciones profesionales, morales y personales deben ser evaluadas durante el concurso mismo, de manera que el resultado final refleje la totalidad de los aspectos involucrados en la calificación, a punto tal de que no exista posibilidad legítima de dasatender las respectivas pautas y procedimientos, de donde se sigue que, una vez apreciados, la designación deberá efectuarse en favor de quien haya obtenido la más alta puntuación. (Cfr. Sentencia No. C-040 de 1995. M.P. Dr. Carlos Gaviria Díaz). En pronunciamiento posterior la Corte destacó lo siguiente: "En relación con los empleos sujetos a concurso público, la Constitución no atribuye al nominador poder discrecional alguno para su nombramiento. Frente al concurso, la administración carece de libertad para adoptar una solución diferente o privilegiar otra alternativa que considere sin embargo más apropiada para el interés público. Por el contrario, se parte de la premisa de que el interés público en este caso se sirve mejor acatando el resultado del concurso. La actuación administrativa en lo que respecta a estos empleos no es política y se desarrolla, por ende, de conformidad con estrictas reglas técnicas y objetivas. Si no fuera posible concebir este tipo de normas o expedidas éstas cumplirlas, la finalidad de conformar una administración eficiente y profesional  a través del indicado mecanismo estaría desprovista de sentido, y el sistema ordinario de nombramiento que ha debido escoger el Constituyente no habría podido ser otro que el de libre nombramiento y remoción. Distinta ha sido la decisión del Constituyente y a ella debe supeditarse la ley y la actuación de los funcionarios nominadores" (Sentencia No. C-O41 de 1995. M.P. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz). 6. En el evento que ahora se examina, la Sala advierte que efectivamente la peticionaria obtuvo la mejor calificación en el concurso y que el nominador al proveer el cargo público llamó en primer término al aspirante que ocupó el tercer puesto quien declinó el nombramiento,  siendo entonces llamado el segundo en la lista de elegibles. Esta sola circunstancia es suficiente para comprobar el quebrantamiento unilateral de las bases del concurso porque, como bien lo precisó la Corte: "...Establecer un concurso público y señalar un procedimiento que termina por no atribuir al vencedor el cargo o plaza objeto del mismo, elimina su esencia y lo despoja de su estímulo. Si en verdad se anuncia por el Estado que un empleo se va a nombrar por concurso y, en últimas se designa al tercero o al segundo mejores aspirantes, pero no al primero, se defrauda la confianza de este aspirante inducida en virtud de la convocatoria y, de este modo, igualmente, se asalta la buena fe de todos los restantes aspirantes que en teoría han emulado y se han presentado al concurso con miras a ser los primeros y así obtener en justa lid el premio a su mérito -socialmente comprobado- representado en este caso, por el consecuente nombramiento con apego al resultado objetivo del concurso. Si, en estas condiciones, el nombramiento recae en quien no es el primero en orden de méritos, ello será así en virtud de la libre voluntad del nominador que habrá transformado el sistema de vinculación a la función pública establecido en la Constitución y en la ley, asignándole en la práctica al empleo objeto del concurso el carácter de empleo de libre nombramiento y remoción". (Sentencia No. C-041 de 1995). 7. En la declaración que el director de Ingeominas rindió ante el juez de tutela explicó que cuando le fueron presentados los resultados del concurso observó que los puntajes de los aspirantes ubicados en los tres primeros lugares "eran muy similares" y que, "por sí solos no permitían escoger la persona más adecuada", motivo que le llevó, en ejercicio de su "discreción de nominador" a analizar "dos aspectos adicionales, la experiencia de los funcionarios en el sector público y de manera particular la experiencia de los aspirantes en la administración y mantenimiento de equipo de transporte que esta era la finalidad del cargo a proveer". Después de considerar las calificaciones y los dos factores antes indicados "el nominador consideró que la mejor opción era nombrar al tercero en la lista" y ante la negativa de éste "teniendo en cuenta las mismas consideraciones anteriores y por encima de todo, lo más conveniente para la entidad que es mi mayor responsabilidad se procedió a nombrar en el cargo en consideración al segundo de la lista..." (folio 48). Llama la atención de la Sala que fuera de desconocer los resultados del concurso, lo que como se indicó,  equivale a cambiar las bases del mismo, el nominador justifique esa actuación apelando a una presunta insuficiencia de las calificaciones que pretendió subsanar mediante la evaluación de dos factores adicionales relativos a la experiencia de los candidatos, sin detenerse a explicar cuáles fueron los criterios o métodos a los que se ciñó  para apreciar esos "nuevos" elementos y sin tener en cuenta que dentro del del concurso se analizaron los requisitos mínimos exigidos y la "experiencia adicional" que en el caso de Yolanda Julieta Sanabria Artunduaga se fijó en 8.3 años, mientras que Julio Roberto Rincón alcanzó 2,5 años y John Josué Guerrero apenas un (1) año, lo que se tradujo en puntajes  totales de 17, 13.5 y 12.6% respectivamente (folio 83). En estas condiciones, la Sala estima que no es de recibo la explicación aportada y que lo que se operó, so pretexto de la discrecionalidad que las normas vigentes garantizaban,  fue un escueto y arbitrario  desconocimiento del concurso, careciendo, para ello, de una justificación objetiva y razonable. No escapa al juicio de esta Sala que las pruebas realizadas y el concurso mismo pueden adolecer de imperfecciones y de fallas, pero eso no autoriza la sustitución del sistema de carrera por el de libre nombramiento y remoción, ni la prevalencia de la voluntad del nominador. A este respecto la Corte ha dicho que "Esta falta de absoluta seguridad en el pronóstico - que ningún sistema de nombramiento - puede ofrecer, no se soluciona subvirtiendo la institución del concurso o desfigurando sus resultados mediante la atribución a la administración de una facultad discrecional de designación, sino mediante la previsión que adopta el decreto citado (1222 de 1993) - común a los sitemas de concurso - consistente en el establecimiento de un período de prueba de cuatro meses dentro del cual la persona escogida será objeto de calificación (ibid, art. 10), aparte de la puesta en obra de los constantes perfeccionamientos en las pruebas y en los mecanismos de examen y calificación" (Sentencia No. C-041 de 1995). 8. Pero, además de lo anterior, en abierta violación del principio de justicia se le negó a la ganadora el nombramiento que legítimamente le corresponde otorgándoselo a quienes no tenían mejor título que ella para obtenerlo, lo que a su vez, comporta violaciones al derecho a la igualdad, ya que, tal como lo puso de manifiesto la Corte, mereciendo la peticionaria un trato acorde con los resultados obtenidos en el concurso se ignoró esa condición preferente y se la ubicó "en igual posición a la de quienes no participaron o, habiéndolo hecho, obtuvieron calificaciones inferiores" (Sentencia No. T-046 de 1995 M.P. Dr. José gregorio Hernández Galindo). Ahora bien, el nominador pretende ampararse en el ejercicio de la facultad discrecional permitida por las normas vigentes al momento de proceder al nombramiento. Es pertinente reiterar, en concordancia con lo expuesto, que actualmente la discrecionalidad que esas normas autorizaban está proscrita, debiendo procederse a la designación al concursante que ocupó el primer lugar. Empero, si en gracia de discusión se admitiera que al nominador le asiste la aludida discrecionalidad es indispensable recordar que el hecho de descartar a quien ocupó el primer puesto en un concurso de méritos, envuelve un trato diferente que exige justificación objetiva y razonable, no siendo suficiente la simple invocación de las normas que conferían ese margen de discrecionalidad. Así pues, la entidad estaba llamada a aportar pruebas y argumentos valederos orientados a justificar el favorecimiento a concursantes diferentes del ubicado en primer lugar, y, tal como quedó reseñado más arriba, los motivos aducidos carecen de fundamento serio, de modo que, en la práctica, el nominador invocó y aplicó sus propios criterios sin que mediara motivación alguna o hubiese esgrimido razones de peso para desconocer los resultados del concurso. Así las cosas, bajo el manto de la pretendida discrecionalidad se encubrió un comportamiento arbitrario. 9. El derecho a la igualdad reviste en la presente causa  una singular connotación referida al sexo que, según lo afirma la peticionaria, constituyó un motivo decisivo para que no se produjera, a su favor, el nombramiento esperado. La Carta Política incluyó al sexo como uno de los criterios que no pueden ser tomados en cuenta para generar un trato diverso sin fundamento válido, así pues, con base en la sola consideración del sexo de una persona no resulta jurídicamente posible coartarle o excluirla del ejercicio de un derecho o negarle el acceso a un beneficio determinado y siempre que esto ocurra, sin el debido respaldo constitucional, se incurre en un acto discriminatorio que, en tanto arbitrario e injustificado, vulnera el derecho contemplado en el artículo 13 superior. El director de Ingeominas se limitó a manifestar que en esa entidad "de ninguna manera se hace discriminación contra la mujer y por el contrario...una gran parte de los funcionarios son mujeres". De acuerdo con la jurisprudencia de la Corte Constitucional "Los actos discriminatorios suelen ser de difícil prueba. De ahí que sea apropiado que la carga de probar la inexistencia de discriminación recaiga en cabeza de la autoridad que expide o aplica una disposición jurídica, no así en quien alega la violación a su derecho a la igualdad, especialmente cuando la clasificación que se hace de una persona es sospechosa por tener relación con los elementos expresamente señalados como discriminatorios a la luz del derecho constitucional" (Sentencia No. T-098 de 1994. M.P. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz). No ignora la Sala que el mundo del trabajo es especialmente propicio a la discriminación de la mujer y que, dentro de ese ámbito laboral, el primer y más difícil escollo suele presentarse en el momento de acceder a un puesto, de ahí que la prohibición de discriminar por razón del sexo de la persona adquiera el sentido de límite al particular o a la autoridad pública que deba proveer un empleo. Esa limitación, por ejemplo, les impide, en principio, utilizar como pauta de selección el sexo, hacer uso de distintos criterios y exigir diferentes requisitos o condiciones para hombres y mujeres, y, también, echar mano de procedimientos que, pese a su apariencia neutral, por ser de más difícil cumplimiento para los miembros de un sexo que para los pertenecientes al otro, terminan excluyendo a una proporción mayor de hombres o mujeres, según se trate. Cabe destacar, por último, que estos límites se concretan en la especial obligación de transparencia de todo el proceso de selección, de donde surge que el nominador o la entidad respectiva deben informar con toda claridad acerca de las bases, criterios y procedimientos que preceden al pertinente nombramiento. Si bien en el evento sub examine no es posible afirmar que en atención al sexo de los participantes se hayan utilizado distintos criterios o recurrido a procedimientos encaminados a privilegiar la situación de los hombres frente a las mujeres aspirantes, se logran advertir ciertos aspectos que menguan la necesaria transparencia del concurso. En su escrito, la accionante informó que después de presentar las pruebas y entrevistas exigidas, en varias oportunidades acudió a las instalaciones de Ingeominas "sin obtener información alguna" y que procedió a efectuar llamadas telefónicas con el fin de obtener respuesta sobre los resultados del concurso y  que en el mes de diciembre de 1994 todavía no se había publicado la lista de elegibles, a la cual, tuvo acceso informal enterándose, por un mecanismo diverso de la publicación, de haber obtenido el primer lugar. La peticionaria afirma que el nombramiento se produjo con violación de las normas que imponen las publicación de los resultados del concurso. Interrogado sobre este punto, el director de Ingeominas explicó que según información que él recibió se sigió el procedimiento preestablecido pero que "no puede responder si a la funcionaria (sic) Sanabria Artunduaga se le dió la información por via telefónica, puesto que esto no es un requisito que invalide el procedimiento llevado a cabo..." (folio 50). En todo caso, el derecho a la igualdad excluye requisitos o condiciones ajenos a la calidad y al mérito de los participantes en un concurso cuando se trate de proveer la vacante para la que se concursó. Así las cosas, el nominador está obligado a designar al primero en la lista de elegibles y, al proceder de manera diferente, conculca, además, el derecho de acceder al desempeño de funciones y cargos públicos y el derecho al trabajo del aspirante mejor calificado, sustituyendo el mérito debidamente comprobado, por su propia apreciación discrecional que es posterior y extraña al concurso. 10. En un caso similar al que ahora se aborda esta Sala de Revisión enfatizó "que la acción de tutela es un mecanismo protector de los derechos constitucionales fundamentales, de carácter subsidiario, por lo cual su procedencia se hace depender de que no existan otros medios de defensa a los que pueda acudir el interesado. Empero, esos otros medios judiciales deben tener, por lo menos, la misma eficacia de la tutela, para la protección del derecho de que se trate. Analizadas las circunstancias del caso concreto, se concluye que tales acciones no se revelan más eficaces  que la tutela, ya que, la decisión tardía del asunto, deja mientras tanto, intactas violaciones a los derechos a la igualdad y al trabajo..." (Sentencia No. T-298 de 1995). Estas apreciaciones coinciden con las vertidas por la Sala Segunda de Revisión en la sentencia No. T-256 de 1995, conforme a las cuales mediante el ejercicio de las acciones que pueden impetrarse ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo no se obtiene "el resultado deseado, cual es el de ser nombrado en el cargo correspondiente". Esta Sala reitera ese pronunciamiento y en armonía con él advierte que no existe contradicción entre lo aquí decidido y el fallo SU-458 de 1993 "porque en esta oportunidad se consideró la situación especial generada en virtud de las sentencias C-040/95 y C-041/95 y además, que la acción de nulidad y restablecimiento del derecho no es el mecanismo idóneo para amparar los derechos fundamentales que le fueron violados a la peticionaria" (M.P. Dr. Antonio Barrera Carbonell). 11. Finalmente, estima la Sala que es del caso aclarar que independientemente de que la fecha de las sentencias que declararon la inexequibilidad de las disposiciones contentivas de la potestad discrecional que la entidad demandada alega sea posterior a la fecha del nombramiento que se hizo a persona distinta de la peticionaria, se concederá la tutela, pues los referidos pronunciamientos no tienen el efecto de constituir los derechos vulnerados, los que existían, con anterioridad a ellos, en cabeza de la actora  y le fueron violados mediante comportamientos que, desde un principio, se colocaron en contradicción con la preceptiva constitucional que reconoce los derechos de los asociados. Los argumentos que sirvieron de base a la declaratoria de inexequibilidad precisan en forma muy clara las causas de la vulneración pero de ningún modo convalidan situaciones que ya eran anómalas antes de que la Corte los expusiera, máxime si en la actiualidad subsisten sus efectos nocivos. La acción de tutela procede para la protección inmediata  de los  derechos constitucionales fundamentales y comprobada la vulneración de algunos de estos, por expreso mandato constitucional, debe brindarse el amparo pedido; una interpretación contraria conduciría a patrocinar su desconocimiento y a restarles la eficacia que la Carta pretende asegurarles. Es de anotar que en esta misma providencia se ha dejado en claro que aún partiendo del supuesto del ejercicio de la potestad discrecional la ausencia de una justificación objetiva y razonable para preferir a concursantes distintos del situado en primer lugar torna patente el caráter arbitrario de la medida tomada en perjuicio de la accionante. Por lo demás, la Corte ha concedido la tutela en casos similares, sin que ello signifique que le esté otorgando efecto retroactivo a un fallo suyo. (Cfr. Sentencias T-256 y 298 de 1995). Se revocará la sentencia revisada y se concederá la tutela ordenando al Director de la entidad demandada que, en el término de un (1) mes, contado a partir de la notificación de esta sentencia, proceda a designar a la peticionaria en el cargo para el cual se presentó a concurso público, ocupando el primer lugar. En mérito de lo expuesto, La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional RESUELVE: PRIMERO. REVOCAR la sentencia de marzo 15 de 1995 proferida por el Juzgado Trece Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá. SEGUNDO. CONCEDER, por las razones expuestas en la parte motiva de esta providencia, la tutela impetrada y, en consecuencia, se ordena al Director del Instituto de Investigaciones en Geociencias, Minería y Química, INGEOMINAS, que, en el término de un mes, contado a partir de la notificación de esta sentencia, proceda a efectuar el nombramiento de YOLANDA JULIETA SANABRIA ARTUNDUAGA en el cargo para el cual se presentó a concurso público habiendo ocupado el primer lugar. TERCERO. El Juzgado Trece Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá vigilará el estricto cumplimiento de lo ordenado en esta providencia. CUARTO. LIBRENSE las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, comuníquese, notifíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado Ponente FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado MARTHA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-333-95 Sentencia No _Sentencia No. T-333/95 SUBORDINACION/INDEFENSION/ACCION DE TUTELA CONTRA ADMINISTRACION DE CONJUNTO RESIDENCIAL-Instalación de TV cable La subordinación tiene que ver con acatamiento, sometimiento a órdenes proferidas por quienes, por razón de sus calidades, tienen la competencia para impartirlas, situación  en la que también se halla la petente, debido a que la decisión prohijada por la asamblea general y llevada a efecto por la junta directiva debe ser acatada, según los estatutos de la copropiedad y ante la coacción de un proceso ejecutivo". "Se concluye, que en el presente caso la acción de tutela es procedente, debido a que la peticionaria se encuentra en situación de indefensión y subordinación frente al demandado -Junta Administradora del Conjunto Residencial. PROPIEDAD HORIZONTAL/ASAMBLEA DE COPROPIETARIOS-Límites No se pone en duda que los propietarios de las unidades de dominio privado, a quienes se le impone una obligación por la asamblea general o de propietarios, con arreglo a las atribuciones previstas en las normas que regulan la propiedad horizontal, deben cumplirla, pero sin perjuicio de que puedan cuestionar su validez ante el juez civil utilizando el mecanismo del proceso verbal sumario y si es el caso, obtener el restablecimiento de los derechos que les hayan sido conculcados, pues cuando las decisiones de dicha asamblea rebasan el ámbito de sus facultades legales o estatutarias no pueden ser obligatorias, pese a que hayan sido adoptadas por mayoría. ACCION DE TUTELA/DERECHO A LA LIBERTAD/DERECHO A LA INTIMIDAD PERSONAL Y FAMILIAR La tutela, destinada en este caso a amparar los derechos fundamentales de los demandantes a la libertad e intimidad personal y familiar, constituye el mecanismo ideal y efectivo de protección de éstos con el fin de contrarrestar el abuso de poder en que incurrió la asamblea general al adoptar decisiones que escapan de su competencia y que determinaron la violación de dichos derechos, porque no se puede supeditar la vigencia y goce de los derechos fundamentales a la posibilidad de su amparo a través de la utilización de medios procesales distintos a los previstos en la Constitución para su protección, que han sido instituidos con finalidades diferentes y que realmente no son garantía para su protección efectiva. REFERENCIA: Expediente T- 38232 DEMANDANTES: Martha Beatriz Johnson Ceballos, Fabio Rodríguez Barbosa y Aurelio Rodríguez Barbosa contra la Asociación de Copropietarios del Conjunto Residencial Montana. PROCEDENCIA: Tribunal Superior del Distrito Judicial de  Bogotá. MAGISTRADO PONENTE: ANTONIO BARRERA CARBONELL Sentencia aprobada en Santafé de Bogotá, D.C., a los veintisiete (27) días del mes de julio de mil novecientos noventa y cinco  (1995). La Sala Primera de Revisión de la Corte Constitucional, decide sobre el fallo proferido por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, en el proceso de tutela promovido por Martha Beatriz Johnson Ceballos, Fabio Rodríguez Barbosa y Aurelio Rodríguez Barbosa contra la Asociación de Copropietarios del Conjunto Residencial Montana. El expediente llegó a la Corte Constitucional, por remisión que hizo el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, en virtud de lo ordenado por el artículo 31 del decreto 2591 de 1991. La Sala de Selección de la Corte eligió, para efectos de su revisión, el expediente de la referencia. I. ANTECEDENTES. Los actores, actuando en nombre propio, presentaron ante el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, acción de tutela contra la Asociación de Copropietarios del Conjunto Residencial Montana y, específicamente, contra la asamblea general y su junta administradora, por las razones que se exponen a continuación: A. Hechos. 1.    Manifiestan los actores que el 2 de noviembre de 1993, la junta administradora provisional del Conjunto Residencial Montana convocó a una asamblea extraordinaria que se realizaría el 7 de noviembre del mismo año. El motivo: aprobar la contratación e instalación del servicio de T. V. cable comunal. 2.    En la fecha señalada, sin la asistencia de los actores, la asamblea aprobó, sin el quórum decisorio requerido, la contratación e instalación del servicio de T.V. cable para la totalidad de los copropietarios del conjunto. Así mismo, se acordó que  el valor del servicio sería acumulado al de la cuota ordinaria por administración. Por tanto, se decidió que las cuotas que no incluyeran dicho valor, no serían recibidas. 3.    Indican los actores que no incrementaron la cuota de la administración con el valor del T.V. cable y, por ello, no les fue entregado el recibo correspondiente, haciéndolos incurrir en mora, impidiéndoles participar con voz y voto en las asambleas que posteriormente se convocaron para debatir el tema. Así, por ejemplo, el 12 de diciembre de 1993,  se celebró una asamblea extraordinaria, con el fin de replantear la adquisición del servicio de T.V. cable, asamblea en la que no se les permitió participar, por encontrarse en mora en el pago de la administración. 4.    Según los actores, la asamblea general no tiene competencia para imponer del servicio de T.V. cable a los copropietarios, porque ella sólo puede fijar gastos que tienen que ver con la conservación, reparación  y mantenimiento de las áreas, bienes y servicios de uso común, tal como lo dispone el estatuto del conjunto residencial. B. Derechos presuntamente vulnerados. Los actores consideran que con la decisión de la asamblea general, de contratar e instalar el servicio de T.V. cable, se están vulnerando sus derechos al libre desarrollo de la personalidad y a la intimidad familiar. C. Pretensión. Solicitan los actores, se ordene a la Administradora y a la Junta Administradora del Conjunto  Residencial Montana abstenerse de obligar a los copropietarios del conjunto residencial a contratar el servicio de T.V. cable. D. Pruebas. Los actores aportaron como pruebas, entre otras, los siguientes documentos: 1.    Copia de los estatutos del Conjunto Residencial Montana. 2.    Copia del aviso de convocación, a la reunión de la asamblea extraordinaria que se realizaría el 7 de noviembre de 1993. 3.    Copia del acta número 106, donde constan las decisiones adoptadas en la reunión de la asamblea general extraordinaria celebrada el 7 de noviembre de 1993. 5.    Copia del Acta número 107 de la asamblea extraordinaria celebrada el 12  de diciembre de 1993. E. Sentencia de única instancia. Mediante sentencia del seis (6) de mayo de mil novecientos noventa y cuatro (1994), el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, Sala Civil, DENEGÓ la tutela solicitada, al considerar que la misma era improcedente a la luz del artículo 42 del decreto 2591 de 1991, porque no existe estado de indefensión o subordinación de los actores, frente a la asociación demandada. Pues, siendo una entidad de carácter privado y sin ánimo de lucro, integrada por todos los propietarios de las unidades residenciales, incluidos los demandantes, es imposible predicar indefensión y subordinación de éstos frente a ella. Finalmente, indicó, que la justicia ordinaria es la encargada de dirimir el conflicto suscitado entre los actores y la asociación demandada, tal como lo dispone el artículo 8o. de la ley 16 de 1985. II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. 1. Competencia. La Corte Constitucional es competente para decidir este asunto, en virtud de lo dispuesto por los artículos 86 y 241, numeral 9, de la Constitución, en concordancia con las normas pertinentes del decreto 2591 de 1991. 2. Trámite previo a la decisión de fondo. La Sala Primera de Revisión a cuya consideración se presentó la ponencia original elaborada por el Magistrado Jorge Arango Mejía, estimó que dicha ponencia proponía un cambio de la jurisprudencia sentada por la Sala Cuarta de Revisión en la sentencia T-233 de 1994 de la cual fue ponente el Magistrado Carlos Gaviria Díaz. En tal virtud, a petición del citado Magistrado y conforme a lo establecido en el art. 53 del acuerdo 05 de 1993 se sometió el estudio del asunto a la Sala Plena de la Corporación. La Sala Plena de la Corte en su sesión del 19 de julio del año en curso analizó la ponencia del Magistrado Jorge Arango Mejía y, por mayoría de votos, consideró que no era procedente el cambio de jurisprudencia propuesto y que debía mantenerse la que aparece consignada en la sentencia T-233 de 1994. Consecuentemente dispuso la remisión del expediente a la Sala Primera de Revisión para la adopción de la decisión correspondiente. Dado que la ponencia del Magistrado Jorge Arango Mejía, como se dijo antes no fue aprobada, le fue asignada la elaboración de la nueva ponencia, acorde con el criterio mayoritario, al Magistrado Antonio Barrera Carbonell, quien le sigue en turno e integra junto con aquél y el Doctor Eduardo Cifuentes Muñoz la Sala Primera de Revisión. La nueva ponencia presentada por el Magistrado Antonio Barrera Carbonell, toma como punto de referencia los antecedentes de la ponencia original. 3. Saneamiento de nulidad. La Sala Primera de Revisión, por auto del diez (10) de junio de mil novecientos noventa y cuatro (1994), ordenó poner en conocimiento de la parte demandada, la nulidad de todo lo actuado dentro del proceso de la referencia, por la falta de notificación del auto admisorio de la demanda de tutela. Devuelto el expediente, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá puso en conocimiento de la parte demandada, la nulidad declarada por la Corte Constitucional, sin que la misma hubiese sido alegada dentro del término de ley, quedando por ese hecho saneada la nulidad. En consecuencia, el Tribunal remitió nuevamente el expediente a esta Corporación, para lo de su competencia. 4. Procedencia formal de la tutela contra la Asociación de Copropietarios del Conjunto Residencial Montana. En la sentencia T-233 del 17 de mayo de 1994[1], la Sala Cuarta de Revisión en un caso similar al que ahora se analiza se pronunció sobre la procedencia formal de la tutela en los siguientes términos: "Ahora bien: la presente acción se dirige contra un particular, la Junta Administradora del Conjunto Residencial Montana, y como bien es sabido la tutela fue instituida a través del articulo 86 de la Constitución Nacional como un medio para lograr la protección de los derechos fundamentales, cuando hayan sido vulnerados o amenazados por las autoridades públicas o por aquellos particulares, frente a los cuales el petente se encuentra en estado de indefensión o subordinación. Tales condiciones se predican de la señora María Aurora Contreras, como se verá más adelante, si se tiene en cuenta que la indefensión se presenta ante la ausencia de un medio judicial para lograr el restablecimiento de los derechos invocados". "La subordinación tiene que ver con acatamiento, sometimiento a órdenes proferidas por quienes, por razón de sus calidades, tienen la competencia para impartirlas, situación  en la que también se halla la petente, debido a que la decisión prohijada por la asamblea general y llevada a efecto por la junta directiva debe ser acatada, según los estatutos de la copropiedad y ante la coacción de un proceso ejecutivo". "Se concluye, que en el presente caso la acción de tutela es procedente, debido a que la peticionaria se encuentra en situación de indefensión y subordinación frente al demandado -Junta Administradora del Conjunto Residencial Montana". En idéntico sentido la Sala considera que los demandantes se encuentran en una situación de indefensión y de subordinación con respecto a la Asociación de Copropietarios del Conjunto Residencial Montana, no sólo por lo expresado antes, sino porque la asamblea dispone de medios coactivos diversos para imponer su decisión. 5. La existencia de otro medio de defensa judicial. El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá consideró, entre las razones para denegar la tutela impetrada, que los demandados disponían de un medio alternativo de defensa judicial, como era el proceso verbal sumario a que alude el art. 435, parágrafo 1, numeral 1 del Código de Procedimiento Civil, al cual se someten "las controversias sobre la propiedad horizontal de que tratan el art. 7 de la ley 182 de 1948 y los arts. 8 y 9 de la ley 16 de 1985". En la sentencia T-233 de 1994,  a que se hizo alusión antes, igualmente se analizó la falta de idoneidad y efectividad del proceso verbal sumario como medio alternativo de defensa judicial para amparar los derechos fundamentales que se estiman violados por los peticionarios, en la siguiente forma: "En efecto: el Decreto 2591 de 1991, al instituir las causales de  improcedencia de la acción de tutela, señaló en el art. 6-1 la existencia de otro medio de defensa judicial, norma que invocó el juez de única instancia para denegar la petición incoada en el caso bajo examen. Esta Sala no comparte tal decisión, pues a este propósito, señaló en ocasión anterior: "La Corte, empero, encuentra necesario hacer la siguiente precisión: cuando el juez de tutela halle que existe otro mecanismo de defensa judicial aplicable al caso, debe evaluar si, conocidos los hechos en los que se basa la demanda y el alcance del derecho fundamental violado o amenazado, resultan debidamente incluidos TODOS los aspectos relevantes para la protección inmediata, eficaz y completa del derecho fundamental  vulnerado, en el aspecto probatorio  y en el de decisión del mecanismo alterno de defensa. Si no es así, si cualquier aspecto del derecho constitucional del actor, no puede ser examinado por el juez ordinario a través de los procedimientos previstos para la protección de los derechos de rango meramente legal, entonces, no sólo procede la acción de tutela, sino que ha de tramitarse como la vía procesal prevalente.  Así como la Constitución no permite que se suplante al juez ordinario con el de tutela, para la protección de los derechos de rango legal, tampoco permite que la protección inmediata y eficaz de los derechos fundamentales, sea impedida o recortada por las reglas de competencia de las jurisdicciones ordinarias". (Mayúsculas del texto, Sentencia T-100 de 9 de marzo de 1994") (....) "En relación con los procesos verbales que se enuncian en la sentencia que aquí se revisa, el proceso en el que, por razón de la competencia atribuida legalmente, puede controvertirse el conflicto planteado, es el sumario de que trata el art. 435 parágrafo 1, numeral 1 del C.P.C. que dispone: "Se tramitarán en única instancia por el procedimiento que regula este capítulo, los siguientes asuntos: PAR. 1o.  En consideración a su naturaleza: 1.  Controversias sobre la propiedad horizontal de que tratan el artículo 7o. de la Ley 182 de 1948 y los artículos 8o. y 9o. de la Ley 16 de 1985." "Según se desprende de los hechos relatados a través de esta providencia, la peticionaria persigue corregir el daño que se le ha ocasionado al impedírsele participar en las decisiones de la asamblea general; evitar un daño futuro que se le puede producir en el evento de que la junta administradora, legalmente habilitada, le inicie un proceso ejecutivo para el cobro de las cuotas de administración que, indebidamente, se niega a recibir;  y, finalmente, corregir la violación de sus derechos a la libertad e intimidad personal y familiar". "En tal virtud, es necesario hacer una valoración en cuanto a la efectividad de la acción de tutela frente al proceso verbal sumario -consagrado en la legislación vigente como un medio de defensa judicial-, con el fin de determinar si, como lo señala el juez de instancia, mediante este último se logra el propósito perseguido por la señora Contreras". "Así, en cuanto al proceso verbal sumario, su trámite se inicia una vez aceptada la demanda, luégo se notifica al demandado quien cuenta con cuatro días para contestar; si propone excepciones de mérito, éstas se trasladan por el término de tres días, vencido el cual se celebra la audiencia de conciliación; si se logra la conciliación, el juez, mediante un auto, declara terminado el proceso; en caso contrario, decreta la práctica de pruebas, corre traslado a las partes para que formulen las alegaciones y, por último, profiere la sentencia.  Se trata, entonces, de  un proceso que, tal como está consagrado legalmente, demanda un tiempo muy superior al de la tutela, cuyo trámite es preferente -su estudio tiene prelación a cualquier otro que esté sometido a consideración del juez- y sumario -el juez de tutela dispone de 10 días, contados a partir de la solicitud, para decidir-, en razón de que su consagración constitucional tiene como propósito, precisamente, el restablecimiento inmediato del derecho fundamental". "Por lo que es necesario concluir, que si bien el juez civil tiene competencia y cuenta con los medios necesarios para evitar que a la demandante se le vulnere el derecho a participar en las decisiones de la asamblea de copropietarios, no puede, antes de dictar sentencia, impedir que la junta administradora ejecute judicialmente a la accionante, ni ordenar que cese la violación a sus derechos a la libertad e intimidad personal y familiar, lo que sí es materia de la sentencia de tutela". "De tal manera que, ante la violación de los derechos a la libertad e intimidad personal y familiar, invocados por la demandante y ante la ausencia de un medio tan eficaz como la tutela, para su protección judicial, su restablecimiento será otorgado a través de esta vía". Adicionalmente a las consideraciones hechas en la sentencia, cuyos apartes principales se han transcrito, esta Sala anota lo siguiente: No se pone en duda que los propietarios de las unidades de dominio privado, a quienes se le impone una obligación por la asamblea general o de propietarios, con arreglo a las atribuciones previstas en las normas que regulan la propiedad horizontal, deben cumplirla, pero sin perjuicio de que puedan cuestionar su validez ante el juez civil utilizando el mecanismo del proceso verbal sumario a que alude el art. 435-1 del C.P.C. y si es el caso, obtener el restablecimiento de los derechos que les hayan sido conculcados, pues cuando las decisiones de dicha asamblea rebasan el ámbito de sus facultades legales o estatutarias no pueden ser obligatorias, pese a que hayan sido adoptadas por mayoría. A juicio de la Sala, la utilización del aludido mecanismo alternativo de defensa tiene un objeto propio definido por las leyes preconstitucionales (arts. 7 de la ley 182 de 1948, 8 y 9 de la ley 16 de 1985), como son las controversias entre copropietarios o que puedan generarse por actos de la junta administradora, o de la asamblea relativos a modificaciones de los bienes de uso común, alteraciones en su uso y goce, a la organización general del edificio o conjunto habitacional, a la aprobación de expensas ordinarias y extraordinarias destinadas a la administración del inmueble y a la fijación de la cuota periódica, etc.; pero aquél no resulta idóneo y efectivo para lograr el amparo inmediato de derechos fundamentales conculcados o amenazados en razón de actos expedidos por dicha junta o asamblea, como sucede en el presente caso. La tutela, destinada en este caso a amparar los derechos fundamentales de los demandantes a la libertad e intimidad personal y familiar, constituye el mecanismo ideal y efectivo de protección de éstos con el fin de contrarrestar el abuso de poder en que incurrió la asamblea general al adoptar decisiones que escapan de su competencia y que determinaron la violación de dichos derechos, porque no se puede supeditar la vigencia y goce de los derechos fundamentales a la posibilidad de su amparo a través de la utilización de medios procesales distintos a los previstos en la Constitución para su protección, que han sido instituidos con finalidades diferentes y que realmente no son garantía para su protección efectiva. Dicho de otra manera, al juez civil dentro del proceso verbal sumario que se instaura para dirimir una controversia en torno a la propiedad horizontal concreta su estudio y decisión al aspecto central de ésta, esto es, a lo que atañe con las materias ya especificadas, antes que al amparo de los derechos fundamentales, violados o amenazados; por lo tanto, eventualmente puede abstenerse de adoptar medidas concretas tendientes a poner fin o a evitar su violación, como las que usualmente decreta el juez de tutela, con lo cual dichos derechos pueden quedar carentes de protección. En razón de lo anterior, se revocará la sentencia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá y, en su lugar, se concederá la tutela impetrada. III. DECISION. En mérito de lo expuesto, la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: PRIMERO: REVOCASE  la sentencia del Tribunal Superior de Santafé de Bogotá, de fecha seis (6) de mayo de mil novecientos noventa y cuatro  (1994) y, en su lugar, CONCEDESE la tutela de los derechos fundamentales a la libertad y a la intimidad personal y familiar, impetrada por los demandantes contra la Asociación de Copropietarios del Conjunto Residencial Montana de esta ciudad. Por tanto,  ORDENASE a la junta administradora de esta entidad aceptar el pago de las cuotas ordinarias que adeudan los actores, descontando el valor por el servicio de T.V. cable e intereses moratorios por dicho concepto. En consecuencia, se PERMITIRA la participación, con voto,  de los actores, en las asambleas generales que se lleguen a realizar. SEGUNDO: Por Secretaría General, REMITANSE el expediente de tutela y este fallo, al Tribunal Superior de Santafé de Bogotá, para los efectos consagrados en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991. Notifíquese, cópiese, publíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. JORGE ARANGO MEJIA Magistrado ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado Ponente EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado MARTHA V.  SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General Salvamento de voto a la Sentencia No. T-333/95 ACCION DE TUTELA CONTRA PARTICULARES/INDEFENSION-Inexistencia/SUBORDINACION-Inexistencia/PROCESO VERBAL (Salvamento de voto) Para que proceda la acción de tutela contra los particulares, éstos deben estar encargados de la prestación de un servicio público, o su conducta afectar grave y directamente el interés colectivo, o estar el solicitante en estado de indefensión o subordinación respecto de quien vulnere o amenace su derecho fundamental. En el presente caso, refiriéndonos concretamente a la indefensión o subordinación, es claro que tal requisito no existe. Porque si los dueños de las unidades están sujetos a las decisiones válidamente adoptadas por la Asamblea General, tienen la posibilidad de participar en ésta y de atacar sus decisiones acudiendo al proceso verbal, de conformidad con el art. 8o. de la ley 16 de 1985. PROPIEDAD HORIZONTAL-Controversias (Salvamento de voto) Todas las controversias a que da lugar la propiedad horizontal, pueden dirimirse por medio del proceso verbal. Y si se habla de una supuesta violación de derechos fundamentales, también ella puede ser objeto del proceso verbal. No es verdad que solamente el juez de tutela pueda resolver sobre los derechos fundamentales, pues éstos también pueden defenderse por los procedimientos que podríamos llamar ordinarios. ACCION DE TUTELA-Abuso (Salvamento de voto) Hay que sostener que la tutela se estableció en la Constitución como un remedio excepcional, del cual no puede hacerse uso según el capricho del interesado. Esos abusos, hasta ahora auspiciados por jueces de todas las jerarquías, conspiran contra una institución que por ellos pierde su valor, su importancia. Referencia: Expediente T-38232 Actores: Martha Beatriz Johnson Ceballos y Otros Magistrado Ponente:  Dr. Antonio Barrera Carbonell Los motivos que me llevan a discrepar de la sentencia de la referencia, son los siguientes: Primero.- Inexistencia del estado de indefensión o subordinación en el presente caso. Para que proceda la acción de tutela contra los particulares, éstos deben estar encargados de la prestación de un servicio público, o su conducta afectar grave y directamente el interés colectivo, o estar el solicitante en estado de indefensión o subordinación respecto de quien vulnere o amenace su derecho fundamental. En el presente caso, refiriéndonos concretamente a la indefensión o subordinación, es claro que tal requisito no existe. Porque si los dueños de las unidades están sujetos a las decisiones válidamente adoptadas por la Asamblea General, tienen la posibilidad de participar en ésta y de atacar sus decisiones acudiendo al proceso verbal, de conformidad con el art. 8o. de la ley 16 de 1985. Además, ¿cómo hablar de indefensión frente a las decisiones de una asamblea en la cual ni siquiera se tomaron los actores el trabajo de participar? Segundo.- Existencia de otro medio de defensa judicial. Todas las controversias a que da lugar la propiedad horizontal, pueden dirimirse por medio del proceso verbal consagrado en el Código de Procedimiento Civil, como lo establece el art. 8o. de la ley 16 de 1985. Y si se habla de una supuesta violación de derechos fundamentales, también ella puede ser objeto del proceso verbal. No es verdad que solamente el juez de tutela pueda resolver sobre los derechos fundamentales, pues éstos también pueden defenderse por los procedimientos que podríamos llamar ordinarios. Tercero.- El abuso de la acción de tutela. Decisiones como ésta fortalecen la tendencia a reemplazar por la acción de tutela todos los procesos diferentes a ella. En general, en toda controversia puede hablarse de la violación de un derecho fundamental, así esa violación sea indirecta o apenas tangencial.  En el caso de la propiedad horizontal, por ejemplo, las controversias implican realmente problemas contractuales.  Sin embargo, alegando la supuesta violación de un derecho fundamental, se acude a la acción de tutela, solamente para hacer a un lado el proceso señalado en la ley. Por este camino, el país va, por sus pasos contados, hacia un estado de anarquía, de inseguridad jurídica y de desorden. Siguiendo este precedente, ¿qué impedirá mañana hacer a un lado el proceso de ejecución para obtener el pago de una obligación y exigirlo por medio de la acción de tutela, alegando que el dinero correspondiente se requiere para sustentar la vida del acreedor o de su familia? A todo lo cual se suma el equivocado criterio que lleva a comparar los términos de la acción de tutela (10 días en la primera instancia y 20 en la segunda), con los de todos los demás procesos, para concluir que sólo la acción de tutela es eficaz. No: hay que sostener que la tutela se estableció en la Constitución como un remedio excepcional, del cual no puede hacerse uso según el capricho del interesado. Esos abusos, hasta ahora auspiciados por jueces de todas las jerarquías, conspiran contra una institución que por ellos pierde su valor, su importancia. Bogotá, julio 27 de 1995. JORGE ARANGO MEJIA [1] M.P. Carlos Gaviria Díaz.
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T-334-95 Sentencia No Sentencia No. T-334/95 DERECHO DE PETICION-Pronta resolución En lo atinente al derecho fundamental de petición, toda persona puede dirigirse respetuosamente a las autoridades por motivos de interés general o particular, con la certidumbre de obtener un efectivo trámite respecto de sus solicitudes y una pronta resolución. TERMINO PROCESAL-Dilación injustificada/DEBIDO PROCESO-Vulneración por mora judicial/MORA JUDICIAL El eventual ejercicio de la acción de tutela ante la mora del juez en decidir sobre un determinado asunto a su consideración dentro  del proceso judicial tendría fundamento en que tal conducta, en cuanto desconozca los términos de ley y carezca de motivo probado y razonable, implica dilación injustificada, es decir, vulneración palmaria del debido proceso y obstáculo para el acceso de la persona a la administración de justicia. Si tenemos en cuenta que el remate se efectuó el día doce (12) de mayo de mil novecientos noventa y cuatro (1994) y que el auto que lo aprobó es del dos (2) de agosto del mismo año, es decir casi tres (3) meses después, es claro que se incumplieron los términos procesales, lo cual representa una evidente violación del debido proceso, en virtud de una dilación injustificada, y a la vez se postergó sin razón el acceso real del interesado a la administración de justicia. -Sala Quinta de Revisión- Ref.: Expediente T-49809 Acción de tutela instaurada por CAYO CESAR VILLALOBOS RINCON contra JUZGADO 24 CIVIL DEL CIRCUITO DE SANTA FE DE BOGOTA. Magistrado Ponente: Dr. JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Sentencia aprobada en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los treinta y un (31) días del mes de julio de mil novecientos noventa y cinco (1995). Se revisan los fallos de tutela proferidos en el asunto de la referencia por los juzgados Dieciocho Penal Municipal y Séptimo Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá. I. INFORMACION PRELIMINAR El 12 de mayo de 1992 CAYO CESAR VILLALOBOS RINCON intervino como postor en el remate de un bien inmueble ubicado en la vereda  de Chingacio,  Municipio  de  Chocontá -Departamento de Cundinamarca-, dentro del proceso ejecutivo singular adelantado por LUISA FERNANDEZ ROJAS contra LUIS FARFAN. El Juzgado contra el que propuso tutela le adjudicó el bien en esa diligencia y, por tanto, dentro de los tres días siguientes el actor depositó el 3% mas el saldo del valor correspondiente al inmueble rematado y allegó los recibos de pago del impuesto predial. Según su relato, el expediente pasó al Despacho el 20 de mayo de 1994 y, hasta la fecha de instauración de la acción de tutela -29 de julio de 1994-, no se había proferido decisión alguna. Afirmó el accionante que, en lo relativo a remates posteriores, el Juzgado se ha pronunciado sin tener en cuenta el orden y fechas de entrada. Aseguró haberse dirigido al Juez por escrito y personalmente, sin obtener respuesta. Estimó violados sus derechos de petición y debido proceso. II. DECISIONES JUDICIALES El Juzgado Dieciocho Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá, mediante Sentencia del doce (12) de agosto de 1994, resolvió tutelar el derecho de petición del actor, que estimó violado por el Juzgado 24 Civil del Circuito. A juicio del fallador, el Despacho judicial acusado quebrantó el aludido derecho de VILLALOBOS RINCON en cuanto guardó silencio respecto de las peticiones formuladas el 17 de mayo, el 20 de junio y el 22 de julio de 1994, a lo cual agregó el hecho de que se desatendió lo mandado en el artículo 124 del Código de Procedimiento Civil, al dejar que venciera ostensiblemente el término de diez días allí previsto en materia de interlocutorios. En el fallo revisado se reconoció, por una parte, que la mora estaba justificada por el cúmulo de procesos a cargo del Juez de Circuito y, por otra, que mediante auto interlocutorio del 2 de agosto de 1994 fue resuelta la petición del actor, con lo cual cesó la violación del derecho. Así, pues, la tutela fue concedida en el sentido de prevenir al titular del Despacho judicial para que en el futuro se abstenga de incurrir en omisiones respecto a la tramitación de procesos y peticiones a su cargo. El dieciocho (18) de agosto, el Juzgado Veinticuatro Civil del Circuito de Santa Fe de Bogotá presentó un escrito en el que manifestaba su voluntad de impugnar el fallo y solicitó que el expediente fuera remitido al superior jerárquico para los fines consiguientes, anunciando que allí sustentaría la impugnación. Enviado el expediente a la Oficina de Reparto de los juzgados penales del Circuito, las diligencias fueron repartidas al Juzgado Séptimo Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, el cual consideró que el recurso no se había sustentado en debida forma por haber transcurrido los términos respectivos sin que el Juez afectado se hubiese hecho presente para manifestar cuál era su inconformidad. Por tanto, mediante auto del diecinueve (19) de septiembre de 1994, se abstuvo de conocer en segunda instancia sobre el fallo de tutela proferido y ordenó remitir el asunto a la Corte Constitucional para su eventual revisión. Seleccionado el caso en la Corte y repartido a esta Sala, fue necesario -con arreglo a reiterada doctrina- devolver las diligencias al Despacho de segunda instancia para que resolviera sobre la impugnación presentada. Mediante Sentencia del veintiséis (26) de abril de 1995, el Juzgado Séptimo Penal del Circuito decidió revocar el ordinal primero de la parte resolutiva del fallo impugnado y, en su lugar, se abstuvo de tutelar el derecho de petición invocado por el accionante. Tuvo en cuenta el Juez que, no obstante haber sido desconocido en efecto el término para resolver y haberse dejado de responder las solicitudes del actor, para la fecha en que se profirió el fallo de tutela -14 de agosto de 1994- ya el Juzgado 24 Civil del Circuito, por auto del 2 de agosto, había aprobado la diligencia de remate, con lo cual se resolvió el punto en controversia antes de que se fallara sobre el amparo pedido. III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL Competencia Esta Sala de la Corte es competente para revisar las providencias en mención, ya que el asunto fue seleccionado y repartido a ella según las previsiones de los artículos 86 y 241-9 de la Constitución y con arreglo al artículo 33 del Decreto 2591 de 1991. Derecho de petición, debido proceso y actuaciones judiciales Motivo primordial para la instauración de la tutela y para su prosperidad en primera instancia fue en el presente caso, además de la mora judicial en adoptar una decisión, el silencio del funcionario respecto de las peticiones que, relacionadas con el mismo asunto, le fueron presentadas por el demandante. Ello hace oportuno que la Corte dilucide si, a la luz de la Constitución, todas las peticiones presentadas ante los jueces deben ser resueltas dentro de los términos, en la forma y bajo los apremios propios de las actuaciones administrativas y si a ellas son aplicables las pertinentes normas que desarrollan el artículo 23 de la Carta Política. Ha sido reiterada la jurisprudencia en lo atinente al derecho fundamental de petición, en cuya virtud toda persona puede dirigirse respetuosamente a las autoridades por motivos de interés general o particular, con la certidumbre de obtener un efectivo trámite respecto de sus solicitudes y una pronta resolución. Con la expresión "autoridades" el Constituyente ha cobijado a quienes, dentro de la estructura del Estado o aun por fuera de ella -mediante habilitación temporal o especial (artículos 116, 123 y 272 C.P., entre otros)-, ejercen funciones públicas de jurisdicción o mando, capaces de afectar con sus determinaciones los intereses de los gobernados. En cuanto a las autoridades que actúan dentro del aparato estatal como servidores públicos, la Corte, en  sentencias T-501 del veintiuno de agosto de 1992 y C-543 del 1º de octubre de 1992, dijo en torno a este concepto: "La autoridad, en términos generales y tomada en un sentido objetivo es la potestad de que se halla investida una persona o corporación, en cuya virtud las decisiones que adopte son vinculantes para quienes a ella están subordinados.  Esa autoridad es pública cuando el poder del que dispone proviene del Estado, de conformidad con las instituciones que lo rigen. Quiere decir esto que mientras las expresiones "servidores públicos" son adecuadas para referirse a todas las personas que laboran para el Estado en cualquiera de las ramas del poder, bien sea en los órganos centrales o en las entidades descentralizadas o por servicios, los términos "autoridades públicas" se reservan para designar aquellos servidores públicos llamados a ejercer, dentro del ordenamiento jurídico que define sus funciones o competencias, poder de mando o decisión, cuyas determinaciones, por tanto, afectan a los gobernados". Si esto es así, resulta indudable que el derecho de petición puede ejercerse ante los jueces; que, en consecuencia, éstos se hallan obligados a tramitar y responder las solicitudes que se les presenten, en los términos que la ley señale, y que, si no lo hacen, vulneran la preceptiva constitucional. No obstante, el juez o magistrado que conduce un proceso judicial está sometido -como también las partes y los intervinientes- a las reglas del mismo, fijadas por la ley, lo que significa que las disposiciones legales contempladas para las actuaciones administrativas no son necesariamente las mismas que debe observar el juez cuando le son presentadas peticiones relativas a puntos que habrán de ser resueltos en su oportunidad procesal y con arreglo a las normas propias de cada juicio (artículo 29 C.P.). Debe distinguirse con claridad entre aquellos actos de carácter estrictamente judicial y los administrativos que pueda tener a su cargo el juez. Respecto de éstos últimos son aplicables las normas que rigen la actividad de la administración pública, es decir, en la materia bajo análisis, las establecidas en el Código Contencioso Administrativo (Decreto 01 de 1984). En cambio, las actuaciones del juez dentro del proceso están gobernadas por la normatividad correspondiente, por lo cual las solicitudes que presenten las partes y los intervinientes dentro de aquél en asuntos relacionados con la litis tienen un trámite en el que prevalecen las reglas del proceso. En ese orden de ideas, nadie podría alegar que el juez viola su derecho de petición cuando, principiando el proceso, presenta una solicitud orientada a obtener la definición propia de la sentencia y no se le responde dentro de los términos previstos en el Código Contencioso Administrativo sino que se posterga la resolución hasta el momento del fallo. En tales circunstancias, ante eventuales actitudes morosas para resolver, el derecho fundamental que puede invocar el interesado no es el de petición sino el del debido proceso. Por ello, el eventual ejercicio de la acción de tutela ante la mora del juez en decidir sobre un determinado asunto a su consideración dentro  del proceso judicial tendría fundamento -como ya lo ha expresado esta Corte- en que tal conducta, en cuanto desconozca los términos de ley y carezca de motivo probado y razonable, implica dilación injustificada, es decir, vulneración palmaria del debido proceso (artículo 29 C.P.) y obstáculo para el acceso de la persona a la administración de justicia (artículo 229 C.P.). El juez se ubica entonces en la hipótesis contemplada por el artículo 229 Ibídem: "Los términos procesales se observarán con diligencia y su incumplimiento será sancionado". Análisis del caso concreto Cabría preguntarse, de acuerdo con lo expuesto, si en el caso sub-examine existió o no violación al derecho constitucional fundamental del debido proceso. Según consta en la diligencia de inspección judicial practicada por la Juez Dieciocho Penal Municipal de esta ciudad el día dos (2) de agosto de mil novecientos noventa y cuatro (1994) al Juzgado 24 Civil del Circuito -que obra a Folio 8 del Expediente 49809-, la diligencia de remate se llevó a cabo el día 12 de mayo del citado año y en virtud de ella se adjudicó a Cesar Cayo Villalobos el pleno dominio y posesión del inmueble ubicado en la vereda de Chingacio (Chocontá), denominado "El Costeño". Existe igualmente constancia de los requerimientos hechos al Juez por Villalobos los días 17 de mayo, 20 de junio y 22 de julio de 1994, en los cuales solicitaba la aprobación del remate. Esta se produjo el 2 de agosto del mismo año, cuando se decidió aprobar la diligencia de remate del 12 de mayo, advirtiendo que sólo se remató el lote de terreno más no así la mejora de casa de habitación que sobre el mismo se encuentra construída. Sobre el particular el artículo 530 del Código de Procedimiento Civil, modificado por el 1º del Decreto 2282 de 1989, establece: "Artículo 530. "Aprobación o invalidez del remate. Pagado oportunamente el precio, el juez aprobará el remate siempre que se hubiere cumplido con las formalidades previstas en los artículos 523 a 528, y no esté pendiente el incidente de nulidad que contempla el numeral segundo del artículo 141. En caso contrario, declarará el remate sin valor y ordenará la devolución del precio al rematante". (...) Para efectos de saber cuál es el término de que dispone el juez para esta aprobación es necesario remitirse al artículo 124 del mismo Código, el cual dispone: "Artículo 124. Términos para dictar las resoluciones judiciales. Los jueces deberán dictar los autos de sustanciación en el término de tres días, los interlocutorios en el de diez y las sentencias en el de cuarenta, contados desde que el expediente pase al despacho para tal fin". (Subrayado fuera de texto). El auto que aprueba la diligencia de remate es interlocutorio, es decir, de aquellos para cuya expedición el juez tiene un plazo de diez días. Si tenemos en cuenta que el remate se efectuó el día doce (12) de mayo de mil novecientos noventa y cuatro (1994) y que el auto que lo aprobó es del dos (2) de agosto del mismo año, es decir casi tres (3) meses después, es claro que se incumplieron los términos procesales, lo cual representa una evidente violación del debido proceso, en virtud de una dilación injustificada, y a la vez se postergó sin razón el acceso real del interesado a la administración de justicia. Carencia actual de objeto Pese a la falta de diligencia demostrada por el Juez en el cumplimiento del término aplicable a su actuación, los antecedentes transcritos indican a las claras que la tutela concedida no podía tener lugar, pues en el momento de proferirse el fallo de primera instancia ya se había adoptado la providencia judicial cuya demora había ocasionado el natural y legítimo descontento del accionante. A la luz del Decreto 2591 de 1991, lo pertinente era la prevención a la autoridad enjuiciada para que hacia el futuro evitara incurrir en las omisiones que motivaron el procedimiento de tutela -como en efecto se hizo en la segunda parte del proveído de primera instancia-, pero ese llamado de atención se justificaba precisamente en razón de que una orden para actuar -en lo cual habría consistido la protección judicial- ya no tenía cabida, por sustracción de materia. No se podía conceder la protección judicial frente a una situación ya resuelta, pues ello carecía de objeto. Se confirmará la providencia de segundo grado. DECISION Con fundamento en las razones que anteceden, la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: Primero.- CONFIRMASE la Sentencia proferida el 26 de abril de 1995 por el Juzgado Séptimo Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, D.C. Segundo.- Notifíquese esta providencia en los términos previstos por el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, comuníquese, publíquese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Magistrado Ponente Presidente de la Sala HERNANDO HERRERA VERGARA            ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado                      Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-335-95 Sentencia No Sentencia No. T-335/95 SUBORDINACION-Trabajadores Debe entenderse por "subordinación" el acto por el cual una persona está bajo la potestad de otra, jerárquicamente superior en cuanto a una función específica que limita su autonomía. En materia laboral, la relación de "subordinación" se constituye en uno de los elementos más importantes del contrato de trabajo. INDEFENSION/RECOMPENSA/PUBLICACION DE AVISO-Supermercado El administrador del supermercado, no sólo ejerció su autoridad para mandar a fijar el aviso mencionado, sino que además se aprovechó de esa condición de superioridad para colocar a los empledos en una situación de indefensión, entendida ésta, como la que se  produce cuando un individuo, sin su culpa, no ha podido defender sus derechos de acuerdo con las leyes que regulan su ejercicio, frente a una agresión inminente y actual. DERECHO A LA HONRA/DERECHO AL BUEN NOMBRE-Vulneración por fijación de aviso que involucra personas determinadas La honra y buen nombre son derechos que hacen parte de la esfera personal del sujeto y que se manifiestan en la consideración que corresponde a cada persona como consecuencia del reconocimiento de su dignidad. Así entonces puede afirmarse, que los dos guardan una íntima relación, toda vez que  suponen una valoración de la persona desde el punto de vista de su esfera externa y abarcan el desarrollo del sujeto frente a un determinado ámbito social. El respeto por el derecho al buen nombre corresponde a una obligación tanto de las autoridades como de los particulares, sin ningún tipo de distinción. La respetabilidad de éstos derechos, adquiere una mayor trascendencia frente aquellas situaciones en las que la información o el concepto que se tenga de una persona o de un grupo de personas se haga conocer públicamente, pues ello conduce a que la información sea recibida y conocida por un número indeterminado de sujetos, los cuales, de acuerdo con lo manifestado, van a condicionar o modificar el buen concepto que tengan sobre el sujeto o sujetos involucrados. Por esta razón, todas adquieren el derecho a exigir que las manifestaciones que se expresen o se divulguen sobre sí mismas, sean en todos los casos ajustadas a la realidad y a la verdad. En el caso concreto estamos frente a una imputación específica donde quien fijó el aviso, determinó claramente las personas contra quien iba dirigida su sospecha, esto es, -los empleados del supermercado- y sólo a ellos. Se está poniendo en duda el buen nombre y la honra de todos, pero a la vez de cada uno en el sentido que quien los identifique individualmente, los va a tener como posibles sospechosos del delito de hurto. RECOMPENSAS-Ofrecimiento/RECOMPENSAS-Sospechoso/RECTIFICACION DE INFORMACION El accionado, como cualquier otra persona, puede ofrecer recompensas  para quien informe sobre la autoría de un hurto, y sobre la ubicación del objeto sustraído, pero sin involucrar a personas determinadas o determinables, cuando no se poseen pruebas concretas que permitan sindicarlos de la comisión del delito. Tampoco puede olvidarse que el poder coercitivo radica exclusivamente en cabeza del Estado y no de los particulares, y es a él a quien compete la responsabilidad de asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo". Lo contrario, sería permitir actos de justicia privada, a todas luces inconstitucionales y violatorios del Estado de Derecho. El aviso objeto de la acción  sea retirado, que el demandado publique en el mismo lugar y con el mismo despliegue otro aviso donde se exprese el hecho de que no tiene pruebas que involucren a ninguno de los empleados en particular como sospechosos del hurto que motivó el anterior  y que en lo sucesivo se abstenga de incurrir en actos como el que dio origen a la presente acción de tutela. REF:  Expediente No. T - 65.833 Peticionario: Nicolás Ancízar Franco Toro Procedencia: Juzgado Civil Municipal de Salgar, Antioquia. Magistrado Ponente: Dr. VLADIMIRO NARANJO MESA Tema: Derecho al buen nombre y a la honra. Santafé de Bogotá, D.C., treinta y uno (31) de julio de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, conformada por los Magistrados Vladimiro Naranjo Mesa -Presidente de la Sala-, Jorge Arango Mejía y Antonio Barrera Carbonell, ha pronunciado la siguiente SENTENCIA En el proceso de tutela radicado bajo el número T-65.833, adelantado por Nicolás Ancízar Franco Toro, contra Jorge William Larrea Arango, administrador del supermercado "El Cafetero", de la Cooperativa Cafetera Central. I. ANTECEDENTES Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efecto de su revisión, la acción de tutela de la referencia. De conformidad con el artículo 34 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte entra a dictar sentencia de revisión. 1. Solicitud El ciudadano Nicolás Ancízar Franco Toro interpuso ante el Juzgado Civil  Municipal de Salgar, Antioquia, acción de tutela, con el fin de amparar sus derechos constitucionales fundamentales al buen nombre y a la honra, consagrados en los artículos 15 y 21 de la Constitución Política. 2. Hechos El actor es empleado del supermercado "El Cafetero", del municipio de Salgar, Antioquia. Afirma  que durante el mes de diciembre del año anterior, se sustrajeron de la caja fuerte del almacén una suma de dinero, que, de acuerdo con lo dicho por el administrador del establecimiento, asciende a la suma de tres millones de pesos (3'000.000); el hecho fue denunciado ante las autoridades competentes. Sostiene, igualmente, que una vez se descubrió el hurto se hicieron presentes el jefe de administración, un auditor y el jefe de seguridad de la empresa, quienes reunieron a todo el personal que labora en el lugar con el fin de indagar sobre lo sucedido, e inclusive se interrogó particularmente a varios de los empleados. Señala el demandante que días después viajaron a la ciudad de Medellín (sede de la empresa), el administrador del supermercado, de nombre Jorge William Larrea Arango, y su secretaria, Enna Luz, a quienes, de acuerdo con lo afirmado por el propio señor Larrea la empresa los hizo responsables del hecho y les cobró la plata que fue hurtada. En vista de lo anterior, el señor administrador del almacén, por iniciativa propia, ordenó a su secretaria que elaborara un aviso y lo fijara a la entrada del supermercado, en lugar visible al público. Dicho aviso expresaba: "$1'000.000 de recompensa a la persona que informe sobre el robo de $3'000.000 la única pista es que se duda de un empleado de este supermercado - Informes 44-22-36 - Y ADMON= Absoluta reserva." (negrillas fuera de texto). Sostiene el administrador que las razones que lo llevaron a fijar dicho aviso fueron: "(...) darle a conocer a la ciudadanía de Salgar lo del robo y la recompensa de un millón de pesos (...)"; y, además, el hecho de que "la empresa nos cobraría a nosotros dos, tres millones de pesos y si apareciera el ladrón no nos cobraría nada, entonces estoy dispuesto a pagar un millón y no tres (...)" El demandante considera, que el mencionado aviso vulnera su derecho al buen nombre y a la honra, toda vez que "como miembro y empleado del mismo supermercado y al ponernos en duda, quiere decir que yo soy un posible ladrón, (...) él no está particularizando, pero está diciendo todos son culpables (...)". 3. Pretensiones Solicita el actor que, como consecuencia del amparo de los derechos conculcados, se ordene el retiro del mencionado aviso, pues está colocado en una columna del supermercado, lugar público y visible de la entrada. II. ACTUACION PROCESAL 1. Primera instancia Mediante auto de fecha 24 de enero de 1995 el Juzgado Civil Municipal de Salgar, asumió el conocimiento de la presente acción de tutela y ordenó la práctica de una inspección judicial al supermercado "El Cafetero", con el fin de verificar el lugar donde se encuentra fijado el aviso y el contenido del mismo. 1.1 Diligencia de inspección judicial El día 26 de enero de 1995, la Juez de conocimiento se trasladó al mencionado lugar y encontró que dicho aviso elaborado en cartulina amarilla de aproximadamente sesenta (60) centímetros de largo por treinta (30) de ancho, se encontraba ubicado frente a la puerta de entrada principal del supermercado, concretamente en una columna a mano izquierda por la sección de licores y su contenido es el siguiente: "$1'000.000 de recompensa a la persona que informe sobre el robo de $3'000.000 la única pista es que se duda de un empleado de éste supermercado - Informes 44-22-36 - Y ADMON= Absoluta reserva." (negrillas fuera de texto). Finalmente el despacho deja constancia que "el citado cartel se encuentra ubicado en un lugar visible con letra grande y legible, que al entrar cualquier persona al establecimiento llama su atención." 2. Fallo de primera instancia El juzgado Civil Municipal de Salgar, mediante providencia de fecha primero (1o.) de febrero de mil novecientos noventa y cinco (1995), resolvió negar la acción de tutela interpuesta por el señor Nicolás Ancízar Franco, contra el señor Jorge William Larrea Arango, administrador del supermercado "El Cafetero", del municipio de Salgar. Sostuvo el a-quo, que en el aviso "no se menciona expresa y directamente al señor NICOLAS ANCIZAR FRANCO TORO, con nombre propio, es por ello que considera este despacho que no hubo violación de los derechos fundamentales al buen nombre y a la honra del peticionario". Igualmente afirma el despacho, que sobre el tema que se debate, la Corte Constitucional ha sostenido "...el derecho a la honra garantizado en el artículo 21 de la constitución no puede verse afectado por una afirmación genérica del tipo de la que formuló el Presidente, (de la República). Además, no se afirmó que las personas a órdenes de los jueces regionales fueran todos asesinos y criminales (...)". 3. Impugnación. Mediante memorial presentado el día tres (3) de febrero de 1995, el peticionario impugnó el fallo proferido por el Juzgado Civil Municipal de Salgar, insistiendo en que el aviso "desconfía y duda de todos y de cada uno", y por tanto sí particulariza o individualiza. 4. Segunda instancia Mediante providencia de fecha primero (1o.) de marzo de 1995, el Juzgado Promiscuo del Circuito de Ciudad Bolívar, resolvió confirmar la decisión proferida por el Juzgado Civil Municipal de Salgar con base en los mismos argumentos, concluyendo que "tal aviso, de mal gusto por demás, no se refiere al accionante concretamente, sino que está generalizando, se está dirigiendo a la totalidad de personas que conforman el grupo de empleados del supermercado." IV. CONSIDERACIONES DE LA SALA 1. Competencia De conformidad con lo establecido en los artículos 86 y 241, numeral 9o. de la Constitución Política y 31 a 36 del Decreto 2591 de 1991, la Sala Novena de revisión de la Corte Constitucional es competente para revisar el fallo de tutela de la referencia. 2. La acción de tutela frente a particulares La acción de tutela consagrada en el artículo 86 de la Constitución Política, faculta a todas las personas naturales o jurídicas para acudir a este mecanismo de defensa judicial, cuando consideren que se les amenaza o vulneran sus derechos fundamentales por parte de una autoridad pública o de un particular, este último, en los casos previstos por la misma Constitución y por el artículo 42 del Decreto 2591 de 1991, dentro de los cuales aparece el que el afectado se encuentre en estado de subordinación o indefensión frente al sujeto demandado. Debe entenderse por "subordinación" el acto por el cual una persona está bajo la potestad de otra, jerárquicamente superior en cuanto a una función específica que limita su autonomía. En materia laboral, la relación de "subordinación" se constituye en uno de los elementos más importantes del contrato de trabajo. Frente al asunto que nos ocupa y efectuado el correspondiente análisis, encuentra la Sala, que la actitud asumida por el administrador del supermercado al ordenar a su secretaria  fijar  un aviso donde involucra a los empleados del mismo en la comisión de un hecho punible sucedido en el establecimiento, es propia de la relación de subordinación o dependencia que existe entre éstos y dicho administrador, pues de acuerdo con el artículo 32 del Código Sustantivo del Trabajo, los administradores son representantes del patrono, y en consecuencia sus decisiones son consideradas por los trabajadores como manifestaciones del empleador. Además de lo anterior, considera la Sala, que el administrador del supermercado, no sólo ejerció su autoridad para mandar a fijar el aviso mencionado, sino que además se aprovechó de esa condición de superioridad para colocar a los empleados en una situación de indefensión, entendida ésta, como la que se  produce cuando un individuo, sin su culpa, no ha podido defender sus derechos de acuerdo con las leyes que regulan su ejercicio, frente a una agresión inminente y actual. 3. El derecho fundamental al buen nombre y a la honra Esta Corporación, en reiterados pronunciamientos ha señalado que tanto el buen nombre  como la honra son derechos fundamentales que han sido reconocidos por la Constitución Política (artículos 15 y 21) en razón de la dignidad humana, con el fin de preservar el respeto y la consideración que a esos valores, de tanta importancia para el individuo y para quienes conforman su familia, deben la sociedad, el Estado y los particulares. Sobre el tema, ha señalado la Corte Constitucional: "El derecho al buen nombre, o derecho que tiene toda persona a no ser difamada, esto es, a que por parte de la sociedad se tenga una buena calificación o juicio favorable de su comportamiento mientras no se le pruebe lo contrario, además de que se encuentra consagrado en el artículo 15 de la Carta Política como un derecho fundamental, ha sido considerado como tal, entre otras sentencias, en la T-480 de agosto 10 de 1992 (M.P.Jaime Sanín Greiffenstein). "El derecho a la honra, o derecho que tiene toda persona a no sufrir ataques que afecten la esfera externa de sus virtudes y valores, la cual socialmente le ha sido reconocida, además de que se halla dentro del Capítulo I del Titulo II de la Carta Política, esto es, se encuentra consagrado como un derecho fundamental, ha sido considerado de igual forma por esta Corporación, entre otras sentencias, por la T-577, de octubre 28 de 1992 (M.P.Eduardo Cifuentes Muñoz)." (Sentencia No. T-369 de 1993, Magistrado Ponente, doctor Antonio Barrera Carbonell) En otro pronunciamiento dijo esta Corporación: "El derecho al buen nombre que el accionante reclama está instituido como fundamental por el artículo 15 de la Carta Política, según el cual "el Estado debe respetarlo(s) y hacerlo(s) respetar", de lo que se deduce que obliga a todos y en toda clase de relaciones, tanto oficiales como particulares y sean ellas públicas o privadas; su respeto, por supuesto, es más exigente y estricto cuando se trata de relaciones o situaciones públicas, dado el carácter del derecho que se protege, el cual se desenvuelve muy especialmente ante una opinión circundante más o menos amplia y comprensiva de una gran variedad de relaciones personales. "La honra es, igualmente, un derecho fundamental consagrado en el artículo 21 constitucional. "Conforme a estos dos principios, toda persona tiene derecho a que lo que se exprese, sienta y piense de él por los demás corresponda a una estricta realidad de sus conductas y condiciones personales, especialmente de sus bondades y virtudes, de manera que la imagen no sufra detrimento por informaciones falsas, malintencionadas o inoportunas." (Sentencia No. T-480 de 1992, Magistrado Ponente, doctor Jaime Sanín Greffestein) La honra y buen nombre son derechos que hacen parte de la esfera personal del sujeto y que se manifiestan en la consideración que corresponde a cada persona como consecuencia del reconocimiento de su dignidad. Así entonces puede afirmarse, que los dos guardan una íntima relación, toda vez que  suponen una valoración de la persona desde el punto de vista de su esfera externa y abarcan el desarrollo del sujeto frente a un determinado ámbito social. El respeto por el derecho al buen nombre corresponde a una obligación tanto de las autoridades como de los particulares, sin ningún tipo de distinción. Por ello, el artículo 15 de la C.P., reitera la obligación del Estado de respetarlo y hacerlo respetar, y el artículo 95 numeral 1o. de la Carta, señala como obligación de la persona y el ciudadano "respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios". Asimismo, la Constitución Política (artículo 21) reconoce y garantiza la honra de las personas sin ningún tipo de excepción, de manera que se constituye en su núcleo esencial el derecho que tiene toda persona a ser respetada ante sí misma y ante los demás. La respetabilidad de éstos derechos, adquiere una mayor trascendencia frente aquellas situaciones en las que la información o el concepto que se tenga de una persona o de un grupo de personas se haga conocer públicamente, pues ello conduce a que la información sea recibida y conocida por un número indeterminado de sujetos, los cuales, de acuerdo con lo manifestado, van a condicionar o modificar el buen concepto que tengan sobre el sujeto o sujetos involucrados. Evidentemente, estos derechos constituyen, junto con el derecho a la intimidad, los de mayor vulnerabilidad frente a publicaciones o informaciones erróneas, inexactas o incompletas que aludan a la comisión de actos delictivos y que ocasionen al individuo graves perjuicios, no sólo a nivel personal y social, sino también dentro del campo de los negocios, más aún si resulta que las publicaciones o informaciones difundidas no coinciden con la verdad de los hechos. Así, las personas, por el sólo hecho de serlo, son portadoras de una dignidad humana y uno de los atributos esenciales que acompañan ésta son la honra y el buen nombre. Por esta razón, todas adquieren el derecho a exigir que las manifestaciones que se expresen o se divulguen sobre sí mismas, sean en todos los casos ajustadas a la realidad y a la verdad. Sin embargo, cuando se trata de delincuentes reconocidos sobre los cuales existe resolución judicial que los involucre en la comisión de delitos, es procedente la publicación de recompensas que faciliten su captura. Sobre el particular la Corte ha señalado: " (...) es claro que las autoridades de la República obran conforme a derecho, en cumplimiento de una norma que hace parte de nuestro ordenamiento jurídico, al ofrecer públicamente recompensas por informaciones que faciliten la captura de cualquier clase de delincuentes. "Y si los delincuentes corren riesgos, tales riesgos no son consecuencia de las publicaciones, sino de sus propias actividades delictuosas.  Quien se coloca al margen de la ley, está expuesto a sufrir los rigores de ésta." (Sentencia No. T-561 de 1993, Magistrado Ponente, doctor Jorge Arango Mejía). 3. El caso concreto La honra y el buen nombre de las personas, son los derechos que en este caso han sido invocados por el actor como desconocidos o ignorados por el accionado quien en su calidad de administrador del supermercado "El Cafetero" del municipio de Salgar, Antioquia, fijó un aviso en los siguientes términos: "$1'000.000 de recompensa a la persona que informe sobre el robo de $3'000.000 la única pista es que se duda de un empleado de éste supermercado - Informes 44-22-36 - Y ADMON= Absoluta reserva." (negrillas fuera de texto). Sostiene el demandado que la razón que lo motivó a fijar el aviso, fue el hecho de que la empresa le adjudicó a él, como administrador y a su secretaria la responsabilidad del pago de los tres millones de pesos ($3'000.000) que fueron hurtados del supermercado "El Cafetero", del municipio Salgar, en el mes de diciembre del año inmediatamente anterior. Señaló igualmente, que lo hizo "para darle a conocer a la ciudadanía de Salgar lo del robo" (negrillas fuera de texto). Sobre el particular, coincidieron los juzgadores de instancia en afirmar que no hubo violación de los derechos fundamentales al buen nombre y a la honra, porque en el aviso no se mencionó expresa y directamente el nombre del actor, para lo cual el ad-quem, citó una jurisprudencia de esta Corporación, la sentencia No. T-063 de 1993, en la que en su oportunidad se afirmó: "1. En julio de 1992, el Presidente de la República decretó el estado de conmoción interior. En el discurso radio televisado en el que el jefe del Estado explicó los alcances de su decisión, manifestó que con la decisión se evitaba la posible liberación de centenares de asesinos y criminales que estaban a órdenes de los jueces regionales. "Sergio Luis Restrepo, que para ese entonces estaba a ordenes de dicha jurisdicción, consideró que el Presidente había vulnerado varios de sus derechos fundamentales - tales como la intimidad, la honra y el buen nombre -, pues el hecho de que se encontrara en esa concreta situación jurídica no lo convertía ni en asesino ni en criminal. El Tribunal Administrativo de Cundinamarca negó la acción de tutela por considerar que el Presidente no se había referido al peticionario de manera expresa y directa. "Esta Sala comparte las razones expuestas por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, pues el derecho a la honra garantizado en el artículo 21 de la constitución no puede verse afectado por una afirmación genérica del tipo de la que formuló el Presidente. Además, no se afirmó que las personas a órdenes de los jueces regionales fueran todos asesinos y criminales. "De la genérica afirmación del Presidente de la República no puede deducirse una directa y concreta violación de los derechos a la honra, a la intimidad y al buen nombre del solicitante." (negrillas fuera de texto). 3.1. Afirmación Genérica y afirmación específica Sobre el particular, considera la Sala importante precisar lo que se entiende por afirmación genérica y afirmación específica, e igualmente hacer referencia al elemento "intencionalidad", frente a la posible vulneración de los derechos a la honra y al buen nombre invocados por el actor. Evidentemente, cuando se habla de afirmación genérica se está haciendo referencia a aquella que es emitida en una forma indeterminada, esto es, que en la misma se describe un género pero no se distingue ni se concreta, de tal manera que no pueda conocerse hacia quien va dirigida. En dicha afirmación la intención del autor no es involucrar a nadie en particular ni a un grupo determinado o determinable, pues lo general implica imprecisión, vaguedad, y mal podría pensarse que a través de ella se vulneren derechos personales. Por esta razón, se comparte la afirmación contenida en la sentencia antes citada, en cuanto que por medio de una afirmación genérica no puede vulnerarse el derecho a la honra  y al buen nombre de una persona o de un grupo de ellas. Sin embargo, no ocurre lo mismo con la afirmación específica, en la cual se determina un núcleo especial o concreto a quien afecta la información y permite por tanto al interprete, establecer fácilmente a quien se refiere. Es claro que en ésta, la intención de quien busca informar o dar a conocer una situación particular, es involucrar a un individuo o a un grupo de ellos en lo que se transmite al público, aun cuando no se mencionen directamente su nombre o sus nombres, pues basta con que se permita al interprete la posibilidad de deducir de quien o de quienes se trata; es decir la vulneración del derecho se presenta, cuando se determina el sujeto o cuando se hace fácilmente determinable, como ocurre en el caso bajo examen. Así entonces, hay que decir que si la intención de quien emite la información es la de involucrar a un individuo o a un número determinado o determinable de estos, estamos frente a una afirmación específica, que puede causar perjuicio en la honra y el buen nombre de las personas que allí aparecen, si no está amparada en la verdad o carece de respaldo jurídico. Evidentemente, la atribución de un hecho delictuoso a persona identificada o identificable, genera una vulneración de sus derechos al buen nombre y a la honra, en todos aquellos casos en los que dicha imputación no encuentre respaldo en la ley y la justicia, pues se trata de afirmaciones falsas o no comprobadas, que afectan no sólo el ámbito interno del sujeto, sino también la opinión externa que de su personalidad tengan quienes lo rodean. La Corte Suprema de Justicia ha señalado sobre la honra y la posibilidad que se vulnere este derecho frente a sujetos que aparezcan identificados o  sean fácilmente identificables, lo siguiente: "La tradición legislativa en Colombia siempre ha exigido que sean determinados no solamente la persona sino el hecho, valga decir que a persona conocida o fácilmente identificable se le impute el hecho deshonroso". (Auto de fecha 29 de septiembre de 1983, Magistrado Ponente, doctor Fabio Calderón Botero) (negrillas fuera de texto) Así entonces, en el caso concreto estamos frente a una imputación específica donde quien fijó el aviso, determinó claramente las personas contra quien iba dirigida su sospecha, esto es, -los empleados del supermercado- y sólo a ellos. Existe pues un núcleo particular y concreto que lleva a la conclusión que la intención era involucrar a todos y a cada uno de los empleados en el hurto del dinero, pues al decir "(...) la única pista es que se duda de un empleado de este supermercado (..)", se está poniendo en duda el buen nombre y la honra de todos, pero a la vez de cada uno en el sentido que quien los identifique individualmente, los va a tener como posibles sospechosos del delito de hurto. Es claro, el señor Jorge William Larrea, administrador del supermercado, una vez se le comunicó por parte de las directivas de la empresa propietaria del almacén su responsabilidad frente al hurto del dinero, asumió como suya una función que le corresponde adelantar a la administración de justicia, y en forma irresponsable y temeraria decidió hacer públicas las sospechas que le asistían con respecto de los supuestos responsables de la comisión del delito, implicando sin ningún tipo de sustento jurídico, a los empleados del supermercado dentro de los que se encuentra el actor. Es así como la actitud del administrador vulnera los derechos invocados por el demandante, pues su intención, como lo manifestó, era la de que la gente de Salgar conociera del hurto cometido en el almacén, y además supiera que, según él, la responsabilidad recaía en alguno de los empleados, lo que evidentemente  hace sospechosos, como ya se expresó, a todos y a cada uno de éstos. Lo anterior se corrobora con lo afirmado por el señor Humberto Piedrahita Garzón, empleado del almacén, en declaración rendida ante el Juez de primera instancia en la que señala: "PREGUNTA: Dígale al despacho que conocimiento tiene sobre el aviso a que hace relación la presente tutela y cuyo contenido se le informó. RESPUESTA: (...) que respeten la privacidad de las personas porque en verdad se están violando los derechos de las personas, debido a que nos ponen de boca en boca con el público como lo han hecho (...) quiero comentar un ejemplo que sucedió este lunes veintitrés de esta semana con un compañero de nombre Carlos Mario Hernández, a éste le tocó presenciar cuando ciertos muchachos entraron al almacén, observaron la cartelera y dijeron vamos a mirar durante o mejor en los empleados quien tiene más cara de ladrón. (negrillas y subrayas fuera de texto). Evidentemente, las personas que hacían su ingreso al supermercado, una vez observaban el aviso, hacían comentarios como el descrito, y buscaban en cada empleado quien podía ser el responsable del delito, sin que las autoridades competentes conocedoras del hecho, hubiesen sindicado directamente a ninguna de estas personas. Así, la vulneración de los derechos invocados por el actor se presenta desde el  momento en que fue fijado el aviso, independientemente de que el mismo se encuentre todavía en el lugar o haya sido retirado con posterioridad, pues basta con que haya permanecido a la vista del público por un lapso suficiente para que éste lo hubiese observado y comentado, como efectivamente sucedió. Considera entonces la Sala, que no pueden sacrificarse impunemente la honra y el buen nombre de los asociados, ni tampoco reemplazar a los jueces de la República en el ejercicio de la función de administrar justicia, al señalar culpables frente a la comisión de un hecho punible, con el argumento de proteger derechos y responsabilidades particulares, como lo hizo el demandado. Al fijar el aviso en un sitio público, éste puso en tela de juicio la honra y el buen nombre del actor y de los demás trabajadores del supermercado al sindicarlos como sospechosos del delito de hurto. Se reitera, que lo que constituye la vulneración de los derechos invocados en la demanda de tutela, no es propiamente el ofrecimiento de recompensa para obtener información, a lo cual debería haberse limitado, en este caso, el administrador, sino la publicación de las sospechas ya que con dicha actitud, el demandado invadió una órbita de competencia exclusiva de la administración de justicia, que de acuerdo con la Constitución Nacional y la ley es una función pública (artículo 228 C:P.).  En otras palabras, el accionado, como cualquier otra persona, puede ofrecer recompensas  para quien informe sobre la autoría de un hurto, y sobre la ubicación del objeto sustraído, pero sin involucrar a personas determinadas o determinables, cuando no se poseen pruebas concretas que permitan sindicarlos de la comisión del delito. Tampoco puede olvidarse que el poder coercitivo radica exclusivamente en cabeza del Estado y no de los particulares, y es a él a quien compete la responsabilidad de asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo" (artículo 2o., inciso 1o. de la C.P.). Lo contrario, sería permitir actos de justicia privada, a todas luces inconstitucionales y violatorios del Estado de Derecho. Así entonces, encuentra la Sala que existen razones suficientes para concluir que el señor Jorge William Larrea Arango, en su calidad de administrador del supermercado "El Cafetero", del municipio de Salgar, Antioquia, vulneró los derechos al buen nombre y a la honra del actor, al involucrarlo con la publicación del aviso, como sospechoso del delito de hurto, razón por la cual, esta Sala tutelará los derechos mencionados, y ordenará, en consecuencia, que el aviso objeto de la acción  sea retirado, que el demandado publique en el mismo lugar y con el mismo despliegue otro aviso donde se exprese el hecho de que no tiene pruebas que involucren a ninguno de los empleados en particular como sospechosos del hurto que motivó el anterior  y que en lo sucesivo se abstenga de incurrir en actos como el que dio origen a la presente acción de tutela. En virtud de lo anterior, la Sala habrá de  Revocar el fallo de fecha 1o. de marzo de 1995, proferido por el Juzgado Promiscuo del Circuito de Ciudad Bolívar, Antioquia, por las razones expuestas en esta providencia. DECISION En mérito de lo expuesto, la Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE : PRIMERO: REVOCAR el fallo de fecha 1o. de Marzo de 1995, proferido por el Juzgado Promiscuo del Circuito de Ciudad Bolívar, Antioquia, mediante el cual se denegó la acción de tutela interpuesta por Nicolás Ancízar Franco Toro contra Jorge William Larrea Arango, administrador del supermercado "El Cafetero", localizado en el municipio de salgar, Antioquia. En consecuencia TUTELAR los derechos fundamentales al buen nombre y a la honra del señor Nicolás Ancízar Franco Toro, y ORDENAR, en consecuencia, que el aviso objeto de la acción  sea retirado, que el demandado publique en el mismo lugar y con el mismo despliegue otro aviso donde se exprese el hecho de que no tiene pruebas que involucren a ningún empleado en particular como sospechoso del hurto que motivó el anterior  y que en lo sucesivo se abstenga de incurrir en actos como el que dio origen a la presente acción de tutela. SEGUNDO: ORDENAR que por la Secretaría General de esta Corporación, se comunique esta providencia al Juzgado Civil Municipal de Salgar, Antioquia, en la forma y para los efectos previstos en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. TERCERO:  ORDENAR al Juzgado Civil Municipal de Salgar verifique el cumplimiento del presente fallo y presentar un informe escrito a esta Corporación sobre el particular. Cópiese, notifíquese, publíquese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado JORGE ARANGO MEJIA Magistrado ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-336-95 Sentencia No Sentencia No. T-336/95 DERECHOS FUNDAMENTALES-Núcleo esencial El núcleo esencial del derecho fundamental es el mínimun de la dignidad racional, sin cuyo reconocimiento el hombre no puede vivir o desarrollarse como ser humano. La acción de tutela se dirige pues al núcleo esencial de un derecho fundamental, y por ello su protección debe ser inmediata. Ya ha señalado esta Corporación cómo extremar un derecho es equivalente a negarlo, por cuanto la extralimitación no puede ser protegida. De ahí la importancia de saber cuándo se afecta el núcleo esencial de un derecho fundamental. Lo anterior no quiere decir que si se afecta un derecho fundamental, pero no en su núcleo esencial, no tenga la protección del Estado. Desde luego la tiene, y sería absurdo pensar  lo contrario, pero no mediante la acción de tutela. PRINCIPIO DEL ORDEN SOCIAL JUSTO La acción de tutela es procedente para socorrer a la persona cuando se altera o amenaza alterar el núcleo esencial de un derecho fundamental, y no para resolver mediante ella los asuntos relativos a la jurisdicción ordinaria, porque acarrearía, a todas luces, un desorden y como tal iría en contra del  principio del orden social justo, consagrado en el preámbulo de la Carta. JUEZ-Interpretación legítima/VIA DE HECHO-Concepto/FILIACION EXTRAMATRIMONIAL-Pruebas/PRINCIPIO DE AUTONOMIA FUNCIONAL DEL JUEZ/PROCESO DE FILIACION- Cesionario no es parte No puede caerse en la ligereza de manifestar que por el hecho de que el juez no obre conforme con la opinión de quien se siente afectado por el acto judicial, incurra en una vía de hecho. Es decir, no puede predicarse como vía de hecho una interpretación legítima que el juez hace de la ley. La Sala recuerda que vía de hecho es aquella que contradice evidente, manifiesta y groseramente el núcleo esencial del derecho al debido proceso, y no el discernir sobre un hecho discutido. En el plano de lo que constituye la valoración de una prueba, el juez tiene autonomía, la cual va amparada también por la presunción de buena fe. En el caso presente no se configura una vía de hecho, por cuanto la accionada se fundamentó en la ley sustancial y procesal, referente al tema proceso de filiación extramatrimonial. No era viable admitir a la peticionaria de esta acción como parte en el juicio de filiación, porque la accionada obró de conformidad  con las normas del Código Civil; en efecto, el cesionario no es parte en un juicio de filiación. Ref: Expediente T- 67377 Peticionaria: María Margarita Parra Ruiz Procedencia: Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Tunja. Magistrado Ponente: Dr. VLADIMIRO NARANJO MESA Temas: Debido proceso, igualdad. Santafé de Bogotá, D.C.  treinta y uno (31) de julio de mil novecientos noventa y cinco (1995) La Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, conformada por los Magistrados Vladimiro Naranjo Mesa -Presidente de la Sala-, Jorge Arango Mejía y Antonio Barrera Carbonell, EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION ha pronunciado la siguiente SENTENCIA en el proceso de tutela radicado bajo el número T-67377, adelantado por la señorita María Margarita Parra Ruiz, en contra de la sentencia de fecha 31 de mayo de 1994, proferida por la Sala de Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Tunja, dentro del proceso de filiación extramatrimonial con petición de herencia, adelantado por Silvia María Casas contra la sucesión de Luis Antonio Ballesteros Salazar. I. ANTECEDENTES De acuerdo con lo dispuesto en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. De conformidad con el artículo 34 del decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión procede a dictar la sentencia correspondiente. 1. Solicitud La señorita María Margarita Parra Ruiz, mediante apoderado judicial, interpuso ante el Juez Civil del Circuito (reparto) de Santafé de Bogotá, acción de tutela en contra de la sentencia de fecha 31 de mayo de 1994, proferida por la Sala de Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Tunja, dentro del proceso de filiación extramatrimonial con petición de herencia, adelantado por Silvia María Casas contra la sucesión de Luis Antonio Ballesteros Salazar, con el fin de que se le ampararan su derecho al debido proceso, y a la igualdad, consagrados en los artículos 29 y 13 de la Constitución Política. 2. Hechos Afirma el apoderado de la parte actora que, mediante providencia de fecha treinta y uno (31) de mayo de 1994, la Sala de Familia del Tribunal Superior de Tunja desató el grado de consulta respecto de la sentencia de fecha cinco (5) de mayo del mismo año, mediante la cual el Juzgado Promiscuo de Familia de Chiquinquirá resolvió el proceso de filiación extramatrimonial con petición de herencia, promovido por la señora Silvia María Luisa Casas, en representación de sus hijas Nina Rafaela y Luisa Fernanda, en contra de los herederos del señor Luis Antonio Ballesteros Salazar. A juicio del apoderado de la peticionaria, la actuación judicial que se surtió en dicho proceso, vulnera el derecho fundamental al debido proceso de su representada, debido a una seria de irregularidades en las que incurrieron los funcionarios judiciales que conocieron del mismo, y que a continuación se resumen. Considera el mandatario judicial que desde un comienzo hubo violación del debido proceso en la mencionada actuación judicial, toda vez que hubo una indebida acumulación de pretensiones, ya que, a su juicio, no es posible tramitar en la misma cuerda procesal una acción de filiación extramatrimonial con una acción de petición de herencia. Afirma también que la demanda de filiación extramatrimonial con petición de herencia ha debido ser inadmitida "por falta de requisitos para ser apreciada", ya que dentro de las pruebas que se aportaron aparecen unas cartas de la hermana del señor Luis Antonio Ballesteros Salazar, documentos que nada tiene que ver con la pretendida filiación. Señala también que luego de haberse admitido la demanda en contra de los herederos de  Luis Antonio Ballesteros, obra en el correspondiente expediente prueba de que el día 9 de noviembre de 1989 falleció la única heredera conocida del causante, su hermana Inés Teresa de Jesús Ballesteros Salazar. Dice que pese a esta situación, el juzgado del conocimiento ordenó que la demanda debía continuar en contra de la señora Ines Teresa de Jesús Ballesteros Salazar, lo cual no era jurídicamente aceptable, ya que "el proceso no había podido iniciarse ni continuarse contra la persona anotada pues ella no fue demandada y al momento de la admisión de la demanda no era sujeto de derechos ni obligaciones; sin embargo, toda la actuación se sigue contra los herederos indeterminados de una persona muerta y contra ella misma, configurándose una clara violación al debido proceso por las razones ya anotadas." Igualmente afirma que en el proceso que dio lugar a la presenta acción de tutela se cometieron graves irregularidades que perjudicaron al señor Jorge Bodensiek, quien actuó como apoderado de la señorita María Margarita Parra Ruiz,  a quien en repetidas ocasiones se le negó la posibilidad de intervenir, pese a que demostró que su poderdante se encontraba legitimada para ello, ya que adquirió los derechos sobre la sucesión de Inés Teresa de Jesús Ballesteros Salazar, "mediante venta entre vivos de ALVARO RUIZ PARRA.".  Señala que el Juzgado Promiscuo de Familia de Chiquinquirá no admitió como prueba dentro del proceso la escritura pública contentiva de la venta de los derechos herenciales de la señora Inés Teresa de Jesús Ballesteros sobre la sucesión de su hermano, que se hizo en favor de la señorita María Margarita Parra Ruíz. "Por esta razón ella era parte en este proceso como ya lo hemos dicho por ser cesionaria de los derechos de la causante." De otra parte, el representante de la peticionaria afirma que los testimonios que sirvieron de base para comprobar la filiación entre las dos menores y el señor Ballesteros Salazar carecen de validez ya que "simplemente hablan de la relación familiar existente entre INES TERESA DE JESUS BALLESTEROS SALAZAR y LUIS ANTONIO BALLESTEROS SALAZAR (...). Se configura así una interpretación indebida de la prueba que afecta la validez de la sentencia y de su confirmación por el Tribunal, violándose el debido proceso." Además, agrega que se celebró la audiencia de conciliación de que trata el artículo 101 del Código de Procedimiento Civil, "sin que ninguna de las partes interesadas en este proceso como intervinientes puedan pronunciarse, decretándose pruebas luego de dos años de haberse presentado la demanda, demora por demás injustificada y derivada específicamente del trámite reiterado de las solicitudes de la parte actora." "Todas estas irregularidades -señala el apoderado de la actora- se recogieron en la sentencia materia de esta acción de tutela y configuran una violación clara del debido proceso que ya no puede en manera alguna subsanarse mediante los recursos ordinarios porque la sentencia está en firme, y es en consecuencia competencia del juez de tutela el restablecimiento del derecho violado mediante la revocación de la sentencia materia de esta acción (sic)." Finalmente sostiene que en el presente caso también se ha violado el principio de la igualdad, ya con las irregularidades mencionadas  se negó el derecho de su representada a participar activamente dentro del proceso de filiación extramatrimonial con petición de herencia comentado. "La función jurisdiccional- concluye- tiene por fin asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo como lo establece el artículo segundo de al Constitución Nacional; este orden no puede darse si no se sigue un procedimiento debido, si no hay equidad en las decisiones, si las partes no son oídas, si el derecho se deja a un lado y se usa el procedimiento para el cumplimiento no de los deberes sociales del Estado sino para la protección de un interés estrictamente particular como sucede en este caso." 3. Pretensiones Solicita el apoderado de la señorita María Margarita Parra Ruiz que se declare la nulidad de todo lo actuado a partir del auto admisorio de la demanda ordinaria de filiación extramatrimonial con petición de herencia, promovido por Silvia Luisa María Casas, en representación de sus dos hijas menores de edad, en contra los herederos del señor Luis Antonio Ballesteros Salazar, "dejando constancia que corresponde el derecho como cesionario de los bienes del de cujus a MARIA MARGARITA PARRA RUIZ, adquiriendo así todos los derechos patrimoniales." Además solicita que se ordene la entrega de todos los bienes muebles e inmuebles que hacen parte de la sucesión del señor Luis Antonio Ballesteros Salazar a su representada, y que se oficie a la Procuraduría y a la Fiscalía General de la Nación, con el fin de que se investigue la conducta de los funcionarios que intervinieron en el proceso que dio origen a la presenta acción de tutela. II. ACTUACION PROCESAL Esta acción de tutela fue presentada ante el Juzgado Veinticinco (25) Civil del Circuito de Santafé de Bogotá D.C., despacho que,  mediante auto de fecha treinta (30) de noviembre de 1994, ordenó remitir la acción de tutela al Juzgado Civil del Circuito de Tunja (Boyacá),  toda vez que los hechos que dieron lugar a la misma tuvieron ocurrencia en dicha ciudad. El   apoderado de   las   parte actora   interpuso  recurso de reposición en contra del auto atrás  comentado,  ante   lo  cual el Juzgado Veinticinco (25) Civil del Circuito de Santafé de Bogotá D.C. confirmó su decisión y remitió el expediente al Juez Civil del Circuito (reparto) de la ciudad de Tunja. Una vez repartido el expediente al Juzgado Segundo Civil del Circuito de Tunja, dicho despacho judicial, sin motivación alguna, manifestó que carecía de competencia para conocer del presente asunto, razón por la cual decidió enviarlo a la Sala Plena del Tribunal Superior de Tunja. Sin embargo, la presidente de la Sala Plena del Tribunal Superior de Tunja, mediante auto de fecha trece (13) de diciembre de 1994, resolvió remitir nuevamente la actuación al Juzgado Segundo Civil del Circuito de Tunja. El día catorce (14) de diciembre de 1994, la juez Segunda Civil del Circuito de Tunja manifestó que la presente acción de tutela se dirigía contra la Sala Dual de Familia del Tribunal Superior, el Juzgado Promiscuo de Familia de Tunja y contra su despacho, razón por la cual se convertía en sujeto pasivo de la misma, y por tanto se declaró impedida para asumir su conocimiento, y remitió en expediente al Juzgado Tercero Civil del Circuito de esa ciudad. Al recibir el expediente de la tutela de la referencia, el Juzgado Tercero Civil del Circuito de Tunja, mediante auto de fecha quince (15) de diciembre de 1994, manifestó que del análisis de los documentos que obran en el expediente, se concluye que la acción de tutela se dirige contra la Sala Dual de Familia del Tribunal Superior de Tunja y contra los Juzgados Promiscuo de Familia y Segundo Civil del Circuito de Chiquinquirá, razón por la cual no existe la causal de impedimento manifestada por el Juzgado Segundo Civil del Circuito de Tunja, situación ante la cual provocó una colisión de competencia con el citado juzgado, con el fin de que el Tribunal Superior de Tunja resolviera, de una vez por todas, cual era el despacho competente para asumir el conocimiento de la tutela bajo examen. La Sala Civil del Tribunal Superior de Tunja, mediante auto de fecha dieciséis (16) de diciembre de 1994, resolvió inadmitir el impedimento manifestado por el Juzgado Segundo Civil del Circuito de Tunja, y por consiguiente, ordenó la remisión de la actuación a dicho juzgado. 1. Fallo de primera instancia Mediante providencia de fecha doce (12) de enero de 1995, el Juzgado Segundo Civil del Circuito de Tunja resolvió negar por improcedente la acción de tutela interpuesta por el apoderado de la señorita María Margarita Parra Ruiz en contra de la Sala Dual de Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Tunja y los Juzgados Promiscuo de Familia y Primero Civil del Circuito de Chiquinquirá, toda vez que no es viable la acción de tutela contra sentencias judiciales, y porque además la actora cuenta con otros mecanismos de defensa judicial para reclamar la protección de los derechos fundamentales que considera vulnerados. Consideró el a-quo que la presente acción de tutela se dirige contra una sentencia debidamente ejecutoriada, lo cual, de acuerdo con la sentencia de primero (1o.) de octubre de 1992 de la Corte Constitucional, mediante la cual se declaró inexequibles los artículos 11, 12 y 40 del Decreto 2591 de 1991, resulta improcedente. A juicio del Juzgado Segundo Civil del Circuito de Tunja, "las copias del proceso materia de la controversia que fueron anexadas con la tutela, según parece incompletas, denotan la tramitación de un proceso que transitó tanto por la primera como por la segunda instancia, culminando en ambas con sentencia favorable a la demandante, La tutelante es consciente de que si bien allí no se le tuvo como parte si tuvo la oportunidad de interponer los recursos a que bien tuviera; es más, dada la cuantía del proceso ha podido interponer el recurso extraordinario de casación para que la situación fuera ventilada ante la H. Corte Suprema de Justicia. Y si la casación no fue aprovechada por la aquí demandante también se puede agregar que tiene a su favor el recurso extraordinario de revisión. Aduciendo la accionante falta de citación y notificación bien puede invocar como causal de revisión la consagrada en el art. 380 numeral séptimo del Código de Procedimiento Civil, la cual puede invocar aún dentro de término por no haber precluído la oportunidad que señala en art. 381 ibídem". Mas adelante, afirma que  "no considera este Juzgado factible que por vía de tutela se solicite la nulidad de todo lo actuado dentro de un proceso puesto que los mecanismos judiciales para ese fin están claramente definidos en el Código de Procedimiento Civil (arts. 140 y ss.), los que desde luego han debido aprovecharse por la parte que se dice tratada con violación del derecho a la igualdad y al debido proceso". Concluye el fallo en comento afirmando que "aceptar que la tutela proceda en casos como el presente es desconocer la seguridad jurídica a que aspira nuestra Carta Fundamental desde su preámbulo cuando busca el establecimiento de 'un orden político, económico y social justo', lo que diamantinamente acompasa con la institución de la cosa juzgada, entes que en conjunto dan al asociado la seguridad de que sus procesos judiciales no podrán ser revividos una vez se agoten las instancias del caso." El fallo en comento fue impugnado por el apoderado de la parte actora, con fundamento en que, de acuerdo con la jurisprudencia de la Corte Constitucional, la acción de tutela procede contra sentencias judiciales cuando éstas causen un perjuicio irremediable, como lo sería en el presente caso, y evento en el cual no es necesario que la persona acuda a los otros mecanismos de defensa judicial. 2. Segunda instancia Debido a que los magistrados integrantes de la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Tunja se declararon impedidos para conocer de la presente acción, ya que tuvieron conocimiento y tomaron decisiones dentro del proceso de filiación extramatrimonial con petición de herencia a que se ha hecho referencia, se conformó una Sala de Conjueces para que fallara en segunda instancia el presente asunto. 3. Fallo de segunda instancia Mediante providencia de fecha trece (13) de marzo de 1995, la Sala de Conjueces del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Tunja resolvió revocar la sentencia de fecha doce (12) de enero de 1995, proferida por el Juzgado Segundo Civil del Circuito de Tunja y en su lugar declaró que "a la tutelante MARIA MARGARITA PARRA RUIZ le fue vulnerado el derecho constitucional fundamental al Debido Proceso, consagrado en el artículo 29 de la Constitución Nacional, en el juicio de filiación natural con petición de herencia promovido por SILVIA MARIA LUISA CASAS, como representante legal de NINA RAFAELA BALLESTEROS y LUISA FERNANDA CASAS, en contra de los herederos de INES TERESA DE JESUS BALLESTEROS SALAZAR,  tramitado  en  el   Juzgado Promiscuo de Familia de Chiquinquirá, al no habérsele permitido actuar como tercero interviniente, facultad que le otorga el artículo 52 del C. de P. C." En virtud de lo anterior, el ad-quem ordenó que se admitiera en forma inmediata a la señorita María Margarita Parra Ruiz como tercera interviniente dentro del proceso ordinario de filiación extramatrimonial con petición de herencia y que "para la efectividad de la protección decretada (...) declárase la nulidad de todo lo actuado en el proceso señalado (...) a partir del auto de fecha veintinueve (29) de enero de 1992, inclusive, por medio del cual se excluyó del proceso al apoderado judicial de la tutelante y ordénase renovar la actuación con su intervención a partir de la solicitud de intervención presentada por la accionante." Para tomar la decisión en comento, la Sala de Conjueces del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Tunja hace un recuento de los hechos sucedidos dentro del proceso de filiación extramatrimonial con petición de herencia promovido por la señora Silvia  María Luisa Casas, como representante legal de Nina Rafaela Ballesteros y Luisa Fernanda Casas, en contra de los herederos de Luis Antonio Ballesteros Salazar, y concluye que la señorita María Margarita Parra Ruiz adquirió del señor Alvaro Luis Parra Franco, quien actuó como apoderado de Teresa Ballesteros Salazar, los derechos y acciones que le pudieran corresponder a ésta dentro de la sucesión intestada de su hermano, Luis Antonio Ballesteros Salazar, según consta en la escritura pública de fecha primero (1o.) de febrero de 1990 de la Notaría Sexta del Círculo de Bogotá; con fundamento en dicho título adelantó el tramite notarial de liquidación de la sucesión del señor Ballesteros Salazar y obtuvo la adjudicación de casi la totalidad de sus bienes, según consta en la escritura pública No. 1000 de fecha trece (13) de septiembre de 1990 de la Notaría Primera del Círculo de Chiquinquirá. Esta situación, a juicio del ad-quem, la legitimaba como causahabiente de la demandada y por tanto la facultaba para participar como tercero interviniente dentro del proceso de filiación extramatrimonial con petición de herencia, razón por la cual resulta violatorio de sus derechos el haber sido excluida de dicho proceso. Así, se consideró que "no existía razón de derecho para no admitir a la ahora tutelante como tercera interviniente en el proceso y menos cuando el juzgado del conocimiento de ese proceso considera que ella es tercero interviniente. Resulta entonces, sin lugar a duda, que al no haberse admitido a la tutelante como tercera interviniente en el proceso ordinario que nos viene ocupando, se le vulneró su derecho al debido proceso, que es el reglado en el art. 52 del C. de  P.C.   Se le  negó el derecho a defender sus intereses patrimoniales aparentemente adquiridos con arreglo a la Ley; tácitamente se le condenó a perder tales derechos sin haber sido oída y vencida en juicio. Es evidente la violación del derecho constitucional fundamental al al debido proceso, al haberse inobservado por la jurisdicción la plenitud de las formas del proceso de conocimiento, por no admitir la intervención de tercero que proponía la tutelante." Así las cosas, considera que las decisiones proferidas por el Juzgado Promiscuo de Familia y la Sala Dual del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Tunja se hallan al margen del ordenamiento legal, y por tanto constituyen una vía de hecho susceptible de ser enmendada a través de la acción de tutela, en aras de la protección de los derechos fundamentales de la peticionaria, desestimando el argumento expuesto por el a-quo. Tampoco considera admisible el argumento de que la peticionaria cuenta con otros mecanismos de defensa judicial, cuales son interponer el recurso extraordinario de casación o el de revisión, toda vez que, al no ser reconocida dentro del proceso ni como parte ni como tercero interviniente, carece de legitimidad para tal efecto. III. CONSIDERACIONES DE LA SALA 1. Competencia De conformidad con lo establecido en los artículos 86 y 241, numeral 9o. de la Constitución Política y 31 a 36 del decreto 2591 de 1991, la Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, es competente para revisar el fallo de tutela de la referencia. 2.      El juez de tutela no tiene potestad para resolver una litis     presentada en la jurisdicción ordinaria En diversas oportunidades ha advertido esta Corporación que la acción de tutela no es una vía alterna, ni mucho menos un mecanismo para rectificar decisiones judiciales en firme, ni para desautorizar interpretaciones judiciales que se hacen dentro de la autonomía del juez ordinario, en su necesaria hermenéutica. Cuando en el curso de un proceso, por un motivo determinado por la inminencia de la defensa de un derecho fundamental, se acude al proceso de tutela, no es para que mediante este procedimiento preferencial y sumario, donde prima la informalidad, se decida lo concerniente al fondo de un asunto que cae bajo otra competencia.  Lo anterior, en virtud de que la tutela en sí no es un nuevo orden jurídico total, sino una acción subsidiaria y residual, que opera cuando el orden preestablecido no es adecuado para la defensa inmediata del núcleo esencial de un derecho fundamental. Esto último es importante, por cuanto no todo lo que atañe a un derecho fundamental es susceptible de ser ventilado en el proceso de tutela. Si se admitiera tamaño error, todo, absolutamente todo conflicto, se podría resolver por la vía de la tutela, pues ¿cuál es el aspecto que en el mundo jurídico no toca directa o indirectamente con un derecho fundamental? La Sala estima que núcleo esencial es el epicentro que determina la existencia y forma de un ente. Se colige entonces que el núcleo esencial de un derecho fundamental es la esencia de la persona que determina los bienes inherentes a ella. En otras palabras, el núcleo esencial del derecho fundamental es el mínimun de la dignidad racional, sin cuyo reconocimiento el hombre no puede vivir o desarrollarse como ser humano. La acción de tutela se dirige pues al núcleo esencial de un derecho fundamental, y por ello su protección debe ser inmediata. Ya ha señalado esta Corporación cómo extremar un derecho es equivalente a negarlo, por cuanto la extralimitación no puede ser protegida. De ahí la importancia de saber cuándo se afecta el núcleo esencial de un derecho fundamental. Lo anterior no quiere decir que si se afecta un derecho fundamental, pero no en su núcleo esencial, no tenga la protección del Estado. Desde luego la tiene, y sería absurdo pensar  lo contrario, pero no mediante la acción de tutela. Por consiguiente, la acción de tutela es procedente para socorrer a la persona cuando se altera o amenaza alterar el núcleo esencial de un derecho fundamental, y no para resolver mediante ella los asuntos relativos a la jurisdicción ordinaria, porque acarrearía, a todas luces, un desorden y como tal iría en contra del principio del orden social justo, consagrado en el preámbulo de la Carta. 3.      Las interpretaciones del juez y las vías de hecho No puede caerse en la ligereza de manifestar que por el hecho de que el juez no obre conforme con la opinión de quien se siente afectado por el acto judicial, incurra en una vía de hecho. Es decir, no puede predicarse como vía de hecho una interpretación legítima que el juez hace de la ley. La Sala recuerda que vía de hecho es aquella que contradice evidente, manifiesta y groseramente el núcleo esencial del derecho al debido proceso, y no el discernir sobre un hecho discutido. En el plano de lo que constituye la valoración de una prueba, el juez tiene autonomía, la cual va amparada también por la presunción de buena fe. El fin de la prueba es producir la certeza judicial. Cuando lo que se aduce como prueba no cumple razonablemente su fin, no hay lugar a imponerle al juzgador una certeza, entre otras, porque ésta es fruto de la convicción y no de la imposición. Lo anterior no implica que la Sala esté tomando posición a favor de la teoría de la "íntima convicción del juez", certeza moral, porque sería como dejar al arbitrio absoluto de éste la potestad objetiva del Estado. En Colombia impera el criterio de la persuasión racional del juez, que constituye una armonía perfecta entre lo objetivo y lo subjetivo, superando así los criterios exagerados de objetivismo de la "tarifa legal" y del subjetivismo extremo de la íntima convicción. Al respecto, el profesor Rocha Alvira expresó, siguiendo a Lessona: "El sistema de la persuasión racional, que como su nombre lo indica, no puede consistir en otra cosa que en el convencimiento por medio de l a razón, difiere del sistema de tarifa legal en que da mayor margen al raciocinio para controvertir en uno u otro sentido, desechar en todo o en parte una conclusión o adherir a ella. En tanto que la tarifa impone al juez una conclusión, la persuasión racional la deduce por lógica o dialéctica. Aceptar la realidad del hecho controvertido, por ejemplo, es una conclusión que se impone al juez civil si se le acredita por medio de una confesión judicial, cuando el hecho es susceptible de ser probado por ese medio, en tanto que la confesión extrajudicial no se le impone necesariamente a la aceptación del juez, sino conforme a un razonamiento del propio juez en pro  en contra que no le deja duda respecto a la sinceridad y realidad de la confesión. Mejor ejemplo todavía que el de la confesión, es el de los actos jurídicos solemnes; el sistema de la tarifa legal no le permite al juez vacilar sobre la existencia de una hipoteca, cuando ella resulta necesariamente de un determinado medio de prueba y jamás de otros, medio prefijado por la ley  y consistente en una escritura pública registrada dentro de cierto lapso. El sistema de la persuasión racional apenas es incompatible en parte con la tarifa legal. "Para Lessona el sistema de la persuasión racional consiste en que el juez debe pesar con justo criterio lógico el valor de las pruebas producidas y solamente puede tener por verdadero el hecho controvertido sobre la base de pruebas que excluyan toda duda en contrario. El juez no puede guiarse simplemente por su criterio individual, sino según las reglas de la verdad histórica, razonadas y fundadas, y de allí le resulta la verdad jurídica. [1] A  lo anterior hay que agregar que el juez, de todas maneras,  tiene que sujetarse a   una   norma implícita de experiencia, que evita la arbitrariedad. Es así como "los códigos modernos -escribe Rocha Alvira- están precedidos de la crítica experimental de los pueblos cultos. Necesariamente hay allí una acumulación de sabiduría. Gentes de todas las razas y latitudes se tornas así en guía y orientación para los que les suceden en el devenir de la historia. El sistema de la persuasión racional aprovechó experimentos consumados tanto por el antiguo sistema de la tarifa rígida como por el de la libre convicción".[2] 4.      El caso concreto Debe, en primer término, establecerse si en el caso que ocupa la atención de la sala se presentaron o no vías de hecho. Esta Sala, en la Sentencia T-327 de 15 de junio de 1994, manifestó que para que proceda la acción de tutela por vías de hecho, deben concurrir los siguientes requisitos: a) Que la conducta del agente carezca de fundamento legal. es decir, que no tenga asidero alguno de legitimidad, pues nunca la aplicación o interpretación de la ley justa es contraria a derecho; b) Que la acción obedezca a la voluntad subjetiva de quien desempeña la autoridad judicial, lo cual quiere decir que el juez obre no según la objetividad de la ley, sino conforme con un querer que no es el de la voluntad general de la norma jurídica: que actúe más allá de lo permitido, o que actúe  paralelamente al orden social justo: c) Que tenga como consecuencia la vulneración de los derechos fundamentales, de manera grave e inminente. Con esto la Sala expresa que debe afectarse, para la procedencia de la acción de tutela por vías de hecho, el núcleo esencial de un derecho fundamental, no simplemente sus derivaciones o extensiones, según se ha esbozado ya en esta providencia; d) Que no exista otra vía de defensa judicial, o que existiendo, se interponga la acción como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable, o que el examen particular que realice el juez de tutela verifique que la otra vía, en cuanto a su eficiencia, no es la más adecuada para la protección inmediata del derecho fundamental violado o amenazado. Encuentra la Sala que en el caso presente no se configura una vía de hecho, por cuanto la accionada se fundamentó en la ley sustancial y procesal, referente al tema proceso de filiación extramatrimonial. Además, como consta en el expediente, María Margarita Parra Ruiz pretendió ser reconocida en el proceso como parte o litis consorte en calidad de cesionaria de Teresa Ballesteros Salazar, con el fundamento de haber adquirido los derechos el primero de febrero de 1990 de su padre, Alvaro Parra Franco, quien obraba en nombre y representación de Teresa Ballesteros Salazar. La Sala hace notar el siguiente hecho: la venta se llevó a cabo dos meses y veinte días después de la muerte de la mandante, y el mandato expira con el deceso, ya que el artículo 2194 del C.C., expresa: "Sabida la muerte natural del mandante, cesará el mandatario en sus funciones; pero si de suspenderlas se sigue perjuicio a los herederos del mandante, será obligado a finalizar la gestión principiada". Es por su conformidad con la ley que la Sala dual no incurrió en vías de hecho y, por tanto, no se violó el derecho al debido proceso de la peticionaria, como razonablemente se deduce, pues los argumentos que la accionada esbozó son suficientes: en primer lugar, el cesionario no está legitimado para intervenir en representación de la persona del difunto en los procesos que suponen la intransferible calidad de heredero. Al respecto ha sostenido la Corte Suprema de Justicia: "La cesión del derecho real de herencia implica que el cedente conserva su intransmisible calidad de heredero, pero se despoja de todo o parte de su derecho patrimonial, que pasa al cesionario con sus facultades y prerrogativas que le son inherentes, ante un caso concreto de cesión se hace indispensable saber a quién corresponde la representación del difunto en aquellos asuntos que de estar vivo, él sería el llamado a responder" (Sentencia del 29 de septiembre de 1984. M.P. Horacio Montoya Gil. G.J. tomo CLXXIII). En segundo lugar, los herederos y no los cesionarios son los que representan a la persona del testador y por ello no hay justificacaión en la pretensión de la actora. Al respecto señaló la h. Corte Suprema de Justicia: "El de cujus, ha sostenido la jurisprudencia de la Corte, es 'causante'; quienes dependen directamente de él y lo heredan, son sus 'causahabientes'. El causahabiente deriva su derecho rectamente del causante. De esta suerte, sólo los herederos y los legatarios son causahabientes del de cujus (...). Sentado esto, no se puede aceptar el concepto de que el cesionario de un derecho sea causahabiente: No, es causahabiente de su cedente, es decir, del heredero". (G.J. LXXV. p. 193). Y es obvio que así sea, pues para que una persona sea causahabiente de otra se necesita que ésta le cause directamente un vínculo jurídico, lo que no se da entre cesionario y el de cujus, porque de por medio hay otro sujeto: el heredero que cedió sus derechos patrimoniales sobre la herencia, mas no su calidad intransferible de heredero, según la ley. El cesionario, pues, lo que tiene no es un nexo causal con el de cujus, sino con el patrimonio del heredero, quien no transfiere, se repite, su status.  Y para concluir el asunto, y demostrar que la Sala Dual de Familia no obró contrario a derecho, hay que resaltar que la h. Corte Suprema de Justicia, con ponencia del magistrado José María Esguerra Samper, ha sostenido: "Cuando en una demanda se formulan súplicas principales las unas y consecuenciales las otras, como la nulidad de un acto jurídico y de un proceso, y la consiguiente reivindicación de los bienes que fueron objeto de uno y otro o como una filiación natural y la consiguiente petición de herencia, cada una de las tales pretensiones tiene vida propia. Claro que la consideración de la consecuencia está suspensivamente condicionada al éxito de la principal. La intervención de los interesados en aquella y en ésta depende la propia naturaleza de cada una de ellas. De esta suerte, si los presupuestos procesales, así como los elementos esenciales de la pretensión principal, no ofrecen reparo alguno, el juzgador no sólo puede, sino que está en el deber  de proveer sobre el fondo de ella. Y si al hacerlo encuentra que está llamada a prosperar, entonces y sólo entonces puede entrar a estudiar la pretensión subordinada, tanto desde el punto de vista procesal como del sustancial". "Si encuentra que esta última adolece de alguna falla por cualquiera de los dos aspectos mencionados, tendrá que rechazarla, sin que el éxito que haya tenido la súplica principal necesariamente lleve consigo el de la consecuencial, ni el fracaso de ésta afecte la prosperidad de aquella, porque, como atrás quedó dicho, cada una de ella tiene vida propia, aunque la posibilidad de considerar la consecuencial dependa del éxito que haya tenido la principal" (Sentencia del 28 de noviembre de 1977). La Sala encuentra, entonces, que no era viable admitir a la peticionaria de esta acción como parte en el juicio de filiación, porque la accionada obró de conformidad  con las normas del Código Civil; en efecto, el cesionario no es parte en un juicio de filiación, según se desprende del artículo 403 del Código Civil Colombiano: "Legítimo contradictor en la cuestión de paternidades es el padre contra el hijo, o el hijo contra el padre, y en la cuestión de maternidad, el hijo contra la madre, o la madre contra el hijo". Al respecto, es clara la jurisprudencia de la h. Corte Suprema de Justicia, que confirma  la viabilidad de la actuación de la Sala Dual.: "Declarado tiene la jurisprudencia, con fundamento en los artículos 401 al 404 del código Civil, que en los juicios de filiación son partes legitimadas en la causa el padre o la madre y el hijo, o los herederos de aquellos o de éste, con las siguientes precisiones: a) Que trabado el litigio contra el padre, la madre y el hijo, dichas partes reciben el calificativo legal específico de 'legítimos contradictores', el que apareja consecuencia jurídica de señalada importancia, cual es la de que el fallo proferido en el juicio produzca efecto absoluto o erga omnes,  ofreciendo así excepción al postulado de la relatividad de la cosa juzgada; b) Que los herederos del legítimo contradictor fallecido inter mora litis ocupa el lugar de éste, con el preindicado efecto concerniente a la cosa juzgada, siempre y cuando dichos herederos hayan sido citados al juicio, comparecieran o no a éste, y c) Que iniciada la litis con posterioridad al fallecimiento de los presuntos padre o madre, los herederos del difunto, sin merecer el calificativo de 'legítimos contradictores', dado el restringido alcance que la ley atribuye a éste, sí tienen personería necesaria para responder la acción de estado y que en esta última hipótesis el respectivo fallo según la regla general, ya no tiene efectos erga omnes sino relativo a quienes hayan participado en el juicio o hayan sido citados en el mismo". (Corte Suprema de Justicia, sentencia 19 de septiembre de 1969). Demostrado que la peticionaria no era parte dentro del proceso de filiación que originó esta tutela, y que no hay por consiguiente ninguna vía de hecho porque, como se ha dicho, la Sala dual de Familia obró de acuerdo con la Ley substancial y procesal, esta Sala procederá a revocar la sentencia de fecha 13 de marzo de 1995, de la Sala de Conjueces del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Tunja, y en su lugar denegará la acción de tutela interpuesta por María Margarita Parra Ruiz contra la sentencia de fecha 31 de mayo de 1994, proferida por la Sala de Familia del Tribunal Superior de Tunja. DECISION En mérito de lo expuesto, la Sala Novena de Revisión  de la Corte Constitucional, en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, R E S U E L V E : PRIMERO:        REVOCAR la sentencia de fecha 13 de marzo de 1995, de la Sala de Conjueces del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Tunja, y en su lugar DENEGAR la acción de tutela interpuesta por María Margarita Parra Ruiz contra la sentencia de fecha 31 de mayo de 1994, proferida por la Sala de Familia del Tribunal Superior de Tunja. Cópiese, notifíquese, insértese en la gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado Ponente JORGE ARANGO MEJIA Magistrado ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1]ROCHA ALVIRA, Antonio.  La prueba en el derecho. Bogotá. Dike, 1992. p.100. [2] Ibidem. p. 102.
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T-337-95 Sentencia No Sentencia No. T-337/95 EDUCACION-Fines Las preguntas que los estudiantes formulan en clase y las respuestas que los profesores dan a las mismas, son actividades que pertenecen al proceso educativo. En éste intervienen varios sujetos, dotados de ciertas capacidades y autoridad, que de manera más o menos sistemática y continua, mediante acciones, contenidos y métodos de diversa naturaleza, hacen que otros adquieran conocimientos y desarrollen potencialidades, actitudes y sentimientos, necesarios para acceder a los bienes y valores de la cultura. Particularmente cuando el indicado proceso es formal y su objeto consiste en la educación de los niños, el aula no se reduce a ser un simple lugar físico. Ella ante todo es un espacio social al cual concurren sujetos portadores de derechos y deberes de naturaleza fundamental y los verbos que conjugan tienen todos un profundo significado constitucional: enseñar, aprender, comunicar, participar, ser. EDUCACION EN LA CONSTITUCION La Constitución traza las directrices generales de la educación y establece deberes y derechos cuyo objeto es orientar el proceso educativo de acuerdo con un determinado marco axiológico. Dentro de las coordenadas fijadas en la Constitución, la ley prohija opciones y políticas que, en cada momento histórico, expresan el consenso político sobre las características, contenido y alcance de la educación, el cual sirve de base al ejecutivo para ejercitar sus funciones de inspección y vigilancia. Por su parte, en cada centro, las autoridades docentes y demás miembros de la comunidad educativa, participan en la incesante tarea de ordenar y racionalizar los medios y fines a su disposición con el objeto de realizar el empeño educativo según las necesidades concretas de la sociedad y de los educandos. EDUCACION-Fines Constitucionales La educación, en la Constitución, no se circunscribe a lo que podría denominarse "sistema educativo formal" y, por consiguiente, comprende el universo de actividades educativas de impartición o recepción de enseñanzas, conocimientos o valores. Como quiera que están en juego los derechos de la menor y de la maestra, lo mismo que los deberes de ésta última, no puede negarse la pertinencia constitucional de los hechos. Sin embargo, la Corte se limitará, de acuerdo con lo expuesto, a resolver el problema planteado sólo desde la perspectiva de la Constitución y de los fines que en ella se le asignan a la educación. PLURALISMO EDUCATIVO/LIBERTAD EDUCATIVA La Constitución no impone un modelo específico y acabado de educación. Dentro del sistema mixto - público y privado - del servicio educativo, le cabe cumplir un destacado papel al pluralismo. El pluralismo y la libertad educativa, deben sin embargo, como condición esencial de fondo, respetar y promover al máximo dos valores fundamentales que se erigen en el objetivo del proceso educativo: la democracia y el libre, pleno y armónico desarrollo de la personalidad humana. EDUCACION EN LA DEMOCRACIA En todas las instituciones de educación, oficiales o privadas, se fomentarán prácticas democráticas para el aprendizaje de los principios y valores de la participación ciudadana. Una idea de democracia militante recorre la Constitución y, conforme a ella, en la escuela, los niños, futuros ciudadanos, han de comenzar a experimentarla como una de sus vivencias más próximas y formadoras. La democracia, como diálogo social y búsqueda cooperativa de la verdad, requiere que las personas, desde los bancos escolares, sean conscientes de sus derechos y deberes y tengan oportunidades de ejercitarlos activa y responsablemente mediante el trabajo en equipo, el respeto a los otros y el ejercicio constante de la solidaridad y la tolerancia. Los conflictos no están ausentes en las escuelas y en sus aulas. Lo grave es que no puedan ser reconocidos y que se desestime la ocasión para fomentar en el cuerpo estudiantil, de acuerdo con su nivel de madurez y de conocimientos, la práctica democrática que sea del caso inculcar y sustentar. DERECHO AL PLENO DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD-Estudiantes Fin último de la educación es lograr o promover el libre, pleno y armónico desarrollo de la personalidad del educando. El pleno desarrollo de la personalidad es tan vital a todo ser humano, que el derecho a la educación, que lo garantiza y sin el cual se difumina como aspiración, tiene carácter universal. La Corte reiteradamente ha puesto de presente la relación íntima existente entre el derecho al libre desarrollo de la personalidad y el derecho a la educación. Materialmente, éste último es condición de posibilidad de aquél. La mejor formación intelectual, física y moral del educando, de otra parte, se recoge como fin esencial que debe primariamente ser tutelado por el Estado y que justifica las funciones de regulación, inspección y vigilancia que con ese propósito se le otorgan en la Constitución. La educación impartida y recibida en su función de promover el pleno desarrollo de la personalidad, exige la transmisión y adquisición de conocimientos, bienes y valores de la cultura, que ayuden al estudiante a comprender el mundo en que vive y a su propio ser, en su doble condición de miembro activo de la comunidad a la que se integra y de individuo único y diferenciado merecedor de un trato respetuoso y digno. EDUCACION RELIGIOSA-Contenido/EDUCACION SEXUAL/DERECHO A LA EDUCACION-Contenido/DOCENTE-Capacitación La educación religiosa en los establecimientos del Estado, cuando media la libre voluntad del educando y de sus padres o representantes, puede impartirse siempre que no vulnere los fines constitucionales de la educación y no se traduzca en una mera adoctrinación o catequesis irreflexiva y sesgada. Las afirmaciones de la profesora corresponden a las reglas morales de un determinado credo religioso que lógicamente carece de contenido científico y no pueden ser confrontadas a partir de ninguna posición o doctrina oficial. Por el contrario, las aseveraciones de la profesora en lo que respecta a su contenido, son manifestaciones que se deben respetar en aras del pluralismo educativo y religioso. Los fines constitucionales de la educación sólo pueden conseguirse en la medida en que se capacite adecuadamente a los docentes que, en los términos de la Constitución, deben ser "personas de reconocida idoneidad ética y pedagógica". El derecho a la educación no se limita al hecho de ingresar al sistema educativo o poder permanecer en él. También incluye, en el Estado social de derecho, el derecho a que la enseñanza se imparta "por personas de reconocida idoneidad ética y pedagógica", lo que no es ajeno a la profesionalización y dignificación de la actividad docente que la ley debe garantizar. DISCRIMINACION POR AFIRMACIONES INEXACTAS/DISCRIMINACION A MENOR EN LA ESCUELA En el caso examinado, por lo menos dos aspectos del proceso educativo, se han mostrado insuficientes: la educación "en la democracia y para la democracia" y la educación sexual. El irrespeto y la discriminación de que es objeto la menor por parte de sus compañeros, aunado al desconocimiento y falta de comprensión - de acuerdo a su grado de desarrollo cognitivo y emocional - de las materias sexuales que es ostensible en todos los menores involucrados, acreditan el aserto y hacen imperioso que se corrija de inmediato la situación a través de los recursos pedagógicos que sean más conducentes. JULIO 26 DE 1995 REF: Expediente T- 66859 Actor: A Magistrado Ponente: Dr. EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Temas: -Educación: fines constitucionales (“educación en la democracia y para la democracia”; pleno desarrollo de la personalidad de los educandos) - Derecho a la educación: contenido - Educación y religión La Sala Tercera de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Eduardo Cifuentes Muñoz, Carlos Gaviria Díaz y José Gregorio Hernández Galindo, ha pronunciado EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO  DE LA CONSTITUCIÓN la siguiente S E N T E N C I A En el proceso de tutela T-66859 adelantado por A, actuando en nombre y representación de su hija B, contra la profesora C. ANTECEDENTES 1. El día 24 de febrero, B, de nueve años de edad, pidió permiso a su madre, A, para ir a jugar con sus amigos. Un cuarto de hora después, la niña regresó llorando en compañía de su hermano D. La señora A preguntó a su hija porqué lloraba. Al ver que su hermana no contestaba, D respondió que los otros niños no habían querido jugar con ella "porque la profesora C les había dicho que no lo hicieran porque B tenía SIDA y que con el hermano (tampoco) porque de pronto ya se lo había prendido". Ante tales afirmaciones, la madre decidió constatar personalmente lo dicho por los compañeros de juego de su hija, y preguntarles "de dónde habían sacado éso que B tenía SIDA". El menor E contestó que había sido la profesora C quien lo afirmó en el salón de quinto de primaria. Esto fue corroborado por los demás niños quienes añadieron que la maestra expresó también que, de pronto, B estaba embarazada. A partir de ese día, B no quiso volver a la escuela sintiéndose rechazada por sus compañeros de estudio, quienes al burlarse de ella generan un ambiente hostil en su contra. 2. El 27 de febrero la señora A interpuso una acción de tutela verbal contra la profesora C, ante el Juzgado Promiscuo Municipal de Panqueba. La demandante consideró que las afirmaciones de la maestra vulneraban los derechos de su hija a la igualdad (C.P., artículo 13), a la honra (C.P., artículo 21) y a la enseñanza (C.P., artículo 27). 3. El Juzgado Promiscuo Municipal de Panqueba recibió declaraciones juradas a varios de los estudiantes de cuarto y quinto de primaria de la escuela municipal. Los testimonios de los menores pueden sintetizarse como sigue. El menor F, estudiante de quinto de primaria, afirmó que la profesora C dijo "que a lo mejor (B) estaba embarazada porque G le contó que H había dicho que hacía cosas con B". E, del curso quinto de primaria, refirió al Juzgado que el día 24 de febrero no quisieron jugar con B, porque "la profesora C nos había dicho que ella tenía SIDA". Adicionalmente, el niño anotó que durante la clase de religión H contó a la maestra que "había hecho el amor con B", a lo cual ella respondió que "qué tal que esté embarazada". Afirmó que la profesora C prohibió a otras niñas que se juntaran con B. El menor H, alumno de quinto de primaria, en declaración rendida ante el Juzgado de tutela, manifestó que el 24 de febrero sus amigos y él no habían querido jugar con B pues la profesora C les dijo "que ella cuando grande iba a ser una prostituta". El niño afirmó que la maestra les prohibió juntarse con B porque "de pronto podía estar embarazada de nosotros y que no se metieran con ella porque nos prendía el SIDA, eso fue lo que nos dijo en una clase de religión y también nos dijo que no nos abrazáramos con ella ni con D el hermano de ella porque de pronto también tenía SIDA y no nos dijo nada más". G, de quinto de primaria, aseguró al Juzgado que durante una clase de religión, en donde estaban hablando de “lujuria” e “impureza”, él le contó a la maestra que H había hecho el amor con B "para que los corrigiera", y que la profesora respondió que "así era que se formaban las prostitutas". El niño I, matriculado en cuarto de primaria, relató que B "estaba llorando allá en la escuela porque la profesora (...) C había dicho que no se metieran con ella". De igual forma, afirmó "que la señora C dijo que alguna de las niñas de ahí era prostituta y J dijo que B". Finalmente, el menor anotó que en el salón de cuarto de primaria la profesora C alertó que no se juntaran con B "porque de pronto podía estar embarazada". La niña K, del salón de cuarto de primaria, recordó que la maestra les había comentado "que las niñas se prestaban por plata para irsen con los niños a revolcarsen a los potreros y les dijo a los niños que no fueran sinvergüenzas y que le provocaba sentarse a llorar". Preguntada por la juez de tutela si había oído decir que B tuviera SIDA, la menor J, alumna de cuarto de primaria, contestó que "unos niños empezaron a decir a la mamá de B que ella tenía SIDA y entonces la mamá les preguntó que dónde habían sacado eso y dijeron que la señora C les había contado, yo vi cuando B bajaba llorando". De igual modo, la niña J refirió al Juzgado que en su curso, la maestra había dicho que eran "unas sinvergüenzas y unas cochinas y yo no sé porqué nos dice así". L, quien cursa cuarto de primaria, relató al Juzgado que el rumor acerca de que B tenía SIDA fue iniciado por H "porque la profesora C, dijo que unas pocas niñas estaban prestándole el cuerpo para los muchachos y H me contó y me dijo a mí que de pronto B tenía SIDA". 4. En escrito de marzo 2 de 1995, la profesora C rindió el informe solicitado por el Juzgado de tutela. La demandada puntualiza que durante la clase de religión impartida por ella el 20 de febrero de 1995 a los estudiantes de quinto de primaria de la Concentración Urbana de Panqueba, en la que se trataba el tema de los pecados capitales, el alumno G tomó la palabra para decir que algunos niños le pagaban a B para que hiciera el amor con ellos. La profesora asegura en su informe haber contestado que "esos no son actos de niños, el día les llegará de hacerlo cuando sean mayores de edad porque para eso está instituido el sacramento del matrimonio para conservar la especie". La maestra C afirma que, durante la clase que a continuación dictó a los estudiantes de cuarto de primaria, una de las niñas afirmó que B había hecho el amor con uno de sus compañeros y éste le había pagado. La docente afirma haber quedado desconcertada y agrega que "no sabía como evitar que estas especies se siguieran propagando en contra del patrimonio moral de mi alumna pero no pude evitar que las diversas reclamaciones o reproches que le hicieron varios de sus compañeros por su presunta o hipotética conducta". La profesora C pone de presente que jamás ha hecho afirmaciones en contra de la honra o la integridad moral de la niña B, "atropellando en esta forma la dignidad de una niña de quien no me consta ninguna conducta amoral (...)". Y agrega que, "como mujer, como madre de familia, como profesora de muchos años al servicio de la niñez y como ciudadana, rechazo el cargo que se me hace de haber anunciado para el futuro de que iba a ser una prostituta cuando grande la niña B". 5. El director del Hospital "Andrés Girardot" de Güicán (Boyacá), luego de realizar un examen médico a la menor B el día 3 de Marzo de 1995, conceptuó que la niña no padecía de ningún quebranto físico o fisiológico, y tampoco se evidenciaba padecimiento infecto-contagioso alguno que le impidiera vivir en comunidad. El dictamen médico establece, igualmente, que desde el punto de vista sicológico la menor presenta "un temor al rechazo y aislamiento por parte de sus compañeros de estudio; según la paciente porque la creen enferma de SIDA, aunque ella misma no sabe que significa la enfermedad". 6. En providencia de marzo 13 de 1995, el Juzgado Promiscuo Municipal de Panqueba, decidió no amparar a la menor B por cuanto no se logró comprobar la violación de los derechos fundamentales invocados. Sin embargo, ordenó a la profesora C llamar la atención a sus alumnos, con la finalidad de evitar malos entendidos, de manera tal que la niña B no se sintiera aislada y rechazada por sus compañeros de estudio. FUNDAMENTOS JURÍDICOS 1. La menor B, de nueve años de edad, quien asiste a la escuela municipal de Panqueba (Boyacá), se ha visto segregada por sus compañeros de clase, que la consideran “prostituta” y enferma de “sida”. La niña no desea volver al colegio. El dictamen médico practicado revela que sufre “un temor al rechazo y aislamiento por parte de sus compañeros de estudio; según la paciente porque la creen enferma de SIDA, aunque ella misma no sabe que significa la enfermedad”. Adicionalmente, el dictamen indica que la menor goza de perfecto estado de salud. La actitud hostil de los estudiantes del plantel se originó, de una parte, en la revelación que uno de ellos hizo públicamente en clase de religión sobre una presunta relación amorosa sostenida por la niña con otro menor y, de otra parte, en la respuesta que la profesora dió a las declaraciones y preguntas formuladas por los primeros. Los testimonios de los estudiantes no son claros sobre el contenido y alcance de la intervención de la docente, aunque se deduce que la impresión general recibida fue la de que la conducta denunciada merecía reprobación. La profesora, a su turno, señala que si bien en una ocasión no acertó a encontrar la forma más apropiada para defender el patrimonio moral de la menor, limitándose a permanecer en silencio, en la clase de quinto grado, en cambio, precisó: “ésos no son actos de niños, el día les llegará de hacerlo cuando sean mayores de edad porque para eso está instituido el sacramento del matrimonio para conservar la especie”. 2. El Juez de tutela no logró establecer que a la menor se le hubieran vulnerado, por parte de la profesora, sus derechos a la igualdad, la honra y a la libertad de enseñanza. A su juicio, los alumnos “no captaron el mensaje, en la forma como la profesora lo expresó”. No obstante, no conceder la tutela, en vista de que “por los malos entendidos se ha violado involuntariamente la esfera íntima de la menor”, en la sentencia se ordena a la profesora “llamar la atención a sus alumnos para evitar malos entendidos y que la alumna B no se sienta aislada y rechazada por sus compañeros”. 3. Se pregunta la Corte si se violan los derechos fundamentales de un niño cuando el profesor de la escuela pública a la que asiste, ante quien se refieren en clase de religión apreciaciones y comentarios denigrantes sobre un estudiante, no se ocupa de esclarecerlos de manera directa y en su lugar insiste en la necesidad de seguir una regla moral - “para eso está instituido el sacramento del matrimonio” -, cuya comprensión por los discentes no parece haber contribuido a despejar los equívocos e incluso ha podido incidir en la descalificación y estigmatización generalizadas de aquél en el medio estudiantil. 4. El primer aspecto que debe precisarse es el relativo a la relevancia constitucional de la situación planteada. Las preguntas que los estudiantes formulan en clase y las respuestas que los profesores dan a las mismas, son actividades que pertenecen al proceso educativo. En éste intervienen varios sujetos, dotados de ciertas capacidades y autoridad, que de manera más o menos sistemática y continua, mediante acciones, contenidos y métodos de diversa naturaleza, hacen que otros adquieran conocimientos y desarrollen potencialidades, actitudes y sentimientos, necesarios para acceder a los bienes y valores de la cultura.¡Error!Marcador no definido. Particularmente cuando el indicado proceso es formal y su objeto consiste en la educación de los niños, el aula no se reduce a ser un simple lugar físico. Ella ante todo es un espacio social al cual concurren sujetos portadores de derechos y deberes de naturaleza fundamental y los verbos que conjugan tienen todos un profundo significado constitucional: enseñar, aprender, comunicar, participar, ser. La relevancia constitucional de una específica relación social, denota su importancia desde el punto de vista de los valores y fines de la Constitución, pero no se traduce en que sea por fuerza la norma constitucional la que deba integralmente gobernarla. La Constitución traza las directrices generales de la educación y establece deberes y derechos cuyo objeto es orientar el proceso educativo de acuerdo con un determinado marco axiológico. Dentro de las coordenadas fijadas en la Constitución, la ley prohija opciones y políticas que, en cada momento histórico, expresan el consenso político sobre las características, contenido y alcance de la educación, el cual sirve de base al ejecutivo para ejercitar sus funciones de inspección y vigilancia. Por su parte, en cada centro, las autoridades docentes y demás miembros de la comunidad educativa, participan en la incesante tarea de ordenar y racionalizar los medios y fines a su disposición con el objeto de realizar el empeño educativo según las necesidades concretas de la sociedad y de los educandos. La situación descrita pone de presente una experiencia comunicativa que se da en el marco de una clase de religión entre un maestro estatal y sus alumnos y que afecta de manera negativa la personalidad de una menor que compone el grupo escolar. La educación, en la Constitución, no se circunscribe a lo que podría denominarse "sistema educativo formal" y, por consiguiente, comprende el universo de actividades educativas de impartición o recepción de enseñanzas, conocimientos o valores. Como quiera que están en juego los derechos de la menor y de la maestra, lo mismo que los deberes de ésta última, no puede negarse la pertinencia constitucional de los hechos. Sin embargo, la Corte se limitará, de acuerdo con lo expuesto, a resolver el problema planteado sólo desde la perspectiva de la Constitución y de los fines que en ella se le asignan a la educación. 5. La Constitución no impone un modelo específico y acabado de educación. Dentro del sistema mixto - público y privado - del servicio educativo, le cabe cumplir un destacado papel al pluralismo. El pluralismo y la libertad educativa, deben sin embargo, como condición esencial de fondo, respetar y promover al máximo dos valores fundamentales que se erigen en el objetivo del proceso educativo: la democracia y el libre, pleno y armónico desarrollo de la personalidad humana. En efecto, en todas las instituciones de educación, oficiales o privadas, se fomentarán prácticas democráticas para el aprendizaje de los principios y valores de la participación ciudadana (C.P., art. 41). Una idea de democracia militante recorre la Constitución y, conforme a ella, en la escuela, los niños, futuros ciudadanos, han de comenzar a experimentarla como una de sus vivencias más próximas y formadoras. La democracia, como diálogo social y búsqueda cooperativa de la verdad, requiere que las personas, desde los bancos escolares, sean conscientes de sus derechos y deberes y tengan oportunidades de ejercitarlos activa y responsablemente mediante el trabajo en equipo, el respeto a los otros y el ejercicio constante de la solidaridad y la tolerancia. Los conflictos no están ausentes en las escuelas y en sus aulas. Lo grave es que no puedan ser reconocidos y que se desestime la ocasión para fomentar en el cuerpo estudiantil, de acuerdo con su nivel de madurez y de conocimientos, la práctica democrática que sea del caso inculcar y sustentar. Si el proyecto educativo quiere en verdad convertirse en simiente de la sociedad abierta, deberá inducirse a los estudiantes - como sujetos dotados de racionalidad y de espíritu constructivo -, a que participen decididamente en la comprensión y resolución de los problemas y conflictos que a menudo surgen en el ámbito escolar y que les conciernen. De otro lado, fin último de la educación es lograr o promover el libre, pleno y armónico desarrollo de la personalidad del educando. El pleno desarrollo de la personalidad es tan vital a todo ser humano, que el derecho a la educación, que lo garantiza y sin el cual se difumina como aspiración, tiene carácter universal. La Corte reiteradamente ha puesto de presente la relación íntima existente entre el derecho al libre desarrollo de la personalidad y el derecho a la educación. Materialmente, éste último es condición de posibilidad de aquél. La mejor formación intelectual, física y moral del educando, de otra parte, se recoge como fin esencial que debe primariamente ser tutelado por el Estado y que justifica las funciones de regulación, inspección y vigilancia que con ese propósito se le otorgan en la Constitución (C.P., art. 67). En este mismo sentido, dispone lo siguiente el pacto internacional de los derechos económicos, sociales y culturales: "Los Estados partes en el presente pacto reconocen el derecho de toda persona a la educación. Convienen en que la educación debe orientarse hacia el pleno desarrollo de la personalidad y del sentido de su dignidad, y debe fortalecer el respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales. Convienen, asimismo, en que la educación debe capacitar a todas las personas para participar efectivamente en una sociedad libre y la amistad entre todas las naciones y entre todos los grupos radicales, étnicos o religiosos, y promover las actividades de las Naciones Unidas en pro del mantenimiento de la paz" (art. 13.1). La educación impartida y recibida en su función de promover el pleno desarrollo de la personalidad, exige la transmisión y adquisición de conocimientos, bienes y valores de la cultura, que ayuden al estudiante a comprender el mundo en que vive y a su propio ser, en su doble condición de miembro activo de la comunidad a la que se integra y de individuo único y diferenciado merecedor de un trato respetuoso y digno. Se comprende que una educación carente de base científica, adoctrinadora y simplificadora del saber, cercena la capacidad analítica, reflexiva y crítica de los estudiantes y termina por reducir sensiblemente las posibilidades del desarrollo pleno y autónomo de su personalidad, lo cual también repercute negativamente en el desarrollo social y político de la comunidad, que sólo puede edificarse y evolucionar con el aporte de personas libres, creativas, capaces y responsables. 6. En el caso que analiza la Corte es patente que los fines de la educación no se han cumplido. La menor estudiante es víctima de una suerte de segregación sicológica por parte de sus condiscípulos que amenaza con causar su deserción del sistema educativo. Las explicaciones de la maestra, lejos de resolver el problema, parecen haber contribuido a profundizarlo. De hecho, la estudiante ha sido etiquetada y estigmatizada como "prostituta" o enferma de "sida", lo que sin duda afecta su personalidad y autoestima. En suma, los dos fines de la educación han sido desvirtuados. En la escuela municipal de Panqueba una parte de la comunidad estudiantil está entregada a la práctica más caracterizadamente antidemocrática, como es la de la discriminación de una alumna ante la impotencia del cuerpo docente para clarificar en términos pedagógicos la situación presentada. La menor estudiante, en consecuencia, ve gravemente comprometido el desarrollo pleno y sano de su personalidad. 7. La Corte, en su afán de establecer la causa de la lesión de los derechos de la menor, no puede entrar a cuestionar el derecho legítimo de la maestra de impartir educación religiosa - seguramente autorizada por los padres de los menores -, de acuerdo con la metodología y criterios más ajustados al credo que profesa. En últimas se trata de una opción que, desde el punto de vista del profesor, se sustenta en la libertad educativa, de religión, conciencia y expresión. La educación religiosa en los establecimientos del Estado, cuando media la libre voluntad del educando y de sus padres o representantes, puede impartirse siempre que no vulnere los fines constitucionales de la educación y no se traduzca en una mera adoctrinación o catequesis irreflexiva y sesgada. En este orden de ideas, las afirmaciones de la profesora corresponden a las reglas morales de un determinado credo religioso que lógicamente carece de contenido científico y no pueden ser confrontadas a partir de ninguna posición o doctrina oficial. Por el contrario, las aseveraciones de la profesora en lo que respecta a su contenido, son manifestaciones que se deben respetar en aras del pluralismo educativo y religioso. Podría pensarse que en las palabras de la profesora, se esconde un propósito adoctrinador. Sin embargo, un designio de esta naturaleza, difícilmente puede deducirse de una intervención casual que poco dice sobre la pauta y el método pedagógicos que en esta materia ella ha podido adoptar. Dentro del campo de las estrategias educativas para afrontar problemas y conflictos en el aula, la conducta de la profesora responde al ámbito de libertad de decisión que, siempre que se obre de buena fe, difícilmente se le puede desconocer a todo profesor. 8. Las fallas que, en un campo distinto, se le pueden atribuir a la profesora, no se relacionan con su preparación religiosa ni con la asignatura de religión y, en estricto rigor, deben imputarse al servicio educativo público al cual pertenece. En realidad, la simple formulación de una regla moral como respuesta a las denuncias de que era objeto la menor, implícitamente podía dejar la impresión de que se aceptaba la veracidad de los hechos y se la condenaba, así fuera en abstracto, lo que quizá explica la repulsa colectiva que se desató en su contra. No sólo se dejó indefensa a la menor, sino que no se aprovechó la oportunidad que se presentaba para "fomentar una práctica democrática" de respeto y consideración hacia uno de los compañeros de clase que, en ese momento y después, fue objeto de una injusta y despiadada discriminación. Finalmente, no se reparó en los efectos negativos que sobre la dignidad y la personalidad de la menor se seguían de la pérdida de autoestima como consecuencia de los calificativos que recibía y del vacío social creado a su alrededor. Las anotadas falencias revelan que los fines constitucionales de la educación sólo pueden conseguirse en la medida en que se capacite adecuadamente a los docentes que, en los términos de la Constitución, deben ser "personas de reconocida idoneidad ética y pedagógica". El derecho a la educación no se limita al hecho de ingresar al sistema educativo o poder permanecer en él. También incluye, en el Estado social de derecho, el derecho a que la enseñanza se imparta "por personas de reconocida idoneidad ética y pedagógica" (C.P., art. 68), lo que no es ajeno a la profesionalización y dignificación de la actividad docente que la ley debe garantizar. En el caso examinado, por lo menos dos aspectos del proceso educativo, se han mostrado insuficientes: la educación "en la democracia y para la democracia" y la educación sexual. El irrespeto y la discriminación de que es objeto la menor por parte de sus compañeros, aunado al desconocimiento y falta de comprensión - de acuerdo a su grado de desarrollo cognitivo y emocional - de las materias sexuales que es ostensible en todos los menores involucrados, acreditan el aserto y hacen imperioso que se corrija de inmediato la situación a través de los recursos pedagógicos que sean más conducentes. Por lo expuesto, se concederá la tutela a la menor respecto de sus derechos a la educación y al libre y pleno desarrollo de su personalidad. En atención a que la causa real de la afectación de sus derechos se asocia a fallas objetivas en la prestación del servicio educativo público, la medida de protección se concretará en dos acciones: (1) ordenar al Ministerio de Educación Nacional examinar la situación presentada en la escuela municipal de Panqueba y desplazar por el tiempo que se requiera a un docente experto en las materias que a su juicio deban reforzarse, en particular, en lo que tiene que ver con la educación sexual; (2) ordenar al secretario de educación de Boyacá disponer lo necesario para someter a la menor a una evaluación sicológica con el objeto de establecer si es necesario que reciba una sicoterapia a fin de que pueda superar la perturbación de que da cuenta el dictamen médico practicado, en cuyo caso se dispondrá lo pertinente por el mismo funcionario. D E C I S I O N En mérito de lo expuesto, la Sala Tercera de Revisión, R E S U E L V E PRIMERO.- REVOCAR la sentencia de tutela proferida por el Juzgado Promiscuo Municipal de Panqueba, el  día 13 de marzo de 1995, salvo el punto segundo de su parte resolutoria que se confirma. SEGUNDO.- CONCEDER la tutela impetrada por la señora A en nombre de su hija B, en relación con sus derechos a la educación y al pleno desarrollo de su personalidad. En consecuencia, se ordena al Ministerio de Educación Nacional que, dentro de los 30 días siguientes a la fecha de esta sentencia, proceda a examinar la situación presentada en la escuela municipal de Panqueba y desplazar por el tiempo que se requiera a un docente experto en las materias que a su juicio deban reforzarse, en particular, en lo que tiene que ver con la educación sexual. Igualmente, se ordena al secretario de educación de Boyacá que, dentro de los 30 días siguientes a la fecha de esta sentencia, disponga lo necesario para someter a la menor a una evaluación sicológica con el objeto de establecer si es necesario que reciba una sicoterapia a fin de que pueda superar la perturbación de que da cuenta el dictamen médico practicado, en cuyo caso se dispondrá lo pertinente por el mismo funcionario. TERCERO.- LÍBRESE comunicación al Juzgado Promiscuo Municipal de Panqueba con miras a que se surta la notificación de esta providencia, según lo establecido en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991. CUARTO.- A efectos de la publicación de la presente sentencia y en aras de proteger el derecho a la intimidad y a la honra de los menores involucrados en los hechos examinados, se ordena sustituir los nombres de los menores intervinientes por siglas diferenciales. QUINTO.- Notifíquese esta providencia a la Señora Ministra de Educación Nacional y al Secretario de Educación de Boyacá. COPIESE, NOTIFIQUESE, COMUNIQUESE, CUMPLASE E INSERTESE EN LA GACETA DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado Ponente CARLOS GAVIRIA DIAZ Magistrado JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General (Sentencia aprobada por la Sala Tercera de Revisión, en la ciudad de Santa Fe de Bogotá, D.C., a los veintiséis (26) días del mes de julio de mil novecientos noventa y cinco (1995) ).
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T-338-95 Sentencia No Sentencia No. T-338/95 DERECHO DE PETICION-Pronta Resolución La Constitución alude a una "pronta resolución" significando la diligencia y brevedad con que deben proceder las autoridades públicas en la atención de los asuntos que, mediante el ejercicio del derecho de petición, los asociados someten a su consideración. Así pues, las actitudes dilatorias contradicen el sentido que la Carta Fundamental otorga al derecho y demuestran el olvido de los principios de eficacia, economía y celeridad que guían el desarrollo de la función administrativa. REF: Expediente No. 63203 Procedencia: Tribunal Administrativo de Cundinamarca Peticionario: Héctor Gonzalo Montes Herrera MAGISTRADO PONENTE: ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Santa Fe de Bogotá D. C., agosto primero (1) de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Fabio Morón Díaz, Vladimiro Naranjo Mesa y Alejandro Martínez Caballero quien la preside, EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION ha pronunciado la siguiente SENTENCIA en el proceso de tutela identificado con el número de radicación T-63.203, adelantado por el señor Héctor Gonzalo Montes Herrera en contra del Jefe de la División de Personas Naturales de la Administración de Impuestos y Aduanas Nacionales de Santa Fe de Bogotá. Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. I.ANTECEDENTES A. Solicitud El 7 de febrero de 1995, el señor Héctor Gonzalo Montes Herrera presentó, ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, escrito contentivo de una acción de tutela para la protección del derecho fundamental de petición. Expuso el accionante que el 23 de diciembre de 1994 radicó un memorial dirigido al Jefe de la División de Personas Naturales de la Administración de Impuestos y Aduanas Nacionales de Santa Fe de Bogotá, en el que le solicitó "revocar o anular, la liquidación de corrección aritmética No. 503731 de mayo 25 de 1992, practicada a mi cargo por el año gravable de 1989, por ser violatoria del debido proceso que informa el artículo 29 de la Constitución Política y en su lugar declarar en firme la declaración de renta y patrimonio que el suscrito presentó por el año gravable de 1989". Según el peticionario "han transcurrido más de 30 días" sin que se haya producido una respuesta. B. La sentencia que se revisa El Tribunal Administrativo de Cundinamarca, sección cuarta, mediante sentencia de febrero 9 del año en curso resolvió negar la acción de tutela. Estimó el Tribunal que "el memorial presentado en diciembre pasado debe tenerse como un recurso de revocatoria directa", para cuya interposición, conforme el artículo 737 del Estatuto Tributario, el interesado dispone de un término de 2 años contados a partir de la ejecutoria del correspondiente acto administrativo, término que en el caso examinado transcurrió sin que se hubiera hecho uso del recurso ya que, "la liquidación de revisión es de fecha mayo 25 de 1992, mas dos meses para interponer el recurso de reconsideración, es decir que desde el 25 de julio de 1992 quedó ejecutoriada la citada liquidación. En consecuencia para el 23 de diciembre de 1994 habían transcurrido más de dos años y el recurso estaba caducado". Adicionalmente, indicó el Tribunal que "la ley no fija término para resolver el recurso de revocatoria directa" y que "de acuerdo con las leyes vigentes contra las liquidaciones proferidas por la Administración de Impuestos procede normalmente el recurso de reconsideración, amén de las acciones contencioso administrativas". II. FUNDAMENTOS JURIDICOS A. La Competencia Es competente esta Sala de la Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86, inciso segundo y 241, numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991. B. La materia 1. Sobre el derecho de petición, para cuya protección el accionante impetró la acción de tutela, esta Sala de Revisión, en reciente pronunciamiento expuso: "La jurisprudencia de la Corte Constitucional ha precisado que el derecho de petición comprende dos momentos importantes, el primero de los cuales consiste en la posibilidad de dirigirse respetuosamente a las autoridades, en interés particular o general, desencadenando de ese modo la actuación correspondiente que, dentro de un término razonable, conduzca a la adopción de una respuesta que constituye el segundo elemento integrado a la noción del derecho que el artículo 23 superior recoge. La posibilidad de presentar peticiones atañe a toda persona y es presupuesto indispensable para obtener la pronta resolución del asunto sometido al conocimiento y a la decisión de la autoridad pública. Esta Corporación, en reiterados pronunciamientos, ha señalado que el derecho de petición no queda satisfecho con la simple recepción de las solicitudes y que su relevancia, como mecanismo que permite la comunicación entre los particulares y el poder público, no deriva primordialmente de esta etapa inicial sino de la solución que se brinde a la cuestión planteada. La respuesta que le otorga verdadera eficacia al derecho de petición es aquella que, además de producirse oportunamente, aborda el fondo del asunto de que se trate; no es otro el sentido de la preceptiva constitucional que se refiere a la pronta resolución, indicando así que no basta un pronunciamiento que tocando de manera apenas tangencial las inquietudes del peticionario omita el tratamiento del problema, la duda o la dificultad expuestos en cada caso. Lo anterior no significa que en toda circunstancia la decisión deba acoger las pretensiones del solicitante; lo que se busca es que, cualquiera sea su sentido, la respuesta desate la materia de la petición. Entre la presentación de una solicitud y la resolución de la misma media un lapso suficiente para que las autoridades, dentro del marco de sus competencias, acometan el estudio de lo pedido, soliciten las informaciones que estimen pertinentes, alleguen los elementos de juicio necesarios para adoptar, finalmente, la consecuente decisión. La autoridad puede demandar colaboración del peticionario en procura de una ayuda que el particular esté en condiciones de prestarle y que resulte indispensable para resolver. Empero, al solicitante también le asiste el derecho para exigir que la autoridad, por su parte, despliegue la actuación que le permita llegar a la decisión que debe adoptar, y más aún, para pedir que cuando la resolución adoptada comporte el obrar de la autoridad, con miras a la garantía de los derechos de la persona, se proceda a efectuar la acción pertiente". (Sentencia No. T-299 de 1995. M. P. Alejandro Martínez Caballero). 2. En el evento que ahora ocupa la atención de la Sala, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca denegó el amparo pedido aduciendo que "el recurso estaba caducado", que le ley no fija término para resolver la revocatoria directa y que existen otros medio de defensa judicial. Es cierto que tratándose de la revocatoria directa el artículo 737 del Estatuto Tributario concede un término de dos años, "a partir de la ejecutoria del correspondiente acto administrativo", para ejercer el recurso. Sin embargo, no puede perderse de vista que la acción de tutela ha sido instituida para la protección de los derechos fundamentales, cuando quiera que sean violados o amenazados por el actuar positivo o por la omisión de las autoridades públicas o de los particulares en los casos legalmente previstos; en consecuencia, en situaciones como la presente, lo que el juez constitucional debe examinar es la actuación de la autoridad pública frente al derecho que se invoca, para establecer si resulta o no vulnerado. Surge de los autos, con claridad, que el accionate presentó una solicitud y que, pasado un tiempo razonable, la Administración de Impuestos y Aduanas Nacionales de Santa Fe de Bogotá no le había dado respuesta. Esta simple constatación revela que la autoridad omitió, en perjuicio del particular, el acatamiento debido al derecho "a obtener pronta resolución". En estas condiciones, de nada sirve establecer si la persona se encontraba dentro del término legal para elevar la petición o interponer el recurso, porque, independientemente de que estuviera o no en oportunidad, toda petición merece ser considerada y respondida por la autoridad competente. Al juez de tutela, entonces, no le correspondía referirse a la presunta caducidad, anticipándose a establecerla ya que, en primer lugar, la operancia de este fenómeno no tiene la virtualidad de eximir a la autoridad de la obligación de dar respuesta, y en segundo lugar, porque la apreciación de su posible configuración atañe a la autoridad que justamente puede responder al peticionario informándole que en relación con su solicitud ha operado la caducidad u optar por otro tipo de respuesta como sucede, cuando por ejemplo, se le comunica que se corrió traslado de su recurso a otro funcionario por carecer de competencia para resolverlo aquel ante quien fue presentado. Así pues, se reitera una vez más, el juez se limita a ordenar la respuesta sin entrar a determinar el posible contenido de la misma. Ahora bien, la circunstancia de que la ley no haya fijado término para resolver un recurso tampoco es excusa para desconocer el derecho de petición. El artículo 23 de la Constitución alude a una "pronta resolución" significando la diligencia y brevedad con que deben proceder las autoridades públicas en la atención de los asuntos que, mediante el ejercicio del derecho de petición, los asociados someten a su consideración. Así pues, las actitudes dilatorias contradicen el sentido que la Carta Fundamental otorga al derecho y demuestran el olvido de los principios de eficacia, economía y celeridad que, conforme al artículo 209 superior, guían el desarrollo de la función administrativa. Una interpretación acorde con la Carta impone la decisión del asunto  dentro de un término razonable, de esa manera, además, se acoge un criterio que le confiere al derecho la mayor eficacia posible, desechando interpretaciones que en la práctica lo despojan de su contenido. En lo relativo a los otros medios a los cuales, según el Tribunal Administrativo de Cundinamarca puede el actor acudir, cabe puntualizar que el recurso de reconsideración no es un medio de defensa judicial y su mención no resulta congruente con la argumentación que expone el Tribunal porque la ley no autoriza pedir la revocatoria directa cuando se han ejercitado los recursos de la vía gubernativa (art. 70 C:C.A.); luego si el accionante recurrió a esta figura lo hizo bajo el entendido de que ya  no  disponía del recurso de reconsideración por no haberlo interpuesto oportunamente. También es impertinente la alusión a las acciones contencioso administrativas ya que de conformidad con el artículo 72 del C.C.A "ni la petición de revocación de un acto ni la decisión que sobre ella recaiga reviven los términos legales para el ejercicio de las mencionadas acciones, de donde se desprende que el peticionario no las tiene expeditas para hacer valer sus derechos; en tales condiciones, no son medios capaces de enervar la procedencia de la tutela. Fuera de lo anterior, es necesario tener en cuenta que una cosa es el derecho de petición en sí mismo considerado y otra el contenido de lo que se pide. Por virtud de las acciones contencioso administrativas lo que se discute ante la jurisdicción respectiva no es la observancia del derecho de petición sino el contenido de la solicitud, de ahí que esas acciones no sean eficaces para la protección del derecho contemplado en el artículo 23 de la Constitución Política. Al proferir esta sentencia han transcurrido siete (7) meses desde el momento en que se elevó la petición. La Sala estima que este lapso traspasa el límite de lo razonable y, en consecuencia, ordenará a la Administración de Impuestos y Aduanas Nacionales de Santa Fe de Bogotá que proceda a resolver la petición presentada por el accionante, en el improrrogable término de cuarenta y ocho (48) horas. En mérito de lo expuesto, la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional RESUELVE: PRIMERO. REVOCAR la sentencia de 9 de febrero de 1995, proferida por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, Sección cuarta, en el asunto de la referencia. SEGUNDO. CONCEDER la tutela por violación del derecho de petición, en consecuencia, se ordena a la Administración de Impuestos y Aduanas Nacionales de Santa Fe de Bogotá, resolver, en el improrrogable término de cuarenta y ocho horas, contadas a partir de la notificación de esta sentencia, la petición presentada por el señor Héctor Gonzalo Montes Herrera el dia 23 de diciembre de 1994 y radicada bajo el número 072183. TERCERO. LIBRENSE las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, comuníquese, notifíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado Ponente FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-339-95 Sentencia No Sentencia No. T-339/95 PERSONA DISMINUIDA-Atención especializada/DERECHO DE  PERSONA DE LA TERCERA EDAD A TUTELA TRANSITORIA/ENFERMOS TERMINALES Dada la condición humana, la disminución de la capacidad física, sensorial y psíquica es una consecuencia natural de la edad avanzada. El Constituyente previó en la norma que, al menos, las personas que se encuentran en esa condición de debilidad manifiesta, cuenten con la atención adecuada a su situación. En este caso se trata de una anciana reducida a su lecho de enferma como consecuencia de los padecimientos que le fueron  diagnosticados, requiere de tratamiento médico, así no sea especializado, para enfrentar en condiciones dignas el resto de su vida. La Carta Política expresamente establece que tal atención debe garantizarla el Estado, y esta Corte ha sido reiterativa en precisar que aún a los enfermos terminales debe prestárseles la asistencia médica requerida, entendiendo por ella la que le permita al paciente gozar de la mejor calidad de vida posible hasta el momento de su deceso. ACCION DE TUTELA/DERECHOS FUNDAMENTALES-Protección/ DERECHOS DE PERSONA DE LA TERCERA EDAD Es suficientemente eficaz el medio de defensa judicial alterno para hacer efectivos los derechos fundamentales violados. Conocidas esas circunstancias vitales, la respuesta es obvia: no; el medio alterno no es tan eficaz como la acción de tutela, si se pretende garantizarle a la petente en vida -única perspectiva válidamente considerable por el juez de tutela-, el pleno goce de sus derechos fundamentales. Ref.:  Expediente No. T-66.371 Acción de Tutela contra la Caja Nacional de Previsión Social, por presunta violación de los derechos a la igualdad, de petición, a la seguridad social integral, y a la atención especializada requerida. Tema: Protección especial de las personas de la tercera edad que, además, tienen la calidad de disminuídos físicos y psíquicos. Actor:  Margarita de Jesús Cañas Cano, en calidad de curadora de María Margarita Cano Rojas. Magistrado Ponente:  Dr. Carlos Gaviria Díaz. Santafé de Bogotá, D.C., primero (1°) de agosto de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Cuarta de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, compuesta por los Magistrados José Gregorio Hernández Galindo, Hernando Herrera Vergara y Carlos Gaviria Díaz, este último en calidad de ponente, EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION, procede a revisar la decisión de instancia proferida en el trámite del proceso de la referencia por el Juzgado Noveno Laboral de Medellín. ANTECEDENTES 1.  Hechos La señora Margarita de Jesús Cañas Cano, en su condición de curadora de la señorita María Margarita Cano Rojas -interdicta por demencia y quien actualmente cuenta con 98 años de edad-, presentó a la Caja Nacional de Previsión Social, el día 22 de diciembre de 1993, una solicitud tendiente al reconocimiento de la sustitución pensional en favor de su representada. Tal petición se elevó una vez producida la muerte de Celsa Aura Cano Rojas, quien se encontraba pensionada por cuenta de esa entidad, de quien dependía su hermana interdicta, y sin que existiera alguien con mejor derecho para sustituírla. El silencio de Cajanal, en términos de la peticionaria, ha causado graves perjuicios a la señora en cuyo nombre actúa, pues se trata de una anciana con graves quebrantos de salud, y con necesidades básicas insatisfechas por la negligencia de Cajanal en hacer efectivos los pagos de la sustitución pensional a la que tiene derecho. 2.- Petición Ante los hechos narrados, la señora Margarita Cañas Cano solicitó al juez de tutela que: “...se ordene el pago efectivo y retroactivo desde la fecha en que Cajanal reconoció dicha sustitución pensional, hasta la presentación de la actual tutela, sin perjuicio de las siguientes mesadas a las que tiene derecho mi representada”. 3.- Fallo que se revisa. El Juez Noveno Laboral del Circuito de Medellín, a quien correspondió el conocimiento de la presente acción, notificó a la entidad mencionada, la acción que se le iniciaba y le solicitó información referente al trámite dado a la petición presentada por la señora Margarita de Jesús Cañas Cano. Esta prueba no fue remitida dentro del término indicado por el juez quien, no obstante lo cual, mediante sentencia del 22 de febrero de 1995,  decidió no acceder al amparo de los derechos invocados. Fundamentó su determinación el Despacho del conocimiento en la existencia de otro medio de defensa judicial, consagrado en los artículos 11 y 100 del C.P.L., el que hace improcedente la tutela, máxime si se tiene en cuenta que lo pretendido es el pago de una sustitución pensional. Por último, consideró que en este caso se podría argüír un perjuicio irremediable; empero, ”...tales perjuicios encuéntranse improbados y el despacho no los puede presuponer por falta de sustento”. CONSIDERACIONES DE LA CORTE 1.- Competencia. La Corte Constitucional es competente para conocer del presente proceso en el grado jurisdiccional de revisión, según los artículos 86 y 241 de la Constitución Política de Colombia.  De acuerdo con el reglamento interno de la Corporación, y el auto del 21 de abril de 1995, proferido por la Sala de Selección de Tutelas Número Cuatro, corresponde pronunciar la decisión a la Sala Cuarta de Revisión de Tutelas. 2.- Violación de derechos fundamentales. 2.1. Derecho de petición. Está plenamente establecido en el expediente que la actora, a nombre y en representación de María Margarita Cano Rojas, solicitó la sustitución pensional que originó la presente acción de tutela el 22 de diciembre de 1993, y que la Caja Nacional de Previsión Social -CAJANAL-, sólo resolvió esa petición el 4 de abril de 1995 -más de quince (15) meses después de presentada, y  casi dos (2) meses después de resuelto el amparo-. No cabe entonces duda alguna: la Caja Nacional de Previsión Social violó el derecho de petición de la actora, así el juez de instancia ni siguiera haya hecho referencia a este punto en su fallo, después de solicitar un informe a la entidad demandada y tampoco recibir respuesta oportuna. 2.2. Derecho a la igualdad. Esta Sala encuentra que de acuerdo con los hechos expuestos en la demanda de tutela -los que el juez de instancia debió tener como ciertos ante la omisión de informar oportunamente en que incurrió CAJANAL-, y las pruebas que obran en la copia de la actuación administrativa adelantada por la entidad demandada, la señorita María Margarita Cano Rojas se encuentra en circunstancias de debilidad manifiesta, desde antes de presentarse la solicitud de sustitución pensional, pues: 1) las declaraciones que obran a folios 138 y 139 del expediente, dan cuenta de su precaria condición económica -no cuenta con patrimonio o renta algunos, pues dependía en todo y para todo de su hermana mayor-; 2) a folios 141, el Jefe de la División de Salud Ocupacional de CAJANAL conceptuó que ella es inválida en forma permanente, debido a su edad y a sufrir de arterioesclerosis cerebral, enfermedad ácido péptica y artritis reumatoidea; y 3) en la sentencia por medio de la cual se la declaró interdicta por demencia, folios 155 a 163, se lee que los peritos médico legales conceptuaron “...que María Margarita Cano Rojas es una persona de edad avanzada, postrada en la cama, sin ninguna capacidad intelectual para definir un concepto, dar una idea, manejar un negocio, administrar bienes o disponer de ellos...”. Estando la señorita Cano Rojas en circunstancias de debilidad manifiesta, debió recibir protección especial de las autoridades estatales, tanto al reclamar la sustitución pensional, como al solicitar el amparo constitucional contra la violación de sus derechos fundamentales, acorde con lo estipulado en el último inciso del artículo 13 de la Carta Política. Pero, como ya quedó expuesto en esta providencia, tal protección especial nunca le fue otorgada. Primero la Caja Nacional de Previsión Social, y después el juez a-quo, ignoraron totalmente sus menguadas condiciones económica, física y mental, al tramitar y decidir su asunto. En conclusión, también el derecho a la igualdad y a la especial protección que merece la señorita Cano Rojas fue violado por la entidad demandada, y así se debió declarar en el fallo que se revisa. 2.3. Derecho a la seguridad social. Considerados los hechos expuestos y valorados en esta providencia, y los artículos 46 y 48 de la Constitución Nacional, es claro que el Estado no le ha garantizado a la señorita Cano Rojas “...los servicios de la seguridad social integral” a los que tenía derecho desde la muerte de su hermana, y que, desde el 22 de diciembre de 1993, la responsabilidad de tal omisión recae directamente sobre la entidad demandada en este proceso. Es claro para la Corte que si la señorita Cano Rojas aún sobrevive, luégo de más de un año de carecer de los precarios medios de subsistencia que le debe facilitar la Caja Nacional de Previsión social, ello se debe única y exclusivamente a su familia, que la ha cuidado y asistido solidariamente desde la muerte de su hermana mayor. Pero el hecho de que la sobrina de la señorita Cano Rojas y demás parientes abnegadamente vengan cumpliendo con esta obligación, sólo es relevante jurídicamente para liberar al Estado del pago del subsidio alimentario que le debería entregar en caso de que esos familiares no estuvieran o no pudieran cumplir como lo han hecho. En cuanto a la garantía de la seguridad social integral, el Estado sigue siendo el titular de una obligación injustificadamente insoluta. 2.4. Derecho a la atención especializada que se requiera. De acuerdo con el artículo 47 de la Constitución Política, los disminuídos físicos, sensoriales y psíquicos tienen derecho a que el Estado adelante una política de previsión, rehabilitación e integración social en su favor, y  a que se les preste la atención especializada que requieran. Dada la condición humana, la disminución de la capacidad física, sensorial y psíquica es una consecuencia natural de la edad avanzada. Y frente a ello, poco puede lograr el Estado con una política de previsión y rehabilitación en el caso de las personas de la tercera edad; pero el Constituyente previó en la norma en comento que, al menos, las personas que se encuentran en esa condición de debilidad manifiesta, cuenten con la atención adecuada a su situación. En el caso de la señorita Cano Rojas, una anciana reducida a su lecho de enferma como consecuencia de los padecimientos que le fueron  diagnosticados, requiere de tratamiento médico, así no sea especializado, para enfrentar en condiciones dignas el resto de su vida. La Carta Política expresamente establece que tal atención debe garantizarla el Estado, y esta Corte ha sido reiterativa (véanse por ejemplo, las Sentencias T-192/94 Magistrado Ponente José Gregorio Hernández Galindo, T-430/94 Magistrado Ponente Hernando Herrera Vergara, y T-432/94 Magistrado Ponente Jorge Arango Mejía), en precisar que aún a los enfermos terminales debe prestárseles la asistencia médica requerida, entendiendo por ella la que le permita al paciente gozar de la mejor calidad de vida posible hasta el momento de su deceso. Este derecho, del que es titular la señorita Cano Rojas, como finalmente lo reconoció la Caja Nacional de Previsión Social el 4 de abril del presente año, no le ha sido hecho efectivo, de acuerdo con la información proporcionada a la Corte por la actora. Así, también el derecho consagrado en el artículo 47 de la Constitución viene siendo violado por la entidad demandada en el presente proceso, y será tutelado por esta Sala en la parte resolutiva de la presente providencia. 3. El otro mecanismo de defensa judicial de los derechos conculcados y el perjuicio irremediable. El Juez Noveno Laboral del Circuito de Medellín, actuando en calidad de juez de tutela, denegó el amparo de los derechos fundamentales de la señorita Cano Rojas, basado en la consideración de que “tal derecho, en la forma planteada, no es tutelable, porque para ello la reclamante dispone de una acción judicial paralela, conforme lo consagran los artículos 11 y 100 del C. de P. Laboral, cuando se trata, como en el presente caso, de una entidad de derecho social, a cuyo cargo se encuentre, según se demostrare, la obligación cuya reivindicación hoy se pretende” Añadió a su razonamiento el citado funcionario, que “...se podría readgüír (sic) unos perjuicios irremediables. Empero, éstos no se vislumbran por parte alguna, por cuanto la respectiva resolución o acto administrativo, proveniente de tal ente y que de cuenta de ellos, brilla por su ausencia, es decir, que tales perjuicios encuéntranse improbados y el despacho no los puede presuponer, por falta de sustento”(folio 26). Ambos aspectos de la cuestión merecen la consideración de esta Sala. 3.1. Otro mecanismo de defensa. Es cierto que el Código de Procedimiento Laboral vigente consagra una vía procesal ordinaria que podría ser usada en el caso de la señorita Cano Rojas. Pero no lo es menos que la parte final del numeral 1 del artículo 6° del Decreto 2591 de 1991, también hace parte de la ley a cuyo imperio está sometido el juez de tutela en sus actuaciones. Según él, “la existencia de dichos medios será apreciada en concreto, en cuanto a su eficacia, atendiendo las circunstancias en que se encuentra el solicitante”. La representante de la actora, una mujer adulta y que goza de cabal salud hasta donde se sabe, bien puede, en su calidad de curadora de quien viene siendo atropellada en sus derechos, acudir ante la jurisdicción laboral para reclamar la sustitición pensional e, incluso, puede adelantar el eventual proceso ejecutivo laboral subsiguiente en contra de la Caja Nacional de Previsión Social. Empero, ha de objetarse a esta argumentación, que ignora el problema constitucional que debió plantearse el juez a-quo: ¿es suficientemente eficaz el medio de defensa judicial alterno para hacer efectivos los derechos fundamentales violados, atendidas las circunstancias en que se encuentra la señorita Cano Rojas? Conocidas esas circunstancias vitales -las mismas que están claramente establecidas en el expediente-, la respuesta es obvia: no; el medio alterno no es, ni de lejos, tan eficaz como la acción de tutela, si se pretende garantizarle en vida -única perspectiva válidamente considerable por el juez de tutela-, el pleno goce de sus derechos fundamentales. Pretender lo contrario, como lo hizo el Juez Noveno Laboral de Medellín en su fallo, es contrario a la regulación constitucional de la protección y aplicación de los derechos inherentes a la persona, y un acto de lesa solidaridad. 3.2. Perjuicio irremediable. Aunque lo dicho hasta ahora es suficiente para conceder la tutela en este caso de manera definitiva, como lo hará la Corte en la parte resolutiva de esta providencia, ante la consideración incongruente e ininteligible del juez a-quo, esta Sala tiene que señalar que si hay algún perjuicio que sea irremediable, es precisamente el anotado: que los derechos de la persona no alcancen a serle hechos efectivos mientras ella aún subsiste. 4. De la falta de objeto sobreviniente. Como parte del expediente de la actuación administrativa cumplida por la entidad demandada,  a folios 165-168 del expediente de tutela, obra una copia de la Resolución No. 002946, expedida por la Caja Nacional de Previsión Social el 4 de abril de 1995, “por la cual se reconoce una sustitución pensional” a María Margarita Cano Rojas que, a primera vista, haría pensar que la presente acción carece de objeto. Sin embargo, basta leer la demanda presentada para verificar que la parte actora erradamente creyó que la sustitución había sido aceptada por CAJANAL al momento de radicar la solicitud de la misma, y que, dándola por descontada, lo reclamado por la curadora es que los derechos conculcados a su representada le sean hechos efectivos antes de que los mismos se queden sin titular. Al respecto, esta Sala juzga que el derecho de petición, violado de la manera considerada en el aparte 2.1., aunque tardíamente, fué finalmente satisfecho con la expedición de la Resolución No. 002946 del 4 de abril de los corrientes. Pero la violación al derecho a la igualdad, la del derecho a la seguridad social integral, y sobre todo, la del derecho a la atención especializada requerida, subsisten, y ameritan que se otorgue el amparo. Además, la Sala considera del caso remitir copia de esta providencia a la Procuraduría General de la Nación, solicitándole que investigue la conducta negligente de la Caja Nacional de Previsión en el trámite de la solicitud de sustitución pensional de María Margarita Cano Rojas. DECISIÓN En mérito de las consideraciones que anteceden, la Sala Cuarta de Revisión de Tutelas de la Corte constitucional, en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: PRIMERO. Revocar la sentencia expedida por el Juzgado Noveno Laboral del circuito de Medellín el veintidós (22) de febrero de 1995; en su lugar, tutelar los derechos a la igualdad, a la seguridad social integral, y a la atención especializada requerida, de los que es titular María Margarita Cano Rojas, y los que vienen siendo violados por la Caja Nacional de Previsión Social. SEGUNDO. Ordenar a la Caja Nacional de Previsión Social que dé a la inclusión de María Margarita Cano Rojas en la nómina de pensionados de esa institución, el tratamiento de especial protección que la Constitución ordena para las personas de la tercera edad que, además, son disminuídos físicos y psíquicos. TERCERO. Ordenar a la Caja Nacional de Previsión Social que, dentro de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la notificación de la presente providencia, empiece a prestar -si aún no lo ha hecho-, a María Margarita Cano Rojas, la atención especializada que requiera. CUARTO. Advertir al representante legal de la Caja Nacional de Previsión Social que debe introducir, en el trámite de las solicitudes que esa entidad tramita, los correctivos necesarios para que no se sigan presentado esta clase de violaciones a los derechos fundamentales de las personas menos capaces, so pena de las sanciones previstas en el Decreto 2591 de 1991 para el desacato. QUINTO. Remitir copia de la presente providencia a la Procuraduría General de la Nación, y solicitarle que investigue la conducta negligente de la Caja Nacional de Previsión en el trámite de la sustitución pensional de María Margarita Cano Rojas. SEXTO.  Comunicar la presente providencia al Juzgado Noveno Laboral del Circuito de Medellín, para los efectos del artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Comuníquese, notifíquese, cúmplase, e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. CARLOS GAVIRIA DÍAZ Magistrado Ponente JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO Magistrado HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado MARTHA VICTORIA SÁCHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-340-95 Sentencia No Sentencia No. T-340/95 DERECHO A LA EDUCACION-Improcedencia de exclusión del sistema educativo/DERECHO A PERMANECER EN EL COLEGIO El Estado, a través de la ley, estableció unas condiciones para la concurrencia de los particulares en la prestación del servicio, que aseguran a los menores “...las condiciones necesarias para su permanencia en el sistema educativo”, y que la institución demandada excluyó al actor en abierta transgresión de esos límites, recortando indebidamente el alcance de su derecho a la educación. Dado el texto de los artículos 44, 45 y 67 de la Constitución, la limitación que impuso la Ley General de la Educación a la competencia de los Consejos Directivos de los colegios, interesa tanto a la sociedad y al Estado como al establecimiento, a la familia y al estudiante, y por eso no puede aceptarse que el alcance del derecho a permanecer en una institución educativa, definido por la Carta Política y la ley, sea recortado por un convenio entre particulares en el que el interés de la sociedad y el Estado -definidos previa y expresamente-, son contrariados. COSTUMBRE CONTRARIA A LA LEY La costumbre sólo es fuente de derecho en Colombia, a falta de norma legal expresa sobre el asunto; nunca, como en el caso que se revisa, puede aceptarse que una costumbre contraria a expresa norma legal, prime sobre esta última. La repetida violación de la ley no la deroga, ni la excepciona, y el alegato de la propia ilegalidad no se hace de recibo cuando se le añade la confesión de su práctica inveterada. DEBIDO PROCESO ADMINISTRATIVO-Vulneración/DERECHO A LA EDUCACION-Exclusión por bajo rendimiento El Consejo Directivo de la Fundación demandada no tenía competencia para establecer como causal de exclusión de un estudiante, el bajo rendimiento académico en la hipótesis normativa contemplada en el inciso segundo del artículo 96 de la Ley 115 de 1994. Menos aún la tenía entonces para, actuando como ente disciplinario, aplicarla en el caso que se revisa. Y la falta de competencia de la autoridad disciplinaria, así como la ilegalidad de la causal aplicada por ella, constituyen sendas violaciones del debido proceso administrativo. Cuando en una entidad deben cumplirse muchas actividades en muy corto tiempo, han de respetarse los derechos fundamentales de las personas. DERECHO A LA EDUCACION-Efectividad/COLEGIO SAN BARTOLOME-Reintegro de alumno La Corte ordenará, para hacer efectivo el derecho a la educación y atender a la pretensión del actor, que la Fundación Colegio Mayor de San Bartolomé admita al peticionario como su alumno regular, para repetir el undécimo grado en 1996. Teniendo en cuenta que la interrupción en su proceso de formación, sólo parcialmente obedece a su responsabilidad, tanto los profesores como las personas encargadas de la orientación psicológica de los estudiantes velarán de manera especial porque el actor pueda cumplir con los objetivos de su formación académica y supere la  experiencia a la que se vió sometido desde su exclusión hasta su reincorporación al colegio. Ref.: Expediente No. T-67332 Acción de tutela en contra del Rector del Colegio Mayor de San Bartolomé por presunta violación al derecho a la educación, a los derechos de los niños, a la igualdad y al debido proceso. Temas: - Derecho a la educación. - Debido proceso Actor: Juan Manuel Pardo Torres Magistrado Ponente: Dr. Carlos Gaviria Díaz Santafé de Bogotá D.C., primero (1°) de agosto de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Cuarta de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, compuesta por los Magistrados José Gregorio Hernández Galindo, Hernando Herrera Vergara y Carlos Gaviria Díaz, este último en calidad de ponente, EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCIÓN, procede a la revisión de los fallos de instancia proferidos por el Juzgado Diecisiete de Familia y el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá D.C. ANTECEDENTES 1. HECHOS. Juan Manuel Pardo Torres ingresó a la Fundación Colegio Mayor de San Bartolomé, de esta ciudad, para cursar el sexto grado en el año 1989, y permaneció como alumno regular de este establecimiento hasta el año 1994, en el que cursó y reprobó el undécimo grado. Aunque durante esos años no incurrió en faltas disciplinarias graves, su rendimiento académico nunca fue óptimo, y a partir de 1991 decayó hasta el punto de que, al finalizar el período académico de 1994, por primera vez reprobó las habilitaciones de dos áreas (ciencias naturales y salud, y matemáticas). En concepto de los profesores, el menor debía repetir el undécimo grado; sin embargo, el reglamento del colegio contempla el rendimiento académico insuficiente como causal de pérdida del cupo, y el Consejo Directivo decidió aplicarle tal sanción. Sólo cuando el actor solicitó la renovación de su matrícula para repetir el año perdido, fué informado por el Rector (2 de diciembre de 1994), sobre la decisión del Consejo Directivo. 2. DEMANDA. El menor acudió entonces ante la Jurisdicción de Familia en vía de tutela, para reclamar protección a sus derechos a la educación, al debido proceso, a la igualdad, y a los derechos de los niños. Solicitó que se ordenara al colegio otorgarle cupo para repetir el año perdido y que se le practicara nuevamente una habilitación en la que se presentaron irregularidades. 3. FALLO DE PRIMERA INSTANCIA. Correspondió por reparto conocer del proceso al Juzgado Diecisiete de Familia de este Distrito Capital. La jueza escuchó el testimonio de ambas partes, valoró la documentación aportada por ellas, y el 1° de febrero del presente año resolvió tutelar el derecho a la educación del actor, considerando: “...Si la solución de continuidad del proceso formativo del menor se imputa a comportamientos suyos que riñen con el medio social o cultural o de ser contrarios a la moral, o por constituír atentados a los derechos de otras personas o ser contrarios al orden jurídico, los actos de los mayores, a cuyo cargo está indagar y constatar los hechos, definir e impartir los correctivos que la situación aconseje, deben entenderse dentro de la alta misión de los forjadores, precaverse de no lesionar la dignidad personal, ni de someterse al escarnio, darle protección al menor aún como infractor, observando que es principio de la labor pública y privada respecto de los menores tener en cuenta sobre toda consideración el interés superior del menor...” “Partiendo de la base de lo transcrito antes, es preciso entonces colegir que, en tratándose como en el caso que nos ocupa, de que lo que se le imputa al menor es bajo rendimiento académico, y que por tal circunstancia se le ha sancionado a la interrupción de la continuidad de su proceso formativo, se llega a la conclusión, de que no es suficiente la razón o el motivo o sea la consideración del interés particular de las directivas del plantel educativo para el aislamiento a que fue sometido a manera de sanción”. “En condiciones como las que dieron motivo a la mencionada sanción lo que se hace imperativo, es velar por el interés superior del menor adelantando una indagación prudente sobre las situaciones que dieron lugar a los hechos de su bajo rendimiento académico, ya que el desobedecimiento (sic) y desorientación de su comportamiento pueden responder a conductas acordes con la conducta que despierta la edad por la que pasa, pues con la actuación del colegio se llega a la conclusión de que no se tuvo en cuenta el interés superior del menor y atendió sólo su exclusivo interés, interrumpió la continuidad formativa olvidando que el alumno viene cursando años lectivos anteriores, sin que se hubiera visto en circunstancias como la que ahora se le endilga,  y menos que siempre ha mantenido un comportamiento ejemplar en su conducta y disciplina, habiendo incluso obtenido el reconocimiento de izar el pabellón, honor que sólo se hace a los destacados en el establecimiento tutelado”. “No puede dejarse de anotar en esta oportunidad, que si bien es cierto que el menor firmó un compromiso al ingresar al colegio, mediante el cual asumía una responsabilidad: que aceptaba ser suspendido en el derecho a la continuidad de sus estudios y educación en caso de no alcanzar la meta o calificación necesaria en el año lectivo, ese compromiso no puede estar por encima del interés superior que cobija al menor en sus derechos constitucionales, precisamente por ser menor y además porque no puede dejarse de advertir que tal situación implica una subordinación e indefensión ante la necesidad de lograr permanecer en el establecimiento educativo a donde ha venido perteneciendo”. “Teniendo en cuenta todo lo que hasta aquí se ha analizado, se llega a la plena convicción de que se impone acceder a la protección tutelar que se ha invocado, pero sólo en lo que concierne con la determinación que imponga al Colegio Mayor de San Bartolomé de esta ciudad, la obligación de reintegrar al tutelante como estudiante de undécimo grado de enseñanza básica secundaria y por lo mismo que se incluya como estudiante regular para el año lectivo de 1955”. 4. IMPUGNACIÓN. El Rector del Colegio Mayor de San Bartolomé impugnó el fallo anteriormente expuesto, esgrimiendo en su contra las siguientes razones: El establecimiento cumple a cabalidad con la función que se define en el artículo 30 de la Ley 115 de 1994. “...Cuando alguno de los estudiantes no logra los objetivos a los cuales se ha comprometido con su educación, o tiene problemas de cualquier índole en su estudio, acude al servicio de Psicología o a su Asesor Espiritual, etc., teniendo a su disposición muchos canales para hacerse ayudar, de acuerdo a la dificultad que presente el sujeto...desafortunadamente el joven Pardo Torres, no quiso cumplir ni estudiar lo suficiente para lograr su objetivo...simplemente no quiso y eso el Colegio, de acuerdo a su filosofía, no lo puede apoyar en bien de los demás alumnos que persiguen esta formación...”. “Tanto el joven Pardo Torres como su familia habían aceptado un Convenio...en el cual se atienen en todo al Manual de Convivencia del Colegio, que contempla el mal rendimiento académico como una posible causa de la pérdida del cupo...”. El debido proceso fue cumplido dentro del tiempo limitado en el que se cumple la terminación del período académico. Si no se aplica el Manual de Convivencia, se genera una forma de indisciplina a nivel general del Colegio y se pierde la credibilidad del estudiantado, resultando perjudicado el bien común. 5. FALLO DE SEGUNDA INSTANCIA. La impugnación fue resuelta por el Tribunal Superior del distrito Judicial de Santafé de Bogotá, Sala de Familia, sólo el 21 de marzo de 1995, debido a una incapacidad del Magistrado Ponente en esa corporación. En la decisión proferida ese día, se revocó el fallo de primera instancia y se denegó la tutela, con base en consideraciones como la que se transcriben a continuación: “No nos cabe la menor duda de que la educación es un derecho fundamental de la persona humana. Tampoco se duda que la misma tiene que ser garantizada por el Estado. Como el punto materia de discusión en esta acción de tutela no gira en torno a la calidad de derecho fundamental de la educación en sí misma, sino más bien acerca de las posibilidades de cupo de que pueda disponer el Colegio Mayor de San Bartolomé, a efectos de que el estudiante accionante Juan Manuel Pardo Torres, pueda repetir el mismo grado once que hizo en el año inmediatamente anterior, la atención de esta Sala de decisión tendrá que detenerse concretamente sobre este último punto”. “Desde luego que no puede pensarse en la habilitación de las materias de ciencias naturales y matemáticas porque las mismas ya fueron objeto de habilitación, incluyendo el área de química, según lo afirma el mismo accionante, en su declaración rendida el 25 de enero del corriente año, en donde agregó que, la pérdida del cupo tuvo por causa la ´falta de estudio´ de su parte”. “De consiguiente: si bien es cierto que el derecho a la educación es de carácter fundamental y el mismo Estado la debe proteger, no lo es menos que incumbe al estudiante dar el rendimiento académico que exige el plantel educativo so pena de que, cuando el estudiante no rinda ese mínimo, queda expuesto y corre el riesgo de perder el cupo o de no poder acceder al grado académico inmediatamente siguiente, independientemente de la excelente conducta y disciplina que el estudiante hubiere observado durante todo el año lectivo”. “Sobre el particular esta misma Corporación, en idénticas circunstancias se ha negado a tutelar las peticiones de estudiantes que tienen el mismo propósito de reintegro al plantel educativo en el cual justamente perdieron el año académico”. “Y es que, evidentemente, si el estudiante que pertenece al plantel no rinde o no se esfuerza por lograr el nivel mínimo de estudio, pierde su cupo para dar acceso a otros estudiantes que también tienen derecho a la educación, en igualdad de condiciones y circunstancias”. .... “Por lo expuesto se colige fácilmente que, al no existir violación alguna del derecho a la educación, en la forma y términos como lo pregona el estudiante Juan Manuel Pardo Torres, forzoso es concluir que el fallo impugnado habrá de revocarse para que en consecuencia se deniegue el amparo solicitado”. CONSIDERACIONES DE LA CORTE 1. COMPETENCIA. En virtud de los artículos 86 y 241 de la Constitución Nacional, corresponde a la Corte Constitución la revisión de los fallos de instancia proferidos en el trámite del proceso de la referencia. De acuerdo con el reglamento interno, y con el reparto realizado por la Sala de Selección Número Cuatro, la decisión debe ser adoptada por la Sala Cuarta de Revisión de Tutelas. 2. PROCEDENCIA DE LA ACCIÓN DE TUTELA CONTRA PARTICULARES. La Fundación Colegio Mayor de San Bartolomé fue demandada y concurrió al proceso porque presta el servicio público de educación (ver en los folios 16 a 21 del cuaderno de pruebas del demandado, el contrato No. 58 de prestación de servicios educativos), y fue en desarrollo de esa actividad que se presentaron los hechos con los que presuntamente resultaron violados los derechos fundamentales del actor. Como éste es uno de los casos en los que, según el artículo 42 del Decreto 2591 de 1991 -numeral 1-, procede la acción de tutela en contra de particulares, la Sala procede a estudiar si se violaron los derechos reclamados por el demandante. 3. DERECHO A LA EDUCACIÓN. ¿Se violó este derecho al actor, cuando la Fundación demandada decidió no otorgarle un cupo para repetir el undécimo grado en 1995? El actor aduce que sí, porque a más de su deficiente rendimiento académico, durante 1994 él no incurrió en ninguna otra de las causales de pérdida del cupo contempladas en el reglamento. A su vez, el representante legal de la entidad demandada alega: 1) que según el Manual de Convivencia, el bajo rendimiento académico puede constituír, por sí solo, causal suficiente para excluír a un alumno del plantel; 2) antes de que los exámenes de habilitación fueran practicados y calificados, la Fundación había aceptado la matrícula de 1.000 estudiantes, y ese cupo es todo lo que se le puede exigir, según el contrato celebrado con el Estado y dada la capacidad locativa de que dispone; 3) que es “...tradición... de público conocimiento y aceptación...”, que el colegio no acepta repitentes en undécimo grado; 4) Que el actor y sus padres firmaron un compromiso donde se contempla la norma que luego le fue aplicada. Es indudable que en el reglamento del colegio, entre las “causas que pueden motivar el retiro de un alumno” (folio 9 del cuaderno de pruebas del demandado), figura: “la desaplicación continua (pérdida de cuatro o más materias a partir del segundo período escolar)”; y también es claro, como se alega en la impugnación y lo ha reiterado esta Corte, que el ejercicio del derecho a la educación se concreta en el ingreso y permanencia de la persona en un establecimiento educativo, entendiéndose que a su ingreso en la comunidad educativa correspondiente, el estudiante adquiere por igual los derechos, y también los deberes que corresponden a su calidad de discente. Pero, para el caso que se revisa, no es suficiente considerar lo anterior, pues el mismo artículo 96 de la Ley 115 de 1994 -Ley General de la Educación-, que otorga competencia al Consejo Directivo de los establecimientos educativos para establecer, con participación de la comunidad educativa, “...las condiciones de permanencia del alumno en el plantel y el procedimiento en caso de exclusión”, limita expresamente tal facultad en su inciso segundo, al establecer: "la reprobación por primera vez de un determinado grado por parte del alumno, no será causal de exclusión del respectivo establecimiento, cuando no esté asociada a otra causal expresamente contemplada en el reglamento institucional o manual de convivencia” (subraya fuera del texto). Ya que el actor reprobó por primera vez un grado en 1994, y esta causal no estuvo asociada a otra, según manifestó el representante legal de la Fundación demandada, es forzoso concluir que el Colegio Mayor de San Bartolomé sí violó el derecho a la educación del demandante, al excluírlo de la comunidad educativa por una causal que no podía serle aplicada, sin recortar indebidamente el alcance del derecho a permanecer en ella. Jurídicamente, la educación tiene un doble carácter: “...es un derecho de la persona...”, y también es “...un servicio público que tiene una función social...” (Art. 67 C.N.). Como derecho, ha de garantizarse su ejercicio durante la niñez (Art. 44 C.N.), y la adolescencia (Art. 45 C.N.), comprendiendo estas edades el período en que ella es obligatoria y gratuita (Art. 67 C.N.). Además, el adulto apto goza de la garantía de mecanismos financieros que le permitan el acceso a la educación superior (Art. 69 C.N.), “es obligación del Estado y de los empleadores ofrecer formación y habilitación profesional y técnica a quienes lo requieran...” (Art. 54 C.N.), y en todas las edades, “la búsqueda del conocimiento y la expresión artística son libres” (Art. 71 C.N.). Como servicio público que tiene una función social, “corresponde al Estado regular y ejercer la suprema inspección y vigilancia de la educación... y asegurar a los menores las condiciones necesarias para su acceso y permanencia en el sistema educativo” (Art. 67 C.N., subrayas fuera del texto). Dentro de este marco normativo, los particulares pueden concurrir a la prestación del servicio fundando establecimientos educativos, sólo bajo las condiciones que para la creación de esas instituciones y su gestión, establezca la ley (Art. 68 C.N.). Es entonces meridianamente claro, en el caso que se revisa, que el Estado, a través de la ley, estableció unas condiciones para la concurrencia de los particulares en la prestación del servicio, que aseguran a los menores “...las condiciones necesarias para su permanencia en el sistema educativo” (entre otras, el artículo 96 de la Ley 115 de 1994), y que la institución demandada excluyó al actor en abierta transgresión de esos límites, recortando indebidamente el alcance de su derecho a la educación. El hecho de que el colegio, antes de que se realizaran los exámenes de habilitación a quienes terminaron undécimo grado en 1994, ya había matriculado al total de los estudiantes que locativamente puede atender en dicho grado durante 1995, no justifica el proceder ilegítimo del Consejo Directivo, y sólo ratifica que la institución debe proceder a ajustar su reglamento y sus procedimientos administrativos, a fin de respetar el derecho fundamental de sus estudiantes a la educación, en todo el alcance que la Constitución y su desarrollo legal han definido. Además, así en la Fundación demandada haya “...sido tradición que en undécimo grado no se aceptan alumnos repitentes, como es de público conocimiento y aceptación...”, tal y como se desprende de los artículos 8 del Código Civil y 13 de la Ley 153 de 1.887 (véase la Sentencia C-224 de 1994, Magistrado Ponente Jorge Arango Mejía), la costumbre sólo es fuente de derecho en Colombia, a falta de norma legal expresa sobre el asunto; nunca, como en el caso que se revisa, puede aceptarse que una costumbre contraria a expresa norma legal, prime sobre esta última. La repetida violación de la ley no la deroga, ni la excepciona, y el alegato de la propia ilegalidad no se hace de recibo cuando se le añade la confesión de su práctica inveterada. Debe agregar esta Sala que, dado el texto de los artículos 44, 45 y 67 de la Constitución, la limitación que impuso la Ley General de la Educación a la competencia de los Consejos Directivos de los colegios, interesa tanto a la sociedad y al Estado como al establecimiento, a la familia y al estudiante, y por eso no puede aceptarse que el alcance del derecho a permanecer en una institución educativa, definido por la Carta Política y la ley, sea recortado por un convenio entre particulares en el que el interés de la sociedad y el Estado -definidos previa y expresamente-, son contrariados. Por tanto, en la parte resolutiva de esta providencia se revocará el fallo de segunda instancia, y en su lugar se tutelará el derecho a la educación del actor. 4. DERECHO AL DEBIDO PROCESO. Como quedó establecido en la consideración sobre el derecho a la educación, el Consejo Directivo de la Fundación demandada no tenía competencia para establecer como causal de exclusión de un estudiante, el bajo rendimiento académico en la hipótesis normativa contemplada en el inciso segundo del artículo 96 de la Ley 115 de 1994. Menos aún la tenía entonces para, actuando como ente disciplinario, aplicarla en el caso que se revisa. Y la falta de competencia de la autoridad disciplinaria, así como la ilegalidad de la causal aplicada por ella, constituyen sendas violaciones del debido proceso administrativo consagrado en el artículo 29 de la Constitución. Sobre este punto, el representante legal de la Fundación demandada manifestó a la Jueza de primera instancia: “el debido proceso, el cual dice el joven Pardo Torres que no se observó con él, en este caso de pérdida de una o dos habilitaciones en undécimo grado, se tiene que reducir, por la premura del tiempo, simplemente a notificarle al interesado que las perdió, y esto efectivamente se hizo para los alumnos de undécimo grado de 1994, hablando personalmente con cada uno de ellos, porque no hay mucho espacio temporal disponible entre la terminación de las habilitaciones y la ceremonia correspondiente del grado y proclamación solemne de los que aprobaron...”(folio 41 del primer cuaderno del expediente de tutela). Pero ninguna de esas razones justifica, o tiene entidad suficiente para sanear las violaciones al ordenamiento constitucional anotadas; también cuando en una entidad deben cumplirse muchas actividades en muy corto tiempo, han de respetarse los derechos fundamentales de las personas. Así, la Sala tutelará también el derecho del actor consagrado en el artículo 29 de la Carta Política. 5. DERECHO A LA IGUALDAD. Aduce el actor que en una de las habilitaciones que determinó su reprobación del grado undécimo, específicamente en la correspondiente al área de matemáticas, se produjo una violación a su derecho a la igualdad, pues varios de sus compañeros conocían, con anterioridad a la práctica del examen, el temario del mismo, ya que uno de los profesores que lo confeccionó les vendió el cuestionario de la evaluación. Sin embargo, no existen pruebas suficientes sobre este aspecto en el expediente, y el actor no cuestionó en su demanda la actuación del colegio por medio de la cual decidió no impugnar los resultados de esa habilitación. Por tanto, esta Sala no tutelará el derecho a la igualdad, pero sí ordenará remitir copias del expediente al Ministerio de Educación Nacional, entidad que contrató los servicios educativos de la Fundación Colegio Mayor de San Bartolomé, para que investigue si es aceptable la forma en que se ejecutó el convenio vigente durante el año 1994 y, en caso de no serlo, adopte los correctivos debidos. 6. EFECTIVIDAD DEL DERECHO A LA EDUCACIÓN. Al momento de decidir la Sala sobre la revisión del presente proceso, el resultado de la habilitación cuestionada por el actor aún depende del pronunciamiento de un segundo calificador, y el joven Pardo Torres no se encuentra cursando el grado escolar que le resta para optar al título de bachiller y poder ingresar a la educación superior, como es su deseo y propósito. Así, la Corte ordenará, para hacer efectivo el derecho a la educación y atender a la pretensión del actor, que la Fundación Colegio Mayor de San Bartolomé admita a Juan Manuel Pardo Torres como su alumno regular, para repetir el undécimo grado en 1996. Teniendo en cuenta que la interrupción en su proceso de formación, sólo parcialmente obedece a su responsabilidad, tanto los profesores como las personas encargadas de la orientación psicológica de los estudiantes velarán de manera especial porque el actor pueda cumplir con los objetivos de su formación académica y supere la  experiencia a la que se vió sometido desde su exclusión hasta su reincorporación al colegio. El juez de primera instancia, una vez le sea comunicada esta providencia, adecuará su fallo para velar porque así sea, entendiéndose que en ninguna forma desaparecen o disminuyen en su alcance los deberes que competen al actor en su calidad de estudiante. DECISIÓN En mérito de las consideraciones que anteceden, la Sala Cuarta de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: PRIMERO. Revocar la sentencia adoptada por el Tribunal Superior de Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, Sala de Familia, el 21 de marzo de mil novecientos noventa y cinco (1995). En su lugar, tutelar los derechos a la educación y al debido proceso del actor, cuyo nombre debe mantenerse reservado en toda publicación que se haga de esta providencia, a fin de garantizar sus derechos fundamentales. SEGUNDO. Ordenar a la Fundación Colegio Mayor de San Bartolomé que admita al actor como su estudiante regular, para repetir el undécimo grado durante 1996, y que durante ese período académico se le preste especial atención, ya que el menor debe cumplir con sus objetivos académicos y superar los efectos de una interrupción de su proceso formativo debida a la violación de sus derechos fundamentales. TERCERO. Ordenar a la Fundación Colegio Mayor de San Bartolomé que proceda a revisar su reglamento institucional y sus procedimientos administrativos, de tal manera que ellos no recorten el alcance del derecho a la educación regulado por la Constitución y sus desarrollos legales. CUARTO. Ordenar que por la Secretaría General se remitan copias del expediente al Ministerio de Educación Nacional, para lo de su competencia. QUINTO. Comunicar la presente providencia al Juzgado Diecisiete de Familia de Santafé de Bogotá, para los efectos previstos en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Comuníquese, notifíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional, CARLOS GAVIRIA DÍAZ Magistrado Ponente JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO Magistrado HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado MARTHA VICTORIA SÁCHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-341-95 Sentencia No Sentencia No. T-341/95 ACCION DE TUTELA CONTRA JUEZ DE FAMILIA/DERECHOS DEL NIÑO-Protección/EMBARGO DE BIENES POR ALIMENTOS/BIEN DE LA SOCIEDAD CONYUGAL-Protección Encontrándose la Sala de Familia del Tribunal Superior, en calidad de juez de tutela, frente a ese hecho, frente al incumplimiento del demandado en el pago de las cuotas alimentarias ya causadas, y frente a su ocultamiento, debía -como en efecto lo hizo-, tutelar de manera transitoria los derechos fundamentales de los menores, ordenándole a la Jueza decretar nuevamente el embargo del derecho que al padre irresponsable corresponde sobre el único bien inmueble propiedad de la sociedad conyugal, a fin de evitar que éste evada totalmente el cumplimiento de la obligación alimentaria que le corresponde, en tanto la madre ejercita alguno de los mecanismos judiciales de defensa previstos en la ley para hacer efectivo el pleno ejercicio de los derechos de los infantes. Ref.: Expediente No. 68802 Acción de tutela en contra del Juez Quince de Familia de Santafé de Bogotá por presunta violación a los derechos fundamentales de los niños. Tema: Los derechos prevalentes de los niños y la función de las autoridades. Actor: Zoraida Turriago Posada. Magistrado Ponente: Carlos Gaviria Díaz. En Santafé de Bogotá D.C., primero (1°) de agosto de mil novecientos noventa y cinco (1995), la Sala Cuarta de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, compuesta por los Magistrados José Gregorio Hernández Galindo, Hernando Herrera Vergara y Carlos Gaviria Díaz, este último en calidad de ponente, EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCIÓN, procede a revisar el fallo de instancia proferido en el trámite del proceso de la referencia por la Sala de Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá. ANTECEDENTES: 1. HECHOS. La actora, madre de dos menores en cuyo nombre actúa, promovió acción alimentaria en contra de su esposo, Efigenio Cubillos Moreno, por el incumplimiento reiterado de éste en la atención de las obligaciones que le corresponden respecto de los hijos de ambos. Correspondió conocer del proceso al Juzgado Quince de Familia de este Distrito Capital; una vez admitida la demanda, el Despacho decretó las medidas cautelares que le habían sido solicitadas: 1) embargo del porcentaje que al demandado le corresponde en el inmueble que habita la familia, y 2) embargo y retención del 40% del sueldo y prestaciones a que tenga derecho el demandado como empleado de la Gobernación del Meta. El 23 de enero de 1995 se realizó la diligencia de juzgamiento, y el Juzgado resolvió: 1) declarar que el señor Cubillos Moreno está obligado a proveer alimentos a sus hijos menores; 2) señalar como alimentos a su cargo y en favor de los menores, el valor correspondiente al 40% del sueldo; 3) tener como garantía de los alimentos futuros, el mismo porcentaje de las prestaciones que le correspondan a Cubillos Moreno como empleado de la Gobernación del Meta; 4) desembargar el inmueble objeto de esta medida cautelar. El 26 de enero del presente año, la apoderada judicial de la actora solicitó a la Jueza Quince de Familia que ordenara nuevamente el embargo del inmueble antes aludido, pues el señor Cubillos Moreno había renunciado de manera irrevocable a su cargo, y tal renuncia le fue aceptada a partir del 12 de enero. La solicitud fue denegada. 2. DEMANDA DE TUTELA. El pasado 22 de marzo, Zoraida Turriago Posada demandó a nombre de sus hijos la decisión de no modificar la sentencia de alimentos, pues, “con ésta determinación la Señora Juez Quince de Familia ha contribuido para que el demandado se insolvente y se sustraiga al cumplimiento de la obligación que le corresponde o que tiene frente a sus dos hijos, pues tengo conocimiento de que a pesar de que no se ha hecho la liquidación de la sociedad conyugal como se acordó en el Juzgado Quinto de Familia, está vendiendo la parte que le corresponde en el inmueble ubicado en la calle 45 A No. 20-40 y 20-42, que entre otras cosas fue conseguido con el poco dinero que devengué como empleada que fuí por más de quince años en el Congreso de la República, pues hoy ya no cuento con ingresos de esa índole y ese pequeño patrimonio representa el sostén de mis dos hijos” (folio 3). Solicitó que se tutelaran los derechos de los menores, que se ordenara a la Jueza Quince de Familia decretar nuevamente el embargo del inmueble, y que se conminara a Efigenio Cubillos Moreno a contribuír al mantenimiento de sus hijos, pues desde que renunció al trabajo que cumplía en la Gobernación, se desconoce su paradero. 3. FALLO DE INSTANCIA. Correspondió conocer del proceso de tutela a la Sala de Familia del Tribunal Superior de este Distrito Judicial, profiriéndose sentencia el 31 de marzo del año en curso, con ponencia de la Magistrada Martha Lucía Nuñez de Salamanca. Para resolver, consideró esa Corporación: “En el caso objeto de estudio, si bien el examen de lo acontecido en el proceso de alimentos instaurado por la accionante contra el padre de sus menores hijos y que culminó con sentencia en la cual se condenó al demandado al pago de alimentos en favor de los infantes, no se observa que se haya incurrido en vulneración alguna del derecho constitucionalmente garantizado al debido proceso, es necesario advertir que con posterioridad al aludido fallo y dado que el demandado renunció a su empleo desde fecha anterior a la sentencia proferida, dando lugar a que no pueda darse efectividad a lo en ella dispuesto, el juzgado en atención a esa especial circunstancia y a fin de proteger los derechos de los menores, quienes gozan de una especial protección por parte del Estado, como así lo consagra la norma superior, debió acceder a la solicitud elevada por la accionante por conducto de su apoderada judicial, en el sentido de decretar nuevamente el embargo del 50% del bien inmueble ubicado en esta ciudad, en la calle 45A Nos. 20-40 y 20-42, con el fin justamente de garantizar el pago de los alimentos futuros de los infantes, máxime cuando al juez de familia, por su propia naturaleza, le corresponde procurar por todos los medios a su alcance que se cumplan sus decisiones, en aras de evitar la vulneración de los derechos a que ellas se contraen” (folio 24). ... “Así las cosas, es procedente conceder de manera transitoria el amparo demandado por la ciudadana Zoraida Turriago Posada en su condición de representante legal de sus menores hijos Leonardo y Nathalia Cubillos Turriago y, en consecuencia, ordenar al Juzgado Quince de Familia de Santafé de bogotá que con el fin de garantizar el pago de los alimentos futuros de los citados menores Leonardo y Nathalia Cubillos Turriago, decrete nuevamente el embargo del 50% del bien inmueble ubicado en esta ciudad en la calle 45A Nos. 20-40 y 20-42, matrícula inmobiliaria No. 050-0868939, hasta tanto se inicie por la madre de los menores o inclusive por la Defensora de familia, en uso de sus facultades legales, ya sea el proceso ejecutivo de alimentos o un nuevo proceso de alimentos, debiéndose iniciar una u otra acción dentro del término de 60 días contados a partir de la notificación de este proveído, so pena de que lo aquí dispuesto solo tenga vigencia durante el precitado término de 60 días” (folios 24-25). Este fallo no fue impugnado. CONSIDERACIONES DE LA CORTE 1. COMPETENCIA. De acuerdo con los artículos 86 y 241 de la Constitución Política, corresponde a la Corte Constitucional pronunciarse en el grado jurisdiccional de revisión sobre el fallo de instancia proferido en el trámite del presente proceso. Según el reglamento interno, y el auto de la Sala de Selección de Tutelas Número Cinco, proferido el 15 de mayo de 1995, es la Sala de Revisión Número Cuatro la que, por reparto, debe adoptar la decisión. 2. BREVE JUSTIFICACIÓN DE LA CONFIRMACIÓN DEL FALLO DE INSTANCIA. Como la Sala encuentra que es del caso confirmar lo decidido por el juez a-quo, usando de la facultad consagrada en el art. 35 del Decreto 2591 de 1991, limitará sus consideraciones a una breve justificación de la confirmación del fallo de instancia. En un Estado social de derecho cuya organización republicana se funda en “...el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general” (art. 1 C.N.), las autoridades “...están instituídas para proteger a todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias, y demás derechos y libertades, y para asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares” (art. 2 C.N.). Entre los deberes sociales de los particulares -y subsidiariamente de la sociedad, y del Estado-, cuyo cumplimiento deben garantizar las autoridades, se encuentra la eficacia prevalente de los derechos de los niños (art. 44 y concordantes de la Carta Política). Los particulares, mientras ostenten la calidad de residentes o de transeúntes, en el territorio nacional, son libres para establecer o no una relación de pareja, y para conformar ésta con la persona que cada quien prefiera. Ni la Constitución, ni la Ley imponen a la pareja obligación alguna de procrear; según el artículo 42 de la Carta, “la pareja tiene derecho a decidir libre y responsablemente el número de sus hijos...”, sean éstos “...adoptados o procreados naturalmente o con asistencia científica...”, pero, siempre bajo la condición de que los cónyuges deberán “...sostenerlos y educarlos mientras sean menores o impedidos”. La obligación de pagar alimentos, en la que se concreta parcialmente el deber aludido, también recae sobre quienes conciben un hijo por fuera de la relación de pareja, pues, según la jurisprudencia de esta Corporación (Sentencias T-179/93, SU 491/93, y C-133/94, por ejemplo), deben respetarse los derechos del nasciturus, y tanto los hijos del matrimonio, como los habidos fuera de él, “tienen iguales derechos y deberes”. “La familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y proteger al niño para garantizar su desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos...” (Art. 44 C.N.). Así, los conflictos que se pueden presentar en la vida de pareja, incluso aquellos que resultan en el divorcio o la separación, han de ser manejados y resueltos por los cónyuges de manera tal que se proteja a los niños contra toda forma de abandono y de violencia física o moral. En casos como el que se revisa, en los que uno de los cónyuges intenta sustraerse al cumplimiento de las obligaciones que le impone la progenitura responsable, el otro miembro de la pareja, el defensor de menores o, en última instancia, cualquier persona, puede acudir ante la autoridad competente para que se hagan efectivos los derechos de los niños y se sancione a quien los infringió. Unas de las autoridades encargadas por el ordenamiento de proteger a los niños y garantizarles el pleno ejercicio de sus derechos, son los jueces de familia; a ellos compete, acatando y haciendo respetar todas las garantías del debido proceso, definir quién está obligado, y a qué lo está, frente a las pretensiones que se aduzcan en nombre y favor de determinado menor. Pero, como lo anotó el Tribunal Superior en el fallo que se revisa, y lo había previsto el Constituyente, a veces no es suficiente observar la plenitud de las formas propias de cada juicio, y ha de recordarse que la finalidad de todo proceso es la eficacia del derecho legítimamente reclamado, pues en las actuaciones judiciales “...prevalecerá el derecho sustancial...” (art. 228 C.N.). En el caso que ocupa a la Sala, y dadas las pruebas que se aportaron al expediente del proceso alimentario hasta antes de proferirse sentencia, los derechos de los menores hijos de Efigenio Cubillos Moreno fueron debidamente reconocidos y garantizados. Sin embargo, durante el período de ejecutoria de la sentencia, la parte demandante aportó certificación oficial de que el señor Cubillos Moreno había renunciado a su cargo en la Gobernación del Meta y se había retirado del ejercicio del mismo; así, la garantía del pago de los alimentos futuros de los infantes, decretada por la Jueza Quince de Familia (embargo del 40% de las prestaciones sociales que le correspondieran), simplemente desapareció antes de que la sentencia que la ordenaba pudiera ejecutarse. Encontrándose la Sala de Familia del Tribunal Superior, en calidad de juez de tutela, frente a ese hecho, frente al incumplimiento de Cubillos Moreno en el pago de las cuotas alimentarias ya causadas, y frente a su ocultamiento, debía -como en efecto lo hizo-, tutelar de manera transitoria los derechos fundamentales de los menores Cubillos Turriago, ordenándole a la Jueza Quince de Familia decretar nuevamente el embargo del derecho que al padre irresponsable corresponde sobre el único bien inmueble propiedad de la sociedad conyugal, a fin de evitar que éste evada totalmente el cumplimiento de la obligación alimentaria que le corresponde, en tanto la madre ejercita alguno de los mecanismos judiciales de defensa previstos en la ley para hacer efectivo el pleno ejercicio de los derechos de los infantes. DECISIÓN En mérito de las breves consideraciones que anteceden, la Sala Cuarta de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: PRIMERO. Confirmar la sentencia proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, Sala de Familia, el 31 de marzo de 1995, en la cual tuteló los derechos fundamentales de los menores Cubillos Turriago. SEGUNDO. Ordenar que se omita la identidad de los menores involucrados en este proceso, en toda publicación que se haga de esta providencia, a fin de salvaguardar sus derechos fundamentales. TERCERO. Comunicar este fallo de revisión al Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, Sala de Familia, a través de la Secretaría General, para los fines del artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Comuníquese, notifíquese, cúmplase, e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. CARLOS GAVIRIA DÍAZ Magistrado Ponente JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO Magistrado HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado MARTHA VICTORIA SÁCHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-347-95 Sentencia No Sentencia No. T-347/95 TERMINO JUDICIAL-Cumplimiento/DEBIDO PROCESO-Vulneración/MORA JUDICIAL El cumplimiento de los términos judiciales no es una dádiva en favor de las partes que comparecen ante las autoridades judiciales y administrativas, sino una obligación en cabeza de los  servidores públicos y una garantía para los ciudadanos que en ejercicio del derecho fundamental a acceder a la administración de justicia  acuden ante el Estado. La garantía del debido proceso implica el cumplimiento de los términos judiciales; es así como el derecho al debido proceso puede resultar vulnerado cuando los servidores públicos encargados de la función jurisdiccional,  desconocen los plazos dentro de los cuales deben adelantar determinados actos. MEDIDAS CAUTELARES-Práctica/INSPECTOR DE POLICIA-Funciones/DEBIDO PROCESO-Violación Para evitar la desnaturalización de las medidas preventivas de embargo y secuestro, las cuales por su esencia no  ameritan  una larga demora, esta Sala de revisión ordenará a la Inspectora Distrital de Policía de Santafé de Bogotá que practique las medidas cautelares para las que fue comisionada, a fin de restablecer la perturbación del derecho fundamental del debido proceso. Es menester entender que los términos procesales son de obligatorio cumplimiento, pues de no ser así, se corre el riesgo de que el deudor se insolvente, o que los bienes se sustraigan del patrimonio del deudor y se convierta en ilusoria la obligación reclamada en el proceso. REF.: Expediente No. T-66013 Peticionario: JORGE AQUILES VERGARA A. Magistrados: Dr. FABIO MORON DIAZ -Ponente- Dr.  VLADIMIRO NARANJO MESA Dr.   JORGE ARANGO MEJIA Santafé de Bogotá D.C.,  agosto dos (2)  de mil novecientos noventa y cinco (1995) La Corte Constitucional, Sala de Revisión No. Ocho integrada por los Magistrados JORGE ARANGO MEJIA, VLADIMIRO NARANJO MESA y FABIO MORON DIAZ, en ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, procede a revisar las sentencias relacionadas con la acción de tutela de la referencia, proferidas por el Juzgado 25 Civil del Circuito de Santafé de Bogotá el 26 de enero de 1995 y por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, D.C., Sala Civil, del  7 de marzo de 1995. I.    ANTECEDENTES a.  La Petición El ciudadano JORGE AQUILES VERGARA AGUDELO, presentó acción de tutela contra el Secretario de Gobierno del Distrito Capital de Santafé de Bogotá, así como frente a la Inspectora Décima  "A" Distrital de Policía de esa ciudad, con el fin de que se ordenara a la última de las citadas, practicar unas diligencias de embargo y secuestro de unos bienes, y a que "se ordene a todas las inspecciones de policía que corresponden a cada Alcaldía, practicar las comisiones civiles, tal como venía ocurriendo." b.   Los Hechos de la Demanda El peticionario manifiesta que inició unos procesos ejecutivos en los Juzgados 2o. y 35 Civiles Municipales de  Santafé de Bogotá,  los días 4 y 15 de noviembre de 1994, respectivamente,  dentro de los cuales se libraron sendos despachos comisorios para practicar unas medidas cautelares, los que correspondieron a la Inspección 10 "A" Distrital de Policía, zona  décima, de fecha 25 de noviembre de 1994, el mencionado funcionario señaló para la práctica de esas diligencias los días  23 y 25 de agosto del año siguiente, lo que significa que su realización apenas ocurrirá casi diez meses después, situación que  constituye una  burla para los intereses de sus clientes, toda vez que entendida la naturaleza de las medidas cautelares han de realizarse rápidamente, sin dilaciones; que pese a funcionar en cada Alcaldía Menor cinco (5) Inspecciones de Policía, últimamente la Secretaría de Gobierno dispuso que una sola de ellas cumpliera estas comisiones, decisión que perjudica a los ciudadanos esperanzados en la ley y a la misma administración de justicia. Por último, argumenta que los comportamientos de los funcionarios de policía  quebrantan la convivencia pacífica de los  ciudadanos, prescrita en el artículo 2o. de la C.N., así como que se infringen las normas de orden público previstas en el C. de P.C, y en la Constitución relativa a los términos judiciales y al debido proceso como derecho fundamental. II.      LA DECISION DE PRIMERA INSTANCIA El Juzgado 25 Civil del Circuito de Santafé de Bogotá, en sentencia de veintiséis (26) de enero de 1995, luego de solicitar unos informes a las  autoridades frente a las cuales se propuso la acción, dictó fallo en el que, tras declarar vulnerado el derecho  fundamental del debido proceso por parte  de la Administración Distrital en cabeza del  señor Alcalde Mayor de Santafé de Bogotá, le ordenó a éste que en el  término de 48 horas adoptara "los  correctivos y medidas pertinentes a efectos de que se efectúe una redistribución para el cumplimiento de las comisiones que los diferentes juzgados del distrito capital le confiere a las Inspecciones de Policía del mismo, a efecto que se cumplan oportunamente y de esta manera se dé una pronta y cumplida justicia", previas las siguientes consideraciones: "En este orden de ideas y sin más consideraciones, por resultar innecesarias, se concluye que al accionante y a muchas otras personas se les está vulnerando el derecho fundamental al debido proceso, pero no directamente por la Inspectora Décima "A" Distrital de Policía, sino por el Gobierno Distrital, en razón a que es éste quien ha dispuesto mediante el Decreto 397 de julio 1o. de 1994 que sean únicamente las inspecciones distinguidas con la letra "A" en cada zona, las que  cumplan los despachos comisorios de las autoridades judiciales, esto es, únicamente una inspección por zona, que es la primera, que como se sabe, el número de comisiones que se confieren por parte de sesenta Juzgados Civiles municipales, treinta y dos del Circuito, más los laborales es bastante  y que es imposible que una sola Inspección en cada zona cumpla con ellas, pues como se puede constatar ene l caso de autos, mediante las pruebas aportadas al informativo, concretamente a la Inspección Décima "A" Distrital de Policía le corresponde en promedio, semanalmente entre 80 y 120 comisiones y que estando practicando un promedio de 8 comisiones diarias, no le es posible evacuar todas las comisiones oportunamente, máxime cuando tiene que atender otros asuntos, como son querellas policivas. Como se puede apreciar si en un evento dado la Inspección indirectamente está vulnerando el derecho fundamental del debido proceso, lo está haciendo es por fuerza mayor, porque está en imposibilidad de cumplir las comisiones conferidas, en forma oportuna y que no es por su propia voluntad sino porque sus superiores, como lo es la Administración Distrital la ha puesto en tal situación. En este orden de ideas podemos darnos cuenta que se debe tutelar el derecho al debido proceso, pero únicamente contra el titular de la Administración Distrital, como lo es el señor Alcalde Mayor de Santafé de Bogotá, D.C., más no con relación a la Inspección, con base en lo anotado y porque el Juzgado tampoco puede llegar a ordenarle que evacue en determinado tiempo las comisiones del accionante, ya que se rompería el turno riguroso en que se deben cumplir y por ende violaría el derecho fundamental a la igualdad de otras personas que están en iguales o peores circunstancias que él y tampoco, procede contra el Secretario de Gobierno del Distrito, en razón a que el directo responsable de la administración y de la distribución de labores es el jefe de la administración, como lo es el señor Alcalde, quien fue la persona que dictó el decreto en comento y es él el único que puede suspenderlo, derogarlo, modificarlo, etc., ya que el Secretario de Gobierno lo único que hace es avalar el decreto. Tampoco puede el Juzgado mediante la presente acción ordenar al Alcalde que proceda a disponer que todas las inspecciones cumplan las comisiones, porque estaría quebrantando la independencia de los poderes del Estado, estaría entrometiéndose en el poder ejecutivo y aún en el legislativo, razón por la cual, para restablecer el derecho fundamental del debido proceso acá vulnerado, se dispondrá que el señor  Alcalde Mayor de Santafé de Bogotá, D.C., proceda en el improrrogable término de 48 horas a tomar los correctivos pertinentes, adoptando las medidas más adecuadas de las comisiones que confieren a las Inspecciones de Policía los diferentes Juzgados de la capital a efecto que las mismas se cumplan oportunamente, para que no se vulnere el derecho al debido proceso y para que efectivamente exista una pronta y cumplida justicia, siendo de esta forma que se pronunciará el Juzgado." III.    LA IMPUGNACION Impugnada la decisión del juez de primera instancia, expresó el representante judicial, en su calidad de Jefe de la Ofiicna Jurídica de la  Alcaldía Menor de Santafé de Bogotá, que como primera medida el fallo judicial de tutela involucra al Alcalde Mayor, pese a no ser la parte demandada, imponiéndole obligaciones; en segundo lugar argumenta que el Decreto 397 de 1994, proferido por la Administración Distrital para corregir los problemas de congestión provocada por las comisiones ciivles emanados de los despachos judiciales de Santafé de Bogotá, no viola el debido proceso, pues la autoridad pública ha respetado las normas que lo rigen; añade que en este asunto el fallo involucra un aspecto legal, de carácter general, utilizándo la acción de tutela para hacer cumplir derechos que sólo tienen categoría legal, o para hacer cumplir  leyes, decretos, reglamentos o cualquier otra norma de rango inferior a normas constitucionales. IV.   LA DECISION DE SEGUNDA INSTANCIA El Tribunal Superior de Bogotá, Sala Civil, mediante sentencia de siete (7) de marzo de mil novecientos noventa y cinco (1995), al resolver la impugnación advertida, se pronunció sobre la petición y sobre la sentencia de tutela y resolvió revocar el fallo de veintiseís (26) de enero de 1995, con base en  los siguientes razonamientos: Considera que: "Resulta palmario que no obstante citarse dos asuntos específicos en los cuales tardíamente se han señalado unas fechas para practicar unas medidas cautelares, la acción involucra la protección  frente a un acto de carácter general. ".... "Ese acto de orden administrativo está constituído por el Decreto 397 del 1o. de julio de 1994, por medio del cual el  señor Alcalde Mayor de Santafé de Bogotá D.C., en su artículo  1o. dispuso que los despachos comisorios de las autoridades judiciales serían diligenciados en cada alcaldía local por una sola Inspección de Policía; ese decreto, por lo demás reglamenta el acuerdo No. 29 de 1993, el que en sus artículos 7o. y siguientes señala entre otros aspectos la especialización de los asuntos a cargo de las  Inspecciones de Policía, facultando al señor Alcalde para indicar la competencia funcional y territorial de éstas. "Tratándose por tanto de un acto administrativo amparado por la presunción de legalidad, de suerte que únicamente  podía atacarse por la correspondiente jurisdicción a través  de los pertinentes recursos, no le era dable entonces al juzgador en sede de tutela la modificación ordenada como quiera que  valga precisarlo, con fundamento en el artículo 6o. numeral 5o.  del Decreto 2591 de 1991, resulta inapropiada intentarla o proponerla 'cuando se trate de actor de carácter general, impersonal y abstracto', toda vez que adicionalmente para debatir la inconstitucionalidad o ilegalidad de un decreto están instituídas las acciones y pretensiones pertinentes ante los órganos judiciales  competentes, y no esta acción, por supuesto  que sólo ha sido concebida para amparar situaciones individuales. " V.  CONSIDERACIONES DE LA CORTE A.  La Competencia Según lo disponen los artículos 86 y 241 numeral 9o., de la Constitución Política y el Decreto 2591 de 1991, la Corte Constitucional por intermedio de su Sala Octava es competente para revisar el fallo mencionado. B.   El Derecho Fundamental del Debido Proceso y los Términos Judiciales. La garantía del debido proceso implica el cumplimiento de los mismos. Esta Corporación, reiteradamente, a través de distintos pronunciamientos judiciales, ha establecido que la realización de la justicia ha de materializarse no solo en los actos y decisiones judiciales sino en todas las fases del proceso.  Las reglas y solemnidades del procedimiento, constituyen algo más que simples fórmulas y rituales, son garantías esenciales en la obtención de la justicia, por ello es necesario que ésta sea rápida y segura a la vez que plena, lo que implica las rotaciones de los conflictos en plazos razonables sin dilaciones indebidas, puesto que ello constituye uno de los valores superiores del ordenamiento constitucional y un elemento fundamental en la aplicación de la totalidad del ordenamiento jurídico. En la realidad de nuestros días, aparece el fenómeno de las cargas y congestión judicial como un problema multicausal, que perjudica profundamente el cabal  funcionamiento de los órganos encargados de administrar justicia. La Carta Política de 1991 no es ajena a esta situación al prescribir en su artículo 228, perentoriamente que "los términos procesales se observarán con diligencia y su incumplimiento será sancionado..", aplicable a toda clase de actuaciones procesales sin distingo alguno. En efecto, el debido proceso como conjunto de garantías establecidas como medios obligatorios, necesarios y esenciales para el ejercicio de la función jurisdiccional y aún administrativa, se materializa,  a través de los procedimientos judiciales y legales para el  cabal cumplimento de administrar justicia.  Todo asunto llevado ante las autoridades judiciales y administrativas para su decisión, requiere de un mínimo conjunto de reglas dentro de las cuales se actúe de conformidad con la Constitución y la ley, y es tan solo  dentro de ese orden establecido, que se llevan a cabo los actos procesales, se atienden y resuelven los intereses en conflicto.  Dentro de  estos elementos  señalados por el legislador para el desarrollo de los procesos judiciales y administrativos, se encuentran los "términos judiciales", se trata de períodos expresamente previstos, dentro de los cuales han de ejercutarse las actuaciones de las partes y de los funcionarios judiciales,  siguiendo  un orden, las pruebas, o para transcurrir una actuación, hacer uso de un derecho o dar certeza a una decisión judicial o administrativa; su objetivo es permitir que el proceso  avance garantizando a las partes e intervinientes que en cada momento procesal puedan hacer  valer sus derechos, siempre y cuando actúen oportunamente. Para esta Sala de Revisión, es pertinente reiterar el principio según el cual, las decisiones judiciales tardías comportan en sí mismas una injusticia, en cuanto, que los conflictos planteados crean una gran incertidumbre y una deslegitimación de la función jurisdiccional.  El artículo 228 de la Carta implica un principio de eficiencia cuando impone el cumplimiento de los términos  judiciales por parte de los servidores judiciales, los cuales no pueden, por vía general, eludir su responsabilidad de impartir  justicia  escudándose en la disculpa de la congestión judicial,  excepto en los eventos en los cuales las dilaciones poseen un estricto elemento de justificación, atendiendo la complejidad del litigio, los márgenes de duración, el interés enfrentado por el demandante, la conducta procesal de las autoridades, la consideración de los medios disponibles, etc., es decir, cuando no quepa duda del carácter fundamental de la mora, la cual al poseer un alcance restrictivo, de acuerdo a la situación probada y objetivamente insuperable, impide al servidor público adoptar oportunamente las decisiones o  la práctica de  ciertas audiencias o diligencias judiciales, para lo cual deben tomarse con prontitud las medidas necesarias para el restablecimiento de un debido proceso,  removiendo los obstáculos dilatorios causantes de la demora indebida. Desde luego vencido el término que no pueda cumplirse por la autoridad, resulta perentorio el trámite preferente otorgando prioridad a la diligencia para garantizar la pronta y cumplida justicia dentro de sus competencias. Esta Corporación ha reiterado en varios fallos, que el cumplimiento de los términos judiciales no es una dádiva en favor de las partes que comparecen ante las autoridades judiciales y administrativas, sino una obligación en cabeza de los  servidores públicos y una garantía para los ciudadanos que en ejercicio del derecho fundamental a acceder a la administración de justicia  acuden ante el Estado. Por ello, la Sala de Revisión de esta Corporación reitera que la garantía del debido proceso implica el cumplimiento de los términos judiciales; es así como la jurisprudencia de esta Corporación ha establecido que el derecho al debido proceso puede resultar vulnerado cuando los servidores públicos encargados de la función jurisdiccional,  desconocen los plazos dentro de los cuales deben adelantar determinados actos.   En reciente pronunciamiento esta Corte ha señalado lo siguiente: "De allí que el artículo 228 de la Constitución haya dispuesto, como mandato perentorio, que los términos procesales se observarán con diligencia y que su incumplimiento será sancionado. La Corte Constitucional ha señalado y ratifica ahora lo siguiente: "El mencionado artículo 228 alude de manera directa al tema que nos ocupa y estatuye de modo perentorio: "Los términos procesales se observarán con diligencia y su incumplimiento será sancionado".  Esta norma debe interpretarse en relación con el artículo 6º de la Constitución, relativo a la responsabilidad de los servidores públicos por omisión en el ejercicio de sus funciones y con el 256 Ibidem, que al enunciar las atribuciones del Consejo Superior de la Judicatura, confía a este organismo la de 'llevar el control de rendimiento de las corporaciones y despachos judiciales'. "En cuanto al derecho de la persona afectada por la omisión, de manera específica se configura una obstrucción indebida para el acceso a la eficaz administración de justicia (artículo 229), derecho éste cuyo carácter fundamental es para la Corte innegable, habida cuenta de su necesaria vinculación con otros derechos tales como la vida, la integridad personal, la libertad, el debido proceso, la igualdad ante la ley, la propiedad, el trabajo, el derecho a la personalidad jurídica y el libre desarrollo de la personalidad, entre otros, pues la realización concreta de estas depende en grado sumo de la celeridad con que actúen los jueces en el cumplimiento de la misión que les ha encomendado el Constituyente. "Considera la Corte que no se trata únicamente de velar por el cumplimiento de los términos por sí mismo ya que él no se concibe como fin sino como medio para alcanzar los fines de la justicia y la seguridad jurídica, sino de asegurar que, a través de su observancia, resulten eficazmente protegidos los derechos de los gobernados, muy especialmente el que tienen todas las personas en cuanto a la obtención de pronta y cumplida justicia."  (Corte Constitucional. Sala Tercera de Revisión. Sentencia T-431 del 24 de junio de 1992). No cabe duda, pues, de la necesidad forzosa del cumplimiento de los términos judiciales para obtener una pronta y cumplida justicia. C.     El Caso Concreto De acuerdo con los documentos que aparecen en el expediente, el actor JORGE AQUILES VERGARA AGUDELO, inició sendos procesos ejecutivos en los Juzgados 2 y 35 Civiles Municipales de Santafé de Bogotá, los días  4 y 15 de noviembre de 1994, dentro de los cuales se libraron despachos comisorios para practicar medidas cautelares, los que correspondieron a la inspección 10A Distrital de Policía de la Zona Décima; según  presentación que de ellos se hiciera el 25 de noviembre de 1994, el mencionado  funcionario señaló para la práctica de las diligencias, los días 23 y 25 de agosto del año siguiente, lo cual significa que su realización  apenas ocurría casi diez meses después.  Situación que no sólo desnaturaliza la figura de las medidas cautelares entendida en su función de institución jurídica procesal preventiva, sino que perjudica a  los ciudadanos demandantes ante la administración de justicia. Para la Sala, no es extraño, ni desconocido que la acumulación de los negocios ejecutivos, singulares, mixtos, etc., y especialmente las  comisiones civiles para la práctica de las medidas cautelares de embargo y secuestro en los distintos despachos e inspecciones de policía de la capital del país, obedece a distintas causas de orden jurídico, técnico, laboral y social; las cuales  se pretende remediar con la expedición del Decreto 397 de 1994, emanado de la administración distrital, en desarrollo  del acuerdo Distrital No. 29 de 1994, el cual se expidió  en el Concejo de Bogotá, precisamente, con la intención de especializar y descongestionar las agencias distritales de policía, removiendo las causas que generan la práctica de las medidas cautelares, provenientes de los jueces de la República para hacer frente a una situación de emergencia, evacuando en el menor tiempo posible todas las comisiones civiles que se encuentren en los despachos de los Inspectores de Policía en mora de resolver. El artículo 228 de la ley suprema estatuye la obligación que tiene todo funcionario administrativo y empleado judicial a partir de la vigencia del nuevo ordenamiento constitucional, de observar en forma diligente los términos procesales, so pena de incurrir en responsabilidad disciplinaria, término que en el caso de las comisiones civiles debe cumplirse con la mayor agilidad, más entratándose de medidas cautelares de embargo y secuestro dentro de los procesos ejecutivos, pues ello es el deseo del mismo Consejo Distrital al  haber expedido el Acuerdo 29 de 1994 y de la administración distrital, con el decreto 397 de 1994, reglamentario del mismo. Para esta Sala de Revisión es claro que todos los servidores judiciales y empleados públicos están obligados constitucional y legalmente a  cumplir de manera fiel los términos procesales y así tiene que ser, enfrentándose a una investigación disciplinaria en caso de no hacerlo, pero no es ajena a la difícil situación a que se ven avocados algunos despachos públicos para lograr  evacuar los negocios  que estén pendientes, sin embargo, es menester hacer esfuerzos para obtener resultados justificatorios y así dar cumplimiento  a la aspiración de todos los ciudadanos de obtener una justicia pronta, eficaz  y oportuna. Esta Sala de Revisión comparte la consideración del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, así como la del aquo, en el sentido de examinar y tomar en cuenta la relación de asuntos de que conoce la Inspección accionada, esto es un promedio de ocho (8) diligencias diarias, para concluir que a la funcionaria no se le puede endilgar una demora injustificada en sus actuaciones encaminada  a evacuar sus asuntos, pues la  tardanza ciertamente obedece, antes que a un comportamiento negligente, al exceso y recargo de trabajo, el cual  incluso excede el horario normal de sus labores. No obstante lo anterior, para evitar la desnaturalización de las medidas preventivas de embargo y secuestro, las cuales por su esencia no  ameritan  una larga demora, pues con ello se  genera un acto de denegación y dilación a la pronta y rápida acción de la justicia, que de contera genera una violación al debido  proceso (art. 29 C.N.), esta Sala de revisión ordenará  a la Inspectora  Décima "A" Distrital de Policía de Santafé de Bogotá que practique las medidas cautelares para las que fue comisionada, a fin de restablecer la perturbación del derecho fundamental del debido proceso, de acuerdo con las respectivas normas procesales previstas en el Código de Procedimiento Civil.  Y se advertirá a los Juzgados 2° y 35 Civiles Municipales de Santafé de Bogotá, que el término para practicar las medidas cautelares es inmediato, o sea, luego que se decreten y sin necesidad de notificar el auto a la parte contra quien ella se dirige (art.  327 C.P.C.). Para arribar a esta decisión, es menester entender que los términos procesales son de obligatorio cumplimiento, pues de no ser así, se corre el riesgo de que el deudor se insolvente, o que los bienes se  sustraigan del patrimonio del deudor y se convierta en ilusoria la obligación  reclamada en el proceso, cumpliendo de esa manera el principio de que ellos constituyen  la prenda general de los acreedores.  Para esta Sala de Revisión es claro que de acuerdo con el Título III del Código de Procedimiento Civil  (art. 31 a 33), el juez de la República competente debe siempre practicar las medidas cautelares de embargo y secuestro, dentro de los procesos ejecutivos y, excepcionalmente, comisionar, cuando no se trate de practicar pruebas, a los inspectores de policía o a los alcaldes.  En efecto, prevé la norma que "El juez podrá comisionar para la práctica de secuestro y entrega de bienes en dicha sede, cuando sea menester, en jueces o autoridades judiciales de inferior categoría, cuando no se trate de recepción o práctica de pruebas, podrá comisionarse a los alcaldes y demás funcionarios de policía", de lo cual se deduce que en algunas eventualidades se puede comisionar a los inspectores de policía, para  la práctica de las medidas ejecutivas, pero no implica que los jueces de la República se despojen de sus obligaciones y deberes judiciales en el ejercicio de sus competencias. De otra parte, la Sala considera que el accionante excedió las facultades  que en su favor consagra el artículo 86 de la Carta, toda vez que al ejercer la acción de tutela solicita que en "adelante todas las inspecciones de policía que correspondan a cada alcaldía practiquen las comisiones  civiles, tal como  venía ocurriendo"; en efecto, el peticionario confunde dos fenómenos jurídicos diversos, pero conexos, por un lado la tardanza en el señalamiento  de unas fechas  para la práctica de unas medidas cautelares, lo cual vulnera el debido proceso como se ha expuesto, y por el otro, la normación  mediante un acto de carácter general que regula el funcionamiento  y  organización de  los despachos comisorios provenientes de las autoridades judiciales hacia las Inspecciones de Policía; esta Sala de Revisión comparte plenamente el argumento expuesto por el Tribunal de segunda instancia, en razón a ajustarse  a la doctrina jurisprudencial de esta Corporación.  En efecto, el adquem expresó: ".... "Ese acto de orden administrativo está constituído por el Decreto 397 del 1o. de julio de 1994, por medio del cual el  señor Alcalde Mayor de Santafé de Bogotá D.C., en su artículo  1o. dispuso que los despachos comisorios de las autoridades judiciales serían diligenciados en cada alcaldía local por una sola Inspección de Policía; ese decreto, por lo demás reglamenta el acuerdo No. 29 de 1993, el que en sus artículos 7o. y siguientes señala entre otros aspectos la especialización de los asuntos a cargo de las  Inspecciones de Policía, facultando al señor Alcalde para indicar la competencia funcional y territorial de éstas. "Tratándose por tanto de un acto administrativo amparado por la presunción de legalidad, de suerte que únicamente  podía atacarse por la correspondiente jurisdicción a través  de los pertinentes recursos, no le era dable entonces al juzgador en sede de tutela la modificación ordenada como quiera que  valga precisarlo, con fundamento en el artículo 6o. numeral 5o.  del Decreto 2591 de 1991, resulta inapropiada intentarla o proponerla 'cuando se trate de actor de carácter general, impersonal y abstracto', toda vez que adicionalmente para debatir la inconstitucionalidad o ilegalidad de un decreto están instituídas las acciones y pretensiones pertinentes ante los órganos judiciales  competentes, y no esta acción, por supuesto  que sólo ha sido concebida para amparar situaciones individuales. "Sobre el particular, entre otras decisiones, ha expuesto la H. Corte Suprema de Justicia: "Como quiera que en Colombia la actividad de la Administración pública es reglada y no discrecional, como norma general, los actos administrativos como manifestaciones de la voluntad del Estado han de expedirse conforme a la regulación legal y, en virtud de ello, se encuentran sujetos a control interno por parte de la propia Administración por la vía gubernativa, dentro de la cual pueden ser objeto  de impugnación mediante los recursos  de reposición y de apelación cuando a ello hubiere lugar, de un lado; y, y de otra parte, también se encuentran sujetos tales actos administrativos a control por la jurisdicción Contencioso  Administrativa, ante la cual, si así se estima pertinente por el interesado puede controvertirse su legalidad y obtenerse, en caso de ser demostrados los perjuicios por una decisión afectada de  ilegalidad, la indemnización que fuere del caso. ".....Agrégase a lo anterior que además de los mecanismos de control ya aludidos, el Código Contencioso Administrativo establece también la posibilidad de acudir a la revocatoria directa del acto en cuestión por la propia administración, así como la de solicitar y obtener, cuando hubiere lugar la suspensión provisional en el proceso administrativo".  (Sentencias de 17 de febrero y 10 de marzo de 1992). En este orden de ideas, la Sala de Revisión confirmará la sentencia de segunda instancia, adicionándola únicamente en el sentido de que para evitar una  violación directa al debido proceso del peticionario, se ordenará a la Inspectora Décima "A" Distrital de Policía de Santafé de Bogotá,  practicar en el término de diez (10) días las medidas cautelares, decretadas los días 4 y 15 de noviembre de 1994, respectivamente, de acuerdo a como lo determina el artículo 35, 37 y 327 del Código de Procedimiento Civil. Y por otra parte, se advertirá a los Juzgados 2° y 35 Civiles  Municipales de Santafé de Bogotá, que su deber es practicar las medidas cautelares, conforme lo ordena la ley, y que  sólo en algunas  eventualidades, en forma excepcional, podrán comisionar a los Alcaldes e Inspectores de Policía para la práctica de dichas medidas ejecutivas, pero ello no implica que lo excepcional adquiera el carácter de regla en la práctica judicial. Por lo anteriormente expuesto, la Sala Octava de Revisión de la Corte Constitucional de la República de Colombia, administrando justicia en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: Primero.  Confirmar la sentencia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, de fecha siete (7) de marzo de mil novecientos noventa y cinco (1995). Segundo.-  Para garantizar el debido proceso ordénase a la Inspectora Décima "A" Distrital de Policía de Santafé de Bogotá, que practique las medidas cautelares, conforme lo ordena la ley, en el término de diez (10) días, dentro de los procesos ejecutivos iniciados por el peticionario. Tercero.-   Adviértase a los Juzgados 2° y 35 Civiles Municipales de Santafé de Bogotá, que deben practicar las medidas cautelares, conforme lo ordena la ley, para el estricto y fiel cumplimiento de sus deberes judiciales, según se señala en la parte motiva de esta providencia. Cuarto.- Comunicar la presente decisión conforme se ordena en el artículo 36 del Decreto  2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, publíquese e insértese en la Gaceta Constitucional  y cúmplase. FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado JORGE ARANGO MEJIA Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-348-95 Sentencia No Sentencia T-348/95 NOTA DE RELATORIA: Por auto No. 049 de 23 de noviembre de 1995, se declaró la nulidad de esta sentencia y fue reemplazada con la sentencia T-074/96 FISCAL GENERAL DE LA NACION-Facultad de comisionar/FISCAL DELEGADO ANTE LA CORTE SUPREMA-Calificación de la investigación/PRECLUSION DE LA INVESTIGACION/DEBIDO PROCESO/PRESUNCION DE LEGALIDAD El Fiscal General de la Nación únicamente tiene que asumir personalmente tres actuaciones dentro del proceso: la calificación de la investigación, la resolución acusatoria y la que se abstiene de acusar.  Estos son los únicos tres actos para los cuales no es admisible la comisión a los fiscales delegados. Todo lo demás puede ser objeto de comisión. No es acertado sostener que al comisionar a los fiscales delegados ante la Corte Suprema de Justicia, el Fiscal General se despojó de la función que le asigna la Constitución y la trasladó a tales funcionarios. En el caso que se estudia, el Fiscal Delegado no calificó la investigación, sino que declaró la preclusión de la misma por atipicidad de la conducta, actuación que sí podía cumplir. En este proceso no se observa violación alguna del debido proceso. El Fiscal Delegado ante la Corte Suprema de Justicia ha actuado en cumplimiento de la resolución dictada por el Fiscal General de la Nación, amparada, por la presunción de legalidad. En consecuencia, su actuación en nada contradice el principio del debido proceso. NOTA DE RELATORIA: Por auto No. 049 de 23 de noviembre de 1995, con ponencia del Dr. Carlos Gaviria Díaz, se declaró la nulidad de esta sentencia. REF: PROCESO T- 71962 DEMANDANTE: José Miguel Díaz Gutiérrez contra el Fiscal Delegado ante la Corte Suprema de Justicia, doctor Guillermo Mendoza Diago. PROCEDENCIA: Consejo de Estado, Sección Cuarta. MAGISTRADO PONENTE: Jorge Arango Mejía. Sentencia aprobada en sesión de la Sala Primera de Revisión, celebrada en la ciudad de Bogotá, a los nueve (9) días del mes de agosto de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Primera de Revisión de la  Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Jorge Arango Mejía, Antonio Barrera Carbonell y  Eduardo Cifuentes Muñoz,  decide sobre el fallo proferido por el Consejo de Estado, Sección Cuarta, en el proceso de tutela promovido por el doctor José Miguel Díaz Gutiérrez. El expediente llegó a la Corte Constitucional, por remisión que hizo el Consejo de Estado, en virtud de lo ordenado por el artículo 31 del decreto 2591 de 1991. La Sala de Selección de la Corte eligió, para su revisión, el expediente de la referencia. I.       ANTECEDENTES El doctor José Miguel Díaz Gutiérrez, presentó, el 23 de marzo de 1995, ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca,  acción de tutela contra el doctor Guillermo Mendoza Diago, Fiscal Delegado ante la Corte Suprema de Justicia, por las siguientes razones: A. Hechos 1.  El actor es el apoderado de la parte civil, dentro de la investigación que por el delito de prevaricato inició la Unidad de Fiscalía Delegada ante la Corte Suprema de Justicia, en contra de algunos magistrados del Tribunal Superior de Bogotá. 2.  El Fiscal delegado que venía conociendo de la investigación, decidió, por auto del quince (15) noviembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), abstenerse de proferir medida de seguridad en contra de los acusados, así como la preclusión de la instrucción por la atipicidad de la conducta denunciada. Decisión que fue impugnada ante el mismo funcionario,  y confirmada por éste. 3.  El demandante considera que las actuaciones desplegadas por el fiscal delegado desconocieron el derecho al debido proceso de sus representados, porque la Fiscalía Delegada ante la Corte Suprema de Justicia carecía de competencia para calificar el mérito del sumario, tal como lo señaló la Corte Constitucional, en el fallo de  octubre 20 de 1994, al declarar inconstitucional el aparte del artículo 17 de la ley 81 de 1993 que facultaba a los fiscales delegados ante la Corte Suprema de Justicia para calificar las investigaciones contra los funcionarios que gozan de fuero constitucional. 4.  El Ministerio Público y la parte civil solicitaron al Fiscal Delegado, doctor Guillermo Mendoza Diago, declarar la nulidad de la providencia, por medio de la cual declaró precluída la investigación por atipicidad de la conducta, así como la remisión del expediente al Despacho del Fiscal General de la Nación, para que dicho funcionario realizara la calificación correspondiente, peticiones éstas que fueron resueltas negativamente por el funcionario acusado. B. Derechos fundamentales presuntamente vulnerados La actuación del Fiscal Delegado ante la Corte Suprema de Justicia, en concepto del actor, desconoce el  derecho al debido proceso de la parte civil constituída dentro del proceso que por el delito de prevaricato inició la Unidad de Fiscalía Delegada ante la Corte Suprema de Justicia. En especial, porque dicho funcionario, según la Constitución y la sentencia de la Corte Constitucional, no es el competente para investigar y calificar la conducta de  funcionarios que gozan de fuero constitucional, en este caso, los magistrados de un Tribunal  Superior de Distrito. C. Pretensiones El demandante solicita ordenar al doctor Guillermo Mendoza Diago,  Fiscal Delegado ante la Corte Suprema de Justicia, remitir al Fiscal General de la Nación, doctor Alfonso Valdivieso Sarmiento, el expediente No. 1098, correspondiente a la investigación que por el delito de prevaricato realiza  esa Unidad,  por ser éste, el único funcionario competente para investigar y calificar la conducta de los sindicados en dicho proceso. D.      Sentencia de primera instancia El Tribunal Administrativo de Cundinamarca, una vez notificado el demandado, mediante sentencia del seis (6) de abril de 1995, DENEGÓ  la tutela solicitada. La razón esgrimida por el Tribunal, para DENEGAR el amparo solicitado, hace referencia a la falta de interés jurídico del demandante para instaurar la acción de tutela de la referencia, pues, si bien ostentaba la calidad de apoderado de la parte civil dentro del proceso penal que inició la Fiscalía Delegada ante la Corte Suprema de Justicia, carecía de legitimación para iniciar  acción de tutela en su nombre. Para el efecto, ha debido demostrar el poder conferido para tal fin,   o  prueba de la imposibilidad de sus representados en el proceso penal, para ejercer su propia defensa, tal como lo exige el artículo 10 del decreto 2591 de 1991. Sin embargo, afirma que en las decisiones adoptadas por el Fiscal Delegado no se evidencia vía de hecho alguna que haga procedente la acción de tutela, pues sus actuaciones han tenido como marco de referencia las normas constitucionales y las del Código de Procedimiento Penal, que le permiten investigar, calificar y acusar a los magistrados de tribunales. E. Impugnación En esencia, el impugnante afirma que la acción de tutela en contra el Fiscal Delegado ante la Corte Suprema de Justicia, no busca desconocer sus providencias sino "...obtener que se respete y haga efectivo el derecho al DEBIDO PROCESO de mis patrocinados, derecho que se ha vulnerado flagrante y ostensiblemente por el señor FISCAL DELEGADO, al retener en forma indebida el expediente No. 1098 (...) pese a que disposiciones constitucionales, legales y administrativas le imponen la obligación de remitirlo por COMPETENCIA al señor FISCAL GENERAL DE LA NACIÓN, por haber llegado el momento de la calificación de la investigación y corresponder esa calificación en forma exclusiva e indelegable al señor FISCAL..." Al escrito de impugnación, el demandante acompañó el poder otorgado por los señores José J. Jiménez Cancino y Amanda Moore de Jiménez, quienes son la parte civil dentro del proceso penal mencionado. Así como la ratificación de la actuación surtida por su apoderado, dentro de la acción de tutela instaurada en su nombre, ante el Tribunal Contencioso Administrativo. F.  Sentencia de segunda instancia La Sección Cuarta del Consejo de Estado,  mediante fallo del doce (12) de mayo de 1995, CONFIRMÓ el proferido por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca. En relación con el primer motivo de rechazo esgrimido por el Tribunal, se consideró que, el poder aportado por el demandante al momento de presentar la impugnación, así como la ratificación de su actuación ante el Tribunal Contencioso Administrativo, presentada por sus poderdantes, subsanó cualquier vicio que, por falta de legitimidad se hubiese producido. En relación con el cargo de fondo, se consideró que, a pesar de lo que sostiene el demandante, la acción de tutela sí estaba dirigida contra una providencia judicial, frente a la cual era improcedente esta clase de acción, de conformidad con la sentencia C-543 de 1992 de  la Corte Constitucional. II.      CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL Primera:    Competencia La Corte Constitucional es competente para decidir este asunto, en virtud de lo dispuesto por los artículos 86 y 241, numeral 9, de la Constitución, en concordancia con las normas pertinentes del decreto 2591 de 1991. Por tanto, procede la Corte Constitucional a resolver este asunto, previas las siguientes consideraciones. Segunda.- Lo que se controvierte Pretende el demandante que se ordene al Fiscal Delegado ante la Corte Suprema de Justicia que conoce del proceso que se adelanta contra unos magistrados de un tribunal superior, remitir tal proceso al señor Fiscal General de la Nación, quien es el único FUNCIONARIO COMPETENTE para investigar y calificar la conducta de tales magistrados. Funda su demanda en la Sentencia de la Corte Constitucional del 20 de octubre de 1994, que declaró INEXEQUIBLES algunas disposiciones del Código de Procedimiento Penal, con base en las cuales venía actuando dicho FISCAL DELEGADO. La sentencia de esta Corte a la cual se refiere el actor, declaró parcialmente inexequible el artículo 17 de la ley 81 de 1993, que en su numeral 1 establecía: "Fiscal General de la Nación.  Corresponde al Fiscal General de la Nación: "1) Investigar, calificar y acusar, directamente o por conducto de sus delegados de la unidad de fiscalía ante la Corte Suprema de Justicia, a los altos funcionarios que gocen de fuero constitucional con las excepciones previstas en la Constitución". "La declaración de inexequibilidad se hizo en los siguientes términos: "SEGUNDO.- Declarar INEXEQUIBLE la expresión "o por conducto de sus delegados de la unidad de fiscalía ante la Corte Suprema de Justicia" contenida en el numeral primero del artículo 17 de la Ley 81 de 1993. No obstante, se advierte que el fiscal general de la Nación podrá comisionar a los fiscales delegados ante la Corte Suprema de Justicia para la práctica de todas las actuaciones procesales distintas a la calificación y a las subsecuentes de formular acusación o abstenerse de hacerlo". Es menester, en consecuencia, examinar si tal declaración tiene los alcances que le señala el actor, o unos diferentes. Además, si la acción de tutela es procedente en este caso concreto. Tercera.- El fallo de inexequibilidad Como se dijo, la declaración de inexequibilidad no se hizo en forma absoluta. Por el contrario, al hacerla se hizo una salvedad expresa, así: "No obstante, se advierte que el fiscal general de la Nación podrá comisionar a los fiscales delegados ante la Corte Suprema de Justicia para la práctica de todas las actuaciones procesales distintas a la calificación y a las subsecuentes  de formular acusación o abstenerse de hacerlo". Lo anterior es de una claridad innegable: el Fiscal General de la Nación únicamente tiene que asumir personalmente tres actuaciones dentro del proceso: la calificación de la investigación, la resolución acusatoria y la que se abstiene de acusar.  Estos son los únicos tres actos para los cuales no es admisible la comisión a los fiscales delegados. Todo lo demás puede ser objeto de comisión. Como se ve, la regla general es la posibilidad de comisionar; y las excepciones son los tres actos descritos. Sostener que solamente puede el Fiscal General comisionar a los fiscales delegados para la práctica de pruebas, es desconocer el texto de la sentencia que se analiza. Pues tal facultad de todas maneras la tenía, y la salvedad, así entendida, habría carecido de objeto. Tampoco es acertado sostener que al comisionar a los fiscales delegados ante la Corte Suprema de Justicia, el Fiscal General se despojó de la función que le asigna la Constitución y la trasladó a tales funcionarios. Por el contrario: en la Resolución 0-2482 de noviembre 8 de 1994, se dice que la actuación de los comisionados se cumplirá "bajo la dirección y vigilancia" del Fiscal General. Y si se sostiene que tal comisión, por su carácter general en lo relativo a los procesos que se adelanten contra una determinada clase de funcionarios, es un acto administrativo, la competencia para decidir si se ajusta o no a la ley y a la Constitución, corresponde a la jurisdicción de lo contencioso administrativo. En consecuencia, mientras ésta no determine lo contrario, la resolución del Fiscal General está amparada por la presunción de legalidad. En el caso que se estudia, el Fiscal Delegado no calificó la investigación, sino que declaró la preclusión de la misma por atipicidad de la conducta, actuación que sí podía cumplir. Dicho sea de paso, la Corte Constitucional, al referirse a su sentencia pasada, no la está aclarando, ni agregándole nada. Únicamente la está aplicando en el presente proceso, para desechar una interpretación errónea que se le pretende dar. No es improcedente ni extraño que la Corte Constitucional tenga que volver sobre sus fallos de constitucionalidad. Así lo hace, por mandato expreso del artículo 243 de la Constitución, cuando decide que una norma reproduce el contenido material de otra que ha sido declarada inexequible por razones de fondo. Y en la misma forma actúa siempre que en el examen de constitucionalidad tiene que relacionar el caso que se controvierte con lo decidido en uno anterior. Cuarta.- Por qué la acción de tutela no es procedente en este caso Al declarar inexequibles las normas del decreto 2591 de 1991 que permitían la tutela contra sentencias y contra providencias judiciales, la Corte Constitucional decidió que ella, excepcionalmente, sería procedente en los casos de violación del debido proceso y en aquellos que impliquen vías de hecho. En este proceso no se observa violación alguna del debido proceso. El Fiscal Delegado ante la Corte Suprema de Justicia ha actuado en cumplimiento de la resolución 0-2482 dictada por el Fiscal General de la Nación, amparada, como ya se dijo, por la presunción de legalidad. En consecuencia, su actuación en nada contradice el principio del debido proceso, consagrado en el artículo 29 de la Constitución. III.- Decisión Con base en lo expuesto, se confirmará la sentencia del Consejo de Estado, de fecha mayo 12 de 1995, pero por las razones expuestas. En consecuencia, la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: PRIMERO: CONFÍRMASE la sentencia dictada por el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Cuarta, con fecha mayo doce (12) de mil novecientos noventa y cinco (1995), pero por las razones expuestas en esta providencia. SEGUNDO: COMUNÍQUESE la presente sentencia al Tribunal Administrativo de Cundinamarca, para que sea notificada a las partes, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, cúmplase, publíquese e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. JORGE ARANGO MEJIA Magistrado ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General Auto No. 049/95 MEDIDAS PROVISIONALES PARA PROTEGER UN DERECHO Dicha medida la puede adoptar el juez respectivo desde la presentación de la solicitud de tutela hasta antes de expedirse el fallo definitivo, pues al resolver de fondo deberá decidir si tal medida provisional se convierte en permanente, esto es, definitiva o si por el contrario, habrá de revocarse. Cabe agregar que el juez, a petición de parte o en forma oficiosa, puede hacer cesar tal medida en cualquier momento. A la Corte no le cabe duda de que para efectos de la aplicación de esta medida provisional, el juez debe evaluar las situaciones de hecho y de derecho en que se fundamenta la solicitud de tutela, para así determinar la "necesidad y urgencia" de decretarla, pues ésta sólo se justificaría ante hechos abiertamente lesivos o claramente amenazadores de un derecho fundamental en detrimento de una persona, y cuya permanencia en el tiempo haría más gravosa la situación al afectado; de lo contrario no tendría sentido la medida cautelar por cuanto los términos para fallar las acciones de tutela son muy breves: 10 días. FISCAL GENERAL DE LA NACION-Preclusión de la investigación/FUNCIONARIOS CON FUERO La declaración de preclusión de la investigación, cualquiera sea el momento procesal en que se produzca, bien el contemplado en el artículo 439 C.P.P. (agotada la investigación) o bien en cualquiera otra etapa de la instrucción, corresponde hacerla al funcionario competente para calificar el mérito del proceso, y que en uno y otro caso tal decisión hace tránsito a cosa juzgada. La resolución de preclusión en los dos casos enunciados es de vital importancia, pues en ella se definen aspectos sustanciales relativos a la existencia del delito y la responsabilidad del procesado, poniendo fin al proceso. En consecuencia, por tratarse de una providencia que decide el fondo de la acción no puede ser dictada por funcionario distinto a aquél que la ley ha establecido para tal fin. En el caso que se examina, el funcionario competente para declarar la preclusión de la investigación por atipicidad de la conducta endilgada a los Magistrados de la Sala Civil del Tribunal Superior de Bogotá, quienes de acuerdo con lo prescrito en el artículo 235-4 de la Constitución gozan de fuero, es el Fiscal General de la Nación. SENTENCIA DE TUTELA-Nulidad Se procederá a declarar la nulidad de la sentencia T-348/95, pues en ella se incurrió en error al admitir que un funcionario incompetente, como era el Fiscal Delegado ante la Corte Suprema de Justicia, profiriera la resolución de preclusión de la investigación contra los Magistrados antes citados, decisión que, como ya se ha expresado, corresponde dictarla al Fiscal General de la Nación. Ref.: Petición de nulidad de la sentencia T-348/95 de la Sala Primera de Revisión de Tutelas. Peticionario: José Miguel Díaz Gutiérrez, en su condición de apoderado de José J. Jiménez C. y Amanda Moore de Jiménez. Magistrado Ponente: Dr. CARLOS GAVIRIA DIAZ Acta No. 61 Santafé de Bogotá, D.C., veintitrés (23) de noviembre de mil novecientos noventa y cinco (1995). I. ANTECEDENTES El doctor JOSE MIGUEL DIAZ GUTIERREZ, obrando en su condición de apoderado de la parte civil en el proceso penal radicado bajo el No. 1098, que adelanta la Fiscalía General de la Nación contra los doctores Ricardo Zopó Méndez, Bernardo Morales Casas y Luis Miguel Carrión Jiménez, magistrados de la Sala Civil del Tribunal Superior de Bogotá, por el presunto delito de prevaricato, interpuso acción de tutela ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca con el fin de que se ordenara al Fiscal Delegado ante la Corte Suprema de Justicia, doctor Guillermo Ignacio Mendoza Diago, remitir el citado expediente al Fiscal General de la Nación, por ser éste el único funcionario competente para investigar y calificar la conducta de los funcionarios prenombrados. Dicho Tribunal decidió en providencia del 6 de abril de 1995, rechazar por improcedente la solicitud de tutela formulada, proveído que fue impugnado por el accionante. El Consejo de Estado, por intermedio de la sección cuarta, resolvió el recurso de apelación interpuesto, mediante sentencia de fecha mayo 12 de 1995, confirmando el fallo de primera instancia y ordenando el envio del expediente a la Corte Constitucional para su eventual revisión. La Sala de Selección No. 6 de esta Corporación seleccionó para revisión dicho proceso, el que fue repartido a la Sala Primera. Dicha Sala efectuó la revisión pertinente como consta en la sentencia T-348 del 9 de agosto de 1995, confirmando la providencia dictada por el Consejo de Estado, "pero por las razones expuestas en esta providencia". Mediante escrito presentado el 26 de septiembre de 1995, el accionante en el proceso de tutela solicita a la Corte que declare la nulidad de la sentencia últimamente citada,  proferida por la Sala Primera de Revisión de Tutelas, y como medida provisional se suspenda la aplicabilidad de la misma, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 7o. del decreto 2591/91, con base en los siguientes hechos: - Los planteamientos jurídicos que se hacen en la sentencia impugnada "constituyen una modificación o cambio de la doctrina sentada por la Honorable Corte Constitucional en su sentencia del 20 de octubre de 1994, al decidir la demanda de inconstitucionalidad contra el art. 17 de la ley 81 de 1993, modificatorio del art. 121 del Código de Procedimiento Penal", en virtud de la cual se declaró exequible la expresión "calificar" contenida en el numeral 1o. del artículo 17 de la ley 81 de 1993 e inexequible el aparte de la misma disposición que dice "o por conducto de sus delegados de la Unidad de Fiscalía ante la Corte Suprema de Justicia", con la advertencia de que "el Fiscal General de la Nación podrá comisionar a los fiscales delegados ante la Corte Suprema de Justicia para la práctica de todas las actuaciones procesales distintas a la calificación y a las subsecuentes de formular acusación o abstenerse de hacerlo". - En la citada sentencia, la Corte Constitucional determinó que el Fiscal General de la Nación es "competente para calificar el mérito de la investigación sumarial contra los sindicados que gozan de fuero constitucional, ya sea para formular acusación contra los mismos, o para abstenerse de hacerlo"; sin embargo, en la sentencia cuya nulidad se solicita, se sostiene en abierta contradicción con el fallo aludido "que el señor Fiscal Delegado ante la Corte Suprema de Justicia, al declarar la preclusión de la investigación por atipicidad de la conducta y ordenar el archivo del expediente, no hizo ninguna calificación del mérito sumarial, olvidando o desconociendo que la declaración sobre preclusión de una investigación, implica una ostensible calificación de los hechos, y examen de la norma penal, con base en la cual se abrió la investigación, para llegar a una conclusión tan impotante como la que sirvió de fundamento a ese Fiscal Delegado para declarar la preclusión del proceso". Además, de que dicha función al tenor de lo dispuesto en los artículos 250-2 y 251-1 de la Constitución le corresponde "en forma indelegable, privativa y especial al señor Fiscal General de la Nación", como bien lo expresó la Corte en la sentencia enunciada. - Así las cosas, considera el accionante que la sentencia cuya nulidad solicita "resulta abiertamente equivocada y contraria a la doctrina constitucional de esa Honorable Corte", en la que se expresó que "la investigación y acusación de funcionarios con fuero constitucional, exige que dada la naturaleza de los hechos objeto del proceso penal, y de inmensa responsabilidad política que se encuentra en juego, debido a la alta investidura del agente estatal sindicado, las decisiones que se adopten provengan de la inmediata dirección, conocimiento y juicio del Fiscal General". II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE. a.- Suspensión del fallo cuya nulidad se solicita. En primer término se referirá la Corte a la solicitud de suspensión de la sentencia T-348/95, expedida por la Sala Primera de Revisión de Tutelas, que con fundamento en lo dispuesto en el artículo 7o. del decreto 2591 de 1991 pide el impugnante, para lo cual es conveniente transcribir el texto de dicho precepto legal. "Artículo 7. Medidas provisionales para proteger un derecho. Desde la presentación de la solicitud, cuando el juez expresamente lo considere necesario y urgente para proteger el derecho, suspenderá la aplicación del acto concreto que lo amenace o vulnere. Sin embargo, a petición de parte o de oficio, se podrá disponer la ejecución o la continuidad de la ejecución, para evitar perjuicios ciertos e inminentes al interés público. En todo caso el juez podrá ordenar lo que considere procedente para proteger los derechos y no hacer ilusorio el efecto de un eventual fallo a favor del solicitante. La suspensión de la aplicación se notificará inmediatamente a aquél contra quien se hubiere hecho la solicitud por el medio más expedito posible. El juez también podrá, de oficio o a petición de parte, dictar cualquier medida de conservación o seguridad encaminada a proteger el derecho o a evitar que se produzcan otros daños como consecuencia de los hechos realizados, todo de conformidad con las circunstancias del caso. El juez podrá, de oficio o a petición de parte, por resolución debidamente fundada, hacer cesar en cualquier momento la autorización de ejecución o las otras medidas cautelares que hubiere dictado". En esta disposición se consagra, entre otras cosas, la suspensión del acto violatorio o amenazador de un derecho fundamental, como medida cautelar o precautelativa que puede decretar el juez que conoce de la acción de tutela, cuando considere "necesario y urgente" que cese en forma inmediata el acto generador de la agresión. Determinación que tiene como único objetivo la protección del derecho fundamental conculcado o gravemente amenazado y, obviamente, evitar que se causen mayores perjuicios o daños a la persona contra quien se dirige el acto. Dicha medida la puede adoptar el juez respectivo desde la presentación de la solicitud de tutela hasta antes de expedirse el fallo definitivo, pues al resolver de fondo deberá decidir si tal medida provisional se convierte en permanente, esto es, definitiva o si por el contrario, habrá de revocarse. Cabe agregar que el juez, a petición de parte o en forma oficiosa, puede hacer cesar tal medida en cualquier momento. A la Corte no le cabe duda de que para efectos de la aplicación de esta medida provisional, el juez debe evaluar las situaciones de hecho y de derecho en que se fundamenta la solicitud de tutela, para así determinar la "necesidad y urgencia" de decretarla, pues ésta sólo se justificaría ante hechos abiertamente lesivos o claramente amenazadores de un derecho fundamental en detrimento de una persona, y cuya permanencia en el tiempo haría más gravosa la situación al afectado; de lo contrario no tendría sentido la medida cautelar por cuanto los términos para fallar las acciones de tutela son muy breves: 10 días. Recuérdese también que el juez de tutela puede ordenar todo lo que considere procedente para proteger los derechos fundamentales, y "no hacer ilusorio el efecto de un eventual fallo a favor del solicitante", de donde se concluye que la adopción de la medida cautelar no puede ser arbitraria sino razonada, sopesada y proporcionada a la situación planteada, lo que deberá hacer el juez del conocimiento, en forma expresa. En el caso bajo examen, el proceso de tutela materia de debate, fue fallado en primera instancia por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca mediante sentencia del 6 de abril de 1995, denegando la tutela, decisión que fue confirmada por la Sección Cuarta del Consejo de Estado como consta en la sentencia del 12 de mayo de 1995, y revisado por esta Corporación por medio de la sentencia cuya nulidad se pide; en consecuencia, es improcedente la solicitud de suspensión impetrada y así se declarará. b. La petición de nulidad. El artículo 49 del decreto 2067 de 1991, establece que "Contra las sentencias de la Corte Constitucional no procede recurso alguno". Igualmente señala que la nulidad de los procesos "sólo podrá ser alegada antes de proferido el fallo" y que "sólo las irregularidades que impliquen violación del debido proceso podrán servir de base para que el Pleno de la Corte anule el proceso", preceptos que, como reiteradamente lo ha sostenido esta Corporación, rigen tanto los procesos de tutela como los juicios de constitucionalidad, y se aplican también a las sentencias, pues si la Sala Plena "tiene el deber de declarar las nulidades que se presenten en cualquier etapa del proceso, la sentencia es una de ellas"; además, "nadie podrá sostener lógicamente que la nulidad de las sentencias por hechos ocurridos en ésta, pudiera alegarse antes de declararla". [1] Por otra parte, la Corte se ha pronunciado sobre las irregularidades que pueden dar lugar a la declaración de nulidad, en estos términos: "Se trata de nulidades circunscritas de manera expresa a las violaciones ostensibles y probadas del artículo 29 de la Constitución Política. Se trata de situaciones jurídicas especialísimas y excepcionales, que tan sólo pueden provocar la nulidad del proceso cuando los fundamentos expuestos por quien la alega muestran, de manera indudable y cierta, que las reglas procesales aplicables a los procesos constitucionales, que no son otras que las previstas en los decretos 2067 y 2591 de 1991, han sido quebrantadas, con notoria y flagrante vulneración del debido proceso. Ella tiene que ser significativa y trascendental, en cuanto a la decisión adoptada, es decir, debe tener unas repercusiones sustanciales, para que la petición de nulidad pueda prosperar."[2] En el caso que hoy se somete a la consideración de la Corte, se observa que en la sentencia dictada por la sala primera de revisión de tutelas, el argumento que sirvió de fundamento para confirmar la denegación de la tutela, contraría la Constitución, normas legales de orden penal y lo resuelto por esta Corporación en la sentencia C-472 de 1994, que hizo tránsito a cosa juzgada. Veamos: De conformidad con las disposiciones que rigen el proceso penal, existen dos momentos procesales en los que puede decretarse la preclusión de la investigación: 1) El previsto en el artículo 36 del Código de Procedimiento Penal, cuando se presenta en cualquier etapa de la instrucción una de las hipótesis allí enunciadas; y 2) Cuando, agotada la investigación, ocurre el mismo fenómeno. Dice así el artículo 36 del Código de Procedimiento Penal: "Preclusión de la investigación y cesación de procedimiento. En cualquier momento de la investigación en que aparezca plenamente comprobado que el hecho no ha existido, o que el sindicado no lo ha cometido, o que la conducta es atípica, o que está plenamente demostrada una causal excluyente de antijuridicidad o de culpabilidad, o que la actuación no podía iniciarse o que no puede proseguirse, el fiscal declarará extinguida la acción penal mediante providencia interlocutoria. El juez, considerando las mismas causales, declarará la cesación de procedimiento cuando se verifiquen durante la etapa del juicio". La resolución de preclusión de la investigacón que con fundamento en esta disposición se dicte, admite los recursos de reposición y de apelación y hace tránsito a cosa juzgada, excepto en el evento de que se haya fundado en que la acción no se podía iniciar por falta de querella. Por otra parte, el artículo 439 del Código de Procedimiento Penal, tal como quedó modificado por el artículo 58 de la ley 81 de 1993, prescribe: "Formas de calificación. El sumario se calificará profiriendo resolución de acusación o resolución de preclusión de la instrucción." La calificación del sumario es una de las providencias más importantes que se profieren dentro del proceso penal, pues en ella se evalúan todos los elementos de prueba que se aportaron al mismo durante la etapa de instrucción, y se analizan las demás circunstancias de hecho y de derecho para determinar la tipicidad del delito y la responsabilidad del procesado o procesados. Al efectuar la calificación el funcionario competente puede asumir una de estas dos posiciones: una, proferir "resolución acusatoria" si se reúnen los requisitos contemplados en el artículo 441 del C.P.P., o dictar "resolución de preclusión de la instrucción", cuando se presente una de las hipótesis enunciadas en el artículo 36 del C.P.P. El funcionario competente, sea cual fuere la determinación que deba adoptar al efectuar la calificación respectiva, deberá hacerlo por medio de un auto interlocutorio, contra el cual proceden, en general, los recursos de reposición y apelación. Por su parte la Corte Constitucional, al resolver la demanda presentada contra el artículo 121 del Código de Procedimiento Penal, modificado por el artículo 17 de la ley 81 de 1993, cuyo numeral primero, prescribe: "Corresponde al Fiscal General de la Nación: 1. Investigar, calificar y acusar, si a ello hubiere lugar, directamente o por conducto de sus delegados de la unidad de fiscalía ante la Corte Suprema de Justicia, a los altos funcionarios que gocen de fuero constitucional con las excepciones previstas en la Constitución", resolvió en sentencia C-472 de 1994, lo siguiente: "Primero. Declarar exequible la expresión "calificar" contenida en el numeral primero del artículo 17 de la ley 81 de 1993". "Segundo. Declarar inexequible la expresión "o por conducto de sus delegados de la unidad de fiscalía ante la Corte Suprema de Justicia" contenida en el numeral primero del artículo 17 de la ley 81 de 1993. No obstante, se advierte que el Fiscal General de la Nación podrá comisionar a los fiscales delegados ante la Corte Suprema de Justicia para la práctica de todas las actuaciones procesales distintas a la calificación y a las subsecuentes de formular acusación o abstenerse de hacerlo". En razón de lo anotado, advierte la Corte que la declaración de preclusión de la investigación, cualquiera sea el momento procesal en que se produzca, bien el contemplado en el artículo 439 C.P.P. (agotada la investigación) o bien en cualquiera otra etapa de la instrucción (art. 36 C.P.P.), corresponde hacerla al funcionario competente para calificar el mérito del proceso, y que en uno y otro caso tal decisión hace tránsito a cosa juzgada. La resolución de preclusión en los dos casos enunciados es de vital importancia, pues en ella se definen aspectos sustanciales relativos a la existencia del delito y la responsabilidad del procesado, poniendo fin al proceso. En consecuencia, por tratarse de una providencia que decide el fondo de la acción no puede ser dictada por funcionario distinto a aquél que la ley ha establecido para tal fin. En el caso que se examina, el funcionario competente para declarar la preclusión de la investigación por atipicidad de la conducta endilgada a los Magistrados de la Sala Civil del Tribunal Superior de Bogotá, quienes de acuerdo con lo prescrito en el artículo 235-4 de la Constitución gozan de fuero, es el Fiscal General de la Nación, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 251 de la Carta y 121-1 del Código de Procedimiento Penal, y en armonía con ellos, la sentencia C-472/94 proferida por esta Corporación. En este orden de ideas, se procederá a declarar la nulidad de la sentencia T-348/95, pues en ella se incurrió en error al admitir que un funcionario incompetente, como era el Fiscal Delegado ante la Corte Suprema de Justicia, profiriera la resolución de preclusión de la investigación contra los Magistrados antes citados, decisión que, como ya se ha expresado, corresponde dictarla al Fiscal General de la Nación. Por estas razones, la Corte en Pleno declarará la nulidad solicitada al encontrar que se ha violado el debido proceso y ordenará que la Sala de Revisión correspondiente, profiera el fallo que reemplace el anulado. En mérito de lo expuesto, la Corte Constitucional en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución, R E S U E L V E : PRIMERO: Declarar la NULIDAD de la sentencia T-348 de 1995, proferida por la Sala Primera de Revisión de Tutelas, el 9 de agosto de 1995, en el proceso T- 71962 SEGUNDO: Comunicar la presente decisión al Tribunal Administrativo de Cundinamarca y al Consejo de Estado, sección cuarta. TERCERO: Enviar el expediente a la Sala Cuarta de Revisión de Tutelas, para que dicte la sentencia que reemplace la anulada. CUARTO: Notificar personalmente la presente decisión al peticionario y al Fiscal Delegado contra quien se dirigió la acción de tutela, haciéndoles saber que contra ella no procede recurso alguno. Notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Presidente JORGE ARANGO MEJIA Magistrado ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado CARLOS GAVIRIA DÍAZ Magistrado HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado ALEJANDRO MARTÍNEZ CABALLERO Magistrado FABIO MORÓN DÍAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1] Auto Sala Plena julio 26/93 M.P. Jorge Arango Mejía. [2] Auto Sala Plena junio 22/95. M.P. José Gregorio Hernández Galindo.
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T-355-95 Sentencia No Sentencia No. T-355/95 DERECHO A LA SUSTITUCION PENSIONAL-Fundamental/PENSION DE SOBREVIVIENTES Ese derecho, para los beneficiarios es derecho fundamental por estar contenido dentro de valores tutelables: el derecho a la vida, a la seguridad social, a la salud, al trabajo. Es inalienable, inherente y esencial. Y, hay una situación de indefensión del beneficiario respecto a quien debe pagarle la mesada. RETROSPECTIVIDAD EN PENSIONES Además de variada, la legislación anterior y posterior a 1988 ha centrado el beneficio en el cónyuge sobreviviente. Cualquier duda que hubiere debe ser resuelta en favor del trabajador o del beneficiario, y, de todas maneras, la norma más favorable debe aplicarse RETROSPECTIVAMENTE. ACTO ADMINISTRATIVO-Ejecutoriedad/ACTO ADMINISTRATIVO-Ejecutividad La ejecutoriedad hace referencia a que determinado acto administrativo, cuya finalidad es producir determinados efectos jurídicos, se presume expedido con base en los elementos legales para su producción y en consecuencia es obligatorio para el administrado y la administración, razón por la cual puede ser ejecutado directamente por la administración, sin necesidad de la intervención de otra autoridad del Estado. En la doctrina moderna, la ejecutoriedad de manera alguna puede confundirse con la ejecutividad. La ejecutoriedad es propia de cualquier acto administrativo, en cuanto significa la condición del acto para que pueda ser efectuado. La ejecutividad equivale, a la eficacia que tal acto comporta, principio que no se constituye en una excepción, sino por el contrario es la regla general de todo acto administrativo. ACTO ADMINISTRATIVO-Obligatoriedad Por obligatoriedad se entiende la necesidad de acatamiento de los efectos jurídicos que se generan a consecuencia del mismo. Abarca tanto a los terceros como al propio ente público y a los demás. Esta obligatoriedad, de manera alguna se restringe en cuanto a su aplicación a los administrados, por el contrario, tal exigencia se extiende a la administración. ACTO ADMINISTRATIVO-Estabilidad/REVOCACION DE ACTO ADMINISTRATIVO La estabilidad de los actos administrativos como carácter  básico en su estructura es siempre elemento a favor del administrado y en consecuencia  elemento primordial  en todo proceso de seguridad jurídica, por ello para no tener en cuenta las reglas señaladas en el artículo 73 del C.C.A, debe la administración distinguir que la revocación del acto no perjudique al administrado, ni a terceros que pudieron estar afectos al acto dictado por la administración. La figura de la revocación, como facultad propia de la administración para dejar sin efectos un acto administrativo de contenido particular pero que de manera alguna puede vulnerar derechos subjetivos adquiridos. Debe establecerse desde ya que esta posibilidad dada a la administración establece determinados limites, por cuanto debe la administración respetarlos y seguir unas reglas señaladas por el legislador. REVOCATORIA DE ACTO ADMINISTRATIVO/DECRETO REGLAMENTARIO-Inconstitucionalidad e ilegalidad Si un decreto reglamentario posterior permite suspender las situaciones jurídicas resultado de actos administrativos que no fueron debidamente impugnados, tal decreto se constituye en abiertamente violatorio de los derechos subjetivos, adquiridos por el administrador. Vemos entonces que la revocación de actos administrativos por parte de la administración, se constituye, en una verdadera excepción. EXCEPCION DE INCONSTITUCIONALIDAD/PRINCIPIO DE EJECUTIVIDAD La norma cuestionada permite al I.S.S. suspender una prestación social decretada legalmente. Pues bién, tal autorización deja SIN EFICACIA un acto administrativo, en otras palabras, atenta contra el principio de la ejecutividad. Adicionalmente el mencionado literal queda cuestionado por dos normas de la actual Constitución: el art. 238 que adscribe en la jurisdicción de lo Contencioso-administrativo la facultad de suspender provisionalmente los efectos del acto administrativo (para el caso de esta tutela: el pago de la pensión) y el art. 83 que consagra el postulado de la buena fé (en el presente caso, como no cabe la revocatoria directa del acto administrativo porque no hay expreso y escrito consentimiento del titular, entonces, el literal b- del art. 42 del Decreto 2665/88, eludió tal situación y le quitó los efectos, siendo esto un ejemplo de ausencia de buena fé). Por estas razones hay que concluir que dicho literal es inconstitucional. COSA JUZGADA ADMINISTRATIVA/PENSION DE SOBREVIVIENTE-Suspensión ilegal por el ISS Existe la protección a la cosa juzgada administrativa, en cuanto favorece al administrado. Para el caso concreto, la cosa juzgada administrativa se predica del acto adminstrativo que concedió la pensión. Y el acto posterior (suspensión de la pensión), hecho extemporáneamente, no tiene la fuerza suficiente para sostener la opinión de que adquirió la presunción de legalidad, porque la suspensión se ampara en una norma ilegal e inconstitucional. Por consiguiente, no es justo que en 1995, veinte años después de decretada una sustitución pensional, venga a tomarse la decisión unilateral de suspenderla con la disculpa, muy discutible, de que en 1973, el cónyuge supérstite no tenía derecho a ella y con invocación de un decreto reglamentario al cual se le aplican las excepciones de inconstitucionalidad y de legalidad; y con el desconocimiento de los principios, caracteres y consecuencias de todo acto administrativo. La determinación del I.S.S. al suspender la pensión de sobrevivientes, no sólo es susceptible de demanda ante la jurisdicción contencioso-administrativa, sino de tutela y ocasiona un perjuicio irremediable. PERJUICIO IRREMEDIABLE POR SUSPENSION DE PENSION Suspender una pensión disfrutada desde hace muchísimos año por un anciano ocasiona un perjuicio grave e irremediable que implica medida urgente y que torna a la medida en impostergable si se trata de una persona que ha superado el promedio de vida probable de los colombianos. ACCION DE TUTELA TRANSITORIA A FAVOR DE PERSONA DE LA TERCERA EDAD El Juez de tutela debe ponderar que en el caso concreto no había discrecionalidad para suspender la pensión (que en el fondo es una revocatoria de la pensión decretada) y al tomarse tal medida se violaron derechos fundamentales. Como esto ocurrió, el perjudicado puede instaurar acción contencioso-administrativa, pero, dada su avanzada edad que un momento dado convertiría en ineficaz una lejana sentencia, entonces la tutela sería viable como mecanismo transitorio puesto que se ha ocasionado un perjuicio irremediable a una persona de la tercera edad. Pero, el presente fallo puede ir más allá y conceder la tutela de manera definitiva, como ocurrió en la citada sentencia 189/95, esto es porque se ha invocado en el presente fallo la excepción de inconstitucionalidad del literal b- del art. 42 del Decreto 2665 de 1988, lo cual implica también la excepción de inconstitucionalidad para la Resolución que suspendió la pensión, invocando tal decreto reglamentario. REF: EXPEDIENTE T-65198 Peticionario: Carlos Alfonso Adams Ordoñez Procedencia: Juzgado 50 Civil Municipal de Santafé de Bogotá. Temas: -Cuándo la pensión de sobrevivientes es derecho fundamental. -Límites a la acción de lesividad y a la revocatoria directa de actos administrativos (Derechos subjetivos consolidados). -Ejecutoriedad, Ejecutividad, Eficacia y Estabilidad  del acto administrativo. Magistrado Ponente: ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Santa Fe de Bogotá D.C.,  (9) nueve de agosto de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, presidida por el Magistrado Alejandro Martínez Caballero e integrada por los Magistrados Fabio Morón Díaz y Vladimiro Naranjo Mesa. EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION Ha pronunciado la siguiente SENTENCIA En el proceso de tutela identificado con el número de radicación T-65198 adelantado por Carlos Alfonso Adams Ordoñez, mediante apoderado, contra el Instituto de Seguros Sociales. I. ANTECEDENTES Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto No. 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. 1. Solicitud. El I.S.S., por resolución 09756 de 14 de diciembre de 1973 concedió pensión de sobreviviente, con mesada de $660,oo mensuales, a Carlos Alfonso Adams Ordoñez, en calidad de cónyuge supérstite de la asegurada fallecida Ana Dueñas de Adams. Al señor Adams se le venía pagando cumplidamente su pensión hasta cuando, por Resolución 01049 de 23 de febrero de 1994, se le suspendió argumentándose que en 1973 el cónyuge varón no podía ser beneficiario de la pensión de su esposa y ello implicaría, según el artículo 42 del Decreto 2665 de 1988 la suspensión de la prestación. Interpuso reposición y apelación contra la Resolución 01049 de 1994 que le suspendió la pensión; no prosperó la reposición el 11 de octubre de 1994 (Resolución 07027) y no aparece en el expediente elemento de juicio que permita pensarse que la apelación ya hubiere sido resuelta. El solicitante afirma encontrarse en limitado estado de salud, no contar con otro medio de subsistencia y tener en la actualidad 74 años. 2. Decisión de primera instancia. La Juez 50 Civil Municipal de Santafé de Bogotá, en sentencia de 25 de noviembre de 1994, luego de un prolijo análisis, declara improcedente la acción. Finaliza con esta apreciación: ".... debemos concretar que el fundamento que trae a colación el accionante basado en el art.73 del Código Contencioso Administrativo, no puede ser de recibo en este caso específico por cuanto aquí la decisión tomada por el Instituto de Seguros Sociales Nivel Nacional y en la que ordenó suspender la prestación conferida a CARLOS ALFONSO ADAMS es un acto administrativo que goza de la presunción de legalidad, y de otra parte no es una simple comunicación, la que sí no tendría ningún otro mecanismo de defensa judicial." 3. Decisión de segunda instancia. Impugnado como fue el fallo del Juzgado 50 Civil Municipal de esta ciudad, el ad-quem (Juzgado 19 Civil del Circuito de Santafé de Bogotá), en sentencia de 9 de febrero de 1995 confirmó con la tesis de que "la parte interesada cuenta con la acción contenciosa y adicionalmente puede hacer uso de la suspensión provisional del acto agraviante" y que, según el Decreto 306 de 1992 no hay perjuicio irremediable "cuando la solución al asunto planteado se concreta al restablecimiento del derecho". II. FUNDAMENTOS JURIDICOS. A. Competencia. Es competente esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional para conocer de esta revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86 inciso 2 y 241 numeral 9 de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991; además, su examen se hace por virtud de la selección que de dicha acción practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma señalada por el Reglamento de esta Corporación. B. Temas jurídicos a tratar. Se ratificarán estas jurisprudencias de la Corte Constitucional: la pensión como derecho subjetivo, la caracterización del perjuicio irremediable, la avanzada edad como factor para tener en cuenta en la tutela como mecanismo transitorio; y se profundizará respecto a este tema: se estudiará la vigencia del literal b-, artículo 42 del decreto 2665 de 1988, frente a la Constitución y la ley,  teniendo en cuenta la evolución del derecho administrativo desde la regla de la revocabilidad a la institución de la cosa juzgada administrativa, y la oportunidad que tienen las entidades públicas para demandar la nulidad y el restablecimiento del derecho (acción de lesividad). 1. La pensión es un derecho subjetivo. Primero hay que señalar la naturaleza de las pensiones, en general. En reciente sentencia de esta Sala[1] se dijo: La pensión, cuando ha adquirido la condición de situación jurídica concreta, merece la especial protección ya señalada por esta Sala de Revisión al estudiar la transformación jurisprudencial que a partir de 1946 se dió al tema de las pensiones. Hizo la Corte Constitucional, en la sentencia aludida (T-456/94, M.P. Alejandro Martínez Caballero) un recuento histórico desde cuando la pensión se consideraba como una GRACIA o RECOMPENSA GRATUITA[2]. Dice la Corte Constitucional: "Con estas actitudes, nadie se atrevía a plantear en aquél entonces que se considerara a las pensiones como derecho adquirido[3]. Se necesitó que el Consejo de Estado principiara a darle un nuevo enfoque a la liquidación de las pensiones para que lo que había sido salvamento de voto en 1915 se convirtiera en doctrina mayoritaria de la Corte Suprema en 1946. La inicial tesis de la Corte Suprema fue variada radicalmente el 28 de febrero de 1946, por sentencia del doctor ANIBAL CARDOSO GAITAN, cuando se declaró inexequible el artículo 9 del Decreto de 1932. Dijo la Corte Suprema: "El régimen jurídico de la pensión de retiro, como el del sueldo, depende de la naturaleza jurídica de la pensión. en tanto que las condiciones legales no se han llenado (pensión eventual) el agente público se halla en una situación legal y reglamentaria; cuando las condiciones legales se han llenado, aquél se encuentra en una situación jurídica individual"[4] Para llegar a estas conclusiones, la sentencia considera al sueldo y a la prestación como "ventajas personales" y les da como respaldo constitucional el respeto que se debe tener a los derechos adquiridos "con arreglo a las leyes civiles" (artículo 10 del Acto Legislativo # 1 de 1936). Este viraje, expresado en una decisión que estableció inconstitucional el tope máximo para pensiones, fijaba además estos criterios: "Desde que un agente público ha llenado las condiciones preestablecidas y se ha producido por los medios legales el reconocimiento de una pensión en su favor, tiene el status que corresponde a una pensión adquirida. El derecho del agente público es entonces irrevocable en el sentido de que las condiciones, las bases de la liquidación, las tarifas que resultan de los textos legislativos en vigor en tal momento, no podrían ser modificados en detrimento suyo".[5] En 1961 reitera la Corte Suprema, en sentencia de constitucionalidad, que las pensiones son derechos personales de los beneficiarios y créditos contra la entidad que la concede[6] y, tanto el antiguo Tribunal Supremo del Trabajo como luego la Sala de Casación Laboral de la Corte, ya no ponen en duda que cuando el pensionado adquiere una situación jurídica concreta no puede menoscabársele. Esto se acerca mucho a la interpretación de la Carta del 1991 que permite afirmar que las prestaciones sociales adquiridas son derechos subjetivos, patrimoniales. La Nueva Constitución se expidió precisamente con el fin de asegurar el trabajo dentro de un marco económico y social justo (Preámbulo de la Carta), caracterizándose al Estado como social de derecho, fundado entre otras cosa en el respeto al trabajo (artículo 1º), teniendo como uno de sus fines esenciales la efectividad de los derechos dentro de los cuales está la remuneración, el reajuste y el pago oportuno de la pensión (artículos 53, 46 y 48). No hay la menor duda de que salario y prestaciones son protegidos constitucionalmente. Es más, el constitucionalismo del 91 no se limita a promulgar los derechos, a dejarlos escritos, sino a protegerlos realmente. "Ahora bien, en derecho público como en derecho privado, la efectividad de las obligaciones sólo se logra si existen los mecanismos judiciales necesarios para que los individuos puedan existir tales conductas por parte del Estado. De lo contrario el derecho se convierte en una mera proclamación de propósitos que nadie asume como propios. En el caso de los derechos constitucionales fundamentales se ha establecido la tutela con el fin de hacer efectivos los derechos de manera pronta y adecuada. La acción de tutela es la respuesta instrumental al propósito del constitucionalismo contemporáneo, según el cual las personas deben gozar efectivamente de sus derechos fundamentales"[7] El criterio para saber cómo se protege este derecho fundamental, ha sido fijado en varias sentencias de la Corte Constitucional, por ello, viene al caso hacer esta referencia: "Esta Corporación estima que las conductas omisivas de las entidades encargadas de la seguridad social (Caja Nacional de Previsión Social, Instituto de los Seguros Sociales) en atender y cumplir debida y prontamente con sus obligaciones frente a los pensionados atenta contra el principio fundamental que rige nuestro Estado social de derecho y que constituye uno de sus fines esenciales, consistente en la eficacia real y no formal de los derechos fundamentales de los asociados. En efecto, el simple reconocimiento de las pensiones no implica que el derecho haya sido satisfecho en debida forma. Para ello es indispensable en aras de darle eficacia material, que efectivamente al pensionado se le cancelen cumplidamente las mesadas futuras y atrasadas, y que se le reconozca en aquellos casos que así se solicite, obviamente si se dan los presupuestos legales, la reliquidación o reajuste de la pensión a que tiene derecho. Obligación que debe hacerse efectiva dentro de los términos legales previstos para ello, en aras a no afectar ni desmejorar los derechos ni la calidad de vida de los pensionados."[8] 2. Cuándo la sustitución pensional es derecho fundamental. Vista la importancia del mantenimiento y pago de las mesadas pensionales a fin de garantizar la calidad de vida de los pensionados, se entrará a estudiar el caso concreto de la sustitución pensional (pensión de sobrevivientes). En sentencia T-292 de 5 de julio de 1995[9] se precisó: "Para la Corte es necesario reiterar que la pensión de invalidez y su equivalente, la sustitución pensional, son medidas de justicia social a favor de personas que se encuentran en situaciones de involuntaria e insufrible necesidad o, que por circunstacias de debilidad manifiesta, de carácter económico, físico o mental, requieren un tratamiento diferencial positivo o protector, con el fin de recibir un trato digno e igualitario en la comunidad (inciso 2 y 3 del artículo 13 C.N.)." Y, en la misma providencia, se trata el tema del respeto a los derechos subjetivos reconocidos a través de un acto administrativo. Dijo la Corte dentro de un caso en el cual la tutela prosperó: "Razones de seguridad jurídica y de respeto a los derechos adquiridos o de las situaciones jurídicas subjetivas que han quedado consolidadas en cabeza de una persona, como también la presunción de legalidad de las decisiones administrativas en firme, avalan el principio de la inmutabilidad o intangibilidad de los derechos subjetivos reconocidos por la administración a través  de un acto administrativo. Es cierto que según el inciso 2º del art. 73 en referencia, es posible la revocación de los actos administrativos de contenido subjetivo o particular y concreto, cuando resulten del silencio positivo, si se dan las causales previstas en el art. 69, o si fuere evidente que el acto ocurrió por medios ilegales, pero esta norma debe ser entendida en el sentido de que hace alusión exclusivamente al llamado acto presunto, producto del silencio administrativo positivo, que ha reconocido una situación jurídica particular o un derecho subjetivo a una persona. Dicho de otra manera, los actos administrativos expresos expedidos por la administración que reconocen un derecho subjetivo no son revocables por ésta sino en los términos ya indicados (art. 73, inciso 1 del C.C.A.). en tal virtud, cuando la administración observe que un acto de esta naturaleza es contrario a la Constitución o a la ley, debe proceder a demandar su propio acto ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo (art. 149 inciso 1º del C.C.A.), pero no podrá revocarlo directamente, pues con ello lesiona derechos de los administrados y se atenta contra la seguridad jurídica de los ciudadanos."[10] Y, concretamente sobre el caso de pensión de sobrevivientes, esta Sala Séptima, ya había indicado: “Este derecho es cierto e indiscutible, irrenunciable; la transmisión en el sector privado fue reglada por la Ley 33 de 1973 artículo 1º. Teniendo como antecedentes el Código Sustantivo del Trabajo art. 275, Ley 171 de 1961 art. 12, Ley 5º de 1969 art. 1º, Decreto 435 de 1971 art. 15 y la Ley 10 de 1972 art. 10. En la Ley 100 de 1993 a esta situación se le da el calificativo de PENSION DE SOBREVIVIENTES (artículo 46 a 49). Se ratifica que a ella tiene derecho en forma vitalicia el cónyuge supérstite y se aclara que además son beneficiarios los hijos menores de 18 años y hasta los 25 siempre que estén incapacitados para trabajar por razón de sus estudios y si dependían económicamente del causante al momento de su muerte, y, los hijos inválidos si dependían económicamente del causante  y mientras subsistan las condiciones de invalidez (art. 47-b) Ese derecho, para los beneficiarios es derecho fundamental por estar contenido dentro de valores tutelables: el derecho a la vida, a la seguridad social, a la salud, al trabajo. Es inalienable, inherente y esencial. Y, hay una situación de indefensión del beneficiario respecto a quien debe pagarle la mesada. La suspensión de hecho, por parte del patrono, del pago de las mesadas, no significa la pérdida del derecho, ni la caducidad de la acción, esa suspensión solamente influye en la prescripción trienal de la mesada. Mientras no exista una decisión judicial, no puede el patrono eludir ni retener la Pensión de Sobreviviente. Y si lo hace, su ilicitud no puede ser causal  de la extinción del derecho."[11] 3. Retrospectividad laboral. En el caso presente se suspendió la pensión del actor con base en el Decreto 2665 de 1988. Es necesario, entonces, ver los antecedentes de la norma, analizar la validez de ella y cotejarla también con la legislación posterior. Ha sido extensa y variada la legislación sobre este tema de la sustitución de pensión al cónyuge. Antes de 1988 existía esta legislación: - Ley 90 de 1946, artículo 59: establece la pensión vitalicia mensual a la viuda, sea o no inválida y al viudo inválido. -Ley 171 de 1961, artículo 12: la establece para el CONYUGE durante los dos años subsiguientes al fallecimiento del empleado jubilado o con derecho a jubilación. -Decreto 3041 de 1966: aprueba el Reglamento del Seguro Social Obligatorio y en su art. 21 habla de la pensión a favor del CONYUGE SOBREVIVIENTE. -Ley 5ª de 1969 artículo 1º: habla del CONYUGE y ratifica los 2 años de pensión, pero continúa hablando de “empleado”. -Decreto 433 de 1971: expresamente deroga (art. 67) la Ley 90 de 1946. -Decreto 435 de 1971, artículo 15: ya habla de TRABAJADOR PARTICULAR y de SU CONYUGE y amplía a CINCO AÑOS. -Ley 10 de 1972, artículo 10: modifica el anterior en el sentido de que para quienes llevaban dos años de sustitución la prórroga sería hasta completar los cinco. -Ley 3 de 1973: Esta norma es para trabajadores particulares y para trabajadores oficiales  y transforma en vitalicias las pensiones de LAS VIUDAS. -Ley 12 de 1975: habla de EL CONYUGE SUPERSTITE si el trabajador fallece antes de cumplir la edad cronológica, pero con tiempo de servicio. -Ley 4ª de 1976: extiende al beneficiario los servicios médicos, odontológicos, etc. -Ley 44 de 1980: facilita el procedimiento de traspaso y pago aportuno de las sustituciones pensionales. -Ley 113 de 1985: define quién es cónyuge supérstite: “esposo o esposa de la persona fallecida”. -Ley 71 de 1988: extiende las previsiones de la sustitución pensional y precisa que las normas legales apenas contienen los derechos mínimos. En 1988 se expidió: - Decreto 2665 de 1988, artículo 42, literal b: permite suspender las prestaciones económicas y de salud, por parte del I.S.S., “cuando se compruebe que conforme a los Reglamentos del seguro, no se tenía derecho a ellas”[12]. Se trata de una norma  que suspende los efectos de un acto administrativo proferido con anterioridad y curiosamente  incluida dentro de un decreto que expresamente dice en su artículo 103 que se aplicará analógicamente el Código Contecioso Adminsitrativo. Con posterioridad al Decreto 2665 de 1988 fue expedida la Ley 100 de 1993 (arts. 46 a 49): reafirma que se concede en forma vitalicia al "cónyuge supérstite,” la pensión de sobrevivientes. Además de variada, la legislación anterior y posterior a 1988 ha centrado el beneficio en el cónyuge sobreviviente. Cualquier duda que hubiere debe ser resuelta en favor del trabajador o del beneficiario, y, de todas maneras, la norma más favorable debe aplicarse RETROSPECTIVAMENTE. 4.1. EJECUTIVIDAD, OBLIGATORIEDAD Y EFICACIA DEL ACTO ADMNISTRATIVO Conviene establecer con meridiana claridad el significado  que comporta el valor de Eficacia, Obligatoriedad, Ejecutoriedad, Ejecutividad y Estabilidad del acto administrativo. La ESTABILIDAD constituye un CARACTER del acto administrativo,[13] o un PRINCIPIO del mismo.[14] Si la Administración expide una Resolución concediendo una sustitución de pensión, tal Acto administrativo adquiere estabilidad y por lo tanto ingresa al mundo jurídico. Otro carácter con categoría de principio, según CASSAGNE es la EJECUTORIEDAD; explica este tratadista: "Como un principio consubstancial al ejercicio de la función administrativa se halla la ejecutoriedad del acto administrativo, que consiste en la facultad de los órganos estatales que ejercen dicha función administrativa para disponer la realización o cumplimiento del acto sin intervención judicial, dentro de los límites impuestos por el ordenamiento jurídico".[15] Marienhoff dice: "La ejecutoriedad del acto administrativo significa que, por principio, la Administración misma y con sus propios medios lo hace efectivo, poniéndole en práctica."[16] O sea: si se profiere una Resolución decretando una pensión la misma entidad que profirió el acto administrativo debe ponerlo en práctica y unilateralmente no puede quitar o suspender los efectos. 4.2. Esta diferencia  trae consecuencias  de suma importancia en  el campo de la certeza jurídica propia de todo Estado de Derecho. Pero antes es necesario indicar que en la teoría administrativa se diferencian la ejecutoriedad de la ejecutividad: "En nuestra opinión la ejecutoriedad y la ejecutividad actúan en dos planos distintos: la primera hace a las facultades que tiene la Administración para el cumplimiento del acto administrativo, sin intervención judicial, utilizando excepcionalmente la coacción; la ejecutividad en cambio se refiere al título del acto en el plano procesal, siendo ejecutivo -conforme a todo nuestro ordenamiento jurídico procesal- aquel acto que, dictado con todos los recaudos que prescriben las normas legales, otorguen el derecho procesal de utilizar el proceso de ejecución. El título ejecutivo del acto administrativo, no es pues en nuestro país la regla o el principio, sino la excepción y debe hallarse fundado en norma legal. Por otra parte, a diferencia del derecho privado, donde la creación del título ejecutivo proviene dl obligado, la Administración Pública (cuando la norma legal la autoriza) es quien crea unilateralmente el título ejecutivo, siendo éste el rasgo fundamental que caracteriza la ejecutividad del acto administrativo."[17] La ejecutoriedad hace referencia a que determinado acto administrativo, cuya finalidad es producir determinados efectos jurídicos, se presume expedido con base en los elementos legales para su producción y en consecuencia es obligatorio para el administrado y la administración, razón por la cual puede ser ejecutado directamente por la administración, sin necesidad de la intervención de otra autoridad del Estado. En la doctrina moderna, la ejecutoriedad de manera alguna puede confundirse con la ejecutividad. La ejecutoriedad es propia de cualquier acto administrativo, en cuanto significa la condición del acto para que pueda ser efectuado. La ejecutividad equivale, a la eficacia que tal acto comporta, principio que no se constituye en una excepción, sino por el contrario es la regla general de todo acto administrativo, según García Trevijano. Constituyendose entonces  en real y efectiva  aplicación del contenido del mismo sin que se difiera su cumplimiento. “Este carácter de exigibilidad proviene del cumplimiento de todos los requisitos que hacen a la existencia del acto. Es distinto a la ejecutoriedad del acto, la cual determina que la administración, aplique el orden jurídico y ejecute por si misma el acto, con la posibilidad de acudir a diversas medidas de coerción para asegurar su cumplimiento.”[18] 4.3. En algunas ocasiones se ha confundido el significado de tales expresiones, pero es claro que la doctrina  distingue la obligatoriedad de la efectividad que el acto administrativo produce. Diferenciación tambien establecida en el Código Contencioso Administrativo señalado en los artículos 48, 64, 65, y 66. La obligatoriedad se constituye en elemento intermedio entre  la ejecutoriedad  y la ejecutividad del acto administrativo. La obligatoriedad como carácter presente en la formación de todo acto administrativo, se presenta como elemento fundamental  (retomada por el tratadista García Trevijano) en relación a lo que Laband denominó “la obligatoriedad del acto en sentido verdadero, es decir , en el negocio jurídico de Derecho público”.[19] Por obligatoriedad se entiende la necesidad de acatamiento de los efectos jurídicos que se generan a consecuencia del mismo. Abarca tanto a los terceros como al propio ente público y a los demás. Esta obligatoriedad, de manera alguna se restringe en cuanto a su aplicación a los administrados, por el contrario, tal exigencia se extiende a la administración.  En tal sentido debe comprenderse el principio antes citado. 4.4. Visto lo anterior, se pasa a analizar los elementos que afectan el acto administrativo. La estabilidad de los actos administrativos como carácter  básico en su estructura es siempre elemento a favor del administrado y en consecuencia  elemento primordial  en todo proceso de seguridad jurídica, por ello para no tener en cuenta las reglas señaladas en el artículo 73 del C.C.A, debe la administración distinguir que la revocación del acto no perjudique al administrado, ni a terceros que pudieron estar afectos al acto dictado por la administración. Revisemos para los efectos del presente análisis la figura de la revocación, como facultad propia de la administración para dejar sin efectos un acto administrativo de contenido particular pero que de manera alguna puede vulnerar derechos subjetivos adquiridos. Debe establecerse desde ya que esta posibilidad dada a la administración establece determinados limites, por cuanto debe la administración respetarlos y seguir unas reglas señaladas por el legislador. Cabe recordar  que expresamente el artículo 73 de C.C.A establece que “Cuando un acto administrativo haya creado o modificado una situación jurídica particular y concreta o reconocido un derecho de igual categoría, no podra ser revocado sin el consentimiento expreso y escrito del respectivo titular”. Como vemos se trata de una renuncia por parte del administrado, que se constituye en una clara declinación por parte del interesado de los derechos que el acto le confiere. Es clara esta disposición  y en consecuencia resulta violatorio de toda la normatividad pretender desconocer lo que allí la norma prescribe. En el estudio del artículo 73 del C.C.A., el Consejo de Estado, Sección Segunda, Sentencia de 6 de mayo de 1992 expresó: "De manera pues, que si para lograr la expedición de un acto administrativo que reconoce un derecho individual se ha hecho uso de medios ilegales, el derecho no es digno de protección y en ese  caso opera el mandato contenido en el artículo 69 del C.C.A., según el cual "Los actos administrativos deberán ser revocados por los mismos funcionarios que los hayan expedido o por sus inmediatos superiores..." porque indudablemente se da la primera de las causales que dan lugar a la revocatoria directa. A juicio de la Sala, esta interpretación consulta los principios constitucionales y además constituye una especie de sanción para quienes recurren a medios ilegales para obtener derechos. Obviamente sólo en el caso de los actos provenientes del silencio adminsitrativo positivo, cuando se dan las causales contempladas en el artículo 69 del C.C.A. y cuando el titular del derecho se ha valido de medios ilegales para obtener el acto, puede revocarse directamente sin su consentimiento expreso y escrito; no cabe este proceder, cuando la administración simplemente ha incurrido en error de hecho o de derecho, sin que tenga en ello participación el titular del derecho. En ese caso, estará obligada a demandar su propio acto ante la imposibilidad de obtener el consentimiento del particular para revocarlo." 4.5. Resulta procedente entonces señalar que si un decreto reglamentario posterior permite suspender las situaciones jurídicas resultado de actos administrativos que no fueron debidamente impugnados, tal decreto se constituye en abiertamente violatorio de los derechos subjetivos, adquiridos por el administrador. Vemos entonces que la revocación de actos administrativos por parte de la administración, se constituye en términos de Marienhoff, en una verdadera excepción. "La revocabilidad del acto administrativo no puede ser inherente a su esencia, ni puede constituir el "principio en esta materia. La revocación del acto administrativo es una medida excepcional, verdaderamente anormal. En suma, la estabilidad de los derechos es una de las principales garantías del orden jurídico, a tal punto que puede incluso sentarse un principio general en tal sentido, que sólo podría ser objeto de excepción en casos concretos y ante norma expresa[20]". Ha dicho nuestro más alto Tribunal en este sentido: "Que no existe ningún precepto de la ley que declare inestables, revisables, revocables o anulables los actos administrativos de cualquier naturaleza y en cualquier tiempo, dejando los derechos nacidos o, consolidados a su amparo a merced del arbitrio o del diferente criterio de las autoridades"[21] Conviene aclarar que la estabilidad del acto creador de derechos alcanza a toda la administración en el doble sentido de que el acto administrativo de cualquier órgano o ente administrativo pueda ser "cosa juzgada administrada", sea un ente autárquico, empresa del Estado, y de que en la medida en que se ha producido la estabilidad, el acto no puede ser revocado por el mismo órgano que lo dictó por un órgano administrativo superior; en otras palabras, que la limitación a la facultad de revocar, modicar o sustituir un acto no sólo al órgano o ente emisor del mismo, sino a toda la administración.[22] Esta apreciación tiene importancia para el caso que motiva esta tutela. En efecto, la norma cuestionada (literal b- del art. 42 del Decreto 2665/88) permite al I.S.S. suspender una prestación social decretada legalmente. Pues bién, tal autorización deja SIN EFICACIA un acto administrativo, en otras palabras, atenta contra el principio de la ejecutividad. Adicionalmente el mencionado literal queda cuestionado por dos normas de la actual Constitución: el art. 238 que adscribe en la jurisdicción de lo Contencioso-administrativo la facultad de suspender provisionalmente los efectos del acto administrativo (para el caso de esta tutela: el pago de la pensión) y el art. 83 que consagra el postulado de la buena fé (en el presente caso, como no cabe la revocatoria directa del acto administrativo porque no hay expreso y escrito consentimiento del titular, entonces, el literal b- del art. 42 del Decreto 2665/88, eludió tal situación y le quitó los efectos, siendo esto un ejemplo de ausencia de buena fé). Por estas razones hay que concluir que dicho literal es inconstitucional. 4.6. Se dirá que hay la posibilidad de que el Estado y las entidades públicas demanden sus propios actos, esto se denomina "acción de lesividad[23]". Esta acción es una figura que, al igual que la revocación, limita la estabilidad propia de todo acto administrativo, por lo tanto debe sujetarse a precisos parámetros señalados por el legislador. Por ello, esta acción tiene una caducidad de dos años. Se afirma lo anterior porque desde 1984 el Decreto 01 que modificó el Código Contencioso Administrativo (expedido con fundamento en facultades extraordinarias) estableció que tratándose de la acción de restablecimiento del derecho, (la única que se predica de "situaciones individuales y concretas"), si el demandante es una entidad pública, la caducidad "será de dos años" (disposición repetida en el Decreto 2304 de 1989, art. 23). Y, el artículo 73 (también vigente hoy) es riguroso. Disposición que venía desde el Decreto 2733 de 1959.[24] Quiere decir lo anterior que si transcurrió el año de 1986 (2 años después del Decreto 01 de 1984) y no se demandó por la Entidad pública, la acción caducó y NO podía después efectuarse la revocatoria directa sin el consentimiento expreso del titular. Y si un decreto reglamentario posterior permite desconocer las situaciones jurídicas concretas que resultaron de actos administrativos que no fueron oportunamente impugnados, tal decreto es violatorio de derechos adquiridos y por lo tanto sería inconstitucional e ilegal. Es decir, es restringida y sujeta a caducidad la posibilidad de dejar sin efectos un acto de la administración que establece situaciones jurídicas de carácter particular y concreto, y esta facultad excepcional le corresponde a la jurisdicción contencioso administrativa. 4.7. Además, existe la protección a la cosa juzgada administrativa, en cuanto favorece al administrado. Este aspecto lo desarrolla CASSAGNE, así: "Hace mucho -aproximadamente hasta la segunda mitad de este siglo- se sostenía la existencia de un principio que caracterízaba al acto administrativo y lo tornaba diferente del acto del derecho privado: la regla de la revocabilidad. Tal principio es contemporáneo a la construcción de la teoría del acto administrativo como acto exclusivamente unilateral, donde al caracterizarlo como producto de un solo sujeto estatal dotado de prerrogativas de poder público, el mismo podía revocar el acto sin necesidad de obtener la conformidad del administrado. De esta manera, a diferencia de los actos de derecho privado -que eran en principio irrevocables como regla general puesto que la existencia de los contratos hacía imposible la aceptación del dogma de la revocabilidad- un sector de la doctrina ha sostenido que éste era de la esencia del acto administrativo. Sin embargo, como reacción contra el absolutismo que entrañaba la tesis del acto unilateral esencialmente revocable, surgió una suerte de protección contra la posibilidad de extinguir ciertos actos en la Administración Pública, dando origen a la institución de la denominada "cosa juzgada administrativa", a pesar, a pesar de que su régimen no fuera enteramente similar al de la cosa juzgada judicial. En efecto, la cosa juzgada administrativa se distingue de la cosa juzgada judicial por dos aspectos esenciales: a) se trata de una inmutabilidad estrictamente formal -no material- en el sentido de que nada impide que el acto que tiene estabilidad en sede administrativa sea después extinguido por el órgano judicial; y b) porque siempre se admite la revocación favorable al administrado. Pero lo cierto es que por influencia especialmente de los teóricos alemanes la tesis de la "cosa juzgada administrativa" fue ganando adeptos sin que se advirtieran mayormente las transformaciones que se operaban en forma contemporánea en el campo del derecho administrativo".[25] En la doctrina moderna, ha sido superado el concepto de Bielsa quien sostenía que "el acto administrativo es, por principio general, revocable" y hoy se admite la inmutabilidad formal que implica que la revocabilidad sólo procede en circunstancias de excepción y no procede cuando viola leyes superiores, como ya ha quedado explicado. Para el caso concreto, la cosa juzgada administrativa se predica del acto adminstrativo que concedió la pensión. Y el acto posterior (suspensión de la pensión), hecho extemporáneamente, no tiene la fuerza suficiente para sostener la opinión de que adquirió la presunción de legalidad, porque la suspensión se ampara en una norma ilegal e inconstitucional, según se dijo antes y se corrobora a continuación. 4.8. El Decreto 2665 de 1988, es un DECRETO REGLAMENTARIO, expedido con invocación del numeral 3º del artículo 120 de la antigua Constitución. Este Decreto reglamentario, permitió la suspensión de las prestaciones sociales y de salud concretas cuando violaran el reglamento del I.S.S. Si el Decreto 2665 de 1988  se expidió con fundamento en el artículo 120 numeral 3º  de la anterior Constitución, ha debido respetarse lo dicho allí: que el decreto busca "la cumplida ejecución de la leyes". Pues bién, no se ajustó a la ley porque pasó por alto las normas del Código Contencioso Administrativo antes señaladas. Con mayor razón es inconstitucional hoy porque viola los artículos 1º, 2º, 58, 123 de la Constitución Política.  Los artículos 2º y 58 porque las autoridades de la República deben proteger los "bienes" (dentro de ellos están las pensiones) y garantizar "los derechos adquiridos" (una resolución que otorga una pensión crea un derecho). El 123 por cuanto los servidores públicos "ejercerán sus funciones en la forma prevista por la Constitución, ley y el reglamento" y ocurre que el literal b- del artículo 42 del Decreto en mención consagró una suspensión que violaba normas del Código Contencioso. Y, por último, se desconoce el artículo 1º de la Carta que consagra el Estado Social de Derecho. Por consiguiente, no es justo que en 1995, veinte años después de decretada una sustitución pensional[26], venga a tomarse la decisión unilateral de suspenderla con la disculpa, muy discutible, de que en 1973, el cónyuge supérstite no tenía derecho a ella y con invocación de un decreto reglamentario al cual se le aplican las excepciones de inconstitucionalidad (art. 4º C.P.) y de legalidad; y con el desconocimiento de los principios, caracteres y consecuencias de todo acto administrativo. La determinación del I.S.S. al suspender la pensión de sobrevivientes, no sólo es susceptible de demanda ante la jurisdicción contencioso-administrativa, sino de tutela y ocasiona un perjuicio irremediable. Como esto último no fue bién comprendido por el ad-quem, se requiere repetir lo ya dicho por la Corporación en numerosos casos. 5. Perjuicio irremediable. “El Juez de tutela evaluará la situación, en cada caso concreto, para prevenir un perjuicio irremediable, convergiendo así el derecho y la realidad. "Ha señalado en reiteradas oportunidades esta Corporación, que para la procedencia de la tutela como mecanismo transitorio, es indispensable que exista con certeza la posibilidad de que se produzca el perjuicio, para lo cual el fallo de tutela se presenta en este caso, como el medio idóneo de protección inmediata y transitoria de los derechos fundamentales del afectado, mientras el juez competente se pronuncia de manera definitiva"[27] El criterio del juzgador tendra en cuenta que: "... será necesario evaluar si los hechos que se ponen en como en conocimiento de la autoridad judicial son inminentes y graves, frente a lo cual resultaría necesario adoptar una solución en forma urgente e impostergamble. Debe en este punto establecer esta Sala de Revisión, que no todo perjuicio que de por sí acarrea un menoscabo físico, psíquico o patrimonial puede calificarse como irremediable. Diariamente los asociados se enfrentan a situaciones que pueden resultar perturbadoras, inquietantes, e incluso alarmantes, pero que no ameritan, a través de la acción de tutela, todo el dezplazamiento inmediato del aparato judicial para remedair el problema; es decir, se trata de circunstancias que no reúnen los elementos del "perjuicio irremediable" definidos anteriormente, y, que, por tanto, pueden ser solucionadas mediante el uso de las acciones ordinarias ante las jurisdicciones competentes".[28] La sentencia que precisa los elementos del perjuicio irremediable es la siguiente: "A- El perjuicio ha de ser inminente: "que amenaza o está por suceder prontamente".  Con lo anterior se diferencia de la expectativa ante un posible daño o menoscabo, porque hay evidencias fácticas de su presencia real en un corto lapso, que justifica las medidas prudentes y oportunas para evitar algo probable y no una mera conjetura hipotética.  Se puede afirmar que, bajo cierto aspecto, lo inminente puede catalogarse dentro de la estructura fáctica, aunque no necesariamente consumada.  Lo inminente, pues, desarrolla la operación natural de las cosas, que tienden hacia un resultado cierto, a no ser que oportunamente se contenga el proceso iniciado.  Hay inminencias que son incontenibles: cuando es imposible detener el proceso iniciado.  Pero hay otras que, con el adecuado empleo de medios en el momento oportuno, pueden evitar el desenlace efectivo. En los casos en que, por ejemplo, se puede hacer cesar la causa inmediata del efecto continuado, es cuando vemos que desapareciendo una causa perturbadora se desvanece el efecto.  Luego siempre hay que mirar la causa que está produciendo la inminencia. B). Las medidas que se requieren para conjurar el perjuicio irremediable han de ser urgentes, es decir, como calidad de urgir, en el sentido de que hay que instar o precisar una cosa a su pronta ejecución o remedio tal como lo define el Diccionario de la Real Academia.  Es apenas una adecuación entre la inminencia y la respectiva actuación:  si la primera hace relación a la prontitud del evento que está por realizarse, la segunda alude a su respuesta proporcionada en la prontitud. Pero además la urgencia se refiere a la precisión con que se ejecuta la medida, de ahí la necesidad de ajustarse a las circunstancias particulares.  Con lo expuesto se verifica cómo la precisión y la prontitud señalan la oportunidad de la urgencia. C). No basta cualquier perjuicio, se requiere que éste sea grave, lo que equivale a la gran intensidad del daño o menoscabo material o moral en el haber jurídico de la persona.  La gravedad obliga a basarse en la importancia que el orden jurídico concede a determinados bienes bajo su protección, de manera que la amenaza  a uno de ellos es motivo de actuación oportuna y diligente por parte de las autoridades públicas.  Luego no se trata de cualquier tipo de irreparabilidad, sino sólo de aquella que recae sobre un bien de gran significación para la persona, objetivamente.  Y se anota la objetividad, por cuanto la gravedad debe ser determinada o determinable, so pena de caer en la indefinición jurídica, a todas luces inconveniente. D). La urgencia y la gravedad determinan que la acción de tutela sea impostergable, ya que tiene que ser adecuada para restablecer el orden social justo en toda su integridad. Si hay postergabilidad de la acción, ésta corre el riesgo de ser ineficaz por inoportuna.  Se requiere una acción en el momento de la inminencia, no cuando ya haya desenlace con efectos antijurídicos.  Se trata del sentido de precisión y exactitud de la medida, fundamento próximo de la eficacia de la actuación de las autoridades públicas en la conservación y restablecimiento de los derechos y garantías básicos para el equilibrio social. De acuerdo con lo que se ha esbozado sobre el perjuicio irremediable, se deduce que hay ocasiones en que de continuar las circunstancias de  hecho en que se encuentra una persona, es inminente e inevitable la destrucción grave de un bien jurídicamente protegido, de  manera que urge la protección inmediata e impostergable por parte del Estado ya en forma directa o como mecanismo transitorio. El fundamento de la figura jurídica que ocupa la atención de esta Sala es la inminencia de un daño o menoscabo graves de un bien que reporta gran interés para la persona y para el ordenamiento jurídico, y que se haría inevitable la lesión de continuar una determinada circunstancia de hecho. El fin que persigue esta figura es la protección del bien debido en justicia, el cual exige lógicamente unos mecanismos transitorios, urgentes e impostergables, que conllevan, en algunos casos, no una situación definitiva, sino unas medidas precautelativas."[29] Y, en sentencia que declaró  inexequible el inciso 2º del numeral 1º del artículo 6º del Decreto 2591 de 1991 la Corte dijo: "Tratándose de la segunda modalidad de la acción de tutela - cuando se utiliza como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable -, el dato legal, esto es, la existencia de un medio judicial ordinario no es óbice para que la persona pueda instaurarla. Por el contrario, el presupuesto de procedibilidad de esta acción es precisamente la existencia de un medio legal de defensa que, sin embargo, no impide que la persona puede apelar transitoriamente a la acción de tutela justamente para evitar un perjuicio irremediable.[30] Por supuesto que establecer CUANDO existe el perjuicio irremediable no es tarea fácil. en primer lugar hay que examinar si las acciones u omisiones son manifiestamente ilegítimos y contrarios a derecho, "pues de otra manera no se violan ni amenazan los intereses del presunto afectado".[31] En segundo lugar, el daño debe ser grave, "sólo la irreparabilidad que recae sobre un bien de gran significación objetiva para la persona puede ser considerado como grave."[32] Además, el perjuicio tiene que ser inminente, es decir, que "se haría inevitable la lesión de continuar una determinada circunstancia de hecho"[33]. Y ante esa inminencia, "las medidas que se requieren para conjurar el perjuicio deben ser urgentes"[34], impostergables, y, en relación concreta con las pensiones de jubilación, un reconocimiento tardío equivale a un pago atrasado, ha dicho la Corte: "En el Estado social dederecho los pensionados no pueden representar un sector residual en el pago de las deudas del erario. Las normas constitucionales que protegen a la tercera edad (art. 46), que consagran el derecho a la igualdad y a la protección de los débiles (art. 1º y 13) y que, específicamente, imponen en el pago oportuno de las pensiones (art. 53), no pueden quedar relegadas por prácticadas que convierten la vida de los pensionados en un drama para el cual la constitución y las leyes no son sino meros postulados retóricos"[35] Suspender una pensión disfrutada desde hace muchísimos año por un anciano ocasiona un perjuicio grave e irremediable que implica medida urgente y que torna a la medida en impostergable si se trata de una persona que ha superado el promedio de vida probable de los colombianos. Esto último plantea este otro tema: 6.  La incidencia de la edad en la tutela. En la sentencia T-456/94, de esta Sala de Revisión, se dijo: "La equidad permite que para igualar las cargas de los ancianos frente a otros jubilados que no han superado la edad de vida probable de los colombianos,se puede aplicar la tutela, como mecanismo transitorio, ordenándose que el derecho prestacional del reclamante, si se ajusta a la ley, sea visualizado por el anciano, sin que la existencia de otros medios de defensa judiciales se constituya en disculpa para que el longevo no conozca en vida la solución para sus derechos reclamados. Esta es una forma de valorar la eficacia y decidir jurídicamente con base en los elementos fácticos. Con mayor razón opera este mecanismo transitorio si el anciano reclama porque se le ha violado el derecho a la igualdad, en otras palabras, porque su dignidiad se ve ofendida ante la triste realidad de que el Estado, al cual le prestó sus servicios por muchos años, le da un trato discriminatorio. Esa persona tiene todo el derecho a conocer en vida el resarcimiento de su dignidad ultrajada. La Corte ha dicho en sentencia T-011/93: Para que la vida del hombre sea digna de principio a fin, es obligatorio asegurarle a las personas de la tercera edad el derecho a la seguridad social. En el derecho comparado, se consagra también la protección de la tercera edad. Por ejemplo, en los artículos 50 de la Constitución Española y 72 de la Portuguesa. Para la tercera edad es necesario proteger, en particular, el pago oportuno de las prestaciones a su favor, ya que su no pago, habida cuenta de su imposibilidad para devengar otros ingresos ante la pérdida de su capacidad laboral, termina atentando directamente con el derecho a la vida". Y en SENTENCIA T-135 del mismo año: "En virtud de lo anterior, se puede afirmar que la efectividad real y material de los derechos consagrados en la Carta Política del 91 constituye el primer y más importante factor de legitimidad de nuestro Estado Social de Derecho en el camino de diseñar una sociedad lo más justa posible para así lograr la paz y la justicia social. Pero si lo dicho es valido, es aún más cuando se trata de derechos fundamentales de las personas de la tercera edad. En efecto, la misma Constitución en su artículo 13 le impone al Estado la obligación de velar por aquellas personas que por sus condiciones económicas, físicas o mentales, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta. Así, se busca que el Estado promueva y gerantice, en la medida de sus posibilidades, las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva, y nada mejor para ello que se proteja efectivamente a los ciudadanos de la tercera edad quienes por sus especiales condiciones constituyen un sector de la población que merece y necesita una especial protección por parte del Estado- como obligación constitucional-, de la sociedad y de sus familias, dentro del principio de solidaridad social en que se cimienta el Estado (Art. 48). En efecto, el simple reconocimiento de las pensiones, que si es bien un requisito indispensable, no implica que el derecho haya sido satisfecho en su debida forma. Para ello, y en aras de darle eficacia material, es necesario que a los peticionarios se les incluya en la nómina de pensionados y, lo que es aún más importante, que efectivamente se les empiece a cancelar cumplidamente las mesadas futuras y las atrasadas." En SENTENCIA  T- 406/93, se agregó: "Como lo ha sostenido la Corte Constitucional, los derechos a la salud y a la seguridad social de todas las personas y en particular de los pensionados son ciertamente derechos fundamentales, que en principio deben ser prestados por la entidad, empresa o patrono por vía directa o indirectamente a través de un contrato específico, sin perder el contratante la responsabilidad sobre la prestación del servicio". Y, en SENTENCIA T-446/93 y T-447/93. "Cuando se trata de derechos fundamentales de las personas de la tercera edad, se le impone al Estado la obligación de velar por aquellas personas que por sus condiciones económicas, físicas y mentales, se encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta." En realidad, en estos casos la tutela, como mecanismo transitorio, surge por la amenaza de daño que implicaría para un anciano el tener que esperar la alejada decisión judicial sobre el reajuste pensional impetrado. Y no se puede decir que podría pedir la suspensión provisional y así solucionar rápidamente el problema, ya que la suspensión provisional neutraliza momentáneamente los efectos del acto administrativo, pero no puede ordenar la expedición de uno que lo reemplace.[36] (Subrayado fuera del texto lo referente a la SUSPENSION PROVISIONAL). Queda claro que en el caso que se estudia  cabe la tutela, la pregunta es: si opera como mecanismo transitorio, o en forma definitiva. RECAPITULACION PARA EL CASO CONCRETO. El señor Adams, desde hace más de 20 años disfrutaba de una sustitución de pensión, mediante Resolución que gozaba de presunción de legalidad y estaba amparada por los principios de estabilidad y ejecutoriedad; y, de un momento a otro, se le suspende la pensión, sin tenerse en cuenta el art. 73 inciso 1º del C.C.A., el artículo 136 ibidem, poniéndose por encima de estas normas a una de inferior categoría (art. 42 decreto 2665/88) con el argumento muy discutible de que la sustitución pensional para el viudo no era viable en 1973 y con olvido de la retrospectividad de la normatividad laboral y violación de principios y consecuencias del acto administrativo. En un caso similar[37] dijo la Corte Constitucional: "Al respecto, ha sostenido el H. Consejo de Estado[38] que tanto el artículo 24 del Decreto 2733 de 1959, como el inciso 1o. del 73 del C.C.A., tienen por finalidad, garantizar la protección de los derechos individuales y la firmeza de las situaciones jurídicas de carácter particular y concreto, para que no puedan ser revocados ni los unos ni las otras, en forma unilateral por la administración. Lo que se busca con la prohibición o restricción legal al ejercicio de la revocatoria por parte de la administración, se funda en la inmutabilidad de los actos administrativos que hayan consagrado un derecho subjetivo a favor de un particular -inmutabilidad que se sustenta en la necesaria seguridad jurídica que debe asistir a los administrados en sus relaciones con la administración-, los cuales gozan del principio de la irrevocabilidad por parte de la administración, a fin de evitar que ésta sea el juez de sus propios actos. En consecuencia, creada una situación jurídica individual, como la que se configuró para la accionante en virtud de la Resolución No. 011844 de 1992 emanada del Instituto de los Seguros Sociales, Seccional Cundinamarca, ésta es irrevocable unilateralmente por la administración, salvo que concurra el consentimiento expreso y escrito del titular del derecho. Contrario a lo dispuesto en el artículo 73 del C.C.A., el Instituto de los Seguros Sociales expidió la Resolución No. 08217 de junio 10 de 1994, por medio de la cual revocó la Resolución No. 011844 de 1992 -acto de carácter particular y concreto en virtud de la cual se reconoció la pensión para sobrevivientes en cabeza de la accionante y de sus hijos-, razón ésta que conduce a estimar el desconocimiento y la violación del ordenamiento legal citado, ya que el acto administrativo señalado que era irrevocable, fue revocado en forma unilaterial por la entidad accionada, sin consentimiento de la titular del derecho. Adicionalmente, no se cumplió el requisito previo que permitía legalmente la revocatoria del acto administrativo que le reconoció el derecho a la señora Mateus Cantor, cual era el consentimiento expreso y escrito del respectivo titular. Por el contrario, ésta controvierte la decisión injustificada de la administración que desconoce su derecho. En estos casos, lo procedente no es la revocatoria directa del acto administrativo creador de una situación jurídica individual y colectiva, sino la acción correspondiente ante la jurisdicción competente a fin de que se obtenga la nulidad de dicho acto por quebrantar preceptos superiores de derecho." El Juez de tutela debe ponderar que en el caso concreto no había discrecionalidad para suspender la pensión (que en el fondo es una revocatoria de la pensión decretada) y al tomarse tal medida se violaron derechos fundamentales. Como esto ocurrió, el perjudicado puede instaurar acción contencioso-administrativa, pero, dada su avanzada edad que un momento dado convertiría en ineficaz una lejana sentencia, entonces la tutela sería viable como mecanismo transitorio puesto que se ha ocasionado un perjuicio irremediable a una persona de la tercera edad. Pero, el presente fallo puede ir más allá y conceder la tutela de manera definitiva, como ocurrió en la citada sentencia 189/95, esto es porque se ha invocado en el presente fallo la excepción de inconstitucionalidad del literal b- del art. 42 del Decreto 2665 de 1988, lo cual implica también la excepción de inconstitucionalidad para la Resolución que suspendió la pensión, invocando tal decreto reglamentario. En mérito de lo expuesto, la Sala 7ª de Revisión de la Corte Constitucional en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución RESUELVE: PRIMERO: REVOCAR las sentencias del Juzgado Cincuenta Civil Municipal de Santafé de Bogotá (de 25 de noviembre de 1994) y del Juzgado 19 Civil del Circuito de esta ciudad (de 9 de febrero de 1995). SEGUNDO: CONCEDER la tutela y, consecuencialmente, ORDENAR al Instituto de Seguros Sociales que en el término de 48 horas continúe pagando a Carlos Alfonso Adams Ordóñez la sustitución pensional que motivó la presente tutela y se le cancelen las mesadas debidas. TERCERO: Líbrense por Secretaría las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. CUARTO: Envíese copia de esta sentencia al Defensor del Pueblo. QUINTO: El Juzgado de primera instancia vigilará el cumplimineto de este fallo. Notifíquese, comuníquese, cúmplase, insértese en la Gaceta Constitucional. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado Ponente FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1]Sentencia T-313 de 19 de julio de 1995, Magistrado Ponente: Alejandro Martínez Caballero. [2]Sentencia de 25 de octubre de 1918, Ponente: Gnecco Laborde, ver G.J.T. XXVI, #1380, pág. 378 y la de 10 de diciembre de 1915 (g.j. #1225, p.165) ambas de la Corte Suprema, Sala Plena. [3]Ver. G.J.T. XLV, # 1928, pág. 600. Sentencia de 18 de octubre de 1937, Ponente : Pedro Alejo Rodríguez. [4]Gaceta Judicial #2029, pág. 1º. [5]Ibidem. [6]Sentencia de 11 de diciembre de 1961, Ponente: Enrique López de Pava, ver. G.J.T. XCVII, #2246-9, pág. 18. [7]Ponente: Ciro angarita Barón, T-526, 18 de séptiembre 1992. [8]Sentencia T-181, 7 de mayo de 1993, Ponente: Hernando Herrera Vergara. [9]Sentencia 292/95, Magistrado Ponente: Fabio Morón Díaz. [10]Ibidem. [11]Sentencia T-173/94, Magistrado Ponente: Dr. Alejandro Martínez Caballero. [12]Nótese que este caso es muy diferente a la suspensión de una pensión de invalidez cuando el pensionado no se somete a las revisiones médicas. [13]Ver Agustín Gordillo, Procedimiento y recursos administrativos. [14]Ver Juan Carlos Cassagne, El Acto administrativo. [15]Ibidem, pág. 331. [16]Marienhoff Miguel, Tratado de derecho administrativo, T. II, Pág. 374 [17]Ibidem, pág. 357. [18] Rodrigez Moro. La Ejecutividad del Acto Adminstrativo, Madrid, 1949 pág 32 [19] García Trevijano, Jose Antonio, los Actos Administrativos, Editorial Civitas S.A,Madrid 1986, Pág 108. [20]Gordillo Agustín, Tratado de Derecho Administrativo, Ediciones Macchi , Buenos Aires, 1979. [21]Idem. [22]Ibidem, Pág. 68. [23]"LESIVIDAD. En la definición de Vivancos, la cualidad que hace anulable, por los tribunales de la jurisdicción contencioso-administrativa, un acto de la administración que lesiona los intereses públicos, de orden económico o de otra naturaleza, dictado con antigüedad no superior a 4 años y aquejado de ilegalidad simple o no manifiesta. La declaración de lesividad corresponde: 1º cuando se trate de la administración estatal, al ministro del ramo por orden ministerial, o al Consejo de ministros, por orden acordada; 2º cuando se trate de una corporación local, por acuerdo del ayuntamiento en pleno o de la diputación provincial; 3º cuando se trate de un ente público institucional, por resolución del mismo conforme a sus normas vigentes." Diccionario enciclopédico de derecho usual, V. Pág. 130, Guillermo Cabanellas. [24]En el Decreto  2733 de 1959 la revocación directa podía ser en cualquier tiempo (art. 22), PERO "cuando el acto administrativo haya creado una situación jurídica individual, o reconocido un derecho de igual categoría, no podra ser revocado sin el consentimiento expreso y escrito del respectivo titular". [25]CASSAGNE, Juan Carlos, "El Acto Administrativo". Pág. 383 [26]La prescripción máxima es de 20 años. [27]Sentencia T- 52/94, Ponente doctor HERNANDO HERRERA [28]Sentencia T- 253/94, Ponente doctor VLADIMIRO NARANJO. [29]Corte Constitucional. Sentencia Nº T- 225/93 Magistrado Ponente: Dr. Vladimiro Naranjo Mesa. [30]Corte Constitucional Sentencia Nº T-531/93. Magistrado Ponente: Dr Eduardo Cifuentes Muñoz. [31]T-52/94, Ponente doctor HERNANDO HERRERA. [32] T- 56/94, Ponente doctor EDUARDO CIFUENTES. [33]T-234/94, Ponente doctor FABIO MORON DIAZ. [34] T-56/94, Ponente doctor EDUARDO CIFUENTES. [35]T-56/94, Ponente doctor EDUARDO CIFUENTES. [36]Sentencia T- 456/94, Magistrado Ponente: Dr. Alejandro Martínez Caballero. [37]Sentencia T-189/95, Magistrado Ponente: Hernando Herrera Vergara. Tema: Revocatoria del reconocimiento de una pensión de sobrevivientes. [38] Cfr. Consejo de Estado, Sentencia de mayo 6 de 1992. Sección Segunda.
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T-356-95 Sentencia No Sentencia No. T-356/95 PENSION DE INVALIDEZ-Extinción Si el inválido recupera en todo o en parte su capacidad y ello es constatado en la revisión médica, legalmente practicada, y, por consiguiente, hay un cambio en la calificación de la incapacidad del trabajador, entonces, se reabre para éste la perspectiva de ser readmitido en el puesto de trabajo del cual fue alejado por fuerza mayor (la invalidez sobreviviente). No hacerlo significaría que una calamidad (la enfermedad) se convertiría en razón suficiente para dislocar el derecho al trabajo, esto no es justo ni compatible con el Estado Social de Derecho. Por supuesto que este derecho a la reinstalación no es absoluto, como se explicará posteriormente al analizar el caso de los funcionarios del Estado. DERECHO AL TRABAJO-Reinstalación/ACCION DE TUTELA TRANSITORIA Si se dice que el trabajador ha recuperado su capacidad laboral debe facilitársele la reinstalación y esto si es susceptible de la acción de tutela porque se afecta un derecho fundamental: el derecho al trabajo; y lo será como mecanismo transitorio porque todo dependerá de la acción ordinaria (laboral o administrativa) ya que si se decreta la nulidad de la Resolución que declaró extinguida la pensión de invalidez y se llegare a considerar que dicha pensión debe mantenerse, entonces hay que evitar la conjunción de sentencias encontradas: una que ordenaría que se le dé trabajo a la persona y otra que ordenaría que se le de la pensión de invalidez. PERJUICIO IRREMEDIABLE-Elementos Establecer CUANDO existe el perjuicio irremediable no es tarea fácil. En primer lugar hay que examinar si las acciones u omisiones son manifiestamente ilegítimos y contrarios a derecho, "pues de otra manera no se violan ni amenazan los intereses del presunto afectado". En segundo lugar, el daño debe ser grave, "sólo la irreparabilidad que recae sobre un bien de gran significación objetiva para la persona puede ser considerado como grave." Además, el perjuicio tiene que ser inminente, es decir, que "se haría inevitable la lesión de continuar una determinada circunstancia de hecho". Y ante esa inminencia, "las medidas que se requieren para conjurar el perjuicio deben ser urgentes", impostergables. REF: Expediente Nº67761 Procedencia: Tribunal Contencioso Administrativo del Valle del Cauca. Peticionario: Libia Cuesta. Tema: Pensión de invalidez (consecuencias ante la modificación de la incapacidad). Prestaciones Sociales de los empleados y trabajadores de las Entidades Territoriales. Magistrado Ponente: ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Santa Fe de Bogotá , D.C., agosto nueve (9) de mil novecientos noventa y cinco (1995) La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, presidida por el Magistrado Alejandro Martínez Caballero e integrada por los Magistrados Fabio Morón Díaz y Vladimiro Naranjo Mesa. EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION Ha pronunciado la siguiente SENTENCIA En el proceso de tutela identificado con el número de radicación T-67761, adelantado por Libia Cuesta, acumulado por decisión de la Sala de Selección Nº 5,, de 8 de mayo de 1995, al expediente 68030; y luego, por decisión de esta Sala de Revisión se determinó que se estudiarán por separado los dos casos (auto de 25 de julio de 1995). ANTECEDENTES 1. Elementos de juicio. 1.1. Libia Cuesta representada por abogado, instauró acción de tutela, como mecanismo transitorio, contra la División de prestaciones sociales del Departamento del Valle-gobernación del Valle del Cauca. 1.2.1. Libia Cuesta solicita que no se le suspenda el pago de la pensión de invalidez, reconocida por Resolución 12561 de 2 de diciembre de 1992, mesada de $148.30196, concedida después de trabajar por 19 años 13 días al servicio del Departamento del Valle, habiéndose retirado "por enfermedad no profesional con pérdida de la capacidad laboral del 100%". 1.2.2. En la mencionada Resolución se dijo: "La pensión durará por todo el tiempo que permanezca la beneficiaria incapacitada, lo debe demostrar cada 6 meses con el respectivo certificado médico oficial y que presentará ante la División de prestaciones sociales del departamento". 1.2.3.1. El 19 de abril de 1994, mediante Resolución Nº 2454 de la División de prestaciones sociales del departamento del Valle se declaró extinguida la pensión de invalidez, en razón de que la Jefe de Unidad Médica y Salud ocupacional conceptuó que la incapacidad médica es del 20%, y, se aplicó el artículo 67 del Decreto 1848 de 1969. 1.2.3.2. La afectada interpuso los recursos contra la Resolución que le extinguió la pensión, poniendo en tela de juicio la incapacidad señalada del 20% por cuanto fue, según ella, rendida sobre la historia clínica, sin oír a los neurocirujanos que atienden a la paciente. Además, se alega en el escrito para agotar la vía gubernativa que no fue reintegrada a cargo similar. En los actos administrativos que revolvieron los recursos NO se hizo mención alguna al reintegro. 1.2.3.3. Fueron traidas al expediente las Resoluciones que negaron la reposición (Nº03617 de 28 de julio de 1994) y la apelación (Nº 023 de 28 de octubre de 1994). En esta última se hace referencia a que se aportaron por Libia Cuesta los exámenes de los médicos Miguel Velázquez, William Escobar y Javier Burbano y se hace expresa mención, en la Resolución, de que se hizo "la evaluación de la historia clínica por la Unidad médica y de salud ocupacional". Obra en el proceso el concepto reciente del neurocirujano Miguel Velázquez quien indica que la incapacidad tiene el carácter de permanente e irreversible. 1.2.4. La Jefe de división de prestaciones sociales de la Secretaría de Servicios administrativos del Valle del Cauca le dice al fallador de primera instancia que la paciente fue evaluada por especialistas, pero, no obraba en el proceso la evaluación aludida (hecha, por los doctores Jorge Rubiano y Gilberto Morales), sólo había una referencia a ellos en una certificación de la Jefe de unidad médica y salud ocupacional. No aparecía en el proceso la prueba cierta de que la peticionaria hubiera sido evaluada por los especialistas Jorge Rubiano y Gilberto Morales, por cuanto, como ya se dijo, no aparecían los exámenes médicos de ellos, ni constancia de cuándo y cómo se citó a dicha señora para evaluación, lo cual obligó a averiguar si era cierta o no la aseveración de la Secretaría de Servicios Administrativos. Por tal razón, en auto de esta Sala de 21 de julio/93 se ordenó: "PRIMERO: Solicítese al Jefe de División de Prestaciones Sociales de la Secretaría de Servicios Administrativos del Departamento del Valle del Cauca, (Palacio de San Francisco, CALI) que, en el término improrrogable de 24 horas, remita a la Corte Constitucional, Sala Séptima de Revisión (calle 72 Nº7-96) los conceptos rendidos por Jorge Rubiano y Gilberto Morales respecto a la revisión médica de Libia Cuesta, la copia del último examen médico practicado a dicha señora, copia de las citaciones que se le hubieren hecho a Libia Cuesta para revisión médica y CONSTANCIA de si Alba Liliana Silva de Roa (Jefe de la Unidad médica y salud ocupacional) ha examinado o no personalmente a Libia Cuesta o, si por el contrario, ha revisado es la historia clínica de Libia Cuesta; e igualmente se indique cuándo y dónde fue examinada Libia Cuesta por Jorge Rubiano y Gilberto Morales y por orden de quién. La respuesta a lo interior será remitido por FAX o por el medio más rápido posible a esta Sala de Revisión. SEGUNDO: Solicítasele a la interesada Libia Cuesta que informe por escrito a esta Sala de Revisión, en el término de 24 horas, si los doctores Jorge Rubiano y Gilberto Morales le han hecho revisión médica, en caso afirmativo dónde, cuándo y por orden de quién." 1.25. Transcurrió el término fijado, Libia Cuesta reconoció que sí la examinaron los doctores Rubiano y Morales. Efectivamente, ello ocurrió en septiembre de 1993. 2. Decisiones en las instancias. 2.1. Fallo de Primera Instancia: El 2 de febrero de 1995, el Tribunal Contencioso Administrativo del Valle del Cauca concedió la tutela como mecanismo transitorio. En uno de sus razonamientos dice que la declaratoria de extinción no conllevó "el reingreso del exbeneficiario al empleo que en virtud de la invalidez dejó vacante". Sin embargo, en la parte resolutiva se dijo que la orden de tutela se mantiene hasta cuando "se produzca fallo definitivo sobre la demanda de nulidad y restablecimiento del derecho que la accionante haya incoado oportunamente o incoe dentro de los cuatro (4) meses siguientes a este fallo", dando a entender que se mantiene la pensión de invalidez. 2.2. Fallo de Segunda Instancia: El 17 de marzo de 1995 la Sección 5ª del Consejo de Estado revocó y denegó la tutela con base en la presunción de legalidad del acto que extinguió la pensión, en la posibilidad que tiene el particular para recurrir ante la autoridad competente, en la no existencia de un perjuicio irremediable puesto que no "aparece acreditado que la vida de la accionante esté en peligro, menos que hubiere sido sometida a tortura, tratos crueles, inhumanos o degradantes, o que al faltarle la pensión de invalidez no disponga de otros medios de subsistencia." FUNDAMENTOS JURIDICOS A. Competencia. Es competente esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86 inciso 2º y 241 numeral 9º de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991; además, su examen se hace por virtud de la selección que de dicha acción practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma señalada por el Reglamento de esta Corporación. B. Temas Jurídicos a tratar. En numerosas sentencias de esta Corporación se ha sostenido que la pensión es un derecho subjetivo[1]. Partiendo de esa premisa se analizará cuándo la pensión de invalidez es derecho fundamental, pero ligado esto a la importancia de la revisión médica; luego se fijarán los derechos prestacionales de los trabajadores de las Entidades Territoriales para concluir en la protección al trabajo como consecuencia de la disminución en la incapacidad laboral. 1. Cuándo la pensión de invalidez es derecho fundamental. Ya esta Sala, en sentencia de 19 de julio de 1995, había expresado: Tratándose de la pensión de invalidez adicionalmente tiene vigencia el principio de la solidaridad. Por eso su reconocimiento y pago tiene un carácter de derecho subjetivo y humano. Y entrará a ser fundamental en una situación concreta al darse algunas condiciones que la jurisprudencia ya ha establecido. En sentencia T-440/94. M.P. Fabio Morón Díaz, se precisó cuándo la pensión de invalidez es DERECHO FUNDAMENTAL DERIVADO: "Como lo ha expresado en diversas oportunidades esta Corporación, el derecho a la seguridad social no  está expresamente consagrado en la Constitución como un derecho fundamental.  Sin embargo, este derecho establecido en forma genérica en el artículo 48 de la Constitución, adquiere el carácter  de fundamental cuando, según  las circunstancias del caso, su reconocimiento  tiene la potencialidad de  poner en peligro otros derechos y principios fundamentales como la vida, la dignidad humana, la integridad  psíquica, moral o el derecho a la igualdad entre las personas. Desde otro punto de vista, se dice que el derecho a disfrutar de la pensión, en ocasiones, comparte la naturaleza de fundamental, dada su  derivación directa e inmediata del derecho al trabajo,  considerado también como principio esencial del Estado social de derecho, y siempre que su titularidad recaiga en  personas que gozan de su pensión por diversas  razones. En repetidas ocasiones, esta Corporación también se ha pronunciado sobre el derecho a la seguridad social,  en especial los derechos a la pensión de vejez, de jubilación y la invalidez que giran  en rededor de los pensionados, quienes merecen una especial consideración como parte de la sociedad y el Estado, buscando la plena efectividad de todos sus derechos, en forma que éstos no se conviertan simplemente en la enunciación  de premisas que no van a tener un fin práctico. En el caso sub-exámine, encontramos que el ISS procedió equivocadamente; en efecto, desde un comienzo, ese ente administrativo, mediante sendos actos administrativos (resoluciones 12907 de 1976 y 03511 de 1981), concedió la calidad de pensionado por incapacidad permanente al peticionario.  De las pruebas que obran en el expediente, se advierte la actuación ilegal del ISS, que en forma insolidaria y negligente despojó al asegurado de su pensión de invalidez permanente, y demás prestaciones asistenciales, sin mediar citación y decisión de ninguna especie -pues en el expediente no aparece prueba sobre citación alguna-; suspendió la pensión, que luego trata de justificar con las resoluciones posteriores 03430 de 1991 y 5964 de 1991 sin adelantar ningún proceso. Es evidente que la administración, unilateralmente dejó al peticionario GABRIEL RODRIGUEZ ARANGO, en situación precaria, le quitó el medio que tenía para su congrua subsistencia, lo del diario vivir, y consecuentemente los servicios médicos, en perjuicio de su salud y seguridad social, que es la base de la vida misma y el derecho a su rehabilitación. En conclusión, no se puede, unilateralmente, suprimir o suspender una pensión de invalidez. Si bien es cierto que el reconocimiento de esta clase de pensiones constituye una situación consolidada al pasado y es una situación condicionada al futuro, de todas maneras no se puede despojar al asegurado de su pensión sino cuando desaparece la incapacidad que motivó la pensión de invalidez, en razón de que al ser rehabilitado para trabajar no tiene sentido ni es socialmente justo mantenerlo inactivo. 2. La "condición al futuro" en la pensión de invalidez. Este aspecto depende básicamente de la revisión médica. En la misma sentencia del 18 de julio de 1995 se examinó el tema: "Si la pensión de invalidez es tutelable siempre y cuando afecte un derecho fundamental (v. gr. el derecho al trabajo, o a la vida), es lógico que en tal caso el presupuesto básico para que alguien invoque como fundamental el derecho a la seguridad social es el de que su invalidez le impida trabajar. Y esto es tan obvio que la Ley 100 de 1993, artículo 44 establece: "Art. 44.-Revisión de las pensiones de invalidez. El estado de invalidez podrá revisarse: a) Por solicitud de la entidad de previsión o seguridad social correspondiente cada tres (3) años, con el fin de ratificar, modificar o dejar sin efectos el dictamen que sirvió de base para la liquidación de la pensión que disfruta su beneficiario y proceder a la extinción, disminución o aumento de la misma, si a ello hubiere lugar. Este nuevo dictamen se sujeta a las reglas  de los artículos anteriores. El pensionado tendrá un plazo de tres (3) meses contados a partir de la fecha de dicha solicitud, para someterse a la respectiva revisión del estado de invalidez. Salvo casos de fuerza mayor, si el pensionado no se presenta o impide dicha revisión dentro de dicho plazo, se suspenderá el pago de la pensión. Transcurridos doce (12) meses contados desde la misma fecha sin que el pensionado se presente o permita el examen, la respectiva pensión prescribirá. Para readquirir el derecho en forma posterior, el afiliado que alegue permanecer inválido deberá someterse a un nuevo dictamen. Los gastos de este nuevo dictamen serán pagados por el afiliado, y b) Por solicitud del pensionado en cualquier tiempo y a su costa." El Acuerdo 049 de 1990 del I.S.S. que reza: "Art. 11.- Obligatoriedad de las revisiones y prescripciones médicas. El asegurado que solicite pensión de invalidez y quien esté en goce de la misma, deberá someterse a las revisiones, reconocimientos y exámenes médicos periódicos que ordene el instituto, con el fin de que los médicos laborales de esta institución, procedan a calificar la invalidez, disminuir su cuantía, aumentarla o declarar extinguida la pensión, cuando de dicho control médico resultare, que la incapacidad se ha modificado favorablemente, agravado o desaparecido. El pensionado por invalidez igualmente estará obligado a someterse a los tratamientos curativos y de rehabilitación que le sean prescritos por los médicos del instituto. El no acatamiento a lo dispuesto en este artículo, producirá según el caso, la suspensión del trámite de la pensión o de su pago. Uno y otro se reanudarán, si subsiste la invalidez, en la fecha en que el beneficiario se someta a las prescricpiones médicas correspondientes." El artículo 67 del Decreto 1848 de 1969 que estableció: "Toda persona que perciba pensión de invalidez está obligada a semeterse a los exámenes médicos periódicos que ordene la entidad pagadera de la pensión con el fin de que ésta proceda a disminuir su cuantía, aumentarla... o declararla extinguida si de dicho control médico resultare que la incapacidad se ha modificado favorablemente..." El artículo 281 del Código Sustantivo del Trabajo: "Art. 281.- PAGO DE LA PENSION. 1. La pensión de invalidez se paga provisionalmente durante el primer año de incapacidad, pudiendo examinarse periódicamente al inválido con el fin  de descubrir las incapacidades en evolución, evitar la simulación y controlar su permanencia. Vencido ese año se practicará examen médico y cesará la pensión si el inválido ha recuperado más de la tercera parte de su primitiva capacidad de ganancia. 2. Sin embargo, puede cancelarse la pensión en cualquier tiempo en que se demuestre que el inválido ha recuperado más de la tercera parte de su primitiva capacidad de ganancia." Lo anterior significa que si del dictamen médico resultare que el inválido se ha recuperado, se puede dar por extinguida la pensión de invalidez y se incorporaría nuevamente a la vida laboral el trabajador. También dijo la Sala en la sentencia tantas veces citada: "El temor de que la evaluación médica señale una incapacidad que hiciere perder la pensión de invalidez, es hipótesis que no vulnera el derecho a la pensión de invalidez, entendida como derecho fundamental derivado, ya que el derecho a la vida no se afectaría en razón de que la persona no constataría deterioro de su salud, sino todo lo contrario: recuperación; además, el dictamen apenas es elemento de juicio. Tampoco se vulneraría el derecho al trabajo puesto que la evaluación médica lo que diría es que la persona ha recobrado total o parcialmente su capacidad de laborar y tal afirmación no significa un salto al vacío, en el sentido de que el incapacitado se quedaría sin pensión y sin trabajo, puesto que, como ya se dijo, NO DESAPARECE EL DESTINATARIO DE LA OBLIGACION DEL REENGACHE."[2] 3. Qué ocurre cuando se extingue la pensión de invalidez? Una respuesta racional, basada en la obvia circunstancia de que el retiro del trabajo no ha sido voluntario, sería la siguiente: cuando el inválido se recupera para su trabajo habitual, tiene derecho a su reincorporación porque entran en juego tres principios constitucionales: el orden justo (Preámbulo de la Carta), el Estado social de derecho (art. 1º C.P.) y la protección al trabajo (art. 53 C.P.). Es que, si el inválido recupera en todo o en parte su capacidad y ello es constatado en la revisión médica, legalmente practicada, y, por consiguiente, hay un cambio en la calificación de la incapacidad del trabajador, entonces, se reabre para éste la perspectiva de ser readmitido en el puesto de trabajo del cual fue alejado por fuerza mayor (la invalidez sobreviviente). No hacerlo significaría que una calamidad (la enfermedad) se convertiría en razón suficiente para dislocar el derecho al trabajo, esto no es justo ni compatible con el Estado Social de Derecho. Por supuesto que este derecho a la reinstalación no es absoluto, como se explicará posteriormente al analizar el caso de los funcionarios del Estado. En el derecho comparado se puede hacer referencia al Decreto 1451 de 1983, en ESPAÑA. En su artículo 2.1 se dispone que los trabajadores cuyo contrato se hubiera extinguido por habérseles reconocido una incapacidad permanente total o absoluta y que, después de haber recibido prestaciones, hubieran recobrado su anterior capacidad laboral, tendrán "preferencia absoluta para la primera vacante que se produzca en su categoría o grupo profesional". Y, en España, también tienen derecho a readmisión (art. 2.2. decreto 1451/83) los inválidos permanentes totales que quedan en situación de invalidez permanente parcial, en cuyo caso la readmisión también se hará "en la primera vacante que se produzca" siempre y cuando "resulte adecuada a su capacidad laboral", es decir, que en este evento se le puede asignar una categoría profesional distinta a la primitiva. En Colombia, si se trata de trabajadores particulares, existe, este respaldo legal: Artículo 283 del Código Sustantivo del Trabajo: "RECUPERACION O REEDUCACION. 1. La Empresa puede procurar la recuperación o reeducción de sus trabajadores inválidos, a su costo, a fin de habilitarlos para desempeñar oficios compatibles con su categoría anterior en la misma empresa, con su estado de salud y con sus fuerzas y aptitudes y para obtener una remuneración igual a la de ocupacuciones semejantes en la misma empresa o en la región". Esta norma estaba íntimamente relacionada con el artículo 281 del C. S. del T. que establecía una pensión de invalidez provisional durante el primer año de incapacidad, al final del cual se examinaba al inválido y si continuaba con la misma incapacidad la pensión se mantenía y si recuperaba más de la tercera parte de su primitiva capacidad) y si había recuperación en el grado señalado cesaba la pensión y se reincorporaba al trabajo.  Por eso es que se exige desde aquél entonces (art. 282 C.S. del T.) el tratamiento médico como obligatorio. NO tendría sentido que esa obligatoriedad apuntara a dejar a la persona sin pensión y sin trabajo. Tratándose de trabajadores del Estado, el artículo 2º del Decreto 947 de 1970 estableció: "Los empleados públicos y los trabajadores oficiales inválidos tendrán los mismos derechos que consagra el artículo 16 del Decreto-ley 2351 de 1965 y los Decretos que lo reglamentan." Y dicho artículo 16 establece: "Reintalación en el empleo.- 1. Al terminar el período de incapacidad temporal, los patronos están obligados: a) A reinstalar a los trabajadores en los cargos que desempeñaban si recuperan su capacidad de trabajo. La existencia de una incapacidad parcial no será obstáculo para la reinstalación, si los dictámentes médicos determinan que el trabajador puede continuar desempeñando el trabajo. b) A proporcionar a los trabajadores incapacitados parcialmente un trabajo compatible con sus aptitudes, para lo cual deberán efectuar los movimientos de personal que sean necesarios. 2. El incumplimiento de estas disposiciones se considerará como despido injustificado. Surge ahora este tema: 4. La situación del pensionado por invalidez en las Entidades Territoriales. Todos los servidores públicos de las actuales Entidades Territoriales (antes Departamentos, Intendencias, Comisarías, Municipios), sin distingo alguno, tienen derecho a la pensión de invalidez porque el artículo 17 de la Ley 6º de 1945, en su numeral c-, estableció tal prestación, y porque el Decreto 2767 del mismo año, al desarrollar los artículos 17 y 22 de la Ley 6º, determinó en su artículo 1º: " Con las solas excepciones previas en el presente Decreto, los empleados y obreros al servicio de un Departamento, Intendencia, Comisaría o Municipio tienen derecho a la totalidad de las prestaciones señaladas en el artículo 17 de la Ley 6º de 1945 y el artículo 11 del Decreto Nº 1600 del mismo año para los empleados y obreros de la nación". Esta norma, concordante con los principios de igualdad y favorabilidad, hace REENVIO a la prestación en su contenido integral, ya que ante los  mismos presupuestos de hecho debe existir igual trato jurídico y por consiguiente la remisión incluye la evolución del concepto de pensión de invalidez en el contexto histórico. Partiendo del anterior criterio se encuentra que en los artículo 23, 24, 25 y 26 del Decreto 3135 de 1968 se fijan los parámetros para obtener y mantener la pensión de invalidez. El artículo 24 está reglamentado por el Decreto 947 de 1970 y este último decreto se remite al artículo 16 del Decreto 2351 de 1995, como ya se dijo anteriormente. El artículo 24 expresamente ordena: "El afiliado que se invalide tiene derecho a que se le procure rehabilitación" (subraya fuera de texto). Y el Decreto 947 de 1970 tiene el siguiente encabezamiento: "Por el cual se reglamenta el artículo 24 del Decreto-Ley 3135 de 1968" El inconveniente surgiría porque el artículo 16 del Decreto 2351 de 1965 se refiere a la reintalación en el empleo para quienes estaban con incapacidad temporal. La inquietud es superable si se tiene en cuenta que el artículo 24 del Decreto 3135 de 1968 se refiere a la invalidez, el Decreto 947 reglamenta tal artículo y la remisión que hace es a los DERECHOS del artículo 16 del Decreto 2351 de 1965, siendo tales derechos: REINSTALAR, TRABAJO COMPATIBLE CON APTITUDES Y CONSIDERAR COMO INJUSTIFICADO EL INCUMPLIMIENTO DE ESTAS DISPOSICIONES. Y, si surgiere alguna duda, la interpretación a dar será la más favorable al trabajador como lo estatuye el artículo 53 de la Constitución Política, y, en el siguiente artículo (54 C.P.) el Constituyente se preocupó por GARANTIZAR a los minusválidos "un trabajo acorde con sus condiciones de salud". Por supuesto que, tratándose de servidores públicos, el derecho a la reinstalación no es absoluto, como ya se había expresado. En efecto, hay que tener en cuenta que debe existir en la Entidad oficial la vacante, ya que la planta de personal es regulada por norma jurídica; para el caso de los Departamentos, el artículo 300.7 de la Constitución Política que atribuye a las Asambleas la estructura de la administración departamental, y el artículo 305.7 de la misma Carta que le permite al Gobernador, dentro de determinados márgenes, crear, suprimir y funsionar los empleos de sus dependencias , siendo esto coherente con la norma que prohibe los gastos públicos que previamente no hayan sido autorizados (art. 345 C.P.). Pero, lo anterior no significa que las Corporaciones Públicas Territoriales se puedan arrogar el derecho de dictar normas sobre prestaciones sociales, esto, CONSTITUCIONALMENTE NO LES ESTA PERMITIDO (art. 150, num. 19, lit f, in fine). De ahí la importancia de los artículos 17 y 22 de la Ley 6a. de 1945 y del Decreto 2767 del mismo año. 5. Mecanismo Transitorio. Se ha venido desarrollando el tema del reintegro, pero no se ha hablado del derecho que tiene el incapacitado para objetar la revisión médica que la conlleva la extinción de la pensión de jubilación. Este aspecto, eminentemente contencioso, debe dilucidarse ante el Juez natural y no puede un Juez de tutela suspender una Resolución que tuvo como fundamento conceptos científicos de los médicos. La subsidiariedad de la tutela se afectaría si paralelamente al juicio ordinario correspondiente se fallara mediante tutela decretándose la continuación de una pensión de invalidez. Lo anterior es lógico, y también lo es que si se dice que el trabajador ha recuperado su capacidad laboral debe facilitársele la reinstalación y esto si es susceptible de la acción de tutela porque se afecta un derecho fundamental: el derecho al trabajo; y lo será como mecanismo transitorio porque todo dependerá de la acción ordinaria (laboral o administrativa) ya que si se decreta la nulidad de la Resolución que declaró extinguida la pensión de invalidez y se llegare a considerar que dicha pensión debe mantenerse, entonces hay que evitar la conjunción de sentencias encontradas: una que ordenaría que se le dé trabajo a la persona y otra que ordenaría que se le de la pensión de invalidez. Si la tutela se otorga como mecanismo transitorio, debe existir un perjuicio irremediable, para lo cual es importante recordar los elementos del mismo: "A- El perjuicio ha de ser inminente: "que amenaza o está por suceder prontamente".  Con lo anterior se diferencia de la expectativa ante un posible daño o menoscabo, porque hay evidencias fácticas de su presencia real en un corto lapso, que justifica las medidas prudentes y oportunas para evitar algo probable y no una mera conjetura hipotética.  Se puede afirmar que, bajo cierto aspecto, lo inminente puede catalogarse dentro de la estructura fáctica, aunque no necesariamente consumada.  Lo inminente, pues, desarrolla la operación natural de las cosas, que tienden hacia un resultado cierto, a no ser que oportunamente se contenga el proceso iniciado.  Hay inminencias que son incontenibles: cuando es imposible detener el proceso iniciado.  Pero hay otras que, con el adecuado empleo de medios en el momento oportuno, pueden evitar el desenlace efectivo. En los casos en que, por ejemplo, se puede hacer cesar la causa inmediata del efecto continuado, es cuando vemos que desapareciendo una causa perturbadora se desvanece el efecto.  Luego siempre hay que mirar la causa que está produciendo la inminencia. B). Las medidas que se requieren para conjurar el perjuicio irremediable han de ser urgentes, es decir, como calidad de urgir, en el sentido de que hay que instar o precisar una cosa a su pronta ejecución o remedio tal como lo define el Diccionario de la Real Academia.  Es apenas una adecuación entre la inminencia y la respectiva actuación:  si la primera hace relación a la prontitud del evento que está por realizarse, la segunda alude a su respuesta proporcionada en la prontitud. Pero además la urgencia se refiere a la precisión con que se ejecuta la medida, de ahí la necesidad de ajustarse a las circunstancias particulares.  Con lo expuesto se verifica cómo la precisión y la prontitud señalan la oportunidad de la urgencia. C). No basta cualquier perjuicio, se requiere que éste sea grave, lo que equivale a la gran intensidad del daño o menoscabo material o moral en el haber jurídico de la persona.  La gravedad obliga a basarse en la importancia que el orden jurídico concede a determinados bienes bajo su protección, de manera que la amenaza  a uno de ellos es motivo de actuación oportuna y diligente por parte de las autoridades públicas.  Luego no se trata de cualquier tipo de irreparabilidad, sino sólo de aquella que recae sobre un bien de gran significación para la persona, objetivamente.  Y se anota la objetividad, por cuanto la gravedad debe ser determinada o determinable, so pena de caer en la indefinición jurídica, a todas luces inconveniente. D). La urgencia y la gravedad determinan que la acción de tutela sea impostergable, ya que tiene que ser adecuada para restablecer el orden social justo en toda su integridad. Si hay postergabilidad de la acción, ésta corre el riesgo de ser ineficaz por inoportuna.  Se requiere una acción en el momento de la inminencia, no cuando ya haya desenlace con efectos antijurídicos.  Se trata del sentido de precisión y exactitud de la medida, fundamento próximo de la eficacia de la actuación de las autoridades públicas en la conservación y restablecimiento de los derechos y garantías básicos para el equilibrio social. De acuerdo con lo que se ha esbozado sobre el perjuicio irremediable, se deduce que hay ocasiones en que de continuar las circunstancias de  hecho en que se encuentra una persona, es inminente e inevitable la destrucción grave de un bien jurídicamente protegido, de  manera que urge la protección inmediata e impostergable por parte del Estado ya en forma directa o como mecanismo transitorio. El fundamento de la figura jurídica que ocupa la atención de esta Sala es la inminencia de un daño o menoscabo graves de un bien que reporta gran interés para la persona y para el ordenamiento jurídico, y que se haría inevitable la lesión de continuar una determinada circunstancia de hecho. El fin que persigue esta figura es la protección del bien debido en justicia, el cual exige lógicamente unos mecanismos transitorios, urgentes e impostergables, que conllevan, en algunos casos, no una situación definitiva, sino unas medidas precautelativas"[3] . Y, en sentencia que declaró  inexequible el inciso 2º del numeral 1º del artículo 6º del Decreto 2591 de 1991 la Corte ratificó: "la persona puede apelar transitoriamente a la acción de tutela justamente para evitar un perjuicio irremediable".[4]. Por supuesto que establecer CUANDO existe el perjuicio irremediable no es tarea fácil. En primer lugar hay que examinar si las acciones u omisiones son manifiestamente ilegítimos y contrarios a derecho, "pues de otra manera no se violan ni amenazan los intereses del presunto afectado".[5] En segundo lugar, el daño debe ser grave, "sólo la irreparabilidad que recae sobre un bien de gran significación objetiva para la persona puede ser considerado como grave."[6] Además, el perjuicio tiene que ser inminente, es decir, que "se haría inevitable la lesión de continuar una determinada circunstancia de hecho".[7] Y ante esa inminencia, "las medidas que se requieren para conjurar el perjuicio deben ser urgentes"[8], impostergables. Todo esto nos lleva a analizar: que tales medidas impostergables, tienen que ser ponderadas a la luz de las disposiciones constitucionales como ya se explicó en esta sentencia (respecto a las normas sobre gasto público, planta de personal). CASO CONCRETO. Libia Cuesta era empleada en la gobernación del Valle del Cauca, con más de 19 años al servicio de la entidad y cuenta en la actualidad con más de 48 años. Es decir, estaba muy cerca al tiempo de servicio para obtener su pensión de jubilación y no muy alejada del límite de edad necesario para adquirir el derecho. Una grave incapacidad motivó su retiro del servicio. Se le decretó la pensión de invalidez y ahora se le extingue esta prestación con base en la valoración que se le da a unos conceptos médicos que Libia Cuesta cuestiona. Esta controversia no puede dilucidarse mediante la acción de tutela. Pero, se pude amparar el derecho al trabajo que es consecuencia lógica de la determinación administrativa de extinguirle su pensión de invalidez porque ha readquirido su capacidad de laborar. Lo que debe ponderarse ahora es la orden que se dará para efectos del reintegro. Desconoce esta Sala de Revisión si existe o no la vacante que dejó Libia Cuesta al retirarse del servicio. Como todo esto afecta la planta de personal, hay que dar un tiempo prudencial para que el nominador y si fuere del caso también la Asamblea Departamental den una solución justa al caso de la solicitante de la presente tutela. Por supuesto que si antes del plazo máximo que se señalará en este fallo hay la vacante, la Gobernación del Valle del Cauca debe reinstalar a la trabajadora. Y, una vez en firme la decisión que se tome por la autoridad judicial competente, respecto a la validez o nulidad de la Resolución 2454 de 19 de abril de 1994, de la División de prestaciones sociales del departamento del Valle del Cauca, por medio de la cual se declaró extinguida la pensión de invalidez de Libia Cuesta, la orden dada en esta sentencia de tutela se mantendrá si la Resolución no es anulada o finalizará si la decisión es de anular y por lo mismo de restablecer el derecho a la pensión de invalidez. Es por ello que la tutela se otorga como mecanismo transitorio. En mérito de lo expuesto la Sala Séptima de Revisión administrando justicia en nombre del Pueblo y por autoridad de la Constitución, RESUELVE: PRIMERO: REVOCAR los fallos proferidos en las dos instancias, por el Tribunal Contencioso Administrativo del Valle del Cauca el 2 de febrero de 1995 y por el Consejo de Estado, Sección 5ª, el 17 de marzo de 1995, por los motivos expuestos en la presente sentencia. SEGUNDO: CONCEDER, como mecanismo transitorio, la tutela en favor de LIBIA CUESTA, protegiéndosele su derecho fundamental al trabajo, y consecuencialmente se ORDENA: Que en el plazo máximo de un año, contado a partir de la presente fecha, se reincorpore a LIBIA CUESTA al puesto que tenía cuando se le decretó la pensión de invalidez, o sea: Supervisora Dependiente de la Secretaría de Servicios Administrativos o a otro de igual o semejante categoría, con el salario que hoy devengaría si hubiere continuado en sus labores y teniéndose en cuenta que se mantiene un grado de incapacidad valorado en un 20%, dándole la Gobernación del Valle del Cauca preferencia absoluta para su readmisión en la primera vacante que se produzca dentro de las condiciones de categoría y salario antes señalados. TERCERA: El Juzgador de primera instancia vigilará el cumplimiento de la presente sentencia. CUARTA: Líbrense por Secretaría las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. QUINTO: Envíese copia de esta providencia al Defensor del Pueblo. Cópiese, notifíquese, cúmplase, publíquese en la Gaceta de la Corte Constitucional. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA. Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1]Ver sentencias T-456/94, Magistrado Ponente: Alejandro Martínez Caballero, T-526/92, Magistrado Ponente: Ciro Angarita, T-181/93, Magistrado Ponente: Hernando Herrera. [2]En cuanto al procedimiento para la evaluación, el Decreto 1346 de 1994, reglamenta la integración, la financiación y el funcionamiento de las Juntas de Calificación de Invalidez. Este Decreto principió a regir el 27 de junio de 1994, pero, en el artículo de transición 43 del mismo Decreto, se estableció que para los procedimiento de evaluaciones efectuados antes del 31 de agosto de 1994 continuarían aplicándose los procedimientos anteriores al Decreto 1346/94. [3]Corte Constitucional. Sentencia Nº T- 225/93 Magistrado Ponente: Dr. Vladimiro Naranjo Mesa [4]Corte Constitucional Sentencia Nº T-531/93. Magistrado Ponente: Dr Eduardo Cifuentes Muñoz. [5]T-52/94, Ponente doctor HERNANDO HERRERA. [6]T- 56/94, Ponente doctor EDUARDO CIFUENTES. [7]T-234/94, Ponente doctor FABIO MORON DIAZ. [8]T-56/94, Ponente doctor EDUARDO CIFUENTES.
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T-357-95 Sentencia No Sentencia No. T-357/95 ACCION DE TUTELA CONTRA PARTICULARES-Establecimiento comercial Uno de los supuestos dentro de los cuales se puede dar la tutela contra un particular es cuando la conducta de éste afecte grave y directamente el interés colectivo, esto es, "un interés que abarca un número plural de personas que se ven afectadas por la conducta nociva desplegada por un particular".  En efecto, un particular puede superar el ámbito de ejercicio de sus derechos transgrediendo ilegítimamente un derecho colectivo, el cual es un interés de ese mismo tenor. El goce del derecho esta relativizado por las variantes señaladas, con lo cual su ejercicio se torna abusivo cuando excede su móvil y su fin, como en los casos señalados. Es por ello que se presenta la violación al derecho de los demás, el cual puede ser individual, colectivo, difuso o colectivo invidualizable. CONTAMINACION AUDITIVA-Potenciabilidad/ACCION DE TUTELA CONTRA EL RUIDO/DERECHO A LA INTIMIDAD-Vulneración El ruido es reconocido como agente contaminante del medio ambiente, tanto por la legislación nacional como por la jurisprudencia de esta Corporación. El ruido excesivo puede vulnerar un derecho fundamental, la intimidad personal y familiar, cuando se presenta una injerencia arbitraria, o sea, niveles de ruido que no se tiene la carga de soportar, en ese reducto exclusivo y propio de la persona. ACCION DE TUTELA CONTRA PARTICULARES-Indefensión/DERECHO AL AMBIENTE SANO-Vulneración/DERECHO AL LIBRE DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD-Vulneración La tutela de la referencia se encuadra también dentro de dos de los supuestos de tutela contra particulares, a saber: a) la indefensión de la víctima debido a la inactividad de la autoridad pública encargada de su protección, dado que la peticionaria había realizado múltiples requerimientos a las autoridades de policía, dirigidas a eliminar los excesos de los acusados, sin embargo, los mencionados funcionarios públicos se mostraron reacios a una efectiva respuesta material, dejando a la actora en una situación de desprotección jurídica; b) la afectación grave y directa de un interés público, en este caso el medio ambiente, por parte de los particulares acusados, porque el sonido emitido por el establecimiento de comercio en mención es enviado al medio ambiente por encima de los niveles permitidos y tiene la potencialidad de hacer perder la capacidad auditiva. Por otro lado, con la injerencia arbitraria en la intimidad personal y familiar también se viola el derecho al libre desarrollo de la personalidad pues se obliga al afectado a escuchar un sonido contra su voluntad. REF: EXPEDIENTE T-68023 Peticionaria: Tulia Rosa García García. Procedencia: Tribunal Superior del Distrito Judicial de Manizales -Sala Penal-. Magistrado Ponente: ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Temas: - Determinación del destinatario de la acción de tutela. - Tutela contra particulares. - La potencialidad de la contaminación auditiva como trangresora de derechos fundamentales. Santa Fe de Bogotá D.C., nueve (9) de agosto de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Séptima de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, compuesta por los Magistrados Alejandro Martínez Caballero -Presidente de la Sala-, Fabio Morón Díaz y Vladimiro Naranjo Mesa. EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION Ha pronunciado la siguiente SENTENCIA En el proceso de tutela identificado con el número de radicación T-68023. I. ANTECEDENTES Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto No. 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. Por reparto le correspondió el presente negocio a la Sala Séptima de Revisión. 1. Solicitud. La señora Tulia Rosa García García, impetra acción de tutela contra los propietarios y administradores de un lugar de diversión llamado "El Cerro Musical", ubicado en la vereda La Aurora de la zona rural del municipio de Manizales, frente a la vivienda de la peticionaria. Motiva lo anterior, el alto volumen de la música fuera de las horas permitidas al establecimiento en mención, el escándalo continuo por la conducta de las personas borrachas y las escenas indecorosas protagonizadas por los mismos. Así mismo, la accionante advierte que sus derechos fundamentales se han visto violados por los acusados como efecto de la omisión de las autoridades de policía de Manizales, quienes no han tomado las medidas suficientes y eficaces para impedir la conducta enjuiciada, a pesar de los constantes requerimientos de la peticionaria y de la comunidad en general, por tanto, también interpone la tutela contra las mencionadas autoridades. La peticionaria sostiene que el comportamiento acusado vulnera sus derechos fundamentales al libre desarrollo de la personalidad, a la intimidad, a la paz y a la armonía social. En ese orden de ideas, solicita la clausura definitiva del establecimiento en mención y de cualquier negocio similar o peor que allí se establezca. 2. Fallos. 2.1. Juzgado 5º Penal del Circuito de Manizales. Sentencia del 22 de febrero de 1995. El Juzgado de primera instancia indica que la tutela es improcedente, sosteniendo que el caso planteado no se encuadra dentro de los supuestos legales fijados por el artículo 42 del Decreto No. 2591 de 1991 para la pertinencia de la tutela contra los particulares, pues "el administrador del establecimiento público generador de la queja es apenas un modesto campesino que combina su labor de agricultor con la de cantinero, que no presta servicio público alguno ... y que, ni la quejosa ni ninguno otro de los habitantes de la vereda La Aurora están subordinados a él o indefensos ante lo que hace". Así mismo, expresa que no existió violación o amenaza de derecho fundamental alguno, porque existen otros medios de defensa judiciales como "son las Inspecciones de policía del Municipio o la misma Secretaría de Gobierno Municipal por medio de los funcionarios de policía encargados de la vigilancia y guarda del orden ciudadano". En lo que atañe a la presunta violación del derecho de petición por parte de la Secretaría de Gobierno del municipio de Manizales, el Juzgado asevera: Tiene prueba esta oficina que si bien ante el titular de aquella agencia pública se han elevado varias quejas, desde años atrás, por los hechos a que se contrae el presente investigativo, estas han sido escuchadas debidamente. Y no solo esto sino que se ha obrado hasta el punto que se ha dispuesto el cierre temporal del establecimiento de cantina e incluso, como la refiere la demandante delegada (Fl. 44 Vt.), el propio Secretario de Gobierno Municipal, Dr. FERNANDO HELI MEJIA ALVAREZ, ha procedido positivamente enviando al lugar de los acontecimientos, agentes de la Policía Nacional para que colaboren en la prestación de vigilancia y cuidado en la observancia del reglamento de parte del administrador del "Salón Familiar Cerro Musical". En ese orden de ideas, el Juzgado 5º Penal del Circuito de Manizales denegó la tutela solicitada por Rosa Tulia García García. 2.2. Tribunal Superior del Distrito Judicial de Manizales -Sala Penal-. Sentencia del 30 de marzo de 1995. El Tribunal revocó la sentencia del A-quo, y en su lugar, concedió la acción explicando, como primera medida,  que el caso sub-examine se encuadra dentro de los supuestos de la tutela contra particulares pues el acusado está afectando grave y directamente el interés colectivo, representado en el medio ambiente. Así mismo, la solicitante se encuentra en una situación de indefensión frente al particular acusado porque en el asunto en comento se han presentado omisiones administrativas en el control de la conducta enjuiciada que han dejado a la accionante sin protección jurídica. Seguidamente, el Tribunal expresó que se presenta una violación al derecho a la intimidad de la peticionaria por la injerencia arbitraria del sonido proveniente del establecimiento de comercio acusado. En efecto, el fallador manifestó que el funcionamiento del "Cerro Musical" está autorizado hasta la medianoche con música a bajo volumen, sin embargo, ésta es emitida a un alto volumen, según dictamen pericial, teniendo en cuenta la zona rural en la cual está ubicado el establecimiento público y la corta distancia en que se encuentra el lugar de habitación de la accionante. En aras de la efectiva protección del derecho vulnerado, el Tribunal ordenó al Alcalde de Manizales, en su calidad de primera autoridad de Policía de la localidad, la disposición de lo pertinente en orden a la estricta y cumplida ejecución de las normas jurídicas sobre control y sobre sanciones a emisiones de ruido. II. FUNDAMENTOS JURIDICOS Competencia. 1- Es competente esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86 inciso segundo y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto No. 2591 de 1991; además, su examen se hace por virtud de la selección que de dichas acciones practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma señalada por el Reglamento de esta Corporación. Asunto procesal preliminar. Determinación del destinatario de la acción de tutela. 2- La peticionaria denuncia como protagonistas de la violación de sus derechos fundamentales a los propietarios y administradores de un lugar de diversión llamado "El Cerro Musical", sin determinar con precisión los nombres actuales de éstos. Así mismo, entiende que la omisión de las autoridades municipales consistente en la falta de control a los excesos de los anteriores acusados, también los hace particípes de la conducta que se enjuicia. Lo anterior motiva a esta Corporación para abordar el tema de la determinación del destinatario de la acción de tutela en el caso en concreto. 3- La acción de tutela es un mecanismo constitucional de protección, en el cual una persona, generalmente una autoridad pública y por excepción un particular, vulnera o amenaza vulnerar derechos fundamentales de otra persona. Así la tutela recae sobre una situación en la cual existen dos partes opuestas, que debn estar exactamente determinadas. Ahora bien, en el caso de la definición concreta del destinatario de la tutela, ésta no sólo se realiza a partir de la denominación que se le dé a la persona encartada sino también a través de la cualidad que precisamente origina la acusación, con la cual se hace determinable el mencionado destinatario. En efecto, la entidad de un ser no puede ser sólo determinada por la designación que ostenta, pues también se debe oscultar las características fundamentales que lo definen, siendo labor del Juez de tutela determinar, cuando el accionante lo hace determinable, el destinatario de la acción antecitada. Es así como en el caso que nos ocupa, cuando la peticionaria denuncia como protagonistas de la violación de sus derechos fundamentales a los propietarios y administradores de un lugar de diversión llamado "El Cerro Musical", sin decir con precisión los nombres actuales de éstos, la Corte entiende que lo anterior es suficiente para determinar los destinatarios de la presente acción. Temas a tratar. 4- Por otro lado, la accionante fundamenta la presente acción tanto en la conducta activa de unos particulares como en la pasividad de una autoridad pública ante la mencionada conducta de los particulares. La segunda instancia considera que en el presente negocio nos encontramos dentro de los supuestos de tutela contra particulares tanto por la indefensión de la afectada debido a la inactividad de la autoridad pública encargada de su protección, como por la afectación grave y directa de un interés público por parte de los particulares acusados. La Corte estudiará los temas anteriores. 5- Ahora bien, el principal elemento sobre el cual la actora radica la violación de sus derechos fundamentales es la "alteración de la paz y la armonía social y familiar" por los escándalos diurnos y nocturnos que protagonizan los visitantes del establecimiento comercial llamado el "Cerro Musical". Así, la Corte estudiará la potencialidad de la contaminación auditiva como trangresora de derechos fundamentales. Tutela contra particulares. Indefensión y afectación del interes colectivo. 6- Como ya se afirmó, la actora acusa a determinados particulares como autores de cierta conducta que vulnera sus derechos fundamentales. El Tribunal Superior de Manizales -Sala Penal- manifiesta que la acción en referencia se encuadra dentro de los supuestos de tutela contra particulares por dos factores: a) la indefensión de la víctima debido a la inactividad de la autoridad pública encargada de su protección; y b) la afectación grave y directa de un interés público, en este caso el medio ambiente, por parte de los particulares acusados. Es de mérito, entonces, precisar la porcedencia de los anteriores casos de tutelas contra particulares. 7- Uno de los supuestos dentro de los cuales cabría una tutela contra particulares es la indefensión del afectado en relación con la persona que comete la conducta acusada (inciso 5º art. 86 C.P.). Ciertamente, en la sociedad existen ciertos centros de poder diferentes al Estado con capacidad de constreñir al particular en el ejercicio de sus derechos fundamentales. La creación de tales centros de poder a veces es inducida ilegítimamente por la negligencia en el actuar del Estado. Es así como es posible configurar la indefensión como resultado de la pasividad de una autoridad pública. Al respecto la Corporación manifiesta que: La situación de indefensión es una circunstancia empírica, no normativa, que coloca a la persona en la imposibilidad real de ejercer sus derechos fundamentales por motivos ajenos a su voluntad. Pese a que, in abstracto el ordenamiento jurídico dispone de medios de defensa judicial para la protección de los derechos e intereses, en la práctica, diversos factores de hecho, entre ellos la inacción de las autoridades públicas, pueden dar lugar a la desprotección y consecuente indefensión de una persona frente al poder o a la supremacía de otro particular. En estos casos, al juez de tutela corresponde verificar si efectivamente se configura una situación o relación de indefensión en la que esté en juego algún derecho fundamental que deba ser tutelado. (negrillas fuera de texto)[1] Así, la existencia o no de medios jurídicos de defensa del afectado frente a la persona acusada debe ser analizada bajo el prisma de la efectividad de los mencionados mecanismos, en el caso en concreto. 8- Por otro lado, uno de los supuestos dentro de los cuales se puede dar la tutela contra un particular es cuando la conducta de éste afecte grave y directamente el interés colectivo, esto es, "un interés que abarca un número plural de personas que se ven afectadas por la conducta nociva desplegada por un particular"[2].  En efecto, un particular puede superar el ámbito de ejercicio de sus derechos transgrediendo ilegítimamente un derecho colectivo, el cual es un interés de ese mismo tenor. Sin embargo, no siempre que hay un interés colectivo éste es difuso, sino que también es posible que pueda ser individualizable. Al respecto, la Corte sostiene que: ... se presentan situaciones en que los denominados "derechos colectivos", como la paz, la salubridad pública, la moral administrativa o el medio ambiente, entre otros, únicamente afectan a una o varias personas identificadas o identificables, y no a un número de personas indeterminadas. Lo anterior puede darse, por ejemplo, cuando el ruido o disturbios frecuentes en un lugar de diversión (tabernas, bares, balnearios, etc.), molestan únicamente a los vecinos del lugar.  En estos eventos proceden los mecanismos de protección jurídica individuales, como es el caso de la acción de tutela, siempre y cuando dichas situaciones se encuentren dentro de los presupuestos que la Constitución y la ley establecen para la protección de los derechos. (negrillas fuera de texto)[3] En los casos citados, se aprecia que el particular tiene el derecho de realizar determinada conducta, sin embargo, el ejercicio del derecho respectivo no es absoluto sino que está condicionado por el medio social, los derecho de los demás y su finalidad[4]. Como expresaba el profesor Josserand, "cada derecho tiene su espíritu, su objeto, su finalidad; quienquiera que intente apartarlo de su misión social, comete una falta, delictuosa o cuasi delictuosa, un abuso del derecho susceptible de comprometer, dado el caso, su responsabilidad"[5]. El goce del derecho esta relativizado por las variantes señaladas, con lo cual su ejercicio se torna abusivo cuando excede su móvil y su fin, como en los casos señalados. Es por ello que se presenta la violación al derecho de los demás, el cual puede ser individual, colectivo, difuso o colectivo invidualizable. La potencialidad de la contaminación auditiva como trangresora de derechos fundamentales. 9- La acusación de la peticionaria gira alrededor de la presunta transgresión de su derecho a la intimidad por parte de los particulares enjuiciados, por el uso desmedido del sonido en el establecimiento comercial conocido como el "Cerro Musical", por consiguiente, esta Sala abordará el tema de la potencialidad de la contaminación auditiva como trangresora de derechos fundamentales. 10- La vida en sociedad genera para el ser humano ciertas cargas propias de la interacción social. Este es el caso del ruido. Ciertamente, la vida social supone la tolerancia de la existencia de la alteridad, es decir, del otro. Esa otra persona tiene derecho a ser y, en consecuencia, a ejecutar todas sus manifestaciones de existencia como la producción de su propio ruido, obviamente limitado por los derechos de los demás y el orden jurídico (art. 16 C.P.). Ahora bien, surge una pregunta: ¿el ejercicio abusivo de la producción de ruido podría llegar a vulnerar o amenazar un derecho fundamental?. La respuesta es afirmativa. Como primera medida, el ruido es reconocido como agente contaminante del medio ambiente, tanto por la legislación nacional (Decreto No. 2811 de 1974) como por la jurisprudencia de esta Corporación[6]. Así mismo, la Corte Constitucional ha reiterado en múltiples sentencias que el medio ambiente no es derecho fundamental por naturaleza, sin embargo, cuando existe una violación de un derecho fundamental, como la salud o la vida, es posible que proceda la tutela probándose la relación causal entre la actividad que vulnera el medio ambiente y el daño al derecho fundamental respectivo. En ese orden de ideas, es posible que un ejercicio de la posibilidad de producir ruido llegue a niveles en los cuales viole o amenace violar un derecho fundamental como el de la salud, pueda ser tutelado, en tanto y en cuanto, se logre comprobar el nexo entre la conducta acusada violatoria del medio ambiente y el daño o amenaza al derecho fundamental. Otra vía por la cual la contaminación auditiva puede violar un derecho fundamental es la injerencia arbitraria en la intimidad de una persona. En relación con lo anterior, la Corte expresa que: El derecho fundamental a la intimidad asegura a la persona y a su familia un reducto o espacio físico inexpugnable, ajeno a los otros, en el que puede resguardarse, aislándose del tumulto de la vida moderna, gozar del recogimiento necesario y proyectar tranquilamente su personalidad, alejado y libre de las intromisiones o contactos que el sistema social normalmente acarrea. En su versión tradicional, el derecho a la intimidad ha sido identificado con la protección al domicilio y a la correspondencia frente a intervenciones indeseadas y arbitrarias de personas ajenas. A nivel penal, el allanamiento del domicilio o la interceptación de las comunicaciones, sin orden judicial que las autorice, son conductas punibles que atentan contra la inviolabilidad de la habitación y del sitio de trabajo (Título X, Capítulo IV del Código Penal) y contra la reserva de las comunicaciones y documentos privados (Título X, Capítulo V del Código Penal). Sin embargo, una interpretación del derecho fundamental a la intimidad personal y familiar, a la luz de los tratados internacionales ratificados por Colombia (CP art. 93), exige entender comprendido en su núcleo esencial la interdicción de ruidos molestos e ilegítimos. En efecto, la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) establece: "Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra y a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques". La prohibición que recae sobre las injerencias arbitrarias en la vida privada de la persona, su familia, su domicilio o su correspondencia, no sólo garantiza a la persona frente al ingreso injustificado de personas o agentes públicos al espacio físico de su exclusivo control, sino también la ampara contra las invasiones que penetran la esfera de intangibilidad de su vida personal o familiar, mediante aparatos electrónicos o mecánicos, en este caso ya no tan sólo en forma directa e intencional. La amplitud del concepto de "injerencia", contenido en el derecho a no ser molestado que, a su vez, hace parte del núcleo esencial del derecho fundamental a la intimidad personal o familiar, incluye los ruidos ilegítimos, no soportables ni tolerables normalmente por la persona en una sociedad democrática.[7] En conclusión, el ruido excesivo también puede vulnerar un derecho fundamental, la intimidad personal y familiar (art. 15 C.P.), cuando se presenta una injerencia arbitraria, o sea, niveles de ruido que no se tiene la carga de soportar, en ese reducto exclusivo y propio de la persona. 11- El nivel de tolerancia social del ruido está condicionado, principalmente, por la situación espacial y temporal en la cual se produce. En efecto, el Ministerio de Salud Pública expidió la Resolución No. 8321 de 1983, por la que "se dictan normas sobre protección y conservación de la audición de la salud y el bienestar de las personas, por causa de la producción y emisión de ruidos". En su artículo 17, la Resolución citada determina los niveles de ruido máximos permisibles según el lugar y la hora en que se produzca su emisión: Artículo 17.- Para prevenir y controlar las molestias, las alteraciones y las pérdidas auditivas ocasionadas en la población por la emisión de ruido, se establecen los niveles sonoros máximos permisibles incluidos en la siguiente tabla: TABLA NUMERO I Zonas receptoras Nivel de presión sonora de dB (A) Período diurno     Período nocturno 7:01a.m.-9p.m. 9:01p.m.-7a.m. Zona I residencial                 65                              45 Zona II comercial                  70 60 Zona III industrial                 75                              75 Zona IV de tranquilidad        45                              45 Parágrafo 1º - Para efectos del presente artículo la zonificación contemplada en la Tabla número I, corresponde a aquella definida o determinada por la autoridad competente en cada localidad y para cada caso. (...) Así mismo, el artículo 21 del precitado acto normativo reitera, en general, la obligatoriedad del artículo 17 ibídem, al establecer lo siguiente: Artículo 21.- Los propietarios o personas responsables de fuentes emisoras de ruido, están en la obligación de evitar la producción de ruido que pueda afectar y alterar la salud y el bienestar de las personas, lo mismo que de emplear los sistemas necesarios para su control con el fin de asegurar niveles sonoros que no contaminen las áreas aledañas habitables. Deberán proporcionar a la autoridad sanitaria correspondiente la información que se les requiera respecto a la emisión de ruidos contaminantes. Luego, la Resolución mencionada, en su artículo 22, determina el respeto a la intimidad en su componente de tranquilidad auditiva específicamente en las relaciones entre vecinos, sin atender a la actividad que desempeñen, estableciendo que "ninguna persona permitirá u ocasionará la emisión de cualquier ruido, que al cruzar el límite de propiedad del predio originador pueda exceder los niveles establecidos en el Capítulo II de la presente resolución". Claramente, la norma en comento, prohibe la intromisión arbitraria de un vecino al predio de otro, a través del ruido que sobrepase los niveles permitidos. Más tarde, en el artículo 23 ibídem, se les exige a los establecimientos, locales y áreas de trabajo el estricto cumplimiento de los niveles sonoros permisibles. En el artículo 25 ibídem, así mismo, a las actividades de diversión, como discotecas,  se les prohibe la emisión de sonidos capaces de perturbar a los habitantes de las zonas próximas. En ese orden de ideas, se vincula al cumplimiento de una determinada contención en el sonido tanto a los comerciantes como a las personas comunes. Así, las personas que tengan fuentes productoras de sonido que rebasen las escalas sonoras antes citadas están ejerciendo en forma abusiva su derecho a producir ruido. 12- Es de mérito advertir que ante la eventualidad de una falta de reglamentación del uso del suelo, para efectos de la aplicación de la tabla establecida en el artículo 17 de la Resolución No. 8321 de 1983 expedida por el Ministerio de Salud Pública, por regla general, se debe considerar que la zona respectiva es de uso mixto, esto quiere decir de tipo residencial, principalmente, y comercial con restricciones, dado que esa es su destinación primaria. Es necesaria tal suposición en aras de la eficacia en la protección contra la emisión abusiva de ruido. El caso en cuestión. 13- En el caso sub-examine, la peticionaria sostiene que el excesivo sonido (música, gritos, carcajadas, peleas) que emite el establecimiento comercial "Cerro Musical" viola sus derechos fundamentales al libre desarrollo de la personalidad, a la intimidad, a la paz y a la armonía social. 14- Inicialmente, es menester definir si se presenta violación o amenaza de un derecho fundamental por la ocurrencia de la conducta acusada. En lo que atañe a la presunta violación de los derechos a la paz y a la armonía social, "sería un desconocimiento del verdadero significado de la paz, suponer que siempre que a una persona le perturbe el efecto del quehacer de otra, se lesione por ello el derecho fundamental a la paz; no hay que confundir la paz constitucional con la tranquilidad subjetiva de uno de los asociados"[8]. No se trata, pues, de una violación a la paz, sino de la posible violación de la tranquilidad. Esta a su vez, se deriva del derecho a la vida digna y es un componente del derecho a la intimidad, en la medida en que éste supone un ambiente reposado, sosegado, cuya serenidad sólo puede modificar, precisamente, el propio titular del derecho. Ahora bien, en cuanto a la transgresión del derecho fundamental a la intimidad personal y familiar, el establecimiento "Cerro Musical" se ha estado excediendo en el horario dentro del cual estaban autorizados por la licencia de funcionamiento para emitir ruido, pues el administrador señala que en ciertos días el negocio funciona hasta la una de la mañana (folio 47), estando autorizado solamente hasta las doce de la noche (folio 112). Así mismo, según el concepto técnico de la medición de ruido, el sonido emitido por el establecimiento en mención tiene una intensidad de 63 decibeles (folio 98), lo cual supera los niveles fijados para el período nocturno, tanto para la zona residencial - 45 decibeles- como para la zona comercial -60 decibeles-, tomando en consideración que el uso del suelo en esa vereda no ha sido específicado (folio 154), con lo cual la zona antes citada debe ser considerada de uso mixto. Agrega, en el mismo dictamen se indica que "la música y las conversaciones de los presentes en el establecimiento, se hacen demasiado notorios, ya que el sector es silencioso y tranquilo, por ser rural". En ese orden de ideas, se está presentando un abuso por parte de un particular en el ejercicio de los derechos a la libre actividad económica y a la libre iniciativa privada, pues se están transgrediendo los límites dentro de los cuales se pueden desplegar los derechos citados. Con lo anterior, esta plenamente probado que existe una injerencia arbitraria por parte del administrador y los propietarios del "Cerro Musical" en la intimidad personal y familiar de la accionante. Además, no solamente el particular con su acción conculcó el derecho fundamental de la accionante, sino también lo hizo la autoridad pública llamada a proteger a la peticionaria de los abusos del particular acusado, el Alcalde de Manizales en su calidad de primera autoridad de policía del municipio, por su conducta omisiva en el cumplimiento de su deber. Por otro lado, con la injerencia arbitraria en la intimidad personal y familiar también se viola el derecho al libre desarrollo de la personalidad pues se obliga al afectado a escuchar un sonido contra su voluntad. 15-  En el presente caso, la actora no tiene otro medio de defensa judicial, pues los medios jurídicos con los cuales se puede defender de la conducta de los particulares acusados es de carácter administrativo  y el otro es  policivo. 16- La tutela de la referencia se encuadra también dentro de dos de los supuestos de tutela contra particulares, a saber: a) la indefensión de la víctima debido a la inactividad de la autoridad pública encargada de su protección, dado que la peticionaria había realizado múltiples requerimientos a las autoridades de policía, dirigidas a eliminar los excesos de los acusados, sin embargo, los mencionados funcionarios públicos se mostraron reacios a una efectiva respuesta material, dejando a la actora en una situación de desprotección jurídica. b) la afectación grave y directa de un interés público, en este caso el medio ambiente, por parte de los particulares acusados, porque el sonido emitido por el establecimiento de comercio en mención es enviado al medio ambiente por encima de los niveles permitidos y tiene la potencialidad de hacer perder la capacidad auditiva (art. 17 Res. No. 8321/83 Min-Salud). 17- Así las cosas, se concederá la acción de tutela presentada por Tulia Rosa García García en contra del administrador y los propietarios del establecimiento llamado "Cerro Musical", dada la violación de los derechos a la intimidad y al libre desarrollo de la personalidad de la actora. En mérito de lo expuesto, la Sala Séptima de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional RESUELVE PRIMERO: CONFIRMAR la Sentencia proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Manizales -Sala Penal-, el 8 de marzo de 1995. SEGUNDO: ADICIONAR la Sentencia proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Manizales -Sala Penal-, el 8 de marzo de 1995. En consecuencia, ORDENAR al administrador y los propietarios del establecimiento llamado "Cerro Musical" que en el ejercicio de la actividad propia del mencionado establecimiento  se abstengan de ocasionar injerencias arbitrarias por ruido que vulneren los derechos fundamentales de la accionante y de su familia. TERCERO: COMISIONAR al Tribunal Superior del Distrito Judicial de Manizales -Sala Penal- para que vigile el debido y estricto cumplimiento de la orden confirmada y de la dada en esta sentencia. CUARTO: COMUNICAR a través de la Secretaría General de la Corte Constitucional el contenido de la sentencia, al Tribunal Superior del Distrito Judicial de Manizales -Sala Penal-, al Alcalde de Manizales, al administrador y al propietario del establecimiento comercial "Cerro Musical", al Defensor del Pueblo y a la peticionaria de la presente tutela. Notifíquese, comuníquese, publíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado Ponente FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA. Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1]Corte Constitucional. Sentencia No. T-210 del 27 de abril de 1994. M.P.: Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz. [2]Corte Constitucional. Sentencia No. T-226 del 25 de mayo de 1995. M.P.: Dr. Fabio Morón Díaz. [3]Corte Constitucional. Sentencia No. T-028 del 31 de enero de 1994. M.P.: Dr. Vladimiro Naranjo Mesa. [4]Corte Constitucional. Sentencia No. T-025 del 28 de enero de 1994. M.P.: Dr. Jorge Arango Mejía. [5]JOSSERAND, Louis. Del Abuso del Derecho y otros Ensayos. Edit. Temis. Bogotá. 1982. Pág. 5. [6]Corte Constitucional. Sentencias Nos. T-411/92, T-308/93, T-025/94 y T-226/95, entre otras. [7]Corte Constitucional. Sentencia No. T-210 del 27 de abril de 1994. M.P.: Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz. [8]Corte Constitucional. Sentencia No. T-028 del 31 de enero de 1994. M.P.: Dr. Vladimiro Naranjo Mesa.
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T-358-95 Sentencia No Sentencia No. T-358/95 SERVICIO MILITAR-Desacuartelamiento/SERVICIO MILITAR-Unión de hecho/DERECHOS DEL NIÑO La orden de desacuartelamiento no se orienta a la protección de los derechos del soldado sino a amparar los derechos constitucionales fundamentales  de los menores. Privar de esta ayuda a una joven de diecisiete años de edad, desempleada y en estado de gravidez entraña un enorme grado de desprotección que afecta a la madre y al hijo que espera, ante lo cual cobra notable importancia la presencia del esposo y padre que, en las circunstancias anotadas, es el único llamado a proveer lo necesario, toda vez que, en la práctica, tampoco se han implementado los programas orientados a brindar apoyo a la mujer que hallándose embarazada soporta el desempleo o el desamparo. MATERNIDAD-Protección La asistencia y protección de la maternidad, establecida como obligación estatal en el artículo 43 de la Carta, busca velar no sólo por el bienestar de la madre sino también por la salvaguarda respecto de los derechos fundamentales del nasciturus, los cuales la Constitución reconoce al hacer remisión a lo que disponen los tratados internacionales sobre derechos humanos y protección de los niños. REF: Expediente No. 72.444 Peticionaria: Flor Alba Mendoza Beltrán Procedencia: Juzgado 46 Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá. MAGISTRADO PONENTE: ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Santa Fe de Bogotá D.C., agosto nueve (9) de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Fabio Morón Díaz, Vladimiro Naranjo Mesa y Alejandro Martínez Caballero quien la preside, EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION ha pronunciado la siguiente SENTENCIA en  el  proceso  de tutela  identificado  con  el  número  de  radicación T-72.444, adelantado por Flor Alba Mendoza Beltrán en contra del Distrito Militar No. 51 de Puente Aranda. Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. I.ANTECEDENTES A. La solicitud El 15 de mayo de 1995, Flor Alba Mendoza Beltrán compareció ante el Juzgado Sesenta y Seis Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá y manifestó su intención de impetrar una acción de tutela, con base en los hechos que expuso ante ese despacho judicial y que se resumen a continuación: Manifestó la accionante que tiene 17 años de edad, que vive en esta ciudad y que formula la acción en contra del Distrito Militar No. 51 de Puente Aranda porque el día 1 de marzo del año su esposo, Jair Osorio Mendoza, fue reclutado para prestar el servicio militar en el Batallón Joaquín París de San José del Guaviare, sin tener en cuenta las obligaciones que él cumplía en favor de ella y de un niño de algo más de un año a quien sostenía y que, pese a no ser hijo de la peticionaria,  se encontraba al cuidado de la pareja luego de haber sido abandonado por la madre. Relató la accionante que vive en unión libre con el señor Osorio Mendoza y que en la actualidad se encuentra en estado de embarazo. Narró, así mismo que él trabajaba en construcción y respondía por el arrendamiento de una pieza que le están solicitando y por los gastos del hogar;  dijo, además, hallarse privada de toda ayuda. B. La sentencia que se revisa El Juzgado Cuarenta y seis Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, mediante sentencia de 24 de mayo de 1995, resolvió negar la tutela impetrada, con base en las siguientes consideraciones: Se refirió el juez, en primer término, al artículo 86 de la Constitución Política y transcribió el artículo 21 de la ley 1 de 1945, relativo a las causales que eximen de la prestación del servicio militar, dentro de las cuales no encontró ninguna aplicable al caso en estudio, por lo tanto, estimó el Juzgado que "Jair Osorio Mendoza está en igualdad de condiciones frente a los demás compatriotas llamados a prestar el servicio militar", de modo que "declarar la excepción específica y personal en su favor significaría un grave desconocimiento del principio fundamental constitucional de igualdad ante la ley y la invasión de otras instancias jurisdiccionales". Indicó, adicionalmente, que es la misma Constitución, en su artículo 216 la que permite legislar "en torno a las condiciones y excepciones de prestación del servicio militar, y la ley vigente no va en contravía del texto constitucional...". Señaló que "si la inconformidad de la señora Mendoza Beltrán está radicada en esa ley, la que regula lo relacionado con la obligatoriedad de prestar el servicio militar y sus excepciones, lo que debe hacer es demandarla ante la Corte Constitucional". Finalmente, el fallador expuso: "En lo referente a tener doña Flor Alba bajo su custodia un menor que no es hijo suyo, no es dable atribuir obligación alguna a Osorio Mendoza, primero porque no es él el padre y segundo, porque no media sentencia judicial que así lo ordene. Si la madre natural del menor no se quiere hacer cargo de él, la accionante debe acudir a una Comisaría de Familia del sector donde está su domicilio, poner en conocimiento la situación y sea allí donde se impongan los correctivos del caso". II. FUNDAMENTOS JURIDICOS A. La Competencia Es competente esta Sala de la Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86, inciso segundo y 241 numeral noveno de la Constitución Política y 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991. B. La materia 1. Busca la accionante que se ordene al Ejército Nacional desacuartelar al soldado Jair Osorio Mendoza, reclutado para la prestación del servicio militar y aduce, como fundamento de su pretensión, que el cumplimiento de esa obligación impide al conscripto atender las necesidades de ella, que es su compañera permanente y de dos niños, uno de los cuales es hijo de Osorio Mendoza y se encuentra a su cargo, mientras que el segundo, según información que reposa en autos, está por nacer y es fruto de la relación estable que mantiene el mencionado señor con la peticionaria quien, además, manifiesta carecer de toda ayuda y no estar en condiciones de sufragar los gastos del hogar. 2. La Carta Política en su artículo 216 se refiere al servicio militar y establece que "todos los colombianos están obligados a tomar las armas cuando las necesidades públicas lo exijan para defender la independencia nacional y las instituciones públicas". La misma norma defiere a la ley el señalamiento de las "condiciones que en todo tiempo eximen del servicio militar y las prerrogativas por la prestación del mismo". La ley 48 de 1993 precisamente se ocupa de las exenciones al servicio militar y distingue, para tal efecto, las que operan en todo tiempo (art. 27) y las que sólo tienen lugar en tiempo de paz; dentro de estas últimas aparece contemplada, en el literal g del  artículo 28, la causal referente a "los casados que hagan vida conyugal". 3. La obligación de prestar el servicio militar es de carácter personal y, de acuerdo con reiterada jurisprudencia de la Corte, su cumplimiento afecta, en primer término los intereses del incorporado a filas y en ocasiones los predicables de los miembros de su familia, en particular de los niños que se ven privados de la protección paterna. En este último evento se aprecia la existencia de un conflicto entre las obligaciones que el llamado a filas tiene respecto del Estado y las que le corresponde cumplir en relación con su familia. Conviene recordar que la Constitución Política impone a la pareja el deber de sostener y educar a los hijos "mientras sean menores o impedidos" y también que el artículo 44 superior reconoce los derechos de los niños a "tener una familia y no ser separados de ella", así como al "cuidado y amor", y a la vez impone a la familia, a la sociedad y al Estado "la obligación de asistir y proteger al niño para garantizar su desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos" 4. En torno a la solución de este conflicto, la Corte Constitucional fijó su doctrina  en la sentencia de unificación No. 491 de 1993 en la que se indicó: "La incompatibilidad entre la obligación de prestar el servicio militar y la obligación de sostener, alimentar y proteger a los hijos menores debe resolverse en favor de los derechos cuya protección es prioritaria. La doctrina constitucional reconoce la primacía de los derechos de los niños sobre los derechos de los demás, entre estos los derechos del Estado a exigir de sus miembros la contribución efectiva al sostenimiento de la independencia y soberanía nacionales (C.P. arts. 216 y 217). La desprotección de los derechos de los niños  -a la luz del pensamiento constituyente- se traduce en la negación del futuro de la sociedad, atendida la importancia que las generaciones venideras revisten para la prosperidad de la colectividad. Por otra parte, exigir el cumplimiento de la obligación de prestar el servicio militar en ciertas circunstancias, haciendo abstracción de cualquier interés particular o situación humana concreta, implicaría para el Estado el desconocimiento -entre otros- del deber constitucional de amparar a la familia como núcleo esencial e institución básica de la sociedad. Si bien la prestación del servicio militar tiene pleno sustento constitucional en la necesidad de disponer de un Ejército debidamente instruido para enfrentar eventualidades que pueden poner en peligro la estabilidad institucional, la pérdida del recurso humano que representa prescindir de un soldado no es proporcional frente a la potencialidad del daño que se irrogaría a la familia y a los derechos del niño como consecuencia de la desprotección afectiva y económica que trae aparejada la separación -así sea temporal- del padre por efecto de la obligatoriedad de prestar el servicio militar."(M.P. Dr Eduardo Cifuentes Muñoz). 5. La Sala estima pertinente anotar que en un asunto similar al que ahora se examina la Corporación se refirió a la igualdad de derechos y de deberes de los hijos "habidos en el matrimonio o fuera de él, adoptados o procreados naturalmente o con asistencia científica" (art. 42 C.P.) y, en alusión a la ley 1 de 1945,  expuso criterios que en esta oportunidad resulta oportuno reiterar y de conformidad con los cuales "cuando la ley exencionó del servicio militar al ´varón casado que haga vida conyugal´ (...) estaba defendiendo la familia que de acuerdo con los criterios éticos-jurídicos que primaban antes de la nueva Constitución, merecía protección únicamente cuando se formaba por vínculo matrimonial; pero a la luz de los principios profesados por los Constituyentes de 1991, la familia que se origina entre compañeros permanentes, en las condiciones previstas por la ley, merece también reconocimiento y protección; de manera que el varón en estas condiciones debe ser igualmente objeto de la exención que se otorga al casado", de lo contrario, se daría paso a  una reprochable discriminación (Sentencia No. T- 326 de 1993. M.P. Dr. Antonio Barrera Carbonell). Fuera de lo anterior, es oportuno puntualizar que en la actualidad el Estado colombiano no cuenta con un sistema prestacional y de seguridad social que se encargue de brindar protección a los niños mientras su padre cumple sus obligaciones para con la patria, en esas condiciones "al Estado no le es dable exigir de la principal persona llamada por la ley a asistir y proteger a la familia, el cumplimiento de una obligación que trae como efecto práctico su separación del núcleo familiar." (Sentencia No. 491 de 1993). 6. Ahora bien, la Corte ha sido enfática en precisar que no es posible convertir la acción de tutela en un mecanismo propicio para evadir el acatamiento debido a la obligación de prestar el servicio militar. La orden de desacuartelamiento no se orienta a la protección de los derechos del soldado sino a amparar los derechos constitucionales fundamentales  de los menores y procede siempre que se acrediten los siguientes presupuestos: "(1)el reconocimiento de la paternidad por el soldado respecto de quien se solicita el dasacuartelamiento; (2)la demostración de la situación de desempleo o desamparo de la madre que le impide asumir la carga del mantenimiento y cuidado de sus hijos menores y (3)la ausencia del apoyo económico de las personas llamadas por ley a prestar alimentos a sus familiares cercanos" (Sentencia No. 491 de 1993). Sostuvo la peticionaria ante el juez que recibió su solicitud verbal de tutela que Jair Osorio Mendoza laboraba en construcción para obtener los recursos que dedicaba a la manutención del hogar. La Sala no duda en afirmar que privar de esta ayuda a una joven de diecisiete años de edad, desempleada y en estado de gravidez entraña un enorme grado de desprotección que afecta a la madre y al hijo que espera, ante lo cual cobra notable importancia la presencia del esposo y padre que, en las circunstancias anotadas, es el único llamado a proveer lo necesario, toda vez que, en la práctica, tampoco se han implementado los programas orientados a brindar apoyo a la mujer que hallándose embarazada soporta el desempleo o el desamparo. La Corte, en las tantas veces citada sentencia No. SU-491 de 1993 puntualizó que "La asistencia y protección de la maternidad, establecida como obligación estatal en el artículo 43 de la Carta, busca velar no sólo por el bienestar de la madre sino también por la salvaguarda respecto de los derechos fundamentales del nasciturus, los cuales la Constitución reconoce al hacer remisión a lo que disponen los tratados internacionales sobre derechos humanos y protección de los niños". Así las cosas, en el evento sub examine, la asistencia que se revela más segura es la de Jair Osorio Mendoza, cuyo desacuartelamiento se ordenará en la parte resolutiva, bajo condición de que dentro del término de cinco días, contados a partir de la notificación de esta sentencia reconozca, personalmente, su paternidad sobre el hijo que Flor Alba Mendoza Beltrán espera. 7. Por último la Sala llama la atención acerca del importantísimo papel que, por expresa previsión constitucional, están llamados a cumplir los jueces de la República tratándose de la protección y de la vigencia efectiva de los derechos constitucionales fundamentales. La Corte ha expresado que "Si tales funcionarios no asumen con seriedad y realismo la delicada tarea que se les encomienda y frustran los fines primordiales del Estado, dejando inaplicada su preceptiva fundamental atentan gravemente contra las instituciones y son responsables de ello" , así pues, en sentir de la Corporación "resulta inadmisible que el juez niegue o conceda de antemano, sin verificar ni sopesar a conciencia lo afirmado y lo acreditado por las partes. No puede resolver el fallador sin llegar a una persuación racional y fundada sobre el trato que merece el asunto sometido a su juicio, pues la decisión carece de sustento si no se la pone en relación con los hechos probados, tanto como si se la adopta a espaldas de la normativa aplicable" (Sentencia No. T- 264 de 1993. M.P. Dr. José Gregorio Hernández Galindo). El juez, en este evento, se limitó a proferir una sentencia sin preocuparse por verificar y comprender a cabalidad los hechos. Es patente la total ausencia de actividad probatoria, aspecto inexcusable si se tiene en cuenta que el Decreto 2591 de 1991, facilita su realización (arts 20, 21y 22) y además dispone la observancia de los principios de publicidad, prevalencia del derecho sustancial, economía, celeridad y eficacia (art.3) en el trámite de la acción de tutela. Además, se advierte el desconocimiento de la jurisprudencia constitucional. La Corte ha entendido que "Si bien la jurisprudencia no es obligatoria (artículo 230 de la Constitución Política), las pautas doctrinales trazadas por esta Corte, que tiene a su cargo la integridad y supremacía de la Carta Política, indican a todos los jueces el sentido y los alcances de la normatividad fundamental y a ellas deben atenerse. Cuando la ignoran o contrarían no se apartan simplemente de una jurisprudencia -como podría ser la penal, la civil o la contencioso administrativa- sino que violan la Constitución, en cuanto la aplican de manera contraria a aquélla en que ha sido entendida por el juez de constitucionalidad a través de la doctrina constitucional que le corresponde fijar." (Sentencia No. T-260 de 1995. M.P. Dr. José Gregorio Hernández Galindo). Además, es necesario que el fallador sepa cuál es el derecho vigente. La ley 48 de 1993 sustituyó, en el punto bajo examen, a la ley 1 de 1945 que el juez cita en la sentencia revisada. En mérito de lo expuesto, la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional RESUELVE: PRIMERO. REVOCAR la sentencia de 24 de mayo de 1995, proferida por el Juzgado Cuarenta y seis Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, en el asunto de la referencia. SEGUNDO. CONCEDER la tutela impetrada por Flor Alba Mendoza Beltrán y en consecuencia, se ordena al Ejército Nacional disponer el desacuartelamiento del soldado Jair Osorio Mendoza, a quien el Ejército deberá otorgar libreta militar en la forma establecida por la ley y el reglamento, siempre que en un término de diez (10) días, contados a partir de la notificación de esta providencia Jair Osorio Mendoza reconozca su paternidad sobre el hijo de Flor Alba Mendoza Beltrán. Se advierte que e reconocimiento deberá hacerse personalmente por Osorio Mendoza, ante la autoridad competente para lo cual las autoridades militares facilitarán el desplazamiento de Jair Osorio Mendoza.  Satisfecha esta condición, el Ejército Nacional procederá al desacuartelamiento y a la expedición de la respectiva libreta militar. TERCERO. LIBRENSE, por Secretaría, las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991 para los efectos allí contemplados. Cópiese, comuníquese, notifíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado Ponente FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado MARTHA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-359-95 Sentencia No Sentencia No. T-359/95 PRESTACIONES SOCIALES-Mora en el pago/PROCESO EJECUTIVO LABORAL Si bien cuando se advierte que existe por parte de la Administración una demora no razonable e injustificada para el cumplimiento de una obligación laboral, o cuando se ha vulnerado el derecho de petición del solicitante, el juez de tutela en procura de la efectividad de los derechos laborales, está facultado para ordenar la liquidación y pago de los mismos y en tal caso tutelar los derechos del trabajador, no puede hacerlo cuando para lograr la efectividad de esos derechos existan otros mecanismos de protección judicial, como sucede en este caso, en el que la demandante para obtener el cumplimiento coercitivo de la resolución, cuenta con la acción ejecutiva que le permite inclusive solicitarle al Juez que ordene las medidas cautelares que garanticen el pago de la suma que se le adeuda. SENTENCIA-Cumplimiento/DESACATO DE TUTELA Ni las autoridades públicas ni los particulares pueden eludir, con disculpas o juicios de valor, o por simple marginamiento voluntario del proceso judicial, el cumplimiento de un fallo de tutela. Y si esto ocurre, de conformidad con la normatividad vigente, el Juez debe adoptar las medidas que aseguren su observancia sin demora, así el expediente esté en trámite para su eventual revisión ante la Corte Constitucional, y si es del caso, deberá iniciar el correspondiente incidente de desacato y, si encuentra que se ha podido cometer algún delito o falta disciplinaria por quien se ha sustraído del cumplimiento de la respectiva decisión judicial, habrá de comunicarlo a la Fiscalía General de la Nación y a la Procuraduría General de la Nación, para que estas entidades inicien las investigaciones a que haya lugar. REFERENCIA: Exp. No. T- 71294 DEMANDANTE: TERESA DE JESUS BALLESTA contra INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA. PROCEDENCIA: Juzgado Cuarto Civil Municipal de Santa Marta. TEMA: Pago de cesantías definitivas, vacaciones y primas de vacaciones. MAGISTRADO PONENTE: Dr. HERNANDO HERRERA VERGARA. Santa Fe de Bogotá, agosto 9 de mil novecientos noventa y cinco (1995). Procede la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los magistrados ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO, FABIO MORON DIAZ y HERNANDO HERRERA VERGARA, a revisar el fallo proferido por el Juzgado Cuarto Civil Municipal de Santa Marta el once (11) de mayo de 1995 en el proceso de tutela de la referencia. El expediente llegó al conocimiento de esta Sala por remisión que le hizo el Juzgado Cuarto Civil Municipal de Santa Marta, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991. Con fundamento en los artículos 86 de la Constitución Política, y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección Número Seis (6) de la Corte Constitucional, escogió, para efectos de revisión, la acción de tutela de la referencia. I. ANTECEDENTES. 1. La señora TERESA DE JESUS BALLESTA, por intermedio de apoderado, acude al mecanismo de la acción de tutela "con el único interés de que dicha factoría se obligue a respetarle el derecho a la igualdad constitucional prestablecida en el artículo 13 y demás normas rectoras concordantes", debido a que se le reconoció el pago de las prestaciones sociales y salarios caídos del señor LEOPOLDO GUERRERO I. (q.e.p.d.) por valor de $1'500.524.22, en su condición de cónyuge supérstite de éste último, mediante resolución No. 204 del 19 de mayo de 1994 proferida por la Gerente de la INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA, y a la fecha de presentación de la demanda de tutela no se le había cancelado tal suma. 2. Manifiesta que considera vulnerado su derecho a la igualdad en cuanto a la señora EVA MARQUEZ, quien actuó en "condición de representante legal de beneficiario del mismo causante, le cancelaron los derechos que menciona la resolución." 3. El Juzgado de conocimiento ofició a la INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA con el fin de que certificara si la entidad había cancelado a terceras personas emparentadas con el señor LEOPOLDO GUERRERO IGUARAN, suma alguna de dinero por concepto de prestaciones sociales y salarios; y si debía a la accionante el valor correspondiente a los derechos que como cónyuge supérstite del mencionado señor le habían sido reconocidos mediante resolución No. 204 del 19 de mayo de 1994. Para que remitiera dicho certificado, se le concedió un término improrrogable de tres días, plazo que transcurrió sin que la accionada enviara su respuesta. II. LA DECISION JUDICIAL QUE SE REVISA. El Juzgado Cuarto Civil Municipal de Santa Marta profirió sentencia el once (11) de mayo de 1995 y resolvió "acceder a la acción de tutela promovida por la accionante y por consiguiente ordenar al Gerente de la Industria Licorera del Magdalena, que respeten (sic) el derecho de igualdad de la señora TERESA DE JESUS BALLESTA". Además concedió a la demandada el término de un mes para que efectuara el pago de lo adeudado a la accionante. El citado Juzgado adoptó tal decisión como consecuencia de haber transcurrido el término que le fijó al representante legal de la INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA para que certificara a ese Despacho acerca de hechos expuestos en la demanda, sin que hubiere recibido respuesta alguna. Dijo el Juzgado: "Vencido el término que el juzgado le dio a la Gerencia de la Industria Licorera del Magdalena para aportar la documentación referida, sin que se hubiese atendido el indicado requerimiento, estima el despacho que se impone aplicar el art. 20 del Decreto 2591 de 1991, que establece la presunción de veracidad (...) En el asunto sub-júdice el juzgado considera que no es menester adelantar "otra averiguación previa", como anota el artículo preinserto, infiere, y juzga que en la aplicación de la presunción de veracidad incorporada en el precepto en comento debe entrar a fallar de plano, a lo cual procede teniendo por ciertos los hechos afirmados por el accionante, de donde fluye como corolario, que debe prosperar la acción incoada (...)" III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. 1. La Competencia. De conformidad con lo dispuesto en los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala es competente para revisar el fallo proferido por el Juzgado Cuarto Civil Municipal de Santa Marta el día once (11) de mayo de 1995. 2. La Materia. Pretende la accionante que se le respete el derecho a la igualdad que considera le fue vulnerado por parte de la INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA ya que dicha entidad mediante la resolución No. 204 de 1994 le liquidó y reconoció el derecho al pago de las prestaciones sociales y salarios caídos como beneficiaria de su cónyuge fallecido por valor de $1'500.524.22, y hasta la presentación de la demanda de tutela no había recibido suma alguna por dichos conceptos, a pesar de que a otros beneficiarios reconocidos a través del mismo acto sí se les efectuó el respectivo pago. Esta Corporación ordenó oficiar a la INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA, para que su representante legal, bajo apremio de ley y de conformidad con el artículo 19 del Decreto 2591 de 1991, certificara si dicha entidad ha cancelado a personas con algún grado de parentesco con el señor LEOPOLDO GUERRERO IGUARAN, entre ellas a la señora EVA MARQUEZ, valores por concepto de salarios y prestaciones sociales; si la accionada debe o no a la demandante suma alguna de dinero como consecuencia del reconocimiento de prestaciones sociales y salarios caídos del fallecido señor GUERRERO IGUARAN efectuado por medio de la resolución No. 204 de 1994 emanada de esa entidad; si la accionada dió respuesta al oficio del 02 de mayo de 1995 remitido por el Juzgado Cuarto Civil Municipal de Santa Marta, por medio del cual se le solicitó certificación acerca de los puntos anteriormente relacionados; y finalmente, si dio cumplimiento al fallo proferido por el Juzgado Cuarto Civil Municipal de Santa Marta  el 11 de mayo de 1995 por medio del cual se tuteló el derecho a la igualdad de la señora TERESA DE JESUS BALLESTA y se le ordenó efectuar el respectivo pago en el término de un mes. De todo lo anterior se le solicitó a la INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA enviar los correspondientes documentos. Para responder, se le concedió a la accionada un término de tres días hábiles a partir de la recepción de la comunicación. Obra a folio 29 del expediente el informe rendido por la Secretaría de la Corporación en relación con la respuesta a los anteriores puntos por parte de la entidad accionada, el día 21 de julio de 1995, en el que se expresa lo siguiente: "Según el informe del Señor CARLOS ALBERTO ROCHA M., (...), el día 5 de julio del presente año recibió el oficio número 943 con destino a la LICORERA DEL MAGDALENA, el cual fue remitido por correo certificado de Adpostal, por el mismo empleado, el día 6 de julio de 1995. A la fecha no se ha recibido en esta Secretaría respuesta al mencionado oficio." Sin embargo, mediante oficio de fecha 27 de julio de 1995, el señor ARMANDO CASTILLO GERRERO, Gerente de la INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA, dio respuesta al oficio referido, recibido el 31 de julio del mismo año por el Despacho del Magistrado Ponente. En su escrito, el representante legal de la accionada expresa lo siguiente: "1. Esta Factoría no le ha cancelado suma de dinero liquidada por concepto de salarios Prestaciones Sociales (sic) a ninguna persona con grado de parentesco con el finado LEOPOLDO GUERRERO IGUARAN como consecuencia de sustitución pensional ní a la señora EVA MARQUEZ GARCIA. 2. A la señora TERESA DE JESUS BALLESTAS (sic), sí se le debe determinada suma de dinero por concepto de Prestaciones Sociales y Salarios Caídos reconocidas en la Resolución No. 204 de Mayo 19 de 1994 (...) 3. Con respecto al cumplimiento del Oficio del 02 de Mayo de 1995 suscrito por el Juzgado Cuarto Civil Municipal fue imposible dar respuesta en vista que ésta Factoría se trasladó a las nuevas oficinas como consecuencia del fenómeno de concesión donde se le adjudicó la producción y la distribución de licores a la Sociedad Comercializadora de Licores del Magdalena "COLIMAG S.A." para tal efecto quedando algunos documentos y expedientes en la antigua oficina encontrándose su Hoja de Vida o Expediente del señor (sic) LEOPOLDO GUERRERO IGUARAN en ésta. Los cuales fueron remitidos más tarde a estas Dependencias que se encuentra en liquidación cumpliendo (sic) con las obligaciones insatisfechas. 4. En relación al cumplimiento del fallo proferido por el Juzgado Cuarto Civil Municipal de Santa Marta de fecha 11 de Mayo de 1995 que concedió la Tutela promovida por la señora TERESA DE JESUS BALLESTAS (sic). No se le ha dado cumplimiento y los motivos los conoce la accionante los cuales son la falta de recursos económicos (...), además en ningún momento a la señora en mención se le están negando sus derechos ya reconocidos que el interés (sic) de la Empresa a mi cargo es de solucionarle los problemas a los extrabajadores (...) para tal efecto nos hemos dado a la tarea de llevar un orden cronológico de las tutelas instauradas para hacer efectivo su pago. Anexo a la presente Ocho (8) Ordenes de Pago a favor de los Beneficiarios de la sustitución Pensional del finado LEOPOLDO GUERRERO IGUARAN las cuales no han sido canceladas (...) (subrayado fuera del texto)" En razón de los antecedentes referidos, la Corporación estima conveniente, para resolver de fondo, analizar dos aspectos: en primer término, la protección al salario y a las prestaciones sociales, estableciendo si en el caso presente existe una eventual vulneración o amenaza de derechos fundamentales, y si para su amparo existen o no otros mecanismos de defensa judiciales; y en segundo lugar, debe la Corte analizar las circunstancias particulares de inobservancia de la decisión judicial objeto de revisión, a la luz del ordenamiento jurídico vigente, a fin de que se dé estricto cumplimiento a la Constitución y a la ley. a. Protección al salario y a las prestaciones sociales. En relación con la protección que la Carta Política y los tratados internacionales brindan al salario y a las prestaciones sociales, la Corporación ha tenido la oportunidad de referirse en el pasado, entre otras, mediante la sentencia No. T-344 de 1994 en la cual se afirmó lo siguiente: "La protección constitucional al salario debe ser efectiva. Este es un derecho que se fundamenta en los artículos 1º, 2º, 25, 53, 58 de la Constitución Política, derechos que se interpretan y complementan, en lo pertinente, por Tratados y Convenios Internacionales (art. 53 y 93 C.P.). Para el caso de la protección al salario debe tenerse particularmente en cuenta el Convenio 95 de 8 de junio de 1949 de la Organización Internacional del Trabajo. En dicho Convenio la O.I.T. define el salario en la siguiente forma: "Artículo 1.- A los efectos del presente Convenio, el término ´salario´, significa la remuneración o ganancia, sea cual fuere su denominación o método de cálculo, siempre que pueda evaluarse en efectivo, fijada por acuerdo o por la legislación nacional, y debida por un empleador a un trabajador en virtud de un contrato de trabajo, escrito o verbal, por el trabajo que este último haya efectuado o deba efectuar o por servicios que haya prestado o deba prestar".[1] Esta caracterización del salario queda protegida constitucionalmente, según se dijo, por los artículos 53 y 93 de la C.P. y, además, por el artículo 25 de la Carta que dice: ARTICULO 25. El trabajo es un derecho y una obligación social y goza, en todas sus modalidades, de la especial protección del Estado. Toda persona tiene derecho a un trabajo en condiciones dignas y justas. (Subraya fuera del texto)" De conformidad con la jurisprudencia referida, en materia de salarios se aplican los criterios plasmados por la O.I.T. en su trigésima Segunda Reunión, efectuada en Ginebra en 1949 y aprobada mediante la Ley 54 de 1962, y que incluyó dentro de la definición de salario, "toda forma de remuneración". Así entonces es claro que, a pesar de que en nuestra legislación distingue entre salario y prestaciones sociales, ambos están cobijados por los mismos principios constitucionales de protección a la remuneración consagrados en la Carta Política. La Constitución de 1991 ha consagrado que el trabajo es un derecho fundamental y una obligación social que goza de la protección del Estado y cuya retribución es la contraprestación que se recibe por el servicio prestado. Así, el derecho a recibir la remuneración, constituye para el trabajador un derecho inalienable y para el patrono una obligación que deberá cumplir de manera completa y oportuna. En el presente caso la accionante TERESA DE JESUS BALLESTA goza del reconocimiento, a través de la resolución No. 204 de 1994 proferida por la INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA, de su condición de beneficiaria "en un 50% de las prestaciones sociales y salarios caídos del señor LEOPOLDO GUERRERO I. (q.e.p.d.) en su calidad de cónyuge sobreviviente del mismo"; razón por la cual se ordenó el pago a su nombre de la suma de dinero mencionada en dicha resolución. De manera que la efectiva protección de los derechos mencionados también debe extenderse a la accionante, en los términos ya expuestos, por su condición de cónyuge supérstite del señor Guerrero. Para la Corporación es claro que la resolución proferida por la INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA, goza de presunción de legalidad, y por lo tanto, debe ser ejecutada mientras no sean anulada o suspendida por la jurisdicción contencioso administrativa, de conformidad con la Constitución y la ley (C.C.A.). Dicha ejecución ha de entenderse enmarcada por un margen temporal de cumplimiento, el cual no puede ser arbitrariamente fijado por la propia Administración, sino que esta se encuentra sometida a los plazos y a los requisitos establecidos por el ordenamiento jurídico, de conformidad con los principios de celeridad, economía y eficacia consagrados en el artículo 209 de la Carta Política. Sobre este aspecto la Corte precisó, en la sentencia No. T-260 de 1994 (M.P. Dr. Alejandro Martínez Caballero), acerca del pago oportuno de salarios y prestaciones a los servidores públicos, lo siguiente: "Este formidable privilegio de la administración, en la decisión y ejecución de sus actos, sigue siendo un privilegio pero no puede ser arbitrario porque la administración no es un fin en si mismo (sic) sino que está al servicio de la comunidad y porque es de la esencia del Estado Social de derecho que se ejecute, sin dilaciones, la protección legal al trabajador. Es decir, la autotutela administrativa tiene un limite: la razonabilidad. La razonabilidad se aprecia en cada caso concreto, según la simpleza o complejidad del mismo, respetando por un lado la teoría de la AUTOTUTELA, y teniendo en cuenta por el otro aspecto que un retardo injustificado atenta contra la caracterización del Estado Colombiano, viola el principio de que las autoridades de la República están instituidas para asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del Estado, y uno de tales deberes es pagar las obligaciones laborales para lo cual las autoridades administrativas deben coordinar sus actuaciones porque los servidores públicos están al servicio del Estado y la comunidad, de lo cual se infiere que la administración no es un fin en si misma sino un medio para garantizar la efectividad de los derechos." (subrayado fuera del texto) La razonabilidad de los términos a que se ha hecho referencia, debe abarcar todas las etapas que conlleven al pago de la remuneración al trabajador. No basta pues, que la INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA haya expedido el respectivo acto administrativo, reconociendo y liquidando los salarios y prestaciones que se le adeudaban al señor Guerrero, en favor de la accionante TERESA DE JESUS BALLESTA, sino que además dicha entidad en un término razonable y justo ha debido cancelar las sumas reconocidas a una de las beneficiarias de los emolumentos causados por el vínculo laboral del difunto con la accionada. Para la fecha de presentación de la acción de tutela había transcurrido casi un año desde la expedición de la resolución No. 204 del 19 de mayo de 1994, sin que se hubiese efectuado por la demandada el respectivo pago en favor de la accionante. De manera que para esta Sala de Revisión resulta claro que la omisión injustificada en que ha incurrido la entidad accionada lesiona derechos fundamentales en cabeza de la demandante. No obstante, debe analizarse en el caso sub exámine la procedencia o no de la acción de tutela como mecanismo de protección, por contar la accionante con otros medios de defensa judicial para obtener el pago coercitivo de los dineros que le adeuda la INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA. En efecto, la Corporación en el citado fallo T-260 de 1994 manifestó acerca de este punto lo siguiente: "(...) c- La administración pública debe reconocer y/o liquidar las prestaciones sociales en un plazo razonable. Si se retarda el reconocimiento o la liquidación, máxime si hay solicitud del interesado, prospera la acción de tutela por violación al derecho de petición, artículo 23 C.P. d- Si hay mora en el pago, no obstante existir acto administrativo que reconozca y cuantifique las prestaciones, habrá lugar a juicio ejecutivo laboral y al embargo si han transcurrido más de 18 meses. e- Si por irrazonable demora se elude la expedición del título ejecutivo o no se paga, esta omisión puede justificar adicionalmente, que el juez de tutela permita la indexación. Se considera que cuando el artículo 53 de la Constitución dice que 'El Estado garantiza el derecho al pago oportuno' se está protegiendo no solo a las pensiones sino a toda remuneración laboral. (...)" (subrayas fuera de texto.) En el presente caso este criterio de la Corte y específicamente el plasmado en el literal d) transcrito, es en principio aplicable y debe reiterarse lo allí expresado, si se tiene en cuenta que la INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA reconoció y liquidó la suma correspondiente a $1'500.524.22, a la señora TERESA DE JESUS BALLESTA, por concepto de prestaciones sociales y salarios caídos en condición de cónyuge supérstite del señor LEOPOLDO GUERRERO, por medio de la resolución No. 204 del 19 de mayo de 1994. Si bien cuando se advierte que existe por parte de la Administración una demora no razonable e injustificada para el cumplimiento de una obligación laboral, o cuando se ha vulnerado el derecho de petición del solicitante, el juez de tutela en procura de la efectividad de los derechos laborales, está facultado para ordenar la liquidación y pago de los mismos y en tal caso tutelar los derechos del trabajador, no puede hacerlo cuando para lograr la efectividad de esos derechos existan otros mecanismos de protección judicial, como sucede en este caso, en el que la señora BALLESTA para obtener el cumplimiento coercitivo de la resolución No. 204 de 1994, cuenta con la acción ejecutiva que le permite inclusive solicitarle al Juez que ordene las medidas cautelares que garanticen el pago de la suma que se le adeuda por parte de la INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA. Como ya lo señaló la Corporación, el acto administrativo que reconoce y liquida la suma adeudada, constituye un verdadero título ejecutivo. Así lo expresó la Corte[2] indicando: "(...) En consecuencia esta Corporación estima que los actos administrativos que contengan obligaciones laborales en favor de los servidores públicos, deben poseer la misma garantía que las sentencias judiciales, esto es, que puedan prestar mérito ejecutivo -y embargo- a los dieciocho (18) meses después de haber sido ejecutoriados. (...)" Dicho criterio se reiteró en el pronunciamiento al que se ha hecho alusión[3]: "(...) si la administración pública ya ha proferido el acto administrativo reconociendo y/o liquidando la correspondiente prestación social, y se le ha entregado al interesado la copia auténtica del mismo (es obligación de la Administración hacerlo), habrá título ejecutivo, luego, la acción de tutela no será el camino adecuado para librar un mandamiento de pago; hay que acudir a la jurisdicción laboral instaurándose un juicio ejecutivo, que tiene un procedimiento relativamente rápido." Con fundamento en estas consideraciones, resulta claro que en el caso sub-exámine no procede la tutela como vía adecuada en procura del derecho que se reclama, ya que el medio judicial al que puede acudir la accionante, no es simplemente un medio teórico o formal, sino que por el contrario, el proceso ejecutivo laboral es el medio idóneo para obtener el fin específico perseguido por la señora BALLESTA. No obstante lo anterior, el apoderado de la accionante invoca la igualdad como derecho fundamental vulnerado en razón de la omisión de la INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA de efectuarle el pago a la señora TERESA DE JESUS BALLESTA, el cual afirma sí hizo a otros beneficiarios del fallecido señor GUERRERO IGUARAN, reconocidos como tales mediante la misma resolución No. 204 de 1994. En el caso sub exámine, encuentra la Corporación que la INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA reconoció y ordenó el pago de los salarios y demás prestaciones sociales del difunto LEOPOLDO GUERRERO I. mediante la resolución No. 204 de 1994, como beneficiarios suyos: a la accionante TERESA DE JESUS BALLESTA, a la señora EVA MARQUEZ GARCIA en representación de YAMILE Y ROSMERI GUERRERO MARQUEZ, en su condición de herederos; y a MERCEDES GUERRERO CABARCAS, CATALINA TERESA, ROSSANA ROCIO Y SANDRA PATRICIA GUERRERO BALLESTA en calidad de hijos del fallecido, situación que por sí sola no riñe con lo preceptuado en el artículo 13 de la Carta cuando expresa que "Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación (...)". Ahora bien, de conformidad con las fotocopias autenticadas de las órdenes de pago remitidas a este Despacho por el Gerente de la entidad accionada, a ninguno de los beneficiarios del referido señor se le ha cancelado el monto de lo reconocido. En razón de lo anterior, no encuentra la Corporación que haya ocurrido la  vulneración del derecho a la igualdad de TERESA DE JESUS BALLESTA invocado en la demanda, pues la demora en el pago ha sido respecto de todos los beneficiarios, y no solo en relación con la accionante. Sobre el criterio que se debe tener en cuenta para valorar una eventual vulneración al principio de igualdad consagrado en la Carta Política, basta recordar lo dicho en la sentencia No. T-422 de 1992 (M.P. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz), en la que se expresó lo siguiente: "La igualdad designa un concepto relacional y no una cualidad. Es una relación que se da al menos entre dos personas, objetos o situaciones. Es siempre resultado de un juicio que recae sobre una pluralidad de elementos, los "términos de comparación". Cuales sean éstos o las características que los distinguen, no es cosa dada por la realidad empírica sino determinada por el sujeto, según el punto de vista desde el cual lleva acabo el juicio de igualdad. La determinación del punto de referencia, comúnmente llamado tertium coparationis, para establecer cuándo una diferencia es relevante, es una determinación libre mas no arbitraria, y sólo a partir de ella tiene sentido cualquier juicio de igualdad." De manera que, no existiendo vulneración del derecho a la igualdad, y contando la accionante con otros medios de defensa judicial idóneos para obtener el pago que reclama, esta Sala de Revisión procederá a revocar la decisión adoptada por el Juzgado de instancia. b. Cumplimiento de las providencias judiciales- Desacato. Encuentra la Corporación que en el asunto sub exámine la INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA no intervino dentro del proceso para oponerse a las pretensiones, solicitar la práctica de pruebas, y ejercer todos los derechos que le corresponden como sujeto procesal;  tampoco dio respuesta alguna a los oficios emanados del Juzgado Cuarto Civil Municipal de Santa Marta, razón por la cual dicho despacho en aplicación a lo dispuesto por el artículo 2o. del Decreto 2591 de 1991, que establece la presunción de veracidad dando por ciertos los hechos afirmados por el accionante, accediendo por consiguiente a la tutela promovida. Así mismo, respondió tardíamente el oficio enviado por parte de la Corte Constitucional. Y de conformidad con lo declarado por el Gerente de la entidad accionada, no se dió cumplimiento al fallo de primera instancia por falta de recursos. Sobre el particular, la Corte Constitucional en sentencia del 18 de febrero de 1994 dijo acerca del cumplimiento de los fallos de tutela: "Las normas antes transcritas, siguiendo la orientación de otros estatutos procesales, establecen claramente la competencia del Juez que ha conocido de la acción de tutela en primera instancia, para hacer cumplir la sentencia estimatoria de las prestaciones de tutela y lo dotan de una serie de poderes, incluso la conservación de su competencia, para adoptar el repertorio de medidas que dichas normas contienen para el cabal cumplimiento del fallo"4. Así entonces, ni las autoridades públicas ni los particulares pueden eludir, con disculpas o juicios de valor, o por simple marginamiento voluntario del proceso judicial, el cumplimiento de un fallo de tutela. Y si esto ocurre, de conformidad con la normatividad vigente, el Juez debe adoptar las medidas que aseguren su observancia sin demora, así el expediente esté en trámite para su eventual revisión ante la Corte Constitucional, y si es del caso, deberá iniciar el correspondiente incidente de desacato y, si encuentra que se ha podido cometer algún delito o falta disciplinaria por quien se ha sustraído del cumplimiento de la respectiva decisión judicial, habrá de comunicarlo a la Fiscalía General de la Nación y a la Procuraduría General de la Nación, para que estas entidades inicien las investigaciones a que haya lugar. En el caso sub exámine encuentra la Corporación que la INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA no obró dentro de los términos y condiciones establecidas por el Decreto 2591 de 1991 como sujeto procesal, lo cual resulta reprochable para la eficaz y oportuna administración de justicia. No es excusa aceptable la del traslado a nuevas oficinas como consecuencia de su liquidación, tal como lo manifiesta el Gerente de dicha entidad, para apartarse del cumplimiento de las órdenes de los jueces o de la observancia de la Constitución y de la ley. De manera que, pese a que la Corporación revocará el fallo proferido por el Juzgado Cuarto Civil Municipal de Santa Marta, ordenará a ese Despacho compulsar copias del expediente a la Procuraduría General de la Nación, a fin de que, si lo considera pertinente, inicie las investigación a que haya lugar como consecuencia del no cumplimiento del efecto inmediato de la sentencia emanada del citado Juzgado el 11 de mayo de 1995, así como de las diligencias judiciales correspondientes, de acuerdo con lo expuesto en la parte motiva de esta providencia. IV. DECISION. En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional obrando en nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución RESUELVE: PRIMERO. REVOCAR por las razones expuestas en la parte motiva de esta providencia, la sentencia proferida por el Juzgado Cuarto Civil Municipal de Santa Marta el 11 de mayo de 1995, y en su lugar DENEGAR la tutela limpetrada. SEGUNDO. ORDENAR al Juzgado Cuarto Civil Municipal de Santa Marta que compulse copias del expediente a la Procuraduría General de la Nación, a fin de que, si lo considera pertinente, inicie la investigación a que haya lugar, en relación con el incumplimiento del efecto inmediato de la sentencia de dicho Juzgado, de fecha 11 de mayo de 1995, así como de las diligencias judiciales correspondientes de que trata la parte motiva de la presente sentencia. TERCERO. LIBRENSE por Secretaría las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados. Cópiese, notifíquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado Ponente ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado FABIO MORON DIAZ Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1]Ver Ley 54 de 1962, Diario Oficial 30947. [2]Cfr. Corte Constitucional. Sala Plena. Sentencia C-546 de 1992 M.P. Dres. Ciro Angarita Barón y Alejandro Martínez Caballero. [3]Sentencia T-260 de 1994. 4 Sentencia Nº T-081/94, 28 de febrero de 1994, Ponente Dr. Antonio Barrera Carbonell.
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T-360-95 Sentencia No Sentencia No. T-360/95 DERECHO AL BUEN NOMBRE El derecho fundamental al buen nombre hace relación al comportamiento que tiene y debe observar el individuo frente a los demás miembros de la sociedad, por lo que representa uno de los más valiosos elementos del patrimonio moral y social de la persona. Por ello, pretender reclamar respeto y consideración al buen nombre por quien ha incurrido en actos u omisiones generados por el incumplimiento en sus obligaciones no es posible, pues por su propia voluntad ha ocasionado la pérdida de la aceptación de que gozaba en sociedad; menos aún puede aspirar a que la sociedad lo reconozca públicamente como persona digna de crédito. LISTA DE DEUDORES MOROSOS/MORA EN LAS CUOTAS DE ADMINISTRACION/CONJUNTO RESIDENCIAL-Deudor moroso La publicación de la lista de deudores morosos en las carteleras del conjunto residencial en obedecimiento de directrices trazadas por la asamblea de copropietarios, no constituye por sí misma, vulneración del derecho constitucional fundamental a la intimidad ni al buen nombre. Es necesario, entonces, ponderar la información destinada al conocimiento de los habitantes del conjunto, para que de acuerdo con ese contenido resulte posible establecer si se viola o no el derecho, lo que no sucede en el presente caso, ya que lo único que se da a conocer es un hecho cierto, cual es la mora en el pago de las cuotas de administración por parte del demandante. No se trata de informaciones estrictamente personales, familiares no destinadas al conocimiento público; por el contrario, la administración no hizo nada diferente a cumplir lo establecido por el reglamento de copropiedad del conjunto residencial, en el sentido de informar la situación de mora en que se encuentra el demandante, en relación con el atraso que presenta en el pago de las cuotas de administración, después de habérsele requerido para el pago de las cuotas adeudadas. ACCION DE TUTELA CONTRA ADMINISTRACION DE CONJUNTO RESIDENCIAL En el presente caso, la acción de tutela se dirige contra un particular que es la Junta Directiva del Conjunto Residencial, respecto de la cual el peticionario se encuentra en situación de indefensión y subordinación. A la Junta corresponde decidir como organismo de administración que es, todos los asuntos relativos a las zonas comunes de la propiedad, en orden a garantizar la seguridad, existencia y conservación de la edificación, para lo cual deben contar con los ingresos indispensables en orden a atender dichas necesidades, los cuales provienen del recaudo de las cuotas de administración que por ese concepto deben cancelar sus propietarios o arrendatarios, cuyo no pago genera las consecuencias establecidas legal y reglamentariamente, una de las cuales es la inclusión en lista de deudores morosos. REF.: Expediente No. T - 74.363 PETICIONARIO: Guillermo Gonzalez Luna contra la Junta Directiva del Barrio Sumatambo de San Juan de Pasto. PROCEDENCIA:  Juzgado Tercero Penal del Circuito de San Juan de Pasto. “De acuerdo con los hechos planteados en la demanda de tutela y las pruebas que obran dentro del expediente, queda plenamente establecido que el peticionario, hallándose obligado al pago oportuno y periódico de las cuotas de administración de la unidad residencial en la que habita, ha incurrido en una mora por el no pago de más de cuatro cuotas de administración -hasta el momento de la interposición de la tutela-, colocándose por esa situación al margen de los reglamentos que rigen el conjunto residencial “Sumatambo”. MAGISTRADO PONENTE: HERNANDO HERRERA VERGARA Santa Fe de Bogotá, Agosto nueve (9) de 1995. La Sala Sexta de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, integrada por  los Magistrados HERNANDO HERRERA VERGARA ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO y FABIO MORON DIAZ, procede a revisar el fallo proferido por el Juzgado Tercero Penal del Circuito de San Juan de Pasto el 13 de junio de 1995, en el proceso de la referencia. I.      ANTECEDENTES El señor GUILLERMO GONZALEZ LUNA formuló acción de tutela contra la Junta Directiva del Barrio Sumatambo de los Bloques Rojos de la ciudad de San Juan de Pasto, lugar donde reside, por considerar vulnerados sus derechos fundamentales a la intimidad personal, familiar y al buen nombre, debido a que por razones de atraso en el pago de algunas cuotas de la administración, fue publicado su nombre en una cartelera de deudores morosos por orden de la accionada. Manifiesta el peticionario que, "Resulta que vivo en los apartamentos rojos por el espacio (sic) de más o menos tres años, pagando cumplidamente mis cuotas de administración, y ahora resulta que por el atraso de algunas cuotas, las cuales no he podido cancelarlas, ya que estoy atravesando por el momento en una situación económica difícil, han publicado una cartelera de deudores morosos, la cual encabezo yo. Siendo este motivo (...) para que la gente comience a hacer comentarios de mi honradez y honestidad. Señor Juez, por esta razón siento vulnerado el derecho a la intimidad personal y familiar y a mi buen nombre, que prevé el artículo 15 de la Constitución Nacional". II.     LA DECISION JUDICIAL QUE SE REVISA. Correspondió conocer la acción de tutela al Juzgado Tercero Penal del Circuito de San Juan de Pasto, el cual previa la decisión de rigor, ordenó la práctica de las siguientes pruebas: 1o. Se envió un oficio a la Junta Directiva del Conjunto Residencial Sumatambo, Bloques Rojos, a fin de que se pronunciara sobre el caso concreto de la publicación de los nombres en cartelera de los deudores morosos de dicha unidad. Sobre el particular, el representante legal de ese conjunto respondió que antes de colocar la cartelera, se pidió concepto a la Personería Municipal  de San Juan de Pasto (fl. 36), acerca de la viabilidad de la fijación en lista de los deudores morosos del Conjunto Residencial, a lo cual se les manifestó que: ".... se puede concluir que ninguna persona se puede considerar vulnerada en sus derechos fundamentales cuando su nombre se encuentre relacionado en lista visible al público como verdaderos deudores morosos en favor de la unidad residencial y por lo tanto la administración se ve obligada a utilizar los medios extrajudiciales de cobro, NO SE CONSTITUYE EN VIOLADOR DE LOS DERECHOS HUMANOS SINO AL CONTRARIO como lo afirma la misma Corte Constitucional, EN DEFENSORA (sic) DE LOS INTERESES DE LA COMUNIDAD QUE REPRESENTA". 2o. Se recibió en declaración a los señores Alfredo Terán (Vicepresidente de la Junta Directiva del Conjunto Residencial), Heraldo Jesús Tengana (Vocal Suplente de la Junta Directiva) y Alvaro Viveros Ortega (Fiscal de la Junta Directiva), quienes manifestaron lo siguiente: "...según reunión de la Junta Directiva, se acordó por unanimidad que se exhibieran las listas correspondientes con los nombres de los deudores morosos con (sic) el pago de la administración...; al accionante en varias oportunidades se le ha requerido para el pago y así evitar publicaciones en lista...  Según informe de la administradora del Conjunto Residencial, no es la primera vez que se atrasa..." Con fundamento en las pruebas recaudadas por el Juzgado Tercero Penal del Circuito de San Juan de Pasto y por aquellas que obran dentro del proceso, éste dictó sentencia el trece (13) de junio de 1995, en el sentido de negar la acción de tutela formulada por el ciudadano Guillermo Armando Gonzalez Luna, por las siguientes razones: "Desde ya el Juzgado manifiesta que la acción de tutela instaurada por el señor Guillermo Armando González Luna, resulta improcedente, porque este especial mecanismo de defensa de los derechos constitucionales fundamentales no puede ser utilizado para efecto de soslayar las obligaciones adquiridas por los ciudadanos y menos cuando en este caso no se ha demostrado la amenaza o vulneración a las garantías esenciales de la intimidad y al buen nombre. (...) En el caso motivo de examen, toda vez que el accionante, como él mismo lo admite en su testimonio, encontrándose adeudando cuatro cuotas de administración, se  colocó al margen de los reglamentos que rigen el condominio Sumatambo de esta ciudad y en consecuencia, fue puesto su nombre en cartelera de deudores morosos no pudiendo aducir que están vulnerando sus derechos a la intimidad y al buen nombre, toda vez que la junta Directiva de la unidad residencial no ha publicado hechos falaces, sino que cumpliendo la decisión tomada en Asamblea General, procedió a publicar la lista de deudores. Entonces el accionante ha incurrido en repochable conducta atentatoria del bienestar colectivo que conlleva deterioro de su buen nombre y la pérdida de la aceptación de que disfrutaba en la unidad residencial". III.    REMISION DEL EXPEDIENTE A LA CORTE CONSTITUCIONAL PARA SU EVENTUAL REVISION. No habiendo sido impugnada la providencia del Juzgado Penal del Circuito de Pasto, el expediente fue remitido por ese despacho a la Corte Constitucional en cumplimiento de lo dispuesto por el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991, y habiendo sido seleccionado por auto proferido por la Sala Séptima de Selección, se procede a efectuar su revisión. IV.    CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL Primera. La competencia. De conformidad con lo dispuesto en los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala es competente para revisar el fallo proferido por el Juzgado Tercero Penal del Circuito de San Juan de Pasto. Segunda.     Problema Jurídico. Encuentra la Sala que en el presente asunto de lo que se trata, es de determinar la procedencia del mecanismo excepcional de la acción de tutela, para la protección de los derechos fundamentales al buen nombre y a la intimidad personal y familiar, presuntamente desconocidos por un acto proferido por un particular -la junta directiva del conjunto residencial “Sumatambo”-, cual es la determinación de publicar sus nombres en una cartelera de deudores morosos por el no pago de las cuotas de administración. No sobra advertir que el juzgado de instancia negó la protección solicitada, con el argumento de que la acción de tutela resulta improcedente, porque este especial mecanismo de defensa de los derechos constitucionales fundamentales no puede ser utilizado para efectos de soslayar las obligaciones adquiridas por los ciudadanos y menos cuando en este caso no se ha demostrado la amenaza o vulneración a las garantías esenciales de la intimidad y al buen nombre. Tercera.     Reiteración de la jurisprudencia de la Corte Constitucional para confirmar la providencia que se revisa. Observa la Corte que el tema que ocupa el examen de esta Corporación, ha sido ya objeto de tratamiento por parte de las diversas Salas de Revisión de esta Corporación, cuyas consideraciones servirán de soporte para resolver el asunto que en esta oportunidad se revisa. En efecto, la sentencia No. T-228 de mayo 10 de 1994, emanada de la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional, se refirió al carácter de fundamental del derecho del buen nombre, en los siguientes términos: "...Toda persona tiene derecho, según el artículo 15 de la Constitución, a su buen nombre, y a cargo del Estado ha sido establecida la obligación de respetarlo y hacerlo respetar. El buen nombre alude al concepto que del individuo tienen los demás miembros de la sociedad en relación con su comportamiento, honestidad, decoro, calidades, condiciones humanas y profesionales, antecedentes y ejecutorias. Representa uno de los más valiosos elementos del patrimonio moral y social de la persona y constituye factor indispensable de la dignidad que a cada uno debe ser reconocida. Se atenta contra este derecho cuando, sin justificación ni causa cierta y real, es decir, sin fundamento, se propagan entre el público -bien en forma directa y personal, ya a través de los medios de comunicación de masas- informaciones falsas o erróneas o especies que distorsionan el concepto público que se tiene del individuo y que, por lo tanto, tienden a socavar el prestigio y la confianza de los que disfruta en el entorno social en cuyo medio actúa, o cuando en cualquier forma se manipula la opinión general para desdibujar su imágen. Pero el derecho al buen nombre no es gratuito. Por su misma naturaleza, exige como presupuesto indispensable  el mérito, esto es, la conducta irreprochable de quien aspira a ser su titular y el reconocimiento social del mismo. En otros términos, el buen nombre se adquiere gracias al adecuado comportamiento del individuo, debidamente apreciado en sus manifestaciones externas por la colectividad" (negrillas y subrayas fuera de texto). Debe recalcar esta Sala de Revisión, con fundamento en la jurisprudencia constitucional, que el fundamento esencial de la acción de tutela es el de garantizar la efectiva protección de los derechos fundamentales de las personas, razón por la cual no se puede acudir a ella para eludir el cumplimiento de los deberes o de las obligaciones, ni menos aún para sustraerse a las cargas y responsabilidades que le impone la convivencia social. Como se expresó en la citada providencia, “no está en posición de reclamar respeto y consideración a su buen nombre quien ha incurrido en actos u omisiones que de suyo generan el deterioro del concepto general en que se tiene al interesado. Así, el que incumpla sus obligaciones y persiste en el incumplimiento, se encarga él mismo de ocasionar la pérdida de la aceptación de que gozaba en sociedad, y no puede por tanto, aspirar a que se lo reconozca púlbicamente como persona digna de crédito”. Así pues, el derecho fundamental al buen nombre hace relación al comportamiento que tiene y debe observar el individuo frente a los demás miembros de la sociedad, por lo que representa uno de los más valiosos elementos del patrimonio moral y social de la persona. Los conceptos de honestidad, decoro, calidades humanas y profesionales, constituyen factores indispensables para la dignidad humana, y se adquieren de acuerdo al comportamiento y la buena conducta del individuo frente a la sociedad. Por ello, pretender reclamar respeto y consideración al buen nombre por quien ha incurrido en actos u omisiones generados por el incumplimiento en sus obligaciones no es posible, pues por su propia voluntad ha ocasionado la pérdida de la aceptación de que gozaba en sociedad; menos aún puede aspirar a que la sociedad lo reconozca públicamente como persona digna de crédito. Observa la Corte que la publicación del nombre del actor como deudor moroso en la cartelera del conjunto residencial fue una medida adoptada por la Asamblea General de Copropietarios y la Junta Directiva de la misma (fl. 41). Ahora bien, la publicación de la lista de deudores morosos en las carteleras del conjunto residencial en obedecimiento de directrices trazadas por la asamblea de copropietarios, no constituye por sí misma, vulneración del derecho constitucional fundamental a la intimidad ni al buen nombre. Es necesario, entonces, ponderar la información destinada al conocimiento de los habitantes del conjunto, para que de acuerdo con ese contenido resulte posible establecer si se viola o no el derecho, lo que no sucede en el presente caso, ya que lo único que se da a conocer es un hecho cierto, cual es la mora en el pago de las cuotas de administración por parte del señor González Luna. No encuentra la Sala en el presente asunto violación o amenaza de los derechos constitucionales fundamentales y en particular del derecho a la intimidad del actor. Las circunstancias descritas en este caso no comportan una situación que pueda interesar tan solo al propietario, sino que involucran aspectos que comprometen a los demás miembros del conjunto residencial, y que, de algún modo, se relacionan con las previsiones del reglamento de la copropiedad. No se trata de informaciones estrictamente personales, familiares no destinadas al conocimiento público; por el contrario, la administración no hizo nada diferente a cumplir lo establecido por el reglamento de copropiedad del conjunto residencial, en el sentido de informar la situación de mora en que se encuentra el mencionado señor Gonzalez Luna, en relación con el atraso que presenta en el pago de las cuotas de administración, después de habérsele requerido para el pago de las cuotas adeudadas. No sobra reiterar lo expresado por esta misma Sala de Revisión en sentencia No. T-074 de 1994, frente a una situación similar, en la que se manifestó lo siguiente: “No encuentra la Sala la violación del derecho fundamental a la intimidad porque pese a su afirmación de que "la administradora viene pegando avisos en la caseta", los elementos probatorios que allega no conducen a definir esta situación, sino la contraría, es decir, que la administración en reiteradas oportunidades le ha enviado comunicaciones personales en las que le recuerda, por ejemplo, que "según el reglamento interno del conjunto es un deber mantener las cuotas de la administración", que "su cuenta la debe pagar en la casa de cobranzas" o que "después de tres cuotas se enviará a cobro jurídico", comunicaciones que el accionante quiere hacer ver como conculcadora de sus derechos y en las que la Sala no advierte vulneración alguna, porque, le han sido dirigidas específicamente al interesado y corresponden a un procedimiento apropiado para que la administración pueda cumplir cabalmente con las funciones que le son propias” (MP. Dr. Hernando Herrera Vergara) (negrillas y subrayas fuera de texto). * El caso concreto. En el asunto que se revisa, la Junta Administradora de la Unidad Residencial Bloques Rojos Sumatambo, citó a asamblea extraordinaria el 11 de octubre de 1994, en donde se aprobó por mayoría, publicar en cartelera la lista de deudores morosos, dentro de los cuales estaba el accionante, a quien se le invitó a participar en las reuniones de la Junta a fin de que informara sobre la situación de retraso en el pago de sus cuotas, sin que hubiese asistido a ninguna de ellas. a) Procedencia de la Tutela frente a particulares. En el presente caso, la acción de tutela se dirige contra un particular que es la Junta Directiva del Conjunto Residencial Bloques Rojos Sumatambo, respecto de la cual el peticionario se encuentra en situación de indefensión y subordinación[1]. A la Junta corresponde decidir como organismo de administración que es, todos los asuntos relativos a las zonas comunes de la propiedad, en orden a garantizar la seguridad, existencia y conservación de la edificación, para lo cual deben contar con los ingresos indispensables en orden a atender dichas necesidades, los cuales provienen del recaudo de las cuotas de administración que por ese concepto deben cancelar sus propietarios o arrendatarios, cuyo no pago genera las consecuencias establecidas legal y reglamentariamente, una de las cuales es la inclusión en lista de deudores morosos. b) Improcedencia de la Tutela en este caso. De acuerdo con los hechos planteados en la demanda de tutela y las pruebas que obran dentro del expediente, queda plenamente establecido que el peticionario, hallándose obligado al pago oportuno y periódico de las cuotas de administración de la unidad residencial en la que habita, ha incurrido en una mora por el no pago de más de cuatro cuotas de administración -hasta el momento de la interposición de la tutela-, colocándose por esa situación al margen de los reglamentos que rigen el conjunto residencial “Sumatambo”. Este comportamiento omisivo del actor, dio lugar a que la Junta Administradora, mediante la aplicación de una decisión tomada por la Asamblea General de Copropietarios, adoptara las medidas coercitivas establecidas para estos casos, a saber, la inclusión del nombre del peticionario en la cartelera de deudores morosos del Conjunto Residencial. Esta situación se encuentra acreditada, cuando el mismo petente reconoce expresamente en el líbelo de tutela, estar pasando por una situación económica difícil y afirma pagar las cuotas adeudadas en un plazo de cuatro a seis meses cuando le paguen la prima semestral. Por lo anterior, en lo que se refiere a la pretensión del peticionario en la presente demanda, de que su nombre sea desfijado de la cartelera como deudor moroso, no es viable ya que no se observa violación alguna en cuanto al derecho a la intimidad y al buen nombre, puesto que por su incumplimiento con respecto al pago de cuotas atrasadas, dio lugar a la publicación de su nombre en la cartelera de deudores morosos del conjunto residencial Sumatambo Bloques Rojos de la ciudad de San Juan de Pasto. En razón a lo expuesto, se confirmará el fallo proferido por el Juzgado Tercero Penal del Circuito de San Juan de Pasto, como así se dispondrá en la parte resolutiva de esta providencia. V.       DECISION En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional obrando en nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución, R E S U E L V E : PRIMERO. Confirmar la sentencia proferida por el Juzgado Tercero Penal del Circuito de San Juan de Pasto, el 13 de junio de 1995, en relación con la acción de tutela formulada por el ciudadano Guillermo Armando Gonzalez Luna. SEGUNDO. Líbrense por Secretaría General, las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados. Cópiese, notifíquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. HERNANDO HERRERA VERGARA Magistrado Ponente ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO                   FABIO MORON DIAZ Magistrado                                                  Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1] Cfr. Corte Constitucional. Sentencia No. T-233 del 17 de mayo de 1994. Sala Cuarta de Revisión de Tutelas.
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T-361-95 Sentencia No Sentencia No. T-361/95 LEGITIMACION POR ACTIVA EN TUTELA El actor se encuentra legitimado para demandar el amparo solicitado en nombre propio; pero no está habilitado para intentar la acción de tutela en nombre de sus demás compañeros de trabajo que fueron separados del cargo, pues no ha acreditado la representación de dichas personas ni ha manifestado actuar como agente oficioso en razón de no estar éstas en condiciones de promover su propia defensa. ACCION DE NULIDAD Y RESTABLECIMIENTO DEL DERECHO/ACCION DE TUTELA-Improcedencia/PERJUICIO IRREMEDIABLE-Inexistencia La pretensión del peticionario puede ser actuada por medio del ejercicio de la acción de nulidad y restablecimiento del derecho. A través de ésta, puede obtener no sólo la nulidad del acto administrativo que lo separó del empleo sino el restablecimiento del derecho lesionado, consistente en el reintegro al cargo y en el reconocimiento y pago de los derechos laborales que deje de devengar mientras permanezca por fuera del servicio. No es del caso conceder la tutela como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable, porque en el caso concreto no se dan las circunstancias y condiciones para que pueda estructurarse un perjuicio de esta naturaleza. ACCION DE TUTELA-Rechazo/ACCION DE TUTELA-Improcedencia El rechazo de la petición de tutela es diferente a la decisión desfavorable frente a la pretensión. El rechazo supone un defecto de orden procesal que impide el trámite de la demanda de tutela y se produce de plano en los casos taxativamente señalados en las normas en referencia; en cambio, la resolución desfavorable de la petición se relaciona directamente con la cuestión de fondo que debe ser decidida en la sentencia que pone fin al proceso. En el evento de que existan otros recursos o medios de defensa judiciales, la pretensión de tutela, no se rechaza sino que se niega por improcedente. Ello es así si se tiene en cuenta que el juzgador debe hacer un análisis fáctico y jurídico tanto de los hechos como de la pretensión para de él deducir si se debe acceder o negar lo pedido. Ref. T-67792. Peticionario: Manuel Ramón Fernández Díaz. Demandado: Contralor General del Departamento del Cesar. Procedencia: Sección Cuarta de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo del Estado. Tema: Diferencia entre el rechazo y la negación de la pretensión de tutela. Magistrado Ponente: ANTONIO BARRERA CARBONELL. Santafé de Bogotá, agosto diez (10) de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados ANTONIO BARRERA CARBONELL, EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Y CARLOS GAVIRIA DIAZ, revisa el proceso de acción de tutela presentada por el señor MANUEL RAMON FERNANDEZ DIAZ, contra el CONTRALOR GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL CESAR. I. ANTECEDENTES. 1. Hechos. El Contralor General del Departamento del Cesar expidió la resolución 504 del 19 de diciembre de 1994, en virtud de la cual se nombraron en propiedad varios funcionarios, entre ellos, el señor Manuel Ramón Fernández Díaz, en el cargo de auxiliar contable de la Sección Lotería La Vallenata. Posteriormente el mismo funcionario expidió la resolución 514 del 29 de diciembre de 1994, que retira del servicio a varios funcionarios de la mencionada Contraloría, entre los cuales se encuentra el peticionario. Dice el peticionario, que la resolución 514 viola claramente lo dispuesto en el artículo 12 de la ordenanza 061 en cuanto desconoce los derechos adquiridos por los empleados de carrera administrativa de la Contraloría, originados en los actos administrativos expedidos en desarrollo de la ley 27 de 1992 y sus decretos reglamentarios. Deduce también la transgresión de dichos derechos de las siguientes circunstancias: "El decreto 1223 viola el art. 1 de la ley 27/92" "El artículo 7o. de la ley 27/92 viola los artículos 1,25, 53 y 125 de la Constitución". Igualmente señala, que la ordenanza 061 de diciembre 10 de 1994 (por la cual se establece el presupuesto de la Contraloría) no contempla el rubro correspondiente para indemnizar a los empleados de carrera que sean despedidos, motivo por el cual se contraría lo dispuesto en el artículo 16 del decreto 1223 de 1993. Finalmente afirma que se ha violado su derecho de petición porque "La Honorable Asamblea Departamental del Cesar y el señor Contralor, teniendo pleno conocimiento de la situación, han ignorado nuestros comunicados, haciendo caso omiso a los mismos, y violando los artículos 23 y 85 de la Constitución". 2. Pretensión. La pretensión del peticionario se dirige a que se "exija de las autoridades competentes el reconocimiento de los derechos adquiridos por los 21 empleados de carrera administrativa, en los artículos 1, 13, 23, 25 y 125 de la Constitución Política y se ordene de oficio la creación inmediata de los cargos suprimidos para que opere la reubicación, sin perjuicio del lucro cesante y el daño emergente causado...". 3. Fallos que se revisan. 3.1. Primera instancia. El Tribunal Administrativo del Cesar mediante sentencia del 21 de febrero de 1995 resolvió denegar la tutela impetrada, y en apoyo de esta decisión estimó lo siguiente: "Salta a la vista que el actor dispone de otro mecanismo de defensa judicial, cual es la acción de nulidad y restablecimiento del derecho consagrado en el artículo 85 del Código Contencioso Administrativo, modificado por el artículo 15 del decreto 2304 de 1989". "En efecto frente al silencio administrativo negativo, emerge nítidamente un acto administrativo ficto o presunto con el cual quedó agotada la vía gubernativa y aparece expedito el camino para acudir ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo, modificado por el 22 del decreto 2304 de 1989". "Así las cosas, el actor debió acudir a este remedio judicial". "Obsérvese como el actor se refiere a una cadena de violaciones de normas causantes de los perjuicios que se le irrogaron y reclama para si y para otros, el reintegro a los cargos mediante el procedimiento de la reubicación, con la consiguiente indemnización de perjuicios". "Como el señor Contralor Departamental del Cesar no ha respondido la petición que le formularon, de fecha 7 de febrero de 1995, porque no ha transcurrido el tiempo señalado para ello, es obvio, que bien, frente al silencio  administrativo negativo o frente a la decisión que éste adopte, puede acudir ante la jurisdicción competente para hacer valer los derechos que considere vulnerados". "De otra parte, también puede acudirse a la acción de nulidad tratándose de la ordenanza 061 y del decreto 1223 de 1993 reglamentario de la ley 27 de 1992". "Respecto de la violación de la Constitución puede acudir a la acción de inconstitucionalidad". "Síguese de lo dicho, que el actor dispone de otros medios de defensa judicial y que no es la acción de tutela el procedimiento indicado para este tipo de controversias". 3.2. Segunda Instancia. La Sección Cuarta de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado, mediante fallo del 17 de marzo de 1995, revocó la sentencia del Tribunal Administrativo del Cesar y, en su lugar dispuso: "recházase por improcedente la acción de tutela impetrada". Para adoptar dicha decisión el Consejo consideró: "En relación con el derecho a la igualdad, la Sala no encuentra que haya sido vulnerado toda vez que la Ordenanza número 061 de diciembre 10 de 1994, por medio de la cual se expide el Presupuesto de Rentas y Gastos de esta Entidad para la vigencia de 1995, suprimió no sólo el cargo que el accionante venía desempeñando, sino como él mismo lo afirma 21 cargos de carrera en la Contraloría General del Departamento del Cesar, de manera que no existe discriminación". Respecto de la violación al derecho de petición, considera la Sala que el hecho de no haber respondido el señor Contralor Departamental del Cesar, la petición formulada por el señor Manuel Fernández Díaz el día 7 de febrero de 1995, como lo afirmó el a-quo, no constituye violación del derecho en mención, por cuanto instaurada la acción de tutela el día 15 de febrero de 1995, no había transcurrido el término de 15 días señalado  por el artículo 6 del C.C.A. para resolverla". "Sobre la vulneración del derecho al trabajo, la Sala ha reiterado en múltiples providencias que no se trata de un derecho de protección inmediata, de conformidad con lo previsto en el artículo 85 de la Constitución Nacional". "Por otra parte, tal como lo expresó el a-quo, la Sala observa que el accionante cuenta con otros medios de defensa judicial que hacen improcedente la acción impetrada..." Finalmente el Consejo estimó que no podía acceder al amparo solicitado, porque de conformidad con el artículo 1o del Decreto 306 de 1992 no era procedente conceder la tutela como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable, y concluyó: "Teniendo en cuenta los anteriores razonamientos, la Sala concluye que la acción de tutela interpuesta es improcedente y por ello revocará la decisión de negatoria del Tribunal para rechazarla por improcedente". II. COMPETENCIA. La Sala es competente para conocer en grado de revisión del proceso de tutela, en virtud de lo dispuesto por los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política y 33 y 34 del Decreto 2591 de 1991. III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE. 1. Legitimación para actuar. La Sala reconoce que el actor se encuentra legitimado para demandar el amparo solicitado en nombre propio; pero no está habilitado para intentar la acción de tutela en nombre de sus demás compañeros de trabajo que fueron separados del cargo, porque no se ha dado cumplimiento a lo dispuesto por el artículo 10 del decreto 2591 de 1991, pues no ha acreditado la representación de dichas personas ni ha manifestado actuar como agente oficioso en razón de no estar éstas en condiciones de promover su propia defensa. 2. La cuestión de fondo. 2.1. Existencia de otro medio de defensa judicial. Improcedencia de la tutela como mecanismo transitorio. En los términos de los artículos 86 y 6o de la Constitución Política y del decreto 2591 de 1991, la acción de tutela no procederá cuando existan otros recursos o medios de defensa judiciales, que apreciados en concreto y atendiendo las circunstancias en que se encuentra el solicitante, resulten eficaces para salvaguardar el derecho constitucional fundamental; no obstante, la tutela procederá cuando se trata de evitar un perjuicio irremediable. A juicio de la Sala, la pretensión del peticionario puede ser actuada por medio del ejercicio de la acción de nulidad y restablecimiento del derecho consagrada en el artículo 85 del Código Contencioso Administrativo. A través de ésta, puede obtener no sólo la nulidad del acto administrativo que lo separó del empleo sino el restablecimiento del derecho lesionado, consistente en el reintegro al cargo y en el reconocimiento y pago de los derechos laborales que deje de devengar mientras permanezca por fuera del servicio. También considera, que no es del caso conceder la tutela como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable, porque en el caso concreto no se dan las circunstancias y condiciones definidas por esta Corte en la sentencia T-225/93 para que pueda estructurarse un perjuicio de esta naturaleza. 2.2. La no vulneración del derecho de petición. La Sala comparte las apreciaciones de los juzgadores de instancia en el sentido de que no se violó por el señor Contralor del Departamento del Cesar el derecho de petición, porque cuando se instauró la acción de tutela aún no había transcurrido el término (15 días) que tiene la administración para pronunciarse en relación con la petición que elevó el actor. 2.3. La decisión del Consejo de rechazar la acción de tutela. Como se vio antes, la Sección Cuarta de la Sala de lo Contencioso Administrativo del H. Consejo de Estado revocó la sentencia del Tribunal Administrativo del Cesar que había resuelto "denegar la acción de tutela reclamada" y, en su lugar, dispuso: "recházase por improcedente la acción de tutela impetrada". Esta Sala estima que en los casos en que exista otro medio de defensa judicial, lo pertinente no es el rechazo de la tutela solicitada sino la negación de la pretensión de tutela por improcedente. En efecto, el decreto 2591 de 1991 establece lo siguiente: Art. 6o. Numeral 1°: "Causales de improcedencia de la tutela. La acción de tutela no procederá: 1. Cuando existan otros recursos o medios de defensa judiciales, salvo que aquélla se utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable. La existencia de dichos medios será apreciada en concreto, en cuanto a su eficacia, atendiendo las circunstancias en que se encuentra el solicitante." Art. 17. Inciso 1°: "Corrección de la solicitud. Si no pudiere determinarse el hecho o la razón que motiva la solicitud de tutela se prevendrá al solicitante para que la corrija en el término de tres días los cuales deberán señalarse concretamente en la correspondiente providencia. Si no la corrigiere, la solicitud podrá ser rechazada de plano". Art. 38.  Inciso 1°: "Cuando, sin motivo expresamente justificado, la misma acción de tutela sea presentada por la misma persona o su representante ante varios jueces o tribunales, se rechazarán o decidirán desfavorablemente todas las solicitudes". De las normas transcritas se deduce que el rechazo de la petición de tutela es diferente a la decisión desfavorable frente a la pretensión. El rechazo supone un defecto de orden procesal que impide el trámite de la demanda de tutela y se produce de plano en los casos taxativamente señalados en las normas en referencia; en cambio, la resolución desfavorable de la petición se relaciona directamente con la cuestión de fondo que debe ser decidida en la sentencia que pone fin al proceso. En el evento de que existan otros recursos o medios de defensa judiciales, la pretensión de tutela, salvo los casos ya señalados, no se rechaza sino que se niega por improcedente (art. 6). Ello es así si se tiene en cuenta que el juzgador debe hacer un análisis fáctico y jurídico tanto de los hechos como de la pretensión para de él deducir si se debe acceder o negar lo pedido. En virtud de lo anterior, se revocará por las razones anotadas la sentencia del Consejo de Estado y en su lugar se confirmará el fallo de primera instancia. IV. DECISION. En mérito de lo expuesto, la Sala Segunda de Tutela, en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: PRIMERO. REVOCAR la sentencia de fecha 17 de marzo de 1995 proferida por la Sección Cuarta de la Sala de lo Contencioso Administrativo del H. Consejo de Estado y en su lugar CONFIRMAR el fallo de 21 de febrero de 1995 del Tribunal Administrativo del Cesar que resolvió "denegar la acción de tutela reclamada". SEGUNDO. Para los fines del artículo 36 del decreto 2591 de 1991, por Secretaría General háganse las comunicaciones a que haya lugar. Cópiese, notifíquese, comuníquese y cúmplase. ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado Ponente EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado CARLOS GAVIRIA DIAZ Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-362-95 Sentencia No Sentencia No. T-362/95 DERECHOS FUNDAMENTALES DEL TRABAJADOR/IUS VARIANDI/JORNADA LABORAL-Modificación El cambio repentino de la jornada laboral del trabajador por parte del empleador resultará legítimo siempre que este se produzca de buena fe y no tenga como finalidad directa lesionar los derechos fundamentales del trabajador. El ius variandi, desde una perspectiva constitucional no autoriza al empleador para ejercitar su poder de mando de manera arbitraria. Los patronos hicieron uso adecuado de una facultad contractual - reflejo de la subordinación del trabajador frente al empleador - que les permitía modificar los horarios de trabajo de acuerdo con las necesidades del gimnasio. En el presente caso, podrá existir  incompatibilidad entre los estudios y el cumplimiento de sus obligaciones laborales, pero no una actitud contraria al respeto que hacia los derechos fundamentales del trabajador debe observar todo empleador. Agosto 10 de 1995 REF: Expediente T-67994 Actor: MAURICIO TOVAR PRIETO Magistrado Ponente: EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Tema: -Conflictos laborales y jurisdicción constitucional - Derechos fundamentales del trabajador y su relación con el ejercicio de los poderes de dirección del empresario o empleador - ius variandi La Sala Tercera de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Eduardo Cifuentes Muñoz, Carlos Gaviria Díaz y José Gregorio Hernández Galindo, ha pronunciado EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCIÓN la siguiente S E N T E N C I A En el proceso de tutela N° T-67994 promovido por el señor MAURICIO TOVAR PRIETO contra los señores ABSALON y SERGIO HURTADO ÁNGEL. ANTECEDENTES 1. El 22 de julio de 1994, Mauricio Tovar Prieto ingresó a trabajar, como instructor de pesas, al Gimnasio Americano de Medellín, de propiedad de los señores Sergio y Absalón Hurtado Ángel. 2. El 31 de enero de 1995, Tovar Prieto instauró acción de tutela ante el Juzgado Séptimo Civil del Circuito de Medellín, contra los señores Absalón y Sergio Hurtado Ángel, por considerar amenazados sus derechos al libre desarrollo de la personalidad (C.P., artículo 16), al trabajo (C.P., artículo 25), a la escogencia de profesión u oficio (C.P., artículo 26), al aprendizaje (C.P., artículo 27), al mínimo de garantías laborales (C.P., artículo 53), a la formación y habilitación profesional y técnica (C.P., artículo 54) y a la educación (C.P., artículo 67). El actor manifiesta haber condicionado la aceptación del empleo, a que el horario asignado no interfiriera con sus horas de estudio nocturno en el Instituto Colombo Iberoamericano. Afirma, que durante seis meses laboró y estudió en forma paralela, sin ninguna queja por parte de sus empleadores. Precisa que sólo en época de vacaciones y de común acuerdo, trabajaba en horarios nocturnos. Desde finales de 1994, dice haber sido objeto de persecución laboral por parte de los hermanos Hurtado Ángel. Esta persecución - señala - se inició a raíz de una queja que interpuso en el mes de diciembre de 1994 ante la Oficina del Trabajo contra sus empleadores, para lograr el pago de unos salarios adeudados. Añade que la persecución laboral se manifestó en un cambio intempestivo de los horarios de labores, de manera tal que la nueva jornada le impedía continuar con sus estudios de programación de computadores en el Instituto Colombo Americano. Sostiene que ha intentado conciliar el cambio de horario con sus empleadores, lo que ha resultado imposible. Por el contrario, uno de los propietarios le ha manifestado que si no se retira de los estudios, el gimnasio deberá prescindir de sus servicios, mientras el otro socio le "amenaza con abogados" para que renuncie, y lo acosa con el trabajo increpándole constantemente "lo mal que lo hace". En su demanda, el actor manifiesta que el cambio abrupto de los horarios de trabajo le obliga a tomar una decisión inmediata que implicaría, bien el retiro del lugar de trabajo debiendo pagar a los patronos el respectivo preaviso, o el abandono de sus estudios, perdiendo el dinero correspondiente a la matrícula así como la oportunidad de superación a la que tiene derecho. Al respecto señala: "lo único que a mi me queda es el estudio y laborar incondicionalmente donde me acepten con mi estudio y buscar horarios adecuados que yo pueda cumplir, y aquí en este gimnasio fue donde me aceptaron todo (...). Lo único que yo quiero es estudiar y trabajar a la vez". Solicita  que  se ordene a los demandados cesar en su persecución y respetar su horario de estudio o, de no ser esto posible, que se le reconozca el despido indirecto con la consecuente indemnización. 3. El Juzgado Séptimo Civil del Circuito de Medellín, decretó y practicó los testimonios de los hermanos Hurtado Ángel, quienes negaron la existencia de algún pacto mediante el cual se hubieran supeditado los horarios de trabajo del señor Tovar Prieto a sus estudios. Precisaron que en el contrato de trabajo se encuentra consagrada expresamente una cláusula que permite la variación del horario del trabajador según las necesidades del gimnasio. 4. Mediante providencia de febrero 16 de 1995, el Juez de tutela negó la protección solicitada, al considerar que se trataba de un conflicto surgido de un contrato de trabajo, que debía ser resuelto por la jurisdicción laboral, según lo dispuesto por el artículo 2° del Código de Procedimiento Laboral (Decreto 4133 de 1948). Concluyó que la acción de tutela resultaba improcedente por existir otros medios judiciales de defensa. De igual modo, agregó que del expediente no se deducía la interposición del recurso como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable, por lo que la acción tampoco era procedente bajo esta modalidad. 5. Impugnada la anterior providencia, el Tribunal Superior de Medellín la confirmó en todas sus partes, mediante decisión del 10 de marzo de 1995. El fallador de segunda instancia reiteró lo dicho por el a-quo en cuanto a la subsidiariedad de la acción de tutela, e indicó además, que este caso no encajaba en ninguna de las hipótesis de procedencia de la acción contra particulares contempladas en el artículo 42 del Decreto 2591 de 1991. Adicionalmente, consideró que "el ente empleador al determinar condiciones para el correcto desenvolvimiento o desarrollo de su objeto, puede modificar horarios a sus dependientes, establecer reglamentos internos de trabajo, incluso cambiar el domicilio, etc., y su conducta sigue siendo legítima". La anterior decisión fue enviada a la Corte Constitucional para su eventual revisión. 6. Mediante auto de junio 5 de 1995, la Sala Tercera de Revisión resolvió: (a) ordenar al Instituto Colombo Iberoamericano de Medellín el envío de un informe en el que consten las fechas de iniciación y terminación de los períodos de estudio cursados por Mauricio Tovar Prieto, y el horario de los mismos; (b) ordenar a los señores Sergio y Absalón Hurtado Ángel la remisión de una relación detallada de los horarios de trabajo asignados a Mauricio Tovar Prieto desde el mes de junio de 1994. 7. El Instituto Colombo Americano emitió constancia en la que certifica que Mauricio Tovar Prieto cursó y aprobó dos semestres de programación de computadores y se matriculó para cursar el tercer nivel durante el semestre enero-junio de 1995, en el horario de 6:00 p.m. a 9:00 p.m. de lunes a jueves. 8. A su turno, los señores Hurtado Ángel enviaron a la Corte la relación de los horarios de trabajo asignados al señor Mauricio Tovar Prieto desde el mes de octubre de 1994  hasta el 9 de marzo de 1995, fecha en la que se presentó la terminación de la relación laboral. En el documento aparece que el señor Tovar laboró de octubre 3 a diciembre 12 de 1994, de lunes a viernes de 8 a.m. a 4 p.m. y los sábados de 9 a.m. a 2 p.m. A partir del 12 de diciembre y hasta el 19 de enero de 1995, su jornada de lunes a viernes era de 8 a.m. a 6 p.m. y los sábados de 9 a.m. a 2 p.m. Desde enero 19 y hasta marzo 9 de 1995, laboró de lunes a viernes, de 8 a.m. a 1 p.m. y de 5 p.m. a 8 p.m., y los sábados de 9 a.m. a 2 p.m. El cambio de horario en el mes de enero, fue notificado el día 19 del mismo mes (fol. 18). FUNDAMENTOS 1. El actor entabla la acción de tutela para reclamar protección a sus derechos fundamentales al libre desarrollo de la personalidad, al trabajo, a la escogencia de profesión u oficio, al aprendizaje, al mínimo de garantías laborales, a la formación y habilitación profesional y técnica, y a la educación. Señala que la causa de la vulneración radica en la modificación unilateral y sorpresiva por parte de sus empleadores, del contrato de trabajo, en lo que concierne a la jornada laboral, lo que afecta su posibilidad de continuar sus estudios. 2. Para los jueces de tutela de primera y segunda instancia, el amparo constitucional es improcedente, en razón del carácter estrictamente laboral del conflicto. En su concepto, debe darse aplicación al artículo 2° del Código de Procedimiento Laboral, según el cual la jurisdicción ordinaria es la competente para el conocimiento de las controversias surgidas entre empleadores y trabajadores, con ocasión de los contratos de trabajo. 3. La Sala considera igualmente que la tutela no puede convertirse en un mecanismo al que se apele para pretermitir la jurisdicción y los procedimientos  judiciales ordinarios. No obstante, resulta necesario realizar algunas precisiones sobre la procedencia de la acción de tutela respecto de los conflictos que puedan generarse en torno a una relación laboral. 3.1 La Constitución Política, como norma de normas, irradia el ordenamiento jurídico de manera tal que las disposiciones que la integran proyectan su eficacia a todos los ámbitos jurídicamente relevantes. Dentro de su radio de acción, la Carta penetra las relaciones de trabajo y, en este sentido, vincula tanto a los órganos públicos que intervienen en este campo, como a los sujetos privados - empleadores y trabajadores -, con el cumplimiento de un conjunto de principios y reglas constitucionales que tienden a su protección. Si las normas constitucionales se proyectan a las relaciones de trabajo, no puede afirmarse que el estudio de un asunto de esta naturaleza se realiza exclusivamente desde la órbita del derecho laboral. Un conflicto surgido en el ámbito del contrato de trabajo, elevado al conocimiento del juez constitucional debe ser analizado, antes de adoptar cualquier decisión, desde la perspectiva constitucional a fin de determinar si el caso concreto reviste relevancia constitucional, requisito necesario, aunque no suficiente para la procedencia de la acción de tutela. 3.2 La modificación unilateral de la jornada laboral de un trabajador, en principio, carece de relevancia constitucional y debe ser ventilado ante la jurisdicción ordinaria. Sin embargo, el inesperado cambio de la jornada diurna a nocturna podría ser el efecto de la utilización abusiva de la libertad de empresa que otorga la Constitución al empleador y comprometer, en consecuencia, el derecho fundamental a la educación del trabajador que se ha matriculado en un curso técnico en el horario nocturno. En estas circunstancias, el trabajador se verá súbitamente forzado a la disyuntiva de escoger entre su trabajo o la oportunidad de estudio.  En este último evento, además, deberá sujetarse al obligado preaviso. La posible utilización excesiva de una libertad constitucional y la virtual afectación de un derecho fundamental, otorga relevancia constitucional al caso que se estudia y, por ende, la sala se ocupará de establecer si en verdad la misma se verificó. El juez constitucional debe distinguir entre los aspectos puramente laborales y los constitucionales que hacen relación al estudio de la conducta de una de las partes y a sus efectos sobre los derechos fundamentales de la otra. En la presente cuestión la presunta persecución laboral y los virtuales intentos de despido indirecto, revisten visos de mera legalidad. Desde el punto de vista constitucional, en cambio, resulta pertinente determinar si es legítima la conducta del empleador o si por el contrario su decisión lesiona el derecho fundamental a la educación del trabajador, cuando intempestiva y unilateralmente modifica su horario de trabajo, obligándole a renunciar a su empleo o a su estudio, esto es, colocándole en el dilema de sacrificar uno de estos dos derechos (trabajo y educación). 3.3 Empero, no todo asunto que por su contenido material tenga relevancia constitucional, puede ser tramitado a través de la acción de tutela. Para ello se requiere, en primer término, que no exista otro mecanismo de defensa judicial o que, de existir, la acción se interponga para evitar un perjuicio irremediable. En el presente caso, existen medios judiciales ordinarios para definir el conflicto que surge en torno al cambio de la jornada de trabajo - para determinar, por ejemplo, si se trató de un despido indirecto o si se asiste simplemente a la utilización legítima de una facultad del empleador -, pero ninguno de ellos posee la eficacia de la acción de tutela para brindar protección a los derechos fundamentales virtualmente comprometidos. Como lo ha reiterado la Corte Constitucional, la mera existencia de otra vía judicial no es razón suficiente para excluir al juez de tutela del conocimiento del caso, pues se requiere que el otro mecanismo sea efectivo para brindar la protección a los derechos conculcados. Por lo tanto, se tornaba necesario establecer, antes de negar la acción de tutela, si los medios ordinarios de defensa podían efectivamente evitar la amenaza que según el actor se cernía sobre su derecho. Finalmente, el juez de tutela debe determinar si la protección solicitada puede otorgarse como mecanismo transitorio. La Corte ha aceptado la procedencia de la acción de tutela, como mecanismo transitorio, a fin de conjurar el perjuicio irremediable que se deriva para el trabajador cuando su empleador lo coloca en la disyuntiva de abandonar el estudio o renunciar al contrato de trabajo[1]. 3.4 Aún si se acepta que el caso tiene relevancia constitucional, y que la acción de tutela resulta procedente para evitar un perjuicio irremediable, es necesario definir si se trata de un asunto en el cual procede la acción de tutela contra un particular. Al respecto el Tribunal Superior de Medellín, señala: "La Tutela contra particulares consagrada en los nueve numerales del artículo 42 del Decreto 2591 de 1991 que como se dijo tienen interpretación restrictiva, de la simple lectura de ellos se concluye que la pretensión del quejoso en ninguno de ellos se encuadra". La Sala no comparte el razonamiento del juez de tutela de segunda instancia. Reiteradamente la Corte Constitucional ha sostenido que las relaciones laborales constituyen un caso típico de subordinación entre particulares. Por las razones anteriores, la Sala se aparta de las decisiones de primera y segunda instancia que niegan la acción de tutela impetrada por razones formales y, en consecuencia, procede a estudiar el problema material o de fondo que plantea la demanda. 4. Se pregunta la Corte si viola el derecho a la educación de un trabajador, el empleador que, haciendo uso de una cláusula expresa del contrato del trabajo que lo autoriza para variar el horario de labores con miras a cubrir las necesidades del servicio, modifica unilateralmente y de manera repentina la jornada de un trabajador obligándole a optar entre el puesto de trabajo y el estudio. 5. La sentencia de segunda instancia, pese a confirmar la decisión del a-quo en el sentido de negar la procedencia de la acción por razones formales, realiza sumarias consideraciones de fondo que le sirven para concluir que la actitud del empleador no puede ser objeto de reproche alguno dado que simplemente hizo uso de una facultad discrecional otorgada por la ley. La sentencia de instancia, señala: "(E)l ente empleador al determinar condiciones para el correcto desenvolvimiento o desarrollo de su objeto, puede modificar horarios a sus dependientes, establecer reglamentos internos de trabajo, incluso cambiar el domicilio, etc., y su conducta sigue siendo legítima". Las consideraciones del Tribunal de instancia se apoyan, en el fondo, en el ius variandi que, consiste, en la facultad que tiene el patrono para alterar unilateralmente aspectos no sustanciales de la relación laboral. En efecto, en la relación laboral, el trabajador se encuentra en una situación de dependencia jurídica frente al empleador. Una de las manifestaciones más importantes de dicha subordinación es el poder directivo que el ordenamiento laboral le atribuye al empleador, el cual incluye el ius variandi. El empleador está facultado por el derecho laboral para ordenar las condiciones de trabajo, dirigir y vigilar su ejecución. En principio, las órdenes o directrices que imparta el empleador y que se encuentren dentro de los términos del contrato laboral, deben ser entendidas como manifestaciones legítimas del poder de dirección propias del empresario o empleador y en esa medida vinculan al trabajador. Sin embargo, el poder de dirección del empleador se encuentra limitado tanto por el ordenamiento laboral como por la Constitución. Desde una perspectiva constitucional, el ejercicio del poder de dirección del empleador sólo es legítimo si éste no se dirige a violar de manera directa los derechos fundamentales del trabajador, en cuyo caso obraría de mala fe. Las ordenes o directrices impartidas por el empleador enderezadas a lesionar los derechos fundamentales de los trabajadores, se convierten en un abuso de su facultad de dirección. 6. El hecho de que el empleador deba respetar los derechos fundamentales del trabajador no le obliga a someterse a las variaciones de aquellas cláusulas contractuales válidamente pactadas y cuyo contenido se ajuste al texto constitucional, cada vez que su ejecución legítima interfiera indirectamente con alguno de los derechos que la constitución garantiza como ciudadano al trabajador.  Si el trabajador y el empleador convienen determinadas condiciones lícitas para la ejecución del trabajo y éstas se ajustan al contenido de la Carta, así en un momento dado materialmente limiten de alguna manera el ejercicio de ciertos derechos que pertenecen al trabajador en su condición de ciudadano, como el derecho a la recreación o a la educación, no por ello el empleador debe, en aras de un imperativo constitucional inexistente, atenerse a las modificaciones unilaterales que le imponga el trabajador y someterse a la variación de las cláusulas contractuales pactadas o verse en la necesidad de no ejecutarlas. De lo contrario, se trasladaría sin justificación alguna al empleador el deber prestacional, que sólo compete a los poderes públicos, de realizar efectivamente los derechos fundamentales que la Constitución le otorga al trabajador como individuo, debiendo adecuar el funcionamiento y actividad de su empresa a las necesidades que fuera de ella tenga el trabajador, en orden a realizar plenamente y a su conveniencia el ejercicio de sus derechos. 7. Está probado que el señor Mauricio Tovar Prieto suscribió un contrato de trabajo a término fijo con los señores Sergio y Absalón Hurtado Ángel, en cuya cláusula cuarta se lee (fol. 12): "El trabajador se obliga a laborar la jornada ordinaria en los turnos y dentro de las horas señaladas por el empleador, pudiendo hacer éste ajustes o cambios de horario cuando lo estime conveniente". Esta disposición fue reiterada, al final del contrato, en manuscrito que reza (fol. 13): "los horarios de trabajo están de acuerdo a las necesidades del gimnasio". En el contenido de las cláusulas contractuales que se reproducen no riñe con norma constitucional alguna, pues simplemente se trata del acuerdo explícito sobre una de las manifestaciones del poder de mando o dirección que el ordenamiento reconoce al empresario. En esta condiciones no pasa desapercibido a la Sala que el trabajador prestó su consentimiento, libre de todo vicio, y se sometió a que su horario de trabajo pudiera ser modificado discrecionalmente por los empleadores, de acuerdo con las necesidades de la empresa, razón por la cual era previsible que una variación de su horario de trabajo pudiera afectar los estudios que adelantaba. El cambio repentino de la jornada laboral del trabajador por parte del empleador resultará legítimo siempre que este se produzca de buena fe y no tenga como finalidad directa lesionar los derechos fundamentales del trabajador. El ius variandi, desde una perspectiva constitucional no autoriza al empleador para ejercitar su poder de mando de manera arbitraria. Ahora bien, en el caso que se estudia no se ha demostrado que el empleador hubiese utilizado de manera excesiva su facultad de mando o dirección, o que hubiese actuado de mala fe, con la intención de lesionar los derechos fundamentales del trabajador. Por el contrario, las pruebas que reposan en el expediente demuestran que el gimnasio amplió su horario a jornada continua de lunes a viernes de 6 de la mañana a 8:30 de la noche, especialmente en la unidad encargada del entrenamiento de pesas en la cual se desempeñaba como instructor el señor Tovar. La ampliación del horario para la prestación del servicio pudo razonablemente hacer surgir la necesidad de variar la jornada de trabajo del personal. De otra parte, no existe ningún elemento fáctico para asociar el cambio de jornada a un designio arbitrario. No aparece probado que los propietarios del gimnasio contaran con personal suficiente para enfrentar sus necesidades sin modificar el horario de trabajo del actor. La pretensión del demandante, de prosperar, llevaría a extremos inaceptables el principio de vinculación de todos a la Constitución (C.P., artículos 4° y 6°). Los derechos y libertades garantizados por la Carta son un componente esencial del orden público, contra el que no puede atentar ninguna estipulación contractual, so pena de nulidad (C.C., artículos 1519 y 1741; C.S.T., artículo 14). No obstante, de este aserto no puede seguirse que la apelación a estos derechos y libertades por una de las partes contratantes, pueda servir para imponer a la otra las modificaciones de la relación contractual que considere oportunas y convenientes. La Sala considera pertinente señalar que de las pruebas que reposan en el expediente se puede afirmar que los hermanos Hurtado Ángel no vulneraron el ejercicio del derecho a la educación del señor Mauricio Tovar Prieto. Únicamente hicieron uso adecuado de una facultad contractual - reflejo de la subordinación del trabajador frente al empleador - que les permitía modificar los horarios de trabajo de acuerdo con las necesidades del gimnasio. En el presente caso, podrá existir  incompatibilidad entre los estudios de Mauricio Tovar Prieto y el cumplimiento de sus obligaciones laborales, pero no una actitud contraria al respeto que hacia los derechos fundamentales del trabajador debe observar todo empleador. Sólo por las razones antes expuestas, la Sala Tercera de Revisión confirmará las sentencias de primera y segunda instancia. D E C I S I O N En mérito de lo expuesto, la Sala Tercera de Revisión, R E S U E L V E: PRIMERO.- CONFIRMAR, por las razones expuestas, la sentencia del Tribunal Superior de Medellín, del 10 de marzo de 1995. SEGUNDO.- LIBRESE comunicación al Juzgado Séptimo Civil del Circuito de Medellín con miras a que se surta la notificación de esta providencia, según lo establecido en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado Ponente CARLOS GAVIRIA DIAZ Magistrado JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General (Sentencia aprobada por la Sala Tercera de Revisión, en la ciudad de Santa Fe de Bogotá, D.C., a los diez (10) días del mes de Agosto de mil novecientos noventa y cinco (1995)). [1] ST-108 de 1993. M.P. Fabio Morón Díaz.
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T-363-95 Sentencia No Sentencia No. T-363/95 SERVICIO MILITAR-Obligatoriedad La de prestar el servicio militar es una obligación de naturaleza constitucional que corresponde a exigencias mínimas derivadas del deber genérico impuesto a los nacionales respecto del sostenimiento y defensa de la soberanía, la guarda del orden institucional y el mantenimiento del orden público. SERVICIO MILITAR-Taxatividad de las causales de exención El carácter taxativo de las causales de exención del servicio militar se deriva de la misma Constitución Política, que no las hace extensivas más allá de los límites de la ley, por lo cual no es lícito al intérprete y menos todavía a las propias autoridades militares ampliar la cobertura de las excepcionales previsiones legales al respecto. De allí que no sea posible ejercer acción de tutela contra los responsables del reclutamiento por acatar las prescripciones constitucionales y las de la ley sobre el particular, invocando excepciones no consagradas explícitamente. Contra nadie se puede interponer el amparo judicial por atenerse a la normatividad vigente. OBJECION DE CONCIENCIA/LIBERTAD DE CONCIENCIA-Límites Si bien una persona no puede ser obligada a actuar contra su conciencia, en garantía de la libertad correspondiente, ésta no es absoluta y, por el contrario, tiene claros límites relacionados con el interés general, lo cual significa que las propias convicciones no pueden invocarse como excusas para el cumplimiento de deberes que el Estado impone a todos por igual y que objetivamente considerados no implican prácticas o actuaciones susceptibles de ser enfrentadas a la conciencia individual. SERVICIO MILITAR/OBJECION DE CONCIENCIA El servicio militar no es per se algo que implique violencia, daño a los demás, ejercicio ciego de la fuerza o vulneración de derechos fundamentales. Se trata de un deber en abstracto, cuyos contenidos concretos están sometidos a la Constitución y a la ley. En ese orden de ideas, la vinculación a filas no tiene por sí misma una calificación que pueda enfrentarse a la conciencia del conscripto, pues sólo tiene el alcance de una disponibilidad del sujeto a la disciplina y a las órdenes que se le impartan. Al mandar el Constituyente que los colombianos presten el servicio militar no los constriñe por ello a obrar en contra de sus creencias. SERVICIO MILITAR/OBEDIENCIA DEBIDA La obediencia debida es el principio general al que deben acogerse las relaciones entre superiores y subalternos militares y que solamente en casos de palmaria, evidente e indudable transgresión de los límites constitucionales, mediante órdenes que afecten de modo directo los derechos humanos, es permisible al inferior acogerse a los dictados de su conciencia para hacer que en el caso concreto prevalezcan la Constitución y el respeto a la dignidad humana. Es decir, el inferior no está obligado a la obediencia ciega pero tampoco le es posible cobijar, bajo el amparo de razones puramente subjetivas, la oposición a mandatos que no pugnen con el orden constitucional. Así, en casos como el examinado, ningún sentido tiene el alegato de motivos religiosos o la apelación a las propias convicciones para evadir el cumplimiento de órdenes superiores que no solamente no se oponen a la Constitución Política sino que la desarrollan. SERVICIO MILITAR-Testigo de jehová Las libertades religiosa y de cultos no han sido transgredidas en esta ocasión, pues ni el ingreso al servicio militar ni tampoco la exigibilidad de las prácticas inherentes al mismo impiden al hijo del accionante adoptar las creencias de su predilección ni atender en su tiempo libre los ritos y ceremonias propios de su credo, a la vez que tampoco se le ha compelido o forzado a efectuar acto alguno que implique su afiliación a otra congregación religiosa o que contradiga sus convicciones íntimas. SERVICIO MILITAR-Exenciones/SERVICIO MILITAR-Ministro de culto/DIGNIDAD SACERDOTAL-Prueba/SERVICIO MILITAR-Obligación La Ley 48 de 1993 dispuso, como se ha visto, que la exención legal en cuanto a la prestación del servicio militar incluye a "los similares jerárquicos de otras religiones o iglesias, dedicados permanentemente a su culto". Pero tal exención no se alcanza por el sólo hecho de alegar que se posee la dignidad sacerdotal. Se requiere probarla ante la autoridad que tiene a su cargo el reclutamiento y, si se ejerce acción ante los jueces, como en el presente caso, debe acreditarse tal calidad en el proceso, como lo señalara esta Corte con entera claridad. Además, la norma legal exige la dedicación permanente al culto, que también debe probarse. El caso analizado no encaja en ninguna de las dos necesarias hipótesis en referencia. Nada en el expediente demuestra que, cuando fue vinculado al servicio militar, el hijo del peticionario se encontrase dedicado de manera permanente a oficiar como sacerdote en actividades propias del culto. -Sala Quinta de Revisión- Ref.: Expediente T-65213 Acción de tutela instaurada por ANTONIO DE J. ESTRADA, a nombre de su hijo menor, WILMER ANTONIO ESTRADA ZAPATA contra FUERZAS MILITARES DE COLOMBIA -EJERCITO NACIONAL-. Magistrado Ponente: Dr. JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Sentencia aprobada en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los catorce (14) días del mes de agosto de mil novecientos noventa y cinco (1995). Se revisan los fallos proferidos por los juzgados 31 Penal Municipal de Medellín y 40 Penal del Circuito de la misma ciudad, mediante los cuales se resolvió sobre la acción de tutela incoada en este caso. I. INFORMACION PRELIMINAR ANTONIO DE J. ESTRADA ejerció la acción de tutela a nombre y en representación de su hijo menor, WILMER ANTONIO ESTRADA ZAPATA, quien fue reclutado por las Fuerzas Militares de Colombia -Ejército Nacional- para que prestara el servicio militar obligatorio en la ciudad de Medellín. Atendiendo a que ESTRADA había culminado sus estudios de secundaria, el Ejército Nacional dispuso, mediante Acta No. 008 de 5 de diciembre de 1994, la entrega del conscripto a la Policía Nacional para ser vinculado a esta Institución en calidad de Auxiliar Bachiller. Desde su ingreso a filas, el joven se negó a ejecutar algunos de los actos propios de la disciplina militar, por considerarlos "trabajos forzados prohibidos" en cuanto, según pensaba, iban contra su conciencia. Tal ocurría, por ejemplo, con las exigidas conductas de cantar el Himno Nacional, saludar a la Bandera, celebrar los días de fiestas nacionales, portar armas y recibir adiestramiento para el combate. Consideró el accionante, al respaldar la actitud de su hijo, que a éste le fue violentada la libertad garantizada por el artículo 18 de la Carta, en cuanto se lo obligaba a actuar contra su conciencia. Los aludidos actos -señaló- "siguen infringiendo los cánones religiosos y creencias que profesamos". También estimó vulnerado el artículo 16 de la Constitución, que plasma el derecho de todos al libre desarrollo de la personalidad. Dijo el demandante que su hijo había antepuesto las propias convicciones sobre las obligaciones del servicio en virtud de una legítima objeción de conciencia, debido a que pertenecía, no sólo como miembro sino como ministro (sacerdote), a la congregación religiosa denominada "Testigos de Jehová", representada legalmente en Colombia por la Sociedad de Biblias y Tratados "la Torre del Vigía" de Pensilvania. El actor citó en su apoyo varios textos biblicos y solicitó al Juez analizar los estatutos y creencias de la congregación. Pidió que, al conceder la tutela, el despacho judicial ordenara no solamente que la Policía se abstuviera de obligar a su hijo a llevar a cabo las enunciadas prácticas sino, más todavía, su desacuartelamiento. II. DECISIONES JUDICIALES Resolvió en primera instancia el Juzgado Trigésimo Primero Penal Municipal de Medellín, el cual concedió la tutela mediante providencia del 30 de diciembre de 1994. Por la sentencia revisada se concedió la tutela y se ordenó a la Dirección de Reclutamiento, Cuarta Zona, de la Cuarta Brigada y al Comandante de la Policía Metropolitana que, dentro del término de 48 horas, expidieran el recibo correspondiente a la Libreta Militar de WILMER ANTONIO ESTRADA ZAPATA, previas las respectivas consignaciones. Según las pruebas recaudadas que evaluó el juzgado, el 14 de septiembre de 1991 el Comité de Ancianos de la Organización "Testigos de Jehová" ordenó al joven Estrada Zapata como Ministro religioso, facultándolo para predicar, conducir estudios bíblicos y presentar discursos estudiantiles. Al cotejar este hecho con el artículo 28 de la Ley 48 de 1993, según el cual están exentos del servicio militar en tiempo de paz los clérigos y religiosos, de acuerdo a los convenios concordatarios vigentes, el despacho judicial concluyó que el accionante se encontraba cobijado por esta norma y, por ende, debía ser eximido de la obligación correspondiente. Impugnada la providencia por parte del Comandante de la Cuarta Zona de reclutamiento, fue revocada mediante el fallo de segunda instancia, proferido por el Juzgado 40 Penal del Circuito de Medellín. Advirtió el fallador que Estrada Zapata fue ordenado cuando todavía no contaba catorce años de edad y que desde 1987 se lo facultó para la predicación del Evangelio, cuando tenía escasos diez años. Entonces -dijo- si el aludido joven y su apoderado invocan la protección del derecho a la igualdad por considerar que el primero se asimila a un sacerdote de la religión Católica, dada su preparación debidamente aprobada y certificada, no se entiende el motivo para no exigirle la trayectoria que debe seguir un seminarista que aspira a convertirse en sacerdote. Estimó, por tanto, que la comunidad religiosa no podía expedir alegremente certificaciones con el único propósito de salvaguardar a sus miembros ante eventos que los pudieran perjudicar. Por otro lado -sostuvo-, según el literal a) del artículo 28 de la Ley 48 de 1993, la exención para los ministros religiosos se otorga a los "dedicados permanentemente a su culto", situación que no se configura en el caso de Estrada Zapata. Para el Juzgado, el servicio militar obligatorio no constituye violación al derecho de igualdad del accionante, pues, por el contrario, en su condición de bachiller, tiene privilegios en relación con los demás conscriptos, toda vez que se le permite prestar el servicio en el lugar donde se encuentre domiciliada su familia y concurrir a la guarnición militar durante el día, regresando en la noche a su hogar. En lo atinente a la libertad de cultos, consideró el juez que no fue violado en el caso del joven Estrada, pues no se le prohibió ni se le impidió pertenecer a la organización religiosa "Testigos de Jehová", ni tampoco se le hizo imposible practicar su culto. La sola prestación del servicio militar obligatorio en la Policía Nacional no constituye violación a derecho fundamental alguno. III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL Competencia Seleccionado y repartido como fue el proceso a esta Sala de Revisión, según las prescripciones de los artículos 86 y 241-9 de la Constitución y 33 del Decreto 2591 de 1991, ella es competente para efectuar el examen constitucional de los fallos cuyo contenido se acaba de resumir. La obligación de prestar el servicio militar. Carácter taxativo de las excepciones La de prestar el servicio militar es una obligación de naturaleza constitucional que corresponde a exigencias mínimas derivadas del deber genérico impuesto a los nacionales respecto del sostenimiento y defensa de la soberanía, la guarda del orden institucional y el mantenimiento del orden público. La calidad de nacional no solamente implica el ejercicio de derechos políticos sino que comporta la existencia de obligaciones y deberes sociales a favor de la colectividad, en cabeza de quienes están ligados por ese vínculo. En toda sociedad los individuos tienen que aportar algo, en los términos que señala el sistema jurídico, para contribuir a la subsistencia de la organización política y a las necesarias garantías de la convivencia social. La Constitución, como estatuto básico al que se acogen gobernantes y gobernados, es la llamada a fijar los elementos fundamentales de la estructura estatal y el marco general de las funciones y responsabilidades de los servidores públicos, así como los compromisos que contraen los particulares con miras a la realización de las finalidades comunes. En ese orden de ideas, es la Carta Política la que debe definir si el Estado mantiene para su defensa un conjunto de cuerpos armados (la Fuerza Pública) y, claro está, en el caso de optar por esa posibilidad, el Estado no tiene otro remedio que apelar al concurso de los nacionales para la conformación de los mismos. Desde su Sentencia T-409 del 8 de junio de 1992, la Corte Constitucional ha puesto de presente que, como fundamento del Estado de Derecho y para garantizar la integridad de la soberanía, la organización política dispone del monopolio de la fuerza y goza de plena aptitud para ejercerla legítimamente cuando ello sea indispensable, obviamente dentro de los límites que el ordenamiento jurídico establece. Esta facultad -ha señalado la Corporación- impone la existencia de cuerpos especializados, dotados de material técnico y de un grupo humano capaz e idóneo para el cumplimiento de la alta misión que le compete. En concordancia con lo anterior, el Estatuto Fundamental dedica el Capítulo 7 de su Título VII a la Fuerza Pública y establece que la misma estará integrada por las Fuerzas Militares y la Policía Nacional. La providencia, en su parte pertinente, señaló: "El Estado, como organización política de la sociedad, garantiza, mediante su Constitución, a los individuos que lo integran una amplia gama de derechos y libertades, al lado de los cuales existen obligaciones correlativas. Los beneficios conferidos por la Carta Política a los colombianos se hallan establecidos, de manera genérica,  en el Título II, capítulos 1o. al 4o., pero como ella misma lo dice en su artículo 95, inciso primero, "el ejercicio de los derechos y libertades reconocidos en esta Constitución implica responsabilidades". "De igual manera el artículo 2 de la Constitución, en su inciso segundo, declara que las autoridades han sido instituídas para "proteger a todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias, y demás derechos y libertades  y para asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares" (subraya la Corte). Es apenas lógico que, si el Estado proporciona beneficios, reclame de quienes gozan de ellos, una mínima contribución al interés colectivo y les imponga límites razonables al ejercicio de sus libertades". La vinculación a las filas militares debe provenir, en principio, de la espontánea tendencia de toda persona al servicio de la patria, pero, habida cuenta de las exigencias de estabilidad y permanencia institucionales, que son inherentes a las finalidades que tales cuerpos persiguen, es indispensable asegurar que el reclutamiento no dependerá exclusivamente de la voluntad o el deseo individual de las personas. Tratándose de un servicio que representa incomodidades y privaciones así como la forzosa sujeción al régimen disciplinario, existe el riesgo de que, por regla general, se tienda a eludirlo, para buscar opciones personales, familiares y profesionales que resulten más favorables. Por lo cual, si el Estado no hace uso de su Imperium para imponer un tiempo mínimo de cooperación personal a los fines del interés general, las organizaciones militares llamadas a su defensa tienden a debilitarse, con el consiguiente daño a la soberanía y al sostenimiento del orden. Tales son los motivos para que el artículo 216 de la Constitución establezca de modo perentorio que "todos los colombianos están obligados a tomar las armas cuando las necesidades públicas lo exijan para defender la independencia nacional y las instituciones públicas". Esta obligación debe entenderse en armonía con la previsión genérica del artículo 95 C.P., que, al establecer los deberes de la persona y del ciudadano, incluye en su numeral 3º el de respetar y apoyar a las autoridades democráticas legítimamente constituídas para mantener la independencia y la integridad nacionales. Como lo subrayó la Corte en el fallo citado, "no se trata de tiránica imposición sino de la natural y equitativa consecuencia del principio general de prevalencia del interés social sobre el privado, así como de las justas prestaciones que la vida en comunidad exige de cada uno de sus miembros para hacerla posible". Siendo claro, sin embargo, que las obligaciones de prestar el servicio militar y de tomar las armas no podrían hacerse exigibles a personas que por diversas circunstancias se hallan imposibilitadas para hacerlo, la Constitución ha previsto que la ley determine las condiciones que en todo tiempo eximen de aquéllas. Como puede observarse, la regla del artículo 216 de la Carta Política está constituída por la obligación de todo nacional de enrolarse en las filas de la Fuerza Pública y de tomar las armas, al paso que las excepciones son de carácter taxativo y han sido confiadas por la Constitución al legislador. Debe relievarse que la Carta Política no señala ella misma excepción alguna que se pueda invocar directamente en cuanto a la prestación del servicio militar. La aludida Sentencia dejó en claro que si el colombiano llamado al servicio no se encuentra en una de las circunstancias que la ley contempla, debe acudir a las filas. El carácter taxativo de las causales de exención del servicio militar se deriva de la misma Constitución Política, que no las hace extensivas más allá de los límites de la ley, por lo cual no es lícito al intérprete y menos todavía a las propias autoridades militares ampliar la cobertura de las excepcionales previsiones legales al respecto. De allí que no sea posible ejercer acción de tutela contra los responsables del reclutamiento por acatar las prescripciones constitucionales y las de la ley sobre el particular, invocando excepciones no consagradas explícitamente. Contra nadie se puede interponer el amparo judicial por atenerse a la normatividad vigente. Con lo dicho no riñe lo que ha observado esta misma Corte en el sentido de que el legislador, al plasmar las causales de exención del servicio militar, está obligado a hacerlo en términos acordes con la propia Carta. Es lo que acontece, por ejemplo, con la referencia legal al conscripto casado que debe atender a la crianza y educación de un menor, la cual no puede extenderse de manera exclusiva a la unión entre parejas por el vínculo solemne del matrimonio sino que, en desarrollo del artículo 42 de la Constitución, cobija necesariamente a las personas ligadas por vínculos naturales en unión de hecho permanente, siempre que en tales casos medie el reconocimiento del hijo. (Cfr. Sentencia SU-491 del 28 de octubre de 1993. M.P.: Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz). La norma actual sobre exenciones para prestar el servicio militar en tiempo de paz es el artículo 28 de la Ley 48 de 1993, que dice: "ARTICULO 28. Exención en tiempo de paz. Están exentos del servicio militar en tiempos de paz, con la obligación de inscribirse y pagar cuota de compensación militar: a. Los clérigos y religiosos de acuerdo a los convenios concordatarios vigentes. Así mismo los similares jerárquicos de otras religiones o iglesias, dedicados permanentemente a su culto. b. Los que hubieren sido condenados a penas que tengan como accesoria la pérdida de los derechos políticos mientras no obtengan su rehabilitación. c. El hijo único, hombre o mujer, de matrimonio o de unión permanente, de mujer viuda, divorciada, separada o madre soltera. d. El huérfano de padre o madre que atienda con su trabajo a la subsistencia de sus hermanos incapaces de ganarse el sustento. e. El hijo de padres incapacitados para trabajar o mayores de 60 años, cuando éstos carezcan de renta, pensión o medios de subsistencia, siempre que dicho hijo vele por ellos. f. El hermano o hijo de quien haya muerto o adquirido una inhabilidad absoluta y permanente en combate, en actos del servicio o como consecuencia del mismo, durante la prestación del servicio militar obligatorio, a menos que siendo apto, voluntariamente quiera prestarlo. g. Los casados que hagan vida conyugal. h. Los inhábiles relativos y permanentes. i. Los hijos de oficiales, suboficiales, agentes y civiles de la Fuerza Pública que hayan fallecido o adquirido una inhabilidad absoluta y permanente en combate o en actos del servicio y por causas inherentes al mismo, que siendo aptos, voluntariamente quieran prestarlo". La normatividad vigente no consagra la objeción de conciencia para prestar el servicio militar La Constitución Política de Colombia no previó, como causa para ser excluído del servicio militar, la objeción de conciencia, según lo tiene dicho esta Corte en providencias como las que a continuación se relacionan. -En la Sentencia T-409 del 8 de junio de 1992 dijo la Corte: "La garantía de la libertad de conciencia no necesariamente incluye la consagración positiva de la objeción de conciencia para prestar el servicio militar.  Esta figura, que en otros sistemas permite al individuo negarse a cumplir una obligación como la mencionada cuando la actividad correspondiente signifique la realización de conductas que pugnan con sus convicciones íntimas, no ha sido aceptada por la Constitución colombiana como recurso exonerativo de la indicada obligación". (...) "Si, como ya se ha dicho, la obligación de prestar el servicio militar es desarrollo del postulado según el cual los intereses colectivos prevalecen sobre los individuales y si,  además, el Estado al exigirlo no puede desconocer la igualdad de las personas ante la ley, cuyos dictados deben ser objetivos e imparciales, es evidente que la objeción de conciencia para que pueda invocarse, requiere de su expresa institucionalización dentro del respectivo ordenamiento jurídico. Es decir, las autoridades no pueden admitirla sin estar contemplada su posibilidad ni fijadas en norma vigente las condiciones dentro de las cuales ha de reconocerse; hacerlo sin ese fundamento en casos específicos representaría desbordamiento de sus atribuciones y franca violación del principio de igualdad, aparte de la incertidumbre que se generaría en el interior de la comunidad. De allí que deba afirmarse la impracticabilidad de tal figura en cualquiera de sus modalidades en aquellos sistemas constitucionales que no la han consagrado, como acontece en el caso colombiano. Una propuesta en el sentido de introducirla expresamente en el texto de la Carta de 1991, presentada por el constituyente Fernando Carrillo fue negada por la Asamblea Nacional Constituyente, sin que pueda afirmarse que de los textos aprobados se deduzca siquiera un principio de objeción. De allí que no sea procedente, a la luz del ordenamiento en vigor, acceder a las pretensiones del demandante relacionadas con la sustitución o exclusión de los deberes propios del servicio militar, a favor de sus representados". - En Sentencia C-511 del 16 de noviembre de 1994 (M.P.: Dr. Fabio Morón Díaz), se reiteró: "...no existe en nuestro régimen relacionado con el servicio militar la figura de la 'objeción de conciencia', por cuanto no resulta del fuero propio de las exigencias del servicio militar el autorizar a los ciudadanos para no atender este deber esencial, cuyos basamentos se encuentran no sólo en lo dispuesto en la ley sino justamente en la conciencia del propio compromiso social". Las aludidas conclusiones de la jurisprudencia tienen sólido fundamento constitucional, en cuanto, si bien una persona no puede ser obligada a actuar contra su conciencia (artículo 22 C.P.), en garantía de la libertad correspondiente, ésta no es absoluta y, por el contrario, tiene claros límites relacionados con el interés general, lo cual significa que las propias convicciones no pueden invocarse como excusas para el cumplimiento de deberes que el Estado impone a todos por igual y que objetivamente considerados no implican prácticas o actuaciones susceptibles de ser enfrentadas a la conciencia individual. En efecto, el servicio militar no es per se algo que implique violencia, daño a los demás, ejercicio ciego de la fuerza o vulneración de derechos fundamentales. Se trata de un deber en abstracto, cuyos contenidos concretos están sometidos a la Constitución y a la ley. En ese orden de ideas, la vinculación a filas no tiene por sí misma una calificación que pueda enfrentarse a la conciencia del conscripto, pues sólo tiene el alcance de una disponibilidad del sujeto a la disciplina y a las órdenes que se le impartan. Es necesario, entonces, verificar si el contenido de éstas, examinadas individualmente, podría llegar al lesionar la libertad de conciencia del subalterno, o conducirlo a violentar sus convicciones. Así las cosas, una disponibilidad en abstracto, no puede ser contraria a la conciencia de nadie, menos todavía si se presume -como es natural en un Estado de Derecho y bajo el principio de la buena fe- que los superiores no abusarán del poder que se les confiere ni quebrantarán con sus instrucciones el ámbito inalienable de la conciencia de sus subordinados ni las prescripciones de la Constitución Política. Mal podría pensarse que de la propia obligación constitucional se derivara el quebranto de uno de los derechos constitucionales fundamentales, como es la libertad de conciencia, pues al mandar el Constituyente que los colombianos presten el servicio militar no los constriñe por ello a obrar en contra de sus creencias. Sobre el tema la Corte ha señalado: "Juzga la Corte, por otra parte, que el servicio militar en sí mismo, es decir como actividad genéricamente considerada, carece de connotaciones que puedan afectar el ámbito de la conciencia individual, por cuanto aquel puede prestarse en diversas funciones de las requeridas para la permanencia y continuidad de las Fuerzas Militares.  Así, un colombiano llamado a las filas del ejército nacional, puede desempeñarse en cualquiera de los distintos frentes que implican la existencia de los cuerpos armados, por ejemplo en calidad de conductor de vehículo, o como operador de radio,  mediante una razonable distribución de tareas y responsabilidades, en el marco de las facultades legales de quienes tienen a cargo su funcionamiento. Ahora bien, por regla general el empleo de las armas por parte de los miembros de las Fuerzas Militares, está íntimamente ligado a la naturaleza de sus actividades, pues no es fácil concebir un ejército en el cual sus integrantes dejaran de valerse de ellas absolutamente". (...) "No obstante, el perentorio mandato consagrado en el artículo 16 de la Constitución vigente permite al subalterno reclamar el derecho inalienable de no ser obligado a actuar en contra de su conciencia, lo cual conduce necesariamente a distinguir, en el campo de la obediencia militar, entre aquella que se debe observar por el inferior para que no se quiebre la disciplina y la que, desbordando las barreras del orden razonable, implica un seguimiento ciego de las instrucciones impartidas por el superior. Se insiste en esta diferencia, por cuanto, independientemente de la pura consecuencia jurídica derivada del artículo 91 de la Carta en torno a establecer sobre quién recae la responsabilidad en caso de infracción manifiesta de un precepto constitucional en detrimento de alguna persona -asunto claramente definido por la norma cuando, respecto de los militares en servicio, libera de ella al inferior y la proyecta hacia el superior que dá la orden- la disposición del artículo 18, que no admite excepciones, favorece la libertad de conciencia del subordinado y se constituye en límite a la discrecionalidad de quien manda, la cual no es absoluta, conciliando así el sano criterio de la disciplina inherente a los cuerpos armados con la real aplicación  de los derechos. Así, en virtud del criterio que se deja expuesto, bien podría negarse un subalterno a obedecer la orden impartida por su superior si ella consiste en infligir torturas a un prisionero o en ocasionar la muerte fuera de combate, pues semejantes conductas, por su sóla enunciación y sin requerirse especiales niveles de conocimientos jurídicos, lesionan de manera abierta los derechos humanos y chocan de bulto con la Constitución. No podría interpretarse de otra manera el concepto de orden justo, perseguido por la Carta Política, según su preámbulo, ni entenderse de modo diverso el artículo 93 constitucional, a cuyo tenor "los tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso, que reconocen los derechos humanos y que prohiben su limitación en los estados de excepción, prevalecen en el orden interno". Según el Convenio de Ginebra I, del 12 de agosto de 1949, aprobado por la Ley 5a. de 1960 (Diario Oficial No. 30318), que las Altas Partes Contratantes se comprometieron a respetar y a hacer respetar "en todas las circunstancias", existen infracciones graves, contra las cuales los estados han de tomar oportunas medidas. Entre ellas  se enuncian, a título de ejemplo, "el homicidio intencional, la tortura o los tratos inhumanos, incluidos los experimentos biológicos, el hecho de causar deliberadamente grandes sufrimientos o de atentar gravemente contra la integridad física o la salud, la destrucción y la   apropiación de bienes, no justificadas por necesidades militares y efectuadas a gran escala, ilícita y arbitrariamente" (artículo 50). Obligado en esos términos el Estado colombiano, mediante un convenio internacional que, por otra parte, es hoy fuente interpretativa sobre el alcance de los derechos y deberes de rango constitucional (artículo 93 Constitución Política), mal podría prohijarse actualmente una concepción absoluta y ciega de la obediencia castrense. Los anteriores conceptos no deben entenderse como la posibilidad constitucional de que toda orden militar pueda ser discutida por quienes la reciben, ya que eso representaría una ruptura del concepto de autoridad, cuyo fundamento reside en la normatividad en que se apoya este fallo para sostener la obligatoriedad del servicio y la indispensable disciplina que exigen los altos fines señalados por la Constitución a las Fuerzas Armadas". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Tercera de Revisión. Sentencia T-409 swl 8 de junio de 1992). La obediencia que el subalterno debe a su superior en el ámbito propio de la disciplina castrense, cuyo sentido radica en asegurar la eficacia de la actividad confiada a los cuerpos armados -la cual resultaría erosionada si cada mandato fuera controvertible y controvertido por los inferiores con argumentos de orden jurídico-, no equivale al seguimiento absoluto y ciego de las instrucciones recibidas, pues por una parte el superior está obligado a impartirlas con arreglo a criterios de juridicidad, razonabilidad y proporcionalidad y dentro del estricto respeto a los derechos humanos, y, por otra, no obstante que la responsabilidad por violación de la Constitución habrá de recaer sobre quien dá la orden, el subordinado goza del derecho inalienable, garantizado por el artículo 22 de la Carta, de no ser obligado a actuar contra su conciencia. La distinción que precede no sacrifica la disciplina militar sino que la somete al ordenamiento jurídico, encuadrando las relaciones de mando y obediencia en presupuestos que rechazan por igual el abuso del poder y el desorden en las filas. Desde esta perspectiva, la posibilidad que tiene el subalterno de negarse a ejecutar una orden abiertamente contraria a su conciencia corresponde a un derecho de rango constitucional, pero tampoco puede extenderse de manera ilimitada, por cuanto ello conduciría a la ruptura de la línea de mando y a la desaparición de toda disciplina. Es, pues, indispensable que la Corte advierta, como en efecto lo hace en este fallo, que la obediencia debida es el principio general al que deben acogerse las relaciones entre superiores y subalternos militares y que solamente en casos de palmaria, evidente e indudable transgresión de los límites constitucionales, mediante órdenes que afecten de modo directo los derechos humanos, es permisible al inferior acogerse a los dictados de su conciencia para hacer que en el caso concreto prevalezcan la Constitución y el respeto a la dignidad humana. Es decir, el inferior no está obligado a la obediencia ciega pero tampoco le es posible cobijar, bajo el amparo de razones puramente subjetivas, la oposición a mandatos que no pugnen con el orden constitucional. Así, en casos como el examinado, ningún sentido tiene el alegato de motivos religiosos o la apelación a las propias convicciones para evadir el cumplimiento de órdenes superiores que no solamente no se oponen a la Constitución Política sino que la desarrollan. En efecto, exigir del soldado que rinda honores a la Bandera, que entone el Himno Nacional, que preste juramento, que porte el uniforme o que lleve en él los símbolos patrios, o que asista a eventos o actos cívicos, no implica en modo alguno imposiciones que puedan entenderse contrarias a su conciencia ni lesivas del fuero interno, pues se trata de actos que en sí mismos no desconocen valores ni principios, sino que por el contrario los encarnan y resaltan. En el caso concreto se invocó sin fundamento real ni jurídico la libertad de conciencia del actor, para esquivar la práctica de deberes inherentes a la disciplina militar y al normal sentimiento patriótico no sólo de los militares sino de todos los colombianos, y en búsqueda de la exención, por tal motivo, de la obligación genérica de prestar el servicio militar. La Corte rechaza de manera enfática las pretensiones del accionante, por cuanto, de admitirse su viabilidad a la luz de la Constitución, se estaría entronizando la voluntad de cada uno como regla y medida del cumplimiento del deber, que por su misma naturaleza se impone independientemente del querer y los deseos de aquél a quien corresponde acatarlo. Y es que los deberes, que se establecen como contrapartida de los derechos, mientras sean razonables y no desatiendan el orden jurídico, son exigibles sin lugar a preferencias ni discriminaciones y no por serlo violentan la libertad de conciencia, ni ninguna otra libertad. El deber, en principio, corresponde siempre a las ideas de límite, de sacrificio, de conducta o abstención obligada, de restricción a las naturales tendencias, por lo cual su cumplimiento no depende de la voluntad del agente ni puede quedar supeditado a ella, pues de su naturaleza es la imposición. Desde luego, lo ideal es que la persona acoja el cumplimiento de su deber de buen grado e inclusive con gusto, pero eso no equivale a que la autoridad que exige tal cumplimiento tenga que consultar en cada caso con el obligado si el deber le parece atractivo y deseable. Una concepción contraria resquebrajaría el imperio del orden dentro de la sociedad y debilitaría en extremo el concepto de autoridad, imprescindible en ella. No se puede fundar la libertad en la anarquía. En el caso de autos el accionante pretende que su hijo eluda el cumplimiento de sus deberes a partir de la idea según la cual los honores a los símbolos patrios equivalen al culto, que, de conformidad con los principios de su religión, únicamente se debe a Dios. Protuberante equivocación la del actor, ya que su argumento proviene de una inadmisible confusión entre el ámbito de lo religioso y el campo de lo cívico. Cuando se exige el desarrollo de actividades referentes a lo segundo no por ello se invade el campo de la conciencia reservado a lo primero. Es evidente que los símbolos patrios no son deidades y que los honores que se les rinden no representan actos litúrgicos ni de adoración, por lo cual es del todo equivocado atribuirles un carácter religioso o estimar que el respeto debido a ellos los asimila a la divinidad. Sobre el particular, en caso similar al presente, la Corte Constitucional hizo algunas advertencias que ahora se reiteran: "Para que pueda entenderse que respecto de un determinado acto u omisión hay lugar a conceder la tutela, es indispensable que el juez establezca, sin duda alguna, la violación o la amenaza de un derecho fundamental. Tal certeza resulta esencial para ofrecer a la persona la protección del Estado, de tal manera que, si falta, no tiene cabida la aplicación del artículo 86 de la Carta Política en cuanto al derecho cuya vulneración o peligro se controvierte. En este caso, se invoca el desconocimiento del derecho constitucional a la libertad de conciencia por cuanto el establecimiento educativo exigió a la peticionaria que cumpliera con un deber que se le imponía, consistente en asistir a un desfile cívico. La solicitante alegó que su religión le prohibía adorar algo distinto a la divinidad y que, en ese orden de ideas, acudir al acto en mención representaba infringir ese principio religioso. La Corte Constitucional estima que la exigencia del cumplimiento de un deber hacia la patria -que se deriva claramente del concepto de unidad de la Nación plasmado en el preámbulo, del artículo 2º sobre participación de todos en la vida de aquélla, y del 95, numeral 5, que obliga a la persona y al ciudadano a "participar en la vida política, cívica y comunitaria del país" (subraya la Corte)- no significa vulneración o ataque a la libertad de conciencia. En esta oportunidad, resulta evidente que el acto patriótico no es sinónimo de "adoración" a los símbolos patrios. Adorar, según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, quiere decir "reverencia con sumo honor o respeto a un ser, considerándolo como cosa divina" (se subraya). No es eso lo que acontece cuando se llevan a cabo actos en honor de la patria, y menos aun cuando se concurre a eventos cívicos, pues, a todas luces, en las aludidas ocasiones no se está celebrando un culto ni concurriendo a una ceremonia religiosa, sino desarrollando un papel que corresponde a la persona en virtud de su sentimiento de pertenencia a la Nación. Se trata de asuntos cuya naturaleza difiere claramente. No por el hecho de exigir de un estudiante -como elemento inherente a su condición de tal- su concurrencia a un acto de carácter cívico, se puede sindicar al centro educativo de quebrantar la libertad de conciencia del alumno renuente por cuanto, a juicio de la Sala, apenas se cumple con una función indispensable para la formación del educando, la cual hace parte insustituíble de la tarea educativa. En el sentir de la Corte, si se permitiera que cada estudiante, según su personal interpretación de los deberes religiosos que le corresponden o so pretexto de la libertad de conciencia, se negara a cumplir con las órdenes razonables y en sí mismas no contrarias a la Constitución que le fueran impartidas por sus superiores, con el objeto de participar en la vida cívica del país, se estaría socavando la necesaria disciplina y el respeto al orden que debe reinar en toda institución. Estos deberes no se oponen en modo alguno a la libertad de pensamiento y de creencias ni a la práctica de los cultos". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Cuarta de Revisión. Sentencia T-75 del 24 de febrero de 1995. M.P.: Dr. Carlos Gaviria Díaz). Adicionalmente considera la Sala que las libertades religiosa y de cultos no han sido transgredidas en esta ocasión, pues ni el ingreso al servicio militar ni tampoco la exigibilidad de las prácticas inherentes al mismo impiden al hijo del accionante adoptar las creencias de su predilección ni atender en su tiempo libre los ritos y ceremonias propios de su credo, a la vez que tampoco se le ha compelido o forzado a efectuar acto alguno que implique su afiliación a otra congregación religiosa o que contradiga sus convicciones íntimas. Tampoco ha sido violado el derecho al libre desarrollo de la personalidad (artículo 16 C.P.), pues éste no tiene un carácter absoluto, que excluya el deber o la disciplina. Los ministros del culto ante la obligación de prestar el servicio militar Otra de las alegaciones del accionante consistió en sostener que su hijo estaba exento de prestar el servicio militar en razón de haber sido ordenado como ministro del culto dentro de los cánones prescritos por la religión a la que pertenece. Desde el punto de vista constitucional, el problema planteado se resuelve, en principio, con fundamento en la obligación exigible a todos los colombianos, en los términos del artículo 216 de la Constitución. El precepto superior -como queda dicho- faculta al legislador para señalar las excepciones, hoy consagradas en el citado artículo 28 de la Ley 48 de 1993. Una de ellas, la prevista en el literal a), es del siguiente tenor: "Los clérigos y religiosos, de acuerdo a los convenios concordatarios vigentes. Así mismo los similares jerárquicos de otras religiones o iglesias, dedicados permanentemente a su culto". La referencia a los convenios concordatarios vigentes implica, obviamente, alusión de la norma a los sacerdotes y dignatarios eclesiásticos del catolicismo, como quiera que la Iglesia Católica es la única que, a la luz del Derecho Internacional, goza de personería jurídica para la celebración de tratados y convenios internacionales, tal como lo reconoce el artículo 11 de la Ley Estatutaria sobre Libertad Religiosa y de Cultos, hallado exequible por esta Corte según Sentencia C-088 del 3 de marzo de 1994. Ahora bien, el artículo XVIII del Concordato celebrado entre Colombia y la Santa Sede en 1973, aprobado por la Ley 20 de 1974 y en vigencia desde el 2 de julio de 1975, norma que fue declarada exequible por esta Corte mediante Sentencia C-027 del 5 de febrero de 1993 (M.P.: Dr. Simón Rodríguez), estableció al respecto: "Los clérigos y religiosos no podrán ser obligados a desempeñar cargos públicos incompatibles con su ministerio y profesión religiosa y estarán además exentos del servicio militar". La Corte Constitucional, en la sentencia que se acaba de mencionar, dejó en claro lo siguiente: "Es cierto que la ley puede establecer exenciones, siempre y cuando no sean de las que constitucionalmente estén prohibidas. Aquí el legislador consagra una excepción, cuando expresa que los clérigos y religiosos estarán exentos del servicio militar. En Colombia el servicio militar tiene el carácter de obligatorio y las únicas personas exentas de este servicio a la patria son aquellas que, al tenor de este artículo, ostentan los títulos mencionados. En consecuencia la norma, antes que violar el artículo 216 de la Constitución Nacional, encuentra en él su asidero, ya que su inciso 3º dispone que la ley determinará las condiciones que en todo tiempo eximen del servicio militar. En este caso, es la Ley 20 de 1974 la que determina la exención y las condiciones de la misma". Clara como está la situación de los sacerdotes católicos, cabe establecer la de los ministros y jerarcas equivalentes en otras religiones. Al respecto, la Corte Constitucional, en el mismo fallo del que se habla, expresó: "Este tratamiento especial y para preservar el principio de igualdad de las religiones, ha de extenderse a las demás confesiones religiosas organizadas respecto de sus ministros y clérigos, los cuales deberán acreditar debidamente su calidad de tales" (subrayado fuera del texto). Acogiendo este criterio, la Ley 48 de 1993 dispuso, como se ha visto, que la exención legal en cuanto a la prestación del servicio militar incluye a "los similares jerárquicos de otras religiones o iglesias, dedicados permanentemente a su culto" (subraya la Corte). Pero tal exención no se alcanza por el sólo hecho de alegar que se posee la dignidad sacerdotal. Se requiere probarla ante la autoridad que tiene a su cargo el reclutamiento y, si se ejerce acción ante los jueces, como en el presente caso, debe acreditarse tal calidad en el proceso, como lo señalara esta Corte con entera claridad. Además, la norma legal exige la dedicación permanente al culto, que también debe probarse. Ella consiste en que, al momento de ser llamado a filas, el conscripto se encuentre ya graduado como ministro o sacerdote y ejerciendo de modo constante las actividades correspondientes. El caso analizado no encaja en ninguna de las dos necesarias hipótesis en referencia. En efecto, no aparece probada la jerarquía equivalente a la de sacerdote católico, que consagra la norma legal en comento. En este sentido es válido el análisis efectuado por el juez de segunda instancia sobre la trayectoria académica exigible a los seminaristas que se preparan para el sacerdocio comparada con el caso de ESTRADA ZAPATA, quien fue autorizado para predicar el Evangelio a los diez años de edad, así como para conducir estudios bíblicos y presentar discursos estudiantiles a los catorce. Por otra parte, nada en el expediente demuestra que, cuando fue vinculado al servicio militar, el hijo del peticionario se encontrase dedicado de manera permanente a oficiar como sacerdote en actividades propias del culto. A todo lo anterior debe añadirse que, según lo previsto en el artículo 27 el Decreto 2048 de 1993, reglamentario de la Ley 48 de 1993, "los feligreses o miembros de las diferentes religiones o iglesias que se profesen en el territorio nacional, sin autoridad jerárquica, no podrán alegar exención para la prestación del servicio militar por el sólo hecho de profesar o pertenecer a dichas religiones o iglesias". La misma disposición señala que, para las iglesias y religiones distintas a la católica (que se rige por las normas concordatarias), la autoridad jerárquica exigible para obtener la exención "se determinará por la capacitación académico-religiosa, con una formación equiparable, adquirida en los centros de educación superior aprobados por el Ministerio de Educación Nacional". En el caso objeto de revisión lo único que aparece consignado es el grado de Bachiller otorgado a ESTRADA ZAPATA. Se confirmará el fallo de segunda instancia y, como consecuencia de ello, el Ejército Nacional quedará expresamente facultado para exigir que el conscripto vuelva a filas -si es que ha salido de ellas a partir del fallo de primera instancia-, para cumplir en toda su extensión el tiempo del servicio militar, dentro del cual observará la debida obediencia a sus superiores. DECISION Con fundamento en las razones que anteceden, la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: Primero.- CONFIRMASE la Sentencia proferida el 7 de febrero de 1995 por el Juzgado 40 Penal del Circuito de Medellín, mediante la cual fue revocado el fallo que en primera instancia había concedido la tutela a WILMER ANTONIO ESTRADA ZAPATA. Segundo.- Dése cumplimiento a lo previsto en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, comuníquese, publíquese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO Magistrado Ponente Presidente de la Sala HERNANDO HERRERA VERGARA            ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado                      Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-364-95 Sentencia No Sentencia No. T-364/95 ACCION DE TUTELA CONTRA UNIVERSIDAD NARIÑO/DERECHO A LA IGUALDAD-Vulneración por discriminación entre docentes Se configura una violación a la prohibición de generar una discriminación entre profesores pensionados del mismo nivel o equivalentes pertenecientes al mismo organismo o entidad, otorgando tratamiento privilegiado para unos en detrimento de otro, sin justificación razonable, creando condiciones desiguales para circunstancias iguales, puesto que el peticionario posee el mismo estatus jurídico de pensionado que los demás profesores pensionados del ente universitario educativo y mayor puntaje en su calificación de hoja de vida para efectos pensionales, que los restantes docentes de la Universidad de Nariño. PENSION DE JUBILACION-Pago retroactivo/PENSION DE JUBILACION-Reajuste/PERJUICIO IRREMEDIABLE-Inexistencia/ACTO ADMINISTRATIVO/MEDIO DE DEFENSA JUDICIAL Con relación a la pretensión del "reconocimiento y pago de los reajustes con retroactividad a la vigencia de la nueva Constitución. No cae dentro del presupuesto del perjuicio irremediable, en virtud a que la Universidad de Nariño siempre le ha pagado su pensión de jubilación.  Igualmente su alegato no se relaciona directamente con la aplicación de disposiciones constitucionales que regulan el otorgamiento de reajustes pensionales, no declarados por la Universidad de Nariño. Tales decisiones de la institución se plasman en resoluciones, que son actos administrativos contra los cuales es posible intentar las acciones judiciales pertinentes de carácter laboral, con el fin de obtener el pago retroactivo a que pueda tener derecho, previas las evaluaciones legales del caso. DERECHOS LEGALES La normatividad constitucional sobre la acción de tutela permite concluír que, si el peticionario tiene o alega tener a su favor, no un derecho constitucional fundamental, sino un derecho de otra índole, de estirpe legal, la vía de la tutela no es la indicada para alcanzar los fines que se propone. Debe, en consecuencia, acudir a la jurisdicción mediante las acciones y procedimientos que, según la materia, correspondan. REF.: Expediente No. T-66335 Peticionario: CARLOS LOPEZ PABON Magistrados: Dr. FABIO MORON DIAZ -Ponente- Dr.  VLADIMIRO NARANJO MESA Dr.   JORGE ARANGO MEJIA Santafé de Bogotá D.C., agosto catorce (14) de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Corte Constitucional, Sala de revisión de Tutelas No. Ocho, integrada por los Magistrados Jorge Arango Mejía, Vladimiro Naranjo Mesa y Fabio Morón Díaz, se pronuncia sobre la acción de la referencia en el grado jurisdiccional de revisión, teniendo en cuenta los siguientes ANTECEDENTES El señor Carlos López Pabón, en ejercicio de la acción de tutela prevista en el artículo 86 de la Constitución Política y desarrollada legalmente en los Decretos 2591 de 1991 y 306 de 1992, formuló demanda contra la Universidad de Nariño, con el fin de obtener protección de su derecho a la igualdad, mediante orden para que sea reajustada su pensión de jubilación y el reconocimiento y pago de los reajustes con retroactividad a la vigencia de la nueva Constitución (4 de julio de 1991), con fundamento en los siguientes hechos y razones. La Universidad de Nariño, mediante resolución No. 328 de 6 de octubre de 1976, reconoció en favor del Ingeniero Carlos López Pabón, una pensión mensual vitalicia de jubilación, para lo cual el docente de tiempo completo de la mencionada institución educativa obtuvo un puntaje de 806 puntos, cuyo valor actual es $721.150. La Universidad de Nariño, ha decretado pensiones por encima de $1'000.000, como ocurre en cinco casos específicos de docentes del mismo nivel jerárquico y categoría del peticionario. Finalmente, se argumenta que si de la lista que se presenta se toma la mayor pensión y se la divide entre el mayor puntaje, se obtiene un resultado de 1.543,86 por punto, índice que multiplicado por el puntaje obtenido por el actor (806 puntos), le daría una pensión de 1.244.358 que comparada con la pensión actual de 721.150. se demuestra plenamente la discriminación de que es objeto, lo cual da derecho al reajuste pertinente. LA PRIMERA  INSTANCIA El Juzgado Primero Civil Municipal de Pasto, mediante sentencia de siete (7) de marzo de mil novecientos noventa y cinco (1995), decide la acción de la referencia  y resuelve: "No acceder a la acción de tutela, impetrada a través de representante judicial, contra la Universidad de Nariño, encaminada a obtener un reajuste pensional", previas las siguientes consideraciones: "4a. El señor Rector de la Universidad de Nariño, a través de su representante judicial, se refirió a la petición antes relacionada y manifiesta que el accionante sí fué jubilado por esa Institución, mediante resolución No. 328 de 6 de octubre de 1976. A renglón seguido agrega que para esa época el régimen legal aplicable debía ser la Ley 4a. de 1966, la misma que en su artículo 4o. consagra que a partir de la vigencia de esta Ley, las pensiones de jubilación e invalidez que tengan derecho los trabajadores de una o más entidades de derecho público, se liquidarán y pagarán tomando como base el 75% del promedio mensual obtenido en el último año de servicio. Sin embargo - dice - la Universidad de Nariño, mantenía vigente a ésa época una convención con el Sindicato de Profesores de la Institución, la misma que en su artículo 9o. señalaba como requisitos para jubilación, 20 años de servicio, 50 años de edad, y la liquidación de la pensión era del 100% del salario promedio devengado en el último año de servicio." "Posteriormente, se argumenta e informa: 'Dicha convención era abiertamente ilegal, y sin embargo, al Ingeniero Carlos López Pabón, se le liquidó su pensión a partir del 6 de octubre de 1976 con el 100% del salario promedio devengado en el último año de servicios. Es decir, hasta la presente fecha se le continúa cancelando su pensión de jubilación en un exceso del 25% que legalmente se reconoce a los empleados públicos de cualquier orden'. "5a. El Congreso de Colombia, el 18 de mayo de 1992 expidió la Ley 04 'mediante la cual se señalan las normas, objetivos y criterios que debe observar el Gobierno Nacional para la fijación de régimen salarial y prestacional de los empleados públicos, de los miembros del Congreso Nacional y de la Fuerza Pública y para la fijación de las prestaciones sociales de los trabajadores oficiales'. .... "7a. El Estatuto del Pensionado, consagrado en la Ley 4a. de 1976, estableció un reajuste de oficio, cada año, para las pensiones de jubilaciones, invalidez, vejez y sobrevinientes. "El reajuste, oficioso y anual, es el aumento que consagra el art. 17 de la Ley 4a. de 1992 cuando reglamenta que 'se aumentaran en el mismo porcentaje en que se reajuste el salario mínimo legal', pero lógica y legalmente, la liquidación de las pensiones, reajustes y sustituciones tiene que hacerse teniendo en cuenta el salario promedio devengado en el último año de servicios. En verdad, con la Ley 4a. de 1972 se hace una diferencia entre el reajuste automático u oficioso y el reajuste especial, pero este último se entiende aplicable única y exclusivamente a las pensiones de los miembros del Congreso, pues la misma Corte Constitucional, en sentencia cuya copia aporta el accionante, dice lo siguiente. Este reajuste especial se repite en 1992, pero ya no es para todos los jubilados en entidades de Derecho Público, sino exclusivamente para los Representantes y Senadores...' Frente a lo expuesto, el Juzgado no puede acceder a las peticiones del señor Ingeniero Carlos López Pabón, por las razones de orden legal antes consignadas y admitirlas equivaldría a permitir que todas las personas que se pensionaron al servicio del Estado, hace muchos años, puedan ahora a través de la acción de tutela reclamar una nueva liquidación de la pensión de jubilación, no ya con base en el salario promedio devengado en el último año de servicios sino tomando como referencia el salario que actualmente devengan quienes los sucedieron en el ejercicio de sus funciones." PETICION DE REVISION Mediante escrito dirigido a esta Corporación, el día 20 de abril de 1995, el actor presentó una petición de revisión del fallo de tutela de la referencia, dentro del  término de insistencia, el cual fue seleccionado para su revisión, dentro de las facultades legales y constitucionales de esta Corporación. Con base en los siguientes fundamentos, expuso el peticionario: Que se encuentra en igualdad de condiciones con los profesores pensionados del mismo nivel en la Universidad de Nariño, no obstante devengar una mesada pensional inferior pese a obtener un mayor puntaje, de acuerdo a la evaluación que de su hoja de vida se hizo mediante acuerdo 214 de 26 de Noviembre de 1970 del Consejo Directivo de la Universidad de Nariño, otorgándole  806 puntos, con lo cual la Universidad mencionada, reconoció el derecho a la pensión de jubilación como docente de tiempo completo, según resolución 328 de 6 de octubre de 1976 devengado para el año de 1994, mesadas de $721.150, mientras profesores evaluados con 737 puntos, devengaron como jubilados para el año de 1994, mesadas de 1'221. 200. Igualmente afirma el peticionario que el juez de tutela omitió pedirle a la Universidad de Nariño como medio de prueba las resoluciones que reconocen los puntajes a los profesores de igual nivel, donde se registran los valores de sus mesadas. Que el derecho fundamental consagrado en el artículo 13 es una norma que establece un tratamiento tanto formal como material, con lo cual se prohibe todas las formas de discriminación. Cita en su apoyo, varias jurisprudencias producidas por la Corte Constitucional, al efecto. Por último, afirma que la Universidad de Nariño le da un tratamiento desigual, con lo cual genera un grave perjuicio al verse disminuído económicamente frente a los profesores jubilados que ostentan un mayor ingreso en condiciones de puntajes inferiores a los del peticionario. CONSIDERACIONES DE LA CORTE A. La Competencia Es competente la Sala para conocer de la acción de tutela de la referencia, de acuerdo a lo preceptuado en los artículos 86 inciso 2 y 241 numeral 9 de la Constitución Política, desarrollados en los artículos 33 y 34 del Decreto 2591 de 1991. B. La Materia El actor solicita el amparo de su derecho a la igualdad. Plantea que la Universidad de Nariño, lo somete a un trato discriminatorio, al no reconocerle un reajuste pensional en las mismas condiciones  de otros profesores pensionados de la institución que se encuentran en el mismo nivel o equivalencia al suyo, e incluso con puntajes de calificación de hoja de vida inferiores. El derecho a la igualdad y el caso concreto. Esta Corporación, en relación con el derecho a la igualdad, consagrado en el artículo 13 de la Constitución Política se ha pronunciado en múltiples ocasiones, mediante las cuales ha desarrollado una doctrina que es preciso tener en cuenta para los efectos de la  decisión a adoptar en el caso sub examine.  Para la Sala es necesario afirmar el carácter  fundamental del derecho a la igualdad, como valor esencial del Estado Social  de Derecho y de la concepción dignificante del ser  humano que caracteriza a la Carta Política de 1991.  En efecto, el artículo 13 de la Carta establece: "Artículo 13.  Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica. "El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas en favor de grupos discriminados o marginados. "El Estado protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o mental, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan." La Corte ha establecido jurisprudencialmente seis elementos que se desprenden del artículo, a saber: "a) Un principio general, según el cual, todas las personas nacen libres e iguales ante la ley y recibirán la misma protección y trato de las autoridades. b) La prohibición de establecer o consagrar discriminaciones: este elemento pretende que no se otorguen privilegios, se niegue el acceso a un beneficio o se restrinja el ejercicio de un derecho a un determinado individuo o grupo de personas de manera arbitraria e injustificada, por razón de su sexo, raza, origen nacional o familiar, o posición económica (se subraya). c) El deber del Estado de promover condiciones para lograr que la igualdad sea real y efectiva para todas las personas. d) La posibilidad de conceder ventajas o prerrogativas en favor de grupos disminuidos o marginados. e) Una especial protección en favor de aquellas personas que por su condición económica, física o mental se encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta, y f) La sanción de abusos y maltratos que se cometan contra personas que se encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta." (Corte Constitucional. Sentencia T-591 de diciembre 4 de 1992. M.P. Dr. Jaime Sanín Greiffensteín). De los elementos establecidos se concluye que el principio de igualdad se traduce en el derecho a que no se instauren excepciones o privilegios que excluyan a unos individuos de lo que se concede a otros, en similares e idénticas circunstancias, de donde se colige necesariamente que la real y efectiva igualdad consiste  en aplicar la ley en cada uno de los acaecimientos según las diferencias  constitutivas de ellos.  El principio de igualdad exige  precisamente el reconocimiento a la variada  serie de desigualdades entre los hombres, es decir, el principio de la igualdad es objetivo y no formal: él se predica de la igualdad de los iguales y de la diferencia entre desiguales, con lo cual se delinea el concepto de generalidad concreta, que significa que no se puede permitir regulaciones diferentes de supuestos iguales o análogos. En este orden de ideas, el principio de igualdad sólo se viola si el tratamiento diferenciado de casos no está provisto de una justificación objetiva y razonable.  La existencia de tal justificación debe ser apreciada según la finalidad  y los efectos del tratamiento diferenciado. Según la reiterada doctrina  de esta Corte, toda desigualdad no constituye necesariamente una discriminación; la igualdad sólo se viola si la desigualdad está desprovista de una justificación objetiva y razonable, y la existencia de dicha justificación debe apreciarse según la finalidad y los efectos de la medida considerada, debiendo darse una relación de proporcionalidad entre los medios empleados y la finalidad perseguida, es decir,  debe existir un vínculo de racionalidad y proporcionalidad entre el tratamiento desigual, el supuesto de hecho y el fin que se persigue; es por ello que en sentencia No. T-597 de 1993 esta Corporación señaló: "De otra parte, los medios escogidos por el legislador no sólo deben guardar proporcionalidad con los fines buscados por la norma, sino compartir su carácter de legitimidad. El principio de proporcionalidad busca que la medida no solo tenga un fundamento legal, sino que sea aplicada de tal manera que los intereses jurídicos de otras personas o grupos no se vean afectados, o que ello suceda en grado mínimo. De esta forma, la comunidad queda resguardada de los excesos o abusos de poder que podrían provenir del empleo indiscriminado de la facultad legislativa o de la discrecionalidad atribuida a la administración. "Según la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, toda desigualdad no constituye necesariamente una discriminación; la igualdad sólo se viola si la desigualdad está desprovista de una justificación objetiva y razonable, y la existencia de dicha justificación debe apreciarse según la finalidad y los efectos de la medida considerada, debiendo darse una relación razonable de proporcionalidad entre los medios empleados y la finalidad perseguida. "La equiparación del principio de igualdad con una exigencia de razonabilidad de la diferenciación no resuelve el problema de cuál debe ser el criterio a escoger por el juez para valorar la obra del legislador.  Al juez constitucional no le basta oponer su 'razón' a la del legislador, menos cuando se trata de juzgar la constitucionalidad de una norma legal. La jurisdicción es un modo de producción cultural del derecho; el poder del juez deriva exclusivamente de la comunidad y sólo la conciencia jurídica de ésta permite al juez pronunciarse sobre la irrazonabilidad o no de la voluntad del legislador. "... "La exigencia de una justificación objetiva y razonable para establecer una diferenciación comporta la necesidad de que los medios empleados sean adecuados, proporcionales y oportunos. Un medio como la facultad discrecional de la administración puede ser adecuado y proporcional con relación al fin del buen servicio buscado, pero por su ejercicio inoportuno ser inconstitucional, al contrariar intereses legítimos de una persona mientras se encuentra en determinadas circunstancias. La oportunidad en el uso de un medio está condicionada a las circunstancias del caso concreto." (Cfr. Sentencia T-422 de junio 19 de 1992. M.P. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz). Entrando al caso sub examine, para la Sala resulta evidente que al tenor de la doctrina jurisprudencial de esta Corporación, se configura una violación a la prohibición de generar una discriminación entre profesores pensionados del mismo nivel o equivalentes pertenecientes al mismo organismo o entidad, otorgando tratamiento privilegiado para unos en detrimento de otro, sin justificación razonable, creando condiciones desiguales para circunstancias iguales, puesto que el peticionario posee el mismo estatus jurídico de pensionado que los demás profesores pensionados del ente universitario educativo y mayor puntaje en su calificación de hoja de vida para efectos pensionales, que los restantes docentes de la Universidad de Nariño. En efecto, el Consejo Directivo de la Universidad de Nariño mediante acuerdo 214 de 26 de Noviembre de 1970 evaluó la hoja de vida del peticionario con 806 puntos, reconociendo el derecho a la pensión de jubilación como docente de tiempo completo según Resolución 328 de 6 de octubre de 1976, devengando para el año de 1994 mesadas de $721.150, mientras los demás pensionados del mismo nivel, fueron evaluados así: para un total promedio de 737, devengando cada uno como jubilado para el mismo año, un promedio pensional de $1'221.200, tal como se desprende del informe solicitado por medio de auto de 29 de junio de 1995, dictado por esta Sala de Revisión y enviado a esta Corporación por el Jefe de Recursos Humanos de la Universidad de Nariño, mediante oficio No. OPT-092 de 30 de junio de 1995. En este oficio se evidencia un tratamiento discriminatorio y excluyente, contrario del principio de igualdad, frente a quien se encuentra en idénticas circunstancias jurídicas con relación a otros pensionados; en consecuencia, es pertinente reiterar que el artículo 13 de la Carta, prohibe a los órganos del poder público y las entidades de carácter administrativo, establecer condiciones desiguales o tratamiento discriminatorio y excluyente para circunstancias iguales y viceversa, salvo que medien razonables justificaciones a la luz de los principios, valores y derechos consagrados en la Constitución. Con relación a la pretensión del "reconocimiento y pago de los reajustes con retroactividad a la vigencia de la nueva Constitución, 4 de julio de 1991", esta Sala de Revisión de la Corporación, considera que si bien es cierto el artículo 86 de la Carta, permite la acción de tutela pese a la existencia de otro medio de defensa judicial, cuando al no brindarse la protección podría ocasionarse para el accionante un perjuicio irremediable, es decir, un daño que la decisión del juez ordinario no podría reparar en cuanto llegaría tarde, también lo es que la pretensión del actor excede el alcance de la acción de tutela al solicitar que se ordene mediante sentencia el pago de la diferencia pensional entre el reajuste de las mesadas, así como su reconocimiento retroactivo. La situación del peticionario en el caso materia de examen, no cae dentro del presupuesto indicado anteriormente, es decir un perjuicio irremediable, en virtud a que la Universidad de Nariño siempre le ha pagado su pensión de jubilación. Igualmente su alegato no se relaciona directamente con la aplicación de disposiciones constitucionales que regulan el otorgamiento de reajustes pensionales, no declarados por la Universidad de Nariño. Tales decisiones de la institución se plasman en resoluciones, que son actos administrativos contra los cuales es posible intentar las acciones judiciales pertinentes de carácter laboral, con el fin de obtener el pago retroactivo a que pueda tener derecho, previas las evaluaciones legales del caso. En consecuencia, con arreglo a los principios generales, por este último aspecto la tutela resulta improcedente frente a esta pretensión. En este orden de ideas, para esta Sala es claro que la normatividad constitucional sobre la acción de tutela permite concluír que, si el peticionario tiene o alega tener a su favor, no un derecho constitucional fundamental, sino un derecho de otra índole, de estirpe legal, la vía de la tutela no es la indicada para alcanzar los fines que se propone. Debe, en consecuencia, acudir a la jurisdicción mediante las acciones y procedimientos que, según la materia, correspondan. En efecto, reiteradamente esta Corporación ha considerado en su doctrina jurisprudencial que es posible que un derecho no fundamental pueda resultar indirectamente afectado en el trámite de una acción de tutela; pero tan sólo en razón de la protección que se brinde a un derecho constitucional fundamental pueden protegerse esos derechos no fundamentales ligados a los que sí lo son, que se estiman violados, pero ellos no constituyen en sí mismos el objeto del amparo. Son apenas, a falta de otras formas de protección judicial, objetivos secundarios en la actividad del juez de tutela, el cual, como lo tiene dicho esta Corte, debe adoptar únicamente aquellas providencias que sean indispensables para lograr el objetivo propio de la acción, esto es, la defensa de los derechos fundamentales afectados o amenazados, dejando al juez ordinario lo que le compete, es decir, la cuestión litigiosa no fundamental. (Sentencia C-543 de 1992). Por lo anteriormente expuesto, esta Sala de Revisión, no ordenará ningún reajuste pensional retroactivo, como pretende el actor, pues tal decisión, por no ser el objeto de amparo constitucional, es competencia privativa del juez competente, de acuerdo con el ordenamiento jurídico y las acciones judiciales de rigor. De acuerdo con las anteriores consideraciones, la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: Primero.-  Revocar la sentencia del Juzgado Primero Civil Municipal de Pasto, de fecha siete (7) de marzo de mil novecientos noventa y cinco (1995); en su lugar ordenar al Consejo Directivo de la Universidad de Nariño, que sea reajustada la pensión de jubilación del señor CARLOS LOPEZ PABON, en guarda del derecho a la igualdad, según lo expuesto en la parte motiva de esta providencia, de acuerdo con lo que determina la ley. Segundo.-  No se accede a la petición sobre pago del reajuste pensional retroactivo, por las razones expuestas en la parte motiva de esta providencia. Tercero.- Comunicar la presente decisión en los términos del artículo 36 del  Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, publíquese e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase. FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado JORGE ARANGO MEJIA Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-365-95 Sentencia No Sentencia No. T-365/95 FISCAL-No puede interponer acción de tutela/LEGITIMACION POR ACTIVA EN TUTELA Los Fiscales no pueden, en principio, y en razón del interés que derivan del hecho de ser parte procesal en el proceso penal instaurar acciones de tutela, pues éstas tienen como sujeto procesal activo a la persona a la cual se le han vulnerado o amenazado sus derechos fundamentales y ni la Constitución ni la ley le han conferido la atribución de representar el interés de terceros a quienes se les afectan los referidos derechos. La circunstancia de que la Fiscalía acuda al proceso de tutela para remediar situaciones respecto a las cuales se han previsto soluciones procesales en la ley, implica arrogarse funciones que no le corresponden y naturalmente desconocimiento de los mandatos contenidos en los artículos 6o y 121 de la Constitución Política. No obstante todo lo dicho podría admitirse la tutela frente a una actuación judicial que configure una vía de hecho, en los términos de la jurisprudencia de la Corte, cuando se violen sus derechos como parte procesal, la cual en el caso que nos ocupa no presentó. REFERENCIA: Expediente T-64176. PETICIONARIO: Saray Londoño Ossa y Otro. PROCEDENCIA: Tribunal Superior de Medellín -Sala de Decisión Penal. TEMA: Falta de legitimación de la Fiscalía para intentar la acción de tutela. MAGISTRADO PONENTE: ANTONIO BARRERA CARBONELL Aprobada en Santafé de Bogotá, D.C.,  a los catorce (14) días del mes de agosto de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados ANTONIO BARRERA CARBONELL, EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Y CARLOS GAVIRIA DIAZ, revisa el proceso de la acción de tutela presentada por los doctores Saray Londoño Ossa y Jhon Jairo Gómez Jiménez Fiscal Dieciséis Seccional Antioquia y Coordinador de la Unidad Seccional de la Fiscalía de Itagüí respectivamente, en contra de los Jueces Primero Penal Municipal de Itagüí y Segundo Penal del Circuito del mismo municipio. l.  ANTECEDENTES. 1. Hechos. Narran los demandantes que el día 4 de enero de 1994 la señora Rosa Lía Correa Restrepo presentó denuncia penal ante la inspección de permanencia tercer turno de Itagüí contra los señores Libardo y Gustavo Villa Posso, quienes le propinaron a su cónyuge José Edgar Ortiz Restrepo seis heridas con cuchillo en la región abdominal. En relación con dicho hecho el día 2 de febrero de 1994 el Juzgado Primero Penal Municipal de Itagüí decretó la apertura de la Instrucción, la cual se radicó bajo el número 29-03-94; posteriormente, y previa recepción de las correspondientes indagatorias y la práctica de una serie de pruebas, remitió el proceso a la Unidad Seccional de Fiscalía del mismo municipio, por considerar que se trataba de una tentativa de homicidio. El proceso fue asignado al conocimiento de la Fiscalía 16 Seccional de Antioquia con sede en Itagüí, y allí se radicó con el No. 9783; con fecha del 22 de abril de 1994 se dictó medida de aseguramiento consistente en detención preventiva sin beneficio de libertad provisional en contra de los señores Gustavo Adolfo y Libardo de Jesús Villa Posso. Cumplido el proceso de instrucción la mencionada Fiscalía cerró la investigación y profirió, el día 8 de agosto de 1994, resolución de acusación contra los sindicados por el delito de tentativa de homicidio. Mediante auto del 22 de agosto de 1994 la Juez Segunda Penal del Circuito de Itagüí avocó el conocimiento del juicio. En éste se decretaron y practicaron pruebas y el día 5 de diciembre de 1994 tuvo lugar la celebración de la correspondiente audiencia pública, con la intervención de todos lo sujetos procesales. En dicha audiencia el Fiscal Delegado hizo la petición de sentencia de condena para los procesados y la defensa solicitó su absolución. La mencionada Juez en lugar de proferir la sentencia que correspondía, se pronunció mediante auto de sustanciación de fecha 6 de diciembre de 1994, en el cual señaló que en el juicio no se comprobó el ánimo homicida que se le imputó a los sindicados en la calificación del sumario, y que lo realmente probado era la comisión de un delito de lesiones personales de competencia del Juez Municipal. En tal virtud, ordenó la remisión del proceso al Juzgado Primero Penal Municipal para que adoptara la determinación correspondiente. Recibido el proceso, el Juez Primero Penal Municipal de Itagüí mediante providencia del 7 de diciembre de 1994, decidió que existiendo resolución de acusación por el hecho punible de tentativa de homicidio, la cual adquirió ejecutoria material, mal podría el Juzgado entrar a dictar sentencia, bien condenatoria o absolutoria, en un delito que no es de su competencia. Por tal motivo, devolvió el proceso al Juez Segundo Penal del Circuito de Itagüí. La Juez Segundo Penal del Circuito de Itagüí, según auto del 7 de diciembre de 1994 ordenó que el asunto volviera al Juzgado Primero Penal Municipal de Itagüí para su conocimiento, en razón de que tanto el Juez Penal del Circuito de Itagüí como el Fiscal Seccional, habían perdido competencia para conocer del proceso. La Juez Primero Penal Municipal de Itagüí, en auto de diciembre 12 de 1994, avocó nuevamente el conocimiento del proceso, y a través de resolución interlocutoria del 14 del mismo mes y año decretó la nulidad de todo lo actuado, a partir de la providencia del 11 de julio de 1994 que ordenó el cierre de la instrucción y concedió el beneficio de la libertad provisional a los sindicados. La Fiscalía 16 Seccional de Antioquía, a la cual se notificó dicha providencia, presentó recurso de apelación, porque consideró que la Juez Primero Penal Municipal de Itagüí carecía de competencia para decretar la nulidad de lo actuado en razón de que conforme a la resolución de acusación se trataba de un  delito de tentativa de homicidio y, por lo tanto, lo procedente era que el proceso siguiera su curso ante la Juez Segundo Penal del Circuito de Itagüí, a la cual le correspondía dictar la respectiva sentencia. El Juzgado Primero Penal Municipal de Itagüí concedió equivocadamente el recurso de apelación, no ante su superior -el Circuito- sino ante el Tribunal Superior de Medellín -Sala Penal, el cual en auto de enero 12 del año en curso, consideró que de conformidad con la ley no le correspondía desatar la apelación. Por tal razón, ordenó devolver el expediente al Juzgado de origen para que éste a su vez lo remitiera al Juzgado competente para resolver la apelación. Finalmente, los peticionarios señalan que en forma inexplicable el proceso no llegó a su lugar de origen, sino que fue recibido directamente por el Juzgado Segundo Penal del Circuito de Itagüí, el cual mediante auto de enero 16 de 1995 se negó a tramitar el recurso de apelación interpuesto, considerando que la Fiscal impugnante tiene competencia para conocer de los asuntos adscritos a los Jueces Penales del Circuito y no de los asuntos sometidos a la competencia de los Jueces Penales Municipales. Por ello, ordenó devolver el asunto al Juzgado Primero Penal Municipal de Itagüí, quien en definitiva acató lo dispuesto por la Juez  Segundo Penal del Circuito de Itagüí. 2. Pretensión. Considerando que se había incurrido tanto por la Juez Segunda Penal del Circuito de Itagüí como por el Juez Primero Penal Municipal de Itagüí en violación del debido proceso y en una vía de hecho, los peticionarios precisan el objetivo de la pretensión de tutela de la siguiente manera: "La pretensión de la Fiscalía es que se profiera sentencia por parte de la Juez Segunda del Circuito por el delito objeto de la acusación". "Para el cumplimiento de tal fin, se busca que se ordene a la JUEZ PRIMERO PENAL MUNICIPAL DE ITAGUI para que remita en el término legal el expediente a la JUEZ SEGUNDA PENAL DEL CIRCUITO del mismo Municipio y esta última deberá recibirlo, y previo el saneamiento de los vicios procesales (por ejemplo, anulando lo indebidamente anulado) debe dictar sentencia". 3. El fallo que se revisa. El Tribunal Superior de Medellín -Sala de Decisión Penal, mediante sentencia del 17 de febrero de 1995 concedió la tutela del debido proceso a los peticionarios y ordenó a la Juez Segunda Penal del Circuito de Itagüí que procediera a dictar sentencia en el aludido proceso. La argumentación central en la cual el Tribunal apoya su decisón se encuentra en los siguientes apartes de dicha sentencia: "Para ilustrar mejor lo que tiene que ver con la violación del referido derecho fundamental, la Sala se permite hacer mención de todo aquéllo que le está vedado al juez de conocimiento, cuando como en el caso sub-judice, ha invadido el ámbito de la Fiscalía: en efecto, conforme al diseño que al Estatuto Procesal Penal le introdujo la Carta Magna, las dos fases o etapas que conforman el proceso les fueron atribuidas a órganos diferentes; así la instrucción o investigación y la acusación le fueron asignadas a la Fiscalía y la etapa de juzgamiento a los Juzgados y Tribunales. Precisamente, por mandato constitucional consagrado en el artículo 250 de la Carta, es a la Fiscalía General de la Nación a la que le corresponde investigar los delitos y acusar a los presuntos infractores ante los jueces y Tribunales competentes; sus decisiones solamente pueden ser revisadas por el mismo funcionario que las proveyó o por su superior jerárquico en ejercicio del principio de las dos instancias, por interposición de los recursos ordinarios". "La etapa de juzgamiento tal como ya se dijo en precedencia, le fue asignada a los Juzgados y Tribunales, la que se inicia con la ejecutoria de la resolución de acusación". "En desarrollo de lo anterior, se tiene que la Fiscalía goza de plena autonomía e independencia (por la separación de las dos etapas mencionadas) en el manejo de la investigación y de su acto culminante cual es el calificatorio; dentro de este orden lógico se sabe que una vez ejecutoriada la resolución acusatoria el Juez o Tribunal competente podrá darle curso a la causa o juzgamiento, pero no podrá modificar dicha resolución. La acusación tal y como fue decidida por la Fiscalía, sólo podría variarse al ser posible la revisión en casos expresamente previstos por la ley, como sería con el control de legalidad de las medidas de aseguramiento, consagrado por el artículo 54 de la Ley 81 de 1983, o cuando se pretenda la terminación anticipada del proceso (artículos 37 y 37A del C. de P. Penal)". "Resulta que el asunto que provocó la acción de tutela incoada por los señores Fiscales, se perfila evidentemente como una violación al debido proceso, así se vislumbra de la actuación de la Juez Segunda Penal del Circuito de Itagüí, cuando después de celebrada la audiencia pública, antes que proceder a dictar el fallo, como era su deber legal, contraviniendo la Constitución (art. 250), desconoció la calificación jurídica que le diera la Fiscalía al mudar la tentativa de homicidio por el delito de lesiones personales". III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE. 1. Competencia. En atención a lo dispuesto por los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política, en armonía con los artículos 33, 34 y 35 del decreto - ley 2591 de 1991, la Sala es competente para conocer en grado de revisión sobre el asunto materia de la referencia. 2. Prueba decretada por la Sala. Mediante providencia del 4 de julio de 1995 la Sala dispuso solicitar al Juzgado Segundo Penal del Circuito de Itagüí información en el sentido de si en cumplimiento del fallo de tutela proferido por el Tribunal Superior de Medellín -Sala Penal, había dictado sentencia dentro del proceso penal adelantado contra los señores Libardo y Gustavo Villa Posso. El aludido juzgado envió a la Corte copia auténtica de la sentencia pronunciada en el referido proceso 21 de febrero de 1995. En dicha sentencia se absuelve a los procesados. 3. Titulares de la acción de tutela. De acuerdo con los artículos 86 de la Constitución y 10 y 46 a 49 del decreto 2591 de 1991, los titulares de la acción de tutela son: - Toda persona, natural o jurídica, vulnerada o amenazada en uno de sus derechos fundamentales, quien podrá actuar directamente o a través de representante. También se autoriza la agencia oficiosa en favor de la persona que no está en condiciones de promover su propia defensa. - El Defensor del Pueblo y los personeros municipales por delegación de éste. Pero se ha entendido que dichos funcionarios aún cuando actúan a nombre o en representación de la persona a quien se vulneran o amenazan sus derechos fundamentales, al mismo tiempo cumplen con la misión que le es propia de asegurar la vigencia y defensa de dichos derechos. De esta manera, no sólo se agencian derechos de terceros sino que al mismo tiempo se actúa en defensa de los intereses comunitarios que propugnan la garantía efectiva de los referidos derechos. 4. Están legitimados los Fiscales para ejercer la acción de tutela?. La legitimación para instaurar la acción de tutela aparece regulada de manera exhaustiva en las disposiciones antes examinadas, las cuales en parte alguna mencionan a los Fiscales como titulares de la acción de tutela en defensa de los derechos constitucionales fundamentales que se le hayan violado o amenazado a alguna persona. Ello permitiría concluir sin mayor dificultad que dichos funcionarios no pueden, en principio, y en razón del interés que derivan del hecho de ser parte procesal en el proceso penal instaurar acciones de tutela, pues éstas tienen como sujeto procesal activo a la persona a la cual se le han vulnerado o amenazado sus derechos fundamentales y ni la Constitución ni la ley le han conferido la atribución de representar el interés de terceros a quienes se les afectan los referidos derechos. Para confirmar los anteriores asertos, basta con hacer precisión sobre las funciones que Constitucional y legalmente le corresponden a la Fiscalía, así: La Fiscalía administra justicia y hace parte de la rama jurisdiccional (arts. 116 y 249 C.P.) Corresponde a la Fiscalía General de la Nación, de oficio o mediante denuncia o querella, investigar los delitos y acusar a los presuntos infractores ante los juzgados y tribunales competentes.  Estas funciones generales se desdoblan, entre otras, en las siguientes: - Asegurar la comparecencia de los presuntos infractores de la Ley Penal, adoptando las medidas de aseguramiento. - Si fuere del caso, tomar las medidas necesarias para hacer efectivos el restablecimiento del derecho y la indemnización de los perjuicios ocasionados por el delito. - Calificar y declarar precluidas las investigaciones realizadas. Si bien la Fiscalía General de la Nación dentro de las funciones de investigación y acusación, está en la obligación de velar por el respeto de los derechos fundamentales y en especial del debido proceso, la Constitución no le asigna la función de reclamar o demandar judicialmente la protección de dichos derechos a través del proceso de tutela, como si lo hace con respecto al Defensor del Pueblo en el art. 282. 5. Dispone la Fiscalía de medios de defensa e impugnación dentro de la etapa del juicio?. Del contexto de las normas constitucionales y legales surge claramente la diferencia entre la etapa de investigación y la del juicio penal; en la primera, la actividad de la Fiscalía se encamina a producir los elementos probatorios requeridos para instruir y calificar el sumario y decidir si acusa o no, y en la segunda, la Fiscalía se convierte en sujeto procesal con todos los atributos de una verdadera parte (art. 444 C.P.P.). Cuando la Fiscalía decide acusar, es por que tiene la convicción de que el sindicado es el autor de la infracción a la ley penal y su misión como parte procesal dentro de la etapa del juicio será la de lograr la confirmación de su acusación y obviamente la de obtener una sentencia condenatoria acorde con la ley. Como parte procesal la Fiscalía está habilitada para intervenir en todas las actuaciones procesales previstas por la ley en la etapa del juicio y, por consiguiente, puede hacer las peticiones e interponer los incidentes o recursos ordinarios o extraordinarios que sean necesarios para asegurar el cabal cumplimiento de la misión que le es propia. Ante una decisión del juez que afecte sus intereses la Fiscalía dispone, como se dijo antes, de medios de defensa o de impugnación expeditos y eficaces que puede utilizar como parte procesal. Así por ejemplo, puede interponer recursos o alegar la nulidad de la actuación, entre otras razones, por la comprobada existencia de irregularidades sustanciales que afecten el debido proceso o por errores determinantes en la resolución acusatoria que califique el hecho dentro de un título o capítulo distinto al que corresponde. 6. Conclusión. Revocación de la sentencia que se revisa. 6.1. La Fiscalía tiene un rol  propio que cumplir dentro del proceso penal, que aparece delimitado tanto por la Constitución como por la ley. Cuando observe violaciones al debido proceso debe acudir, para conjurarlas, a los mecanismos procesales instituidos en el Código de Procedimiento Penal, más no está facultada para instaurar la acción de tutela para suplir la negligencia en su gestión o la erronea utilización de dichos medios, o la presunta falta de eficacía de éstos, según su propio parecer. La circunstancia de que la Fiscalía acuda al proceso de tutela para remediar situaciones respecto a las cuales se han previsto soluciones procesales en la ley, implica arrogarse funciones que no le corresponden y naturalmente desconocimiento de los mandatos contenidos en los artículos 6o y 121 de la Constitución Política. No obstante todo lo dicho podría admitirse la tutela frente a una actuación judicial que configure una vía de hecho, en los términos de la jurisprudencia de la Corte, cuando se violen sus derechos como parte procesal, la cual en el caso que nos ocupa no presentó. 6.2. Con fundamento en las anteriores consideraciones la Sala revocará la sentencia proferida por el Tribunal Superior de Medellín -Sala de Decisión Penal y dejará sin ningún efecto la actuación del Juzgado Segundo Penal del Circuito de Itagüí surtida en cumplimiento del fallo de tutela proferido por dicho Tribunal. IV. DECISION. En mérito de lo expuesto, la Sala Segunda de Tutela, en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución, RESUELVE: PRIMERO: REVOCAR la sentencia del 17 de febrero de 1995 proferida por el Tribunal Superior de Medellín -Sala de Decisión  Penal, en virtud de la cual resolvió tutelar el derecho al debido proceso y ordenó a la Juez Segunda Penal del Circuito de Itagüí dictar sentencia dentro del proceso penal adelantado contra los señores Libardo y Gustavo Villa Posso. SEGUNDO: DEJAR sin ningún efecto la actuación del Juzgado Segundo Penal del Circuito de Itagüí surtida en cumplimiento del fallo de tutela proferido por  el Tribunal Superior de Medellín -Sala de Decisión Penal. TERCERO: Para los fines del artículo 36 del decreto 2591 de 1991, por Secretaría General háganse las comunicaciones a que haya lugar. Cópiese, notifíquese, comuníquese y cúmplase. ANTONIO BARRERA CARBONELL Magistrado Ponente EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Magistrado CARLOS GAVIRIA DIAZ Magistrado MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-368-95 Sentencia No Sentencia No. T-368/95 CESACION DE LA ACTUACION IMPUGNADA-Naturaleza de la providencia Aquellas providencias que se dictan con base en el artículo 26 del decreto 2591 de 1991, esto es por cesación de la acción impugnada, también constituyen fallos. En efecto, el tenor literal de la norma no ordena, en manera alguna, que el juez de tutela deba terminar su actuación por medio de una providencia particular diferente a un fallo. En síntesis, lo que cesa es la actuación impugnada y no la actuación del juez de tutela. IMPUGNACION FALLO DE TUTELA La impugnación de los fallos de tutela busca permitir que las partes intervinientes que no han sido favorecidas por la decisión adoptada, o no se encuentran satisfechas con ella, puedan acudir ante el superior jerárquico para que éste estudie nuevamente el caso. El actor puede considerar que sus derechos fundamentales siguen siendo vulnerados o amenazados, por lo cual es necesario que el juez tutele sus derechos. Y la vía procesal con que cuenta para lograr tal resultado es la impugnación de la decisión de primera instancia, puesto que no puede presentar otra tutela respecto de los mismos hechos y derechos, ya que ello podría configurar una acción temeraria. ACCION DE TUTELA CONTRA FISCAL-Incumplimiento de términos/MORA JUDICIAL/DILACION INJUSTIFICADA/DEBIDO PROCESO-Vulneración por incumplimiento de términos Es deber de las autoridades judiciales cumplir de manera diligente los plazos procesales, no sólo porque su inobservancia puede ser sancionada sino, además, por cuanto la dilación injustificada de tales términos configura una violación del debido proceso susceptible de ser atacada  por medio de la acción de tutela. En este caso específico, el Fiscal que inicialmente adelantó el proceso contra el petente dilató sin razón aparente la resolución de una petición del actor de la presente tutela que solicitaba la revocatoria de la constitución de parte civil y la preclusión de la investigación. JUEZ DE TUTELA-Límites en procesos penales La Corte coincide con los fallos de instancia en que no corresponde al juez de tutela pronunciarse sobre la petición del actor para que se suspenda la actuación procesal o se nombre un agente especial del Ministerio Público, que garantice la vigilancia y el desarrollo del debido proceso. De un lado, la tutela no es un mecanismo para paralizar la actividad judicial con base en una apreciación del actor sobre la presunta parcialidad del funcionario judicial. Para enfrentar tales eventos, el estatuto procesal prevé los mecanismos judiciales correspondientes, como las recusaciones. De otro lado, el Ministerio Público es un sujeto procesal autónomo y es a él a quien corresponde determinar si en este caso se justifica el nombramiento de un agente especial. REF: Expediente Nº 51811 Actor: CESAR AUGUSTO GÓMEZ TORRES Procedencia: Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal Temas: - La acción de tutela debe concluir por un fallo de fondo, incluso si cesa la acción impugnada - Función judicial y cumplimiento diligente de los términos procesales. Magistrado Ponente: ALEJANDRO MARTÍNEZ CABALLERO Santa Fe de Bogotá , D.C., veinticuatro (24) de agosto de mil novecientos noventa y cinco (1995) La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Alejandro Martínez Caballero, Fabio Morón Díaz y Vladimiro Naranjo Mesa: EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION Ha pronunciado la siguiente SENTENCIA Dentro del proceso de tutela identificado con el número de radicación  51811 I. ANTECEDENTES Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto No. 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su revisión, la acción de tutela T-51811. Por reparto le correspondió dicho negocio a esta Sala Séptima de Revisión. 1. Solicitud. El señor CESAR AUGUSTO GÓMEZ TORRES presenta el 23 de agosto de 1994, ante la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, acción de tutela contra el Doctor RODRIGO ORJUELA GARCÍA, Fiscal 173 de la unidad Sexta de Patrimonio, de esta misma ciudad, pues considera que este funcionario, por las dilaciones injustificadas en que ha incurrido, ha violado sus derechos de petición y al debido proceso. Fundamenta su solicitud en los siguientes hechos: 1- Según el petente, la señora MARTHA INÉS MUÑOZ formuló en su contra denuncia por estafa, la cual fue avocada por el Doctor JAIME PARRA DUEÑAS, Fiscal 172 de la Unidad 5a. de Patrimonio Económico, quedando allí radicada bajo el Nº127653. 2- La denunciante MARTHA INÉS MUÑOZ presentó demanda para constituirse en parte civil en el mencionado proceso penal, la cual fue admitida el 16 de noviembre de 1993. 3.- El 23 de Mayo de 1994, el apoderado del señor GÓMEZ TORRES presenta escrito mediante el cual solicita al Fiscal 172 la revocatoria de la providencia que admitió la constitución de parte civil, así como la preclusión de la investigación por atipicidad de la conducta. 4- Posteriormente, el señor GÓMEZ TORRES, petente en esta acción de tutela, presenta una queja escrita al Fiscal General de la Nación, en la cual señala una serie  de irregularidades que, según su criterio, se venían cometiendo dentro de la actuación adelantada en su contra por el Fiscal 172. Según el señor GÓMEZ TORRES, la constitución de parte civil había sido dolosa pues se había fundado en falso juramento, y el Fiscal 172 había dilatado la resolución de sus peticiones, pues no había dado respuesta a la solicitud mencionada en el numeral anterior. 5- Las diligencias fueron entonces asignadas el Doctor RODRIGO ORJUELA GARCÍA, Fiscal 173 de la unidad Sexta de Patrimonio, quien las recibió el día 9 de agosto del año en curso. Sin embargo, según el petente, este funcionario también dilató los términos, razón por la cual presentó, el 11 de agosto de 1994, un nuevo memorial reiterando las solicitudes formuladas el 23 de mayo de 1994. Por todo lo anterior, considera el petente que han sido violados sus derechos de petición (art.23 C.P.) y del debido proceso (art.29 id.), puesto que "han pasado NOVENTA Y DOS (92) DÍAS, sin que se resuelvan las dos peticiones de mi defensor". Por ello presenta esta acción de tutela, a fin de que se ordene al Fiscal 173 de esta ciudad resolver, en un sentido u otro, las peticiones hechas dentro del proceso penal en relación con la revocatoria de la admisión de parte civil y la preclusión de la investigación por inexistencia del delito. Dice el petente que no dispone de otro medio de defensa judicial para hacer valer sus derechos, porque precisamente es dentro del proceso penal que se le han vulnerado, "luego mal haría en pensar que la protección pueda provenir de los mismos funcionarios que han incurrido en los actos que censuro, particularmente cuando lo que critico es la omisión para actuar." Para justificar sus aseveraciones, el petente allega las siguientes pruebas: 1º.- Fotocopia del memorial dirigido al Fiscal 172 de la Unidad Quinta de Patrimonio  Económico, mediante el cual su apoderado  solicita la preclusión de la investigación y la revocatoria de la providencia que aceptó la demanda de parte civil. 2º.- Fotocopia del escrito dirigido al Fiscal General de la Nación. 3º.- Fotocopia del escrito dirigido el 11 de agosto de 1994 al Fiscal 173 de la unidad 6a. de Patrimonio. 2- La actuación procesal y la decisión del Tribunal. El 24 de agosto de 1994, la Sala Penal del Tribunal de Santafé de Bogotá admite la demanda de tutela y oficia al Fiscal 173 de la Unidad Sexta de Patrimonio para obtener información sobre los hechos aducidos por el actor. En respuesta a tal solicitud, el 26 de agosto de 1994, el Fiscal 173 señala al Tribunal que el proceso Nº127653 seguido contra CESAR  AUGUSTO GÓMEZ TORRES fue asignado el 28 de Octubre de 1993 al Fiscal 172; fue reasignado luego a su Fiscalía, la Nº 173, el 3 de agosto de 1994, y entró a su despacho el nueve del mismo mes. El Fiscal 173 agrega que efectivamente la solicitud de revocatoria de la aceptación de parte civil y preclusión de la investigación fue presentada el 23 de mayo de 1994 pero no ha sido resuelta, porque ella requiere un conocimiento adecuado de un proceso que no fue instruido por ese despacho y es bastante voluminoso, pues "consta en su cuaderno original de más de 220 folios y en sus anexos de más de 800". Además, según el Dr. RODRIGO ORJUELA GARCÍA, también es necesario resolver la situación jurídica del sindicado y practicar las pruebas solicitadas por la parte civil. Lo anterior, junto con el hecho de que esa Fiscalía debe conocer de otros 240 procesos aproximadamente, explica que no haya sido resuelta la precitada solicitud. El 30 de agosto de 1994, el actor CESAR AUGUSTO GÓMEZ TORRES, presenta al Tribunal un escrito por medio del cual solicita que el juez de tutela ordene la suspensión inmediata de la actuación del Fiscal 173, dentro del proceso seguido en su contra, hasta tanto se designe un nuevo Fiscal imparcial o un "agente Especial que garantice la vigilancia en el desarrollo del debido proceso". El actor fundamenta esta petición en la posición parcializada que, según su criterio, ha asumido el titular de la citada Fiscalía. Según el petente, a pesar de que él cuenta con otro medio judicial de defensa (la apelación dentro del proceso penal), la intervención del juez de tutela es procedente a fin de evitar un perjuicio irremediable, pues considera que es necesario impedir "que el Dr. RODRIGO ORJUELA GARCÍA, quien está abiertamente parcializado e indispuesto contra mí por haberme atrevido a ejercer mi legítimo derecho de tutela, decida emocionalmente las peticiones de mi defensor prestadas hoy hace CIEN (100) días." Posteriormente, el primero de septiembre de 1994, el Doctor RODRIGO ORJUELA GARCÍA, Fiscal 173, remite oficio al Tribunal en el cual informa que el 31 de agosto del año en curso, dictó providencia mediante la cual "se resolvieron las peticiones obrantes en el mencionado proceso y que dieron lugar a la referida acción." Con fundamento en el anterior material probatorio, el Tribunal concluye lo siguiente: "Los efectos nugatorios bajo los cuales se venían afectando los derechos fundamentales de petición y debido proceso al peticionario, por no resolverse oportunamente las solicitudes de su apoderado, han cesado y por lo mismo se ha dado vía libre dentro de la actuación para que, el aquí peticionario, prosiga en ejercicio de sus plenos derechos como sujeto procesal dentro de la actuación adelantada en su contra.- Lo anterior hace que, en cuanto a la solicitud de inmediata suspensión de la actuación del Fiscal 173 dentro del proceso penal, ningún pronunciamiento deba hacerse, no sólo por sustracción de materia ante el hecho de haberse resuelto ya las peticiones que motivaron esta acción, sino porque además de que existen otros mecanismos jurídicos de protección como son los recursos legalmente establecidos en el Código de Procedimiento Penal, no procede por la vía de la acción de tutela paralizar la actuación penal dentro de la cual el accionante es procesado, bajo la subjetiva apreciación de una posible decisión penalmente desfavorable." El Tribunal , mediante providencia del 6 de septiembre de 1994 ,decreta la cesación de la actuación de tutela, y previene a los Fiscales 172 y 173 de las unidades 5º y 6º de Patrimonio Económico de Bogotá para que no vuelvan a incurrir en dilaciones. 3- La impugnación El doce de septiembre de 1994, el actor impugna la anterior providencia del tribunal pues considera que ella no hizo la más mínima referencia a su petición de que se tomaran las medidas para nombrar un Agente Especial del Ministerio Público que garantice la vigilancia y el desarrollo del  debido proceso. Según su criterio, el Fiscal  173 obedeció pero no cumplió, pues el "funcionario buscó la forma para continuar con la sistemática dilación injusta que constituye agravio al debido proceso" pues "tomó desquite manteniéndome vinculado al proceso en forma arbitraria". 4- La decisión inhibitoria de segunda instancia. El 19 de octubre de 1994, la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia decide abstenerse de conocer de fondo de la anterior impugnación, pues considera que la providencia del tribunal no es, en sentido estricto, un fallo de tutela y, por ende, no es susceptible de impugnación. Dijo esa alta Corporación al respecto: "El artículo 29 del Decreto 2591 de 1991, establece claramente los requisitos o contenido de un fallo de tutela, es decir, la decisión de fondo cuyas características especiales apuntan a la protección de los derechos fundamentales cuando han sido vulnerados o amenazados por la acción u omisión de cualquier autoridad pública o de los particulares en los eventos del artículo 42 ibídem. También tendrá el carácter de sentencia, la decisión que deniegue el amparo solicitado, bien por su improcedencia ante la existencia de otros medios o recursos judiciales, ora por su inconducencia ante la inexistencia de la conducta atentatoria de los derechos reclamados. Solo esta clase de fallos, pueden ser objeto del recurso de apelación al tenor del artículo 31 ibídem, pues si su contenido no se ajusta al precepto antes indicado, no tendrá la categoría de sentencia. La providencia del Tribunal de esta ciudad, no puede constituir decisión de fondo respecto de los derechos reclamados, ya que el artículo 26 del Decreto 2591 de 1991, establece que "si estando en curso la tutela, se dictare resolución, administrativa o judicial, que revoque, detenga o suspenda la actuación impugnada, se declarará fundada la solicitud únicamente para efectos de indemnización y costas, si fueren procedentes" (negrillas fuera de texto). Es claro que el accionante  no reclamó indemnización alguna y tampoco el Tribunal encontró mérito para declarar fundada la tutela por tan especiales circunstancias. Entonces, siendo así que por expresa  previsión legal, solamente las sentencias que se profieran en los asuntos de tutela pueden ser impugnadas, la Sala se abstendrá de conocer sobre la apelación de la providencia que ocupa ahora su atención en cuanto ella constituye solamente,  se repite, la declaración de cesación de procedimiento por haber desaparecido la causa que motivó la acción, y no la negación del amparo solicitado. No obstante la decisión que aquí se adopta, debe cumplirse la providencia del Tribunal, es decir,  el numeral 3º de la parte resolutiva que dispuso  remitir el proceso a la Corte Constitucional para su eventual revisión." 5- Auto de anulación de la Corte Constitucional. El 21 de marzo de 1995, la Corte Constitucional anula la decisión inhibitoria anteriormente citada, por cuanto considera, por las razones que se reproducen en los fundamentos jurídicos de la presente sentencia, que la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia no podía inhibirse sino que debía pronunciarse de fondo sobre la impugnación presentada por el actor contra la decisión de primera instancia. El expediente vuelve a la Corte Suprema de Justicia  Sala de Casación Penal y el actor deposita entonces un memorial ante esa Corporación, pues considera que durante el trámite de la tutela se ha agravado la vulneración de sus derechos fundamentales, pues habría continuado la dilación del proceso de parte de  las autoridades judiciales. Para probar lo anterior, el actor adjunta un memorial de adición a la sustentación de la apelación contra la decisión del 31 de agosto del Fiscal 173, así como la copia de la decisión de ese recurso por parte de la Fiscal Delegada ante los Tribunales de Santa Fe de Bogotá.  Según su criterio, al resolver la apelación esa Fiscal Delegada no tuvo en cuenta su escrito de sustentación. El actor adjunta igualmente copias de procesos civiles que, según su criterio, están relacionados con el asunto debatido en esta acción de tutela. 6- sentencia de fondo de segunda instancia. El 16 de mayo de 1995, la Corte Suprema decide de fondo esta tutela y confirma el fallo del Tribunal Superior de Santa fe de Bogotá. Según esa Corporación, la tutela no era procedente por cuanto la conducta impugnada por el actor ya había cesado, pues el 31 de agosto de 1994 la fiscalía precluyó la investigación "con relación al punible de estafa -que fue lo pedido- y revocó la resolución mediante la cual se admitió la parte civil", con lo cual -considera la Corte Suprema- "se puso fin a la conducta omisiva que se predica de los Fiscales 172 y 173 de las Unidades 5ª y 6ª de Patrimonio Económico, pues este último, se repite, no solo se pronunció sobre las peticiones concretas del apoderado de GOMEZ TORRES, sino que accedió a ellas". De otro lado, la Corte Suprema considera que no hubo ninguna violación al debido proceso durante la apelación de la anterior decisión, la cual fue interpuesta tanto por el procesado como por el apoderado de la parte civil, pues el superior jerárquico podía considerar que la revocatoria de la resolución que admitiera a ésta última como sujeto procesal no se ajustaba a derecho. Según esa Corporación, esa "determinación corresponde al ejercicio de las facultades que otorga la ley el juzgador de segundo grado para confirmar, reformar o revocar las decisiones del inferior que considere improcedente". Igualmente, la Corte Suprema considera que no hubo violación al derecho de petición, pues en "el proceso penal los intervinientes tienen las posibilidades de ejercer sus facultades y defensas, reguladas obviamente por el principio del debido proceso (artículo 29 de la Carta), y, ese desarrollo comporta el que los pedimentos que invoquen ante los funcionarios judiciales estén sujetos a los momentos y formalidades que la Ley instrumental señala. Es por ello, por lo que el juez o el fiscal, en el curso del proceso, está obligado a tramitar y resolver lo que ante se invoque pero no bajo los supuestos del derecho de petición, sino con arraigo al ordenamiento procesal respectivo". Finalmente, la Corte Suprema considera que no es función del juez de tutela pronunciarse sobre la petición del actor para que se nombrara un agente especial del Ministerio Público, que garantizara la vigilancia y el desarrollo del debido proceso. Según esa Corporación: "Menos podrá el Juez de tutela entrar a tomar determinaciones preventivas, como la suspensión de la actuación procesal, mientras se designa un agente especial del Ministerio Público, como lo pretende el accionante, pues tal actuación entra en contradicción con la pretensión principal cual es la de que el funcionario judicial cese en su inactividad mediante el pronunciamiento inmediato sobre peticiones expresas de los sujetos procesales. Es de advertir que en todo proceso penal el Ministerio Público es sujeto procesal, representado por el Procurador General de la Nación, por sí, o por medio de sus delegados y agentes (artículo 131 del Código de Procedimiento Penal), luego la medida provisional demandada por Gómez Torres, resultaba totalmente inconducente y ajena al proceso de tutela." II. FUNDAMENTOS JURÍDICOS Competencia 1- Es competente esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional para conocer de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86 inciso 3º y 241 numeral 9º de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991; además, su examen se hace por virtud de la selección que de dicha acción practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma señalada por el Reglamento de esta Corporación. Un asunto procesal previo: la cesación de la acción impugnada y la decisión de fondo del juez de tutela. 2- El juez de segunda instancia, a saber la Sala de Casación de la Corte Suprema de Justicia, se abstuvo inicialmente de conocer de fondo la impugnación presentada por el petente, por cuanto consideró que la providencia del Tribunal de Bogotá que decretó la cesación del trámite de la tutela, con base en el artículo 26 del decreto 2591 de 1991 no es, en sentido estricto, un fallo de tutela y, por ende, no es susceptible de impugnación. Por ello entra la Corte Constitucional a analizar la naturaleza jurídica de tales providencias. Según la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia únicamente son sentencias las decisiones que conceden la tutela cuando han sido vulnerados o amenazados derechos fundamentales, o aquellas que niegan el amparo solicitado, por encontrarlo improcedente o inconducente. Pero, según la Corte Suprema de Justicia, ello no ocurre cuando se da aplicación al artículo 26 del Decreto 2591 de 1991 -como en este caso- ya que esa norma establece que "si estando en curso la tutela, se dictare resolución, administrativa o judicial, que revoque, detenga o suspenda la actuación impugnada, se declarará fundada la solicitud únicamente para efectos de indemnización y costas, si fueren procedentes". Por consiguiente, concluye esa alta Corporación, cuando no hay lugar a declarar fundada la tutela para conceder la indemnización, entonces la providencia que se dicte no es un fallo, pues ella solamente es una "declaración de cesación de procedimiento por haber desaparecido la causa que motivó la acción, y no la negación del amparo solicitado". 3- La Corte Constitucional no comparte el criterio de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, puesto que esta Corporación ya ha establecido, en decisiones anteriores, que el resultado natural de toda demanda de tutela es el fallo que pone fin a la acción, luego de que el juez ha examinado, con criterios de justicia material, el fondo del asunto. Esto se desprende no sólo de la naturaleza misma de la tutela, como procedimiento preferente y sumario para proteger los derechos fundamentales de las personas (CP art. 86) sino, además, de los principios constitucionales del acceso a la justicia (CP art. 229) y la prevalencia del derecho sustancial sobre las ritualidades procesales (CP art. 228). Al respecto ha dicho la Corte Constitucional que "De acuerdo con la naturaleza de la acción establecida por el artículo 86 de la Carta, toda demanda de tutela instaurada ante los jueces de la República debe ser admitida, tramitada y fallada dentro del término constitucional. Es decir, al culminar el procedimiento preferente y sumario previsto en la Constitución, el peticionario debe recibir respuesta acerca de si su derecho fue amparado y, en caso de no haberlo sido, sobre los motivos que asistieron al juez para negarlo[1]." A partir de lo anterior, y de acuerdo a la normatividad que rige esta acción, la Corte Constitucional considera que la única excepción al principio según el cual toda demanda de tutela debe conducir a un fallo de fondo es la consagrada por el artículo 17 del decreto 2591/91. Y es una excepción totalmente razonable, pues es natural que el juez pueda rechazar de plano la solicitud, en caso de que no pueda determinarse la razón que la motiva y el demandante no la corrija oportunamente. En todos los otros eventos, la demanda de tutela debe conducir a una decisión de fondo, esto es, a un fallo que conceda o niegue la petición puesto que, como lo señala parágrafo del artículo 29 del decreto 2591/91, la decisión que ponga fin al trámite no puede ser inhibitoria. 3- En ese orden de ideas, aquellas providencias que se dictan con base en el artículo 26 del mencionado decreto, esto es por cesación de la acción impugnada, también constituyen fallos. En efecto, el tenor literal de la norma no ordena, en manera alguna, que el juez de tutela deba terminar su actuación por medio de una providencia particular diferente a un fallo. Para ello basta con analizar lógicamente la estructura del mencionado artículo. Este establece la siguiente hipótesis normativa: que esté en curso una tutela y que se dicte una resolución administrativa o judicial que haga cesar la actuación impugnada.  A esa hipótesis, el artículo atribuye la siguiente consecuencia jurídica: que en tal caso, el juez debe declarar fundada la solicitud, esto es conceder la tutela, "únicamente para efectos de indemnización y costas, si fueren procedentes". Contrario senso, la norma está diciendo que se declarará infundada la solicitud, esto es, el juez negará el amparo, si cesa la actuación impugnada y no procede la indemnización y el pago de costas. En síntesis, conforme al tenor literal del artículo 26 del decreto 2591/91, lo que cesa es la actuación impugnada y no la actuación del juez de tutela. Es cierto que debido a tal interrupción, el juez debe negar la tutela, por carencia de objeto, ya que si la situación ha sido corregida de manera favorable al petente "obviamente no tendría sentido conceder la tutela para impartir la orden de que se produzca un hecho que ya sucedió"[2]. Pero como es natural, el juez toma esa determinación por medio de una decisión que pone fin al proceso de tutela, esto es, por medio de un fallo. 4- Pero no son sólo las anteriores consideraciones lógicas y literales las que llevan a la Corte Constitucional a concluir que estas decisiones son verdaderos fallos, y por ende impugnables. Un análisis sistemático y valorativo conduce a idéntico resultado. Desde el punto de vista sistemático, la interpretación de la Corte Suprema de Justicia conduce al siguiente resultado paradójico. Cuando no existe ningún fundamento para conceder una tutela, porque no ha habido ninguna acción u omisión que haya puesto en peligro o vulnerado un derecho fundamental, el actor tiene de todos modos derecho a impugnar la decisión de primera instancia que niega la tutela. En cambio, cuando la solicitud inicialmente tenía fundamento, porque efectivamente se estaba vulnerando un derecho fundamental, pero durante el trámite de la tutela cesa la actuación impugnada, entonces el actor no tiene el derecho a impugnar la decisión. Esta diferencia de trato no sólo no parece razonable sino que plantea inmediatamente el problema valorativo de fondo, el cual está relacionado con el sentido mismo de la impugnación de los fallos de tutela. En efecto, este recurso busca permitir que las partes intervinientes que no han sido favorecidas por la decisión adoptada, o no se encuentran satisfechas con ella, puedan acudir ante el superior jerárquico para que éste estudie nuevamente el caso.  Ahora bien, es muy posible que las partes intervinientes en una tutela no se encuentren conformes con una decisión tomada con base en el artículo 26 del decreto 2591/91. Así, como en este caso, el petente puede considerar que la actuación irregular no ha finalizado, o sólo ha terminado parcialmente, o que el pretendido cese de la actuación en realidad ha agravado la vulneración de sus derechos. En todos estos eventos, el actor puede considerar que sus derechos fundamentales siguen siendo vulnerados o amenazados, por lo cual es necesario que el juez tutele sus derechos. Y la vía procesal con que cuenta para lograr tal resultado es la impugnación de la decisión de primera instancia, puesto que no puede presentar otra tutela respecto de los mismos hechos y derechos, ya que ello podría configurar una acción temeraria, conforme al artículo 38 del decreto 2591 de 1991. De otro lado, también la persona o la autoridad contra quien se hubiere dirigido la solicitud puede encontrar insatisfactoria la decisión, puesto que puede considerar que nunca hubo, de parte suya, una actuación que hubiera vulnerado o puesto en peligro un derecho fundamental del petente. Por consiguiente, para este sujeto procesal es injusta una decisión en la cual, si bien no se le imparte ninguna orden, muy probablemente se le previene, bajo los apremios de ley, para que no efectúe ciertos actos u omisiones que él considera perfectamente regulares. Es pues legítimo que este sujeto procesal pueda impugnar también la decisión de primera instancia. 5- En síntesis, la Corte Constitucional considera que la interpretación de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, con discutibles distinciones procesales, deja entonces a esas personas intervinientes indefensas, y de esa manera les vulnera su derecho a impugnar el fallo de tutela, que es un derecho constitucional, tal y como esta Corte ya lo ha establecido[3]. Es pues necesario recordar que los jueces, en sus actuaciones deben evitar procesalizar la Constitución, puesto que de lo que se trata en un Estado social de derecho como el colombiano (CP art. 1º) es de constitucionalizar el procedimiento, ya que ello es la consecuencia lógica de los fines y valores que consagra la Carta, y en particular de los principios relativos a la efectividad de los derechos y deberes constitucionales (CP art. 2º), al acceso a la justicia (CP art. 229) y a la prevalencia del derecho sustancial (CP art. 228). Para la Corte Constitucional no hay pues ninguna duda de que las providencias por medio de las cuales un juez de tutela da por terminado el trámite de la misma, con base en el artículo 26 del decreto 2591/91, son materialmente fallos, sin importar la forma y denominación que el juez les dé. Por consiguiente esas providencias no sólo son impugnables sino que, además, deben ser remitidas a la Corte Constitucional para su eventual revisión. Es más, en tales casos, esta Corporación considera que la decisión procesalmente correcta es negar la tutela por improcedente, en vez de declarar la "cesación de procedimiento", por cuanto esa expresión puede generar equívocos, ya que se puede considerar que se trata de una providencia diferente al fallo que pone fin al trámite de la tutela. Por todo lo anterior, esta Corporación procedió a anular la decisión por la cual la Corte Suprema se inhibió de conocer la impugnación presentada por el petente. Entra entonces la Corte Constitucional a analizar el fondo de la petición del actor. Dilación judicial y servicio público de administración de justicia. 7- Según el actor, la Fiscalía vulneró su derecho al debido proceso, por cuanto dilató de manera injustificada la resolución de las peticiones de su defensor, en el proceso penal que, por el delito de estafa, cursaba en su contra. La Corte Constitucional reitera que es deber de las autoridades judiciales cumplir de manera diligente los plazos procesales, no sólo porque su inobservancia puede ser sancionada (CP art. 228) sino, además, por cuanto la dilación injustificada de tales términos configura una violación del debido proceso susceptible de ser atacada  por medio de la acción de tutela. Así, esta Corporación ha señalado que la tutela es procedente  para que "se ordene al juez que ha incurrido en dilación injustificada en la adopción de decisiones a su cargo que proceda a resolver, o que observe con diligencia los términos judiciales"[4]. Y, específicamente, sobre el incumplimiento de los términos durante los procesos penales, la Corte Constitucional ha precisado: "La inobservancia de los términos judiciales -como lo ha sostenido la Corte Constitucional en varias oportunidades-, constituye una vulneración del derecho fundamental al debido proceso, consagrado en el artículo 29 de la Constitución. El principio de celeridad que es base fundamental de la administración de justicia debe caracterizar los procesos penales. Ni el procesado tiene el deber constitucional de esperar indefinidamente que el Estado profiera una sentencia condenatoria o absolutoria, ni la sociedad puede esperar por siempre el señalamiento de los autores o de los inocentes de los delitos que crean zozobra en la comunidad.(...) Luego es esencial la aplicación del principio de celeridad en la administración de justicia. Ello se desprende directamente del artículo 228 de la Constitución, e indirectamente del artículo 209, cuando sostiene que el principio de celeridad debe caracterizar la actuación administrativa. Fue pues voluntad manifiesta del constituyente consagrar la celeridad como principio general de los procesos  judiciales. Ahora una dilación por una causa imputable al Estado no podría justificar una demora en un proceso penal. Todo lo anterior nos lleva a concluir que frente al desarrollo del proceso penal, se deben aplicar las disposiciones sobre fijación de términos en desarrollo del principio de respeto a la dignidad de la persona, como límite a la actividad sancionadora del Estado.[5]" 8- En este caso específico, la Corte Constitucional constata que efectivamente el Fiscal que inicialmente adelantó el proceso contra el petente -esto es, Fiscal 172- dilató sin razón aparente la resolución de una petición del actor de la presente tutela que solicitaba la revocatoria de la constitución de parte civil y la preclusión de la investigación. En efecto, esa petición fue presentada el 23 de mayo de 1994 y el 3 de agosto de ese año, cuando el proceso fue reasignado al Fiscal 173, el Fiscal 172 no había resuelto aún sobre la precitada solicitud, sin que la Corte encuentre una justificación razonable para tal retraso, por lo cual esta Corporación considera que efectivamente esa autoridad judicial estaba vulnerando el derecho al debido proceso del petente por injustificada dilación de términos. Cesación de la actuación impugnada y la decisión a tomar en el caso concreto. 9- El 31 de agosto de 1994, el Fiscal 173 -a quien le fue asignado el proceso el 3 de ese mes- resolvió sobre la petición del petente e incluso accedió a sus pretensiones, pues revocó la constitución de parte civil y precluyó el proceso por estafa, aun cuando continuó la actividad procesal por presunto delito de falsedad. Esto muestra que la actuación impugnada por el actor ha cesado, por lo cual, en relación con la vulneración al debido proceso, no procede conceder la tutela al petente por carencia actual de objeto. 10- La Corte coincide con los fallos de instancia en que no corresponde al juez de tutela pronunciarse sobre la petición del actor para que se suspenda la actuación procesal o se nombre un agente especial del Ministerio Público, que garantice la vigilancia y el desarrollo del debido proceso. De un lado, la tutela no es un mecanismo para paralizar la actividad judicial con base en una apreciación del actor sobre la presunta parcialidad del funcionario judicial. Para enfrentar tales eventos, el estatuto procesal prevé los mecanismos judiciales correspondientes, como las recusaciones. De otro lado, el Ministerio Público es un sujeto procesal autónomo y es a él a quien corresponde determinar si en este caso se justifica el nombramiento de un agente especial. 11- Por  todo lo anterior, la Corte Constitucional coincide parcialmente con los tribunales de instancia en el fondo del asunto, puesto que considera como ellos que no procede conceder la tutela ya que ha cesado la actuación que vulneraba el derecho al debido proceso del petente. Sin embargo, esta Corporación observa que -por las razones señaladas en los fundamentos 2 a 5 de esta sentencia- la decisión a tomar en este caso no era  cesar el procedimiento de la acción de tutela sino negar la tutela por improcedente, por lo cual esta Corporación procederá a revocar esos fallos con el fin de precisar el sentido de la sentencia. De otro lado, esta Corporación considera que no es equitativo prevenir al Fiscal 173, por cuanto éste no fue responsable por la vulneración del derecho al debido proceso del petente. En efecto, el funcionario que efectivamente dilató indebidamente los términos fue quien conoció incialmente del proceso, a saber el Fiscal 172. Por ello la Corte limitará  su llamado en prevención a esta autoridad judicial. III- DECISIÓN En mérito de lo expuesto, la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución RESUELVE Primero: REVOCAR, de conformidad con lo señalado en la parte motiva, la sentencia de la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal del 16 de mayo de 1995 que confirmó la sentencia del  Tribunal del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá,  Sala Penal del seis de septiembre de mil novecientos noventa y cuatro, por medio de la cual decidió decretar la cesación de la actuación de tutela, y prevenir al Fiscal 172 de las unidades 5º y 6º de Patrimonio Económico de Bogotá para que no vuelva a incurrir en dilaciones, y en su lugar NEGAR, por carencia actual de objeto, la tutela impetrada por el actor CESAR AUGUSTO GOMEZ TORRES. Segundo: PREVENIR al Fiscal 172 de las unidades 5º y 6º de Patrimonio Económico de Santafé de Bogotá para que no vuelva a incurrir en dilaciones injustificadas de términos. Tercero: COMUNÍQUESE a la Sala Penal del Tribunal del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá para que notifique la sentencia a las partes, según lo establecido por el artículo 36 del decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. ALEJANDRO MARTÍNEZ CABALLERO Magistrado FABIO MORÓN DÍAZ VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado                                                                  Magistrado MARTHA VICTORIA SÁCHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1]Sentencia T-034 del 2 de febrero de 1994. M.P José Gregorio Hernández Galindo. [2] Corte Constitucional. Sentencia No T-081/95. MP Antonio Barrera Carbonell. [3]Corte Constitucional. Sentencia T-034/94 del 2 de febrero de 1994. MP. José Gregorio Hernández Galindo. [4]Sentencia  C-543/92. MP José Gregorio Hernández Galindo, reiterado, entre otras, por las sentencias T-336/93, T-348/93. [5]Sentencia T-450/93. MP Alejandro Martínez Caballero.
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T-369-95 Sentencia No Sentencia No. T-369/95 DERECHOS DEL NIÑO/DERECHOS DEL NIÑO A TENER UNA FAMILIA /COLOCACION FAMILIAR La Corte, obligada a hacer prevalecer el derecho sustancial, no pueden ignorar que la COLOCACION FAMILIAR  queda incluida dentro de la protección que se le da a la FAMILIA. Protección temporal, mientras el menor es acogido  por su familia de origen o por la familia adoptante. ACCION DE TUTELA TRANSITORIA A FAVOR DE MENOR/ABUSO SEXUAL En la presente tutela es obvio que el lugar menos adecuado para que viviera la niña era la habitación del padre; y serán las autoridades correspondientes quienes en definitiva resolver sobre la custodia y cuidado de la menor. Entre tanto, es impostergable ratificar la medida tomada en la sentencia de 19 de mayo de 1995 en el sentido de tutelar provisionalmente porque hay amenaza fundada y grave de que la niña sea víctima de abusos, además de que el contorno que la rodearía en la habitación de su padre le ocasina un perjuicio irremediable a su integridad física y moral. REF: EXPEDIENTE T-63698 Peticionaria: Gladys Albanis Lenis Herrera Procedencia: Juzgado 8º Penal Municipal de Cali. Tema: -Protección al menor. Magistrado Ponente: ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO. Santa Fe de Bogotá D.C.,  veinticuatro (24) de agosto de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, presidida por el Magistrado Alejandro Martínez Caballero e integrada por los Magistrados Fabio Morón Díaz y Vladimiro Naranjo Mesa. EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION Ha pronunciado la siguiente SENTENCIA En proceso de tutela identificado con el número de radicación T-63698, adelantado por Gladys Albanis Lenis Herrera contra el señor Luis Mosquera Quesada. I. ANTECEDENTES. Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto No. 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. Por reparto correspondió el proceso a esta Sala de Revisión. 1. Solicitud. Gladys Albanis Lenis Herrera impetró acción de tutela contra el padre de su hija, Luis Mosquera Quesada, en defensa de los derechos fundamentales de su descendiente. Afirma la peticionaria que, como fruto de las relaciones sentimentales que sostuvo con el señor LUIS MOSQUERA QUESADA, hace 5 años nació la niña N.N.,  menor que encontraba bajo la custodia de su padre, por cuanto, narra la petente, debido a problemas relacionados con agresiones físicas y verbales se vió en la “obligación” de entregar la niña al demandado, hace aproximadamente un año. En la actualidad se encuentra cursando proceso de regulación de visitas en el juzgado Octavo de Familia de Cali, actuación que promovió la peticionaria de esta tutela, pero no hay constancia de que existe proceso judicial sobre la custodia de la niña. Como medida previa al proceso se decretó “visitas provisionales” a la menor en favor de la señora Lenis Herrera, las cuales fueron obstaculizadas por amenazas del padre a la señora Gladys Lenis. Narra la petente que se vió en la necesidad de interponer la presente acción de tutela, porque tuvo conocimiento de los posibles abusos sexuales que el padre de la menor ejerce sobre ella, aspecto que evidencia el peligro a que está sometida su hija. Con posterioridad, la menor fué puesta bajo custodia de la madre, debido, según se dice, a actuaciones en el ICBF. 2. Sentencia del Juzgado 8º Penal Municipal de Cali. El Juzgado 8º Penal Municipal de Cali al resolver en primera y única instancia la acción de tutela de la referencia, mediante sentencia de febrero 7 del año en curso, resolvió abstenerse de tutelar los derechos fundamentales invocados por la peticionaria, pero en la parte motiva de la providencia, ordenó de manera inmediata poner en hecho en conocimiento del defensor del familia, para que se tomaran las medidas necesarias para proteger la vida e integridad física de la menor. Consideró el juzgado que, a pesar de que es “evidente” el estado de abandono y el peligro físico y moral de la menor, existe otros medios de defensa judicial, como la extinción de patria potestad o el trámite ante el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, que permiten brindar amparo a la menor. 3. Declaración de nulidad Esta Sala de Revisión, en providencia de 6 de abril de 1995 declaró la nulidad de todo lo actuado por cuanto el particular contra quien se dirigía la tutela no fue informado de la existencia de la acción. Estas fueron las consideraciones para tomar tal decisión: El procedimiento de tutela tiene como característica fundamental y esencial la de ser un procedimiento especial y breve que garantiza la protección ágil y cierta de derechos y libertades que la Constitución Política le reconoce a todas las personas. Procedimiento éste que debe regirse bajo principios expresamente consagrados en el artículo 3 del Decreto 2591 de 1991, como el de prevalencia del derecho sustancial, economía, celeridad, eficacia y publicidad.  Esto no quiere decir que el juez de tutela so pretexto de decidir una solicitud de protección de derechos fundamentales a través de un procedimiento que tiene un carácter sumario e informal pueda atentar contra derechos que también son amparados por la Constitución. Como lo ha venido sosteniendo la jurisprudencia de la Corte Constitucional, cuando una tutela se dirija contra particulares, el juez debe informarles a éstos que se ha iniciado un proceso en su contra y que pueden hacer uso de las garantías que la Constitución Política les otorga.  El no hacerlo genera una nulidad de lo actuado por violación al debido proceso, dado el carácter relevante de la omisión.  Ha dicho la Corte Constitucional al respecto: "Cuando la tutela es contra particulares hay que hacerles saber a los acusados que el proceso contra ellos se ha iniciado.  No se puede argumentar que como en la acción de tutela no es indispensable que haya auto avocando el conocimiento, entonces no hay nada para notificar.  Hay que acudir a cualquier medio expedito, esto hace parte del principio de la publicidad.  Y, si no se hacen las diligencias para la notificación, se viola el principio de derecho de defensa."[1] Pero debe hacerse claridad en que la acción del juez no está encaminada a exigírsele un resultado a través de la notificación, debido a que su obligación es de medio, esto quiere decir que cuando no pueda notificarse personalmente o habiendo acudido a un medio expedito y eficaz, se continuará la tramitación para hacer publicidad del proceso que asumió conocimiento.  Así lo explicó la Sala Primera de Revisión: "La Sala considera pertinente descartar que si tratándose de acciones de tutela dirigidas contra una autoridad pública, las notificaciones deben realizarse por el medio que el juez considere más expedito y eficaz, este principio opera con mayor razón cuando la acción está dirigida contra un particular.  El ideal, lógicamente, consiste en la notificación personal de la providencia que admite la demanda de tutela y ordena tramitarla.  Pero si esta notificación personal no es posible, en razón de la distancia y el angustioso término de diez (10) días fijados en la Constitución impide el emplazamiento de la persona demandada, tal notificación deberá hacerse por el medio que, siendo expedito y eficaz, asegure o garantice que el demandado tenga un conocimiento real del comienzo del proceso.  El juez debe ser especialmente cuidadoso para garantizar el derecho de defensa del particular.  Pues una acción de tutela tramitada sin que éste tenga conocimiento real de su existencia, jamás se ajustará al debido proceso."[2] En el caso concreto, se evidencia en el expediente, la ausencia de notificación del auto admisorio de la solicitud de tutela al señor Luis Mosquera Quesada, contra quien se dirige la presente acción.  Aspecto que genera un vicio de nulidad, por lo que esta Sala decretará la nulidad del proceso a partir del auto que admitió la petición de tutela. 4. Nueva sentencia. Subsanada la nulidad, el Juez 8º Penal Municipal de Cali resolvió: "PRIMERO: TUTELAR DE MANERA PROVISIONAL el Derecho invocado por la señora GLADYS ALBANIS LENIS HERRERA y en representación de su menor hija, ordenándose, que la niña N.N., permanezca a su lado, hasta tanto la autoridad respectiva, decida en cabeza de cual de sus padres quedará la patria potestad de la misma." Estas apreciaciaciones hizo el Juzgado: "Como se puede apreciar, en este momento no tendría un interés legal la acción impetrada, pues como lo dice la misma accionante, la menor se encuentra en su poder, pero sin embargo, la señora GLADYS ALBANIS LENIS HERRERA deberá en bién de su hija, adelantar los tramites legales para obtener la custodia de la niña, pues la declaración de la señora YOLANDA MOSQUERA, hermana del padre de la menor, son alarmantes, al manifestar que este consume "Perica" y al parecer éste ha tratado de abusar sexualmente, nos están avisando que debe acudir ante Bienestar Familiar para que le presten la ayuda profesional al respecto y como lo ha planteado Nuestra Honorable Corte Constitucional, debido a la urgencia del caso planteado y ante la necesidad de proteger posibles daños a la integridad física y psicológica de la menor, solicita al juzgado de instancia, tomar las medidas provisionales a que hubiere lugar. Pues bien, y teniendo en cuenta lo anterior, éste Despacho, ordenará que provisionalmente, la menor N.N., permanezca al lado de su madre GLADYS ALBANIS LENIS HERRERA, hasta tanto la Patria Potestad de la misma sea dirimidad por la autoridad competente.- Igualmente y como quiera que se ha tenido en conocimiento de una posible conducta ilícita de parte del señor LUIS MOSQUERA QUESADA, se compulsarán las copias ante la autoridad competente para que se inicie la investigación a que hubiere lugar." II. FUNDAMENTOS JURIDICOS 1. Competencia. Es competente esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional para conocer de revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86 inciso segundo y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 35 y 42 del Decreto No. 2591 de 1991; además, su exámen se hace por virtud de la selección que de dichas acciones practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma señalada por el Reglamento de esta Corporación. B. EL CASO CONCRETO FRENTE A LA TUTELA COMO MECANISMO TRANSITORIO. 1. No hay certeza sobre el abuso sexual del padre sobre su hija, la afirmación de una declarante en el sentido de haber escuchado que la niña se quejara y que el padre le dijera: "ya, ya mamita", lanza una suspicacia neutralizada por el afecto paternal reconocido por quienes han rendido testimonio en este expediente. Pero, las aseveraciones de la tía respecto a una conversación que escuchó entre el padre y una "mujer rebuscadora  " (ramera), en la cual decía el padre que él "había estado molestando" a su propia hija, obliga a pasar de la suspicacia a la sospecha. De todas maneras, el contorno que rodeaba a la niña, en la habitación de su padre y de su tía, no era el más adecuado. La tía insinúa conducta incestuosa del padre, el padre acusa a su propia hermana de actitud depravada con su pequeña hija y todo ello se desarrollaba en una habitación donde, según se afirma, se consume bazuco, se planean delitos y se vive entre continuos disgustos, amenazas y peleas. Será tan grave la situación que el ICBF prefirió permitir que se trasladara a la menor a la casa de la madre pese a que se le endilga ser prostituta. Este ambiente mórbido no es el propicio para el desarrollo normal de la menor. En verdad, no se trata solamente de definir bajo la custodia de cuál de los padres  quedará la menor sino de tomar las medidas adecuadas para proteger la integridad física del menor. Es necesario desarrollar el tema, recordadando que esta Sala, en sentencia T-217/94, había dicho: El Código del Menor trata en el título II "Del menor abandonado o en peligro físico o moral"... El primer capitulo de tal título se refiere a estas situaciones irregulares o típicas para cuya definición está el procedimiento señalado en el Capítulo II y las medidas de protección fijadas en el Capítulo III. Esas medidas de protección son: "Artículo 57.- En la resolución por medio de la cual se declare a un menor abandonado o en peligro, se podrá ordenar una o varias de las siguientes medidas de protección: 1. La prevención o amonestación a los padres o a las personas de quienes dependa. 2. La atribución de su custodia o cuidado personal al periente más cercano que se encuentre en condiciones de ejercerlos. 3.La colocación familiar. 4. La atención integral en un Centro de Protección Especial. 5. La iniciación de los trámites de adopción del menor declarado en situación de abandono. 6. Cualesquiera otra cuya finalidad sea la de asegurar su cuidado personal, proveer a la atención de sus necesidades básicas o poner fin a los peligros que amenacen su salud o su formación moral. PAR. 1º- El Defensor de Familia podrá, al aplicar alguna de las medidas anteriores y sin perjuicio de las acciones judiciales pertinentes, fijar una cuota mensual con la cual los padres o las personas de quienes el menor dependa contribuirán al sostenimiento de éste mientras se encuentre bajo una medida de protección. PAR. 2º- El Defensor de Familia podrá imponer al menor con cualquiera de las medidas de protección, el cumplimiento de algunas de las reglas de conducta de que trata el artículo 206 del presente Código." Como se ve una de tales medidas es la colocación familiar, también se llama "Hogar Sustitutivo", hay quienes lo denominan "Hogar Amigo".6 La colocación familiar es provisional mientras se adelanta el proceso administrativo (art. 37 del Código del Menor) y luego, temporal (por seis meses prorrogables, art.74 del citado Código). No es, pues, una situación definitiva. El artículo 73 del Código del Menor dice: "La colocación familiar consiste en la entrega de un menor que se encuentren situación de abandono o de peligro, a una familia que se compromete a brindarle la protección necesaria, en sustitución de la de origen. La medida de colocación familiar será decretada por el Defensor de Familia mediante resolución motivada o de acuerdo con las normas técnicas del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar." Es decir que, los hogares amigos sustituyen momentáneamente a la que ha sido o debiera ser la familia de origen. La Corte, obligada a hacer prevalecer el derecho sustancial, no pueden ignorar que la COLOCACION FAMILIAR  queda incluida dentro de la protección que se le da a la FAMILIA. Protección temporal, mientras el menor es acogido  por su familia de origen o por la familia adoptante. y esto se debe a que el niño es el destinatario del derecho consagrado en  el artículo 44 de la Constitución Política. El mismo Código del Menor, artículo 22, enseña que "la interpretación de las normas contenidas en el presente Código deberá hacerse teniendo en cuenta que su finalidad es la protección del menor". Si la Defensoría de Menores no ha ejecutado la medida administrativa de protección colocándolo en el Hogar Amigo donde viva en buenas condiciones, lo cual constituye, en verdad, un hogar de hecho, esta omisión no borra el derecho fundamental del niño a formarse la imagen de una familia que le otorga cuidado y hogar. Y si no hay una razón válida, justa, sustentada en la ley, que permita sustraer al menor del Hogar que le brinda protección, la amenaza de la separación constituye una violación a los derechos fundamentales del niño. El derecho del menor a tener una familia, no significa necesariamente que deba ser consanguínea y legítima. Es también el derecho a que provisionalmente el niño tenga su hogar amigo, su familia sustituta, por eso el  Código del Menor emplea el  término COLOCACION FAMILIAR. Significa lo anterior que la Defensoria del Menor también debe preocuparse por la situación de la menor, buscando, como lo dice el artículo 3º del Código del Menor, cuidado y asistencia necesaria para el adecuado desarrollo físico, social, moral y mental de la niña. 2. En la presente tutela es obvio que el lugar menos adecuado para que viviera la niña era la habitación del padre; y serán las autoridades correspondientes quienes en definitiva resolver sobre la custodia y cuidado de la menor. Entre tanto, es impostergable ratificar la medida tomada en la sentencia de 19 de mayo de 1995 en el sentido de tutelar provisionalmente porque hay amenaza fundada y grave de que la niña sea víctima de abusos, además de que el contorno que la rodearía en la habitación de su padre le ocasina un perjuicio irremediable a su integridad física y moral. El artículo 44 de la C.P. es terminante sobre los derechos fundamentales de los niños. "Serán protegidos contra toda forma de abandono, violencia física o moral, secuestro, venta, abuso sexual, explotación laboral o económica y trabajo riesgosos". También tiene razón el Juez de tutela al decir que se compulsarán copias para investigar la posible conducta ilícita del padre de la menor. En estos dos aspectos la sentencia motivo de revisión deberá ser confirmada. Y, será adicionada en cuanto se le pedirá a la Defensoría de Menores que aplique, si es del caso, el Título II del Código del Menor: "Del menor abandonado o en peligro físico o moral". En mérito de lo expuesto, la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional RESUELVE: PRIMERO. CONFIRMASE en todas sus partes la sentencia del Juzgado Octavo Penal Municipal de Cali, proferirá en la tutela de la referencia, el 19 de mayo de 1995, con la ADICION de oficiar a  la correspondiente Defensoría de Menores para que, si lo estima pertinente, de aplicación a las normas sobre el menor abandonado o en peligro físico o moral, contempladas en el Código del Menor. SEGUNDO. Comuníquese inmediatamente al Juez de primera instancia para que efectúe las notificaciones y adopte las decisiones señaladas en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991. TERCERO. Envíese copia de este fallo al Defensor del Pueblo. Cópiese, notifíquese, cúmplase, insértese en la Gaceta Constitucional. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado Ponente FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA. Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1]Auto de abril 15 de 1994. Ponente Dr. Alejandro Martínez Caballero. Expediente T-27441. [2]Auto Septiembre 14 de 1993.  Magistrado Ponente Dr. Jorge Arango Mejía. Expediente T-16617. 6 La Resolución 2493 de 3 de noviembre de 1992, de la Directora General del ICBF, en su artículo 3º, numerales b- y c- emplea el término "Hogar Amigo"
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T-370-95 Sentencia No Sentencia No. T-370/95 DERECHO DE PETICION-Contenido Es cierto que la accionante obtuvo, inicialmente, una respuesta que se acomoda a la preceptiva del artículo 6 del C.C.A., de acuerdo con cuyas voces, cuando no sea posible contestar en el plazo de 15 días "se deberá informar así al interesado, expresando los motivos de la demora y señalando a la vez la fecha en que se resolverá o dará respuesta"; pero el  sólo hecho de producir la comunicación en la que se informe de esa circunstancia no es suficiente para predicar que el derecho de petición fue cabalmente observado. Si se repara en el tenor literal de la norma citada se tiene que a la expresión de los motivos de la tardanza se suma la indicación del momento en que se producirá la respuesta. El término  señalado deberá guardar perfecta correspondencia con las causas aducidas para justificar la demora, de manera que no puede ser arbitrario y la administración está llamada, en primer lugar, a respetarlo si no quiere defraudar la confianza del administrado. DERECHO DE PETICION-Vulneración /CESANTIAS PARCIALES-Solicitud/ FIDUCIARIA LA PREVISORA Se torna patente, entonces, la vulneración del derecho de petición ante la ausencia de la respuesta que su verdadera efectividad reclama. Los jueces de tutela, tanto en primera como en segunda instancia, justificaron la ausencia de resolución aduciendo problemas presupuestales. Considera la Sala que ese planteamiento parte de la errónea confusión entre el derecho de petición y el contenido o materia de la petición que es, en concreto, lo que se demanda de la administración. El derecho consagrado en el artículo 23 de la Carta Política amerita la protección que la acción de tutela brinda siempre que falte la respuesta oportuna que hace parte de su núcleo esencial; el pago de las cesantías alude a la materia de la solicitud y es un derecho diverso  e independiente del derecho de petición. DERECHO DE PETICION-Vulneración por falta de disponibilidad presupuestal/ACCION DE TUTELA-Carencia actual de objeto Los problemas de índole presupuestal que afectan a la entidad demandada no justifican la violación del derecho de petición cuya operancia no queda supeditada a la disponibilidad de recursos que, por lo menos en este evento, resulta ajena al ámbito del derecho y de la acción de tutela que lo protege. Ahora bien, está plenamente comprobado que mediante resolución se reconoció a la peticionaria su cesantía parcial y que el 15 de julio fue incluida en la nómina de pagos del mes de agosto. En estas condiciones, carecería de sentido impartir una orden enderezada a obtener la decisión administrativa pertinente, toda vez que ésta ya se produjo, habiendo cesado, por tanto, el motivo de la violación del derecho sin necesidad de intervención judicial. Procede, entonces, denegar la tutela impetrada por carencia actual de objeto y prevenir a las entidades demandadas para que no vuelvan a incurrir en situaciones como las que dieron origen a la presente acción. CESANTIAS PARCIALES-Plan colectivo de vivienda/DERECHO A LA VIVIENDA DE INTERES SOCIAL/DERECHO A LA IGUALDAD-Vulneración por escogencia de planes de vivienda No halla la Corte la misma razonabilidad y objetividad en la decisión que, dentro de los aspirantes a obtener vivienda, separa a los afiliados a planes colectivos de los que pretenden ese mismo objetivo de manera individual, dispensando mayor atención a los primeros. Estima la Corte que no asiste razón valedera al Consejo Directivo del Fondo Nacional de Prestaciones Sociales del Magisterio para introducir una distinción frente a personas que manifiestan idéntico interés. Si bien es cierto la Carta hace mención expresa de la vivienda de interés social y de las formas asociativas de ejecución de programas, ello no significa que patrocine la desprotección de aquéllos que individualmente procuren  satisfacer esa necesidad urgente y prioritaria. REF: Expediente No. 69029 Peticionaria: Ruth Zoraida Sarmiento de Tarquino Procedencia: Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Fe de Bogotá MAGISTRADO PONENTE: ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Santa Fe de Bogotá D.C., agosto veintitres (23) de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Fabio Morón Díaz, Vladimiro Naranjo Mesa y Alejandro Martínez Caballero quien la preside, EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION ha pronunciado la siguiente SENTENCIA en  el  proceso  de tutela  identificado  con  el  número  de  radicación T-69029, adelantado por Ruth Zoraida Sarmiento de Tarquino en contra del Fondo Nacional de Prestaciones Sociales del Magisterio y de la Fiduciaria La Previsora. Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. I.ANTECEDENTES A. La solicitud El 31 de enero de 1995, Ruth Zoraida Sarmiento de Tarquino presentó, ante el Juzgado Penal del Circuito (Reparto) de Santa Fe de Bogotá, un escrito contentivo de una acción de tutela, en el que solicita la protección de los derechos de petición, igualdad y trabajo. Las circunstancias que sirven de fundamento al amparo pedido, las expone la accionante de la siguiente manera: Dice haber solicitado del Fondo de prestaciones del Magisterio el pago de cesantía parcial para compra de vivienda. La documentación pertinente fue radicada el 11 de mayo de 1994. Afirma la peticionaria que después de 256 días no había obtenido respuesta a su solicitud y que sólo recibió una nota en la que le informaban que por falta de personal y de equipos de trabajo los funcionarios estaban laborando hasta las 8 p.m., y que esperaban tener lista la liquidación correspondiente en el término de tres meses, a más tardar. Estima la accionante que, además de lo anterior, se viola el derecho a la igualdad al establecer el pago prioritario de cesantía parcial en favor de los beneficiarios de planes colectivos de vivienda, "que para el caso de Bogotá se da con la Cooperativa Popular de Vivienda intermediaria para el trámite de cesantía parcial, integrada por maestros, para su beneficio personal, en desmedro de quienes acudimos a una vivienda económica usada", en cuyo caso se debe esperar el turno respectivo. B. Acervo probatorio 1. La peticionaria anexó copia de su solicitud y de la respuesta a la que alude en su escrito de tutela. 2. El Juzgado Veintidos Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá practicó una inspección judicial en las instalaciones de la Fiduciaria La Previsora en donde fue puesto a disposición del juez el expediente relativo a la solicitud elevada por la accionante. El despacho judicial dejó constancia de que entre otros documentos aparece "un proyecto de resolución en nueve páginas, mediante el cual el Fondo Nacional de Prestaciones Sociales del Magisterio reconoce y paga a RUTH ZORAIDA SARMIENTO DE TARQUINO" una suma por concepto de cesantía parcial. La Jefe de División de Prestaciones Económicas de la Vicepresidencia de Fondos de la Fiduciaria La Previsora explicó al Juzgado las diferentes etapas del trámite impartido a la petición e indicó que "La prestación será remitida a la Oficina de Prestaciones del Fer del Distrito, en el momento que se cuente con presupuesto nuevamente para cesantías parciales, el que será aprobado en próximos días por el Consejo Directivo del Fondo del Magisterio" En lo referente a la vulneración del derecho a la igualdad señaló que las solicitudes se estudian en estricto orden y que el Consejo Directivo del Fondo del Magisterio "decidió darle prioridad en el reconocimiento de cesantías parciales a las solicitudes de compra de vivienda, es así como en el presupuesto de cada año se destina un 70% para atender los anticipos que se radiquen para compra de vivienda, dejando sólo un 30% para solicitudes de reparaciones locativas, así mismo definió darle prioridad a las solicitudes de compra de vivienda en planes colectivos de vivienda, buscando con esto darle mayor estímulo a la solución del problema de vivienda de sus afiliados". La solicitud de la peticionaria "se encuentra dentro de las que tienen mayor prioridad por tratarse de compra de vivienda, sólo que al ser individual y no en plan colectivo está sujeta al turno de radicación correspondiente". 3. El Magistrado Sustanciador del presente proceso, por auto de primero de agosto de mil novecientos noventa y cinco, resolvió oficiar al Fondo de Prestaciones Sociales del Magisterio para que, por el medio más rápido, respondiera a la Secretaría General de la Corte Constitucional si ya estaba firmado el proyecto de resolución por la cual se reconoce a la peticionaria una cesantía parcial, si ésta última ya ha sido cancelada y solicitó, además, información acerca de los criterios que tuvo el Consejo Directivo del Fondo para dar turno y atender las solicitudes de cesantías parciales, y también sobre el respaldo normativo de tales criterios. La Fiduciaria La Previsora respondió que, de conformidad con el artículo 7o., numeral 4o. de la ley 91 de 1989, le corresponde al Consejo Directivo del Fondo Nacional de Prestaciones Sociales del Magisterio "Determinar la destinación de los recursos y el orden de prioridad conforme al cual serán atendidas las prestaciones sociales frente a la disponibilidad financiera del Fondo, de tal manera que se garantice una distribución equitativa de los recursos". Asimismo informó que el reconocimiento de cesantía parcial en favor de la accionante ya se produjo, y que fue incluida en la  nómina de pagos del presente mes. C. La sentencia de primera instancia El Juzgado Veintidos Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, mediante sentencia de 13 de febrero de 1995, resolvió denegar la tutela solicitada. Consideró el despacho judicial que el derecho a la igualdad no resulta violado porque el Consejo Directivo del Fondo del Magisterio está en pleno ejercicio de la facultad de regular el trámite interno de las peticiones  y además  "..al ofrecer una prioridad a los planes colectivos de vivienda en el trámite de las solicitudes de cesantías parciales, el Fondo Prestacional pretende dar mayor cobertura a la solución del derecho de vivienda digna consagrado en el artículo 51 de la Carta, que se enmarca dentro de los fines sociales del Estado y la prevalencia del interés general que la misma Constitución establece, sin que ello signifique discriminación o desconocimiento del derecho individual. Uno de los principales fines de la liquidación y pago de las cesantías parciales es el de posibilitar a los trabajadores o empleados la consecución de vivienda, el cual tiene eficacia en planes colectivos por el número de soluciones a resolver, como bien lo consideró el propio constituyente al disponer que el Estado debe promover formas asociativas de ejecución de estos programas de vivienda. Buscar que a este derecho tengan acceso el mayor número de personas posible, es una actitud razonable de la administración que no puede considerarse discriminatoria con quienes circunstancias fácticas ajenas a ella los privan de esa misma condición". Tampoco encontró el fallador de primera instancia motivos para predicar la violación del derecho a la igualdad en el trámite de las solicitudes sujetas al turno de radicación. En cuanto al derecho de petición estimó el despacho judicial que la respuesta fechada el 4 de junio, en la que se le informan a la peticionaria las razones por las cuales aún se encontraban sin liquidar sus cesantías, cumple con lo previsto en el artículo 6 del C.C.A. en el sentido de poner en conocimiento del interesado los motivos por los que no es posible resolver, señalando la fecha en que se adoptará la decisión. Según el fallador existe un proyecto de resolución y "la administración ha adelantado el trámite hasta donde le es posible, dada la limitación de disponibilidad presupuestal a que está sujeta", debiendo diferenciarse entre lo que "es materialmente posible a la administración, y la conducta omisiva de las autoridades para resolver las peticiones, por cuanto no puede exigírseles actuaciones oportunas cuando las circunstancias fácticas las hacen irrealizables". Por último, en sentir del Juzgado, el derecho al trabajo no fue vulnerado porque la actuación del Fondo Prestacional no ha interferido en la libre actividad que la accionante cumple y, el reconocimiento de cesantías y su pago, aunque consecuencia del trabajo, "son objeto de reglamentación especial que las diferencian de la estricta relación servicio-contraprestación y, en consecuencia, solamente cuando la entidad desconoce arbitraria e injustamente su reconocimiento, se vulnera el derecho fundamental al trabajo, lo cual no se presenta en este caso...". D. La sentencia de segunda instancia En contra de la sentencia de primera instancia, la peticionaria formuló impugnación en la que insiste en la violación del derecho a la igualdad y del derecho de petición, manifestando, que en el último caso no constituye respuesta sostener que el presupuesto será aprobado en los próximos días, porque esa es una afirmación indefinida y también considera que un proyecto de resolución no satisface el derecho de petición. El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Fe de Bogotá, Sala Penal, por sentencia del 27 de marzo del año en curso, decidió confirmar la providencia de primera instancia. Señaló el Tribunal que " el juez de tutela no puede perder de vista las regulaciones de orden legal acerca de la asignación presupuestal y la destinación preestablecida para las partidas preexistentes, así como tampoco cabe ignorar la potencial responsabilidad de los funcionarios, en caso de no sujetarse a tales derroteros de carácter legal". Agregó el fallador de segunda instancia que la regulación, conforme a la cual se atiende con preferencia a los planes colectivos de vivienda no desconoce el derecho a la igualdad, ya que "motivos especiales de interés colectivo hacen posible generar excepciones por encima de las reglas de carácter general", sin que ello implique, en el caso bajo estudio que se desconozcan los derechos de los empleados que procuran de manera particular la obtención de vivienda "pues bien se ha visto que en relación con la señora Sarmiento de Tarquino, está liquidado ya el monto de su cesantía parcial, elaborada la resolución de reconocimiento con la aprobación fiscal, y a la espera de una nueva asignación para ser incluida en la próxima disponibilidad". Le concede el Tribunal razón a la accionante en el sentido de que una resolución no "significa solución positiva a su reclamación, puesto que mientras no le sea notificada la decisión, no pasa de ser eso, un simple proyecto". Empero, acota que "también por motivos atendibles las entidades oficiales se cuidan de exponerse a una acción judicial, que podría representar trastorno en su estructura presupuestal, y por lo mismo pronunciamientos como el aquí comentado solamente se notifican al intersado cuando están aseguradas las condiciones de pago...". Fuera de lo anterior, se le informó a la interesada acerca de las razones por las cuales no se había producido la liquidación. Finalmente, el Tribunal expuso que "el derecho al trabajo tampoco ha sido vulnerado, porque la prestación resultante de aquella actividad no ha sido desconocida, y como ya se ha visto, se cubrirá en su momento, con sujeción a la normatividad de carácter fiscal que es necesario acatar". II. FUNDAMENTOS JURIDICOS A. La competencia Es competente esta Sala de la Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86, inciso segundo y 241, numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991. B. La materia 1. Invoca la accionante en su escrito el derecho de petición que, en su sentir, le está siendo vulnerado por el Fondo Nacional de Prestaciones del Magisterio y por la Fiduciaria la Previsora. Los despachos judiciales que conocieron de la acción de tutela coincidieron en estimar que la alegada vulneración no se presenta porque la peticionaria obtuvo una respuesta que consistió en informarle las dificultades por las que atraviesa la administración para decidir oportunamente y además porque el trámite se ha adelantado,  como lo demuestra el hecho de que se haya elaborado un proyecto de resolución. 2. Es abundante la jurisprudencia que la Corte Constitucional ha producido acerca del derecho contemplado en el artículo 23 de la Carta Política. Para la solución del caso que ocupa la atención de la Sala, basta, en esta oportunidad, reiterar los criterios vertidos  en la  sentencia  No. T-187 de 1995: "....diversas Salas de Revisión de la Corte Constitucional han señalado, con toda claridad, que el derecho de petición no agota su contenido en la simple posibilidad de dirigirse a las autoridades públicas, en interés particular o general, sino que, adicionalmente, implica la obtención de una resolución que, según los términos de la Carta, debe ser pronta. De ahí que la autoridad pública incumple con sus obligaciones cuando se limita a expedir constancias de que la solicitud fue recibida o radicada, y más aún, cuando demora más allá del término previsto o razonable la decisión del asunto sometido a su consideración o guarda absoluto silencio sobre el trámite y la respuesta producida. De acuerdo con la doctrina constitucional expuesta por la Corte, el derecho de petición "se concreta en dos momentos sucesivos, ambos dependientes del servidor público a quien se dirige la solicitud: el de la recepción y trámite de la misma, el cual implica el debido acceso de la persona a la administración para que ésta considere el asunto que se le plantea, y el de la respuesta, cuyo sentido trasciende el campo de la simple adopción de decisiones y se proyecta a la necesidad de llevarlas al conocimiento del solicitante.". (Sentencia No. T-553 de 1994. M.P. Dr. José Gregorio Hernández Galindo). A la prontitud en atender las peticiones, que la norma constitucional contempla, se suma la ineludible ´resolución´  que entraña arribar a una respuesta que, de manera efectiva, aborde el fondo de lo demandado a la autoridad pública, en forma tal que corresponda a una verdadera solución, positiva o negativa, del respectivo asunto. Esta Corte ha puntualizado que el derecho contemplado en el artículo 23 superior"no tendría sentido si se entendiera que la autoridad ante quien se presenta una solicitud respetuosa cumple su obligación notificando o comunicando una respuesta apenas formal en la que no se resuelva sobre el asunto planteado. El derecho de petición lleva implícito un concepto de decisión material, real y verdadero, no apenas aparente. Por tanto, se viola cuando, a pesar de la oportunidad de la respuesta, en esta se alude a temas diferentes de los planteados o se evade la determinación que el funcionario deba adoptar.". (Sentencia No. T-575 de 1994. M.P. Dr. José Gregorio Hernández Galindo). Ahora bien, cuando quiera que resulte imposible contar con una decisión dentro de un término razonable no es el silencio actitud que contribuya a la observancia del derecho; para que éste resulte respetado la autoridad debe informar, oportunamente, de esa circunstancia al peticionario haciéndole saber de las dificultades presentadas y, en todo caso, indicándole el momento en que tomará la decisión pertinente o requiriéndolo para que aclare o complete la solicitud o cumpla las exigencias legales del caso. Como se anotó, de las respuestas debe enterarse al solicitante. Al respecto, la jurisprudencia de la Corporación ha indicado que "(...)la respuesta tan sólo goza de ese caráter si está garantizada la comunicación entre la entidad estatal y la persona interesada, en tal forma que ésta se entere a plenitud sobre lo resuelto. Lo contrario significa que la administración, al reservarse el sentido de su determinación -así en efecto la haya adoptado- se ha abstenido de responder, violando por consiguiente el derecho, si se tiene en cuenta el fundamento constitucional del mismo, que radica en asegurar que el Estado atiende a los gobernados dentro de un criterio de efectividad.". (Sentencia No. T-553 de 1994. M.P. Dr. José Gregorio Hernández Galindo)." (M.P. Dr. Hernando Herrera Vergara). 3. A Ruth Zoraida Sarmiento de Tarquino, el Fondo Nacional de Prestaciones Sociales del Magisterio le informó, el 4 de junio de 1994, que su solicitud de cesantía parcial no había sido liquidada "por falta de personal y equipos de trabajo" y que se esperaba "tener liquidada su prestación a más tardar en tres meses". Estima la Sala oportuno recordar que la Corte Constitucional, "ha rechazado determinadas  razones  esgrimidas  por  la  administración  -deficiencias de personal, volumen de expedientes, orden de las solicitudes, reestructuración de los sitemas de trabajo- para justificar la desatención del deber de resolución oportuna" de las peticiones presentadas. Es cierto que la accionante obtuvo, inicialmente, una respuesta que se acomoda a la preceptiva del artículo 6 del Código Contencioso Administrativo, de acuerdo con cuyas voces, cuando no sea posible contestar en el plazo de 15 días "se deberá informar así al interesado, expresando los motivos de la demora y señalando a la vez la fecha en que se resolverá o dará respuesta"; pero el  sólo hecho de producir la comunicación en la que se informe de esa circunstancia no es suficiente para predicar que el derecho de petición fue cabalmente observado. Si se repara en el tenor literal de la norma citada se tiene que a la expresión de los motivos de la tardanza se suma la indicación del momento en que se producirá la respuesta. El término  señalado deberá guardar perfecta correspondencia con las causas aducidas para justificar la demora, de manera que no puede ser arbitrario y la administración está llamada, en primer lugar, a respetarlo si no quiere defraudar la confianza del administrado. En el evento sub-lite, esa información inicial, aunque es oportuna, no suple la resolución del asunto que, se repite, debe ir al fondo de lo pedido y no constituye la respuesta que la administración se comprometió a generar a más tardar, en tres meses, vencidos  los cuales ninguna noticia tenía la accionante acerca del destino de su petición. Aún cuando a la solicitud elevada por la señora Sarmiento de Tarquino se le impartió trámite a punto tal de existir un proyecto de resolución, no resulta acertado que, con base en ello, se dieran por satisfechas las exigencias del derecho que el Constituyente plasmó en el artículo 23 superior. La respuesta, para que sea tal, debe ponerse en conocimiento del solicitante, de lo contrario, la administración patrocina la incertidumbre del administrado, con notable menoscabo de los principios de eficacia, economía, celeridad y publicidad, que, de acuerdo con el artículo 209 de la Constitución Política, guían el desarrollo de la función administrativa. En un caso similar al revisado, la Corte dijo: "El examen de los expedientes demuestra fehacientemente que el Fondo de Ahorro y Vivienda Distrital, Favidi, impartió trámite a las peticiones presentadas y en cada uno de los casos elaboró la liquidación correspondiente, así como la orden de pago de las sumas reconocidas por concepto de auxilio de cesantía, en favor de los peticionarios. Sin embargo, no basta que la administración se ocupe de atender las solicitudes que ante ella se presentan para que por esa sola circunstancia se entiendan satisfechos los requerimientos propios del derecho de petición. Es evidente que la administración se encuentra en el deber de resolver, esto es, de tomar una posición de fondo, acerca del tema planteado, pero debe hacerlo dentro de los términos que la ley señala y además, tiene que enterar al administrado de esa decisión final, positiva o negativa, favorable o desfavorable a los intereses del particular. No puede entonces la administración convertirse en una instancia inexpugnable, infranqueable o inescrutable porque la regla general que debe guiar su actuación en los estados de derecho como el nuestro es la publicidad de las actuaciones y no el secreto o la reserva acerca de las mismas; el silencio ante los requerimientos del interesado no se acomoda a las exigencias mínimas del respeto a la dignidad humana, ni a la observancia del derecho de petición y contradice los principios de igualdad, eficacia, economía, celeridad y sobre todo, publicidad, con base en los cuales se desarrolla la función administrativa. Ese sometimiento del administrado a la incertidumbre sobre su derecho vulnera las garantías mínimas de quien acude a la administración en procura de una pronta resolución de las peticiones presentadas...". (Sentencia No. T-402 de 1993. M.P. Dr. Hernando Herrera Vergara). Se torna patente, entonces, la vulneración del derecho de petición ante la ausencia de la respuesta que su verdadera efectividad reclama. Los jueces de tutela, tanto en primera como en segunda instancia, justificaron la ausencia de resolución aduciendo problemas presupuestales. Considera la Sala que ese planteamiento parte de la errónea confusión entre el derecho de petición y el contenido o materia de la petición que es, en concreto, lo que se demanda de la administración. El derecho consagrado en el artículo 23 de la Carta Política amerita la protección que la acción de tutela brinda siempre que falte la respuesta oportuna que hace parte de su núcleo esencial; el pago de las cesantías alude a la materia de la solicitud y es un derecho diverso  e independiente del derecho de petición. Así lo comprendió la peticionaria cuando en su escrito de impugnación expuso: ¿Por qué no ordenar al Fondo Prestacional del Magisterio la expedición de la Resolución y que en uno de sus artículos se diga sujeta a disponibilidad presupuestal, así sentiría que me fue resuelta la petición, para que eliminada la carencia presupuestal se me cancelen las cesantías y pueda yo acceder a una vivienda digna, que con el tiempo se va haciendo más costosa". En atención a lo anotado, es claro que los problemas de índole presupuestal que afectan a la entidad demandada no justifican la violación del derecho de petición cuya operancia no queda supeditada a la disponibilidad de recursos que, por lo menos en este evento, resulta ajena al ámbito del derecho y de la acción de tutela que lo protege. Ahora bien, de acuerdo con la prueba decretada por la Corte Constitucional, está plenamente comprobado que mediante resolución No. 2317 del 14 de junio de 1995 se reconoció a la peticionaria su cesantía parcial y que el 15 de julio fue incluida en la nómina de pagos del mes de agosto. En estas condiciones, carecería de sentido impartir una orden enderezada a obtener la decisión administrativa pertinente, toda vez que ésta ya se produjo, habiendo cesado, por tanto, el motivo de la violación del derecho sin necesidad de intervención judicial. Procede, entonces, denegar la tutela impetrada por carencia actual de objeto y prevenir a las entidades demandadas para que no vuelvan a incurrir en situaciones como las que dieron origen a la presente acción. 4. En cuanto al derecho a la igualdad, la Corte tiene suficientemente establecido que no toda diferencia de trato comporta una violación del mismo y que, por ende, a situaciones distintas es posible anudar consecuencias diferentes. Partiendo de la distinción entre discriminación y diferenciación, la Corporación ha puntualizado que es viable establecer diferencias siempre que se encuentren razonable y objetivamente justificadas, excluyendo los tratamientos discriminatorios que, por carecer de la justificación aludida, se revelan arbitrarios. La accionante estima que el hecho de conferir una prioridad en el reconocimiento y pago de cesantías parciales, destinadas a la adquisición de vivienda, en favor de los planes colectivos y en detrimento de las solicitudes individuales, entraña un rompimiento del principio de igualdad y a la vez "coarta la libertad de las personas". La Corte encuentra que la medida favorable a los planes colectivos fue adoptada por el Consejo Directivo del Fondo de Prestaciones Sociales del Magisterio que, dentro de las funciones que le otorga la ley 81 de 1989 tiene la consistente en "Determinar la destinación de los recursos y el orden de prioridad conforme al cual serán atendidas las prestaciones sociales frente a la disponibilidad financiera del Fondo, de tal manera que se garantice una distribución equitativa de los recursos" (artículo 7o., numeral 4o.). La Jefe de la División de Prestaciones Económicas de la Vicepresidencia de Fondos de la Fiduciaria La Previsora informó al juez de primera instancia que el Consejo Directivo  "decidió darle prioridad en el reconocimiento de cesantías parciales a las solicitudes de compra de vivienda, dejando sólo un 30% para las solicitudes de reparaciones locativas, así mismo definió darle prioridad a las solicitudes de compra de vivienda en planes colectivos". Igualmente indicó que la solicitud de la señora Sarmiento de Tarquino  "se encuentra dentro de las que tienen mayor prioridad por tratarse de compra de vivienda, sólo que al ser individual y no en plan colectivo está sujeta al turno de radicación correspondiente". Estima la Corte que el criterio en virtud del cual se distingue entre las solicitudes dirigidas a la obtención de vivienda y las encaminadas a realizar reparaciones locativas, para favorecer a las primeras otorgándoles prioridad, es razonable en cuanto persigue la finalidad de contribuir a la solución de un problema que aqueja a numerosos hogares colombianos. Una es la situación de quien carece de vivienda propia y procura obtenerla y otra, por entero diferente, la de quien dispone de techo y sólo aspira a repararlo o reformarlo. La medida tendiente a facilitar el acceso a una vivienda digna responde, además a los postulados y principios que, según la Constitución Política, deben guiar la actuación de los poderes públicos. Empero, no halla la Corte la misma razonabilidad y objetividad en la decisión que, dentro de los aspirantes a obtener vivienda, separa a los afiliados a planes colectivos de los que pretenden ese mismo objetivo de manera individual, dispensando mayor atención a los primeros. Estima la Corte que no asiste razón valedera al Consejo Directivo del Fondo Nacional de Prestaciones Sociales del Magisterio para introducir una distinción frente a personas que manifiestan idéntico interés. Si bien es cierto la Carta hace mención expresa de la vivienda de interés social y de las formas asociativas de ejecución de programas, ello no significa que patrocine la desprotección de aquéllos que individualmente procuren  satisfacer esa necesidad urgente y prioritaria; justamente ese esfuerzo individual merece apoyo en la medida en que vuelve realidad un derecho que según el tenor literal del artículo 51 superior corresponde a "Todos los colombianos". La atención que al Constituyente merecieron las formas asociativas de ejecución de programas de vivienda y los planes de interés social no puede entenderse como un pretexto para desmejorar las condiciones de los aspirantes individuales, sometiéndolos al riguroso orden de turno, menos aún si se tiene en cuenta que una medida de este tipo es capaz de incidir desfavorablemente sobre la libre disposición y autonomía de los particulares. En efecto, la persona es libre para optar entre el plan colectivo y la solución individual de modo que una decisión de esta naturaleza debe estar exenta de cualquier forma de coacción. Así las cosas, cuando la autoridad establece más facilidades en favor de los afiliados a planes colectivos de vivienda, sin extender esos beneficios a los sujetos interesados en soluciones individuales, necesariamente influye en la autonomía de la voluntad de estos últimos, ya encaminándolos hacia el escogimiento del plan colectivo, ora  disuadiéndolos de persistir en su empeño individual, cuando lo cierto es que no existe razón válida para negar a unos lo que a los otros se concede porque todos persiguen la concreción de un derecho que la Carta reconoce sin formular excepciones o privilegios. No es correcto, entonces, hacer depender de la afiliación a un plan colectivo el derecho a disfrutar, con prontitud, de una vivienda digna; esa condición entraba el acceso a un derecho y, en esa medida, lejos de realizar los postulados constitucionales los contraría flagrantemente. El querer espontáneo que, en ejercicio de su libertad, lleva a una persona a preferir una solución individual no puede resultar gravado mediante una imposición que dilata en el tiempo la efectividad práctica del derecho a la vivienda digna. Siendo una misma la finalidad buscada, una misma debe ser la protección que ese objetivo merezca. Como lo apuntó, en otra ocasión la Corte los derechos "deben poderse reclamar sin sujeción a condiciones distintas de las que impone la propia Constitución y sin que para su ejercicio pueda erigirse en obstáculo la voluntad de otro". Una interpretación contraria implica el desconocimiento del derecho a la igualdad, por eso, se prevendrá también a las entidades demandadas para que observen el derecho contemplado en el artículo 13 de la Carta, ya que si bien es verdad que la ley faculta para establecer la destinación de recursos y el orden de prioridad, no es posible, al hacerlo, quebrantar la Constitución. Finalmente, no advierte la Sala la violación del derecho al trabajo que la accionante alega pues la falta de reconocimiento de una determinada suma por concepto de cesantía parcial no tiene la incidencia, que la peticionaria le atribuye, en el ámbito de las labores propias del cargo que desempeña. En mérito de lo expuesto, la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional RESUELVE: PRIMERO. DENEGAR la tutela impetrada por Ruth Zoraida Sarmiento de Tarquino, por carencia actual de objeto, toda vez que la petición por ella formulada fue resuelta mediante resolución No. 2317 de junio 14 de 1995, con lo cual también cesó la vulneración del derecho a la igualdad. SEGUNDO. PREVENIR al Fondo Nacional de Prestaciones Sociales del Magisterio y a la Fiduciaria La Previsora para que tomen medidas orientadas a resolver con prontitud las peticiones que deban atender, sin que la existencia del borrador sea la respuesta adecuada al derecho de petición, y a comunicarles lo resuelto a los interesados de manera que, en lo sucesivo se abstengan de incurrir en situaciones como las que motivaron la presente acción de tutela. Asimismo se previene a estas entidades y, en particular al Consejo Directivo del Fondo Nacional de Prestaciones del Magisterio, para que confieran a las solicitudes de cesantías parciales destinadas a la obtención de vivienda el mismo tratamiento, sin distinguir entre las solicitudes formuladas por los afiliados a planes colectivos y las elevadas por quienes prefieren una solución individual, ya que el único criterio prevalente es la antigüedad en la presentación de la solicitud en forma completa. TERCERO. LIBRENSE, por Secretaría, las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, comuníquese, notifíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado Ponente FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA Magistrado MARTHA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General
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T-371-95 Sentencia No Sentencia No. T-371/95 ACCION DE TUTELA CONTRA LOS PADRES/MAYORIA DE EDAD/INDEFENSION-Inexistencia Se presume la indefensión del menor que solicite la tutela. Pero, si se trata de un mayor de 18 años, como en el caso de la presente tutela, NO se presume la indefensión. Si con el propósito de superar esas desaveniencias, hay ofrecimientos de parte de los padres para ayudar a su hijo mayor de edad, aquellos propuestas, en cuanto a la valoración jurídica, pueden ser más que un deber moral y adquirir la categoría de obligaciones meramente naturales o aún de obligaciones civiles, art. 1527 del C.C.. De todas maneras son de rango legal y escapan a la orden que debe dar un Juez de tutela. OBLIGACIONES DE LOS PADRES/DERECHO A LA SALUD-Hijo enfermo/OBLIGACION LEGAL/OBLIGACION CONSTITUCIONAL Respecto de los padres la obligación es legal, siempre que no se trata de hijo menor, o dentro de los parámetros del artículo 67 C.P. (5 a 15 años de edad, preescolar y 9 años de educación) en cuyo caso la protección es constitucional. En cuanto a la atención a la salud, también le corresponde al afectado (art. 49 C.P., inc. final). Subsidiaríamente a la familia, pero solo cuando hay una palpable indefensión para el enfermo, y, con fundamento en el artículo 5º de  la C. P., y a falta de ésta será el Estado y la sociedad quienes acudiran en defensa del impedido, se dice el Estado, porque la salud es en un servicio público a cargo del Estado. "La ley señalará los términos en los cuales la atención básica para todos los habitantes será gratuita y obligatoria". Por la vía de la tutela no prosperan las pretensiones del actor. REF: Expediente Nº69719 Peticionario: Santiago Sabogal Bernal Procedencia: Juzgado 16 de Familia de Santafé de Bogotá. Tema: Tutela contra los padres. Magistrado Ponente: ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Santa Fe de Bogotá, D.C., veinticuatro (24) de agosto de mil novecientos noventa y cinco (1995) La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, presidida por el Magistrado Alejandro Martínez Caballero e integrada por los Magistrados Fabio Morón Díaz y Vladimiro Naranjo Mesa. EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION Ha pronunciado la siguiente SENTENCIA En el proceso de tutela identificado con el número de radicación T-69719, adelantado por Santiago Sabogal Bernal contra sus padres. ANTECEDENTES. 1. Solicitud. El ciudadano Santiago Sabogal Bernal, con cédula 79.743.788 de Bogotá, afirma que no ha podido terminar sus estudios, ni definido su situación militar, ni ha recibido el tratamiento médico adecuado para una fractura en un codo. Por estos motivos instaura tutela contra sus padres, separados desde hace años y de condiciones económicas difíciles. Considera el solicitante que se han violado los artículos 67 y 45 de la C.P. 2. Pruebas. No existe prueba que demuestre que Sabogal Bernal se encuentre impedido para trabajar. Se sabe que es mayor de edad por cuanto ya tiene cédula. Y hay información de que el ingreso de cada uno de sus padres oscila alrededor de los dos salarios mínimos mensuales. La madre narra que Santiago no hacia nada en el colegio, no trabaja porque dice que no tiene libreta militar y es vulgar con ella pese a que Santiago vivía en su casa; aunque 15 días antes de instaurar la tutela se fue a donde la abuela, por una discusión con su progenitora. La madre dice que no es justo que "yo tenga que aguantarme cuando llego de trabajar esa música salvaje (que pone Santiago), a todo volumen, esa música son sólo vómitos, eso es Satánico, entonces cuando yo le llamo la atención Santiago dice que va a rezar para que me muera rápido". El joven reconoce: "Soy altanero porque lo es conmigo, ella me trata mal y yo la trato mal." El padre, a su vez, explica y propone: "Cada vez que vamos a hablar es un problema, porque es únicamente lo que el diga, yo me comprometo a adelantar las obligaciones del caso para operar a Santiago de su brazo, pero dentro de la medida de mis posibilidades y siempre y cuando Santiago lo acepte; en cuanto al estudio y todas las demás necesidades de Santiago, me comprometo a pasarle $50.000,oo mensuales." 3. Sentencia del Juzgado 16 de Familia de Santafé de Bogotá, 29 de marzo de 1995. No solo concedió la tutela sino que, además, dispuso: "Segundo: TENER en cuenta, para los efectos legales pertinentes, que el señor HECTOR RODRIGO SABOGAL, ha manifestado que entregará mensualmente al actor una suma de $50.000,oo para que éste sufrague sus necesidades ordinarias.- TERCERO: ORDENAR la realización de una terapia familiar entre las partes y por intermedio del ICBF centro zonal de Barrio Unidos, ubicado en la calle 67 Nº 31-35, acorde con lo considerado en ésta providencia. Ofíciese de conformidad, remitiendo copia formal de ésta sentencia. CUARTA: ADVERTIR a las partes para que en el futuro mantengan continuo trato y permanente comunicación a efectos de que desarrollen en mejor forma sus relaciones filiales." Consideró el Juzgado que, aunque ya es mayor de edad, Santiago Sabogal aún se encuentra en estado de subordinación e indefensión con respecto a sus padres biológicos porque "él aún depende económica, afectiva y moralmente de sus progenitores". FUNDAMENTOS JURIDICOS A. COMPETENCIA. Es competente esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86 inciso 2º y 241 numeral 9º de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991; además, su examen se hace por virtud de la selección que de dicha acción practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma señalada por el Reglamento de esta Corporación. B. INCIDENCIA DE LA MAYOR EDAD EN LA TUTELA CONTRA LOS PADRES. Es evidente que en nuestra sociedad son frecuentes las fricciones entre padres e hijos. Pero, de ahí no se deduce que el Estado, por intermedio de un Juez de tutela, trate de solucionar esos conflictos. La acción de tutela está instituida para proteger los derechos fundamentales. El artículo 44 C.P. habla de los derechos fundamentales de los niños, el artículo 45 C.P. consagra la protección al adolecente, y, el artículo 42 del decreto 2591 de 1991 establece que se presume la indefensión del menor que solicite la tutela. Pero, si se trata de un mayor de 18 años, como en el caso de la presente tutela[1], NO se presume la indefensión, ni es válido invocar los artículos 44 y 45 de la C.P. Si con el propósito de superar esas desaveniencias, hay ofrecimientos de parte de los padres para ayudar a su hijo mayor de edad, aquellos propuestas, en cuanto a la valoración jurídica, pueden ser más que un deber moral y adquirir la categoría de obligaciones meramente naturales o aún de obligaciones civiles, art. 1527 del C.C.. De todas maneras son de rango legal y escapan a la orden que debe dar un Juez de tutela. Y, si se trata de regular la obligación de educación el artículo 67 de la Constitución habla de que: "El Estado, la sociedad y la familia son responsables de la educación, que será obligatoria entre los cinco y los quince años de edad y que comprenderá como mínimo, un año de preescolar y nueve de educación básica". Más allá de ese límite la obligación para la formación y habilitación profesional y técnica es, en primer lugar, del mayor de edad y luego del Estado o del empleador, es del Estado (art. 54 de la Constitución). Lo anterior se corrobora con lo indicado en el artículo 67.4: "La educación será gratuita en las instituciones del Estado, sin perjuicio del cobro de derechos académicos a quienes puedan sufragado". Y, respecto de los padres (art. 253 C.C.) la obligación es legal, siempre que no se trata de hijo menor, o dentro de los parámetros del artículo 67 C.P. (5 a 15 años de edad, preescolar y 9 años de educación) en cuyo caso la protección es constitucional. En cuanto a la atención a la salud, también le corresponde al afectado (art. 49 C.P., inc. final). Subsidiaríamente a la familia, pero solo cuando hay una palpable indefensión para el enfermo, y, con fundamento en el artículo 5º de  la C. P., y a falta de ésta será el Estado y la sociedad quienes acudiran en defensa del impedido, se dice el Estado, porque la salud es en un servicio público a cargo del Estado. "La ley señalará los términos en los cuales la atención básica para todos los habitantes será gratuita y obligatoria". Todas estas consideraciones llevan a la conclusión de que por la vía de la tutela no prosperan las pretensiones del actor, dirigidas contra sus progenitores. Además, hay información en el expediente de que el joven llevaba el año perdido, y la educación es un derecho-deber, de tal manera que el incumplimiento del joven no le da una ventaja comparativa, menos siendo mayor de edad. Además, está en edad para laborar o para prestar el servicio militar, para el cual no se necesita terminar bachillerato, iba en el grado décimo. Si a esto se agrega que no hay prueba que demuestre que se halla en circunstancias especiales de subordinación e indefensión, hay que admitir, aún más, que por medio de la tutela no se pueden decretar las peticiones del actor. En mérito de lo expuesto la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional RESUELVE: PRIMERO. REVOCAR la sentencia proferida por el Juez 16 de Familia de Santafé de Bogotá, el 29 de mayo de 1995 y en su lugar declarar que se deniega la tutela impetrada por Santiago Sabogal Bernal. SEGUNDO. Por el Juez de primera instancia se harán las notificaciones señaladas en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Cópiese, notifíquese, cúmplase, insértese en la Gaceta Constitucional. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA. Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General [1]Ver Art. 289 del Decreto 2737/89.
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T-372-95 Sentencia No Sentencia No. T-372/95 CONCURSO DE MERITOS-Bases Al señalarse por la administración las bases del concurso, estas se convierten en reglas particulares obligatorias tanto para los participantes como para aquélla; es decir, que a través de dichas reglas la administración se autovincula y autocontrola, en el sentido de que debe respetarlas y que su actividad, en cuanto a la selección de los aspirantes que califiquen para acceder al empleo o empleos correspondientes, se encuentra previamente regulada, de modo que no puede actuar en forma discrecional al realizar dicha selección. CARRERA ADMINISTRATIVA-Nombramiento de quien obtuvo el primer lugar Sea cual fuere el método o sistema elegido, éste debe contener criterios específicos y concretos para efectuar una selección en la que aparezcan como valores dominantes la capacidad profesional o técnica del aspirante, sus calidades personales y su idoneidad moral, acordes con las funciones del empleo y las necesidades del servicio público. Por tanto, no puede quedar al nominador una libertad absoluta para que designe a su arbitrio, pues, el nombramiento siempre tendrá que recaer en quien haya obtenido el mayor número de puntos". REF: EXPEDIENTE T-69815 Peticionario: ROGER DAVILA Procedencia: JUZGADO PRIMERO LABORAL DE CARTAGENA. Tema: - Primer puesto en concurso. Magistrado Ponente: ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Santa Fe de Bogotá D.C., veinticuatro (24) de agosto de mil novecientos noventa y cinco (1995). La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, presidida por el Magistrado Alejandro Martínez Caballero e integrada por los Magistrados Fabio Morón Díaz y Vladimiro Naranjo Mesa. EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION Ha pronunciado la siguiente SENTENCIA En proceso de tutela identificado con el número de radicación T-69815, adelantado por Roger Dávila. I. ANTECEDENTES Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto No. 2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. A. Solicitud. Roger Dávila Moreno interpuso tutela contra el Fondo de Previsión Social de Bolívar para que antendiéndose a los resultados del Concurso de méritos escoja el primer puesto de elegibilidad para el cargo de almacenista Código 5030, grado 11; el primer puesto lo obtuvo, precisamente, Roger Dávila, pero se designó a quién ocupó el segundo lugar. B. Hechos. Los sintetiza muy bién la sentencia de primera instancia en la siguiente forma: "Se encuentra totalmente acreditado en este trámite que el peticionario participó en el concurso abierto que el Fondo de Previsión de Bolivar implementó para proveer el cargo de ALMACAENISTA 5030 grado 11 perteneciente a la división administrativa de tal entidad. El aviso de convocatoria a folio 16 muestra que se trató de la convocatoria número 003 de 24 de junio de 1994 y que las inscripciones se programaron para el lapso del 1º al 7 de julio de tal año. A folio 18 obra la lista de aspirantes a tal cargo que fueron admitidos a concurso siendo 4 personas las seleccionadas, entre ellas el actor y el señor Lucas Rodero. La lista de quienes fueron rechazados se vé a folio 19 , (cinco personas). Las solicitudes de inscripción del actor y del señor Rodero son visibles del folio 20 del 22 y del 36 al 37. El 12 de septiembre de 1994 la "Directora de Apoyo Comisión Nacional del Servicio Civil", Fabiola Obando Ramírez, remitió al director del Fondo los informes de puntaje obtenidos en las pruebas aplicadas por esa comisión a los participantes en las diferentes convocatorias realizadas por el Fondo; se remitieron allí los puntajes obtenidos por los concursantes a Almacenista 5030-11. Se expresó por la funcionaria al director que los puntajes estaban dados en escala "T" y tenían un mínimo aprobatorio de 50, remitiéndose además la tabla para interpretar tales puntajes, (fls. 38, 39, 40). El 26 de octubre de 1994 la empresa ASESORIA PSICOLOGICA EMPRESARIAL, remitió, a través de la sicóloga Carmenza Bray de Pereira, los resultados de las entrevistas realizadas en los difetentes concursos, (fl. 41). El resultado para el cargo de almacenista es visible a folio 42. Los puntajes totales de los concursantes al cargo de Almacenista fueron dados a conocer el 16 de diciembre de 1994 tal como se vé en el "acta de concurso" a folio 43. Allí se aprecia que el puntaje total del señor Roger Davila Moreno fue de 79.5 puntos, el de Lucas Rodero Arango fue de 76.4, y los de Hemel Herrera y Manuel Penña de 52 puntos. Según costa a folios 3 y 4, este 16 de diciembre el director del Fondo para la época, Fredis Contreras Ardila, expidió la resolución 4058 de tal fecha estableciendo en orden de mérito la lista de elegibles dentro del concurso para Almacenista y la lista de aspirantes reprobados. El actor ocupó el primer lugar como elegible, y el señor Rodero el segundo. En tal acto, en su artículo segundo se dispuso que "La provisión de vacante para los empleos a que se refiere la anterior lista, se hará con el personal, que figura entre los (3) primeros puestos, entendiéndose por puesto, la persona o personas que obtengan una misma calificación. El 20 de diciembre se procedió a nombrar como almacenista, código 5030, Grado 11 de la División Administrativa del Fondo al señor Lucas Rodero Arango, por figurar dentro de los tres primeros puestos de la lista de legibles. El 22 de diciembre el señor Rodero se posesionó. (F.7). C- Fallo de primera instancia, del juzgado 1º Laboral de Cartagena, 2 de marzo de 1995. El A-quo resolvió: "1. Conceder la tutela solicitada por el ciudadano ROGER DAVILA MORENO. 2. Ordénase la inaplicación, en su caso, del aparte del artículo 9º del decreto 1222 de 1993 al que se hace alusión en la parte motiva y que se encontraba vigente para el mes de diciembre de 1994, y del artículo 2º de la Resolución 4058 de 16 de diciembre de 1994 proferida por el Director del Fondo de Previsión Social de Bolívar. 3. Ordenar al señor Director actual del Fondo de Previsión Social de Bolívar, y a quien lo reemplace eventualmente, que proceda a nombrar al señor Roger Dávila Moreno en el cargo para el cual se presentó a concurso público y ocupó el primer lugar. (Almacenista, código 5030 grado 11). Lo anterior dentro del término de 1 mes a partir de la notificación de esta sentencia. 4. Adviértase al funcionario que el desacato al fallo se sancionara con arresto y multa, sin perjuicio de la sanción penal respectiva." D- Fallo de segunda instancia, Sala Laboral del Tribunal Superior de Cartagena. El 5 abril de 1995 el Tribunal revocó la decisión del a-quo y denegó la tutela impetrada. FUNDAMENTOS JURIDICOS A. Competencia. Es competente esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86 inciso 2º y 241 numeral 9º de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991; además, su examen se hace por virtud de la selección que de dicha acción practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma señalada por el Reglamento de esta Corporación. B- TEMA JURIDICO. Se reiterará la jurisprudencia dictada en casos similares. Es así como en la T-326 de 1995, de esta Sala de Revisión se consideró: "La Constitución de 1991 se ocupa de la carrera administrativa erigiéndola en regla general al señalar que "los empleos en los órganos y entidades son de carrera" con excepción de los de elección popular, los de libre nombramiento y remoción, los de trabajadores oficiales y los demás que determine la ley (art. 125 C. P.). Este sistema de administración del personal al servicio del Estado propende por la eficiencia y la eficacia de la administración y procura garantizar, fuera de otros supuestos, la igualdad de oportunidades en el acceso a la función pública, propósitos todos que encuentran cabal satisfacción siempre que la vinculación se realice atendiendo al criterio de la capacidad del aspirante con prescindencia de factores extraños al mérito; la misma Carta preceptúa que "En ningún caso la filiación política de los ciudadanos podrá determinar su nombramiento para un empleo de carrera, su ascenso o remoción" (art. 125 C.P.) En perfecta correspondencia con lo anotado, se refiere también el Estatuto Superior al concurso público como el mecanismo al que debe acudirse cuando ni la Constitución ni la ley determinen el sistema de nombramiento de algún funcionario y advierte, así mismo, que el ingreso a los cargos de carrera y el ascenso en ellos "se harán previo cumplimiento de los requisitos y condiciones que fije la ley para determinar los méritos y calidades de los aspirantes". El concurso público es, entonces, el mecanismo por excelencia para proveer cargos de carrera administrativa y, según lo ha establecido esta Corporación, puede definirse "como el procedimiento de las bases o normas claramente definidas, en virtud del cual se selecciona entre varios participantes que han sido convocados y reclutados, a la persona o personas que por razón de sus méritos y calidades adquieren el derecho a ser nombrados en un cargo público". (sentencia Nº T-256 de 1995, M.P. Dr. Antonio Barrera Carbonell). Esta Sala de Revisión tuvo ocasión de recordar que "la jurisprudencia de la Corte Constitucional ha sido enfática en precisar que los concursos, cuya finalidad sea el acceso a la función pública, deben sujetarse estrictamente a los procedimientos y condiciones fijados de antemano y que las reglas que los rigen son obligatorias, no sólo para los participantes sino también para la administración que, al observarlas, se ciñe a los postulados de la buena fe (C.P. art. 83), cumple los principios que según el artículo 209 superior guían el desempeño de la actividad administrativa y respeta el debido proceso (C.P. art. 29), así como los derechos a la igualdad (C.P. art. 13) y al trabajo (C.P. art. 25) de los concursantes. Una actitud contraria defrauda las jsutas expectativas de los particulares y menoscaba la confianza que el proceder de la administración está llamado a generar" (Sentencia Nº T-298 de 1995, M.P. Dr. Alejandro Martínez Caballero). En idéntico sentido, en la sentencia T-256 de 1995, ya citada, se expuso: "Al señalarse por la administración las bases del concurso, estas se convierten en reglas particulares obligatorias tanto para los participantes como para aquélla; es decir, que a través de dichas reglas la administración se autovincula y autocontrola, en el sentido de que debe respetarlas y que su actividad, en cuanto a la selección de los aspirantes que califiquen para acceder al empleo o empleos correspondientes, se encuentra previamente regulada, de modo que no puede actuar en forma discrecional al realizar dicha selección. Por consiguiente, cuando la administración se aparta o desconoce las reglas del concurso o rompe la imparcialidad con la cual debe actuar o manipula los resultados del concurso, falta a la buena fe (art. 83 C.P.), incurre en violación de los principios que rigen la actividad administrativa (igualdad, moralidad, eficacia e imparcialidad), y por contera, puede violar los derechos fundamentales al debido proceso, a la igualdad y al trabajo de quienes participaron en el concurso y resultan lesionados en sus intereses por el proceder irregular de aquélla". 5. Al pronunciarse sobre la inexequibilidad del aparte del artículo 9 del Decreto 1222 de 1993, que permitía la provisión del empleo "con una de las personas que se encuentre entre los tres primeros puestos de la lista de elegibles" , la Corte Constitucional puntualizó que "..sea cual fuere el método o sistema elegido, éste debe contener criterios específicos y concretos para efectuar una selección en la que aparezcan como valores dominantes la capacidad profesional o técnica del aspirante, sus calidades personales y su idoneidad moral, acordes con las funciones del empleo y las necesidades del servicio público. Por tanto, no puede quedar al nominador una libertad absoluta para que designe a su arbitrio, pues, el nombramiento siempre tendrá que recaer en quien haya obtenido el mayor número de puntos". Precisó la Corporación que de lo contrario se produciría una arbitraria desnaturalización del concurso, acompañada del evidente desconocimiento de las calidades y del mérito del candidato, cuyas condiciones profesionales, morales y personales deben ser evaluadas durante el concurso mismo, de manera que el resultado final refleje la totalidad de los aspectos involucrados en la calificación, a punto tal de que no exista posibilidad legítima de dasatender las respectivas pautas y procedimientos, de donde se sigue que, una vez apreciados, la designación deberá efectuarse en favor de quien haya obtenido la más alta puntuación. (Cfr. Sentencia No. C-040 de 1995. M.P. Dr. Carlos Gaviria Díaz). En pronunciamiento posterior la Corte destacó lo siguiente: "En relación con los empleos sujetos a concurso público, la Constitución no atribuye al nominador poder discrecional alguno para su nombramiento. Frente al concurso, la administración carece de libertad para adoptar una solución diferente o privilegiar otra alternativa que considere sin embargo más apropiada para el interés público. Por el contrario, se parte de la premisa de que el interés público en este caso se sirve mejor acatando el resultado del concurso. La actuación administrativa en lo que respecta a estos empleos no es política y se desarrolla, por ende, de conformidad con estrictas reglas técnicas y objetivas. Si no fuera posible concebir este tipo de normas o expedidas éstas cumplirlas, la finalidad de conformar una administración eficiente y profesional  a través del indicado mecanismo estaría desprovista de sentido, y el sistema ordinario de nombramiento que ha debido escoger el Constituyente no habría podido ser otro que el de libre nombramiento y remoción. Distinta ha sido la decisión del Constituyente y a ella debe supeditarse la ley y la actuación de los funcionarios nominadores" (Sentencia No. C-O41 de 1995. M.P. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz). 6. En el evento que ahora se examina, la Sala advierte que efectivamente la peticionaria obtuvo la mejor calificación en el concurso y que el nominador al proveer el cargo público llamó en primer término al aspirante que ocupó el tercer puesto quien declinó el nombramiento,  siendo entonces llamado el segundo en la lista de elegibles. Esta sola circunstancia es suficiente para comprobar el quebrantamiento unilateral de las bases del concurso porque, como bien lo precisó la Corte: "...Establecer un concurso público y señalar un procedimiento que termina por no atribuir al vencedor el cargo o plaza objeto del mismo, elimina su esencia y lo despoja de su estímulo. Si en verdad se anuncia por el Estado que un empleo se va a nombrar por concurso y, en últimas se designa al tercero o al segundo mejores aspirantes, pero no al primero, se defrauda la confianza de este aspirante inducida en virtud de la convocatoria y, de este modo, igualmente, se asalta la buena fe de todos los restantes aspirantes que en teoría han emulado y se han presentado al concurso con miras a ser los primeros y así obtener en justa lid el premio a su mérito -socialmente comprobado- representado en este caso, por el consecuente nombramiento con apego al resultado objetivo del concurso. Si, en estas condiciones, el nombramiento recae en quien no es el primero en orden de méritos, ello será así en virtud de la libre voluntad del nominador que habrá transformado el sistema de vinculación a la función pública establecido en la Constitución y en la ley, asignándole en la práctica al empleo objeto del concurso el carácter de empleo de libre nombramiento y remoción". (Sentencia No. C-041 de 1995). C- EL CASO CONCRETO. Está plenamente demostrado que el accionante ocupó el primer lugar en el concurso y que no fue designado para el cargo. Esta situación da margen para la acción de tutela. Esta Sala en la citada T-326/95 había expresado: "En un caso similar al que ahora se aborda esta Sala de Revisión enfatizó "que la acción de tutela es un mecanismo protector de los derechos constitucionales fundamentales, de carácter subsidiario, por lo cual su procedencia se hace depender de que no existan otros medios de defensa a los que pueda acudir el interesado. Empero, esos otros medios judiciales deben tener, por lo menos, la misma eficacia de la tutela, para la protección del derecho de que se trate. Analizadas las circunstancias del caso concreto, se concluye que tales acciones no se revelan más eficaces  que la tutela, ya que, la decisión tardía del asunto, deja mientras tanto, intactas violaciones a los derechos a la igualdad y al trabajo..." (Sentencia No. T-298 de 1995). Estas apreciaciones coinciden con las vertidas por la Sala Segunda de Revisión en la sentencia No. T-256 de 1995, conforme a las cuales mediante el ejercicio de las acciones que pueden impetrarse ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo no se obtiene "el resultado deseado, cual es el de ser nombrado en el cargo correspondiente". Esta Sala reitera ese pronunciamiento y en armonía con él advierte que no existe contradicción entre lo aquí decidido y el fallo SU-458 de 1993 "porque en esta oportunidad se consideró la situación especial generada en virtud de las sentencias C-040/95 y C-041/95 y además, que la acción de nulidad y restablecimiento del derecho no es el mecanismo idóneo para amparar los derechos fundamentales que le fueron violados a la peticionaria" (M.P. Dr. Antonio Barrera Carbonell)..... Es de anotar que en esta misma providencia se ha dejado en claro que aún partiendo del supuesto del ejercicio de la potestad discrecional la ausencia de una justificación objetiva y razonable para preferir a concursantes distintos del situado en primer lugar torna patente el caráter arbitrario de la medida tomada en perjuicio de la accionante. Por lo demás, la Corte ha concedido la tutela en casos similares, sin que ello signifique que le esté otorgando efecto retroactivo a un fallo suyo. (Cfr. Sentencias T-256 y 298 de 1995)." Es pertinente reiterar lo definido en las Sentencias transcritas, o sea, se considera la acción de tutela como mecanismo idóneo de protección en el presente caso. En mérito de lo expuesto, la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional RESUELVE: PRIMERO.- REVOCAR la sentencia de 5 de abril de 1995 proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial, Sala Laboral, de Cartagena. SEGUNDO.- CONCEDER, por las razones expuestas en la part motiva de esta providencia, la tutela impetrada y, en consecuencia, se ordena al Director del Fondo de Previsión Social de Bolívar, que, en el término de un mes, contado a partir de la notificación de esta sentencia, proceda a efectuar el nombramiento de ROGER DAVILA MORENO como Almacenista, código 5030, grado 11, cargo para el cual se presentó a concurso público habiendo ocupado el primer lugar. TERCERO.- El Juzgado 1º Laboral de Cartagena  vigilará el estricto cumplimiento de lo ordenado en este fallo. CUARTO.- Líbrense las comunicaciones de que trata el artículo 36 del decreto 2591 de 1991. Cópiese, comuníquese, notifíquese, cúmplase. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Magistrado Ponente FABIO MORON DIAZ Magistrado VLADIMIRO NARANJO MESA. Magistrado MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO Secretaria General