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300 | T-068-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-068/95
FALLO DE TUTELA-Cumplimiento inmediato/FALLO DE TUTELA-Apelación
en el efecto devolutivo
La apelación de
sentencias de tutela se debe conceder en el efecto DEVOLUTIVO, por cuanto no
está permitido al a-quo suspender los efectos del fallo hasta que se resuelva
el asunto en segunda instancia. Si bien un fallo de tutela en primera instancia
puede ser recurrido por cualquiera de las partes dentro de los términos
establecidos por la ley, su cumplimiento por éstas es obligatorio mientras se
surte la segunda instancia, la cual, de confirmarlo, dejará en firme la
actuación del a-quo, pero en caso de revocarlo, dejará sin efectos totales o
parciales el fallo objeto de apelación, y producirá otros, los cuales las
partes deberán acatar.
FALLO DE TUTELA-Revisión en el efecto devolutivo
Todo fallo de
tutela que sea remitido para eventual revisión por la Corte Constitucional,
tiene plenos efectos, aún durante el trámite de la revisión, por cuanto según
lo prescrito en el artículo 35 del Decreto 2591 de 1991 con fundamento en el
artículo 86 de la Constitución Nacional, la revisión se concede en el efecto
devolutivo, esto es, sin que se suspendan las decisiones adoptadas en el fallo
correspondiente. Lo anterior ocurre sin perjuicio de que la Corporación, cuando
lo estime conveniente, adopte las medidas provisionales que considere
necesarias para proteger un derecho fundamental, según lo prescrito en el
artículo 7o. del mismo Decreto.
REF: EXPEDIENTE T- 54181
PETICIONARIO: Jesús Alfredo Casas Buitrago contra el
ex-Inspector de Policía Municipal de Ráquira, Juan Carlos Rodríguez Sanabria.
TEMA: Debido Proceso. Efecto devolutivo de la
apelación de sentencias de tutela.
MAGISTRADO
PONENTE:
HERNANDO HERRERA
VERGARA.
Santa Fe de Bogotá,
febrero veintidos (22) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Sexta de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los magistrados ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO, FABIO MORON DIAZ y HERNANDO HERRERA VERGARA, procede a
revisar la sentencia de primera instancia emanada del Juzgado Promiscuo de
Ráquira (Boyacá) el 25 de agosto de 1994, y el fallo de segunda instancia proferido
por el Juzgado Segundo Penal del Circuito de Chiquinquirá el 31 de octubre de
1994 en el proceso de tutela de la referencia.
I. ANTECEDENTES
El señor JESUS
ALFREDO CASAS BUITRAGO ha acudido al mecanismo de la tutela para la protección
de derechos fundamentales supuestamente violados como consecuencia de la
decisión tomada por el Ex-Inspector Municipal de Policía de Ráquira JUAN CARLOS
RODRIGUEZ SANABRIA, en el proceso adelantado por MARIA DEL CARMEN CASTILLO
FORERO contra GUZMAN BAUTISTA CASTILLO por posible DAÑO EN BIEN AJENO, por
cuanto en su condición de Inspector Municipal profirió una decisión de
contenido inhibitorio, y según el accionante, se omitieron una serie de pruebas
solicitadas en la querella, apoyándose para adoptar su decisión, del concurso
de peritos no aptos para rendir dictamen.
HECHOS
1. La señora MARIA
DEL CARMEN CASTILLO FORERO, es propietaria del lote de terreno denominado
"El Muelle", ubicado en la vereda La Candelaria Oriente de la
jurisdicción de Ráquira (Boyacá).
2. La señora
CASTILLO FORERO formuló denuncio penal por el supuesto daño en bien ajeno en
contra del señor GUZMAN BAUTISTA CASTILLO, por considerar que se había puesto
en peligro la medianería de la misma; que se configuraron además ligerezas y
omisiones por parte del funcionario en su actuación al omitir el contrato de
participación de medianería , además del incumplimiento del contrato
celebrado entre aquella y los antiguos dueños del predio, sobre el cual existe
caución para asegurar el cumplimiento del contrato, impuesta por la Inspección
Departamental de La Candelaria.
3. La señora
CASTILLO FORERO presentó un escrito dirigido al Inspector de la Candelaria, en
el que manifestó que el señor GUZMAN BAUTISTA CASTILLO cercó parte del predio,
pero que construyó un lavadero próximo a su medianería con el cual se le puede
causar daño. Dentro del proceso el Inspector efectuó una diligencia con el fin
de que las partes conciliaran en la Inspección de Ráquira pero con resultados
negativos.
4. El Inspector de
Policía Municipal de Ráquira, continuando con el proceso, procedió a realizar
una diligencia de Inspección sobre los predios materia de la litis con la
intervención de peritos, y al comprobar que no existían los daños denunciados,
resolvió darlo por terminado, inhibiéndose de continuarlo por no tipificarse
los elementos del delito denunciado, ordenando a su vez el archivo del mismo.
5. El accionante
manifiesta que dentro del respectivo proceso se cometieron irregularidades con
violación del derecho defensa, propiedad y debido proceso.
PRETENSIONES
Con fundamento en
los hechos expuestos y en el Decreto 2591 de 1991, el peticionario JESUS
ALFREDO CASAS BUITRAGO, actuando en representación de MARIA DEL CARMEN CASTILLO
FORERO, solicita que "se cancele la resolución dictada en el proceso el
día dos (2) de junio de 1994 . Se reponga la diligencia a costa del
responsable, ya que se sigue creyendo o dando crédito a un proceso en
"DAÑO EN BIEN AJENO".
II. LAS
DECISIONES JUDICIALES QUE SE REVISAN
1. Decisión de
Primera Instancia.
El Juez Promiscuo
Municipal de Ráquira, mediante auto, resolvió inadmitir la acción de tutela por
cuanto la demanda no reunía las exigencias de los artículos 10 y 14 del Decreto
2591 de 1991, y requirió al accionante para que dentro de los tres días
siguientes la corrijiera y la ampliara. Una vez cumplido lo anterior por parte
del señor JESUS ALFREDO CASAS BUITRAGO, el a-quo solicitó al Inspector de
Policía Municipal de Ráquira (Boyacá) poner a su disposición el proceso penal
en mención a fin de llevar a cabo una diligencia de Inspección Judicial. Así
mismo ordenó recibir los testimonios de los peritos que asistieron a la
diligencia, todo con el fin de verificar la posible vulneración del debido
proceso por parte del Inspector de ese entonces JUAN CARLOS RODRIGUEZ SANABRIA.
Las pruebas
recaudadas demostraron que efectivamente el Inspector de Policía Municipal de
Ráquira adelantó el proceso iniciado por la denuncia formulada por la señora
MARIA DEL CARMEN CASTILLO FORERO contra el señor GUZMAN BAUTISTA CASTILLO, y
comprobó que aparecen en el expediente que reposa en la Inspección de Policía
de Ráquira los siguientes documentos: denuncia de MARIA DEL CARMEN CASTILLO
FORERO en contra de GUZMAN BAUTISTA CASTILLO; documentos enunciados como
pruebas aportadas con la querella (copias del proceso policivo en el cual
BAUTISTA CASTILLO se comprometió a cumplir con el contrato de medianería, y que
cercaría lo que le correspondería); documento en el que MARIA DEL CARMEN
CASTILLO se quejó del señor BAUTISTA CASTILLO por cercar una parte del predio
con la construcción de un lavadero muy próximo a su medianería; auto que ordenó
la celebración de la audiencia de conciliación, y el acta en la que consta que
no se llegó a ningún acuerdo; auto de apertura de investigación por daño en
bien ajeno, en el que se ordenó recibir en indagatoria la declaración de
BAUTISTA CASTILLO, y se dispuso la práctica de otras diligencias; comunicación
dirigida al Personero informando la iniciación del proceso; indagatoria del
sindicado, y dentro de la misma diligencia, auto que ordenó la inspección
judicial sobre los predios, con designación de peritos; diligencia de
compromiso del sindicado para comparecer a la Inspección cuando fuera solicitado;
citación a los peritos; oficio para la Policía mediante el cual solicita su
colaboración en la diligencia; acta de inspección ocular, dentro de la cual el
Inspector accionado resolvió inhibirse de continuar el proceso y ordenó el
archivo de las diligencias por comprobar que no se presentaron los daños
denunciados; petición de expedición de copias de JESUS ALFREDO CASAS BUITRAGO;
y constancia secretarial de archivo.
Las declaraciones
juramentadas de los peritos HECTOR MISAEL VARGAS MURCIA y CARLOS JULIO SUAREZ
LEON, practicadas por el a-quo, ratifican el dictamen que rindieron en el curso
del proceso penal contra GUZMAN BAUTISTA CASTILLO, a través del cual afirmaron
que no existió daño alguno, y de haberlo, fue causado por la señora MARIA DEL
CARMEN CASTILLO FORERO.
Con fundamento en
las anteriores pruebas, el Juzgado Promiscuo Municipal de Ráquira, dictó
sentencia el veinticinco (25) de agosto de 1994, y resolvió "negar la
acción de tutela instaurado por la señora MARIA DEL CARMEN CASTILLO FORERO por
intermedio del señor JESUS ALFREDO CASAS BUITRAGO, por la supuesta violación al
derecho constitucional fundamental del debido proceso".
El Juzgado resolvió
negar la acción de tutela con base en los siguientes argumentos:
"Las
omisiones a que se refiere el solicitante y en las cuales dice que incurrió el
señor Ex-inspector Municipal de Policía de Ráquira se relacionan con algunas
pruebas, en parte, de las aportadas por la querellante cuando denunció
penalmente a GUZMAN BAUTISTA por DAÑO EN BIEN AJENO entre otras especialmente
el contrato de participación de medianería, una diligencia de caución suscrita
en la Inspección Departamental de Policía de La Candelaria y la confesión de
GUZMAN aceptando que no había dado cumplimiento al mencionado contrato, son evidencias
que no era necesario considerarlas o tomarlas en cuenta dentro de la inspección
que realizó el Inspector de Policía a los predios sobre los cuales se dijo que
se presentaron daños causados por el denunciado GUZMAN, pues allí precisamente
lo que se fue a establecer o constatar no era otra cosa que los daños
denunciados, luego la autoridad policiva contra la cual se instauró ésta
tutela, con su actuación no violó ningún derecho fundamental a la señora
CASTILLO FORERO.
De otro lado, se
desprende de la prueba allegada en éste asunto o a éste procedimiento, que el
señor Inspector Municipal de Policía adelantó en debida forma el proceso que
inició por DAÑO EN BIEN AJENO siendo denunciante la señora CASTILLO FORERO y
denunciado GUZMAN BAUTISTA y la decisión que tomara dentro de la
correspondiente inspección inhibiéndose de seguir conociendo del proceso fue
ajustada a la ley, debido a que constató la no existencia de daños en el predio
del cual se habló en la denuncia y más bien lo que observó fue negligencia de
ambas partes en el mantenimiento de la medianería a que se refieren, lo cual
constituye verdaderamente es un incumplimiento de contrato no investigable
penalmente, por lo que allí las partes acordaron en lo sucesivo hacer el debido
mantenimiento.
La prueba
practicada por éste juzgado para la resolución de ésta acción de tutela, esto
es, la diligencia de inspección judicial al proceso por DAÑO EN BIEN AJENO que
adelantó la Inspección Municipal de Policía de Ráquira y además los testimonios
de los peritos, son una muestra clara y fehaciente de que en realidad no se
presentó DAÑO EN BIEN AJENO, siendo por tanto atípica la serie de hechos
denunciados por la señora CASTILLO FORERO para el proseguimiento de un proceso
de tipo penal y en el sentir de éste juzgado, aquellos hechos se podrían tomar
como base para la prosecución de una acción civil.
Ahora, si la
denunciante CASTILLO FORERO y su esposo JESUS ALFREDO CASAS BUITRAGO, eran del
parecer de que efectivamente existió DAÑO EN BIEN AJENO, la señora CASTILLO
tuvo la oportunidad de apelar en forma verbal dentro de la diligencia de
Inspección donde el señor Inspector Municipal falló el proceso penal y no lo
hizo como en varias oportunidades lo refirió el señor CASAS en su escrito de
tutela y dejó pasar ese medio de defensa que le asistía en esa oportunidad,
medio que no le implicaba ningún gasto, si como se dice, carece de medios
económicos suficientes, situación ésta además que dicho sea de paso no es
cierta porque así se estableció en éste asunto."
Una vez notificado
el fallo al peticionario, éste interpuso recurso de apelación, y el Juez de
Primera Instancia expidió el siguiente auto fechado el treinta y uno (31) de
agosto de 1994 :
"En vista de
que se tiene facultad legal para recurrir, que el fallo reclamado en apelación
es susceptible de ese recurso y que este se interpuso en tiempo, se concede en
el EFECTO SUSPENSIVO, y para ante el señor juez Penal del Circuito
reparto de Chiquinquirá (Boyacá), el RECURSO DE APELACION interpuesto por el
señor JESUS ALFREDO CASAS BUITRAGO contra el auto de fecha veinticinco de
agosto de mil novecientos noventa y cuatro, dictado en esta Acción de
Tutela."(subrayado
fuera del texto)
2. Decisión de
segunda instancia.
El Juzgado Segundo
Penal del Circuito de Chiquinquirá dictó sentencia el treinta y uno (31) de
octubre de 1994, y resolvió confirmar la sentencia de primera instancia con
base en los siguientes argumentos:
"(...) el
derecho tutelado invocado en la presente acción de tutela no se especifica
claramente, pero deducimos que con la actuación del Inspector de Policía, se ha
violado el debido proceso y consecuentemente se ha violado el derecho de
propiedad (...)
(...) Conclúyase
de lo anterior que ninguna violación al debido proceso ha ocurrido en este caso
que aténte (sic) contra los derechos fundamentales del actor, siendo igualmente
improcedente la tutela, de conformidad con lo prescrito en el numeral 1 del
artículo 6o. del Decreto 2591 de 1991, pues las partes disponen de otros medios
para hacer valer su derecho de propiedad.
De otra parte la
acción de tutela no está consagrada para controvertir las pruebas de un proceso
judicial o administrativo, así como tampoco la errónea interpretación de las
normas aplicables en que incurra el funcionario. Una y otra vez deben ser
objeto de controversia dentro de la respectiva actuación y no fuera de
ella."
C. REMISION DEL
EXPEDIENTE A LA CORTE CONSTITUCIONAL
Una vez resuelta la
impugnación presentada por el peticionario, el Juzgado Segundo Penal del
Circuito de Chiquinquirá, dando cumplimiento a lo dispuesto por el inciso 2o.
del artículo 31 del Decreto 2591 de 1991, remitió el expediente a esta
Corporación para efectos de su eventual revisión. Después de haber sido
seleccionada y repartida, entra a la Sala Sexta de Revisión a quien
correspondió, a estudiar y fallar el asunto de la referencia.
III. CONSIDERACIONES
DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
PRIMERA .
COMPETENCIA.
La Corte
Constitucional es competente, a través de esta Sala de Revisión, para proferir
sentencia en relación con los fallos dictados por el Juzgado Promiscuo de
Ráquira y por el Juzgado Segundo Penal del Circuito de Chiquinquirá, con
fundamento en lo dispuesto por los artículos 86, inciso tercero, y 241 numeral
9o. de la Constitución Nacional.
SEGUNDA. EL CASO
OBJETO DE ESTUDIO.
Para entrar a
resolver, esta Sala de Revisión considera de gran importancia hacer algunas
precisiones:
1. Legimitidad en la
causa.
El artículo 10 del
Decreto 2591 de 1991 establece que:
"La acción
de tutela podrá ser ejercida, en todo momento y lugar, por cualquier persona
vulnerada o amenazada en uno de sus derechos fundamentales, quien actuará por
sí misma o a través de representante. Los poderes se presumirán auténticos.
También se pueden
agenciar derechos ajenos cuando el titular de los mismos no esté en condiciones
de promover su propia defensa. Cuando tal circunstancia ocurra, deberá
manifestarse en la solicitud.
También podrán
ejercerla el Defensor del Pueblo y los personeros municipales."
En el caso presente,
el señor JESUS ALFREDO CASAS BUITRAGO instauró acción de tutela contra el
Ex-Inspector de Policía de Ráquira JUAN CARLOS RODRIGUEZ SANABRIA por
considerar que la actuación de éste último dentro de la querella por presunto
daño en cosa ajena, vulneró derechos fundamentales de MARIA DEL CARMEN CASTILLO
FORERO, quien afirma es su esposa. En su corrección de la demanda advirtió que
obraba a nombre propio:
"Aclaro que
nó (sic) estoy representado a la demandante, pues en el proceso se me señala
por el demandado, pero no se me ha conferido ninguna autorización, la
demandante firmó la diligencia en estado de inferioridad por la imponencia
(sic) de peritos y funcionario y si nó (sic) lo hubiera hecho, hubiese firmado
un testigo, tampoco apeló por las circunstancias económicas que atravieza
(sic), porque para ella lo prudente hubiese sido una queja a la procuraduría
(sic)".
"(...) En
razón de que los bienes que se adquieren en unión marital, pertenecen a ambos,
no importa los titulos (sic), y la ley 54 de 1990 sustenta ese derecho al cual
me acojo."
El artículo 10 del
Decreto 2591 de 1991 establece la posibilidad de agenciar derechos ajenos
cuando el titular de los mismos no esté en condiciones de promover su propia
defensa.
Afirmó el actor en
la corrección de la demanda de tutela que: "En razón de que los bienes
que se adquieren en unión marital, pertenecen a ambos, no importa los titulos
(sic), y la ley 54 de 1990 sustenta ése derecho al cual me acojo". La
titularidad sobre el bien objeto de la querella por parte del señor CASAS
BUITRAGO le da legitimidad para ejercer la acción de tutela, pues una posible
vulneración de los derechos también lo afectaría.
Sobre la
legitimación en la causa para ejercer una acción de tutela, ha expresado la
Corte Constitucional:
"En primer
término debe destacarse el carácter informal que preside la concepción y el
diseño del instrumento tutelar puesto en manos de "toda persona", con
abstracción de específicas consideraciones, como corresponde a la prevalente
finalidad de protección de los derechos constitucionales fundamentales. Ese
carácter informal resulta igualmente predicable cuando se actúa por otro"
bien en ejercicio de representación judicial o en desarrollo de la agencia
oficiosa, eventos en los cuales, quien la ejerza no requiere acreditar
calidades especiales ni demostrar su condición de abogado titulado.(...)
Ahora bien, la
presentación de una acción de tutela supone la ocurrencia de una situación
específica y concreta de violación o amenaza de derechos constitucionales
fundamentales de los que es titular una determinada persona que los ve
menoscabados por el actuar de una autoridad pública o de un particular en los
casos y en las condiciones que la ley prevé, de modo que, en principio, la
acción de tutela no es mecanismo de protección de intereses genéricos o
abstractos radicados en cabeza de un conjunto de individuos indeterminados, sin
identificación de ninguna especie, con prescindencia absoluta de la específica
situación en que se encuentran y de la singular valoración que cada uno de
ellos tenga acerca de la eventual amenaza de sus derechos."1
Igualmente, la Corte
Constitucional se ha pronunciado sobre la presunción de buena fe en las
actuaciones de los particulares ante las autoridades, razón por la cual la
manifestación expresa de titularidad sobre el derecho de propiedad es mérito
suficiente para darle legitimidad a su actuación. Sobre este aspecto la
Corporación ha expresado:
"La
Constitución presume expresamente la buena fe en las actuaciones de los
particulares ante las autoridades. Dice la norma:
"Artículo
83. Las actuaciones de los particulares y de las autoridades públicas
deberán ceñirse a los postulados de la buena fe, la cual se presumirá en todas
las gestiones que aquellos adelanten ante éstas."
Y el decreto 2591
de 1991 señala, en materia de legitimación, lo siguiente:
"Artículo
10. Legitimidad e interés. La acción de tutela podrá ser ejercida, en
todo momento y lugar, por cualquier persona vulnerada o amenazada en uno de sus
derechos fundamentales, quien actuará por sí misma o través de representante.
Los poderes se presumirán auténticos.
"También se
pueden agenciar derechos ajenos cuando el titular de los mismos no esté en
condiciones de promover su propia defensa. Cuando tal circunstancia ocurra,
deberá manifestarse en la solicitud.
"También
podrán ejercerla el Defensor del Pueblo y los personeros municipales." (se
subraya)
Es decir, el Juez
debió pronunciarse sobre lo solicitado por el actor, pues el señor Briceño, en
su escrito, en forma expresa, manifestó que actuaba como Presidente de la Junta
de Acción Comunal y en su propio nombre.
En concepto de la
Sala, en principio, el actor sí tenía legitimación e interés para presentar
esta acción de tutela, y el Juez debió dictar sentencia de fondo con base en
este hecho, y no simplemente declarar su improcedencia".2
2. La acción de
tutela como mecanismo de protección del debido proceso.
La Corte
Constitucional se ha pronunciado en numerosas ocasiones tutelando los derechos
de los accionantes correspondientes, con el fin de proteger el derecho al
debido proceso administrativo o judicial cuando, como consecuencia de la
conducta de las autoridades, se desconoce aquella garantía poniendo en peligro
o vulnerando derechos fundamentales de las personas. Pero también ha sido
enfática en no tutelar el debido proceso cuando se pretenden revivir etapas
procesales ya concluídas, como ocurre en el caso en estudio, en el que se
solicita que se "cancele" una decisión judicial, cuando no se
interpuso contra ella el recurso correspondiente de manera oportuna.
En el caso presente,
de acuerdo con las pruebas practicadas por el Juzgado Promiscuo de Ráquira, el
Inspector de Policía de entonces JUAN CARLOS RODRIGUEZ SANABRIA observó todas
las reglas propias del debido proceso: acogió la denuncia, citó para
indagatoria al señor GUZMAN BAUTISTA CASTILLO y recibió su declaración; le
conminó a suscribir una diligencia de compromiso para que compareciera al
Despacho periódicamente; buscó lograr un acuerdo conciliatorio para el respeto
de las condiciones de la medianería; practicó pruebas (inspección ocular con
intervención de peritos); y al llegar al convencimiento pleno de que los hechos
sobre los cuales la señora MARIA DEL CARMEN CASTILLO FORERO no fueron probados,
y quedando establecido que no hubo ninguna conducta antijurídica imputable al
denunciado, decretó auto inhibitorio en la misma diligencia de inspección
ocular, y ordenó archivar las diligencias respectivas, sin que impidiera a las
partes interponer los recursos legales correspondientes.
Los argumentos que
expresó el señor JESUS ALFREDO CASAS BUITRAGO sobre la situación económica de
MARIA DEL CARMEN CASTILLO FORERO y su posible estado de inferioridad por la
presencia de los peritos en la diligencia de inspección, como cualquier
cuestionamiento sobre las calidades personales o el comportamiento de los
peritos, no fueron probados en desarrollo del presente proceso de tutela. Por
lo tanto, no existió vulneración alguna del debido proceso de la señora MARIA
DEL CARMEN CASTILLO FORERO, ni de algún otro derecho del señor JESUS ALFREDO
CASAS BUITRAGO, razón por la cual se confirmarán el fallo de primera instancia,
en cuanto negó la tutela de los derechos de las citadas personas, y la
providencia de segunda instancia, en cuanto ratificó la decisión del a-quo.
3. Efectos de la
apelación de un fallo de tutela.
El señor JESUS
ALFREDO CASAS BUITRAGO se notificó del fallo fechado el 25 de agosto de 1994
del Juzgado Promiscuo Municipal de Ráquira oportunamente, e interpuso recurso
de apelación contra el mismo.
El citado Juzgado,
mediante auto del 31 de agosto de 1994 concedió el recurso de apelación "en
el efecto SUSPENSIVO". Sobre la decisión adoptada en esta providencia,
la Corte Constitucional debe precisar que la apelación de sentencias de tutela
se debe conceder en el efecto DEVOLUTIVO, por cuanto no está permitido al a-quo
suspender los efectos del fallo hasta que se resuelva el asunto en segunda
instancia, según lo señala el artículo 86 de la Constitución Nacional, cuyo
inciso segundo establece que "El fallo, que será de inmediato
cumplimiento, podrá impugnarse ante el juez competente y, en todo caso,
este lo remitirá a la Corte Constitucional para su eventual revisión".
(Subrayado fuera del texto). La norma constitucional citada es desarrollada por
el inciso primero del artículo 31 del Decreto 2591 de 1991:
"Dentro de
los tres días siguientes a su notificación el fallo podrá ser impugnado por el
Defensor del Pueblo, el solicitante, la autoridad pública o el representante
del órgano correspondiente, sin perjuicio de su cumplimiento inmediato."
(subrayado fuera del texto).
De lo anterior se
concluye que, si bien un fallo de tutela en primera instancia puede ser recurrido
por cualquiera de las partes dentro de los términos establecidos por la ley, su
cumplimiento por éstas es obligatorio mientras se surte la segunda instancia,
la cual, de confirmarlo, dejará en firme la actuación del a-quo, pero en caso
de revocarlo, dejará sin efectos totales o parciales el fallo objeto de
apelación, y producirá otros, los cuales las partes deberán acatar. Si bien
esta circunstancia no modifica para nada las decisiones de tutela objeto de
revisión en el presente caso, se debe prevenir al Juez de primera instancia
para que en el futuro decida con base en lo preceptuado por la citada
disposición.
Debe destacarse
también que todo fallo de tutela que sea remitido para eventual revisión por la
Corte Constitucional, tiene plenos efectos, aún durante el trámite de la
revisión, por cuanto según lo prescrito en el artículo 35 del Decreto 2591 de
1991 con fundamento en el artículo 86 de la Constitución Nacional, la revisión
se concede en el efecto devolutivo, esto es, sin que se suspendan las decisiones
adoptadas en el fallo correspondiente. Lo anterior ocurre sin perjuicio de que
la Corporación, cuando lo estime conveniente, adopte las medidas provisionales
que considere necesarias para proteger un derecho fundamental, según lo
prescrito en el artículo 7o. del mismo Decreto.
Por todo lo
anterior, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional procederá a
confirmar los fallos proferidos en primera y segunda instancia, a través de los
cuales se dispuso negar la tutela propuesta por JESUS ALFREDO CASAS BUITRAGO,
aclarando que los efectos de los fallos de tutela objeto de apelación no pueden
suspenderse, dado el efecto inmediato de los mismos, de manera que la
impugnación respectiva se concede en el efecto devolutivo y no en el suspensivo.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E
PRIMERO. Confirmar el fallo proferido por el Juzgado
Segundo Penal del Circuito de Chiquinquirá el día 31 de octubre de 1994, que
confirmó la sentencia dictada por el Juzgado Promiscuo de Ráquira (Boyacá) del
25 de agosto de 1994, por medio de la cual se negó la tutela propuesta por
JESUS ALFREDO CASAS BUITRAGO.
SEGUNDO. Háganse las advertencias de que trata la
parte motiva de esta providencia.
Notifíquese,
cópiese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado Ponente
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
1 Sentencia No. T- 066 de 1994. Magistrado Ponente: Dr. Hernando
Herrera Vergara
2 Sentencia No. T- 082 de 1994. Magistrado Ponente: Dr. Jorge
Arango Mejía. |
301 | T-074-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-074/95
ACCION DE TUTELA
CONTRA MEDIOS DE COMUNICACION
La acción de tutela procede contra los
medios de comunicación, tanto si están a cargo de una entidad pública como si
pertenecen a una persona natural o jurídica privada. La legislación da lugar a
la tutela como mecanismo de defensa específico para el derecho que, según el
artículo 20 de la Constitución, tiene toda persona frente a los medios de
comunicación para que éstos rectifiquen, en condiciones de equidad, las
informaciones falsas, erróneas, inexactas o incompletas que respecto de ellas
hayan difundido. Tan sólo se puede acudir a la vía judicial cuando se haya
agotado, sin obtener éxito, la solicitud de rectificación ante el mismo medio.
SECRETO
PROFESIONAL
El secreto profesional, si bien resulta
aplicable a diferentes actividades según su naturaleza, tiene particular
relevancia en el campo periodístico, ya que implica la reserva de las fuentes
informativas, garantía ésta que, sobre la base de la responsabilidad de los
comunicadores, les permite adelantar con mayor eficacia y sin prevención las
indagaciones propias de su oficio. Esto repercute en las mayores posibilidades
de cubrimiento y profundización de los acontecimientos informados y, por tanto,
en la medida de su objetivo y ponderado uso, beneficia a la comunidad, en
cuanto le brinda conocimiento más amplio de aquéllos.
DERECHO A LA
INFORMACION
El derecho a la información, es de doble
vía, con lo cual se quiere significar que puede ser reclamado tanto por el
sujeto activo como por los sujetos pasivos de la relación informativa, es
decir, por quien emite las informaciones y por quien las recibe. Este último
puede exigir que le sean suministradas con veracidad e imparcialidad y aquél,
por la misma razón, tiene a su cargo los deberes correlativos. Si quien informa
responde por las informaciones que entrega, su actividad puede dar lugar a que
los afectados inicien contra él las pertinentes acciones civiles y penales en
relación con los daños de una u otra naturaleza, causados por la difusión de
aquéllas.
RECTIFICACION DE
INFORMACION-Naturaleza/DERECHO
A LA RECTIFICACION
El afectado por informaciones falsas,
erróneas, inexactas o incompletas, que lesionen su honra o su buen nombre,
tiene un derecho, que hoy es de rango constitucional, a obtener del medio que
las haya difundido la correspondiente rectificación en condiciones de equidad.
El de rectificación es un derecho de la misma naturaleza fundamental del que
tiene el sujeto activo a informar y de los derechos a la honra y al buen
nombre, que por su conducto se protegen. Por eso, el medio que se niega a
rectificar, debiendo hacerlo, puede ser forzado a cumplir la obligación
correlativa que le es exigible mediante el ejercicio de la acción de tutela.
RECTIFICACION DE
INFORMACION FALSA/REVISTA SEMANA
La rectificación
parte del supuesto de una información falsa, errónea o desfigurada, por lo
cual, establecido el agravio, únicamente se entiende que el medio ha
rectificado cuando, con igual despliegue e importancia y por el mismo conducto
utilizado inicialmente, el informador reconoce haberse equivocado, no en otras
materias -aunque se refieran a la misma persona-, sino precisamente en el
asunto objeto del error o equívoco. En el caso sometido a examen, la revista
"Semana" divulgó una información según la cual el accionante había
sido solicitado en extradición por el delito de narcotráfico por las
autoridades peruanas. Esta noticia no fue confirmada por el medio.
MEDIOS DE
COMUNICACION-Responsabilidad
por informaciones sin autor conocido
Al no estar suscrita la información por
persona alguna podría pensarse que no hay directo responsable. La Corte
considera, sin embargo, que semejante conclusión sería no solamente injusta
sino que generaría la impunidad por la violación de los derechos fundamentales
y, contra el mandato constitucional, haría al medio de comunicación
irresponsable. En efecto, cuando se presenta tal circunstancia no sólo se
involucra el medio sino quien lo dirige, en cuanto ha asumido su representación
desde el punto de vista informativo y tiene a su cargo las responsabilidades
inherentes a la difusión de informaciones. Dada su función, se supone que el
Director conoce la información que habrá de propagar a través del medio que
orienta, de lo cual se deriva su propia obligación de verificar que ella se
ajuste a la realidad y tenga el respaldo probatorio suficiente como para
hacerla pública.
RECTIFICACION DE
INFORMACION-Oportunidad/ANTECEDENTES
PENALES-Improcedencia de su publicación
Dado que la rectificación no se produjo
oportunamente y puesto que, varias semanas después, cuando se publicó la carta
del solicitante, el semanario agregó nuevos datos, carentes de todo respaldo,
resulta indudable que fueron lesionados los derechos a su honra y a su buen
nombre y que, por otra parte, se desconoció la presunción de inocencia que lo
favorecía, según el artículo 29 de la Carta, mientras no fuera desvirtuada
-previo un debido proceso- por decisión judicial en firme. A juicio de la
Corte, si de antecedentes penales se trataba, la revista "Semana" ha
debido aplicar lo previsto en el artículo 248 de la Constitución Política:
"Unicamente las condenas proferidas en sentencias judiciales en forma
definitiva tienen la calidad de antecedentes penales y contravencionales en
todos los órdenes legales".
-Sala Quinta de Revisión-
Ref.: Expediente
T-49554
Acción de tutela
instaurada por JOSE MANUEL CRUZ AGUIRRE contra la Revista "SEMANA" y
su Director, MAURICIO VARGAS LINARES.
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., según consta en acta del veintitrés (23) de
febrero de mil novecientos noventa y cinco (1995).
Se revisa el fallo
proferido en el asunto de la referencia por el Juzgado Treinta y Dos Penal del
Circuito de Santa Fe de Bogotá.
I. INFORMACION PRELIMINAR
En su edición número
636 (julio 12-19 de 1994), la Revista "Semana", que se publica en
Santa Fe de Bogotá, incluyó una crónica titulada "Pelota Caliente" en
la que, al desarrollar el tema de la influencia del narcotráfico en el fútbol
profesional colombiano, se hizo la siguiente afirmación respecto del
demandante:
"Mientras
tanto, al Deportes Tolima llegaba José Manuel Cruz Aguirre, solicitado en
extradición por narcotráfico por las autoridades peruanas."
El 11 de agosto de 1994, el aludido se
dirigió por escrito al Director del medio, MAURICIO VARGAS LINARES,
solicitándole que, en las mismas condiciones publicitarias, rectificara lo
informado, por considerar que con la publicación en referencia, que tildó de
falaz, se enlodaba su nombre y se empañaba su imagen de hombre de negocios y de
empresa.
En la edición número 647 (septiembre 27 a 4
de octubre de 1994), ya después de instaurada la acción de tutela, bajo el
título "La Pelota Caliente", la Revista publicó el texto de la carta
remitida por el afectado, pero, inmediatamente después, agregó:
"N. de la R.:
El señor José Manuel Cruz Aguirre se encuentra reseñado en la Dijin por
violación al Estatuto Antiterrorista según fuentes de esa entidad. Según el
diario "El Tiempo" del 31 de diciembre de 1989, página 7-A, fue
detenido por posesión de marihuana. Además su nombre aparece mencionado en los
libros "Los jinetes de la coca" y "Los amos del juego", en
donde se afirma que fue solicitado en extradición por las autoridades peruanas
y que tiene pendiente un proceso en Estados Unidos por tráfico de
cocaína".
Al elevar Cruz Aguirre la acción de tutela
pretendió que se rectificara la información publicada en las mencionadas
ediciones 636 y 647.
II. DECISION JUDICIAL REVISADA
Después de ordenar y practicar algunas
pruebas, que esta Corte juzga pertinentes y conducentes para resolver sobre la
acción instaurada, el Juzgado Treinta y Dos Penal del Circuito de Santa Fe de
Bogotá profirió la Sentencia de fecha veintiocho (28) de septiembre de 1994,
mediante la cual se concedió la tutela, ordenando a la Dirección de la Revista
"Semana" que, en cualquiera de las siguientes tres ediciones de su
tiraje normal, procediera a publicar con el mismo despliegue el texto completo
de la nota remitida por el accionante, al igual que la carencia de antecedentes
que por narcotráfico y enriquecimiento ilícito se le endilgaban.
Consideró la Juez que la acción de tutela
era procedente a la luz de los artículos 86 de la Constitución y 42 del Decreto
2591 de 1991.
Tuvo en cuenta el Juzgado que, en respuesta
a un oficio suyo, la Subdirección de la Policía Judicial e Investigación,
Unidad Central de Criminalística y la Sección contra delitos de narcotráfico
aseveraron que José Manuel Cruz Aguirre no registraba antecedentes penales y,
específicamente, no los presentaba por delitos relacionados con narcotráfico y
conexos.
"Quiere decir lo anterior -dijo el
fallo- que la información suministrada al Juzgado por la Revista Semana, ante
los requerimientos del Juzgado, carece de veracidad y, si esto es así, es obvio
que el artículo que dió origen a la presente acción de tutela ha atentado
contra la honra, buen nombre y derecho a información veraz e imparcial del aquí
accionante, situación que obviamente conlleva a resolver favorablemente su
petición".
Para la Juez, la publicación quiso o creyó
haber satisfecho el requerimiento que se le hizo de publicar la rectificación
del quejoso vertiendo en la publicación el texto casi completo de ella. La
transcripción de dicha comunicación -según la providencia- no fue suficiente,
menos aun cuando a renglón seguido se insistió en los calificativos
atentatorios del buen nombre del querellante, especificando que esa información
había sido tomada de ediciones del diario "El Tiempo" de hace varios
años.
III CONSIDERACIONES DE LA CORTE
CONSTITUCIONAL
Competencia
Esta Corte es competente para revisar la
sentencia mencionada, pues así lo disponen los artículos 86 y 241, numeral 9,
de la Constitución Política y el Decreto 2591 de 1991.
Acción de tutela contra medios de
comunicación
La acción de tutela procede contra los
medios de comunicación, tanto si están a cargo de una entidad pública como si
pertenecen a una persona natural o jurídica privada.
En el primer caso se trata del ejercicio
del poder público en una modalidad que, por sus mismas características, puede
vulnerar derechos fundamentales. En el segundo, la posibilidad de solicitar
protección judicial por esta vía encuentra sustento -como lo dijo el fallo de
instancia- en el artículo 86 de la Constitución y en el 42 del Decreto 2591 de
1991.
En efecto, la norma constitucional limita
la procedencia de la acción contra los particulares a los casos contemplados
por la ley, cuando aquéllos estén encargados de la prestación de un servicio
público, su conducta afecte grave y directamente el interés colectivo o se
configure la subordinación o la indefensión del demandante.
Por su parte, el Decreto 2591 de 1991 -que
contiene las normas legales reguladoras de la acción de tutela, según las
disposiciones transitorias de la Carta Política- establece en su artículo 42
que cabe la protección judicial cuando se solicite la rectificación de informaciones
inexactas o erróneas, exigiendo al respecto que el accionante anexe la
transcripción de la información o la copia de la publicación y de la
rectificación solicitada y no publicada en condiciones que aseguren su
eficacia.
Como se observa, la legislación da lugar a
la tutela como mecanismo de defensa específico para el derecho que, según el
artículo 20 de la Constitución, tiene toda persona frente a los medios de
comunicación para que éstos rectifiquen, en condiciones de equidad, las
informaciones falsas, erróneas, inexactas o incompletas que respecto de ellas
hayan difundido.
Desde luego, tan sólo se puede acudir a la
vía judicial cuando se haya agotado, sin obtener éxito, la solicitud de
rectificación ante el mismo medio.
Sobre el particular ha señalado esta Corte:
"Lo que se
busca es dar oportunidad al medio sobre cuya información hay inconformidad,
para que rectifique o aclare. En este como en otros campos, es preciso partir
de la base de la buena fe y, siendo posible que el medio de comunicación no
hubiese tenido intención o voluntad de agravio, es menester que se le permita
corregir lo dicho o escrito antes de plantearle un conflicto judicial."
(Cfr. Corte Constitucional. Sala Tercera de Revisión. Sentencia T-512 del 9 de
septiembre de 1992).
En el evento sub-lite, la pretensión
del peticionario era la de que un medio impreso -la revista "Semana"-
rectificara una información falsa que afectaba su reputación y, hasta el
momento de presentar la demanda, aunque lo solicitó por escrito, nada había
obtenido.
No cabe duda, entonces, acerca de que la
acción de tutela era procedente.
Los límites del derecho a la información
Garantía constitucional de primer orden ha
sido otorgada en la Carta vigente a la actividad periodística.
El artículo 20, después de plasmar la
libertad que tiene toda persona de expresar su pensamiento y opiniones, asegura
las de informar y recibir información veraz e imparcial y fundar medios masivos
de comunicación.
La norma declara que los medios son libres
y excluye la censura, a la vez que el artículo 73 ibidem otorga
protección especial al ejercicio del periodismo, en garantía de la libertad e
independencia profesionales de quienes lo tienen a cargo.
El artículo 74 de la Constitución consagra
el derecho de acceso a los documentos públicos como regla general cuyas
excepciones únicamente puede establecer el legislador. Con ello se eliminan las
barreras administrativas levantadas muchas veces con el objeto de obstaculizar
toda labor investigativa de la prensa para ocultar al público hechos que tiene
derecho a conocer.
El secreto profesional -allí mismo
previsto-, si bien resulta aplicable a diferentes actividades según su
naturaleza, tiene particular relevancia en el campo periodístico, ya que
implica la reserva de las fuentes informativas, garantía ésta que, sobre la
base de la responsabilidad de los comunicadores, les permite adelantar con
mayor eficacia y sin prevención las indagaciones propias de su oficio. Esto
repercute en las mayores posibilidades de cubrimiento y profundización de los
acontecimientos informados y, por tanto, en la medida de su objetivo y
ponderado uso, beneficia a la comunidad, en cuanto le brinda conocimiento más
amplio de aquéllos.
Este conjunto normativo, que hace parte del
Derecho Constitucional de las comunicaciones, fortalece el espíritu democrático
de nuestras instituciones y favorece la participación colectiva en la toma de
decisiones y en el curso ordinario de la vida en sociedad (artículos 1º y 2º
C.P.).
Lo dicho no obsta para que, al amparo de la
misma preceptiva constitucional, se haya fortalecido el concepto de
responsabilidad de los medios y de los periodistas por el contenido y los
alcances de las informaciones que difunden, la cual tiene soporte en que no se
trata de una libertad de carácter absoluto.
El derecho a la información, como lo ha
subrayado la jurisprudencia, es de doble vía, con lo cual se quiere
significar que puede ser reclamado tanto por el sujeto activo como por los
sujetos pasivos de la relación informativa, es decir, por quien emite las
informaciones y por quien las recibe. Este último puede exigir que le sean
suministradas con veracidad e imparcialidad y aquél, por la misma razón, tiene
a su cargo los deberes correlativos.
La Corte ha señalado al respecto:
"El de la
información es un derecho de doble vía, en cuanto no está contemplado,
ni en nuestra Constitución ni en ordenamiento ni declaración alguna, como la
sola posibilidad de emitir informaciones, sino que se extiende necesariamente
al receptor de las informaciones y, más aún, como ya se dijo, las normas
constitucionales tienden a calificar cuáles son las condiciones en que el
sujeto pasivo tiene derecho a recibir las informaciones que le son
enviadas.(...)
Lo cual significa,
por lo tanto, que no siendo un derecho en un solo y exclusivo sentido, la
confluencia de las dos vertientes, la procedente de quien emite informaciones y
la alusiva a quien las recibe, cuyo derecho es tan valioso como el de aquél, se
constituyen en el verdadero concepto del derecho a la información. En él
aparece, desde su misma enunciación, una de sus limitantes: el derecho a
informar llega hasta el punto en el cual principie a invadirse la esfera del
derecho de la persona y la comunidad, no ya únicamente a recibir las informaciones
sino a que ellas sean veraces e imparciales. De donde surge como lógica e
ineluctable consecuencia que las informaciones falsas, parciales o manipuladas
no corresponden al ejercicio de un derecho sino a la violación
de un derecho, y como tal deben ser tratadas desde los puntos de vista
social y jurídico". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Tercera de Revisión.
Sentencia T-512 del 9 de septiembre de 1992).
Agregó sobre el tema la Sala Quinta de
Revisión:
"...el derecho
a la información es de doble vía, característica trascendental
cuando se trata de definir su exacto alcance: no cobija únicamente a quien
informa (sujeto activo) sino que cubre también a los receptores del mensaje
informativo (sujetos pasivos), quienes pueden y deben reclamar de aquel, con
fundamento en la misma garantía constitucional, una cierta calidad
de la información. Esta debe ser, siguiendo el mandato de la misma norma que
reconoce el derecho, "veraz e imparcial". Significa ello que no se
tiene simplemente un derecho a informar, pues el Constituyente ha calificado
ese derecho definiendo cuál es el tipo de información que protege. Vale decir,
la que se suministra desbordando los enunciados límites -que son implícitos y
esenciales al derecho garantizado- realiza anti-valores (falsedad, parcialidad)
y, por ende, no goza de protección jurídica; al contrario, tiene que ser
sancionada y rechazada porque así lo impone un recto entendimiento de la
preceptiva constitucional". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de
Revisión. Sentencia T-332 del 12 de agosto de 1993).
Así, pues, si quien informa responde por
las informaciones que entrega, su actividad puede dar lugar a que los afectados
inicien contra él las pertinentes acciones civiles y penales en relación con
los daños de una u otra naturaleza, causados por la difusión de aquéllas.
A la vez, en cuanto se trata de una
responsabilidad social, la colectividad -receptora y procesadora del
material informativo- tiene pleno derecho a sancionar, con su rechazo, el
comportamiento indebido de quienes, abusando de la especial protección ofrecida
por el sistema jurídico a la actividad periodística, causan daño al
conglomerado o perjudican a personas en concreto. Y, por supuesto, el Estado,
al que corresponde, según los artículos 2 y 15 de la Carta, respetar y hacer
respetar los derechos fundamentales a la intimidad, a la honra y al buen nombre
de las personas, exigir títulos de idoneidad, inspeccionar y vigilar el
ejercicio de las profesiones (artículo 26 C.P.), puede actuar, en los términos
de la Constitución, para impedir y castigar abusos.
La obligación de rectificar. Necesidad de
previa confirmación de lo que se publica, en especial si afecta la honra o el
buen nombre de personas en concreto.
El afectado por informaciones falsas, erróneas,
inexactas o incompletas, que lesionen su honra o su buen nombre, tiene un
derecho, que hoy es de rango constitucional, a obtener del medio que las haya
difundido la correspondiente rectificación en condiciones de equidad (artículo
20 C.P.).
Se trata de un valioso instrumento que
busca restablecer, al menos en el caso de la información respectiva, un
equilibrio entre el poder de los medios de comunicación y la impotencia en que
se encuentra, frente a ellos, la persona.
Ha dicho la Corte en torno al tema:
"Desde el punto
de vista de informaciones falsas, erróneas o inexactas públicamente difundidas,
aspecto al cual alude el precepto constitucional, la rectificación en
condiciones de equidad implica que quien las propaló corrija o modifique su
dicho, también públicamente y con igual despliegue, a fin de restablecer el
derecho vulnerado. En caso de controversia acerca de si se dieron o no las
condiciones de equidad exigidas por el Constituyente al efectuarse la
rectificación de informaciones, queda en manos del juez la evaluación y la
decisión correspondientes en el caso particular". (Cfr. Corte
Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-332 del 12 de agosto de
1993).
El de rectificación es un derecho de la
misma naturaleza fundamental del que tiene el sujeto activo a informar y de los
derechos a la honra y al buen nombre, que por su conducto se protegen. Por eso,
el medio que se niega a rectificar, debiendo hacerlo, puede ser forzado a
cumplir la obligación correlativa que le es exigible mediante el ejercicio de
la acción de tutela.
Es que, cuando un medio de comunicación
rectifica, no concede una gracia ni hace un favor al ofendido. Apenas da
cumplimiento a una de sus más elementales obligaciones.
Bien se sabe que, de todas maneras, algo
queda de la especie difundida y, por tanto, el resarcimiento no es total, pero,
por lo menos, se facilita al perjudicado su futura defensa a través de una
constancia originada en quien causó el agravio.
Claro está, como la Corte lo ha puesto de
presente, la rectificación se impone al medio tan sólo en la medida en que
objetivamente aparezca que se ha equivocado. Mal podría pretenderse una pública
corrección de aquello que probadamente es verdadero. De allí que un medio
informativo pueda negarse a rectificar, siempre que lo haga fundadamente,
cuando está convencido de la veracidad de las informaciones objeto de reclamo.
La Corte debe insistir en lo siguiente:
"Si el medio de
comunicación se equivocó públicamente, debe rectificar públicamente. Y lo debe
hacer con honestidad y con franqueza, sin acudir al fácil expediente de
disimular su falta de veracidad u objetividad trasladando a la persona
lesionada la responsabilidad de desempeñar el papel que en justicia debe
cumplir el autor de las afirmaciones materia de rectificación. Si el medio
habló en primera persona para difundir la especie falsa o inexacta en cuya
virtud se hirió la honra o el buen nombre de un miembro de la sociedad, éste
tiene derecho, garantizado por la Carta, a que también en primera persona el
medio reconozca pública y abiertamente el error cometido.
Claro está, todo lo
dicho vale dentro del supuesto de que en realidad las aseveraciones difundidas
presenten cualquiera de las características enunciadas (inexactitud, falsedad,
tergiversación, falta de objetividad), ya que, de no ser así, el medio puede
reafirmarse en lo dicho, aportando públicamente las pruebas que acreditan la
veracidad e imparcialidad de lo informado". (Cfr. Corte Constitucional.
Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-332 del 12 de agosto de 1994).
Obviamente, tal posición del medio exige un
previo respaldo, que se deriva de la confirmación acerca del contenido de lo
informado.
Por el sólo hecho de publicar algo, el
medio respectivo se responsabiliza de lo publicado. Si ha recurrido a terceros
en calidad de fuentes y hace públicos los datos que ellos suministran, sin
ocuparse en su verificación, asume los riesgos inherentes al crédito que les ha
concedido.
La práctica de confirmar las noticias que
se difunden es un comportamiento que se desprende de la ética periodística y de
la indispensable lealtad hacia los receptores de ellas. Desde el punto de vista
jurídico, tiene que ver con la responsabilidad social incorporada a todo
ejercicio del derecho a informar. La confirmación salvaguarda la credibilidad
del informador y simultáneamente neutraliza la eventual reacción de quien
temerariamente aspire a rectificar lo que encuentra sustento en hechos reales y
probados. A juicio de la Corte, representa una verdadera garantía del derecho a
la información en cuanto fortalece y afirma la certeza colectiva.
Ahora bien, la rectificación parte del
supuesto de una información falsa, errónea o desfigurada, por lo cual,
establecido el agravio, únicamente se entiende que el medio ha rectificado
cuando, con igual despliegue e importancia y por el mismo conducto utilizado
inicialmente, el informador reconoce haberse equivocado, no en otras materias
-aunque se refieran a la misma persona-, sino precisamente en el asunto objeto
del error o equívoco.
En el caso sometido a examen, la revista
"Semana" divulgó una información según la cual el accionante había
sido solicitado en extradición por el delito de narcotráfico por las
autoridades peruanas.
Esta noticia no fue confirmada por el
medio, pues en el expediente obran copias de los oficios expedidos los días 28
y 29 de septiembre por los ministerios de Relaciones Exteriores y de Justicia,
en los cuales puede leerse respectivamente:
l) "En atención
a su oficio No. 892 del 27 de los corrientes, me permito informarles que en el
archivo de esta Oficina en la cual se encuentran las extradiciones que están en
trámite, no reposa documentación relacionada con el señor JOSE MANUEL CRUZ
AGUIRRE; por consiguiente, su petición fue trasladada por competencia al
Ministerio de Justicia y del Derecho mediante oficio OJ.E.256S con fecha del
día de hoy, del cual anexo copia". (Fl. 294).
2) "En atención
al oficio 892 del 27 de septiembre de 1994, dirigido al Jefe de la Oficina
Jurídica del Ministerio de Relaciones Exteriores, remitido a esta oficina vía
Fax el 28 de los corrientes, atentamente me permito informar a usted, que
revisados los archivos que se llevan en esta oficina hasta el día 28 de
septiembre de 1994, no se encontró solicitud de extradición por parte de ningún
país contra: JOSE MANUEL CRUZ AGUIRRE, identificado con la cédula de ciudadanía
17.063.784 de Bogotá". (Fl. 295).
No cabe duda, entonces, de que la
información aparecida en la crónica titulada "Pelota caliente"
(Edición 636-julio 12 al 19 de 1994) era falsa, por lo cual la revista estaba
obligada a rectificar, expresando que Cruz Aguirre no había sido solicitado en
extradición por ningún Estado, según los informes de las autoridades
competentes. Estos han debido ser obtenidos por la publicación antes de
informar o, a más tardar, cuando se pidió la rectificación.
Hasta la fecha de esta providencia, la
aludida rectificación no se ha producido, pues lo aparecido en las ediciones
647 (septiembre 27 a octubre 4) y 650 (18 a 25 de octubre) no desmiente la
versión objeto de reclamo, es decir, que el accionante había sido solicitado en
extradición por las autoridades peruanas, sino que, por el contrario, en la
primera de aquéllas se agregan nuevas incriminaciones.
Así las cosas, la transcripción que en la
segunda de las mencionadas ediciones se hizo de los oficios a cuyo tenor el
peticionario no registraba antecedentes penales apenas contradecía lo afirmado
por la revista en su edición de septiembre 27, dejando de lado lo concerniente
a la solicitud de extradición.
En consecuencia, "Semana" ha
debido reconocer en público que a éste último respecto se había equivocado.
La responsabilidad por la publicación de
informaciones sin autor conocido
Del artículo 20 de la Carta Política, cuyo
texto indica que los medios masivos de comunicación "son libres y tienen
responsabilidad social", se deduce que, cuando se publica una información
sobre la cual se conoce su autor y ésta merece ser rectificada por no ser veraz
e imparcial, la víctima puede acudir al juez para demandar protección, actuando
tanto contra el medio como contra el autor de la publicación o contra los dos
al tiempo.
En cambio, al no estar suscrita la
información por persona alguna podría pensarse que no hay directo responsable.
La Corte considera, sin embargo, que
semejante conclusión sería no solamente injusta sino que generaría la impunidad
por la violación de los derechos fundamentales y, contra el mandato
constitucional, haría al medio de comunicación irresponsable.
En efecto, cuando se presenta tal
circunstancia no sólo se involucra el medio sino quien lo dirige, en cuanto ha
asumido su representación desde el punto de vista informativo y tiene a su
cargo las responsabilidades inherentes a la difusión de informaciones. Dada su
función, se supone que el Director conoce la información que habrá de propagar
a través del medio que orienta, de lo cual se deriva su propia obligación de
verificar que ella se ajuste a la realidad y tenga el respaldo probatorio
suficiente como para hacerla pública.
En el caso bajo examen observa la Corte que
la crónica titulada "Pelota Caliente" no está suscrita por un autor
determinado. De allí que, según lo dicho, las acciones respectivas hayan podido
dirigirse válidamente contra la revista "Semana" y también contra el
doctor Mauricio Vargas, su Director, aunque éste no haya escrito directa y
personalmente el informe que dió lugar a la demanda.
Así, pues, la Corte ordenará que por el
exacto cumplimiento de esta Sentencia responda el Director del medio demandado,
ya que es a él a quien compete verificar que la rectificación aludida se
produzca en los términos fijados en la presente providencia.
Oportunidad de la rectificación
Para que la rectificación cumpla su
cometido y garantice de manera efectiva la reivindicación de quien ha sido
víctima de incriminaciones infundadas o de informaciones ajenas a la verdad,
debe ser oportuna. La rectificación tardía es inoficiosa y extemporánea.
Por ello, el medio llamado a rectificar
debe hacerlo en un término razonable a partir de la solicitud correspondiente,
desde luego previa verificación de los hechos.
Ha observado la Corte que en el presente
caso, cuando el actor ejerció la acción de tutela (14 de septiembre de 1994),
habían transcurrido varias semanas desde la fecha en que se había dirigido a la
revista para pedirle que rectificara (escrito recibido en la sede del medio el
12 de agosto).
Tan sólo en la entrega del 27 de septiembre
(edición número 647) fue publicada la Carta del petente, aunque por medio de
una nota que a su texto se añadió, la revista, lejos de rectificar, hizo
aseveraciones nuevas y distintas, específicamente relacionadas con posibles
antecedentes penales del quejoso, que luego fueron contradichas por el Jefe de
la Sección Técnica de la Unidad Central de Crimininalística y por la Sección
contra delitos de narcotráfico de la Subdirección de Policía Judicial e
Investigación. (Folios 267 y 268).
La rectificación fue, pues, tardía y, como
arriba se expresa, se refirió a aspectos diversos del que ha debido
rectificarse.
Según el material probatorio que ha
conocido la Corte, el peticionario tenía razón al solicitar que la revista
"Semana" rectificara el informe por ella publicado, en el cual se
afirmaba que las autoridades del Perú reclamaban su extradición pese a que, de
conformidad con las certificaciones de las competentes dependencias oficiales
colombianas, ello no correspondía a la realidad.
Dado que la rectificación no se produjo
oportunamente y puesto que, varias semanas después, cuando se publicó la carta
del solicitante, el semanario agregó nuevos datos, carentes de todo respaldo,
resulta indudable que fueron lesionados los derechos a su honra y a su buen
nombre y que, por otra parte, se desconoció la presunción de inocencia que lo
favorecía, según el artículo 29 de la Carta, mientras no fuera desvirtuada
-previo un debido proceso- por decisión judicial en firme.
A juicio de la Corte, si de antecedentes
penales se trataba, la revista "Semana" ha debido aplicar lo previsto
en el artículo 248 de la Constitución Política: "Unicamente las condenas
proferidas en sentencias judiciales en forma definitiva tienen la calidad de
antecedentes penales y contravencionales en todos los órdenes legales".
Se estima que el medio de comunicación no
podía fundar su información -como lo hizo- en las que a su vez habían
suministrado otras publicaciones. "Semana" ha debido asumir su
responsabilidad, si daba crédito a las fuentes consultadas -puesto que hizo
suyas las aseveraciones de éstas- y, por tanto, estaba obligada a confirmar el
dato que publicaría, especialmente teniendo en cuenta que por razón de él
quedaría en tela de juicio el nombre y el prestigio de una persona.
Más todavía, después de la publicación
inicial y ante la solicitud de rectificación, era su deber el de verificar los
hechos y reconocer, en la misma forma pública en que había difundido la especie
ofensiva, que ésta era errónea, para obtener que la información transmitida a
la colectividad fuera contrarrestada.
Cabía, entonces, la acción de tutela y
estaba llamada a prosperar, como en efecto aconteció en el estrado de
instancia, siendo claro que la rectificación ordenada por el Juzgado no se
refirió, debido a la extemporaneidad de las respuestas oficiales, a la noticia
sobre solicitud de extradición por parte del Perú, sino al hecho de que el
peticionario no registraba en la Policía antecedentes de narcotráfico o
enriquecimiento ilícito.
Por tanto, habida cuenta de que en sede de
revisión, esta Corte sí conoció las certificaciones no recibidas a tiempo por
el juez de instancia, habrá de confirmar el fallo, pero adicionándolo en el
sentido de que la revista "Semana" deberá rectificar sobre la materia
en torno a la cual todavía no lo ha hecho, es decir, acerca de que no existió
la solicitud de extradición por ella sostenida inicialmente.
La Corte Constitucional advierte que los
fundamentos jurídicos del presente fallo versan de manera exclusiva y
específica sobre la viabilidad y prosperidad de la acción de tutela en relación
con la afirmación pública que ha debido ser rectificada, por lo cual, no siendo
de competencia del juez constitucional la definición acerca de
responsabilidades de índole penal, el hecho de conceder la tutela impetrada no
encierra pronunciamiento judicial alguno desde ese punto de vista.
Así, pues, esta Sentencia no constituye
absolución del peticionario en relación con los ilícitos mencionados, ni
tampoco su condena, pues no produce ningún efecto en el campo propio de la
jurisdicción penal ordinaria. Sus consecuencias jurídicas cobijan tan sólo el
campo constitucional en el estricto ámbito de la acción de tutela.
DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Quinta de
Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
Primero.- CONFIRMAR la Sentencia proferida el 28 de
septiembre de 1994 por el Juzgado Treinta y Dos Penal del Circuito de Santa Fe
de Bogotá, D.C., al resolver sobre la acción de tutela instaurada por JOSE
MANUEL CRUZ AGUIRRE.
Segundo.- ADICIONASE la providencia confirmada en el sentido
de ORDENAR a la revista "Semana" que, en la edición siguiente a la
notificación del presente fallo, publique, con la misma importancia y
despliegue de la información inicial, una rectificación suya en el sentido de
que el peticionario, según la certificación del Ministerio de Justicia y del
Derecho, no ha sido solicitado en extradición por parte de ningún país.
Tercero.- Por el exacto cumplimiento de este fallo responderá
el Director de la revista "Semana", doctor Mauricio Vargas Linares.
Cuarto.- Se confía la vigilancia sobre la ejecución de lo
ordenado en esta Sentencia al Juez 32 Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá.
Quinto.- LIBRESE la comunicación prevista en el artículo 36
del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, notifíquese, comuníquese a quien
corresponda, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
302 | T-075-95
Sentencia No
Sentencia No. T-075/95
DERECHO A LA
EDUCACION-Sanción por no
participar en desfile
A la peticionaria se le dio un trato
discriminatorio, diferente al que recibieron los otros alumnos que se
encontraban en la misma circunstancia, lo que constituye una violación del
derecho a la igualdad. El artículo 13 de la Constitución señala que todas las
personas nacen libres e iguales ante la ley, que merecen igual protección por
parte de las autoridades y que no podrán ser objeto de discriminación por la
religión que profesen.
REGLAMENTO
EDUCATIVO-Inconstitucionalidad
Es necesario señalar que, de conformidad
con el reglamento estudiantil del Colegio, la conformación del Consejo de
Profesores desconoce los preceptos constitucionales y legales vigentes, en la
medida en que en él no intervienen los estudiantes. Las directivas del plantel
están en mora de modificar oportunamente sus estatutos ajustándolos a las
normas constitucionales y legales, para atender los mandatos que aquellas
contienen y hacer efectivo el derecho de los estudiantes a participar en las
decisiones que les incumben.
DEBIDO PROCESO-Vulneración por sanción estudiantil
Con la medida adoptada por el citado
consejo se vulneró el debido proceso, debido que: en primer término, la alumna
no estuvo representada ni fue citada a la reunión, por lo que se le negó el
derecho a la defensa; en segundo lugar, la conducta por la cual se le
sancionó, no está considerada reglamentariamente como falta que amerite una
sanción y, en esa medida, la pena correspondiente tampoco está contemplada en
las disposiciones del plantel.
DEBER PATRIOTICO-Participación en desfile/LIBERTAD DE
CONCIENCIA-Testigo de Jehová
La exigencia del cumplimiento de un deber
hacia la patria -que se deriva claramente del concepto de unidad de la Nación
plasmado en el preámbulo, del artículo 2º sobre participación de todos en la
vida de aquélla, y del 95, numeral 5, que obliga a la persona y al ciudadano a
"participar en la vida política, cívica y comunitaria del
país" (subraya la Corte)- no significa vulneración o ataque a la libertad
de conciencia. No por el hecho de exigir de un estudiante -como elemento
inherente a su condición de tal- su concurrencia a un acto de carácter cívico,
se puede sindicar al centro educativo de quebrantar la libertad de conciencia
del alumno renuente por cuanto, a juicio de la Sala, apenas se cumple con una
función indispensable para la formación del educando, la cual hace parte
insustituíble de la tarea educativa.
Ref.: Expediente No. T-48.444
Acción de Tutela
contra el Colegio Nacionalizado de Bachillerato de Restrepo -Meta-, por la
presunta violación de los derechos a la libertad de conciencia, a la de
cultos, a la igualdad y al debido proceso.
Temas: Derechos a la igualdad y al debido proceso,
a la libertad de conciencia y a la de religión, diferencia con la sentencia
T-539-A de 1993.
Actor: Patricia Pitto Gómez
Magistrado
Ponente: Dr. Carlos
Gaviria Díaz
Santafé de Bogotá, D.C., veinticuatro (24)
de febrero de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Cuarta de Revisión de Tutelas de la
Corte Constitucional, compuesta por los Magistrados José Gregorio Hernández
Galindo, Hernando Herrera Vergara y Carlos Gaviria Díaz -Magistrado Ponente-.
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION,
Procede a dictar sentencia de revisión de
la decisión de instancia proferida en el trámite del proceso de la referencia,
por el Juzgado Promiscuo Municipal de Restrepo -Meta-.
ANTECEDENTES
1.- Hechos
Patricia Pitto Gómez, menor de edad,
estudiante de octavo grado del Colegio Nacionalizado de Bachillerato de
Restrepo -Meta-, a través de su acudiente, presentó una solicitud dirigida a
los profesores del plantel, con el fin de que se le excusara de asistir tanto a
los actos preparatorios, como al desfile conmemorativo de la fiesta del 20 de
julio del año pasado.
La razón para solicitar dicho permiso
consistió en que, por pertenecer a la comunidad de los Testigos de Jehová, le
está prohibido rendir homenaje a los símbolos patrios y asistir a los actos de
celebración de las fiestas nacionales, porque ello significa, de conformidad
con lo consagrado en la Biblia (Exodo 20.4) y en las normas que rigen su
congregación, un acto de adoración, un culto, que sólo puede rendirse a Jehová,
que es Dios. En la cartilla “La Escuela y los testigos de Jehová”, para la
enseñanza de la doctrina de este credo, que obra en el expediente (folios 5 a
20), se dice: “Los testigos de Jehová también se abstienen respetuosamente de
participar en estos días de fiesta nacionales. Aunque respetamos a las
autoridades del país donde residimos, por razones de conciencia no les damos
honores que vemos como rayones de adoración. Permanecemos neutrales para con
todas esas celebraciones. Eso está en armonía con estas palabras de Jesús
acerca de sus seguidores: ´Ellos no son parte del mundo, así como yo no soy
parte del mundo´. (Juan 17:16)”.
La alumna presentó la solicitud el 19 de
julio de 1994 ante la Directora de Grupo, quien de inmediato la remitió al
Coordinador de Disciplina, sin que ese mismo día le fuera comunicada decisión
alguna.
Luégo de que se realizara el desfile y de
que Patricia Pitto no asistiera, el Coordinador de Disciplina le informó que el
permiso había sido negado, y sin argumentar la decisión, “se burló de nosotros
nos dijo entonces que porque (sic) teníamos cédula y que no nos podían dar un
certificado porque en el certificado vebía (sic) el escudo...".
Ante tal situación, la estudiante y su
acudiente se dirigieron al Rector del Colegio, quien les manifestó que la
situación planteada sería decidida en el Consejo de Profesores, al cual no
fueron invitadas para exponer sus argumentos y defenderlos.
En dicha reunión se inadmitió la excusa
presentada, lo que fue comunicado a la acudiente de la peticionaria a través
de un oficio del 22 de agosto de 1994, suscrito por el Licenciado Gallego Gil,
en el que se le informó que las creencias y prácticas religiosas no son
argumentos suficientes para exonerarse de cumplir un deber legal, como lo es
participar en las actividades cívicas que tienen que ser promovidas por los
entes educativos, según se desprende de normas legales.
Igualmente se le avisó que la inasistencia
sería calificada con uno (1) en la materia de Educación Física; esto, en sentir
de la accionante, es un acto discriminatorio, pues quienes dejaron de asistir
al desfile sin excusarse -entre los cuales están los estudiantes que residen en
Villavicencio-, no fueron objeto de idéntica sanción.
2. Demanda.
Ante la negativa del Rector del Colegio
Nacionalizado de Bachillerato de Restrepo de excusar a la estudiante Patricia
Pitto Gómez de asistir al desfile del 20 de julio, y ante la sanción que se le
impuso, la citada menor instauró acción de tutela contra el colegio, con el propósito
de que se le protejan sus derechos a la libertad de conciencia, de culto, el de
igualdad y el del debido proceso y que, en consecuencia, se le levante la
sanción impuesta.
3. Fallo que se revisa
El Juez Promiscuo Municipal de Restrepo,
mediante providencia del 9 de septiembre de 1994, resolvió no tutelar los
derechos invocados por la peticionaria, con base en las siguientes
consideraciones:
"En apariencia nos encontramos ante un
conflicto de derechos fundamentales estipulados en el art. 18 y el plasmado en
el art. 41 de la C.N. cuyo texto dice: ´En todas las instituciones de
educación, oficiales o privadas, serán obligatorios el estudio de la
Constitución y la instrucción cívica. Así mismo se fomentarán prácticas
democráticas para el aprendizaje de los principios y valores de la
participación ciudadana. El estado divulgará la Constitución´."
"...El ejercicio de los derechos y
libertades reconocidas en la Constitución de 1991 implica responsabilidades y
deberes a cada uno de los colombianos como lo es el participar en la vida
política, cívica y comunitaria del país en concordancia con el art. 95 Num. 5o.
de la C.N.”.
"...Sobre el caso en concreto tenemos
que se ha institucionalizado la bandera de Colombia teniéndose que la cultura
cívica es uno de los factores primordiales de la educación nacional y el estado
debe fomentarla por todos los medios a su alcance, en especial por aquellos que
tiendan a recompensar los méritos intelectuales y morales de la juventud
estudiosa, toda vez que mediante el Decreto 2229 de 1947 se institucionalizó la
bandera de Colombia para que fuera un eficáz (sic) estímulo de la formación de
auténticos patriotas ordenándose que dentro de las actividades escolares debían
practicarse con frecuencia y solemnidad. Posteriormente el Decreto 3408 de
1948 identificó la enseñanza de la historía patría (sic) Colombiana y ordenó
que los colegios de secundaria que aspirarán (sic) al reconocimiento oficial de
los certificados que expidan, deberían llevar los libros reglamentarios y además
el libro de la institución de la bandera Colombiana norma que aún no ha sido
variada”.
"...El Despacho observa que la
administración curricular esta (sic) prevista en el Decreto 1002 de 1989 en
donde se establece el plan de estudio para la educación pre-escolar básica
(primaria y secundaria) y media vocacional de la educación formal Colombiana en
su art. 2o. establece que se deben identificar y valorar los factores que
influyan en el desarrollo cultural y patriótico, teniendo en cuenta los
principios democráticos de la nacionalidad Colombiana.”
"Como lo establece la carta, la regla
general es la obligación de todos los Colombianos, participar en la vida cívica
del país. lo que significa que la accionante estaba en la obligación de rendír
(sic) honores a la bandera colombiana como hasta la fecha del 20 de Julio de
1994 lo había hecho.”
"...Como también es cierto que la
accionante al ser matriculada en el colegio oficial nacionalizado de Restrepo,
adquiere deberes como alumna, tales como los enunciados en el manual normativo
del estudiante en su art. 1o. literal f, consistente en que para ingresar al
colegio el alumno debe aceptar y cumplír (sic) las normas del manual,
adquiriendo el alumno (el) deber fundamental de aceptar junto con sus padres o
acudientes las disposiciones normativas del plantel como lo es el rendír (sic)
honores a la bandera colombiana y participar en los eventos patrióticos que se
realizaren el 20 de Julio de cada año”.
"...Para el caso concreto la religión
que manifiesta practicar la solicitante de la tutela se basa en la
interpretación y aplicación textual de la Biblia a lo cual considera este
Despacho que no le corresponde pronunciarse sobre la interpretación religiosa
pero respeta el sentido de la interprete (sic) de acuerdo con su propia
conciencia."
"...Acorde a lo anterior, a la luz del
ordenamiento en vigor, el Despacho considera que no es procedente acceder a la
pretensión de la accionante, toda vez que podría llegar el momento en que se
negare (sic) todos los alumnos de un centro educativo a rendír (sic) honores a
la bandera colombiana el día 20 de julio de cada año, vulnerándose el concepto
de igualdad y orden justo perseguido por la carta política."
CONSIDERACIONES DE LA CORTE
1.- Competencia.
La Corte Constitucional es competente para
revisar la sentencia de instancia proferida en este proceso, de conformidad con
los artículos 86 y 241 de la Constitución Política. Corresponde a la Sala
Cuarta de Revisión de Tutelas proferir el fallo, según el reglamento interno de
la Corporación y el auto proferido por la Sala de Selección Número Diez, el 24
de octubre de 1994.
2.- Diferencia con el caso considerado en
la Sentencia T-539-A del 22 de noviembre de 1993
Mediante este fallo, la Corporación
resolvió la acción de tutela interpuesta por una estudiante de la Universidad
del Sinú, a través de la cual pretendía la protección de su derecho a la
libertad de culto, mediante la obtención de una orden al Rector del citado
plantel para que se le permitiera dejar de asistir a las clases de los sábados
y, en su lugar, se le asignaran trabajos dirigidos por los titulares de las
materias.
El fundamento de su petición consistió en
que, como miembro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, los sábados debe
dedicarlos a la adoración del Señor.
La Corte denegó la protección, en
consideración a que lo pretendido mediante la tutela era la exoneración del
cumplimiento de un deber legal, consistente en acatar un horario de clases
establecido por la universidad bajo la órbita de su competencia, y al
cumplimiento del cual la alumna se había obligado con la firma de la
matrícula. A propósito expresó la Corte:
“Si toda libertad encuentra su límite en el
derecho y en la libertad del otro, el militante de una fé tiene que ser consciente
de que ha de conciliar las prescripciones que de ésta deriva, con las que
tienen su origen en la norma jurídica válidamente establecida y que si opta por
las primeras, ha de afrontar las consecuencias que se siguen de su elección,
sin que éstas puedan ser juzgadas como injustas represalias por la adhesión a
un determinado culto”.
Existiendo ese precedente en la
jurisprudencia de la Corte, esta Sala se ocupará inicialmente de examinar si
el caso que se revisa en la presente providencia se diferencia del que fue
considerado en la sentencia T-539-A, o si la situación de hecho es igual y, por
tanto, la decisión también debe serlo.
La estudiante de la Universidad del Sinú
presentó al Rector una solicitud que fue resuelta por éste de manera oportuna;
es decir, el funcionario le informó que el motivo aducido para que se le
exonerara de atender los cursos programados los sábados (las obligaciones que
le impone su credo), no era aceptable como justificación para darle trato excepcional.
De esta manera, la estudiante quedaba en libertad de optar por acatar las
normas de su religión o a las del ente educativo, antes de que se realizaran
las clases objeto de la petición. En cambio, la solicitud de la acudiente de
Patricia Pitto Gómez fue resuelta de manera inoportuna (la decisión le fue
notificada el 22 de agosto), después de que se realizara el desfile, cuando ya
no podía optar por acoger la orden de asistir al mismo.
Al matricularse, la estudiante de la
Universidad del Sinú aceptó libremente un plan de estudios en el que figuraba
la programación de cursos el día sábado. En cambio, el colegio Nacionalizado de
Restrepo modificó el plan de estudios en el que se había matriculado la actora,
introduciendo la actividad que originó esta demanda, en respuesta a una
invitación del Alcalde fechada el 18 de junio, mucho después de perfeccionada
la matrícula.
En el primero de los casos, el
comportamiento de la autoridad que fue demandado como violatorio de los
derechos fundamentales, consistió en la negativa oportuna de una petición; en
el segundo, se demanda porque al deficiente trámite de la petición, siguió la
imposición de una sanción acomodaticiamente inventada ex post facto, un
castigo para un comportamiento no previsto como falta disciplinaria.
La Universidad del Sinú aplicó un
reglamento que la Corte encontró acorde con las normas superiores. Las normas
del Colegio Nacionalizado de Restrepo, en cambio, desconocen el mandato del
artículo 45 de la Constitución y no contemplan el ejercicio del derecho de
defensa en favor del estudiante, por lo que con su aplicación se vulnera el
debido proceso.
3. Violación de los derechos fundamentales
De la diferencia entre estos dos casos, lo
único que se sigue es que en la solución judicial de los mismos se deben
aplicar normas distintas. Por tanto, una vez diferenciado el caso que se
revisa del precedente, corresponde a la Sala examinar si en él se cumple con
los presupuestos requeridos para otorgar la tutela.
3.1 Derecho a la igualdad
Patricia Pitto Gómez alega que recibió un
trato discriminatorio en relación con los alumnos que no participaron en el
desfile conmemorativo de la fiesta patria, pues ellos no fueron objeto de la
misma sanción, a pesar de ser ella la única estudiante que solicitó permiso
para no asistir.
Con el propósito de verificar dicha
afirmación, el Magistrado Sustanciador, mediante auto del 13 de diciembre de
1994, solicitó al Rector del Plantel, remitir, además del Reglamento
Estudiantil, la lista de alumnos que no asistieron al evento, la relación de
los que presentaron excusa, y la de las sanciones impuestas.
La mencionada prueba se remitió a la Corte
el 26 de enero de 1995, y en oficio suscrito por el Licenciado Fabián Gallego,
se afirma que:
1.- Los estudiantes residentes en
Villavicencio fueron excusados de participar en el desfile, debido a que el
transporte era insuficiente para un número tan alto de niños.
2.- A los alumnos no comprendidos en este
grupo y que dejaron de asistir al evento, se les calificó con la nota de uno en
educación física; dentro de ellos se encuentra Patricia Pitto Gómez quien,
además, fue la única que presentó excusa.
Sin embargo, con el oficio remitido por el
rector, fue enviada a la Corte una copia del control de notas de educación física
que contradice lo afirmado por tal funcionario, pues en el período en que se
calificó a la actora con un uno, ningún otro recibió igual nota.
En tal virtud, a Patricia Pitto Gómez se le
dio un trato discriminatorio, diferente al que recibieron los otros alumnos que
se encontraban en la misma circunstancia, lo que constituye una violación del
derecho a la igualdad. El artículo 13 de la Constitución señala que todas las
personas nacen libres e iguales ante la ley, que merecen igual protección por parte
de las autoridades y que no podrán ser objeto de discriminación por la religión
que profesen.
3.2 Violación del derecho al debido proceso
Para decidir definitivamente sobre la
solicitud presentada por la señorita Pitto Gómez, el Rector convocó al Consejo
de Profesores; éste decidió no aceptar la excusa y acordó sancionar a la alumna
por su inasistencia al desfile.
Es necesario señalar que, de conformidad
con el reglamento estudiantil del Colegio -parágrafo primero del artículo 7o.-,
la conformación del Consejo de Profesores desconoce los preceptos
constitucionales y legales vigentes, en la medida en que en él no intervienen
los estudiantes. Pues bien, el artículo 45 de la Carta Política consagra como
derecho de la juventud, la participación activa “en los organismos públicos y
privados que tengan a cargo la protección, educación y progreso de la
juventud.”. Esta norma fue desarrollada por el artículo 143 de la Ley 115 de
1994, que en su literal d. establece que el Consejo Directivo de los establecimientos
educativos debe estar integrado, entre otros, por "un representante de los
estudiantes que debe estar cursando el último grado de educación que ofrezca la
institución".
De tal manera, mal puede el rector del
colegio justificar el procedimiento seguido, en la aplicación de una norma que
es contraria a la Constitución y a la ley, pues ello implica, igualmente, un
desconocimiento del artículo 4o. Superior.
Las directivas del plantel están en mora de
modificar oportunamente sus estatutos ajustándolos a las normas
constitucionales y legales, para atender los mandatos que aquellas contienen y
hacer efectivo el derecho de los estudiantes a participar en las decisiones que
les incumben.
Además, con la medida adoptada por el
citado consejo se vulneró el debido proceso, debido que: en primer término, la
alumna no estuvo representada ni fue citada a la reunión, por lo que se le negó
el derecho a la defensa; en segundo lugar, la conducta por la cual se le
sancionó, no está considerada reglamentariamente como falta que amerite una
sanción y, en esa medida, la pena correspondiente tampoco está contemplada en
las disposiciones del plantel.
3.3. Derechos a la libertad de conciencia
y a la libertad de culto.
La mayoría de la Sala juzga que en el caso
sometido a revisión no se presenta por parte de las autoridades demandadas
violación alguna de la libertad de conciencia o la libertad de culto de la
señorita Pitto Gómez.
Para que pueda entenderse que respecto de
un determinado acto u omisión hay lugar a conceder la tutela, es indispensable
que el juez establezca, sin duda alguna, la violación o la amenaza de un
derecho fundamental.
Tal certeza resulta esencial para ofrecer a
la persona la protección del Estado, de tal manera que, si falta, no tiene
cabida la aplicación del artículo 86 de la Carta Política en cuanto al derecho
cuya vulneración o peligro se controvierte.
En este caso, se invoca el desconocimiento
del derecho constitucional a la libertad de conciencia por cuanto el
establecimiento educativo exigió a la peticionaria que cumpliera con un deber
que se le imponía, consistente en asistir a un desfile cívico.
La solicitante alegó que su religión le
prohibía adorar algo distinto a la divinidad y que, en ese orden de
ideas, acudir al acto en mención representaba infringir ese principio
religioso.
La Corte Constitucional estima que la
exigencia del cumplimiento de un deber hacia la patria -que se deriva
claramente del concepto de unidad de la Nación plasmado en el preámbulo, del
artículo 2º sobre participación de todos en la vida de aquélla, y del 95,
numeral 5, que obliga a la persona y al ciudadano a "participar en la vida
política, cívica y comunitaria del país" (subraya la Corte)- no
significa vulneración o ataque a la libertad de conciencia.
En esta oportunidad, resulta evidente que
el acto patriótico no es sinónimo de "adoración" a los símbolos
patrios. Adorar, según el Diccionario de la Real Academia Española de la
Lengua, quiere decir "reverencia con sumo honor o respeto a un ser, considerándolo
como cosa divina" (se subraya).
No es eso lo que acontece cuando se llevan
a cabo actos en honor de la patria, y menos aun cuando se concurre a eventos
cívicos, pues, a todas luces, en las aludidas ocasiones no se está celebrando
un culto ni concurriendo a una ceremonia religiosa, sino desarrollando un papel
que corresponde a la persona en virtud de su sentimiento de pertenencia a la
Nación. Se trata de asuntos cuya naturaleza difiere claramente.
No por el hecho de exigir de un estudiante
-como elemento inherente a su condición de tal- su concurrencia a un acto de
carácter cívico, se puede sindicar al centro educativo de quebrantar la
libertad de conciencia del alumno renuente por cuanto, a juicio de la Sala,
apenas se cumple con una función indispensable para la formación del
educando, la cual hace parte insustituíble de la tarea educativa.
En el sentir de la Corte, si se permitiera
que cada estudiante, según su personal interpretación de los deberes religiosos
que le corresponden o so pretexto de la libertad de conciencia, se negara a
cumplir con las órdenes razonables y en sí mismas no contrarias a la
Constitución que le fueran impartidas por sus superiores, con el objeto de
participar en la vida cívica del país, se estaría socavando la necesaria
disciplina y el respeto al orden que debe reinar en toda institución.
Estos deberes no se oponen en modo alguno a
libertad de pensamiento y de creencias ni a la práctica de los cultos.
Sin embargo, las violaciones expuestas en
lo apartes anteriores son suficientes para conceder la protección solicitada
por la demandante y, en consecuencia, se revocará la providencia de instancia y
se ordenará levantar la sanción indebidamente impuesta.
DECISION:
En mérito de lo expuesto, la Sala Cuarta de
Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, en nombre del Pueblo y por
mandato de la Constitución,
RESUELVE:
Primero. Revocar la Sentencia proferida por el Juez Promiscuo
Municipal de Restrepo - Meta- el 9 de septiembre de 1994.
Segundo. Tutelar los derechos fundamentales a la igualdad y al
debido proceso de la menor Patricia Pitto Gómez.
Tercero. Ordenar a las directivas del Colegio Nacionalizado
de Bachillerato de Restrepo, levantar la sanción indebidamente impuesta a la
accionante.
Cuarto. Ordenar al Rector proceder de inmediato a adecuar el
reglamento del Colegio a la Constitución y la ley.
Quinto. Prevenir a las directivas del Colegio Nacionalizado
de Bachillerato de Restrepo para que, en futuras situaciones, se abstengan de
proceder como lo hicieron con Patricia Pitto Gómez.
Sexto. Comunicar esta decisión al Juzgado Promiscuo
Municipal de Restrepo para que notifique esta providencia, y proceda de
conformidad con lo establecido en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Comuníquese, notifíquese, cúmplase e
insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional.
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
Aclaración de
voto a la Sentencia No. T-075/95
LIBERTAD DE
CONCIENCIA-Conflicto de
derechos/DEBER CIVICO-Inasistencia a desfile (Aclaración de voto)
Si el derecho fundamental a la libertad de
conciencia, religiosa y de cultos, entra en conflicto con el que ellos estiman
deber cívico, éste debe prevalecer sobre aquél. Inútiles resultan todos los
esguinces conceptuales para ignorar el conflicto. Fue éste, precisamente, el
que movió a la peticionaria a solicitar el amparo. Porque se vió sin duda en
esta encrucijada: o cumplo con el deber religioso que mi creencia me impone, de
no adorar más que a Dios, o con el deber cívico de asistir al desfile.
El punto de discrepancia del suscrito magistrado con la mayoría de la Sala
radica justamente allí: en que juzga que la actora podía, en ejercicio de su
libertad de conciencia, religiosa y de cultos, hacer preponderante su deber de
conciencia sobre la asistencia al acto patriótico.
En la ponencia presentada a la Sala por el
suscrito magistrado, se proponía conceder el amparo por la violación de los
siguientes derechos fundamentales: 1) Libertad de conciencia, libertad religiosa
y de cultos; 2) Derecho a la igualdad y 3) Debido proceso.
Los Magistrados Hernández y Herrera
estuvieron conformes con que se concediera por los derechos señalados en 2 y 3,
pero no por los que se indican en 1.
Los magistrados que conformaron la mayoría
de la Sala derivan de normas tan genéricas como los artículos 2 y 95-5 de la
Carta, el deber específico de asistir a un desfile conmemorativo de una
efemérides patriótica, sin que puedan dispensar de su cumplimiento las
creencias que se profesen acerca de la Divinidad. Es decir, que si el derecho
fundamental a la libertad de conciencia, religiosa y de cultos, entra en
conflicto con el que ellos estiman deber cívico, éste debe prevalecer sobre
aquél. Inútiles resultan todos los esguinces conceptuales para ignorar el
conflicto. Fue éste, precisamente, el que movió a la señorita Gómez Pitto a
solicitar el amparo. Porque se vió sin duda en esta encrucijada: o cumplo con
el deber religioso que mi creencia me impone, de no adorar más que a
Dios, o con el deber cívico de asistir al desfile. El punto de discrepancia del
suscrito magistrado con la mayoría de la Sala radica justamente allí: en que
juzga que la actora podía, en ejercicio de su libertad de conciencia, religiosa
y de cultos, hacer preponderante su deber de conciencia sobre la asistencia al
acto patriótico.
Y no se diga que es que el punto de vista
de la actora es equivocado. Que rendir homenaje a la bandera no es un acto de adoración
porque el Diccionario de la Real Academia dice otra cosa. Resulta, a mi juicio,
equivocado y arrogante prescribir desde afuera a los fieles de una iglesia cómo
han de entender sus preceptos. Hasta allá no creo que llegue la competencia de
la Corte. Finalmente pienso, así mis respetados colegas no quieran hacerse cargo
de lo que lógicamente puede inferirse de su dictum, que en un Estado
pluralista y liberal, como es Colombia bajo la Constitución de 1991, es
perfectamente legítimo que alguien ponga a Dios por encima de la bandera. Y
conste que esa aseveración la hago desde una perspectiva agnóstica pero -eso
sí- profundamente respetuosa de las creencias religiosas, sean éstas
"ortodoxas" o marginales.
Fecha ut supra.
CARLOS GAVIRIA DIAZ |
303 | T-076-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-076/95
DERECHO DE
PETICION-Término/DERECHO
DE PETICION-Pronta resolución
Para establecer
cuál es el término que tiene la administración para resolver las peticiones
que ante ella se presenten, debe acudirse a los preceptos del C.C.A., al igual
que a la ley 57 de 1984, en lo pertinente. El artículo 6o. del mencionado
código, establece que las peticiones de carácter general o particular, se
resolverán o contestarán dentro de los quince (15) días siguientes a la fecha
de su recibo. Así mismo, prevé que en ese mismo término, la administración
debe informar al solicitante, cuando sea del caso, su imposibilidad de dar
una respuesta en dicho lapso, explicando los motivos y señalando el
término en el cual se producirá la contestación. Norma que por lo general
no se cumple en ninguna entidad, hecho se traduce en un desconocimiento del
derecho de petición. Si bien la citada norma, no señala cuál es el término
que tiene la administración para contestar o resolver el asunto planteado,
después de que ha hecho saber al interesado que no podrá hacerlo en el término
legal, es obvio que dicho término debe ajustarse a los parámetros de la
razonabilidad, razonabilidad que debe consultar no sólo la importancia que
el asunto pueda revestir para el solicitante, sino los distintos trámites que
debe agotar la administración para resolver adecuadamente la cuestión
planteada. Por tanto, ante la ausencia de una norma que señale dicho término,
el juez de tutela, en cada caso, tendrá que determinar si el plazo que la
administración fijó y empleó para contestar la solicitud, fue razonable, y si
se satisfizó el núcleo esencial del derecho de petición: la pronta
resolución.
CAJA DE PREVISION
DEL DISTRITO-Cúmulo de
trabajo
No es válida la
conducta de las entidades públicas que, argumentando cúmulo de trabajo, la
espera de documentación que no le correspondía aportar al solicitante, e.t.c.,
retardan injustificadamente una respuesta, pues ello, a todas luces desconoce
el derecho de petición. En este punto, es necesario tener en cuenta que el
peticionario no debe correr con la negligencia y falta de organización de
algunas entidades públicas y de sus funcionarios, quienes amparados en la falta
de una norma que imponga términos precisos para resolver, se abstienen de
contestar rápida y diligentemente, hecho éste que no sólo causa perjuicios al
solicitante sino a la administración misma. Igualmente, debe concluirse que la
administración no se exonera de su responsabilidad de contestar prontamente una
petición, cuando la complejidad del asunto, entre otras cosas, le impide
pronunciarse en lapso en que está obligado a hacerlo, pues la misma norma exige
que debe señalar en qué término dará respuesta y cumplirlo a cabalidad.
DEMANDANTE: LUBIN
ACOSTA contra CAJA Ref: Expediente T- 48.216
DE PREVISIÓN
SOCIAL DE SANTA FE DE BOGOTA.
PROCEDENCIA:
JUZGADO SESENTA PENAL DEL CIRCUITO.
MAGISTRADO
PONENTE: JORGE ARANGO MEJIA.
Sentencia aprobada
en Santafé de Bogotá, D.C., en sesión de la Sala Primera de Revisión de la
Corte Constitucional, a los veinticuatro (24) días del mes de febrero de
mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Primera de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Jorge Arango
Mejía, Antonio Barrera Carbonell, Eduardo Cifuentes Muñoz, decide sobre el
fallo proferido por el Juzgado Sesenta Penal del Circuito de Santafé de Bogotá,
en el proceso de tutela promovido por Lubín Acosta en contra de la Caja de
Previsión Social de Santafé de Bogotá.
El expediente llegó
a la Corte Constitucional, por remisión que hizo el Juzgado Sesenta Penal de
Circuito de Santafé de Bogotá, en virtud de lo ordenado por el artículo 31 del decreto
2591 de 1991.
La Sala de Selección
de la Corte eligió, para efectos de su revisión, el expediente de la
referencia.
I. ANTECEDENTES
El actor, por medio
de apoderado, presentó demanda de tutela ante el Juzgado Penal del Circuito
(reparto) de Santafé de Bogotá, en contra de la Caja de Previsión Social del
Distrito, por las razones que se exponen a continuación:
A. Hechos
1. El actor, a
través de apoderado, presentó el 1o. de marzo de 1994, la documentación
necesaria para que la Caja de Previsión Social de Santafé de Bogotá reconociera
la pensión de invalidez, como consecuencia de una afección cardíaca que le
disminuyó su capacidad laboral en un 76% a 80%, según dictamen médico.
2. Hasta la fecha de
presentación de la acción de tutela, agosto 31 de 1994, la entidad acusada no
había dado ninguna respuesta al actor.
B.
Derechos presuntamente vulnerados
El actor, considera
como vulnerados, el derecho de petición y el derecho al pago oportuno de la pensión.
C.
Pretensión
Solicita se ordene a
la Caja de Previsión Social de esta ciudad, el reconocimiento de la pensión de
invalidez a que tiene derecho. Así como su inclusión en nómina y el pago de las
sumas que se pudieron causar por ese concepto.
D. Actuación
procesal
El Juzgado, una vez
asumido el conocimiento de la acción de tutela de la referencia, citó a
declarar al demandante; ordenó la notificación del Director de la Caja de
Previsión Social del Distrito, a quien le solicitó un informe sobre el estado
en que se encontraba la solicitud presentada por la apoderada del demandante,
así como una copia del respectivo expediente.
El doctor Enrique Romero Cruz, Jefe
de Asuntos Judiciales de la Caja de Previsión de Santafé de Bogotá informó,
por medio del oficio número 11, sin fecha, que la solicitud presentada por la
apoderada del señor Lubín Acosta, no ha podido ser resuelta a consecuencia del
cúmulo de trabajo que tiene la Subgerencia de Prestaciones Económicas de la
entidad, y porque las peticiones son decididas en estricto orden de
presentación.
Igualmente
puso a disposición del juzgado, una copia el expediente administrativo número
132/94, asignado al señor Lubín Acosta.
En la declaración rendida por el señor Lubín Acosta
ratificó lo expuesto por su apoderada en el escrito de tutela. Igualmente
manifestó no poseer ingreso alguno para subsistir, distinto del que le pueda
corresponder por concepto de su pensión de invalidez.
El juzgado ordenó, igualmente, una
inspección judicial al expediente asignado al actor, para verificar, entre
otras cosas, si al actor se le había notificado alguna actuación; el cúmulo
de trabajo de la entidad, etc.
El
doctor Juan Hernando Velasco Uribe, Abogado de Asuntos Judiciales de la Caja
atendió esta diligencia y entregó al juez, una copia de la circular G-051,
de enero 30 de 1992, enviada por la gerencia de la Caja de Previsión del
Distrito, a la Dirección de Prestaciones Sociales y Económicas de esa misma
entidad, en la que se ordena a la Sección de Kárdex o al Director de la entidad
explicar por escrito, a las personas que radiquen solicitudes de reconocimiento
de prestaciones económicas, el trámite que se dará a la solicitud y las razones
administrativas y financieras que impiden a la entidad resolverla dentro de los
quince (15) días siguientes a su radicación, tal como lo ordena el Código
Contencioso Administrativo.
E. SENTENCIA DE
ÚNICA INSTANCIA
Mediante sentencia
del 14 de septiembre de 1994, el Juzgado Sesenta Penal del Circuito de Santafé
de Bogotá, CONCEDIÓ la tutela solicitada.
En concepto del
juzgado de conocimiento, la actuación de la Caja de Previsión del Distrito
desconoció ostensiblemente el derecho de petición del actor, porque pasados
seis (6) meses desde la presentación de la solicitud de pensión de invalidez,
la entidad acusada no había dado ninguna respuesta.
Adicionalmente, el
juzgado llama la atención de los funcionarios de la Caja Distrital, por la
forma como han aplicado la circular G-051 de 1992, pues según él, los
empleados de esa entidad hacen firmar al solicitante, el mismo día en que
radica su solicitud, la notificación de la Caja, según la cual, la petición no
será resuelta en los quince (15) días siguientes a su presentación, como lo
ordena la ley.
Por las razones
anteriores, el Juzgado ordenó a la Caja de Previsión del Distrito, que en el
término de quince (15) días resuelva la solicitud de pensión de invalidez
presentada por el señor Lubín Acosta, so pena de incurrir en las sanciones
previstas en la ley. Sin embargo, denegó la pretensión de inclusión en nómina
y la de pago de las sumas dejadas de percibir, pues consideró que sobre esos
tópicos sólo podía decidir la entidad demandada, al resolver positiva o
negativamente la solicitud.
Como el fallo no fue
impugnado, se remitió a la Corte, para su eventual revisión.
II.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Primera.-
Competencia
La Corte
Constitucional es competente para decidir este asunto, en virtud de lo
dispuesto por los artículos 86 y 241, numeral 9, de la Constitución, en
concordancia con las normas pertinentes del decreto 2591 de 1991.
Segunda.- Breve
justificación del fallo.
El artículo 35 del
decreto 2591 de 1991 establece que "Las decisiones de revisión que
revoquen o modifiquen el fallo, unifiquen la jurisprudencia constitucional o
aclaren el alcance general de las normas constitucionales deberán ser
motivadas. Las demás podrán ser brevemente justificadas." En
aplicación de esta norma, en el presente caso, al no configurarse ninguno de
los supuestos establecidos en el artículo transcrito, esta Sala se limitará a
reiterar la jurisprudencia que en materia de derecho de petición ha proferido
esta Corporación, a través de sus distintas salas de tutela, y a analizar el
caso en concreto.
Tercera: El
derecho de petición y el término en que deben resolverse las solicitudes
Esta Corporación a
través de sus distintas Salas de Revisión, se ha pronunciado sobre el carácter
de fundamental del derecho de petición. Igualmente, ha establecido que el
núcleo esencial de este derecho está determinado por la pronta respuesta o
resolución a lo pedido, respuesta que se entiende dada cuando se
resuelve de fondo la cuestión planteada, sin importar si es a favor
o en contra de las pretensiones del solicitante y, en la efectiva
notificación del acto, a través del cual, la administración resuelve la
petición presentada.
En relación con el
término que tiene la administración para dar respuesta a las peticiones, la
Constitución defirió en el legislador la facultad de fijarlo. Por tanto, es el
legislador el encargado de señalar la forma como ha de ejercitarse este derecho
y, por supuesto, señalar el término que tienen la administración y,
eventualmente, las organizaciones privadas para dar repuesta a las
solicitudes elevadas antes ellos, con el fin de garantizar el núcleo
esencial de este derecho, cual es, la pronta resolución.
Si bien es cierto
que después de la promulgación de la nueva Constitución, no se ha dictado
normatividad alguna que desarrolle y regule aspectos esenciales del derecho de
petición, sí existe una regulación que fue expedida con anterioridad a su
vigencia y que aún rige la materia, pues la expedición de la nueva Carta, no
derogó la legislación existente. Así lo determinaron la Corte Suprema de
Justicia en su momento y, esta Corporación en reiterados fallos de
constitucionalidad.
En este momento,
para establecer cuál es el término que tiene la administración para resolver
las peticiones que ante ella se presenten, debe acudirse a los preceptos del
Código Contencioso Administrativo, al igual que a la ley 57 de 1984, en lo
pertinente.
El artículo 6o. del
mencionado código, establece que las peticiones de carácter general o
particular, se resolverán o contestarán dentro de los quince (15) días
siguientes a la fecha de su recibo. Así mismo, prevé que en ese mismo término,
la administración debe informar al solicitante, cuando sea del caso, su
imposibilidad de dar una respuesta en dicho lapso, explicando los motivos y
señalando el término en el cual se producirá la contestación. Norma
que por lo general no se cumple en ninguna entidad, hecho se traduce en un
desconocimiento del derecho de petición.
Si bien la citada
norma, no señala cuál es el término que tiene la administración para
contestar o resolver el asunto planteado, después de que ha hecho saber al
interesado que no podrá hacerlo en el término legal, es obvio que dicho
término debe ajustarse a los parámetros de la razonabilidad, razonabilidad
que debe consultar no sólo la importancia que el asunto pueda revestir para el
solicitante, sino los distintos trámites que debe agotar la administración para
resolver adecuadamente la cuestión planteada. Por tanto, ante la ausencia de
una norma que señale dicho término, el juez de tutela, en cada caso, tendrá que
determinar si el plazo que la administración fijó y empleó para contestar la
solicitud, fue razonable, y si se satisfizó el núcleo esencial del derecho de
petición: la pronta resolución.
Algunos autores han
considerado que el término que tiene la administración para contestar una
solicitud, cuando no lo ha podido hacer en el lapso de los quince (15) días
señalados en el artículo 6o. del C.C.A, es el término para la configuración del
silencio administrativo negativo, es decir, tres (3) meses, pues, transcurrido
dicho lapso, se entiende denegada la solicitud, según lo establece el artículo
40 del Código Contencioso. En opinión de la Sala, éste podría ser un criterio
que podría tenerse en cuenta, sin embargo, deben analizarse otros factores,
como por ejemplo, la complejidad de la solicitud, pues no debe olvidarse que
la figura del silencio administrativo negativo, es sólo un mecanismo que el
legislador ha puesto al alcance del solicitante, para que sea el juez
contencioso quien resuelva de fondo la solicitud que, por el silencio de la
administración, se presume denegada. Además, la configuración del silencio
administrativo, no exime a la administración de su obligación de resolver la
petición.
Con fundamento en lo
expuesto, no es válida la conducta de las entidades públicas que, argumentando
cúmulo de trabajo, la espera de documentación que no le correspondía aportar al
solicitante, e.t.c., retardan injustificadamente una respuesta, pues ello, a
todas luces desconoce el derecho de petición. En este punto, es necesario
tener en cuenta que el peticionario no debe correr con la negligencia y falta
de organización de algunas entidades públicas y de sus funcionarios, quienes
amparados en la falta de una norma que imponga términos precisos para
resolver, se abstienen de contestar rápida y diligentemente, hecho éste que no
sólo causa perjuicios al solicitante sino a la administración misma.
Igualmente, debe
concluirse que la administración no se exonera de su responsabilidad de
contestar prontamente una petición, cuando la complejidad del
asunto, entre otras cosas, le impide pronunciarse en lapso en que está obligado
a hacerlo, pues la misma norma exige que debe señalar en qué término
dará respuesta y cumplirlo a cabalidad.
Cuarta.- Análisis
del caso concreto
En el presente caso,
el señor Lubín Acosta presentó el 1o. de marzo de 1994, ante la Caja de
Previsión del Distrito, a través de su apoderada, la solicitud de
reconocimiento de su pensión de invalidez. El 16 de marzo, la Dirección de
prestaciones económicas de la entidad, notificó personalmente al señor Acosta
su imposibilidad de resolver dicha petición, dentro del término señalado por el
artículo 6o., del Código Contencioso Administrativo, argumentando el cúmulo de
trabajo y la falta de recursos de tesorería para atender el pago. En dicha
notificación, se hecha de menos la indicación sobre al fecha en que sería
resulta la solicitud. Sólo se advierte que la misma se contestará en orden
cronológico y dependiendo de la disponibilidad presupuestal de la entidad.
En concepto de la
Sala, si bien la entidad acusada cumplió con el deber de informar al actor
sobre las razones que le impedían resolver su solicitud, en el término y la
forma que señala el artículo 6o. del C.C.A., ello no la exoneraba de sus
obligaciones de señalar la fecha en que contestaría, fijando una fecha
razonable, y la de respoder efectivamente. Pues, en el presente caso, pasados
casi seis meses desde que se presentó la solicitud, hasta la fecha en que fue
interpuesta la acción de tutela, la entidad no había emitido respuesta de
ninguna índole, a pesar de haber transcurrido un tiempo más que razonable,
para que la entidad se hubiese pronunciado.
Finalmente, la Sala
no encontró en el material probatorio allegado al expediente, la razón que
tuvo el juez de instancia para llamar la atención a los funcionarios de la
Caja de Previsión del Distrito, por la forma como vienen aplicando la circular
G- 051 de 1992, pues la notificación que se hizo al actor, sobre las razones
que tenía la entidad para no resolver la petición presentada por él, en el
término legal, fue hecha el 16 de marzo de 1994, y no el mismo día de la
radicación de la documentación, como lo afirmó el juez en su fallo.
Por las razones
expuestas, la Sala Primera de la Corte Constitucional confirmará el fallo
proferido por el Juzgado Sesenta Penal del Circuito de Santafé de Bogotá, en el
presente caso. Igualmente, se comparten las apreciaciones del fallador de
instancia, en relación con la incompetencia del juez de tutela para
pronunciarse sobre aspectos que sólo son del resorte de la administración,
tales como el reconocimiento de una pensión o, el ordenar el pago de una suma
determinada de dinero, pues ello, como varias veces lo ha sostenido esta
Corporación, sería el cogobierno de los jueces, hecho que en sí mismo quebraría
la estructura del sistema.
III. DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo
y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
Primero: CONFIRMASE
la sentencia del Juzgado
Sesenta Penal Circuito de Santafé de Bogotá, de fecha catorce (14) de
septiembre de mil novecientos noventa y cinco (1995), por las razones aquí
expuestas.
Segundo: Por Secretaría General, REMITANSE el
expediente de tutela y este fallo, al Juez sesenta (60) Penal Circuito de
Santafé de Bogotá, para los efectos consagrados en el artículo 36 del decreto
2591 de 1991.
Notifíquese,
cópiese, publíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte
Constitucional.
JORGE ARANGO MEJIA
Magistrado
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
304 | T-077-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-077/95
MEDIO DE DEFENSA
JUDICIAL-Eficacia/ACCION
DE TUTELA-Subsidiariedad/PERJUICIO IRREMEDIABLE-Extrema necesidad
Es improcedente
la acción de tutela cuando hay otro mecanismo de defensa judicial y no se
interpone como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable. Se
está en presencia de éste cuando, de no tutelarse el derecho vulnerado o
amenazado, hay inminencia de un mal irreversible, injustificado y grave, que
coloque al peticionario en un estado de necesidad, que amerita la urgencia de
la acción. La necesidad, a su vez, debe ser evidente o evidenciable, y además
extrema, de suerte que sea razonable pensar en la gran probabilidad -no en la
mera posibilidad- de sufrir un daño irreparable y grave. No cualquier necesidad
amerita, pues, la acción de tutela, ni cualquier inminencia de daño, ya que se
requieren las características de extremidad en cuanto a la necesidad y de gravedad
en cuanto al daño. El extremo es el máximo o mínimo, según el caso, de un
ente; en otras palabras, es el punto primero de un límite inicial o el último
punto de un límite terminal. La gravedad implica una magnitud de tal
proporción, que amenaza la destrucción del núcleo esencial de una entidad, en
nuestro caso de un derecho fundamental. Ahora bien, la extrema necesidad puede
describirse como aquella situación adversa y padecida por un sujeto, que lo
coloca en el límite de lo soportable, y amenaza con vulnerar el núcleo esencial
-o con aumentar o prolongar la lesión- de uno o más derechos fundamentales.
ACCION DE TUTELA-Gravedad del daño
En cuanto a la
gravedad del daño, tienen que concurrir los aspectos objetivo y subjetivo; el
objetivo depende del daño en el objeto jurídico protegido y el subjetivo de la
incidencia sobre el sujeto. En torno al daño objetivo, debe ser tal, que
afecte, como se ha dicho, el núcleo esencial del derecho fundamental. El
aspecto subjetivo es cuando se afecta al sujeto en grado sumo, de acuerdo con
las circunstancias del caso concreto, de manera que éste se priva de un bien
esencial para su existencia.
ACCION DE TUTELA-Requisitos para la protección inmediata
Para que sea
viable la acción de tutela, debe existir una situación que justifique la
protección inmediata de los derechos fundamentales, a saber: no haber otro
medio de defensa judicial, vulneración o amenaza del núcleo esencial del
derecho fundamental, de manera cierta y grave, o que se interponga como
mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable.
INCIDENTE DE
RESTITUCION DE LA POSESION/DERECHO DE POSESION
Cursa un
incidente de restitución de la posesión, en virtud del parágrafo 4o. del
artículo 338 del Código de Procedimiento Civil. Luego no puede proceder la
acción de tutela, no sólo porque existe otro mecanismo de defensa judicial,
sino porque no puede el juez de tutela interferir la legitimidad de un
incidente en curso, lo cual sería un contrasentido evidente.
Ref: Expediente
No. T-49138
Peticionario:
Víctor Hugo Forero, Rubiela Ruiz, Jesús Quiroga, Misael Burgos, Daniel Alfredo
Cajamarca y Myriam Vanegas.
Procedencia:
Juzgado 29 Civil del Circuito de Santafé de Bogotá.
Magistrado
Ponente:
Dr. VLADIMIRO
NARANJO MESA
Tema: Derecho
de posesión. Improcedencia de la acción, por existir un incidente en curso.
Santafé de Bogotá,
D.C. veintiocho (28) de febrero de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Novena de
Revisión de la Corte Constitucional, conformada por los Magistrados Vladimiro
Naranjo Mesa -Presidente de la Sala-, Jorge Arango Mejía y Antonio Barrera
Carbonell,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
ha pronunciado la
siguiente
SENTENCIA
En el proceso de
tutela radicado bajo el número T- 49138, adelantado por los ciudadanos Víctor
Hugo Forero, Rubiela Ruiz, Jesús Quiroga, Misael Burgos, Daniel Alfredo
Cajamarca y Myriam Vanegas, en contra del Juzgado 22 Civil Municipal y la
Inspección 7A de Policía de Santafé de Bogotá D.C.
I. ANTECEDENTES
De acuerdo con lo
dispuesto en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del decreto 2591
de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional
escogió para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia.
De conformidad con
el artículo 34 del decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión procede a dictar
la sentencia correspondiente.
1. Solicitud
Los ciudadanos
Víctor Hugo Forero, Rubiela Ruiz, Jesús Quiroga, Misael Burgos, Daniel Alfredo
Cajamarca y Myriam Vanegas, interpusieron ante el Juzgado 29 Civil del Circuito
de Santafé de Bogotá, acción de tutela en contra del Juzgado 22 Civil Municipal
y la Inspección 7A de Policía de Santafé de Bogotá D.C, con el fin de que se
les ampararan sus derechos al trabajo y a la posesión, consagrados en los
artículos 25 y 58 de la Constitución Política.
Como medida
provisional solicitaron que se ordenara a la Inspección 7A Distrital de Policía
que se abstuviese de practicar la diligencia de desalojo del inmueble ubicado
en la Autopista sur No. 84-32, 84-36 y 84-30 de la ciudad de Santafé de Bogotá
D.C., ordenada para el día 17 de septiembre de 1994.
2. Hechos
Afirman los
accionantes que el día 21 de julio de 1994, el señor Víctor Hugo Forero Montien
y la señorita Rubiela Ruiz Pulido, en virtud de un contrato de promesa de
compraventa, recibieron de manera real y material la posesión que ejercía el
señor Laurentino Niño Camargo sobre el inmueble ubicado en la Zona de Bosa,
identificado con los números 84-30, 84-32 y 84-36 de la Autopista Sur, y que la
compraventa se perfeccionó el día 24 de agosto de 3
ese mismo año,
mediante escritura pública No. 2411 de la Notaría 43 del Círculo de Santafé de
Bogotá.
Manifiestan que los
señores Jesús Quiroga, Misael Burgos, Daniel Alfredo Cajamarca y la señora
Myriam Vanegas, suscribieron un contrato de arrendamiento con los nuevos
poseedores del mencionado inmueble, en virtud del cual instalaron una
floristería, unos viveros y un local destinado a la venta de materiales de
construcción, negocios de los cuales obtienen su sustento económico.
Según los
peticionarios, el día 12 de septiembre de 1994, el Inspector 7A Distrital de
Policía, comisionado por el Juzgado 22 Civil Municipal de Santafé de Bogotá
D.C., llegó al inmueble que ellos ocupan, con el fin de practicar una
diligencia de desalojo. "Ante esto -afirman los accionantes- nosotros
manifestamos que éramos arrendatarios del señor VICTOR HUGO FORERO, quien era
el señor que había comprado la posesión al antiguo dueño Laurentino Niño; y como
bien pudo observar el Inspector 7A, en razón de tener contrato de arrendamiento
de locales comerciales, no nos reconocieron la calidad de tenedores a nombre
del poseedor, y solamente obtuvimos respuesta de que el sábado 17 de
septiembre, teníamos que desocupar; siendo así no quisimos firmar la
diligencia"
3.
Pretensiones
Solicitan los
peticionarios que se tutelen sus derechos a la posesión y al trabajo, hasta
tanto el Juzgado 22 Civil Municipal de Santafé de Bogotá resuelva el incidente
presentado, "en el cual se debatirá la posesión, que no se pudo acreditar
en su momento procesal y teniendo en cuenta que el cincuenta por ciento (50%)
del cual se exige la entrega en el comisorio, no se alinderó."
III. ACTUACION
PROCESAL
1. Unica
instancia
Mediante auto de
fecha 16 de septiembre de 1994, el Juzgado 29 Civil del Circuito de Santafé de
Bogotá resolvió suspender la diligencia de entrega programada para el día 17 de
septiembre de 1994 y ordenó a los peticionarios que aportaran los documentos que
anunciaron en el escrito de tutela.
Obran en el
expediente las pruebas que a continuación se relacionan:
a. Sentencia de
fecha 30 de noviembre de 1993.
Mediante dicha
providencia el Juzgado 22 Civil Municipal de Santafé de Bogotá resolvió
declarar terminado el contrato de arrendamiento suscrito entre el señor Pedro
Ignacio Rivera, en condición de arrendador, y el señor Laurentino Niño en
condición de arrendatario, referente al inmueble situado en la Autopista Sur,
entre las edificaciones correspondientes a las empresas Carboquímica y
Colinagro, entre las calles 84 y 85 sur "el cual no cuenta con
nomenclatura oficial."
Además se ordenó al
señor Laurentino Niño la restitución del citado inmueble, en una proporción del
cincuenta por ciento (50%), de acuerdo con los términos del contrato de
arrendamiento, pero no se alinderó la porción del inmueble que deba
restituirse.
b. Copia del Acta
de la Diligencia de restitución del inmueble practicada el día 12 de septiembre
de 1994 por la Inspección 7A Distrital de Policía.
En dicha diligencia
el inspector de policía se trasladó al inmueble atrás señalado y luego de hacer
el reconocimiento de los linderos se ordenó la suspensión de la diligencia, la
cual se reanudaría el día 17 de septiembre de ese año. En el transcurso de la
diligencia se oyó el testimonio de Uriel Gustavo Rodríguez, Jesús Quiroga y
Myriam Vanegas; estos dos últimos se negaron a firmar el acta levantada. El
Inspector 7A de Policía advirtió a las personas que atendieron la diligencia
que, para que el día en que se continuara la diligencia, desalojaran el
inmueble.
c. Fotocopia de
la Escritura Pública No. 2411 de 24 de agosto de 1993 de la Notaría 43 del
Círculo de Santafé de Bogotá.
Dicha escritura
contiene el contrato de compraventa celebrado entre el señor Laurentino Niño y
Víctor Hugo Forero y Rubiela Ruiz, mediante el cual el primero transfirió sus
derechos de posesión sobre el inmueble ubicado en la Autopista Sur, entre las
edificaciones correspondientes a las empresas Carboquímica y Colinagro, entre
las calles 84 y 85 sur.
En dicha escritura
se da fe de que el derecho de posesión fue adquirido por el vendedor por
ejercicio de la misma, con ánimo de señor y dueño, desde hace mas de veintidós
años, hecho del cual dieron testimonio los señores Luis Vargas, Juan de Dios
Osorio, Antonio Ardila y Nicolás Marroquín, según consta en declaraciones
extraproceso que allí mismo se protocolizaron.
d. Fotocopia del
contrato mediante el cual Laurentino Niño cedió a Víctor Hugo Forero y Rubiela
Ruiz, los contratos de arrendamiento que había suscrito con los señores Misael
Burgos, Pedro A. Rojas Jesús Quiroga y Daniel Alfredo Cajamarca.
e. Sendas
fotocopias de los contratos de arrendamiento suscritos entre los señores
Víctor Hugo Forero, en su condición de arrendador, y los señores Misael Burgos
y Jesús Quiroga, en condición de arrendatarios
f. Copia del
memorial de fecha 14 de septiembre de 1994.
En dicho memorial la
apoderada del señor Víctor Hugo Forero y la señora Rubiela Ruiz propuso ante el
Juzgado 22 Civil Municipal de Santafé de Bogotá, un incidente de restitución de
la posesión del inmueble objeto del litigio, al tercero poseedor, previsto en
el parágrafo 4o. del artículo 338 del Código de Procedimiento Civil.
2. La
decisión.
Mediante providencia
de fecha veintiséis (26) de septiembre de 1994, el Juzgado 29 Civil del
Circuito de Santafé de Bogotá resolvió negar la tutela solicitada por los
actores y manifestó que "sobre la SUSPENSION PROVISIONAL decretada se
resolverá oportunamente una vez se resuelva lo concerniente a la revisión por
parte de la Corte Constitucional"
El a-quo consideró
que la acción de tutela resulta improcedente, ya que los actores cuentan con
otro mecanismo de defensa judicial para proteger sus derechos fundamentales,
cual es iniciar el trámite previsto en el parágrafo 4o. del artículo 338 del
Código de Procedimiento Civil para la restitución de la posesión, trámite este
que fue iniciado por los propios peticionarios, según copia del memorial
pertinente presentado ante el Juzgado 22 Civil Municipal de Santafé de Bogotá
D.C. "En este orden de ideas -sostiene el fallo en comento- no es
admisible pretender tras la tutela una decisión que sólo se alcanzará en el
trámite incidental propiamente dicho. Aceptar la postura de los interesados
implicaría obviar los procedimientos claramente establecidos en la ley, sin
haber sido ello lo pretendido por el constituyente de 1991 al entronizar ésta
nueva institución."
IV.
CONSIDERACIONES DE LA SALA
1. Competencia
De conformidad con
lo establecido en los artículos 86 y 241, numeral 9o. de la Constitución
Política y 31 a 36 del decreto 2591 de 1991, la Sala Novena de Revisión de la
Corte Constitucional, es competente para revisar el fallo de tutela de la
referencia.
2. Carácter
subsidiario de la acción de tutela
Es razonable que la
acción de tutela tenga un carácter subsidiario, porque no puede convertirse en
una instancia jurídica paralela de la jurisdicción ordinaria. Así lo previó el
constituyente, y no hay principio justificativo para convertirlo en una
negación de la jurisdicción ordinaria, puesto que la unidad jurídica es una
exigencia lógica; en otras palabras, no admite yuxtaposición, sino coexistencia
armónica.
La razón de ser de
la acción de tutela es la protección inmediata de un derecho fundamental
amenazado o conculcado por la autoridad y, en algunos eventos, por los
particulares, siempre y cuando no exista otro medio de defensa judicial, o que
existiendo éste, se interponga como mecanismo transitorio para evitar un
perjuicio irremediable.
Conviene, pues,
examinar la filosofía de la acción de tutela, con el fin de elucidar la
presente controversia, en torno a si procede o no la acción en el caso
concreto.
El artículo 86
superior estipula, en primer lugar, que toda persona tendrá acción de
tutela; con esto se declara la universalidad de la acción de tutela como
derecho. En efecto, la tutela es un derecho universal, y ello por el fin que
persigue, cual es, según el artículo superior citado, "la protección inmediata
de sus derechos constitucionales fundamentales". Sin embargo, hay una
oportunidad para incoarla "cuando quiera que éstos (los derechos) resulten
vulnerados o amenazados por la acción u omisión de cualquier autoridad
pública". El medio apto para ello es "un procedimiento preferente y
sumario". Procedimiento preferente, no significa la suplantación de
la jurisdicción ordinaria, sino la coherencia y adecuación a la protección
inmediata. Esa urgencia ante la inminencia exige, obviamente, que el
procedimiento sea sumario, ya que no tendría sentido la inmediatez de la
protección, si ésta se hiciera a través de un medio que, eventualmente, fuera
susceptible de dilaciones y de formalidades que impidieran la proporcionalidad
entre la situación de urgencia dada y la protección inmediata requerida.
Así las cosas, es
improcedente la acción de tutela cuando hay otro mecanismo de defensa judicial
y no se interpone como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable. Se está en presencia de éste cuando, de no tutelarse el derecho
vulnerado o amenazado, hay inminencia de un mal irreversible, injustificado y
grave, que coloque al peticionario en un estado de necesidad, que amerita la
urgencia de la acción. La necesidad, a su vez, debe ser evidente o evidenciable,
y además extrema, de suerte que sea razonable pensar en la gran probabilidad
-no en la mera posibilidad- de sufrir un daño irreparable y grave. No cualquier
necesidad amerita, pues, la acción de tutela, ni cualquier inminencia de daño,
ya que se requieren las características de extremidad en cuanto a la necesidad
y de gravedad en cuanto al daño. El extremo es el máximo o mínimo, según el
caso, de un ente; en otras palabras, es el punto primero de un límite inicial o
el último punto de un límite terminal. La gravedad implica una magnitud de tal
proporción, que amenaza la destrucción del núcleo esencial de una entidad, en
nuestro caso de un derecho fundamental. Ahora bien, la extrema necesidad puede
describirse como aquella situación adversa y padecida por un sujeto, que lo
coloca en el límite de lo soportable, y amenaza con vulnerar el núcleo esencial
-o con aumentar o prolongar la lesión- de uno o más derechos fundamentales.
Entonces la extrema necesidad, de continuar, hace que para el ser humano que lo
padece, la situación se torne en irresistible. Ello justifica la acción
inmediata del Estado en favor del necesitado. La extrema necesidad es en última
instancia la negación del derecho a una vida digna.
En cuanto a la
gravedad del daño, tienen que concurrir los aspectos objetivo y subjetivo;
el objetivo depende del daño en el objeto jurídico protegido y el subjetivo de
la incidencia sobre el sujeto. En torno al daño objetivo, debe ser tal, que
afecte, como se ha dicho, el núcleo esencial del derecho fundamental. El
aspecto subjetivo es cuando se afecta al sujeto en grado sumo, de acuerdo con
las circunstancias del caso concreto, de manera que éste se priva de un bien
esencial para su existencia.
Luego para que sea
viable la acción de tutela, debe existir una situación que justifique la
protección inmediata de los derechos fundamentales, a saber: no haber otro
medio de defensa judicial, vulneración o amenaza del núcleo esencial del
derecho fundamental, de manera cierta y grave, o que se interponga como
mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable.
2. El caso
concreto
En el expediente
consta que cursa un incidente de restitución de la posesión, en virtud del
parágrafo 4o. del artículo 338 del Código de Procedimiento Civil. Luego no
puede proceder la acción de tutela, no sólo porque existe otro mecanismo de
defensa judicial, sino porque no puede el juez de tutela interferir la
legitimidad de un incidente en curso, lo cual sería un contrasentido evidente.
Por otro lado, la Sala no encuentra viabilidad para invocar la acción como
mecanismo transitorio, por cuanto no se configura el perjuicio irremediable. Es
por lo anterior que la Sala procederá a confirmar el fallo del Juzgado 29 Civil
del Circuito de Bogotá, en el sentido de denegar la tutela en este caso
concreto.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
PRIMERO: CONFIRMAR el fallo proferido por el Juzgado 29 Civil del
Circuito de Santafé de Bogotá el día veintiseis (26) de septiembre de 1994.
Cópiese,
notifíquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
VLADIMIRO NARANJO MESA
Magistrado Ponente
JORGE ARANGO MEJIA
Magistrado
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
305 | T-078-95
Sentencia No
Sentencia No. T-078/95
DERECHO AL
CUIDADO Y AL AMOR/MENOR ADOPTADO
Si como ahora lo
sostiene la accionante, tiene interés en guardar a su hijo, resulta en este
momento evidente el descuido anterior. Las circunstancias actuales del menor
adoptado por una familia extranjera luego de un proceso legalmente adelantado,
en el que se miran las calidades de los padres, su estructura psicológica y
moral, su capacidad económica, que proporcionan al niño un ambiente familiar y
un entorno que le permita un adecuado desarrollo, que contrasta con el estado
de desprotección, con malas condiciones para su subsistencia, sin afecto estable,
no dejan duda sobre la necesidad de ampararlo en su bienestar. El artículo 44
de la Carta Política obliga a tratar al niño de manera preferente, en sus
intereses, a fin de suministrarle un ambiente que ampare su vida, su integridad
física, la salud, su seguridad social, una alimentación equilibrada, el cuidado
y amor, la educación y la cultura, la recreación y en especial el derecho a
"tener una familia".
PREVALENCIA DE
DERECHOS DEL NIÑO
La CP establece
un trato prevalente a los derechos de los niños, de manera que, no obstante
el sentimiento materno, en este caso es obligado para la Sala amparar los
derechos del menor. Especial consideración hace la Sala sobre la legalidad del
proceso administrativo de declaración de abandono y el proceso judicial de adopción
que sobrevino. De donde no se puede colegir violación alguna por parte del
ICBF, contra los derechos fundamentales de la demandante.
REF.:
Expediente No. T-50135
Peticionario:
OLGA VERA
Magistrados:
Dr. FABIO MORON
DIAZ
-Ponente-
Dr. VLADIMIRO
NARANJO MESA
Dr. JORGE
ARANGO MEJIA
Santafé de Bogotá D.C., febrero
veintiocho (28) de mil novecientos noventa y
cinco (1995).
La Corte Constitucional, Sala de Revisión
de Tutelas No. Ocho, integrada por los H. Magistrados Jorge Arango Mejía,
Vladimiro Naranjo Mesa y Fabio Morón Díaz, se pronuncia sobre la acción de la
referencia en el grado jurisdiccional de revisión, teniendo en cuenta los
siguientes
ANTECEDENTES
La señora Olga Vera en ejercicio de la
acción de tutela prevista en el artículo 86 de la Constitución Política y
desarrollada legalmente en los decretos 2591 de 1991 y 306 de 1992, formuló
demanda contra el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar de Tame-Arauca,
para que previo el trámite correspondiente le sea devuelto su hijo, con
fundamento en los hechos y razones siguientes:
- Que es madre soltera y tiene tres
hijos. El menor, Jerson Alirio, que no fue reconocido por el padre.
- Que a su hijo Jerson Alirio, para
poder trabajar, lo dejaba al cuidado de la señora Belén Chiquillo, a quien le
pagaba cincuenta mil pesos mensuales.
- Que hace dos años apróximadamente
la señora Belén Chiquillo salió un momento de la casa a comprar algo y los
funcionarios del I.C.B.F. se llevaron al menor.
- Que una funcionaria del I.C.B.F.
la hizo firmar un papel cuyo contenido desconocía, después se le informó que
estaba dando a su hijo en adopción. Indica que fue retenida durante ocho días
por abandono del menor, pero pagó una multa de $50.000 para lograr su libertad
y le "dieron al pueblo por cárcel" y no la volvieron a llamar.
- Que el niño estaba bien cuidado,
pues todos los días lo veía.
- Que se queja después de tanto
tiempo porque estaba "humillada".
- ¿Sacar a un menor de una casa sin
previo consentimiento de la persona responsable, no es un secuestro?.
¿Constituye abandono de un hijo el hecho de buscar una persona que lo cuide por
cuestiones de trabajo?.
LA PRIMERA INSTANCIA
El Juzgado Promiscuo Municipal de Tame,
mediante sentencia de veintiséis (26) de septiembre de 1994, decide la acción
de la referencia y resuelve: "negar por improcedente la acción de tutela,
presentada por la señora Olga Vera en contra del Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar de esta localidad", previas las siguientes
consideraciones:
- Que "no se entiende cómo la
peticionaria dejó transcurrir tanto tiempo para interponer esta acción,
argumentando que estaba intimidada, cuando su deber era poner en conocimiento
de la autoridad respectiva. El camino a seguir era acudir ante las autoridades
ordinarias (Fiscalías y/o Juzgado) y contar la situación, pero no lo
hizo", lo que significa que existían otros medios de defensa judicial.
- Que no prospera la acción como
mecanismo transitorio, puesto que el supuesto perjuicio no tiene el carácter de
irremediable.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE
La Competencia.-
La Corporación es competente para conocer
de esta revisión, de conformidad con lo establecido en el inciso 2o. del
artículo 86 y el numeral 9o. del artículo 241, ambos de la Carta Política,
desarrollados en los artículos 33 y 34 del Decreto 2591 de 1991.
La Materia
El caso en examen comprende la valoración
de un conjunto de hechos que vienen a incidir sobre la legalidad de la
declaración de abandono, el proceso de adopción, y el eventual amparo de un
derecho fundamental en cabeza de la madre del menor.
Del expediente se colige que el menor
Jerson Alirio Vera fue entregado por su madre a la señora Ana Belén Chiquillo
para que lo cuidara, pues ella trabajaba. La señora Ana Belén Chiquillo acudió
con su esposo ante el ICBF, Centro Zonal de Tame, el día 26 de octubre de 1992
con el fin de legalizar la situación del menor de cinco meses de edad, ya que
la madre manifestó su intención de regalárselo. Al comprobar el difícil
procedimiento que debían cumplir, los Solorza Chiquillo desisten de la
intención de adoptar al niño.
El día 19 de noviembre de 1992 la señora
Olga Vera se presentó ante el ICBF y manifestó que quería entregar a su hijo en
adopción, por tal motivo se levantó un acta, indicándole el derecho al retracto
que le asistía dentro de los treinta días siguientes. El menor fue dejado en
el hogar de la Familia Solorza Chiquillo, con seguimiento permanente por parte
de funcionarios del ICBF, quienes encontraron al niño en malas condiciones
ambientales e higiénicas. El 14 de diciembre de 1992 el niño fue trasladado a
un hogar sustituto y se procedió por parte de la defensora de familia a abrir
la investigación de la protección en favor del menor. El 16 de diciembre del
mismo año la madre se presentó a retractarse del consentimiento otorgado para
la adopción del niño, pero se le informó que su hijo se encontraba bajo
protección en un hogar sustituto.
Dentro del proceso administrativo de
protección se ordenó citar a la señora Olga Vera, a través de mensajes
radiales, con el fin de que asumiera el cuidado del niño o hiciera valer sus
derechos, pero nadie se presentó, por lo cual se determinó, mediante la
resolución No. 12 de agosto 27 de 1993, declararlo en abandono y decretar como
medida definitiva la adopción, resolución que fue notificada por edicto, pues
se desconocía el paradero de la señora Olga Vera, y contra la cual no se interpuso
recurso alguno.
El 20 de abril de 1994 se ordena el
traslado del niño a Bogotá para ser dado en adopción. Finalmente, el 19 de
mayo de 1994 el menor fue dado en adopción conjunta a una pareja de
nacionalidad francesa, mediante la sentencia proferida por el Juzgado Catorce
(14) de Familia de Santafé de Bogotá.
Como se puede apreciar, la madre, durante
este período de aproximados dos años, no suministró al menor ni la atención
económica, ni el cuidado, ni el amor que éste requiere para su normal
desarrollo. Se aprecia igualmente que la madre no hizo durante ese período
ningún tipo de diligencias orientadas a vivir con su hijo, a fin de
suministrarle en el plano material y emocional los bienes a que está obligada.
A este respecto ha sostenido esta Corte
Constitucional, lo siguiente:
"El artículo 44
de la Carta Política reconoce como derecho fundamental de los niños entre
otros, "el cuidado y amor". Es la primera vez que en una Constitución
colombiana se le da al amor el tratamiento de objeto jurídico protegido.
Obviamente los primeros obligados a dar amor al niño son sus padres, de suerte
que si hay una falta continua de amor hacia el hijo, no se está cumpliendo,
propiamente, la maternidad. De esta manera, todo niño tiene derecho a ser
tratado con amor, especialmente por sus padres. Entonces, si un padre o una
madre incumplen con su obligación constitucional, no sólo están incurriendo en
actitud injusta, sino que no están desempeñando ni la paternidad ni la
maternidad, en estricto sentido, porque no ejerce la actitud debida
conforme a derecho.
"La maternidad
está reconocida por el orden jurídico internacional como derecho humano, y, por
tanto, se protege en todas las situaciones. Pero no es un derecho absoluto,
porque se encuentra, como todo derecho, limitado, en este caso, por los
derechos del mismo hijo y por el orden social justo. La Declaración Universal
de Derechos Humanos en su artículo 25, numeral segundo, estipula:
'La maternidad y la
infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales. Todos los niños,
nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual protección
social.
"Sobre el
contenido de este texto es conveniente hacer las siguientes precisiones: en
primer término, la maternidad es protegida con el derecho a cuidados especiales
en virtud del bienestar del menor y, por extensión, en función de la madre,
para que ésta pueda llevar a cabo su misión de solidaridad natural. En segundo
lugar, como la maternidad está para la protección del infante, se deduce que
éste tiene derecho a una madre que lo asista. Tercero, la madre tiene derecho a
la conservación de su status -siempre y cuando cumpla con el deber de
amor hacia su hijo, pues la esencia de la filiación es el amor-, es decir,
tiene el derecho a realizar sus funciones, y en atención a dichas funciones, y
al amor, a mantener el vínculo jurídico y afectivo con su hijo. Y, finalmente,
se protege por igual a la maternidad dentro del matrimonio, como a la que se presenta
por fuera de la relación matrimonial, con base en el trato igual debido tanto a
las madres como a los niños.
"2.2 El
deber de recepción de los padres
"...
"Ahora bien,
dentro de las obligaciones de no hacer de los padres, se destacan las de no abandono
y no agresión. En torno a la primera, hay que decir que no se refiere solamente
al abandono físico, sino también al moral y al espiritual, por cuanto el hombre
es una unidad vital que comprende potencias físicas (relativas al cuerpo),
morales (relativas a sus virtudes y valores) y espirituales (relativas al
cultivo de la intelectualidad y a su actitud trascendente). En cuanto a la no
agresión, significa que el deber de corrección tiene un límite en el derecho a
la vida (prohibición del aborto) y en el derecho a la integridad física, moral
y espiritual del menor.
"En conclusión,
para esta Sala la maternidad no es un mero asunto biológico, sino, ante todo,
una actitud afectiva y espiritual que implica un status tendiente a la
protección y promoción del menor, fundada en el amor. Así como hay quienes sin
ser los padres biológicos llegan a adquirir el status de padres por la
adopción, igualmente hay quienes, pese a tener el vínculo sanguíneo con el
menor, en estricto sentido, no son padres, porque sus actos desnaturalizados
impiden que se configure en ellos tal calidad." (Cfr. Corte
Constitucional, sentencia T-339 de 21 de julio de 1994. M.P. Dr. Vladimiro
Naranjo Mesa).
De otra parte, si
como ahora lo sostiene la accionante, tiene interés en guardar a su hijo,
resulta en este momento evidente el descuido anterior. Las circunstancias
actuales del menor adoptado por una familia extranjera luego de un proceso
legalmente adelantado, en el que se miran las calidades de los padres, su
estructura psicológica y moral, su capacidad económica, que proporcionan al
niño un ambiente familiar y un entorno que le permita un adecuado desarrollo,
que contrasta con el estado de desprotección, con malas condiciones para su
subsistencia, sin afecto estable, no dejan duda sobre la necesidad de ampararlo
en su bienestar.
En efecto, el
artículo 44 de la Carta Política obliga a tratar al niño de manera preferente,
en sus intereses, a fin de suministrarle un ambiente que ampare su vida, su
integridad física, la salud, su seguridad social, una alimentación equilibrada,
el cuidado y amor, la educación y la cultura, la recreación y en especial el
derecho a "tener una familia".
No escapan a la
Corte las especiales condiciones de la madre consanguínea, quien se debate en
circunstancias de desprotección social; y, quien revela además una
inestabilidad en el plano afectivo, que se refleja incluso hacia su propio hijo
consanguíneo.
La Constitución
Política establece un trato prevalente a los derechos de los niños, de manera
que, no obstante el sentimiento materno, en este caso es obligado para la Sala
amparar los derechos del menor. Especial consideración hace la Sala sobre la
legalidad del proceso administrativo de declaración de abandono y el proceso
judicial de adopción que sobrevino. De donde no se puede colegir violación
alguna por parte del ICBF de Tame-Arauca, contra los derechos fundamentales de
la demandante.
En la demanda no se
observa con claridad qué derecho fundamental considera la madre que se ha
violado. Salvo alguna deducción que pudiera considerar una violación al debido
proceso administrativo o judicial que no se observa en el acervo probatorio, no
existe violación de otro derecho fundamental en cuyo análisis deba detenerse la
Sala.
Igualmente se
puntualiza que la actora no adelantó intervenciones judiciales ni
administrativas encaminadas a la recuperación de su hijo consanguíneo.
Previas las
anteriores consideraciones, la Corte Constitucional administrando justicia en
nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
Primero.- Confirmar la sentencia proferida por el
juzgado promiscuo municipal de Tame el 26 de septiembre de 1994, en el asunto
de la referencia.
Segundo.- Notificar la presente resolución en los
términos del artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, notifíquese, publíquese e
insértese en la Gaceta Constitucional y cúmplase.
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
VLADIMIRO NARANJO MESA
Magistrado
JORGE ARANGO MEJIA
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
306 | T-079-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-079/95
PRINCIPIO TRABAJO IGUAL SALARIO IGUAL-Término de comparación
Cuando un
trabajador considere que no se le ha dado un tratamiento igual, debe aportar el
término de comparación que permita deducir el trato desigual. Y el patrono
tiene que demostrar que el trato diferente es razonable y objetivo y no
limitarse a opinar que unos trabajadores son más eficaces que otros. Hay que
buscar el equilibrio entre igualdad, la protección al trabajo y la libertad de
empresa. Por eso, la natural aspiración de lograr una política salarial para la
productividad no debe servir de disculpa para restringir la negociación
colectiva, ni para golpear las organizaciones sindicales, ni mucho menos para
deshumanizar el trabajo porque uno de los principios fundamentales de la
Constitución del 91 es el respeto a la DIGNIDAD.
PRINCIPIO DE IGUALDAD EN LAS NORMAS
LABORALES-Carga de la
prueba
Quienes tienen la
carga de probar la inexistencia de la desigualdad o la razonabilidad y
objetividad del trato diferente son los empleadores a quienes se les imputa la
violación al principio de igualdad. El afectado con el real o presunto trato
desigual sólo debe aportar el término de comparación.
PRINCIPIOS Y VALORES CONSTITUCIONALES-Aplicación Inmediata/PRINCIPIOS
GENERALES DEL DERECHO
El artículo 2º de
la Constitución señala como uno de los fines esenciales del Estado: "Garantizar la efectividad de los
principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución". Esos
principios corren por todo el cuerpo de la Ley de leyes, integrando,
interpretando y criticando aún el mismo ordenamiento constitucional porque sus
disposiciones deben ser leidas de acuerdo con esos PRINCIPIOS. Sólo así se
acata en su integridad la supremacía de la Constitución (art. 4º ibidem). Los
principios mínimos fundamentos del trabajo del artículo 53 son VINCULANTES aún
cuando no se haya dictado la ley que lo desarrolla. Es que los valores y
principios que se encuentran en la Constitución son obligatorias para el
intérprete. Lo anterior implica que para interpretar una Constitución de
principios y valores materiales, como la de 1991 hay que adoptar, de entre los
métodos interpretativos, el argumento axiológico -evaluación de valores- para
concretar sus claúsulas abiertas. Por supuesto que no hay que confundir los
principios constitucionales con los principios generales del derecho. Estos
últimos son criterios auxiliares de la actividad jurídica (art 230 C.P.),
mientras que los primeros encuentran su sustento en la propia Carta
Fundamental.
SALARIO-Nivelación
Los petentes
tienen la vía ordinaria, ante los jueces laborales, para formular sus
reclamaciones de A TRABAJO IGUAL SALARIO IGUAL, demostrando el término de
comparación y correspondiendo al patrono probar que el trato desigual se
justifica razonablemente.
REF:EXPEDIENTES T-50209 - 50213
(acumulados)
Peticionarios: César Lozada y José I.
Contreras.
Procedencia: Juzgados 8º y 3º Laboral de
Santafé de Bogotá
Temas:
- A trabajo igual salario igual.
- Término de comparación para la igualdad:
esta prueba la aporta el trabajador.
- Al empleador le corresponde demostrar que
razonable y objetivamente puede darse un trato diferente.
-Vía adecuada para reclamar la nivelación
salarial.
- Aplicación inmediata de los principios
constitucionales y su diferencia con los principios generales del derecho.
Magistrado Ponente:
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO.
Santa Fe de
Bogotá D.C., veintiocho (28) de febrero mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Séptima
de Revisión de la Corte Constitucional, compuesta por los Magistrados Alejandro
Martínez Caballero, Fabio Morón Díaz y Vladimiro Naranjo Mesa.
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
Ha pronunciado la
siguiente
SENTENCIA
En los procesos
de tutela identificados con los números de radicación T-50209 y T-50213, de
César Lozada y José I. Contreras.
I. ANTECEDENTES
Con base en los
artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto Nº 2591 de 1991, la
Sala de Selección de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su
revisión, las acciones de tutela de la referencia. Inicialmente estos dos
expedientes fueron acumulados al T-47604, pero se estimó que no era pertinente
tal acumulación y que sí era posible acumular los números T-50209 y T-50213
entre sí por referirse al mismo aspecto jurídico, tener la misma causa, las
mismas pruebas y ser ambas tutelas dirigidas contra la misma persona jurídica:
CAFAM.
De conformidad
con el artículo 34 del Decreto Nº 2591, esta Sala de Revisión de la Corte entra
a dictar sentencia.
A.
Solicitudes.
1.1. César
Augusto Lozada Latorre y José Ignacio Contreras Ballén, laboran en la Caja de
Compensación Familiar CAFAM en los cargos de "rellenador" y
"auxiliar de bodega" respectivamente.
Ambos tienen una
intensidad horaria de 240 horas al mes y pertenecen a grupos de trabajadores
que en número de 418 desempeñan el oficio de "rellenador" y de 146 el
de "auxiliar de bodega".
1.2. En 1993 el
sueldo básico de los "rellenadores" oscilaba entre $62.500 mensuales
y $182.700,oo. En el citado año el suelo mensual de los "auxiliares de
bodega" iba de $81.500,oo a $180.100,oo. En esa escala de sueldos básicos
había 22 rubros diferentes, es decir, para un mismo cargo había 22 salarios
básicos distintos.
En 1993, los dos petentes, en virtud del Pacto
Colectivo obtuvieron un incremento salarial que significó para César Augusto
Lozada: $141.500.oo de sueldo básico mensual, y, para José Ignacio Contreras:
$137.000.oo.
2.1. A mediados
de 1993 se conformó SINALTRACAF, organización sindical de la cual son
integrantes Lozada y Contreras. Se firmó Convención Colectiva en 1994 y a
partir del 1º de enero de tal año se convino por la cláusula 7ª un incremento
salarial igual a la variación del I.P.C. (índice de precios al consumidor). El
Pacto Colectivo, para los no sindicalizados, establecía también un aumento
salarial semejante: el equivalente al I.P.C. (cláusula 5ª). Se repite: ya había
una gama de salarios, para el mismo puesto, desde antes de existir el
sindicato y antes de firmarse la Convención Colectiva.
2.2. A partir del
primero de enero de 1994 debería haber operado el idéntico aumento
salarial acordado tanto en el Pacto como en la Convención, sin embargo, hubo una
bifurcación en el incremento, a unos trabajadores se les aumentó más que al
resto de asalariados. Por ejemplo:
Quienes en
1993 recibían
A partir de
1994 hubo dos sueldos básicos:
78.400,oo
135.200,oo
136.100,oo
81.500,oo
135.200,oo
136.100,oo
97.600,oo
119.658,oo
176.100,oo
109.700,oo
134.492,oo
136.100,oo
113.100,oo
136.100,oo
140.800,oo
126.400,oo
154.966,oo
156.800,oo
137.000,oo
167.962,oo
169.900,oo
141.500,oo
173.479,oo
176.100,oo
142.000,oo
174.092,oo
176.100,oo
154.000,oo
188.804,oo
191.000,oo
167.400,oo
205.232,oo
207.600,oo
Los anteriores
datos permiten ver el aumento desigual a salarios que ya de por sí eran
desiguales aunque corresponden a trabajadores con igual cargo.
Si se toma uno de
esos guarismos: $141.500,oo (que corresponde al salario básico de Augusto
Lozada en 1993), se comprueba que el aumento que se le hizo es exactamente la
suma del sueldo anterior ($141.500,oo) + I.P.C. (22.60% o sea $31.979,oo) =
$173.479,oo; sin emabrgo, a otros se les aumentó a $176.100,oo.
3.1. El problema
que se plantea NO es pues el de si se aplica el Pacto en vez de la
Convención como equivocadamente lo enfoca una de las sentencias del Tribunal,
ni el de incumplimiento del Pacto o de la Convención, sino la trascendencia
jurídica que pueda tener la decisión unilateral del patrono de superar lo
acordado tanto en Pacto como en Convención, en beneficio de una parte de los
trabajadores y no de todos.
3.2. Los petentes
consideran que esa discriminación se motivó en el propósito patronal de
perjudicar a los trabajadores que recién habían conformado el sindicato, de ahí
que la petición sea:
"que se obligue a la Caja de
Compensación Familiar CAFAM, a pagarnos un salario igual a los trabajadores no
sindicalizados.
En honor a la
verdad, se impone analizar si la presunta persecución sindical es la causa
única de la escala de salarios para labores aparentemente idénticas:
El sindicato se
creó durante 1993 y su Convención colectiva se firmó en 1994, luego la
inicial discrepancia de sueldos, ya existía desde antes de 1993 y no pudo
tener como causa el hecho de la creación del sindicato. Habrá que averiguar si
el AUMENTO para 1994, fue motivado porque se creó el sindicato; en verdad, los
petentes presentaron las solicitudes de tutela alegando que el aumento en 1994
por encima de lo acordado en la Convención y en el Pacto fue para los
trabajadores no sindicalizados mientras que para los integrantes del sindicato
se les limitó el aumento a lo pactado: IPC. En la nómina consta:
El trabajador
Lozada ganaba $141.500,oo en 1993 y a partir del 1º de enero de 1994 el salario
ascendió a $173.500,oo.
En esa misma
situación están 49 “rellenadores” sindicalizados y 30 “rellenadores” no
sindicalizados.
A su vez, otros
“rellenadores” que ganaban $141.500,oo en 1993 pasaron a ganar $176.800,oo en
enero de 1994. Esto es cierto, pero hay favorecidos con el aumento tanto
sindicalizados (6) como no sindicalizados (66).
En cuanto al
auxiliar de bodega Contreras, la situación es esta: de $137.000,oo en 1993
subió a $167.962,oo en 1994, en la misma situación quedaron 2 auxiliares de
bodega no sindicalizados y 6 sindicalizados. Y, otros que pasaron de
$137.000,oo a $169.900,oo corresponden a 21 trabajadores no sindicalizados y a
6 sindicalizados.
B. Pruebas
aportadas.
a) En constancias
que obran en los expedientes se indica el diferente valor que hay entre la
asignación mensual y el sueldo promedio. Esto permite concluir que la escala a
la cual se hizo referencia existe en la asignación mensual, y, esa asignación
mensual es la que aparece en el listado general agregado a los procesos.
Otra cosa muy
distinta es el sueldo promedio, el cual no se ha tenido en cuenta en el cuadro
hecho al principio de esta sentencia y no tiene importancia para esta tutela
porque como es sabido un salario promedio responde a factores adicionales que
integran el salario: horas extras, dominicales, etc.
Según las
constancias César Augusto Lozada, en 1994 recibía:
-Asignación mensual: $173.479,oo
-Sueldo promedio: $216.848,oo
En el caso de
José Ignacio Contreras, en 1994:
-Asignación mensual: $167.962,oo
Sueldo promedio:
$209.952,oo
b) Se adjuntaron Convención
Colectiva y Pacto Colectivo. Tanto en éste como en aquélla se dice
textualmente que los incrementos del SALARIO BASICO se harán "teniendo en
cuenta como base la variación en el índice de precios al consumidor total
nacional (I.P.C.)", que, se repite, para el caso que se estudia fue
22.60%.
c) Se adjuntó el listado
de la totalidad de los trabajadores que laboran como "rellenadores" y
como "auxiliares de bodega" indicándose el sueldo básico a partir del
1º de enero de 1994 y el sueldo anterior. De este documento se tomaron los
datos para deducir que antes de formarse el Sindicato ya existía una gran
variedad de salarios para los mismos oficios, y que, después de reconocido
SINALTRACAF creció la gama salarial porque se estableció el sistema de
bifurcar la mayoría de los anteriores sueldos básicos (por ello ahora hay más
de treinta).
Es palpable este
sistema de bifurcación en los casos de las personas que interpusieron la
tutela:
-César Augusto
Lozada en 1993, al igual que 151 "rellenadores" ganaban $141.500,oo;
a partir de 1994 ese grupo se dividió así:
79 pasaron a ganar $173.479,oo (entre ellos
Lozada y otros)
72 recibieron mayor sueldo básico:
$176.100,oo.
-José Ignacio
Contreras, al igual que 35 "auxiliares de bodega" recibieron como
sueldo básico en 1993: $137.000,oo y a partir de 1994 ese grupo se bifurcó así:
8 pasaron a ganar $167.962,oo entre ellos
Contreras, mientras que
27 recibieron mayor sueldo básico:
$169.900,oo.
d) Los testigos
Germán Rojas, Alirio Carrillo y Faustino Galindo afirman que esa discrepancia
en el aumento de salarios favoreció "a los trabajadores no
sindicalizados".
e) Por su parte,
el representante de CAFAM dice que "estas diferentes ganancias se explican
porque de acuerdo con la política salarial de la empresa, se producen ajustes
salariales solicitados por los jefes inmediatos en reconocimiento a su
desempeño y habilidad en el puesto de trabajo y por mera liberalidad, con
arreglo al Artículo 143 del Código Sustantivo del Trabajo".
C. Decisiones
de 1º Instancia.
El Juzgado 8º
Laboral de Santafé de Bogotá (en el caso de César Augusto Lozada), y el Juzgado
3º Laboral de esta ciudad (en el caso de José Ignacio Contreras) denegaron la
tutela (sentencias de 9 y 8 de septiembre de 1994, respectivamente) por existir
otro medio judicial: el proceso ordinario laboral.
D. Decisiones
de 2ª Instancia:
La Sala Laboral
del Tribunal de Santafé de Bogotá, con diferentes ponentes, confirmó las
decisiones de primera instancia mediante fallos de 3 de octubre de 1994 para
César Augusto Lozada y 7 de octubre del mismo año para José Ignacio Contreras..
En el caso de
César Lozada, tres Magistrados de la Sala Laboral del Tribunal de Santafé de
Bogotá esgrimieron estos argumentos: que el peticionario puede acudir al
procedimiento ordinario laboral y que el trabajador pretende que se "revise,
practique y controvierta pruebas y declare un hecho litigioso, más no el que
proteja derechos fundamentales". (Subraya propia)
En la tutela de
José I. Contreras los otros tres Magistrados de la Sala Laboral fueron más
allá:
Sostienen que el
artículo 25 de la Constitución Política no aparece dentro del listado de
normas de aplicación inmediata según el artículo 85 íbidem, luego, los
trabajadores particulares deben regirse por el Código Sustantivo del Trabajo,
cuyas garantías pueden hacerse más ventajosas por Convención o Pacto. Si el
trabajador optó por Convención no puede invocar el Pacto Colectivo; y, de todas
maneras, es a través de un proceso ordinario laboral donde "se
controvierte la desigualdad".
Estos criterios
de las sentencias que se revisan obligan al estudio de los principios
constitucionales entre ellos el principio de igualdad en materia salarial, y
la distinción que debe haber entre discriminación y trato diferente, así la
tutela no sea la vía adecuada para definir los casos concretos de Lozada y
Contreras.
II. FUNDAMENTOS JURIDICOS
A.
Competencia.
Es competente
esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional para proferir sentencia de
revisión dentro de las dos acciones de tutela acumuladas, con fundamento en los
artículos 86 inciso 3º y 241 numeral 9º de la Constitución Política, en
concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991;
además, su examen se hace por virtud de la selección que de dichas acciones
hizo la Sala correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma
señalada por el Reglamento de esta Corporación.
B. Temas
Jurídicos a tratar.
Dos grandes temas
surgen del problema planteado y de las decisiones que se revisan: el de la
igualdad y el de la procedencia de la tutela. Para dilucidarlos es conveniente
hacer razonamientos jurídicos que vayan agotando las diversas etapas que hay
que cumplir para arribar a una solución equitativa, previas precisiones
conceptuales.
1. EL DERECHO
AL TRABAJO Y EL PRINCIPIO A LA IGUALDAD.
El artículo 25 de
la Constitución ordena:
"El trabajo es un derecho y una
obligación social y goza, en todas sus modalidades, de la especial protección
del Estado. Toda persona tiene derecho a un trabajo en condiciones dignas y
justas"
La Corte, en
reciente fallo de Sala Plena dijo:
"Del texto transcrito deben destacarse, en
esta sentencia, dos aspectos: el primero, la "especial protección"
que el Estado debe otorgar al trabajador. ¿Protección para qué? Para que en
relación con él se garanticen "los principios, derechos y deberes
consagrados en la Constitución". Principios entre los cuales cabe destacar
el de la igualdad, ya examinado. Derechos, como el que tiene toda persona a un
trabajo en condiciones dignas y justas. Y deberes, como el de la solidaridad
social, en virtud del cual todos estamos obligados a promover el bienestar
general, que en alguna forma contribuye al bienestar de cada uno.
El segundo aspecto
es el derecho a un trabajo en condiciones dignas y justas. A este respecto, son
pertinentes estos comentarios.
El calificativo de
dignas que se da a las condiciones del trabajo, hay que entenderlo como
derivado de la dignidad propia del ser humano. Y si éste, en el plano jurídico,
es igual a todos sus semejantes, no tiene sentido el que en abstracto las
condiciones del trabajo, en particular su retribución, sean diferentes. Ello
implicaría el que la dignidad misma fuera mensurable, al punto de afirmar que
unas personas tienen más dignidad que otras. Pretensión inaceptable a la luz de
las leyes que nos rigen. "1
La igualdad de oportunidades para los
trabajadores, es, pues, un derecho fundamental sustentado en los artículos 1º,
13, 25 y 53 de la C.P. En la sentencia citada la Corporación agregó: "Esta igualdad implica que el trabajador, en
lo relativo a su retribución, depende de sus habilidades y de la labor que
desempeña, y no de las condiciones o circunstancias de su patrono. Este es el
fundamento de una de las máximas del derecho laboral: a trabajo igual,
salario igual"2
2.-
CONSTITUCIONALMENTE NO PUEDE HABER DISCRIMINACION
Las personas
nacen iguales ante la ley y no puede haber discriminación por razones de sexo,
raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o
filosófica; esta enumeración hecha por el artículo 13 C.P., no es taxativa y,
tratándose de aspectos relativos al trabajo, el artículo 53 ibidem reitera que
debe haber "igualdad de oportunidades para los trabajadores". La
Corte en sentencia C-071/93 dijo que este principio aplicable al trabajo
"es una especie del principio genérico de igualdad consagrado en el
artículo 13 de la Constitución".
Es más, la
Constitución de la Organización Internacional del Trabajo (O.I.T.), aprobada
en 1919, expresamente consagra en el Preámbulo el "reconocimiento del
principio de salario igual por un trabajo de igual valor" y el Convenio
111 de la OIT3 se refiere concretamente a la NO
DISCRIMINACION en materia de "oportunidades o de trato en el empleo y la
ocupación" (art. 1), aclarándose que "los términos empleo y ocupación
incluyen tanto el acceso a los medios de formación profesional, y a la admisión
en el empleo y en las diversas ocupaciones, como también las condiciones de
trabajo" (ibidem).
Por eso, al
referirse al derecho al trabajo la sentencia C-71/92 indicó:
"El principio constitucional de igualdad de los
trabajadores está desarrollado por el Convenio Internacional del Trabajo número
111 -aprobado por Colombia mediante la Ley 22 de 1967 y ratificado en 1969-,
relativo a la discriminación en materia de empleo y ocupación. Dicho Convenio
es pues en Colombia fuente de derecho de aplicación directa en virtud del
artículo 53 de la Constitución Política, al decir: "los Convenios
Internacionales del Trabajo debidamente ratificados, hacen parte de la
legislación interna", cuyo contenido es norma interpretativa de los
derechos constitucionales en virtud del artículo 93 de la Carta
Fundamental"4
El
ex-contituyente Guillermo Guerrero Figueroa, y en el mismo sentido se expresa
al mexicano Mario De la Cueva, incluyen dentro del calificativo CONDICIONES DE
TRABAJO todos "los beneficios, cualquiera que sea su naturaleza que se
concedan a un trabajador" los cuales "deben extenderse a quienes
cumplan un trabajo igual, de ahí la acción llamada de nivelación de condiciones
de trabajo"5
Es obvio que la discriminación
salarial atenta contra la IGUALDAD como derecho fundamental
constitucionalmente protegido e inherente a la relación laboral. Lo cual
implica, en principio, que habrá discriminación cuando ante situaciones iguales
se da un trato jurídico diferente, por eso se proclama el principio A TRABAJO
IGUAL SALARIO IGUAL.
3. PUEDE HABER
TRATOS DIFERENTES QUE NO SON DISCRIMINATORIOS.
Antes que todo,
hay, que decir que jurícamente no es lo mismo DISCRIMINACION que trato
diferente. Este último es permitido en algunos casos, sin que implique
violación a la igualdad.
En una sentencia
de la Corte Constitucional, donde se discutía la igualdad, y en la cual se
escudan las peticiones de tutela que se estudian en el presente expediente, se
aclaró que ante situaciones similares puede haber trato distinto. Dijo la
Corporación:
"La justificación del trato jurídico
distinto de una situación jurídica equiparable, sólo es posible si se demuestra
que ella resulta claramente de la finalidad perseguida por la norma que
establece la distinción. En términos de la Corte Europea de Derechos Humanos,
"No habrá, pues, discriminación si una distinción de tratamiento está
orientada legítimamente, es decir, si no conduce a situaciones contrarias a la
justicia, a la razón o a la naturaleza de las cosas". En este orden de
ideas, es necesario tener en consideración los objetivos de la norma que
establece la distinción, "los cuales - continúa la Corte - no pueden
apartarse de la justicia y de la razón, vale decir no pueden perseguir fines
arbitrarios, caprichosos, despóticos o que de alguna manera repugnen a la
esencial unidad y dignidad de la naturaleza humana"6 ...
Las condiciones laborales, si bien no se
encuentran enunciadas de manera explícita dentro de las razones objeto de
discriminación del artículo 13, deben tener un tratamiento similar si se tiene
en cuenta la especial protección constitucional de la calidad de trabajador. En
consecuencia, si el trabajador aporta los indicios generales que suministren un
fundamento razonable sobre la existencia de un trato discriminatorio, o que
permitan configurar una presunción de comportamiento similar, le corresponde al
empleador probar la justificación de dicho trato"7
Le corresponde
entonces al Juzgador definir cuándo son iguales unas situaciones de hecho, y,
si lo fueren, analizar si existe o no discriminación porque a pesar de haber un
trato diferente frente a situaciones iguales, la diferenciación no constituirá
discriminación si obedece a un fin constitucionalmente lícito y está motivada
objetiva y razonablemente, caso en el cual no es factible afirmar que hay
violación al derecho de igualdad.
En la sentencia
C-71/93 se aclaró este aspecto:
"La igualdad material es la situación
objetiva concreta que prohibe la arbitrariedad.
El operador jurídico, al aplicar la
igualdad con un criterio objetivo, debe acudir a la técnica del juicio de
razonabilidad que, en palabras del tratadista italiano Mortati, "consiste
en una obra de cotejo entre hipótesis normativas que requieren distintas
operaciones lógicas, desde la individualización e interpretación de las
hipótesis normativas mismas hasta la comparacion entre ellas, desde la
interpretación de los contextos normativos que pueden repercutir, de un modo u
otro, sobre su alcance real, hasta la búsqueda de las eventuales disposiciones
constitucionales que especifiquen el principio de igualdad y su alcance.”8
"el elenco de los factores de
discriminación tanto objetivos como subjetivos consagrados en el artículo 13 de
la Constitución, corresponde a una lista enunciativa y no taxativa de los
factores que históricamente se han considerado como discriminatorios. Como lo
ha establecido el Tribunal Constitucional Italiano: "así, se superó la
creencia inicial en el carácter taxativo del elenco de las discriminaciones
impedidas expresamente por el artículo 3.1., comprendiéndose también
cualquiera otras deducibles del texto de la Constitución, e invocándose así
mismo las exigencias de la naturaleza misma de las cosas, la que puede en sí
misma hacer imposible la aplicación del principio en virtud de obstáculos de
orden natural, biológico o moral según la conciencia social dominante en la
comunidad nacional".9
La Corte Constitucional se ha pronunciado
en reiteradas oportunidades sobre el derecho a la igualdad. Al efecto baste
citar dos fallos.
En el proceso N° SC-221/92 se afirmó:
Ese principio de la igualdad es objetivo y
no formal; él se predica de la identidad de los iguales y de la diferencia
entre los desiguales. Se supera así el concepto de la igualdad de la ley a
partir de la generalidad abstracta, por el concepto de la generalidad concreta,
que concluye con el principio según el cual no se permite regulación diferente
de supuestos iguales o análogos y prescribe diferente normación a supuestos
distintos. Con este concepto sólo se autoriza un trato diferente si está
razonablemente justificado. Se supera también, con la igualdad material, el
igualitarismo o simple igualdad matemática3 .
Y en la Sentencia T-422/92, por su parte,
se dijo:
Sin embargo el artículo 13 de la
Constitución no prescribe siempre un trato igual para todos los sujetos de
derecho, o destinatarios de las normas, siendo posible anudar a situaciones
distintas -entre ellas rasgos o circunstancias personales- diferentes
consecuencias jurídicas. El derecho es, al mismo tiempo, un factor de
diferenciación y de igualación. Opera mediante definición de supuestos de hecho
a los que se atribuyen consecuencias jurídicas (derechos, obligaciones,
competencias, sanciones etc.). Pero, los criterios relevantes para establecer
distinciones, no son indiferentes para el derecho. Aunque algunos están
expresamente proscritos por la Constitución y otros son especialmente invocados
para promover la igualdad sustancial y con ello el ideal de justicia contenido
en el Preámbulo10
De conformidad con este par de citas,
entonces, se colige lo siguiente:
Primero, el derecho a la igualdad no
significa igualitarismo ni igualdad matemática.
Segundo, el derecho a la igualdad implica
hacer diferencias allí donde se justifiquen.
Tercero, se justifica hacer una diferencia
cuando del análisis de la situación se desprende que ella es razonable.
Cuarto, una diferencia entre presuntos
iguales es razonable cuando existe un hecho relievante que amerite tal
diferenciación.
Y quinto, un hecho es relievante cuando, a juicio
del operador jurídico, es de tal magnitud que rompe el igualitarismo formal
para dar lugar a un trato desigual en aras de la igualdad material"11 .
Y la sentencia
T-525 de 1994 precisó: "Vale
la pena anotar entonces, que el artículo 13 de la Constitución Nacional, no
preceptúa siempre un trato igualitario para todos los sujetos del derecho,
permitiendo anudar a diferentes situaciones -entre ellas, rasgos o
circunstancias personales- distintas consecuencias jurídicas, que buscan a la
igualdad material. Sobre este particular, la Corte ha advertido que el derecho
de igualdad no excluye dar un tratamiento diferente a sujetos colocados en
distintas situaciones de hecho, cuando exista motivo razonable que lo
justifique”12
Con estos
criterios jurisprudenciales será más ágil y equilibrado el desarrollo que se le
viene dando al tema de la igualdad.
4. CUANDO
PUEDE HABER DIFERENCIA SALARIAL TRATANDOSE DE UNA MISMA ACTIVIDAD LABORAL.
Hay situaciones
en las cuales puede ser diferente la remuneración para trabajadores que
desempeñan un mismo puesto, o cargo, en el mismo lugar, con la misma intensidad
horaria. Esto ocurre porque la remuneración es:
"proporcional a la cantidad y calidad
del trabajo" (artículo 53 de la Constitución del 91).
Estos factores
cuantitativos y cualitativos no contradicen el principio de la igualdad porque,
como ya lo dijo la Corte en la sentencia C-71/93, no hay que confundir la
igualdad con el igualitarismo y el derecho a la igualdad implica hacer
diferencias donde éticamente se justifiquen. Luego, si OBJETIVAMENTE un
trabajador produce MAS y MEJOR que sus compañeros es justo que la retribución
sea mayor. El mismo Código Sustantivo del Trabajo (hoy artículo 14 de la Ley 50
de 1990) establece:
"Constituye salario no sólo la
remuneración ordinaria, fija o variable, sino todo lo que recibe el trabajador
en dinero o en especie como contraprestación directa del servicio, sea
cualquiera la forma o denominación que se adopte, como primas, sobresueldos,
bonificaciones habituales, valor del trabajo suplementario o de las horas
extras, valor del trabajo en días de descanso obligatorio, porcentajes sobre
ventas y comisiones."
Viendo la
evolución legal que en Colombia ha tenido el principio: a trabajo igual,
salario igual, se tiene:
-La Ley 10/34: Prohibió la diferencia de
salario. Es decir, consagró el principio, sin establecer ningún sistema legal
para hacerlo eficaz (se establecieron después sanciones administrativas por el
incumplimineto).
-La Ley 149/36: Señaló los casos en que
podría haber diferencia de salarios (capacidad, antiguedad, experiencia, cargas
familiares, rendimiento y en NINGUN caso: nacionalidad, sexo, edad, religión,
opinión política o actividades sindicales); para el Tribunal Supremo del
Trabajo esta norma SI llevaba incluida dentro de su sentido una VERDADERA
acción a su favor, para obtener el pago de salarios que se hubieren dejado de
pagar con base en aquellos factores que la ley entendía como insuficientes para
establecer la diferencia.
-La Ley 6º/45: Estableció que no podía
haber diferencia de salarios por razones que no fueran basadas en la calidad y
cantidad de trabajo y en otros factores que están intimamente vinculados con la
prestación misma del servicio y con la organización de la empresa.
-El Artículo 143 C.S.T.: Establece los
factores que deben tenerse en cuenta para equiparar el salario, en donde
lo principal es la eficacia del trabajo.
Surge de esta
enunciación la posibilidad de una acción para que los organismos
jurisdiccionales coloquen al trabajador y su salario en la misma situación
en que el principio legislativo los quiso colocar.
Y al mismo tiempo
surge como factible la perspectiva de salarios distintos siempre y cuando la
diferenciación sea razonable (cantidad y calidad del trabajo, art. 53 C.P.), y
sea objetiva y rigurosamente probada por el empleador.
El tratadista
español Alfredo Montoya Melgar dice al respecto:
En cuanto compensación de un trabajo, la
cuantía del salario ha de fijarse atendiendo a la calidad y cantidad de dicho
trabajo, prohibiéndose las discriminaciones y tratos de favor basados en
circunstancias personales, tales como sexo, origen, estado civil, raza,
condición social, ideas religiosas o políticas, etc. (art. 17.1 ET);
específicamente, el art. 28 ET dispone, en la línea del art. 35.1 Const., que
el empresario está obligado a "pagar por la prestación de un trabajo igual
el mismo salario, tanto por salario como por los complementos salariales, sin
discriminación alguna por razón de sexo"; principio acogido en el Conv. de
la OIT Nº 100, en la Carta Social Europea, en el Tratado de la C.E.E. (art.
119) y Directiva de 102. 197513
por otra parte, la legislación equipara los salarios de extranjeros y
nacionales (art. 32 D. 1.119/1986, de 26.5).
Pero, hay que ser
muy cuidadosos en la calificación de la calidad y la cantidad del trabajo. Debe
haber parámetros objetivos serios para evaluación. Y, por otro aspecto, la
búsqueda de eficiencia no puede llegar al extremo de destruir la vida privada
del asalariado.
5. NO BASTA LA
SIMPLE AFIRMACION PATRONAL DE QUE UNOS TRABAJADORES SON MAS EFICACES QUE OTROS.
Cuando un
trabajador considere que no se le ha dado un tratamiento igual, debe aportar el
término de comparación que permita deducir el trato desigual.
Y el patrono
tiene que demostrar que el trato diferente es razonable y objetivo y no
limitarse a opinar que unos trabajadores son más eficaces que otros.
La creación de
dos grupos para aumentarles el salario de manera distinta, responde a cambios
de estrategía ocurridos en los países desarrollados respecto a las relaciones
obreros patronales y a métodos no muy claros pero frecuentes en nuestros países
en vía de desarrollo, aunque en ambos casos la finalidad es aumentar las
ganancias de las empresas. Dentro de esa perspectiva económica se han
implantado: el concepto de producción "justo a tiempo" y en grupo; la
relocalización de las empresas en países o regiones donde se pagan bajos
sueldos; y la introducción de los llamados "sistemas dobles de
remuneración salarial". Se busca con esto último recuperar la
discrecionalidad empresarial para que sean las decisiones privadas las que se impongan
en la relación laboral, demostrando la vulnerabilidad del Derecho Colectivo al
quitarle en la práctica la seriedad a las negociaciones colectivas. Todo ello
atenta contra los artículos 1º, 39, 55 y 334 de la C.P., como se demostrará
luego y previa esta aclaración:
Si el empleador
desea dar una suma mayor al trabajador POR MERA LIBERALIDAD, esto es permitido
por el artículo 15 de la Ley 50 de 1990, pero es un pago QUE NO CONSTITUYE
SALARIO.
Si esa mera
liberalidad no es ocasional sino que se torna habitual para un grupo grande de
trabajadores, se relaciona en la nómina dentro del sueldo básico y se califica
por el empelador como AJUSTE SALARIAL, lógicamente deja de ser liberalidad y se
transforma en un derecho subjetivo adquirido por el grupo de privilegiados y
pasa a ser remuneración fija.
La aparente
generosidad en verdad responde a esa estructura económica denominada SISTEMA
DOBLE DE REMUNERACION SALARIAL, según ya se indicó y , en el fondo es una forma
de eludir la garantía del Art. 55 C.P.:
Se garantiza el derecho de negociación
colectiva para regular las relaciones laborales con las excepciones que señale
la ley".
Y es un
desconocimiento del régimen de economía mixta que tiene en Colombia respaldo en
el estado social de derecho (art. 1º C.P.) y de la intervención del Estado en
la economía (art. 334).
Esta Corte ha
dicho sobre estos aspectos:
“La Carta no se limita entonces, a regular
la organización supra estructural del poder público. No. El constituyente
recogió la tradición occidental de postguerra y con ella una nueva visión del
derecho constitucional, de la cual deben destacarse cuando al menos tres
elementos esenciales.
En primer lugar, el nuevo derecho
constitucional diseña un marco económico ontologicamente cualificado, que parte
del reconocimiento de la desigualdad social existente (art. 13), de la
consagración de ciertos y determinados valores como la justicia y la paz
social, principios como la igualdad y la solidaridad, y derechos y libertades
civiles, sociales, económicos y culturales que conforman la razón de ser y los
limites del quehacer estatal. No se trata entonces de un texto neutro que
permita la aplicación de cualquier modelo económico, pues las instancias de
decisión política deben de una parte respetar los limites impuestos por el
conjunto de derechos, y de otra operar conforme a los valores y principios
rectores que la Carta consagra, así como procurar la plena realización de los
derechos fundamentales.
En segundo lugar, la Constitución dota al
Estado de una serie de instrumentos de intervención en la esfera privada, en el
mundo social y económico, con el fin de que a partir de la acción pública se
corrijan los desequilibrios y desigualdades que la propia Carta reconoce y se
pueda buscar, de manera real y efectiva, el fin ontológicamente cualificado que
da sentido a todo el ordenamiento.
En tercer lugar, la Carta otorga a los
agentes sociales, individuales y colectivos, mayores instrumentos de gestión,
fiscalización, control y decisión sobre la cosa pública.
No se trata entonces, como ya lo ha
manifestado esta Corporación, de un texto indiferente frente al comportamiento
económico del Estado o de los particulares. Las reglas fundamentales
introducidas por la Constitución se convierten, a la vez, en razón de ser y en
límite de las acciones públicas y privadas...
No caben, pues, en el sistema jurídico
colombiano, proyectos o normas discriminatorias o que vulneren la igualdad de
oportunidades, o tiendan a desproteger la libertad de empresa dentro del marco
de una economía social de mercado, o a menoscabar el derecho al trabajo y los
otros derechos fundamentales que, como ya lo ha dicho esta Corte, forman parte
del orden público constitucional. "
En conclusión,
hay que buscar el equilibrio entre igualdad, la protección al trabajo y la
libertad de empresa. Por eso, la natural aspiración de lograr una política
salarial para la productividad no debe servir de disculpa para restringir la
negociación colectiva, ni para golpear las organizaciones sindicales, ni mucho
menos para deshumanizar el trabajo porque uno de los principios fundamentales
de la Constitución del 91 es el respeto a la DIGNIDAD.
6. LA PRUEBA
QUE JUSTIFIQUE LA DESTINCION DEBE SER APORTADA POR QUIEN DA EL TRATO DIFERENTE,
NO POR EL PERJUDICADO.
La carga de la
prueba del trato distinto, corresponde al empleador. Es una inversión del ONUS
PROBANDI, en cuanto quien alega la vulneración del principio de igualdad no
está obligado a demostrar que es injustificada la diferenciación que lo
perjudica, esto ha sido aceptado por la Corte Constitucional en la sentencia T-
230 de 1994, anteriormente transcrita y es reiteradamente acogido por el
Tribunal Constitucional Español14
En nuestra
normatividad constitucional, esta apreciación sobre la carga de la prueba tiene
su asidero en el artículo 13 de la C.P. que establece la igualdad y prohibe la
discriminación, sabio principio que es particularmente importante en el derecho
laboral, por eso en cualquier contrato de trabajo, sea escrito o verbal va
implícito el derecho fundamental que tienen todos los trabajadores a recibir
trato jurídico igual para condiciones semejantes, salvo, como ya se dijo, que
la diferenciación busque un fin constitucionalmente lícito, tenga respaldo
razonable y esté objetivamente demostrado, en otras palabras: que la distinción
no se convierta en discriminación.
En conclusión.
Quienes tienen la carga de probar la inexistencia de la desigualdad o la
razonabilidad y objetividad del trato diferente son los empleadores a quienes
se les imputa la violación al principio de igualdad. El afectado con el real o
presunto trato desigual sólo debe aportar el término de comparación.
7. APLICACION
INMEDIATA DE LOS PRINCIPIOS Y VALORES CONSTITUCIONALES.
El artículo 2º de
la Constitución señala como uno de los fines esenciales del Estado:
"Garantizar la efectividad de los
principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución"
Esos principios
corren por todo el cuerpo de la Ley de leyes, integrando, interpretando y
criticando aún el mismo ordenamiento constitucional porque sus disposiciones
deben ser leidas de acuerdo con esos PRINCIPIOS. Sólo así se acata en su
integridad la supremacía de la Constitución (art. 4º ibidem).
Los principios
mínimos fundamentos del trabajo del artículo 53 son VINCULANTES aún cuando no
se haya dictado la ley que lo desarrolla. Es que los valores y principios que
se encuentran en la Constitución son obligatorias para el intérprete. Lo
anterior implica que para interpretar una Constitución de principios y valores
materiales, como la de 1991 hay que adoptar, de entre los métodos
interpretativos, el argumento axiológico -evaluación de valores- para concretar
sus claúsulas abiertas.
Por supuesto que
no hay que confundir los principios constitucionales con los principios
generales del derecho. Estos últimos sin criterios auxiliares de la actividad
jurídica (art 230 C.P.), mientras que los primeros encuentran su sustento en la
propia Carta Fundamental. Así lo ha dicho la Corte Constitucional:
"El Preámbulo
de la Constitución incorpora, mucho más allá de un simple mandato específico,
los fines hacia los cuales tiende el ordenamiento jurídico; los principios que
inspiraron al Constituyente para diseñar de una determinada manera la
estructura fundamental del Estado; la motivación política de toda la
normatividad; los valores que esa Constitución aspira a realizar y que
trasciende la pura literalidad de sus artículos.
El Preámbulo da
sentido a los preceptos constitucionales y señala al Estado las metas hacia las
cuales debe orientar su acción; el rumbo de las instituciones jurídicas"15
8. VIA PARA
RECLAMAR LA IGUALDAD SALARIAL.
Surge ahora esta
inquietud: cuál será el camino judicial para enmendar la discriminación le
ocasionada a quienes solicitaron el amparo en la presente acción de tutela?.
Ha sostenido esta
Sala de Revisión que los reajustes (salarial, pensional) corresponde hacerlos a
la jurisdicción laboral, salvo que se trate de un perjuicio irremediable en
cuyo caso la tutela opera como mecanismo transitorio.
Pero, hasta ahora
la jurisprudencia se había referido a las discrepancias que surgían al
interpretarse una norma o a los casos de incumplimiento de la ley, o a las
contradicciones que podrían aparecer entre dos disposiciones. En estas
situaciones es obvio que la jurisdicción laboral es competente para decidir
porque se trata de conflictos jurídicos típicos.
Qué ocurrirá
cuando no hay discusión sobre la aplicación de la norma sino que el problema
surge porque el empleador automáticamente modifica, en favor de un grupo de
trabajadores, una norma existente: LA CUANTIA DE UN AUMENTO SALARIAL, y, los
integrantes del grupo desfavorecido, exigen que la modificación para unos sea
modificación para todos.
En otras
palabras: la jurisdicción laboral es competente para definir un conflicto en el
cual se exige la igualdad EN LA NORMA?.
El artículo 2º
del Código Procesal del Trabajo indica que “La jurisdicción del trabajo está
instituida para decidir los conflictos jurídicos que se originen directa o
indirectamente del contrato de trabajo”.
Uno de los
elementos esenciales del contrato de trabajo es el SALARIO como
retribucción del servicio (art. 1º de la Ley 59/90). Y se dijo en esta
sentencia que la igualdad y el derecho a la no discriminación son inherentes
al contrato de trabajo, aunque no haya en el contrato cláusula que expresamente
lo diga. Luego, las controversias sobre el principio A TRABAJO IGUAL SALARIO
IGUAL corresponde juzgarlas a la jurisdicción ordinaria laboral, y, por vía de
tutela sólo cabría como mecanismo transitorio.
En los casos de
José Contreras y César Augusto Lozada, ellos solicitaron la nivelación salarial
sin explicitar ni probar el perjuicio irremediable, y, por el contrario,
aduciendo una distinción salarial entre trabajadores sindicalizados y no
sindicalizados, lo cual no es rigurosamente cierto. Les asiste, entonces,
razón a los jueces de tutela para negarla por improcedente, aunque algunos de
los razonamientos no son compartidos por esta Sala de Revisión como se ha
explicitado en el texto de este fallo.
Los petentes
tienen la vía ordinaria, ante los jueces laborales, para formular sus
reclamaciones de A TRABAJO IGUAL SALARIO IGUAL, demostrando el término de
comparación y correspondiendo al patrono probar que el trato desigual se
justifica razonablemente.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Séptima de Revisión, administrando justicia en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitucón
RESUELVE:
PRIMERO.- CONFIRMAR las sentencias del Juzgado
Octavo Laboral de Santafé de Bogotá , (9 de septiembre de 1994) y Sala
Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá (3 de
octubre de 1994) dentro de la acción de tutela instaurada por César Augusto
Lozada Latorre, pero, por las razones expuestas en el presente fallo.
SEGUNDO.- CONFIRMAR las sentencias del Juzgado
Tercero Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de
Bogotá (7 de octubre de 1994) dentro de la acción de tutela instaurada por José
Ignacio Contreras Ballén, pero por las razones expuestas en el presente
falllo.
TERCERO.- Comuníquese a los petentes, al
representante legal de la Caja de Compensación Familiar CAFAM.
CUARTO.- Envíesele copia a la Sala Laboral del
Tribunal Superior de Santafé de Bogotá, al Ministerio de Trabajo y al Defensor
del Pueblo.
Notifíquese,
cúmplase e insértese en la Gaceta Constitucional.
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Ponente
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
VLADIMIRO NARANJO MESA.
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
1 Sentencia C-51 16 de febrero de 1995, Ponente Dr. Jorge Arango
Mejía
2 Ibidem
3 Aprobado mediante Ley 22/67
4 Ponente: Alejandro Martínez Caballero
5 Compendio de derecho laboral, T.I., p. 214, Guillermo Guerrero
Figueroa.
6 CEDH. Sentencia del 23 de julio de 1968. P. 34.
7 Corte Constitucional Sentencia Nº T-230/94 mayo 3 de 1994,
Magistrado Ponente: Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz.
8 PIZZORUSSO, Alexandro. Lecciones de Derecho Constitucional.
Centro de Estudios Constitucionales. Madrid, 1.984. pág. 167.
9 Ibidem
3 Sentencia SC-221 de 1.992, de la Sala Plena de la Corte
Constitucional.
10 Sentencia T-422 de la Sala Séptima de Revisión de la Corte
Constitucional del 19 de junio de 1.992. Magistrado Ponente Eduardo Cifuentes
Muñoz
11 C-71/93, Ponente: Dr. Alejandro Martínez Caballero.
12 T-525 de 23 de noviembre de 1994, Ponente Dr. Vladimiro
Naranjo Mesa.
13 Sobre la Directiva y Jurisprudencia. A. Montoya, J. Galiana y
a. Sempere: Instituciones de Derecho Social Europeo, Madrid, 1988, págs. 20 y
sigs. Cfr. también Ss. TJCE 4.2.88 (Caso Murphy) y 17.10.89 (caso Danfoss).
14 Ver Sentencias 38/81, 103/83, 81/82.
15 Sentencia C-479/92,
Magistrados ponentes Dr. José Gregorio Hernández y Dr. Alejandro Martínez
Caballero |
307 | T-080-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-080/95
COMPETENCIA DE
TUTELA-Envío al Juez
competente/JURISDICCION CONSTITUCIONAL/COMPETENCIA TERRITORIAL
Si el juez de
primera instancia, no es el competente, por no corresponder al del lugar donde
ocurriere la vulneración de los derechos fundamentales, la Sala considera que
el procedimiento a seguir es enviar la demanda y sus anexos al juez competente.
Obviamente, previa notificación al interesado de que hará tal envío, pues si no
se violaría el debido proceso al actor, quien carecería de las oportunidades
procesales para actuar. El envío por parte del juez no competente al
competente, se refiere al de cualquier lugar del país, pues los procesos de
tutela hacen parte de la jurisdicción constitucional. En relación con la
categoría del juez a dónde remitir el proceso, se conservará la misma donde fue
presentada inicialmente, es decir, si el demandante instauró su acción ante un
juez civil municipal, el juez enviará ante el civil municipal del lugar donde
ocurrió presuntamente la vulneración.
ACCION DE TUTELA-Informalidad
Si bien el
artículo 37 mencionado no hace referencia expresa a esta clase de situaciones,
la Constitución y el decreto 2591 estipulan la informalidad de la que está
revestida la tutela. Señalan que no se requiere actuar a través de apoderado,
por lo cual no se podría exigir un conocimiento exacto de cuáles son los
factores de competencia.
COMPETENCIA DE
TUTELA-Juez de Segunda
instancia/NULIDAD SANEABLE
Si es el juez de
segunda instancia el que observa la carencia de competencia del de primera, la
situación es diferente, pues se estará ante una de las nulidades procesales de
que trata el artículo 140 del CPP, nulidad que puede ser saneada, excepto
cuando se trate de falta de competencia funcional. Este procedimiento, de poner
en conocimiento la falta de competencia, es el que debe seguir el ad quem
cuando advierta que está en presencia de una nulidad, bien sea carencia de
competencia, falta de notificación, etc.
ACCION DE TUTELA
PRESENTADA ANTE CORPORACIONES JUDICIALES NACIONALES/COMPETENCIA FUNCIONAL
La acción de
tutela presentada directamente ante la Corte Constitucional, Corte Suprema de
Justicia, Consejo de Estado y Consejo Superior de la Judicatura, en estos
eventos, la correspondiente demanda y sus anexos se devuelven directamente
al interesado sin ser posible la remisión, por tres razones principales:
1o. Como en innumerables ocasiones se ha señalado, los mencionados órganos no
pueden conocer de la acción de tutela directamente, pues se rompe la
posibilidad de la segunda instancia. Posibilidad que está prevista en la propia
Constitución, en la norma que estableció la tutela, artículo 86, inciso 2o. 2o.
Se está en presencia de falta de competencia funcional, la cual, a la luz de lo
dispuesto en las normas procesales, no es sanable. Las altas corporaciones al
estar todas excluídas del conocimiento de las tutelas presentadas
directamente ante ellas, no podrían determinar ante cuál juez o tribunal quiere
el interesado presentar su acción, y no les corresponde atribuirse tal
decisión, la cual sólo compete al demandante. En los casos de instaurarse
directamente la tutela ante las corporaciones mencionadas, lo procedente es la
devolución de la demanda y sus anexos al interesado, dejándolo en libertad de
presentar su acción ante cualquiera de los jueces o tribunales del lugar donde
ocurrió la vulneración.
REF: PROCESO T- 49.928.
DEMANDANTE: EUGENIO JORDAN CAYETANO contra INDERENA,
SUCURSAL LETICIA, AMAZONAS.
PROCEDENCIA: JUZGADO CIVIL DE CIRCUITO DE LETICIA.
MAGISTRADO
PONENTE: JORGE ARANGO
MEJIA.
Aprobada en sesión
de la Sala Primera de Revisión, celebrada en la ciudad de Santafé de Bogotá, a
los veintiocho (28) días del mes de febrero de mil novecientos noventa y cinco
(1995).
La Sala Primera de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Jorge Arango
Mejía, Antonio Barrera Carbonell y Eduardo Cifuentes Muñoz, decide sobre la
providencia proferida por el Juzgado Civil del Circuito de Leticia en el
proceso promovido por EUGENIO JORDAN CAYETANO.
El expediente llegó
a la Corte Constitucional, por remisión que hizo el Juzgado, en virtud de lo
ordenado por el artículo 31 del decreto 2591 de 1991.
La Sala de Selección
Número Once de la Corte, el 4 de noviembre de 1994, eligió, para su revisión,
el expediente de la referencia y resolvió que se acumulara con el T- 49.787
"si a bien lo considera la Sala de Revisión correspondiente."
Una vez estudiados
los expedientes, la Sala de Revisión estimó la necesidad de desacumular los
procesos, pues si bien los asuntos se relacionan con el tema de la competencia
del juez de tutela, en un caso, la providencia a revisar corresponde a un auto,
y, en el segundo, a una sentencia. Por consiguiente, la Sala proferirá dos
providencias independientes, aunque basadas en las mismas consideraciones.
I. ANTECEDENTES.
Hechos.
En la presente
providencia sólo se hará un sucinto relato de los hechos, pues el asunto a
estudiar se relaciona con la competencia por parte del juez de tutela.
El actor presentó
demanda de tutela ante el Juzgado Promiscuo Municipal de Puerto Nariño,
departamento del Amazonas, contra dos funcionarios del INDERENA, Regional
Amazónica, por considerar que al haberle sido decomisada por la policía, en la
ciudad de Leticia, una madera que había sacado del "lado del Perú del
sitio denominado El Tigre, frente a Atacuari", dichos funcionarios
violaron sus derechos fundamentales. No señala cuales.
El Juzgado Promiscuo
de Puerto Nariño solicitó y recaudó múltiples pruebas. En sentencia del 1o. de
agosto de 1994 concedió la tutela, por considerar que al actor se le violó el
derecho fundamental al debido proceso, en el proceso administrativo adelantado
por el Inderena.
Impugnada esta
decisión por parte de la Gerente del Inderena, con el argumento de la falta de
competencia del Juzgado de Puerto Nariño, el Juzgado Civil del Circuito de
Leticia, en sentencia del 26 de septiembre de 1994, revocó el fallo del a
quo, por la misma razón, pues fue en la ciudad de Leticia donde se produjo
el acto u omisión que se pretendía tutelar. En consecuencia, el ad quem señaló
que el actor puede volver a presentar su demanda ante cualquiera de los jueces
de
Leticia.
II.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL.
Primera.- Competencia.
La Corte
Constitucional es competente en virtud de lo dispuesto en los artículos 86 y
241, numeral 9, de la Constitución.
Segunda.- La
materia.
En el caso objeto de
este análisis, el juez de segunda instancia decidió que la falta de
competencia del de primera para tramitar la tutela ante él interpuesta, la
hacía improcedente. El Juzgado, mediante sentencia, revocó la sentencia del a
quo, y dejó en libertad al actor para presentar su demanda ante
cualquiera de los jueces donde ocurrieron los hechos.
De acuerdo con lo
anterior, los temas objeto de análisis son:
a) Exequibilidad del
artículo 37 del decreto 2591 de 1991.
b) El juez que se
considere incompetente, ¿debe remitir la demanda al juez que tiene la
competencia o devolver los documentos al interesado?
c) El procedimiento
a seguir por parte del juez de segunda instancia cuando observe la falta de
competencia del de primera.
Veamos cada uno de
estos temas.
a) Exequibilidad
del artículo 37 del decreto 2591 de 1991.
El artículo 37, en
lo pertinente, dice:
"Artículo
37. Primera instancia. Son competentes para conocer de la
acción de tutela, a prevención, los jueces o tribunales con jurisdicción en el
lugar donde ocurriere la violación o amenaza que motivaren la presentación
de la solicitud." (se resalta ).
La Corte
Constitucional, en sentencia C-54, de 18 de febrero de 1993, declaró exequible
el artículo 37, en lo que hace referencia a que el conocimiento de las acciones
de tutela corresponde al juez del lugar donde se produjo la vulneración o
amenaza del derecho fundamental. La declaración de exequibilidad se hizo sin
reserva ninguna, y después de examinar el contenido de la norma acusada.
En el presente
expediente, se observa que, efectivamente, la demanda de tutela se presentó en
lugar diferente a donde ocurrieron los hechos que presuntamente constituyen la
violación o amenaza de derechos fundamentales, pues, la acción se dirigió
contra actuaciones ocurridas en la ciudad de Leticia y la demanda de tutela
fue presentada en la población de Puerto Nariño, Amazonas.
Por consiguiente, el
ad quem acertó en señalar la falta de competencia del juez de primera
instancia.
Esto nos lleva a los
siguientes puntos.
b) El juez que se
considere incompetente, ¿debe remitir la demanda al juez que tiene la
competencia o devolver los documentos al interesado?
En primer lugar, la
Sala advierte que son situaciones distintas, en relación con la competencia, en
las que se puede encontrar el juez de primera o de segunda instancia.
En la primera
hipótesis, si el juez de primera instancia, no es el competente, por no
corresponder al del lugar donde ocurriere la vulneración de los derechos
fundamentales, la Sala considera que el procedimiento a seguir es enviar la
demanda y sus anexos al juez competente. Obviamente, previa notificación al
interesado de que hará tal envío, pues si no se violaría el debido proceso al
actor, quien carecería de las oportunidades procesales para actuar.
¿Cuál es la base
legal de este envío al juez competente?
En primer lugar, si
bien el artículo 37 mencionado no hace referencia expresa a esta clase de
situaciones, la Constitución y el decreto 2591 estipulan la informalidad de la
que está revestida la tutela. Señalan que no se requiere actuar a través de
apoderado, por lo cual no se podría exigir un conocimiento exacto de cuáles son
los factores de competencia. Además, el propio artículo 10 del decreto
establece que la tutela puede presentarse en forma verbal, y que ni siquiera es
necesario citar la norma constitucional infringida, siempre y cuando el juez
pueda determinarla.
Entonces, si la
propia base de la tutela, es decir, determinar la norma constitucional
infringida y por ende el derecho fundamental a proteger, puede ser deducida por
el juez y continuar con el proceso de tutela, con mayor razón el juez puede
enviar la demanda y sus anexos al competente, pues en últimas, lo que se
pretende es la protección efectiva de los derechos fundamentales.
Además, esta
actividad no es extraña al proceso ordinario, en materia civil. El artículo 85
del Código de Procedimiento Civil, modificado por el decreto 2282 de 1989,
artículo 1o., numeral 37, en lo pertinente, dice:
"Inadmisibilidad
y rechazo de plano de la demanda. El juez declarará inadmisible la demanda:
". . .
"Si el rechazo
se debe a falta de competencia, el juez la enviará con sus anexos al que
considere competente dentro de la misma jurisdicción . . ." (se
resalta)
A lo anterior hay
que agregar que el envío por parte del juez no competente al competente, se
refiere al de cualquier lugar del país, pues los procesos de tutela hacen parte
de la jurisdicción constitucional. Sobre este punto, vale recordar lo
dicho por la Sala Plena de esta Corte Constitucional, en auto número 16 de 1o.
de septiembre de 1994, "Ello, en sentir de la Sala, significa que en esta
materia [asuntos de tutela], todos los jueces, como eventuales inferiores
jerárquicos de la Corte Constitucional, también hacen parte de la jurisdicción
constitucional orgánica y funcionalmente."; y que, en relación con la
categoría del juez a dónde remitir el proceso, se conservará la misma donde fue
presentada inicialmente, es decir, si el demandante instauró su acción ante un
juez civil municipal, el juez enviará ante el civil municipal del lugar donde
ocurrió presuntamente la vulneración.
No sobra advertir,
que la Corte ha revisado algunas sentencias en las que ha existido el envío por
parte del juez no competente al competente, y aunque se ha referido al tema
sólo en forma tangencial, no ha objetado este procedimiento. Sin embargo, en
algunas providencias no ha objetado la devolución de documentos al interesado.
Veamos algunas sentencias que se han pronunciado sobre el tema.
- La sentencia T-
591, de 4 de diciembre de 1992, dice en lo pertinente:
"Debida
Interpretación del Artículo 37 del Decreto 2591 de 1991.
"Aunque según
la Carta, todos los jueces tienen jurisdicción para conocer sobre acciones de
tutela, el legislador -que en esta materia lo fue el Ejecutivo, en desarrollo
de las facultades conferidas por el artículo transitorio 5 de la Constitución,
a través del Decreto 2591 de 1991- ha identificado los criterios con arreglo a
los cuales se define la competencia para fallar acerca de aquellas en casos
específicos.
"Cuando el
artículo 86 de la Carta dispone que los jueces, en todo momento y lugar están
llamados a conocer de esta acción, entiende la Corte que ha sido la ley, vale
decir el Decreto ibídem, la que ha señalado el sentido que debe darse al
mencionado precepto, especialmente al establecer el ámbito estricto que debe
reconocer y respetar todo juez de la República para admitir, tramitar y fallar
solicitudes de tutela.
"Es así como el
artículo 37 del Decreto 2591 de 1991 señala como competente para conocer de la
acción de tutela, en primera instancia a prevención, los jueces o tribunales
con jurisdicción en el lugar donde ocurriere la violación o la amenaza que
motivaren la presentación de la solicitud.
"En el presente
asunto, encuentra la Corte Constitucional que la acción está encaminada a la
protección de unos derechos fundamentales que a juicio del peticionario, fueron
vulnerados o amenazados por una presunta omisión del Consejo de Estado, cuya
sede natural es la ciudad de Santafé de Bogotá.
"Considera esta
Corporación conforme a lo dispuesto en la norma citada, que se debe presentar
la demanda de tutela "en el lugar donde ocurriere la violación o amenaza
que motivaren la presentación de la solicitud", es decir, en la ciudad de
Bogotá, pues fue allí donde se expidió el acto administrativo que aplazó el
nombramiento del funcionario en propiedad, y no como consideró erróneamente el
actor, donde tiene su domicilio y ejercía sus funciones como Magistrado del
Tribunal Administrativo de Norte de Santander al momento de la expedición del
citado acto.
"Por lo
anterior, se debe concluir que la competencia territorial para conocer en
primera instancia de la solicitud formulada por el peticionario radicaba en un
juez o tribunal con jurisdicción en la ciudad de Bogotá, pues fue allí donde se
produjo el acto u omisión que se pretende tutelar. " (Magistrado ponente
Jaime Sanín Greiffenstein)
- La sentencia T-
162, de 26 de abril de 1993 dice, en lo pertinente:
"De acuerdo con
los antecedentes que dieron origen a la acción de tutela se puede establecer
que los hechos generadores tuvieron ocasión en la ciudad capital, Santafé de
Bogotá, D.C., donde el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cundinamarca
no tiene competencia territorial.
"Precisamente
en el fallo que resolvió sobre las pretensiones del accionante, el Magistrado
doctor Julio Gilberto Lancheros Lancheros presentó salvamento de voto por
considerar que el Tribunal del que hace parte no era el competente para conocer
de fondo sobre la solicitud de tutela, por carecer de competencia conforme al
Decreto 2591 de 1991 artículo 37 (folios 167 a 170 del expediente de tutela),
donde además expuso:
".... 3o. Esta
Corporación, en Sala de Decisión en la que ha sido ponente el suscrito
Magistrado, en casos similares al presente, por idénticos motivos, ha ordenado
que sean remitidos a otra Colegiatura, habida consideración de que, según lo
estatuído en el Decreto 2270 de octubre 7 de 1989, el Tribunal de Cundinamarca
no obstante tener su sede en ésta ciudad capital, carece de jurisdicción en la
misma ....".
"Argumentos que
son de total recibo para esta Sala de Revisión, pues aunque la acción de tutela
está revestida de una alta dosis de informalidad, no es posible tampoco
desatender el mandato legal que fija la competencia de la autoridad que vaya a
decidir la acción, ya que esta facultad no es de naturaleza omnímoda, sino que
se encuentra precisamente delimitada en el artículo 37 del Decreto 2591 de
1991." (Magistrado ponente Carlos Gaviria Díaz)
En conclusión, por
las razones jurídicas anotadas y por las sentencias transcritas, el procedimiento
acertado por parte del juez que estime que no es competente para tramitar
la acción de tutela, es enviar la demanda y sus anexos al que considere
competente, de cualquier lugar del país, respetando la jerarquía del juzgado
donde se presentó inicialmente y poniendo en conocimiento del actor sobre tal
hecho.
c) El
procedimiento a seguir por parte del juez de segunda instancia cuando observe
la falta de competencia del de primera.
Pero
si es el juez de segunda instancia el que observa la carencia de competencia
del de primera, la situación es diferente, pues se estará ante una de las
nulidades procesales de que trata el artículo 140 del Código de Procedimiento
Civil, nulidad que puede ser saneada, excepto cuando se trate de falta de
competencia funcional, asunto que se tratará más adelante.
De acuerdo con el
artículo 145, del Código citado, "En cualquier estado del proceso antes de
dictar sentencia, el juez deberá declarar de oficio las nulidades insanables
que observe. Si la nulidad fuere saneable ordenará ponerla en conocimiento
de la parte afectada por auto que se notificará como se indica en los
numerales 1o. y 2o. del artículo 320. Si dentro de los tres días siguientes al
de notificación dicha parte no alega la nulidad, ésta quedará saneada y el
proceso continuará su curso; en caso contrario, el juez la declarará." (se
resalta)
Es decir, este
procedimiento, poner en conocimiento la falta de competencia, es el que debe
seguir el ad quem cuando advierta que está en presencia de una nulidad,
bien sea carencia de competencia, falta de notificación, etc. Además, es la
forma como la Corte Constitucional ha procedido en casos semejantes, al
advertir que en las sentencias objeto de revisión, se presenta alguna de las
nulidades procesales, especialmente cuando no se ha realizado la notificación a
la parte contra quien se presentó la tutela. Ejemplos de ello son los autos de
15 de junio de 1994, en el expediente T- 31.880; el de 29 de noviembre de 1994,
en el expediente T- 43.958, etc.
Diferente es la
situación de la acción de tutela presentada directamente ante la Corte
Constitucional, Corte Suprema de Justicia, Consejo de Estado y Consejo Superior
de la Judicatura, pues, en estos eventos, la correspondiente demanda y sus
anexos se devuelven directamente al interesado sin ser posible la
remisión, por tres razones principales:
1o. Como en
innumerables ocasiones se ha señalado, los mencionados órganos no pueden
conocer de la acción de tutela directamente, pues se rompe la posibilidad de la
segunda instancia. Posibilidad que está prevista en la propia Constitución, en
la norma que estableció la tutela, artículo 86, inciso 2o.
2o. Se está en
presencia de falta de competencia funcional, la cual, a la luz de lo dispuesto
en las normas procesales, no es sanable.
Algunos tratadistas
explican este factor así:
"El funcional
se deriva de la clase especial de funciones que desempeña un juez en un
proceso; según la instancia o la casación y revisión, y su conocimiento se
halla distribuido entre varios jueces de distinta categoría. Así, tenemos
jueces de primera y segunda instancia, y competencia especial para los recursos
de casación y revisión . . . El juez de primera instancia es "a quo"
o hasta cierto momento; el de segunda "ad quem" o desde cierto
momento en adelante (desde cuando finaliza la primera instancia). Este factor
corresponde a un criterio de distribución vertical de competencia."
(Compendio de Derecho Procesal, Hernando Dévis Echandía, Tomo I, Teoría General
del Proceso, segunda edición, 1972, página 109)
3o. Las altas
corporaciones al estar todas excluídas del conocimiento de las tutelas
presentadas directamente ante ellas, no podrían determinar ante cuál juez o
tribunal quiere el interesado presentar su acción, y no les corresponde
atribuirse tal decisión, la cual sólo compete al demandante.
Por lo anterior, en
los casos de instaurarse directamente la tutela ante las corporaciones
mencionadas, lo procedente es la devolución de la demanda y sus anexos al
interesado, dejándolo en libertad de presentar su acción ante cualquiera de los
jueces o tribunales del lugar donde ocurrió la vulneración.
No sobra advertir
que todas las remisiones al proceso ordinario, en lo no previsto en el proceso
de tutela, obedecen precisamente a que en esta acción se debe respetar el
debido proceso, pues de lo contrario se vulneraría un derecho fundamental.
Tercera.- Conclusiones
en relación con la competencia.
De conformidad con
las consideraciones expuestas en esta providencia, se pueden tener como
conclusiones las siguientes:
- El artículo 37 del
decreto 2591 de 1991, en cuanto la competencia del juez donde ocurrió la
vulneración o amenaza del derecho fundamental, fue declarado exequible por la
Corte Constitucional, en sentencia No. 54 de 1993.
- El juez que estime
que no es competente para conocer de la acción de tutela, debe enviar la
demanda y sus anexos al que considere competente, de cualquier lugar del país,
respetando la jerarquía del juzgado donde se presentó inicialmente, e
informando de ello al demandante.
- Si es el juez de
segunda instancia el que observa la falta de competencia del de primera, debe
proceder de conformidad con lo establecido por el procedimiento civil para
procurar sanear la nulidad.
- Si la acción de
tutela se presenta directamente ante la Corte Constitucional, Corte Suprema de
Justicia, Consejo de Estado o Consejo Superior de la Judicatura, la
correspondiente demanda y sus anexos se devuelven directamente al interesado,
por las razones expuestas en esta providencia.
Cuarta.- El caso concreto.
El ad quem, en
este proceso, decidió revocar el fallo impugnado, y dejar en libertad al actor
de presentar la acción de tutela ante los cualquiera de los jueces de Leticia,
sitio donde ocurrieron los hechos.
Como para el momento
de esta revisión por parte de la Corte, no es posible conocer si el actor presentó
una nueva tutela, sólo para no entorpecer tal posible proceso, que pudo
ya haber terminado, esta Sala confirmará lo dispuesto por el Juzgado Civil del
Circuito de Leticia, en cuanto a la libertad del actor en presentar una nueva
tutela.
III. DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo
y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
PRIMERO: Sólo por las razones expuestas en esta
sentencia, y únicamente en cuanto a dejar en libertad al interesado de
presentar una nueva tutela, CONFIRMASE la sentencia de fecha 27 de
septiembre de 1994, del Juzgado Civil del Circuito de Leticia, en la cual es
demandante el señor Eugenio Jordán Cayetano.
SEGUNDO:
COMUNIQUESE la presente
providencia de conformidad con lo dispuesto en el artículo 36 del decreto 2591
de 1991. También envíese copia de esta sentencia al Juzgado Civil del Circuito
de Leticia.
Cópiese,
notifíquese, cúmplase, publíquese e insértese en la Gaceta de la Corte
Constitucional.
JORGE ARANGO MEJIA
Magistrado
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
308 | T-081-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-081/95
PERSONAL DOCENTE-Discriminación/POSESION DEL CARGO
En el presente
caso hubo trato discriminatorio con respecto a la demandante, porque su
nombramiento fue comunicado en una fecha que resulta desproporcionada con
respecto a las fechas en que se les notició del nombramiento a los demás
docentes designados, con el agravante de que se le informó acerca de su
designación cuando ya se le había dado posesión a los otros docentes.
ACCION DE TUTELA-Hecho superado
La situación a
que dio origen la tutela se encuentra superada, pues incluso antes de que el
Juzgado Promiscuo Municipal de Tadó fallara, se cumplió con el hecho de dar
posesión a la petente; por consiguiente, la acción de tutela ha perdido su
objetivo y en tal virtud resultaría ineficaz, en razón de que las omisiones de
la autoridad pública cuestionada han sido corregidas de manera favorable a
aquella y obviamente no tendría sentido conceder la tutela para impartir la
orden de que se produzca un hecho que ya sucedió.
REF.
EXPEDIENTE T -
50122.
TEMA:
Violación del
derecho a la igualdad por la demora en efectuar la posesión de un funcionario.
PETICIONARIO:
KETTY DIGNER PEREA
PEREA.
PROCEDENCIA:
JUZGADO PROMISCUO
MUNICIPAL DE TADO (CHOCO).
MAGISTRADO
PONENTE:
ANTONIO BARRERA
CARBONELL.
Santafé de Bogotá D.
C., marzo 1 de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Segunda de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados ANTONIO
BARRERA CARBONELL, EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ y CARLOS GAVIRIA DIAZ, procede a
dictar el fallo correspondiente a la acción de tutela instaurada por KETTY
DIGNER PEREA PEREA, contra el señor Alcalde Municipal de Tadó (Chocó).
I. ANTECEDENTES.
1. La pretensión
y los hechos.
La señor Ketty
Digner Perea Perea promovió acción de tutela ante el Juzgado Promiscuo
Municipal de Tadó contra la Alcaldía Municipal, invocando la violación del
derecho fundamental al trabajo, debido a la renuencia de la alcaldía en darle
posesión del cargo de docente en la escuela urbana de Tadó.
Relata la
peticionaria que mediante el oficio No. 63 del 29 de marzo de 1994 se le
comunicó que por decreto No. 0202 del día 10 del mismo mes, había sido nombrada
como docente de la Escuela Urbana de Tadó, correspondiente al grado 01 del
escalafón nacional, y que en forma maliciosa la Alcaldía demoró la comunicación
del nombramiento. Dice haberse presentado a posesionarse el 17 del mes de
marzo de 1994, pero ello no fue posible, y que en el mencionado decreto 0202
aparecen 3 maestros que junto con ella fueron nombrados y que se posesionaron
oportunamente, y en cambio a ella se le ha negado ese derecho.
2. El fallo que
se revisa.
El Juzgado Promiscuo
Municipal de Tadó mediante sentencia del 21 de abril de 1994 negó la tutela del
derecho invocado, por las siguientes razones:
"El despacho
mediante las pruebas arrumadas pudo verificar lo siguiente: Que mediante oficio
de fecha 29 de marzo del presente año, distinguido con el número 63 se le
comunicó a Ketty Perea Perea, el nombramiento que se le había hecho y por lo
tanto debía tomar posesión del cargo, oficio éste que fue entregado a la
interesada el día ocho (8) del mes y año que discurren y en esa misma fecha la
interesada aportó toda su documentación, la cual fue allegada al despacho en
fotocopia para que obre como prueba en este proceso referencial y sumario; ante
solicitud que se le hiciera al señor Alcalde, el cual también nos aportó copia
del acta de posesión de la señorita Ketty Digner Perea Perea, de fecha ocho (8)
de abril del año que discurre, la cual se encuentra firmada por Ovidio Murillo
Córdoba en calidad de Alcalde Municipal y Luis Antonio Mosquera Agualimpia,
como Secretario de Educación Municipal, faltando la firma de la
interesada".
"Con esto queda
demostrado con claridad meridiana, que la Administración Municipal no ha
incurrido en hecho o acto alguno que nos permita siquiera inferir que ha
violado el derecho fundamental de igualdad que tiene Ketty Perea Perea, como lo
estipula la Constitución Nacional en el artículo 13. Lo que sí es sabido y que
es de público conocimiento es que a la interesada el día 11 en las horas de la
tarde le sobrevino una calamidad doméstica, como fue el fallecimiento de su
querida madre y debido a esto no pudo haber acudido a la Administración para
tomar posesión como se le había hecho saber en días anteriores".
II
CONSIDERACIONES DE LA CORTE.
1. Competencia.
La Corte
Constitucional es competente para conocer de la revisión de la sentencia del
Juzgado Promiscuo Municipal de Tadó, en virtud de lo dispuesto por los
artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política, en concordancia con los arts.
33, 34 y 35 del Decreto-Ley 2591 de 1991.
2. El caso en
análisis.
Del examen de los antecedentes se deduce
que lo pretendido por la demandante Ketty Digner Perea Perea es la protección
de los derechos fundamentales al trabajo y a la igualdad, pues no obstante que
la Gobernación del Departamento la nombró docente a través del mismo decreto
mediante el cual se hizo igual nombramiento a Jaison Alicia Lemus Rosero,
Lucelly Ramírez Perea y Libardo Natan Murillo, sólo conoció la existencia de
dicha designación 19 días después, porque el decreto es de fecha 10 de marzo de
1994 y la comunicación de su nombramiento es de fecha 29 de marzo del mismo
año; además de que a los otros docentes se les dio posesión del cargo con la
debida prontitud y a ella se le ha dado un trato discriminatorio al no
habérsele dado posesión de su cargo oportunamente.
Según el decreto No. 0202 del 10 de marzo
de 1994, expedido por el señor Gobernador del Chocó, fueron nombrados como
docentes las siguientes personas:
"JAISON ALICIA
LEMUS ROSERO, identificada con la C.C. N° 26.391.878, de Tadó Chocó, Grado 01
en el Escalafón Nacional, para desempeñar el cargo de docente en la Escuela
Rural Mixta de Playa de Oro".
"LUCELLY
RAMIREZ PEREA, identificada con la C.C. N° 35.586.010 de Tadó Chocó, Grado 01
en el Escalafón Nacional, para desempeñar el cargo de docente en la Escuela
Rural Mixta de las Animas".
"KETTY DIGNER
PEREA, identificada con la C.C. N° 35.586.422 de Tadó Chocó, Grado 01 en el
Escalafón Nacional, para desempeñar el cargo de docente en la Escuela Urbana de
Tadó".
"LIBARDO NATAN
MURILLO QUINTO, identificado con la C.C. N° 4.863.995 de Tadó Choco, Grado 01
en el Escalafón Nacional, para desempeñar el cargo de docente en la Escuela
Rural de Varones de Cértegui".
Conforme al artículo
segundo del referido decreto los docentes nombrados debían tomar posesión del
respectivo cargo ante el alcalde municipal de Tadó, previa acreditación de los
requisitos legales.
Según información suministrada por el
Alcalde y el Secretario de Educación del Municipio de Tadó, los referidos
nombramientos y posesiones se comunicaron y realizaron en las siguientes
fechas:
A Jaison Alicia
Lemos Rosero se le comunicó el nombramiento por oficio del 21 de marzo y se
posesionó el día 25 de marzo de 1994.
A Lucelly Ramírez
Perea se le comunicó el nombramiento por oficio del 21 de marzo y se posesionó
el día 25 de marzo de 1994.
A Libardo Natan
Murillo Quinto se la comunicó el nombramiento por oficio del 23 de marzo y se
posesionó el día 25 de marzo de 1995.
A Ketty Digner Perea
Perea se le comunicó el nombramiento por oficio del 29 de marzo y se posesiono
el día 9 de abril de 1994.
La vulneración del derecho a la igualdad:
Considera la Sala
que en el presente caso hubo trato discriminatorio con respecto a la demandante,
porque su nombramiento fue comunicado en una fecha que resulta desproporcionada
con respecto a las fechas en que se les notició del nombramiento a los demás
docentes designados, con el agravante de que se le informó acerca de su
designación cuando ya se le había dado posesión a los otros docentes a que hace
alusión el decreto No. 0202.
La Sala decretó
algunas pruebas tendientes a obtener una explicación clara y razonable del
señor Alcalde de Tadó sobre la situación descrita, con el resultado de que no
se obtuvo una respuesta convincente y justificativa del trato diferenciado dado
a la peticionaria de la tutela.
Cesación o superación de la situación que
dio origen a la tutela.
La demandante en
diligencia de ratificación de su petición de tutela manifestó que en razón a
una calamidad doméstica no se pudo posesionar en la fecha para la cual había
sido citada por el Secretario de Educación de Tadó; sin embargo, en el
expediente obra el acta de su posesión con fecha de 9 de abril de 1994, la cual
aparece firmada tanto por ella, como por el Alcalde y el Secretario de
Educación del municipio.
Conforme a lo
anterior, deduce la Sala que en el caso que la ocupa, la situación a que dio
origen la tutela se encuentra superada, pues incluso antes de que el Juzgado
Promiscuo Municipal de Tadó fallara, se cumplió con el hecho de dar posesión a
la petente; por consiguiente, la acción de tutela ha perdido su objetivo y en
tal virtud resultaría ineficaz, en razón de que las omisiones de la autoridad
pública cuestionada han sido corregidas de manera favorable a aquella y
obviamente no tendría sentido conceder la tutela para impartir la orden de que
se produzca un hecho que ya sucedió.
Así las cosas, se
confirmará, aun cuando por razones diferentes, el fallo que se revisa y se
prevendrá al señor Alcalde Municipal de Tadó para que en ningún caso vuelva a
incurrir en las omisiones que dieron origen a la petición de tutela, y que si
procediere de modo contrario, será objeto de las sanciones correspondientes.
III. DECISION.
Con fundamento en
las consideraciones que anteceden, la Corte Constitucional, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
PRIMERO. CONFIRMAR la sentencia Juzgado Promiscuo
Municipal de Tadó (Chocó) del 21 de abril de 1995.
SEGUNDO. PREVENIR al señor Alcalde Municipal de
Tadó (Chocó) para que en lo sucesivo no vuelva a incurrir en la omisión que dio
mérito para promover la acción de tutela, y que si procediere de modo contrario
será sancionado de conformidad al decreto 2591 de 1991.
TERCERO. ORDENAR que por Secretaría General se
comunique esta providencia en la forma y para los efectos previstos en el art.
36 del decreto 2591 de 1991.
Notifíquese,
cópiese, publíquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado Ponente.
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado.
MARTHA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General.
Firmas sentencia T-
081/95 |
309 | T-090-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-090/95
DERECHO A LA
EDUCACION-Vulneración por
falta del registro civil/DIPLOMA DE BACHILLER-Expedición
El derecho a la
educación es un derecho esencial de la persona humana, susceptible de ser
amparado mediante la acción de tutela. De manera particular, la oportunidad de
acceso a los medios educativos en condiciones de igualdad, se considera como
una de las manifestaciones principales del derecho a la educación, en un Estado
donde tales medios son limitados. Al negarle a la demandante la entrega de su
diploma, se viola su derecho a la educación pues este derecho implica, no sólo
el acceso y la permanencia en un centro educativo, sino el reconocimiento al
esfuerzo y a la culminación de una etapa, durante la cual se preparó con la
intención de ser una persona más útil a la sociedad. Tal reconocimiento se
materializa en la expedición del diploma correspondiente, y resulta por demás injusto,
negárselo.
DERECHO AL
RECONOCIMIENTO DEL ESTADO CIVIL-Vulneración/DERECHO AL RECONOCIMIENTO DE LA PERSONALIDAD JURIDICA-Vulneración/HIJO
EXTRAMATRIMONIAL-Reconocimiento
En el caso objeto
de estudio se viola el derecho de la demandante al reconocimiento de su estado
civil y, en consecuencia, al de su personalidad jurídica, en la medida en que
no se le otorga validez alguna al acta del registro civil en la que su padre la
reconoció como hija extramatrimonial. Adicionalmente, se le violó a la petente su
derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica desde el momento en que
en su registro civil se anotó la advertencia de ser este
"inexistente". Si el registro civil de una persona carece
absolutamente de validez, entonces, para todos los eventos de especial
relevancia, en los que aquél sea exigible como única prueba de las condiciones
civiles, la persona carecerá del estado civil que conforme a la ley le
corresponde.
DERECHO AL NOMBRE
El ser humano
tiene la necesidad vital de distinguirse de los demás, y de identificarse en
sus relaciones sociales y jurídicas. Ello se logra mediante el empleo del
nombre, que constituye un atributo esencial a la personalidad. Con el argumento
de que el acta en la que su padre la reconoce como hija extramatrimonial carece
de la firma del funcionario competente, las autoridades administrativas le
están negando su derecho a llevar el apellido de su padre e identificarse por
su nombre completo. En síntesis, se le está negando su derecho al nombre, como
elemento esencial de la personalidad jurídica.
AUTORIDAD
ADMINISTRATIVA-Omisión/ALCALDE-Omisión/ERROR
COMUN
El error de los
alcaldes constituye una omisión de la administración, de la cual no pueden
derivar perjuicio los particulares que se vieron afectados con ella. Con mucha
menor razón sería posible trasladarle al particular las consecuencias de la
omisión de sus propios agentes, tal como se ha pretendido hacer con la
peticionaria en el presente caso. La violación de los derechos fundamentales de
la accionante, fue causada por la omisión de las autoridades, tanto de la
Alcaldía que tramitó erróneamente el registro en 1985, como de la registraduría
que ahora omite subsanar la falta. La tutela constituye, en casos como éste, el
mecanismo idóneo para restablecer los derechos fundamentales vulnerados.
FALLA DEL
SERVICIO DE REGISTRO
En el caso
planteado, a pesar de que el vicio de forma del registro es enteramente
atribuíble a la administración, se pretende que sea la accionante quien efectúe
el trámite necesario para obtener nuevamente su registro civil. ¿Y cuál es ese
trámite al que debería acudir y que, según el registrador accionado y el juez
de instancia, constituye un medio de defensa que, por ser paralelo a la acción
de tutela, la torna improcedente? Pues bien; según estas autoridades, la
peticionaria debe -llegando casi al absurdo- iniciar un juicio de filiación
natural, o acudir a su padre, cuyo paradero desconoce, para que nuevamente la
reconozca como hija extramatrimonial.
ERROR COMUN
CREADOR DE DERECHO/IGNORANCIA DE LA LEY-Alcance
El principio
general según el cual el error común e invencible crea derecho, constituye uno
de los casos, excepcionales dentro de nuestro ordenamiento, en los que se
admite que de la creencia errónea y de buena fe sobre la legalidad de un acto,
se puedan derivar consecuencias jurídicas avaladas por el propio ordenamiento.
La ficción de que nadie ignora la ley, no tiene alcance absoluto, ni siquiera
en derecho privado. Si en ocasiones se le reconoce relevancia a una situación
que en apariencia armoniza con el derecho aunque en realidad lo contraviene,
derivada de un error particular (como en el caso del matrimonio putativo), el
error colectivo o común genera efectos aún más significativos, pues puede
convalidar situaciones generales que en principio son contrarias al
ordenamiento. Tal es el caso del error comunis, reconocido desde el derecho
romano como fuente generadora de derechos. La jurisprudencia ha delimitado el
alcance de este principio exigiendo, para su aplicabilidad, que el error sea
"invencible", queriendo significar con ello que, además de ser común
a muchos, hasta el más prudente de los hombres habría podido cometerlo.
Considera la Sala, que el principio del error común es aplicable a la peticionaria
y a todas las personas que, de buena fe, efectuaron diligencias de registro
ante un funcionario aparentemente competente, creyendo erradamente que con el
trámite efectuado habían quedado válidamente inscritas. Con mayor razón es
aplicable este principio, si se tiene en cuenta que fue la falla de la
administración la que indujo a error a tales personas, al designar a un
funcionario que, según la ley, carecía de competencia para efectuar el trámite
del registro, pero dando toda apariencia de legalidad a la actuación.
PRINCIPIO DE LA
BUENA FE/ERROR COMUN EN EL REGISTRO CIVIL
La buena fe se
presume en todas las actuaciones que los particulares adelanten ante las
autoridades públicas y, en el caso del registro de la peticionaria, todo indica
que sus padres actuaron de buena fe y cumpliendo responsablemente con las
obligaciones que les impone la filiación, cuando se acercaron a la alcaldía
para registrar y reconocer a la actora. El juez de tutela no puede ser ajeno a
situaciones como la aquí planteada, en las cuales la administración,
pretendiendo ignorar su propia culpa y escudándose en el cumplimiento estricto
de una norma, coloca al administrado en una trampa de la cual no puede salir
sin desmedro de sus derechos fundamentales. La manera de lograr que los
derechos de la peticionaria no sean conculcados por el celo del actual
funcionario, es ordenar que el acto de registro civil de nacimiento al que
indebidamente se le dio apariencia de legalidad burlando la buena fe de sus
padres, surta los mismos efectos que se derivarían de un registro legalmente
producido.
Ref.: Expediente
No. T-49449.
Acción de tutela en
contra del Registrador Municipal de Buenavista- Córdoba, por su negativa a
expedir un certificado válido del registro civil de la accionante.
Actor: Enadis Estela Espinosa Casarrubia
Temas:
- Derecho a la
Educación.
- Reconocimiento de
la personalidad jurídica.
- El estado civil
como atributo de la personalidad.
- El perjuicio que
ocasiona una falla de la administración, debe ser asumido por ella misma, y no
por los administrados.
- Error común
creador de derecho y efectos de su aplicación por vía de tutela.
Magistrado
Ponente: Dr. Carlos Gaviria Díaz.
Santafé de Bogotá,
D.C., marzo primero (1o.) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Corte
Constitucional, Sala Cuarta de Revisión de Tutelas, integrada por los
Magistrados José Gregorio Hernández Galindo, Hernando Herrera Vergara y Carlos
Gaviria Díaz, este último en calidad de ponente, pronuncia,
EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA
CONSTITUCION,
la siguiente
sentencia en el proceso de tutela T-49449, interpuesto por Enadis Estela
Espinosa Casarrubia contra el Registrador Municipal de Buenavista-Córdoba, con
base en las razones que se exponen a continuación.
ANTECEDENTES
1. HECHOS:
La joven Enadis
Estela Espinosa Casarrubia, habitante de la población de Buenavista-Córdoba,
culminó sus estudios de bachillerato a finales del año pasado. Para expedirle
su diploma y otorgarle el grado correspondiente, el colegio le solicitó una
copia actualizada de su registro civil.
Acudió entonces la
petente ante el Registrador Municipal del Municipio mencionado para hacer la
correspondiente solicitud, pero éste le expidió una copia en la cual se lee
textualmente: "El presente registro carece de la firma del funcionario
de la época, por tal motivo es inexistente. Artículo 8 del Decreto 2158 de
1970" (folio 3).
La razón de tal
anotación consiste en que el acta, de fecha diciembre 19/85, por medio de la
cual el padre de Enadis Estela la reconoce como su hija extramatrimonial, no
fue firmada por el alcalde, quien era el funcionario competente para ello en
esa época, sino por su secretario (folio 8). Según la primera parte del inciso
1 del artículo 8 del Decreto-Ley 2158 de 1970, "la suscripción que no haya
sido autorizada por el funcionario no adquiere la calidad de registro, y es
inexistente como tal."
Debido a lo
anterior, la joven Enadis Estela se encontró imposibilitada para obtener su
diploma de bachillerato, y vió frustrados sus planes de iniciar estudios
universitarios, pues para ello es requisito tener el título de bachiller.
2. Demanda:
Ante tal situación,
la joven solicitó la tutela de sus derechos a la educación y al reconocimiento
de su personalidad jurídica, y expuso el perjuicio al que se está viendo
sometida por no poder graduarse junto con sus compañeras, ni poder ingresar a
la universidad.
Sostiene en su
demanda, que no se le puede perjudicar ni hacer responsable por una falla que
es imputable exclusivamente a funcionarios del Estado, máxime cuando ello
implica tener que obtener nuevamente el reconocimiento de su padre, cuestión
casi imposible, pues se desconoce su paradero.
Solicita que se le
ordene al Registrador Municipal, expedirle inmediatamente una copia válida de
su registro civil de nacimiento.
3. Fallo de
Instancia:
Correspondió al Juez
Promiscuo Municipal de Buenavista el estudio de la tutela interpuesta. Este,
luego de escuchar las razones del funcionario accionado sobre su impedimento
legal para otorgarle validez al registro de la peticionaria, negó la tutela por
dos razones:
a) La
peticionaria cuenta con otros medios de defensa, como son, iniciar un juicio de
filiación natural, y localizar a su padre para que éste la vuelva a reconocer.
b) No encuentra
el juez evidencia de ningún perjuicio irremediable que pudiese hacer procedente
la tutela como mecanismo transitorio.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
1. COMPETENCIA:
De conformidad con
lo dispuesto en los artículos 86 y 241 numeral noveno de la Constitución
Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991,
esta Sala es competente para conocer de la revisión de la sentencia proferida
por el Juez Promiscuo Municipal de Buenavista-Córdoba. El presente examen se
hace conforme al reglamento interno de la corporación y a la selección que del
proceso hizo la Sala Undécima de Selección.
2. DERECHOS
FUNDAMENTALES VULNERADOS:
Los hechos narrados
por la peticionaria giran en torno a una especial situación de conflicto:
debido a un error de las autoridades, el registro civil de la peticionaria
carece de validez. Tal circunstancia amenaza con afectar seriamente sus
estudios y su estado civil, al desconocer el reconocimiento que su padre le
hiciera años atrás. Basada en lo anterior, la Sala encuentra una efectiva
violación de los derechos fundamentales de la demandante a la educación y al
reconocimiento de su personalidad jurídica, tal como se estudiará a
continuación.
2.1
Derecho a la educación:
El carácter
fundamental del derecho a la educación, ha sido puesto de presente en numerosos
pronunciamientos de esta Corte. Se trata de un derecho esencial de la persona
humana, susceptible de ser amparado mediante la acción de tutela. De manera
particular, la oportunidad de acceso a los medios educativos en condiciones de
igualdad, se considera como una de las manifestaciones principales del derecho
a la educación, en un Estado donde tales medios son limitados.
"Como
derecho de la persona, la educación no puede menos que permitir el acceso
efectivo a los bienes y valores de la cultura con estricta observancia del
principio de igualdad de oportunidades, tal como se desprende del texto y el
espíritu de las diversas normas (arts. 13 y 67 a 71, entre otros) en que el
constituyente quiso plasmar su voluntad". (Sent. C-064, feb.23/93)
El Estado
Colombiano, a partir de la expedición de la Constitución de 1991, tiene
entonces el deber ineludible de promover las condiciones para que la educación
sea accesible de manera igualitaria a toda la población.
En el caso que se
estudia, es justamente el libre acceso a la educación el que se le está negando
a la joven Enadis Estela Espinosa al imposibilitarle la obtención de su diploma
puesto que, al no graduarse como bachiller, no podrá ingresar a ninguna
institución universitaria ni cursar estudios superiores, como es su deseo.
Si bien el Estado
Colombiano no está en capacidad de garantizar el acceso de todos los ciudadanos
a la educación universitaria, le es claramente exigible no imponerles a éstos
injustas barreras en la consecución de los objetivos que, por sus propios
medios, se proponen realizar.
Adicionalmente, al
negarle a la demandante la entrega de su diploma, también se viola su derecho a
la educación pues este derecho implica, no sólo el acceso y la permanencia en
un centro educativo, sino el reconocimiento al esfuerzo y a la culminación de
una etapa, durante la cual se preparó con la intención de ser una persona más
útil a la sociedad. Tal reconocimiento se materializa en la expedición del
diploma correspondiente, y resulta por demás injusto, negárselo a Enadis Estela
Espinosa.
2.2.
Derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica:
2.2.1. El
estado civil de las personas:
El artículo 14 de la
Constitución establece que "toda persona tiene derecho al reconocimiento
de su personalidad jurídica". Con ello, el ordenamiento reconoce en la
persona humana, por el sólo hecho de existir, ciertos atributos jurídicos que
se estiman inseparables de ella.
Uno de tales
atributos es, precisamente, el estado civil de la persona, pues de todo ser
humano puede decirse si es mayor o menor de edad, soltero o casado, hijo
legítimo o extramatrimonial, etc.
El estado civil lo
constituyen entonces un conjunto de condiciones jurídicas inherentes a la
persona, que la identifican y diferencian de las demás, y que la hacen sujeto
de determinados derechos y obligaciones.
Dada la importancia
de las calidades civiles de una persona, su constitución y prueba se realiza
mediante inscripción en el registro civil. El régimen que regula todo lo
concerniente al registro, está contenido en el Decreto 1260 de 1970.
Dice el decreto en
su artículo primero:
"El estado
civil de la persona es su situación jurídica en la familia y la sociedad,
determina su capacidad para ejercer ciertos derechos y contraer ciertas
obligaciones, es indivisible, indisponible e imprescriptible, y su asígnación
corresponde a la ley".
Así mismo, en la
Convención sobre los derechos del niño, aprobada mediante la Ley 12 de 1991, y
en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, aprobado mediante la
Ley 74 de 1968, se consagra el derecho al reconocimiento del estado civil de
las personas desde el momento de su nacimiento.
Dice el primero de
estos convenios, en su artículo 7:
"1.
El niño será inscripto inmediatamente después de su nacimiento y tendrá
derecho desde que nace a un nombre, a adquirir una nacionalidad y, en la
medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por
ellos." (Subrayado
fuera de texto)
Por su parte, el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en su artículo 24,
establece:
"
1. ...
2. Todo niño será inscrito inmediatamente después de su nacimiento y deberá
tener un nombre."
En el caso objeto de
estudio se viola el derecho de la demandante al reconocimiento de su estado
civil y, en consecuencia, al de su personalidad jurídica, en la medida en que
no se le otorga validez alguna al acta del registro civil en la que su padre la
reconoció como hija extramatrimonial. Lo anterior, por cuanto, una de las
calidades civiles de toda persona es su filiación, es decir, la que indica su
relación con la familia que integra o de la cual hace parte, pudiéndose
predicar de ella que es hija legítima o extramatrimonial, legitimada o
adoptiva, casada o soltera, viuda, separada, divorciada, etc.
Adicionalmente, se
le violó a la señorita Enadis Estela Espinosa su derecho al reconocimiento
de la personalidad jurídica desde el momento en que en su registro civil se
anotó la advertencia de ser este "inexistente". Si el registro civil
de una persona carece absolutamente de validez, entonces, para todos los
eventos de especial relevancia, en los que aquél sea exigible como única prueba
de las condiciones civiles, la persona carecerá del estado civil que conforme a
la ley le corresponde. Más gravosa resulta esta situación en un país como el
nuestro, en donde, tradicionalmente, se le ha otorgado una importancia
desmedida al registro civil para efectos de identificación, en detrimento de
otros documentos de identidad.
2.2.2. Derecho
al nombre:
A más de lo
anterior, al negarle efectos jurídicos al acta de reconocimiento paterno, se le
desconoce a la peticionaria el derecho de llevar el nombre que por ley le
corresponde.
El ser humano tiene
la necesidad vital de distinguirse de los demás, y de identificarse en sus
relaciones sociales y jurídicas. Ello se logra mediante el empleo del nombre,
que constituye un atributo esencial a la personalidad.
El Decreto 1260 de
1970, en su artículo 3 inciso 1, dice lo siguiente:
"toda
persona tiene derecho a su individualidad, y por consiguiente, al nombre que
por ley le corresponde. El nombre comprende, el nombre, los apellidos, y en su
caso, el seudónimo."
La propia
Constitución hace especial énfasís en el derecho de los niños a tener un
nombre, por ser esta la edad en que normalmente se adquiere. Es evidente que el
ordenamiento jurídico reconoce y protege el derecho al nombre del niño,
precisamente con el fin de que tenga un nombre durante toda su vida.
Es así como, en su
artículo 44, la Constitución dispone:
"Son
derechos fundamentales de los niños: la vida, la integridad física, la salud y
la seguridad social, la alimentación equilibrada, su nombre y nacionalidad,
tener una familia y no ser separados de ella,. . ." (Subrayado fuera de texto)
Atendiendo al caso
en estudio, se observa violación del derecho al nombre de la actora. Su propio
nombre, aquél que por ley le corresponde, está formado por el nombre de pila
"Enadis Estela", seguido de los apellidos "Espinosa
Casarrubia", los cuales son, en nuestro sistema, el del padre y la madre,
en ese orden. Sin embargo, con el argumento de que el acta en la que su padre
la reconoce como hija extramatrimonial carece de la firma del funcionario
competente, las autoridades administrativas le están negando a Enadis Estela su
derecho a llevar el apellido de su padre e identificarse por su nombre
completo. En síntesis, se le está negando su derecho al nombre, como elemento
esencial de la personalidad jurídica.
3. ACTUACIÓN DE
LAS AUTORIDADES:
Hasta aquí, se ha
establecido que a la peticionaria se le están violando sus derechos
fundamentales al reconocimiento de la personalidad jurídica, y a la educación.
Resta entonces examinar las actuaciones u omisiones en las que incurrió la
autoridad pública y que ocasíonaron la violación de tales derechos, para
establecer la procedencia de la acción de tutela en los términos del artículo
86 de la Constitución.
3.1. Falla
de la administración, no imputable al particular:
Retomando lo dicho
en los antecedentes de este fallo, el vicio por el cual el registro civil de la
peticionaria se reputa inexistente, consiste en que el acta en la que su padre
la reconoció como hija extramatrimonial en 1985, fue firmada por el secretario
y no por el alcalde, quien era la autoridad competente para ello en esa época.
La función de registrar el estado civil de las personas fue asumida
gradualmente por la Registraduría Nacional y sus delegados, a partir del 1 de
enero de 1987, conforme lo dispuso el artículo 60 de la ley 96 de 1985.
Según se pudo establecer
con el Juez de Instancia, este error era de común ocurrencia entonces, pues los
alcaldes solían dejar tales labores en manos de sus secretarios, bien por
desconocimiento, o bien por inobservancia de la ley. Al parecer, el registrador
accionado ha tenido que hacer la anotación de inexistencia en un sinnúmero de
copias de registros civiles, por la misma razón.
A simple vista se
observa que el error de los alcaldes descrito arriba, constituye una omisión de
la administración, de la cual no pueden derivar perjuicio los particulares que
se vieron afectados con ella. Con mucha menor razón sería posible trasladarle
al particular las consecuencias de la omisión de sus propios agentes, tal como
se ha pretendido hacer con la peticionaria en el presente caso.
Además de la omisión
de las autoridades encargadas del registro en 1985, se presenta también una
falla actual de la administración, manifiesta en la desidia del Registrador
Municipal de Buenavista y de la Superintendencia de Notariado y Registro, al no
proceder a subsanar la falta de firma del registro, adoptando las medidas que
el mismo artículo 8 del Decreto 2158/70 contempla.
Dice esa norma, lo
siguiente:
"La
inscripción que no haya sido autorizada por el funcionario no adquiere la
calidad de registro, y es inexistente como tal. Empero, si faltare solamente la
firma del funcionario, o si la omisión se debiere a causas diferentes de las
que justifiquen la negativa de la autorización, podrá la Superintendencia de
Notariado y Registro, previa comprobación sumaria de los hechos, disponer que
la inscripción sea suscrita por quien se halle ejerciendo el cargo."
El Registrador
arguyó que no solicitó a la Superintendencia autorización para subsanar la
falta del registro, debido a que en una ocasión anterior le había sido negada.
La Superintendencia, por su parte, la negó basándose en una circunstancia de
tipo meramente formal, que dificultaba llevar a cabo la inscripción bajo el
nuevo sistema de folios.
Un brevísimo repaso
al sistema de registro en nuestro país nos muestra que el antiguo sistema de la
Ley 92 de 1938 se llevaba mediante libros especiales para nacimientos,
reconocimientos de hijos extramatrimoniales, legitimaciones, adopciones,
matrimonios y defunciones. No se registraba ningún otro estado civil. El nuevo
sistema reemplazó la técnica de los libros y adoptó la de folios o tarjetas
(Dec. 1260/70, arts. 9 y s.s.). Existen ahora tres folios principales
(nacimientos, matrimonios y defunciones), y toda variación en el estado civil
de una persona se anota en ellos.
Visto lo anterior
aparece aún más inexplicable la negativa de la Superintendencia a autorizar, en
alguna oportunidad anterior, al registrador de Buenavista para que subsanara la
falta de firma de un registro, y la del registrador de Buenavista a solicitar
nuevamente tal autorización.
Frente a la actitud
del Registrador accionado y de la Superintendencia de Notariado y Registro,
cabe citar el artículo 2 de la C.N. en el que se establece que "Son
fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la prosperidad
general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes
consagrados en la Constitución;..." Más adelante expresa que las
autoridades de la República están instituídas "para asegurar el
cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares".
La función pública
exige una indeclinable vocación de servicio, y la actuación omisiva de las
autoridades mencionadas esquiva abiertamente tal exigencia.
En el caso planteado,
a pesar de que el vicio de forma del registro es enteramente atribuíble a la
administración, se pretende que sea la accionante quien efectúe el trámite
necesario para obtener nuevamente su registro civil. ¿Y cuál es ese trámite al
que debería acudir y que, según el registrador accionado y el juez de
instancia, constituye un medio de defensa que, por ser paralelo a la acción de
tutela, la torna improcedente? Pues bien; según estas autoridades, Enadis
Estela Espinosa Casarrubia debe -llegando casi al absurdo- iniciar un juicio de
filiación natural, o acudir a su padre, cuyo paradero desconoce, para que
nuevamente la reconozca como hija extramatrimonial.
La situación
descrita no sólo contraría el más elemental sentido común, sino que choca
abiertamente con los principios que rigen la función administrativa, y con los
fines del Estado consagrados en el artículo 2 de la Carta Política.
Lo expuesto
demuestra que la violación de los derechos fundamentales de la accionante, fue
causada por la omisión de las autoridades, tanto de la Alcaldía que tramitó
erróneamente el registro en 1985, como de la registraduría que ahora omite
subsanar la falta. La tutela constituye, en casos como éste, el mecanismo
idóneo para restablecer los derechos fundamentales vulnerados (art. 86 C.N.)
4. ERROR COMUN
CREADOR DE DERECHO:
El principio general
según el cual el error común e invencible crea derecho, constituye uno de los
casos, excepcionales dentro de nuestro ordenamiento, en los que se admite que
de la creencia errónea y de buena fe sobre la legalidad de un acto, se puedan
derivar consecuencias jurídicas avaladas por el propio ordenamiento.
La ficción de que
nadie ignora la ley, no tiene alcance absoluto, ni siquiera en derecho privado.
Si en ocasiones se le reconoce relevancia a una situación que en apariencia
armoniza con el derecho aunque en realidad lo contraviene, derivada de un error
particular (como en el caso del matrimonio putativo), el error colectivo o
común genera efectos aún más significativos, pues puede convalidar situaciones
generales que en principio son contrarias al ordenamiento. Tal es el caso del error
comunis, reconocido desde el derecho romano como fuente generadora de
derechos.
La jurisprudencia ha
delimitado el alcance de este principio exigiendo, para su aplicabilidad, que
el error sea "invencible", queriendo significar con ello que, además
de ser común a muchos, hasta el más prudente de los hombres habría podido
cometerlo.
En un caso que
guarda una bella similitud con el puesto ahora a consideración de esta Sala, el
Consejo de Estado napoleónico sostuvo, en 1807, la regla del error común:
"Considerando
que, en todos los tiempos y en todas las legislaciones, el error común y la
buena fe han sido suficientes para subsanar los actos, e incluso en los fallos,
las irregularidades que las partes no hubieran podido prever ni impedir".
Se trataba de una dificultad nacida con ocasíón del libramiento de copias
auténticas de las partidas del registro civil; durante la Revolución, los
secretarios de los municipios habían tenido competencia para librar copias; el
Código civil confió esa función exclusivamente a los depositarios de los
registros, es decir, a los secretarios y a los oficiales del registro civil
(alcaldes, adjuntos de alcalde, concejales); pues bien, pese al Código, los
secretarios de municipio continuaron librando copias. El Consejo de Estado las
consideró como válidas en razón del error invencible cometido por las personas
que habían recibido esos extractos, aun cuando el texto fuera perfectamente
claro." [1]
Considera la Sala,
que el principio del error común es aplicable a la peticionaria y a todas las
personas que, de buena fe, efectuaron diligencias de registro ante un
funcionario aparentemente competente, creyendo erradamente que con el trámite
efectuado habían quedado válidamente inscritas. Con mayor razón es aplicable
este principio, si se tiene en cuenta que fue la falla de la administración la
que indujo a error a tales personas, al designar a un funcionario que, según la
ley, carecía de competencia para afectuar el trámite del registro, pero dando
toda apariencia de legalidad a la actuación.
En nuestro caso, la
joven Enadis Estela se encuentra ante una encrucijada: debido a una falla de la
administración, el padre de esta creyó, erradamente y de buena fe, que el
secretario de la alcaldía era el funcionario encargado de efectuar la
inscripción del acta de reconocimiento de su hija en el registro. No siendo
asi--por falla en el servicio, se insiste--, a la joven Enadis Estela se le
expidió un registro civil al que la ley considera inexistente, sin que pudiera
serle exigible conocer el vicio del que este registro adolecia. Por otra parte,
en cumplimiento estricto de la ley, la autoridad competente (el Registrador
Municipal de Buenavista) se encuentra impedida para convalidar tal registro.
Es claro, según el
artículo 83 de la Carta Política, que la buena fe se presume en todas las actuaciones
que los particulares adelanten ante las autoridades públicas y, en el caso del
registro de Enadis Estela Espinosa, todo indica que sus padres actuaron de
buena fe y cumpliendo responsablemente con las obligaciones que les impone la
filiación, cuando se acercaron a la alcaldía para registrar y reconocer a la
actora.
Ellos, como muchos
otros de sus conciudadanos, y como lo haría "el más prudente de los
hombres", confiaron de buena fe en que las autoridades ante las que
concurrieron para efectuar el registro civil de su hija, conocían las leyes que
debían aplicar en casos como ese, y que ejercían "...sus funciones en la
forma prevista por la Constitución y el reglamento" (art. 123 de la Carta
Política; véanse también sus arts. 121 y 122).
Nueve años después
de que la buena fe de los padres de Enadis Estela y su actuar acorde a la ley
resultaran burlados por el comportamiento ilegal de las autoridades, no puede
el Estado pretender que sea la actora quien soporte la carga de corregir una
actuación irregular que no es imputable a sus padres, y mucho menos a ella. Al
hacerlo, el registrador viola los derechos fundamentales de la demandante, y
esa violación no desaparece ni se justifica por el celo con el que, ahora sí,
las autoridades insisten en aplicar implacablemente las leyes desfavorables a
la ciudadana afectada por la falla de los agentes del Estado en la prestación
del servicio.
Con base en lo
anterior es forzoso concluír que la tutela es el único camino que le queda a la
peticionaria para proteger sus derechos fundamentales a la educación y a la
personalidad jurídica vulnerados en circunstancias tan especiales. Si bien la
negativa del registrador a convalidar el registro, como acto administrativo que
es, puede ser demandado ante la jurisdicción contencioso-administrativa, tal
demanda, no obstante versar sobre una actuación violatoria de la Constitución,
estaría llamada a no prosperar, pues la actuación del registrador encuentra
respaldo legal en las normas que establecen: la inexistencia del registro civil
de la peticionaria, la obligación del registrador de advertir la inexistencia
en nota marginal a la copia del registro, y en su incompetencia para sanearlo.
No puede entonces
entenderse que la vía contenciosa constituya otro medio judicial de defensa que
haga improcedente la tutela pues el asunto a decidir ante esa jurisdicción
sería únicamente sobre la legalidad de un acto administrativo -que en este caso
no admite cuestionamiento alguno-, mientras que la vulneración de los derechos
fundamentales de la actora continuaría presentándose indefinidamente.
El juez de tutela no
puede ser ajeno a situaciones como la aquí planteada, en las cuales la
administración, pretendiendo ignorar su propia culpa y escudándose en el
cumplimiento estricto de una norma, coloca al administrado en una trampa de la
cual no puede salir sin desmedro de sus derechos fundamentales.
La manera de lograr
que los derechos de Enadis Estela no sean conculcados por el celo del actual
funcionario, es ordenar que el acto de registro civil de nacimiento al que
indebidamente se le dio apariencia de legalidad burlando la buena fe de sus
padres, surta los mismos efectos que se derivarían de un registro legalmente
producido.
Por lo tanto,
haciendo prevalecer la buena fe de quienes registraron a la actora, sobre el
incumplimiento de la ley por parte de quienes dieron apariencia de legalidad a
esa actuación, se ordenará al registrador de Buenavista que, para todos los
efectos presentes y futuros, se tenga como válidamente producido el registro
civil de Enadis Estela Espinosa Casarrubia, en virtud de esta sentencia y de la
norma a la que dieron origen las autoridades municipales, al inducir a error
común a los padres de la actora y a otros muchos ciudadanos.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Cuarta de Revisión de la Corte Constitucional de la República
de Colombia,
RESUELVE
PRIMERO: REVOCAR la sentencia que se revisa
y, en su lugar, CONCEDER la tutela instaurada por Enadis Estela Espinosa
Casarrubia, identificada con la cédula de ciudadanía No.50'884.980 de
Buenavista, en contra del Registrador Municipal de Buenavista-Córdoba.
SEGUNDO: ORDENARLE al Registrador demandado
expedirle inmediatamente a la demandante, copia válida de su registro civil de
nacimiento.
TERCERO: ORDENARLE al mismo funcionario,
que proceda a sanear y suscribir la inscripción en el registro civil de
nacimiento de la demandante, en los términos del artículo 8 del Decreto 2158 de
1970, teniendo esta sentencia como sustituto de la autorización de la
Superintendencia de Notariado y Registro.
CUARTO: ENVIAR COPIA de este fallo a la
Superintendencia de Notariado y Registro.
Comuníquese,
notifíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional.
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado Ponente
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
[1] MAUZEAUD. "Derecho Civil", Parte primera, Vol. I. Ed.
Jurídicas Europa-América, Buenos Aires, 1959. |
310 | T-091-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-091/95
CONSEJO NACIONAL
DE ESTUPEFACIENTES-Resolución/DIRECCION
NACIONAL DE ESTUPEFACIENTES/JURISDICCION CONTENCIOSO ADMINISTRATIVA
Las decisiones
adoptadas por el Consejo Nacional de Estupefacientes están sometidas al control
de legalidad mediante las acciones contencioso administrativas pertinentes.
Puede afirmarse que contra la Resolución, procedía no sólo el recurso de
reposición por vía gubernativa, sino las acciones contencioso administrativas
ante esa jurisdicción, por lo que en principio la acción de tutela es
improcedente para suspender por dicho mecanismo los efectos de una decisión
administrativa que se encuentra vigente y que goza de la presunción de
legalidad, con las salvedades anotadas.
DERECHO A LA
PROPIEDAD-Destinación de
inmueble a oficina pública/DEBIDO PROCESO/INCAUTACION DE BIENES
Los derechos a la
propiedad y al debido proceso no se violaron por cuanto el embargo y secuestro
de la casa de habitación de la actora son consecuencia de la aplicación del
Decreto que permite que los bienes muebles e inmuebles vinculados directa o
indirectamente con los delitos de competencia de la jurisdicción de orden
público sean ocupados o incautados por las Unidades Investigativas de Orden
Público y puedan ser destinados provisionalmente al servicio de la Dirección
Nacional de Carrera Judicial.
DERECHOS DEL NIÑO-Protección/INSTITUTO COLOMBIANO DE
BIENESTAR FAMILIAR-Funciones
La protección de
los derechos de los niños corresponde legalmente al ICBF y a la Defensoría de
Menores, en cumplimiento de la función educativa y protectora de la niñez, a
fin de adoptar las medidas encaminadas al cuidado de los menores en asocio de
sus familiares, cuando sus padres están en imposibilidad física de hacerlo,
hasta cuando sea indispensable, aunque en inmueble diferente al que fue materia
de decomiso frente a los hechos acreditados en el expediente para que los
menores puedan recibir la atención requerida.
REF: Expediente
No. T - 46.413
PETICIONARIA: Bertha Becerra Galvis contra la Dirección
Nacional de Estupefacientes.
PROCEDENCIA: Consejo de Estado, Sección Segunda de la
Sala de lo Contencioso Administrativo.
MAGISTRADO
PONENTE:
DR. HERNANDO
HERRERA VERGARA
Santa Fé de Bogotá,
D.C., Marzo dos (2) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
Procede la Sala
Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados HERNANDO
HERRERA VERGARA, ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Y FABIO MORON DIAZ, a revisar
los fallos proferidos por el Tribunal Administrativo del Norte de Santander, el
22 de agosto de 1994 y por la Sección Segunda de la Sala de lo Contencioso
Administrativo del Consejo de Estado el 2 de diciembre del mismo año, en el
proceso de la referencia.
El negocio llegó al
conocimiento de esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional, por la vía
ordinaria de la remisión que hizo el Consejo de Estado, en virtud a lo
dispuesto por el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991.
Conforme a los
artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala
Décima de Selección de la Corte escogió para efectos de revisión la presente
acción de tutela.
I. INFORMACION
PRELIMINAR.
La señora Bertha
Becerra Galvis, actualmente recluída en la Cárcel del Buen Pastor de Cúcuta por
orden de la Fiscalía Regional de Cúcuta, instauró mediante apoderado acción de
tutela contra la Dirección Nacional de Estupefacientes, con el objeto de evitar
un perjuicio irremediable contra ella y sus hijos menores y a fin de que se les
protejan sus derechos fundamentales al debido proceso, a la propiedad privada y
de los niños, consagrados en los artículos 29, 44 y 58 de la Constitución
Política. Dicha solicitud la formuló como mecanismo transitorio, “mientras se
resuelve el recurso de reposición que se interpondrá contra la Resolución No.
1055 del 5 de julio de 1994 emanada de la Dirección Nacional de
Estupefacientes”.
Los hechos que
fundamentaron la acción son en síntesis los siguientes:
La señora Becerra
Galvis se encuentra actualmente recluída en la Cárcel del Buen Pastor de Cúcuta
por orden de la Fiscalía Regional de esa ciudad debido a las imputaciones del
delito consagrado en la Ley 30 de 1986, el cual hasta la fecha se está
investigando sin que se haya decretado cierre de investigación y por ende no
existe condena ejecutoriada.
Como consecuencia,
la Fiscalía General de la Nación, Regional Norte de Santander, decretó el
embargo, secuestro y ocupación del inmueble de propiedad de la sindicada,
ubicado en el barrio Colpet de la ciudad de Cúcuta y lo colocó a disposición de
la Dirección de Estupefacientes.
Mediante Resolución
No. 1055 del 5 de julio de 1994, la Dirección Nacional de Estupefacientes,
resolvió en su artículo 1o. destinar el inmueble en forma provisional a la
Fiscalía General de la Nación - Dirección Seccional - Cuerpo Técnico de
Investigación de Cúcuta, advirtiendo que contra esta decisión sólo procede el
recurso de reposición y que el trámite de éste no suspende el cumplimiento de
lo ordenado.
Indica que el
inmueble en mención fue adquirido por la accionante según consta en la
escritura pública No. 3128 de diciembre 17 de 1982, sin que se haya comprobado
hasta el momento que éste haya sido adquirido con el producto de un ilícito.
La casa que ordenó
destinar el Consejo Nacional de Estupefacientes a la Fiscalía - Cuerpo Técnico
- siempre ha estado habitada por los hijos de la peticionaria -Jorge, Eduardo,
Gustavo y Rubi Stella Sabogal Becerra-, quienes en la actualidad no tienen
protección alguna de sus padres por encontrarse éstos privados de la libertad
como consecuencia del delito que se investiga.
Estima que con este
proceder se le causan graves perjuicios tanto a ella como a sus hijos, los
cuales sólo son susceptibles de ser reparados mediante indemnización. Por ello,
manifiesta que auncuando dispone de otros medios de defensa judicial, si no se
tutelan de manera inmediata los derechos constitucionales fundamentales a la
propiedad y al debido proceso, se ocasionarían perjuicios irremediables tanto a
ella como a sus menores hijos, pues quedarían sin techo y desprotegidos
totalmente por el cumplimiento de esa medida, lo que desconocería el
ordenamiento constitucional, según el cual el Estado está obligado a brindar
apoyo a las personas que posean un derecho y a los menores en particular.
P R E T E N S I O N E S :
En virtud a los
hechos expuestos, el apoderado de la peticionaria solicita que como medidas
provisionales, se ordene a la Fiscalía General -Regional Delegada Cúcuta-
abstenerse de hacer la entrega material del bien de que trata la Resolución No.
1055 de 1994 emanada de la Dirección Nacional de Estupefacientes, hasta que se
haya resuelto el recurso de reposición que se “interpondrá” contra la misma y realizado
las gestiones administrativas ante esa Dirección y esta falle acerca de la
destinación provisional del bien. Como consecuencia de ello, que se ordene
permitir a los hijos menores de la señora Becerra Galvis seguir habitando el
inmueble hasta tanto se resuelva por la jurisdicción penal acerca del delito
investigado.
II.
LAS PROVIDENCIAS JUDICIALES QUE SE REVISAN.
A.
Sentencia del Tribunal Administrativo del Norte de Santander.
Mediante fallo de 22
de agosto de 1994, el Tribunal Administrativo del Norte de Santander resolvió
conceder la tutela de los derechos de los menores JORGE, EDUARDO y GUSTAVO
SABOGAL, representados por su madre BERTHA BECERRA GALVIS, consagrados en el
artículo 44 de la Carta Política, especialmente los de la integridad física, a
tener una familia y no ser separados de ella y a estar protegidos contra el
abandono y la violencia moral, los cuales tienen un carácter prevalente en el
ordenamiento constitucional. En consecuencia, ordenó como medida transitoria a
la Dirección Nacional de Estupefacientes no hacer entrega del inmueble de
propiedad de la accionante hasta tanto la jurisdicción de orden público decida
si procede o no su decomiso. No obstante, negó la protección de los derechos al
debido proceso y a la propiedad.
Para fundamentar su
decisión, el Tribunal tuvo en cuenta las siguientes consideraciones:
En cuanto a la
presunta violación de los derechos al debido proceso y a la propiedad, señaló:
"Tal y como
está concebida la norma -artículo 55 del Decreto 0099 de 1991, adoptado como
legislación permanente por el Decreto 2271 de 1991-, es claro que sin existir
fallo definitivo sobre la conducta del propietario de un inmueble, éste podrá
ser retirado del comercio y entregado en forma provisional a algunas de las entidades
que la ley señale y que no es indispensable que el bien se hubiera adquirido
con el producto del ilícito, sino que basta que él haya sido utilizado para su
comisión, lo que al parecer ocurrió tal y como se desprende de la información
recibida de la Jurisdicción de Orden Público y del acto de allanamiento visible
a folios 33 y 34 de éste expediente, por lo que no se observa la violación
al debido proceso que se alega, tampoco puede devenir del hecho de que la
interposición del recurso no tenga el carácter de suspensivo, ya que se trata
de una medida cautelar que por regla general es de aplicación inmediata.
Ahora bien, los
criterios anteriores también sirven para señalar que tampoco existe violación
al derecho a la propiedad, ya que la actuación surtida por la Dirección
Nacional de Estupefacientes está amparada por la preceptiva legal, y tiene
justificación en la presunta conducta ilícita de la accionante".
Sin embargo,
consideró el Tribunal en cuanto a la protección de los derechos de los menores
hijos de la accionante, que:
"Es claro
para la Sala que la actuación de la Dirección Nacional de Estupefacientes es
legal, sin entrañar una definición sobre el inmueble, principalmente por su
naturaleza de medida cautelar. No obstante ello, cree la Sala que tal
decisión sí afecta a los menores hijos en su núcleo familiar que se verían
avocados a dispersarse en caso de desalojar la casa y que también se
dificultaría su posibilidad de superación personal a través del estudio y el
compartir entre hermanos el entorno de su vivienda.
La constitución
política en su artículo 44 establece la prevalencia de los derechos de los
menores sobre cualquier otra consideración y encierra presupuestos tan
importantes como el derecho a la integridad física, a tener una familia y no
ser separados de ella y deberán ser protegidos contra toda forma de abandono,
de violencia moral y en concurrencia entre el estado, la sociedad y la familia
deberá garantizarse a los niños el desarrollo armónico e integral, lo que
aunado al artículo 5o. en el cual se establece la obligación del Estado de
reconocer la primacía de los derechos inalienables de la persona y el amparo a
la familia llevan a esta Sala a concluir que deberá protegerse los derechos de
los menores, aunque la Dirección Nacional de Estupefacientes haya procedido
legalmente a ordenar a la destinación del inmueble en que habitan los menores
hijos de la presunta sindicada".
Concluye la Sala,
que en este caso si bien la actuación de la Dirección Nacional de
Estupefacientes conlleva un ejercicio legítimo de autoridad, causan un
perjuicio inmediato e irreparable a quienes deben acatarla, en cuyo caso la
propia Constitución ordena al juez y a todos los estamentos del Estado, la
sociedad y la familia a que por encima de cualquier consideración legal o
política, se prefiera la protección de los derechos de quienes por su propia
naturaleza de infantes están por sí mismos en imposibilidad de decidir y actuar
en su propia defensa.
Por lo tanto, estima
que es preciso tutelar los derechos de los menores hijos de la accionante a
permanecer en su casa de habitación, "máxime si se tiene en cuenta el
artículo 55 del Decreto Ley 099 de 1991 contentivo del Estatuto para la Defensa
de la Justicia, no es imperativo en obligar a dar a todos los inmuebles destinación
provisional y tal circunstancia sólo adquiere ese carácter cuando exista
condena al propietario en la cual se comprueba la conexidad delictual del
inmueble".
Finalmente, en
cuanto a la vigencia de la medida de tutelar el derecho de los menores hijos a
permanecer en su casa en forma provisional mientras la Jurisdicción de Orden
Público decide en forma definitiva si decomisa o no el inmueble, señala el
Tribunal que "no se da acá el plazo de los cuatro meses de que habla la
ley para iniciar la actuación judicial, por cuanto la decisión final sobre el
asunto ya está en manos de la Jurisdicción de Orden Público y mientras tal
instancia decida la medida estará vigente".
B.
Impugnación.
El Director Nacional
de Estupefacientes, doctor Gabriel de Vega Pinzón interpuso recurso de
apelación contra la decisión proferida por el Tribunal Administrativo del Norte
de Santander, pues en su criterio quien vulneró los derechos y garantías
fundamentales de los menores hijos de la sindicada, fue ella misma con su conducta
delictiva, pues fue sorprendida en tenencia de aproximadamente veinticinco (25)
kilos de cocaína, delito que confesó, por lo que esa entidad no comprende el
porqué quien así procedió solicita amparo de autoridad competente.
Afirma que la
legislación en materia de narcotráfico establece un procedimiento especial en
relación con el destino de los bienes materia de decomiso u ocupación, el cual
además de haber sido objeto de pronunciamientos favorables por parte de los más
altos estrados judiciales, tiene pleno respaldo legal en los Decretos 2271 y
2272 de 1991, 2159 de 1992, la Ley 30 de 1986 y la Ley 104 de 1993, máxime en
este caso donde existen pruebas de que el inmueble era utilizado para
actividades delictivas.
Por su parte,
considera que para la protección de la niñez existen entidades como el
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y el Defensor de Menores, quienes
directamente cumplen con la función educativa y protectora de la niñez
desamparada, y por ende se les debe encomendar el cuidado de los menores en
situación irregular, la que fue creada en este caso por la misma progenitora.
Por ello el cumplimiento de un acto administrativo no debe estar sometido a
postulados nobles y loables cuando el Estado cuenta con mecanismos y programas
que realmente realizan los postulados constitucionales. Una casa de habitación
no constituye, pues, unidad familiar, ni su privación violencia moral; la
integridad física tampoco se realiza dentro de una casa de habitación, ni la
familia ni el derecho a no ser separados los menores de ella, porque no fue la
autoridad quien creó la situación irregular, sino que ésta provino del núcleo
familiar básico.
Estima que tan
importante resulta la protección de las garantías constitucionales, como la
conservación del orden jurídico imperante en un Estado de derecho y
desafortunadamente las políticas gubernamentales no pueden dejar de aplicarse
so pena de impedir perjuicios que puedan ser evitados en forma efectiva por los
organismos competentes para la prevención de los problemas de la niñez.
Finalmente, en
cuanto a la procedibilidad de la acción como presupuesto indispensable para el
amparo, no comparte esa Dirección el argumento del Tribunal Administrativo, por
cuanto el acto administrativo de destinación provisional -Resolución No. 1055
de 1994- cuenta con mecanismos de defensa suficientes como lo son los recursos
procedentes en la vía gubernativa y las acciones a las que puede acudir la
sindicada.
C.
Sentencia del Consejo de Estado.
La Sección Segunda
de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado, mediante
sentencia de 2 de diciembre de 1994, resolvió confirmar la providencia del
Tribunal Administrativo del Norte de Santander, mediante la cual concedió
transitoriamente la tutela de los derechos de los menores Jorge, Eduardo y
Gustavo Sabogal a no ser desalojados del inmueble de propiedad de la accionante
hasta tanto la Jurisdicción de Orden Público decida si procede o no su
decomiso.
El fallo del Consejo
de Estado tuvo como fundamento los siguientes argumentos:
1. "Sea lo primero anotar que no observa
la Sala en las diligencias aportadas al informativo, vulneración alguna al
debido proceso como tampoco a la propiedad privada, porque el embargo y
secuestro de la casa de habitación son consecuencia de la aplicación del
artículo 55 del Decreto 0099 de 1991, que permite que los bienes muebles o
inmuebles vinculados directa o indirectamente con los delitos de competencia de
la Jurisdicción de Orden Público sean ocupados o incautados por las Unidades
Investigativas de Orden Público y puedan ser destinados provisionalmente al
servicio de la Dirección Nacional de Carrera Judicial y al de las entidades
señaladas en el Decreto 2390 de 1989. En este orden de ideas, con el proceder
de la Fiscalía no se han vulnerado el debido proceso y mucho menos el derecho a
la propiedad privada, razón por la cual no es dable tutelarlos".
2. "Otra cosa ocurre con los derechos
reclamados a favor de los hijos menores de la solicitante pues se dice que se
ha vulnerado el artículo 44 de la C.N.
.....
Así pues, la
Constitución de 1991 privilegia la condición del niño en todo momento y
circunstancia, en razón a su especial vulnerabilidad, como un deber de toda
sociedad. Por ello resultan válidos los planteamientos hechos por el a-quo...
La Sala estima
pertinente, además, vincular al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para
que dentro de las setenta y dos (72) horas siguientes a la comunicación
respectiva, supervise si los menores en realidad están debidamente protegidos
en dicho lugar y si esto es lo mejor para su seguridad y tranquilidad, o si por
el contrario, estarían mejor amparados en otro lugar..."
Conforme a lo
anterior, a juicio de la Sala se dan los supuestos fácticos para tutelar, en
principio, los derechos de los menores..., y así, la providencia objeto de
impugnación merece ser confirmada".
III. PRUEBAS
OBTENIDAS POR LA CORTE CONSTITUCIONAL.
Esta Corporación
ordenó oficiar al señor Director Nacional de Estupefacientes, para verificar si
se había interpuesto el recurso de reposición que por vía gubernativa procedía
contra la citada Resolución No. 1055 de 1994, como se había anunciado en la
demanda de tutela y al Tribunal Administrativo del Norte de Santander para que
remitiera el concepto formulado por el Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar, en cumplimiento de lo ordenado en el fallo de tutela de segunda
instancia.
Al respecto, se
obtuvo la siguiente información:
a) Según oficio fechado 31 enero de 1995, el
señor Director General de Estupefacientes, doctor Gabriel de Vega Pinzón,
manifestó:
"Una vez
revisado el expediente que contiene los antecedentes administrativos de la
mencionada Resolución -No. 1055 de 5 de julio de 1994- no se encontró ningún
escrito mediante el cual se interponga recurso de reposición contra la misma”.
b) Por su parte, el Director del Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar, Regional Norte de Santander, doctor Armando
E. Monsalve, conceptuó en cuanto a la protección de los menores Sabogal Becerra
lo siguiente:
"El informe
de la visita realizada por el ICBF concluye que los menores, en las
condiciones actuales de convivencia familiar, no requieren de medidas
especiales de protección por parte del Instituto, pues cuentan con el apoyo de
los hermanos mayores, del abuelo y de otros miembros de la familia que les
garantizan, entre todos, lo necesario para su desarrollo integral, aunque
se nota obviamente la falta de los padres y especialmente de la progenitora,
figura principal, que les ha creado ciertos traumatismos en el aspecto
psicológico, a lo cual el ICBF ofreció a esta familia el apoyo institucional de
rigor.
La señora BERTHA
BECERRA GALVIS, por su parte, preguntada respecto de la situación económica y
social de su familia en la actualidad, señaló: "Todos están muy bien,
tienen lo necesario para vivir honestamente, desde que no me los saquen de
ahí". "El abuelo les manda dinero semanalmente para los gastos y
mensualmente viene a verlos. Es decir que ni los menores ni los grandes padecen
necesidades. Existen muchos amigos que están pendientes de ellos para que la
pasen lo mejor posible".
Ahora bien,
conforme lo ha sostenido nuestra Corte Constitucional, se manifiesta claramente
en el ordenamiento constitucional vigente la primacía de la familia como el
ámbito natural dentro del cual deba realizarse el cuidado y preparación de la
infancia. Esta labor no puede ser realizada por instituciones públicas o
privadas sino en casos verdaderamente excepcionales en que así lo impongan la
necesidad de proteger a niños que no tengan una familia o que se hallen
separados de ella, en los términos del artículo 42 de la Carta. La unidad
familiar es presupuesto indispensable para la efectividad de los derechos constitucionales
prevalentes de los niños. Los derechos de los miembros de la familia deben ser
compatibles con los intereses generales prevalentes tanto de la institución
misma como de la sociedad colombiana que reconoce en ella su nucleo
fundamental.
Por los motivos
anteriores se concluye lo siguiente:
1. El ICBF recomienda que los menores EDUARDO
Y JORGE SABOGAL BECERRA permanezcan con sus familiares en la residencia actual
que ocupan con los demás hermanos mayores y otros miembros de la familia que
cuidan de ellos debidamente durante la emergencia creada como consecuencia de
la detención de sus padres.
2. Aunque la familia en forma precavida y
responsable ha previsto la manera de sortear una eventual reubicación por
desalojo de la casa que ocupan hoy, las consecuencias no serían del todo
favorables para ellos, pues los hermanos deberían separarse, se rompería aún
más la actual unidad familiar y se producirían mayores perjuicios en el proceso
de superación gradual de la crisis que han debido afrontar los menores
involucrados en forma injusta en este proceso".
IV. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Primera.
La competencia.
De conformidad con
lo dispuesto por los artículos 86, inciso tercero y 241 numeral noveno de la
Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto
2591 de 1991, esta Sala es competente para revisar el fallo proferido en
segunda instancia por el Consejo de Estado.
Segunda.
Problema Jurídico.
Observa la Sala de
Revisión, con fundamento en la demanda de tutela que se examina, que la
peticionaria ejerce la acción como mecanismo transitorio a fin de evitar un
perjuicio irremediable consistente en el hecho de que sus hijos sean
desalojados del inmueble que ocupan, en virtud de la orden contenida en la
Resolución No. 1055 de 1994, emanada de la Dirección Nacional de
Estupefacientes.
En tal virtud y con
el objeto de definir la procedencia del amparo de los derechos fundamentales
invocados, a la propiedad, al debido proceso y de los niños, la Sala deberá
estudiar lo relacionado con la viabilidad de la acción de tutela como mecanismo
transitorio.
A. Procedencia
de la tutela como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable a
la luz de las normas constitucionales y legales.
El inciso 3o.del
artículo 86 de la Constitución Política dispone acerca de la procedencia de la
acción de tutela, que:
"Esta acción
sólo procederá cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa
judicial, salvo que aquella se utilice como mecanismo transitorio para evitar
un perjuicio irremediable."
Así mismo, el
numeral 1o. del artículo 6o. del Decreto 2591 de 1991, dice:
"Artículo
6o. Causales de improcedencia de la tutela. La acción de tutela no
procederá:
"1. Cuando
existan otros recursos o medios de defensa judiciales, salvo que aquella se
utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable. La
existencia de dichos medios será apreciada en concreto, en cuanto a su
eficacia, atendiendo las circunstancias en que se encuentre el solicitante”.
Por su parte el
artículo 8o. ibídem, dispone que:
“El juez señalará
expresamente en la sentencia que su orden permanecerá vigente sólo durante el
término que la autoridad judicial competente utilice para decidir de fondo
sobre la acción instaurada por el afectado. En todo caso, el afectado deberá
ejercer dicha acción en un término máximo de cuatro (4) meses a partir del
fallo de tutela. Si no la instaura, cesarán los efectos de éste”.
De conformidad con
las normas transcritas, se hace necesario precisar en el caso concreto, si el
actor disponía de "otro medio de defensa judicial" para la protección
de sus derechos, y en tal evento, si la efectividad de los mismos es igual o
superior a la de la tutela.
En el caso concreto,
se presentan estas situaciones:
- El día 5 de julio de 1994, la DIRECCION
NACIONAL DE ESTUPEFACIENTES expidió la Resolución No. 1055, por medio de la
cual resolvió destinar en forma provisional a la FISCALIA GENERAL DE LA NACION,
DIRECCION SECCIONAL - CUERPO TECNICO DE INVESTIGACION CUCUTA, el inmueble
ubicado en la Calle 6N No. 3-02 del Barrio Colpet - Cúcuta, allanado por la
Fiscalía Regional Cúcuta, y de propiedad de la señora BERTHA BECERRA GALVIS,
quien fue sorprendida en tenencia de aproximadamente 25 kilos de cocaína, y con
otros elementos y sustancias utilizadas para el procesamiento de sustancias
alucinógenas.
En
el artículo sexto de la citada resolución, se indicó que contra ésta procede el
recurso de reposición ante la Dirección Nacional de Estupefacientes, el cual
debe interponerse dentro de los cinco (5) días siguientes a la notificación o
desfijación del edicto.
- La demanda de tutela se interpuso ante
el Tribunal Contencioso Administrativo del Norte de Santander, el día 5 de
agosto de 1994, es decir, un mes después de la expedición de la Resolución que
se controvierte.
-
El apoderado de la
accionante define en la demanda de tutela la medida transitoria de la siguiente
manera (folio 4 del expediente, acápite de las pretensiones):
“Conforme a los
hechos plasmados, que configuran una violación y amenaza a mi Poderdante y sus
hijos..., les solicito se sirvan tutelar los mismos, disponiendo u ordenando a
la DIRECCION NACIONAL DE ESTUPEFACIENTES, que se abstenga
transitoriamente de ejecutar lo resuelto, hasta tanto se resuelva el Recurso de
Reposición que se interpondrá una vez notificado el acto administrativo
y se inicien los trámites pertinentes a demostrar el derecho que les asiste a
no ser desalojados de su propiedad y vivienda, hasta tanto se configure y
termine el Proceso Penal...”.
- Y señaló en el mismo escrito dentro de las
medidas provisionales, que solicitaba adicionalmente que se ordenara “a la
Fiscalía General - Regional Delegada Cúcuta, abstenerse de hacer la entrega
material del bien de que trata la Resolución en su artículo 4o. hasta que
se haya resuelto el Recurso de Reposición que se interpondrá a la misma
y se hayan realizado las gestiones administrativas ante la Dirección Nacional
de Estupefacientes y éste falle sobre la destinación provisional del bien”.
De lo anterior se
colige en cuanto a la petición de tutela, que ésta se interpone como mecanismo
transitorio mientras la Dirección Nacional de Estupefacientes resuelve el
recurso de reposición que se interpondrá contra la Resolución No. 1055 de 1994.
Supedita por tanto, la eficacia del instrumento excepcional de la tutela, al
hecho de que la entidad accionada resuelva la reposición que se presentará
contra dicha actuación administrativa, no obstante que la demanda de tutela se
presentó un mes después de proferida la citada decisión que ordenó la
destinación provisional del inmueble a la Fiscalía General de la Nación. Sin
embargo, de acuerdo al oficio ya citado, suscrito por el Director Nacional de
Estupefacientes, “no se encuentra ningún escrito mediante el cual se interponga
recurso de reposición contra la misma”.
Se pregunta: ¿Es
entonces viable acudir a la acción de tutela en esas circunstancias?
La respuesta a esta
pregunta sólo es posible resolverla estudiando la procedencia en el caso
concreto de la tutela, al tenor de los hechos expuestos y la existencia
“presunta” del perjuicio irremediable.
B) Naturaleza
subsidiaria de la tutela - El mecanismo transitorio.
Es claro según lo
expuesto, que el apoderado de la accionante controvierte la resolución
administrativa No. 1055 de 1994, emanada de la Dirección Nacional de
Estupefacientes, bajo el supuesto de que al haberse ordenado efectuar la
entrega material del inmueble de su propiedad a la Fiscalía General de la
Nación, se le causan graves perjuicios tanto a ella como a sus hijos, quienes
habitan allí desde hace varios años, “pues quedarían sin techo y desprotegidos
totalmente por el cumplimiento de esa medida”.
Pretende entonces,
mediante el instrumento de la tutela, dejar temporalmente sin efectos la medida
ordenada por la Dirección de Estupefacientes, hasta tanto se resuelva el
recurso de reposición que interpondrá contra la citada resolución
administrativa.
1) Naturaleza de
la Resolución No. 1055 de 1994.
La resolución que
cuestiona la accionante, constituye un acto administrativo susceptible de ser
atacado y controvertido, como lo dispuso el artículo 7o. de la misma, mediante
el recurso de reposición, el cual podía ser interpuesto dentro del término de
los cinco (5) días siguientes a su notificación o desfijación de edicto.
En cuanto a su
naturaleza, debe afirmarse que el acto correspondiente, emanado de la Dirección
Nacional de Estupefacientes goza de la presunción de legalidad y se encuentra
vigente, de manera que debe ejecutarse salvo que haya sido revocado a través de
la decisión administrativa que resuelva los recursos procedentes contra el
mismo por parte de la administración, o que hubieren sido anulados o
suspendidos por la jurisdicción contenciosa administrativa en ejercicio de la
acción pertinente, presentada oportunamente.
Si dicho acto no ha
sido revocado por no haberse interpuesto recurso alguno contra el mismo, ni
suspendido o anulado por la jurisdicción, se encuentra legalmente en firme.
Ahora bien, en cuanto tales actos conllevan la violación o amenaza de vulneración
de un derecho constitucional fundamental, no procede respecto a ellos la acción
de tutela como mecanismo definitivo, pero sí puede utilizarse como mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable, siempre que sea viable
proteger el derecho fundamental de carácter constitucional presuntamente
afectado, sin quebrantar el orden jurídico ni la prevalencia del interés
general.
Según el inciso
final del artículo 50 del C.C.A., son actos definitivos que ponen fin a la
actuación administrativa, los que deciden directa o indirectamente el fondo del
asunto, mientras los actos de trámite y preparatorios son aquellos que dan
impulso a la actuación preliminar de la administración o disponen u organizan
los elementos de juicio que se requieren para que ésta pueda adoptar a través
del acto principal o definitivo, la decisión sobre el fondo del asunto.
Es pues, entendido
que las decisiones adoptadas por el Consejo Nacional de Estupefacientes están
sometidas al control de legalidad mediante las acciones contencioso
administrativas pertinentes, conforme a las reglas del Código Contencioso
Administrativo.
En virtud a lo
anterior, puede afirmarse que contra la Resolución No. 1055 de 1994, procedía
no sólo el recurso de reposición por vía gubernativa, sino las acciones
contencioso administrativas ante esa jurisdicción, por lo que en principio la
acción de tutela es improcedente para suspender por dicho mecanismo los efectos
de una decisión administrativa que se encuentra vigente y que goza de la
presunción de legalidad, con las salvedades anotadas.
En el caso concreto,
encuentra la Sala de Revisión que la accionante teniendo a su disposición los
medios de defensa judicial para controvertir la legalidad de la citada
resolución, no hizo uso de ellos sino que resolvió acudir en forma directa a la
institución excepcional de la Acción de Tutela. Y lo hizo como mecanismo
transitorio, anunciando que la misma sólo operaría en cuanto se resolviera el
recurso de reposición que interpondría contra la mencionada resolución, lo que
no se hizo en ningún momento, pues según se logró comprobar mediante oficio
remitido por la Dirección Nacional de Estupefacientes, han transcurrido más de
siete (7) meses desde que el acto administrativo se expidió y notificó sin que
hasta la fecha se haya controvertido la legalidad de la resolución por parte de
la accionante, a través del recurso de reposición, ni se ha demostrado que éste
hubiese sido anulado o suspendido por la jurisdicción competente.
2) Improcedencia
de la tutela como mecanismo adicional o alternativo a los medios o recursos
judiciales ordinarios.
La jurisprudencia de
esta Corporación ha sido enfática en sostener que la acción de tutela es un
instrumento excepcional de protección de los derechos fundamentales de las
personas cuando estos son amenazados o vulnerados por la acción u omisión de
una autoridad pública o de un particular, lo cual no avala ni significa que
ella pueda ser utilizada como un recurso adicional, sustitutivo o alternativo
de las acciones y recursos ordinarios consagrados por la Constitución y la ley.
En esa forma, no por
su carácter breve, sumario, preferente y de resolución inmediata, la acción de
tutela puede desplazar ni reemplazar los recursos o acciones ordinarias, ni
convertirse en un recurso alternativo a estos, más aún cuando están de por
medio, como en este caso, los principios constitucionales relacionados con la
vigencia de un orden justo y la prevalencia del interés general que conllevan
al establecimiento de medidas adoptadas legalmente por las autoridades de la
República para contrarrestar los efectos nocivos del delito de narcotráfico en
el país.
Tampoco puede
acudirse a la tutela cuando los medios judiciales no han sido utilizados oportunamente.
En tal virtud, existiendo otros medios de defensa judicial, resulta procedente
por este aspecto revocar la decisión que se revisa, como así se ordenará en la
parte resolutiva de esta providencia.
No obstante, se
examinará si es procedente la tutela como mecanismo transitorio para evitar un
perjuicio irremediable.
Tercero: Del
perjuicio irremediable.
Es bien sabido que
cuando la tutela se utiliza como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable a pesar de que existan otros medios de defensa judiciales en
cabeza del afectado por la acción u omisión de la autoridad pública, puede
acudirse a ella en forma transitoria, si se demuestra la existencia en el caso
concreto, de dicho perjuicio, “que a juicio del juez sea inminente, grave y de
tal magnitud que se requiera de medidas urgentes e impostergables para impedir
que el perjuicio se extienda y llegue a ser de tal naturaleza hasta el punto
del no retorno de la situación, o lo que es lo mismo, que se convierta en
irremediable”.1
Acerca de los
"requisitos" para que proceda la acción de tutela como mecanismo
transitorio, la Corte Constitucional ha sostenido:
"Para determinar la irremediabilidad del perjuicio hay que
tener en cuenta la presencia concurrente de varios elementos que configuran su
estructura, como la inminencia, que exige medidas inmediatas, la urgencia que
tiene el sujeto de derecho por salir de ese perjuicio inminente, y la gravedad
de los hechos, que hace evidente la impostergabilidad de la tutela como
mecanismo necesario para la protección inmediata de los derechos
constitucionales fundamentales. La concurrencia de los elementos mencionados
pone de relieve la necesidad de considerar la situación fáctica que legitima la
acción de tutela, como mecanismo transitorio y como medida precautelativa para
garantizar la protección de los derechos fundamentales que se lesionan o que se
encuentran amenazados. Con respecto al término "amenaza" es
conveniente manifestar que no se trata de la simple posibilidad de lesión, sino
de la probabilidad de sufrir un mal irreparable y grave de manera
injustificada. La amenaza requiere un mínimo de evidencia fáctica, de suerte
que sea razonable pensar en la realización del daño o menoscabo material o
moral"2
De acuerdo a lo
expresado sobre el perjuicio irremediable, se infiere que hay ocasiones en que
de continuar las circunstancias de hecho en que se encuentra una persona, es
inminente e inevitable la destrucción grave de un bien jurídicamente protegido,
de manera que urge la protección inmediata por parte del Estado ya en forma
directa o como mecanismo transitorio.
En el presente
asunto, es necesario examinar en el caso concreto si se dan los requisitos
pertinentes para el amparo de los derechos fundamentales de una persona
invocados en la demanda frente a las normas constitucionales que hacen
referencia a la prevalencia del interés general dentro del Estado social de
derecho. En tal caso, el propósito que persigue la tutela como mecanismo
transitorio, es la protección del bien que exige la adopción de medidas
temporales urgentes e impostergables, que conllevan en algunos casos no una
decisión de carácter definitivo, sino provisional, siempre y cuando que como se
a dicho, no se afecten los postulados que garantiza el mantenimiento del orden
jurídico, justo y la prevalencia del interés general, para el cumplimiento de
los fines esenciales del Estado.
Ahora bien, ¿es
irremediable en el asunto que se examina el perjuicio que aduce la accionante
en su demanda?
Para responder a
este interrogante, es necesario determinar si se cumplen los requisitos que la
Constitución, la ley y la jurisprudencia han señalado para la procedencia de la
acción de tutela como mecanismo transitorio.
a) De una parte, se ha dicho que es
indispensable que quien así invoque el amparo, haya hecho uso de los otros
medios de defensa judiciales que tiene a su disposición dentro de los cuatro
meses siguientes a la fecha en que se concedió la tutela como mecanismo
transitorio.
Sobre el particular,
es pertinente repetir que la peticionaria no obstante afirmar que ejerce la
acción de tutela como mecanismo transitorio mientras se resuelve el recurso de
reposición "que interpondrá" contra la resolución No. 1055 de 1994
emanada de la Dirección Nacional de Estupefacientes, no hizo en la práctica uso
de dicho recurso, sino que por el contrario, se limitó a los resultados y
efectos del instrumento excepcional de la tutela (certificación de la Dirección
Nacional de Estupefacientes), sin que aparezca acreditado igualmente el
ejercicio del proceso jurisdiccional respectivo.
Cabe destacar que si
la accionante advierte que la efectividad de la protección a través de la
tutela radica en el hecho de que se resuelva el recurso de reposición "que
interpondrá" contra la resolución No. 1055 de 1994, y este nunca se
interpuso, debe negarse por esa circunstancia la petición de tutela, pues la
causa de la misma no se configuró, ante la ausencia de dicho recurso.
b) Observa la Sala que en la demanda de
tutela se admite la existencia de otros medios de defensa judicial en relación
con la peticionaria como lo son las acciones consagradas en la jurisdicción
contencioso administrativa con respecto a la Resolución No. 1055 de julio 5 de
1994 emanada de la Dirección Nacional de Estupefacientes, por medio de la cual
se dispuso "destinar en forma provisional a la Fiscalía General de la
Nación -Dirección Seccional, Cuerpo Técnico de Investigación de Cúcuta-, el
inmueble ubicado en la calle 6N No. 3-02 del barrio Colpet - Pescadero de
Cúcuta-", que se encuentra revestida de la presunción de legalidad que
ampara los actos administrativos, por no haber sido revocada, anulada o
suspendida por la autoridad competente.
Aparte de lo
anterior, en el presente caso, no se da la existencia de un perjuicio
irremediable, por las razones que se exponen a continuación:
b.1.
Inexistencia de violación de los derechos a la propiedad y al debido proceso
por la accionada.
De acuerdo con lo
expresado sobre este punto por el Consejo de Estado en la sentencia materia de
revisión, en relación con los derechos que se dicen vulnerados a la
peticionaria y a sus hijos menores por parte de la Dirección Nacional de
Estupefacientes, no se encuentra que dicha circunstancia se presente respecto a
los derechos al debido proceso ni a la propiedad, por cuanto la actuación
surtida por la entidad accionada está amparada por la preceptiva legal y tiene
plena justificación en la presunta conducta ilícita de la accionante,
relacionada con la tenencia ilegal de sustancias alucinógenas - cocaína-.
Además, como lo
anotó el a-quo, dichos derechos no se violaron por cuanto el embargo y
secuestro de la casa de habitación de la actora son consecuencia de la
aplicación del artículo 55 del Decreto 0099 de 1991 que permite que los bienes
muebles e inmuebles vinculados directa o indirectamente con los delitos de
competencia de la jurisdicción de orden público sean ocupados o incautados por
las Unidades Investigativas de Orden Público y puedan ser destinados
provisionalmente al servicio de la Dirección Nacional de Carrera Judicial y al
de las entidades señaladas en el Decreto 2390 de 1989. En este sentido, no
existe violación de los derechos al debido proceso y propiedad por parte de la
accionada, tal como se decidió en la providencia que se revisa.
b.2.
Improcedencia de la acción de tutela como mecanismo transitorio para la
protección de los derechos de los menores Jorge, Eduardo y Gustavo Sabogal.
Revocatoria del fallo que se revisa.
Con respecto al
derecho de los menores hijos de la accionante a permanecer en su casa -señalado
como fundamental por parte de los jueces de instancia, y como tal amparados a
través de la tutela como mecanismo transitorio-, observa la Corte que sin perjuicio
de la protección que más adelante se ordenará con respecto a ellos, dichas
decisiones deben ser revocadas por las siguientes razones:
1. En el expediente se encuentra plenamente
demostrado que la accionante, propietaria del inmueble materia del decomiso,
fue sorprendida en tenencia de aproximadamente 25 kilos de cocaína y de otros
elementos utilizados para el procesamiento de sustancias alucinógenas.
2. De acuerdo con la diligencia de
allanamiento practicada el 28 de abril de 1994 por la Fiscalía Regional
Delegada ante las Unidades Investigativas del DAS - SIJIN, la propietaria del
inmueble mencionado expresó tener sustancia alucinógena que se encontraba en el
2o piso de dicho inmueble.
Frente a los hechos
descritos y acreditados, dicha situación se considera destructiva de la armonía
y de la unidad que va en detrimento de los derechos fundamentales invocados y
en especial de los niños, lo que afecta directamente su desarrollo integral y
el ejercicio de sus derechos.
A juicio de la
Corte, en el presente caso la protección de los niños no se ve menoscaba por la
oportuna acción de las autoridades legítimamente constituídas que tienen la
obligación de adoptar las medidas encaminadas a erradicar la posesión,
producción y tráfico de sustancias alucinógenas de que trata la Ley 30 de 1986.
Para ello, la
legislación en materia de narcotráfico ha consagrado los procedimientos
vigentes que deben adelantarse para el destino de los bienes incautados,
involucrados en la comisión de los delitos de narcotráfico y conexos hasta que
la jurisdicción competente decida en forma definitiva sobre su devolución o
decomiso.
De esta manera, la
Sala comparte el criterio esbozado por la Dirección Nacional de
Estupefacientes, según el cual, no fueron las autoridades las que con las
medidas adoptadas en el presente caso para dar cumplimiento a las normas que
ordenan incautar los bienes involucrados en el delito de narcotráfico,
quebrantaron los derechos de los menores, sino la situación que se desprende de
autos y los comportamientos que dieron lugar al decomiso temporal del inmueble.
Desde luego que la
protección de los derechos de los niños como en el caso planteado en la
demanda, corresponde legalmente al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y
a la Defensoría de Menores, en cumplimiento de la función educativa y
protectora de la niñez, a fin de adoptar las medidas encaminadas al cuidado de
los menores en asocio de sus familiares, cuando sus padres están en
imposibilidad física de hacerlo, hasta cuando sea indispensable, aunque en
inmueble diferente al que fue materia de decomiso frente a los hechos
acreditados en el expediente, en la forma como se ordenará en la parte
resolutiva de esta providencia, para que los menores puedan recibir la atención
requerida.
V. CONCLUSION.
En conclusión,
estima la Sala que no es procedente la acción de tutela presentada por BERTHA
BECERRA GALVIS, ya que no sólo dejó transcurrir los términos legales sin
interponer el recurso legal que procedía contra la Resolución No. 1055 de 1994,
sino que además dispone de los recursos y acciones pertinentes ante la
jurisdicción de lo contencioso administrativo.
Por lo anterior, se
revocará el fallo de fecha 2 de diciembre de 1994 proferido por la Sección
Segunda de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado, y en
su lugar, se negará la tutela de los derechos invocados en la demanda
instaurada por BERTHA BECERRA GALVIS contra la DIRECCION NACIONAL DE
ESTUPEFACIENTES, y se ordenará en la parte resolutiva de esta providencia, al
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Regional Norte de Santander y a la
Defensoría de Menores adoptar las medidas encaminadas al cuidado de los menores
JORGE, EDUARDO Y GUSTAVO SABOGAL, en asocio de los familiares, para el
cumplimiento de la función educativa y protectora de la niñez que les
corresponde legalmente.
VI. DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, obrando en
nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
REVOCASE
parcialmente el fallo
proferido por la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado,
Sección Segunda, el 2 de diciembre de 1994, en relación con la acción de tutela
interpuesta por la señora BERTHA BECERRA GALVIS, y en su lugar se dispone:
PRIMERO.
NEGAR la tutela de los
derechos invocados por la señora BERTHA BECERRA GALVIS.
SEGUNDO. ORDENAR
al Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar, Regional Norte de Santander y la Defensoría de Menores, para
que en cumplimiento de la función educativa y protectora de la niñez que les
corresponde legalmente, dentro del término de los cinco (5) días siguientes a
la notificación de la presente providencia, adopten las medidas encaminadas al
cuidado de los menores JORGE, EDUARDO Y GUSTAVO SABOGAL, en asocio de los
familiares de estos que participaron en la diligencia de que da cuenta el
oficio suscrito por el Director Regional del Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar, Norte de Santander, de fecha 12 de diciembre de 1994.
TERCERO. Por la Secretaría General de la Corte
Constitucional, líbrense las comunicaciones de que trata el artículo 36 del
Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado
Ponente
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
FABIO MORON
DIAZ
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria
General
1 Corte Constitucional. Sentencia No. T-225 de 1993. MP. Dr.
Vladimiro Naranjo Mesa.
2 Corte Constitucional. Sentencia No. T-225/93. Magistrado Ponente
Dr. Vladimiro Naranjo Mesa |
311 | T-092-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-092/95
SERVICIO PUBLICO
DE ACUEDUCTO/DERECHO A LA VIDA/DERECHO A LA SALUD-Amenaza/CALIDAD DEL AGUA
Cuando el
servicio de acueducto que presta el municipio en forma directa, o a través de
particulares, afecta en forma evidente e inminente los derechos fundamentales a
la vida y a la salud de quienes se benefician de él, bien por su prestación
deficiente o por contener elementos que no permitan su consumo, deben ser
protegidos a través de la acción de tutela. Así, el hecho de que la comunidad
no tenga servicio de acueducto o lo tenga en condiciones que no permitan su
utilización en forma adecuada, se constituye en factor de riesgo grande para la
salud y la vida de la comunidad expuesta a esa situación.
REF: Expediente
No. T - 54.798
PETICIONARIO: Baltasar Guerrero Marquez contra el
Municipio de Aipe y la Gobernación del Huila.
PROCEDENCIA: Juzgado Segundo Civil del Circuito de
Neiva.
MAGISTRADO
PONENTE:
DR. HERNANDO
HERRERA VERGARA
Santa Fé de Bogotá,
D.C., Marzo dos (2) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
Procede la Sala
Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados HERNANDO
HERRERA VERGARA, ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Y FABIO MORON DIAZ, a revisar
los fallos proferidos por el Juzgado Unico Promiscuo Municipal de Aipe el 9 de
septiembre de 1994 y por el Juzgado Segundo Civil del Circuito de Neiva, el 24
de octubre del mismo año, en el proceso de la referencia.
El negocio llegó al
conocimiento de esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional, por la vía
ordinaria de la remisión que hizo el citado despacho judicial, en virtud de lo
dispuesto por el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991.
Conforme a los
artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala
Primera de Selección de la Corte escogió para efectos de revisión la presente
acción de tutela.
I. INFORMACION
PRELIMINAR.
El ciudadano
Baltazar Guerrero Marquez, actuando en nombre suyo y en representación de la
niñez desprotegida de la vereda del Patá, municipio de Aipe, de donde es
vecino, instauró acción de tutela en contra de ese municipio y de la
Gobernación del Huila, solicitando la protección de los derechos fundamentales
a la vida y a la salud, que estima estan siendo vulnerados por la acción y
omisión de las citadas autoridades.
El accionante
fundamenta su petición, en los siguientes
H E C H O S :
* “El Municipio de Aipe y la Gobernación del
Departamento del Huila concretaron la construcción del acueducto para
satisfacer las necesidades de agua potable de la vereda del Patá, jurisdicción
del municipio de Aipe, sin efectuar análisis previo sobre la calidad del agua
que alimentaría el acueducto, la cual es bombeada de los pozos que se hicieron
aledaños a las riberas del Río Magdalena.
“El agua que vierte
por este acueducto está contaminada y ha generado problemas de salubridad,
causando en el suscrito, habitantes y niños, perjuicios en la vida y la salud
debido a la gran cantidad de algunos componentes en el agua considerados
nocivos para el consumo humano, como lo establecen algunos análisis de
laboratorio que según informes de los habitantes, efectuó la entidad Aguas del
Huila, quienes determinaron recomendar suspender el consumo humano de tales
aguas ya que contienen EXCESO de Hierro como le consta a toda la comunidad y
como es de público conocimiento.
“El mencionado
acueducto fue entregado a la Junta de Acción Comunal del Patá para su
administración y en la actualidad a los usuarios les cobran una cuota mensual
por la prestación del servicio.
“El problema del
agua es de público conocimiento por parte de las autoridades municipales de
Aipe y Departamentales del Huila, los cuales hasta la fecha han omitido darle
una solución al problema de salubridad que motiva esta acción de Tutela, no
obstante a que como autoridad pública son los encargados por mandato legal de
prestar en debida forma los servicios públicos, al igual que tienen la
obligación de velar por la salubridad del agua de los acueductos de su
jurisdicción y para el caso que nos ocupa han hecho caso omiso del problema.
“El Constituyente legitima en causa a cualquier persona para exigir de la
autoridad competente el cumplimiento de estos mandatos y sanción de quienes lo
infringen”. “Los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos de los
demás”.
“Ante el grave problema
de contaminación del agua y para subsanar en parte los efectos nocivos de la
misma que atentan contra la vida y salud de sus HABITANTES, estos como lo puede
constatar su despacho se vé en la obligación de recoger el agua para consumo de
la parte del río Patá, el cual tampoco es apta por tratarse de aguas sin
tratamiento y control de salubridad, pero sin embargo los niños de la comunidad
de una y otra forma por razones de clima consumen del grifo el agua
contaminada”.
* Concluye el actor
señalando que él es directamente afectado al igual que su familia por los
hechos narrados, “ya que en nuestras contínuas estadías en la vereda del Patá,
en donde desde hace varios años poseemos una casa de campo el uso del agua nos
ha causado problemas de alteración periódica en nuestra salud y según la
jurisprudencia, necesitamos “protección inmediata de los derechos fundamentales
cuando estos resultan lesionados o amenazados por la acción o la omisión de la
autoridad pública cualquiera que fuere”. Como lo expresa la Corte Fallo el 22
de Julio de 1979, “La protección que dispone el artículo 16 de la C.N. (Hoy 2
inciso 2o.) se dispensa mediante la eficaz y oportuna prestación de los
servicios o actividades a cargo de las autoridades, término genérico que
comprende a todos los gobernantes”.
P R E T E N S I O N E S :
En virtud a los
hechos expuestos, el peticionario solicita que se tutelen sus derechos a la
vida y a la salud, al igual que los de la niñez y habitantes de la vereda del
Patá. Así mismo, que se ordene al Municipio de Aipe, representado por su
alcalde y al gobernador del departamento del Huila, proceder en forma inmediata
a dar solución al problema de contaminación del agua del acueducto Vereda del
Patá, ordenando se suspenda el suministro de agua de los actuales pozos de
donde se recoge y en consecuencia, tender una red de tubería que recoja el agua
para el acueducto de las cabeceras del Río Patá, sitio en donde el agua es
salubre según el decir de los habitantes veredales.”
Finalmente, solicita
se ordene a la Junta de Acción Comunal de Patá, para que se suspenda el cobro
mensual que actualmente se hace por el servicio de agua hasta tanto no se de
solución total al problema, así como al municipio de Aipe para que promueva una
campaña educativa dentro de la comunidad del Patá para instruir a los niños y
comunidad sobre los peligros del consumo de aguas contaminadas.
II.
LAS PROVIDENCIAS JUDICIALES QUE SE REVISAN.
A.
Sentencia de primera instancia.
El Juzgado Unico
Promiscuo Municipal de Aipe, mediante fallo del 9 de septiembre de 1994,
resolvió tutelar los derechos a la vida y a la salud del accionante y de los
niños de la inspección del Patá - Aipe, como mecanismo transitorio, ordenando
al señor alcalde del municipio de Aipe, realizar las obras de mantenimiento
necesarias para garantizar la calidad aceptable del agua que alimenta el
acueducto de la Inspección del Patá, concediéndole para ello un término
perentorio de 48 horas, contados a partir de la notificación del fallo, para
que de inicio a la ejecución efectiva de la obra. En el mismo sentido, ordenó a
la Junta de Acción Comunal del Patá suspender el cobro del servicio de agua
hasta tanto se ejecute lo dispuesto en la sentencia.
El mencionado
despacho judicial fundamentó su decisión en los argumentos que a continuación
se exponen:
"1. En estos
momentos la verdadera amenaza a la salud de los habitantes de la inspección del
Patá, obedece al consumo de agua del río Patá por cuanto bacteriológicamente no
es aceptable para el consumo humano -según el análisis físico químico mostro
altos contenidos de minerales-. Ahora como se probó que el agua del pozo es
aceptable bacteriológicamente y la del tanque de almacenamiento y red
domiciliaria no, la amenaza a la salud obedece a que por falta de mantenimiento
al tanque y red, el agua no es buena y si se consume se pone en peligro la
salud.
2. Se observa que
teniendo en cuenta la parte pertinente de los artículos citados -365 y 366 de
la CP.-, corresponde al Estado, representado por el municipio, asegurar la
prestación de los servicios públicos, el que puede ser prestado por comunidades
o administrado como en el caso que nos ocupa, pero en todo caso debe ejercer
control y vigilancia sobre dicha prestación, y es ahí donde radica a criterio
de este despacho la omisión en que incurrió el señor Alcalde, pues por la falta
de control, no se ha percatado que el tanque de almacenamiento y la red
domiciliaria no se le ha realizado el mantenimiento debido, olvidandose de esta
forma de una de las primordiales funciones del Estado.
3. Que a pesar de
existir otro medio de defensa judicial, se trate de evitar un perjuicio
irreparable, esto es, que se acuda a la acción de Tutela como mecanismo
transitorio. En el caso que nos ocupa, teniendo en cuenta que en la actualidad
se está ejecutando el estudio y diseño para la construcción del acueducto en la
inspección del Patá, Aipe, y la comunidad está consumiendo agua no apta como es
la del Río Patá y les llega por la red domiciliaria agua que tampoco es apta,
considera este despacho que la acción de tutela en este caso operaría como
mecanismo transitorio para poder solucionar, hasta tanto se construya y ponga
en funcionamiento un acueducto nuevo, que el agua que llega a sus casas por
conducto de la red domiciliaria sea apta bacteriológicamente, situación que al
parecer se solucionaría con un buen mantenimiento tanto de la red como del
tanque donde se almacena.
En consecuencia,
este Despacho deberá tutelar como mecanismo transitorio el derecho a la vida y
a la salud del peticionario como de los niños y en general, la comunidad de la
Inspección del Patá, Aipe, ordenándose al Señor Alcalde del Municipio que en el
término de 48 horas contados a partir de la notificación de este fallo, inicie
los trabajos necesarios para el mantenimiento del tanque y red domiciliaria del
acueducto en mención...”.
B.
Impugnación del fallo de primera instancia.
El accionante
impugnó el fallo del Juzgado Promiscuo Municipal de Aipe, por considerarlo
incompleto e injusto, ya que se tutelaron los derechos en forma transitoria y
no como solución definitiva al problema planteado y a la vulneración de los
derechos. Por lo tanto, señala que al estar plenamente probado y demostrado el
problema de salud existente según examenes al agua del Río Patá y a la que
vierte por el acueducto, la cual no es apta para el consumo humano, la solución
definitiva debe ser la construcción de una red que alimente el acueducto con aguas
de otras vertientes potables existentes.
C. Sentencia de
segunda instancia.
El Juzgado Segundo
Civil del Circuito de Neiva resolvió mediante sentencia de 24 de octubre de
1994, revocar la decisión del Juez Unico Promiscuo Municipal de Aipe toda vez
que tuteló en forma transitoria, y en su lugar, acceder a la tutela en
beneficio de los habitantes de la Inspección del Patá para que se haga un
acueducto nuevo sobre el Río Patá, previo estudio y análisis del CORPES, para
lo cual le conceden un término perentorio de seis meses, que se empezará a
contar una vez ejecutoriada esta decisión.
El fallo se
fundamenta en el hecho de que el derecho al servicio de acueducto exige que el
agua reuna las condiciones adecuadas para el consumo humano, y según los examenes
bacteriológicos practicados por el Ministerio de Salud, Servicio Seccional del
Huila, se concluye que el agua no es aceptable para el consumo. Además, observa
que según declaraciones rendidas durante el proceso, se han presentado
enfermedades en la piel, brotes, fiebre y diarrea producto del consumo del agua
del Río Patá por lo que considera que los derechos a la vida y a la salud de la
población de la Inspección del Patá, se encuentran afectados por la falta de
prestación adecuada del servicio público, por lo que se hace necesaria su
protección a través de la tutela.
Concluye que el
hecho de que la comunidad no tenga servicio de acueducto o lo tenga pero en las
condiciones anotadas, se constituye en factor de riesgo grande para la salud de
la comunidad expuesta a esa situación, por lo que el Juzgado accede a la tutela
para garantizar plenamente la prestación de éste servicio de manera permanente
y en las condiciones aptas para el consumo humano.
III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Primera.
La competencia.
De conformidad con
lo dispuesto en los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la
Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto
2591 de 1991, esta Sala es competente para revisar el fallo proferido por el
Juzgado Segundo Civil del Circuito de Neiva.
Segunda.
Procedencia de la tutela y confirmación del fallo que se revisa.
En el asunto que
ocupa la atención de la Sala, la demanda de tutela se dirige a obtener la
protección de los derechos fundamentales a la vida y a la salud tanto del
accionante como de los demás habitantes de la Inspección del Patá, Municipio de
Aipe, Huila, afectados por la contaminación del agua que consumen, y que
proviene del acueducto construido por el municipio, y cuya administración
corresponde a la Junta de Acción Comunal.
Observa la Sala que
los fallos que se revisan, proferidos por los Juzgados Promiscuo Municipal de
Aipe y Civil del Circuito de Neiva tutelaron los derechos a la vida y a la
salud de los habitantes de la citada Inspección, ordenando a las autoridades
municipales realizar las obras de mantenimiento necesarias para garantizar la
calidad del agua que alimenta el acueducto de la Inspección, así como
concediendo un término de seis meses al municipio para adelantar la ejecución
de las obras tendientes a la construcción de un acueducto nuevo, previo el
estudio y análisis del Corpes.
Decisiones estas que
tuvieron como fundamento un abundante material probatorio, a saber: declaración
de testigos, inspección judicial practicada a la vereda El Patá tendiente a
verificar la ubicación de los pozos, condiciones de acueducto, etc., análisis
físico-químico y pruebas de laboratorio practicadas por la Sociedad Acueductos
y Alcantarillados del Huila, Aguas del Huila S.A. a los pozos de agua que
alimentan el acueducto existente en la Inspección, oficios emanados de la
Alcaldía de Aipe y del Coordinador del Corpes, Centro-Oriente, entre otros.
Todas estas pruebas llevaron a tutelar los derechos fundamentales a la vida y a
la salud del actor y de los demás habitantes de la Inspección de Patá.
Comparte en su
totalidad la Sala los planteamientos expuestos por los jueces de instancia, que
reiteran y siguen los lineamientos expuestos por esta Corporación en cuanto a
la procedencia de la acción de tutela, cuando se trata de la protección de
derechos fundamentales como la vida y la salud, no obstante esté de por medio
el amparo de derechos de carácter colectivo, como lo es el relacionado con el
servicio público de acueducto.
Desde luego, para
que sea procedente conceder la tutela solicitada, es necesario que se pruebe -y
de manera fehaciente-, como así sucede en este asunto, que en efecto están en
peligro o sufren lesión los derechos fundamentales del accionante. Igualmente
deberá acreditarse, como se hizo, el nexo causal existente entre el motivo
alegado como causante del daño colectivo y el perjuicio o amenaza individual
que el peticionario dice afrontar, por lo que es viable el amparo solicitado.
Por lo anterior, se
confirmará el fallo que se revisa, por cuanto se encuentra probada la
vulneración de los derechos fundamentales a la vida y a la salud del accionante
y demás habitantes de la vereda Inspección El Patá, Municipio de Aipe, como
consecuencia de las condiciones de contaminación del agua que consumen, la cual
proviene del acueducto de la Inspección. Es importante tener en cuenta que
bacteriológicamente el agua no es aceptable para el consumo -como se deduce de
los resultados de los examenes practicados por empresas públicas de Neiva-, por
lo que se causan graves riesgos a la población que la utiliza para su consumo
humano.
Finalmente, para
abundar en razones que sustentan la confirmación del fallo que se revisa,
conviene hacer referencia a algunas providencias emanadas de esta Corporación,
en las cuales ante circunstancias similares se han concedido acciones de tutela
para la protección de los derechos a la vida y a la salud de los habitantes de
comunidades afectadas por condiciones no apropiadas para el consumo humano en
el agua.
Así, la Corte
Constitucional, mediante sentencia No. T-406 de junio 5 de 1992, MP. Dr. Ciro
Angarita Barón, señaló:
“27. ...En consecuencia, el derecho al servicio
de alcantarillado, en aquellas circunstancias en las cuales afecte de manera
evidente derechos y principios constitucionales fundamentales, como son los
consagrados en los artículos 1 (dignidad humana), 11 (vida) y 13 (derechos de
los disminuidos), debe ser considerado como derecho susceptible de ser
protegido por la acción de tutela. Siendo ello así y teniendo en cuenta, de
un lado, las consideraciones de los expertos doctores Yepes Parra y John
Flórez, y del otro, el hecho de que se trate de una situación de carencia
claramente comprobada en el barrio de Vista Hermosa en Cartagena, con
previsibles consecuencias nefastas para los habitantes del barrio. Esta Sala de
Revisión considera que se trata de una clara violación a un derecho
fundamental”.
Así mismo, en otro
pronunciamiento similar, esta Corporación con ponencia del Magistrado Dr. Jaime
Sanín Greiffenstein, sentencia No. T-570 de 26 de octubre de 1992, señaló:
“Considera ésta
Sala de especial importancia señalar que el derecho al servicio de acueducto
en aquellas circunstancias en las cuales se afecte de manera evidente e
inminente derechos y principios constitucionales fundamentales, como la
dignidad humana, la vida y los derechos de los disminuidos, deben ser
protegidos por la acción de tutela. El hecho de que la comunidad no tenga
servicio de acueducto, o lo tenga pero no funcionando adecuadamente, se
constituye en factor de riesgo grande para la salud de la comunidad expuesta a
esa situación”.
Igualmente, mediante
sentencia No. T-539 de 1993, MP. Dr. Jose Gregorio Hernández Galindo, esta
Corporación manifestó:
“Pese a ello,
aplicando la jurisprudencia de la Corte Constitucional sobre el particular
-según los términos ya expuestos- puede concluirse en la procedencia de la
tutela invocada en el presente caso habida cuenta de la existencia de una real
amenaza para los derechos fundamentales del peticionario, precisamente en
razón de la falta de agua potable apta para su consumo diario, de lo cual es
causa, a su vez, la negligente y descuidada prestación del servicio por parte
de la empresa responsable.
...
En otros
términos, del análisis efectuado se desprende que el accionante sí estaba
sufriendo en forma directa y personal el perjuicio alegado y, de persistir la
situación que puede concluirse del expediente, seguiría viendo indefinidamente
amenazados sus derechos a la salud y aún a la vida. Así las cosas, era claro el
perjuicio irremediable que debía ser evitado mediante la concesión de la
tutela”.
Finalmente, esta
misma Sala en sentencia No. T - 244 de 1994, en un asunto similar al que se
examina ordenó la construcción de un acueducto veredal, al encontrar la
afectación de los derechos a la vida y a la salud de los habitantes de una de
las veredas del Municipio de Guaduas, Cundinamarca. Allí indicó:
“En materia
constitucional, la garantía del derecho a la vida incluye en su núcleo
esencial, la protección contra todo acto que amenace dicho derecho en forma
inmediata. Y la amenaza, igualmente, puede ser demostrada con la inminencia del
daño que se puede ocasionar a la vida de quienes habitan en dicha vereda por la
falta del agua, lo cual está demostrado en el proceso y ha sido reconocido por
los funcionarios competentes. En síntesis, se trata de la inmediata amenaza que
viven a diario los habitantes de la zona por la falta de líquido vital para
todo ser humano, al igual que para las demás especies vivas. Estima la Corte
que deben adoptarse como medidas tendientes a lograr la solución a los
problemas señalados que ponen en peligro la vida tanto del accionante como de
la misma comunidad, una de carácter transitorio para permitir la circulación o
fluído del agua de la quebrada en forma libre, y otra de carácter permanente,
la cual consiste en la orden de construcción de un acueducto para la vereda”.
En virtud a lo
anterior, cuando el servicio de acueducto que presta el municipio en forma
directa, o a través de particulares, afecta en forma evidente e inminente los
derechos fundamentales a la vida y a la salud de quienes se benefician de él,
bien por su prestación deficiente o por contener elementos que no permitan su
consumo, deben ser protegidos a través de la acción de tutela. Así, el hecho de
que la comunidad no tenga servicio de acueducto o lo tenga en condiciones que
no permitan su utilización en forma adecuada, se constituye en factor de riesgo
grande para la salud y la vida de la comunidad expuesta a esa situación.
En tal virtud,
concluye esta Sala que habrá de confirmarse el fallo que se revisa, como así se
ordenará en la parte resolutiva de esta providencia.
IV. DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, obrando en
nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
PRIMERO.
CONFIRMAR el fallo
proferido por el Juzgado Segundo Civil del Circuito de Neiva el 24 de octubre
de 1994, en relación con la acción de tutela instaurada por BALTAZAR GUERRERO
MARQUEZ.
SEGUNDO. Por la Secretaría General de la Corte
Constitucional, líbrense las comunicaciones de que trata el artículo 36 del
Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado Ponente
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria
General |
312 | T-093-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-093/95
SUSTITUCION
PENSIONAL/JURISDICCION CONTENCIOSO ADMINISTRATIVA
Una petición como
la formulada en este caso, tendiente a que se ordene una sustitución pensional,
debe ventilarse ante la entidad correspondiente -vía gubernativa- y agotada ésta,
ejercer las acciones que contra sus decisiones proceden en los términos del
Código Contencioso Administrativo, y sólo en el caso de que la autoridad
vulnere un derecho constitucional fundamental, es posible acudir a la
acción de tutela en demanda de protección, siempre que no existan otros medios
de defensa judicial.
SUSTITUCION
PENSIONAL-Reconocimiento/MEDIO
DE DEFENSA JUDICIAL
La protección del
derecho a la seguridad social de las personas no entraña la posibilidad de
reconocimiento de los derechos pensionales de las personas por parte del juez
de tutela. La acción de tutela es un instrumento idóneo para solicitar el pago
de una pensión ya reconocida por la institución de seguridad social respectiva.
En este evento el peticionario es titular de un derecho reconocido como
fundamental por esta Corporación. Sin embargo, cuando se trata de una pensión
que aún no ha sido reconocida, el particular tiene derecho a obtener una
decisión por parte de la administración con base en su derecho fundamental de
petición, sin que ello lo libere de la obligación de cumplir con el trámite
legal previsto para el reconocimiento.
REF: Expediente
No. T - 56.353
PETICIONARIA: Leonilde Oliveros de Recio contra la Caja
Nacional de Previsión Social.
PROCEDENCIA: Tribunal Superior de Bogotá, Sala Civil.
TEMA: Improcedencia de la acción de tutela para
ordenar una sustitución pensional - existencia de otros medios de defensa
judiciales.
MAGISTRADO
PONENTE:
DR. HERNANDO
HERRERA VERGARA
Santa Fé de Bogotá,
D.C., Marzo dos (2) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
Procede la Sala
Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados HERNANDO
HERRERA VERGARA, ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Y FABIO MORON DIAZ, a revisar
el fallo proferido por el Tribunal Superior de Bogotá, el 28 de noviembre de
1994 en el proceso de la referencia.
El negocio llegó al
conocimiento de esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional, por la vía
ordinaria de la remisión que hizo el Tribunal Superior, en virtud a lo
dispuesto por el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991.
Conforme a los
artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala
Primera de Selección de la Corte escogió para efectos de revisión la presente
acción de tutela.
I. INFORMACION
PRELIMINAR.
La señora Leonilde
Oliveros de Recio interpuso en su propio nombre acción de tutela contra la Caja
Nacional de Previsión Social, con el objeto de que se le reconozca la
sustitución pensional que le corresponde como cónyuge supérstite de su esposo
Oscar Recio Buriticá.
Señala que a pesar
de haber permanecido casada con el señor Recio Buriticá hasta su muerte, la
Caja Nacional de Previsión le negó el derecho a la sustitución pensional, por
lo que considera se le está privando de los alimentos, techo y salud que en
vida fueron atendidos por su esposo, y que ahora pretende negarle la entidad
accionada, causándole grave daño y perjudicándola en grado sumo al no poder
atender su propia subsistencia.
En tal virtud,
solicita se ordene a la Caja Nacional de Previsión Social el reconocimiento del
derecho a la sustitución pensional que le corresponde en su condición de
cónyuge de Oscar Recio Buriticá.
II.
LA PROVIDENCIA JUDICIAL QUE SE REVISA.
Mediante fallo de 28
de noviembre de 1994, el Tribunal Superior de Bogotá resolvió conceder la
tutela del derecho fundamental a la seguridad social de la señora Leonilde
Oliveros de Recio, ordenando a la Caja Nacional de Previsión Social, que en el
término improrrogable de 48 horas, reconocerle el derecho a la sustitución
pensional que le corresponde como cónyuge supérstite de Oscar Recio Buriticá.
Para fundamentar su
decisión, el Tribunal tuvo en cuenta las siguientes consideraciones:
“Se expresa en las
resoluciones expedidas por Cajanal, que la señora Leonilde Oliveros de Recio,
carece del derecho a la sustitución pensional por no dar cumplimiento a lo
consagrado en el parágrafo del artículo 1o. del Decreto 690 de 1974, carencia
que hace radicar en el documento privado con el que se demuestra que la
separación de cuerpos se hizo bajo la anuencia de los contrayentes y en forma
espontánea sin vicios de consentimiento.
De acuerdo con la
documentación aportada por la accionante, se demuestra el cumplimiento del
requisito exigido en el Decreto 690 de 1974, con las declaraciones extraproceso
que rindieron....
No puede decirse
desvirtuado el requisito mencionado, por el documento privado cuya copia
también se acompañó a la Tutela por la accionante, y al que se refieren los
actos administrativos que negaron el derecho fundamentándose en él, mediante el
cual los esposos Recio Oliveros, en el año de 1972 otorgaron un documento
privado mediante el cual acordaron separarse de hecho, liberándose mutuamente
de las obligaciones conyugales inherentes al matrimonio que las leyes imponen.
Como consecuencia, manifestaron quedar en libertad de vivir donde quisieran,
sin el consentimiento del otro. Pero en el mismo documento el señor Recio se
obligó a autorizar un descuento de su sueldo para que se pagase a su cónyuge
directamente, una suma mensual por concepto de alimentos cóngruos.
Arbitraria como se
dijo antes, resulta la consecuencia jurídica que le otorgara la Caja Nacional
de Previsión a un documento que ningún efecto producía....
Pero aunque así
fuera, el otorgamiento de un documento con 20 años de anterioridad al
fallecimiento del causante no puede servir para acreditar que la culpa de la
separación radicó en la viuda, como tampoco puede servir para acreditar que en
esos 20 años no hubo vida marital entre los cónyuges.
En los actos
administrativos a que nos referimos, se manifiesta claramente que la señora
Leonilde Oliveros de Recio aportó declaraciones extrajuicio donde los
deponentes manifestan que ella fue casada con el causante, convivió con él 28
años y fue abandonada por él.
Consta también que
se presentó a reclamar la sustitución pensional la señora Maria Ofelia Cruz
López, afirmando ser la compañera permanente del causante, lo que a las claras
pone de presente que había incurrido el causante en incumplimiento de los
deberes de esposo para con su cónyuge, indicio indiscutible de la ausencia de
culpa en la viuda. Igualmente hay constancia del desistimiento de la mencionada
señora Cruz Lopez, por haberse enterado de la unión conyugal de los esposos
Recio Oliveros, haciendo manifestación expresa de que el fallecido Oscar Recio
Buriticá mantenía relaciones de amistad y visitas con su esposa y sus hijos
legítimos.
La Caja Nacional de
Previsión Social, en manifiesta evasión de sus deberes, utiliza la vigencia del
matrimonio Recio Oliveros para negar a la concubina la sustitución pensional, y
para negarla a la esposa legítima, no reconoce la vigencia del matrimonio.....
“Tenía la Caja
Nacional suficientes elementos de juicio para saber a quien correspondía el
derecho de la sustitución pensional; pero fueron ellos dejados de lado con tal
de burlar las claras normas de seguridad social que amparan a las viudas. Todo
lo anterior impone tutelar el derecho constitucional fundamental a la seguridad
social de la accionante, ordenando a la Caja Nacional de Previsión que conceda
a la peticionaria la sustitución pensional que le corresponde, toda vez que la
falta de asistencia en la ancianidad atenta contra la vida de quien ya no puede
procurarse su subsistencia por la edad y.... más aún cuando dependían
económicamente del causante, por lo que el único medio que para ello queda es
el constitucional de la acción de tutela.
En el caso de autos
debe relievarse que procede el mecanismo subsidiario y residual porque
actualmente no cuenta la accionante con otro medio de defensa judicial. Es
cierto que hubiese eventualmente podido prosperar una acción de
restablecimiento del derecho ante la jurisdicción contencioso administrativa,
pero todas esas acciones hoy se encuentran caducadas por haber transcurrido ya
mas de los cuatro meses desde la ejecutoria de la resolución que decidió el
recurso de apelación”.
III. REMISION A LA CORTE CONSTITUCIONAL PARA SU EVENTUAL REVISION.
No habiendo sido
impugnada la anterior providencia, el expediente fue remitido a la Corte
Constitucional en cumplimiento de lo dispuesto por el artículo 32 del Decreto
2591 de 1991 para su eventual revisión, por lo que habiendo sido seleccionado
por la Sala Primera de esta Corporación y repartido a la Sala Sexta de Revisión
de Tutelas, se entra a resolver.
IV. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Primera.
La competencia.
De conformidad con
lo dispuesto por los artículos 86, inciso tercero y 241 numeral noveno de la
Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto
2591 de 1991, esta Sala es competente para revisar el fallo proferido por el
Tribunal Superior de Bogotá, Sala Civil.
Segunda.
Breve justificación para revocar el fallo que se revisa.
En el asunto que se
examina, teniendo en cuenta el hecho de que la tutela se dirige a obtener de
parte de la Caja Nacional de Previsión Social el reconocimiento de una
sustitución pensional, debe entrar la Corte a examinar si para ello la acción
es procedente, a la luz de las normas constitucionales y de conformidad con las
pruebas que obran dentro del expediente.
a)
De las pruebas y resoluciones que obran en el expediente.
Se debe observar que
la Caja Nacional de Previsión en relación con la solicitud de la actora,
profirió los siguientes actos administrativos:
1.
Resolución No. 9273 del 27 de noviembre
de 1990, por medio de la cual se reliquidó post-morten una pensión de invalidez
al señor Oscar Recio Buriticá y se sustituyó la misma a favor de Maria Ofelia
Cruz en calidad de compañera permanente.
2.
Mediante Resolución No. 4550 del 8 de
diciembre de 1991, la Caja dejó sin efectos la anterior resolución, negando la
solicitud de sustitución impetrada por la señora Maria Ofelia Cruz Lopez en su
calidad de compañera y a Leonilde Oliveros de Recio en su calidad de cónyuge
supérstite. Contra ese acto administrativo, las afectadas interpusieron los
recursos de reposición y apelación. Decisión ésta que se fundamentó en las
siguientes consideraciones:
“Que
estudiado el informativo en su integridad, se observa a folio 120 documento
privado en donde los cónyuges OSCAR RECIO BURITICA y LEONILDE OLIVEROS DE RECIO
de manera espontánea, voluntaria y sin vicios de consentimiento acuerdan
separarse de cuerpos, razón por la cual no es admisible el hecho de que el
causante haya abandonado el hogar sin justa causa....
La
señora MARIA OFELIA CRUZ LOPEZ pretende hacer valer su calidad de compañera
permanente para lograr la sustitución pensional; al respecto este Despacho
considera que si bien es cierto que el causante no convivía con su cónyuge al
momento del fallecimiento, tambien es cierto que este vínculo matrimonial nunca
fue disuelto.
Que
el artículo 6o. del Dcto. 1160/89 reglamentario de la Ley 71 de 1988 con
absoluta claridad señala: “Beneficiarios de la sustitución pensional...”.
Que
por los hechos y razones anteriores se deduce que el derecho a la sustitución
no le asiste a ninguna de las dos solicitantes, que por lo tanto no es
procedente acceder a sus peticiones”.
3. Por Resolución No. 007578 del 26 de
octubre de 1992, la Caja Nacional de Previsión Social, Subdirección de
Prestaciones Económicas, resolvió no reponer la Resolución 4550 de 1991, y
remitió el expediente a la Dirección General para que se resolviera allí la
apelación.
4.
Mediante Resolución No.
1992 del 5 de mayo de 1993, la Directora General de la Caja Nacional de
Previsión Social resolvió el recurso de apelación interpuesto, confirmando la
Resolución No. 4550 en todas sus partes y señalando que con aquella providencia
queda agotada la vía gubernativa.
Para
sustentar dicha decisión, la Caja señaló:
“A
la luz de las normas transcritas -Ley 33 de 1973, art. 1o., Decreto 690 de
1974, parágrafo 1o. del artículo 1o., Decreto 1160 de 1989, artículo 6o. y
artículo 54 del Decreto 1045 de 1978- se deduce que la señora MARIA OFELIA CRUZ
LOPEZ, no acredita la calidad de compañera tal como conciben las normas
legales, toda vez que, si bien es cierto, que el causante no convivió con su
esposa legítima, también lo es que no se aportó prueba de la disolución del
vínculo matrimonial. De igual manera la señora LEONILDE OLIVEROS DE RECIO no
acreditó la convivencia con el causante hasta el día del fallecimiento...”.
b)
Improcedencia de la acción de tutela para ordenar una sustitución pensional
ante la existencia de otros medios de defensa judiciales.
Con fundamento en
las pruebas que obran en el expediente, la Sala debe hacer las siguientes
precisiones, que le permiten concluir la improcedencia de la acción de tutela
en el presente caso:
1o. Con las providencias emanadas de la Caja
Nacional de Previsión Social que negaron el derecho a la sustitución pensional
a la peticionaria, quedó agotada la vía gubernativa, y por consiguiente, le
correspondía ejercer la acción contenciosa administrativa que es el medio
judicial procedente contra dichas resoluciones, dentro del término de caducidad
de que trata el Código Contencioso Administrativo. Así no se hizo, sino que por
el contrario, por estimar que la acción de restablecimiento del derecho está
caducada, se ejerce la demanda de tutela.
En este sentido,
ante la existencia de otros medios de defensa judiciales, representados en las
acciones de nulidad y restablecimiento del derecho que se podían interponer
contra las citadas resoluciones, la tutela es improcedente en los términos de
los artículos 86 de la Carta Política y 6o. del Decreto 2591 de 1991, por no
ser el medio adecuado y menos, cuando se trata de sustituir la acción
contenciosa procedente.
2o. Como lo ha sostenido reiteradamente la
jurisprudencia constitucional, una petición como la formulada en este caso,
tendiente a que se ordene una sustitución pensional, debe ventilarse ante la
entidad correspondiente -vía gubernativa- y agotada ésta, ejercer las acciones
que contra sus decisiones proceden en los términos del Código Contencioso
Administrativo, y sólo en el caso de que la autoridad vulnere un derecho
constitucional fundamental, es posible acudir a la acción de tutela en
demanda de protección, siempre que no existan otros medios de defensa judicial1
.
No resulta acertada
la afirmación que hace el fallo de instancia que se revisa en el sentido de que
por haber caducado la acción no existan otros medios de defensa judiciales al
no haber presentado la peticionaria oportunamente la demanda ante la
jurisdicción contencioso administrativa, en ejercicio de la acción de
restablecimiento del derecho, pues es bien sabido que conforme a la
jurisprudencia de esa jurisdicción tantas veces reiterada, en materia
pensional, el derecho no prescribe, sino las mesadas pensionales con tres años
de antelación al nuevo pronunciamiento negativo por parte de la entidad
accionada.
3o. Finalmente, debe hacerse referencia a dos
decisiones de Salas de Revisión de la Corte Constitucional, en que ante
situaciones similares a la que se examina, manifestó en relación con la
sustitución pensional, lo siguiente:
3.1 En la sentencia No. T-553 de 1994, MP. Dr.
Jose Gregorio Hernández Galindo, se dijo:
“La sustitución
pensional, según la misma jurisprudencia -que ahora se ratifica-, es también un
derecho que permite a una o varias personas entrar a gozar de los beneficios de
una prestación económica antes percibida por otra, "lo cual no significa
el reconocimiento del derecho a la pensión sino la legitimación para reemplazar
a la persona que venía gozando de este derecho". Ella tiene por objeto
evitar que los allegados al trabajador queden desamparados por el sólo hecho de
la desaparición de éste.
Como se expresó en
la aludida sentencia "los beneficiarios de la sustitución de las pensiones
de jubilación, invalidez y de vejez, una vez haya fallecido el trabajador
pensionado o con derecho a la pensión, son el cónyuge supérstite o
compañero (a) permanente, los hijos menores o inválidos y los padres o hermanos
inválidos que dependan económicamente del pensionado (Ley 12 de 1975, artículo
1º y Ley 113 de 1985, artículo 1º, parágrafo 1º)".
A juicio de la
Corte, cabría la tutela para impedir la violación del derecho a la igualdad si
el organismo de seguridad social, llegado el momento de resolver acerca de
quiénes serán los beneficiarios de la sustitución pensional, introduce
discriminaciones injustificadas entre quienes aspiran a ese reconocimiento,
dejando desprotegidas a personas que tendrían el mismo título e igual derecho a
los que pudieran mostrar los favorecidos.
No obstante, para
que la protección judicial tenga cabida es indispensable que en concreto hayan
sido violados o amenazados los derechos constitucionales fundamentales, como lo
ha resaltado esta misma Sala en Sentencia T-550 de la fecha”.
3.2
Por su parte, en la
sentencia No. T-190 de 1993, MP. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz, se expresó:
“El derecho a la
pensión de jubilación tiene como objeto no dejar a la familia en el desamparo
cuando falta el apoyo material de quienes con su trabajo contribuían a proveer
lo necesario para el sustento del hogar. El derecho a sustituir a la persona
pensionada o con derecho a la pensión obedece a la misma finalidad de impedir
que sobrevenida la muerte de uno de los miembros de la pareja el otro no se vea
obligado a soportar individualmente las cargas materiales y espirituales. El
vínculo constitutivo de la familia - matrimonio o unión de hecho - es
indiferente para efectos del reconocimiento de este derecho. El factor
determinante para establecer qué persona tiene derecho a la sustitución
pensional en casos de conflicto entre el cónyuge supérstite y la compañera o
compañero permanente es el compromiso de apoyo afectivo y de comprensión mutua
existente entre la pareja al momento de la muerte de uno de sus integrantes. Es
por ello que la ley ha establecido la pérdida de este derecho para el cónyuge
supérstite que en el momento del deceso del causante no hiciere vida en común
con él, salvo la existencia de justa causa imputable a la conducta del
fallecido (L. 12 de 1975, art. 2º y D. R. 1160 de 1989).....
Esta Sala encuentra
acertada la exigencia impuesta a la interesada de acudir, en primer término, a
la autoridad o al particular competente para resolver sobre su petición con el
fin de suscitar una actuación u omisión cuyo examen pudiera luego ser objeto de
la jurisdicción constitucional. Adicionalmente, le asiste también razón al juzgador
al afirmar que no es la acción de tutela, sino la justicia laboral, el medio de
defensa judicial para el reconocimiento de la sustitución pensional”.
Finalmente, no sobra
reiterar lo expuesto por esta misma Corporación, la cual ha considerado que la
protección del derecho a la seguridad social de las personas no entraña la
posibilidad de reconocimiento de los derechos pensionales de las personas por
parte del juez de tutela. La acción de tutela es un instrumento idóneo para
solicitar el pago de una pensión ya reconocida por la institución de seguridad
social respectiva. En este evento el peticionario es titular de un derecho
reconocido como fundamental por esta Corporación. Sin embargo, cuando se trata
de una pensión que aún no ha sido reconocida, el particular tiene derecho a
obtener una decisión por parte de la administración con base en su derecho
fundamental de petición, sin que ello lo libere de la obligación de cumplir con
el trámite legal previsto para el reconocimiento[1].
De manera, pues, que el Juez de tutela no puede reemplazar al Juez competente
para fallar en lo que le autoriza la ley, sino que su accionar es un medio de
protección de derechos propios de la persona humana en su primacía[2].
En razón a lo
anterior, esta Sala concluye que la tutela instaurada por la señora LEONILDE
OLIVEROS DE RECIO es improcedente ante la existencia de otros medios de defensa
judiciales, por lo que se revocará la sentencia que se revisa, como así se
dispondrá en la parte resolutiva de esta providencia.
V. DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, obrando en
nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
PRIMERO.
REVOCAR el fallo
proferido por Tribunal Superior de Bogotá, el 28 de noviembre de 1994, y en su
lugar denegar la tutela instaurada por la señora LEONILDE OLIVEROS DE RECIO
contra la Caja Nacional de Previsión Social.
SEGUNDO. Por la Secretaría General de la Corte
Constitucional, líbrense las comunicaciones de que trata el artículo 36 del
Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
1 Cfr. Corte Constitucional.
Sentencia No. T-477 de 1993. MP. Dr. Hernando Herrera Vergara.
[1] Cfr. Corte Constitucional. Expediente No. T-48.437. MP. Dr.
Eduardo Cifuentes Muñoz.
[2] Cfr. Corte Constitucional. Sentencia No. T-279 de 1993. MP. Dr.
Hernando Herrera Vergara. |
313 | T-094-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-094/95
ACCION DE TUTELA
VERBAL
La demanda oral
es perfectamente legítima, dada la informalidad de la acción de tutela, cuyo
cometido real no podría alcanzarse si se interpusiera el obstáculo consistente
en la exigencia de solemnidades que no todas las personas pueden cumplir. En
aplicación de lo dispuesto en el artículo 86 de la Carta, que otorga la tutela
a toda persona, y siguiendo el principio de prevalencia del derecho sustancial,
resulta indubitable la conclusión de que los jueces no pueden exigir la
presentación de demandas escritas para proponer acciones de tutela.
DERECHO DE
INFORMACION
El derecho a la
información cobija tanto a quien divulga datos como a quien los recibe. Las
informaciones pueden circular en virtud de convenios interinstitucionales o
sectoriales que permitan, en el campo económico, el funcionamiento de centrales
de riesgos, destinadas a la protección de las entidades participantes pero,
primordialmente, a la preservación del interés colectivo inherente a la
actividad crediticia. El derecho a la información no es absoluto, de donde
resulta que no puede ser utilizado para revelar datos íntimos ni para lesionar
la honra y el buen nombre de las personas a las que se refieren aquéllos.
DERECHO A LA
INTIMIDAD PERSONAL Y FAMILIAR/DATO FINANCIERO
En lo que atañe
al derecho a la intimidad, el dato económico, comercial o financiero, en cuanto
verdaderamente aluda a materias de esa naturaleza, no hace parte del derecho a
la intimidad, siendo evidente que tal derecho se quebranta cuando, so pretexto
de recolectar o difundir datos económicos o financieros, en realidad se recogen
o transmiten informaciones sobre la vida privada del individuo o su familia,
caso en cual cabe la acción de tutela para asegurar la efectiva vigencia de la
garantía constitucional.
DERECHO A LA
HONRA/DERECHO AL BUEN NOMBRE
En cuanto a los
derechos a la honra y al buen nombre, resultan afectados cuando el banco de
datos recoge, maneja o difunde informaciones falsas o cuando, en el caso de las
verdaderas, lo sigue haciendo no obstante haber caducado el dato, según los
criterios de razonabilidad señalados por la doctrina constitucional.
HABEAS DATA
El HABEAS DATA es
derecho autónomo y fundamental plasmado en el artículo 15 de la Constitución,
que permite a toda persona conocer, actualizar y rectificar las informaciones
que sobre ella hayan sido consignadas en bancos de datos y en archivos de
entidades públicas o privadas, en defensa de sus derechos fundamentales a la
intimidad, a la honra y al buen nombre.
CADUCIDAD DEL
DATO-Límite temporal
El dato relativo
a un individuo que incurrió en mal manejo de su cuenta corriente bancaria no
podría permanecer indefinidamente, pero tampoco existirían respecto de él los
criterios de distinción que se han expuesto para el deudor moroso. Por ello no
sería razonable que el dato negativo correspondiente permaneciera por tiempo
superior a aquél que se refiere al deudor moroso que pagó en virtud de un
proceso ejecutivo, es decir, cinco (5) años, que para situaciones como la aquí
considerada se deben contar desde la fecha de cancelación unilateral de la
cuenta corriente por la institución financiera. Obviamente, el legislador -quien
goza de plena competencia para establecer las reglas generales sobre los
alcances del derecho al HABEAS DATA- puede establecer un término distinto, el
que será válido siempre que sea razonable y no contradiga los principios y
preceptos constitucionales.
-Sala Quinta de
Revisión-
Ref.: Expediente
T-46343
Acción de tutela
instaurada por CARLOS ALBERTO LEGARDA VALENCIA contra LA ASOCIACION BANCARIA y
entidades financieras.
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los dos (2) días del mes de marzo de mil
novecientos noventa y cinco (1995).
Se revisa el fallo
proferido por el Juzgado Octavo Penal del Circuito de Popayán.
I. INFORMACION PRELIMINAR
CARLOS ALBERTO
LEGARDA VALENCIA presentó demanda verbal de tutela contra la ASOCIACION
BANCARIA "y entidades financieras de Colombia".
Manifestó el
peticionario que, desde hace aproximadamente dos años y medio le fue cancelada
su cuenta corriente en el BANCO DE BOGOTA de Popayán.
Dijo haberse dirigido
a la ASOCIACION BANCARIA y haber obtenido allí un certificado en el cual se
expresaba que no tenía ninguna deuda pendiente y que no debía pagar multa
alguna pero se le dijo que aparecería por el lapso de cinco años en pantalla.
Consideró el
accionante que tal inclusión en un banco de datos lo inhabilitaba para
cualquier transacción comercial y bancaria, razón por la cual ejerció la acción
de tutela, solicitando que su nombre y cédula fueran borrados del registro en
mención.
II. LA SENTENCIA
REVISADA
La Juez Octava Penal
del Circuito de Popayán, mediante providencia del 22 de agosto de 1994,
resolvió negar la tutela impetrada.
La decisión judicial
se fundó en que la cuenta bancaria del petente fue cancelada por determinación
del Banco de Bogotá, en razón de su mal manejo.
"Bajo esta
perspectiva -expresó la Juez- resulta entonces que la actividad asumida por
CARLOS ALBERTO LEGARDA dió origen a la cancelación de su cuenta corriente, lo
que a la postre implica, como sanción, la inclusión de su nombre en el banco de
datos de las asociaciones bancarias y crediticias, inclusión que tiene una
vigencia limitada en el tiempo, la cual impone a los responsables o
administradores del banco de datos la obligación ineludible de una permanente
actualización a fin de evitar efectos negativos de sus titulares".
Destacó el Juzgado
que el acreedor había actuado en ejercicio de una facultad legítima que no
solamente a él beneficia sino que repercute en el interés de toda la
colectividad en cuanto preserva el uso honesto y responsable del crédito y
previene las operaciones riesgosas.
III.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
La Corte
Constitucional es competente para revisar el fallo que antecede, según lo
dispuesto en los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política y con arreglo
a las prescripciones del Decreto 2591 de 1991.
Advertencia
previa
El presente asunto,
por hacer parte de la temática del HABEAS DATA, hubo de ser sometido a
suspensión de términos, acordada por la Sala en su sesión del día 6 de febrero
de 1995, mientras se debatía la unificación de jurisprudencia en la materia por
el Pleno de la Corte.
Producida tal
unificación, consignada en sentencias del 1º de marzo de 1995, se reanudaron
los términos y esta Sala de Revisión procedió a fallar sobre la base de los
criterios acogidos en Sala Plena.
La parte
demandada en tutela
La acción de tutela
debe ser intentada contra una autoridad, persona u organismo claramente
identificados, bien que se trate de autoridades públicas, ya de particulares.
No es admisible
buscar la protección judicial contra entidades o individuos indeterminados o
señalados en abstracto, ya que el presupuesto indispensable de este mecanismo
constitucional es la violación o amenaza en concreto de derechos
fundamentales y, por otra parte, se hace menester, en desarrollo del artículo
29 de la Constitución Política, dar al inculpado la oportunidad de defensa,
permitirle aportar pruebas, controvertir las que se alleguen en su contra y
exponer su versión de los hechos.
Así las cosas, la
Corte entiende que la acción se ejerció en el presente caso contra la
Asociación Bancaria, desechando la referencia que, de manera vaga, se hizo a
"entidades financieras" como sujetos pasivos de la demanda.
Acción de
tutela verbal
El peticionario no
presentó al Juzgado un escrito, sino que prefirió acogerse a la forma verbal,
mediante su presencia directa en el despacho judicial, para pedir que se
brindara protección a los derechos fundamentales que invocaba.
La demanda oral es
perfectamente legítima, dada la informalidad de la acción de tutela, cuyo
cometido real no podría alcanzarse si se interpusiera el obstáculo consistente
en la exigencia de solemnidades que no todas las personas pueden cumplir.
Recuérdese que se
trata de obtener el acceso inmediato y urgente a la administración de justicia,
en razón de la jerarquía reconocida por la Constitución a los derechos
fundamentales.
En aplicación de lo
dispuesto en el artículo 86 de la Carta, que otorga la tutela a toda persona, y
siguiendo el principio de prevalencia del derecho sustancial (artículo 228
C.P.), resulta indubitable la conclusión de que los jueces no pueden exigir la
presentación de demandas escritas para proponer acciones de tutela.
Al respecto, se
reitera lo afirmado por esta misma Sala:
"La
Constitución no exige que, para provocar la actuación del aparato judicial, sea
indispensable la presentación de una demanda escrita, pues se parte del
supuesto de que la posibilidad de escribir no está al alcance de toda la
población, bien por analfabetismo, ya por dificultades físicas, por minoría de
edad o por la propia necesidad de acudir sin demora ante el juez para plantear
los hechos que configuran violación o amenaza de derechos fundamentales.
Es por tales motivos
que el Decreto 2591 de 1991 establece en su artículo 14 que en caso de urgencia
o cuando el solicitante no sepa escribir o sea menor de edad, la acción podrá
ser ejercida verbalmente. El juez -dice la norma- deberá atender inmediatamente
al solicitante, pero, sin poner en peligro el goce efectivo del derecho, podrá
exigir su posterior presentación personal para recoger una declaración que
facilite proceder con el trámite de la solicitud, u ordenar al secretario
levantar el acta correspondiente sin formalismo alguno". (Cfr. Corte
Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-352 del 10 de agosto de
1994).
Tenía derecho,
entonces, el accionante a que se tramitara su solicitud, como en efecto se
hizo.
La inclusión
de informaciones en bancos de datos no tiene el carácter de sanción
Como lo expresó esta
Corte con toda claridad en Sentencia SU-082 proferida con fecha 1º de marzo de
1995 (M.P.: Dr. Jorge Arango Mejía), "el revelar un dato verdadero, en
condiciones normales, no constituye una sanción, sino el ejercicio del derecho
a informar y recibir información veraz e imparcial, consagrado por el artículo
20 de la Constitución".
Ya esta Sala, en el
Fallo T-110 del 18 de marzo de 1993, había señalado que la Asociación Bancaria,
las entidades financieras y los bancos de datos carecen de jurisdicción y
competencia para imponer "sanciones" a los particulares, por lo cual
los reglamentos internos de dichas instituciones, mediante los cuales se alude
a la inclusión de personas en registros informáticos, cobijándola bajo aquélla
denominación, carecen de todo sustento constitucional.
Cosa diferente es
que, en ejercicio de su derecho a la información, mientras no abusen de él y se
ajusten a la normatividad constitucional en lo relativo a los derechos
fundamentales de las personas concernidas, tales entidades gocen de la
posibilidad, reconocida en la Carta Política, de tomar, procesar y hacer
circular el dato relativo al comportamiento de un individuo respecto de sus
obligaciones financieras.
La propia
negligencia no es fuente de derechos. La información financiera. Caducidad del
dato
La Asociación
Bancaria, requerida por el Juzgado de instancia, informó que la cuenta corriente
abierta por el peticionario el 21 de abril de 1992 fue cancelada por mal manejo
el 21 de agosto del mismo año.
Por tanto, al
ejercer la acción de tutela basado en ese hecho e imputar a la Asociación
Bancaria la vulneración de sus derechos a la honra y al buen nombre, el
peticionario pretendió que las normas constitucionales lo favorecieran sobre la
base de su propio descuido y mal desempeño como cuentacorrentista.
La Corte estima que
tal conducta corresponde a un indebido uso de la acción de tutela, pues la sola
enunciación del caso muestra a las claras que la entidad financiera, al
cancelar unilateralmente el contrato de cuenta corriente, hizo uso de un
derecho, a la luz de la legislación comercial vigente (Cfr. artículo 1389 del
Código de Comercio) y que el registro de los hechos en el banco de datos de la
Asociación Bancaria se produjo en desarrollo de la libertad informativa.
El derecho a la
información cobija tanto a quien divulga datos como a quien los recibe. Las
informaciones pueden circular en virtud de convenios interinstitucionales o
sectoriales que permitan, en el campo económico, el funcionamiento de centrales
de riesgos, destinadas a la protección de las entidades participantes pero,
primordialmente, a la preservación del interés colectivo inherente a la
actividad crediticia.
Como ya lo expresó
esta Sala en Sentencia T-110 del 18 de marzo de 1993, "la aplicación de
las redes informáticas al servicio de las entidades financieras -consideradas
individualmente o asociadas- para los fines de preservar las sanas prácticas
del crédito, dando aviso a los usuarios de aquéllas sobre los riesgos que
pueden correr ante las posibilidades de contratación con eventuales deudores
incumplidos, es un mecanismo legítimo que (...) asegura la confianza en el sistema
financiero e interesa en alto grado al bien general".
La circulación de
datos en el indicado ámbito, mientras no sea arbitraria o irrazonable ni afecte
derechos fundamentales, tiene asidero constitucional en cuanto, dentro de la
perspectiva del derecho a la información (artículo 20 C.P.), obedece a la
necesidad de un conocimiento previo y exacto de los hábitos y el comportamiento
de los potenciales demandantes de servicios crediticios, siendo claro que
quienes aparecen registrados como cuentahabientes irresponsables son clientes
riesgosos para cualquier institución financiera, motivo por el cual la
prudencia exigible a los administradores de tales establecimientos aconseja,
cuando menos, el mayor y más detenido estudio de las solicitudes de crédito o
contrato bancario presentadas por quien exhibe los aludidos antecedentes.
Pese a lo dicho, la
Corte Constitucional ha sostenido que el derecho a la información no es
absoluto, de donde resulta que no puede ser utilizado para revelar datos
íntimos ni para lesionar la honra y el buen nombre de las personas a las que se
refieren aquéllos.
En lo que atañe al
derecho a la intimidad, como lo ha destacado la Corte en reciente fallo, debe
recordarse que el dato económico, comercial o financiero, en cuanto verdaderamente
aluda a materias de esa naturaleza, no hace parte del derecho a la intimidad,
siendo evidente que tal derecho se quebranta cuando, so pretexto de recolectar
o difundir datos económicos o financieros, en realidad se recogen o transmiten
informaciones sobre la vida privada del individuo o su familia, caso en cual
cabe la acción de tutela para asegurar la efectiva vigencia de la garantía
constitucional.
En cuanto a los
derechos a la honra y al buen nombre, resultan afectados cuando el banco de
datos recoge, maneja o difunde informaciones falsas o cuando, en el caso de las
verdaderas, lo sigue haciendo no obstante haber caducado el dato, según los
criterios de razonabilidad señalados por la doctrina constitucional.
Es claro que si la
información respectiva es falsa o errónea, no solamente se afectan los derechos
a la honra y al buen nombre de la persona concernida, sino que, precisamente
por el efecto multiplicador que tiene el informe negativo en las instituciones
receptoras de la información incorporada al banco de datos o archivo, resulta
notoriamente perjudicada en su actividad económica y en su situación
patrimonial. No se pierda de vista que un cierre del crédito puede provocar una
cadena de incumplimientos forzados, la incapacidad de contraer nuevas
obligaciones, la cesación de pagos y la quiebra.
He allí uno de los
más importantes fundamentos del HABEAS DATA, derecho autónomo y fundamental
plasmado en el artículo 15 de la Constitución, que permite a toda persona
conocer, actualizar y rectificar las informaciones que sobre ella hayan sido
consignadas en bancos de datos y en archivos de entidades públicas o privadas,
en defensa de sus derechos fundamentales a la intimidad, a la honra y al buen
nombre.
Según el perentorio
mandato constitucional, en la recolección, tratamiento y circulación de datos
se respetarán la libertad y demás garantías consagradas en la Carta Política.
Ahora bien, la
jurisprudencia constitucional también ha sido afirmativa al precisar que los
derechos a la honra y al buen nombre se tienen únicamente sobre la base del
buen comportamiento. El prestigio se aquilata y se fortalece a partir de la
bondad de las propias conductas, al paso que sufre deterioro por las fallas en
que la persona incurra y por las equivocaciones que cometa.
Cabe, entonces,
reiterar lo dicho por esta misma Sala:
"El buen nombre
alude al concepto que del individuo tienen los demás miembros de la sociedad en
relación con su comportamiento, honestidad, decoro, calidades, condiciones
humanas y profesionales, antecedentes y ejecutorias. Representa uno de los más
valiosos elementos del patrimonio moral y social de la persona y constituye
factor indispensable de la dignidad que a cada uno debe ser reconocida.
(...)
...el derecho al
buen nombre no es gratuito. Por su misma naturaleza, exige como presupuesto
indispensable el mérito, esto es, la conducta irreprochable de quien aspira a
ser su titular y el reconocimiento social del mismo. En otros términos, el buen
nombre se adquiere gracias al adecuado comportamiento del individuo,
debidamente apreciado en sus manifestaciones externas por la colectividad.
Lo anterior implica
que no está en posición de reclamar respeto y consideración a su buen nombre
quien ha incurrido en actos u omisiones que de suyo generan el deterioro del
concepto general en que se tiene al interesado. Así, el que incumple sus
obligaciones y persiste en el incumplimiento se encarga él mismo de ocasionar
la pérdida de la aceptación de la que gozaba en sociedad y no puede, por tanto,
aspirar a que se lo reconozca públicamente como persona digna de crédito. Eso
mismo acontece en los diversos campos de la vida social, en los cuales la
conducta que una persona observa, cuando es incorrecta, incide por sí sola, sin
necesidad de factores adicionales y de una manera directa, en el desprestigio
de aquella". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de Revisión.
Sentencia T-228 del 10 de mayo de 1994).
En ese orden de
ideas, mal puede utilizar las vías constitucionales y legales para defender su
buena fama o recuperar el crédito quien ha hecho un uso descuidado y censurable
de la cuenta corriente bancaria. Cuando la entidad financiera afectada o un
banco de datos suministran información sobre ese mal manejo, no hacen nada
distinto de transmitir la verdad, en uso de su derecho a la información y los
usuarios de la central de riesgos, al recibir los datos y al utilizarlos de
manera preventiva respecto de nuevos contratos solicitados por el mismo
individuo, ejercen su derecho a recibir información y hacen uso legítimo de
ella con miras al buen funcionamiento de su actividad y para la preservación
del interés público.
Pero, claro está,
sería injusto y desproporcionado -por cuanto representaría prácticamente la
muerte civil del implicado- que el registro negativo acerca de una persona, es
decir el dato referente a su pasado mal comportamiento, pudiera permanecer
indefinidamente y se divulgara todavía después de transcurrido mucho tiempo de
los sucesos informados.
En tal
circunstancia, no se tendría ya el ejercicio de un sano derecho a la
información sino una actitud vindicativa de la institución financiera o de la
central informática, imprimiendo al dato financiero un carácter de pena -no lo
es, según lo atrás explicado-, la cual, además, resultaría imprescriptible, con
notoria violación del artículo 28 de la Constitución.
Ello justifica la caducidad
del dato, que ha sido objeto de reciente jurisprudencia de esta Corte, plasmada
en los siguientes términos:
"...el término
para la caducidad del dato lo debe fijar, razonablemente, el legislador.
Pero, mientras no lo
haya fijado, hay que considerar que es razonable el término que evite el abuso
del poder informático y preserve las sanas prácticas crediticias, defendiendo
así el interés general.
En este orden de
ideas, sería irrazonable la conservación, el uso y la divulgación informática
del dato, si no se tuviera en cuenta la ocurrencia de todos los siguientes
hechos:
a) Un pago
voluntario de la obligación;
b) Transcurso de un
término de dos (2) años, que se considera razonable, término contado a partir
del pago voluntario. El término de dos (2) años se explica porque el deudor,
al fin y al cabo, pagó voluntariamente, y se le reconoce su cumplimiento,
aunque haya sido tardío. Expresamente se exceptúa el caso en que la mora haya
sido inferior a un (1) año, caso en el cual, el término de caducidad será igual
al doble de la misma mora; y,
c) Que durante el término
indicado en el literal anterior, no se hayan reportado nuevos incumplimientos
del mismo deudor, en relación con otras obligaciones.
Si el pago se ha
producido en un proceso ejecutivo, es razonable que el dato, a pesar de ser
público, tenga un término de caducidad, que podría ser el de cinco (5) años,
que es el mismo fijado para la prescripción de la pena, cuando se trata de
delitos que no tienen señalada pena privativa de la libertad, en el Código
Penal. Pues, si las penas públicas tienen todas un límite personal, y aun el
quebrado, en el derecho privado, puede ser objeto de rehabilitación, no se vé
por qué no vaya a tener límite temporal el dato financiero negativo. Ahora,
como quiera que no se puede perder de vista la finalidad legítima a la que sirven
los bancos de datos financieros, es importante precisar que el límite temporal
mencionado no puede aplicarse razonablemente si dentro del mismo término
ingresan otros datos de incumplimiento y mora de las obligaciones del mismo
deudor o si está en curso un proceso judicial enderezado a su cobro".
Esta última
condición se explica fácilmente pues el simple pago de la obligación no puede
implicar la caducidad del dato financiero, por estas razones: la primera, la
finalidad legítima del banco de datos que es la de informar verazmente sobre
el perfil de riesgo de los usuarios del sistema financiero; la segunda, la
ausencia de nuevos datos negativos durante dicho término, que permite presumir
una rehabilitación comercial del deudor moroso". (Cfr. Corte Constitucional.
Sala Plena. Sentencias SU-082 y SU-089 del 1º de marzo de 1995. M.P.: Dr. Jorge
Arango Mejía).
Con base en lo
anterior, puede afirmarse que el dato relativo a un individuo que incurrió en
mal manejo de su cuenta corriente bancaria no podría permanecer
indefinidamente, pero tampoco existirían respecto de él los criterios de
distinción que se han expuesto para el deudor moroso.
Por ello, a juicio
de la Corte, no sería razonable que el dato negativo correspondiente
permaneciera por tiempo superior a aquel que se refiere al deudor moroso que
pagó en virtud de un proceso ejecutivo, es decir, cinco (5) años, que para
situaciones como la aquí considerada se deben contar desde la fecha de
cancelación unilateral de la cuenta corriente por la institución financiera.
Obviamente, siendo
el criterio doctrinal apenas subsidiario, el legislador -quien goza de plena
competencia para establecer las reglas generales sobre los alcances del derecho
al HABEAS DATA- puede establecer un término distinto, el que será válido
siempre que sea razonable y no contradiga los principios y preceptos
constitucionales.
El caso
concreto
Las anteriores
consideraciones, llevadas al caso particular, permiten concluír que el juez de
instancia falló acertadamente al negar la protección que solicitaba CARLOS
ALBERTO LEGARDA VALENCIA, pues está probado el motivo por el cual le fue
cancelada la cuenta corriente -el mal manejo de la misma- y apenas lleva algo
más de dos años desde cuando se produjo la determinación de la entidad bancaria,
luego no puede todavía reclamar que ésta renuncie a su derecho a la información
teniendo en cuenta que el dato transmitido es verdadero.
Podrá el
peticionario ejercer la acción de tutela contra la Asociación Bancaria o contra
el banco de datos que mantenga la aludida información después de expirados los
cinco (5) años de caducidad.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Corte Constitucional de la República de Colombia -Sala Quinta de
Revisión-, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución,
RESUELVE:
Primero.- CONFIRMAR la Sentencia proferida el 22
de agosto de 1994 por el Juez Octavo Penal del Circuito de Popayán, al resolver
sobre la acción de tutela instaurada por CARLOS ALBERTO LEGARDA VALENCIA.
Segundo.- LIBRESE la comunicación prevista en el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado
ALEJANDRO MARTINEZ
CABALLERO
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
314 | T-095-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-095/95
LIBERTAD DE
CIRCULACION-Restricción
Cuando la
eventual restricción del derecho de libre circulación y residencia proviene de
un ley extranjera cuya aplicación depende de la potestad del gobierno
colombiano, en desarrollo del manejo de las relaciones internacionales, las
autoridades competentes deben proceder de tal manera que no vulneren o amenacen
los derechos fundamentales de la persona. Si como efecto de la decisión
nacional se produce una invasión en la órbita de los derechos individuales,
corresponde al juez constitucional determinar si la restricción tiene expreso
fundamento en el orden constitucional y legal.
ACCION DE TUTELA
TRANSITORIA-Alcance
La transitoriedad
de la tutela que puede impetrarse ante la evidencia de un perjuicio
irremediable está íntimamente relacionada con la circunstancia de que los
procesos ordinarios no arrojan un resultado inmediato. Por ello, la duración
del amparo depende del tiempo en que el juez competente haya de resolver sobre
el asunto planteado a través del otro medio de defensa. Pero, desde luego, el
mismo carácter transitorio de la tutela exige del peticionario la carga de
instaurar la acción indicada para que dicho medio judicial pueda operar. De lo
contrario, la medida correspondiente -que, según la Constitución, tiene una
naturaleza precaria- se convertiría en definitiva, sustituyendo al medio
ordinario.
LIBERTAD DE
APRENDIZAJE-Vulneración/VISA-Declaración
de no objeción
En el presente
caso se encuentra que la solicitante adelanta sus estudios en los Estados
Unidos con dineros provenientes de su familia y no con fondos públicos
nacionales ni extranjeros. Tampoco se trata de un programa de cooperación o de
intercambio convenido por los gobiernos de Colombia y de los Estados Unidos,
para realizar sus estudios de post-grado. No hay, pues, motivo para exigir
reciprocidad de la peticionaria ni para imponerle que obligatoriamente regrese
al país. La imposibilidad de obtener la visa H-1, como consecuencia de la
negativa del Gobierno, la obliga a continuar desempeñándose apenas en
investigación científica, impidiéndole cumplir con la residencia clínica en
pediatría y la subespecialización en genética clínica. Esto, fuera de límitar
ostensiblemente su autonomía personal, lesiona de manera abierta la libertad de
aprendizaje e investigación.
PERJUICIO
IRREMEDIABLE/ACCION DE TUTELA TRANSITORIA
La peticionaria
sí afronta la inminencia de un perjuicio irremediable para los derechos fundamentales
enunciados, ya que la negativa oficial comportará necesariamente la pérdida de
sus posibilidades de residencia clínica y subespecialización en los Estados
Unidos. Se concederá la tutela, aunque únicamente de manera transitoria, pues
para la Corte Constitucional resulta evidente que la peticionaria ha tenido y
tiene a su alcance otro medio de defensa judicial consistente en ejercer la
acción de nulidad y restablecimiento del derecho contra el acto mediante el
cual le fue negado el documento de "NO OBJECION" que reclama.
-Sala Quinta de Revisión-
Ref.: Expediente
T-46802
Acción de tutela
instaurada por DEYANIRA CORZO CUEVAS contra CANCILLERIA DE LA REPUBLICA.
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los dos (2) días del mes de marzo de mil
novecientos noventa y cinco (1995).
Se revisan los
fallos proferidos en el asunto de la referencia por la Sala Laboral del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Fe de Bogotá y por la Sala de
Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia.
I. INFORMACION PRELIMINAR
DEYANIRA CORZO
CUEVAS se dirigió al Ministerio de Relaciones Exteriores el día 30 de marzo de
1994 para solicitar que se le expidiera un certificado de "NO
OBJECION" referente a su permanencia en la ciudad de New York, en el
Centro Médico Mainmonides, Hospital Mainmonides, Departamento de Pediatría, con
el objeto de cumplir con la residencia clínica que se le exige para hacer una subespecialidad
en Genética Clínica.
La accionante
solicitó la carta de "NO OBJECION" con miras a tramitar el cambio de
visa J-1 (estudiante de investigación), que posee actualmente, a H-1
(estudiante subsidiado), ante las autoridades de Inmigración de los Estados Unidos
de Norteamérica.
Afirma la
peticionaria que la visa actual le fue expedida para permanecer en la División
de Inmunogenética del Instituto de Cáncer Dana-Farber de la ciudad de Boston y
que, si bien puede solicitar extensiones de su vigencia hasta completar 7 años,
tal documento únicamente le permite desempeñarse en el campo de la
investigación.
En la carta dirigida
al Ministerio, la demandante expuso que es médica graduada de la Universidad
Industrial de Santander en 1991 y que, después de cumplir con el año rural y de
obtener su licencia médica en Colombia, fue aceptada desde mayo de 1993 en el
laboratorio de Inmunogenética del "Dana Farber Cancer Institute",
perteneciente a la escuela médica de Harvard y dirigida por el doctor Edmond J.
Yunis.
"En este
momento -declaró ante la Cancillería- realizo un programa de post-doctorado en
investigación en un proyecto que tiene como objetivo identificar el papel que
juegan las proteínas de choque de calor en el desarrollo de agranulocitosis
inducida por el fármaco clozapina".
Expresó que había
sido aceptada para realizar una especialización clínica en pediatría en los
Estados Unidos y que planeaba completar su educación en ese país optando por un
título de PhD en Genética.
Explicó al
Ministerio que la duración de su entrenamiento podía extenderse hasta por 9
años, por lo cual solicitaba el señalado cambio de visa, para el cual requería
el certificado de "NO OBJECION".
Según la accionante,
su financiación proviene de fuentes familiares y no ha solicitado becas o
préstamos de entidades privadas o del Gobierno colombiano para adelantar
estudios en los Estados Unidos.
El Ministerio de
Relaciones Exteriores respondió la carta de la peticionaria el día 24 de junio
de 1994, manifestando que no le era posible expedir el certificado solicitado.
Señaló el Ministerio
que las visas J-1 son otorgadas por el Gobierno de los Estados Unidos a los
estudiantes cubiertos por programas de intercambio educativo, becas, fondos
especiales, o cuando el área de estudio esté comprendida en la lista de
prioridades para el país.
Dijo que este tipo
de visas comporta la obligación para el estudiante de regresar al país de
origen, con el fin de trabajar en él, aplicando sus conocimientos adquiridos,
compromiso que aceptan voluntariamente las personas que se benefician de estos
programas, independientemente de si reciben o no apoyo estatal.
Para el Ministerio,
el fundamento del requisito de regreso obligatorio radica en que los
estudiantes pongan en práctica en el país la capacitación que adquieran en el
extranjero gracias a las gestiones intergubernamentales. En ello motivó su
determinación negativa respecto de la petición elevada por Deyanira Corzo.
Aclaró que, según
informaciones que el Ministerio poseía, se puede solicitar prórrogas de las
visas J-1 sin que las autoridades de inmigración de los Estados Unidos exijan
el Certificado de "NO OBJECION".
Puso de presente
también que, en materia migratoria, el Estado anfitrión tiene discrecionalidad
para otorgar o modificar una visa, por lo que el otorgamiento de certificado de
"NO OBJECION" no es documento indispensable para que ese Estado
otorgue o cambie la visa.
La accionante estimó
que, al negarle el certificado, el Ministerio vulneró sus derechos a la
igualdad, al libre desarrollo de la personalidad y a entrar y salir libremente
del territorio, así como su libertad de aprendizaje e investigación y que
incumplió el deber estatal, señalado en el artículo 70 de la Constitución, de
promover y fomentar el acceso de todos los colombianos a la cultura.
II. DECISIONES
JUDICIALES
En primera instancia
le correspondió resolver a la Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Santa Fe de Bogotá, que, mediante fallo del 14 de julio de 1994,
concedió la tutela impetrada y ordenó al Ministerio de Relaciones Exteriores
expedir el documento de "NO OBJECION".
Se fundó el Tribunal
en la doctrina sentada por esta Corte en Sentencia T-532 del 23 de septiembre
de 1992.
Impugnada la
decisión por el Ministerio de Relaciones Exteriores, fue revocada por la Sala
de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia, por Sentencia del 30 de
agosto de 1994 en la cual se dispuso negar la tutela.
A juicio de la Corte
Suprema, la peticionaria contaba con otro medio de defensa judicial, cual era
el de acudir ante la juridicción de lo Contencioso Administrativo para obtener
la invalidez del acto por el cual se le negó la declaración de "NO
OBJECION".
"Así las cosas
-manifestó- la tutela resulta improcedente, en la medida en que no se está en
presencia de un perjuicio irremediable, dado que, de tener éxito con la demanda
enunciada, obviamente (la actora) obtendría el requerido certificado de no
objeción hasta ahora negado".
Advirtió, además,
que en cuestiones de ingreso de ciudadanos a otro país no sólo deben observarse
las regulaciones legales que sobre dicho aspecto aquél Estado tenga junto con
las del país de origen del emigrante -que en el caso analizado lo obliga a
regresar a Colombia a prestar sus servicios por dos años- sino también las
relativas al intercambio internacional educativo, las cuales no pueden
afectarse por decisiones proferidas con base en una acción de tutela, dado que
esto podría constituir intromisión en las determinaciones de otras naciones
soberanas, en perjuicio para las sanas y pacíficas relaciones que con aquéllas
debe mantener nuestro país.
III
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
Esta Corte es
competente para revisar las aludidas providencias judiciales, según lo
dispuesto en los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política y en el
Decreto 2591 de 1991.
Trámite en
Sala Plena
El Magistrado
Ponente elaboró un proyecto de fallo mediante el cual confirmaba la sentencia
proferida por la Sala Laboral de la Corte Suprema de Justicia, por considerar
que, tratándose de un acto administrativo, la accionante gozaba de otro medio
de defensa judicial y por cuanto, a su juicio, no podía supeditarse a la
decisión de un juez de tutela el ejercicio de atribuciones discrecionales como
las que corresponden al Ministerio de Relaciones Exteriores respecto de la
solicitada declaración de "NO OBJECION" para cambio de visa.
Reunida la Sala
Quinta de Revisión el día 6 de febrero de 1994, dos de los magistrados
coincidieron en la tesis según la cual debía negarse la protección impetrada,
por los motivos expuestos en la ponencia.
Como tal situación
implicaba modificar los criterios hasta ahora sostenidos por la Corte a partir
de la Sentencia T-532 del 23 de septiembre de 1992 (M.P.: Dr. Eduardo Cifuentes
Muñoz), fue necesario aplicar el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, a cuyo
tenor los cambios de jurisprudencia deberán ser decididos por la Sala Plena de
la Corporación, previo registro del proyecto de fallo correspondiente.
Fueron entonces
suspendidos los términos y el tema se debatió durante las sesiones de Sala
Plena elevadas a cabo los días 16 y 23 de febrero de 1995.
La Sala Plena
resolvió no cambiar la jurisprudencia sobre el tema y ordenó, por tanto, que la
sentencia fuera proferida por esta Sala de Revisión, previa elaboración de
nueva ponencia por el Magistrado Sustanciador dentro de los cinco (5) días
siguientes, si bien indicando que, en principio, por ser la resolución del
Ministerio de Relaciones Exteriores un acto administrativo, en casos como el
propuesto existe otro medio de defensa judicial, motivo por el cual se hacía
indispensable que, al resolver, la Sala de Revisión verificara si la accionante
afrontaba la posibilidad de un perjuicio irremediable.
Además, dejó en
claro la Sala Plena que, si bien la determinación que adopte el Ministerio en
eventos como el planteado implica el ejercicio de una cierta discrecionalidad,
ésta no puede ser absoluta y, por tanto, para objetar la permanencia de un
colombiano en otro Estado, la autoridad colombiana debe fundar su decisión
objetiva y razonadamente, pues de lo contrario, en cuanto se afecta la libertad
de la persona para entrar y salir del territorio y se interfiere el ejercicio
de su derecho al libre desarrollo de la personalidad, se incurre en un acto
abusivo que lesiona derechos fundamentales y que puede ser atacado por la vía
de la acción de tutela, así sea transitoriamente.
Igualmente, la Sala
Plena advirtió que debe distinguirse entre los casos en que la financiación de
los estudios de la persona en el exterior corre a cargo de instituciones
públicas, de aquellos en que proviene de recursos propios o familiares, o de
organismos internacionales o entidades particulares. Es claro -consideró la
Sala- que si el Estado no participa en dicha financiación, no tiene motivo para
objetar la permanencia del estudiante en territorio extranjero, ni para
oponerse al cambio de visa.
Obtenido el consenso
entre los magistrados acerca de estos puntos básicos, la Sala Plena estimó que
debían mantenerse los lineamientos jurisprudenciales ya trazados.
Reiteración de
jurisprudencia. Límites al poder discrecional. El origen de la ayuda educativa
La Sala Quinta de
Revisión de la Corte, acatando lo dispuesto por la Sala Plena, ratifica en este
caso lo expresado en Sentencia T-532 del 23 de septiembre de 1992:
"Para que una
limitación al derecho individual al libre desarrollo de la personalidad sea
legítima y, por lo mismo no arbitraria, se requiere que goce de un fundamento
jurídico constitucional. No basta que el derecho de otras personas o la
facultad de la autoridad se basen en normas jurídicas válidas, sino que en la
necesaria ponderación valorativa se respete la jerarquía constitucional del
derecho fundamental mencionado. En consecuencia, simples invocaciones del
interés general, de los deberes sociales (CP art. 15), o de los derechos ajenos
de rango legal, no son suficientes para limitar el alcance de este derecho".
(...)
"La
Constitución reconoce a todo colombiano, con las limitaciones que la ley
establece, el derecho a circular libremente por el territorio nacional, a
entrar y salir de él, y a permanecer y residenciarse en Colombia (CP art. 24).
De esta manera se recoge y refuerza la protección internacional a la libertad
de locomoción, circulación y residencia de las personas en el propio territorio
o en el extranjero. La Convención Americana de Derechos Humanos (artículo 22)
y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (artículo 12)
consagran el derecho de circulación y residencia y circunscriben su limitación
a los casos previstos por la ley con miras a proteger la seguridad nacional, el
orden público, la salud o la moral públicas y los derechos y libertades de los
demás.
Cuando la eventual
restricción del derecho de libre circulación y residencia proviene de un ley
extranjera cuya aplicación depende de la potestad del gobierno colombiano, en
desarrollo del manejo de las relaciones internacionales (CP art. 189-2), las
autoridades competentes deben proceder de tal manera que no vulneren o amenacen
los derechos fundamentales de la persona. La intervención gubernamental
permitida por las leyes de un país extranjero, en el trámite de una actuación
administrativa que involucra los derechos fundamentales de un nacional
colombiano, se sujeta a derecho interno con miras a juzgar la legitimidad de
las limitaciones impuestas. Si como efecto de la decisión nacional se produce
una invasión en la órbita de los derechos individuales, corresponde al juez
constitucional determinar si la restricción tiene expreso fundamento en el
orden constitucional y legal (CP arts. 152-a y 214-2)".
Sobre el concepto de
reciprocidad, que se justifica en algunos casos, pero que no tiene
asidero cuando la persona adelanta sus estudios sin la ayuda oficial, expresó
la Corte:
"Uno de los
campos en que se aplica el principio de reciprocidad es el de los
estudios en el exterior, cuando ellos se realizan gracias al apoyo de
instituciones públicas, nacionales o extranjeras. Las personas favorecidas con
"becas-préstamo" concedidas por el Instituto Colombiano de Estudios
Técnicos en el Exterior, ICETEX, o mediante mercedes de Gobiernos extranjeros
en desarrollo de convenios de cooperación técnica, generalmente, salvo las
excepciones establecidas en la ley, están obligadas a soportar determinadas
cargas que su condición de ventaja relativa les impone, como es la de prestar
con posterioridad a su terminación, un servicio social por un cierto período.
Esta obligación puede consistir en retornar al país, luego de concluidos los
estudios, con el objeto de trabajar en la respectiva especialización durante un
término mínimo de dos años. La circunstancia descrita justifica precisamente
que, tratándose de las relaciones de intercambio académico, técnico y
profesional entre Colombia y los Estados Unidos, se otorgue a los estudiantes,
en intercambio y con "beca - préstamo", una visa J-1, con las
obligaciones y cargas sociales derivadas de esta última".
Agregó la
Corporación en torno a los límites del poder discrecional en estas materias:
"Todo poder
político o potestad atribuida por la Constitución o la ley a una autoridad no
puede traducirse en su utilización en el desconocimiento de los derechos
inalienables de la persona (CP art. 5).
"Toda actuación
administrativa, cualquiera sea su materia, es reglada en mayor o menor grado.
El artículo 36 del Código Contencioso Administrativo (D. 01 de 1984) ordena que
toda decisión discrecional, de carácter general o particular, sea adecuada a
los fines de la norma que la autoriza, y proporcional a los hechos que le
sirven de causa. Se presenta un ejercicio arbitrario de la autoridad pública
cuando se impone a una persona una carga desproporcionada o injusta. Existe desproporción
en el uso de las competencias constitucionales o legales si es evidente la
divergencia entre los fines buscados con el otorgamiento de dicha competencia y
los medios empleados para alcanzarlos.
En materia de
intercambio educativo con los Estados Unidos, el Gobierno Nacional tiene la
potestad, según la legislación de dicho país, de otorgar o no documentos de
"declaración de no objeción", con el objeto de exceptuar del
requisito de retornar al país por dos años antes de poder solicitar un cambio de
visa. Se afirma, por parte del Secretario General del Ministerio de Relaciones
Exteriores, que es política gubernamental, plasmada en instrucciones a los
embajadores de Colombia ante Gobiernos extranjeros, la de no otorgar, por
razones de conveniencia nacional, este tipo de documentos para que "los
estudiantes capacitados en el exterior aporten sus conocimientos y el país se
beneficie de los mismos". El fin de esta norma es resguardar al Gobierno
un ámbito de decisión para que el estudiante beneficiario de un cupo o programa
de cooperación educativa regrese al país por razones de interés general".
(...)
"...La negativa
del Ministerio de Relaciones Exteriores de expedir los documentos de no
objeción obedece más a razones formales, v.gr. el tipo de visa (J-1) otorgada a
los accionantes, y no se sustenta en un juicioso y detenido análisis de las
circunstancias del caso, de las cuales se podía colegir la carencia de apoyo
financiero educativo para la prosecución de sus estudios en los Estados Unidos.
La política de conveniencia nacional de hacer retornar a los estudiantes
colombianos al país no debe desconocer que lo único que la justifica y hace
imperiosa es la circunstancia - aquí inexistente - de poner a disposición de la
persona recursos públicos propios o extranjeros. En el evento de que ello no
sea así, carece de justificación razonable la limitación del desarrollo
profesional y existencial de la persona, e imponerla vulnera el artículo 16 de
la Constitución Nacional por la manifiesta desproporción entre los fines
perseguidos y el sacrificio injustificado de los derechos individuales
fundamentales. Los Nacionales son de Colombia y del mundo y, como sujetos
libres, son centros soberanos de autodeterminación. El altruismo,
lamentablemente, las más de las veces carece de base normativa; quizá por ello
cuando se manifiesta enaltece tanto a la persona que lo práctica". (Cfr.
Corte Constitucional. Sala Segunda de Revisión. Sentencia T-532 del 23 de
septiembre de 1992).
La tutela como
mecanismo transitorio y la caducidad de las acciones ordinarias
Ha subrayado la
jurisprudencia constitucional que el artículo 86 de la Carta Política, al
consagrar la acción de tutela, la instituyó como procedimiento subsidiario,
es decir, como medio ordenado específicamente a la defensa de los derechos
fundamentales cuando para ese mismo fin no exista dentro del ordenamiento
jurídico, con efectividad igual o superior, un medio judicial distinto.
No quiso el
Constituyente propiciar la dualidad de procedimientos frente a situaciones idénticas
y con objetos iguales, ni buscó sustituir los procesos existentes por un
mecanismo de universal aplicación apto para resolver todo tipo de
controversias. Por el contrario, mantuvo la legislación que venía rigiendo, en
cuanto no fuera incompatible con las nuevas disposiciones constitucionales,
reservando la tutela para la finalidad específica de garantizar la prevalencia
de los derechos constitucionales fundamentales, aunque sobre la base de que
fuera usada cuando, consideradas todas las posibles vías procesales, fuera la
única apropiada para obtener efectiva y oportuna protección judicial.
Así las cosas, es
improcedente la acción de tutela cuando se tiene a mano otro medio judicial
para lograr el propósito buscado, a menos que el afectado se encuentre ante el
peligro inminente de un daño irreparable, pues, en éste último evento, la
urgencia de proteger los derechos fundamentales impone la intervención judicial
inmediata, si bien transitoria, por cuanto la decisión del juez ordinario
podría llegar demasiado tarde frente a una situación grave ya creada.
La transitoriedad de
la tutela que puede impetrarse ante la evidencia de un perjuicio irremediable
está íntimamente relacionada con la circunstancia de que los procesos
ordinarios no arrojan un resultado inmediato. Por ello, la duración del amparo
depende del tiempo en que el juez competente haya de resolver sobre el asunto
planteado a través del otro medio de defensa.
Pero, desde luego,
el mismo carácter transitorio de la tutela exige del peticionario la carga de
instaurar la acción indicada para que dicho medio judicial pueda operar. De lo
contrario, la medida correspondiente -que, según la Constitución, tiene una
naturaleza precaria- se convertiría en definitiva, sustituyendo al medio
ordinario.
En otros términos,
la acción de tutela en tales casos está condicionada a la actividad del
interesado, quien se compromete a instaurar el proceso alternativo, so pena de
que la tutela que se le conceda pierda toda eficacia.
De allí que el
artículo 8º del Decreto 2591 de 1991 haya dispuesto, con carácter obligatorio
para el juez, que en la sentencia debe señalarse tal condición, manifestando
"que su orden permanecerá vigente sólo durante el término que la autoridad
judicial competente utilice para decidir de fondo sobre la acción instaurada
por el afectado" (subraya la Corte). Lo cual significa que este
requisito -la instauración de la acción ordinaria- es presupuesto indispensable
del amparo constitucional transitorio.
La misma norma
estipula que, en todo caso, el afectado deberá ejercer dicha acción en un
término máximo de cuatro meses a partir del fallo de tutela.
El plazo en mención
supone, desde luego, que el accionante goza todavía del tiempo necesario para accionar,
según las normas legales pertinentes.
Esto implica que los
cuatro meses no se añaden al término de caducidad previsto para ejercer la
acción ordinaria.
Si, al acudir a la
acción de tutela, tal oportunidad ha precluído, la consecuencia es obvia: no
tiene lugar la protección constitucional transitoria por cuanto carecerá de
objeto y de sentido.
Vale decir, la
sentencia que concede la tutela transitoria no revive en ningún caso los
términos de caducidad de las acciones ordinarias.
Por ello, dada la
circunstancia de que en el momento del fallo el juez de tutela ignore si el
peticionario ha acudido al otro medio de defensa judicial, debe condicionar la
vigencia y aplicabilidad de la orden que imparte, asegurando así el carácter
transitorio de la protección.
El caso
concreto
En el presente caso
se encuentra que la solicitante adelanta sus estudios en los Estados Unidos con
dineros provenientes de su familia y no con fondos públicos nacionales ni
extranjeros. Tampoco se trata de un programa de cooperación o de intercambio
convenido por los gobiernos de Colombia y de los Estados Unidos, para realizar
sus estudios de post-grado. No hay, pues, motivo para exigir reciprocidad de la
peticionaria ni para imponerle que obligatoriamente regrese al país.
Por tanto, si se
tiene en cuenta, además, que la conducta de la señorita CORZO CUEVAS en los
Estados Unidos -hasta donde permite colegirlo el material probatorio- no ha
dado motivo de queja de ninguna índole, ni ha sido solicitada por los jueces de
la República por delito alguno, ni ha perturbado en nada las relaciones
colombo-norteamericanas, no existe motivo atendible para negarle la oportunidad
de permanecer en territorio extranjero en condiciones más propicias, con miras
a adelantar las especializaciones académicas de su preferencia.
Es claro, entonces,
que -como ella lo manifiesta- la decisión oficial, insuficientemente motivada
ha repercutido en limitaciones al libre desarrollo de su personalidad, no
derivadas del orden jurídico ni de los derechos de los demás (artículo 16
C.P.).
También se ha visto
afectado su derecho de libre circulación y residencia (artículo 24 C.P.), en
cuanto la determinación del Ministerio la obliga a regresar a territorio
colombiano antes de que pueda culminar los estudios de post-grado que se le
ofrecen, ya que éstos exigen su permanencia en Estados Unidos durante nueve
años, cuando la visa J-1, que posee en la actualidad y que desea cambiar, tiene
una vigencia máxima de siete años.
La imposibilidad de
obtener la visa H-1, como consecuencia de la negativa del Gobierno, la obliga a
continuar desempeñándose apenas en investigación científica, impidiéndole
cumplir con la residencia clínica en pediatría y la subespecialización en
genética clínica. Esto, fuera de límitar ostensiblemente su autonomía personal,
lesiona de manera abierta la libertad de aprendizaje e investigación,
garantizada en el artículo 27 de la Carta Política.
Se revocará la
sentencia proferida por la Corte Suprema de Justicia y se concederá la tutela,
aunque únicamente de manera transitoria, pues para la Corte Constitucional
resulta evidente que la peticionaria ha tenido y tiene a su alcance otro medio
de defensa judicial consistente en ejercer la acción de nulidad y
restablecimiento del derecho contra el acto mediante el cual le fue negado el
documento de "NO OBJECION" que reclama.
A diferencia de la
Corte Suprema de Justicia, esta Corporación considera que la peticionaria sí
afronta la inminencia de un perjuicio irremediable para los derechos
fundamentales enunciados, ya que la negativa oficial comportará necesariamente
la pérdida de sus posibilidades de residencia clínica y subespecialización en
los Estados Unidos.
Pero, claro está,
también entiende la Corte que, justificándose la acción de tutela únicamente
por razón del perjuicio irremediable, no puede concederse de manera definitiva,
como lo pretende la accionante, ya que al hacerlo se violaría el artículo 86 de
la Constitución, a cuyo tenor el mecanismo de protección en él previsto
"sólo procederá cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa
judicial".
De manera que el
amparo concedido únicamente tendrá eficacia en la medida en que, dentro del
término de caducidad de la acción contencioso administrativa, ésta haya sido ejercida
por la peticionaria contra el acto del Ministerio de Relaciones Exteriores.
DECISION
Con fundamento en
las consideraciones precedentes, la Sala Quinta de Revisión de la Corte
Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución,
RESUELVE:
Primero.- REVOCAR la Sentencia proferida por la
Corte Suprema de Justicia -Sala de Casación Laboral- el 30 de agosto de 1994.
Segundo.- CONCEDER la tutela impetrada,
inaplicando en el caso de DEYANIRA CORZO CUEVAS el acto administrativo emanado
del Ministerio de Relaciones -oficio de marzo 30 de 1994-, mediante el cual se
le negó la declaración de "NO OBJECION" para el cambio de visa J-1 a
H-1, solicitado a las autoridades de inmigración de los Estados Unidos.
En consecuencia, el
Ministerio deberá expedir dicho certificado dentro de las cuarenta y ocho (48)
horas siguientes a la notificación del presente fallo, siempre que la
accionante haya ejercido la acción contencioso administrativa contra el aludido
acto.
Tercero.- La tutela se concede como mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable.
Por tanto, de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 8º del Decreto 2591 de 1991, los
efectos de este fallo únicamente permanecerán mientras dure el proceso contencioso
administrativo que la accionante haya iniciado contra el acto que le negó el
indicado documento.
Esta providencia no
restablece los términos de caducidad de la acción previstos en el Código
Contencioso Administrativo.
Cuarto.- La notificación de esta Sentencia se
efectuará como lo dispone el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado
ALEJANDRO MARTINEZ
CABALLERO
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
Aclaración de
voto a la Sentencia No. T-095/95
ACTO ADMINISTRATIVO/MEDIO
DE DEFENSA JUDICIAL/ACCION DE TUTELA TRANSITORIA/VISA-Declaración de no objeción (Aclaración de
voto)
He sostenido -y
así lo ha aceptado la Sala Plena- que el acto mediante el cual se niega la
declaración pedida es un acto administrativo, contra el cual proceden las
acciones contempladas en la ley, ante la jurisdicción correspondiente. Hay,
pues, otro medio de defensa judicial, lo que, en términos del artículo 86 de la
Constitución, hace improcedente la tutela salvo el caso de un inminente perjuicio
irremediable, circunstancia en la cual cabe la protección judicial transitoria
de los derechos fundamentales violados o amenazados, mientras se adelante el
proceso ordinario.
CADUCIDAD/ACCION
DE TUTELA-Improcedencia
(Aclaración de voto)
Si después
resulta que la concesión del amparo viene a ser tardía en relación con términos
de caducidad que el interesado haya dejado vencer, ello no es atribuible al
juez de tutela -en este caso la Corte Constitucional- sino que acontece por el
propio descuido del accionante, en cuanto, a sabiendas de la existencia de
otros medios judiciales, prefirió confiarse tan sólo al mecanismo preferente,
sumario y subsidiario en que consiste la tutela, cuyos efectos en estos casos
no pueden ser sino transitorios.
Ref.: Expediente
T-46802
He votado
favorablemente el texto del fallo, acatando la doctrina sentada por la Corte y
ratificada por la Sala Plena a propósito de este caso.
Igualmente, con base
en los argumentos expuestos por los demás honorables magistrados, he revisado
mi posición inicial acerca de la absoluta improcedencia de la tutela en
situaciones como la que ha dado lugar a la presente Sentencia (Cfr. Salvamento
de Voto a la Sentencia T-532 del 23 de septiembre de 1992), pues debe
reconocerse que, cuando no hay motivo alguno que justifique la objeción
colombiana para el cambio de visa, se lesionan derechos fundamentales en cuanto
se parte de una errónea concepción del poder discrecional. Esto resulta
especialmente claro en eventos como el considerado, en los cuales la
financiación de estudios en el exterior corre por cuenta del propio estudiante,
de su familia o de instituciones privadas, sin que haya lugar a reciprocidad
alguna que obligue al estudiante a regresar a territorio colombiano.
Ahora bien, he sostenido
-y así lo ha aceptado la Sala Plena- que el acto mediante el cual se niega la
declaración pedida es un acto administrativo, contra el cual proceden las
acciones contempladas en la ley, ante la jurisdicción correspondiente.
Hay, pues, otro
medio de defensa judicial, lo que, en términos del artículo 86 de la
Constitución, hace improcedente la tutela salvo el caso de un inminente
perjuicio irremediable, circunstancia en la cual cabe la protección judicial
transitoria de los derechos fundamentales violados o amenazados, mientras se
adelante el proceso ordinario.
Igualmente he
manifestado que, en aplicación de lo estatuído por la norma constitucional y
por virtud del artículo 8º del Decreto 2591 de 1991, la tutela únicamente puede
tener vigencia sobre la base de que el interesado haya hecho uso oportuno de
los mecanismos propios del medio judicial alternativo.
Por consiguiente, si
después resulta que la concesión del amparo viene a ser tardía en relación con
términos de caducidad que el interesado haya dejado vencer, ello no es
atribuible al juez de tutela -en este caso la Corte Constitucional- sino que
acontece por el propio descuido del accionante, en cuanto, a sabiendas de la
existencia de otros medios judiciales, prefirió confiarse tan sólo al mecanismo
preferente, sumario y subsidiario en que consiste la tutela, cuyos efectos en
estos casos no pueden ser sino transitorios.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
Fecha, ut supra |
315 | T-096-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-096/95
DEBIDO PROCESO-Vulneración/ACCION DE TUTELA/ACTO
POLICIVO
No era el
procedimiento consagrado por el decreto 747 de 1992, la vía indicada para
conseguir que el actor desocupara el inmueble, como lo decidió el Gobernador en
la providencia objeto de la tutela. Nadie podría afirmar que la ocupación del
predio por el actor haya ocasionado perturbaciones del orden público en el
departamento del Atlántico. En el presente caso se violó el debido proceso.
"La jurisdicción de lo Contencioso Administrativo no juzga las decisiones
proferidas en juicios civiles o penales de policía regulados especialmente por
la ley". Por tanto, el actor no contaba con otra vía para atacar la
decisión del Gobernador, violatoria del debido proceso.
Ref: Expediente T-
49.426
DEMANDANTE: ANDRES AVELINO PEÑALOZA DE AVILA contra
EL GOBERNADOR DEL ATLANTICO, doctor Gustavo Bell Lemus.
PROCEDENCIA: TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE
BARRANQUILLA.
MAGISTRADO PONENTE:
JORGE ARANGO MEJIA.
Sentencia aprobada
en Santafé de Bogotá, D.C., en sesión de la Sala Primera de Revisión de la
Corte Constitucional, a los dos (2) días del mes de marzo de mil novecientos
noventa y cinco (1995).
La Sala Primera de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Jorge Arango
Mejía, Antonio Barrera Carbonell y Eduardo Cifuentes Muñoz, decide sobre el
fallo proferido por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Barranquilla,
en el proceso de tutela promovido por Andrés Avelino Peñaloza de Avila en
contra del Gobernador del Atlántico, doctor Gustavo Bell Lemus.
El expediente llegó
a la Corte Constitucional, por remisión que hizo el Tribunal, en virtud de lo
ordenado por el artículo 31 del decreto 2591 de 1991.
La Sala de Selección
de la Corte eligió, para efectos de su revisión, el expediente de la
referencia.
I. ANTECEDENTES
El actor, a través
de apoderado, presentó demanda de tutela ante el Juzgado Penal del Circuito
(reparto) de Barranquilla, en contra del Gobernador del Atlántico, doctor
Gustavo Bell Lemus.
A. Pretensión.
Solicita se ordene
al Gobernador del Atlántico revocar o anular la Resolución 362 de 1994, y dejar
a las partes en libertad de acudir a la justicia ordinaria, para dirimir el
conflicto sobre la posesión del predio "Tarapacá o Motea", predio
que, en virtud de la resolución mencionada, ya no posee.
Esta solicitud se
fundamenta en los hechos que a continuación se exponen.
B. Hechos
1. El
actor dice ser poseedor de un predio rural denominado "Tarapacá" o
"Motea", ubicado en la jurisdicción del municipio de Polonuevo,
Departamento del Atlántico. Posesión que ha ejercido, explotando económicamente
el bien.
El
predio lo recibió materialmente al suscribir un contrato de aparcería con el
esposo de quien era la propietaria del inmueble, señora Lilia Pertuz.
2. A
la muerte de la señora Pertuz, tres (3) de sus cuatro (4) hijos vendieron sus derechos
herenciales sobre el referido predio, a la señora Judith Pérez Romero, por
medio de la escritura pública No. 546, del 16 de mayo de 1983.
3. La
señora Pérez, aduciendo su calidad de propietaria del predio
"Tarapacá" o "Motea", instauró denuncio penal en contra del
señor Peñaloza, por el presunto delito de invasión de tierras. Proceso que
culminó en 1992, con la cesación de procedimiento en favor del actor, pues, en
concepto del juez, el señor Peñaloza no era invasor del predio mencionado.
4. El
21 de julio de 1993, ante la Inspección Nacional de Trabajo, seccional
Atlántico, se produjo una audiencia de conciliación, entre el señor Peñaloza y
el señor Ceferino González Pertuz, uno de los herederos de la señora Pertuz y
quien actuaba como empleador de Peñaloza.
En
la mencionada audiencia, la apoderada del señor Peñaloza, reconociendo la
calidad de trabajador de su podernante, aceptó desocupar la finca
"Tarapacá" o "Motea", el 6 de agosto de ese mismo año, si
se le pagaba la suma de un millón cuatrocientos mil pesos ($ 1.400.000), por
concepto de salarios y prestaciones sociales. Acuerdo que fue aceptado por el
señor González.
5. El
acta de conciliación, a pesar de que en ella se afirma que estaba presente,
no fue suscrita por el señor Peñaloza, sino por su apoderada, a quien
posteriormente le revocó el poder el 2 de agosto de ese mismo año. Ese mismo
día, el actor hizo llegar un escrito al Inspector Nacional de Trabajo, en el
que manifestaba que, como poseedor del predio "Tarapacá" o
"Motea", su derecho no estaba sujeto a transacción o conciliación
alguna y, por tanto, ninguna persona se encontraba facultada para
"recibir" en su nombre.
6. El
19 de agosto de ese mismo año, la señora Pérez Romero, quien había adquirido
los derechos herenciales sobre el mencionado predio, inició un proceso
policivo de lanzamiento por ocupación de hecho, en contra del señor Peñaloza.
La querella tuvo como fundamento el acta de conciliación celebrada ante el
Inspector Nacional de Trabajo, el 21 de julio de 1993.
7. La
Inspección de Policía de Polonuevo ordenó el 31 de agosto de 1993, el
lanzamiento del señor Andrés Peñaloza por considerarlo ocupante de hecho,
diligencia que se llevó a cabo el mismo día.
8. El
apoderado del señor Andrés Peñaloza, presentó una solicitud de nulidad del
proceso de lanzamiento, solicitud que fue resuelta favorablemente el doce (12)
de octubre de mil novecientos noventa y tres (1993). En consecuencia, el
veinticuatro (24) de noviembre de ese mismo año, el predio en cuestión, le fue
restituído.
9.
El 28 de enero de 1994, el Inspector de Policía revocó la providencia del 24 de
noviembre de 1993, a través de la cual se ordenaba la restitución del predio al
señor Peñaloza. En su lugar, ordenó la entrega a la señora Judith Pérez, como propietaria
del mismo.
10.
Apelada la anterior decisión, el Gobernador del Atlántico, doctor Gustavo Bell
Lemus, declaró la nulidad de todo lo actuado en el proceso de lanzamiento por
la ocupación de hecho propuesto por la señora Judith Pérez, desde el auto
admisorio de la querella, por medio del auto 05, del veinte (20) de mayo de
1994.
La
nulidad decretada, se basó en el hecho de que el Inspector de Policía no aplicó
el procedimiento establecido en el decreto 747 de 1992, que rige los
lanzamientos de hecho en predios rurales, sino el contenido en el decreto 992
de 1930, reglamentario de la ley 57 de 1905.
11.
El Inspector de Policía, en cumplimiento de lo ordenado por el Gobernador,
admitió nuevamente la querella de lanzamiento por ocupación de hecho, a través
de la resolución 07, de 14 de junio de 1994, y fijó como fecha para llevar a
cabo la diligencia de lanzamiento, el 17 de junio de ese mismo año.
En
dicha diligencia, el Inspector decidió abstenerse de practicar el lanzamiento,
porque la querella no fue presentada dentro de los quince (15) días siguientes
a la ocupación, como lo exige el decreto 747 de 1992. Término que, en concepto
del Inspector, empezó a correr desde el día de la celebración de la audiencia
de conciliación, pues en esa fecha, el señor Peñaloza cambió su calidad de
poseedor por la de trabajador. Por tanto, declaró que el término para
interponer la querella había caducado.
12.
Apelada la anterior decisión, el Gobernador del Atlántico revocó la decisión
del Inspector, por medio de la resolución 362, del 14 de julio de 1994 y, en su
lugar, ordenó el desalojo del señor Peñaloza.
El
Gobernador consideró que la caducidad de la acción policiva, debía contarse a
partir del día en que el señor Peñaloza se había comprometido, ante el
Inspector de Trabajo, a desalojar el predio, es decir, el 6 de agosto de 1993.
Por tanto, la caducidad decretada por el Inspector era inexistente, pues, el
término de quince (15) días que establece el decreto 747 de 1992, para la
presentación de esta clase de querellas, no se había cumplido.
13.
La orden de desalojo impartida por el Gobernador, fue cumplida el 29 de julio
de 1994.
C.
Otros hechos relevantes
Consta en el
expediente que el señor Peñaloza, antes de que se iniciara el proceso de
lanzamiento por ocupación de hecho en su contra, había instaurado, el 5 de
agosto de 1993, ante el Alcalde del municipio, una querella de amparo policivo
de su posesión. En el escrito de la querella, no se dice quién o quiénes están
ejecutando los actos perturbatorios. En dicho proceso, hasta la fecha de
presentación de la tutela, no se había surtido ninguna actuación.
Igualmente, en el
expediente de la querella policiva, cuyas copias fueron remitidas al a-quo,
aparece un documento firmado por el actor, el 7 de agosto de 1993, donde
afirma recibir de quien era su apoderada, la suma de un millón cuatro cientos
mil pesos ($ 1.400.000), tal como había sido acordado en la audiencia de
conciliación, del 21 de julio de 1993. Sin embargo, consta un denunció penal
instaurado por el actor contra personas indeterminadas, porque no recibió la
suma allí indicada ni firmó tal documento.
D.
Derechos presuntamente vulnerados
El actor afirma que
la decisión del Gobernador del Atlántico, contenida en la resolución 362 de
1994, vulneró sus derechos al debido proceso y a la propiedad, reflejada ésta
en la posesión que venía ejerciendo sobre el predio del que fue lanzado.
El debido proceso,
porque considera que la decisión del Gobernador, se fundamentó, en buena parte,
en el documento donde se asevera que él recibió la suma acordada ante el
Inspector de Trabajo para desocupar la finca. Y, por tanto, fue vencido con
fundamento en pruebas falsas.
E. Actuación
procesal
El Juzgado Tercero
Penal del Circuito de Barranquilla, a quien por reparto le correspondió la
demanda de tutela, una vez asumido su conocimiento, solicitó al Gobernador del
Atlántico y al Inspector de Policía de Polonuevo, la remisión de fotocopias
auténticas de todas las actuaciones surtidas ante esos despachos, en el proceso
policivo de lanzamiento por ocupación de hecho en contra de Andrés Peñaloza de
Avila. Fotocopias que fueron remitidas y constan en el expediente.
F. Sentencia de
primera instancia
Mediante sentencia
del 29 de agosto de 1994, el Juzgado Tercero Penal del Circuito de
Barranquilla, DENEGÓ la tutela solicitada.
En concepto del
juzgado, la acción de tutela es improcedente, pues existen otros medios de
defensa judicial a los que puede acudir el demandante para obtener
nuevamente la posesión del predio "Tarapacá o Motea", como la
acción de nulidad y restablecimiento del derecho ante la jurisdicción de lo
contencioso administrativo, en contra de la resolución 362 de 1994, o, acudir
a la jurisdicción civil, para obtener la protección de su derecho de posesión.
Por otra parte, el
juez consideró que durante el trámite de la apelación de la resolución ante el
Gobernador, no hubo vulneración alguna del derecho al debido proceso, pues no
se evidencia que la resolución acusada fuera producto de un acto arbitrario.
F. Impugnación
El actor solicitó a
la Defensoría del Pueblo, Regional Barranquilla, impugnar el fallo proferido
por el Juzgado Tercero Penal del Circuito. En atención a esa petición, el
Defensor del Pueblo solicitó revocar el fallo y, en su lugar, conceder el
amparo solicitado por el actor, porque la resolución del Gobernador no tuvo en
cuenta la posesión que venía ejerciendo el señor Peñaloza sobre el predio en
litigio, posesión que se había reconocido en la sentencia que ordenó la
cesación de procedimiento, dentro del proceso penal iniciado en su contra por
el delito de invasión de tierra.
G. Sentencia de
segunda instancia
Mediante sentencia
del 23 de septiembre de 1994, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Barranquilla, REVOCÓ el fallo proferido por el Juzgado Tercero Penal del
Circuito de Barranquilla, por las siguientes razones:
La acción de
tutela, como mecanismo de carácter subsidiario procede cuando no existen otros
medios de defensa judicial o, cuando existiendo, no sean eficaces para la
protección del derecho fundamental. En el presente caso, la decisión del
Gobernador no es susceptible de recurso alguno ante la jurisdicción de lo
contencioso administrativo, pues el artículo 82 del Código Contencioso
Administrativo, expresamente establece que las decisiones adoptadas en
juicios civiles o penales de policía, no son controvertibles ante la
jurisdicción de lo contencioso administrativo. Por tanto, la razón esgrimida
por el juzgador de primera instancia para denegar el amparo solicitado, carecía
de sustento.
Por otra parte, el
Tribunal consideró que la tesis del Inspector de Policía, en relación con la
caducidad de la acción policiva fue la correcta, pues la fecha en que el señor
Peñaloza mudó su calidad de poseedor a la de trabajador, fue el día en que se
llevó a cabo la audiencia de conciliación ante la Inspección de Trabajo y no
otra. Por tanto, la querella de lanzamiento por ocupación de hecho debió ser
presentada, a más tardar, el 5 de agosto y no el 19, como efectivamente
sucedió. Así las cosas, consideró que las partes podían acudir, si así lo
deseaban, a la justicia ordinaria para dirimir el conflicto relacionado con la
posesión de la finca
"Tarapacá"
o "Motea", pues las acciones policivas, en este caso, no eran
procedentes.
En consecuencia, el
Tribunal ordenó al Gobernador de Atlántico, en el término de las cuarenta y
ocho (48) horas siguientes a la notificación del fallo, adoptar "las medidas
que en derecho sean pertinentes para ajustar su actuación a la directriz de
competencia señalada en el artículo 3o. del Decreto 0747 de 1992 atendiendo las
razones expuestas en la parte motiva del presente proveído."
II.
Consideraciones de la Corte Constitucional.
Procede la Corte
Constitucional a resolver, previas las siguientes consideraciones.
Primera.-
Competencia.
La Corte
Constitucional es competente para conocer de este asunto, en virtud de lo
dispuesto por el artículo 86 de la Constitución, y normas concordantes del
decreto 2591 de 1991.
Segunda.- Lo que
se debate.
De conformidad con
lo expuesto al narrar los antecedentes de este proceso, el asunto que aquí se
debate es éste: ¿la decisión adoptada por el Gobernador del Atlántico en la
querella de policía instaurada por Judith Pérez Romero contra Andrés Avelino
Peñaloza de Avila, violó el debido proceso en perjuicio del últimamente citado?
Para dar respuesta a
esta pregunta, es menester analizar la situación del actor Peñaloza en relación
con el inmueble rural de que se trata, lo mismo que la de la señora Judith
Pérez Romero respecto al mismo bien. Esto, en primer lugar.
Partiendo de estos
hechos, habrá que analizar si el consagrado por el decreto 747 de 1992, era o
no el procedimiento policivo viable legalmente. Dicho en otras palabras, si
éste era el debido proceso.
Tercera.-
Situación de Andrés Avelino Peñaloza de Avila en relación con el inmueble rural
de que se trata en este proceso.
Andrés Avelino
Peñaloza de Avila ha venido ocupando el predio rústico denominado Tarapacá, o
La Motea, desde hace varios años, y en todo caso desde antes del mes de junio
de 1992. Así lo demuestran estas pruebas:
a) La copia de la
providencia dictada por el juez promiscuo municipal de Polonuevo, el día 30 de
junio de 1992. En tal providencia el juez ordena cesar todo procedimiento
contra Peñaloza de Avila, quien había sido sindicado del delito de invasión de
tierras o edificios (artículo 367 del Código Penal).
La presentación del
denuncio demuestra que ya en aquella época Peñaloza ocupaba materialmente el
inmueble.
b) Las declaraciones
rendidas por Tomás José Pérez Pertuz, Ceferino Antonio González Pertuz y Manuel
José Fontalvo Rosales, ante el Juzgado Promiscuo Municipal de Polonuevo, en el
proceso mencionado en el literal a), en mayo de 1991.
Estos declarantes
coinciden en señalar a Andrés Avelino Peñaloza, como poseedor del predio
Tarapacá. El segundo de los nombrados dice que el predio le fue entregado a
Peñaloza, para que lo cultivara, "como en 1985", y agrega que la
entrega la hizo Ceferino González Montenegro, su propio padre.
Debe destacarse la
circunstancia de ser Ceferino Antonio González Pertuz, según su propia
afirmación, pariente por afinidad, cuñado, de Judith Pérez Romero, y haber
vendido a ésta, en unión de dos de sus hermanos, los derechos herenciales sobre
el inmueble Tarapacá, correspondientes a la sucesión intestada de la señora
Lilia Esther Pertuz Charris de González, madre de los vendedores.
Ceferino Antonio
González Pertuz, además, actuó como "empleador", en una diligencia
cumplida ante la Dirección Regional del Trabajo y Seguridad Social de
Barranquilla, el día 21 de julio de 1993. De tal diligencia se tratará en otro
aparte de esta sentencia. Al parecer, la finalidad de la audiencia era la
desocupación del predio Tarapacá, por parte de Peñaloza.
Andrés Peñaloza, en
conclusión, ha estado presente en el predio mencionado, ha sido tenedor del
mismo. ¿En razón de qué? ¿Ha sido mero tenedor únicamente? ¿Ha sido tenedor con
ánimo de señor y dueño, es decir, poseedor, calidad que alega él mismo? ¿Ha
estado allí como trabajador, ligado por un contrato de trabajo?.
Asunto es éste que
no corresponde esclarecer al juez de tutela. A éste solamente interesa un
hecho: durante varios años, mucho antes de julio de 1993, Peñaloza ha ocupado
el inmueble. Y lo ha ocupado, según todo indica, contra la voluntad de quien
pretende ser su dueña, Judith Pérez Romero.
Cuarta.- La
señora Judith Pérez Romero y el predio Tarapacá
Para tratar de
conseguir la desocupación del predio Tarapacá, la señora Judith Pérez Romero ha
acudido ante los jueces penales y ante las autoridades de Policía, invocando su
condición de dueña y poseedora. Sin embargo, según los documentos que obran en
el proceso, su calidad no es esa, exactamente.
Obra en el proceso
copia de la escritura pública No. 546 del 17 de mayo de 1983, de la Notaría de
Santo Tomás, Atlántico, registrada en la Oficina de Registro de Instrumentos
Públicos de Barranquilla, el 23 de mayo de 1983, en el folio de matrícula
inmobiliaria 045-0001311. Por tal escritura los señores Ceferino Antonio
González Pertuz, Joaquín Antonio González Pertuz y Alvaro Javier González
Pertuz, vendieron a Judith del Socorro Pérez Romero los derechos herenciales
que les correspondían en la sucesión de Lilia Esther Pertuz Charris de
González, vinculados únicamente al inmueble Tarapacá.
La compra de tales
derechos herenciales le daría a la señora Pérez Romero el derecho a ser
reconocida como heredera en el proceso de sucesión correspondiente, y a la
adjudicación del predio Tarapacá, en caso de no haber otros herederos, o a ser
tenida en cuenta en su partición, si los hubiera. Pero, de los documentos
aportados al proceso, no se deduce la suerte que haya corrido tal proceso de
sucesión. Y, por lo mismo, es imposible saber si ella es dueña del inmueble, o
sigue siendo únicamente titular de unos derechos herenciales vinculados a él.
En cuanto a la
posesión que dice haber ejercido sobre el predio, tampoco existe certeza.
Ceferino Antonio González Pertuz, por ejemplo, en la declaración que se ha
mencionado, afirma que cuando ya Judith Pérez Romero era "dueña", su
padre le entregó el predio a Peñaloza. Y al preguntársele por qué lo hizo, si
el predio no le pertenecía, contesta que "el predio no se le había
entregado a la compradora" Judith Pérez Romero.
Quinta.- El
procedimiento establecido por el decreto 747 de 1992
Para conseguir que
Peñaloza de Avila desocupara el predio Tarapacá, Judith Pérez Romero lo demandó
en ejercicio de la acción consagrada por el decreto 747 de 1992, para obtener
la protección policiva en los casos de invasión de predios rústicos. Pero, ¿era
éste el procedimiento previsto por la ley para casos como éste?.
Los requisitos
indispensables para que pueda acudirse al procedimiento consagrado por el
decreto 747 de 1992, son los siguientes:
1o. Que quien acuda
a él explote económicamente un predio agrario;
2o. Que haya sido
privado de su tenencia material, de hecho, sin su consentimiento, y que no
haya causa que lo justifique;
3o. Que la
protección policiva se pida dentro de los quince (15) días calendario
siguientes al acto de invasión.
En el caso que nos
ocupa, es ostensible que no existió jamás una "invasión" dentro de
los quince días calendario anteriores al 19 de agosto de 1993, día en que se
demandó la protección policiva. Por el contrario, como se vió, Andrés Avelino
Peñaloza de Avila había sido tenedor del bien durante años, con anterioridad a
tal fecha.
De otra parte,
tampoco se demostró, como lo exige el art. 4o. del decreto indicado, que la
querellante Judith Pérez Romero hubiera venido explotando económicamente el
predio. Lo que demuestran las pruebas es lo contrario: que no ha podido
explotarlo.
No era, en
consecuencia, el procedimiento consagrado por el decreto 747 de 1992, la vía
indicada para conseguir que Peñaloza desocupara el inmueble, como lo decidió el
Gobernador en la providencia objeto de la tutela.
Lo cual resulta aún
más claro si se tiene en cuenta la finalidad del decreto 747 de 1992: éste se
dictó para "prevenir las invasiones en predios rurales que estén
ocasionando la alteración del orden público interno en algunos
departamentos". Nadie podría afirmar que la ocupación del predio Tarapacá
por Peñaloza de Avila haya ocasionado perturbaciones del orden público en el
departamento del Atlántico.
Acertó, pues, el
Tribunal Superior de Barranquilla al decidir que en el presente caso se violó
el debido proceso, pero no por las razones expuestas por él.
En cuanto al
argumento contenido en la providencia del señor Gobernador del Atlántico, según
el cual "los elementos que deben tenerse en cuenta para que el señor
Peñaloza de Avila se tenga como poseedor, desaparecieron jurídica y
materialmente desde el mismo momento en que el querellado aceptó que entre la
querellante y él existían (sic) una relación laboral manifestada con el hecho
de conciliar el pago de prestaciones económicas ante la Inspección del Trabajo
de Barranquilla...", debe desecharse, por esta razón.
En el poder con que
actuó la doctora Rossana María Ahumada Cuentas, no se determina claramente el
asunto o negocio para el cual se confiere. Unicamente se dice que se confiere
"poder especial, amplio y suficiente", "a fin de que me represente
dentro de la presente diligencia y las que surjan con posterioridad". Y
para esa representación, cuya finalidad se ignora, la faculta,
"ampliamente", para "recibir, transigir, desistir, decidir,
reasumir, conciliar..."
Es evidente que en
este poder los asuntos no se determinaron claramente, de modo que no pudieran
confundirse con otros, como lo establece el artículo 65 del Código de
Procedimiento Civil. Basta pensar que así como el poder se utilizó para
conciliar con Ceferino Antonio González Pertuz, habría podido usarse para
hacerlo con cualquiera otra persona.
Lo dicho explica por
qué es discutible asignarle al dicho de la apoderada los efectos que le
reconoce la Gobernación del Atlántico. Con mayor razón si tal dicho, como se ha
visto, choca con la realidad demostrada por otros medios en el proceso.
Hay que tener en
cuenta, además, que Peñaloza de Avila no firmó el acta mencionada, a pesar de
decirse en ella que estuvo presente; y que tampoco aparece interviniendo en tal
diligencia. Lo cual debilita aún más las afirmaciones de su apoderada.
A todo lo anterior
hay que agregar que, por expresa disposición del inciso tercero del artículo 82
del Código Contencioso Administrativo, "La jurisdicción de lo Contencioso
Administrativo no juzga las decisiones proferidas en juicios civiles o penales
de policía regulados especialmente por la ley". Por tanto, el actor
Peñaloza no contaba con otra vía para atacar la decisión del Gobernador,
violatoria del debido proceso.
Sexta.- El
proceso reivindicatorio
Como se ha dicho, la
señora Judith Pérez Romero solamente ha comprobado ser titular de unos derechos
herenciales vinculados al inmueble Tarapacá. Si la adquisición de tales
derechos la llevó a ser dueña del predio, mediante el registro de la partición
o adjudicación llevada a cabo en el proceso de sucesión, bien podría ella
demandar a Andrés Avelino Peñaloza de Avila en proceso reivindicatorio. En tal
proceso, como se ha dicho, se controvertirían todos los elementos que hacen que
la pretensión sea fundada, comenzando por la posesión en el demandado.
Pero, aun en el caso
de no ser todavía dueña del predio, y tener solamente los derechos herenciales
adquiridos por el registro de la escritura citada, en su calidad de heredera
podría demandar la reivindicación a nombre de la sucesión, como lo ha admitido
la jurisprudencia.
Séptima.-
Conclusiones
Acertó, como se
dijo, el Tribunal Superior de Barranquilla al conceder la tutela que en primera
instancia había denegado el Juzgado Tercero Civil del Circuito de Barranquilla.
Tal decisión, la del Tribunal, se confirmará, teniendo en cuenta lo expuesto en
esta providencia, en relación con la violación del debido proceso.
Es
necesario aclarar que en el presente caso no se dará ninguna orden, pues consta
en el expediente que el Gobernador del Atlántico, acatando la sentencia del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Barranquilla, profirió la resolución
000711, de 27 de septiembre de 1994, en la que revocó la resolución 362, de 17
de junio de 1994, y ordenó al Inspector de Policía de Polonuevo
"restablecer los derechos del accionante al estado anterior de la
expedición de la Resolución revocada."
Por tanto, sólo se
solicitará al Juez Tercero Penal del Circuito de Barranquilla, como funcionario
encargado de velar por el cumplimiento de la sentencia del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Barranquilla dentro del proceso de la referencia,
informar a esta Corporación sobre el cumplimiento de la resolución 000711,
proferida por el Gobernador del Atlántico.
III. Decisión
En mérito de lo
expuesto, la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo
y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
Primero.- Por las razones expuestas en esta providencia,
se CONFIRMA la decisión de septiembre veintitrés (23) de mil novecientos
noventa y cuatro (1994), dictada por la Sala Penal de Decisión del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Barranquilla, en el proceso de tutela
propuesto por Andrés Avelino Peñaloza de Avila contra la actuación del
Gobernador del Atlántico, en la querella policiva instaurada por Judith Pérez
Romero contra el citado Peñaloza de Avila.
Segundo.- Dentro del término de cinco (5) días
contados a partir de la notificación de esta sentencia, el Juez Tercero Penal
del Circuito de Barranquilla, informará a esta Corte sobre el cumplimiento de
la resolución 000711 de 1994, dictada por el Gobernador del Atlántico, el 27 de
septiembre de 1994.
Tercero.- Por Secretaría General, REMITANSE el
expediente de tutela y este fallo, al Juez Tercero (3ro.) Penal del Circuito de
Barranquilla, para los efectos consagrados en el artículo 36 del decreto 2591
de 1991.
Notifíquese,
cópiese, publíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte
Constitucional.
JORGE ARANGO MEJIA
Magistrado
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
316 | T-097-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-097/95
HABEAS
DATA/RECTIFICACION DE INFORMACION/DERECHO AL BUEN NOMBRE/DERECHO A LA HONRA
En ejercicio del
derecho al HABEAS DATA, que es autónomo y fundamental, la persona afectada por
un dato falso o erróneo, que, por tanto, lesiona sus derechos a la honra y al
buen nombre, tiene derecho a que se actualice la información en torno suyo y a
rectificarla, de tal manera que cuando el banco de datos o archivo se niega a
hacerlo, estando obligado, viola abiertamente la Constitución Política, por lo
cual es procedente la tutela con el objeto de obtener que se someta, aun contra
su voluntad, a los preceptos superiores.
CADUCIDAD DEL
DATO
Los datos financieros
no permanecen de por vida. Cumplen una función informativa precaria, esto es,
durante un período razonable después de ocurridos los hechos reportados, y
desaparecen. Si se extendiera su registro más allá del término de caducidad,
perderían legitimidad y, por tanto, la actualización que puede reclamar el
interesado implica, en tal hipótesis, la obligación del banco de datos de
eliminar toda referencia a la información negativa caduca. Resulta claro que,
habiendo transcurrido más del doble del tiempo de la mora en todas las
obligaciones mencionadas en el registro y siendo éstas menores de un (1) año,
ha operado respecto de ellas la caducidad del dato y, por tanto, el registro
histórico debe desaparecer.
-Sala Quinta de Revisión-
Ref.: Expediente
T-53595
Acción de tutela
instaurada por JORGE HUMBERTO GUTIERREZ MONTEJO contra COMPUTEC S.A., División
DATACREDITO.
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los tres (3) días del mes de marzo de mil
novecientos noventa y cinco (1995).
Se revisan los
fallos proferidos en el asunto de la referencia por la Sala Civil del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Santa Fe de Bogotá y por la Sala de Casación
Civil de la Corte Suprema de Justicia.
I.
INFORMACION PRELIMINAR
La Compañía de
Financiamiento Comercial "CONFINANCIERA" otorgó al peticionario un
crédito para compra de vehículo y, por diversas circunstancias, el deudor
incurrió en mora en el pago de cuotas.
Ante este hecho, la
entidad crediticia le solicitó el cumplimiento de la obligación, la cual, según
lo narrado en la demanda, fue debidamente cancelada.
No obstante,
GUTIERREZ MONTEJO fue reportado a "DATACREDITO" como pagador
irregular o deudor moroso. No se tuvo en cuenta que el 22 de abril de 1992 la
propia institución financiera había enviado a la central de información una
nota en que le solicitaba "cambiar la novedad y adjetivo al crédito
No. 214807, el cual se encuentra cancelado".
Según el accionante,
solicitó un crédito al "CITIBANK" y otro a "LEASING
PORVENIR" del Banco de Bogotá. Ambos le fueron negados por figurar en
"DATACREDITO" como deudor incumplido.
El 24 de agosto de
1994, el actor solicitó a "DATACREDITO" retirar su nombre de la lista
de deudores morosos, toda vez que su obligación estaba extinguida.
Aseguró el
accionante que, al mantener el registro, "DATACREDITO" desconoció su
derecho fundamental al buen nombre, amparado por el artículo 15 de la Carta.
Por tal razón,
invocando el Habeas Data, solicitó que se ordenara a
"DATACREDITO" excluir su nombre de la lista mencionada y que se
condenara a dicha entidad al pago de indemnización por el daño que, a su
juicio, le fue causado.
II. DECISIONES
JUDICIALES
La Sala Civil del
Tribunal Superior de Distrito Judicial de Santa Fe de Bogotá, mediante fallo
del 23 de septiembre de 1994, decidió negar la tutela instaurada.
Se concluyó en la
Sentencia que el accionante, quien había cancelado su deuda, no aparecía
registrado como deudor moroso en los archivos de "Datacrédito",
motivo por el cual no era procedente otorgar el amparo por falta de objeto,
"puesto que no se puede ordenar la exclusión de un nombre de una lista en
donde no aparece".
En lo referente a la
solicitud de condena en perjuicios, expresó el Tribunal que, según el
expediente, la entidad demandada no actuó de manera arbitraria sino en
ejercicio de su objeto social, no prohibido por la ley.
Impugnada la
decisión, fue confirmada por la Corte Suprema de Justicia -Sala de Casación
Civil-, por Sentencia del 9 de noviembre de 1995.
La Corporación
ordenó la práctica de una inspección judicial a "Computec S.A.", con
miras a establecer la situación real del accionante. "Al ser accionada la
pantalla del respectivo computador con el número de cédula del actor, no
aparece en ella que éste permanezca registrado ahí exclusivamente como deudor
moroso de Confinanciera S.A., cual lo sostiene, sino que en ese archivo
histórico aparece toda la secuencia de su comportamiento frente a dicho acreedor,
pues al paso que se informa de la mora en que inicialmente incurrió en el pago
de las cuotas de amortización correspondientes a su obligación crediticia, está
registrado igualmente que con posterioridad él se puso al día y está a paz y
salvo por ese concepto, y que es dicha situación en la que se encuentra en la
actualidad, tal como lo informó Computec S.A. en su misiva al Tribunal".
III.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
La Corte es
competente para revisar las sentencias cuyo resumen antecede, en razón de lo
dispuesto por los artículos 86 y 241-9 de la Constitución y según las reglas
del Decreto 2591 de 1991.
Cabe la
rectificación de datos cuando mediante ellos se vulneran derechos fundamentales
El funcionamiento de
los bancos de datos y archivos informáticos -que corresponde al derecho de toda
persona a emitir y recibir informaciones (Artículo 20 C.P.) y que, en el campo
financiero, constituye valioso elemento para la preservación de las sanas
prácticas del crédito- no es incompatible con el respeto a los derechos
fundamentales de las personas a quienes se refieren los datos ni con la
efectiva aplicación de los preceptos que los garantizan.
Ha señalado esta
Corte:
"El derecho a
utilizar tales sistemas está nítidamente garantizado por la Constitución en su
artículo 20, a cuyo tenor toda persona tiene la libertad de informar y recibir
información veraz e imparcial. El artículo 333 eiusdem protege la libre
actividad económica y la iniciativa privada, en cuyo desarrollo se pueden
establecer sistemas de circulación de datos mediante los cuales se proteja el
interés de las empresas pertenecientes al sector evitando las operaciones
riesgosas.
Pero -claro está-
ninguno de tales derechos es absoluto y, por el contrario, tienen claras limitaciones
derivadas unas del interés colectivo y otras de los derechos fundamentales que
corresponden al individuo. Entre estos últimos se encuentran, por cuanto
respecta al tema que nos ocupa, los derechos a la intimidad y al buen nombre,
reconocidos a favor de toda persona en el artículo 15 de la Constitución".
(Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-110 del 18 de
marzo de 1993).
Este criterio ha
sido refrendado por la Sala Plena de la Corporación en los fallos SU-082 y
SU-089 del 1 de marzo último, al afirmar, en la materia objeto de esta
providencia, que el conflicto entre el derecho al buen nombre y el derecho a la
información se presenta cuando aquél se vulnera por la divulgación de ésta.
"Hay que partir
de la base -se manifestó en tales sentencias- de que la información debe
corresponder a la verdad, ser veraz, pues no existe derecho a divulgar
información que no sea cierta".
Esta misma Sala de
la Corte, en Sentencia T-094 del 2 de marzo de 1995, ha señalado lo siguiente:
"En cuanto a
los derechos a la honra y al buen nombre, resultan afectados cuando el banco de
datos recoge, maneja o difunde informaciones falsas o cuando, en el caso de las
verdaderas, lo sigue haciendo no obstante haber caducado el dato, según los criterios
de razonabilidad señalados por la doctrina constitucional.
Es claro que si la
información respectiva es falsa o errónea, no solamente se afectan los derechos
a la honra y al buen nombre de la persona concernida, sino que, precisamente
por el efecto multiplicador que tiene el informe negativo en las instituciones
receptoras de la información incorporada al banco de datos o archivo, resulta
notoriamente perjudicada en su actividad económica y en su situación
patrimonial. No se pierda de vista que un cierre del crédito puede provocar una
cadena de incumplimientos forzados, la incapacidad de contraer nuevas
obligaciones, la cesación de pagos y la quiebra.
He allí uno de los
más importantes fundamentos del HABEAS DATA, derecho autónomo y fundamental
plasmado en el artículo 15 de la Constitución, que permite a toda persona
conocer, actualizar y rectificar las informaciones que sobre ella hayan sido
consignadas en bancos de datos y en archivos de entidades públicas o privadas,
en defensa de sus derechos fundamentales a la intimidad, a la honra y al buen
nombre".
Resulta claro,
entonces, que en ejercicio del derecho al HABEAS DATA, que -se repite- es
autónomo y fundamental, la persona afectada por un dato falso o erróneo, que,
por tanto, lesiona sus derechos a la honra y al buen nombre, tiene derecho a
que se actualice la información en torno suyo y a rectificarla, de tal manera que
cuando el banco de datos o archivo se niega a hacerlo, estando obligado, viola
abiertamente la Constitución Política, por lo cual es procedente la tutela con
el objeto de obtener que se someta, aun contra su voluntad, a los preceptos
superiores.
La caducidad
del dato
Los bancos de datos
y las entidades financieras tienen derecho a la conservación, procesamiento y
circulación de informaciones de carácter económico, especialmente las
relacionadas con el cumplimiento de las obligaciones contraídas por los
deudores, a fin de evitar, merced al oportuno conocimiento, aumentar los
riesgos inherentes al crédito por la colocación de recursos en manos de quien
no exhibe una trayectoria de cumplimiento.
El ejercicio de este
derecho, que no corresponde a una sanción -pues ni el banco de datos ni
entidad financiera alguna gozan de jurisdicción ni competencia para imponer
sanciones (Cfr. Sentencia T-110 del 18 de marzo de 1993, SU-082 y SU-089 del 1º
de marzo, y T-094 del 2 de marzo de 1995)- está sustentado en el artículo 20 de
la Constitución Política.
Pero, claro está, no
siendo un derecho absoluto, encuentra sus límites en los derechos de las
personas afectadas por los datos, las cuales no pueden permanecer
indefinidamente registradas bajo un dato negativo que, hacia el futuro, les
niega el acceso al crédito y les causa graves perjuicios. Esto da lugar al derecho
al olvido, sostenido por esta Corte desde la Sentencia 414 del 6 de junio
de 1992, según el cual las informaciones negativas acerca de una persona no tienen
vocación de perennidad y en consecuencia, después de algún tiempo, deben
desaparecer totalmente del banco de datos respectivo.
La Corte
Constitucional ha entendido que es necesario armonizar tales derechos para
preservar el interés general implícito en el adecuado y oportuno cumplimiento
de las obligaciones, sin ocasionar la desprotección de la persona frente al
poder informático y sin prohijar el uso desmedido y desproporcionado del
derecho a la información, razón por la cual estima necesario reiterar que, por
una parte, se requiere una autorización del interesado para que las
centrales de datos dispongan de la información y la hagan circular, y, por
otra, deben existir unas reglas claras sobre la caducidad del dato.
Los datos
financieros no permanecen, entonces, de por vida. Cumplen una función
informativa precaria, esto es, durante un período razonable después de
ocurridos los hechos reportados, y desaparecen. Si se extendiera su registro
más allá del término de caducidad, perderían legitimidad y, por tanto, la
actualización que puede reclamar el interesado implica, en tal hipótesis, la
obligación del banco de datos de eliminar toda referencia a la información
negativa caduca.
Como el legislador,
quien debe hacerlo mediante ley estatutaria, no ha expedido la norma que
establezca los términos de caducidad del dato -el proyecto que se había
aprobado se declaró inexequible por razones de forma, según Sentencia C-008 del
17 de enero de 1995-, corresponde a la doctrina constitucional fijar las pautas
para establecer en cada caso si se justifica la permanencia del dato.
Por ello, ha
señalado la Corte en sentencias números SU-082 y SU-089 del 1º de marzo de
1995:
"Como se ha
visto, el deudor tiene derecho a que la información se actualice, a que ella
contenga los hechos nuevos que le beneficien.
Y, por lo mismo,
también hacia el pasado debe fijarse un límite razonable, pues no sería lógico
ni justo que el buen comportamiento de los últimos años no borrara, por así
decirlo, la mala conducta pasada.
¿Qué ocurre en este
caso?. Que el deudor, después de pagar sus deudas, con su buen comportamiento
por un lapso determinado y razonable ha creado un buen nombre, una buena fama,
que en tiempos pasados no tuvo.
Corresponde al
legislador, al reglamentar el habeas data, determinar el límite temporal
y las demás condiciones de las informaciones. Igualmente corresponderá a esta
Corporación, al ejercer el control de constitucionalidad sobre la ley que
reglamente este derecho, establecer si el término que se fije es razonable y si
las condiciones en que se puede suministrar la información se ajustan a la
Constitución.
Es claro, pues, que
el término para la caducidad del dato lo debe fijar, razonablemente, el
legislador.
Pero, mientras no lo
haya fijado, hay que considerar que es razonable el término que evite el abuso
del poder informático y preserve las sanas prácticas crediticias, defendiendo
así el interés general.
En este orden de
ideas, sería irrazonable la conservación, el uso y la divulgación informática
del dato, si no se tuviera en cuenta la ocurrencia de todos los siguientes
hechos:
a) Un pago
voluntario de la obligación;
b) Transcurso de un
término de dos (2) años, que se considera razonable, término contado a partir
del pago voluntario. El término de dos (2) años se explica porque el deudor,
al fin y al cabo, pagó voluntariamente, y se le reconoce su cumplimiento,
aunque haya sido tardío. Expresamente se exceptúa el caso en que la mora haya
sido inferior a un (1) año, caso en el cual, el término de caducidad será igual
al doble de la misma mora; y,
c) Que durante el
término indicado en el literal anterior, no se hayan reportado nuevos
incumplimientos del mismo deudor, en relación con otras obligaciones.
Si el pago se ha
producido en un proceso ejecutivo, es razonable que el dato, a pesar de ser
público, tenga un término de caducidad, que podría ser el de cinco (5) años,
que es el mismo fijado para la prescripción de la pena, cuando se trata de
delitos que no tienen señalada pena privativa de la libertad, en el Código
Penal. Pues, si las penas públicas tienen todas un límite personal, y aun el
quebrado, en el derecho privado, puede ser objeto de rehabilitación, no se vé
por qué no vaya a tener límite temporal el dato financiero negativo. Ahora,
como quiera que no se puede perder de vista la finalidad legítima a la que
sirven los bancos de datos financieros, es importante precisar que el límite
temporal mencionado no puede aplicarse razonablemente si dentro del mismo
término ingresan otros datos de incumplimiento y mora de las obligaciones del
mismo deudor o si está en curso un proceso judicial enderezado a su
cobro".
Caso concreto
.
En el presente caso
se encuentra que, como pudo comprobarlo el Magistrado Ponente de la Sala de
Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia (Diligencia de inspección
judicial llevada a cabo el 8 de noviembre de 1994, Folio 16 del expediente), en
la pantalla de DATACREDITO está registrada la siguiente información sobre el
deudor GUTIERREZ MONTEJO:
"Aparece una
tarjeta de Crédito Diners (004321) No. 365386268810040000 con fecha de apertura
febrero de 1979 y vencimiento febrero de 1996. Según última novedad de
septiembre de 1994 el accionante tuvo 3 moras de 30 días en el manejo de la
misma y actualmente se encuentra al día. El vector muestra que estas moras no
sucedieron en el último año. Le aparece además una cartera de financiamiento
comercial con Confinanciera (180004) No. 214807000000000000, fecha de apertura
julio de 1989 y vencimiento junio de 1994, según última novedad de agosto de
1991 tiene cartera recuperada es decir tuvo moras superiores a 120 días y
posteriormente fue cancelada la deuda quedando a paz y salvo con la entidad. El
vector muestra que se generaron dos moras en el año 91. En relación al último
dato se generó un reclamo a la entidad por encontrarse el interesado en
desacuerdo. La entidad, es decir Confinanciera, rectificó el dato ya descrito.
Igualmente aparecen cuatro consultas a la base de datos con relación al señor
Gutiérrez Montejo. Dos de ellas por parte de DATACREDITO (001857) y las dos
restantes por tarjeta de Crédito del Banco Nacional del Comercio o Banco Caldas
(020007) y Cartera del Citibank (050046)".
Según la funcionaria
de DATACREDITO que atendió la inspección judicial, la información que se
suministra a los clientes de la Base de Datos es invariablemente "la que
se dejó señalada arriba en esta diligencia".
La Corte encuentra,
pues, que en la actualidad el señor GUTIERREZ está registrado en DATACREDITO
con un dato histórico de agosto de 1991, referido a la mora en que incurrió con
la firma "CONFINANCIERA" por 120 días y que la obligación ya fue
cancelada; que respecto a la tarjeta de crédito "DINERS" aparece
registrado desde septiembre de 1994, en donde -de acuerdo con el dato- tuvo 3
moras de 30 días y actualmente se encuentra al día. Igualmente se muestran dos
moras del año 91, sin especificar el tiempo de las mismas.
También se registra
que el Citibank efectuó una consulta al banco de datos, lo cual coincide con lo
afirmado en la demanda en el sentido de que dicha entidad financiera negó al
peticionario un crédito por la suma de cuatro millones de pesos.
Es claro, entonces,
que, si bien los datos corresponden a hechos ciertos, subsisten todavía,
después de un tiempo razonable, y que han causado al demandante el cierre del
crédito pese a encontrarse a paz y salvo con las entidades financieras de las
cuales fue deudor moroso.
Según nota de
CONFINANCIERA del 22 de abril de 1994, el crédito con dicha entidad "se
encuentra cancelado" (Folio 2 del Expediente).
Aplicando los
criterios trazados por la Sala Plena, resulta claro que, habiendo transcurrido
más del doble del tiempo de la mora en todas las obligaciones mencionadas en el
registro y siendo éstas menores de un (1) año, ha operado respecto de ellas la
caducidad del dato y, por tanto, el registro histórico debe desaparecer.
DECISION
Con fundamento en
las consideraciones precedentes, la Sala Quinta de Revisión de la Corte
Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución,
RESUELVE:
Primero.- REVOCAR la Sentencia proferida por la
Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia el 9 de noviembre de
1994, mediante la cual se confirmó la del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Santa Fe de Bogotá del 23 de septiembre del mismo año, que había
negado la tutela impetrada.
Segundo.- Puesto que ha operado la caducidad de
los datos financieros negativos respecto del solicitante, JORGE HUMBERTO
GUTIERREZ MONTEJO, C. de C. 17.195.223 de Bogotá, ORDENASE a "COMPUTEC
S.A.-DIVISION DATACREDITO" que, en un término no superior a las cuarenta y
ocho (48) horas contadas a partir de la notificación de esta Sentencia, ELIMINE
de manera definitiva y completa cualquier forma de registro de dichos datos
negativos en cuanto al peticionario.
Tercero.- Será responsable del cabal y completo
cumplimiento de esta providencia el señor GERMAN VILLARREAL SILVA,
representante legal de "COMPUTEC S.A.", a quien se le notificará
personalmente.
Cuarto.- El desacato a lo ordenado por esta
Sentencia se sancionará en la forma prevista por los artículos 52 y 53 del
Decreto 2591 de 1991.
Quinto.- LIBRESE la comunicación prevista en el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado
ALEJANDRO MARTINEZ
CABALLERO
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
317 | T-098-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-098/95
VIOLENCIA
INTRAFAMILIAR
Las relaciones
familiares se basan en la igualdad de derechos y deberes de la pareja y en el
respeto recíproco entre todos sus integrantes. Cualquier forma de violencia se
considera destructiva de su armonía y unidad y será sancionada conforme a la
ley.
MALTRATO
CONYUGAL/DERECHO A LA INTEGRIDAD PERSONAL/IGUALDAD DE SEXOS
Los principios
constitucionales resultan flagrantemente desconocidos cuando uno de los
cónyuges o compañeros permanentes ataca físicamente al otro, pues ello no sólo
significa agravio -el que ya de por sí, aunque fuera puramente verbal,
quebrantaría la regla del recíproco respeto que se deben los esposos- sino que
repercute en la esfera de la integridad física y moral de la persona atacada e
inclusive pone en peligro su vida". El derecho a no ser agredido y el
correlativo deber de no atacarse son reconocidos y exigidos simultáneamente a
ambos cónyuges o compañeros, independientemente de su sexo, pues los artículos
42 y 43 de la Constitución proclaman la igualdad del hombre y la mujer en
deberes y derechos.
PADRES DE FAMILIA-Obligaciones con los hijos
La conservación
del vínculo matrimonial o de la convivencia es asunto que atañe de modo
exclusivo a las relaciones entre los cónyuges o compañeros y normalmente es la
conducta de ellos mismos la que da lugar a las confrontaciones que terminan
poniendo fin a la vida en común, por lo cual resulta a todas luces injusto que
sean los hijos, principales víctimas de las desavenencias entre sus padres, los
que reciban el peso de los graves perjuicios que la situación comporta. Así, la
separación entre los padres no es excusa para el desconocimiento de las
aludidas obligaciones.
ALIMENTOS/ACCION
DE TUTELA-Improcedencia/MEDIO
DE DEFENSA JUDICIAL
No cabe la acción
de tutela para obtener que quien debe alimentos cumpla con su obligación, pues
la Constitución ha excluído el amparo cuando existen otros medios de defensa
judicial. En el asunto materia de revisión del material probatorio se desprende
con entera claridad que la sindicación de incumplimiento de los deberes del
padre es actualmente infundada y existen otros medios de defensa judicial, que
inclusive han sido utilizados y han dado lugar a procesos en curso, a la vez
que no ha podido establecerse la existencia de un perjuicio irremediable que
amerite la concesión de la tutela transitoria.
JUEZ DE TUTELA-Límites
Las atribuciones
del juez de tutela no encierran la posibilidad de que éste invada la órbita
autónoma del juez de conocimiento cuando sobre los mismos puntos objeto de
debate ya hay procesos en curso.
-Sala Quinta de Revisión-
Ref.: Expediente
T-50862
Acción de tutela
instaurada por CAROLINA y LINA TATIANA TORRES REY contra ORLANDO TORRES SIERRA.
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los tres (3) días del mes de marzo de mil
novecientos noventa y cinco (1995).
Se revisan los
fallos proferidos por la Sala de Decisión Penal del Tribunal Superior de Santa
Fe de Bogotá y por la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia,
al resolver sobre la acción de tutela en referencia.
I. INFORMACION
PRELIMINAR
Por conducto del
Personero de Santa Fe de Bogotá, quien actuó invocando el artículo 99, numeral
4º, del Decreto-Ley 1421 de 1993 y las resoluciones 001 y 004 del 2 y 20 de
abril de 1992, proferidas por el Defensor del Pueblo, las menores CAROLINA y
LINA TATIANA TORRES REY ejercieron acción de tutela en contra de su padre,
ORLANDO TORRES SIERRA, por cuanto, según la demanda, ha amenazado y vulnerado
sus derechos fundamentales a la vida, la integridad personal, la salud y la
educación.
Las niñas son hijas
del matrimonio celebrado entre el demandado y la señora MARIA ISABEL CRISTINA
REY RINCON.
De acuerdo con la
demanda, el padre de las menores "las abandonó desde el 10 de diciembre de
1991, después de que su señora esposa lo encontró en relación inmoral con su
secretaria, LILIA GARNICA AGUILAR, que en este día llegó a la casa y se llevó
todo lo que encontró a su paso, inclusive joyas y ropa perteneciente a la
señora MARIA ISABEL CRISTINA REY RINCON".
Dice después la
Personería que, desde la indicada fecha, el demandado dejó de cumplir sus
obligaciones en materia económica, abandonando a las niñas en lo referente a
alimentos, colegio, vestido y demás gastos de manutención, en contra de lo
pactado ante el Juzgado Sexto de Familia el 29 de junio de 1993, dentro del
proceso de separación de cuerpos de los esposos Torres-Rey.
Tanto las menores
como la madre consideran que lo pactado mediante la conciliación es lesivo para
ellas, pues no se relacionaron todos los bienes habidos en la sociedad conyugal
y por cuanto se dejó a la cónyuge encargada de las niñas con una suma muy baja
para el sustento de sus hijas, dado el modus vivendi a que estaban
acostumbradas hasta el momento de la separación. El padre quedó con la
totalidad de las cuotas de interés social de dos compañías y con un
apartamento.
En la demanda se
afirmó que, ante el incumplimiento de lo acordado, las menores pasan muchas
necesidades de carácter económico y que, inclusive, tienen problemas en sus
estudios y se ha trastornado su vida normal.
Dijeron también las
solicitantes que el demandado las maltrata física y sicológicamente,
golpeándolas, humillándolas y amenazándolas y que igual trato reciben de las
amigas de su padre y de personas cercanas a él; que ha tratado de llevar a su
madre, MARIA CRISTINA REY RINCON, a una clínica de reposo a la fuerza, pues
atribuye a ella y a las niñas un estado de anormalidad mental; que necesitan
tratamiento siquiátrico, al cual no han podido acceder por falta de dinero; que
una de ellas -Carolina- necesita de una operación por problemas respiratorios,
la cual tampoco ha sido posible efectuar dada la escasez de recursos; que, por
falta de pago oportuno de las pensiones, los colegios retienen sus notas.
También expresó la
demanda que los padres de las menores, desde el momento de su separación, no
han cesado de enfrentarse y ofenderse, iniciando a la vez acciones penales y
civiles, "en una guerra judicial sin fin en la que única y exclusivamente
han sido perjudicadas sus menores hijas".
Señaló el Personero
que en el Juzgado 32 Penal Municipal cursa actualmente un proceso por
inasistencia alimentaria, iniciado por MARIA CRISTINA REY RINCON contra ORLANDO
TORRES SIERRA.
Igualmente, destacó
que en el Juzgado 32 Civil del Circuito ORLANDO TORRES promovió un proceso
ejecutivo por obligación de hacer en contra de MARIA ISABEL REY, a favor de la
cual se declaró el amparo de pobreza y se le nombró una apoderada, pero que se
ordenó el secuestro y embargo de los inmuebles, uno de ellos el apartamento en
donde actualmente residen las menores con su acudiente.
Las niñas -expresa
la demanda- han llegado al extremo de sentir miedo y temor ante la presencia de
su padre, siendo su deseo el de no saber nada más de él.
Se pidió al juez de
tutela obligar al demandado a cumplir lo pactado en la audiencia de
conciliación; ordenarle que se abstenga de ejercer, por sí o por interpuesta
persona, cualquier presión o amenaza sobre su cónyuge o sus hijas; ordenar a
las autoridades de policía correspondientes que vigilen la conducta personal
del demandado para que con su comportamiento no afecte los derechos
fundamentales de las menores y de la cónyuge.
II LAS DECISIONES
JUDICIALES MATERIA DE REVISION
La Sala Penal del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Fe de Bogotá, mediante
sentencia del 6 de septiembre de 1994, resolvió declarar improcedente la acción
de tutela instaurada.
En cuanto al punto
que toca con la presunta inasistencia alimentaria que están padeciendo las
menores hijas del demandado, el Tribunal puso de relieve que existe un proceso
penal en curso por tal motivo y que a él ya fue vinculado el señor Torres
Sierra. Agregó que, más aún, la última mensualidad por concepto de alimentos
fue cubierta con título judicial a la orden de tal Despacho por la suma de
cuatrocientos mil pesos.
Según la Sentencia,
"esta circunstancia nos está demostrando de tajo que no es cierta la
afirmación reiterada de las menores y que también evoca el accionante, en
cuanto que están literalmente sin ningún recurso para alimentarse. Igual
acontece con el pago de pensiones y con los servicios de salud; el accionante
adjuntó recibos actualizados con los que prueba estar cumpliendo en la actualidad,
luego ningún sustento veraz acompaña las narraciones de las presuntas
afectadas".
En lo relativo a las
posibles presiones sicológicas ejercidas por el padre hacia las hijas, se ha
establecido -dijo el Tribunal- que por esos supuestos hechos ya la madre promovió
investigación penal, la cual también está en curso.
Terminó diciendo el
Tribunal que lo anterior "resulta suficiente para concluir sin equívoco
que la acción instaurada es en absoluto improcedente, no sólo porque algunos de
los hechos riñen con la verdad, sino por la potísima razón de que hay procesos
penales en curso y es en ellos donde corresponde tomar las determinaciones de
fondo en torno a la conducta del señor TORRES SIERRA, no siendo posible acudir
al amparo para adelantar juicios y menos aún determinaciones de exclusiva
competencia de otras autoridades".
Al margen de la
improcedencia, la Sala manifestó que no podía permanecer estática frente a las
situaciones descritas en este plenario. A su juicio, los padres en conflicto
"se han llevado de rastra la formación y la integridad de las menores, al
punto que ellas han sido conducidas a los estrados judiciales en forma
acomodaticia y verdaderamente reprochable".
Agregó que por lo
menos resultaba injusto el que la madre cohonestara la pretensión de tutela
bajo el argumento de carencia total y absoluta de alimentos, "cuando el
padre obligado acaba de hacer consignación de la mensualidad correspondiente al
mes de agosto y por la suma de cuatrocientos mil pesos, que, según se dice, fue
justamente la que ella concilió ante la jurisdicción de familia".
Se preguntó luego el
Tribunal:
"¿Cómo se viene
a hablar de presiones sicológicas, de tratos denigrantes, cuando las niñas
supuestamente víctimas se dirigen por escrito a su padre con improperios y
reproches de gran calibre, que hasta se podría decir que no son propios de unas
hijas? Otro tanto ocurre con la asistencia médica que se reclama; probado está
que las interesadas poseen una afiliación al servicio "Colsanitas",
el cual está siendo cubierto por el padre".
Impugnada la
Sentencia, fue confirmada por la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de
Justicia, en fallo del 12 de octubre de 1994.
En relación con la
solicitud de que se obligara al demandado a cumplir con lo pactado en la
audiencia de conciliación celebrada con su ex-cónyuge, precisó la Corte Suprema
que, si bien en determinadas circunstancias el amparo puede proceder para que se
cumpla una sentencia judicial, si como consecuencia del incumplimiento se
violan derechos fundamentales, no es menos cierto que ello sólo es posible
cuando no existe otro medio idóneo para lograrlo, es decir, si el ordenamiento
jurídico no exige determinada actuación para obtener el fin que se pretende.
Esto porque la acción prevista por el artículo 86 de la Constitución no ha sido
consagrada para reemplazar los trámites procesales que la ley señala en
desarrollo del debido proceso, para alcanzar determinados fines de acuerdo con
la naturaleza y contenido de los derechos en disputa.
Es claro -afirmó la
providencia- que las menores demandantes han tenido y aún tienen a su alcance
los mecanismos judiciales eficaces para lograr la protección de los derechos esenciales
que estiman vulnerados por la omisión que le atribuyen a su progenitor, como
son ajustar la cuota alimentaria y adelantar la demanda ejecutiva de alimentos.
Por ello -dedujo- es
incuestionable que ante la existencia de los medios de defensa, ágiles y
eficaces, por expreso mandato del artículo 6-1 del Decreto 2591 de 1991, la
tutela es improcedente, con mayor razón frente a procesos en curso donde se
debaten los mismos derechos que ahora se pretenden con su ejercicio.
Además -añadió la
Corte Suprema- no se demuestra una violación o amenaza para los derechos
reclamados, que haga posible la tutela como mecanismo transitorio, lo cual
únicamente es factible en presencia de inminente e irremediable perjuicio, dada
la situación económica en que se encuentran las menores.
En cuanto al
cumplimiento de sus obligaciones por parte del demandado, el fallo de segunda
instancia reiteró lo sustentado por el Tribunal y anotó que la acción de tutela
no puede utilizarse para mantenerse en un "status" social
alto, como el que venían disfrutando las menores, "pues sin desconocer que
es obligación ineludible de los padres suministrar todo lo indispensable para
el sustento, habitación, vestido, asistencia médica, recreación, formación
integral, educación de los hijos a quienes por mandato de ley ello se debe, de
este reclamo han venido conociendo las autoridades civiles y de familia
competentes, a las cuales habrá de acudirse para pretender los ajustes que se
estiman de rigor".
Expresó la Corte
Suprema que, no obstante ser cierto el deterioro ostensible en las relaciones
de la familia Torres Rey como consecuencia de la separación de sus padres, no
se acreditó en el proceso una actualidad en el acusado trato desmedido entre
estos protagonistas.
Por ello, expuso:
"Si la acción
de tutela se contrae a la protección de los derechos constitucionales
fundamentales, afectados de modo inminente, lo cual explica la necesidad de
demandar del juez una declaración judicial que contenga una o varias órdenes de
efectivo e inmediato cumplimiento, es claro que frente a situaciones de hecho
ampliamente superadas, esa vulneración o amenaza desaparece y, como
consecuencia, de conformidad con lo previsto por el artículo 6-4 del Decreto
2591 de 1991, se hace improcedente el amparo".
III. CONSIDERACIONES
DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
Esta Corte es
competente para revisar los fallos de la referencia, puesto que así lo disponen
los artículos 86 y 241, numeral 9, de la Constitución Política y el Decreto
2591 de 1991.
Obligaciones
económicas y morales de los padres
La familia, como
institución básica de la sociedad (artículos 5 y 42 C.P.), es considerada por
el Ordenamiento Constitucional como elemento esencial de convivencia y factor
insustituíble del progreso colectivo, motivos por los cuales es necesario
centro de la atención y la actividad estatales y objeto de protección jurídica
por excelencia.
La Corte estima
pertinente ratificar, en torno a la importancia del núcleo familiar y a la
normativa fundamental acerca de ella, lo siguiente:
"La familia,
ámbito natural y propicio para el desarrollo del ser humano, merece la
protección especial y la atención prioritaria del Estado, en cuanto de su
adecuada organización depende en gran medida la estable y armónica convivencia
en el seno de la sociedad. Es la comunidad entera la que se beneficia de las
virtudes que se cultivan y afirman en el interior de la célula familiar y es
también la que sufre grave daño a raíz de los vicios y desórdenes que allí
tengan origen.
Fácil es entender
que lo aprendido en el hogar se proyecta necesariamente en las etapas
posteriores de la vida del individuo, cuyos comportamientos y actitudes serán
siempre el reflejo del conjunto de influencias por él recibidas desde la más
tierna infancia. El ambiente en medio del cual se levanta el ser humano incide
de modo determinante en la estructuración de su personalidad y en la formación
de su carácter". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Plena. Sentencia C-371
del 25 de agosto de 1994".
Esta misma Sala se
pronunció así sobre el particular:
"Es claro que
toda manifestación de violencia causa necesariamente un daño, casi siempre
irreparable, en el seno del hogar, pues aparte de las consecuencias materiales
que apareja el acto violento en lo que respecta a la integridad de las
personas, lesiona gravemente la estabilidad de la familia, ocasiona rupturas
entre sus miembros, interrumpe la paz y el sosiego domésticos y afecta
particularmente el desarrollo sicológico de los menores, inoculando perniciosas
tendencias hacia comportamientos similares.
Es por ello que, a
la luz de la Constitución, las relaciones familiares se basan en la igualdad de
derechos y deberes de la pareja y en el respeto recíproco entre todos sus
integrantes. Cualquier forma de violencia se considera destructiva de su
armonía y unidad y será sancionada conforme a la ley.
Los niños, según el
artículo 44 de la Carta, tienen derecho a gozar de una familia, al cuidado, el
amor y la educación, y a ser protegidos contra toda expresión de violencia
física o moral.
Los principios
constitucionales en la materia resultan flagrantemente desconocidos cuando uno
de los cónyuges o compañeros permanentes ataca físicamente al otro, pues ello
no sólo significa agravio -el que ya de por sí, aunque fuera puramente verbal,
quebrantaría la regla del recíproco respeto que se deben los esposos- sino que
repercute en la esfera de la integridad física y moral de la persona atacada e
inclusive pone en peligro su vida".
(...)
Debe insistirse en
que el derecho a no ser agredido y el correlativo deber de no atacarse son
reconocidos y exigidos simultáneamente a ambos cónyuges o compañeros,
independientemente de su sexo, pues los artículos 42 y 43 de la Constitución
proclaman la igualdad del hombre y la mujer en deberes y derechos.
Lo propio puede
afirmarse del tipo de unión -matrimonial o de hecho-, pues una y otra están
igualmente bajo el amparo de la Constitución Política como formas lícitas de
dar origen a la familia. (Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de Revisión.
Sentencia T-487 del 2 de noviembre de 1994).
Para la Corte es
evidente que el sistema jurídico, colombiano está edificado, entre otros, sobre
el supuesto de que la familia -y, dentro de ella, los responsables de su
conducción, que son los padres- juega papel decisivo e irremplazable en el
proceso de transformación social intentado por la Carta Política de 1991, uno
de cuyos fundamentos reside en la dignidad de la persona humana y en la plena
realización de las garantías y derechos fundamentales que se le reconocen.
Según el artículo 42
de la Constitución, el Estado y la sociedad garantizan la protección integral
de la familia.
Los niños -dice el
artículo 44 ibidem- tienen entre sus derechos fundamentales la salud, la
alimentación equilibrada, la educación, la cultura y la recreación. La misma
norma dispone que serán protegidos contra toda forma de abandono. Añade que la
familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y proteger al
niño para garantizar su desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de
sus derechos. Cualquier persona puede exigir de la autoridad competente su
cumplimiento y la sanción de los infractores.
Resulta claro, por
otra parte, que la condición de padre o madre implica necesariamente una
responsabilidad ineludible, que tiene por fundamentos los enunciados principios
constitucionales y que se hace exigible de acuerdo con la ley, en la cual se
definen el alcance y las características de las obligaciones que por tal hecho
contraen los progenitores y se contemplan los mecanismos para hacerlas
efectivas así como las sanciones aplicables.
Dejar a los menores
desprotegidos, por incumplimiento de las obligaciones que se desprenden de la
paternidad, implica grave atentado contra sus derechos básicos, compromete su
subsistencia y afecta su normal desarrollo personal y su educación, motivos que
ha tenido en cuenta el legislador colombiano para establecer no solamente
responsabilidades de índole civil, a partir del principio de que se deben alimentos
a ciertas personas, especialmente en consideración a los vínculos de sangre,
sino sanciones penales aplicables a los padres que desatienden esta clase de
compromisos.
Las
obligaciones hacia los hijos no dependen de la vigencia del vínculo matrimonial
ni de la convivencia entre los padres
La Corte considera
que, si bien el ideal de la familia es la armonía, la comprensión y el
entendimiento que permitan la estabilidad y la convivencia entre esposos o
compañeros, la ruptura de ese estado, que casi siempre obedece a conflictos
internos de la pareja, no debe implicar la desprotección de los hijos y en
manera alguna puede concebirse como excusa para que los padres desatiendan las
obligaciones de orden material y moral que han asumido frente a sus hijos.
La conservación del
vínculo matrimonial o de la convivencia es asunto que atañe de modo exclusivo a
las relaciones entre los cónyuges o compañeros y normalmente es la conducta de
ellos mismos la que da lugar a las confrontaciones que terminan poniendo fin a
la vida en común, por lo cual resulta a todas luces injusto que sean los hijos,
principales víctimas de las desavenencias entre sus padres, los que reciban el
peso de los graves perjuicios que la situación comporta.
Así, pues, la
separación entre los padres no es excusa para el desconocimiento de las
aludidas obligaciones.
Esa es la razón para
que la ley tenga previsto que, por acuerdo de las partes o por decisión
judicial, cuando se hace inevitable la separación, deban quedar claramente
establecidas las prestaciones a cargo de los separados y en favor de los hijos,
según sus capacidades económicas.
El incumplimiento de
tales acuerdos y decisiones debe ser objeto de sanción y para ello han sido
previstos los mecanismos judiciales idóneos.
Por ello, en
principio, no cabe la acción de tutela para obtener que quien debe alimentos
cumpla con su obligación, pues la Constitución ha excluído el amparo cuando
existen otros medios de defensa judicial. Caso diferente sería el de un
perjuicio irremediable claramente probado, pues entonces cabría la tutela como
mecanismo transitorio para proteger los derechos a la vida, a la salud y a la
educación u otros que resultaren afectados por el incumplimiento.
El caso
concreto. Improcedencia de la tutela
En el asunto materia
de revisión la Corte Constitucional encuentra justificados los motivos que
llevaron al Tribunal y a la Corte Suprema de Justicia a negar la protección
solicitada, no solamente porque del material probatorio se desprende con entera
claridad que la sindicación de incumplimiento de los deberes del padre es
actualmente infundada sino por cuanto existen otros medios de defensa judicial,
que inclusive han sido utilizados y han dado lugar a procesos en curso, a la
vez que no ha podido establecerse la existencia de un perjuicio irremediable
que amerite la concesión de la tutela transitoria.
También se deduce de
la documentación conocida que en este caso se ha distorsionado la acción de
tutela, haciéndole perder su genuino cometido y aprovechándola
inescrupolosamente como arma de retaliación y presión entre los antiguos
esposos.
Para la Corte es
grave que se haya manipulado el argumento de los derechos de las niñas para
propiciar incluso la animadversión de éstas hacia el padre y la falta del debido
respeto que a él le deben, lo cual resulta patente en algunos de los escritos
firmados por las menores.
Del extenso material
probatorio no resulta acreditado que TORRES SIERRA haya maltratado física o
moralmente a las niñas ni a la madre de éstas.
Finalmente, la Corte
debe reiterar su jurisprudencia en torno a las atribuciones del juez de tutela,
que no encierran la posibilidad de que éste invada la órbita autónoma del juez
de conocimiento cuando sobre los mismos puntos objeto de debate ya hay procesos
en curso:
"El principio
democrático de la autonomía funcional del juez, hoy expresamente
reconocido en la Carta Política, busca evitar que las decisiones judiciales
sean el resultado de mandatos o presiones sobre el funcionario que las adopta.
Aún cuando el superior jerárquico debe efectuar el estudio de una sentencia
apelada o consultada (artículo 31 de la Constitución), aquél no está autorizado
por las disposiciones sobre competencia funcional para impartir órdenes a su
inferior respecto al sentido del fallo, sino que, en la hipótesis de hallar
motivos suficientes para su revocatoria, debe sustituir la providencia dictada
por la que estima se ajusta a las prescripciones legales pero sin imponer su
criterio personal en relación con el asunto controvertido. De ningún modo se
podría preservar la autonomía e independencia funcional de un juez de la
República si la sentencia por él proferida en un caso específico quedara
expuesta a la interferencia proveniente de órdenes impartidas por otro juez
ajeno al proceso correspondiente, probablemente de especialidad distinta y,
además, por fuera de los procedimientos legalmente previstos en relación con el
ejercicio de recursos ordinarios y extraordinarios". (Cfr. Corte
Constitucional. Sala Plena. Sentencia C-543 del 1º de octubre de 1992).
Se confirmarán las
sentencias objeto de examen.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
Primero.- CONFIRMAR en todas sus partes las
sentencias proferidas por la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Santa Fe de Bogotá y por la Sala de Casación Civil de la Corte
Suprema de Justicia los días 6 de septiembre y 12 de octubre de 1994.
Segundo.- LIBRESE la comunicación prevista en el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA
VERGARA ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
318 | T-099-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-099/95
NOTIFICACION/DEBIDO
PROCESO
La notificación
en debida forma asegura que la persona a quien concierne una determinación se
halla enterada de su sentido y define simultáneamente -con fecha cierta- en qué
momento ha tenido lugar la transmisión oficial de la respectiva información. Se
asegura, entonces, no solamente que, conocida la decisión de que se trata,
podrá el afectado hacer uso de los medios jurídicamente idóneos para la
salvaguarda de sus intereses, sino que se preserva la continuidad del trámite
judicial o administrativo correspondiente, pues la fecha de la notificación
define los términos preclusivos dentro de los cuales podrá el notificado
ejecutar los actos a su cargo. Resultan, por tanto, realizados el valor de la
seguridad jurídica y los principios procesales de celeridad y economía.
SILENCIO
ADMINISTRATIVO POSITIVO
El silencio
administrativo positivo no requiere de un reconocimiento expreso de la
Administración en el sentido de que ha tenido lugar, pues para hacerlo valer es
suficiente protocolizar la constancia o copia de la presentación de la
solicitud junto con la declaración jurada del peticionario en el sentido de que
no se le ha notificado decisión dentro del término previsto, debe repararse en
que, en la materia que nos ocupa, existe una norma especial, aplicable al caso
en estudio, a cuyo tenor la Administración debe declarar, de oficio o a
petición de parte, que por el transcurso del aludido año sin resolver, el
recurso de reconsideración se entiende resuelto a favor del contribuyente.
DERECHO DE
PETICION-Vulneración
La vulneración
del derecho fundamental de petición resulta incontrovertible en este caso no
solamente por el transcurso del tiempo -pues desde el momento en que se formuló
la petición hasta la fecha de la demanda de tutela no se había resuelto- sino
por las posteriores actuaciones de la Administración, que procedieron como si
el acto materia del recurso de reconsideración estuviera en firme (punto que se
hallaba pendiente de resolver precisamente a partir de la definición sobre si
había operado el silencio administrativo positivo), ordenando la ejecución
forzosa de obligaciones tributarias cuya cuantía era discutida.
-Sala Quinta de Revisión-
Ref.: Expediente
T-50424
Acción de tutela
instaurada por "PUBLICIDAD TEA LTDA" contra ADMINISTRACION LOCAL DE
IMPUESTOS Y ADUANAS NACIONALES DE MEDELLIN.
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los tres (3) días del mes de marzo de mil
novecientos noventa y cinco (1995).
Se revisan los
fallos proferidos en el asunto de la referencia por el Tribunal Administrativo
de Antioquia, Sección Segunda, y por la Sección Quinta de la Sala de lo
Contencioso Administrativo del Consejo de Estado.
I. INFORMACION PRELIMINAR
La sociedad
comercial denominada "PUBLICIDAD TEA LTDA", domiciliada en Medellín,
ejerció acción de tutela contra la Administración Local de Impuestos y Aduanas
Nacionales de esa ciudad, por considerar vulnerados sus derechos fundamentales
de habeas data y de petición (artículos 15 y 23 de la Constitución).
Siguiendo el relato
de la demanda, el 21 de abril de 1994, en ejercicio del derecho de petición en
interés particular y de conformidad con lo dispuesto en el artículo 734 del
Estatuto Tributario, la mencionada compañía solicitó a la División Jurídica de
la Administración de Impuestos y Aduanas Nacionales de Medellín que se
declarara que el recurso de reconsideración interpuesto contra una liquidación
oficial de corrección aritmética se entendía fallado en favor del recurrente
por haber transcurrido el término que tenía la administración para resolverlo sin
que se le hubiera notificado acto alguno que lo decidiera.
Expuso que contra la
señalada liquidación oficial (del 28 de abril de 1992) se había interpuesto el
recurso de reconsideración el 26 de junio del mismo año.
Según la sociedad
accionante, el 26 de junio de 1993 precluyó el término que tenía la
administración para resolverlo, de conformidad con lo dispuesto en el artículo
732 del Estatuto Tributario.
El 30 de julio de
1992, se profirió un auto inadmisorio del recurso de reconsideración. Esta decisión
fue notificada por edicto entre los días 18 y 31 de agosto de 1993.
A juicio de la
compañía, dicha notificación no podía producir ningún efecto legal por no
haberse intentado la notificación personal, lo cual es requisito indispensable
para la procedencia y validez de la notificación por edicto (artículo 726 del
Estatuto Tributario).
La notificación por
edicto -estimó la demandante- es subsidiaria de la personal. Sólo es pertinente
practicarla si el interesado no acude a recibir la notificación personal.
"Lo anterior
-agregó- quiere decir que es imprescindible que al recurrente se le cite para
la diligencia de notificación personal para que se pueda hacer uso del
mecanismo subsidiario de notificación por edicto".
Sostuvo que en el
asunto controvertido la sociedad recurrente nunca recibió la citación para
notificación, a pesar de que, según se pudo constatar en el expediente
respectivo, dicha citación fue elaborada pero no remitida.
Dijo que, al no
haber producido ningún efecto el auto inadmisorio, la administración debió
resolver el recurso de reconsideración el 26 de junio de 1993.
De allí dedujo la
compañía accionante que había operado el silencio administrativo positivo, cuya
expresa declaración se solicitaba.
Pues bien, mediante
oficio del 20 de abril de 1994, de la Devisión de Cobranzas de la
Administración de Impuestos y Aduanas Nacionales de Medellín, se ordenó el
embargo del establecimiento de comercio "Publicidad TEA", de
propiedad de la sociedad solicitante.
El 4 de mayo de
1994, "PUBLICIDAD TEA LTDA" solicitó a la División de Cobranzas que
se levantara la medida cautelar, con fundamento en la falta de mandamiento de
pago que la sustentara y alegando, además, que la validez del acto que
eventualmente constituiría el título ejecutivo, esto es, la liquidación oficial
de corrección aritmética, estaba en entredicho a raíz de la solicitud del 21 de
abril de 1994.
Mediante carta del
11 de mayo de 1994, la División de Cobranzas manifestó que no levantaría las
medidas cautelares.
Por escrito del 19
de mayo de 1994, la sociedad solicitó que se resolviera la solicitud de
declaración del silencio administrativo contenida en el escrito de 21 de abril
de 1994.
El 26 de mayo de
1994 la compañía dirigió un nuevo memorial a la División Jurídica en el que se
señaló que había transcurrido un lapso superior del que legalmente tiene la
administración para absolver o contestar las solicitudes que en ejercicio del
derecho de petición en interés particular hagan los administrados, de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 5º de la Resolución 04427 de 1984,
mediante la cual, según el apoderado de la accionante, se reglamentó el
ejercicio de tal derecho ante la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales.
La División de
Cobranzas de dicho organismo decretó el embargo y secuestro de un inmueble de
propiedad del contribuyente.
Según la demanda, la
actuación en referencia y la actitud reticente de la administración ha causado
graves perjuicios a la sociedad.
En efecto -dijo-,
las posibilidades de obtener crédito del sector financiero, vitales para el
normal funcionamiento de la compañía, se han visto negadas en la práctica, en
razón del embargo de su establecimiento de comercio.
Por otra parte,
alegó que la medida cautelar en el registro mercantil ha colocado a la
sociedad, en forma injustificada, bajo el rótulo de "deudor moroso"
del fisco.
El apoderado de la
actora solicitó que se le ampararan los ya mencionados derechos fundamentales,
ordenando a la DIAN de Medellín resolver la petición contenida en el escrito
del 21 de abril de 1994. Pidió que, en subsidio, se declarara la ocurrencia del
silencio administrativo positivo y se ordenara el levantamiento del embargo
sobre el aludido establecimiento de comercio.
II. DECISIONES
JUDICIALES
Mediante fallo del
24 de agosto de 1994, la Sección Segunda del Tribunal Administrativo de
Antioquia decidió tutelar el derecho fundamental de petición y, en
consecuencia, ordenó a la Administración Local de Impuestos y Aduanas
Nacionales de Medellín que en 48 horas decidiera la solicitud elevada por
"PUBLICIDAD TEA LTDA" el 21 de abril de 1994.
Acogiendo la tesis
del Consejo de Estado, el Tribunal sostuvo, en contravía de la doctrina
constitucional, que las personas jurídicas no pueden ser titulares de derechos
fundamentales, pero enseguida, sin mayor explicación ni análisis, señaló:
"Sin embargo
por cuanto se predica por lo menos la superación del derecho de petición que
por supuesto está al alcance de una persona jurídica al igual que una natural,
se decidirá...".
Estimó el fallador
que este derecho había sido violado por la administración tributaria, por haber
dejado transcurrir, sin responder, el término legal para dar respuesta a la
solicitud del 21 de abril de 1994.
Volvió el Tribunal a
la teoría de que los derechos fundamentales no corresponden a las personas
jurídicas, a la vez que se pronunció sobre las medidas de embargo y secuestro
de bienes de la demandante, en el siguiente párrafo:
"La violación
al primer derecho fundamental enunciado, éste sí al parecer solo propio a (sic)
las personas naturales y donde Publicidad Tea Limitada encuentra que ante el
embargo suscitado ha tenido dificultades para obtener créditos del sector
financiero vitales para el normal funcionamiento de la compañía, es fácilmente
entendible que de ninguna manera se ha quebrantado la Constitución, por cuanto
ella no prohibe a la Administración decretar medidas cautelares que como bien
es observable del expediente administrativo, se ha ceñido a un procedimiento
amparado por el Estatuto Tributario y específicamente por el artículo 837 que
estipula que previa o simultáneamente con el mandamiento de pago se podrá
decretar el embargo y secuestro preventivo de los bienes del deudor que se
hayan establecido como de su propiedad".
Por otra parte,
añadió que. respecto al trámite dado por la administración a la liquidación de
corrección aritmética, la sociedad tenía otros medios de defensa judicial, como
la acción de nulidad y restablecimiento del derecho.
La administración de
Impuestos y Aduanas Nacionales, por conducto de un abogado de la División
Jurídica, impugnó el fallo en referencia, el cual, conocido en segunda
instancia por el Consejo de Estado -Sección Quinta de la Sala de lo Contencioso
Administrativo-, fue revocado. En su lugar, el Consejo de Estado dispuso
rechazar por improcedente la acción de tutela incoada, reiterando que no
hallaba argumentos válidos para variar su parecer respecto a que los derechos
fundamentales sólo son predicables de la persona natural.
III. CONSIDERACIONES
DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
Esta Corte es
competente para revisar los fallos en referencia, según lo dispuesto en los
artículos 86 y 241, numeral 9, de la Constitución Política y según el Decreto
2591 de 1991.
Doctrina
constitucional sobre la procedencia de la acción de tutela intentada por
personas jurídicas
Tanto el Tribunal
como el Consejo de Estado manifiestan que las personas jurídicas no pueden
ejercer la acción de tutela, puesto que, en su sentir, ella está reservada a
las naturales.
Reiterada y
contundente ha sido la doctrina constitucional sobre este punto. En numerosas
sentencias la Corte ha manifestado:
"Cuando el
artículo 86 de la Constitución establece que "toda persona tendrá
acción de tutela para reclamar (...) por sí misma o por quién actúe a su
nombre, la protección inmediata de sus derechos constitucionales
fundamentales, cuando quiera que éstos resulten vulnerados o amenazados por la
acción o la omisión de cualquier autoridad pública", no está excluyendo a
las personas jurídicas, pues el precepto no introduce distinción alguna y, por
el contrario, las supone cobijadas por el enunciado derecho cuando de modo
genérico contempla la posibilidad de solicitar el amparo por conducto de otro,
sin que nada obste dentro del sistema jurídico colombiano para que una de las
especies de ese género esté conformada precisamente por las personas
jurídicas". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Tercera de Revisión.
Sentencia T-430 del 24 de junio de 1992. M.P.: Dr. José Gregorio Hernández
Galindo).
"...es
necesario tutelar los derechos constitucionales fundamentales de las personas
jurídicas, no per se, sino en tanto que vehículo para garantizar los derechos
constitucionales fundamentales de las personas naturales, en cada caso
concreto, a criterio razonable del Juez de Tutela.
Otros derechos
constitucionales fundamentales, sin embargo, las personas jurídicas los poseen
directamente: es el caso de la inviolabilidad de la correspondencia y demás
formas de comunicación privada (artículo 15 de la Constitución), el debido
proceso (artículo 29) o la libertad de asociación sindical (artículo 38), entre
otros.
Luego, las personas
jurídicas poseen derechos constitucionales fundamentales por dos vías:
a- directamente:
cuando las personas jurídicas son titulares de derechos fundamentales no porque
actúan en sustitución de sus miembros, sino que lo son por sí mismas, siempre,
claro está, que esos derechos por su naturaleza sean ejercitables por ellas
mismas.
b- indirectamente:
cuando la esencialidad de la protección gira alrededor de la tutela de los
derechos constitucionales fundamentales de las personas naturales
asociadas". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Cuarta de Revisión.
Sentencia T-441 del 3 de julio de 1992)
"...la persona
jurídica aparece claramente como instrumento del lenguaje jurídico que cumple
la importante función semántica de integrar en una compleja disciplina
normativa relaciones que se dan entre personas físicas. Esto supone que en cada
caso el intérprete tendrá que determinar si en virtud de la presencia de tal
instrumento se ha producido o no una excepción de las reglas del derecho
propias de sus miembros". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Plena.
Sentencia C-003 del 14 de enero de 1993. M.P.: Dr. Alejandro Martínez
Caballero).
"La voluntad
del constituyente (CP arts. 14, 38, 39), el criterio flexible para la
determinación de la fundamentalidad de un derecho según las circunstancias
concretas del caso y las diversas consideraciones prácticas, llevan a afirmar que
las personas jurídicas - incluso de derecho público - son titulares de algunos
derechos fundamentales, entre ellos - por vía de simple ilustración -, los
derechos de defensa y debido proceso, consagrados en el artículo 29 de la
Constitución". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Segunda de Revisión.
Sentencia T-081 del 26 de febrero de 1993. M.P.: Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz).
"...la persona
jurídica es un concepto que se funda en la realidad social de las personas
singulares y concretas que la conforman. La comunidad jurídica, como ideal
común objetivo, se puede comportar y expresar como sujeto de derechos y de
deberes, por cuanto es apto para que se le predique la juridicidad. El
interés colectivo se ve facultado para tener movimiento autónomo con consecuencias
jurídicas, de similar manera a como se desenvuelven las personas naturales, mas
nunca de idéntica manera"
(...)
"La persona
jurídica es apta para la titularidad de derechos y deberes por su racionalidad
y por su autonomía. La aptitud es la adecuada disposición para dar o recibir,
para hacer o soportar algo, y la persona jurídica puede (tiene la
dimensión jurídica de la facultad) y también debe (soporta el deber
frente a sus miembros y frente a otras personas jurídicas o naturales); por
tanto tiene adecuada disposición para que se le otorguen o reconozcan derechos
y deberes.
La racionalidad y la
autonomía hacen que la persona jurídica sea apta para el mundo de los derechos,
de los deberes y de las relaciones jurídicas según un principio de igualdad, aunque
no de identidad absoluta.
Este tipo de entidad
al ser racional y autónoma es por sí (per se), no por
otro, es decir, es persona (personare), De alguna manera es substancial;
y todo lo substancial es un supuesto, y el supuesto es
sujeto, y si éste es racional y autónomo, sin duda alguna tiene que ser
sujeto de derechos y deberes. Luego la persona jurídica es una entidad
que se expresa jurídicamente como sujeto de derechos y deberes". Cfr.
Corte Constitucional. Sala Novena de Revisión. Sentencia T-396 del 16 de
septiembre de 1993. M.P.: Dr. Vladimiro Naranjo Mesa).
Así, pues, resulta
claro que la Corte Constitucional ha fijado el alcance del artículo 86 de la
Carta Política en cuanto a los titulares de la acción de tutela y también en
torno a la existencia de derechos fundamentales en cabeza de las personas
jurídicas.
Observa la Corte que
el Tribunal de Antioquia considera indiscutibles los lineamientos trazados por
sentencias del Consejo de Estado y se aparta, en cambio, sin explicar las
razones, de la doctrina constitucional.
Si bien resulta
natural que los jueces sigan los derroteros de los tribunales que son cabezas
de sus respectivas jurisdicciones en lo relacionado con las materias objeto de
ellas, no tiene sentido que se apeguen a esos criterios, separándose de los que
en materia constitucional ha señalado la Corte Constitucional,
intérprete auténtico de la Carta Política,
Es a la Corte
Constitucional a la que corresponde crear la doctrina mediante la cual se
determina el cabal entendimiento y se desentraña el contenido de las normas
superiores, así como los máximos tribunales en las jurisdicciones ordinaria y
contencioso administrativa tienen a su cargo establecer, mediante las
respectivas jurisprudencias, el sentido de las disposiciones legales que
interpretan y aplican.
En torno a la
doctrina constitucional deben reiterarse los principios puestos de relieve por
la Sala Plena de la Corte en Sentencia C-083 del 1º de marzo de 1995 (M.P.: Dr.
Carlos Gaviria Diaz):
"La doctrina
constitucional. Las normas
de la Constitución política, y ésta no es una característica privativa de
ellas, tienen una vocación irrevocable hacia la individualización, tal como lo
ha subrayado Kelsen al tratar del ordenamiento jurídico. De ordinario
pasan por una fase previa consistente en su desarrollo legal. Pero no todas
alcanzan dicho desarrollo, bien porque no lo requieren, bien porque,
requiriéndolo, el legislador lo omite. Pero tal omisión no desvirtúa su
carácter normativo, si ya lo tienen. Pueden, entonces, ser aplicadas a
situaciones específicas subsumibles en ellas, que no están explícitamente
contempladas en la ley.
Pero si la
individualización de las normas legales, dada su generalidad (que a menudo
deviene en ambigüedad), aparece problemática y generadora de inseguridad
jurídica, más problemática e incierta resulta aún la actuación directa de las
normas constitucionales a los casos particulares, por concurrir en ellas,
superlativamente, las mismas notas distintivas advertidas en la ley.
Parece razonable,
entonces, que al señalar a las normas constitucionales como fundamento de los
fallos, a falta de ley, se agregue una cualificación adicional, consistente en
que el sentido de dichas normas, su alcance y pertinencia, hayan sido fijados
por quien haga las veces de intérprete autorizado de la Constitución. Que, de
ese modo, la aplicación de las normas superiores esté tamizada por la
elaboración doctrinaria que de ellas haya hecho su intérprete supremo. (art.
241 C.P.)
Pero como la
Constitución es derecho legislado por excelencia, quien aplica la Constitución
aplica la ley, en su expresión más primigenia y genuina. Es preciso aclarar que
no es la jurisprudencia la que aquí se consagra como fuente obligatoria.
A ella alude claramente otra disposición, el artículo 4° de la ley 69 de 1896,
para erigirla en pauta meramente optativa para ilustrar, en ciertos casos, el
criterio de los jueces. Así dice el mencionado artículo en su parte pertinente:
"Tres
decisiones uniformes dadas por la Corte Suprema de Justicia como Tribunal de
Casación sobre un mismo punto de derecho, constituyen doctrina probable, y los
jueces podrán aplicarla en casos análogos ..." (Subraya de la Sala).
Es claro entonces
que la norma transcrita resulta armónica con lo dispuesto en el artículo 230 de
la Carta del 91.
Así mismo, conviene
precisar que no hay contradicción entre la tesis que aquí se afirma y la
sentencia C-131/93, que declaró inexequible el artículo 23 del Decreto
legislativo 2067 del 91 en el cual se ordenaba tener "como criterio
auxiliar obligatorio" "la doctrina constitucional enunciada en
las sentencias de la Corte Constitucional", mandato, ese sí, claramente
violatorio del artículo 230 Superior. Lo que hace, en cambio, el artículo 8°
que se examina -valga la insistencia- es referir a las normas
constitucionales, como una modalidad del derecho legislado, para que sirvan
como fundamento inmediato de la sentencia, cuando el caso sub judice no
está previsto en la ley. La cualificación adicional de que si las normas que
van a aplicarse han sido interpretadas por la Corte Constitucional, de ese modo
deben aplicarse, constituye, se repite, una razonable exigencia en guarda de la
seguridad jurídica". (Subraya la Corte).
La
notificación de los actos administrativos, factor esencial del debido proceso.
Las decisiones que
adopte la administración en cuya virtud se afecte a una o varias personas en
concreto deben ser cierta y oportunamente notificadas a éstas, tal como lo
disponen las normas legales correspondientes.
Cuándo y cómo deba
llevarse a cabo la notificación es algo que corresponde al legislador
determinar y, desde luego, también él habrá de definir los efectos jurídicos de
la falta de notificación, o de la notificación efectuada sin el cumplimiento
de los requisitos y formalidades que la normatividad exige.
Desde el punto de
vista constitucional importa dejar en claro que la notificación,
entendida como el conocimiento formal del administrado o de quien es parte o
interviniente en un proceso judicial, sobre el contenido de las providencias
que se adoptan por el juez o de los actos administrativos que lo afectan, tiene
por fundamento específico la garantía del derecho de defensa, aspecto esencial
del debido proceso, exigible en todas las actuaciones judiciales y
administrativas, como lo impone el artículo 29 de la Carta.
La notificación en
debida forma asegura que la persona a quien concierne una determinación se
halla enterada de su sentido y define simultáneamente -con fecha cierta- en qué
momento ha tenido lugar la transmisión oficial de la respectiva información. Se
asegura, entonces, no solamente que, conocida la decisión de que se trata,
podrá el afectado hacer uso de los medios jurídicamente idóneos para la
salvaguarda de sus intereses, sino que se preserva la continuidad del trámite
judicial o administrativo correspondiente, pues la fecha de la notificación
define los términos preclusivos dentro de los cuales podrá el notificado
ejecutar los actos a su cargo. Resultan, por tanto, realizados el valor de la
seguridad jurídica y los principios procesales de celeridad y economía.
La falta probada de
notificación, en especial la de aquéllos actos o providencias que tocan con
derechos de quienes participan en el proceso o actuación, repercute
necesariamente en las posibilidades de defensa de tales personas y perturba en
alto grado el curso normal de los procedimientos, dando lugar por ello, en
algunos casos, a la nulidad de lo actuado, y en otros a la ineficacia o
carencia de efectos jurídicos de los actos que han debido ser materia de la
notificación. Todo depende de las normas legales aplicables, según la clase de
trámite.
De todas maneras, de
las exigencias constitucionales del debido proceso se deriva que ni los jueces
ni la administración pública pueden actuar de espaldas a los interesados, ni
fundar sus decisiones sobre la base de la ignorancia de ellos en torno a las
decisiones que adoptan.
Obviamente, ni la
Carta Política -que no regula el mecanismo de la notificación- ni la
normatividad legal supeditan el conocimiento que puedan tener los administrados
o sujetos procesales acerca del desarrollo de la actuación o proceso a que las
notificaciones deban ser siempre y forzosamente personales. La exigencia
absoluta de tal formalidad complicaría en grado sumo los procedimientos y daría
lugar, como efecto pernicioso, a que el interesado en no ser notificado
acudiera a artimañas para eludir la notificación.
De allí que hayan
sido previstas formas de notificación como las que se fijan en edictos o
estados, o las que tienen lugar por la conducta concluyente del llamado a
notificarse.
Pero debe insistir
la Corte en que la existencia de diversas modalidades de notificación no
implica la discrecionalidad de la administración o del juez para escoger la que
prefiera, salvo expresa autorización legal, pues ello conduciría en la práctica
desprotección de los administrados, las partes o los intervinientes, con
notoria vulneración del debido proceso por desconocimiento de las formas
propias de cada juicio o actuación.
La sociedad
accionante se acogió a la acción de tutela por cuanto la Administración
Tributaria omitió responderle una solicitud mediante la cual buscaba la
declaración acerca de que había operado el silencio administrativo positivo en
cuanto al recurso de reconsideración interpuesto contra una liquidación oficial
de corrección aritmética (artículo 734 del Estatuto Tributario).
El silencio
administrativo positivo lo hacía consistir la demandante en que había
transcurrido un año desde el momento en el cual fue presentado el recurso. Este
se inadmitió por parte de la Administración, pero el acto de inadmisión no fue
notificado personalmente, por lo cual según el artículo 48 del Código
Contencioso Administrativo, la notificación se dió por no hecha y el acto en
cuestión no produjo efectos legales.
De conformidad con
la regla especial sobre la reconsideración en materia tributaria (artículo 76
del Estatuto Tributario, modificado por el 68 de la Ley 6a de 1992), el auto que inadmite el
recurso debe ser notificado personalmente, o por edicto si pasados diez días el
interesado no se presentare para practicar la diligencia de notificación
personal, y contra el mismo procede únicamente el recurso de reposición ante el
mismo funcionario.
La norma es clara en
señalar que, si transcurridos los quince días hábiles siguientes a la
interposición del recurso no se ha proferido auto de inadmisión, se entenderá
admitido el recurso y se procederá al fallo de fondo. De acuerdo con el
artículo 732 ibídem, la Administración de Impuestos tendrá un (1) año
para resolver los recursos de reconsideración; el término se cuenta desde su
interposición en debida forma. El 734 dispone a su vez que si dicho lapso
transcurre sin que el recurso se haya resuelto, se entenderá fallado a favor
del recurrente, en cuyo caso la Administración, de oficio o a petición de
parte, así lo declarará.
A juicio de la
Corte, nada puede resolverse acerca de la viabilidad de la acción de tutela
mientras no se verifique, a la luz de la normatividad especial en vigor y según
las pruebas que obran en el expediente, si en efecto fue notificada la
providencia por la cual fue inadmitido el recurso de reconsideración presentado
por la demandante.
Está probado, pues
así lo reconoce expresamente la Administración de Impuestos y Aduanas
Nacionales de Medellín (Cfr. Fls. 56 y siguientes), que la sociedad
"Publicidad Tea Ltda" presentó su declaración del impuesto sobre la
renta y complementarios por el año gravable de 1989 el día 2 de mayo de 1990.
La Administración
Local de Impuestos practicó una liquidación de corrección aritmética sobre
dicha declaración el 28 de abril de 1992.
La compañía
contribuyente interpuso recurso de reconsideración contra dicho acto el 26 de
junio de 1992.
El recurso fue
inadmitido por auto 0037 del 30 de julio de 1992.
Según la
solicitante, no fue citada para notificación personal del auto inadmisorio,
pues jamás recibió convocatoria alguna, al paso que la Administración sostiene
que sí lo hizo, pues "la División de Documentación envió por correo
certificado con planilla Nº 113 de julio 13 de 1992, según sello de
recibido de ADPOSTAL, la citación para notificación personal del auto
inadmisorio ya citado" (Subraya la Corte. Folio 57 del Expediente).
Se fijó entonces un
edicto entre el 18 y el 31 de agosto de 1992, con lo cual la Administración
entendió que se había configurado la debida notificación del acto oficial.
La Corte
Constitucional ha concluído que la notificación personal no se produjo y que
tal circunstancia no fue efecto de la renuencia de la compañía solicitante a
presentarse, pues resulta evidente, por lo que declara la propia
Administración, que un auto del 30 de julio de 1992 no podía estar incluído en
la correspondencia remitida el 13 de julio del mismo año.
Por otra parte, el
apoderado de la sociedad asegura -sin que su afirmación aparezca negada o
desvirtuada por la Administración- que la comunicación respectiva "fue
elaborada pero no remitida".
Transcurrido el año
que tenía la Administración para resolver -ya que, según lo dicho, la
inadmisión no surtió efectos jurídicos-, "Publicidad Tea Ltda"
solicitó que se declarara explícitamente que había operado el silencio
administrativo positivo y que, en consecuencia, el recurso de reconsideración
había sido fallado a su favor.
Aunque, según las
reglas generales, el silencio administrativo positivo no requiere de un
reconocimiento expreso de la Administración en el sentido de que ha tenido
lugar, pues para hacerlo valer es suficiente protocolizar la constancia o copia
de la presentación de la solicitud junto con la declaración jurada del
peticionario en el sentido de que no se le ha notificado decisión dentro del
término previsto (artículo 42 C.C.A.), debe repararse en que, en la materia que
nos ocupa, existe una norma especial, aplicable al caso en estudio, a cuyo
tenor la Administración debe declarar, de oficio o a petición de parte, que por
el transcurso del aludido año sin resolver, el recurso de reconsideración se
entiende resuelto a favor del contribuyente.
La solicitud se
presentó, entonces, en ejercicio del derecho fundamental previsto en el
artículo 23 de la Constitución y bajo el supuesto de que así lo exigía una
norma legal.
La Administración
estaba obligada a responder dentro de los términos correspondientes. Mientras
no lo hiciera, no se entendía en firme el acto contra el cual fue ejercido el
recurso de reconsideración, es decir, la liquidación oficial de corrección
aritmética.
Si podía la
Administración Tributaria seguir adelante el trámite de embargo y ejecución que
inició contra "Publicidad Tea Ltda" mediante oficio del 20 de abril
de 1994, cuando ya se había presentado la petición en referencia, no es asunto
que corresponda resolver al juez de tutela y, por tanto, al respecto se
abstendrá la Corte de emitir cualquier concepto. Será la jurisdicción de lo
Contencioso Administrativo la que resuelva, en caso de que la sociedad afectada
haya acudido a ella.
Pero, en cambio, sí
compete a esta Corte dictaminar que fue violado el derecho de petición y, en
consecuencia, ordenar a la Administración Local de Impuestos y Aduanas
Nacionales de Medellín que resuelva inmediatamente sobre la solicitud
presentada por el actor.
Violación del
derecho de petición. Invocación de la propia negligencia por parte de la
administración
La vulneración del
indicado derecho fundamental resulta incontrovertible en este caso no solamente
por el transcurso del tiempo -pues desde el momento en que se formuló la
petición (21 de abril de 1994) hasta la fecha de la demanda de tutela (10 de
agosto de 1994) no se había resuelto- sino por las posteriores actuaciones de
la Administración, que procedieron como si el acto materia del recurso de
reconsideración estuviera en firme (punto que se hallaba pendiente de resolver
precisamente a partir de la definición sobre si había operado el silencio
administrativo positivo), ordenando la ejecución forzosa de obligaciones
tributarias cuya cuantía era discutida.
Por otra parte, si
se examina el escrito de impugnación, presentado por un abogado de la División
Jurídica de la Administración de Impuestos y Aduanas Nacionales de Medellín
(Folios 56 y siguientes del Expediente), se encuentra que, desconociendo la
doctrina constitucional, reiterada en innumerables fallos de esta Corporación,
la señalada dependencia sigue estimando, con base en tesis del Consejo de
Estado -revaluadas hace tiempo por él mismo- que la circunstancia de existir
silencio administrativo negativo impide el ejercicio de la acción de tutela,
cuando es evidente que ese elemento constituye la mejor prueba de la violación del
derecho fundamental de petición.
Configúrase,
entonces, una actitud administrativa en cuya virtud se acude al alegato de la
propia negligencia como argumento de defensa procesal, lo que a todas luces
riñe con la respetabilidad de la función administrativa, ignora la
responsabilidad que debe guiar todos sus actos y, por contera, traiciona la
confianza de los gobernados.
Por ello, la Corte
Constitucional ordenará que se corra traslado de esta providencia a la
Procuraduría General de la Nación, para que se investigue la conducta observada
por funcionarios y dependencias de la Administración de Impuestos y Aduanas
Nacionales de Medellín.
No cabe un análisis
acerca de la posible violación del derecho al habeas data, alegada por
la sociedad demandante, puesto que en el expediente no obran pruebas acerca de
cómo aparece registrada "Publicidad Tea Ltda" en bancos de datos y
archivos oficiales de la DIAN, ni tampoco sobre la negativa del organismo a
dejar que dicha compañía conozca, actualice y rectifique informaciones sobre
ella.
Se revocará la
Sentencia de segunda instancia y se concederá la tutela, en lo referente al
derecho de petición.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
Primero.- REVOCAR la Sentencia proferida por la
Sección Quinta de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de
Estado el veintinueve (29) de septiembre de 1994, respecto de la acción de tutela
instaurada por la sociedad "Publicidad Tea Ltda".
Segundo.- CONCEDESE la tutela solicitada y, en
consecuencia, ORDENASE a la Administración de Impuestos y Aduanas Nacionales de
Medellín que, a más tardar dentro de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes
a la notificación de este fallo, resuelva de manera clara, fundada y completa
sobre la petición formulada por la compañía "Publicidad Tea Ltda" el
21 de abril de 1994.
Tercero.- REMITASE copia de esta providencia a la
Procuraduría General de la Nación para lo de su cargo.
Cuarto.- LIBRESE la comunicación prevista en el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA
VERGARA ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
319 | T-100-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-100/95
ACCION DE TUTELA-Hecho superado
Si la situación
de hecho que genera la violación o la amenaza ya ha sido superada, el
instrumento constitucional de defensa pierde su razón de ser. Es decir, la
orden que pudiera impartir el juez, ningún efecto podría tener en cuanto a la
efectividad de los derechos presuntamente conculcados, el proceso carecería de
objeto y la tutela resultaría entonces improcedente. En el caso presente ya ha
cesado entonces la causa que generó el daño y, por tanto, ninguna utilidad
reportaría una orden judicial, aun en el caso de que la acción estuviere
llamada a prosperar, pues la misma no tendría el poder de modificar situaciones
ya superadas.
DERECHO A LA
EDUCACION-Protección
El Estado no sólo
esta obligado a brindar a los menores el acceso a la educación sino también la
permanencia en el sistema educativo, tanto en el sector público como en el
sector privado. Ello sin embargo está condicionado a los límites de cobertura
que tienen las instituciones educativas y a un mínimo de cumplimiento por parte
de los educandos de los deberes correlativos al derecho a la educación.
ACCION DE TUTELA
CONTRA ALCALDE/DERECHO A LA EDUCACION-Falta de profesores/MUNICIPIO DE SAN ANTONIO-Colegio
El alcalde
municipal no violó el derecho a la educación del actor, toda vez que las
denuncias elevadas por las directivas del colegio y por los alumnos, se
concretan en hechos de conocimiento de la autoridad pública acusada, que, de
acuerdo con las pruebas que obran en el expediente, ha puesto todo su empeño en
lograr las soluciones pertinentes (conseguir un profesor para el área de
español y literatura e idioma extranjero) sin que, por la ocurrencia de
acontecimientos ajenos a su voluntad, como son la temporalidad en la
vinculación de maestros, la distancia del municipio con relación a Ibagué, la
inseguridad, los bajos salarios, el presupuesto, y, en últimas la demora en
conformar la listas de elegibles, haya podido vincular personal docente
especializado para las áreas requeridas y por tanto, no se hubieran podido
satisfacer con la rapidez exigida las peticiones formuladas. Igualmente, se deduce
que los esfuerzos realizados por el alcalde municipal en cuanto adecuación de
las instalaciones locativas y la provisión de elementos didácticos, han sido
oportunos, dentro de las limitaciones técnicas y presupuestales que tiene el
municipio.
REF: Expediente No. T - 50.848
Peticionario:Claudio
Alexander Rincón Quitora
Procedencia: Corte
Suprema de Justicia
Magistrado Ponente:
Dr. VLADIMIRO
NARANJO MESA
Tema: Derecho
a la Educación, hecho superado.
Santafé de Bogotá,
D.C., ocho (8) de marzo de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Novena de
Revisión de la Corte Constitucional, conformada por los Magistrados Vladimiro
Naranjo Mesa -Presidente de la Sala-, Jorge Arango Mejía y Antonio Barrera
Carbonell,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
ha pronunciado la
siguiente
SENTENCIA
En el proceso de
tutela radicado bajo el número T-50.848, adelantado por Claudio Alexander
Rincón Quitora, contra el alcalde municipal de San Antonio, Tolima.
I. ANTECEDENTES
Con base en los
artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala
de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efecto de
su revisión, la acción de tutela de la referencia.
De conformidad con
el artículo 34 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte
entra a dictar sentencia de revisión.
1. Solicitud
El ciudadano Claudio
Alexander Rincón Quitora, interpuso ante la Sala Civil del Tribunal Superior de
Distrito Judicial de Ibagué, acción de tutela, con el fin de amparar su derecho
fundamental a la educación, consagrado en los artículos 44 y 67 de la
Constitución Política.
2. Hechos
El menor Claudio
Alexander Rincón Quitora, es estudiante del colegio de bachillerato Académico
"Santo Domingo Savio", ubicado en la vereda villa hermosa, municipio
de San Antonio, Tolima. Afirma el actor, que en la actualidad dicho colegio
cuenta con cinco (5) grados de enseñanza media (6o., 7o., 8o., 9o. y 10o.) y
recibe estudiantes no sólo de la mencionada vereda, sino también de las veredas
aledañas e inclusive de la misma cabecera municipal, San Antonio, debido a su
fácil acceso. Señala igualmente, que en el plantel laboran una rectora, una
secretaria habilitada y una nómina de profesores muy escasa para la carga
académica y el número de grupos en que se encuentra dividido el colegio.
Sostiene el
peticionario, que en la actualidad él y sus compañeros no están recibiendo
educación en las áreas de español y literatura, ingles y educación física, lo
cual equivale a diez (10) horas por clase, acumulándose hasta la fecha de
presentación de la demanda, doscientas (200) horas sin profesor y por tanto sin
educación en las áreas mencionadas.
Sobre el particular
manifiesta, que en reiteradas oportunidades las directivas del colegio y su
comité estudiantil, se han dirigido por escrito al alcalde municipal de San
Antonio, pidiéndole su colaboración para solucionar los problemas que se vienen
presentando en la institución; sin embargo, "la injustificable demora, la
falta de eficiencia en la toma de decisiones y la ubicación necesaria y
oportuna del personal docente ha generado año tras año, el recorte de la
intensidad horaria necesaria en alto porcentaje, coartando el DERECHO A LA
EDUCACION, pues impide el normal desarrollo de la actividad escolar y la
ejecución de la totalidad de unidades curriculares a que tenemos derecho".
Igualmente, denuncia
inconvenientes locativos que han exigido el traslado parcial de alumnos a
edificios aledaños, la falta absoluta de materiales didácticos y elementales
condiciones higiénicas.
3. Pretensiones
Solicita el actor
que, como consecuencia del amparo del derecho conculcado, en primer lugar, se
gestione en forma rápida y eficaz el nombramiento de un docente en el área de
español y literatura, para los grados 6o. a 10o. y la creación de dos plazas,
una en el área de español y literatura y otra en idioma extranjero; en segundo
lugar, que se recuperen hasta donde sea posible, las horas de clase perdidas
durante la ausencia de docentes para las cátedras de ciencias naturales y
salud, ciencias sociales, español y literatura, idioma extranjero y educación
física, recreación y deporte; en tercer lugar, diligenciar ante los organismos
correspondientes la adecuación del segundo piso del colegio; y en cuarto lugar,
tramitar ante el organismo correspondiente la adecuación de las aulas de clase
y dotación de material y equipo didáctico.
II. ACTUACION
PROCESAL
1. Primera
instancia
La Sala Civil del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Ibagué, mediante providencia de
fecha veintitrés (23) de agosto de mil novecientos noventa y cuatro (1994),
resolvió denegar la acción de tutela impetrada por Claudio Alexander Rincón
Quiñonez, contra el alcalde municipal de San Antonio, Tolima. A su vez ordenó,
que el citado funcionario continúe realizando todas las gestiones necesarias,
con el fin de proveer al colegio "Santo Domingo Savio", de los docentes
en las áreas de español, literatura e idioma extranjero y las demás
correspondientes a la adecuación de las aulas de clase y dotación de material y
equipo didáctico.
Sobre el particular,
la Sala Civil del Tribunal Superior, por auto del 4 de agosto de 1994, dispuso
solicitar al alcalde de San Antonio, un informe detallado de las gestiones
realizadas con relación a las solicitudes formuladas por las directivas y
alumnos del colegio citado. Oportunamente fue allegada por el funcionario
municipal, un informe minucioso y la documentación respectiva en relación con
tales gestiones.
De acuerdo con
dichas pruebas, consideró el tribunal que la aportada por el alcalde municipal
de San Antonio, indicaba claramente "(...) que no existe acción u omisión
por parte de esta autoridad pública que haya traído como consecuencia la
violación o amenaza del derecho fundamental a la educación, en relación con los
alumnos pertenecientes al colegio Santo Domingo Savio, de la vereda de
villahermosa, del citado municipio. Antes por el contrario, el informe
debidamente fundamentado de las gestiones realizadas, constituyen demostración
de que han sido ingentes y oportunos, aunque infructuosos, los esfuerzos hechos
para la provisión de los cargos de docencia en las áreas de español, literatura
e idioma extranjero."
Sin embargo, señaló
el a-quo que, teniendo en cuenta que el Estado es responsable de la
educación y que debe garantizar el adecuado cubrimiento del servicio,
remediando las fallas que se presenten en el acceso al conocimiento y en la
dotación de material didáctico y de la planta física, le corresponde al señor
Alcalde de San Antonio, continuar realizando las labores tendientes a subsanar
las anomalías presentadas en dicho plantel.
2. Impugnación
Mediante memorial
presentado el día veintinueve (29) de agosto de 1994, el peticionario impugnó
el fallo proferido por la Sala Civil del Tribunal Superior de Distrito Judicial
de Ibagué, por considerar que el señor alcalde de San Antonio, Tolima, sí
vulnero su derecho a la educación y el de sus compañeros, argumentando:
- Que a la fecha,
por falta de intensidad horaria, está perdiendo las asignaturas de español,
ingles y educación física, además de que hace falta intensificar horas clase en
las asignaturas de ciencias naturales y ciencias sociales.
- Que en una reunión
sostenida entre el Alcalde, la rectora del colegio "Santo Domingo
Savio" y el anterior secretario de Educación Municipal, este último le
insistió al burgomaestre que nombrara un docente para el plantel y el alcalde
no acepto.
-Que una de las
gestiones que el señor alcalde podía ejecutar de inmediato para evitar la
pérdida de clases, era la de pagar horas cátedras a docentes de la misma
institución, los cuales tenían voluntad, conocimientos y tiempo para orientar
las asignaturas en cuestión.
3. Fallo de
Segunda Instancia
Mediante providencia
de fecha once (11) de octubre de 1994, la Sala de Casación Civil de la Corte
Suprema de Justicia, resolvió confirmar la sentencia proferida el 23 de agosto
de 1994, por la Sala Civil del Tribunal Superior de Distrito Judicial de
Ibagué, dentro de la acción de tutela instaurada por Claudio Alexander Rincón
Quitora, contra el alcalde municipal de San Antonio, Tolima.
En primer lugar,
señala la Sala que la educación, como servicio público esencial, fuera de ser
un derecho asistencial, es igualmente un derecho fundamental del individuo que
ve reflejado en su ejercicio, el camino hacia la formación de la persona,
"el cual es, la mayoría de las veces, tortuoso, debido a las dificultades
sociales que imperan en su gestión". Por tales circunstancias, la Ley
superior ha encargado al Estado velar por la calidad y el cumplimiento de sus
fines, procurando el adecuado cubrimiento del servicio que, en esas
condiciones, es susceptible de ser protegido constitucionalmente, en
determinados casos y de conformidad con las peculiares características propias
de su prestación.
Así pues, según el ad-quen
, frente a la situación fáctica descrita por el accionante en el caso sub-judice,
"la acción de tutela desborda su cauce, toda vez que las denuncias
elevadas se concretan en hechos de conocimiento cabal de la autoridad pública
acusada que, al contrario de lo que habría de concluirse con vista exclusiva en
el escrito introductorio, ha puesto todo su empeño en lograr las soluciones
pertinentes sin que, por la ocurrencia de acontecimientos ajenos a su voluntad,
haya podido satisfacer, con la rapidez y las exigencias requeridas, las
distintas peticiones."
Concluye la Corte,
que el fallo impugnado acertó en la decisión adoptada, incluyendo el
llamamiento hecho a las autoridades municipales para continuar brindando apoyo
al citado instituto, en procura de que los estudiantes satisfagan sus
aspiraciones académicas para bien no sólo personal, sino de la comunidad.
III. PRUEBAS
ORDENADAS POR LA SALA NOVENA DE REVISION
Mediante auto de
fecha tres (3) de febrero de 1995, la Sala Novena de Revisión de la Corte
Constitucional ordenó oficiar al colegio de bachillerato académico "Santo
Domingo Savio" y al alcalde municipal de San Antonio, Tolima, para que
informaran si en la actualidad dicho colegio, cuenta con los servicios de uno o
más profesores para el área de español y literatura e idioma extranjero para
los grados sexto (6o.) a décimo (10o.).
Dando cumplimiento a
lo ordenado por esta Sala de Revisión, se allegó al presente proceso el
siguiente documento:
- Oficio No. 224
del 10 de febrero de 1993, suscrito por el Alcalde Municipal de San Antonio,
Tolima.
En dicho oficio, la
Señora María Alcira Perdomo de Díaz, alcalde municipal de San Antonio, Tolima,
informa que mediante Resolución No. 392 del veintinueve (29) de septiembre de
1994, comisionó a la profesora Blanca Edilma Guerra Córdoba, clasificada en el
grado séptimo (7o.) del Escalafón Nacional Docente, licenciada en lenguas
modernas, como maestra del colegio "Santo Domingo Savio", en el área
de español y literatura e idioma extranjero, para los grados 6o. a 10o..
IV.
CONSIDERACIONES DE LA SALA
1. Competencia
De conformidad con lo
establecido en los artículos 86 y 241, numeral 9o. de la Constitución Política
y 31 a 36 del Decreto 2591 de 1991, la Sala Novena de revisión de la Corte
Constitucional es competente para revisar el fallo de tutela de la referencia.
2. El caso
concreto
2.1 De las breves
justificaciones para confirmar un fallo de tutela por parte de la Corte
Constitucional.
El artículo 35 del
Decreto 2591 prevé lo siguiente:
"ARTICULO
35. Decisiones de revisión.
Las decisiones de revisión que revoquen o modifiquen el fallo, unifiquen la
jurisprudencia constitucional o aclaren el alcance general de las normas
constitucionales deberán ser motivadas. Las demás podrán ser brevemente
justificadas".
La breve
justificación de las decisiones de revisión por parte de la Corte
Constitucional, tiene como razón fundamental el que la Corporación, al evaluar
los alcances jurídicos de una determinada decisión de tutela, aplique los
principios de economía y celeridad en la administración de justicia, en
aquellos eventos en los que no se configure alguna de las hipótesis señaladas
en la norma anteriormente citada, como son el que se revoque o se modifique el
fallo, que se unifique la jurisprudencia de la Corporación o que se aclare el
alcance general de una norma constitucional.
Así las cosas, para
esta Sala de Revisión, la acción de tutela que en esta oportunidad le
corresponde analizar no se encuentra dentro de ninguna de las situaciones que
describe el referido artículo, razón por la cual, se confirmará el fallo de la
Corte Suprema de Justicia, previa algunas consideraciones que se anotarán a
continuación .
2.2 Improcedencia
de la acción de tutela contra hechos superados
La acción de tutela
ha sido concebida, como un procedimiento preferente y sumario para la protección
efectiva e inmediata de los derechos constitucionales fundamentales, cuando
quiera que éstos resulten vulnerados o amenazados por la acción u omisión de
cualquier autoridad pública o de un particular en los casos que determine la
ley. Así las cosas, la efectividad de la acción, reside en la posibilidad de
que el juez si observa que en realidad existe la vulneración o la amenaza
alegada por quien solicita protección, imparta una orden encaminada a la
defensa actual y cierta del derecho en disputa.
Sin embargo, si la
situación de hecho que genera la violación o la amenaza ya ha sido superada, el
instrumento constitucional de defensa pierde su razón de ser. Es decir, la
orden que pudiera impartir el juez, ningún efecto podría tener en cuanto a la
efectividad de los derechos presuntamente conculcados, el proceso carecería de
objeto y la tutela resultaría entonces improcedente.
Sobre el particular
ha dicho esta Corporación:
"El medio de
defensa judicial referido por el artículo 86 de la Carta tiene como objeto la
protección eficaz e inmediata de los derechos fundamentales, sin que exista
razón para predicar su procedencia cuando los hechos que pueden dar lugar a su
ejercicio, hayan quedado definidos, ya que la amenaza o violación del derecho
no existen al momento de proferir el fallo, salvo que los hechos que configuran
una u otra persistan y sean actual y ciertamente percibidas por el juez.
Considerar lo contrario sería desvirtuar la finalidad y la naturaleza de la
acción de tutela." (sentencia T-515 de 1992, Magistrado Ponente, doctor
José Gregorio Hernández Galindo).
De igual forma, esta
Sala de Revisión se ha pronunciado, en forma reiterada, sobre el tema en
cuestión, en los siguientes términos:
"La tutela
supone la acción protectora del Estado que tiende a proteger un derecho
fundamental ante una acción lesiva o frente a un peligro inminente que se
presente bajo la forma de amenaza. Tanto la vulneración del derecho fundamental
como su amenaza, parten de una objetividad, es decir, de una certeza sobre la
lesión o amenaza, y ello exige que el evento sea actual, que sea verdadero, no
que haya sido o que simplemente -como en el caso sub examine- que se hubiese
presentado un peligro ya subsanado por las medidas prudentes de traslado a otro
centro, en donde puede ser atendido el interno, como ya lo hizo la Fiscalía con
el representado del actor.
"Al no
existir actualmente un principio de razón suficiente por parte del actor para
que se conceda la tutela a su representado, al no haber objeto jurídico
tutelable, puesto que no hay ni vulneración ni amenaza de ningún derecho
fundamental, y al haber obrado razonablemente la Fiscalía al ordenar el
traslado del interno Mora López, no encuentra la Sala fundamento en la realidad
para tutelar un supuesto de hecho inexistente." (sentencia No. T-494 de
1993, Magistrado Ponente, doctor Vladimiro Naranjo Mesa).
En el caso presente,
el actor concreta su petición, en el hecho de que se "gestione en forma
rápida y eficaz ante el organismo correspondiente el nombramiento de un docente
en el área de ESPAÑOL Y LITERATURA para los grados 6o. a 10o. (...)". Sin
embargo, y de acuerdo con el oficio No. 224 de febrero 10 de 1995 (que reposa
en el expediente), suscrito por el alcalde municipal de San Antonio, Tolima,
para el área de español y literatura e idioma extranjero de los grados 6o. a
10o., del colegio de bachillerato académico "Santo Domingo Savio", se
comisionó mediante resolución número 392 del 29 de septiembre de 1994, a la
Licenciada en lenguas modernas Blanca Edilma Guerra Córdoba, satisfaciendo de
ese modo, la petición del actor.
Ya ha cesado
entonces la causa que generó el daño y, por tanto, ninguna utilidad reportaría
una orden judicial, aun en el caso de que la acción estuviere llamada a
prosperar, pues la misma no tendría el poder de modificar situaciones ya
superadas.
Así las cosas,
estima la Sala, que la razón expuesta constituye motivo suficiente para
concluir que no es del caso conceder el amparo pedido. Sin embargo, considera
de especial importancia insistir brevemente sobre algunos aspectos relacionados
con el derecho a la educación y la situación que dio origen a esta acción de
tutela.
2.3 No existe
violación del derecho a la educación, por parte de las autoridades
administrativas del Municipio de San Antonio, Tolima.
Como en reiteradas
oportunidades lo ha expresado esta Corporación, la educación es un derecho
fundamental, inherente, inalienable y esencial al ser humano, el cual realiza
el valor y principio material de la igualdad consagrado en el preámbulo de la
Constitución Política y en los artículos 5o. y 13o. de la misma Carta. La
naturaleza racional del hombre y su dignidad, exigen el establecimiento y
preservación de condiciones aptas para que la persona, por el sólo hecho de
serlo y en igualdad de oportunidades con los demás, tenga acceso a los
beneficios de la educación básica y de la formación, en los términos
contemplados en el artículo 67 de la Carta Política.
Sobre el particular,
ha señalado esta Corporación:
"Tanto por
la naturaleza y función del proceso educativo como porque reúne a plenitud los
requisitos y criterios de esa categoría constitucional abierta que es hoy el
derecho fundamental, esta Corte ha reconocido que la educación es uno de tales
derechos que realiza el valor y principio material de la igualdad, consignado
en el preámbulo y en los artículos 5o. y 13 de la Carta..." (sentencia
T-429 de 1992, Magistrado Ponente, doctor Ciro Angarita Barón).
Ahora bien, la
importancia esencial de la educación, radica en el hecho de ser un derecho
instrumental o derecho medio, por cuanto se convierte en la clave del
desarrollo de la personalidad y del ejercicio de otros derechos cuya
efectividad sería irrealizable sin su mediación. Igualmente, la educación
cumple el objetivo constitucional de formar un hombre respetuoso de los
derechos humanos, la paz y la democracia, como también receptivo al
cumplimiento de los deberes correlativos a los derechos y libertades
reconocidos en la Constitución (arts. 67 y 95).
Asimismo, la
educación es un servicio público que cumple una función social (art. 67 de la
Constitución Política), cuya prestación está a cargo del Estado o de los
particulares bajo la permanente inspección y vigilancia del Estado. De su
naturaleza de servicio público se deduce que sus fines son el servicio a la
comunidad, la búsqueda del bienestar general y la elevación de la calidad de
vida de la población.
Sin embargo, a pesar
de ser la educación un derecho fundamental y consagrarse como un servicio
público, su prestación está condicionada por las limitaciones que surgen de las
propias posibilidades operativas y de cobertura de las instituciones que la
ofrecen, siendo imposible obligar a quienes prestan el servicio, a hacer lo
que, por las circunstancias de orden social -falta de locales adecuados, de
personal docente, de presupuesto-, no es posible realizar.
En este sentido, la
Corte Constitucional señaló:
"Ahora bien,
según el inciso 5º del artículo transcrito, el Estado no sólo esta obligado a
brindar a los menores el acceso a la educación sino también la permanencia en
el sistema educativo, tanto en el sector público como en el sector privado.
Ello sin embargo está condicionado a los límites de cobertura que tienen las
instituciones educativas y a un mínimo de cumplimiento por parte de los
educandos de los deberes correlativos al derecho a la educación."
(sentencia No. T-186 de 1993, Magistrado Ponente, doctor Alejandro Martínez
Caballero).
En otro
pronunciamiento afirmó esta Corporación:
"Ahora, si
bien la educación es un derecho fundamental y se consagra como un servicio
público, en cuanto que constituye una actividad de interés general que se ha de
satisfacer, bien por el Estado o bajo su vigilancia por los particulares, su
prestación está condicionada por las limitaciones que surgen de las propias
posibilidades operativas y de cobertura de las instituciones que la ofrecen
(limitación material) y, además, por los requerimientos académicos y
administrativos (limitación técnica) que éstas reclaman de quienes pretenden
acceder a sus aulas. (sentencia No. T-236 de 1994, Magistrado Ponente, doctor
Antonio Barrera Carbonell).
Y es que no puede
desconocerse que las limitaciones de todo orden, particularmente técnicas y
económicas, que afrontan nuestras comunidades, traen como consecuencia que la
prestación de los servicios públicos, entre ellos el de la educación, adolezcan
de enormes deficiencias que limitan su cobertura y disminuyen su eficacia y
calidad, sin que ello implique que las autoridades o particulares encargados
del servicio de la educación, estén exentos de apelar a todos los instrumentos
que tengan a su alcance para satisfacer las necesidades, especialmente en
materia educativa. Ello es más imperioso tratándose de los niños, cuyos
derechos -entre los cuales se destaca el de la educación- son prevalentes sobre
los derechos de los demás (artículo 44 de la Constitución Política) y la Carta
obliga a la familia, a la sociedad y particularmente al Estado, a garantizar su
desarrollo integral y el ejercicio pleno de esos derechos.
Es así como en el
asunto que se analiza, la Sala de Revisión, compartiendo en esencia la decisión
del Tribunal Superior de Distrito Judicial de Ibagué y de la Corte Suprema de
Justicia, considera que el alcalde municipal de San Antonio, Tolima, no violó
el derecho a la educación del actor, toda vez que las denuncias elevadas por
las directivas del colegio y por los alumnos, se concretan en hechos de
conocimiento de la autoridad pública acusada, que, de acuerdo con las pruebas
que obran en el expediente, ha puesto todo su empeño en lograr las soluciones
pertinentes (conseguir un profesor para el área de español y literatura e
idioma extranjero) sin que, por la ocurrencia de acontecimientos ajenos a su
voluntad, como son la temporalidad en la vinculación de maestros, la distancia
del municipio con relación a Ibagué, la inseguridad, los bajos salarios, el
presupuesto, y, en últimas la demora en conformar la listas de elegibles ( ley
115 de 1994), haya podido vincular personal docente especializado para las áreas
requeridas y por tanto, no se hubieran podido satisfacer con la rapidez exigida
las peticiones formuladas.
Otra posición habría
asumido esta Corporación, si las solicitudes dirigidas al burgomaestre por
parte de las directivas del colegio y de los alumnos, no hubiesen sido
atendidas o se hubiesen ignorado, como fruto de su desidia o desinterés,
circunstancias que, como ya se dijo, no son las que se presentan en este caso;
por el contrario, la autoridad municipal mostró interés en la solución del problema,
logrando finalmente comisionar a un docente para el área de español, literatura
e idioma extranjero en los grados 6o. a 10o. del colegio "Santo Domingo
Savio".
Igualmente, de la
lectura de las piezas procesales se deduce que los esfuerzos realizados por el
alcalde municipal en cuanto adecuación de las instalaciones locativas y la
provisión de elementos didácticos, han sido oportunos, dentro de las
limitaciones técnicas y presupuestales que tiene el municipio.
Así las cosas, es
preciso concluir que los falladores de instancia acertaron en la decisión
adoptada, cual fue la de negar la acción de tutela interpuesta por Alexander
Quitora contra el alcalde municipal de San Antonio, Tolima, pues como le dijo,
dicho funcionario atendió las presentadas e hizo lo posible para prestar en
forma adecuada el servicio a la educación en el establecimiento mencionado.
En virtud de lo
anterior, la Sala habrá de confirmar el fallo de fecha 11 de octubre de 1994,
proferido por la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, pero por
las consideraciones consignadas en esta providencia.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
PRIMERO:
CONFIRMAR el fallo de
fecha 11 de octubre de 1994, proferido por la Sala de Casación Civil de la Corte
Suprema de Justicia, mediante el cual se denegó la acción de tutela interpuesta
por Claudio Alexander Rincón Quitora, por las razones expuestas en esta
providencia.
SEGUNDO: ORDENAR que por la Secretaría General de esta
Corporación, se comunique el contenido de esta providencia a la Sala Civil del
Tribunal Superior de Distrito Judicial de Ibagué, en la forma y para los
efectos previstos en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, publíquese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
VLADIMIRO NARANJO MESA
Magistrado
JORGE ARANGO MEJIA
Magistrado
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
320 | T-101-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-101/95
NOTIFICACION DE
TUTELA-Despacho comisorio
Si bien es cierto
que la figura del despacho comisorio, contenida en el artículo 33 del C. de
P.C., se constituye en uno de los instrumentos con que cuenta el juez para
impulsar el proceso, ello no significa que, en los eventos relacionados con las
acciones de tutela, este procedimiento sea el medio más eficaz y expedito para
garantizar el cumplimiento de las decisiones que se adopten sobre la materia.
En efecto, cabe recordar que el despacho comisorio es sometido a reparto, luego
el comisionado asume la competencia para llevar a cabo el encargo y finalmente
debe, para el caso de la práctica de una diligencia, fijar "para tal
efecto el día más próximo posible y la hora para su iniciación, en auto que se
notificará por estado", tal como lo ordena del estatuto procedimental
anteriormente citado.
SENTENCIA DE
TUTELA-Notificación
La notificación
de un fallo de tutela por telegrama o en forma personal, asegura el
conocimiento de la decisión judicial, garantiza la posibilidad de ejercer
oportunamente el derecho de defensa y se constituye en uno de los mecanismos
más propicios para responder a los principios de economía, celeridad y eficacia
que deben imperar siempre en el trámite de que trata el artículo 86 de la Carta
Política.
LEGITIMACION POR
ACTIVA EN TUTELA/AGENCIAMIENTO DE DERECHOS AJENOS/ACCION DE TUTELA-Ausencia de pruebas/DERECHO A LA SALUD-Nombramiento
de médico rural
El legislador
permitió la posibilidad de agenciar derechos ajenos, bajo la condición única y
exclusiva de que el titular de los mismos no se encontrase en condiciones de
promover judicialmente su propia defensa. En el caso de la acción de tutela que
se revisa, no aparece probado en parte alguna del expediente que personas
identificadas de la comunidad se encuentren en imposibilidad física para
reclamar ante los jueces la protección de sus derechos fundamentales. Es más,
tampoco se demuestra que la ausencia temporal de un médico rural en la zona
haya significado, necesariamente, la amenaza o la vulneración del derecho a la
salud determinadas de esa comunidad. Asimismo, al no estar legitimados los
miembros de la junta de gobierno municipal para intentar la tutela, debieron,
cuando menos, demostrar que los hechos que motivaron el proceso en mención
atentaban contra sus propios derechos constitucionales fundamentales. El
expediente de tutela carece de las pruebas necesarias para que la Corte
Constitucional considere dar aplicación al artículo 86 de la C.P.
ACCION DE TUTELA-Improcedencia/ACTO ADMINISTRATIVO/MEDIO
DE DEFENSA JUDICIAL/JUEZ DE TUTELA-Cogobierno
La petición
objeto de la acción de tutela bajo examen, se encamina a que una entidad
pública específica cumpla con un requerimiento elevado por las autoridades
locales, como es el de contar con un médico rural para la zona. Sea esta la
oportunidad para reiterar que el instrumento jurídico contemplado en el
artículo 86 constitucional no puede ser utilizado para que unas autoridades
públicas demanden de las otras el cumplimiento de obligaciones de carácter
administrativo. Ello corresponde a las atribuciones propias de la rama
ejecutiva del poder público y a las relaciones interinstitucionales a nivel
local, departamental o municipal. Si el juez de tutela permitiera que un
alcalde o un funcionario cualquiera de la administración realizara su gestión a
través de la utilización desproporcionada y arbitraria de la acción de tutela
-con el pretexto de estar atentando contra los derechos fundamentales de la
comunidad-, entonces se rompería uno de los pilares del Estado de derecho, cual
es el de la independencia de las ramas del poder, y se entraría dentro del
denominado “cogobierno de los jueces”, figura que a todas luces contradice los
postulados esenciales previstos en la Carta Política.
ACCION DE TUTELA-Hecho superado
Los motivos que
originaron la acción de tutela en comento se han consumado y, por tanto, ya no
representan amenaza alguna contra los peticionarios o contra la comunidad del
municipio. Por lo tanto, cualquier orden que se imparta sobre el particular
resultaría a todas luces inocua.
Ref.: Expediente
T- 51174
Peticionario:
Fermín Delgadillo Torres y otros.
Procedencia:
Juzgado Segundo Civil del Circuito de Chiquinquirá (Boyacá)
Magistrado
Ponente:
Dr. VLADIMIRO
NARANJO MESA
Temas:
* La notificación
de las providencias judiciales en materia de tutela
* La legitimación
para interponer la acción de tutela
Santafé de Bogotá,
D.C. ocho (8) de marzo de mil novecientos noventa y cinco (1995)
La Sala Novena de
Revisión de la Corte Constitucional, conformada por los Magistrados Vladimiro
Naranjo Mesa -Presidente de la Sala-, Jorge Arango Mejía y Antonio Barrera Carbonell,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
ha pronunciado la
siguiente
SENTENCIA
en el proceso de
tutela radicado bajo el número T- 51174, adelantado por Fermín Delgadillo
Torres, Miguel Mendieta Navas y Wilson Ramírez Albornoz quienes en su condición
de alcalde, secretario general y tesorero municipal respectivamente, actuaron
en nombre de la Junta de Gobierno y la comunidad del Municipio de San Pablo de
Borbur (Boyacá), contra el Secretario de Salud del Departamento de Boyacá,
doctor Samuel Contreras Molano.
I. ANTECEDENTES
De acuerdo con lo
dispuesto en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del decreto 2591
de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional
escogió para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia.
De conformidad con
el artículo 34 del decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión procede a dictar
la sentencia correspondiente.
1. Solicitud
Los ciudadanos
Fermín Delgadillo Torres, Miguel Mendieta Navas y Wilson Ramírez Albornoz,
quienes en su condición de alcalde, secretario y tesorero municipal,
respectivamente, actuaron en nombre de la Junta de Gobierno y la comunidad del
Municipio de San Pablo de Borbur (Boyacá), interpusieron ante el Juzgado
Promiscuo Municipal de esa localidad, acción de tutela contra el secretario de
Salud del Departamento de Boyacá, doctor Samuel Contreras Molano, con el fin de
que se amparara el derecho a la salud de todos los habitantes de dicho
municipio.
2. Hechos
Manifiestan los
accionantes que desde el mes de abril de 1994, la Secretaría de Salud del
Departamento de Boyacá, pese a las múltiples solicitudes que le han elevado, no
ha nombrado a ningún médico para que atienda el centro de salud de ese municipio,
razón por la cual consideran “violado el derecho fundamental a la salud a que
tiene nuestra comunidad en general, puesto que al negarnos el servicio médico
de un funcionario de dicha Secretaría nos privan de este derecho, ya que el
municipio se encuentra en un estado de aislamiento por parte de centros
asistenciales en salubridad pública y se están presentando brotes de plagas que
propagan enfermedades contagiosas."
3. Pretensiones
Solicitan los
demandantes que se ordene a la Secretaría de Salud del Departamento de Boyacá
que nombre un médico para que atienda a la población del municipio de San Pablo
de Borbur.
III. ACTUACION
PROCESAL
1. Primera instancia
Mediante auto de
fecha diez (10) de agosto de 1994, el Juzgado Promiscuo Municipal de San Pablo
de Borbur asumió el conocimiento de la presente acción de tutela , y decretó y
recolectó las pruebas que a continuación se relacionan:
1.1. Oficio del tres
(3) de mayo de 1994, enviado por los demandantes al secretario de Salud
departamental.
Mediante dicho
oficio, el alcalde y el personero del municipio de San Pablo de Borbur
solicitaron al secretario de Salud del Departamento de Boyacá "para
seguirle recordando la urgente necesidad de que nos envíe al nuevo MEDICO
RURAL, en reemplazo del que ya fue trasladado".
1.2. Declaración del
señor Fermín Delgadillo Torres.
El declarante, quien
se desempeña como alcalde de San Pablo de Borbur, afirmó que desde hace cuatro
meses su municipio carece de los servicios de un médico. Adicionalmente, señaló
que la Secretaría Departamental de Salud es la encargada de los nombramientos
de dichos médicos, quienes generalmente son personas que van allí a cumplir con
el año rural.
1.3. Telegrama de
fecha dieciséis (16) de agosto de 1994.
A través de este
telegrama, el secretario de Salud de Boyacá informó al Juez de primera
instancia que presentó al doctor Gonzalo Iván Martín Cordobés, para que el
Hospital San Salvador de Chiquinquirá le hiciera la designación como médico
rural del municipio San Pablo de Borbur.
2. Fallo de primera
instancia
Mediante providencia
de fecha veintidós (22) de agosto de 1994, el Juzgado Promiscuo Municipal de
San Pablo de Borbur, resolvió tutelar el derecho a la salud y al saneamiento
ambiental de los ciudadanos Fermín Delgadillo Torres, Miguel Mendieta Navas y
Wilson Ramírez Albornoz, al considerar que la omisión de la Secretaría de Salud
de Boyacá vulneraba el derecho a la salud de los habitantes del municipio
-máxime si se tiene en cuenta la difícil situación de orden público que se vive
en la región debido a la explotación de esmeraldas-. Como consecuencia de lo
anterior, ordenó a la Secretaría de Salud de Boyacá que, en coordinación con el
Hospital San Salvador de Chiquinquirá, y dentro del término de cuarenta y ocho
horas, "disponga los mecanismos pertinentes a fin de que se haga el
nombramiento o designación del doctor Gonzalo Iván Martín Cordobés o de quien
haga sus veces, con miras a que se preste el servicio médico en éste
municipio".
Cabe anotar que para
la notificación del fallo en comento, el Juzgado Promiscuo Municipal de San
Pablo de Borbur comisionó al Juez Civil Municipal (reparto) de Tunja.
El día siete (7) de
septiembre de 1994, el Secretario de Salud de Boyacá impugnó el fallo, y debido
a que el a-quo no había recibido la respuesta del comisionado, decidió
admitirla.
Cabe señalar que, en
el lapso comprendido entre la fecha del fallo y la presentación de la
impugnación, el secretario general de la Alcaldía comunicó al juzgado del
conocimiento que el día veinticuatro (24) de agosto de 1994, fue nombrado
médico rural del municipio en comento el doctor Sergio Piñeros, quien a la
fecha ya se encontraba laborando.
Igualmente se
recibió una comunicación del accionado, en la cual informó que para el caso del
municipio de San Pablo de Borbur, el Director del Hospital San Salvador de
Chiquinquirá es quien hace la nominación del médico, previa presentación por
parte de la Secretaría de Salud de Boyacá. Además, manifestó que la entidad a
su cargo nominó al doctor Gonzalo Iván Martín Córdoba quien, "por
circunstancias ajenas a la administración departamental, no se ha acercado a
formalizar la vinculación con el Hospital.
3. Segunda instancia
El Juzgado Segundo
Civil del Circuito de Chiquinquirá, mediante providencia de fecha veintisiete
(27) de septiembre de 1994, resolvió revocar la sentencia proferida por el
Juzgado Promiscuo Municipal de San Pablo de Borbur, ya que consideró que la
presente acción de tutela resulta improcedente, toda vez que a través de ella
los actores pretenden la protección de un derecho colectivo, cual es la
salubridad pública, contando para ello con otro mecanismo de defensa judicial,
es decir, con la acción popular.
A juicio del ad-quem
no obra en el proceso ninguna prueba de la violación al derecho invocado por
los peticionarios; ni siquiera se probó la existencia de un peligro inminente.
Por ello afirmó: "Se logra deducir que lo que pretende la Junta de
Gobierno es obtener los servicios permanentes de un profesional de la salud
(médico), sin tener en cuenta, entre otras cosas, que el nominador no puede
obligar a quien resulte designado como médico de cualquier zona del país a
laborar allí. Obviamente lo ideal es que todos los asociados tengamos acceso a
un servicio inmediato y acorde con las necesidades de la comunidad, obligación
que recae principalmente en el Estado, pero solamente podría buscar el
nombramiento oportuno, (no se demostró lo contrario) sin que se pueda pretender
que el nominador obligue al médico designado a tomar posesión del cargo. Otra
situación diferente sería, si el profesional o la persona encargada de prestar
el servicio no lo quisiera hacer estando encargada de esta función o de ese
servicio público”.
IV.
CONSIDERACIONES DE LA SALA
1. Competencia
De conformidad con
lo establecido en los artículos 86 y 241, numeral 9o. de la Constitución
Política y 31 a 36 del decreto 2591 de 1991, la Sala Novena de Revisión de la
Corte Constitucional, es competente para revisar el fallo de tutela de la
referencia.
2. Algunas
consideraciones relativas a la actuación procesal en el caso en concreto.
Como puede
apreciarse en el acápite correspondiente a la “Actuación procesal” de esta
providencia, el Juzgado Promiscuo de San Pablo de Babur, resolvió comisionar al
Juez Civil Municipal de Tunja para efectos de adelantar la diligencia de
notificación del fallo proferido el día veintidós (22) de agosto de 1994,
mediante el cual se concedió la acción de tutela instaurada por los
peticionarios.
De las pruebas que
obran en el expediente, no aparece constancia alguna relacionada con la
actuación adelantada por el despacho judicial comisionado con el fin de cumplir
la orden impartida por el fallador de primera instancia. Sin embargo, según
consta en el proceso, el secretario de Salud de Boyacá impugnó el fallo en
comento, razón por la cual debe esta Sala concluir o que la referida diligencia
efectivamente se llevó a cabo, o que, en su defecto, se presentó una
notificación por conducta concluyente, tal y como lo determina el artículo 330
del Código de Procedimiento Civil.
A pesar de lo
expuesto, esta Sala no puede dejar pasar por alto el hecho de que la decisión
del juez de primera instancia, respecto de la notificación de su providencia a
través de un despacho comisorio, significó el transcurso de más de catorce
días en el trámite de la acción de tutela, el cual solamente se reanudó con la
impugnación presentada mediante vía telegráfica por parte de la entidad
demandada.
Así las cosas,
corresponde reiterar que el propósito fundamental de la acción de tutela es el
de procurar que el fallo de un juez de la República, relativo a la inmediata
protección de un derecho constitucional fundamental amenazado o vulnerado,
produzca efectos en forma inmediata, directa y eficaz. Con todo, esa decisión,
como todas las que se adoptan en materia judicial -e inclusive administrativa-,
debe garantizar el derecho fundamental al debido proceso y, por tanto, debe
proporcionar a la entidad pública o particular demandada todos los medios
necesarios para garantizar el derecho de defensa. En consecuencia, si el juez
actúa con diligencia, la decisión encaminada a proteger la situación del
interesado llegará a feliz término una vez la providencia judicial quede
ejecutoriada y, por ende, haya operado el fenómeno de la cosa juzgada. Por el
contrario, si el juez entraba el proceso de tutela -por ejemplo, utilizando
medios inadecuados para realizar la notificación-, no sólo estará atentando
contra la necesidad de garantizar la protección de ese derecho, sino que,
además, mantendrá las partes, esto es al demandante y al demandado, en un
estado de incertidumbre jurídica que atenta contra los principios mínimos del
Estado social de derecho.
En el caso bajo
examen, la Sala estima que la decisión del juez de tutela de notificar su
providencia a través de un despacho comisorio o interpreta cabalmente el
contenido de varias normas legales, a saber:
A) Artículo 16 del
decreto 2591 de 1991:
"Notificaciones.
Las providencias que se dicten se notificarán a las partes o intervinientes,
por el medio que el juez considere más expedito y eficaz".
B) Artículo 5o. del
decreto 306 de 1992:
"De la
notificación de las providencias a las partes. De conformidad con el artículo
16 del Decreto 2591 de 1991, todas las providencias que se dicten en el trámite
de una acción de tutela se deberán notificar a las partes o a los
intervinientes. Para este efecto son partes la persona que ejerce la acción de
tutela y el particular, la entidad o autoridad pública contra la cual se dirige
la acción de tutela de conformidad con el artículo 13 del decreto 2591 de 1991.
"El juez velará
porque de acuerdo con las circunstancias, el medio y la oportunidad de la
notificación aseguren la eficacia de la misma y la posibilidad de ejercer el
derecho de defensa".
C) Artículo 30 del
decreto 2591 de 1991:
"Notificación
del fallo. El fallo se notificará por telegrama, o por otro medio expedito que
se asegure su cumplimiento, a más tardar al día siguiente de haber sido
proferido".
Si bien es cierto
que la figura del despacho comisorio, contenida en el artículo 33 del Código de
Procedimiento Civil, se constituye en uno de los instrumentos con que cuenta el
juez para impulsar el proceso, ello no significa que, en los eventos
relacionados con las acciones de tutela, este procedimiento sea el medio más
eficaz y expedito para garantizar el cumplimiento de las decisiones que se
adopten sobre la materia. En efecto, cabe recordar que el despacho comisorio es
sometido a reparto, luego el comisionado asume la competencia para llevar a
cabo el encargo y finalmente debe, para el caso de la práctica de una
diligencia, fijar "para tal efecto el día más próximo posible y la hora
para su iniciación, en auto que se notificará por estado", tal como lo
ordena del estatuto procedimental anteriormente citado.
Por el contrario, la
notificación de un fallo de tutela por telegrama o en forma personal -según lo
determinan las disposiciones contenidas en los Decretos 2591 de 1991 y 306 de
1992-, asegura el conocimiento de la decisión judicial, garantiza la
posibilidad de ejercer oportunamente el derecho de defensa y se constituye en
uno de los mecanismos más propicios para responder a los principios de
economía, celeridad y eficacia que deben imperar siempre en el trámite de que
trata el artículo 86 de la Carta Política.
3. Algunas
consideraciones respecto de la legitimación para interponer la acción de tutela
que se revisa.
El asunto que en
esta oportunidad le corresponde revisar a esta Sala de la Corte Constitucional,
trata de una acción de tutela presentada por la junta de gobierno municipal de
San Pablo de Babur -conformada por el alcalde, el secretario general y el
tesorero municipal-, quienes, además, actúan en nombre de la “comunidad general
del Municipio”, con el fin de que la Secretaría de Salud del departamento de
Boyacá nombre a un médico que realice el año rural en esa localidad.
De conformidad con
los artículos 86 de la Carta Política y 10 y 100 del
Decreto 2591 de 1991, la acción de tutela tiene por objeto principal el que la
persona que considere amenazado o vulnerado alguno de sus derechos
constitucionales fundamentales, por parte de una autoridad pública o de un
particular -en los términos que señale la ley-, pueda reclamar su protección
inmediata ante un juez de la República. Por consiguiente, sólo es titular de
dicha acción la persona a quien, de una forma u otra, se le hubiesen afectado
sus derechos. No obstante, el legislador permitió la posibilidad de agenciar
derechos ajenos, bajo la condición única y exclusiva de que el titular de los
mismos no se encontrase en condiciones de promover judicialmente su propia
defensa.
En el caso de la
acción de tutela que se revisa, no aparece probado en parte alguna del
expediente que personas identificadas de la comunidad de San Pablo de Bobur se
encuentren en imposibilidad física para reclamar ante los jueces la protección
de sus derechos fundamentales, lo que permitiría, prima facie, que le
agenciaran tales derechos. Es más, tampoco se demuestra que la ausencia
temporal de un médico rural en la zona haya significado, necesariamente, la
amenaza o la vulneración del derecho a la salud determinadas de esa comunidad.
Asimismo, al no
estar legitimados los miembros de la junta de gobierno municipal para intentar
la tutela, debieron, cuando menos, demostrar que los hechos que motivaron el
proceso en mención atentaban contra sus propios derechos constitucionales
fundamentales. Al igual que la situación descrita en el párrafo anterior, el
expediente de tutela carece de las pruebas necesarias para que la Corte
Constitucional considere dar aplicación al artículo 86 de la Carta Política.
Ahora bien, esta
Sala encuentra que realmente la petición objeto de la acción de tutela bajo
examen, se encamina a que una entidad pública específica -Secretaría de Salud
de Boyacá- cumpla con un requerimiento elevado por las autoridades locales de
San Pablo de Bobur, como es el de contar con un médico rural para la zona. Sea
esta la oportunidad para reiterar que el instrumento jurídico contemplado en el
artículo 86 constitucional no puede ser utilizado para que unas autoridades
públicas demanden de las otras el cumplimiento de obligaciones de carácter
administrativo. Ello corresponde a las atribuciones propias de la rama
ejecutiva del poder público y, para el caso en comento, a las relaciones
interinstitucionales a nivel local, departamental o municipal. Si el juez de
tutela permitiera que un alcalde o un funcionario cualquiera de la
administración realizara su gestión a través de la utilización desproporcionada
y arbitraria de la acción de tutela -con el pretexto de estar atentando contra
los derechos fundamentales de la comunidad-, entonces se rompería uno de los
pilares del Estado de derecho, cual es el de la independencia de las ramas del
poder, y se entraría dentro del denominado “cogobierno de los jueces”, figura
que a todas luces contradice los postulados esenciales previstos en la Carta
Política.
No sobra agregar
que, para esta Sala, de darse en el presente caso una situación que realmente
significara la violación de unos derechos -lo cual, como se explicó, no se
presenta-, los interesados no serían sólo una persona o un grupo determinados
de ellas -como es el caso de la junta de gobierno-, sino toda la comunidad. Tal
evento, como lo ha dispuesto en forma reiterada la Corte Constitucional, escapa
los propósitos propios de la acción de tutela y se enmarca dentro de los
parámetros jurídicos de otro tipo de acciones o instrumentos procesales, como
es el caso de las acciones populares.
5. Hechos superados
en el caso en concreto
Aunque, como ya se
ha establecido, el objeto de la acción de tutela es la protección de los
derechos constitucionales fundamentales, a través de una orden impartida por un
juez, con el fin de que la autoridad pública o el particular -según el caso-
realicen una determinada acción o se abstengan de hacerlo, debe advertirse que,
acogiendo reiterada jurisprudencia de esta Corte1 la vulneración del
derecho, así como su amenaza, deben partir necesariamente de un cierto grado de
certeza y actualidad, donde las situaciones que hipotéticamente atenten contra
ese derecho o cuya posibilidad de menoscabo ya se hubiese desechado o superado,
deben ser desestimadas por el funcionario judicial encargado del proceso en
comento. En otras palabras, no es posible pretender que el juez de tutela
imparta una determinada orden, cuando el supuesto de hecho de la pretensión
resulte, por un motivo u otro, inexistente.
Al respecto, ha
dispuesto esta Corporación:
“La acción de tutela
ha sido concebida como procedimiento preferente y sumario para la defensa
inmediata de los derechos fundamentales, lo cual implica que su efectividad
reside en la posibilidad de que el juez, si encuentra que en realidad existe la
vulneración o la amenaza alegada por quien pide protección, imparta una orden
para que, como lo dice la Constitución, aquél contra quien se intenta la tutela
actúe o se abstenga de hacerlo. Es forzoso concluir que si tal es el objeto de
la tutela, ninguna razón se tiene para admitirla cuando ya las situaciones que
pueden haber dado lugar o ser consecuencia de hechos u omisiones violatorias de
derechos fundamentales quedaron definidas, pues de entenderse lo contrario, se
vería desvirtuada la naturaleza de la institución.”2
En el asunto que
ahora se revisa, como se explicó, se trata de la solicitud elevada por las
autoridades locales del San Pablo de Bobur, con el fin de que la Secretaría de
Salud del departamento de Boyacá, nombre a un médico para que realice el año
rural en la zona. Dentro del expediente obran diversas pruebas en las cuales
constan los requerimientos elevados por los peticionarios, así como las
respuestas dadas por la entidad demanda en las cuales se informa que el hospital
San Salvador de Chiquinquirá ya hizo la designación correspondiente, pero que
por razones desconocidas la persona originalmente nombrada, esto es el médico
Gonzalo Iván Martín Cordobes, no se había trasladado aún a la localidad. Fue
con base en esta situación que el juez de primera instancia decidió conceder la
acción de tutela bajo examen.
Sin embargo, el día
siete (7) de septiembre de 1994, el secretario de Salud de Boyacá informó que
otro médico, Sergio Piñeros Rodríguez, se había posesionado del cargo desde el
día veinticuatro (24) de agosto de ese mismo año. Esta situación también fue
corroborada por el secretario General de la Alcaldía de San Pablo de Bobur,
mediante oficio del 30 de agosto.
En consecuencia,
esta Sala de Revisión considera que los motivos que originaron la acción de
tutela en comento se han consumado y, por tanto, ya no representan amenaza
alguna contra los peticionarios o contra la comunidad del municipio. Por lo
tanto, cualquier orden que se imparta sobre el particular resultaría a todas
luces inocua, razón por la cual se habrá de confirmar la sentencia del
veintisiete (27) de septiembre de 1994, proferida por el Juzgado Segundo Civil
del Circuito de Chiquinquirá, a través de la cual se revocó la sentencia del
Juzgado Promiscuo Municipal de San Pablo de Borbur y, por ende, se denegó la
acción de tutela bajo examen.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
Primero: CONFIRMAR
la sentencia del veintisiete (27) de septiembre de 1994, proferida por el
Juzgado Segundo Civil del Circuito de Chiquinquirá, a través de la cual se
revocó la sentencia del Juzgado Promiscuo Municipal de San Pablo de Borbur del
veintidós (22) de agosto de 1994 y, por ende, se denegó la acción de tutela
bajo examen, pero por las razones expuestas en esta providencia.
SEGUNDO.-
ORDENAR que por la
Secretaría General de esta Corporación, se comunique esta providencia al Juzgado
Promiscuo Municipal de San Pablo de Borbur, en la forma y para los efectos
previstos en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, insértese en la gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
VLADIMIRO NARANJO MESA
Magistrado Ponente
JORGE ARANGO MEJIA
Magistrado
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
1 Cfr.
Corte Constitucional. Sentencias Nos. T-338/93, T-494/93, T-036/94 y T-052/94,
entre otras.
2 Corte
Constitucional. Sala de Revisión No. 1. Sentencia No. T-506/93 del 5 de
noviembre de 1993. Magistrado Ponente: Jorge Arango Mejía. |
321 | T-102-95
Sentencia No
Sentencia
T-102/95
ACCION DE TUTELA
CONTRA EL EMPLEADOR/INDEFENSION DE TRABAJADORES/TRABAJADOR-Subordinación
Como uno de los
jueces de primera instancia afirma que en el presente caso no cabe la tutela
contra particulares porque no existe subordinación e indefensión del trabajador
respecto del patrono, hay necesidad de aclarar que la relación laboral
establece ese grado de subordinación, luego, por este aspecto, queda
suficientemente justificada la viabilidad de estas acciones de tutela. Pero,
hay algo más: En los catorce casos que motivan el presente fallo se aprecia
una situación de indefensión. La reiterada imposibilidad de tener el espacio
que la ley da para que haya definición a los conflictos colectivos, colocó
definitivamente a los trabajadores sindicalizados en una manifiesta
indefensión.
SALARIO-Valor intrínseco/SALARIO-Reajuste/REMUNERACION
MOVIL
Si la constante
es el aumento del índice de precios al consumidor, donde existe anualmente
inflación de dos dígitos, se altera la ecuación económica si se admite un
salario nominalmente invariable. Es por ello que el salario tiene que mantener
su VALOR INTRINSECO, esto es, su poder adquisitivo. Luego, hay que lograr un
valor en equidad. El artículo 53 de la Carta habla, precisamente, de la
remuneración MOVIL. No sólo comprende al salario mínimo sino a todos los
salarios puesto que ello es una lógica consecuencia de la naturaleza
sinalagmática y conmutativa de la relación laboral, prueba de lo cual es el
reajuste automático de todas las pensiones. Sería absurdo que AL TRABAJADOR
PASIVO se le reajustara su pensión y no se le reajustara su salario AL TRABAJADOR
ACTIVO. Por consiguiente, si a un trabajador se le fija un salario y se
mantiene el mismo guarismo por más de un año a pesar de que la cantidad y
calidad del trabajo permanecen inmodificables, mientras el valor del bien
producido aumenta nominalmente, en razón de la depreciación de la moneda, se
estaría enriqueciendo injustamente el empleador en detrimento del derecho que
tiene el asalariado a recibir lo justo, y esto no sería correcto en un Estado,
una de cuyas finalidades esenciales es garantizar la vigencia de un orden
justo.
PRINCIPIO A
TRABAJO IGUAL SALARIO IGUAL/DISCRIMINACION SALARIAL/DERECHO A LA IGUALDAD-Vulneración
La discriminación
salarial atenta contra la IGUALDAD como derecho fundamental
constitucionalmente protegido e inherente a la relación laboral. Lo cual
implica, en principio, que habrá discriminación cuando ante situaciones iguales
se da un trato jurídico diferente, por eso se proclama el principio A TRABAJO
IGUAL SALARIO IGUAL".
PERJUICIO
IRREMEDIABLE-Pérdida del
valor del salario/ACCION DE TUTELA TRANSITORIA/SALARIO-Reajuste
Cuando se utiliza
la acción de tutela como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable -, el dato legal, esto es, la existencia de un medio judicial
ordinario no es óbice para que la persona pueda instaurarla. Por el contrario,
el presupuesto de procedibilidad de esta acción es precisamente la existencia
de un medio legal de defensa que, sin embargo, no impide que la persona puede
apelar transitoriamente a la acción de tutela justamente para evitar un
perjuicio irremediable. En los casos motivo del presente fallo de revisión, los
perjuicios son inminentes porque continúan sucediendo permanentemente (a medida
que se causa el salario); la medida a tomar (reajuste salarial) conjura el
perjuicio irremediable, hay un grave daño ocasionado (pérdida del valor del
salario) y, por consiguiente, es impostergable restablecer el orden social
afectado por la inequitativa actitud de mantener en 1995 el mismo salario
básico de 1991. Esta Sala de Revisión cree coherente que la adecuación
salarial, para efectos de esta tutela como mecanismo transitorio, y sólo para
ello, se haga de acuerdo con el comportamiento de la tasa de inflación.
INDEXACION
En materia
laboral se entiende por indexación el ajuste salarial y pensional motivado en
la desvalorización de la moneda.
Referencia:
expedientes T-47604, 49025, 49053, 49727, 49730, 49766, 49803, 50114, 50115,
50182, 50220, 50243, 50249, 51542 acumulados.
Peticionarios:
Alfonso Ruíz y otros.
Procedencia:
Juzgados Laborales de Santafé de Bogotá: 9, 13, 4º, 16, 8, 7, 5, 15, 11, 14, 6,
12.
Temas:
- A trabajo igual
salario igual. El principio de igualdad salarial, es un derecho fundamental de
rango constitucional.
- Justicia
conmutativa en la movilidad salarial.
-Equilibrio entre el
salario y la prestación del servicio. (Teoría valorativa).
-Autonomía para
acogerse a la Ley 50 de 1990.
-La efectividad del
Derecho Laboral es instrumento de la convivencia pacífica.
- La equidad como
criterio auxiliar del operador jurídico.
Magistrado Ponente:
Dr. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Santa Fe de Bogotá
D.C., trece (13) de marzo de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Séptima de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Alejandro
Martínez Caballero, Fabio Morón Díaz y Vladimiro Naranjo Mesa.
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
Ha pronunciado la
siguiente
SENTENCIA
En los procesos
acumulados de tutela de Alfonso Ruiz Ruiz (47604), Fideligna Vanegas (49025),
Manuel Albarracín (49053), Lilia Peña Velasco (49727), Adán Moreno Romero
(49730), José Cortés (47766), José Arcadio González (49803), Víctor Julio
Moreno (50114), José Rubén Torres (50115), José Benjamín Murcia (50182), Isidro
Prieto (50220), Luis Emilio Morales Dimaté (50243), José Serafín Ruiz (50249),
Ananias Serna Suárez (51542).
I. ANTECEDENTES
Con base en los
artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto Nº 2591 de 1991, la
Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para
efectos de su revisión, las acciones de tutela de la referencia, ordenando se
tramitaran en forma acumulada.
A- INFORMACION
PRELIMINAR
1. Tránsito de
legislación.
La Ley 50 de 1990
estableció un nuevo régimen para las cesantías , y para la transición de
legislación el parágrafo de su artículo 98 señaló:
"Los
trabajadores vinculados mediante contrato de trabajo celebrados con
anterioridad a la vigencia de esta ley, podrán acogerse al régimen
especial señalado en el numeral segundo del presente artículo, para lo cual es
suficiente la comunicación escrita, en la cual señale la fecha a partir de la
cual se acoge". (subraya fuera de texto).
Esta norma principió
a regir en enero de 1991 y ha dado origen a conflictos. En los casos que
motivan este fallo de tutela, los peticionarios afirman en las solicitudes:
El Sindicato
SINTRASUCESORES, presentó un pliego de peticiones el 1º de enero de 1992, del
cual no hubo arreglo con la empresa por el hecho de no haberse acogido a la ley
50 de 1990 y además por pertenecer al sindicato".
2. Negociación
frustrada.
En la empresa
Sucesores de José de Jesús Restrepo y Cía. S.A. existía un sindicato de base:
SINTRASUCESORES, aprobado desde 1976.
En enero de 1992
SINTRASUCESORES presentó el pliego de peticiones y el 8 de abril de ese año en
el Acta de la negociación se fijaron por escrito estas posiciones:
De parte del
sindicato: "el sindicato considera que el hecho de que algunos
trabajadores no se hubieran acogido a la Ley 50 de 1990, en lo que se refiere a
los fondos de Cesantías no debe dar como consecuencia la discriminación en los
aumentos de salarios y cesantías como lo ha planteado la Empresa en esta
reunión, ya que acogerse a esta ley debe ser un acto voluntario de cada
trabajador".
De parte del
empleador: "3- La posición de la empresa se sustenta en el hecho de que la
gran mayoría de los trabajadores de la misma se acogieron voluntariamente al
nuevo régimen de cesantías establecido en la Ley 50 de 1990.
"4- La empresa
deja constancia de que para cualquier arreglo laboral se debe tener en cuenta
lo enunciado anteriormente y si es que existe discriminación esta se desprende
y deriva de la citada ley".
El representante
legal de la empresa, cuando se le averiguó sobre tales constancias, en
interrogatorio de parte rendido en juicio en el Juzgado 16 Laboral de Bogotá,
el 27 de enero de 1993, dijo:
"Si es
cierto, pero aclaro, esa constancia fue una respuesta a la posición de los
negociadores del sindicato y los puntos que citan son solo apartes de una
constancia global que incluye otros puntos sustanciales de la posición de la
empresa".
Lo concreto es que
la negociación, en su etapa de arreglo directo fracasó y el sindicato solicitó
la convocatoria del Tribunal de Arbitramento.
3- Controversia
por los sindicatos minoritarios.
El Ministerio de
Trabajo inicialmente rechazó la petición de SINTRASUCESORES para que fuera
convocado el Tribunal de Arbitramento.
Las Resoluciones
2068 de 29 de mayo de 1992 y 3088 de 24 de julio de 1992 dijeron:
"Es por esto
que los conflictos colectivos planteados por sindicatos minoritarios, en los
que no se logra obtener la participación de la mayoría absoluta de los
trabajadores de la respectiva empresa, tienen como única forma de solución el
arreglo entre las partes".
Sin embargo, un
concepto del Consejo de Estado que justifica los Tribunales de Arbitramento en
sindicatos minoritarios, motivó la revocatoria de la inicial negativa,
(Resolución 299 de 1993) y fue convocado para resolver el conflicto en la
empresa Sucesores de José de Jesús Restrepo y Cía. S.A.
Surgió otro
inconveniente: los árbitros designados por el empleador, renunciaban, y así se
prolongaba la solución al conflicto.
4- La primera
tutela.
Ante la situación de
haber logrado la convocatoria del Tribunal de Arbitramento, pero verlo
frustrado por la táctica de la renuncia de árbitros, el sindicato interpuso una
tutela buscando la operatividad del Tribunal.
La tutela no
prosperó (Sentencia de 5 de mayo de 1993, Juzgado 2º Laboral de Santafé de
Bogotá), confirmada por la Sala Laboral del Tribunal de esta ciudad, la cual
consideró que la demora era imputable a los árbitros y no al Ministerio ni a la
empresa.
Pero, meses después
operó el Tribunal de Arbitramento y hubo laudo que no fue homologado por el
Tribunal Superior de Santafé de Bogotá.
5. El problema
del salario
5.1- Desde enero de
1992 la empresa incrementó el salario a los NO sindicalizados en un
28%. Tal aumento no cobijó a los 48 trabajadores sindicalizados. En los
años siguientes nuevamente se aumentó en otros 28% a los NO
sindicalizados.
5.2- Se ha afirmado
por los petentes que esta diferenciación tuvo como una de sus causas la
negativa de los sindicalizados a pasar a los fondos de cesantías, lo cual frenó
la negociación colectiva. El patrono, a su vez, explica:
"no hubo
aumento salarial para los actores por cuanto con ellos rige una convención
colectiva que venció el 9 de mayo de 1992 y sobre ella se presentó una nueva
solicitud o una nueva convención colectiva, sobre la cual hasta el momento no
se ha llegado a ningún acuerdo".
5.3- El empleador ha
remitido la constancia de salarios devengados por los trabajadores que hace
poco se mantenían en el sindicato (quienes formaban parte de los 48 que
demandaron laboralmente y de los 14 que interpusieron tutela).
Estas son la cifras
del salario diario básico:
NOMBRE
1991
DIC.
1992
DIC.
1993
DIC.
1994
DIC.
Albarracín
Corredor Manuel
3.853=
3.853=
3.853=
3.853=
Bernal Chacon
Pablo
3.853=
3.853=
3.853=
3.853=
González Menjura
José
4.131=
4.131=
4.131=
4.131=
León Ruíz Jesús
Antonio
3.853=
3.853=
3.853=
3.853=
Morales Dimaté
Luis Emilio
3.853=
3.853=
3.853=
3.853=
Moreno Romero Adán
3.853=
3.853=
3.853=
3.853=
Martínez Duarte
Campo Elidas
3.853=
3.853=
3.853=
3.853=
Moreno Victor
Julio
3.853=
3.853=
3.853=
3.853=
Murcia Sierra José
Benjamin
3.853=
3.853=
3.853=
3.853=
Pardo Cajamarca
Horacio
3.853=
3.853=
3.853=
3.853=
Prieto Reina
Isidro
3.853=
3.853=
3.853=
3.853=
Ruiz Romero José
Serafin
3.853=
3.853=
3.853=
3.853=
Ruiz Ruiz Alfonso
3.853=
3.853=
3.853=
3.853=
Serna Suárez
Ananias
3.853=
3.853=
3.853=
3.853=
Torres Alvarado
José Ruben
3.853=
3.853=
3.853=
3.853=
Cortes Linares
José Everardo
4.013=
4.013=
4.013=
4.013=
Peña Velasco Lilia
3.586=
3.586=
3.586=
3.586=
Vanegas Figueredo
Fideligna
3.586=
3.586=
3.586=
3.586=
6. El juicio
ordinario laboral.
Ante la situación
planteada, los 48 trabajadores que hace 3 años conformaban el sindicato
otorgaron poder para que se formulara demanda laboral a fin de que se
incrementaran sus salarios a partir de febrero de 1992, en un 28%. La demanda
se presentó el 8 de octubre de 1992 y correspondió por reparto al Juzgado 16 Laboral
de Santafé de Bogotá. Notificada como fue la admisión de la demanda, el
empleador contestó, por medio de apoderado, oponiéndose a las peticiones,
indicando que no le constan los hechos, dudando que algunos trabajadores fueron
operarios y negando la discriminación salarial.
Es sabido que los
juicios laborales en la capital del país son dilatados (entre otras razones
porque sólo hay 16 juzgados), sin embargo, este proceso ha sido particularmente
demorado porque el abogado del empleador solicitó interrogatorio de parte para
todos y cada uno de los demandantes.
Ha habido ya 17
oportunidades de audiencia:
- 30 de octubre /92:
Primera audiencia: Fracasó la conciliación y se decretaron pruebas.
- 27 enero /93:
Segunda audiencia. Interrogatorio de parte del representante legal de la
empresa.
- 24 de febrero/93:
Continuación de la segunda audiencia. Declara el jefe de producción.
- 15 de abril /93:
Tercera audiencia. Interrogatorio de parte de los trabajadores Albarracín y
Basto.
- 19 de mayo/93:
Continuación de la tercera audiencia. Interrogatorio de parte del trabajador
Murcia.
- 23 de junio /93:
Continuación de la tercera audiencia. Interrogatorio de parte del trabajador
Prieto.
- 5 de agosto /93:
Continuación de la tercera audiencia. Interrogatorio de parte del trabajador
Páez.
- 9 de septiembre
/93: Continuación de la tercera audiencia. Interrogatorio de parte del
trabajador Bernal.
- 25 de octubre
/93: Continuación de la tercera audiencia. Interrogatorio de parte del
trabajador Contreras.
- 1º de diciembre
/93: Continuación de la tercera audiencia. Interrogatorio de parte de la
trabajadora Rosa Elvia Pachón.
- 15 de febrero
/94: Curiosamente se regresa a la Segunda Audiencia. Interrogatorio de parte
del trabajador Cortés.
- 11 de abril /94:
Continuación de la Segunda Audiencia. Interrogatorio de parte de los
trabajadores Ruíz Ruíz, Gilberto Cárdenas y Jairo Moreno. Se declaran confesos
a Carlos Julio Torres y José Rubén Torres.
- 26 de julio /94:
Continuación de la Segunda Audiencia. No comparecieron los trabajadores
Moyano y Rodríguez.
- 30 de agosto
/94: Continuación de la Segunda Audiencia. Se decide sobre unos desistimientos.
- 4 de octubre
/94: Continuación de la Segunda Audiencia. Interrogatorio de parte de la
trabajadora Lilia Peña.
- 23 de noviembre
/94: Se pasa nuevamente a Tercera audiencia. Interrogatorio de parte de Ananías
Serna. Se aceptan otros desistimientos.
- 13 de febrero
/95: Acepta otros desistimientos. Continúa la tercera audiencia.
Ese es el estado
actual del juicio, faltan declaraciones de testigos, posiblemente inspección
judicial y 8 interrogatorios de parte.
Hay que aclarar que
los desistimientos venían solicitándose a lo largo del proceso, eran
presentados sólo con la firma del demandante (no de su abogado) y por este
motivo no se admitían, lo cual significó que de los interrogatorios sólo 2
fueron para trabajadores que aún siguen de demandantes y 14
(interrogatorios o declaraciones de confeso) para quienes desistieron. El Juzgado
únicamente aceptó los desistimientos después de que el abogado de los
demandantes, en audiencia, los coadyuvó.
En total han
desistido de todas las pretensiones en el ordinario laboral, 38 demandantes, lo
hicieron en estas fechas:
1. Alvaro Basto (15
de febrero de 1993)
2. Milciades
Santamaría (03 de marzo de 1993)
3. Eduardo Santos
(17 de noviembre /93)
4. José Bulla (17
de noviembre/93)
5. José Galindo
(17 de noviembre/93)
6. José I. Parra
Ruíz (17 de noviembre/93)
7. Isidro González
(17 de noviembre/93)
8. Marco Antonio
Páez (17 de noviembre/93)
9. Pedro Vicente
Contreras ( 22 de noviembre/93)
10. Buenaventura
Cruz ( 22 de noviembre/93)
11. Gabino Nuñez (
22 de noviembre/93)
12. José Samuel Ruíz
( 22 de noviembre/93)
13. Hermencia Rodríguez
( 22 de noviembre/93)
14. Hernando Cadena
( 23 de noviembre /93)
15. Pablo Emilio
Rodríguez ( 22 de noviembre/93)
16. Alfredo Enciso
Beltrán ( 23 de noviembre/93)
17. Ignacio Olivares
( 29 de noviembre/93)
18. Julio Enrique
Torres ( 29 de noviembre/93)
19. Pompilio Riaño (
29 de noviembre/93)
20. Rosa Elvira
Pachón ( 20 de noviembre/93)
21. César Casallas
(10 de noviembre/93)
22. Margarita López
Camelo ( 15 de marzo/94)
23. Marco A. Moyano
(8 de abril/94)
24. Carlos Julio
Torres (11de abril/94)
25. Jorge Eliécer
Leguizamón (15 de abril/94)
26. Jairo Humberto
Moreno (6 de julio/94)
27. Gilberto
Cárdenas (19 de julio /94)
28. Olimpia Jiménez
(25 de julio /94)
29. Blanca Cecilia
Garzón (1º de agosto /94)
30. José Rubén
Torres (13 de octubre /94)
31. Víctor Julio
Moreno (28 de octubre /94)
32. José Serafín
Ruiz (4 de noviembre /94)
33. Fideligna
Vanegas (4 de enero de 1995)
34. Lilia Peña (25
de enero de 1995)
35. José Cortés (25
de enero de 1995)
36. Manuel
Albarracín (27 de enero de 1995)
37. Horacio Pardo (8
de enero de 1995)
38. Ananias Serna (6
de febrero de 1995).
Qué dió la empresa a
cambio del desistimiento?
Dentro de las copias
que el Juzgado 16 Laboral de esta ciudad envió a la Corte Constitucional,
aparece un acta de conciliación celebrada el 15 de febrero de 1993, en otro
Juzgado (el 14 Laboral) y allí se lee que se le reconoció al trabajador ALVARO
BASTO un salario de $5.819.20 diarios (dentro del juicio ordinario Laboral
aparecía recibiendo $3.853 diarios), y con base en este reajuste se le
liquidaron sus prestaciones en: $481.169,85 porque el trabajador se retiró, y
se le dieron adicionalmente 15 millones por conciliar.
7- En qué
finalizó el conflicto colectivo después de superar las dificultades?
Ya se dijo que con
fundamento en un concepto del Consejo de Estado, permitió el Ministerio de
Trabajo que se convocara el Tribunal de Arbitramento.
Se produjo el Laudo
y el Tribunal de Santafé de Bogotá inicialmente lo anuló y después (el 11 de
abril de 1994) NO lo homologó. De todas maneras, en el Laudo, respecto a
salarios, NADA se decidió, con la tesis de que si prosperaba el
juicio laboral, los demandantes terminaban recibiendo 2 aumentos: el que haría
el Laudo y el del Juzgado. Es decir, no hubo reajuste salarial. Precisamente
por esta omisión el apoderado del sindicato acudió ante el Tribunal Superior de
Santafé de Bogotá. Lo mismo hizo el apoderado del patrono alegando que los
árbitros habían decidido para varios años y prosperó la tesis patronal de que
los árbitros se habían excedido al dar una vigencia superior a la pedida.
Así terminó
definitivamente el conflicto inicial y los trabajadores sindicalizados
continuaron recibiendo un salario igual al de principios de 1992.
8. Qué ocurrió
con otro conflicto suscitado esta vez por la organización sindical que agrupó a
los sobrevivientes del antiguo sindicato?
Como SINTRASUCESORES
vió menoscabada su militancia sindical, quienes perseveraron resolvieron, el 19
de noviembre de 1993, fusionarse con el Sindicato Nacional de Trabajadores de
la Industria de Alimentos, SINALTRAINAL, fusión aprobada por el Ministerio del
Trabajo el 6 de mayo de 1994.
De inmediato, el 30
de mayo de 1994 y ante el fracaso total del primer conflicto, se inicia el
arreglo directo para ver si ahora sí se podía firmar Convención Colectiva.
Nuevamente ocurren los inconvenientes y el 17 de junio de 1994 se rompen las
conversaciones y el sindicato solicita la convocatoria del Tribunal de
Arbitramento.
El Ministerio del
Trabajo, el 22 de julio de 1994, NO ordena la constitución del Tribunal de
Arbitramento y siguen los sindicalizados recibiendo el salario de 1992.
Pero ahí no termina
el viacrucis de los escasos trabajadores que se negaron a escoger el régimen de
cesantías establecido en la Ley 50 de 1990.
9- El Ministerio
del Trabajo se niega a sancionar administrativamente al empleador y por el
contrario conceptúa sobre salarios.
Por reclamaciones
del Sindicato, el Ministerio del Trabajo dicta estas Resoluciones:
-
17 de junio de 1993: La División de Inspección y Vigilancia dice que no ha
habido ninguna violación por parte del empleador. (Resolución 1788).
-
2 de agosto de 1993: La División de Inspección y Vigilancia multa a la empresa
con 10 salarios mínimos por violar el principio a trabajo igual salario igual,
dando por probada la vulneración del principio de igualdad. (Resolución 2297).
-
17 de febrero de 1994: Revoca la resolución 2297, afirmando que el salario de
los no sindicalizados no se aplica a los sindicalizados.
-
20 de junio de 1994, resolución 1630: CONFIRMA la Resolución 1788 de 1993
agregando: "mal puede afirmarse que el salario que rige para los
trabajadores no sindicalizados se aplique a los afiliados a un ente
sindical".
Vale la pena
recordar que es el mismo Ministerio el que un mes después (22 de julio de 1994)
no ordena la conformación del Tribunal de Arbitramento.
B. SOLICITUDES DE
TUTELA.
En agosto de 1994,
catorce de los trabajadores que había instaurado el juicio ordinario laboral y
que continuaban sin reajuste salarial desde 1992, presentaron solicitudes de
tutela que fueron repartidas en los diferentes juzgados laborales del Distrito
Capital.
Las peticiones son
iguales: Que se les dé un trato idéntico al resto de trabajadores de la
empresa: Sucesores de José de Jesús Restrepo y Cía. S.A. (contra quien se
dirige la acción), por cuanto no hay razón legítima que justifique el trato
discriminatorio en materia de salario. Consideran los petentes que la actitud
de la empresa viola los artículos 13 y 25 de la Constitución, atenta contra los
artículos 38 y 39 ibídem y no se compadece con los principios básicos de
dignidad y justicia (Preámbulo y arts. 1 y 2 de la C.P.).
Señalaron que con lo
ocurrido se los perjudica de manera grave y se los afecta en su normal
desenvolvimiento como personas y se lleva a sus familias a sufrir penurias.
Se refieren al no
aumento salarial por ser miembros del sindicato, y no acogerse a la Ley 50 de
1990, lo cual ha significado en 1994 una desproporción de un 84% en relación
con el salario de los trabajadores no sindicalizados.
Posición de la
empresa dentro de las tutelas.
En todas ellas, el
apoderado de "Sucesores de José de Jesús Restrepo y Cía. S.A." se
opuso por existir otros recursos o medios de defensa. Inclusive indicó cuáles
serían esas vías:
-Querellas laborales
administrativas
-Tribunal de
Arbitramento
-Demandas ante la
justicia ordinaria laboral
-Tutela; pero, la
tutela la reduce a lo relacionado con los hechos del Tribunal de Arbitramento.
C. DECISIONES DE
LOS JUZGADOS LABORALES DEL DISTRITO CAPITAL.
Estas fueron las
decisiones de primera instancia:
-30 agosto de 1994,
Juzgado 4º, caso: Manuel Albarracín
-1º septiembre de
1994, Juzgado 13, caso: Fideligna Vanegas
-1º septiembre de
1994, Juzgado 13, caso: Lilia Peña
-2 septiembre de
1994, Juzgado 5º, caso: Victor Moreno
-2 septiembre de
1994, Juzgado 11, caso: Benjamin Murcia
-2 septiembre de
1994, Juzgado 12, caso: Ananias Serna
-2 septiembre de
1994, Juzgado 6º, caso: Morales Dimaté
-5 septiembre de
1994, Juzgado 7º, caso: Arcadio González
-6 septiembre de
1994, Juzgado 16, caso: Adán Moreno
-6 septiembre de
1994, Juzgado 8º, caso: Everardo Cortés
-6 septiembre de
1994, Juzgado 14, caso: Isidro Prieto
-7 septiembre de
1994, Juzgado 15, caso: Rubén Torres
-8 septiembre de 1994,
Juzgado 9º, caso: Alfonso Ruiz
-8 septiembre de
1994, Juzgado 9º, caso: Serafín Ruiz
La tutela impetrada
no prosperó en ninguno de estos fallos por cuanto se consideró que los
solicitantes disponen de otros medios, y, precisamente el Juzgado 16 dice: "tan
ello es así que en este Despacho judicial cursa ya un proceso ordinario entre
las partes, teniendo como fundamento los mismos hechos e iguales
pretensiones".
Es de anotar que en
tres sentencias se tocó el tema de la tutela contra particulares. En una de
ellas (Juzgado 4º, caso Albarracín) se consideró que el trabajador sí podía
instaurar la acción porque se halla en relación de subordinación e indefensión
ante el empleador. En las otras dos, proferidas ambas por el Juzgado 9º (casos
de Alfonso Ruíz y Serafín Ruíz) se afirma que no existe subordinación ni
indefensión, ni se trata de la tutela contra particulares que ejerzan funciones
públicas, luego por estas razones también es improcedente la acción, a juicio
del Juez 9º.
Además, se entró a
analizar el problema de fondo en cinco sentencias, con criterios que obligarán
a un pronunciamiento de esta Sala de Revisión porque los Jueces dijeron lo
siguiente:
-Que en el caso de
debate se trata de derechos que sólo tienen rango legal (Juzgado 8º),
-Que "conforme
ha quedado palmariamente establecido" no existe la subordinación que le
impida al actor "el ejercicio de sus derechos fundamentales" (Juzgado
9º en los casos que conoció).
-Que no existe un
trato discriminatorio por la existencia de una Convención colectiva y porque,
además, devenga el trabajador un salario superior al mínimo y hay que demostrar
las desigualdades y las condiciones de eficacia (Juzgado 7º).
-Y el Juzgado 11
llegó al extremo de afirmar que "la solicitud no está llamada a
prosperar" porque:
"De los
hechos afirmados por el peticionario observa el juzgado que no existe derecho
fundamental alguno violado, tal como él lo manifiesta, como quiera que las
circunstancias relacionadas con la labor desempeñada por el trabajador,
corresponde fijarlas al empleador de acuerdo al cargo que este ocupe, la clase
de labor desempeñada, el tiempo empleado en dicha labor, etc., situaciones
todas estas que conoce el empleador y es de acuerdo a ellas que fija la remuneración".
D. FALLOS DE
SEGUNDA INSTANCIA.
La Sala Laboral del
Tribunal Superior de Santafé de Bogotá a través de sus Salas de Decisión, se
pronunció confirmando en trece casos las decisiones del a-quo (La tutela
restante, Nº 47604, no fue impugnada).
Los fallos se
dictaron en las siguientes fechas:
- 22 de septiembre
de 1994 (Fideligna Vanegas)
- 22 de septiembre
de 1994 (Manuel Albarracín)
- 30 de Septiembre
de 1994 (Lilia Peña)
- 30 de septiembre
de 1994 (Adán Moreno)
- 30 de septiembre
de 1994 (Eduardo Cortés)
- 30 de septiembre
de 1994 (Arcadio González)
- 3 de octubre de
1994 (Benjamín Murcia)
- 4 de octubre de
1994 (Isidro Prieto)
- 5 de octubre de
1994 (Morales Dimaté)
- 5 de octubre de
1994 (Rubén Torres)
- 5 de octubre de
1994 (Víctor Moreno)
- 5 de octubre de
1994 (Serafín Ruíz)
- 18 de octubre de
1994 (Ananías Serna)
En todas ellas se
considera que existe otra vía jurídica para reclamar. En el caso de Rubén
Torres se indicó que existe"... precisamente un conflicto jurídico entre
el petente y la sociedad accionada, el que se plantea en la presentación de la
tutela, derivado del contrato de trabajo que los ata", "siendo,
entonces, el camino idóneo el ejercicio de la vía ordinaria laboral, tal como
lo prevé el artículo 2º del Código Procesal del Trabajo".
En el caso de
Benjamín Murcia se recalcó:
"Las
diferencias salariales reclamadas indefectiblemente tienen que ser valoradas y
apreciadas por el mencionado despacho judicial (Juzgado 16 Laboral) en la
sentencia que ponga fin a tal controversia".
Es importante
agregar que, al margen del estudio sobre improcedencia de la tutela, algunas
sentencias tocaron un problema de fondo: el de si la igualdad salarial es o no
un derecho fundamental.
En un buen número de
fallos (casos Morales Dimaté, Víctor Moreno, Arcadio González, Eduardo Cortés,
Manuel Albarracín, Serafín Ruiz) se afirma que el principio de a trabajo igual
salario igual sólo tiene rango legal, no constitucional, llegándose a
considerar que el tema en discusión (la igualdad salarial) "no puede
considerarse como un derecho fundamental" (caso de Everardo Cortés), y
que, de todas formas "no aparece de bulto la violación del derecho a la
igualdad, pues surge de lo actuado que la inconformidad del libelista estriba en
derechos de rango legal derivados de la aplicación del artículo 143 del Código
Sustantivo del Trabajo" (caso de Arcadio González).
II. FUNDAMENTOS JURIDICOS
A. COMPETENCIA.
Es competente esta
Sala de Revisión de la Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión
dentro de las acciones de tutela de la referencia, con fundamento en los
artículos 86 inciso 3º y 241 numeral 9º de la Constitución Política, en
concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991;
además, su examen se hace por virtud de la selección que de dichas acciones
hizo la Sala correspondiente, del reparto que se verificó en la forma señalada
por el Reglamento de esta Corporación y de la acumulación ordenada por la misma
Sala de Selección.
B. TEMAS
JURIDICOS A TRATAR.
Algunas de las
apreciaciones de los jueces de tutela y del Tribunal, resumidas anteriormente,
no se compaginan con el alcance de la tutela, con el Estado Social de Derecho,
ni con la justicia conmutativa y esquivan una solución equitativa al problema
de unos trabajadores a quienes se les cierran las puertas jurídicas en
detrimento del valor que debe tener el salario. Es imperativo tocar los temas
que iluminan la posición ya reconocida por esta Sala de Revisión: El rango y
alcance constitucional que tiene el principio de: a trabajo igual, salario
igual, adicionado con la necesidad de buscar la paz social y de no tolerar el
abuso del derecho que en ocasiones coloca a los más desprotegidos en
condiciones de indefensión.
1. Cuestión
preliminar: Tutela contra particulares.
Como uno de los
jueces de primera instancia afirma que en el presente caso no cabe la tutela
contra particulares porque no existe subordinación e indefensión del trabajador
respecto del patrono, hay necesidad de aclarar que la relación laboral
establece ese grado de subordinación, luego, por este aspecto, queda
suficientemente justificada la viabilidad de estas acciones de tutela. Pero,
hay algo más: En los catorce casos que motivan el presente fallo se aprecia
una situación de indefensión deducible de las siguientes circunstancias: En un
primer momento fracasó la etapa de arreglo directo y el sindicato solicitó la
convocatoria de Tribunal de Arbitramento; fue negada la petición por el
Ministerio del Trabajo, luego se revocó la medida, pero el Tribunal no pudo
operar oportunamente porque los árbitros designados por el empleador
renunciaban, estas dificultades iniciales llevaron al sindicato a instaurar una
tutela para que el Tribunal de Arbitramento operara, pero la tutela no
prosperó. Cuando el Tribunal funcionó, el Laudo no contempló lo referente al
aumento salarial. En ese instante los inconvenientes principian a convertirse
en situaciones contradictorias y perjudiciales para los trabajadores. Acuden
los interesados al Tribunal Superior de Santafé de Bogotá y la Sala Laboral no
les homologa el Laudo, quedando el conflicto colectivo sin solución. Nuevamente
se suscita otra negociación colectiva, y el Ministerio del Trabajo no convoca
el Tribunal de Arbitramento. Esta reiterada imposibilidad de tener el espacio
que la ley da para que haya definición a los conflictos colectivos, colocó
definitivamente a los trabajadores sindicalizados en una manifiesta
indefensión.
Los anteriores
episodios facilitaron la actitud patronal de mantener para los trabajadores que
interpusieron la tutela un salario igual al que devengaban en 1991. Realmente
están indefensos y no puede decirse que la indefensión desaparece porque
instauraron un juicio ordinario laboral. Si bien es cierto que lo hicieron, lo concreto
es que van dos años y medio, se desarrolla la tercera audiencia de trámite y
todos estos procedimientos de desgaste han ocasionado la deserción de la
mayoría de los trabajadores que instauraron tanto el juicio laboral como la
tutela. Indudablemente es una fuerte presión la de mantener un salario
desvalorizado. Ello aproxima a los trabajadores y a sus familias a los límites
del estado de necesidad. No cabe la menor duda de que esta actitud, con
justificación legalista, produce un abuso del derecho porque bajo el ropaje de
resoluciones ministeriales y sentencias judiciales se obstaculizó el derecho
fundamental que tienen los trabajadores a un salario justo, reajustado al menos
en la misma proporción del aumento del costo de la vida.
2. La indefensión
viola el derecho a la igualdad
La parte final del
artículo 13 de la Constitución establece:
"El Estado
protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición económica,
física o mental, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará
los abusos o maltratos que contra ellas se cometan."
Si el Estado le
cierra las puertas a la solución de un conflicto colectivo del trabajo y el
empleador se aprovecha de esta circunstancia para mantener permanentemente
un salario desvalorizado, se le ocasiona un mal muy grave a los trabajadores.
Debe recordarse que el mal no se puede proteger jurídicamente, hacerlo incita a
la violencia y ésta no es la finalidad del Estado Social de Derecho.
3. Caracteres del
contrato de trabajo: SINALAGMATICO Y CONMUTATIVO.
Dice el tratadista
Manuel Alonso García:
"Dado, por
otra parte, el carácter sinalagmático de la relación laboral, la obligación
retributiva a cargo del sujeto acreedor de trabajo tiene carácter recíproco,
de modo que se presenta y manifiesta como interdependiente de la prestación
del servicio, en virtud de la cual se corresponde -en equilibrio o
equivalencia- con el valor del servicio o trabajo realizado por el trabajador.
Dependen la una de la otra, y ninguna es concebida aisladamente, toda vez que
la inexistencia de cualquiera de ambas determinaría la aparición de una
relación diferente; donación por parte del empresario, servicio gratuito por
parte de la persona que denominamos trabajador."[1]
Significa lo
anterior que la retribución es el equivalente a la prestación de un servicio
con contenido oO dinerario O o valorativo; así lo explica Alonso García:
"El carácter
dinerario de la obligación retributiva solamente lo es en aquellos casos -la
mayoría- en los que la retribución objeto de aquélla consiste en una
determinada cantidad de dinero. Se presenta, entonces, el delicado problema de
la teoría general de las obligaciones sobre el valor nominal o real de la
prestación, y la cuestión relativa al predominio del principio nominalista en
el cumplimiento de la obligación o a la vigencia del principio realista en el
mismo. Dado el significado de medio de subsistencia que la retribución guarda
para el sujeto deudor de trabajo, la cuestión reviste aquí una excepcional
importancia."[2]
La retribución, por
lo menos debe mantener el valor que tenía cuando se fijó dentro de la relación
laboral, siempre y cuando no aparezcan modificaciones (cantidad y calidad de
trabajo) que alteren ese valor recíproco de la prestación. No debe olvidarse
que el contrato de trabajo es un contrato realidad.
El Estado y la
sociedad no pueden ser indiferentes a la realidad de que la pérdida de la
capacidad adquisitiva de la moneda lógicamente desvaloriza el salario. Es por
ello que el salario se torna móvil, debiendo actualizarse para mantener su
capacidad adquisitiva, sólo así, en un Estado Social de Derecho, se puede
afirmar que la relación laboral es conmutativa.
Cabanellas define lo
conmutativo como la "conducta que regula la igualdad o proporción que debe
existir entre las cosas, cuando unas se dan a otras".
Esto es palpable en
la relación jurídica laboral donde no impera indiscriminadamente la autonomía
de la voluntad de las partes, sino que, en desarrollo de la especial protección
que se le da al trabajo, se aplican automáticamente disposiciones que vienen DE
FUERA de la voluntad de los contratantes. La necesidad de esa equitativa proporción
significa que si se rompe la proporción deja de ser justa. Un caso que tiene
que ver con el trabajo, el de las mesadas pensionales, ya ha sido tratado en la
ley y la jurisprudencia con un criterio de justicia conmutativa. En efecto, con
respaldo en el derecho a la igualdad, la Corte sentenció el 1º de septiembre de
1994:
"Declarar
EXEQUIBLE el aparte final del artículo 14 de la ley 100 de 1993, que prescribe:
"No obstante, las pensiones cuyo monto mensual sea igual al salario mínimo
legal mensual vigente, serán reajustadas de oficio cada vez y con el mismo
porcentaje en que se incremente dicho salario por el Gobierno", con la
condición señalada en la parte motiva de esta providencia, es decir, que en el
caso de que la variación porcentual del índice de precios al consumidor,
certificado por el DANE, para el año inmediatamente anterior a aquél en que se
vaya a efectuar el reajuste de las pensiones, SEA SUPERIOR al porcentaje en que
se incremente el salario mínimo mensual, las personas cuya pensión sea igual al
salario mínimo mensual vigente, tendrán derecho a que ésta se les aumente
conforme a tal índice". [3]
4. El Equilibrio
entre el salario y la prestación del servicio.
En una sociedad que
tiene una economía inflacionaria como lo reconoce la misma Constitución en los
artículos 373 y 53, el salario no puede ser una deuda de dinero. En realidad se
trata de una deuda de valor. Es decir, la explicación del salario no se
encuentra tanto en el principio nominalista como en el principio valorativo .
Esto porque las personas trabajan fundamentalmente para tener unos ingresos que
les permita vivir en condiciones humanas y dignas. Por ello el salario se debe
traducir en un valor adquisitivo. Y si éste disminuye, hay lugar a soluciones
jurídicas para readquirir el equilibrio perdido. Aún en la legislación
preconstitucional este principio estaba reconocido tanto para las relaciones
colectivas (art. 480 C.S.T., que se analizará mas adelante) como para las
relaciones individuales, en el artículo 50 del Código Sustantivo del Trabajo
que dice:
"REVISION.
Todo contrato de trabajo es revisable cuando quiera que sobrevengan
imprevisibles y graves alteraciones de la normalidad económica. Cuando no haya
acuerdo entre las partes acerca de la existencia de tales alteraciones,
corresponde a la justicia del trabajo decidir sobre ella y, mientras tanto, el
contrato sigue en todo su vigor"
En otros textos
jurídicos:
El Código de
Comercio cuya cláusula de oro es la autonomía de la voluntad, contempla en su
artículo 868 lo siguiente: "cuando circunstancias extraordinarias,
imprevistas o imprevisibles, posteriores a la celebración de un contrato de
ejecución sucesiva, periódica o diferida, alteren o agraven la prestación de
futuro cumplimiento a cargo de una de las partes, en grado tal que le resulte
sucesivamente onerosa, podrá ésta pedir su revisión".
En los contratos
administrativos se habla de la honesta equivalencia, buscándose en lo
posible la igualdad entre las ventajas acordadas al concesionario y las cargas
que se le imponen".[4]
En desarrollo de ese principio el artículo 5º de la ley 80 de 1993 estableció
que los contratistas "tendrán derecho a recibir oportunamente la
remuneración pactada ya que el valor intrínseco de la misma no se altere o
modifique durante la vigencia del contrato"[5].
Si esto se predica de materias sujetas a la autonomía contractual, con mayor
razón debe mantenerse una honesta equivalencia, o justicia conmutativa, cuando
se trata nada más y nada menos que de uno de los elementos integrantes del
trabajo: el salario, puesto que el principio de la conmutatividad da vía a la
cláusula REBUS SIC STANTIBUS[6].
En el derecho
Anglosajón a pesar de la fuerte presencia de la autonomía de la voluntad, de la
cual se desprende el concepto de que los desequilibrios no son suficientes para
conducir a la invalidación de los contratos,[7]
sin embargo, a través de la jurisprudencia se reconoce[8] que hay contrato irrazonable
cuando concurren la enorme diferencia en el poder de negociación y el grosero
desequilibrio de las prestaciones; caso en el cual es válida la revisión de los
contratos.[9]
En el mismo derecho
civil cuando la desproporción es tan enorme hay lugar a rescindir el negocio
jurídico (teoría de la lesión enorme).
La fundamentación
filosófica para estas situaciones se remontan a textos de Cicerón:
"Se
presentan frecuentemente circunstancias donde las cosas que parecen más dignas
de un hombre justo, los principios que son el fundamento de la justicia, en
primer lugar no dañan a nadie, seguido del obrar en vista del interés común...
-impone- ...cuando el tiempo altera la aplicación de esas reglas, que el deber
cambie y no sea siempre el mismo. Se puede haber hecho una promesa o una
convención tal que la ejecución fuera nociva a aquel a quien se tiene prometido
o a aquel que se ha obligado. No es necesario, desde luego, mantener la promesa
que sería funesta para el que la ha recibido; y si una obligación causa más
perjuicios que ventajas hacia el que la ha tomado, no estaría contra el deber
que el interés más grande se imponga frente al menor".[10]
Volviendo al tema
laboral que nos ocupa: si la constante es el aumento del índice de precios al
consumidor, donde existe anualmente inflación de dos dígitos, se altera la
ecuación económica si se admite un salario nominalmente invariable. Es por ello
que el salario tiene que mantener su VALOR INTRINSECO, esto es, su poder
adquisitivo. Obviamente, a nivel de las políticas macroeconómicas del Estado,
este principio no debe ser interpretado en forma rígida, puesto que debe ser
armonizado con las otras finalidades que la propia Constitución atribuye al
Estado en materia económica, tales como la racionalización de la economía, dar
pleno empleo a los recursos humanos y asegurar que todas las personas, en
particular las de menores ingresos, tengan acceso efectivo a los bienes y
servicios básicos (CP art. 334). El mismo artículo 373 de la C.P. señala como
obligación estatal velar por el mantenimiento de la capacidad adquisitiva de la
moneda. Esa capacidad adquisitiva de la moneda tiene su correlativo en la
capacidad adquisitiva del salario.
Luego, hay que
lograr un valor en equidad. El artículo 53 de la Carta habla, precisamente, de
la remuneración MOVIL. La Corte considera que ese calificativo no sólo
comprende al salario mínimo sino a todos los salarios puesto que ello es una
lógica consecuencia de la naturaleza sinalagmática y conmutativa de la relación
laboral, prueba de lo cual es el reajuste automático de todas las pensiones.
Sería absurdo que AL TRABAJADOR PASIVO se le reajustara su pensión y no se le
reajustara su salario AL TRABAJADOR ACTIVO. Por consiguiente, si a un
trabajador se le fija un salario y se mantiene el mismo guarismo por más de un
año a pesar de que la cantidad y calidad del trabajo permanecen inmodificables,
mientras el valor del bien producido aumenta nominalmente, en razón de la
depreciación de la moneda, se estaría enriqueciendo injustamente el empleador
en detrimento del derecho que tiene el asalariado a recibir lo justo, y esto no
sería correcto en un Estado, una de cuyas finalidades esenciales es garantizar
la vigencia de un orden justo (Preámbulo y art. 2º C.P.), para lo cual el
Estado tiene la facultad de dirigir la economía con el fin de asegurar que
todas las personas, en particular los de menores ingresos, tengan acceso
efectivo a los bienes y servicios básicos (art. 334 C.P.).
5. La Indexación.
En materia laboral
se entiende por indexación el ajuste salarial y pensional motivado en la
desvalorización de la moneda. La Corte Suprema de Justicia, durante la vigencia
de la Constitución de 1886 ya había aceptado:
"i)
Principios generales.
El fenómeno
económico de la inflación, cuyo efecto más importante es la depreciación o
pérdida del poder adquisitivo de la moneda ha planteado serios problemas
económicos y sociales, a los cuales no puede de ningún modo ser ajeno el
derecho. El envilecimiento de la moneda, que perjudica injustamente al deudor
voluntario, es materia de atenta consideración por los modernos tratadistas de
la teoría de las obligaciones.
Los principios
clásicos del llamado nominalismo monetario o monetarista, como teoría del
derecho privado acerca de la extensión de las obligaciones dinerarias (C.C.,
art. 2224), son puestos cada vez más en duda frente al extendido y creciente
flagelo de la inflación. El nominalismo -se dice-, frente a una depreciación
desatada, constituye ya un dogma economicista obsoleto, una ficción injusta que
afecta el fundamento mismo de los contratos, el necesario equilibrio entre las
partes, el principio de la buena fe, y que propicia el enriquecimiento injusto
o incausado. Cobra fuerza así el principio del valorismo o realismo, según el
cual la obligación dineraria está determinada por el poder adquisitivo de la
unidad monetaria, el cual la condiciona.
La lucha del
derecho para preservar la equidad frente al fenómeno económico de la creciente
inflación, debe darse a nivel legislativo, principalmente, pero también resulta
posible y urgente plantearlo en el campo judicial, con base en la evidente
equidad y en los principios generales del derecho que deben ser aplicados a los
nuevos hechos. Entre nosotros merece citarse la novedosa institución económica
de las unidades de poder adquisitivo constante (UPACS), de alcance limitado, y,
en el campo judicial, las recientes sentencias de la Sala de Casación Civil de
la Corte de 9 de julio y 19 de noviembre de 1979, que constituyen una valiosa
aproximación jurisprudencial a tan importante tema. En el campo del derecho
laboral debe recordarse como precioso antecedente la Ley 187 de 1959, sobre la
prima móvil al salario -que nunca se aplicó- y que contempla aumentos generales
en la remuneración de los trabajadores dependientes según el aumento de los
índices promedio del costo de la vida (arts. 7º, 8º y 9º).
ii) La
indexación laboral
El derecho
laboral es sin duda alguna uno de los campos jurídicos en los cuales adquiere
primordial importancia la consideración de los problemas de equidad, humanos y
sociales, que surgen de la inflación galopante. No puede olvidarse que de tal
trabajo depende la subsistencia y realización de los seres humanos, y que el
derecho laboral tiene un contenido específicamente económico, en cuanto regula
jurídicamente las relaciones de los principales factores de la producción -el
trabajo, el capital y la empresa-, afectados directamente por la inflación.
Sin embargo, justo es confesar que la estimación de este grave problema, por la
ley, por la doctrina y por la jurisprudencia en Colombia, ha sido mínima por no
decir inexistente o nula. Se reduciría al hecho de que, en la práctica, el
salario mínimo se reajusta periódicamente, como es de elemental justicia,
teniendo en cuenta el alza en el costo de la vida, aunque no de manera
obligatoria, proporcionada ni automática. Y a que, como es sabido, las
pensiones de jubilación o de vejez, de invalidez y de sobrevivientes, se
reajustan por mandato de la ley teniendo en cuenta esos aumentos en el salario
mínimo (Leyes 10 de 1972 y 4ª de 1976)[11].
Y la Corte Suprema
de Justicia, después de la Constitución de 1991, dijo:
"Es oportuno
reiterar que cuando no sea pertinente en una sentencia la condena de
indemnización moratoria por el no pago oportuno de prestaciones sociales, por
cuanto no se trata de una indemnización de aplicación automática, es viable
aplicar entonces la indexación o corrección monetaria en relación con aquellas
prestaciones que no tengan otro tipo de compensación de perjuicios por la mora
o que no reciban reajuste en relación con el costo de vida, conforme a lo
dicho antes, pues es obvio que de no ser así el trabajador estaría afectado en
sus ingresos patrimoniales al recibir al cabo del tiempo el pago de una
obligación en cantidad que resulta en la mayoría de las veces irrisoria por la
permanente devaluación de la moneda en nuestro país, originándose de esa manera
el rompimiento de la coordinación o "equilibrio" económico entre
empleadores y trabajadores que es uno de los fines primordiales del derecho del
trabajo"[12].
Es de advertir que
la Sala 7º de Revisión acogió la anterior jurisprudencia en sentencia
T-260/94, Ponente Dr. Alejandro Martínez Caballero.
Y la Corte
Constitucional, Sala Plena, ha dicho que hay que actualizar el valor para
conservar el equilibrio y capacidad en las relaciones jurídicas (sentencia
C-57/94, Ponente Dr. Fabio Morón). Se dijo en tal fallo algo que por analogía
viene al caso:
"La
intervención, con fines de liquidación, comporta naturalmente la inmovilidad
provisional de los depósitos y, por tanto, la ausencia de rentabilidad de los
mismos; en este sentido es apenas razonable que en procura de una solución
justa para los acreedores de la entidad financiera que resultan afectados
patrimonialmente por las causas que motivan la liquidación y por la liquidación
misma, se autorice por el legislador el reconocimiento de la mencionada
compensación por la desvalorización monetaria".
Y, agrega:
"Este ajuste
monetario por inflación tiene una entidad tal que no constituye un doble pago
de intereses sino que asegura una compensación que realiza el valor
justicia".
En conclusión: es
justo que el salario no se desvalorice.
Pero, hay otro
aspecto que también tiene que ver con el salario y que es indispensable
examinar en el presente fallo:
6. El rango
constitucional del principio: a trabajo igual salario igual.
Esta Sala de
Revisión, el 28 de febrero del presente año, se refirió extensamente a la
igualdad salarial, a la prohibición de los tratos discriminatorios, a la
diferenciación entre discriminación y distinción y a la carga de la prueba.
En esa sentencia se
explicó:
"Las
personas nacen iguales ante la ley y no puede haber discriminación por razones
de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o
filosófica; esta enumeración hecha por el artículo 13 C.P., no es taxativa y,
tratándose de aspectos relativos al trabajo, el artículo 53 ibídem reitera que
debe haber "igualdad de oportunidades para los trabajadores". La
Corte en sentencia C-071/93 dijo que este principio aplicable al trabajo
"es una especie del principio genérico de igualdad consagrado en el
artículo 13 de la Constitución".
Es más, la Constitución
de la Organización Internacional del Trabajo (O.I.T.), aprobada en 1919,
expresamente consagra en el Preámbulo el "reconocimiento del principio de
salario igual por un trabajo de igual valor" y el Convenio 111 de la OIT[13] se refiere concretamente a la NO
DISCRIMINACION en materia de "oportunidades o de trato en el empleo y la
ocupación" (art. 1), aclarándose que "los términos empleo y ocupación
incluyen tanto el acceso a los medios de formación profesional, y a la admisión
en el empleo y en las diversas ocupaciones, como también las condiciones de
trabajo" (ibídem).
Por eso, al
referirse al derecho al trabajo la sentencia C-71/92 indicó:
"El
principio constitucional de igualdad de los trabajadores está desarrollado por
el Convenio Internacional del Trabajo número 111 -aprobado por Colombia
mediante la Ley 22 de 1967 y ratificado en 1969-, relativo a la
discriminación en materia de empleo y ocupación. Dicho Convenio es pues en
Colombia fuente de derecho de aplicación directa en virtud del artículo 53
de la Constitución Política, al decir: "los Convenios Internacionales del
Trabajo debidamente ratificados, hacen parte de la legislación interna",
cuyo contenido es norma interpretativa de los derechos constitucionales en
virtud del artículo 93 de la Carta Fundamental"[14].
El
ex-constituyente Guillermo Guerrero Figueroa, y en el mismo sentido se expresa
al mexicano Mario De la Cueva, incluyen dentro del calificativo CONDICIONES DE
TRABAJO todos "los beneficios, cualquiera que sea su naturaleza que se
concedan a un trabajador" los cuales "deben extenderse a quienes
cumplan un trabajo igual, de ahí la acción llamada de nivelación de condiciones
de trabajo"[15]
Es obvio que la discriminación
salarial atenta contra la IGUALDAD como derecho fundamental
constitucionalmente protegido e inherente a la relación laboral. Lo cual
implica, en principio, que habrá discriminación cuando ante situaciones iguales
se da un trato jurídico diferente, por eso se proclama el principio A TRABAJO
IGUAL SALARIO IGUAL".
Y luego se aclaró:
"surge como
factible la perspectiva de salarios distintos siempre y cuando la diferenciación
sea razonable (cantidad y calidad del trabajo, art. 53 C.P.), y sea objetiva y
rigurosamente probada por el empleador.
El tratadista
español Alfredo Montoya Melgar dice al respecto:
En cuanto
compensación de un trabajo, la cuantía del salario ha de fijarse atendiendo a
la calidad y cantidad de dicho trabajo, prohibiéndose las discriminaciones y
tratos de favor basados en circunstancias personales, tales como sexo, origen,
estado civil, raza, condición social, ideas religiosas o políticas, etc. (art.
17.1 ET); específicamente, el art. 28 ET dispone, en la línea del art. 35.1
Const., que el empresario está obligado a "pagar por la prestación de un
trabajo igual el mismo salario, tanto por salario como por los complementos
salariales, sin discriminación alguna por razón de sexo"; principio
acogido en el Conv. de la OIT Nº 100, en la Carta Social Europea, en el Tratado
de la C.E.E. (art. 119) y Directiva de 102. 1975[16]. por otra parte, la legislación equipara
los salarios de extranjeros y nacionales (art. 32 D. 1.119/1986, de 26.5).
Pero, hay que ser
muy cuidadosos en la calificación de la calidad y la cantidad del trabajo. Debe
haber parámetros objetivos serios para evaluación. Y, por otro aspecto, la
búsqueda de eficiencia no puede llegar al extremo de destruir la vida privada
del asalariado".
En la mencionada
sentencia se reafirmó que la igualdad salarial en las condiciones anotadas
tiene rango constitucional y no simplemente legal, puesto que la igualdad de
oportunidades para los trabajadores es un derecho fundamental sustentado en los
artículos 1º, 13, 25 y 53 de la C.P. Y, en otro fallo reciente se dijo:
"Esta igualdad implica que el trabajador, en lo relativo a su retribución,
depende de sus habilidades y de la labor que desempeña, y no de las condiciones
o circunstancias de su patrono. Esto es el fundamento de una de las máximas del
derecho laboral: a trabajo igual, salario igual"[17].
7. El abuso del
derecho frente al libre desarrollo de la personalidad.
Ahora se enfatiza
otro aspecto.
En ocasiones surgen
en el derecho laboral unas opciones, ejemplo de ello la facultad que tienen los
trabajadores ligados por contratos anteriores a la vigencia de la ley 50 de
1990 para acogerse o no al nuevo régimen de cesantías, lo que implica un trato
jurídico diferente para esta prestación. No es justo ni legal que se presione
indebidamente la escogencia, menos aún que haya retaliación patronal contra
quienes no escogen el nuevo régimen. Esto atenta contra la matriz 16, 95.1 y 53
inciso final de la C.P., porque en un extremo se halla el libre desarrollo de
la personalidad, y, en el otro, el no abuso del derecho.
"Este derecho
fundamental (el libre desarrollo de la personalidad) comprende dos aspectos: el
primero, que otorga al hombre la libertad o derecho para escoger profesión,
oficio u ocupación, según su parecer, actitudes, gustos o aspiraciones, sin
perjuicio de que la ley pueda imponer la obligación de competencia o
habilitación requeridas de acuerdo con cada actividad (art. 26 C.N). El segundo
aspecto, se refiere a que la libertad de trabajo no puede traer consigo el
menoscabo, la pérdida o el irrevocable sacrificio de la libertad del hombre. De
suerte que es fundamental, que en la ejecución de su relación laboral, el
trabajador conserve su persona y su libertad, sin perjuicio de que deba
desempeñar su labor bajo la autoridad del empleador, quien no puede atentar
contra la libertad personal de aquel".[18]
Si, por otro lado,
el salario antiguo se mantiene porque continúa vigente la vieja convención
colectiva que se denuncia, "hasta tanto se firme una nueva
convención" (art. 14, decreto 616 de 1954), esto no se puede invocar como
"conducta legítima" con el argumento de que "si existe
discriminación esta se desprende y deriva de la citada Ley", como lo
expuso el empleador en las constancias aludidas, puesto que este proceder
implica el desconocimiento de los deberes que toda persona tiene, el primero de
los cuales es:
"Respetar
los derechos ajenos y no abusar de los propios" (art. 95, numeral 1º,
C.P.).
El doctor Francisco
Tafur Morales, al estudiar el abuso del derecho, resumió varias doctrinas y
respecto a la más conocida, dijo:
"La
relatividad de los derechos y el motivo legítimo -Teoría de Josserand.- Aunque
la doctrina del abuso del derecho tiene un origen jurisprudencial o pretoriano,
su formidable progreso está vinculado a la obra del gran profesor de la
Universidad de Lyon. Josserand parte de la relatividad del derecho subjetivo y
ve en el ejercicio abusivo un rompimiento con el espíritu de la institución:
todos nuestros derechos subjetivos- dice el famoso profesor- deben orientarse y
proyectarse hacia un fin. Cada derecho tiene una misión propia que desempeñar;
lo que equivale a decir que cada derecho debe realizarse conforme al espíritu
de la institución. Ciertamente en una sociedad organizada el pretendido derecho
subjetivo no es sino un derecho-función: no puede salirse del plan de la
función que desempeña sin que su titular incurra en una desviación, en un
abuso."[19]
Hoy, la teoría del
abuso del derecho está respaldada en el artículo 95.1 de la Constitución y en
el inciso final del artículo 53 ibidem que dice:
"La ley, los
contratos, los acuerdos y convenios de trabajo no pueden menoscabar la
libertad, la dignidad humana ni los derechos de los trabajadores".
8. La solución
de los conflictos y la paz.
Nada mejor que el
PREAMBULO de la Constitución de la OIT para comprender que justicia y paz deben
ir de la mano:
"Considerando
que la paz universal y permanente sólo puede basarse en la justicia social;
Considerando que
existen condiciones de trabajo que entrañan tal grado de justicia, miseria y
privaciones para gran número de seres humanos, que el descontento causado
constituye una amenaza para la paz y armonía universales; y considerando que es
urgente mejorar dichas condiciones, por ejemplo, en lo concerniente a
reglamentación de las horas de trabajo, fijación de la duración máxima de la
jornada y de la semana de trabajo, contratación de la mano de obra, lucha
contra el desempleo, garantía de un salario vital adecuado, protección del
trabajador contra las enfermedades, sean o no profesionales, y contra los
accidentes del trabajo, protección de los niños, de los adolescentes y de las
mujeres, pensiones de vejez y de invalidez, protección de los intereses de los
trabajadores ocupados en el extranjero, reconocimiento del principio de
salario igual por un trabajo de igual valor y del principio de libertad
sindical, organización de la enseñanza profesional y técnica y otras medidas
análogas;
Considerando que
si cualquier nación no adoptare un régimen de trabajo realmente humano, esta
omisión constituiría un obstáculo a los esfuerzos de otras naciones que deseen
mejorar la suerte de los trabajadores en sus propios países:
Las Altas Partes
Contratantes, movidas por sentimientos de justicia y de humanidad y por el
deseo de asegurar la paz permanente en el mundo, y a los efectos de alcanzar
los objetivos expuestos en este preámbulo, convienen en la siguiente
Constitución de la Organización Internacional del Trabajo."
Cuando el mismo
Estado impide un espacio y solución ciertas a los conflictos, se aparta de uno
de las principios del derecho laboral y de la misma Constitución Colombiana que
en su Preámbulo señala que "la convivencia, el trabajo, la justicia, la
igualdad" son finalidades que hay que fortalecer, y hay que buscar los
medios jurídicos para hacerlo.
Por ello, las
consideraciones que se han hecho en está sentencia son armónicas con las partes
finales de los artículos 479 y 480 del Código Sustantivo del Trabajo que dicen:
"Artículo
479 (modificado por el Decreto Legislativo 616 de 1954, artículo 14)......
Formulada así la denuncia de la Convención Colectiva, ésta continuará vigente
hasta tanto se firme una nueva convención".
"Artículo
480 (Decretos 2663 y 3743 de 1950). REVISION. Las convenciones colectivas son
revisables cuando quiera que sobrevengan imprevisibles y graves alteraciones de
la normalidad económica. Cuando no haya acuerdo entre las partes acerca de la
revisión fundada en tales alteraciones, corresponde a la justicia del trabajo
decidir sobre ellas; y entre tanto estas convenciones siguen en todo su
vigor"
Leídas estas normas
a la luz del valor del trabajo (preámbulo C.P.), del principio del trabajo
(art. 1º C.P.), de la especial protección que se le debe dar a éste en todas
sus modalidades (art. 25 C.P.), del fenómeno de la inflación (art. 373 C.P.) y
de la indexación (art. 53 C.P.)[20],
habrá que diferenciar el contenido de las cláusulas convencionales, ya que
ellas no son homogéneas, unas son simplemente normativas (por ejemplo fuero
sindical, permisos sindicales, prestaciones extralegales, etc.) que obviamente
continuarán vigentes porque integran una normatividad intemporal que sólo puede
ser modificada desde adentro en virtud del principio de autonomía en el derecho
colectivo del trabajo, mientras que otras cláusulas de índole económica son
esencialmente variables por factores exógenos v. gr. la inflación que afecta la
capacidad adquisitiva de la moneda, repercutiendo en el ingreso del trabajador,
lo cual hoy implica un perjuicio irreparable.
A esta misma
conclusión, y durante la vigencia de la Constitución de 1886, llegó el Tribunal
Supremo del Trabajo en sentencia anterior al mismo Código Sustantivo, cuando
regía la Ley 6ª de 1945 y el artículo 42 de su Decreto Reglamentario (2127 de
1945). En sentencia de 20 de octubre de 1949, con ponencia del Magistrado Luis
Alberto Bravo[21],
se dijo:
"Pero en el
supuesto de que en las Convenciones colectivas opere el principio de la
revisión, ello no puede ocurrir sino cuando sobrevengan alteraciones económicas
graves e imprevisibles, que necesariamente han de ser extrañas a la convención
misma, ya que las cargas o prestaciones allí estipuladas o impuestas en el
fallo arbitral, son conocidas por las partes, y en consecuencia, sus efectos,
si no son previstos, si pueden serlo, es decir, son previsibles...
"Pero ya sea
porque las partes estén de acuerdo sobre la alteración de la normalidad
económica o porque el Juez del trabajo ordene la revisión, ésta no puede
afectar toda la convención sino exclusivamente las cláusulas de índole
económica cuya ejecución haya producido el desequilibrio que se trata de
reparar. Esto es, que sólo los conflictos de intereses y no los derecho,
son objeto de la revisión por lo cual se extralimita el objeto de ella y se
contraría la ley y el orden público cuando el laudo modifica otras cláusulas de
la convención". (Subrayas fuera de texto).
Hacer una lectura
aislada del Decreto 616 de 1954, sin armonizarla con el artículo 480 del C.S.
T. y sin tener en cuenta la nueva Constitución, atenta contra el principio de
la conmutatividad contractual puesto que la prestación que recibe el patrono
del trabajador, en virtud de la inflación, es un valor agregado que significa
un contenido dinerario mayor. Pretender que el legislador excepcional, cuando
redactó el Decreto Legislativo 616, en el año de 1954, pretendiera derogar
tácitamente el artículo 480, expedido en 1950, no se compagina con los
criterios de interpretación jurídica; el mencionado decreto 616 sólo toco temas
especiales y, respecto a su artículo 14, inciso segundo, que se refiere a la
continuación de la vigencia de la convención anterior, mientras se firma una
nueva, hay que decir que es una disposición dictada para impedir el
desconocimiento de las prestaciones extralegales y la disminución salarial,
nunca para evitar el aumento salarial; así se consignó expresamente en un
comunicado oficial del Ministerio de Trabajo de aquél entonces:
"El inciso
2º del artículo 479 del Código Sustantivo del Trabajo entrañaba una injusticia
toda vez que el vencimiento del plazo pactado en la convención denunciada, el
patrono podía desconocer las prestaciones extralegales allí estipuladas y regresar,
en sus obligaciones para con los trabajadores, al mínimo establecido por el
código.
"Este hecho
era materia de permanente agitación y controversia, ya que al vencerse una
convención; el trabajador tenía que iniciar la antigua lucha para conservar al
menos lo que había adquirido años atrás. La reforma tiende a acabar con el
estado de cosas, al garantizar al trabajador el goce de los derechos pactados
hasta tanto no se firmada una nueva convención".
Esta interpretación
histórica por parte del autor de la norma permite reafirmar que el artículo
480 continúa formando parte de la normatividad laboral. Es por eso que en éste
fallo la jurisdicción constitucional de tutela, asume temporalmente, mediante
el mecanismo de la tutela transitoria, las funciones que son propias de la
justicia del trabajo.
9. Vía para
reclamar la igualdad salarial.
Ha sostenido esta
Sala de Revisión que los reajustes (salarial, pensional) corresponde hacerlos a
la jurisdicción laboral, salvo que se trate de un perjuicio irremediable en
cuyo caso la tutela opera como mecanismo transitorio.
Además de los
artículos 50 y 480 citados, el artículo 2º del Código Procesal del Trabajo
indica que “La jurisdicción del trabajo está instituida para decidir los
conflictos jurídicos que se originen directa o indirectamente del contrato de
trabajo”.
Uno de los elementos
esenciales del contrato de trabajo es el SALARIO como retribución del
servicio (art. 1º de la Ley 59/90). Y la igualdad y el derecho a la no
discriminación son inherentes al contrato de trabajo, aunque no haya en el
contrato cláusula que expresamente lo diga. Luego, las controversias sobre el
principio A TRABAJO IGUAL SALARIO IGUAL corresponde juzgarlas a la
jurisdicción ordinaria laboral, y, por vía de tutela sólo cabría como
mecanismo transitorio.
10. Perjuicio
Irremediable.
La razón de ser de
la tutela como mecanismo transitorio es la de restablecer el derecho
constitucional violado o prevenir su vulneración, mediante una determinación
temporal. Para que ello pueda ocurrir es indispensable que exista un perjuicio
irremediable. Este debe reunir determinados elementos, señalados y explicados
en sentencia de la Corte Constitucional:
"A- El
perjuicio ha de ser inminente: "que amenaza o está por suceder
prontamente". Con lo anterior se diferencia de la expectativa ante un
posible daño o menoscabo, porque hay evidencias fácticas de su presencia real
en un corto lapso, que justifica las medidas prudentes y oportunas para evitar
algo probable y no una mera conjetura hipotética. Se puede afirmar que, bajo
cierto aspecto, lo inminente puede catalogarse dentro de la estructura fáctica,
aunque no necesariamente consumada. Lo inminente, pues, desarrolla la
operación natural de las cosas, que tienden hacia un resultado cierto, a no ser
que oportunamente se contenga el proceso iniciado. Hay inminencias que son
incontenibles: cuando es imposible detener el proceso iniciado. Pero hay otras
que, con el adecuado empleo de medios en el momento oportuno, pueden evitar el
desenlace efectivo. En los casos en que, por ejemplo, se puede hacer cesar la
causa inmediata del efecto continuado, es cuando vemos que desapareciendo una
causa perturbadora se desvanece el efecto. Luego siempre hay que mirar la
causa que está produciendo la inminencia.
B). Las medidas
que se requieren para conjurar el perjuicio irremediable han de ser urgentes,
es decir, como calidad de urgir, en el sentido de que hay que instar o precisar
una cosa a su pronta ejecución o remedio tal como lo define el Diccionario de
la Real Academia. Es apenas una adecuación entre la inminencia y la respectiva
actuación: si la primera hace relación a la prontitud del evento que está por
realizarse, la segunda alude a su respuesta proporcionada en la prontitud.
Pero además la urgencia se refiere a la precisión con que se ejecuta la medida,
de ahí la necesidad de ajustarse a las circunstancias particulares. Con lo
expuesto se verifica cómo la precisión y la prontitud señalan la oportunidad de
la urgencia.
C). No basta
cualquier perjuicio, se requiere que éste sea grave, lo que equivale a la gran
intensidad del daño o menoscabo material o moral en el haber jurídico de la
persona. La gravedad obliga a basarse en la importancia que el orden jurídico
concede a determinados bienes bajo su protección, de manera que la amenaza a
uno de ellos es motivo de actuación oportuna y diligente por parte de las
autoridades públicas. Luego no se trata de cualquier tipo de irreparabilidad,
sino sólo de aquella que recae sobre un bien de gran significación para la
persona, objetivamente. Y se anota la objetividad, por cuanto la gravedad debe
ser determinada o determinable, so pena de caer en la indefinición jurídica, a
todas luces inconveniente.
D). La urgencia y
la gravedad determinan que la acción de tutela sea impostergable, ya que tiene
que ser adecuada para restablecer el orden social justo en toda su integridad.
Si hay postergabilidad de la acción, ésta corre el riesgo de ser ineficaz por inoportuna.
Se requiere una acción en el momento de la inminencia, no cuando ya haya
desenlace con efectos antijurídicos. Se trata del sentido de precisión y
exactitud de la medida, fundamento próximo de la eficacia de la actuación de
las autoridades públicas en la conservación y restablecimiento de los derechos
y garantías básicos para el equilibrio social.
De acuerdo con lo
que se ha esbozado sobre el perjuicio irremediable, se deduce que hay
ocasiones en que de continuar las circunstancias de hecho en que se encuentra
una persona, es inminente e inevitable la destrucción grave de un bien
jurídicamente protegido, de manera que urge la protección inmediata e
impostergable por parte del Estado ya en forma directa o como mecanismo
transitorio.
El fundamento de
la figura jurídica que ocupa la atención de esta Sala es la inminencia de un
daño o menoscabo graves de un bien que reporta gran interés para la persona y
para el ordenamiento jurídico, y que se haría inevitable la lesión de continuar
una determinada circunstancia de hecho. El fin que persigue esta figura es la
protección del bien debido en justicia, el cual exige lógicamente unos
mecanismos transitorios, urgentes e impostergables, que conllevan, en algunos
casos, no una situación definitiva, sino unas medidas precautelativas"[22] .
En sentencia que
declaró inexequible el inciso 2º del numeral 1º del artículo 6º del Decreto
2591 de 1991 la Corte dijo:
Tratándose de la
segunda modalidad de la acción de tutela - cuando se utiliza como mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable -, el dato legal, esto es, la
existencia de un medio judicial ordinario no es óbice para que la persona pueda
instaurarla. Por el contrario, el presupuesto de procedibilidad de esta acción
es precisamente la existencia de un medio legal de defensa que, sin embargo, no
impide que la persona puede apelar transitoriamente a la acción de tutela
justamente para evitar un perjuicio irremediable".[23].
En los casos motivo
del presente fallo de revisión, los perjuicios son inminentes porque continúan
sucediendo permanentemente (a medida que se causa el salario); la medida a
tomar (reajuste salarial) conjura el perjuicio irremediable, hay un grave daño
ocasionado (pérdida del valor del salario) y, por consiguiente, es
impostergable restablecer el orden social afectado por la inequitativa actitud
de mantener en 1995 el mismo salario básico de 1991.
Esta Sala de
Revisión, habiendo planteado para el salario el concepto del valorismo o
realismo (empleando la frase de la Corte Suprema), y habiendo diseñado el
argumento de que el ajuste monetario realiza el valor justicia, cree coherente
que la adecuación salarial, para efectos de esta tutela como mecanismo
transitorio, y sólo para ello, se haga de acuerdo con el comportamiento de la
tasa de inflación:
1991
26.82%
1992
25.13%
1993
22.6 %
1994
22.59%
Por qué no se adopta
el 28% de aumento anual, porcentaje que fue establecido en la empresa
"Sucesores de José de Jesús Restrepo y Cía. S.A."?
Porque este es el
punto que dilucidará el Juzgado 16 Laboral del Circuito de Santafé de Bogotá,
con base en el principio a trabajo igual salario igual y de acuerdo con los
parámetros ya indicados sobre la manera como debe entenderse la igualdad
salarial.
La Corte en esta
sentencia de revisión, basa la tutela como mecanismo transitorio en el valor
del salario, en la indexación, en la prohibición de abusar del derecho, en el
respeto a la dignidad del trabajo, en el rechazo a la indefensión, en el
equilibrio y la equidad, en fin, en la razón de ser del Estado Social de
Derecho.
C. LOS CASOS
CONCRETOS.
Buena parte de los
trabajadores que instauraron la tutela ya han desistido del juicio ordinario
laboral. Luego el mecanismo transitorio no cobijará a quienes desistieron.
Pero, es indudable
que si el Estado hubiera permitido la solución al conflicto colectivo, o
hubiera sentenciado la controversia ordinaria laboral, los trabajadores no
hubieran necesitado acudir a la tutela.
Entonces, esas
acciones de nivelación salarial tienen que ser definidas, como ya se dijo, por
el Juzgado que conoce del proceso ordinario laboral, pero cabe el mecanismo
transitorio por cuanto hay perjuicio irremediable como ya se explicó. Es obvio
que la prosperidad de la medida transitoria tiene como premisa la violación de
derechos fundamentales, que, según se ha repetido en este fallo, fueron los
consagrados en los artículos 1º, 2º, 13, 16, 25, 53 95.1 y Preámbulo de la
Constitución Política.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Séptima de Revisión, administrando justicia en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución
RESUELVE:
PRIMERO: Por las razones expuestas en este fallo de
Revisión se REVOCAN las decisiones tomadas en primera y segunda
instancia dentro de las acciones de tutela instauradas por Alfonso Ruiz Ruiz,
Adán Moreno Romero, José Arcadio González, José Benjamín Murcia, Isidro Prieto,
Luis Emilio Morales Dimaté.
SEGUNDO: Procede la tutela como mecanismo
transitorio y en consecuencia se ordena que la empresa "Sucesores de José
de Jesús Restrepo y Cía. S.A.", en el término de ocho (8) días, reajuste
a partir de febrero de 1992, el salario de: Alfonso Ruíz, Adán Moreno Romero,
José Arcadio González, José Benjamín Murcia, Isidro Prieto, Luis Emilio Morales
Dimaté en un equivalente a la variación porcentual del índice de precios al
consumidor para el año inmediatamente anterior a aquél en que se vaya a
efectuar el reajuste, mientras se mantenga la relación laboral y hasta tanto
quede en firme la sentencia que dictará el Juzgado 16 Laboral de Santafé de
Bogotá, dentro del juicio ordinario a que se ha hecho referencia en la parte
motiva de este fallo.
En el término de los
ocho (8) días la empresa cancelará todo lo debido y luego continuará dando el
salario reajustado.
TERCERO: Por cuanto desistieron del juicio laboral,
no se otorga la tutela como mecanismo transitorio a: Fideligna Vanegas, Manuel
Albarracín, Lilia Peña, José Cortés, Víctor Julio Moreno, José Rubén Torres,
José Serafín Ruiz, Ananías Serna, manteniéndose en firme las decisiones de
primera y segunda instancia, pero por las razones expuestas en este fallo.
CUARTO: ORDENAR que por la Secretaría General de esta
Corporación se comunique esta providencia a los jueces de Primera Instancia que
conocieron de las citadas acciones de tutela, a fin de que hagan las notificaciones
y para los efectos previstos en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991.
QUINTO: Envíese copia de esta Sentencia al Defensor
del Pueblo, al Ministerio de Trabajo, a la Sala Laboral del Tribunal Superior
de Santafé de Bogotá.
Notifíquese, comuníquese
y cúmplase, insértese en la Gaceta Constitucional.
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Ponente
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
VLADIMIRO NARANJO MESA.
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA MENDEZ
Secretaria General
[1]GARCIA, Manuel Alonso. Curso del Derecho del Trabajo. Editorial
Ariel S.A. Barcelona. 1985, pág 492.
[2]Ibidem
[3]Sentencia T-387/94, Ponente: Dr. Carlos Gaviria Díaz.
[4]La idea de la honesta equivalencia fue expuesta en Francia en 1910
por León Blum. Ver Raúl Enrique Granielo. "Distribución de los riesgos en
la contratación administrativa"
[5]El mismo concepto ha sido adoptado bajo la denominación ajuste por
inflación, en materia tributaria y financiera.
[6]REBUS SIC STANTIBUS: En tal situación. Condensa una doctrina
alemana de mediados del siglo XIX contraria al principio PACTA SUNT SERVANDA.
[7]Ver la compilación Restatemente Second on contracts, sección 208,
comentarios C- y D-.
[8]Ibidem, secciones 208 y 364.
[9]Ver los siguientes casos: New Jersey SupremeCt., "Ellsworth
Dobbs, Inc. v. Jhonson", Nj, t. 50, p. 72; New Jersey District Ct.,
"Toker v. Westeman", "NJ Sup", t. 113, p. 452; Leff,
Unconscionability and the Code, en "University of Passadena Law
Review", t. 115, p. 485-487.
US Supreme Ct., "Post v. Jones", 1856, US, t. 60, p. 150;
New Jersey Suprema Ct., "Shell oil Co. v. Marinello", 1973, NY, t.
63, p. 307 (apelación rechazada por US supreme Ct.).
Rossen, Law and inflation, p.101.
[10]Tomado de Raúl Enrique Granillo, DISTRIBUCION DE LOS RIESGOS EN LA
CONTRATACION ADMINISTRATIVA , pag. 12.
[11]Sentencia 18 de agosto de 1992, Ponente: Dr. Fernando Uribe
Botero.
[12]Corte suprema de Justicia, Sala Laboral, Sentencia de 20 de mayo
de 1992.
[13]Aprobado mediante Ley 22/67
[14]Ponente: Alejandro Martínez Caballero.
[15]Compendio de derecho laboral, T.I., p. 214, Guillermo Guerrero
Figueroa.
[16]Sobre la Directiva y Jurisprudencia. A. Montoya, J. Galiana y a.
Sempere: Instituciones de Derecho Social Europeo, Madrid, 1988, págs. 20 y
sigs. Cfr. también Ss. TJCE 4.2.88 (Caso Murphy) y 17.10.89 (caso Danfoss).
[17]Sentencia T-51, 16 de febrero de 1995, Ponente: Jorge Arango Mejía
[18]Sentencia T-014, mayo 28 de 1992. Ponente: Dr. Fabio Morón Díaz.
[19]TAFUR MORALES Francisco, La Nueva Jurisprudencia de la Corte.
Segunda Edición, Aumentada. Pág. 145.
[20] Sentencia C-371/94, Ponente: Dr. José Gregorio Hernández Galindo:
"las normas de la ley deben ser interpretadas y aplicadas del modo que
mejor convenga a los mandatos constitucionales",
[21]Integra la Sala con los Magistrados Juán Benavides patrón y
Diógenes Sepúlveda Mejía.
[22]Corte Constitucional. Sentencia Nº T-
225/93 Magistrado Ponente: Dr. Vladimiro Naranjo Mesa
[23]Corte Constitucional Sentencia Nº
T-531/93. Magistrado Ponente: Dr Eduardo Cifuentes Muñoz. |
322 | T-103-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-103/95
DERECHO DE
PETICION-Pronta Resolución
El derecho de
petición constituye un derecho constitucional fundamental susceptible de ser
tutelado, y que el mismo carecería de efectividad si se tradujera sólo en la
presentación de la petición. Por el contrario, lo que le otorga efectividad al
derecho es que la petición debe ser contestada en forma rápida y oportuna a
quien la formula.
SILENCIO
ADMINISTRATIVO NEGATIVO
No es admisible
la tesis según la cual el silencio administrativo negativo constituye un medio
de defensa judicial por cuya presencia se haga improcedente la acción de
tutela. El silencio administrativo es un presupuesto para someter a la
jurisdicción la contienda sobre dicha materia pero no un medio de defensa
judicial del derecho de petición en los términos del artículo 86 de la Carta.
Ese eventual uso de los recursos por la vía gubernativa no impide la acción de
tutela, pues ellos no constituyen medio de defensa judicial ante la violación y
por cuanto, además, tienen un objeto distinto al de aquella, que es la
protección del derecho.
DERECHO DE
PETICION-Vulneración
Aunque haya
operado el silencio administrativo negativo que permite a los interesados
demandar ante la Jurisdicción Contencioso Administrativa los actos fictos o
presuntos, es claro que se vulneró y se sigue vulnerando -en tanto el Instituto
de los Seguros Sociales se abstenga de resolver los recursos interpuestos- el
derecho fundamental de petición.
REF.: EXPEDIENTE
No. T - 54.890
PETICIONARIO: Jose Arturo Sosa contra el Instituto de
los Seguros Sociales.
PROCEDENCIA: Sala Laboral de la Corte Suprema de
Justicia.
TEMA: Derecho de Petición y Silencio
Administrativo.
MAGISTRADO
PONENTE:
Dr. ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO.
Santa Fe de Bogotá,
Marzo trece (13) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
Procede la Sala
Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO, FABIO MORON DIAZ Y EL CONJUEZ JAIME BETANCUR CUARTAS, a
revisar los fallos proferidos por la Sala Laboral del Tribunal Superior de
Bogotá el día 26 de octubre de 1994 y por la Sala Laboral de la Corte Suprema
de Justicia el día 17 de noviembre de 1994, en el proceso de tutela de la
referencia.
El negocio llegó al
conocimiento de la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional por la vía
ordinaria de la remisión que hizo la Corte Suprema de Justicia, en virtud de lo
dispuesto por el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991, pero, ante el
impedimento del anterior ponente, Magistrado HERNANDO HERRERA VERGARA, el cual
fue aceptado por auto de 2 de marzo del presente año, ha pasado el expediente
al Magistrado ALEJANDRO MARTÍNEZ CABALLERO y se sorteó el Conjuez para integrar
la presente Sala de Revisión.
Conforme a los
artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala
Primera de Selección de la Corte, escogió para efectos de revisión la presente
acción de tutela.
I. INFORMACION
PRELIMINAR.
El ciudadano José
Arturo Sosa acude a la acción de tutela con el fin de que se le protejan en
forma inmediata sus derechos constitucionales fundamentales de petición e
información, los cuales a su juicio están siendo vulnerados por el Instituto de
Seguros Sociales, al no resolverle los recursos de reposición y de apelación
que formuló contra la Resolución No. 0006905.
El accionante
fundamenta su solicitud en los siguientes
H E C H O S :
Afirma que laboró
con la Empresa "Gaseosas Boyacá" desde el 1o de abril de 1959 hasta el 30 de junio de 1993,
cuando le fue aceptada la renuncia que presentó con el objeto de comenzar a
disfrutar de la pensión de jubilación que había solicitado al Instituto de los
Seguros Sociales desde el 17 de mayo del mismo año.
Indica que mediante
Resolución No. 0006905 de octubre 19 de 1993, le fue reconocida la pensión por
vejez a partir del 1o de
octubre de ese año.
Sin embargo,
considera que quedó pendiente el reconocimiento de las mesadas correspondientes
a los meses de julio, agosto y septiembre, durante los cuales no recibió
salario alguno por parte de la Empresa por la aceptación su renuncia y la
iniciación del trámite de la pensión.
Ante esto, señala
que el 19 de noviembre de 1993 interpuso ante la Comisión de Prestaciones del
Instituto de los Seguros Sociales, recurso de reposición y en subsidio de
apelación contra la citada resolución, los cuales aún no han sido resueltos.
Manifiesta que tan sólo recibió la información según la cual en el expediente
no aparecían ni los recursos ni sus documentos.
P R E T E N S
I O N E S :
Con fundamento en
los anteriores hechos, solicita que se ordene al Instituto de los Seguros
Sociales se le de información acerca del trámite y el resultado del recurso que
en forma legal y oportuna presentó contra la citada resolución.
II. LAS
DECISIONES JUDICIALES QUE SE REVISAN.
A. Sentencia
del Tribunal Superior de Bogotá.
La Sala Laboral del
Tribunal Superior de Bogotá, mediante sentencia de 26 de octubre de 1994
resolvió negar la tutela de los derechos invocados por el accionante, con
fundamento en que operó el fenómeno del silencio administrativo negativo y que
por lo tanto para la defensa de sus derechos dispone de las acciones
pertinentes ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo.
Sustenta su decisión
en que:
"no puede
confundirse la petición con los recursos interpuestos contra el acto
administrativo que la resuelve, pues la falta de decisión de tales recursos
configura el llamado 'Silencio Administrativo Negativo', quedando sólo la
responsabilidad que pudiere caber a la autoridad respectiva por la ocurrencia
de aquel silencio administrativo negativo, y la facultad de resolver mientras
no se haya acudido a la Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo (60
C.C.A), que por esa misma razón, es decir por ser facultativa en esta etapa la
vía gubernativa, no se puede imponer mediante tutela la obligación de resolver
ante el efecto que produce el silencio administrativo como se explicó
atrás."
B. Impugnación.
El accionante
formula impugnación contra la sentencia de primera instancia, por cuanto
considera que en la decisión del Tribunal se confundió el derecho de petición
consagrado en el artículo 23 de la Constitución con el silencio negativo de que
trata el Código Contencioso Administrativo. Señala que en reiteradas
oportunidades la jurisprudencia ha indicado que el hecho de transcurrir el
término para que la administración suministre respuesta a las solicitudes de
los administrados, no la exime de la obligación de contestar.
C. Sentencia
de la Corte Suprema de Justicia.
La Sala Laboral de
la Corte Suprema de Justicia mediante providencia del 17 de noviembre de 1994,
resolvió confirmar la sentencia de la Sala Laboral del Tribunal Superior de
Bogotá, al no advertir violación alguna del derecho de petición, ya que al
interponer los recursos de reposición y apelación y haber transcurrido más de
dos meses sin solución alguna, debe entenderse que le fueron negados.
Al respecto sostuvo
dicha Corporación para sustentar su decisión, que:
“El silencio
administrativo es precisamente la figura jurídica que la ley ha instituído para
que el impugnante entienda que luego de transcurridos dos (2) meses, los
recursos interpuestos han sido resueltos en forma adversa, con el objeto de que
se de así por agotada la vía gubernativa y, en consecuencia, quede abierto el
camino para demandar ante la jurisdicción competente.
Las
consideraciones precedentes son suficientes para confirmar la decisión
impugnada."
III. CONSIDERACIONES
DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Primera. La
competencia.
Es competente esta
Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional para proferir sentencia en
relación con los fallos dictados por la Sala Laboral del Tribunal Superior de
Bogotá y por la Sala Laboral de la Corte Suprema de Justicia, con fundamento en
lo dispuesto por los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la
Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del
Decreto 2591 de 1991.
Segunda. Breve
Justificación para revocar la sentencia que se revisa.
2.1 Del problema
jurídico.
En el asunto
sometido a revisión, el accionante interpuso ante la Comisión de Prestaciones
del Instituto de Seguros Sociales, los recursos de reposición y en subsidio de
apelación contra la Resolución No. 0006905 de 1993 que le reconoció la pensión
por vejez a partir del 1o de octubre
de 1993, por considerar que se había omitido el reconocimiento de las mesadas
correspondientes a los meses de julio a septiembre del mismo año.
Dichos recursos
fueron presentados el 19 de noviembre de 1993 ante la Comisión de Prestaciones
del Instituto de los Seguros Sociales, y a pesar de que en repetidas ocasiones
ha acudido a esa entidad a solicitar la respuesta a su petición, no le han dado
razón alguna al respecto, por lo que acude a la tutela como el mecanismo idóneo
para la protección de su derecho de petición, consagrado en el artículo 23
constitucional.
2.2. Del amparo
del derecho de petición mediante la acción de tutela a pesar de la existencia
del silencio administrativo negativo.
a) Del derecho de
petición.
Ha expresado en
forma reiterada esta Corporación1 que el derecho de petición constituye
un derecho constitucional fundamental susceptible de ser tutelado, y que el
mismo carecería de efectividad2 si se tradujera sólo en la presentación
de la petición. Por el contrario, lo que le otorga efectividad al derecho es
que la petición debe ser contestada en forma rápida y oportuna a quien la
formula. Sobre el particular, se ha indicado que3 :
“De su texto se
deducen los límites y alcances del derecho: una vez formulada la petición, de
manera respetuosa, cualquiera que sea el motivo de la misma, bien sea
particular o general, el ciudadano adquiere el derecho a obtener pronta
resolución.
Puede afirmarse
que el derecho fundamental sería inocuo si sólo se formulara en términos de
poder presentar la respectiva petición. Lo que hace efectivo el derecho
es que la petición elevada sea resuelta rápidamente. De nada serviría el
derecho de petición, si la misma Constitución no consagrara el correlativo
deber de las autoridades de proferir pronta resolución. Desde luego, no puede
tomarse como parte del derecho de petición una prerrogativa que lleve
forzosamente a que la administración defina de manera favorable las
pretensiones del solicitante.
Por tanto, es una
obligación inexcusable de la administración resolver prontamente las peticiones
presentadas por los ciudadanos, lo cual no significa una respuesta favorable
perentoriamente. Pero en cambio, puede afirmarse que su pronta resolución hace
verdaderamente efectivo el derecho de petición”.
b) El derecho de
petición y el silencio administrativo negativo.
El asunto que ocupa
la atención de la Sala, gira en torno a la operancia del llamado "Silencio
Administrativo". Coinciden los jueces de instancia en afirmar que en este
proceso no procede el amparo del derecho de petición por vía de la tutela, por
cuanto ha operado el silencio administrativo negativo, el cual deja al
accionante abierta la posibilidad de acudir ante la Jurisdicción Contencioso
Administrativa en procura de la efectividad y logro de sus pretensiones.
Frente a este punto,
estima indispensable la Sala reiterar la jurisprudencia de la Corte4
según la cual la operancia del silencio administrativo no exime a la
administración de la obligación de decidir las peticiones que en forma
respetuosa le sean formuladas y que por lo tanto, no es admisible la tesis que
en este caso exponen los jueces de instancia, según la cual esta figura
constituye un medio de defensa judicial que hace improcedente la tutela del
derecho fundamental de petición.
Al respecto, procede
hacer referencia a la sentencia No. T-315 de 1993, Ponente HERNANDO HERRERA
VERGARA, según la cual:
"conviene
destacar que reiterada jurisprudencia de esta Corporación ha señalado que la
operancia de la figura conocida como "silencio administrativo" en
modo alguno satisface la efectividad del derecho de petición. La ya
referida sentencia No T-426 de 1992, sobre el particular deja en claro que,
"la posibilidad de las autoridades de no contestar reclamaciones o
solicitudes que conlleva la configuración del fenómeno del silencio
administrativo (arts 40 a 42 código contencioso administrativo) no debe
entenderse como vía expedita para el desconocimiento del núcleo esencial del
derecho fundamental de petición".
En el mismo sentido,
se ha expresado5 que:
“De acuerdo con
lo atrás expuesto, no se debe confundir el derecho de petición -cuyo núcleo
esencial radica en la posibilidad de acudir ante la autoridad y en obtener
pronta resolución- con el contenido de lo que se pide, es decir con la materia
de la petición. La falta de respuesta o la resolución tardía son formas de
violación de aquel y son susceptibles de la actuación protectora del juez
mediante el uso de la acción de tutela, pues en tales casos se conculca un
derecho constitucional fundamental. En cambio, lo que se debate ante la
jurisdicción cuando se acusa el acto, expreso o presunto, proferido por la
administración, alude al fondo de lo pedido, de manera independiente del
derecho de petición como tal. Allí se discute la legalidad de la actuación
administrativa o del acto correspondiente, de acuerdo con las normas a las que
estaba sometida la administración, es decir que no está en juego el derecho
fundamental de que se trata sino otros derechos, para cuya defensa existen las
vías judiciales contempladas en el Código Contencioso Administrativo y, por
tanto, respecto de ella no cabe la acción de tutela salvo la hipótesis del
perjuicio irremediable (artículo 86 C.N.).
Así las cosas,
no es admisible la tesis según la cual el silencio administrativo negativo
constituye un medio de defensa judicial por cuya presencia se haga improcedente
la acción de tutela.
.....
En este orden de
ideas, el silencio administrativo es un presupuesto para someter a la
jurisdicción la contienda sobre dicha materia -que es el asunto litigioso
objeto de la acción contenciosa- pero no un medio de defensa judicial del
derecho de petición en los términos del artículo 86 de la Carta.
En el campo del
asunto que principalmente importa a los fines de este proceso, el silencio
administrativo es la mejor demostración de que se ha conculcado el derecho de
petición y el fundamento más claro para proceder a su tutela" (negrillas y
subrayas fuera de texto).
Ahora bien, la
omisión en que incurre la autoridad al no responder las peticiones con la
necesaria prontitud es de por sí una violación del derecho y acarrea la consiguiente
responsabilidad disciplinaria. Aunque ello genera, por otra parte, la
ocurrencia del fenómeno jurídico del silencio administrativo -que se concreta
en un acto ficto o presunto demandable ante la jurisdicción- no por eso queda
relevada la administración del deber que se le impone de resolver la solicitud.
Así lo dispone el
artículo 40, inciso 2º, del Código Contencioso Administrativo, a cuyo tenor la
ocurrencia del silencio administrativo negativo no eximirá de responsabilidad a
las autoridades ni las excusará del deber de decidir sobre la petición inicial,
haciendo la salvedad del caso en que el interesado hubiere hecho uso de los
recursos de la vía gubernativa con fundamento en él, contra el acto ficto.
Observa la Corte,
sin embargo, que ese eventual uso de los recursos por la vía gubernativa no
impide la acción de tutela, pues ellos no constituyen medio de defensa judicial
ante la violación y por cuanto, además, tienen un objeto distinto al de
aquella, que es la protección del derecho.
De acuerdo con lo
manifestado, la obligación del funcionario u organismo sobre oportuna
resolución de las peticiones formuladas no se satisface con el silencio
administrativo. De ninguna manera puede tomarse esa figura como supletoria de
la obligación de resolver que tiene a su cargo la autoridad, y menos todavía
entender que su ocurrencia excluye la defensa judicial del derecho de petición
considerado en sí mismo.
2.3 De la tutela
del derecho de petición del accionante en el caso concreto.
De conformidad con
la jurisprudencia transcrita y las consideraciones precedentes, aunque haya
operado el silencio administrativo negativo que permite a los interesados
demandar ante la Jurisdicción Contencioso Administrativa los actos fictos o
presuntos, es claro que se vulneró y se sigue vulnerando -en tanto el Instituto
de los Seguros Sociales se abstenga de resolver los recursos interpuestos- el
derecho fundamental de petición garantizado a toda persona por el artículo 23
de la Constitución Política.
En razón a lo
anterior, estima esta Sala de Revisión que en el asunto que se examina se ha
producido un desconocimiento del derecho de petición del accionante por parte
del Instituto de los Seguros Sociales, por cuanto ha transcurrido más de un año
y tres meses desde que el señor JOSE ARTURO SOSSA interpuso el recurso de
reposición y en subsidio el de apelación contra la Resolución No. 0006905 de
octubre 19 de 1993 emanada de esa entidad, sin que hasta la fecha se hayan
resuelto o se conozca respuesta alguna sobre el particular.
Se revocará,
entonces, la sentencia de la Sala Laboral de la Corte Suprema de Justicia que
denegó la tutela y se concederá ésta, pero -también con arreglo a la
doctrina de la Corporación- la protección se circunscribirá al derecho
fundamental conculcado, es decir que se ordenará a la entidad responsable resolver
en forma razonada sobre las peticiones elevadas ante ella, independientemente
del sentido en que lo haga.
Reiterese que el
derecho de petición queda satisfecho con la resolución oportuna de la
administración, sea ella favorable o desfavorable a las pretensiones del
peticionario.
En tal virtud, la
Sala ordenará al INSTITUTO DE LOS SEGUROS SOCIALES, para que dentro del término
de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la notificación de esta
providencia, resuelva acerca de los recursos de reposición y en subsidio de
apelación interpuestos por el accionante contra la Resolución No. 0006905 de
octubre 19 de 1993.
IV. DECISION.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, obrando en
nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
PRIMERO. REVOCAR la sentencia
proferida por la Sala Laboral de la Corte Suprema de Justicia el 17 de
noviembre de 1994, por las razones expuestas en la parte motiva de esta
providencia, y en su lugar conceder la tutela del derecho de petición del señor
JOSE ARTURO SOSSA.
SEGUNDO. ORDENAR al Instituto de los
Seguros Sociales para que dentro de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a
la notificación de esta providencia, resuelva el recurso de reposición y en
subsidio el de apelación formulado contra la Resolución No. 0006905 de octubre
19 de 1993, emanada de esa entidad, si para la fecha de la misma aún no se ha
producido dicha decisión.
TERCERO. LIBRENSE
por la Secretaría General
de la Corte Constitucional las comunicaciones de que trata el artículo 36 del
Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados.
Cópiese, publíquese,
comuníquese a quien corresponda, insértese en la Gaceta de la Corte
Constitucional y cúmplase.
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Ponente
JAIME
BETANCUR CUARTAS FABIO MORON DIAZ
Conjuez Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
1 Cfr. Corte Constitucional Sentencias Nos. T-464/92.
MP. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz; T-473/92, MP. Dr. Ciro Angarita Baron;
T-495/92 Dr. Ciro Angarita Barón y T-010/93 MP. Dr. Jaime Sanín Greiffestein.
2 Cfr. Corte Constitucional Sentencias T-315, T-262 y
T-263 de 1993 entre otras.
3 Cfr. Corte
Constitucional sentencia T-119/93.
4 Cfr. Corte
Constitucional Sentencias T-243/93; T-262/93; T-263/93; T-264/93; T-315 /93;
T-355/93; T-253/93; T-385/93; T-387/93; T-476/93; T-184/94; T-279/94 entre
otras.
5 Cfr. Corte Constitucional Sentencia T-242/93. |
323 | T-110-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-110/95
DERECHOS DEL NIÑO-Cuidado personal de la madre
El lazo afectivo
que inexorablemente existe entre el recién nacido y la madre o la persona que
lo cuida, simboliza el mas alto de los grados de solidaridad natural, que lo
adecua al medio en pos de un mejor desenvolvimiento personal en sus relaciones
futuras. A través de esa relación primigenia, se le garantiza a el niño su
desarrollo armónico e integral, de tal manera que la asunción de la noble
misión maternal crea una actitud filial que repercute profundamente en la
estabilidad socio-emocional del menor, lo cual facilita la confianza en sí
mismo, la seguridad y los sentimientos de auto valoración. Por ello, es
deseable que todo niño goce de las ventajas que conlleva y representa el
cuidado directo y personal de la madre que lo engendró, pues ese contacto
físico y emocional constituye el cimiento del desarrollo de su personalidad.
DERECHOS DE LA
MADRE BIOLOGICA-Recuperación
del hijo/TENENCIA Y CUIDADO PERSONAL DEL NIÑO/ADMINISTRACION PUBLICA-Negligencia
La negligencia y
extralimitación de funciones de algunas autoridades administrativas de familia
impidieron el cumplimiento de la decisión judicial que ordenó la entrega de la
menor a su madre. Así las cosas, no se puede desconocer la voluntad de la madre
biológica en recobrar a su hija, ni el derecho legítimo que le asiste para
reclamar o solicitar su cuidado y custodia, mas aún, cuando ha demostrado
incansablemente, ante los correspondientes estrados judiciales y
administrativos, su oposición a que su hija sea entregada en adopción al
matrimonio AA. En tal virtud, no se puede pensar que la menor haya sido víctima
del abandono material o afectivo por parte de su madre, quien a tiempo
recapacitó y rectificó su conducta anterior en cuanto al cumplimiento de los
deberes propios de madre. En verdad, no se hace latente la existencia de una
situación anómala que implique una amenaza inminente de un perjuicio a la vida,
a la salud y demás derechos fundamentales de la menor, estando en poder de la
madre natural.
DECLARACION DE
ABANDONO-Criterios
valorativos
La declaración de
abandono debe obedecer a un juicio valorativo objetivo y razonable; por lo
tanto, la decisión debe ser el resultado de un juicio de equilibrio en provecho
de la menor y no simplemente el producto de un procedimiento mecánico y formal
afirmativo de la legalidad y la competencia. A juicio de la Sala, no existían
elementos de juicios valederos para que se acudiera al procedimiento de
abandono en el presente caso, puesto que la madre biológica en ningún momento
culposa o voluntariamente ha abandonado a su hija ni manifestado su voluntad de
entregarla en adopción ni mucho menos se ha sido indiferente a que se
adelantaran las diligencias necesarias para la declaratoria de abandono, es
más, mostró reiteradamente su oposición a ellas.
REFERENCIA:
Expediente T-
51418.
PETICIONARIO:
AA
PROCEDENCIA:
Corte Suprema de
Justicia.
TEMA:
Prevalencia del
derecho fundamental del menor al cuidado materno. Criterios valorativos para la
declaratoria de abandono del menor.
MAGISTRADO
PONENTE
ANTONIO BARRERA
CARBONELL.
Aprobada en Santafé
de Bogotá D.C., el quince (15) de marzo de mil novecientos noventa y cinco
(1995).
La Sala Segunda de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados ANTONIO
BARRERA CARBONELL, EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Y CARLOS GAVIRIA DIAZ, revisa el
proceso de acción de tutela instaurada por los señores AA, contra los
funcionarios Freddy Rodríguez Angarita, Defensor de Familia del I.C.B.F.
-Defensoría Promiscua de Familia - Zonal Sabanalarga (Atlántico)-, Luz Stella
de Gazabón, Defensora de Familia de Barranquilla, y María C. Arrieta de Zuñiga,
Procuradora Judicial 5o. de Familia.
I. ANTECEDENTES.
1. Hechos y
pretensiones.
La señora XX, madre
de la menor YY, decidió, a los pocos días de su nacimiento, confiar su cuidado
a los peticionarios, a juicio de estos, debido a su precaria situación
económica y desequilibrio emocional
Los peticionarios
prodigaron a la menor un ambiente familiar, personal y social acogedor y la
cobertura afectiva y emocional requerida para preservar su vida, integridad
física y salud, e iniciaron los trámites para la adopción ante el I.C.B.F.
Dentro del proceso
de custodia y cuidado personal adelantado por la Defensora 1a de Familia
-Centro Zonal la Victoria-, en representación de la señora XX, contra los
peticionarios de la tutela, el Juzgado 2o. de Familia de Barranquilla, mediante
providencia dictada en la audiencia de fecha julio 14 de 1991 ordenó la entrega
de la menor a su madre biológica, la cual resultó fallida ante los graves
quebrantos de salud de la menor. Por este motivo, la Defensoría de Familia de
Sabanalarga -Centro Zonal Sabanalarga, decidió colocarla al cuidado de los
peticionarios, según consta en acta de entrega de fecha julio 28 de 1992.
Mediante resolución
No. 026 de noviembre 6 de 1992, la referida Defensoría, declaró la situación de
abandono de la menor YY, conforme al art. 31 del Código del Menor. Por tal
motivo, la madre de la menor acudió ante la Procuradora 5a de Familia de
Barranquilla, quien ordenó la entrega de la menor a su madre, con fundamento en
la orden emanada del Juzgado 2o. de Familia de Barranquilla, a la cual se hizo
alusión anteriormente. Al decir de los peticionarios, dicha funcionaria actuó
arbitraria e ilegalmente.
Igualmente
consideran los peticionarios que los funcionarios Freddy Rodríguez Angarita,
Defensor de Familia del I.C.B.F., y Luz Stella de Gazabón, Defensora de Familia
y Coordinadora de Asistencia Legal de Barranquilla, desconociendo la vigencia y
efectos jurídicos de la Resolución No. 026/92 y extralimitándose en sus
funciones, procedieron a ejecutar la orden de entrega aludida, sin haberse
cumplido con los requisitos establecidos en los arts. 59 y 64 del Código del
Menor.
A través de la
acción de tutela, los actores persiguen el restablecimiento y protección de
derechos fundamentales de la menor YY, consagrados en el art. 44 de la
Constitución Política. Igualmente impetran para ellos la tutela de sus derechos
a la igualdad y al debido proceso. Con tal fin, solicitan se ordene el
cumplimiento de la Resolución No. 026 de noviembre 6 de 1992, emanada de la
Defensoría de Familia de Sabanalarga.
2. Decisiones
judiciales que se examinan.
2.1. Primera
instancia.
La Sala de Familia
del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Barranquilla, mediante sentencia
del 1o de septiembre de 1994, denegó la tutela impetrada, básicamente con
fundamento en las siguientes consideraciones:
"Los
fundamentos que esgrime el accionante, por considerar violado el derecho a la
vida y a la salud de la menor XX, hacen alusión a lo expresado por el Defensor
de Familia en la resolución de declaratoria de abandono, sin tener en cuenta
que dicha resolución, de conformidad con las leyes de familia no se encuentra
en firme por faltar la homologación del juez de Familia.- No esgrimen los
Peticionarios hechos actuales y reales que demuestren a la Sala que la menor se
encuentra en peligro grave para su salud y para su vida.- Es claro que para
reclamar en Tutela, el peligro o la amenaza debe ser eminente y actual, para
efectos de que la decisión de Tutela evite y proteja ese derecho fundamental
afectado".
"La resolución
que declaró el Estado de abandono proferida, a pesar de existir con antelación
una orden judicial de entrega dirigida a los mismos funcionarios del I.C.B.F.,
es de fecha posterior a la orden emitida por el Juzgado Segundo de Familia,
exigiendo la entrega de la menor a su madre natural, situación que de hecho
ameritaba, incluir como parte a dicho padre natural en todo el trámite
Administrativo realizado como actos previos a la expedición de la misma".
"No se
acreditó, ni se manifestó por la parte interesada qué hechos para la época de
la presentación de la Tutela están afectados y colocando en peligro la vida y
la salud de la menor".
"...los esposos
AA, no tenían ni tienen ante la ley, un derecho de custodia sobre la menor, en
virtud de que el mismo fue discutido y denegado ante el Juzgado Segundo de
Familia y posteriormente sólo fueron considerados como hogar sustituto de la
menor, situación que no les confería la facultad de abrogarse la custodia o la
calidad de padres adoptantes".
"...que de
conformidad con el Código del Menor la resolución por medio de la cual se
declara a un menor en abandono y ordena como medida de protección la iniciación
de los trámites del proceso de adopción, sólo produce la terminación de la patria
potestad respecto de los padres, cuando se encuentre en firme o ejecutoriada; y
cuando ocurre ello ?. En el caso que se analiza es imperiosa la aplicación de
los artículos 61 a 64 del Decreto 2737 de 1989, en donde se informa, que la
resolución requiere de homologación por parte del Juez, cuando alguna de las
personas interesadas en el menor cuyo abandono se declara, se oponga dentro de
los términos señalados en el artículo 61".
"Es clara y
notoria la oposición que desde antes venía haciendo la madre natural tendiente
a recuperar a su hija, lo que origina que la tan mentada Resolución aún a la
fecha no se encuentra ejecutoriada, por lo que conserva la señora Flor García
Caez, todos los derechos inherentes a la patria potestad sobre su menor hija. A
lo anterior debe volver a recalcarse que ya para la época de la resolución de
la madre natural y lo que es peor de la vigencia de una orden de entrega, nada
menos que de la autoridad judicial por excelencia instituida para dirimir esos
conflictos".
"Finalmente
debe agregarse, que tanto la Procuraduría, como la Defensoría de Familia,
actuaron con fundamento en una orden legal del Juzgado 2o. de Familia, de fecha
abril 20 de 1992, a efectos de hacer cumplir una decisión judicial, y por
tanto no hubo en sus actuaciones violación al debido proceso, sino estricto
cumplimiento a los deberes que sus cargos los imponen".
2.2. Segunda
instancia.
La Sala de Casación
Civil de la Corte Suprema de Justicia confirmó el fallo proferido por la Sala
de Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Barranquilla, entre
otras razones, por las siguientes:
"...por cuanto
la prevalencia de los actos administrativos, cuya vigencia reclaman, para
obtener, de paso, la restitución de la menor, no le otorgan a los
premencionados accionantes ningún derecho para procurar su restablecimiento,
por cuanto la entrega de dicha menor a los actores, realizada por la Defensoría
Promiscua de Familia- Centro Zonal Sabanalarga- el 28 de julio de 1992, tan
sólo constituyó una entrega provisional, bajo la modalidad de "hogar
amigo", consistente en la "...colocación familiar a la menor YY, por
el término preestablecido para el rito procesal observado en el artículo 42 del
Código de Menor, según las circunstancias sui generis del caso en
cuestión..." quedando los depositarios obligados, entre otros actos, a
" 5. Entregar al menor en el momento en que el Defensor de familia lo
ordene", deposito que ninguna modificación sufrió en virtud de la
resolución No. 026 de 6 de noviembre de 1992, como quiera que en ella, además
de la declaración de abandono, tan sólo se dispuso "solicitar la
autorización de que habla el artículo 74 para prorrogar la medida de protección
modificada por auto de julio 28 de 1992, por el término necesario, para
adelantar los trámites de adopción, considerando las circunstancias que
gravitan en torno a la situación de la menor y de que quienes afectivamente
depende", amen de que la solicitud de adopción elevada por los accionantes
para legalizar la mencionada tenencia les fue negada, según versión de Luz
Stella Caballero de Gazabón, Defensora de Familia - Coordinadora Asistencia
Legal - Barranquilla, en atención a que, según oficio No. AL-265 de 14 de
septiembre de 1993 (folio 287 Cno Ppal) se le solicitó de abstenerse de
"...poner a disposición del Comité de Adopción la menor YY, en razón a la
oposición de la madre XX, quien se encuentra inconforme con la decisión tomada
en la resolución que declaró el estado de abandono de la menor en
mención".
"...ninguna
violación al debido proceso se observa, en primer lugar, porque comprobada la
oposición de la madre biológica a la declaración de abandono, la resolución que
así lo dispuso no ha recibido homologación, y resulta inanes los argumentos de
los impugnantes en cuanto aducen preclusión del término para tal efecto, por
cuanto de conformidad con el artículo 63 del decreto 2737 de 1989 (Código del
Menor), en tal evento surge a cargo del Defensor de Familia la obligación de
remitir el expediente al juez competente para cumplir con tal formalidad, y en
segundo lugar, porque justamente en razón de lo precedentemente expuesto, la
orden emanada de la Procuraduría Judicial 5 -Familia- de Barranquilla,
contenida en el oficio 237 del 26 de octubre de 1993, por medio de la cual se
le "...solicitó al Defensor de familia del Centro Zonal de Sabanalarga
I.C.B.F., dar cumplimiento a la orden judicial", consignada en la
sentencia del 14 de julio (sic) de 1991, proferida por el Juzgado 2o. de Familia
de Barranquilla en el referido proceso de entrega y custodia personal de la
multicitada menor, por lo que en manera alguna "... ordenó hacer entrega
de la menor YY a la señora XX...", tampoco resulta arbitraria, porque, por
fuera de corresponderle constitucionalmente a esa entidad la función de
"...vigilar el cumplimiento de la Constitución, las leyes, las
decisiones judiciales y los actos administrativos" (art.277, Carta
Política), (Subrayas de la Corte Suprema) tal determinación fue el resultado de
la investigación adelantada por esa dependencia, a instancia de la madre de la
menor, para determinar las razones del incumplimiento de aquella orden
judicial, cuya satisfacción reclamó la madre biológica de la menor, a partir
del mismo instante que tuvo a su favor la orden de entrega...".
"...los
presupuestos fácticos sobre las que se fundó la declaración de abandono de YY
no son muy sólidos, por cuanto resulta razonable pensar que la imposibilidad de
la madre biológica de recuperar a su hija se debió a la indebida retención que
hicieron los cónyuges AA de aquella menor, creando con ello situaciones
artificiales para promover los trámites administrativos, cuya prevalencia,
frente a una orden judicial de entrega reiterada y conscientemente desconocida
por ellos, procuran ahora por intermedio de esta acción...sabido es que el
proceso de custodia y cuidados personales, se ritúa por el procedimiento verbal
sumario y la decisión final se adopta en audiencia, como precisamente ocurrió
en el presente caso".
"...que no hay
en el expediente elemento alguno de juicio que le permita a la Sala descubrir
que dicha menor se encuentra en situación de peligro para su salud y su vida,
estando en poder de su madre biológica, máxime si se tiene en cuenta que el
fundamento para tal aseveración lo constituye los conceptos emitidos en 1992
para edificar la resolución de abandono, sin prueba alguna de que esas
situaciones fácticas allí contempladas persistían para el momento de intentar
la presente acción".
II. LA
COMPETENCIA.
De conformidad con
lo dispuesto por los artículos 86, inciso 3o. y 241, numeral 9o. de la
Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del
Decreto 2591 de 1991, esta Sala es competente para revisar las sentencias que
resolvieron acerca de la acción de tutela de la referencia.
III.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE.
1. Los derechos
fundamentales de los niños. El cuidado personal de la madre.
Reiteradamente la
Corte Constitucional, en diferentes sentencias de las Salas de Revisión de Tutelas,
se ha ocupado de la temática relativa a los derechos fundamentales de los
niños, consagrados en el art. 44 de la Constitución Política.
En la sentencia
T-283/941 , se puso de relieve el vigor normativo
y el conjunto de valores que encierra la referida disposición, en los
siguientes términos:
"Los compromisos que la Constitución establece con el bienestar
físico y espiritual del menor y con el pleno y armonioso desarrollo de su
personalidad, no se ha limitado a configurar derechos fundamentales a partir de
sus pretensiones básicas de protección, sino que su persona como tal ha sido
elevada a la categoría de sujeto fundamental merecedor de un tratamiento
especial y prioritario por parte de la familia, la sociedad y el estado".
"La consideración del niño como sujeto privilegiado de la
sociedad produce efectos en distintos planos. La condición física y mental del
menor convoca la protección especial del Estado y le concede validez a las
acciones y medidas ordenadas a mitigar su situación de debilidad que, de otro
modo, serían violatorias del principio de igualdad (CP art. 13). Dentro del
gasto público social, las asignaciones dirigidas a atender los derechos
prestacionales en favor de los niños deben tener prioridad sobre cualesquiera
otras (CP art. 350). Todas las personas gozan de legitimidad para exigir el
cumplimiento de los derechos de los niños y la sanción de los infractores (CP
art. 44). La coordinación de derechos y la regulación de los conflictos que
entre éstos se presenten en el caso de que se vea comprometido el de un menor,
debe resolverse según la regla pro infans (C.P. art. 44). Se observa que el trato
especial que se dispensa al niño, lejos de ser un intento de conferirle
protagonismo, no es otra cosa que un ensayo de igualación que realiza el mismo
Constituyente: como el niño no sabe ni puede pedir, la Constitución autoriza a
todos a que pidan por él; como el niño no puede hacer que sus derechos se
impongan cuando entren en conflicto con los de los demás, la Constitución
define directamente su prevalencia."
La nueva
Constitución crea una visión jurídica y cultural en lo que atañe a los derechos
de los niños y su efectividad, con miras a lograr su protección y su desarrollo
y formación integral en todos los órdenes. De este modo, se hace un acto de fe
en el futuro de los niños que en el mañana han de irrumpir en todos los
estamentos de la sociedad y el Estado, pues no sólo en el momento de su
nacimiento, sino durante la etapa de su infancia y adolescencia se busca la
construcción de condiciones espirituales y materiales en el seno familiar y
social que les proporcionen una mejor calidad de vida y los habiliten para
desarrollar adecuada y plenamente sus facultades físicas, mentales y
espirituales.
El lazo afectivo que
inexorablemente existe entre el recién nacido y la madre o la persona que lo
cuida, simboliza el mas alto de los grados de solidaridad natural, que lo
adecua al medio en pos de un mejor desenvolvimiento personal en sus relaciones
futuras. A través de esa relación primigenia, se le garantiza a el niño su
desarrollo armónico e integral, de tal manera que la asunción de la noble
misión maternal crea una actitud filial que repercute profundamente en la
estabilidad socio-emocional del menor, lo cual facilita la confianza en sí
mismo, la seguridad y los sentimientos de auto valoración. Por ello, es
deseable que todo niño goce de las ventajas que conlleva y representa el
cuidado directo y personal de la madre que lo engendró, pues ese contacto
físico y emocional constituye el cimiento del desarrollo de su personalidad.
Al respecto, la Sala
Novena de Revisión de esta Corte, a través de la sentencia T- 339/942
, expresó lo siguiente:
"El artículo 44
de la Carta Política reconoce como derecho fundamental de los niños entre
otros, "el cuidado y amor". Es la primera vez que en una Constitución
colombiana se le da al amor el tratamiento de objeto jurídico protegido.
Obviamente los primeros obligados a dar amor al niño son sus padres, de suerte
que si hay una falta continua de amor hacia el hijo, no se está cumpliendo,
propiamente, la maternidad. De esta manera, todo niño tiene derecho a ser
tratado con amor, especialmente por sus padres. Entonces, si un padre o una
madre incumplen con su obligación constitucional, no sólo están incurriendo en
actitud injusta, sino que no están desempeñando ni la paternidad ni la
maternidad, en estricto sentido, porque no ejerce la actitud debida conforme a
derecho".
"La primera
manifestación del derecho al amor de los hijos, es la recepción que los padres
tienen que brindarles. Esta recepción incluye tanto obligaciones de hacer, como
obligaciones de no hacer. Dentro de las obligaciones de hacer se encuentran,
entre otras, la aceptación incondicional del hijo, desde el momento de la
concepción. Aceptarlo implica la acogida y el respeto al niño en su
singularidad, tal como es, con sus cualidades y defectos, los cuales, han de
ser susceptibles de corrección, de ser ello posible. Igualmente, los padres,
una vez recibido el hijo, tienen el deber de cuidarlo y brindarle todo el
afecto posible. Se dice todo el afecto posible, por cuanto el merecimiento de
cada hijo es indeterminado, y supone una calidad moral ordenada a crecer.
También, y como una característica de la paternidad y maternidad, debe
brindársele la educación, que es deber irrenunciable de quienes asumen el
status de padres. Estos son los primeros educadores, y hay que anotar que la
educación que brindan los padres es, bajo ciertos aspectos, insustituible; de
ahí su enorme importancia. Es insustituible la educación que deben dar los
padres a los hijos, por dos razones: primero, porque son los que mejor pueden
conocer al niño, y segundo, porque son los que más confianza generan en los
sentimientos del menor. Conocimiento y confianza son, pues, dos elementos
básicos para la formación personalizada del infante. La educación paterna -y
por supuesto, la materna- se entrelaza con los deberes de promoción,
corrección, buen ejemplo -los padres deben ser maestros de vida-, asistencia,
cuidado especial y ayuda"
2. El caso en
examen.
2.1. Con fundamento en las pruebas que obran en
el informativo, la Sala ha podido establecer que la señora XX, a pesar de haber
entregado a su hija YY el mismo día de su nacimiento ocurrido el 3 de julio de
1989 al cuidado de los cónyuges AA, quizás apremiada por calamitosa situación
económica, el desespero y la impotencia para proporcionarle los medios
materiales necesarios para su subsistencia, no desmayó en sus esfuerzos para
recuperar físicamente a su hija, y fue así como pasados sólo 10 días de haberla
depositado en el hogar de la mencionada familia, intentó insistentemente por
todos los medios en integrarla al seno familiar.
Los esfuerzos de la
madre en el sentido indicado no fructificaron, porque desde un comienzo los
peticionarios de la tutela le ocultaron el paradero de la menor, y la
retuvieron indebida e ilegalmente, no obstante existir una orden judicial que
había ordenado su entrega. Además, la negligencia y extralimitación de
funciones de algunas autoridades administrativas de familia impidieron el
cumplimiento de la decisión judicial que ordenó la entrega de la menor a su
madre.
Así las cosas, no se
puede desconocer la voluntad de la madre biológica en recobrar a su hija, ni el
derecho legítimo que le asiste para reclamar o solicitar su cuidado y custodia,
mas aún, cuando ha demostrado incansablemente, ante los correspondientes
estrados judiciales y administrativos, su oposición a que su hija sea entregada
en adopción al matrimonio AA. En tal virtud, no se puede pensar que la menor
haya sido víctima del abandono material o afectivo por parte de su madre, quien
a tiempo recapacitó y rectificó su conducta anterior en cuanto al cumplimiento
de los deberes propios de madre.
En verdad, no se
hace latente la existencia de una situación anómala que implique una amenaza
inminente de un perjuicio a la vida, a la salud y demás derechos fundamentales
de la menor, estando en poder de la madre natural, como lo comprueba la
decisión del Juez 2o. de Familia de Barranquilla que ordenó la entrega de la
menor a su madre biológica, pues las personas con quienes permaneció la menor
inicialmente (los peticionarios de la tutela), no pudieron justificar en el
proceso verbal sumario de custodia y cuidados personales, que eran merecedores
a que se les dispensara la respectiva custodia.
Tampoco ha quedado
determinado que exista la posibilidad de un atentado contra la integridad de la
menor al reintegrarla al lado de su progenitora o que exista un profundo
arraigo afectivo con los peticionarios de la tutela que conduzca a que su
separación de éstos, pudiera causar un daño o un desequilibrio físico, síquico
o emocional a la menor.
Por otra parte, es
de anotar que la entrega de la menor por la Defensoría de Familia de
Sabanalarga, a los esposos AA, en la modalidad de "colocación
familiar", constituyó una medida provisional, autorizada por el artículo
42 del Código del Menor en las actuaciones relativas a la declaración de
abandono de los menores, quedando obligados los depositarios de conformidad al
art. 76-5 de dicho Código a entregar al menor en el momento en que el Defensor
de Familia lo ordenara.
2.2. En lo atinente a la resolución No. 026 de
noviembre 6 de 1992 que declaró en situación de abandono a la menor, es de
anotar que ella no tuvo eficacia jurídica, toda vez que no se surtió con
respecto a ella el trámite judicial de la homologación (arts. 61 y 63 del
Código del Menor). Por tal razón, no prosperó la pretensión de los
peticionarios de la tutela en el sentido de que se les otorgara la menor en
adopción.
Quedó establecido
que la Defensoría de Familia de Sabanalarga al declarar en situación de
abandono a la menor, desconoció, por completo, el alcance y el valor jurídico
de la decisión pronunciada por el Juzgado 2o. de Familia de Barranquilla,
olvidándose que los procesos de custodia y cuidado de menores (art. 5o. del
decreto 2272 de 1989) se tramitan en única instancia por el procedimiento verbal
sumario y que la sentencia puede ser proferida en audiencia, como asi se hizo,
según lo dispone el parágrafo 6 del art. 432 del Código de Procedimiento Civil.
Por consiguiente, cuando la citada Defensoría en la resolución mencionada
manifiesta que "El proceso que cursaba en el Juzgado 2o de Familia nunca
fue fallado en sentencia, ni la entrega de la menor ordenada de acuerdo a lo
estilado procedimentalmente", emitió un juicio equivocado y desconoció una
decisión judicial válida que estaba obligada a acatar, con lo cual invadió la
órbita de la competencia de los jueces en la materia e ignoró el principio de
la separación de los poderes públicos y la autonomía judicial.
Para la Sala resulta
preocupante la manera como se manejó por la Defensoría de Familia de
Sabanalarga el problema relativo al presunto abandono de la menor YY y la
manera como se utilizó la función administrativa del Estado para proceder a la
declaratoria de dicho abandono.
El fin que debe
perseguir la declaración administrativa de la situación de abandono no puede
desviarse hacia la protección de otros intereses que no sean los del menor. En
tal virtud, la medida adoptada debe necesariamente consultar la realidad
fáctica, ponderar si realmente existe la situación de abandono, o si ésta es meramente
transitoria o circunstancial, si hay desafecto o desapego de los padres por el
menor, y si el menor carece de las condiciones materiales y espirituales para
su subsistencia, cuidado y desarrollo integral. Además, dicha medida debe
guardar una estricta correspondencia entre los hechos y circunstancias que le
sirven de causa y su finalidad. En otros términos, la declaración de abandono
debe obedecer a un juicio valorativo objetivo y razonable; por lo tanto, la
decisión debe ser el resultado de un juicio de equilibrio en provecho de la
menor y no simplemente el producto de un procedimiento mecánico y formal
afirmativo de la legalidad y la competencia.
A juicio de la Sala,
no existían elementos de juicios valederos para que se acudiera al procedimiento
de abandono en el presente caso, puesto que XX en ningún momento culposa o
voluntariamente ha abandonado a su hija ni manifestado su voluntad de
entregarla en adopción ni mucho menos se ha sido indiferente a que se
adelantaran las diligencias necesarias para la declaratoria de abandono, es
más, mostró reiteradamente su oposición a ellas.
De lo expuesto
concluye la Sala que los derechos fundamentales de la menor se encuentran
incólumes y que al dársele prevalencia por los funcionarios contra los cuales
se dirige la tutela a la orden judicial de entrega del Juzgado 2o de Familia de
Barranquilla, procedieron en cumplimiento de sus deberes constitucionales y
legales, y no incurrieron en las violaciones al derecho a la igualdad y al
debido proceso alegadas por los petentes. Por consiguiente, se confirmará la
sentencia de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, que a
su vez confirmó la de la Sala de Familia del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Barranquilla.
IV. DECISION.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
PRIMERO:
CONFIRMAR la sentencia del
18 de octubre de 1994, proferida por la Sala de Casación Civil de la H. Corte
Suprema de Justicia, por medio de la cual confirmó la de la Sala de Familia del
Tribunal Superior Distrito Judicial de Barranquilla, de fecha 1o. de septiembre
de 1994.
SEGUNDO: ORDENAR que en guarda del derecho a la intimidad de
las familias AA y XX, se omitan sus nombres en toda publicación de la presente
decisión.
TERCERO: LIBRAR por secretaría las comunicaciones de que
trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991 para los efectos allí
contemplados.
NOTIFIQUESE,
COPIESE, COMUNIQUESE, CUMPLASE, INSERTESE EN LA GACETA DE LA CORTE
CONSTITUCIONAL
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado Ponente.
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado.
MARTHA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General.
1 M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
2 M.P. Vladimiro Naranjo Mesa |
324 | T-111-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-111/95
PERSONA
JURIDICA/DERECHOS COLECTIVOS/ACCION POPULAR
Aunque las
personas jurídicas pueden actuar como demandantes en vía de tutela, para
solicitar el amparo de ciertos derechos que a ellas se les imputan, la
presente acción no procede porque versa sobre un derecho colectivo cuya
protección judicial debe buscarse a través de una acción popular y no existe un
perjuicio irremediable que se pueda evitar con ella a los miembros de la
fundación demandante; además, las pretensiones adolecen de falta de objeto.
DERECHO DE
PARTICIPACION CIUDADANA/ACCION DE TUTELA-Carencia actual de objeto
El Gobernador,
representando al departamento en la junta de socios de Protuislas, no puede de
manera válida votar afirmativamente la enajenación de los inmuebles de su
propiedad. Además, la comunidad raizal y los residentes permanentes del
departamento ya tuvieron oportunidad de participar (y efectivamente la
aprovecharon), en la decisión de la Asamblea que así lo ordenó. No existe
entonces violación o amenaza al derecho de participación de la comunidad en
cuyo nombre se demandó la tutela y, por tanto, la acción que se revisa resulta
improcedente por falta de objeto.
ARCHIPIELAGO DE
SAN ANDRES-Venta de hotel/RAIZALES-Protección
especial/ARCHIPIELAGO DE SAN ANDRES/DESARROLLO SOSTENIBLE/ACCION DE TUTELA-Carencia
de objeto
La Corte conoce y
considera la situación de la comunidad raizal de San Andrés, Providencia y
Santa Catalina, y es plenamente consciente de la protección especial que
requiere para su supervivencia como conglomerado culturalmente diferenciado,
frente a las presiones de una sobrepoblación de inmigrantes que ya la convirtió
en grupo minoritario dentro de su territorio ancestral, y a la destrucción
progresiva de su ecosistema. Sin embargo, también en la consideración de esta
pretensión se ha de señalar que la acción carece de objeto, pues las normas
constitucionales vigentes y su desarrollo legal, consagran el derecho ciudadano
a participar en la definición de los usos del suelo, la protección de los
recursos naturales y la conservación de la propia cultura, dentro de un plan
que permita lograr un desarrollo sostenible.
ENAJENACION DE INMUEBLES/PATRIMONIO
CULTURAL-Protección
Si bien el
Congreso no ha ejercido la facultad de someter “...a condiciones especiales la
enajenación de bienes inmuebles con el fin de proteger la identidad cultural de
las comunidades nativas...”, tampoco parece justificado prohibir la venta del
hotel El Isleño y sus áreas aledañas hasta que lo haga, porque: primero, en el
artículo 53 de la Ley 47 de 1993, el legislador aclaró que: “los bienes que
conforman el patrimonio cultural del Departamento Archipiélago de San Andrés,
Providencia y Santa Catalina pueden ser de propiedad pública o privada”;
segundo, aún sin expedirse esa regulación sobre condiciones especiales para la
enajenación de inmuebles, la escritura de constitución de Protuislas y las
demás normas vigentes son suficientes, en este caso, para proteger los
intereses de la comunidad raizal; y tercero, es perfectamente posible -como se
consideró en el cabildo abierto-, que el Departamento adquiera las cuotas de la
Corporación Nacional de Turismo y decida vender los bienes inmuebles objeto del
conflicto, antes de que el legislador ejerza la facultad en comento.
Ref.: Expediente No. T-48470
Acción de tutela en
contra del Ministerio de Desarrollo Económico y la Corporación Nacional de
Turismo, por la presunta violación del derecho de la comunidad raizal del
Departamento de San Andrés, Providencia y Santa Catalina a preservar su
integridad étnica, cultural y social.
Temas:
- Derechos de las personas jurídicas.
- Derechos colectivos.
- Falta de objeto.
Actor: Sons of the Soil (S.O.S.) Foundation
Magistrado Ponente: Carlos Gaviria Díaz
Santafé de Bogotá
D.C., marzo dieciseis (16) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION,
la Sala Cuarta de
Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, compuesta por los Magistrados
José Gregorio Hernández Galindo, Hernando Herrera Vergara y Carlos Gaviria
Díaz, este último en calidad de ponente, procede a dictar sentencia de revisión
en el proceso de la referencia, luego de considerar:
ANTECEDENTES
1. HECHOS.
En junio de 1994, el
entonces Ministro de Desarrollo Económico, Mauricio Cárdenas Santamaría,
anunció a los medios de comunicación que la Junta Directiva de la Corporación
Nacional de Turismo había aprobado -el 17 de ese mes-, la estrategia para la
venta, entre otros de sus activos, del hotel El Isleño y los terrenos aledaños
situados en la isla de San Andrés.
El 21 de julio,
después de impugnado el fallo de primera instancia y antes de proferirse el de
segunda, la Asamblea del Departamento de San Andrés, Providencia y Santa
Catalina, realizó un cabildo abierto sobre esa enajenación de bienes inmuebles;
según consta en el acta de esa sesión (folios 25 a 54 del segundo cuaderno), en
ella se adoptaron decisiones relevantes para esta revisión, con la
participación de los diputados, el representante de la fundación demandante,
voceros de los gremios del archipiélago y miembros de la comunidad.
2. DEMANDA.
La Sons of the Soil
(S.O.S.) Foundation, organización no gubernamental pro defensa de los derechos
y valores de los nativos, interpuso demanda de tutela el 22 de junio de 1994,
en contra del Ministerio de Desarrollo Económico y la Corporación Nacional de
Turismo, “... en defensa del derecho fundamental de la comunidad raizal de San
Andrés y Providencia a preservar su integridad étnica, cultural y social, el
cual está siendo vulnerado seriamente por dicho Ministerio al disponer el
remate, para los próximos días de junio, de los terrenos donde se encuentra
ubicado el hotel ‘El Isleño’, sobre los cuales tenemos derechos las comunidades
raizales, sin que hayamos sido tenidos en cuenta” (folio 1).
Por esa razón,
solicitó al juez de tutela que “...proteja los derechos constitucionales que
están siendo vulnerados, procediendo a ordenar al Ministerio de Desarrollo o a
la entidad que tenga a cargo el remate de los bienes, suspender el trámite de
remate del hotel ‘El Isleño’ y demás terrenos colindantes, ubicados en Sprat
Bight, hasta tanto no se garantice la participación de las comunidades nativas
de San Andrés y Providencia, a través de instancias representativas, y
abstenerse de ejecutar actos de disposición sobre estos bienes inmuebles
mientras la ley no establezca las condiciones que garanticen la identidad
cultural de las mismas comunidades raizales” (folio 6).
3. FALLO DE
PRIMERA INSTANCIA.
El Juzgado Civil del
Circuito de San Andrés, Providencia y Santa Catalina conoció de la demanda y,
luego del trámite debido, decidió acoger sus pretensiones considerando:
Aunque el derecho
cuya protección reclama la fundación Sons of the Soil es de naturaleza
colectiva, en este caso la acción de tutela procede para evitar un perjuicio
irremediable.
La Constitución
señala que se debe someter a “condiciones especiales la enajenación de bienes
inmuebles” en el archipiélago, con el objeto de proteger la identidad cultural
de las comunidades nativas; como el Congreso no ha expedido la ley prevista en
el artículo 310 Superior, tal identidad cultural se encuentra desprotegida
frente a actuaciones como la que originó la demanda de tutela.
Los terrenos de
Sprat Bight hacen parte del patrimonio cultural de la comunidad raizal, pues
como consta en el expediente, están ligados a su historia, su paisaje, su
memoria colectiva y el culto a sus antepasados; así, los nativos claramente
tienen derecho a participar en la decisión sobre el uso que se dará a esa área.
La decisión del
Ministerio de Desarrollo y la Corporación Nacional de Turismo de vender los
terrenos de Sprat Bight, si bien acoge una recomendación del CONPES, viola el
derecho a la participación de la comunidad representada por la fundación
demandante.
En virtud de tales
consideraciones, el Juzgado Civil del Circuito resolvió tutelar el derecho a la
participación de la comunidad raizal en el ejercicio del poder público, y
ordenó a las entidades demandadas: “...que suspendan las gestiones de venta de
el (sic) hotel ‘El Isleño’ y zonas aledañas, hasta tanto el Congreso de la
República, no dicte la ley sobre condiciones especiales para la enajenación de
inmuebles con el fin de proteger la identidad cultural de las comunidades
nativas de San Andrés” (folio 96).
4. IMPUGNACION.
El apoderado
judicial del Ministerio de Desarrollo Económico impugnó el fallo de primera
instancia, con los siguientes argumentos:
La acción de tutela
no procede en este caso porque se trata de un derecho colectivo; además, no
existe perjuicio irremediable, pues con la venta de los bienes en comento no se
alteran para nada las condiciones de vida de la comunidad.
El Congreso sí
expidió el estatuto especial “...para la organización y el funcionamiento del
departamento archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina” por
medio de la Ley 47 de 1993. Y aunque esta Ley atribuye a la Asamblea
Departamental la función de reglamentar lo relativo a la enajenación de
inmuebles (artículo 10 literal a), la falta de la ordenanza en que se cumpla con
tal función no puede entenderse como prohibición de la venta de inmuebles.
(folio 101).
“Es menester aclarar
que el hotel El Isleño y los predios sobre los cuales de halla construído no
han sido declaradas como patrimonio cultural por el Consejo Departamental de
Cultura, en los términos de los artículos 47, 48 y 55 de la Ley 47. En este
sentido, estamos en presencia de bienes de dominio privado que no hacen parte
del patrimonio cultural, y que no forman parte de la identidad cultural a la
que se refieren los peticionantes” (folio 102).
La propiedad de los
terrenos sobre los cuales se haya el hotel El Isleño, fué reclamada y probada
en el proceso por la Promotora de Turismo de San Andrés (Protuislas), folios 45
a 51 y 68 a 71. Esta sociedad, de la que son socios el Departamento
Archipiélago y la Corporación Nacional de Turismo, tiene un patrimonio propio,
lo administra autónomamente, y el Ministerio de Desarrollo no es competente
para prohibirle la libre disposición sobre los bienes que lo conforman.
5. FALLO DE
SEGUNDA INSTANCIA.
El Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Cartagena, Sala Civil, resolvió sobre la impugnación
el 6 de septiembre de 1994, revocando en su totalidad la decisión de primera
instancia y denegando las pretensiones de la fundación demandante, de acuerdo
con las consideraciones que se resumen a continuación:
La Sons of the Soil
(S.O.S.) Foundation es una corporación, y como tal, no está legitimada para
actuar en condición de accionante, pues, siendo un ente abstracto “...es obvio
que no puede sentir ni padecer la vulneración o amenaza de algunos de los
derechos fundamentales...” (folio 23 del segundo cuaderno).
En el proceso se
reclama la protección de un derecho colectivo y, por tanto, la vía procesal
adecuada no es la tutela; en su lugar, debió acudirse a las acciones populares.
La Sala no encuentra
daño alguno acreditado en el expediente, pues los raizales de la isla no son
propietarios del bien cuya venta pretenden impedir.
La venta de los
inmuebles relacionados para nada influye o tiene que ver con el aspecto social
y cultural de la etnia a cuyo nombre se reclama protección.
La acción fué
instaurada contra personas equivocadas, puesto que el inmueble objeto de la
misma no es de su propiedad; pertenece a la Promotora de Turismo de San Andrés
y Providencia -Protuislas-.
Según la escritura
de constitución de Protuislas -número 1 del 2 de enero de 1974-, las decisiones
de la junta de socios (conformada por los representantes del Departamento de
San Andrés, Providencia y Santa Catalina, y de la Corporación Nacional de
Turismo), deben tomarse de común acuerdo; para la venta, se requiere entonces
el voto favorable del Departamento Archipiélago; Además, éste goza de
preferencia para la adquisición de las cuotas partes que el otro socio desee
vender.
6. SOLICITUD DE
REVISION DE LA DEFENSORIA DEL PUEBLO.
El presente
expediente fue excluído de revisión por la Sala de Selección Número Diez -Auto
del 24 de octubre de 1994-, pero el Defensor del Pueblo solicitó que fuera
reconsiderada tal decisión, “...con el propósito de aclarar el alcance de las
normas constitucionales relacionadas con los derechos fundamentales de las
minorías étnicas”. La Sala de Selección Número Once acogió la insistencia de la
Defensoría y, en consecuencia, se procede en esta providencia a revisar los
fallos de instancia.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE
1. COMPETENCIA.
La Corte es
competente para pronunciarse en el presente proceso, en virtud de los artículos
86 y 241 de la Constitución Política. Le corresponde pronunciar la sentencia a
la Sala Cuarta de Revisión de Tutelas, según el reglamento interno y el Auto de
la Sala de Selección Número Once del 21 de noviembre de 1994.
2. DERECHOS
FUNDAMENTALES DE LAS PERSONAS JURIDICAS.
El primer asunto que
debe considerarse en la revisión del presente proceso, es el razonamiento del
ad-quem, según el cual, las personas jurídicas no pueden sentir ni padecer la
violación de algunos derechos fundamentales y, por tanto, no están legitimadas
para demandar su tutela.
Sobre este asunto,
la jurisprudencia de la Corte (véanse por ejemplo, las sentencias T-382, 396,
522 y 523 de 1993, y T-114 y 169 de 1994), ha reiterado que: a) las personas
jurídicas son titulares de derechos fundamentales, b) en las condiciones
previstas por el Constituyente, están legitimadas para demandar la tutela de
sus derechos, y c) las diversas etnias reconocidas por la Carta Política como
integrantes de la Nación, a más de ser titulares de derechos fundamentales,
están legitimadas para reclamar su protección judicial a través de la vía de
tutela (Sentencias T-428 de 1992, T-380 de 1993, T-324 de 1994 y T-007 de
1995).
3. IMPROCEDENCIA
DE LA ACCION DE TUTELA.
Aunque las personas
jurídicas pueden actuar como demandantes en vía de tutela, para solicitar el
amparo de ciertos derechos que a ellas se les imputan, la presente acción no
procede porque versa sobre un derecho colectivo cuya protección judicial debe
buscarse a través de una acción popular (art. 88 C.P.) y no existe un perjuicio
irremediable que se pueda evitar con ella a los miembros de la fundación
demandante; además, las pretensiones adolecen de falta de objeto.
3.1. DERECHO
COLECTIVO E INEXISTENCIA DE UN PERJUICIO IRREMEDIABLE.
El derecho de una
comunidad a preservar su integridad étnica, cultural y social, como lo anotaron
los jueces de instancia, es de naturaleza colectiva; por tanto, la acción de
tutela sólo procede para su protección, cuando con ella se puede evitar un perjuicio
irremediable al accionante que, siendo miembro de la comunidad afectada, pruebe
que también está de por medio uno de sus derechos fundamentales, y que existe
una relación de causalidad entre la acción u omisión violatoria del interés
colectivo y la vulneración del suyo.
Ese derecho,
reconocido por la Constitución de 1991 a la comunidad nativa de San Andrés,
Providencia y Santa Catalina, fue desarrollado por el Gobierno Nacional a
través del Decreto 2762 de 1991, y por el Congreso en la Ley 47 de 1993, y no
aparece en el expediente bajo revisión, que la decisión de la junta directiva
de la Corporación Nacional de Turismo o la actuación del Ministro de Desarrollo
lo vulneren o violen las normas que lo desarrollan.
Ahora bien: ninguno
de los que han actuado en el proceso como voceros de Sons of the Soil reclama
que las actuaciones acusadas vulneren también uno de sus derechos
fundamentales, por lo que en principio, la acción de tutela no procede en este
caso. Sobre el perjuicio que pudo ocasionar a la preservación de la integridad
étnica, cultural y social de la comunidad nativa del archipiélago la
expropiación de los predios situados en Sprat Bight, realizada por el gobierno
intendencial en 1956 de manera arbitraria según el dicho de algunos de los testigos,
la Sala anota que no existe relación de causalidad entre las actuaciones
demandadas de la Corporación Nacional de Turismo y del Ministerio de
Desarrollo, y el presunto atropello ocurrido cuatro décadas atrás.
3.2.
IMPROCEDENCIA POR FALTA DE OBJETO.
Tres temas sirven a
la fundación Hijos del Suelo para plantear su concepto de violación del derecho
y para solicitar que se suspenda el trámite de venta del hotel El Isleño y sus
anexos hasta que se cumplan otras tantas condiciones que, a su juicio, una vez
cumplidas garantizarían la preservación de la integridad étnica, cultural y
social del grupo raizal; ellos son:
1) Régimen
patrimonial de los departamentos. Según la demanda, los nativos de San Andrés aprendieron a vivir con
el recuerdo y los efectos de la expropiación sufrida en 1956, consolándose con
la idea de que los predios forzosamente enajenados serían conservados como
propiedad pública y sus frutos redundarían en la elevación del nivel general de
vida en las islas. Como la venta de los bienes en comento y la subsiguiente
pérdida de sus frutos afecta claramente a los nativos, se debe ordenar su
suspensión hasta que puedan participar en la adopción de tal medida.
2) Urbanismo. Cambiar los actuales usos del suelo en
Sprat Bight por su destinación a un hotel de lujo y un centro internacional de
convenciones (pues es ése el objetivo que buscan los demandados), comporta
aceptar una mayor presión sobre el ecosistema y un aumento considerable de la
demanda sobre los servicios públicos existentes. Ya que tal cambio afecta
gravemente a la preservación de la comunidad raizal, se debe interrumpir el
proceso de su adopción, hasta garantizar en él la participación ciudadana.
3) Regulación de
la enajenación de bienes inmuebles. Puesto que el artículo 310 de la Carta Política estipula que:
“Mediante ley aprobada por la mayoría de los miembros de cada Cámara se
podrá... someter a condiciones especiales la enajenación de bienes inmuebles
con el fin de proteger la identidad cultural de las comunidades nativas y preservar
el ambiente y los recursos naturales del Archipiélago”, se debe impedir la
venta de los bienes objeto del litigio hasta que el Congreso ejerza esa
facultad.
Pasa ahora la Corte
a exponer por qué las tres pretensiones adolecen de falta de objeto.
3.2.1. REGIMEN
PATRIMONIAL DE LOS DEPARTAMENTOS Y PARTICIPACION CIUDADANA.
Acorde con lo
estipulado en el artículo 309 de la Constitución, al departamento archipiélago
se le aplica el régimen patrimonial propio de esa clase de entidades
territoriales y, por tanto, la cuotas que le corresponden en la sociedad
propietaria de los bienes objeto de esta demanda “...son de su propiedad
exclusiva y gozan de las mismas garantías que la propiedad y renta de los
particulares...” (artículo 362 de la Constitución; véanse también sus artículos
58 a 60).
Partiendo de
considerar la garantía que el Constituyente estableció para la propiedad, es
atendible el reclamo que hizo el Ministro de Desarrollo al impugnar el fallo de
primera instancia: el Ministerio no puede prohibir válidamente a Protuislas que
disponga de su patrimonio de manera autónoma. Sin embargo, por el mismo régimen
de garantías, ni ese Ministerio, ni el CONPES, ni ambos de consuno, pueden
obligarla a enajenar los bienes que le pertenecen.
La recomendación
contenida en el Documento Conpes DNP2648 de 1993, refrendada por el Ministerio
de Desarrollo, según la cual, para remediar la situación financiera de la
Corporación Nacional de Turismo se deben vender algunos de sus activos, sólo
puede ser acogida y puesta en práctica por Protuislas, cumpliendo con las
normas pertinentes de la Constitución, la ley y la escritura de constitución de
la citada promotora turística.
Según la escritura
pública No. 1 del 2 de enero de 1974 (folios 36 a 42), por medio de la cual se
hizo constar la constitución de la Promotora Turística de San Andrés y
Providencia -Protuislas-, a la Junta de Socios le corresponde la plenitud de
las facultades dispositivas de la sociedad sobre su patrimonio (cláusula
octava), y “las decisiones de la Junta de Socios se tomarán de común acuerdo,
requiriéndose el voto afirmativo de ambos socios” (cláusula décimo primera).
Ahora bien: el
Gobernador, como representante legal del departamento, no puede enajenar bienes
inmuebles de la entidad territorial a su cargo, si no existe previa
autorización de la Asamblea Departamental para hacerlo (artículo 300 numeral 9
de la Carta Política). Y en la adopción de tal autorización, tienen derecho a
participar los ciudadanos nativos del archipiélago y los residentes
permanentes, de acuerdo con lo estipulado en el artículo 40 Superior y las
leyes 47 de 1993 y 134 de 1994
Según la documentación
que la Asamblea Departamental de San Andrés, Providencia y Santa Catalina
remitió al ad-quem (folios 25 a 54 del segundo cuaderno), esa Asamblea,
autorizada por la Ley 47 de 1993 para ejercer las funciones propias de los
concejos mientras se crean los municipios del archipiélago, citó y realizó un
cabildo abierto para considerar la eventual venta del hotel El Isleño y sus
áreas aledañas, con participación de la comunidad raizal, los gremios
económicos de las islas y los Diputados. En ese evento se decidió que el
Departamento no acepta la venta de sus cuotas en Protuislas, ni la de los
bienes de la misma; además, que se buscaría la manera de ejercer la opción
prioritaria que le corresponde para la compra de las cuotas de la Corporación
Nacional de Turismo en la promotora.
En consecuencia el
Gobernador, representando al departamento en la junta de socios de Protuislas,
no puede de manera válida votar afirmativamente la enajenación de los inmuebles
de su propiedad. Además, la comunidad raizal y los residentes permanentes del
departamento ya tuvieron oportunidad de participar (y efectivamente la
aprovecharon), en la decisión de la Asamblea que así lo ordenó. No existe
entonces violación o amenaza al derecho de participación de la comunidad en
cuyo nombre se demandó la tutela y, por tanto, la acción que se revisa resulta
improcedente por falta de objeto.
3.2. URBANISMO Y
PARTICIPACION CIUDADANA.
Las pruebas que
obran en el expediente, dan cuenta de los usos tradicionales del suelo en el
área conocida como Sprat Bight: lugar de reposo de los antepasados y del culto
que allí se les rendía, sitio de reunión social de la comunidad después del
servicio religioso dominical, pista para las carreras de caballos -el deporte
tradicional de los isleños-, patio de recreo de los estudiantes del colegio
anglicano y residencia de algunas familias.
Como se desprende de
los testimonios de los antiguos propietarios nativos Delia James de Whitaker,
Jedidiah Hooker James, Ralston James Watson, Antonio James Bernard, etc., tales
prácticas comunitarias y familiares fueron truncadas en la década de los
cincuentas, por la expropiación traumática que adelantó en esa zona el Gobierno
del General Rojas Pinilla, el posterior traslado del cementerio y la
construcción del hotel El Isleño, las canchas de tenis, la base militar, la
sede de Protuislas, etc. Los declarantes y el demandante concuerdan en que los
isleños aprendieron a vivir con los cambios que introdujo en el archipiélago
esa intervención del Gobierno, consolándose con la promesa de que los terrenos
expropiados se conservarían como propiedad pública y sus frutos se dedicarían a
mejorar la calidad de vida de los nativos.
Sin embargo, el
Ministro de Desarrollo afirma ahora que los terrenos de Sprat Bight y las
edificaciones que allí se encuentran pasarán a manos de particulares ajenos a
las islas, y que los rendimientos del hotel de lujo y el centro de convenciones
que allí se planea levantar no serán reinvertidos en el archipiélago. A cambio,
tendrán que soportar un aumento abrumador en la demanda sobre los precarios
servicios públicos de que disponen, así como sobre su debilitado ecosistema. Y
todo ello, sin que los afectados hayan podido opinar sobre ese cambio en los
usos del suelo.
La Corte conoce y
considera la situación de la comunidad raizal de San Andrés, Providencia y
Santa Catalina, y es plenamente consciente de la protección especial que
requiere para su supervivencia como conglomerado culturalmente diferenciado,
frente a las presiones de una sobrepoblación de inmigrantes que ya la convirtió
en grupo minoritario dentro de su territorio ancestral, y a la destrucción
progresiva de su ecosistema. Así consta en las Sentencias C-530 de 1993 (11 de
noviembre, Magistrado Ponente Alejandro Martínez Caballero) y C-086 de 1994 (3
de marzo, Magistrado Ponente Jorge Arango Mejía).
Sin embargo, también
en la consideración de esta pretensión se ha de señalar que la acción carece de
objeto, pues las normas constitucionales vigentes (arts. 7, 40, 103, 105, 106,
310, etc.), y su desarrollo legal (especialmente el Decreto 2762 de 1991 y las
Leyes 47 de 1993 y 134 de 1994), consagran el derecho ciudadano a participar en
la definición de los usos del suelo, la protección de los recursos naturales y
la conservación de la propia cultura, dentro de un plan que permita lograr un
desarrollo sostenible.
Las posibilidades de
participación popular estipuladas en esas normas no dependen, como parece
entenderlo la fundación demandante, de la creación de los municipios en el
archipiélago, pues el artículo 8 de la Ley 47 de 1993 dispone que, en
desarrollo de la subsidiareidad, el Gobernador y la Asamblea Departamental
ejercerán, a más de las funciones propias, las que corresponden a las
autoridades administrativas de los distritos municipales aún no creados.
Más aún, del acta
del cabildo abierto celebrado en la Asamblea Departamental se desprende que la
comunidad raizal y los otros intervinientes en ese debate, consideran que la
construcción de un hotel de lujo y un centro de convenciones en Sprat Bight es
viable, si se adelanta como parte del plan de desarrollo del departamento,
previa la adquisición de las cuotas que en la actualidad pertenecen a la
Corporación Nacional de Turismo.
3.3. ENAJENACION
DE INMUEBLES Y PROTECCION DEL PATRIMONIO CULTURAL.
El alcance de las
normas constitucionales sobre este tema, en lo relativo a la comunidad nativa
de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, fue fijado en el desarrollo que de
las mismas hicieron el gobierno y el legislador en el Decreto 2762 de 1991 y la
Ley 47 de 1993.
Ahora, si bien el
Congreso no ha ejercido la facultad de someter “...a condiciones especiales la
enajenación de bienes inmuebles con el fin de proteger la identidad cultural de
las comunidades nativas...”, tampoco parece justificado prohibir la venta del
hotel El Isleño y sus áreas aledañas hasta que lo haga, porque: primero, en el
artículo 53 de la Ley 47 de 1993, el legislador aclaró que: “los bienes que
conforman el patrimonio cultural del Departamento Archipiélago de San Andrés,
Providencia y Santa Catalina pueden ser de propiedad pública o privada”;
segundo, aún sin expedirse esa regulación sobre condiciones especiales para la
enajenación de inmuebles, la escritura de constitución de Protuislas y las
demás normas vigentes son suficientes, en este caso, para proteger los
intereses de la comunidad raizal; y tercero, es perfectamente posible -como se
consideró en el cabildo abierto-, que el Departamento adquiera las cuotas de la
Corporación Nacional de Turismo y decida vender los bienes inmuebles objeto del
conflicto, antes de que el legislador ejerza la facultad en comento.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Cuarta de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, en
nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
PRIMERO. Confirmar la sentencia del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Cartagena, Sala Civil, del 6 de septiembre de
1994, pero por las consideraciones expuestas en la parte motiva de esta
providencia.
SEGUNDO. Comunicar esta decisión al Juzgado Civil
del Circuito de San Andrés, Providencia y Santa Catalina para los efectos del
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Comuníquese,
notifíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional.
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado Ponente
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
325 | T-112-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-112/95
DERECHO A LA
SALUD-Improcedencia
No encuentra esta
Sala que se haya probado violación o amenaza en contra del derecho a la salud,
pues ya la empresa estaba funcionando cuando los peticionarios se establecieron
donde hoy viven; lo estaba haciendo en un área destinada a actividades mineras
y, en esa clase de zonas, no está permitido el establecimiento de viviendas,
según las normas urbanísticas vigentes.
DERECHOS
FUNDAMENTALES-Amenaza/TRITURADORA
EL DIAMANTE-Actividad industrial/ZONAS DE ALTO RIESGO-Terreno
erosionado/NORMA URBANISTICA-Contravención
El medio en el
que está situada la casa del actor no es el óptimo para usos residenciales. Él
y sus vecinos construyeron o compraron casas levantadas sobre suelos de
relleno, pendientes, erosionados por la lluvia y, en su parte inferior,
socavados por el río. Además, sometidos a la vibración que produce el tráfico
pesado en esa entrada al municipio. Según las pruebas que obran en el
expediente, con o sin el funcionamiento de la empresa demandada, las casas del
barrio Bajo Aguacatal se seguirán agrietando y amenazando la integridad de sus
moradores. No se probaron los cargos de la demanda y que, si bien los moradores
del barrio Bajo Aguacatal se encuentran sometidos a una amenaza grave contra la
efectividad de sus derechos fundamentales, ella no es imputable a la actividad
que cumple la empresa demanda, sino a las características geológicas del
terreno en el cual se construyó, contraviniendo las normas urbanísticas de la
ciudad.
Ref.: Expediente
No. T-48839
Acción de tutela en
contra de la “Trituradora El Diamante Ltda.” por la presunta violación del
derecho a la vida.
Temas:
- Derecho a la
salud.
- Derecho a la vida.
- Derecho a un
ambiente sano.
Actor: Jaime
Jaramillo Bernal
Magistrado
Ponente: Dr. Carlos
Gaviria Díaz
Santafé de Bogotá
D.C., marzo dieciseis (16) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Cuarta de
Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, Compuesta por los Magistrados
José Gregorio Hernández Galindo, Hernando Herrera Vergara y Carlos Gaviria
Díaz, este último en calidad de ponente,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION,
procede a revisar
las sentencias de instancia proferidas en el trámite del proceso radicado bajo
el número T-48839.
ANTECEDENTES
1. HECHOS.
Jaime Jaramillo
Bernal, residente en el municipio de Cali, habita con su familia una vivienda
ubicada en la calle 9a Oeste, No. 15-41, del barrio Bajo Aguacatal, a una
cuadra de la Trituradora El Diamante Ltda.
Según el señor
Jaramillo Bernal, el continuo uso de dinamita en la cantera viene agrietando su
casa; la emisión de polvo provocada por las explosiones y la trituración de las
rocas extraídas, ocasiona a toda la familia constantes trastornos de salud, y
el transporte del producto de esa empresa por la vía que pasa frente a su
puerta, amenaza la vida de los transeúntes y de todos los habitantes del
sector.
Además, afirma que
acudió ante la Alcaldía, la Procuraduría, la Personería, y la Corporación
Autónoma Regional del Cauca, sin lograr que se pusiera término a esa violación
continua del derecho a la vida suyo y de su familia.
2. DEMANDA.
En su libelo (folio
1 del primer cuaderno), el señor Jaramillo Bernal solicita “...que se haga
justicia, que nos paguen o nos arreglen todos los daños que nos han causado”.
En la “diligencia de
ampliación de acción de tutela” que ordenó y practicó el Juzgado Treinta y
Cinco Penal Municipal de Cali (folios 5 y 6 del primer cuaderno), el demandante
afirmó: “...nosotros queremos que quiten esa trituradora de allí, que eso es un
peligro para toda la humanidad, para los que vivimos en ese sector, que ubiquen
esa trituradora en otro lugar”.
3. PRIMERA
INSTANCIA.
El Juzgado Treinta y
Cinco Penal Municipal de Cali dictó sentencia el veintidos (22) de agosto de
1994, resolviendo tutelar los derechos a un ambiente sano, a la salud, y a la
vida del actor y su familia, como mecanismo transitorio. Ordenó en
consecuencia, suspender las actividades de explotación que ejerce la
Trituradora El Diamante Ltda. dentro de las 48 horas siguientes a la notificación
del fallo y por el lapso de tres (3) meses, “...dentro del cual debe atender
las recomendaciones efectuadas por la C.V.C. y el Ministerio de Minas y
Energía, efectuando los correctivos a que haya lugar”. Además, remitió copias
de la decisión a las entidades antes mencionadas, al Ministerio del Medio
Ambiente y a la Personería Municipal.
A continuación se
transcriben algunos de los apartes más significativos de las consideraciones en
que se basó la determinación del Juzgado del conocimiento:
“Son contundentes
los estudios realizados por las entidades antes mencionadas y de allí que es
indudable que el derecho constitucional a un ambiente sano, se ha vulnerado por
la actividad a que se dedica la Trituradora El Diamante, pues en esos informes
serios y científicos se confirma el riesgo para el medio ambiente y en
consecuencia para la salud de los habitantes circunvecinos y ello ha sido el
resultado de no cumplir la empresa en cuestión con las recomendaciones que
desde años atrás (enero de 1988) se le vienen haciendo por parte de la C.V.C.,
para que la contaminación ambiental, que es inevitable en virtud de esa
actividad se quede dentro de un margen tolerable y no represente mayor peligro
para la vida y la salud de la comunidad” (folio 247 del primer cuaderno).
“En este caso las
autoridades competentes para la protección de medio ambiente han establecido
que se ven comprometidos los derechos a la salubridad y a la vida de la
población, así el estudio de la Personería Municipal señala: ´...la forma de
explotación antitécnica de la cantera El Diamante y la proximidad a los barrios
circunvecinos, cuyas viviendas más próximas están a una distancia de 200 metros
aproximadamente, ovbiamente constituye un peligro inminente para la vida de sus
habitantes y sus viviendas...´ (folio 188), con relación a la salud señala: ´El
proceso de explotación de canteras tanto en su primera etapa de desprendimiento
y fracturación de rocas como en su segunda etapa que consiste en la trituración
del material pétreo y su clasificación, produce contaminación atmosférica por
la emisión de partículas sólidas o polvos al aire, lo cual afecta las vías
respiratorias, ojos y piel o disminución visual´ y agrega el informe: ´el
efecto sobre la salud de las personas se manifiesta por alteraciones en el
sistema nervioso, efectos en los oidos, disminución auditiva o sordera y
estres. Los problemas en la salud pueden manifestarse a mediano y largo
plazo´”.
“Aunque este
Despacho envió al médico legista al accionante y a los miembros de su familia y
en términos generales fueron encontrados en buen estado de salud, ello no
significa que éste derecho así como la vida misma no estén amenazados en virtud
de la explotación de la cantera, pues el deterioro ambiental de por sí no
permite a un hombre tener una buena calidad de vida, como tampoco un buen
desarrollo biológico e individual, máxime cuando esos problemas como bien lo
dice el aludido informe de la Personería puede manifestarse a mediano y largo
plazo”.
“De otra parte la
forma como se transporta el material que produce la cantera produce riesgo en
la vida de las personas que habitan en el sector, y que cobija específicamente
al peticionario y su familia como quiera que su vivienda está ubicada justo
frente a una curva cerrada por la que transitan principalmente las volquetas
que transportan como dijimos el material, así también lo diagnostica la
Personería Municipal cuando señala: ´...el transporte de material en vehículos
pesados por vías angostas con fuertes pendientes y curvas cerradas, viviendas a
lado y lado, proximidad a zonas escolares, ponen en constante peligro la vida
de personas mayores y niños por accidentes´. El Despacho constató en inspección
judicial que practicó a la vivienda que efectivamente dada la ubicación de la
misma sobre el accionante y su familia se cierne este peligro” (folios 248 y
249 del primer cuaderno).
4. IMPUGNACION.
Silvio López Ospina,
propietario de la Trituradora El Diamante Ltda., impugnó oportunamente el fallo
del Juzgado Treinta y Cinco Penal Municipal, aduciendo en su contra:
Según la pruebas que
obran en el expediente, científica y técnicamente es “...totalmente imposible
que el accionante corra algún riesgo en su salud, la de su familia y en su
vivienda, ya que por la distancia existente entre el sitio de explotación de
las diabasas y la casa de habitación del señor Jaramillo Bernal existe una
distancia superior a los quinientos metros y las emisiones de ruido y de polvo
producidas por las voladuras y actividades industriales no acionan (sic) daños
en la salud pues así lo demostró el examen médico legal practicado al señor
Jaramillo Bernal y su familia...”.
“El accionante al
ubicarse en una zona de minas y canteras en forma irregular y contraviniendo el
estatuto de usos del suelo y normas urbanísticas para el municipio de Santiago
de Cali, genera situaciones de hecho ilegales, para luego salir a demandar
derechos ante las autoridades que por delante deben hacer cumplir la ley”.
Según el criterio de
Invicali, la casa del demandante y las de sus vecinos, “...no cumplen con las
condiciones mínimas estipuladas para ser susceptibles de legalización, petición
hecha por la Junta de Acción Comunal del barrio Bajo Aguacatal. Anexo # 11”.
Además, resalta las
actividades que la empresa viene adelantando para cumplir con las
recomendaciones del Ministerio de Minas y Energía, las que en su criterio
fueron desconocidas en el fallo que impugna.
5. SEGUNDA
INSTANCIA.
El Juzgado Cuarto
Penal del Circuito de Cali conoció de la impugnación, y decidió el 19 de septiembre
de 1995, revocar la sentencia proferida en primera instancia “...y en su lugar
disponer que no hay lugar a tutelar los derechos fundamentales mencionados por
el señor Jaramillo Bernal, al no estar demostrada la violación o amenaza de
ellos por parte de la empresa demandada” (folio 67 del segundo cuaderno).
Algunas de las
consideraciones que sustentan la decisión del Juez Cuarto Penal del Circuito de
Cali, son:
“La acción de
tutela, precisamente por su importancia trascendental para todo individuo, sin
importar su raza, origen, sexo o condición social, debe ser ante todo, objeto
de un tratamiento serio y racional, a punto tal que siempre y necesariamente
responda más que a factores de conveniencia o prejuicio, a una lógica rigurosa
y al orden natural de las cosas. Aquí a falta de pruebas directas, para deducir
si existe o nó un peligro o amenaza contra ´el derecho a la vida´, se precisa
recurrir a la diaria experiencia, a lo que sabemos de modo evidente y
demostrable, y en tal orden de ideas lo que puede argüírse, con apego a la
lógica de que antes hablamos, lo es que en doce años ese peligro para la vida
no se ha traducido en hechos ciertos, y que no existe nada que nos permita
inferir, con algún sustento, que de aquí en adelante las cosas no continuarán
en esa misma constante. Hace 12 años o más se labora en la cantera; hace 12
años o más se remueve la roca can materiales explosivos; hace 12 años o más se
transporta en volquetas; hace igual tiempo se muele en las trituradoras, siendo
factible suponer, inclusive, que en un principio los medios debían ser
másrudimentarios. Pese a ello, insistimos, la salud de estas personas, según lo
conceptuado por los galenos forenses, no se ha visto mermada, ni sus organismos
presentan, actualmente, vestigios manifiestos de un daño estacionario o
progresivo, grave o leve, respecto del cual pueda afirmarse que entre él y la
explotación de la mina existe una relación de causa y efecto”.
“Aquí, por ejemplo,
las manifestaciones del accionante, o las copias de las cartas enviadas a
algunos estamentos oficiales o los conceptos emitidos por el Procurador
Ambiental y Agrario, pese a la buena intención que existe en todo ello, no
alcanza a demostrar que, en verdad, la explotación de la cantera, ubicada por
carretera a 550 metras de la casa del señor Jaime Jaramillo Bernal, tiene la
eficacia de daño ambiental necesaria para atentar gravemente contra la salud o
cualquiera otro derecho de dicho señor y de su familia. Especial énfasis se
hace por dicho señor en lo relativo al polvo que sale de las máquinas
trituradoras y que, según su decir, es uno de los factores que perjudican la
salud de él y de los suyos. El Despacho, en su diligencia de inspección, tuvo
la oportunidad, por varias horas, de ver trabajar una de tales trituradoras en
seco y con mezcla de agua (forma esta última como se labora siempre, según se
nos hizo saber, sin cuestionamiento alguno) pudiendo constatar que en el primer
caso el desprendimiento de partículas de polvo no es tan intenso, y que se
reduce o circunscribe prácticamente al área aledaña a la trituradora y que en
el segundo caso (con mezcla de agua) esa consecuencia es casi nula...Dicho en
otras palabras: aquel perjuicio al medio ambiente que se expone, no se ha
acreditado como directamente lesivo de intereses fundamentales del actor”.
“También se ha
expuesto por el señor Jaramillo Bernal que la quema de explosivos en la mina le
ha ocasionado daños en su vivienda, dejando en claro en su demanda (f.1) que
una de las aspiraciones suyas, al instaurar la acción, lo es que la empresa
demandada le pague o le arregle los daños. A este respecto podemos señalar: 1)
Si según él, todos los días y de modo pertinaz se producen aquellas explosiones
con densidades hasta de 5 grados en la escala de Ritcher, lo que ya de por sí
es de magnitud alarmante, no entiende el Despacho cómo durante tantos años de
ese sacudimiento diario la vivienda sólo ha recibido fracturas, pese a las
cuales se mantiene en pie y habitable. Que ello ocurra es algo que no desvirtúa
la posibilidad, como se ha planteado en este proceso, de que las mencionadas
fracturas tengan como origen el haberse construido en una ladera inidónea para
este tipo de construcciones, y 2) Si lo que se busca es la indemnización por el
daño a un bien inmueble, queda claro que ello no sería del resorte de la
tutela, ya que existen mecanismos legales, y autoridades competentes para
dirimir ese tipo de asuntos, para reconocer los derechos, si los hay y para
imponer las sanciones respectivas. Todo ello, máxime si se está ante un daño
consumado resarcible pecuniariamente” (folios 65 y 66 del segundo cuaderno).
6. INSISTENCIA
DEL DEFENSOR DEL PUEBLO.
Este proceso fue
excluído de revisión mediante auto del 31 de octubre de 1994; sin embargo, el
Defensor del Pueblo insistió en su selección y tal solicitud fue acogida por la
Sala de Selección Número Once, según consta en auto del 28 de noviembre de
1994.
La Defensoría
considera que en este caso, “...las actividades desarrolladas por la
Trituradora El Diamante Ltda., en lo atinente a las detonaciones utilizadas
para la explotación de la cantera con sus efectos sísmicos y acústicos y las
emisiones de partículas en suspensión como agentes contaminantes del aire,
alteran gravemente las condiciones de vida digna del accionante y su familia al
igual que de la comunidad vecina de la explotación minera” .
“Cabe agregar que la
pretensión del accionante no se encuentra enderezada al cierre definitivo de la
Trituradora El Diamante Ltda. sino a la suspensión temporal de actividades en
tanto se adecúa a las recomendaciones emitidas por las autoridades de control
que han conocido del caso, y que hasta el momento han sido desconocidas por la
Empresa, a pesar de las diversas gestiones realizadas por la comunidad afectada
que se encuentra en estado de indefensión”.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE
1. COMPETENCIA.
La Corte
Constitucional es competente para la revisión de los fallos de instancia, según
los artículos 86 y 241 de la Carta Política; de acuerdo con el reglamento
interno, y el auto de la Sala de Selección Número Once, corresponde la decisión
a la Sala Cuarta de Revisión de Tutelas.
2. PROCEDENCIA DE
LA ADMISION DE LA DEMANDA.
La acción de tutela
fue consagrada en la Carta Política de 1991 para hacer efectivos los derechos
fundamentales de las personas, cuando resulten violados o gravemente amenazados
por la actuación u omisión de las autoridades y, excepcionalmente, por
comportamientos imputables a particulares.
En la demanda del
caso que se revisa, el actor aduce que la Trituradora El Diamante Ltda.
ocasionó un daño grave a su casa de habitación y solicita que se le ordene
repararlo o indemnizar a su dueño (folio 1 del primer cuaderno). Frente a tal
situación, procedía inadmitir la demanda y remitir al señor Jaramillo Bernal
ante la jurisdicción civil para reclamar la responsabilidad extracontractual a
que hubiera lugar.
Sin embargo, el
Juzgado Treinta y Cinco Penal Municipal consideró prudente oir al demandante
para completar los requisitos y aclarar los contenidos de la solicitud. En la
“diligencia de ampliación de la tutela” (folios 5 y 6 del primer cuaderno), el
señor Jaramillo Bernal planteó al Juez del conocimiento que la Trituradora El
Diamante Ltda., contamina de tal manera el ambiente con la emisión de polvo,
que él y su familia están siendo gravemente afectados por enfermedades
respiratorias. Añadió el actor, que los daños en su casa de habitación amenazan
gravemente la vida de sus moradores, quienes también están amenazados en su
vida, por las condiciones inseguras en las que se realiza el transporte de los
materiales de construcción producidos por la trituradora.
Así, la admisión de
la demanda se hizo procedente pues, aunque el derecho a un ambiente sano es un
derecho colectivo, cuya protección debe buscarse a través de las acciones
populares, en el caso planteado por Jaramillo Bernal procedía examinar si con
la vulneración del derecho de la comunidad, también se estaba violando los
derechos a la vida y la salud del demandante y su familia. Además, según el
criterio expuesto luégo por el Defensor del Pueblo, no era irrazonable
considerar que los afectados por la actividad industrial de la empresa
demandada se encontraban en estado de indefensión, pues las quejas presentadas
a las autoridades administrativas competentes, en el lapso de casi una década,
no habían logrado que se hicieran efectivos los derechos vulnerados.
3. VIOLACION DE
DERECHOS FUNDAMENTALES.
Una vez admitida la
demanda, corresponde al actor probar la violación o amenaza de sus derechos y
los de su familia, así como la relación causal entre el daño o amenaza y la
actividad de la empresa demandada.
En el caso sometido
a revisión, el juez de primera instancia consideró que las pruebas aportadas al
expediente justificaban el otorgamiento de la protección solicitada por el
actor; en cambio, el juzgador de segunda instancia encontró insuficiente el
acervo probatorio y, en consecuencia, revocó la decisión anterior. Corresponde
entonces a la Sala pronunciarse al respecto.
3.1. Derecho a la
salud.
El demandante aduce
que el polvo producido por las constantes explosiones y la trituración de la
roca sale de la cantera y se esparce sobre el área en la que se encuentra su
casa de habitación, provocando, al respirarlo él y su familia, constantes
molestias respiratorias.
Tanto el juez de
primera como el de segunda instancia, realizaron una diligencia de inspección
judicial destinada a comprobar la veracidad de lo afirmado por Jaramillo
Bernal. El de primera la realizó en la casa del demandante, y el de segunda se
detuvo en ese sitio, y luégo se trasladó hasta la trituradora para culminar
allí la actuación.
La Jueza 35 Penal
Municipal hizo constar en el acta de la diligencia que: “...Igualmente podemos
constatar que desde las afueras de la morada se pueden apreciar a una distancia
aproximada de 300 metros unas montañas de las que podemos evidenciar son
explotadas desde hace varios años y que igualmente revisten una vasta erosión,
los árboles aledaños (mango y guayaba) al lugar se encuentran llenos de polvo,
por cuanto sus hojas están llenas de ese material, así mismo podemos apreciar
que constantemente transitan por la vía volquetas cargadas de piedra...” (folio
15 vuelto del primer cuaderno).
A su turno, la Jueza
4 Penal del Circuito precisó: “1°) La casa de habitación de propiedad del señor
Jaime Jaramillo Bernal se encuentra ubicada a la orilla de la vía de tránsito,
por donde necesariamente deben subir y bajar los vehículos encargados del acarreo
del material que se extrae de la mina, por fuera del sitio de entrada al área
de la mina y a una distancia, por carretera, de 550 metros del sitio de
explotación, según se pudo establecer al efectuar el recorrido, determinándose
también que entre dicha vivienda y el frente o foco de explotación de la mina y
el sitio de enclave de las trituradoras no hay contacto visual, pues entre una
y otras se interponen otras viviendas y colinas levemente pronunciadas. 2°) En
el sitio de explotación de la mina se puso a trabajar una de las trituradoras,
primero en seco y luego con mezcla de agua como, según se nos informa, se
labora de modo permanente, salvo cuando ha llovido, estableciéndose que en el
primer caso el esparcimiento de polvo no es de suma intensidad y que se
circunscribe al área adyacente al sitio de trituración y que en el segundo, por
salir el material mezclado con el agua, esa exparción (sic) de polvo es casi
nula. 3°) Desde el lugar donde funciona la oficina, ubicado más próximo al
sitio de explotación que la vivienda del accionante, el ruido producido por la
trituradora en funcionamiento no ocasiona ninguna molestia, ya que suena
distante...” (folio 2 del segundo cuaderno).
En últimas, parece
razonable descartar la contaminación acústica producida por la Trituradora El
Diamante Ltda. como generadora de daños a la salud del demandante y su familia;
en cuanto al polvo, se descarta la emisión desde la cantera como fuente de
contaminación del aire que pueda afectarlos, porque su dispersión es muy focalizada
y es muy poco probable que el viento haga llegar a la casa del demandante las
partículas mojadas, cuando entre el foco de contaminación y la casa en cuestión
se interponen “...colinas levemente pronunciadas”.
Sin embargo,
subsiste el hecho de que Jaramillo Bernal y su familia sí están expuestos a
respirar partículas de polvo; no las provenientes de la cantera, pero sí las
ocasionadas por el paso de las volquetas cargadas con el producto de ella, tal
y como lo indica el estado en que se encontró la vegetación a la vera de la
vía. El punto es relevante, porque en el contrato vigente entre el Ministerio
de Minas y Energía y los propietarios de la empresa demandante, se hace
responsable a estos últimos de la vía que une a la cantera con la carretera que
de Cali conduce a Montebello y otras localidades.
La familia Jaramillo
Collazos está expuesta al riesgo; pero, luégo de haberlo estado por 12 años,
¿tal exposición les ha ocasionado alguna afección? Para averiguarlo, el a-quo
los remitió a un examen médico legal. El resultado fue el siguiente: 1) Nancy
Collazos Molina, esposa del demandante: “...en el momento no presenta clínica
compatible con afección respiratoria ocasionada por contaminantes ambientales”
(folios 177-178); 2) Paola Andrea Jaramillo, hija del actor: “En el momento no
hay signos o síntomas clínicos que nos permitan establecer padecimiento de
enfermedad respiratoria ocasionada por contaminantes ambientales” (folios 179 y
180); 3) Jaime Jaramillo Bernal: “...al examen clínico practicado hoy no
presenta elementos clínicos que permitan establecer diagnóstico de enfermedad
alguna” (folios 181 y 182).
Ahora bien: ¿puede
imputársele a la Trituradora El Diamante Ltda. el exponer a la familia
Jaramillo Collazos al riesgo señalado? No puede imputársele, pues ya la empresa
estaba funcionando cuando los Jaramillo Collazos se establecieron donde hoy
viven; lo estaba haciendo en un área destinada a actividades mineras y, en esa
clase de zonas, no está permitido el establecimiento de viviendas, según las normas
urbanísticas vigentes.
En conclusión, no
encuentra esta Sala que se haya probado violación o amenaza en contra del
derecho a la salud de la familia Jaramillo Collazos que sea imputable a la
empresa demandada.
3.2. Derecho a la
vida.
Desechado el argumento
de que la explotación de la cantera causa tal contaminación que la salud de la
familia Jaramillo Collazos resulta gravemente afectada, han de examinarse ahora
los plantemientos según los cuales: 1) el transporte de los productos de la
trituradora pone a los vecinos de la vía por la cual se efectúa -entre ellos al
demandante y sus familiares-, en un grave e injustificado peligro para sus
vidas; y 2) los efectos sísmicos de las explosiones amenazan con derruir la
casa de habitación de la familia y ponen en peligro las vidas de sus moradores.
- El transporte
de materiales.
Ambos jueces de
instancia comprobaron que la vía que sirve de acceso a la cantera es estrecha,
empinada, destapada y sinuosa. Por ella transitan diariamente las volquetas
cargadas con productos de la trituradora, y otros vehículos; las volquetas van
y vienen de la mañana a la tarde cotidianamente y han sufrido accidentes en el
tramo de acceso a la cantera. Dos de éstos han tenido consecuencias fatales, y
al menos en uno, el automotor comprometido cayó sobre una de las casas del Bajo
Aguacatal.
Sin embargo, también
consta en el expediente que los riesgos debidos al tránsito de los productos de
la cantera fueron evaluados por especialistas en la materia, que se hicieron
las recomendaciones técnicas tendentes a minimizarlos, y que tales
recomendaciones se han puesto en práctica.
Este riesgo, lo
comparten algunos de los habitantes del Bajo Aguacatal con los demás
colombianos que viven a la vera de curvas pronunciadas en vías de alta inclinación,
y no desaparecerá totalmente mientras haya circulación vehicular por la
carretera que pasa frente a la casa de Jaramillo Bernal -sean automotores
cargados con material de construcción, con pasajeros, o cualquiera otra cosa-.
En relación con él, hay que señalar que no les fué impuesto a los moradores del
sector por una actividad industrial iniciada después de su asentamiento en el
paraje; antes bien, los habitantes del barrio se pusieron en situación de
sufrir el riesgo, al establecer sus viviendas en el sitio que ocupan, ignorando
los posibles daños que se previeron en la regulación urbanística, en la que se
destinó esta zona a actividades mineras y se excluyó expresamente la
destinación residencial, de los usos legítimos del suelo.
- Efectos sísmicos
de las explosiones.
Sobre los efectos
que las explosiones en la cantera tienen sobre la casa de habitación del actor,
son contradictorias las apreciaciones de éste y del Procurador Agrario, con los
estudios presentados por la empresa demandada. Es claro para la Sala que en
este caso se respetan los márgenes de seguridad impuestos a la Trituradora El
Diamante Ltda. por la regulación del Ministerio de Minas y Energía, y resulta
concluyente la peritación practicada por el geólogo Flawer Raúl Ortiz González
sobre la casa de uno de los vecinos del actor, que obra como prueba trasladada
en los folios 125 a 127 del primer cuaderno, del cual se extrae el siguiente
aparte:
“En el área afloran
diabasas intensamente fracturadas y meteorizadas a suelos arcillosos poco
consolidados. En el caso específico del señor Pedro Luis Silva los terrenos
constan además de tres capas de relleno de material no in situo (sic), esto es,
que fueon traídos de otra parte, sobre ellos se hizo la fundación de la casa,
con la infiltración del agua, unido esto a la baja consolidación del suelo es
claro que puede haber un desplazamiento de las estructuras como lo demuestran
los agrietamientos en sentido vertical hasta de un centímetro hacia el sur y en
sentido horizontal más de un centímetro hacia el oeste; esto en la parte
trasera de la construcción; el deslizamiento de suelos es por gravedad y puede
deberse bien al peso mismo de la estructura contruída sobre él o bien a la
falta de apoyo de su parte inferior que dá al valle del río Aguacatal; este
apoyo en el momento actual periódicamente es lavodo por el río... La cantera El
Diamante se encuentra situada a más de 300 metros hacia el norte de la
construcción del señor Silva, por la misma conformación del frente cualquier
explosión que se haga en ella, las esquirlas, la onda irán hacia el este con lo
cual se disminuye el riesgo de que puedan caer sobre la casa del señor Pedro
Silva. El tránsito vehicular de la calle que separa la construcción del señor
Silva con la entrada a la cantera es intenso, se puede estimar en más de 200
vehículos por día; la vibración producida por este tránsito vehicular es mayor
que la que puede producir una ´quema´ en la cantera que se sucede dos veces por
día según lo atestigua el señor Pedro Silva, cada quema en promedio es de 70
kilogramos lo cual no va a producir una vibración de magnitud tal que pueda
averiar la fundación de una construcción situada a más de 300 metros en distancia
horizontal y 100 metros de diferencia de nivel o vertical. En sentido
horizontal afectaría la cubierta o techo de las viviendas y en el sentido
vertical afectaría las fundaciones y con ello las paredes portantes, situación
que no ocurre en el caso del señor Pedro Silva. A esto hay que agregar que la
cantera se halla situada dentro del área determinada como industrial o apta
para canteras de materiales de construcción según el uso del suelo de la
Oficina de Planeación Municipal de Santiago de Cali y por tanto dentro de ella
no se recomienda establecer casas o viviendas por el alto riesgo que ello
implica. Yo recomendaría que para evitar los daños que está sufriendo la casa
del señor Silva y que pueden sufrir las demás construcciones vecinas, se
proteja la rivera del río, la cual está socavando su márgen izquierda en
detrimento del cauce de la margen derecha que fue estrechada para una futura
construcción. Es todo”.
3.3. DERECHO A UN
AMBIENTE SANO.
Es claro que el
medio en el que está situada la casa del actor no es el óptimo para usos
residenciales. Él y sus vecinos construyeron o compraron casas levantadas sobre
suelos de relleno, pendientes, erosionados por la lluvia y, en su parte
inferior, socavados por el río. Además, sometidos a la vibración que produce el
tráfico pesado en esa entrada al municipio. Según las pruebas que obran en el
expediente, con o sin el funcionamiento de la empresa demandada, las casas del
barrio Bajo Aguacatal se seguirán agrietando y amenazando la integridad de sus
moradores. Es esta la razón por la cual el Instituto Municipal de Reforma
Urbana y Vivienda de Cali sólo está dispuesto a incluírlas en sus planes de
legalización de asentamientos subnormales, de manera selectiva y previa
evaluación de los riesgos a los que están sometidas, según las características
de su construcción y el suelo donde reposan (folios 375 a 377 del primer
cuaderno).
En conclusión,
encuentra la Corte que no se probaron los cargos de la demanda y que, si bien
los moradores del barrio Bajo Aguacatal se encuentran sometidos a una amenaza
grave contra la efectividad de sus derechos fundamentales, ella no es imputable
a la actividad que cumple la Trituradora El Diamante Ltda., sino a las
características geológicas del terreno en el cual se construyó, contraviniendo
las normas urbanísticas de la ciudad.
Así, no se encuentra
procedente la tutela de los derechos alegados por el actor y, por tanto, se
confirmará la sentencia proferida por el Juzgado Cuarto Penal del Circuito.
DECISION
En mérito de las
consideraciones expuestas, la Sala Cuarta de Revisión de Tutelas de la Corte
Constitucional, en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
PRIMERO. Confirmar la sentencia del Juzgado Cuarto
Penal del Circuito de Santiago de Cali, en la que se consideró improcedente
tutelar los derechos fundamentales aducidos por el señor Jaime Jaramillo
Bernal.
SEGUNDO. Comunicar la presente decisión al Juzgado
Treinta y Cinco Penal Municipal de Santiago de Cali, para los efectos previstos
en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Comuníquese,
notifíquese, cúmplase, e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional.
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado Ponente
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
326 | T-113-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-113/95
DERECHO A LA
SALUD/DERECHOS FUNDAMENTALES
El derecho a la
salud, cuando su vulneración o amenaza compromete otros derechos fundamentales
como la vida, la integridad o el trabajo, goza de carácter fundamental y es
susceptible de ser protegido por vía de la acción de tutela”.
IUS VARIANDI-Contenido
“El ius variandi
no es absoluto. Está limitado, ante todo, por la norma constitucional que exige
para el trabajo condiciones dignas y justas, así como por los principios
mínimos fundamentales señalados por el artículo 53 de la Carta en lo que
concierne al estatuto del trabajo. Y, por supuesto, su ejercicio concreto
depende de factores tales como las circunstancias que afectan al trabajador, la
situación de su familia, su propia salud y la de sus allegados, el lugar y el
tiempo de trabajo, sus condiciones salariales, la conducta que ha venido
observando y el rendimiento demostrado.
PERSONAL DOCENTE-Traslado por enfermedad/PRINCIPIO DE
IGUALDAD-Trato diferencial positivo/ESTADO SOCIAL DE DERECHO
La enfermedad que
la profesora padece está plenamente establecida en el expediente, así como la
necesidad de que se traslade a Manizales, para recibir una atención médica
mejor que la que ha sido posible brindarle durante sus incapacidades laborales
desde 1992. Esto la coloca en una situación especial, que razonablemente
justifica que el Estado diferencie las circunstancias en que ella se encuentra,
de las de los demás profesores que soliciten traslado a la misma ciudad, a fin
de darle un trato preferente. Con el trato diferencial positivo se aplica la
filosofía esencial del Estado Social de Derecho, que se traduce en el deber del
Estado de proteger a las personas que por su condición económica, física o
mental, se encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta, para hacer que
la igualdad sea real y efectiva. El principio de igualdad y la posibilidad de
realizar el Estado una diferenciación positiva tienen como fundamento el
Preámbulo de la Constitución, cuando éste se refiere al propósito de asegurar
la igualdad dentro de un marco social justo.
Ref.: Expediente No. T-52224
Acción de tutela en
contra de los municipios de Manzanares y Manizales por una presunta violación a
los derechos a la vida y la salud.
Temas:
- Derecho a la salud y al trabajo.
- Diferenciación positiva.
Actor: Elizabeth Cardona Arias
Magistrado
Ponente: Dr. Carlos
Gaviria Díaz
Santafé de Bogotá
D.C., dieciseis (16) de marzo de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Cuarta de
Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, compuesta por los Magistrados
José Gregorio Hernández Galindo, Hernando Herrera Vergara Y Carlos Gaviria
Díaz, este último en calidad de ponente,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCIÓN,
procede a dictar
sentencia de revisión en el proceso de la referencia, luégo de considerar:
ANTECEDENTES
1. HECHOS.
Elizabeth Cardona
Arias fue incorporada como docente de tiempo completo mediante el Decreto No.
1057 del 27 de agosto de 1985, a la Escuela Urbana San Luis Gonzaga del
municipio de Manzanares, Caldas (folio 22).
En 1992, empezó a
padecer de un desorden psiquiátrico denominado “enfermedad obsesivo
compulsiva”.
La junta de médicos
de la Corporación de Medicina Integral “COMEDI” recomendó su traslado a la
ciudad de Manizales para poderla atender debidamente, pues allí se encuentran
los recursos necesarios para tal cometido.
La señora Cardona
Arias solicitó su traslado al Alcalde de Manzanares y éste le manifestó su
voluntad de colaborar en el trámite, aclarándole sin embargo, que de acuerdo
con las normas vigentes la decisión depende del Alcalde de Manizales.
Edgar Gutiérrez
Sepúlveda, cónyuge de la docente, solicitó al Alcalde de Manizales que,
conocida la situación de salud de su esposa, tramitara su nombramiento y
correspondiente traslado, adjuntando las pruebas conducentes.
El Secretario de
Educación de Manizales respondió la petición el 9 de agosto de 1994,
manifestando la imposibilidad de atenderla por no existir vacante alguna.
2. DEMANDA.
A nombre y en
representación de la señora Cardona Arias, el abogado José Conrado Ramírez
Castro presentó demanda de tutela el 12 de septiembre de 1994, con fundamento
en los hechos narrados anteriormente. Aduce que al no concedérsele el traslado
a su apoderada, se le vulnera el derecho a la salud, y también el derecho
fundamental a la vida, pues la enfermedad que padece la puede llevar a un
intento de suicidio.
Solicita al juez de
tutela que se protejan los derechos a la vida y a la salud de su representada,
y “que como consecuencia de la tutela de estos derechos fundamentales, se
ordene a los señores Alcaldes Municipales de Manzanares y Manizales
respectivamente, que para la efectividad de los derechos tutelados, se traslade
a la señora Elizabeth Cardona Arias, desde Manzanares a la ciudad de
Manizales...” (folio 13).
3. PRIMERA
INSTANCIA.
Conoció del proceso
el Juzgado Promiscuo del Circuito de Manzanares, y el 20 de septiembre de 1994
decidió no tutelar los derechos fundamentales de la señora Cardona Arias, con
base en las consideraciones que se pasa a resumir.
El Alcalde de
Manzanares manifestó su decisión de conceder el traslado a la actora, a
condición de no privar al municipio de uno de sus docentes, pues la demanda de
educación en el municipio no se lo permite y la señora Cardona Arias, a pesar
de sus dolencias, viene cumpliendo a cabalidad con la función que le fue
encomendada.
El Alcalde de
Manizales tampoco se ha opuesto a conceder el traslado, y si éste no se ha
producido, es por falta de vacantes que cubrir.
No existe en el
proceso prueba alguna de que la vida de la docente se encuentre en peligro;
“...por el contrario, según certificación expedida por los directores de la
Escuela San Luis Gonzaga ella se encuentra adaptada al ambiente y los alumnos
muestran buenos adelantos intelectuales por la responsabilidad con que ha
actuado la accionante...” (folio 55).
En todos los casos
se ha atendido a las incapacidades médicas de la señora Cardona Arias, y se le
han concedido los permisos que requirió para trasladarse a Manizales a fin de
ser atendida.
4. IMPUGNACIÓN.
Notificada la
sentencia de primera instancia, el abogado Ramírez Castro la impugnó en la
oportunidad legal, aduciendo las siguientes razones para su inconformidad con
lo resuelto:
El derecho a la
salud invocado en la demanda tiene íntima relación, en este caso, con lo
establecido en el inciso tercero del artículo 13 de la Carta Política, pues la
demandante tiene derecho a la protección especial prevista allí para las
personas que por su condición mental se encuentran en circunstancias de
debilidad manifiesta.
La actuación de los
alcaldes de Manzanares y Manizales es contraria al “deber humanitario y al
principio de la solidaridad social, consagrado en nuestra Constitución Política
en los artículos 1° y 95-2...” (folio 64).
El peligro de que mi
poderdante atente contra su vida en caso de no ser atendida debidamente, es
real y consta en el expediente el concepto médico que da cuenta de él.
5. SEGUNDA
INSTANCIA.
Correspondió conocer
de la impugnación a la Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Manizales, la cual decidió confirmar la sentencia del Juzgado Promiscuo del
Circuito de Manzanares, el 25 de octubre de 1994 -ponencia del Magistrado
Fernando Vásquez Botero-.
Para resolver,
consideró la Sala Laboral que:
“Empero, lo anterior
no es suficiente para concluír, demostrado como está que la accionante padece
una enfermedad para cuyo tratamiento adecuado se recomienda su traslado de
Manzanares a Manizales, que los señores Alcaldes contra los que se dirigió la
tutela le estén violando su derecho a la salud. Y esto porque la conducta que a
ellos se imputa en ningún momento puede calificarse de injusto o ilegal, ya que
el traslado de docentes es un acto reglado, lo que implica que el traslado que
reclama la señora Elizabeth Cardona Arias debe sujetarse a lo dispuesto en el art.
1° del Decreto 1706 de 1989 y al Decreto 1645 de 1992, y ningún esfuerzo hay
que hacer para inferir que la situación de la peticionaria no tiene ningún
tratamiento preferencial en tales disposiciones. Y por lo tanto, mal se podría
acoger la tutela al no encontrarse nexo entre los actos de los señores Alcaldes
de Manizales y Manzanares y la presunta violación de los derechos
fundamentales” (folio 21).
“Y se dice que la
pauta jurisprudencial es aplicable en parte a nuestro caso en razón que en ella
también contiene, con base en el artículo 13 de la Constitución Nacional que
consaqgra el principio de la igualdad, una distinción entre discriminación y
diferenciación, para disponer, que como se probó que la promotora de la
actuación en que se hizo el pronunciamiento padecía una enfermedad que exigía
´un tratamiento permanente durante toda la vida en la ciudad de Cali´, que de
presentarse una vacante se le diera prioridad a su petición de traslado.
Pronunciamiento que el Tribunal no hace porque la gravedad del estado de salud
de la señora Elizabeth Cardona Arias y la necesidad de un traslado definitivo a
la ciudad de Manizales para que pueda superar aquél, no recibió el suficiente
respaldo probatorio, ya que basta con anotar que el tiempo transcurrido entre la
fecha en que se le diagnosticó la enfermedad (hecho segundo de la tutela) y la
actual, es indicativo que no necesariamente la única forma de que reciba un
adecuado y efectivo tratamiento es localizarla en esta ciudad a través del
mecanismo del traslado; y la sola consideración que en Manizales, como es
obvio, se cuente con mejores servicios médicos que permitiría una mejor
atención a su salud, no es suficiente para ordenar la aludida diferenciación
que autoriza el inciso 2° del artículo 13 de la Carta, pues de ser así serían
incontables los casos que impondría actuar en idéntico sentido; advirtiéndose
que el concepto que se afirma emitió el Dr. Rafael de la Hoz de la Cruz
respecto a la situación que se puede llegar en estado de depresión (hecho 11,
fls.13), tampoco justifica tomar esa medida porque ello es apenas una
posibilidad, como que un enfermo del corazón sufra un infarto” (folio 23).
CONSIDERACIONES DE LA CORTE
1. COMPETENCIA.
La Corte
Constitucional es competente para la revisión de los fallos de instancia
proferidos en el trámite del presente proceso, en virtud de los artículos 86 y
241 de la Carta Política. Corresponde a la Sala Cuarta de Revisión de Tutelas
pronunciar la decisión correspondiente, según el reglamento interno de la
Corporación y el auto de la Sala de Selección Número Once, proferido el 28 de
noviembre de 1994.
2. RATIFICACIÓN
DE LA JURISPRUDENCIA.
En el presente
proceso, se plantea a la Corte el mismo problema jurídico que resolvió en las
Sentencias T-330 y T-484 de 1993; en consecuencia, la solución que se adopte en
la parte resolutiva, también debe coincidir con la que contienen esas
providencias.
El problema jurídico
que debe resolverse en el presente proceso, puede plantearse en los términos de
la Sentencia T-330 de 1993 (12 de agosto, Magistrado Ponente Alejandro Martínez
Caballero):
¿Por medio de la
acción de tutela puede una persona enferma que sin embargo viene trabajando,
obtener el traslado a una ciudad en la que la asistan médicamente, pero en la
que no existen actualmente plazas vacantes?
2.1. Derecho a la
salud y al trabajo.
Le asiste razón a la
demandante al reclamar la protección de su derecho a la salud como fundamental,
según sostuvo la Sala Segunda de Revisión en la Sentencia T-499 de 1992:
“Una interpretación
estrecha y formalista de la Constitución no tiene en cuenta la función de los
derechos fundamentales como límites a las actuaciones u omisiones del Estado.
El derecho a la salud (C.P. art. 49), cuando su vulneración o amenaza compromete
otros derechos fundamentales como la vida, la integridad o el trabajo, goza de
carácter fundamental y es susceptible de ser protegido por vía de la acción de
tutela”.
“Una enfermedad
grave que no se contrarreste a tiempo se constituye en amenaza del derecho al
trabajo hasta el grado de poder impedir su ejercicio...la atención oportuna de
la persona enferma en una institución asistencial puede evitar la vulneración
del derecho fundamental al trabajo” (21 de agosto de 1992, Magistrado Ponente
Eduardo Cifuentes Muñoz).
También estableció
la Corte, a través de la Sala Quinta de Revisión, que cuando se trata de
medidas como el traslado, que afectan las condiciones de trabajo, el ius
variandi no es absoluto; según la Sentencia T-483 del 27 de octubre de
1993, Magistrado Ponente José Gregorio Hernández Galindo:
“De ello se
desprende que toda medida que afecte las condiciones de trabajo, en especial si
tiende a modificarlas, debe ser considerada y sometida a previo análisis sobre
la base insustituible del factor humano y de las circunstancias en medio de las
cuales actúa”.
“El ius variandi
no es absoluto. Está limitado, ante todo, por la norma constitucional que exige
para el trabajo condiciones dignas y justas (art. 25 C.N.), así como por los
principios mínimos fundamentales señalados por el artículo 53 de la Carta en lo
que concierne al estatuto del trabajo. Y, por supuesto, su ejercicio concreto
depende de factores tales como las circunstancias que afectan al trabajador, la
situación de su familia, su propia salud y la de sus allegados, el lugar y el
tiempo de trabajo, sus condiciones salariales, la conducta que ha venido
observando y el rendimiento demostrado. En cada ejercicio de su facultad de
modificación el empleador deberá apreciar el conjunto de estos elementos y
adoptar una determinación que los consulte de manera adecuada y coherente. En
últimas, debe tomar en cuenta que mediante aquella no queda revestido de unas
atribuciones omnímodas que toman al trabajador como simple pieza integrante de
la totalidad sino como ser humano libre, responsable y digno en quien debe
cristalizarse la administración de justicia distributiva a cargo del patrono”.
“Esto no implica,
desde luego, la pérdida de la discrecionalidad que la ley confiere al patrono,
oficial o privado, sino que representa un uso razonable de la misma, acorde con
los propósitos de flexibilidad y ajuste que ella persigue”.
2.2.
Diferenciación positiva.
Dentro de este
marco, todos los docentes vinculados al escalafón del Ministerio de Educación Nacional
pueden solicitar su traslado a un sitio distinto al de su sede actual, y a cada
uno de ellos se le deben garantizar las mismas posibilidades de que sea
aprobado, dentro de un trámite que respete las disposiciones legales sobre la
materia; para el caso de Manizales, respetando el alcalde las limitaciones que
imponen la planta de personal, la disponibilidad presupuestal, la capacidad de
las aulas, etc.
Sobre esas bases,
los jueces de instancia juzgaron que no procedía el otorgamiento de la tutela
solicitada por la señora Cardona Arias, y que la actuación de los alcaldes
demandados no vulneró los derechos fundamentales que ella reclama.
Sin embargo, la
enfermedad que la profesora Cardona Arias padece está plenamente establecida en
el expediente, así como la necesidad de que se traslade a Manizales, para
recibir una atención médica mejor que la que ha sido posible brindarle durante
sus incapacidades laborales desde 1992. Esto la coloca en una situación
especial, que razonablemente justifica que el Estado diferencie las
circunstancias en que ella se encuentra, de las de los demás profesores que
soliciten traslado a la misma ciudad, a fin de darle un trato preferente. Según
la Sentencia T-330 del 21 de agosto de 1993, antes citada:
“Con el trato
diferencial positivo se aplica la filosofía esencial del Estado Social de
Derecho, que se traduce en el deber del Estado de proteger a las personas que
por su condición económica, física o mental, se encuentren en circunstancias de
debilidad manifiesta, para hacer que la igualdad sea real y efectiva (incisos
2° y 3° del art. 13 de la Constitución Política)”
“El principio de
igualdad y la posibilidad de realizar el Estado una diferenciación positiva
tienen como fundamento el Preámbulo de la Constitución, cuando éste se refiere
al propósito de asegurar la igualdad dentro de un marco social justo. También
en el artículo 2° al consagrar los deberes sociales del Estado, propugna el
cumplimiento de uno de los fines esenciales, cual es garantizar la efectividad
de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución y asegurar
la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo”.
DECISIÓN
Con base en las
anteriores consideraciones, la Sala Cuarta de Revisión de Tutelas de la Corte
Constitucional revocará la sentencia del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Manizales, Sala Laboral, y concederá la tutela solicitada por
Elizabeth Cardona Arias para sus derechos a la salud, al trabajo y a una
protección especial por parte del Estado. No es competente la Corte para
resolver sobre la efectividad del traslado de la actora a Manizales,
suplantando a las autoridades administrativas, pero sí le compete ordenar a
éstas que le den la debida protección al derecho que tiene la petente para que
su solicitud de traslado reciba una considearación preferencial cuando se
presente una vacante.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Cuarta de Revisión de Tutelas,
RESUELVE:
PRIMERO. Revocar la sentencia del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Manizales, Sala Laboral, del 25 de octubre de 1994, y
en su defecto tutelar los derechos a la salud, al trabajo y a la igualdad,
reconociendo las condiciones de debilidad manifiesta en que se encuentra
Elizabeth Cardona Arias
SEGUNDO. Ordenar a los Alcaldes de Manzanares y
Manizales que a la solicitud de traslado de la docente Elizabeth Cardona Arias
se le dé un tratamiento preferencial en razón de su estado de salud, tan pronto
se presente una vacante en Manizales, sin que el traslado pueda desmejorar las
condiciones laborales de la accionante.
TERCERO. Comunicar la presente providencia al
Juzgado Promiscuo del Distrito de Manzanares para los efectos del artículo 36
del Decreto 2591 de 1991.
Comuníquese,
notifíquese, cúmplase, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional.
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado Ponente
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
327 | T-114-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-114/95
DEBIDO PROCESO-Vulneración/REGLAMENTO
EDUCATIVO/CANCELACION DE MATRICULA
En detrimento del
debido proceso, el demandante no fue oído antes de ser sancionado con la
cancelación de su matrícula; no tuvo ocasión de defenderse; no fue castigado
con base en un acervo probatorio o de acuerdo a una falta grave prevista en el
reglamento, y tampoco fue penalizado respetando el principio de la
proporcionalidad. Cuando el reglamento del Colegio adolezca de un procedimiento
específico y claro para la resolución de este tipo de asuntos lo menos que
puede esperarse de sus directores es que oigan a los presuntos infractores. Lo
contrario sería dar al alumnado el mal ejemplo de tomar decisiones apresuradas,
sin la información necesaria y cediendo al influjo de prejuicios, conducta
antipedagógica y contraria a todo fin educativo. Así las cosas, para la Corte
es patente la vulneración del derecho del demandante al debido proceso. Por
consiguiente, el amparo de su derecho, que procede frente a las conductas
atentatorias de los derechos fundamentales efectuadas por particulares que
prestan un servicio público, llevará a la Sala a ordenar a las directivas del
Colegio dejar sin efecto la cancelación de la matrícula.
DERECHO A LA
EDUCACION/DERECHOS FUNDAMENTALES-Vulneración
La educación es
un derecho de la persona sin restricciones o limitaciones por la edad u otros
motivos. De esta suerte, el actor, a pesar de haber llegado a la mayoría de
edad antes de su expulsión, sí podía ejercer la acción de tutela para la
defensa de su derecho fundamental a la educación. Y, puesto que la cancelación
de su matrícula se dio en circunstancias de violación del derecho al debido
proceso, es indudable que su desvinculación del Colegio le ha impedido
injustamente el disfrute de la educación a la que tiene derecho.
Referencia : proceso
T-51185
Actor : José
Fernando Libreros Ayerbe
Procedencia : Juzgado
Sexto (6o.) de Familia
de Cali
Ponente : doctor
Jorge Arango Mejía
Sentencia
aprobada en sesión del día diez y seis (16) del mes de marzo de mil
novecientos noventa y cinco (1995).
La
Sala Primera (1a.) de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los
magistrados JORGE ARANGO MEJÍA, ANTONIO BARRERA CARBONELL y EDUARDO CIFUENTES
MUÑOZ, decide sobre la sentencia del JUZGADO SEXTO (6o.) DE FAMILIA DE CALI, de
fecha doce (12) de octubre de mil novecientos noventa y cuatro (1994).
I.
ANTECEDENTES
A. Hechos
El
estudiante JOSÉ FERNANDO LIBREROS AYERBE, representado por el doctor CÉSAR
AYERBE CHAUX, el veintinueve (29) de septiembre del año pasado, presentó, ante
el JUZGADO CUARTO (4o.) DEL CIRCUITO DE CALI, una tutela contra el COLEGIO
JUANAMBÚ, la cual fue repartida al JUZGADO SEXTO (6o.) DE FAMILIA del mismo
Circuito (radicación:
folio 1410, partida 6725, 29 septiembre de 1994).
En
su reclamación, el actor solicitó protección de sus derechos constitucionales a
la igualdad, al buen nombre, al debido proceso y a la educación.
Basó
su demanda en los siguientes hechos y razones:
El
siete (7) de septiembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), cuando los
alumnos del COLEGIO JUANAMBÚ subían a los buses que los llevarían de regreso a
sus casas, cualquiera dijo en voz alta “Monra”, apodo del estudiante HUGO ALEJANDRO CAICEDO
DE LA ESPRIELLA y cuya autoría se achacaba a JOSÉ FERNANDO LIBREROS AYERBE.
Ofendido, CAICEDO DE LA ESPRIELLA agredió al demandante, suscitándose “un
ligero cambio de golpes” sin consecuencias.
Al
día siguiente, la Junta de Dirección, conformada por los señores REGINO NAVARRO
RIBERA -Rector-, JOSÉ HERNEY MORALES, EDGAR GARCÍA CANOAS, GILBERTO GAMBOA
BERNAL y NÉSTOR RODRIGO ACEVEDO GONZÁLEZ, sin haber oído a los encartados y
considerando que según el Manual de Convivencia, “pelear en el parqueadero del Colegio a la hora en que
salían todos los alumnos para sus casas, estando presentes los profesores y los
alumnos” constituía una falta grave, decidió “dar por terminada la
matrícula de los alumnos en mención”. Esta determinación, tomada con arreglo
al acta número 001 del ocho (8) de septiembre de mil novecientos noventa y
cuatro (1994) (folios 35 y 36), fue ratificada el doce (12) de septiembre
siguiente (acta número 002, folio 37).
La
decisión se comunicó a la doctora ANA VIRGINIA AYERBE, madre del actor,
mediante una carta del nueve (9) de septiembre del mismo año, suscrita por los
señores REGINO NAVARRO RIBERA y NÉSTOR RODRIGO ACEVEDO, en sus calidades de
Presidente y Secretario de la Junta de Dirección del Colegio (folio 6).
Este
escrito planteó la justa causa en otros términos, porque dijo que “el hecho en sí quizá ameritaría otro tipo
de sanción”, pero que la cancelación de la matrícula era inevitable por “la
trayectoria” del alumno “en los últimos años”, pues “su
comportamiento ha sido negativo y en repetidas ocasiones se le ha llamado
seriamente la atención”. Y agregó que “si después de estar un año por
fuera del Colegio, quisiera regresar a Juanambú, se podría considerar esa
posibilidad siempre que tuviera un promedio igual o superior a 8.0 y una
conducta intachable en el colegio donde estudie”.
Por
último, las reglamentaciones del “Manual de Convivencia” tienen una parte llamada “Cancelación de
la Matrícula”, donde sólo se lee lo siguiente:
“El Colegio podrá cancelar la matrícula de
un alumno si, a juicio de la Junta de Dirección, incurriese en una falta de tal
gravedad que amerite este hecho.
“Se consideran
faltas de gravedad:
“Inmoralidad:
Pornografía, escándalo con hechos o palabras, hurtos, calumnias.
“Irrespeto: a
profesores, empleados o alumnos, mayores o menores.
“Daños materiales
voluntarios: Rayar paredes, pupitres, romper vidrios y otros objetos del
Colegio o de algún alumno.
“Copia o intento
de fraude: comprobado en lecciones o tareas.
“Salir de Colegio
sin permiso en horas de clase: reviste especial gravedad, ya que los
alumnos están confiados al Colegio durante este tiempo.
“Fumar o ingerir
bebidas alcohólicas dentro de una actividad del Colegio.”
B. El fallo
del JUZGADO SEXTO (6o.) DE FAMILIA DE CALI
Ese
despacho, mediante sentencia -no recurrida- del doce (12) de octubre del año
pasado, denegó la tutela promovida por JOSÉ FERNANDO LIBREROS AYERBE.
Consideró
que no se violó el derecho a la igualdad, porque el reglamento del Colegio es
general; que no se vulneró el derecho a la intimidad y al buen nombre, pues “el nombre y apellido de JOSÉ FERNANDO
LIBREROS AYERBE será el mismo, y seguirá siéndolo, con sanción o sin ella”;
que no se afectó el derecho a la intimidad, puesto que el contenido de la
carpeta del estudiante no se ha dado a la publicidad; que no se transgredió el
derecho al debido proceso, toda vez que, de una parte, el artículo 319 del
Código del Menor no era aplicable al actor, mayor de edad para cuando se le
canceló la matrícula, y, de otra parte, de los antecedentes disciplinarios del
estudiante y la conducta del plantel educativo, “se siguió paso a paso un
procedimiento, el cual no tuvo eco ni en el alumno ni en la madre de éste, pues
a pesar de enterárseles de cada una de sus conductas, nada hicieron para
mejorar disciplinariamente...”; y, finalmente, el juzgado estimó que tampoco
se perjudicó el derecho a la educación, pues la decisión del Colegio no fue
arbitraria sino basada en un reglamento “violado reiteradamente por el
estudiante sancionado”, amén de que “la educación es un derecho
fundamental en tratándose de un menor de edad y no de un mayor de edad como
acontece en el caso de autos”.
II. CONSIDERACIONES
A. Competencia
La
Sala es competente para decidir sobre la sentencia que se revisa, por lo
dispuesto en los artículos 86 y 241, numeral 9o., de la Constitución, y 33 y 34
del decreto 2591 de 1991.
B. La tutela
está llamada a prosperar porque, en detrimento del debido proceso, el
demandante no fue oído antes de ser sancionado con la cancelación de su
matrícula; no tuvo ocasión de defenderse; no fue castigado con base en un
acervo probatorio o de acuerdo a una falta grave prevista en el reglamento, y
tampoco fue penalizado respetando el principio de la proporcionalidad
El
artículo 29 de la Constitución Política es terminante cuando ordena que “el debido proceso se aplicará a toda clase
de actuaciones judiciales y administrativas”.
Para
esta Sala de Revisión, es claro que la cancelación de la matrícula de un
estudiante es la conclusión de una “actuación administrativa”, sujeta, por
consiguiente, al debido proceso.
En
la sentencia T-369 del veintidós (22) de agosto de mil novecientos noventa y
cuatro (1994), en una acción de tutela contra el Consejo Directivo de la
Universidad Libre, la Sala, en palabras válidas para el presente asunto,
expresó la misma idea así:
“Ahora bien, el artículo 29 de la Constitución
establece que “el debido proceso se aplicará a toda clase de actuaciones
judiciales y administrativas”. La norma, en sentir de la Sala, cuando somete
las actuaciones administrativas a este principio, lo hace en forma general, sin
distinciones entre lo público y lo privado. Por tanto, las determinaciones del
Consejo Directivo no escapan a la aplicación del debido proceso.”
Y
en la sentencia T-386 del año pasado, emanada de la Sala Segunda (2a.) de
Revisión, se sostuvo la tesis de que el poder reglamentario de los planteles
educativos, en últimas, tiene su origen en la Constitución, y, por tanto, no la
puede contradecir:
“Para la Corte es claro entonces, que la ley
asignó a los establecimientos educativos, públicos y privados, un poder de
reglamentación dentro del marco de su actividad. Los reglamentos generales de
convivencia, como es de la esencia de los actos reglamentarios, obligan a la
entidad que los ha expedido y a sus destinatarios, esto es, a quienes se les
aplican, porque su fuerza jurídica vinculante deviene en forma inmediata de la
propia ley y mediata de la Constitución Política.
“En efecto, el aludido poder reglamentario
que implementa el legislador tiene su soporte en la Constitución Política, la
cual caracteriza la educación como un servicio público (art. 67), cuya
prestación puede estar no sólo a cargo del Estado sino de los particulares, y
la somete ‘al régimen jurídico que fije la ley (art. 365)’ (...)”.
Sentado
esto, debe recordarse que, en términos generales, el debido proceso es un todo
compuesto por una serie de garantías, dentro de las cuales, entre otras,
figuran el derecho a la defensa y el de presentar pruebas y controvertirlas.
Lo
anterior significa que el actor, antes de ser sancionado con la cancelación de
su matrícula, tenía el derecho de defenderse de las imputaciones formuladas en
su contra. Sin embargo, del expediente no se deduce que se le haya dado la
oportunidad para ello. Por el contrario, es claro que no fue llamado a rendir
descargos, y que se lo sancionó por la comisión de una “falta grave” que no fue claramente
identificada según las sanciones reglamentarias. Esto último se dice porque la
participación en peleas, de acuerdo al citado capítulo sobre cancelación de
matrículas del “Manual de Convivencia”, bien puede estar en el concepto de “Inmoralidad”
-como escándalo- o en el de “Irrespeto”. En estas condiciones mal podía
defenderse el demandante, que, frente al listado de faltas graves, no podía
saber concretamente cuál o cuáles le eran imputadas.
Pero,
hay más fallas de naturaleza procesal.
Una
consiste en la carencia total de investigación de los hechos y en la
inexistencia de un acervo probatorio. Esto explica la ausencia de testimonios
que señalen al actor como quien gritó el apodo que dio origen a la pelea, o de
pruebas que, por ejemplo, demuestren que LIBREROS AYERBE procedió
desproporcionadamente frente a la agresión de CAICEDO DE LA ESPRIELLA. Para la
Sala esta situación es constitucionalmente inaceptable, pues supone la
imposición caprichosa, arbitraria, de sanciones, incompatible con el debido
proceso y con uno de sus postulados esenciales, a saber, el de la publicidad de
los procesos y actuaciones.
Otra
falla se refiere al cambio de la justa causa para la sanción del estudiante. En
efecto, en el acta 001, ya mencionada, de la Junta de Dirección, lo que, grosso modo, motivó la cancelación de
la matrícula, fue el hecho de pelear en el Colegio. No obstante, en la carta
curiosamente dirigida a la madre del expulsado y no a este último -quien es mayor
de edad-, fuera de que el Presidente y el Secretario de la Junta restaron
gravedad a lo hecho por LIBREROS AYERBE -porque admitieron que la conducta del
alumno “quizá ameritaría otro tipo de sanción”-, lo esgrimido contra el
alumno no siguió siendo el hecho de la riña sino algo enteramente nuevo: el
conjunto de sus antecedentes de indisciplina. Alrededor de esto, la Sala
considera que al procederse así, además de desvirtuarse la decisión que consta
en el acta 001, el Rector y el Secretario de la Junta de Dirección, actuando motu
proprio, volvieron a caer en la vulneración del debido proceso, pues de
nuevo, sin competencia para ello, sancionaron al encartado sin darle
oportunidad de defensa y sin encuadrar las nuevas acusaciones dentro del
conjunto de faltas graves previstas por el reglamento. Al respecto, vale la
pena recordar que en el “Manual de Convivencia”, en el capítulo sobre
cancelaciones de matrícula, no figura ninguna causal que diga que la suma de
antecedentes disciplinarios es motivo suficiente para la imposición de esa
clase de sanciones.
Por
lo demás, la Corte estima que, a menos que los correspondientes reglamentos
contemplen la acumulación de cierto número de llamados de atención como justa
causa para la cancelación de las matrículas -llamados de atención que tienen
que ser razonablemente recientes, pues tampoco pueden pesar indefinidamente
sobre la estabilidad del vínculo con los centros de educación-, los
establecimientos educativos, en aplicación del principio que enseña que no
puede haber sanción sin ley previa que la contemple, no pueden dar por
terminadas las matrículas de sus estudiantes.
Y
hay otra falla adicional: admitiendo, en gracia de discusión, que la actuación
del actor en la pelea objeto de esta acción, no pueda tipificarse dentro del
esquema de la legítima defensa, de todas maneras existe una desproporción entre
la medida tomada por el Colegio -la cancelación de la matrícula- y la conducta
supuestamente incorrecta del alumno. Evidentemente, la participación en una
pelea que no pasó de un leve intercambio de golpes, no puede ser considerada
como grave, menos aún en el ambiente escolar que por definición es para la
formación de personas. La tesis expuesta, que, con base en el principio de la
proporcionalidad aplicado al servicio público de la educación, afirma que las
faltas leves, en vez de penalizarse con la expulsión de los estudiantes, deben
tener sanciones dirigidas más que todo a la corrección de la conducta y a la
formación de los alumnos, es simple reiteración de la jurisprudencia contenida
en la sentencia T-015 del veinticinco (25) de enero de mil novecientos noventa
y cuatro (1994) de la Sala Séptima de Revisión.
Así
las cosas, para la Corte es patente la vulneración del derecho del demandante
al debido proceso. Por consiguiente, el amparo de su derecho, que procede
frente a las conductas atentatorias de los derechos fundamentales efectuadas
por particulares que prestan un servicio público, llevará a la Sala a ordenar a
las directivas del Colegio dejar sin efecto la cancelación de la matrícula.
Estas
consideraciones, sumadas a la idea de que en el presente caso, una vez quede
sin efectos la cancelación de la matrícula, el estudiante quedará en la
situación de no haber sido investigado ni juzgado, también conducirán a la Sala
a indicar que el Colegio, dentro de un plazo razonable, puede iniciar contra el
señor LIBREROS AYERBE un debido proceso para juzgar su conducta con ocasión de
la pelea con el ex-alumno HUGO ALEJANDRO CAICEDO DE LA ESPRIELLA, y absolverlo
o, si es del caso, sancionarlo conforme al reglamento y proporcionalmente a la
falta que resulte probada.
Por
lo demás, no sobra anotar que aun cuando el reglamento del Colegio adolezca de
un procedimiento específico y claro para la resolución de este tipo de asuntos -infortunadamente
el caso del COLEGIO JUANAMBÚ-, lo menos que puede esperarse de sus directores
es que oigan a los presuntos infractores. Lo contrario sería dar al alumnado el
mal ejemplo de tomar decisiones apresuradas, sin la información necesaria y cediendo
al influjo de prejuicios, conducta antipedagógica y contraria a todo fin
educativo.
Finalmente,
vale la pena señalar que, a juicio de la Corte, el otorgamiento de la tutela se
ajusta al mandato constitucional, pues el actor no contaba con otro medio de
defensa judicial idóneo para la protección de sus derechos.
C. La
concesión de la tutela también obedece a la defensa de los derechos
constitucionales a la educación y al buen nombre
Teniendo
en cuenta que en esta tutela se presentó la ya señalada violación del debido
proceso, es forzoso aceptar que la cancelación de la matrícula del demandante
es una sanción antijurídica. Por consiguiente, su principal consecuencia, es
decir, la de que el interesado, a partir del nueve (9) de septiembre del año pasado,
no tiene el derecho de asistir a las clases del décimo (10o.) grado dictadas en
el COLEGIO JUANAMBÚ, también quebranta el ordenamiento jurídico,
particularmente en lo atinente al derecho constitucional del ex-alumno LIBREROS
AYERBE a la educación.
Este
derecho, como reiteradamente lo ha sostenido la Corte, es fundamental a pesar
de estar ubicado en el capítulo en que la Constitución se ocupa de los derechos
sociales, económicos y culturales.
Pero,
fuera de ser fundamental, constitucionalmente el derecho a la educación no está
concebido sólo para algunos miembros de la sociedad. En efecto, los dos
primeros incisos del artículo 67 de la Carta tienen un alcance muy amplio.
Veamos.
“La educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una
función social; con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a
la técnica y a los demás bienes y valores de la cultura.
“La educación formará al colombiano en el
respeto a los derechos humanos, a la paz y a la democracia; y en la práctica
del trabajo y la recreación, para el mejoramiento cultural, científico,
tecnológico y para la protección del ambiente.” (negrillas fuera de
texto)
Como
se puede apreciar, la disposición, sin restricciones o limitaciones por la edad
u otros motivos, reconoce que “la educación es un derecho de la persona”. Por tanto, al intérprete
no le es posible introducir distinciones que la norma no contiene. En este
orden de ideas, es claro, entonces, que el JUZGADO SEXTO (6o.) DE FAMILIA DE
CALI se equivocó cuando, para denegar la tutela, sostuvo la tesis de que el
derecho a la educación sólo es fundamental para los menores de edad.
De
esta suerte, el actor, a pesar de haber llegado a la mayoría de edad antes de
su expulsión, sí podía ejercer la acción de tutela para la defensa de su
derecho fundamental a la educación. Y, puesto que la cancelación de su
matrícula se dio en circunstancias de violación del derecho al debido proceso,
es indudable que su desvinculación del Colegio, a partir del nueve (9) de
septiembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), le ha impedido
injustamente el disfrute de la educación a la que tiene derecho.
Consiguientemente,
la Sala ordenará al COLEGIO JUANAMBÚ restablecer de inmediato al señor LIBREROS
AYERBE en su calidad de estudiante del décimo (10o.) grado.
Adicionalmente,
debe decirse que en la medida en que el actor, como consecuencia de las órdenes
impartidas por esta providencia, volverá a ser alumno del Colegio en las mismas
condiciones en que estaba antes de su expulsión, recuperará su buen nombre,
ciertamente afectado por los acontecimientos que rodearon la cancelación de su
matrícula.
III. DECISIÓN
En
mérito de lo expuesto, la Corte Constitucional, administrando justicia en
nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
PRIMERO. REVOCAR el fallo proferido por el JUZGADO SEXTO (6o.) DE FAMILIA DE CALI el
doce (12) de octubre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), y, en su
lugar, CONCEDER la tutela de los derechos que el estudiante JOSÉ
FERNANDO LIBREROS AYERBE tiene al debido proceso, la educación y al buen
nombre.
SEGUNDO. ORDENAR al COLEGIO JUANAMBÚ dejar sin efecto la cancelación de la matrícula
del alumno JOSÉ FERNANDO LIBREROS AYERBE, decisión tomada con arreglo al acta
de la Junta de Dirección número 001 del ocho (8) de septiembre de mil
novecientos noventa y cuatro (1994), ratificada el doce (12) de septiembre
siguiente y comunicada a su señora madre, doctora ANA VIRGINIA AYERBE, mediante
carta del nueve (9) de septiembre del mismo año.
TERCERO. ORDENAR al citado colegio restablecer al señor LIBREROS AYERBE en su calidad
de estudiante del décimo (10o.) grado.
CUARTO. ADVERTIR que, en un plazo razonable, el colegio puede iniciar contra el señor
LIBREROS AYERBE un debido proceso para juzgar su conducta con ocasión de la
pelea con el ex-alumno HUGO ALEJANDRO CAICEDO DE LA ESPRIELLA, y absolverlo o,
si es del caso, sancionarlo conforme al reglamento y proporcionalmente a la
falta que resulte probada.
QUINTO. PREVENIR al COLEGIO JUANAMBÚ para que dé cumplimiento a las anteriores órdenes,
dentro de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes al momento en que sea
notificado de la sentencia.
SEXTO.
COMUNICAR este fallo al JUZGADO SEXTO (6o.) DE FAMILIA DE CALI, para los
efectos previstos en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991.
Notifíquese,
cópiese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte.
JORGE ARANGO MEJÍA
Magistrado ponente
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
MARTHA SÁCHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
328 | T-115-95
Sentencia No
_Sentencia No.
T-115/95
DERECHO AL
ESPACIO PUBLICO/DERECHO AL TRABAJO-Coexistencia/VENDEDOR AMBULANTE
Del libre
ejercicio del derecho fundamental al trabajo depende la subsistencia de las
familias del vendedor o comerciante informal, su ocupación del espacio público
no está legitimada por la Constitución. Cuando una autoridad local se proponga
recuperar el espacio público ocupado por comerciantes informales "deberá
diseñar y ejecutar un adecuado y razonable plan de reubicación, de manera que
se concilien en la práctica los intereses encontrados.
ADMINISTRACION
PUBLICA-Ineficiencia
Una actuación
desordenada e ineficiente de la administración, aunque el objetivo buscado con
ella sea la prevalencia del interés general sobre el particular, comparta, casi
con seguridad, daños que, por el mismo caos generado en la falta de previsión
de quienes debieran desplegarla en grado sumo habida cuenta de sus
responsabilidades públicas, se salgan de su propio control y se produzca,
entonces, además del perjuicio al interés colectivo, una violación a los
derechos fundamentales de los asociados involucrados en tal situación. La
responsabilidad por la vulneración de los derechos en casos como el señalado
recae en la administración. Sería injusto que la soportaran los particulares,
sobre todo si, como sucede en el caso bajo examen, ellos están ejerciendo una
actividad lícita.
VENDEDOR
AMBULANTE-Ubicación/VENDEDOR
AMBULANTE-Discriminación
La Corte que la
administración municipal de Ibagué vulneró los derechos a la igualdad y el
trabajo de los accionantes, no por haber programado un desalojo del espacio
público -pues allí hizo prevalecer, como era su obligación, el interés general
sobre el particular-, sino por haber concebido la ampliación de la plaza de
mercado con una capacidad a todas luces insuficiente, y por haber planeado el
acceso a los puestos de trabajo dentro del inmueble con base en un proceso en
el que imperó el más absoluto desorden administrativo, a tal punto que de las
pruebas allegadas no se extrae siquiera la conclusión de si hubo o no sorteo
para efectuar las adjudicaciones. Sea que así hubiera ocurrido o que se hubiere
procedido sin razonable criterio e ignorando la realidad de cada caso, la
caprichosa distribución de los lugares de ubicación en la plaza implicó
injustificada discriminación entre personas que se hallaban en las mismas
circunstancias.
MUNICIPAL-Falta de planeación
La administración
municipal de Ibagué (Alcaldía y Empresas Públicas) no fue cuidadosa en la
planeación del programa que debería llevar a cabo para despejar el espacio
público, mediante construcciones adicionales en la plaza de la 21, ni para
reubicar a los vendedores informales de productos agrícolas, pues las obras
adelantadas han debido partir de un adecuado, pleno y oportuno conocimiento de
las necesidades de espacio, a fin de poder incluir dentro del inmueble a todos
los vendedores.
VENDEDOR
AMBULANTE-Adjudicación de
puestos/DERECHO A LA IGUALDAD-Vulneración por errónea adjudicación
Se impone amparar
los derechos de los peticionarios en cuanto ha sido establecido sin duda que el
programa de desocupación del espacio público y posterior adjudicación de
puestos, no se hizo en condiciones que garantizaran el derecho a la igualdad.
JUEZ DE TUTELA-Improcedencia de orden administrativo
La tarea del juez
de tutela no consiste en señalar pautas específicas de carácter técnico,
presupuestal o administrativo, sino en proteger, mediante órdenes de inmediato
cumplimiento, los derechos fundamentales, dejando a la administración en
libertad de actuar, para cumplir tales disposiciones, dentro de su órbita
funcional y con arreglo a las competencias de las cuales es titular.
-Sala Quinta de
Revisión-
Ref.: Expedientes
acumulados T-48621, T-48625, T-48633, T-50218, T-50233, T-50234, T-50235,
T-50236, T-50244, T-50313, T-50314, T-50315, T-50317, T-50318, T-50319,
T-50320, T-50321, T-50322, T-50323, T-50787, T-50788, T-50789, T-50790,
T-50791, T-50792, T-50793, T-50936, T-50937, T-50938.
Acciones de
tutela instauradas por MARIA BETTY CRISTANCHO y otros contra El ALCALDE
MUNICIPAL Y EL GERENTE DE LAS EMPRESAS PUBLICAS MUNICIPALES DE IBAGUE.
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., según consta en acta del dieciséis (16) de marzo
de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Corte
Constitucional, por intermedio de su Sala Quinta de Revisión, procede a
efectuar el examen de los fallos proferidos para resolver sobre el asunto en
referencia.
I. INFORMACION PRELIMINAR
MARIA BETTY CRISTANCHO,
JOSE HEINER GUZMAN V., CILENIA SANTAFE, MARIA IDALIA HERNANDEZ, CECILIA SIERRA,
HECTOR HUGO MEDINA M., TEODOCIA DUCUARA DE OVIEDO, ELIZABETH POLANIA CIFUENTES,
PEDRO JOSE AFANADOR PEREZ, MARIA DE LOS ANGELES NAVARRO, MARTIN ARIAS ANDRADE,
ESPERANZA RAMIREZ, JOSE HUMBERTO ROSAS, ANA CONSTANTINA POLONIA ARANGO, MARTHA
MANRIQUE MANRIQUE, LUZ MILA TRUJILLO, JOSE ARCANGEL RANGEL O., VICENTE
HERNANDEZ, MARIA DIOMAR MORALES, CESAR RODRIGUEZ PEÑUELA, ISMAEL BONILLA
SIERRA, CARLOS ALBERTO DAZA, IMELDA SANTA LOZANO, ABEL AFANADOR PEREZ, DAVID
TORRES AGUIAR, BEATRIZ BALLESTEROS S., ANACELY JIMENEZ DE LOZANO, CARMEN ELENA
CIFUENTES y MARIA ANAIS MURILLO, todos vendedores de productos agrícolas de la
plaza de mercado de la calle 21 en la ciudad de Ibagué, ejercieron sendas
acciones de tutela contra el Alcalde y contra el Gerente de las Empresas
Públicas Municipales, por considerar que les habían sido vulnerados sus
derechos de trabajo y de petición y que, con las actuaciones de los señalados
funcionarios, se atentaba contra la familia como núcleo esencial de la
sociedad.
Expresaron los
accionantes que llevaban varios años ejerciendo su actividad comercial en el
"reguero" de la mencionada plaza de mercado.
La administración,
según los accionantes, planeó la construcción de un "planchón"
cubierto en donde serían ubicados más de ciento setenta (170) vendedores, con
el objeto de descongestionar una calle del lugar.
A la postre,
únicamente cupieron noventa (90) vendedores, mientras los demás -entre los
cuales se encontraban los accionantes- quedaron desubicados y despojados de la
oportunidad de trabajar.
Dijeron finalmente
que, cuando tratan de poner en venta los productos de su negocio en el sitio en
el cual tenían sus puestos, son atropellados por la fuerza pública o detenidos,
al paso que les decomisan los alimentos que ofrecen.
II DECISIONES
JUDICIALES
Las solicitudes de
tutela fueron resueltas en contra de los vendedores, tanto en primera como en
segunda instancia, pues el Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Ibagué -Sala Laboral- y la Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de
Justicia -ésta en los casos en que hubo impugnación- consideraron que el
Alcalde y las Empresas Públicas habían actuado bien y en ejercicio de sus
atribuciones, buscando conciliar el derecho al trabajo de los comerciantes que
ejercen sus actividades en calles adyacentes a la plaza de mercado con el
derecho al espacio público y a la seguridad personal, de los cuales son
titulares las personas que transitan por el sector, si bien el objetivo de
adecuar la plaza de mercado para ubicar a todos los vendedores de productos
agrícolas no se logró por imposibilidad física.
Igualmente, los
jueces consideraron que se trataba de una situación causada por el desorden de
los vendedores, quienes se encuentran representados por diversas entidades
gremiales que procuran obtener, cada una, el mayor número de puestos asignados
en la plaza, con las consecuencias que ello implica para la distribución de los
locales construidos.
Estimaron también
que debía darse prelación al interés general, representado por el derecho al
espacio público, sobre el bien particular, constituído en este caso por el
derecho al trabajo.
El Tribunal puso de
presente en su providencia que, si bien se estaba ante un problema social, los
jueces no podían impartir las órdenes necesarias para solucionarlo pues, en
caso de hacerlo, se convertirían en coadministradores.
III.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
La Corte
Constitucional es competente para revisar los fallos proferidos al resolver
sobre las acciones de tutela instauradas, de conformidad con lo establecido en
los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política y según las reglas del
Decreto 2591 de 1991.
Las providencias
materia de examen fueron seleccionadas, acumuladas y repartidas a esta Sala.
Teniendo en cuenta
la unidad de materia y puesto que la totalidad de las acciones se dirigían
contra las mismas autoridades, se decidirá en conjunto mediante un solo fallo.
El conflicto
entre el espacio público y el derecho al trabajo. Necesidad de su armonización.
Responsabilidad de la administración pública. Responsabilidad de los
trabajadores informales. Responsabilidad de terceros.
Situaciones como la
planteada en relación con los vendedores de la plaza de mercado de la 21 en la
ciudad de Ibagué han sido abordadas en oportunidades anteriores por la Corte
Constitucional.
Aparece de bulto en
estos casos el conflicto entre el interés general, implícito en la utilización
del espacio público, y el derecho al trabajo de quienes lo han venido ocupando
y deben ser desalojados de él.
La Constitución
Política expresa con claridad que el trabajo es un derecho fundamental y que,
en todas sus modalidades, merece la especial protección del Estado (artículo 25
C.P.), pero también señala que una de las bases de la convivencia en el Estado
colombiano es el predominio del interés general (artículo 1º) y que es deber de
las autoridades velar por la protección de la integridad del espacio público y
por su destinación al uso común, que prevalece sobre el interés particular
(artículo 82 C.P.).
Es a la jurisdicción
a la que corresponde en últimas resolver sobre la pugna de intereses, como lo
indicó la Corte desde su Sentencia T-225 del 17 de junio de 1992 (M.P.: Dr.
Jaime Sanin Greiffenstein), pues a su cuidado está la defensa de los derechos
fundamentales involucrados.
A los términos de
dicho fallo se remite ahora la Corte para reiterar que el asunto debe ser
solucionado teniendo en cuenta no solamente el contenido material del derecho
al trabajo y la necesidad de un efectivo cuidado administrativo en el manejo y
conservación del espacio público, sino la realidad incontrastable del acontecer
social, que no se puede ignorar por cuanto constituye elemento de primordial
importancia en el curso de la controversia: "...la presencia de un
fenómeno nuevo que acompaña al trabajo en estas circunstancias, como es el de
la economía informal, que es fruto de nuestras tradicionales penurias y que
requiere de un delicado tratamiento humano y económico como solución, entre
otros, al problema del desempleo y la descapitalización en forma que la someta
a la ley y la incorpore al mundo de la institucionalidad".
Ha observado la
Corte que, si bien del libre ejercicio del derecho fundamental al trabajo
depende la subsistencia de las familias del vendedor o comerciante informal, su
ocupación del espacio público no está legitimada por la Constitución.
"Se impone por
lo tanto -agrega- establecer una pauta de coexistencia entre los derechos e
intereses en conflicto, que resulte proporcional y armoniosa en relación con
los valores y principios consagrados en la Constitución y que permita al Estado
dar cumplimiento a la obligación a su cargo de "velar por la protección de
la integridad del espacio público y por su destinación al uso común" (C.P.
art. 82), así como de "propiciar la ubicación laboral de las personas en
edad de trabajar" (C.P. art. 54)".
Ha advertido la
Corte -y lo vuelve a hacer en este caso, cuyas características reflejan la
trascendencia de lo afirmado- que, cuando una autoridad local se proponga
recuperar el espacio público ocupado por comerciantes informales "deberá
diseñar y ejecutar un adecuado y razonable plan de reubicación" (se
subraya), de manera que se concilien en la práctica los intereses encontrados.
Por ello, en la
aludida providencia, mediante la cual se resolvió sobre el litigio surgido
entre la administración municipal de Ibagué y los vendedores ambulantes, la
Corte ordenó a la Alcaldía Municipal tomar las medidas adecuadas, necesarias y
suficientes para reubicar a dichos comerciantes que se vieran afectados por la
medida de despeje del espacio público, de modo que con ocasión del ejercicio de
la actuación administrativa se arbitrara una fórmula que permitiera la
coexistencia de los derechos al espacio público y al trabajo.
Con base en las
mismas razones, en otro caso similar al presente, la Corporación insistió en
que la prevalencia de la obligación estatal de recuperar el espacio público
sobre intereses particulares, no lo exonera del deber de diseñar políticas
tendientes a proteger el trabajo de quienes resulten afectados con tales
decisiones. Esas políticas -añadió- deben ser eficaces y oportunas.
Advirtió entonces:
"Las
autoridades tendrán que hacer lo que esté a su alcance para lograr ubicar a los
vendedores a quienes con anterioridad se les había permitido ocupar parte del
espacio público, en sitios donde puedan desarrollar su actividad de manera
permanente, sin el temor a ser desalojados, donde puedan ofrecer sus mercancías
con las mínimas garantías de higiene y seguridad y donde no causen perjuicios a
la comunidad en general" (Cfr. Corte Constitucional. Sala Primera de
Revisión. Sentencia T-372 del 3 de septiembre de 1993. M.P.: Dr. Jorge Arango
Mejía).
En cuanto a la
competencia de las autoridades para regular el uso del suelo y del espacio
público, la Corte ha destacado:
"Según lo
dispuesto por la Constitución, el uso del suelo y del espacio público debe ser
reglamentado en los distritos y municipios por los concejos, corporaciones que
actúan en esta materia con base en lo preceptuado por el artículo 313, numeral
7º, de la Carta, en concordancia con las pertinentes disposiciones de la Ley
136 de 1994 y complementarias.
Por su parte, a los
alcaldes, quienes ejercen la primera autoridad de policía en el municipio, les
está asignada, según el artículo 315, numerales 1 y 3, de la Carta, la función
de velar por el cumplimiento de las correspondientes normas constitucionales legales
y reglamentarias. Les compete, entonces, expedir las autorizaciones o permisos
a que haya lugar y ejercer la inspección y vigilancia sobre quienes ejercen
actividades comerciales, adoptando las medidas tendientes al desarrollo de la
preceptiva general e imponiendo las sanciones previstas a quienes se apartan de
ellas. (Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-578 del
14 de diciembre de 1994).
Resulta claro, pues,
que las autoridades municipales tienen a su cargo, en el orden administrativo,
la conciliación de los intereses contrapuestos, con arreglo a la Constitución,
y que se hacen responsables por los actos y operaciones administrativas que
lleven a cabo en relación con la materia.
No cabe duda a la
Corte en el sentido de que al actuar en defensa del espacio público, la
administración municipal no puede vulnerar los derechos fundamentales de los
afectados.
Ahora bien, los
comerciantes reubicados en el curso de esta clase de programas no solamente
adquieren derechos sino que contraen obligaciones y cargas correlativas, entre
las cuales cabe destacar el uso adecuado, razonable, aseado y respetuoso de los
puestos que se les asignan; la sujeción a las disposiciones administrativas de
orden y seguridad, así como a las normas y reglamentos que regulan su
actividad.
A este respecto debe
recordarse que el derecho al trabajo no es absoluto y que también tiene el
carácter de obligación social, en los términos del artículo 25 de la
Constitución.
La misma Carta, en
su artículo 1º, ha señalado como características del Estado colombiano, al lado
del trabajo, la solidaridad y la prevalencia del interés general.
Es evidente, por
otra parte, que la circunstancia de hacerse exigible a la administración la
reubicación de los vendedores informales, para satisfacer sus legítimas
necesidades de ocupación laboral, no puede prestarse al uso de prácticas
desleales por parte de los favorecidos o de las asociaciones que los agrupan,
ni tampoco puede tener el sentido -a todas luces abusivo- de facilitar a
terceros la utilización ilegítima de la problemática social existente para
fines políticos o para su beneficio personal, merced al ilícito comercio de los
puestos.
Si cualquiera de las
aludidas situaciones logra probarse, las autoridades públicas están en la
obligación de adelantar las investigaciones necesarias y de formular las
denuncias ante los funcionarios competentes, para que se impongan las sanciones
a que haya lugar, inclusive las de carácter penal.
Derecho a la
igualdad. Improcedencia del azar para regular el ejercicio de los derechos
fundamentales.
Ha sido copiosa la
doctrina constitucional en torno a los alcances y proyecciones del derecho a la
igualdad, plasmado en el artículo 13 de la Carta Política.
Para los fines de
este proceso es suficiente reafirmar lo dicho por la Sala Plena en el Fallo
C-094 del 27 de febrero de 1993:
"El objeto de
la garantía ofrecida a toda persona en el artículo 13 de la Carta no es el de
construir un ordenamiento jurídico absoluto que otorgue a todos idéntico trato
dentro de una concepción matemática, ignorando factores de diversidad que
exigen del poder público la previsión y la práctica de razonables distinciones
tendientes a evitar que por la vía de un igualitarismo ciego y formal en
realidad se establezca, se favorezca o se acreciente la desigualdad. Para ser
objetiva y justa, la regla de la igualdad ante la ley, no puede desconocer en
su determinación tales factores, ya que ellas reclaman regulación distinta para
fenómenos y situaciones divergentes.
La igualdad exige el
mismo trato para los entes y hechos que se encuentran cobijados bajo una misma
hipótesis y una distinta regulación respecto de los que presentan
características desiguales, bien por las condiciones en medio de las cuales
actúan, ya por las circunstancias particulares que los afectan, pues unas u
otras hacen imperativo que, con base en criterios proporcionados a aquéllas, el
Estado procure el equilibrio, cuyo sentido en Derecho no es otra cosa que la
justicia concreta.
De allí que el mismo
artículo constitucional en mención haya estatuído que la actividad estatal se
orientará al logro de la igualdad real y efectiva, adoptando medidas en
favor de grupos discriminados o marginados y protegiendo especialmente a las
personas que por su condición económica, física o mental, se encuentran en
posición de debilidad manifiesta. Esta función, que tiene fundamento en el
concepto del Estado Social de Derecho, excluye las tendencias que pretenden
hacer de la igualdad un rasero único, inmodificable y no susceptible de
adaptaciones".
Así, según el
principio constitucional, toda actuación de las autoridades públicas respecto
de un número plural de personas debe partir de la previa consideración acerca
de las circunstancias en que todas ellas se encuentran, con el objeto de darles
el mismo trato si las situaciones son iguales y de establecer las necesarias
distinciones, proporcionales a las diferencias, si existen hipótesis distintas.
En ese orden de
ideas, la medida que establezca tratos diversos debe estar razonable y
objetivamente fundada, pues de lo contrario representa injustificada
discriminación que, por serlo, vulnera el derecho a la igualdad.
Del propio modo, los
actos o disposiciones en cuya virtud se favorezca a una persona o grupo
respecto de las demás deben estar sustentados en motivos valederos que
impliquen la realización del postulado de la igualdad material y efectiva, ya
que la preferencia arbitraria lesiona gravemente el derecho de quienes no
resultan beneficiados.
En el fondo de toda
distinción caprichosa, en pro o en contra de quienes se encuentran cobijados
por la misma situación, hay siempre una injusticia. Por eso el Derecho no puede
prohijarla.
Si este criterio es
aplicable a toda clase de asuntos, en los cuales una decisión deba aplicarse a
muchos, resulta exigible con mayor razón cuando se trata de definir lo relativo
al ejercicio de un derecho fundamental. Sostener que, sin razón o por motivos
intrascendentes, unos puedan acceder a él y otros no, equivale a violar tanto
el derecho de que se trata como el derecho a la igualdad.
Así ocurre con el
azar -que ha desempeñado papel importante en este proceso-, pues, si bien cabe
como procedimiento aceptable cuando se trata de definir opciones en materias
superfluas -como cuando se juega una lotería-, de ninguna manera puede tener
lugar para establecer quién ejerce y quién no un derecho fundamental, pues de
la esencia de éste es su atribución a la persona por el hecho de serlo,
independientemente de cualquier consideración accidental. En ese sentido es
terminante la Constitución al establecer que el Estado Social de Derecho está
fundado, entre otros elementos, en la dignidad humana (artículo 1º
C.P.); que las autoridades de la República están instituidas "para
proteger a todas las personas residentes en Colombia en su vida, honra,
bienes, creencias y demás derechos y libertades" (artículo 2º C.P.); que
el Estado reconoce, sin discriminación alguna, la primacía de los
derechos inalienables de la persona (artículo 5º C.P.); que todas
las personas nacen libres e iguales ante la ley y recibirán la misma protección
y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades
y oportunidades sin ninguna discriminación (artículo 13 C.P.).
En el caso del
trabajo -cuyo ejercicio, al parecer, ha sido sometido a sorteo durante la
actuación administrativa que se considera- la Constitución manifiesta sin
género de dudas que asegurarlo a los integrantes de la colectividad colombiana
es uno de los fundamentos y principios básicos de las instituciones (Preámbulo)
y que toda persona tiene derecho a él en condiciones dignas y justas
(artículo 25 C.P.).
Las
consecuencias de la desorganización administrativa no se pueden trasladar a los
particulares
Una actuación
desordenada e ineficiente de la administración, aunque el objetivo buscado con
ella sea la prevalencia del interés general sobre el particular, comparta, casi
con seguridad, daños que, por el mismo caos generado en la falta de previsión
de quienes debieran desplegarla en grado sumo habida cuenta de sus
responsabilidades públicas, se salgan de su propio control y se produzca,
entonces, además del perjuicio al interés colectivo, una violación a los
derechos fundamentales de los asociados involucrados en tal situación.
La responsabilidad
por la vulneración de los derechos en casos como el señalado recae en la
administración. Sería injusto que la soportaran los particulares, sobre todo
si, como sucede en el caso bajo examen, ellos están ejerciendo una actividad
lícita.
Ya esta misma Sala
se había pronunciado sobre el particular:
"La función administrativa, como lo proclama el artículo 209
de la Constitución, está al servicio de los intereses generales, de lo cual se
deducen simultáneamente el derecho de los administrados a reclamar que las
entidades públicas competentes produzcan efectivamente resultados acordes con
ese compromiso, en especial si están de por medio derechos fundamentales, y la
correlativa obligación de los servidores públicos en tal sentido". (Cfr.
Corte Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-431 del 30 de
septiembre de 1994).
En Sentencia T-575
del 14 de diciembre de 1994, esta Corporación sostuvo:
"...ni los
administradores ni los trabajadores tienen por qué soportar las consecuencias
de los errores de la administración pública". (Cfr. Corte Constitucional.
Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-575 del 14 de diciembre de 1994).
En otra oportunidad
la Corte señaló:
"La función
pública ha sido puesta al servicio de los intereses colectivos y se ejerce en
beneficio de los asociados, no en su contra. De tal modo que quienes la
desempeñan no tiene por cometido -como suele creerse en algunas dependencias-
el de obstaculizar y complicar la vida de las personas y su normal actividad,
sino el de contribuir, dentro del ámbito de las atribuciones que a cada
organismo y funcionario corresponden, al desenvolvimiento armónico y ordenado
de las múltiples relaciones propias de la convivencia social.
Reitera la Corte lo
ya afirmado por ella en Sentencia T-568 del 23 de octubre de 1992 en el sentido
de que "el ejercicio de la función estatal no contrapone ni enfrenta al
ciudadano con la autoridad sino que, por el contrario, debe ser la ocasión para
su acercamiento y mutua colaboración en aras de los objetivos que identifican a
todos los miembros de la colectividad".
La perspectiva de la
buena fe no puede perderse de vista cuando se trata del ejercicio de
actividades lícitas y permitidas pero que, por exigencia del legislador, están
sujetas a la regulación y al control de la autoridad pública". (Cfr. Corte
Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-578 del 14 de diciembre de
1994).
De lo anterior se
concluye que, si la administración proyecta y desarrolla una determinada
actividad, sin planificar debidamente la forma de hacerlo y al culminarla
resulta que se han desconocido los derechos de las personas, es en ella en
quien deben recaer las consecuencias de su actuación, y por lo mismo son los
organismos administrativos y sus funcionarios quienes deben entrar a resolver
las situaciones en que hayan colocado a los administrados.
El caso en
estudio
De las pruebas que
aparecen en los expedientes de la referencia, ha podido concluir la Corte que
la administración municipal de Ibagué vulneró los derechos a la igualdad y el
trabajo de los accionantes, no por haber programado un desalojo del espacio
público -pues allí hizo prevalecer, como era su obligación, el interés general
sobre el particular-, sino por haber concebido la ampliación de la plaza de
mercado con una capacidad a todas luces insuficiente, y por haber planeado el
acceso a los puestos de trabajo dentro del inmueble con base en un proceso en
el que imperó el más absoluto desorden administrativo, a tal punto que de las
pruebas allegadas no se extrae siquiera la conclusión de si hubo o no sorteo
para efectuar las adjudicaciones. Sea que así hubiera ocurrido -evento en el
cual tendrían aplicación las aludidas advertencias de la Corte- o que se
hubiere procedido sin razonable criterio e ignorando la realidad de cada caso,
la caprichosa distribución de los lugares de ubicación en la plaza implicó
injustificada discriminación entre personas que se hallaban en las mismas
circunstancias.
En efecto, según el
acta correspondiente a la audiencia pública convocada por la Sala Laboral del
Tribunal Superior de Ibagué el 5 de septiembre de 1994, para resolver acerca de
una de las acciones de tutela incoadas (Fl. 39, Expediente T-50789), el
Gerente de las Empresas Públicas de la ciudad, doctor Edgar Castro Alarcón,
declaró que, siguiendo instrucciones del Concejo Municipal en lo concerniente
al uso de las plazas de mercado, la administración tuvo que enfrentar la
situación de los comerciantes informales -vendedores de productos
agropecuarios- del llamado "reguero" de la "Plaza de la
21". Dijo el Gerente que, hace dos años, a los integrantes de las tres
asociaciones de vendedores que venían actuando se les permitió que permanecieran
allí provisionalmente, mientras se construía un lugar adecuado para
albergarlos.
En ese momento, de
acuerdo con la declaración, se elaboró una lista o censo de las personas que se
encontraban en la situación descrita, aproximadamente ciento setenta (170),
cifra ésta que aumentó con posterioridad por cuanto "ellos (los
integrantes de las asociaciones) siguieron adicionándola y enviaron más listas
a las Empresas, donde, al hacer los cruces, se encontró que algunas personas
habían desaparecido de la lista y aparecían en cambio otras nuevas".
Añadió que en 1993
las Empresas hicieron un nuevo censo y cuatro meses antes de la declaración
otro, resultando que de la lista inicial sólo permanecían noventa (90)
vendedores.
Una de las
asociaciones ("Asolplazas") pretendía que se le entregaran los ciento
setenta puestos "para ellos entregarlos a su acomodo".
Dijo que, durante
una reunión a la que acudieron representantes de la Procuraduría, la Personería
y la Policía Nacional, se explicó el problema y que todos coincidieron en que
debería darse prelación a los de la lista inicial.
De la misma
declaración se desprende que, cuando estuvo construído el llamado
"planchón", se llevaron balotas para el sorteo, pero los vendedores
no quisieron aceptarlo. "Entonces se les dijo que quienes estaban censados
y voluntariamente quisieran ubicarse allí, podían hacerlo; había un delegado de
la Personería y se adjudicaron 90 puestos y posteriormente se adjudicaron 24
más de los más antiguos de esas listas".
La capacidad del
lugar, según el Gerente de las Empresas Públicas, es de 125 puestos
aproximadamente.
Entre las pruebas
consideradas por la Corte Constitucional aparece un acta de fecha 2 de agosto
de 1994, firmada por el Gerente de las Empresas Públicas de Ibagué, un delegado
de la Personería, el Jefe de plazas de mercado, el Coordinador de plazas y un
Capitán de la Policía.
Allí se dice que,
con el propósito de lograr la recuperación del espacio público invadido, se
procedió a adjudicar los puestos en la plaza.
Pese a la
contradictoria redacción del Acta -en algunos de cuyos apartes se dice que hubo
sorteo y en otros se afirma que se adjudicó "teniendo prioridad según el
orden de aparición de los voluntarios"- lo cierto es que se elaboró una
lista, con nombres y número de cédula de los favorecidos, en la cual fueron
incluídos en total 113 vendedores, cada uno con un puesto numerado. En algunas
de las declaraciones rendidas se afirma explícitamente que hubo sorteo; en
otras se asegura que ello no aconteció.
Debe anotarse que la
adjudicación oficial en referencia se llevó a cabo en desarrollo de un acto
administrativo de carácter general, el Acuerdo No. 023 del 22 de julio de 1993,
"Por medio del cual se fija el reglamento de las plazas de mercado",
proferido por la Junta Directiva de las Empresas Públicas Municipales de
Ibagué, en cuyo texto se regula lo atinente a la adjudicación de puestos
(artículos 8º a 13) pero no se dispone que las adjudicaciones deban hacerse por
sorteo.
En varios documentos
incorporados a los expedientes, en especial el suscrito por el Gerente de las
Empresas Públicas de Ibagué con destino al Tribunal Superior de esa ciudad el
13 de septiembre de 1994 y uno emanado del Ministerio del Trabajo y Seguridad
Social de fecha 18 de agosto de 1994, se informa acerca de denuncias
presentadas por usuarios de la plaza de mercado en el sentido de que una de las
asociaciones de vendedores les cobra cuotas mensuales para dejarlos ocupar el
sitio de trabajo y que los amenaza con retirarlos de allí si no las cubren.
Este antecedente trajo como consecuencia la anulación, por parte de las
Empresas Públicas, de un compromiso celebrado entre ellas y
"Asolplazas", mediante el cual se organizaba el funcionamiento del
mercado de la plaza de la 21.
También se denuncia
que ha habido manipulación política por parte de las asociaciones de vendedores
en lo concerniente a la ubicación de personas en las sucesivas listas de
usuarios.
Llama la atención de
esta Corte la circunstancia de que, según varios testimonios -tanto de
vendedores como del Gerente de las Empresas Públicas y de miembros de la Junta
Directiva de la misma-, el concejal ENRIQUE ARANGO HERNANDEZ ha venido
exigiendo dinero a los comerciantes reubicados, para que puedan permanecer en
sus puestos y que manipuló políticamente todo el proceso de adjudicación.
Por no ser de su
competencia, ninguna resolución adoptará la Corte en torno a estas denuncias,
pero ordenará correr traslado de ellas a la Fiscalía y a la Procuraduría
General de la Nación para lo de sus respectivas atribuciones.
El conjunto de
elementos probatorios incorporados a los distintos expedientes permite a la
Corte arribar a las siguientes conclusiones:
a) La administración
municipal de Ibagué (Alcaldía y Empresas Públicas) no fue cuidadosa en la
planeación del programa que debería llevar a cabo para despejar el espacio
público, mediante construcciones adicionales en la plaza de la 21, ni para
reubicar a los vendedores informales de productos agrícolas, pues las obras
adelantadas han debido partir de un adecuado, pleno y oportuno conocimiento de
las necesidades de espacio, a fin de poder incluir dentro del inmueble a todos
los vendedores.
b) El caótico
proceso efectuado, que dió lugar a la proliferación y sucesión de listas en las
que se supone estaban incorporados los vendedores afectados, llevó a la misma
administración a ignorar quiénes tenían derecho a ser ubicados en el interior
de la plaza, por haber sido incluidos en la lista inicial -criterio básico para
una definición lógica y justa del problema- y quiénes, por el contrario, habían
aparecido de manera oportunista y extemporánea para beneficiarse de la
situación.
Esta aseveración y
la anterior son corroboradas por el hecho de que no existe siquiera certeza
acerca de la elaboración oficial y fidedigna de un censo que hubiera ordenado y
cumplido -como era su deber- la propia administración. La Corte, al menos, no
ha encontrado, en los 29 expedientes examinados, un solo documento oficial,
emanado de la Alcaldía o de las Empresas Públicas, en que conste de manera
cierta un censo. No ha sido enunciada siquiera la fecha de las tantas veces
mencionada "primera lista" de vendedores.
Aparece sí una carta
remitida al Gerente de las Empresas Públicas el 25 de octubre de 1991, firmada
por los presidentes y secretarios de dos asociaciones de comerciantes
informales, a la cual acompañan "el censo de los compañeros trabajadores
de la plaza de la veintiuna", advirtiendo que "no es el completo,
puesto que el señor administrador de la plaza, Ricardo Cancino, está generando
terrorismo sicológico con nuestros compañeros, al amenazarlos con la fuerza
pública si se organizan".
c) El desordenado
tratamiento administrativo del asunto permitió también que terceros
interfirieran los procedimientos y contribuyeran a la confusión, generando
inconvenientes para el logro de los fines buscados por las autoridades y
causando, a la vez, daños a los derechos fundamentales de quienes sí merecían,
por sus circunstancias, ser adecuadamente reubicados.
d) Los accionantes
fueron perjudicados en efecto, con notoria ruptura del principio de igualdad y
con grave lesión de su derecho fundamental al trabajo. Otros ya han sido
reubicados, de acuerdo con los datos de que dispone la Corte al momento de
resolver (Acta del 2 de agosto de 1994), motivo por el cual carece de objeto,
en tales casos, la protección judicial.
Necesaria síntesis
de lo anterior y justo sentido del fallo que proferirá la Corte es la
consecuencia de que, ante la absoluta carencia de elementos de juicio para
negar la tutela de manera general y no existiendo tampoco pruebas que permitan
discriminar con certeza cuál era el verdadero contenido del censo inicial -pues
se ignora incluso si hubo la efectiva realización oficial de éste-, se impone
amparar los derechos de los peticionarios en cuanto ha sido establecido sin
duda que el programa de desocupación del espacio público y posterior
adjudicación de puestos, no se hizo en condiciones que garantizaran el derecho
a la igualdad.
La Corte no
concederá la tutela respecto de los comerciantes ya reubicados, por sustración
de materia.
La Corte
Constitucional se abstiene de ordenar a la administración la forma concreta en
que habrá de dar cumplimiento del presente fallo y, por tanto, no interferirá
en la autonomía administrativa dentro de la cual se procederá a la reubicación
ordenada, con arreglo a la tesis, desde hace tiempo reiterada por la
Corporación, según la cual la tarea del juez de tutela no consiste en señalar
pautas específicas de carácter técnico, presupuestal o administrativo, sino en
proteger, mediante órdenes de inmediato cumplimiento, los derechos
fundamentales, dejando a la administración en libertad de actuar, para cumplir
tales disposiciones, dentro de su órbita funcional y con arreglo a las
competencias de las cuales es titular.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
Primero.- REVOCANSE los siguientes fallos: el del
14 de septiembre de 1994, proferido por el Tribunal Superior de Ibagué -Sala
Laboral-, que negó la tutela interpuesta por MARIA IDALIA HERNANDEZ y que fue
confirmado por la Corte Suprema de Justicia -Sala Laboral-, el 5 de octubre de
1994; el del 14 de septiembre de 1994, proferido por el Tribunal Superior de
Ibagué -Sala Laboral-, que negó la tutela pedida por TEODOCIA DUCUARA DE OVIEDO
y que fue confirmado por la Corte Suprema de Justicia -Sala Laboral-, el 5 de
octubre de 1994; el del 14 de septiembre de 1994, proferido por el Tribunal
Superior de Ibagué -Sala Laboral-, que negó la tutela solicitada por CECILIA
SIERRA y que fue confirmado por la Corte Suprema de Justicia -Sala Laboral-, el
6 de octubre de 1994; el del 14 de septiembre de 1994, pronunciado por el
Tribunal Superior de Ibagué -Sala Laboral-, que negó la tutela incoada por
ELIZABETH POLANIA CIFUENTES y que fue confirmado por la Corte Suprema de
Justicia -Sala Laboral-, el 5 de octubre de 1994; el del 14 de septiembre de
1994, dictado por el Tribunal Superior de Ibagué -Sala Laboral-, que negó la
tutela interpuesta por PEDRO JOSE AFANADOR PEREZ y que fue confirmado por la
Corte Suprema de Justicia -Sala Laboral-, el 5 de octubre de 1994; el del 14 de
septiembre de 1994, proferido por el Tribunal Superior de Ibagué -Sala
Laboral-, que negó la tutela interpuesta por JOSE HUMBERTO ROJAS y que fue
confirmado por la Corte Suprema de Justicia -Sala Laboral-, el 6 de octubre de
1994; el del 14 de septiembre de 1994, proferido por el Tribunal Superior de
Ibagué -Sala Laboral-, que negó la tutela pedida por ANA CONSTANTINA POLANIA
ARANGO y que fue confirmado por la Corte Suprema de Justicia -Sala Laboral-, el
6 de octubre de 1994; el del 14 de septiembre de 1994, proferido por el
Tribunal Superior de Ibagué -Sala Laboral-, que negó la tutela interpuesta por
MARTHA MANRIQUE MANRIQUE y que fue confirmado por la Corte Suprema de Justicia
-Sala Laboral-, el 6 de octubre de 1994; el del 14 de septiembre de 1994,
dictado por el Tribunal Superior de Ibagué -Sala Laboral-, que negó la tutela
solicitada por JOSE ARCANGEL RANGEL y que fue confirmado por la Corte Suprema
de Justicia -Sala Laboral-, el 6 de octubre de 1994; el del 14 de septiembre de
1994, proferido por el Tribunal Superior de Ibagué -Sala Laboral-, que negó
la tutela interpuesta por VICENTE HERNANDEZ y que fue confirmado por la Corte
Suprema de Justicia -Sala Laboral-, el 6 de octubre de 1994; el del 14 de
septiembre de 1994, pronunciado por el Tribunal Superior de Ibagué -Sala
Laboral-, que negó la tutela interpuesta por ISMAEL BONILLA SIERRA y que fue
confirmado por la Corte Suprema de Justicia -Sala Laboral-, el 11 de octubre de
1994; el del 14 de septiembre de 1994, proferido por el Tribunal Superior de
Ibagué -Sala Laboral-, que negó la tutela interpuesta por CARLOS ALBERTO DAZA y
que fue confirmado por la Corte Suprema de Justicia -Sala Laboral-, el 12 de
octubre de 1994; el del 14 de septiembre de 1994, dictado por el Tribunal Superior
de Ibagué -Sala Laboral-, que negó la tutela interpuesta por IMELDA SANTA
LOZANO, confirmado por la Corte Suprema de Justicia -Sala Laboral-, el 11 de
octubre de 1994; el del 14 de septiembre de 1994, proferido por el Tribunal
Superior de Ibagué -Sala Laboral-, que negó la tutela interpuesta por ABEL
AFANADOR PEREZ y que fue confirmado por la Corte Suprema de Justicia -Sala
Laboral-, el 11 de octubre de 1994; el del 14 de septiembre de 1994, proferido
por el Tribunal Superior de Ibagué -Sala Laboral-, que negó la tutela
solicitada por DAVID TORRES AGUIAR y que fue confirmado por la Corte Suprema de
Justicia -Sala Laboral-, el 11 de octubre de 1994; el del 14 de septiembre de
1994, proferido por el Tribunal Superior de Ibagué -Sala Laboral-, que negó la
tutela interpuesta por BEATRIZ BALLESTEROS S. y que fue confirmado por la Corte
Suprema de Justicia -Sala Laboral-, el 11 de octubre de 1994; el del 14 de
septiembre de 1994, proferido por el Tribunal Superior de Ibagué -Sala
Laboral-, que negó la tutela incoada por ANACELY JIMENEZ DE LOZANO y que fue
confirmado por la Corte Suprema de Justicia -Sala Laboral-, el 12 de octubre de
1994; el del 14 de septiembre de 1994 del Tribunal Superior de Ibagué -Sala
Laboral-, que negó la tutela intentada por MARIA ANAIS MURILLO y que fue
confirmado por la Corte Suprema de Justicia -Sala Laboral-, el 12 de octubre de
1994; el del 14 de septiembre de 1994, del Tribunal Superior de Ibagué -Sala
Laboral-, que negó la tutela interpuesta por CARMEN ELENA CIFUENTES y que fue
confirmado por la Corte Suprema de Justicia -Sala Laboral-, el 12 de octubre de
1994; el del 19 de septiembre de 1994, proferido por el Tribunal Superior de
Ibagué -Sala Laboral-, que negó la tutela intentada por HECTOR HUGO MEDINA M. y
que fue confirmado por la Corte Suprema de Justicia -Sala Laboral-, el 5 de
octubre de 1994; el del 19 de septiembre de 1994, proferido por el Tribunal
Superior de Ibagué -Sala Laboral-, que negó la tutela interpuesta por MARIA
BETTY CRISTANCHO; el del 19 de septiembre de 1994, dictado por el Tribunal
Superior de Ibagué -Sala Laboral-, que negó la tutela solicitada por JOSE
HEINER GUZMAN V.; y el del 19 de septiembre de 1994, pronunciado por el
Tribunal Superior de Ibagué -Sala Laboral-, que negó la tutela interpuesta por
CILENIA SANTAFE.
Segundo.- CONCEDESE la tutela a MARIA IDALIA
HERNANDEZ, TEODOCIA DUCUARA DE OVIEDO, CECILIA SIERRA, ELIZABETH POLANIA
CIFUENTES, PEDRO JOSE AFANADOR, JOSE HUMBERTO ROJAS, ANA CONSTANTINA POLANIA
ARANGO, MARTHA MANRIQUE MANRIQUE, JOSE ARCANGEL RANGEL, VICENTE HERNANDEZ,
ISMAEL BONILLA SIERRA, CARLOS ALBERTO DAZA, IMELDA SANTA LOZANO, ABEL AFANADOR
PEREZ, DAVID TORRES AGUIAR, BEATRIZ BALLESTEROS, ANACELY JIMENEZ DE LOZANO,
MARIA ANAIS MURILLO, CARMEN ELENA CIFUENTES, HECTOR HUGO MEDINA M., MARIA BETTY
CRISTANCHO, JOSE HEINER GUZMAN V. y CILENIA SANTAFE.
Tercero.- En consecuencia, ORDENASE al Alcalde
Municipal de Ibagué y al Gerente de las Empresas Públicas Municipales que en un
término no superior a las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la
notificación del presente fallo inicien las gestiones necesarias y adopten las
medidas a que haya lugar para reubicar, en un término máximo de seis (6) meses
a los peticionarios respecto de los cuales ha prosperado la acción de tutela,
en zonas adecuadas para el ejercicio de su labor en condiciones dignas y
justas, dentro del perímetro urbano de la ciudad.
Cuarto.- Por carecer de objeto, no cabe la tutela en
los casos de las acciones interpuestas por MARIA DE LOS ANGELES NAVARRO, MARTIN
ARIAS ANDRADE, ESPERANZA RAMIREZ, MARIA DIOMAR MORALES, LUZ MILA TRUJILLO y
CESAR RODRIGUEZ PEÑUELA, quienes ya fueron reubicados, motivo por el cual se
CONFIRMAN los siguientes fallos: el del 14 de septiembre de 1994 proferido por
el Tribunal Superior de Ibagué -Sala Laboral-, que negó la tutela intentada por
MARIA DE LOS ANGELES NAVARRO y que fue confirmado por la Corte Suprema de
Justicia -Sala Laboral-, el 6 de octubre de 1994; el del 14 de septiembre de
1994 proferido por el Tribunal Superior de Ibagué -Sala Laboral-, que negó la
tutela intentada por MARTIN ARIAS ANDRADE y que fue confirmado por la Corte
Suprema de Justicia -Sala Laboral-, el 6 de octubre de 1994; el del 14 de
septiembre de 1994 proferido por el Tribunal Superior de Ibagué -Sala Laboral-,
que negó la tutela intentada por ESPERANZA RAMIREZ y que fue confirmado por la
Corte Suprema de Justicia -Sala Laboral-, el 6 de octubre de 1994; el del 14 de
septiembre de 1994 proferido por el Tribunal Superior de Ibagué -Sala Laboral-,
que negó la tutela intentada por MARIA DIOMAR MORALES y que fue confirmado por
la Corte Suprema de Justicia -Sala Laboral-, el 6 de octubre de 1994; el del 14
de septiembre de 1994 proferido por el Tribunal Superior de Ibagué -Sala
Laboral-, que negó la tutela intentada por LUZ MILA TRUJILLO y que fue
confirmado por la Corte Suprema de Justicia -Sala Laboral-, el 6 de octubre de
1994 y el del 14 de septiembre de 1994 proferido por el Tribunal Superior de
Ibagué -Sala Laboral-, que negó la tutela intentada por CESAR RODRIGUEZ PEÑUELA
y que fue confirmado por la Corte Suprema de Justicia -Sala Laboral-, el 11 de
octubre de 1994.
Quinto.- Se confía la vigilancia sobre la ejecución
de lo ordenado en esta Sentencia al Tribunal Superior de Ibagué -Sala Laboral-.
Sexto.- ADVIERTESE al Alcalde Municipal de Ibagué
y al Gerente de las Empresas Públicas Municipales que el desacato a lo aquí
dispuesto será sancionado en la forma prevista por el artículo 52 del Decreto
2591 de 1991.
Séptimo.- REMITASE copia de la presente providencia a
la Fiscalía y a la Procuraduría General de la Nación para lo de su competencia.
Octavo.- LIBRESE la comunicación prevista en el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA
VERGARA ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
329 | T-116-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-116/95
DEBERES DE LOS
PADRES
Si bien son
prioritarios y de ineludible cumplimiento, los deberes de los padres no se
agotan en la obtención de los recursos económicos indispensables para
garantizar a sus miembros elementos materiales como la vivienda digna, la
manutención, el vestuario y la educación contratada con establecimientos
públicos o privados, sino que entre aquéllos se destacan como esenciales a su
función los relacionados con la formación moral e intelectual de los hijos,
desde las primeras edades.
FACULTAD
SANCIONATORIA DE LOS PADRES/CASTIGO AL NIÑO
Cuando se trata
de establecer la metodología o los procedimientos que utilizan los padres para
la formación de sus hijos, respecto de los cuales no se justifican los medios
violentos, aparece como algo indubitable que la violencia de los padres no
amparada siquiera en la mínima explicación del quehacer educativo y dirigida de
modo indiscriminado contra quienes conforman el hogar, teniendo por únicas
causas la irascibilidad y la sinrazón, es del todo ilegítima y representa,
además de flagrante violación de los derechos fundamentales de los niños
(artículo 44 C.P.), hecho punible que debe ser sancionado como lo dispone la
normatividad.
DERECHOS DEL NIÑO-Protección/DERECHO A LA INTEGRIDAD
PERSONAL/MALTRATO A MENOR
El niño, por la
debilidad que le es característica y por la indefensión en que se encuentra, es
sujeto de especial protección constitucional. Las autoridades públicas tienen
la obligación de velar, dentro de sus respectivas órbitas de competencia, por
que los niños no sean objeto de la brutalidad de sus padres y deben evitar a
toda costa que sean aquéllos quienes sufran las consecuencias de los conflictos
conyugales de éstos, tanto en el campo físico como en el moral. El padre no
tiene el derecho a disponer del cuerpo de su hijo para infligirle malos tratos,
torturas, golpes o vejaciones, ni para privarlo de libertad, pues están de por
medio la dignidad y la integridad del menor, que son objeto de prevalente
amparo constitucional.
RAPTO DE MENOR
POR PARTE DEL PADRE
El amparo se
extenderá tan sólo al enunciado aspecto de la problemática familiar, pues de la
demanda resulta que también se perseguía mediante el uso de la acción de tutela
una finalidad para la cual no ha sido concebida, a saber la recuperación de la
niña raptada por su padre y el correspondiente castigo para éste. Por una
parte, ha operado la sustracción de materia, que hace inaplicable la tutela
-aunque hubiera sido procedente-, por cuanto, según se afirma en la sentencia
objeto de análisis, "...el día 3 de octubre de 1994 se hizo presente la
tutelante en compañía de su hija, de cinco años de edad, con el fin de declarar
al Juzgado que la niña le fue entregada en las instalaciones de la SIJIN.
FISCALIA GENERAL
DE LA NACION-Persecución
de delitos/ACCION DE TUTELA-Improcedencia
La acción de
tutela no es mecanismo adecuado para sustituir a la Fiscalía General de la
Nación en el cumplimiento de las tareas que a ella encomienda la Constitución
Política, a saber la investigación de los delitos y la acusación de los
presuntos infractores ante los juzgados y tribunales competentes. El uso de la
tutela para los indicados fines, aun en los casos de secuestro y rapto
desvertebraría la administración de justicia, rompería el principio de la
autonomía funcional y la desconcentración a que se refiere el artículo 228 de
la Carta, y dificultaría en grado sumo la adecuada planeación, coordinación y
operatividad de las actividades investigativas y la lucha del Estado contra el
delito. Representaría, además, abierta distorsión de las finalidades señaladas
por la Constitución a la acción de tutela.
-Sala Quinta de Revisión-
Ref.: Expediente
T-50915
Acción de tutela
instaurada por ALEXA MILENA GONZALEZ ZAMBRANO, representada por su madre,
GLORIA EDY ZAMBRANO QUINCHE, contra ROOSELVET GONZALEZ PAEZ.
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., mediante acta del dieciséis (16) de marzo de mil
novecientos noventa y cinco (1995).
Se revisa el fallo
proferido por el Juzgado Ochenta y dos Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá,
D.C., al resolver sobre el asunto en referencia.
I.
INFORMACION PRELIMINAR
GLORIA EDY ZAMBRANO
QUINCHE, quien obra en representación de su hija menor, ALEXA MILENA GONZALEZ
ZAMBRANO, ejerció acción de tutela contra el padre de la menor, ROOSELVET
GONZALEZ PAEZ.
Según el relato de
la madre, ALEXA MILENA, de cinco años, nació de una relación extramatrimonial
entre ella y el demandado.
De acuerdo con la
demanda, no habiéndole sido posible convivir con GONZALEZ -a quien sindica de
irresponsabilidad en el cumplimiento de sus deberes como padre y de haberlas
maltratado verbalmente y de hecho-, la accionante se trasladó a la casa de sus
padres y con su trabajo atendió todas las necesidades de la niña.
Dice que el padre de
la menor vivió por espacio de tres años en ese mismo hogar pero que, en cuanto
no pudo superar su vulgar comportamiento, tuvo que irse.
No obstante, volvió
la demandante a convivir con el demandado, buscando que su hija tuviera un
hogar, pero al poco tiempo -señala en su narración- siguieron los malos
tratos de palabra y de hecho, lo cual le estaba causando perjuicios emocionales
a la niña. Optó ella, en consecuencia, por regresar a casa de sus padres. Para
entonces -agrega- ya su excompañero mantenía relaciones con otra mujer y, al
hacerle los reclamos correspondientes, la amenazó de muerte, lo mismo que a sus
progenitores y familiares.
Afirma la
solicitante que en varias oportunidades GONZALEZ PAEZ llegó a romper los
vidrios del apartamento donde ella habitaba y que los atacó a ella y a sus
padres con palabras soeces.
Manifiesta que su
pequeña hija fue raptada por el padre en el curso de una acción violenta
adelantada cuando esperaban transporte.
II. LA DECISION
JUDICIAL OBJETO DE REVISION
La Sentencia
revisada es la proferida el 10 de octubre de 1994 por el Juzgado 82 Penal
Municipal de Santa Fe de Bogotá, mediante la cual se negó la protección
solicitada.
En el fallo se
reconoce el mal comportamiento de ROOSELVET GONZALEZ PAEZ, quien no ha cumplido
la regulación de visitas a su hija, suscrita por él en el Instituto de
Bienestar Familiar. "Persiste -dice el Juzgado- en mantener una actitud
violenta ante la menor cuando en presencia de ella profiere insultos y
maltratos físicos contra la madre y su familia, causando además daños
materiales en su casa de habitación, obrando citaciones a él de carácter
policivo en la Décima Estación de Engativa, a las que no ha comparecido, y, de
igual manera, se ha abstenido de asistir a otras citaciones emanadas del
Instituto de Bienestar Familiar y firmadas por la Defensora de Familia Zona 11
Engativá-Alamos Norte y de la Comisaría V de Familia".
Dice, sinembargo,
que el maltrato físico de que han sido víctimas tanto la madre como la menor
hija por parte del señor GONZALEZ PAEZ es conducta tipificada en nuestra
legislación como lesiones personales y maltrato a menores, por lo cual debe
instaurarse denuncia ante la autoridad penal competente. De igual manera
-añade-, si el comportamiento del señor GONZALEZ PAEZ atenta contra la honra
de la señora y su familia por sus expresiones ofensivas e injuriosas y por constantes
amenazas de muerte, existen mecanismos especiales para la investigación y fallo
de esas conductas, por medio de un proceso que se adelanta ante la autoridad
penal por delito de injuria y tortura moral, tipificados en nuestro Código
Penal.
De allí que estimara
improcedente la acción de tutela por la existencia de otros medios de defensa
judicial.
III.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
Esta Corte es
competente para revisar el fallo en referencia, según lo disponen los artículos
86 y 241-9 de la Constitución Política y el Decreto 2591 de 1991.
La tutela como
medio idóneo contra la violencia familiar
Aunque también ha
sido alegado por la accionante el incumplimiento de las obligaciones de su
excompañero -asunto que por regla general no es materia de tutela, ya que puede
ser tramitado ante la jurisdicción ordinaria, según lo tiene establecido la
jurisprudencia de esta Corte (Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de
Revisión. Sentencia T-098 del 3 de marzo de 1995)-, el fundamento fáctico
esencial y dominante en la demanda es el de la insoportable, repetida y
creciente violencia -verbal, moral y física- ejercida por el demandado sobre su
pequeña hija, la accionante y la familia de ésta.
De acuerdo con el
artículo 86 de la Carta Política, la Corte Constitucional ha reiterado que,
salvo el caso del perjuicio irremediable, no cabe la acción de tutela para
resolver situaciones susceptibles de controlar por conducto de otros medios
judiciales también encaminados a la defensa de los derechos.
Pero de la misma
manera ha insistido la Corte en que el medio alternativo debe ser eficaz
e idóneo para la material y concreta defensa del derecho fundamental
comprometido.
Al respecto debe
recordarse lo expresado por la Sala Tercera de Revisión en Sentencia T-03 del
11 de mayo 1992:
"Considera esta
Corporación que, cuando el inciso 3o. del artículo 86 de la Carta Política se
refiere a que "el afectado no disponga de otro medio de defensa judicial
..." como presupuesto indispensable para entablar la acción de tutela,
debe entenderse que ese medio tiene que ser suficiente para que a través de él
se restablezca el derecho fundamental violado o se proteja de su amenaza, es
decir, tiene que existir una relación directa entre el medio de defensa judicial
y la efectividad del derecho. Dicho de otra manera, el medio debe ser idóneo
para lograr el cometido concreto, cierto, real, a que aspira la Constitución
cuando consagra ese derecho. De no ser así, mal puede hablarse de medio de
defensa y, en consecuencia, aún lográndose por otras vías judiciales efectos de
carácter puramente formal, sin concreción objetiva, cabe la acción de tutela
para alcanzar que el derecho deje de ser simplemente una utopía".
Resulta evidente
que, respecto del derecho a la vida y a la integridad física y moral de las
personas afectadas por maltratos en el seno de la familia, si bien existen
procedimientos judiciales tendientes a la sanción penal de quien cause lesiones
personales o daño en cosa ajena, o a quien injurie a otro, los trámites
correspondientes no están encaminados a la protección de quien se encuentra
amenazado sino a la imposición del castigo al infractor, a posteriori.
No se trata,
entonces, de medios efectivos para la verdadera y actual protección de
los derechos fundamentales en juego.
Así lo dijo la Corte
también en las sentencias T-529 del 18 de septiembre de 1992, T-487 del 2 de
noviembre de 1994 y T-552 del 2 de diciembre de 1994.
En la primera de
tales providencias se afirmó:
"...el respeto
a la vida y a la integridad física de los demás, en un sentido moral y
jurídicamente extenso que no se reduce sólo a la prevención policiva o a la
represión penal del agresor, comporta el deber de no maltratar, ni ofender, ni
torturar, ni amenazar a las personas, mucho menos a aquella con quien se
comparten la unión doméstica de procreación y desarrollo de los hijos y de la
familia, y la promesa de mutuo fomento material y espiritual".
(...)
"...la orden de
amparo por vía de las actuaciones en sede de tutela, no enerva ni obstruye las
competencias de las autoridades penales de la Rama Judicial, pues estas deben
seguir el curso de las actuaciones que les asigna la acción pública de que son
titulares ante la comisión de un delito o de una conducta punible, e incluso
pueden llegar a ordenar las reparaciones que sean procedentes por vía de la
acción civil y dentro del marco de la correspondiente responsabilidad.
Tutelar el Derecho Constitucional Fundamental a la vida que se encuentra
amenazada y el Derecho a la Integridad Personal que ha sido violado por uno de
los cónyuges que coloca al otro en condiciones de indefensión, no comporta en
este caso la exclusión de las competencias de los jueces penales, pues, en
juicio de la Corte Constitucional ambas vías judiciales buscan fines diferentes
y no son incompatibles. En estos casos la vía judicial ordinaria no alcanza a
garantizar los derechos constitucionales, que se pretenden proteger por vía de
la acción de tutela". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de Revisión.
Sentencia T-529 del 18 de septiembre de 1992. M.P.: Dr. Fabio Morón Díaz).
Dijo luego la Corte:
"...el criterio
según el cual la peticionaria goza de otro medio de defensa judicial por cuanto
está en posición de iniciar un proceso penal contra su compañero permanente por
las lesiones personales que le cause, resulta ser equivocado desde el punto de
vista de la protección judicial efectiva de las garantías constitucionales,
teniendo en cuenta que la pena siempre será posterior al ilícito y que con su
imposición no se remedia el perjuicio ya causado. En tal sentido, someter a la
persona a la exigencia de nuevos daños a su integridad personal para alcanzar
la protección del juez implica contrariar el sentido de amparo eficaz de los
derechos en que se inspira la Constitución".
(...)
"Pero, además,
la protección de los derechos fundamentales amenazados tiene que ser inmediata.
No puede supeditarse a los engorrosos trámites de un proceso ordinario, aunque,
desde luego, la procedencia de la tutela y su prosperidad, que aluden
directamente a la salvaguarda de los derechos, no son incompatibles con las
sanciones que puedan imponerse dentro del proceso penal por los delitos
cometidos". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de Revisión").
En el último fallo
citado, la Corte añadió:
"...en el campo
específico del asunto planteado no se hallan en juego únicamente intereses
particulares, sujetos apenas a las regulaciones de normas de jerarquía legal,
como las relativas a contratos u obligaciones, sino que están comprometidos
derechos fundamentales de las personas y lo más probable es que peligren o se
encuentren ya afectados los derechos fundamentales de los niños, que reclaman
la activa e inmediata presencia del Estado y que, por mandato constitucional,
prevalecen sobre los derechos de los demás.
Pero no solamente
eso, sino que, adicionalmente, la institución perjudicada constituye -a la luz
de la Carta- la base misma de la organización social, por lo cual los factores
que incidan en ella, en especial si propician su resquebrajamiento o
corrupción, tocan el interés público en su punto más sensible".
(...)
"Sin perjuicio
de las prescripciones legales específicas que integran la normatividad civil y
de familia, lo relativo a la violencia en el interior de ésta cae bajo las
atribuciones de protección confiadas a la Jurisdicción Constitucional en cuanto
el artículo 86 de la Carta atribuye a los jueces la responsabilidad de tutelar
los derechos fundamentales si éstos son violados o amenazados por acción u omisión
de particulares respecto de quien el solicitante se halle en estado de
indefensión". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de Revisión).
La violencia
de los padres, atentado contra los derechos fundamentales de los niños y factor
destructivo de la familia
La Corte
Constitucional se ha referido a la familia, como elemento esencial de la
convivencia colectiva, en los siguientes términos:
"La familia,
ámbito natural y propicio para el desarrollo del ser humano, merece la
protección especial y la atención prioritaria del Estado, en cuanto de su
adecuada organización depende en gran medida la estable y armónica convivencia
en el seno de la sociedad. Es la comunidad entera la que se beneficia de las
virtudes que se cultivan y afirman en el interior de la célula familiar y es
también la que sufre grave daño a raíz de los vicios y desórdenes que allí
tengan origen.
Fácil es entender
que lo aprendido en el hogar se proyecta necesariamente en las etapas
posteriores de la vida del individuo, cuyos comportamientos y actitudes serán
siempre el reflejo del conjunto de influencias por él recibidas desde la más
tierna infancia. El ambiente en medio del cual se levanta el ser humano incide
de modo determinante en la estructuración de su personalidad y en la formación
de su carácter". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Plena. Sentencia C-371
del 25 de agosto de 1994).
No puede olvidarse
que el artículo 5º y el 42 de la Constitución han definido a la familia como
institución básica y núcleo fundamental de la sociedad. Dentro de ella, los
menores deben crecer en medio de un ambiente propicio que les garantice un
desarrollo integral por los aspectos físico, moral, mental, emocional,
educativo y de salud para que, formados con arreglo a su dignidad, sean
elementos valiosos para la familia y la sociedad.
El segundo de los
mencionados preceptos destaca que cualquier forma de violencia en la familia se
considera destructiva de su armonía y unidad, por lo cual es objeto de
sanciones.
Para la Corte es
claro que, si bien son prioritarios y de ineludible cumplimiento, los deberes
de los padres no se agotan en la obtención de los recursos económicos
indispensables para garantizar a sus miembros elementos materiales como la
vivienda digna, la manutención, el vestuario y la educación contratada con
establecimientos públicos o privados, sino que entre aquéllos se destacan como
esenciales a su función los relacionados con la formación moral e intelectual
de los hijos, desde las primeras edades.
Tal deber -tiene
dicho la Corte- no se cumple mediante el uso de castigos físicos ni por
conducto de la violencia.
Ha señalado al
respecto la jurisprudencia constitucional:
"Para reprender
al niño no es necesario causarle daño en su cuerpo o en su alma. Es suficiente
muchas veces asumir frente a él una actitud severa despojada de violencia;
reconvenirlo con prudente energía; privarlo temporalmente de cierta diversión;
abstenerse de otorgarle determinado premio o distinción; hacerle ver los
efectos negativos de la falta cometida. La eficacia de la sanción no estriba en
la mayor intensidad del dolor que pueda causar sino en la inteligencia y en la
firmeza con que se aplique, así como en la certidumbre que ofrezca sobre la
real transmisión del mensaje implícito en la reprensión. En tal sentido, no se
trata de ocasionar sufrimiento o de sacrificar al sujeto pasivo de la sanción
sino de reconvenirlo civilizadamente en aras de la adecuación de sus
posteriores respuestas a los estímulos educativos.
El uso de la fuerza
bruta para sancionar a un niño constituye grave atentado contra su dignidad,
ataque a su integridad corporal y daño, muchas veces irremediable, a su
estabilidad emocional y afectiva. Genera en el menor reacciones sicológicas
contra quien le aplica el castigo y contra la sociedad. Ocasiona
invariablemente el progresivo endurecimiento de su espíritu, la pérdida
paulatina de sus más nobles sentimientos y la búsqueda -consciente o
inconsciente- de retaliación posterior, de la cual muy seguramente hará
víctimas a sus propios hijos, dando lugar a un interminable proceso de
violencia que necesariamente altera la pacífica convivencia social". (Cfr.
Corte Constitucional. Sala Plena. Sentencia C-371 del 25 de agosto de 1994).
Si lo afirmado es
cierto cuando se trata de establecer la metodología o los procedimientos que
utilizan los padres para la formación de sus hijos, respecto de los cuales no
se justifican los medios violentos, aparece como algo indubitable que la
violencia de los padres no amparada siquiera en la mínima explicación del quehacer
educativo y dirigida de modo indiscriminado contra quienes conforman el hogar,
teniendo por únicas causas la irascibilidad y la sinrazón, es del todo
ilegítima y representa, además de flagrante violación de los derechos
fundamentales de los niños (artículo 44 C.P.), hecho punible que debe ser
sancionado como lo dispone la normatividad.
El niño, por la
debilidad que le es característica y por la indefensión en que se encuentra, es
sujeto de especial protección constitucional. Las autoridades públicas tienen
la obligación de velar, dentro de sus respectivas órbitas de competencia, por
que los niños no sean objeto de la brutalidad de sus padres y deben evitar a
toda costa que sean aquéllos quienes sufran las consecuencias de los conflictos
conyugales de éstos, tanto en el campo físico como en el moral.
El padre no tiene el
derecho a disponer del cuerpo de su hijo para infligirle malos tratos,
torturas, golpes o vejaciones, ni para privarlo de libertad, pues están de por
medio la dignidad y la integridad del menor, que son objeto de prevalente
amparo constitucional.
El caso
concreto
Se halla probado,
como consta en el expediente y como lo reconoce el juez de instancia, que el
contínuo ejercicio de la violencia por parte de ROOSELVET GONZALEZ PAEZ, lo ha
convertido en una verdadera y grave amenaza para la vida y la integridad de su
excompañera, de los parientes de ésta y de su pequeña hija, a quien no
solamente maltrata sino que ha raptado, afectándola de manera evidente en su
evolución mental y en su estabilidad emocional.
La Corte estima que
su delirante búsqueda de conflictos ha destruído la armonía familiar y ha
vulnerado de manera ostensible los derechos fundamentales de la menor, quien,
dadas las circunstancias en que vive, que son de total abandono económico
-también por irresponsabilidad de su progenitor- se encuentra en absoluto
desamparo ante los embates de éste, siendo necesario que, de manera inmediata,
el juez de tutela imparta las órdenes tendientes a proteger de manera eficiente
a la accionante, a su hija y a su familia.
Improcedencia
de la tutela para sustituir a la Fiscalía General de la Nación en la
persecución de los delitos.
El amparo se
extenderá tan sólo al enunciado aspecto de la problemática familiar, pues de la
demanda resulta que también se perseguía mediante el uso de la acción de tutela
una finalidad para la cual no ha sido concebida, a saber la recuperación de la
niña raptada por su padre y el correspondiente castigo para éste.
Por una parte, ha
operado la sustracción de materia, que hace inaplicable la tutela -aunque
hubiera sido procedente-, por cuanto, según se afirma en la sentencia objeto de
análisis, "...el día 3 de octubre de 1994 se hizo presente la tutelante,
señora GLORIA EDY ZAMBRANO QUINCHE, en compañía de su hija ALEXA MILENA, de
cinco años de edad, con el fin de declarar al Juzgado que la niña le fue
entregada en las instalaciones de la SIJIN el día jueves por el señor GONZALEZ
PAEZ..." (Fl. 27 del Expediente).
Ningún objeto
tendría, entonces, cualquier determinación del juez de tutela, pues carecería
de sustento fáctico.
Pero, por otra
parte, considera la Corte que la acción de tutela no es mecanismo adecuado para
sustituir a la Fiscalía General de la Nación en el cumplimiento de las tareas
que a ella encomienda la Constitución Política, a saber la investigación de los
delitos y la acusación de los presuntos infractores ante los juzgados y
tribunales competentes.
El artículo 250 de
la Carta atribuye a la Fiscalía la función de asegurar la comparecencia de los
sindicados, adoptando las medidas de aseguramiento. Además, y si fuere el caso,
es a ella a la que compete tomar las medidas necesarias "para hacer
efectivo el restablecimiento del derecho y la indemnización de los perjuicios
ocasionados por el delito", así como "dirigir y coordinar las
funciones de policía judicial que en forma permanente cumplen la Policía
Nacional y los demás organismos que señale la ley".
El uso de la tutela
para los indicados fines, aun en los casos de secuestro y rapto -que
evidentemente violan los derechos fundamentales a la libertad personal y a la
integridad de las personas y que merecen, por tanto, las sanciones establecidas
en la ley penal- desvertebraría la administración de justicia, rompería el
principio de la autonomía funcional y la desconcentración a que se refiere el
artículo 228 de la Carta, y dificultaría en grado sumo la adecuada planeación,
coordinación y operatividad de las actividades investigativas y la lucha del
Estado contra el delito. Representaría, además, abierta distorsión de las
finalidades señaladas por el artículo 86 de la Constitución a la acción de
tutela.
Por tanto, en esta
materia, debe negarse la protección impetrada.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
Primero.- REVOCASE el Fallo proferido por el
Juzgado 82 Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá, D.C., el 10 de octubre de
1994.
Segundo.- CONCEDESE la tutela instaurada y, en
consecuencia, tutélanse los derechos a la vida y a la integridad personal de la
accionante, de su hija y de su familia.
Tercero.- ORDENASE a ROOSELVET GONZALEZ PAEZ
abstenerse de ejecutar cualquier acto de violencia física o moral contra GLORIA
EDY ZAMBRANO QUINCHE, su hija o su familia
Cuarto.-. Por intermedio del Comandante de la
Policía Metropolitana de Santa Fe de Bogotá, D.C., ORDENAR a las autoridades
de policía con competencia en la carrera 70A Nº 67-A-55, que ejerzan
vigilancia permanente y cercana sobre la conducta de ROOSELVET GONZALEZ PAEZ,
para la efectiva protección de los derechos a la vida y a la integridad
personal de la señora GLORIA EDY ZAMBRANO QUINCHE, de su hija y de su familia.
Quinto.- CONFIASE al Juzgado Ochenta y dos Penal
Municipal de Santa Fe de Bogotá, D.C., el control y verificación sobre el
exacto cumplimiento de este fallo
Sexto.-. ADVIERTESE a ROOSELVET GONZALEZ PAEZ
que el desacato a lo resuelto en esta providencia le acarreará, cada vez que en
él incurra, las sanciones establecidas en el artículo 52 del Decreto 2591 de
1991
Séptimo.-. REMITANSE copias del expediente y de
esta providencia a la Directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar,
para que inicie de inmediato las diligencias tendientes a proteger a la menor
ALEXA MILENA GONZALEZ ZAMBRANO
Octavo.- NIEGASE la tutela en los demás aspectos
de la problemática familiar a que se refiere la demanda, respecto de los cuales
deberá acudirse a los medios judiciales ordinarios.
Noveno.- LIBRENSE las comunicaciones previstas en
el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, publíquese en la Gaceta de la Corte Constitucinal y
cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA
VERGARA ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
330 | T-117-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-117/95
ACCION DE TUTELA-Abuso/PRESTACIONES LABORALES-Pago
El sólo enunciado
de las pretensiones contenidas en la demanda permite afirmar que ésta,
corresponde a una palmaria desviación de los objetivos y la naturaleza de la
acción de tutela, pues se la ha querido usar con el declarado propósito de
sustituir los procedimientos ordinarios que la ley consagra para la solución de
conflictos en materia laboral. Resulta a todas luces improcedente la tutela,
aun como mecanismo transitorio, para buscar que se decrete el pago de
prestaciones o indemnizaciones, por cuanto aceptar que la competencia
correspondiente cabe dentro de las atribuciones subsidiarias del juez de tutela
implicaría que éste, sin consideración a la autonomía funcional que la
Constitución reconoce a quienes administran justicia, se ocupara de la cuestión
litigiosa expresamente reservada a otra jurisdicción.
DERECHOS DEL
MINUSVALIDO-Protección/MINUSVALIDO-Estabilidad
en el empleo/ACCION DE TUTELA TRANSITORIA/EXCEPCION DE INCONSTITUCIONALIDAD
El Convenio 159
de la Organización Internacional del Trabajo obliga al Estado a permitir que la
persona invalida obtenga y conserve un empleo adecuado y progrese en el mismo.
Puesto que ha sido probado que la accionante padece secuelas de poliomelitis
que en principio la colocan en una situación de debilidad manifiesta por
invalidez parcial, se concederá la tutela transitoriamente con el objeto de evitarle
el perjuicio irremediable consistente en la pérdida del empleo, con las
consecuencias que ella apareja para una persona de sus condiciones físicas y la
consiguiente dificultad que, por eso mismo, se le presenta para establecer
nuevos vínculos laborales.
-Sala Quinta
de Revisión-
Ref.: Expediente
T-51039
Acción de tutela
instaurada por GRACIELA VILLAMIZAR MOGOLLON contra el Director Ejecutivo del
INSTITUTO DE DESARROLLO URBANO "IDU".
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia
aprobada en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los dieciséis (16) días del mes de
marzo de mil novecientos noventa y cinco (1995).
Se
examinan los fallos proferidos en el asunto de la referencia por el Juzgado 55
Penal del Circuito y por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Fe
de Bogotá -Sala Penal-.
I.
INFORMACION PRELIMINAR
GRACIELA
VILLAMIZAR MOGOLLON, quien dijo ser minusválida, laboraba al servicio del
INSTITUTO DE DESARROLLO URBANO "IDU" y por decisión del Director de
la entidad, su nombramiento fue declarado insubsistente.
Consideró
la accionante que su desvinculación configuraba una vía de hecho, por cuanto la
conducta del agente carecía de fundamento objetivo y obedeció a su voluntad y
capricho, motivo por el cual ejerció la acción de tutela como mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable, con el objeto de que se la
reintegrara a su empleo así como para que se ordenara que le fueran pagadas las
indemnizaciones por despido sin justa causa debidamente comprobada, moratoria,
salarios, prestaciones, vacaciones, primas, subsidios, auxilios legales,
convencionales y extralegales y todo lo que el "IDU" le adeudara
desde la fecha del despido hasta aquélla en que se produjera el reintegro.
También
solicitó en la demanda que se ordenara al Director del "IDU" no
aislar su sitio de trabajo respecto de las urnas de licitaciones ni ubicarla en
sitios carentes de suficiente luz, todo lo cual, según ella, venían haciendo
sus jefes en la entidad "para fastidiarla".
La
señora VILLAMIZAR MOGOLLON se desempeñaba en el cargo de Técnico de
Investigación de la División de Programas Viales y Transporte Masivo del
Instituto.
II.
DECISIONES JUDICIALES
Tanto
el Juzgado 55 Penal del Circuito como la Sala Penal del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Santa Fe de Bogotá, mediante providencias fechadas los
días 9 de septiembre y 3 de octubre de 1994, negaron la protección solicitada
por considerar que la accionante era de libre nombramiento y remoción, que el
acto administrativo mediante el cual se la separó del cargo tuvo su origen en
el ejercicio de una facultad discrecional y que, aun en el caso de estimar la
señora VILLAMIZAR MOGOLLON que le habían sido conculcados sus derechos, podía
acudir a la jurisdicción Contencioso Administrativa para intentar su reintegro
al cargo y para el pago de los sueldos y demás emolumentos dejados de percibir.
IV.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
La
Corte Constitucional es competente para revisar los fallos mencionados, de
conformidad con lo establecido en los artículos 86 y 241, numeral 9, de la
Constitución Política y según el Decreto 2591 de 1991.
Evidente abuso de la tutela en cuanto al pago de prestaciones e
indemnizaciones laborales
El
artículo 86 de la Constitución ha sido claro al destacar que la acción de
tutela es improcedente, salvo caso de perjuicio irremediable, cuando el actor
dispone de otros medios judiciales para asegurar la eficacia de los derechos
que estima conculcados o amenzados.
La
señora VILLAMIZAR MOGOLLON, al hacer uso del excepcional instrumento, buscó por
una parte que se la reintegrara al empleo que venía desempeñando, del cual,
según dijo, fue despedida por su condición de minusválida, y de otro lado
obtener orden judicial de pago de indemnizaciones y prestaciones de índole
laboral -vacaciones, primas, subsidios, auxilios legales, convencionales y
extralegales, entre otras- e inclusive pidió que se definiera judicialmente el
sitio físico dentro del cual debería trabajar, en todo caso cerca de las urnas
usadas para las licitaciones públicas.
El
sólo enunciado de las pretensiones contenidas en la demanda permite afirmar que
ésta, con la salvedad que se hará más adelante en torno a los artículos 13 y 54
de la Constitución, corresponde a una palmaria desviación de los objetivos y la
naturaleza de la acción de tutela, pues se la ha querido usar con el declarado
propósito de sustituir los procedimientos ordinarios que la ley consagra para
la solución de conflictos en materia laboral.
Resulta
a todas luces improcedente la tutela, aun como mecanismo transitorio, para
buscar que se decrete el pago de prestaciones o indemnizaciones, por cuanto
aceptar que la competencia correspondiente cabe dentro de las atribuciones
subsidiarias del juez de tutela implicaría que éste, sin consideración a la
autonomía funcional que la Constitución reconoce a quienes administran
justicia, se ocupara de la cuestión litigiosa expresamente reservada a otra
jurisdicción.
Como
lo tiene dicho la Sala Plena de la Corte, la tutela "no puede converger
con vías judiciales diversas, por cuanto no es un mecanismo que sea factible de
elegir según la discrecionalidad del interesado, para esquivar el que de modo
específico ha regulado la ley; no se da la concurrencia entre éste y la acción
de tutela porque siempre prevalece -con la excepción dicha (la del perjuicio
irremediable)- la acción ordinaria" (Cfr. Corte Constitucional. Sala
Plena. Sentencia Nº. C-543 del 1 de octubre de 1992).
La
misma providencia dejó en claro que el principio democrático de la autonomía
funcional del juez, hoy expresamente reconocido en la Carta Política y que
busca evitar decisiones judiciales resultantes de mandatos o presiones sobre el
fallador, sería claramente lesionado si se permitiera al juez de tutela inmiscuirse
en los asuntos reservados a jurisdicciones y competencias distintas.
No
cabía, pues, la tutela para reemplazar los trámites que debe adelantar la
peticionaria ante la justicia laboral para reclamar lo que ella piensa que le
adeuda el IDU.
Y
estima la Corte que la improcedencia de la acción en tales materias es
absoluta, pues no podría prosperar ni siquiera como mecanismo transitorio, en
cuanto esta modalidad de protección constitucional parte del supuesto de que se
reserva al juez competente la decisión definitiva en el punto objeto de
controversia, siendo claro que, en el caso de un eventual fallo final en contra
de la trabajadora, éste carecería de sentido, o cuando menos de aplicación
práctica, una vez desembolsadas las sumas reclamadas.
Para
la Corte resulta inadmisible que la demandante -o el abogado que la haya
asesorado, cuyo nombre se ignora- haya desconocido de manera tan evidente la
norma constitucional sobre tutela, el Decreto 2591 de 1991 y la copiosa
jurisprudencia de esta Corte, en torno a la improcedencia de la acción para los
cometidos que en este caso se buscaron, pues aparece de bulto que se pretendió
evadir el trámite de los procesos laborales claramente definidos en las leyes y
se prefirió optar por una vía inadecuada, quizás con el deseo de obtener mayor
celeridad en la decisión, pero desvirtuando el sentido de la tutela.
No
menos improcedente resulta la acción en el caso sub-examine, en cuanto
fue usada como procedimiento encaminado a que el juez definiera cuál debería
ser el sitio de ubicación de la peticionaria dentro de las dependencias del
IDU, cuando en modo alguno se prueba que en el señalado aspecto la entidad
hubiera venido vulnerando o amenazando los derechos fundamentales de la señora
VILLAMIZAR.
La especial protección al minusválido
Se
tiene, entonces, que existiendo otro medio judicial para la defensa de los
derechos invocados, no cabe en principio la acción de tutela.
Pero
también debe recordarse que, según reiterada jurisprudencia, el amparo puede
tener lugar cuando el procedimiento que se presenta como alternativo no es
idóneo para la eficaz y cierta salvaguarda de los derechos fundamentales en
cuestión.
Ha
sostenido la Corte, siguiendo las pautas trazadas por el artículo 6º del
Decreto 2591 de 1991, que la posibilidad de los medios de defensa judicial
diversos de la tutela debe ser verificada en relación con su eficacia e
idoneidad frente a la situación concreta del peticionario y que, como esta
misma Sala expresó en el Fallo T-441 del 12 de octubre de 1993, un medio
judicial únicamente excluye la acción de tutela cuando sirve en realidad a los
fines de protección real del derecho.
"En
consecuencia -ha declarado la Corte- si dicho medio protege derechos distintos,
es viable la acción de tutela en lo que concierne al derecho que el señalado
medio no protege, pues para la protección de aquél se entiende que no hay otro
procedimiento de defensa que pueda invocarse ante los jueces".
Ha
añadido la jurisprudencia que "desde este punto de vista, es necesario que
el juez de tutela identifique con absoluta precisión en el caso concreto cuál
es el derecho fundamental sujeto a violación o amenaza, para evitar atribuirle
equivocadamente una vía de solución legal que no se ajusta, como debería
ocurrir, al objetivo constitucional de protección cierta y efectiva".
Es
por ello que, en circunstancias muy concretas, específicas y claramente
excepcionales, en las cuales han sido probados todos los elementos que
configuran la vulneración directa de los preceptos constitucionales, resulta
posible el otorgamiento de la tutela transitoria para preservar los derechos
del minusválido consagrados en los artículos 13 y 54 de la Constitución,
mientras se define en la vía ordinaria si el acto por medio del cual uno de
ellos ha sido separado de su cargo obedeció precisamente a su condición de
inferioridad física o estuvo sustentado en el ejercicio de atribuciones
conferidas por el ordenamiento jurídico al nominador.
En
tales eventos -ha entendido esta Corporación- la tutela se concede, probado el
abierto desacato a los mencionados preceptos superiores, no en sustitución de
la acción de nulidad y restablecimiento del derecho, que tiene por objeto la
verificación de la legalidad del acto mediante el cual se ha declarado
la insubsistencia del nombramiento, sino con miras a la protección del
derecho fundamental a la igualdad real y efectiva del minusválido (Artículo
13 C.P.) y su consiguiente derecho al trabajo dentro de las condiciones especiales
establecidas por el artículo 54 ibidem. Ambos aspectos se derivan,
no del orden legal a que estaba sujeta la vinculación laboral (que sería lo
discutible ante la jurisdicción Contencioso Administrativa) sino directamente
de normas constitucionales que son obligatorias.
Como
ya lo dijo la Sentencia T-441 citada, no estamos ante una obligación absoluta
de la administración, en cuya virtud deba un minusválido permanecer a
perpetuidad en el empleo por el hecho de serlo, pues si su conducta es
contraria al régimen disciplinario aplicable o a la ética, o si incurre en la
comisión de actos delictivos, o si su rendimiento -en labores que pueda
desempeñar, considerando su estado- resulta ser insatisfactorio, la
administración tiene plenas atribuciones constitucionales y legales para
disponer de su cargo, pues todo derecho comporta unos deberes correlativos que
también los minusválidos están obligados a cumplir.
Se
trata, en síntesis, no de establecer que todo minusválido sea inamovible sino
de asegurar, con arreglo a claros mandatos constitucionales y en circunstancias
específicas en que resulte incontrovertible el trato discriminatorio e injusto,
de no dejar desprotegida a la persona inválida frente a las demás.
No
puede dejar de considerarse que el Convenio 159 de la Organización
Internacional del Trabajo, aprobado por la Ley 82 de 1988, obliga al Estado a
permitir que la persona invalida obtenga y conserve un empleo adecuado y
progrese en el mismo, a la vez que define lo que se entiende por persona
inválida: aquella "cuyas posibilidades de obtener y conservar un
empleo adecuado y progresar en el mismo queden sustancialmente reducidas a
causa de una deficiencia de carácter físico o mental debidamente
reconocida".
Puesto
que ha sido probado que la accionante padece secuelas de poliomelitis que en
principio la colocan en una situación de debilidad manifiesta por invalidez
parcial, se concederá la tutela transitoriamente con el objeto de evitarle el
perjuicio irremediable consistente en la pérdida del empleo, con las
consecuencias que ella apareja para una persona de sus condiciones físicas y la
consiguiente dificultad que, por eso mismo, se le presenta para establecer
nuevos vínculos laborales.
Desde
luego, lo relativo a los aspectos legales de la separación del cargo no es de
competencia de esta Corte ni del juez de tutela y, por tanto, deberá esperarse
a lo que, según la normatividad vigente, resuelva la jurisdicción en el proceso
correspondiente.
DECISION
Con
fundamento en las consideraciones expuestas, la Sala Quinta de Revisión de la
Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato
de la Constitución,
RESUELVE:
Primero.- REVOCANSE las sentencias proferidas en
el asunto de la referencia por el Juzgado 55 Penal del Circuito y por la Sala
Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Fe de Bogotá los
días 9 de septiembre de 1994 y 3 de octubre del mismo año, pero solamente en
cuanto negaron la tutela transitoria impetrada por la demandante en relación
con los derechos constitucionales previstos en los artículos 13 y 54 de la
Carta Política.
Segundo.- En consecuencia, CONCEDESE la tutela
solicitada por GRACIELA VILLAMIZAR MOGOLLON, pero sólo en el sentido de
inaplicar temporalmente la decisión administrativa de separarla del cargo que
venía desempeñando (Artículo 8º del Decreto 2591 de 1991), ordenando para el
efecto al Director Ejecutivo del "Instituto de Desarrollo Urbano,
IDU", del Distrito Capital de Santa Fe de Bogotá, que se la reubique de
manera transitoria en empleo de igual o superior categoría, sin desmejora de
sus condiciones laborales, mientras la jurisdicción correspondiente resuelve
acerca de la validez del acto administrativo en cuestión.
Es
entendido que, de acuerdo con lo preceptuado en el artículo 8º del Decreto 2591
de 1991, la afectada deberá ejercer la correspondiente acción en un término de
cuatro (4) meses a partir de este Fallo.
La
presente Sentencia no revive los términos de caducidad de la acción Contencioso
Administrativa. Si ya caducaron, no tendrá lugar la protección otorgada.
Tercero.- CONFIRMANSE las providencias revisadas
en cuanto negaron las demás pretensiones de la accionante.
Cuarto.- LIBRESE la comunicación prevista en el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA VERGARA ALEJANDRO MARTINEZ
CABALLERO
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
331 | T-118-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-118/95
IMPUGNACION FALLO
DE TUTELA /JUEZ DE TUTELA-Incumplimiento
de su función/DETENCION DOMICILIARIA
La impugnación es
un derecho, reconocido directamente por la Carta a las partes que intervienen
dentro del proceso, para que, si la decisión adoptada no las favorece o no les
satisface, acudan ante el juez competente según la definición que haga la ley
-el superior jerárquico correspondiente, al tenor del artículo 32 del Decreto
2591 de 1991-, en solicitud de nuevo estudio del caso. Se trata, pues, de un
derecho de naturaleza constitucional cuyo ejercicio no depende de la
procedencia o improcedencia de la acción. Si ello es así, el propósito que
persigue el impugnante, amparado por la Constitución, es el de que el superior
de quien profirió el fallo, resuelva de manera expresa si confirma, revoca o
modifica la providencia atacada. Por lo tanto, el juez de segundo grado incumple
la función que le es propia cuando se pronuncia, como en este caso, sin adoptar
ninguna decisión respecto de la sentencia que ante él se impugna. Tanto el
impugnante como la otra parte en el proceso tienen derecho a conocer el
resultado del respectivo trámite y, por lo mismo, a saber si el fallo inicial
queda en firme o ha sufrido modificación.
VIA DE
HECHO/ACCION DE TUTELA CONTRA PROVIDENCIAS JUDICIALES/ACCION DE TUTELA-Improcedencia
La vía de hecho
es en realidad el ejercicio arbitrario de la función judicial, en términos
tales que el fallador haya resuelto, no según la ley -que, por tanto, ha sido
francamente violada- sino de acuerdo con sus personales designios. Para que
pueda llegarse a entender que, de manera excepcional, procede la acción de
tutela contra providencias judiciales -y con mayor razón contra sentencias que
han alcanzado el valor de la cosa juzgada-, es indispensable que se configure y
acredite una situación verdaderamente extraordinaria, que implique no solamente
el incumplimiento de una norma jurídica que el juez estaba obligado a aplicar
sino una equivocación de dimensiones tan graves que haya sido sustituído el
ordenamiento jurídico por la voluntad del fallador. En el presente caso no
existe motivo alguno para considerar que las providencias atacadas hayan sido
proferidas en el curso de una vía de hecho y tampoco ha sido probado el
perjuicio irremediable.
PREVARICATO POR
VIA DE HECHO
La Corte no
vacila en afirmar que la vía de hecho, clara y plenamente probada, si consiste
en una vulneración de la ley procesal de tales características que comporta una
ruptura grave del debido proceso y, por ende, la violación de la Constitución
Política, o una transgresión abierta de otros preceptos constitucionales, de
modo que lleve a conceder la tutela contra la providencia judicial en tela de
juicio, debe dar lugar a que el juez de tutela corra traslado de las
diligencias a la Fiscalía General de la Nación para que se inicie el
correspondiente proceso penal por prevaricato.
-Sala Quinta de Revisión-
Ref.: Expediente
T-51225
Acción de tutela
instaurada por MOHAMED AMIN SAKER contra el JUZGADO PRIMERO PENAL DEL CIRCUITO
DE MONTERIA
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los dieciséis (16) días del mes de marzo de mil
novecientos noventa y cinco (1995).
Revisa la Corte las
decisiones de tutela adoptadas en el asunto de la referencia por los juzgados
Segundo Penal Municipal y Quinto Penal del Circuito de Montería.
I. INFORMACION PRELIMINAR
MOHAMED AMIN SAKER,
preso en la Cárcel Nacional del Distrito Judicial de Montería, en donde purga
una condena por el delito de estafa, instauró acción de tutela con el objeto de
obtener que se le concediera el beneficio de que la privación de su libertad
fuera domiciliaria.
Dijo que el Juez
Primero Penal del Circuito de Montería no ha tenido en cuenta su situación
personal, que no lo conoce y que no ha leído su partida de bautismo.
Expresó que fue
condenado por un delito que no cometió; que no se le dió credibilidad a su
declaración y que en su caso se aplicó la teoría de la peligrosidad.
Según el
peticionario, se encuentra enfermo, no duerme y soporta fuertes dolores de
cabeza. Se quejó de estar recluído en una celda, lejos del cuidado de sus hijos
y su esposa y abandonado por el Estado.
Expresó que, de
acuerdo con recomendaciones médicas, debe hacerse tres operaciones.
Citó como violados
los artículos 46 y 52 de la Constitución Política.
II. DECISIONES
JUDICIALES
Mediante fallo
proferido el 8 de septiembre de 1994, el Juzgado Segundo Penal Municipal de
Montería resolvió negar la tutela impetrada, por cuanto la solicitud de que al
actor se le concediera la detención domiciliaria, elevada por su defensor,
"fue fallada y quedó debidamente ejecutoriada y se dispuso de los medios
de defensa, quedándole la opción de revisión".
Impugnada la
sentencia, el Juzgado Quinto Penal del Circuito de Montería, por Fallo del 12
de octubre de 1994, resolvió declarar "que la acción tutelar incoada por
MOHAMED AMIN SAKER, para la fecha de su presentación, se encontraba
caduca".
El juez de segunda
instancia se basó en el artículo 11 del Decreto 2591 de 1991, según el cual la
acción de tutela podrá ejercerse en todo tiempo, salvo la dirigida contra
sentencias o providencias judiciales que pongan fin a un proceso, la cual
caducará en dos meses de ejecutoriada la providencia.
III.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
La Corte
Constitucional es competente para revisar los fallos en referencia, según lo
disponen los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política y el Decreto 2591
de 1991.
Inexistencia
de caducidad en materia de tutela
El juez de segunda
instancia aplicó una norma inexistente, pues declaró que había operado en el
caso concreto la caducidad que preveía el artículo 11 del Decreto 2591 de 1991,
declarado inexequible por la Corte Constitucional mediante Sentencia C-543 del
1 de octubre de 1992.
Así, no solamente se
ignoró una providencia que hizo tránsito a cosa juzgada constitucional, sino
que se vulneró al peticionario su derecho de acceso a la administración de
justicia, ya que no se resolvió en el fondo sobre la impugnación presentada.
La Corte debe
reiterar que el artículo 86 de la Constitución Política señala con claridad que
la acción de tutela puede ser intentada "en todo momento", de tal
manera que el legislador no podía establecer términos de caducidad para su
instauración.
Declarada
inexequible la única disposición que consagraba el indicado límite, no tiene el
juez motivo alguno para exigir que la demanda de tutela sea presentada dentro
de cierto lapso.
El objeto de
la impugnación
El juez de segunda
instancia no solamente incurrió en la anotada equivocación, sino que profirió
una sentencia mediante la cual se limitó a declarar la caducidad, sin entrar a
confirmar ni a revocar la providencia objeto de recurso.
Ha de insistirse en
que la impugnación de las providencias mediante las cuales se resuelve sobre
acciones de tutela es un verdadero derecho de las partes en el procedimiento
preferente y sumario que se inicia a partir de ellas, cuyo orígen se encuentra
en el mismo artículo 86 de la Carta Política.
Recuérdase lo dicho
al respecto por esta misma Sala:
"Dispone el
artículo 86, inciso 2º, de la Constitución Política, refiriéndose al fallo
mediante el cual se resuelve acerca de una acción de tutela: "...podrá
impugnarse ante el juez competente...".
"...estamos
ante un derecho, reconocido directamente por la Carta a las partes que intervienen
dentro del proceso, para que, si la decisión adoptada no las favorece o no les
satisface, acudan ante el juez competente según la definición que haga la ley
-el superior jerárquico correspondiente, al tenor del artículo 32 del Decreto
2591 de 1991-, en solicitud de nuevo estudio del caso. Se trata, pues, de un
derecho de naturaleza constitucional cuyo ejercicio no depende de la
procedencia o improcedencia de la acción.
El juez de primera
instancia puede haberse equivocado, aun al calificar si la acción de tutela
cabía en el caso concreto. Por tanto, deducir él mismo que su criterio acerca
del punto traiga como consecuencia la pérdida del derecho a recurrir significa,
ni más ni menos, una clara violación del precepto superior y un desconocimiento
del derecho fundamental de acceder a la administración de justicia (art. 229 de
la Constitución).
El artículo 31 del
Decreto 2591 de 1991 establece que, dentro de los tres días siguientes a su
notificación, el fallo podrá ser impugnado por el Defensor del Pueblo, el
solicitante, la autoridad pública o el representante del órgano
correspondiente, sin perjuicio de su cumplimiento inmediato.
Por su parte, el
artículo 32 eiusdem preceptúa que, presentada la impugnación, el juez remitirá
el expediente dentro del término de dos días al superior jerárquico".
(Cfr. Corte Constitucional . Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-034 del 2
de febrero de 1994).
Si ello es así, el
propósito que persigue el impugnante, amparado por la Constitución, es el de
que el superior de quien profirió el fallo, una vez verificado su contenido,
tanto desde el punto de vista formal como por el material, y practicadas las
pruebas adicionales que estime indispensables para llegar a una plena
convicción sobre los elementos fácticos y jurídicos que integran la cuestión
planteada, resuelva de manera expresa si confirma, revoca o modifica la
providencia atacada.
Por lo tanto, el
juez de segundo grado incumple la función que le es propia cuando se pronuncia,
como en este caso, sin adoptar ninguna decisión respecto de la sentencia que
ante él se impugna. Tanto el impugnante como la otra parte en el proceso tienen
derecho a conocer el resultado del respectivo trámite y, por lo mismo, a saber
si el fallo inicial queda en firme o ha sufrido modificación.
Improcedencia
de la tutela contra providencias judiciales. La cosa juzgada constitucional en
la materia. Alcance de la vía de hecho
Aunque el escrito
mediante el cual se propuso la tutela es en este caso bastante confuso, de su
contexto puede concluirse que el autor pretendió atacar tanto la providencia
mediante la cual fue condenado -pues sostuvo que se lo había
hallado culpable sin
haber cometido el delito- como contra la posterior, por medio de la cual le fue
negada su solicitud de que se lo favoreciera con prisión domiciliaria.
Halla la Corte que
tanto una como otra decisión judicial han quedado ejecutoriadas.
Resulta, entonces,
que la acción de tutela era improcedente, puesto que el artículo 40 del Decreto
2591 de 1991, que la hacía posible de modo indiscriminado contra toda
providencia judicial, fue declarado inexequible por razones que en su momento
expuso esta misma Corte (Cfr. Sentencia de Sala Plena C-543 del 1 de octubre de
1992).
Es cierto que la
Corte, al fallar, no consagró un criterio absoluto de exclusión -pues,
interpretando el alcance del artículo 86 de la Carta Política, dió paso a la
acción de tutela contra providencias judiciales cuanto se estableciera un
perjuicio irremediable y cuando fuera probada una vía de hecho del juez,
tal como lo ha entendido y desarrollado después en su jurisprudencia-, pero
también lo es que las razones constitucionales para invocar el amparo dentro de
tan excepcionales supuestos deben ser clara y debidamente probadas y tienen un
sentido indudablemente restrictivo que surge del propio texto constitucional.
En torno al concepto
jurídico de lo que es la vía de hecho, la Corte Constitucional ha
sostenido:
"...las
actuaciones judiciales cuya ostensible desviación del ordenamiento jurídico las
convierte -pese a su forma- en verdaderas vías de hecho, no merecen la
denominación ni tienen el carácter de providencias para los efectos de
establecer la procedencia de la acción de tutela. No es el ropaje o la
apariencia de una decisión sino su contenido lo que amerita la intangibilidad
constitucionalmente conferida a la autonomía funcional del juez".
(...)
"...la Corte ha
efectuado un análisis material y ha establecido una diáfana distinción
entre las providencias judiciales -que son invulnerables a la acción de
tutela en cuanto corresponden al ejercicio autónomo de la función judicial y
respecto de las cuales existen, dentro del respectivo proceso, los medios
judiciales de defensa establecidos por el ordenamiento jurídico- y las vías
de hecho por cuyo medio, bajo la forma de una providencia judicial, quien
debería administrar justicia quebranta en realidad los principios que la
inspiran y abusa de la autonomía que la Carta Política reconoce a su función,
para vulnerar en cambio los derechos básicos de las personas.
En ese orden de
ideas, la violación flagrante y grosera de la Constitución por parte del juez,
aunque pretenda cubrirse con el manto respetable de la resolución judicial,
puede ser atacada mediante la acción de tutela siempre y cuando se cumplan los
presupuestos contemplados en el artículo 86 de la Constitución y no exista otro
medio al alcance del afectado para la defensa de su derecho". (Cfr. Corte
Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-173 del 4 de febrero de 1993).
En posterior
sentencia agregó:
"...la
utilización de un poder concedido al juez por el ordenamiento para un fin no
previsto en la disposición (defecto sustantivo), o en el ejercicio de la
atribución por un órgano que no es su titular (defecto orgánico), o en la
aplicación del derecho sin contar con el apoyo de los hechos determinantes del
supuesto legal (defecto fáctico), o en la actuación por fuera del procedimiento
establecido (defecto procedimental), esta sustancial carencia de poder o de
desviación del otorgado por la ley, como reveladores de una manifiesta
desconexión entre la voluntad del ordenamiento y la del funcionario judicial,
aparejará su descalificación como acto judicial.
El acto judicial que
en grado absoluto exhiba alguno de los defectos mencionados, atenta
contra la pax publica y por fuerza se convierte en socialmente
recusable. El juez que lo expidió, desconociendo los presupuestos objetivos y
teleológicos del ordenamiento, pierde legitimación - en cierto sentido, se
"desapodera" en virtud de su propia voluntad - y no puede pretender
que la potestad judicial brinde amparo a su actuación o le sirva de cobertura.
El principio de independencia judicial no se agota en vedar injerencias
extrañas a la función judicial, de manera que ella se pueda desempeñar con
autonomía, objetividad e imparcialidad; alude, también, a la necesaria relación
de obediencia que en todo momento debe observar el juez frente al ordenamiento
jurídico, el cual constituye, como lo expresa la Constitución, la fuente de sus
poderes y su única servidumbre.
El Juez que incurra
en una vía de hecho, no puede esperar que al socaire de la independencia
judicial, sus actos u omisiones, permanezcan incólumes. En este evento en el
que se rompe de manera incontestable el hilo de la juridicidad, los jueces de
tutela están excepcionalmente llamados a restaurar esa fidelidad a la ley de la
que ningún juez puede liberarse sin abjurar de su misión. Solo en este caso,
que por lo tanto exige la mayor ponderación y la aplicación de los criterios de
procedencia más estrictos, es dable que un juez examine la acción u omisión de
otro".
(...)
"La acción de
tutela contra las vías de hecho judiciales - cuando ella sea procedente ante la
ausencia de otro medio de defensa judicial o como mecanismo transitorio para
evitar un perjuicio irremediable -, en primer término, se endereza a garantizar
el respeto al debido proceso (CP art. 29) y el derecho de acceso a la justicia
(CP art 229). Gracias a estos dos derechos medulares toda persona puede acudir
ante un juez con miras a obtener una resolución motivada ajustada a derecho y
dictada de conformidad con el procedimiento y las garantías constitucionales
previstos en la Constitución y en la ley. Se articula a través de las normas
citadas un derecho público subjetivo a la jurisdicción o tutela judicial, que
no consiste propiamente en satisfacer la pretensión que se contiene en la
demanda o en su contestación sino a que se abra un proceso y a que la sentencia
se dicte con estricta sujeción a la ley y a las garantías procedimentales. En
este orden de ideas, la vía de hecho judicial, en la forma y en el fondo,
equivale a la más patente violación del derecho a la jurisdicción. Por ello la
hipótesis más normal es la de que través de los diferentes recursos que contemplan
las leyes procedimentales, se pueda impugnar cualquier acción u omisión
judicial que configure una vía de hecho, en cuyo caso, aunque no se descarte
siempre la procedibilidad de la tutela, su campo de acción - dada su naturaleza
subsidiaria - será muy restringido". (Corte Constitucional. Sala Tercera
de Revisión. Sentencia T-231 del 13 de mayo de 1994).
La vía de hecho
consiste en una transgresión protuberante y grave de la normatividad que regía
el proceso dentro del cual se profirió la providencia objeto de acción, a tal
punto que, por el desconocimiento flagrante del debido proceso o de otras
garantías constitucionales, hayan sido vulnerados materialmente -por la
providencia misma- los derechos fundamentales del accionante.
Esto significa que
la vía de hecho es en realidad el ejercicio arbitrario de la función judicial,
en términos tales que el fallador haya resuelto, no según la ley -que, por
tanto, ha sido francamente violada- sino de acuerdo con sus personales
designios.
No cualquier error
cometido por el juez en el curso del proceso tiene el carácter de vía de hecho,
pues entenderlo así implicaría retroceder al ritualismo que sacrifica a la
forma los valores de fondo que deben realizarse en todo trámite judicial y, por
otra parte, quedaría desvirtuada por una decisión de tutela la inexequibilidad
declarada por la Sala Plena de la Corte Constitucional, que, se repite, ha
hecho tránsito a cosa juzgada constitucional. Si, con arreglo al artículo 243
de la Constitución, en tal evento "ninguna autoridad podrá reproducir el
contenido material del acto jurídico declarado inexequible por razones de
fondo, mientras subsistan en la Carta las disposiciones que sirvieron para
hacer la confrontación entre la norma ordinaria y la Constitución",
tampoco los jueces, ni la propia Corte Constitucional en sus fallos de
revisión, pueden revivir el artículo 40 del Decreto 2591 de 1991, con las
salvedades que se hicieron explícitas en la Sentencia C-543 del 1 de octubre de
1992.
Así las cosas, para
que pueda llegarse a entender que, de manera excepcional, procede la acción de
tutela contra providencias judiciales -y con mayor razón contra sentencias que
han alcanzado el valor de la cosa juzgada-, es indispensable que se configure y
acredite una situación verdaderamente extraordinaria, que implique no
solamente el incumplimiento de una norma jurídica que el juez estaba obligado a
aplicar sino una equivocación de dimensiones tan graves que haya sido
sustituído el ordenamiento jurídico por la voluntad del fallador.
La Corte no vacila
en afirmar que la vía de hecho, clara y plenamente probada, si consiste en una
vulneración de la ley procesal de tales características que comporta una
ruptura grave del debido proceso y, por ende, la violación de la Constitución
Política, o una transgresión abierta de otros preceptos constitucionales, de
modo que lleve a conceder la tutela contra la providencia judicial en tela de
juicio, debe dar lugar a que el juez de tutela corra traslado de las diligencias
a la Fiscalía General de la Nación para que se inicie el correspondiente
proceso penal por prevaricato.
Desde luego, cuando
la enunciada gravedad de la violación no existe, por cuanto el error cometido
por el juez no tiene la indicada trascendencia ni ha incidido de modo eficiente
en el desconocimiento de derechos sustanciales del actor, o cuando la
normatividad aplicable era susceptible de diversas interpretaciones, una de las
cuales ha sido escogida por el fallador en ejercicio de su autonomía funcional
(artículo 228 C.P.), sin haberse configurado el evidente quebranto del
ordenamiento jurídico, no cabe la tutela y debe hacerse valer en todo su rigor
la inexequibilidad del artículo 40 del Decreto 2591 de 1991.
En el presente caso
no existe motivo alguno para considerar que las providencias atacadas hayan
sido proferidas en el curso de una vía de hecho y tampoco ha sido probado el
perjuicio irremediable.
Por consiguiente,
debe ser negada la tutela, dada su improcedencia.
La Corte,
sinembargo, dada la errónea concepción del fallo de segundo grado y en cuanto
éste no resolvió sobre aquéllo que ha debido decidir -la confirmación o
revocación de la sentencia impugnada-, se limitará a revocar la providencia
proferida por el superior, confirmando en cambio, por las razones expuestas, la
de primera instancia.
DECISION
En mérito de las
consideraciones precedentes, la Sala Quinta de Revisión de la Corte
Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución,
RESUELVE:
Primero.- REVOCASE la Sentencia proferida el 12 de
octubre de 1994 por el Juzgado Quinto Penal del Circuito de Montería.
Segundo.- CONFIRMASE, por las razones expuestas,
la Sentencia pronunciada el 8 de septiembre de 1994 por el Juzgado Segundo
Penal Municipal de Montería, al resolver sobre la acción de tutela instaurada
por MOHAMED AMIN SAKER.
Tercero.- LIBRESE la comunicación prevista en el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA
VERGARA ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
332 | T-119-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-119/95
CONDUCTA LEGITIMA
DE PARTICULAR
La conducta
legítima del particular es, entonces, la que tiene respaldo en el ordenamiento
jurídico vigente al momento de actuar. Si el juez la encuentra configurada al
analizar los hechos que se someten a su consideración, sin que, por otra parte,
se pueda establecer un ejercicio abusivo de sus derechos, no le está permitido
conceder una tutela contra aquél, pues ello significaría deducirle
responsabilidad por haberse ceñido a los mandatos que lo vinculaban. Al
contrario, probada la violación o la amenaza de un derecho fundamental como
consecuencia del comportamiento ilegítimo del particular contra quien la acción
se instaura, lo cual implica la certidumbre de que su conducta -positiva o
negativa- contradice o ignora los mandatos constitucionales o se aparta de las
prescripciones de la ley, o representa abuso, ha de otorgarse la protección
judicial, con el fin de hacerle exigible, en el terreno práctico y con la
efectividad suficiente, el adecuado cumplimiento del orden jurídico,
salvaguardando a la vez las garantías constitucionales del accionante.
ABUSO DEL DERECHO
Quien invoca un
derecho reconocido por el ordenamiento jurídico únicamente puede llevar su
ejercicio hasta los límites que el mismo ordenamiento establece. Una vez
traspasados esos linderos, deja de ejercerse un derecho y, en cuanto se causa
daño a la colectividad o a personas en concreto, se pierde legitimidad y se
debe responder. Así, la sola circunstancia de que las centrales de datos y los
archivos informáticos estén autorizados, en cuanto corresponden a la libertad
de empresa y al derecho a la información -ambos garantizados en la Carta
Política-, no implica que quien desarrolle la correspondiente actividad sea
invulnerable a la acción de tutela por el uso abusivo que pueda hacer de sus
derechos.
CADUCIDAD DEL
DATO-Límite temporal/BANCO
DE DATOS-Eliminación de registros
El término para
la caducidad del dato lo debe fijar, razonablemente, el legislador. Pero,
mientras no lo haya fijado, hay que considerar que es razonable el término que
evite el abuso del poder informático y preserve las sanas prácticas
crediticias, defendiendo así el interés general. Si el pago se ha producido en
un proceso ejecutivo, es razonable que el dato, a pesar de ser público, tenga
un término de caducidad, que podría ser el de cinco (5) años. Los datos
financieros no permanecen, entonces, de por vida. Cumplen una función
informativa precaria, esto es, durante un período razonable después de
ocurridos los hechos reportados, y desaparecen. Así las cosas, un individuo no
puede estar condenado para siempre a figurar como deudor moroso o como pagador
irregular, de haberlo sido en alguna época. Habiendo cancelado ya la obligación
y estando a paz y salvo con la entidad financiera correspondiente, si ha
transcurrido el tiempo razonable de caducidad del dato, el antiguo deudor debe
desaparecer del registro correspondiente.
-Sala Quinta de Revisión-
Ref.: Expediente
T-51306
Acción de tutela
instaurada por MARCOLINO ARIZA REYES contra DATACREDITO e INVERCREDITO
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los dieciséis (16) días del mes de marzo de mil
novecientos noventa y cinco (1995).
Se revisan los
fallos de tutela proferidos en el asunto de la referencia por el Juzgado Sexto
Civil del Circuito y por la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Santa Fe de Bogotá, D.C.
I. INFORMACION PRELIMINAR
El accionante dijo
haber solicitado a la entidad financiera denominada "INVERCREDITO"
una tarjeta de crédito que le fue entregada en enero de 1988.
La utilizó hasta
1992. En septiembre de ese año entró en mora y en noviembre canceló la deuda
respectiva, con sus correspondientes intereses, directamente a INVERCREDITO,
sin pasar a la Oficina Jurídica.
Dijo el actor que
seis meses antes de instaurar la acción de tutela fue a solicitar un crédito
para compra de vehículo y le fue negado por cuanto su nombre y cédula figuraban
en los archivos de "DATACREDITO".
Añadió que en mayo
de 1994 "INVERCREDITO" le expidió una certificación en el sentido de
que se encontraba a paz y salvo con dicha entidad.
No indicó si había
iniciado después alguna gestión ante "DATACREDITO" ni relató cuál
había sido el trámite posterior en dicho banco de datos.
II. DECISIONES
JUDICIALES
Correspondió decidir
en primera instancia al Juzgado Sexto Civil del Circuito de Santa Fe de Bogotá,
el cual, mediante providencia del 22 de agosto de 1994, decidió amparar el
derecho al buen nombre de MARCOLINO ARIZA REYES y ordenar a
"INVERCREDITO" y "DATACREDITO" que, dentro del término de
48 horas, lo excluyeran de la lista de deudores y de la pantalla
correspondiente.
A juicio del
fallador, el cliente tiene derecho a que los datos que de él constan en los
archivos se actualicen y, si es el caso, se rectifiquen.
Manifestó que en los
bancos de datos únicamente deben figurar como deudores morosos quienes no
paguen sus deudas, mas no quienes hayan satisfecho a sus acreedores.
Impugnada la
Sentencia por la Presidente de "INVERCREDITO", resolvió en segunda
instancia la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Fe
de Bogotá, según Sentencia del 13 de octubre de 1994.
El Tribunal revocó
la providencia impugnada y dispuso, en su lugar, la negación del amparo
solicitado.
Sostuvo el Tribunal
que la conducta de las entidades demandadas era legítima, de aquellas a las que
se refiere el artículo 45 del Decreto 2591 de 1991 y que "estando
legalmente permitido el funcionamiento del sistema de servicios de divulgación
sistematizada de informes, el cual corresponde a un medio para garantizar los
intereses generales de la comunidad relativos a la determinación que sobre
crédito deba ésta, a través de sus asociados, adoptar, no resulta jurídico ni
lógico que para proteger el derecho de uno solo de sus miembros se ordene
alterar o suprimir un dato que corresponde a una realidad".
III.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
La Corte
Constitucional es competente para revisar los fallos en referencia, de acuerdo
con lo previsto en los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política y en el
Decreto 2591 de 1991.
Inexistencia
de conducta legítima de un particular cuando éste abusa de su derecho
La Corte ya ha
tenido ocasión de fijar el alcance del artículo 45 del Decreto 2591 de 1991, a
cuyo tenor no puede concederse la tutela contra conductas legítimas de un
particular:
"El objetivo de
la norma consiste en asegurar que la acción de tutela se ejerza únicamente
sobre los supuestos constitucionales de la violación o amenaza de los derechos
fundamentales, ocasionadas por acciones u omisiones contrarias al ordenamiento
jurídico.
Se desarrolla, en
últimas, el artículo 6º de la Constitución Política, a cuyo tenor los
particulares sólo son responsables ante las autoridades -en este caso los
jueces de tutela- por infringir la Constitución o las leyes.
La persona debe
gozar de una mínima garantía, ofrecida por el Estado y por el ordenamiento
jurídico, de que, mientras ajuste su conducta a las normas en vigor -en primer
lugar las constitucionales, pero también las impuestas por la ley en tanto no
sean incompatibles con la Constitución (artículo 4º C.P.)- y no abuse de sus
derechos, no se verá sometida a la imposición de sanciones ni le será deducida
responsabilidad alguna. Ello es consecuencia necesaria de los principios
básicos del Estado de Derecho y excluye, por tanto, la arbitrariedad del juez,
quien únicamente podrá decidir en contra del particular fundado en la
convicción real de que éste ha transgredido o desbordado las reglas de
convivencia que el sistema jurídico establece.
De conformidad con
lo expuesto, no puede deducirse la vulneración de derechos fundamentales y
menos todavía la responsabilidad del acusado si a éste no se le demuestra,
dentro de las normas del debido proceso (artículo 29 C.P.), que se ha apartado
de la recta y cabal observancia de la preceptiva constitucional y legal que lo
obligaba en los términos del artículo 4º, inciso 2º, de la Carta: "Es
deber de los nacionales y de los extranjeros en Colombia acatar la Constitución
y las leyes, y respetar y obedecer a las autoridades".
La conducta
legítima del particular es, entonces, la que tiene respaldo en el
ordenamiento jurídico vigente al momento de actuar. Si el juez la encuentra
configurada al analizar los hechos que se someten a su consideración, sin que,
por otra parte, se pueda establecer un ejercicio abusivo de sus derechos, no le
está permitido conceder una tutela contra aquél, pues ello significaría
deducirle responsabilidad por haberse ceñido a los mandatos que lo vinculaban.
Al contrario,
probada la violación o la amenaza de un derecho fundamental como consecuencia
del comportamiento ilegítimo del particular contra quien la acción se
instaura, lo cual implica la certidumbre de que su conducta -positiva o
negativa- contradice o ignora los mandatos constitucionales o se aparta de las
prescripciones de la ley, o representa abuso, ha de otorgarse la protección
judicial, con el fin de hacerle exigible, en el terreno práctico y con la
efectividad suficiente, el adecuado cumplimiento del orden jurídico,
salvaguardando a la vez las garantías constitucionales del accionante.
Insiste la Corte en
que el respeto al orden instituído debe estar acompañado del razonable uso de
los derechos que se tienen a la luz del sistema jurídico. El abuso del derecho,
aunque éste se halle amparado formalmente en una norma jurídica, no legítima la
conducta de quien actúa en perjuicio de la colectividad o afectando los
derechos ajenos. De allí que el artículo 95 de la Constitución establezca, como
primer deber de la persona y del ciudadano, el de respetar los derechos ajenos
y no abusar de los propios". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de
Revisión. Sentencia T-017 del 30 de enero de 1995).
Para la Corte es
claro que, por una parte, los derechos consagrados en la Constitución Política
no son absolutos sino que encuentran sus límites en el orden jurídico y en los
derechos de los demás, y, por otra, que quien abusa de su derecho, afectando a
sus congéneres, no puede reclamar para sí el reconocimiento de una conducta
legítima, menos si ello con deja indefensa a su víctima.
No comparte esta
Corte los argumentos del Tribunal, que tienden a identificar la conducta
legítima de un particular con el hecho de que esté permitido por la ley el
funcionamiento de sistemas y servicios de divulgación sistematizada.
Quien invoca un
derecho reconocido por el ordenamiento jurídico únicamente puede llevar su
ejercicio hasta los límites que el mismo ordenamiento establece. Una vez
traspasados esos linderos, deja de ejercerse un derecho y, en cuanto se causa
daño a la colectividad o a personas en concreto, se pierde legitimidad y se
debe responder.
Así, la sola
circunstancia de que las centrales de datos y los archivos informáticos estén
autorizados, en cuanto corresponden a la libertad de empresa y al derecho a la
información -ambos garantizados en la Carta Política-, no implica que quien
desarrolle la correspondiente actividad sea invulnerable a la acción de tutela
por el uso abusivo que pueda hacer de sus derechos.
Es claro, como lo ha
puesto de presente esta Corte, que mediante el registro de una persona en un
banco de informaciones -como las de carácter financiero- pueden resultar
lesionados sus derechos a la intimidad, a la honra o al buen nombre, eventos en
los cuales el afectado goza de las garantías constitucionales que le permiten
acudir al Habeas Data para obtener la rectificación correspondiente
(artículo 15 C.P.) o a la acción de tutela (artículo 86 C.P.) para vencer la
resistencia de la entidad particular que persiste en la vulneración de los
derechos fundamentales.
Por ello, en este
caso, el juez de segunda instancia ha debido obrar -como lo hizo el de primera-
en el sentido de verificar si tales circunstancias se daban en realidad, en vez
de presumir que por haber sido en alguna época deudor moroso, el demandante
carecía de toda oportunidad de reivindicación.
Ahora bien, la Corte
Constitucional, en sentencias de unificación números SU-082 y SU-089 del 1 de
marzo de 1995 (M.P.: Dr. Jorge Arango Mejía), ha armonizado los derechos a la
información -que en el caso de los datos financieros interesa a los acreedores
y a toda la comunidad-, por una parte, y a la honra y el buen nombre de las
personas concernidas, por la otra, sentando doctrina constitucional acerca de
la caducidad del dato, en los siguientes términos:
"Como se ha
visto, el deudor tiene derecho a que la información se actualice, a que ella
contenga los hechos nuevos que le beneficien.
Y, por lo mismo,
también hacia el pasado debe fijarse un límite razonable, pues no sería lógico
ni justo que el buen comportamiento de los últimos años no borrara, por así
decirlo, la mala conducta pasada.
¿Qué ocurre en este
caso?. Que el deudor, después de pagar sus deudas, con su buen comportamiento
por un lapso determinado y razonable ha creado un buen nombre, una buena fama,
que en tiempos pasados no tuvo.
Corresponde al
legislador, al reglamentar el habeas data, determinar el límite temporal
y las demás condiciones de las informaciones. Igualmente corresponderá a esta
Corporación, al ejercer el control de constitucionalidad sobre la ley que
reglamente este derecho, establecer si el término que se fije es razonable y si
las condiciones en que se puede suministrar la información se ajustan a la
Constitución.
Es claro, pues, que
el término para la caducidad del dato lo debe fijar, razonablemente, el
legislador.
Pero, mientras no lo
haya fijado, hay que considerar que es razonable el término que evite el abuso
del poder informático y preserve las sanas prácticas crediticias, defendiendo
así el interés general.
En este orden de
ideas, sería irrazonable la conservación, el uso y la divulgación informática
del dato, si no se tuviera en cuenta la ocurrencia de todos los siguientes
hechos:
a) Un pago
voluntario de la obligación;
b) Transcurso de un
término de dos (2) años, que se considera razonable, término contado a partir
del pago voluntario. El término de dos (2) años se explica porque el deudor,
al fin y al cabo, pagó voluntariamente, y se le reconoce su cumplimiento,
aunque haya sido tardío. Expresamente se exceptúa el caso en que la mora haya
sido inferior a un (1) año, caso en el cual, el término de caducidad será igual
al doble de la misma mora; y,
c) Que durante el
término indicado en el literal anterior, no se hayan reportado nuevos incumplimientos
del mismo deudor, en relación con otras obligaciones.
Si el pago se ha
producido en un proceso ejecutivo, es razonable que el dato, a pesar de ser
público, tenga un término de caducidad, que podría ser el de cinco (5) años,
que es el mismo fijado para la prescripción de la pena, cuando se trata de
delitos que no tienen señalada pena privativa de la libertad, en el Código
Penal. Pues, si las penas públicas tienen todas un límite personal, y aun el
quebrado, en el derecho privado, puede ser objeto de rehabilitación, no se vé
por qué no vaya a tener límite temporal el dato financiero negativo. Ahora,
como quiera que no se puede perder de vista la finalidad legítima a la que
sirven los bancos de datos financieros, es importante precisar que el límite
temporal mencionado no puede aplicarse razonablemente si dentro del mismo
término ingresan otros datos de incumplimiento y mora de las obligaciones del
mismo deudor o si está en curso un proceso judicial enderezado a su
cobro".
Esta Sala de
Revisión, complementando lo dicho, ha señalado:
"Los bancos de
datos y las entidades financieras tienen derecho a la conservación,
procesamiento y circulación de informaciones de carácter económico,
especialmente las relacionadas con el cumplimiento de las obligaciones
contraídas por los deudores, a fin de evitar, merced al oportuno conocimiento,
aumentar los riesgos inherentes al crédito por la colocación de recursos en
manos de quien no exhibe una trayectoria de cumplimiento.
Pero, claro está, no
siendo un derecho absoluto, encuentra sus límites en los derechos de las
personas afectadas por los datos, las cuales no pueden permanecer
indefinidamente registradas bajo un dato negativo que, hacia el futuro, les
niega el acceso al crédito y les causa graves perjuicios. Esto da lugar al derecho
al olvido, sostenido por esta Corte desde la Sentencia 414 del 6 de junio
de 1992, según el cual las informaciones negativas acerca de una persona no
tienen vocación de perennidad y en consecuencia, después de algún tiempo, deben
desaparecer totalmente del banco de datos respectivo.
La Corte
Constitucional ha entendido que es necesario armonizar tales derechos para
preservar el interés general implícito en el adecuado y oportuno cumplimiento
de las obligaciones, sin ocasionar la desprotección de la persona frente al
poder informático y sin prohijar el uso desmedido y desproporcionado del
derecho a la información, razón por la cual estima necesario reiterar que, por
una parte, se requiere una autorización del interesado para que las centrales
de datos dispongan de la información y la hagan circular, y, por otra, deben
existir unas reglas claras sobre la caducidad del dato.
Los datos
financieros no permanecen, entonces, de por vida. Cumplen una función
informativa precaria, esto es, durante un período razonable después de
ocurridos los hechos reportados, y desaparecen. Si se extendiera su registro
más allá del término de caducidad, perderían legitimidad y, por tanto, la
actualización que puede reclamar el interesado implica, en tal hipótesis, la
obligación del banco de datos de eliminar toda referencia a la información
negativa caduca". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de Revisión.
Sentencia T-097 del 3 de marzo de 1995).
Así las cosas, un
individuo no puede estar condenado para siempre a figurar como deudor moroso o
como pagador irregular, de haberlo sido en alguna época.
Reitera la Corte
que, habiendo cancelado ya la obligación y estando a paz y salvo con la entidad
financiera correspondiente, si ha transcurrido el tiempo razonable de caducidad
del dato, el antiguo deudor debe desaparecer del registro correspondiente.
En el caso de autos,
ha sido probado, de acuerdo con certificación expedida por la propia compañía
acreedora (Fl. 21 del Expediente) que MARCOLINO ARIZA REYES incurrió en una
mora de 90 días en el pago de sus cuotas por tarjeta de crédito durante 1992,
pero que canceló sus obligaciones el 26 de enero de 1993.
Entonces, aplicando
los criterios de razonabilidad señalados por la Sala Plena de esta Corte a
falta de norma legal que fije términos de caducidad del dato (Cfr. Sentencia
SU-089 del 1 de marzo de 1995), no es admisible ni justo que, a la fecha de
esta providencia, el actor permanezca, después de transcurridos más de dos años
de efectuado el pago total de sus obligaciones, registrado en la central de
datos denominada "DATACREDITO".
El tiempo razonable
de su permanencia -para satisfacer el derecho a la información del acreedor y
del banco de datos- no podía sobrepasar el doble del tiempo de la mora, es
decir, 180 días.
Se revocará el Fallo
de segunda instancia y se concederá la tutela, ordenando a "COMPUTEC
S.A.-DATACREDITO" que proceda a la inmediata eliminación, en su banco de
datos, del nombre y la identificación del solicitante.
DECISION
Con fundamento en
las consideraciones expuestas, la Sala Quinta de Revisión de la Corte
Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución,
RESUELVE:
Primero.- REVOCAR en todas sus partes la Sentencia
proferida por la Sala Civil del Tribunal del Distrito Judicial de Santa Fe de
Bogotá, D.C., el 13 de octubre de 1994.
Segundo.- ORDENAR a "COMPUTEC
S.A.-DATACREDITO" que, en un término no superior a las cuarenta y ocho
(48) horas siguientes a la notificación de este Fallo, proceda a eliminar
cualquier forma de registro en su banco de datos o archivo respecto del
peticionario, MARCOLINO ARIZA REYES, C. de C. 19.113.675 de Bogotá.
Tercero.- "COMPUTEC S.A.-DACREDITO"
informará por escrito al Juez de primera instancia, el Sexto Civil del Circuito
de Santa Fe de Bogotá, D.C., sobre el exacto e inmediato cumplimiento de lo
ordenado en esta providencia.
Cuarto.- Por el cumplimiento de esta Sentencia
responderá el representante legal de "COMPUTEC S.A.", a quien se
advierte que el desacato será sancionado en la forma prevista por el artículo
52 del Decreto 2591 de 1991. Notifíquesele personalmente.
Quinto.- LIBRESE la comunicación prevista en el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA
VERGARA ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
333 | T-120-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-120/95
CLUB
DEPORTIVO/CONTROVERSIA DEPORTIVA
Los clubes
deportivos son personas jurídicas de Derecho Privado, no prestan un servicio público
y aunque su actividad interesa -y de modo relevante- a la colectividad, ese
interés es puramente recreativo, de esparcimiento y distracción y en modo
alguno relacionado con actividades que en sí mismas afecten o pongan en peligro
derechos fundamentales. Pretender que los jueces decidan cuándo un técnico de
fútbol o de otro deporte acierta en sus determinaciones resulta tan
descabellado e impropio como aspirar a que los especialistas deportivos adopten
las decisiones confiadas por la ley a los tribunales del Estado. Los actos
imputados al técnico no constituyen eventos violatorios de la integridad
personal, moral o física, del pupilo sino ejercicio normal de sus funciones de
preparación y orientación estratégica en el específico campo futbolístico.
-Sala Quinta de Revisión-
Ref.: Expediente
T-48923
Acción de tutela
instaurada por Acción de tutela instaurada por ALFONSO FELIPE GARAY contra
HERNANDO GARCIA y el Club Deportivo "LOS MILLONARIOS"
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los veintiún (21) días del mes de marzo de mil
novecientos noventa y cinco (1995).
Se examinan los
fallos proferidos en el asunto de la referencia por el Juzgado Octavo Civil del
Circuito y por la Sala de Decisión Civil del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Santa Fe de Bogotá, D.C.
I. INFORMACION PRELIMINAR
ALFONSO GARAY
MOLANO, padre del menor ALFONSO FELIPE GARAY, jugador de la Cuarta División del
Club "Millonarios", de Santa Fe de Bogotá, actuando en su nombre y
representación, ejerció acción de tutela contra el técnico HERNANDO GARCIA y
contra el Club Deportivo "LOS MILLONARIOS" por lo que, a su juicio,
ha sido una violación reiterada de los derechos fundamentales de su hijo.
Dijo el demandante
que ALFONSO FELIPE, de 14 años, es ferviente practicante de fútbol y que
siempre se ha destacado por su destreza, inteligencia y excelente juego, además
de ser un gran estudiante.
A raíz del traslado
del padre a Santa Fe de Bogotá, el menor se vinculó con las devisiones
inferiores de "MILLONARIOS", donde su rendimiento ha sido óptimo, al
punto de haber sido artífice -según la demanda- del campeonato obtenido por la
preinfantil del Club en el año 1992.
Sin embargo
-afirmó-, a raíz del fracaso del técnico García, a quien las directivas de
"MILLONARIOS" desautorizaron para viajar a Brasil a participar en un
torneo, aquél cambió en el trato con Alfonso Felipe, por considerar que el
padre había sido el responsable de la expuesta situación, en cuanto formuló
objeciones al viaje, junto con otros padres de familia.
"A partir del
hecho anterior -señaló la demanda- el técnico HERNANDO "MICO" GARCIA
desató una persecución injustificada contra mi hijo, humillándolo y demeritando
sus actitudes y condiciones en público y ante sus compañeros".
Dijo el accionante
que durante el año 1993 su hijo no fue tenido en cuenta para que interviniera
en ningún partido del campeonato.
"Lo citaba a
entrenamiento -expresó- y después de efectuar los ejercicios físicos, cuando se
organizaba el equipo para las prácticas de orden técnico y táctico, lo
humillaba ante sus compañeros y demás asistentes, ordenándole se cambiara o
jugara con las categorías 5a o
6a, inferiores a la que él en
realidad pertenece, por su experiencia y capacidad".
"En otras
oportunidades -agregó- durante el transcurso de los partidos ilusionaba a mi
hijo ALFONSO FELIPE GARAY para que entrara a jugar en los últimos 15 a 10
minutos de algunos partidos, ordenándole prácticas de calentamiento, para al
final negarle su entrada, situación que fue apreciada por los demás padres de
familia, con los consecuentes comentarios desfavorables hacia el técnico
HERNANDO "MICO" GARCIA y de conmiseración y lástima hacia mi hijo, colocando
su buen nombre en entredicho".
Estos y otros hechos
similares fueron expuestos en la demanda, mediante la cual el padre del menor
-alegando que la situación ha postrado a su hijo física y psíquicamente y que
lo ha desmoralizado- solicitaba al juez de tutela declarar la responsabilidad
del técnico por el manejo inadecuado de los menores sometidos a su dirección;
que se ordenara al Club Deportivo "LOS MILLONARIOS" y a la Federación
Colombiana de Fútbol la expulsión del mencionado profesional; que a éste se
ordenara cesar en los malos tratos de palabra o de hecho a los menores bajo su
cuidado; que se otorgara a Alfonso Felipe Garay, en el ejercicio de la
actividad futbolística, las mismas oportunidades de los demás y que se le
respetaran sus derechos a desempeñarse en su deporte favorito; que se le
brindara una adecuada formación para el bien de sí mismo y de la sociedad.
II. DECISIONES
JUDICIALES
La primera instancia
correspondió al Juez Octavo Civil del Circuito de Santa Fe de Bogotá, quien,
por medio de sentencia fechada el 26 de agosto de 1994, concedió la tutela
solicitada, ordenando al Club Deportivo "LOS MILLONARIOS" que en un
término máximo de ocho días adelantara las investigaciones sobre posible
discriminación o malos tratos al accionante por parte del técnico Hernando
García y se tomaran los correctivos del caso.
Advirtió el Juez que
no tenía facultad para ordenar destitución o desvinculación laboral de ninguna
especie, como lo pretendió el accionante, pero estimó que debía tutelar los derechos
del menor, dando lugar a las pertinentes indagaciones, para que, en el caso de
ser probados los malos tratos por parte del técnico, o la discriminación
denunciada, se adoptaran las providencias encaminadas a su erradicación.
Impugnado el Fallo
por el apoderado del Club Deportivo, resolvió en segunda instancia el Tribunal
Superior de Distrito Judicial de Santa Fe de Bogotá. Este, mediante Sentencia
del 7 de septiembre de 1994, revocó la decisión de primer grado y negó la
protección impetrada.
Dijo el Tribunal que
el Club Deportivo "LOS MILLONARIOS" no es autoridad pública ni
tampoco un particular encargado de prestar un servicio público, por lo cual la
acción de tutela contra él y su técnico resultaba improcedente.
Señaló, además, que
la formación deportiva, el refinamiento de una actividad eminentemente
recreativa, el adiestramiento en la disciplina no es obligatorio para el menor
y que tampoco es forzoso que la preparación se haga en una institución
determinada pues son muchas las organizaciones que brindan ese servicio.
Sostuvo entonces que el menor de que se trata no se encontraba bajo
subordinación o indefensión, premisa indispensable para que opere la acción de
tutela contra particulares.
III.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
La Corte
Constitucional es competente para revisar las sentencias en mención, según lo
disponen los artículos 86 y 241-9 de la Carta Política y el Decreto 2591 de
1991.
Improcedencia
de la tutela para regular relaciones de carácter deportivo
La acción de tutela
-ha repetido esta Corte- tiene por objeto específico y exclusivo la protección
inmediata de los derechos fundamentales cuando éstos son violados o amenazados
por la acción u omisión de una autoridad o de particulares. En cuanto a los
segundos, como lo subrayó con acierto el Tribunal, la acción de tutela no
procede en principio, a menos que se hallen encargados de la prestación de un
servicio público, asuman una conducta que afecte grave y directamente el
interés colectivo, o respecto de ellos el solicitante se halle en estado de
subordinación o indefensión, y que la ley contemple por vía general la
procedencia del amparo.
Los clubes
deportivos, que son personas jurídicas de Derecho Privado, no se encuentran
cobijados normalmente por ninguna de las indicadas hipótesis.
En efecto, es claro
que no prestan un servicio público y aunque su actividad interesa -y de modo
relevante- a la colectividad, ese interés es puramente recreativo, de
esparcimiento y distracción y en modo alguno relacionado con actividades que en
sí mismas afecten o pongan en peligro derechos fundamentales. Por el contrario,
ninguna demostración se requiere para establecer que, frente a la sociedad, el
objeto perseguido por entidades de esta naturaleza repercute en el desarrollo
práctico del artículo 52 de la Constitución, a cuyo tenor "se reconoce el
derecho de todas las personas a la recreación, a la práctica del deporte y al
aprovechamiento del tiempo libre", factores que, además, contribuyen al
logro de la paz, derecho y obligación de todos los colombianos según el
artículo 22 de la misma Carta.
Desde luego, es
verdad que ya en el terreno de las relaciones internas entre el Club y los
jugadores, quienes al fin y al cabo dependen de él deportiva y laboralmente,
pueden darse situaciones en las que resulte aplicable la tutela, dada la
subordinación existente, si llegara a probarse que la actividad del ente
comporta la violación o la amenaza de derechos fundamentales. Ello habrá de
verificarse en cada caso concreto, por lo cual no puede afirmarse en abstracto
una regla fija y determinada sobre procedencia o improcedencia de la acción
desde este punto de vista.
Pese a ello, lo que
sí resulta del todo ajeno no solamente a la acción de tutela sino al ejercicio
de la función judicial es lo referente a los aspectos puramente deportivos, que
obedecen a reglas propias y a procedimientos señalados por los reglamentos
aplicables a cada tipo de juego, y que se desenvuelven según conceptos de
habilidad, pericia y conocimientos especializados, no susceptibles de
deliberación o controversia en estrados.
Pretender que los
jueces decidan cuándo un técnico de fútbol o de otro deporte acierta en sus
determinaciones resulta tan descabellado e impropio como aspirar a que los
especialistas deportivos adopten las decisiones confiadas por la ley a los
tribunales del Estado.
Para tocar el tema
concreto objeto de la acción, es inadmisible una interferencia judicial en las
alineaciones de los equipos o en la definición de si los miembros de éstos deben
desempeñarse en las divisiones mayores o en las inferiores, o acerca del
momento en que deben entrar ciertos jugadores mientras se desarrolla un
partido.
Lo propio puede
afirmarse de la libertad de contratación de los equipos, que como entidades
privadas gozan de la mayor discrecionalidad en la definición sobre quiénes
deben conformar sus cuadros, tanto en el nivel directivo como en el terreno
técnico, médico, sicológico y deportivo.
Así, en el presente
caso, la idea misma de una posible orden judicial para separar al técnico de
"MILLONARIOS" o para obtener que éste incluya al menor Alfonso Felipe
Garay en una determinada división o resuelva alinearlo para ciertos juegos
repugna al concepto mismo de la acción de tutela, desfigura su sentido y
lesiona la independencia deportiva.
Los actos imputados
al técnico no constituyen eventos violatorios de la integridad personal, moral
o física, del pupilo sino ejercicio normal de sus funciones de preparación y
orientación estratégica en el específico campo futbolístico.
Diferente sería el
caso en el cual lograran demostrarse acciones verdaderamente ofensivas para la
dignidad de la persona, lesiones personales o malos tratos, casos en los
cuales, sobre la base de su debida probanza, la persona afectada podría acudir
a los medios judiciales existentes, inclusive a la acción de tutela, siempre
que la circunstancia concreta encajara dentro de los presupuestos
constitucionales que la hacen posible. Allí actuaría el juez no por razón o con
motivo de la práctica misma del deporte sino por los hechos que atentaron
contra los derechos fundamentales, considerados en sí mismos, lo cual sería
posible en esta como en cualquier otra actividad.
Se confirmará el
fallo de segunda instancia.
DECISION
Con fundamento en
las consideraciones expuestas, la Sala Quinta de Revisión, de la Corte
Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución,
RESUELVE:
Primero.- CONFIRMAR la sentencia proferida en el
asunto de la referencia por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa
Fe de Bogotá -Sala de Decisión Civil- el 7 de septiembre de 1994, que a su vez
revocó el fallo de primera instancia.
Segundo.- LIBRESE la comunicación prevista en el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA
VERGARA ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
334 | T-121-95
Sentencia No
Sentencia T-121/95
DERECHO DE PETICION
El sentido del derecho de petición es el de
asegurar una vía expedita para que el gobernado sea oído por los gobernantes y
para que sus solicitudes, en interés general o particular, reciban curso
adecuado y sean objeto de rápida y eficiente definición. En modo alguno
compromete a la Administración a adoptar resolución favorable, pues ello -a
menos que se trate de actos reglados, que simplemente reconozcan el
cumplimiento de los requisitos exigidos por la ley al solicitante, quien en tal
evento puede reclamar que se le conceda lo pedido- significaría inaceptable
recorte a la facultad de disposición de los asuntos que están a cargo de la
respectiva autoridad.
TRASLADO DE INTERNO-Improcedencia/DIRECTOR DEL INSTITUTO
NACIONAL PENITENCIARIO Y CARCELARIO-Facultades
Los traslados de los reclusos condenados,
que implican ubicación de éstos en lugares diferentes a aquéllos que
inicialmente se les habían señalado para cumplir sus penas, corresponden a
situaciones excepcionales previstas por la ley, que deben ser evaluadas y
resueltas por la autoridad carcelaria, a cuyo cargo está la custodia de
aquéllos. Tal facultad -que hoy cumple el INPEC- debe ser ejercida con arreglo
a las pertinentes disposiciones legales, pues los casos en que se puede solicitar
el traslado están previstos de manera taxativa, aunque en la aplicación
concreta de éstos debe considerarse necesariamente la circunstancia concreta en
la cual se encuentra el recluso. Cuando se manifiesta por el Director del INPEC
que le es imposible acceder a un traslado, es inexacto e injusto atribuir tal
decisión a su única y exclusiva voluntad, pues resulta necesario consultar las
normas legales aplicables para hacerlas valer en la situación específica que
plantea el recluso.
DERECHO DE PETICION-Casos en que se presenta abuso
-Sala Quinta de Revisión-
Referencia: expediente T-51862
Acción de tutela instaurada por GUILLERMO
BUSTOS LOPEZ contra el Director General del INPEC
Magistrado Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada en Santa Fe de Bogotá,
D.C., a los veintiún (21) días del mes de marzo de mil novecientos noventa y
cinco (1995).
Se revisa el fallo de tutela proferido el
19 de octubre de 1994 por el Juzgado Octavo Penal del Circuito de Ibagué.
I. INFORMACION PRELIMINAR
GUILLERMO BUSTOS LOPEZ, quien cumple una
condena por homicidio agravado en la Penitenciaría Nacional de Ibagué, ejerció
acción de tutela contra el Director General del INSTITUTO NACIONAL
PENITENCIARIO y CARCELARIO "INPEC", afirmando que lleva preso treinta
y seis meses y que, con base en el artículo 405 del Código de Procedimiento
Penal, ha solicitado traslado a Florencia o a Neiva para acercarse a su familia,
la cual carece de recursos económicos.
Dijo haber enviado cuatro memoriales a
dicho funcionario, de los cuales tan sólo se le han contestado dos. El último
lo remitió hace tres meses y no ha obtenido respuesta.
Dadas las dificultades para la lectura del
manuscrito presentado, el Juez llamado a resolver ordenó la práctica de una
diligencia de ratificación y ampliación del mismo.
Manifestó el quejoso que, al responder su
primera solicitud, se le indicó que cuando llevara un año le otorgarían la
remisión, lo cual no ha ocurrido pese a que ya lleva tres años privado de su
libertad.
La Asesora Jurídica de la Penitenciaría, en
oficio dirigido al Juez, manifestó que el INPEC ha negado varias veces a BUSTOS
LOPEZ su solicitud de traslado, puesto que lo impide la cuantía de la pena.
Expresó que las penitenciarías son centros de reclusión para internos con penas
superiores a diez años y que en este caso el solicitante fue condenado a ciento
veintiocho meses de presidio. Señaló también que en Neiva y en Florencia
existen cárceles de Distrito pero no hay penitenciarías.
II. LA DECISION JUDICIAL REVISADA
El Juez Octavo Penal del Circuito de
Ibagué, mediante providencia del 19 de octubre de 1994, resolvió denegar la
tutela promovida por considerarla improcedente.
A su juicio, según lo respondido por el
INPEC, la duración de la pena impuesta -más de diez años- hace imposible atender
la petición del condenado pues en tales casos los traslados deben ser hechos
solamente a penitenciarías.
Por otra parte -expresó-, no se ha violado
el derecho de petición del interno, pues con las dos respuestas ya enviadas se
cumplió el objetivo de dar solución positiva o negativa a su pretensión, sin
que pueda decirse que, frente a un determinado número de peticiones de idéntica
naturaleza y finalidad por parte de una misma persona, deba responderse igual
cantidad de veces, pues a lo que apunta el derecho consagrado en el artículo 23
de la Carta es a que la persona pueda presentar peticiones respetuosas ante las
autoridades por motivos de interés general o particular y a que obtenga pronta
resolución. Por tanto, la insistencia en una petición ya resuelta no implica
las reiteraciones o la redundancia en las respuestas, en especial si es
manifiesta la imposibilidad de acceder a las reclamaciones, como en este caso.
III CONSIDERACIONES DE LA CORTE
CONSTITUCIONAL
Competencia
La Corte es competente para efectuar la
revisión del fallo aludido, según lo disponen los artículos 86 y 241-9 de la
Constitución Política y el Decreto 2591 de 1991.
El presente asunto fue seleccionado por los
magistrados a quienes ello correspondió en turno, según el Reglamento de la
Corporación, y repartido por sorteo a esta Sala de Revisión.
La violación o amenaza de derechos
fundamentales, presupuesto esencial de la tutela
Consistiendo el objeto de la acción de
tutela en una protección judicial inmediata de los derechos constitucionales
fundamentales, ella sólo tiene justificación y prosperidad cuando en efecto se
establece, dentro del procedimiento preferente y sumario, que una acción u
omisión de la autoridad pública o de particulares, en los casos previstos por
la ley, causa verdadero agravio a tales derechos o los pone en peligro.
Así, pues, cuando la situación expuesta por
el demandante corresponde a un estado de cosas que en modo alguno compromete
los derechos fundamentales, la tutela carece de sentido y, por tanto, la
solicitud no puede alcanzar decisión favorable.
Tal ocurre en el asunto materia de examen,
pues resulta evidente que la autoridad demandada no ha incurrido en actos que
puedan entenderse violatorios de los derechos fundamentales del peticionario, o
que atenten contra ellos, ni ha omitido el cumplimiento de los deberes que le
incumben.
Por el contrario, el INPEC ha dado
respuesta oportuna a las peticiones formuladas, al amparo de la normatividad
vigente en materia carcelaria.
El derecho de petición no exige la
reiteración de respuestas a las solicitudes negadas
Alegó el actor que había enviado cuatro
solicitudes de traslado al INPEC y que tan sólo le habían respondido dos.
El derecho de petición se satisface cuando
la autoridad a quien se dirige una solicitud le da pronto trámite y resuelve
oportunamente sobre ella.
Una vez más debe insistirse en que tal
derecho no resulta desconocido por la sola circunstancia de que la decisión sea
negativa respecto del interés planteado, pues no es eso lo que la Carta
Política garantiza.
El sentido del derecho de petición es el de
asegurar una vía expedita para que el gobernado sea oído por los gobernantes y
para que sus solicitudes, en interés general o particular, reciban curso
adecuado y sean objeto de rápida y eficiente definición. En modo alguno
compromete a la Administración a adoptar resolución favorable, pues ello -a
menos que se trate de actos reglados, que simplemente reconozcan el
cumplimiento de los requisitos exigidos por la ley al solicitante, quien en tal
evento puede reclamar que se le conceda lo pedido- significaría inaceptable
recorte a la facultad de disposición de los asuntos que están a cargo de la
respectiva autoridad.
Así, pues, contestada una petición en
sentido contrario al querido por el solicitante, no es razonable que éste
pretenda vulnerado su derecho cuando la administración deja de responderle
peticiones iguales sin haber cambiado la normatividad que gobierna el asunto y
permaneciendo las mismas circunstancias consideradas al resolver en la primera
oportunidad.
La función del INPEC en cuanto al traslado
de reclusos
Como ya lo destacó la Corte en Sentencia
T-016 del 30 de enero de 1995, la comunidad tiene derecho a que el Estado le
garantice una eficaz, permanente y cuidadosa guarda de los centros carcelarios
y penitenciarios, motivo por el cual la dependencia oficial correspondiente -que
lo es el INPEC a partir de la vigencia del Decreto 1242 de 1993- tiene a cargo,
como funciones básicas, el cuidado de tales establecimientos y la vigilancia de
los reclusos, no solamente con el propósito de hacer cumplir las penas y las
medidas de seguridad sino dentro del criterio de preservar la vida, la
integridad y la salud del personal interno, merced a un adecuado funcionamiento
operativo, que también se encuentra bajo su cuidado.
Los traslados de los reclusos condenados,
que implican ubicación de éstos en lugares diferentes a aquéllos que
inicialmente se les habían señalado para cumplir sus penas, corresponden a
situaciones excepcionales previstas por la ley, que deben ser evaluadas y
resueltas por la autoridad carcelaria, a cuyo cargo está la custodia de
aquéllos.
Tal facultad -que hoy cumple el INPEC- debe
ser ejercida con arreglo a las pertinentes disposiciones legales, pues los
casos en que se puede solicitar el traslado están previstos de manera taxativa,
aunque en la aplicación concreta de éstos debe considerarse necesariamente la
circunstancia concreta en la cual se encuentra el recluso.
El artículo 15, numeral 9, del Decreto 1242
de 1993, señala, entre las funciones del Director General de INPEC, la de
indicar los establecimientos penitenciarios en los que haya de darse
cumplimiento a las penas, teniendo en cuenta la situación familiar y personal
del condenado.
La Ley 65 de 1993, por la cual se expidió
el Código Penitenciario y Carcelario, consagró en su artículo 73 que es a la
Dirección de dicho organismo a la que compete disponer el traslado de los
internos condenados de un establecimiento a otro, por decisión propia motivada
o por solicitud formulada ante ella.
Según el artículo 74 ibídem, las
causales del traslado, además de las consagradas en el Código de Procedimiento
Penal, contemplan la situación en que él se requiera por el estado de salud del
preso, debidamente comprobado por médico oficial; la falta de elementos adecuados
para el tratamiento médico; los motivos de orden interno del establecimiento;
el estímulo de buena conducta con la aprobación del Consejo de Disciplina; la
necesidad de descongestión del establecimiento y las mejores condiciones de
seguridad.
Ahora bien, la posibilidad de un traslado
está supeditada también al tipo de reclusorio de la localidad correspondiente,
lo que a su vez se relaciona con la pena que haya sido impuesta a un condenado.
El artículo 20 de la mencionada Ley
clasifica los establecimientos carcelarios en "cárceles, penitenciarias,
cárceles y penitenciarías especiales, reclusiones de mujeres, cárceles para
miembros de la Fuerza Pública, colonias, casa-cárceles, establecimientos de
rehabilitación y demás centros de reclusión que se creen en el sistema
penitenciario y carcelario".
Según los artículos 21 y 22, son cárceles
los establecimientos de detención preventiva, previstos exclusivamente para
retención y vigilancia de sindicados, en tanto que las penitenciarías
son establecimientos destinados a la reclusión de condenados y en ellas se
ejecuta la pena de prisión.
Para la Corte es claro que estas normas
limitan la discrecionalidad del Director del INPEC para disponer acerca de los
traslados, por lo cual, mientras se ajuste a los preceptos aplicables a cada
recluso, según su situación jurídica, la pena que le corresponda purgar y las
demás variables que deben considerarse, así como el tipo de establecimiento
carcelario en cuestión, no puede afirmarse que viola los derechos de un interno
cuando le niega el traslado que solicita.
Ahora bien, según la política del INPEC,
antes también formulada por la Dirección General de Prisiones, los traslados
para condenados a penas superiores a diez años de prisión únicamente pueden
tramitarse a penitenciarías, lo cual, desde luego, condiciona adicionalmente
las determinaciones que el Director del organismo deba adoptar en casos
concretos.
En síntesis, cuando se manifiesta por el
Director del INPEC que le es imposible acceder a un traslado, es inexacto e
injusto atribuir tal decisión a su única y exclusiva voluntad, pues resulta
necesario consultar las normas legales aplicables para hacerlas valer en la
situación específica que plantea el recluso.
El caso concreto
Según el expediente, Guillermo Bustos López
fue condenado a la pena de 128 meses de prisión por el Juzgado Cuarto Penal del
Circuito de Florencia, por el delito de homicidio agravado (Fl. 14).
La negación de su solicitud de traslado se
produjo teniendo en cuenta que en las ciudades a las cuales lo solicitaba
(Neiva y Florencia) no hay penitenciarías sino que existen cárceles de
Distrito, en las cuales no podía pagar la pena que le ha sido impuesta.
Las respuestas le fueron comunicadas
oportunamente y aunque dos de ellas -de las cuales no aparece prueba- no dieron
lugar a comunicaciones específicas, ya se le había expresado con claridad que
la petición formulada se le negaba.
Dedúcese de todo lo dicho que al
solicitante no le fue vulnerado derecho alguno, menos todavía el consagrado en
el artículo 23 de la Carta, pues sus peticiones fueron tramitadas y
oportunamente resueltas. Y, si bien el derecho de petición no incluye la
resolución favorable, en este caso puede apreciarse sin dificultad que las
razones de la negativa fueron justificadas, razonables y acordes con la
normatividad en vigor.
Se confirmará la sentencia revisada.
IV. DECISI0N
En mérito de lo expuesto, la Sala Quinta de
Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
Primero.- CONFIRMAR, por las razones consignadas, el fallo
proferido el 19 de octubre de 1994 por el Juez Octavo Penal del Circuito de
Ibagué, el resolver sobre la acción de tutela instaurada.
Segundo.- LIBRESE la comunicación prevista en el artículo 36
del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, notifíquese, comuníquese,
insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
HERNANDO HERRERA VERGARA ALEJANDRO MARTINEZ
CABALLERO
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
335 | T-122-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-122/95
LEGITIMACION POR
ACTIVA EN TUTELA/AGENCIA OFICIOSA EN TUTELA/PERSONERO ESTUDIANTIL-Facultades
El estudiante
escogido para los indicados fines no se encuentra habilitado por la ley para
actuar, a nombre de sus compañeros, ante las autoridades públicas. Su papel se
circunscribe, de manera exclusiva, a agenciar los derechos de los alumnos
frente a quienes orientan el correspondiente establecimiento. Así, de no haber
invocado el peticionario su propio y personal interés, no se habría podido dar
curso a su solicitud de tutela por falta de legitimación.
ESTABLECIMIENTO
EDUCATIVO-Proximidad a
caño de aguas negras/SERVICIO PUBLICO DE ACUEDUCTO
En el expediente
no existe prueba sobre lo afirmado por el accionante en el sentido de que la
proximidad de unos caños al establecimiento educativo en que estudia esté
causándole un daño actual o configure una amenaza cierta y próxima contra su
vida o su salud. La acción de tutela no puede ser concedida. Queda expedita, a
favor de quienes se consideren afectados, la vía indicada en el artículo 87 de
la Constitución y en el 77 de la Ley 99 de 1993 para obtener el cumplimiento de
las disposiciones consagradas en el artículo 166 de la Ley 142 de 1994 respecto
del servicio público de alcantarillado.
-Sala Quinta de Revisión-
Ref.: Expediente
T-51912
Acción de tutela
instaurada por RICARDO CASTRO GONZALEZ contra la Empresa de Acueducto y
Alcantarillado de Santa Fe de Bogotá D.C.
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los veintiún (21) días del mes de marzo de mil
novecientos noventa y cinco (1995).
Se revisa el Fallo
proferido en el asunto de la referencia por el Juez 31 Civil del Circuito de
Santa Fe de Bogotá D.C.
I. INFORMACION PRELIMINAR
El menor RICARDO
CASTRO GONZALEZ, quien actuó en nombre propio y también en su calidad de
Personero del Instituto Técnico Distrital "Aquileo Parra", conforme a
elección interna efectuada por los alumnos del colegio, ejerció acción de
tutela contra la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Santa Fe de Bogotá,
con el fin de que se garantizara, a él y a sus compañeros, el derecho
fundamental a la vida y a un ambiente sano y a la salud, los cuales se han
visto afectados debido a que el establecimiento en el cual estudian está
rodeado por dos caños, ubicados escasos 10 metros de la edificación.
Afirmó el accionante
que dichos caños recogen las aguas negras de un vasto sector del norte de la
ciudad y que la contaminación de estas aguas y los fétidos olores que expelen
se han manifestado en problemas pulmonares y respiratorios, infecciones
dermatológicas, alergias cutáneas y desmayos.
Solicitó que se
obligara a la empresa de servicio público a canalizar las aguas negras y
contaminadas.
II. LA DECISION
JUDICIAL OBJETO DE REVISION
El Juzgado 31 Civil
de Circuito de Santa Fe de Bogotá, mediante providencia del 21 de octubre de
1994, resolvió denegar el amparo solicitado.
A su juicio, en el
caso examinado se enfrentaba un problema de legitimación por activa, en
atención a que la Ley 115 de 1994 o Ley General de Educación, si bien contempla
la figura del personero de los estudiantes (artículo 93 y 94), le concede la
representación para lo que concierne al cumplimiento de derechos y deberes de
los estudiantes y para plantear ante el rector del establecimiento solicitudes
tendientes a la protección de los mismos, pero no lo habilita para llevar
ningún tipo de representación ante las autoridadesde la República.
Reconoció, empero,
que resultaba incontrovertible la mencionada legitimación por haber actuado el
estudiante también en nombre propio.
Concluyó que el
problema planteado era de tipo ambiental que tocaba con la salubridad de una
colectividad y con el cumplimiento de la ley por parte de la Empresa de
Acueducto y Alcantarillado de Santa Fe de Bogotá. Esto último por cuanto el
Decreto legislativo número 3300 del 15 de noviembre de 1954 le asignó a dicho
organismo, entre otras funciones, las de estudio, aprobación, ensanche,
ampliación, mejoramiento, control y ejecución de obras atinentes a los
servicios públicos de acueducto y alcantarillado, resaltando que "deberán
ser dados a la comunidad de manera contínua y eficiente, procurando
proporcionar soluciones efectivas a las necesidades colectivas".
Puso de presente el
Juez que en el artículo 18 del Decreto se recalca la obligación de la entidad
de hacer el mantenimiento y reparación de las redes públicas de acueducto y de
alcantarillado.
Dijo también que el
artículo 6º del Decreto 1842 de 1991 obliga a las entidades encargadas de
prestar servicios públicos domiciliarios a proveer soluciones, a fin de
garantizar el suministro de tales servicios a los asentamientos subnormales y
que similar concepción se asume en la Ley 142 de 1994.
Por tanto -concluyó-
es a través del mecanismo del artículo 87 de la Constitución en concordancia
con los artículos 77 y siguientes de la Ley 99 de 1993, y no por vía de tutela,
que debe buscarse al acatamiento de las normas o disposiciones ya relacionadas.
III.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
Esta Corte es
competente para revisar el fallo cuyo resumen antecede, de acuerdo con lo
previsto en los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política y en el
Decreto 2591 de 1991.
La legitimidad
para actuar. Ambito interno de las funciones del personero estudiantil
El artículo 86 de la
Carta Política establece que la acción de tutela puede ser ejercida por toda
persona, directamente o por alguien que actúe a su nombre.
Como la propia
Constitución autorizó al legislador para reglamentar todo lo concerniente al
ejercicio de la acción, lo cual hizo en una primera oportunidad el Presidente
de la República con base en facultades extraordinarias conferidas por el propio
Constituyente (artículo transitorio 5), es menester que la forma en que habrá
de llevarse la representación judicial se ajuste a las prescripciones del
Decreto 2591 de 1991, cuyo artículo 10 dispone:
"ARTICULO 10. Legitimidad
e interés. La acción de tutela podrá ser ejercida, en todo momento o
lugar, por cualquier persona vulnerada o amenazada en uno de sus derechos
fundamentales, quien actuará por sí misma o a través de representante. Los
poderes se presumirán auténticos.
También se pueden
agenciar derechos ajenos cuando el titular de los mismos no esté en condiciones
de promover su propia defensa. Cuando tal circunstancia ocurra, deberá
manifestarse en la solicitud.
También podrán
ejercerla el Defensor del Pueblo y los personeros municipales".
De conformidad con
la disposición transcrita, puede representarse a otra persona en materia de
tutela, bien porque legalmente corresponda esa representación, como en el caso
de quien obra en su condición de representante legal de una persona jurídica o
en el de los padres respecto de sus hijos menores, o porque exista la voluntad
del afectado en el sentido de que se lo represente, para lo cual deberá otorgar
el correspondiente poder, o finalmente porque la persona interesada en que se
le tutele un derecho fundamental no está en condiciones de promover su propia
defensa, caso en el cual -dentro de las condiciones legales- se pueden agenciar
derechos ajenos.
En el presente caso,
ninguna dificultad se encuentra en que el actor haya actuado en su propio
nombre, pero sí cabe formular algunas precisiones en torno a la otra condición
por él invocada: la de Personero de los estudiantes de un centro educativo.
La Ley 115 de 1994,
también conocida como Ley General de Educación, dispuso lo siguiente en su
artículo 94:
"ARTICULO 94. Personero
de los estudiantes. En todos los establecimientos de educación básica y de
educación media y en cada año lectivo, los estudiantes elegirán a un alumno del
último grado que ofrezca el establecimiento, para que actúe como personero de
los estudiantes y promotor de sus derechos y deberes.
El personero de los
estudiantes tendrá las siguientes funciones:
a. Promover el
cumplimiento de los derechos y deberes de los estudiantes como miembros de la
comunidad educativa, y
b. Presentar ante el
rector del establecimiento las solicitudes que considere necesarias para
proteger los derechos de los estudiantes y facilitar el cumplimiento de sus
deberes.
PARAGRAFO. Las
decisiones respecto a las solicitudes del personero de los estudiantes serán
resueltas en última instancia por el Consejo Directivo o el organismo que haga
las veces de suprema autoridad del establecimiento."
Como puede verse,
esta figura legal, que pretende dar desarrollo al principio constitucional de
participación en el campo específico de instituciones educativas, canalizando
las inquietudes y aspiraciones de los estudiantes, cumple una función de
carácter interno, que pone en relación a la comunidad estudiantil con las
directivas del plantel y que, por tanto, no se proyecta al exterior del mismo.
De ello se desprende
que, como lo advirtió con acierto el juez de instancia, el estudiante escogido
para los indicados fines no se encuentra habilitado por la ley para actuar, a
nombre de sus compañeros, ante las autoridades públicas. Su papel se
circunscribe, de manera exclusiva, a agenciar los derechos de los alumnos
frente a quienes orientan el correspondiente establecimiento.
Así, pues, de no haber
invocado el peticionario su propio y personal interés, no se habría podido dar
curso a su solicitud de tutela por falta de legitimación.
El perjuicio o
amenaza para el accionante y el nexo causal, elementos indispensables para que
prospere la tutela en materia de perturbación ambiental
Aunque lo relativo
al medio ambiente y a la salubridad pública tiene en la Constitución Política
un mecanismo de protección específico, consistente en el ejercicio de acciones
populares (artículo 88 C.P.), y cabe también la acción indicada en el artículo
87 ibidem para lograr el cumplimiento de las pertinentes normas en
materia ambiental (artículo 77 de la Ley 99 de 1993), la jurisprudencia de esta
Corte ha sido reiterada en el sentido de que, cuando una perturbación ambiental
afecta en concreto a una persona, poniendo en peligro grave sus derechos
fundamentales, cabe la acción de tutela para defenderlos aunque
simultáneamente, con la orden judicial, resulte favorecido el interés general.
Ha señalado la Corte
al respecto:
"...la
jurisprudencia de la Corporación ha dejado en claro que, aunque el medio de
defensa judicial aplicable en favor de la comunidad sea el de la acción
popular, cabe la tutela si está de por medio, de modo concreto y cierto, un
derecho fundamental del accionante que así lo pruebe en su caso específico y
que acredite la relación de causalidad existente entre la acción u omisión que
afecta el interés colectivo y su propia circunstancia.
Al respecto pueden
verse, entre otras, las sentencias T-437 de 1992, T-67, T-254, T-320, T-366 y
T-376 de 1993, en las cuales se ha sostenido básicamente que en las enunciadas
circunstancias procede la protección del derecho personal afectado o amenazado
aunque, al protegerlo, se beneficie o favorezca a la comunidad..." (Cfr.
Corte Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-539 del 22 de
noviembre de 1993).
Pero ha sostenido la
Corporación que la prosperidad de la acción de tutela en estos casos está
condicionada a la prueba cierta de la perturbación ambiental y del daño que se
ha causado al accionante, o de la amenaza inminente que enfrenta, así como del
vínculo o nexo causal.
Reitérase lo dicho
por esta misma Sala:
"La protección
judicial consagrada en el artículo 86 de la Constitución Política tiene lugar
en concreto cuando se establece que la acción u omisión de una autoridad
pública, o de particulares en los eventos previstos por la ley, viola un
derecho fundamental o lo amenaza.
Del texto
constitucional resulta, como es apenas lógico, que entre la acción u omisión
respecto de la cual se propone la tutela y el daño causado al derecho o el
peligro que éste afronta exista un nexo de causalidad. En otros términos, la
protección judicial no tiene cabida sino sobre el supuesto de que el motivo de
la lesión actual o potencial del derecho invocado proviene precisamente del
sujeto contra el cual ha sido incoada la demanda, bien por sus actos positivos,
ya por la negligencia que le sea imputable".(Cfr. Corte Constitucional.
Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-422 del 27 de septiembre de 1994).
Aplicando los
anteriores criterios el caso materia de examen se encuentra que en el
expediente no existe prueba sobre lo afirmado por el accionante en el sentido
de que la proximidad de unos caños al establecimiento educativo en que estudia
esté causándole un daño actual o configure una amenaza cierta y próxima contra
su vida o su salud.
Resulta, entonces,
que la acción de tutela no puede ser concedida. Queda expedita, a favor de
quienes se consideren afectados, la vía indicada en el artículo 87 de la
Constitución y en el 77 de la Ley 99 de 1993 para obtener el cumplimiento de
las disposiciones consagradas en el artículo 166 de la Ley 142 de 1994 respecto
del servicio público de alcantarillado.
DECISION
Con fundamento en
las consideraciones expuestas, la Sala Quinta de Revisión de la Corte
Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución,
RESUELVE:
Primero.- CONFIRMAR el Fallo proferido por el
Juzgado 31 Civil de Circuito de Santa Fe de Bogotá, D.C., el día 21 de octubre
de 1994, al resolver sobre la acción de tutela instaurada por RICARDO CASTRO
GONZALEZ.
Segundo.- LIBRESE la comunicación prevista en el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA
VERGARA ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
336 | T-123-95
Sentencia No
Sentencia
No. T-123/95
PRINCIPIO DE
IGUALDAD/AUTONOMIA FUNCIONAL/PRINCIPIO DE AUTONOMIA FUNCIONAL DEL JUEZ
Se vulnera el
principio de igualdad si se otorga un trato desigual a quienes se hallan en la
misma situación, sin que medie una justificación objetiva y razonable. En
materia judicial el principio de igualdad no puede entenderse de manera
absoluta, lo que no quiere decir que pierda vigencia. La Constitución reconoce
a los jueces un margen apreciable de autonomía funcional, siempre que se
sujeten al imperio de la ley. De otra parte, la jurisprudencia tiene sólo el
carácter de criterio auxiliar.
JURISPRUDENCIA
CONSTITUCIONAL-Criterio Auxiliar/PRINCIPIO
DE AUTONOMIA FUNCIONAL DEL JUEZ
Si bien sólo la
doctrina constitucional de la Corte Constitucional tiene el carácter de fuente
obligatoria, es importante considerar que a través de la jurisprudencia -
criterio auxiliar de la actividad judicial - de los altos órganos
jurisdiccionales, por la vía de la unificación doctrinal, se realiza el
principio de igualdad. Luego, sin perjuicio de que esta jurisprudencia conserve
su atributo de criterio auxiliar, es razonable exigir, en aras del principio de
igualdad en la aplicación de la ley, que los jueces y funcionarios que
consideren autónomamente que deben apartarse de la línea jurisprudencial
trazada por las altas cortes, que lo hagan, pero siempre que justifiquen de
manera suficiente y adecuada su decisión, pues, de lo contrario, estarían
infringiendo el principio de igualdad.
NEGLIGENCIA DE
LAS PARTES/SEGUROS AURORA
Si el afectado
dispone de un medio ordinario de defensa judicial, salvo que este sea ineficaz
para el propósito de procurar la defensa inmediata del derecho quebrantado, la
acción de tutela resulta improcedente. La incuria y negligencia de la parte que
teniendo la posibilidad de utilizar los medios ordinarios de defensa que le
suministra el ordenamiento, deja transcurrir los términos para hacerlo, y no
los ejercita, mal puede ser suplida con la habilitación procedimental de la
acción de tutela. En este mismo evento, la tutela transitoria tampoco es de
recibo, como quiera que ésta requiere que en últimas el asunto pueda resolverse
a través de los cauces ordinarios.
Marzo 21 de 1995
Ref:
Expediente T-48378
Actor:
Seguros Generales Aurora S.A.
Magistrado
Ponente:
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Temas:
Improcedencia
de acciónde tutela como mecanismo
para remediar la negligencia
de las partes en un
proceso.
- Igualdad en la aplicación de la ley.
La Sala
Tercera de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los magistrados
Eduardo Cifuentes Muñoz, Carlos Gaviria Díaz y el Doctor Juan Carlos Esguerra
Portocarrero en calidad de conjuez, ha pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la
siguiente
SENTENCIA
En el
proceso de tutela T- 48378 adelantado por la sociedad Seguros Generales Aurora
S.A. contra la División Segunda de Ejecuciones Fiscales del Instituto de
Desarrollo Urbano.
ANTECEDENTES
1. La
sociedad Seguros Generales Aurora S.A, por medio de apoderado judicial,
interpuso acción de tutela contra la División Segunda de Ejecuciones Fiscales
de Desarrollo Urbano, por considerar que ésta, mediante resolución de abril 22
de 1994, aprobatoria de la liquidación efectuada el día 14 de abril de 1994,
dentro del trámite de ejecución fiscal iniciado por la División Segunda de
Ejecuciones Fiscales del Instituto de Desarrollo Urbano contra Seguros Aurora
S.A. y Soproin Ltda, vulneró sus derechos fundamentales al debido proceso (C.P
art. 29) y a la igualdad ante la ley (C.P art. 13).
2. Los
hechos que dieron lugar a la interposición de la acción de tutela, son los
siguientes:
2.1.
Soproin Ltda celebró, en 1982, un contrato con el Instituto de Desarrollo
Urbano.
2.2 El
cumplimiento del contrato en mención y el buen manejo del anticipo, fueron
asegurados mediante pólizas 2526 y 2629, expedidas el 14 de abril de 1982 por
la compañía aseguradora Seguros Generales Aurora S.A.
A su
turno, Seguros Generales Aurora S.A, obtuvo reaseguro mediante póliza judicial
JU 24700, expedida por la sociedad Aseguradora de Fianzas Confianza S.A., el
día 30 de abril de 1985.
2.3 El
Instituto de Desarrollo Urbano, IDU, declaró la caducidad del contrato 025 de
1982, celebrado con Soproin, mediante resolución 199 de agosto 11 de 1982,
confirmada por la resolución 231 de septiembre 13 de 1982.
Posteriormente,
mediante acta Nº.8 de Noviembre 26 de 1982, el IDU efectuó la liquidación del
contrato.
3. La
entidad demandada inició proceso de ejecución coactiva contra Soproin y Seguros
Aurora S.A.
Dentro
del trámite del ejecutivo fiscal y con anterioridad a la liquidación del
crédito, como se desprende del expediente, Soproin interpuso varios recursos,
los cuales fueron resueltos en forma adversa a sus pretensiones. Dentro de los
recursos interpuestos por la sociedad en mención, cabe destacar la queja
presentada ante el Consejo de Estado, contra la providencia de diciembre 12 de
1991 proferida por la División Segunda de Ejecuciones Fiscales, que ordenaba
adelantar la ejecución. El Consejo de Estado decidió el recurso de queja, de
manera contraria a los intereses de la sociedad, según se deriva de las
resoluciones proferidas por el IDU los días 18 de marzo de 1994 y 24 de junio
de 1994.
Posteriormente,
la División Segunda de Ejecuciones Fiscales de la entidad accionada, continuó
la ejecución y efectuó la liquidación del crédito y de las costas. El día 14 de
abril de 1994 fijó el monto de la liquidación en la suma de $246.840.066,56
(pesos), de los cuales $ 34.950.080,14 (pesos) corresponden a capital y $
211.898.986,42 (pesos) a intereses moratorios.
Para
efectos de calcular los intereses moratorios, la ejecutante, dió aplicación al
artículo 83 de la ley 45 de 1995, modificatorio del artículo 1080 del Código de
Comercio que establece:
"El
asegurador estará obligado a efectuar el pago del siniestro dentro del mes
siguiente a la fecha en que el asegurado o beneficiario acredite aun
extrajudicialmente, su derecho ante el asegurador de acuerdo con el artículo
1077. Vencido este plazo, el asegurador reconocerá y pagará al asegurado o
beneficiario, además de la obligación a su cargo y sobre el importe de ella, la
tasa máxima de interés moratorio vigente en el momento en que se efectúe el
pago".
4.
Efectuada la liquidación, la División Segunda de Ejecuciones Fiscales del IDU
corrió traslado por el término de tres días, para su objeción, a las sociedades
ejecutadas. No objetada la liquidación, ni por Soproin ni por sus garantes, fue
confirmada mediante resolución, proferida el 22 de abril del mismo año. Esta
última providencia, tampoco fue objeto de recurso, por parte de las ejecutadas
quedando en firme la providencia y la liquidación efectuada.
A partir
de este momento y en firme la providencia que confirmó la liquidación, los
diversos sujetos en el proceso interpusieron un serie de recursos como se
observa en el siguiente cuadro.
ACTOR
RECURSO
DECISION ATACADA
DECISION DEL RECURSO POR
PARTE DEL IDU
Confianza
Reposición
y en subsidio apelación. La aseguradora alega falta de notificación del
mandamiento de pago.
Decisión
del IDU, de abril 22 de 1994, confirmatoria de la liquidación.
Negados
por
extemporáneos,
mediante providencia del 24 de mayo de 1994
Confianza
Reposición.
Solicitud de copias para instaurar queja.
Providencia,
del 24 de mayo de 1994, proferida por el IDU.
Negado
por extemporáneo, mediante decisión de junio 24 de 1994.
Decisión
del IDU, del día 7 de julio de 1994, mediante la cual se pone en conocimiento
de Confianza, la preclusión del término para cancelar las copias solicitadas.
Soproin
Ltda. y Seguros Generales Aurora S.A.
Incidente
de nulidad.
Providencia,
dictada, por el IDU, el 22 de abril de 1992, en la que se confirma la
liquidación.
Negado,
mediante decisión de junio 24 de 1994.
A
juicio de la entidad ejecutora, el recurso de queja se concede en el efecto
devolutivo, razón por la cual la prosecución de la liquidación se encuentra
ajustada a derecho.
Soproin
Ltda. y
Seguros
Generales Aurora S.A.
Reposición
y Apelación.
Providencia
de junio 24 de 1994, emanada del IDU, mediante la cual se resuelve el
incidente de nulidad.
Mediante
decisión de junio 25 de 1994, el IDU, niega el recurso de reposición y
concede la apelación en el efecto suspensivo, ante el Consejo de Estado.
5. La
actora, Seguros Aurora S.A., afirma que la actuación del IDU, contenida en la
providencia de abril 22 de 1994, providencia en firme, constituye una vía de
hecho, violatoria de sus derechos al debido proceso y a la igualdad.
5.1
Fundamenta sus pretensiones en dos tipos de consideraciones. La primera de
ellas de orden legal. A juicio de la sociedad aseguradora, la liquidación
practicada por la ejecutora con base en el artículo 83 de la ley 45 de 1990,
contraría lo dispuesto por el artículo 1080 de C. de Co.
Argumenta
que el IDU efectuó la liquidación ".. a una tasa mensual superior al 4%,
... a partir de 1982".
Sostiene
que la liquidación de los intereses moratorios debió efectuarse teniendo en
cuenta la tasa del 18 % anual, que fijaba el artículo 1080, antes de su
modificación. Esta disposición, señala, quedó incorporada al contrato de
seguro, celebrado en 1982, conforme a los artículos 38 de la ley 153 de 1887 y
2.036 del C. de Co.
En su
opinión, de la confrontación de los artículos 1080 del C. de Co, 38 de la ley
153 de 1.887 y 2.036 del C. de Co., con las fechas de expedición de las
pólizas, " (...) necesariamente debe concluirse que la disposición
aplicable es el artículo 1.080 del C. de Co. vigente para la época".
5.2 La
segunda de sus consideraciones, de orden jurisprudencial, se basa en dos fallos
proferidos el 18 de agosto de 1974 y del 19 de julio de 1991 por la Corte
Suprema de Justicia y el Consejo de Estado respectivamente, en los cuales las
Altas Corporaciones han señalado :
“Como
quiera que de las relaciones contractuales surgen derechos y obligaciones para
las partes, éstas deben quedar al abrigo del cambio de legislación, pues no parece
justo y equitativo que celebrada una convención consultando la legislación
existente, queden las partes expuestas en el ejercicio de sus derechos y en el
cumplimiento de sus obligaciones a una legislación posterior que acaso no
previnieron ni se imaginaron. Es esta la razón para que desde el siglo pasado
se hubiera sentado el principio legal de que los contratos se rigen por la ley
vigente al tiempo de su celebración (art. 38 Ley 153 de 1.887), postulado
reiterado por el actual Código de Comercio cuando preceptúa que "Los
contratos Mercantiles bajo el imperio de la legislación que se deroga
conservará la validez y efectos reconocidos en dicha legislación, con arreglo a
lo establecido en los artículos 38 a 42 de la Ley 153 de 1887" " (Corte
Suprema de Justicia, agosto 18 de 1974).
"Se
tiene, entonces, que el artículo 83 de la ley 45 de 1990, de cuyo supuesto
pretende el apoderado de la entidad ejecutante, derivar el cobro de intereses
por todo el período de la vigencia de la norma no es de aplicación en este caso
ni en uno ni en otro sentido, ni antes ni después de la vigencia de la norma,
porque se reitera, el contrato de seguro se celebró bajo el postulado del
artículo 1080 del Código de Comercio y esta norma se entiende incorporada a
dicha convención y es la que señala el derecho del beneficiario a cobrar el
interés del 18 % anual y la obligación correlativa del asegurador de pagarlo
durante todo el tiempo de la mora. Y no se ve razón alguna para establecer una
contradicción entre estas disposiciones, como lo prevé el apoderado del
ejecutante, recurriendo a los artículos 2o y 3o de la ley 153 de 1887, ni
tampoco de la aplicación del artículo 40 de la misma ley que se refiere a la
sustanciación y ritualidad de los juicios, cuyo supuesto no encaja en la
situación de hecho y de derecho relacionados con el caso materia de estudio”.
(Sección Quinta del Consejo de Estado, julio 19 de 1991)
La
demandante concluye que "pese a la claridad de las disposiciones legales y
de las decisiones jurisprudenciales", la autoridad pública demandada -
División Segunda de Ejecuciones Fiscales -, liquidó el crédito a una tasa
mensual superior al 4%, tasa esta última de "imposible aplicación civil o
mercantil" para la época de vigencia de las pólizas.
A juicio
de la actora, el IDU actuó "arbitrariamente sin razón jurídica alguna y
carente de todo soporte objetivo" configurando una "vía de hecho
violatoria del debido proceso". Adicionalmente - expresa -, la actuación
del IDU, vulnera el derecho a la igualdad. Este derecho, - añade - "... se
traduce en el derecho a que no se instauren o reconozcan excepciones que
excluyan a los individuos de los que se concede a otros en idénticas
circunstancias". Por lo tanto, - concluye - si las autoridades
administrativas o judiciales aplican la ley "dependiendo de sus intereses
íntimos, de conceptualizaciones subjetivas o del querer del momento" se
vulnera le derecho a la igualdad.
La
actora solicita se le conceda la tutela de sus derechos fundamentales y en
consecuencia: (1) se ordene al IDU anular la liquidación del crédito; (2) se
establezca de manera clara que el interés moratorio aplicable es el consagrado
en el artículo 1080 del C. de Co.
6. La
sección Cuarta del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, mediante
providencia proferida el 18 de agosto de 1994, rechazó la tutela interpuesta
por los actores.
El
Tribunal estima que la tutela no procede cuando el afectado dispone de otros
mecanismos de defensa. En el caso sub-examine, expresa, "la liquidación
del crédito fue trasladada a la accionante el 14 de abril de 1994, no siendo
objetada por la sociedad. Sin embargo, ésta interpuso recurso de reposición y
en subsidio apelación, contra la liquidación del crédito, los cuales fueron
resueltos el día 24 de mayo de 1994". Así mismo señala que el incidente de
nulidad, propuesto por las ejecutadas, fue rechazado.
El
fallador de primera instancia, concluye de lo anterior que "dentro de la
vía gubernativa la compañía ejerció los recursos, y una vez agotados éstos,
podía acudir ante la jurisdicción contencioso administrativa, para ejercitar la
acción de nulidad y restablecimiento del derecho, al tenor del artículo 85 del
C.C.A. Como consecuencia teniendo la peticionaria como medio de defensa la
acción anotada no procede la acción de tutela en este evento".
7. La
actora impugnó la decisión. El recurso fue posteriormente sustentado, mediante
escrito dirigido por la actora al Consejo de Estado. La sociedad demandante,
sostiene, en el escrito, que dentro de un proceso ejecutivo, como lo es el
proceso adelantado por el IDU contra la aseguradora, "La División Segunda
del IDU actúa como ejecutor fiscal con carácter judicial y no como ente de la
administración, por lo que la providencia de liquidación del crédito, no puede
tomarse como un acto gubernativo (...)". Por esta razón, - indica -, la
afirmación del Tribunal sobre la procedencia de la acción de nulidad y
restablecimiento del derecho es incorrecta, toda vez que "al tenor de lo
dispuesto en el artículo 85 del C.C.A. dicha acción sólo es procedente contra
un acto administrativo”.
A juicio
de la actora, "no existen otros medios de defensa eficaces para impedir la
violación de los derechos fundamentales conculcados por el Juzgado Segundo de
Ejecuciones Fiscales del IDU".
8. El
Consejo de Estado, mediante providencia del 6 de septiembre de 1994 resolvió la
apelación en el sentido de negar la acción de tutela y confirmó la providencia
del a- quo.
La Alta
Corporación reitera su posición en torno a que "no pueden ser titulares
de derechos fundamentales sujetos que no son esenciales sino de creación
artificial" En opinión del fallador de segunda instancia "si lo
fundamental, lo esencial, lo natural es el hombre, sólo él puede ser titular de
los derechos fundamentales (...) Los sujetos derivados, de creación por el
ordenamiento jurídico correspondiente, sólo pueden ser titulares de derecho
derivados, atribuidos por ese mismo orden jurídico y, por supuesto,
modificables y extinguibles por las respectivas instancias jurídico políticas
(...)".
Adicionalmente
señala el alto Tribunal que "al ir dirigida la tutela contra una
providencia judicial que puso fin a un proceso, como es la que aprobó la
liquidación del crédito dentro del proceso de ejecución coactiva adelantada
contra la demandada (...)", la acción resulta improcedente. Pone de
presente que, tal como lo ha reiterado la Corte Constitucional, la acción de
tutela, sólo es procedente contra providencias judiciales, cuando las mismas
configuran un vía de hecho. Estima que "En el caso sub-examine no existe
elemento de juicio alguno que permita establecer la existencia de dicha vía en
el proceso de ejecución que se adelantó por jurisdicción coactiva.”
FUNDAMENTOS
1.
Corresponde a la Corte determinar si la acción de tutela es el medio judicial
idóneo para establecer si una entidad pública, que obra como ejecutor fiscal,
ha violado derechos fundamentales del ejecutado o de su garante, pese a que
contra la liquidación del crédito, dejaron de interponerse por los interesados
los recursos legales ordinarios.
Según la
sociedad actora, la actuación del liquidador ostenta los rasgos de una típica
vía de hecho. La arbitrariedad la hace consistir básicamente en la aplicación
retroactiva de la ley a un supuesto gobernado por la ley anterior. La
interpretación prohijada por el ejecutor, en punto al interés moratorio a cargo
del asegurador, parece reñir con la jurisprudencia reiterada tanto del Consejo
de Estado como de la Corte Suprema de Justicia. De acogerse la tesis del
demandante (aplicación preferente del artículo 1080 del Código de Comercio), la
condena por este concepto ascendería a cincuenta y un millones novecientos mil
ochocientos sesenta y ocho pesos (51'900.868) aproximadamente. Al paso que, de
mantenerse la posición del IDU (aplicación del artículo 83 de la ley 45 de
1990), la condena sería de doscientos once mil millones ochocientos ochenta y
nueve mil novecientos ochenta y nueve mil pesos con cincuenta y seis centavos
(211’889.986.56). Dado que las pólizas se expidieron con anterioridad a la entrada
en vigencia de la ley 45 de 1990, alega el actor, la efectividad de la
liquidación reviste el carácter de protuberante arbitrariedad.
2. La
sentencia desestimatoria del Consejo de Estado fundamenta la improcedencia de
la tutela en el hecho de que la misma fue impetrada por una persona jurídica.
La Corte Constitucional reiteradamente ha sostenido que la acción de tutela,
por regla general, puede ser entablada también por personas jurídicas
(sentencias T 411 de 1992 y T 513 de 1993, entre otras).
3. Por
su parte, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, Sección Cuarta, denegó la
acción de tutela, en primera instancia, bajo la equivocada apreciación de que
el demandante había agotado la vía gubernativa y existía, por lo tanto, la
posibilidad de ejercitar contra el acto liquidatorio la acción de nulidad y
restablecimiento del derecho. En realidad, como lo reconoce el actor, se
trataba de un acto firme y ejecutoriado. La liquidación, anota la Corte, se
produjo dentro del procedimiento de ejecución coactiva y los recursos
jurisdiccionales que las distintas partes interpusieron no prosperaron, pues,
como se lee en el informativo, dentro del traslado de aquélla no se formularon
objeciones ni impugnaciones (C. de P.C., arts. 108 y 521).
4. Con
prescindencia de la suerte de la presente acción, el aspecto de fondo a que
alude la demanda de tutela, tiene relevancia constitucional. En efecto, el
principio de igualdad no se contrae exclusivamente a la producción de la ley.
Asimismo, la aplicación de la ley a los diferentes casos debe llevarse a cabo
con estricta sujeción al principio de igualdad.
La Corte
Constitucional repetidamente ha señalado que se vulnera el principio de
igualdad si se otorga un trato desigual a quienes se hallan en la misma
situación, sin que medie una justificación objetiva y razonable. Se pregunta la
Corte si este principio se viola por el juez que resuelve una caso sometido a
su consideración de manera distinta a como él mismo lo decidió ante una
situación sustancialmente semejante o si se aparta de la jurisprudencia vigente
sentada por los órganos jurisdiccionales de superior rango (Corte
Constitucional, Corte Suprema de Justicia, Consejo de Estado y Consejo Superior
de la Judicatura).
En
materia judicial el principio de igualdad no puede entenderse de manera
absoluta, lo que no quiere decir que pierda vigencia. La Constitución reconoce
a los jueces un margen apreciable de autonomía funcional, siempre que se
sujeten al imperio de la ley (CP arts. 230 y 228). De otra parte, la jurisprudencia
tiene sólo el carácter de criterio auxiliar.
Es
evidente que si el principio de independencia judicial se interpreta de manera
absoluta, se termina por restar toda eficacia al principio de igualdad. En la
aplicación de la ley, los jueces podrían a su amaño resolver las controversias
que se debaten en los procesos. En esta hipótesis no se podría objetar el hecho
de que simultáneamente el juez, enfrentado a dos situaciones sustancialmente
idénticas, fallase de distinta manera.
Los
principios y normas constitucionales se deben aplicar de manera coordinada y
armónica. La interpretación más acorde con la Constitución es la que evita que
la escogencia de un principio lleve al sacrificio absoluto de otro de la misma
jerarquía. Si en el caso concreto, el juez está normativamente vinculado por
los dos principios - igualdad e independencia judicial -, debe existir una
forma de llevar los principios, aparentemente contrarios, hasta el punto en que
ambos reciban un grado satisfactorio de aplicación y en el que sus exigencias
sean mutuamente satisfechas.
La Corte
considera que existe un medio para conciliar ambos principios. Si el juez, en
su sentencia, justifica de manera suficiente y razonable el cambio de criterio
respecto de la línea jurisprudencial que su mismo despacho ha seguido en casos
sustancialmente idénticos, quedan salvadas las exigencias de la igualdad y de
la independencia judicial. No podrá reprocharse a la sentencia arbitrariedad ni
inadvertencia y, por tanto, el juez no habrá efectuado entre los justiciables
ningún género de discriminación. De otro lado, el juez continuará gozando de un
amplio margen de libertad interpretativa y la jurisprudencia no quedará atada
rígidamente al precedente.
Cuando
el término de comparación no está dado por los propios precedentes del juez
sino por el de otros despachos judiciales, el principio de independencia
judicial no necesita ser contrastado con el de igualdad. El juez, vinculado tan
sólo al imperio de la ley (CP art. 230), es enteramente libre e independiente
de obrar de conformidad con su criterio. Sin embargo, un caso especial se
presenta cuando el término de comparación está constituido por una sentencia
judicial proferida por un órgano judicial colocado en el vértice de la
administración de justicia cuya función sea unificar, en su campo, la
jurisprudencia nacional. Si bien sólo la doctrina constitucional de la Corte
Constitucional tiene el carácter de fuente obligatoria (Corte Constitucional,
sentencia C-.083 de 1995, MP Dr. Carlos Gaviria Díaz), es importante considerar
que a través de la jurisprudencia - criterio auxiliar de la actividad judicial
- de los altos órganos jurisdiccionales, por la vía de la unificación
doctrinal, se realiza el principio de igualdad. Luego, sin perjuicio de que
esta jurisprudencia conserve su atributo de criterio auxiliar, es razonable
exigir, en aras del principio de igualdad en la aplicación de la ley, que los
jueces y funcionarios que consideren autónomamente que deben apartarse de la
línea jurisprudencial trazada por las altas cortes, que lo hagan, pero siempre
que justifiquen de manera suficiente y adecuada su decisión, pues, de lo
contrario, estarían infringiendo el principio de igualdad (CP art. 13). A
través de los recursos que se contemplan en cada jurisdicción, normalmente
puede ventilarse este evento de infracción a la Constitución.
5. El
término de comparación que ofrece el demandante para derivar el cargo de
violación al principio de igualdad, no es una decisión del mismo organismo
ejecutor, sino la jurisprudencia consolidada del Consejo de Estado y de la
Corte Suprema de Justicia referente a la irretroactividad de la ley 45 de 1990
en relación con contratos de seguro celebrados con anterioridad a su vigencia.
Es
cierto que el funcionario ejecutor se ha abstenido de tomar en consideración la
citada jurisprudencia que, aparte de decidir el caso concreto - esencialmente
similar al examinado -, sienta una doctrina general sobre la correcta
interpretación de la ley y de sus efectos, la cual de ser observada asegura
uniformidad e igualdad en su aplicación. Sin embargo, no escapa a esta Corte
que el demandante tuvo a su disposición los recursos ordinarios para impugnar,
sobre esta base, la decisión de la administración.
La acción
de tutela, pese a la existencia de la violación de un derecho fundamental, sólo
procede de manera subsidiaria o transitoria. Si el afectado dispone de un medio
ordinario de defensa judicial, salvo que este sea ineficaz para el propósito de
procurar la defensa inmediata del derecho quebrantado, la acción de tutela
resulta improcedente. La incuria y negligencia de la parte que teniendo la
posibilidad de utilizar los medios ordinarios de defensa que le suministra el
ordenamiento, deja transcurrir los términos para hacerlo, y no los ejercita,
mal puede ser suplida con la habilitación procedimental de la acción de tutela.
En este mismo evento, la tutela transitoria tampoco es de recibo, como quiera
que ésta requiere que en últimas el asunto pueda resolverse a través de los
cauces ordinarios, lo que ab initio se descarta si por el motivo expresado las
acciones y recursos respectivos han prescrito o caducado. Nótese que de ser
viable la acción de tutela en estas circunstancias, ésta no se limitaría a
decidir el aspecto constitucional de la controversia - la violación del derecho
constitucional fundamental- , sino, además, todos los restantes aspectos de
pura legalidad, excediéndose el ámbito que la Constitución le ha reservado.
Las
consideraciones anteriores son suficientes para denegar la acción de tutela
impetrada y revocar la sentencia proferida por el Consejo de Estado. En su
lugar, se confirmará la sentencia dictada en primera instancia por el Tribunal
Administrativo de Cundinamarca, Sección Cuarta, pero no en razón de sus
consideraciones, sino de las que aquí se han consignado.
DECISION
En
mérito de lo expuesto, la Sala Tercera de Revisión,
RESUELVE:
PRIMERO.-
Confirmar el fallo proferido por la Sección Primera del Consejo de Estado el
día 6 de septiembre de 1994, no por las razones que allí se exponen, sino por
las que en esta providencia se consignan.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte
Constitucional.
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado Ponente
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado
JUAN CARLOS ESGUERRA
PORTOCARRERO
Conjuez
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
(Sentencia
aprobada por la Sala Tercera de Revisión, en la ciudad de Santa Fe de Bogotá,
D.C., a los veintiún (21) días del mes de marzo de mil novecientos noventa y
cinco (1995)). |
337 | T-124-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-124/95
SUSPENSION DE
AFILIACION
La interpretación
que hace el Juez de segunda instancia del artículo 209 de la Ley 100 de 1993,
sobre suspensión de la afiliación, resulta equivocada, puesto que lo que
señala ese precepto es que el no pago de las cotizaciones en el sistema
contributivo producirá la suspensión de la afiliación del plan de salud
obligatorio. Hipótesis legal ésta, que no es predicable de los hechos
acreditados en el acervo probatorio. Resultando aquella predicable de
situaciones de mora al momento de producirse el riesgo amparado, y no de
situaciones como la que conforma el presente caso, en la cual la actora cuando
se produjo el reconocimiento de su derecho, no se encontraba en los
predicamentos a que se refiere el citado artículo 209. Vale decir, que durante
el tiempo en el cual la actora estuvo amparada en la cobertura familiar propia
del plan de salud obligatorio a causa de los aportes de su hijo al mismo
sistema, debieron practicársele los tratamientos médicos que requiriera, cosa
que no se hizo, y que no exonera tal omisión al Fondo Prestacional del
Magisterio de Nariño, por la muerte posterior de su hijo.
DEBIDO PROCESO ADMINISTRATIVO-Vulneración/ASISTENCIA MEDICA-Cobertura
familiar
El debido proceso
administrativo, comprende la obligación de la administración de actuar con
celeridad (artículo 209 de la Carta), obligación que fue desatendida por el
Fondo en la prestación de los servicios a su cargo. Se viola el derecho al
debido proceso administrativo cuando no se ejecutan los actos, pasos y
procedimientos, cuya causa se ha producido conforme a la ley. El debido
proceso impone su no interrupción sin mediar razón legal que justifique su
objetivo final. Vale decir que no le estaba dado a la administración,
suspender los retardados trámites (retardo no imputable a la administrada),
cuando éstos tenían justificación legal plena, en su totalidad, antes
de desaparecer la cobertura familiar.
DEBIDO PROCESO
ADMINISTRATIVO-Práctica de
cirugía
Se ordena a la
Gerente del Fondo Prestacional del Magisterio, que, en un término no superior a
treinta (30) días a la notificación de esta providencia, disponga lo necesario
para que la actora sea sometida a una cirugía de implantación de prótesis de
cadera, incluyendo los gastos que ocasione la intervención, el valor y
suministro de la prótesis y el tratamiento pos-operatorio de rehabilitación.
REF.:
Expediente No. T-48465
Debido proceso
administrativo.
Peticionario:
JUANA CARLOTA
FUERTES JACOME
Magistrados:
Dr. FABIO MORON
DIAZ
-Ponente-
Dr. VLADIMIRO
NARANJO MESA
Dr. JORGE
ARANGO MEJIA
Santafé de Bogotá
D.C., marzo veintiuno (21) de mil novecientos
noventa y cinco (1995).
La Corte
Constitucional, Sala de Revisión de Tutelas, integrada por los H. Magistrados
Jorge Arango Mejía, Vladimiro Naranjo Mesa y Fabio Morón Díaz, se pronuncia
sobre la acción de la referencia en el grado jurisdiccional de revisión,
teniendo en cuenta los siguientes
ANTECEDENTES
La señora Juana
Carlota Fuertes Jácome, actuando mediante apoderado, ejerció acción de tutela
prevista en el artículo 86 de la Constitución Política, y desarrollada en los
decretos 2591 de 1991 y 306 de 1992, contra el Fondo Prestacional del
Magisterio de Nariño, por considerar que se viene vulnerando sus derechos
fundamentales a la vida, salud, petición y seguridad social. Para la
protección de sus derechos, solicita se ordene la práctica de la intervención
quirúrgica a que tiene derecho como beneficiaria de los servicios asistenciales
a cargo de la entidad accionada. Solicita adicionalmente se condene en
abstracto a la indemnización de perjuicios causados. El apoderado de la
peticionaria, fundamenta su petición en los siguientes hechos:
- Que la
señora Juana Carlota Fuertes Jácome, venía siendo beneficiaria de los servicios
que presta el Fondo Prestacional del Magisterio de Nariño, dada su calidad de
madre del afiliado Miguel David Quispe Fuertes.
- Que Miguel Quispe
Fuertes, falleció en accidente, el día 20 de mayo de 1994.
- Que con
anterioridad a la muerte del afiliado, la peticionaria como usuaria de los servicios
del Fondo Prestacional, había iniciado un tratamiento médico ante la entidad,
dentro del cual, por petición del médico especialista, se ordenó una
"prótesis de cadera". Este trámite advierte, se inició a partir del
17 de enero de 1994.
- Que el
médico especialista Dr. Ricardo Guzmán, el día 8 de abril del mismo año
solicitó al Fondo Prestacional del Magisterio la "prótesis" para
proceder a programar la cirugía, sin que esta petición haya sido atendida, a
pesar de haberse insistido ante los funcionarios de la entidad, en especial
ante el Dr. Mauricio Caicedo, Jefe de Médicos del Fondo.
- Que ante la
negligencia administrativa de la entidad, elevó petición ante la Gerente de la
entidad, doctora Lucía del Socorro Basante de Oliva el día 17 de abril de 1994,
nuevamente se insistió en la entrega de la "prótesis" para la
operación a que debía someterse la peticionaria. Actualmente sobre esta
solicitud tampoco ha existido pronunciamiento.
- Que la
Gerente del Fondo Prestacional de Nariño, le comunicó verbalmente a la
peticionaria, que no tenía derecho a la cirugía solicitada porque con la muerte
de su hijo, perdió todo derecho a los servicios que venia recibiendo por parte
de la entidad, en razón a que este hecho suspende el pago de las cotizaciones
en favor de la entidad, y que los pagos efectuados antes del fallecimiento
sólo garantizaban su salud por tres meses más.
- Que como
consecuencia de no habérsele efectuado la cirugía ordenada por el especialista,
la peticionaria viene padeciendo fuertes dolores que le han impedido caminar.
- Que las
actuaciones del Fondo Prestacional del Magisterio de Nariño, vulneran el
derecho a la vida y a la salud de la señora Juana Carlota Fuertes Jácome.
Igualmente se vulnera el derecho de petición por no darse respuesta a las
peticiones que se elevaron ante la entidad.
LA PRIMERA INSTANCIA
El Juzgado Tercero
Civil Municipal de Pasto, mediante providencia de Septiembre 1o. de 1994,
resuelve: "tutelar el derecho a la salud, impetrado por la señora: Juana
Carlota Jácome, frente al Fondo Prestacional del Magisterio y Empleados de la
Educación de Nariño. Ordena a la doctora Socorro Basante de Oliva, en su
condición de Gerente del Fondo Prestacional del Magisterio, para que, en un
término no superior a quince (15) días a la notificación de esta providencia,
reconozca el derecho que tiene la beneficiaria Juana Carlota Fuertes Jácome, a
una cirugía para la implantación de prótesis de cadera, los gastos que ocasione
la anterior intervención incluyendo el valor de la prótesis y tratamiento
postoperatorio de rehabilitación", con base en las siguientes
consideraciones:
- Que con
base en el material probatorio se logró establecer que la señora Juana Carlota
Fuertes Jácome, venía siendo beneficiaria de los servicios médicos por parte
del Fondo Prestacional del Magisterio, beneficio que recibía por ser la madre
del docente afiliado Miguel David Quispe.
- Que el
Fondo Prestacional del Magisterio reconoció el derecho a la beneficiaria para
que se le implantara una "prótesis de cadera" con la cirugía y demás
beneficios post-operatorios de recuperación.
- Que el
Fondo suspendió los derechos adquiridos por la señora Juana Carlota Fuertes,
con base en el artículo 209 de la ley 100 de 1993, que dice:
"Artículo 209. Suspensión de la afiliación. El no pago
de la cotización en el sistema contributivo producirá la suspensión de la
afiliación del plan de salud obligatorio. Por el período de la suspensión no
se podrán causar deuda ni intereses de ninguna clase."
Que la norma
anterior no es aplicable, teniendo en cuenta que el Fondo Prestacional había
ordenado la cirugía a la beneficiaria Juana Carlota Fuertes, antes del
fallecimiento de su hijo, el afiliado Miguel Quispe Fuertes. Es decir que al
ordenarse el implante de prótesis y la cirugía, se venía cumpliendo con los
aportes a la entidad.
- Que
"si a la beneficiaria Juana Carlota Fuertes, ya se le había concedido el
derecho a la cirugía, implantación de prótesis de cadera y demás derechos a
rehabilitación post-operatoria, debe respetarse aún después de fallecer el
aportante, allí (sic) está el ejercicio del derecho fiduciario para amparar
esos hechos sucedidos al caso, impredecibles y que lesionan la seguridad
social".
- Que como
conclusión, considera el juzgador que la omisión en que incurre la entidad
accionada vulnera el derecho fundamental a la salud de la señora Carlota
Fuertes Jácome.
LA IMPUGNACION
La doctora Lucía del
Socorro Basante de Oliva, en calidad de Gerente del Fondo Prestacional del Magisterio
y empleados de la Educación de Nariño, mediante escrito presentado el día 7 de
septiembre de 1994, interpone recurso de apelación contra la decisión anterior,
con base en los siguientes fundamentos:
- Que al
Fondo Nacional de Prestaciones del Magisterio, a partir de la vigencia de la
Ley 91 de 1989, le corresponde proveer a todos los docentes y beneficiarios, de
los servicios de salud.
- Que
"el citado Fondo Nacional contrató por intermedio de la Fiduciaria La
Previsora con el Fondo Prestacional los servicios de salud para el Magisterio
de Nariño del orden nacionalizado y nacional".
- Que el juez
de primera instancia no tuvo en cuenta las disposiciones contenidas en el
contrato a que se hizo referencia, en el cual se establece la forma en que se
aplicarán los descuentos a cargo del trabajador o pensionado para su seguridad
social.
- Que
"es de elemental comprensión que el trabajador sólo está en capacidad de
cotizar el 5% siempre y cuando viva". En consecuencia el no pago de la
cotización según lo establece la Ley 100 de 1993, trae "la suspensión de
la afiliación y el derecho a la atención del plan de salud obligatorio."
- Que cuando
se produce su muerte de Miguel David Quispe Fuertes, éste deja de tener la
calidad de afiliado al Fondo Prestacional por el hecho de no aportar
cotizaciones, y en consecuencia o de la cotización
según lo establoc el amparo que venía recibiendo su señora madre Juana
Carlota Fuertes Jácome, corre la misma suerte.
- Que lo reclamado
por la señora Fuertes Jácome no es la protección de un derecho fundamental sino
un derecho asistencial, "puesto que padecía de un problema en la cadera
desde mucho antes de ser beneficiaria del Fondo Prestacional".
- Que el
Fondo Prestacional cumplió hasta cuando existió el derecho del usuario Miguel
David Quispe Fuertes, una vez fallecido, el Fondo Prestacional está en su
derecho de abstenerse de continuar con el servicio puesto que es su obligación
defender el patrimonio del Estado.
- Que la
actuación del Fondo Prestacional se ajusta a las normas fiscales y de defensa
del patrimonio. "El cumplimiento de presuntos derechos de sus
beneficiarios no puede convertirse en derroche de fondos patrimoniales".
LA SEGUNDA INSTANCIA
El Juzgado Segundo Civil del Circuito de Pasto, en sentencia de 14 de
septiembre de 1994, decide sobre la impugnación contra la sentencia proferida
por el Juzgado Tercero Civil Municipal, y resuelve:
1. "Revocar los
numerales primero, segundo y tercero de la providencia proferida...."
2. "Tutelar el
derecho de petición de la accionante Juana Carlota Fuertes Jácome, para cuyo
efecto ordena a la representante legal del Fondo Prestacional del Magisterio y
Empleados de la Educación en Nariño, dé respuesta en el término de 48 horas a
las solicitudes relacionadas con su derecho o no a la cirugía de transplante
total de cadera". Los fundamentos de la decisión se resumen a
continuación.
- Que el
servicio a que la actora dice tener derecho, es una prestación que debe darse
por parte del Fondo Prestacional del Magisterio, de acuerdo con la
reglamentación interna y regido por las cláusulas del contrato entre la
entidad pública del orden departamental y la fiduciaria La Previsora.
- Que emitir
un pronunciamiento respecto de las pretensiones elevadas por la actora,
"rebasa el ámbito de la competencia del juez de tutela, a quien en eventos
similares no le corresponde señalar el contenido de las decisiones que deban
tomar las autoridades públicas en ejercicio de sus atribuciones constitucionales
y legales, por carecer de competencia para ello...".
- Que
"la acción de tutela no se dirige a la discusión jurídica de derechos
litigiosos sino al hecho mediante una acción u omisión de desconocimiento del
derecho constitucional fundamental".
- Que a pesar
de lo anterior, si observa el juzgador violación al derecho de petición, por no
darse respuesta de las solicitudes que se elevaron ante el Gerente del Fondo
Prestacional, dirigidas a obtener el reconocimiento de los derechos
asistenciales a cargo de la entidad.
- Que
finalmente no es posible acceder al reconocimiento de las prestaciones en favor
de la señora Juana Carlota Fuertes Jácome, por existir otros medios de defensa
judicial, como sería acudir ante la jurisdicción contencioso administrativa o
autoridades de trabajo.
CONSIDERACIONES
a) La
Competencia
Es competente la
Sala de Revisión para conocer de la acción de tutela formulada por Juana
Carlota Fuertes Jácome por intermedio de apoderado, de conformidad con lo
preceptuado en los artículo 86 inciso 2o. y 241 numeral 9o. de la Constitución
Política, desarrollados en los artículos 33 y 34 del Decreto 2591 de 1991.
b) La Materia
Se presenta en el
negocio de la referencia una situación en la cual derechos de distinta
jerarquía, algunos son amparables por vía de la tutela al paso que otros
resultan derechos típicamente asistenciales.
En efecto, se
solicita el amparo del derecho a la salud, que como bien lo sostiene la
decisión de segunda instancia, es un derecho asistencial que comprende el
suministro de un conjunto de bienes y de servicios, suministro que debe
hacerse conforme a los preceptos legales que organizan su prestación.
Otorgándole así una naturaleza jurídica que no resulta amparable mediante la
tutela.
Sin perjuicio de lo
anterior, señala la Corte que la interpretación que hace el Juez de segunda
instancia del artículo 209 de la Ley 100 de 1993, sobre suspensión de la
afiliación, resulta equivocada, puesto que lo que señala ese precepto es que el
no pago de las cotizaciones en el sistema contributivo producirá la suspensión
de la afiliación del plan de salud obligatorio. Hipótesis legal ésta, que no
es predicable de los hechos acreditados en el acervo probatorio. Resultando
aquella predicable de situaciones de mora al momento de producirse el riesgo
amparado, y no de situaciones como la que conforma el presente caso, en la cual
la actora cuando se produjo el reconocimiento de su derecho, no se encontraba
en los predicamentos a que se refiere el citado artículo 209.
Vale decir, que
durante el tiempo en el cual la actora estuvo amparada en la cobertura familiar
propia del plan de salud obligatorio a causa de los aportes de su hijo al mismo
sistema, debieron practicársele los tratamientos médicos que requiriera, cosa
que no se hizo, y que no exonera tal omisión al Fondo Prestacional del
Magisterio de Nariño, por la muerte posterior de su hijo.
Si se tiene en
cuenta que desde el mes de noviembre de 1993, se remitió a valoración y
tratamiento de especialidad a la señora Juana Carlota Fuertes Jácome (folio
9), y finalmente hacia el mes de enero de 1994 se hacen las valoraciones del
estado de salud de la paciente quien presenta "severa osteoporosis",
y para su atención se señala "cirugía de revisión de prótesis por
reemplazo total"; hacia el 8 de abril el mismo médico especialista Dr.
Ricardo Guzmán Mora solicita "prótesis para poder programar" (folio
10), lo que muestra que estaba reconocido el derecho y sólo faltaban algunos
pasos de ejecución para otorgar a la paciente la atención de que resultaba
acreedora. De suerte que cuando se produce el fallecimiento de su hijo hacia
el 20 de mayo de 1994, ya el derecho a la atención se encontraba cubierto y,
no existía mora en el pago de las primas correspondientes. Más aún, como lo
reconoce la Gerente del Fondo demandado en su declaración (folio 42) cuando la
solicitud de la prótesis tiene un trámite que tarda "de 15 a 30
días", plazo que apenas venció al momento del deceso del hijo causante.
Pero no se trata en
el presente caso del amparo del derecho a la salud, pues como hemos dicho la
tutela no ampara los derechos denominados de la "segunda
generación". Ese conflicto podría ser resuelto por la jurisdicción de lo
contencioso administrativo.
Sin perjuicio de lo
anterior, a juicio de esta Corte se han violado dos derechos fundamentales que
deben ser amparados. En primer lugar el derecho de petición al no haberse
otorgado respuesta oportuna a la demandante de sus solicitudes y en segundo
lugar el derecho fundamental a un debido proceso administrativo.
El debido proceso
administrativo, comprende la obligación de la administración de actuar con
celeridad (artículo 209 de la Carta), obligación que fue desatendida por el
Fondo en la prestación de los servicios a su cargo.
Se viola igualmente
el derecho al debido proceso administrativo cuando no se ejecutan los actos,
pasos y procedimientos, cuya causa se ha producido conforme a la ley.
El debido proceso impone su no interrupción sin mediar razón legal que
justifique su objetivo final. Vale decir que no le estaba dado a la
administración, suspender los retardados trámites (retardo no imputable a la
administrada), cuando éstos tenían justificación legal plena, en su
totalidad, antes de desaparecer la cobertura familiar. Puesto que, en las
circunstancias del caso el derecho al debido proceso pone en evidencia el
derecho a que ese se cumpla totalmente. En razón de que, se repite, salvo
causa legal, inexistente en el presente caso, el debido proceso administrativo
no puede ser parcial o recortado y menos aún, sujeto para su cumplimiento a un
trámite que se inicia hacia noviembre de 1993, y que aún si tuviese razón la
parte demandada, sólo se extendió hasta el 20 de mayo de 1994, de manera
injustificada.
El hecho de que se
ampare el derecho al debido proceso, hace innecesario pronunciamiento, en el
caso presente sobre el derecho de petición, vulnerado por el Fondo Prestacional
del Magisterio de Nariño.
Finalmente en
relación con la solicitud de indemnización en abstracto, que solicita el
demandante, no encuentra la Sala que el afectado no disponga de otro medio
judicial para reclamar las indemnizaciones sobre daño emergente a que considera
tener derecho, que de otra parte tampoco se encuentra probada, ni observa que
la violación del derecho sea el resultado de una omisión clara e
indiscutiblemente arbitraria. Razón por la cual no se accede a la petición.
Previas las
anteriores consideraciones, la Corte Constitucional administrando justicia en
nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
Primero.- Revocar la sentencia proferida por el
Juzgado Segundo Civil del Circuito de Pasto, el 14 de septiembre de 1994 en
todas sus partes.
Segundo.- Tutelar el derecho al debido proceso de
la demandante Juana Carlota Fuertes Jácome, frente al Fondo Prestacional del
Magisterio y Empleados de la Educación de Nariño, para lo cual se ordena a la
Doctora Lucía del Socorro Basante de Oliva, en su condición de Gerente del
Fondo Prestacional del Magisterio, que, en un término no superior a treinta
(30) días a la notificación de esta providencia, disponga lo necesario para que
la actora sea sometida a una cirugía de implantación de prótesis de cadera, incluyendo
los gastos que ocasione la intervención, el valor y suministro de la prótesis
y el tratamiento pos-operatorio de rehabilitación.
Tercero.- Comuníquese el presente fallo al Juzgado
Tercero Civil Municipal de Pasto, para los efectos del artículo 36 del Decreto
2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, publíquese e insértese en la Gaceta Constitucional y cúmplase.
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
VLADIMIRO NARANJO MESA
Magistrado
JORGE ARANGO MEJIA
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
338 | T-125-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-125/95
DERECHO AL
AMBIENTE SANO
La vinculación in
abstrato del derecho al medio ambiente y los derechos a la vida y a la salud,
con el objeto hacer comunicable la naturaleza fundamental de los últimos al
primero, no es admisible, ya que con ello termina por desconocerse la
distinción entre derechos colectivos y derechos fundamentales, y se prescinde
de la evidencia empírica necesaria para demostrar la conexidad existente entre
unos y otros en el caso concreto. Si bien la órbita de protección de un derecho
colectivo cobija indirectamente la efectividad de derechos fundamentales, y la
relación entre ambiente sano y vida sana es intuitivamente cierta, no es
posible concluir sin incurrir en un error lógico y jurídico, como lo hace el
fallador, que la vulneración del derecho al medio ambiente supone necesariamente
la violación de los derechos a la salud o a la vida. El daño patrimonial
ocasionado a las viviendas por la actividad transportadora, no se relaciona con
los derechos a la vida y a la salud.
CALIDAD DE VIDA-Transporte de materiales para construcción
No significa que
la calidad de vida de los habitantes del sector y sus derechos patrimoniales,
no estén siendo afectados por las acciones particulares y las omisiones del
Estado, o que, a largo plazo, las personas residentes en el lugar puedan
presentar afecciones en su salud por las mismas causas, en cuyo caso la
situación si podría conducir a plantear la procedencia de la acción de tutela.
No obstante, la Sala debe insistir en que este mecanismo constitucional no es
la vía judicial adecuada para propender la protección de derechos colectivos
salvo que se demuestre la vulneración de un derecho fundamental, y, menos
todavía, si los interesados están en posibilidad de interponer las acciones
populares, de clase o de grupo que son las idóneas para el fin propuesto.
DERECHO DE
PETICION-Pronta Resolución/AUTORIDAD
PUBLICA-Actuación/DERECHO DE PETICION-Núcleo esencial
El derecho a una
pronta resolución no se reduce al simple deber estatal de dar contestación. La
respuesta de la administración debe ser coherente y referirse al fondo de la
materia sometida a análisis por parte de los interesados. No se haría efectiva
la facultad de suscitar la intervención oficial en un asunto de interés general
o particular, si bastara a la administración esgrimir cualquier razón o
circunstancia para dar por respondida la petición. De las pruebas se deduce que
los peticionarios, en lo que respecta a las autoridades municipales, no han
obtenido una pronta resolución, en sentido positivo o negativo, a la petición
de construir una vía alterna para la salida de los materiales de construcción,
la cual ha sido presentada por la comunidad desde hace más de una década.
MARZO 22/95
Ref: Expediente
T-49295
Actores: JAIME
ALBERTO CANTOR, CARLOS SANCHEZ Y LINO ALONSO
Magistrado
Ponente:
EDUARDO CIFUENTES
MUÑOZ
Temas:
-Medio Ambiente
-Omisiones de las
autoridades y violación de derechos fundamentales
-Derecho
fundamental a una pronta resolución
La Sala Tercera de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los magistrados Eduardo
Cifuentes Muñoz, Carlos Gaviria Díaz y José Gregorio Hernández Galindo, ha
pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
SENTENCIA
En el proceso de
tutela T- 49295 adelantado por los señores Jaime Alberto Cantor, Carlos
Sánchez y Lino Alonso contra el doctor GONZALO RODRIGUEZ CHIA, Alcalde
Municipal de Soacha, el Ministro de Minas y Energía, Doctor JORGE EDUARDO COCK
LONDOÑO, y el Ministro de Salud, Doctor ALONSO GOMEZ DUQUE.
ANTECEDENTES
1. Los señores Jaime
Alberto Cantor, Carlos Sánchez y Lino Alonso, vecinos del Municipio de Soacha,
interpusieron acción de tutela contra el Alcalde Municipal de Soacha, el
Ministro de Minas y Energía y el Ministro de Salud, por considerar que la
omisión de las autoridades demandadas vulnera y amenaza sus derechos
fundamentales a la salud y el medio ambiente.
2. Los actores
señalan dos hechos que, junto con la omisión de las autoridades demandadas,
vulneran sus derechos fundamentales:
2.1 Expresan que por
la calle 13 con avenida 4a y 5a de Soacha, transitan permanentemente volquetas,
doble troques y tractomulas de más de 40 toneladas que transportan materiales
para construcción - arena, gravilla, recebo, ladrillo, cemento etc. -,
situación que afecta la salud de los habitantes del sector y perjudica sus
viviendas. Agregan que la zona es de carácter residencial, escolar y comercial,
y que la alta velocidad con que se desplazan los vehículos de carga, amenaza la
vida de los transeúntes.
2.2 Denuncian,
además, el ejercicio ilícito de la actividad minera de extracción de materiales
para la construcción, sin licencia de funcionamiento ni licencia sanitaria.
2.3 Los demandantes
exponen que, durante más de quince años, han solicitado a la administración
municipal una solución a los problemas anteriormente descritos, sin obtener
ningún resultado. Las actuaciones administrativas emprendidas para dar solución
al problema, dicen, nunca se han llevado a término. Los peticionarios afirman
que la omisión de las autoridades se manifiesta en la desatención de sus
quejas por parte de la Alcaldía de Soacha y el Ministerio de Minas, y en la
falta de vigilancia y control del Ministerio de Salud y de las autoridades delegadas
sobre las emisiones atmosféricas de las fábricas.
2.3.1 En 1985, el
alcalde de la localidad, expidió un decreto en el que se ordenó el desvío de
los vehículos de alto tonelaje por una vía alterna, ubicada en la vereda Cagua.
Sin embargo, aseveran los actores, ante las quejas de los empresarios, el
decreto no tuvo aplicación.
2.3.2 A finales de
1992, se efectuó una reunión a la cual comparecieron el Alcalde de Soacha, los
concejales de Bogotá y varios habitantes del sector. En ella se acordó conformar
un comité, integrado por las juntas de acción comunal, a fin de buscar el
desvío de los vehículos que transitan por la calle 13. No obstante, esta
gestión nunca se realizó.
2.3.3 En enero de
1993, una representación del concejo municipal, en compañía del Alcalde de
Chía, se reunió con el Ministro de Minas y Energía, a fin de lograr una
solución a los problemas causados por la explotación de las receberas y
canteras en la localidad de Soacha, sin que se haya logrado ponerle fin a dicho
problemas.
3. Los demandantes
pretenden que se ordene al Alcalde Municipal de Soacha, dar aplicación al
decreto 131 de diciembre 10 de 1985, a fin de lograr el desvío del tráfico de
alto tonelaje (i). Así mismo, reclaman la intervención del Ministerio de Salud,
dirigida a revisar la instalación de fuentes fijas de contaminación del aire,
con miras a adoptar las medidas de seguridad consagradas en el decreto 2206 de
1983 sobre control y vigilancia de emisiones atmosféricas y a establecer si las
empresas cuentan con licencia sanitaria (ii). Solicitan, además, que el
Ministerio de Minas y Energía verifique la existencia de permisos y licencias
de explotación, de las empresas mineras (iii). Por último, piden que la
Alcaldía Municipal exija el cumplimiento, por parte de las empresas, de las
normas policivas sobre licencias de funcionamiento (iv).
4. El Juzgado Civil
Municipal de Soacha, mediante sentencia de septiembre 23 de 1994, tuteló los
derechos a la salud y al medio ambiente a los peticionarios. El Juez ordenó a
la Alcaldía Municipal de Soacha adoptar las medidas dirigidas a la desviación
del tráfico por la vía indicada en el fallo (1) y efectuar "el estudio
topográfico y demás para establecer una vía de salida alternativa y definitiva
de los materiales", en un término de seis meses (2). Además, ordenó a la
Secretaría de Transito del Municipio, ejercer el control de velocidad,
señalización y carpado de los vehículos en el término de 72 horas (3). Por
último, ordenó a la Secretaría de Salud Pública tomar las medidas de saneamiento
ambiental necesarias sobre las empresas de extracción de material (4).
4.1 El fallador
recibió varios testimonios en el proceso de tutela, con base en los cuales pudo
concluir que el motivo de la interposición de la tutela es el agrietamiento y
caída de las viviendas por el tráfico pesado, así como la contaminación
ambiental generada por el dióxido de carbono y los materiales que se
desprenden de los vehículos.
"En nuestro
comercio y vivienda artículos y enseres - relata uno de los habitantes del sector
- quedan completamente contaminados de tierra y humo, .... en parte de la
edificación el agrietamiento y los ventanales que son grandes, tenemos que
estarlos cambiando o dividiendo para no cambiarlos completos por el alto costo,
.... debido al permanente tránsito de volquetas y mulas que levantan polvo,
tierra y humo que andan produciendo enfermedades bronquiales .... los niños y
los adultos permanecen con gripa y asma ..."
4.2 En la diligencia
de inspección judicial practicada al lugar de los hechos, el juez de tutela
constató que por la avenida 13, transitan tractomulas de alto tonelaje,
procedentes de las ladrilleras. Estas - afirma -, son aproximadamente treinta,
y se encuentran ubicadas en la parte alta de la vía Panamá, que es en la misma
calle trece. Esta vía - continúa - carece de señalización, los vehículos
transitan a velocidad excesiva, y no tienen carpa; en consecuencia, los
materiales que transportan se esparcen, producen polución, y sobre los muebles
de las viviendas se acumulan gruesas capas de polvo. Las casas están agrietadas
por el movimiento de los vehículos pesados.
El fallador de
primera instancia, pudo apreciar que el ruido que producen los vehículos es de
tal intensidad, que los habitantes se ven compelidos a comunicarse a gritos.
Adicionalmente, señala que en la zona se encuentran ubicados cerca de ocho
colegios, lo que acrecienta el riesgo de accidentes para los transeúntes.
4.3 Para el fallador,
el derecho al medio ambiente sano, si bien está establecido en la Carta
Política como un derecho colectivo, no se puede desligar del derecho a la vida
y a la salud de las personas. Señala que los factores perturbadores del medio
ambiente pueden generar daños irreparables en los seres humanos, por lo cual
"un derecho colectivo deviene también un derecho individual".
4.4 Considera que la
preservación del medio ambiente es responsabilidad del Estado, y que al ser las
perturbaciones de los derechos fundamentales efectos del tráfico pesado por el
sector se impone tutelar los derechos fundamentales al medio ambiente, la vida
y la salud.
5. Carlos del
Castillo Restrepo, en su calidad de apoderado de las sociedades Alfa Gres S.A.,
Arcillas de Soacha Ltda., Flor Gres S.A., ladrillera Santafé S.A., Tubos Moore
S.A. y de los señores Sergio Andrés Gómez Gonfrier, Justo Ramón Carrillo
Hernández, Gabriel Angel Bonilla Mor, Manuel Antonio Suárez Maldonado y Enrique
Alberto Candanoza Rodríguez, presentó un memorial dirigido a la Corte
Constitucional, en el cual solicita la revocatoria del fallo proferido por el
Juzgado Civil Municipal de Soacha.
Fundamenta su
solicitud en la improcedencia de la acción de tutela para obtener la aplicación
de normas legales (D. 306 de 1992, art. 2º) y en que los peticionarios no
buscaron la protección de un derecho fundamental con el ejercicio de su acción.
Además, afirma que no existen pruebas en el proceso de tutela que demuestren la
vulneración de un derecho fundamental. Considera que la decisión del Juzgado de
tutela en primera instancia en el sentido de tutelar el derecho al medio
ambiente, no obedece a criterios técnicos adecuados.
6. El magistrado
ponente, mediante auto del ocho (8) de febrero de 1995, decretó y ordenó una
inspección judicial y ocular a la Alcaldía Municipal de Soacha y a la zona
afectada, para cuya práctica comisionó al magistrado auxiliar Rodolfo Arango
Rivadeneira. El objeto de la diligencia era establecer si en efecto la omisión
de las autoridades administrativas vulneraba, y aún vulnera, los derechos
fundamentales de los peticionarios.
6.1 En declaración
rendida en el trámite de la inspección judicial, el Secretario General de la
Alcaldía de Soacha, señor Carlos Arturo Sandoval Naranjo, manifestó no tener conocimiento
de peticiones elevadas por la comunidad en relación con el tránsito de
vehículos de alto tonelaje por las calles 13 y 15 de la localidad, "por
cuanto hace aproximadamente un mes llegué a este despacho, el cual no recibí en
debida forma por mi antecesor ...". En relación con la posibilidad de que
en los archivos de la Alcaldía reposen solicitudes ciudadanas relativas a la
problemática del tráfico pesado y de la explotación irregular de canteras, el
funcionario expresó que ello era posible.
6.2 El Secretario de
Tránsito y Transportes, señor Edgar Bohorquez Ramírez, puso a disposición del
despacho sendos fólderes con documentación sobre las peticiones y las medidas
adoptadas por la administración. En especial, se refirió a la petición elevada
por vecinos del barrio Ricaurte, afectados por el desvío de camiones de carga
ordenado por el Juez de tutela de primera instancia, no teniendo la
administración, por el momento, solución alguna al problema del tráfico
vehicular. En cuanto a las medidas adoptadas por las autoridades locales para
el control de velocidad, de contaminación ambiental y de deterioro de las
viviendas a lo largo de las calles 13 y 15, manifestó no tener conocimiento de
las medidas que haya tomado la administración anterior. Con posterioridad a la
sentencia de tutela, informa, se han realizado operativos en los que se ha
sancionado a conductores de vehículos pesados por infringir el fallo de tutela
que ordenó el desvío de los automotores. Por último, el Secretario de Tránsito
y Transporte y manifestó:
"Como lo expuse
brevemente en un foro entre la administración y los señores propietarios y
administradores de las diferentes canteras y empresas que hacen explotación de
materiales el problema asume las características de gravedad tanto por el
tránsito de los vehículos como la consecuente destrucción de las vías y de la
contaminación ambiental que está afectando seriamente el municipio. La
solución de la vía perimetral proyectada es una solución, a mi sentir, a largo
plazo, y es necesario que se entre a determinar, en últimas, por donde van a
transitar los vehículos pesados, de manera inmediata, o si se ordena por quien
corresponda se suspenda la explotación de las canteras y receberas, que son en
últimas los generadores de esta problemática, y que no han sido vinculados como
partes en las diferentes querellas o tutelas que se han tramitado y fallado y
las que se encuentran en curso".
6.3 Luis Leonardo
Cortes García, actuando en representación del Ministerio de Minas y Energía,
anota que los controles respecto de la debida exploración y explotación de
minerales no son periódicos, sino que se adelantan cuando se presenta alguna
queja o una información de las autoridades locales.
6.4 Jaime Norberto
Escandón, en su calidad de representante legal del Ministerio de Salud,
sostiene que el Ministerio remitió a la Secretaría de Salud la comunicación
dirigida por el Juzgado Civil Municipal de Soacha, en el presente proceso de
tutela, sin que hasta el momento se haya informado de las gestiones adelantadas.
No obstante, afirma que "en ejercicio de la función de control que ejerce
el Ministerio daremos las instrucciones correspondientes a efecto de que se
cumpla una minuciosa y eficaz inspección en el área de conflicto y para que se
tomen las decisiones que la situación amerite".
6.5 El petente,
Jaime Alberto Cantor Cantor, y el ciudadano y miembro de la comunidad de
Soacha, Alvaro Beltrán Herrera, expresaron su inconformidad por la
indiferencia, desinformación e incompetencia de las autoridades administrativas
para dar solución al problema que los aqueja, situación que ha estimulado el
uso de la fuerza - construcción de barricadas que obstaculizan el tránsito por
algunas de las calles - para impedir la continua afectación de sus derechos.
6.6 La inspección
ocular llevada a cabo en la zona de Soacha en que residen los presuntos
afectados, permitió verificar que las vías alternas, señaladas por el Juez de
tutela en primera instancia para el desvío del tráfico pesado, se encuentran
sin pavimentar y en deficientes condiciones. En relación con la vía al sur,
ésta bordea y cruza el barrio denominado "La Florida", mientras que
la variante hacia el norte por la vía o avenida 22 hacia el "Parque
Cagua", en su último trecho, penetra al barrio "Ricaurte", donde
puede percibirse que sus habitantes han procedido a obstaculizar la vía con el
fin impedir o, por lo menos, disminuir el tránsito de vehículos de carga por el
sector. A lo largo del recorrido por la calle 13, se detectó el tránsito
continuo de volquetas y camiones de alto tonelaje procedentes de las minas o
cantones de arena, en dirección hacia la "Autopista el Sur", pese a
la prohibición impuesta por las autoridades municipales en cumplimiento del
fallo de tutela que se revisa. En lo que respecta a la calle 15, pudo
observarse que sus habitantes construyeron y colocaron voluminosos bloques de
cemento, logrando disuadir así a los transportadores de materiales de transitar
por allí, y obligándolos a hacerlo únicamente por la calle 13. Es visible el
estado de deterioro de las viviendas en los dos costados de esta vía, como
consecuencia de la contaminación producida por la arena, el polvo, el ruido y
la vibración que generan los automotores que transportan el material de
construcción desde las canteras.
7. De la
documentación aportada al proceso por los demandantes y por el Secretario de
Tránsito y Transportes de Soacha, puede deducirse que desde hace más de una
década, los habitantes de la zona comprendida entre la calle 13 y autopista Sur
de Soacha, han venido denunciando a las autoridades el estado de deterioro de
la calle 13, así como la contaminación ambiental generada por el tránsito de
vehículos transportadores de materiales.
7.1 En 1984,
pidieron al Alcalde Municipal, agilizar la construcción de una vía alterna
aprobada desde 1982, por el Concejo Municipal.
7.2 En diciembre de
1985, la Alcaldía Municipal de Soacha expidió el decreto 131, mediante el cual
ordenó el desvío del tráfico de vehículos de alto tonelaje, por una vía alterna
comprendida entre la calle 23 y carrera 8ª, con el fin de permitir la
repavimentación de la calle 13.
7.3 Posteriormente,
en 1986, los habitantes del sector de la calle 13, reclamaron por escrito al
Concejo Municipal de Soacha, la inclusión de las partidas presupuestales para
la construcción de la vía alterna y la repavimentación de la zona.
7.4 En 1993, los
miembros del comité de defensa de la calle 13, fueron invitados a participar en
una reunión concertada por la Alcaldía, con el Ministro de Minas y Energía, a
fin de tratar la problemática derivada de la explotación de las receberas.
7.5 Mediante
resolución 104 del 3 de septiembre de 1994, la Secretaría de Tránsito y
Transporte, restringió el tráfico de vehículos por la calle 13, a partir de las
10 de la noche hasta las 4 de la mañana, con el propósito de impedir que el
paso de los automotores perturbara la tranquilidad de los moradores de la zona.
8. Luego de
comunicada la iniciación del proceso de tutela a los demandados, la Secretaría
de Tránsito y Transporte de Soacha, expidió la resolución 110 de septiembre 13
de 1994 en la que, con fundamento en la facultad de regular y organizar el
tránsito conferida en el Cógido Nacional de Tránsito y disposiciones
concordantes, se prohibió el tráfico de vehículos de alto tonelaje por las
calles 13, 14 y 15, a cualquier hora del día y en cualquiera de los dos
sentidos de la vía, habida consideración de que se comprobó que su paso
constante altera la tranquilidad y la paz de esta zona residencial.
Con posterioridad a la
decisión de tutela del 23 de septiembre de 1994, que ordenó la desviación del
tráfico pesado, la Secretaría de Tránsito y Transporte de Soacha expidió la
circular informativa 004 de octubre 4 de 1994, en la que comunica a los
conductores de camiones y tractomulas la prohibición de ingresar a las canteras
por la calle 13, debiendo utilizarla únicamente como vía de salida y quedando
prohibido el paso por las calles 14 y 15.
Ante las quejas de
los peticionarios por el incumplimiento del fallo de tutela, el Juez de
instancia requirió a las autoridades municipales. Mediante diversos oficios,
éstas informaron sobre el rechazo de los habitantes del barrio Ricaurte al
desvío de los automotores ordenado por el fallo de instancia y sobre el
posterior acuerdo entre las partes afectadas, los industriales y las
autoridades, de permitir el tránsito de entrada por la calle 22 y el de salida
por la calle 13, mientras se construye la vía perimetral, cuyos planos
topográficos fueron presentados en reunión del día 25 de noviembre.
FUNDAMENTOS JURIDICOS
Causas de la
vulneración de los derechos fundamentales
1. Dos son las
causas de la presunta vulneración de los derechos fundamentales de los
peticionarios: una remota y otra inmediata. La primera corresponde a
actuaciones de particulares - el transporte terrestre de materiales sin las
precauciones adecuadas, ocasionando molestias y perjuicios a la comunidad, y la
explotación ilícita de la actividad minera con efectos adversos sobre el medio
ambiente -. La causa inmediata, en cambio, se refiere a la supuesta omisión de
las autoridades locales y nacionales en dar solución a la problemática generada
por las conductas de los particulares, mediante el ejercicio oportuno de las
competencias legales. La presente acción de tutela ataca sólo esta última
causa. Se dirige contra las autoridades públicas reticentes y busca, mediante
la intervención judicial, impedir el tránsito de camiones de carga por ciertas
avenidas, y activar el control y vigilancia sobre la actividad minera en
defensa del medio ambiente sano.
El fallo de tutela
que se revisa
2. La decisión de
tutela se funda en la íntima relación existente entre el derecho al medio
ambiente sano y los derechos a la vida y a la salud. La sentencia toma en
consideración el daño que el deterioro ambiental ocasiona a los seres humanos.
La vinculación entre los derechos colectivos y los derechos fundamentales y la
responsabilidad del Estado de preservar el medio ambiente sano, sirven de
argumento al fallador para tutelar los "derechos fundamentales a la vida,
a la salud y al medio ambiente" de los peticionarios. En razón de lo
anterior, ordena el desvío del tráfico pesado (1), la realización de estudios y
"el establecimiento de la vía alternativa", en un plazo de seis meses
(2), el control vehicular (3) y la intervención de las autoridades de policía
ambiental (4).
Derecho colectivo al
medio ambiente sano y procedencia de la acción de tutela
3. La jurisprudencia
constitucional ha sido enfática en precisar que el derecho colectivo al medio
ambiente sano no es un derecho fundamental per se, por lo que su
protección por vía de la acción de tutela sólo es admisible cuando se
establece, en el caso concreto, su conexidad con algún derecho fundamental, de
manera que, si no se protege oportunamente el primero, se ocasionaría la
vulneración o amenaza del segundo.
"Fundamental
advertencia sobre este punto es aquella que señala de modo indubitable que este
derecho constitucional colectivo puede vincularse con la violación de otro
derecho constitucional de rango o naturaleza fundamental como la salud, la vida
o la integridad física entre otros, para obtener, por vía de la tutela que
establece el artículo 86 de la Constitución Nacional, el amparo de uno y otro
derechos de origen constitucional, pues en estos casos prevalece la protección
del derecho constitucional fundamental y es deber del juez remover todos los
obstáculos, ofensas y amenazas que atenten contra éste. En estos casos, como se
ha dicho, el Juez al analizar la situación concreta que adquiera las señaladas
características de violación de un derecho constitucional fundamental, deberá
ordenar la tutela efectiva que se reclama" (Sentencia T- 067 de 1993).
En la diligencia de
inspección ocular, el fallador de instancia pudo verificar los efectos
negativos del tránsito de vehículos de carga sobre el medio ambiente y el
impacto sobre las viviendas de los peticionarios. No obstante, las razones
esgrimidas para conceder la tutela nada tienen que ver con la situación fáctica
observada. En efecto, a juicio del juez el derecho al medio ambiente sano
"no se puede desligar del derecho a la vida y a la salud" y los factores
perturbadores del medio ambiente pueden generar daños irreparables a los seres
humanos, por lo que "un derecho colectivo deviene también en un derecho
individual".
4. La vinculación in
abstrato del derecho al medio ambiente y los derechos a la vida y a la
salud, con el objeto hacer comunicable la naturaleza fundamental de los últimos
al primero, no es admisible, ya que con ello termina por desconocerse la
distinción entre derechos colectivos y derechos fundamentales, y se prescinde
de la evidencia empírica necesaria para demostrar la conexidad existente entre
unos y otros en el caso concreto.
Si bien la órbita de
protección de un derecho colectivo cobija indirectamente la efectividad
de derechos fundamentales, y la relación entre ambiente sano y vida sana es
intuitivamente cierta, no es posible concluir sin incurrir en un error lógico y
jurídico, como lo hace el fallador, que la vulneración del derecho al medio
ambiente supone necesariamente la violación de los derechos a la salud o
a la vida.
Por otra parte, los
peticionarios tampoco demostraron una afectación individual de sus derechos a
la salud o a la vida. Sus quejas evidencian un problema de salubridad pública y
de deterioro del medio ambiente que afecta a la comunidad residente en las
inmediaciones de las calles 13, 14 y 15 de Soacha, sin que en el trámite del
proceso de tutela haya sido posible concretar la vulneración de los derechos
fundamentales de los demandantes. Adicionalmente, el daño patrimonial
ocasionado a las viviendas por la actividad transportadora, no se relaciona con
los derechos a la vida y a la salud.
5. Ahora bien, lo
anterior no significa que la calidad de vida de los habitantes del sector y sus
derechos patrimoniales, no estén siendo afectados por las acciones particulares
y las omisiones del Estado, o que, a largo plazo, las personas residentes en el
lugar puedan presentar afecciones en su salud por las mismas causas, en cuyo
caso la situación si podría conducir a plantear la procedencia de la acción de
tutela. No obstante, la Sala debe insistir en que este mecanismo constitucional
no es la vía judicial adecuada para propender la protección de derechos
colectivos salvo que se demuestre la vulneración de un derecho fundamental, y,
menos todavía, si los interesados están en posibilidad de interponer las
acciones populares, de clase o de grupo que son las idóneas para el fin
propuesto.
Omisiones de las
autoridades, derecho de petición y tutela administrativa de los derechos
6. La Corte no
coincide con el fallador de instancia en cuanto a la violación de los derechos
fundamentales a la vida o a la salud. No obstante, considera que, atendidos los
hechos expuestos, podría presentarse la vulneración del derecho fundamental de
petición como consecuencia de las omisiones de las autoridades públicas
demandadas.
En efecto,
analizadas las pruebas documentales aportadas al proceso, se observa que los
habitantes del sector aledaño a las calles 13, 14, 15 de Soacha, han venido
soportando por espacio de tres lustros los efectos de la cercana explotación de
minas de arena, piedra y demás materiales para la construcción. Sus peticiones
sirvieron para que en 1982 el Concejo municipal aprobara la construcción de la
vía alterna para el transporte del material, sin que ésta se llevara finalmente
a cabo. Posteriores solicitudes de la comunidad tuvieron como efecto la
repavimentación de la calle 13, para lo cual se ordenó el desvió transitorio
del tráfico pesado (Decreto 131 de 1985). Constituido un comité para la defensa
de la calle 13 ante los efectos adversos de la explotación minera y de la
actividad transportadora conexa, éste logró reunirse con el Ministro de Minas y
Energía (1993), sin que de dicho encuentro se derivara solución alguna a su
problemática.
En septiembre 3 de
1994, la administración municipal restringió el tráfico de vehículos de carga
entre las 10 de la noche y las cuatro de la mañana por la calle 13, para
impedir la perturbación de los moradores (resolución 104). Días después,
conocida la interposición de la acción de tutela por su actuación omisiva, la
Alcaldía expidió la resolución 110 de septiembre 13 de 1994, ordenando el
desvío del tráfico pesado y prohibiendo su tránsito por las calles 13, 14, 15,
en cualquiera de los dos sentidos, dado que pudo comprobarse que "el paso
constante de vehículos pesados altera la tranquilidad de los residentes en
dichos perímetros", situación que vino a variar, luego del fallo de
instancia, mediante circular informativa 004 de octubre 4 de 1994, en la que
autoriza la salida, exclusivamente por la calle 13, de los vehículos cargados
de material procedentes de las minas, como medida transitoria mientras se
construye la vía perimetral.
Las anteriores
actuaciones de las autoridades locales contrastan con lo expuesto por el
Secretario de Tránsito y Transporte de la Alcaldía de Soacha, en el sentido de
que "la solución de la vía perimetral proyectada es una solución, a mi
sentir, a largo plazo, y es necesario que se entre a determinar, en últimas,
por donde van a transitar los vehículos pesados, de manera inmediata, o si se
ordena por quien corresponda se suspenda la explotación de las canteras y
receberas, que son en últimas los generadores de esta problemática".
Por otra parte, los
Ministerios de Salud, y de Minas y Energía, también demandados, manifiestan que
los controles sanitario y de explotación minera, no se ejercen periódicamente,
sino ante queja particular o a solicitud de otra entidad oficial, no teniendo
conocimiento de que en el presente asunto los interesados hubieran acudido
previamente ante las autoridades competentes.
7. El derecho
fundamental de petición no sólo incluye la facultad de elevar solicitudes
respetuosas a las autoridades públicas por motivos de interés general o
particular. Su núcleo esencial también incorpora "el derecho a obtener una
pronta resolución" (CP art. 23). En efecto, a este respecto la Corte ha
sostenido:
"El derecho
fundamental de petición ha dejado de ser expresión formal de la facultad
ciudadana de elevar solicitudes a las autoridades para pasar a garantizar, en
consonancia con el principio de democracia participativa (CP art. 1º), la
pronta resolución de las peticiones. La tutela administrativa de los derechos
fundamentales es un derecho contenido en el núcleo esencial del derecho de
petición, que no sólo exige una respuesta cualquiera de la autoridad, sino la
pronta resolución de la petición, bien sea en sentido positivo o negativo"
(ST-219 de 1994).
El derecho a una
pronta resolución no se reduce al simple deber estatal de dar contestación. La
respuesta de la administración debe ser coherente y referirse al fondo de la
materia sometida a análisis por parte de los interesados. No se haría efectiva
la facultad de suscitar la intervención oficial en un asunto de interés general
o particular, si bastara a la administración esgrimir cualquier razón o
circunstancia para dar por respondida la petición.
De las pruebas se
deduce que los peticionarios, en lo que respecta a las autoridades municipales,
no han obtenido una pronta resolución, en sentido positivo o negativo, a la
petición de construir una vía alterna para la salida de los materiales de
construcción, la cual ha sido presentada por la comunidad desde hace más de
una década.
7.1 El Secretario
General de la Alcaldía desconoce la existencia de peticiones anteriores a su
reciente ingreso al despacho, que dice no haber recibido "en debida
forma" de su antecesor. El Secretario de Tránsito y Transporte, por su
parte, también carece de conocimiento sobre las medidas adoptadas por la
administración anterior para controlar la velocidad, la contaminación ambiental
y el deterioro de las viviendas a lo largo de las calles 13, 14 y 15 de la
municipalidad.
7.2 Tampoco conocen
los funcionarios públicos sobre la existencia de recursos presupuestales para
la realización de la obra, sobre su factibilidad o su costo, limitándose a
manifestar en reuniones con los afectados que se vienen realizando estudios
topográficos.
7.3 A juicio del
Secretario de Tránsito y Transporte, la solución definitiva consistente en la
construcción de la vía perimetral, es una solución de largo plazo, por lo que
la autoridad competente debe decidir si "se suspende la explotación de las
canteras y receberas, que son en últimas las generadoras de esta
problemática".
7.4 Los actos
administrativos se limitan, unas veces, a prohibir y, en otras, a permitir, el
tránsito de vehículos pesados a determinadas horas del día, sin referirse a la
petición de una solución definitiva del problema.
Las anteriores
manifestaciones llevan a la Sala a efectuar las siguientes consideraciones:
a) La ausencia de
conciencia institucional de los funcionarios públicos alimenta la sensación
ciudadana de que la administración municipal se inaugura con ocasión de cada
nuevo período electoral. No existe memoria de las problemáticas heredadas del
gobierno anterior ni de las ejecutorias, planes y proyectos que vienen
realizándose a nivel local. Hablando literalmente, "es como si el gobierno
municipal se creara con la elección y posesión de la nueva
administración", en perjuicio de la continuidad en las políticas públicas,
de la eficacia de los derechos ciudadanos y del cumplimiento de los deberes del
Estado (CP art. 2).
b)
El Alcalde Municipal es la autoridad competente para "presentar
oportunamente al Concejo los proyectos de acuerdo sobre planes y programas de
desarrollo económico y social, obras públicas, presupuesto anual de rentas y
gastos y los demás que estime convenientes para la buena marcha del
municipio" (CP art. 315-5). No obstante, la administración local, guarda
silencio sobre el estado del trámite presupuestal necesario para la
implementación de una solución definitiva al problema del transporte de los
materiales de construcción, situación que beneficia a un sector privado en
desmedro de los derechos de otros particulares, compelidos a soportar las
externalidades o efectos negativos de la actividad industrial desarrollada.
c)
El Secretario de Tránsito y Transporte, quien, pese a reconocer que "el
problema asume las características de gravedad tanto por el tránsito de los
vehículos como la consecuente destrucción de las vías y de la contaminación
ambiental que está afectando seriamente al municipio", advierte que la
solución de construir la vía perimetral es de largo plazo, debiendo la
autoridad competente decidir si suspende la explotación minera, que es en
últimas la generadora del conflicto.
El largo plazo al
que alude la administración, visto con el trasfondo de 15 años de evasivas y
omisiones de las autoridades públicas, resulta relativizado y adquiere un
carácter dramático y lesivo de la efectividad de los derechos ciudadanos.
¿Cuánto tiempo más requerirá la administración para la construcción de la vía
alterna que solucionará el problema que beneficia a unos y perjudica a otros?.
No pueden los funcionarios públicos, por incompetencia, desidia o complicidad
con sectores pudientes de la sociedad, eludir sus responsabilidades de velar
por la vida, honra y bienes de los habitantes (CP art. 2), mediante el
ejercicio oportuno de sus competencias constitucionales y legales (CP art.
315). Referir a soluciones extremas, como la de "suspender la explotación
minera", importante fuente de trabajo en la localidad, o traspasar la
responsabilidad de la situación a sus causantes, es un fácil expediente de la
administración local para abjurar de sus deberes constitucionales, que la
obligan a procurar positivamente el bienestar de la comunidad (CP arts. 2,
334).
d)
Las actuaciones de la administración, que podrían constituir una resolución
tácita, aunque sólo transitoria, a la petición ciudadana, sólo obedecen a las
presiones de turno y demuestran ser contradictorias y altamente erráticas. Al
día siguiente de interpuesta la acción de tutela, la administración prohibió el
tránsito por las calles 13, 14 y 15, en cualquiera de los dos sentidos, tras
haber comprobado la alteración de la tranquilidad y la paz. Pero, luego de la
protesta de otro sector de la población, de los industriales y de los
transportadores, no obstante el fallo de primera instancia, permitió el paso
exclusivamente por la calle 13 - la más afectada - de los vehículos cargados de
materiales procedentes de las minas, "mientras se construye la vía
alterna" que, dicho sea de paso, "es una solución a largo
plazo".
"La mínima
utilización de las competencias legales por las autoridades" - como ya lo
advirtió en un caso similar esta Corte - "ha permitido a los
beneficiarios de la actividad industrial transferir el costo de las
externalidades generadas en su proceso productivo a la comunidad, creando un
desequilibrio que rompe con el principio de igualdad. Detrás de las razones
técnicas esbozadas por la administración para diferir la solución definitiva
del problema, mediante la adopción sistemática y escalonada de medidas legales
de persuasión (...), se revela una clara falta de voluntad política que
traiciona la confianza depositada en las autoridades y se aparta de la ética de
servicio que es la razón de ser del Estado y el parámetro de conducta de los
servidores públicos (...). A pesar de las reiteradas quejas de la comunidad
durante más de una década, las autoridades ejecutivas no han adoptado las
medidas necesarias para la pronta resolución del problema (...), vulnerando de
esta forma el artículo 23 de la Constitución". (ST-219 de 1994).
Derecho fundamental
a obtener una pronta resolución y establecimiento del marco de referencia para
la decisión administrativa que debe adoptar la autoridad
8. El derecho
fundamental de petición (CP art. 23) no se reduce a la posibilidad jurídica de
solicitar respetuosamente a las autoridades públicas que se pronuncien con
respecto a un determinado asunto, de forma que la mera contestación bastaría
para hacer efectivo el derecho a obtener una pronta resolución. Limitar el
contenido del derecho de petición a la facultad de exigir un pronunciamiento
del Estado, es reducir la esfera de acción ciudadana a un modelo
súbdito-soberano, donde las actuaciones del Estado son percibidas como
emanaciones de la merced, gracia o mera liberalidad del mandatario de turno. El
derecho de petición, dada su estrecha relación con el principio de democracia
participativa (CP art. 1), si bien no implica el derecho a que la petición se
resuelva en determinado sentido1 , incorpora en su núcleo esencial la
facultad de exigir la actuación de la autoridad pública, en el ámbito de
sus funciones, cuando ésta resulte imperiosa para garantizar la efectividad de
los principios, derechos y deberes, y el cumplimiento de las responsabilidades
sociales del Estado (CP art. 2). Bajo esta segunda modalidad, el derecho a
obtener una pronta resolución, contenido en el núcleo esencial del derecho de
petición, sólo podría verse satisfecho si la autoridad pública actúa dentro de
su ámbito funcional para dar respuesta efectiva a las demandas ciudadanas, más
aún cuando la realización de las aspiraciones de la comunidad está
necesariamente mediada por la intervención oportuna de la autoridad pública.
En el presente
asunto, la situación de un sector de la población de Soacha, sin que se
conozcan los motivos, no ha sido seriamente considerada por las instancias de
decisión política del municipio, que se han abstenido de resolver el fondo del
problema que los afecta desde hace aproximadamente quince años. El Alcalde
Municipal, aparte de sus competencias de gestión, goza de iniciativa normativa
en la materia (CP art. 315-5). La construcción de la vía alterna o perimetral
se revela objetivamente como la única solución, fáctica y técnicamente posible,
con miras a garantizar el disfrute de los derechos ciudadanos, teniendo en
cuenta que otro tipo de medidas - control de carpado, de señalización y de
velocidad - tiene un efecto puramente paliativo.
9. El juez de
instancia ordenó al Alcalde Municipal de Soacha dictar las medidas necesarias
para desviar el tráfico por la vía alterna (1), efectuar el estudio topográfico
y demás trabajos para establecer, en un plazo de seis meses, una vía de salida
alternativa y definitiva de los materiales (2), y ejercer el control de
velocidad, señalización y carpado de los vehículos (3).
En cuanto al
levantamiento del estudio topográfico, la Corte no encuentra que esta medida
tenga efectividad inmediata, por no existir las apropiaciones presupuestales
necesarias para la construcción de la obra pública demandada. La misma razón es
predicable de la orden de "establecer la salida alternativa y definitiva
en un plazo de seis meses". Cualquier medida en este sentido no podría
conllevar menos de un año como plazo para su cumplimiento, a fin de que se
adopten las decisiones presupuestales que le brinden soporte y efectividad. En
cuanto a la orden de ejercer el control de velocidad, señalización y carpado de
los vehículos, la Sala estima que ella es procedente, ante la omisión de las
autoridades de tránsito en vigilar el adecuado transporte de materiales de
construcción.
10. Las medidas para
dar "prontamente resolución" a la petición elevada por un sector de
la comunidad de Soacha, deberán adoptarse por la autoridad municipal dentro del
marco de referencia que la Corte dejará establecido para garantizar el respeto
de los derechos de los habitantes de la zona y de cuyo cumplimiento depende el
restablecimiento del derecho fundamental violado.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Tercera de Revisión,
RESUELVE
PRIMERO.- CONFIRMAR
la sentencia del 23 de septiembre de 1994, proferida por el Juzgado Civil
Municipal de Soacha, pero sólo en el sentido de tutelar a los peticionarios su
derecho fundamental de petición. En consecuencia, se ordena a la Alcaldía
Municipal de Soacha dar pronta resolución a las peticiones elevadas por los
vecinos de las calles 13, 14 y 15 de Soacha, de conformidad con los siguientes
parámetros:
a)
El Alcalde Municipal de Soacha deberá incluir la construcción de la vía
perimetral para la salida de materiales procedentes de la explotación minera
que viene adelantándose en esa localidad, en los proyectos de acuerdo que en la
primera oportunidad pueda presentar a consideración del Concejo Municipal.
b)
La financiación de la construcción de la vía alterna debe tomar en consideración
que los principales beneficiarios de la obra, son las compañías que se ocupan
de la explotación minera en la zona.
c)
El plazo máximo para la construcción de la vía alterna o perimetral será de dos
(2) años, al término del cual, si ésta no se ha realizado, se suspenderá el
transporte de materiales de construcción por la zona afectada, hasta tanto se
de cumplimiento a la misma.
d)
Durante el plazo fijado para la resolución definitiva del problema, la Alcaldía
Municipal, con la colaboración de las compañías concesionarias de licencias de
explotación minera, ejercerá tareas permanentes de barrido y limpieza de las
calles 13, 14 y 15, con el objeto de reducir la contaminación ambiental en la
zona como consecuencia de la actividad de extracción y transporte de materiales
para la construcción.
e)
Igualmente, la Alcaldía Municipal deberá ejercer el control - de velocidad,
señalización y carpado - sobre los vehículos de carga que transiten por las
calles 13, 14 y 15 de Soacha, procedentes de las minas, canteras o receberas,
con dirección a la Autopista del Sur.
El Juzgado Civil
Municipal de Soacha velará por su efectivo cumplimiento.
SEGUNDO.- LIBRESE
comunicación al mencionado Juzgado, con miras a que se surta la notificación de
esta providencia, según lo establecido en el artículo 36 del Decreto 2591 de
1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte
Constitucional.
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado Ponente
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
(Sentencia
aprobada por la Sala Tercera de Revisión, en la ciudad de Santa Fe de Bogotá,
D.C., a los veintidós (22) días del mes de marzo de mil novecientos noventa y
cinco (1995)).
1 Corte Constitucional.
Sentencia T-103 de 1995. MP. Dr. ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO y Sentencia T-575
de 1994. MP. Dr. JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO. |
339 | T-131-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-131/95
INSTITUTO DE
SEGUROS SOCIALES-Tratamiento
médico/MENOR ENFERMO-Protección/CALIDAD DE VIDA
Un primer grupo
lo constituyen los menores, cuyo tratamiento ha sido suspendido por el ISS,
después de haber cumplido su primer año de vida, por no tener su enfermedad un
pronóstico favorable de curación. No existe razón de carácter constitucional,
ni muchos menos legal, que le impida al ISS prestar los servicios requeridos
por estos menores y cuyo fin, si bien no será la recuperación total de sus
capacidades físicas y mentales, será la posibilidad de obtener un mejoramiento
en su calidad de vida.
INSTITUTO DE
SEGUROS SOCIALES-Suspensión
de tratamiento médico/ INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES-Cotización
Existe un segundo
grupo, en el cual se encuentran los menores, a quienes no sólo se les
suspendió el servicio por no tener un pronóstico favorable de curación, sino
porque sus padres dejaron de cotizar al Instituto. En este caso, la suspensión
del servicio alegada por el Instituto es válida, pues la única forma para
acceder a sus servicios, es a través del sistema de cotizaciones. Así pues, si
los padres de estos menores vuelven a cotizar, podrán obtener la asistencia
médico asistencial que requieren sus hijos, pues, la nueva ley de seguridad
social no sólo permite la cobertura familiar, sino que prohibe aplicar
preexistencias a sus afiliados.
Ref: Expediente
T- 51.668
DEMANDANTE: María Carrasquilla contra
Instituto de Seguros Sociales. Seccional Cartago.
PROCEDENCIA: Juzgado Tercero Penal del Circuito de
Cartago Valle.
MAGISTRADO
PONENTE: JORGE ARANGO
MEJÍA.
Sentencia aprobada
en Santafé de Bogotá, D.C., en sesión de la Sala Primera de Revisión de la
Corte Constitucional, a los veinticuatro (24) días del mes de marzo de mil
novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Primera de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Jorge Arango
Mejía, Antonio Barrera Carbonell, Eduardo Cifuentes Muñoz, decide sobre el
fallo proferido por el Juzgado Tercero Penal del Circuito de Cartago, en el
proceso de tutela promovido por la Personera Municipal de Cartago, doctora María
Resfa Carrasquilla Hurtado, en representación de los menores Carlos David
Jiménez; Beatriz Lorena Gómez B; Miguel Antonio Betancourt B; Santiago
Jaramillo Hoyos; Leydy Johana Palacio Villa; Carolina Vélez; Natalia Andrea
Luna G; Juan Gabriel Ramírez; Hugo Niel Miranda Lugo; Anderson M. Acosta
Monsalve; Julián A. Castaño Sepúlveda y Paola Tatiana Vicuña Aldana en contra
del Instituto de Seguros Sociales, Seccional Cartago.
El expediente llegó
a la Corte Constitucional, por remisión que hizo el Juzgado Tercero Penal del
Circuito de Cartago Valle, en virtud de lo ordenado por el artículo 31 del
decreto 2591 de 1991.
La Sala de Selección
de la Corte eligió, para efectos de su revisión, el expediente de la
referencia.
I. ANTECEDENTES
La actora, en su
calidad Personera municipal de Cartago, y en representación de los menores
Carlos David Jiménez Torres, Beatriz Lorena Gómez Bonilla, Miguel Antonio
Betancourt Barco, Santiago Jaramillo Hoyos, Leydy Johana Palacio Villa, Juan
Gabriel Ramírez, Hugo Niel Miranda, Anderson Mauricio Acosta Monsalve, Julián
Andrés Castaño Sepúlveda y Paola Tatiana Vicuña Aldana, presentó ante el
Juzgado Penal del Circuito de Cartago (reparto), acción de tutela en contra
del Instituto del Seguro Social Seccional Cartago, por las siguientes razones:
A. Hechos
1. Manifiesta la
actora que los menores mencionados son beneficiarios de los servicios médico
asistenciales que presta el Instituto del Seguro Social, por ser hijos de
personas afiliadas a este organismo.
2. Todos ellos,
tienen en común que, desde su nacimiento padecen de enfermedades tales como
parálisis cerebral, síndrome de down, e.t.c. Razón por la cual, el Instituto
del Seguro Social les venía prestando los servicios médicos requeridos, hasta
que los decidió suspender amparado en lo dispuesto por el artículo 26 del
decreto 770 de 1975, según el cual:
“ Los hijos de los
asegurados amparados por el seguro de enfermedad general y maternidad tendrán
derecho a la necesaria asistencia médica, quirúrgica, farmacéutica y
hospitalaria, así como a los correspondientes servicios paramédicos y médicos
auxiliares de diagnóstico y tratamiento, durante el primer año de vida.
"Cuando se
diagnostique enfermedad durante el primer año de edad, el hijo asegurado tendrá
derecho, en cualquier tiempo, a todas las prestaciones asistenciales
necesarias, cuando a juicio del servicio médico no sea procedente su
tratamiento dentro del primer año de vida y que exista desde el principio
pronóstico favorable de curación." (negrillas fuera de texto)
B. Derechos
presuntamente vulnerados
La actora, considera
que el Instituto del Seguro Social al negarse a prestar la asistencia médica
requerida por los menores, está vulnerando los derechos fundamentales de los
niños, especialmente, la vida y la igualdad.
C.
Pretensión
Solicita se
inaplique el artículo 26 del decreto 770 de 1975, que condiciona la prestación
de los servicios médico asistenciales a los hijos de los asegurados por el
Instituto de Seguros Sociales, a la existencia de un pronóstico favorable de
curación. En consecuencia, se ordene a la entidad acusada, prestar a los
menores los servicios y suministrar la medicina que requieran, para la
conservación de su salud y vida. Así como la intervención del Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar, para que se asegure y garantice la efectiva
prestación de los servicios que requieren los menores.
D. Pruebas
La actora aportó
como pruebas, entre otras, las copias de los registros civiles de nacimiento de
los menores, algunas historias clínicas, tarjetas de comprobación de derechos,
carnés de afiliación e.t.c.
E. Actuación
Procesal
El juzgado, una vez
asumió el conocimiento de la acción de tutela de la referencia, procedió a
notificar al demandado, y citó a declarar a los padres de los menores, así
como, al director del Instituto del Seguro Social, Seccional Cartago.
En cumplimiento de
lo anterior, se recibieron los siguientes testimonios:
1- Martha Lucia
Hoyos Valencia, madre de Santiago Jaramillo Hoyos, manifestó que su hijo nació
en la clínica del Seguro de Cartago, en el año de 1981. Indicó que el menor
desde su nacimiento padece de deficiencias físicas y orgánicas; razón por la
cual, el Instituto del Seguro Social, Seccional Cartago ha venido prestándole
los servicios médicos asistenciales requeridos, los cuales son renovados cada
tres meses. Sin embargo, el Instituto no le ha proporcionado unos aparatos
ortopédicos que requiere.
2- Beatriz Bonilla
de Gómez, madre de Beatriz Lorena Gómez Bonilla, afirmó que la menor nació en
la clínica del Seguro de Cartago, en el año de 1985, y que desde su nacimiento
padece de mongolismo. El Instituto ha venido prestándole la asistencia médico
asistencial requerida. Sin embargo, hasta la fecha de presentación de la acción
de tutela, no se ha realizado una operación que la menor necesita.
3- María Claribel
González Gallego, madre de Natalia Andrea Luna González, manifestó que la
menor, que nació en la clínica del Seguro de Cúcuta, en el año de 1979, desde
su nacimiento padece del síndrome de down. El Instituto del Seguro Social,
Seccional Cartago venía prestándole los servicios médico asistenciales
requeridos, hasta cuando fueron suspendidos porque el síndrome en mención no
tenía curación.
4- Luz Mery Aldana
Vélez, madre de Paola Tatiana Vicuña Aldana, menor que nació en la clínica del
Seguro Social de Cartago, en el año de 1986. Indicó que desde su nacimiento
padece de sordera profunda y, el Instituto del Seguro Social, Seccional Cartago
le ha venido prestando los servicios médico asistenciales requeridos. Sin
embargo, hasta la fecha no ha sido posible que el Instituto implante un
audífono que requiere la menor, a pesar de que ya está ordenado. Igualmente,
no se le presta el servicio de terapia de lenguaje, pues, el director de la
clínica no ha firmado contrato con la fonoaudióloga.
5- Janeth Lugo,
madre del Hugo Niel Miranda Lugo, quien nació en la clínica del Seguro Social
de Cartago, en el año de 1985. Indicó que desde su nacimiento, el menor padece
de una deficiencia cerebral. El Instituto del Seguro Social, Seccional Cartago
lo atendió hasta 1991, fecha a partir de la cual, el servicio le fue
suspendido.
6- Graciela Barco
Flórez, madre de Miguel Antonio Betancourt Barco, quien nació en la clínica del
Seguro Social de Cartago, en el año de 1985. Indicó que el menor padece de
síndrome de down. El Instituto del Seguro Social, Seccional Cartago le prestó
los servicios médico asistenciales requeridos durante el primer año de vida.
Sin emabargo, a partir de 1986, los servicios médicos fueron suspendidos,
porque la enfermedad del menor no tenía curación.
7- Amparo de
Sepúlveda de Castaño, madre de Julián Andrés Castaño Sepúlveda, quien nació en
la clínica del Seguro Social de Cartago, en el año de 1979. Indicó que desde su
nacimiento, su hijo padece de retardo mental, y que sólo hizo uso de los
servicios médico asistenciales del Seguro Social durante los primeros cuatro meses
de vida del menor, porque decidió llevarlo a un pediatra particular. Sin
embargo, al solicitar nuevamente los servicios del Instituto, fue informada
que su hijo ya no tenía derecho a dichos servicios.
8- María Nelly Villa
Rendón, madre de Leydy Johana Palacio Villa, quien nació en la clínica del
Seguro Social de Cartago, en el año de 1987. Indicó que la menor desde su
nacimiento padece de retardo mental. El Instituto del Seguro Social de Cartago,
le prestó el servicio médico asistencial hasta 1990, fecha desde la cual, es
atendida por el “INTEI”.
9- Patricia Segura
Marín, madre de Carolina Vélez, quien nació en la clínica del Seguro Social de
Cartago, en el año de 1985. Indicó que la menor nació con labio leporino, y la
operación requerida para solucionar su problema no fue realizada por el
Instituto del Seguro Social, sino por una entidad de carácter particular. Así
mismo, solicitó el servicio de terapia de lenguaje, y la práctica de una nueva
cirugía plástica, pero ello no fue posible, porque el Instituto había
suspendido los servicios para su hija, quien en la actualidad es atendida por
el “INTEI”.
10- Yeni Graciela
García Castañeda, madre de Juan Gabriel Ramírez García, quien nació en la
clínica del Seguro Social de Cartago, en el año de 1986. Indicó que el menor
desde su nacimiento padece de autismo, razón por la cual, el Instituto del
Seguro Social, sólo le prestó los servicios médico asistenciales durante su
primer año de vida.
11- Gloria Inés
Monsalve Gutiérrez, madre de Anderson Mauricio Acosta Monsalve, quien nació en
la clínica del Seguro Social de Cartago, en el año de 1991. Indicó que el menor
desde su nacimiento padece de convulsiones, el Instituto del Seguro Social de
Cartago, sólo le prestó los servicios médico asistenciales durante el primer
año de vida. En la actualidad el menor es atendido por un médico particular.
12- Alberto José
Morales Chaljub, quien se desempeña desde 1993 como gerente del Instituto del
Seguro Social de Cartago. Manifestó que la entidad a su cargo presta a los
afiliados y a los beneficiarios, los servicios médicos y hospitalarios
requeridos por éstos, según lo estipulado en la ley y los estatutos del
Instituto. En relación con cada uno de los casos, explicó lo siguiente:
- A los menores
Beatriz Lorena Gómez Bonilla, Santiago Jaramillo Hoyos y Paola Tatiana Vicuña
no se les ha suspendido el servicio médico asistencial, inclusive se les ha
prestado el servicio médico dentro de la especialidad que cada uno requiere.
Respecto del audífono requerido por Paola Tatiana Vicuña Aldana y el aparato
ortopédico requerido por el Santiago Jaramillo Hoyos, manifestó que para
obtenerlos deben cumplir con una serie de requisitos, como es que un
especialista así lo prescriba. Así mismo, explicó que el Instituto cuenta con
fonoaudiólogas y, por ello, no se explica por qué se afirma que no ha sido
posible el tratamiento para Paola Tatiana Vicuña Aldana.
- A Natalia Andrea
Luna González y Hugo Niel Lugo, medicina laboral les certificó su mejoría,
razón por la cual, fue suspendido el servicio.
- A los menores
Miguel Antonio Betancourt Barco, Juan Gabriel Ramírez García y Julián Andrés
Castaño Sepúlveda, se les prestó el servicio durante el primer año de vida.
Sin embargo, éste fue suspendido porque sus padres dejaron de cotizar al
Instituto.
- A la menor Leydy
Johana Palacio Villa, le fue suspendido el servicio porque de acuerdo al
pronóstico de medicina laboral, su enfermedad no tenía curación.
- A Carolina Vélez,
no se le prestó el servicio, porque cuando sus padres solicitaron la prórroga,
el problema del labio leporino ya había sido solucionado. Sin embargo, no se
pronunció en relación con el retardo mental que padece la menor.
- El relación con el
menor Anderson Mauricio Acosta, expresó que en su historia clínica no se hace
referencia a las convulsiones que, según su madre, padece.
Sin embargo, cuando
fueron solicitadas las historias clínicas por el Juzgado de conocimiento, este
mismo funcionario argumentó no poseerlas, porque según él, ellas estaban en
poder de los padres de los menores.
Consta, igualmente,
la partida de defunción del menor Carlos David Jiménez Torres, del 12 de
septiembre de 1994.
F. Sentencia de
única instancia
El Juzgado Tercero
Penal del Circuito de Cartago, mediante sentencia del 20 de octubre de 1994, DENEGÓ
la acción de tutela solicitada, al considerar que no fueron vulnerados los
derechos de los menores, invocados por la actora, puesto que la institución tiene
para cada caso, una razón para no prestar o prorrogar el servicio.
En concepto del
juzgado, la Personera Municipal no debió generalizar la situación de los
menores en cuestión, pues cada caso era distinto. Así mismo, consideró que el
Instituto del Seguro Social, se limitó a cumplir con las normas que lo rigen,
normas que no pueden ser desconocidas por el juez de tutela.
Finalmente,
manifestó que el despacho no puede inaplicar el decreto 770 de 1975, porque no
tiene competencia para ello y, además, porque existen otros medios para lograr
su inaplicación.
Como el fallo no fue
impugnado, se remitió a la Corte para su eventual revisión.
II.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Primera.-
Competencia
La Corte
Constitucional es competente para decidir este asunto, en virtud de lo
dispuesto por los artículos 86 y 241, numeral 9, de la Constitución, en
concordancia con las normas pertinentes del decreto 2591 de 1991.
Segunda.- Lo que
se pretende
La actora, en su
calidad de Personera municipal de Cartago, solicita se inaplique el artículo 26
de del decreto 770 de 1975 y, en consecuencia, se preste la atención médica
requerida por cada uno de los menores, según sus necesidades.
Al respecto, es
necesario precisar lo siguiente:
La Sección Primera
del Consejo de Estado, declaró la nulidad de la expresión "... y que
exista desde el principio pronóstico favorable de curación" del artículo
26 del decreto 770 de 1975, por medio de la sentencia del 10 de febrero del año
en curso, con ponencia del doctor Ernesto Rafael Ariza Muñoz.
En la mencionada
providencia, se consideró necesario declarar la nulidad sobreviniente del
aparte transcrito del referido decreto, por establecer límites en la protección
de derechos fundamentales como la vida, la salud y la dignidad humana de los
menores de edad. En concepto de esa Corporación "... el menor que no tiene
posibilidad de curación está irremediablemente condenado a padecer físicamente
hasta que se produzca su deceso, ya que su vida carece de valor alguno para
efectos asistenciales".
Así pues, se declaró
la nulidad del referido aparte, con efectos retroactivos al 7 de julio de 1991,
fecha en la que entró en vigencia la Constitución de 1991.
Es decir, que el
Instituto de Seguros Sociales, desde la fecha indicada, no podía negarse a
prestar los servicios médico asistenciales, a los hijos menores de los
asegurados amparados por el seguro de enfermedad general y maternidad, cuyo
tratamiento tuviese que prestarse después del primer año de vida.
Igualmente, con la
entrada en vigencia de la ley 100 de 1993, la cobertura de los servicios
prestados por el Instituto de Seguros fue ampliada, razón por la que se ha
entendido que el artículo 26 del decreto 770 de 1975, fue derogado tácitamente
por la referida ley.
Al respecto, esta
Corporación, por medio de las sentencias T-01, T-020 y SU-043 de 1995, con
ponencias de los Magistrados José Gregorio Hernández Galindo, Alejandro
Martínez Caballero y Fabio Morón Díaz, respectivamente, ha interpretado que
dicho artículo no se encuentra vigente, porque la nueva ley de seguridad
social, ley 100 de 1993, fijó en su artículo 163, un plan de cobertura familiar
que no establece ninguna excepción para la prestación efectiva de los
servicios médico asistenciales a los hijos de los afiliados, ya sean éstos
menores de edad o mayores con alguna incapacidad. Al respecto se afirmó:
"...puede
deducirse que la cobertura del Plan Obligatorio de Salud cobija a los
beneficiarios en cuanto pueda establecerse que los servicios médicos,
asistenciales o quirúrgicos serán aptos para la recuperación de la salud del
paciente, en los términos descritos.
"Pero, además,
la misma disposición autoriza que se brinde "soporte psicológico, terapia
paliativa para el dolor, la disfuncionabilidad y la incomodidad o terapia de
mantenimiento".
"Lo dicho
significa que las entidades, públicas o privadas, encargadas de llevar al
afiliado y a su familia los beneficios del Plan Obligatorio de Salud no pueden
ya esgrimir el diagnóstico de que la enfermedad es incurable como razón válida
para negar todo tipo de atención al paciente." ( Cfr. Sentencia T-01 de
1995. Magistrado ponente, doctor José Gregorio Hernández).
Así las cosas, no
existe ninguna razón para que el Instituto de Seguros Sociales, se niegue a
prestar sus servicios a los afiliados o sus beneficiarios, pues uno de los
objetivos que debe cumplir esta institución de seguridad social, es el de
garantizar no sólo las prestaciones económicas sino de salud a quienes
tienen una relación laboral o capacidad económica suficiente para afiliarse al
sistema. Es decir, proporcionar servicios donde predominen el respeto por la
dignidad humana y la preservación de la salud y la vida, dentro de ciertos parámetros
de calidad.
Tercera.-
Análisis de los casos concretos
Ante la
imposibilidad de obtener las historias clínicas de los menores, porque según el
director del Instituto, ellas estaban en poder de sus acudientes, esta Sala
presumirá la veracidad de las declaraciones rendidas por cada uno de los
padres, para efectos de resolver los casos en estudio.
Así, y tal como
consta en las declaraciones que fueron reseñadas en el literal E, de esta
providencia, los casos que son objeto de estudio, han tenido un tratamiento
disímil por parte del Instituto de los Seguros Sociales. Veamos:
Un primer grupo lo
constituyen los menores, cuyo tratamiento ha sido suspendido por el Instituto
de Seguros Social, después de haber cumplido su primer año de vida, por no tener
su enfermedad un pronóstico favorable de curación. En este grupo se encuentran
los menores Natalia Andrea Luna González, Carolina Vélez Segura y Anderson
Mauricio Acosta.
En estos casos la
tutela ha debido concederse, pues tal como se expresó en el acápite anterior,
no existe razón de carácter constitucional, ni muchos menos legal, que le
impida al Instituto de Seguros Sociales prestar los servicios requeridos por
estos menores y cuyo fin, si bien no será la recuperación total de sus capacidades
físicas y mentales, será la posibilidad de obtener un mejoramiento en su
calidad de vida. Por tanto, en la parte resolutiva de esta sentencia, se
ordenará al Director del Instituto de Seguros Sociales, seccional Cartago,
prestar todos los servicios médico asistenciales requeridos por los menores en
cuestión.
Existe un segundo
grupo, en el cual se encuentran los menores Miguel Antonio Betancourt Barco,
Julián Andrés Castaño Sepúlveda y Juan Gabriel Ramírez García, a quienes
no sólo se les suspendió el servicio por no tener un pronóstico favorable de
curación, sino porque sus padres dejaron de cotizar al Instituto, según la
declaración rendida por el director del Instituto de Seguros Sociales,
Seccional Cartago.
En este caso, la
suspensión del servicio alegada por el Instituto es válida, pues la única
forma para acceder a sus servicios, es a través del sistema de cotizaciones.
Así pues, si los
padres de estos menores vuelven a cotizar, podrán obtener la asistencia médico
asistencial que requieren sus hijos, pues, la nueva ley de seguridad social no
sólo permite la cobertura familiar, sino que prohibe aplicar preexistencias a
sus afiliados ( artículos 163 y 164 de la ley 100 de 1993).
Si los padres de
estos menores no pueden seguir cotizando al seguro, por alguna razón, podrían
buscar acceder al llamado "régimen subsidiado" que debe ser
desarrollado por el Gobierno y cuyo propósito consiste, según el artículo 212
de la ley 100 de 1993, en "financiar la atención en salud a las personas
pobres y vulnerables y sus grupos familiares que no tienen la capacidad de
cotizar."
Por otra parte, no
se demostró y ni siquiera se insinuó que la vida de los tres menores, se
encuentre en un peligro grave e inminente, que permitiera la adopción de
medidas transitorias por parte de esta Sala, para salvaguardar sus derechos.
Por estas razones, se denegará la presente tutela para los menores Miguel
Antonio Betancourt Barco, Julián Andrés Castaño Sepúlveda y Juan Gabriel
Ramírez García. Lo que no obsta para que el Instituto preste sus servicios si
los padres de estos menores han seguido cotizando.
Un tercer grupo lo
constituyen aquellos menores a quienes el Instituto de Seguros Sociales, les
viene prestando alguna clase de atención. En este grupo se encuentran lo
menores Santiago Jaramillo Hoyos, Beatriz Lorena Gómez Bonilla, Paola Tatiana
Vicuña Aldana. A estos menores, según la declaración rendida por el director
de esa institución, se les viene prestando la atención requerida. Por esta
razón, en concepto de la Sala, no existe razón alguna para conceder el amparo
solicitado. Sin embargo, se oficiará al Instituto de Bienestar Familiar,
Seccional Cartago, para que vele por la prestación adecuada de los servicios
requeridos por estos menores.
III. DECISIÓN
En mérito de lo
expuesto, la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo
y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
Primero: REVÓCASE
PARCIALMENTE la sentencia
del Juzgado Tercero Penal del Circuito de Cartago (Valle), por las razones aquí
expuestas. En su lugar, CONCÉDESE la acción de tutela interpuesta en
favor de los menores Natalia Andrea Luna González, Carolina Vélez Segura y
Anderson Mauricio Acosta. Por tanto, ORDÉNASE al director del Instituto
de Seguros Sociales prestar los servicios médico asistenciales que requieran
estos menores.
Segundo: CONFÍRMASE la sentencia del
Juzgado Tercero Penal del Circuito de Cartago (Valle), en cuanto DENEGÓ
la tutela solicitada en favor de los menores Miguel Antonio Betancourt Barco, Julián
Andrés Castaño Sepúlveda, Juan Gabriel Ramírez García, Santiago Jaramillo
Hoyos, Beatriz Lorena Gómez Bonilla, Paola Tatiana Vicuña Aldana, pero por las
razones expuestas en la parte motiva de esta providencia.
Tercero: Por Secretaría General OFÍCIESE al
Instituto de Bienestar Familiar, Seccional Cartago, para que vele por la
prestación efectiva de los servicios médico asistenciales que requieran los
menores Natalia Andrea Luna González, Carolina Vélez Segura, Anderson Mauricio
Acosta, Santiago Jaramillo Hoyos, Beatriz Lorena Gómez Bonilla y Paola Tatiana
Vicuña Aldana.
Cuarto: Por Secretaría General, REMÍTANSE el
expediente de tutela y este fallo, al Juez Tercero Penal del Circuito de
Cartago (Valle), para los efectos consagrados en el artículo 36 del decreto
2591 de 1991.
Notifíquese,
cópiese, publíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte
Constitucional.
JORGE ARANGO MEJÍA
Magistrado
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
MARTHA V. SÁCHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
340 | T-132-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-132/95
ACCION DE TUTELA-Improcedencia/PUESTO DE POLICIA-Retiro
del sector
No es competencia
del juez de tutela inmiscuirse en asuntos que no son de su resorte. Pues, por
un lado, no conoce las razones que tuvieron las autoridades de policía para
adoptar la decisión de retirar el puesto que existía, y ni aun conociéndolas
podría ordenar su restablecimiento, pues no existe relación directa de
causalidad entre la suspensión de un puesto de policía y la vulneración de
derechos fundamentales invocados por el actor. La Sala no desconoce la
importancia de la presencia de las autoridades en los diferentes sitios del
país, y, especialmente, en esta capital, que tiene uno de los mayores índices
de criminalidad. Pero, sería una ilusión pretender que tal estado de cosas
pudiera ser modificado con la simple presentación de una acción de tutela, con
la esperanza de que una orden de un juez solucione el problema.
DEBIDO
PROCESO/NOTIFICACION DE TUTELA
En múltiples
ocasiones en este aspecto: en las acciones de tutela también se debe observar
el debido proceso. Y uno de los pilares del debido proceso lo constituye,
precisamente, el que se notifique a la parte demandada que se ha iniciado un
proceso en su contra. El acto de la notificación debe cumplirse, sin tener en
consideración si la decisión final será la de conceder o no la tutela demandada.
REF: EXPEDIENTE T- 51959.
DEMANDANTE: OROSMAN BAQUERO VILLALVA contra el
ALCALDE MAYOR DE SANTAFE DE BOGOTA y el COMANDANTE DE LA POLICIA METROPOLITANA
DEL DISTRITO CAPITAL.
PROCEDENCIA: TRIBUNAL ADMINISTRATIVO DE CUNDINAMARCA,
SECCION TERCERA.
MAGISTRADO
PONENTE: JORGE ARANGO
MEJIA.
Aprobada en sesión
de la Sala Primera de Revisión, celebrada en la ciudad de Santafé de Bogotá, a
los veinticuatro (24) días del mes de marzo de mil novecientos noventa y cinco
(1995).
La Sala Primera de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Jorge Arango
Mejía, Antonio Barrera Carbonell y Eduardo Cifuentes Muñoz, decide sobre la
providencia proferida por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, Sección
Tercera, en el proceso promovido por OROSMAN BAQUERO VILLALVA.
El expediente llegó
a la Corte Constitucional, por remisión que hizo el Tribunal, en virtud de lo
ordenado por el artículo 31 del decreto 2591 de 1991.
I. ANTECEDENTES.
El actor presentó
ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, el 10 de octubre de 1994,
acción de tutela por los siguientes motivos.
a) Hechos.
Manifiesta que él
reside en el barrio Belén, ubicado en Santafé de Bogotá, en la calle 5a. con
carrera 3a. En la calle 6a. con carrera 5a. este, existía un puesto de policía,
que prestaba vigilancia a los barrios Belén, Guavio y Los Laches, el cual fue
retirado hace aproximadamente un año y medio. Por consiguiente, no existe
vigilancia por parte de la policía en el sector.
A raíz del retiro
del mencionado puesto, el actor ha sido objeto de atracos, lesiones físicas y
morales, ha sido herido y las puertas de su residencia han sido violadas, con
sustracción de objetos. Sin embargo, no presenta pruebas de su dicho.
El actor debe
desplazarse por el sector a horas tempranas de la mañana, a las cinco, para ir
a su trabajo, y regresa después de las diez de la noche.
También señala que
"todos los días los delincuentes aterrorizan a la ciudadanía disparando
armas de fuego y esgrimiendo armas cortopunzantes con que intimidan a sus
víctimas para despojarlas de sus prendas de vestir."
Sobre esta
situación, los medios de comunicación, noticiero de las Siete y el periódico El
Tiempo, informaron, a raíz de la muerte de un niño de 10 años, por un
enfrentamiento a bala entre bandas de delincuentes, hecho ocurrido el 5 de
octubre pasado. En el expediente reposa el periódico de fecha 8 de octubre, con
el relato de los hechos.
Además, los
noticieros comunicaron sobre los 35 casos de sangre ocurridos en las últimas
dos semanas en el sector.
b) Derechos
fundamentales vulnerados.
El demandante señala
que la omisión del Alcalde y del Comandante de la Policía vulnera sus derechos
fundamentales a la vida, a los bienes y a la paz.
c) Pretensiones.
El actor solicita
que se restablezca el puesto de policía que funcionaba en el barrio Belén, o
ubicarlo en un sitio cercano, en la calle 7a., entre carreras 2a. y 3a., y que
se continúen las requisas que se venían practicando por el Comandante de la
Policía, en el centro de esta capital, con el fin de desarmar a la ciudadanía y
capturar a las personas contra las que se ha dictado medidas de aseguramiento.
SENTENCIA DEL
TRIBUNAL ADMINISTRATIVO DE CUNDINAMARCA.
Mediante sentencia
de fecha 20 de octubre de 1994, el Tribunal negó la tutela solicitada,
al considerar que la no existencia de un puesto de policía, y la omisión de
requisas, no implican violación a los derechos fundamentales aducidos por el
actor.
También estimó que
corresponde a la administración pública determinar la forma de prestación del
servicio de vigilancia pública, y puede el juez de tutela dictar órdenes al
respecto.
Además, el actor
"cuenta con un mecanismo distinto a la acción de tutela, mediante el cual
puede solicitar por la vía administrativa la prestación del servicio público
que afirma se omite en detrimento de sus derechos. En efecto, puede hacer uso
del mecanismo o recurso del derecho de petición para obtener se preste el
servicio de vigilancia policial en el sector, desde luego en las condiciones en
que misma Administración lo determine dentro de los parámetros de conveniencia
y oportunidad."
Finaliza el Tribunal
así:
". . . anota
la Sala que de los derechos invocados como vulnerados solamente sería tutelable
el derecho a la vida, pues el derecho a los bienes no es fundamental y el
derecho a la paz si bien es un derecho fundamental, como derecho colectivo que
es no es tutelable, salvo que se trate de impedir un perjuicio irremediable,
que en el evento sub-iudice no se configura."
Esta providencia no
fue impugnada.
II. CONSIDERACIONES
DE LA CORTE CONSTITUCIONAL.
Primera.- Competencia.
La Corte
Constitucional es competente en virtud de lo dispuesto en los artículos 86 y
241, numeral 9, de la Constitución.
Segunda.- Breve
justificación de esta sentencia
El artículo 35 del
decreto 2591 de 1991, establece que "Las decisiones de revisión que
revoquen o modifiquen el fallo, unifiquen la jurisprudencia constitucional o
aclaren el alcance general de las normas constitucionales deberán ser
motivadas. Las demás podrán ser brevemente justificadas." (Se
resalta). Por consiguiente, se procederá a hacer sólo una breve referencia a
algunos aspectos de este expediente, pues esta sentencia no va a modificar o
revocar el fallo del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, ni unificará
jurisprudencia constitucional, ni el expediente bajo examen permite aclarar
normas constitucionales.
Tercera.- Improcedencia
de esta acción de tutela.
El actor solicita a
través de la acción de tutela que se restablezca el puesto de policía que
funcionaba cerca a su residencia, pues necesariamente tiene que transitar a
tempranas horas de la mañana y a altas horas de la noche. El no existir tal
puesto de policía, dice el actor, pone en peligro su vida, sus bienes y la paz,
lo que implica la violación de normas constitucionales.
También solicita que
se continúen practicando requisas, con el fin de desarmar a la ciudadanía y
capturar a personas contra las cuales existen medidas de aseguramiento.
Como prueba de la
situación de peligro que se vive en la zona donde está ubicada su residencia,
presenta las noticias de algunos medios de comunicación, sobre hechos en los
que murió un menor, al parecer en un enfrentamiento entre bandas de
delincuentes.
La Corte comparte lo
dicho por el Tribunal en el sentido de que no es competencia del juez de tutela
inmiscuirse en asuntos que no son de su resorte. Pues, por un lado, no conoce
las razones que tuvieron las autoridades de policía para adoptar la decisión de
retirar el puesto que existía, y ni aun conociéndolas podría ordenar su
restablecimiento, pues no existe relación directa de causalidad entre la
suspensión de un puesto de policía y la vulneración de derechos fundamentales
invocados por el actor.
La Sala no desconoce
la importancia de la presencia de las autoridades en los diferentes sitios del
país, y, especialmente, en esta capital, que tiene uno de los mayores índices
de criminalidad.
Pero, sería una
ilusión pretender que tal estado de cosas pudiera ser modificado con la simple
presentación de una acción de tutela, con la esperanza de que una orden de un
juez solucione el problema.
Además, dentro de la
órbita de competencia propia de la Administración, se encuentra la de decidir
cuál es la forma más apropiada para la prestación del servicio de vigilancia
pública, que necesariamente no tiene que traducirse en la existencia de un
puesto de vigilancia en un determinado sitio. Puede considerar que es más
eficiente, y se adapta en mejor forma a sus recursos económicos y de personal,
el realizar patrullajes periódicos en los barrios, hacer requisas, contar con
puestos móviles de control, etc.
Todas estas medidas
las decide la Administración de acuerdo con la situación concreta de la misma,
y no le corresponde al juez de tutela inmiscuirse en ellas, por medio de
órdenes sobre asuntos que no son de su competencia.
Finalmente, y como
un argumento más sobre la improcedencia de esta tutela, lo demandado por el
actor podría corresponder más bien a las denominadas acciones populares de que
trata el artículo 88 de la Constitución.
Para estos casos, la
Corte Constitucional, sólo en forma excepcional, cuando se ha probado el
nexo de causalidad entre lo demandado y la posible vulneración de derechos
fundamentales del actor, ha procedido a conceder la tutela, generalmente
como mecanismo transitorio, y siempre y cuando la orden del juez esté dentro de
la órbita de su competencia.
En el expediente
bajo examen, no existe tal nexo de causalidad, y sólo obra el dicho del actor.
No obstante, se
ordenará poner en conocimiento de las autoridades demandadas, para lo de su
competencia, copia de la presente sentencia.
Cuarta.- Falta
de notificación de la demanda de tutela, y su saneamiento.
LLama la atención en
el presente expediente el hecho de que el Tribunal Administrativo no hubiera
notificado la iniciación de la presente acción a los demandados, Alcalde Mayor
de Santafé de Bogotá y Comandante de la Policía de la ciudad. Pero, como no
obstante esta irregularidad, la decisión del Tribunal sí fue puesta en
conocimiento de los demandados, sin que hubieran manifestado su inconformidad,
dentro de la oportunidad respectiva, se puede considerar saneado tal vicio.
La Sala reitera lo
que ha dicho en múltiples ocasiones en este aspecto: en las acciones de tutela
también se debe observar el debido proceso. Y que uno de los pilares del debido
proceso lo constituye, precisamente, el que se notifique a la parte demandada
que se ha iniciado un proceso en su contra.
El acto de la
notificación debe cumplirse, sin tener en consideración si la decisión final
será la de conceder o no la tutela demandada.
III.-
DECISION.
En mérito de lo
expuesto, la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo
y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
Primero.-
CONFIRMASE la sentencia
del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, del 20 de octubre de 1994. En
consecuencia, no se concede la tutela demandada por el señor Orosman Baquero
Villalva.
Segundo.- ENVIESE
copia de esta sentencia al
Alcalde Mayor de Santafé de Bogotá y al Comandante de la Policía Metropolitana
del Distrito Capital, para su conocimiento.
Tercero.-
COMUNIQUESE la presente
decisión al Tribunal Administrativo de Cundinamarca, para que sea notificada a
las partes, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 36 del decreto 2591
de 1991.
Cópiese, notifíquese, cúmplase, publíquese e insértese en la Gaceta
de la Corte Constitucional.
JORGE ARANGO
MEJIA
Magistrado
ANTONIO
BARRERA CARBONELL
Magistrado
EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
MARTHA V.
SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria
General |
341 | T-133-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-133/95
PERSONA JURIDICA-Titularidad de derechos fundamentales/DERECHOS
FUNDAMENTALES-Alcance
La Corte ha
sostenido que pese a que las personas jurídicas no sean titulares de todos los
derechos constitucionales fundamentales, si lo son de aquellos que le
correspondan según su naturaleza social y siempre en atención a la definición
constitucional de los derechos de que se trate, como se verá enseguida, y que,
además, algunos de los derechos constitucionales fundamentales sólo son
predicables de ciertas personas naturales, como es el caso de los derechos
constitucionales fundamentales de los niños, el de la no extradición de
nacionales y el de los derechos políticos entre otros; inclusive, en este mismo
sentido, y bajo las reservas doctrinarias y dogmáticas respectivas, se ha
concluído que algunos derechos constitucionales fundamentales no son
predicables de todos los individuos en general, como el caso de los derechos
políticos que, en principio, sólo corresponden a los ciudadanos y el de
asociación sindical que es sólo predicable de trabajadores y empleadores, y se
proscribe para los miembros de la fuerza pública, entre otros.
DERECHOS
POLITICOS-Titularidad/DERECHOS
COLECTIVOS
La complejidad
terminológica de estos asuntos impone aceptar que algunos derechos
constitucionales fundamentales, como es el caso de los derechos políticos, sólo
son predicables de los ciudadanos y no de todos seres humanos, y que otros
también se reconocen en su proyección colectiva, como en el caso de la libertad
de cultos y de profesión religiosa, que se regulan de conformidad con el
artículo 19 de la Carta, no sólo como un asunto de la persona humana, sino de
grupos o de colectividades, que, inclusive, en algunas de sus manifestaciones,
no ostentan personería jurídica alguna.
DOCTRINA
CONSTITUCIONAL VIGENTE/JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL REITERADA
En la
jurisprudencia de esta Corporación sobre el tema, que al ser reiterada de modo
unánime alcanza la condición de doctrina constitucional vigente, se advierte
que en muchos casos se hace necesario definir, con la correspondiente
ponderación y con el respectivo análisis, los verdaderos alcances y el
contenido de las disposiciones constitucionales que se ocupan de aquellas
materias, para no incurrir en equivocaciones de fondo como suele ocurrir en
estos casos a la hora de poner en marcha una nueva normatividad constitucional
de profundas repercusiones en la vida del derecho y la cultura en una sociedad.
DERECHOS
FUNDAMENTALES-Titularidad
El tema de la
titularidad de los derechos fundamentales no puede ser resuelto con carácter
general y absoluto, ni con aproximaciones mecánicas, ni siquiera con
reflexiones globales y definitivas, pero tampoco se acepta que por el mérito
histórico de la disciplina de los derechos humanos, por su importancia para la
evolución contemporánea del derecho público, la noción de derechos
constitucionales fundamentales quede reducida a la anterior clasificación.
DERECHOS
CONSTITUCIONALES-Interpretación/DERECHOS
CONSTITUCIONALES-Alcance
No resulta
conforme con la Constitución de 1991, la respetable reflexión que ilustra a la
Honorable Sala Laboral de la Corte Suprema de Justicia según la cual, lo positivo
de los derechos humanos contrarresta lo positivo de la nueva categoría de los
derechos constitucionales fundamentales, y alcanza a reducirlas a una sola
noción; se trata de una interpretación que resta valor, fuerza y vigor jurídico
a una nueva y más generosa categoría de derechos contitucionales por el mérito
de otras anteriores, cuya vigencia también encuentra un nuevo y preciso ámbito
de relaciones especiales, reforzado con la existencia de declaraciones
internacionales vertidas en instrumentos juridicos de pleno vigor ecuménico,
con la creación de las jurisdiciones internacionales de derechos humanos y con
el reconocimiento de instrumentos procesales de acceso a la justicia
internacional de los derechos humanos. Con la incorporación de esta nueva noción
en el derecho constitucional colombiano, se trata del reconocimiento de una
nueva categoría de relaciones de la sociedad, cuyo contenido debe ser regulado
constitucionalmente para asegurar la vigencia del orden social y democrático de
derecho y del Estado mismo, y que estas relaciones no sólo vinculan a los
poderes públicos y principalmente al legislador, sino a los particulares en sus
relaciones dentro de todo el tráfico jurídico.
ESTADO SOCIAL DE
DERECHO
Estas
consideraciones propias del Estado Social de Derecho contemporáneo, se erigen
para garantizar la consecución del orden jurídico pluralista y democrático y de
las bases mínimas para la convivencia social y, en todo caso, presuponen la
conservación de un orden coactivo basado en el respeto de la libertad y del
derecho.
ACCION DE TUTELA-Titularidad
La acción de
tutela podrá ser ejercida por toda persona para la protección inmediata de sus
derechos constitucionales fundamentales, cuando quiera que estos resulten
vulnerados o amenazados por la acción u omisión de cualquier autoridad pública
y de los particulares en los casos señalados en la ley, y no excluye a las
personas jurídicas para su ejercicio. En consecuencia éstas se encuentran
legitimadas para solicitar el amparo correspondiente cuando los derechos
fundamentales de que son titulares resulten vulnerados o amenazados.
PERSONA JURIDICA-Derechos
Algunos de los
mencionados derechos de la persona humana no se extienden a todos los
individuos, ni se aplican de la misma manera a todos los casos, y que nada se
opone a que algunos derechos constitucionales fundamentales que se prediquen y
apliquen en favor de la persona humana también se prediquen y apliquen en favor
de la persona jurídica y de otras personas o sujetos o grupos de personas naturales,
jurídicas, nacionales, extranjeras, de conformidad con las precisas
disposiciones de la Constitución.
SINDICATO-Titularidad para interponer tutela
Reconocida la
legitimación de las personas jurídicas para el ejercicio de la acción de
tutela, en ellas se incluye a las organizaciones sindicales legalmente
constituídas, que mediante representante o apoderado, pueden adelantar las
acciones judiciales en defensa de sus derechos e intereses constitucionales
fundamentales, y los de sus afiliados.
SINDICATO DE
TRABAJADORES AMBULANTES
Aunque el
sindicato está en todo el derecho de participar o no en las "mesas
negociadoras" convocadas por la administración, su negativa no responde a
los objetivos de la organización, en busca de la protección del derecho al
trabajo de sus afiliados, y su participación en la decisión de políticas para
el establecimiento de vendedores ambulantes y distribución del espacio público.
Si verdaderamente se pretende el reconocimiento de los derechos de los
trabajadores independientes, es en estas reuniones donde pueden hacer valer sus
derechos, sin adelantarse a conceptos previos de quienes conforman dichas
reuniones.
DERECHO AL
TRABAJO/ESPACIO PUBLICO/VENDEDOR AMBULANTE-Reubicación
Del libre
ejercicio del derecho fundamental al trabajo depende la subsistencia de las
familias de los vendedores ambulantes. Sin embargo, la ocupación del espacio
público no está legitimada por la Constitución. Se impone por lo tanto
establecer una pauta de coexistencia entre los derechos e intereses en
conflicto, que resulte proporcional y armoniosa en relación con los valores y
principios consagrados en la Constitución y que permita al Estado dar
cumplimiento a la obligación a su cargo de "velar por la protección de la
integridad del espacio público y por su destinación al uso común".
REF.:
Expediente No. T-51655
Peticionario:
SINDICATO DE
COMERCIANTES INDEPENDIENTES DEL VALLE
SICOINVA
Magistrados:
Dr. FABIO MORON
DIAZ
-Ponente-
Dr. VLADIMIRO
NARANJO MESA
Dr. JORGE
ARANGO MEJIA
Santafé de Bogotá
D.C., marzo veinticuatro (24) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala de Revisión
de tutelas, integrada por los H. Magistrados JORGE ARANGO MEJIA, VLADIMIRO
NARANJO MESA y FABIO MORON DIAZ, en ejercicio de sus competencias
constitucionales y legales, previo estudio del Magistrado Ponente, resuelve
sobre las sentencias relacionadas con la acción de la referencia, proferidas
por el Tribunal Superior de Cali - Sala Laboral, el 20 de Septiembre de 1994, y
por la Corte Suprema de Justicia - Sala Plena Laboral-, el día 20 de octubre
del mismo año.
I. ANTECEDENTES
A. La Petición.
El día nueve (9) de
Septiembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), el señor Alvaro
Contreras, actuando en nombre del Sindicato de Comerciantes Independientes del
Valle del Cauca (SICOINVA), presentó ante la Secretaría de la Sala Laboral del
Tribunal Superior de Cali, escrito mediante el cual ejerce acción de tutela
establecida en el artículo 86 de la Constitución, para que le sea concedido el
amparo judicial correspondiente de los derechos constitucionales fundamentales
consagrados en los artículos 13, 14, 20, 23, 25, 26, 38, 39 de la Constitución
Nacional en favor de la organización sindical "SICOINVA" y de sus
afiliados, y que considera vienen siendo vulnerados por la Administración
Municipal de Santiago de Cali-Departamento Administrativo de Control Físico.
En primer término, y
con el fin obtener la correspondiente protección de los mencionados derechos,
el actor pretende de la administración de justicia, lo siguiente:
1. Que se ordene la
rectificación de la información suministrada por la Doctora Lucierne Obonaga,
publicada en el Diario El País, el día 27 de agosto de 1994, que hace relación
a las actividades del sindicato.
2. "Que se dé
pronta resolución a nuestras peticiones de aprobación de las solicitudes de
licencia en los términos que lo establecen las leyes."
3. Que se declaren
sin validez alguna, las diligencias de requerimiento adelantadas por el
Departamento Físico, por atentar contra los artículos 25 y 26 de la C. N..
4. Que "se
ordene a la Oficina de Control Físico reconocer la existencia legal de
SICOINVA, reconocer su derecho de desistir de la participación de la mesa
negociadora, no como consecuencia de un veto administrativo, sino por criterios
de conformación metodológicas manejadas (sic) al interior de la mesa
negociadora."
5. Que se
"ordene a la oficina a la Oficina de Control Físico reconocer la independencia
de la organización sindical de SICOINVA y la libertad que tiene cualquier
vendedor de ejercer el libre derecho de asociarse a la misma."
6. "Ordenar a
la Administración Municipal en aras de reivindicar el derecho de los habitantes
de Cali de recibir información veraz e imparcial, impulsar un foro amplio y
público con participación del Ministerio Público, de los medios de
comunicación, del comercio organizado y nuestra organización sindical respecto
al conflicto de la anarquía y caos del espacio público. El temario puede ser
elaborado por una comisión conjunta con la administración Municipal."
Los fundamentos de
hecho y de derecho que señala el peticionario como causa de la acción impetrada
se resumen como sigue:
- Señala el
peticionario, que mediante acuerdo 32 de Diciembre de 1989, el Concejo de Cali
estableció no cobrar impuestos de ventas ambulantes y estacionarios, hasta que
la creación de este gravamen se determine mediante acuerdo del Concejo
Municipal, y que esta disposición ha dado lugar a un manejo de
"clientelismo político, corrupción administrativa, alquiler y venta de
espacios públicos, especialmente en el centro de la ciudad."
- Indica que a pesar
de no haberse establecido actualmente el impuesto para ventas ambulantes, la
Asamblea Departamental expidió la ordenanza 001 de julio de 1990, donde se
determinó que para la expedición de "licencia de vendedor", se
requiere aportar el comprobante del pago de impuesto. En consecuencia, al no
poderse adjuntar este requisito, en la actualidad ningún vendedor de Cali,
puede obtener la respectiva licencia.
- Afirma que el
Sindicato de Comerciantes Independientes del Valle "SICOINVA", se
constituyó con el objeto de proteger los derechos y garantías en cabeza de
vendedores independientes. Sin embargo la doctora Lucierne Obonaga, Jefe del
Departamento de Ventas Ambulantes, desde el mismo momento en que se enteró de
las reuniones para la constitución de la organización, "....se da a la
tarea de perseguir e intimidar..." a las personas que entran a formar
parte de la misma.
- Advierte que como
actualmente no puede expedirse la correspondiente licencia de vendedor, lo
máximo que puede obtenerse por parte de la administración es la "aprobación
de la solicitud de la licencia." Sin embargo, la doctora Lucierne
Obonaga, ante una solicitud en tal sentido elevada por un miembro de la
organización sindical, se limita a responder que la expedición de licencias de
vendedor se encuentra suspendida, lo que considera no satisface el derecho de
petición.
- Adicionalmente
informa que contra los asociados del sindicato que han elevado la solicitud de
licencia, se han adelantado operativos por parte del Departamento de Control
Físico, en los que se les obliga a firmar un "requerimiento" en el
que se señala que "a partir de la fecha, no podrá ejercer su actividad de
vendedor ambulante, por carecer del respectivo permiso expedido por el
Departamento." Estas diligencias, se practican con violación de los establecido
en el Código Nacional de Policía.
- Afirma que la
misma funcionaria Lucierne Obonaga, ha ordenado a los agentes de policía,
decomisar mercancías a los vendedores que se identifiquen como afiliados de
SICOINVA a través de carné y para su devolución exige alejarse de la
asociación.
- De otra parte
señala que la funcionaria en entrevista al Diario el País, el día 27 de agosto
de 1993, dio una información totalmente falsa, al manifestar que el presidente
de "SICOINVA", estaba expidiendo carnets a vendedores para que se
ubicaran en determinados espacios públicos "como si fuera un permiso de
control físico", cuando la administración no ha expedido ninguno desde
1991.
En este mismo
sentido insiste en que la información dada por la funcionaria no es verdadera,
"por que el carné que expide la organización sindical, solo lo acredita
como miembro, pero en ninguna parte se establece como licencia o permiso para
trabajar como vendedor ambulante".
- La actuación de
la administración ha colocado al Sindicato, en situación cuestionable que
refleja desconfianza e inestabilidad frente a la opinión pública y vendedores
- Advierte que se ha
permitido por parte de la administración manipular los medios de comunicación,
e impedido a la organización sindical, expresar y difundir sus pensamientos
sobre el uso y goce del espacio público.
B. La Primera
Instancia
El Tribunal Superior
de Cali, Sala Laboral, mediante sentencia de veinte (20) de septiembre de mil
novecientos noventa y cuatro (1994), dentro de los términos constitucionales y
legales, resolvió:
"Denegar la
acción de tutela formulada por el señor Alvaro Contreras quien actúa en nombre
del Sindicato de Comerciantes Independientes del Valle del Cauca". Los
fundamentos de la decisión se resumen a continuación:
- Considera el
Tribunal, que la solicitud de tutela elevada por Alvaro Contreras, pretende la
protección del derecho al trabajo de personas indeterminadas, teniendo en
cuenta que el peticionario actúa en representación de miembros de una
organización sindical, cuyos nombres se desconocen, y en consecuencia no podría
concederse acción de tutela, cuando ni siquiera puede establecerse a qué
persona de manera individual se le ha vulnerado el derecho fundamental.
- Señala que la
pretensión del actor, dirigida a que se ordene el cumplimiento del artículo 133
de la ordenanza 001 del 12 de julio de 1990, (Código Departamental. de
Policía), en el cual se consignan los requisitos para obtener la licencia de
ventas ambulantes, no se puede atender por este mecanismo por cuanto esta
disposición constituye un acto creador de situaciones jurídicas impersonales y
objetivas.
- En relación a la
supuesta violación del derecho de petición, el Tribunal establece, que las
solicitudes elevadas por los vendedores han sido atendidas, por la
Administración Municipal según se desprende de las pruebas aportadas y las
afirmaciones contenidas en el escrito petitorio.
- En relación con la
petición del Sindicato, dirigida a obtener el traslado de la Doctora Lucierne
Obonaga, del cargo que desempeña en el Departamento de Control Físico, señaló
el Tribunal que no es posible atenderla por este medio judicial, dado que ante
el supuesto indebido comportamiento de la funcionaria pública, podrá hacerse
uso de acciones penales y administrativas disciplinarias.
C. La Impugnación
- El Sindicato de Comerciantes Independientes
del Valle del Cauca, SICOINVA, por intermedio de su representante legal,
impugnó la anterior decisión, con base en los siguientes argumentos:
- Indica que la
inconformidad principal de los miembros de la organización sindical, radica en
la forma en que vienen siendo atendidas las solicitudes que se elevan por los
ciudadanos ante la Oficina de Control Físico de Cali, dirigidas a obtener la
"Licencia de Vendedor".
- Afirma que el
artículo 134 de la Ordenanza 001 de julio 1990, establece que ante una
solicitud de licencia de vendedor, la administración deberá responder por medio
de resolución y ordenar su notificación personal o por edicto. Este acto debe
ser el resultado de un estudio, "teniendo en cuenta factores de seguridad,
aseo, viabilidad, condición económica...". Sin embargo, la Oficina de
Control Físico no cumple con esta norma, "sino que de forma mecánica,
omisiva, expide un oficio generalizado, citando en forma parcializada la
primera parte del artículo 82 de la C.N. y omitiendo su segunda parte, en la
cual llama a las entidades públicas a participar y regular la utilización del
suelo y espacio aéreo urbano en defensa del interés común." Esta forma de
resolución en concepto de la organización sindical, no constituye respuesta
clara a las solicitudes, y en consecuencia se vulnera el derecho de petición.
- Señala que la "administración
municipal no ha tenido un trato equitativo para que la igualdad sea real y
efectiva, como lo establece el artículo 13 de la C.N., y mucho menos ha
adoptado medidas en favor de nuestro sindicato."
- Se advierte en el
escrito, que la organización sindical no pretende formar parte de mesas
negociadoras, porque allí sólo se establecen reglas políticas y comerciales en
el manejo del espacio público. Lo único que pretende es que se establezca el
pago del impuesto a vendedores ambulantes, para que una vez cumplida con la
obligación, la administración pueda expedir las respectivas licencias.
- Respecto de la
decisión de instancia, aclara el representante de "SICOINVA", que no
pretende mediante esta acción protección para los miembros del Sindicato, sino
pretende protección de los derechos, garantías y deberes de la organización
sindical como ente jurídico y legalmente constituído, de acuerdo con la
establecido en los artículos 38 y 39 de la Constitución Nacional.
D. La Segunda
Instancia
La Corte Suprema de
Justicia - Sala Plena Laboral, se pronunció sobre la impugnación presentada,
y resolvió: Confirmar la sentencia dictada el 20 de septiembre de 1994 por el
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cali, por la cual negó la tutela
solicitada a nombre del Sindicato de Comerciantes del Valle del Cauca
(SICOINVA).
La sentencia se
fundamenta en los argumentos que se resumen enseguida:
En primer término,
la Corte sostiene que:
"La referencia
hecha por la Constitución Nacional a la persona para consagrar en su favor
derechos que califica de fundamentales, está circunscrita al único ser
substancial que goza de derechos esenciales o inherentes a su condición de
hombre: El Hombre. Las denominadas 'personas jurídicas' desde luego que
gozan de derechos y nuestro ordenamiento positivo se los garantiza; sin
embargo, los derechos de tales personas se los otorga la ley sin que les sean
esenciales o inherentes".
- Así las cosas, la
nueva tesis planteada por la Sala Laboral de la Corte Suprema de Justicia, que
contraría la posición de esta Corporación y, desde luego, significa su
desconocimiento evidente, consiste en que el artículo 86 de la Constitución
Nacional debe ser interpretado como la consagración de un instrumento judicial
enderezado a permitir exclusivamente a los seres humanos reclamar la protección
inmediata de los derechos que le son inherentes a su condición de personas, así
consideradas por el sólo hecho de existir, y sin que su personalidad jurídica
ni la existencia de los derechos que le son esenciales dependa de un
reconocimiento estatal como en el caso de otras personas.
Además, en el mismo
sentido y de modo categórico la sentencia de la Sala Laboral de la Corte
establece que si se entiende la acción de tutela de otra manera y se considera
como titular de ella también a las personas jurídicas, no solamente se
estaría desconociendo el claro texto de los artículos 93 y 94 de la
Constitución, sino todos los antecedentes que concluyeron en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos.
En efecto, allí se
sostiene que dotar a esas entidades colectivas que como instrumentos suyos ha
creado el hombre en el decurso de su historia y en su proceso de civilización y
humanización, es irrespetar en materia grave al ser humano y tratar de borrar
de un plumazo toda concepción humanista sobre la que descansa la teoría de los
derechos humanos o derechos fundamentales del hombre.
Además, en la misma
providencia se indica que:
"Si lo anterior
no fuera suficiente razón, aunque a juicio de esta Sala lo es, bastaría pasar
una somera revista al catalogo de derechos fundamentales que enuncia la
Constitución para -si se actúa de buena fe- concluir que
como tales únicamente pueden ser entendidos aquellos que son inherentes a la
persona humana; derechos que por lo mismo son inalienables, imprescriptibles,
aún cuando sus desarrollos y aplicaciones concretas en tanto configuran
derechos subjetivos de contenido patrimonial sean desde luego susceptibles de
enajenarse y perderse al extinguirse por prescripción. (Se subraya)
"Por ejemplo,
sólo del ser humano se puede hablar del derecho a la vida y, como necesaria
consecuencia de este derecho, proscribir la pena de muerte. Igualmente sólo
respecto del hombre puede decirse que 'no será sometido a desaparición forzada,
a torturas ni a tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes'. Del mismo
modo, solamente de los seres humanos puede decirse que nacen libres y que por
lo mismo no podrán ser tratados en forma desigual por la ley o la autoridad,
los que deben otorgarles los mismos derechos, libertades y oportunidades 'sin
ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar,
lengua o(sic) opinión política o filosófica'. Asimismo, sólo de los seres
humanos puede predicarse el que tengan 'derecho a su intimidad personal y
familiar y a su buen nombre'. De igual manera únicamente en procura de la
protección del hombre puede prohibirse 'la esclavitud, la servidumbre y la
trata de seres humanos en todas sus formas'. También las libertades de
conciencia y de cultos son privativas de los seres humanos. Lo mismo cabe decir
del libre derecho de locomoción y del trabajo, que si se consagra como
obligación social y se le dota de una especial protección por parte del Estado,
es precisamente por ser emanación directa del esfuerzo humano. Igual como
acontece con la libertad de escoger profesión u oficio y las libertades de
enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra. Del hombre y sólo del hombre
puede proclamarse la libertad y únicamente respecto de él puede consagrarse que
no pueda 'ser molestado en su persona o familia ni reducido a prisión o
arresto'. La detención preventiva, la prisión y el arresto y la prohibición de
penas y medidas de seguridad imprescriptibles, solamente pueden tener como
sujeto a la persona humana. Y si bien es cierto que el debido proceso se
consagra para toda clase de actuaciones, es notorio que se toma como paradigma
de esta garantía constitucional el proceso que se adelanta en 'materia penal';
y por sabido muchas veces se calla, esta clase de penas únicamente al hombre le
son imponibles.
"Todos éstos y
los demás derechos con características de esenciales se consagran por el hombre
y para el hombre, por cuanto sólo respecto de los seres humanos es predicable
lo jurídico como inherente a su ser. Las 'cosas’ -aún aquellas que son dotadas
de personalidad para efectos técnico-jurídicos- jamás son equiparables con el
ser humano.
"De todo lo
anterior resulta evidente que la acción de tutela está consagrada como una
acción judicial de defensa de los derechos inherentes a la persona humana en
procura de que ninguna autoridad pública, y tampoco los particulares en los
caso en que las funciones que cumplen se asemejan en su obrar a la autoridad
pública, pueda vulnerar o siquiera amenazarlos.
“La acción de tutela
para todos los demás derechos y garantías fundamentales y el habeas corpus
específicamente referido al derecho de la libertad, son acciones que únicamente
pueden entenderse como medios judiciales de defensa de la persona por
antonomasia: El Hombre.”
- De acuerdo con lo
anterior, para la Sala Laboral de la Corte Suprema de Justicia no es viable
acceder al amparo tutelar reclamado ya que la persona que en el presente caso
interpone acción de tutela, actúa en condición de presidente de un sindicato
que agrupa trabajadores independientes y la protección judicial se reclama para
amparar derechos propios de la persona jurídica y no de los seres humanos
asociados que la conforman.
- Advierte la Sala,
que en algunos casos, los sindicatos, específicamente y las demás personas
jurídicas en general, pueden valerse de la acción de tutela cuando su objetivo
no es la defensa de sus propios intereses patrimoniales, o de otra índole, sino
que mediante la misma se persigue la protección inmediata de seres humanos.
Posibilidad de ejercitar la acción de tutela que dada la especialísima
naturaleza de esta clase de personas jurídicas resulta en su concepto
indiscutible cuando el sindicato hace uso de tal medio de defensa judicial, en
procura de amparar a sus afiliados o inclusive a otros trabajadores de la
empresa, aunque no sean socios de la organización sindical.
II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
A. La
Competencia
Esta Sala de la
Corte Constitucional es competente para conocer la revisión de la referencia,
en atención a lo dispuesto por los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral
9o. de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33,34,35 y
36 de Decreto 2591 de 1991; además este examen se hace por virtud de la
selección que de dicho acto practicó la Sala correspondiente y del reparto que
se verificó en la forma señalada en el reglamento de esta Corporación.
B. La
titularidad de los derechos constitucionales fundamentales y legitimidad de
las personas jurídicas para ejercer Acción de Tutela en el derecho
constitucional colombiano.
1o. La Corte
Constitucional, en varias de sus decisiones suficientemente conocidas y
difundidas, ha venido insistiendo con absoluta claridad, nitidez y precisión
en que el artículo 86 de la Constitución Política, legitima a todas las
personas, incluyendo, desde luego, a las jurídicas y aun, pero con bastantes y
suficientes restricciones a las de derecho público, para el ejercicio de acción
de tutela, en los casos de amenaza o vulneración de sus derechos
constitucionales fundamentales, o en los casos de violación o de amenaza de
violación de los mismos derechos de otras personas, inclusive de los miembros,
socios o asociados de las mismas, en atención a que aquellas también son
titulares de derechos constitucionales fundamentales, según su propia
naturaleza social y según el derecho de que se trate.
Esto se ha
sostenido, no sólo porque la Carta Política de 1991 no distingue el ámbito
subjetivo de los titulares de la mencionada acción, de directo origen y de
inicial regulación constitucional, sino porque, sin esfuerzo de erudición
alguno, y sin romper con las disposiciones constitucionales vigentes, la noción
contemporánea de los derechos constitucionales fundamentales, admite que ellos,
según su contenido, la materia de que se ocupen y los ámbitos subjetivos
precisos a los que se refieran, de conformidad con la naturaleza de unos y de
otras, y salvo restricción normativa expresa o delimitación específica en casos
determinados, también son predicables de las personas jurídicas y de grupos de
personas reconocidas por el ordenamiento jurídico, sean gremiales, con ánimo de
lucro, o con fines sociales y altruistas.
En este sentido, la
Corte Constitucional ha reiterado, con suficiente extensión, que los
mencionados derechos no sólo son predicables en modo exclusivo de la persona
humana, y que no pueden examinarse como si fuesen únicamente derechos humanos.
En efecto, la Corte
ha sostenido que pese a que las personas jurídicas no sean titulares de todos
los derechos constitucionales fundamentales, si lo son de aquellos que le
correspondan según su naturaleza social y siempre en atención a la definición
constitucional de los derechos de que se trate, como se verá enseguida, y que,
además, algunos de los derechos constitucionales fundamentales sólo son
predicables de ciertas personas naturales, como es el caso de los derechos
constitucionales fundamentales de los niños, el de la no extradición de
nacionales y el de los derechos políticos entre otros; inclusive, en este mismo
sentido, y bajo las reservas doctrinarias y dogmáticas respectivas, se ha
concluído que algunos derechos constitucionales fundamentales no son predicables
de todos los individuos en general, como el caso de los derechos políticos que,
en principio, sólo corresponden a los ciudadanos y el de asociación sindical
que es sólo predicable de trabajadores y empleadores, y se proscribe para los
miembros de la fuerza pública, entre otros.
Pero además, la
complejidad terminológica de estos asuntos impone aceptar que algunos derechos
constitucionales fundamentales, como es el caso de los derechos políticos, sólo
son predicables de los ciudadanos y no de todos seres humanos, y que otros
también se reconocen en su proyección colectiva, como en el caso de la libertad
de cultos y de profesión religiosa, que se regulan de conformidad con el
artículo 19 de la Carta, no sólo como un asunto de la persona humana, sino de
grupos o de colectividades, que, inclusive, en algunas de sus manifestaciones,
no ostentan personería jurídica alguna.
2o. En la
jurisprudencia de esta Corporación sobre el tema, que al ser reiterada de modo
unánime alcanza la condición de doctrina constitucional vigente, se advierte
que en muchos casos se hace necesario definir, con la correspondiente
ponderación y con el respectivo análisis, los verdaderos alcances y el
contenido de las disposiciones constitucionales que se ocupan de aquellas
materias, para no incurrir en equivocaciones de fondo como suele ocurrir en
estos casos a la hora de poner en marcha una nueva normatividad constitucional
de profundas repercusiones en la vida del derecho y la cultura en una sociedad.
En verdad, esta
Corte ha reconocido que buena parte de los derechos constitucionales
fundamentales, por su propia naturaleza y definición, se atribuyen al
individuo, y sugieren una titularidad individual predicable de la persona
humana, no porque la Constitución establezca un elemento indisponible y rígido
de exclusión en sus definiciones, sino porque así puede resultar de la
naturaleza de las cosas, y del origen histórico de la noción o de la definición
concreta de cada derecho, como bien se advierte en algunos pasajes de la
providencia que se examina, sin que esto signifique una rotunda exclusión de
las eventuales hipótesis de su extensión legislativa y jurisprudencial, por vía
de la asimilación conceptual de sus elementos.
En principio, es
cierto que buena parte de aquellos derechos tienen su origen en esa categoría
histórica y filosófica del derecho y en especial del derecho natural en sus
diversas corrientes, y en su evolución moderna y contemporánea, pero también es
cierto que el derecho constitucional ha desarrollado un concepto más amplio y
complejo de derechos constitucionales que los de libertades públicas, derechos
civiles o derechos públicos subjetivos; además, ha reconocido otros nuevos que
sólo se desarrollan en las últimas decadas, y ha incorporado a esta categoría
varios tipos de relaciones entre las personas, que no quedan comprendidos por
aquellas clasificaciones históricas.
Naturalmente, en tan
decantada y repetida jurisprudencia, que ahora se desconoce por la honorable
Corporación de la jurisdicción ordinaria cuya sentencia relacionada con la
acción de tutela se revisa en este estrado de jurisdicción constitucional, esta
Corporación no ignora que el tema de la titularidad de los derechos
fundamentales no puede ser resuelto con carácter general y absoluto, ni con
aproximaciones mecánicas, ni siquiera con reflexiones globales y definitivas,
pero tampoco se acepta que por el mérito histórico de la disciplina de los
derechos humanos, por su importancia para la evolución contemporánea del
derecho público, la noción de derechos constitucionales fundamentales quede
reducida a la anterior clasificación.
3o. Desde este
punto de vista no resulta conforme con la Constitución de 1991, la respetable
reflexión que ilustra a la Honorable Sala Laboral de la Corte Suprema de
Justicia según la cual, lo positivo de los derechos humanos contrarresta lo
positivo de la nueva categoría de los derechos constitucionales fundamentales,
y alcanza a reducirlas a una sola noción; se trata de una interpretación que
resta valor, fuerza y vigor jurídico a una nueva y más generosa categoría de
derechos contitucionales por el mérito de otras anteriores, cuya vigencia
también encuentra un nuevo y preciso ámbito de relaciones especiales, reforzado
con la existencia de declaraciones internacionales vertidas en instrumentos
juridicos de pleno vigor ecuménico, con la creación de las jurisdiciones
internacionales de derechos humanos y con el reconocimiento de instrumentos
procesales de acceso a la justicia internacional de los derechos humanos.
4o. Así las cosas,
la Corte Constitucional ha entendido que, con la incorporación de esta nueva
noción en el derecho constitucional colombiano, se trata del reconocimiento de
una nueva categoría de relaciones de la sociedad, cuyo contenido debe ser
regulado constitucionalmente para asegurar la vigencia del orden social y
democrático de derecho y del Estado mismo, y que estas relaciones no sólo
vinculan a los poderes públicos y principalmente al legislador, sino a los
particulares en sus relaciones dentro de todo el tráfico jurídico.
Estas
consideraciones propias del Estado Social de Derecho contemporáneo, se erigen
para garantizar la consecución del orden jurídico pluralista y democrático y de
las bases mínimas para la convivencia social y, en todo caso, presuponen la
conservación de un orden coactivo basado en el respeto de la libertad y del
derecho.
Este nuevo ámbito de
relaciones fundamentales para la sociedad no corresponde sólo a las necesarias
garantías y límites para asegurar la integridad física, económica y espiritual
del ser humano, ni para garantizar su supervivencia física; comprende, además
elementos relacionados con derechos políticos, procesales, religiosos y
educativos, considerados como sustanciales e indispensables para la sociedad,
con un núcleo esencial que no puede ser objeto de supresión ni de limitaciones.
Las definiciones
constitucionales y la jurisprudencia constitucional, permiten su delimitación
conceptual, su ponderación y el encuentro o la definición armónica con otros
derechos, y, en todo caso, la naturaleza sustancial y el carácter indisponible
de estos derechos, permite entender con suficiente claridad esta noción.
Se concluye entonces
que el precepto superior (artículo 86 C.N.), establece que la acción de tutela
podrá ser ejercida por toda persona para la protección inmediata de sus
derechos constitucionales fundamentales, cuando quiera que estos resulten
vulnerados o amenazados por la acción u omisión de cualquier autoridad pública
y de los particulares en los casos señalados en la ley, y no excluye a las
personas jurídicas para su ejercicio. En consecuencia éstas se encuentran
legitimadas para solicitar el amparo correspondiente cuando los derechos
fundamentales de que son titulares resulten vulnerados o amenazados.
Al respecto esta
Corporación ha señalado en varias de sus decisiones lo siguiente:
"Esta Corte ha
dejado en claro que el artículo 86 de la Constitución Política acoge a las
personas jurídicas como titulares de la acción de tutela, ya que su enunciado
es genérico y es obvio que lo que se afirma del género comprende a la especie.
Para esto es indispensable que la persona natural que actúe en representación
de una persona jurídica debe acreditar la personería correspondiente y su
representación.(Sentencia T-430 de julio 24 de 1992.)
"Igualmente
cuando el artículo 14 del Estatuto Superior consagra que toda persona tiene
derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica, al ser un juicio
universal, abarca a cada una de las partes. Es decir, la persona jurídica
tiene derecho a ser reconocida en su personalidad, a su acto y modo de ser,
según se explicó.
La persona jurídica
no es titular de los derechos inherentes a la persona humana, es cierto, pero
sí de derechos fundamentales asimilados, por razonabilidad, a ella. No tiene
el derecho a la vida, pero sí al respeto a su existencia jurídica (Crf. art.
14 C.P.). Igualmente, se encuentra que por derivación lógica, por lo menos, es
titular de derechos constitucionales fundamentales, los cuales se presentan en
ella no de idéntica forma a como se presentan en la persona natural".
(Sent. No. T-396 de Septiembre 16 de 1993. M.P. Dr. Vladimiro Naranjo Mesa).
En conclusión, para
esta Corporación es claro que algunos de los mencionados derechos de la persona
humana no se extienden a todos los individuos, ni se aplican de la misma
manera a todos los casos, y que nada se opone a que algunos derechos
constitucionales fundamentales que se prediquen y apliquen en favor de la
persona humana también se prediquen y apliquen en favor de la persona jurídica
y de otras personas o sujetos o grupos de personas naturales, jurídicas,
nacionales, extranjeras, de conformidad con las precisas disposiciones de la
Constitución.
Ahora bien,
reconocida como se tiene por esta Corporación la legitimación de las personas
jurídicas para el ejercicio de la acción de tutela, en ellas se incluye a las
organizaciones sindicales legalmente constituídas, que mediante representante o
apoderado, pueden adelantar las acciones judiciales en defensa de sus derechos
e intereses constitucionales fundamentales, y los de sus afiliados.
A este respecto la
Corte ha sostenido:
"Debe
reiterarse que por el ordenamiento civil se señala que las personas jurídicas
gozan de capacidad para ejercer derechos y contraer obligaciones y que en esta
forma son igualmente titulares de derechos fundamentales. Entre ellos se
encuentra el derecho de asociación, que precisamente sirve de fundamento para
su creación y existencia en la vida jurídica."
"En este
sentido, no cabe duda de que las personas jurídicas a partir de su existencia
son titulares de derechos fundamentales, y, en consecuencia, se encuentran
legitimadas para el ejercicio de la acción de tutela con el fin de obtener
inmediata protección de los derechos; y que las organizaciones sindicales, por
ser personas jurídicas, pueden ejercer acción de tutela cuando sean amenazados
o vulnerados sus derechos fundamentales o los de sus afiliados."
(Sentencia T-573 de 1994. M.P. Dr. Fabio Morón Díaz).
Una vez establecida
la legitimación de la Organización Sindical de Comerciantes del Valle para el
ejercicio de acción de tutela, entra la Sala al análisis de los presupuestos fácticos
planteados por el representante del Sindicato, a fin de establecer la violación
de los derechos fundamentales invocados.
El escrito de tutela
presentado por el sindicato "SICOINVA", por intermedio de su
representante, informa sobre una serie de actuaciones que viene adelantando la
administración municipal de Santiago de Cali directamente por el Departamento
Administrativo de Control Físico, las cuales considera violatorias de derechos
fundamentales en cabeza del Sindicato de Comerciantes del Valles del Cauca y de
sus miembros.
1. Se acusa a la
administración de no dar trámite de ley a las solicitudes que elevan miembros del
sindicato, dirigidas a obtener licencia de vendedor, y de la práctica de
decomisos de mercancías y requerimientos que bajo intimidación se hace firmar
al vendedor para que renuncie a su actividad, por el solo hecho de pertenecer
a la organización sindical "SICOINVA".
2. Se afirma que el
Sindicato "SICOINVA" viene siendo víctima de discriminación por
parte del Departamento Administrativo de Control Físico, al no brindarse
garantías de participación en la determinación de políticas de organización y
distribución del espacio público, que permitan la protección del derecho al
trabajo de sus afiliados, dedicados al comercio de ventas ambulantes.
3. Finalmente se
afirma que la Administración Municipal, adelanta una campaña de desprestigio
contra el Sindicato "SICOINVA" a nivel de medios de comunicación, en
especial, se hace referencia a la publicación que hizo el diario El País, de
las declaraciones de la doctora Lucierne Obonaga, Jefe del Departamento de
Ventas Ambulantes, el día 27 de noviembre de 1994.
El derecho de
petición
El derecho
fundamental de petición consagrado en la Carta Política en su artículo 23,
concede a los ciudadanos la posibilidad de presentar peticiones respetuosas a
las autoridades por motivos de interés general y particular. La garantía
esencial del precepto busca además de la posibilidad de acudir ante la
autoridad, obtener oportuna resolución. El ejercicio del derecho de petición,
genera de manera inmediata para la autoridad la obligación de resolver y de
hacerlo oportunamente, el incumplimiento genera violación de este fundamental
derecho.
De acuerdo con la
formulación de tutela, el representante insiste en la violación del derecho de
petición por parte de la Administración Municipal de Santiago de Cali, al no
dar respuesta de las solicitudes elevadas por miembros del Sindicato
"SICOINVA", dirigidas a obtener licencia de vendedor.
Al respecto, como
acertadamente lo establecen las decisiones de instancia, no se presenta
violación del derecho de petición, teniendo en cuenta que las solicitudes
elevadas fueron atendidas por la administración municipal, como consta en los
documentos allegados.
De otra parte, se
advierte que existen otros medios de defensa judicial para controvertir las
decisiones adoptadas por la administración.
Actuaciones
Policivas
Se acusa a la
Doctora Lucierne Obonaga, Jefe del Departamento de Ventas Ambulantes y
Estacionarias, de adelantar una serie de diligencias de requerimiento, y
decomisos que no se ajustan a las normas vigentes.
Al respecto, se
establece que los decomisos y requerimientos, se realizaron por la Oficina de
Control Físico, en cumplimiento de lo establecido en el Decreto 1284 de
Septiembre de 1991, emanado del Gobierno Municipal de Santiago de Cali, por
causales previamente establecidas allí; en este caso porque a quienes se les
practicó tales diligencias no tenían licencia para el ejercicio de su
actividad como vendedores.
Derecho de
Asociación
De los documentos
que obran en el expediente puede evidenciarse que la administración municipal
de Santiago de Cali, adelanta un proceso de organización del espacio público.
La organización
sindical "SICOINVA", ha sido invitada por el Departamento de
Control Físico por intermedio de su presidente, a participar en mesas de
concertación con los distintos representantes de los vendedores de la ciudad,
en busca de soluciones al problema social de las ventas ambulantes. El
sindicato en forma voluntaria ha sido renuente a asistir a las reuniones,
adelantándose a considerar que la comisión negociadora está conformada por
"oportunistas y deshonestos elementos que durante años han manipulado y
negociado la estabilidad de los vendedores".
De acuerdo con lo
anterior, considera la Sala, que aunque el sindicato está en todo el derecho
de participar o no en las "mesas negociadoras" convocadas por la
administración, su negativa no responde a los objetivos de la organización, en
busca de la protección del derecho al trabajo de sus afiliados, y su
participación en la decisión de políticas para el establecimiento de vendedores
ambulantes y distribución del espacio público. Si verdaderamente se pretende el
reconocimiento de los derechos de los trabajadores independientes, es en estas
reuniones donde pueden hacer valer sus derechos, sin adelantarse a conceptos
previos de quienes conforman dichas reuniones.
Con base en los
anteriores señalamientos podemos concluir, que la actuación de la
administración, no desconoce los derechos de la organización sindical, en
especial en cuanto a su participación en mesas negociadoras.
Primacía del
Interés público y el derecho al Trabajo
El artículo 82 de la
Constitución Nacional establece: “Es deber del Estado velar por la protección
de la integridad del espacio público y por su destinación al uso común, el cual
prevalece sobre el interés particular
"Las entidades
públicas participarán en la plusvalía que genere su acción urbanística y
regularán la utilización del suelo y del espacio aéreo urbano en defensa del
interés común.”
La intención de la
administración de reorganizar el espacio público no puede quedar sin definición
en el tiempo desconociendo el derecho al trabajo de quienes como realidad
social dependen de actividades de ventas ambulantes.
No sobra advertir
entonces al Departamento Administrativo de Control Físico, que en su intención
de establecer nuevas normas de organización del espacio público, distribución
de vendedores ambulantes, y requisitos para expedir Licencia de Vendedor,
admita en condiciones de igualdad a todos los grupos que representan este
sector de la sociedad, para que puedan exponer iniciativas en favor de sus
intereses y que las nuevas disposiciones se establezcan en el menor tiempo
posible, con el fin de garantizar el derecho al trabajo de este sector de la
población.
En este punto la
Corte ha señalado:
"Del libre
ejercicio del derecho fundamental al trabajo depende la subsistencia de las
familias de los vendedores ambulantes. Sin embargo, la ocupación del espacio
público no está legitimada por la Constitución. Se impone por lo tanto
establecer una pauta de coexistencia entre los derechos e intereses en
conflicto, que resulte proporcional y armoniosa en relación con los valores y
principios consagrados en la Constitución y que permita al Estado dar
cumplimiento a la obligación a su cargo de "velar por la protección de la
integridad del espacio público y por su destinación al uso común" (C.P.
art. 82), así como de propiciar la ubicación laboral de las personas en edad de
trabajar." (C.P. art. 54). (Corte Constitucional, sentencia T-222 de
1992. M.P. Dr. Jaime Sanín Greiffenstein).
Conclusiones
De las anteriores
consideraciones se concluye:
Que es preciso
confirmar la sentencia de la Sala Laboral de la H. Corte Suprema de Justicia,
pero por las motivaciones señaladas en esta providencia y que reiteran la
jurisprudencia de la Corte Constitucional en materia de los derechos
constitucionales que le corresponden a las personas jurídicas, con las
limitaciones propias de su naturaleza y en consecuencia, se confirma la
sentencia proferida por el Tribunal Superior de Cali el día veinte (20) de
septiembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994) por estar ajustada a
derecho.
En mérito de lo
expuesto, la Sala No. Ocho de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional,
administrando justicia en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE
Primero. Confírmase la sentencia proferida por la
Sala Laboral de la H. Corte Suprema de Justicia el día 20 de octubre de mil
novecientos noventa y cuatro (1994), pero no por las razones contenidas en
ella, sino por las señaladas en la parte motiva de esta providencia; en
consecuencia, confírmase la sentencia proferida por el Tribunal Superior de
Cali, el día veinte (20) de Septiembre de mil novecientos noventa y cuatro
(1994), por estar ajustada a derecho.
Segundo: Comunicar la presente decisión para los
efectos del artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, publíquese e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
VLADIMIRO NARANJO MESA
Magistrado
JORGE ARANGO MEJIA
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
342 | T-134-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-134/95
DERECHO DE
PETICION-Vulneración/SILENCIO
ADMINISTRATIVO
El derecho de
petición es un derecho constitucional fundamental susceptible de ser tutelado,
pese a la ocurrencia del silencio administrativo negativo, pues éste ha sido
consagrado para permitir el acceso a la jurisdicción en contra del acto ficto y
en relación con la materia de lo pedido, y no como un medio de defensa judicial
para hacer valer el derecho de petición considerado en sí mismo. La Corte
Constitucional aprovecha este caso para hacer notar la equivocación en que
incurre el juez cuando concluye que, por haber operado el silencio
administrativo, "no existe derecho constitucional alguno violado".
Tal apreciación es contraevidente, porque desconoce una realidad
incontrastable, y representa ejemplo adecuado acerca de lo que no debe hacer,
en el desarrollo de su actividad, el juez de tutela: cohonestar la negligencia
administrativa y respaldar las violaciones de los derechos fundamentales.
-Sala Quinta de Revisión-
Ref.: Expediente
T-52565
Acción de tutela
instaurada por FANNY AURORA NIETO DE MARTINEZ contra la CAJA NACIONAL DE
PREVISION SOCIAL
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los veintisiete (27) días del mes de marzo de
mil novecientos noventa y cinco (1995).
Se revisa el Fallo
proferido en el asunto de la referencia por el Juzgado Once Laboral del
Circuito de Santa Fe de Bogotá.
I. INFORMACION PRELIMINAR
Actuando por
conducto de apoderado, FANNY AURORA NIETO DE MARTINEZ ejerció acción de tutela
contra la Caja Nacional de Previsión Social.
Según el apoderado
de la accionante, ésta le confirió mandato para continuar el trámite de su
pensión de jubilación ante la Caja, por haber laborado al servicio de la
Secretaría de Educación Distrital de Santa Fe de Bogotá por espacio superior a
los veinte años y cumplir con los requisitos legales exigidos.
Según lo que se
narra en la demanda, la solicitud fue radicada en 1991 y el 18 de noviembre de
1993 la Caja expidió una resolución por la cual negaba el reconocimiento de la
pensión.
El apoderado
interpuso entonces ante el organismo el recurso de reposición y en subsidio el
de apelación.
Hasta el momento de
presentar la demanda de tutela, no se había resuelto sobre el recurso de
reposición, pese a haber transcurrido más de tres meses.
II DECISION
JUDICIAL REVISADA
El Juzgado Once
Laboral del Circuito de Santa Fe de Bogotá, mediante providencia del 27 de
octubre de 1994, resolvió negar la tutela solicitada, aduciendo que había
operado el silencio administrativo negativo.
No obstante reconocer
que la Caja no ha resuelto sobre los recursos interpuestos, el Juzgado concluyó
que "no existe, por lo tanto, derecho constitucional alguno violado, tal
como lo pretende la accionante, porque expresamente el régimen administrativo
consagra los eventos en los cuales opera el silencio administrativo negativo,
de manera que, como ya se indicó, se debe considerar que la decisión es
contraria a lo pretendido, lo que lleva en consecuencia a que implícitamente se
haya resuelto la petición formulada".
III. CONSIDERACIONES
DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
La Corte
Constitucional es competente para revisar el fallo que antecede, de acuerdo con
lo previsto en los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política y según el
Decreto 2591 de 1991.
La obligación
de resolver sobre los recursos interpuestos en la vía gubernativa. Eficiencia
administrativa y respeto al gobernado
De la sentencia
revisada podría desprenderse que, acogiéndose al silencio administrativo
negativo, la administración -al resolver "implícitamente"- estaría
cumpliendo con las obligaciones que le corresponden.
Craso error que la
Corte Constitucional no puede permitir que pase inadvertido, en cuanto por la
vía de semejante argumentación no sólo se desconoce de manera flagrante el
derecho fundamental plasmado en el artículo 23 de la Carta sino que se
desvertebra el sistema instituído por el Constituyente al hacer puramente
teóricos los principios de igualdad, moralidad, eficacia, economía y celeridad
que, según las normas fundamentales, deben presidir el ejercicio de la función
administrativa.
Si la ley ha
consagrado el silencio administrativo negativo, lo ha hecho precisamente en
consideración al administrado, a quien la negligencia del funcionario no
solamente genera el perjuicio en que consiste la falta de respuesta, con
ostensible vulneración de uno de sus derechos fundamentales, sino que le impide
acudir a la jurisdicción Contencioso Administrativa en cuanto -de no ser por la
mencionada figura jurídica- no se tendría acto alguno demandable.
Así lo ha entendido
esta misma Sala de la Corte al expresar en distintas ocasiones que el de
petición es un derecho constitucional fundamental susceptible de ser tutelado,
pese a la ocurrencia del silencio administrativo negativo, pues éste ha sido
consagrado para permitir el acceso a la jurisdicción en contra del acto ficto y
en relación con la materia de lo pedido, y no como un medio de defensa judicial
para hacer valer el derecho de petición considerado en sí mismo.
Sobre el particular,
conviene recordar lo señalado por la Sala:
"...la
obligación del funcionario u organismo sobre oportuna resolución de las
peticiones formuladas no se satisface con el silencio administrativo. Este
tiene el objeto de abrir para el interesado la posibilidad de llevar el asunto
a conocimiento del Contencioso Administrativo, lo cual se logra determinando,
por la vía de la presunción, la existencia de un acto demandable. Pero de
ninguna manera puede tomarse esa figura como supletoria de la obligación de
resolver que tiene a su cargo la autoridad, y menos todavía entender que su
ocurrencia excluye la defensa judicial del derecho de petición..."
(...)
"...el silencio
administrativo es la mejor demostración de que se ha conculcado el derecho de
petición y el fundamento más claro para proceder a su tutela" (Cfr. Corte
Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia Nº T-242 del 23 de junio de
de 1993).
Si así son las
cosas, la Corte Constitucional aprovecha este caso para hacer notar la
equivocación en que incurre el juez cuando concluye que, por haber operado el
silencio administrativo, "no existe derecho constitucional alguno
violado". Tal apreciación, como ya lo dijo esta Corte en caso similar
(Cfr. Sentencia T-577 del 14 de diciembre de 1994) es contraevidente, porque
desconoce una realidad incontrastable, y representa ejemplo adecuado acerca de
lo que no debe hacer, en el desarrollo de su actividad, el juez de
tutela: cohonestar la negligencia administrativa y respaldar las violaciones de
los derechos fundamentales.
Elemento
consustancial a la función administrativa es la eficiencia, que, desde la
perspectiva de la colectividad, justifica en buena parte la existencia del aparato
estatal.
Una entidad pública
que no es capaz siquiera de resolver de manera oportuna los recursos que
interponen los administrados contra sus actos, así sea para reafirmarlos, no es
eficiente y los funcionarios que, dentro de ella, son causantes de esa
incapacidad deben responder, según lo dispone con meridiana claridad el
artículo 6º de la Constitución. Para ello han sido previstas las faltas
disciplinarias y las correspondientes sanciones.
Los recursos por la
vía gubernativa no han sido establecidos como oportunidades puramente formales
destinadas a agotar una etapa indispensable para acudir a la jurisdicción, sino
que cumplen una función material, en cuya virtud se quiere brindar al
administrado la oportunidad de que la propia administración, por la
reconsideración que de su acto haga quien lo profirió o por el análisis de su
superior jerárquico, revoque, modifique o aclare la decisión correspondiente.
El recurrente tiene,
entonces, un derecho -protegido por el artículo 23 de la Constitución- a que la
administración resuelva oportunamente. Ello implica una obligación correlativa
de los servidores públicos que tienen a su cargo esa resolución,
entendida ésta con el alcance ya definido por la Corte en Sentencia T-575 del
14 de diciembre de 1994:
"Desde el punto
de vista jurídico, entre otros significados que no vienen al caso,
"resolver" representa adoptar una decisión o dilucidar un litigio o
controversia, en ambos casos con efectos vinculantes. Lo segundo corresponde,
en principio, a las autoridades judiciales y lo primero, normalmente, a quien
cumple función administrativa.
En lo relativo al
derecho de petición, la autoridad ante la cual se ejerce está obligada a resolver,
pues, por contrapartida, el peticionario tiene la garantía constitucional de
"obtener pronta resolución".
Considera la Corte
que el derecho de petición no tendría sentido si se entendiera que la autoridad
ante quien se presenta una solicitud respetuosa cumple su obligación
notificando o comunicando una respuesta apenas formal en la que no se
resuelva sobre el asunto planteado. El derecho de petición lleva implícito un
concepto de decisión material, real y verdadero, no apenas aparente. Por
tanto, se viola cuando, a pesar de la oportunidad de la respuesta, en ésta se
alude a temas diferentes de los planteados o se evade la determinación que el
funcionario deba adoptar".
Puesto que se
encuentra que habiendo interpuesto los recursos de reposición y en subsidio el
de apelación, a la accionante no se le ha notificado providencia alguna que los
resuelva, pese a hallarse vencidos los términos previstos en la ley, se
revocará la sentencia revisada y se concederá la tutela, ordenando a la Caja
Nacional de Previsión que desate de manera inmediata los recursos presentados.
Puesto que se ha
incurrido en clara violación del derecho fundamental de petición, invocado por
el actor, y han sido desconocidos los principios constitucionales rectores de
la función administrativa (artículo 209 C.P.), se compulsarán copias de esta
sentencia con destino a la Procuraduría General de la Nación para que
investigue quiénes fueron los responsables.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Corte Constitucional de la República de Colombia -Sala Quinta de
Revisión-, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución,
RESUELVE:
Primero.- REVOCAR en todas sus partes la
Sentencia proferida por el Juzgado Once Laboral del Circuito de Santa Fe de
Bogotá el 27 de octubre de 1994.
Segundo.- CONCEDER la tutela impetrada por
FANNY AURORA NIETO DE MARTINEZ y, en consecuencia, ORDENAR al Subdirector de
Prestaciones Económicas y al Director de la Caja Nacional de Previsión Social,
en su caso, que, si todavía no lo han hecho, resuelvan, a más tardar dentro de
las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la notificación del presente fallo,
los recursos interpuestos por la accionante desde el 21 de diciembre de 1993
contra la Resolución Nº 41209 de noviembre 18 del mismo año.
Tercero.-
REMITASE copia de esta
providencia al Procurador General de la Nación, para lo de su cargo.
Cuarto.- LIBRESE la comunicación prevista
en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA
VERGARA ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
343 | T-135-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-135/95
ACCION DE TUTELA-Abuso/DERECHOS PRESTACIONALES
Basta verificar,
en el texto de la demanda, las peticiones elevadas por la accionante ante el
juez de tutela, para constatar sin lugar a dudas el equivocado uso de la
acción. Es evidente que ésta no estaba encaminada a obtener protección judicial
por posible desconocimiento del derecho de petición, sino que buscaba, contra
lo dispuesto en la Constitución y pese a la copiosa jurisprudencia sobre el
tema, sustituir los procedimientos ordinarios para que, en el término de diez
días y por una vía inapropiada, se forzara judicialmente a la Beneficiencia de
Cundinamarca a resolver favorablemente las pretensiones laborales de la
interesada. Se trata, a no dudarlo, de un caso que demuestra cómo algunos
distorsionan de manera grave el excepcional y subsidiario instrumento plasmado
en el artículo 86 de la Carta Política para la defensa de los derechos
fundamentales.
-Sala Quinta de Revisión-
Ref.: Expediente
T-53830
Acción de tutela
instaurada por NOHEMI VILLAVECES DE ACOSTA contra BENEFICIENCIA DE CUNDINAMARCA
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los veintisiete (27) días del mes de marzo de
mil novecientos noventa y cinco (1995).
Revisa la Corte las
providencias dictadas en el asunto de la referencia por el Juzgado 26 Penal del
Circuito y por la Sala de Decisión Penal del Tribunal Superior de Santa Fe de
Bogotá, D.C.
I. INFORMACION PRELIMINAR
NOHEMI VILLAVECES DE
ACOSTA dijo ser pensionada por parte de la Beneficiencia de Cundinamarca desde
el día 1º de julio de 1991.
Explicó que había
trabajado durante dos períodos en dicha entidad: el primero del 16 de abril
hasta el 30 de septiembre de 1979 y el segundo a partir del 14 de octubre de
1980 hasta el 30 de junio de 1991.
Cuando se reintegró
al segundo período, a la accionante le fue reconocida una prima de antiguedad
del 5% del salario, que después se le aumento a 10%, a partir del 29 de junio de
1981, y luego al 15% desde el 14 de octubre de 1986.
El 13 de abril de
1989, en carta dirigida al Director de Relaciones Industriales de la entidad,
la actora pidió que se le reconociera un porcentaje equivalente al 29% por
haber cumplido más de 17 años y medio.
Esta misma solicitud
la volvió a elevar el 3 de mayo de 1990 y el 26 de junio de 1991, antes de
pensionarse.
Afirmó que, como no
se le había reconocido el 29% de que habla el Acuerdo 001 del 3 de mayo de
1991, solicitó se le reconociera lo previsto en la Ordenanza 13 de 1947, de la
Asamblea de Cundinmarca, a cuyo tenor "los empleados y obreros del
Departamento que hayan cumplido veinte años o más al servicio de Cundinamarca
que no hayan sido pensionados y que se hallen en el ejercicio de sus funciones
con una antiguedad no menor de cinco años, sin solución de continuidad, tendrán
derecho a un aumento del 20% del sueldo o jornal que devenguen".
Manifestó que, hasta
la fecha de instaurar la acción de tutela, no había recibido respuesta.
Mediante la demanda
se pedía que se reliquidara la pensión de jubilación, así como el valor dejado
de cancelar desde la fecha de causado el derecho, bien fuera en lo alusivo al
29% que solicitaba en un comienzo, ya al 20%, que demandó últimamente.
Asimismo, pretendió
la peticionaria que mediante la tutela se reliquidararan sus primas de
vacaciones, servicios, navidad "y toda aquella a que tuviere
derecho".
II DECISIONES
JUDICIALES
El Juzgado 26 Penal
del Circuito de Santa Fe de Bogotá, mediante Sentencia del 12 de septiembre de
1994, negó la tutela incoada.
Consideró la Juez
que, en efecto, se había venido vulnerando el derecho de petición de la
accionante, pero también tuvo presente que el 6 de septiembre de 1994 se agregó
a los autos un oficio de la Beneficiencia de Cundinamarca, por el cual se
informaba a la señora VILLAVECES DE ACOSTA que no había lugar al reconocimiento
solicitado por cuanto la aplicabilidad de la Ordenanza por ella invocada
únicamente procedía para el año 1947, según concepto de la Oficina Jurídica de
la entidad.
Concluyó, entonces,
que la violación del derecho de petición había cesado.
"Debe aquí
tenerse en cuenta que no se trata de obligar a la entidad al pago de lo debido,
o al reconocimiento de lo solicitado, pues no compete a este Despacho
inmiscuirse en ese trámite interno para la resolución de la petición en forma
favorable o desfavorable".
Impugnado el Fallo,
fue confirmado por la Sala de Decisión Penal del Tribunal Superior de Santa Fe
de Bogotá, según Sentencia de l21 de octubre de 1994.
Dijo el Tribunal que
encontraba acertada la decisión, pero no por las razones en ella expresadas
sino porque, según la documentación conocida, la Beneficiencia de Cundinamarca
no transgredió en ningún momento el derecho a elevar peticiones respetuosas, en
la medida en que a la recurrente se le había respondido en varias ocasiones,
haciéndole saber que la entidad consideraba improcedente su reclamación.
en tales condiciones
-prosiguió- como la última petición, de septiembre de 1993, incluía idénticos
términos a los que ya habían sido objeto de reiterada solución, la institución
no tenía por que resolverla, pues la remitente conocía el criterio de su
demandada, por lo que su insistencia no era más que una obstinada y necia
actitud a la que no tenía que someterse la administración.
Así -concluyó- lo
que ha debido hacer la accionante "era acudir a los recursos que le
otorgaba la legislación de lo Contencioso Administrativo y que ella conocía, como
lo admitió en la diligencia de ampliación y ratificación del libelo, en lugar
de desgastar inútilmente al ente oficial, a sabiendas de cuál era su criterio
sobre esta materia, máximo cuando de la lectura de las fotocopias que anexó se
sabe que nunca incluyó argumentación alguna para tratar de rebatir los puntos
de vista en los que se fundamentaba la negativa".
"De todo lo
anterior se concluye -dijo el Tribunal- que lo que persigue la accionante
mediante el presente libelo es, no que le ofrezcan respuesta, sino que se
decida su pretensión conforme a su propio querer, situación que sólo sería
posible previo el agotamiento de todo un procedimiento, donde tras cumplirse un
período probatorio, se definiera la cuestión, que es de profundo contenido
litigioso, dándole la razón".
"Pero
-argumentó- sucede que el mecanismo de la tutela no es el estadio para ventilar
conflictos de tales contornos, como que, según se desprende del texto
constitucional que lo consagra, de las normas que lo reglamentan y del
desarrollo jurisprudencia y doctrinal que se a impreso a ese instituto, se
concibió como instrumento subsidiario y residual para aquellos eventos en que
frente a real quebrantamiento de un derecho constitucional fundamental el
afectado no contare con otro medido de defensa judicial, o, de tenerlo, lo
empleare como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable,
hipótesis éstas que no se dan aquí".
III.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
La Corte
Constitucional es competente para revisar los fallos en referencia, según lo
disponen los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política y el Decreto 2591
de 1991.
Evidente abuso
de la acción de tutela
En aplicación de lo
dispuesto por el artículo 35 del Decreto 2591 de 1991, este Fallo será
brevemente justificado, ya que, dada la abierta improcedencia de la acción, en
las instancias no podía resolverse nada distinto de lo que se resolvió.
Basta verificar, en
el texto de la demanda, las peticiones elevadas por la accionante ante el juez
de tutela, para constatar sin lugar a dudas el equivocado uso de la acción. Es
evidente que ésta no estaba encaminada a obtener protección judicial por
posible desconocimiento del derecho de petición, sino que buscaba, contra lo
dispuesto en la Constitución y pese a la copiosa jurisprudencia sobre el tema,
sustituir los procedimientos ordinarios para que, en el término de diez días y
por una vía inapropiada, se forzara judicialmente a la Beneficiencia de
Cundinamarca a resolver favorablemente las pretensiones laborales de la
interesada.
Se trata, a no
dudarlo, de un caso que demuestra cómo algunos distorsionan de manera grave el
excepcional y subsidiario instrumento plasmado en el artículo 86 de la Carta
Política para la defensa de los derechos fundamentales.
La lectura de la
demanda lleva a pensar, en razón de los términos y la forma utilizados, que fue
redactada por un abogado, el cual, sin embargo, no puede ser sancionado en
cuanto ha permanecido oculto. De no ser así, esta Corte ordenaría su inmediata
investigación disciplinaria.
Se confirmarán los
fallos materia de examen.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
Primero.- CONFIRMASE la Sentencia proferida
el 21 de octubre de 1991 por la Sala de Decisión Penal del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Santa Fe de Bogotá, que a su vez confirmó la dictada
por el Juzgado 26 Penal del Circuito de la misma ciudad, por medio de la cual
se negó el amparo solicitado.
Segundo.- LIBRESE la comunicación prevista
en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de
la Corte
Constitucional y cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA
VERGARA ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
344 | T-136-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-136/95
TRABAJADOR-Subordinación
Todo trabajador,
por el hecho de hallarse vinculado a un determinado patrono, se encuentra
subordinado a éste, pues depende de él en lo que concierne al ejercicio de la
actividad que se le encomienda y en todo lo referente a la relación laboral. A
tal punto es ello cierto que el legislador ha consagrado la subordinación como
elemento esencial del contrato de trabajo.
PRINCIPIO DE
IGUALDAD EN MATERIA LABORAL
Es evidente que
la igualdad y la justicia distributiva resultan quebrantadas cuando, entre
trabajadores igualmente calificados, que rinden lo mismo en cantidad, calidad y
tiempo de trabajo para el mismo patrono, y en idénticas condiciones, se
introducen formas de distinción en sus remuneraciones, por cuanto de manera
injustificada se trata a unos como superiores y a otros como inferiores,
contrariando la dignidad humana, a la que todos, por igual, tienen derecho.
SALARIO-Diferencias/SALARIO-Discriminación
Los motivos para
establecer diferencias salariales, en igualdad de condiciones, deben ser
razonables y no pueden corresponder al simple capricho del patrono ni implicar
el castigo a quienes ejercen derechos reconocidos a los trabajadores por la
Constitución o por la ley, o estímulo para que no los ejerzan. En ese orden de
ideas, no es admisible la discriminación proveniente de estar o no afiliado a
un sindicato, para favorecer a los no sindicalizados en contra de los
sindicalizados, pues en tal evento no sólo se contraría el derecho a la
igualdad sino que se atenta contra el derecho de asociación sindical consagrado
en el artículo 39 de la Constitución.
SALARIO
El salario
constituye elemento fundamental del derecho al trabajo y así lo consagra el
artículo 53 de la Constitución Política, a cuyo tenor la remuneración justa es
principio mínimo fundamental del trabajo. Cualquier situación anómala o injusta
en relación con el salario repercute necesariamente en daño del trabajador,
quien, según el artículo 25 de la Carta, merece la especial protección del
Estado.
SENTENCIA LABORAL-Cumplimiento que genera discriminación
No obstante, la
protección excepcional no cabe de ninguna manera contra la empresa, cuando ésta
se limita a ejecutar lo dispuesto en una sentencia judicial ejecutoriada o en
un laudo arbitral, que al fin y al cabo corresponde al ejercicio de la función
de administrar justicia por particulares, según lo autoriza el artículo 116 de
la Constitución Política. Allí, mientras el patrono acate de manera íntegra lo
dispuesto por los jueces, actúa en desarrollo de una conducta legítima contra
la cual no procede la tutela, según el diáfano texto del artículo 45 del
Decreto 2591 de 1991.
COOPFEBOR/TRIBUNAL
DE ARBITRAMENTO
Los trabajadores
que intentaron la acción la dirigieron contra FEBOR y no atacaron ni el laudo
pronunciado por el Tribunal de Arbitramento Obligatorio constituído en 1993 por
orden del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social para dirimir el conflicto
colectivo planteado entre la Empresa y el Sindicato, ni tampoco la Sentencia
mediante la cual el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Fe de
Bogotá -Sala Laboral- resolvió acerca del recurso de homologación intentado
contra la decisión arbitral.
SINDICATO-Representación de trabajadores/SINDICATO-Improcedencia
que afiliados actúen en su nombre/SINDICATO-Titularidad de acción de
tutela
Si bien es cierto
el Sindicato puede agenciar, en cuanto representa, además de los intereses
colectivos, los de los trabajadores miembros, no ocurre a la inversa, es decir,
no puede aceptarse que individuos, por el sólo hecho de pertenecer a un
sindicato, actúen en nombre de éste, pues si de intereses colectivos se trata
-como en esta oportunidad acontece- debe acreditarse la representación legal de
la persona jurídica.
Ref.: Expediente
T-54005 y T-53477
Acción de tutela
instaurada por LUIS HERNANDO SAIDIZA PARDO y WILLIAM ESQUIVEL RUBIO contra
FEBOR ENTIDAD COOPERATIVA, COOPFEBOR.
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los veintisiete (27) días del mes de marzo de
mil novecientos noventa y cinco (1995).
Se revisan los
fallos proferidos en los asuntos de la referencia por los juzgados Noveno y
Quince Laboral del Circuito de Santa Fe de Bogotá.
I. INFORMACION PRELIMINAR
Las acciones de
tutela fueron instauradas y resueltas separadamente, en expedientes
seleccionados y acumulados por la Sala Doce de Selección, mediante auto del 12
de diciembre de 1994.
Se consideró que
había unidad de materia, por tratarse de las mismas partes, idénticos hechos e
iguales pretensiones.
Esta Sala de
Revisión acoge la acumulación mencionada por esas mismas razones.
Cada uno de los
accionantes manifestó tener un contrato de trabajo vigente con la empresa
demandada desde antes del 1º de enero de 1994, por lo cual expresaron hallarse
en situación de subordinación respecto de ella.
El Sindicato de
Trabajadores de la Empresa, al cual están afiliados, fue fundado el 16 de marzo
de 1993.
Afirmaron que, en
forma sistemática, la Empresa ha venido desconociendo el derecho de Asociación
Sindical, mediante discriminación en contra de los trabajadores sindicalizados,
en cuanto quienes no pertenecen al Sindicato tienen mejores derechos y
prerrogativas a ellos otorgados desde cuando nació la entidad asociativa. Por
esa razón intentaron una acción de tutela que culminó con sentencia favorable
proferida por la Corte Constitucional el 13 de mayo de 1994.
Dijeron que, a
partir del 1 de enero de 1994, la Empresa les aumentó el salario a los
trabajadores no sindicalizados en porcentajes que oscilaron entre el 18% y el
22%, discriminando a los sindicalizados sin aumento salarial hasta el día 15 de
julio de 1994, fecha ésta a partir de la cual se aplica el Laudo Arbitral.
Los accionantes
sostuvieron que el último aumento a ellos efectuado fue para el año de 1993,
razón por la cual duraron sin aumento más de año y medio como consecuencia de
la discriminación.
Afirmaron que, a
raíz de lo expuesto, aproximadamente 115 trabajadores se han desafiliado del
Sindicato y automáticamente la Empresa les ha hecho los aumentos salariales con
retroactividad a enero de 1994 y les ha otorgado las demás garantías de que
gozan los no sindicalizados, tales como la programación para laborar horas
extras y el auxilio de alimentación.
II DECISIONES
JUDICIALES
Mediante Fallo del 4
de noviembre de 1994, el Juzgado Noveno Laboral del Circuito de Santa Fe de
Bogotá declaró improcedente la tutela en el caso de Luis Hernando Saidiza
Pardo.
El principio de
igualdad -sostiene el Juez- se refiere al derecho de todas las personas a la
protección y a un trato igual por parte de las autoridades pero en el campo
laboral las partes pueden efectuar acuerdos en lo concerniente a salario, lo
cual -terminó diciendo- es tan cierto que el artículo 18 de la Ley 50 de 1990,
modificatorio del artículo 132 del C.S. del T., así lo determina.
Por eso concluyó
que, como en el presente caso el aumento salarial de que trata el laudo
arbitral y su respectivo recurso de homologación no constituían una
transgresión por parte de la empleadora a las condiciones dignas y justas en
que el trabajador viene desarrollando su labor, ni resultaban afectados sus
derechos de asociación ni de trabajo, la acción de tutela no estaba llamada a
prosperar.
Por otra parte,
estimó que el accionante disponía de otros medios de defensa judicial, pues, si
se encontraba inconforme con sus aumentos salariales, podía controvertirlos en
un proceso ordinario laboral.
Finalmente,
consideró que en el caso concreto no aparecía demostrado que existiera
subordinación tal que le impidiera al accionante el ejercicio de sus derechos
fundamentales.
Por su parte, el
Juzgado Quince Laboral del Circuito de Santa Fe de Bogotá, por Sentencia del 2
de noviembre de 1994, negó la tutela solicitada por William Esquivel, por
considerarla improcedente, a la luz del artículo 6º del Decreto 2591 de 1991.
Entendió el juez que
en el caso sub-judice existían otros medios de defensa judicial,
consistentes en acudir a la jurisdicción laboral para que ésta resolviera
previo un proceso ordinario.
A su juicio,
"se está entonces frente a una típica controversia laboral sobre la
obligatoriedad o no de hacer aumento salarial al petente".
Concluyó, además,
que el accionante no estaba ante un perjuicio irremediable "porque en
primer lugar se requiere que el perjuicio sea reparado integralmente sólo
mediante una indemnización, que no es el caso presente, y en segundo lugar, el
accionante, al tener la acción ordinaria ante la jurisdicción del trabajo,
puede obtener el reconocimiento y pago de la equivalencia salarial
pretendida".
Ninguno de los dos fallos
fue objeto de impugnación.
III.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
Esta Corte es
competente para revisar las sentencias mencionadas, según lo previsto por los
artículos 86 y 241-9 de la Constitución y en el Decreto 2591 de 1991.
El concepto de
subordinación frente a la tutela contra particulares
Uno de los
argumentos que expusieron los accionantes para fundamentar la procedencia de la
acción consistió en su estado de subordinación frente a la entidad demandada.
A la vez, motivo
básico para negar la protección pedida en uno de los casos analizados consistió
precisamente en que, a juicio del fallador, tal elemento no se daba y, en
consecuencia, no tenía lugar la tutela contra una persona jurídica particular.
Importa, pues, ratificar
algunos criterios que la Corte Constitucional ha venido acogiendo en relación
con el tema:
"Entiende esta
Corte que la subordinación alude a la existencia de una relación
jurídica de dependencia, como ocurre, por ejemplo, con los trabajadores respecto
de sus patronos, o con los estudiantes frente a sus profesores o ante los
directivos del establecimiento al que pertenecen, en tanto que la indefensión,
si bien hace referencia a una relación que también implica la dependencia de
una persona respecto de otra, ella no tiene su origen en la obligatoriedad
derivada de un orden jurídico o social determinado sino en situaciones de
naturaleza fáctica en cuya virtud la persona afectada en su derecho carece de
defensa, entendida ésta como posibilidad de respuesta efectiva ante la
violación o amenaza de que se trate". (Corte Constitucional. Sala Quinta
de Revisión. Sentencia T-290 del 28 de julio de 1993).
Así, pues, todo
trabajador, por el hecho de hallarse vinculado a un determinado patrono, se
encuentra subordinado a éste, pues depende de él en lo que concierne al
ejercicio de la actividad que se le encomienda y en todo lo referente a la
relación laboral. A tal punto es ello cierto que el legislador ha consagrado la
subordinación como elemento esencial del contrato de trabajo.
De ese modo, mal
puede excluirse la subordinación como factor que, de manera excepcional, hace
procedente la tutela contra particulares, en especial si -como acontece en este
caso- la alegada violación a los derechos fundamentales del trabajador
provendría precisamente del uso que de sus prerrogativas hace el patrono, en
calidad de tal.
Igualdad y
derecho de asociación sindical
El principio
constitucional de la igualdad (artículos 5 y 13 de la Constitución) prescribe
el mismo trato, sin discriminación, para todos aquellos que se encuentran en
una misma situación jurídica.
En el campo de la
remuneración laboral, el patrono está obligado a evaluar los distintos factores
que confluyen en la prestación de servicios por cada uno de sus trabajadores, a
fín de reconocer salarios justos, proporcionales a la cantidad y calidad de
trabajo, según lo dispuesto en el artículo 53 de la Carta Política.
Es evidente que la
igualdad y la justicia distributiva resultan quebrantadas cuando, entre
trabajadores igualmente calificados, que rinden lo mismo en cantidad, calidad y
tiempo de trabajo para el mismo patrono, y en idénticas condiciones, se
introducen formas de distinción en sus remuneraciones, por cuanto de manera injustificada
se trata a unos como superiores y a otros como inferiores, contrariando la
dignidad humana, a la que todos, por igual, tienen derecho.
Es por eso que el
artículo 143 del Código Sustantivo del Trabajo señala que "a trabajo
igual, en puesto, jornada y condiciones de eficiencia también iguales, debe
corresponder salario igual".
No ocurre lo mismo
cuando las diferencias surgen de factores objetivos o subjetivos que hacen
justo un mayor reconocimiento a quien más merece por su rendimiento o
preparación, por razones de especialidad, por el lapso durante el cual labora o
por las específicas circunstancias o modalidades en que se desenvuelve la
relación laboral. A este respecto existe un amplio margen de apreciación y de
acuerdo entre las partes.
Debe observarse, sin
embargo, que los motivos para establecer diferencias salariales, en igualdad de
condiciones, deben ser razonables y no pueden corresponder al simple capricho
del patrono ni implicar el castigo a quienes ejercen derechos reconocidos a los
trabajadores por la Constitución o por la ley, o estímulo para que no los
ejerzan.
En ese orden de
ideas, no es admisible la discriminación proveniente de estar o no afiliado a
un sindicato, para favorecer a los no sindicalizados en contra de los
sindicalizados, pues en tal evento no sólo se contraría el derecho a la
igualdad sino que se atenta contra el derecho de asociación sindical consagrado
en el artículo 39 de la Constitución.
La empresa, frente
al enunciado derecho, actúa de manera ilegítima cuando pretende hacer uso de
los factores de remuneración o de las prestaciones sociales, sean éstas legales
o extralegales, para golpear a quienes se asocian, para desestimular el
crecimiento del sindicato o para presionar los retiros de éste.
Debe recordarse que al
derecho de asociación es inherente la libertad, por lo cual resulta
violado tanto cuando se coacciona externamente al individuo para que se asocie
como cuando se lo obliga a asociarse. Esa libertad tiene que ser garantizada
por el patrono aún en mayor grado cuando se trata de la asociación sindical, ya
que ello corresponde a un elemental principio de lealtad hacia los
trabajadores.
De allí que, en
forma expresa, el artículo 143 del Código Sustantivo del Trabajo haya prohibido
las diferencias en el salario por razones de actividades sindicales.
Ha dicho la Corte en
repetidas ocasiones que el salario constituye elemento fundamental del derecho
al trabajo y así lo consagra el artículo 53 de la Constitución Política, a cuyo
tenor la remuneración justa es principio mínimo fundamental del trabajo.
Cualquier situación anómala o injusta en relación con el salario repercute
necesariamente en daño del trabajador, quien, según el artículo 25 de la Carta,
merece la especial protección del Estado.
Razones para
que no prospere la tutela en este caso
Cabría, entonces, la
tutela si, no existiendo otro medio de defensa judicial, o siendo probado un
perjuicio irremediable, se estableciera que una conducta unilateral de la
empresa rompe la igualdad en mención y conduce a perseguir el ejercicio
legítimo de los derechos individuales de trabajadores por el hecho de estar
sindicalizados.
No obstante, la
protección excepcional no cabe de ninguna manera contra la empresa, cuando ésta
se limita a ejecutar lo dispuesto en una sentencia judicial ejecutoriada o en
un laudo arbitral, que al fin y al cabo corresponde al ejercicio de la función
de administrar justicia por particulares, según lo autoriza el artículo 116 de
la Constitución Política. Allí, mientras el patrono acate de manera íntegra lo
dispuesto por los jueces, actúa en desarrollo de una conducta legítima contra
la cual no procede la tutela, según el diáfano texto del artículo 45 del
Decreto 2591 de 1991.
Podría darse el caso
de una acción de tutela que se instaurara contra tales providencias, en el
supuesto de probadas vías de hecho o dado el caso de un perjuicio irremediable,
en los términos desarrollados por la jurisprudencia de esta Corte a partir del
Fallo C-543 del 1 de octubre de 1992.
No es ese el caso sub-examine,
pues los trabajadores que intentaron la acción la dirigieron contra FEBOR y no
atacaron ni el laudo pronunciado por el Tribunal de Arbitramento Obligatorio
constituído en 1993 por orden del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social para
dirimir el conflicto colectivo planteado entre la Empresa y el Sindicato, ni
tampoco la Sentencia mediante la cual el Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Santa Fe de Bogotá -Sala Laboral- resolvió acerca del recurso de
homologación intentado contra la decisión arbitral.
Los peticionarios
actuaron contra la Empresa, imputando a ésta la discriminación inconstitucional
consistente en haber introducido factores no justificados de distinción entre
los salarios de los trabajadores sindicalizados y los no sindicalizados.
Algunos de tales
factores -los referentes a la asignación de horas extras- fueron considerados
por la Sala Tercera de Revisión de esta Corte mediante Fallo T-230 del 13 de
mayo de 1994 (M.P.: Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz), en el cual se reconoció la
violación de derechos fundamentales de quien entonces ejerció la acción de
tutela, habiendo sido concedida la protección constitucional.
En el asunto objeto
de controversia en este proceso -el relativo al monto de los aumentos salariales
y las fechas de su aplicación-, resulta claro que FEBOR se limitó a cumplir el
Laudo Arbitral en los términos en que lo dispuso la correspondiente sentencia
de homologación, no habiendo lugar entonces a reclamo alguno contra su
conducta, cuando menos en la materia considerada.
En efecto, mediante
auto del dieciséis (16) de marzo de 1995, el Magistrado Sustanciador solicitó
al Gerente de la empresa FEBOR que informara si a los peticionarios se les
efectuó aumento de sueldo en el año de 1994 y en caso afirmativo desde qué
fecha y en qué porcentaje. Igualmente la fecha y porcentaje del aumento
realizado al resto del personal.
Por oficio G-019 del
23 de marzo del año en curso, el Gerente General de FEBOR respondió:
"l. Al personal
no sindicalizado se le hicieron aumentos entre el 18% y el 23% según evaluación
de méritos para cada caso, aumento efectivo desde el mes de enero de 1994, para
la gran mayoría. En algunos casos los aumentos se hicieron durante el primer
trimestre y en fechas diferentes.
2. Al personal
sindicalizado, se le aumentó el 22.6% (IPC) a partir del 15 de julio de 1994
dando estricto cumplimiento a lo ordenado por el Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Bogotá, en fallo del 30 de junio de 1994, con el cual resolvía el
recurso de homologación sobre el Laudo Arbitral que puso fin a la negociación
colectiva con el Sindicato que los representa".
El Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Santa Fe de Bogotá, Sala Laboral, al desatar el
recurso de homologación,
resolvió:
"Por lo tanto,
el Tribunal declarará la inexequibilidad parcialmente del artículo primero del
Laudo revisado en cuanto se señala un término de vigencia a partir de la fecha
de su expedición (14 de marzo de 1994), para en su lugar declarar que la
vigencia del mismo es a partir de la ejecutoria de esta providencia.
La misma suerte
corre el artículo décimo segundo, del cual se declarará la inexequibilidad
parcial en cuanto a que los salarios básicos de sus trabajadores sindicalizados
será aumentado en un 22% a partir de la ejecutoria de esta decisión."
La sentencia
parcialmente transcrita quedó ejecutoriada el 15 de julio de 1994, según
consta en Folio 66 del Expediente T-53477.
Por otra parte, no
pasa desapercibido ante la Sala el hecho de que el interés para ejercer la
acción de tutela, más que de dos personas en particular -los accionantes-, es
del Sindicato de Trabajadores, pues lo definido en el Laudo Arbitral y en la
Sentencia que resolvió sobre el recurso de homologación es asunto de Derecho
Colectivo del Trabajo, es decir que importa procesalmente al Sindicato en sí
mismo aunque repercuta -y ello como consecuencia de la aplicación de las
aludidas providencias- en el salario de cada uno de los trabajadores.
Por eso, tiene
validez para el caso en estudio la doctrina acogida por esta misma Sala en la
Sentencia T-550 del 30 de noviembre de 1993, que negó la tutela intentada por
trabajadores de la empresa "Colgate Palmolive Compañía", en torno a
los alcances de una convención y un pacto colectivo de trabajo.
Dijo en ese momento
la Corte que en tal circunstancia estaba de por medio un interés de tipo
sindical, ya que se trataba de establecer la vigencia y el cumplimiento de
acuerdos colectivos. En esta oportunidad, también, hay un interés general de
los sindicalizados, relacionado con los efectos de las decisiones judiciales en
cuestión, que afectan a los trabajadores en concreto no por discriminaciones
entre individuos efectuadas por la Empresa, sino por la decisión de los jueces
correspondientes al resolver un conflicto entre ella y el Sindicato.
Si bien es cierto el
Sindicato puede agenciar, en cuanto representa, además de los intereses
colectivos, los de los trabajadores miembros, no ocurre a la inversa, es decir,
no puede aceptarse que individuos, por el sólo hecho de pertenecer a un
sindicato, actúen en nombre de éste, pues si de intereses colectivos se trata
-como en esta oportunidad acontece- debe acreditarse la representación legal de
la persona jurídica.
Se confirmarán las
sentencias objeto de revisión.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
Primero.- CONFIRMAR, pero por las razones
que anteceden, los fallos proferidos por los juzgados Noveno y Quince Laboral
del Circuito de Santa Fe de Bogotá los días 28 de octubre y 2 de noviembre de
1994, respectivamente, al resolver sobre las acciones de tutela interpuestas
por LUIS HERNANDO SAIDIZA PARDO y WILLIAM ESQUIVEL RUBIO.
Segundo.- LIBRESE la comunicación prevista
en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA
VERGARA ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
345 | T-138-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-138/95
ACCION DE TUTELA-Titularidad/PERSONA JURIDICA-Titularidad
de derechos fundamentales
Las personas
jurídicas poseen derechos constitucionales fundamentales por dos vías: a)
Indirectamente cuando la esencialidad de la protección gira al rededor de la
tutela de los derechos constitucionales fundamentales de las personas naturales
asociadas; b) Directamente, cuando las personas jurídicas son titulares de
derechos fundamentales, no porque actúan en sustitución de sus miembros, sino
que lo son por sí mismas, siempre, claro está, que esos derechos por su
naturaleza sean ejercitables por ellas mismas".
SERVICIO DE
RADIODIFUSION-Concesión
Unicamente el
Ministerio de Comunicaciones está autorizado para otorgar concesiones para la
prestación del servicio público de radiodifusión sonora en el territorio
nacional, mediante la selección del concesionario. La concesión de la indicada
especie constituye un acto jurídico (contrato o licencia), en virtud del cual
se transfieren temporalmente los derechos que le pertenecen al Estado sobre el
uso del espectro electromagnético.
ACCION DE
TUTELA/SERVICIO DE RADIODIFUSION-Suspensión
La tutela no
puede constituir un escudo para legitimar el ejercicio de conductas ilícitas;
cuando se acude a este mecanismo de protección necesariamente se parte del
supuesto de que el peticionario se encuentra actuando dentro de una situación
legitimada por el derecho, es decir, no ilícita. La sociedad peticionaria de la
tutela no sólo se encontraba en una situación ilegitima, sino que
deliberadamente pretendía seguir funcionando al margen de la ley y burlando las
decisiones de las autoridades. Por lo tanto, las autoridades si estaban
habilitadas jurídicamente para suspender la actividad de una emisora que
operaba en forma clandestina y, por consiguiente, sin ningún título jurídico
válido para prestar el servicio de radiodifusión sonora.
Referencia:
Expediente T-
52925
Demandante:
Panorámica
Publicidad Ltda.
Tema:
Improcedencia de
la acción de tutela para legitimar el ejercicio de conductas ilícitas.
MAGISTRADO
PONENTE:
ANTONIO BARRERA
CARBONELL.
Santafé de Bogotá,
D.C. marzo veintiocho (28) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Segunda de
Tutela, integrada por los Magistrados ANTONIO BARRERA CARBONELL, EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ y CARLOS GAVIRIA DIAZ, revisa el proceso correspondiente a la
acción de tutela formulada por la Sociedad Panorámica Publicidad contra la
Alcaldía Municipal y el Comandante de la Estación de Policía de Acacías.
I . ANTECEDENTES
1. La demanda.
La empresa
Panorámica Publicidad Ltda., mediante apoderada, demandó ante el Tribunal
Administrativo del Meta la tutela de los derechos fundamentales consagrados en
los artículos 13, 23, 25 y 29 de la Constitución Política infringidos, en su
sentir, por la actuación del Alcalde y del Comandante de Policía del Municipio
de Acacías (Meta), con motivo de la operación administrativa de suspensión de
las actividades y sellamiento de las instalaciones de la emisora Panorámica
Stereo de propiedad de la sociedad demandante.
2. Las
pretensiones.
Las pretensiones de
la demanda de tutela se concretan en los siguientes términos:
"1) Se ordene
al señor Alcalde, abstenerse de realizar gestiones tendientes a impedir el
funcionamiento habitual de la emisora Panorámica Stereo"
"2) Se ordene
al señor comandante de Policía Municipal de Acacias, levantar los sellos
colocados en la entrada de la emisora Panorámica Stereo".
"3) Se me
permita dentro del plazo establecido en el decreto 1480 en su artículo 131 y
con el término máximo del 13 de Septiembre/94, dar cumplimiento a los términos
de este decreto en igualdad de condiciones a todas las emisoras del país,
realizar las etapas de prueba y demás requerimientos técnicos"
"4) Se permita
laborar en forma normal sin obstrucciones al personal que labora en esta
emisora".
3. Hechos.
Señala la sociedad
actora que el 18 de agosto de 1994, aproximadamente a las tres de la tarde, se
presentó en las instalaciones donde funciona la emisora Panorámica Stereo el
Comandante del Segundo Distrito de Policía del Municipio de Acacías, quien en
cumplimiento de una orden emanada del Alcalde Municipal, procedió al
sellamiento de dichas instalaciones, no obstante la oposición formulada por su
director con fundamento en el decreto 1480 de 1994, que concedió un plazo de
sesenta (60) días a las emisoras que venían prestando el servicio de
radiodifusión sonora sin el cumplimiento de los requisitos legales para
regularizar sus actividades.
La emisora venía
funcionando en forma ininterrumpida desde el año de 1990 "dando
cumplimiento a los requerimientos de ley como son las normas sanitarias, sus
obligaciones para con el municipio en cuanto corresponde a los impuestos de
industria y comercio, cancelación de renovación de licencias de funcionamiento,
impuestos de avisos, cuerpo de bomberos, etc."
Hace caer en cuenta
la demanda que la emisora ha sido objeto de diferentes reconocimientos por la
ciudadanía, la policía, el concejo municipal y los comerciantes del lugar.
Advierte la sociedad
actora, que "en condiciones similares ha existido en el municipio otra
emisora que en la actualidad es del hermano del señor Alcalde Municipal....
denominada FAMILIAR STERO", la cual ha funcionado con el beneplácito de
éste, con lo cual da a entender que se patrocina un monopolio en favor de la
familia del alcalde, al impedir que funcione otra emisora.
4. Fundamento de
las pretensiones.
La sociedad
demandante argumenta que la actuación del Alcalde Municipal de Acacías se
cumplió por fuera de su competencia, extralimitándose en sus funciones, porque
"es evidente que la autoridad por antonomasia encargada del control de las
telecomunicaciones es el Ministerio de Comunicaciones como delegado del Estado,
sería esta la única entidad con autoridad para supervigilar y enjuiciar la
utilización del espectro radial y por lo mismo, el ente encargado de autorizar
el funcionamiento o no de emisoras del país".
Dice que se violó el
debido proceso, porque ni el alcalde ni las autoridades de policía pueden
"proceder al cierre de emisoras sin el concepto y procedimiento
administrativo debido para perfeccionar el cierre de emisoras que funcionan en
forma ilegal", pues ésta clase de atribuciones le pertenecen
exclusivamente al Ministerio de Comunicaciones, con fundamento en los arts. 10
de la ley 72 de 1989, 50 del decreto 1900 de 1990 y 3o., numeral 8 del decreto
1901 de 1990.
La violación del
principio de igualdad estriba según la peticionaria en que "el Alcalde
Municipal y los comandantes de Policía dan trato desigual a esta emisora que
represento frente al período de gracia concedido en todo el país a emisoras que
como la que gerencio carecían de autorización del Ministerio, pero prestan un
servicio a la comunidad".
Considera vulnerado
el derecho al trabajo porque con el cierre de la emisora se ha llegado a
"impedir el normal desarrollo de las actividades laborales desempeñadas
por los colaboradores de esta emisora, medio de subsistencia y desarrollo
personal de quienes allí laboran".
Y, por último, en
cuanto atañe al derecho de petición, la actora hace consistir su violación en
el silencio que han guardado, tanto el alcalde como el comandante de Policía de
Acacías, frente a las solicitudes que se les han formulado. Al primero para que
entre a "reponer y rectificar sus actos arbitrarios por los cuales había
procedido al cierre de Panorámica Stereo", y al Comandante, para que se
abstuviera de realizar la operación de sellamiento.
II. LAS
SENTENCIAS DE INSTANCIA.
a. De primera
instancia.
El Tribunal
Administrativo del Meta en fallo del 20 de septiembre de 1994 negó la tutela
solicitada y tuvo en cuenta para adoptar su decisión las siguientes situaciones
y criterios:
1. Según los
informes de la Oficina Jurídica y de la División de Medios del Ministerio de
Comunicaciones, se pudo establecer que la emisora en cuestión funciona
"sin permiso de este Ministerio" o simplemente "dicha estación
es clandestina".
Tales situaciones,
anota el Tribunal, "no han sido desvirtuadas, lo cual sería suficiente
para denegar el amparo pretendido, en razón a que es la misma Constitución
Nacional en su art, 75, la que determina que el uso de ese bien público, que lo
es, el espectro electromagnético, requiere la gestión y control del
Estado".
2. Según constancias
probatorias, el sellamiento se cumplió inicialmente el 22 de junio, casi 20
días antes de la expedición del decreto 1480 del 13 de julio de 1994, de manera
que la diligencia del 18 de agosto de este mismo año se cumplió porque se
constató por la autoridad de policía que los sellos se rompieron "sin
orden expresa de autoridad competente y que la emisora se encontraba
funcionando".
De todo lo anterior
resulta para el Tribunal inconcebible "buscar el amparo constitucional,
porque frente a un derecho que no se ha deferido a la peticionaria, los
derechos constitucionales fundamentales eventualmente amenazados o vulnerados
no pueden predicarse de una situación que no se ha consolidado, es decir, que
sin existir la certeza sobre la condición jurídica para el cabal uso del
espectro electromagnético, no es propicio para que este juez de tutela entre a
definir situaciones administrativas, eminentemente técnicas, que corresponde
concretamente al Ministerio de Comunicaciones, por disposición legal".
Concluye el Tribunal
señalando que la tutela, no es "el camino para garantizar derechos que no
se han consolidado".
b. De segunda
instancia.
El Consejo de Estado
al conocer y resolver la impugnación promovida contra el fallo del Tribunal
Administrativo del Meta revocó la decisión por razones de simple
procedibilidad, ya que consideró que la demanda no ha debido admitirse en
virtud de que la tutela, como instrumento de protección judicial de los
derechos fundamentales, sólo puede predicarse de la persona humana y no de las
personas colectivas o morales, como ocurre en el presente caso.
III. CONSIDERACIONES
DE LA CORTE.
1. Competencia.
La Sala es
competente para conocer en grado de revisión del proceso de tutela, en virtud
de lo dispuesto por los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política y 33 y
34 del Decreto 2591 de 1991.
2. Las personas
jurídicas como titulares de la acción de tutela.
La Sección Quinta de
la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado, que conoció del
fallo del Tribunal Administrativo en impugnación, parte del supuesto de que la
acción de tutela únicamente "está establecida en la Constitución Nacional,
como un mecanismo procesal que tiene como finalidad la protección concreta e
inmediata de los derechos constitucionales fundamentales de la persona humana,
cuando quiera que éstos sean violados o amenazados por los actos u omisiones de
las autoridades o de los particulares en los casos previstos en la ley".
Con respaldo en este argumento, al cual ha recurrido reiteradamente el Consejo
de Estado, concluye la Sección en el sentido de que las personas jurídicas no
pueden ejercer la referida acción, "ya que ella ha sido reservada para las
personas humanas".
La base central del
argumento es más aparente que real, porque los derechos humanos por supuesto
que se predican del ser humano, pero igualmente los derechos fundamentales
tienen como titular a cualquier persona, natural o jurídica, como se infiere
del art. 86 de la Constitución que consagra la acción de tutela en favor de
"toda persona", sin exclusión alguna, como una garantía contra las
violaciones o amenazas que atenten contra sus derechos fundamentales.
Los derechos
fundamentales del hombre no sólo pueden ser quebrantados por la autoridad o un
particular cuando son directamente objeto de una acción u omisión antijurídica,
sino también cuando la violación o la amenaza se cierne sobre los derechos de
las personas jurídicas que son, al fin de cuentas, derechos de sus asociados o
miembros. En este sentido se admite que las personas físicas pueden ser, por
relación de conexidad de derechos, sujetos de una violación de sus intereses
tutelables, cuando se le desconocen a la persona moral sus derechos
fundamentales.
Pero se advierte,
además, que las personas jurídicas también son titulares directos de algunos
derechos fundamentales, como los relativos al de asociación, debido proceso,
buen nombre, igualdad, etc., los cuales en un momento dado pueden ser objeto de
desconocimiento o amenaza por las autoridades o los particulares, circunstancia
que indudablemente las legitima para acceder a la tutela como un mecanismo de
protección de dichos intereses jurídicos.
Bajo los anteriores
supuestos la Corte se ha pronunciado repetidamente sobre los titulares de la
acción de tutela y resulta oportuno exponer su criterio sobre este particular,
asi:[1]
"Para los
efectos relacionados con la titularidad de la acción de tutela, se debe
entender que existen derechos fundamentales que se predican exclusivamente de
la persona humana, como el derecho a la vida y a la exclusión de la pena de
muerte (art. 11); prohibición de desaparición forzada, torturas o penas
crueles, inhumanas o degradantes (art. 12); el derecho a la intimidad familiar
(art. 15), entre otros".
"Pero otros
derechos ya no son exclusivos de los individuos aisladamente considerados, sino
también, en cuanto se encuentran insertos en grupos y organizaciones cuya
finalidad sea específicamente la de defender determinados ámbitos de libertad
o realizar los intereses comunes".
"En
consecuencia, en principio, es necesario tutelar los derechos constitucionales
fundamentales de las personas naturales, en caso concreto, a criterio razonable
del juez de tutela".
"Otros derechos
constitucionales fundamentales, sinembargo, las personas jurídicas los poseen
directamente: es el caso de la inviolabilidad de la correspondencia y demás
formas de comunicación privada (art. 15), la libertad de asociación sindical
(art. 38)".
"Luego, las
personas jurídicas poseen derechos constitucionales fundamentales por dos vías:
a)Indirectamente cuando la esencialidad de la protección gira al rededor de la
tutela de los derechos constitucionales fundamentales de las personas naturales
asociadas; b) Directamente, cuando las personas jurídicas son titulares de
derechos fundamentales, no porque actúan en sustitución de sus miembros, sino
que lo son por sí mismas, siempre, claro está, que esos derechos por su
naturaleza sean ejercitables por ellas mismas".
Para la Corte,
entonces, no es extraño que las personas jurídicas promuevan la garantía de la
tutela como mecanismo legítimo para proteger sus derechos fundamentales, cuando
se vean amenazados o vulnerados por la acción u omisión de las autoridades y,
en ciertos casos, de los particulares.
3. La regulación
jurídica de la radiodifusión sonora.
Bajo la denominación
de telecomunicaciones se regula por la ley un servicio público que el Estado
presta directamente, a través de las competentes entidades públicas, o
indirectamente por conducto de los particulares, mediante el sistema de concesión
(Ley 72/89, art. 5o. y D. 1900/90, art. 4o.).
Los servicios de
telecomunicaciones se clasifican, según la ley, en básicos, de difusión,
telemáticos y de valor agregado, auxiliares de ayuda y especiales. (D. 1900/90,
art. 27).
Del servicio de
difusión forman parte, entre otros, la televisión y la radiodifusión sonora (D.
1900/90, art. 29). Este servicio, en los términos del decreto 1480 de 1994, se
integra con todas las estaciones autorizadas para la emisión y transmisión de
programas mediante el empleo de bandas previamente asignadas (arts. 1o. y 22).
Unicamente el
Ministerio de Comunicaciones está autorizado para otorgar concesiones para la
prestación del servicio público de radiodifusión sonora en el territorio
nacional, mediante la selección del concesionario con arreglo a las exigencias
y procedimientos establecidos en el decreto 1480 y en la ley 80 de 1993.
La concesión de la
indicada especie constituye un acto jurídico (contrato o licencia), en virtud
del cual se transfieren temporalmente los derechos que le pertenecen al Estado
sobre el uso del espectro electromagnético, para permitir, como lo dice el art.
1 del decreto 1480 de 1994, "a una persona natural o jurídica, la emisión
y transmisión de sonidos en que la comunicación se realiza en un sólo sentido a
varios puntos de recepción en forma simultánea, para ser recibidas directamente
por el público a través de las bandas asignadas a cada modalidad".
En los términos de
la ley 72 de 1989 (art. 10) y del decreto-ley 1990 de 1990 (art. 50),
cualquier servicio de telecomunicaciones que opere sin autorización previa será
considerado como clandestino, y debe ser objeto de las medidas preventivas de
suspensión del servicio y decomiso de los equipos, sin perjuicio de las
sanciones a que hubiere lugar, conforme a la ley y los reglamentos.
4. El caso en
análisis.
La sociedad
peticionaria de la tutela venía operando en la ciudad de Acacías, Departamento
del Meta, una estación de radio conocida bajo la denominación de Panorámica
Stereo.
Las actividades de
radiodifusión sonora desarrolladas por dicha emisora, según se establece con
las constancias y certificaciones expedidas por las dependencias competentes
del Ministerio de Comunicaciones, no se encontraban amparadas por una
autorización del Estado, en la modalidad de concesión del servicio de
radiodifusión sonora, la cual es dentro de nuestro sistema jurídico el único
medio idóneo para legitimar esta clase de actividades.
Interesa para la
solución del caso determinar, en primer término, la competencia de la Alcaldía
de Acacias para disponer la suspensión de actividades de la emisora y el
sellamiento de sus instalaciones y, en segundo lugar, examinar si la actuación
cumplida por las autoridades contra las cuales se dirige la tutela,
desconocieron los derechos fundamentales cuya protección se invoca.
La competencia del
señor Alcalde de Acacías para disponer la suspensión de actividades de la
emisora en cuestión se deriva del art. 10 de la ley 72 de 1989 que dice:
"Cualquier
servicio de telecomunicaciones que opere sin previa autorización del Gobierno
es considerado clandestino y el Ministerio de Comunicaciones y las autoridades
militares y de policía procederán a suspenderlo y a decomisar los equipos, sin
perjuicio de la aplicación de las sanciones de orden administrativo o penal a
que hubiere lugar conforme a las normas legales y reglamentarias
vigentes".
Dicha competencia
aparece reafirmada por el art. 50 del decreto-ley 1900 de 1990, expedido con
fundamento en las facultades extraordinarias conferidas al Gobierno por la
referida ley 72, el cual señala:
"Cualquier red
o servicio de telecomunicaciones que opere sin autorización previa será
considerado como clandestino y el Ministerio de Comunicaciones y las
autoridades militares y de policía procederán a suspenderlo y a decomisar los
equipos, sin perjuicio de las sanciones de orden administrativo o penal a que
hubiere lugar, conforme a las normas legales y reglamentarias vigentes".
Las normas
precedentes diferencian las medidas preventivas de las sancionatorias
aplicables y las autoridades responsables de aplicarlas en cada situación,
cuando ocurra la violación del requisito de operación señalado.
Confirman la apreciación
anterior los textos transcritos al establecer que las medidas de suspensión y
decomiso de los equipos se imponen por "el Ministerio de comunicaciones y
las autoridades militares y de policía", (...) "sin perjuicio de la
aplicación de las sanciones de orden administrativo o penal".
El decreto-ley 1900
de 1990 precisa, al igual que el decreto reglamentario 1480 de 1994, las
sanciones aplicables a las infracciones de las normas sobre telecomunicaciones
y, particularmente relacionadas con la radiodifusión sonora, sin que dentro de
ellas se incorpore la aludida medida preventiva.
En efecto, dice el
artículo 53 del decreto 1900:
"La persona
natural o jurídica que incurra en cualquiera de las infracciones señaladas en
el artículo anterior será sancionado con multa hasta por el equivalente a un
mil (1000) salarios mínimos legales mensuales, suspensión de la actividad hasta
por dos (2) meses, revocación del permiso, caducidad del contrato o cancelación
de la licencia o autorización, según la gravedad de la falta, el daño producido
y la reincidencia en su comisión".
Por su parte el
artículo 121 del decreto 1480, dispone:
"El
incumplimiento por parte del concesionario del servicio de radiodifusión sonora
de las normas establecidas en este decreto, dará lugar a la imposición de
sanciones mediante resolución motivada del Ministerio de comunicaciones que
podrán consistir, según la gravedad de la falta, en:
"1. Multa hasta
por una suma equivalente a mil (1000) salarios mínimos legales mensuales".
"2. Suspensión
de las transmisiones hasta por un término de dos (2) meses".
"3. Cancelación
de la licencia de concesión para la prestación del servicio".
Examinada la
actuación cumplida por el Alcalde y el Comandante de Policía de Acacías y
confrontadas las disposiciones legales y reglamentarias reseñadas, se concluye
que las autoridades demandadas procedieron con arreglo a precisas competencias
que les fueron asignadas; por lo tanto, si estaban habilitadas jurídicamente
para suspender la actividad de una emisora que operaba en forma clandestina y,
por consiguiente, sin ningún título jurídico válido para prestar el servicio de
radiodifusión sonora .
Llama la atención a
la Sala la circunstancia de que la sociedad peticionaria de la tutela no sólo
se encontraba en una situación ilegitima, sino que deliberadamente pretendía
seguir funcionando al margen de la ley y burlando las decisiones de las
autoridades. En efecto, las actividades de radiodifusión sonora de la emisora
fueron suspendidas por primera vez el 22 de Junio de 1994, como resultado de
una investigación iniciada por el Personero Municipal de Acacías, la cual se
puso en conocimiento de la Alcaldía y de las autoridades militares y de policía
(fls. 111 y 112), y permitió establecer de manera fehaciente la operación
clandestina de la emisora. Sin embargo, dichas medidas resultaron inanes,
porque la sociedad peticionaria de la tutela se colocó en posición de rebeldía
frente a las autoridades, pues procedió al rompimiento de los sellos colocados
en las instalaciones de la emisora y continuó funcionando clandestinamente.
La anterior
situación obligó a que el Alcalde Municipal de Acacías mediante comunicación
del 18 de agosto de 1994 ordenará al señor Comandante Segundo del Distrito de
Policía de la localidad lo siguiente:
"1. Solicitar
al establecimiento antes mencionado la respectiva licencia del Ministerio de
Comunicaciones, junto con la orden expresa del levantamiento del sello.
2.- De no cumplir
con el requisito anterior proceder nuevamente al cierre del establecimiento por
falta de los respectivos requisitos.
3.- Hacer la
amonestación respectiva por el desacato y manifestarles las sanciones a las que
se hacen merecedores en caso de reincidencia.
4.- Comisionar a la
Inspección Tercera de Policía, para efectuar la respectiva diligencia".
De suerte pues, que
la nueva suspensión de actividades de la emisora Panorámica Stereo, verificada
el 18 de agosto de 1994, en cumplimiento de la orden antes mencionada, obedeció
a la persistencia de la sociedad peticionaria en seguir operando una emisora
contra expresa prohibición legal y con abierto desacato de una primera orden de
policía, ejecutada materialmente en el sentido de sellar las instalaciones de
la emisora.
El fundamento de la
tutela, a juicio de la peticionaria, se encuentra en que la suspensión ocurrió
cuando ésta disponía de un término para acomodar su situación a los términos de
la ley, circunstancia que el Alcalde y el Comandante de Policía de Acacías
desconocieron (art. 131 del decreto 1480 de 1994).
Es evidente que la
norma en referencia se expidió con el fin de sanear la situación de las
emisoras que venían operando clandestinamente, y fue asi como estableció un
plazo de 60 días, dentro del cual “podrán solicitar al Ministerio de
Comunicaciones (...) la iniciación del procedimiento de selección objetiva para
prestar el servicio en el municipio o distrito donde han venido operando”.
Debe precisarse que
la disposición en cuestión comenzó a regir el 15 de julio de 1994, porque según
sus propios términos su vigencia comenzaba a partir de la fecha de su
publicación en el Diario Oficial. Además, que ella fue suspendida
provisionalmente por el Consejo de Estado mediante auto del 20 de enero del año
en curso, por exceder las normas reglamentadas.
Así pues, si se
tiene en cuenta que la suspensión de las actividades de la emisora ocurrió el
22 de junio de 1994, resulta imposible que se pudiera invocar para oponerse a
la medida una norma que aún no había sido expedida y, por lo mismo, no podía
ser objeto de desconocimiento por las autoridades demandadas.
Para la Corte no
resulta establecida la vulneración de ninguno de los derechos fundamentales
cuya protección se reclama, porque el supuesto básico para deducir su transgresión,
necesariamente debe partir de la existencia de la titularidad legítima del
pretendido derecho agredido, que en el caso de que se ocupa la Sala lo
constituiría el derecho adquirido validamente de la sociedad actora para operar
la emisora, pues sólo en este evento la suspensión de las operaciones de
difusión por las autoridades demandadas podrían configurar un acto arbitrario
atentatorio de los derechos fundamentales, como el de la igualdad y del debido
proceso.
Para la Sala resulta
obvio que la tutela no puede constituir un escudo para legitimar el ejercicio
de conductas ilícitas; cuando se acude a este mecanismo de protección
necesariamente se parte del supuesto de que el peticionario se encuentra
actuando dentro de una situación legitimada por el derecho, es decir, no
ilícita.
Si los particulares
están sometidos a la Constitución y a la ley, si deben respetar y obedecer a
las autoridades y tienen entre sus deberes no abusar de sus derechos y respetar
los derechos ajenos (arts. 4o y 95-1 C.P.), no se concibe que puedan invocar
una protección del Estado para desarrollar una actividad ilegitima.
Cuando se invoca un
derecho que exige como condición de su ejercicio la autorización del Estado, no
le es dable a su presunto titular reclamar su protección sin que previamente se
haya establecido su origen y existencia. Por lo tanto, no contando la sociedad
peticionaria con la concesión del servicio de radiodifusión sonora, no puede
reclamar su derecho a operar como emisora.
Conclúyese de lo
expuesto en que fue ajustada a la ley la operación administrativa de suspensión
de actividades de la emisora Panorámica Stereo por las autoridades demandadas y
que no se violaron los derechos fundamentales que se invocan.
Es preciso, por lo
que se ha visto, revocar el fallo del H Consejo de Estado, Sección Quinta y
confirmar el proferido por el Tribunal Administrativo del Meta, que negó la
tutela impetrada.
IV. DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Segunda de Tutela, en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución,
RESUELVE:
PRIMERO. REVOCAR la sentencia de fecha veinticuatro
(24) de octubre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), proferida por la
Sección Quinta de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de
Estado y en su lugar CONFIRMAR el fallo de veinte (20) de septiembre de mil
novecientos noventa y cuatro (1994) del Tribunal Administrativo del Meta que
negó la tutela solicitada por la sociedad Panorámicas Publicidad Ltda.
SEGUNDO. Para los fines del artículo 36 del decreto
2591 de 1991, por Secretaría General háganse las comunicaciones a que haya
lugar.
Cópiese, notifíquese, comuníquese y
cúmplase.
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado Ponente
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
[1] . T- 411 de 17 de Junio de
1992, M.P. Alejandro Martínez Caballero. |
346 | T-139-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-139/95
ACCION DE TUTELA
CONTRA PERSONA INDETERMINADA-Improcedencia
No existe acción
de tutela cuando se dirige contra personas indeterminadas, puesto que si el
sujeto pasivo de la acción no es conocido el juez de tutela no puede dirigir su
poder y obtener una real solución del problema planteado.
ACCION DE TUTELA
CONTRA PARTICULARES/INDEFENSION-Inexistencia/ACCION DE TUTELA-Improcedencia
La indefensión
entre particulares es una relación fáctica y jurídica que coloca a la persona
que la sufre en situación de desventaja ostensible hasta el grado de quedar
materialmente inerme para evitar la vulneración o amenaza de sus derechos
fundamentales. En esta tutela no existe prueba alguna de que el petente haya
quedado inerme para defender sus derechos fundamentales. Se trata de una esposa
e hijas que no desean (por motivos que se desconocen) convivir con su cónyuge y
padre, esta reprochable y lamentable situación no es jurídicamente una
situación de indefensión. En el presente asunto, donde sólo existe la
manifestación del petente, sin prueba alguna que permita deducir la presente
violación a un derecho fundamental y sin el menor asidero fáctico para concluir
que el solicitante se encuentra en situación de indefensión, no puede proceder
la tutela por doloroso que sea el caso personal de quien la impetra.
REF: EXPEDIENTE
T-37873
Peticionario: Alfonso
Peñaloza Florez.
Procedencia:
Tribunal Superior de Santafé de Bogotá -Sala Civil-.
Magistrado
Ponente:
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
Tema:
- Tutela contra
particulares.
Santa Fe de Bogotá
D.C., veintiocho (28) de marzo de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Séptima de
Revisión de la Corte Constitucional, presidida por el Magistrado Alejandro
Martínez Caballero e integrada por los Magistrados Fabio Morón Díaz y Vladimiro
Naranjo Mesa.
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
Ha pronunciado la
siguiente
SENTENCIA
En proceso de tutela
identificado con el número de radicación T-37873, adelantado por Alfonso
Peñaloza Florez.
I. ANTECEDENTES
Con base en los
artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto No. 2591 de 1991, la
Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para
efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. Por reparto le
correspondió el presente negocio a esta Sala.
1. Solicitud.
1.1. Tutela
contra ausentes, contra "toda persona" y contra sí mismo:
Alfonso Peñaloza
Florez, impetró acción de tutela contra los particulares ausentes Martha Elena
Caicedo Ferrer; sus tres hijas Iovania, Andreia y Dalaia Peñaloza Caicedo y
contra personas indeterminadas o contra "TODA PERSONA --no identificada
hasta la fecha, sobre la cual existen indicios o recaen sospechas-- que,
directa o indirectamente, por acción o por omisión, haya prestado su concurso o
lo esté prestando en el presente o lo comprometa en el
futuro".Posteriormente en declaración ante el Juzgado 24 Civil del
Circuito de esta ciudad, parecería dar a entender que la tutela también la
instaura contra sí mismo porque dice: "solicito igualmente se tutele los
derechos fundamentales de mis menores hijas, de quienes el artículo 42 del
Decreto 2591 de 1991 presume el estado de indefensión y complementariamente la
situación de subordinación e indefensión en relación conmigo mismo---"
(versión de 9 de noviembre de 1994).
1.2. hechos
señalados en la solicitud:
a) El día 19 de
diciembre de 1974, el accionante de esta tutela contrajo matrimonio católico
con la señora Martha Elena Caicedo Ferrer, fruto del cual nacieron las niñas
Iovania, Andreia y Dalaia Peñaloza Caicedo.
b) Según narra el
señor Peñaloza Florez, en dicho matrimonio la convivencia entre sus miembros
fue permanente y solo "Al terminar la primera semana de enero de 1994, al
parecer el día 6 o el día 7 --con aprovechamiento de una ausencia laboral mía
iniciada el día 5 del mismo mes y año-- mi esposa y mis tres hijas hicieron
abandono del hogar, desaparecieron del apartamento de habitación, en forma no
advertida a mí, de manera sorpresiva y no explicada, además de no dejar
indicación sobre el destino o rumbo seleccionado, es decir, ocultando el nuevo
domicilio y la dirección de la nueva residencia."
c) Hasta la fecha de
presentación de esta acción de tutela, el peticionario no tiene conocimiento
del paradero de su esposa e hijas, a pesar de que dirigió una misma nota a 6
direcciones de familiares de su esposa para obtener información sobre su
familia.
d) Como consecuencia
de lo anterior las hermanas del petente de esta tutela, recibieron una carta
firmada por la señora Martha Elena, cuya fotocopia se anexó al expediente.
(folio 20), sin que se haya dado información sobre el lugar donde se
encuentran.
d) Afirma el
solicitante de la tutela que abriga "serios temores acerca de la suerte
presente y futura de mi esposa y de mis hijas --cuenten o no con la complicidad
o indebido apoyo de terceros, que hayan provocado, patrocinado o amparado el
hecho y continúen haciéndolo o con la complicidad bajo cualquiera otra de las
formas enunciadas anteriormente, en el encabezamiento del presente escrito-- en
virtud de los riegos existentes, de sus edades y de su condición de mujeres, de
su inexperiencia, de la posibilidad de ser engañadas, sorprendidas en su buena
fé..."
Con la actuación de
los particulares atrás descritos, el peticionario considera violados el derecho
a tener una familia, el "derecho al trato y a la comunicación" con su
esposa y sus hijas, y los derechos consagrados en la Constitución Política en
los artículos 11, 12, 13, 15, 16, 20, 21, 23, 25 y 28.
1.3. El señor
Peñaloza qué busca a través de la acción de tutela?:
"1. Rescatar la
integridad de mi familia..." "Este rescate debe estar abonado y
acompañado de encuentros de familia, es decir de un curso de familia".
"2. Restablecer
el trato y comunicación personales, directo y recíproco entre los miembros de
mi familia..."
"3. Declarar,
comunicar, garantizar y asegurar --por parte de los miembros de mi familia o de
quienes conozcan su domicilio o residencia-- la información permanente, precisa
y exacta y completa, del domicilio y residencia de mi familia..."
"4. Recuperar
la integridad del patrimonio psíquico, espiritual, material, económico y
crematístico de mi familia..."
5. "Abstenerse toda
persona, sin excepción... de cumplir cualquiera forma de conducta que vulnere
los derechos de mi familia o conduzcan a su desintegración o la perpetúe o
lleve a la descomposición de su patrimonio, o a la perpetuación de esa misma
descomposición patrimonial, bajo cualquiera forma de acción o de omisión,"
"6. Proteger mi
integridad personal, tanto física como psíquica y espiritual.."
Estos hechos y
peticiones los respalda en los correspondientes registros del estado civil, en
extensos memoriales dirigidos al juez de tutela, en comunicaciones firmadas por
el mismo Alfonso Peñaloza y dirigidas al general Octavio Vargas, a una firma
inmobiliaria y a Davivienda, en una constancia del mismo Peñaloza dejada en una
Comisaría de Familia y en la fotocopia de una carta que según Peñaloza provenía
de su esposa y que dice:
"Bogotá,
Enero de 1994
Alicia, Tere,
Stella, Constanza:
Debido a algunas
circunstancias que no es del caso nombrar las niñas y yo hemos decidido
alejarnos. Tenemos fé en que esta determinación es la más correcta para todos y
estamos seguros de que Dios sabrá ayudarnos. lo que queremos es que estén
tranquilos, vamos a estar bien. Por favor, les pedimos que estén al lado de la
abuelita.
Los quiere
Marta Elena
2. Sentencia del
Juzgado 24 Civil del Circuíto de Santafé de Bogotá.
El Juzgado 24 Civil
del Circuíto de esta ciudad al resolver en primera instancia la acción de
tutela de la referencia, mediante sentencia de marzo 16 de 1994,, resolvió
rechazar la acción de tutela, en consideración a los siguientes argumentos:
- La acción de
tutela no puede dirigirse contra personas indeterminadas. Arguye el juzgado
que es "improcedente la acción de tutela por carencia cualificada del
sujeto contra quien se dirige, como por su objeto."
- De acuerdo con el
artículo 42 del Decreto 2591 de 1991, la acción de tutela solo procede contra
particulares en los casos donde se reuna los requisitos allí cualificados. En
este caso en particular en donde los sujetos contra los que se dirige la acción
son indeterminados, hace que los hechos no puedan tipificarse dentro de la
posibilidad de admitir tutela contra particulares.
- Considera el A-quo
que el señor Peñaloza, busca "solucionar jurídicamente problemas de índole
matrimonial o conyugal con su esposa, sobre bienes sociales conyugales y lo
relacionado con dos menores hijas, le corresponde concurrir ante los jueces de
familia, si a bien lo tiene, promoviendo las acciones que para tales casos
establece la ley."
3. La impugnación
El señor Alfonso Peñaloza
Florez, interpuso recurso de apelación contra la sentencia del Juzgado 24 Civil
del Circuíto de Santafé de Bogotá, con base en los siguientes argumentos:
- La tutela es el
único medio idóneo, apto para defender sus derechos fundamentales, debido a que
- dice el peticionario- "se trata de encontrar protección inmediata a
partir de derechos fundamentales, expresos o no.."
- La tutela contra
particulares cabe cuando haya un estado de indefensión, que es la situación en
la que se encuentra el actor, indefensión frente a las consecuencias de
desintegración de su familia.
- La acción de
tutela contra personas indeterminadas no está expresamente prohibida, por lo
que estaría tácitamente permitida. Además considera que a través de la
investigación las personas que hoy son indeterminadas pueden determinarse.
4. Sentencia del
Tribunal Superior de Santafé de Bogotá, D.C.
El Tribunal Superior
de Santafé de Bogotá, D.C., en su Sala Civil, mediante providencia de abril 29
de 1994, confirmó la sentencia impugnada, con base en las siguientes
consideraciones:
- "tiene que
existir un sujeto pasivo conocido contra quien enderezar la acción; de un lado,
de otro, en caso de ser contra particular, estar inmerso en cualquiera de las
causales del artículo 42 de la norma en cita. Lo primero tiene su razón de
ser, porque si no hay querellado, identificado, cómo puede aseverarse que está
violado un derecho ?. O si la violación existe, pero se ignora de quien
depende, cómo hacerle cumplir un fallo de Tutela ?"
- En referencia a la
acción de tutela dirigida contra la señora Martha Elena Caicedo Ferrer
encuentra el Tribunal que "el estado de indefensión o subordinación del
esposo frente a la esposa no se probó, presumiéndose igualdad entre ellos como
esposos y padres, compartiendo similares derechos y obligaciones."
- Considera el
Tribunal que "no es la vida ni la integridad personal del señor Peñaloza
la que se dice vulnerada o amenazada de serlo, pues los hechos se enfilan a la
familia como núcleo para que permanezca unida, luego el derecho a la vida no se
toca."
- Existen otros
medios de defensa judicial para obtener lo pretendido, como las contempladas en
el Estatuto de Familia.
5.- Declaratoria
de nulidad.
Esta Sala de
Revisión, en auto de 18 de octubre de 1994, consideró que se había violado
el derecho de defensa de los particulares ausentes: esposa e hijas del
petente, contra quienes se dirigió la tutela, por cuanto no se hizo diligencia
alguna para notificarles la existencia de la acción. Por esta razón regresó el expediente
al Juzgado de origen.
6.- Nueva
actuación en el Juzgado 24 Civil del Circuito de Santafé de Bogotá.
Con criterio
formalista, el a-quo inicialmente creyó que la forma de subsanar la falta de
notificación de las personas contra quienes se dirigía la acción, era la
fijación de un Edicto en la Secretaría del Juzgado "por el término de dos
días, vencido esto quedaran notificados del presente auto" (providencia de
4 de noviembre de 1994).
Posteriormente,
determinó que a costa del accionante se publicara el edicto en una emisora de
amplia circulación (auto 9 de noviembre); lo cual se hizo en Radio Super los
días 11 y 15 de noviembre; dándose así un medio eficaz de publicidad a la
existencia de la acción.
7. Sentencia del
Juzgado 24 Civil del Circuito:
El Juzgado,
consideró improcedente la acción por cuanto no se ubican los hechos dentro de
las situaciones tipificadas en los numerales 1 a 9 del artículo 42 del Decreto
2591 de 1991.
8.- Impugnación:
Alfonso Peña
presentó en término la impugnación y fundamenta su argumentación en el
restablecimiento del trato y la comunicación personales con su familia.
9.- Sentencia del
Tribunal de Santafé de Bogotá, Sala Civil, de 25 de enero de 1995.
El ad-quem reiteró
los argumentos expuestos en la providencia de 29 de abril de 1994, ya
relacionada y confirmó la decisión del a-quo.
II. FUNDAMENTOS JURIDICOS
1. Competencia.
Es competente esta
Sala de Revisión de la Corte Constitucional para conocer de revisión dentro de
la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86 inciso
tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con
los artículos 33, 35 y 42 del Decreto No. 2591 de 1991; además, su exámen se
hace por virtud de la selección que de dichas acciones practicó la Sala
correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma señalada por el
Reglamento de esta Corporación.
2.- Tutela
contra particulares y estudio del caso concreto.
La tutela contra
particulares solo procede en las circunstancias señaladas en el artículo 42 del
Decreto 2591 de 1991. En el presente pese a la inhumana situación narrada por
el petente, caso bajo ningún aspecto se está dentro de las 9 causales allí
descritas. Pero como Peñaloza en algunos de sus escritos habla de indefensión y
subordinación, habrá que explicar por qué no se dan estas circunstancias. Como,
además, insiste en la violación del derecho que tiene al trato y comunicación
con su familia, se requerirá estudiar este tema, observándose el máximo de
prudencia porque esta tutela no ha tenido contradictor por la ausencia de las
personas determinadas contra quienes se instauró, siendo más compleja la
situación porque también se dirigió contra personas indeterminadas y aún contra
el mismo petente. Entonces, habrá que evacuar este aspecto procesal en primer
término.
A) El procedimiento
de tutela tiene como característica fundamental y esencial la de ser un
procedimiento especial y breve que garantiza la protección ágil y cierta de
derechos y libertades que la Constitución Política le reconoce a todas las
personas. Procedimiento éste que debe regirse bajo principios expresamente
consagrados en el artículo 3 del Decreto 2591 de 1991, como el de prevalencia
del derecho sustancial, economía, celeridad, eficacia y publicidad. Esto
no quiere decir que el juez de tutela so pretexto de decidir una solicitud de
protección de derechos fundamentales a través de un procedimiento que tiene un
carácter sumario e informal pueda atentar contra derechos que también son
amparados por la Constitución. Por ello es importante que la parte contra quien
se dirige la acción, esté enterada de su existencia, o, al menos, emplearse los
medios eficaces para que ello ocurra.
Así lo explicó la
Sala Primera de Revisión:
"La Sala
considera pertinente destacar que si tratándose de acciones de tutela dirigidas
contra una autoridad pública, las notificaciones deben realizarse por el medio
que el juez considere más expedito y eficaz, este principio opera con mayor
razón cuando la acción está dirigida contra un particular. El ideal,
lógicamente, consiste en la notificación personal de la providencia que admite
la demanda de tutela y ordena tramitarla. Pero si esta notificación personal
no es posible, en razón de la distancia y el angustioso término de diez (10)
días fijados en la Constitución impide el emplazamiento de la persona
demandada, tal notificación deberá hacerse por el medio que, siendo expedito y
eficaz, asegure o garantice que el demandado tenga un conocimiento real del
comienzo del proceso. El juez debe ser especialmente cuidadoso para garantizar
el derecho de defensa del particular. Pues una acción de tutela tramitada sin
que éste tenga conocimiento real de su existencia, jamás se ajustará al debido
proceso."[1]
Por supuesto que la
búsqueda del medio expedito y eficaz no es una obligación de resultado, es
decir, si el Juez utiliza los medios formales y materiales que esten a su
alcance, se da por hecha la notificación, sin que pueda alegarse que el no
resultado de la misma impide la continuación de la acción.
Respecto a personas
AUSENTES, concretamente determinadas: debe cumplirse con lo señalado en el
artículo 16 del Decreto 2591 de 1991.
Es muy distinto el
caso de la persona ausente a la persona indeterminada por cuanto la
Constitución Política, en su artículo 86, establece como elemento esencial de
la acción de tutela la existencia de violación de derechos fundamentales o
amenaza de conculcación de estos para la protección de los mismos. Protección
que consistirá en una orden, lo cual implica que su efectividad reside en la
posibilidad de que si existe un daño producido frente a derechos fundamentales
pueda impartirse un mandato que debe ser obedecido y acatado. Además, el
artículo 6 del numeral 5 del Decreto 2591 de 1991 considera improcedente la
tutela por actos impersonales o abstractos. Por lo tanto es forzoso concluír
que no existe acción de tutela cuando se dirige contra personas indeterminadas,
puesto que si el sujeto pasivo de la acción no es conocido el juez de tutela no
puede dirigir su poder y obtener una real solución del problema planteado
Mucho menos procede
la tutela cuando quien la instaura la dirige contra si mismo, ello es
incoherente y atenta contra el principio: NEMO AUDITUR PROPIAM TURPITUDINEM
ALLEGANS.
B) Ahora se
analizará si puede estar en indefensión el padre porque su esposa e
hijas se han ausentado de él.
Es indispensable
estudiar el caso concreto. El señor Peñaloza Flórez dice:
"el mismo
accionante (sic) está en la situación de indefensión ante las consecuencias de
la desintegración de la familia y debido a que sus miembros ausentes se
ocultan, callan su domicilio y la dirección de la residencia, cumplen acciones
de desorientación para no ser hallados, rompen unilateralmente la
comunicación" (memorial presentado al Juez de Tutela el 15 de noviembre de
1994).
Hay que aclarar que
no se puede confundir la presunta violación del derecho con la situación de
indefensión. La Corte ha dicho:
"La
indefensión entre particulares es una relación fáctica y jurídica que coloca a
la persona que la sufre en situación de desventaja ostensible hasta el grado
de quedar materialmente inerme para evitar la vulneración o amenaza de sus
derechos fundamentales".[2]
En esta tutela no
existe prueba alguna de que el petente haya quedado inerme para defender sus
derechos fundamentales. Se trata de una esposa e hijas que no desean (por
motivos que se desconocen) convivir con su cónyuge y padre, esta reprochable y
lamentable situación no es jurídicamente una situación de indefensión.
Menos aún puede
afirmarse que hay subordinación de un señor, mayor de edad, profesional,
intelectual, respecto de sus hijos y esposa. Como tampoco tiene sentido que el
petente instaure la acción contra sus hijas menores y al mismo tiempo habla a
nombre de ellas para invocar subordinación e indefensión respecto del padre
(quien es precisamente el petente).
C) Ahora una
acotación sobre "trato y comunicación".
Al ampararse a la
familia como institución básica de la sociedad (art. 5 C.P.) y calificársela
como núcleo fundamental de la misma y por lo tanto sujeta a la protección por
parte del Estado y la sociedad (art. 42 C.P.), se está protegiendo su unidad,
sin llegar al extremo de volverse un principio absoluto e inmodificable, puesto
que respecto del cónyuge puede haber separación y disolución del vínculo, y,
tratándose de los hijos, existen causales de pérdida de la patria potestad y de
todas formas, al llegar a la mayor edad, no permanecen obligatoriamente
sometidos a una férrea estructura familiar, menos aún patriarcal. Claro está
que lo ético es mantener las buenas relaciones en la familia y ello implica la
existencia del trato.
Una de las
acepciones de TRATO es:
"Comunicación
familiar y amigable"
Implica
reciprocidad, la cual difícilmente se logra mediante órdenes. Por supuesto que
el ideal es que no se rompa el trato, especialmente entre familiares, pero si
ello ocurre hay también medios sociales y personales para restablecerlo. La
Constitución dice que debe haber RESPETO RECIPROCO entre los integrantes de una
familia en su RELACIONES, la pregunta es: esto se logra mediante la tutela?
En reciente
sentencia, se estudió el caso de una señora que acudió a la tutela a fin de que
sus hijos la obedecieran y se comportaran de manera respetuosa. La tutela no
prosperó, así la conducta fuera reprochable desde el punto de vista moral. Esto
dijo la Corte:
"3. La
familia es un objeto de regulación de enorme importancia jurídica y moral. Sin
embargo, el derecho encuentra allí límites claros y precisos a su capacidad
reguladora. Las condiciones requeridas para que la familia se constituya en un
ideal social e individual son múltiples y sólo una parte relativamente pequeña
corresponde al derecho. La familia es ante todo una cultura y una manera de
percibir la realidad a través de unos valores específicos. Esta cultura
familiar no sólo no puede ser directamente lograda por el derecho, sino que
constituye un ámbito de libertad que debe ser protegido de toda inferencia
institucional.
4. Los fines
constitucionales relacionados con el núcleo familiar, sólo pueden ser
entendidos como medios para la realización de fines superiores, tales como la
felicidad individual o colectiva. El derecho juega un papel importante en la
construcción de este ideal social, pero su contribución siempre es
insuficiente, debido a que su función es de mediación y no de resultado. La
peticionaria - que sólo acreditó la existencia de una situación familiar de
desavenencia que no alcanza a ser calificada de violencia familiar - está
demandando del ordenamiento jurídico una contribución que supera su capacidad
para incidir en el cuerpo social. La solución a los problemas de la señora
Márquez debe ser encontrada, en estas circunstancias, en el ámbito moral propio
de las relaciones intersubjetivas familiares y no en el derecho. La tutela, en
este caso, es improcedente, por razones puramente probatorias.[3]
En el presente
asunto, donde sólo existe la manifestación del petente, sin prueba alguna que
permita deducir la presente violación a un derecho fundamental y sin el menor
asidero fáctico para concluir que el solicitante se encuentra en situación de
indefensión, no puede proceder la tutela por doloroso que sea el caso personal
de quien la impetra.
Por supuesto que
impedir a toda costa que un ser humano no sepa dónde se encuentran sus hijas y
su esposa, lo cual conlleva la imposibilidad del trato, es algo criticable,
siempre y cuando no exista justificación legítima para la ausencia y aunque la
tutela no sea el camino idóneo para buscar una solución, de todas maneras esta
Sala de Revisión invita a las partes a la reflexión.
Sólo cabe agregar
que en la jurisdicción de familia podrá encontrar el peticionario elementos
para buscar el acercamiento familiar, valgan a manera de ejemplo, siempre y
cuando no se tomen como forma coercítiva o intimidatoria: lo establecido en el
artículo 288, numeral 9 del llamado Código del Menor: "Son funciones de
la policía de menores:... vigilar el desplazamiento de menores dentro del
país..." y el artículo 277 faculta al Defensor de Familia para ejercer
funciones de policía y solicitar INFORMES a "entidades oficiales y
privadas".
Pero estas medidas
no las puede ordenar esta Sala de Revisión porque la tutela se instauró contra
particulares, no contra funcionarios.
Los jueces de
tutela, en el caso de estudio, han decidido con equilibrio y razonamientos
dignos de mantenerse.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre
del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE
PRIMERO:
CONFIRMAR las sentencias
del Juzgado 24 Civil del Circuito Santafé de Bogotá, de fecha 21 de noviembre
de 1994, y del Tribunal Superior de esta ciudad, Sala Civil, de 24 de enero de
1995, proferidas dentro del proceso de la referencia.
SEGUNDO:
ORDENAR que por la
Secretaría general de esta Corporación se comunique esta providencia al Juzgado
de origen para las notificaciones y efectos previstos en los artículos 36 del
Decreto 2591 de 1991.
TERCERO:
Enviése copia de esta
sentencia al Defensor del Pueblo.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, cúmplase y publíquese en la Gaceta Constitucional.
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Ponente
FABIO MORON
DIAZ
Magistrado
VLADIMIRO NARANJO MESA.
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
[1]Auto Septiembre 14 de 1993. Magistrado Ponente Dr. Jorge Arango
Mejía. Expediente T-16617.
[2]Sentencia T-189/93, Ponente: Eduardo Cifuentes Muñoz.
[3]Tutela T-060/95, Ponente: Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz. |
347 | T-142-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-142/95
ACTO
ADMINISTRATIVO-Fuerza
ejecutoria
La ejecutoria
está circunscrita a la facultad que tiene la administración de producir los
efectos jurídicos del mismo, aún en contra de la voluntad de los
administrados... La fuerza ejecutoria de los actos administrativos, es decir,
su ejecutividad, depende entonces de dos aspectos fundamentales: la presunción
de legalidad del acto administrativo, siempre que no haya sido desvirtuada, y
su firmeza, que se obtiene, cuando contra los actos administrativos no proceda
ningún recurso, o los recursos interpuestos se hayan decidido, o no se
interpongan recursos o se renuncie expresamente a ellos, o cuando haya lugar a
la perención, o se acepten los desistimientos”.
ACTO
ADMINISTRATIVO/SUSPENSION PROVISIONAL
Una vez en firme
el acto administrativo, la jurisdicción de lo contencioso administrativo podrá
suspender provisionalmente, por los motivos y con los requisitos que establece
la ley, los efectos de los actos administrativos que sean susceptibles de
impugnación por vía judicial”. “Si al demandarse la nulidad de un acto
administrativo, el actor solicita la suspensión provisional, por considerarlo
contrario al ordenamiento jurídico superior al cual debe sujetarse, y el juez
de lo contencioso administrativo la decreta, aquél, pierde su fuerza ejecutoria
en forma temporal hasta tanto haya un pronunciamiento definitivo sobre la
legalidad o ilegalidad del mismo, es decir, que los efectos no rigen, en forma
tal que la Administración no puede aplicarlos, ni son oponibles.
ACTO
ADMINISTRATIVO/SUSPENSION PROVISIONAL-Improcedencia/ACTO ADMINISTRATIVO-Inaplicación
La atribución de
suspender provisionalmente los efectos de los actos administrativos está
específicamente conferida por la Constitución a la jurisdicción de lo
Contencioso Administrativo y mal pueden interpretarse en contra de su
perentorio mandato las disposiciones de los artículos 7 y 8 del Decreto 2591 de
1991, aplicables tan solo a aquellos actos contra los cuales no sea procedente
dicho mecanismo, de conformidad con las reglas generales. No desconoce la Corte
que la última de las disposiciones citadas, al permitir el ejercicio conjunto
de la acción de tutela con las pertinentes ante la jurisdicción de lo
contencioso administrativo, faculta al juez para ordenar que tratándose de un
perjuicio irremediable, se inaplique el acto particular respecto de la
situación jurídica concreta cuya protección se solicita mientras dure el
proceso, pero es obvio que ésta norma legal parte del supuesto de que en tales
casos no procede la suspensión provisional, pues resultaría innecesario,
inconveniente e inconstitucional que, siendo ella aplicable para alcanzar el
específico fin de detener los efectos del acto cuestionado, se añadiera un
mecanismo con idéntica finalidad por fuera del proceso contencioso
administrativo y a cargo de cualquier juez de la República, con el peligro
adicional de decisiones contradictorias, máxime si se tiene en cuenta que
también la suspensión provisional se resuelve mediante trámite expedito tal
como lo dispone el C.C.A.
INSTITUTO DE
SEGUROS SOCIALES/ACTO ADMINISTRATIVO DE RECONOCIMIENTO DE PENSION/SUSPENSION
PROVISIONAL/DEBIDO PROCESO-Vulneración/CARGA
DE LA PRUEBA-Inversión en perjuicio del particular
El ISS suspendió
provisionalmente los efectos del acto administrativo por medio del cual se le
creó al peticionario su situación de pensionado, sin que éste fuera citado, sin
que pudiera conocer y controvertir los fundamentos de la suspensión, y sin que
siquiera se intentara notificársela personalmente, a pesar de contar el órgano
administrador con su dirección. Más claro resulta el proceder ilegítimo del
ISS, si se tiene en cuenta que el acto contra el cual se impetró la tutela, fué
producto de una falla de la administración, cuyo origen no aparece probado que
sea imputable al administrado, y cuyos efectos no pueden hacerse recaer en él,
sin que la administración aduzca su ilegalidad para propio beneficio,
invirtiendo la carga de la prueba en perjuicio del actor.
Ref.: Expediente No. T- 53089
Acción de tutela en
contra del Instituto de Seguros Sociales -ISS- por presunta violación de los
derechos al debido proceso, a la vida y a la seguridad social.
Temas:
Actor: Luis Alberto Castro
Magistrado
Ponente: Carlos Gaviria
Díaz
Acta No.
Santafé de Bogotá
D.C., treinta (30) de marzo de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Cuarta de
Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, compuesta por los Magistrados
José Gregorio Hernández Galindo, Hernando Herrera Vergara y Carlos Gaviria
Díaz, este último en calidad de ponente,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCIÓN,
procede a dictar
sentencia de revisión en el proceso instaurado por Luis Alberto Castro contra
el Instituto de Seguros Sociales -ISS-.
ANTECEDENTES
1. HECHOS.
Luis Alberto Castro,
considerando haber reunido los requisitos exigidos por el Decreto 758 de 1990
-artículo 12-, solicitó al Instituto de Seguros Sociales -ISS- el
reconocimiento de su pensión por vejez.
El ISS, mediante la
Resolución No. 002073 del 29 de abril de 1994, reconoció el derecho del actor a
recibir la pensión solicitada (folio 4).
Sin embargo,
mediante la Resolución No. 5423 del 16 de agosto de 1994, el mencionado
Instituto suspendió la Resolución No. 002073 del mismo año, sin que Luis
Alberto Castro conociera o autorizara tal trámite (folios 5-6).
2. DEMANDA.
Luis Alberto Castro
consideró que con la actuación del ISS se le vulneraron sus derechos al debido
proceso, a la vida y a la seguridad social, razón por la cual solicitó al juez
de tutela ordenarle a dicho Instituto continuar pagando las mesadas pensionales
reconocidas por la Resolución 002073 de 1994.
3. PRIMERA
INSTANCIA.
Conoció del proceso
el Juzgado Cuarto Laboral del Circuito de Cali, y después de practicar las
pruebas que consideró pertinentes, resolvió acoger las pretensiones del actor y
tutelar los derechos invocados, con base en la consideración siguiente:
“Teniendo en cuenta
las normas transcritas (artículo 29 de la Constitución y artículos 73 y 152 del
Código Contencioso Administrativo), concluye el Juzgado que al conceder el
Instituto de Seguros Sociales -Seccional Valle del Cauca-, mediante la
Resolución No. 002073 de 29 de abril de 1994, la pensión de vejez y
posteriormente suspender su efecto con la Resolución 5423 de 16 de agosto de
1994, sin agotarse ningún trámite para tal suspensión se ha violado el debido
proceso administrativo por no haberse proferido la suspensión con el
cumplimiento de las debidas formalidades”.
“Así las cosas y
aunque existe la acción contenciosa para proteger el derecho al debido proceso
(Art. 84 y 85 Código Contencioso Administrativo) debe proceder la acción de
tutela en el presente caso, toda vez que no se puede violar el derecho
fundamental a la protección inmediata de los derechos fundamentales” (folios
19-20).
4. IMPUGNACIÓN.
El Instituto de
Seguros Sociales, Seccional Valle del Cauca, descontento con la decisión de
primera instancia, por medio de apoderado judicial, la impugnó en la
oportunidad legal, aduciendo en su defensa:
“El Instituto en
desarrollo de las normas generales que lo rigen ha reglamentado las diferentes
situaciones en lo que respecta a la prestación de servicios de salud y pago de
prestaciones económicas entre otras, y en desarrollo de éstas últimas se
expidió el Decreto 2665 de 1988 ´por el cual se expide el reglamento general de
sanciones, cobranzas y procedimientos del Instituto de Seguros Sociales´, el
cual en su artículo 42, literal b), prescribe: ´Suspensión de las prestaciones
económicas y de salud. El ISS procederá a la suspensión inmediata de las prestaciones
económicas y de salud en los siguientes casos:a)... b) cuando se compruebe que
conforme a los reglamentos de los seguros, no se tenía derecho a ellas´”.
“Es en aplicación de
este precepto legal que se ha procedido a suspender la pensión de vejez, que
por Resolución #02073 del 29 de abril de 1994, el ISS, le concediera al señor
Luis Alberto Castro, al darse cuenta que por un error aritmético al
contabilizar las semanas netas y válidas dentro del lapso de 20 años anteriores
al cumplimiento de la edad mínima requerida (60 años), se comprobó que el
accionante no tenía las 500 semanas mínimas exigidas en el período citado, como
erróneamente se contabilizó en un principio al sumarle 794 semanas, cuando en
realidad la sumatoria de semanas en ese período exigido julio 10 de 1933 (sic)
a julio 10 de 1993 es de 490 semanas”.
“...”
“Si bien es cierto
que el art. 29 de la C.N. establece que el debido proceso se aplicará a toda
clase de actuaciones judiciales y administrativas, también lo es que las normas
y preceptos del ISS son preceptos legales que a la fecha no han sido declarados
inexequibles por el máximo Tribunal competente, por lo que como lo dice la
Corte Constitucional en Sentencia que ya reseñamos (T-484 de agosto 11 de
1992), ´...sus reglamentos y procedimientos legales deben tenerse en
cuenta...´, recordando además que el Artículo 6 de la C.N. señala que los
funcionarios públicos solo pueden realizar actos que la Constitución y las
leyes le permitan y que la omisión ó extralimitación en el ejercicio de sus
funciones los hacen responsables ante las autoridades por infringir la
Constitución y las leyes” (folios 26-27).
5. SEGUNDA
INSTANCIA.
El Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Cali, Sala Laboral, conoció de la impugnación y
resolvió, el 27 de octubre de 1994, revocar la sentencia de primera instancia y
en su lugar, denegar la acción de tutela propuesta por Luis Alberto Castro, con
base en las siguientes consideraciones:
“Como primera
medida, observa la Sala que contra la resolución a través de la cual se le
suspendió el pago de la pensión al peticionario, como en ella misma se anota,
procedían los recursos de reposición y apelación, mecanismos tendientes a
enervar su contenido, además previo agotamiento de los mismos, vía gubernativa,
el tutelante Luis Alberto Castro, cuenta con otros medios de defensa ante la
jurisdicción ordinaria laboral en procura a establecer la efectividad de su
derecho, por lo que al tenor de lo dispuesto en el numeral 1° del artículo 6
del Decreto 2591 de 1991 la tutela es improcedente”.
“Ahora, en principio
podría pensarse que el Seguro Social con su proceder desconoció el derecho
fundamental del debido proceso administrativo (art. 29 C.N.), en cuanto no hubo
previamente un consenso con el tutelante o un pronunciamiento judicial para
disponer de tal suspensión, pero resulta que, esta medida, está expresamente
dispuesta en el literal b) del artículo 42 antes citado, hasta tanto se
clarifique por la vía ya indicada, si le asiste o no el derecho al peticionario
y en tal medida, de prosperar, hablar de un derecho adquirido. Como tampoco,
con tal proceder puede afirmarse que se atentó contra el derecho a la vida
puesto que es la propia ley la que establece condiciones o requisitos para
tener derecho a la pensión de vejez a cargo del Seguro Social que de no
cumplirse, no se genera, aún bajo la premisa de ser vital, pues cosa diferente
sería que no se le permitiera alcanzar tales requisitos por situaciones no
contempladas en la ley, teniendo en este caso, la tutela otra orientación”
(folios 35 vuelto-36).
CONSIDERACIONES DE LA CORTE
1. COMPETENCIA.
La Corte
Constitucional es competente para pronunciarse sobre los fallos de instancia
proferidos en el trámite del presente proceso, según los artículos 86 y 241 de
la Constitución. Corresponde pronunciarse a la Sala Cuarta de Revisión de
Tutelas, de acuerdo con las normas del reglamento interno y el auto de la Sala
de Selección Número Doce del 5 de diciembre de 1994..
2. CONVENIENCIA
DE ACLARAR LA DOCTRINA.
La Corte Constitucional
se pronunció sobre la suspensión unilateral por parte del Instituto de Seguros
Sociales de prestaciones médico asistenciales y económicas, en las Sentencias
T-484 de 1992, T-516 de 1993, T- 347 y 440 de 1994; aunque en todas ellas se
concedió la tutela, en las dos primeras se otorgó como mecanismo definitivo y
en las dos últimas como transitorio, remitiendo en uno de esos casos al actor
ante la jurisdicción laboral y en el otro a la contencioso administrativa.
Sobre la procedencia
de la revocación del acto administrativo y su suspensión provisional cuando no
existe consentimiento previo del afectado por ellas, también se pronunció la
Corte en las Sentencias T- 443, 551 y 584 de 1992, y T- 230 de 1993. En los dos
primeros casos se juzgó procedente, en los dos últimos improcedente.
Además, la Corte
expuso su doctrina sobre el acto administrativo, su existencia, eficacia y
fuerza ejecutoria, su suspensión provisional y la supremacía de la
Constitución, en la Sentencia C-069 del 23 de febrero de 1995.
Es entonces
conveniente aclarar la doctrina sobre los asuntos jurídicos que se plantean en
la revisión del presente proceso.
3. DOCTRINA
JURISPRUDENCIAL.
3.1. Fuerza
ejecutoria del acto administrativo.
Sobre ella, dijo la
Corte en la Sentencia C-069 del 23 de febrero de 1995 (Magistrado Ponente
Hernando Herrera Vergara): “...está circunscrita a la facultad que tiene la
administración de producir los efectos jurídicos del mismo, aún en contra de la
voluntad de los administrados... La fuerza ejecutoria de los actos
administrativos, es decir, su ejecutividad, depende entonces de dos aspectos
fundamentales: la presunción de legalidad del acto administrativo, siempre que
no haya sido desvirtuada, y su firmeza, que se obtiene según el artículo 62 del
Decreto 01 de 1984, cuando contra los actos administrativos no proceda ningún
recurso, o los recursos interpuestos se hayan decidido, o no se interpongan
recursos o se renuncie expresamente a ellos, o cuando haya lugar a la
perención, o se acepten los desistimientos”.
Así, el acto
administrativo tiene fuerza ejecutoria, produce sus efectos jurídicos, una vez
ha quedado en firme luégo de cumplir con los requisitos de publicación o
notificación, y cuando no queda por resolver recurso alguno en su contra. Debe
entonces la Administración proceder a cumplirlo y a hacerlo cumplir.
Ahora bien: tal como
lo anotó la Corte en la Sentencia T-484 del 11 de agosto de 1992 (Magistrado
Ponente Fabio Morón Díaz), el particular que inicia con su petición una
actuación de la administración, tendente a que se le resuelva una situación de
carácter particular y concreto, o se le reconozca un derecho de igual
categoría, puede exigir por vía de tutela que se expida el acto administrativo
por medio del cual se da pronta resolución a su petición.
3.2. Suspensión
provisional del acto administrativo por vía judicial.
Una vez en firme el
acto administrativo, “La jurisdicción de lo contencioso administrativo podrá
suspender provisionalmente, por los motivos y con los requisitos que establece
la ley, los efectos de los actos administrativos que sean susceptibles de
impugnación por vía judicial” (artículo 238 de la C.N.).
Sobre el punto, se
señaló en la Sentencia C-069/95, antes citada:
“En desarrollo de
dicho precepto constitucional, los artículos 152 a 154 del Decreto 01 de 1984
(C.C.A.) subrogados por los artículos 31 y 32 del Decreto 2304 de 1989
determinaron las reglas para la suspensión de los efectos de los actos
administrativos por parte del Consejo de Estado y de los tribunales administrativos”.
“...”
“Así pues, la
suspensión provisional es una declaración judicial atribuída por la
Constitución Política a la jurisdicción de lo contencioso administrativo”.
“Si al demandarse la
nulidad de un acto administrativo, el actor solicita la suspensión provisional,
por considerarlo contrario al ordenamiento jurídico superior al cual debe
sujetarse, y el juez de lo contencioso administrativo la decreta, aquél, pierde
su fuerza ejecutoria en forma temporal hasta tanto haya un pronunciamiento definitivo
sobre la legalidad o ilegalidad del mismo, es decir, que los efectos no rigen,
en forma tal que la Administración no puede aplicarlos, ni son oponibles”.
La atribución
conferida por el Constituyente a la jurisdicción contencioso administrativa
para suspender provisionalmente los efectos de los actos administrativos,
enfrenta al juez de tutela con varias situaciones que han sido objeto de
decisión por parte de la Corte: 1) existe violación o amenaza de un
derecho fundamental por parte de una autoridad ejecutiva, pero el afectado no
cuenta con acción contencioso administrativa, o dentro del trámite de ella no
es posible controvertir tal violación; 2) existe violación o amenaza de
un derecho fundamental, el afectado cuenta con acción y no procede, de acuerdo
con las reglas del artículo 31 del Decreto 2304 de 1989, la suspensión
provisional; 3) existe violación o amenaza de un derecho fundamental, el
afectado cuenta con acción contencioso administrativa y procede la suspensión
provisional de los efectos del acto.
En situaciones en
las que existe violación o amenaza de un derecho fundamental por parte de una
autoridad ejecutiva, y no cuenta el afectado con acción ante la jurisdicción
contencioso administrativa, o dentro del trámite de ella no es posible la controversia
sobre la violación del derecho constitucional, la tutela procede como mecanismo
definitivo de protección del derecho constitucional conculcado. Así quedó
planteado en las Sentencias T-090 de 1995 y T-100 de 1994, ambas de la Sala
Cuarta de Revisión de Tutelas.
Cuando existe
violación o amenaza de un derecho fundamental, el afectado cuenta con acción
contencioso administrativa, y no procede la suspensión provisional, el juez de
tutela debe dar aplicación a los artículos 7 y 8 del Decreto 2591 de 1991:
“Artículo 7°.
Medidas provisionales para proteger un derecho. Desde la presentación
de la solicitud, cuando el juez expresamente lo considere necesario y urgente
para proteger el derecho, suspenderá la aplicación del acto concreto que lo
amenace o vulnere”.
“Sin embargo, a
petición de parte o de oficio, se podrá disponer la ejecución o la continuidad
de la ejecución, para evitar perjuicios ciertos e inminentes al interés
público. En todo caso el juez podrá ordenar lo que considere procedente para
proteger los derechos y no hacer ilusorio el efecto de un eventual fallo a
favor del solicitante”.
“La suspensión de la
aplicación se notificará inmediatamente a aquél contra quien se hubiere hecho
la solicitud por el medio más expedito posible”.
“El juez también
podrá, de oficio o a petición de parte, dictar cualquier medida de conservación
o seguridad encaminada a proteger el derecho o a evitar que se produzcan otros
daños como consecuencia de los hechos realizados, todo de conformidad con las
circunstancias del caso”.
“El juez podrá, de
oficio o a petición de parte, por resolución debidamente fundada, hacer cesar
en cualquier momento la autorización de ejecución o las otras medidas
cautelares que hubiere dictado”.
“Artículo 8°.
La tutela como mecanismo transitorio. Aun cuando el afectado disponga de
otro medio de defensa judicial, la acción de tutela procederá cuando se utilice
como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable”.
“En el caso del
inciso anterior, el juez señalará expresamente en la sentencia que su orden
permanecerá vigente sólo durante el término que la autoridad judicial
competente utilice para decidir de fondo sobre la acción instaurada por el
afectado”.
“Si no la instaura,
cesarán los efectos de éste”.
“Cuando se utilice
como mecanismo transitorio para evitar un daño irreparable, la acción de tutela
también podrá ejercerse conjuntamente con la acción de nulidad y de las demás
procedentes ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo. En estos
casos, el juez si lo estima procedente podrá ordenar que no se aplique el acto
particular respecto de la situación jurídica concreta cuya protección se
solicita, mientras dure el proceso”.
Finalmente, cuando
existe la violación o amenaza del derecho, hay acción contencioso
administrativa y procede la suspensión provisional, el juez de tutela debe
proceder como indica la Sentencia T-443 de 1992 (Magistrado Ponente José
Gregorio Hernández Galindo):
“La atribución de
suspender provisionalmente los efectos de los actos administrativos está
específicamente conferida por la Constitución a la jurisdicción de lo
Contencioso Administrativo y mal pueden interpretarse en contra de su
perentorio mandato las disposiciones de los artículos 7 y 8 del Decreto 2591 de
1991, aplicables tan solo a aquellos actos contra los cuales no sea procedente
dicho mecanismo, de conformidad con las reglas generales. No desconoce la Corte
que la última de las disposiciones citadas, al permitir el ejercicio conjunto
de la acción de tutela con las pertinentes ante la jurisdicción de lo
contencioso administrativo, faculta al juez para ordenar que tratándose de un
perjuicio irremediable, se inaplique el acto particular respecto de la
situación jurídica concreta cuya protección se solicita mientras dure el
proceso, pero es obvio que ésta norma legal parte del supuesto de que en tales
casos no procede la suspensión provisional, pues resultaría innecesario,
inconveniente e inconstitucional que, siendo ella aplicable para alcanzar el
específico fin de detener los efectos del acto cuestionado, se añadiera un
mecanismo con idéntica finalidad por fuera del proceso contencioso
administrativo y a cargo de cualquier juez de la República, con el peligro
adicional de decisiones contradictorias, máxime si se tiene en cuenta que
también la suspensión provisional se resuelve mediante trámite expedito tal
como lo dispone el Código Contencioso Administrativo”.
3.3. Suspensión
provisional del acto por vía administrativa.
Al respecto, dijo la
Corte en la Sentencia C-069/95 que se viene comentando: “Lejos de contrariar
las normas constitucionales en que se apoya la demanda (artículos 189 y 209 de
la C.N.), la Administración Pública tiene un control interno que se ejerce en
los términos que señale la ley, de manera que el legislador está facultado por
la Constitución (artículo 209) para consagrar causales excepcionales a través
de las cuales la misma Administración puede hacer cesar los efectos de los
actos administrativos, como ocurre cuando desaparecen los fundamentos de hecho
o de derecho del mismo acto administrativo, sin que haya lugar a que al
erigirse ésta pueda desprenderse quebrantamiento constitucional alguno, lo que
da lugar a considerar que el cargo mencionado no está llamado a prosperar”.
“...”
“El criterio según
el cual los casos mencionados de pérdida de fuerza ejecutoria no son adoptados
la mayoría de las veces, por quien tiene la potestad de suspender o anular el
acto respectivo, como lo es la jurisdicción de lo contencioso administrativo no
implica que con ello se infrinja precepto constitucional alguno, ya que por el
contrario el título al cual corresponde la norma demandada se refiere a la
conclusión de los procedimientos administrativos, lo que da lugar a considerar
que dichas causales legales son procedentes dentro de la actuación
administrativa” (Subraya fuera del texto).
“A lo anterior
resulta importante agregar que la decisión adoptada por la administración en
aplicación de cualquiera de las causales de que trata la norma acusada, es
susceptible de ser demandada ante la misma jurisdicción contencioso
administrativa dentro de la oportunidad legal correspondiente, lo que garantiza
la tutela del orden jurídico y el restablecimiento de los derechos de los
particulares que puedan ser lesionados en virtud de la expedición del acto
sobre pérdida de fuerza ejecutoria por parte de la administración, cuando este
se haga necesario”.
Sin embargo, la Sala
resalta que la decisión sobre pérdida de la fuerza ejecutoria de los actos
administrativos, está consagrada en la ley de manera tal que la controversia
sobre la procedencia de las causales consagradas en el artículo 66 del Código
Contencioso Administrativo, debe darse dentro de la actuación que termina con
su adopción, al menos en los casos de actos que hayan creado o modificado una
situación jurídica particular o reconocido un derecho individual, pues así lo
indica el artículo 2 de la Constitución Política, al señalar como uno de los
fines esenciales del Estado, “...facilitar la participación de todos en las
decisiones que los afectan...”.
Así lo consideró la
Corte en la Sentencia T-440 del cinco de octubre de 1994 (Magistrado Ponente
Fabio Morón Díaz), al señalar que el ISS vulneró el derecho al debido proceso
al actuar en contra de la regla señalada. Dijo la Corte en esa oportunidad:
“En el caso
sub-exámine, encontramos que el ISS procedió equivocadamente; en efecto, desde
un comienzo, ese ente administrativo, mediante sendos actos administrativos
(resoluciones 12907 de 1976 y 03511 de 1981), concedió la calidad de pensionado
por incapacidad permanente al peticionario. De las pruebas que obran en el
expediente, se advierte la actuación ilegal del ISS, que en forma insolidaria y
negligente despojó al asegurado de su pensión de invalidez permanente, y demás
prestaciones asistenciales, sin mediar citación y decisión de ninguna
especie...”.
Más aún: cuando la
administración no da al particular la posibilidad de participar en la decisión
sobre la suspensión de los efectos del acto administrativo que le reconoció un
derecho o le creó o modificó una situación jurídica particular, y omite expedir
un acto que la contenga y sea atacable ante la jurisdicción contencioso
administrativa, la Corte juzga que la tutela es procedente como mecanismo
definitivo para la protección de los derechos fundamentales vulnerados por tal
vía de hecho. Así lo expresó en la Sentencia T-516 del 10 de noviembre de 1993
(Magistrado Ponente Hernando Herrera Vergara):
“Teniendo en cuenta
que no sólo no existe causal legal que autorice la suspensión del pago de las
mesadas pensionales, sino que además la resolución mediante la cual se
reconoció la pensión constituye un acto administrativo que goza de la
presunción de legalidad, y que de otra parte, contra el oficio que ordenó la
suspensión de la ejecución de la citada resolución no proceden recursos ni
medios de defensa judicial (por el hecho de no tener carácter ni naturaleza de
acto administrativo), es por lo que surge la acción de tutela como el único
mecanismo de protección ante la inexistencia de otros medios idóneos de defensa
judicial que puedan asegurar la protección del derecho conculcado”.
Vale mencionar
también que en el caso de los actos administrativos que reconocen pensiones de
vejez o invalidez, la garantía del debido proceso administrativo contenida en
al artículo 29 Superior, ha de complementarse con el carácter de fundamental
que adquiere, en estos casos, el derecho a la seguridad social, según lo expuso
la Sentencia T-347 del 3 de agosto de 1994 (Magistrado Ponente Antonio Barrera
Carbonell):
“En reiteradas
jurisprudencias de las diferentes Salas de Revisión de esta Corte se ha dicho
que el derecho a la seguridad social, asume el carácter de derecho fundamental,
cuando su desconocimiento puede conllevar a la violación de otros derechos y
principios fundamentales, como la vida, la integridad física, el libre
desarrollo de la personalidad de las personas de la tercera edad y la dignidad
humana (Sentencias T-426, T-471, T-491, T-534, T-571 de 1992, T-011, T-111,
T-116, T-124, T-356, T-446, T-447, T-478, T-516 de 1993, T-068 y T-111 de
1994)”.
“...”
“Como se expresó por
esta Sala de Revisión en la sentencia T-111/94, ante la pérdida de su capacidad
laboral las personas de la tercera edad muchas veces se encuentran limitadas e
imposibilitadas para obtener un mínimo vital de ingresos económicos que les
permita disfrutar de una especial calidad de vida. En estas circunstancias, el
no reconocimiento de las prestaciones a su favor por las entidades de previsión
social, su no pago oportuno o la suspensión de éste, pueden significar
atentados contra los aludidos derechos y principios; ello justifica plenamente
la especial protección que la Constitución ha dispuesto para las personas de la
tercera edad (art. 46, 47 y 48), la cual se traduce en la imperatividad de la
norma del inciso 3 del art. 53, que dice: ´El Estado garantiza el derecho al
pago oportuno y al reajuste periódico de las pensiones legales´”.
3.4. Revocación
directa del acto administrativo.
Sobre la revocación
directa del acto administrativo, la Corte recuerda la aclaración contenida en
la Sentencia T-551 del 7 de octubre de 1992 (Magistrado Ponente José Gregorio
Hernández Galindo):
“El predominio del
interés general es consagrado por el precepto legal como motivación imperativa
ineludible para que el funcionario competente proceda a revocar el acto que
riñe con aquél, no ya sobre el supuesto de consideraciones de índole jurídica
sino sobre la base de la oposición real entre la permanencia de dicho acto y
las conveniencias del bien colectivo. El acto administrativo de carácter
general puede haber favorecido intereses de personas particulares habida cuenta
de las circunstancias peculiares en que se hallen éstas. Pero en modo alguno
convierte el acto administrativo en particular, individual y concreto, ni lo
ampara en la previsión normativa del artículo 73 del Código Contencioso
Administrativo...”.
Pero, cuando los
actos administrativos “...hayan creado o modificado una situación jurídica de
carácter particular y concreto o reconocido un derecho de igual categoría, no
podrán ser revocados sin el consentimiento expreso y escrito del titular salvo,
cuando resulten del silencio administrativo positivo, se den las causales
previstas en el artículo 69 del Código Contencioso Administrativo, o fuere
evidente que el acto se produjo por medios ilegales...” (Sentencia T-230 del 17
de junio de 1993, Sala Cuarta de Revisión de Tutelas, y T-584 del 12 de
noviembre de 1992, Magistrado Ponente Alejandro Martínez Caballero).
4. EL CASO
MATERIA DE REVISIÓN.
De acuerdo con las
pruebas que obran en el expediente, es claro que el Instituto de Seguros
Sociales le reconoció a Luis Alberto Castro su pensión de vejez, después de
estudiar la solicitud que éste presentó, y de verificar los datos que reposan
en sus archivos.
Es claro también que
el ISS suspendió provisionalmente los efectos del acto administrativo por medio
del cual se le creó al señor Castro su situación de pensionado, sin que éste
fuera citado, sin que pudiera conocer y controvertir los fundamentos de la
suspensión, y sin que siquiera se intentara notificársela personalmente, a
pesar de contar el órgano administrador con su dirección.
Más claro resulta el
proceder ilegítimo del ISS, si se tiene en cuenta que el acto contra el cual se
impetró la tutela, fué producto de una falla de la administración, cuyo origen
no aparece probado que sea imputable al administrado, y cuyos efectos no pueden
hacerse recaer en él, sin que la administración aduzca su ilegalidad para
propio beneficio, invirtiendo la carga de la prueba en perjuicio del actor.
En consecuencia, la
Corte revocará la sentencia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Cali, Sala Laboral, y tutelará los derechos a la seguridad social, a la
protección y asistencia de la tercera edad y al debido proceso, que fueron
vulnerados por el Instituto de Seguros Sociales a Luis Alberto Castro.
La tutela se
otorgará en la parte resolutiva de esta providencia como mecanismo provisional
para evitar un daño irreparable, pues el señor Castro cuenta con acción ante la
jurisdicción laboral, según explicó suficientemente la Sentencia T-347/94,
antes citada:
“Según el art. 2 del
Código de Procedimiento Laboral, la jurisdicción del trabajo conoce de las
controversias y ejecuciones que le atribuye la legislación sobre Seguro Social.
Por consiguiente, las controversias que puedan presentarse entre el Instituto
de Seguros sociales y sus afiliados en razón de la suspensión de una prestación
económica o de salud son dirimidas por la jurisdicción laboral ordinaria y no
por la jurisdicción de lo contencioso administrativo. La radicación de esta
competencia en el juez laboral ordinario responde a la filosofía de la norma en
lo relativo al carácter que tiene la suspensión de hacer cesar temporalmente el
goce del derecho y no extinguirlo definitivamente, pues es aquél quien en
últimas define si el beneficiario tiene o no derecho a disfrutar de la
respectiva prestación, pues si se tratara de la revocación de un acto
administrativo que ha reconocido un derecho subjetivo, en el evento de que la
ley permitiera su revocación, la lógica y la técnica jurídica, avalada en los
preceptos de los artículos 236, 237 y 238 de la C.P., indicarían que su control
jurisdicciónal debe estar atribuído a la jurisdicción de lo contencioso
administrativo”
DECISION
En mérito de las
consideraciones que anteceden, la Sala Cuarta de Revisión de Tutelas de la
Corte Constitucional, en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
PRIMERO. Revocar la sentencia del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Santiago de Cali, Sala Laboral, del 27 de
octubre de 1994, y en su lugar, tutelar los derechos a la seguridad social, a
la protección y asistencia de la tercera edad, y al debido proceso de Luis
Alberto Castro.
SEGUNDO. Ordenar al Instituto de Seguros Sociales,
Seccional Valle, que durante las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la
notificación de esta providencia proceda a restablecer los efectos de la
Resolución No. 002073 del 29 de abril de 1994, por medio de la cual le
reconoció a Luis Alberto Castro la calidad de pensionado.
TERCERO. Advertir al actor, Luis Alberto Castro,
que la orden contenida en el numeral anterior se mantendrá por el término de
cuatro (4) meses, durante los cuales deberá interponer la correspondiente
acción ante la jurisdicción laboral ordinaria. Entablada la acción laboral
durante ese término, los efectos de la orden se prolongarán hasta que el juez
competente decida sobre el derecho a percibir la prestación; pero, si durante
los cuatro meses siguientes a la notificación de este fallo, el señor Castro no
instaura la acción laboral, los efectos de la orden cesarán definitivamente.
CUARTO. Advertir al representante legal del
Instituto de Seguros Sociales, Seccional Valle, que en futuras oportunidades,
debe abstenerse de incurrir en los mismos actos de violación de los derechos
fundamentales de los pensionados de que dan cuenta las sentencias citadas en
esta providencia, so pena de las sanciones contempladas en el Decreto 2591 de
1991 para el desacato.
QUINTO. Remitir copia de este fallo al Director
General del Instituto de Seguros Sociales.
SEXTO. Comunicar la presente providencia al
Juzgado Cuarto Laboral del Circuito de Cali para los efectos del artículo 36
del Decreto 2591 de 1991.
Comuníquese,
notifíquese, cúmplase, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional.
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado Ponente
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
348 | T-143-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-143/95
_
DERECHO DE
ASOCIACION SINDICAL-Vulneración/PRINCIPIO
A TRABAJO IGUAL SALARIO IGUAL/DERECHO A LA IGUALDAD-Vulneración
Existen
trabajadores sindicalizados que tienen la misma remuneración salarial que los
no sindicalizados. Pero con respecto al peticionario se aprecia una desigualdad
salarial en relación con otros trabajadores no sindicalizados, que laboran en
la misma sección, con idénticas o similares funciones y en condiciones de
eficiencia iguales o parecidas. En tales circunstancias, y dado que el patrono
no ha justificado el trato diferenciado, se presume que la no pertenencia al
sindicato de los citados es la causa de la diferencia salarial con respecto al
peticionario. Por lo tanto, existe vulneración del derecho de asociación
sindical.
REFERENCIA:
Expediente T-48268.
TEMA:
La acción de tutela
y el principio: a trabajo igual salario igual.
PROCEDENCIA:
Sala Civil del
Tribunal Superior de Bogotá.
PETICIONARIO:
Alberto Cortes
Rodríguez.
MAGISTRADO
PONENTE:
ANTONIO BARRERA
CARBONELL.
Santafé de Bogotá,
D. C., marzo treinta (30) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Segunda de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados ANTONIO
BARRERA CARBONELL, EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Y CARLOS GAVIRIA DIAZ, revisa el
proceso de la acción de tutela instaurada por Alberto Cortes Rodríguez contra
la empresa Colombiana de Frenos S.A. COFRE.
I. ANTECEDENTES.
A. Hechos.
Dice el peticionario
de la tutela que los trabajadores afiliados al sindicato de la empresa
Colombiana de Frenos S.A. COFRE presentaron un pliego de peticiones en el año
de 1990, que luego de cumplido el procedimiento legal y al no existir acuerdo
entre las partes, culminó con la integración de un Tribunal de Arbitramento, el
cual profirió un laudo arbitral que contenía una serie de reivindicaciones para
el personal sindicalizado.
Dicho laudo fue
declarado nulo por el Tribunal Superior de Bogotá. Esta circunstancia fue
aprovechada por la empresa para decretar un aumento de salarios, pero
únicamente para el personal no sindicalizado.
Puntualiza el
peticionario que "un número de 5 compañeros, entre los cuales me cuento
yo, no renunciamos al sindicato por lo que la empresa Colombiana de Frenos S.A.
COFRE optó por no aumentarnos el salario, irrespetando la categoría a la cual
pertenezco discriminándome salarialmente por el solo hecho de ser
sindicalizado, actualmente estoy devengando $106.000.00 mientras que los
compañeros que están ubicados en la categoría a la cual pertenezco tienen una
asignación mensual de $172.000.00, a pesar de que yo desempeño las mismas
funciones y tengo la misma responsabilidad que ellos".
B. Derechos vulnerados o amenazados y pretensiones.
Considera el
demandante que la empresa COFRE ha violado sus derechos constitucionales
fundamentales a la igualdad, al trabajo y a la asociación sindical y, en tal
virtud, demanda su tutela como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable.
Aun cuando el actor
no precisa el objeto de sus pretensiones, la Sala interpreta que su petición de
amparo persigue que a través de la tutela se ordene a la empresa que cese la
violación de los aludidos derechos fundamentales, y que proceda a realizar la
correspondiente nivelación salarial.
C. Los fallos que
se revisan.
El Juzgado 10 Civil del Circuito de
Santafé de Bogotá mediante sentencia de agosto 5 de 1994, negó la tutela
solicitada. Las consideraciones del Juzgado son, entre otras, las siguientes:
De las pruebas
allegadas al proceso de tutela, entre las cuales se tienen, la resolución
expedida por el Director Regional de Trabajo y Seguridad Social y la relación
de trabajadores sindicalizados tomada de las nóminas de pago de salarios de la
empresa COFRE, se establece que no hay persecución sindical. Además que la
empresa tiene actualmente 34 trabajadores sindicalizados, con lo cual se
desvirtúa la afirmación del actor en el sentido de que en la empresa habían
quedado 5 trabajadores sindicalizados, como consecuencia de las presiones
ejercidas por el patrono para que se retiraran del sindicato.
Al relacionar y
comparar las cifras relativas a los sueldos básicos, al neto a pagar y a las
horas extras de 4 trabajadores sindicalizados, entre los cuales se excluye al
demandante, y de 4 no sindicalizados, el juzgado consideró que si bien se aprecian
diferencias salariales, estas no obedecen a la circunstancia de la afiliación
sindical, puesto que ellas existen no solamente entre los trabajadores
sindicalizados y no sindicalizados, sino dentro de los trabajadores de una
misma categoría.
Con base en la
muestra que se tomó como referencia observó el juzgado que sólo uno de los
trabajadores sindicalizados labora medio tiempo extra, mientras que los otros
no; en cambio todos los no sindicalizados si laboran horas extras, advirtiendo
de que el hecho de que a aquéllos no se les programan horas extras, no es
objeto de controversia.
Por lo anterior, se
estimó que el asunto objeto del debate no es similar al fallado por la Corte
Constitucional con ocasión de la sentencia T-230/94, ya que en aquella oportunidad
se analizaba el trato discriminatorio que practicaba una empresa, consistente
en que no se programaba a los empleados sindicalizados para que realizaran
trabajo suplementario, privándolos de esta manera de la remuneración por
concepto de horas extras. En cambio en el presente caso se hace alusión a un
presunto comportamiento positivo de amedrantamiento por la empresa encaminado a
desestimular la afiliación a la organización sindical, mediante el mecanismo de
otorgar salarios más bajos a los miembros del sindicato.
No encontró el
juzgado que se hubiera acreditado una vulneración de los derechos fundamentales
del actor y, por lo tanto, consideró que sus pretensiones son improcedentes por
la vía de la tutela, pues corresponde al ámbito de la competencia del juez
laboral determinar la operancia práctica del principio a trabajo igual salario
igual, el cual impone la valoración de una serie de condicionantes para su
aplicación, como se deduce de la preceptiva del art. 143 del C.S.T.
Finalmente expresó
el juzgado que la tutela es improcedente porque no se puede estimar que el
trabajador se encuentre en la situación de indefensión de que trata el art.
42-9 del decreto 2591.
La Sala Civil del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, a través de sentencia de septiembre 12
de 1994, confirmó en todas sus partes el fallo del Juzgado 10 Civil del
Circuito de la ciudad. Los fundamentos de su decisión fueron los siguientes:
Estimó el Tribunal
que es censurable la conducta procesal del actor al haber mantenido en reserva
el hecho de haber promovido una acción ordinaria ante la jurisdicción laboral
con el fin de obtener la declaración de que la empresa venía pagando al actor
un salario inferior al establecido para los trabajadores no sindicalizados que
realizan sus mismas funciones en igualdad de condiciones de eficiencia y
jornada, asi como la condena al pago de las correspondientes diferencias
salariales.
Consideró el
Tribunal que existe otro medio de defensa judicial que hace improcedente la
tutela, y que ésta ni siquiera se puede conceder como mecanismo transitorio
porque no se puede predicar la existencia de un perjuicio irremediable, más aun
si se tiene en cuenta que por la vía del proceso ordinario laboral que se sigue
por el actor ante el Juzgado Noveno Laboral del Circuito de Santafé de Bogotá,
éste pretende que desde la fecha en que se produjo la desnivelación salarial se
condene a la empresa a pagar las diferencias de salario que corresponden, tomando
como punto de referencia a los trabajadores que desempeñan el mismo oficio.
II. COMPETENCIA.
Es competente esta
Sala de Revisión para conocer y decidir sobre el asunto materia del negocio de
la referencia, con fundamento en lo dispuesto por los artículos 86 y 241-9 de
la Constitución Política y el Decreto 2591 de 1991.
III.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE.
1. Procedencia de
la acción de tutela en virtud de la subordinación.
En razón de que el
juzgador de primera instancia consideró que la presente acción de tutela era
improcedente desde el punto de vista formal, porque con respecto al demandante
no existe un estado de indefensión que haga viable este mecanismo de protección
contra la empresa COFRE, esta Sala considera que como entre la empresa
demandada y el peticionario existe un contrato de trabajo, éste se encuentra en
un estado de subordinación que justifica la procedencia de la acción de
conformidad con el art. 42 del decreto 2591 de 1991.
2. La igualdad en
las relaciones de trabajo. El principio a trabajo igual salario igual.
El nacimiento del
derecho al trabajo respondió a la necesidad de regular en condiciones de
igualdad, justicia y equidad las relaciones que surgen entre patronos y
trabajadores, con el fin de proteger la vida y la salud de éstos y de este modo
lograr unas especiales condiciones de existencia, acordes con su dignidad como
personas humanas.
Se busca a través
del derecho, establecer una relación de equilibrio entre el capital y el
trabajo, es decir, entre lo económico y lo social, mediante la consagración de
unas normas protectoras del trabajo subordinado, dirigidas a reconocer unas
garantías o derechos mínimos económico-sociales, para asegurar a los
trabajadores el trabajo en condiciones dignas y justas.
En la Constitución
el trabajo representa un valor esencial, pues se erige en pilar fundamental del
Estado Social de Derecho, como se desprende del preámbulo y de los arts. 1o,
2o, 25, 39, 48, 53, 54, 55, 56 y 64 de la C.P., porque reconoce que aquél
constituye una necesidad social fundada en la solidaridad social, que
contribuye a realizar la idea de justicia y a asegurar la dignidad del hombre.
En tal virtud, la Constitución viene a conformar el orden normativo primario
protector del núcleo esencial del derecho al trabajo.
Bajo el entendido de
la especial situación de desigualdad que se presenta en las relaciones de
trabajo, el legislador ha arbitrado mecanismos que de alguna manera buscan
eliminar ciertos factores de desequilibrio, de modo que el principio constitucional
de la igualdad, penetra e irradia el universo de las relaciones de trabajo.
Precisamente, el
principio a trabajo igual salario igual se traduce en una realización
especifica y práctica del principio de igualdad.
Constitucionalmente
el principio se deduce:
- Del ideal del
orden justo en lo social y lo económico, que tiene una proyección en las
relaciones de trabajo (preámbulo, arts. 1o, 2o y 25 C.P.)
- Del principio del
reconocimiento a la dignidad humana, que necesariamente se manifiesta en la
garantía del derecho al trabajo en condiciones dignas que aseguren un nivel de
vida decoroso (arts. 1o, 25 y 53, inciso final C.P.).
- Del principio de
igualdad pues la naturaleza conmutativa del contrato de trabajo, traducida en
la equivalencia de las prestaciones a que se obligan las partes, el suministro
de la fuerza de trabajo a través de la prestación del servicio, y la
remuneración o retribución mediante el salario, se construye bajo una relación
material y jurídica de igualdad que se manifiesta en el axioma de que el valor
del trabajo debe corresponder al valor del salario que se paga por este (art.13
C.P.).
- De los principios
sobre la igualdad de oportunidades, que supone naturalmente no sólo la
correspondencia o el balance que debe existir entre el valor del trabajo y el
valor del salario, sino con respecto a los trabajadores que desarrollan una
misma labor en condiciones de jornada y eficiencia iguales; el establecimiento
de la remuneración mínima vital y móvil "proporcional a la calidad y cantidad
de trabajo", e incluso, la "irrenunciabilidad de los beneficios
mínimos" establecidos en las normas laborales, pues el trabajo realizado
en ciertas condiciones de calidad y cantidad tiene como contraprestación la
acreencia de una remuneración mínima que corresponda o sea equivalente a dicho
valor (art. 53 C.P.).
El art. 143 del
C.S.T., que consagra el mencionado principio a nivel legal, es un trasunto fiel
de la filosofía recogida en los textos constitucionales de diferentes países y
en los convenios y tratados internacionales, que prohiben la discriminación
salarial fundada en hechos, circunstancias o situaciones que realmente no
correspondan a la consideración objetiva de la calidad y cantidad de trabajo.
Dice el art. 143 del
C.S.T:
"A trabajo
igual salario igual".
"1. A trabajo
igual desempeñado en puesto, jornada y condiciones de eficiencia también
iguales, debe corresponder salario igual, comprendiendo en éste todos los
elementos a que se refiere el art. 127."
"2. No pueden
establecerse diferencias en el salario por razones de edad, sexo, nacionalidad,
raza, religión, opinión política o actividades sindicales."
Esta norma anterior
en más de 40 años a la Constitución Política, pone de presente que el
legislador se anticipó al constituyente del 91 al proscribir el diferente trato
en materia salarial fundado en razones distintas a las estrictamente laborales,
originadas en la eficiencia, la cantidad y la calidad de trabajo, como son las
atinentes al sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión
política o filosófica o al desarrollo de actividades sindicales.
En la sentencia
C-230 de 19941 se dijo por la Sala Tercera de Revisión
de esta Corte:
"5.2. Las
condiciones laborales, si bien no se encuentran enunciadas de manera explícita
dentro de las razones objeto de discriminación del artículo 13, deben tener un
tratamiento similar si se tiene en cuenta la especial protección constitucional
de la calidad de trabajador. En consecuencia, si el trabajador aporta los
indicios generales que suministren un fundamento razonable sobre la existencia
de un trato discriminatorio, o que permitan configurar una presunción de
comportamiento similar, le corresponde al empleador probar la justificación de
dicho trato".
Pero debe agregarse
que el sustrato filosófico que subyace en el principio, se revela en el sentido
de que lo que básicamente se reconoce es una relación de equivalencia de
valores prestacionales, a modo de justicia conmutativa, en cuanto a lo que da o
suministra el trabajador al patrono y lo que éste recibe a cambio, lo cual se
adecúa a los valores constitucionales de la justicia, la igualdad y el orden
justo.
Cabría agregar
además que el principio traduce igualmente la proyección de la democracia en
las relaciones de trabajo porque estas al igual que aquélla se construyen
básicamente sobre la idea de la igualdad jurídica y la igualdad material.
Es necesario aclarar
que el principio no juega por igual tratándose de trabajadores de una misma
empresa que desempeñan una misma labor, pues se requiere para que opere la
nivelación o la paridad salarial que el trabajo se realice en condiciones de
jornada y eficiencia iguales.
La valoración de las
condiciones de eficiencia deben corresponder a situaciones objetivas y no a las
calidades especiales de naturaleza personal (estudios, habilidades, destrezas,
condiciones individuales, etc.) que potencialmente puedan hacer que resulte mas
eficiente el trabajo de un trabajador con respecto a otro, sino en razón del
resultado de la labor, es decir, del cumplimiento del fin que constituye el
objeto del trabajo, pues de lo contrario resultaría muy difícil su aplicación,
como de hecho ha sucedido con la norma del art. 143 del C.S.T., cuya efectividad
prácticamente ha sido nula.
El principio de
efectividad de los derechos que nuestra Constitución recoge (art. 2),
necesariamente obliga a optar en caso de conflicto por la adopción de fórmulas
prácticas que, fundadas en la idea de la justicia material que emana de los
principios valores y derechos constitucionales, hagan posible la operancia del
principio en cuestión.
En sentencia T-079
de 19952 , recogiendo el pensamiento de la
sentencia C-230 de 1994, antes citada, se expresó lo siguiente:
"La carga de la
prueba del trato distinto, corresponde al empleador. Es una inversión del ONUS
PROBANDI, en cuanto a que quien alega la vulneración del principio de igualdad
no está obligado a demostrar que es injustificada la diferenciación que lo
perjudica, esto ha sido aceptado por la Corte Constitucional en la sentencia T-
230 de 1994, anteriormente transcrita y es reiteradamente acogido por el
Tribunal Constitucional Español".
"En nuestra
normatividad constitucional, esta apreciación sobre la carga de la prueba tiene
su asidero en el art. 13 de la C.P. que establece la igualdad y prohibe la
discriminación, sabio principio que es particularmente importante en el derecho
laboral, por eso en cualquier contrato de trabajo, sea escrito o verbal va
implícito el derecho fundamental que tienen los trabajadores a recibir trato
jurídico igual para condiciones semejantes, salvo, como ya se dijo, que la
diferenciación busque un fin constitucionalmente lícito, tenga respaldo
razonable y esté objetivamente demostrado, en otras palabras que la distinción
no se convierte en discriminación."
"En conclusión.
Quienes tienen la carga de probar la inexistencia de la desigualdad o la
razonabilidad y objetividad del trato diferente son los empleadores a quienes
se les imputa la violación al principio de igualdad. El afectado con el o
presunto trato desigual sólo debe aportar el término de comparación".
En otros términos,
si los patronos por estar sometidos a la Constitución deben respetar el
principio de igualdad que en las relaciones laborales se basa primordialmente
en la idea de la conmutatividad de las prestaciones a que se obligan las
partes, corresponde a aquéllos, cuando obra la prueba mínima de discriminación
laboral, demostrar que el trato diferenciado se justifica objetiva y
razonablemente.
2. El caso en
estudio.
2.1.Vulneración
del derecho a la asociación sindical.
Obra en el
expediente la resolución No 1678 de 4 de agosto de 1992, proferida por la
Sección de Trabajo e Inspección y Vigilancia de la Dirección Regional del
Trabajo, dependencia del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, se puede
establecer que COFRE fue sancionado sobre la base de los hechos que se exponen
por el peticionario por violación al art. 39 de la ley 50 de 1990, es decir,
por prácticas violatorias del derecho a la asociación sindical; no obstante, el
Director Regional de Trabajo y Seguridad Social, como funcionario de segunda
instancia, mediante resolución No 3805 del 3 de diciembre de 1993, esto es,
antes de presentarse demanda de tutela, revocó dicha resolución, incluyendo las
sanciones en ella impuestas.
Igualmente aparece
acreditado que la Fiscalía 36 Delegada de la Unidad 2a. de Investigación Previa
y Permanente, al inhibirse por falta de atipicidad de proferir resolución de
apertura de instrucción en las diligencias preliminares adelantadas por el
presunto delito de violación al derecho de asociación y constreñimiento ilegal,
otorga un elemento más para desestimar las aseveraciones del actor en cuanto a
la vulneración o amenaza de vulneración del derecho a la asociación sindical.
No obstante, la Sala
observa la siguiente situación: existen trabajadores sindicalizados que tienen
la misma remuneración salarial que los no sindicalizados. Pero con respecto al
peticionario se aprecia una desigualdad salarial en relación con los
trabajadores Antonio Marín y Jaime Pinzón, no sindicalizados, que laboran en la
misma sección (discos-rines), con idénticas o similares funciones y en
condiciones de eficiencia iguales o parecidas. En tales circunstancias, y dado
que el patrono no ha justificado el trato diferenciado, se presume que la no
pertenencia al sindicato de los citados es la causa de la diferencia salarial con
respecto al peticionario. Por lo tanto, existe vulneración del derecho de
asociación sindical.
2.2. Vulneración
del derecho a la igualdad en razón de la discriminación en materia salarial.
Con la prueba
incorporada al proceso se establece que en la sección en la que labora el
peticionario, es decir, en la de discos-rines, trabajan 8 operarios que son:
Buitrago Mora Marco Antonio, González González Arturo, Marín José Antonio,
Morales Maldonado José Ernesto, Pinzón Melo Jaime, Sánchez Benavides Desiderio,
Rodríguez Sánchez Luis Alfredo, y Cortes Rodríguez Alberto, de los cuales
pertenecen al sindicato estos dos últimos. Dicha confrontación se hace con el
fin de determinar si existe diferente trato en cuanto a la asignación salarial
dentro de los trabajadores de la sección de rines, pues el que pertenezcan a
otras secciones obviamente puede comportar un régimen salarial diferente, como
se constató a través de la diligencia de inspección judicial practicada en las
instalaciones industriales de la empresa COFRE.
Revisada la nómina
de los trabajadores de la sección de discos-rines de la empresa durante los
últimos años, especialmente las que corresponden a los años de 1991 a 1994, se
aprecia que el señor Luis Alfredo Sánchez Rodríguez, quien labora en la misma
dependencia en que lo hace el peticionario, goza de uno de los más altos
salarios, no obstante hallarse sindicalizado; sin embargo, la diferencia
salarial obedece a las especiales condiciones de eficiencia en que desarrolla
su trabajo.
En la sección de
discos-rines los salarios son los siguientes: Buitrago Mora Marco Antonio,
operario, $178.500,oo; González González Arturo, ajustador $251.500,oo; Marín
José Antonio, operario $ 178.500,oo; Morales Maldonado José Ernesto, ajustador,
$205.500,oo; Pinzón Melo Jaime operario $166.000,oo; Rodríguez Sánchez Luis
Alfredo, operario $172.000,oo; Cortés Rodríguez Alberto, operario $106.000,oo,
y Sánchez Benavides Desiderio, operario $ 178.500,oo. Por lo demás, adviértase
que solamente quienes pertenecen a la categoría de los ajustadores están por
encima de los $200.000.oo, categoría de la que no hace parte el peticionario.
La efectividad del
principio a trabajo igual salario igual, exige que la correspondiente labor se
desarrolle en empleo, jornada y condiciones de eficacia iguales, de un
trabajador con respecto a otro u otros, pues aún cuando la actividad laboral
sea la misma, las capacidades del trabajador pueden ser distintas e igualmente
su rendimiento.
En la diligencia de
inspección judicial, se constató que si bien el señor Samuel Sozza labora como
operario en la sección a que pertenece el peticionario, devenga mas que éste y
los demás compañeros de sección, en razón a que por disposición médica fue trasladado
de una sección donde se requería mayor experiencia, habilidad y esfuerzo
físico, a una sección donde cumple funciones mas sencillas y de menos
incidencia en la seguridad del objeto que se produce; por tales razones y para
no desmejorarlo en las condiciones de trabajo de que venía gozando, se le
mantuvo su asignación salarial anterior.
En cuanto a las
razones para establecer diferencias salariales entre los compañeros de sección,
la empresa señaló los siguientes factores: 1. Capacidad técnica de ejecución,
entendida ésta como el potencial del operario para ejecutar labores de
producción en cantidad y calidad requerida, según el grado de dificultad y la
función del trabajador, si es la de operación de máquinas o sencillamente las
de ayudante; 2. Habilidad y destreza en operaciones de seguridad, que
corresponde a la capacidad del trabajador para ejecutar operaciones de
seguridad; 3. Capacidad de operación polifuncional que es la capacidad técnica
del trabajador para ejecutar con habilidad y destreza operaciones en las
diferentes líneas de producción; condición que permite la rotación del horario
en dichas líneas y, 4. Grado de educación y conocimientos, que atañe a la
disposición para adquirir nuevos conocimientos y grado de capacitación
requerida para la ejecución de las distintas operaciones.
Según el cuadro
anexo al expediente, denominado matriz de operaciones, que la empresa elaboró
tomando como punto de partida las 37 operaciones básicas de la línea de
producción de la misma (discos, platos, zapatas y pastillas), se observa que la
capacidad técnica de ejecución, la habilidad y destreza en operaciones de
seguridad, son muy diferentes entre el peticionario y los trabajadores que
devengan mayor salario que él, pues éste no está en condiciones de realizar mas
de la mitad de las operaciones de la línea, además de que no ejecuta ninguna
que requiera habilidad técnica, limitándose a ser ayudante o a desarrollar en
su mayoría labores sencillas que no tienen incidencia en la seguridad del
producto; dichas funciones las ha cumplido en la misma sección durante 12 años
ya que no se encuentra capacitado para rotar por las demás líneas de
producción, no obstante que se le ha invitado a participar en cursos y
programas de capacitación.
Para la empresa el
supuesto de hecho del trato diferencial en materia salarial no es su
pertenencia a su sindicato, sino la circunstancia de que el trabajador carece
de las aptitudes y capacidades que tienen algunos de los otros trabajadores
para poder rotar dentro de la misma línea a que pertenece y las demás líneas de
producción de la empresa, situación que a su juicio resulta relevante para la
diferencia en dicho trato.
No obstante, como ya
se dijo, para la Sala si se aprecia un trato diferencial en el salario no
justificado por el patrono, entre el peticionario de la tutela y los señores
Antonio Marín y Jaime Pinzón, quienes de acuerdo con el cuadro denominado
matriz de operaciones incorporado a los autos, desarrollan al igual que aquél,
la misma labor de operarios en la sección de discos-rines en idénticas o
similares condiciones de eficiencia. Consecuencialmente, existe una vulneración
del principio del derecho de igualdad al no otorgársele al peticionario igual
salario en relación con sus compañeros que desempeñan la misma labor como
operarios en la sección de discos-rines.
2.3. Procedencia
de la tutela no obstante la existencia de otro mecanismo de defensa judicial.
- Habiéndose
determinado por la Sala que si existió la vulneración de los derechos a la
asociación sindical y a la igualdad del peticionario, es pertinente ahora
considerar la procedencia de la tutela.
Existe prueba en el
expediente de que el peticionario de la tutela promovió un proceso ordinario
laboral ante el Juzgado Noveno Laboral del Circuito de Santafé de Bogotá con el
fin de obtener el pago de las diferencias salariales alegadas, con arreglo al
principio a trabajo igual salario igual. La demanda correspondiente se presentó
con anterioridad a la petición de tutela - 21 de julio de 1994-, aún cuando aquélla
fue notificada el 26 del mismo mes y año.
El artículo 2º del
Código Procesal del Trabajo indica que “La jurisdicción del trabajo está
instituida para decidir los conflictos jurídicos que se originen directa o
indirectamente del contrato de trabajo”; en tal virtud, si uno de los elementos
esenciales del contrato de trabajo es el salario, las controversias relativas a
la vigencia del aludido principio, corresponde juzgarlas a la jurisdicción
ordinaria laboral. Por lo tanto, la tutela sólo cabría como mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable.
Como no es viable
que a través de la acción de tutela se proceda a la fijación de salarios en
relación con las épocas en las cuales se produjeron las respectivas diferencias
salariales, porque ella es una materia reservada al juez laboral, aparte de que
no cuenta con elementos de juicio adecuados para hacer tal fijación, considera
que su misión se reduce a determinar que al respecto existió la alegada
violación del derecho fundamental a la igualdad, dejando librada a la
competencia del juez laboral establecer la cuantía de dichas diferencias
salariales por el período precisado en la respectiva demanda laboral.
- No obstante, la
Sala no puede pasar por alto que en el caso en estudio se presenta una violación
permanente de los aludidos derechos fundamentales, al no reconocérsele y
pagársele al peticionario el mismo salario que la empresa ha establecido para
los trabajadores Antonio Marín y Jaime Pinzón. Por consiguiente, y con el fin
de que cese su violación, estima que el perjuicio es irremediable bajo el
entendimiento de que no existe aparte de la tutela un instrumento rápido,
eficaz e inmediato para que se le ponga fin a aquélla.
De no concederse la
tutela en la indicada modalidad, quedaría burlada la decisión del juez de
tutela en el sentido de que existió la violación de dichos derechos
fundamentales y de que la persona contra la cual se dirigió la tutela debe
cesar su violación.
Por las razones
anotadas en la parte resolutiva de esta sentencia, se declarará que existió
violación de los derechos a la asociación sindical y a la igualdad y se
tutelarán dichos derechos, en el sentido de que, como mecanismo transitorio y
mientras el Juez Noveno Laboral del Circuito de Santafé de Bogotá decide lo
concerniente a la fijación de las respectivas diferencias salariales, la
empresa Colombiana de Frenos S.A. COFRE, debe cesar en la violación de los
referidos derechos y proceder a reconocer y pagar, en lo sucesivo, la
diferencia salarial que corresponda al trabajador peticionario de la tutela,
tomando como punto de referencia el salario que se paga a los trabajadores
Antonio Marín y Jaime Pinzón.
IV. DECISION.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
PRIMERO: REVOCAR la sentencia del 12 de septiembre
de 1994 proferida por la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Santafé de Bogotá, la cual confirmó la sentencia del 5 de agosto de 1995 del
Juzgado 10 Civil del Circuito de Santafé de Bogotá.
SEGUNDO: Por cuanto la Sala ha establecido que
existió violación de los derechos a la asociación sindical y a la igualdad, en
razón de haberse desconocido el principio a trabajo igual salario igual, se
tutelarán dichos derechos, en el sentido de que, como mecanismo transitorio y
mientras el Juez Noveno Laboral del Circuito de Santafé de Bogotá decide lo
concerniente a la fijación de las respectivas diferencias salariales, la
empresa Colombiana de Frenos S.A. COFRE, debe cesar, en el término de 48 horas,
contados a partir de la notificación de ésta sentencia, en la violación de los
referidos derechos y proceder a reconocer y pagar, en lo sucesivo, la
diferencia salarial que corresponda al trabajador peticionario de la tutela,
tomando como punto de referencia el salario que se paga a los trabajadores
Antonio Marín y Jaime Pinzón.
TERCERO: LIBRAR las comunicaciones previstas en el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991 para los fines allí contemplados.
Notifíquese, cópiese, publíquese, insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado Ponente
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
Auto No. 028/95
SENTENCIA DE
TUTELA-Improcedencia de
aclaración
Es improcedente
la aclaración de los fallos dictados por la Corte Constitucional, según quedó
definido en la sentencia C-113/93, en la cual se declaró inexequible el inciso
4o. del artículo 21 del Decreto 2067 de 1991, que permitía la aclaración de las
sentencias.
Expediente T-48268
Solicitud de
aclaración de la sentencia T 143/95
PROCEDENCIA:
Juzgado Décimo Civil
del Circuito de Santafé de Bogotá.D.C.
Peticionario:
ALBERTO CORTES RODRIGUEZ
DEMANDADO:
Empresa Colombiana
de Frenos "COFRE"
MAGISTRADO PONENTE:
ANTONIO BARRERA
CARBONELL
Auto aprobado en Santafé de Bogotá D.C. a los dos (2)
días del mes de junio de 1995.
La Sala Segunda de
Revisión de Tutela de la Corte Constitucional, en uso de sus facultades
legales y constitucionales,
CONSIDERANDO:
Que según escrito
presentado el día 26 de mayo de 1995 ante la Secretaría de esta Corporación,
el Dr. José Enrique Arboleda Valencia solicitó aclaración de la sentencia
T-143/95 dictada por la Sala Segunda de Revisión, en el sentido de que se
precise lo siguiente:
Si el Juzgado
Laboral del Circuito en donde cursa el proceso ordinario incoado por Alberto
Cortes Rodríguez es el Noveno, como se dice en la aludida providencia o es el
Tercero.
Si el Juzgado
Laboral del Circuito en donde cursa el referido proceso conserva su libertad
o autonomía para pronunciar un fallo en que se considere que no se produjeron
violaciones a los derechos a la igualdad y libertad sindical.
Y si en el evento
de dictarse un fallo absolutorio, el condenado estaría obligado a reintegrar
lo recibido en virtud de la tutela concedida como mecanismo transitorio.
Que el mismo Dr.
José Enrique Arboleda Valencia, manifestó dentro del expediente de tutela que
el referido proceso ordinario laboral se estaba tramitando ante el Juzgado
Laboral del Circuito, razón por la cual esta Sala, e incluso la Sala Civil
del Tribunal Superior de Santafé de Bogotá, tomaron como referencia esa
información.
Que la Sala
estableció que ante el Jugado Tercero Laboral del Circuito de Santafé de
Bogotá se tramita el proceso ordinario laboral de Alberto Cortés Rodríguez
contra la empresa Colombiana de Frenos "COFRE" (Expediente No.
33649).
Que es improcedente
la aclaración de los falllos dictados por la Corte Constitucional, sgún quedó
definido en la Sentencia C-113/93, en la cual se declaró inexequible el inciso
4o. del artículo 21 del Decreto 2067 de 1991, que permitía la aclaración de
las sentencias.
Que no obstante, por
la necesidad de asegurar el exacto entendimiento y cumplimiento de la referida
sentencia,
RESUELVE:
PRIMERO. NEGAR la
petición de aclarar la sentencia T-143/95 dictada dentro del proceso de tutela
adelantado por Alberto Cortés Rodríguez contra la Empresa Colombiana de
Frenos "COFRE".
SEGUNDO:
Oficiosamente, PRECISAR el ordinal segundo de dicha sentencia, en el sentido de
indicar que el despacho judicial a que allí se le alude es el juzgado Tercero
Laboral del Circuito de Santafé de Bogotá y no el Juzgado Noveno Laboral del
Circuito.
TERCERO: ORDENAR que
por Secretaría se libren las comunicaciones previstas en el artículo 36 del
Decreto 2591 de 1991, para los fines allí contemplados.
Notífiquese
y cúmplase.
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado Ponente
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado
MARTHA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
Auto No. 028/95
SENTENCIA DE
TUTELA-Improcedencia de
aclaración
Es improcedente
la aclaración de los fallos dictados por la Corte Constitucional, según quedó
definido en la sentencia C-113/93, en la cual se declaró inexequible el inciso
4o. del artículo 21 del Decreto 2067 de 1991, que permitía la aclaración de las
sentencias.
Expediente T-48268
Solicitud de
aclaración de la sentencia T 143/95
PROCEDENCIA:
Juzgado Décimo Civil
del Circuito de Santafé de Bogotá.D.C.
Peticionario:
ALBERTO CORTES RODRIGUEZ
DEMANDADO:
Empresa Colombiana
de Frenos "COFRE"
MAGISTRADO PONENTE:
ANTONIO BARRERA
CARBONELL
Auto aprobado en Santafé de Bogotá D.C. a los dos (2)
días del mes de junio de 1995.
La Sala Segunda de
Revisión de Tutela de la Corte Constitucional, en uso de sus facultades
legales y constitucionales,
CONSIDERANDO:
Que según escrito
presentado el día 26 de mayo de 1995 ante la Secretaría de esta Corporación,
el Dr. José Enrique Arboleda Valencia solicitó aclaración de la sentencia
T-143/95 dictada por la Sala Segunda de Revisión, en el sentido de que se
precise lo siguiente:
Si el Juzgado
Laboral del Circuito en donde cursa el proceso ordinario incoado por Alberto
Cortes Rodríguez es el Noveno, como se dice en la aludida providencia o es el
Tercero.
Si el Juzgado
Laboral del Circuito en donde cursa el referido proceso conserva su libertad
o autonomía para pronunciar un fallo en que se considere que no se produjeron
violaciones a los derechos a la igualdad y libertad sindical.
Y si en el evento
de dictarse un fallo absolutorio, el condenado estaría obligado a reintegrar
lo recibido en virtud de la tutela concedida como mecanismo transitorio.
Que el mismo Dr.
José Enrique Arboleda Valencia, manifestó dentro del expediente de tutela que
el referido proceso ordinario laboral se estaba tramitando ante el Juzgado
Laboral del Circuito, razón por la cual esta Sala, e incluso la Sala Civil
del Tribunal Superior de Santafé de Bogotá, tomaron como referencia esa
información.
Que la Sala
estableció que ante el Jugado Tercero Laboral del Circuito de Santafé de
Bogotá se tramita el proceso ordinario laboral de Alberto Cortés Rodríguez
contra la empresa Colombiana de Frenos "COFRE" (Expediente No.
33649).
Que es improcedente
la aclaración de los falllos dictados por la Corte Constitucional, sgún quedó
definido en la Sentencia C-113/93, en la cual se declaró inexequible el inciso
4o. del artículo 21 del Decreto 2067 de 1991, que permitía la aclaración de
las sentencias.
Que no obstante, por
la necesidad de asegurar el exacto entendimiento y cumplimiento de la referida
sentencia,
RESUELVE:
PRIMERO. NEGAR la
petición de aclarar la sentencia T-143/95 dictada dentro del proceso de tutela
adelantado por Alberto Cortés Rodríguez contra la Empresa Colombiana de
Frenos "COFRE".
SEGUNDO:
Oficiosamente, PRECISAR el ordinal segundo de dicha sentencia, en el sentido de
indicar que el despacho judicial a que allí se le alude es el juzgado Tercero
Laboral del Circuito de Santafé de Bogotá y no el Juzgado Noveno Laboral del
Circuito.
TERCERO: ORDENAR que
por Secretaría se libren las comunicaciones previstas en el artículo 36 del
Decreto 2591 de 1991, para los fines allí contemplados.
Notífiquese
y cúmplase.
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado Ponente
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado
MARTHA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
Auto No. 034/95
SENTENCIA DE
TUTELA-Improcedencia de
aclaración
Si se solicita aclaración de la sentencia,
sería improcedente, según quedó definido en la sentencia C-113/93, en la que se
declaró inexequible el inciso 4o. del artículo 21 del Decreto 2067 de 1991, que
permitía la aclaración de sentencias.
Ref.: Expediente
T-48268
Solicitud de
aclaración Sentencia T-143/95
Magistrado Ponente:
Dr. Antonio
Barrera Carbonell
Santafé de Bogotá, julio dieciocho (18) de
mil novecientos noventa y cinco (1995).
El suscrito Magistrado sustanciador, en uso
de sus facultades legales y constitucionales,
CONSIDERANDO:
Que según escrito presentado el día treinta
(30) de junio de mil novecientos noventa y cinco (1995), ante la Secretaría
General de esta Corporación, el Dr. José Enrique Arboleda Valencia, solicita
aclaración de la Sentencia T-143/95.
Que del texto de su escrito se deduce que
el Dr. Arboleda no fromula aclaración de la sentencia, lo cual, si así fuere,
sería improcedente, según quedó definido en la sentencia C-113/93, en la que se
delcaró inexequible el inciso 4o. del artículo 21 del Decreto 2067 de 1991, que
permitía la aclaración de sentencias.
RESUELVE:
Por Secretaría General, envíese el escrito
del Dr. José Enrique Arboleda Valencia al Juzgado Tercero Laboral del Circuito
de Santafé de Bogotá, para su conocimiento.
Cúmplase,
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado Sustanciador
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
1 M.P.
Eduardo Cifuentes Muñoz.
2 M.P. Alejandro Martínez Caballero. |
349 | T-144-95
Sentencia No
Sentencia
T-144/95
PENSION DE
INVALIDEZ-Derecho
Fundamental/DERECHO A LA SEGURIDAD SOCIAL
La Corte ha
considerado que no obstante su naturaleza prestacional, el derecho a la
seguridad social y en especial a la pensión de invalidez, como derivado de
aquel, pueda asumir en determinadas circunstancias el carácter de fundamental,
dada su íntima relación con los derechos a la vida, al trabajo y a la salud. El
derecho a la seguridad social tiene su expreso reconocimiento de manera
genérica en el artículo 48 de la Constitución y específicamente con respecto a
las personas disminuidas físicas, sensoriales y psíquicas en el artículo 47
ibídem.
PENSION DE
INVALIDEZ-Finalidad
El derecho a la
pensión de invalidez es una de las formas de expresión del derecho a la
seguridad social; busca compensar la situación de infortunio derivada de la
pérdida de la capacidad laboral mediante el otorgamiento de una prestación
económica y de salud.
ACTO
ADMINISTRATIVO-Improcedencia
de revocatoria
Los actos
administrativos expresos expedidos por la administración que reconocen un
derecho subjetivo no son revocables por ésta sino en los términos ya indicados.
En tal virtud cuando la administración observe que un acto de esta naturaleza
es contrario a la Constitución o la ley debe proceder a demandar su propio acto
ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo, pero no podrá revocarlo
directamente.
PERSONA
DISMINUIDA FISICAMENTE-Protección
No debe perderse
de vista que diferentes textos constitucionales apuntan hacia la especial
protección que el Estado debe dispensar a los disminuidos físicos sensoriales y
síquicos. Además, que si el demandante siendo minusválido recibió una
capacitación laboral adecuada para reincorporarse a la actividad laboral y, en
tal virtud, trabajó para un patrono y cotizó al ISS con destino a los seguros
de invalidez, vejez y muerte, su situación desde el punto de vista laboral y
particularmente en lo que atañe con la protección propia de la seguridad social
tiene respaldo constitucional en los arts. 13 inciso final, 47,48 y 54.
DERECHOS DEL
MINUSVALIDO-Capacitación
laboral/DERECHO A LA IGUALDAD
Si tanto el
Estado como los particulares están obligados a ofrecer habilitación profesional
y técnica a quienes lo requieran, incluyendo los minusválidos, y si de otra
parte, aquél debe de garantizarle a éstos "el derecho a un trabajo acorde
con sus condiciones de salud", necesariamente ha de concluirse que cuando
se capacitan para acceder o reingresar al mercado laboral deben gozar de las
mismas condiciones laborales de los demás trabajadores para que no se rompa el
principio de igualdad, condiciones que obviamente incluyen los derechos
derivados de la seguridad social.
PRESUNCION DE LA
BUENA FE/INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES-Afiliación de invidente
La conducta
asumida por el peticionario se encuentra amparada por la presunción de buena fe
pues no existe prueba dentro del expediente de la cual pueda deducirse que su
afiliación al ISS se produjo en forma fraudulenta. Es mas, ésta entidad no
puede llamarse a engaño con respecto al estado de salud que tenía el demandante
al momento de ser afiliado al Seguro Social, pues debió detectar su situación
de invidente en dicha oportunidad; por consiguiente, no le es dable al ISS
oponer ahora después de haber decretado una pensión que el actor disfrutó
durante muchos años un hecho o circunstancia que debió ser considerado al
momento en que se produjo la afiliación. Si el ISS consideró fundado en razones
que son atendibles que el demandante tenía derecho a la pensión de invalidez y
ésta prestación se disfrutó por el beneficiario a ciencia y paciencia de dicha
entidad, no le es permitido ahora actuar o ir en contra de sus propias razones.
PRESTACIONES
ECONOMICAS Y DE SALUD-Suspensión/REVOCATORIA
DE ACTO ADMINISTRATIVO DE RECONOCIMIENTO DE PENSION-Improcedencia
No es lo mismo
suspender el pago de una prestación, en las hipótesis previstas en la norma en
referencia, que revocar un acto administrativo en firme que ha reconocido un
derecho prestacional. La suspensión a que alude la norma, que es diferente de
la suspensión provisional del acto administrativo por la jurisdicción de lo
contencioso administrativo, implica la privación temporal y no definitiva del
derecho prestacional cuando la situación del beneficiario pueda encuadrarse en
alguno de los casos previstos en dicha norma. Esta es la interpretación no sólo
jurídica sino la que en justicia y equidad corresponde, pues el afectado con la
medida bien puede, adecuando su conducta a la preceptiva del inciso final de la
disposición en referencia, o a través de los recursos gubernativos o en virtud de
una acción ante el juez ordinario laboral, luego de agotada la vía gubernativa,
obtener el restablecimiento de la prestación. En cambio la revocación del acto
administrativo, necesariamente conlleva la extinción del derecho prestacional
que antes había reconocido la administración a través del acto revocado, es
decir, implica el desconocimiento de la situación jurídica particular y
concreta que la propia administración había creado con anterioridad".
ACCION DE TUTELA
TRANSITORIA/PERJUICIO IRREMEDIABLE/TRABAJADOR INVIDENTE/DERECHO A LA
SUBSISTENCIA/DERECHO A LA VIDA/DERECHO A LA SALUD
No obstante
existir en el presente caso un mecanismo ordinario de defensa judicial, como lo
es el proceso ordinario ante la justicia laboral concederá la tutela como
mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable, mientras el juez
competente decide en definitiva si al demandante le asiste el derecho de
continuar gozando de su pensión de invalidez. No cabe duda, que el perjuicio
que se le podría causar al demandante tiene el carácter de irremediable, porque
la no percepción de la pensión de invalidez que ha sido su único sustento
durante 15 años, puede poner en peligro el derecho a la subsistencia, a la vida
y a la salud del actor y de su familia.
REFERENCIA:
Expediente T- 50890
PETICIONARIO:
JOSE ALVARO CARDENAS
PROCEDENCIA:
Juzgado Tercero
Civil del Circuito de Santafé de Bogotá D. C.
TEMA:
Protección del
Estado para los disminuidos físicos sensoriales y síquicos. Tutela como
mecanismo transitorio por la suspensión del pago de la pensión de invalidez por
el ISS.
MAGISTRADO
PONENTE:
ANTONIO BARRERA
CARBONELL
Aprobada en Santafé
de Bogotá, D. C., a los treinta (30) días del mes de marzo de mil novecientos
noventa y cinco (1995).
La Sala Segunda de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados ANTONIO
BARRERA CARBONELL, EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Y CARLOS GAVIRIA DIAZ, revisa el
proceso de la acción de tutela presentada por el señor JOSE ALVARO CARDENAS,
contra el INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES.
I. ANTECEDENTES.
1. La Pretensión.
El señor José Alvaro
Cárdenas solicita el restablecimiento del derecho a la pensión de Invalidez que
le había reconocido el Instituto de Seguros Sociales, así como el suministro de
la asistencia médica y el pago de mesadas pensionales que se le adeudan, por
considerar que dicha entidad le ha vulnerado los siguientes derechos
constitucionales fundamentales: a la vida (art. 11), Igualdad ante la ley (13),
de la tercera edad (art. 46), de los disminuidos físicos (art. 47), seguridad
social (art. 48), salud (art. 49), al trabajo (arts. 25 y 53) y a la
propiedad-función social (art. 58, inc.1o.).
2. Los Hechos.
Afirma el
accionante, que cotizó al Seguro Social desde el 21 de agosto de 1967 al 31 de
diciembre de 1977, para un total de 406 semanas.
El Instituto de
Seguros Sociales- Nacional, mediante resolución No. 7049 del 21 de julio de
1978 le reconoció una pensión por invalidez a partir del 16 de marzo de 1978,
la cual le fue suspendida por medio de la resolución No. 03331 de mayo 29 de
1992, que luego se confirmó por la resolución No. 07850 de noviembre 26 de
1992.
Mediante resolución
No. 3371 de agosto 10 de 1993 el ISS modificó la resolución No. 03331 del 29 de
mayo de 1992, en el sentido de revocar el derecho de pensión de Invalidez que
le había reconocido.
Luego por resolución
No. 02356 de abril 5 de 1994 el ISS ordenó pagarle las mesadas pensionales por
el período comprendido entre el mes de julio de 1992 y el 19 de agosto de
1993.
Dice el peticionario
que cuando fue afiliado al ISS, bajo el número 010777008, contaba con la
capacidad laboral para desempeñarse en su trabajo para el cual se le contrató,
en razón de que había hecho un curso de capacitación para invidentes, lo cual
se demuestra por la circunstancia de haber laborado durante un lapso de casi 10
años y cotizado al ISS alrededor de 420 semanas.
Expresa que no hubo
renuncia al derecho de la pensión por invalidez, toda vez que se encontraba en
condiciones de laborar en la actividad para la cual se había preparado,
situación aceptada por el ISS en la parte final del literal 5o. de la
resolución No. 3371 de agosto 10 de 1993.
Para revocar el
derecho a la pensión de invalidez el ISS aduce que el demandante al momento de
su afiliación ya era invidente por un accidente ocurrido con anterioridad, lo
cual es cierto; pero igualmente lo es, que se había capacitado para desempeñar
un oficio adecuado para invidentes que efectivamente desarrolló.
Finalmente dice el
actor que resulta inhumano e ilegal la revocatoria de su pensión de invalidez,
después de haberla disfrutado durante 15 años, pues se encuentra totalmente
inválido para desempeñar cualquier actividad y, además, tiene 58 años de edad y
no cuenta con recursos económicos para el sustento de su familia, compuesta por
esposa y una hija también invidente.
3. El Fallo que
se revisa.
El Juzgado Tercero
Civil del Circuito, mediante providencia del 30 de septiembre de 1994, negó la
tutela, en virtud de que "...el accionante cuenta con otro medio
judicial distinto a la tutela a quien recurrir para solicitar la protección de
los derechos aquí reclamados..., recurrir a la Jurisdicción Laboral para que a
través de una demanda se dirima si tiene derecho a la pensión de invalidez y si
le prospera obtener el pago de sus mesadas atrasadas".
II. COMPETENCIA.
En atención a lo
dispuesto por los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política, en armonía
con los artículos 33, 34 y 35 del Decreto- ley 2591 de 1991, la Sala es
competente para conocer en grado de revisión sobre el asunto materia de la
referencia.
III.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE.
1. ASPECTO
PRELIMINAR.
Conforme a los
antecedentes que obran en el proceso, el ISS reconoció al petente una pensión de
invalidez, a partir del 16 de marzo de 1978, según resolución No. 7049 del 21
de julio del mismo año.
En virtud de la
resolución No. 03331 de mayo 29 de 1992, dicha entidad resolvió suspenderle la
pensión con base en el literal b) del artículo 42 del Decreto 2665 de 1988.
Contra este acto se interpusieron los recursos de reposición y apelación.
La Comisión de
Prestaciones Económicas del ISS al desatar el recurso de reposición mediante
resolución No. 07850 del 26 de noviembre de 1992, confirmó el acto recurrido,
por considerar que según dictamen médico emitido el 31 de enero de 1992, el
asegurado sufrió un accidente antes del 21 de agosto de 1967, fecha en la cual
fue inscrito por primera vez al ISS que le ocasionó la pérdida bilateral de la
visión, y que si bien es cierto el asegurado laboró siendo invidente también lo
es que tal estado lo adquirió antes de su afiliación, además, de que según los
reglamentos del ISS las cotizaciones requeridas para obtener la pensión deben
realizarse con anterioridad a la ocurrencia del riesgo.
La jefe de la
Oficina Jurídica Nacional del ISS resolvió el recurso de apelación en
referencia a través de la resolución No. 3371 del 10 de agosto de 1993, la cual
en lo pertinente dispuso:
"ARTICULO
UNICO: Modificar la Resolución No. 03331 del 29 de mayo de 1992, emanada de la
Comisión de Prestaciones del ISS Nacional, mediante la cual se ordenó suspender
el pago de la pensión de invalidez al asegurado JOSE ALVARO CARDENAS, en el
sentido de determinar que se revoca el derecho a pensión de invalidez
reconocido por Resolución No. 7049 del 21 de julio de 1978, determinando que
surte efecto a partir de la fecha de ejecutoria de la Resolución No. 03331 del
29 de mayo de 1992".
Se invocan como
motivos para la revocación de la pensión de invalidez del señor Cárdenas los
siguientes argumentos:
"Que de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 5o. del Acuerdo 224 de 1966
(Decreto 3041 de 1966) modificado por el artículo 1o. del acuerdo 019 de 1983
(Decreto 232 de 1984), vigente en la fecha en que fue declarado inválido el
asegurado para tener derecho a pensión por invalidez de origen no profesional
se requería además de ser declarado inválido permanente, tener acreditadas 150
semanas de cotización para los riesgos de invalidez, vejez y muerte dentro de
los seis años anteriores a la invalidez, 75 de las cuales debían corresponder a
los últimos tres años".
"Que de
acuerdo con lo establecido en la norma descrita y con base en los dictámenes
médicos emitidos por los facultativos del Instituto, competentes para el
efecto, conforme a lo dispuesto en los artículos 32 del Decreto Ley 2324 de
1948 en concordancia con el artículo 7o. del Acuerdo 049 de 1990 (Decreto 758
de 1990), el asegurado a la fecha en que fue afiliado al ISS (21- 08- 67), ya
configuraba un estado de invalidez originado por una explosión de dinamita, tal
como lo manifestó el mismo asegurado, de donde se concluye que pese a ser
inválido, no acredita el requisito de número y densidad de semanas de
cotización exigido con anterioridad a la estructuración del estado de invalidez
que realmente lo fue en el año de 1964".
"Que el
artículo 42 del Decreto 2665 de 1988 en su literal b) dispone que el ISS
procederá a la suspensión inmediata de las prestaciones económicas y de salud,
cuando se compruebe que conforme a los reglamentos de los seguros no se tenía
derecho a ellas".
"Que el
artículo 69 del Código Contencioso Administrativo (Decreto 01 de 1984), dispone
que los actos administrativos deberán ser revocados por los mismos funcionarios
que los hayan expedido o por sus inmediatos superiores, de oficio o a solicitud
de parte, entre otras causales, cuando sea manifiesta su oposición a la
Constitución Política o a la ley".
"Que si bien
es cierto que el artículo 73 del Código Contencioso Administrativo, estatuye
que cuando un acto administrativo haya creado una situación jurídica de
carácter particular y concreto o reconocido un derecho de igual categoría, no
podrá ser revocado sin el consentimiento expreso y escrito del respectivo
titular, también lo es que tal disposición establece que habrá lugar a la
revocación de tales actos cuando se de alguna de las causales previstas en el
art. 69 del C.C.A.".
1. 2. DE LA
SEGURIDAD SOCIAL Y LA PENSION DE INVALIDEZ COMO DERECHOS CONSTITUCIONALES
FUNDAMENTALES.
Reiteradamente la
Corte ha considerado que no obstante su naturaleza prestacional, el derecho a
la seguridad social y en especial a la pensión de invalidez, como derivado de
aquel, pueda asumir en determinadas circunstancias el carácter de fundamental,
dada su íntima relación con los derechos a la vida, al trabajo y a la salud.
El derecho a la
seguridad social tiene su expreso reconocimiento de manera genérica en el
artículo 48 de la Constitución y específicamente con respecto a las personas
disminuidas físicas, sensoriales y psíquicas en el artículo 47 ibídem.
La seguridad social
constituye un servicio público obligatorio dirigido, controlado y coordinado
por el Estado para salvaguardar la vida, la dignidad humana, la integridad
física o moral, contra toda clases de adversidades que pongan en peligro el
desenvolvimiento de la vida individual y social, por cuanto su gran misión es
combatir las penurias económicas y sociales y las desventajas de diversos
sectores, grupos o personas de la colectividad, prestándoles asistencia y
protección. La institución de dicho servicio encuentra además soporte en el
artículo 13 de la C.P. que le impone al Estado la obligación de proteger
especialmente a aquellas personas que por sus condiciones económicas, físicas o
mentales, se encuentran en circunstancias de debilidad manifiesta.
El derecho a la
pensión de invalidez es una de las formas de expresión del derecho a la
seguridad social; busca compensar la situación de infortunio derivada de la
pérdida de la capacidad laboral mediante el otorgamiento de una prestación
económica y de salud.
Esta Sala en la
sentencia T- 239/931 se pronunció sobre la materia en los
siguientes términos:
"Si bien el
reconocimiento del derecho a la pensión de invalidez compete a la entidad
empleadora o a la institución de seguridad social a la que está adscrito el
trabajador y, en caso de conflicto, a la justicia ordinaria, una vez obtenido
su reconocimiento le corresponde al Estado garantizar la efectividad de este
derecho fundamental, principalmente, mediante su pago oportuno ( C. P. art.
53)".
"La pensión
de invalidez representa para quien ha perdido parcial o totalmente la capacidad
de trabajar y no puede por sí mismo proveerse de los medios indispensables para
su subsistencia, un derecho esencial e irrenunciable (C.P. art. 48). El no pago
oportuno de las pensiones de invalidez atenta directamente contra el derecho a
la vida y los principios de dignidad y solidaridad humana sobre los que está
fundado nuestro Estado Social de Derecho (C.P. art. 1º)".
"No sólo la
íntima conexidad entre la pensión de invalidez y los derechos a la vida y el
trabajo llevan a la Corte a afirmar su linaje de derecho fundamental. La
pensión de invalidez es una especie del derecho a la seguridad social, el cual
ostenta igualmente el carácter de fundamental cuando su titularidad se predica
de personas de la tercera edad (Sentencias T-426/92; T-011/93; T-135/93) o de
disminuidos físicos, sensoriales o psíquicos (Sentencia T-427/92)"
"3. La
condición de disminuido físico, sensorial o psíquico - que subyace a la
calificación médica de pérdida de la capacidad laboral como presupuesto del
reconocimiento del derecho a la pensión de invalidez -, coloca a la persona
afectada bajo la órbita del derecho a la igualdad y la hace acreedora de una
protección especial del Estado por encontrarse en circunstancias de debilidad
manifiesta (C.P. art. 13). El desconocimiento del derecho fundamental a la
pensión de invalidez y a su pago oportuno puede entrañar igualmente una
vulneración del derecho a la igualdad, en este caso al derecho a ser tratado de
modo especial por encontrarse en una situación de desventaja frente a las demás
personas (C.P. arts. 2 y 13). En consecuencia, no es desacertada la invocación
del derecho a la igualdad por parte del accionante de tutela frente a lo que
considera una omisión arbitraria de la autoridad pública que atenta contra sus
derechos fundamentales".
1. 3. DE LA
REVOCATORIA DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS POR LA ADMINISTRACION.
Sobre el tema de la
revocación directa de los actos administrativos se ocupó esta Sala en la
sentencia de T- 347/94, en la cual expresó lo siguiente:
"Uno de los
caracteres propios del acto administrativo es su revocabilidad, que se traduce
en la potestad de la administración para revisar y volver a decidir sobre las
cuestiones o asuntos sobre los cuales ha adoptado una decisión invocando
razones de legalidad o legitimidad, con miras asegurar el principio de
legalidad, o la oportunidad, el mérito o conveniencia de la medida que
garanticen la satisfacción y prevalencia del interés público o social".
"Según la
legislación que nos rige, los actos administrativos deberán ser revocados por
los mismos funcionarios que lo hayan expedido o por sus inmediatos superiores,
de oficio o a petición de parte, cuando se den las causales previstas en el
art. 69 del C. C. A. esto es, por razones de legitimidad o legalidad -oposición
con la Constitución o la ley- o por razones de mérito o conveniencia- cuando no
estén conforme con el interés público social o cuando con ellos se cause
agravio injustificado a una persona".
"Cuando se
trate de actos de contenido general es admisible su revocabilidad por la
administración, sin ninguna limitación, mediante la invocación de las aludidas
causales. En cambio, los actos administrativos que reconocen un derecho
subjetivo o una situación jurídica particular y concreta en favor de una
persona no son revocables sino con el consentimiento escrito y expreso del
titular del derecho. (art. 73 inciso 1 del C. C. A.)".
"Razones de
seguridad jurídica y de respeto a los derechos adquiridos o de las situaciones
jurídicas subjetivas que han quedado consolidadas en cabeza de una persona,
como también la presunción de legalidad de las decisiones administrativas en
firme, avalan el principio de la inmutabilidad o intangibilidad de los derechos
subjetivos reconocidos por la administración a través de un acto
administrativo".
"Es cierto
que según el inciso 2o. del art. 73 en referencia es posible la revocación de
los actos administrativos de contenido subjetivo o particular y concreto
"cuando resulten del silencio positivo, si se dan las causales previstas
en el art. 69, o si fuere evidente que el acto ocurrió por medios
ilegales"; pero esta norma debe ser entendida en el sentido de que hace
alusión exclusivamente al llamado acto presunto, producto del silencio
administrativo positivo, que ha reconocido una situación jurídica particular o
un derecho subjetivo a una persona".
"Dicho de
otra manera, los actos administrativos expresos expedidos por la administración
que reconocen un derecho subjetivo no son revocables por ésta sino en los
términos ya indicados (arts. 73, inciso 1 del C.C.A.). En tal virtud cuando la
administración observe que un acto de esta naturaleza es contrario a la
Constitución o la ley debe proceder a demandar su propio acto ante la
jurisdicción de lo contencioso administrativo (art. 149 inciso 1o. del C.C.A.),
pero no podrá revocarlo directamente".2
2. EL CASO EN
EXAMEN.
Según las pruebas
que obran en el informativo el accionante es una persona invidente, que ha
disfrutado de dicha pensión por espacio de 15 años y que carece de recursos
económicos para poder subsistir y gozar de una especial calidad de vida.
También se ha establecido
que el petente era invidente desde antes de su afiliación al ISS; pero había
recibido la capacitación necesaria para desarrollar un trabajo como invidente,
lo cual le permitió desempeñar su actividad laboral durante 10 años
aproximadamente como afiliado a dicha entidad, y que según los reglamentos
vigentes para esa época [art. 5o. del Acuerdo 224 de 1966 (Decreto 3041 de
1966)], para tener derecho a pensión por invalidez de origen no profesional se
requería además de ser declarado inválido permanente, haber cotizado 150
semanas para los riesgos de I.V.M., dentro de los seis años anteriores a la
invalidez, 75 de las cuales debían corresponder a los últimos tres años.
De lo planteado
puede deducirse que dos son las cuestiones a dilucidarse en el presente caso:
La presunta invalidez contraída por el peticionario con anterioridad a su
afiliación al ISS., y la procedencia por parte de la administración de la
revocación de la pensión de invalidez.
- En cuanto a lo
primero, a juicio de la Sala, no debe perderse de vista que diferentes textos
constitucionales apuntan hacia la especial protección que el Estado debe
dispensar a los disminuidos físicos sensoriales y síquicos. Además, que si el
demandante siendo minusválido recibió una capacitación laboral adecuada para
reincorporarse a la actividad laboral y, en tal virtud, trabajó para un patrono
y cotizó al ISS con destino a los seguros de invalidez, vejez y muerte, su
situación desde el punto de vista laboral y particularmente en lo que atañe con
la protección propia de la seguridad social tiene respaldo constitucional en
los arts. 13 inciso final, 47,48 y 54. Precisamente, la última de estas
disposiciones dice:
"Es obligación
del Estado y de los empleadores ofrecer formación y habilitación profesional y técnica
a quienes lo requieran. El Estado debe propiciar la ubicación laboral de las
personas en edad de trabajar y garantizar a los minusválidos el derecho a un
trabajo acorde con sus condiciones de salud".
Se infiere de la
norma transcrita que si tanto el Estado como los particulares están obligados a
ofrecer habilitación profesional y técnica a quienes lo requieran, incluyendo
los minusválidos, y si de otra parte, aquél debe de garantizarle a éstos
"el derecho a un trabajo acorde con sus condiciones de salud",
necesariamente ha de concluirse que cuando se capacitan para acceder o
reingresar al mercado laboral deben gozar de las mismas condiciones laborales
de los demás trabajadores para que no se rompa el principio de igualdad,
condiciones que obviamente incluyen los derechos derivados de la seguridad
social.
La conducta asumida
por el peticionario se encuentra amparada por la presunción de buena fe (art.
83 C.P.) pues no existe prueba dentro del expediente de la cual pueda deducirse
que su afiliación al ISS se produjo en forma fraudulenta. Es mas, ésta entidad
no puede llamarse a engaño con respecto al estado de salud que tenía el
demandante al momento de ser afiliado al Seguro Social, pues debió detectar su
situación de invidente en dicha oportunidad; por consiguiente, no le es dable
al ISS oponer ahora después de haber decretado una pensión que el actor
disfrutó durante muchos años un hecho o circunstancia que debió ser considerado
al momento en que se produjo la afiliación.
Si el ISS consideró
fundado en razones que son atendibles que el demandante tenía derecho a la
pensión de invalidez y ésta prestación se disfrutó por el beneficiario a
ciencia y paciencia de dicha entidad, no le es permitido ahora actuar o ir en
contra de sus propias razones.
- Con respecto a lo
segundo, estima la Sala que el ISS carecía de competencia para revocar el acto
que había decretado la pensión de invalidez en favor del peticionario, por las
mismas razones que en un caso similar expuso en la sentencia T-347/94, en la cual
se refirió a la interpretación que debe dársele a los arts. 73 del C.C.A. y 42
del decreto 2665 de 1988, en los siguientes términos:
"...La
primera de las normas citadas, como ya se dijo antes no permite la revocación
de actos administrativos expresos que han reconocido un derecho subjetivo a
una persona. Y la Segunda disposición, no se refiere a revocación del acto sino
de suspensión. Estas son instituciones diferentes que tienen una naturaleza
jurídica igualmente distinta, como se desprende del análisis que sigue:"
"El art. 42
del decreto reglamentario 2665 de 1988 "por el cual se expide el
reglamento general de sanciones, cobranzas y procedimientos del Instituto de
Seguros Sociales", dispone:
"Suspensión
de las prestaciones económicas y de salud.- El ISS procederá a la suspensión
inmediata de las prestaciones económicas y de salud en los siguientes casos: a)
Cuando se causen por afiliación ilegal; b) Cuando se compruebe que conforme los
Reglamentos de los Seguros, no tenía derecho a ellas, c) Cuando el pensionado
por invalidez y mientras la pensión tiene carácter provisional, no se somete a
exámenes y revisiones médicas ordenadas, conforme previsión de los respectivos
Reglamentos, d) Cuando haya cesado la invalidez que le dio origen a la
respectiva pensión y, e) Cuando las prestaciones hayan sido obtenidas de manera
ilegal o fraudulenta".
"Así mismo
habrá lugar a la suspensión de las prestaciones de salud: a) Por mora en el
pago de los aportes patrono-laborales; b) Cuando se incurra en omisión en el
suministro al ISS de los datos de identificación del derechohabiente y respecto
a las prestaciones asistenciales de dicho derechohabiente y, c) Cuando hubiere
renuncia en el sometimiento a las prescripciones, tratamientos médicos y exámenes
médicos ordenados por los facultativos del ISS:
La suspensión
terminará, salvo los casos de afiliación ilegal y cuando nunca se hubiere
tenido derecho a las prestaciones, cuando cese, la renuencia en el sometimiento
a las prescripciones y exámenes médicos, la mora en el pago de los aportes
patrono-laborales por cancelación total o por celebración de compromiso de pago
o, en general, por haber desaparecido la causa que la motivó, de conformidad
con los Reglamentos Generales de los respectivos Seguros".
"Del
contenido de la norma transcrita no se deduce, en modo alguno, que el ISS pueda
revocar directamente el acto administrativo que ha reconocido a una persona el
derecho al disfrute de una pensión de vejez ( pensión de invalidez), pues la
norma se refiere exclusivamente a la "suspensión de las prestaciones
económicas y de salud". No es lo mismo suspender el pago de una
prestación, en las hipótesis previstas en la norma en referencia, que revocar
un acto administrativo en firme que ha reconocido un derecho prestacional. La
suspensión a que alude la norma, que es diferente de la suspensión provisional
del acto administrativo por la jurisdicción de lo contencioso administrativo,
implica la privación temporal y no definitiva del derecho prestacional cuando la
situación del beneficiario pueda encuadrarse en alguno de los casos previstos
en dicha norma. Esta es la interpretación no sólo jurídica sino la que en
justicia y equidad corresponde, pues el afectado con la medida bien puede,
adecuando su conducta a la preceptiva del inciso final de la disposición en
referencia, o a través de los recursos gubernativos o en virtud de una acción
ante el juez ordinario laboral, luego de agotada la vía gubernativa (arts. 2 y
6 C.P.C.), obtener el restablecimiento de la prestación. En cambio la
revocación del acto administrativo, necesariamente conlleva la extinción del
derecho prestacional que antes había reconocido la administración a través del
acto revocado, es decir, implica el desconocimiento de la situación jurídica particular
y concreta que la propia administración había creado con anterioridad".
"Según el
art. 2 del Código de Procedimiento Laboral, la jurisdicción del trabajo conoce
de las controversias y ejecuciones que le atribuye la legislación sobre Seguro
Social. Por consiguiente, las controversias que puedan presentarse entre el
Instituto de los Seguros Sociales y sus afiliados en razón de la suspensión de
una prestación económica o de salud son dirimidas por la jurisdicción laboral
ordinaria y no por la jurisdicción de lo contencioso administrativo. La
radicación de esta competencia en el juez laboral ordinario responde a la
filosofía de la norma en lo relativo al carácter que tiene la suspensión de
hacer cesar temporalmente el goce del derecho y no extinguirlo definitivamente,
pues es aquél quien en últimas define si el beneficiario tiene o no derecho a
disfrutar de la respectiva prestación, pues si se tratara de la revocación de
un acto administrativo que ha reconocido un derecho subjetivo, en el evento de
que la ley permitiera su revocación, la lógica y la técnica jurídica, avalada
en los preceptos de los artículos 236, 237 y 238 de la C.P., indicarían que su
control jurisdiccional debe estar atribuido a la jurisdicción de lo contencioso
administrativo".
Por las razones
expuestas concluye la Sala, que no obstante existir en el presente caso un
mecanismo ordinario de defensa judicial, como lo es el proceso ordinario ante
la justicia laboral concederá la tutela como mecanismo transitorio para evitar
un perjuicio irremediable, mientras el juez competente decide en definitiva si
al demandante le asiste el derecho de continuar gozando de su pensión de
invalidez.
No cabe duda, que el
perjuicio que se le podría causar al demandante tiene el carácter de
irremediable, porque la no percepción de la pensión de invalidez que ha sido su
único sustento durante 15 años, puede poner en peligro el derecho a la
subsistencia, a la vida y a la salud del actor y de su familia.
Sin perjuicio de lo
expuesto, para salvaguardar los intereses del ISS, se dispondrá en la parte
resolutiva que la acción laboral pertinente deberá instaurarse por el
peticionario de la tutela dentro del término de cuatro meses, contados a partir
de la notificación de esta sentencia, y que de no ejercitarse dicha acción en
el período fijado cesarán los efectos de la tutela que se concede.
IV. DECISION.
Por las razones que
anteceden, la Sala Segunda de la Corte Constitucional, administrando justicia
en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
PRIMERO: REVOCAR la sentencia proferida por el Juzgado
Tercero Civil del Circuito de Santafé de Bogotá D.C., y en su lugar, se dispone
conceder la tutela solicitada por el señor José Alvaro Cárdenas, como mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable. En tal virtud, el señor José
Alvaro Cárdenas podrá continuar disfrutando de la pensión de invalidez otorgada
por el ISS, hasta tanto el juez ordinario laboral competente decide si éste
tiene derecho o no al pago de dicha prestación económica y de salud.
SEGUNDO: El señor José Alvaro Cárdenas deberá
instaurar el correspondiente proceso laboral dentro de los cuatro (4) meses
siguientes a la notificación de la presente sentencia; si así no lo hiciere
cesarán sus efectos a partir de la expiración del referido término.
TERCERO: LIBRAR comunicación al Juzgado Tercero Civil de
Santafé de Bogotá D.C., a efecto de que notifique esta sentencia a las partes
respectivas y adopten las decisiones necesarias para la ejecución de lo aquí
dispuesto.
Notifíquese,
cópiese, publíquese e insértese en la Gaceta Constitucional.
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado Ponente
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
1 M.P. Antonio Barrera Carbonell.
2 M.P. Antonio Barrera Carbonell. |
350 | T-145-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-145/95
DERECHO A LA IGUALDAD/PADRE COMUNITARIO-Afiliación al ISS
El actor tiene
derecho a ser afiliado al ISS en la misma forma y en las mismas condiciones en
que lo han sido las madres comunitarias. Es decir, si a ellas se las ha
afiliado a los riesgos de enfermedad general y maternidad con el régimen
subsidiado, así debe ser afiliado el actor. El trato que se le otorgue al
actor, debe ser el mismo de las madres comunitarias.
REF: PROCESO T-52.963
DEMANDANTE: ISRAEL MERA GUTIERREZ contra INSTITUTO
DE SEGUROS SOCIALES, SECCIONAL DEL CAUCA.
PROCEDENCIA: TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE
POPAYAN.
MAGISTRADO
PONENTE: JORGE ARANGO
MEJIA.
Aprobada en sesión
de la Sala Primera de Revisión, celebrada en la ciudad de Santafé de Bogotá, a
los tres (3) días del mes de abril de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Primera de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Jorge Arango
Mejía, Antonio Barrera Carbonell y Eduardo Cifuentes Muñoz, decide sobre la
providencia proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Popayán
en el proceso promovido por ISRAEL MERA GUTIERREZ.
El expediente llegó
a la Corte Constitucional, por remisión que hizo el Tribunal, en virtud de lo
ordenado por el artículo 31 del decreto 2591 de 1991.
I.- ANTECEDENTES.
El actor presentó ante el Juzgado Laboral
del Circuito de Popayán, el 31 de agosto de 1994, acción de tutela contra el
Instituto del Seguro Social, Seccional Cauca, por las siguientes razones.
a) Hechos.
1. El actor, desde hace aproximadamente 13
años, ha estado vinculado a los Hogares Comunitarios de Bienestar, de la vereda
Riosucio Armonival, corregimiento los Anayes, municipio del Tambo, departamento
del Cauca. Desde el 15 de enero de 1990, se vinculó como padre comunitario en
el mencionado programa.
2. El actor solicitó ser afiliado al
Instituto de Seguros Sociales, para el seguro de enfermedad general y
maternidad, E.G.M. Esta solicitud la hizo con base en la circular 208, emanada
del Subdirector de Seguros Económicos de los Seguros, de fecha 8 de julio de
1994. Sin embargo, el Instituto negó tal afiliación, con base en un concepto de
la Oficina Jurídica Nacional, según el cual "no son madres comunitarias
los padres que cuidan a los niños en los Hogares de Bienestar . . . En
concordancia no podrán afiliarse como madres comunitarias los de sexo
masculino." (las negrillas pertenecen al texto original)
b) Derechos presuntamente vulnerados.
El actor considera que el Instituto de
Seguros Sociales al negar su afiliación, vulneró sus derechos a la igualdad, al
trabajo y a la seguridad social, derechos consagrados en los artículos 13, 25 y
43 de la Constitución.
c) Pretensión.
Solicita se ordene al Instituto del Seguro
Social afiliarlo al seguro de enfermedad general y maternidad, E.G.M., en forma
subsidiada.
d) Pruebas aportadas por el actor.
El actor aportó documentos relacionados con
su petición, y pruebas de su vinculación a los hogares comunitarios de
bienestar.
e) Actuación procesal.
El Juzgado Laboral del Circuito, una vez
asumió el conocimiento de la presente acción, notificó al Instituto de Seguros
Sociales. Así mismo, ofició al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para
que le suministrara información sobre los hogares comunitarios.
En virtud de lo anterior, el Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar aportó, entre otros, los siguientes
documentos:
- Copia de la Circular No. 028 del 1 de
junio de 1994, suscrita por el Director Nacional del Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar, en la que se indica que las madres comunitarias que estén
en capacidad de cotizar, pueden acceder al Sistema General de Pensiones, de
conformidad con lo establecido por la ley 100 de 1993. Y que, para tal efecto, se
procederá ante el Instituto de Seguros Sociales en la misma forma que se hizo
para el seguro de E.G.M.
- Ley 89 de 1988, por la cual se asignan
recursos al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Decreto 2019 de 1989,
por el cual se reglamenta el la ley 89 de 1988, en lo que se refiere a los
Hogares Comunitarios de Bienestar.
- Acuerdo 504 de 1990, por el cual se
extiende la cobertura del Seguro de Enfermedad General y Maternidad a las
madres comunitarias de los Hogares de Bienestar. Este acuerdo fue expedido por
la Junta Administradora del Instituto de Seguros Sociales.
f) Sentencia de primera instancia.
El Juzgado Laboral del Circuito de Popayán,
mediante Sentencia del 8 de septiembre de 1994, concedió la tutela
solicitada, por considerar que el Instituto de Seguros Sociales, al no
permitirle al demandante su afiliación, vulneró sus derechos a la igualdad, a
la vida y al libre desarrollo de la personalidad.
Aduce el Juzgado que el decreto 2019 de
1989 no establece diferencia de sexo para ejercer el cargo de madre comunitaria
pues, en su artículo 3o., literal b), se estipula: "Las asociaciones de
padres se integran por los padres o personas bajo cuya responsabilidad se
encuentren los niños beneficiarios del programa y por quienes solidariamente
quieran participar como madres comunitarias...." (subrayas del
Juzgado).
Por otro lado, señaló que el derecho a la
seguridad social se garantiza a todos los habitantes y mal podría negársele a
una persona en razón de su sexo, máxime cuando la norma que lo consagra no ha
hecho distinción alguna.
Así mismo, adujo que al negarse el derecho
a la seguridad social, se está vulnerando el derecho a la salud, así como, a la
vida, porque si no se previene un estado patológico que pueda sobrevenirle al
actor, se estaría atentando contra la vida del mismo.
Finalmente consideró vulnerado el derecho
al libre desarrollo de la personalidad, pues el actor al desempeñarse como
madre comunitaria, demuestra gran sensibilidad social, y, al negársele la
afiliación, puede presentar un cambio brusco en su personalidad.
Por las anteriores consideraciones, indica
el Juzgado, el Instituto de Seguros Sociales vulneró el derecho a la igualdad
del actor, pues, por un concepto emitido por un funcionario de la Institución,
se desconoció lo estipulado en la Constitución Política.
En consecuencia, el Juzgado ordenó al
Instituto de Seguros Sociales proceder a afiliar al actor, en el término de 48
horas, “como le corresponda en su caracter (sic) de madre comunitaria.”
g) Impugnación.
El Instituto impugnó el fallo, por
considerar que, conforme al acuerdo 504 de 1990, la resolución 5785 de 1993 y
el decreto 1791 de 1990, la ley 89 de 1988 y el decreto 2019 de 1989, la
cobertura del seguro social obligatorio se extendió sólo a las "madres
comunitarias".
Señala que los literales c) y d), del
artículo 3o., del decreto 2019 de 1989, determinan en forma clara e inequívoca
que los Hogares Comunitarios funcionan bajo el cuidado de una madre
comunitaria, que se encarga de los menores; pero, en ningún momento establece
que la madre comunitaria podría ser un padre o un monitor, como lo es el señor
Israel Mera Gutiérrez.
Además, según el concepto emitido por la
Oficina Jurídica Nacional del Instituto, " no son madres comunitarias los
padres que cuidan los niños en los Hogares de Bienestar"; en consecuencia,
el aceptar al actor como madre comunitaria significaría que la Seccional
estaría desacatando normas de forzoso cumplimiento, puesto que el concepto
precitado tiene tal carácter para los funcionarios de la Institución, salvo
decisión en contrario del Director General del Instituto. Por lo anterior, sólo
en el momento en que se declare su nulidad o se modifique el decreto 2019 de
1989, ampliando el concepto de madre comunitaria al de padre o monitor
comunitario, podría aceptarse la afiliación.
Concluye que la acción de tutela no es el
medio para obtener la modificación de la normatividad precitada, pues, para
ello, existen otros medios de defensa judicial, ante la jurisdicción
contencioso administrativa.
h) Sentencia de segunda instancia.
Mediante Sentencia proferida el 24 de
octubre de 1994, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Popayán revocó
el fallo del a quo.
El Tribunal consideró que el Instituto
tiene razón al negarse a afiliar al actor como madre comunitaria al Seguro de
Enfermedad General y Maternidad, pues la normatividad que regula la materia no
lo permite. Además, porque el cargo de madre comunitaria no pude ser
desempeñado por un hombre.
Así mismo, consideró que el Instituto no
vulneró el derecho a la igualdad, pues el actor no ha sido discriminado o
marginado, como tampoco se encuentra en circunstancias de debilidad manifiesta,
simplemente el Instituto está dando cumplimiento a normas de carácter legal.
Dijo también el Tribunal:
“.
. .se tiene que el Director Nacional del INSTITUTO COLOMBIANO DE BIENESTAR
FAMILIAR, advirtió a los Directores Regionales. que según lo establecido en la
ley 100 de 1.993, LAS MADRES COMUNITARIAS de los Hogares de Bienestar
podían acceder a partir del 1o. de abril de 1994, al sistema General de
Pensiones, pudiendo las MADRES que así lo deseen afiliarse al Seguro
I.V.M. (Invalidez, Vejez y Muerte), o al de E.G.M. (Enfermedad en general y
maternidad). El señor ISRAEL MERA GUTIÉRREZ, podría, si estuviera
permitido a los de sexo masculino, afiliarse al seguro por Enfermedad en
General, pero por obvias y evidentes razones no podría quedar amparado ni ser
afiliado al Seguro por MATERNIDAD.” (las negrillas y mayúsculas pertenecen al
texto original).
En consecuencia, el Tribunal ordenó la
cancelación de la afiliación efectuada por el Instituto, en cumplimento del
fallo del a quo.
h) Pruebas solicitadas por la Corte
Constitucional.
Por auto de fecha 27 de enero de 1995, la
Corte solicitó al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Regional Cauca,
la siguiente información:
- Si el señor ISRAEL MERA GUTIÉRREZ,
identificado con la cédula de ciudadanía Nro. 76.030.037 del Tambo, Cauca, está
o ha estado vinculado a los Hogares Comunitarios de Bienestar, de la Vereda
Riosucio Armonival, Corregimiento los Anayes, municipio El Tambo, departamento
del Cauca.
- ¿Cuál es la labor que realiza o ha
realizado el señor MERA GUTIÉRREZ en los hogares comunitarios en el lugar
mencionado.?
- Si el valor de la beca que el señor MERA
GUTIERREZ recibe o ha recibido, según la planilla de becas que obra en el
expediente, corresponde al valor reconocido a las madres comunitarias, a
monitores, a trabajadores solidarios, o a cualquier otra modalidad.
- ¿Existen padres comunitarios?
La Directora Regional del Instituto, en
comunicación de 2 de febrero de 1995, manifestó que el actor está vinculado
como padre comunitario en el programa de Hogares Comunitarios de
Bienestar, desde el día 15 de enero de 1990. Además suministró la siguiente
información:
“2. El Padre
Comunitario MERA GUTIÉRREZ, viene realizando las siguientes acciones en el Hogar
Comunitario de Bienestar así:
“a. Organización y
realización de actividades con grupos de niños; en las áreas de nutrición y
salud, pedagógica y socioafectiva.
“b. Trabajo en
grupos de familias para fortalecer la relación familiar y desarrollar el sentido
de pertenencia y su vinculación en la práctica al mejoramiento de condiciones
materiales.
“c. Colaborar con
los programas preventivos que se desarrollan en la comunidad.
“3. El señor MERA
GUTIÉRREZ, a partir de febrero de 1994 hasta enero de 1995, recibió
mensualmente por concepto de beca neto, el valor de Cincuenta y cinco mil
seiscientos sesenta y cinco pesos ($55.665.oo) moneda corriente.
“4. En los Hogares
de Bienestar a cargo del Centro Zonal No. 2 de Prevención Sur Popayán sólo
existen dos Padres Comunitarios.
“5. Además, y para
información de la Honorable Corporación, en la actualidad se hallan vinculados
un total de 27 Padres Comunitarios al Programa Hogares Comunitarios de
Bienestar que desarrolla esta Regional.”
II.- CONSIDERACIONES DE LA CORTE
CONSTITUCIONAL.
Primera.- Competencia.
La Corte Constitucional es competente en
virtud de lo dispuesto en los artículos 86 y 241, numeral 9, de la
Constitución.
Segunda.- ¿Qué son los hogares comunitarios
de bienestar?
En el presente caso, es necesario hacer un
breve recuento sobre la creación y funcionamiento de los hogares comunitarios,
pues de ello dependerá, en gran medida, la decisión a adoptar.
El decreto 2019 de 1989 establece dentro de
los objetivos del programa “Hogares Comunitarios de Bienestar”, los siguientes:
“Que el Programa
“Hogares Comunitario de Bienestar” ha sido desarrollado por el gobierno para
apoyar a los padres de familia en la atención de sus hijos, especialmente en
los sectores más pobres del país.
“Que el programa
“Hogares Comunitarios de Bienestar” se fundamenta en el trabajo solidario de la
comunidad, encaminado a garantizar a los niños la atención de sus necesidades
básicas, especialmente en los aspectos de nutrición, protección y desarrollo
individual.”
La forma como
funcionan los mencionados hogares, según el decreto citado, es la siguiente:
“Artículo 1o. Los
Hogares Comunitarios de Bienestar a que se refiere el parágrafo número 2 del
artículo primero de la ley 89 de 1988, se constituyen mediante becas que asigne
el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, y los recursos locales, para que
familias en acción mancomunada atiendan las necesidades básicas de nutrición,
salud, protección y desarrollo individual y social de los niños de estratos
sociales pobres del país.
“Artículo 2o. El
funcionamiento y desarrollo del programa Hogares Comunitarios de Bienestar será
ejecutado directamente por la comunidad, a través de asociaciones de padres de
familia, las cuales administrarán los recursos asignados por el gobierno y los
aportes provenientes de la comunidad, mediante su vinculación a los programas
de autogestión comunitaria para el cuidado de los niños y demás actividades
propias del programa.”
De acuerdo con el
mismo decreto, corresponde a las asociaciones de padres de familia designar a
las personas bajo cuya responsabilidad estarán los menores beneficiarios del
programa. Dicen los literales b), c) y d), del artículo 3o.:
“Artículo 3o.
“b) Las asociaciones
de padres se integran por los padres o personas bajo cuya responsabilidad se
encuentren los niños beneficiarios del programa y por quienes solidariamente
quieran participar como madres comunitarias. . . .
“c) . . . y [las
asociaciones] seleccionan las madres que se encargarán del cuidado de los
menores, dentro de las personas que estén dispuestas a aportar su
trabajo solidario para este fin y que hayan recibido y aprobado la capacitación
correspondiente. . . . (negrillas fuera del texto)
“d) Cada “Hogar
Comunitario de Bienestar”, funciona bajo el cuidado de una madre comunitaria,
escogida por la asociación de padres del programa, y cada día una madre o un
familiar de los niños que asisten al hogar, debe ayudar a la madre comunitaria
en el cuidado de los niños.”
En el documento suministrado por el
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, denominado “Normas
Técnico-Administrativas de los Hogares de Bienestar”, sobre la forma de
organización de madres comunitarias, se lee:
“Organización de
madres comunitarias
“La organización
debe puntualizar para el caso de las madres comunitarias que se espera de
ellas:
“- Que se inscriban
para la capacitación de introducción al programa.
“- Que organicen y
realicen actividades con grupos de niños.
“- Que trabajen con
grupos de padres de familia para fortalecer la relación familiar y desarrollar
el sentido de pertenencia y su vinculación en la práctica, al mejoramiento de
condiciones materiales.
“- Que colaboren con
los programas preventivos que desarrollen en su comunidad.”
Tercera.-
Labores que desempeña el actor como padre comunitario y su relación con las
que desempeñan las madres comunitarias.
El Instituto de
Seguros Sociales, Seccional Cauca, basa su negativa de afiliar al actor en lo
señalado en el concepto de la Oficina Jurídica del Instituto, OJN-DS-29 de
julio de 1992, concepto que es de obligatorio cumplimiento para las
seccionales. Dice el concepto citado:
“. . . usted
solicita concepto sobre la posibilidad de afiliar al Régimen de los Seguros
Sociales Obligatorios, a los monitores de los Hogares Comunitarios,
quienes desempeñan funciones pedagógicas y de orientación a los padres, propios
del proyecto y que normalmente realizan las madres comunitarias.
“Sobre el
particular, nos permitimos manifestarle:
“ . . .
“En consecuencia y
de acuerdo con las normas anteriormente citadas, no le es legalmente posible al
Instituto afiliar al régimen de los Seguros Sociales Obligatorios, a personas
distintas de las Madres Comunitarias, a menos que se modifique o adicione el
decreto 2019 de 1989, en el sentido de asimilar el papel de monitores o de
padres, al de Madres Comunitarias o solicitar al Instituto, previo trámite
legal, la extensión de la cobertura en una forma más amplia para todas las
personas que desempeñen una labor solidaria, como integrantes de dichos
Hogares.” (se subraya)
Pero veamos si el actor es un monitor, en
cuyo caso, de acuerdo con el concepto no puede ser afiliado, o si desempeña las
funciones encomendadas a las madres comunitarias, y es padre comunitario.
En primer lugar, de conformidad con lo
expresado a la Corte Constitucional por la Directora Regional de Bienestar
Familiar, el actor “se vinculó como Padre Comunitario en el Programa
Hogares Comunitarios de Bienestar, de la Vereda Riosucio Armonival. Hogar
dependiente de la Asociación de Usuarios de Hogares de Bienestar, Corregimiento
de los Anayes, municipio de El Tambo, Departamento del Cauca, el día 15 de
enero de 1990.” (se resalta)
La misma Directora manifiesta que el actor
viene realizando las siguientes funciones en dicho hogar:
“a. Organización y
realización de actividades con grupos de niños; en las áreas de nutrición y
salud, pedagógica y socioafectiva.
“b. Trabajo en
grupos de familias para fortalecer la relación familiar y desarrollar el
sentido de pertenencia y su vinculación en la práctica al mejoramiento de
condiciones materiales.
“c. Colaborar con
los programas preventivos que se desarrollan en la comunidad.”
Es decir, el demandante tiene bajo su
responsabilidad a un hogar comunitario.
Además, de acuerdo con la planilla de
becas, folio 3, el valor de la beca recibida por el actor, corresponde al mismo
de las madres comunitarias, suma que hasta enero de 1995 era de $55.665,oo
mensuales.
La Directora Regional, también señala que
el señor Mera Gutiérrez no es el único padre comunitario en la zona, ni en la
regional, pues existen dos en la zona y la regional tiene en total con 27.
De acuerdo con lo anterior, se observa:
- El actor no es un monitor, sino un padre
comunitario. En consecuencia, el concepto de la oficina jurídica del
Instituto de Seguros Sociales no se refiere a él.
- El actor, como padre comunitario, según la
información suministrada por Bienestar Familiar, desempeña las labores que han
sido asignadas a las madres comunitarias.
- El actor fue seleccionado por la
asociación de hogares comunitarios en la misma forma como se selecciona a las
madres comunitarias, es decir, porque reúne las características que se exigen
en el programa para tal desempeño.
- El actor ha venido recibiendo
mensualmente por concepto de beca, una suma de dinero igual a la que reciben
las madres comunitarias.
En conclusión, el actor tiene derecho a
gozar de las mismas prerrogativas que se le otorguen a las madres comunitarias.
A situaciones iguales, se debe dar un trato igual, pues de lo contrario se
viola el derecho a la igualdad, de que trata el artículo 13 de la Constitución,
especialmente en lo que se refiere a que todas las personas recibirán la misma
protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, sin
discriminación por razón de su sexo. Y a que el Estado promoverá las
condiciones para que la igualdad sea real y efectiva.
Pero para la decisión a adoptar, es
necesario estudiar qué es lo solicitado por el actor y si éste tiene otro medio
de defensa judicial.
Cuarta.- Lo que solicita el demandante.
El demandante solicita que el Instituto de
Seguros Sociales acepte su afiliación para el seguro de enfermedad general y
maternidad, E.G.M., en forma subsidiada, tal como el Instituto lo ha hecho
con las madres comunitarias, dado que él se desempeña en un hogar de bienestar,
como padre comunitario. El Instituto, como ya se dijo, se negó a hacerlo por
las razones ya expresadas.
Pero, ¿en qué consiste el seguro por él
pedido, especialmente en lo referente a maternidad?
Se necesita precisar este tema, pues el ad
quem consideró que el actor podría, si estuviera permitido a los de sexo
masculino, afiliarse al seguro por enfermedad general, “pero por obvias y
evidentes razones no podría quedar amparado ni ser afiliado al Seguro por
MATERNIDAD.” (las mayúsculas pertenecen al texto original).
Al parecer, el Tribunal considera que el
seguro de maternidad sólo cobija a las afiliadas, pero, esta
interpretación, es equivocada, pues, según el decreto 770 de 1975, que aprobó
el acuerdo 536 de 1974, expedido por el Consejo Directivo de los Seguros
Sociales, y reglamentó el seguro de enfermedad general y maternidad, cuando se
trate de afiliado, el seguro cobija a su esposa o compañera
permanente, en los siguientes términos.
“Artículo 19. La
esposa del asegurado que hubiere cotizado un mínimo de cuatro (4) semanas,
tendrá derecho a las prestaciones asistenciales previstas en caso de
maternidad. A falta de esposa, tendrá derecho a las mencionadas prestaciones la
mujer con quien el asegurado esté haciendo vida marital, siempre que sean
solteros y que la compañera hubiere sido inscrita en el Seguro Social con ocho
(8) meses de anticipación, por lo menos a la fecha de la iniciación del reposo
prenatal. Este último requisito no se exigirá cuando se compruebe la existencia
de hijos comunes.”
En síntesis, el seguro de enfermedad
general y maternidad, es un seguro que cobija a hombres y mujeres.
Quinta.- ¿Existe otro medio de defensa
judicial?
En la impugnación, el apoderado de la
entidad demandada, considera que existen las acciones correspondientes ante la
autoridad judicial competente, especialmente contra el decreto 2019, de 1989,
literales c) y d) del artículo 3o., donde se estableció “en forma clara e
inequívoca que los Hogares Comunitarios funcionarán bajo el cuidado de una
madre comunitaria, la cual se encargará del cuidado de los menores. En ningún
momento establece que esta madre podrá ser un padre o un monitor, como lo es el
Sr. Israel Mera G.”
Sin embargo, el contenido del literal c),
no es claro e inequívoco, como se afirma, pues textualmente dice:
“c) Con base en el
autodiagnóstico la asociación determina el número de Hogares, de acuerdo con
los recursos disponibles, a razón de uno por cada quince (15) niños, y
seleccionan (sic) las madres que se encargarán del cuidado de los menores,
dentro de las personas que estén dispuestas a aportar su trabajo solidario
para este fin y que hayan recibido y aprobado la capacitación correspondiente.
Así mismo examina las condiciones físicas y ambientales para su mejoramiento
cuando sea necesario.” (se subraya)
Es decir, las asociaciones seleccionan a
las madres dentro de las personas que reúnan determinadas
características.
El término persona, como sabemos,
incluye a hombre y a mujer. Así lo prevé el artículo 33 del Código Civil, según
el cual la palabra persona, en su sentido general se aplica a los individuos de
la especie humana.
Además, esta interpretación se ajusta
plenamente al principio de igualdad consagrado en la Constitución.
Sobre la posibilidad de demandar por parte
del actor las demás circulares que contienen los conceptos jurídicos del
Instituto de Seguros Sociales, no obra en el expediente que éstos hubieran sido
puestos en conocimiento del actor. Sólo existe a folio 4, fotocopia de una
comunicación, sin fecha ni número que la identifique, que dice así:
“Señores
PRESIDENTES: ASOCIACIÓN DEL PROGRAMA DE BIENESTAR FAMILIAR CORREGIMIENTO LOS
ANAYES JARDÍN INFANTIL “ALEGRE DESPERTAR” RIOSUCIO - MUNICIPIO DE EL TAMBO (C)
“Me permito dar
respuesta a sus oficios fechados el 10 de los corrientes.
“Sobre este
particular y como divulgación al interior del programa de Madres Comunitarias,
concepto de la Oficina Jurídica Nacional OJN-5220 del 21 de octubre de 1.993,
según el cual no son madres comunitarias los padres que cuidan niños en los
Hogares de Bienestar, ratificando el concepto de la misma dependencia (Oficina
Jurídica Nacional) OJN-DS-3360 del 29 de Julio de 1.993.
“En concordancia
no podrán afiliarse como madres comunitarias los de sexo masculino.” (las
negrillas corresponden al texto original)
Esta comunicación esta firmada por el
encargado día a día afiliación y registro en el ISS del Cauca.
Como ya vimos, el
concepto a que se refiere esta comunicación, hace relación a los monitores de
dichos hogares. Situación que no es la del actor.
Por consiguiente, y
sin desconocer la posibilidad de que el demandante pueda hacer uso de las
acciones respectivas ante la jurisdicción correspondiente, la presente tutela
se concederá sin condicionarla a tal evento. Se dará aplicación a lo dispuesto
en el artículo 6o., numeral 1., del decreto 2591 de 1991, en cuanto dice:
“. . . La existencia
de dichos medios [de defensa judicial] será apreciada en concreto, en cuanto a
su eficacia, atendiendo las circunstancias en que se encuentre el solicitante.”
Sobre este aspecto,
y tratándose de situaciones especiales, la Corte Constitucional manifestó:
“6.4. PROCEDENCIA
PREFERENTE DE LA ACCIÓN DE TUTELA, AÚN EXISTIENDO OTRO MECANISMO DE DEFENSA
JUDICIAL.
La regla general de
procedencia de la acción de tutela indica que cuando se da la violación o
amenaza de un derecho fundamental, y el titular del derecho violado o amenazado
cuenta con un medio de defensa judicial diferente a la tutela, ha de preferirse
ese otro medio de defensa y, la acción de tutela sólo procede "como
mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable."(artículo 86
de la Constitución Política).
“. . .
“Así las cosas, es
perfectamente posible que, cuando la persona cuyo derecho fundamental ha sido
violado, interpone los medios de defensa prejudiciales -recursos de la vía
gubernativa, querellas de policía, conciliación, etc.- o judiciales apropiados
para la defensa de los derechos de rango legal -procesos ante las
jurisdicciones ordinarias-, a través de ellos logre la protección inmediata del
derecho fundamental violado. Esto no sólo es posible, sino que coincide con la
práctica corriente; y ha llevado a que la Corte Constitucional, en su función
de revisar los fallos de instancia de los procesos de tutela, haya elaborado
una doctrina sobre la carencia de objeto en esa materia. Véase, por ejemplo, la
Sentencia T-033/94 (2 de febrero, Magistrado Ponente, Dr. José Gregorio
Hernández Galindo).
“. . .
“La Corte, empero,
encuentra necesario hacer la siguiente precisión: cuando el juez de tutela
halle que existe otro mecanismo de defensa judicial aplicable al caso, debe
evaluar si, conocidos los hechos en los que se basa la demanda y el alcance del
derecho fundamental violado o amenazado, resultan debidamente incluídos TODOS
los aspectos relevantes para la protección inmediata, eficaz y COMPLETA del
derecho fundamental vulnerado, en el aspecto probatorio y en el de decisión del
mecanismo alterno de defensa. Si no es así, si cualquier aspecto del derecho
constitucional del actor, no puede ser examinado por el juez ordinario a través
de los procedimientos previstos para la protección de los derechos de rango
meramente legal, entonces, no sólo procede la acción de tutela, sino que ha de
tramitarse como la vía procesal prevalente. Así como la Constitución no permite
que se suplante al juez ordinario con el de tutela, para la protección de los
derechos de rango legal, tampoco permite que la protección inmediata y eficaz
de los derechos fundamentales, sea impedida o recortada por las reglas de
competencia de las jurisdicciones ordinarias.
“En los casos en
los que, aun existiendo otro mecanismo de defensa judicial, la acción de
tutela, por las razones anotadas, resulte prevalente, el juez de tutela podrá
señalar en su fallo, la libertad del actor para acudir al otro medio de defensa
del derecho, a fin de reclamar la responsabilidad en que ya haya incurrido
quien lo violó o amenazó.” ( Sentencia T-100 de 1994, Magistrado ponente:
doctor Carlos Gaviria Díaz). (se subraya)
CONCLUSION:
El actor tiene derecho a ser afiliado al
Instituto de los Seguros Sociales en la misma forma y en las mismas condiciones
en que lo han sido las madres comunitarias. Es decir, si a ellas se las ha
afiliado a los riesgos de enfermedad general y maternidad con el régimen
subsidiado, así debe ser afiliado el actor. Si por razones de aplicación de la
ley 100 de 1993, tal forma de afiliación al Instituto ha sido modificada, el
trato que se le otorgue al actor, debe ser el mismo de las madres comunitarias.
Pues, el sentido de esta Sentencia no es ordenar que al actor se le
afilie a un determinado seguro por parte del Instituto demandado. No, esta
Sentencia sólo ordenará que el Instituto acepte la afiliación del actor en las
mismas condiciones correspondientes a las madres comunitarias.
Por lo anterior, se revocará la Sentencia
del Tribunal y se confirmará, pero con modificaciones, la del Juzgado Laboral
del Circuito de Popayán.
III.-
DECISION.
En mérito de lo
expuesto, la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo
y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
Primero.-
REVOCASE la Sentencia del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Popayán, del 24 de octubre de 1994,
y en su lugar se confirma, por las razones expuestas, la del Juzgado
Laboral del Circuito de Popayán, de fecha 8 de septiembre de 1994. En consecuencia,
se concede la tutela demandada por el señor ISRAEL MERA GUTIERREZ.
Segundo.-
ORDENASE al Instituto de
Seguros Sociales, Seccional Cauca, que en el término de cuarenta y ocho (48)
horas, contado a partir de la notificación de esta Sentencia, proceda a afiliar
al señor ISRAEL MERA GUTIERREZ a los mismos seguros y en la misma forma en que
se ha hecho o se haga con las madres comunitarias, siempre y cuando el señor
Mera Gutiérrez continúe siendo padre comunitario.
Tercero.-
COMUNIQUESE la presente
decisión al Juzgado Laboral del Circuito de Popayán, para que sea notificada a
las partes, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 36 del decreto 2591
de 1991.
Cópiese, notifíquese, cúmplase, publíquese e insértese en la Gaceta
de la Corte Constitucional.
JORGE ARANGO
MEJIA
Magistrado
ANTONIO
BARRERA CARBONELL
Magistrado
EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
MARTHA V.
SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria
General |
351 | T-146-95
Sentencia No
Sentencia No. T-146/95
ACCION DE TUTELA
CONTRA PROVIDENCIAS JUDICIALES-Improcedencia/VIA DE HECHO
Procede la acción
de tutela contra providencias judiciales, en aquellos casos donde la actuación
de la autoridad pública, y en particular de la autoridad judicial, carece de
fundamento objetivo y sólo obedece a actuaciones caprichosas y arbitrarias
adelantadas con extralimitación de funciones, generando como consecuencia la
violación o amenaza de derechos fundamentales de la persona, e incurriendo de
esa manera en lo que se ha denominado como "vías de hecho". Por ello,
todo proceder de los servidores públicos, que ignore ostensible y
flagrantemente el ordenamiento jurídico, se constituye en verdadera vía de
hecho y por tanto, susceptible de la protección y el amparo que se otorga a
través de la acción de tutela.
PRINCIPIO DE
LEGALIDAD DE LA PENA/PENA PRINCIPAL/PENA ACCESORIA
No encuentra la
Sala que el juez de segunda instancia en el proceso penal, haya actuado en
forma arbitraria o ilegal, de manera que pueda pensarse que se está frente a
una vía de hecho o una violación del derecho al debido proceso; por el
contrario, se trata de una actitud correctiva del ad-quem, reivindicatoria de
la legalidad de la condena, desconocida por el a-quo, quien no aplicó en forma
correcta las disposiciones penales señaladas para el caso concreto, en lo que
se refiere a la clasificación de las penas y por tanto, no puede afirmarse que
se configure una vía de hecho cuando el juez aplica la ley.
JUEZ-Sometido sólo al imperio de la Ley
Cuando la
Constitución Política (Art. 230) contempla la independencia del Juez al señalar
que “Los jueces en sus providencias sólo están sometidos al imperio de la ley”,
no le está otorgando una libertad tal, que los coloque por encima o al margen
de la misma ley.De lo que se trata, es de que el juez aplique el mandato legal
por ser la manifestación de la voluntad soberana del Estado, y no de que debe
interpretarlo en forma discrecional cuando la ley no le ha dado dicha facultad.
Además, se recuerda que la potestad jurisdiccional es una potestad reglada, es
decir, predeterminada por la ley.
PRINCIPIO NO
REFORMATIO IN PEJUS-Improcedencia/PRINCIPIO
DE LEGALIDAD DE LA PENA
Tampoco considera
la Sala que el tribunal Superior de Pasto haya hecho más gravosa la situación
del apelante único, pues, el ad-quen no modificó el quantum de la pena ya que
éste permanece intacto. Lo que en últimas modificó fue su clasificación, sin
que ello signifique un perjuicio para el condenado o altere de alguna forma la
condena. Además, no puede decirse que el artículo 31 de la Constitución
Política, al consagrar el principio de la no agravación punitiva cuando se
trata de apelante único, está abriendo camino a la ilegalidad ni al caos
jurídico, ya que debe presumirse que el acto sobre el cual se fundamenta la
posible vulneración ha sido emitido dentro de la legalidad existente, pues la norma
superior no puede proteger situaciones de hecho generadas por el
desconocimiento de la ley, ya que se trataría de legitimar una decisión ilegal.
Ref: Expediente
No. T-53561
Peticionario: JORGE
QUIÑONES HERNANDEZ
Procedencia: Corte
Suprema de Justicia
Magistrado
Ponente:
Dr. VLADIMIRO
NARANJO MESA
Tema: Debido
proceso
Santafé de Bogotá,
D.C., tres (3) de abril de mil novecientos noventa y cinco (1995)
La Sala Novena de
Revisión de la Corte Constitucional, conformada por los Magistrados Vladimiro
Naranjo Mesa -Presidente de la Sala-, Jorge Arango Mejía y Antonio Barrera
Carbonell,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
ha pronunciado la
siguiente
SENTENCIA
en el proceso de
tutela radicado bajo el número T-53561, adelantado por Jorge Enrique Quiñones
Hernández contra el Juez Penal del Circuito de Mocoa.
I. ANTECEDENTES
De acuerdo con lo
dispuesto en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del decreto 2591
de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional
escogió para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia.
De conformidad con
el artículo 34 del decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión procede a dictar
la Sentencia correspondiente.
1. Solicitud
El ciudadano Jorge
Enrique Quiñones Hernández, interpuso ante el Tribunal Superior de Distrito
Judicial de Pasto, acción de tutela con el fin de que se le amparara el
derecho fundamental al debido proceso y el principio fundamental de la no
reformatio in pejus, consagrados en los artículos 29 y 31 de la
Constitución Política.
2. Hechos
Afirma el
peticionario que el Juzgado Penal del Circuito de Mocoa, lo condenó a él y a
otras personas, por los delitos de peculado por aplicación oficial diferente y
celebración indebida de contratos (en concurso), a la pena principal de
dieciocho (18) meses de prisión, y a la accesoria de cinco (5) años de
interdicción de derechos y funciones públicas y multa de cincuenta mil (50.000)
pesos.
Sostiene el actor,
que una vez conocida la decisión del a-quo, presentó recurso de
apelación alegando su inocencia, pero el Tribunal Superior de Pasto en
providencia de septiembre 8 de 1993, confirmó la Sentencia y, además, decidió
aclararla señalando: "(...) que tanto la sanción de prisión como las de
multa e interdicción de derechos y funciones públicas, según lo preceptuado por
los artículos 133 y 136 del C. P., todas tienen el carácter de
principales(...)", con lo cual considera el condenado, se hizo más gravosa
su situación de apelante único, violando el artículo 29 y 31 de la Constitución
Política.
Frente a esta nueva
situación, el señor Quiñones Hernández interpuso, a través de apoderado
judicial, el recurso extraordinario de casación, que le fue concedido por el
Tribunal Superior de Pasto. Sin embargo, la Corte Suprema de Justicia resolvió
declarar la nulidad de todo lo actuado desde la concesión del recurso de
casación por el ad-quem, y lo consideró improcedente, ya que, en primer
lugar, " ninguno de los delitos por los cuales se condenó al procesado
recurrente en casación tiene señalada en la ley pena privativa de la libertad
que haga viable el denominado recurso común o tradicional de ese orden,
(...)", y, en segundo lugar, " la impugnación incoada por el propio
imputado no era ni podía ser, a juzgar por el recurrente y por los términos del
recurso, la excepcional referida en el inciso tercero del artículo 218 del C.
de P.P., cuyo otorgamiento es de competencia discrecional de la Corte."
Así las cosas,
consideró el peticionario que recorrido todo el camino judicial sin lograr el
restablecimiento de sus derechos constitucionales fundamentales al debido
proceso y al principio fundamental según el cual, "El superior no podrá
agravar la pena impuesta cuando el condenado sea apelante único",
señalados en los artículo 29 y 31 de la Constitución Política respectivamente,
decidió recurrir a la acción de tutela, en procura de buscar el amparo de los
derechos mencionados.
3.
Pretensiones
Solicita el actor
que, como consecuencia del amparo de los derechos conculcados, se ordene
"revocar parcialmente la Sentencia del Tribunal Superior de Pasto
proferida el ocho (8) de septiembre de 1993, por ser violatoria de los
artículos 29 y 31 de la Constitución, en lo relativo a la agravación de la pena
impuesta por el juzgado de primera instancia y, en su lugar, se deje la pena
que el tribunal calificó como principal, en accesoria, además de adecuar el
quantum de la pena accesoria al quantum de la pena principal impuesta por el
juez de primera instancia"
III. ACTUACION
PROCESAL
1. Primera
instancia
La Sala de Decisión
Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Pasto, mediante
providencia de fecha doce (12) de octubre de 1994, resolvió no conceder la
tutela solicitada por el ciudadano Jorge Enrique Quiñones Hernández, teniendo
en cuenta los siguientes argumentos:
- Que la decisión de
la Sala Penal del Tribunal Superior de Pasto, en cuanto impone la aclaración
de que "tanto la sanción de prisión como las de multa e interdicción de
derechos y funciones públicas, según lo preceptuado por los arts. 133 y 136 del
C. P., todas tienen el carácter de principales (...)", no obedece a un
desconocimiento del ordenamiento jurídico; por el contrario, lo que busca es
adecuar la decisión del a-quo, en cuanto no se la encuentra acorde con
dicho ordenamiento.
- Que en virtud de
lo anterior, se pone en evidencia que no se está frente a una situación de vía
de hecho, sino que se trata de una providencia que busca reivindicar la
legalidad de la condena, lo que descarta la posibilidad de que se pueda
calificar como una decisión arbitraria y por tanto contraria a la normatividad
legal y constitucional, modificable por vía de tutela.
- Que la misma Sala
Penal de la h. Corte Suprema de Justicia, no encontró que la Sentencia del ad-quem
ameritaba una revisión por la vía del recurso excepcional de Casación
establecido en el inciso tercero del Art. 218 del C. de P. P.
- Que finalmente, el
proceder del ad-quem ni siquiera encuadra dentro del concepto de la reformatio
in pejus, pues la Sala no agravó la pena y por el contrario, su quantum ha permanecido
invariado. Lo único que modificó fue su calificación, buscando adecuarla al
ordenamiento jurídico, manteniendo intacta su dosificación.
2.
Impugnación.
Mediante memorial
presentado el día dieciocho (18) de octubre de 1994, el señor Jorge Quiñones
Hernández, impugnó el fallo proferido por la Sala Civil del Tribunal Superior
de Distrito Judicial de Pasto, por considerar que la Sentencia recurrida es
violatoria del art. 31 de la Constitución Política y de los artículos 17 y 217
del C. P. P., que establecieron en materia penal, la prohibición de la
reformatio in pejus. Insiste el apelante que la Sentencia condenatoria del
Tribunal, es contraria a derecho, quebranta los postulados de la Carta y
desborda la competencia otorgada al juez de segundo grado.
3. Segunda
instancia
Mediante providencia
de fecha nueve (9) de noviembre de 1994, la Sala de Casación Civil de la Corte
Suprema de Justicia, resolvió confirmar el fallo de fecha doce (12) de octubre
de 1994, proferido por la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Pasto, con base en los siguientes argumentos:
En primer lugar,
señala la Sala que lo que se ha pretendido por medio de la acción de tutela, es
dejar sin efecto la modificación del carácter de accesorias por el de principales
de las penas de multa y de interdicción de derechos y funciones públicas.
En segundo lugar,
consideró que la pena de multa tiene siempre el carácter de principal, mientras
que la de interdicción de derechos y funciones públicas asume la condición de accesoria
cuando no se establece por la ley como principal. Así, en los delitos contra la
administración pública, la interdicción de derechos y funciones públicas es
pena principal, luego es claro que la actuación cuestionada, dado su contenido
y atendidos los preceptos legales mencionados, no supone agravación ninguna de
la situación del apelante y por tanto, no se ha configurado quebranto alguno
del artículo 31 de la Constitución Política.
IV.
CONSIDERACIONES DE LA SALA
1. Competencia
De conformidad con
lo establecido en los artículos 86 y 241, numeral 9o. de la Constitución
Política y 31 a 36 del decreto 2591 de 1991, la Sala Novena de Revisión de la
Corte Constitucional, es competente para revisar el fallo de tutela de la
referencia.
2.
Consideraciones previas sobre la acción de tutela frente al debido proceso y
las vías de hecho.
En numerosas
oportunidades esta Corporación se ha pronunciado sobre la importancia del
derecho al debido proceso (artículo 29 de la C.P.) y a sus implicaciones frente
a actuaciones injustificadas de las autoridades públicas, concluyendo que el
incumplimiento de las normas que rigen para cada proceso genera una violación y
un desconocimiento del mismo.
Por otra parte, se
ha sostenido que este derecho es el conjunto de garantías que buscan asegurar
al ciudadano que ha acudido al proceso, una recta y cumplida administración de
justicia y la debida fundamentación de las resoluciones judiciales.
Sobre el debido
proceso, ha dicho la Corte:
"El debido
proceso es el que en todo se ajusta al principio de juridicidad propio del
estado de derecho y excluye, por consiguiente, cualquier acción contra legem o
praeter legem. Como las demás funciones del estado, la de administrar justicia
está sujeta al imperio de lo jurídico: sólo puede ser ejercida dentro de los
términos establecidos con antelación por normas generales y abstractas que
vinculan positiva y negativamente a los servidores públicos. Estos tienen
prohibida cualquier acción que no esté legalmente prevista, y únicamente pueden
actuar apoyándose en una previa atribución de competencia. El derecho al debido
proceso es el que tiene toda persona a la recta administración de justicia.
"Es debido
aquel proceso que satisface todos los requerimientos, condiciones y exigencias
necesarios para garantizar la efectividad del derecho material."
(Sentencia No. T- 001 de 1993, Magistrado Ponente, doctor Jaime Sanín
Greiffenstein).
Así las cosas, toda
actuación tanto de funcionarios judiciales como de autoridades administrativas,
debe observar y respetar los procedimientos previamente establecidos para
preservar las garantías que buscan proteger los derechos de quienes están
involucrados en una situación o relación jurídica, cuando dicha actuación, en
un caso concreto, podría conducir a la creación, modificación o extinción de un
derecho o la imposición de una sanción.
Igualmente, esta
Corporación ha sostenido la procedencia de la acción de tutela contra
providencias judiciales, en aquellos casos donde la actuación de la autoridad
pública, y en particular de la autoridad judicial, carece de fundamento
objetivo y sólo obedece a actuaciones caprichosas y arbitrarias adelantadas con
extralimitación de funciones, generando como consecuencia la violación o
amenaza de derechos fundamentales de la persona, e incurriendo de esa manera en
lo que se ha denominado como "vías de hecho".
Por ello, todo
proceder de los servidores públicos, que ignore ostensible y flagrantemente el
ordenamiento jurídico, se constituye en verdadera vía de hecho y por tanto,
susceptible de la protección y el amparo que se otorga a través de la acción de
tutela.
Sobre el particular,
ha señalado esta Corporación:
"A los
servidores públicos, en el ejercicio de sus funciones, les está vedado actuar
por fuera de las funciones atribuidas por la Constitución o la ley. El Estado
Social de Derecho (CP art. 1), los fines sociales del Estado (CP art. 2) y el
principio de igualdad ante la ley (CP. art. 13), constituyen el marco
constitucional de la doctrina de las vías de hecho, la cual tiene por objeto
proscribir las actuaciones arbitrarias de la autoridad que vulneran los
derechos fundamentales de las personas.
"Una
actuación de la autoridad pública se torna en una vía de hecho susceptible del
control constitucional de la acción de tutela cuando la conducta del agente
carece de7 fundamento objetivo, obedece a su sola voluntad o capricho y tiene
como consecuencia la vulneración de los derechos fundamentales de la persona."
(Sentencia No. T- 079 de 1993, Magistrado Ponente, doctor Eduardo Cifuentes
Muñoz).
De igual forma, esta
misma Sala de Revisión se ha pronunciado sobre el tema en cuestión, en los
siguientes términos:
"Por otra
parte, si bien esta Corporación, en Sentencia
No. C-543 de 1992, declaró la inexequibilidad de los artículos 11, 12 y 40 del
decreto 2591 de 1991, la doctrina acogida por esta misma Corte ha determinado
que la acción de tutela resulta procedente cuando se pretenda proteger los
derechos constitucionales fundamentales de las personas que se hayan visto
amenazados o vulnerados mediante "vías de hecho" por parte de las
autoridades públicas y, en particular, de las autoridades judiciales.
"En el caso que ocupa la atención de esta Sala, conviene señalar
que la acción de tutela contra providencias judiciales procede, siempre y
cuando la decisión contenga un fundamento arbitrario, caprichoso o abusivo por
medio del cual se haya violado un derecho fundamental de la persona, es decir,
se haya incurrido en "vías de hecho". En otras palabras, al juez le
corresponde pronunciarse judicialmente de acuerdo con la naturaleza misma del
proceso y las pruebas aportadas, todo ello de acuerdo con los criterios que
establezca la ley, y no de conformidad con su propio arbitrio." (Sentencia
No. T- 435 de 1994, Magistrado Ponente, doctor Vladimiro Naranjo Mesa).
3. El caso
concreto
3.1 El Tribunal Superior de Distrito
Judicial de Pasto, no violó el derecho fundamental al debido proceso y tampoco
hizo más gravosa la situación del apelante único.
Resulta claro que lo
que se ha pretendido a través de la presente acción de tutela es dejar sin
efecto la modificación hecha por el Tribunal Superior de Pasto, en lo relativo
a la supuesta agravación de la pena impuesta por el Juzgado de primera
instancia en el curso del proceso penal adelantado contra el actor, por los
delitos de peculado por destinación oficial diferente y celebración indebida de
contratos (contrato sin cumplimiento de requisitos legales).
En cuanto a la modificación,
señaló el Tribunal:
"La
graduación y dosificación de la pena está correcta; la sanción de prisión
como las de multa e interdicción de derechos y funciones públicas, según lo
preceptuado por los arts. 133 y 136 del C. P., todas tienen el carácter de
principales, en cuyo sentido habrá de modificarse la Sentencia objeto de
revisión." (negrillas fuera de texto).
En su parte
resolutiva decidió:
"MODIFICAR,
la Sentencia condenatoria apelada, en el sentido de IMPONER, a los penados LUIS
MARINO BOLAÑOS IBARRA, JORGE QUIÑONES HERNANDEZ y RUBEN DARIO AREVALO
BISBICUZ, conocidos en el proceso, las sanciones de multa e interdicción de
derechos y funciones públicas, en los términos señalados en el fallo de primer
grado para cada uno, como penas principales, según se expresó en la
motivación precedente." (negrillas fuera de texto).
Así, para el
peticionario, la aclaración hecha por el ad-quem al cambiar el carácter
de accesoria por el de principal de las penas de multa y de interdicción de
derechos y funciones públicas, constituye una clara violación del derecho al
debido proceso y al principio de la no reformatio in pejus.
Sin embargo,
encuentra la Sala que no obstante haber aclarado la Sentencia, el Tribunal no
agravó la pena impuesta por el a-quo ni modificó la decisión de primera
instancia sobre la base de un claro desconocimiento del ordenamiento jurídico.
Simplemente, adecuó la decisión del fallador a la normatividad aplicable de
acuerdo con la decisión recurrida, en acatamiento al principio de la legalidad
de la pena, que hace parte de la garantía fundamental del debido proceso,
consagrado en los artículos 29 y 230 de la Constitución Política.
En cuanto a la
legalidad de las penas, resulta oportuno recordar lo señalado por la Sala de
Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, en Sentencia de Casación, de
julio 29 de 1992, radicación 6304, (Magistrado ponente, doctor Dídimo Páez
Velandia), lo siguiente:
"La
legalidad de la pena constituye garantía no solamente con relación al
procesado, sino para el Estado igualmente, pues el ejercicio del poder punitivo
que cumple a su nombre la autoridad judicial legítima ha de ser desarrollado
solamente en las condiciones prescritas en la ley, y no puede ser soslayado por
un acto ilegal de uno de sus funcionarios, ni ignorado por el juez al que
jerárquicamente le compete revisar el pronunciamiento precisamente en procura
de hacer efectiva la legalidad de las decisiones." (Negrillas fuera de
texto).
Sobre este punto no
sobra recordar también que la acción de tutela ha sido concebida para
solucionar en forma efectiva, situaciones de hecho generadas por actos u
omisiones de autoridades públicas o de particulares, que amenacen o vulneren un
derecho fundamental, en aquellos casos en los cuales el sistema jurídico no
tenga previsto otros mecanismos de defensa judicial. Asimismo, como se ha
dicho, existe violación del derecho fundamental al debido proceso en aquellos
casos en que las autoridades públicas actúan sobre la base de abusos y
desviaciones originadas no sólo en las actuaciones procesales, sino también, en
las decisiones que adopten dichas autoridades.
En el caso
particular, no encuentra la Sala que el juez de segunda instancia en el proceso
penal, haya actuado en forma arbitraria o ilegal, de manera que pueda pensarse
que se está frente a una vía de hecho o una violación del derecho al debido
proceso; por el contrario, como se dijo, se trata de una actitud correctiva del
ad-quem, reivindicatoria de la legalidad de la condena, desconocida por
el a-quo, quien no aplicó en forma correcta las disposiciones penales
señaladas para el caso concreto, en lo que se refiere a la clasificación de las
penas y por tanto, no puede afirmarse que se configure una vía de hecho cuando
el juez aplica la ley.
Cabe señalar que, la
clasificación de las penas está contenida en los artículos 41 y 42 del Código
Penal, en la siguiente forma:
"ART. 41 - penas
principales. Los imputables estarán sometidos a las siguientes penas
principales:
1. Prisión.
2. Arresto.
3. Multa.
"ART. 42 - Penas
accesorias. Son penas accesorias, cuando no se establezcan como
principales, las siguientes:
(...)
3. Interdicción
de derechos y funciones públicas." (Negrillas fuera de texto).
Se observa,
entonces, que la pena de multa se encuentra descrita en la norma como pena
principal: luégo, resulta evidente que no es accesoria. Con relación a la pena
de interdicción de derechos y funciones públicas, el artículo 42, la señala
como accesoria pero sólo en aquellos casos en los que no se establezca
como pena principal. Así, cuando un tipo penal la contempla
expresamente, debe entenderse que es esencial a la norma y por ello principal;
por tanto desconocer ese carácter implicaría de suyo ignorar el modo de ser que
el legislador quiso darle a la ley.
Así las cosas, en el
caso particular, los delitos por los cuales fue condenado el actor (peculado
por destinación oficial diferente y contrato sin cumplimiento de requisitos
legales, artículos 136 y 146 del código penal), tienen señaladas las penas de
prisión, interdicción de derechos y funciones públicas y multa, en forma
expresa y clara. Luégo se está frente a penas principales, que conforman una
unidad de tipo, a la cual debe ceñirse el juez cuando impone la condena, sin
establecer diferencias y respetando de esa forma la legalidad existente.
No sobra recordar,
que el monto y calidad de las penas están estrechamente relacionados con el
bien jurídico que se protege, ya que según sea la importancia de éste y la
lesión que al mismo se cause con la infracción, así se incrementará o
disminuirá la sanción, no sólo en su cantidad sino también en su calidad.
Ahora bien, cuando
la Constitución Política (Art.230) contempla la independencia del Juez al
señalar que “Los jueces en sus providencias sólo están sometidos al imperio
de la ley”, no le está otorgando una libertad tal, que los coloque por
encima o al margen de la misma ley.De lo que se trata, es de que el juez
aplique el mandato legal por ser la manifestación de la voluntad soberana del
Estado, y no de que debe interpretarlo en forma discrecional cuando la ley no
le ha dado dicha facultad. Además, se recuerda que la potestad jurisdiccional
es una potestad reglada, es decir, predeterminada por la ley.
Cabe agregar
también, que lo que pretende el actor no es solamente que se modifique la
Sentencia del Tribunal, sino, además, que se le dé aplicación al artículo 52
del estatuto penal, según el cual, "la pena de prisión implica
las accesorias de interdicción de derechos y funciones públicas, por un periodo
igual al de la pena principal." Sin embargo, se insiste, los delitos
por los cuales fue condenado el actor (en concurso, peculado por destinación
oficial diferente y contrato sin cumplimiento de requisitos legales), traen
descritas en forma independiente y autónoma las sanciones que deben aplicarse,
debiendo por tanto el juez imponer las sanciones contenidas en las normas
especiales aplicables al caso concreto, sin entrar a distinguirlas, porque la
norma es clara y no distingue.
Tampoco considera la
Sala que el tribunal Superior de Pasto haya hecho más gravosa la situación del
apelante único (art. 31 de la Constitución Política), pues como se dijo, el ad-quen
no modificó el quantum de la pena ya que éste permanece intacto. Lo que
en últimas modificó fue su clasificación, sin que ello signifique un perjuicio
para el condenado o altere de alguna forma la condena.
Además, no puede
decirse que el artículo 31 de la Constitución Política, al consagrar el
principio de la no agravación punitiva cuando se trata de apelante único, está
abriendo camino a la ilegalidad ni al caos jurídico, ya que debe presumirse que
el acto sobre el cual se fundamenta la posible vulneración ha sido emitido
dentro de la legalidad existente, pues la norma superior no puede proteger
situaciones de hecho generadas por el desconocimiento de la ley, ya que se
trataría de legitimar una decisión ilegal.
Sobre la reformatio
in pejus, comenta Manzino en su tratado de Derecho Procesal Penal:
"Pero la
prohibición de la reformatio in peius tiene como presupuesto que la pena
infligida por el primer juez sea legal, mientras que, si no lo es (ejemplo:
aplicación de la reclusión en medida inferior al minimo consentido), no puede
valer como término de comparación". (Manzino, Vincenzo. Tratado de Derecho
Procesal Penal T. Buenos Aires, 1954 Trad. Santiago Sent´s Melendo y Marino
Ayerra Redín, pág. 143).
Finalmente, cabe agregar que el recurso
extraordinario de casación consagrado en el inciso primero del artículo 218 del
C.P.P. interpuesto por el actor contra la Sentencia de segunda instancia en el
proceso penal, no prosperó, porque los delitos por los cuales fue condenado no
tienen señalada en la ley pena privativa de la libertad que hubiera hecho
viable dicho recurso. Pero además, la Corte consideró que el actor no interpuso
el recurso excepcional de casación consagrado en el inciso tercero del artículo
218 del C.P.P. (para que fuera concedido discrecionalmente), porque éste no lo
dijo expresamente, ni tampoco demostró la violación de ningún derecho fundamental
que implicara su defensa, lo que en últimas, coincide con la posición de esta
Sala y de los jueces de instancia, en el sentido de que por este motivo no es
procedente la acción de tutela.
Así las cosas,
encuentra la Sala Novena de Revisión que el Tribunal Superior de Pasto, al
modificar la Sentencia condenatoria de primera instancia proferida contra Jorge
Enrique Quiñones, no violó el derecho al debido proceso y tampoco desconoció el
principio contenido en el artículo 31 de la Constitución Política, pues su
actuación se limitó a precisar que las penas de multa e interdicción de
derechos y funciones públicas, para el caso concreto, no son accesorias sino
principales, sobre la base de que ello es lo que señala la ley y sin que en
ningún caso se afecte el quantum de la condena.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
PRIMERO: CONFIRMAR el fallo de fecha 9 de noviembre de 1994,
proferido por la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia,
mediante el cual se confirma el fallo de fecha 12 de octubre de 1994, proferido
por la Sala de Decisión Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Pasto, que no concedió la tutela solicitada por Jorge Enrique Quiñones
Hernández, pero por las razones expuestas en esta providencia.
SEGUNDO: ORDENAR
que por la Secretaría
General de esta Corporación se comunique el contenido de esta providencia a la
Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Pasto, en la forma y
para los efectos previstos en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, insértese en la gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
VLADIMIRO NARANJO MESA
Magistrado Ponente
JORGE ARANGO MEJIA
Magistrado
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
352 | T-147-95
Sentencia No
Sentencia No. T-147/95
MESADA PENSIONAL-Pago oportuno/PARTIDA PRESUPUESTAL-Ejecución/DERECHOS
DE PERSONA DE LA TERCERA EDAD-Protección/DERECHO A LA SUBSISTENCIA
El Estado
adquiere el compromiso de garantizar el pago oportuno de las pensiones, para lo
cual debe proveer en los respectivos presupuestos del orden nacional,
departamental, distrital y municipal las partidas necesarias para atender de
manera cumplida y satisfactoria su obligación constitucional, especialmente
cuando quienes se ven afectados por el incumplimiento o la desidia de las
autoridades estatales, son personas de la tercera edad, a quienes en
cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 46 constitucional, el Estado debe
concurrir con la sociedad y la familia a su protección y asistencia, así como a
garantizarles los servicios de la seguridad social integral y el subsidio
alimentario en caso de indigencia. Estas personas requieren del pago oportuno de
sus mesadas pensionales en orden a garantizar su subsistencia y las condiciones
mínimas para su existencia digna. Se trata además, de personas quienes
legítimamente tienen el derecho a un pago oportuno y cumplido, teniendo en
cuenta que han prestado sus servicios al Estado y esperan de él como mínima
retribución, que se les paguen sus mesadas pensionales.
MESADA PENSIONAL-Pago por prelación/DERECHOS ADQUIRIDOS
EN EL TIEMPO-Prelación
En casos como el
que se examina, en el cual se presenta un desfase en cuanto a la partida que se
requiere para cancelar el total de la nómina de pensionados de la entidad, de
donde se infiere que no se logra cancelar oportuna ni debidamente las mesadas a
todos los pensionados, lo indicado para estos eventos es establecer un orden de
prioridades en virtud del cual la distribución de esos pagos debe hacerse con
fundamento en un criterio de justicia social y de derechos adquiridos en el
tiempo. Se deberán cancelar dando prelación a los pensionados más antiguos, es
decir, que debe establecerse una regla de distribución de esos pagos según el
tiempo en que se adquirió el derecho a la pensión.
REF: Expediente
No. T - 56.427
PETICIONARIO: Carlos Bermudez Cañizares contra la Caja de
Previsión Social del Magdalena.
PROCEDENCIA: Juzgado Tercero Civil del Circuito de Santa
Marta.
MAGISTRADO
PONENTE:
DR. HERNANDO
HERRERA VERGARA
Santa Fé de Bogotá,
D.C., Abril cuatro (4) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
Procede la Sala
Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados HERNANDO
HERRERA VERGARA, ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Y FABIO MORON DIAZ, a revisar
los fallos proferidos por el Juzgado Segundo Civil Municipal de Santa Marta, el
27 de septiembre de 1994 y por el Juzgado Tercero Civil del Circuito de Santa
Marta el 22 de noviembre del mismo año, dentro del proceso de tutela de la
referencia.
El negocio llegó al
conocimiento de esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional, por la vía
ordinaria de la remisión que hizo el Juzgado Tercero Civil del Circuito, en
virtud a lo dispuesto por el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991.
Conforme a los
artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala
Segunda de Selección de la Corte escogió para efectos de revisión la presente
acción de tutela.
I.
ANTECEDENTES.
A.
HECHOS.
El ciudadano Carlos Bermudez Cañizares
instauró acción de tutela contra la Caja de Previsión Social del Magdalena con
el objeto de que se le proteja su derecho fundamental a la seguridad social,
representado en el pago de las mesadas pensionales correspondientes.
El peticionario fundamenta su solicitud, en
que mediante Resolución Número 578 del 26 de mayo de 1980 fue pensionado por la
Caja de Previsión Social del Departamenteo del Magdalena. No obstante, señala
que se le viene incumpliendo con dicha obligación y que en la actualidad se le
están adeudando las mesadas correspondientes desde el mes de julio de 1993
hasta la fecha de la presentación de la demanda de tutela, lo cual asciende a
la suma de $7.635.003 pesos.
Estima que con dicha actitud omisiva de la
Caja, se le desconoce adicionalmente su derecho a la igualdad, pues existen
otros pensionados a quienes se les viene cancelando oportunamente su mesada
pensional.
B.
DEMANDA.
En virtud a lo anterior, solicita se ordene
a la Caja de Previsión Social del Departamento del Magdalena que se le cancelen
las mesadas pensionales a que tiene derecho, así como el pago oportuno hacia el
futuro de las mismas.
II.
LAS PROVIDENCIAS JUDICIALES QUE SE REVISAN.
A.
Sentencia de Primera Instancia.
El Juzgado Segundo Civil Municipal de Santa
Marta, mediante providencia del 27 de septiembre de 1994, resolvió tutelar el
derecho fundamental a la igualdad del señor Carlos Bermudez Cañizares,
ordenando a la Caja de Previsión Social del Magdalena cancelarle las mesadas
pensionales que le adeudan desde el mes de julio de 1993.
Fundamentó su decisión el mencionado
despacho judicial, en que la omisión en el pago oportuno de las mesadas
pensionales es objeto de tutela cuando según las circunstancias de cada caso,
tiene la potencialidad de poner en peligro y vulnerar derechos y principios
fundamentales como la vida, la dignidad humana, la integridad física y moral,
el libre desarrollo de la personalidad y los derechos de las personas de la
tercera edad, quienes requieren de un mínimo de elementos materiales para
subsistir, medios que sólo pueden adquirir a través de sus mesadas pensionales,
pues carecen de capacidad laboral y de medios físicos para proporcionarselos él
mismo.
Con base en lo anterior y en las pruebas
recaudadas, observa el Juzgado un retraso no justificado y una conducta morosa
que contraría con un Estado social de derecho, imparcial y célere, razón por la
cual encuentra viable el amparo de los derechos constitucionales fundamentales
del solicitante.
B. Impugnación.
La Sentencia de primera instancia fue
impugnada por el apoderado de la Caja Departamental de Previsión Social del
Magdalena quien manifestó que el actor dispone de otros medios de defensa
judicial para la protección de sus derechos, motivo por el cual la tutela en
los términos del artículo 6o del
Decreto 2591 de 1991 es improcedente. Señala que al peticionario no se le ha
negado su derecho fundamental, pues su pensión está reconocida mediante
resolución expedida por la autoridad departamental y en consecuencia, para el
cobro de la misma existen los procesos ejecutivos laborales que son la vía
expedita para obtener por ese mecanismo judicial el pago de los dineros
adeudados. Finalmente, aduce que es un hecho notorio que la Caja Departamental
de Previsión Social del Magdalena no tiene suficiente capacidad económica, por
lo que solicita se revoque en todas sus partes la providencia impugnada.
C.
Sentencia de Segunda Instancia.
Mediante fallo de 22 de noviembre de 1994,
el Juzgado Tercero Civil del Circuito de Santa Marta resolvió revocar el fallo
de tutela impugnado, y en su lugar, denegar la tutela instaurada por Carlos
Bermudez Cañizares.
El Juzgado fundamenta su decisión en
diversas providencias emanadas del Tribunal Administrativo del Magdalena y del
Consejo de Estado, en las cuales se negó la tutela para el pago de las mesadas
atrasadas, por cuanto como lo pretendido es el pago de las mesadas pensionales
atrasadas, “el petente para lograr la plena satisfacción de sus acreencias,
debe acudir al proceso ejecutivo laboral”. Por lo tanto, estima que al disponer
el peticionario de otros medios de defensa judicial, la acción de tutela es
improcedente.
IV. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Primera.
La competencia.
De conformidad con lo dispuesto por los
artículos 86, inciso tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política,
en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala
es competente para revisar el fallo proferido por el Juzgado Tercero Civil del
Circuito de Santa Marta.
Segunda.
Problema Jurídico.
Advierte la Sala que
el accionante pretende mediante el ejercicio de la acción de tutela el pago de
las mesadas atrasadas y sucesivas, que le fueron reconocidas mediante
Resolución No. 578 de mayo 26 de 1980, emanada de la Caja de Previsión Social
del Departamento del Magdalena, las cuales le han dejado de cancelar desde el
mes de julio de 1993.
En virtud a lo
anterior, deberá la Sala de Revisión con fundamento en las pruebas que obran en
el expediente y de acuerdo con las normas constitucionales, determinar si la
acción de tutela es el instrumento idóneo para lograr la cancelación de las
mesadas pensionales que la entidad de previsión demandada le adeuda al
accionante.
*
De las pruebas que obran en el expediente.
a)
Según certificación expedida por la Caja
Departamental de Previsión Social del Magdalena el 9 de septiembre de 1994:
= “El señor CARLOS BERMUDEZ CAÑIZARES es
pensionado de esa institución según Resolución No. 578 de mayo 26 de 1980”.
= “No se le han cancelado al señor
BERMUDEZ hasta la fecha las Mesadas, Primas y diferencias Pensionales
correspondientes a:
*
Difer. Enero a Junio/90. Res. 2129. Sept.13/90. $ 328.444
*
Meses Abril a Dic./91. Res. 0428. Julio 5/91
$ 3.014.298
*
Meses Julio a Dic./93. Res. 0034. Feb. 11/93 $ 3.165.006
*
Meses Feb. a Agos./94. Res. 0181. Marzo 3/94 $ 4.472.125
__________
Valor
Total: $10.431.354
b) Memorial dirigido al Juez Civil Municipal
de Santa Marta por el Gerente de la Caja Departamental de Previsión Social del
Magdalena, fechado 26 de septiembre de 1994, en el cual manifiesta:
“Las razones que me asisten para no
haberle cancelado los meses de (...) al accionante de la referencia son las
mismas que afectan a los demás pensionados que tampoco se le ha cancelado, el
desfase que existe en esta Entidad en relación a los dineros que ingresan para
el pago de pensionados Departamentales, y la nómina de los mismos, ya
que ingresan $62.287.156,78 correspondientes al 15% del valor global de las
nóminas Departamentales, de aquellas entidades afiliadas a la Caja, y las
nóminas de pensionados Dptales asciende a la suma de $134.361.161,00 (900
pensionados), con este desfase notorio que tenemos es imposible poder
cancelarle a todos los pensionados oportunamente como es el querer, la voluntad
de la Gerencia de esta Caja atender en sus pagos a los pensionados de esta
entidad” (negrillas y subrayas fuera de texto).
Tercera.
Procedencia de la acción de tutela para lograr el reconocimiento y pago de
las mesadas pensionales atrasadas y sucesivas.
Respecto a los
mecanismos jurídicos y legales para hacer efectivos los derechos a la seguridad
social, en principio puede afirmarse que quien así encuentre afectados o
lesionados sus derechos fundamentales, dispone de medios de defensa judicial
para reclamar el pago de las mesadas pensionales adeudadas, como lo son las
acciones ejecutivas laborales o las acciones ante la jurisdicción de lo
contencioso administrativo.
No obstante que el
afectado en el derecho al pago oportuno de sus mesadas pensionales dispone de
otro medio de defensa judicial, como lo es acudir al proceso ejecutivo laboral,
debe analizarse si en presencia de los derechos constitucionales fundamentales
de las personas de la tercera edad, es viable acceder a la acción instaurada
por el demandante, pues estima la Corte que el Juez de tutela no puede ser
indiferente ante la situación de los pensionados, ni puede dejar de considerar
las condiciones específicas de debilidad en las que se encuentran las personas
de la tercera edad y la protección especial que la Constitución y los convenios
internacionales les conceden en el artículo 46 del ordenamiento superior.
De esta manera, se
busca que el Estado promueva y garantice en la medida de sus posibilidades, las
condiciones para que la igualdad sea real y efectiva (CP. artículo 13), y nada
más apropiado para ello que se proteja efectivamente a los ciudadanos de la
tercera edad, quienes por sus condiciones constituyen un sector de la población
que merece y requiere de una especial protección por parte del Estado -como
obligación constitucional- y de la sociedad, dentro del principio de la
solidaridad social en que éste se cimienta (CP. artículo 48).
Esta Sala de
Revisión considera que las conductas omisivas de las entidades de previsión
encargadas de atender y cumplir debida y prontamente con sus obligaciones
frente a los pensionados, atenta contra el principio fundamental que rige
nuestro Estado social de derecho y que constituye uno de sus fines esenciales,
consistente en la eficacia real y no formal de los derechos fundamentales de
los asociados.
En efecto, el simple
reconocimiento de las pensiones no implica que el derecho haya sido satisfecho
en debida forma. Para ello es indispensable en aras de darle eficacia material,
que efectivamente al pensionado se le cancelen cumplidamente las mesadas
futuras y atrasadas, y que se le reconozca en aquellos casos que así se
solicite. Obligación que debe hacerse efectiva dentro de los términos legales
previstos para ello, en aras a no afectar ni desmejorar los derechos ni la
calidad de vida de los pensionados.
No en vano el
constituyente de 1991 tuvo en cuenta la situación de desprotección ante la cual
se encuentran los pensionados, razón por la cual plasmó en el inciso tercero
del artículo 53 de la Carta Política la obligación a cargo del Estado de
garantizar el derecho al pago oportuno y al reajuste periódico de las pensiones
legales. Por ello, no puede aceptarse el argumento expuesto por el
representante de la entidad de previsión accionada, según el cual los derechos
de los pensionados pueden suspenderse por la falta de presupuesto de la
entidad. Señaló el citado funcionario en oficio remitido al Juez de instancia,
que las razones que le asisten para no cancelarle las mesadas al accionante y
demás pensionados “es el desfase que existe en la entidad en relación a los
dineros que ingresan para el pago de pensionados departamentales y la nómina de
los mismos”.
Es claro y diáfano
el mandato contenido en el inciso tercero del artículo 53 de la Carta, en
virtud del cual el Estado tiene a su cargo el deber de garantizar el derecho de
los pensionados al pago oportuno de sus mesadas pensionales, para efectos de lo
cual está en la obligación de adelantar las gestiones y adoptar los mecanismos
que hagan efectivo el derecho. El Estado adquiere pues, el compromiso de
garantizar el pago oportuno de las pensiones, para lo cual debe proveer en los
respectivos presupuestos del orden nacional, departamental, distrital y
municipal las partidas necesarias para atender de manera cumplida y satisfactoria
su obligación constitucional, especialmente cuando quienes se ven afectados por
el incumplimiento o la desidia de las autoridades estatales, son personas de la
tercera edad, a quienes en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 46
constitucional, el Estado debe concurrir con la sociedad y la familia a su
protección y asistencia, así como a garantizarles los servicios de la seguridad
social integral y el subsidio alimentario en caso de indigencia.
Estas personas
requieren del pago oportuno de sus mesadas pensionales en orden a garantizar su
subsistencia y las condiciones mínimas para su existencia digna. Se trata
además, de personas quienes legítimamente tienen el derecho a un pago oportuno
y cumplido, teniendo en cuenta que han prestado sus servicios al Estado y
esperan de él como mínima retribución, que se les paguen sus mesadas
pensionales.
En tal virtud,
cuando no se atiende en forma oportuna el pago de las pensiones legales por
parte de las entidades del Estado, deben adoptarse los mecanismos
correspondientes y adecuados en orden a hacer efectiva la garantía
constitucional plasmada en el artículo 53 de la Carta, especialmente cuando
están de por medio los derechos fundamentales a la vida y a la salud de las
personas de la tercera edad.
Por lo tanto, el
pago de las pensiones legales cuando éstas han sido ya reconocidas legalmente
mediante el respectivo acto administrativo emanado de la entidad de previsión,
deben mantener un nivel de eficiencia aceptable para dar respuesta a las
necesidades sociales, en orden a la realización de los fines sociales del
Estado, a la justicia social y a promover frente a los demás pensionados, una
igualdad real y efectiva.
Más aún, habiéndose
dado al Estado colombiano por el constituyente de 1991 un carácter social, se
hace indispensable que acometa acciones positivas en favor de la comunidad. En
este contexto, el pago cumplido de las pensiones legales es una de tales
actuaciones positivas a las que está obligado el Estado.
Por ello, es para la
Sala fundamental que las autoridades del orden nacional, departamental,
distrital y municipal adopten de manera prioritaria las medidas encaminadas a
que se incluyan en los proyectos de presupuesto las partidas suficientes en
orden a que los pensionados, en particular los de las entidades de previsión,
reciban en forma oportuna el pago de sus mesadas.
Sobre el particular,
es del caso referirse a la jurisprudencia que sobre el tema ha producido esta
Corporación, la cual en la Sentencia No. T-168 de 1994, emanada de esta misma
Sala de Revisión, expresó:
“Es así como las
entidades que se encargan del pago de esas pensiones no deben incurrir en mora
al tiempo de cancelarlas, puesto que ello significaría poner en peligro la vida
y la integridad de quienes se hallan sujetos a esos pagos para subsistir.
En el caso que se
examina, encontramos que se omitió hacer, en forma oportuna, el pago
correspondiente al actor y aunque se trata de un retraso, más no de la
suspensión del derecho pensional como lo afirma el actor, sí encuentra la
Sala que se ha incurrido en retrasos para efectuarlo, con lo cual se está
vulnerando el derecho al pago oportuno de las pensiones que tiene el actor y
que se halla consagrado en el artículo 53 de la Constitución Nacional y por
ende, el derecho a la seguridad social” (negrillas y subrayas fuera de
texto).
Por su parte, en la
Sentencia No. T-184 de 1994, MP. Dr. Alejandro Martinez, se expresó acerca del
pago de las mesadas pensionales:
“En cuanto a la
eficacia que deben tener los medios alternativos de defensa judicial llamados a
"sustituir" la tutela, es claro que el otro medio de defensa judicial
debe poseer necesariamente, la misma eficacia en materia de protección
inmediata de derechos constitucionales fundamentales que, por su naturaleza tiene
la acción de tutela. En el caso de las pensiones de jubilación, la acción
ejecutiva laboral ha resultado inoperante para la defensa efectiva de los
derechos de los pensionados, debido a la existencia de la norma legal que
prohibe la inembargabilidad de los bienes y rentas del presupuesto. En este
sentido, son improcedentes los argumentos sobre el "otro mecanismo de
defensa". El Juez de tutela no puede ser indiferente ante la
situación de los pensionados y no puede por tanto, dejar de considerar las
condiciones específicas de debilidad en las que se encuentran las personas de
la tercera edad y la protección especial que los Convenios Internacionales y la
Constitución les conceden. El simple reconocimiento de las pensiones no implica
que el derecho haya sido satisfecho en debida forma. Para ello es indispensable
en aras de darle eficacia material, que al pensionado no sólo se le reconozca
su derecho al cumplir con los requisitos legales, sino que adicionalmente, se
le cancelen las mesadas atrasadas o futuras a que tiene derecho. Obligación que
debe hacerse efectiva dentro de los términos legales previstos para
ello, en aras a no afectar ni desmejorar los derechos ni la calidad de vida de
los pensionados” (negrillas y subrayas fuera de texto).
* El caso
concreto y el amparo de los derechos del peticionario.
En el caso concreto,
se observa que a pesar que desde el año de 1980 se le reconoció al accionante
su pensión legal, la cual se le canceló hasta el mes de julio de 1993, no
encuentra la Sala justificación alguna que exima de responsabilidad a la
entidad de previsión accionada, para haber suspendido el pago de las mesadas
pensionales al peticionario, acumulándose un total de $10.431.354, como valor
total de lo adeudado desde el citado mes de julio de 1993 hasta la fecha al
señor Bermudez por concepto de mesadas, primas y diferencias pensionales,
especialmente teniendo en cuenta que tiene 80 años de edad.
No puede aceptarse
como argumento que la entidad carece de recursos para cancelarle a los
pensionados, cuando ellas están en la obligación constitucional y legal de
constituir fondos y reservas destinadas a la cancelación de las pensiones
legales, cuya falta de pago oportuno, no sólo vulnera el ordenamiento
constitucional -artículo 53-3-, sino que afecta de manera ostensible los
derechos fundamentales en relación con la seguridad social del accionante.
Así mismo, es
necesario hacer referencia a la información suministrada por el señor Gerente
Regional de la Caja de Previsión Social del Magdalena, según la cual para el
pago de mesadas pensionales, la entidad recibe una suma equivalente al 15% del
valor global de las nóminas departamentales ($62.287.156,78), la cual
distribuye entre el total de pensionados de la Caja. Y señala que “con este
desface notorio que tenemos es imposible poder cancelarle a todos los
pensionados oportunamente”.
Con base en lo
anterior, estima la Sala oportuno indicar que en casos como el que se examina,
en el cual se presenta un desfase en cuanto a la partida que se requiere para
cancelar el total de la nómina de pensionados de la entidad, de donde se
infiere que no se logra cancelar oportuna ni debidamente las mesadas a todos
los pensionados, lo indicado para estos eventos es establecer un orden de
prioridades en virtud del cual la distribución de esos pagos debe hacerse con
fundamento en un criterio de justicia social y de derechos adquiridos en el
tiempo. Así entonces, con esa partida que recibe la Caja de Previsión Social
del Departamento del Magdalena, que es insuficiente para atender el pago de las
mesadas de todos los pensionados, se deberán cancelar dando prelación a los
pensionados más antiguos, es decir, que debe establecerse una regla de
distribución de esos pagos según el tiempo en que se adquirió el derecho a la
pensión.
No puede aceptarse
por la Sala un criterio contrario que desconozca los derechos de los
pensionados más antiguos, no sólo por el momento en que se hicieron acreedores
a su derecho, sino por la edad que tienen. No es igual la situación de un
pensionado de 80 años -como el caso del accionante-, que no tiene medios ni
posibilidades de acceder a obtener otro tipo de ingresos, frente a otros de
edad inferior que si bien es cierto tienen el mismo derecho pensional
reconocido, este tan solo se ha decretado en época más reciente.
Cómo comparar
entonces, la situación de un pensionado de 80 años, cuyo derecho ha sido
reconocido hace más de 15 años, con uno de 57 años, que apenas podrá tener 2
años de haberse hecho acreedor al derecho. Ello obviamente no desconoce el principio
y derecho constitucional de la igualdad, pues se está en este caso frente a una
situación en que es necesario por parte del Estado adoptar medidas en orden a
que se protejan a quienes están en situaciones de debilidad o desigualdad, que
aquí se predican con respecto al actor.
Así pues, tiene
plena aplicación en el caso concreto, el principio según el cual “primero en el
tiempo, primero en el derecho”, por lo que, la entidad accionada debe adoptar
las medidas encaminadas a que de los dineros que ingresan para el pago de
pensionados departamentales, se destinen en forma prioritaria al pago oportuno
de las mesadas de los pensionados más antiguos, pues lo contrario sería no sólo
injusto, sino desconocedor de los principios de la justicia social y del Estado
social de derecho.
Cuarta.
Conclusión.
En virtud a lo anterior, concluye la Sala
que habrá de revocarse la Sentencia proferida por el Juzgado Tercero Civil del
Circuito de Santa Marta, y en su lugar confirmar la providencia del Juzgado
Segundo Civil Municipal de esa ciudad, en cuanto concedió la tutela de los
derechos del señor CARLOS BERMUDEZ CAÑIZARES, consistente en el pago oportuno
de su pensión de jubilación que le había sido reconocida por la Caja de
Previsión Social del Departamento del Magdalena.
Por lo tanto, se ordenará en la parte
resolutiva de esta providencia a la Caja de Previsión Social del Departamento
del Magdalena, cancelarle al señor BERMUDEZ las mesadas, primas y diferencias
pensionales que le adeudan correspondientes a los meses de abril a diciembre de
1991 (Resolución No. 0428 de julio 5 de 1991), julio a diciembre de 1993
(Resolución No. 0034 de febrero 11 de 1993) y febrero a agosto de 1994
(Resolución No. 0181 de marzo 3 de 1994), siempre y cuando dicho pago no se
hubiese efectuado con anterioridad a la notificación de esta providencia,
advirtiéndole adicionalmente a la entidad accionada, su obligación
constitucional de pagar en forma oportuna las mesadas pensionales futuras al
accionante.
VI. DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, obrando en
nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
PRIMERO.
REVOCAR el fallo
proferido por el Juzgado Tercero Civil del Circuito de Santa Marta, el 22de
noviembre de 1994, y en su lugar conceder la tutela del derecho a la seguridad
social del señor CARLOS BERMUDEZ CAÑIZARES.
SEGUNDO. ORDENAR
a la Caja de Previsión
Social del Departamento del Magdalena, a través de su Gerente, a que dentro de
los quince (15) días hábiles siguientes a la notificación de la presente
providencia, proceda a cancelarle al señor CARLOS BERMUDEZ CAÑIZARES, las
mesadas pensionales que se le adeudan, de conformidad con el certificado
suscrito por la misma Caja el 9 de septiembre de 1994 (el cual obra en el
expediente), siempre y cuando dicho pago no se hubiese efectuado con
anterioridad a la notificación de esta providencia.
TERCERO.- Por la Secretaría General de la Corte
Constitucional, líbrense las comunicaciones de que trata el artículo 36 del
Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados.
Cópiese, notifíquese, comuníquese,
insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado Ponente
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO FABIO MORON DIAZ
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
353 | T-148-95
Sentencia No
Sentencia No. T-148/95
DERECHO DE
PETICION-Pronta resolución
Una vez formulada
la petición, de manera respetuosa, cualquiera que sea el motivo de la misma,
bien sea particular o general, el ciudadano adquiere el derecho a
obtener pronta resolución. Lo que hace efectivo el derecho es que la petición
elevada sea resuelta rápidamente. Por tanto, es una obligación
inexcusable de la administración resolver prontamente las peticiones presentadas
por los ciudadanos, lo cual no significa una respuesta favorable
perentoriamente. Pero en cambio, puede afirmarse que su pronta resolución hace
verdaderamente efectivo el derecho de petición.
SILENCIO
ADMINISTRATIVO NEGATIVO
La operancia del silencio administrativo no
exime a la administración de la obligación de decidir las peticiones que en
forma respetuosa le sean formuladas y que por lo tanto, no es admisible la
tesis que en este caso expone el juez de instancia, según la cual esta figura
constituye un medio de defensa judicial que hace improcedente la tutela.
REF.: EXPEDIENTE
No. T - 58.294
PETICIONARIA: Maria Inés Iregui de Villamil contra la
Caja Nacional de Previsión Social.
PROCEDENCIA: Juzgado Sexto Laboral del Circuito de
Bogotá.
TEMA: Derecho de Petición y Silencio
Administrativo.
MAGISTRADO
PONENTE:
Dr. HERNANDO
HERRERA VERGARA.
Santa Fe de Bogotá, Abril cuatro (4) de mil
novecientos noventa y cinco (1995).
Procede la Sala Sexta de Revisión de la
Corte Constitucional, integrada por los Magistrados HERNANDO HERRERA
VERGARA, ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Y FABIO MORON DIAZ, a revisar el
fallo proferido por el Juzgado Sexto Laboral del Circuito de Bogotá el día 14
de diciembre de 1994, en el proceso de tutela de la referencia.
I. ANTECEDENTES.
La señora MARIA INES IREGUI DE VILLAMIL,
acude a la acción de tutela con el fin de que se le resuelva la petición que
formuló ante la Caja Nacional de Previsión Social, en relación con el
reconocimiento y pago de la reliquidación de su pensión de jubilación. Por
ello, estima que están siendo vulnerados por la accionada sus derechos
fundamentales de petición, subsistencia y seguridad social.
Señala que con el radicado número 20204810
de junio 16 de 1994, solicitó a la Sección de Pensiones Nacionales de la Caja
Nacional de Previsión, el reconocimiento y pago de la reliquidación de su
pensión de jubilación, sin que hasta la fecha la entidad de previsión haya
resuelto la misma.
En tal virtud, solicita se le tutelen los
derechos fundamentales vulnerados y en consecuencia se ordene a la Subdirección
de Prestaciones Económicas de la Caja Nacional de Previsión Social resolver en
algún sentido la petición formulada, y que adicionalmente, se condene a la
demandada a la indemnización que resulte por la violación de sus derechos.
II. EL FALLO QUE SE REVISA.
El Juzgado Sexto Laboral del Circuito de
Bogotá, mediante Sentencia de 14 de diciembre de 1994 resolvió negar la tutela
de los derechos invocados por la accionante, con fundamento en que operó el
silencio administrativo negativo y que por lo tanto para la defensa de sus
derechos dispone de las acciones pertinentes ante la jurisdicción contencioso
administrativa.
Sustenta su decisión
en que “la acción de tutela, al amparo del derecho de petición, para una pronta
decisión resulta impróspera, máxime cuando el código contencioso
administrativo, contempla el fenómeno de la ocurrencia del silencio
administrativo negativo, si transcurrido el plazo señalado en la ley (3 meses),
a partir de la presentación de la petición, sin que se haya notificado decisión
que la resuelva, se entenderá que ésta es negada. Puede entonces el interesado,
ocurrir en acción contenciosa administrativa, para obtener la declaración de
nulidad del acto administrativo negativo -presunto- contenido en el silencio
administrativo, proveniente de la accionada, al no dar contestación a la
solicitud formulada, dentro del término de ley; y en consecuencia, deprecar el
reconocimiento de la reliquidación de la pensión de jubilación peticionada”.
Por lo anterior,
concluye que la tutela en este caso no procede por expreso mandato del artículo
6o. del Decreto 2591 de 1991, en razón a que existen otros recursos o medios de
defensa judiciales, “que ineluctablemente debe seguir el accionante so pena de
sacrificar al ordenamiento jurídico, con grave perjuicio para el debido
proceso, y por ende el derecho de defensa”.
No habiendo sido
impugnada la anterior providencia, el expediente fue remitido a la Corte
Constitucional en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 31 del Decreto
2591 de 1991 para efectos de su eventual revisión, y habiendo sido
seleccionado, procede la Sala Sexta de Revisión a resolver acerca del fallo
proferido en primera y única instancia por el Juzgado Sexto Laboral del
Circuito de Bogotá.
III. CONSIDERACIONES
DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Primera. La competencia.
Es competente esta Sala Sexta de Revisión
de la Corte Constitucional para proferir Sentencia en relación con el fallo
proferido por el Juzgado Sexto Laboral del Circuito de Bogotá, con fundamento
en lo dispuesto por los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la
Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto
2591 de 1991.
Segunda. Breve justificación para revocar
la Sentencia que se revisa.
2.1 Del problema jurídico.
En el asunto sometido a revisión, la
accionante solicitó desde el 16 de junio de 1994 ante la Sección de Pensiones
Nacionales de la Caja Nacional de Previsión, el reconocimiento y pago de la
reliquidación de la pensión de jubilación, sin que hasta la fecha la entidad
accionada le haya resuelto su petición. Por lo tanto, solicita que a través de
la tutela, se ordene a la Caja de Previsión se le de respuesta a su solicitud.
Es de resaltar que el a-quo negó la tutela,
con fundamento en que operó el fenómeno del silencio administrativo negativo, y
que por ende la accionante dispone de otros medios de defensa judicial, como
son las acciones consagradas ante la jurisdicción de lo contencioso
administrativo.
2.2. Del amparo del derecho de petición
mediante la acción de tutela a pesar de la existencia del silencio
administrativo negativo.
Con fundamento en los hechos expuestos en
la demanda de tutela y en los argumentos del Juzgado Sexto Laboral del Circuito
para denegar dicha solicitud, debe la Sala reiterar su jurisprudencia, en el
sentido de que a pesar de que opere el fenómeno del silencio administrativo,
las autoridades, representadas en este caso en las entidades de previsión,
están en la obligación constitucional de responder las peticiones que ante ella
formulen los particulares, en ejercicio del legítimo derecho que consagra el
artículo 23 de la Carta Política.
Ha expresado la Corporación[1], que el derecho de
petición constituye un derecho constitucional fundamental susceptible de ser
tutelado, y que el mismo carecería de efectividad[2] si se tradujera sólo en
la presentación de la petición.
Por el contrario, lo que le otorga
efectividad al derecho es que la petición debe ser contestada en forma rápida y
oportuna en beneficio de quien la formula. Sobre el particular, se ha indicado
que[3]:
“De su texto se
deducen los límites y alcances del derecho: una vez formulada la petición, de
manera respetuosa, cualquiera que sea el motivo de la misma, bien sea
particular o general, el ciudadano adquiere el derecho a obtener pronta
resolución.
Puede afirmarse
que el derecho fundamental sería inocuo si sólo se formulara en términos de
poder presentar la respectiva petición. Lo que hace efectivo el derecho
es que la petición elevada sea resuelta rápidamente. De nada serviría el
derecho de petición, si la misma Constitución no consagrara el correlativo
deber de las autoridades de proferir pronta resolución. Desde luego, no puede
tomarse como parte del derecho de petición una prerrogativa que lleve
forzosamente a que la administración defina de manera favorable las
pretensiones del solicitante.
Por tanto, es una
obligación inexcusable de la administración resolver prontamente las peticiones
presentadas por los ciudadanos, lo cual no significa una respuesta favorable
perentoriamente. Pero en cambio, puede afirmarse que su pronta resolución hace
verdaderamente efectivo el derecho de petición”.
En el presente caso,
señala el a-quo que no procede la tutela del derecho de petición, por cuanto ha
operado el fenómeno del silencio administrativo negativo, el cual deja al
accionante abierta la posibilidad de acudir ante la Jurisdicción de lo
Contencioso Administrativo para lograr que se hagan efectivas sus pretensiones.
Debe reiterar la
Sala reiterar la jurisprudencia de la Corte[4],
según la cual la operancia del silencio administrativo no exime a la
administración de la obligación de decidir las peticiones que en forma
respetuosa le sean formuladas y que por lo tanto, no es admisible la tesis que
en este caso expone el juez de instancia, según la cual esta figura constituye
un medio de defensa judicial que hace improcedente la tutela[5].
En dicha
providencia, emanada de esta misma Sala de Revisión, se expresó:
"conviene
destacar que reiterada jurisprudencia de esta Corporación ha señalado que la
operancia de la figura conocida como "silencio administrativo" en
modo alguno satisface la efectividad del derecho de petición. La ya
referida Sentencia No T-426 de 1992, sobre el particular deja en claro que,
"la posibilidad de las autoridades de no contestar reclamaciones o
solicitudes que conlleva la configuración del fenómeno del silencio
administrativo (arts 40 a 42 código contencioso administrativo) no debe entenderse
como vía expedita para el desconocimiento del núcleo esencial del derecho
fundamental de petición".
Por lo anterior, la
omisión de la entidad de previsión al no dar respuesta a las peticiones que
ante ella se formulen con la necesaria prontitud, constituye una vulneración
del derecho de petición, a pesar de que ello genera la ocurrencia del fenómeno
jurídico del silencio administrativo, el cual no releva a la administración del
deber de resolver la solicitud.
Así lo dispone el
artículo 40, inciso 2º, del Código Contencioso Administrativo, a cuyo tenor la
ocurrencia del silencio administrativo negativo no eximirá de responsabilidad a
las autoridades ni las excusará del deber de decidir sobre la petición inicial,
haciendo la salvedad del caso en que el interesado hubiere hecho uso de los
recursos de la vía gubernativa con fundamento en él, contra el acto ficto.
De ninguna manera
puede tomarse la figura del silencio administrativo como supletoria de la
obligación constitucional de resolver que tiene a su cargo la autoridad, y
menos todavía entender que su ocurrencia excluye la defensa judicial del
derecho de petición considerado en sí mismo.
Tercera.
Procedencia de la tutela en el asunto que se revisa.
En virtud a lo
expuesto, concluye la Sala de Revisión que a pesar de que haya operado el
silencio administrativo negativo, es claro que se vulneró y se sigue vulnerando
-en tanto la Caja Nacional de Previsión Social se abstenga de resolver la
solicitud formulada- el derecho fundamental de petición garantizado a toda
persona por el artículo 23 de la Constitución Política.
En razón a lo
anterior, estima esta Sala de Revisión que en el asunto que se examina se ha
producido un desconocimiento del derecho de petición de la accionante por parte
de la Caja Nacional de Previsión Social, por cuanto han transcurrido más de
nueve meses desde que la señora MARIA INES IREGUI DE VILLAMIL solicitó se le
resolviera acerca del reconocimiento y pago de la reliquidación de su pensión
de jubilación, sin que hasta la fecha se hayan resuelto o se conozca respuesta
alguna sobre el particular.
Se revocará,
entonces, la Sentencia proferida por el Juzgado Sexto Laboral del Circuito de
Bogotá que denegó la petición de tutela presentada por la accionante, y en su
lugar se concederá el amparo, ordenando a la entidad responsable resolver
acerca de la petición elevada ante ella, independientemente del sentido en que
lo haga, pues el contenido de lo solicitado es de carácter laboral y habrá de
ser la correspondiente jurisdicción la encargada de decidir si el accionante
tiene o no derecho al pago y reconocimiento de la reliquidación de la pensión
de jubilación de la señora MARIA INES IREGUI DE VILLAMIL.
IV. DECISION.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, obrando en
nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
PRIMERO. REVOCAR la Sentencia
proferida por el Juzgado Sexto Laboral del Circuito de Bogotá el 14 de
diciembre de 1994, por las razones expuestas en la parte motiva de esta
providencia, y en su lugar conceder la tutela del derecho de petición de la
señora MARIA INES IREGUI DE VILLAMIL.
SEGUNDO. ORDENAR a la Caja Nacional de
Previsión Social para que dentro de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a
la notificación de esta providencia, resuelva la solicitud radicada con el
número 20204810 de junio 16 de 1994, presentada por la señora IREGUI DE
VILLAMIL, si para la fecha de la misma aún no se ha dado respuesta a la
petición.
TERCERO. LIBRENSE
por la Secretaría General
de la Corte Constitucional las comunicaciones de que trata el artículo 36 del
Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados.
Cópiese, publíquese,
comuníquese a quien corresponda, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional
y cúmplase.
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado Ponente
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO FABIO MORON DIAZ
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
[1] Cfr. Corte Constitucional Sentencias
Nos. T-464/92. MP. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz; T-473/92, MP. Dr. Ciro Angarita
Baron; T-495/92 Dr. Ciro Angarita Barón y T-010/93 MP. Dr. Jaime Sanín
Greiffestein.
[2] Cfr. Corte Constitucional Sentencias
T-315, T-262 y T-263 de 1993 entre otras.
[3] Cfr. Corte Constitucional Sentencia
T-119/93.
[4] Cfr. Corte Constitucional Sentencias
T-243/93; T-262/93; T-263/93; T-264/93; T-315 /93; T-355/93; T-253/93;
T-385/93; T-387/93; T-476/93; T-184/94; T-279/94 entre otras.
[5] Cfr. Corte Constitucional. Sentencia No.
T-315 de 1993. |
354 | T-149-95
Sentencia No
Sentencia No. T-149/95
ACCION DE TUTELA
TEMERARIA-Presupuestos/PRESUNCION
DE BUENA FE
La actuación
temeraria presupone la violación del principio de la buena fe. Una probable
explicación del comportamiento de los actores sería la de que éstos buscaban
constituir las pruebas necesarias para demostrar posteriormente la existencia
de un trato discriminatorio. Esta interpretación, a diferencia de la
presupuesta por los falladores de tutela, consulta el principio de la
presunción de buena fe en las gestiones que los particulares adelantan ante las
autoridades
PRINCIPIO DE
IRRENUNCIABILIDAD A LOS BENEFICIOS MINIMOS LABORALES/PRINCIPIO DE DIGNIDAD
HUMANA
El artículo 53 de
la Carta Política consagra el principio fundamental de irrenunciabilidad de los
beneficios mínimos establecidos en las normas laborales - entre ellos el
salario-. El principio de irrenunciabilidad de los beneficios laborales se
apoya en el mejoramiento constante de los niveles de vida y en la dignificación
del trabajador. Las disposiciones legales que regulan el trabajo humano son de
orden público. Los derechos y prerrogativas en ellas reconocidos se sustraen a
la autonomía de la voluntad privada, por lo que no son disponibles salvo los
casos exceptuados por la ley. La imposibilidad constitucional de modificar las
condiciones de trabajo en perjuicio del trabajador tiene sustento en el
carácter esencial de estos beneficios para la conservación de la dignidad
humana.
DERECHO DE ASOCIACION
SINDICAL-Vulneración/CONVENCION
COLECTIVA-Retroactividad/DERECHOS ADQUIRIDOS-Vulneración/ACTOS
DISCRIMINATORIOS EN MATERIA SALARIAL Y SINDICAL
Si bien la
sindicalización de los petentes comporta un cambio de régimen laboral, la
convención colectiva sólo puede regir hacia el futuro. La aplicación
retroactiva de la convención, mediante la imposición al trabajador de escalas
salariales menores contenidas en ella, desconoce los derechos adquiridos y
viola el principio de irrenunciabilidad de los beneficios mínimos establecidos
en las normas laborales. La actuación de la empresa no sólo desconoce los
derechos adquiridos de los trabajadores al pretender aplicarles
retroactivamente la convención, en desmedro de los beneficios salariales
reconocidos anteriormente. Ella atenta, además, contra el artículo 39 de la
Carta, ya que, mediante medios ilegales, se pretende disuadir a los
trabajadores de ejercer libremente su derecho de asociación sindical.
SALARIO-Reducción/PERJUICIO IRREMEDIABLE/ACCION
DE TUTELA TRANSITORIA
Durante un año,
los peticionarios han dejado de percibir aproximadamente una cuarta parte de su
salario. Si bien la reducción salarial no supone un perjuicio irremediable para
un trabajador de altos ingresos, en el presente caso, dado el reducido monto
del salario de los demandantes y su carácter congruo, la disminución en el
porcentaje señalado tiene la potencialidad de ocasionarles un perjuicio grave e
inminente, siendo procedente el otorgamiento de la tutela transitoria, en
contra de la entidad particular respecto de la cual se encuentran temporalmente
en situación de subordinación.
ABRIL 4 DE 1995
Ref: Expedientes
T-52386 y 52388
Actores: JOSE
MIGUEL MORA HERRERA y ORLANDO BUITRAGO ROJAS
Magistrado
Ponente:
EDUARDO CIFUENTES
MUÑOZ
Temas:
-Actuación
temeraria en la interposición de la acción de tutela
-Principio de
irrenunciabilidad de los beneficios laborales
-Actos
discriminatorios en materia salarial y sindical
La Sala Tercera de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los magistrados Eduardo
Cifuentes Muñoz, Carlos Gaviria Díaz y José Gregorio Hernández Galindo, ha
pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
S E N T E N C I A
En los procesos de
tutela T-52386 y 52388 adelantados por los señores JOSE MIGUEL MORA HERRERA y
ORLANDO BUITRAGO ROJAS, respectivamente, contra la compañía Vidrios Templados
Colombianos S.A. VITEMCO S.A..
ANTECEDENTES
1. JOSE MIGUEL MORA
HERRERA (expediente T-52386) y ORLANDO BUITRAGO ROJAS (expediente T-52388),
interpusieron, por separado, acciones de tutela contra Vidrios Templados
Colombianos S.A. -VITEMCO S.A. -, como mecanismo transitorio, para proteger sus
derechos a la igualdad, al trabajo, a la asociación sindical y a la negociación
colectiva.
2. Relatan los
demandantes, vinculados a la sociedad VITEMCO desde 1982 y 1988,
respectivamente, que en marzo de 1994 se afiliaron al Sindicato de Trabajadores
de la compañía, siendo elegidos miembros de su Junta Directiva.
3. Como consecuencia
de la afiliación sindical, la compañía decidió disminuirles el salario mensual
devengado, de $230.000 a $176.000 pesos mensuales.
4. Consideran que la
conducta de la empresa configura un típico acto de discriminación sindical y
salarial, con el propósito de sancionarlos por la afiliación al sindicato, lo
que vulnera sus derechos fundamentales. La conducta anti-sindical - afirman -
se refleja en el hecho de que en 1991 había sesenta trabajadores afiliados al
sindicato y en 1994 este número se redujo a trece.
5. Solicitan que se
ordene a la Empresa VITEMCO S.A. cesar sus actos de discriminación y proceder a
efectuar la nivelación de su asignación básica mensual, mientras el juez
ordinario se pronuncia sobre la controversia laboral.
6. El representante
legal de VITEMCO S.A., informa al Consejo Seccional de la Judicatura de
Cundinamarca, Tribunal de tutela en primera instancia, que en la empresa existe
un pacto colectivo de trabajo, que cobija a los trabajadores no sindicalizados
y una convención colectiva, que regula la relación laboral con los trabajadores
sindicalizados. En cuanto a la situación de los peticionarios, manifiesta que
éstos adquirieron voluntariamente la condición de trabajadores sindicalizados,
lo que justifica su cambio inmediato de régimen salarial, de conformidad con el
pacto colectivo y la ley laboral.
Resulta incompatible
- sostiene la empresa - ser beneficiario al mismo tiempo de un pacto y de una
convención. Cita como respaldo la cláusula del pacto colectivo que dice:
"En
consecuencia si uno o varios trabajadores beneficiarios de éste llegasen a
sindicalizarse, cesarán automáticamente para éstos, todos los beneficios del
presente pacto, incluido naturalmente los aumentos salariales, eliminándose
toda posibilidad para tales empleados de quedar amparados al mismo tiempo por
el pacto y la convención así sea en forma parcial."
Además, considera
que los demandantes abusaron de la acción de tutela, por el hecho de haber
ejercido previamente otra acción, por los mismos hechos, ante el Tribunal
Superior de Bogotá, de cuyo fallo acompaña copia (*).
7. El Consejo
Seccional de la Judicatura de Cundinamarca, Sala Jurisdiccional Disciplinaria,
mediante Sentencias del 7 de octubre y del 12 de octubre de 1994, denegó las
solicitudes de tutela elevadas por MORA HERRERA y BUITRAGO ROJAS contra VITEMCO
S.A. Señala en sus providencias que los petentes actuaron temerariamente al
interponer dos acciones por los mismos hechos ante diferentes autoridades
judiciales. En las referidas Sentencias se hacen las siguientes
consideraciones:
7.1 Los actores en
las acciones interpuestas ante el Tribunal Superior se refieren a la represalia
de la empresa originada en la afiliación al sindicato, como igualmente lo hacen
en la presente acción. Además, se trata de la misma parte demandada, no
obstante que la empresa se transformó en sociedad anónima.
7.2 Existen varios
elementos que llevan a concluir que los petentes debían conocer el valor real
de su sueldo al momento de interponer la primera acción en la que se alega la
falta de entrega de los recibos de pago. La segunda acción, en consecuencia,
mal podía basarse en la disminución salarial.
7.3 Los demandantes
"no pueden pretender fraccionar la acción de tutela tanto en lo referente
al contexto fáctico como frente a los derechos fundamentales invocados y
supuestamente vulnerados. Tal actitud desbordaría los límites de la acción y se
propugnaría por (sic) una situación que precisamente se pretende evitar, con la
formulación por parte del legislador, de normas como la del artículo 38 del
Decreto 2591 de 1991".
8. Los interesados
impugnan las anteriores decisiones. Niegan que haya identidad entre la primera
y segunda acción de tutela, pues los hechos y derechos invocados en una y otra
son diferentes. Anotan que en el presente caso solicitan se ordene a la
demandada cesar en sus actos de discriminación, mientras que con la primera
acción, pretendían se dispusiera la entrega de unos comprobantes de pago.
9. El Consejo
Superior de la Judicatura, Sala Jurisdiccional Disciplinaria, mediante sendas
Sentencias del 27 de octubre de 1994, confirma las decisiones impugnadas.
Considera que las acciones de tutela presentadas por los peticionarios, ante el
Tribunal Superior de Bogotá y el Consejo Seccional de la Judicatura, se
refieren a los mismos hechos y derechos, motivo suficiente para rechazarlas in
limine y ordenar el envío de las actuaciones a la Fiscalía General para que
se adelante la respectiva averiguación penal.
FUNDAMENTOS JURIDICOS
La Corte procede a
revisar (CP art. 241-9) las decisiones correspondientes a los procesos
acumulados T-52386 y T-52388. Dado que los fallos de tutela en primera y en
segunda instancia, en ambos procesos, coinciden en la denegatoria de lo
solicitado, por estimar que los demandantes actuaron temerariamente al
presentar la misma acción de tutela ante varios tribunales (D. 2591 de 1991,
art. 38), la Sala de revisión debe establecer primero si existió la actuación
temeraria afirmada por los juzgadores, para luego, si es del caso, analizar si
la modificación salarial, dispuesta por Vitemco a raíz de la sindicalización de
los peticionarios, constituye un acto violatorio de sus derechos
fundamentales.
Actuación
temeraria
1. El Consejo
Seccional de la Judicatura sostiene que no le está permitido a los demandantes
"fraccionar la acción de tutela tanto en lo referente al contexto fáctico,
como frente a los derechos fundamentales invocados y supuestamente
vulnerados", lo que equivaldría a desbordar los límites de la acción de
tutela. En los casos sub examine, estima que la actuación temeraria de
los petentes se evidencia en que, pese a conocer el valor real de su sueldo a
partir de la afiliación al sindicato, en la primera acción de tutela se
limitaron a alegar la falta de entrega de los comprobantes de pago, reservando
para una posterior acción la materia relativa a la presunta disminución
salarial.
El Consejo Superior
de la Judicatura, Sala Jurisdiccional Disciplinaria, en segunda instancia,
confirmó las decisiones impugnadas, ya que en ambas acciones de tutela los
demandantes reclamaban la protección de los derechos a la igualdad y al
trabajo, con fundamento en la disminución salarial efectuada por la empresa a
partir de su afiliación al sindicato.
2. La Corte comparte
la preocupación de los falladores de instancia, en el sentido de que el
ejercicio abusivo de la acción de tutela por parte de personas inescrupulosas,
atenta contra los principios de moralidad, eficacia y economía de la
administración de justicia (CP arts. 205, 228). No obstante, en el presente
caso, no encuentra que se haya incurrido en esta modalidad de ejercicio
temerario, por las siguientes razones:
2.1 El legislador
sanciona con el rechazo de la solicitud, el ejercicio plural de una misma
acción de tutela ante varios jueces o tribunales, salvo la existencia de un
motivo expresamente justificado (D. 2591 de 1991, art. 38). Los hechos que dan
lugar a la interposición de una acción de tutela, se refieren a la actuación
u omisión de una autoridad pública o de un particular, en los casos
establecidos en la ley (CP art. 86, D. 2591 de 1991, art. 42). El deber de
manifestar, bajo la gravedad del juramento, que no se ha presentado otra acción
de tutela, sólo es predicable "respecto de los mismos hechos y derechos".
Una interpretación sistemática de las anteriores disposiciones legales permite
concluir que los hechos que motivan la solicitud de tutela no pueden apreciarse
separadamente de los derechos fundamentales cuya vulneración o amenaza se
aduce.
2.2. Los
peticionarios señalan dos actuaciones, ambas efectuadas por la misma compañía,
en momentos diferentes, que vulneran sus derechos fundamentales. La primera
alude a la omisión en entregar recibos de pago del salario, con la consecuente
violación de los derechos de petición, igualdad y trabajo. La segunda involucra
el acto discriminatorio de la reducción salarial, que presuntamente desconoce
el derecho a la igualdad y a la asociación sindical. La omisión en suministrar
determinada información es un hecho que, por sí mismo, podría ser suficiente
para interponer la acción de tutela. La singularidad de este hecho resulta
incontestable; así lo demuestra el Tribunal Superior de Santa Fe de Bogotá al
denegar las primeras solicitudes de tutela con el argumento de que los derechos
invocados no eran de rango constitucional. Por otra parte, el acto
discriminatorio, consistente en el cambio de régimen salarial, constituye un
segundo hecho que no compromete ya el derecho de petición, sino los derechos
fundamentales a la igualdad y a la asociación sindical, sobre cuya vulneración
versa la segunda acción de tutela.
2.3. La actuación
temeraria presupone la violación del principio de la buena fe. No es explicable
porqué si la situación fáctica denunciada desde un principio era supuestamente
la misma, y comprendía la discriminación salarial, los peticionarios se
limitaron a solicitar la entrega de comprobantes de pago, y a estas precisas
pretensiones se circunscribieron los fallos de tutela iniciales. Tampoco es
suficiente para inferir una actitud torticera, suponer que los peticionarios
debían "conocer el valor real de su sueldo" al momento de interponer
la primera solicitud de tutela. Una probable explicación del comportamiento de
los actores sería la de que éstos buscaban constituir las pruebas necesarias
para demostrar posteriormente la existencia de un trato discriminatorio. Esta
interpretación, a diferencia de la presupuesta por los falladores de tutela,
consulta el principio de la presunción de buena fe en las gestiones que los
particulares adelantan ante las autoridades (CP art. 83).
En conclusión, la
Corte no comparte las apreciaciones de los tribunales de tutela en el sentido
de que los demandantes actuaron temerariamente. Procede, por lo tanto, a
estudiar el fundamento de sus pretensiones.
¿Disminución o
modificación salarial?
6. La discriminación
salarial constituye, prima facie, una violación de los derechos
fundamentales a la igualdad de oportunidades (CP arts. 13 y 53) y a un trabajo
en condiciones dignas y justas (CP art. 25)1 , por lo que el asunto
objeto de estudio ostenta carácter constitucional.
7. Los demandantes
afirman que la actuación patronal, que se tradujo en la disminución de sus
salarios de $230.000 a $176.000 pesos, es discriminatoria y viola los derechos
a la igualdad, al trabajo, a la asociación sindical y a la negociación
colectiva. Vitemco S.A., por su parte, justifica la modificación salarial en el
cambio de régimen laboral que automáticamente se habría producido con la
afiliación de los trabajadores al sindicato.
Debe la Corte
determinar si la afiliación de un trabajador a un sindicato, cuya relación
laboral se regía antes por un pacto colectivo, conlleva, en efecto, la
modificación inmediata de su nivel salarial, caso en el cual no
existiría la alegada discriminación.
8. En abstracto, le
asiste razón a la entidad demandada cuando afirma que no es jurídicamente
admisible que un trabajador se beneficie, al mismo tiempo, tanto del pacto
colectivo como de la convención, regímenes éstos con diferente naturaleza y
destinatarios. En efecto, la convención colectiva fija las condiciones que
rigen los contratos de los trabajadores sindicalizados (Código Sustantivo del
Trabajo, art. 467), mientras que los pactos colectivos, suscritos entre
empleadores y trabajadores no sindicalizados, solamente son aplicables a
quienes los hayan suscrito o adhieran posteriormente a ellos (Código Sustantivo
del Trabajo, art. 481). La imposibilidad de que un trabajador ostente
simultáneamente la condición de sindicalizado y de no sindicalizado, hace que
la aplicación de uno y otro régimen sea excluyente.
Términos de
comparación y test de razonabilidad
9. La referida
discriminación se basa en el trato salarial dado a los trabajadores sujetos al
pacto colectivo, en comparación con el trato diferente otorgado a aquéllos que,
en ejercicio de la libertad de sindicalización, deciden ingresar a un
sindicato. A juicio de los afectados, no existe una justificación objetiva y
razonable para la disminución salarial. La decisión del empleador los coloca en
situación de desventaja respecto de los trabajadores de igual condición y
rendimiento, todavía sujetos al pacto.
Se aduce el cambio
de régimen laboral como criterio diferenciador del trato dado a los demandantes
y a los trabajadores cobijados por el pacto colectivo. La Corte observa que la
diferencia de trato no obedece tanto al cambio de régimen laboral sino a la
aplicación inmediata del régimen convencional a aquellos, con los efectos que
esta medida tiene sobre su salario. La decisión patronal de reducir el salario
con base en la aplicación inmediata de la convención colectiva del trabajo a
los actores, debe ser examinada a la luz del test de razonabilidad que, en
punto a la igualdad, ha utilizado la Corte.
En efecto, la
diversidad de trato entre trabajadores no sindicalizados y sindicalizados, que
obtienen esta condición luego de haber alcanzado un determinado nivel salarial,
sólo tendría justificación objetiva y razonable en caso de ser una medida
válida, eficaz y proporcional2 . La validez del criterio diferenciador
supone que éste no sea contrario al orden constitucional o legal3 . La
eficacia hace relación a que el medio elegido sea adecuado para alcanzar el fin
propuesto. La proporcionalidad exige, por otra parte, que la utilización de la
medida no termine por sacrificar otros valores iguales o superiores a aquellos
que la fundamentan.
Inconstitucionalidad
del criterio de diferenciación
10. Como fundamento
para modificar el salario, la entidad demandada invoca el pacto colectivo
suscrito por los actores. En él se establece que, de llegar a sindicalizarse,
cesarían para ellos, todos los beneficios, "incluidos naturalmente los
aumentos de salario".
La anterior
estipulación es manifiestamente contraria a la Constitución y a la ley. El
artículo 53 de la Carta Política consagra el principio fundamental de
irrenunciabilidad de los beneficios mínimos establecidos en las normas
laborales - entre ellos el salario -, y prohibe que, a través de la ley, de los
contratos o de los acuerdos y convenios de trabajo, puedan menoscabarse la
libertad, la dignidad o los derechos de los trabajadores.
El principio de
irrenunciabilidad de los beneficios laborales se apoya en el mejoramiento
constante de los niveles de vida y en la dignificación del trabajador. Las
disposiciones legales que regulan el trabajo humano son de orden público. Los
derechos y prerrogativas en ellas reconocidos se sustraen a la autonomía de la
voluntad privada, por lo que no son disponibles salvo los casos exceptuados por
la ley (CP art. 53; C.S.T, art. 14). La imposibilidad constitucional de
modificar las condiciones de trabajo en perjuicio del trabajador tiene sustento
en el carácter esencial de estos beneficios para la conservación de la dignidad
humana.
El cambio de régimen
laboral, con la consecuente modificación salarial, que invoca el empleador, se
revela contrario a la Constitución y resulta, por lo tanto, inválido como
fundamento de la diferenciación de trato. A la luz de las anteriores
consideraciones, resulta evidente que la razón esgrimida por la entidad
demandada para modificar el salario a los peticionarios, no constituye una
justificación objetiva y razonable.
Vulneración de
los derechos a la igualdad, al trabajo, a la asociación sindical y a la
negociación colectiva
11. Si bien la
sindicalización de los petentes comporta un cambio de régimen laboral, la
convención colectiva sólo puede regir hacia el futuro. La aplicación
retroactiva de la convención, mediante la imposición al trabajador de escalas
salariales menores contenidas en ella, desconoce los derechos adquiridos (CP
art. 58) y viola el principio de irrenunciabilidad de los beneficios mínimos
establecidos en las normas laborales (CP art. 53).
El salario
representa la remuneración dineraria que el trabajador recibe como
contraprestación por su trabajo. El salario, una vez se causa, es un derecho
subjetivo que ingresa a la esfera patrimonial del trabajador. Por otra parte,
las cláusulas salariales contenidas en los acuerdos o convenios de trabajo, en
cuanto sean más favorables a los trabajadores, modifican el contrato de
trabajo. Los beneficios que de ellas se derivan ostentan el carácter de
derechos del trabajador, los cuales no pueden ser menoscabados con la
aplicación retroactiva de otros acuerdos o convenciones (CP art. 53).
La actuación de la
empresa no sólo desconoce los derechos adquiridos de los trabajadores al
pretender aplicarles retroactivamente la convención, en desmedro de los
beneficios salariales reconocidos anteriormente (CP arts. 53 y 58). Ella
atenta, además, contra el artículo 39 de la Carta, ya que, mediante medios
ilegales, se pretende disuadir a los trabajadores de ejercer libremente su
derecho de asociación sindical.
Procedencia de la
tutela transitoria
12. Los
peticionarios entablan las acciones de tutela como mecanismo transitorio para
evitar un perjuicio irremediable. Pretenden que se les otorgue una protección
transitoria a sus derechos fundamentales, mientras se produce un
pronunciamiento definitivo de la jurisdicción ordinaria.
Durante un año,
desde marzo de 1994 hasta el presente, los peticionarios han dejado de percibir
aproximadamente una cuarta parte de su salario. Si bien la reducción salarial
no supone un perjuicio irremediable para un trabajador de altos ingresos, en el
presente caso, dado el reducido monto del salario de los demandantes y su
carácter congruo, la disminución en el porcentaje señalado tiene la
potencialidad de ocasionarles un perjuicio grave e inminente, siendo procedente
el otorgamiento de la tutela transitoria, en contra de la entidad particular
respecto de la cual se encuentran temporalmente en situación de subordinación
(D. 2591, art. 42-4, -9).
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Tercera de Revisión,
RESUELVE:
PRIMERO.- REVOCAR las Sentencias de tutela proferidas por el
Consejo Superior de la Judicatura, Sala Jurisdiccional Disciplinaria, ambas de
fecha 27 de octubre de 1994, correspondientes a los procesos de tutela T-52386
(JOSE MIGUEL MORA HERRERA contra VITEMCO S.A.) y T-52388 (ORLANDO BUITRAGO
ROJAS contra VITEMCO S.A.), respectivamente.
SEGUNDO.-
CONCEDER TRANSITORIAMENTE
a los peticionarios la tutela de sus derechos fundamentales a la igualdad, al
trabajo y a la libre asociación sindical. En consecuencia, ORDENAR al
representante legal de VIDRIOS TEMPLADOS COLOMBIANOS S.A. que, dentro del plazo
de cuarenta y ocho horas contados a partir de la notificación de la presente
providencia, proceda a: 1) pagar la porción del salario dejada de percibir
durante 1994 y lo que va corrido de 1995, a los trabajadores JOSE MIGUEL MORA
HERRERA y ORLANDO BUITRAGO ROJAS, de conformidad con el salario devengado al
momento de afilarse al sindicato; 2) aplicar y pagar el aumento salarial
señalado para 1995 en la convención colectiva del trabajo, tomando como base el
salario de 1994 sin la disminución efectuada; 3) tomar en cuenta los
mencionados reajustes para la reliquidación de las prestaciones sociales a que
tienen derecho los peticionarios y efectuar los aportes correspondientes. Las
anteriores medidas tendrán vigencia hasta tanto la justicia laboral resuelva
definitivamente esta controversia. Los peticionarios cuentan con un término de
cuatro (4) meses, contados a partir de la notificación de la presente
providencia, para ejercer las respectivas acciones, so pena de la cesación
automática de la protección transitoria aquí brindada.
TERCERO.- LIBRESE comunicación al Consejo Seccional de la
Judicatura de Cundinamarca, Sala Jurisdiccional Disciplinaria, con miras a que
se surta la notificación de esta providencia, según lo establecido en el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional.
(Firmas
Expediente T-52386 - 52388)
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado Ponente
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
(Sentencia aprobada
por la Sala Tercera de Revisión, en la ciudad de Santa Fe de Bogotá, D.C., a
los cuatro (4) días del mes de Abril de mil novecientos noventa y cinco (1995)
).
(*)
De las Sentencias de tutela proferidas por el Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Santa Fe de Bogotá, se deduce que los petentes interpusieron anteriormente
acciones de tutela contra la misma sociedad, con el objeto de que se le
ordenara entregar los comprobantes de pago de nómina correspondientes al mes de
abril de 1994 y posteriores. El Tribunal Superior de Bogotá denegó lo
solicitado, por considerar que los derechos invocados no tenían rango
constitucional.
1 Corte Constitucional. Sentencia C-071 de 1993 M.P. Dr. Alejandro
Martínez Caballero
2 Corte Constitucional. Sentencia T-230 de 1994 M.P. Dr. Eduardo
Cifuentes Muñoz
3 Corte Constitucional. Sentencia T-136 de 1995 M.P. Dr. José
Gregorio Hernández Galindo |
355 | T-150-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-150/95
BIENES DE USO
PUBLICO-Afectación
La afectación
consiste en una manifestación de voluntad expresa del poder público, por medio
del cual se incorpora un bien al uso o goce de la comunidad, ya sea directo o
indirecto. Como se desprende de la anterior definición, para que el fenómeno
de la afectación sea posible requiere de dos momentos claramente
identificables: a) un aspecto material, esto es, la existencia de un bien apto
para el uso público y b) el aspecto intencional o subjetivo, que consiste en la
declaración de voluntad o en el accionar del órgano estatal que demuestra de
manera directa e inequívoca el deseo de consagrar un bien al uso público. Entre
nosotros, la afectación puede consistir en una manifestación de voluntad o en
hechos de la administración, por cuanto existen bienes naturales en donde la
sola presencia del bien implica la titularidad del dominio en cabeza del
Estado, pues, hay normas genéricas que así lo disponen, (a manera de ejemplo
los ríos son de uso público de acuerdo con lo perceptuado en el artículo 677
C.C.). Pero respecto de la afectación por hechos de la administración
respecto de los bienes artificiales, nuestra legislación ha señalado que
la naturaleza jurídica particular no se altera por el uso público.
BIENES DE USO
PUBLICO-Desafectación
La Desafectación
es el fenómeno jurídico por el cual un bien que ostenta la calidad de uso público
deja de serlo, por cuanto cambia su calidad de bien de dominio público a la de
un bien patrimonial ya sea del Estado o de los particulares. Es necesario
aclarar que la desafectación no consiste en una extinción del dominio sino en
una modificación del régimen jurídico que se le aplica. En nuestra legislación,
existe normatividad expresa que niega la desafectación de ciertos bienes de uso
público, así, el artículo 170 del Decreto 1333 de 1986 establece que “las vías,
puentes y acueductos públicos no podrán enajenarse ni reducirse en ningún
caso”.
BIENES DE USO
PUBLICO-Protección Estatal
El bien de uso
público por la finalidad a que está destinado, otorga al Estado la facultad de
detentar el derecho a la conservación de los mismos y por tanto la normatividad
que los regula ordena velar por el mantenimiento, construcción y protección de
esos bienes contra ataques de terceros. La protección se realiza a través de
dos alternativas: por un lado la administrativa, que se deriva del poder
general de policía del Estado y se hace efectivo a través del poder de sus
decisiones ejecutorias y ejecutivas. Por otro lado existe otra alternativa que
permite la defensa de los bienes de uso público, que es la posibilidad que
tienen los habitantes de recurrir a la vía judicial, a través de acciones
posesorias, reinvindicatorias o la acción popular.
LIBERTAD DE
CIRCULACION
El derecho
fundamental de la libre circulación se encuentra consagrado en el artículo 24
de la C.P. y consiste en la posibilidad que tiene toda persona de desarrollarse
dentro de un contexto donde puede desplazarse sin más restricción que la que
razonablemente establezca la ley. El legítimo ejercicio del derecho a la
circulación se constituye en un presupuesto para el ejercicio de otros derechos
constitucionales, cuyo desarrollo supone el reconocimiento a un derecho de
movimiento que garantiza la independencia física del individuo. La principal
manifestación de este derecho se encuentra en la libertad de elección que el
individuo tiene sobre lugares cuyo uso se encuentran a su disposición, puesto
que en materia de uso de un lugar público, la costumbre de la gente no impide
el ejercicio del derecho legítimo a la libertad de escogencia.
VIA PUBLICA-Cierre
La omisión de las
autoridades de policía, consistente en tolerar el cierre de algo que
evidentemente es una calle, viola el derecho a la libertad de circulación que
tienen los residentes del sector y los usuarios de la calle, por cuanto es
legítimo el derecho de todo ciudadano a elegir la vía de acceso que el Estado
coloque a su disposición.
DERECHO AL LIBRE
DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD/LIBERTAD DE LOCOMOCION/DERECHO DE ELECCION
Dentro de la
esfera del derecho al libre desarrollo de la personalidad, se encuentra el legítimo
derecho del individuo a elegir su medio, forma y lugar de locomoción, siempre y
cuando exista norma de circulación que lo permita. Por cuanto el hombre es
conciencia y libertad; si una persona intuitivamente escoge una calle para
transitar, las autoridades administrativas no pueden enderezarle su
comportamiento con la disculpa de que otros acostumbran circular por otras vías
ya que ello significaría DETERMINISMO. Exigirle a a alguien que transite por
las calles o potreros usados por la mayoría, sería comparable al acto de
obligar a un escritor a emplear el computadora, escondiendo su antigua máquina
de escribir, lo justo es permitir la elección. Si se reprime el derecho de
elección, se obstaculiza el compromiso a decidir y ello atenta contra la existencia
auténtica, circunstancia que implica un perjuicio irremediable, porque la
libertad se convierte en un compromiso de decisión.
PERJUICIO
IRREMEDIABLE-Situación de
tracto sucesivo
Entendido el
perjuicio irremediable como aquella situación que no se puede retrotraer ni
recuperar por ningún medio, esta Sala de Revisión considera que, un factor
preponderante dentro de esa calificación, se encuentra directamente ligado con
el transcurrir del tiempo, puesto que es indiscutible que en ciertas
circunstancias la oportunidad para ejercer la acción correspondiente, niega la
posibilidad de obtener la reparación del daño. Por tanto la presencia de una
situación de tracto sucesivo que vulnera derechos fundamentales, origina un
daño que puede tornarse irreparable e irreversible. Dentro del caso objeto de
examen se evidencia que el carácter progresivo del daño origina un perjuicio
irremediable, lo que se traduce en aserción a la vulneración del derecho a la
libre circulación y al libre desarrollo de la personalidad, en cuanto cercena
el derecho de todo individuo a escoger entre alternativas permitidas.
REF: EXPEDIENTE
T-54186
Peticionario:
Enrique Arbeláez Mutis.
Procedencia:
Juzgado Promiscuo Municipal de Villamaría (Caldas).
Magistrado
Ponente:
ALEJANDRO MARTINEZ
CABALLERO
Temas:
-Afectación y
desafectación de bienes de uso público.
-Los derecho a la
circulación y al libre desarrollo de la personalidad se vulneran cuando hay
negación del derecho a escoger el transito por una vía pública, a una persona
que la usa.
Santa Fe de Bogotá
D.C., cuatro (4) de abril de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Séptima de
Revisión de la Corte Constitucional, presidida por el Magistrado Alejandro
Martínez Caballero e integrada por los Magistrados Fabio Morón Díaz y Vladimiro
Naranjo Mesa.
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCIÓN
Ha pronunciado la
siguiente
SENTENCIA
En proceso de tutela
identificado con el número de radicación T-54186, adelantado por Enrique Arbeláez
Mutis en contra del Alcalde y el Concejo de Villamaría (Caldas), luego se
vinculó procesalmente a la empresa VARTA S.A.
I. ANTECEDENTES
Con base en los
artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto No. 2591 de 1991, la
Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para
efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia.
1. Solicitud.
El 21 de julio de
1994, Enrique Arbeláez Mutis presenta ante el Juzgado Promiscuo Municipal de
Villamaría, escrito contentivo de una acción de tutela, la cual se fundamenta
en los siguientes hechos:
a) Por iniciativa
del Alcalde de Villamaría, el Concejo de ese municipio, mediante Acuerdo 001 de
marzo 8 de 1993, decidió desafectar del uso público un tramo de la vía situado
en la calle 4a, comprendido entre las carreras 9a y 11 de tal municipio. El
Concejo consideró pertinente la desafectación por cuanto encontró que la calle
perdió notoriamente la condición de bien de uso público al “estar siempre
ocupada por vehículos de carga pesada lo que hace que ya no sea transitada
habitualmente.”, más aún cuando la calle que se desafecta se encuentra
subutilizada por el uso de calles adyacentes suficientes para el tráfico ágil y
organizado.
b) El mencionado
acuerdo autoriza al alcalde de dicha localidad para que celebre contrato de
permuta con la sociedad Colombiana de Baterías -COBALTECO S.A., quien se
compromete a canjear la vía pública (que tendría un valor de $6.833.268=) por
un lote de terreno situado en el Barrio “La Capilla” de Villamaría, con una
extensión aproximada de 3400 metros cuadrados. En el mencionado terreno la
Alcaldía busca construir el “Centro Integral Campesino”, que se organizará en
una casa campesina, plaza de mercado y centro de Acopio.
c) En cumplimiento de
lo dispuesto en el Acuerdo 001 de 1993, el alcalde de Villamaría celebró
contrato de permuta con la sociedad COBALTECO S.A. y lo protocolizó en la
Notaría Única del Círculo de esa ciudad, mediante escritura pública número 1593
de julio 14 de 1993.
Es necesario anotar
que la sociedad COBALTECO S.A. cambió su nombre el 26 de abril de 1994, por el
de VARTA S.A., según certificado de existencia y representación 6708766 de la
Cámara de Comercio de Bogotá.
d) Como consecuencia
de la firma del contrato de permuta, la sociedad VARTA S.A. cerró el espacio de
la vía pública que canjeó.
e) Cabe añadir que
el señor Registrador de Instrumentos Públicos y Privados de Villamaría se negó
a inscribir el contrato de permuta de la vía pública, por “falta de título de tradición”
de la misma, lo cual quedó plenamente demostrado en el expediente
f) De acuerdo con lo
expresado por ENRIQUE ARBELAEZ MUTIS, él transitaba por la calle objeto de
desafectación, como parte de su recorrido para desplazarse de las instituciones
educativas donde asisten sus menores sobrinos, al domicilio de los niños, a
quienes acompaña en su ruta debido al afecto que guarda por los menores.
(adjuntó partidas para demostrar el parentesco, certificados de estudios de sus
sobrinos para probar el sitio donde reciben clases y escritura pública de la
casa de su hermano).
Por la conducta de
las entidades demandadas en la presente acción de tutela, el peticionario
considera violados los derechos a un ambiente sano y a disfrutar del espacio público,
por la cual le solicita a esta Corporación el rescate del bien “patrimonial
público”.
2. Actuación
Judicial
2.1. En el
Juzgado Promiscuo Municipal de Villamaría.
El Juzgado Promiscuo
Municipal de Villamaría al resolver en primera instancia la acción de tutela de
la referencia, mediante Sentencia de agosto 4 de 1994, decidió tutelar el
derecho “al espacio público y de libre locomoción de los habitantes”, en
consecuencia dispone la restitución de la vía canjeada. Ordena la inaplicación
del acuerdo y el contrato de permuta que originaron la presente tutela.
Además, previene al alcalde y al Concejo de Villamaría para que en el futuro se
abstengan de incurrir en actos violatorios de los derechos fundamentales de los
habitantes. El Juzgado fundamenta su decisión con base en:
- De conformidad con
lo dispuesto en el artículo 674 del Código Civil las vías públicas son bienes
de uso público y como tales se caracterizan por ser parte del espacio público,
que por disposición constitucional son imprescriptibles e inalienables. El
derecho al espacio público es de aquellos que ostentan el carácter colectivo y
se encuentra garantizado constitucionalmente en el artículo 82 de la Carta
cuando dispone el deber para el Estado de velar por la protección del espacio público
que debe prevalecer sobre el interés particular, aspecto que -según afirma el
juzgado- no se tuvo en cuenta en la negociación que permuta el tramo de la vía
pública.
- El derecho a la
locomoción de los habitantes del municipio de Villamaría, tanto vehicular como
peatonal se vulneró por actuaciones de la autoridad municipal que autorizan a
particulares ejercer actos de dominio sobre la calle.
- A pesar de que la
jurisdicción competente para definir la legalidad de los actos administrativos
es la contencioso administrativa, el artículo 86 de la Carta autoriza al juez
de tutela para que si lo estima pertinente suspenda la aplicación de las
actuaciones administrativas “cuando es urgente la protección del derecho
fundamental que se reclama.”. Por lo tanto mientras la jurisdicción competente
no estudie la legalidad del acto administrativo que originó la presente tutela,
se inaplicará dicho acuerdo.
2.2. Nulidad de
la Sentencia
El representante
legal de la Sociedad VARTA S.A., mediante escrito de fecha agosto 12 de 1994
solicita la nulidad de toda la actuación surtida ante el Juzgado Promiscuo
Municipal de Villamaría a partir del auto que admite la demanda. Afirma el
solicitante que la empresa que representa no fue notificada del auto admisorio
de la solicitud de tutela, por consiguiente se le vulneró el derecho al debido
proceso que debe regir toda actuación administrativa y judicial. Además,
considera el interviniente, la falta de notificación del mencionado auto
origina vicio de nulidad que no es susceptible de saneamiento por el paso del
tiempo, de acuerdo con las causales señaladas en el Código de Procedimiento
Civil.
El Juzgado Cuarto
Civil del Circuito de Manizales, que asumió el conocimiento, en providencia de
agosto 19 de 1994 decretó la nulidad de la actuación surtida en el Juzgado
Promiscuo Municipal de Villamaría a partir del auto que admite la demanda, para
efectos de permitir a los representantes de la empresa COLBATECO S.A. su
intervención que asegure el principio de contradicción, de la publicidad y el
derecho a la defensa, principios que deben regir toda actuación judicial.
Consideró el Juzgado que dentro del proceso “se cometió un flagrante error de
procedimiento, que llevó a transgredir mínimas garantías procesales respecto de
aquella persona jurídica que fue vinculada por el fallo..”. En conclusión, a
la mencionada empresa se le dió el carácter de sujeto procesal.
2.3. Decisión del
Juzgado Promiscuo Municipal de Villamaría
En cumplimiento a lo
ordenado por el Ad-quem, el Juzgado Promiscuo Municipal de Villamaría notificó
de la admisión de la solicitud al representante legal de VARTA S.A. y mediante
Sentencia de septiembre 13 de 1994, mantuvo su decisión de tutelar los derechos
al espacio público y a la libre locomoción de los habitantes de su municipio,
con base en los mismos argumentos ya expuestos en la providencia anulada, pero
agrega lo siguiente:
- En el presente
asunto salta a la vista la existencia de otros medios de defensa judicial que
permitan proteger la integridad del bien de uso público, pero ante la violación
de los derechos a la libre locomoción y al espacio público, y la poca
efectividad de los mecanismos de protección, el juez de tutela debe prestar
protección inmediata y específica de los derechos vulnerados.
3. La Impugnación
La apoderada de la
Sociedad VARTA S.A. y el Alcalde de Villamaría JAIRO ALBERTO LLANO GOMEZ,
interpusieron recurso de apelación contra la Sentencia del Juzgado Promiscuo
Municipal de Villamaría, con base en los siguientes argumentos:
- Consideran los
demandados que el accionante dispone de medios de defensa judicial que excluyen
la acción de tutela, entre los cuales se encuentra la acción de nulidad contra
el Acuerdo 001 de 1993, la cual debe interponerse ante la jurisdicción contencioso
administrativa, o la acción de restitución de bienes de uso público prevista en
el Decreto 640 de 1937, o la “Resolución de Restitución”, acción policiva
prevista en el Código Nacional de Policía o las vías contempladas en la Ley 9a
de 1989 que impiden la perturbación y ocupación de bienes de uso público.
- El peticionario
obra en defensa del interés colectivo ya que nunca demostró su propio
perjuicio, ni la violación a su derecho individual, lo que conlleva a demostrar
que la acción popular es la vía pertinente.
- Arguyen los
impugnantes que la acción de tutela tampoco es procedente como mecanismo
transitorio, por cuanto la definición de perjuicio irremediable que contiene el
decreto 306 de 1992 se refiere a aquel que “solo puede ser íntegramente indemnizable”
- Afirman que el
artículo 313 de la Constitución Política otorga facultades a los Concejos
municipales para reglamentar el uso del suelo. Y el artículo 6º de la Ley 9º de
1989 autoriza a los Concejos para ejercer la función de variar el destino de
los bienes de uso público, por lo tanto la validez del acuerdo 001 de 1993 se
presume y hasta tanto la autoridad competente no diga lo contrario, el acto
administrativo debe surtir todos sus efectos.
- Opinan los
demandados que el tramo de vía pública que se canjea “carece y ha carecido
siempre de la prueba legal y única del dominio en cabeza de la entidad
municipal”, por el contrario esa franja es de propiedad de VARTA S.A.. El
hecho que la administración haya construido una calle no cambia la titularidad
ni la calidad jurídica al bien.
4. Actuación en
el Juzgado Primero Civil del Circuito de Manizales
El Juzgado Primero
Civil del Circuito de Manizales luego de aceptar el impedimento manifestado por
el Juez Cuarto Civil del Circuito, mediante Sentencia de octubre 31 de 1994
resuelve en segunda instancia la acción de tutela de la referencia. El Ad-quem
decide revocar el fallo que revisa y en consecuencia se abstiene de tutelar los
derechos invocados por el peticionario. A pesar de lo anterior el juzgado
Primero resuelve prevenir al señor Alcalde de Villamaría para que garantice el
uso permanente de la vía objeto de discusión como primera autoridad de policía
de esa localidad y libra oficio a la Procuraduría General de la Nación para que
investigue la conducta del alcalde Llano Gómez. El Juzgado fundamenta su
decisión con base en los siguientes argumentos:
-La acción de tutela
no es la vía pertinente para atacar un acto administrativo, ni tampoco para
lograr una suspensión provisional del mismo, ya que esta actuación le
corresponde únicamente al juez contencioso administrativo.
- La inaplicación
del acuerdo 001 de 1993 se puede efectuar solamente si existe un perjuicio
irremediable, esto es un perjuicio valorable pecuniariamente, que de acuerdo
con las pruebas allegadas al expediente nunca se probó. Menos aún puede
hablarse de inaplicación de una escritura pública, por cuanto esa figura no
ampara “actos realizados por vía de negociaciones”.
- Ahora, el dominio
sobre el bien no se encuentra radicado en cabeza de la sociedad VARTA S.A., por
cuanto el tramo de la vía objeto de estudio nunca fue registrado como bien
particular, requisito indispensable para ostentar la titularidad de un bien de
acuerdo con lo dispuesto en el artículo 756 del Código Civil, la tradición de
la propiedad de bienes raíces se efectuará por la inscripción del título en la
respectiva oficina. Este aspecto que no se tuvo en cuenta cuando la mencionada
empresa colocó “puertas en mallas” para cerrar la calle y obstruyó el flujo peatonal
y vehicular de un bien de dominio público, sin que el Alcalde como primera
autoridad de policía haya tomado medidas al respecto.
- Arguye el juzgado
que, según lo ordenado por el artículo 5º de la Ley 9º de 1989 el espacio
público de las ciudades se encuentra constituido -entre otras- por las áreas
requeridas para la circulación tanto peatonal como vehicular, de tal suerte que
la vía de la carrera 4a. entre calles 9º a 11, efectivamente corresponde al
espacio público del municipio de Villamaría. Espacio que ha sido violado por
la actuación de VARTA S.A., sin que el alcalde haya impedido tal situación.
Por estas razones el Juzgado Primero Civil del Circuito de Manizales ordena al
Alcalde de Villamaría garantizar el uso permanente de la vía y libra comunicación
a la Procuraduría General de la Nación para que investigue la conducta omisiva
de esa autoridad.
5. Aspecto
Probatorio en la Corte Constitucional
La Sala Séptima de
Revisión de esta Corporación, mediante auto de febrero 22 del año en curso,
decretó la práctica de una inspección judicial en la calle 4a. entre carreras
9a y 11 de Villamaría, con el fin de observar la “incidencia directa sobre el
goce de los derechos fundamentales del peticionario de la presente tutela”. En
dicha inspección se pudo constatar lo siguiente:
- La utilización del
tramo de la vía objeto de discusión se encuentra limitada al parqueo de
vehículos de Varta, que realizan labores de cargue y descargue de la mercancía,
eventualmente existe uso peatonal. Las personas no utilizan la zona porque hay
cierto grado de restricción al paso.
- En el sector
existe una calle paralela a la vía objeto de discusión, la calle 3era, que
puede considerarse arteria para el transporte de la zona y sobretodo para el
acceso de la escuela Kennedy al Barrio “La Pradera”, lugar donde habita un
hermano del peticionario de la presente tutela. Además en el sector se
encuentran las instalaciones de otra institución educativa que moviliza gran
cantidad de alumnos, el colegio Gerardo Arias Ramírez, siendo la costumbre de
los alumnos transitar por campo abierto y no por la calle 4a, según lo confirma
la versión de las estudiantes CAROLINA HURTADO, GLORIA MILENA RAMIREZ Y FRANCIA
ELENA ECHEVERRY, menores que inadvertidamente fueron invitadas a declarar sobre
los interrogantes planteados en la diligencia de inspección.
- Se pudo constatar
que el padre y una hermana del peticionario residen en un sector cuyo acceso
directo no requiere del uso de la calle objeto de inspección. Pero que el peticionario
la considera importante para su desplazamiento y el de sus sobrinos menores que
estudian en los Colegios Kennedy y Arias hacia el domicilio de su otro hermano
que se encuentra situado en el Barrio “La Pradera”.
- Respecto de la
situación planteada por el cierre de la vía, dijo Enrique Arbeláez Mutis :
“no he sentido un
peligro inminente en cuanto a que este impedimento de transcurrir por la calle
pueda ocasionar algún accidente pero si hay una observación muy lógica de que
la carrera novena y las casas adyacentes a la cuarta, pues no cuentan con
andenes o seguridad peatonal y se trata es de prevenir y no solamente para mí
sino para todo un conglomerado de estudiantes que se desplazan por este
sector....”
- Agrega el actor
que encuentra su ruta de acceso mas conveniente por la calle 4a, por cuanto la
utilización vehicular de esa vía era muy reducida al encontrarse ocupada por
automotores de Varta S.A, lo que otorgaba mayor seguridad para él y sus
sobrinos. Sobretodo porque el uso que él daba de la vía responde al derecho
que el transeúnte tiene de escoger libremente entre las diferentes alternativas
que se presenten; para el actor la utilización de la vía desafectada responde a
una costumbre de él, que no necesariamente coincide con el uso común.
II. FUNDAMENTOS JURIDICOS
Competencia.
Es competente esta
Sala de Revisión de la Corte Constitucional para proferir Sentencia de revisión
dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos
86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en
concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto No. 2591 de 1991;
además, su examen se hace por virtud de la selección que de dichas acciones
practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma
señalada por el Reglamento de esta Corporación.
Temas Jurídicos a
Tratar
1. Un problema sometido a consideración de
esta Sala consiste, básicamente, en determinar si la situación planteada por la
desafectación de un bien de uso público y por la autorización de su venta a un
particular que sin haberse efectuado la tradición realizó actos de propietario,
vulneró derechos constitucionales fundamentales del actor. Por lo tanto, se
entrará en primer término a estudiar lo referente a tutela contra particulares
y el aspecto relativo a la desafectación de los bienes de uso público. De otro
lado se analizará si la acción de tutela es procedente para evitar la
desafectación de bienes de uso público o si existen otros medios jurídicos.
Además, en relación con la Sentencia que se revisa, esta Sala analizará el
deber constitucional y legal de toda autoridad de policía de velar por el
correcto uso de los bienes de uso público.
En segundo lugar se estudiará la relación
de causalidad entre el cierre de la vía y el presunto daño causado a los
derechos fundamentales del peticionario. Para lo cual se resolverá esta
inquietud: ¿constituye una actitud legítima del actor utilizar una vía (la
calle 4) que el común de la población no la emplea pero que para el peticionario
es una vía que representa el ejercicio del derecho a escoger?. Por lo tanto se
estudiará el derecho a la libre circulación del peticionario, su derecho al
libre desarrollo de la personalidad. Y, la otra inquietud: podía VARTA S.A.,
sin ocurrir la tradición del inmueble, cerrar la calle 4a. con “puertas en
mallas”?.
Tutela Contra
particulares en el caso materia de esta acción.
2. El inciso 5º del
artículo 86 de la Constitución Nacional, dispone la procedencia de la acción de
tutela contra particulares cuando su conducta afecte grave y directamente el
interés colectivo, sin que ello implíque una exclusión a la acción popular.
Entonces, hizo bien el Juzgado Civil del Circuito de Manizales cuando ordenó
notificar a la empresa VARTA S.A. de la iniciación de esta acción, teniéndola
como parte dentro del proceso.
Posteriormente se
indicará en esta Sentencia que el interés para interponer la presente tutela no
queda excluido de la posibilidad de instaurar la acción popular.
Dominio Público.
3. La legislación
civil y constitucional distingue con claridad dos clases de dominio, lo que
comporta la aplicación de dos regímenes jurídicos diferentes. Por un lado, el dominio
privado que regula relaciones de coordinación, por lo tanto se
encuentran sometidas al régimen que regula las relaciones entre particulares.
Este dominio puede ser individual (artículo 58 de la Constitución) o colectivo,
éste con algunas limitaciones para el comercio, el artículo 329 de la Carta la
recoge como “no enajenable”, el artículo 55 transitorio como enajenable “en los
términos que señale la ley”. Por otro lado se encuentra el dominio público
definido como el conjunto de bienes que la administración afecta al uso
directo de la comunidad o que lo utiliza para servir a la sociedad (artículos
63, 82, 102, 332 de la Carta)1 . Dentro de esta última categoría se
diferencian dos clases:
4. Bienes del Estado
cuyo régimen es igual al de los particulares, también se denominan bienes
fiscales. Se definen en el artículo 674 del Código Civil como aquellos
bienes “cuyo uso no pertenece generalmente a los habitantes..”. Son bienes
patrimoniales del Estado o de sus entes territoriales destinados a la
prestación de servicios públicos que la administración utiliza en forma
inmediata.
Dentro de esta
especie se encuentran también los bienes fiscales adjudicables, que son
aquellos por los cuales el Estado asume la titularidad en la medida que se
traslade el uso y explotación a manos particulares, en principio a cambio de
una contraprestación económica para el Estado, ejemplo: las minas, los bienes
baldíos.
5. Bienes
afectados al Uso Público. Se encuentran en cabeza del Estado u otros entes
estatales y se caracterizan por ser bienes usados por la comunidad, la cual los
puede aprovechar en forma directa, libre, gratuita, impersonal, individual o
colectivamente, generalmente tienen que ver con los intereses vitales de la
comunidad.
Estos bienes no son
res nullius, pero respecto de su titularidad existen dos teorías que vale la
pena destacar. Para algunos teóricos, el propietario de los bienes de uso
público es el Estado, quien ejerce sobre ellos una reglamentación de uso. Esta
posición es la que acoge el artículo 674 del Código Civil, los define como
aquellos bienes cuyo “dominio pertenece a la República” y el “uso pertenece a
todos los habitantes de un territorio, como el de las calles, plazas, puentes y
caminos...”. Este listado meramente enunciativo se complementa con varias
normas, entre las cuales se encuentra la disposición contenida en el artículo
116 del Decreto 2324 de 1984 donde define como bienes de uso público las
playas, terrenos de baja mar y las aguas marinas.
La segunda teoría es
acogida por varios doctrinantes (entre los cuales se destaca Bielsa,
Marienhoff, José J. Gómez) quienes consideran que el titular de estos bienes es
la colectividad o el pueblo, de suerte que el Estado ejerce únicamente la
administración a través de su poder administrativo regulador y reglamentario.
El derecho al
aprovechamiento de los bienes de uso público encuentra su regulación legal en
disposiciones que son el resultado de la obligación constitucional de velar por
la protección del espacio público, que comprende los bienes de uso público.
Así el Decreto 2811 de 1974 o Código de Recursos Naturales consagra los “modos
de adquirir el derecho a usar los recursos naturales renovables de dominio
público”, el Código Nacional y los Códigos departamentales de Policía señalan a
las autoridades de policía, conductas a seguir para la preservación de los
bienes de uso público.
6. El artículo 63 de
la Constitución Nacional otorga a los bienes de uso público como efecto
jurídico el carácter de imprescriptibles, porque son bienes no
susceptibles de usucapión. De inalienables, esto es, son bienes que se
encuentran fuera del comercio ya que no pueden ser materia de actos jurídicos
que impliquen tradición o pérdida de la finalidad del bien. Debe aclararse que
a este concepto no se opone la posibilidad que tiene el Estado de regular y
permitir formas de utilización de estos bienes, por cuanto existen usos
“especiales” o “diferenciales”2 , pero no preferentes que son otorgados
bajo la forma de concesión o permiso a determinado grupo de personas, cuya
utilización no puede desvirtuar el carácter de público de esta clase de bienes,
a manera de ejemplo podemos citar las casetas de dulces que se instalan
temporalmente dentro de un parque. Y son Inembargables puesto que la
Constitución explícitamente impide embargos, secuestros o cualquier medida de
ejecución judicial tendiente a restringir el uso directo e indirecto del bien.
Sobre este punto esta Sala de Revisión se ha pronunciado así:
“Esto muestra
entonces que la teoría de la comercialidad de los bienes se rompe cuando se
trata de bienes de uso público. No es válido entonces exigir matrícula
inmobiliaria de tales bienes para determinar si son de uso público, puesto que
tales bienes, por sus especiales características, están sometidos a un régimen
jurídico especial, el cual tiene rango directamente constitucional. Por ello,
durante la vigencia de la anterior Constitución, la Corte Suprema de Justicia
había dicho que "el dominio del Estado sobre los bienes de uso público,
es un dominio sui generis". Y la Corte Constitucional también ha
diferenciado con nitidez, en anteriores decisiones, el dominio público y la
propiedad privada. Así, según la Corte, los bienes de dominio público se
distinguen "por su afectación al dominio público, por motivos de interés
general (CP art. 1º), relacionadas con la riqueza cultural nacional, el uso
público y el espacio público. " En particular, sobre los bienes de uso
público, la Corte señaló en esa misma Sentencia que éstos son inalienables,
imprescriptibles e inembargables, ...”3
La doctrina4
clasifica este tipo de bienes según el origen o formación de la cosa, división
que tiene importancia desde el punto de vista jurídico dentro de la teoría del
dominio público, en:
- Bienes de uso
Público Naturales, es decir, bienes que se encuentran en el estado en
que la naturaleza los ofrece. La Constitución en el artículo 63 se refiere a
los parques naturales que son de este tipo de bienes.
- Bienes de uso
público artificiales, son los que el legislador declaró públicos y cuya
creación depende de hechos humanos, en nuestra legislación están contenidos,
entre otros, en el artículo 674 de la legislación civil.
La Afectación al
uso público.
Como primera medida
es importante aclarar que esta Sala de Revisión avocará el estudio teórico de
la desafectación y afectación de los bienes de uso público que el tema plantea,
pero no se referirá a la conveniencia o impertinencia del acto administrativo
que origina la presente tutela, por cuanto es a la justicia contencioso
administrativa a quien le corresponde el estudio concreto.
7. Ahora bien, la
afectación consiste en una manifestación de voluntad expresa del poder público,
por medio del cual se incorpora un bien al uso o goce de la comunidad, ya sea
directo o indirecto. Como se desprende de la anterior definición, para que el
fenómeno de la afectación sea posible requiere de dos momentos claramente
identificables: a) un aspecto material, esto es, la existencia de un bien apto
para el uso público y b) el aspecto intencional o subjetivo, que consiste en la
declaración de voluntad o en el accionar del órgano estatal que demuestra de
manera directa e inequívoca el deseo de consagrar un bien al uso público.
Entre nosotros, la
afectación puede consistir en una manifestación de voluntad o en hechos de
la administración, por cuanto existen bienes naturales en donde la
sola presencia del bien implica la titularidad del dominio en cabeza del
Estado, pues, hay normas genéricas que así lo disponen, (a manera de ejemplo
los ríos son de uso público de acuerdo con lo perceptuado en el artículo 677
C.C.). Pero respecto de la afectación por hechos de la administración
respecto de los bienes artificiales, nuestra legislación ha señalado que
la naturaleza jurídica particular no se altera por el uso público. Así lo
establece el artículo 674 del Código Civil cuando dispone que:
“Los puentes y
caminos construidos a expensas de personas particulares, en tierras que les
pertenecen, no son bienes de la unión, aunque los dueños permitan su uso y goce
a todos los habitantes del territorio.”
Al respecto la Corte
Suprema de Justicia explica el punto cuando aclara que “ los actos de mera
facultad no confieren posesión ni dan lugar a prescripción alguna.”5
En conclusión,
nuestra legislación recoge como formas de afectación la manifestación de
voluntad de la administración, el suceso de hechos de la naturaleza, por
supuesto en bienes naturales, pero no los hechos que incorporen un bien
artificial particular al uso público.
Requisitos para
la afectación de un bien al uso público
8. Esta Sala de
Revisión se referirá a las reglas básicas para que la afectación al uso público
de un bien surta efectos jurídicos.
a) La existencia de
una manifestación de voluntad o de actitudes de la administración que
permita asegurar que el uso de un bien se encuentra a disposición del público.
Dentro de la primera opción (manifestación de voluntad) se encuentra la facultad
de que dispone el ente estatal de obtener un bien (Capítulo III de la Ley 9a.
de 1989, el artículo 17 del Decreto 855 de 1994, adquisición de inmuebles por
negociación directa) y destinarla al uso público, o la posibilidad de expropiar
un bien cuyo uso sea menester ofrecerlo al público (el artículo 58
constitucional faculta al Estado para expropiar bienes por motivos de utilidad
pública o de interés social que el legislador defina). Dentro de la segunda
opción, o sea, las actitudes de la administración, se cita a guisa de
ejemplo la inauguración de una obra que se abre al público o presentar
abierta una calle para su uso.
b) Existencia de un
título de dominio. Esta formalidad se presenta en forma diversa de acuerdo con
el tipo de afectación que se realiza, entonces, si se adquiere un bien, en este
caso, se requiere un título traslaticio de dominio que lo respalde, si se
expropia es necesaria la Sentencia judicial o el acto administrativo que lo
decrete. Pero también existen bienes que se afectan por ministerio de la ley,
por cuanto el título puede consistir en una ley que faculta al Estado para
detentar el derecho real de manera directa. (ejemplo: el Código Civil dispone
que las calles son de uso público).
c) La afectación
debe ser real y efectiva, esto es, que la cosa sea apta para el destino público
y que tenga el carácter de ser idónea para el uso público. En palabras de la
Ley 9a. de 1989, artículo 5º, se requiere que el bien presente un interés
público manifiesto y conveniente.
Desafectación de
los Bienes de Uso Público
9. La Desafectación
es el fenómeno jurídico por el cual un bien que ostenta la calidad de uso
público deja de serlo, por cuanto cambia su calidad de bien de dominio público
a la de un bien patrimonial ya sea del Estado o de los particulares. Es
necesario aclarar que la desafectación no consiste en una extinción del dominio
sino en una modificación del régimen jurídico que se le aplica.
10. Con relación a
la teoría de la desafectación en el derecho colombiano existen dos teorías que
se expondrán a continuación, pero que por la relevancia constitucional que
revisten, esta Sala de revisión considera que no es procedente para el caso
tomar posición respecto de alguna de ellas debido a que esa decisión le
corresponde a la Sala Plena de la Corte Constitucional, en el eventual estudio
de constitucionalidad que sobre el tema se plantee. Al respecto esta Sala tan
solo esbozará las dos tesis planteadas.
La primera
teoría: hace referencia a
la negación de desafectación respecto de bienes de uso público, de los parques
naturales, las tierras comunales de grupos étnicos, las tierras de resguardo,
el patrimonio arqueológico de la Nación, por cuanto el artículo 63 de la Carta
Política, otorga a esos bienes el carácter de inalienables. Además se considera
que la titularidad de los bienes de uso público se encuentra en cabeza de la
comunidad, por lo cual el Estado no tiene el poder de disposición respecto de
ellos.
Por otro lado la
segunda tesis[1]
se esboza en consideración con los siguientes argumentos:
- Las características
de inembargabilidad, inalienabilidad e imprescriptibilidad de los bienes de uso
público que se predican en el artículo 63 de la Constitución se conservan
mientras el bien ostente la calidad de dominial, por lo tanto si un bien cambia
de categoría jurídica puede someterse a las reglas establecidas en el Código
Civil, que regulan lo referente a los bienes patrimoniales. Esta teoría recoge
lo afirmado por Marienhoff que dispone la calificación de un bien como un
“concepto jurídico”, en donde la existencia del dominio público o privado
depende de la voluntad del legislador.
En el derecho, la
norma general de conducta predica que las cosas se deshacen como se hacen.
Entonces la forma como se realiza la desafectación de un bien es la forma como
se afecta, por tanto, la desafectación debe sucederse a través de un acto que
demuestre una manifestación de voluntad clara e inequívoca del
deseo de sustraer del dominio público un bien, que debe acompañarse de hechos
fácticos. Pero solo en situaciones excepcionalísimas es la ley quien señala
cómo se efectuará la desafectación a través de hechos de la naturaleza,
es el caso consagrado en el artículo 719 del Código Civil, cuando dispone que
el aumento que recibe la ribera de un río o de un lago por el lento e
imprescriptible retiro de las aguas, pueden dar origen a la adquisición de ese
terreno (es la figura del aluvión).
Dentro de esta
tesis, se sostiene que respecto de hechos del hombre, la desafectación
no produce efecto alguno, por cuanto existe norma constitucional que dispone la
obligación para el Estado de preservar y garantizar el espacio público, dentro
del cual se encuentra el uso público. (artículos 82 y 88 de la Carta).[2]
Para los
doctrinantes que defienden esta tesis, los requisitos para que la desafectación
de bienes de uso público sea posible es menester:
a) Que el bien
encargado de prestar un uso público haya perdido su propósito, no por actos
negligentes u omisiones de las autoridades encargadas de preservarlos, esto es,
que la pérdida de utilidad pública de un bien no se debe al incumplimiento de
la ley.
b) Que exista el
asentimiento de la autoridad competente directo e inequívoco de desafectar un
bien de uso público o un hecho de la naturaleza que así lo demuestre.
Entonces, la falta de uso de un bien no es el único factor determinante dentro
de la teoría de la desafectación, por cuanto de no existir una manifestación
clara de autoridad competente o ley que lo autorice sería aplicar la
prescripción extintiva del dominio a este tipo de bienes, aspecto que está
prohibido expresamente por la Constitución. (artículo 63).
c) Para desafectar
un bien de uso público situado en áreas urbanas y suburbanas, el artículo 6º de
la Ley 9a. de 1989, establece la necesidad de “canjear” un bien por otro de características
equivalentes, esto es, por otro bien que sea capaz de prestar el mismo uso
común, con la salvedad de que no se trate de vías públicas (dentro de la cual
se encuentra las calles, puentes, etc.), por las razones que se expondrán a
continuación.
Hasta aquí la
presentación de las dos tesis sobre desafectación.
11. Ahora bien, es
pertinente hacer referencia a que en nuestra legislación, independientemente de
la teoría que se acoja, existe normatividad expresa que niega la
desafectación de ciertos bienes de uso público, así, el artículo 170
del Decreto 1333 de 1986 establece que “las vías, puentes y acueductos
públicos no podrán enajenarse ni reducirse en ningún caso”.
En relación con el
retiro del servicio de vías públicas, el artículo 6º de la Ley 9a, establece:
“las calles nunca
podrán ser encerradas en forma que priven a la ciudadanía de uso, goce,
disfrute visual y libre tránsito. Toda ocupación permanente que se haga de
estos objetos es atentatoria a los derechos del común, y los que en ello tengan
parte serán obligados a restituir, en cualquier tiempo que sea, la parte
ocupada y un tanto más de su valor, además de los daños y perjuicios de que
puedan ser responsables.”.
Es deber de las
Autoridades la Preservación del Uso Público.
12. El bien de uso
público por la finalidad a que está destinado, otorga al Estado la facultad de
detentar el derecho a la conservación de los mismos y por tanto la normatividad
que los regula ordena velar por el mantenimiento, construcción y protección de
esos bienes contra ataques de terceros. La protección se realiza a través de
dos alternativas: por un lado la administrativa, que se deriva del poder
general de policía del Estado y se hace efectivo a través del poder de sus
decisiones ejecutorias y ejecutivas. Para el caso el artículo 124 del Decreto
1355 de 1970 o Código Nacional de Policía, dispone que “a la policía le
corresponde de manera especial prevenir los atentados contra la integridad de
los bienes de uso público.” En el mismo sentido y respecto del caso de esta
tutela, el artículo 297 de la Ordenanza 018 de 1971 o Código de Policía de
Caldas dispone que “la policía garantizará el uso permanente de las vías
públicas, atendiendo el normal y correcto desarrollo del tránsito y evitando
todo acto que pueda perturbarlo.”
El alcalde como
primera autoridad de policía de la localidad (artículo 84 de la Ley 136 de
1994), tiene el deber jurídico de ordenar la vigilancia y protección del bien
de uso público en defensa de los intereses de la comunidad, por lo tanto en su
cabeza se encuentra la atribución de resolver la acción de restitución de
bienes de uso público tales como vías públicas urbanas o rurales, zona de paso
de rieles del tren, según lo dispuesto en el artículo 132 del Código de
Policía.
Además, el Personero
municipal en defensa del interés público puede “demandar de las autoridades
competentes las medidas de policía necesarias para impedir la perturbación y
ocupación de los bienes fiscales y de uso público.”(artículo 139 numeral 7º del
Decreto 1333 de 1986).
13. Por otro lado
existe otra alternativa que permite la defensa de los bienes de uso público,
que es la posibilidad que tienen los habitantes de recurrir a la vía
judicial, a través de acciones posesorias, reinvindicatorias o la acción
popular consagrada en el artículo 1005 del Código Civil. Si no es legítima o
es muy discutible la legitimidad de la alteración del carácter de uso público
de un bien, y, además hay la vulneración de derechos fundamentales, es probable
que se pueda ejercer la acción de tutela contra la Entidad territorial y, si
además esa violación la realiza con hechos un particular que aún no tiene el dominio,
con mayor razón cabe la tutela como mecanismo transitorio.
Derecho a la
Libertad de Circulación
14. El derecho
fundamental de la libre circulación se encuentra consagrado en el artículo 24
de la Carta Política y consiste en la posibilidad que tiene toda persona de
desarrollarse dentro de un contexto donde puede desplazarse sin más restricción
que la que razonablemente establezca la ley.
El legítimo
ejercicio del derecho a la circulación se constituye en un presupuesto para el
ejercicio de otros derechos constitucionales, cuyo desarrollo supone el
reconocimiento a un derecho de movimiento que garantiza la independencia física
del individuo.
La principal
manifestación de este derecho se encuentra en la libertad de elección que el
individuo tiene sobre lugares cuyo uso se encuentran a su disposición, puesto
que en materia de uso de un lugar público, la costumbre de la gente no impide
el ejercicio del derecho legítimo a la libertad de escogencia, así lo dispone
también el artículo 1º del Decreto 1344 de 1970 o Código Nacional de Tránsito
Terrestre, cuando reza: el “transito terrestre de personas, animales y
vehículos por las vías de uso público es libre, pero está sujeto a la
intervención y reglamentación de las autoridades, para garantía de la seguridad
y comodidad de los habitantes.”, (negrillas fuera del texto).
Incluso, el inciso
1º del artículo 22 del Pacto de San José de Costa Rica señala que:
“1. toda persona
que se halle legalmente en el territorio de un Estado tiene derecho a circular
por el mismo y a residir en él con sujeción a las disposiciones legales...
3. El ejercicio
de los derechos anteriores no puede ser restringido, sino en virtud de una ley,
en la medida indispensable en una sociedad democrática, para prevenir
infracciones penales o para proteger la seguridad nacional, la seguridad o el
orden públicos, la moral o la salud públicas, o los derechos y libertades de
los demás.
4. El ejercicio
de los derechos reconocidos en el inciso 1 puede así mismo ser restringido por
la ley, en zonas determinadas, por razones de interés público.”
Al respecto la Sala
Tercera de Revisión de tutelas tuvo oportunidad de pronunciarse señalando:
“Tanto la
actuación de autoridad no competente como la del particular que se adueña del
espacio público lesionan dos derechos consagrados en la Constitución: el
individual de libre locomoción y el colectivo, que corresponde a toda la
comunidad, relativo al uso del espacio público.
La libertad de
locomoción, a la cual alude el artículo 24 de la Carta, implica que toda
persona, salvo las limitaciones que establezca la ley, tiene derecho a circular
libremente por el territorio.
Según se infiere
de la norma y de las disposiciones consagradas en convenios y pactos
internacionales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) y
el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Ley 74 de 1968),
únicamente la ley puede introducir restricciones, generalmente vinculadas con
razones de seguridad, orden público, salud pública o aplicación de decisiones
judiciales, todas las cuales se encuadran dentro de los criterios a cuyo amparo
el derecho mencionado no es absoluto y está supeditado al interés general
reconocido por el legislador.”[3]
15. Por lo anterior
y en consideración al estudio del caso concreto, esta Sala de Revisión examina
que la omisión de las autoridades de policía, consistente en tolerar el cierre
de algo que evidentemente es una calle, viola el derecho a la libertad de
circulación que tienen los residentes del sector y los usuarios de la calle,
por cuanto es legítimo el derecho de todo ciudadano a elegir la vía de acceso
que el Estado coloque a su disposición.
Derecho al Libre
desarrollo de la Personalidad
16. Con relación a
este derecho fundamental la Corte Constitucional se ha pronunciado así:
“El libre
desarrollo de la personalidad se traduce en la libertad de opción y de toma de
decisiones de la persona, siempre que no se alteren, como la misma norma lo
establece, los derechos de los demás y el orden jurídico. El ejercicio concreto
de este derecho exige un presupuesto básico: que la persona tenga la capacidad
síquica para autodeterminarse. De lo contrario el derecho debe ser asegurado en
su núcleo esencial mediante un debido tratamiento y curación, que le permita a
la persona finalmente gozar a plenitud del mismo.”[4]
Y concreta el
contenido del derecho en este sentido:
“La esencia del
libre desarrollo de la personalidad como derecho, es el reconocimiento que el
Estado hace de la facultad natural de toda persona a ser individualmente como
quiere ser, sin coacción, ni controles injustificados o impedimentos por parte
de los demás. El fin de ello es la realización de las metas de cada individuo
de la especie humana, fijadas autónomamente por él, de acuerdo con su
temperamento y su carácter propio, con la limitación de los derechos de las
demás personas y del orden público.”[5]
Por lo transcrito se
concluye que dentro de la esfera del derecho al libre desarrollo de la
personalidad, se encuentra el legítimo derecho del individuo a elegir su medio,
forma y lugar de locomoción, siempre y cuando exista norma de circulación que
lo permita. Por cuanto el hombre es conciencia y libertad; si una persona
intuitivamente escoge una calle para transitar, las autoridades administrativas
no pueden enderezarle su comportamiento con la disculpa de que otros
acostumbran circular por otras vías ya que ello significaría DETERMINISMO.
Exigirle a a alguien que transite por las calles o potreros usados por la
mayoría, sería comparable al acto de obligar a un escritor a emplear el
computadora, escondiendo su antigua máquina de escribir, lo justo es permitir
la elección. Si se reprime el derecho de elección, se obstaculiza el
compromiso a decidir y ello atenta contra la existencia auténtica,
circunstancia que implica un perjuicio irremediable, porque la libertad se
convierte en un compromiso de decisión.
Irreparabilidad
del perjuicio por el paso del tiempo.
17. Es necesario
destacar que tanto en el inciso 3º del artículo 86 de la Constitución Política
como en el Decreto 2591 de 1991, se estatuye la acción de tutela con un
carácter de medio de defensa subsidiario, cuyo ejercicio se encuentra
condicionado a la existencia concreta y específica de una amenaza o vulneración
de derechos fundamentales, y por tanto se constituye en una vía de defensa de
los derechos en la medida que no subsistan otros medios de defensa judiciales
aplicables al caso o que se presenten los medios pero no sean suficientes para
evitar un perjuicio irremediable.
En el mismo sentido
las distintas Salas de Revisión de la Corte Constitucional, se han pronunciado
aclarando y reafirmando la necesidad de la prueba de un perjuicio irremediable
que permita la utilización de la acción de tutela cuando existan otros medios
de defensa judicial aplicables al caso. Así se ha definido el perjuicio
irreparable:
“Se entiende por
irremediable el daño para cuya reparación no existe medio o instrumento. Es
el daño o perjuicio que una vez se produce, no permite retrotraer las
circunstancias al estado anterior a la vulneración del derecho. El
legislador abandonó la teoría del daño no resarcible económicamente, que en
oportunidades se ha sostenido, en especial para considerar algunos elementos
del perjuicio moral. Se ha considerado, por intérpretes de la norma, que su
redacción adolece de defecto al afirmar que el dicho perjuicio irremediable
sería aquél no reparable en su integridad, mediante indemnización,
interpretación equivocada porque abandona la manifestación expresa y literal de
la ley. Se trata de daños como la pérdida de la vida, o la integridad
personal, que pudiendo ser indemnizados totalmente en sus efectos materiales y
morales, no puede recuperarse por ningún medio.”[6] (subrayas fuera del texto).
En estas condiciones
y entendido el perjuicio irremediable como aquella situación que no se puede
retrotraer ni recuperar por ningún medio, esta Sala de Revisión considera que,
un factor preponderante dentro de esa calificación, se encuentra directamente
ligado con el transcurrir del tiempo, puesto que es indiscutible que en ciertas
circunstancias la oportunidad para ejercer la acción correspondiente, niega la
posibilidad de obtener la reparación del daño. Por tanto la presencia de una
situación de tracto sucesivo que vulnera derechos fundamentales, origina un
daño que puede tornarse irreparable e irreversible.
Lo anterior no
quiere decir que toda situación en donde se presente un perjuicio, se torne
irremediable, pues, toda actividad humana se da en el tiempo y se encuentra
condicionada al mismo, ya que el tiempo es un elemento integrante e
indispensable para el hombre. Es así como los distintos sistemas jurídicos
rigen conductas ubicadas en determinado tiempo y espacio, donde se encuentran,
que a la vez se hallan en un proceso de transformación. Lo que se quiere
demostrar es que, existen ciertas circunstancias de factum, en donde se puede
afirmar que el daño puede considerarse de tracto sucesivo irreparable, por
cuanto el transcurso del tiempo torna insalvable e insustituible la situación
que ya se consumó.
Con relación a la
importancia del tiempo para ejercer una acción procesal, la Sala Plena de la
Corte Constitucional dijo:
“Cuando los
juristas romanos manifestaron que el tiempo rige el acto jurídico, tempus
regit actum, señalaron el sentido de la oportunidad de ejercer la acción,
pues el tiempo determina el adecuado ejercicio de ésta, con el fin de que el
derecho siempre sea no sólo lo justo y equitativo, sino lo proporcionado con la
realidad, de acuerdo con las circunstancias de tiempo, modo y lugar.
La oportunidad es
una condición de viabilidad del ejercicio del derecho y de la eficacia de la
acción. Lo justo jamás puede ser inoportuno. El concepto de oportunidad se
refiere, ante todo, a la necesidad o conveniencia determinadas por el tiempo o
por el espacio, las dos dimensiones ineludibles de toda conveniencia humana,
por ser realidades evidentes.
En el nacimiento,
vida y extinción de las relaciones jurídicas, el tiempo es factor que cabe
ponderar en plano relevante. Al transponerse el umbral de la mayoría de edad,
cesan las incapacidades que la minoría engendraba; la creación intelectual que
la Carta Magna protege con énfasis, atribuye sus prerrogativas por el término
que acuerde la ley.
Si bien en
solitarias ocasiones, el tiempo es capaz de producir consecuencias jurídicas
sin la necesidad de que se le sumen otras circunstancias (así en el plazo), la
mayoría de las veces requiere de ellas para provocar modificaciones jurídicas.
El transcurso de
cierto lapso, unido a otros elementos de factum, puede llevar a presumir
el fallecimiento de una persona, por vía de la institución de la ausencia. La
mora, base misma del edificio obligacional, es otro ejemplo singular. La
prescripción utiliza al tiempo para producir sus consecuencias, pero le agrega
otros ingredientes que denotan sus particularidades.
La oportunidad,
dice el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia, es la
conveniencia de tiempo y de lugar. Por tanto, el tiempo determina si la
acción es conveniente o inconveniente; en otras palabras, si la acción es
adecuada o inadecuada. El criterio preponderante es el de conveniencia”[7]
Tutela
Transitoria
18. Una vez agotado
el estudio sobre el aspecto sustancial del presente caso, entra la Sala a
estudiar el aspecto procedimiental de la misma, por cuanto dentro del análisis
que el juez de tutela debe realizar, las dos premisas son aspectos
fundamentales para la decisión a tomar.
Al respecto se
pregunta: ¿que medios judiciales podrían aplicarse al caso objeto de examen?
Para el caso
concreto el actor podría emplear los siguientes medios: a) como la actuación
que origina la presente tutela se deriva de la expedición del Acuerdo 005 de
1993 que profirió el Concejo de Villamaría, por medio del cual se desafecta un
bien de uso público y como todo acto administrativo, es susceptible de ser
demandado ante la jurisdicción de lo contencioso administrativa, de acuerdo con
lo perceptuado en los artículo 131 y 132 del Código Contencioso Administrativo,
entonces es procedente solicitar a través de la acción de nulidad (artículo 84
C.C.A.) la anulación de ese acto perturbador de derechos constitucionales
fundamentales.
b) Además, puede
ejercitarse la acción policiva prevista en el artículo 124 del Código de
Policía y que esta Sala hizo referencia en el acápite 12.
c) El artículo 1005
del Código Civil establece
"La
municipalidad y cualquiera persona del pueblo tendrá en favor de los caminos,
plazas u otros lugares de uso público, y para la seguridad de los que transitan
por ellos, los derechos concedidos a los dueños de heredades o edificios privados.
"Y siempre
que a consecuencia de una acción popular haya de demolerse o enmendarse una
construcción, o de resarcirse un daño sufrido, se recompensará al actor, a
costa del querellado, con una suma que no baje de la décima, ni exceda de la
tercera parte de lo que cueste la demolición o enmienda, o el resarcimiento del
daño; sin perjuicio de que si se castiga el delito o negligencia con una pena
pecuniaria, se adjudique al actor la mitad."
En desarrollo de
esta norma, el artículo 8º de la Ley 9a. de 1989 dispone que dicha acción
podrá ejercitarse contra cualquier persona pública o privada “para la defensa e
integridad y condiciones de uso, goce y disfrute visual” de los bienes
constitutivos del espacio público. En el mismo sentido se orientan los
artículos 5º y 6º del Decreto 2400 de 1989.
En conclusión, de la
lectura de las normas podemos afirmar que existe normatividad expresa referente
a la acción popular que permite la defensa de las vías públicas como
bienes de uso público.
19. Cabe añadir que
la Corte Constitucional en reiterados pronunciamientos ha sido clara en señalar
que la acción popular y la acción de tutela, presentan puntos de coincidencia
y polos donde se excluyen, por cuanto si existe prueba fehaciente en donde se
llegue a la necesaria conclusión de la presencia de un perjuicio subjetivado o
la concretización de un perjuicio, la acción de tutela es procedente, pero no
lo es cuando no hay para el solicitante la inmediatez ni el perjuicio
irremediable. Al respecto la Sala Plena de esta Corporación en Sentencia de
unificación de jurisprudencia expresó:
“Fundamental
advertencia sobre este punto es aquella que señala de modo indubitable que
este derecho constitucional colectivo puede vincularse con la violación de otro
derecho constitucional de rango o naturaleza fundamental como la salud, la vida
o la integridad física entre otros, para obtener, por vía de la tutela que
establece el artículo 86 de la Constitución Nacional, el amparo de uno y otro
derechos de origen constitucional, pues en estos casos prevalece la protección
del derecho constitucional fundamental y es deber del juez remover todos los
obstáculos, ofensas y amenazas que atenten contra éste. En estos casos, como se
ha dicho, el Juez al analizar la situación concreta que adquiera las señaladas
características de violación de un derecho constitucional fundamental, deberá
ordenar la tutela efectiva que se reclama.
7. Por tanto,
para que fuera procedente la acción de la referencia, el peticionario, si no
estaba impedido para actuar como se verá más adelante, debió intentar una
Acción Popular con fines concretos o ejercer la Acción de Tutela basando su
petición en el amparo judicial específico de un derecho constitucional fundamental.
Por estas razones, que son las mismas del juez cuya Sentencia se revisa, se
confirmará la denegación de la tutela pedida”.[8]
Estudio del Caso
Concreto
Esta Sala entrará a
analizar la vulneración de los derechos a la libre circulación y al libre
desarrollo de la personalidad en el caso sub-iudice.
Considera esta Sala
que la situación que se plantea en el caso sub- examine con relación a la
inclusión de VARTA S.A. como sujeto pasivo de la acción de tutela, obedece a
que con su actuación, afectó el derecho de la comunidad y del peticionario de
acceder a la vía pública que cerró, por ende su conducta no es legítima.
Dentro del
expediente se encuentra comprobado que el señor Enrique Arbeláez era usuario de
la vía objeto de desafectación, aunque su circulación por la zona se ve
alternada con la utilización de las vías paralelas a la calle 4a., esto es, por
las calles 3era y la vía peatonal a través de un potrero que antes fue un campo
de fútbol, sin que ello represente algún tipo de carga adicional para el
peticionario de esta tutela, por la no utilización de la calle 4a.
Es claro entonces,
que respecto de la situación concreta, la decisión de impedir el traslado de
una persona por una vía que conserva el carácter de pública, se constituye en
una omisión que en forma continua y sucesiva viola el derecho fundamental de
elegir alternativas legalmente constituidas y amparadas en los artículos 16 y
24 de la Constitución.
Entonces, bajo los
lineamientos que la Corte Constitucional ha señalado, dentro del caso objeto de
examen se evidencia que el carácter progresivo del daño origina un perjuicio
irremediable, lo que se traduce en aserción a la vulneración del derecho a la
libre circulación y al libre desarrollo de la personalidad, en cuanto cercena
el derecho de todo individuo a escoger entre alternativas permitidas.
Con relación al
derecho a la libre circulación, esta Sala encuentra que la conducta de ARBELAEZ
MUTIS, es legítima en la medida que existe libertad de locomoción, derecho que
puede ser limitado por el justo derecho de los demás, lo cual no ocurre en el
presente caso porque VARTA S.A. no ha logrado la tradición del tramo de vía
pública, también puede ser limitado por el orden jurídico, pero no hay norma
alguna que impida en este caso concreto al peticionario, transitar por la calle
4a, y las limitaciones señaladas en el inciso 3º del artículo 22 del Pacto de
San José, no se presentan en el caso objeto de esta tutela.
Una vez aclarado el
punto, la Sala de Revisión se referirá a los dos destinatarios de la tutela en
forma autónoma. En primer lugar, la conducta del alcalde como primera
autoridad administrativa, por cuanto es a quien le corresponde velar por los
intereses de la comunidad y por ende custodiar los bienes de uso general, es
reprochable, puesto que no desplegó las medidas conducentes que evitaran el
cierre de una vía que todavía no había salido del patrimonio estatal.
También es
importante referirse a la investigación disciplinaria contra el exalcalde de
Villamaría, JAIRO LLANO GOMEZ, que el juzgado 1º Civil del Circuito de
Manizales solicitó se iniciara. Esta Sala no evaluará la orden de dicha
autoridad, que se supone ya ha iniciado su trámite, pero respetará la decisión
del a-quo de solicitar a la Procuraduría General de la Nación una investigación
disciplinaria que aclare asuntos que el juzgado no consideró correctos, puesto
que, por disposición legal es un deber de todo ciudadano denunciar las
conductas que considere violatorias de la ley y la Constitución, por lo tanto
se confirmará el punto de la Sentencia que se revisa, referente a la solicitud
de investigación disciplinaria elevada contra el exalcalde de Villamaría.
En segundo lugar, la acción de tutela objeto de estudio se
dirigió contra la Sociedad Varta S.A., por su comportamiento respecto del
cierre de una vía cuya tradición no se había efectuado. Al respecto esta Sala
hace referencia al artículo 756 del Código Civil cuyo tenor sería suficiente
para demostrar el ejercicio arbitrario del cierre de una vía por parte de un
particular que está colocando al peticionario frente a un estado de indefensión
respecto de tal situación. La disposición en comento en su primer inciso
dispone:
“Tradición de
inmuebles
Se efectuará la
tradición del dominio de los bienes raices por la inscripción del título en la
oficina de registro de instrumentos públicos.”
La compraventa de
bienes inmuebles se somete a la correspondiente inscripción del título y hasta
tanto no se realice dicha acción, el bien no sale del patrimonio del vendedor y
por ende el comprador no puede ejercer plenos actos de dominio sobre el
bien. Por lo tanto la Sociedad Varta S.A., cerró la vía pública sin autoridad
para ello, por lo que esta Sala de Revisión ordenará que se garantice el uso de
la Calle 4ta mientras se realiza la correspondiente tradición de la vía.
Por otro lado y en
respuesta a la tesis que sostiene el señor representante legal de la empresa
demandada VARTA S.A., sobre la no existencia de prueba del dominio de la calle
en cabeza de la entidad municipal, esta Sala de Revisión considera que la ley
presume que un bien que tiene características propias de bien de uso público
(una calle, un puente), está afectado al uso de la comunidad y por tanto si ese
bien es de dominio privado, los propietarios deben demostrar su titularidad a
través del correspondiente folio de matrícula inmobiliaria.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional
RESUELVE
PRIMERO: REVOCAR la Sentencia de octubre 31 de
1994, proferida por el Juzgado Primero Civil del Circuito de Manizales y
REVOCAR los numerales 1º, 2º, 3º, 4º y 5º de la Sentencia de septiembre 13 de
1994, proferida por el Juzgado Promiscuo Municipal de Villamaría.
SEGUNDO: TUTELAR TRANSITORIAMENTE los derechos
fundamentales a la libre circulación y al libre desarrollo de la personalidad
de ENRIQUE ARBELAEZ MUTIS y ORDENAR a las autoridades municipales de Villamaría
el despliegue de las medidas pertinentes que garanticen al peticionario de esta
tutela, el uso de la calle 4ta, entre carreras 9º y 11, según las
consideraciones realizadas en este fallo.
TERCERO: ORDENAR al Representante legal de la
SOCIEDAD VARTA S.A., sucursal Villamaría, remover los obstáculos que obstruyen
el paso del señor ENRIQUE ARBELAEZ MUTIS por la calle 4ta de la ciudad de
Villamaría (Caldas), hasta tanto no se efectúe la tradición del bien objeto de
discusión, según lo expresado en la parte motiva de esta providencia.
CUARTO: COMUNICAR a través de la Secretaría
General de la Corte Constitucional el contenido completo de la Sentencia al
doctor Jairo Alberto Llano González exalcalde de Villamaría (Caldas), al señor
Alcalde electo de ese municipio, al Presidente del Concejo de Villamaría, al
Director de la Policía de Villamaría, al representante legal de la Sociedad
VARTA S.A, con domicilio en Villamaría. y al peticionario de la presente tutela.
QUINTO: Por Secretaría General de la Corte
Constitucional, ENVÍESE copia del presente fallo al Defensor del Pueblo.
SEXTO: DEVOLVER el expediente al Juzgado
Promiscuo Municipal de Villamaría (Caldas), a efectos de cumplir con lo
establecido en el Decreto 2591 de 1991.
Notifíquese,
comuníquese, publíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte
Constitucional.
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Ponente
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
VLADIMIRO NARANJO MESA.
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
1 La Sala Cuarta de Revisión de la Corte Constitucional en
Sentencia T-566/92 distinguió tres clases de propiedad, la privada, estatal
(cuyo titular es el Estado) y pública (se predica de la nación), aquí
enmarcamos el dominio en dos grandes grupos, el privado y el público en sentido
genérico.
2 Así los denomina el tratadista Miguel Marienhoff en su libro
Tratado de Derecho Administrativo. Tomo V. Editorial Abeledo-Perrot. Buenos
Aires. 1988. Pgna 169 s.s. Esta denominación la acoge el Código de Recursos
Naturales.
3 Sentencia T-572/94. M.P. Alejandro Martínez Caballero.
4 Al respecto puede verse Parada Ramón, Marienhoff, Escola Jorge,
Dromi Roberto, Vidal Perdomo Jaime.
5 Puede verse la Sentencia de 21 de abril de 1953, proferida por la
Sala de Negocios de la Corte Suprema de Justicia. Gaceta Judicial LXXIV. Pgna
798.
[1] La esencia de esta teoría se encuentra esbozada en decisión de
octubre 10 de 1973 del Tribunal Administrativo de Cundinamarca. M.P. Alberto
Moreno Gómez. Revista Justicia Administrativa. Volumen I No. 5 1975.
[2] Al respecto puede verse las Sentencias T-502/92, T-508/92 entre
otras.
[3] Corte Constitucional. Sentencia T-550/92. M.P. Jose Gregorio
Hernández Galindo.
[4] Corte Constitucional. Sentencia C-176/93. M.P. Alejandro Martínez
Caballero.
[5] Corte Constitucional. Sentencia T-594/93. M.P. Vladimiro Naranjo
Mesa.
[6] Corte Constitucional. Sentencia T-468/92. M.P. Fabio Morón Díaz.
[7] Corte Constitucional. Sentencia C-072/94. M.P. Vladimiro Naranjo
Mesa.
[8] Corte Constitucional. Sentencia SU-067/93 M.P. Ciro Angarita
Barón y Fabio Morón Díaz. |
356 | T-155-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-155/95
PRINCIPIO NO
REFORMATIO IN PEJUS-Excepciones/PRINCIPIO
DE LEGALIDAD DE LA PENA
La no reformatio
in pejus como imposibilidad de agravar la sanción impuesta en primera instancia
cuando se trate de apelante único, es aplicable siempre y cuando el fallo se
ajuste a la realidad constitucional y legal. La no reformatio in pejus no es un
principio absoluto y mecánico sino que admite la excepción que impone el
principio de legalidad de los delitos y de las penas de rango constitucional.
NOTA DE
RELATORIA: En relación con
el tema ver sentencia SU-327/95
REF.:
Expediente No. T-51343
Peticionario:
NELSON CAJIGAS
RIOS
Magistrados:
Dr. FABIO MORON
DIAZ
-Ponente-
Dr. VLADIMIRO
NARANJO MESA
Dr. JORGE
ARANGO MEJIA
Santafé de Bogotá
D.C., abril seis (6) de mil novecientos noventa y cinco (1995)
La Corte
Constitucional, Sala de Revisión de tutelas, integrada por los H. Magistrados
JORGE ARANGO MEJIA, VLADIMIRO NARANJO MESA y FABIO MORON DIAZ, en ejercicio de
sus competencias constitucionales y legales, previo estudio del Magistrado
Ponente, resuelve sobre las Sentencias relacionadas con la acción de la
referencia, proferidas por el Juzgado Séptimo Penal del Circuito de Cali y el
Tribunal Superior de Cali -Sala Penal-.
I. ANTECEDENTES
A. La petición
Con fecha treinta
(30) de junio de mil novecientos noventa y cuatro (1994), el recluso NELSON
CAJIGAS RIOS, presentó ante el Juez Penal del Circuito de reparto de la ciudad
de Cali (Valle), un escrito en el que ejerce en nombre propio la acción de
tutela prevista en el artículo 86 de la Carta Política, con el fin de obtener
la protección de sus derechos constitucionales fundamentales al debido proceso
y a la defensa, que considera vulnerados por la decisión de febrero 28 de 1994,
de la Sala de decisión Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Cali, en la que, no obstante ser apelante único, se aumenta a 25 años la pena
prisión de 10 inicialmente impuesta por el Juez Veintiocho Penal del Circuito
de Cali. Para la protección específica de los mencionados derechos, solicita
que por virtud de la Sentencia de tutela se ordene la aplicación de la condena
de 10 años de prisión, proferida por el Juez competente y no la impuesta por el
Tribunal.
B. Hechos
- El recluso
NELSON CAJIGAS RIOS manifiesta que mediante Sentencia proferida el 23 de
octubre de 1993, por el Juzgado Veintiocho Penal del Circuito de Cali , fue
condenado a la pena de diez (10) años de prisión como autor del delito de
homicidio por los hechos ocurridos en día 27 de febrero de 1993, y que la
Sentencia fue apelada por sugerencia de su defensor, solicitando "una pequeña
rebaja de la pena".
- Además,
señala que al desatarse el recurso ante el Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Cali se le impuso sanción de veinticinco (25) años de prisión con
fundamento en lo prescrito en el art. 29 de la Ley 40 de 1993, al considerar
que el juez a-quo había incurrido en una decisión judicial ilegal por el hecho
de fallar de acuerdo con el artículo 323 del Código Penal, y porque este
artículo se encuentra "suspendido o modificado" desde el día 19 de
enero de 1993, fecha en que entró a regir la Ley 40 de 1993.
- Afirma que
al aumentarse la pena "sin ninguna clase de audiencia", se incurrió
en violación al debido proceso y al derecho de defensa, por lo cual solicita la
protección de estos derechos fundamentales.
C. El Envío del
Asunto al Tribunal Superior
El conocimiento de
la acción de tutela le correspondió al Juzgado Séptimo Penal del Circuito de
la ciudad de Cali, cuyo titular, por auto del 1o. de julio de mil novecientos
noventa y cuatro, ordenó la remisión de los folios de la acción instaurada, al
señor Presidente de la Sala Penal del Tribunal Superior de Cali, al considerar
que la acción debía ser asumida, tramitada y decidida por una autoridad
judicial que tuviera el mismo rango jerárquico de la autoridad que profirió los
acusados.
D. La
improcedencia de la tutela
1. El Tribunal Superior de Cali -Sala de
Decisión Penal-, en Sentencia del veintiuno (21) de julio de mil novecientos
noventa y cuatro (1994), sobre el asunto de la referencia resolvió: "Negar
por improcedente la tutela impetrada por Nelson Cajigas Ríos, dirigida contra
la Sala de Decisión Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Cali", con fundamento en las siguientes consideraciones:
- Que la
Sentencia del Juzgado 28 Penal del Circuito de Cali, por la cual se condenó al
peticionario a la pena principal de diez (10) años de prisión como autor del
delito de homicidio, en los hechos ocurridos el 27 de febrero de 1993, y que
fue apelada por el condenado ante el Tribunal Superior de Cali -Sala Penal-,
correspondiéndole el asunto a la Sala de decisión presidida por la H.
Magistrada Dra. Ana Hilda Gudziol Vidal, fue modificada debida y cabalmente,
en el sentido de imponer al procesado la pena principal de veinticinco (25)
años de prisión, con fundamento en la existencia de una violación al principio
de legalidad consagrado en la Constitución y, en especial, por la violación de
lo dispuesto en el artículo 29 de la Ley 40 de 1993, que modificó el artículo
323 del Código Penal.
- Que la
decisión que resuelve la apelación, a pesar de que el condenado fue apelante
único, no es violatoria del derecho fundamental al debido proceso, no obstante
que se haya aumentado la pena impuesta de diez (10) a veinticinco (25) años,
porque en este caso se hizo una adecuación de la pena de acuerdo con lo
establecido en el artículo 29 la Ley 40 de enero 19 de 1993, vigente al momento
de la ocurrencia de los hechos y que establece una pena superior a la señalada
por el a-quo, quien, por el contrario, basó su decisión en el artículo 323 del
Código Penal, ignorando que había sido modificado por el artículo 29 de la
citada ley.
- Que de
acuerdo con lo anterior, y con base en la jurisprudencia de la H. Corte Suprema
de Justicia, "no obstante existir objetivamente un incremento punitivo, el
Tribunal en sentido estricto no agravó la pena impuesta por el a-quo, sino que
ajustó la tasación punitiva a la normatividad aplicable según el fallo
recurrido, en acatamiento al principio de legalidad de la pena que forma parte
principal de la garantía fundamental del debido proceso, consagrada en forma
expresa y reiterativa en la Carta (art. 29 y 230)".
- Otro de los
puntos que considera el Tribunal para denegar la correspondiente acción de
tutela, se refiere a la improcedencia de este mecanismo judicial cuando se
dirige contra Sentencias judiciales y advierte que la Sentencia contra la cual
se dirige esta acción se encuentra ejecutoriada, es decir que ha hecho tránsito
a cosa juzgada, "ya que el recurso extraordinario de Casación interpuesto
contra la misma fue declarado desierto por no haberse presentado la demanda,
según lo certifica la Secretaría de la Corporación."
2. La
Impugnación
El accionante fue
notificado personalmente de la anterior decisión el día 21 de julio de 1994, y
en el mismo acto solicitó apelación sin motivación alguna.
3. La Anulación
de la Actuación en Segunda Instancia
La Corte Suprema de
Justicia mediante fallo de veintitrés (23) de agosto de mil novecientos noventa
y cuatro (1994), al conocer de la apelación contra la decisión proferida por
el Tribunal Superior de Cali en el asunto de la referencia resolvió:
"Decretar la nulidad de la actuación cumplida por la Sala Penal del
Tribunal Superior de Cali, en virtud de la tutela ejercida por el procesado
Nelson Cajigas o Cajicas Ríos, en contra de una de las Salas de Decisión Penal
de la misma Corporación" y, “En consecuencia, vuelvan las diligencias al
Juzgado Séptimo Penal del Circuito de Cali, a fin de que profiera el fallo
correspondiente, por ser de su exclusiva competencia."
Las consideraciones
de la Corte se resumen a continuación:
- Advierte
que de acuerdo con lo establecido en el artículo 86 de la Constitución y el artículo
37 del Decreto 2591 de 1991, la competencia para conocer de la acción de
tutela, está atribuída a todos los jueces o tribunales con jurisdicción en el
lugar donde ocurriere la violación o amenaza de los derechos fundamentales que
motiva la pretensión, por lo que se autoriza al accionante para que elija,
entre esos jueces o magistrados, a cual de ellos le formula la petición.
- Considera
que en el presente caso, el Juzgado Séptimo Penal del Circuito a quien
correspondió por reparto conocer inicialmente de la presente acción, "no
podía so-pretexto de preservar el buen nombre, confianza e imparcialidad de la
administración de justicia, asignarle oficiosamente la competencia al Tribunal,
teniendo como único fundamento el no poder entrar a cuestionar por vía de
tutela la actuación cumplida por su superior jerárquico -la Sala de Decisión
del Tribunal de Cali-, contrariando las normas ya mencionadas y desconociendo
la reiterada jurisprudencia de esta colegiatura en sus diferentes Salas
especializadas y de la Corte Constitucional".
- Concluye la
Corte que " no era el Tribunal de Cali competente para conocer de la
primera instancia de la solicitud de tutela elevada por Nelson Cajigas o
Cajicas Ríos, razón por la cual se decretará la nulidad de la actuación cumplida
por el a-quo y como consecuencia, las diligencias serán remitidas
inmediatamente al Juzgado Séptimo Penal del Circuito de la misma ciudad, para
que dicte el fallo que corresponda."
- En
cumplimiento de la decisión anterior, proferida por la Corte Suprema de
Justicia en Sentencia de 23 de agosto de 1994, nuevamente se da trámite a la
acción de tutela iniciada por el señor Nelson Cajigas Ríos, ante el Juzgado
Séptimo Penal del Circuito de Cali a quien inicialmente había correspondido por
reparto.
E. La nueva
Sentencia de Primera Instancia del Juzgado Séptimo Penal del Circuito de Cali y
su Revisión
El Juzgado Séptimo
Penal del Circuito de la ciudad de Cali, resolvió denegar la acción de tutela
invocada, con base en los siguientes razonamientos:
- "Todo homicidio simple o agravado que
en Colombia se consume a partir del día 19 de enero de 1993, debe regularse
para efectos punitivos conforme a las claras previsiones de la ley 40 de 1993
del mismo año". Razón por la cual se debe aplicar el artículo 29 de la ley
mencionada, teniendo en cuenta que el accionante cometió el delito de homicidio
el 27 de febrero de 1993.
- Manifiesta que el
Juez 28 Penal del Circuito de la ciudad de Cali, al proferir la condena de 10
años por el delito de homicidio simple incurrió en una clara violación al
principio de legalidad y al derecho fundamental del debido proceso, en razón a
que aplica una disposición que fue "suspendida o modificada" por la
ley 40 de 1993. Presentándose así, una excepción al principio de la "reformatio
in pejus" consagrado en el artículo 31 de la carta, mediante el
cual se prohibe al superior agravar la pena impuesta cuando el condenado sea el
apelante único.
F. La
impugnación
- El actor
impugna la decisión del juez a-quo, al considerar que el Tribunal accionado sí
ha vulnerado el principio de la reformatio in pejus, por el hecho de
haberle aumentado la condena de diez (10) a veinticinco (25) años de prisión,
sin tener en cuenta su condición de apelante único.
- Reitera que
la Sentencia de segunda instancia impugnada vulnera su derecho fundamental al
debido proceso, en razón a que la Sentencia del Juez de primera instancia fue
revocada, sin celebrar audiencia pública; señala que sobre este punto no ha
habido pronunciamiento, por la cual solicita la protección de dicho derecho.
G. La Segunda
Instancia
El Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Cali (Valle) -Sala de Decisión-, mediante Sentencia de
octubre catorce (14) de mil novecientos noventa y cuatro (1994), se pronuncia
sobre la Sentencia de tutela y resuelve: "Confirmar la Sentencia de
septiembre 20 de 1994, por medio de la cual el Juzgado Séptimo Penal del
Circuito de Cali negó la tutela impetrada por Nelson Cajigas Ríos, dirigida
contra Sala de Decisión Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Cali, por las razones expuestas en la parte motiva de esta decisión."
- Las
consideraciones expuestas en esta oportunidad por el Tribunal Superior al
conocer de la apelación de la decisión proferida por el Juzgado Séptimo Penal
del Circuito, son las mismas expuestas en la decisión de Julio 21 de 1994, que
se resumen en el literal D-1 de este documento.
II. CONSIDERACIONES
A. La Competencia
Esta Corporación es
competente para conocer de esta revisión, de conformidad con lo establecido en
el inciso 2o. del artículo 86 y el numeral 9o del artículo 241, ambos de la
Carta Política, desarrollados en los artículos 33 y 34 del Decreto 2591 de
1991.
B. La Materia del
Caso
1. Lo primero que
se debe advertir en este caso es que examinadas las decisiones de instancia que
resultan del proceso penal, y en especial la de la Sala de Decisión Penal del
H. Tribunal Superior de Cali, producida en sede de segunda instancia y contra
la que se dirige la acción de tutela, es evidente y absoluta la contradicción
entre lo que ambos despachos entienden como la disposición jurídica aplicable
al caso y, en especial, en el establecimiento de los elementos de la definición
legal del delito y de la pena que corresponden a la conducta subjudice,
con los cuales se debía resolver el asunto de la punibilidad y de la definición
de la pena imponible.
En efecto, mientras
en el despacho de primera instancia se estimó, como aplicable por la materia
regulada y por el tipo penal que describe y define la conducta punible de
homicidio, el artículo 323 del Decreto-Ley 100 de 1884, en el Tribunal Superior
de Cali, se estimó que la norma aplicable era el artículo 29 de la Ley 40 de
1993.
Por tanto, en el
fondo de esta diferencia de opiniones y de posiciones jurídicas, se trata de la
definición de la norma legal aplicable y de la de la validez, vigencia y
operancia de dos disposiciones jurídicas que regulan una misma conducta, o lo
que es lo mismo, de un asunto de legalidad de los delitos y de las penas a que
se refiere el artículo 29 de la Carta Política.
Además, esta clase
de enfrentamientos y de conflictos en punto a la definición de la normatividad
penal aplicable no es frecuente, dado el especial celo que suele guardarse en
esta materia entre los distintos agentes y operadores jurídicos en el área del
derecho penal; se trata de una situación sui generis que se
produjo en varios despachos del país a raíz de la promulgación y de la entrada
en vigencia de la Ley 40 de 1993, que decretó una sustancial transformación de
la referencia normativa en el tema del homicidio y del homicidio con ocasión
del secuestro.
En verdad, en un
sistema jurídico como el nuestro, no son frecuentes este tipo de controversias
de orden normativo y es muy raro que un juez penal no sepa cual es la
regulación jurídica de las conductas punibles sometidas a su competencia.
Empero, en este caso existen suficientes razones para que se haya producido la
incertidumbre, que dió lugar a las diferentes consideraciones que inspiran a los
dos despachos del conocimiento; desde luego, no es plausible el patrocinio de
esta clase de equivocaciones en punto de la mencionada definición de las reglas
aplicables al ilícito penal.
Por último, también
es claro que el Despacho que conoció de la segunda instancia del proceso penal
adelantado por el homicidio cometido por el actor de la tutela, modificó
radicalmente la cantidad de la pena y con base en la ley que estimó como
aplicable, reformó aquella parte de la Sentencia, no obstante que el conocimiento
del asunto haya llegado a dicha instancia bajo la condición del ejercicio del
recurso de apelación presentado únicamente por el condenado, todo lo cual
parece encuadrar prima facie en los supuestos del artículo 31 inciso
segundo de la Carta.
2. Para resolver
sobre el asunto que aparece como materia de las providencias que se revisan, es
preciso advertir en primer término que la Corte Constitucional mediante
Sentencia de diciembre 7 de 1993, declaró la constitucionalidad del artículo 29
de la ley 40 de 1993; en la mencionada oportunidad, esta Corporación advirtió
que
“....el legislador
si ha atendido los criterios de razonabilidad y proporcionalidad para la
dosificación de las penas que los artículos acusados de la demanda prevén para
los delitos de homicidio y secuestro en sus diferentes modalidades, habida
cuenta de su gravedad y de aquellas circunstancias en las que subyace la
transgresión de normas esenciales a la convivencia humana y civilizada, que
comprometen además la vida misma del individuo y atacan mortalmente tanto el
núcleo familiar como a la estructura de la sociedad democrática, legítimamente
organizada dentro de un orden justo.”
Además, en la citada
providencia se indicó que “No se remite a duda que los delitos de secuestro y
homicidio lesionan de manera grave o, en el mejor de los casos, quebrantan
ostensiblemente los bienes supremos de la vida, la libertad, la dignidad, la
familia y la paz, entre otros, derechos fundamentales amparados por la
Constitución y resquebrajados por crímenes justamente calificados como de los
más abominables por la humanidad, afectando así la tranquilidad de miles de
familias y la convivencia ciudadana.
“Dentro de la
concepción del Estado Social de Derecho y con base en la importancia que a los
derechos fundamentales otorga nuestra Carta Política, cuando se vulneran los
derechos a la vida, a la libertad y a la dignidad a través de los delitos de
homicidio y secuestro, se hace necesario por parte del Estado la imposición de
una pena, y ante todo de un tratamiento punitivo aleccionador y ejemplarizante,
atendiendo los bienes jurídicos cuyo amparo se persigue; es decir, que a tales
hechos punibles se le debe aplicar las más rígidas sanciones con el objeto de
que produzcan un impacto que se encuentre en consonancia con la magnitud del
delito cometido y de los derechos vulnerados.
“Por todo ello, no
estima la Corte que la imposición de sanciones elevadas (en cuanto al número de
años de prisión) para delitos de semejante gravedad y atrocidad, como el secuestro
y el homicidio, cometidos contra los derechos esenciales del ser humano - la
vida, la libertad, la dignidad, la convivencia pacífica, la familia, la
intimidad, entre otros- constituya, como lo pretende la censura, agravio alguno
a las disposiciones constitucionales invocadas en la demanda. Por el contrario,
una de las formas, quizá la más idónea para asegurar los fines del estado, sea
la de garantizar la convivencia pacífica, la cual se logra a través de la
prevención y represión de las conductas delictivas mediante la imposición de
penas y sanciones que sean verdaderamente proporcionales a la gravedad del
hecho punible y a la mayor o menor afectación de los derechos fundamentales de
las personas.
“Sanciones como las
previstas en las normas acusadas atienden los fines de retribución, ya que su
cuantum responde a la necesidad de represión de conductas punibles; además
satisface los objetivos de la función preventiva como quiera que su rigor se
endereza a evitar la consumación de nuevos hechos delictivos, castigando en
forma ejemplarizante a todos aquellos que pretendan incurrir en esa modalidad
punible.” (Corte Constitucional, diciembre 7 de 1993, M.P. Hernando Herrera
Vergara).
En todo caso se
observa que la ley en comento fue promulgada y entró en vigencia el 20 de enero
de 1993 (D.O. No. 40726), mientras que el ilícito se produjo un mes y siete (7)
días después, es decir el 27 de febrero de 1993, desde luego en oportunidad
en la que la nueva disposición aplicable era precisamente el artículo 29 la
nueva ley que derogó lo dispuesto por el artículo 323 del Decreto-Ley 100 de
1980.
De igual modo se
observa que la nueva ley era aplicable y operante, pues su promulgación se
había producido a cabalidad y por lo mismo su vigencia ya era plena.
3. Además, en
relación con el problema de la compatibilidad entre el principio de la
legalidad de los delitos y de las penas y de la función judicial y el de la No
Reformatio In Pejus, cuando el condenado sea apelante único, se tiene que
la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia dejó en claro el problema al
señalar que:
“Encuentra la Corte
que no obstante existir objetivamente un incremento punitivo, el Tribunal en
sentido estricto no agravó la pena impuesta por el Juzgado Superior a-quo, sino
que ajustó la tasación punitiva a la normatividad aplicable según el fallo
recurrido, en acatamiento al principio de la legalidad de la pena que forma
parte principal de la garantía fundamental del debido proceso, consagrada en
forma expresa y reiterativa en la Carta (arts. 29 y 230).
".......
"La legalidad
de la pena constituye garantía no solamente con relación al procesado, sino
para el Estado igualmente pues el ejercicio del poder punitivo que cumple a su
nombre la autoridad judicial legítima ha de ser desarrollado solamente en las
condiciones prescritas en la ley, y no puede ser soslayado por un acto ilegal
de uno de sus funcionarios, ni ignorando por el Juez al que jerárquicamente le
compete revisar el pronunciamiento precisamente en procura de hacer efectiva la
legalidad de las decisiones.
"Cuando la
Constitución en su artículo 230 consagra la independencia del Juez al disponer
inequívocamente que 'Los jueces en sus providencias, solo están sometidos al
imperio de la ley', no les da una independencia tal que los coloque por encima
o al margen de la misma. Es evidente que el juez debe aplicar el mandato legal,
por ser la expresión de la voluntad soberana del Estado, tal como objetivamente
lo reconoce él en el caso concreto, y no según su discrecionalidad.
"Tratadistas
connotados se han pronunciado en tal sentido, Manzini, por ejemplo, al comentar
en su Tratado de Derecho Procesal Penal precisamente la 'reformatio in peius',
dice: 'Pero la prohibición de la reformatio in peius tiene como presupuesto que
la pena infligida por el primer juez sea legal, mientras que, si no lo es
(ejemplo: aplicación de la reclusión en medida inferior al mínimo consentido),
no puede valer como término de comparación' ". (Manzini, Vicenzo, Tratado
de Derecho Procesal Penal. T.V. Buenos Aires, 1954, Trad. Santiago Sentís
Melendro y Marino Ayerra Redín, pág,143).
"Resulta claro
entonces que el artículo 31 C.N. al consagrar la garantía de la no agravación
punitiva cuando es impugnante único el procesado, no está dando patente de
corso a la ilegalidad ni al caos jurídico, pues la garantía como tal presume
que el acto haya sido cumplido dentro de la legalidad. La pena cuya agravación
se proscribe en esta disposición es la que resulta de una computación que
consulte los principios elementales de graduación que suministra el legislador.
La norma superior no puede indiscriminadamente cobijar todo evento de
incrementación de pena cuando el apelante único sea el procesado, pues
conservando el mismo rango de la que consagra la legalidad del delito y de la
pena, principios universalmente reconocidos, ha de atemperarse para dejar a
salvo tan esencial presupuesto de la justicia.
"Casar el fallo
como lo sugiere la Delegada, sería colocar la casación, que es control de
legalidad por excelencia, al servicio de una causa ilegal, pues se reviviría el
fallo de primera instancia que es objetivamente contrario a la ley reguladora
del caso. Así pues, no se accederá a tal solicitud". ( Corte Suprema de
Justicia, Casación 6304. M.P. Dr.Dídimo Páez Velandia, Julio 29 1992).
En este mismo
sentido se ha dicho, con razón, que no pueden darse normas contradictorias de
carácter constitucional, y por lo mismo no puede existir jerarquía entre ellas,
es decir que se diesen normas más importantes que las otras; es por ello que
cuando se llegare a presentar un aparente conflicto de normas constitucionales,
el aplicador de la ley deberá interpretarlas de tal manera que les dé la justa
y armoniosa apreciación que necesita el texto de la Carta Política para
mantener su integridad ideológica y su unidad, aplicando criterios de
ponderación y armonía para balancear los conflictos aparentes de normas.
El texto
constitucional se convierte así, por el principio de legalidad en una garantía
para el ciudadano en cuanto a que el legislador no podrá imponer penas de las
que han sido excluidas por el texto constitucional y para los funcionarios
judiciales que ejercen la represión la garantía al ciudadano que no se le
podrán imponer penas por fuera de los límites temporales establecidos en la
ley.
Es por ello que este
principio y el de la no reformatio in pejus deben ser conciliados y
armonizados en su interpretación, en el sentido de que los jueces
jerárquicamente superiores se encuentran impedidos para agravar la pena
impuesta en primera instancia, pero siempre y cuando ella se haya ajustado al
principio constitucional de la legalidad, porque es obvio que los jueces dentro
del principio también constitucional de la independencia, según el cual sólo
están sometidos al imperio de la Constitución y de la Ley, al tasar las penas
necesariamente deben hacerlo dentro de los parámetros señalados por tal
normatividad, es decir, teniendo en cuenta las diversas circunstancias de
atenuación y agravación punitiva. Además es claro que bajo ninguna
circunstancia se podrán deducir penas por debajo del mínimo legal o por encima
del máximo legal.
Por ello, cuando el
superior jerárquico advierte que se impuso una pena inexistente, o una de las
prohibidas constitucionalmente, se dejó de aplicar la legalmente prevista, o se
tasó por fuera de los límites previstos en la ley, se encuentra en la
obligación constitucional de adecuar el fallo a la normatividad existente;
deber que ha de cumplir el juez de segunda instancia y con mayor celo el de
casación, por cuanto una de sus finalidades fundamentales es garantizar la
legalidad del proceso.
Así las cosas,
siguiendo la jurisprudencia nacional al respecto, no existe contradicción, ni
puede darse entre los principios constitucionales que se estudian porque, está
sobreentendido que la no reformatio in pejus como imposibilidad de
agravar la sanción impuesta en primera instancia cuando se trate de apelante
único, es aplicable siempre y cuando el fallo se ajuste a la realidad
constitucional y legal; lo contrario nos llevaría a la conclusión de que la
fuerza de la Sentencia de primera instancia sería de tal naturaleza que
quedaría por encima de la Constitución y de la Ley, porque a pesar de imponer
una pena desconociendo el mínimo legal, los superiores jerárquicos estarían
imposibilitados para hacer los ajustes necesarios exigidos por el principio
constitucional de la legalidad.
La Corte Suprema de
Justicia también expresó al respecto:
"... si en el
fallo del juzgado se había dado cumplimiento al principio de la legalidad del
delito y de la pena, porque teniendo también este precepto arraigo en la Carta
Constitucional (artículo 29), mal podría admitirse supeditado de algún modo a
otro canon de ese mismo rango, si, como tradicionalmente lo sostuvo la Sala
Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, son inexistentes dentro de la
Constitución Política disposiciones entre sí opuestas o contradictorias,
exigiéndose en la interpretación de unas y otras armonía.
"Así, pues, si
bien es cierto que la Corte de manera pacífica y reiterada ha dado aplicación
inmediata al principio consagrado en el artículo 31 constitucional, regresando
a la pena impuesta en la primera instancia cuando descubre la presencia de
incrementos a ella decretados por el tribunal ad-quem contra la iniciativa de
los procesados que han actuado como apelantes exclusivos, invariablemente ha
dejado también a salvo como principios superiores los de la legalidad y del
debido proceso, pues lejos de hallarse estos instituidos en exclusiva guarda o
favor del procesado, constituyen garantía de igualdad dentro de un Estado de
Derecho, y a manera de columna vertebral el de legalidad se erige como amparo
para el ciudadano de bien que da por cierto que no será perseguido ni penado
por la comisión de hechos no descritos previamente en la ley como delitos, y
para el transgresor en la certeza que solo se le procesará de conformidad con
la ley preexistente, ante el juez competente y con la plenitud de las garantías
y derechos, y que de llegarse a la postre a su sanción, jamás se le afectará
con una medida distinta de aquellas que en clase y duración ha fijado la ley de
modo expreso y antelado.
"......
"... si el
Tribunal Superior de Cali se limitó al desatar el recurso de alzada interpuesto
contra la Sentencia de primera instancia, a rectificar esa discordancia entre
la parte motiva y la resolutiva del fallo del juzgado, imponiendo al acusado
'la pena mínima legal prevista en el artículo 329 del Código Penal', mal puede
interpretarse su actuación como una transgresión al artículo 31 constitucional
o determinante de un incremento punitivo, pues ese error contenido en la
resolutiva de la decisión del Juzgado, no podía generar para el recurrente
derechos superiores al propio mandato constitucional de la legalidad del
proceso y de la pena.
"Tampoco el
incremento decretado en la segunda instancia respecto del cuantun de los
perjuicios morales materia de resarcimiento permite inferir la violación que
del canon 31 de la Carta Política pretende la censura. No huelga sobre este
aspecto recordar, y como ya con reiteración lo ha venido sosteniendo esta Sala,
que si el precepto superior invocado veda con exclusividad el incremento de la
pena, mal puede extenderse por simple interpretación su alcance al ámbito del
restablecimiento del derecho, pues una y otra decisión tienen naturaleza bien
distinta como apuntan a fines diferentes, orientada la pena como consecuencia
del poder punitivo del Estado a cumplir objetivos de retribución, protección y
resocialización directamente orientados hacia el delincuente, en tanto que con
el resarcimiento del daño se pretende restablecer el equilibrio quebrantado con
el hecho punible, apuntando hacia el reconocimiento y satisfacción de los
derechos del ofendido o perjudicando, cuya tutela ha encomendado la ley a las
autoridades". (Casación Nro. 6906. M.P. Dr.Juan Manuel Torres Fresneda).
Por todo lo
anterior, compartiendo como comparte la Corte Constitucional las reflexiones y
los fundamentos de la jurisprudencia reiterada de la Corte Suprema de Justicia
por la que se define que la no reformatio in pejus no es un principio
absoluto y mecánico sino que admite la excepción que impone el principio de
legalidad de los delitos y de las penas de rango constitucional, encuentra que
las decisiones de tutela por las que se resolvió el asunto en cuestión deben
confirmarse.
Por lo anterior, la
Corte reitera que el principio establecido en el artículo 31 de la Carta que
opera igualmente como derecho constitucional fundamental, debe entenderse en
cuanto relacionado y concordado con el principio de legalidad de los delitos y
de las penas que también es de rango constitucional, pudiendo, en consecuencia,
quien conoce de la apelación, aplicar la pena correspondiente dentro de los límites
de la responsabilidad y de los elementos de la culpabilidad definidos por el
Juez de primera instancia.
En mérito de lo
expuesto, la Sala de Revisión No. ocho de la Corte Constitucional administrando
justicia en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
Primero.- CONFIRMAR las Sentencias del
Juzgado Séptimo Penal del Circuito de Cali, de 20 de septiembre de 1994 y del
Tribunal Superior de Cali -Sala de Decisión Penal-, del 14 de octubre de 1994
en las que se niega la tutela reclamada por NELSON CAJIGAS RIOS.
Segundo.- Líbrense por Secretaría las
comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991 para los
efectos contemplados.
Cópiese, notifíquese, publíquese e
insértese en la Gaceta Constitucional y cúmplase.
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
Expediente T-51343
Vienen firmas....
VLADIMIRO NARANJO MESA
Magistrado
JORGE ARANGO MEJIA
Magistrado
MARTHA VICTORIA DE MONCALEANO
Secretaria General |
357 | T-156-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-156/95
PENSION DE
JUBILACION-Pago/DERECHOS
DE PERSONA DE LA TERCERA EDAD
El Estado
adquiere por mandato del inciso 3o. del artículo 53 Superior, el compromiso de
garantizar el pago oportuno de las pensiones, para lo cual debe proveer en los
respectivos presupuestos del orden nacional, departamental, distrital y
municipal las partidas necesarias para atender de manera cumplida y satisfactoria
su obligación consittucional, especialmente cuando quienes se ven afectados por
el incumplimiento o la desidia de las autoridades estatales, son personas de la
tercera edad.
ACTO DE INCLUSION
EN NOMINA
La inclusión en
nómina "es un acto instrumental, de trámite o preparatorio de la decisión
administrativa, no susceptible de ser atacado en vía gurbernativa y que,
consecuencialmente, tampoco puede controvertirse ante la jurisdicción de lo
contencioso administrativo, de donde surge que es la acción de tutela el único
mecanismo de defensa ante la inexistencia de otros medios judiciales que puedan
asegurar la protección del derecho conculcado.
REF: Expedientes Acumulados Nos. T-48173,
48177, 48477, 54816, 54818, 54823, 54827, 54828, 54830, 54847, 54878, 54879,
54903, 54906, 54911, 54912, 54946, 55002, 55217, 55218, 55220, 55221, 55224,
55245, 55246, 55247, 55248, 55249, 55266, 55392, 55393, 55394, 55396, 55411,
55422, 55437, 55630, 55808, 55809, 55823, 55824, 56749, 56799, 56800, 56885,
56886, 61820, 64737.
PETICIONARIOS: Josefina Bravo de Daza y otros.
TEMA: Pensión de jubilación. Pago de mesadas
atrasadas y de cesantías parciales.
MAGISTRADO
PONENTE:
HERNANDO HERRERA
VERGARA.
Santa Fe de Bogotá,
abril cinco de mil novecientos noventa y cinco.
La Sala Sexta de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los magistrados ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO, FABIO MORON DIAZ y HERNANDO HERRERA VERGARA, procede a
revisar los fallos de tutela proferidos en su totalidad por los despachos
judiciales de la ciudad de Santa Marta que a continuación se relacionan: en
primera instancia las Sentencias proferidas por los Juzgados Primero, Segundo,
Tercero, Cuarto y Quinto Civiles Municipales; Juzgados Sexto, Séptimo, Octavo y
Noveno Penales Municipales; Juzgado Segundo Civil del Circuito; Juzgado Cuarto
Laboral del Circuito, y Juzgado Tercero Civil del Circuito. Y en segunda
instancia, los fallos proferidos por los Juzgados Primero y Segundo Civiles del
Circuito; Juzgado Noveno Penal del Circuito; y Tribunal Superior del Distrito
Judicial, Sala Penal, a los que les correspondió el estudio y decisión de cada
expediente, como consecuencia de las acciones de tutela instauradas por las
siguientes personas: Josefina Bravo de Daza (exp. No. 48173); Edita Cenobia
Ramírez Villar (exp. No. 48177), Alejandrina Barros de Acosta (exp. 48477),
Miladis de Jesús Rosales de Fábregas (exp. No. 54816), Santiago Luna Villalobos
(exp. No. 54818), José Antonio Gutiérrez Soto (exp. No. 54823), Luda Ruth
Cantillo de Silva (exp. No. 54827), Adolfo Enrique Reyes Mesa (exp. No. 54828),
Manuela de la Cruz Badillo (exp. 54830), Carmen Cecilia Govea García (exp. No.
54847), Ofelia María Pimienta de Robinson (exp. No. 54878), Isaac Enrique Sánchez
Ladino (exp. No. 54879), Rafael Aponte Colón (exp. No. 54903), Carolina Díaz
Vda. de Mejía (exp. No. 54906), Aurora Josefa Rivas de Reyes (exp. No. 54911),
Gabriel Francisco Avendaño Maestre (exp. No. 54912), Margarita Jordi de Jiménez
Nieto (exp. No. 54946), Zunilda Elisa Zagarra de Pinedo (exp. No. 55002), José
del Carmen Galán Varela (exp. No. 55217), Eduardo Lara Daza (exp. No. 55218),
Alicia Laurens Hormechea (exp. No. 55220), Angel María Ferreira Cantillo (exp.
No. 55221), Rita Clara Soto de Robles (exp. No. 55224), María Magola Reyes Gil
(exp. No. 55245), Gabriel Manjarrés Camargo (exp. No. 55246), Judith Dávila de
Moscarela (exp. No. 55247), Esther Leticia Moscarela de Corro (exp. No. 55248),
María Encarnación Gómez Villalobos (exp. No. 55249), Paulina Núñez de Roca
(exp. No. 55226), Regina Esther Guardiola López (exp. No. 55392), Sabina Esther
Ballesteros Suárez (exp. No. 55393), Eloisa Agustina Núñez Carbono (exp. No.
55394), María Magdalena Machuca Mulet (exp. No. 55396), Olivia Margoth Matiu de
Delima, Tulia Esther Morán Fernández, Juana Bautista González de Agudelo, Elba
Cenit Sierra de Ponce, Ana Joaquina Rivera de Rondano, Hernando Manuel Cotes
Fajardo, Alvaro Alfonso Amador Vega, Denis Bermúdez de Caraballo, Elix María de
la Hoz Hernández y Eduardo Bolívar Cabello, quien desistió de la acción durante
su trámite, (exp. No. 55411), Cecilia González de Borrego (exp. No. 55422), Eva
Ester Collante de Pardo (exp. No. 55437), Fidelina Esther Díaz de Cortés (exp.
No. 55630), Carmela Cohen Ochoa (exp. No. 55808), Rosa Vega de Carrascal (exp.
No. 55809), Hilda Prado Fuenmayor (exp. No. 55823), Mirtha Isabel Valera
Fernández (exp. No. 55824), Lelia Marina Mozo de Zúñiga (exp. No. 56749),
Filadelfa Pacheco de Hernández (exp. No. 56799), Ana Isabel Revollo Morales
(exp. No. 56800), Marina del Rosario Hernández de Meriño (exp. No. 56885),
Carmen Vanegas Parejo (exp. No. 56886), Stella Robles de Ojeda (exp. No.
61820), Angel Guillermo Llerena (exp. No. 64737).
De conformidad con
la decisiones adoptadas por la Sala de Selección No. 1 de la Corte
Constitucional, mediante autos de fechas 24 y 31 de enero de 1995, y de la Sala
de Selección No. 2 de esta Corporación a través de providencia del 3 de febrero
de 1995, los expedientes se han acumulado y se fallarán por medio de este
proveído.
I. ANTECEDENTES.
1. Las personas arriba mencionadas prestaron
sus servicios a entidades públicas del Departamento del Magdalena, y a cada una
de ellas les fue reconocido, en diferentes fechas, su derecho a la pensión de
jubilación de conformidad con los requisitos establecidos por la ley, por medio
de resolución emitida por la Caja de Previsión Social del citado Departamento.
Por su parte, los accionantes José Antonio Gutiérrez Soto (exp. No. 54823) y
Mirtha Isabel Varela Fernández (exp. No. 55824) solicitaron el pago de las
cesantías parciales ante la misma accionada.
2. La Caja de Previsión Social del Magdalena
no les ha pagado a los accionantes las mesadas pensionales atrasadas a las que
tienen derecho, y tampoco ha cancelado las cesantías parciales a los
accionantes José Antonio Gutiérrez Soto y Mirtha Isabel Varela Fernández, según
se detalla en el numeral 4o. de los antecedentes.
3. Los demandantes, por separado, presentaron
acción de tutela contra la Caja de Previsión Social del Departamento del
Magdalena con el fin de obtener el pago de las mesadas atrasadas por concepto
de pensión de jubilación que ésta les adeuda, y en el caso de los accionantes
arriba citados, el pago de las cesantías parciales solicitadas, por cuanto
consideran vulnerados los derechos a la vida, a la igualdad y a la tercera
edad, como consecuencia del incumplimiento en el pago de las obligaciones
pensionales, y en la cancelación de las cesantías parciales.
4. Las mesadas dejadas de pagar o las cesantías
parciales no canceladas por la Caja de Previsión Social del Departamento del
Magdalena a cada uno de los accionantes, son las siguientes:
4.1. Expediente No.
48173. Accionante: Josefina Bravo de Daza. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 972 del 21 de octubre de 1976. Se
le han dejado de pagar las mesadas de enero a junio de 1990; abril a diciembre
de 1991; mayo a diciembre y prima de 1993; febrero a abril, junio y julio de
1994; y prima semestral de 1994.
4.2. Expediente No.
48177. Accionante: Edita Cenobia Ramírez Villar. Se le reconoció su derecho a
la pensión de jubilación mediante Resolución No. 995 del 26 de agosto de 1993.
Se le han dejado de pagar la totalidad de mesadas de los años 1986 y 1987; abril
a diciembre y primas de a 1992; junio a diciembre y primas correspondientes a
1993; y las mesadas de febrero a agosto de 1994.
4.3. Expediente No.
48477. Accionante: Alejandrina Barros de Acosta. Se le reconoció su derecho a
la pensión de jubilación mediante Resolución No. 1207 del 7 de octubre de 1977.
Se le han dejado de pagar las mesadas de mayo a diciembre y prima de 1988;
enero a diciembre y prima de 1989; enero a diciembre y prima de 1990; enero a
marzo de 1991; abril a diciembre y primas correspondientes a 1993; y mesadas de
febrero a julio de 1994.
4.4. Expediente No.
54816. Accionante: Milady Rosales de Fábregas. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 2493 del 10 de diciembre de 1982.
Se le han dejado de pagar las mesadas de abril a diciembre de 1991; julio a
diciembre de 1993; y mesadas de febrero a septiembre y prima de 1994.
4.5. Expediente No.
54.818. Accionante: Santiago Luna Villalobos. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 1741 de 29 de septiembre de 1981.
Se le han dejado de pagar las mesadas de julio a diciembre de 1993; y febrero a
septiembre de 1994.
4.6. Expediente No.
54823. Accionante: José Antonio Gutiérrez Soto. Se le reconoció su derecho al
pago de cesantías parciales mediante Resolución No. 1022 del 26 de septiembre
de 1994. Solicita la cancelación de las mismas.
4.7. Expediente No.
54827. Accionante: Luda Ruth Cantillo de Silva. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 048 del 11 de enero de 1979. Se
le han dejado de pagar las mesadas correspondientes a los años de 1988, 1989,
1990, 1991, 1993, 1994 hasta el mes de septiembre, más las primas
correspondientes a cada periodo mencionado.
4.8. Expediente No.
54828. Accionante: Adolfo Enrique Reyes Mesa. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 1785 del 10 de septiembre de
1979. Se le han dejado de pagar las mesadas de julio a diciembre de 1993; y
febrero a octubre de 1994 y la prima semestral correspondiente.
4.9. Expediente No.
54830. Accionante: Manuela de la Cruz de Badillo. Se le reconoció su derecho a
la pensión de jubilación mediante Resolución No. 053 del 9 de febrero de 1971.
Se le han dejado de pagar las mesadas de julio a diciembre de 1993; y febrero a
septiembre de 1994.
4.10. Expediente No.
54847. Accionante: Carmen Govea García. Se le reconoció su derecho a la pensión
de jubilación mediante Resolución No. 101 del 11 de marzo de 1971. Se le han
dejado de pagar las mesadas de septiembre a diciembre de 1991; julio a
diciembre de 1993; y febrero a agosto de 1994.
4.11. Expediente No.
54878. Accionante: Ofelia María Pimiento de Robinson. Se le reconoció su
derecho a la pensión de jubilación mediante Resolución No. 1854 del 6 de
diciembre de 1978. Se le han dejado de pagar las mesadas de julio a diciembre
de 1993; y febrero a agosto de 1994.
4.12. Expediente No.
54879. Accionante: Isaac Enrique Sánchez Ladino. Se le reconoció su derecho a
la pensión de jubilación mediante Resolución No. 3843 del 6 de diciembre de
1989. Se le han dejado de pagar las mesadas de abril a diciembre de 1991;
noviembre a diciembre de 1993; y febrero a agosto de 1994.
4.13. Expediente No.
54903. Accionante: Rafael Aponte Colón. Se le reconoció su derecho a la pensión
de jubilación mediante Resolución No. 2034 del 19 de mayo de 1989. Se le han
dejado de pagar las mesadas de julio a diciembre de 1993; y febrero a
septiembre y prima semestral de 1994.
4.14. Expediente No.
54906. Accionante: Carolina Díaz Vda. de Mejía. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 2086 del 1o. de junio de 1989. Se
le han dejado de pagar las mesadas de septiembre a diciembre y prima
correspondiente a 1985; enero a diciembre y prima correspondiente a 1986; enero
a diciembre y prima de 1987; enero a diciembre y prima de 1988; enero a junio
de 1990; noviembre a diciembre de 1991; julio a diciembre de 1993; y febrero a
agosto de 1994.
4.15. Expediente No.
54911. Accionante: Aurora Josefa Rivas de Reyes. Se le reconoció su derecho a
la pensión de jubilación mediante Resolución No. 0152 del 22 de febrero de
1989. Se le han dejado de pagar diez mesadas de 1991; las mesadas
correspondientes al año 1993; y febrero a agosto de 1994.
4.16. Expediente No.
54912. Accionante: Gabriel Avendaño Maestre. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 1473 del 30 de agosto de 1990. Se
le han dejado de pagar las mesadas de diciembre de 1991; julio a diciembre de
1993; y febrero a agosto de 1994.
4.17. Expediente No.
54946. Accionante: Margarita Jardi de Jiménez Nieto. Se le reconoció su derecho
a la pensión de jubilación mediante Resolución No. 515 del 8 de junio de 1976.
Se le han dejado de pagar las mesadas de abril y mayo de 1988; septiembre a
diciembre y prima de 1989; enero a junio de 1990; septiembre a diciembre de
1991; abril a diciembre de 1993; enero a octubre de 1994.
4.18. Expediente No.
55002. Accionante: Zenilda Elisa Zarraga de Pinedo. Se le reconoció su derecho
a la pensión de jubilación mediante Resolución No. 1208 del 6 de octubre de
1993. Se le han dejado de pagar la prima de 1986; prima de 1987; mesadas de
junio y julio de 1988; mesadas de junio 1990, de marzo a septiembre de 1991; octubre
a diciembre y prima de 1991; julio a diciembre y prima de 1993; y febrero a
septiembre y prima de 1994.
4.19. Expediente No.
55217. Accionante: José del Carmen Galán Varela. Se le reconoció su derecho a
la pensión de jubilación mediante Resolución No. 452 del 11 de julio de 1975.
No obra en el expediente constancia de las mesadas atrasadas, aun cuando se
ofició a la accionada para que enviara tal información, lo cual no ocurrió.
4.20. Expediente No.
55218. Accionante: Eduardo Lara Daza. No está incluido en nómina desde abril 11
de 1975. Se le reconoció su derecho a la pensión de jubilación mediante
Resolución No. 203 del 11 de abril de 1975. No obra en el expediente constancia
de las mesadas atrasadas, aun cuando se ofició a la accionada para que enviara
tal información, lo cual no ocurrió.
4.21. Expediente No.
55220. Accionante: Alicia Laurens Hormechea. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 470 del 8 de octubre de 1969. Se
le han dejado de pagar las mesadas de marzo a diciembre de 1988; enero a
diciembre y prima de 1989; enero a junio de 1990; abril a diciembre de 1991;
julio a diciembre de 1993; y febrero a octubre de 1994.
4.22. Expediente No.
55221. Accionante: Angel Ferreira Cantillo. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 190 del 10 de noviembre de 1967.
Se le han dejado de pagar las mesadas de enero a junio de 1990; abril a
diciembre de 1991; julio a diciembre de 1993; y febrero a octubre de 1994.
4.23. Expediente No.
55224. Accionante: Rita Clara Soto de Robles. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 162 del 13 de marzo de 1970. Se
le han dejado de pagar las mesadas de julio, agosto y diciembre de 1984; abril
a diciembre de 1991; julio a diciembre de 1993; y febrero a octubre de 1994.
4.24. Expediente No.
55242. Accionante: María Magola Reyes Gil. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 3435 del 22 de diciembre de 1986.
Se le han dejado de pagar la prima de 1990; mesadas de abril a diciembre de
1991; y febrero a septiembre de 1994.
4.25. Expediente No.
55246. Accionante: Gabriel Antonio Manjarrés Camargo. Se le reconoció su
derecho a la pensión de jubilación mediante Resolución No. 519 del 5 de
noviembre de 1969. En el expediente no hay constancia de las mesadas que se le
adeudan.
4.26. Expediente No.
55247. Accionante: Judith Dávila de Moscarella. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 621 del 1o. de septiembre de
1975. Se le han dejado de pagar las mesadas de noviembre y diciembre de 1993; y
febrero a octubre de 1994.
4.27. Expediente No.
55248. Accionante: Esther Moscarella de Cor. No hay en el expediente constancia
de las mesadas atrasadas, aunque se solicitó tal prueba a la accionada, sin que
ésta fuera allegada oportunamente.
4.28. Expediente No.
55249. Accionante: María Encarnación Gómez Villalobos. Se le reconoció su derecho
a la pensión de jubilación mediante Resolución No. 1979 del 27 de junio de
1979. Se le han dejado de pagar las mesadas de abril a junio de 1985; enero y
prima de 1986; enero de 1987; enero a diciembre de 1988; enero a diciembre y
prima de 1989; enero a junio de 1990; abril a diciembre de 1991; julio a
diciembre de 1993; y febrero a octubre de 1994 más prima semestral.
4.29. Expediente No.
55266. Accionante: Paulina Núñez de Roca. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 1249 del 9 de octubre de 1978. Se
le han dejado de pagar la prima de 1987; mesadas de enero a diciembre de 1988;
enero a diciembre y prima de 1989; julio a diciembre de 1991; agosto a
diciembre de 1993; y febrero a agosto de 1994.
4.30. Expediente No.
55392. Accionante: Regina Esther Guardiola López. Se le reconoció su derecho a
la pensión de jubilación mediante Resolución No. 1454 del 24 de octubre de
1978. Se le han dejado de pagar la prima de 1987; enero a diciembre de 1988;
enero a diciembre y prima de 1989; enero a junio de 1990; abril a diciembre de
1991; julio a diciembre de 1993; y febrero a octubre de 1994.
4.31. Expediente No.
55393. Accionante: Sabina Ballesteros Suárez. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 863 del 18 de mayo de 1983. Se le
han dejado de pagar las mesadas de noviembre a diciembre de 1993; y febrero a
octubre de 1994.
4.32. Expediente No.
55394. Accionante: Eloísa Núñez Carbono. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 177 del 7 de febrero de 1980. Se
le han dejado de pagar las mesadas de junio a agosto de 1988; enero a diciembre
y primas semestrales de 1989; enero a junio de 1990; julio a diciembre de 1993;
y febrero a octubre de 1994.
4.33. Expediente No.
55396. Accionante: María Magdalena Machuca. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 3691 del 31 de diciembre de 1990.
Se le han dejado de pagar las mesadas de noviembre de 1990; abril a diciembre
de 1991; julio a diciembre de 1993; y febrero a septiembre de 1994.
4.34. Expediente No.
55411. Accionantes: a) Olivia Matiu de Delima: Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 103 del 20 de febrero de 1970. Se
le han dejado de pagar las mesadas de febrero a septiembre de 1994. b) Tulia
Esther Morán Fernández: Se le reconoció su derecho a la pensión de jubilación
mediante Resolución No. 312 del 15 de mayo de 1975. Se le han dejado de pagar
las mesadas de julio a diciembre de 1988; prima de 1989; enero a junio de 1990;
abril a diciembre de 1991; julio a diciembre de 1993; y febrero a septiembre de
1994. c) Juana Bautista de Agudelo: Se le reconoció su derecho a la pensión de
jubilación mediante Resolución No. 0051 del 5 de febrero de 1991. Se le han
dejado de pagar las mesadas de agosto a octubre de 1990; abril a diciembre de
1991; julio a diciembre de 1993; y febrero a septiembre de 1994. d) Elba Cenit
Sierra de Ponce: no obra en el expediente prueba acerca de las mesadas que se
le adeudan. e) Ana Judith Rivera de Rondano: no obra en el expediente prueba
acerca de las mesadas que se le adeudan. f) Hernando Cotes Fajardo: Se le
reconoció su derecho a la pensión de jubilación mediante Resolución No. 1081
del 26 de mayo de 1980. Se le han dejado de pagar las mesadas de junio a
septiembre de 1994. g) Alvaro Amador Vega: Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 1214 del 23 de junio de 1987. Se
le han dejado de pagar las mesadas de julio a diciembre de 1993; y febrero a
septiembre de 1994. h) Denis Bermúdez de Caraballo: Se le reconoció su derecho
a la pensión de jubilación mediante Resolución No. 303 del 16 de octubre de
1978. Se le han dejado de pagar las mesadas de mayo a diciembre de 1993; y febrero
a septiembre de 1994. i) Elix de la Hoz: Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 2307 del 20 de junio de 1989. Se
le han dejado de pagar las mesadas de enero a junio de 1990; septiembre a
diciembre de 1991; noviembre y diciembre de 1993; y febrero a agosto de 1994.
4.35. Expediente No.
55422. Accionante: Cecilia González de Borrego. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 1411 del 5 de noviembre de 1980.
Se le han dejado de pagar las mesadas de febrero a octubre de 1994.
4.36. Expediente No.
55437. Accionante: Eva Collante de Pardo. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 1192 del 5 de octubre de 1977. Se
le han dejado de pagar las mesadas de febrero a diciembre de 1988; enero a
diciembre y prima de 1989; enero a junio de 1990; abril a diciembre de 1991;
julio a diciembre de 1993; y febrero a octubre de 1994.
4.37. Expediente No.
55630. Accionante: Fidelina Esther Díaz Cortés. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 0870 del 24 de junio de 1992. Se
le han dejado de pagar 9 días de mayo, junio a diciembre de 1990, y la prima
semestral correspondiente al mismo año; enero a diciembre de 1991; enero a
abril de 1992; septiembre a diciembre de 1993; y febrero a octubre de 1994.
4.38. Expediente No.
55808. Accionante: Carmela Cohen Ochoa. Se le reconoció su derecho a la pensión
de jubilación mediante Resolución No. 1775 del 6 de septiembre de 1979. Se le
han dejado de pagar las mesadas de junio a diciembre de 1988; enero a diciembre
de 1989; julio a diciembre de 1993; y febrero a septiembre de 1994.
4.39. Expediente No.
55809. Accionante: Rosa Vega de Carrascal. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 5564 del 28 de agosto de 1980. Se
le han dejado de pagar las mesadas de julio a diciembre de 1993; y febrero a
octubre de 1994.
4.40. Expediente No.
55823. Accionante: Hilda Prado Fuenmayor. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 1685 del 18 de julio de 1983. Se
le han dejado de pagar las mesadas de enero a diciembre de 1985; enero a junio
de 1990; abril a diciembre de 1991; julio a diciembre de 1993; y febrero a
septiembre de 1994.
4.41. Expediente No.
55824. Accionante: Mirtha Isabel Varela. Se le reconoció su derecho al pago a
las cesantías parciales mediante Resolución No. 1192 del 11 de noviembre de
1994.
4.42. Expediente No.
56749. Accionante: Leila Mozo de Zúñiga. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 3243 del 22 de agosto de 1979. Se
le han dejado de pagar las mesadas de julio a diciembre de 1993; y febrero a
octubre de 1994.
4.43. Expediente No.
56799. Accionante: Filadelfa Pacheco de Hernández. Se le reconoció su derecho a
la pensión de jubilación mediante Resolución No. 0092 del 14 de enero de 1980.
Se le han dejado de pagar las mesadas de junio a agosto de 1988; enero a
diciembre y prima correspondiente a 1989; abril a diciembre de 1991; y julio a
diciembre de 1993.
4.44. Expediente No.
56800. Accionante: María Isabel Revollo (Robayo) Morales. Se le reconoció su
derecho a la pensión de jubilación mediante Resolución No. 0592 del 27 de mayo
de 1994 (sic). Se le han dejado de pagar las mesadas de enero a diciembre de
1993; y febrero a octubre de 1994.
4.45. Expediente No.
56885. Accionante: Marina Hernández de Merino. No obra en el expediente la
constancia de las mesadas que se le adeudan.
4.46. Expediente No.
56886. Accionante: Carmen Vanegas Parejo. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 635 del 14 de abril de 1981. Se
le han dejado de pagar las mesadas de junio a agosto de 1988; enero a diciembre
y prima correspondiente a 1989; enero a junio de 1990; julio a diciembre de
1993; y febrero a octubre de 1994.
4.47. Expediente No.
61820. Accionante: Stella Robles de Ojeda. Se le reconoció su derecho a la
pensión de jubilación mediante Resolución No. 2024 del 23 de junio de 1980. Se
le han dejado de pagar las mesadas de abril a diciembre de 1991; julio a
diciembre de 1993; y febrero a octubre de 1994.
4.48. Expediente No.
64737. Accionante: Angel Guillermo Llerena Camacho. Se le reconoció su derecho
a la pensión de jubilación mediante Resolución No. 0724 del 27 de marzo de
1987. Se le han dejado de pagar las mesadas de junio a diciembre y prima de
junio de 1994.
II. PRETENSIONES.
Los accionantes
acuden al mecanismo de la tutela con el fin de que se ordene a la Caja de
Previsión Social del Magdalena el pago de las mesadas pensionales atrasadas. A
su vez, los accionantes José Antonio Gutiérrez Soto y Mirtha Isabel Varela
Fernández pretenden obtener el pago de las cesantías parciales solicitadas ante
la misma accionada.
III. LAS DECISIONES
JUDICIALES QUE SE REVISAN.
Previamente a la
decisión de primera instancia, los distintos juzgados de conocimiento
solicitaron al Gerente de la Caja de Previsión Social del Magdalena el envío de
la relación de los pensionados a quienes se les cancelaron sus mesadas hasta el
mes de octubre de 1994, y cuyo pago no hubiera sido ordenado por fallo de
tutela; además, se ofició a la accionada para que indicara el valor mensual de
éstas y el último cargo ocupado, con base en el cual se les reconoció la pensión
a los accionantes. Igualmente, se solicitó a cada demandante la relación del
estado actual de las mesadas dejadas de cancelar.
Las decisiones
judiciales sometidas a revisión de la Corte Constitucional son las siguientes:
1. Primera
Instancia.
1.1. Juzgado Primero
Civil Municipal de Santa Marta.
A este despacho le
correspondió el estudio y decisión de las acciones de tutela respecto de los
expedientes Nos. 54816, 54878, 54906, 54911, 54912, 54946, 55217, 55218, 55245,
55246, 55247, 55248, 55249, 56749, 56799, 56800, 56885 y 56886. El Juzgado
Primero Civil Municipal de Santa Marta dictó la respectiva Sentencia en cada
uno de los asuntos sometidos a su consideración, y concedió la tutela en favor
de los accionantes por considerar que "en el caso de pensiones de
jubilación, la acción ejecutiva laboral, ha resultado inoperante para la
defensa de los derechos de los pensionados debido a la existencia de la norma
legal que prohibe la inembargabilidad de los bienes y rentas del
presupuesto". En consecuencia ordenó que las mesadas atrasadas fueran
canceladas a los accionantes en el término de 5 días a partir de la
notificación.
1.2. Juzgado Segundo
Civil Municipal de Santa Marta.
A este despacho le
correspondió el estudio y decisión de las acciones de tutela respecto de los
expedientes Nos. 54818, 54823, 54879, 54903, 55808. El Juzgado Segundo Civil
Municipal de Santa Marta dictó la respectiva Sentencia en cada uno de los
asuntos sometidos a su consideración, y resolvió conceder la tutela del derecho
a la igualdad de los accionantes por considerar que:
"(...) la
omisión en el pago oportuno de las mesadas pensionales es objeto de tutela
cuando según las circunstancias de cada caso, tiene la potencialidad de poner
en peligro y vulnerar derechos y principios fundamentales como la vida
(artículo 11 Constitución Política), a la dignidad humana (artículo 1o.
Constitución Política), a la integridad física y moral (artículo 12
Constitución Política), al libre desarrollo de la personalidad (artículo 16
Constitución Política), de las personas de la tercera edad (artículo 46 de la
Constitución Política), y es que toda persona, más aún los ancianos, requieren
de un mínimo de elementos materiales para subsistir, medios que sólo pueden
adquirir a través de sus mesadas pensionales, pues carecen de capacidad laboral
y de medios físicos para proporcionárselos ellos mismos".
En consecuencia ordenó que las mesadas
atrasadas fueran canceladas a los accionantes en un término de 48 horas
contados a partir de la notificación de la Sentencia. En el exp. 54823 ordenó
el pago de las cesantías parciales del accionante.
1.3. Juzgado Tercero Civil Municipal de
Santa Marta.
A este despacho le correspondió el estudio
y decisión de las acciones de tutela respecto de los expedientes Nos. 55392,
55393, 55394, 55396, 55411 y 55422. El Juzgado Tercero Civil Municipal de Santa
Marta dictó la respectiva Sentencia en cada uno de los asuntos sometidos a su
consideración, y resolvió conceder la acción de tutela por considerar que:
"(...) una
acción ejecutiva en la realidad que nos ocupa, pues no aliviaría, al menos, con
la oportunidad y eficacia requerida, ya que el objetivo principal del artículo
53 de la Constitución Política es proteger el pago oportuno de las mesadas
pensionales, con el fin de garantizar una vida digna y de igualdad a los
pensionados, con relación a los demás pensionados, cumpliendo así con lo
preceptuado por el artículo 46 de la Carta Magna, cuyo fin es la protección y
asistencia de las personas de la tercera edad".
En consecuencia el Juzgado Tercero Civil
Municipal de Santa Marta ordenó que las mesadas atrasadas fueran canceladas en
el orden cronológico correspondiente a partir de la fecha de notificación de la
providencia.
1.4. Juzgado Cuarto Civil Municipal de Santa
Marta.
A este despacho le correspondió el estudio
y decisión de las acciones de tutela respecto de los expedientes Nos. 48173,
48177, 48477, 54830, 54847, 55221, 55823 y 55824, éste último relativo al pago
de cesantías parciales. El Juzgado Cuarto Civil Municipal de Santa Marta dictó
la respectiva Sentencia en cada uno de los asuntos sometidos a su consideración
tutelando los derechos demandados por considerar que:
"(...) la
accionada ha impedido a los accionantes el goce efectivo de la pensión, violando
con ello esa garantía y su derecho a ser tratado en igualdad de condiciones,
puesto que esta situación coloca en desventaja a los pensionados, al tolerar
que un mismo derecho tenga tratamiento y efectos diferentes y que esta
situación es más trágica si se tiene en cuenta que se trata de los derechos de
las personas de edad avanzada que ya han cumplido las exigencias legales para
obtener el otorgamiento de la pensión de vejez."
En consecuencia, el Juzgado Cuarto Civil
Municipal de Santa Marta ordenó que las mesadas atrasadas fueran canceladas a
los accionantes dentro de los 30 días hábiles siguientes a la notificación de
la providencia.
1.5. Juzgado Quinto Civil Municipal de
Santa Marta.
A este despacho le correspondió el estudio
y decisión de las acciones de tutela respecto de los expedientes Nos. 55224 y
55809. El Juzgado Quinto Civil Municipal de Santa Marta dictó la respectiva
Sentencia en cada uno de los asuntos sometidos a su consideración, y resolvió
tutelar el derecho a la igualdad mas no el derecho a la vida por considerar que
"no ha sido violado el derecho a la vida bajo ningún aspecto ni activo
ni omisivo por parte de la entidad accionada". Respecto al derecho a
la igualdad, ese despacho expresó que "(...) se puede deducir que se
conculca el derecho de igualdad impetrado debido a la no contestación del
informe pedido o sea por vía de raciocinio presuntativo sentar la conclusión de
que no está en nómina debiendo estarlo". En consecuencia, ordenó
incluir en nómina de pago a los accionantes en el término de diez días contados
a partir de la notificación de la providencia.
Respecto al expediente No. 55630, este
Juzgado se pronunció negando la tutela por considerar que "existe otro
mecanismo de defensa judicial". "(...) de los documentos aportados se
desprende la existencia de un título ejecutivo, que da certeza del derecho
sustancial en él consignado (...). En cuanto al derecho de igualdad, en lo
concerniente al pago, la existencia del mencionado título ejecutivo, éste
Juzgado ha recibido una circular, verdadera prueba documentaria, de cuya
lectura se aprecia que la Caja quiere cancelar a todos sus afiliados sin contar
con los medios económicos (...)".
1.6. Juzgado Sexto Penal Municipal de Santa
Marta.
A este despacho le correspondió el estudio
y decisión de la acción de tutela respecto del expediente No. 55220 y resolvió
conceder la tutela al corroborar que varios pensionados en la misma entidad han
recibido oportunamente sus mesadas pensionales, demostrándose así el trato
discriminatorio otorgado a la accionante. En consecuencia, ordenó el pago de
las mesadas atrasadas en orden cronológico.
1.7. Juzgado Séptimo Penal Municipal de
Santa Marta.
A este despacho le correspondió el estudio
y decisión de la acción de tutela respecto del expediente No. 55002. El Juzgado
resolvió conceder la tutela de los derechos de la accionante por considerar que
"el derecho fundamental invocado ha sido vulnerado por la entidad
accionada al no cancelar sus mesadas atrasadas". En consecuencia,
ordenó que las mesadas fueran canceladas en un término de diez días hábiles
contados a partir de la notificación de la Sentencia.
1.8. Juzgado Octavo Penal Municipal de
Santa Marta.
A este despacho le correspondió el estudio
y decisión de la acción de tutela respecto del expediente No. 54828. El Juzgado
resolvió dictar Sentencia concediendo la acción de tutela en relación con el
derecho a la igualdad, más no en cuanto al derecho a la vida por considerar
que:
"(...) la
entidad accionada cancela las mesadas de acuerdo al criterio subjetivo,
constituyendo por tanto una violación al trato equitativo que toda persona
merece y por lo tanto en este orden de ideas sería una discriminación.
En cuanto al
derecho a la vida invocado en esta acción no se puede deducir que se ha
presentado peligro en su integridad física, pues para eso existe el otro
mecanismo de defensa judicial a través de la jurisdicción laboral."
En consecuencia, el Juzgado ordenó a la
accionada cancelar las mesadas atrasadas de acuerdo con un criterio objetivo
para llevar el orden de los pagos.
1.9. Juzgado Noveno Penal Municipal de
Santa Marta.
A este despacho le correspondió el estudio
y decisión de la acción de tutela respecto del expediente No. 54827. El Juzgado
resolvió dictar Sentencia concediendo la acción de tutela por considerar que
"no existe equidad en la distribución de los ingresos que recibe la
Caja de Previsión Social del Magdalena para cancelar las mesadas atrasadas a
sus pensionados y mucho menos un orden cronológico." En consecuencia
ordenó efectuar el pago de las mesadas atrasadas en un término de 48 horas
contados a partir de la notificación de la Sentencia.
1.10. Juzgado Cuarto Laboral del Circuito
de Santa Marta.
A este despacho le correspondió el estudio
y decisión de la acción de tutela respecto del expediente No. 55437. El Juzgado
resolvió dictar Sentencia concediendo la tutela por considerar "que la
accionada ha tenido un trato discriminatorio en el pago de las mesadas
atrasadas". En consecuencia, ordenó a la Caja de Previsión Social del
Departamento del Magdalena cancelar las mesadas correspondientes, al momento
del recibo de la comunicación que notifique la decisión.
1.11. Juzgado Noveno Penal del Circuito de
Santa Marta:
Este despacho conoció y decidió acerca del
expediente No. 55266, concediendo la tutela en favor del accionante y ordenando
el pago de las mesadas atrasadas en orden cronológico.
1.12. Juzgado Tercero Civil del Circuito de
Santa Marta.
A este despacho le correspondió el estudio
y decisión de la acción de tutela respecto del expediente No. 61820 y dictó
Sentencia no concendiendo la tutela solicitada por la accionante por considerar
que "Esa pretensión tiene un remedio judicial, como es el proceso
ejecutivo laboral, razón por la cual la acción de tutela es improcedente al
tenor del artículo 6o. numeral 1o. del Decreto 2591 de 1991. Por lo demás, en
el presente caso, no se le ha utilizado como mecanismo transitorio para evitar
un perjuicio irremediable."
1.13. Juzgado Segundo Penal Municipal de
Santa Marta.
A este despacho le correspondió el estudio
y decisión de la tutela respecto del expediente No. 64737. El Juzgado resolvió
negar la tutela solicitada por el accionante por considerar que cuenta con otro
medio de defensa judicial.
2. Segunda instancia.
Respecto de los expedientes Nos. 54830,
54878, 54879, 54903, 55002 y 55266 los Juzgados Primero y Segundo Civiles del
Circuito, y el Juzgado Noveno Penal del Circuito de Santa Marta, confirmaron
los fallos de primera instancia que concedieron la tutela por considerar como
ciertos los hechos, quedando demostrado así el posible trato discriminatorio
con violación del artículo 13 de la Constitución Política. El Juzgado 2o. Civil
del Circuito revocó el fallo de primera instancia y concede la tutela de los
derechos del accionante en el exp. 55630 y en los expedientes Nos. 54818,
54830, 54878, 54879, 54903 ordenó el pago pero en orden cronológico; en el exp.
54823 no ordenó el pago de las cesantías parciales solicitadas. A su turno, el
Tribunal Superior del Distrito Judicial, Sala Penal, de esa ciudad revocó el
fallo de primera instancia en el exp. 55266 pero al igual que el a-quo ordenó
el pago de las mesadas atrasadas.
En relación con los expedientes Nos. 54906,
54911, 54912 y 55411 el Juzgado Primero Civil del Circuito de Santa Marta
resolvió revocar la Sentencia de primera instancia y denegar la acción de
tutela, por considerar que existe otro medio de defensa judicial.
En cuanto al expediente No. 64737, el
Juzgado Séptimo Penal del Circuito de Santa Marta decidió confirmar la
Sentencia del a-quo que negó la tutela solicitada por el accionante, por contar
con otro medio de defensa judicial.
En relación con los demás expedientes
acumulados en este proveído no hubo segunda instancia, ya que las Sentencias
judiciales respectivas no fueron recurridas por las partes.
IV. REMISION
DEL EXPEDIENTE A LA CORTE CONSTITUCIONAL.
Una vez en firme los fallos de primera
instancia que no fueron apelados, así como las Sentencias de segunda instancia
en los casos en los que la hubo, según lo señalado en el numeral III. de este
proveído, los distintos juzgados, dando cumplimiento a lo dispuesto por el
inciso 2o. del artículo 31 del Decreto 2591 de 1991, remitieron los expedientes
a esta Corporación para su eventual revisión. Después de haber sido
seleccionados y repartidos, y de haberse dispuesto la acumulación de los
expedientes por las Salas 1 y 2 de Selección de esta Corporación, entra la Sala
Sexta de Revisión a quien correspondió, a estudiar y fallar los asuntos de la
referencia.
IV.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL.
PRIMERA.
COMPETENCIA.
La Corte
Constitucional es competente, a través de esta Sala de Revisión, para proferir
Sentencia en relación con los fallos dictados por los Juzgados Municipales y de
Circuito de Santa Marta en cada uno de los procesos acumulados, con fundamento
en lo dispuesto por los artículos 86, inciso tercero, y 241 num. 9o. de la
Constitución Política.
SEGUNDA. EL CASO
OBJETO DE ESTUDIO.
Los accionantes
consideran vulnerados sus derechos a la vida, a la igualdad y a la tercera edad
como consecuencia de la falta de pago de sus mesadas pensionales.
El atraso en el pago
de las mesadas de la pensión de jubilación debidamente solicitadas, a los
cuales sí se refiere de manera expresa el artículo 48 de la Carta, en
concordancia con el artículo 53 inciso 3o. del mismo estatuto, el cual
establece que "El Estado garantiza el derecho al pago oportuno y al
reajuste periódico de las pensiones legales", como sucede con la
pensión de jubilación obtenida con el lleno de los requisitos exigidos por la
ley, en principio vulnera los derechos fundamentales de las personas de la
tercera edad, por lo cual es necesario hacer algunas precisiones. En efecto,
con la situación planteada por los accionantes, en primer término es viable
considerar que se amenaza o vulnera su derecho fundamental a la seguridad
social por su conexidad con los derechos a la vida, a la integridad física y la
igualdad, y particularmente se desconoce la garantía del pago oportuno de las
pensiones legales del artículo 53 de la Carta Política. No obstante, debe
analizarse si en presencia de los derechos fundamentales de las personas de la
tercera edad, a la luz de la Constitución Política, es viable acceder a las
pretensiones de los accionantes, ya que la Corporación no debe ser indiferente
ante la situación de los pensionados, ni puede olvidar el que se consideren las
condiciones específicas de debilidad en que se encuentran las personas de la tercera
edad y la protección especial que la Carta Política les concede en el artículo
46, como también lo hacen los convenios internacionales que se refieren a
ellos.
En relación con los
derechos a la igualdad y a la tercera edad que invocan los accionantes en las
demandas de tutela, la falta de pago oportuno de las mesadas pensionales
representa una vulneración de los artículos 13 y 46 de la Constitución
Política, por cuanto es deber del Estado dar especial protección "a
aquellas personas que por su condición económica, física o mental, se
encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta" (artículo 13
inciso final), y tal deber merece especial atención en el caso de las personas
de la tercera edad en cuanto "El Estado les garantizará los servicios
de la seguridad integral y el subsidio alimentario en caso de indigencia"
(artículo 46 inciso final). Además, como ya se advirtió, los artículos 48 y 53
inc. 3o. de la Carta consagran una especial protección por parte del Estado y
de la sociedad, dentro del principio de solidaridad social, y en particular el
último precepto establece que "El Estado garantiza el derecho al pago
oportuno y al reajuste periódico de las pensiones legales".
La manifestación
clara e indiscutible del principio de igualdad en el caso sub-exámine, no es
otra que el pago oportuno de las mesadas pensionales por parte de la Caja de
Previsión Social del Magdalena a todas las personas a las que se les haya
reconocido tal derecho de conformidad con los requisitos establecidos por la
ley. Y, tratándose de mesadas atrasadas, se restablece el derecho a la igualdad
de los pensionados cancelando el monto total de aquellas, en el orden
cronológico o de antiguedad de las mismas.
Esta Sala de
Revisión considera que las conductas omisivas de las entidades de previsión
encargadas de atender y cumplir debida y oportunamente con sus obligaciones en
relación con sus pensionados, atenta no solamente contra los derechos
enunciados, sino también contra el principio fundamental que rige nuestro
Estado Social de Derecho como es el de la eficacia real y no formal de los
derechos fundamentales de los asociados. El simple reconocimiento de las
pensiones no implica que el derecho haya sido satisfecho en debida forma. Para
ello es indispensable en aras a darle eficacia material, que efectivamente al
pensionado se le cancelen cumplidamente las mesadas pensionales, y que se le
reconozca en aquellos casos que así se solicite, cuando se cumplen los
requisitos establecidos por la ley, obligación que debe hacerse efectiva dentro
de los términos previstos para ello, en aras a no afectar ni desmejorar los
derechos y la calidad de vida de los pensionados. No en vano el constituyente
de 1991 tuvo en cuenta la situación de desprotección ante la cual se encuentran
los pensionados, razón por la cual plasmó en el inciso 3o. del artículo 53 de
la Carta la obligación a cargo del Estado de garantizar el derecho al pago
oportuno y al reajuste periódico de las pensiones legales. Por ello no es de
recibo el argumento de que los derechos de los pensionados pueden suspenderse
por falta de presupuesto de la entidad
El Estado adquiere
por mandato del inciso 3o. del artículo 53 Superior, el compromiso de
garantizar el pago oportuno de las pensiones, para lo cual debe proveer en los
respectivos presupuestos del orden nacional, departamental, distrital y
municipal las partidas necesarias para atender de manera cumplida y
satisfactoria su obligación consittucional, especialmente cuando quienes se ven
afectados por el incumplimiento o la desidia de las autoridades estatales, son
personas de la tercera edad, a quienes en cumplimiento del artículo 46 de la
Carta Política, el Estado debe concurrir con la sociedad a su protección y
asistencia, y a garantizarles los servicios de la seguridad social integral y
el subsidio alimentario en caso de indigencia. Estas personas requieren el pago
oportuno de sus mesadas pensionales en orden a que se les garantice su
subsistencia y las condiciones mínimas de dignidad que merecen. Se trata
además, de personas quienes como consecuencia de que prestaron sus servicios al
Estado y adquirieron su derecho de conformidad con la ley, esperan de él como
mínima retribución que les pague sus mesadas pensionales. En virtud de lo
anterior, se deben adoptar las medidas necesarias para hacer efectiva la
garantía constitucional plasmada en el artículo 53 Constitucional,
especialmente cuando están de por medio los derechos fundamentales a la vida y
a la salud de las personas de la tercera edad.
Por lo tanto, el
pago de las pensiones legales cuando éstas han sido ya reconocidas legalmente
por medio del correspondiente acto administrativo emanado en este caso de la
Caja de Previsión Social del Magdalena, esta debe mantener un nivel de
eficiencia aceptable para dar respuesta a las necesidades sociales, en orden a
la realización de los fines sociales del Estado, a la justicia social y a
promover frente a los demás pensionados una igualdad real y efectiva. Más aún,
habiéndose dado al Estado colombiano por el Constituyente de 1991 un carácter
social, se hace indispensable que acometa acciones positivas en favor de la
comunidad. En este contexto, el pago cumplido de las pensiones legales es una
de tales actuaciones positivas a las que está obligado el Estado. Sobre los
aspectos analizados, es del caso referirse a la jurisprudencia emanada de la
Corporación, la cual en la Sentencia No. T- 168 de 1994 de esta misma Sala de
Revisión, expresó:
"Es así como
las entidades que se encargan del pago de esas pensiones no deben
incurrir en mora al tiempo de cancelarlas, puesto que ello significaría poner
en peligro la vida y la integridad de quienes se hallan sujetos a esos pagos
para subsistir.
En el caso que se
examina, encontramos que se omitió hacer, en forma oportuna, el pago
correspondiente al actor y aunque se trata de un retraso, mas no de la
suspensión del derecho pensional como lo afirma el actor, sí encuentra la
Sala que se ha incurrido en retrasos para efectuarlo, con lo cual se está vulnerando
el derecho al pago oportuno de las pensiones que tiene el actor y que se halla
consagrado en el artículo 53 de la Constitución Nacional y por ende, el derecho
a la seguridad social". (negrillas y subrayas fuera del texto)
Por su parte, en la
Sentencia No. T- 184 de 1994, M.P. Dr. Alejandro Martínez, se expresó acerca
del pago de las mesadas pensionales:
"En cuanto a
la eficacia que deben tener los medios alternativos de defensa llamados a
"sustituir" la tutela, es claro que el otro medio de defensa judicial
debe poseer necesariamente, la misma eficacia en materia de protección
inmediata de los derechos constitucionales fundamentales que, por su naturaleza
tiene la acción de tutela. En el caso de las pensiones de jubilación, la
acción ejecutiva laboral ha resultado inoperante para la defensa efectiva de
los derechos de los pensionados, debido a la existencia de la norma legal que
prohibe la inembargabilidad de los bienes y rentas del presupuesto. En este
sentido, son improcedentes los argumentos sobre el "otro mecanismo de
defensa". El Juez de tutela no puede ser indiferente ante la
situación de los pensionados y no puede por tanto, dejar de considerar las
condiciones específicas de debilidad en las que se encuentran las personas de
la tercera edad y la protección especial que los Convenios Internacionales y la
Constitución les conceden. El simple reconocimiento de las pensiones no implica
que el derecho haya sido satisfecho en debida forma. Para ello es indispensable
en aras de darle eficacia material, que al pensionado no sólo se le reconozca
su derecho a cumplir con los requisitos legales, sino que adicionalmente, se le
cancelen las mesadas atrasadas o futuras a que tiene derecho. Obligación que
debe hacerse efectiva dentro de los términos legales previstos para
ello, en aras a no afectar ni desmejorar los derechos ni la calidad de vida de
los pensionados" (negrillas y subrayas fuera del texto).
No obstante, si la
causa del no pago de las mesadas pensionales de alguno de los accionantes
radica en el hecho de que no ha sido incluído en la nómina de pensionados de la
entidad accionada, ésta inclusión debe ordenarse mediante Sentencia de tutela,
para que la Caja de Previsión Social del Magdalena proceda a efectuar el pago,
de conformidad con las consideraciones hechas en esta providencia, reiterando
así la posición de la Corporación en este aspecto, que en el pasado, a través de
esa misma Sala de Revisión ha expresado:
"La
inclusión en nómina "es un acto instrumental, de trámite o preparatorio de
la decisión administrativa, no susceptible de ser atacado en vía gurbernativa y
que, consecuencialmente, tampoco puede controvertirse ante la jurisdicción de
lo contencioso administrativo, de donde surge que es la acción de tutela el
único mecanismo de defensa ante la inexistencia de otros medios judiciales que
puedan asegurar la protección del derecho conculcado".
En el caso del pago
de las cesantías parciales, cuya tutela demandan dos de los accionantes, se
debe destacar que el respeto al derecho a la igualdad y a la seguridad social
se manifiesta en el pago oportuno y en orden cronológico, según el momento de
presentación de la solicitud y una vez cumplidos los requisitos establecidos
por la ley. Lo anterior es consecuencia de la aplicación del "criterio
objetivo" al que hizo referencia en la respectiva providencia el
Juzgado 8o. Penal Municipal de Santa Marta, criterio que garantiza la igualdad
de las personas ante la Constitución y la ley. Sin embargo, en este aspecto es
claro que la acción ejecutiva laboral representa una garantía idónea para la
defensa de los derechos eventualmente vulnerados, pues se trata de funcionarios
activos que gozan de la plenitud de sus posibilidades, y no entran en la órbita
de las consideraciones antes efectuadas en relación con los derechos de las
personas de la tercera edad, y por tanto la acción de tutela resulta
improcedente.
Por todo lo
anterior, esta Sala de Revisión dispondrá revocar los fallos de tutela objeto
de revisión que negaron el pago de mesadas pensionales atrasadas que la Caja de
Previsión Social de Santa Marta les adeuda a los accionantes, y también
revocará las providencias que ordenaron el pago de las cesantías parciales
solicitadas por José Antonio Gutiérrez Soto y Mirtha Isabel Varela, ya que
cuentan con otro mecanismo de defensa judicial como lo es la acción ejecutiva
laboral, a través de la cual se puede obtener la protección de sus derechos.
Finalmente, no ordenará la restitución de los dineros cancelados a los
accionantes que solicitaron el pago de las cesantías parciales por parte de la
Caja de Previsión Social del Magdalena en atención al principio constitucional
de la buena fe de que trata el artículo 83 de la Carta Política y por cuanto
además se refiere al pago de sumas debidas, si dicho pago fue realizado.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución
RESUELVE:
1. Confirmar las Sentencias dictadas por el
Juzgado Primero Civil Municipal de Santa Marta en los procesos Nos. 54816,
54946, 55217, 55218, 55245, 55246, 55247, 55248, 55249, 56749, 56799, 56800,
56885 y 56886, en cuanto se concedió la tutela de los derechos de los
accionantes y se ordenó el pago de las mesadas atrasadas por la Caja de Previsión
Social del Magdalena.
2. Confirmar las Sentencias dictadas por el
Juzgado Segundo Civil Municipal de Santa Marta en los procesos Nos. 54818 y
55808 en cuanto se concedió la tutela de los derechos de los accionantes y se
ordenó el pago de las mesadas pensionales atrasadas por parte de la Caja de
Previsión Social del Magdalena en orden cronológico.
3. Confirmar las Sentencias dictadas por el
Juzgado Tercero Civil Municipal de Santa Marta en los procesos Nos. 55392,
55393, 55394, 55396 y 55422 en cuanto se concedió la tutela de los derechos de
los accionantes y se ordenó el pago de las mesadas pensionales atrasadas por
parte de la Caja de Previsión Social del Magdalena en el orden cronológico o de
antigüedad correspondiente.
4. Confirmar las Sentencias dictadas por el
Juzgado Cuarto Civil Municipal de Santa Marta en los procesos Nos. 48173,
48177, 48477, 54847, 55221 y 55823 en cuanto se concedió la tutela de los
derechos de los accionantes y se ordenó el pago de las mesadas atrasadas por
parte de la Caja de Previsión Social del Magdalena.
5. Confirmar las Sentencias dictadas por el
Juzgado Quinto Civil Municipal de Santa Marta en los procesos Nos. 55224 y
55809 en cuanto concedieron la tutela del derecho a la igualdad de las
accionantes y se dispuso su inclusión en nómina, y se adiciona con el fin de
ordenar el pago de las mesadas atrasadas que se les adeudan.
6. Confirmar la Sentencia dictada por el
Juzgado Sexto Penal Municipal de Santa Marta en el proceso No. 55220 en cuanto
concedió la tutela de los derechos del accionante y ordenó el pago de las
mesadas atrasadas por parte de la accionada.
7. Confirmar la Sentencia dictada por el
Juzgado Octavo Penal Municipal de Santa Marta en el proceso No. 54828, en
cuanto concedió la tutela de los derechos del accionante y ordenó el pago de
las mesadas atrasadas por parte de la demandada.
8. Confirmar la Sentencia dictada por el
Juzgado Noveno Penal Municipal de Santa Marta en el proceso No. 54827, en
cuanto concedió la tutela de los derechos del accionante y ordenó el pago de
las mesadas atrasadas por parte de la demandada.
9. Confirmar la Sentencia dictada por el
Juzgado Cuarto Laboral del Circuito de Santa Marta en el proceso No. 55437 en
cuanto concedió la tutela de los derechos del accionante y ordenó el pago de
las mesadas atrasadas por parte de la Caja de Previsión Social del Magdalena.
10. Confirmar las Sentencias dictadas por los
Juzgados Primero y Segundo Civiles del Circuito, Noveno Penal del Circuito y el
Tribunal Superior del Distrito Judicial, Sala Penal, de la ciudad de Santa
Marta en los expedientes Nos. 54830, 54878, 54879, 54903, 55002, 55266 y 55630
respectivamente, en cuanto ordenaron el pago de las mesadas atrasadas por parte
de la Caja de Previsión Social del Magdalena.
11. Revocar las Sentencias dictadas por el
Juzgado Primero Civil del Circuito de Santa Marta en los procesos Nos. 54906,
54911, 54912 y 55411 en cuanto denegaron la tutela de los accionantes, y en su
lugar se concede la tutela de los derechos de los demandantes y se ordena el
pago de las mesadas atrasadas por parte de la accionada.
12. Revocar la Sentencia dictada por el Juzgado
Tercero Civil del Circuito de Santa Marta en el expediente No. 61820, en cuanto
negó la tutela de los derechos de la accionante, y en su lugar se dispone
conceder la tutela de los mismos y se ordena el pago de las mesadas atrasadas
por parte de la Caja de Previsión Social del Magdalena.
13. Revocar la Sentencia dictada por el Juzgado
Séptimo Penal del Circuito de Santa Marta en el expediente No. 64737 en cuanto
negó la tutela de los derechos del accionante, y en su lugar se concede la
tutela, y se ordena el pago de las mesadas atrasadas por parte de la demandada.
14. Revocar el fallo proferido por el Juzgado
4o. Civil Municipal de Santa Marta en el proceso No. 55824 en cuanto tuteló los
derechos del accionante y ordenó el pago de las cesantías parciales. En su
lugar, se niega la tutela de los derechos invocados por existir otro mecanismo
de defensa judicial como es la acción ejecutiva laboral.
15. Confirmar la Sentencia proferida por el
Juzgado Segundo Civil del Circuito de Santa Marta en el exp. 54823 en cuanto
negó el pago de las cesantías parciales.
16. Para el caso de los numerales 14 y 15, no
habrá lugar a restituir los dineros recibidos por los actores en caso de
haberse efectuado dicho pago por la entidad accionada antes de la notificación
de este fallo.
17. La Caja de Previsión Social del Magdalena
realizará los pagos solamente con respecto a las mesadas adeudadas de que trata
esta providencia en un término de quince (15) días hábiles contados a partir de
la notificación de la misma, en el orden cronológico correspondiente, siempre y
cuando dichos pagos no se hubieren efectuado por parte de la citada entidad con
anterioridad a la notificación mencionada.
18. Líbrense por Secretaría las comunicaciones
de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí
contemplados.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte
Constitucional.
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado Ponente
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
358 | T-157-95
Sentencia No
Sentencia No. T-157/95
DERECHO A LA
SEGURIDAD SOCIAL-Efectividad
La efectividad del derecho a la seguridad
social no sólo corresponde al trabajador, sino también al empleador quien tiene
la obligación de afiliar a sus empleados al sistema de seguridad social y de
cancelar en forma oportuna y cumplida los respectivos aportes. La empresa no
puede ser indiferente en relación con el servicio público de la seguridad social
de los asalariados, para los efectos de que se cumpla con el ordenamiento
constitucional, según el cual, éste debe prestarse con sujeción a los
principios de eficiencia, universalidad y solidaridad, en los términos que
establezca la ley y bajo la dirección, coordinación y control del Estado.
CONCORDATO/DERECHO
A LA SEGURIDAD SOCIAL/SERVICIOS PUBLICOS/DERECHO A LA SALUD
Cuando una empresa ha sido admitida al
trámite de concordato, en aras de defender los intereses del empleador y de
proteger los derechos de los trabajadores, se prohibe que le sean suspendidos
los servicios públicos. Por lo tanto, teniendo la seguridad social categoría de
servicio público obligatorio, no puede la entidad de previsión accionada,
suspender la prestación del servicio a la empresa admitida a concordato por el
hecho tener créditos insolutos a favor de aquella, ni negarle a sus
trabajadores el acceso al mismo, pues ello desconoce los derechos de la
peticionaria a la salud y seguridad social.
DERECHOS
FUNDAMENTALES-Conexidad/ACCION
DE TUTELA
Dándose el factor de conexidad entre los
derechos a la salud y a la seguridad social de la peticionaria, con el derecho
fundamental a la vida, es procedente la acción de tutela para hacer efectiva su
protección, la cual se concreta en la orden a la entidad accionada de prestarle
los servicios médicos que requiere para atender su enfermedad.
REF: Expediente
No. T - 56.362
PETICIONARIA: Dora Maria Lozano Paz contra el Instituto
de los Seguros Sociales, Seccional Valle del Cauca.
PROCEDENCIA: Juzgado Treinta y Uno Penal Municipal de
Cali.
MAGISTRADO
PONENTE:
DR. HERNANDO
HERRERA VERGARA
Santa Fé de Bogotá,
D.C., Abril seis (6) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
Procede la Sala
Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados HERNANDO
HERRERA VERGARA, ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Y FABIO MORON DIAZ, a revisar
el fallo proferido por el Juzgado Treinta y Uno Penal Municipal de Cali el 23
de noviembre de 1994, en el proceso de la referencia.
El negocio llegó al
conocimiento de esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional, por la vía
ordinaria de la remisión que hizo el mencionado despacho judicial, en virtud a
lo dispuesto por el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991.
Conforme a los
artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala
Primera de Selección de la Corte escogió para efectos de revisión la presente
acción de tutela.
I. INFORMACION
PRELIMINAR.
La señora Dora Maria Lozano Paz instauró
acción de tutela contra el Instituto de los Seguros Sociales con el objeto de
que se le protejan los derechos a la salud y al trabajo, los cuales considera
vulnerados por no prestársele los servicios médicos que requiere como
consecuencia de la enfermedad de hipertensión que padece, para lo cual necesita
ser controlada con frecuencia.
La accionante fundamenta su petición, en
los siguientes
H E C H O S :
Señala que desde hace más de 24 años labora
para la Empresa INDULAMPA LTDA., estando afiliada al Instituto de los Seguros
Sociales hace 32 años. No obstante, manifiesta que ha sido afectada por la no
prestación del servicio médico por requerir de un tratamiento adecuado y tener
que ingerir droga de por vida.
Indica que desde hace cinco meses no le
pagan quincena en la empresa, la cual entró en concordato, “pero a nosotros los
obreros no nos comunicaron la decisión que habían tomado; ellos sin darnos
explicación, entraron en concordato y no volvieron a pagar salarios, nos deben
intereses de cesantía, horas extras, prima de junio”. A pesar de esa
circunstancia, señala que siguieron prestando sus servicios normalmente durante
dos meses “ya que el patrón decía que ya iba a llegar el dinero para
cancelarnos salarios, pero hace tres meses paramos en vista de que no se
solucionaba nada”.
Agrega igualmente, que “no tenemos ningún
tipo de servicio médico; cuando nos enfermamos debemos pagar médico particular
y comprar la droga que nos receten; no podemos dejar de asistir a la empresa
porque si no se llevan la maquinaria: estos lo hacemos las 24 horas, somos 150
obreras y todas asistimos”.
En relación con las cotizaciones al Seguro
Social, manifiesta que no lo han vuelto a hacer desde hace cinco meses, “porque
durante los últimos pagos que nos hizo la empresa nos descontó del salario los
aportes que nos correspondía pagar, pero nunca fueron entregados al seguro
social”.
Finalmente, señala que esta situación la
afecta económicamente, “porque de mi trabajo depende mi familia, ya que soy una
mujer separada y debo a una cooperativa que me había hecho un préstamo para
arreglar la casa, en todo me he ido atrasando y como no tengo servicio médico,
me he visto afectada ya que debo ingerir un medicamento durante toda la vida
porque soy hipertensa”.
P R E T E N S I O N E S :
En virtud a los hechos expuestos, la
peticionaria solicita se ordene al Instituto de los Seguros Sociales que le
siga prestando el servicio, ya que ha cotizado durante 32 años contínuos y cree
haber cumplido con las semanas requeridas para hacerse acreedora a él.
II.
LA PROVIDENCIA JUDICIAL QUE SE REVISA.
Mediante fallo de 23 de noviembre de 1994,
el Juzgado Treinta y Uno Penal Municipal de Cali resolvió negar por
improcedente la tutela instaurada por la señora Dora Maria Lozano Paz, pues en
su criterio, el Instituto de los Seguros Sociales en el presente caso no ha
causado amenaza o vulneración de los derechos constitucionales fundamentales de
la accionante, pues se ha limitado a tener en cuenta los términos establecidos
en el artículo 12 del Decreto 2665 de 1988, a cuya observancia y cumplimiento
están obligados el Instituto y los patronos. Advierte que además, se había
adelantado con anterioridad un proceso de concordato preventivo, por lo que
concluye que la peticionaria cuenta y ha contado con los medios de orden
jurídico puestos a su disposición para acudir a las jurisdicciones pertinentes,
y adicionalmente, se trata de la defensa de derechos sociales, culturales y
económicos respecto de los cuales no procede la tutela.
III. REMISION DEL EXPEDIENTE A LA CORTE CONSTITUCIONAL PARA SU
EVENTUAL REVISION.
No siendo impugnada la anterior
providencia, el expediente fue remitido a la Corte Constitucional en
cumplimiento de lo dispuesto por el artículo 32 del Decreto 2591 de 1991 para
su eventual revisión, por lo que, habiendo sido seleccionado por la Sala Primera
de esta Corporación y repartido a la Sala Sexta de Revisión de Tutelas, se
entra a resolver.
IV. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Primera.
La competencia.
De conformidad con lo dispuesto por los
artículos 86, inciso tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política,
en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala
es competente para revisar el fallo proferido por el Juzgado Treinta y Uno
Penal Municipal de Cali.
Segunda.
Problema Jurídico.
La accionante
pretende que a través de la acción de tutela se ordene al Instituto de los
Seguros Sociales, Seccional Valle del Cauca, seguirle prestando los servicios
que requiere, pues no sólo afirma haber cotizado durante 32 años, sino que
además presenta “hipertensión arterial moderada controlada, la cual requiere de
control y valoración diaria”. Señala que dichos servicios le fueron suspendidos
a raíz de que el empleador entró en proceso concordatario preventivo
potestativo, por lo que no siguió cancelando los aportes respectivos a la
entidad de previsión.
Tercera. De los
Derechos a la Salud y a la Seguridad Social.
En forma reiterada
la jurisprudencia constitucional ha sostenido que los derechos a la salud y a
la seguridad social pueden tener el carácter de fundamentales, pero para que
así sea, es indispensable que en el caso concreto, se hallen en conexidad con
derechos de tal naturaleza que puedan ponerse en peligro por la ineficaz o
deficiente prestación de aquellos.1
Ha reiterado la Corte Constitucional2
el concepto de la seguridad social como derecho fundamental, cuando se cumplen
los siguientes supuestos:
“... primero, que opere en conexión con
otro derecho fundamental; segundo, entendida como la asistencia pública que
debe prestarse ante una calamidad que requiera, de manera urgente, la
protección del Estado y de la sociedad, por afectar de manera grave e inminente
la vida humana o la salud; tercero, ante casos de extrema necesidad, y cuarto,
que se pueda prestar de acuerdo con las posibilidades reales de protección de
que disponga el Estado para el caso concreto.
...
Los derechos a la vida y a la salud están
en íntima conexión con la efectividad de la seguridad social, ya que todo ser
humano tiene derecho a una existencia digna.
...
Por ello para esta Corporación la seguridad
social implica la coherencia entre validez y eficacia. De nada sirve a la comunidad
que estén consagradas las garantías, si éstas no se realizan”.
Según el ordenamiento constitucional
-artículo 49-, la atención de la salud es un servicio público a cargo del
Estado, el cual se halla obligado a garantizar que todas las personas puedan
acceder a los servicios de promoción, protección y recuperación de la salud. En
este sentido, expresa la norma, corresponde al Estado organizar, dirigir y
reglamentar la prestación de los servicios de salud a los habitantes, conforme
a los principios de eficiencia, universalidad y solidaridad.
Ha señalado esta Corporación al respecto3
, que:
“La salud en sí misma no pertenece en
principio a la categoría de derechos fundamentales -salvo el caso expreso de
los niños por mandato constitucional- lo cual excluye su tutela cuando se trata
de protegerla de manera exclusiva.
Tan sólo es exigible su amparo judicial
inmediato en cuanto se halle vinculado clara y directamente con la salvaguarda
de un derecho fundamental,
en términos que éste resulte afectado o amenazado como consecuencia de la falta
de oportuna protección a la salud. En tales circunstancias, debidamente
establecidas por el juez de tutela, el derecho a la salud se trueca en
fundamental, pero bajo la perspectiva y dentro del específico ámbito del caso
concreto” (negrillas y subrayas fuera de texto).
Por su parte, y en relación con el derecho
a la seguridad social, el artículo 48 constitucional dispone que éste es un
derecho irrenunciable de los trabajadores y un servicio público de carácter
obligatorio que se prestará bajo la dirección, coordinación y control del
Estado.
* Los derechos enunciados y el caso
concreto.
La accionante en su escrito de tutela manifiesta
que por encontrarse el empleador sometido a un proceso concordatario preventivo
potestativo, la entidad de previsión accionada no le viene prestando los
servicios médicos que requiere para atender la enfermedad de hipertensión
arterial que padece, ni le cancelan sus salarios, por lo que considera
vulnerados los derechos a la salud, a la seguridad social y al trabajo.
Para determinar la procedibilidad de la
tutela, es necesario examinar las pruebas que obran dentro del expediente, a
saber:
a) concepto emitido por el perito forense del Instituto
Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, Regional del Sur, fechado 18 de
noviembre de 1994, en relación con la enfermedad que sufre la peticionaria,
donde se indica:
“DISCUSION: Se trata de una mujer en su
quinta década de vida quien al examen físico no presenta enfermedad aguda o
crónica con cifra tensional 160/90, la cual es igual al último control de
Dic/93. No hay signos de descompensación cardio vascular.
CONCLUSION: La paciente presenta
hipertensión arterial moderada controlada, requiere control y valoración
mensual e ingesta diaria de la droga prescrita para mantener controlada su
patología”.
b) Memorial de fecha 15 de noviembre de 1994, remitido
por la Coordinadora de Afiliación y Registro del Instituto de los Seguros
Sociales, Seccional Valle del Cauca al juez de tutela de instancia, en el que
expresa:
“No obstante lo dispuesto anteriormente y sólo
cuando se trate de casos de emergencia o de accidentes de trabajo, el ISS
concederá durante el período de mora, los servicios de salud causados durante
dicho período, debiendo el patrono reembolsarle el valor a las Tarifas
del ISS, junto con los intereses corrientes bancarios, causados desde que se
concedió la prestación hasta la fecha en que mediante resolución se ordene su
reembolso, fecha a partir de la cual se deberán los intereses moratorios
bancarios” (negrillas y subrayas fuera de texto).
Con base en lo anterior, la Sala a efectos
de determinar si la tutela instaurada es procedente o no, debe hacer las
siguientes precisiones:
a) La efectividad del derecho a la seguridad social no
sólo corresponde al trabajador, sino también al empleador quien tiene la
obligación de afiliar a sus empleados al sistema de seguridad social y de
cancelar en forma oportuna y cumplida los respectivos aportes. La empresa no
puede ser indiferente en relación con el servicio público de la seguridad
social de los asalariados, para los efectos de que se cumpla con el
ordenamiento constitucional, según el cual, éste debe prestarse con sujeción a
los principios de eficiencia, universalidad y solidaridad, en los términos que
establezca la ley y bajo la dirección, coordinación y control del Estado.
Desde luego que cuando el servicio público
de la seguridad social se encuentra afectado como sucede en el presente caso
frente a la situación derivada del trámite a concordato con respecto a la
empresa INDULAMPA LTDA., la legislación prevee mecanismos e instrumentos que
están destinados a proteger a los trabajadores, a fin de evitar la continuidad
de la prestación de los servicios públicos, y concretamente el de la seguridad
social a la referida empresa por parte del Instituto de los Seguros Sociales,
previstos en el Decreto 350 de 1989.
Ello, claro está, dentro de una situación económica
normal de la empresa. Pero cuando ésta se encuentra frente a una grave
circunstancia que la afecte, como sucede en el presente caso, en que ha sido
admitida a concordato, la ley prevé mecanismos e instrumentos destinados a
proteger a los trabajadores en relación con la prestación de los servicios
públicos a la empresa -entre ellos el de la seguridad social-, consagrados en
el Decreto 350 de 1989.
b) En cuanto a la obligatoriedad de la entidad de
previsión accionada de prestar el servicio de seguridad social a la
peticionaria en su calidad de trabajadora de la empresa admitida a trámite de
concordato, el artículo 18 del Decreto 350 de 1989, dispone:
“las personas o sociedades que estén
prestando servicios públicos a la empresa admitida al trámite de concordato, no
podrán suspender la prestación de éstos por causa de tener créditos insolutos a
favor de aquellas, y el valor de los nuevos servicios que presten a
partir de la admisión de la solicitud de concordato, se pagarán como gastos
administrativos” (negrillas y subrayas fuera de texto).
Por su parte, el artículo 42 ibídem,
establece:
“los gastos de administración de la
empresa..., causados durante el trámite del concordato y su vigencia, serán
pagados de preferencia y no estarán sujetos al sistema que en el
concordato se establezca para el pago de las demás acreencias. (...)”
(negrillas y subrayas fuera de texto).
En relación con la prohibición legal de
suspender los servicios públicos a las empresas admitidas a concordato, la
doctrina ha señalado4 :
“El artículo 18 no puede concebirse en el
sentido de que si al momento de la admisión al concordato los servicios
públicos se encuentran suspendidos, las entidades encargadas de prestarlos no
están obligadas a hacerlo, pues de interpretarse así dicha expresión, la
finalidad, la intención, el espíritu de la ley quedaría automáticamente
truncado, ya que ninguna empresa puede conservarse y recuperarse sin los
servicios públicos absolutamente necesarios para el desarrollo de la actividad
social. Si interpretamos literalmente la citada expresión, la ley concursal
perdería su verdadero sentido teleológico, cual es la conservación y
recuperación de la empresa convocada o admitida a concordato.
Si al momento de admitirse (fecha de
admisión) o convocarse (fecha de convocación) una empresa al concordato, los
servicios públicos estuvieren suspendidos (por ejemplo por falta de pago), las
personas o sociedades a cuyo cargo corren dichos servicios, deberán reanudarlos
de inmediato,
pues por una parte, no pueden permanecer suspendidos a pretexto de “...tener
créditos insolutos” y por otra, porque a partir de la fecha de la admisión o de
la convocación del concordato, las obligaciones que se causen por concepto de
servicios públicos o por otros conceptos, constituyen créditos no
concordatarios. Dichas obligaciones son totalmente ajenas al proceso
concordatario. No hacen parte de él y se pagarán como gastos de administración”
(negrillas y subrayas fuera de texto).
De conformidad con lo anterior, cuando una
empresa ha sido admitida al trámite de concordato, en aras de defender los intereses
del empleador y de proteger los derechos de los trabajadores, se prohibe que le
sean suspendidos los servicios públicos.
Por lo tanto, teniendo la seguridad social
categoría de servicio público obligatorio, no puede la entidad de previsión
accionada -el Instituto de los Seguros Sociales, Seccional Valle del Cauca-,
suspender la prestación del servicio a la empresa admitida a concordato por el
hecho tener créditos insolutos a favor de aquella, ni negarle a sus
trabajadores el acceso al mismo, pues ello no sólo desconoce lo establecido en
el Decreto 350 de 1989, sino que afecta los derechos de la peticionaria a la
salud y seguridad social, la cual en concepto del perito forense del Instituto
Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, Regional del Sur, “por el
hecho de padecer hipertensión arterial moderada controlada, requiere control y
valoración mensual e ingesta diaria de la droga prescrita para mantener
controlada su patología”.
c) La entidad de previsión accionada no se releva de su
obligación para con los trabajadores de la empresa INDULAMPA LTDA., por el
hecho de haber sido admitida a concordato, por lo que la accionante puede y
tiene derecho a obtener los servicios que requiere para la protección de sus
derechos a la salud y a la seguridad social, representados en la atención y
control de la enfermedad de hipertensión arterial que padece.
Derechos estos que en caso de no ser
protegidos, pueden llegar a afectar el derecho fundamental a la vida y a la
integridad personal, así como su dignidad humana. No debe olvidarse el concepto
transcrito, emitido por el perito forense del Instituto Nacional de Medicina
Legal, según el cual la peticionaria requiere control y valoramiento mensual e
ingesta diaria de la droga prescrita para mantener controlada su patología.
Por lo tanto, dandose el factor de
conexidad entre los derechos a la salud y a la seguridad social de la
peticionaria, con el derecho fundamental a la vida, es procedente la acción de
tutela para hacer efectiva su protección, la cual se concreta en la orden a la
entidad accionada de prestarle los servicios médicos que requiere para atender
su enfermedad.
Además de ello, se trata de una obligación
legal a la que no se puede relevar el Instituto de los Seguros Sociales en
cumplimiento de su función de garantizadora del servicio público de la
seguridad social, pues de lo contrario incurre en una violación al principio
constitucional según el cual las autoridades públicas están en la obligación de
cumplir la Constitución y la ley.
En tal virtud, se revocará el fallo que se
revisa, y en su lugar se concederá la tutela de los derechos a la salud y a la
seguridad social de la accionante, ordenando al Instituto de los Seguros
Sociales, Seccional Valle del Cauca, suministrarle a la señora LOZANO PAZ la
atención y los servicios médicos que requiere en orden a atender la
hipertensión arterial que padece.
VI. DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, obrando en
nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
PRIMERO.
REVOCAR por las razones
expuestas, el fallo proferido por el Juzgado Treinta y Uno Penal
Municipal de Cali, el 23 de noviembre de 1994, dentro del proceso de tutela
instaurado por la señora DORA MARIA LOZANO PAZ.
SEGUNDO. CONCEDER
la tutela de los derechos
a la salud y seguridad social de la señora DORA MARIA LOZANO PAZ, ordenando al
Instituto de los Seguros Sociales, Seccional Valle del Cauca, para que dentro
de las cuarenta y ocho horas (48) horas siguientes a la notificación de esta
providencia, le suministre los servicios médicos que requiere para atender la
enfermedad de hipertensión arterial que padece.
TERCERO. Por la Secretaría General de la Corte
Constitucional, líbrense las comunicaciones de que trata el artículo 36 del
Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados.
Cópiese, notifíquese, comuníquese,
insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado Ponente
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO FABIO MORON DIAZ
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
1 Cfr. Corte Constitucional. Sentencia No.
T-02 de 1995.
2 Cfr. Corte Constitucional. Sentencia No.
T-290 de junio 21 de 1994
3 Cfr. Corte
Constitucional. Sentencia No. T-576 de 1994.
4 Cfr. Superintendencia de Sociedades. Ofi.
211 de marzo 17 de 1993 publicada en el Boletín Jurídico No. 002 de junio de
1993. |
359 | T-158-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-158/95
DERECHO A LA
SALUD/DERECHOS FUNDAMENTALES-Interpretación/INSTITUTO
DE SEGUROS SOCIALES-Obligaciones/INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES-Suministro
de medicamento
A pesar de no
aparecer dentro del Capítulo 1, Titulo II de la Constitución, que se refiere a
los Derechos Constitucionales Fundamentales, adquiere esa categoría por
considerarlo, como lo ha hecho esta Corporación, un "derecho fundamental
por conexidad, los cuales son aquellos que no siendo denominados como tales en
el texto constitucional, sin embargo, les es comunicada esta calificación en
virtud de la íntima e inescindible relación con otros derechos fundamentales,
de forma que si no fueran protegidos en forma inmediata los primeros, se
ocasionaría la vulneración o amenaza de los segundos. Es el caso de la salud,
que no siendo en principio derecho fundamental, adquiere esta categoría cuando
la desatención del enfermo amenaza con poner en peligro su derecho a la
vida". En el asunto sub exámine, estima la Corte que se vulneró el derecho
a la integridad física, y consecuencialmente los derechos a la salud y a la
seguridad social del accionante como consecuencia del no suministro oportuno a
este de medicamentos por parte del I.S.S., pues se puso en peligro su
integridad física, ya que como empleado no debe soportar los efectos jurídicos
del incumplimiento de las obligaciones contractuales del patrono.
DERECHO A LA
SEGURIDAD SOCIAL/MORA EN LOS APORTES/SERVICIO PUBLICO DE SALUD/PRINCIPIO DE
CONTINUIDAD
El incumplimiento
de las obligaciones por concepto de aportes que deben pagarse al ISS, no exime
al Instituto de sus obligaciones médico asistenciales surgidas en virtud del
respectivo contrato, ya que como es natural, el trabajador no es el llamado a
soportar los efectos jurídicos de dicho incumplimiento, pues ello atenta contra
los derechos fundamentales a la vida, la salud y el servicio público de la
seguridad social de carácter obligatorio a cargo del Estado. Ya que la mora en
el pago de los aportes no constituye causal para exonerar al I.S.S. de
continuar prestando dichos servicios médico asistenciales.
REF: EXPEDIENTE T- 56456
PETICIONARIO: Miguel Angel Ibarguen Rivas contra el
Instituto de los Seguros Sociales -Seccional Magdalena-.
TEMA: Salud y Vida.
MAGISTRADO
PONENTE
Dr. HERNANDO
HERRERA VERGARA.
Santa Fe de Bogotá,
abril cinco (5) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Sexta de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los magistrados ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO, FABIO MORON DIAZ y HERNANDO HERRERA VERGARA, procede a
revisar el fallo proferido por el Juzgado Cuarto Civil Municipal de la ciudad
de Santa Marta, el veintinueve (29) de noviembre de 1994 en el proceso de la
referencia.
I. ANTECEDENTES.
1. El señor MIGUEL ANGEL IBARGUEN RIVAS,
manifiesta "que me encuentro enfermo desde hace más o menos dos meses y
en los Seguros Sociales me estuvieron tratando, pero cuando vieron que su
enfermedad no era de su competencia me remitieron donde la Dra. Maira Jimeno
Ceballos - Dermatóloga, la cual me ha atendido en dos ocasiones (..)."
2. Asegura que en la primera consulta con la
mencionada Dermatóloga le fueron formulados unos medicamentos que le debían ser
entregados por la farmacia del I.S.S. -Seccional Magdalena- la cual no los
tenía, y que por ello fue remitido a la Cruz Roja, donde tampoco contaban con
existencias de aquellos.
3. Como consecuencia de lo anterior y por la
urgencia de empezar su tratamiento, el peticionario compró los medicamentos
formulados en una farmacia particular y solicitó a la oficina de Coordinación
Médica del I.S.S -Seccional Magdalena- para que le reembolsara el valor de los
mismos, pero que ello "se salía ya de la competencia del Seguro Social."
4. Afirma el señor IBARGUEN que el 28 de
octubre asistió a una nueva cita médica con la Dermatóloga, quien le recetó
unos nuevos medicamentos, los cuales hasta la fecha no le han sido
suministrados por el I.S.S.
5. Previamente a la admisión de la demanda, el
Juzgado Cuarto Civil Municipal de Santa Marta solicitó al accionante que
indicara expresamente el derecho que consideraba vulnerado, e hiciera el
juramento acerca del no ejercicio anterior de la acción de tutela por los
mismos hechos, de conformidad con el Decreto 2591 de 1991. El señor IBARGUEN
indicó como vulnerado o amenazado el derecho a la vida "ya que la
actitud de los SEGUROS SOCIALES atenta contra mi salud". Igualmente
efectuó el referido juramento, de conformidad con las disposiciones vigentes.
PRETENSIONES
El peticionario
MIGUEL ANGEL IBARGUEN RIVAS solicita que se "autorice al Instituto de
los Seguros Sociales, Seccional Magdalena, entregarme estas drogas que son de
mucha necesidad para mí".
II. LA DECISION
JUDICIAL QUE SE REVISA.
Una vez admitida la
demanda el Juzgado Cuarto Civil Municipal de Santa Marta notificó al INSTITUTO
DE SEGUROS SOCIALES -Seccional Magdalena- y le concedió un término de tres (3)
días "para que se descargue".
El Gerente Seccional
Administrativo del I.S.S., Seccional Magdalena, dio respuesta al Juzgado
indicando que "el señor Miguel Ibarguen Rivas se encuentra afiliado al
I.S.S., por parte de la Industria Licorera del Magdalena, la cual se encuentra
en mora de pago de aportes al I.S.S. Como es bien sabido por ese Despacho el
Instituto de los Seguros Sociales no es una Entidad de Beneficencia, es una
Empresa Industrial y Comercial del Estado y su presupuesto está formado por
aportes de sus afiliados. En consecuencia si la Industria Licorera del
Magdalena está en mora, el I.S.S., no está en la obligación de prestar
servicios a los trabajadores de patronos en mora y las prestaciones sociales en
este caso quedan en cabeza del patrono responsable de la mora".
El Juzgado Cuarto
Civil Municipal de Santa Marta, mediante Sentencia del veintinueve (29) de
noviembre de 1994, resolvió "No tutelar el derecho a la vida invocado
por el señor MIGUEL ANGEL IBARGUEN RIVAS contra el INSTITUTO DE LOS SEGUROS
SOCIALES SECCIONAL MAGDALENA" con base en los siguientes argumentos:
"(...) Ya
vimos que los SEGUROS SOCIALES se defiende argumentando que para que el
afiliado pueda gozar de la prestación de todos los servicios médicos, es
indispensable que su patrón esté al día en el pago de los aportes que esa
afiliación requiere, por cuanto sabido es, que esa entidad no es un instituto
de beneficencia, sino una Empresa Industrial y Comercial del Estado, cuyo presupuesto
está formado por los aportes de sus afiliados. Y que en el caso que nos ocupa,
el patrón del señor MIGUEL ANGEL IBARGUEN que es la Industria Licorera del
Magdalena, está en mora en el pago de dichos aportes, por tanto ellos no están
obligados a prestarle el servicio médico y otros al accionante. Este Despacho
acepta y da credibilidad a los descargos enunciados, al igual que le ha dado
credibilidad a los hechos del libelo incoatorio.
En consecuencia,
concluimos las anteriores consideraciones dejando bien en claro, que el Juzgado
no puede tutelar el derecho a la vida invocado, ya que la entidad accionada -
INSTITUTO DE LOS SEGUROS SOCIALES- no es la responsable de que no hubiesen
entregado las medicinas, o en su defecto su pago al señor IBARGUEN."
III. REMISION DEL
EXPEDIENTE A LA CORTE CONSTITUCIONAL.
El Juzgado Cuarto
Civil Municipal de la ciudad de Santa Marta, dando cumplimiento a lo dispuesto
por el inciso 2o. del artículo 31 del Decreto 2591 de 1991, remitió el
expediente a esta Corporación para efectos de su eventual revisión. Después de
haber sido seleccionada y repartida por la Sala de Selección No. 1, entra la
Sala Sexta de Revisión a quien correspondió, a estudiar y fallar el asunto de
la referencia.
IV.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL.
PRIMERA .
COMPETENCIA.
La Corte
Constitucional es competente, a través de esta Sala de Revisión, para proferir
Sentencia en relación con la Sentencia dictada por el Juzgado Cuarto Civil
Municipal de la ciudad de Santa Marta, con fundamento en lo dispuesto por los
artículos 86, inciso tercero, y 241 numeral 9o. de la Constitución Política, en
concordancia con los artículos 33, 34 y 36 del Decreto 2591 de 1991.
SEGUNDA. EL CASO
OBJETO DE ESTUDIO.
Esta Corporación en
reiteradas oportunidades se ha referido al derecho a la seguridad social,
definiendo su alcance de conformidad con el artículo 48 de la Carta Política, y
afirmando su carácter de fundamental, cuando se configura su conexidad con los
derechos también fundamentales a la vida, la salud y el trabajo. Ha dicho la
Corporación:
"La
seguridad social, ha sido concebida como el conjunto de medidas adoptadas por
la sociedad y por el propio Estado, para garantizar a los diferentes sectores
de la población los servicios y las condiciones de vida necesarios, cuando se
presente una pérdida o reducción importante de los medios de existencia,
causados por circunstancias no propiamente creadas o queridas por los
afectados, y que tienen su origen en los riesgos sociales, asociados
principalmente con la actividad laboral, o con la imposibilidad de acceso al
trabajo, o con el deterioro de las condiciones físicas o de salud de las
personas.
Solamente en el
año de 1991 se le dio un fundamento constitucional expreso a este derecho, que
antes unicamente había sido objeto de una regulación a nivel legislativo y
reglamentario. (...)
La seguridad
social es un presupuesto básico para lograr el bienestar social de la gran masa
de la población; es una necesidad sentida del hombre, en la medida en que al
obtener un amparo contra los riesgos sociales mencionados, bien a través de su
prevención o remediándolos por diferentes medios cuando ellos ocurren, se
convierte en una herramienta idónea para mejorar la calidad de vida de quienes
integran la comunidad.
El derecho a la
seguridad social ha sido considerado reiteradamente por esta Corte, como un
derecho constitucional fundamental, dada su intima relación con los derechos a
la vida (art. 11), al trabajo (art. 25) y a la salud (art. 49). (Sentencias
C-134 y T-011, M.P. Alejandro Martinez Caballero, T-116 y T-356 M.P. Hernando
Herrera Vergara, entre otras)."1
En el caso sub
exámine el criterio expuesto en la citada providencia se reitera, toda vez que
se está analizando el alcance del derecho a la seguridad social en relación con
los derechos fundamentales a la vida, la integridad física y a la salud de la
accionante. Por lo tanto, el estudio del presente asunto desde la perspectiva
de la acción de tutela es procedente.
2. La salud es un
derecho fundamental.
La Corte
Constitucional ha expresado así mismo en reiteradas ocasiones que la salud es
un derecho fundamental por su conexidad con los derechos a la vida, a la
integridad física y al trabajo, los cuales también son fundamentales. Ha dicho
la Corporación:
"A pesar de
no aparecer dentro del Capítulo 1, Titulo II de la Constitución, que se
refiere a los Derechos Constitucionales Fundamentales, adquiere esa categoría
por considerarlo, como lo ha hecho esta Corporación2 , un "derecho fundamental por conexidad, los
cuales son aquellos que no siendo denominados como tales en el texto
constitucional, sin embargo, les es comunicada esta calificación en virtud de
la íntima e inescindible relación con otros derechos fundamentales, de forma
que si no fueran protegidos en forma inmediata los primeros, se ocasionaría la
vulneración o amenaza de los segundos. Es el caso de la salud, que no siendo en
principio derecho fundamental, adquiere esta categoría cuando la desatención
del enfermo amenaza con poner en peligro su derecho a la vida".
Todo lo anterior
permite concluir que en la Constitución de 1.991 la salud de los colombianos es
-por conexidad- un derecho fundamental cuya efectividad corresponde en buena
medida garantizar al Estado, tomando muy en cuenta las específicas necesidades
de su titular y los recursos existentes para satisfacerlas. (...)
El derecho a la
salud (CP art. 49), cuando su vulneración o amenaza compromete otros derechos
fundamentales como la vida, la integridad o el trabajo, o está relacionado
íntimamente con la protección de estos, goza de carácter fundamental y es
susceptible de ser protegido por vía de la acción de tutela. Cuando no lo es,
por el contrario, no puede ser amparado a través de éste mecanismo."3
En el asunto sub
exámine, estima la Corte que se vulneró el derecho a la integridad física, y
consecuencialmente los derechos a la salud y a la seguridad social del
accionante como consecuencia del no suministro oportuno a este de medicamentos
por parte del I.S.S., pues se puso en peligro su integridad física, ya que como
empleado no debe soportar los efectos jurídicos del incumplimiento de las
obligaciones contractuales del patrono -INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA- con
el citado Instituto. Acerca de la obligatoriedad para la prestación los
servicios médicos ha expresado la Corporación lo siguiente:
"En tanto
servicio público la seguridad social ha de ser permanente, resultando
inadmisible su interrupción; a ese carácter permanente se suma el de la
obligatoriedad, pues "a la luz de la Constitución, el Estado es
responsable de garantizar que las entidades de la seguridad social -públicas o
particulares- estén dispuestas en todo momento a brindar atención oportuna y
eficaz a sus usuarios". La atención médica tiene que ser constante, de
modo que "los inconvenientes que se presenten en el desarrollo del
contrato entre la Institución de Seguridad Social y el patrono, no deben
influir sobre la prestación del servicio médico, porque atenta contra los más
elementales de la persona que la entidad obligada se desentienda de su
responsabilidad. (...)
Cabe entonces
distinguir entre la obligación del patrono frente a su trabajador y aquella
otra obligación surgida entre el patrono y el INSTITUTO DE LOS SEGUROS SOCIALES
en razón del contrato interinstitucional de prestación de servicios médicos. La
primera obligación encuentra sustento en los aportes del trabajador; el
patrono, por su parte, puede prestar directamente los servicios o contratarlos
con un tercero, hipótesis esta última cuyo riesgo no puede en ningún caso
afectar al trabajador. Tal como lo puntualizó la Sala Séptima de Revisión,
"en ambas situaciones -por vía directa o indirecta- la responsabilidad es
única y exclusivamente del patrono, cuando el servicio médico asistencial sea
suspendido o cancelado por el incumplimiento en el pago de los aportes o en la
forma de pago pactada en el contrato", de donde se desprende que no le son
oponibles al trabajador afiliado "los efectos jurídicos del contrato que
su patrono celebre con terceros para la prestación de los servicios
asistenciales".4
Así pues, la
prestación de los servicios que el INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES ofrece a las
personas afiliadas corresponde a un sistema contributivo en el que aportan
tanto el patrono como el empleado, con el fin de mantener vigente el derecho a
la atención médica de tales afiliados, en lo relativo a la salud. De esta
situación se desprende que un empleado que haya cumplido con la obligación
legal de cancelar las cotizaciones del I.S.S. tiene derecho a acceder a los
servicios que este presta, como ya se anotó, por cuanto a él no le son
oponibles los efectos del incumplimiento contractual del patrono.
En el caso presente
el accionante acudió al I.S.S. con el fin de obtener los servicios médicos
requeridos como consecuencia de sus dolencias dermatológicas, y luego de haber
sido atendido por la médico especialista, no se le suministraron los
medicamentos que requirió. Según el Gerente Seccional Administrativo del I.S.S.
en el Magdalena, la situación que enfrenta en la actualidad el señor IBARGUEN
es consecuencia de la mora por parte de la INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA en
el cumplimiento de la obligación que le corresponde de pagar las respectivos
aportes al I.S.S. Estima la Corte que el incumplimiento de las obligaciones por
concepto de aportes que deben pagarse al INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES, al cual
se encuentra afiliado el demandante, por parte de la INDUSTRIA LICORERA DEL
MAGDALENA, no exime al Instituto de sus obligaciones médico asistenciales
surgidas en virtud del respectivo contrato, ya que como es natural, el
trabajador no es el llamado a soportar los efectos jurídicos de dicho
incumplimiento, pues ello atenta contra los derechos fundamentales a la vida,
la salud y el servicio público de la seguridad social de carácter obligatorio a
cargo del Estado, de que trata el artículo 48 de la Constitución Política.
Acerca de esta
situación esta Corporación ha señalado que:
"Pero a
pesar de lo anterior, la Sala de Revisión advierte al Instituto Colombiano de
los Seguros Sociales que debe cumplir con sus obligaciones médico-asistenciales
surgidas en virtud de contrato interadministrativo y que salvo la fuerza mayor
deben continuar con la ejecución de los contratos a pesar de existir una mora
en el pago, porque de lo contrario incurrirían en una vulneración o amenaza del
derecho fundamental a la salud y a la seguridad social, derechos que imponen un
tratamiento prioritario y preferencial por parte del poder público y el
legislador con miras a su protección efectiva."5
Se debe concluir
entonces que el I.S.S. debe continuar prestando los servicios médico
asistenciales al demandante, sin perjuicio de las acciones que tiene frente a
la mora por parte de la INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA, por concepto de
aportes al Instituto, a fin de que ellas le sean canceladas a través de los
medios correspondientes, pero sin que esta situación pueda ir en detrimento del
afiliado como se ha dejado expuesto en esta providencia, ya que la mora en el
pago de los aportes no constituye causal para exonerar al I.S.S. de continuar
prestando dichos servicios médico asistenciales ya que con su actitud vulnera
los derechos fundamentales mencionados.
La Corte Constitucional
reafirma su criterio según el cual el I.S.S. no puede hacer extensivos a la
accionante los efectos del incumplimiento de las obligaciones contractuales por
parte de la INDUSTRIA LICORERA DEL MAGDALENA, y por ello este tiene derecho a
seguir gozando de los servicios médicos respectivos; por tanto revocará la
providencia emanada del Juzgado Cuarto Civil Municipal de Santa Marta por las
razones expuestas en la parte motiva de esta providencia, sin que haya lugar a
decretar ningún reembolso por gastos sufragados por el demandante ya que dicha
decisión no es de competencia del Juez de tutela.
V. DECISION.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución
RESUELVE
PRIMERO. REVOCAR la Sentencia proferida por el
Juzgado Cuarto Civil Municipal de Santa Marta el 29 de noviembre de 1994 y en
su lugar se dispone TUTELAR los derechos a la seguridad social, a la salud y a
la vida del accionante por las razones expuestas en la parte motiva de esta
providencia. En consecuencia se ordena al INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES
-Seccional Magdalena- a prestar al señor MIGUEL ANGEL IBARGUEN RIVAS los
servicios médicos que requiera en su condición de afiliado a esa entidad, y a
suministrarle los medicamentos indispensables que se le formulen por parte del
mismo.
SEGUNDO. Líbrense por Secretaría las comunicaciones
de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos
contemplados en esa norma.
Notifíquese,
cópiese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado Ponente
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
1 Sentencia No. C- 012 de 1994. Magistrado Ponente: Dr. Antonio
Barrera Carbonell.
2
Sentencia No. T- 571 del 26 de octubre de 1.992. Magistrado Ponente: Dr. Jaime
Sanín Greiffenstein.
3 Sentencia No. T-116 de 1993. Magistrado Ponente: Dr. Hernando
Herrera Vergara.
4 Sentencia No. T- 520 de 1993. Magistrado Ponente: Dr. Hernando
Herrera Vergara.
5 Sentencia No. T- 406 de 1993. Magistrado Ponente: Dr. Alejandro
Martínez Caballero. |
360 | T-159-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-159/95
DERECHOS DEL
NIÑO/SERVICIO PUBLICO DE SALUD/INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES/MENOR ENFERMO-Rehabilitación
La Corte
Constitucional reitera la especial protección que merecen los derechos
fundamentales de los niños, y particularmente en lo relativo al acceso a los
servicios de salud. El ISS no puede suspender programas que por disposición
legal y reglamentaria hacen parte del Plan Obligatorio de Salud, en lo que hace
específicamente a la ejecución de programas de rehabilitación física y
readaptación sicosocial y laboral de los beneficiarios, dentro de los cuales se
pueden considerar las terapias para menores discapacitados.
REF:
EXPEDIENTE T- 56698
PETICIONARIO: José María Amaya Beltrán y otros contra el Instituto
de los Seguros Sociales.
TEMA:
Derecho a la Salud.
MAGISTRADO PONENTE
Dr. HERNANDO HERRERA VERGARA.
Santa Fe de Bogotá,
abril cinco (5) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Sexta de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los magistrados ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO, FABIO MORON DIAZ y HERNANDO HERRERA VERGARA, procede a
revisar el fallo de primera instancia proferido por el Juzgado Treinta y Uno
Civil Municipal de Santa Fe de Bogotá el veintiocho (28) de octubre de 1994, y
la Sentencia de segunda instancia emanada del Juzgado Once Civil del Circuito
de la misma ciudad el primero (1o.) de diciembre de 1994 en el proceso de la
referencia.
I. ANTECEDENTES.
1. Los señores JOSE MARIA AMAYA BELTRAN,
JANNETH VIVIANA ENCIZO, JAIRO FAJARDO MORENO, SONIA ELENA PUENTES PEREZ Y
NOHORA MENDEZ TOLEDO han acudido al mecanismo de la acción de tutela en
representación de sus hijos menores de edad LIZETH ADRIANA AMAYA URREGO, MAYRA
ALEJANDRA AVILES ENCIZO, ERIKA VIVIANA FAJARDO TORRES, NATHALY BARAHONA MENDEZ
y CARLOS ANDRES YARA PUENTES contra el Instituto de los Seguros Sociales con el
fin de que les sea tutelado el derecho a la salud a sus hijos menores, cuyas
edades "van desde un (1) hasta siete (6) años de edad",
quienes nacieron con impedimento en la función del oído y algunas funciones del
habla.
2. Los padres de los menores de edad están
afiliados al Instituto de los Seguros Sociales, razón por la que sus hijos
tienen derecho a la prestación de los servicios de salud en cuanto a la
atención médica, educación, terapias y audífonos que requieran.
3. Los citados servicios han sido prestados a
los menores por el término de dos años hasta la expedición del Decreto 1839 de
1994, que entró en vigencia el 5 de agosto del mismo año. Como consecuencia de
lo anterior, afirman los demandantes, "se suspendió gradualmente cada
uno de los servicios concedidos con anterioridad a la expedición del
Decreto".
PRETENSIONES
Con fundamento en
los hechos expuestos y en el Decreto 2591 de 1991, los peticionarios en
representación de sus hijos menores de edad LIZETH ADRIANA AMAYA URREGO, MAYRA
ALEJANDRA AVILES ENCIZO, ERIKA VIVIANA FAJARDO TORRES, NATHALY BARAHONA MENDEZ
Y CARLOS ANDRES YARA PUENTES solicitan que se reconozcan sus derechos y "los
derechos de nuestros hijos de familia concedidos en vigencia de la Ley anterior
al Decreto en mención. (...) Se sirva ordenar a la autoridad que corresponda la
corrección, suspensión y restablecimiento del derecho adquirido". Los
accionantes consideran vulnerados los artículos 4o., 13, 44, 49 y 50 de la
Constitución Política.
II. LAS
DECISIONES JUDICIALES QUE SE REVISAN.
1. Primera
Instancia.
El Juzgado Treinta y
Uno Civil Municipal de Santa Fe de Bogotá, previamente a adoptar la decisión de
fondo, ofició al INSTITUTO DE LOS SEGUROS SOCIALES (I.S.S.), para que informara
en un término no mayor a tres días contados desde la fecha de recibo del mismo
si los peticionarios son afiliados al Instituto, si los menores "son
derecho habientes de los citados solicitantes", y si estos "son
atendidos en la actualidad en el servicio médico en la especialidad de
otorrinolaringología". Así mismo solicitó a esa entidad que explicara
los motivos por los cuales se ha venido suspendiendo gradualmente el servicio
médico a los mencionados menores.
Al citado oficio le
dio respuesta el Doctor PEDRO REINA CORREDOR, Gerente de la Clínica del Niño
del INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES, y expresó que los menores "sí son
atendidos en nuestro servicio de Otorrinolaringología, de acuerdo a las
recomendaciones impartidas en los controles médicos realizados para cada uno de
ellos en forma periódica por el personal Especialista en dicha rama de la
medicina, teniendo en cuenta los requerimientos individuales, incluyendo el
suministro de audífonos según el caso". Además señaló que "de
las citas ya cumplidas normalmente con otros especialistas según la necesidad
de cada caso, en el curso del presente año estos pacientes han venido siendo
evaluados, controlados y tratados por la especialidad de Otorrinolaringología
así: Lizeth Amaya, en Abril y Septiembre. Mayra Avilés, en Enero, Abril, Julio
y Septiembre. Erika Fajardo, en Marzo, Mayo, Julio y Octubre. Nathaly Barahona,
en Febrero, Marzo, Abril, Junio, Julio y Septiembre. Carlos Yara, en Abril,
Mayo, Junio, Agosto y Septiembre". Finalmente manifestó que no se
tiene conocimiento de la suspensión gradual del servicio médico de los menores
por parte del I.S.S., pero que la entidad presta la asistencia profesional
dentro del marco de la reglamentación vigente.
También obra
respuesta del Coordinador Sección Afiliación y Registro del I.S.S. -Seccional
Cundinamarca-, JOSE ROBERTO MANJARRES PIRAGUA, quien se refirió a la afiliación
del señor JAIRO FAJARDO MORENO, la cual continúa vigente; de la señora NOHORA
MENDEZ TOLEDO, quien fue desafiliada el 1o. de diciembre de 1991; de JOSE MARIA
AMAYA BELTRAN, quien fue desafiliado el 9 de diciembre de 1990; de JANNETH
VIVIANA ENCISO Y SONIA ELENA PUENTES PEREZ, de quienes no se encontró registro
de afiliación. Además señaló que se solicitó a la División Nacional de
Informática de la entidad que enviara "directamente al Juzgado las
historias laborales y/o certificados de semanas correspondientes, donde el
sistema computarizado que allí manejan, emite el record total de períodos de
asegurados, con fechas, patronales, estado de cuenta, cotizaciones, salarios de
base y novedades causadas." Con base en este informe de sistemas, en
relación con JANNETH VIVIANA ENCISO se pudo establecer que se retiró el 2 de
abril de 1993; y SONIA ELENA PUENTES PEREZ, que no figura en el registro
histórico de la entidad.
El Juzgado Treinta y
Uno Civil Municipal de Santa Fe de Bogotá, dictó Sentencia el veintiocho (28)
de octubre de 1994, y resolvió "negar la tutela interpuesta por los
ciudadanos JOSE MARIA AMAYA BELTRAN, JANNETH VIVIANA ENCIZO, JAIRO FAJARDO
MORENO, SONIA ELENA PUENTES PEREZ Y NOHORA MENDEZ TOLEDO contra el Instituto de
Seguro Social", con base en los siguientes argumentos:
"(...) De la
documentación allegada y en especial de lo manifestado por el I.S.S., se
desprende sin discusión alguna que no existe prueba de que el derecho a la
salud de los menores señalados se esté vulnerando por el Estado y más
concretamente por el I.S.S., pues dicha entidad a través de la Clínica que
atiende a los menores manifiesta que a los mismos se les ha venido prestando la
asistencia y los tratamientos que conforme a los exámenes médicos estos
requieren, de ahí que la presente tutela debe ser negada.
Sin embargo, es
importante resaltar y recordar que la C.N. en su art. 48 establece que la
seguridad social es un servicio público de carácter obligatorio, que se
prestará bajo la dirección y coordinación y control del Estado, con sujeción a
los principios de eficacia, universalidad y solidaridad, en los términos que
establece la ley. Así lo reconoce el I.S.S., y por tanto la asistencia médica
que a través del I.S.S., se les ha venido prestando a los menores, no debe de
ninguna manera deteriorarse, la misma debe prestarse como hasta ahora se ha
dado, máxime por las deficiencias que los mismos presentan y por que el Estado
quiere proteger de manera especial a los niños y el mismo no puede de manera
injustificada cerrarle las puertas cuando este requiere de especial
tratamiento. Recuérdese que los niños serán los primeros entre los primeros
(...).
Diferente es, que
si una ley de manera directa disminuye la posibilidad de la ayuda prestada por
el I.S.S., los perjudicados con esta determinación no pueden ver en la tutela
el medio para derogar la misma, por cuanto esto se debe conseguir por procedimientos
diferentes, como sería el caso de demandarla ante la autoridad competente para
ello."
La Sentencia
proferida por el Juez de primera instancia fue impugnada por el accionante JOSE
MARIA AMAYA, en compañía de su cónyuge GLADYS EDILMA URREGO, dentro de los
términos legales y pasó a reparto al Juzgado Once Civil del Circuito de Santa
Fe de Bogotá, la cual se fundamentó en las mismas razones enunciadas en la
demanda inicial, aclarando que ambos obran a nombre de su hija menor LIZETH
ADRIANA AMAYA URREGO, y que "Yo JOSE MARIA AMAYA no estoy aportando
pero mi esposa GLADYS EDILMA URREGO con número de cédula 51.625. 551 y con
número de afiliación número 951625551 y No. patronal 01200106997 sí está
aportando en la actualidad." Al escrito de impugnación adjuntaron
copia de las tarjetas del I.S.S. de la madre de la menor.
También impugnó el
citado fallo, en escrito separado la accionante NOHORA MENDEZ en compañía de su
esposo ELKIN BARAHONA CERQUERA, con base en los mismos argumentos expuestos en
la demanda, pero con la aclaración de que la madre de la menor no está
aportando al I.S.S. en el momento, pero su esposo "ELKIN BARAHONA
CERQUERA con No. de cc. #79.416.615 de Btá. y con # de afiliación No. 979416615
y No. patronal 01006125327 sí está aportando en la actualidad y aun cuando
nació nuestra hija."
2. Segunda
Instancia.
El Juzgado Once
Civil del Circuito de Santa Fe de Bogotá dictó Sentencia el 1o. de diciembre de
1994 y resolvió confirmar la Sentencia de primera instancia con los siguientes
argumentos:
"(...)
"LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS PREVALECEN SOBRE LOS DEMAS DERECHOS"
Bajo esta máxima
constitucional debemos precisar el análisis de la acción de tutela impetrada, y
compartiendo el discurrir el A-quo debemos concluir que si bien el I.S.S., no
ha suspendido categóricamente la atención a los menores en el área de
otorrinolaringología, ésta está siendo restringida como quiera que el
presupuesto asignado para aliviar a los menores que deben ser atendidos en esta
especialidad, al tenor de la Ley 100 que reformó la seguridad social, no
seguirá costeando este tipo de ayuda.
Ante tal
eventualidad, por la vía de la acción de tutela, no puede el Juez, modificar
Ley o decreto y mucho menos ordenar que sean atendidos con la regularidad que
se venía haciendo, precisamente porque por orden del Estado (gobierno) tal
auxilio no puede seguirse costeando sino correrá por cuenta del padre de
familia.
La órbita legal
no puede ser irrumpida mediante la acción que se intentó, sino que debe
demandarse ante la autoridad que corresponde.
Es ostensible el
desamparo y la injusticia que impera dejando en desprotección a los menores que
requieren de tal ayuda, pero es ostensible que existe un medio alternativo que
tiene una efectividad igual o mayor a la de la acción de tutela para lograr la
protección inmediata del derecho vulnerado."
III. REMISION DEL
EXPEDIENTE A LA CORTE CONSTITUCIONAL.
Una vez en firme la
decisión de segunda instancia, el Juzgado Once Civil del Circuito de Santa Fe
de Bogotá, dando cumplimiento a lo dispuesto por el inciso 2o. del artículo 31
del Decreto 2591 de 1991, remitió el expediente a esta Corporación para efectos
de su eventual revisión. Después de haber sido seleccionada y repartida por la
Sala de Selección No. 2, entra la Sala Sexta de Revisión a quien correspondió,
a estudiar y fallar el asunto de la referencia.
IV.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL.
PRIMERA .
COMPETENCIA.
La Corte
Constitucional es competente, a través de esta Sala de Revisión, para proferir
Sentencia en relación con los fallos dictados por el Juzgado Treinta y Uno
Civil Municipal de Santa Fe de Bogotá y por el Juzgado Once Civil del Circuito
de la misma ciudad, con fundamento en lo dispuesto por los artículos 86, inciso
tercero, y 241 numeral 9o. de la Constitución Política, en concordancia con los
artículos 33, 34 y 36 del Decreto 2591 de 1991.
SEGUNDA. EL CASO
OBJETO DE ESTUDIO.
La Corte
Constitucional en reiteradas oportunidades se ha pronunciado acerca de la
prevalencia de los derechos de los niños con fundamento en el artículo 44 de la
Carta Política, disposición que además consagra la salud como un derecho
fundamental de los niños, en casos similares al que es objeto de estudio. Esta
Corporación ha expresado en un fallo reciente:
"No
obstante, el artículo 44 de la Constitución enuncia varios derechos, entre
ellos el de la salud, que en el caso de los niños son derechos fundamentales.
Su consagración
en tales términos se explica por la especial protección de la cual quiso el
Constituyente rodear a la niñez, dada su natural indefensión y la esperanza que
representa para la sociedad.
En el inciso 2º
del mismo artículo se consagra, como obligación de la familia, la sociedad y el
Estado, la de "asistir y proteger al niño para garantizar su desarrollo
armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos".
El artículo 2º de
la Constitución Política considera entre los fines esenciales del Estado el de
garantizar la efectividad de los derechos en ella plasmados, entre los cuales
están, desde luego, y con prelación, los que corresponden a los niños. (...)
El Decreto 2737
de 1989 (Código del Menor), dispone en su artículo 18:
"Las normas
del presente Código son de orden público y, por lo mismo, los principios en
ellas consagrados son de carácter irrenunciable y se aplicarán de preferencia a
disposiciones contenidas en otras leyes".
El artículo 2º
establece:
"Los
derechos consagrados en la Constitución Política, en el presente Código y en
las demás disposiciones vigentes, serán reconocidos a todos los menores, sin
discriminación alguna por razones de raza, color, sexo, idioma, religión,
opinión política o cualquier otra condición suya, de sus padres o de sus
representantes legales".
De acuerdo con el
artículo 3º,
"Todo menor
tiene derecho a la protección, al cuidado y a la asistencia necesaria para
lograr un adecuado desarrollo físico, mental, moral y social; estos derechos se
reconocen desde la concepción.
Cuando los padres
o las demás personas legalmente obligadas a dispensar estos cuidados no estén en
capacidad de hacerlo, los asumirá el Estado con criterio de
subsidiariedad".
En relación con
el derecho a la salud, dicho Código señala:
"Artículo
9º.- Todo menor tiene derecho a la atención integral de su salud, cuando se
encontrare enfermo o con limitaciones físicas, mentales o sensoriales, a su
tratamiento y rehabilitación.
El Estado deberá
desarrollar los programas necesarios para reducir la mortalidad y prevenir las
enfermedades, educar a las familias en las prácticas de higiene y saneamiento y
combatir la malnutrición, otorgando prioridad en estos programas al menor en
situación irregular y a la mujer en período de embarazo y de lactancia.
El Estado, por
medio de los organismos competentes, establecerá programas dedicados a la
atención integral de los menores de siete (7) años. En tales programas se
procurará la activa participación de la familia y la comunidad". (...)
Insiste de nuevo
la Corte en el sentido constitucional que debe inspirar la interpretación y
aplicación de las normas jurídicas: el juez del Estado Social de Derecho debe
desentrañar el sentido de los términos usados por el legislador para hacerlos
acordes con los postulados constitucionales, es decir, entenderlos a la luz de
la Constitución y no de espaldas a ella. El juez en tal sentido debe producir
el efecto de que toda norma se integre al sistema y contribuya a realizar los
fines constitucionales del Estado."1
En el caso
sub-exámine se observa que a los menores representados por sus padres, el
I.S.S. les ha prestado oportunamente los servicios médicos requeridos como
consecuencia de sus problemas auditivos y del habla, no presentándose
vulneración alguna, en principio, de sus derechos fundamentales, de acuerdo con
lo expuesto en las providencias materia de revisión.
Sin embargo, en la
demanda y en los escritos de impugnación se advierte una cierta preocupación de
los accionantes en cuanto a la aplicación del "Decreto 1839 (sic) de
1994", ya que en su concepto con la vigencia del mismo "se
suspendió gradualmente cada uno de los servicios concedidos con anterioridad a
la expedición (...)". No obstante, de las pruebas practicadas por el
a-quo, se observa que el I.S.S. ha continuado prestando periódicamente los
servicios de salud requeridos por los menores, tal como señaló el Gerente de la
Clínica del Niño mediante el escrito de fecha 26 de octubre de 1994 (folios 53
y 54), a través del cual dio respuesta al oficio emanado del Juzgado 31 Civil Municipal
de Bogotá, y que no fue controvertido por los demandantes.
Así mismo, el Jefe
de la Oficina Jurídica de la Superintendencia Nacional de Salud, mediante
escrito fechado el 15 de febrero de 1995 dirigido a la Directora Nacional de
Recursos y Acciones Jurídicas de la Defensoría del Pueblo, cuya copia informal
hizo llegar a esta Corporación la accionante GLADYS EDILMA URREGO, se refiere
al tema objeto de estudio y señala que:
"En relación
con el oficio de la referencia, a través del cual solicita información sobre si
"la decisión adoptada por el Instituto de Seguros Sociales de suspender
los programas de carácter educativo destinados a menores discapacitados que
requieren diferentes terapias -terapias del lenguaje por ejemplo- al igual que
el suministro de aparatos que ayudan para las mismas -audífonos, etc.-, se
encuentra o no acorde con lo estipulado en el inciso 2o. del artículo 162 de la
Ley 100 de 1993, me permito manifestarle lo siguiente: (...)
Como puede
observarse (...) la ley 100 de 1993, al crear el Plan Obligatorio de Salud para
los afiliados cotizantes, determinó que este sería el contemplado en el Decreto
Ley 1650 de 1977, el cual en su artículo 75 al señalar las prestaciones
correspondientes del Plan, en los literales b) y c) de los numerales 1o. y 2o.
respectivamente, determina entre los servicios médicos y asistenciales a
prestar, la ejecución de programas de rehabilitación física y de readaptación
sicosocial y laboral de los beneficiarios, dentro de los cuales se pueden
considerar las terapias para menores discapacitados, citadas en su oficio;
además en el Acuerdo 008 de 1994, del Consejo Nacional de Seguridad Social en
Salud y el Decreto 1938 del mismo año, al establecer las exclusiones y
limitaciones al Plan, en el literal n) de los artículos 7o. y 15
respectivamente, se refieren a actividades, procedimientos e intervenciones de
carácter educativo, instruccional o de capacitación que se lleven a cabo
durante el proceso de rehabilitación, distintos, como claramente lo establece
la norma, a aquellos necesarios estrictamente para el manejo médico de las
enfermedades y sus secuelas.
Conforme a lo
anteriormente señalado, esta Oficina considera que el Instituto de los Seguros
Sociales, Empresa Promotora de Salud, no puede, suspender programas que por
disposición legal y reglamentaria hacen parte del Plan Obligatorio de Salud
(...)".
En el caso presente,
los accionantes pretenden que se tutelen los derechos de sus hijos a través de
la prestación oportuna de los servicios de salud por parte del I.S.S. Si bien
es cierto, como ya se expresó, que la Corte Constitucional no encuentra
vulneración alguna del derecho fundamental a la salud de los menores pues según
se deduce de los fallos de instancia "De la documentación allegada y en
especial de lo manifestado por el I.S.S., se desprende sin discusión alguna que
no existe prueba de que el derecho a la salud de los menores se esté vulnerado
por el Estado y más concretamente por el I.S.S., pues dicha entidad a través de
la Clínica que atiende a los menores manifiesta que a los mismos se les ha
venido prestando la asistencia y los tratamientos que conforme a los exámenes
médicos estos requieren, de ahí que la presente tutela debe ser negada",
no deja de ser oportuno advertir a la mencionada entidad que no puede dejar de
prestarles en debida forma los servicios que le sean requeridos como
consecuencia de la aplicación de las normas jurídicas derivadas de la Ley 100
de 1993, artículos 2 y 162 pues, como bien lo expresa el Jefe de la Oficina
Jurídica de la Superintendencia Nacional de Salud, estas son actividades
necesarias para el manejo médico de las enfermedades y sus secuelas, razón por
la cual quedan incluidas dentro de los servicios que el I.S.S. debe prestar
como consecuencia de la creación del Plan Obligatorio de Salud para sus
afiliados.
De lo anterior se
desprende que las disposiciones constitucionales invocadas por los accionantes,
a saber: artículo 4o. que consagra la supremacía de la Constitución sobre la
ley u otras normas jurídicas, y el deber de las autoridades y de los
particulares de someterse a ellas; artículo 44 que establece los derechos
fundamentales de los niños, en particular el de salud, y su prevalencia en
relación con los derechos de los demás; artículo 49 que dispone los
lineamientos constitucionales en lo relativo a la atención de la salud y el
saneamiento ambiental; y el artículo 50 que consagra el derecho de los niños
menores de un año a recibir atención gratuita en las instituciones de salud que
reciban aportes de Estado, no se encuentran vulneradas por la conducta del
I.S.S., pues según las pruebas aportadas, este en ningún momento ha dejado de
prestar la atención médica que requieren los menores como consecuencia de sus
dolencias auditivas y del habla. Tampoco se observa por parte de esta
Corporación violación alguna de otros preceptos constitucionales.
En consecuencia, la
Corte Constitucional reitera la especial protección que merecen los derechos
fundamentales de los niños, y particularmente en lo relativo al acceso a los
servicios de salud, y llamará la atención del I.S.S. para que de especial
cumplimiento a los requerimientos de salud de los menores en el manejo de sus
problemas auditivos y del habla, pues dentro del esquema legal del Plan
Obligatorio de Salud, se trata de actividades que no están excluidas o
limitadas por este. Así pues, la Corporación confirmará los fallos de primera y
de segunda instancia, en cuanto no encuentra vulneración o amenaza alguna de
los derechos fundamentales de los menores representados por sus padres,
destacando como lo hizo el a-quem que a través de la acción de tutela no se
puede pretender la modificación de la ley o de otra norma jurídica, pues para
ello existen otros mecanismos jurídicos de control cuando sus disposiciones
puedan atentar contra la Constitución, aunque sí se ordenará advertir al
INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES que de conformidad con las normas relacionadas
por la Superintendencia Nacional de Salud en su escrito de 15 de febrero de
1995, este Instituto -Empresa Promotora de Salud- no puede suspender programas
que por disposición legal y reglamentaria hacen parte del Plan Obligatorio de
Salud, en lo que hace específicamente a la ejecución de programas de
rehabilitación física y readaptación sicosocial y laboral de los beneficiarios,
dentro de los cuales se pueden considerar las terapias para menores
discapacitados.
V. DECISION.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución
RESUELVE
PRIMERO. CONFIRMAR las Sentencias emanadas del
Juzgado 31 Civil Municipal y 11 Civil del Circuito de Santa Fe de Bogotá, en
cuanto negaron la tutela de los derechos de los menores LIZETH ADRIANA AMAYA
URREGO, MAYRA ALEJANDRA AVILES ENCIZO, ERIKA VIVIANA FAJARDO TORRES, NATHALY
BARAHONA MENDEZ Y CARLOS ANDRES YARA PUENTES, por las razones expuestas en la
parte motiva de esta providencia.
SEGUNDO. Háganse las advertencias al INSTITUTO DE
SEGUROS SOCIALES de que trata la parte motiva de esta providencia.
TERCERO. Líbrense por Secretaría las comunicaciones
de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos
contemplados en esa norma.
Notifíquese,
cópiese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado Ponente
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
1 Sentencia No. T- 204 de 1994. Magistrado Ponente: Dr. José
Gregorio Hernández Galindo. |
361 | T-160-95
Sentencia No
Sentencia No. T-160/95
HONORARIOS DE
PERITO-Objeción/JUEZ DE
TUTELA-Incompetencia
Las partes y el auxiliar podrán objetar los
honorarios en el término de la ejecutoria del auto que los señale, debiéndo
resolver el juez previo traslado a la otra parte. No puede entonces pretenderse
que el juez de tutela interfiera o invada competencias que no le corresponden,
como lo relacionada con la objeción en la fijación de honorarios de los peritos
o auxiliares de la justicia.
ACCION DE TUTELA
CONTRA PROVIDENCIAS JUDICIALES-Improcedencia/VIA DE HECHO-Inexistencia/MEDIO DE DEFENSA
JUDICIAL-Utilización
Si la persona que se dice “presuntamente”
afectada por una decisión judicial, no hace uso de los mecanismos que las
distintas jurisdicciones consagran con el objeto de controvertir dichas
decisiones o de defender sus derechos que se dicen vulnerados o amenazados, o
lo hacen pero en forma extemporánea, no puede acudir a la tutela como una
instancia adicional o alternativa que “reviva” oportunidades o recursos
procesales ya agotados y cuyas providencias se encuentren ejecutoriadas, pues
ello no solo desnaturaliza el sentido y esencia misma del instrumento extraordinario
de la tutela, sino que además implicaría el desconocimiento de los principios
constitucionales del juez natural y de la firmeza de las providencias
judiciales. Lo anterior sólo tendría una excepción, cual es, la existencia de
una vía de hecho, que no se encuentra probada dentro del proceso.
REF.: EXPEDIENTE
No. T - 62.130
PETICIONARIO: Camilo Antonio Díaz Gomez contra el
Juzgado Trece Civil del Circuito de Bogotá.
PROCEDENCIA: Juzgado Once Civil del Circuito de Bogotá.
MAGISTRADO
PONENTE:
Dr. HERNANDO
HERRERA VERGARA.
Santa Fé de Bogotá, Abril seis (6) de mil
novecientos noventa y cinco (1995).
Procede la Sala Sexta de Revisión de la
Corte Constitucional, integrada por los Magistrados HERNANDO HERRERA
VERGARA, ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Y FABIO MORON DIAZ, a revisar el
fallo proferido por el Juzgado Once Civil del Circuito de Bogotá el día 25 de
enero de 1995, en el proceso de tutela de la referencia.
I. ANTECEDENTES.
El señor CAMILO ANTONIO DIAZ GOMEZ acude a
la acción de tutela con el fin de que se le proteja su derecho al debido
proceso, vulnerado por el Juzgado Trece Civil del Circuito de Bogotá, al
decretar unos honorarios excesivos en favor de los auxiliares de la justicia, quienes
practicaron un avalúo sobre el predio objeto de la litis.
Señala el peticionario que en dicho Juzgado
existe una demanda de embargo hipotecario solicitada por Carlos Duarte y Jorge
Gomez, acreedores de una deuda hipotecaria contraída por él sobre un lote de
terreno de su propiedad, ubicado en la Dorada, Caldas.
Relata que ha venido arreglando con los
acreedores pero siempre se han presentado inconvenientes; “sin embargo me
han dado a entender que por lo mismo no seguían los trámites en el Juzgado a fin
de estancar el proceso mientras se llegaba a un arreglo, sin embargo el Juzgado
no sólo nombró peritos para avalúo sino que estos viendo que no consignaban los
acreedores lo fijado por el juez, decidieron de todas maneras proceder a hacer
el avalúo; fue así como se aparecieron por La Dorada, me buscaron y pidieron
conceptos a lo que yo me limité incialmente a comunicarles del posible arreglo
y lo improcedente de su gestión, cosa que aparentemente ya sabían, después me
pidieron información y pidieron prestados avalúos que yo tenía a lo cual no me
opuse pues todavía confío en las personas, pero asombrado quedé no sólo de sus
peticiones sino que quedé perplejo cuando comparo avalúos y éstos dejan mucho
que desear a comparación del que aquí adjunto”.
Afirma el accionante que los honorarios que
cobran los peritos además de excesivos no merecen ni la mitad de uno hecho por
un profesional según la tabla de tarifas de avalúos hechos por profesionales de
la Lonja de Propiedad Raíz, que es la entidad rectora en la materia (adjunta
copia de un avalúo realizado a un lote contiguo hecho por un profesional
perteneciente a una empresa asociada a la Lonja de Propiedad Raíz).
Igualmente, considera que los peritos no
tuvieron en cuenta la valorización del sector y se limitaron a aumentar un poco
el valor del metro cuadrado que aparece en el avalúo que se adjunta, sin
considerar que el lote de la demanda es de mucho mayor valor que el que aparece
en el otro avalúo por tener frente sobre una vía más importante, y que a la fecha
de los avalúos del juzgado los lotes vecinos habían sufrido un cambio por
explancaiones (sic) y la iniciación de la construcción de una avenida nueva que
pasa por medio de estos lotes y que no estaban cuando se hicieron todos estos
avalúos, lo cual también incrementa el valor.
Concluye que “porque una persona tenga
bienes de propiedad valiosos no quiere decir que los auxiliares de la justicia
se aprovechen como dicen al caído caerle y de paso lesionar el buen nombre de
la señora justicia”.
II. EL FALLO QUE SE REVISA.
De manera previa a la decisión de
instancia, el Juzgado Once Civil del Circuito de Bogotá, ordenó la recepción de
las siguientes pruebas, que obran dentro del expediente, y de las cuales deben
resaltarse:
a) Oficio remitido por el Presidente Ejecutivo de la
Sociedad Colombiana de Avaluadores, en la cual se informa que el valor de los
honorarios que tiene establecidos en relación con el avalúo practicado sobre un
inmueble ubicado en la localidad de La Dorada, Caldas, por un valor de $220.000.000.oo,
es así:
“Si el Avalúo es Corporativo, es decir
practicado por dos Miembros de esta Sociedad y presentado a nombre de la misma,
los Honorarios son:
Primeros 25 millones 3.50 por mil $
87.500
Siguientes 25 millones 3.00 por mil $
75.000
Siguientes 50 millones 2.50 por mil $
125.000
Siguientes 120 milones 2.00 por mil $
240.000
________
$
527.500
Estos Honorarios tiene un recargo del 50%
porque el predio está ubicado fuera de
Santafé de Bogotá. $
263.750
________
Valor Total $
791.250
Si el Avalúo es practicado directamente por
uno de los Miembros de esta Sociedad y presentado por éste solamente con su
firma, los Honorarios son:
Primeros 25 millones 1.75
por mil $ 43.750
Siguientes 25 millones 1.50
por mil 37.500
Siguientes 50 millones 1.25
por mil 62.500
Siguientes 120 millones 1.00
por mil 120.000
_______
Estos honorarios tiene un recargo del 50%
porque el predio está ubicado fuera de
Santafé de Bogotá. $
131.875
_______
Valor Total $
395.625”.
b) Diligencia de Inspección Judicial al expediente
“Proceso Hipotecario de Carlos Arturo Duarte Mendoza y Jorge Enrique Gomez
Mendoza contra Camilo Antonio Diaz Gomez”, efectuada el 20 de enero de 1995, en
la cual se constató lo siguiente:
“El Juzgado pudo
constatar que a folios 45, 46, 47, 48, 49, 50, 51 aparece el dictamen que
motivó la providencia de fecha febrero once (11) de 1994, que oportunamente
fijó como honorarios a los peritos la suma de $800.000.oo.-- El señor demandado
y hoy quejoso CAMILO ANTONIO DIAZ GOMEZ, constituyó apoderado en tiempo para
objetar los honorarios de los peritos.- A dicha objeción se le dió trámite
declarándose no probada providencia que por no ser recurrida en tiempo causó
ejecutoria pues a folio 56 del expediente aparece presentado el recurso por el
apoderado del demandado, en forma extemporánea lo que motivó el auto de marzo
22 de 1994, que reza así: “... por extemporáneo no se dá trámite al anterior
recurso””.
Con base en las pruebas mencionadas, el
Juzgado Once Civil del Circuito de Bogotá, mediante Sentencia de 25 de enero de
1995 resolvió tutelar parcialmente el derecho al debido proceso impetrado por
el señor CAMILO ANTONIO DIAZ, así como oficiar al Juzgado Trece Civil del
Circuito de Bogotá, para que reconsidere los honorarios de los auxiliares de la
justicia.
Sustenta su decisión
en que:
“El quejoso actuó a través de apoderado y
mediante éste objetó exclusivamente los honorarios de los peritos, en cuanto a
su monto se refiere; objeción que fue impróspera y que el señor apoderado
impugnó extemporáneamente.
De manera que en cuanto a la actuación
procesal propiamente conforme a los lineamientos del art. 238 del C. de P.Civil,
se encuentra ajustada a derecho y la negligencia del apoderado no puede
modificarse a través de la acción de tutela”.
En cuanto al monto
fijado de honorarios a los auxiliares de la justicia, señaló:
“En el sub-iudice, para tratar de
establecer si fue o no exageradamente gravado el accionante con la fijación de
los honorarios periciales, se solicitó la colaboración de la Sociedad
Colombiana de avaluadores, quien dictaminó que si el avalúo era corporativo de
acuerdo con el valor de $220.000.000.oo, a éste le correspondían unos
honorarios de $791.250.oo y que si era a nivel particular o de sus miembros, la
cifra sería de $395.625.oo.
Como en el caso examinado no lo fue a nivel
corporativo, si estaría la asignación por encima de lo que realmente correspondería.
En conclusión, se tutelará únicamente en lo
concerniente a la tasación de los honorarios fijados, para que sean nuevamente
asignados por el Juez Trece Civil del Circuito, dentro de los límites de
ponderación anotados”.
No habiendo sido
impugnada la anterior providencia, el expediente fue remitido a la Corte
Constitucional en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 31 del Decreto
2591 de 1991 para efectos de su eventual revisión, y habiendo sido
seleccionado, procede la Sala Sexta de Revisión a resolver acerca del fallo
proferido en primera y única instancia por el Juzgado Once Civil del Circuito
de Bogotá.
III. Del
cumplimiento del Fallo de Tutela por el Juez Ordinario.
El Juzgado Trece
Civil del Circuito de Bogotá, mediante auto de fecha 27 de enero de 1995, dió
cumplimiento al fallo de tutela, disponiendo lo siguiente:
“Dice la prueba que sirvió de fundamento al
Juez de tutela para disponer la reconsideración del rubro anotado que “el
avalúo era corporativo de acuerdo con el valor de $220.000.000.oo a éste valor
corresponderían unos honorarios de $791.250.oo y que si era a nivel particular
o de sus miembros, la cifra sería de $395.625.oo.”-
Dicha prueba no explica cuál es el
fundamento diferenciador entre un dictamen rendido a nivel “corporativo” y el
que corresponde a la línea particular “o de sus miembros”.- El Juzgado de
tutela tampoco explica dicho tópico.- Encuentra el Juzgado que en uno y otro
caso deduciendo su intencionalidad, en ambas condiciones la prueba pericial es
realizada de manera pluralizada, por así disponerlo la ley.- Art. 234 C.P.C.
No encuentra el Juzgado un parámetro
orientador que permita conciliar de ese modo “los intereses de la justicia en
términos que equitativamente se retribuya el servicio prestado”; y “lo que
realmente correspondería”, dejando un sabor de aplicación “dada la autonomía
para fijar los honorarios” al criterio razonado, equitativo y justo del Juez.
El dictamen rendido dentro de este proceso
estimó en la suma de $220.000.000.oo el valor de los bienes hipotecados.- El
Juzgado por tal experticio asignó la suma de $800.000.oo como honorarios para
cada uno de los expertos. Esta fijación estuvo rodeada de directrices como la
dimensión del trabajo, el conocimiento de quienes confluyeron en la
presentación de dicha prueba, la precisión, claridad del dictamen como lo
detallado del mismo y el avalúo que finalmente le dieron.
Aquilatando entonces la razonabilidad y
autonomía del Juez en consideración a los particulares elementos de juicio que
aparecen y lo considerado por el Juez de Tutela, y sin existir una medida que
limite el quéhacer del funcionario para su aplicación en estas lides, y
obedeciendo lo resuelto en el fallo de tutela, el Despacho reconsidera la
asignación de honorarios contenida en el auto de 11 de febrero retropróximo, y
en su lugar los reduce a la suma de $700.000.oo M/cte., para cada uno de los
expertos.
Estima el Juzgado haber cumplido y
obedecido lo resuelto por el Juez de Tutela sobre el punto debatido”.
IV. CONSIDERACIONES
DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Primera. La competencia.
Es competente esta Sala Sexta de Revisión
de la Corte Constitucional para proferir Sentencia en relación con el fallo
proferido por el Juzgado Once Civil del Circuito de Bogotá, con fundamento en
lo dispuesto por los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la
Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto
2591 de 1991.
Segunda. Del problema jurídico.
Afirma el accionante que los honorarios que
cobran los peritos dentro del proceso instaurado por los señores Duarte y
Gomez, por embargo hipotecario sobre un lote de terreno ubicado en la Dorada,
Caldas, son excesivos “ya que no merecen ni la mitad de uno hecho por un
profesional según la tabla de tarifas de avalúos hechos por profesionales de la
Lonja de Propiedad Raíz, que es la entidad rectora en la materia”.
No obstante el actor no expresa en la
demanda las pretensiones, ellas se deducen del escrito de tutela: que se revise
y modifique el valor decretado como honorarios a los auxiliares de la justicia
por el Juzgado Trece Civil del Circuito, dentro del proceso ejecutivo con
título hipotecario que cursa en ese despacho.
Dicha solicitud fue amparada por el juez de
instancia, quien al considerar vulnerado el debido proceso por parte del
accionado, le ordenó reconsiderar el monto de los honorarios con base en las
tarifas fijadas por la Sociedad Colombiana de Avaluadores.
La Sala brevemente hará algunas precisiones
en cuanto a la competencia para fijar honorarios de los peritos y los medios de
defensa de que disponen las partes para controvertirlos, lo cual le permitirá
concluir la improcedencia de la tutela, como así se dispondrá en la parte
resolutiva de esta providencia.
De los Honorarios de los Auxiliares de la
Justicia y los mecanismos judiciales para controvertirlos.
Teniendo en cuenta que el propósito de la
demanda de tutela es obtener la modificación de los honorarios decretados por
el Juzgado Trece Civil del Circuito de Bogotá en favor de los auxiliares de la
justicia designados por ese despacho para efectos de realizar el experticio
ordenado dentro del proceso ejecutivo con título hipotecario que en dicho
juzgado se adelanta, debe hacer algunas precisiones la Sala sobre el particular.
Según el artículo 388 del Código de
Procedimiento Civil, modificado por el Decreto 2282 de 1989, artículo 1o.,
“Honorarios de los auxiliares de la
justicia. El juez señalará los honorarios de los auxiliares de la justicia
cuando hayan finalizado su cometido, o una vez aprobadas las cuentas mediante
el trámite correspondiente si quien desempeña el cargo estuviere obligado a
rendirlas. En el auto que señale los honorarios, se determinará a quién
corresponde pagarlos.
Las partes y el auxiliar podrán objetar los
honorarios en el término de ejecutoria del auto que los señale. El juez
resolverá previo traslado a la otra parte por tres días.
Ejecutoriada la providencia que fije los
honorarios, dentro de los tres días siguientes, la parte que los adeuda deberá
pagarlos al beneficiario, o consignarlos a la orden del juzgado o tribunal para
que los entregue a aquél, sin que sea necesario auto que lo ordene” (negrillas
y subrayas fuera de texto).
Por su parte, el artículo 239 del mismo
estatuto, modificado por el D.E. 2289 de 1989, artículo 1o., señala en relación
con los honorarios de los peritos:
“En el auto de traslado del dictamen se
señalarán los honorarios de los peritos de acuerdo con la tarifa oficial, y lo
que de ellos deba pagar cada parte. En el caso de que que requieran expertos de
conocimientos muy especializados, podrá el juez señalarles los honorarios sin
limitación alguna, teniendo en cuenta la prestancia de aquéllos y las demás
circunstancias del caso.
...
Los peritos restituirán los honorarios si
prospera alguna objeción que deje sin mérito el dictamen, o la parte que el
juez señale en el caso de que aquélla prospere parcialmente....”.
De acuerdo con lo anterior, es claro que
las partes dentro de cualquier proceso ordinario, cuando se decrete la práctica
de una prueba en la que deban intervenir peritos o auxiliares de la justicia,
pueden no sólo objetar el dictamen que estos rindan, sino adicionalmente los
honorarios que el respectivo juzgado les fije a los mismos. Objeción que deberá
resolver el mismo juez, con base en la sustentación que la parte presuntamente
afectada deberá presentar para fundamentar su solicitud.
Así pues, como lo señala la misma norma
legal, las partes y el auxiliar podrán objetar los honorarios en el término de
la ejecutoria del auto que los señale, debiéndo resolver el juez previo
traslado a la otra parte.
No puede entonces pretenderse que el juez
de tutela interfiera o invada competencias que no le corresponden, como lo
relacionada con la objeción en la fijación de honorarios de los peritos o
auxiliares de la justicia.
La jurisdicción civil tiene señalados los
procedimientos e instrumentos de que disponen las partes para objetar las
decisiones de los jueces, como lo es para el caso de los honorarios, la
posibilidad de controvertir el auto por medio del cual se determinan dichos
honorarios, por lo que mal puede el juez de tutela entrar a decidir su
legalidad, cuando no tiene competencia para ello, pues estaría invadiendo una
órbita ajena a la suya.
Aún más, según se lee de la diligencia de
inspección judicial practicada al expediente que contiene el proceso
hipotecario de Carlos Arturo Duarte Mendoza y Jorge Enrique Gomez Mendoza
contra Camilo Antonio Diaz Gomez, que obra a folio 10 del expediente de tutela:
“El Juzgado pudo
constatar que a folios 45, 46, 47, 48, 49, 50, 51 aparece el dictamen que
motivó la providencia de fecha febrero once (11) de 1994, que oportunamente
fijó como honorarios a los peritos la suma de $800.000-oo. El señor demandado y
hoy quejoso CAMILO ANTONIO DIAZ GOMEZ, constituyó apoderado en tiempo para
objetar los honorarios de los peritos.- A dicha objeción se le dió
trámite declarándose no probada, providencia que por no ser recurrida en tiempo
causó ejecutoria pues a folio 56 del expediente aparece
presentado el recurso por el apoderado del demandado, en forma extemporánea
lo que motivó el auto de marzo 22 de 1994, que reza así: “... Por extemporáneo
no se dá trámite al anterior recurso” (negrillas y subrayas fuera de texto).
Ha señalado en forma reiterada la Corte
Constitucional el carácter subsidiario y residual que tiene la acción de tutela
-artículos 86 de la Carta Política y 6o. del Decreto 2591 de 1991-, en cuanto a
que ella no procede cuando existen otros medios de defensa judicial, salvo que
se interponga como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable.
Por lo tanto, se revocará la providencia
que se revisa, por cuanto el actor disponía de los medios de defensa judiciales
consagrados en el Código de Procedimiento Civil -artículos 239 y 388- para
objetar los honorarios de los peritos decretados mediante auto de fecha febrero
11 de 1994 proferido por el Juzgado Trece Civil del Circuito de Bogotá, y de
otra parte, que habiendo tenido la oportunidad de haber hecho uso de ellos, lo
hizo pero en forma extemporánea, como así lo declaró el citado juzgado mediante
auto de fecha 22 de marzo del mismo año.
Por lo tanto, estima la Sala que si la
persona que se dice “presuntamente” afectada por una decisión judicial -como
sucede en este caso con el auto que fijó los honorarios de los peritos-, no
hace uso de los mecanismos que las distintas jurisdicciones consagran con el
objeto de controvertir dichas decisiones o de defender sus derechos que se
dicen vulnerados o amenazados, o lo hacen pero en forma extemporánea, no puede
acudir a la tutela como una instancia adicional o alternativa que “reviva”
oportunidades o recursos procesales ya agotados y cuyas providencias se
encuentren ejecutoriadas, pues ello no solo desnaturaliza el sentido y esencia
misma del instrumento extraordinario de la tutela, sino que además implicaría
el desconocimiento de los principios constitucionales del juez natural y de la
firmeza de las providencias judiciales. Lo anterior sólo tendría una excepción,
cual es, la existencia de una vía de hecho, que no se encuentra probada dentro
del proceso.
Considera la Sala que la decisión adoptada
por el juez del conocimiento del proceso ejecutivo con título hipotecario, tuvo
pleno sustento legal y fue debidamente fundamentada y sustentada, razón por la
cual no se encuentra vulneración del derecho al debido proceso del accionante.
Como lo señaló el Juez Trece Civil del Circuito en auto de fecha enero 27 de
1995, por medio del cual dió cumplimiento al fallo de tutela que se revisa,
“No encuentra el Juzgado un parámetro
orientador que permita conciliar de ese modo “los intereses de la justicia en
términos que equitativamente se retribuya el servicio prestado” y “lo que
realmente correspondería”, dejando un sabor de aplicación “dada la autonomía
para fijar los honorarios” al criterio razonado, equitativo y justo del juez
El dictamen rendido dentro del proceso
estimó en la suma de $220.000.000.oo el valor de los bienes hipotecados.- El
Juzgado por tal experticio asignó la suma de $800.000.oo como honorarios para
cada uno de los expertos.- Esta fijación estuvo rodeada de directrices
como la dimensión del trabajo, el conocimiento de quienes confluyeron en la
presentación de dicha prueba, la precisión, claridad del dictamen como lo
detallado del mismo y el avalúo que finalmente le dieron.
Aquilatando entonces la razonabilidad y
autonomía del Juez en consideración a los particulares elementos de juicio que
aparecen y lo considerado por el Juez de Tutela, y sin existir una medida que
limite el quéhacer del funcionario para su aplicación en estas lides, y
obedeciendo lo resuelto en el fallo de tutela, el Despacho reconsidera la
asignación de honorarios contenida en el auto de 11 de febrero retropróximo, y
en su lugar los reduce a la suma de $700.000.oo M/cte., para cada uno de los
expertos”.
Además, como se indicó, el actor -demandado
dentro del citado proceso- tuvo la oportunidad de controvertir la decisión cuya
tutela se demanda, dejando prescribir el término legal para ello.
Por lo anterior, se revocará la Sentencia
proferida por el Juzgado Once Civil del Circuito de Bogotá el día 25 de enero
de 1995, y en su lugar se denegará la demanda de tutela instaurada por el
ciudadano Camilo Antonio Díaz Gómez.
No obstante la improcedencia de la tutela,
la Corte en relación con lo resuelto por el juez de tutela de instancia que
ordenó al Juzgado Trece Civil del Circuito de Bogotá reconsiderar los
honorarios de los auxiliares de la justicia, y como efectivamente lo hizo al
reducir el valor de los honorarios de los peritos -de $800.000 a $700.000
m/cte.-, se abstendrá de revocar en esa parte la decisión que se revisa.
V. DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, obrando en
nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
PRIMERO.
REVOCAR parcialmente por las razones expuestas, el fallo proferido por el Juzgado Once Civil del
Circuito de Bogotá, el 25 de enero de 1995, y en su lugar denegar la tutela del
debido proceso instaurada por el señor CAMILO ANTONIO DIAZ GOMEZ.
SEGUNDO. Por la Secretaría General de la Corte
Constitucional, líbrense las comunicaciones de que trata el artículo 36 del
Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado Ponente
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO FABIO MORON DIAZ
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
362 | T-161-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-161/95
ACCION DE TUTELA
CONTRA PARTICULARES-Improcedencia/MEDIO
DE DEFENSA JUDICIAL
En el presente
caso no se dan los presupuestos legales que se requieren para la procedencia de
la tutela contra particulares, sino que además el accionante dispone de otros
medios para defender sus derechos, y por cuanto además, ni en la demanda ni en
las pruebas que obran en el expediente se pudo advertir la existencia de
perjuicio irremediable, que permitiese el ejercicio de la acción en forma
transitoria. La acción de tutela no puede ser propuesta con fines
indemnizatorios ni de reparación en las relaciones entre particulares, pues
para ello están previstas las vías judiciales ordinarias, las que no pueden ser
sustituídas por este procedimiento preferente y sumario.
REF.: EXPEDIENTE
No. T - 62.139
PETICIONARIO: José de Jesus Soler Garcia contra Publio
Ciro Cifuentes Rojas, Raul Siachoque Naranjo y Rafael Tobo.
PROCEDENCIA: Juzgado Promiscuo Municipal de Nobsa.
MAGISTRADO
PONENTE:
HERNANDO HERRERA
VERGARA
Santa Fé de Bogotá,
D.C., Abril seis (6) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
Procede la Sala de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados HERNANDO
HERRERA VERGARA, ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Y FABIO MORON DIAZ, a revisar
el fallo proferido por el Juzgado Promiscuo Municipal de Nobsa, en el proceso
de la referencia.
I.
ANTECEDENTES.
El ciudadano JOSE DE
JESUS SOLER GARCIA presentó acción de tutela contra los señores Publio Ciro
Cifuentes Rojas, Raul Siachoque Naranjo y Rafael Tobo, con el fin de obtener la
protección de sus derechos fundamentales a la salud, a la paz y a la
tranquilidad.
El demandante señala
que es propietario de una finca ubicada en el punto denominado el
"Bujio", Municipio de Nobsa, Boyacá, donde los accionados botan los
residuos de carbón (carracocho) producido por los hornos de quema de
"cal" de su propiedad.
Aduce que los
accionados “se han dado la tarea de botarme la basura, quemada, de nombre
carracocho quemado, carbón que no quema, tumbaron la cerca y reventaron el
alambre, botando toda clase de basuras, utilizando la calle de apagadero de cal
haciendo los montones en la calle pública, entorpeciendo el paso de los
transeuntes que por allí pasan”.
Señala además, que
“hace aproximadamente 4 años, CIRO FUENTES ROJAS, abrió un hueco del tamaño de
un camión, hueco que utiliza para cargar los carros de cal”. Y agrega que “en
el mes de diciembre debí cancelar la suma de OCHENTA MIL PESOS ($80.000) al
señor EDUARDO SIACHOQUE, para pagar el alquiler de la máquina retro, para sacar
la basura del lugar, más el valor de las volquetas, $170.000”.
Por último, afirma
que ha acudido ante las diferentes autoridades locales, como es la Inspección
de Policía de Nobsa, en busca de protección (no obstante, no señala si ha
obtenido respuesta alguna).
Por lo anterior,
solicita al juez de tutela que en un término de 48 horas se le ordene a los
accionados “trasladar su recogedero de basuras, para que sea llevado a un sitio
adecuado".
II. LA
PROVIDENCIA JUDICIAL OBJETO DE REVISION
De manera previa a
la decisión que se habría de adoptar, el Juzgado Promiscuo de Nobsa practicó
una diligencia de inspección judicial al lugar de los hechos objeto de la
demanda de tutela, constatando lo siguiente:
“Una vez allí recorrimos la finca de
propiedad del señor SOLER GARCIA, observándose que hacia el costado contiguo a
la calle se halla la cerca un tanto deteriorada por que (sic) han botado
desechos de los hornos que quedan a la parte superior o arriba. Se observan
vestigios de que han botado residuos del procesamiento de la cal a la finca
antes mencionada que se halla separada de los hornos por una vía pública, la
cual se encuentra invadida de residuos de resevo o carracocho lo mismo que de
cal, así mismo se pudo observar que existen un huecos (sic) en la vía pública
frente a un horno”.
Con base en dicha
prueba, el Juzgado Promiscuo Municipal de Nobsa, mediante providencia del 1° de
febrero de 1995, resolvió negar la tutela instaurada por el señor SOLER GARCIA,
con fundamento en que a pesar de que al accionante se le han causado ciertos
perjuicios debido al depósito de desechos en la "vera del camino" por
parte del demandado, la tutela es improcedente porque este último no se halla
en ninguno de los casos contemplados en el artículo 42 del Decreto 2591 de
1991, y por cuanto no se da la existencia de perjuicio irremediable alguno.
Concluyó el Juzgado
que el accionante tiene otro medio de defensa, como lo es acudir ante el
alcalde de la localidad a fín de que restablezca la vía, ordenando el relleno
de los huecos e impidiendo que invadan la vías con residuos que quedan como
consecuencia del procesamiento de la cal.
III CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL.
Primera. La
competencia
De conformidad con
lo dispuesto en los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la
Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto
2591 de 1991, esta Sala es competente para revisar el fallo proferido por el
Juzgado Promiscuo Municipal de Nobsa, Boyacá.
Segunda.
Improcedencia de la acción de tutela frente a particulares.
a) Problema
jurídico.
En el caso sometido
a revisión, el peticionario dirige la acción de tutela contra unos
particulares, quienes vienen desde hace algún tiempo arrojando la basura que producen
los hornos de quemar cal de su propiedad a la calle, lo que le han ocasionado
perjuicios materiales, consistentes en la afectación de cercas y alambres, el
entorpecimiento del paso de los transeuntes y la apertura de grandes huecos que
utilizan para cargar los camiones con calle. Pretende entonces, que se ordene a
las autoridades locales efectuar el traslado del recolector de basura a un
sitio adecuado.
b) Acción de
Tutela frente a particulares.
Según el artículo
86, inciso 5º de la Constitución Política, “la ley establecerá los casos en los
que la acción de tutela procede contra particulares encargados de la prestación
de un servicio público o cuya conducta afecte grave y directamente el interés
colectivo, o respecto de quienes el solicitante se halle en estado de
subordinación o indefensión”.
Así pues, la acción
de tutela procede no solamente contra autoridades públicas -artículo 86, inciso
1o de la CP.- sino también
contra particulares cuando por la acción u omisión de éstos se cause agravio o
amenaza a los derechos constitucionales fundamentales de una persona.
A diferencia de lo
que ocurre en relación con las autoridades, según lo dispuesto por el artículo
86 de la Carta, la ley establecerá los casos en los que la acción de tutela
procede contra particulares encargados de la prestación de un servicio público
o cuya conducta afecte grave y directamente el interés colectivo, o respecto de
quienes el solicitante se halle en estado de subordinación o indefensión.
En desarrollo de esa
disposición, el artículo 42 del Decreto 2591 de 1991, dispone los eventos en
los cuales la acción de tutela procede contra acciones u omisiones de
particulares, a saber:
a)
Cuando aquél contra quien se interpone
estén encargadas de la prestación de un servicio público (numerales 1o, 2o y 3o);
b)
Cuando respecto de ellas el solicitante
se halle en estado de subordinación o indefensión (numerales 4o y 9o);
c)
Cuando aquél contra se hubiere hecho la
solicitud, viole o amenace violar el artículo 17 de la Constitución o cuando la
entidad privada sea aquella contra quien se hubiere hecho la solicitud en
ejercicio del hábeas data o cuando se solicite rectificación de informaciones
inexactas o erróneas (numerales 5o,
6o y 7o), y
d)
Cuando el particular actúe o deba actuar
en ejercicio de funciones públicas.
c) Improcedencia
de la tutela en el caso que se examina.
Con fundamento en
las causales señaladas en la Constitución y la ley para la procedencia de la
tutela frente a particulares, debe examinar la Corte si el caso que se revisa
se encuentra dentro de alguno de los supuestos allí enumerados. Es decir, si la
situación en que se encuentra el accionante respecto de los accionados, es
susceptible del amparo a través de la tutela.
Es evidente para la Sala, que en el presente
asunto los sujetos pasivos de la acción de tutela no están encargados de la
prestación de un servicio público; que sus conductas no afectan en forma grave
y directa el interés colectivo y por último, que el actor no se halla respecto
de los accionados en estado de subordinación o indefensión, pues de los
documentos que obran en el expediente se desprende que son personas adultas que
se encuentran en igualdad, y entre los cuales no existe relación de
dependencia, y que además, en el caso planteado, no se presenta ausencia de
medios de defensa judicial o policivos, a los que puede acudir el accionante en
defensa de sus derechos.
En este sentido, el peticionario puede
acudir directamente ante la autoridad local -el alcalde-, con el propósito de
poner en su conocimiento la situación en que se encuentra, para que este, en su
calidad de representante y defensor de los intereses de la comunidad, adopte
las medidas que considere pertinentes para proteger los derechos que se dicen
afectados.
Así pues, se confirmará la providencia que
se revisa, ya que no sólo no se dan los presupuestos legales que se requieren
para la procedencia de la tutela contra particulares, sino que además el
accionante dispone de otros medios para defender sus derechos, y por cuanto además,
ni en la demanda ni en las pruebas que obran en el expediente se pudo advertir
la existencia de perjuicio irremediable, que permitiese el ejercicio de la
acción en forma transitoria.
En conclusión, observa la Sala que el
peticionario confunde los alcances y la naturaleza de la acción de tutela
prevista en el artículo 86 de la Carta Política, con los alcances y la
naturaleza de otras acciones y procedimientos judiciales previstos en el
ordenamiento jurídico, como vías ordinarias y directas para la protección de
derechos personales y reales o de contenido civil; en este sentido, también
debe indicar la Corte Constitucional que la acción de tutela no puede ser
propuesta con fines indemnizatorios ni de reparación en las relaciones entre
particulares, pues para ello están previstas las vías judiciales ordinarias,
las que no pueden ser sustituídas por este procedimiento preferente y sumario.
En consecuencia, el peticionario equivoca
la vía para la obtención de los fines propuestos, razón por la cual no es procedente
conceder la tutela reclamada, como así se declarará en la parte resolutiva de
esta providencia.
IV. DECISION.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando
justicia,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
R E S U E L V E :
PRIMERO. Confirmar el fallo proferido por el Juzgado
Promiscuo Municipal de Nobsa, Boyacá, el 1° de febrero de 1995, por las razones
expuestas en la parte motiva de esta providencia.
SEGUNDO.
Líbrense por la
Secretaría General de la Corte Constitucional, las comunicaciones de que trata
el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Notifíquese,
cópiese, publíquese, comuníquese e insértese en la Gaceta de la Corte
Constitucional y cúmplase.
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado Ponente
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO FABIO MORON DIAZ
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
363 | T-162-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-162/95
ACCION DE TUTELA-Abuso
No necesita la
Corte extenderse en consideraciones relativas a la abierta improcedencia de la
acción instaurada, pues basta repasar la narración del propio accionante para
persuadirse de que éste, en inaudito y reprochable comportamiento, pretendió
que los jueces entraran a resolver problemas cotidianos completamente baladíes,
surgidos por diferencias menores entre él y su vecino, obstruyendo la
administración de justicia y llevando hasta el ridículo una acción que, por su
especial objeto -la protección de los derechos fundamentales- es altamente
respetable y debe ser usada únicamente dentro de los términos constitucionales
y para los fines que la Carta Política estableció.
Sala Quinta de Revisión-
Ref.: Expediente
T-43964
Acción de tutela
instaurada por JUDAEL VILLALOBOS contra BERNARDO ANTONIO GONZALEZ BUITRAGO
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los diecisiete (17) días del mes de abril de mil
novecientos noventa y cinco (1995).
I. INFORMACION PRELIMINAR
La acción de tutela
fue instaurada por JUDAEL VILLALOBOS contra BERNARDO ANTONIO GONZALEZ BUITRAGO,
alegando que éste ha realizado encuestas en el sector donde ambos residen, con
el fin de crear al accionante y a su familia una mala imagen en el barrio.
Todo se originó
-dijo la demanda- en que GONZALEZ quemaba desperdicios en la zona verde de su
casa, afectando a su vecino con el humo, por lo cual, requerido por éste para
que no prosiguiera su conducta, continuó con las quemas y, además, se dirigió a
una Inspección Permanente de Policía para hacer un requerimiento sin causa
contra VILLALOBOS, señalando que, si le sucedía algo, él sería el responsable.
Posteriormente
-añadió- GONZALEZ acusó a VILLALOBOS de escuchar música a diario y a un volumen
muy alto y efectuó una especie de censo entre los vecinos sobre el particular.
En la demanda se
narraron otros hechos que no es del caso transcribir, relativos a constantes
enfrentamientos entre los dos vecinos, se alegó amenaza contra la dignidad
humana y contra la integridad física y moral del solicitante y se pidió al juez
que estudiara el caso para poner fin a las actitudes del demandado.
II. DECISIONES
JUDICIALES
El Juzgado Quinto
Penal Municipal de Palmira, por medio de fallo proferido el 21 de junio de
1994, que luego fue confirmado por el Séptimo Penal de Circuito de la misma
ciudad, resolvió declarar improcedente la acción de tutela, por encontrar
infundados los motivos de perturbación que alegaba el accionante, ya que, según
lo estimó el Juez, las conductas materializadas por GONZALEZ BUITRAGO no
afectaban a VILLALOBOS, ni atentaban contra su fama y nombre en la localidad
donde ambos residen.
III.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
La Corte
Constitucional es competente para revisar el fallo en referencia, de
conformidad con lo dispuesto en los artículos 86 y 241-9 de la Constitución
Política y según el Decreto 2591 de 1991.
Manifiesto
abuso de la acción de tutela
No necesita la Corte
extenderse en consideraciones relativas a la abierta improcedencia de la acción
instaurada, pues basta repasar la narración del propio accionante para
persuadirse de que éste, en inaudito y reprochable comportamiento, pretendió
que los jueces entraran a resolver problemas cotidianos completamente baladíes,
surgidos por diferencias menores entre él y su vecino, obstruyendo la
administración de justicia y llevando hasta el ridículo una acción que, por su
especial objeto -la protección de los derechos fundamentales- es altamente
respetable y debe ser usada únicamente dentro de los términos constitucionales
y para los fines que la Carta Política estableció.
Se confirmará el
fallo materia de revisión.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
Primero.- CONFIRMASE la Sentencia proferida por el
Juzgado Quinto Penal Municipal de Palmira el 21 de junio de 1994, que denegó la
tutela impetrada por JUDAEL VILLALOBOS.
Segundo.- LIBRESE la comunicación prevista en el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA VERGARA ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
364 | T-163-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-163/95
ACCION DE TUTELA-Abuso/HONORARIOS-Pago/MEDIO DE
DEFENSA JUDICIAL
A pesar de la
forma explícita en que la Corte Constitucional ha señalado el sentido y los
alcances de la acción de tutela, ciertas personas interesadas en decisiones
que, según el sistema vigente, deben ser adoptadas en procesos ordinarios, se
obstinan en instaurar acciones de tutela por causas que, sin asomo de duda, rebasan
el sentido y el objeto del amparo. La indebida utilización de este excepcional
instrumento perjudica en grado sumo a la administración de justicia,
congestiona juzgados y tribunales, priva a muchas personas verdaderamente
legitimadas de la intervención judicial que requieren y desacredita la
institución, dando lugar a su permanente crítica. Resulta evidente que el
peticionario pretendió obtener el pago de sus honorarios valiéndose de una
acción del todo improcedente para tal fin, pues, dada su profesión, debía
conocer que contaba con idóneos medios judiciales, precisamente consagrados con
el indicado propósito.
-Sala Quinta de Revisión-
Ref.: Expediente
T-45477
Acción de tutela
instaurada por GUILLERMO OYOLA HERAZO contra el Alcalde Municipal de Sahagún
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los diecisiete (17) días del mes de abril de mil
novecientos noventa y cinco (1995).
La Corte
Constitucional, por intermedio de su Sala Quinta de Revisión, procede a
efectuar el examen de los fallos proferidos por los juzgados Promiscuo
Municipal y del Circuito de Sahagún -Córdoba-, mediante los cuales se resolvió
acerca del asunto en referencia.
I. INFORMACION PRELIMINAR
GUILLERMO OYOLA
HERAZO, abogado, ejerció la acción de tutela contra el Alcalde municipal de
Sahagún por considerar que la actitud de éste respecto al pago de honorarios
profesionales vulneraba sus derechos fundamentales a la propiedad y a la
dignidad.
Según la demanda,
OYOLA HERAZO fue apoderado especial del Municipio en el curso de un proceso
contencioso administrativo y, en esa condición, adelantó gestiones procesales,
llegando, inclusive, hasta la etapa probatoria.
Le fue revocado el
poder conferido y el Alcalde -dijo el accionante- se ha negado a pagarle doce
millones de pesos que el Municipio le adeuda en razón del contrato de mandato.
Afirmó el actor que
ese dinero hacía parte de su patrimonio y que, por lo tanto, en virtud de la
negativa de pago se lo estaba privando de su propiedad privada y que, con la
sistemática renuencia del Alcalde, le fue desconocido su derecho a la
existencia digna.
Precisó que el
Alcalde no había firmado el contrato de prestación de servicios profesionales,
razón alegada para no pagarle, pero que él lo allegó, suscrito por su parte, en
los mismos términos de los que antes había celebrado con el Municipio.
Afirmó que en el
Juzgado 17 Civil del Circuito de Santa Fe de Bogotá se adelantaba en su contra
un proceso ejecutivo con título hipotecario por una cuantía cercana a los diez
millones de pesos, adeudados a una corporación de ahorro y vivienda, por lo
cual necesitaba el pago de sus honorarios.
Pidió al juez de
tutela que ordenara al Alcalde de Sahagún pagarle la suma en mención e
intereses moratorios.
También solicitó que
al Alcalde o a quien hiciera sus veces se le ordenara tramitar y firmar la
documentación requerida para el pago.
II. DECISIONES
JUDICIALES
Mediante Sentencia
del 3 de junio de 1994, el Juzgado Promiscuo Municipal de Sahagún resolvió no
tutelar los derechos invocados por el actor, por cuanto, según expresó, aunque
la administración municipal incurrió en incumplimiento por no suscribir el
contrato de prestación de servicios profesionales y por no pagar unos
honorarios ya ganados, ello no se puede debatir en sede de tutela. Es preciso
-concluyó- que el peticionario acuda a las vías judiciales ordinarias.
Dijo, además, que,
pese a ser el de propiedad un derecho constitucional, no tiene la categoría de
fundamental.
El Fallo fue
impugnado ante el superior jerárquico, pero éste, el Juez Civil del Circuito de
Sahagún, se abstuvo de dar curso a la impugnación (Auto del 21 de julio de
1994), aduciendo que no se había sustentado debidamente. Interpuesto un recurso
de reposición contra la providencia, el juzgado decidió confirmarla el 9 de
agosto de 1994.
Esta Sala de la
Corte, a la cual se repartió el expediente una vez seleccionado para su
revisión, por medio de auto fechado el 19 de octubre de 1994, aplicando reiterada
jurisprudencia, declaró sin valor ni efecto las providencias en mención y
ordenó al Juzgado Civil de Circuito de Sahagún resolver de fondo sobre la
impugnación presentada.
Vuelto el expediente
al juez de segunda instancia, éste profirió Sentencia el 7 de diciembre de
1994, confirmando la impugnada, con apoyo en las mismas razones que expuso el
juez de primer grado.
III.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
La Corte
Constitucional es competente para revisar las providencias mencionadas, según
lo dispuesto en los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política y con
arreglo a las normas del Decreto 2591 de 1991.
Palmaria
improcedencia de la tutela. Indebido uso de la acción
No estaban
descaminados los jueces de instancia cuando negaron la tutela al abogado
Guillermo Oyola Herazo, cuyo desconocimiento de los más elementales principios
constitucionales lo llevó a incoar una acción a todas luces llamada a fracasar.
Es suficiente, para
los fines de demostrar la evidente equivocación del peticionario, hacer memoria
sobre las terminantes expresiones usadas por el Constituyente al definir que
"esta acción sólo procederá cuando el afectado no disponga
de otro medio de defensa judicial, salvo que aquella se utilice como mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable" (Artículo 86 C.P.
Subraya la Corte).
Desde su primera
Sentencia de revisión constitucional la Corte dejó en claro el carácter
supletorio de la acción de tutela, que no fue ideada como procedimiento de
universal aplicación encaminado a reemplazar el sistema jurídico ordinario:
"...la acción
de tutela no ha sido consagrada para provocar la iniciación de procesos
alternativos o sustitutivos de los ordinarios, o especiales, ni para modificar
las reglas que fijan los diversos ámbitos de competencia de los jueces, ni para
crear instancias adicionales a las existentes, ni para otorgar a los litigantes
la opción de rescatar pleitos ya perdidos, sino que tiene el propósito claro y
definido, estricto y específico, que el propio artículo 86 de la Constitución
indica, que no es otro diferente de brindar a la persona protección inmediata y
subsidiaria para asegurarle el respeto efectivo de los derechos fundamentales
que la Carta le reconoce". (Cfr. Corte Constitucional. Sala de Revisión
No. 3. Sentencia 1 del 3 de abril de 1992).
Posteriormente, la
Sala Plena de la Corporación, mediante Sentencia C-543 del 1 de octubre de
1992, señaló:
"...la tutela
no puede converger con vías judiciales diversas por cuanto no es un mecanismo
que sea factible de elegir según la discrecionalidad del interesado, para
esquivar el que de modo específico ha regulado la ley; no se da la concurrencia
entre éste y la acción de tutela porque siempre prevalece -con la excepción
dicha- la acción ordinaria".
En reciente Fallo,
esta Sala tuvo oportunidad de reiterar:
"...El artículo
86 de la Constitución ha sido claro al destacar que la acción de tutela es
improcedente, salvo caso de perjuicio irremediable, cuando el actor dispone de
otros medios judiciales para asegurar la eficacia de los derechos que estima
conculcados o amenazados". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de
Revisión. Sentencia T-117 del 16 de marzo de 1995).
Por su naturaleza,
pues, la acción prevista en el artículo 86 de la Carta está llamada a servir de
medio para la eficaz protección de los derechos constitucionales fundamentales.
Sin embargo, a pesar de la forma explícita en que la Corte Constitucional ha
señalado el sentido y los alcances de este mecanismo, ciertas personas
interesadas en decisiones que, según el sistema vigente, deben ser adoptadas en
procesos ordinarios, se obstinan en instaurar acciones de tutela por causas
que, sin asomo de duda, rebasan el sentido y el objeto del amparo.
La indebida
utilización de este excepcional instrumento perjudica en grado sumo a la
administración de justicia, congestiona juzgados y tribunales, priva a muchas
personas verdaderamente legitimadas de la intervención judicial que requieren y
desacredita la institución, dando lugar a su permanente crítica.
Para la Corte
Constitucional resulta muy grave que sean precisamente algunos abogados, como
el firmante de la demanda objeto de examen, cuyo conocimiento sobre la
normatividad aplicable a los distintos procesos sería de presumir, quienes
propicien el desquiciamiento del orden jurídico con el objeto de satisfacer por
la vía rápida, aunque sea inadecuada e improcedente, sus propios intereses y
expectativas.
Por eso, se juzga
oportuno tomar un caso de las características del presente como ejemplo de los
abusos en que no pueden seguir incurriendo quienes buscan la solución de sus
conflictos.
Lo menos que puede
esperarse de un abogado es que conozca la Constitución y que sepa cuándo una
acción procede y cuándo no. La sagrada misión que cumple, en cualquiera de los
múltiples papeles que puede desempeñar, exige un mínimo de idoneidad
profesional que le es exigible, incluso, mediante la aplicación del régimen
disciplinario que le corresponde observar, haciéndolo pasible de sanciones por
los desbordamientos que le sean imputables, en daño de la administración de
justicia.
En el caso sometido
a estudio, resulta evidente que OYOLA HERAZO pretendió obtener el pago de sus
honorarios valiéndose de una acción del todo improcedente para tal fin, pues,
dada su profesión, debía conocer que contaba con idóneos medios judiciales,
precisamente consagrados con el indicado propósito.
Sabía también el
accionante que su situación no encajaba dentro del concepto del perjuicio
irremediable, ampliamente desarrollado por la jurisprudencia, y que, por lo
tanto, la acción de tutela no podía prosperar en su caso ni siquiera como
mecanismo transitorio. Más todavía, no se tomó la molestia de plantear esa
modalidad de protección extraordinaria y prefirió pedir que, con carácter
definitivo, se ordenara al Alcalde de Sahagún suscribir un contrato y pagar el
monto de honorarios que él pretendía percibir y que cabalmente era objeto de
una controversia trabada con la administración municipal.
Quiso, entonces,
sacar al juez de tutela del ámbito funcional que le es propio y hacer que se
pronunciara sobre cuestiones litigiosas que no eran de su incumbencia.
Afortunadamente los
falladores de instancia se percataron del despropósito y negaron la protección
impetrada.
Se confirmarán tales
fallos y se compulsarán copias de lo actuado a la Sala Disciplinaria del
Consejo Superior de la Judicatura, para que, si lo estima pertinente,
investigue la conducta del abogado.
DECISION
Con fundamento en
las consideraciones expuestas, la Sala Quinta de Revisión de la Corte
Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución,
RESUELVE:
Primero.- CONFIRMAR los fallos proferidos por los
Juzgados Promiscuo Municipal y Civil del Circuito de Sahagún -Córdoba-,
mediante los cuales se resolvió acerca de la acción instaurada por GUILLERMO
OYOLA HERAZO.
Segundo.- ENVIAR copia de la presente providencia
y de sus antecedentes al Consejo Superior de la Judicatura, Sala Jurisdiccional
Disciplinaria, para los fines propios de su competencia.
Tercero.- LIBRESE la comunicación prevista en el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA VERGARA ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
365 | T-164-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-164/95
ACCION DE TUTELA-Subsidiariedad
No cabe en
principio la acción de tutela si hay a disposición del interesado otro medio de
defensa judicial siempre que éste resulte apto para la garantía cierta del
derecho fundamental, es decir que no sea puramente teórico, y que su objeto sea
específicamente la protección del mismo, lo cual significa que los fines que se
persiguirían con la tutela puedan alcanzarse por conducto del mecanismo
judicial alternativo. Si el juez ante el cual se instaura la acción de tutela
encuentra configuradas esas condiciones -que se desprenden especialmente de los
artículos 1º, 5º, 86 y 228 de la Constitución Política- debe negarla, a menos
que establezca de manera fehaciente la inminencia de un perjuicio irremediable,
evento en el cual podrá otorgarla transitoriamente mientras se adopta la
resolución judicial de fondo.
-Sala Quinta de Revisión-
Ref.: Expediente
T-54525
Acción de tutela instaurada
por VICENTA URQUIZA DE GOMEZ contra BAVARIA S.A.
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los diecisiete (17) días del mes de abril de mil
novecientos noventa y cinco (1995).
Se revisan los
fallos proferidos por el Juzgado Laboral del Circuito de Girardot y por la Sala
Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cundinamarca.
I. INFORMACION PRELIMINAR
Narró la
peticionaria que, habiendo fallecido su esposo el 19 de junio de 1993, la
empresa para la cual trabajaba desde hacía más de diez años -Bavaria S.A.- no
le había cancelado las prestaciones sociales, por cuanto -según afirmó el Jefe
de Personal de la Compañía- tenían que ir a un juicio de sucesión.
Expresó que tan sólo
le pagaron lo relativo a cesantías e intereses, y ello apenas el 9 de agosto de
1994.
Dijo que inclusive
el auxilio funerario, que debe cancelarse a la muerte del trabajador, fue
pagado únicamente el 14 de abril de 1994.
II. DECISIONES
JUDICIALES
El Tribunal Laboral
del Circuito de Girardot, mediante Fallo del 7 de septiembre de 1994, resolvió
declarar improcedente la acción de tutela, por cuanto, a su juicio, la
solicitante cuenta con otros mecanismos judiciales para hacer efectivo el pago
de los dineros que no se le han entregado. Podía señaló- iniciar el juicio de
sucesión del causante y dar el aviso correspondiente a Bavaria S.A., Cervecería
de Girardot, para que le pague a la sucesión.
Impugnada la
Sentencia, fue revocada por la Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Cundinamarca (Fallo del 16 de noviembre de 1994).
Se concedió la tutela, ordenando a Bavaria
S.A., -Cervecería de Girardot- que en cuarenta y ocho horas cancelara a la
solicitante las sumas que no le había pagado por concepto del trabajo extra,
las vacaciones, la prima de servicios, la de navidad, la de vacaciones y la de
antigüedad, que se adeudaban a su cónyuge fallecido.
Manifestó el Tribunal que ciertos derechos,
no obstante hacer parte de la herencia, tienen, por disposiciones especiales,
un tratamiento diferente al común y la ley autoriza su entrega directa, por
fuera del proceso de sucesión.
El patrono -agregó-, de conformidad con las
disposiciones sustantivas pertinentes, puede entregarle directamente a los
herederos del trabajador que fallece, previo el cumplimiento de ciertos
requisitos, las remuneraciones causadas por accidente de trabajo y enfermedades
profesionales, el seguro de vida, los gastos de entierro del trabajador, la
pensión de jubilación y el auxilio de cesantía cuando su monto no excede de 50
veces el salario mínimo mensual más alto.
Puede afirmarse -afirmó la Sentencia- que,
excepto la limitante existente para el auxilio de cesantía, "el legislador
quiso que los créditos laborales se le paguen directamente a los herederos del
trabajador sin necesidad de acudir al proceso de sucesión".
De lo dicho se concluye -terminó diciendo-
que las acciones judiciales con que cuenta la petente (juicio de ordinario,
proceso ejecutivo y proceso de sucesión) son mecanismos subsidiarios al pago
directo, a los herederos, de las acreencias laborales devengadas por el
trabajador fallecido.
El Tribunal estimó violados los artículos 2
y 53 de la Constitución Política y aseguró que la conducta asumida por el Jefe
de Personal de Bavaria S.A. -Cervecería de Girardot- ha afectado en forma grave
a la incoante y a sus hijos, pues, en sus actuales circunstancias, requiere de
ese dinero para atender su subsistencia y sus necesidades básicas, derechos
que, tratándose de menores, también son fundamentales conforme al artículo 44
de la Carta.
III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
CONSTITUCIONAL
Competencia
Esta Corte es competente para revisar las
aludidas Sentencias, según lo disponen los artículos 86 y 241-9 de la
Constitución Política y el Decreto 2591 de 1991.
Improcedencia de la acción de tutela para
solicitar que se ordene el pago de prestaciones sociales
Una vez más debe reiterarse que la acción
de tutela no es un medio idóneo cuando se instaura con miras a alcanzar
objetivos para los cuales el ordenamiento jurídico ha señalado otros mecanismos
o procedimientos.
A juicio de esta Corte, el juez de tutela
no puede penetrar en el ámbito propio de las cuestiones litigiosas que deben
debatirse ante la jurisdicción ordinaria. Tal sería, por ejemplo, el caso de
las discrepancias surgidas entre el cónyuge supérstite de un trabajador
fallecido y la empresa para la cual éste laboraba, en relación con el monto de
las prestaciones adeudadas o en cuanto a los procedimientos indicados para
obtenerlas.
En reciente providencia, esta misma Sala
tuvo ocasión de señalar:
"...la acción
de tutela presenta, como una de sus características primordiales, la de subsidiariedad,
derivada de los perentorios términos del artículo 86 de la Carta. Ella consiste
en que, salvo el caso de un perjuicio irremediable que se haga preciso
contrarrestar mediante una tutela transitoria, no puede demandarse esta
especial forma de protección judicial cuando, dentro del sistema jurídico, han
sido previstos otros medios de defensa cuya utilización ante los jueces tenga
por objeto el mismo asunto".
"...no cabe en
principio la acción de tutela si hay a disposición del interesado otro medio de
defensa judicial siempre que éste resulte apto para la garantía cierta del
derecho fundamental, es decir que no sea puramente teórico, y que su objeto sea
específicamente la protección del mismo, lo cual significa que los fines que se
persiguirían con la tutela puedan alcanzarse por conducto del mecanismo
judicial alternativo.
Si el juez ante el
cual se instaura la acción de tutela encuentra configuradas esas condiciones
-que se desprenden especialmente de los artículos 1º, 5º, 86 y 228 de la
Constitución Política- debe negarla, a menos que establezca de manera
fehaciente la inminencia de un perjuicio irremediable, evento en el cual podrá
otorgarla transitoriamente mientras se adopta la resolución judicial de
fondo". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de Quinta de Revisión.
Sentencia T-022 del 1º de febrero de 1995).
Posteriormente la Corte, en Fallo T-135 del
27 de marzo de 1995, señaló que cuando la tutela no está encaminada a obtener
protección judicial por posible desconocimiento de derechos fundamentales, o
por su amenaza, sino que busca, contra lo dispuesto en la Constitución y pese a
la copiosa jurisprudencia sobre el tema, sustituir los procedimientos
ordinarios para que, en el término de diez días y por una vía inapropiada, sea
forzada una persona o entidad a resolver favorablemente las pretensiones
laborales del interesado, debe ser negada, en cuanto impropia e improcedente,
en los términos del artículo 86 de la Constitución.
Como en oportunidades anteriores lo ha
dicho la Corte, la protección constitucional no podría otorgarse tampoco como
mecanismo transitorio, por cuanto al hacerlo se produciría el pago y, entonces,
la eventual decisión que adoptara el juez ordinario resultaría completamente inocua
frente a situaciones creadas.
En Sentencia T-117 del 16 de marzo de 1995,
la Sala Quinta de Revisión lo ha consignado en los siguientes términos:
"...la
improcedencia de la acción en tales materias es absoluta, pues no podría
prosperar ni siquiera como mecanismo transitorio, en cuanto esta modalidad de
protección constitucional parte del supuesto de que se reserva al juez
competente la decisión definitiva en el punto objeto de controversia, siendo
claro que, en el caso de un eventual fallo final en contra de la trabajadora,
éste carecería de sentido, o cuando menos de aplicación práctica, una vez
desembolsadas las sumas reclamadas".
Desde luego, ya creada la situación
individual y concreta del pago, recibido de buena fe por el trabajador o
beneficiario y efectuada la liquidación por la propia empresa demandada en
relación con los derechos laborales que a aquél correspondían, la revocación de
la tutela otorgada por un juez de la República no puede implicar la devolución
de lo que se adeudaba y fue cancelado.
Tal revocación apenas tendría efectos en el
caso de que el pago no se hubiere producido, pues entonces el peticionario
deberá ejercer las acciones ordinarias para el logro de sus objetivos.
DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Quinta de
Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
Primero.- REVOCAR la Sentencia proferida el 16 de noviembre
de 1994 por la Sala Laboral del Tribunal Superior de Distrito Judicial de
Cundinamarca, por cuanto no cabía la acción de tutela instaurada.
Segunda.- LIBRESE la comunicación prevista en el artículo 36
del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, notifíquese, comuníquese,
insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA VERGARA ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
366 | T-165-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-165/95
DERECHO A LA VIDA-Protección
Siempre que la vida humana se vea afectada,
en su núcleo esencial, mediante lesión o amenaza inminente y grave, el Estado
social deberá proteger de inmediato al afectado, a quien le reconoce su
dimensión inviolable. Así el orden jurídico total se encuentra al servicio de
la persona, que es el fin del derecho. Con mayor razón debe ser prevalente
tratándose de la vida de un niño.
_DERECHO A LA
VIDA DEL NIÑO-Prevalencia
Es, pues, por la indefensión del menor que
sus derechos prevalecen, es decir, que se les anticipa la protección, dado el
inmenso valor social y moral que el Estado reconoce en la niñez. Cuando un
menor se encuentra en estado de extrema necesidad, obviamente actuará en
su favor el Estado, y más aún cuando aquella situación que padece amenaza grave
e inminentemente su proceso vital, de suerte que de no actuar, la muerte se
hace próxima e irreversible.
DERECHO A LA
SALUD DEL NIÑO-Prevalencia/DERECHOS
FUNDAMENTALES-Núcleo Esencial
El derecho a la salud en cuanto derivado
necesario del derecho a la vida, es un derecho fundamental, y un medio
indispensable para que ésta sea digna. Referido a los niños es pues, un derecho
prevalente y por tanto incondicional. El Estado tiene, en desarrollo de la
función protectora que le es esencial, el deber irrenunciable e incondicional
de amparar la salud de los niños, dentro del límite de su capacidad protectora.
Se trata de un derecho prevalente, incondicional, limitado y de
protección inmediata cuando se amenaza o vulnera su núcleo esencial. Por núcleo
esencial de un derecho fundamental, ha entendido la Corte la esencia misma del
bien jurídico protegido.
DERECHO A LA
SALUD DEL NIÑO-Atención
médica en el exterior
Debe ser acogida
la pretensión de la peticionaria, teniendo en cuenta la extrema gravedad de su
situación, que encuadra en el estado de extrema necesidad vital. Sinembargo, en
casos como éstos debe constatarse primero si los tratamientos adecuados pueden
realizarse en el país, y si ello es así, debe remitirse al paciente a los
centros nacionales, con el fin de no incurrir en erogaciones excesivamente
cuantiosas y en medios extraordinarios en relación con la capacidad protectora
del Estado. En cuanto al caso sub lite, como se evidenció, no puede ser
satisfecho plenamente con los recursos de que se dispone en Colombia, según el
concepto autorizado arriba transcrito. Es por ello que, accediendo a la
petición de la actora, esta Corporación procederá a tutelar el derecho a la
salud de la menor.
Ref: Expediente
T- 62994
Peticionaria:
Carolina Urina Jassir
Procedencia: Sala
de Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá
D.C.
Magistrado
Ponente:
Dr. VLADIMIRO
NARANJO MESA
Temas:
Derechos a la salud del menor.
Santafé de Bogotá,
D.C., diecinueve (19) de abril de mil novecientos noventa y cinco (1995)
La Sala Novena de
Revisión de la Corte Constitucional, conformada por los Magistrados Vladimiro
Naranjo Mesa -Presidente de la Sala-, Jorge Arango Mejía y Antonio Barrera
Carbonell,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
ha pronunciado la
siguiente
SENTENCIA
en el proceso de
tutela radicado bajo el número T- 62994, adelantado por la menor Carolina Urina
Jassir, en contra del Instituto de Seguros Sociales.
I. ANTECEDENTES
De acuerdo con lo
dispuesto en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del decreto 2591
de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional
escogió para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia.
De conformidad con
el artículo 34 del decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión procede a dictar
la Sentencia correspondiente.
1. Solicitud
La menor Carolina
Urina Jassir interpuso ante el Juzgado Tercero de Familia de Santafé de Bogotá
D.C., acción de tutela en contra del Instituto de Seguros Sociales, con el fin
de que se le ampararan sus derechos fundamentales a la vida, a la integridad
física, a la salud y a la seguridad social, consagrados en los artículos 11 y
44 de la Constitución Política.
La solicitud
presentada por la menor Urina Jassir fue coadyuvada por la procuradora primera
en lo judicial -asuntos de familia-.
2. Hechos
Afirma la
peticionaria que hace aproximadamente dos años y ocho meses, los médicos del
Hospital San Ignacio de Santafé de Bogotá D.C., le diagnosticaron una leucemia
linfoblástica aguda. Dice que en el mes de agosto de 1994 sufrió una recaída en
su enfermedad, razón por la cual fue remitida por la seccional del Instituto de
Seguros Sociales del Atlántico a la seccional Bogotá de dicha entidad, con el
fin de que se le practicara un trasplante de médula ósea; así, y siguiendo los
procedimientos establecidos para tal efecto, dice que el día 21 de octubre de
1994 elevó la correspondiente solicitud ante la demandada, con el fin de
obtener la autorización para el trasplante.
"El Comité
Médico de Trasplantes de la Clínica San Pedro Claver -afirma- y posteriormente
el Comité ad-hoc de remisiones al exterior, conceptuaron que debía realizarse a
la mayor brevedad posible un trasplante alogénico de médula ósea en el exterior
por no contar el país con la tecnología para realizar una irradiación corporal
total que me garantice mi curación completa (...) La subgerencia de Salud de la
seccional de Cundinamarca del ISS aprobó lo anterior y lo remitió a la oficina
principal en el CAN. (...) Al llegar este caso a la Oficina Jurídica del
INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES el día 15 de noviembre del presente año, no se ha
continuado con el procedimiento , produciéndose con esta demora un atentado
contra mi vida, debido a la urgencia del tratamiento." Según la
accionante, la demora se ha debido a que a su padre le faltan por cotizar
algunas semanas, requisito necesario para obtener la remisión al exterior.
Manifiesta que su
padre ha cotizado (hasta la fecha de presentación de la acción de tutela) un
total de ciento seis (106) semanas al Instituto de Seguros Sociales, pero que
anteriormente había cotizado un total de doscientas setenta y dos (272) semanas
a la Caja Nacional de Previsión, las cuales deben ser sumadas, ya que
"según lo dispuesto en la Ley 100 de 1993, esta sumatoria se puede
realizar porque ambas instituciones son organismos del Estado, ya que se
establece en esta ley un sistema único de seguridad social.", lo cual, a
su juicio, sería suficiente para que se ordenara su remisión al exterior.
Además, sostiene que el artículo 164 de la Ley 100 de 1993 "rebajó las
semanas de cotización en estos casos a a un máximo de cien (100) semanas".
Finalmente afirma
que debido a la dilación por parte del Instituto de Seguros Sociales en el
trámite de su caso, se ha visto obligada a recibir tratamientos
quimioterapéuticos en la Unidad de Hemato-Oncología del Hospital San Ignacio,
lo cual, debido a su estado, considera como "paliativos y que tienen
efectos secundarios importantes."
3.
Pretensiones
Solicita la
accionante que se ordene al Instituto de Seguros Sociales su remisión al exterior,
con el fin de que se le practique el trasplante de médula ósea que requiere.
II. ACTUACION
PROCESAL
1. Primera
instancia
Mediante auto de
fecha primero (1o.) de diciembre de 1994, el Juzgado Tercero de Familia de
Santafé de Bogotá D.C., asumió el conocimiento de la presente acción de tutela,
y decretó y recolectó las pruebas que a continuación se relacionan:
A. Declaración
del señor Miguel Alberto Urina Triana
El declarante, quien
manifestó ser el padre de la menor peticionaria, ratificó los hechos expuestos
en el escrito de tutela y además señaló que, en caso de ordenarse el envío de
su hija al exterior, sería atendida en un hospital sin ánimo de lucro, y que,
según el diagnóstico de un doctor de apellido Vaugham, con el trasplante de
médula ósea se lograría la total curación de la menor, razón por la cual dicha
operación debe realizarse lo más pronto posible.
B. Diagnóstico
clínico de Carolina Urina Jassir, elaborado por el médico Andrés Forero Torres
El día 25 de octubre
de 1995, el médico Andrés Forero Torres, tras hacer un diagnóstico clínico de
la situación de su paciente, consideró que "es muy importante considerar
en este momento su situación , pues como bien es conocido por la experiencia
mundial con estos niños, el chance de entrar en remisión nuevamente con
quimioterapia convencional es muy alto; sin embargo casi todos estos niños
luego de entrar en segunda remisión entran en una segunda recaída en término
muy corto de tiempo y es en esta recaída, en general refractaria a tratamiento,
lo que lleva a la muerte del paciente en corto tiempo. Por esta razón, el único
chance que queda para estos pacientes de una curación real, una vez recaen, es
la de llevarlos a transplante alogénico (de donante) de médula ósea."
Igualmente afirma
que ha adelantado gestiones en la Universidad de Alabama, donde ya se conoce el
caso y existe un concepto favorable para el transplante que requiere.
C. Acta de fecha
26 de octubre de 1994, del Comité de Remisiones al Exterior del Instituto de
Seguros Sociales
En dicha acta consta
que el Comité de Remisiones al Exterior del Instituto de Seguros Sociales
rindió concepto favorable para la remisión de la peticionaria al exterior con
el fin de que se le realizara un trasplante de médula ósea, "lo cual requiere
de una irradiación corporal total previa al transplante propuesto, y que estos
tratamientos no se pueden realizar en el país, como tampoco la dosificación de
sangre de cordón umbilical."
Del mismo modo
consta en el acta en comento que "de acuerdo con concepto de los doctores
Robert Castleberry y Peter Emanuel del Departamento Médico -División de
Hemiología y Oncología- de la Escuela de Medicina The University of Alabama of
Birmingham, se consideró a la paciente para trasplante alogénico de médula ósea",
razón por la cual recomendaron que la remisión se hiciera al mencionado centro
médico.
D. Oficio de
fecha 6 de diciembre de 1994, remitido por el vicepresidente IPS (encargado)
del Instituto de Seguros Sociales
De acuerdo con lo
manifestado por el vicepresidente IPS (encargado) del Instituto de Seguros
Sociales, el trámite a seguir por parte del ISS para la remisión de pacientes
al extranjero se encuentra reglamentado en la Ley 20 de 1987 y en los decretos
reglamentarios 1307 de 1988 y 237 de 1989, que aportó al presente proceso.
De otra parte,
sostiene que, de acuerdo con la historia laboral del señor Miguel Urina Triana,
padre de la menor, éste, a la fecha, únicamente ha cotizado ciento siete (107)
semanas; "para el efecto se aclara que es requisito sine qua non,
para tener derecho a la remisión al exterior de un beneficiario del ISS, que el
afiliado haya cotizado al Instituto un mínimo de ciento cincuenta semanas, en
cualquier tiempo, de conformidad con lo establecido de manera expresa en el
artículo 1o. del Decreto 237/89, modificatorio del numeral 3o. del artículo 2o.
del Decreto 1307/88..."
Igualmente afirma
que en el caso del señor Urina Triana, no se puede realizar la sumatoria de las
semanas cotizadas al ISS con las semanas cotizadas a la Caja de Previsión
Social, ya que, de acuerdo con la Ley 100 de 1993, esta sumatoria sólo es
permitida para el caso de pensiones.
El vicepresidente
IPS (encargado) del Instituto de Seguros Sociales aportó copia del memorando de
fecha 15 de noviembre de 1994, en el cual la Dirección Jurídica Nacional
-Coordinación Seguros- de dicha entidad corrobora lo aquí afirmado.
2. Fallo de
primera instancia
Mediante providencia
de fecha 12 de diciembre de 1994, el Juzgado Tercero de Familia de Santafé de
Bogotá D.C., resolvió tutelar los derechos fundamentales a la vida, la salud y
la seguridad social de la menor Carolina Urina Jassir; en consecuencia, ordenó
al Director general del Instituto de Seguros Sociales que, dentro del término
de 48 horas, procederá a efectuar todos los trámites y las respectivas
apropiaciones presupuestales para que se remitiera a la menor al exterior, a
una institución que se considerara adecuada para realizarle el tratamiento que
requiere. El fallo fue sustentado en el argumento de la prevalencia de los
derechos de los niños, así como en la especial protección que se les debe
brindar.
Mediante memorial
presentado el día 15 de diciembre de 1994, la apoderada especial del ISS
impugnó la decisión del a-quo, argumentando que su representada se rige por
unas leyes y reglamentos que, como en el presente caso, no pueden ser
ignorados; así, afirma que el afiliado no cumple con el requisito de haber
cotizado las ciento cincuenta semanas que exige el artículo 2o. del Decreto 237
de 1987 para la eventual remisión al exterior.
3. Segunda
instancia
Mediante providencia
de fecha 6 de febrero de 1995, la Sala de Familia del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Santafé de Bogotá resolvió, revocar la Sentencia de fecha
12 de diciembre de 1994, proferida por el Juzgado Tercero de Familia de esta
ciudad, y en su lugar denegó la acción de tutela interpusta por la menor
Carolina Urina Jassir
Consideró el
Tribunal que "no obstante que el Instituto de Seguros Sociales, a través
de sus directivos, no habían hecho un pronunciamiento acerca de la viabilidad
de la remisión al exterior de la menor, el Juzgado Tercero (3o.) de Familia de
esta ciudad procedió a tutelar los derechos que se mencionaban como vulnerados,
cuando no existía por lo menos hasta ese momento, decisión alguna oficial sobre
el particular." Así, afirmó el ad-quem que el juez de tutela no puede
reemplazar a la administración en las decisiones de su competencia y que
"sólo una vez, la misma, tome una determinación en uno u otro sentido
podría predicarse la violación de los derechos fundamentales alegados".
III.
CONSIDERACIONES DE LA SALA
1. Competencia
De conformidad con
lo establecido en los artículos 86 y 241, numeral 9o. de la Constitución Política
y 31 a 36 del decreto 2591 de 1991, la Sala Novena de Revisión de la Corte
Constitucional, es competente para revisar el fallo de tutela de la referencia.
2. Pruebas
decretadas por la Sala Novena de Revisión.
Mediante auto de
fecha seis (6) de marzo de 1995, la Sala Novena de Revisión de la Corte
Constitucional ordenó oficiar al director del Instituto Colombiano de Seguros
Sociales para que informara si se había tomado una decisión definitiva sobre la
remisión al exterior de la menor Carolina Urina Jassir, con el fin de que se le
realizara el trasplante requerido.
En respuesta a la
anterior solicitud, la Directora Jurídica Nacional de la accionada, mediante
oficio 0977 de 10 de marzo de 1995, informó lo siguiente:
"El ISS, dando
cumplimiento a lo dispuesto en Sentencia dictada con fecha 12 de diciembre de
1994, por el Juzgado Tercero de Familia de esta ciudad, mediante resolución No.
5061, del 14 de los mismos mes y año, autorizó la remisión para tratamiento
médico - quirúrgico, al Hospital de la Universidad de Alabama en Birmingham
(USA), de la derechohabiente CAROLINA URINA JASSIR, en su calidad de hija del
afiliado MIGUEL URINA TRIANA, a fin de que se le practicara un trasplante
alogénico de médula ósea, previa irradadiación total.
"Además, la citada
resolución ordenó reconocerle al afiliado MIGUEL URINA TRIANA, un anticipo en
pesos colombianos, equivalentes a US$ 125,000.oo y suministrarle el pasaje
aéreo para la menor URINA JASSIR, ida y regreso de Santafé de Bogotá -
Birmingham - Santafé de Bogotá y adoptó otras determinaciones concernientes a
este caso.
"Consecuentes
con lo anterior y luego de efectuados los trámites administrativos pertinentes,
al señor MIGUEL URINA TRIANA, padre de CAROLINA, el ISS le hizo entrega decla
suma de 104.061.250,oo, por concepto del anticipo antes mencionado, al igual
que del pasaje aéreo TKT AA 001 6838230621-22, expedido por la Agencia de
Viajes LANSEMAR LTDA." (...)
"Con
anterioridad a lo expuesto, el 12 de diciembre de 1994, el ISS emitió la
resolución No. 5039, en la cual quedó establecido que en razón a que el
afiliado MIGUEL URINA TRIANA no reunía los requisitos exigidos por las normas
legales que regían la materia, se negaba la solicitud de remisión de la
derechohabiente CAROLINA, a la ciudad de Birmingham (USA)."
Al oficio en
comento, la funcionaria aportó los siguientes documentos:
-Copia de la
resolución No. 5061 de 14 de diciembre de 1994, mediante la cual el ISS dió
cumplimiento al fallo de primera instancia.
-Orden de pago No.
0000007229 del 15 de diciembre de 1994, por valor de 104.061.250 pesos por
concepto de anticipo para los gastos médicos en el exterior de Carolina Urina
Jassir.
-Factura de
compraventa No. 41681 del 20 de diciembre de 1994, correspondiente al tiquete
aéreo Bogotá - Birmingham - Bogotá, expedido por la agencia de viajes y turismo
LANSEMAR LTDA, en favor de Carolina Urina Jassir.
- Copia de la
resolución No. 5039 de 12 de diciembre de 1994, mediante la cual el ISS negó la
remisión al exterior a la accionante.
Posteriormente, esta
Sala de Revisión consideró pertinente oficiar al Instituto Nacional de
Cancerología, con el fin de que informara si dicha entidad, o cualquier otra
institución en el país, cuenta con los recursos técnicos y científicos para
practicar el trasplante requerido por la menor Carolina Urina. En igual
sentido se ofició al ISS, entidad a la cual se le solicitó adicionalmente que
informara si en la actualidad el señor Miguel Urina Triana reúne los requisitos
legales para que su hija sea remitida al exterior para que se le practique la
cirujía que requiere. En cumplimiento a lo solicitado, se allegaron al presente
proceso los siguientes documentos:
- Oficio 200 de 16
de marzo de 1995, suscrito por el director del Instituto Nacional de
Cancerología, mediante el cual informa que, ni la entidad a su cargo, ni
ninguna otra institución médica del país cuenta con los recursos técnicos y
científicos para practicar un trasplante de médula ósea, previa irradiación
corporal total al paciente que padece una leucemia linfoblástica aguda, con
recaída al sistema nervioso central y a médula.
- Oficio de fecha 17
de marzo de 1995, remitido por la Directora Jurídica Nacional del Instituto de
Seguros Sociales, mediante el cual afirma que en el país no existe una entidad
que cuente con los recursos técnicos y científicos para practicar un trasplante
de médula ósea, previa irradiación corporal total al paciente que padece una
leucemia linfoblástica aguda, con recaída al sistema nervioso central y a médula.
Igualmente afirmó que en la actualidad el señor Miguel Urina Triana ha cotizado
un total de 123 semanas, razón por la cual no reúne el requisito exigido para
que el Instituto pueda autorizar la remisión al exterior de su hija Carolina;
finalmente aseguró que " si tomamos en cuenta el nuevo Sistema de
Seguridad Social, introducido a partir de la Ley 100 de 1993, encontramos que
éste no contempla la remisión de pacientes al exterior."
3. La materia
3.1 El Estado y la sociedad deben proteger
de manera inmediata el derecho a la vida
El Estado social de derecho no se limita a
garantizar, mediante un reconocimiento formal, el derecho a la vida, sino que
lo promociona, protege y hace todo lo que esté a su alcance para lograr su
efectividad. La doctrina humanista y social que inspira a la Carta Política es
la dignidad de la vida humana, la cual se hace efectiva en los derechos
fundamentales y en la solidaridad del hombre dentro de la sociedad; dicha
concepción se hace realidad en la aplicación de la justicia distributiva por
parte del Estado, que determina su acción de acuerdo con las necesidades
sociales y personales. Esa es la razón por la cual el Estado colombiano se
fundamenta en la dignidad de la persona, es decir, en el merecimiento
ontológico de ésta, con base en la racionalidad.
¿Hasta dónde llega la capacidad protectora
del Estado? Como nadie está obligado a lo imposible, es obvio que la acción
protectora del Estado debe estar en consonancia con sus capacidades reales de
acción, ya que el mundo jurídico se fundamenta en la realidad y opera de
acuerdo con ella. Es así como resulta impropio pretender acciones extralimitadas
por parte de un Estado que, ontológicamente, no puede rebasar los límites
de su propia potencia.
El Estado tiene su razón de ser en la
protección de la vida humana y debe proyectar su función en aras de una más
justa calidad de vida. La Constitución encabeza su listado de derechos
fundamentales con la inviolabilidad del derecho a la vida, lo cual implica que
sobre este derecho descansan todos los demás y que, en virtud de ello, se
protege incondicionalmente. La universalidad de este derecho implica su
validez en todo tiempo y lugar y su incondicionalidad, la efectividad debida
siempre al ser humano en lo referente a su mismo ser.
Siempre que la vida humana se vea afectada,
en su núcleo esencial, mediante lesión o amenaza inminente y grave, el Estado
social deberá proteger de inmediato al afectado, a quien le reconoce su
dimensión inviolable. Así el orden jurídico total se encuentra al servicio de
la persona, que es el fin del derecho.
Si entonces, el derecho a la vida aparece
como el primero de los derechos fundamentales y, por ello, debe gozar de la
protección del Estado y de la sociedad, con mayor razón debe ser prevalente tratándose
de la vida de un niño.
3.2 Derecho prevalente de los niños
En el ordenamiento constitucional
colombiano, (artículo 44) se consagra, en efecto, la prevalencia de los
derechos el menor. La razón de ser del precepto constitucional citado está en
directa armonía con el artículo 13 de la Carta, que prevé especiales cuidados
"a aquellas personas que por su condición económica, física o mental, se
encuentren en condiciones de debilidad manifiesta". Es, pues, por la
indefensión del menor que sus derechos prevalecen, es decir, que se les
anticipa la protección, dado el inmenso valor social y moral que el Estado
reconoce en la niñez. Cuando un menor se encuentra en estado de extrema
necesidad, obviamente actuará en su favor el Estado, y más aún cuando
aquella situación que padece amenaza grave e inminentemente su proceso vital,
de suerte que de no actuar, la muerte se hace próxima e irreversible. Lo que
sería imperdonable es que el Estado dejara de cumplir con su deber de poner los
medios adecuados, y a su alcance, para socorrer a un menor en estado de
extrema necesidad vital, pues si toda persona de conformidad con el artículo
95-2 tiene la obligación de "obrar conforme al principio de solidaridad
social, respondiendo con acciones humanitarias ante situaciones que
pongan en peligro la vida y la salud de las personas" (negrillas fuera del
texto original), con mayor razón el Estado que, según Kelsen, es la
personificación del orden jurídico total.
4. El derecho de los niños a la salud
El derecho a la salud en cuanto derivado
necesario del derecho a la vida, es un derecho fundamental, y un medio
indispensable para que ésta sea digna. Referido a los niños es pues, un derecho
prevalente y por tanto incondicional. El Estado tiene, en desarrollo de la
función protectora que le es esencial, el deber irrenunciable e incondicional
de amparar la salud de los niños, dentro del límite de su capacidad protectora.
No hay que pretender que el Estado se obligue más allá de sus capacidades,
porque equivaldría a obligarlo a lo imposible, lo cual es jurídicamente
inaceptable, ya que lo imposible no tiene objeto jurídico definido.
Por tanto, el derecho fundamental a la
salud de los niños, tiene, unos requisitos esenciales que no se pueden
soslayar. Se trata de un derecho prevalente, incondicional, limitado y
de protección inmediata cuando se amenaza o vulnera su núcleo esencial.
Prevalente, porque dada la indefensión en que se encuentran los niños, el
Estado, mediante una protección especial, tiende a suplir esa deficiencia. Ese
es el sentido del artículo 13 superior, cuando establece que el Estado brindará
especial protección a las personas que se encuentren en estado de indefensión
por su debilidad manifiesta. De este modo, cuando la Carta Política señala en el
artículo 44 que el derecho de los niños es prevalente, de una u otra manera
está compensando, equitativamente, a los débiles, con lo cual se reafirma la
justicia social que inspira el ordenamiento constitucional colombiano.
Incondicional, porque es un enunciado categórico, no hipotético. Como es un
deber irrenunciable, se traduce en un derecho incondicional, es decir, siempre
válido, y, por ende, con perpetua vocación de eficacia. No hay, pues, argumento
que justifique la no actuación del Estado ante la enfermedad grave de un
infante desprotegido. Una de las características del Estado Social de Derecho
es, sin duda, que no se limita a reconocer los derechos fundamentales, sino que
tiende a hacerlos eficaces.
Protección inmediata por cuanto se amenaza
o vulnera el núcleo esencial. Esto quiere decir que ante la gravedad que para
el Estado representa la lesión del derecho fundamental de un infante, o su
amenaza, tiene que ampararse inmediatamente al sujeto, no sólo en virtud de su
indefensión, sino por el interés especial que recae sobre los niños, por
múltiples factores, como son la esperanza que se tiene en ellos, y porque la
mayor inversión que puede hacer un Estado es en el fortalecimiento de su
material humano, sobre todo en su infancia y su juventud. Por núcleo esencial
de un derecho fundamental, ha entendido la Corte la esencia misma del bien
jurídico protegido. Así, por ejemplo, el núcleo esencial del derecho a la salud
son las facultades orgánicas y funcionales del ser humano, necesarias para
vivir. Es decir, el mínimo de condiciones de bienestar que se requieren en la
vida, en el sentido de la existencia biológica, y por extensión la espiritual,
aunque esta última hace referencia ya al derecho al libre desarrollo de la
personalidad en un aspecto más directo.
5. El caso concreto
Con base en los argumentos antes expuestos
y dados los hechos que obran en el expediente, encuentra la Sala que debe haber
una protección inmediata y razonable a la menor Carolina Urina Jassir, por
varios motivos de orden constitucional y legal. Desde el punto de vista de la
normatividad superior, se tiene que el derecho a la vida de la menor prevalece
y es inviolable (Arts. 11 y 44 C.P.), que existe la obligación de la asistencia
humanitaria por parte de toda persona (Art. 95-2), que en este caso la
seguridad social se le debe a la niña como derecho fundamental (Art. 44 C.P.),
y que el Estado protege especialmente a los débiles (Art. 13 C.P.). Lo anterior
a todas luces, amerita la protección inmediata de las autoridades, para que
brinde el auxilio, debido en justicia, a que haya lugar.
Ahora bien, desde el punto de vista legal,
el caso sub lite se enmarca dentro de lo previsto en el artículo 164 de
la Ley 100 de 1993, que estipula en su inciso segundo: "El acceso a la
prestación de algunos servicios de alto costo para personas que se afilien al
sistema podrá estar sujeto a períodos mínimos de cotización que en ningún caso
podrá exceder 100 semanas de afiliación al sistema, de las cuales 26 semanas
deberán haber sido pagadas en el último año (...)".
Así las cosas, resaltan varios aspectos que
son importantes para la Sala. En primer lugar, el padre de la menor cuenta con
más de 100 semanas de cotización; en segundo lugar, ha pagado más de 26 semanas
en el último año: y, finalmente, según el artículo 228 superior, prima lo
substancial, en este caso, el derecho fundamental prevalente de la menor, que
no puede dejar de protegerse so pretexto de un requisito netamente formal,
cuando hay formas jurídicas adecuadas a su situación, como la estipulada en el
artículo 164 inciso segundo de la Ley 100 de 1993, que es el más favorable.
Obran en el
expediente el documento expedido por el Comité de Remisiones al Exterior, del
25 de octubre de 1994, en el cual se lee que "los resultados de los exámenes
paraclínicos y del estado actual de evolución de la paciente en referencia,
quien padece leucemia linfocilca (sic) aguda está acorde con los procedimientos
arriba mencionados, los cuales no se pueden realizar en el país por carencia de
recursos técnicos adecuados" (Folio 86 del expediente), y los conceptos
pedidos, para el caso, por la Sala, al Instituto de Cancerología y al Seguro
Social, que reafirman que en Colombia no puede realizarse la intervención
médica adecuada a las necesidades de la menor. En consecuencia, esta Sala
considera que debe ser acogida la pretensión de la peticionaria, teniendo en
cuenta la extrema gravedad de su situación, que encuadra en el estado de
extrema necesidad vital. Sinembargo, en casos como éstos debe constatarse primero
si los tratamientos adecuados pueden realizarse en el país, y si ello es así,
debe remitirse al paciente a los centros nacionales, con el fin de no incurrir
en erogaciones excesivamente cuantiosas y en medios extraordinarios en relación
con la capacidad protectora del Estado. En cuanto al caso sub lite, como
se evidenció, no puede ser satisfecho plenamente con los recursos de que se
dispone en Colombia, según el concepto autorizado arriba transcrito. Es por
ello que, accediendo a la petición de la actora, esta Corporación procederá a
tutelar el derecho a la salud de la menor Carolina Urina Jassir.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
Primero: REVOCAR
la Sentencia del doce (12)
de diciembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994) del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, D.C., y en su lugar, TUTELAR los
derechos fundamentales a la vida, la salud y la seguridad social de la menor
CAROLINA URINA JASSIR. En consecuencia, se confirma el fallo de primera
instancia, en virtud del cual la citada menor deberá ser enviada al exterior,
para que se realice el transplante de médula ósea que requiere.
Segundo: ORDENAR
copia de esta Sentencia al
Director del Instituto Colombiano de los Seguros Sociales con el fin de que
acceda a las pretensiones de la peticionaria.
Cópiese,
notifíquese, insértese en la gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
VLADIMIRO NARANJO MESA
Magistrado Ponente
JORGE ARANGO MEJIA
Magistrado
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
367 | T-171-95
Sentencia No
Sentencia No. T-171/95
DERECHO A LA
PROPIEDAD/ACCION DE TUTELA-Improcedencia/INSTITUTO
COLOMBIANO DE LA REFORMA AGRARIA-Compra de predio
El derecho a la
propiedad no es en sí mismo un derecho fundamental, se requiere que otros
derechos, consagrados como tales resulten afectados directamente con la
vulneración del derecho a la propiedad para que proceda la tutela, y no se dan
esos supuestos en el caso que la Sala revisa. Es claro que no se ha vulnerado
ni amenazado ningún derecho fundamental al peticionario y, por tanto, la acción
de tutela no es procedente.
CONDENA EN
PERJUICIOS-Improcedencia
La condena en
perjuicios no es procedente cuando se concede la acción de tutela como
mecanismo transitorio. Es lógico pensar que si existe un mecanismo alterno
para proteger los derechos fundamentales, existe también un procedimiento
alternativo para obtener la reparación de los perjuicios causados. Además la
tutela no es una acción de resarcimiento en estricto sentido, debido a que la
valoración que se hace no versa sobre la tasación de un perjuicio; lo que se
pretende es garantizar el goce del derecho fundamental conculcado o amenazado.
PRUEBAS EN TUTELA
La acción de
tutela, a pesar de ser un procedimiento sumario, no faculta al juez para fallar
sin contar con el suficiente respaldo probatorio, ni lo exime de aceptar
solicitar o decretar las pruebas pertinentes.
DERECHO DE RANGO
LEGAL/MEDIO DE DEFENSA JUDICIAL
La Corte
encuentra que en el proceso iniciado por el peticionario, no hubo violación o
amenaza a los derechos fundamentales del actor, y éste ya hizo uso de los
medios judiciales ordinarios para salvaguardar el derecho de rango legal que le
fué conculcado; por tanto, no es del caso otorgarle la tutela que solicitó.
REF.: Expediente
Número T-47602
Acción de tutela
en contra de la Corporación Autónoma Regional del Cauca - C.V.C. - y el
Instituto Colombiano de la Reforma Agraria - INCORA -.
DEMANDANTE: JUAN
BAUTISTA SANCHEZ GARCIA.
TEMAS:
- Inexistencia de
violación de derechos fundamentales
- Tutela como
mecanismo transitorio y la condena en perjuicios.
- Pruebas en el
trámite de la tutela.
-Existencia de
otros medios judiciales de defensa.
MAGISTRADO
PONENTE: CARLOS GAVIRIA DIAZ.
Santafé de Bogotá D.C., (24) veinticuatro
de abril de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Cuarta de Revisión de Tutelas,
compuesta por los Magistrados José Gregorio Hernández Galindo, Hernando Herrera
Vergara y Carlos Gaviria Díaz, éste último en calidad de ponente, procede a
dictar Sentencia en el grado jurisdiccional de revisión, teniendo en cuenta lo
siguiente:
Juan Bautista Sánchez García, a través de
su apoderado, interpuso acción de tutela en contra de la Corporación Autónoma
Regional del Cauca C.V.C. y el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria -
INCORA- por los siguientes :
1. HECHOS
- El Solicitante posee un predio rural
ubicado en el corregimiento Las Piedras, Municipio de Popayán. El inmueble esta
situado dentro de la cuenca del río Las Piedras, que surte de agua al municipio
de Popayán.
- La finca ha sido objeto de invasiones,
daños y tala de bosques, presuntamente por parte de indígenas pertenecientes al
vecino cabildo de Quintana, quienes pretenden que el INCORA les adjudique el
terreno.
- Señala el actor que la C.V.C. tiene la
obligación legal de ejercer un control directo en la conservación y adecuación
de tierras en el sector; pese a ello, se ha limitado a pasar revista, pero sin
tomar medidas conducentes a evitar el perjuicio.
- El 25 de junio de 1992 el INCORA le envió
una nota al demandante, indicándole que el Instituto podía adquirir dicho
inmueble, sin que a la fecha se haya producido un ofrecimiento concreto.
Por estos hechos, el demandante considera
vulnerado el principio fundamental consagrado en el art. 8 de la Constitución,
y sus derechos a la igualdad (art. 13), de petición (art. 23), de propiedad
(art. 58) y a la libertad económica (art. 333).
2. PETICION
Juan Bautista Sánchez García solicita en su
demanda:
1). Ordenar a la C.V.C. tomar las medidas
necesarias para evitar la tala de bosques y proceder a reforestar las áreas
devastadas. Igualmente que se le condene en costas y perjuicios por incumplir
con el deber legal que le compete.
2). Ordenar al INCORA que defina la
adquisición del predio, y que se le condene también a pagar las costas y los
perjuicios.
3. FALLOS DE INSTANCIA
3.1. Fallo del Juzgado Primero Civil del
Circuito de Popayán
Para resolver, el Juzgado Primero descartó
la vulneración del derecho a la igualdad, pues no encontró diferencia alguna
entre las circunstancias de Sánchez García y los demás propietarios de la
región. Tampoco reconoció que se hubiera vulnerado el derecho de petición del
actor, por que las entidades demandadas absolvieron oportunamente sus
solicitudes. Además, declaró que ni la C.V.C. ni el INCORA conculcaron el
derecho de dominio de Sánchez García, ni tienen como función garantizarlo.
En cambio, el juzgado del conocimiento
indicó que la tala indiscriminada de árboles vulnera el derecho colectivo al
ambiente sano, y quienes la practicaron en la finca del demandante vulneraron
también su derecho a la propiedad.
Concluyó el Juzgado Primero Civil del
Circuito tutelando los derechos a la salud y a la propiedad, y ordenando para
lograr su efectividad:
1.) A la C.V.C., tomar medidas tendientes a
evitar la tala de bosques, sancionando a los responsables, y reforestar las
áreas devastadas en coordinación con los miembros del cabildo indígena y la
Fundación Pro - Cuenca del Río Las Piedras.
2.) Al INCORA, estudiar la posibilidad de
adquirir el predio de Sánchez García, previa oferta de éste.
3.) No accedió a condenar a la
indemnización de perjuicios, pues las entidades demandadas no son responsables
directas del daño causado, y el actor cuenta con otros medios de defensa
judicial para lograr que se le indemnice.
3.2. Fallo del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Popayán.
Indica el Tribunal que pese a disponer el
actor de acciones administrativas, civiles y policivas, se concede la tutela
debido a la lentitud de éstos medios judiciales. Estima conveniente la
protección de los derechos a la propiedad, la salud, de petición y al medio
ambiente, y ordena a las entidades demandadas que, en un plazo de 4 meses,
elaboren el estatuto de conservación de tierras de la cuenca hidrográfica del
río Las Piedras.
Condena en costas y a indemnizar los
perjuicios causados por la tala de bosques, de conformidad con lo previsto en
el artículo 25 de Decreto 2591 de 1991.
4. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
4.1. COMPETENCIA
Es competente esta Sala para adelantar la
revisión de los fallos proferidos por el Juzgado Primero Civil del Circuito de
Popayán y el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Popayán, en virtud de
lo dispuesto en los artículos 86 inciso 2, y 241 numeral 9 de la Carta
Política, en concordancia con los artículos 33 y 34 del Decreto 2591 de 1991.
4.2. INEXISTENCIA DE VULNERACION O AMENAZA
DE DERECHOS FUNDAMENTALES.
El objeto de la acción de tutela, regulado
en el Decreto 2591/91, es la protección inmediata de los derechos
fundamentales, cuando éstos resulten vulnerados o amenazados por una acción u
omisión de autoridad pública o un particular en los casos que señala el
precitado decreto.
El juez de primera instancia argumenta que
la protección del medio ambiente cuenta con las acciones populares consagradas
en el artículo 88 de la Constitución, pero que, en este caso, procede la
tutela, porque el peticionario acreditó que con el daño causado al medio
ambiente se afectan sus derechos fundamentales. Al respecto el a-quo señaló en
su providencia:
" ...que por la
misma causa de perturbación de esas riquezas naturales como es la tala
indiscriminada en la finca de su propiedad, de los árboles de roble que
preservan la cuenca hidrográfica del río las piedras, que surte de agua al
Acueducto Municipal de la ciudad de Popayán, se está afectando o amenazando de
modo directo no solo su derecho a la propiedad, que se considera fundamental,
sino también de manera indirecta su derecho a la salud, al verse afrontando
junto con la comunidad de esta ciudad, a soportar un posible racionamiento o
falta de agua potable, como elemento indispensable para la subsistencia "
(folio 93).
Aunque es indudable
que la tala del bosque y la quema de los árboles para obtener carbón, afectan
el ecosistema de la vertiente del río Las Piedras en la que se encuentra la
finca del demandante, las pruebas que obran en el expediente sólo permiten
afirmar que se violó el derecho colectivo al ambiente y el de dominio, pero no
el derecho a la salud como lo afirman los fallos de instancia.
Al demandante no se
le practicó un examen médico legal, ni él afirma padecer quebranto de salud
alguno debido a los hechos que se juzgan. Tampoco existe prueba de que la tala
haya ocasionado escasez de agua en la finca Las Piedras y, aunque así fuera, el
señor Sánchez García no sería afectado por ella, ya que no reside allí. Según
el mapa que obra a folio 23, sólo en dos sitios del inmueble se ha detectado la
destrucción del bosque, y ella, aún presentandose en toda el área de la
heredad, dificilmente afectaría la provisión de agua de Popayán. Pero, si asi
fuera, la salud del actor tampoco sufriría, ya que esta probado que el reside
en Cali.
No es entonces de
recibo para esta Sala la relación de causalidad en la que los falladores de
instancia basaron su juicio sobre la violación o amenaza al derecho a la salud
del actor.
El derecho a la
propiedad, fue entendido como fundamental por la Corte Constitucional en
Sentencia T - 506 / 92 con ponencia del Dr. Ciro Angarita Barón en los
siguientes términos:
"Los derechos
fundamentales que son aplicables de manera indirecta son aquellos derechos
económicos sociales o culturales, que se encuentran en una estrecha relación de
conexidad con los derechos fundamentales de aplicación directa. Este tipo de
aplicación es resultado de la necesidad de establecer una ponderación de las
circunstancias de cada caso concreto y ello, a su vez, se deriva de su
naturaleza de derechos que suponen un tratamiento desigual con el fin de lograr
cierta igualdad material".
"La propiedad
es un derecho económico y social a la vez. En consecuencia, la posibilidad de
considerarlo como derecho fundamental depende de las circunstancias
específicas de su ejercicio. De aquí se concluye que tal carácter no puede
ser definido en abstracto, sino en cada caso concreto. Sin embargo, esto no significa
que tal definición pueda hacerse de manera arbitraria.
A la hora de definir
el carácter de derecho fundamental de la propiedad en un caso concreto, el juez
de tutela debe tener como criterio de referencia a la Constitución misma y no
simplemente al conjunto de normas inferiores que definen sus condiciones de
validez. Esto significa que, en su interpretación, el juez de tutela debe mirar
el caso concreto bajo la óptica de los principios, valores y derechos
constitucionales, de tal manera que ellos sean respetados".
"Sólo en el
evento en que ocurra una violación del derecho a la propiedad que conlleve para
su titular un desconocimiento evidente de los principios y valores
constitucionales que consagran el derecho a la vida, a la dignidad y a la igualdad,
la propiedad adquiere naturaleza de derecho fundamental y, en consecuencia,
procede la acción de tutela. Dicho en otros términos, la propiedad debe ser
considerada como un derecho fundamental, siempre que ella se encuentre
vinculada de tal manera al mantenimiento de unas condiciones materiales de
existencia, que su desconocimiento afecte el derecho a la igualdad y a llevar
una vida digna."
Se concluye que el
derecho a la propiedad no es en sí mismo un derecho fundamental, se requiere
que otros derechos, consagrados como tales resulten afectados directamente con
la vulneración del derecho a la propiedad para que proceda la tutela, y no se
dan esos supuestos en el caso que la Sala revisa.
Con los hechos
acreditados durante el proceso, no se violaron los derechos fundamentales del
señor Sánchez García, aunque ciertamente se afectó el ambiente y se vulneró la
propiedad. ¿ Constituyen esos hechos una amenaza a los derechos
fundamentales del actor, que haga procedente la tutela? Al respecto, la Corte
ha señalado lo siguiente:
"La amenaza
a un derecho constitucional fundamental tiene múltiples expresiones: puede
estar referida a las circunstancias específicas de una persona respecto al
ejercicio de aquel; a la existencia de signos positivos e inequívocos sobre el
designio adoptado por un sujeto capaz de ejecutar actos que configuren la
violación del derecho; o estar representada en el desafío de alguien
(tentativa), con repercusión directa sobre el derecho de que se trata; también
puede estar constituida por actos no deliberados pero que, atendiendo a sus
características, llevan al juez de tutela al convencimiento de que si él no
actúa mediante una orden, impidiendo que tal comportamiento continúe, se
producirá la violación del derecho; igualmente pueden corresponder a una
omisión de la autoridad cuya prolongación en el tiempo permite que aparezca o
se acreciente un riesgo; también es factible que se configure por la
existencia de una norma -autorización o mandato- contraria a la preceptiva
constitucional, cuya aplicación efectiva en el caso concreto sería en sí misma
un ataque o un desconocimiento de los derechos fundamentales. En este último
evento, la utilización del artículo 86 de la Carta se cristaliza en la
inaplicación del mandato o autorización inconstitucional en el caso particular,
con arreglo al artículo 4º de la Carta, siempre y cuando se cumpla el requisito
de la incompatibilidad entre los dos preceptos". ( Corte
Constitucional. Sala Quinta de revisión. Sentencia T - 349 de agosto 27 de
1993).
Teniendo en cuenta
esas precisiones, hay que señalar que la tala puede seguirse presentando en la
finca Las Piedras, y los derechos fundamentales del actor no están ni estarían
gravemente amenazados.
Desvirtuados los
argumentos de los jueces de instancia, es claro que no se ha vulnerado ni
amenazado ningún derecho fundamental al peticionario y, por tanto, la acción de
tutela no es procedente.
4.3. LA TUTELA COMO MECANISMO TRANSITORIO
Y LA CONDENA EN PERJUICIOS.
Glosando el artículo 25 del Decreto 2591 de
1991, estima la Corte que la conducta del demandado - por acción u omisión -
debe reunir los siguientes requisitos para que sea procedente la condena al
pago de perjuicios:
1.) Que el afectado no disponga de
otros medios judiciales de defensa. Ello significa que el solicitante carece de
un medio de defensa judicial para que le sea indemnizado el perjuicio, en
términos de permitirle el goce del derecho constitucional conculcado.
2.) Que la violación del derecho sea
manifiesta y consecuencia de una acción clara e indiscutiblemente arbitraria.
Esta conducta, aparte de tener las características enunciadas, se predicará de
la persona o entidad demandada. Se infiere que el juez constitucional debe
precisar y determinar quién es el responsable del acto que vulnera o amenaza
vulnerar los derechos constitucionales del actor.
3.) Que sólo cobije el daño emergente,
entendido éste como el bien económico que salió o saldrá del patrimonio de la
víctima.
Aplicando estas pautas al caso, se
encuentra que el a-quo concedió la tutela en forma definitiva, el ad-quem
confirmó dicho numeral de la Sentencia de primera instancia, pero en la parte
considerativa del fallo del Tribunal, el amparo se concede en forma transitoria
por los siguientes apartes:
" b. Es posible
que el actor tenga no solo acciones administrativas sino también civiles y
policivas para proteger su derecho...."
".... Esto,
como mecanismo transitorio y mientras se ejercen las acciones pertinentes o del
afectado, ejercicio de ellas que no podrá ser superior al término de 4
meses".
La condena en
perjuicios no es procedente cuando se concede la acción de tutela como
mecanismo transitorio. Es lógico pensar que si existe un mecanismo alterno
para proteger los derechos fundamentales, existe también un procedimiento
alternativo para obtener la reparación de los perjuicios causados. Además la
tutela no es una acción de resarcimiento en estricto sentido, debido a que la
valoración que se hace no versa sobre la tasación de un perjuicio; lo que se
pretende es garantizar el goce del derecho fundamental conculcado o amenazado.
Así, en el caso del señor Sánchez García no procede la condena a indemnizar
los perjuicios causados porque, aún existiendo éstos, no son atribuibles a las
entidades demandadas, y como no se configuró la violación o amenaza de un
derecho fundamental, ello hace improcedente la acción.
4.4. PRUEBAS EN
EL TRAMITE DE LA ACCION DE TUTELA
El artículo 32 del
Decreto 2591 de 1991 hace referencia al trámite de la impugnación en los
siguientes términos: " Presentada debidamente la impugnación el juez
remitirá el expediente dentro de los dos días siguientes al superior jerárquico
correspondiente".
"El juez que
conozca de la impugnación, estudiará el contenido de la misma, cotejándola con
el acervo probatorio y con el fallo. El juez, de oficio o a petición de parte,
podrá solicitar informes y ordenar la práctica de pruebas y proferirá el fallo
dentro de los 20 días siguientes a la recepción del expediente. Si a su juicio
el fallo carece de fundamento, procederá a revocarlo, lo cual comunicará de
inmediato. Si encuentra el fallo ajustado a derecho, lo confirmará. En ambos
casos, dentro de los diez días siguientes a la ejecutoria del fallo de segunda
instancia, el juez remitirá el expediente a la Corte Constitucional, para su
eventual revisión."
Según el artículo
citado, el juez de segunda instancia puede revocar o confirmar el fallo. No se
puede revocar total o parcialmente una Sentencia, ni confirmarla, sin el debido
sustento probatorio. La acción de tutela, a pesar de ser un procedimiento
sumario, no faculta al juez para fallar sin contar con el suficiente respaldo
probatorio, ni lo exime de aceptar solicitar o decretar las pruebas
pertinentes. La Corte Constitucional se ha manifestado al respecto, por ejemplo
en la Sentencia T .321 de 1993 de esta misma Sala en los siguientes términos:
El juez de tutela,
como cualquier otro juez de la república, está sujeto a las mismas reglas que
rigen la práctica, valoración y apreciación de las pruebas en los demás
procesos. Lo que ocurre es que en los procesos de tutela, no está sujeto a los
estrictos y precisos límites fijados en la ley para cada uno de ellos, como al
cumplimiento de las exigencias formales allí establecidas, de manera que una
vez obtenidos todos los elementos de juicio que considere suficientes para
definir el caso, sin recurrir a averiguaciones innecesarias, impertinentes e
inconducentes, puede proceder a tutelar el derecho o denegar la petición, sin
exceder los límites temporales fijados por la Constitución y la ley.
De otra parte,
obsérvese que el legislador al reglamentar esta acción, autoriza al juez para
cumplir una serie de actividades, precisamente tendientes a verificar la
ocurrencia real de los hechos que dieron lugar a la presunta infracción del
derecho fundamental invocado, y es así como en el artículo 19 del decreto 2591
de 1991, expresa que el juez de tutela puede "requerir informes al órgano
o a la autoridad contra quien se hubiere hecho la solicitud" y pedir
"el expediente administrativo o la documentación donde consten los
antecedentes del asunto"; y el artículo 20 autoriza resolver de plano la
petición de tutela, cuando el informe que se solicite a la autoridad "no
fuere rendido dentro del plazo correspondiente", con la consecuencia de
que se "tendrán por ciertos los hechos, salvo que el juez estime necesaria
otra averiguación previa."
La Sala llama la
atención al Juzgado Primero Civil del Circuito y a la Sala Civil del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Popayán, por la notoria discordancia que se
presenta en este caso, entre lo que aparece probado en el expediente y lo
resuelto en los fallos de instancia. La acción de tutela es una viá procesal bastante
informal, pero en ningún caso es o puede tomarse como excusa para desatender
las pruebas, sin importar lo loable que pueda considerarse la orden que se
imparta ignorando lo probatoriamente establecido.
4.5. EXISTENCIA
DE OTRO MEDIO JUDICIAL DE DEFENSA
Una de las causales
de improcedencia de la acción de tutela consagradas en el Decreto 2591/91, es
la existencia de otro medio judicial de defensa. Para este caso, el petente
cuenta con la acción consagrada en el Código Penal, por la actuación tipificada
en el artículo 370 como daño en bien ajeno.
A folios 13 y 33 del
expediente, figuran dos denuncias presentadas por el actor a través de su
apoderado el 23 de abril de 1991 y el 21 de mayo de 1992 respectivamente. Así
la Corte encuentra que en el proceso iniciado por el señor Sánchez García, no
hubo violación o amenaza a los derechos fundamentales del actor, y éste ya hizo
uso de los medios judiciales ordinarios para salvaguardar el derecho de rango
legal que le fué conculcado; por tanto, no es del caso otorgarle la tutela que
solicitó.
Igualmente la Ley 99
de 1993, en sus artículos 83 y 84 contempla las sanciones para quienes
infrinjan normas protectoras del medio ambiente. Este articulado consagra una
acción autónoma que busca proteger los recursos naturales, tal acción
policiva especial también está a disposición del actor.
6. DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Cuarta de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional,
administrando justicia en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
PRIMERO: REVOCAR el fallo proferido por el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Popaýan - Sala Civil - el seis (6) de
septiembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994)
SEGUNDO: NEGAR la acción de tutela interpuesta por Juan
Bautista Sánchez García contra de la Corporación Autónoma regional del Cauca
C.V.C. y el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria - INCORA-.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la gaceta de la Corte
Constitucional.
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
368 | T-172-95
Sentencia No
Sentencia No. T-172/95
DERECHO A LA
POSESION-No fundamental/PROCESO
REIVINDICATORIO/VIA DE HECHO-Inexistencia/MEDIO DE DEFENSA JUDICIAL
El hecho de que una persona se comporte
como señor y dueño de un bien, sea o no de su propiedad, lo reconoce la ley
colombiana como generador de consecuencias jurídicas y lo protege bajo la
denominación de posesión; pero, no es uno de los derechos consagrados por el
Constituyente de 1991 como fundamental. La promotora de la presente acción de
tutela contaba con el proceso ordinario reinvindicatorio para atender a la
defensa del derecho que pretendió reclamar ante el Inspector de Policía. La
acción de tutela no puede usarse por el demandante, o por el juez que conozca
de ella, para pretermitir los otros mecanismos de defensa judicial que la ley
pone a disposición del actor.
Ref.: Expediente
No. T-52357
Acción de tutela
contra el Inspector Primero Civil de Policía de Cúcuta por la presunta
violación de la posesión.
Temas:
La posesión no es un
derecho fundamental.
Inexistencia de una
vía de hecho.
Existencia de otro
mecanismo de defensa judicial.
Suplantación del
juez del conocimiento.
Actor: Nancy Luna Quiroz
Magistrado
Ponente: Dr. Carlos
Gaviria Díaz
Santafé de Bogotá D.C., veinticuatro (24)
de abril de mil novecientos noventa y cinco (1.995).
La Sala Cuarta de Revisión de Tutelas de la
Corte Constitucional, compuesta por los Magistrados José Gregorio Hernández
Galindo, Hernando Herrera Vergara y Carlos Gaviria Díaz, este último en calidad
de ponente,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCIÓN,
procede a dictar Sentencia en el proceso de
tutela radicado bajo el número T-52357.
ANTECEDENTES
1. HECHOS.
El 28 de marzo de 1.994, Maritza Leonor
Pérez Ramírez, obrando como incidentalista dentro de la investigación
preliminar adelantada por la Fiscalía 263405, Unidad Previa y Permanente de
Cúcuta, se trasladó en compañía del Fiscal, el Personero en lo Penal y un
Técnico Judicial, hasta un predio de su propiedad ubicado en la Diagonal
Santander No. 5E-24, Urbanización Rosetal, Manzana ´E´.
Al llegar al lote, se encontraron con que
estaba abierta la puerta y en su interior se encontró a la señora Nelly
Sarmiento de Aguilar, “...quien manifestó que se encontraba en el lugar desde
hace 8 días contados en hacia atrás (sic) desde la fecha de la diligencia, en
calidad de ocupante y como cuidandera por orden del señor Henry Pardo y de la
señora que es dueña del lote de nombre Nancy; aclarando de igual forma que allí
no está pagando nada por ningún concepto” (folio 41).
Con base en esos hechos, Maritza Leonor
Pérez Ramírez, a través de apoderado instauró una querella por ocupación de
hecho el 18 de abril de 1.994 (folios 40 a 50).
La Alcaldía Municipal de San José de Cúcuta
admitió la querella, reconoció personería a la apoderada de la querellante, y
decretó “...el lanzamiento de todas las personas que se encuentran en el
inmueble...”, comisionando para llevarlo a cabo al Inspector Primero Civil de
Policía (folios 51 a 58).
El 14 de junio de 1.994 se inició la
diligencia de lanzamiento y durante su realización, se hizo presente la señora
Nancy Luna Quiroz, quien adujo ser la propietaria del inmueble y por medio de
apoderado planteó su oposición a la realización del lanzamiento, solicitando
que se recibiera testimonio a varias personas. El Inspector, luégo de escuchar
a los testigos y a los apoderados, decidió suspender la diligencia y citar a
las partes para continuarla el día siguiente (folios 2 a 7).
El 15 de junio, el Inspector Primero Civil
decidió culminar la diligencia, a pesar de la petición del apoderado de la
opositora, y ordenó el lanzamiento de los ocupantes del predio, dejando
constancia de las mejoras encontradas.
El 12 de agosto de 1.994, Nancy Luna Quiroz
presentó demanda de tutela en contra del Inspector Primero Civil de Policía de
San José de Cúcuta, aduciendo que éste había incurrido en una vía de hecho
durante la diligencia de lanzamiento, y solicitando protección para su
posesión.
2. PRIMERA INSTANCIA.
El Juzgado Tercero Civil del Circuito de
Cúcuta conoció del proceso, ordenó practicar las pruebas que consideró
pertinentes, se abstuvo de citar a Maritza Leonor Pérez Ramírez en calidad de
interviniente, y decidió (el 26 de agosto), denegar la protección solicitada
por la señora Luna Quiroz para su posesión, con base en la consideración
siguiente:
“Evidentemente, conforme lo planteado por
la petente para fundamentar la acción de tutela y las pruebas allegadas al
plenario, se infiere sin mayor hesitación que nos encontramos frente a un
litigio judicial donde se discute la propiedad del inmueble frente a la
posesión del mismo y en estas circunstancias la acción de tutela no es viable,
ya que no es un mecanismo que sea factible de elegir a discreción del
interesado, en éste caso propietario, para esquivar de un modo específico el procedimiento
que ha regulado la ley, que prevalece sobre aquella. En otros términos, es la
acción ordinaria la que debe ejercer la petente para hacer valer su derecho de
propiedad, ya que no hay concurrencia entre los hechos en que se fundamenta con
la viabilidad de la acción de tutela” (folio 91).
“Por tanto y conforme lo anterior es
necesario ubicar la acción de tutela dentro del contexto y alcance que le
corresponde para evitar la desviación de su naturaleza y la distorsión de sus
fines. Fué concebida como una forma eficiente de brindar protección judicial a
los derechos fundamentales frente a amenazas y violaciones concretas no
susceptibles de ser contrarrestadas mediante el uso de otro procedimiento que
se intente ante los jueces. Luego, la acción de tutela no subsume ni sustituye
el sistema jurídico ni puede hacerse uso de ella para dirimir conflictos entre
particulares, cuando existen precisamente con ese objeto, acciones y procesos
definidos por la ley” (folio 92).
3. IMPUGNACIÓN.
El apoderado de la demandante impugnó la
decisión de primera instancia, aduciendo las siguientes razones:
Ante la Alcaldía “no se surtió ningún
proceso de lanzamiento por ocupación de hecho... se trata de un procedimiento
breve y sumario en el que el supuesto ocupante no tiene otra oportunidad de ser
oído que la misma diligencia de lanzamiento, cuya decisión final no tiene
recurso alguno” (folio 98).
El amparo se solicita para la posesión y no
para la propiedad, como parece haberlo entendido el Despacho.
“...no cabe duda que obligar a mi mandante
a enfrentar un debate sobre la propiedad es obligarla a trasladarse a terrenos
muy diferentes y mucho más exigentes, en un proceso cuyo resultado puede
calificarse de aleatorio, frente a la situación privilegiada que tenía” (folio
99).
4. SEGUNDA INSTANCIA.
El Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Son José de Cúcuta, Sala Civil, conoció de la impugnación, no decretó
pruebas, y tampoco citó a Maritza Leonor Pérez Ramírez como interviniente. El
21 de octubre de 1.994 decidió revocar la Sentencia impugnada, tutelar la
posesión de Nancy Luna Quiroz, ordenarle al Inspector Primero Civil de Policía
de Cúcuta restituír a la demandante en la posesión del predio objeto de litigio
y remitir copias a la Fiscalía, a fin de que se investigara la posible comisión
de un ilícito.
Consideró la Sala Civil del Tribunal
Superior de Cúcuta:
“El procurador judicial de la peticionaria
hace hincapié en su solicitud, que la señora Maritza Leonor Pérez Ramírez ya
había vendido dichos terrenos, lo que de por sí era suficiente para fallarse en
su contra, es decir, no hacer efectiva la solicitud elevada, por carecer de
interés para obrar” (folio 124).
Pasa la Sala Civil a examinar el
certificado de la Oficina de Registro de Instrumentos Públicos, para concluír
que las señoras Nancy Luna Quiroz y Carmen Yolanda Carrillo son las
propietarias y, por eso, Maritza Leonor Pérez Ramírez no tenía la posesión del
lote.
“De bulto se observa el grosso (sic) error
en que incurrió el señor Inspector, cuando vulneró manifiestamente el debido
proceso, pues pese a haber ejercido una oposición con plenitud de las
formalidades legales, realizó un análisis sin sustento jurídico alguno que le
indujo a rechazar esa oposición”.
“Este acto violatorio de todos los
principios elementales del derecho de defensa, constituye elemental
transgresión del artículo 29 de la Constitución Nacional, atinente al debido
proceso, que implica que la actuación deba ser realizada con las formalidades
propias del juicio a que es sometido (sic) una persona”.
“Por estas simples razones, es palmar (sic)
la ruda agresión de los derechos de la opositora Nancy Luna Quiroz, quien quedó
inerme con la decisión adoptada por el señor Inspector, pues no existía otro
medio a su alcance en esa situación, para la defensa de sus derechos” (folio
127).
“Considera la Sala que esa manifiesta y
obstencible (sic) violación de sus derechos por parte del Inspector, no puede
traducirse en un castigo que deba soportar la opositora en esa diligencia, como
producto de la falta de análisis del caso sometido a estudio del Inspector que
adelantó la diligencia”.
“Por estas rezones, lo congruente y justo
es reconocer la violación de los derechos en cabeza de la peticionaria de la
tutela Nancy Luna Quiroz, cuando fue despojada de la posesión material que
tenía sobre el bien, mediante vías de hecho, produciendo claramente la
violación del debido proceso” (folio 128).
CONSIDERACIONES DE LA CORTE
1. COMPETENCIA.
El 5 de diciembre de 1.994, la Sala de
Selección de Tutelas Número Once decidió excluír de revisión el expediente No.
T-52357; sin embargo, la Sala de Selección Número Uno escogió el proceso y lo
repartió, por sorteo, a la Sala Cuarta de Revisión (folios 151 a 157).
2. IMPROCEDENCIA DE LA ACCION DE TUTELA.
En el proceso que se revisa, la acción de
tutela no procede porque: 1) la posesión no es un derecho fundamental; 2) A
juicio de la Corte, no existió vía de hecho en el trámite de la querella que
originó el presente proceso; 3) la actora contaba con otro mecanismo judicial
de defensa y no existía perjuicio irremediable; y 4) existiendo otro mecanismo
judicial de defensa, no es procedente que el juez de tutela suplante al juez
ordinario.
2.1. La posesión.
El hecho de que una persona se comporte como
señor y dueño de un bien, sea o no de su propiedad, lo reconoce la ley
colombiana como generador de consecuencias jurídicas y lo protege bajo la
denominación de posesión, en las normas del Título VII del Código Civil; pero,
no es uno de los derechos consagrados por el Constituyente de 1.991 como
fundamental, así algún sector de los doctrinantes la hayan considerado como
tal. La posesión, como la propiedad, goza de la garantía estipulada en el
artículo 58 de la Carta Política; pero ello no es suficiente para que proceda
la acción interpuesta.
Si bien es cierto que en algunos casos se
ha otorgado la tutela a quien reclama protección para su posesión (véase la
Sentencia T-174 adoptada por esta Sala de Revisión el 5 de mayo de 1.993), en
ninguno de esos casos se tuteló la posesión misma, sino el derecho al debido
proceso u otro de los fundamentales, con cuya violación indirectamente se
afectaba a aquella.
En el caso de la señora Luna Quiroz, no
existe la vía de hecho a la que alude el fallo de segunda instancia, como se
verá en el aparte siguiente, ni hay prueba o alegato sobre la vulneración de
ningún otro derecho fundamental; por tanto, la acción de tutela es
improcedente.
2.2. Inexistencia de una vía de hecho.
En el caso que se revisa, el asunto constitucional
se circunscribe a decidir si un inspector de policía, a quien se comisiona para
llevar a cabo una diligencia de lanzamiento por ocupación de hecho, incurre en
una vía de hecho si durante esa diligencia se presenta una oposición y él,
luégo de valorar las pruebas del opositor, decide no atender a su solicitud de
suspender la actuación.
A juicio de la Sala Civil del Tribunal
Superior de Cúcuta, el Inspector Primero sí incurrió en una vía de hecho al
desatender “...una oposición con plenitud de las formalidades legales”
respaldada por dos testigos.
Para la Corte, la actuación administrativa
se inició cuando el Alcalde de Cúcuta comisionó al Inspector Primero de Policía
para que diera cumplida aplicación a los artículos 15 de la Ley 57 de 1.905 y 6
a 15 del Decreto 992 de 1.930. En cumplimiento de esa misión, el Inspector fijó
en el inmueble el aviso de la diligencia (art. 6, D.992/30, folio 60), y
llegado el día de practicar ésta, le dió inicio en horas hábiles (art. 12, D.
992/30), atendió debidamente a la oposición presentada por Nancy Luna Quiroz,
reconoció personería a su representante judicial, le permitió presentar
documentos y testigos, preguntar y objetar preguntas de la contraparte, alegar
en pro de los intereses de su cliente, y le recibió un memorial que consideró
al decidir. Al continuar con la diligencia el día siguiente, expuso cuál era su
valoración de las pruebas que obran en el expediente, y cuáles los fundamentos
para concluír la diligencia ordenando el lanzamiento, haciendo entrega del
bien, tal como lo ordenó el Alcalde, y dejando a las partes en libertad de
acudir ante el juez civil para dirimir sus diferencias sobre el derecho de
propiedad. Por parte alguna aparece, pues, la vía de hecho.
No puede decirse que el Inspector Primero haya
incurrido en tal irregularidad por decidir en contra de lo solicitado en
“...una oposición con plenitud de las formalidades legales”, como lo pretende
el Tribunal de Cúcuta, porque toda oposición atendible en una diligencia como
la que realizó, ha de cumplir con la plenitud de las formas legales para ser
tenida en cuenta, y eso no significa que necesariamente hayan de acogerse las
pretensiones del opositor al decidir. Si el comisionado encuentra, como ocurrió
en este caso, que el título exhibido no justifica la permanencia del querellado
en el bien, entonces así debe decidirlo y completar el lanzamiento que le fue
encomendado.
Eso fue lo que encontró y decidió el
Inspector Primero en la diligencia objeto de la acción porque, a su juicio, el
título de Nancy Luna Quiroz no era conducente a acreditar la posesión sino el
dominio, y porque aún siendo la señora Luna Quiroz propietaria del inmueble, le
era oponible la pacífica y pública posesión del inmueble desde el 11 de abril
de 1.989, que Maritza Leonor Pérez Ramírez probó sumariamente al presentar la
querella (folios 45 a 48).
Tampoco encontró el Inspector Primero que
los testimonios aportados por la parte opositora tuvieran la virtud de
justificar la presencia de los querellados en el inmueble. La señora Nelly
Sarmiento de Aguilar, quien esperaba que una vez terminara de acondicionar el
predio se le diera en arriendo, confirmó lo manifestado al Fiscal: que se
encontraba en el bien como tenedora a nombre del señor Enrique (Henry) Pardo y
una señora de nombre Nancy, desde el veinte de marzo de 1.994; todo lo cual
concuerda con los hechos aducidos en la demanda de querella (folios 2 a 10, 40
a 42, y 49-50). El señor Belisario Barreto fué impreciso y contradictorio en su
dicho, no logrando “...demostrar feacientemente (sic) la posesión de la señora
Nancy Luna y al no determinarse claramente la tenencia de la señora Nelly
Sarmiento de Aguilar ni tampoco justificarsen las actuaciones del señor Henry
Pardo...” (folio 9)
En cambio, el Inspector sí habría incurrido
en una vía de hecho, si hubiera procedido como lo hizo la Sala Civil del
Tribunal Superior de Cúcuta, entrando a decidir cuál de las partes en conflicto
era la titular del derecho de dominio, para inferir de esa conclusión a quién
le correspondía la posesión sobre el bien. El Inspector encontró que dos
presuntos propietarios disputaban la posesión de un inmueble, que uno de ellos
probó que era poseedor hasta que el otro le perturbó su ejercicio, y ordenó que
las cosas volvieran al estado en que estaban antes de la perturbación, hasta
que el juez civil decidiera a quién correspondía el derecho. La Corte no halla
en tal actuación ninguna vía de hecho y, en consecuencia, no concederá el
amparo, por que es improcedente.
2.3. Existencia de otro mecanismo de
defensa e inexistencia de un perjuicio irreparable.
Como lo anotó el Juez Tercero Civil del
Circuito en el fallo de primera instancia, la promotora de la presente acción
de tutela contaba con el proceso ordinario reivindicatorio para atender a la defensa
del derecho que pretendió reclamar ante el Inspector de Policía.
El Tribunal Superior de Cúcuta juzgó que no
era justo obligar a la señora Luna Quiroz a acudir ante la jurisdicción
ordinaria para reclamar que se la restableciera en la posesión del inmueble.
Sin embargo, la ley civil vigente sí considera justo que aquél que se pretende
propietario de un inmueble y está privado de la posesión del mismo por otro que
reclama igual derecho, deba acudir ante el juez civil a través del proceso
reivindicatorio. Y el Decreto 992 de 1.930, en su artículo 15 prescribe que el
titular de la acción administrativa sumaria de lanzamiento, tiene derecho a la
protección policiva de su posesión, si la solicita dentro de los treinta días
siguientes al momento en que tuvo conocimiento de la perturbación.
A la luz de las razones y normas expuestas,
el Inspector Primero Civil se atuvo en su decisión al imperio de la ley (art.
230 de la Constitución), y procede revocar la decisión del Tribunal Superior de
Cúcuta, pues la tutela no procede en este caso.
2.4. Suplantación del juez del
conocimiento.
Como quedó establecido, el conflicto entre
las presuntas propietarias del inmueble sobre el cual se realizó la diligencia
de lanzamiento, debe ser dirimido por el juez civil, a través del proceso
reivindicatorio. Sin embargo, en el fallo de segunda instancia, el Tribunal
Superior de Cúcuta asumió la tarea de determinar, según las pruebas aportadas
en el trámite de la tutela, a quién correspondía el dominio, “...pasando por
alto que en nuestro derecho civil se respeta la posesión por encima de
cualquier derecho y que para perderse ésta debe ser producto de una decisión
por medio de la cual se haya debatido con las formalidades propias de todo
juicio, la situación en que se encuentra la persona con relación al bien”
(Sentencia de segunda instancia, folio127).
Actuando de esa manera, el Tribunal
Superior de Cúcuta llegó a la conclusión de que la actora, Nancy Luna Quiroz,
no sólo es la propietaria, sino que su título proviene de la querellante,
Maritza Leonor Pérez Ramírez. A tal conclusión fue posible llegar, porque la
señora Pérez Ramírez no se enteró de la acción de tutela interpuesta en contra
del Inspector, y no pudo hacer efectivo el derecho de intervenir en el proceso
de acuerdo con el artículo 13 del Decreto 2591 de 1.991.
De haber intervenido la señora Pérez
Ramírez en alguna de las instancias como lo hizo en la revisión, habría
aportado el oficio 1160 DAS. NOS.GIC. del 3 de marzo de 1.994, que contiene el
estudio grafológico de las firmas contenidas, entre otras, en las escrituras
públicas Nos. 996 de mayo 2 de 1.991 y 2713 de diciembre 20 de 1.991, que
sirven de base a las conclusiones de la Sentencia de segunda instancia, las que
“..son apócrifas y producto de imitación libre y creación libre” (folios 167 a
189).
Para evitar llegar a extremos como el
expuesto, es necesario insistir en que la acción de tutela no puede usarse por
el demandante, o por el juez que conozca de ella, para pretermitir los otros
mecanismos de defensa judicial que la ley pone a disposición del actor.
DECISION
En mérito de las consideraciones expuestas,
la Sala Cuarta de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, en nombre del
Pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
PRIMERO. Revocar en todas sus partes la Sentencia del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de San José de Cúcuta, Sala Civil, del 21 de
octubre de 1.994.
SEGUNDO. Denegar la tutela solicitada por Nancy Luna Quiroz,
por las razones expuestas en la parte motiva de esta providencia.
TERCERO. Ordenar al Inspector Primero Civil de Policía de San
José de Cúcuta que dentro de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la
notificación de la presente Sentencia, proceda a restituír a la señora Maritza
Leonor Pérez Ramírez la posesión del inmueble situado en la Diagonal Santander
No. 5E-24, Manzana “E”, de la Urbanización Rosetal.
CUARTO. Comunicar la presente providencia al Juzgado Tercero
Civil del Circuito de San José de Cúcuta para los efectos del artículo 36 del Decreto
2591 de 1.991.
Comuníquese, notifíquese, cúmplase, e
insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional.
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado Ponente
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
369 | T-173-95
Sentencia No
Sentencia No. T-173/95
DERECHO DE
ASOCIACION SINDICAL
Si bien las asociaciones sindicales
defienden los intereses de los trabajadores afiliados, su papel preponderante
en las relaciones obrero-patronales hace que su actuación afecte de manera
decisiva el goce efectivo del derecho de todos los trabajadores (afiliados y no
afiliados) a promover el mejoramiento de sus condiciones laborales. Es por esta
razón por la que el ordenamiento jurídico no puede ser indiferente frente a las
condiciones de funcionamiento de organizaciones de esa naturaleza, mucho más
cuando está fundado en valores de participación y pluralismo. En el ejercicio
de su fuero interno, un sindicato puede establecer las condiciones de
funcionamiento que estime pertinentes, siempre que ellas sean compatible con
los principios rectores de una sociedad democrática.
LIBERTAD DE
ASOCIACION SINDICAL
La libertad de asociación sindical debe ser
entendida no sólo en su sentido negativo tradicional, esto es, como el derecho
a no ser compelido a pertenecer a un sindicato, sino también en un sentido
positivo, como la posibilidad efectiva de todo trabajador de pertenecer a una
organización que defienda sus intereses profecionales, con la sola condición de
cumplir los requisitos estatutarios que no atenten contra el núcleo esencial
del derecho de asociación sindical, haciendo ilusoria esa posibilidad. En esta
segunda acepción, el derecho fundamental consagrado en el artículo 39 de la
Carta implica la prohibición para los sindicatos de impedir arbitrariamente el
ingreso de trabajadores que cumplan los requisitos establecidos en sus
estatutos, y la imposibilidad Jurídica de establecer en éstos condiciones de
afiliación que dejen al capricho de los miembros del sindicato la aprobación de
la solicitud de ingreso de nuevos afiliados. Este derecho de que gozan los trabajadores
puede ser efectivamente ejercido sólo en la medida en que los estatutos
sindicales establezcan condiciones de admisión razonables, que no dejen a la
discreción absoluta e inmotivada de los afiliados la posibilidad de acceder a
él.
LIBERTAD DE TRABAJO/LIBERTAD
DE ASOCIACION
Cláusulas de la naturaleza de la pactada
entre COMFAORIENTE y el sindicato acusado constituyen en sí mismas una
limitación indebida de la libertad de los trabajadores de afiliarse o no a la
organización sindical. Otorgar un tratamiento preferencial a los empleados
sindicalizados en un aspecto vital para todos los trabajadores, como lo es el
de la estabilidad laboral, genera sin duda una presión sobre los no afiliados
para hacer parte del sindicato, y contraría el principio de igualdad de
oportunidades consagrado en el artículo 53 de la Carta.
DERECHO DE
AFILIACION A SINDICATOS-Requisitos
El derecho de afiliación del que todo
trabajador es titular, se hace efectivo sólo si es supeditado a condiciones
cuya realización no depende de la voluntad de la organización sindical. Esto
no impide, sin embargo, que el sindicato pueda evaluar la conducta de los
trabajadores ya afiliados y decidir la expulsión de alguno de ellos, cuando
dicha medida esté fundada en motivos razonables, previstos estatutariamente y
compatibles con los principios democráticos.
REF.: Expedientes
T-55293 y T-55388.
Acción de tutela
contra el Sindicato de Trabajadores de la Caja de Compensación Familiar
del Oriente Colombiano (SINTRACOMFAORIENTE).
Tema:
-Derecho de asociación sindical
-Libertad de trabajo
Actores: Cruz Delina Guerrero Hernández y
Eduardo Ramírez Merchán.
Magistrado
Ponente: Dr. Carlos
Gaviria Díaz.
Santafé de Bogotá, D.C., abril veinticuatro
(24) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Corte Constitucional, Sala Cuarta de
Revisión de Tutelas, integrada por los Magistrados José Gregorio Hernández
Galindo, Hernando Herrera Vergara y Carlos Gaviria Díaz, este último en calidad
de ponente,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
pronuncia la siguiente Sentencia en los
procesos de tutela T-55293, promovido por la ciudadana Cruz Delina Guerrero
Hernández contra el Sindicato de Trabajadores de la Caja de Compensación
Familiar del Oriente Colombiano (SINTRACOMFAORIENTE), y T-55388, iniciado por
el ciudadano Eduardo Ramírez Merchán contra la misma organización sindical. De
acuerdo con el Auto de la Sala de Selección No.1, de enero 31 de 1995, los dos
expedientes fueron acumulados por presentar unidad de materia.
ANTECEDENTES
I. EL PROCESO T-55293
A. LA DEMANDA
CRUZ DELINA GUERRERO HERNANDEZ interpuso
acción de tutela el día 29 de septiembre de 1994 ante el Juzgado Tercero
Laboral del Circuito de Cúcuta, contra el Sindicato de Trabajadores de la Caja
de Compensación Familiar del Oriente Colombiano (SINTRACOMFAORIENTE), con el
fin de que se protegiera su derecho de asociación sindical.
De acuerdo con lo establecido en la
demanda, la peticionaria había sido vinculada mediante contrato de trabajo a
término indefinido, más de seis meses atrás, por la CaJa de Compensación
Familiar del Oriente Colombiano (COMFAORIENTE). Por este hecho, a su juicio,
cumplía con los requisitos necesarios para afiliarse al sindicato de
trabajadores de esa empresa.
En consecuencia, la señora GUERRERO
HERNANDEZ solicitó la afiliación al sindicato, recibiendo una respuesta
negativa fundada en un primer momento (mayo 19 de 1994) en el hecho de estar
pendiente la negociación del pliego de peticiones, y posteriormente (Julio 11 y
septiembre 10 de 1994) en la falta de los votos necesarios por parte de los
miembros de la Asamblea General del Sindicato para la aprobación de su ingreso
(según el artículo 6 de los estatutos del sindicato, la Junta Directiva
conceptúa sobre la nueva afiliación y somete su posición a la votación de la
Asamblea General).
La verdadera razón de la negativa del
sindicato a permitir su ingreso es, en el sentir de la petente, el deseo de los
trabajadores ya afiliados de cerrar la entrada a nuevos miembros, toda vez que
de acuerdo con los términos del artículo 21 de la convención colectiva firmada
entre SINTRACOMFAORIENTE y la empresa, cuando por razones técnicas o económicas
ésta deba licenciar algunos de sus empleados, "el licenciamiento de
personal será preferiblemente para el no sindicalizado". La renuencia del
sindicato y la existencia de esta cláusula constituyen, según la actora, una
amenaza no sólo contra su derecho de asociación sindical sino también contra
sus derechos al trabajo y a la igualdad, especialmente en momentos en los que
existen planes de fusión entre cajas de compensación de la región.
Solicita la actora, en consecuencia, que al
tutelar los derechos invocados, se ordene la aceptación de su solicitud de
afiliación al sindicato.
B- LA
SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA
El 10 de octubre de 1994 el Juzgado Tercero
Laboral del Circuito de Cúcuta profirió Sentencia tutelando el derecho de
asociación sindical de la señora Guerrero Hernández y ordenando la convocatoria
de la Asamblea de SINTRACOMFAORIENTE dentro de los 15 días siguientes para que
la solicitud de afiliación fuese aprobada.
El fallador de primera instancia sustenta
su decisión en dos argumentos centrales: el carácter esencial del derecho de
asociación sindical, y la existencia de una disposición legal expresa que
consagra el derecho de todo trabajador a afiliarse a un sindicato con la única
condición de cumplir con los estatutos de éste.
En cuanto a la primera razón, afirma el juez
de primera instancia que, como lo estableció la Corte Constitucional en la
Sentencia T-418 de Junio 19 de 1992, el derecho de asociación sindical quedó
expresamente reconocido como fundamental al ser incluído en el Titulo II,
Capitulo 1, de la Constitución Política. El carácter fundamental de este
derecho queda corroborado, para ese fallador, por indicación de la ley natural
y por los imperativos de respeto al trabajador, de necesidad de
perfeccionamiento del ser humano y de realización de otros derechos y
libertades.
En segundo lugar, invoca el artículo 2 de
la Ley 26 de 1976, aprobatoria del Convenio 087 de la OIT, que dispone que los
trabajadores tienen el derecho de afiliarse a las asociaciones sindicales con
la sola condición de observar los estatutos de éstas. Igualmente, el artículo
358 del Código Sustantivo del Trabajo establece qua los sindicatos son
asociaciones de libre ingreso y retiro de los trabajadores.
C. LA
IMPUGNACION DE SINTRACOMFAORIENTE
Dentro del término establecido por el
artículo 31 del Decreto 2591 de 1991, William Agudelo Parada, Presidente de SINTRACOMFAORIENTE,
impugnó el fallo de primera instancia, aduciendo la existencia de normas
legales expresas que otorgan a los sindicatos la facultad de
establecer su organización interna y los requisitos de admisión de
afiliados, así como el seguimiento estricto de los estatutos que se dio en el
caso de la discusión del ingreso de la actora al sindicato.
En efecto, según el impugnante, el artículo
382 del Código Sustantivo del Trabajo establece el derecho de toda asociación
sindical de redactar libremente sus estatutos, que pueden contener, entre
otros, (numeral 3) las condiciones y restricciones de admisión. El único
límite de esa facultad es el respeto a la Constitución, las leyes y las buenas
costumbres, según el artículo 46 de la Ley 50 de 1990.
Siendo esto así, la negativa de la Asamblea
de SINTRACOMFAORIENTE frente a la solicitud de afiliación de la actora, esta
ajustada a derecho. Las reuniones de la Asamblea contaron con el quórum
necesario y las votaciones se realizaron de acuerdo con lo establecido por los
estatutos. En consecuencia, solicita el impugnante que se revoque el fallo de
primera instancia.
D- EL FALLO QUE
SE REVISA
La Sala Laboral del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Cúcuta, mediante Sentencia proferida el 17 de noviembre de
1994, confirmó la Sentencia de primera instancia.
Comienza la sustentación de su fallo el
Tribunal, estableciendo una distinción entre el derecho de asociación general y
el derecho de asociación sindical o profesional: mientras que aquél es ante
todo un derecho frente al Estado, ésto lo es de una clase frente a otra.
Prosigue aludiendo a la consagración del derecho de asociación sindical en el
artículo 353 del Código Sustantivo del Trabajo, así como en el Preámbulo del
Tratado de Versalles de la OIT y en el Convenio 84 de esta organización.
Para el Tribunal, si bien es cierto que el
artículo 358 del C.S.T permite que los sindicatos establezcan en sus estatutos
condiciones de admisión, y que SINTRACOMFAORIENTE se ha ceñido a la letra de
sus estatutos, también es cierto que no existe justificación alguna para que se
le impida a la peticionaria ingresar al sindicato. La sola invocación a la
falta de la mayoría de votos necesaria, no constituye un motivo legítimo para
desconocer el derecho de la actora a pertenecer al sindicato cuestionado.
II. EL PROCESO
T-55388
A. LA DEMANDA
El 4 de noviembre de 1994, EDUARDO RAMIREZ
MERCHAN acudió ante el Juzgado Cuarto Laboral del Circuito de Cúcuta para pedir
que, por medio de Sentencia de tutela, se protegiera su derecho de asociación
sindical, vulnerado por el Sindicato de Trabajadores de la Caja de Compensación
Familiar del Oriente Colombiano (SINTRACOMFAORIENTE).
Para sustentar dicha pretensión, el actor
afirma que a pesar de haber solicitado la aprobación de su afiliación al
sindicato desde el 9 de mayo de 1994, ésta fue negada en las diversas Asambleas
Generales de la organización sindical. Sólo el día 24 de octubre recibió una
respuesta, en su sentir infundada, en la que se le niega la afiliación por no haber
cumplido los requisitos previstos en los estatutos de SINTRACOMFAORIENTE.
Tales, exigencias astatutarias
(presentación de fotocopia de la cédula de ciudadanía para acreditar la mayoría
de edad, certificación de trabajo de COMFAORIENTE, certificación médica de no
padecer enfermedades contagiosas, observancia de buena conducta en público y en
privado), son controvertidas por el peticionario, quien las considera
superfluas, toda vez que la mayoría de edad es evidente, la certificación
laboral y médica son innecesarias frente a compañeros de la misma empresa y,
sobre todo, la certificación de buena conducta por cuenta del sindicato hace
que dependa de éste el cumplimiento de un requisito necesario para la
afiliación.
Concluye el actor señalando que la actitud
hostil del sindicato obedece, en el fondo, a la intención de los trabajadores
afiliados a cerrar herméticamente el acceso a nuevos miembros, con el fin de
privar a éstos de la prerrogativa contenida en la convención colectiva
celebrada entre la empresa y el sindicato en examen, que establece en su
artículo 21 que en caso de necesidad de reestructurar la planta de personal de
COMFAORIENTE, serán licenciados preferentemente trabajadores no sindicalizados.
B. EL FALLO QUE
SE REVISA
El Juzgado Cuarto Laboral del Circuito de
Cúcuta docidió, mediante Sentencia de fecha 17 de noviembre de 1994, no tutelar
el derecho invocado por el peticionario.
En sus consideraciones, el fallador de
tutela sostiene que esta acción no procede por dos razones principales: en
primer lugar, de acuerdo con las pruebas allegadas al expediente, la respuesta
negativa del sindicato frente a la solicitud de afiliación del actor estuvo
plenamente justificada por la negligencia de éste en el cumplimiento de los mínimos
requisitos exigidos por el sindicato. En segundo lugar, los estatutos no
pueden ser modificados por la vía de la tutela, pues el objetivo de ésta es la
protección de derechos fundamentales, y no de derechos de mero rango legal,
como el del trabajador a pedir la revisión de las normas que rigen la actividad
del sindicato de la empresa donde labora.
CONSIDERACIONES
DE LA CORTE
1. Competencia de la Corte
La Corte Constitucional es competente
para revisar las Sentencias de instancia proferidas en estos procesos, de
conformidad con los artículos 86 y 241 de la Constitución Política.
Corresponde a la Sala Cuarta de Revisión de Tutelas proferir el fallo, de
acuerdo con el reglamento interno de la Corporación y los autos proferidos por
la Sala de Selección Número 1 el 24 y el 31 de enero de 1995.
2- La libertad
de asociación sindical
2.1. Consagración constitucional. Libertad de
asociación general y libertad de asociación sindical.
El artículo 39 de la Constitución Política
consagra, dentro del Capítulo 1 del Título II, el derecho fundamental de
asociación sindical en los siguientes términos:
"Los
trabajadores v empleadores tienen derecho a constituir sindicatos o
asociaciones, sin intervención del Estado. Su reconocimiento jurídico se
producirá con la simple inscripción del acta de constitución.
La estructura
interna y el funcionamiento de los sindicatos y organizaciones sociales y
gremiales se sujetarón al orden legal y a los principios democráticos.
La cancelación o
la suspensión de la personería jurídica sólo precede por vía judicial.
Se reconoce a los
representantes sindicales el fuero y las demás garantías necesarias para el
cumplimiento de su gestión.
No gozan del
derecho de asoclación slndical los miembros de la Fuerza Pública. "
Como lo ha sostenido la Corte en
jurisprudencia reiterada (cf. especialmente las Sentencias T-418 de 1992 y
T-230 de 1994), la libertad de asociación sindical posee rasgos diferenciadores
frente a la libertad genérica de asociación, consagrada en el artículo 38 de la
Carta. Mientras esta garantiza a todas las personas la posibilidad jurídica de
acordar la realización de actividades conjuntas, sin restricciones distintas a
las consagradas en la Constitución y las leyes, aquélla tiene titulares y fines
propios: son los trabajadores quienes, a través de su ejercicio, reivindican la
importancia de su papel dentro del proceso económico, y promueven la mejoría de
sus condiciones laborales. Es por esto por lo que se puede afirmar que en
tanto que la libertad de asociación es un poder Jurídico frente al Estado, la
de asociación sindical lo es, por lo menos de manera inmediata, de una clase
productiva frente a otra. Así lo muestra la génesis histórica de esas
libertades: la primera corresponde a los derechos de primera generación,
propios del liberalismo racionalista, mientras la segunda fue incorporada por
el pensamiento social de la primera mitad del presente siglo.
2.2. Los sindicatos y la libertad de
asociación sindical a la luz de los principios democráticos.
Dentro de la lógica intrínseca a la
libertad de asociación sindical, el sindicato aparece como la organización
encargada de asumir la defensa de los intereses de los trabajadores. Su razón
de ser en el seno de sociedades industrializadas, organizadas jurídicamente
bajo la forma de Estados sociales de derecho, no es otra que la necesidad de la
existencia de un intermediario entre los empleadores y los trabajadores
individualmente considerados. Y es precisamente gracias a esa tarea
primordial, que los sindicatos gozan de una especial protección por parte del
ordenamiento jurídico (v.gr. fuero sindical, artículo 39 de la Constitución
Política y 405 del Código Sustantivo del Trabajo; sanciones a quienes
obstaculicen su actividad, artículo 354 del C.S.T), y que su reconocimiento
Jurídico opera con la simple inscripción del acta de constitución.
Para el desarrollo de esa tarea, la ley
otorga a los sindicatos la posibilidad de establecer las reglas de su
organización interna y su funcionamiento. Así, el artículo 362 del C.S.T.
establece que "toda organización sindical tiene el derecho de redactar
libremente sus estatutos y reglamentos administrativos." Se entiende,
entonces, que siendo los sindicatos organizaciones entre particulares, en
principio los parámetros que los rigen -incluyendo las condiciones de ingreso,
como lo prevé el numeral 39 de la disposición mencionada-, son de libre
escogimiento por parte de quienes participen en su conformación.
No obstante, eate principio no tiene un
alcance ilimitado. Si bien las asociaciones sindicales defienden los intereses
de los trabajadores afiliados, su papel preponderante en las relaciones
obrero-patronales hace que su actuación afecte de manera decisiva el goce
efectivo del derecho de todos los trabajadores (afiliados y no afiliados) a
promover el mejoramiento de sus condiciones laborales.
Es por esta razón por la que el
ordenamiento jurídico no puede ser indiferente frente a las condiciones de
funcionamiento de organizaciones de esa naturaleza, mucho más cuando está
fundado en valores de participación y pluralismo (artículo 1 de la Carta). Así
lo quiso el constituyente de 1991 al ordenar en el segundo inciso del artículo
39, la sujeción de los sindicatos "al orden legal y a los principios
domocráticos" (subrayado de la Sala). En el ejercicio de su
fuero interno, un sindicato puede establecer las condiciones de funcionamiento
que estime pertinentes, siempre que ellas sean compatible con los principios
rectores de una sociedad democrática.
2.3. Libertades
de asociación sindical positiva y negativa.
No corresponde a la Sala establecer de
manera exhaustiva los principios democráticos a los cuales debe sujetarse todo
sindicato. Teniendo en cuenta los casos sub-examine, dos rasgos
fundamentales de la sociedad democrática delineada en la Constitución de 1991
deben ser resaltados: su carácter participativo y su vocación igualitaria.
Ambos aparecen incluídos en el Preámbulo mismo de la Carta, y su espíritu
permea todo su texto (v.gr. artículos 1, 2, 13, 103 y Bs.).
En el seno de una democracia participativa,
el papel decisorio de los individuos es ejercido no sólo en los espacios
políticos tradicionales (v.gr. elecciones parlamentarias o presidenciales),
sino también en contextos más reducidos y más cercanos a las actividades
diarias de las personas (empresas, sindicatos, universidades, etc). Esta
tendencia -denominada por la teoría política "uso extensivo de la
democracia"1 , presente en mandatos constitucionales
como los de los artículos 45 y 68, que buscan asegurar la participación de los
jóvenes y la comunidad educativa en las decisiones que les incumben,
respectivamente, unida al uso intensive de mecanismos políticos tradicionales
(of. Capítulo 1 del Titulo IV de la C.P.), constituye el núcleo de la
filosofía participativa de nuestro Estatuto Superior.
La participación de todas las personas
interesadas en el resultado de un proceso de toma de decisiones, es tal vez el
más importante de los "principios democráticos" a que se refiere el
artículo 39 de nuestra Constitución. Siendo el sindicato el foro de discusión
y decisión por excelencia de asuntos determinantes para el desarrollo de las
relaciones entre empleador y empleados, forzoso es concluir que el respeto a la
posibilidad de participar en él es un límite del fuero interno otorgado por el
ordenamiento Jurídico a los sindicatos.
En consecuencia, la libertad de asociación
sindical debe ser entendida no sólo en su sentido negativo tradicional, esto
es, como el derecho a no ser compelido a pertenecer a un sindicato, sino
también en un sentido positivo, como la posibilidad efectiva de todo trabajador
de pertenecer a una organización que defienda sus intereses profecionales, con
la sola condición de cumplir los requisitos estatutarios que no atenten contra
el núcleo esencial del derecho de asociación sindical, haciendo ilusoria esa
posibilidad. En esta segunda acepción, el derecho fundamental consagrado en el
artículo 39 de la Carta implica la prohibición para los sindicatos de impedir
arbitrariamente el ingreso de trabajadores que cumplan los requisitos
establecidos en sus estatutos, y la imposibilidad Jurídica de establecer en
éstos condiciones de afiliación que dejen al capricho de los miembros del
sindicato la aprobación de la solicitud de ingreso de nuevos afiliados.
Idéntica conclusión se desprende del texto
del artículo 2 del Convenio No. 87 de la O.I.T (Ley 26 de 1976), que establece
lo siguiente:
Los trabajadores
y los empleadores, sin ninguna distinción y .sin autorización previa, tienen el
derecho de constituir las organizaciones que estimen conveniente Así como el de afiliarce a estas organizaciones, con la sola
condición de observar los estatutos de las mismas.
Este derecho de que gozan los trabajadores
puede ser efectivamente ejercido sólo en la medida en que los estatutos
sindicales establezcan condiciones de admisión razonables, que no dejen a la
discreción absoluta e inmotivada de los afiliados la posibilidad de acceder a
él.
Así lo exige además la segunda
característica de la democracia delineada en la Constitución de 1991, que la
Sala considera importante resaltar: la igualdad entre todas las personas
(artículo 13 de la C.P.), que es recogida, para el caso particular de los
trabajadores, como uno de los principios rectores del estatuto del trabajo en
el artículo 53 de -la Carta. En efecto, como lo ha establecido la Corte en
Jurisprudencia reiterada, para que una diferencia de trato sea compatible con
la garantía general de igualdad entre los individuos, ella debe tener una
Justificación objetiva y razonable (Sentencia T-238 de 1993; Sentencia T-250 de
1993, entre otras). La decisión de un sindicato de aceptar el ingreso de unos
trabajadores y de negar la entrada a otros sin motivación alguna, no cumple a
las claras esta condición, pues se caracteriza precisamente por la ausencia de
justificación.
3- La libertad
de trabajo
La existencia, en el caso sub-examine, de
una convención colectiva pactada entre el sindicato y la empresa, en virtud de
la cual en caso de necesidad técnica o económica "el licenciamiento de
personal será preferiblemente para el no sindicalizado", merece un
analisis adicional a la luz del derecho fundamental a la libertad de trabajo,
consagrado en el artículo 25 de la Constitución en los siguientes términos:
El trabajo es un
derecho y una obligación social y goza, en todas sus modalidades, de la
especial protección del Estado. Toda persona tiene derecho a un trabajo en condiciones
dignas y justas.
En efecto, cláusulas de la naturaleza de la
pactada entre COMFAORIENTE y el sindicato acusado constituyen en sí mismas una
limitación indebida de la libertad de los trabajadores de afiliarse o no a la
organización sindical. Otorgar un tratamiento preferencial a los empleados
sindicalizados en un aspecto vital para todos los trabajadores, como lo es el
de la estabilidad laboral, genera sin duda una presión sobre los no afiliados
para hacer parte del sindicato, y contraría el principio de igualdad de
oportunidades consagrado en el artículo 53 de la Carta.
Ahora bien:
aunada a la disposición estatutaria que prevé la aprobación de la afiliación
por votación mayoritaria no motivada, dicha prerrogativa otorga a los miembros
del sindicato un verdadero instrumento de injerencia sobre la estabilidad
laboral de los empleados no afiliados y, por lo tanto, sobre su derecho al
trabajo. Este tipo de pacto sigue la lógica de las llamadas "cláusulas de
exclusión" del derecho laboral inglés2 , que establecen como
condición de permanencia en la empresa la pertenencia a la organización
sindical, sistema que fue condenado por la Corte Europea de Derechos Humanos en
el caso "Young, James y Webster vs. Reino Unido". En esa ocasión, la
Corte de Estrasburgo afirmó que "una amenaza de despido que implica la
pérdida de los medios de existencia constituye una forma muy grave de constricción...
que toca la sustancia misma de la libertad de asociación3 ."
En consecuencia, amén de atentar contra el
derecho del trabajador a afiliarse a un sindicato o a abstenerse de hacerlo, la
combinación de las cláusulas aludidas constituye una vulneración del derecho al
trabajo consagrado en el artículo 25 de nuestra Carta, al colocarlo en una
situación injustificada de inestabilidad laboral.
4- Los casos en
cuestión
Hechas las anteriores consideraciones
generales, válidas para los dos supuestos fácticos objeto de análisis en
esta decisión, procede la Sala a examinar cada uno de estos casos en
particular.
De acuerdo con los hechos quo dieron base a
la tutela impetrada por la señora Cruz Delina Guerrero Hernández, el rechazo de
la solicitud de afiliación presentada por ésta a SINTRACOMFAORIENTE se debió a
la simple falta de los votos favorables de la mayoría de los miembros del
sindicato, motivo que, como quedó establecido anteriormente, vulnera
arbitrariamente el derecho de asociación sindical de la actora, al igual que su
libertad de trabajo. En estas condiciones, el fallo de la Sala Laboral del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cúcuta, que tuteló los derechos de
la accionante en el caso en examen, debe ser confirmada.
En relación con el proceso de tutela
iniciado por el señor Eduardo Ramírez Merchán, es necesario destacar que la
razón de la respuesta negativa del sindicato acusado, a su solicitud de
ingreso, no fue la falta de la votación requerida estatutariamente (y no podía
serlo, porque al momento de darse la respuesta ya había sido proferido el fallo
de primera instancia en el caso de la señora Guerrero Hernández, que advertía
al sindicato la vulneración del derecho de asociación sindical), sino la
renuencia del actor a cumpllr con los minimos requisitos exigidos por el
sindicato. Las exigencias de una fotocopia de la cédula de ciudadanía y de
certificaciones médicas y laborales son -en el criterio de esta Sala-
requisitos comunes y razonables, que no vulneran en forma alguna el derecho
constitucional del trabajador a afiliarse al sindicato, y que pueden ser
establecidas por éste en el ejercicio de las facultades que le otorga el
ordenamiento legal (artículo 362, numeral 3 del C.S.T.).
No sucede lo mismo con el requisito
consistente en la certificación de buena conducta emanado del sindicato. En
este punto asiste la razón al peticionario cuando afirma que el sindicato no
puede convertirse en juez y parte en el ingreso de un nuevo afiliado. La
conclusión contraria tendría por efecto otorgar al sindicato por otra vía -la
de la certificación de buena conducta- un poder discrecional incompatible con
los principios democráticos, que la Sala ha censurado en la parte general de la
presente providencia. El derecho de afiliación del que todo trabajador es
titular, se hace efectivo sólo si es supeditado a condiciones cuya realización
no depende de la voluntad de la organización sindical. Esto no impide, sin
embargo, que el sindicato pueda evaluar la conducta de los trabajadores ya
afiliados y decidir la expulaión de alguno de ellos, cuando dicha medida esté
fundada en motivos razonables, previstos estatutariamente y compatibles con los
principios democráticos (artículo 39 C.P.).
Teniendo en cuenta esta precisión, la
Sentencia del Juzgado Cuarto Laboral del Circuito de Cúcuta, que no concedió la
tutela al actor, debe ser confirmada, en tanto esté fundada an la negativa de
éste a cumplir los requisitos de presentación de la cédula de ciudadania y de
los certificados laboral y médico.
DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Cuarta de
Revisión de la Corte Constitucional de la República de Colombia,
RESUELVE
PRIMERO: Confirmar el fallo proferido por la Sala
Laboral del Tribunal del Distrito Judicial de Cúcuta en el proceso de tutela
adelantado por Cruz Delina Guerrero Hernández contra el Sindicato de
Trabajadores de la Caja de Compensación del Oriente Colombiano
(SINTRACOMFAORIENTE).
SEGUNDO: Confirmar el fallo proferido por el Juzgado
Cuarto Laboral del Circuito de Cúcuta dentro del proceso de tutela iniciado por
Eduardo Ramirez Merchan contra SINTRACOMFAORIENTE.
Comuníquese, notifíquese, cmplase e
ins6rtese en la Gaceta de la Corte Constitucional.
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Ponente
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
1
Helmut Dübiel. ¿Qué es el neoconservadurismo?. Ed. Anthropos. Barcelona. 1993.
p. 48.
2 Guillermo
González Charry. Derecho Colectivo del Trabajo. Tomo I. Ed. Diké. Bogotá. 1990.
p. 91 y ss.
3
Sentencia de 13 de agosto de 1981. Citado en: Vincent Berger. Jurisprudence de
la Cour Européenne des Droits de l´Homme. Ed. Sirey. Paris. 1994. p. 397. |
370 | T-174-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-174/95
PERJUICIO-Improcedencia de su pago
La Corte
encuentra acertada la decisión del juzgador de instancia de abstenerse de
condenar al pago de perjuicios a los demandados mediante el proceso de tutela,
ya que ésta no es la vía procesal dispuesta por la ley para determinar la
responsabilidad que corresponde a las personas a cuyo cargo están los dementes,
sino el proceso civil ordinario. La Sentencia resarcitoria, cabe reiterarlo en
esta oportunidad, es eminentemente excepcional en materia del proceso de
tutela, y su reconocimiento está sujeto a que el afectado no disponga de otro
medio judicial, y la violación del derecho sea manifiesta y consecuencia de una
acción clara e indiscutiblemente arbitraria.
ACCION DE TUTELA
CONTRA PARTICULARES POR OMISION
Si las omisiones
de los particulares, en general, pueden vulnerar o amenazar los derechos
fundamentales de las personas, y justifican la interposición de la acción de
tutela, a fortiori, este mecanismo de defensa judicial es procedente cuando la
omisión implica el incumplimiento de un deber impuesto por ley. En ambos
eventos, no obstante, el afectado debe encontrarse en situación de
subordinación o indefensión respecto del particular contra el cual se interpuso
la acción, salvo que se trate de los casos contemplados en los numerales 1 a 8
del artículo 42 del Decreto 2591 de 1991.
ACCION DE TUTELA
CONTRA PADRES DE FAMILIA POR CUIDADO DE HIJO DEMENTE
La solicitud de tutela, consistente en la
entrega del presunto demente a su familia para que proceda a su reclusión en un
centro especializado, desestima que el ordenamiento legal ha previsto medidas
específicas para afrontar las aludidas situaciones límite, de forma que sólo la
conducta del individuo que atenta o pone en peligro bienes jurídicos tutelados,
y no exclusivamente su condición mental, sea el factor desencadenante de la
restricción de sus derechos fundamentales.
LOCURA-Tratamiento/PRINCIPIO DE DIGNIDAD
HUMANA DEL DEMENTE/PRINCIPIO DE SOLIDARIDAD CON ENFERMO MENTAL
Quien ha perdido la razón, no pierde con
ello su condición, su dignidad humana ni sus atributos como titular de derechos
fundamentales. La solidaridad social exige tolerancia y aceptación de la
persona enajenada o separada del sentido común de la población, sin que ello
signifique el deber de soportar la afectación de derechos o valores de igual o
superior jerarquía. El respeto de la diferencia, así ésta repugne a lo
convencional, es un principio dimanante de la Constitución Política que guía la
interpretación y la aplicación de los mecanismos legales de defensa de los
derechos y exigibilidad de los deberes, tanto de las personas normales como de
las "anormales". Por otra parte, son los disminuidos físicos y
mentales, y no las personas afectadas por su presencia, los llamados a recibir
la protección especial del Estado, dadas las circunstancias de debilidad manifiesta
en que se encuentran (CP arts. 13 y 47).
REPRESENTACION DE
MENOR EN TUTELA
El principio de
prevalencia de los derechos prevalentes del niño no es razón suficiente para
que terceras personas, que no ostentan la calidad de representantes legales,
actúen en nombre de los menores, basados en la mera invocación de la obligación
social de prestarles asistencia y protección.
ABRIL 24 DE 1995
Ref: Expediente
T-54737
Actores: JOSE
PAULINO FUENTES RINCON Y MARIA LUCRECIA MUÑOZ
Magistrado
Ponente:
EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
Temas:
- Acción de
tutela contra particulares
- Obligaciones
familiares respecto del demente
- Tratamiento
de la locura y principios de dignidad humana y solidaridad social
-
Improcedencia de la acción de tutela
La Sala Tercera de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Eduardo
Cifuentes Muñoz, Carlos Gaviria Díaz y José Gregorio Hernández Galindo, ha
pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
S E N T E N C I A
En el proceso de
tutela T-54737 promovido por los señores JOSE PAULINO FUENTES RINCON y MARIA
LUCRECIA MUÑOZ DE FUENTES, contra la familia CHAPARRO
CANTOR.
ANTECEDENTES
1. José Paulino
Fuentes Rincón y María Lucrecia Muñoz De Fuentes, interponen acción de tutela contra
la familia Chaparro Cantor, por considerar vulnerados sus derechos
fundamentales a la intimidad, a la paz y al trabajo.
Los actores,
residentes en la vereda de Orgóniga, Municipio de Panqueba, Departamento de
Boyacá, manifiestan que en el sector habita José Saturio Chaparro Cantor, quien
desde hace varios años presenta un estado de demencia intermitente.
Dicen ser víctimas
de las constantes agresiones del señor Chaparro Cantor, quien, en sus períodos
de enajenación mental, profiere toda clase de insultos y arroja piedras al
tejado de su vivienda. Esta situación, sostienen, los mantiene en continuo
estado de zozobra y al borde de una "crisis psicológica".
Los demandantes
añaden que las actuaciones del señor Chaparro Cantor afectan directamente a los
alumnos de la Escuela Urbana Mixta, toda vez que éste "los agrede física y
psicológicamente, desnudándose en su presencia...". Tal actitud, afirman,
vulnera los derechos de los niños.
Pretenden que se
obligue a la familia Chaparro Cantor a responsabilizarse del enfermo, mediante
su reclusión en un centro especializado. Solicitan, además, que se condene a la
familia Chaparro Cantor al pago de los daños físicos y morales.
2. El Juez Promiscuo
Civil Municipal de Panqueba observa que es de público conocimiento que el señor
José Saturio Chaparro Cantor padece trastornos mentales temporales desde hace
más de doce años. De las consecuencias de esta situación dan testimonio María
Luzmila Martínez de Puentes y María Ramos Muñoz de Guerrero, declarantes en el
proceso de tutela:
"Hace como
unos catorce o quince años que viene padeciendo ataques de demencia. Es por épocas,
y lo han llevado varias veces a Tunja, al Hospital Siquíatrico de Tunja, de
donde vuelve después recuperado. ... Llega como si estuviera normal y saluda,
conoce la gente, charla formal, trabaja..., eso es por unos dos meses y vuelve
a tornarse otra vez agresivo, grita cosas sin sentido, se disfraza, causa
pánico en los niños de la concentración ya que su casa queda en frente. En una
ocasión, amenazó con pegarles a los niños... Le da por comer los alimentos
crudos".
"...tiene
sus ratos de estar bien no es ofensivo, pero cuando le dan esas maluqueras
queda sin sentido y grita lo que se le viene a la mente.... Es por temporadas
que se pone mal, se amarra cosas en la cara, y tarros en los pies ....".
El juez encuentra
fundados los reclamos de los peticionarios, toda vez que el señor Chaparro
quebranta la paz de su hogar y afecta a la niñez panquebana, ya que su conducta
produce en los menores un temor síquico que puede, en un momento dado,
repercutir en su formación.
El Juzgado Promiscuo
Civil Municipal de Panqueba, mediante providencia del 25 de octubre de 1994,
concede la tutela. Ordena al Personero Municipal, en su condición de
representante de la comunidad, que, en el término de 48 horas, tome las medidas
pertinentes para el traslado y entrega de José Saturio Chaparro Cantor a su
padre y hermanos que residen en Santa Fe de Bogotá. Ordena, igualmente, oficiar
a los hermanos del señor Chaparro Cantor para que se hagan cargo de él y le
proporcionen el tratamiento médico adecuado para su enfermedad.
3. El magistrado
ponente, mediante auto del nueve (9) de marzo de 1995, ofició al director del
Hospital Siquíatrico de Boyacá a fin de que informara sobre el historial
clínico de José Saturio Chaparro Cantor, el diagnóstico de su enfermedad y el
tratamiento a seguir. No obstante, mediante oficio 0043 del 22 de marzo de
1995, el mencionado funcionario informa que revisado el archivo de historias
clínicas de la institución, no aparece historia clínica del señor José Saturio
Chaparro Cantor.
FUNDAMENTOS JURIDICOS
Pretensiones de
los demandantes y Sentencia objeto de revisión
1. Los
peticionarios, afectados por las actuaciones de quien afirman sufre de un
estado de demencia intermitente, interponen la acción de tutela contra la
familia CHAPARRO CANTOR, con el objeto de que sus miembros sean obligados
judicialmente a responsabilizarse del demente agresor y a indemnizar los daños
causados.
2. Aun cuando el
juez de tutela no condena al pago de los perjuicios presuntamente sufridos por
los actores, sí concede la tutela solicitada, y ordena al Personero Municipal,
en su calidad de representante de la comunidad, adoptar las medidas necesarias
para el traslado y entrega del enfermo síquico a sus familiares residentes en
Santa Fe de Bogotá, dado que la conducta de JOSE SATURIO CHAPARRO CANTOR
quebranta la paz del hogar de los petentes y afecta a la niñez de la localidad.
Improcedencia de
la acción de tutela en materia indemnizatoria
3. La Corte
encuentra acertada la decisión del juzgador de instancia de abstenerse de
condenar al pago de perjuicios a los demandados mediante el proceso de tutela,
ya que ésta no es la vía procesal dispuesta por la ley para determinar la
responsabilidad que corresponde a las personas a cuyo cargo están los dementes
(Código Civil, art. 2346 y ss), sino el proceso civil ordinario.
La Sentencia
resarcitoria, cabe reiterarlo en esta oportunidad, es eminentemente excepcional
en materia del proceso de tutela, y su reconocimiento está sujeto a que el
afectado no disponga de otro medio judicial, y la violación del derecho sea
manifiesta y consecuencia de una acción clara e indiscutiblemente arbitraria
(D.2591 de 1991, art. 25). La doctrina constitucional de la Corporación ha
sostenido sobre las condiciones para decretar condenas indemnizatorias en
procesos de tutela, lo siguiente:
"La
indemnización sólo es posible decretarla si se concede la tutela, razón por la
cual la prosperidad de la acción en esta materia - que, por ende, resulta ser
accesoria - únicamente puede darse si prospera la pretensión principal, es
decir, si el juez ha encontrado aquélla procedente y, además, ha concluido que
las razones de hecho y de derecho por él evaluadas dan lugar a impartir una
orden de inmediato cumplimiento en cuya virtud se realicen, en el caso
específico, los postulados constitucionales. Pero, fuera de eso, se requiere
que la indemnización sea necesaria para asegurar el goce efectivo del derecho;
que el afectado no disponga de otro medio judicial para obtener el
resarcimiento del perjuicio; que la violación sea manifiesta y provenga de una
acción clara e indiscutiblemente arbitraria"1 .
Exigibilidad de
los deberes legales de los particulares a través de la acción de tutela
4. El aspecto
jurídico de mayor relevancia en el presente proceso se relaciona con la
pregunta de sí la acción de tutela es el mecanismo judicial idóneo para exigir
los deberes legales de ciertas personas, cuando su incumplimiento vulnera o
amenaza los derechos fundamentales de terceros.
La ley coloca en cabeza de los parientes
del adulto incapaz por demencia, plena o temporal, el deber de su protección y
cuidado. Las instituciones de la tutela y de la curaduría, denominadas
genéricamente guardas, son cargos impuestos a favor de aquellos que no pueden
dirigirse a sí mismos, o administrar competentemente los negocios (CC arts.
428). La tutela se ejerce respecto de los impúberes (CC art. 431). A la
curaduría están sujetos los que "por prodigalidad o demencia han sido
puestos en entredicho de administrar sus bienes y los sordomudos que no pueden
darse a entender por escrito" (CC art. 432).
El artículo 550 del Código Civil establece
un orden de prelación entre las personas legalmente llamadas a ejercer el cargo
de curador del demente (curatela legítima). La guarda corresponde al cónyuge
(i); a los descendientes (ii); a los ascendientes (iii); a sus padres
naturales no casados o a sus hijos naturales (iv); y, a los colaterales (v). En
el presente caso, de presentar el señor CHAPARRO CANTOR efectivamente un estado
de demencia, serían su padre o madre y sus hermanos los llamados por ley a
hacerse cargo de su cuidado y protección.
5. Los peticionarios
pretenden se ordene a la familia del presunto demente, que se responsabilice de
él, debido a que sus acciones afectan la intimidad y la paz del hogar y los
derechos fundamentales de los niños de la comunidad. Se trata de una acción de
tutela dirigida no contra la persona que vulnera o amenaza los derechos
fundamentales o contra las autoridades policivas que omiten el deber de
mantener la paz y la tranquilidad públicas ante los brotes de locura de un
incapaz, sino contra los legalmente obligados a cuidarlo y protegerlo.
Si las omisiones de
los particulares, en general, pueden vulnerar o amenazar los derechos
fundamentales de las personas, y justifican la interposición de la acción de
tutela, a fortiori, este mecanismo de defensa judicial es procedente
cuando la omisión implica el incumplimiento de un deber impuesto por ley. En
ambos eventos, no obstante, el afectado debe encontrarse en situación de
subordinación o indefensión respecto del particular contra el cual se interpuso
la acción, salvo que se trate de los casos contemplados en los numerales 1 a 8
del artículo 42 del Decreto 2591 de 1991.
Indefensión
frente a las omisiones de los particulares y situaciones límite en materia de
enajenación mental
6. La afectación de
los derechos fundamentales no proviene tanto de las acciones de la persona
presuntamente incapaz de comprender su licitud o ilicitud, sino de la omisión
de los obligados por ley a suministrarle cuidado, protección y vigilancia. La
indefensión de los solicitantes de tutela respecto de los particulares que
omiten el cumplimiento de sus deberes, sólo se configuraría si el interesado no
tuviera a su disposición medios legales de defensa para evitar la violación de
sus derechos fundamentales, o si, pese a la utilización de dichos mecanismos,
la demora o inacción de las autoridades públicas los coloca en una situación de
desventaja manifiesta frente al infractor2 .
La ley autoriza, "si la locura fuere furiosa,
o si el loco causare notable incomodidad a los habitantes", que cualquiera
del pueblo provoque su interdicción (CC art. 548). Por otra parte, la misma ley
permite la retención momentánea del demente en los casos en que sea de temer
que "se dañe a sí mismo o cause peligro o notable incomodidad a
otros" (CC art. 554), así como la privación de su libertad, mediante la
reclusión en un casa de "locos", en virtud de autorización judicial
(ibid).
La legislación ha previsto soluciones
razonables a las situaciones límite creadas por personas con desequilibrios
mentales temporales. Sólo la locura furiosa o la notable incomodidad,
justifican la limitación temporal de la libertad personal de quien traspasa el
umbral de la "normalidad".
La solicitud de tutela, consistente en la
entrega del presunto demente a su familia para que proceda a su reclusión en un
centro especializado, desestima que el ordenamiento legal ha previsto medidas
específicas para afrontar las aludidas situaciones límite, de forma que sólo la
conducta del individuo que atenta o pone en peligro bienes jurídicos tutelados,
y no exclusivamente su condición mental, sea el factor desencadenante de la
restricción de sus derechos fundamentales.
Tratamiento de la locura, solidaridad
social y dignidad humana
7. La historia de la humanidad ofrece
numerosos ejemplos de los intentos de eliminar, expulsar u ocultar la locura
mediante la aniquilación, la expatriación o la reclusión de los locos. La
política de exterminio de los limitados físicos o mentales promovida por los
nazis, las naves de los locos en las que eran transportados, rumbo al exilio
los enfermos mentales y los heterodoxos en la edad media, y el establecimiento
de los manicomios en la modernidad, son sólo algunos ejemplos de los mecanismos
ideados por el hombre para separar a las personas tenidas por anormales de la
sociedad y negar una realidad que muestra al ser humano en su dimensión más
cruda: el ser "sin razón", reducido a la "animalidad".
No obstante, la Constitución Política de
1991 no ignora la situación de desventaja en que se encuentran los disminuidos
físicos o mentales (CP arts. 13 y 47).
Los principios de dignidad humana y de
solidaridad social sobre los que se erige el Estado Social de derecho en
Colombia refuerzan la tolerancia frente al demente, inspiradora de las
disposiciones civiles que autorizan la restricción de sus derechos sólo en
casos de violencia o perturbación de la tranquilidad pública, y establecen
procedimientos judiciales y policivos para el control de tales situaciones
extremas.
Quien ha perdido la razón, no pierde con
ello su condición, su dignidad humana ni sus atributos como titular de derechos
fundamentales. La solidaridad social exige tolerancia y aceptación de la
persona enajenada o separada del sentido común de la población, sin que ello
signifique el deber de soportar la afectación de derechos o valores de igual o
superior jerarquía. El respeto de la diferencia, así ésta repugne a lo
convencional, es un principio dimanante de la Constitución Política que guía la
interpretación y la aplicación de los mecanismos legales de defensa de los
derechos y exigibilidad de los deberes, tanto de las personas normales como de
las "anormales". Por otra parte, son los disminuidos físicos y mentales,
y no las personas afectadas por su presencia, los llamados a recibir la
protección especial del Estado, dadas las circunstancias de debilidad
manifiesta en que se encuentran (CP arts. 13 y 47).
Improcedencia de
la acción de tutela en el caso concreto
8. En el presente
caso, los peticionarios interpusieron la acción de tutela sin antes haber
intentado utilizar las medidas legales para el control de los brotes de
violencia que últimamente dicen aquejar al señor CHAPARRO CANTOR. No se
encontraban, por lo tanto, en una situación de indefensión respecto de la
familia que, según su versión, omite sus deberes de cuidado y protección del
incapaz, cuando nada les impedía solicitar la intervención judicial o policial
para retener permanente y temporalmente al demente agresor.
Adicionalmente, la
Sala observa que, pese a los esfuerzos del juez por notificar a la parte
demandada, esta comunicación no fue posible debido al desconocimiento de su
residencia en Santa Fe de Bogotá, ciudad a la cual posiblemente se trasladó la familia
Chaparro Cantor. Una irregularidad adicional en el trámite y resolución de la
acción de tutela consistió en vincular a una autoridad pública que no fue
demandada, mediante la Sentencia que concedió la tutela y que ordenó al
Personero Municipal de Panqueba hacerse cargo del traslado y entrega del
demente a su familia. Finalmente, los peticionarios tampoco se encontraban
legitimados para interponer la acción de tutela a nombre de la niñez de la zona
afectada por los actos impúdicos del demente, siendo otros los medios legales a
su disposición para la protección del los menores. Esta Corte ha sostenido en
otras oportunidades que el principio de prevalencia de los derechos prevalentes
del niño no es razón suficiente para que terceras personas, que no ostentan la
calidad de representantes legales, actúen en nombre de los menores, basados en
la mera invocación de la obligación social de prestarles asistencia y
protección.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Tercera de Revisión,
RESUELVE:
PRIMERO.- REVOCAR
la Sentencia del 25 de
octubre de 1994, proferida por el Juzgado Promiscuo Civil Municipal de
Panqueba.
SEGUNDO.- DENEGAR
la tutela impetrada por
los peticionarios.
TERCERO.- LIBRESE comunicación al mencionado Juzgado, con
miras a que se surta la notificación de esta providencia, según lo establecido
en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte
Constitucional.
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado Ponente
(Continúan
firmas. Expediente T-54737)
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
(Sentencia aprobada
por la Sala Tercera de Revisión, en la ciudad de Santa Fe de Bogotá, D.C., a
los veinticuatro (24) días del mes de abril de mil novecientos noventa y cinco
(1995) ).
1
Corte Constitucional. Sentencia T-095 de 1994. M.P. Dr. JOSE GREGORIO HERNANDEZ
GALINDO
2
Cfr. Corte Constitucional. Sentencias T-251 de 1993 y T-219 de 1994 |
371 | T-175-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-175/95
ACCION DE TUTELA-Falta de pruebas/DERECHO A LA SALUD-No
se demostró violación
No puede un juez
conceder una tutela si en el respectivo proceso no aparece probada la violación
concreta a un derecho fundamental. Los hechos acreditados en el expediente
simplemente aluden a un fenómeno de estancamiento temporal de aguas producido
en una vía pública por no haberse, en su oportunidad, esparcido el balastro que
se había dejado allí por el contratista de una obra de pavimentación, a la
postre concluida. La prueba practicada estableció la inexistencia de focos
infecciosos y la probabilidad de que en el futuro pudieran formarse si el
material depositado dejaba de removerse. De otra parte, no obra prueba alguna
sobre la ocurrencia de enfermedades o epidemias que tuvieran como causa el
hecho descrito.
OBRA PUBLICA-Puede causar violación de derechos
La realización de
obras públicas, puede generar múltiples inconvenientes a los habitantes y
vecinos, máxime si se presentan demoras o se incurre en negligencia por parte
de los contratistas. No puede, por lo tanto, descartarse que en su desarrollo,
por acción u omisión, puedan violarse derechos fundamentales de las personas.
Sin embargo, para que la acción de tutela sea procedente, es indispensable que
la violación recaiga sobre un derecho fundamental y que el quebranto o amenaza
se prueben.
ABRIL 24 DE 1995
Ref: Expediente
T-55675
Actor: ADOLFO
APONZA GONZALEZ
Magistrado
Ponente:
Dr. EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
Tema:
Derecho a la salud
La Sala Tercera de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Eduardo
Cifuentes Muñoz, Carlos Gaviria Díaz y José Gregorio Hernández Galindo, ha
pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
S E N T E N C I
A
En el proceso de
tutela T-55675 adelantado por Adolfo Aponza González contra el Alcalde
Municipal de Jamundí, Valle, y el señor Antonio Hair Mosquera.
ANTECEDENTES
1. El señor Adolfo
Aponza González, vecino del Municipio de Jamundí, Valle, interpuso acción de
tutela contra el Alcalde de dicho municipio, Jorge Eliécer Aragón Mafia, y el
señor Antonio Hair Mosquera, en su calidad de contratista responsable por los
trabajos de pavimentación en la zona donde habita el actor. El demandante
considera vulnerado y amenazado el derecho a la salud de los niños y demás
miembros de la comunidad que residen en la carrera 12, entre calles 15 y 17 del
barrio La Esperanza, de Jamundí. Señala en la acción que "a raíz de estar
la vía taponada se han creado problemas de estancamiento de las aguas cada
invierno creando consigo la aparición de zancudos".
2. Manifiesta el
peticionario que en varias ocasiones personas de la comunidad se han dirigido
al Alcalde y al contratista sin obtener resultado alguno, pues "uno nos
manda para donde el otro y viceversa". Dice que la gente del barrio es
testigo de las reclamaciones hechas ante los individuos demandados. Agrega que
siempre que cae un aguacero la vía se inunda completamente, lo cual obliga a
los afectados a tapar los huecos con balastro.
3. Adjunta a la
acción de tutela, en el folio 2 del expediente, aparece una listado de 57
firmas de adultos y menores, dentro de las cuales se encuentran las de las
personas que en otras piezas del expediente se identifican como vecinos del
lugar.
4. El Juez 2° Penal
Municipal de Jamundí, a quien correspondió el estudio de la acción, realizó una
inspección judicial en la que se observó que las vías se encontraban destapadas
y que grandes montones de tierra y piedras causaban la desnivelación de la
calle, y a pesar de que el lugar estaba húmedo, se constató que al llover las
barreras de balastro impedían que las aguas corrieran libremente.
5. Pablo Antonio
Triana, residente del sector declaró que la vecindad está perjudicada y, en
especial, su casa, por estar ubicada en el nivel más bajo, ya que cuando llueve
las barreras de balastro hacen que el agua entre y forme charcos. Explicó que a
pesar de que la vía ha estado siempre destapada, la razón por la cual hasta
ahora se instauró la acción, se debe a que el balastro obstaculizó el paso del
agua. Dijo desconocer si las enfermedades que sufren los niños se originan en
los hechos denunciados, pero reiteró que al llover se empoza el agua, se
multiplican los zancudos y aumentan las emanaciones de malos olores. Solicitó
al final de su declaración "que nos riegue ese balastro porque cuando
llueve no corre el agua en toda la cuadra".
6. En igual sentido
declaró la señora Rocío Hurtado de Fernández. Afirmó que el balastro fue
depositado en las calles del vecindario ocho días antes de las elecciones.
7. Jorge Eliécer
Aragón Mafla, Alcalde Municipal de Jamundí, en su declaración ante el juez de
tutela explicó que el contrato de la obra de pavimentación del sector se
efectuó después de las elecciones para evitar que ésta se utilizara como
"bandera política abusando así de la necesidad de la comunidad". Con
respecto a las preocupaciones de los habitantes del sector en relación con la
pavimentación de la calle, aseguró el Alcalde, que desde el 4 de noviembre de
1994, está pactado el compromiso de pavimentación con el contratista Antonio
Hair Mosquera, contrato que ineludiblemente se debe cumplir. En cuanto al
balastro o piedras regadas en el sector ocho días antes de las elecciones,
señaló que "si ha sido el contratista tratando de adelantar algo de su
obra ha sido bajo su cuenta y riesgo pues la única seguridad que el puede
contar para sus inversiones es con el contrato que apenas se firmó el 4 de
noviembre del presente año (1994), después de las elecciones". Manifestó
no conocer casos de epidemias o infecciones en el municipio y señaló que a
pesar de que habita en una zona totalmente pavimentada, en su residencia es
igualmente acosado por los zancudos.
8. El señor Antonio
Hair Mosquera, contratista de la obra de pavimentación de la carrera 12, entre
calles 15 y 17, del barrio La Esperanza, declaró que se encontraba
desarrollando dicha obra. Informó al juzgado que antes de la firma del
contrato, y por su cuenta y riesgo, empezó a poner el balastro para la sub-base
de la obra. Explicó que el balastro se deja en montones en distintos lugares
hasta completar la cantidad requerida para la obra y que, al momento de la
declaración, faltaba depositar quince “viajes”. Manifestó que nunca le fue
notificado que se formaban focos de infección que atentaran contra la salud de
los residentes de la zona por el hecho de no esparcir el balastro.
9. El Juzgado 2°
Penal Municipal efectuó una ampliación de la diligencia de inspección judicial,
atendida, además, por el Promotor y el Auxiliar de Saneamiento del Hospital
Piloto de Jamundí. En ella se observó que existían dos pozos ocasionados por
dos arrumes de balastro. La nivelación hecha para la pavimentación había
averiado un alcantarillado domestico. En el momento de la inspección no se
observó presencia de larvas de mosquitos o zancudos en los estancamientos. Se
señaló, sin embargo, que de permanecer el balastro sin esparcir, la acumulación
de aguas lluvias podría generar focos de infección. Consideraron los
representantes de saneamiento del Hospital Piloto que si el balastro se riega,
"lógicamente" los estancamientos de agua desaparecen. Por último
recomiendan al juez que ordene la construcción de una canaleta en la parte
baja para que las aguas lluvias sigan su curso hasta la quebrada y disponga el
arreglo de la alcantarilla, destapada por las obras de pavimentación,
adicionándole un tubo para evitar los malos olores.
10. El Juez Segundo
Penal Municipal de Jamundí, mediante Sentencia de noviembre 23 de 1994,
concedió la tutela en contra del señor Antonio Hair Mosquera por considerar que
éste al anticipar la obra de pavimentación sin tener asegurado el contrato ni
haber recibido los desembolsos correspondientes, perjudicó al actor y a la
comunidad que reside en la carrera 12 entre las calles 15 y 17 del barrio La
Esperanza, amenazando el derecho fundamental a la salud.
10.1 El juez no
concedió la acción en contra del Alcalde Jorge Eliécer Aragón Mafla, por
considerar que su conducta no había afectado ni amenazado ningún derecho
fundamental.
10.2 El juez ordenó
al señor Antonio Hair Mosquera dar cumplimiento, en el término de 48 horas, a
las recomendaciones hechas por los encargados de la Oficina de Saneamiento del
Hospital Piloto.
11. La Corte,
mediante auto del 13 de marzo de 1995, ordenó oficiar al Personero Municipal de
Jamundí para que informara acerca del estado del sector comprendido en la
carrera 12 entre calles 15 y 17 del barrio La Esperanza. La Personera señaló en
su respuesta que la vía se encuentra completamente pavimentada.
FUNDAMENTOS JURÍDICOS
El derecho
fundamental vulnerado según la Sentencia que se estudia
1. En la acción de
tutela que se revisa el actor demanda la protección del derecho fundamental a
la salud de los niños y, en general, de toda la comunidad que habita en la
carrera 12 entre calles 15 y 17 del municipio de Jamundí, en el departamento
del Valle.
Según la Sentencia
de instancia, los trabajos de pavimentación de las calles mencionadas han
generado acumulación de balastro formando barreras que impiden el libre
discurrir de las aguas lluvias. Señala el juez que, a la luz del dictamen
realizado en el curso del proceso, el estacionamiento de aguas puede dar lugar
a focos infecciosos. Así mismo el juez observa que en el desarrollo de la obra
de pavimentación se destapó un alcantarillado domiciliario, lo que ha
ocasionado malos olores. Todo lo anterior lleva al fallador a conceder la
acción de tutela para proteger el derecho a la salud. En consecuencia, ordena
al constructor esparcir el balastro por él acumulado, realizar una canaleta
para liberar los pozos y arreglar la alcantarilla doméstica averiada a raíz de
los trabajos de pavimentación.
La prueba de la
violación
No puede un juez
conceder una tutela si en el respectivo proceso no aparece probada la violación
concreta a un derecho fundamental. Los hechos acreditados en el expediente
simplemente aluden a un fenómeno de estancamiento temporal de aguas producido
en una vía pública por no haberse, en su oportunidad, esparcido el balastro que
se había dejado allí por el contratista de una obra de pavimentación, a la
postre concluida. La prueba practicada estableció la inexistencia de focos
infecciosos y la probabilidad de que en el futuro pudieran formarse si el material
depositado dejaba de removerse. De otra parte, no obra prueba alguna sobre la
ocurrencia de enfermedades o epidemias que tuvieran como causa el hecho
descrito. En estas condiciones, la amenaza al derecho a la salud era meramente
conjetural y reducida, si se tiene presente que la ubicación del balastro era
provisional y su destino final - como en efecto ocurrió - era la de servir para
la pavimentación de la vía. La vulneración al derecho a la salud si se vincula
de manera directa e íntima con la pérdida o amenaza a la vida, puede dar lugar
a la protección judicial propia de la acción de tutela, pero deberá probarse y
si se trata de una amenaza ésta ha de ser real y grave, lo que justamente se
echa de menos en este caso.
La realización de
obras públicas, puede generar múltiples inconvenientes a los habitantes y
vecinos, máxime si se presentan demoras o se incurre en negligencia por parte
de los contratistas. No puede, por lo tanto, descartarse que en su desarrollo,
por acción u omisión, puedan violarse derechos fundamentales de las personas.
Sin embargo, para que la acción de tutela sea procedente, es indispensable que
la violación recaiga sobre un derecho fundamental y que el quebranto o amenaza
se prueben.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Tercera de Revisión de la Corte Constitucional,
RESUELVE
PRIMERO.- Revocar la Sentencia del 23 de noviembre
de 1994 proferida por el Juzgado Segundo Penal Municipal de Jamundí y, en
consecuencia, denegar la tutela solicitada por Adolfo Aponza González.
SEGUNDO.- Líbrese comunicación al mencionado
juzgado, con miras a que se surta la notificación de esta providencia, según lo
establecido en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, notifíquese, comuníquese, cúmplase e
insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional.
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado Ponente
(Continúan Firmas
Expediente T-55675)
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
(Sentencia aprobada
por la Sala Tercera de Revisión, en la ciudad de Santa Fe de Bogotá, D.C., a
los veinticuatro (24) días del mes de abril de mil novecientos noventa y cinco
(1995) ). |
372 | T-176-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-176/95
HABEAS DATA-Vulneración
Para que exista
una vulneración del derecho al habeas data, la información contenida en el
archivo debe haber sido recogida de manera ilegal, sin el consentimiento del
titular del dato (i), ser errónea (ii) o recaer sobre aspectos íntimos de la
vida de su titular no susceptibles de ser conocidos públicamente (iii).
CADUCIDAD DEL
DATO-Límite temporal
Se han
establecido, de manera provisional, unos límites a la permanencia del dato en
los archivos, en el entendido de que la reglamentación del habeas data es
facultad del legislador. A juicio de esta Corporación, la mala conducta
comercial pasada no debe ser mantenida en el archivo a perpetuidad. Sin
embargo, un límite de los datos en el tiempo debe armonizarse con la necesidad
de información sobre el comportamiento comercial que permita a las
instituciones financieras calcular sus riesgos.
ABRIL 24 DE 1995
Ref.: Expediente T-58238
Actor: Nelson
Mauricio Echavarría.
Magistrado
Ponente:
Dr. EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
Temas:
- Acción de
tutela contra particulares.
- Derecho al
habeas data y caducidad del dato financiero.
La Sala Tercera de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Eduardo
Cifuentes Muñoz, Carlos Gaviria Díaz y José Gregorio Hernández Galindo, ha
pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
S E N T E N C I A
En el proceso de
tutela número T-58238 promovido por el señor NELSON MAURICIO ECHAVARRIA contra
la firma DATACREDITO
ANTECEDENTES
1. Nelson Mauricio
Echavarría Sánchez interpuso acción de tutela contra Datacrédito por considerar
que la entidad vulneró sus derechos fundamentales a la intimidad (CP art. 15),
al buen nombre (CP art. 22) y al habeas data (CP art. 15).
2. Los hechos que
motivaron la interposición de la acción de tutela son los siguientes:
2.1 El 28 de
septiembre de 1992, el actor obtuvo un préstamo de la sociedad Invercrédito. La
cancelación de la deuda debería efectuarse en 36 cuotas mensuales, pagaderas a
partir del 28 de octubre de 1992. Debido a problemas de índole económica no le
fue posible cancelar la acreencia, por lo que fue reportado como deudor moroso
a la central de datos de Datacrédito.
2.2 En julio 1 de
1994, el actor llegó a un acuerdo con Invercrédito y canceló la totalidad de la
deuda. Invercrédito, le expidió un paz y salvo y reportó el pago a Datacrédito.
Esta última entidad procedió a actualizar la información, cambiando el dato de
"reincidencia en mora de 120 días" por el de "cartera
recuperada". Según el demandante, esta última expresión “sigue implicando
una mora en el crédito", lo cual vulnera su buen nombre e intimidad.
2.3 Datacrédito se
ha negado a eliminar su nombre del registro histórico, pese a las reiteradas
peticiones en tal sentido.
2.4 Los bancos
Angloamericano, Caldas y Citibank, según el actor, le han negado solicitudes de
crédito, debido a que aparece registrado en Datacrédito.
3. El peticionario
estima que una vez cancelada la obligación, haya o no existido mora, la entidad
debe suprimir el dato: "... si un exconvicto tiene derecho a ser bajado de
una pantalla del Das o en la Sijin, después de haber pagado la condena, porque
una persona de bien no tiene derecho a ser bajado, cómo en este caso, de la
pantalla, habiendo pagado una deuda?". Considera que la negativa de
Datacrédito viola sus derechos a la intimidad, al buen nombre y al habeas data.
4. El Juzgado
Cincuenta y siete Penal Municipal de Santa Fe de Bogotá, mediante providencia
del día 28 de noviembre de 1994, denegó la tutela solicitada.
4.1 El fallador de
instancia señala que el actor autorizó a la firma Invercrédito para incluir sus
datos en el archivo de Datacrédito. De las pruebas - anota -, se desprende que
el señor Echevarría incurrió en mora. A su juicio, el manejo del crédito por
parte del demandante fue "pésimo", tal y como se desprende del reporte
verídico de la entidad demandada.
4.2 No puede
perderse de vista que los bancos de datos prestan un servicio, que permite a
sus clientes evaluar los riesgos de sus actividades comerciales.
En opinión del
fallador de instancia, "lo que constituye un atentado contra la intimidad
de las personas no es el informe veraz en el proceder en el ejercicio del
comercio o el manejo del crédito, sino el empleo abusivo de la informática en
el acopio de datos...". En el presente caso, sostiene, no es posible afirmar
que "se haya siquiera intentado vulnerar un derecho que se encuentra
incólume, toda vez que el señor Echavarría Sánchez autorizó ampliamente a la
firma Invercrédito.... para suministrar información de la forma corriente o
deficiente en que utilizara el crédito..."
El juez de tutela
agrega que el actor carece de elementos probatorios suficientes para afirmar
que la negativa dada por parte de otros establecimientos bancarios a su
solicitud de crédito, se debe a la existencia del registro en Datacrédito.
4.3 Estima que
"nadie puede beneficiarse de sus propias falencias" y que
"resultaría injusto equiparar en el banco de datos el comportamiento de un
individuo que cumple cabalmente sus obligaciones con el del actor, quien
incumplió".
4.4 Por último,
considera que la veracidad de la información no se afecta por la existencia de
datos históricos.
FUNDAMENTOS
Las tesis
enfrentadas versan sobre la extensión del ámbito de protección del habeas data.
1. El actor
considera que una vez cancelada una obligación, la firma encargada del manejo
de la información debe proceder de inmediato a cancelar todo dato referente al
manejo del crédito. De lo contrario, estima el demandante, se vulnera el
derecho a la intimidad, al buen nombre y al habeas data, ya que el dato no
puede convertirse en una condena permanente.
El juez de tutela
sostiene que la existencia de archivos históricos, siempre y cuando los datos
sean veraces y se encuentren actualizados, en nada viola el derecho al habeas data,
ni otros derechos fundamentales del actor. La posibilidad de poseer y
transmitir información sobre el manejo dado al crédito por los usuarios del
sistema económico, salvaguarda los intereses de las entidades financieras y de
la sociedad en general, además de ajustarse a la ley.
Núcleo esencial
del derecho al habeas data
2. La Corte
Constitucional ha señalado que el derecho al habeas data, consagrado en el
artículo 15 de la C P, constituye un derecho fundamental claramente
diferenciado del derecho a la intimidad y el buen nombre.
La jurisprudencia
constitucional ha delimitado el alcance del derecho al habeas data:
"Cuál es el
núcleo esencial del habeas data?. A juicio de la Corte, está integrado por el
derecho a la autodeterminación informática y por la libertad, en general, y en
especial económica.
"La
autodeterminación informática es la facultad de la persona a la cual se
refieren los datos, para autorizar su uso y circulación, de conformidad con las
regulaciones legales.
"Y se habla
de libertad económica, en especial, porque ésta podría ser vulnerada al
restringirse indebidamente en virtud de la circulación de datos que no sean
veraces, o que no hayan sido autorizados por la persona concernida o por la
ley".
...
"El
contenido del habeas data se manifiesta por tres facultades concretas que el
citado artículo 15 reconoce a la persona a la cual se refieren los datos
recogidos o almacenados.
a) El derecho a conocer las informaciones que a ella se refieren;
b) El derecho a actualizar tales informaciones, es decir, a ponerlas al
día, agregándoles los hechos nuevos;
c) El derecho a rectificar las informaciones que no correspondan a la
verdad.
"Existe,
además, el derecho a la caducidad del dato negativo, no consagrado expresamente
en el artículo 15 de la Constitución, pero que se deduce de la misma
autodeterminación informática, y también de la libertad. ...
"Hay que
aclarar que la actualización, y la rectificación de los datos contrarios a la
verdad, son, en principio, obligaciones de quien maneja el banco de datos; y
que si él no las cumple, la persona concernida puede exigir su
cumplimiento"1 .
De lo anterior se
desprende que para que exista una vulneración del derecho al habeas data, debe
desconocerse alguno de los tres aspectos enunciados. Es decir, la información
contenida en el archivo debe haber sido recogida de manera ilegal, sin el
consentimiento del titular del dato (i), ser errónea (ii) o recaer sobre
aspectos íntimos de la vida de su titular no susceptibles de ser conocidos
públicamente (iii). Por el contrario, el suministro de datos veraces, cuya
circulación haya sido previamente autorizada por su titular, no resulta, en
principio, lesiva de un derecho fundamental.
Caducidad del
dato negativo
3. A juicio de la
Corte, "el deudor tiene derecho a que la información se actualice, a que
ella contenga los hechos nuevos que le beneficien. Y, por lo mismo, también
hacia el pasado debe fijarse un límite razonable, pues no sería lógico ni justo
que el buen comportamiento de los últimos años no borrara, por así decirlo, la
mala conducta pasada"2
La Corte ha
establecido, de manera provisional, unos límites a la permanencia del dato en
los archivos, en el entendido de que la reglamentación del habeas data es
facultad del legislador. A juicio de esta Corporación, la mala conducta
comercial pasada no debe ser mantenida en el archivo a perpetuidad. Sin embargo,
un límite de los datos en el tiempo debe armonizarse con la necesidad de
información sobre el comportamiento comercial que permita a las instituciones
financieras calcular sus riesgos. Por lo tanto, esta Corporación ha fijado como
parámetros de razonabilidad para la permanencia de los datos en los archivos
históricos de las entidades que recogen información en los bancos de datos, los
siguientes:
a) En el evento de
un pago voluntario, sin que se haya presentado nuevo incumplimiento, el
transcurso es de dos años.
b) En el evento de
que el tiempo de mora sea inferior a un año y concurriendo las dos primeras
circunstancias del numeral anterior, el término de caducidad es igual al doble
del de la mora.
c) De producirse, el
pago dentro de un proceso ejecutivo la caducidad es de cinco años.
d) Por último, en el
evento de darse el pago tras la notificación del mandamiento de pago, el
término de caducidad del dato negativo es de dos años.
4. En el caso
concreto, el actor incurrió en una mora de seis meses y el pago se produjo el
10 de julio de 1994. Por lo tanto, para la fecha de la interposición de acción
de tutela - 25 de octubre de 1994 -, no se había cumplido el término de
caducidad del dato, razón por la cual no puede afirmarse la existencia de un uso
abusivo del poder informativo.
Toda vez que la
empresa Datacrédito actualizó la información recogida en sus registros, y que
no había transcurrido el término de vigencia del dato que se estima razonable,
la Corte no encuentra configurada la violación de un derecho fundamental. En el
caso en examen, la información se recaudó con el consentimiento de su titular,
es completa y veraz y, hasta el momento de la interposición de la presente
acción, el dato histórico no había caducado, por lo que no había lugar a
conceder la tutela solicitada .
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Tercera de Revisión de la Corte Constitucional,
RESUELVE
PRIMERO. -
CONFIRMAR la Sentencia del
28 de noviembre de 1994, proferida por el Juez Cincuenta y Siete Penal
Municipal de Santa Fe de Bogotá
SEGUNDO.- LIBRESE comunicación al mencionado Juzgado, con
miras a que se surta la notificación de esta providencia, según lo establecido
en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
(Firmas
Expediente T-58238)
Notifíquese,
cópiese, publíquese, insértese en la Gaceta de La Corte Constitucional y
cúmplase.
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General.
(Sentencia aprobada
por la Sala Tercera de Revisión, en la ciudad de Santa Fe de Bogotá, D.C., a
los veinticuatro (24) días del mes de abril de mil novecientos noventa y cinco
(1995) ).
1 Corte Constitucional, Sentencia U-082 de 1995. M.P. Dr. Jorge
Arango Mejía
2 Ibid. |
373 | T-177-95
Sentencia No
Sentencia No. T-177/95
INMUEBLES-Oposición a la entrega/MEDIO DE DEFENSA
JUDICIAL
Nuestras normas
procesales sí prevén la manera de resolver oposiciones a la entrega de bienes
cuando éstas, como en el caso que nos ocupa, han sido en principio aceptadas
por la autoridad comisionada. En consecuencia, existiendo otro medio de defensa
judicial para insistir en la entrega del inmueble, la acción de tutela
propuesta por peticionario, con arreglo al principio de subsidiariedad
consagrado en el inciso 3o. del artículo 86 de la Constitución, y tal cual lo
determinó la Sentencia que se revisa, no está llamada a prosperar.
AUTO ILEGAL-Improcedencia de su revocatoria
Es bien sabido
que en aras de la seguridad procesal, la ley, en principio, no permite que los
autos puedan modificarse de oficio. Lo máximo que el funcionario puede hacer,
es proceder a su reforma siempre y cuando haya mediado recurso de reposición o
solicitud de aclaración. Del inciso segundo del artículo 309 del Código de
Procedimiento Civil, modificado por el artículo 1o., numeral 139, del decreto
2282 de 1989, que sólo autoriza para aclarar de oficio autos dentro del término
de su ejecutoria, no puede deducirse una facultad amplia para la reforma
oficiosa de tales providencias. Esto, se repite, en principio, pues, como lo ha
sostenido la jurisprudencia, los autos manifiestamente ilegales no se
ejecutorían realmente, porque se rompe la unidad del proceso. Teniendo en
cuenta que la acción de tutela no es un medio para subsanar errores u omisiones
de los litigantes, la Sala, por este aspecto, tampoco habrá de conceder el
amparo impetrado.
Referencia : proceso
T-55083
Actor : Jairo
Valencia Uribe
Procedencia : TRIBUNAL
SUPERIOR DEL DISTRITO
JUDICIAL DE CA- LI, SALA DE DECISIÓN CIVIL
Ponente : doctor
JORGE ARANGO M.
Sentencia aprobada
en sesión del veinticinco (25) de abril de mil novecientos noventa y cinco
(1995).
La SALA PRIMERA
(1a.) DE REVISIÓN DE LA CORTE CONSTITUCIONAL, integrada por los magistrados
JORGE ARANGO MEJÍA, ANTONIO BARRERA CARBONELL y EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ, decide
sobre la Sentencia del TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE CALI, SALA DE
DECISIÓN CIVIL, de fecha cuatro (4) de noviembre de mil novecientos noventa y
cuatro (1994).
I. ANTECEDENTES
A. Hechos
El actor, el cinco
(5) de octubre del año pasado, presentó, ante el JUZGADO TERCERO (3o.) CIVIL
DEL CIRCUITO DE CALI, una demanda de tutela contra la INSPECCIÓN CATORCE (14)
DE COMISIONES CIVILES de esa ciudad, la cual fue repartida al JUZGADO PRIMERO
(1o.) CIVIL del mismo Circuito (radicación: folio 410, partida 12152, 5 de
octubre de 1994).
La reclamación
estuvo enderezada a la protección del derecho fundamental al debido proceso (artículo
29 de la Constitución).
Pues bien, en el
presente caso ocurrió que el JUZGADO CUARTO (4o.) CIVIL MUNICIPAL DE CALI,
dentro del proceso de entrega del tradente al adquirente propuesto por JAIRO
VALENCIA URIBE contra MARÍA GENOVEVA URIBE DE VALENCIA, el día dieciocho (18)
de mayo de mil novecientos noventa y tres (1993), dictó una Sentencia ordenando
a la demandada entregar a su contraparte el lote de terreno ubicado en la
carrera 3B número 70-87 del Barrio Buenos Aires de Cali, junto con la mejora en
él construída.
Para el
cumplimiento del fallo, el Juzgado, el primero (1o.) de junio del mismo año,
con destino a la SECRETARÍA DE GOBIERNO MUNICIPAL DE SANTIAGO DE CALI, libró el
despacho comisorio número 179. El adelantamiento de la comisión, finalmente,
correspondió a la INSPECCIÓN CATORCE (14) DE COMISIONES CIVILES de dicha
ciudad.
El tres (3) de
diciembre de mil novecientos noventa y tres (1993), la Inspección procedió al
desarrollo de la diligencia de entrega, encontrando oposición por parte de la
señora AYDÉE ZAPATA TORO, quien alegó ser poseedora del inmueble por más de
treinta (30) años. No obstante, el Inspector, en decisión no recurrida, rechazó
de plano tal oposición; suspendió la diligencia y señaló, para la verificación
de la entrega, la fecha del siguiente seis (6) de diciembre.
Reiniciada
oportunamente la diligencia, y por solicitud de un delegado de la Personería
Municipal para quien la opositora sí demostró sumariamente su calidad de
poseedora, el comisionado, en providencia que tampoco fue recurrida, aceptó la
oposición y dispuso la devolución de la actuación a la autoridad comitente.
Esta última, por
auto del ocho (8) de febrero de mil novecientos noventa y cuatro (1994),
devolvió el despacho a la Inspección considerando que no había sido cumplido
por el comisionado.
En desarrollo de
esta nueva orden y habida cuenta de la insistencia del interesado en la
entrega, la Inspección comisionada, el veintinueve (29) de marzo de mil
novecientos noventa y cuatro (1994), dejó a la opositora en calidad de
secuestre y, con arreglo al parágrafo 3o., numeral 1o., del artículo 338 del
Código de Procedimiento Civil, devolvió el despacho al juez del conocimiento
para la práctica de las pruebas relacionadas con la oposición.
Por lo anterior,
el actor solicitó “ordenar a la Inspección Catorce de Comisiones Civiles
realizar la entrega ordenada mediante Sentencia del Juzgado Cuarto Civil
Municipal de Cali” y “una vez efectuada ésta, ordenar el archivo del
expediente”.
B. Los fallos de instancia
a. La Sentencia del a quo
El JUZGADO PRIMERO
(1o.) CIVIL DEL CIRCUITO DE CALI, el trece (13) de octubre de mil novecientos
noventa y cuatro (1994), negó, por improcedente, “la acción de tutela
instaurada por el señor JAIRO VALENCIA URIBE por medio de apoderado judicial
contra la INSPECCIÓN 14 DE COMISIONES CIVILES DE ESTA CIUDAD”.
Para el juzgador
hubo violaciones del debido proceso, como consecuencia del quebrantamiento del
artículo 338 del Código de Procedimiento Civil y la vulneración del principio
de la imposibilidad judicial de la revocación oficiosa.
En este sentido,
dijo que “no podía el comisionado revocar la providencia inicialmente
proferida y que quedara en firme porque no se interpusieron recursos contra
élla”, agregando que “tampoco estaba permitido devolver el despacho al
comisionado para continuar con la diligencia de entrega, cuando admitida la
oposición el demandante no interpuso recurso contra tal providencia o insistió
expresamente en la entrega”.
Sin embargo, no
encontró procedente la tutela por la existencia de otro medio idóneo de defensa
judicial. Al respecto manifestó:
“El trámite
establecido en el art. 338, parágrafo 3o., del C. de P. Civil, que actualmente
adelanta el Juzgado 4o. Civil Municipal en el proceso a que hemos hecho
referencia, permite decidir fundadamente sobre la oposición a la diligencia de
entrega, mediante providencia susceptible de recurso de apelación.
“Puede entonces
el demandante demostrar la improcedencia de la oposición formulada por la señora
AYDÉE ZAPATA TORO, y lograr así la entrega del inmueble que es lo que pretende
por medio de esta acción de tutela.
“El procedimiento
señalado constituye por tanto un medio tan eficaz como la tutela para la
defensa del derecho al debido proceso que ha sido vulnerado en este caso, y por
consiguiente existiendo aquél no es procedente esta acción de tutela, más aún
si no se utilizó como mecanismo transitorio ni se estableció la existencia de
un perjuicio irremediable.”
b. La Sentencia
del ad quem
El
TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE CALI, SALA DE DECISIÓN CIVIL, el día
cuatro (4) de noviembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), confirmó el
fallo impugnado. En lo pertinente dijo:
“En el sub-lite,
frente a las manifiestas irregularidades -bien descritas por la juez de
instancia- que han acaecido en el desarrollo de la diligencia de entrega del
inmueble, ordenada en la Sentencia que culminó el proceso abreviado de entrega
del tradente al adquirente, y que han originado un singular batiburrillo
procesal que, desde luego, ha vulnerado el derecho fundamental al debido
proceso, observa la Sala que surtiéndose en la actualidad ante el comitente
-según se desprende de la copia de la actuación allegada a los autos- el
trámite establecido en el parágrafo 3o. del art. 338 del C. de P. Civil, en el
cual se decidirá a fondo sobre la oposición a la diligencia de entrega mediante
providencia susceptible de alzada, y dentro del cual puede el tutelante
esgrimir los argumentos necesarios tendientes a anonadar la oposición formulada
y obtener así la entrega del inmueble, no procede la tutela aquí deprecada -en
virtud del principio de subsidiariedad ya comentado- que persigue idéntico fin.”
II.
CONSIDERACIONES
A. Competencia
La
Sala es competente para decidir sobre la Sentencia que se revisa, por lo
dispuesto en los artículos 86 y 241, numeral 9o., de la Constitución, y 33 y 34
del decreto 2591 de 1991.
B. ¿Contaba el
actor con otro medio de defensa judicial para exigir la entrega del inmueble
reclamado?
La
respuesta a este interrogante es de importancia para la correcta resolución del
presente caso, porque el inciso 3o. del artículo 86 de la Carta dice que la
acción de tutela “sólo procederá cuando el afectado no disponga de otro
medio de defensa judicial, salvo que aquélla se utilice como mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable”.
El
artículo 338 del Código de Procedimiento Civil, modificado por el artículo 1o.,
numeral 160, del decreto 2282 de 1989, regula el camino que deben seguir las
autoridades judiciales y administrativas cuando se vean en la necesidad de
decidir sobre eventuales oposiciones a la entrega de bienes. Allí, en el inciso
primero del parágrafo 2o. y en el numeral 1o. del parágrafo 3o., se establece,
por una parte, que cuando se admite la oposición y al demandante no le propera
el recurso de reposición o insiste en la entrega, “el bien se dejará al
opositor en calidad de secuestre”, y por otra parte, que “si la
diligencia se practicó por comisionado y la oposición se refiere a todos los
bienes objeto de la diligencia, se remitirá inmediatamente el despacho al
comitente, quien dentro de los tres días siguientes procederá como se indica en
el inciso anterior”, significando con ello que el juez de conocimiento,
dentro del término anotado, está obligado a proferir “auto que otorgue el
término de tres días a partir de su notificación, para que el opositor y quien
solicitó la entrega pidan pruebas que se relacionen con la oposición”.
Complementariamente, el numeral 2o. del parágrafo 3o., ordena que una vez
practicadas las pruebas o precluída la oportunidad para ello, “se resolverá
la oposición con base en dichas pruebas y en las practicadas durante la
diligencia”.
En
otras palabras, resulta claro que nuestras normas procesales sí prevén la
manera de resolver oposiciones a la entrega de bienes cuando éstas, como en el
caso que nos ocupa, han sido en principio aceptadas por la autoridad
comisionada. En consecuencia, existiendo otro medio de defensa judicial para
insistir en la entrega del inmueble, la acción de tutela propuesta por el señor
JAIRO VALENCIA URIBE, con arreglo al principio de subsidiariedad consagrado en
el inciso 3o. del artículo 86 de la Constitución, y tal cual lo determinó la
Sentencia que se revisa, no está llamada a prosperar.
Adicionalmente,
como bien lo observó el juzgador de primera instancia, tampoco es procedente la
tutela en la modalidad de mecanismo transitorio, pues el interesado jamás probó
la presencia de un perjuicio irremediable por precaver.
C. ¿Qué hacer en
relación con la desacertada intervención del ministerio público y la ilegal
revocación del auto que denegó la oposición?
Como
se recuerda, la INSPECCIÓN CATORCE (14) DE COMISIONES CIVILES DE CALI, el seis
(6) de diciembre de mil novecientos noventa y tres (1993), oficiosamente revocó
el auto que había rechazado la oposición presentada por la señora AYDÉE ZAPATA
TORO.
Con
tal conducta, el funcionario de policía incurrió en error procedimental, pues,
pese a la notoria improcedencia de la solicitud del agente del ministerio
público -derivada del hecho de que el numeral 4o. del parágrafo 1o. del
artículo 338 del Código de Procedimiento Civil claramente dice que “cuando
la diligencia se efectúe en varios días, sólo se atenderán las oposiciones que
se formulen en día en que el juez identifique el sector del inmueble o los
bienes muebles a que se refieran las oposiciones”-, no la rechazó como era
su deber.
Además,
es bien sabido que en aras de la seguridad procesal, la ley, en principio, no
permite que los autos puedan modificarse de oficio. Lo máximo que el
funcionario puede hacer, es proceder a su reforma siempre y cuando haya mediado
recurso de reposición o solicitud de aclaración. Del inciso segundo del
artículo 309 del Código de Procedimiento Civil, modificado por el artículo 1o.,
numeral 139, del decreto 2282 de 1989, que sólo autoriza para aclarar de oficio
autos dentro del término de su ejecutoria, no puede deducirse una facultad
amplia para la reforma oficiosa de tales providencias. Esto, se repite, en
principio, pues, como lo ha sostenido la jurisprudencia, los autos
manifiestamente ilegales no se ejecutorían realmente, porque se rompe la unidad
del proceso.
No
obstante lo insólito de la petición del agente del ministerio público y el
equivocado proceder de la Inspección de Policía, lo cierto es que el apoderado
del señor JAIRO VALENCIA URIBE no interpuso ningún recurso contra la revocación
del auto que había denegado la oposición de la señora AYDÉE ZAPATA TORO. En
estas condiciones, teniendo en cuenta que la acción de tutela no es un medio
para subsanar errores u omisiones de los litigantes, la Sala, por este aspecto,
tampoco habrá de conceder el amparo impetrado.
III. DECISIÓN
En
mérito de lo expuesto, la Corte Constitucional, administrando justicia en
nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE
PRIMERO.
CONFIRMAR el fallo
proferido por el TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE CALI, SALA DE
DECISIÓN CIVIL, el día cuatro (4) de noviembre de mil novecientos noventa y
cuatro (1994), que, a su vez, confirmó la decisión del JUZGADO PRIMERO (1o.)
CIVIL DEL CIRCUITO DE CALI, dictada el trece (13) de octubre de mil novecientos
noventa y cuatro (1994), la cual negó, por improcedente, “la acción de
tutela instaurada por el señor JAIRO VALENCIA URIBE por medio de apoderado
judicial contra la INSPECCIÓN 14 DE COMISIONES CIVILES DE ESTA CIUDAD”.
SEGUNDO.
COMUNICAR este fallo al
JUZGADO PRIMERO (1o.) CIVIL DEL CIRCUITO DE CALI, para los efectos previstos en
el artículo 36 del decreto 2591 de 1991.
Notifíquese,
cópiese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte.
JORGE ARANGO MEJÍA
Magistrado ponente
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
MARTHA SÁCHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
374 | T-181-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-181/95
MALTRATO
CONYUGAL/MALTRATO A MENOR/PRESUNCION DE INDEFENSION/DERECHO A LA VIDA/DERECHO A
LA INTEGRIDAD PERSONAL
La demandante y
sus hijas menores se encuentran en estado de indefensión respecto a su
compañero permanente y padre. Para las hijas la indefensión se presume y para
la compañera se deduce de la relación de concubinos en un ambiente propenso a
las actitudes violentas del hombre y a la dependencia económica. Se puede
deducir que las amenazas en el caso concreto si han existido, son amenazas
graves porque atentan contra la vida y la integridad personal. La tutela debe
de concederse de manera definitiva porque esta acción es el instrumento
adecuado para prevenir, en lo posible, la amenaza de violencia que se cierne
contra la peticionaria y sus menores hijas.
REF: EXPEDIENTE T-56099
Peticionaria: Cruz María Sotelo
Procedencia: Juzgado Quince Penal del
Circuito de Santafé de Bogotá.
Magistrado
Ponente:
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
Santa Fe de Bogotá
D.C., (25) de abril de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Séptima de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Alejandro Martínez
Caballero, Fabio Morón Díaz y Vladimiro Naranjo Mesa,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
Ha pronunciado la
siguiente
SENTENCIA
En el proceso de
tutela identificado con el número de radicación T-56099.
I. ANTECEDENTES
Con base en los
artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto No. 2591 de 1991, la
Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para
efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia.
Por reparto le
correspondió el presente negocio a esta Sala, procediéndose a dictar la
Sentencia de revisión.
1. Solicitud.
Cruz María Sotelo
Castillo, en nombre propio instauró acción de tutela contra Ramiro Hernández,
su compañero permanente, con fundamento en lo siguiente:
"Es que el
siempre que llega borracho o del mal genio me maltrata de palabra, amenazándome
que él me va a matar y me golpea. En varias ocasiones me ha sacado de la casa,
diciéndome que no tengo nada que hacer ahí porque la casa es de él; incluso
hace más o menos mes y medio me le fue a quemarle las manitas a las niñas con
el equipo de soldadura porque se le habían perdido cinco mil pesos, no sé si la
plata que dejó la dejó mal contada porque las niñas no están acostumbrados a
quitarle plata a nadie y además las niñas permanecen encerradas en la casa,
bajo llave. Yo se los devolví de mi dinero, del sueldo que gano pero él no
estuvo conforme y fue a darle puñaladas a la niña más grandecita que se llama
Adriana y visto a eso yo decidí entonces separarme de él, e incluso él dijo que
dividiéramos la casa, pero nosotros no hicimos ningún papel, no hemos hecho
nada; entonces él decidió arreglar su mitad de casa. Anoche volvió a repetirse
la misma escena; anoche llegué de viaje con las niñas y estaba borracho y una
vez que llegó empezó a tratarnos mal, a ser grosero y hasta un tiro me hizo
hacia los pies con una pistola que tiene; entonces me despachó de la casa y me
dijo que yo no tenía ningún derecho. Yo me fui porque no me podía quedar ahí y
las niñas también se fueron conmigo".
2. Testimonio de
una de las hijas:
Adriana Hernández
Sotelo, de 12 años, dice:
"PREGUNTADO....
Dígale al Despacho si usted y sus hermanas han recibido maltratos por parte de
su padre. CONTESTO. Pues si señor pues un día me quería enterrar un cuchillo,
porque se le había perdido plata, pegarnos casi no porque casi no permanece en
la casa, el nos ofende como si nos quisiera matar de una vez, nos ha intentado
pegar pero mi mamá y mi hermana no nos dejan pegar. PREGUNTADO.... Diga al
Juzgado usted, por qué cree que su padre reacciona de esta manera. CONTESTO. Yo
creo es que no quiere a mi mamá y porque yo creo que también es para ofendernos
a nosotros. PREGUNTADO. Su mamá en diligencia anterior dice que su padre le iba
a quemar las manos. Usted nos puede contar cómo fue que sucedió esto. Contesto.
Pues fue cuando se le perdió la plata, él se fue de la casa por un rato y dijo
que cuando volviera nos iba a quemar las manos con el equipo de soldadura. El
llegó como a las seis y media de la tarde y cogió un cuchillo para abrir la
pieza porque no tenía llaves y para sacar el equipo de soldadura, mi hermana
Carmen Rosa le cogió la mano a mi papá para quitarle el cuchillo entonces él se
corto una mano y luego fue a entrar a la pieza donde estábamos nosotros a
enterrarme el cuchillo, entonces mi hermano se paró en la puerta y hizo que
botara el cuchillo encima a una cama, luego mi papá como le habían quitado el
cuchillo entró a la pieza y sacó la pistola a amenazarlas que si no se iban las
mataba a mi mamá y nosotros nos fuimos."
3. Versión del
acusado Ramiro Hernández:
Relata la
incompresión familiar, tratando de desviar la atención hacia la adquisición de
un lote. Niega haber amenazado o agredido a su compañera e hijas.
4. Decisión del
Juzgado:
El 23 de noviembre
de 1994 el Juzgado 15 Penal del Circuito de esta ciudad, resolvió:
"CONCEDER
como mecanismo transitorio limitado a dos meses (2) contados a partir de la
notificación de esta providencia, lapso en el cual la accionante deberá
concurrir ante las autoridades que se señalaron en la parte motiva para
ejercer las acciones procedentes, la acción de tutela en relación con la
protección de los derechos fundamentales a la vida, a la integridad personal y
el derecho de las menores Adriana, Katerine y Daysi a tener una familia y al
amparo frente a las distintas formas de violencia física o moral. Si no lo
hiciere, una vez terminado o fenecido el término aquí establecido, se terminará
la protección temporal.
2.- ORDENAR al
señor RAMIRO HERNANDEZ RUEDA que se abstenga de realizar todo acto que ponga en
peligro la integridad física y la vida tanto de la accionante como de sus
hijas.
3.- ORDENAR que
las autoridades de policía ejerzan dentro de sus competencias legales la
vigilancia sobre la conducta del señor Hernández Rueda en relación con el
presente asunto.
4.- PREVENIR al
señor RAMIRO HERNANDEZ RUEDA para que se abstenga de efectuar agresiones
físicas o morales a los miembros de su familia advirtiéndole que el desacato a
lo dispuesto en las acciones de Tutela conlleva sanción de arresto hasta de
seis meses y multa hasta de veinte salarios mínimos."
FUNDAMENTOS JURIDICOS
1. Competencia.
Es competente esta
Sala de Revisión de la Corte Constitucional para proferir Sentencia de revisión
dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos
86 inciso 2º y 241 numeral 9º de la Constitución Política, en concordancia con
los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991; además, su examen se
hace por virtud de la selección que de dicha acción practicó la Sala
correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma señalada por el
Reglamento de esta Corporación.
2. Caso concreto.
Cruz María Sotelo
Castillo y sus hijas menores se encuentran en estado de indefensión respecto a
Ramiro Hernández Rueda, compañero permanente de la primera y padre de Adriana,
Katerine y Deisy Hernández Sotelo.
Para las hijas la
indefensión se presume y para la compañera se deduce de la relación de
concubinos en un ambiente propenso a las actitudes violentas del hombre y a la
dependencia económica porque las mujeres viven o vivían en un inmueble que
según Hernández le pertenece a él y del cual las aleja cuando llega embriagado
y en actitud hostil.
La solicitante pide
que cese "el mal trato y la responsabilidad (sic) hacia mis hijas y porque
él me maltrata".
Hernández Rueda
niega cualquier clase de violencia o amenazas, pero reconoce los "malos
entendimientos", "aunque siempre hemos discutido y nos hemos
irrespetado tanto el uno como el otro, de pronto una vez si nos golpeamos hace
unos ocho años" y solicita que por medio de la tutela "nos ayudaran a
repartir estos bienes porque entre nosotros no hay comprensión".
A excepción de las
versiones de la madre y de una hija, no existe otro elemento de juicio que
corroborara lo dicho por ellas. Pese a la ausencia de otras pruebas, las
declaraciones de las mujeres ofrecen serios motivos de credibilidad porque con
frecuencia y rapidez deben abandonar el hogar ante las amenazas.
Por eso, se estima
prudente la determinación del a-quo de ordenarle a las autoridades de policía
una especial vigilancia (cuestión que hasta el momento no se ha hecho
efectiva), y de ordenarle a Ramiro Hernández que se abstenga de realizar
cualquier acto violento, de lo contrario incurrirá en desacato. En efecto, se
puede deducir que las amenazas si han existido, son amenazas graves porque
atentan contra la vida y la integridad personal, de ahí que le asiste razón al
Juzgado para tutelar estos derechos. En cuanto al derecho a tener un hogar,
esto es algo natural, protegido constitucionalmente, y, Ramiro Hernández no
puede, cuando se embriaga, hacer retirar del hogar a su compañera y a sus
hijas, dejándolas a la interperie u obligándolas a protegerse en casa de un
familiar, sobre este último aspecto se impone señalar una medida eficaz, cual
sería la de la inmediata presencia de la policía, no sólo cuando haya amenazas
sino cuando Hernández saca de la habitación a su compañera e hijas.
Esta Sala de
Revisión considera que la tutela debe de concederse de manera definitiva porque
esta acción es el instrumento adecuado para prevenir, en lo posible, la amenaza
de violencia que se cierne contra Cruz María Sotelo y sus menores hijas. Es por
ello que se modificará la Sentencia del a-quo, en cuanto concedió la tutela
como mecanismo transitorio.
En mérito de lo
expuesto la Sala 7ª de Revisión de la Corte Constitucional, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
PRIMERO:
CONFIRMAR la Sentencia de
primera instancia en cuanto tuteló los derechos fundamentales a la vida, la
integridad personal y el derecho a tener una familia, pero REVOCAR en cuanto la
concedió como mecanismo transitorio y en su lugar se otorga de manera
definitiva.
SEGUNDO.
CONFIRMAR los numerales 2º
y 4º, en cuanto le ordenan y previenen a Ramiro Hernández Rueda para que se
abstenga de realizar todo acto violento contra su compañera permanente y sus
hijas.
TERCERO.
ADICIONAR el numeral 3º en
el sentido de ordenarle a las autoridades de Policía del Barrio Nueva España de
Santafé de Bogotá, tanto al Alcalde Local como al Comandante de Policía
respectivos, que tomen las medidas de protección inmediatas y urgentes cuando
reciban información de que Cruz María Sotelo Castillo o sus hijas menores
Adriana, Katherin y Alejandra Hernández Sotelo sean amenazadas por Ramiro
Hernández o sean retiradas por él del hogar que habitan.
CUARTO.
El incumplimiento
por parte de Ramiro Hernández Rueda de la obligación de no lanzar a la calle a
su compañera o hijas, o de atentar contra la vida e integridad personal de
ellas, será sancionada por el Juez de Tutela, previo incidente de desacato, con
arresto de hasta seis meses, sin perjuicio de las sanciones penales a que
hubieren lugar.
QUINTO. Comisionar al Juez de primera instancia
para que notifique la Sentencia a las partes y adopte las decisiones necesarias
señaladas en el art. 36 del Decreto 2591 de 1991.
SEXTO.
Envíese copia del fallo
al Defensor del Pueblo, al Alcalde Mayor de Santafé de Bogotá, al Comando de
Policía de esta ciudad.
Notifíquese,
cúmplase e insértese en la Gaceta Constitucional.
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Ponente
FABIO MORON
DIAZ
Magistrado
Corte Constitucional
Sentencia T- 56099
VLADIMIRO NARANJO MESA.
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria
General |
375 | T-182-95
Sentencia No
Sentencia No. T-182/95
DERECHO AL
SUFRAGIO-Residentes en el
lugar/ELECCIONES LOCALES/CENSO ELECTORAL-Inscripciones
Sin pretender desvirtuar la legalidad de la
actuación que se impugna en casos concretos, pues, lo cierto es que, como lo
pudo comprobar el despacho de instancia, las personas que ejercen en este caso
la acción de tutela, y que reciben el amparo tutelar, son todas vecinas y
residentes del Municipio y como tales cumplen con la condición constitucional
de ser residentes en el lugar en el cual se celebrarían las elecciones locales
para las cuales se inscribieron por no hacer parte del censo electoral formado,
sin que existiera en verdad fundamento alguno para obligarlos a votar en otro
lugar en contra de la misma disposición constitucional que se utiliza como
fundamento de la resolución respectiva.
REF.:
Expediente No. T-54121
Actores:
MARIA GUADALUPE
CANO
DE BOHORQUEZ Y
OTROS
Magistrados:
Dr. FABIO MORON
DIAZ
-Ponente-
Dr. VLADIMIRO
NARANJO MESA
Dr. JORGE
ARANGO MEJIA
Santafé de Bogotá D.C., Abril veintiseis
(26) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala de Revisión de tutelas, integrada
por los H. Magistrados JORGE ARANGO MEJIA, VLADIMIRO NARANJO MESA y FABIO MORON
DIAZ, en ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, previo
estudio del Magistrado Ponente, resuelve sobre la Sentencia relacionada con la
acción de la referencia, proferida por el Juzgado Penal Municipal de Girardota
(Antioquia), el veintiséis (26) de octubre de mil novecientos noventa y cuatro
(1994), previos los siguientes,
ANTECEDENTES
A. La Petición
Los actores MARIA GUADALUPE CANO DE
RODRÍGUEZ, SIGIFREDO DE JESUS ARIAS ALVAREZ, NICOLAS DE JESUS CATAÑO CORDOBA,
BEATRIZ ELENA MIRANDA TORO, OLGA PATRICIA MIRANDA TORO, AURA INES TORRES DE
VELEZ, ALFREDO DE JESUS TAMAYO LONDOÑO, HECTOR WILSON CHICA ALARCON, DIANA
PATRICIA GRANDA BEDOYA, RUTH GLADYS GONZÁLEZ SALDARRIAGA, LEONILA DE JESÚS GIL
GIL, FRANCISCO JAVIER RESTREPO URIBE, JOSÉ VICENTE ROSERO MUÑOZ, MARTA CECILIA
GUERRA VASQUEZ, NICOLAS EDUARDO GOMEZ SUAREZ, ANTONIO JOSE VALENCIA BLANDÓN,
ELKIN DE JESUS MORENO ALVAREZ, BEATRIZ ELENA LEDEZMA BERMÚDEZ, ARGIRO ANTONIO
SANCHEZ VELAZQUEZ, MARTA CECILIA GOMEZ GUTIERREZ, JOSÉ IVAN GARCIA PIEDRAHITA,
NEIDA DEYANIRA RAMÍREZ ZULUAGA, ANGEL DE JESUS GOMEZ GUTIERREZ, JORGE HUMBERTO
VELÁZQUEZ AGUDELO, JOSE ALVARO RAMIREZ ZULUAGA, OLGA LUCIA SANCHEZ VELAZQUEZ,
BENJAMIN ANTONIO SIERRA MUÑOZ, ELEVIA LOAIZA DE MURCIA, LUZ AMANDA MORALES
ESPAÑA, ADRIANA MARIA VILLA GARCIA, MAURO ENRIQUE ESCOBAR RICO, DIEGO LUIS
COLORADO BARRIENTOS, MARIA ISMELDA BUSTAMANTE RIVERA, LUIS ARGIRO ROJAS
AGUDELO, BERTA MARIA RENDON DE RAMIREZ, CARLOS HUMBERTO RUIZ VELAZQUEZ, FLOR
MARY RAMIREZ RENDON, BERNARDO ANTONIO BEDOYA LÓPEZ, OSCAR JAVIER HENAO
SALDARRIAGA, MARIA ELENA DUQUE DE BEDOYA y CRUZ ELENA ZAPATA GARCES,
presentaron en forma separada ante el Juzgado Penal Municipal de Girardota, la
acción de tutela establecida en el artículo 86 de la Constitución, para que les
sea concedido el amparo judicial del derecho constitucional fundamental al
sufragio, consagrado en el artículo 40 de la Carta Política, que consideran vulnerado
con la resolución 277 del 26 de septiembre de 1994, proferida por el Consejo
Nacional Electoral.
En este sentido, pretenden los actores
"se ordene a la Registraduría Nacional del Estado Civil y a su delegada
en Girardota, la inscripción de las cédulas para hacer efectivo el derecho
invocado."
El Juzgado Penal Municipal mediante auto de
26 de octubre de 1994, teniendo en cuenta que las varias acciones de tutela que
se presentaron ante ese Despacho, pretenden el mismo objetivo, y, atendiendo el
principio de economía procesal, decide acumular todas las acciones a efecto de
que se decidan en un mismo fallo.
2. Los fundamentos de hecho y de derecho
que los peticionarios señalan como causa de la acción interpuesta se resumen
así:
- Indican los peticionarios que dentro de
los términos de ley inscribieron sus cédulas de ciudadanía en la Registraduría
Municipal del Estado Civil de Girardota, con el objeto de ejercer el derecho y
el deber de participar en las elecciones a realizarse el 30 de octubre de 1994.
- Indican que mediante resolución
277 de 1994, el Consejo Nacional Electoral, resolvió dejar sin efecto las
inscripciones de cédulas realizadas entre el 1o. de julio y el 30 de agosto de
1994 en el Municipio de Girardota.
- Consideran que la decisión del
Consejo Nacional Electoral, amenaza y viola su derecho al sufragio, teniendo en
cuenta que se registraron oportunamente para votar, y que residen en el
Municipio de Girardota.
B. Las Decisión de Instancia que se revisa
Previo el análisis de la documentación
aportada, el Juzgado Penal Municipal de Girardota en Sentencia de veintiséis
(26) de octubre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), resolvió acceder a
la tutela "del derecho constitucional fundamental que para votar consagra el
artículo 40 de la Carta y, por ello dichas personas pueden votar en las
elecciones a celebrarse el próximo domingo 30 de octubre de 1994. Así las
cosas, el Consejo Nacional Electoral, el Registrador Nacional del Estado Civil
de Girardota (Antioquia), adoptarán las medidas necesarias para que las
mencionadas personas puedan participar en la elección de las autoridades
locales del Municipio de Girardota y, votar en el puesto de este Municipio
donde inscribieron sus cédulas de ciudadanía".
Lo anterior aparece fundamentado en las
consideraciones que se resumen a continuación:
- Para el despacho es claro que la
resolución 277 del 26 de septiembre de 1994 expedida por el Consejo Nacional
Electoral es un acto administrativo, toda vez que emana de una autoridad
pública que cumple funciones administrativas. En estas condiciones dicho acto
puede ser atacado mediante la acción de nulidad ante la jurisdicción de lo
contencioso administrativo, mediante la cual toda persona puede solicitar por
sí o por medio de representante, que se declare la nulidad de dicho acto,
además de la suspensión provisional según el artículo 152 del C.C.A.
- De acuerdo con lo anterior, señala el
juzgador que existiendo otros medios de defensa judicial, la acción de tutela
resulta improcedente; sin embargo, el contenido del artículo 6o. numeral 1 del
Decreto 2591 de 1991, reglamentario de la acción de tutela permite que aún
existiendo otros medios de defensa judicial, la procedencia de la misma
"como mecanismo transitorio para impedir un perjuicio irremediable y
señala además que la existencia de recursos o medios de defensa judiciales
deben ser apreciados en concreto en cuanto a su eficacia, atendiendo las
circunstancias en que se encuentra el solicitante".
- Advierte que la resolución 277 de 1994
del Consejo Nacional Electoral al negarle a los actores, o al amenazarles a
estos el libre ejercicio de un derecho legal fundamental como es el voto, les
causa un perjuicio irremediable, como quiera que se pierde la oportunidad que
tiene la comunidad para expresar que conoce sus derechos y deberes
fundamentales, que no son otra cosa que las reglas básicas de la vida social y
de los cuales depende la paz, la autonomía y la dignidad de las personas.
- Señala que la resolución del Consejo
Nacional Electoral, "además de constituir una amenaza para que los
electores puedan ejercer libremente un derecho constitucional fundamental, cual
es el de elegir y tomar parte en las elecciones, plebiscitos, referendos,
consultas populares y otras formas de participación democrática", viola el
debido proceso e igualdad de las personas ante la ley, al desconocer el
artículo 4o. numeral tercero de la Ley 163 de 1994.
- Advierte el juzgador que en momento
alguno el Despacho está asumiendo facultades para sustituir al Contencioso
Administrativo "en la definición sobre la validez de la Resolución 277 del
26 de septiembre de 1994 expedida por el Consejo Nacional Electoral, ni
suponemos siquiera que podemos suspender provisionalmente aquel acto, pues ello
representaría invadir el ámbito constitucional de dicha jurisdicción".
- Señala que las pruebas allegadas y
practicadas, establecen que los peticionarios residen evidentemente en el
Municipio de Girardota (Antioquia).
- En relación con el ejercicio de la
acción de nulidad y suspensión provisional ante la jurisdicción contencioso
administrativa del acto proferido por el Consejo Nacional Electoral, advierte
el juzgado que este medio judicial no resultaba eficaz para el caso concreto,
teniendo en cuenta circunstancias económicas de los actores, la dificultad de
trasladarse hasta el Consejo de Estado para hacer valer allí sus derechos, y la
premura del tiempo en relación con la celebración de los comicios.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE
A. La Competencia
Esta Sala de la Corte Constitucional es
competente para conocer la revisión de la referencia, en atención a lo
dispuesto por los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral 9o. de la
Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del
Decreto 2591 de 1991, además este examen se hace en virtud de la selección que
de dicho acto practicó la Sala correspondiente y del reparto que se verificó en
la forma señalada en el reglamento de esta Corporación.
B. La materia del caso.
1. En esta oportunidad se ocupa la Corte
de la revisión de una decisión judicial producida dentro del trámite de la
acción de tutela de los derechos constitucionales fundamentales, prevista en el
artículo 86 de la Constitución Nacional, producida con ocasión del
cuestionamiento de la inconstitucionalidad en concreto y con alcances
subjetivos de la actuación de una autoridad administrativa, por la que según
los argumentos de los peticionarios se impide, sin fundamento jurídico
superior, el ejercicio del derecho constitucional fundamental al sufragio de un
número indeterminado de personas residentes en el municipio de Girardota,
Departamento de Antioquia.
2. En efecto, en este asunto se trata del
trámite judicial específico de un conjunto determinado de peticiones,
debidamente determinadas en razón del objeto de la demanda de tutela y de las
personas que reclaman la protección inmediata del mencionado derecho, y
cabalmente acumuladas de conformidad con lo dispuesto por el Decreto 2591 de
1991, que se adelantó con el fin de obtener una orden judicial determinada,
para que en cada caso y en el mencionado municipio, se permitiera a los
peticionarios ejercer el mencionado derecho, ante la inminencia de la
aplicación forzada de la decisión oficiosa de carácter administrativo
cuestionada, y para evitar el supuesto perjuicio irremediable que se
produciría, en opinión de los actores, de permitirse su ejecución antes de la
definición judicial ordinaria y contencioso administrativa de la validez y de
la nulidad de aquella actuación.
En este sentido se deja en claro, tal y
como lo advirtió el despacho de instancia, que el Consejo Nacional Electoral
ejerció sus funciones dentro del marco de las disposiciones constitucionales
correspondientes que le entregan la “...suprema inspección y vigilancia de la
organización electoral” y la facultad de velar “...por el desarrollo de los
procesos electorales en condiciones de plenas garantías”, por lo cual decidió
dejar sin efecto la inscripción de cédulas realizadas entre el 1o. de julio y
el 30 de agosto en los mencionados municipios y entre ellos en el municipio de
Girardota.
3. De otra parte, con la petición se
pretende, en sentido específico, impedir que de la aplicación de una
disposición administrativa de carácter general a determinadas personas y en
determinadas condiciones subjetivas y objetivas de carácter especial, se
desprenda la violación de la Constitución por amenaza y desconocimiento de un
derecho constitucional fundamental; por ello, es claro para el despacho de instancia
que los peticionarios en este caso reclaman el amparo tutelar de carácter
judicial y de naturaleza constitucional del citado derecho, y no la definición
de la legalidad en abstracto de la actuación administrativa de carácter
general, que cuestionan como causa directa de la violación del derecho
fundamental al sufragio.
4. Advierten los peticionarios que la
Resolución No. 277 del 26 de septiembre de 1994 del Consejo Nacional Electoral,
por la que se dejó sin efecto la inscripción de cédulas entre el 1o. de julio y
el 30 de agosto de 1994, en quince (15) municipios (Cisneros, Concordia,
Envigado, La Ceja, Fredonia, Caucasia, Barbosa, El Peñol, Girardota, Andes,
Buriticá, Itagüí, Hispania, Liborina y Valdivia), del departamento de
Antioquia, es causa de la violación de su derecho constitucional fundamental
reconocido en el artículo 40 de la Carta Política, por cuanto efectivamente
ellos residen en el municipio de Girardota, que es el lugar en el que aparecen
inscritas sus cédulas con el propósito de ejercer sus derechos constitucionales
al sufragio en las elecciones a realizarse el domingo 30 de Octubre de 1994
5. Se observa que para el despacho de
instancia resulta de las actuaciones surtidas que “Afectados como se encuentran
los accionantes por la amenaza que para ellos constituye la Resolución 277 del
26 de septiembre expedida por el Consejo Nacional Electoral, han interpuesto la
acción de tutela aduciendo que se registraron oportunamente para sufragar el 30
de octubre de 1994 y, mediante declaraciones de testigos han demostrado que
residen en el Municipio de Girardota; además de que este despacho,
personalmente el Juez y su Secretario se trasladaron hasta las direcciones que
adujeron los actores, habiéndose constatado, tanto con ellos como por personas
vecinas y familiares, que efectivamente residen allí. Igualmente, dos de los
actuantes anexaron certificación en la que consta que efectivamente ejercen su
profesión u oficio en el Municipio de Girardota como empleados adscritos al
Tránsito Municipal.”
6. Sin que haya lugar a definición alguna
en esta sede judicial respecto de la legalidad, ni de la validez formal, ni de
los contenidos de la citada resolución del Consejo Nacional Electoral, como es
imposible que ocurra en este trámite de revisión eventual, de una decisión
judicial relacionada con la tutela de los derechos constitucionales
fundamentales, observa la Corte que, a su vez, en la parte de consideraciones
de la providencia administrativa que es tachada, como se ha advertido, de causa
de la violación que se pretende remediar y evitar en varias de sus
manifestaciones, se mencionan algunos acontecimientos y se consignan ciertas
observaciones genéricas relacionadas indirectamente con la posible violación a
las disposiciones legales que regulan el régimen de inscripción de electores, y
que garantizan la vigencia de las disposiciones constitucionales en materia de
elecciones de orden local.
En este sentido es suficientemente claro
que el Consejo Nacional Electoral, en la oportunidad correspondiente, recibió
algunas quejas, testimonios, reclamos y mensajes relacionados con la posible
ocurrencia de hechos configurativos de conductas irregulares contempladas en el
ordenamiento jurídico como conductas objeto de sanción legal, como la del
traslado masivo, notorio y desmedido de ciudadanos electores vecinos de otros
lugares, hasta por cifras superiores al cincuenta por ciento (50%) del anterior
censo electoral y ante las cifras de las dos últimas elecciones celebradas en
el país, en especial, al del evento electoral anterior del 13 de marzo del
mismo año.
En la fundamentación del mencionado acto,
aparece con suficiente claridad, que la situación así relatada genera
desconocimiento de la libertad del sufragio, del censo electoral, de la
imparcialidad de las elecciones y del correspondiente evento, todo lo cual
afecta la pulcritud de los procesos electorales y resulta contrario a lo
dispuesto en los artículos 265 y 316 de la Carta Fundamental que establecen,
respectivamente, las funciones del Consejo Nacional Electoral, así como su
deber de hacer cumplir la plenitud de todas las garantías en los procesos
electorales, y la limitación del derecho al sufragio en el caso de elecciones
de autoridades locales y de la definición de asuntos del mismo carácter a los
ciudadanos residentes en el respectivo municipio.
De igual modo, también es claro que en la
mencionada resolución el Consejo Nacional Electoral fundamenta la decisión
correspondiente con base en un argumento novedoso, por decir lo menos,
consistente en atribuir una supuesta eficacia y aplicabilidad directa al
mencionado artículo 316 de la Carta, que, como se acaba de advertir, establece
como límite al sufragio para las elecciones de las autoridades locales y para
la adopción de decisiones del mismo carácter, la situación jurídica de la
residencia en el respectivo municipio.
7. Por lo que corresponde a la definición
de este caso, la Corte encuentra que asiste razón al despacho de instancia en
los argumentos y en la fundamentación racional que elabora para resolver en el
fondo sobre las peticiones formuladas y para conceder la tutela reclamada; en
efecto, sin pretender desvirtuar la legalidad de la actuación que se impugna en
casos concretos, pues, lo cierto es que, como lo pudo comprobar el despacho de
instancia, las personas que ejercen en este caso la acción de tutela, y que
reciben el amparo tutelar, son todas vecinas y residentes del Municipio de
Girardota y como tales cumplen con la condición constitucional de ser
residentes en el lugar en el cual se celebrarían las elecciones locales para
las cuales se inscribieron por no hacer parte del censo electoral formado, sin
que existiera en verdad fundamento alguno para obligarlos a votar en otro lugar
en contra de la misma disposición constitucional que se utiliza como fundamento
de la resolución respectiva.
En este sentido es cierto, y cuando menos
en este estrado no se puede desvirtuar la aseveración que sirve de fundamento y
motivación externa a la resolución 277 de 1994, pues sin duda alguna se presentaban
condiciones de relativa alteración de la pureza del proceso electoral; además,
es competencia del organismo rector de los procesos electorales asegurar, por
virtud de procedimientos específicamente previstos para dicho fin, la
definición de la residencia de los inscritos para elecciones locales y si es
del caso, previo el mismo procedimiento dejar sin efecto la inscripción.
Al respecto es preciso advertir que el
artículo 4o. de la ley 163 de 1994, “Por la cual se expiden algunas
disposiciones en materia electoral” establece que:
"Artículo
4o. Residencia electoral.
Para efectos de lo dispuesto en el artículo 316 de la Constitución Política, la
residencia será aquella en donde se encuentre registrado el votante en el censo
electoral.
Se entiende que, con
la inscripción, el votante declara, bajo la gravedad del juramento, residir en
el respectivo municipio.
Sin perjuicio de las
sanciones penales, cuando mediante procedimiento breve y sumario se compruebe
que el inscrito no reside en el respectivo municipio, el Consejo Nacional
Electoral declarará sin efecto la inscripción.
Se exceptúa el
departamento Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina en el
cual se seguirán aplicando las disposiciones del Decreto No. 2762 de 1991.
PAR. TRANS. Para
los efectos del inciso final de este artículo, los residentes y nativos del
departamento Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina podrán
votar en todas las elecciones de 1994 con la sola presentación de la cédula de
ciudadanía."
Como se puede observar, la ley misma en el
entendido de que es expresión de la interpretación que hace el legislador
respecto de la Constitución, desvirtúa el pretendido carácter que le atribuye
la resolución del Consejo Nacional Electoral al citado artículo 316 de la
Carta, ya que en éste se reclama y se exige para comprobar “que el inscrito no
reside en el respectivo municipio” y para declarar sin efecto la inscripción,
la práctica de un procedimiento breve y sumario de verificación, lo cual
presupone que en caso de comprobarse la residencia del ciudadano inscrito,
prevalece su derecho fundamental y resulta perfectamente válida la protección
judicial específica.
Es posible que en cada caso se haya cumplido
con la verificación genérica del aumento de las inscripciones, y que haya
existido en verdad el traslado manipulado, evidente e inaceptable de ciudadanos
residentes en otros municipios para alterar la pureza de los correspondientes
procesos, pero en verdad la decisión puede ser objeto de verificación en cada
caso concreto como ocurrió en la actuación judicial que se examina y cuya
providencia se confirma.
En este orden de ideas también queda a
salvo la vigencia de los procedimientos judiciales correspondiente para
perseguir la definición de la validez del acto que se ataca y que ella puede
adelantarse ante las instancias judiciales competentes de lo contencioso
administrativo.
En mérito de lo expuesto, la Sala No. Ocho
de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, administrando justicia en
nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
Primero.- Confirmar la Sentencia proferida por el Juez Penal
Municipal de Girardota (Antioquia) el veintiséis (26) de octubre de mil
novecientos noventa y cuatro (1994).
Segundo.- Líbrense por Secretaría las comunicaciones de que
trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí
contemplados.
Cópiese, notifíquese, publíquese e insértese
en la Gaceta Constitucional y cúmplase.
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
VLADIMIRO NARANJO MESA
Magistrado
JORGE ARANGO MEJIA
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
SENTENCIA No. T-182/95
REF.:
Expediente No. T-54121
Actores:
MARIA GUADALUPE
CANO
DE BOHORQUEZ Y
OTROS
Magistrados:
Dr. FABIO MORON
DIAZ
-Ponente-
Dr. VLADIMIRO
NARANJO MESA
Dr. JORGE
ARANGO MEJIA
Santafé de Bogotá D.C., Abril veintiseis
(26) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala de Revisión de tutelas, integrada
por los H. Magistrados JORGE ARANGO MEJIA, VLADIMIRO NARANJO MESA y FABIO MORON
DIAZ, en ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, previo
estudio del Magistrado Ponente, resuelve sobre la Sentencia relacionada con la
acción de la referencia, proferida por el Juzgado Penal Municipal de Girardota
(Antioquia), el veintiséis (26) de octubre de mil novecientos noventa y cuatro
(1994), previos los siguientes,
ANTECEDENTES
A. La Petición
Los actores MARIA GUADALUPE CANO DE
RODRÍGUEZ, SIGIFREDO DE JESUS ARIAS ALVAREZ, NICOLAS DE JESUS CATAÑO CORDOBA,
BEATRIZ ELENA MIRANDA TORO, OLGA PATRICIA MIRANDA TORO, AURA INES TORRES DE
VELEZ, ALFREDO DE JESUS TAMAYO LONDOÑO, HECTOR WILSON CHICA ALARCON, DIANA
PATRICIA GRANDA BEDOYA, RUTH GLADYS GONZÁLEZ SALDARRIAGA, LEONILA DE JESÚS GIL
GIL, FRANCISCO JAVIER RESTREPO URIBE, JOSÉ VICENTE ROSERO MUÑOZ, MARTA CECILIA
GUERRA VASQUEZ, NICOLAS EDUARDO GOMEZ SUAREZ, ANTONIO JOSE VALENCIA BLANDÓN,
ELKIN DE JESUS MORENO ALVAREZ, BEATRIZ ELENA LEDEZMA BERMÚDEZ, ARGIRO ANTONIO
SANCHEZ VELAZQUEZ, MARTA CECILIA GOMEZ GUTIERREZ, JOSÉ IVAN GARCIA PIEDRAHITA,
NEIDA DEYANIRA RAMÍREZ ZULUAGA, ANGEL DE JESUS GOMEZ GUTIERREZ, JORGE HUMBERTO
VELÁZQUEZ AGUDELO, JOSE ALVARO RAMIREZ ZULUAGA, OLGA LUCIA SANCHEZ VELAZQUEZ,
BENJAMIN ANTONIO SIERRA MUÑOZ, ELEVIA LOAIZA DE MURCIA, LUZ AMANDA MORALES
ESPAÑA, ADRIANA MARIA VILLA GARCIA, MAURO ENRIQUE ESCOBAR RICO, DIEGO LUIS
COLORADO BARRIENTOS, MARIA ISMELDA BUSTAMANTE RIVERA, LUIS ARGIRO ROJAS
AGUDELO, BERTA MARIA RENDON DE RAMIREZ, CARLOS HUMBERTO RUIZ VELAZQUEZ, FLOR
MARY RAMIREZ RENDON, BERNARDO ANTONIO BEDOYA LÓPEZ, OSCAR JAVIER HENAO
SALDARRIAGA, MARIA ELENA DUQUE DE BEDOYA y CRUZ ELENA ZAPATA GARCES,
presentaron en forma separada ante el Juzgado Penal Municipal de Girardota, la
acción de tutela establecida en el artículo 86 de la Constitución, para que les
sea concedido el amparo judicial del derecho constitucional fundamental al
sufragio, consagrado en el artículo 40 de la Carta Política, que consideran
vulnerado con la resolución 277 del 26 de septiembre de 1994, proferida por el
Consejo Nacional Electoral.
En este sentido, pretenden los actores
"se ordene a la Registraduría Nacional del Estado Civil y a su delegada
en Girardota, la inscripción de las cédulas para hacer efectivo el derecho
invocado."
El Juzgado Penal Municipal mediante auto de
26 de octubre de 1994, teniendo en cuenta que las varias acciones de tutela que
se presentaron ante ese Despacho, pretenden el mismo objetivo, y, atendiendo el
principio de economía procesal, decide acumular todas las acciones a efecto de
que se decidan en un mismo fallo.
2. Los fundamentos de hecho y de derecho
que los peticionarios señalan como causa de la acción interpuesta se resumen
así:
- Indican los peticionarios que dentro de
los términos de ley inscribieron sus cédulas de ciudadanía en la Registraduría
Municipal del Estado Civil de Girardota, con el objeto de ejercer el derecho y
el deber de participar en las elecciones a realizarse el 30 de octubre de 1994.
- Indican que mediante resolución
277 de 1994, el Consejo Nacional Electoral, resolvió dejar sin efecto las
inscripciones de cédulas realizadas entre el 1o. de julio y el 30 de agosto de
1994 en el Municipio de Girardota.
- Consideran que la decisión del
Consejo Nacional Electoral, amenaza y viola su derecho al sufragio, teniendo en
cuenta que se registraron oportunamente para votar, y que residen en el
Municipio de Girardota.
B. Las Decisión de Instancia que se revisa
Previo el análisis de la documentación
aportada, el Juzgado Penal Municipal de Girardota en Sentencia de veintiséis
(26) de octubre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), resolvió acceder a
la tutela "del derecho constitucional fundamental que para votar consagra
el artículo 40 de la Carta y, por ello dichas personas pueden votar en las
elecciones a celebrarse el próximo domingo 30 de octubre de 1994. Así las
cosas, el Consejo Nacional Electoral, el Registrador Nacional del Estado Civil
de Girardota (Antioquia), adoptarán las medidas necesarias para que las
mencionadas personas puedan participar en la elección de las autoridades
locales del Municipio de Girardota y, votar en el puesto de este Municipio
donde inscribieron sus cédulas de ciudadanía".
Lo anterior aparece fundamentado en las
consideraciones que se resumen a continuación:
- Para el despacho es claro que la
resolución 277 del 26 de septiembre de 1994 expedida por el Consejo Nacional
Electoral es un acto administrativo, toda vez que emana de una autoridad
pública que cumple funciones administrativas. En estas condiciones dicho acto
puede ser atacado mediante la acción de nulidad ante la jurisdicción de lo
contencioso administrativo, mediante la cual toda persona puede solicitar por
sí o por medio de representante, que se declare la nulidad de dicho acto,
además de la suspensión provisional según el artículo 152 del C.C.A.
- De acuerdo con lo anterior, señala el
juzgador que existiendo otros medios de defensa judicial, la acción de tutela
resulta improcedente; sin embargo, el contenido del artículo 6o. numeral 1 del
Decreto 2591 de 1991, reglamentario de la acción de tutela permite que aún
existiendo otros medios de defensa judicial, la procedencia de la misma
"como mecanismo transitorio para impedir un perjuicio irremediable y
señala además que la existencia de recursos o medios de defensa judiciales
deben ser apreciados en concreto en cuanto a su eficacia, atendiendo las
circunstancias en que se encuentra el solicitante".
- Advierte que la resolución 277 de 1994
del Consejo Nacional Electoral al negarle a los actores, o al amenazarles a
estos el libre ejercicio de un derecho legal fundamental como es el voto, les
causa un perjuicio irremediable, como quiera que se pierde la oportunidad que
tiene la comunidad para expresar que conoce sus derechos y deberes fundamentales,
que no son otra cosa que las reglas básicas de la vida social y de los cuales
depende la paz, la autonomía y la dignidad de las personas.
- Señala que la resolución del Consejo
Nacional Electoral, "además de constituir una amenaza para que los electores
puedan ejercer libremente un derecho constitucional fundamental, cual es el de
elegir y tomar parte en las elecciones, plebiscitos, referendos, consultas
populares y otras formas de participación democrática", viola el debido
proceso e igualdad de las personas ante la ley, al desconocer el artículo 4o.
numeral tercero de la Ley 163 de 1994.
- Advierte el juzgador que en momento
alguno el Despacho está asumiendo facultades para sustituir al Contencioso
Administrativo "en la definición sobre la validez de la Resolución 277 del
26 de septiembre de 1994 expedida por el Consejo Nacional Electoral, ni
suponemos siquiera que podemos suspender provisionalmente aquel acto, pues ello
representaría invadir el ámbito constitucional de dicha jurisdicción".
- Señala que las pruebas allegadas y
practicadas, establecen que los peticionarios residen evidentemente en el
Municipio de Girardota (Antioquia).
- En relación con el ejercicio de la
acción de nulidad y suspensión provisional ante la jurisdicción contencioso
administrativa del acto proferido por el Consejo Nacional Electoral, advierte
el juzgado que este medio judicial no resultaba eficaz para el caso concreto,
teniendo en cuenta circunstancias económicas de los actores, la dificultad de
trasladarse hasta el Consejo de Estado para hacer valer allí sus derechos, y la
premura del tiempo en relación con la celebración de los comicios.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE
A. La Competencia
Esta Sala de la Corte Constitucional es
competente para conocer la revisión de la referencia, en atención a lo
dispuesto por los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral 9o. de la
Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del
Decreto 2591 de 1991, además este examen se hace en virtud de la selección que
de dicho acto practicó la Sala correspondiente y del reparto que se verificó en
la forma señalada en el reglamento de esta Corporación.
B. La materia del caso.
1. En esta oportunidad se ocupa la Corte
de la revisión de una decisión judicial producida dentro del trámite de la
acción de tutela de los derechos constitucionales fundamentales, prevista en el
artículo 86 de la Constitución Nacional, producida con ocasión del
cuestionamiento de la inconstitucionalidad en concreto y con alcances
subjetivos de la actuación de una autoridad administrativa, por la que según
los argumentos de los peticionarios se impide, sin fundamento jurídico
superior, el ejercicio del derecho constitucional fundamental al sufragio de un
número indeterminado de personas residentes en el municipio de Girardota,
Departamento de Antioquia.
2. En efecto, en este asunto se trata del
trámite judicial específico de un conjunto determinado de peticiones,
debidamente determinadas en razón del objeto de la demanda de tutela y de las
personas que reclaman la protección inmediata del mencionado derecho, y
cabalmente acumuladas de conformidad con lo dispuesto por el Decreto 2591 de
1991, que se adelantó con el fin de obtener una orden judicial determinada,
para que en cada caso y en el mencionado municipio, se permitiera a los
peticionarios ejercer el mencionado derecho, ante la inminencia de la
aplicación forzada de la decisión oficiosa de carácter administrativo
cuestionada, y para evitar el supuesto perjuicio irremediable que se produciría,
en opinión de los actores, de permitirse su ejecución antes de la definición
judicial ordinaria y contencioso administrativa de la validez y de la nulidad
de aquella actuación.
En este sentido se deja en claro, tal y
como lo advirtió el despacho de instancia, que el Consejo Nacional Electoral
ejerció sus funciones dentro del marco de las disposiciones constitucionales
correspondientes que le entregan la “...suprema inspección y vigilancia de la
organización electoral” y la facultad de velar “...por el desarrollo de los
procesos electorales en condiciones de plenas garantías”, por lo cual decidió
dejar sin efecto la inscripción de cédulas realizadas entre el 1o. de julio y
el 30 de agosto en los mencionados municipios y entre ellos en el municipio de
Girardota.
3. De otra parte, con la petición se
pretende, en sentido específico, impedir que de la aplicación de una
disposición administrativa de carácter general a determinadas personas y en
determinadas condiciones subjetivas y objetivas de carácter especial, se
desprenda la violación de la Constitución por amenaza y desconocimiento de un
derecho constitucional fundamental; por ello, es claro para el despacho de
instancia que los peticionarios en este caso reclaman el amparo tutelar de
carácter judicial y de naturaleza constitucional del citado derecho, y no la
definición de la legalidad en abstracto de la actuación administrativa de
carácter general, que cuestionan como causa directa de la violación del derecho
fundamental al sufragio.
4. Advierten los peticionarios que la
Resolución No. 277 del 26 de septiembre de 1994 del Consejo Nacional Electoral,
por la que se dejó sin efecto la inscripción de cédulas entre el 1o. de julio y
el 30 de agosto de 1994, en quince (15) municipios (Cisneros, Concordia, Envigado,
La Ceja, Fredonia, Caucasia, Barbosa, El Peñol, Girardota, Andes, Buriticá,
Itagüí, Hispania, Liborina y Valdivia), del departamento de Antioquia, es causa
de la violación de su derecho constitucional fundamental reconocido en el
artículo 40 de la Carta Política, por cuanto efectivamente ellos residen en el
municipio de Girardota, que es el lugar en el que aparecen inscritas sus
cédulas con el propósito de ejercer sus derechos constitucionales al sufragio
en las elecciones a realizarse el domingo 30 de Octubre de 1994
5. Se observa que para el despacho de
instancia resulta de las actuaciones surtidas que “Afectados como se encuentran
los accionantes por la amenaza que para ellos constituye la Resolución 277 del
26 de septiembre expedida por el Consejo Nacional Electoral, han interpuesto la
acción de tutela aduciendo que se registraron oportunamente para sufragar el 30
de octubre de 1994 y, mediante declaraciones de testigos han demostrado que
residen en el Municipio de Girardota; además de que este despacho,
personalmente el Juez y su Secretario se trasladaron hasta las direcciones que
adujeron los actores, habiéndose constatado, tanto con ellos como por personas
vecinas y familiares, que efectivamente residen allí. Igualmente, dos de los
actuantes anexaron certificación en la que consta que efectivamente ejercen su
profesión u oficio en el Municipio de Girardota como empleados adscritos al
Tránsito Municipal.”
6. Sin que haya lugar a definición alguna
en esta sede judicial respecto de la legalidad, ni de la validez formal, ni de
los contenidos de la citada resolución del Consejo Nacional Electoral, como es
imposible que ocurra en este trámite de revisión eventual, de una decisión
judicial relacionada con la tutela de los derechos constitucionales
fundamentales, observa la Corte que, a su vez, en la parte de consideraciones
de la providencia administrativa que es tachada, como se ha advertido, de causa
de la violación que se pretende remediar y evitar en varias de sus
manifestaciones, se mencionan algunos acontecimientos y se consignan ciertas
observaciones genéricas relacionadas indirectamente con la posible violación a
las disposiciones legales que regulan el régimen de inscripción de electores, y
que garantizan la vigencia de las disposiciones constitucionales en materia de
elecciones de orden local.
En este sentido es suficientemente claro
que el Consejo Nacional Electoral, en la oportunidad correspondiente, recibió
algunas quejas, testimonios, reclamos y mensajes relacionados con la posible
ocurrencia de hechos configurativos de conductas irregulares contempladas en el
ordenamiento jurídico como conductas objeto de sanción legal, como la del
traslado masivo, notorio y desmedido de ciudadanos electores vecinos de otros
lugares, hasta por cifras superiores al cincuenta por ciento (50%) del anterior
censo electoral y ante las cifras de las dos últimas elecciones celebradas en
el país, en especial, al del evento electoral anterior del 13 de marzo del
mismo año.
En la fundamentación del mencionado acto,
aparece con suficiente claridad, que la situación así relatada genera
desconocimiento de la libertad del sufragio, del censo electoral, de la
imparcialidad de las elecciones y del correspondiente evento, todo lo cual
afecta la pulcritud de los procesos electorales y resulta contrario a lo
dispuesto en los artículos 265 y 316 de la Carta Fundamental que establecen,
respectivamente, las funciones del Consejo Nacional Electoral, así como su
deber de hacer cumplir la plenitud de todas las garantías en los procesos
electorales, y la limitación del derecho al sufragio en el caso de elecciones
de autoridades locales y de la definición de asuntos del mismo carácter a los
ciudadanos residentes en el respectivo municipio.
De igual modo, también es claro que en la
mencionada resolución el Consejo Nacional Electoral fundamenta la decisión
correspondiente con base en un argumento novedoso, por decir lo menos,
consistente en atribuir una supuesta eficacia y aplicabilidad directa al
mencionado artículo 316 de la Carta, que, como se acaba de advertir, establece
como límite al sufragio para las elecciones de las autoridades locales y para
la adopción de decisiones del mismo carácter, la situación jurídica de la
residencia en el respectivo municipio.
7. Por lo que corresponde a la definición
de este caso, la Corte encuentra que asiste razón al despacho de instancia en
los argumentos y en la fundamentación racional que elabora para resolver en el
fondo sobre las peticiones formuladas y para conceder la tutela reclamada; en
efecto, sin pretender desvirtuar la legalidad de la actuación que se impugna en
casos concretos, pues, lo cierto es que, como lo pudo comprobar el despacho de
instancia, las personas que ejercen en este caso la acción de tutela, y que
reciben el amparo tutelar, son todas vecinas y residentes del Municipio de
Girardota y como tales cumplen con la condición constitucional de ser
residentes en el lugar en el cual se celebrarían las elecciones locales para las
cuales se inscribieron por no hacer parte del censo electoral formado, sin que
existiera en verdad fundamento alguno para obligarlos a votar en otro lugar en
contra de la misma disposición constitucional que se utiliza como fundamento de
la resolución respectiva.
En este sentido es cierto, y cuando menos
en este estrado no se puede desvirtuar la aseveración que sirve de fundamento y
motivación externa a la resolución 277 de 1994, pues sin duda alguna se
presentaban condiciones de relativa alteración de la pureza del proceso
electoral; además, es competencia del organismo rector de los procesos
electorales asegurar, por virtud de procedimientos específicamente previstos
para dicho fin, la definición de la residencia de los inscritos para elecciones
locales y si es del caso, previo el mismo procedimiento dejar sin efecto la
inscripción.
Al respecto es preciso advertir que el
artículo 4o. de la ley 163 de 1994, “Por la cual se expiden algunas
disposiciones en materia electoral” establece que:
"Artículo
4o. Residencia electoral.
Para efectos de lo dispuesto en el artículo 316 de la Constitución Política, la
residencia será aquella en donde se encuentre registrado el votante en el censo
electoral.
Se entiende que, con
la inscripción, el votante declara, bajo la gravedad del juramento, residir en
el respectivo municipio.
Sin perjuicio de las
sanciones penales, cuando mediante procedimiento breve y sumario se compruebe
que el inscrito no reside en el respectivo municipio, el Consejo Nacional
Electoral declarará sin efecto la inscripción.
Se exceptúa el
departamento Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina en el
cual se seguirán aplicando las disposiciones del Decreto No. 2762 de 1991.
PAR. TRANS. Para
los efectos del inciso final de este artículo, los residentes y nativos del
departamento Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina podrán
votar en todas las elecciones de 1994 con la sola presentación de la cédula de
ciudadanía."
Como se puede observar, la ley misma en el
entendido de que es expresión de la interpretación que hace el legislador
respecto de la Constitución, desvirtúa el pretendido carácter que le atribuye
la resolución del Consejo Nacional Electoral al citado artículo 316 de la
Carta, ya que en éste se reclama y se exige para comprobar “que el inscrito no
reside en el respectivo municipio” y para declarar sin efecto la inscripción,
la práctica de un procedimiento breve y sumario de verificación, lo cual
presupone que en caso de comprobarse la residencia del ciudadano inscrito,
prevalece su derecho fundamental y resulta perfectamente válida la protección
judicial específica.
Es posible que en cada caso se haya
cumplido con la verificación genérica del aumento de las inscripciones, y que
haya existido en verdad el traslado manipulado, evidente e inaceptable de
ciudadanos residentes en otros municipios para alterar la pureza de los
correspondientes procesos, pero en verdad la decisión puede ser objeto de
verificación en cada caso concreto como ocurrió en la actuación judicial que
se examina y cuya providencia se confirma.
En este orden de ideas también queda a
salvo la vigencia de los procedimientos judiciales correspondiente para
perseguir la definición de la validez del acto que se ataca y que ella puede
adelantarse ante las instancias judiciales competentes de lo contencioso
administrativo.
En mérito de lo expuesto, la Sala No. Ocho
de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, administrando justicia en
nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
Primero.- Confirmar la Sentencia proferida por el Juez Penal
Municipal de Girardota (Antioquia) el veintiséis (26) de octubre de mil
novecientos noventa y cuatro (1994).
Segundo.- Líbrense por Secretaría las comunicaciones de que
trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí
contemplados.
Cópiese, notifíquese, publíquese e
insértese en la Gaceta Constitucional y cúmplase.
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
VLADIMIRO NARANJO MESA
Magistrado
JORGE ARANGO MEJIA
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
376 | T-183-95
Sentencia No
Sentencia No. T-183/95
ACCION DE TUTELA-Rechazo/DEMANDA DE TUTELA-Corrección
La acción de tutela no expresa claramente
"la acción o la omisión que la motiva". Más aún, ni siquiera con una
claridad inferior en grado a la que exige la norma. Razón por la cual el juez
de instancia ordenó mediante providencia, oficiar a la accionante, "para
que en el término de 2 días y de conformidad con el artículo 14 del Decreto
2591 de 1991, precise los hechos en que fundamenta su acción". Auto que
fue desatendido por la accionante al no precisar, en la causa, lo solicitado.
Este hecho, imponía al juez de instancia, el rechazo de la solicitud, que no
solo no fue corregida en los dos días que le fijó aquel despacho, ni en el
tercer día, sino que tampoco lo fue de manera extemporánea.
COMPETENCIA A
PREVENCION EN TUTELA/COMPETENCIA DE TUTELA-Lugar donde ocurrieron los hechos/ FALLO DE TUTELA-Nulidad
por falta de competencia
El artículo 37 es claro al fijar la
competencia a prevención para conocer de la acción de tutela, en los jueces o
tribunales con jurisdicción "en el lugar donde ocurriera la violación o la
amenaza que motivaren la presentación de la solicitud", y no donde se
expidió el acto como lo entendió el juez que recepcionó la solicitud. A juicio
de esta Corte el Juzgado, no era el competente para fallar sobre la acción,
resultando su decisión objeto de anulación, pues no puede tener efectos una
providencia judicial expedida por juez no competente.
REF.:
Expediente No. T-54134
Actora:
ELVIA ROSA
GALEANO OLAVE
Magistrados:
Dr. FABIO MORON
DIAZ
-Ponente-
Dr. VLADIMIRO
NARANJO MESA
Dr. JORGE
ARANGO MEJIA
Santafé de Bogotá, D.C., abril veintiseis
(26) de mil novecientos noventa y cinco
(1995).
La Corte Constitucional, Sala de Revisión
de Tutelas No. Ocho, integrada por los H. Magistrados JORGE ARANGO MEJIA,
VLADIMIRO NARANJO MESA y FABIO MORON DIAZ, se pronuncia sobre la acción de la
referencia en el grado jurisdiccional de revisión, teniendo en cuenta los
siguientes
ANTECEDENTES
La señora Elvia Rosa Galeano de Olave, en
ejercicio de la acción de tutela prevista en el artículo 86 de la Constitución
Política y desarrollada legalmente en los Decretos 2591 de 1991 y 306 de 1992,
formuló demanda contra el Consejo Nacional Electoral, el Registrador Nacional y
Municipal por violación de los derechos fundamentales de sufragio, igualdad y
debido proceso.
- La solicitud presentada por la
peticionaria mediante telegrama se limita a establecer lo siguiente:
"Presento
acción de tutela contra Consejo Electoral Registradores Municipal y Nacional
por violación derechos fundamentales de sufragio, igualdad, debido proceso, soy
presidente, quiero votar mi pueblo resido en cra. 9 No. 12-36 centro bajo
gravedad de juramento manifiesto no he interpuesto acción tutela contra mismas
autoridades, ni estos hechos."
La acción de la referencia se presentó ante
el Juez Segundo Civil Municipal de Barbosa, funcionario que mediante auto de
doce (12) de octubre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), ordenó
remitirla a Santafé de Bogotá, por considerar que no era competente por estar
dirigida contra el H. Consejo Nacional Electoral, entidad que tiene su sede en
esta ciudad.
LA PRIMERA INSTANCIA
El Juzgado Tercero Civil Municipal,
mediante Sentencia de nueve (9) de noviembre de mil novecientos noventa y
cuatro (1994), decide la acción de tutela y resuelve: "Denegar la
solicitud de amparo que ha solicitado la señora Elvia Rosa Galeano de Olave en
contra del señor Registrador Nacional del Estado Civil y el Consejo Nacional
Electoral", previas las siguientes consideraciones:
- Que lo pretendido por la
accionante es la protección de su derecho "a participar en la
conformación, ejercicio y control del poder político consagrado en el artículo
40, de la misma manera al debido proceso consagrado en el artículo 29 de la
Carta, y así se permita por parte de los accionados participar en las
elecciones que se llevarían a cabo el 30 de octubre de 1994 al accionante, toda
vez que esa facultad fue negada en forma arbitraria, ligera e inconstitucional
por los mismos", al expedirle la resolución No. 297 de 1994, mediante la
cual se determinó invalidar las inscripciones de cédulas de ciudadanía en el
municipio de Barbosa (Santander), impidiéndole participar en las elecciones de
30 de octubre de 1994.
- Que de acuerdo con lo anterior, la
peticionaria tiene a su disposición otro medio de defensa judicial para la
protección de sus derechos fundamentales, como sería acudir a la jurisdicción
de lo contencioso administrativo para solicitar la nulidad del acto
administrativo con el restablecimiento de derecho, incluso acompañada de la
suspensión adicional de la decisión.
- Que de otra parte, si las
inscripciones realizadas entre el 1o. de julio a 30 de agosto de 1994, se
dejaron sin efecto mediante resolución 297 del mismo año, también es cierto que
el artículo 3o. de la misma establece: "Podrán votar en los municipios
afectados con esta medida las personas que habiendo nacido u obtenido su cédula
de ciudadanía se hayan inscrito además, en el respectivo municipio".
CONSIDERACIONES DE LA CORTE
A. La Competencia
Es competente la
Sala para conocer de esta revisión, de conformidad con lo establecido en el
inciso 2o. del artículo 86 y numeral 9o. del artículo 241, ambos de la Carta
Política, desarrollados en los artículos 33 y 34 del Decreto 2591 de 1991.
B. La Materia
La acción comprende
el análisis de los contenidos de la formulación de la acción de tutela, la
indagación sobre el juez competente y los efectos de una providencia judicial
expedida por juez incompetente.
1. Contenido de
la Demanda de Tutela.
Si bien es cierto que la acción de tutela
es un recurso general reconocido a toda persona sin distinciones ni
discriminación por razones de edad, sexo, condición o naturaleza, y que el
reclamo de lo contenido en lo que se pretende, está liberado de exigencias
formales, permitiéndose en el mismo una discrecionalidad en el manejo de los
hechos, de las razones y de los conceptos, no quiere decir que dicha
informalidad pueda llegar al límite de la imprecisión, ausencia de claridad o
de sentido en la solicitud de tutela.
Lo anterior, es el resultado de la
naturaleza popular de la acción y del interés político con ella garantizado, la
defensa de los derechos fundamentales, ambos definidos en la Carta Política.
Sin embargo, la acción de tutela requiere,
como un medio indispensable para su eficacia, de un contenido cierto de su
solicitud, que exprese con la mayor claridad posible la acción o la omisión que
la motiva, el derecho que se considera violado o amenazado, el nombre de la
autoridad pública si fuere posible y las demás circunstancias relevantes para
decidir el asunto. Agrega el precepto legal (art. 4 del Decreto 2591 de 1991),
que no será indispensable citar la norma constitucional infringida ni ninguna
formalidad, pudiendo presentarse como en el caso de la referencia, por vía
telegráfica u otro medio de comunicación que se manifieste por escrito; tampoco
será necesaria la intervención de apoderado e incluso en las hipótesis
contenidas en el inc. 3 de la norma, podrá ser ejercida verbalmente.
En el presente caso la acción de tutela no
expresa claramente "la acción o la omisión que la motiva". Más aún,
ni siquiera con una claridad inferior en grado a la que exige la norma. Razón
por la cual el juez de instancia ordenó mediante providencia del 28 de octubre
de 1994 (folio 7), oficiar a la accionante, "para que en el término de 2
días y de conformidad con el artículo 14 del Decreto 2591 de 1991, precise los
hechos en que fundamenta su acción". Auto que fue desatendido por la
accionante al no precisar, en la causa, lo solicitado (artículo 17 Decreto 2591
de 1991). Este hecho, imponía al juez de instancia, el rechazo de la solicitud,
que no solo no fue corregida en los dos días que le fijó aquel despacho, ni en
el tercer día a que hace referencia el artículo 17 citado, sino que tampoco lo
fue de manera extemporánea.
Entonces, es claro que no le era dable al
señor juez considerar hechos que no obran al expediente, tales los señalados en
los ANTECEDENTES de la Sentencia (folio 10): "Los hechos en que la
accionante funda sus pedimentos, pueden circunscribirse a que mediante
resolución 297 de 1994, el Consejo Nacional Electoral, el Registrador Nacional
y Municipal, determinaron invalidar las inscripciones de cédulas de ciudadanía
en el Municipio de Barbosa (Santander) impidiéndose con ello participar en las
elecciones que se llevarían a cabo el 30 de octubre del año en curso."
Hechos estos, de cuyo conocimiento no hay
referencias, ni en la solicitud de la interesada, ni, se repite, en la
corrección que le fue pedida, ni en ningún otro folio del expediente. No sabe
esta Corte el origen de la información del juez ni el decurso de esta para
llegar a convertirse en fundamento de la decisión. Como práctica judicial
resulta poco aconsejable, sobre todo si se trata de la protección de derechos
como los amparados en la acción de tutela. Este tipo de prácticas, quitan
certeza a los contenidos de la decisión y ponen en peligro la transparencia de
los intereses en juego en las decisiones de la justicia.
2. El Juez Competente y los Efectos de su
Decisión.
El Juzgado 2o. Civil Municipal de Barbosa
(Santander) en providencia de 12 de octubre de 1994, interpretó de manera
equivocada el artículo 37 del decreto 2591/91, al entender que el lugar donde
se produjo el acto u omisión que se pretende tutelar fue la ciudad de Santafé
de Bogotá, que es precisamente donde el Honorable Consejo Nacional Electoral,
tiene su sede natural (folios 3 y 4).
En efecto, el artículo 37 es claro al fijar
la competencia a prevención para conocer de la acción de tutela, en los jueces
o tribunales con jurisdicción "en el lugar donde ocurriera la violación o
la amenaza que motivaren la presentación de la solicitud", y no donde se
expidió el acto como lo entendió el juez que recepcionó la solicitud.
A juicio de esta Corte el Juzgado Tercero
Civil Municipal de Santafé de Bogotá, no era el competente para fallar sobre la
acción, resultando su decisión objeto de anulación, pues no puede tener efectos
una providencia judicial expedida por juez no competente.
Con base en lo anterior, esta Sala,
administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
Primero.- Anular la Sentencia proferida por el Juzgado Tercero
Civil Municipal de Santafé de Bogotá, el nueve (9) de noviembre de mil
novecientos noventa y cuatro (1994) en el asunto de la referencia.
Segundo.- Rechazar la acción de tutela formulada por la señora
Elvia Rosa Galeano de Olave, contra el Consejo Nacional Electoral, el
Registrador Municipal del Estado Civil (Barbosa -Santander), y el Registrador
Nacional del Estado Civil.
Tercero.- Notifíquese la presente decisión en los términos del
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, notifíquese, publíquese e
insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
Expediente T-54134
Vienen firmas.....
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
VLADIMIRO NARANJO MESA
Magistrado
JORGE ARANGO MEJIA
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
377 | T-184-95
Sentencia No
Sentencia No. T-184/95
DERECHO A LA
SALUD-Intervención
quirúrgica/AUTORIDAD PUBLICA-Omisión de atención médica
En relación con
la vulneración de los derechos fundamentales a la salud y seguridad social,
encuentra la Corte como lo hicieron los jueces de tutela de instancia, que es
innegable la falta de asistencia médica a la que se encontraba sometida la
accionante por parte de la Alcaldía Municipal en su condición de empleador, lo
cual le producía a la peticionaria cada día un desmejoramiento progresivo de su
salud, conduciéndola no sólo a una existencia angustiosa, sino además a una
negación de sus derechos, especialmente cuando se trata de la salud, cuya
desprotección o falta de atención pone en grave peligro su existencia y vida
digna. Situación que se comprobó con las declaraciones de la actora y de los
médicos que venía atendiendola, quienes determinaron desde principios de 1994
la necesidad de practicar una intervención quirúrgica, para la recuperación de
su salud.
ACCION DE TUTELA-Cesación
Existe cesación
de la actuación impugnada por el cumplimiento del fallo de tutela que ordenó la
intervención quirúrgica de la accionante, la cual ya se efectuó.
REF: Expediente
No. T - 54.552
PETICIONARIO: Amira Marcel Mina Mosquera contra el
Municipio de Suarez, Cauca.
PROCEDENCIA: Juzgado Segundo Penal del Circuito de
Santander de Quilichao.
MAGISTRADO
PONENTE:
DR. HERNANDO
HERRERA VERGARA
Santa Fé de Bogotá,
D.C., Abril veintiseis (26) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
Procede la Sala
Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados HERNANDO
HERRERA VERGARA, ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Y FABIO MORON DIAZ, a revisar
los fallos proferidos por el Juzgado Promiscuo Municipal de Suarez, Cauca, el 9
de noviembre de 1994 y por el Juzgado Segundo Penal del Circuito de Santander
de Quilichao el 30 de marzo de 1995, dentro del proceso de tutela de la
referencia.
I.
ANTECEDENTES.
La señora Amira Marcel Mina Mosquera
instauró acción de tutela contra el Alcalde Municipal de Suárez con el objeto
de que se le proteja su derecho fundamental a la seguridad social.
Fundamenta su solicitud en el hecho de que
el Municipio de Suárez se ha negado a cubrir un riesgo como es su enfermedad,
habiendo enterado de tal situación al señor Alcalde Municipal desde el mes de
febrero de 1994, mientras que su salud continúa agravándose paulatinamente.
Señala que presenta dolores agudos abdominales muy fuertes, inflamación y hasta
pérdida del conocimiento.
Expresa haber presentado la respectiva
certificación médica y cotización de la intervención que deben practicarle,
pero señala que hasta el momento no ha recibido ningún aporte o cubrimiento por
parte del mencionado municipio.
Ante esa falta de respuesta de las
autoridades locales, estima afectada en su derecho a la seguridad social, al no
poseer los recursos para cubrir los gastos que demanda su atención médica,
mientras que su salud se vá menguando.
Por lo anterior, solicita que se ordene al
Municipio cubrirle los gastos de cirugía y demás necesarios para recuperar su
salud.
II.
LAS PROVIDENCIAS JUDICIALES QUE SE REVISAN.
A.
Sentencia de Primera Instancia.
El Juzgado Promiscuo Municipal de Suárez,
mediante providencia del 9 de noviembre de 1994, resolvió tutelar los derechos
fundamentales a la seguridad social, dignidad, salud y libre desarrollo de la
personalidad de la actora AMIRA MARCEL MINA MOSQUERA, en el sentido de ordenar
al señor Alcalde Municipal de Suárez que en el término de 48 horas luego de
notificada la Sentencia, haga el respectivo desembolso con el objeto de cubrir
la totalidad de los gastos que demande la hospitalización, cirugía, droga, honorarios
médicos de la peticionaria, por concepto de resección quiste ovario.
Fundamentó su decisión el Juzgado en los
siguientes argumentos:
“Una afección en
la salud que produce dolor intenso y que puede ser conjurada mediante una
intervención quirúrgica, se constituye en una forma de trato cruel, cuando
verificada su existencia, se omite el tratamiento para su curación, el dolor
intenso reduce las capacidades de las personas, impide su libre desarrollo y
afecta su integridad física y psíquica. La autoridad competente que se niega
sin justificación suficiente a tomar las medidas necesarias para evitarlo,
omite sus deberes, desconoce el principio de la dignidad humana y vulnera los
derechos a la salud y a la integridad física, psíquica y moral de la persona.
Pues bien, en el
asunto sub-exámine, tenemos una clara omisión del empleador, esto es el
Municipio de Suárez a través de su representante legal el Alcalde Municipal, al
deber de afiliar a su empleada AMIRA MARCEL MINA MOSQUERA al sistema general de
Seguridad Social, con el objeto de propender por una protección integral, en
cuanto se refiere a la cantidad, oportunidad, calidad y eficiencia, de
conformidad con el artículo 162 respecto del Plan obligatorio de Salu Ley 100
de 1993; inscribiendo en consecuencia a dicha empleada a una entidad promotora
de Salud tal como lo ordena la Ley precitada.
Ahora bien, todo
lo anteriormente esbozado se halla reforzado con el escrito de demanda
impetrado por la Actora, lo que a su vez es corroborado por la certificación
visible a folios 12, expedido por la Alcaldía Muncipal de Suárez, en donde se
expresa que la cobertura por concepto de salud solo abarca hasta consulta
externa quedando huérfano el empleado (afiliado) del resto de beneficios,
incumpliendose de esta forma la obligación del empleador (municipio), llegando
de pronto a incurrir en las previsiones contenidas en el Artículo 271 de dicha
ley (sanciones para el empleador).
Como puede verse,
se ha violado no solo el derecho fundamental a la salud, si no que aparecen
violados derechos fundamentales tales como el de la dignidad, libre desarrollo
de la personalidad y en general el de la seguridad social, base suficiente para
tutelar dichos derechos”.
B. Impugnación.
El señor Alcalde Municipal de Suárez dentro
del término legal, manifestó en forma simple que impugnaba la decisión adoptada
por el Juez Promiscuo Municipal, el cual al estimar procedente el recurso
interpuesto, remitió el expediente al Juzgado Penal del Circuito (reparto) con
sede en Santander de Quilichao, para que se tramitara y resolviera la
impugnación.
Por reparto, el expediente fue remitido al
Juzgado Segundo Penal del Circuito, el cual mediante providencia del 18 de
noviembre de 1994 resolvió declarar que “no hay lugar a desatar la alzada
propuesta por el Alcalde Municipal de Suárez, al no cumplir su impugnación con
los presupuestos necesarios para su admisión, de conformidad con lo normado en
los artículos 31 y 32 del Decreto 2591 de 1991”.
Frente a lo anterior, el expediente fue
remitido a la Corte Constitucional, la cual mediante auto de fecha 23 de enero
de 1995, emanado de la Sala Sexta de Revisión de Tutelas, con fundamento en la
jurisprudencia de la Corporación, se abstuvo de efectuar la revisión de fondo
de la providencia proferida por el Juzgado Promiscuo Municipal de Suárez, y
ordenó al Juzgado Segundo Penal del Circuito de Santander de Quilichao tramitar
y resolver la impugnación formulada por el Alcalde Municipal de Suárez.
C.
Sentencia de Segunda Instancia.
En cumplimiento a lo dispuesto por la Corte
Constitucional, el Juzgado Segundo Penal del Circuito de Santander de Quilichao
mediante providencia de 30 de marzo de 1995, resolvió confirmar en todas sus
partes el fallo de tutela impugnado, previniendo al señor Alcalde Municipal de
Suárez, para que en ningún caso vuelva a incurrir en la omisión de garantizar
el derecho a la salud y a la seguridad social de los empleados que laboral para
el municipio.
El Juzgado fundamenta su decisión en que:
“Estudiado el
diligenciamiento sabemos que la señora Amira Marcel Mina Mosquera labora como
docente para el Municipio de Suárez (Cauca) y como se sintiera afectada en su
salud por fuertes dolores abdominales consultó con un especialista en
Ginecología quien le dictaminó un quiste anexial izquierdo que exigía
tratamiento quirúrgico. Como solicitara ayuda económica al Alcalde y no se le
prestó atención debida y no tuvo otro remedio que recurrir a la Acción de
Tutela.
La tutelante
comprobó que efectivamente padece el mal que alega con informe ecográfico y con
cotización de cirugía de médico cirujano..., cuyo costo es de $1.200.000.oo-
....
En el presente
caso es innegable la falta de asistencia médica de la señora accionante estaría
conduciendola no solo a una existencia torturante y angustiosa carente de razón
de ser, sino al fin de una existencia con negación del derecho fundamental a la
vida especialmente cuando se trata de gastos médicos de valor imprescindible e
inalcanzable para el presupuesto de la tutelante y además se hace imprescindible
su intevención quirúrgica. La Seguridad Social se impone, pues, como derecho
fundamental, porque es claro desarrollo del derecho a la salud como derecho
inherente al derecho fundamental a la vida.
Por las
anteriores razones debemos estar de acuerdo con la decisión del señor (sic)
Promiscuo Municipal de Suárez (Cauca) y deberá confirmarse aunque como sabemos,
ya se dió cumplimiento a la tutela y cesaron los motivos de vulneración de los
derechos fundamentales de la profesora Mina Mosquera”.
III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Primera.
La competencia.
De conformidad con lo dispuesto por los
artículos 86, inciso tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política,
en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala
es competente para revisar el fallo proferido por el Juzgado Segundo Penal del
Circuito de Santander de Quilichao.
Segunda.
Breve justificación para confirmar el fallo que se revisa.
Con fundamento en el
artículo 35 del Decreto 2591 de 1991, las decisiones de revisión que profiera
la Corte Constitucional podrán ser brevemente justificadas, lo cual en el
presente asunto es pertinente, ya que no sólo la Corte comparte íntegramente
los razonamientos que llevaron a los jueces de tutela de primera y segunda
instancia a conceder la tutela invocada por la señora Amira Marcel Mina
Mosquera, ante la vulneración de sus derechos fundamentales a la salud y
seguridad social por la omisión y negligencia de la autoridad pública -el
alcalde municipal de Suárez-, sino que adicionalmente como lo señaló el a-quo,
han cesado los motivos de violación de los derechos fundamentales citados de la
peticionaria.
En relación con la
vulneración de los derechos fundamentales a la salud y seguridad social,
encuentra la Corte como lo hicieron los jueces de tutela de instancia, que es
innegable la falta de asistencia médica a la que se encontraba sometida la
accionante por parte de la Alcaldía Municipal de Suárez en su condición de
empleador, lo cual le producía a la señora Mina Mosquera cada día un
desmejoramiento progresivo de su salud, conduciéndola no sólo a una existencia
angustiosa, sino además a una negación de sus derechos, especialmente cuando se
trata de la salud, cuya desprotección o falta de atención pone en grave peligro
su existencia y vida digna. Situación que se comprobó con las declaraciones de
la actora y de los médicos que venía atendiendola, quienes determinaron desde
principios de 1994 la necesidad de practicar una intervención quirúrgica, para
la recuperación de su salud.
De otro lado, en
relación con la sustracción de materia, es del caso citar la declaración
rendida por la accionante ante el Juzgado Segundo Penal del Circuito el día 24
de marzo de 1995, en la cual se señala:
“El señor
Luis Fernando Coronado alcalde anterior del Municipio de Suárez, Cauca, dio
estricto cumplimiento a lo que ordenó el señor Juez Promiscuo de Suárez, Cauca.
Me operaron en la Clínica Tequendama el Dr. Martin Guardiola y
Fabio Iglesias, salí bien de la operación, me encuentro trabajando nuevamente,
la cirugía, los gastos, drogas, honorarios todo lo pagó la Alcaldía
pero por cuenta del Alcalde anterior. Me operaron el día 5 de Enero de 1995 y
me dijeron que tenía que asistir mensualmente a consulta médica. Me siento
satisfecha con la operación y quedé bien de salud” (negrillas y subrayas fuera
de texto).
En razón a lo
expuesto, existiendo cesación de la actuación impugnada por el cumplimiento del
fallo de tutela que ordenó la intervención quirúrgica de la accionante, la cual
ya se efectuó, esta Sala se abstendrá de analizar los derechos fundamentales
vulnerados, y procederá a confirmar la Sentencia que se revisa.
IV. DECISION.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, obrando en
nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
PRIMERO.
CONFIRMAR el fallo
proferido por el Juzgado Segundo Penal del Circuito de Santander de Quilichao,
el 30 de marzo de 1995, en relación con la acción de tutela interpuesta por la
señora AMIRA MARCEL MINA MOSQUERA.
SEGUNDO. Por la Secretaría General de la Corte
Constitucional, líbrense las comunicaciones de que trata el artículo 36 del
Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados.
Cópiese, notifíquese, comuníquese,
insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado Ponente
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO FABIO MORON DIAZ
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
378 | T-185-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-185/95
PERSONA JURIDICA
PUBLICA-Titularidad/DEBIDO
PROCESO
No cabe duda
acerca de que la titularidad del derecho que el artículo 29 de la Constitución
Política contempla, corresponde a todas las personas naturales o jurídicas y en
este último evento, privadas o públicas que, conforme a lo dispuesto por el
ordenamiento, tengan capacidad para ser parte dentro de un proceso. Así pues,
fuerza concluir que la titularidad del derecho fundamental al debido proceso
deriva de la capacidad que tienen las personas jurídicas de derecho público
para ser parte en los procesos judiciales máxime si los intereses en juego en
ocasiones se hallan garantizados constitucionalmente, como acontece con las
Universidades que gozan de la autonomía que la Carta les reconoce.
ACCION DE TUTELA
CONTRA AUTO QUE IMPUSO MULTA-Improcedencia
No atañe a esta
Sala, en ejercicio de sus competencias, entrar a rebatir estas razones;
simplemente se limita a destacar que la actuación surtida no se revela
contraria a derecho, convicción que se ve reforzada si se tiene en cuenta que
en contra de la decisión inicial, la parte afectada interpuso los recursos de
reposición y apelación logrando por ese medio la exclusión de la sanción
impuesta a la apoderada judicial por entender que su presencia "no era
forzosa".
REF: EXPEDIENTE No. T- 55.945
PETICIONARIO: Universidad Distrital Francisco José de
Caldas contra el Juzgado Veintitrés Civil del Circuito de Santa Fe de Bogotá.
PROCEDENCIA: Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso
Administrativo, Sección Cuarta.
TEMA: Titularidad para el ejercicio de la acción
de tutela por personas jurídicas.
MAGISTRADO
PONENTE:
Dr. HERNANDO
HERRERA VERGARA.
Santafé de Bogotá,
D.C., abril 26 de mil novecientos noventa y cinco (1995).
Procede la Sala
Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados
HERNANDO HERRERA VERGARA, ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO y FABIO MORON DIAZ, a
revisar los fallos proferidos por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca,
Sección Primera, el 25 de octubre de 1994, y por el Consejo de Estado, Sala de
lo Contencioso Administrativo, Sección Cuarta, el once (11) de noviembre del
mismo año.
El negocio llegó al
conocimiento de esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional, por vía
ordinaria de la remisión que hizo el Consejo de Estado, en virtud de lo
dispuesto por el Artículo 31 del Decreto 2591 de 1991.
Conforme a lo
dispuesto en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591
de 1991, la Sala de Selección número Uno de la Corte escogió para efectos de
revisión la presente acción de tutela.
I. INFORMACION
PRELIMINAR.
LOMBARDO RODRIGUEZ
LOPEZ, Rector y Representante Legal de la UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSE
DE CALDAS, mediante poder legalmente conferido a la Abogada LUZ STELLA CORONADO
SAENZ, instauró acción de tutela en representación de la Universidad, contra el
Juzgado 23 Civil del Circuito de Santafé de Bogotá, y el Tribunal Superior,
Sala Civil, de esta misma ciudad, por violación de sus derechos fundamentales
al "(...) debido proceso y al derecho sustantivo, artículos 29 y 228 de
la Constitución Nacional (...)".
La apoderada de la
Universidad Distrital Francisco José de Caldas, fundamenta su demanda en los
siguientes
HECHOS:
1. “En el Juzgado 23 Civil del Circuito de
Santafé de Bogotá, se adelanta proceso ejecutivo instaurado por MARIA LUISA
RUIZ, contra la UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSE DE CALDAS. Se notificó en
legal forma y se procedió a formular las excepciones de rigor”.
2. El Juzgado 23 Civil del Circuito de Santafé
de Bogotá, citó a la parte demandada para que el día 3 de febrero de 1994 a las
10:00 A.M. concurriera a la celebración de la audiencia de conciliación y ese
mismo día, los estudiantes citaron al Rector a una reunión para debatir el
Estatuto de la Universidad, reunión que en sentir del accionante “(...)
terminó en vías de hecho prolongándose en el tiempo, impidiendo fisicamente
(sic) los estudiantes la salida de los asistentes y desde luego del Rector.
Este hecho ajeno a la voluntad del Rector le impidió asistir a la Audiencia en
la hora señalada”.
3. “Dentro del término legal, le presento
(sic) excusa al Señor Juez, con base en los hechos ocurridos. La cual fue
certificada por el Secretario General de la UNIVERSIDAD FRANCISCO JOSE DE
CALDAS, a quien le constaba lo sucedido (...)”
La excusa no fue
aceptada por el Juez y como consecuencia de lo ocurrido sancionó a la parte
demandada y a la apoderada.
4. Contra el auto que impuso las sanciones se
interpusieron los recursos de reposición y apelación; al resolver el Juez la reposición,
revocó parcialmente la decisión, exonerando a la apoderada y disminuyendo la
sanción del Rector.
5. Posteriormente, el auto fue enviado en
apelación al Tribunal Superior de Santafé de Bogotá, el cual resolvió agravar
la sanción al rector "(...) de 1 salario mínimo a 5 salarios, por la no
asistencia a la Audiencia. Quebrantando el principio de la reformatio impejus
(sic), al hacer más gravosa la situación del único apelante".
6. “Al no aceptarse la excusa y fijar nueva
fecha para la Audiencia, se da por no contestada la demanda y los hechos de la
parte demandante como ciertos, ocasionándose un perjuicio a la Universidad
Distrital”.
PRETENSIONES
El apoderado de la
accionante solicitó que se “(...) garantice la imparcialidad del proceso
establecido en la Carta Constitucional, ya que de lo detallado en los hechos se
evidencia la amenaza de que fue objeto la Administración Pública, ya que se
vulneró un derecho fundamental, como el debido proceso en el momento en que el
Juez, desconoció la excusa presentada en el término legal y mediante plena
prueba(...)".
II. LAS
PROVIDENCIAS JUDICIALES OBJETO DE REVISION.
1. Sentencia del
Tribunal Administrativo de Cundinamarca, Sección Primera.
El Tribunal
Administrativo de Cundinamarca mediante providencia del 25 de octubre de 1994,
rechazó la tutela, con fundamento en las consideraciones que a continuación se
resumen:
1.) “ Las
decisiones que la accionante busca controvertir a través de esta acción están
contenidas en dos autos dictados por el Juzgado 23 Civil del Circuito de
Santafé de Bogotá y la Sala Civil del Tribunal Superior. ”.
2.) “(...) la
acción de tutela no puede ser ejercida contra providencias y demás Sentencias
judiciales definitivas, es decir que ponen fin a la actuación en los procesos
judiciales”, toda vez que, mediante Sentencia No. C-543 de 1992 La Corte
Constitucional declaró inexequible el artículo 40 del Decreto 2591 de 1991.
Pese a que la Corte Constitucional ha sentado "nuevas bases para la
acción de tutela respecto de actuaciones judiciales", en Sentencias
referentes a la denominada "vía de hecho", algunas de las
cuales transcribe parcialmente; consideró el despacho judicial que "ninguna
de las situaciones descritas.....tuvo lugar en el caso que se analiza".
3.) "De las
pruebas aportadas al expediente surge con claridad que aquel procedimiento que
debe cumplirse ante el Juzgado y el Tribunal para resolver lo relativo a la
sanción y negativa de la Audiencia de Conciliación tuvo su curso normal en
ambos despachos”. Estimó, además que "si bien la sanción impuesta a
la accionante fue incrementada por el superior jerárquico del Juez, su monto se
mantiene en general, dentro de los lineamientos que permite el Decreto No. 2651
de 1991, es decir que puede ser hasta de diez salarios mínimos".
4.) “En
consecuencia, la tutela resulta improcedente respecto del derecho al debido
proceso y el derecho a la prevalencia del derecho sustancial, alegados por el
peticionario, ya que la aplicación de este último no puede llevar al
desconocimiento de la Ley”.
2. IMPUGNACION.
En sentir de la
apoderada del accionante, la tutela se dirige en contra del auto que negó la
excusa presentada por la Universidad, porque la prueba fue presentada en tiempo;
la certificación de inasistencia a la audiencia la expidió el Secretario
General de la Universidad, dado el carácter que ostenta como funcionario de un
ente público que da fe de los actos de la entidad, según funciones establecidas
en la Ley. Además de lo anterior expresa que la causa de lanasistencia fue la
fuerza mayor o caso fortuito.
La tutela busca que
se restablezca el debido proceso y a que se le dé el reconocimiento de plena
prueba a la excusa por no asistir a la audiencia.
3. SENTENCIA DEL
CONSEJO DE ESTADO.
El Consejo de
Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Cuarta, mediante
providencia del once (11) de noviembre de 1994, resolvió confirmar la
Sentencia, por los siguientes motivos:
“La Sala comparte
la decisión del Tribunal a-quo al considera improcedente la acción de tutela
impetrada, además de los argumentos expuestos por las siguientes
consideraciones:
En múltiples
oportunidades al resolver acciones de tutela incoadas por personas jurídicas ha
señalado la Sala doctrina que aprecia que las personas jurídicas en razón de su
existencia no natural y relativa no son titulares de derechos fundamentales
(...)".
III. REMISION DEL
EXPEDIENTE A LA CORTE CONSTITUCIONAL.
La Sección Cuarta
del Consejo de Estado, en cumplimiento de lo dispuesto por el inciso 2o. del
artículo 31 del Decreto 2591 de 1991, remitió el expediente a esta Corporación
para efectos de su eventual revisión. Después de haber sido seleccionada y
repartida, entra la Sala Sexta de Revisión a quien correspondió, a estudiar y
fallar el asunto de la referencia.
IV.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL.
Primera. La
competencia.
De conformidad con
lo dispuesto en los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la
Constitución Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto
2591 de 1991, esta Sala es competente para revisar el fallo proferido por el
Tribunal Administrativo de Cundinamarca, sección primera, y por el Consejo de
Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Cuarta.
Segundo. La
materia.
El primer aspecto en
el que, una vez más, debe insistir la Sala a propósito del caso que en esta
oportunidad ocupa su atención, tiene que ver con la titularidad para el
ejercicio de la acción de tutela que también se reconoce a las personas
jurídicas. Es amplio el desarrollo jurisprudencial que la Corporación ha
producido acerca de este tópico; al respecto, cabe puntualizar los siguientes
lineamientos:
-El derecho
colombiano distingue dos tipos de personas, las naturales y las jurídicas, de
modo que cuando el artículo 86 de la Carta se refiere a "toda
persona" como titular de la acción, no establece diferencias de ninguna
índole y, por ende, no hay razón valedera para excluir a las personas jurídicas
de la posibilidad de impetrar la tutela.
-Resulta obvio que,
si la acción de tutela se dirige a la protección inmediata de los derechos
constitucionales fundamentales, cuando quiera que están siendo vulnerados o
amenzados por una autoridad pública o por un particular en los supuestos que la
ley prevé; al admitir, en concordancia con el planteamiento anterior, su
ejercicio por personas jurídicas, se reconoce que estas son titulares de los
derechos constitucionales fundamentales.
-Debe puntualizarse,
sin embargo, que, en razón de la naturaleza específica de las personas
jurídicas, existen algunos derechos que no son predicables de ellas sino
exclusivamente de las personas físicas o naturales, lo cual no se opone a que
busquen la protección de los derechos cuya titularidad les atañe mediante el
ejercicio de los mecanismos que el ordenamiento jurídico dispone para tal fín.
En la presente
causa, la Universidad Distrital Francisco José de Caldas acude al instrumento
tutelar aduciendo la vulneración del debido proceso y el desconocimiento de la
prevalencia del derecho sustancial porque, a juicio del accionante, ni el
Juzgado 23 Civil del Circuito de Santafé de Bogotá, ni el Tribunal Superior del
Distrito Judicial de esta misma ciudad, aceptaron la excusa presentada para
justificar la inasistencia del Rector y Representante Legal a una audiencia de
conciliación previamente programada dentro de un proceso ejecutivo seguido en
contra de la entidad, situación que acarreó la imposición de las sanciones
legalmente previstas y que además, según la apoderada, irroga perjuicio a la
institución universitaria toda vez que "al no aceptarse la excusa y
fijar nueva fecha para la audiencia, se da por no contestada la demanda y los
hechos de la parte demandante como ciertos".
Ante todo, resulta
ineludible destacar la naturaleza pública de la persona que promueve la acción
de tutela. Sobre el particular, la Corte ha indicado que "las personas
jurídicas -incluso de derecho público- son titulares de algunos derechos
fundamentales, entre ellos -por vía de simple ilustración- los derechos de
defensa y debido proceso, consagrados en el artículo 29 de la Constitución"
(Sentencia T- 081 de 1993. M.P. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz).
La Sala prohija
estos criterios. No cabe duda acerca de que la titularidad del derecho que el
artículo 29 de la Constitución Política contempla, corresponde a todas las
personas naturales o jurídicas y en este último evento, privadas o públicas
que, conforme a lo dispuesto por el ordenamiento, tengan capacidad para ser
parte dentro de un proceso. Así pues, fuerza concluir que la titularidad del
derecho fundamental al debido proceso deriva de la capacidad que tienen las
personas jurídicas de derecho público para ser parte en los procesos judiciales
máxime si los intereses en juego en ocasiones se hallan garantizados
constitucionalmente, como acontece con las Universidades que gozan de la
autonomía que la Carta les reconoce ( Artículo 69 C.P.).
En el caso sub
exámine la Univerdidad Distrital Francisco José de Caldas, vinculada a un
proceso ejecutivo, en calidad de parte demandada, aboga por la protección del
derecho consagrado en el artículo 29 que en opinión de su Representante Legal
le fue violado. La Sala no advierte en ello motivos que ab initio tornen
improcedente la acción de tutela, porque ubicándose el debido proceso en la
categoría de los derechos constitucionales fundamentales, no resulta coherente
ni jurídico sostener que una de las partes se encuentra privada de la
posibilidad de ejercer las prerrogativas que el mencionado derecho ofrece
porque su específica naturaleza le impide ser titular del mismo.
Semejante predicado
conduce, sin mayor obstáculo, a la equivocada conclusión de que en un proceso
en el que se ventile un litigio que enfrente a una persona natural y a una
persona jurídica, la primera gozaría de todas las garantías propias del debido
proceso, en tanto que la segunda se vería privada de esas garantías puesto que
"las personas jurídicas en razón de su existencia no natural y relativa
no son titulares de derechos fundamentales", o más aún, fácilmente
podría llegar a sostenerse que en un proceso en el que ambas partes fueran
personas jurídicas no habría lugar para la observancia y el cumplimiento del
debido proceso porque ninguna de las partes estaría cobijada por sus
contenidos, ya que, las personas jurídicas, "no son titulares de
derechos fundamentales" y el debido proceso es uno de ellos. Esta Sala
de Revisión de la Corte Constitucional no puede acoger una interpretación que
no se compadece con los principios constitucionales referentes a los sujetos de
la acción de tutela.
Si bien es cierto,
conforme a lo brevemente expuesto, que la Universidad Distrital Francisco José
de Caldas podía impetrar la tutela argumentando la vulneración del debido
proceso, estima la Sala que la acción no está llamada a prosperar puesto que,
tal como lo entendió el despacho de primera instancia, la Corte Constitucional,
mediante Sentencia C-543 de 1992, declaró inexequible el artículo 40 del
Decreto 2591 de 1991, que contemplaba la posibilidad de instaurar la acción
prevista en el artículo 86 de la Constitución Política en contra de
providencias judiciales. Señaló la Corte en esa oportunidad:
"Vistas así
las cosas, en nuestro sistema pugna con el concepto mismo de esta acción la
idea de aplicarla a procesos en trámite o terminados, ya que unos y otros
llevan implícitos mecanismos pensados cabalmente para la guarda de los
derechos, es decir, constituyen por definición "otros medios de defensa
judicial" que a la luz del artículo 86 de la Constitución, excluyen por
regla general la acción de tutela".
Y más adelante,
puntualizó que:
"(...) No
está dentro de las atribuciones del juez de tutela la de inmiscuirse en el
trámite de un proceso judicial en curso, adoptando decisiones paralelas a las
que cumple, en ejercicio de su función, quien lo conduce, ya que tal
posibilidad está exluida de plano en los conceptos de autonomía e idependencia
funcionales ( artículos 228 y 230 de la Carta) a los cuales ya se ha hecho referencia.
" De ningún
modo es admisible, entonces, que quien resuelve sobre la tutela extienda su
poder de decisión hasta el extremo de resolver sobre la cuestión litigiosa que
se debate en un proceso, o en relación con el derecho que alli se controvierte.
"No puede,
por tanto, proferir resoluciones o mandatos que interfieran u obstaculicen
diligencias judiciales ya ordenadas por el juez de conocimiento, ni modificar
providencias por él dictadas , no solamente por cuanto ello representaría una
invasión en la órbita autónoma del juzgador y en la independencia y
desconcentración que caracterizan a la administración de justicia ( artículo
228 C.P.), sino porque, al cambiar inopinadamente las reglas predeterminadas
por la ley en cuanto a las formas propias de cada juicio ( artículo 29 C.P.) ;
quebrantaría abierta y gravemente los principios constitucionales del debido
proceso. Lo anterior, sin tener en cuenta la ostensible falta de competencia
que podría acarrear la nulidad de los actos y diligencias producidos como
consecuencia de la decisión con los consiguientes perjuicios para las partes,
la indebida prolongación de los procesos y la congestión que, de extenderse,
ocasionaría esta práctica en los despachos judiciales.
" De las
razones anteriores concluye la Corte que no procede la acción de tutela contra
ninguna providencia judicial, con la única salvedad del perjuicio irremediable,
desde luego aplicada en este evento como mecanismo transitorio supeditado a la
decisión definitiva que adopte el juez competente". (Sentencia C-543 de
1992 M.P. Dr. José Gregorio Hernández Galindo).
Además de lo
expuesto, la Corte precisó en el pronunciamiento citado que "nada obsta
para que por la vía de la tutela se ordene al juez que ha incurrido en dilación
injustificada en la adopción de decisiones a su cargo que proceda a resolver o
que observe con diligencia los términos judiciales, ni riñe con los preceptos
constitucionales la utilización de esta figura ante actuaciones de hecho
imputables al funcionario por medio de las cuales desconozcan o amenacen
derechos fundamentales, ni tampoco cuando la decisión cause un perjuicio
irrmediable (...)" Ninguna de estas hipótesis se configura en el caso
sub lite.
El Juzgado 23 Civil
del Circuito de Santafé de Bogotá estimó que la excusa no resultaba aceptable,
"pues era previsible la reunión" y que la circunstancia de que
proviniera de un funcionario de la propia dependencia es "intrascendente",
ante la anotada previsibilidad; argumento que compartió el Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá con la advertencia adicional de no
haber encontrado "probado en el proceso el hecho imprevisto"
que se aduce. No atañe a esta Sala, en ejercicio de sus competencias, entrar a
rebatir estas razones; simplemente se limita a destacar que la actuación
surtida no se revela contraria a derecho, convicción que se ve reforzada si se
tiene en cuenta que en contra de la decisión inicial, la parte afectada
interpuso los recursos de reposición y apelación logrando por ese medio la
exclusión de la sanción impuesta a la apoderada judicial por entender que su
presencia "no era forzosa".
Aun cuando se
mantuvo la multa a la parte demandada, habiéndola aumentado el superior de un
salario mínimo mensual a cinco, la Sala comparte el criterio del fallador de
tutela de primera instancia en el sentido de considerar que "su monto
se mantiene en general, dentro de los lineamientos que permite el decreto 2591
de 1991, es decir que puede ser hasta de diez salarios mínimos",
criterio que la apoderada de la Universidad expuso al sustentar el recurso de
apelación interpuesto contra el auto del Juzgado 23 Civil del Circuito, en los
siguientes términos: "Para sorpresa en el auto que resuelve
la reposición el señor Juez, toma la decisión de exonerarme y la
disminución de la sanción al señor rector, no se puede explicar a la luz de la
norma, tal decisión, ya que la norma establece en forma clara y precisa que la
sanción se debe tasar a partir de cinco salarios mínimos hasta diez salarios mínimos
no permite la interpretación, ya que es taxativa en señalar la máxima y la
mínima sanción, por tanto es inexplicable la decisión del inferior , al
legislar sobre la materia". En consecuencia, no se quebranta el
principio de la no reformatio in pejus.
La Corte
Constitucional reitera así su criterio en el sentido de afirmar que las
personas jurídicas pueden ejercer la acción de tutela de conformidad con el
artículo 86 de la Carta Política y con el Decreto 2591 de 1991 por tratarse de
titulares de derechos fundamentales, pero no tutelará los derechos del
accionante por las razones expuestas en la parte motiva de esta providencia.
V. DECISION.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución
RESUELVE:
PRIMERO. Confirmar pero por las razones
expuestas en la parte motiva de esta providencia la Sentencia proferida por el
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Cuarta, el once
(11) de noviembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994), que a su vez
confirmó la Sentencia proferida por el por el Tribunal Administrativo de
Cundinamarca, Sección Primera, el veinticinco (25) de octubre de 1994.
SEGUNDO. Líbrense por Secretaría, las
comunicaciones de que trata el artículo 36 del decreto 2591 de 1991.
Notifíquese,
cópiese, publíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte
Constitucional, envíese al Despacho de origen y cúmplase.
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado Ponente
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General. |
379 | T-186-95
Sentencia No
Sentencia No. T-186/95
ACCION DE TUTELA-Cesación/ACCION DE TUTELA-Sustracción
de materia
En el asunto que
se examina hay sustracción de materia por carencia actual de objeto, por lo
tanto las pretensiones consistentes en la desvinculación del Batallón o el
otorgamiento de permisos para trabajar no son posibles, por cuanto a la fecha
de esta providencia ya no se encuentra prestando el servicio militar.
REF.: Expediente No. T- 57.956
PETICIONARIO: CLAUDIA PATRICIA RODRIGUEZ RODRIGUEZ
contra la CUARTA BRIGADA - BATALLON No. 4 BUENOS AIRES Medellín.
TEMA: FAMILIA.
MAGISTRADO
PONENTE :
Dr. HERNANDO
HERRERA VERGARA
Santa Fe de Bogotá, abril 26 de mil
novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Sexta de Revisión de Tutelas de la
Corte Constitucional, integrada por los Magistrados ALEJANDRO MARTINEZ
CABALLERO, FABIO MORON DIAZ y HERNANDO HERRERA VERGARA, procede a revisar el
fallo proferido por el Juzgado Treinta y Cinco Penal Municipal de Medellín, el
13 de Diciembre de 1994.
El expediente llegó a conocimiento de esta
Sala de Revisión de la Corte Constitucional por remisión que le hizo el Juzgado
citado, de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 31 del Decreto 2591 de
1991.
Con fundamento en los artículos 86 de la
Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Revisión Número
Dos de la Corte Constitucional, escogió, para efectos de revisión la presente
acción de tutela.
I. INFORMACION PRELIMINAR.
1. La señora CLAUDIA PATRICIA RODRIGUEZ RODRIGUEZ acude a
la acción de tutela para reclamar la protección de su derecho fundamental a la
familia, consagrado en el artículo 42 de la Constitución Política, con el fin
de que su compañero pueda estar al lado de sus hijos y velar por su
sostenimiento, ya que a la fecha de la demanda se encontraba prestando el
servicio militar.
2. La accionante manifiesta que en el mes de agosto de
1993 su compañero LUIS GIOVANNY MINA DIAZ se presentó voluntariamente al
Ejército para definir su situación militar, época en la cual se encontraba
conviviendo con la accionante, y que aquél fue incorporado a las filas.
3. Para la época de la presentación de la demanda, de la
unión de hecho de la accionante y su compañero había nacido un hijo y otro
estaba por nacer, y además aquel tenía una cicatriz como consecuencia de una
operación en el abdomen, circunstancias que consideró lo podrían exonerar de la
prestación del servicio militar, lo cual no ocurrió.
4. En la fecha de la presentación de esta
acción, el compañero de la demandante llevaba 16 meses en servicio militar,
restándole dos meses para terminarlo. Doña CLAUDIA PATRICIA RODRIGUEZ RODRIGUEZ
afirmó en la demanda que debido a la ausencia de su compañero en el hogar se
vió obligada a hacer labores para personas que le proporcionaron vivienda y
alimento a cambio de colaborar en los quehaceres de la casa, pasando
dificultades con sus hijos por estar lejos de su padre.
5. Agregó también que la cédula de ciudadanía
del señor LUIS GIOVANNY MINA DIAZ fue retenida por el Mayor Manacero del
Batallón Bomboná, en su opinión, para evitar que aquél desertara.
PRETENSIONES:
La accionante
solicitó que su compañero fuera exonerado de la prestación del servicio militar
por el tiempo que le hacía falta, o subsidiariamente que le fueran concedidos
permisos para que pudiera trabajar y velar por el sustento de la familia.
II. LA
PROVIDENCIA JUDICIAL QUE SE REVISA.
El Juzgado Treinta y
Cinco Penal Municipal de Medellín, previamente a la decisión de fondo, solicitó
a la accionante la ampliación de la demanda, y citó a su compañero permanente a
fin de que rindiera declaración. Así mismo, mediante oficio solicitó al Jefe de
Reclutamiento de la Cuarta Brigada para que informara la situación militar del
señor LUIS GIOVANNY MINA DIAZ. Al citado oficio se le dio respuesta por parte
del Comandante de la Cuarta Zona de Reclutamiento permitiendo conocer al
Juzgado que el compañero de la accionante fue incorporado al Batallón de
Infantería No. 41 Rafael Reyes el día 20 de agosto de 1993, y que en ese
momento "no elevó ninguna petición de exoneración del servicio".
El Juzgado Treinta y
Cinco Penal Municipal de Medellín dictó Sentencia el 13 de diciembre de 1994 y
resolvió "negar por improcedente la acción de tutela formulada por la
señora CLAUDIA PATRICIA RODRIGUEZ RODRIGUEZ".
Sobre el particular,
indicó el Juzgado:
"(...) Que
no le corresponde a esta jurisdicción y muchos (sic) a través del mecanismo de
la acción de tutela decidir el asunto origen de la misma, toda vez que está
claro que como lo que pretende la demandante es que su compañero sea exonerado
del pago del servicio militar, actividad en la que lleva ya diez y seis meses
(16), se sabe por sus propios testimonios que no formularon una petición con el
lleno de los requisitos contemplados en los artículos 27 y s.s. de la ley 48/93
que reglamenta el SERVICIO DE RECLUTAMIENTO Y MOVILIZACION, ante las fuerzas
militares, autoridades encargadas de darle trámite a dicha labor
administrativa.(...)
Así lo está
señalando el inciso final del art. 19 de la mencionada ley, en los siguientes
términos: "Los reclamos que se presenten después del sorteo y hasta 15
días de la incorporación, serán resueltos mediante la presentación de pruebas
sumarias o por parte del interesado; quien no comprobare inhabilidades o causal
de exención será aplazado por una año, al término del cual se efectuará su
clasificación o incorporación".
En el caso que
nos ocupa está demostrado que ni la demandante ni Luis Giovanny, no agotaron ni
han agotado los medios necesarios tendientes a obtener sus pretensiones y ésta
es precisamente una de las causales de improcedencia de la tutela consagrada de
manera expresa en el art. 6o. del decreto 2591 de 1991, pues esta acción
protege en forma exclusiva los derechos constitucionales fundamentales por lo
tanto no puede ser utilizada para hacer respetar derechos que solo tienen rango
legal, ni para hacer cumplir las leyes, los decretos, los reglamentos o
cualquier otra norma de rango inferior.(...)
Ahora bien, en
relación con los permisos que requiere con el fin de emplearse y atender a su
familia, tampoco es de la incumbencia de esta jurisdicción, ya que para
conseguirlos debe dirigirse al JEFE DE PERSONAL DEL BATALLON, tal como lo ha
venido haciendo hasta ahora."
III.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL.
Primera.
Competencia.
De conformidad con
lo dispuesto en los artículos 86 inciso 3o. y 241, numeral 9o. de la Carta
Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1.991,
esta Sala es competente para revisar el fallo proferido por el Juzgado Treinta
y Cinco Penal Municipal de Medellín.
Breve
Justificación para confirmar el fallo que se revisa.
El Juzgado Treinta y
Cinco Penal Municipal de Medellín negó por improcedente la acción de tutela
formulada por la accionante ya que a su juicio no se elevó en debida forma ni
oportunamente una petición para evitar la incorporación a filas de su
compañero, en los términos que determina la Ley 48 de 1993. En relación
con los permisos que requería el señor MINA DIAZ con el fin de emplearse y
atender las necesidades económicas de su familia, estimó el Juzgado que tampoco
era de "la incumbencia de esta jurisdicción", ya que para
conseguirlos debió dirigirse al Jefe de Personal del Batallón.
Esta Corporación
considera que el ejercicio del derecho de petición en los términos del artículo
23 de la Carta Política es requisito indispensable para obtener una oportuna
respuesta de parte de las autoridades públicas, y por consiguiente también de
las autoridades militares. Ello ocurre, en relación con en el caso sub exámine,
al ser invocada una causal de exoneración para la prestación del servicio
militar según lo dispuesto por la Ley 48 de 1993, o al solicitarse uno o varios
permisos requeridos por quien se encuentra al servicio de la Fuerza Pública, y
en el evento de que no se obtenga pronta respuesta cabe la tutela del citado derecho
fundamental, cuya protección no fue solicitada por la accionante en su demanda.
El Magistrado
Ponente mediante comunicación enviada el 4 de abril del año en curso al
Batallón No. 4 Buenos Aires de Medellín, solicitó al Teniente Coronel Alvaro
Gaitán Quinch, Comandante del mismo, que informara si el señor LUIS GIOVANNY
MINA DIAZ continuaba prestando el servicio militar en dicho batallón o en otro
diferente, con el fin de entrar a decidir sobre el fondo del asunto. El oficio
fue contestado el mismo día, poniéndose así en conocimiento de esta Sala que el
citado señor había sido integrante del Cuarto Contingente de 1993 en ese
Batallón y que fue licenciado en ceremonia especial el día 22 de febrero del
presente año, fecha a partir de la cual dejó de pertenecer a esa Unidad
táctica, y por tanto ya culminó su servicio militar.
En razón a lo
anterior, considera la Sala que en el asunto que se examina hay sustracción de
materia por carencia actual de objeto, por lo tanto las pretensiones
consistentes en la desvinculación del Batallón o el otorgamiento de permisos
para trabajar en favor de LUIS GIOVANNY MINA DIAZ no son posibles, por cuanto
a la fecha de esta providencia ya no se encuentra prestando el servicio
militar.
Así las cosas, esta
Sala de Revisión confirmará la Sentencia proferida por el Juzgado Treinta y
Cinco Penal Municipal de Medellín el 13 de diciembre de 1994, por las razones
expuestas en la parte motiva de esta providencia.
IV. DECISION.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, obrando en
nombre del pueblo, y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
PRIMERO. CONFIRMAR la Sentencia proferida
por el Juzgado Treinta y Cinco Penal Municipal de Medellín el 13 de diciembre
de 1994, por las razones expuestas en la parte motiva de esta providencia.
SEGUNDO. LIBRENSE por Secretaría las
comunicaciones de que trata el Artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los
efectos allí contemplados.
Cópiese, publíquese,
comuníquese, notifíquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional,
envíese al Despacho de origen y cúmplase.
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado Ponente
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
380 | T-187-95
Sentencia No
Sentencia No. T-187/95
DERECHO
DE PETICION-Pronta
resolución/DERECHO DE PETICION-Contenido/TRASLADO DE
INTERNO/INSTITUTO NACIONAL PENITENCIARIO Y CARCELARIO-Demora en resolver
peticiones
El
derecho de petición no agota su contenido en la simple posibilidad de dirigirse
a las autoridades públicas, en interés particular o general, sino que,
adicionalmente, implica la obtención de una resolución que, según los términos
de la Carta, debe ser pronta. De ahí que la autoridad pública incumple con sus
obligaciones cuando se limita a expedir constancias de que la solicitud fue
recibida o radicada y, más aún, cuando demora más allá del término previsto o
razonable la decisión del asunto sometido a su consideración o guarda absoluto
silencio sobre el trámite y la respuesta producida. La inquietud planteada no
ha obtenido la resolución debida y que la incertidumbre que afecta al actor
tampoco fue disipada.
REF: Expediente No. 62.237
PETICIONARIO: José Edemilson López
Osorio.
TEMA: Derecho de petición.
PROCEDENCIA: Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Santafé de Bogotá.
MAGISTRADO PONENTE: Dr. HERNANDO HERRERA
VERGARA.
Santafé
de Bogotá, D.C. abril 26 de 1995.
La Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada
por los Magistrados ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO, FABIO MORON DIAZ y HERNANDO
HERRERA VERGARA, procede a revisar la Sentencia proferida por el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, Sala Penal el veintiséis
(26) de enero de mil novecientos noventa y cinco, en el proceso de la
referencia.
I. INFORMACION PRELIMINAR.
El señor José Edemilson López Osorio impetró la acción de tutela,
prevista en el artículo 86 de la Constitución Política, en contra del Instituto
Nacional Penitenciario y Carcelario, INPEC, con el fin de que se le ordene
resolver una solicitud que presentó ante la Dirección General de esa entidad.
A. HECHOS.
Según el peticionario, sirven de fundamento para el ejercicio de
la acción de tutela los siguientes hechos:
1.
En la actualidad se encuentra recluido en la Penitenciaría Nacional de Picaleña
de Ibagué (Tolima) cumpliendo la pena de diez años de prisión que le impuso el
Juzgado Primero Penal del Circuito de Pereira (Risaralda).
2.
En reiteradas oportunidades el accionante ha elevado peticiones ante la
Dirección General del INPEC con el fin de que se le traslade a un "centro
carcelario ubicado en la ciudad de Pereira y hasta la presente no he obtenido
respuesta alguna bien sea favorable o negativa."
3.
Manifiesta que igualmente la oficina jurídica del establecimiento carcelario en
donde se encuentra elevó petición en idéntico sentido, mediante oficio No. 2240
del 10 de octubre de 1994, y que ésta tampoco ha obtenido respuesta.
En sentir del peticionario la decisión que el Instituto adopte
debe ser favorable, porque ha observado una conducta ejemplar y no existe
impedimento alguno por haber superado la fase de máxima seguridad. Señala,
además, que con el traslado se le permitiría el acercamiento a su familia,
mejores condiciones "para gozar del permiso de 72 horas" y
para contar con la asistencia de la fiadora "que vive en Pereira".
II. LA SENTENCIA OBJETO DE REVISION.
El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá,
Sala Penal, mediante Sentencia de enero veintiséis (26) de mil novecientos
noventa y cinco (1995) resolvió denegar la tutela, de conformidad con las
siguientes consideraciones:
1.
La demora en resolver la solicitud "no solo de LOPEZ OSORIO sino de
otros internos del mismo penal donde se encuentra recluido aquel, es atribuible
al trámite de la documentación aportada, en cuanto no se han seguido claros
parámetros internos exigidos para la toma de una determinación definitiva
respecto de la petición del actor.".
2.
La documentación fue remitida al INPEC el 10 de octubre de 1994, el 10 de
noviembre de ese mismo año fue devuelta a la Penitenciaría Nacional de Picaleña
para que se cumpliera "con todas las exigencias ordenadas en la
Circular 135 de septiembre 27/94 y en la resolución No. 2314 de 1994...".
3.
Sólo "hasta el 18 de enero de 1995 (68 días después) el INPEC remitió
oficio al Director de la Penitenciaría Nacional de Picaleña, para que se
informara al interno LOPEZ OSORIO de lo que ha ocurrido con el trámite dado a
su solicitud, hecho último que si bien demoró en llegar a conocimiento del
interno, de todas maneras significa que se le mantiene al tanto de lo que viene
ocurriendo con dicho trámite.".
4.
Estima el despacho judicial que el INPEC no ha podido resolver la solicitud
"por el no cumplimiento de los requisitos formales que el caso amerita",
de manera que "a pesar de transcurrir un lapso superior a los tres
meses de presentada la petición de traslado, término que aparentemente
superaría el establecido por la ley para la expedición de un acto
administrativo (....), debe entenderse que necesariamente este último no le
correría al funcionario sino a partir del momento en que la actuación se
encuentra en condiciones para producir el acto que satisfaga el derecho de
petición, hecho que se repite, por las anomalías advertidas en el trámite de la
documentación de LOPEZ OSORIO, no ha ocurrido por parte del INPEC.".
III. REMISION DEL EXPEDIENTE A LA CORTE CONSTITUCIONAL.
El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá,
D.C., Sala Penal, dando cumplimiento a lo dispuesto por el inciso 2o. del
artículo 31 del Decreto 2591 de 1991, remitió el expediente a esta Corporación
para efectos de su eventual revisión. Después de haber sido seleccionada y
repartida por la Sala de Selección No. 3, entra la Sala Sexta de Revisión a
quien correspondió, a estudiar y fallar el asunto de la referencia.
IV. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL.
PRIMERA . COMPETENCIA.
La Corte Constitucional es competente, a través de esta Sala de
Revisión, para proferir Sentencia en relación con la providencia dictada por el
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, D.C., con
fundamento en lo dispuesto por los artículos 86, inciso tercero, y 241 numeral
9o. de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34 y 36
del Decreto 2591 de 1991.
SEGUNDA. EL CASO OBJETO DE ESTUDIO.
El recluso JOSE EDEMILSON LOPEZ OSORIO estima conculcado su
derecho de petición porque, según se desprende del escrito de tutela, el
INSTITUTO NACIONAL PENITENCIARIO Y CARCELARIO, INPEC, no ha resuelto acerca de
la solicitud de traslado que formuló el 10 de octubre de 1994.
Por el contrario, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Santafé de Bogotá entiende que la alegada vulneración del derecho consagrado en
el artículo 23 de la Constitución Política no se configura, porque el
dispendioso trámite que se le ha impartido a la documentación aportada le impide
al Instituto contar con los elementos de juicio indispensables para resolver y,
además de lo anterior, porque el tardío oficio en el que se dispone que, por
intermedio del Director de la penitenciaría, se le informe al interno que su
petición se examinará y que luego se le comunicará "lo pertinente",
satisface las exigencias del derecho.
En numerosas oportunidades, diversas Salas de Revisión de la Corte
Constitucional han señalado, con toda claridad, que el derecho de petición no
agota su contenido en la simple posibilidad de dirigirse a las autoridades
públicas, en interés particular o general, sino que, adicionalmente, implica la
obtención de una resolución que, según los términos de la Carta, debe ser
pronta.
De ahí que la autoridad pública incumple con sus obligaciones
cuando se limita a expedir constancias de que la solicitud fue recibida o
radicada y, más aún, cuando demora más allá del término previsto o razonable la
decisión del asunto sometido a su consideración o guarda absoluto silencio sobre
el trámite y la respuesta producida.
De acuerdo con la doctrina constitucional expuesta por la Corte,
el derecho de petición "se concreta en dos momentos sucesivos, ambos
dependientes del servidor público a quien se dirige la solicitud: el de la
recepción y trámite de la misma, el cual implica el debido acceso de la persona
a la administración para que esta considere el asunto que se le plantea, y el
de la respuesta, cuyo sentido trasciende el campo de la simple adopción de
decisiones y se proyecta a la necesidad de llevarlas al conocimiento del
solicitante.". (Sentencia No. T-553 de 1994. M.P: Dr. José Gregorio
Hernández Galindo).
A la prontitud en atender las peticiones, que la norma
constitucional contempla, se suma la ineludible "resolución"
que entraña arribar a una respuesta que, de manera efectiva, aborde el fondo de
lo demandado a la autoridad pública, en forma tal que corresponda a una
verdadera solución, positiva o negativa, del respectivo asunto. Esta Corte ha
puntualizado que el derecho contemplado en el artículo 23 superior "no
tendría sentido si se entendiera que la autoridad ante quien se presenta una
solicitud respetuosa cumple su obligación notificando o comunicando una
respuesta apenas formal en la que no se resuelva sobre el asunto planteado. El
derecho de petición lleva implícito un concepto de decisión material, real y
verdadero, no apenas aparente. Por tanto, se viola cuando, a pesar de la
oportunidad de la respuesta, en esta se alude a temas diferentes de los
planteados o se evade la determinación que el funcionario deba adoptar.".
(Sentencia No. T-575 de 1994. M.P. Dr. José Gregorio Hernández Galindo).
Ahora bien, cuando quiera que resulte imposible contar con una
decisión dentro de un término razonable no es el silencio actitud que contribuya
a la observancia del derecho; para que éste resulte respetado la autoridad debe
informar, oportunamente, de esa circunstancia al peticionario haciéndole saber
de las dificultades presentadas y, en todo caso, indicándole el momento en que
tomará la decisión pertinente o requiriéndolo para que aclare o complete la
solicitud o cumpla las exigencias legales del caso.
Como se anotó, de las respuestas debe enterarse al solicitante. Al
respecto, la jurisprudencia de esta Corporación ha indicado que "(...)
la respuesta tan solo goza de ese carácter si está garantizada la comunicación
entre la entidad estatal y la persona interesada, en tal forma que ésta se
entere a plenitud sobre lo resuelto. Lo contrario significa que la
administración, al reservarse el sentido de su determinación -así en efecto la
haya adoptado- se ha abstenido de responder, violando por consiguiente el
derecho, si se tiene en cuenta el fundamento constitucional del mismo, que
radica en asegurar que el Estado atiende a los gobernados dentro de un criterio
de efectividad.". (Sentencia No. T-553 de 1994. M.P. Dr. José Gregorio
Hernández Galindo).
En el caso sub lite JOSE EDEMILSON LOPEZ OSORIO acude a la acción
de tutela en procura de obtener respuesta a una solicitud de traslado elevada
ante el INSTITUTO NACIONAL PENITENCIARIO Y CARCELARIO, INPEC. La posibilidad de
ejercer el derecho de petición por parte de los internos además de estar
garantizada constitucionalmente se encuentra prevista a nivel legal, en efecto,
el artículo 58 del Código Penitenciario y Carcelario (Ley 65 de 1993) dispone
que "Todo interno recibirá a su ingreso información apropiada sobre
(...) los procedimientos para formular peticiones o quejas.". A su
turno el artículo 73 de ese ordenamiento indica que "Corresponde a la
Dirección del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario disponer del
traslado de los internos condenados de un establecimiento a otro, por decisión
propia o por solicitud formulada ante ella." .El artículo 74 prevé que
el traslado puede ser solicitado, entre otros, por el interno.
Así las cosas, el evento que en esta oportunidad ocupa la atención
de la Sala muestra una constante violación del derecho de petición ya que,
examinados los antecedentes, en primer término se encuentra que, desde el
momento en que se presentó la solicitud hasta aquel en que se instauró la
acción de tutela, transcurrieron más de tres meses sin que el interno hubiese
tenido noticia acerca de la suerte de su petición. Se advierte, además,
excesiva lentitud en los trámites como que la entidad demandada tardó un mes en
devolver la documentación allegada al Director de la Penitenciaría Nacional de
Picaleña exigiendo la aplicación de "lo estipulado en la resolución
Nro. 2314 de 1994, literal g", requisito este último que
transcurridos dos meses no había sido satisfecho por el Director del aludido
establecimiento; circunstancias todas estas aceptadas, sin mayor explicación,
por la Dirección del INPEC, y que lejos de justificar la tardanza constituyen
prueba del palmario desconocimiento del derecho en que incurre no sólo el
Instituto, que ha podido recabar mayor colaboración y agilidad, sino también la
Dirección de la Penitenciaría Nacional de Picaleña por la excesiva demora en
retornar la solicitud debidamente diligenciada.
Esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional estima que el
oficio enviado por el INSTITUTO NACIONAL PENITENCIARIO Y CARCELARIO al Director
de la penitenciaría para que informe al interno acerca del estado de su
solicitud no corresponde, en lo más mínimo, a la satisfacción del derecho de
petición. Cabe destacar que: 1) se remitió una vez instaurada la acción de
tutela, 2) con anterioridad ninguna información tuvo el interno, 3) su envío,
por ende, es notoriamente tardío, 4) no constituye "resolución"
porque no aborda el tema del traslado pedido ni decide sobre él, 5) se limita a
solicitar al Director de la penitenciaría que se encargue de informar a LOPEZ
OSORIO que una vez se obtenga "lo pedido la documentación será sometida
a estudio por parte de la Junta de Traslados y posteriormente se le dará a
conocer lo pertinente", es decir, no se dirige directamente al
peticionario ni explica con claridad el motivo de la demora, tampoco indica el
posible momento en que se producirá la decisión definitiva, 6) no aparece
acreditado que efectivamente el contenido de este oficio haya sido comunicado
al peticionario.
Así pues, lo cierto es que la inquietud planteada no ha obtenido
la resolución debida y que la incertidumbre que afecta al actor tampoco fue
disipada; procede, entonces, revocar la Sentencia revisada y en su lugar se
dispondrá que dentro del perentorio término de cuarenta y ocho (48) horas el
INSTITUTO NACIONAL PENITENCIARIO Y CARCELARIO deberá resolver, en forma
definitiva, la solicitud de traslado formulada por el interno JOSE EDEMILSON
LOPEZ OSORIO siempre que para la fecha de esta providencia dicha entidad no
hubiera dado respuesta a la petición del accionante, no sin antes recordar los
planteamientos que esta Sala consignó en Sentencia No. T-388 de 1993:
"Ahora
bien, la Administración Penitenciaria está llamada a conservar en su plenitud
el carácter protector que definen normas como las que se han señalado porque
configuran un espacio mínimo de garantías en favor del recluso, algunos de
cuyos derechos se suspenden o sufren considerable mengua en razón de la
específica situación en que se encuentra, y además porque dentro de la relación
penitenciaria el interno, en tanto sujeto pasivo, es la parte más débil. La
efectividad de los derechos que constitucional y legalmente se reconocen a las
personas que cumplen pena de prisión o que de cualquier modo se encuentran
privadas de la libertad no requiere solamente la actitud pasiva propia de la
simple noción de respeto por esa esfera que el Estado no puede invadir o
desconocer, sino que implica el actuar positivo del ente estatal con miras a la
superación de obstáculos y a la consolidación de condiciones que hagan posible
la realidad de los derechos al interior de los Centros de Reclusión. Para nadie
es extraño que la vulneración de un derecho de un interno o un mínimo descuido
en el incumplimiento de los deberes que atañen a la Administración
Penitenciaria acarrea un sinnúmero de consecuencias con repercusión notable en
diversos niveles, dada la mayor vulnerabilidad que, respecto de otros
integrantes de la sociedad, padecen los reclusos, ya en virtud de su específica
condición, ora por las circunstancias fácticas de la realidad carcelaria.".(M.P:
Dr. Hernando Herrera Vergara).
V. DECISION.
En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte
Constitucional administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución
RESUELVE:
PRIMERO. REVOCAR la Sentencia proferida por el Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, Sala Penal, el día veintiséis (26)
de enero de mil novecientos noventa y cinco (1995) por las razones expuestas en
la parte motiva de esta providencia.
SEGUNDO. CONCEDER la tutela impetrada por el señor JOSE EDEMILSON
LOPEZ OSORIO. En consecuencia, se ordena al Director del INSTITUTO NACIONAL
PENITENCIARIO Y CARCELARIO, INPEC, resolver, en forma definitiva, la solicitud
de traslado presentada por el accionante, a lo cual procederá dentro del
improrrogable término de cuarenta y ocho (48) horas, contadas a partir de la
notificación de esta Sentencia siempre que para la fecha de esta providencia
dicha entidad no hubiere respondido la petición del señor LOPEZ OSORIO, a quien
igualmente se le deberá notificar la presente Sentencia.
TERCERO. La Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Santafé de Bogotá deberá verificar el exacto cumplimiento de lo dispuesto en
esta providencia.
CUARTO. LIBRENSE por Secretaría las comunicaciones de que trata
el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991 para los efectos allí contemplados.
Cópiese, notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la
Corte Constitucional y cúmplase.
HERNANDO
HERRERA VERGARA
Magistrado
Ponente
ALEJANDRO
MARTINEZ
CABALLERO
Magistrado
FABIO
MORON DIAZ
Magistrado
MARTHA
SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria
General |
381 | T-188-95
Sentencia No
Sentencia No. T-188/95
SENTENCIA LABORAL-Cumplimiento/OBLIGACION DE
HACER/JURISDICCION LABORAL/PROCESO EJECUTIVO LABORAL
En tratándose de una obligación de hacer,
el mecanismo idóneo para que se ordene el reintegro de un trabajador es acudir
a la jurisdicción laboral mediante el proceso ejecutivo laboral.
MEDIO DE DEFENSA
JUDICIAL
Mal puede utilizarse la acción de tutela
como alternativa para ventilar hechos litigiosos, que deben ser tramitados a
través de la justicia ordinaria laboral. Considera la Corporación, que no está
por demás hacer énfasis en que los procesos ejecutivos laborales se
caracterizan por su celeridad, ya que se tratan de juicios especiales, que son
tan efectivos como la propia ACCION DE TUTELA, pues el hecho de que se deba
cumplir con ciertas formalidades o actos procesales, ello no le resta su
efectividad y dinamismo”.
REF: Expediente
No. T - 63.130
PETICIONARIO: Alberto Alirio Suárez Ortega contra el
Banco Tequendama, Sucursal Cúcuta.
PROCEDENCIA: Tribunal Superior de Cúcuta, Sala Laboral.
* “En tratándose
de una obligación de hacer, el mecanismo idóneo para que se ordene el reintegro
de un trabajador es acudir a la jurisdicción laboral mediante el proceso ejecutivo
laboral”.
* “Mal puede
utilizarse la acción de tutela como alternativa para ventilar hechos
litigiosos, que deben ser tramitados a través de la justicia ordinaria laboral.
Considera la Corporación, que no está por demás hacer énfasis en que los procesos
ejecutivos laborales se caracterizan por su celeridad, ya que se tratan de
juicios especiales, que son tan efectivos como la propia ACCION DE TUTELA, pues
el hecho de que se deba cumplir con ciertas formalidades o actos procesales,
ello no le resta su efectividad y dinamismo”.
MAGISTRADO
PONENTE:
DR. HERNANDO
HERRERA VERGARA
Santa Fé de Bogotá,
D.C., Abril veintiseis (26) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
Procede la Sala
Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados HERNANDO
HERRERA VERGARA, ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Y FABIO MORON DIAZ, a revisar
los fallos proferidos por el Juzgado Primero Laboral del Circuito de Cúcuta, el
15 de diciembre de 1994, y por el Tribunal Superior de Cúcuta, Sala Laboral, el
8 de febrero de 1995, en el proceso de la referencia, instaurado por el señor
Alberto Alirio Suarez Ortega, mediante apoderado.
I. ANTECEDENTES.
El accionante solicita que a través de la
acción de tutela, se le protejan sus derechos fundamentales al trabajo, a la
dignidad humana, al buen nombre, así como al cumplimiento de las Sentencias
judiciales, los cuales estima le han sido vulnerados por el Banco Tequendama,
Sucursal Cúcuta, por los hechos que a continuación se exponen.
Señala el apoderado del actor, que el día
23 de julio de 1990 fue despedido injustamente por el accionado después de 14
años de servicios al mismo. Ante dicha situación, inició proceso ordinario
laboral, obteniendo fallo favorable a sus pretensiones tanto en primera
(diciembre de 1992) como en segunda instancia (4 de junio de 1993), así como en
el trámite del recurso de casación resuelto por la Corte Suprema de Justicia el
17 de agosto de 1994.
Relata que en el fallo de primera instancia
se ordenó el reintegro del accionante al cargo de contador que venía
desempeñando al momento del despido, o a uno igual o de mejor jerarquía, y en
las mismas condiciones de empleo que tenía.
El accionado mediante oficio de noviembre 3
de 1994, citó al peticionario para reintegrarlo al servicio del Banco en
cumplimiento de lo dispuesto por la Sentencia proferida dentro del mencionado
proceso ordinario. No obstante, señala, “le tomó por sorpresa la orden del
señor Gerente de que se sentara en una silla frente a él sin funciones y sin
poder tocar ningún documento de la empresa, con presión sicológica, a la vista
y con el contacto directo al público, como escarmiento a los demás
trabajadores, violando la Sentencia y el derecho fundamental que me dieran funciones,
trabajo y la dignidad humana”. Quince días después, el señor Gerente afirma que
en cumplimiento de la Sentencia del Juzgado Cuarto Laboral del Circuito, fue
asignado en el cargo de Cajero 1, que según el Banco, equivale a uno similar al
que anteriormente desempeñaba.
Indica que las funciones del cargo Cajero 1
que presuntamente es equivalente al de Contador - el cual venía desempeñando -,
es la de atender a los clientes en ventanilla, recibiendo consignaciones o
pagos. Actualmente los cargos en el Banco Tequendama se distinguen por
categorías escalafonados así: contador, es 8; cajero es 4.
Afirma el apoderado del accionante, que
“esto es una burla a un mandato judicial y al derecho subjetivo de ejercer la
actividad de contador, cual era la labor que allí desempeñaba”.
Por lo anterior, solicita que como medida
provisional, en el auto que se avoque el conocimiento de la tutela, se ordene
la suspensión inmediata de la orden impartida mediante oficio No. 003821 de
noviembre 18 de 1994, por atentar contra los derechos invocados, ya que los
perjuicios que están ocasionando al trabajador, ponen en inminente peligro sus
derechos.
Además, pretende que se tutele el derecho
invocado por violación flagrante de los derechos fundamentales mencionados, y
que en consecuencia se ordene al Banco Tequendama a que se reincorpore o
reinstale al accionante al cargo que venía desempeñando o a uno de superior
categoría y según el grado de escalafón en un término de cuarenta y ocho horas.
Finalmente, solicita se condene al ente tutelado al resarcimiento de los
perjuicios que ha causado.
II.
LAS PROVIDENCIAS JUDICIALES QUE SE REVISAN.
A.
Sentencia de Primera Instancia.
Mediante providencia de 15 de diciembre de
1994, el Juzgado Primero Laboral del Circuito de Cúcuta resolvió negar la
tutela instaurada por el señor Alberto Alirio Suarez Ortega, indicándole que
debe hacer uso de las acciones contempladas en el Código Procesal del Trabajo
para la defensa de sus derechos y el logro de sus pretensiones.
Fundamenta su decisión, en que la acción de
tutela es improcedente por cuanto puede el accionante acudir a la vía judicial
ordinaria señalada -justicia ordinaria laboral- para la defensa de los derechos
que cree vulnerados al tenor de lo dispuesto por el artículo 6o. del Decreto
2591 de 1991, reglamentado por el Decreto 306 de 1992, artículos 1 y 2, y en
concordancia con la jurisprudencia de la Corte Constitucional.
Al respecto, señala que:
“Evidentemente es
un hecho cierto que al actor ..., el Juzgado 4o. Laboral del Circuito de
Cúcuta, mediante demanda ordinaria laboral que aquél incoó contra el Banco
Tequendama, le ordenó a éste el REINTEGRO en la forma como lo dispuso en su
numeral 1o. de la Sentencia así: “1o. Ordenar el REINTEGRO del señor Alberto
Alirio Suárez, al cargo de Contador del Banco Tequendama que venía desempeñando
para julio 23-90, o a uno igual o de mejor categoría y en las mismas
condiciones de empleo que tenía.
Es un hecho
cierto que el petente Alberto Alirio Suarez Ortega según las declaraciones recibidas
de (...), así como al señor GERENTE del Banco accionado (...), fue Reintegrado
al Banco Tequendama y ejerce el Cargo de Cajero auxiliar o Auxiliar I como le
denomina el Gerente y la Subgerente pero en ningún momento ejerce el cargo de
CONTADOR.
Estima el
Juzgado, que la obligación de hacer impuesta por el Juzgado 4o. Laboral del
Circuito de Cúcuta al Banco Tequendama, según la condena impuesta, es al sentir
del petente incompleta, pues se le REINTEGRO pero no al cargo que venía
desempeñando al momento del despido que era el de Contador, y por tal motivo se
le debe cumplir lo mandado al Banco Tequendama por el Juzgado 4o. Laboral según
Sentencia judicial obrante en el plenario.
Empero, como
efectivamente para el cumplimiento de las obligaciones laborales originadas en
una relación de trabajo que emane de una Sentencia judicial, como en el caso de
autos, existe en el Código de Procedimiento Laboral, los llamados
Procedimientos especiales y entre ellos el Juicio Ejecutivo, en donde el art.
100 de dicho ordenamiento jurídico procesal laboral se lee (...).
Y el inciso
segundo de dicha norma -art. 100 C.P.L.- es claro cuando prescribe que
entratándose de fallos judiciales que contengan obligaciones distintas de las
de entregar sumas de dinero, la parte interesada podrá pedir su cumplimiento
por la vía ejecutiva teniendo en cuenta en lo posible lo preceptuado en el hoy
llamado Código de Procedimiento Civil. Y en concordancia entonces con el Código
de Procedimiento Civil, para obtener el cumplimiento de Sentencias judiciales,
este ordenamiento jurídico tiene prevista la norma del art. 488...
De lo reseñado,
se colige que el petente, estima el Despacho, tiene otras vías judiciales
ordinarias para hacer valer lo que pretende a través de la acción de tutela, como
es iniciar el juicio ejecutivo laboral contra el Banco Tequendama para que
cumpla la obligación de hacer que le impuso la Sentencia del Juzgado 4o.
Laboral del Circuito de Cúcuta.
Ahora bien,
encuentra el Juzgado que la hipótesis del perjuicio irremediable para la tutela
como mecanismo transitorio, tampoco se configura, conclusión a la que es
posible arribar al examinar el artículo 1o. del Decreto 306 de 1992...”
B. Impugnación.
El apoderado del accionante impugnó la
Sentencia proferida por el Juzgado Primero Laboral de Cúcuta, al considerar que
éste no tuvo en cuenta algunos parámetros importantes para determinar si la
acción de tutela es el mecanismo idóneo para el cumplimiento íntegro de una
Sentencia judicial, respecto de la cual, como sucede en este caso, el demandado
cumplió parcialmente, al reintegrar al actor a su trabajo, pero no en el cargo
de contador u otro igual o de superior categoría. Sostiene adicionalmente, que
la acción ejecutiva que invoca el juez, es un trámite largo y engorroso,
mediante el cual no es posible el reconocimiento de perjuicios morales,
irremediables y sicológicos. En tal virtud, solicita la revocatoria de dicha
providencia y el amparo de sus derechos.
C. Sentencia de Segunda Instancia.
El Tribunal Superior de Cúcuta, Sala
Laboral, mediante providencia de 8 de febrero de 1995, resolvió confirmar la
Sentencia proferida por el Juzgado Primero Laboral del Circuito, con fundamento
en que la acción de tutela es improcedente para lograr el cumplimiento de
Sentencias judiciales. Agrega además, que no existe perjuicio irremediable que
permita el amparo solicitado por el peticionario.
Considera el Tribunal para sustentar su
decisión, que:
“Comoquiera que
para el caso en estudio lo que pretende el actor es el que se reinstale al
demandante al cargo de Contador o a otro igual o superior categoría, es de
anotar que en tratándose de una obligación de hacer, el mecanismo idóneo para
ello es el de acudir a la jurisdicción laboral, mediante el proceso ejecutivo,
de conformidad con lo rituado en el Artículo 493, modificado por el Decreto
2282/83, Artículo 264.
Fluye de lo
anterior que existiendo otro mecanismo legal, mal puede utilizarse la ACCION DE
TUTELA como alternativa para ventilar hechos litigiosos, que deben ser
tramitados a través de la justicia ordinaria laboral”.
Concluye el Tribunal, que no se violó el
derecho fundamental al trabajo, puesto que el accionante se encuentra laborando
en el Banco y percibe su salario, ni tampoco los derechos al buen nombre ni a
la honra, pues no se haya demostrada su vulneración.
III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Primera.
La competencia.
De conformidad con lo dispuesto por los
artículos 86, inciso tercero y 241 numeral noveno de la Constitución Política,
en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala
es competente para revisar el fallo proferido por la Sala Laboral del Tribunal
Superior de Cúcuta.
Segunda. Improcedencia
de la Acción de Tutela por existir otros medios de defensa judiciales.
La presente demanda de tutela está
encaminada a que se ordene la protección del derecho al trabajo del accionante,
mediante el reintegro al mismo cargo y en las condiciones de trabajo que
ostentaba al momento del despido, efectuado sin justa causa.
Encuentra la Sala, que más que el reintegro
del trabajador al cargo, lo que se pretende es que se haga efectivo el
cumplimiento de la providencia judicial proferida por el Juzgado Cuarto Laboral
del Circuito de Cúcuta, el día 2 de diciembre de 1992, mediante la cual se
resolvió el proceso de acción ordinaria laboral de reintegro promovido por el
señor Alberto Alirio Suarez Ortega contra el Banco Tequendama, reconociendo el
derecho fundamental del trabajador, desconocido por la entidad bancaria
accionada.
En la parte resolutiva del mencionado fallo
se ordenó lo siguiente:
"PRIMERO:
ORDENAR EL REINTEGRO del señor ALBERTO ALIRIO SUAREZ, al cargo de CONTADOR
DEL BANCO TEQUENDAMA, que venía desempeñando para Julio 23/90, o a uno igual o
de mejor categoría, y en las mismas condiciones de empleo que tenía.
SEGUNDO: CONDENAR
a la entidad Bancaria demandada, a efectuar el pago de los salarios y
prestaciones sociales....” (negrillas y subrayas fuera de texto).
En virtud a lo anterior, la entidad
bancaria accionada mediante oficio fechado 3 de noviembre de 1994, le comunicó
al demandante su propósito de hacer efectiva la orden contenida en la Sentencia
emanada del Juzgado Cuarto Laboral del Circuito de Cúcuta, como así lo hizo al
asignarlo al cargo de Cajero No. 1.
Estima el accionante que la decisión del
Banco de incorporarlo a un cargo de inferior jerarquía al que ocupaba antes de
su despido, desconoce lo dispuesto en la providencia del Juzgado Cuarto
Laboral, pues “no se puede considerar que el cargo de CONTADOR sea el mismo de
CAJERO No. 1, por cuanto existen diversas categorías siendo el grado de
contador Nro. 8 y el de Cajero Nro. 4”.
Evidentemente encuentra la Corte, que como
lo señaló el juez de tutela de primera instancia, es un hecho cierto que al
señor Alberto Alirio Suarez, el Juzgado Cuarto Laboral del Circuito de Cúcuta,
mediante Sentencia proferida el 2 de diciembre de 1992 dentro del proceso
ordinario laboral que aquél incoó contra el Banco Tequendama, le ordenó
el Reintegro al cargo de Contador del Banco Tequendama que venía
desempeñando para julio 23 de 1990, o a uno igual o de mejor categoría y en las
mismas condiciones de empleo que tenía.
Teniendo en cuenta lo decidido dentro del
proceso ordinario laboral, el Gerente del Banco Tequendama procedió mediante
oficio No. 0033821 de 18 de noviembre de 1994 (folio 6 del expediente), en
cumplimiento a lo ordenado en la Sentencia proferida por el Juzgado Cuarto
Laboral del Circuito de Cúcuta, a reintegrar al accionante al cargo de Cajero
I, “el cual equivale a uno similar al que anteriormente desempeñaba”.
En el mismo sentido lo reiteró en la
audiencia pública realizada por el Juzgado Primero Laboral del Circuito de
Cúcuta, el 12 de diciembre de 1994, dentro del proceso de tutela que se revisa,
cuando declaró que al accionante se le reintegró “en un cargo similar dado que
el cargo que él desempeñaba en el año de 1990, ya no existe dentro de la
organización del Banco”.
Y agregó igualmente, que:
“En 1990 él desempeñaba
el cargo de Contador, a raíz de la modernización que desarrolló la entidad,
dicho cargo desaparece dentro del organigrama y la mayoría de los empleados hoy
se denominan Auxiliar I, Auxiliar II, depende del área del cual se ubique,
puede ser caja, puede ser ahorros, puede ser remesa”.
Debe destacarse de la declaración rendida
por el Gerente del Banco accionado, la afirmación según la cual la persona que
reemplazó al accionante al momento de su despido en el año de 1990, fue la
“Auxiliar Contable Doris Anaya”, quien revisada la nómina anexa al expediente
(folio 110), devenga la suma de $265.845.oo mensuales, mientras que el señor
Alirio Alberto Suares (accionante de tutela) devenga una suma igual a
$260.247.oo.
Es de resaltar, que según la reestructuración
del Banco Tequendama, existen diversas categorías de funciones, dentro de las
cuales se destacan el Contador II, Categoría V, y el Cajero I, Categoría IV
(quien ejerce dentro de otras actividades, la de efectuar cuadros contables y
demás operaciones del área).
Encuentra la Sala que en este orden de
ideas, como lo que se pretende, según se anotó, es que al actor se le
“reinstale al cargo de contador o otro de igual o superior jerarquía”, la
acción de tutela es improcedente, pues existe otro medio de defensa para lograr
la protección del derecho que se dice vulnerado.
Existe pues, una controversia entre el
accionante y el accionado, la cual radica en la afirmación del primero del
incumplimiento del Banco de la orden contenida en una Sentencia judicial, que
ordenó su reintegro al cargo que ocupaba al momento del despido o a uno de
superior categoría, mientras que el segundo afirma haber dado cumplimiento a la
orden judicial, al haber reintegrado al peticionario al cargo que ocupaba con
anterioridad al despido, según la reestructuración administrativa de la que fue
objeto el banco.
Comparte entonces la Sala, las
apreciaciones de la Sala Laboral del Tribunal Superior de Cúcuta, para quien en
tratándose de una obligación de hacer, el mecanismo idóneo para que se ordene
el reintegro de un trabajador es acudir a la jurisdicción laboral mediante el
proceso ejecutivo laboral, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 493
del Código de Procedimiento Civil, modificado por el Decreto 2282 de 1983,
artículo 264.
En tal virtud, ante la existencia de otro
mecanismo de defensa judicial, idóneo y efectivo para la defensa del derecho
que el accionante afirma le ha sido vulnerado por el Banco Tequendama, en su
condición de accionado, no es procedente la acción de tutela, al tenor de lo
establecido en el artículo 86 de la Carta Política y 6o. del Decreto 2591 de
1991. Será pues la jurisdicción ordinaria, dentro de un proceso ejecutivo
laboral, a quien corresponderá definir la controversia suscitada entre el accionante
y el Banco Tequendama, y allí decidir si se dió o no por el accionado
cumplimiento a lo dispuesto en la Sentencia proferida por el Juzgado Cuarto
Laboral del Circuito (2 de diciembre de 1992), dentro del proceso ordinario
laboral de reintegro promovido por Alberto Alirio Suarez Ortega contra el Banco
Tequendama.
Así pues, como lo sostuvo el a-quo, “mal
puede utilizarse la acción de tutela como alternativa para ventilar hechos
litigiosos, que deben ser tramitados a través de la justicia ordinaria laboral.
Considera la Corporación, que no está por demás hacer énfasis en que los
procesos ejecutivos laborales se caracterizan por su celeridad, ya que se
tratan de juicios especiales, que son tan efectivos como la propia ACCION DE
TUTELA, pues el hecho de que se deba cumplir con ciertas formalidades o actos
procesales, ello no le resta su efectividad y dinamismo”.
Finalmente, en cuanto a la posibilidad de
que la tutela prospere como mecanismo transitorio, por existir un perjuicio
irremediable, ello no se da en el presente caso, por cuanto de una parte, el
mismo accionante no señala en su demanda ni sustenta los hechos que permitan
inferir o deducir la existencia de dicho perjuicio, y de la otra, por cuanto el
peticionario en la actualidad se encuentra laborando en el Banco y percibe su
salario como retribución al servicio que presta.
Por lo expuesto, esta Sala no encuentra
motivos que den lugar a revocar el fallo que se revisa, y por el contrario, al
estimar que la tutela es improcedente por la existencia de otro medio de
defensa judicial para la protección del derecho que se dice vulnerado,
confirmará la Sentencia del Tribunal Superior de Cúcuta, Sala Laboral, del 8 de
febrero de 1995.
IV.
DECISION.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
PRIMERO:
CONFIRMAR por las razones
expuestas, el fallo proferido por la Sala Laboral del Tribunal Superior de
Cúcuta proferido el 8 de febrero de 1995, en relación con la acción de tutela
instaurada por ALBERTO ALIRIO SUAREZ ORTEGA.
SEGUNDO:
Por la Secretaría General
de la Corte Constitucional, líbrense las comunicaciones de que trata el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí contemplados.
Cópiese, notifíquese, comuníquese,
insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado Ponente
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO FABIO MORON DIAZ
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
382 | T-189-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-189/95
REVOCACION DE
ACTO ADMINISTRATIVO-Improcedencia/INSTITUTO
DE SEGUROS SOCIALES
Cuando un acto
administrativo reconoce un derecho como el de la pensión de vejez o jubilación
o una prestación social o cualquier otro derecho en favor de un particular,
dicho derecho no puede ser revocado ni desconocido unilateralmente por la misma
entidad de previsión sin el consentimiento expreso y escrito de su
beneficiario, porque ello atenta contra los derechos adquiridos. En
consecuencia, creada una situación jurídica individual, como la que se
configuró para la accionante en virtud de la Resolución emanada del ISS, ésta
es irrevocable unilateralmente por la administración.
REF.: EXPEDIENTE
No. T - 63.165
PETICIONARIA: Flor de Maria Mateus Cantor contra el
Instituto de los Seguros Sociales, Seccional Cundinamarca.
PROCEDENCIA: Tribunal Administrativo de Cundinamarca,
Sección Segunda.
TEMA: Revocatoria del reconocimiento de una
pensión de sobreviviente.
“Cuando un acto
administrativo reconoce un derecho como el de la pensión de vejez o jubilación
o una prestación social o cualquier otro derecho en favor de un particular,
dicho derecho no puede ser revocado ni desconocido unilateralmente por la misma
entidad de previsión sin el consentimiento expreso y escrito de su
beneficiario, porque ello atenta contra los derechos adquiridos, los cuales se encuentran
plenamente garantizados por el artículo 58 de la Carta Política”.
MAGISTRADO
PONENTE:
Dr. HERNANDO
HERRERA VERGARA.
Santa Fé de Bogotá,
Abril veintiseis (26) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
Procede la Sala
Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados HERNANDO
HERRERA VERGARA, ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO Y FABIO MORON DIAZ, a revisar
el fallo proferido por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, Sección
Segunda el día 10 de febrero de 1995, en el proceso de tutela de la referencia.
I. ANTECEDENTES.
La señora FLOR
MATEUS CANTOR, acude a la acción de tutela con el fin de que se le protejan sus
derechos a la seguridad social y al pago de pensiones, vulnerados por el
Instituto de los Seguros Sociales, con ocasión de la revocatoria del
reconocimiento de la pensión de sobreviviente.
Señala que mediante
la Resolución No. 011844 de 1994, el Instituto de los Seguros Sociales,
Seccional Cundinamarca, resolvió “conceder la pensión para sobreviviente por el
fallecimiento del asegurado HECTOR E. RINCON SANCHEZ, a los beneficiarios FLOR
DE MARIA MATEUS CANTOR, DIANA Y MERY LUCIA RINCON MATEUS, ya que cumple con el
trámite reglamentario, y se comprobó que el asegurado cotizó las semanas
reglamentarias según el Art. 25 del Acuerdo 049 de 1990”.
Dicha pensión,
expresa, la recibió solamente durante los meses de noviembre y diciembre de
1992, enero, febrero y marzo de 1993, y a partir de abril de ese año fue
retirada de la nómina sin que se le indicara el motivo por el cual se tomaba
esa decisión. Tan solo hasta el 2 de noviembre de 1993 recibió el auto número
0032, en el cual le manifestaban la revocatoria de la resolución 011844,
argumentando para el efecto que, “no existía vínculo laboral entre el patrono y
el asegurado”, sin tener en cuenta las semanas cotizadas, dandole un plazo de
120 días para presentar las respectivas pruebas que le permitieran acceder a la
pensión, como así lo hizo, anexando declaraciones juramentadas donde consta que
el esposo fallecido trabajó en el taller de servicio de Cárdanes de las dos
Jotas.
Indica, sin embargo,
que no figura contrato de trabajo escrito, ya que éste fué verbal, ni hay
constancia de los pagos efectuados a su esposo por concepto de sueldos, puesto
que en el taller no hay un sistema contable sólido y no se registran las
nóminas. A pesar de ello, su difunto esposo permaneció vinculado al I.S.S.,
entidad que lo trató en su enfermedad hasta el fallecimiento.
Finalmente, relata
que recibió la Resolución No. 08217 de junio 10 de 1994 del I.S.S., en la que
se revoca la Resolución No. 011844 del 11 de septiembre de 1992.
En tal virtud,
solicita que teniendo en cuenta el hecho de que su esposo cotizó al Instituto
de los Seguros Sociales las semanas reglamentarias, se le tutelen los derechos
mencionados, ordenando a la entidad accionada le hagan efectivo el pago de la
pensión.
II. EL FALLO
QUE SE REVISA.
El Tribunal
Administrativo de Cundinamarca, Sección Segunda, mediante Sentencia del 10 de
febrero de 1995, resolvió negar la tutela invocada por la señora FLOR MARIA
MATEUS CANTOR, con fundamento en la existencia de otros medios de defensa
judicial.
En cuanto al derecho
al trabajo, señala el Tribunal que sólo en la medida en que se demuestre el
cumplimiento de los presupuestos y requisitos exigidos por la ley
correspondiente, ese derecho queda amparado por la norma constitucional
-artículo 25-, y por lo tanto, su protección se obtiene mediante las acciones
judiciales ordinarias establecidas para controlar la legalidad de las
actuaciones administrativas. Sustenta dicha consideración en la providencia del
Consejo de Estado de 30 de junio de 1992.
Concluye que como la
accionante dispone de otro medio de defensa judicial, “la acción de tutela no
utilizada como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable es
improcedente, según los artículos 6-1 y 8 del Decreto 2591 de 1991, que
reglamenta el artículo 86 de la Constitución Nacional”.
Además, afirma, “no
se está ante el evento de un perjuicio irremediable que solo pueda ser reparado
en su integridad mediante una indemnización como la normatividad lo exige para
su viabilidad. Por lo antes dicho se entiende que no pueden tutelarse los
derechos que se han intentado”.
No habiendo sido
impugnada la anterior providencia, el expediente fue remitido a la Corte
Constitucional en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 31 del Decreto
2591 de 1991 para efectos de su eventual revisión, y habiendo sido
seleccionado, procede la Sala a revisar el fallo proferido por el Tribunal
Administrativo de Cundinamarca.
III. CONSIDERACIONES
DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Primera. La
competencia.
Es competente esta
Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional para proferir Sentencia en
relación con el fallo proferido por Tribunal Administrativo de Cundinamarca,
con fundamento en lo dispuesto por los artículos 86 inciso tercero y 241
numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia con los artículos
33 a 36 del Decreto 2591 de 1991.
Segunda. Revocatoria
de la Sentencia que se revisa por desconocimiento de la jurisprudencia de esta
Corporación.
Observa la Sala que
se pretende mediante el ejercicio de la acción de tutela, que se deje sin
efecto una decisión de carácter administrativo proferida por el Instituto de
los Seguros Sociales, mediante la cual se revocó una resolución que concedió a
la accionante una pensión de sobrevivientes.
Para determinar en
este caso la procedencia de la tutela, es necesario examinar las pruebas que
obran en el expediente, de las cuales a continuación se hace una breve
referencia.
A.
Pruebas.
1.
Resolución No. 011844 de septiembre 11 de 1992.
El I.S.S. Seccional
Cundinamarca profirió la resolución mencionada, por medio de la cual concedió
una pensión para sobrevivientes, indicando:
“Que el día 02 de octubre de 1991, falleció
el asegurado HECTOR E. RINCON SANCHEZ, C.C. (...), afiliación ... de la
Seccional Cundinamarca por causas de origen no profesional, teniendo como
último patrono RINCON SANCHEZ IGNACIO A. Patronal ....
Que cumplido el trámite reglamentario
se comprobó que el asegurado cotizó 269 semanas dentro de los últimos 6 años
anteriores a su muerte y 537 en cualquier época.
...
Que por lo anteriormente expuesto, se
concluye que el causante dejó derecho a pensión para sobrevivientes, la cual ha
de concederse a partir de la fecha de su fallecimiento....”.
2.
Auto No. 0032 de 1993.
El I.S.S. Seccional
Cundinamarca, mediante el auto No. 0032 de noviembre 2 de 1993, resolvió que:
“Para dar cumplimiento a lo dispuesto en
los artículos 28 y 74 del C.C.A., se le comunica que revisado el expediente que
dió origen a la prestación reconocida mediante Resolución en referencia (011844
- 11 de septiembre de 1992) y teniendo en cuenta la investigación
administrativa No. 185, adelantada en la fecha del 30 de junio de 1992,
a la Empresa “RINCON SANCHEZ IGNACIO ANTONIO” patronal No. 01003803306,
se estableció que entre el asegurado RINCON SANCHEZ HECTOR HERICINDO, y tal
patronal, no existió tal vínculo laboral, motivo suficiente a la revocatoria de
la citada providencia, acorde con lo dispuesto en los artículos 69 y 74 del
C.C.A.
Por lo anterior y de acuerdo con lo
dispuesto en los artículos 28, 35 y 58 del Código citado, cuenta usted con un
término de 20 días hábiles a partir de la presente comunicación para que se haga
parte y presente las pruebas tendientes a ratificar su derecho a la prestación”
(negrillas y subrayas fuera de texto).
3.
Resolución No. 08217 de 1994.
El I.S.S. Seccional
Cundinamarca profirió posteriormente la Resolución No. 08217 de junio 10 de
1994, revocando la Resolución No. 011844 del 11 de septiembre de 1992, en la
que expresó:
“Que al revisar los antecedentes procesales
en los cuales se basó la decisión, se establece que para el otorgamiento de la
prestación fue incluído el período de cotización comprendido entre el 5 de
septiembre de 1986 y el 31 de octubre de 1991, con la Empresa RINCON SANCHEZ
IGNACIO con patronal..., el que de acuerdo con la investigación
administrativa No. 185... el 15 de junio de 1992, carece de la vinculación
laboral de que trata el artículo 6o. del Decreto ley 1650 de 1977, en
concordancia con la Ley 50 de 1990 (art. 1o.) al no encontrarse en sus
archivos, contrato de trabajo, relación de nóminas y pagos y en general, la
subordinación personal del asegurado, con cargo a dicho patronal.
....
Que como consecuencia de lo anterior, el
señor RINCON SANCHEZ no dejó cotizado para invalidez, vejez y muerte (IVM) ni
una semana, de las 150 que dentro de los 6 años anteriores al fallecimiento o
300 en cualquier época, exige el artículo 25 del Decreto 758 de 1990 para el
reconocimiento de la pensión de sobrevivientes y por esa razón es
procedente revocar la Resolución No. 011844 del 11 de septiembre de 1992,
con fundamento en lo dispuesto por los artículos 69 y 74 del Decreto 01 de 1984
(C.C.A.) y así se ordenará en la parte resolutiva de esta providencia....”
(negrillas y subrayas fuera de texto)..
4.
Oficio No. 14473 del I.S.S. Seccional Cundinamarca.
Mediante oficio No.
14473 del 20 de abril de 1995, la doctora Matilde Lopez de Lopez, en su
condición de Jefe de la Sección de Prestaciones Económicas del Instituto de los
Seguros Sociales, Seccional Cundinamarca, informó a esta Sala de Revisión lo
siguiente en relación con la Resolución No. 011844 de 1992:
“En este orden de ideas y transcurrido el
término otorgado en nuestro auto de apertura a pruebas, sin que se aportara
ninguna, el I.S.S. expide la resolución No. 08217 del 10 de Junio de 1994
revocando con esta el proveído No. 011844 de 1992, en el
expediente no se observa escrito o acción por parte de la señora Mateus Cantor
Flor de María, tendiente a atacar el contenido del acto administrativo No.
08217 de 1992”.
B.
Procedencia de la Tutela por desconocimiento de los derechos adquiridos de la
accionante - Revocatoria del fallo que se revisa.
Con fundamento en
las pruebas que obran en el expediente, y de conformidad con la jurisprudencia
que sobre el particular ha proferido esta Corporación, concluye la Sala la
procedencia de la acción de tutela en el asunto que se examina, por las
siguientes razones.
No obstante a la
cónyuge del difunto afiliado al Instituto de los Seguros Sociales -accionante
de tutela-, mediante acto administrativo -la Resolución No. 011844 de 1992- se
le concedió el derecho a recibir la pensión para sobrevivientes, la cual
recibió durante el período comprendido entre los meses de octubre de 1992 y
marzo de 1993, la misma entidad de previsión social mediante Resolución No.
08217 de 1994, determinó revocar la primera resolución, negando el derecho de la
accionante a la pensión.
Frente a esa
circunstancia, se observa que la entidad de previsión mencionada mediante una
resolución administrativa, reconoció el derecho a la pensión de sobrevivientes
en favor de la accionante y sus hijos, pero posteriormente revocó en forma
unilateral dicha decisión.
Sobre el particular,
el artículo 73 del Código Contencioso Administrativo dispone:
“Cuando un acto administrativo haya creado
o modificado una situación jurídica de carácter particular y concreto o
reconocido un derecho de igual categoría, no podrá ser revocado sin el
consentimiento expreso y escrito del respectivo titular...”.
Al respecto, ha
sostenido el H. Consejo de Estado[1]
que tanto el artículo 24 del Decreto 2733 de 1959, como el inciso 1o. del 73
del C.C.A., tienen por finalidad, garantizar la protección de los derechos
individuales y la firmeza de las situaciones jurídicas de carácter particular y
concreto, para que no puedan ser revocados ni los unos ni las otras, en forma
unilateral por la administración.
Lo que se busca con
la prohibición o restricción legal al ejercicio de la revocatoria por parte de
la administración, se funda en la inmutabilidad de los actos administrativos
que hayan consagrado un derecho subjetivo a favor de un particular
-inmutabilidad que se sustenta en la necesaria seguridad jurídica que debe
asistir a los administrados en sus relaciones con la administración-, los
cuales gozan del principio de la irrevocabilidad por parte de la
administración, a fin de evitar que ésta sea el juez de sus propios actos.
En consecuencia,
creada una situación jurídica individual, como la que se configuró para la
accionante en virtud de la Resolución No. 011844 de 1992 emanada del Instituto
de los Seguros Sociales, Seccional Cundinamarca, ésta es irrevocable
unilateralmente por la administración, salvo que concurra el consentimiento
expreso y escrito del titular del derecho.
Contrario a lo
dispuesto en el artículo 73 del C.C.A., el Instituto de los Seguros Sociales
expidió la Resolución No. 08217 de junio 10 de 1994, por medio de la cual
revocó la Resolución No. 011844 de 1992 -acto de carácter particular y concreto
en virtud de la cual se reconoció la pensión para sobrevivientes en cabeza de
la accionante y de sus hijos-, razón ésta que conduce a estimar el
desconocimiento y la violación del ordenamiento legal citado, ya que el acto
administrativo señalado que era irrevocable, fue revocado en forma unilaterial
por la entidad accionada, sin consentimiento de la titular del derecho.
Adicionalmente, no
se cumplió el requisito previo que permitía legalmente la revocatoria del acto
administrativo que le reconoció el derecho a la señora Mateus Cantor, cual era
el consentimiento expreso y escrito del respectivo titular. Por el contrario,
ésta controvierte la decisión injustificada de la administración que desconoce
su derecho.
En estos casos, lo
procedente no es la revocatoria directa del acto administrativo creador de una
situación jurídica individual y colectiva, sino la acción correspondiente ante
la jurisdicción competente a fin de que se obtenga la nulidad de dicho acto por
quebrantar preceptos superiores de derecho.
Como lo señaló esta
misma Sala en providencia No. T-516 de noviembre 10 de 1993, cuando un acto
administrativo reconoce un derecho como el de la pensión de vejez o jubilación
o una prestación social o cualquier otro derecho en favor de un particular,
dicho derecho no puede ser revocado ni desconocido unilateralmente por la misma
entidad de previsión sin el consentimiento expreso y escrito de su
beneficiario, porque ello atenta contra los derechos adquiridos, los cuales se
encuentran plenamente garantizados por el artículo 58 de la Carta Política.
Conforme a lo
anterior, encuentra la Sala que se deberá revocar el fallo que se revisa,
proferido por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, y en su lugar acceder
a la tutela instaurada por la señora Flor de Maria Mateus Cantor, ordenando al
Instituto de los Seguros Sociales, Seccional Cundinamarca, para que en un
término no superior a los quince (15) días hábiles siguientes a la notificación
de esta providencia, proceda a efectuarle el pago de las mesadas que por
concepto de la pensión para sobrevivientes le adeudan desde el mes de abril de
1993 hasta la fecha, como así se ordenará en la parte resolutiva de esta
providencia, dando así cumplimiento a lo dispuesto en la Resolución No. 011844
de 1994, emanado del ISS - Cundinamarca.
IV. DECISION.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando
justicia,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
R E S U E L V E :
PRIMERO. Revocar el fallo proferido por el Tribunal
Administrativo de Cundinamarca el 10 de febrero de 1995, dentro de la acción de
tutela instaurada por FLOR DE MARIA MATEUS CANTOR, y en su lugar, Conceder la
tutela instaurada por la señora Flor de Maria Mateus Cantor, ordenando al
Instituto de los Seguros Sociales, Seccional Cundinamarca, para que en un
término no superior a los quince (15) días hábiles siguientes a la notificación
de esta providencia, proceda a efectuarle el pago de las mesadas que por
concepto de la pensión para sobrevivientes le adeudan desde el mes de abril de
1993 hasta la fecha, dando así cumplimiento a lo dispuesto en la Resolución No.
011844 de 1994, emanado de la Comisión de Prestaciones Económicas del ISS
Cundinamarca.
SEGUNDO. Líbrense por la Secretaría General de la Corte
Constitucional, las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591
de 1991.
Notifíquese,
cópiese, publíquese, comuníquese e insértese en la Gaceta de la Corte
Constitucional y cúmplase.
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado Ponente
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO FABIO MORON DIAZ
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
[1] Cfr. Consejo de Estado, Sentencia de
mayo 6 de 1992. Sección Segunda. |
383 | T-190-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-190/95
IMPUGNACION
PARCIAL FALLO DE TUTELA
El de impugnar
las providencias mediante las cuales se resuelve acerca de acciones de tutela
es un derecho de rango constitucional, reconocido a las partes que intervienen
en el respectivo procedimiento, y, por ello, el acceso a la segunda instancia
no está condicionado al cumplimiento de requisitos formales distintos al de
hacer uso del recurso dentro del término dispuesto por la ley. La sentencia de
tutela puede ser impugnada total o parcialmente, en ejercicio del mismo derecho
de rango constitucional. La misma sentencia, en aquellas resoluciones que no
aluden al asunto principal, puede afectar derechos de cualquiera de las partes
y, por tanto, no tiene sentido excluirlas de la opción de impugnar, menos
todavía cuando el Constituyente no estableció al respecto discriminación
alguna.
TERMINO JUDICIAL-Finalidad/TERMINO JUDICIAL-Obliga a
las partes y al juez
Los términos
judiciales tienen por objeto la fijación de límites legales al lapso que pueden
tomarse los jueces para resolver acerca de los asuntos que se les confían. Los
términos judiciales obligan tanto a quienes tienen la calidad de partes o
intervinientes dentro de los procesos como a los jueces que los conducen.
DERECHO DE ACCESO
A LA ADMINISTRACION DE JUSTICIA-Efectividad
El acceso a la
administración de justicia, no debe entenderse en un sentido puramente formal,
en cuya virtud pueda una persona acudir a los tribunales, sino que radica sobre
todo en la posibilidad real y verdadera, garantizada por el Estado, de que
quien espera resolución -ya por la vía activa, ora por la pasiva- la obtenga
oportunamente.
MORA
JUDICIAL/OMISION JUDICIAL
El transcurso de
lapsos prolongados, más allá del término previsto por el legislador, para la
toma de decisiones que afectan la libertad del individuo, representa no
solamente la transgresión de un mandato legal por parte del funcionario, bien
sea el instructor o el fallador, sino que se traduce en omisión, concebida como
falta de la actividad debida, la cual en sí misma -con plena independencia del
contenido y del sentido de la determinación que hubiera podido adoptar- es
violatoria de los derechos a la libertad personal y al debido proceso.
SINDICADO-Definición de situación jurídica
No puede perderse
de vista que, por otra parte, la permanencia indefinida de una persona a la
expectativa de actos que resuelvan acerca de su situación jurídica, en especial
cuando se tiene conocimiento público sobre la iniciación de procesos penales e
investigaciones en su contra, ocasiona necesariamente un perjuicio a su honra y
a su buen nombre. Si bien ello acontece como contingencia propia de la
actividad estatal ordenada a la persecución del delito, la persona cuya
conducta está subjudice tiene derecho a una definición pronta y cierta sobre el
particular, de modo que la falta de observancia de los términos para hacerlo
compromete también, inconstitucionalmente, la reputación del individuo y afecta
su dignidad.
PRINCIPIO DE
EFICIENCIA/MORA JUDICIAL-Carga
laboral
Para la Corte es
claro que la eficiencia, cuya consagración se manifiesta en el artículo
228 de la Carta cuando impone el cumplimiento de los términos procesales,
constituye principio de ineludible acatamiento por parte de los jueces y
fiscales, so pena de las sanciones legales por la falta disciplinaria en que
incurren cuando los desconozcan, lo cual tiene por finalidad específica la de
obtener prontitud y calidad en la impartición de justicia. Los funcionarios
judiciales no pueden, por vía general, esquivar la responsabilidad que les cabe
por la inobservancia de los términos, escudándose apenas en la disculpa de la
congestión de trabajo debida al número de procesos en curso.
TERMINO JUDICIAL-Obligación/MORA JUDICIAL-Dilación
injustificada
Esa norma,
entendida en armonía con la del artículo 228, establece un principio general
-el de obligatoriedad de los términos-, que únicamente admite excepciones muy
circunstanciales, alusivas a casos en concreto, cuando no quepa duda del
carácter justificado de la mora. La justificación, que es de alcance
restrictivo, consiste únicamente en la situación probada y objetivamente
insuperable, que impide al juez o fiscal adoptar oportunamente la decisión.
INVESTIGACION
PREVIA-Término
El respeto a los términos en el curso de la
investigación no es una dádiva en favor de la persona contra quien se ha
iniciado, sino una obligación ineludible del Estado, el cual, partiendo de la
presunción constitucional de inocencia, debe agotar, dentro del debido proceso,
las etapas conducentes a la definición cierta y oportuna acerca de si esa
persona es penalmente responsable. Están de por medio los derechos
fundamentales del implicado y la necesaria certidumbre de la sociedad sobre la
eficaz gestión estatal en la lucha contra el delito. Según la norma legal que
rige el proceso, el funcionario no puede tomarse más de dos meses para
proferirla, si se trata de imputado conocido, ni de cuatro cuando la
competencia haya sido confiada a los jueces regionales.
DEBIDO PROCESO-Vulneración por mora judicial
Se vulneró el derecho al debido proceso que
ampara a la accionante, dado el carácter injustificado de la dilación, y faltó
a la eficiencia exigible a la administración de justicia, por lo cual es
pertinente conceder la protección solicitada.
PRINCIPIO DE
AUTONOMIA FUNCIONAL DE LOS JUECES
La autonomía funcional de los jueces, que
no puede ser desconocida por los de tutela, de conformidad con perentorios
mandatos constitucionales.
-Sala Quinta de Revisión-
Ref.: Expediente
T-44649
Acción de tutela
instaurada por MARIA ROCIO HENAO DE ARCILA contra el Fiscal Regional de Santa
Fe de Bogotá, D.C.
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los veintisiete (27) días del mes de abril de
mil novecientos noventa y cinco (1995).
Se examinan los
fallos proferidos por el Juzgado Séptimo Penal del Circuito y por la Sala Penal
del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Fe de Bogotá, D.C., al
resolver sobre el asunto en referencia.
I. INFORMACION PRELIMINAR
La acción de tutela
fue ejercida por la abogada defensora de MARIA ROCIO HENAO DE ARCILA, a nombre
de ésta.
La profesional que
firmó la demanda dijo haber conocido coincidencialmente sobre las diligencias
preliminares adelantadas por la Fiscalía Regional en el caso de la señora
HENAO, cuando defendía a otra persona.
Después se hizo
cargo de defenderla y en ejercicio de su función solicitó que se le expidiera
una certificación para pagar el impuesto de industria y comercio y copias
acerca de la investigación llevada a cabo, con el fin de hacer un estudio más
detallado de las pruebas.
Pidió luego la
abogada que se profiriera decisión inhibitoria y presentó un estudio sobre los
términos procesales.
Por último, en
ejercicio del derecho de petición, impetró de la Fiscalía que se le informaran
los motivos por los cuales no se había dado respuesta a ninguna de las
solicitudes mencionadas.
En la demanda de
tutela expresó la apoderada que había sido violado el artículo 29 de la Constitución,
por cuanto el proceso venía siendo objeto de dilaciones injustificadas. Puso de
presente que las diligencias preliminares habían tomado más de cuatro años sin
que se hubiera proferido ninguna resolución que les pusiera fin.
Mediante la acción
de tutela pretendió la accionante que se ordenara proferir inmediatamente
resolución inhibitoria y que se condenara a la Nación al pago de daños y
perjuicios presuntamente causados a la sindicada.
II. DECISIONES
JUDICIALES
En primera
instancia, el Juzgado Séptimo Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, por
Sentencia del 30 de junio de 1994, decidió tutelar el derecho al debido proceso
de María Rocío Henao de Arcila y ordenó que en el término de cuarenta y ocho
(48) horas, el funcionario correspondiente profiriera resolución tendiente a
finalizar el trámite previo.
También ordenó
solicitar a la Procuraduría Delegada para la Vigilancia Judicial que
investigara al Fiscal Regional por posible falta disciplinaria.
Señaló la
providencia que las personas a quienes se imputa un hecho delictivo tienen
derecho a que el funcionario judicial a quien corresponda adelantar la
investigación lo haga con celeridad razonable.
Recordó que, según
el artículo 324 del Código de Procedimiento Penal, "la investigación previa
cuando existe imputado conocido se realizará en el término máximo de dos meses,
vencidos los cuales se dictará resolución de apertura de investigación o
resolución inhibitoria", añadiendo, sin embargo, que "cuando se trate
de delitos de competencia de jueces regionales el término será máximo de cuatro
meses".
Concluyó, entonces,
que esa resolución, cualquiera que sea, no es opcional sino imperativa, por lo
cual "no puede el funcionario judicial retardar indefinidamente la
investigación previa basado en disquisiciones de que faltan pruebas". Si
esto último sucede, será un razonamiento que el investigador debe plasmar en su
decisión, como sustento de la misma, pero nunca excusa para que deje de cumplir
con sus obligaciones y menos para dejar de aplicar normas procesales que son de
orden público y de inmediato cumplimiento.
El Fiscal Regional
impugnó el Fallo, alegando que en su Despacho existía un notorio cúmulo de
trabajo, de lo cual resultaba la mora en el perfeccionamiento de algunos
expedientes.
Dijo también que las
preliminares a las que se refería la demanda fueron remitidas por competencia a
la ciudad de Medellín, donde la Fiscalía a la que correspondiera debía asumir
el trámite del caso.
Expresó que había
recibido dichas diligencias preliminares el 15 de diciembre de 1993, por lo
cual no hubo una mora de tres años.
Manifestó que cuando
entró a laborar en la Fiscalía Regional de Santa Fe de Bogotá recibió más de
mil preliminares y que, para evacuarlas, ha trabajado sábados, domingos y
festivos, habiéndole sido imposible ponerse al día.
En providencia del
22 de julio de 1994, la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Santa Fe de Bogotá resolvió abstenerse de conocer el Fallo a través del cual
fueron tutelados los derechos de María Rocío Henao de Arcila y ordenó enviar
las diligencias a la Corte Constitucional para su eventual revisión.
El argumento del
Tribunal consistió en que, a su juicio, la impugnación no estaba dirigida
"contra acto de acción u omisión de autoridad pública por violación de
derechos fundamentales, sino contra la decisión de compulsar copias para
investigar la supuesta falta disciplinaria en que hubiere podido incurrir (el
Fiscal Regional) en la evacuación de las diligencias preliminares".
"Es decir
-agregó el Tribunal- el impugnante no controvierte en modo alguno los
argumentos del fallo de tutela por vulneración a derechos fundamentales
consagrados en la Constitución Nacional con esa decisión, sino contra el
auto de sustanciación que ordena ser investigado disciplinariamente por la
Procuraduría Delegada para la Vigilancia Judicial, organismo a donde el
impugnante debe aportar la documentación que estime pertinente en orden a
justificar la presunta mora que se le atribuye".
Seleccionado el caso
en la Corte Constitucional, según lo previsto en el Decreto 2591 de 1991, fue
repartido a esta Sala, la cual, mediante providencia del 2 de diciembre de
1994, se abstuvo de efectuar la revisión de fondo de las decisiones hasta
entonces proferidas en este asunto, por haberse pretermitido una instancia.
Se declaró sin valor
ni efecto el auto del Tribunal y se ordenó a éste tramitar la impugnación y
resolver acerca de ella, lo cual se hizo mediante Sentencia del 18 de enero de
1995.
La Sala Penal del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Fe de Bogotá, confirmó en
todas sus partes el fallo impugnado.
A su juicio, la
acción de tutela resultaba procedente y debía prosperar, pues, desde la fecha
en que le fueron asignadas las diligencias preliminares al Fiscal Regional,
transcurrieron más de seis meses, en abierta transgresión a lo previsto en el
artículo 41 de la Ley 81 de 1994.
Agregó que, si se
tiene en cuenta que el Derecho Penal es público, sus normas son de rigurosa
observancia y necesaria aplicación. Dentro de ellas está el cumplimiento de los
términos judiciales, como uno de los pilares del debido proceso, pues éste
encierra un conjunto de garantías que protegen al ciudadano sometido a
cualquier actuación y que le aseguran a lo largo del mismo una recta y cumplida
justicia, sin dilaciones injustificadas.
Dijo que el exceso
de trabajo en los despachos judiciales no es carga que deba soportar el
sindicado.
III.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
La Corte
Constitucional es tribunal competente para revisar los fallos en referencia,
según lo disponen los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política y el
Decreto 2591 de 1991.
Posibilidad de
impugnación parcial de los fallos de tutela
Como ha venido sosteniendo
la Corte, el de impugnar las providencias mediante las cuales se resuelve
acerca de acciones de tutela es un derecho de rango constitucional, reconocido
a las partes que intervienen en el respectivo procedimiento, y, por ello, el
acceso a la segunda instancia no está condicionado al cumplimiento de
requisitos formales distintos al de hacer uso del recurso dentro del término
dispuesto por la ley.
En el caso
examinado, la determinación inicial del Tribunal de segundo grado consistió en
no dar curso a la impugnación, por cuanto ésta, según su criterio, no versaba
sobre el tema de la violación o amenaza de derechos fundamentales sino que
pretendía controvertir la decisión adoptada por el juez de primera instancia
sobre envío de copias al Ministerio Público para la investigación de posibles
faltas disciplinarias.
Debe decir la Corte
al respecto, como ya lo hizo en auto del 2 de diciembre de 1994, que la
posibilidad de impugnación alude a la decisión judicial como un todo, esto es
se refiere a la integridad de su contenido.
Obviamente, a quien
ha sido afectado por la providencia judicial -que puede ser el accionante o la
persona o autoridad contra la que se instauró la acción- le interesa en
principio que el superior del juez verifique lo actuado para que se revoque o
modifique aquélla, en lo que le es desfavorable.
Puede ser que el
impugnante acepte parte del fallo -aun en el evento de haberse proferido en su
contra- y, en consecuencia, a ese respecto no habría impugnación, pero ésta sí
se tendría en los aspectos que el recurrente estima deban ser reconsiderados.
Así las cosas, la
sentencia de tutela puede ser impugnada total o parcialmente, en ejercicio del
mismo derecho de rango constitucional al que se alude.
Tal como lo
manifestó la Sala en la aludida providencia, si ello es así, mal puede el juez
de segunda instancia descalificar la impugnación por la sola circunstancia de
que se refiera a una parte del proveído judicial atacado, pues admitirlo así
significaría aceptar que decisiones tales como las de compulsar copias o
adelantar ciertos trámites adicionales a la determinación de fondo no hacen
parte de la sentencia.
Consideró la Sala -y
estima necesario reiterarlo- que, si bien desde el punto de vista material bien
puede distinguirse entre las resoluciones adoptadas por el juez, ya que no
todas tocan con el fondo de la controversia -la cual radica en determinar si la
acción instaurada está llamada a prosperar y en definir las órdenes judiciales
que en caso afirmativo deben impartirse-, es lo cierto que la misma sentencia,
en aquellas resoluciones que no aluden al asunto principal, puede afectar
derechos de cualquiera de las partes y, por tanto, no tiene sentido excluirlas
de la opción de impugnar, menos todavía cuando el Constituyente no estableció
al respecto discriminación alguna.
Despréndese de lo
dicho que, habiéndose interpuesto a tiempo el recurso, desconocerlo y
abstenerse de tramitarlo, sobre la base de clasificar las decisiones tomadas
por el juez de primera instancia, implica vulnerar el derecho que la Carta
Política otorga a las partes dentro del procedimiento de tutela.
Ello es todavía más
claro si se tiene en cuenta el carácter preferente y sumario de este mecanismo,
el cual puede implicar la adopción de determinaciones que prima facie
parezcan acertadas pero que ameriten su modificación o revocatoria merced al
más reposado análisis del superior, fundado en los argumentos expuestos por el
impugnante. Estos, si bien no son indispensables para que se tramite la
impugnación, pueden ser presentados con el objeto de ilustrar al juez o
tribunal competente sobre los puntos que son motivo de descontento.
Entonces, no se
justificaba la distinción hecha por el Tribunal cuando se abstuvo de resolver
en segunda instancia suponiendo que la parte del Fallo relativa a la
investigación de los aspectos disciplinarios no podía ser objeto de ataque.
Términos
judiciales y debido proceso
Los términos
judiciales tienen por objeto la fijación de límites legales al lapso que pueden
tomarse los jueces para resolver acerca de los asuntos que se les confían.
La jurisdicción no
puede operar adecuadamente ni cumple la tarea que le es propia si los procesos
se extienden indefinidamente, prolongando la indefinición de los litigios y
controversias y atentando gravemente contra la seguridad jurídica a la que
tienen derecho los asociados.
El acceso a la
administración de justicia, como lo ha dicho esta Corte, no debe entenderse en
un sentido puramente formal, en cuya virtud pueda una persona acudir a los
tribunales, sino que radica sobre todo en la posibilidad real y verdadera,
garantizada por el Estado, de que quien espera resolución -ya por la vía
activa, ora por la pasiva- la obtenga oportunamente.
La función del juez
exige, desde luego, un tiempo mínimo dentro del cual establezca, mediante la
práctica y evaluación de pruebas, la veracidad de los hechos objeto de sus
decisiones, y también demanda un período de reflexión y análisis en torno a la
adecuación del caso a las previsiones normativas, todo con el fin de asegurar
que, en su genuino sentido, se hará justicia.
Pero no es menos
cierto que la decisión judicial tardía comporta en sí misma una injusticia, en
cuanto, mientras no se la adopte, los conflictos planteados quedan cubiertos
por la incertidumbre, con la natural tendencia a agravarse, y no son resarcidos
los perjuicios ya causados por una determinada conducta o por la persistencia
de unas ciertas circunstancias, ni impartidas las órdenes que debieran
ejecutarse para realizar los cometidos del Derecho en el asunto materia de
debate, por lo cual la adopción de las providencias judiciales que permitan el
avance y la definición de los procesos corresponde a un derecho de las partes,
o de las personas afectadas, y a una legítima aspiración colectiva -la de asegurar
el funcionamiento de la administración de justicia-, cuya frustración causa
daño a toda la sociedad.
Así, pues, el lapso
del que dispongan los jueces para arribar a la toma de decisiones, mediante
providencias intermedias o definitivas, debe tener también un máximo, señalado
en norma general previa, de tal manera que no quede al arbitrio del
funcionario.
Ello significa que
los términos judiciales obligan tanto a quienes tienen la calidad de partes o
intervinientes dentro de los procesos como a los jueces que los conducen.
De allí que el
artículo 228 de la Constitución haya dispuesto, como mandato perentorio, que
los términos procesales se observarán con diligencia y que su incumplimiento
será sancionado.
La Corte
Constitucional ha señalado y ratifica ahora lo siguiente:
"El mencionado
artículo 228 alude de manera directa al tema que nos ocupa y estatuye de modo
perentorio: "Los términos procesales se observarán con diligencia y su
incumplimiento será sancionado". Esta norma debe interpretarse en
relación con el artículo 6º de la Constitución, relativo a la responsabilidad
de los servidores públicos por omisión en el ejercicio de sus funciones y con
el 256 Ibidem, que al enunciar las atribuciones del Consejo Superior de la
Judicatura, confía a este organismo la de
"llevar el control de rendimiento de las corporaciones y despachos
judiciales".
En cuanto al derecho
de la persona afectada por la omisión, de manera específica se configura una
obstrucción indebida para el acceso a la eficaz administración de justicia
(artículo 229), derecho éste cuyo carácter fundamental es para la Corte
innegable, habida cuenta de su necesaria vinculación con otros derechos tales
como la vida, la integridad personal, la libertad, el debido proceso, la
igualdad ante la ley, la propiedad, el trabajo, el derecho a la personalidad
jurídica y el libre desarrollo de la personalidad, entre otros, pues la realización
concreta de estas depende en grado sumo de la celeridad con que actúen los
jueces en el cumplimiento de la misión que les ha encomendado el Constituyente.
Considera la Corte
que no se trata únicamente de velar por el cumplimiento de los términos por sí
mismo ya que él no se concibe como fin sino como medio para alcanzar los
fines de la justicia y la seguridad jurídica, sino de asegurar que, a través de
su observancia, resulten eficazmente protegidos los derechos de los gobernados,
muy especialmente el que tienen todas las personas en cuanto a la obtención de
pronta y cumplida justicia.
Al tenor del
artículo 122 de la Carta, "ningún servidor público entrará a ejercer su
cargo sin prestar juramento de cumplir y defender la Constitución y desempeñar los
deberes que le incumben". Ese juramento compromete al juez y conduce a su
responsabilidad cuando falta a su deber, según los artículos 6 y 124 de la
Constitución". (Corte Constitucional. Sala Tercera de Revisión. Sentencia
T-431 del 24 de junio de 1992).
En Sentencia T-572
del 26 de octubre de 1992 (M.P.: Dr. Jaime Sanin Greiffenstein), la Corporación
resaltó la importancia del acatamiento a los términos judiciales como parte
integrante del derecho a un debido proceso:
"...el
funcionario judicial -el juez- debe velar por la aplicación pronta y cumplida
de la justicia. Los términos procesales son improrrogables y obligan tanto a
las partes como a los jueces. El funcionario que incumpla los términos
procesales o que dilate injustificadamente el trámite de una querella,
solicitud, investigación o un proceso sin causa motivada, incurrirá en causal
de mala conducta. El abuso en la utilización de los recursos y mecanismos
procesales, que conducen a la dilación de los trámites jurisdiccionales,
contraría este principio.
Se debe por tanto
fortalecer la institucionalización de la mora como causal de mala conducta,
para obligar al Juez a cumplir estrictamente los términos procesales y a darle
un curso ágil y célere a las solicitudes que ante la administración judicial
presenten los ciudadanos, dentro de la garantía consagrada en el artículo 29
de la Constitución - el debido proceso-".
La Corte estima
necesario afirmar en esta ocasión, complementando lo ya dicho, que el carácter
imperativo del enunciado precepto constitucional impide a los jueces optar por
aplicaciones flexibles o amplias de las normas que establecen topes a los
términos y, por el contrario, están obligados a un concepto estricto e
implacable que otorgue certeza y garantice exactitud.
El desarrollo de los
procesos con invariable apego a los términos señalados en la ley, además de
realizar el principio de celeridad -aplicable a todas las actuaciones
estatales-, permite a quienes participan en ellos obtener conocimiento preciso
sobre los distintos momentos de definición y acudir con mayor seguridad a las
sucesivas etapas procesales, en defensa de sus derechos.
Tales criterios son
aplicables con mayor razón en el campo penal, toda vez que, estando de por
medio la libertad de las personas y el deber estatal de perseguir y castigar el
delito, la prontitud en la adopción de resoluciones judiciales tiene un
carácter de verdadera urgencia, que sólo admite la demora razonable implícita
en la formación del criterio del fallador, cuya extensión en el tiempo no debe
superar el término que haya señalado la ley.
El transcurso de
lapsos prolongados, más allá del término previsto por el legislador, para la
toma de decisiones que afectan la libertad del individuo, representa no
solamente la transgresión de un mandato legal por parte del funcionario, bien
sea el instructor o el fallador, sino que se traduce en omisión, concebida
como falta de la actividad debida, la cual en sí misma -con plena independencia
del contenido y del sentido de la determinación que hubiera podido adoptar- es
violatoria de los derechos a la libertad personal y al debido proceso.
No puede perderse de
vista que, por otra parte, la permanencia indefinida de una persona a la
expectativa de actos que resuelvan acerca de su situación jurídica, en especial
cuando se tiene conocimiento público sobre la iniciación de procesos penales e
investigaciones en su contra, ocasiona necesariamente un perjuicio a su honra y
a su buen nombre. Si bien ello acontece como contingencia propia de la actividad
estatal ordenada a la persecución del delito, la persona cuya conducta está subjudice
tiene derecho a una definición pronta y cierta sobre el particular, de modo que
la falta de observancia de los términos para hacerlo compromete también,
inconstitucionalmente, la reputación del individuo y afecta su dignidad.
Para la Corte es
claro que la eficiencia, cuya consagración se manifiesta en el artículo
228 de la Carta cuando impone el cumplimiento de los términos procesales,
constituye principio de ineludible acatamiento por parte de los jueces y
fiscales, so pena de las sanciones legales por la falta disciplinaria en que
incurren cuando los desconozcan, lo cual tiene por finalidad específica la de
obtener prontitud y calidad en la impartición de justicia.
Los funcionarios
judiciales no pueden, por vía general, esquivar la responsabilidad que les cabe
por la inobservancia de los términos, escudándose apenas en la disculpa de la
congestión de trabajo debida al número de procesos en curso.
Las dilaciones
injustificadas. Carácter estricto de la justificación
El artículo 29 de la
Constitución señala que hace parte de la garantía fundamental en él plasmada el
derecho de todo sindicado a un debido proceso "sin dilaciones
injustificadas".
Esa norma, entendida
en armonía con la del artículo 228, establece un principio general -el de
obligatoriedad de los términos-, que únicamente admite excepciones muy
circunstanciales, alusivas a casos en concreto, cuando no quepa duda del
carácter justificado de la mora. La justificación, que es de alcance
restrictivo, consiste únicamente en la situación probada y objetivamente
insuperable, que impide al juez o fiscal adoptar oportunamente la decisión.
Por otra parte,
considera la Corte que las causas de justificación en la materia deben ser
fijadas en la ley, razón por la cual no pueden obedecer a la caprichosa
interpretación del funcionario de turno.
Desde luego, vencido
el término que no pudo cumplirse por el inconveniente justificado, resulta
perentorio el trámite preferente para el asunto que no se alcanzó a decidir en
tiempo. De allí que no pueda admitirse de ninguna manera el aplazamiento
indefinido de la resolución, estando obligado el juez o fiscal, en ese
excepcional evento, a otorgar prioridad al proceso que resultó afectado por la
causa justificada.
De lo anterior se concluye que la sóla
referencia a una acumulación de procesos a conocimiento del juez o fiscal no
constituye por sí misma, sin más evaluación, argumento suficiente para
justificar la dilación en que se haya incurrido.
En lo concerniente a la investigación
previa, a cargo de las fiscalías, debe recordarse que, de acuerdo con lo
previsto en el artículo 116 y en el Título VIII, capítulo 6, de la Constitución
Política, la Fiscalia General de la Nación forma parte de la Rama Judicial del
poder público y, en consecuencia, le son aplicables los principios generales
relacionados con la administración de justicia y los preceptos constitucionales
que regulan su actividad. Así ocurre con el ya mencionado artículo 228 de la
Carta, que manda a los servidores públicos a cargo de la función judicial
observar los términos procesales con diligencia, contemplando imperativamente
que su incumplimiento será sancionado.
El respeto a los términos en el curso de la
investigación no es una dádiva en favor de la persona contra quien se ha
iniciado, sino una obligación ineludible del Estado, el cual, partiendo de la
presunción constitucional de inocencia, debe agotar, dentro del debido proceso,
las etapas conducentes a la definición cierta y oportuna acerca de si esa
persona es penalmente responsable. Están de por medio los derechos
fundamentales del implicado y la necesaria certidumbre de la sociedad sobre la
eficaz gestión estatal en la lucha contra el delito.
Se reitera lo expresado en caso similar por
esta misma Sala:
"De la diligencia
con que se adelanten las investigaciones y se impulse y lleve a cabo la
indagación inicial, a cargo de la Fiscalía, depende en gran medida la oportunidad
y la eficacia de actuaciones procesales posteriores y el logro final de los
objetivos que en este campo persigue la administración de justicia: el merecido
castigo al delincuente y, hasta donde sea posible, el resarcimiento de los
perjuicios causados a su víctima". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta
de Revisión. Sentencia T-399 del 17 de septiembre de 1993).
El artículo 324 del Código de Procedimiento
Penal, modificado por el artículo 41 de la Ley 81 de 1993, dispone:
"La
investigación previa cuando existe imputado conocido, se realizará en el
término máximo de dos meses, vencidos los cuales se dictará resolución de
apertura de investigación o resolución inhibitoria. No obstante, cuando se
trate de delitos de competencia de jueces regionales el término será máximo de
cuatro meses".
Como lo expresó el Juez de primera
instancia, bien que la resolución sea inhibitoria, ora que mediante ella se
ordene la apertura de investigación -lo cual debe ser calificado y definido por
el fiscal correspondiente-, lo cierto es que, según la norma legal que rige el
proceso, el funcionario no puede tomarse más de dos meses para proferirla, si
se trata de imputado conocido, ni de cuatro cuando la competencia haya sido
confiada a los jueces regionales.
El caso concreto
De acuerdo con los documentos que aparecen
en el expediente, el proceso identificado con el número 19280, al cual se
encontraba vinculada la señora MARIA ROCIO HENAO DE ARCILA, fue radicado en la
Dirección Seccional de Orden Público de Santa Fe de Bogotá, D.C., el día nueve
(9) de diciembre de mil novecientos noventa y tres (1993), y hasta el día 15 de
junio de mil novecientos noventa y cuatro (1994), fecha en que se instauró la
acción de tutela, la autoridad judicial no había proferido ninguna de las
resoluciones que jurídicamente procedían.
Aunque no se presentó la mora en la
magnitud alegada por la demandante, el comportamiento del Fiscal Regional en
relación con el proceso que se adelantaba contra la accionante, se encuentra
regulado, según lo dicho, por el artículo 324 del Código de Procedimiento
Penal, que señala términos preclusivos cuyo máximo es de cuatro meses cuando el
delito imputado es de competencia de los jueces regionales, como acontece en
esta oportunidad.
La necesidad de fijar un término en la
etapa de investigación previa, llevó a la Corte Constitucional, en Sentencia
C-412 del 28 de septiembre de 1993, a declarar inexequible el artículo 324 del
Decreto 2700 de 1991, norma reemplazada por el artículo 41 de la Ley 81 de 1993,
que actualmente corresponde al artículo 324 del Código de Procedimiento Penal.
En aquella oportunidad, la Corte
Constitucional manifestó:
"De otra parte,
las normas legales relativas a la investigación previa no tienen por objeto
delimitar el campo de las conductas humanas lícitas o ilícitas. Dichas normas
se integran a las normas procesales enderezadas a establecer las formas
esenciales que debe revestir la actividad del Estado en el evento de que se
proponga perseguir y sancionar el delito. La investigación previa, punto
inicial de la función punitiva del Estado, tiene como horizonte la final
intervención del juez, lo cual sumado a la necesidad de anticipar a esta etapa
el normal desenvolvimiento de los derechos de defensa del imputado, impone
sujetar la actuación pública que en ella se realiza a la garantía del debido
proceso.
Aceptada la premisa
anterior, es forzoso concluir que no se aviene al debido proceso y, por el
contrario, lo niega, la configuración de una etapa investigativa carente de
término. Se contraviene la idea medular del proceso que se sustenta en la esencialidad
y en la previsibilidad de las formas, pues, una etapa indefinida en
el tiempo no canaliza ni puede servir de molde idóneo a la actividad del Estado
que reclama disciplina y orden y que, en la investigación del delito debe
avanzar de manera progresiva y a través de una serie de actos vinculados entre
sí y orientados hacía un resultado final que necesariamente se frustraría si a
las diferentes etapas no se les fija término, más aún si son contingentes y
puramente instrumentales como acaece con la investigación previa".
"De ahí que
sólo por conducto del proceso - y a través de sus diferentes y sucesivas etapas
- pueda el Estado perseguir el delito. Puede así mismo sostenerse que las
personas involucradas en los hechos punibles tienen un verdadero derecho al
proceso cuya naturaleza y configuración en el Estado democrático debe ser
eminentemente participativa. Este derecho de estirpe constitucional se niega
cuando, desvirtuando su función, se prolonga irrazonablemente la etapa
pre-procesal de la investigación previa, pese a la existencia de imputado y a
la conflictividad actual o potencial de su relación con el Estado. Se vulnera
ese derecho también frente a la persona investigada a quien no se le comunica
oportunamente esa situación.
Estas violaciones
pueden darse como consecuencia de la indefinida dilación temporal de la
investigación previa. Dado que es en el proceso donde con mayor
intensidad y plenitud de garantías puede participar el imputado, la
investigación previa debe tener un período razonablemente breve,
circunscribirse a asegurar las fuentes de prueba y a verificar el cumplimiento
de los presupuestos mínimos que se requieran para ejercer la acción penal, que
es precisamente lo que se echa de menos en la disposición acusada". (Cfr.
Corte Constitucional. Sala Plena. Sentencia C-412 del 28 de septiembre de 1993.
M. P.: Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz).
Observa la Sala, entonces, que en el asunto
sometido a revisión, el Fiscal Regional encargado de la investigación previa
adelantada contra MARIA ROCIO HENAO DE ARCILA, incumplió injustificadamente el
término con que contaba para proferir la correspondiente resolución, pues la
excusa invocada, consistente en el crecido número de expedientes para la época
de su posesión, no es admisible en el caso concreto, si se considera que, en lo
concerniente a la resolución que interesa a la imputada, transcurrió un término
muy amplio, que excedió en mucho el legalmente previsto, sin que aquélla se
hubiera producido. Con ello vulneró el derecho al debido proceso que ampara a
la accionante, dado el carácter injustificado de la dilación, y faltó a la
eficiencia exigible a la administración de justicia, por lo cual es pertinente
conceder la protección solicitada.
Se confirmarán las decisiones de instancia.
Eso sí, debe advertir la Corporación que la
accionante excedió las facultades que en su favor consagra el artículo 86 de la
Carta, toda vez que al ejercer la acción solicitó que fuera proferida
"...la resolución inhibitoria a la que hay lugar", petición que
resulta abiertamente improcedente, pues se repite que la facultad para decidir
sobre la clase de resolución que deba dictarse -inhibitoria o de apertura de
investigación- está radicada en cabeza del funcionario judicial.
Ello hace improcedente la tutela para el
fin pretendido por la peticionaria, como ya lo señaló la Sala Plena de la Corte
en Sentencia C-543 del 1 de octubre de 1992, al afirmar la autonomía funcional
de los jueces, que no puede ser desconocida por los de tutela, de conformidad
con perentorios mandatos constitucionales.
Dijo entonces esta Corporación:
"El principio
democrático de la autonomía funcional del juez, hoy expresamente
reconocido en la Carta Política, busca evitar que las decisiones judiciales
sean el resultado de mandatos o presiones sobre el funcionario que las adopta.
Aún cuando el superior jerárquico debe efectuar el estudio de una sentencia
apelada o consultada (artículo 31 de la Constitución), aquél no está autorizado
por las disposiciones sobre competencia funcional para impartir órdenes a su
inferior respecto al sentido del fallo, sino que, en la hipótesis de hallar
motivos suficientes para su revocatoria, debe sustituir la providencia dictada
por la que estima se ajusta a las prescripciones legales pero sin imponer su
criterio personal en relación con el asunto controvertido. De ningún modo se
podría preservar la autonomía e independencia funcional de un juez de la
República si la sentencia por él proferida en un caso específico quedara
expuesta a la interferencia proveniente de órdenes impartidas por otro juez
ajeno al proceso correspondiente, probablemente de especialidad distinta y,
además, por fuera de los procedimientos legalmente previstos en relación con el
ejercicio de recursos ordinarios y extraordinarios.
Téngase presente
que en el Estado de Derecho no son admisibles las atribuciones implícitas ni
las facultades de alcance indeterminado, lo cual equivale al rechazo del acto
proferido por quien carece de autoridad previa y claramente definida por norma
positiva para actuar en la materia correspondiente (artículos 6º, 122 y 123 de
la Constitución).
De este postulado se
concluye con facilidad que en el campo de la administración de justicia quien
cumpla tan delicada función pública únicamente puede hacerlo revestido de
jurisdicción y competencia. Ya que la segunda tiene a la primera por
presupuesto, si falta la jurisdicción tampoco se tiene la competencia para
fallar en el caso concreto.
Como se puede
advertir, habiendo establecido el Constituyente jurisdicciones autónomas y
separadas (Título VIII de la Constitución) y puesto que el funcionamiento de
ellas ha de ser desconcentrado y autónomo (artículo 228 de la Carta), no encaja
dentro de la preceptiva fundamental un sistema que haga posible al juez, bajo
el pretexto de actuar en ejercicio de la jurisdicción Constitucional, penetrar
en el ámbito que la propia Carta ha reservado a jurisdicciones como la
ordinaria o la contencioso administrativa a fin de resolver puntos de derecho
que están o estuvieron al cuidado de estas. Considerar que semejante opción se
aviene a lo preceptuado por la Carta, tanto vale como aceptar que ésta consagró
jurisdicciones jerarquizadas, lo cual no encuentra sustento en la normatividad
vigente". (Cfr. Corte Constitucional. Sala Plena. Sentencia C-543 del 1º
de octubre de 1992).
De otra parte, la Sala encuentra que no es
procedente la condena contra la Nación, solicitada por la accionante, toda vez
que la peticionaria cuenta, para alcanzar tal objetivo, con los medios
ordinarios dispuestos por el Código Contencioso Administrativo.
A este respecto, la Corte Constitucional
tiene establecido:
"En otros
términos, la indemnización por la vía de la tutela es excepcional:
- Para que proceda
es indispensable que el afectado no disponga de otro medio judicial. Esta
exigencia no se refiere a la defensa del derecho fundamental invocado sino a la
obtención del resarcimiento del perjuicio, como ya lo resaltó esta Corte en el
fallo últimamente mencionado.
En consecuencia, si,
consideradas las circunstancias del caso, el accionante tiene posibilidad de
intentar la acción ordinaria enderezada a la indemnización de los daños que se
le han causado, no es la tutela el medio judicial idóneo para ello, pese a
haber prosperado.
- La violación del
derecho tiene que haber sido manifiesta y consecuencia de una acción clara e
indiscutiblemente arbitraria. No es suficiente, entonces, con el hecho objetivo
de que el derecho fundamental aparezca afectado o en peligro, sino que se
requiere que el desconocimiento del derecho haya sido ostensible y que el
sujeto activo haya actuado en abierta transgresión a los mandatos
constitucionales, a su arbitrio, con evidente abuso de su poder.
- La indemnización
debe ser necesaria en el caso concreto para asegurar el goce efectivo del
derecho. Es eso lo que justifica que de modo excepcional pueda ser buscada y
decretada dentro del procedimiento de tutela, toda vez que -se repite- el
sentido principal de la institución es el de garantizar que serán respetadas
las normas de la Carta en materia de derechos fundamentales. Entonces, hacer
uso de la acción con el sólo propósito de obtener el resarcimiento de
perjuicios equivaldría a desfigurarla.
- Como ya lo hizo
ver la Corte en su Sentencia C-543 del 1 de octubre de 1992, la condena en
abstracto no procede sino sobre el supuesto de que, en esa materia, han sido
atendidas a cabalidad las reglas del debido proceso, pues tal garantía
constitucional es aplicable a todas las actuaciones judiciales y
administrativas. (Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia
T-403 del 14 de septiembre de 1994).
Advertencia
necesaria
Repárese en que la Corte Constitucional, al
avalar las decisiones de instancia que brindaron protección a la accionante, no
absuelve ni condena a la imputada, pues ello no le corresponde en el preciso
ámbito de su jurisdicción. De allí que no pueda entenderse este Fallo como
argumento a favor de las pretensiones de fondo que la defensora de la
accionante quiera obtener ante la Fiscalía Regional. El único sentido de la
tutela otorgada es el de favorecer una oportuna definición a cargo del
funcionario judicial en el evento examinado, cualquiera sea su sentido.
DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Quinta de
Revisión de la Corte Constitucional de la República de Colombia, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
Primero.- CONFIRMANSE los fallos del treinta (30) de junio de
mil novecientos noventa y cuatro (1994), y del dieciocho (18) de enero de mil
novecientos noventa y cinco (1995), proferidos por el Juzgado Séptimo Penal del
Circuito de Santa Fe de Bogotá, D.C. y por la Sala Penal del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de la misma ciudad, mediante los cuales se resolvió
conceder la petición de tutela formulada por MARIA ROCIO HENAO DE ARCILA contra
la Fiscalía Regional, Seccional Santa Fe de Bogotá, D.C.
Segundo.- LIBRESE la comunicación prevista en el artículo 36
del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, notifíquese, comuníquese,
insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA VERGARA ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
384 | T-191-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-191/95
DERECHO AL NOMBRE
DEL NIÑO/DERECHO A LA FILIACION
Toda persona -y
en especial el niño- tiene derecho no solamente a llevar los apellidos de sus
padres sino a obtener certeza sobre su filiación, tanto paterna como materna,
con el fin de reclamar su condición de hijo y para que se cumplan, en beneficio
suyo, las obligaciones de sus progenitores.
RECONOCIMIENTO DE
HIJO
El acto del
reconocimiento se entiende como la expresión externa de la íntima persuasión
acerca de que se es el padre, no basada en la seguridad que ofrezca una prueba
científica sino en la fe que el hombre deposita en la madre del reconocido.
Así, pese a que es función de las entidades públicas encargadas de la
protección de los menores y de la familia la de contribuir eficazmente a la
búsqueda de la verdadera paternidad, con miras a la garantía de los derechos que
la Constitución y la ley otorgan a los hijos, el reconocimiento no es un acto
que pueda supeditarse a la práctica oficial de pruebas, pues proviene de la
convicción interna del padre, y, por tanto, no puede alegarse que sea el Estado
el responsable de la indefensión de los niños no reconocidos con motivo de las
dudas en que haya caído el sujeto en torno a su verdadera condición de padre.
ACCION DE TUTELA
CONTRA INSTITUTO COLOMBIANO DE BIENESTAR FAMILIAR-Improcedencia/PROCESO DE FILIACION/PROCESO DE INVESTIGACION
DE PATERNIDAD
En el presente
caso no se ve sustento jurídico a la posición asumida por el actor en cuanto,
de una parte, no se ha probado negligencia del ICBF ni violación alguna de sus
derechos fundamentales, y de otra, desfigurando el sentido del acto voluntario
de reconocimiento de los hijos, el petente ha pretendido trasladar su propia
responsabilidad al ente oficial, conduciendo en la práctica a la desprotección
de los menores, por causa de sus vacilaciones respecto de la conducta de la madre.
Esto último muestra, además, que el solicitante ha partido de presumir el
engaño de su antigua compañera, en cuanto se empeña en la búsqueda de pruebas
para desvirtuarlo, al contrario de lo que surge del principio constitucional de
la buena fe.
-Sala Quinta de Revisión-
Ref.: Expediente
T-55461
Acción de tutela
instaurada por instaurada por IVAN DARIO ORTIZ RENDON contra el INSTITUTO
COLOMBIANO DE BIENESTAR FAMILIAR
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los veintisiete (27) días del mes de abril de
mil novecientos noventa y cinco (1995).
Se revisa el fallo
proferido en el asunto de la referencia por el Juzgado Vigésimo Octavo Penal
Municipal de Medellín.
I. INFORMACION PRELIMINAR
IVAN DARIO ORTIZ
RENDON ejerció la acción de tutela contra el Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar de Medellín por no haber practicado adecuadamente las pruebas
genéticas necesarias para establecer si es el padre de dos menores.
El peticionario
convivió con LUZ ADRIANA CHALARCA GRISALES por espacio de dos años y
aparentemente de esa unión nacieron dos niños que en la actualidad cuentan con
dos y tres años de edad.
Las dudas del
accionante acerca de su paternidad radican, respecto del primero de los hijos,
en que, durante los meses anteriores a la convivencia, la madre estuvo viviendo
en el Japón y la actividad que allí desempeñaba no era otra que la
prostitución, pues fue sometida a la trata de blancas.
En cuanto a la niña
menor, la inquietud del demandante se funda en que durante el tiempo de la
concepción estuvo detenido y, por ello, no sabe a ciencia cierta si es o no su
hija.
ORTIZ dice requerir
las pruebas genéticas que realiza el ICBF para adquirir certeza sobre su condición
de padre y, en consecuencia, registrar a los menores con su apellido y asumir
las obligaciones correspondientes.
En la actualidad se
desconoce el paradero de la madre y los niños están al cuidado de la abuela,
quien carece de recursos económicos suficientes para hacerse cargo de ellos.
II. DECISION
JUDICIAL REVISADA
El Juzgado Vigésimo
Octavo Penal Municipal de Medellín, mediante Fallo del 11 de noviembre de 1994
decidió no conceder la tutela solicitada. En su lugar, se resolvió oficiar al
Director Regional del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar con la orden
de ofrecer la asesoría que se requiera en el caso considerado.
El Juez llegó a la
conclusión de que por parte del ICBF no se violó ningún derecho fundamental al
accionante ni a los menores pues, como lo afirma el mismo demandante, se le
prestó la asesoría necesaria para tratar de verificar si los niños son hijos
suyos.
Por otra parte,
expresó que las leyes vigentes sobre la materia indican que son otras las vías
que se deben agotar para establecer en forma concreta lo que pretende el actor.
Agregó al respecto
lo siguiente:
"Para adelantar
esa clase de diligencias, la señora Carmen Emilia Grisales, en su calidad de
abuela materna de los niños y quien ha estado al cuidado de los mismos, deberá
acudir a la mayor brevedad posible ante una Notaría para que realice el
registro civil de nacimiento de esos hijos, así sea solamente con el apellido
de la mamá, pues de la declaración de la señora Carmen Emilia Grisales se
desprende claramente que ninguna de las personas llamadas al cumplimiento de
este requisito lo ha hecho".
III.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
La Corte
Constitucional es competente para revisar el Fallo en referencia, según lo
dispuesto por los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política y por el
Decreto 2591 de 1991.
Derecho
fundamental de los niños a un nombre y a conocer su filiación. La confianza
como base de la íntima convicción que lleva al reconocimiento.
La Constitución
Política consagra, además de los derechos fundamentales inherentes a la
condición de ser humano, los que, con el mismo carácter y aun con prevalencia
sobre los de otros, corresponden a los niños, los cuales han sido enunciados en
el Artículo 44. Entre ellos se encuentra el de tener un nombre, que es
atributo de la personalidad según la ley civil y que, al diferenciar a unas
personas respecto de las demás, constituye una manifestación de la
individualidad, como lo expresa el Artículo 3º del Decreto 1260 de 1970.
De acuerdo con la
misma norma, este elemento, indispensable en el curso de la convivencia social,
comprende, fuera del llamado nombre de pila, que distingue al individuo entre
los demás miembros de la familia, los apellidos, que definen su filiación, y,
en su caso, el seudónimo.
Especial importancia
tiene el nombre en cuanto a la relación del hijo con sus progenitores, de
quienes toma sus apellidos.
La maternidad, esto
es "el hecho de ser una mujer la verdadera madre del hijo que pasa por
suyo" (Artículo 335 C.C.), se tiene en principio por el nacimiento, aunque
puede ser impugnada probándose falso parto o suplantación del pretendido hijo
al verdadero, de conformidad con los artículos 335 a 338 del Código Civil.
En cuanto al padre
se refiere, transmite al hijo su apellido mediante el matrimonio o por acto de
reconocimiento otorgado en los términos previstos en la ley, o como
consecuencia de la investigación de la paternidad (Ley 75 de 1968).
Determinada la
filiación del hijo, los padres asumen las obligaciones y responsabilidades
propias de su condición, tales como las de manutención, crianza y educación del
menor, de acuerdo con las leyes.
La definición acerca
de la paternidad y la maternidad es, por otra parte, necesario fundamento de
los derechos sucesorales del hijo, según las reglas del Código Civil (Artículos
1226, 1239 y concordantes).
Así, pues, toda
persona -y en especial el niño- tiene derecho no solamente a llevar los
apellidos de sus padres sino a obtener certeza sobre su filiación, tanto
paterna como materna, con el fin de reclamar su condición de hijo y para que se
cumplan, en beneficio suyo, las obligaciones de sus progenitores.
La Convención sobre
los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas
el 20 de noviembre de 1989, aprobada en Colombia por la Ley 12 de 1991,
establece en su artículo 7º que el niño será inscrito inmediatamente después de
su nacimiento y tendrá derecho, desde que nace, a adquirir un nombre y, en la
medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos.
En el Código del
Menor -Decreto 2737 de 1989-, en el cual también se resaltan esos derechos, ha
sido establecido adicionalmente:
"Artículo 5º.-
Todo menor tiene derecho a que se defina su filiación. A esta garantía corresponde
el deber del Estado de dar todas las oportunidades para asegurar una
progenitura responsable".
Las normas del
Código del Menor son de orden público y, por lo mismo, los principios
consagrados en él son de carácter irrenunciable.
El derecho del menor
a un nombre y al conocimiento de su filiación resulta fundamental no solamente
por el ya aludido mandato constitucional sino por cuanto en ello está de por
medio su dignidad humana, ya que supone la posibilidad de ser identificado y
diferenciado respecto de los demás individuos y el ejercicio de otros derechos,
como los relativos a su alimentación, crianza, educación y establecimiento.
Por otra parte, es
evidente la relación entre este derecho y el que favorece a todo individuo
según el Artículo 14 de la Constitución, consistente en el reconocimiento de su
personalidad jurídica, como ya lo tiene dicho esta Corte (Cfr. Sentencia C-109
del 15 de marzo de 1995. M.P.: Dr. Alejandro Martínez Caballero).
Miradas las cosas a
la inversa, también es de interés de los progenitores establecer jurídicamente
que en efecto gozan de esa condición respecto de determinada persona, no
solamente para los fines de cumplir con sus propias obligaciones sino por la
natural inclinación a brindar a sus hijos cariño y apoyo, y aun para definir
igualmente los derechos que la ley les otorga sobre la persona y el patrimonio
de aquellos, tales como la patria potestad.
También los padres
pueden heredar a sus hijos, en las condiciones previstas por la ley (Artículos
1239 y siguientes del Código Civil), y en las circunstancias que ella
contempla, tienen derecho a reclamar alimentos (Artículo 411 ibidem).
Por lo que hace al
acto de reconocimiento de un hijo, se supone que quien lo lleva a cabo tiene
cabal conciencia y convicción acerca de la paternidad, no solamente por las
obligaciones que contrae sino por todo lo que ello representa en el campo de la
propia realización personal.
Como acto
unilateral, que tiene su origen y desarrollo en la conciencia y en el querer
del agente, resulta natural que quien se dispone a reconocer un hijo busque una
correspondencia entre la verdad formal que habrá de figurar en el registro y la
verdad real, que emana de los hechos. En otros términos, ya que se trata de una
manifestación de voluntad expresamente dirigida a producir efectos jurídicos,
es de presumir que, si el hombre llamado a resolver si reconce o no a alguien
como su hijo carece de los elementos de juicio mínimos para otorgar su
consentimiento, no estará dispuesto a admitir, con las consecuencias del
compromiso jurídico, que es el titular de la paternidad, mientras que, por el
contrario, su convicción interna al respecto, por la confianza depositada en la
mujer con quien ha convivido o sostenido relaciones, lo llevará espontáneamente,
si se trata de un individuo responsable, a hacer pública y explícita su
condición de padre, mediante el acto de reconocimiento, sin que para ello sea
indispensable contar con pruebas científicas irrefutables acerca de la
paternidad.
Entre otras cosas,
tal certeza científica es bien difícil de alcanzar como elemento de juicio
incontrovertible, ya que por el aspecto genético los métodos de comprobación
disponibles en Colombia, que pueden estar al alcance de toda la población, no
arrojan una certidumbre total en torno a que determinado individuo es el padre
de una persona. Persisten las dificultades, originadas en la posibilidad de que
un mismo resultado pueda provenir, con igual fundamento, del cruce entre los
genes de la madre y los de cualquiera entre muchos individuos del mismo signo
genético, en tanto que las posibilidades de certeza al establecer que alguien
no es el padre, por eliminación de combinaciones que genéticamente no podrían
arrojar el resultado de que se trata, son mucho mayores.
Es decir, desde el
punto de vista de su incidencia en la convicción con efectos jurídicos, la
prueba genética es admisible entre nosotros para excluir a determinado varón
como padre de una persona, pero no para incluirlo en calidad de indiscutible y
seguro progenitor.
El acto del
reconocimiento se entiende, entonces, como la expresión externa de la íntima
persuasión acerca de que se es el padre, no basada en la seguridad que ofrezca
una prueba científica sino en la fe que el hombre deposita en la madre del
reconocido.
Así, pese a que es
función de las entidades públicas encargadas de la protección de los menores y
de la familia la de contribuir eficazmente a la búsqueda de la verdadera
paternidad, con miras a la garantía de los derechos que la Constitución y la
ley otorgan a los hijos, el reconocimiento no es un acto que pueda supeditarse
a la práctica oficial de pruebas, pues proviene de la convicción interna del
padre, y, por tanto, no puede alegarse que sea el Estado el responsable de la
indefensión de los niños no reconocidos con motivo de las dudas en que haya
caído el sujeto en torno a su verdadera condición de padre.
Es el hombre -en
este caso el demandante- quien debe resolver con prontitud si reconoce o no a
determinadas personas como sus hijos. Si lo hace espontáneamente, asumirá la
integridad de las consecuencias y obligaciones que el reconocimiento acarrea.
Si, por el contrario, su falta de certidumbre lo lleva a no hacerlo, será el
Estado el que, de conformidad con las normas legales pertinentes y no a raíz de
la acción de tutela incoada por quien tiene en sus manos la posibilidad de
reconocer, inicie el respectivo juicio de filiación para la defensa efectiva de
los menores y sus derechos.
Así las cosas, en el
presente caso no se ve sustento jurídico a la posición asumida por el actor en
cuanto, de una parte, no se ha probado negligencia del Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar ni violación alguna de sus derechos fundamentales, y de
otra, desfigurando el sentido del acto voluntario de reconocimiento de los
hijos, el petente ha pretendido trasladar su propia responsabilidad al ente
oficial, conduciendo en la práctica a la desprotección de los menores, por
causa de sus vacilaciones respecto de la conducta de la madre. Esto último
muestra, además, que el solicitante ha partido de presumir el engaño de su
antigua compañera, en cuanto se empeña en la búsqueda de pruebas para
desvirtuarlo, al contrario de lo que surge del principio constitucional de la
buena fe.
Se confirmará el
Fallo objeto de revisión, que negó la tutela solicitada, pero, en guarda de los
derechos fundamentales de los niños, se compulsarán copias al Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar para que, por conducto del Defensor de
Familia, inicie el proceso de investigación de la paternidad.
DECISION
Con fundamento en
lo expuesto, la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional,
administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
Primero.- CONFIRMASE, pero por los argumentos que integran la
parte motiva de esta Sentencia, el Fallo proferido por el Juzgado Vigésimo
Octavo Penal Municipal de Medellín el 11 de noviembre de 1994, mediante el cual
se negó la tutela impetrada por IVAN DARIO ORTIZ RENDON.
Segundo.- SE COMPULSAN copias de lo actuado, con destino al
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar -Medellín- para que se inicie,
dentro de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la notificación de esta
providencia, el proceso de investigación de la paternidad de los menores en
cuestión.
Tercero.- LIBRESE la comunicación prevista en el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA VERGARA ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
385 | T-192-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-192/95
ACCION DE TUTELA-Improcedencia por falta de pruebas
No sólo no se encuentran suficientemente
probados los hechos que llevaron a los demandantes a interponer la acción de
tutela, sino que en algunos casos se vieron desvirtuados y la mayoría de sus
denuncias no podían ser objeto de discusión dentro de un proceso de esta
naturaleza. La acción de tutela está reservada exclusivamente a la protección
de derechos constitucionales fundamentales cuando su amparo mediante otros
medios judiciales de defensa es imposible o ineficaz.
Ref.: Expediente
No. T-55619.
Acción de tutela
contra la profesora de una escuela rural por presunto maltrato a los
estudiantes.
Tema:
- Improcedencia
de la tutela debida a falta de prueba suficiente de los hechos denunciados y a
ausencia de lesividad de los hechos probados.
Actor: Efraín Camacho Navarro y otros.
Magistrado
Ponente: Dr. Carlos
Gaviria Díaz.
Santafé de Bogotá,
D.C., mayo cuatro (4) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Corte
Constitucional, Sala Cuarta de Revisión de Tutelas, integrada por los
Magistrados José Gregorio Hernández Galindo, Hernando Herrera Vergara y Carlos
Gaviria Díaz, este último en calidad de ponente, pronuncia,
EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA
CONSTITUCION
la siguiente
sentencia en el proceso de tutela T-55619, con base en las razones que se
exponen a continuación.
ANTECEDENTES
Los ciudadanos
Efraín Camacho Navarro, Pedro Antonio Mateus Sanabria, Ada Lilia Saavedra
Téllez, Gladys Sofía Marín Rueda, Noé Combita Pineda y Rafael Antonio Gómez
solicitan, a través de la acción de tutela, la protección del derecho
fundamental de sus hijos a la educación, consagrado en el artículo 44 de la
Carta Política, y vulnerado, según afirman, por Evangelina Quiroga Téllez a
raíz de los siguientes
1. HECHOS:
Los demandantes
alegan ser padres de familia de varios alumnos de la demandada, Evangelina
Quiroga, quien desde hace más de veinte años es profesora de la escuela rural
de la vereda Costa Rica, ubicada en el municipio de La Belleza, Santander.
Denuncian los
peticionarios que la profesora ha incurrido en conductas humillantes y
antipedagógicas con sus hijos, las cuales resultan violatorias del derecho
fundamental de los menores a la educación.
Las actuaciones que
se le imputan a la maestra son las siguientes:
- Arrancarles a
los niños las hojas del cuaderno cuando no hacen bien las tareas, con el fin de
que las repitan.
- Aislarlos del
grupo cuando, por timidez, no leen bien en público.
- Hacerlos limpiar
su baño privado y extraer toallas higiénicas, en una ocasión en que se obstruyó
la tubería.
- Sacarlos del
salón de clase y dejarlos estudiando por su cuenta en la cocina, la alcoba o el
kiosco, cada vez que los alumnos del bachillerato rural S.A.T. (Sistema de
Aprendizaje Tutorial) necesitan el salón.
- No explicarles
bien las lecciones.
- A unos niños los
acusó de robo, sin ningún fundamento.
- Incumple sus
deberes de maestra de la primaria por dedicar su tiempo a otras actividades,
tales como la atención del bachillerato rural S.A.T., recientemente creado en
la vereda y del cual también es profesora.
- No atiende los
reclamos de algunos padres de familia y toma represalias contra los hijos de
éstos.
- La profesora
malversó un dinero que los alumnos del S.A.T. recolectaron mediante rifas y
otras actividades. Esta es la denuncia más insistentemente reiterada por los
demandantes.
Los problemas
enunciados llevaron a dos de los padres a retirar a sus hijos de la escuela y a
matricularlos en un colegio que queda a una hora de camino de sus casas,
mientras que la escuela está a sólo diez minutos.
El Director de
Núcleo de Desarrollo Educativo -superior jerárquico de la maestra según el
Decreto 2480/86-, a raíz de la queja que formularon los padres, citó a la
demandada a una reunión, a la cual injustificadamente dejó de asisitir. Por
sugerencia de la Oficina de Escalafón Docente este funcionario inició entonces
un procedimiento disciplinario contra la profesora.
SOLICITUD:
Los peticionarios
sostienen que la profesora Evangelina Quiroga, después de 20 años de enseñar en
la misma vereda, ya está cansada y, por lo tanto, solicitan su reemplazo.
FALLO DE PRIMERA
INSTANCIA:
Correspondió a la
Juez Promiscuo Municipal de La Belleza pronunciarse en primera instancia sobre
la acción de tutela instaurada. Luego de escuchar numerosas declaraciones,
consideró probados los hechos narrados y los encontró violatorios de los
derechos fundamentales de los niños. Como sustento del fallo expuso las
siguientes razones:
" Luego, las
anomalías cometidas por la docente al colocar los niños a recoger papel higienico
y toallas higiénicas, así como el arrancarles las hojas de los cuadernos y
tildarlos de ladrones, de (sic) no ser igual con todos, de sacar los niños del
salón y ubicarlos en la cocina o en un kiosco o pieza cuando llegan los alumnos
del S.A.T., constituyen violaciones de los derechos fundamentales de los niños
a recibir una educación en condiciones normales..."
........."
" Luego, las
desaveniencias que se han presentado entre la docente EVANGELINA y los padres
de familia por las irregularidades acabadas de mencionar, y por cuestiones de
un dinero recogido por el bachillerato S.A.T. de una serie de actividades, son
nocivas para el desarrollo y bienestar del menor, llegándose a los extremos del
retiro del plantel educativo de varios alumnos".
Resolvió entonces
conceder la tutela y, en consecuencia, exigir a la demandada moderación en el
comportamiento con sus alumnos, escuchar los reclamos de los padres de familia
para tratar de llegar a un acuerdo, y abstenerse de tomar represalias contra los
hijos de éstos.
IMPUGNACIÓN:
Evangelina Quiroga
impugnó el fallo alegando que de ninguna de las dieciséis declaraciones que
obran en el expediente puede deducirse una violación cierta de los derechos
fundamentales de sus alumnos y que, por el contrario, se trata de afirmaciones
vagas que no constituyen prueba alguna de que su actuar haya sido incorrecto.
"Antes que ser acusaciones es una retaliación porque no se les permitió el
manejo de las actividades del S.A.T., habiendo un comité responsable de
ello".
FALLO DE SEGUNDA
INSTANCIA:
El Juez Civil del
Circuito de Puente Nacional revocó el fallo impugnado y negó la tutela,
considerando que no existía prueba suficiente de los hechos.
Refiriéndose
concretamente a la denuncia de que la maestra ordenó a un alumno extraer las
toallas higiénicas que obstruían la tubería como retaliación por un reclamo de
sus padres, expresa el ad-quem lo siguiente:
"... la
demostración de la realización de esa conducta por parte de la profesora no
existe en el expediente. Porque los demandantes no la aseveraron por percepción
directa, sino con base en comentarios, y quienes declararon no lo afirmaron
tajantemente...".
Adicionalmente se
expone un motivo más de improcedencia de la tutela, consistente en que sólo uno
de los demandantes tenía legitimación para interponerla, pues ninguno de los
otros era padre de niños que estudiaran en la escuela a cargo de la maestra
demandada. Además, el único demandante legitimado por ser, este sí, padre de
familia de una alumna de la profesora demandada, declaró no conocer
directamente los hechos sino tan sólo saber de ellos por comentarios de
terceras personas.
Considera el ad-quem
que el verdadero motivo detrás de la interposición de esta acción de tutela, es
la desavenencia surgida entre los padres y la maestra por causa del manejo de
un dinero, cuestión que no puede ser debatida por esta vía.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
1. Competencia
De conformidad con
lo dispuesto por los artículos 86 y 241 numeral noveno de la Constitución
Política, en concordancia con los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991,
esta Sala es competente para conocer de la revisión de la sentencia de tutela
proferida por el Juez Civil del Circuito de Puente Nacional. El presente examen
se hace conforme al reglamento interno de la corporación y acorde con la
selección que del proceso hizo la Sala Primera de Selección.
2. Carencia de
legitimidad para actuar:
Se encuentra
legitimado para interponer acción de tutela exclusivamente el perjudicado con
una actuación violatoria de sus derechos fundamentales, por si o por medio de
su representante legal, salvo cuando esta acción se interpone en calidad de
agente oficioso de un tercero, en los estrictos términos del Decreto 2591 de
1991.
Las anteriores
condiciones no se cumplieron en el caso revisado, ya que sólo uno de los
demandantes adujo ser padre de una alumna de la docente demandada y ninguna
violación de los derechos de su hija fue alegada. Sin embargo, al haberse
proferido sentencia, la Corte procede a revisarla de fondo.
3. Las pruebas
recaudadas.
El problema central
del caso puesto a consideración de esta Sala gira en torno a la veracidad de
los hechos relatados por los demandantes y al grado en que tales hechos pueden
calificarse como violatorios de derechos fundamentales.
Dado lo anterior, se
procede a hacer un estudio de las declaraciones rendidas por los demandantes al
hacer ampliación de su demanda, con el fin de verificar el grado de relevancia
de los datos aportados por cada uno de ellos. Se omite deliberadamente, por
innecesario, el resumen de las otras diez declaraciones de testigos y demás
personas ajenas al caso pues, tal como se verá más adelante, lo dicho por los
propios demandantes es prueba suficiente de la improcedencia de la acción
instaurada.
a) Declaración de
Rafael Antonio Gómez Vargas: (folio 32)
El señor Gómez
Vargas tiene una hija como alumna de la profesora Evangelina Quiroga. Sostiene
que la creación del bachillerato S.A.T fue lo que originó el conflicto con la
maestra, pues los padres temían que ella no le dedicara suficiente tiempo a los
alumnos de primaria.
Llama la atención la
Sala sobre el hecho de que al declarante no le consta lo afirmado en la demanda
pues, según dijo textualmente, "esos son los comentarios de algunos
padres".
De la declaración
del señor Gómez Vargas se infiere que, a pesar de encontrarse legitimado para
interponer la acción de tutela en defensa de los derechos de su hija, no sólo
no se ha visto afectado por las actuaciones imputadas a la maestra, sino que ni
siquiera le consta que hayan ocurrido.
b) Declaración de
Noé Combita Pineda: (folio 33)
El señor Combita
Pineda decidió cambiar a su hija de escuela debido a los problemas surgidos con
la profesora Evangelina Quiroga por el supuesto mal manejo del dinero
recolectado por los alumnos del S.A.T.
"Todo empezó
por la creación de ese bachillerato" afirma. Sin embargo, acepta que el
S.A.T. no ha interferido con las actividades de la primaria, ya que éste sólo
funciona los viernes por la tarde y los sábados, en horarios distintos de la
primaria.
Se queja de que la
profesora no escucha reclamos de los padres, que amenaza con bajarles la nota a
los niños y que toma represalias contra éstos cada ves que sus padres le hacen
un reclamo. No obstante lo anterior, no especifica las conductas que considera
violatorias de los derechos de su hija y, por el contrario, es claro en afirmar
que la retiró del colegio por el problema del dinero tantas veces mencionado.
De esta declaración
se concluye sin dificultad que los derechos de la hija del señor Noé Combita
Pineda no han sido vulnerados. Actualmente estudia normalmente en otra escuela
y este cambio obedeció a una decisión voluntaria de su padre, sin que la menor
se viera involucrada ni afectada por las desavenencias surgidas entre aquél y
la maestra.
c) Declaración de
Ada Lilia Saavedra Téllez: (folio 35)
Es demandante en la
acción de tutela, pero ya no tiene hijos en la escuela. Aclara que los retiró
de allí debido a que la profesora no cumplió con las actividades en las que
había prometido invertir el dinero recolectado. Su declaración se reduce a
denunciar el mal manejo que la profesora hizo del dinero y a afirmar que
presentó unas cuentas falsas.
Sostiene que la
demandada la amenazó diciéndole "que lo que yo hiciera con ella mis hijos
la pagaban". Sin embargo, no menciona que efectivamente la maestra haya
tomado represalias contra sus hijos, cosa que resulta por demás improbable,
pues los niños ya no estudiaban en la escuela al momento en que supuestamente
se profirió tal amenaza.
Se refiere a algunos
de los hechos enumerados en la demanda, pero no por su conocimiento directo
sino por haberlos oído de terceras personas. Resulta claro entonces, que lo que
la motivó a interponer la acción de tutela fue su desacuerdo con el manejo que
la profesora le dió al dinero de la recolecta.
d) Declaración de
Gladys Sofía Marín: (folio 37)
La señora Marín
retiró a un hijo del S.A.T. debido al mal manejo de los fondos. Su hija menor
sí estudia en la escuela pero bajo el cuidado de otra profesora, no de la
demandada.
Se extiende en el
relato de un sinnúmero de hechos irrelevantes para el caso, entre ellos, que la
profesora la acusó de chismosa y que fue grosera e imponente con ella. Todos
los otros hechos que se formulan en la demanda los oyó de terceras personas y
no le constan directamente; además, en ellos no se han visto involucrados sus
hijos. Concluye su relato diciendo que su hija está asustada porque el próximo
año entra a estudiar con la maestra accionada y, por consiguiente, pide que
cambien de profesora.
e) Declaración de
Efraín Camacho: (folio 38)
- El señor Camacho
dice actuar en su calidad de Presidente de la Junta de Acción Comunal de la
vereda. No tiene hijos en la escuela ni le consta ninguno de los hechos que
dieron lugar a la acción de tutela. De éstos se ha enterado por lo que le
contaron los padres de familia disgustados con la docente, o por lo escuchado
en las reuniones que se han realizado con ella para tratar de resolver el
conflicto.
f) Declaración de
Pedro Antonio Mateus Sanabria: (folio 48)
El señor Mateus
retiró a sus hijos de la escuela debido a que la maestra no les explicaba bien
las lecciones y tomaba represalias contra ellos por los reclamos que él le
hacía relacionados con el manejo del dinero recolectado.
Concretamente, acusa
a la profesora de haber mandado a su hijo a romper una tubería del baño que
estaba obstruída, teniendo entonces que sacar unas toallas higiénicas que
encontró allí. En declaración rendida por el menor (folio 51), este manifestó:
"Eso lo
sacamos entre dos niños, los botamos con palos a un hoyo.... Eso fue en una
oportunidad en que estaba muy tapado, y después de que destaparon no nos volvió
a mandar".
Mediante testimonio
de la madre de uno de los alumnos de la escuela, quien no es accionante en esta
tutela (folio 53), se estableció que, luego del infructuoso intento de los
niños, su esposo, quien es albañil, reparó la tubería.
No aparece claro
para esta Sala que la conducta aquí denunciada en cabeza de la profesora haya
tenido el carácter de represalia contra el menor por los reclamos de su padre.
Por el contrario, lo relatado parece más bien un percance propio de la vida
cotidiana el cual, injustificadamente, ha sido maximizado por los accionantes
en esta tutela.
4. Improcedencia
de la acción de tutela.
Del estudio de las
declaraciones antecedentes se deduce con claridad la improcedencia de la acción
de tutela sometida a revisión y, en consecuencia, esta Sala habrá de confirmar
el fallo proferido por el Juzgado Civil del Circuito de Puente Nacional,
Santander.
No sólo no se
encuentran suficientemente probados los hechos que llevaron a los demandantes a
interponer la acción de tutela, sino que en algunos casos se vieron
desvirtuados y la mayoría de sus denuncias no podían ser objeto de discusión
dentro de un proceso de esta naturaleza. La acción de tutela está reservada
exclusivamente a la protección de derechos constitucionales fundamentales
cuando su amparo mediante otros medios judiciales de defensa es imposible o
ineficaz.
Es asi como,
atendiendo al caso concreto, no es factible dirimir, a través de la acción de
tutela, el conflicto suscitado a raíz del supuesto mal manejo que la profesora
hizo de los fondos recolectados por sus estudiantes de bachillerato, pues para
ello se han establecido otras vías judiciales, tanto en materia penal como
civil. Cabe aclarar aquí, que cada grupo de bachillerato S.A.T. cuenta con un
comité estudiantil que es autónomo en el manejo de estos dineros, razón por la
cual resulta improbable que Evangelina Quiroga, como profesora del grupo, deba
rendir cuentas de ese manejo.
Tampoco es posible
proscribir mediante tutela conductas inocuas que en nada resultan lesivas de
derechos fundamentales, tales como la presunta antipatía de la profesora hacia
algunos padres de familia o su reticencia a escuchar reclamos. Tales reclamos
pueden hacerlos los demandantes, como de hecho ya los hicieron, ante el
superior jerárquico de la maestra, para que éste tome las medidas
disciplinarias que considere pertinentes.
Ahora bien, algunas
de las actuaciones imputadas a la docente implicarían, sin duda, en caso de ser
ciertas, una violación de los derechos fundamentales de los estudiantes. Sin
embargo, estas afirmaciones no se probaron o resultaron desvirtuadas.
Es asi como no se
probó que la profesora tomara represalias contra los hijos de los padres que le
hacían algún reclamo, ni que su comportamiento con los alumnos fuera
discriminatorio o humillante, actuaciones ciertamente reprochables en un
maestro.
Por el contrario,
obran en el expediente pruebas suficientes, pues un gran número de declarantes
asi lo afirma, de que el trato que la docente da a sus alumnos es amable y
respetuoso. Sus alumnos, incluídos varios hijos de padres enemistados con ella,
la consideran una buena maestra y están satisfechos con la enseñanza que les
imparte.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Cuarta de Revisión de la Corte Constitucional de la República
de Colombia,
RESUELVE :
PRIMERO: CONFIRMAR el fallo proferido en segunda
instancia por el Juez Civil del Circuito de Puente Nacional, Santander,
mediante el cual negó la tutela instaurada.
SEGUNDO: COMUNICAR esta decisión al juez de
primera instancia para los efectos del artículo 36 de Decreto 2591 de 1991.
Comuníquese,
notifíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional.
CARLOS GAVIRIA DÍAZ
Magistrado ponente
JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO
Magistrado
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado
MARTHA VICTORIA SÁCHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
386 | T-193-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-193/95
PERDIDA DE
INVESTIDURA-Trámite
Cuando el Constituyente de 1991 atribuyó al Consejo de Estado la
competencia para conocer de las solicitudes de privación de la investidura de
los Congresistas, y remitió a la ley para definir las formas propias de ese
juicio, a falta de una norma especial posterior a la nueva Constitución y en
presencia de normas preexistentes, había de entenderse que estas últimas continuaban
rigiendo, a condición de no ser contrarias al Estatuto Superior.
VIA DE HECHO-Inexistencia/ACCION DE TUTELA CONTRA
PROVIDENCIAS JUDICIALES-Improcedencia
En el caso sometido a revisión, la
actuación del Consejo de Estado estuvo fundada legalmente, no obedeció a la
voluntad subjetiva o capricho de la autoridad, no vulneró los derechos
fundamentales del procesado, y existe otra vía de defensa judicial; es decir,
no se da ninguno de los requisitos concurrentes exigidos por la jurisprudencia
de la Corte para que proceda la tutela en contra de la sentencia proferida por
el Consejo de Estado.
ACCION DE TUTELA
CONTRA CONSEJO DE ESTADO POR PERDIDA DE INVESTIDURA DE CONGRESISTA
Al decretar en forma debida la pérdida de
la investidura de un Congresista, el Consejo de Estado no viola o amenaza el
derecho al trabajo de aquél, aunque ciertamente afecta sus posibilidades
futuras de ejercerlo, excluyendo de entre las profesiones u oficios por las que
puede libremente optar, la de ser miembro del Congreso. Tal mengua en las
posibilidades laborales del ex-congresista, no se debe a una actuación
arbitraria, sino a la aplicación del ordenamiento constitucional, previa la
verificación de una actuación irregular del afectado.
PERDIDA DE
INVESTIDURA-Efectos
Una sentencia del Consejo de Estado en la
que se decrete la pérdida de investidura de un Congresista, le impide volverlo
a ser en cualquier período constitucional posterior. Entonces si la pérdida de
la investidura se decreta y queda en firme antes de que el Consejo Nacional
Electoral haga la declaratoria de elección y expida la credencial
correspondiente, esta autoridad electoral debe abstenerse de entregar
credencial alguna a quien esté incurso en la inhabilidad citada, pues el
mandato del artículo 4 de la Constitución es perentorio.
Ref.: Expediente
No. T-56727
Acción de tutela en
contra del Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, por
presunta violación de los derechos al debido proceso, la igualdad, la honra y
el buen nombre, la participación política y el trabajo.
Temas:
Tutela contra
sentencias.
Trámite de la
pérdida de investidura.
Otros derechos
presuntamente violados y protección provisional.
Efectos jurídicos de
la pérdida de investidura.
Actor: Ricaurte Losada Valderrama
Magistrado
Ponente: Carlos Gaviria
Díaz
Santafé de Bogotá
D.C., cuatro (4) de mayo de mil novecientos noventa cinco (1995).
La Sala Cuarta de
Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, compuesta por los Magistrados
José Gregorio Hernández Galindo, Hernando Herrrera Vergara y Carlos Gaviria
Díaz, este último en calidad de ponente,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCIÓN,
procede a dictar
sentencia en el grado jurisdiccional de revisión, luego de considerar los
siguientes
ANTECEDENTES.
1. HECHOS.
El 11 de marzo de
1994, el ciudadano César Araque solicitó al Consejo de Estado decretar la
pérdida de la investidura de Senador de la República de Ricaurte Losada
Valderrama, ya que éste, desde antes de su elección, ocurrida el 27 de octubre
de 1991, y hasta el 5 de noviembre de 1992, desempeñó el cargo de presidente y
representante legal de la “Fundación Fondo Educativo Jorge Eliécer Gaitán”,
coincidiendo ese ejercicio con el de Congresista.
La solicitud fue
admitida el 16 de marzo de 1994, y el proceso así iniciado se tramitó por la
vía del procedimiento ordinario, hasta la expedición de la Ley 144 de 1994 -13
de julio-, en la cual se consagró un procedimiento especial para rituar esta
clase de juicios.
A partir de la
expedición de la Ley 144 de 1994, el Consejo de Estado aplicó al proceso en
curso el trámite especial establecido en ella, y así, el 7 de septiembre
decretó “... la pérdida de la investidura de Senador de la República del señor
Ricaurte Losada Valderrama...” (folio 192 del primer cuaderno del expediente
No. AC-1610 del Consejo de Estado).
El afectado por esa
decisión promovió, el 28 de octubre de 1994, un incidente de nulidad que el
Consejo de Estado desestimó mediante providencia del 9 de noviembre del mismo
año.
2. DEMANDA DE
TUTELA.
Fue presentada el 18
de noviembre de 1994, por Ricaurte Losada Valderrama en contra del Consejo de
Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, “...por haber proferido la
providencia del 7 de septiembre de 1994-expediente No. AC-1610, a través de la
cual se me despoja de la investidura de Senador de la República, violando los
siguientes derechos fundamentales: 1. El debido proceso; 2. El derecho a la
igualdad; 3. El derecho a la honra y al buen nombre; 4. El derecho a participar
en la conformación, ejercicio y control del poder público; 5. El derecho al
trabajo” (folio 1 del expediente de tutela).
El actor solicitó al
juez de tutela decretar la nulidad de todo lo actuado en el proceso de pérdida
de su investidura o, en subsidio, declarar que la pérdida de la investidura
decretada por el Consejo de Estado sólo hace relación al período 1991-1994, y
no es aplicable al período 1994-1998, para el cual resultó reelecto.
Además, pidió que
como medida provisional encaminada a la protección inmediata de los derechos
fundamentales presuntamente violados, se ordenara “...a la Mesa Directiva del
Senado no ejecutar la petición de desinvestidura, hasta tanto se resuelva en
forma definitiva esta tutela...” (folio 17).
3. FALLO DE
INSTANCIA.
Conoció del presente
proceso la Sala de Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Santafé de Bogotá, y lo tramitó de acuerdo con las normas del Decreto 2591 de
1991 sin que se observe en el expediente causal alguna de nulidad. El 30 de
noviembre de 1994 -Acta No. 063-, con ponencia del Magistrado Nicolás Pájaro
Peñaranda y de manera unánime, la Sala de Familia resolvió la demanda formulada
por el señor Losada Valderrama denegando el amparo que éste solicitó, con base
en las consideraciones que resumen las siguientes transcripciones:
“Las actuaciones
judiciales que deben surtirse para ponerle fin a cada contienda o conflicto de
intereses están previstas en el ordenamiento jurídico. Unas conforman el grupo
de los procedimientos especiales, cada uno de los cuales tiene su propia
modalidad, según el fin o propósito que le corresponde y acorde con la materia
a que debe referirse. Otras, por lo contrario, encuéntranse englobadas en el
procedimiento ordinario, caracterizado por la amplitud de los términos y del
debate por llevarse a cabo. En el campo atañedero a la jurisdicción contencioso
administrativa, deben seguir esta ruta los asuntos determinados en el artículo
206 del C.C.A., amén de ´todos los litigios para los cuales la ley no señale un
trámite especial´; lo que significa, sin duda alguna, como lo enseña la
jurisprudencia en cada una de las especialidades de la jurisdicción, que la vía
que por regla general debe seguirse para que actúe el derecho positivo por
medio de pronunciamiento judicial es la ordinaria, salvo que la propia ley
disponga otra cosa” (folio 43).
“El H. Consejo de
Estado entendió, dentro del marco de la Constitución y de la ley, sin
contrariar el sentido del ordenamiento, que el proceso por adelantarse respecto
de la mencionada solicitud era el ordinario, criterio que, según se vió, se
apoya en sana interpretación de fuerte raigambre jurisprudencial”.
“Como lo han
enseñado los más altos Tribunales del país en materia de tutela, ésta no
procede contra providencia judicial, a menos que por medio de ella se haya
incurrido en violación patente o grosera de derechos fundamentales tutelados
por la Constitución. Y está bien que así sea, por cuanto la tutela no es un
recurso contra las decisiones emanadas de los jueces. Y en el sub-lite,
además, no se aprecia, desde ningún punto de vista, que se haya infringido el
artículo 29 de la Constitución Política, sobre el cual se monta de modo
principal la acción instaurada”.
“Hubo, por tanto,
juzgamiento de la conducta de que conoció el H. Consejo de Estado, respetando
el derecho de defensa e inclusive brindándole mayores oportunidades al
Congresista Losada Valderrama a virtud de los más amplios términos que brinda
la vía ordinaria que se siguió” (folio 44).
“Por lo antes
expuesto no se observa que se haya incurrido en violación del debido proceso,
sino que en un principio, para aplicar al caso concreto el artículo 184 de la
Constitución Política de Colombia, se emplearon como instrumento las normas de
procedimiento previstas en el proceso ordinario y con posterioridad, al entrar
en vigencia la ley 144 de 1994, se produjo la adecuación del trámite que se
requería. Ni se recortaron las oportunidades del Congresista para pedir
pruebas, tal y como lo muestra la copia del trámite adelantado por el H.
Consejo de Estado, ni se le cercenó su derecho de defensa con la interpretación
que se acogió en el sentido de seguir por la vía ordinaria el debate relativo a
la pérdida de investidura del Congresista Ricaurte Losada Valderrama” (folio
45).
“No hay, por tanto,
elemento de juicio que permita inferir siquiera como mera posibilidad que
respecto de Ricaurte Losada Valderrama hubiese habido trato discriminatorio y
lesivo de sus derechos fundamentales, pues en relación con él se concluyó por
el H. Consejo de Estado que había ocupado la Presidencia de la Fundación Fondo
Educativo Jorge Eliécer Gaitán hasta el 5 de noviembre de 1992 y que si ´la
fundación cumplió estrictamente con los fines para los cuales fue creada,
conceder becas y auxilios escolares, surge evidente la actuación del
representante legal en todos los trámites para su asignación, en la emisión de
las órdenes de pago respectivas, y en fin todas las actividades que suponen el
funcionamiento activo de la entidad. Por manera que no puede aceptarse que el
Senador durante el tiempo en que se desempeñó como representante legal de la
Fundación no realizó ningún acto para ella, como lo afirma el demandado´. Y
agrega: ´No puede pasar inadvertido que no era una fundación cualquiera la que
presidía y representaba el Senador; se trataba de una entidad que actuaba como
intermediaria entre el Estado y la comunidad en la distribución de becas y
auxilios y que se nutría casi exclusivamente de auxilios y donaciones de
personas públicas y privadas, es decir, que gozaba del favor estatal y la buena
voluntad de los particulares para el ejercicio de su actividad, por lo cual la
presencia del Senador le era especialmente valiosa” (folio 50).
“Por otra parte, no
encuentra la Sala soporte a la afirmación del demandante en el sentido de que
el H. Consejo de Estado al decretar la pérdida de la investidura del Senador
Ricaurte Losada Valderrama se haya apoyado en una causal distinta de las señaladas
en la Constitución Política y creada por dicha Corporación. Por lo contrario,
como se vió, su fundamento no fue otro que el haberse incurrido por Ricaurte
Losada Valderrama en violación de la prohibición que contempla el artículo 180
del citado ordenamiento, y el hecho de serle aplicable, por tanto, la causal
1a. del artículo 183 Ib., basándose en el análisis que hizo de la situación y
de las reglas jurídicas aplicables; por lo que no se aprecia, por este
respecto, que se haya lesionado derecho fundamental alguno, pues no se creó ni
inventó motivo para decretar la pérdida de investidura”.
“En cuanto a la
violación del derecho a la honra y al buen nombre no encuentra la Sala soporte
valedero de ninguna clase para sostener que ello se ha cometido. Si así fuera,
se llegaría al absurdo de que jamás se podría imponer sanción por autoridad
alguna, ya que los grandes diarios se dedican a la publicación de tales
acontecimientos. Si alguno de estos diarios atropella derechos ciudadanos, los
afectados pueden incoar en su contra las acciones correspondientes; pero ello
sería una situación ajena al juez que impuso la medida, ni ello presta mérito
para convertirlo en sujeto pasivo de la pretensión de tutela”.
“Por lo que respecta
al derecho a participar en la conformación, ejercicio y control del poder
político a que se refiere el artículo 40 de la Constitución, cabe anotar que si
bien es cierto que esta norma lo consagra, por otro lado es innegable que cada
ciudadano tiene el límite que le impone su propia realidad individual, la que
puede verse afectada en ciertos casos por decisiones emanadas de la
jurisdicción”.
“No comparte la
Sala, por último, el criterio del demandante en el sentido de que con la
decisión del 7 de septiembre de 1994 se violó su derecho al trabajo. Y no lo
comparte por la potísima razón de que el demandante no tiene impedimento para
proyectarse laboralmente. Otra cosa es que deba sufrir las consecuencias de la
pérdida de su investidura de Congresista, lo que dista mucho de constituír
detrimento al derecho fundamental a que se refiere. Se trata, sí, de
consecuencias surgidas a raíz de la sanción que se le impuso a la luz de la
Constitución y de la ley, pilares insustituibles de todo Estado de derecho”.
“Fluye
espontáneamente de lo expuesto la improcedencia de la tutela como mecanismo
transitorio, pues si no se aprecia violación de ninguno de los derechos
fundamentales a que se refiere el demandante en su libelo, se descarta de
inmediato la posibilidad de cualquier perjuicio irremediable” (folios 52-53).
Este fallo no fue
impugnado.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE
1. COMPETENCIA.
Corresponde a la
Corte Constitucional la revisión del fallo de instancia proferido por el
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, Sala de Familia,
en virtud de los artículos 86 y 241 de la Constitución Política. La Sala Cuarta
de Revisión de Tutelas debe proferir la sentencia correspondiente, de acuerdo
con el reglamento interno y el Auto del 3 de febrero de 1995, expedido por la Sala
de Selección Número Dos.
2. TUTELA CONTRA
SENTENCIAS.
La doctrina de la
Corte sobre las acciones de tutela en contra de providencias judiciales, se
encuentra, entre otras, en las sentencias C-543, T-06, T-223, T-413, T-433,
T-474, T-502, T-523, T-531, T-555, T-568, T-569, T-582 y T-583 de 1992; T-090,
T-117, T-147, T-158, T-320, T-323, T-513 y T-570 de 1993; T-055, T-081, T-139,
T-175, T-203, T-231, T-245, T-258, T-289, T-327, T-343, T-346 de 1994.
A continuación, se
transcriben dos apartes de la Sentencia C-543 del 1° de octubre de 1992 (
Magistrado Ponente José Gregorio Hernández Galindo), que resultan relevantes
para la revisión del presente proceso:
2.1. “Tutela
contra sentencias ante el principio de la cosa juzgada”
“La Carta Política,
al ampliar el espectro de los derechos y garantías y al plasmar los mecanismos
para su efectivo respaldo, dotó al orden jurídico de nuevos elementos que están
destinados a fortalecer, lejos de debilitar el Estado de derecho y los valores
jurídicos esenciales que lo inspiran. Es inadmisible que, por haberse
instituido una figura como la acción de tutela, cuyo fin está exclusivamente
relacionado con el amparo inmediato y cierto de los derechos ante situaciones
no previstas por los medios ordinarios, se haya puesto fin a la vigencia de los
postulados básicos en los cuales se ha fundado y desarrollado nuestra
civilización jurídica. Uno de ellos es el principio de la cosa juzgada,
que se traduce en el carácterinmutable, intangible, definitivo, indiscutible y
obligatorio de los fallos cuando se han dado los trámites y se han cumplido las
condiciones y requisitos previstos por la ley”.
“El fin primordial
de este principio radica en impedir que la decisión en firme sea objeto de
nueva revisión o debate, o de instancias adicionales a las ya cumplidas, o que
se reabra el caso judicial dilucidado mediante el fallo que reviste ese
carácter, con total independencia de su sentido y alcances, dotando de
estabilidad y certeza las relaciones jurídicas y dejando espacio libre para que
nuevos asuntos pasen a ser ventilados en los estrados judiciales”.
“La cosa juzgada,
que confiere a las providencias la fuerza de verdad legal dentro del ámbito
individualizado del asunto litigioso resuelto, se funda en el principio de la
seguridad jurídica, la cual para estos efectos, reside en la certeza por
parte de la colectividad y sus asociados en relación con la definición de los
conflictos que se llevan al conocimiento de los jueces” (Gaceta de la Corte
Constitucional, 1992, Tomo 6, Octubre, págs. 222-223).
2.2.
“Subsistencia del orden jurídico compatible con la Carta”
“Debe tenerse en
cuenta que, como ya lo dijo esta Corte (Sentencia No. C-434. Junio 25 de 1992,
Magistrado Ponente Fabio Morón Díaz), la Constitución de 1991 no contiene una
cláusula por medio de la cual haya sido derogada en bloque la legislación que
estaba vigente al momento de su expedición. El artículo 380 se limitó a derogar
la Carta de 1.886 con todas sus reformas. Es decir, los cambios se produjeron
en el nivel constitucional; las demás escalas de la jerarquía normativa siguen
vigentes mientras no sean incompatibles con la nueva Constitución (art. 4
C.N.)”.
“Es claro que las
leyes por medio de las cuales han sido establecidas las competencias de los
jueces en las diversas materias objeto de su función, los procedimientos
previos a las decisiones que adoptan y los recursos que pueden intentarse
contra tales decisiones en nada desconocen la preceptiva constitucional y, por
el contrario, son desarrollo de las normas contenidas en el Título VIII de la
Carta”.
“En ese orden de
ideas, la acción de tutela no puede asumirse como un sistema de justicia
paralelo al que ha consagrado el ordenamiento jurídico en vigor. El
entendimiento y la aplicación del artículo 86 de la Constitución tan solo
resultan coherentes y ajustados a los fines que les son propios si se los
armoniza con el sistema. De allí que no sea comprensible como medio judicial
capaz de sustituir los procedimientos y las competencias ordinarias o
especiales, pues ello llevaría a un caos no querido por el Constituyente”
(ibídem pag.222).
3. TRÁMITE DE LA
PÉRDIDA DE INVESTIDURA DE CONGRESISTA.
Según aduce el
actor, su derecho fundamental al debido proceso fue violado “porque el art. 184
de la C.P., establece que: ´La pérdida de la investidura será decretada por el
Consejo de Estado de acuerdo con la ley...´, y cuando la solicitud de pérdida
de la investidura fue admitida el día 16 de marzo de 1994, el Honorable Consejo
de Estado, le dió trámite utilizando el procedimiento ordinario, del que no
podía hacer uso, pues hacía falta la ley previa que ordena la disposición
constitucional citada, la que sólo fue expedida el 13 de julio de 1994 (ley
144), es decir que el trámite llevado a cabo entre el 16 de marzo y el 13 de
julio de 1994, resulta ostensiblemente inconstitucional y de contera violatorio
del debido proceso que determina un término perentorio de 20 días para
pronunciamientos de esta naturaleza ...” (folios 1 y 2).
Así, esta Sala ha de
analizar si entre el 16 de marzo de 1994 -fecha de admisión de la solicitud de
pérdida de investidura-, y el 13 de julio del mismo año -fecha de expedición de
la Ley 144, e inicial de su aplicación al proceso en curso-, el Consejo de
Estado incurrió en una vía de hecho al juzgar sobre la realización, por parte
del señor Ricaurte Losada Valderrama, de la causal 1a. del régimen de
incompatibilidades establecido en el artículo 180 de la Carta Política. Del
resultado de ese estudio depende la procedencia de la acción de tutela bajo
revisión, pues la Corte ha sido clara al señalar que sólo en los casos en que
se haya incurrido en vías de hecho al aplicar el procedimiento es posible
otorgar el amparo; más aún, dijo la Corte en la Sentencia T-327/94 (15 de
julio, Magistrado Ponente Vladimiro Naranjo Mesa):
“...las vías de
hecho no siempre dan lugar a la acción de tutela, porque, de acuerdo con la
jurisprudencia de esta Corporación, para que proceda la acción referida contra
providencias que presentan en su contenido el vicio de las vías de hecho, deben
concurrir los siguientes requisitos: a) Que la conducta del agente carezca de
fundamento legal; b) Que la acción obedezca a la voluntad subjetiva de quien
desempeña la autoridad judicial; c) Que tenga como consecuencia la vulneración
de los derechos fundamentales, de manera grave e inminente; d) Que no exista
otra vía de defensa judicial, o que, existiendo, se interponga la acción como
mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable, o que el examen
particular que realice el juez de tutela verifique que la otra vía, en cuanto a
su eficacia, no es la más adecuada para la protección inmediata del derecho
fundamental violado o amenazado”.
a) Carencia de
fundamento legal.
En el caso del señor
Losada Valderrama, la conducta del Consejo de Estado no adolece de falta de
fundamento legal porque, según consta en el auto que decidió sobre la nulidad
del proceso de pérdida de investidura, la Sala Plena de lo Contencioso
Administrativo actuó acorde a ley preexistente. En palabras del Consejero Alvaro
Lecompte Luna (auto de Sala Plena del 19 de febrero de 1993, citado a folios 60
y 61 del expediente de pérdida de la investidura), la explicación de tal
fundamento es la siguiente:
“El instituto
jurídico y judicial de la pérdida de investidura de los congresistas, de
estirpe constitucional como se ha visto, no hace depender su vigencia de la
expedición de una ley especial o particular que desarrolle su consagración en
la Carta Política. El art. 184 es bien claro al decir que la ´pérdida de la
investidura será decretada por el Consejo de Estado de acuerdo con la ley...´
de manera que se está refiriendo a algo que ya existe, a la ley, en el sentido
amplio, pero también preciso de la palabra”.
“Como bien lo dice
la señora Procuradora Delegada y como ya tuvo ocasión esta Sala de explicarlo
en el fallo de 8 de septiembre de 1992 con ponencia del Magistrado Doctor
Guillermo Chahín Lizcano, caso Escrucería Manzi, el art. 206 del C.C.A.,
establece un procedimiento ordinario, previsto para aquellos litigios para los
cuales no haya, no exista, uno especial. De modo que mientras una ley no
demarque un derrotero mejor que permita tramitar la solicitud de pérdida de la
investidura en un término tan breve (de veinte días hábiles) como el que
aparece en el tantas veces citado art. 184, se impone la aplicación de esas
normas, empero no sean tan adecuadas para el asunto instituído por la nueva
Constitución. Y a ello no se opone la espera de una anunciada ley procedimental
especial (art. 304, Ley 5a. de 1992, ya citado)”.
Así, cuando el
Constituyente de 1991 atribuyó al Consejo de Estado la competencia para conocer
de las solicitudes de privación de la investidura de los Congresistas, y
remitió a la ley para definir las formas propias de ese juicio, a falta de una
norma especial posterior a la nueva Constitución y en presencia de normas
preexistentes, había de entenderse que estas últimas continuaban rigiendo, a
condición de no ser contrarias al Estatuto Superior (ver la cita del aparte
2.2. de esta providencia).
b) Obediencia de
la autoridad a su voluntad subjetiva o capricho.
La Sala Plena de lo
Contencioso Administrativo tampoco obedeció al actuar como lo hizo a su mero
capricho o voluntad subjetiva, según lo expuso en el auto en comento. En
palabras del Consejero Carlos Betancur Jaramillo, citadas a folio 62 del
expediente de pérdida de investidura, se lee:
“La adopción del
procedimiento ordinario no es simple capricho ni la sola aplicación literal del
artículo 206 del C.C.A. No; existe una razón sustantiva de fondo que
trasciende lo meramente procesal, y que es aquélla que le dice al juez que no
puede dejar de fallar ´pretextando silencio, oscuridad o insuficiencia de la
ley´, so pena de incurrir en responsabilidad por denegación de justicia”.
“Este sabio mandato
está contemplado en el artículo 48 de la Ley 153 de 1.887”.
c) Vulneración de
los derechos fundamentales del procesado.
Basta la comparación
del trámite del proceso ordinario regulado por el Código Contencioso
Administrativo (Título XXIV, Del procedimiento ordinario), con el
“procedimiento de pérdida de la investidura de los congresistas” consagrado en
la Ley 144 de 1994 (Diario Oficial, martes 19 de julio de 1994, Año CXXX No.
41.449, págs. 1 y 2), y con el trámite cumplido en el expediente radicado en el
Consejo de Estado bajo el No. AC-1610, para concluír que al señor Losada
Valderrama, antes que violársele el derecho al debido proceso, se le dió plena
oportunidad de estar debidamente representado en él, se le concedieron términos
más amplios, y más ocasiones para defenderse en el trámite cumplido, de las que
hubiera tenido con la sola aplicación de la Ley 144 de 1994, a la que se adecuó
el proceso una vez fue expedida.
La presunta
violación de otros derechos fundamentales, será examinada en aparte posterior.
d) Inexistencia
de otra vía de defensa judicial.
Tampoco este
requisito para la procedencia de la tutela está presente en el sub-lite;
tal y como lo reconoce el actor, el artículo diecisiete de la Ley 144 de 1994
(cuya constitucionalidad no se cuestiona), establece que: “Son susceptibles del
Recurso Extraordinario Especial de Revisión, interpuesto dentro de los cinco
(5) años siguientes a su ejecutoria, las sentencias mediante las cuales haya
sido levantada la investidura de un Parlamentario, por las causales
establecidas en el artículo 188 del Código Contencioso Administrativo, y por
las siguientes: a) Falta del debido proceso; b) Violación del derecho de
defensa; c)...”
Del análisis
anterior esta Sala concluye que en el caso sometido a revisión, la actuación
del Consejo de Estado estuvo fundada legalmente, no obedeció a la voluntad
subjetiva o capricho de la autoridad, no vulneró los derechos fundamentales del
procesado, y existe otra vía de defensa judicial; es decir, no se da ninguno de
los requisitos concurrentes exigidos por la jurisprudencia de la Corte para que
proceda la tutela en contra de la sentencia proferida por el Consejo de Estado
el 7 de septiembre de 1994.
4. OTROS DERECHOS
FUNDAMENTALES PRESUNTAMENTE VIOLADOS Y PROTECCIÓN PROVISIONAL.
En su demanda, el
actor aduce que, a más del derecho al debido proceso, la actuación del Consejo
de Estado vulneró sus derechos a la igualdad, a la honra y al buen nombre, a
participar en la conformación, ejercicio y control del poder público, y el
derecho al trabajo. Por tales razones, y en virtud del artículo 7 del Decreto
2591 de 1991, solicita que “se ordene a la Mesa Directiva del Senado no
ejecutar la petición (sic) de desinvestidura, hasta tanto se resuelva en forma
definitiva esta tutela, con el objetivo de evitar que la violación de los
derechos fundamentales de que he sido víctima, se materialice en la producción
de un perjuicio irremediable” (folio 17 del expediente de tutela).
Sin embargo, por las
consideraciones expuestas en el aparte 3, esta Sala no encuentra procedente la
tutela solicitada por el señor Losada Valderrama; además, por las siguientes
razones, no es pertinente ordenar la inaplicación temporal de la sentencia
proferida por el Consejo de Estado el 7 de septiembre de 1994, hasta que se
decida definitivamente esta tutela o hasta que se resuelva el recurso
extraordinario especial de revisión:
a) La tutela no es
procedente por violación del derecho fundamental al debido proceso, ya que no
existió en el trámite de la pérdida de investidura la vía de hecho aducida por
el actor.
b) La tutela como
mecanismo transitorio no es procedente para evitar el presunto perjuicio
irremediable que se le causaría al actor con la violación de su derecho a la
igualdad, por la simple razón de que éste no fue vulnerado en la actuación del
Consejo de Estado. Tal conclusión se desprende de comparar la sentencia en la
que se decide privarle de su investidura, con los fallos en los que se resuelve
similar petición, referida a los Congresistas Julio César Guerra Tulena (folios
1 a 23 del anexo 18 del expediente de tutela), Gabriel Acosta Bendek (folios 1
a 70 del anexo 19), y Ricardo Rosales Zambrano (folios 1 a 28 del anexo 20); de
esa comparación se concluye que las situaciones de hecho sobre las cuales se
pronunció el Consejo de Estado en los procesos de los últimos tres
congresistas, es diferente a la que se encontró probada en el caso del señor
Losada Valderrama. Aquellos no ocupaban cargos unipersonales como éste, ni eran
los representantes legales de las entidades a las que estaban vinculados, ni
eran ordenadores de gasto, ni las entidades a las que pertenecían se ocupaban
de intermediar entre el Estado y la comunidad en el reparto de auxilios -al
menos, esto se desprende del estudio de las sentencias aportadas al proceso-.
Además no pueden ser objeto de consideración de la Sala de Revisión los
procesos anteriores fallados por el Consejo de Estado, y la forma como se han
decidido.
c) Tampoco encuentra
la Sala que el Consejo de Estado haya divulgado a través de su fallo hecho
alguno referente al actor, que no hubiera sido probado en el proceso o que
debiera mantener reservado, por lo que no existe en el expediente de tutela
ninguna razón para predicar que se vulneraron o amenazaron los derechos a la
honra y al buen nombre del señor Losada Valderama.
d) La presunta
violación al derecho a participar en la conformación, ejercicio y control del
poder público, debe ser examinada desde el punto de vista del titular de ese
derecho que fue privado de su investidura, y del de los electores que lo
eligieron.
El señor Losada
Valderrama tenía derecho a ser elegido Congresista y, en calidad de tal, a
participar en el ejercicio y control del poder público, dentro de los límites
establecidos por la misma Constitución que le otorgó ese derecho. Parte de los
límites establecidos en la Carta, es el régimen de incompatibilidades
consagrado en el artículo 180 Superior, y no constituye violación al derecho,
el que el organo competente verifique y declare que su titular violó ese
régimen de incompatibilidades.
Los electores del
señor Losada Valderrama tienen derecho a que sea él y no otro el que los
represente, en tanto lo elijan de acuerdo con las normas del régimen electoral
vigente, y el elegido no incurra en causal de pérdida de la investidura que
aquéllos le otorgan con su voto. Así, fue el Congresista que incurrió en falta,
el que frustró el derecho de sus electores a que les representara el candidato
de sus preferencias, y no el Consejo de Estado, que se limitó a ejercer su
competencia y a controlar el ejercicio de funciones incompatibles con su
investidura que hizo el Senador.
e) Finalmente, ha de
señalarse que al decretar en forma debida la pérdida de la investidura de un
Congresista, el Consejo de Estado no viola o amenaza el derecho al trabajo de
aquél, aunque ciertamente afecta sus posibilidades futuras de ejercerlo,
excluyendo de entre las profesiones u oficios por las que puede libremente
optar (artículo 26 C.N.), la de ser miembro del Congreso. Tal mengua en las
posibilidades laborales del ex-congresista, no se debe a una actuación
arbitraria, sino a la aplicación del ordenamiento constitucional, previa la
verificación de una actuación irregular del afectado.
5. EFECTOS
JURÍDICOS DE LA PÉRDIDA DE INVESTIDURA.
Debe la Sala
referirse a este tema, pues la segunda pretensión de la demanda es del
siguiente tenor: “...subsidiariamente solicito la declaratoria de que la
elección de Senador de la República para el período constitucional 1994-1998,
está incólume, en virtud de que la demanda, así como la parte motiva de la
referida providencia, hacen relación exclusivamente al período constitucional
1991-1994 y el período siguiente, es decir 1994-1998, no se mencionó en el
proceso, ni se debatió sobre él, ni se solicitó prueba alguna sobre el mismo,
ni hay sobre él ninguna prueba en el expediente, lo cual significa que sobre
este período no hubo proceso. Esto es lo mínimo que puede ordenarse para que no
se vaya a cometer el atropello de sacarme del Congreso sin que se haya surtido
un proceso contra los actos administrativos del Consejo Nacional Electoral que
siguen en firme, generadores de una nueva investidura que ni siguiera existía
cuando fue presentada la demanda del período 1991-1994” (folio 17 del
expediente de tutela).
Es claro para la
Corte que si se solicitó la pérdida de la investidura de Congresista del señor
Losada Valderrama durante el período 1991-1994, por una violación al régimen de
incompatibilidades en la que aquél incurrió durante ese período, la sentencia
del Consejo de Estado que la declare se refiere a ése y no a otro período.
Sin embargo, una
sentencia del Consejo de Estado en la que se decrete la pérdida de investidura
de un Congresista, le impide volverlo a ser en cualquier período constitucional
posterior, en virtud de la inhabilidad consagrada por el Constituyente en el
artículo 179 numeral 4 de la Carta Política. Dando aplicación a este mandato
superior, si la pérdida de la investidura se decreta y queda en firme antes de
que el Consejo Nacional Electoral haga la declaratoria de elección y expida la
credencial correspondiente, esta autoridad electoral debe abstenerse de
entregar credencial alguna a quien esté incurso en la inhabilidad citada, pues
el mandato del artículo 4 de la Constitución es perentorio. En el caso de que
la sentencia del Consejo de Estado quede en firme después de realizados los
escrutinios, declarada la elección y entregada la credencial, tanto el Consejo
Nacional Electoral como las Mesas Directivas del Congreso de la República deben
aplicar el numeral 4 del artículo 179 Superior, en lugar de los actos
administrativos que le son incompatibles.
Por su parte, el
juez de tutela no puede acoger la pretensión subsidiaria del señor Losada
Valderrama en el proceso que se revisa, porque ninguno de sus derechos
fundamentales fue violado o amenazado por la actuación del Consejo de Estado;
porque, en consecuencia, ni procede la tutela, ni existe perjuicio irremediable
que precaver, y porque el juez de tutela no es competente para ordenar que se
inaplique la norma constitucional.
DECISIÓN
En mérito de las
consideraciones expuestas, la Sala Cuarta de Revisión de tutelas, en nombre del
Pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
PRIMERO. Confirmar la sentencia proferida por el
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, Sala de Familia,
del 30 de noviembre de 1994, por medio de la cual se denegó la tutela impetrada
por el señor Ricaurte Losada Valderrama.
SEGUNDO. Comunicar la presente providencia al
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá para los efectos
del artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Comuníquese,
notifíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional.
CARLOS GAVIRIA DÍAZ
Magistrado Ponente
JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO
Magistrado
HERNANDO HERRERA VERGARA
Magistrado
MARTHA VICTORIA SÁCHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
387 | T-195-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-195/95
OBRA PUBLICA-Improcedencia de ejecución
La acción de
tutela entendida como un procedimiento preferente y sumario, cuya protección en
caso de prosperar implica el pronunciamiento de órdenes judiciales de inmediato
cumplimiento, es improcedente en todos aquellos casos en que se busca obtener
la ejecución de una determinada obra pública, como en el presente asunto, ya
que estaría el juez a través de su decisión, entrometiéndose en materias de
política administrativa y llevando a un co-gobierno de la rama judicial,
contrario al principio de separación de funciones que consagra la Carta
Política.
PARTIDA
PRESUPUESTAL-Inclusión
para construcción de puente
La sola inclusión
de una partida en el presupuesto no conduce a la exigibilidad inmediata de su
ejecución, pues ésta depende también, de la disponibilidad efectiva de los
recursos de tesorería que se encuentren destinados a satisfacer la necesidad de
que se trata, y de las prioridades que señalen la Constitución y la ley, o las
que en uso de sus atribuciones fije la Administración en los acuerdos de
gastos. A pesar de lo anterior, la Sala considera pertinente referirse a un
punto concreto de la alegación del actor, en el sentido de que se está
amenazando su vida y la de su familia, como también sus bienes, con el
desbordamiento de la quebrada, lo que, podría solucionarse con la construcción
de un puente. Sobre el particular, no encuentra la Corte claridad en cuanto a
que sea la construcción del puente la solución a la amenaza que dice correr el
demandante y su familia con el desbordamiento de la quebrada, más aún, cuando
está demostrado que en el lugar existía ya un puente, el mismo cuya construcción
solicita, y que éste fue arrasado por la quebrada hace algunos años.
FENOMENOS
NATURALES
Las
manifestaciones propias de la naturaleza como son las lluvias y temporales, o
las erupciones volcánicas, los movimientos telúricos, entre otras, generan
riesgo o amenaza en forma general para todos los habitantes del país, lo que no
implica que se esté negando la protección de derecho fundamental alguno por
parte de la autoridad a los millones de compatriotas que habitan el territorio
desde tiempos inmemorables, por el sólo hecho de vivir bajo la posible
ocurrencia de fenómenos naturales.
DEBER DEL ESTADO
DE PROCURAR MANTENER Y MEJORAR CONDICIONES DE VIDA
Corresponde sí al
Estado procurar el mantenimiento y mejoramiento de las condiciones de vida de la
población, pero con sujeción a ciertos parámetros y prioridades, y supeditado
por las posibilidades presupuestales y de cobertura, disponibles, pero es
también obligación de la población colaborar abiertamente en su supervivencia y
bienestar. En el caso particular, dado que el accionante considera que en época
de invierno el desbordamiento de la quebrada San Miguel puede eventualmente
generar algún riesgo a su salud, debe éste adoptar todas las medidas
conducentes para asegurar su bienestar y el de su familia y estar atento a los
cambios que las lluvias puedan ocasionar a la mencionada quebrada, ya que como
se dijo, el juez de tutela no puede ordenar la construcción de obras, y además
porque no está probado técnicamente que la construcción del puente disminuya o
acabe con el riesgo alegado.
ZONAS DE ALTO
RIESGO-Desbordamiento de
quebrada
De acuerdo con
las pruebas que obran en el expediente, el actor se hizo propietario del predio
que colinda con la quebrada hace aproximadamente cuatro años, es decir en una
fecha posterior a la caída del puente, a la destrucción de la vivienda del
antiguo propietario y por ende a la existencia de la variante de la carretera
(hechos ocurridos hace más o menos 10 años). Así, entonces, adquirió el bien
con pleno conocimiento de causa sobre los posibles riesgos y los perjuicios a
que se podrían verse expuesto él, su familia y sus bienes, frente a la
variante de la vía y al posible desbordamiento de la quebrada, más aún,
conociendo que la misma es borrascosa y caudalosa en época de invierno.
REF: Expediente No. T - 54.991
Peticionario:
Humberto Antonio Macías Carvajal
Procedencia: Juzgado
Promiscuo Municipal de Ituango, Antioquia.
Magistrado Ponente:
Dr. VLADIMIRO
NARANJO MESA
Tema: Improcedencia
de la acción de tutela frente a la ejecución de obras públicas.
Santafé de Bogotá,
D.C., cinco (5) de mayo de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Novena de
Revisión de la Corte Constitucional, conformada por los Magistrados Vladimiro
Naranjo Mesa -Presidente de la Sala-, Jorge Arango Mejía y Antonio Barrera
Carbonell,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
ha pronunciado la
siguiente
SENTENCIA
En el proceso de
tutela radicado bajo el número T-54.991 adelantado por Humberto Antonio Macías
Carvajal, contra el Secretario de Obras Públicas Departamentales de Antioquía.
I. ANTECEDENTES
Con base en los
artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala
de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efecto de
su revisión, la acción de tutela de la referencia.
De conformidad con
el artículo 34 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte
entra a dictar sentencia de revisión.
1. Solicitud
El ciudadano
Humberto Antonio Macías Carvajal, se presentó ante el Juzgado Promiscuo
Municipal de Ituango, Antioquia, e interpuso, en forma verbal, acción de tutela
con el fin de amparar el derecho fundamental a su vida y la de su familia,
como también su derecho a la propiedad consagrados en los artículos 11 y 58 de
la Constitución Política respectivamente.
2. Hechos
Afirma el actor, que
habita en la vereda "El Río" municipio de Ituango cerca a la quebrada
San Miguel. Que dicha quebrada se encontraba atravesada por un puente el cual
unía la carretera que de Ituango conduce a la Granja, pero hace aproximadamente
diez años dicho puente se cayó, razón por la cual una cuadrilla de trabajadores
departamentales de sostenimiento de carreteras hizo una variante a unos 20
metros del puente, dentro de su propiedad.
Señaló, que después
de construida la variante, cuando la quebrada se crece no sigue por su cauce
normal sino que se desvía por la misma, entra a su finca y ocasiona daños a
todos los sembrados, como también amenaza con llevarse su casa, y por lo tanto
pone en peligro su vida y la de su familia.
Igualmente sostiene
el actor, que hace varios años (de 8 a 10) la creciente de la quebrada se llevó
la casa del señor Gustavo Salinas, quien era en ese entonces propietario del
predio que desde hace cuatro años le pertenece, sin que afortunadamente hubiera
ocasionado la perdida de vidas humanas. Asegura que si se construye el puente
se soluciona el problema, ya que llegado el invierno se crece la quebrada pero
ésta seguiría su cauce normal, sin causar daños ni tragedias que lamentar.
Afirma, que desde
hace cuatro años está buscando que las autoridades solucionen el problema de la
construcción del puente, "pero todo se ha quedado en simples
promesas". Inclusive sostiene, que inició hace algún tiempo una acción
policiva, pero esta no prosperó, pues la Inspección decretó la caducidad de la
acción, por haberse interpuesto después de transcurrido seis meses de ocurrida
la primera perturbación.
3.
Pretensiones
Solicita el actor
que, como consecuencia del amparo de los derechos conculcados, se ordene al
Secretario de Obras Públicas de Antioquia, disponga lo conducente para la
construcción de un puente sobre la quebrada San Miguel, en la Vereda "El
Río", municipio de Ituango.
II. ACTUACION
PROCESAL
1. Primera
instancia
Mediante auto de
fecha 2 de noviembre de 1994, el Juzgado Promiscuo Municipal de Ituango, asumió
el conocimiento de la presente acción de tutela, y decretó y recolectó las
pruebas que a continuación se relacionan:
1.1.
Declaración del señor Jesús María Gómez Peña.
El señor Gómez Peña
jefe de obras del Municipio de Ituango, afirmó en la declaración que conoce la
quebrada San Miguel en el punto donde se comunica la carretera Ituango la
Granja, concretamente en la finca del demandante, señor Humberto Macías.
Sostiene que conoce del problema que ocasiona la quebrada cuando se crece, pues
es muy caudalosa y borrascosa en el invierno, lo que puede ocasionar un
desastre.
Afirmó igualmente,
que al construir nuevamente el puente que un día existió sobre la quebrada,
ésta se canalizaría y se entrarían a solucionar en buena parte los problemas
que ocasiona en invierno, aun cuando no sabe exactamente en qué punto debe
construirse el puente.
1.2.
Diligencia de inspección ocular.
Esta se llevó a cabo
el día 5 de noviembre de 1994, por el Juez Promiscuo Municipal de Ituango y en
la misma señaló:
"Acorde con
lo observado, se consta, que la quebrada corre por su cauce normal, al
atravezar la vía, cae a un cauce profundo, siguiendo por detrás de la vivienda
del accionante, a una distancia de sesenta metros de la misma. En conclusión,
como la vía es inclinada, es natural, que si la quebrada crece y es
obstaculizada, como lo afirma el accionante en la parte superior de la vía,
para evitar el daño de la carretera y por ende, lograr el paso de vehículos,
ésta, busque la salida por la vía carreteable hacia abajo, poniendo en peligro
la vivienda y bienes de propiedad del señor Macías Carvajal, que está ubicada
en la parte inferior de la misma. (...)"
2. Fallo de
primera instancia
El Juzgado Promiscuo
Municipal de Ituango, mediante providencia de fecha nueve (9) de noviembre de
mil novecientos noventa y cuatro (1994), resolvió conceder la acción de tutela
impetrada por el señor Humberto Antonio Macías Carvajal, contra el Secretario
de Obras Públicas de Antioquia.
Sostuvo el
despacho, que después de practicadas las pruebas descritas, es claro el peligro
inminente que representa la quebrada San Miguel para la vida y bienes, no sólo
del señor Humberto Macías sino también para los moradores que habitan los
alrededores de la quebrada.
Sostuvo igualmente,
que la acción de tutela consagrada en el artículo 86 de la C.P., puede ser
utilizada cuando se amenaza o se vulnera un derecho constitucional fundamental.
Así, en el presente caso no se encuentra probada la vulneración de ningún
derecho, pero sí la amenaza del derecho a la vida del actor y el de la
propiedad, pues cada vez que llueve en la región, la quebrada se desborda
siguiendo la variante de la carretera, lo que puede ocasionar un desastre que
tenga como consecuencia la pérdida de vidas humanas.
Finalmente el a
quo consideró:
"que la
conducta o comportamiento que ha motivado la petición, no goza de otro medio de
defensa, el único con el que se contaba fue el instaurado ante la Inspección de
Policía de Ituango; el cual no prosperó por haber transcurrido más de seis
meses desde el momento del primer acto perturbatorio."
La decisión no fue
impugnada por ninguna de las partes.
III-
CONSIDERACIONES DE LA SALA
1. Competencia
De conformidad con
lo establecido en los artículos 86 y 241, numeral 9o. de la Constitución
Política y 31 a 36 del Decreto 2591 de 1991, la Sala Novena de revisión de la
Corte Constitucional es competente para revisar el fallo de tutela de la
referencia.
2. El caso
concreto
2.1
Improcedencia de la acción de tutela cuando se trate de obtener la ejecución de
una obra pública.
Pretende el actor a
través de la presente acción de tutela, que se construya un puente sobre la
quebrada San Miguel, en la vereda el Río del municipio de Ituango, ya que la
quebrada, por falta de ese puente, se está entrando a terrenos de su propiedad.
Sobre la materia ha
sostenido la jurisprudencia de esta Corporación, que la acción de tutela
entendida como un procedimiento preferente y sumario, cuya protección en caso
de prosperar implica el pronunciamiento de órdenes judiciales de inmediato
cumplimiento, es improcedente en todos aquellos casos en que se busca obtener
la ejecución de una determinada obra pública, como en el presente asunto, ya
que estaría el juez a través de su decisión, entrometiéndose en materias de
política administrativa y llevando a un co-gobierno de la rama judicial,
contrario al principio de separación de funciones que consagra la Carta
Política (art.
113).
Sobre el particular
ha señalado esta Corporación:
"En
consecuencia, la acción de tutela, entendida como procedimiento preferente y
sumario que, en el caso de prosperar, implica el pronunciamiento de órdenes
judiciales de inmediato cumplimiento (art. 86 C.N.), viene a ser improcedente
cuando se trata de obtener que se lleve a cabo determinada obra pública por el
solo hecho de estar prevista en el Presupuesto una partida que la autoriza.
Aceptar que el juez de tutela -sin tener certeza sobre la existencia y
disponibilidad actuales del recurso- pudiera exigir de la administración la
ejecución de todo rubro presupuestal en un término tan perentorio como el
previsto en el artículo 29, numeral 5, del Decreto 2591 de 1991, bajo el
apremio de las sanciones contempladas en los artículos 52 y 53 eiusdem,
llevaría a un co-gobierno de la rama judicial en abierta violación del artículo
113 de la Carta Política, desnaturalizaría el concepto de gestión
administrativa y haría irresponsable al gobierno por la ejecución del
Presupuesto, en cuanto ella pasaría a depender de las determinaciones
judiciales." (Sentencia No. T-185 de 1993, Magistrado Ponente, doctor José
Gregorio Hernández Galindo).
Así entonces, para
llevar a cabo obras específicas, se requiere que éstas se encuentren previstas
en el correspondiente presupuesto, cuya conformación y ejecución hace parte de
una función específicamente administrativa, que por naturaleza propia implica
la apreciación y evaluación por parte del Ejecutivo de las prioridades de
gastos e inversiones y el momento oportuno para realizar dichas obras, dentro
de una determinada vigencia fiscal.
Además, la sola
inclusión de una partida en el presupuesto no conduce a la exigibilidad
inmediata de su ejecución, pues ésta depende también, de la disponibilidad
efectiva de los recursos de tesorería que se encuentren destinados a satisfacer
la necesidad de que se trata, y de las prioridades que señalen la Constitución
y la ley, o las que en uso de sus atribuciones fije la Administración en los
acuerdos de gastos.
A pesar de lo
anterior, la Sala considera pertinente referirse a un punto concreto de la
alegación del actor, en el sentido de que se está amenazando su vida y la de su
familia, como también sus bienes, con el desbordamiento de la quebrada, lo que,
podría solucionarse con la construcción de un puente. Sobre el particular, no
encuentra la Corte claridad en cuanto a que sea la construcción del puente la
solución a la amenaza que dice correr el demandante y su familia con el
desbordamiento de la quebrada San Miguel, más aún, cuando está demostrado que
en el lugar existía ya un puente, el mismo cuya construcción solicita, y que
éste fue arrasado por la quebrada hace algunos años.
Sin embargo, lo que
sí resulta obvio es que el desbordamiento de la quebrada se origina por la
intensidad de las lluvias que en época de invierno caen sobre la región, y que
eventualmente puede generar una amenaza para quienes habitan los lugares
próximos a ella. Esto obedece a un fenómeno natural al cual se encuentran
expuestos no solo el actor y su familia, sino todas aquellas personas que
conviven en zonas aledañas a las riberas de los ríos, el mar, las quebradas,
las laderas de volcanes u otros accidentes geográficos susceptibles de
alteraciones de orígen natural, sin que esto implique violación de derecho
fundamental alguno por parte de la autoridad pública o de otros particulares,
que traiga como consecuencia su protección a través de la acción de tutela.
Y es que las
manifestaciones propias de la naturaleza como son las lluvias y temporales, o
las erupciones volcánicas, los movimientos telúricos, entre otras, generan
riesgo o amenaza en forma general para todos los habitantes del país, lo que no
implica que se esté negando la protección de derecho fundamental alguno por
parte de la autoridad a los millones de compatriotas que habitan el territorio
desde tiempos inmemorables, por el sólo hecho de vivir bajo la posible
ocurrencia de fenómenos naturales.
Corresponde sí al
Estado procurar el mantenimiento y mejoramiento de las condiciones de vida de
la población, pero con sujeción a ciertos parámetros y prioridades, y supeditado
por las posibilidades presupuestales y de cobertura, disponibles, pero es
también obligación de la población colaborar abiertamente en su supervivencia y
bienestar, tal como lo expresa la Constitución Política en el artículo 49
inciso final, el cual señala:
"Toda
persona tiene el deber de procurar el cuidado integral de su salud y la
de su comunidad". (negrillas fuera de texto).
En el caso
particular, dado que el accionante considera que en época de invierno el
desbordamiento de la quebrada San Miguel puede eventualmente generar algún
riesgo a su salud, debe éste adoptar todas las medidas conducentes para
asegurar su bienestar y el de su familia y estar atento a los cambios que las
lluvias puedan ocasionar a la mencionada quebrada, ya que como se dijo, el juez
de tutela no puede ordenar la construcción de obras, y además porque no está
probado técnicamente que la construcción del puente disminuya o acabe con el
riesgo alegado.
Cabe señalar
igualmente que, de acuerdo con las pruebas que obran en el expediente, el actor
se hizo propietario del predio que colinda con la quebrada hace aproximadamente
cuatro años, es decir en una fecha posterior a la caída del puente, a la
destrucción de la vivienda del antiguo propietario y por ende a la existencia
de la variante de la carretera (hechos ocurridos hace más o menos 10 años).
Así, entonces, adquirió el bien con pleno conocimiento de causa sobre los
posibles riesgos y los perjuicios a que se podrían verse expuesto él, su
familia y sus bienes, frente a la variante de la vía y al posible
desbordamiento de la quebrada, más aún, conociendo que la misma es borrascosa y
caudalosa en época de invierno.
Finalmente, si la
variante de la carretera afecta su predio y le genera algunos perjuicios, ello
no es asunto que le competa dirimir al juez de tutela, pues para eso existen
las vías ordinarias a las que debe acudir el actor (jurisdicción contencioso
administrativa), para reclamar al Estado los daños que éste le haya podido
causar, sin olvidar que la acción de tutela no está diseñada para ser utilizada
al arbitrio de las personas, como medio alternativo de los procedimientos
judiciales ordinarios, o ser utilizada cuando en forma negligente se
pretermiten los términos de las acciones ordinarias.
En virtud de lo
anterior, la Sala habrá de revocar el fallo de fecha 9 de noviembre de 1994,
proferido por el Juzgado Promiscuo Municipal de Ituango, por las
consideraciones consignadas en esta providencia.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
PRIMERO: REVOCAR el fallo de fecha 9 de noviembre de 1994,
proferido por el Juzgado Promiscuo Municipal de Ituango, mediante el cual se
concedió la acción de tutela interpuesta por Humberto Antonio Macías Carvajal,
contra el Secretario de Obras Públicas Departamentales de Antioquia por las
razones expuestas en esta providencia.
SEGUNDO: ORDENAR que por la Secretaría General de esta
Corporación, se comunique esta providencia al Juzgado Promiscuo Municipal de
Ituango, en la forma y para los efectos previstos en el artículo 36 del decreto
2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, publíquese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
VLADIMIRO NARANJO MESA
Magistrado
JORGE ARANGO MEJIA
Magistrado
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
388 | T-196-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-196/95
PRINCIPIO NADIE
PUEDE ALEGAR SU PROPIA CULPA
La procedencia
de la acción de tutela frente a las actuaciones de las autoridades públicas o
de los particulares, debe partir del supuesto de que el demandante no es
responsable por la comisión de los hechos que constituyen la violación o la
amenaza de sus derechos fundamentales. Si el actor, por imprudencia,
negligencia o voluntad propia ha permitido o facilitado que se ocurran
determinados sucesos que de una forma u otra atentan contra sus derechos
constitucionales fundamentales, no puede posteriormente aspirar a que el
Estado, mediante la acción de tutela, proceda a reparar una situación cuya
responsabilidad recae sobre el mismo interesado. Debe reiterarse que mal podría un juez de
tutela avocar el conocimiento de situaciones en las cuales la vulneración o la
amenaza de derechos fundamentales no fue consecuencia directa de la actuación u
omisión de una autoridad pública, sino que sus causas se deben a particulares
que, por un motivo u otro, se colocaron en dicha situación y desconocieron las
normas legales que regulan la protección de las rondas de los ríos y quebradas.
EJECUCION DE OBRA
PUBLICA-Improcedencia/PARTIDA
PRESUPUESTAL-Inclusión
No está dentro de las facultades del juez
de tutela ordenar a la administración incluir uno o más proyectos dentro de un
rubro presupuestal en una determinada vigencia fiscal pues con ello se estaría
inmiscuyendo dentro de las atribuciones propias del órgano ejecutivo, en
violación del artículo 115 de la Constitución Política.
SERVICIO PUBLICO
DE ALCANTARILLADO/DERECHO AL AMBIENTE SANO/DERECHO A LA SALUD-Aguas negras
La Sala considera prudente recomendar a la
Empresa de Acueducto y Alcantarillado que se estudie la posibilidad de incluir
dichas obras dentro de la vigencia presupuestal de 1996, con el fin de dar
solución al problema bajo examen, para lo cual -no sobra advertirlo- se deberá
contar imperiosamente con la colaboración de la comunidad afectada, pues las
obras que es preciso acometer requieren de especificaciones de orden técnico
que necesariamente significan una cierta incomodidad para quienes habitan en
cercanías a la quebrada “Morales” en los barrios República de Canadá y Los
Libertadores. Asimismo la Sala encontraría encomiable que la entidad demandada
procurara, en lo medida de lo posible, adoptar las medidas preventivas
necesarias para evitar el desbordamiento de la quebrada y la consecuente
probabilidad de afectar la salud de los residentes y de los menores que se
encuentran en el jardín infantil localizado en cercanías del lugar.
Ref.: Expediente
No. T-55091
Peticionarios: Libardo Bravo, Rafael Sanabria, Francisco
Rodríguez, Jesús Sánchez y José Manuel Mendivelso.
Procedencia: Sala Civil del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Santafé de Bogotá.
Magistrado
Ponente:
Dr. VLADIMIRO
NARANJO MESA
Temas:
Procedencia de la acción de tutela
Santafé de Bogotá,
D.C. cinco (5) de mayo de mil novecientos noventa y cinco (1995)
La Sala Novena de
Revisión de la Corte Constitucional, conformada por los Magistrados Vladimiro
Naranjo Mesa -Presidente de la Sala-, Jorge Arango Mejía y Antonio Barrera
Carbonell,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
ha pronunciado la
siguiente
SENTENCIA
en el proceso de
tutela radicado bajo el número T- 55091, adelantado por los señores Libardo
Bravo, Rafael Sanabria, Francisco Rodríguez, Jesús Sánchez y José Manuel
Mendivelso, contra la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Santafé de
Bogotá D.C.
I. ANTECEDENTES
De acuerdo con lo
dispuesto en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del decreto 2591
de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional
escogió para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia.
De conformidad con
el artículo 34 del decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión procede a dictar
la sentencia correspondiente.
1. Solicitud
Los señores Libardo
Bravo, Rafael Sanabria, Francisco Rodríguez, Jesús Sánchez y José Manuel
Mendivelso, interpusieron ante el Juzgado 22 Civil del Circuito de Santafé de
Bogotá, acción de tutela contra la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de
Santafé de Bogotá D.C, con el fin de que se les amparara su derecho a gozar de
un ambiente sano, consagrado en los artículos 79 y 80 de la Constitución
Política.
2. Hechos
Los peticionarios
afirman que la quebrada “Morales” que divide los barrios “Los Libertadores” y
“República de Canadá” (donde tienen su domicilio) "se convirtió en un
vertedero de materiales orgánicos y de los mismos trabajadores de la Empresa de
Acueducto y Alcantarillado que, al no hacer un drenaje de los tubos de aguas
negras, los rompen haciendo que estas aguas desemboquen en la quebrada
convirtiéndola en una cloaca, dando como resultado la proliferación de ratas,
ratones, moscas, zancudos, atentando contra la salud de los habitantes que
están al lado y lado de la quebrada". Adicionalmente, argumentan que al
lado de la quebrada existe un jardín infantil, razón por la cual los menores de
edad resultan ser las personas más afectadas con el problema.
Para tales efectos,
señalan que han acudido ante distintas autoridades del distrito, pero que no
han obtenido ningún tipo de respuesta, o solución al problema.
3.
Pretensiones
Solicitan los
demandantes que se ordene a la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Santafé
de Bogotá D.C. que realice las obras necesarias para la canalización de la
Quebrada Morales
III. ACTUACION
PROCESAL
1. Primera
instancia
Mediante auto de
fecha trece (13) de octubre de 1994, el Juzgado 22 Civil del Circuito de
Santafé de Bogotá D.C. asumió el conocimiento de la presente acción de tutela y
decretó y recolectó pruebas que se enuncian a continuación.
2. Pruebas
2.1. Oficio 3058
de 19 de octubre de 1994, remitido por la Empresa de Acueducto y Alcantarillado
de Santafé de Bogotá.
Mediante este
oficio, la directora jurídica de la citada entidad informó que se celebró con
el ingeniero Jorge Salazar C., el contrato No. 514 de diciembre veintiocho (28)
de 1993, para el diseño del “Interceptor La Nutria-Los Libertadores”, con el
propósito de solucionar la insuficiencia de los colectores, que ocasiona el
fluir de las aguas negras por los cauces existentes. Según la funcionaria,
dicho proyecto se encuentra en la etapa de corrección por el contratista.
Afirmó también que el referido proyecto será ejecutado dentro del “Programa
Santafé I”, “para lo cual se estudiará la posibilidad de incluirlo en la
vigencia de 1996. No sobra aclarar que el presupuesto de 1994 y 1995 se
encuentra ya asignado.”
De otra parte la
funcionaria informó que, de acuerdo con las políticas de la Empresa de
Acueducto, no se considera que se deba canalizar o entubar el cauce de la
quebrada, "sino que se debe preservar y conservar su zona de ronda, la
cual en parte se encuentra invadida, cuando la ley exige que se debe dejar una
zona libre de construcciones de 12m. a cada lado del borde del cauce, para
poder construir los interceptores de aguas negras y demás obras de
infraestructura."
Igualmente manifestó
que dicha empresa ha adelantado el mantenimiento del alcantarillado paralelo a
la quebrada "Morales", evitando así que se aumente la contaminación
de la misma. Al respecto agrega: "Se dice igualmente que dado que el mayor
problema es la desestabilización de la ronda que amenaza con cerrar y represar
el cauce de la quebrada, esa dirección adelantó una visita técnica conjunta
con la doctora Gloria Lucía Ruiz, funcionaria de INGEOMINAS y que se espera
obtener de esa entidad recomendaciones preventivas sobre el particular".
Finalmente
manifiesta que el Barrio República de Canadá no posee alcantarillado oficial.
2.2.
Comunicaciones remitidas por los peticionarios a diferentes entidades públicas.
Constan en el
expediente, copias de las diferentes comunicaciones que los actores remitieron
a las entidades públicas competentes para conocer del asunto objeto de la
presente acción de tutela. Tal es el caso de la carta del veintiuno (21) de
agosto de 1993 dirigida al gerente de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado
de Santafé de Bogotá D.C., en la cual se solicita colaboración para que se
llevara a cabo la canalización de la quebrada "Morales". Asimismo
obran copias de las invitaciones dirigidas al Director del DAMA, al Secretario
de Obras Públicas y el Gerente de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de
Santafé de Bogotá D.C., para que acudieran el día 28 de agosto de 1994 a la
reunión de la Junta de Acción Comunal del barrio "Los Libertadores",
en la cual se buscaba encontrar solución al problema de la quebrada
"Morales"
3. Fallo de
primera instancia.
Mediante providencia
de fecha veintiséis (26) de octubre de 1994, el Juzgado 22 Civil del Circuito
de Santafé de Bogotá D.C. resolvió negar por improcedente la presente acción de
tutela, ya que " de una parte al Juzgado no le consta la existencia y
disponibilidad actual del presupuesto y de otra, no puede el juez de tutela abarcar
campos de la gestión administrativa, (...) pudiendo si los usuarios tomar las
vías adecuadas con el fin de que se realicen los diseños correspondientes para
su posterior licitación y demás pasos a seguir, teniendo en cuenta además, como
así lo informa la Empresa de Acueducto y Alcantarillado sobre las medidas
tomadas sobre el manejo de aguas lluvias y negras, proyectos que serán
ejecutados dentro del programa Santafé I, con la posibilidad de incluirlo en la
vigencia de 1996, por estar ya asignado el presupuesto de 1994 y 1995."
El fallo en comento
fue impugnado por los peticionarios, ya que consideraron que la atención de la
salud y el saneamiento ambiental son derechos fundamentales cuya protección no
puede estar sometida a la gestión administrativa y a una disponibilidad
presupuestal futura.
4. Fallo de
segunda instancia
Mediante providencia
de fecha dieciséis (16) de noviembre de 1994, la Sala Civil del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá D.C., resolvió confirmar el
fallo de primera instancia.
A juicio del ad-quem,
a través de la presente acción de tutela se buscaba la protección de los
derechos a la salubridad pública y a gozar de un ambiente sano de los
habitantes de los barrios "Los Libertadores" y "República de
Canadá", los cuales son de naturaleza colectiva, y para cuya defensa la
ley consagró las denominadas acciones populares, hecho que hace improcedente
la presente acción, máxime si se tiene en cuenta que los peticionarios no la
invocaron como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable.
IV.
CONSIDERACIONES DE LA SALA
1. Competencia
De conformidad con
lo establecido en los artículos 86 y 241, numeral 9o. de la Constitución
Política y 31 a 36 del decreto 2591 de 1991, la Sala Novena de Revisión de la
Corte Constitucional, es competente para revisar el fallo de tutela de la
referencia.
2. Los
presupuestos necesarios para interponer una acción de tutela.
En reiterada jurisprudencia de la Corte Constitucional[1], se ha
afirmado que la acción de tutela es un instrumento jurídico que permite brindar
a cualquier persona, sin mayores requisitos de orden formal, la protección
específica e inmediata de sus derechos constitucionales fundamentales cuando,
de acuerdo con las circunstancias concretas de cada caso y a falta de otro
medio de orden legal que permita el debido amparo de los derechos, éstos sean
vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de una autoridad pública o
de una organización privada en los términos taxativos que señale la ley.
Se trata, pues, de una acción que presenta como características
fundamentales la de ser un mecanismo inmediato o directo para la debida
protección del derecho constitucional fundamental violado; y la de ser
subsidiaria, esto es, que su implementación solamente resulta procedente a
falta de otro medio de defensa judicial, salvo que se trate de evitar un
perjuicio irremediable.
Considera la Sala necesario advertir en este punto que la
procedencia de la acción de tutela frente a las actuaciones de las autoridades
públicas o de los particulares, debe partir del supuesto de que el demandante
no es responsable por la comisión de los hechos que constituyen la violación o
la amenaza de sus derechos fundamentales. En otras palabras, si el actor, por
imprudencia, negligencia o voluntad propia ha permitido o facilitado que se
ocurran determinados sucesos que de una forma u otra atentan contra sus
derechos constitucionales fundamentales, no puede posteriormente aspirar a que
el Estado, mediante la acción de tutela, proceda a reparar una situación cuya
responsabilidad recae sobre el mismo interesado. Se trata, pues, de la simple
aplicación del principio general del derecho de que “nadie puede sacar provecho
de su propia culpa”. Pretender lo contrario significaría, entonces, que la
culpa, la imprudencia o la negligencia serían objetos jurídicamente protegidos,
lo cual resulta a todas luces absurdo y contrario a los fundamentos esenciales
de un Estado de derecho.
3. El caso en
concreto
El asunto que en
esta oportunidad le corresponde revisar a esta Sala, se refiere a la petición
de tutela elevada por algunos habitantes de los barrios Libertadores y
República de Canadá, con el fin de que la Empresa de Acueducto y Alcantarillado
de Santafé de Bogotá proceda a canalizar la quebrada “Morales”, toda vez que el
desborde de las aguas negras y materiales orgánicos atenta contra el ambiente y
contra la salud, tanto de los demandantes como de los niños que asisten a un
jardín infantil que se encuentra en cercanías a la mencionada quebrada.
Encuentra la Sala
que la presente acción de tutela no está llamada a prosperar, toda vez que del
material probatorio que obra en el expediente se desprende que, por una parte,
los demandantes se han colocado en una situación que facilita la vulneración de
su derecho a la salud por el desbordamiento de la referida quebrada; y, por
otra parte, la entidad pública demandada ha adoptado las medidas necesarias
para solucionar el problema, medidas estas, que como se verá más adelante,
dependen de una planeación y de una ejecución presupuestal de acuerdo con los
programas establecidos por la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Santafé
de Bogotá.
En cuanto al primer
punto, la Sala debe resaltar el hecho de que en los barrios República de Canadá
y Los Libertadores se desarrolló una urbanización con desconocimiento de las
normas legales y, por ende, sin planeación ni ordenamiento físico alguno. Por
ello, estas zonas han sido calificadas como “irregulares”, pues primero se
construyen las viviendas y luego, con el transcurso del tiempo, se procura la
instalación de los servicios públicos esenciales, como energía eléctrica,
acueducto y alcantarillado, entre otros, cuando el proceso usual y adecuado es
justamente el contrario: realizar una planeación adecuada que garantice la
debida prestación de los servicios públicos esenciales, para así posteriormente
permitir la urbanización.
Para efectos del asunto
que se examina, debe señalarse que tanto la legislación nacional como la
municipal establecen requisitos para la construcción de viviendas en las
cercanías de los ríos, quebradas, embalses, lagunas y canales. Así, por
ejemplo, el Acuerdo No. 6 de 1990 (Estatuto para el Ordenamiento Físico del
Distrito Especial de Bogotá), dispone que debe existir una ronda o faja de
terreno “paralela al lado y lado de la línea de borde del cauce permanente de
los ríos, embalses, lagunas quebradas y canales, hasta de treinta metros
de ancho, que contempla las áreas inundables para el paso de las crecientes no
ordinarias y necesarias para la rectificación, amortiguación, protección y
equilibrio ecológico” (Art. 139). De igual forma, las disposiciones legales
contemplan una franja adicional de aproximadamente doce metros que se denomina
como “zona de manejo y preservación ambiental” para la protección de la ronda.
De las pruebas que
fueron allegadas al expediente, la Sala encuentra que las fotografías que
acompañan la demanda de tutela muestran que varias de las viviendas que
supuestamente se encuentran en peligro, o que se ven afectadas por el
desbordamiento del cauce de esa quebrada, están a unas distancias mínimas del
borde de la misma, es decir, se construyeron en contravención con las normas
legales referidas, las cuales, conviene advertirlo, no sólo se contemplan para
la preservación y conservación de las aguas, sino que también buscan garantizar
la seguridad y la salud de los moradores en cercanías de esos lugares. Por las
anteriores razones, no debe desconocerse que a pesar de que la Empresa de
Acueducto y Alcantarillado ha visitado la zona, se han encontrado
inconvenientes de orden técnico para dar una solución inmediata al problema
existente en torno a la quebrada “Morales”, inconvenientes que, por lo demás,
se encaminan a señalar la imposibilidad de canalizar la quebrada.
De conformidad con
lo expuesto, debe reiterarse que mal podría un juez de tutela avocar el
conocimiento de situaciones en las cuales la vulneración o la amenaza de
derechos fundamentales no fue consecuencia directa de la actuación u omisión de
una autoridad pública, sino que sus causas se deben a particulares que, por un
motivo u otro, se colocaron en dicha situación y desconocieron las normas legales
que regulan la protección de las rondas de los ríos y quebradas. Si bien la
Sala reconoce que el problema en cuestión es uno de los tantos flagelos de
orden social que aquejan al Distrito Capital, su solución depende más de una
decisión de orden político-administrativo, cuya competencia exclusiva recae
sobre las autoridades públicas de Santafé de Bogotá.
Por otra parte, debe
insistirse en que la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Santafé de Bogotá
no ha sido ajena al asunto que motivó la presente acción de tutela. En efecto,
en el expediente se demuestra que diversos funcionarios han visitado los
barrios Los Libertadores y República de Canadá y han conceptuado que
técnicamente no es posible canalizar la quebrada “Morales”, con lo cual
-adicionalmente- se descarta cualquier orden que pueda impartir el juez de
tutela en caso de atender la solicitud de los peticionarios, pues no sobra
advertir que obras como estas, dependen de la autonomía de la administración y
se fundamentan en conceptos de especialistas en dichas materias, los cuales,
como es lógico, escapan al conocimiento de los encargados de administrar
justicia.
Adicionalmente, la
entidad demandada informó al juez de primera instancia acerca de los planes que
se proyecta desarrollar para ofrecer una solución integral al problema en
comento. Es así como, en relación con las aguas negras, se celebró un contrato
para la instalación del “Interceptor La Nutria-Los Libertadores”; y, respecto
de las aguas lluvias, se propone realizar las correspondientes obras dentro del
“Programa Santafé I”. Ambos trabajos planean incluirse dentro del presupuesto
de la empresa para la vigencia de 1996, toda vez que el presupuesto 1994-1995
ya se encuentra comrpometido. Ahora bien, frente al argumento de los actores respecto
de la necesidad de acometer esas obras en forma inmediata, debe la Sala aclarar
que no está dentro de las facultades del juez de tutela ordenar a la
administración incluir uno o más proyectos dentro de un rubro presupuestal en
una determinada vigencia fiscal[2],
pues con ello se estaría inmiscuyendo dentro de las atribuciones propias del
órgano ejecutivo, en violación del artículo 115 de la Constitución Política.
No obstante lo
expuesto, la Sala considera prudente recomendar a la Empresa de Acueducto y
Alcantarillado que se estudie la posibilidad de incluir dichas obras dentro de
la vigencia presupuestal de 1996, con el fin de dar solución al problema bajo
examen, para lo cual -no sobra advertirlo- se deberá contar imperiosamente con
la colaboración de la comunidad afectada, pues las obras que es preciso
acometer requieren de especificaciones de orden técnico que necesariamente
significan una cierta incomodidad para quienes habitan en cercanías a la
quebrada “Morales” en los barrios República de Canadá y Los Libertadores.
Asimismo la Sala encontraría encomiable que la entidad demandada procurara, en
lo medida de lo posible, adoptar las medidas preventivas necesarias para evitar
el desbordamiento de la quebrada y la consecuente probabilidad de afectar la
salud de los residentes y de los menores que se encuentran en el jardín
infantil localizado en cercanías del lugar.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
Primero:
CONFIRMAR, por las razones
expuestas en esta providencia, la sentencia del dieciséis (16) de
noviembre de 1994, proferida por la Sala Civil del Tribunal Superior de Santafé
de Bogotá, la que, a su vez, confirmó la sentencia del 26 veintiséis de octubre
de 1994, dictada por el Juzgado 22 Civil del Circuito de esa misma ciudad, a
través de la cual se denegó la acción de tutela de la referencia.
Segundo: ORDENAR que por la Secretaría General de esta
Corporación, se comunique el contenido de esta providencia a la Sala Civil del
Tribunal Superior de Santafé de Bogotá, en la forma y para los efectos previstos
en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, insértese en la gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
VLADIMIRO NARANJO MESA
Magistrado Ponente
JORGE ARANGO MEJIA
Magistrado
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
[1]T-001/92, T-0013/92, T-015/92, T-222/92, T-414/92, T-424/92,
T-436/92, entre otras.
[2] Cfr. Corte Constitucional. Sentencia No. T-185/93. Magistrado
Ponente: José Gregorio Hernández Galindo. |
389 | T-197-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-197/95
PREVALENCIA DEL
DERECHO SUSTANCIAL/DEBIDO PROCESO/VIA DE HECHO
Es derecho
sustancial aquel que no necesita de otro para subsistir, es decir, que existe
en sí y no en otro; por oposición al derecho accidental, aquel que existe en
función de otro. La forma jurídica, en principio, es accidental, pero -se
repite- puede llegar a sustancializarse cuando constituye una garantía
necesaria para las personas. Ahí está el debido proceso, entendido como la
garantía que tienen las partes de que sus pretensiones serán atendidas por la
jurisdicción con objetividad e imparcialidad, señalando previamente las reglas
a cumplir, con el fin de dar efectividad a los intereses jurídicamente
protegidos en igualdad de oportunidades. Cuando se vulneran algunos de los
mencionados elementos, que constituyen el núcleo esencial del debido proceso,
se está ante las vías de hecho; en los demás casos, no.
VIA DE
HECHO/ACCION DE TUTELA CONTRA PROVIDENCIAS JUDICIALES
Son vías de hecho
aquellas que atentan directamente contra el núcleo esencial del debido proceso,
y colocan a una de las partes en manifiesto estado de indefensión. La acción de tutela contra providencias
judiciales por razón de "vías de hecho", procede, al igual que los
demás casos de tutela, siempre y cuando no existan otros mecanismos de defensa
judicial para amparar el derecho presuntamente vulnerado, salvo que en la
situación se trate de la ocurrencia inminente de un perjuicio irremediable. La
anterior doctrina persigue, en últimas, la prevalencia del principio de la
independencia de los jueces, del acceso a la administración de justicia, de la
seguridad jurídica y de la vigencia del Estado social de derecho.
CONCILIACION
El derecho a la
conciliación es una prerrogativa inviolable, y su consumación hace tránsito a
cosa juzgada, por primar la exteriorización de un acuerdo de voluntades, que es
de rigor cumplir para cada una de las partes. Una cosa es un acuerdo
incumplido, y otra muy distinta la nulidad del mismo. El incumplimiento de lo
pactado, no anula la conciliación. Todo lo contrario, es por la eficacia de la
misma que dicha conciliación presta mérito ejecutivo. La litis está abierta a
la conciliación, y es más, si se trata de derechos susceptibles de transacción,
ha de buscarse, a toda costa, la conciliación. El acto de conciliar no puede
ser de una manera única, rígida e inflexible, porque lo que importa realmente
es el fin que persigue. Es un acto que admite múltiples formas de realización.
Se permiten todos los medios para conciliar, mientras no vulneren el derecho de
nadie, y, por sobre todo, mientras no se desconozca el derecho de defensa.
CONCILIACION
El actor puede
con el acta de conciliación acudir ante la jurisdicción civil para iniciar un
proceso ejecutivo, en el cual le satisfagan sus pretensiones, en caso de que el
funcionario competente halle mérito para ello.
Ref: Expediente
T-56418
Peticionario: Humberto
Aya Baquero
Procedencia:
Juzgado Promiscuo de Familia de Guaduas.
Magistrado
Ponente:
Dr. VLADIMIRO
NARANJO MESA
Tema: Vías
de hecho
Santafé de Bogotá,
D.C., cinco (5) de mayo de mil novecientos noventa y cinco (1995)
La Sala Novena de
Revisión de la Corte Constitucional, conformada por los Magistrados Vladimiro
Naranjo Mesa -Presidente de la Sala-, Jorge Arango Mejía y Antonio Barrera
Carbonell,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
ha pronunciado la
siguiente
SENTENCIA
en el proceso de
tutela radicado bajo el número T- 56418, adelantado por el señor
Humberto Aya Baquero, en contra del auto de fecha primero (1o.) de marzo de mil
novecientos noventa y cuatro (1994), proferido por el Juzgado Promiscuo
Municipal de Puerto Salgar (Cundinamarca), y confirmado por el Juzgado
Promiscuo del Circuito de Guaduas, mediante auto de fecha seis (6) de
septiembre de ese mismo año, dictado dentro del proceso ordinario de
restitución de inmueble arrendado, promovido en su contra. por el señor José
Antonio Peña Infante.
I. ANTECEDENTES
De acuerdo con lo
dispuesto en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del decreto 2591
de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional
escogió la acción de tutela de la referencia. para efectos de su revisión.
De conformidad con
el artículo 34 del decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión procede a dictar
la sentencia correspondiente.
1. Solicitud
El señor Humberto
Aya Baquero interpuso ante el Juzgado Civil del Circuito de La Dorada (Caldas),
acción de tutela en contra del auto de fecha primero (1o) de marzo de mil
novecientos noventa y cuatro, proferido por el Juzgado Promiscuo Municipal de
Puerto Salgar (Cundinamarca), y confirmado por el Juzgado Promiscuo del
Circuito de Guaduas mediante auto de fecha seis (6) de septiembre de ese mismo
año, dictado dentro del proceso ordinario de restitución de inmueble arrendado,
promovido en su contra por el señor José Antonio Peña Infante, con el fin de
que se le amparara su derecho al debido proceso, consagrado en el artículo 29
de la Constitución Política.
2. Hechos
Afirma el
peticionario que en el Juzgado Promiscuo Municipal de Puerto Salgar
(Cundinamarca), se adelantó un proceso ordinario de restitución de inmueble
arrendado, promovido en su contra por el señor José Antonio Peña Infante. Dice
que dentro de dicho proceso se reconocieron las mejoras que realizó en el
inmueble objeto de restitución, las cuales fueron avaluadas por peritos,
en la suma de tres millones setecientos cincuenta mil pesos ($
3.750.000).
Manifiesta que el
día siete (7) de diciembre de 1993, se reunió con el señor Rigoberto Peña
Ocampo, y con el apoderado de los otros herederos del señor José Antonio Peña
Infante, quienes le prometieron pagarle el valor de las mejoras realizadas,
"y nos dirigimos al Juzgado Promiscuo Municipal con la finalidad de
terminar el proceso", tal como quedó plasmado en el acta de ese mismo día.
Pese a lo anterior,
asegura que nunca le fue entregada la suma pactada, razón por la cual acudió
ante un abogado con el propósito de que se le hiciera entrega de ese dinero.
Como consecuencia de ello, su representante solicitó la nulidad de la
conciliación celebrada, ante lo cual el Juzgado Promiscuo Municipal de Puerto
Salgar, mediante auto de fecha primero (1o.) de marzo de 1994, resolvió negar
esa pretensión y declaró terminado el proceso, ya que dicha conciliación hace
tránsito a cosa juzgada; además se ordenó la restitución del inmueble objeto
de controversia, en favor del demandante. Dicho auto fue apelado por el
apoderado del peticionario, con fundamento en que la conciliación realizada no
se había sujetado a los parámetros del artículo 101 del Código de Procedimiento
Civil, ya que no hubo auto que citara a audiencia para tal efecto. "Si
apreciamos el expediente -afirma el actor- podemos constatar que el auto por
medio del cual se debió ordenar dicha conciliación no existe, pues el día en
que se efectuó la diligencia materia de controversia, fui inducido por el
abogado de los herederos del demandante y acepté confiado en las promesas de
hacerme efectivo el pago posteriormente y además de la presión ejercida sobre
la señora OFELIA SANCHEZ DE DIAZ, mi suegra, a quien no le pagaban los
conceptos o valores derivados de derechos herenciales, si no se adelantaba
dicha conciliación, y por ende en forma exabrupta concurrimos al despacho del
señor Juez Promiscuo Municipal de Puerto Salgar y se adelantó la conciliación
mencionada." Además, afirma que a la citada audiencia no concurrieron los
otros herederos del demandante, Yolanda Peña Sánchez y Diego Peña Ocampo y que
el juez no dio cumplimiento al parágrafo tercero del artículo 101 citado , ya
que no cumplió con su deber de instar a las partes para que conciliaran sus
diferencias.
De los documentos
que obran en el expediente se tiene que el Juzgado Promiscuo del Circuito de
Guaduas, mediante auto de fecha seis (6) de septiembre de 1994, resolvió
confirmar el auto fecha primero (1o.) de marzo de 1994, proferido por el
Juzgado Promiscuo Municipal de Puerto Salgar, ya que el apoderado del señor
Aya Baquero no invocó ninguna de las causales taxativamente señaladas por el
artículo 140 del Código de Procedimiento Civil como causales de nulidad.
3.
Pretensiones
Solicita el
peticionario que se ordene al Juzgado Promiscuo Municipal de Puerto Salgar que
se abstenga de hacer efectiva la restitución del inmueble ordenada en el auto
de fecha primero (1o.) de marzo de 1994, hasta tanto no "se decrete el
saneamiento del proceso tutelado y se proceda a darle el procedimiento ordenado
por el artículo 101 del Código de Procedimiento Civil (...)."
III. ACTUACION
PROCESAL
1. Primera
instancia
Mediante auto de
fecha veintisiete (27) de octubre de 1994, el Juzgado Primero Penal del
Circuito de La Dorada (Caldas) ordenó remitir el presente expediente al Juzgado
Promiscuo del Circuito de Guaduas (Cundinamarca), toda vez que los hechos que
dieron lugar a la acción de tutela tuvieron lugar en el municipio de Puerto
Salgar. El juez promiscuo del Circuito de Guaduas se declaró impedido para
conocer del presente asunto, motivo por el cual se remitió el expediente al
Juzgado Promiscuo de Familia del Circuito de Guaduas.
Mediante auto de
fecha diez (10) de noviembre de 1994, el Juzgado Promiscuo de Familia del
Circuito de Guaduas avocó el conocimiento de la presente acción de tutela y
decretó la ampliación de la solicitud de tutela, así como una inspección
judicial al Juzgado Promiscuo Municipal de Puerto Salgar, con el fin de
examinar el expediente correspondiente al proceso de restitución de inmueble
arrendado adelantado por José Antonio Peña Infante, en contra de Humberto Aya
Baquero.
2. Pruebas
2.1. Inspección
Judicial al Juzgado Promiscuo Municipal de Puerto Salgar
El día veintiuno
(21) de noviembre de 1994, el juez Promiscuo de Familia del Circuito de Guaduas
se trasladó a las instalaciones del Juzgado Promiscuo de Puerto Salgar, con el
fin de examinar el expediente correspondiente al proceso de restitución de
inmueble arrendado adelantado por José Antonio Peña Infante, en contra de
Humberto Aya Baquero, el cual fue fotocopiado en su totalidad, y hace parte
del presente expediente.
3. Fallo de
única instancia
Mediante providencia
de veinticinco (25) de noviembre de 1994, el Juzgado Promiscuo de Familia del
Circuito de Guaduas resolvió negar por improcedente la acción de tutela
interpuesta por el señor Humberto Aya Baquero.
A juicio del juzgado,
en el presente caso era posible la celebración de una audiencia de
conciliación, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 2o. del Decreto 2651
de 1991, "por el cual se expiden normas transitorias para descongestionar
los despachos judiciales". Sin embargo, consideró que en el proceso de
restitución de inmueble arrendado "no aparece el auto que dispuso
consignar el acuerdo de las partes, ni antes ni dentro del acto, como tampoco
la solicitud de los interesados en conciliar si era su voluntad. De hecho, si
el art. 101 del C.P.C. cita para audiencia a las partes aún cuando no acudan
los apoderados, es obvio que el señor apoderado ante la no asistencia de sus
patrocinados, ha debido presentar el poder en que expresamente se le facultaba
para tal evento, documento que no obra en el acta." Igualmente estimó que,
pese a que la pretendida audiencia de conciliación se enmarca dentro de los
parámetros del artículo 4o. del Decreto 2651 de 1991, "es un hecho que
para llegar al mismo, ha debido seguirse el procedimiento que media entre los
artículos 2o. y 4o. del mismo Decreto, procedimiento que no obra dentro del
expediente para que se concluya la misma."
"En el caso
concreto -anota el Juzgado Promiscuo de Familia de Guaduas- no se explica el
despacho cómo no se dio por terminado el proceso en el momento de la diligencia
de audiencia, sino después, aún cuando no se había cumplido el compromiso por
parte del señor HUMBERTO AYA BAQUERO. Por otra parte, cree este Juzgado que de
acuerdo con el texto del Decreto 2591, en su artículo 40, parágrafo primero,
parte final, la presente acción de tutela debió presentarse conjuntamente con
el recurso de apelación del fallo que respondió a la solicitud de nulidad
interpuesta, y que fue concedido y desatado por el señor Juez Promiscuo del
Circuito de esta ciudad. Por demás, no se tramito la nulidad en legal forma,
dentro de un incidente en cuaderno separado, probando los hechos alegados en el
escrito, para que el juez, con mejor conocimiento de causa, fallara dicho
incidente." En virtud de lo anterior, manifestó el juez de única instancia
que la presente acción de tutela resulta improcedente, "pese a que existen
vicios en el trámite procedimental y sustancial."
IV.
CONSIDERACIONES DE LA SALA
1. Competencia
De conformidad con
lo establecido en los artículos 86 y 241, numeral 9o. de la Constitución
Política y 31 a 36 del decreto 2591 de 1991, la Sala Novena de Revisión de la
Corte Constitucional, es competente para revisar el fallo de tutela de la
referencia.
2. El
derecho al debido proceso
2.1 Fundamento
del proceso
La base sobre la
cual se asienta o estriba la realidad procesal es la necesidad de encauzar por
vías imparciales y adecuadas las pretensiones jurídicas. Siempre se ha tratado
de una ritualidad, para con ello realzar el significado del proceso y las
normas preestablecidas para reglamentarlo. Se ha entendido que cuando una
persona llega al ritual del proceso, se encuentra ante un estado de justicia
mayor, inexorable y con la facultad de dilucidar la pretensión frente a un
orden superior. Por eso, frente al proceso, no hay en principio per se,
relatividad, porque todos acata el criterio de justicia que él representa.
Ahora bien, la
ritualidad también supone una garantía, y es que el procedimiento sea
preestablecido, con lo cual se sabe que no habrá pretermisión ni improvisación
alguna. Como es preestablecido por el soberano, es debido, y entonces, si llega
a omitirse algún paso, habrá injusticia.
Las formas
procesales fueron el inicio de un camino hacia la objetividad, que día a día se
iría perfeccionando. Pero debe advertirse que el proceso es un medio y jamás un
fin. Cuando el artículo 228 de la Carta consagra la prevalencia de lo
sustancial, no está indicando que el derecho sea aformal, porque tal
derecho sería inexistente, sino que el medio se debe ordenar al fin. En los
presupuestos del medio, está la eficacia de la finalidad, y por ello mal está
pretermitir formas jurídicas procesales garantes de la objetividad.
2.2 Esencia
del proceso
Lo que distingue al
proceso, pues, es ser una forma jurídica que garantiza la recta aplicación de
los medios de discernimiento para llegar a la verdad jurídica, de acuerdo con
principios de orden público, que se expresan en un conjunto de actos coordinados
y preestablecidos por la ley. Como toda forma, tiene las notas de objetividad,
generalidad, imparcialidad y orden.
Por otro lado, es
una forma jurídica que garantiza la recta aplicación de los medios de
discernimiento, lo que equivale a afirmar que el Estado, a través del proceso,
protege la inalterabilidad del medio justo, para llegar al fin
justo. El proceso, pues, consiste en una garantía, es decir, en un
aval de imparcialidad y de justicia.
3. Primacía
de lo sustancial
La forma jurídica
existe para dar estabilidad y orden al contenido jurídico que ha de aplicarse.
La materia determina la forma, y no al revés; por ello, ésta debe estar
proporcionada a aquella. Partiendo de este hecho, se colige que lo formal en
ningún caso puede primar sobre lo material. La forma jurídica se sustancializa
cuando ya está preconstituido el derecho sustancial que garantiza y protege.
Pero pretender que una situación jurídica consolidada en lo material no es tal
por faltar un requisito formal, es contrariar, a todas luces, el espíritu de la
Carta. No se puede negar la substancia por la ausencia del accidente; entonces
no se puede desconocer una situación jurídica real, por no haberse establecido
un ritual no sustancial.
Es en aras de la
función de garantía que el aspecto formal cobra efectos de sustancialidad. Pero
la forma por la forma misma, no tiene razón de ser. En otras palabras, la
función de la forma jurídica es conformar el derecho sustancial, nunca
impedir su desarrollo. Cuando el fin ya está constituido, y es conforme a
derecho, el medio se torna en contingente, es decir, puede darse o no. Alegar
la nulidad de un efecto jurídico operante, en aras de una minucia formal, es
claramente un abuso del derecho, y éste jamás es fuente de legitimidad,
porque en lugar de perfeccionar, priva de bienes jurídicos.
Es derecho
sustancial aquel que no necesita de otro para subsistir, es decir, que existe
en sí y no en otro; por oposición al derecho accidental, aquel que existe en
función de otro. La forma jurídica, en principio, es accidental, pero -se
repite- puede llegar a sustancializarse cuando constituye una garantía
necesaria para las personas. Ahí está el debido proceso, entendido como la
garantía que tienen las partes de que sus pretensiones serán atendidas por la
jurisdicción con objetividad e imparcialidad, señalando previamente las reglas
a cumplir, con el fin de dar efectividad a los intereses jurídicamente
protegidos en igualdad de oportunidades. Cuando se vulneran algunos de los
mencionados elementos, que constituyen el núcleo esencial del debido proceso,
se está ante las vías de hecho; en los demás casos, no.
3.1 Las vías
de hecho
Son vías de hecho
aquellas que atentan directamente contra el núcleo esencial del debido proceso,
y colocan a una de las partes en manifiesto estado de indefensión. Es
abundante la jurisprudencia que ha sentado esta corporación sobre el
particular.
En efecto, la
Sentencia No. T- 079/93, por ejemplo, señala:
"Una
actuación de la autoridad pública se torna en una vía de hecho susceptible del
control constitucional de la acción de tutela cuando la conducta del agente
carece de fundamento objetivo, obedece a su sola voluntad o capricho y tiene
como consecuencia la vulneración de los derechos fundamentales de la persona.
"Carece de
fundamento objetivo la actuación manifiestamente contraria a la Constitución y
a la Ley. La legitimidad de las decisiones estatales depende de su
fundamentación objetiva y razonable. El principio de legalidad rige el
ejercicio de las funciones públicas (CP art. 121), es condición de existencia
de los empleos públicos (CP art. 122) y su desconocimiento genera la
responsabilidad de los servidores públicos (CP arts. 6, 90). Una decisión de la
autoridad no es constitucional solamente por el hecho de adoptarse en ejercicio
de las funciones del cargo. Ella debe respetar la igualdad de todos ante la ley
(CP art. 13), principio que le imprime a la actuación estatal su carácter
razonable. Se trata de un verdadero límite sustancial a la discrecionalidad de
los servidores públicos, quienes, en el desempeño de sus funciones, no pueden
interpretar y aplicar arbitrariamente las normas, so pena de abandonar
el ámbito del derecho y pasar a patrocinar simple y llanamente actuaciones de
hecho contrarias al Estado de Derecho que les da su legitimidad.
"La decisión
revestida de las formalidades de un acto jurídico encubre una actuación de
hecho cuando ésta obedece más a la voluntad o al capricho del agente estatal
que a las competencias atribuidas por ley para proferirla. El criterio para
evaluar qué conductas tienen fundamento en el ordenamiento jurídico y cuáles no
es finalista y deontológico. Las autoridades públicas están al servicio de la
comunidad (CP art. 123) y en el cumplimiento de sus funciones deben ser
conscientes de que los fines esenciales del Estado son, entre otros, servir a
dicha comunidad y garantizar la efectividad de los principios, derechos y
deberes consagrados en la Constitución (CP art. 2). Las autoridades públicas
deben ceñir sus actuaciones a los postulados de la buena fe (CP art. 83). La
conducta dolosa o gravemente culposa de los servidores públicos debe ser
excluida del ordenamiento jurídico y su demostración genera la responsabilidad
patrimonial del Estado, así como el deber de repetir contra el agente
responsable del daño (CP art. 90).
"La
vulneración de los derechos fundamentales por parte de servidores públicos que
actúan sin fundamento objetivo y razonable, y obedecen a motivaciones internas,
desconoce la primacía de los derechos inalienables de la persona (CP art. 5),
la protección constitucional de los derechos fundamentales (CP art. 86) y la
prevalencia del derecho sustancial (CP art. 228). En caso de demostrarse su
ocurrencia, el juez de tutela deberá examinar la pertenencia del acto al mundo
jurídico y proceder a la defensa de los derechos fundamentales vulnerados en el
curso de una vía de hecho por parte de la autoridad pública".[1]
En otro pronunciamiento, relacionado también con el tema de la
acción de tutela contra las providencias judiciales, la Corte agregó:
"(...) la
doctrina de la Corte ha efectuado un análisis material y ha establecido
una diáfana distinción entre las providencias judiciales -que son
invulnerables a la acción de tutela en cuanto corresponden al ejercicio
autónomo de la función judicial y respecto de las cuales existen, dentro del
respectivo proceso, los medios judiciales de defensa establecidos por el
ordenamiento jurídico- y las vías de hecho por cuyo medio, bajo la forma
de una providencia judicial, quien debería administrar justicia quebranta en
realidad los principios que la inspiran y abusa de la autonomía que la Carta
Política reconoce a su función, para vulnerar en cambio los derechos básicos de
las personas.
"En ese
orden de ideas, la violación flagrante y grosera de la Constitución por parte
del juez, aunque pretenda cubrirse con el manto respetable de la resolución
judicial, puede ser atacada mediante la acción de tutela siempre y cuando se
cumplan los presupuestos contemplados en el artículo 86 de la Constitución y no
exista otro medio al alcance del afectado para la defensa de su derecho.
"En tales
casos, desde luego, el objeto de la acción y de la orden judicial que puede
impartirse no toca con la cuestión litigiosa que se debate en el proceso, sino
que se circunscribe al acto encubierto mediante el cual se viola o amenaza un
derecho fundamental".[2]
Si bien la Corte Constitucional ha sentado los criterios necesarios
para definir la presencia de una vía de hecho dentro de una determinada
actuación judicial[3], esta Corporación también
se ha preocupado por establecer, en forma categórica, que no es posible incoar
la acción de tutela en estos casos por el simple hecho de que el juez haya
cometido una irregularidad procesal y el afectado cuente con los mecanismos
ordinarios para solicitar el amparo de su situación jurídica. En otras
palabras, la acción de tutela contra providencias judiciales por razón de
"vías de hecho", procede, al igual que los demás casos de tutela,
siempre y cuando no existan otros mecanismos de defensa judicial para amparar
el derecho presuntamente vulnerado, salvo que en la situación se trate de la
ocurrencia inminente de un perjuicio irremediable. La anterior doctrina
persigue, en últimas, la prevalencia del principio de la independencia de los
jueces, del acceso a la administración de justicia, de la seguridad jurídica y
de la vigencia del Estado social de derecho.
De acuerdo con la
jurisprudencia citada, se tiene entonces que las vías de hecho no conducen a
una situación estable y justa, porque al pretermitirse un elemento esencial del
debido proceso, no hay, en estricto sentido, proceso y, por tanto, ha de
decretarse la nulidad de lo actuado, y establecer nuevamente las etapas que
constituyen la garantía procesal debida a toda persona.
4. La
conciliación
El acto de conciliar
consiste en armonizar intereses en principio divergentes, pero que pueden
coincidir en un punto determinado, mientras la convergencia no implique la
renuncia de un derecho fundamental en su núcleo esencial.
El derecho a la
conciliación es una prerrogativa inviolable, y su consumación hace tránsito a
cosa juzgada, por primar la exteriorización de un acuerdo de voluntades, que es
de rigor cumplir para cada una de las partes. Una cosa es un acuerdo
incumplido, y otra muy distinta la nulidad del mismo. El incumplimiento de lo
pactado, no anula la conciliación. Todo lo contrario, es por la eficacia de la
misma que dicha conciliación presta mérito ejecutivo.
La disputa no es la
única vía en lo jurídico. Pensar eso, corresponde a una mentalidad ya superada,
pues el proceso está abierto, si se puede, al acto de conciliar, por múltiples
motivos, entre los que se encuentran la economía procesal, la autonomía de la
voluntad, la pronta y debida justicia y, por sobre todo, la paz social.
La litis está
abierta a la conciliación, y es más, si se trata de derechos susceptibles de
transacción, ha de buscarse, a toda costa, la conciliación. Es por ello que el
artículo 6o. del Decreto 2651 de 1991, impone al juez la obligación de ofrecer
la conciliación entre las partes, porque siempre el arreglo pacífico es mejor
que el pleito en sí. Lo anterior se entiende mejor si se admite que la
conciliación es más apropiada y conveniente que el enfrentamiento, porque lleva
implícita una nota de racionalidad. La conciliación implica un consenso, y el
fruto de éste siempre es racional, y en tal virtud liga a las partes entre sí.
El proceso no es un
conjunto de requisitos que riñan con la racionalidad, ni mucho menos un
conjunto de principios inflexibles. Se entiende que el proceso es la
racionalización de un conflicto de intereses, en la mayoría de los casos, o el
mecanismo racional para lograr la satisfacción de una pretensión, en otros.
El derecho tiende de
suyo hacia la convivencia, y la conciliación es una de las formas de
coexistencia pacífica de los intereses en principio contrapuestos. Se rige,
pues, por la idea del interés jurídico limitado por el propio titular, en aras
de una utilidad próxima y mayor. Conciliar no implica por esencia renuncia,
sino recíproca y voluntaria limitación de las pretensiones de las partes, de
tal manera que a través de ella buscan armonizar los derechos por éstas
invocados. El universo jurídico es una convergencia de intereses, en virtud de
la limitación. De una u otra manera, la limitación comporta al mismo tiempo,
pero bajo otro aspecto, una garantía, pues al circunscribir la pretensión a un
marco determinado, hay la seguridad de que dicho marco jurídico es inviolable
por parte de los demás. Por otro lado, el acto de conciliar es firme porque es
efecto de la autonomía de la voluntad, esencia del derecho, como lo señaló Kant
en la "Metafísica de las Costumbres".
Ahora bien, el acto
de conciliar no puede ser de una manera única, rígida e inflexible, porque lo
que importa realmente es el fin que persigue. Es, pues, un acto que admite
múltiples formas de realización. Se permiten todos los medios para conciliar,
mientras no vulneren el derecho de nadie, y, por sobre todo, mientras no se
desconozca el derecho de defensa.
5. El
caso concreto
Se discute en el
presente caso, la existencia o no de una vía de hecho en la actuación del juez
promiscuo municipal de Puerto Salgar, que por medio de auto interlocutorio negó
la nulidad alegada por el abogado del actor, mediante la cual se pretendía
dejar sin efectos el acta de conciliación en la que las partes, dentro de un
proceso de restitución de inmueble, resolvieron de común acuerdo el litigio (el
demandado -actor en el proceso de tutela- devolviendo el bien, y el demandante
pagando las mejoras hechas al inmueble).
Se discute,
entonces, si de acuerdo con el Decreto 2651 de 1991 se desconocieron o no los
requisitos descritos en los artículos 2o. y siguientes, en cuanto a los
formalismos que se deben observar para adelantar la conciliación. Al respecto
cabe señalar que el artículo 2o. del mencionado Decreto hace referencia a los
procesos que se encontraban en curso en el momento de entrar a regir el mismo,
cuando señala:
"Artículo
2o. En los procesos en que no se haya proferido sentencia de primera o
única instancia, que versen total o parcialmente sobre cuestiones susceptibles
de transacción, distintos de los laborales, penales y contencioso
administrativos y de aquellos en los cuales alguna de las partes estuviere
representada por curador ad litem, las partes, de común acuerdo, pueden pedir
al juez que aquellas se sometan a trámite de conciliación, y que si ésta
fracasa o fuere parcial, a posterior arbitramento salvo que acuerden acudir a
amigable composición".
Esta situación no es
la que se presenta en el caso bajo exámen, ya que el proceso de restitución de
inmueble se inició en una fecha posterior a la expedición de la norma descrita,
cual, es el mes de enero de 1993. Así, debe darse aplicación es al artículo 6o.
del Decreto, que señala que en todos los procesos "habrá por lo menos una
oportunidad de conciliación que tendrá lugar, a más tardar, al concluir la
etapa probatoria del respectivo proceso", único requisito exigido. Además,
cabe señalar que, de acuerdo con el artículo 6o., inciso 2o., la conciliación
es obligatoria, so pena de sanción para el funcionario que incumpla la norma.
En efecto, la norma
señala:
"Artículo
6o. ..................................................................................
"Para tal
fin, de oficio o a solicitud de parte se citará a una audiencia en la cual el
juez instará a las partes para que concilien sus diferencias, si fueren
susceptibles de transacción, y si no lo hicieren, deberá proponer la fórmula
que estime justa sin que ello signifique prejuzgamiento. El incumplimiento de
este deber constituirá falta sancionable de conformidad con el régimen
disciplinario. En esta clase de audiencias sólo permitirá diálogo entre el juez
y las partes y entre éstas y sus apoderados con el fin de asesorarlas para
proponer fórmulas de conciliación".
Por tanto, no se
incurrió en vía de hecho por parte del juez del conocimiento al desechar la
nulidad interpuesta, pues es claro que en el acta de conciliación las partes
expresaron su voluntad libremente, sin que la norma establezca requisitos, como
sí lo hace el artículo 2o. de la misma ley, no aplicable al caso concreto.
Por tanto, no puede
el actor, por el hecho de que se haya incumplido el acuerdo pactado en la
conciliación, alegar su inconsistencia formal, so pretexto de que el juez
desconoció los parámetros señalados en la norma, lo cual es equivocado; pero
además, no se puede negar un acuerdo de voluntades expresado libremente por las
partes, el cual, dado el caso, sería sanable al haber sido reconocido y firmado
por los sujetos procesales que intervinieron en la conciliación.
Cabe recordar,
igualmente, que en el derecho civil, pilar fundamental y esencial del derecho
privado, prevalece el principio de la autonomía de la voluntad, y la ley sólo
cumple una función subsidiaria frente al desconocimiento de sus normas
generales y especiales. Por tal motivo, la Sala procederá a confirmar la
Sentencia de única instancia proferida por el Juzgado Promiscuo de Familia del
Circuito de La Dorada (Caldas), el veinticinco (25) de noviembre de 1994, pero
por los motivos expuestos en esta providencia. En efecto, la Sala considera
que no se han presentado irregularidades procesales, ya que el Juzgado Promiscuo
Municipal de Puerto Salgar (Cundinamarca) obró de conformidad con el artículo
6o. del Decreto 2651 de 1991. Además, el actor puede con el acta de
conciliación acudir ante la jurisdicción civil para iniciar un proceso
ejecutivo, en el cual le satisfagan sus pretensiones, en caso de que el
funcionario competente halle mérito para ello.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
PRIMERO.- CONFIRMAR, pero por los motivos expuestos en esta
Providencia, la Sentencia del Juzgado Promiscuo de Familia del Circuito de
Guaduas (Cund.), proferida el día veinticinco (25) de noviembre de 1994.
SEGUNDO.- COMUNICAR, a través de la Secretaría General de la
Corte Constitucional, el contenido de la presente Sentencia al Juzgado
Promiscuo de Familia del Circuito de Guaduas (Cund.).
Cópiese,
notifíquese, insértese en la gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
VLADIMIRO NARANJO MESA
Magistrado Ponente
JORGE ARANGO MEJIA
Magistrado
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
[1]Corte Constitucional. Sala de Revisión No. 2. Sentencia No. T-079/93.
Magistrado Ponente: Eduardo Cifuentes Muñoz.
[2]Corte Constitucional. Sala de Revisión No. 5. Sentencia No.
T-173/93. Magistrado Ponente: José Gregorio Hernández Galindo.
[3]Cfr. Corte Constitucional Sentencias Nos. C-543/92, T-520/92,
T-079/93, T-173/93, T-198/93, T-336/93, T-424/93, T-433/93, T-576/93.,
T-055/94, T-135/94. T-175/94 y T-231/94, entre otras. |
390 | T-198-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-198/95
MESADA PENSIONAL-Pago oportuno/PARTIDA PRESUPUESTAL-Ejecución/DERECHOS
DE PERSONA DE LA TERCERA EDAD-Protección/DERECHO A LA SUBSISTENCIA
El Estado
adquiere pues, el compromiso de garantizar el pago oportuno de las pensiones,
para lo cual debe proveer en los respectivos presupuestos del orden nacional,
departamental, distrital y municipal las partidas necesarias para atender de
manera cumplida y satisfactoria su obligación constitucional, especialmente
cuando quienes se ven afectadas por el incumplimiento o la desidia de las
autoridades estatales, son personas de la tercera edad, a quienes en
cumplimiento de los dispuesto en el artículo constitucional, el Estado debe
concurrir con la sociedad y la familia a su protección y asistencia, así como a
garantizarles los servicios de la seguridad social integral y el subsidio
alimentario en caso de indigencia. Estas personas requieren del pago oportuno
de sus mesadas pensionales en orden a garantizar su subsistencia y las
condiciones mínimas para su existencia digna. Se trata además, de personas
quienes legítimamente tienen el derecho a un pago oportuno y cumplido, teniendo
en cuenta que han prestado sus servicios al Estado y esperan de él como mínima
retribución, que se les paguen mesadas pensionales.
MESADA PENSIONAL-Pago por prelación
Cuando sea
comprobadamente insuficiente la partida presupuestal destinada a atender el
pago de mesadas pensionales, la entidad de previsión debe darle prelación a los
pensionados más antiguos, no sólo por el momento en que se hicieron acreedores
a su derecho, sino por la edad que ostentan.
REF: EXPEDIENTES ACUMULADOS T-65128; T-65136 y
T-65137
Peticionarios: Marco Augusto Serrano Arteaga; Elia
Rosa Visbal Fernández; Neovis Robles de López.
Procedencia: Juzgado 3º Civil Municipal de Santa
Marta; Juzgado 3º Civil del Circuito de Santa Marta.
Magistrado
Ponente:
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
Tema:
- Procedencia de
la acción de tutela para el pago de mesadas pensionales atrasadas.
Santa Fe de Bogotá
D.C., ocho (8) de mayo de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Séptima de
Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, compuesta por los Magistrados
Alejandro Martínez Caballero -Presidente de la Sala-, Fabio Morón Díaz y
Vladimiro Naranjo Mesa.
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
Ha pronunciado la
siguiente
SENTENCIA
En los procesos de
tutela acumulados identificados con los números de radicación T-65128, T-65136
y T-65137.
I. ANTECEDENTES
Con base en los
artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto No. 2591 de 1991, la
Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para
efectos de su revisión, las acciones de tutela de la referencia. Así mismo,
mediante auto del 17 de abril del año en curso, la mencionada Sala decidió
acumularlas por existir unidad de materia. Por reparto le correspondió el presente
negocio a la Sala Séptima de Revisión, que comparte el criterio de acumulación.
1. Solicitudes.
1.1. Expediente
T-65128.
Marco Augusto
Serrano Arteaga, de 88 de edad, pensionado mediante Resolución No. 079 de 1968
de la Caja de Previsión Social del Departamento del Magdalena, impetra acción
de tutela contra la mencionada Caja de Previsión Social dado que desde el mes
de mayo de 1994 a febrero de 1995 no se le han cancelado las mesadas
pensionales y primas correspondientes. Se afirma que se les ha pagado a otros
pensionados en similares condiciones a las aquí descritas. Así mismo, se afirma
que el pensionado depende de su mesada la cual es de $266.389.
El accionante
sostiene que tal actitud omisiva vulnera, principalmente, sus derechos a la
igualdad, al trabajo y a la vida digna.
1.2. Expediente
T-65136.
Elia Rosa Visbal
Fernández, de 72 años de edad, pensionada sustituta de su hermana Francia María
Cotes Fernández, mediante Resolución No. 1100 de 1991 de la Caja de Previsión
Social del Departamento del Magdalena, que le reconoció $41.582,99 mensualmente
(reajustables), impetra acción de tutela contra la mencionada Caja de Previsión
Social debido a que se le adeudan las mesadas pensionales y primas de los años
1992, 1993 y los meses de febrero a noviembre de 1994. Se afirma que si se les
ha pagado a otros pensionados en similares condiciones a las aquí descritas.
Los declarantes Arnaldo Orozco y Melquiades Donado dicen que Elia Rosa Visbal
no posee bienes económicos y dependía de su hermana.
La peticionaria
manifiesta que la conducta de la Caja de Previsión conculca su derecho a la
igualdad.
1.3. Expediente
T-65137.
Neovis Robles de
López, pensionada mediante Resolución No. 1453 de 1984 de la Caja de Previsión
Social del Departamento del Magdalena, impetra acción de tutela contra la
mencionada Caja de Previsión Social dado que se le adeudan las mesadas
pensionales y primas correspondientes a los meses de:
- Agosto a diciembre
de 1990.
- Enero a diciembre
de 1991.
- Julio a diciembre
de 1993.
- Febrero a
diciembre de 1994.
Se afirma que si se
les ha pagado a otros pensionados en similares condiciones a las aquí
descritas. En este caso se trata de una pensión de invalidez por que Neovis
Robles de López perdió más del 96% de su capacidad laboral, lo cual implicó
incapacidad permanente. Inicialmente se le fijó una pensión de $43.460,19.
La actora sostiene
su alegato en la posible violación a sus derechos a la igualdad y de la tercera
edad, por parte de la entidad acusada.
2. Fallos.
2.1. Expediente
T-65128.
2.1.1. Juzgado 3º
Civil Municipal de Santa Marta. Sentencia del 22 de febrero de 1995.
El Juzgado denegó la
tutela sosteniendo que "como se puede apreciar con la prueba documental
allegada al plenario, se observa que a los pensionados citados por el petente,
se encuentran en igual de condiciones que el petente, por cuanto se les adeuda
las mesadas correspondientes al segundo semestre del año de 1994 y los meses de
enero a febrero de 1995, por lo que el Juzgado considera que no se ha
quebrantado el derecho a la igualdad".
2.2. Expediente
T-65136.
2.2.1. Juzgado 2º
Civil Municipal de Santa Marta. Sentencia del 11 de enero de 1995.
La primera instancia
tuteló el derecho a la igualdad de la accionante arguyendo que "evaluadas
las pruebas de acuerdo con los principios de la sana crítica, hemos llegado al
pleno conocimiento de que sí se violó el derecho a la igualdad con que gozamos
todas las personas, en lo que hace referencia a la señora ELIA ROSA VISBAL
FERNANDEZ, pues por el hecho de haberse preferido o pagado a unos y a otros no,
contraría notoriamente con un Estado social de Derecho, eficiente, imparcial y
célere".
2.2.2. Juzgado 3º
Civil del Circuito de Santa Marta. Sentencia del 21 de febrero de 1995.
Interpuesta y
admitida la impugnación, el Ad-quem revocó la sentencia de primera instancia
manifestando que existen otros medios de defensa judiciales.
2.3. Expediente
T-65137.
2.3.1. Juzgado 2º
Civil Municipal de Santa Marta. Sentencia del 11 de enero de 1995.
El a-quo tuteló el
derecho a la igualdad de la accionante expresando que "evaluadas las
pruebas presentadas por la tutelante, hemos llegado al pleno conocimiento de
que sí se violó el derecho a la igualdad con que gozamos todas las personas,
pues por el hecho de haberse preferido o pagado a unos y a otros no, contraría
notoriamente con un Estado social de Derecho, eficiente, imparcial y
célere".
2.3.2. Juzgado 3º
Civil del Circuito de Santa Marta. Sentencia del 21 de febrero de 1995.
Interpuesta y
admitida la impugnación, el Ad-quem revocó la sentencia de primera instancia
manifestando que existen otros medios de defensa judiciales.
II. FUNDAMENTOS JURIDICOS
1. Competencia.
Es competente esta
Sala de Revisión de la Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión
dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos
86 inciso segundo y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en
concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto No. 2591 de 1991;
además, su examen se hace por virtud de la selección que de dichas acciones
practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma
señalada por el Reglamento de esta Corporación.
2. Tema a tratar.
Los peticionarios
interponen las acciones de tutela porque se les adeudan mesadas pensionales.
Dado lo anterior, se plantea la procedencia de la tutela como mecanismo
adecuado para cobrar mesadas pensionales adeudadas. En ese orden de ideas, se
reiterará la jurisprudencia de la Corporación en ese sentido.
3. Procedencia de
la acción de tutela para lograr el pago de las mesadas pensionales atrasadas.
Al respecto de la
procedencia de la acción de tutela para lograr el pago de las mesadas
pensionales atrasadas, la jurisprudencia actual de la Corte Constitucional es
la siguiente:
Es claro y
diáfano el mandato contenido en el inciso tercero del artículo 53 de la Carta,
en virtud del cual el Estado tiene a su cargo el deber de garantizar el derecho
de los pensionados al pago oportuno de sus mesadas pensionales, para efectos de
lo cual está en la obligación de adelantar las gestiones y adoptar los
mecanismos que hagan efectivo el derecho. El Estado adquiere pues, el
compromiso de garantizar el pago oportuno de las pensiones, para lo cual debe
proveer en los respectivos presupuestos del orden nacional, departamental,
distrital y municipal las partidas necesarias para atender de manera cumplida y
satisfactoria su obligación constitucional, especialmente cuando quienes se ven
afectadas por el incumplimiento o la desidia de las autoridades estatales, son
personas de la tercera edad, a quienes en cumplimiento de los dispuesto en
el artículo constitucional, el Estado debe concurrir con la sociedad y la
familia a su protección y asistencia, así como a garantizarles los servicios de
la seguridad social integral y el subsidio alimentario en caso de indigencia.
Estas personas
requieren del pago oportuno de sus mesadas pensionales en orden a garantizar su
subsistencia y las condiciones mínimas para su existencia digna. Se trata
además, de personas quienes legítimamente tienen el derecho a un pago oportuno
y cumplido, teniendo en cuenta que han prestado sus servicios al Estado y
esperan de él como mínima retribución, que se les paguen mesadas pensionales.
En tal virtud, cuando
no se atiende en forma oportuna el pago de las pensiones legales por parte de
las entidades del Estado, deben adoptarse los mecanismos correspondientes y
adecuados en orden a hacer efectiva la garantía constitucional plasmada en el
artículo 53 de la Carta, especialmente cuando están de por medio los derechos
fundamentales a la vida y a la salud de las personas de la tercera edad.
Por lo tanto, el
pago de las pensiones legales cuando éstas han sido ya reconocidas mediante el
respectivo acto administrativo emanado de la entidad de previsión, deben
mantener un nivel de eficiencia aceptable para dar respuesta a las necesidades
sociales, en orden a la realización de los fines sociales del Estado, a la
justicia social y a promover frente a los demás pensionados, una igualdad real
y efectiva.
Más aún,
habiendose dado al Estado colombiano por el constituyente de 1991 un carácter
social, se hace indispensable que cometa acciones positivas en favor de la
comunidad. En este contexto, el pago cumplido de las pensiones legales es una
de tales actuaciones positivas a las que está obligado el Estado.
Por ello, es
para la Sala fundamental que las autoridades del orden nacional, departamental,
distrital y municipal adopten de manera prioritaria las medidas encaminadas a
que se incluyan en los proyectos de presupuesto las partidas suficientes en
orden a que los pensionados, en particular los de las entidades de previsión,
reciban en forma oportuna el pago de las mesadas.(negrillas fuera de texto)[1]
Así mismo, en lo que
atañe a la eficacia del otro medio judicial de defensa en materia de cobro de
mesadas pensionales, la Corporación ha manifestado que:
En cuanto a la
eficacia que deben tener los medios alternativos de defensa judicial llamados a
"sustituir" la tutela, es claro que el otro medio de defensa judicial
debe poseer necesariamente, la misma eficacia en materia de protección
inmediata de derechos constitucionales fundamentales que, por su naturaleza
tiene la acción de tutela. En el caso de las pensiones de jubilación, la
acción ejecutiva laboral ha resultado inoperante para la defensa efectiva de
los derechos de los pensionados, debido a la existencia de la norma legal que
prohibe la inembargabilidad de los bienes y rentas del presupuesto. En este
sentido son improcedentes los argumentos sobre el "otro mecanismo de
defensa". El Juez de tutela no puede ser indiferente ante la situación
de los pensionados y no puede por tanto, dejar de considerar las condiciones
específicas de debilidad en las que se encuentran las personas de la tercera
edad y la protección especial que los Convenios Internacionales y la
Constitución les conceden. El simple reconocimiento de las pensiones no implica
que el derecho haya sido satisfecho en debida forma. Para ello es
indispensable en aras de darle eficacia material, que el pensionado no sólo se
le reconozca su derecho al cumplir con los requisitos legales, sino que
adicionalmente, se le cancelen las mesadas atrasadas o futuras a que tiene
derecho. Obligación que debe hacerse efectiva dentro de los términos legales
previstos para ello, en aras a no afectar ni desmejorar los derechos ni la
calidad de vida de los pensionados. (negrillas fuera de texto)[2]
Por otro lado, la
misma Corte ha sostenido que cuando sea comprobadamente insuficiente la partida
presupuestal destinada a atender el pago de mesadas pensionales, la entidad de
previsión debe darle prelación a los pensionados más antiguos, no sólo por el
momento en que se hicieron acreedores a su derecho, sino por la edad que
ostentan[3].
4. El caso en
cuestión.
Los actores de la
presente tutela acumulada se encuadran dentro de los supuestos de la
jurisprudencia reiterada. En efecto, Elia Rosa Visbal tiene 72 años, Marco
Augusto Serrano, 88 años, ambos dependen de la pensión para su subsistencia; y,
Neovis Robles de López, si bien es cierto que tiene 57 años, es una inválida,
con incapacidad superior al 96%, por tanto, se les concederán las acciones por
violación al derecho fundamental a la seguridad social.
En ese orden de
ideas, se revocarán las sentencias revisadas.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Séptima de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional
RESUELVE
PRIMERO: REVOCAR las Sentencias proferida por: a)
Juzgado 3º Civil Municipal de Santa Marta, el 22 de febrero de 1995, dentro del
expediente T-65128; b) Juzgado 3º Civil del Circuito de Santa Marta, el 21 de
febrero de 1995, dentro del expediente T-65136; y c) Juzgado 3º Civil del
Circuito de Santa Marta, el 21 de febrero de 1995, dentro del expediente
T-65137, dentro del expediente T-66152. En su lugar, CONCEDER la tutela del
derecho a la seguridad social al señor Marco Augusto Serrano Arteaga y a las
señoras Elia Rosa Visbal Fernández y Neovis Robles de López.
SEGUNDO: ORDENAR a la Caja de Previsión Social del
Departamento del Magdalena, a través de su Gerente, a que dentro de los quince
(15) días hábiles siguientes a la notificación de la presente providencia,
proceda a cancelarle al señor Marco Augusto Serrano Arteaga y a las señoras
Elia Rosa Visbal Fernández y Neovis Robles de López, las mesadas pensionales y
las primas que se le adeudan, siempre y cuando dicho pago no se hubiese
efectuado con anterioridad a la notificación de esta providencia.
TERCERO: COMUNICAR a través de la Secretaría
General de la Corte Constitucional el contenido de la sentencia al Juzgado 3º
Civil Municipal de Santa Marta, al Juzgado 3º Civil del Circuito de Santa
Marta, al Gerente de la Caja de Previsión Social del Departamento del
Magdalena, al Defensor del Pueblo y a los peticionarios de la presente tutela.
Notifíquese,
comuníquese, publíquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte
Constitucional.
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Ponente
FABIO MORON
DIAZ
Magistrado
VLADIMIRO NARANJO MESA.
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
[1]Corte Constitucional. Sentencia No. T-147/95. M.P.: Dr. Hernando
Herrera Vergara.
[2]Corte Constitucional. Sentencia No. T-184/94. M.P.: Dr. Alejandro
Martínez Caballero.
[3]Corte Constitucional. Sentencia No. T-147/95. M.P.: Dr. Hernando
Herrera Vergara. |
391 | T-199-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-199/95
DERECHO A LA
INFORMACION-Veracidad/HABEAS
DATA/RECTIFICACION DE INFORMACION
La información,
para ser veraz, tiene que ser completa, es decir, se espera que comprenda todos
los aspectos esenciales del asunto que constituye su objeto. De tal modo que la
información incompleta no puede reclamar el calificativo de verdadera.
DERECHO DE ACCESO
A LA ADMINISTRACION DE JUSTICIA-Vulneración
Las compañías
demandadas han vulnerado el derecho que tiene la sociedad accionante de acceder
a la administración de justicia para la solución del conflicto en que se
encuentra involucrada, toda vez que se ha usado un medio de presión para
obligarla de hecho al pago sin darle oportunidad de debatir judicialmente y de
obtener, al cabo de un proceso, una definición, favorable o desfavorable.
CONDUCTA LEGITIMA
DE PARTICULAR/ABUSO DEL DERECHO/DERECHO AL BUEN NOMBRE-Vulneración
La conducta
legítima del particular es, entonces, la que tiene respaldo en el ordenamiento
jurídico vigente al momento de actuar. Si el juez la encuentra configurada al
analizar los hechos que se someten a su consideración, sin que, por otra parte,
se pueda establecer un ejercicio abusivo de sus derechos, no le está permitido
conceder una tutela contra aquél, pues ello significaría deducirle
responsabilidad por haberse ceñido a los mandatos que lo vinculaban. Al
contrario, probada la violación o la amenaza de un derecho fundamental como
consecuencia del comportamiento ilegítimo del particular contra quien la
acción se instaura, lo cual implica la certidumbre de que su conducta -positiva
o negativa- contradice o ignora los mandatos constitucionales o se aparta de
las prescripciones de la ley, o representa abuso, ha de otorgarse la protección
judicial, con el fin de hacerle exigible, en el terreno práctico y con la
efectividad suficiente, el adecuado cumplimiento del orden jurídico,
salvaguardando a la vez las garantías constitucionales del accionante. En este
casi no hubo una conducta legítima de las entidades demandadas, pues abusaron
de sus derechos, la una pretendiendo forzar un cobro sin que se hubiera
definido judicialmente si lo exigido por ella le era en realidad debido y la
otra ejerciendo su actividad de información en detrimento del derecho al buen
nombre de una persona jurídica sin verificar lo que informaba y suministrando
datos incompletos y distorsionados.
-Sala Quinta de Revisión-
Ref.: Expediente
T-55739
Acción de tutela
instaurada por "INTERAMERICANA DE INVERSIONES RINCON Y CIA LTDA."
contra "CENTRALUM" y "DATACREDITO".
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los nueve (9) días del mes de mayo de mil
novecientos noventa y cinco (1995).
Se revisan los
fallos proferidos por la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Santa Fe de Bogotá y por la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de
Justicia.
I. INFORMACION
PRELIMINAR
Mediante oficio del
14 de febrero de 1995, en ejercicio del derecho de insistencia previsto en el
artículo 33 del Decreto 2591 de 1991, el Defensor del Pueblo solicitó a la
Corte Constitucional que seleccionara para revisión el proceso en referencia,
con el objeto de evitar un perjuicio grave para la sociedad accionante.
Los magistrados en
turno, según consta en auto del 1º de marzo de 1995, decidieron acoger la
solicitud, por lo cual, una vez seleccionado el caso, fue repartido a esta Sala
de la Corte.
La Defensoría del
Pueblo sintetiza los antecedentes del asunto y los hechos que dieron lugar a la
acción de tutela en la siguiente forma:
"a. La firma
accionante realizó contrato verbal con la SOCIEDAD DE ACEROS Y ALUMINIOS
CENTRALUM S.A., a la que adelantó la suma de siete millones de pesos
(7'000.000) M/Cte.
b. CENTRALUM S.A.
habría incumplido el contrato, razón por la cual la sociedad accionante se
abstuvo de pagar el resto del dinero debido, por lo que CENTRALUM S.A. demandó,
correspondiendo el proceso al Juzgado 18 Civil del Circuito de Santafé de
Bogotá, excepcionando la petente el pago del rédito de la obligación,
procediendo a constituir el depósito que le ordenó el Juzgado al tenor del Art.
519 del C.P.C.
c. CENTRALUM S.A.,
para presionar el pago de la accionante por una vía distinta al proceso,
procedió a reportarla a COMPUTEC S.A. DATACREDITO, bancos de datos comerciales
que prestan servicios de información al sector bancario, industrial y
comercial.
d. Manifiesta la
petente que dicha información ha interferido gravemente la obtención de
préstamos requeridos por ella para desarrollar su actividad constructora.
e. Igualmente afirma
que la información suministrada por COMPUTEC S.A. DATACREDITO está lesionando
sus intereses, afectando el buen nombre de la entidad y puede ocasionar la
parálisis de su actividad económica"
La sociedad
demandante ejerció la acción por conducto de apoderado, expresando que le
habían sido vulnerados los derechos fundamentales contemplados en los artículos
14, 15, 16, 23 y 29 de la Constitución Política.
Señaló igualmente el
perjuicio que le causaba la actuación, a su juicio inconstitucional, de la
compañía contra la cual se dirigió la acción.
Dijo el abogado de
la demandante que ésta es una firma constructora que requiere, para el
desarrollo de su objetivo social, solicitar créditos a las entidades
financieras y obtener materiales de construcción que le son suministrados por
diferentes proveedores, por lo cual sus derechos están amenazados de modo
cierto e inminente por la sociedad demandada.
Argumentó, por lo
tanto, que su patrocinada, al ejercitar la acción, se fundaba en un interés
jurídico actual y suficiente, como para pedir el amparo en concreto en virtud
de agresión y permanente amenaza.
De acuerdo con la
solicitud de tutela, la información que suministra la central de datos
"DATACREDITO" está lesionando los intereses de la accionante, afectan
su buen nombre y pueden contribuir a paralizar la actividad que desarrolla,
causando un perjuicio de proporciones considerables en materia económica,
además del daño en el crédito, que habrá de perjudicar sensiblemente sus
operaciones hacia el futuro.
A la demanda se
acompañaron, entre otros documentos, los que acreditan la existencia y
representación de las sociedades procesalmente enfrentadas, así como las
relativas al juicio ejecutivo instaurado por "Central de Aceros y
Aluminios S.A." contra "Interamericana de Inversiones y Cía.
Ltda.", que se tramita en el Juzgado 18 Civil del Circuito de Santa Fe de
Bogotá.
II. DECISIONES
JUDICIALES
En primera instancia
resolvió la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Fe
de Bogotá, que negó la tutela impetrada, mediante sentencia del 3 de noviembre
de 1994.
Expresó que, de
acuerdo con la información suministrada por "COMPUTEC S.A.
-DATACRÉDITO-", en el banco de datos figura que una obligación de la
accionante respecto de "Aceros y Aluminios Ltda." vencía en enero de
1994, por lo cual, a la fecha del informe, presentaba mora superior a los 120
días.
"En las
anteriores condiciones -manifestó el Tribunal- no se puede entender que a la
accionante se le amenacen o se hayan violado los derechos de personalidad
jurídica, recolección, tratamiento y circulación de datos, libre desarrollo de
la personalidad, peticiones respetuosas a las autoridades y el debido proceso
consagrado en la C.P.. En tal virtud, el registro informativo que reporta el
centro de cómputo DATACREDITO no es errado, porque por razones que no son objeto
de análisis en esta oportunidad, CENTRAL DE ACEROS Y ALUMINIOS S.A. CENTRALUM
adelantó acción en contra de INTERAMERICANA DE INVERSIONES RINCON Y CIA LTDA..
En consecuencia, una vez se defina por el juez de instancia lo que en derecho
corresponda, el accionante, si lo cree conveniente, ante la justicia ordinaria
podrá adelantar las acciones pertinentes en defensa de su intereses sociales y
patrimoniales".
Así, pues, concluyó
que, por no existir una información equivocada, "el habeas data
reportado con mora en el pago por el término superior a 120 días y cobro en
ejecución, es suficiente ilustración para negar el amparo deprecado".
Impugnada la
sentencia, fue confirmada por la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de
Justicia por fallo del 24 de noviembre de 1994.
A juicio de la Corte
Suprema, el derecho al Habeas Data no comprende la facultad para que las
entidades privadas o públicas encargadas incorporen, mantengan o cancelen
informaciones distintas a las que realmente corresponden a la verdad porque
ello, además de reflejar una ilustración pública falseada o equivocada,
arriesga a la comunidad a que tome un comportamiento inadecuado teniendo como
fundamento dicha divulgación.
De allí -prosiguió
la Corte Suprema- que sea la veracidad de la información el fundamento básico
para que, de un lado, el particular pueda reclamar contra lo que no se ajuste a
ella; y para que, de otro, la comunidad tenga la seguridad de la información.
Según la sentencia
revisada, no se ha quebrantado el Habeas Data por cuanto, como lo admite
el accionante, no existe afirmación equivocada, pues se encuentra en mora en el
pago por término superior a 120 días y obra en su contra ejecución judicial.
Además -expresa- la
acción no está dirigida contra la entidad que ha negado a la accionante el
crédito pero, por otra parte, tampoco es posible establecer cómo puede obrarse
ilegítimamente cuando una entidad, en uso de la libertad patrimonial, se
abstiene de conceder préstamos solicitados y que sólo dependen de su voluntad.
III. CONSIDERACIONES
DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
La Corte
Constitucional es competente para revisar las sentencias aludidas, puesto que
así lo disponen los artículos 86 y 241, numeral 9, de la Constitución Política.
La selección y el
reparto del expediente se llevaron a cabo según las normas del Decreto 2591 de
1991.
La indefensión
de la persona ante los bancos de datos
La acción de tutela,
según lo dispone el artículo 86 de la Constitución Política, cabe ante todo
contra las autoridades públicas, ya que éstas, por definición, disponen de una
considerable ventaja sobre el gobernado, quien, de no ser por el Derecho, se
encuentra indefenso ante ellas.
Así las cosas, la
persona, a falta de otros instrumentos judiciales, debe gozar de uno que
proteja con eficiencia sus derechos fundamentales contra acciones u omisiones
oficiales que los lesionen o amenacen, con lo cual se introduce un factor de
mínimo equilibrio en las relaciones entre los sujetos activos y pasivos del
poder.
Obviamente, no son
las autoridades las únicas que se hallan en posición de dominio sobre las
personas. También los particulares, si bien excepcionalmente y bajo ciertas
condiciones, pueden vulnerar o comprometer derechos fundamentales y, por ende,
resultaría injusto que mientras se consagran medios constitucionales para la
defensa de la persona ante los agentes estatales, se la dejara expósita en
manos de los entes privados.
A la luz del
mencionado artículo de la Carta, una de las situaciones en que procede la
acción de tutela contra particulares es aquella consistente en la indefensión
del accionante.
Sobre tal concepto
ha indicado la Corte, diferenciándolo del de subordinación:
"Entiende esta
Corte que la subordinación alude a la existencia de una relación jurídica
de dependencia, como ocurre, por ejemplo, con los trabajadores respecto de sus
patronos, o con los estudiantes frente a sus profesores o ante los directivos
del establecimiento al que pertenecen, en tanto que la indefensión, si
bien hace referencia a una relación que también implica la dependencia de una
persona respecto de otra, ella no tiene su origen en la obligatoriedad derivada
de un orden jurídico o social determinado sino en situaciones de naturaleza
fáctica en cuya virtud la persona afectada en su derecho carece de defensa,
entendida ésta como posibilidad de respuesta efectiva ante la violación o
amenaza de que se trate". (Cfr. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-290
del 28 de julio de 1993).
La Carta Política ha
dejado en cabeza del legislador la determinación de los casos en que puede
proponerse la tutela contra particulares en cualquiera de los supuestos
constitucionales básicos.
El artículo 42 del
Decreto 2591 de 1991 establece tal posibilidad en su numeral 6º:
"Cuando la
entidad privada sea aquélla contra quien se hubiere hecho la solicitud en
ejercicio del habeas data, de conformidad con lo establecido en el artículo 15
de la Constitución".
La consagración
expresa de esta vía de acceso al juez de tutela se explica fácilmente a partir
de la indudable impotencia en que se halla la persona común frente a un banco
de datos. El poder informático es, de suyo, un medio dotado de excepcional
capacidad de penetración, que no por útil a la sociedad moderna deja de
representar un factor de riesgo para los derechos fundamentales, si no se
ajusta a unas reglas de moderación y adecuado uso, como lo establece el
artículo 15 de la Constitución Política.
Todo dato, pero
particularmente el financiero, puede afectar de manera grave y en ocasiones
irreversible a los individuos a quienes se refiere, lo que hace menester que
respecto de su manejo, procesamiento y difusión se establezcan límites
razonables que, sin impedir ni obstaculizar el derecho a la información que se
canaliza por conducto de las redes informáticas y los archivos de entidades
públicas y privadas, preserven de manera cierta y eficaz los derechos a la
intimidad, a la honra y al buen nombre de los asociados.
Ya ha dilucidado
esta Corte que el derecho a la intimidad no es en principio afectado por un
dato económico o financiero, mientras éste lo sea en realidad y no desborde su
naturaleza para penetrar en el campo reservado de la privacidad que favorece a
toda persona. Pero también ha sido enfática en afirmar que si ese
desbordamiento se produce, caben el Habeas Data y la acción de tutela
para la defensa del derecho fundamental y de la dignidad humana.
En cuanto a la honra
y el buen nombre, son evidentes las posibilidades de choque entre él y la
expansión de informaciones inexactas o erróneas que pongan en tela de juicio,
ante el conglomerado, la confianza que se tiene en los hábitos comerciales,
financieros y de negocios de una determinada persona.
La información
incompleta no es información verdadera
El funcionamiento de
las centrales y bancos de datos, que tiene tanta importancia para asegurar
dentro del sector financiero un sistema de seguridad y previsión frente a los
deudores riesgosos, tiene sustento constitucional en el derecho a la
información, respecto del cual ha destacado la jurisprudencia de esta Corte que
es de doble vía, es decir, que tanto le corresponde al que la emite como
a quien la recibe. Este último, según lo dice el artículo 20 de la
Constitución, tiene derecho a la veracidad e imparcialidad de lo
que se le informa. Por otra parte, tal derecho pierde su fundamento de interés
general cuando se pretende ejercer con el exclusivo objeto de ofrecer a un
particular armas de intimidación o presión sobre otro particular, como acontece
en el caso que se estudia.
Sobre el dato
financiero ha sostenido la Corte (Cfr. Sala Plena. Sentencias de Unificación
SU-082 y SU-089 del 1º marzo de 1995. M.P.: Dr. Jorge Arango Mejía) que,
mientras no haya caducado según los criterios razonables que a falta de
disposición legislativa ha señalado la jurisprudencia, puede permanecer
registrado y divulgarse libremente, en cuanto con ello se sirve al interés
general implícito en el adecuado y transparente manejo del crédito.
Pero, claro está, de
acuerdo con el principio constitucional, ese dato, para ser conservado y
transmitido debe corresponder a la verdad.
En la providencia de
segunda instancia ha sostenido con razón la Corte Suprema de Justicia que la
veracidad de la información es el fundamento básico para que, de un lado el
particular pueda reclamar contra lo que no se ajuste a ella y para que, de
otro, la comunidad tenga certeza sobre la información.
También ha expresado
ese Tribunal que el derecho al Habeas Data no comprende la facultad de
exigir que las entidades que suministran datos incorporen o mantengan
informaciones distintas a las que realmente correspondan a la verdad, porque,
además de reflejar una ilustración pública falsa, arriesga a la colectividad a
que adopte un comportamiento inadecuado teniendo como fundamento dicha
divulgación.
La Corte
Constitucional acoge y respalda esas consideraciones, entre otros motivos
porque corresponden a reiterada doctrina suya, pero estima que, en el caso
concreto, ellas han debido servir para conceder la tutela impetrada y no para
negarla, toda vez que precisamente la sociedad actora resultó lesionada en sus
derechos fundamentales por la existencia y difusión de datos que reflejaban
apenas una verdad parcial, que conduce a equívocos y que, por ende, no se
ajusta a las exigencias constitucionales del derecho a la información.
En efecto, debe
afirmarse una vez más que la información, para ser veraz, tiene que ser
completa, es decir, se espera que comprenda todos los aspectos esenciales del
asunto que constituye su objeto. De tal modo que la información incompleta no
puede reclamar el calificativo de verdadera.
La información
divulgada en contra de una persona o entidad ocultando aquellos aspectos
favorables que, integrados a los negativos, eliminarían cualquier equívoco,
afecta de manera injusta la honra y el buen nombre de aquel a quien se refieren
y, por lo tanto, frente a ellas cabe la rectificación y actualización de lo
informado. En ello consiste el Habeas Data (Artículo 15 C.P.), sobre el
supuesto de que se trata de un mecanismo constitucional, en sí mismo derecho
fundamental, que tiene por objeto específico la efectividad de otros derechos
fundamentales como la intimidad, la honra y el buen nombre de quien pueda
resultar afectado por la inclusión y divulgación de informaciones suyas en
archivos y bancos de datos. En lo que respecta al buen nombre, como lo señaló
la Sala Plena de esta Corte en las aludidas sentencias de unificación, entra en
conflicto con el derecho a la información "cuando aquél se vulnera por la
divulgación de ésta".
A propósito del Habeas
Data, debe la Corte corregir el impropio sentido que a este concepto
atribuye la sentencia de primera instancia, puesto que en ella, al hablar del Habeas
Data reportado con mora en el pago", se confunde el dato o información
con el derecho constitucional a conocerlo, actualizado y rectificado, lo cual
constituye error protuberante.
En punto de la
veracidad del dato, que puede reclamarse en ejercicio del Habeas Data,
la Sala Plena ha agregado, precisamente en torno al tema:
"Hay que partir
de la base de que la información debe corresponder a la verdad, ser veraz, pues
no existe derecho a divulgar información que no sea cierta". (Cfr.
Sentencias de unificación citadas).
A juicio de esta
Corporación, una persona no puede ser sometida, con motivo o por causa de
parcial y distorsionada información comercial o financiera, a la pérdida de su
credibilidad y prestigio, pues éstos corresponden a derechos inalienables que
gozan de plena garantía constitucional como integrantes del buen nombre.
En el caso examinado
no es completa y, por tanto, carece de veracidad la información que reposa en
DATACREDITO y que esta entidad divulga acerca de que la sociedad accionante se
encuentra en mora de cumplir una obligación, pues se oculta que la falta de
pago se ha producido, a raíz del incumplimiento de la otra parte en un negocio
subyacente, en el curso de una controversia jurídica que no está llamada a
resolver "COMPUTEC -DATACREDITO-" sino que debe decidirse en los
estrados judiciales.
Para la Corte, la
situación que resulta de los hechos acreditados en el expediente no corresponde
al caso corriente de la mora en el pago de una obligación ante entidad
crediticia, que sería susceptible de registro en bancos de datos para la
información de todo el sector financiero, sino que se trata de un contrato
bilateral entre particulares, cuya debida ejecución por uno de ellos se discute
por el otro. Este último ha hecho uso de la exceptio non adimpleti
contractus, prevista en el artículo 1609 del Código Civil en los siguientes
términos:
"ARTICULO
1609.- En los contratos bilaterales ninguno de los contratantes está en
mora dejando de cumplir lo pactado, mientras el otro no lo cumpla por su parte,
o no se allane a cumplirlo en la forma y tiempo debidos".
El artículo 1546 ibídem
dispone:
"En los
contratos bilaterales va envuelta la condición resolutoria en caso de no
cumplirse por uno de los contratantes lo pactado.
Pero en tal caso
podrá el contratante pedir a su arbitrio, o la resolución o el cumplimiento del
contrato con indemnización de perjuicios".
De acuerdo con las
pruebas que obran en el expediente, "INTERAMERICANA DE INVERSIONES RINCON
Y CIA LTDA." se negó a pagar el saldo acordado con "CENTRAL DE ACEROS
Y ALUMINIOS S.A.", porque esta empresa incumplió el contrato en virtud del
cual se libró un título valor que sirvió de fundamento para iniciar el proceso
judicial correspondiente.
Es claro que entre
los contratantes han surgido discrepancias en torno al cumplimiento del
contrato, lo cual implica que, mientras los jueces de la República no hayan
definido cuál de ellos tiene la razón, no puede afirmarse que uno de los dos se
encuentre en mora ni se puede, por tanto, resolver el conflicto mediante su
registro como deudor moroso en un banco de datos, anticipándose la otra parte a
lo que pueda resolver el juez.
Tanto es así que, al
contestar la demanda instaurada por "CENTRALUM S.A." en proceso
ejecutivo singular que cursa en el Juzgado 18 Civil del Circuito de Santa Fe de
Bogotá, "INTERAMERICANA DE INVERSIONES RINCON Y CIA. LTDA." ha
excepcionado diciendo que "al no haber realizado el trabajo CENTRALUM en
las condiciones pactadas, no puede hacer exigible la obligación y mucho menos
la totalidad de ella".
La Corte
Constitucional no entrará a definir el fondo de la cuestión litigiosa
planteada, pues ello excede las competencias del juez de tutela, según
reiterada jurisprudencia (Cfr. Sala Plena. Sentencia C-543 del 1º de octubre de
1992), pero, en el campo de los derechos fundamentales, debe señalar y condenar
la conducta asumida por la sociedad "CENTRAL DE ACEROS Y ALUMINIOS
S.A." en cuanto, sin esperar a que el Juzgado 18 Civil del Circuito de
Santa Fe de Bogotá resuelva acerca de la demanda instaurada y de las
excepciones de mérito planteadas frente a ella, ha pretendido obtener un pago
mediante presión indebida merced al reporte parcial e incompleto de una
información que perjudica el buen nombre de su contraparte en el litigio.
Es evidente,
entonces, el abuso en que incurrió "CENTRAL DE ACEROS Y ALUMINIOS
S.A.", alegando el ejercicio de un derecho que no ha sido judicialmente
definido.
La Sala considera,
además, que "COMPUTEC S.A. -División DATACREDITO-" no obró con el
cuidado y diligencia que impone la responsabilidad propia de sus actividades,
toda vez que admitió y registró el dato suministrado por un particular respecto
de otro sin verificar si había sido judicialmente definido el conflicto entre
las partes, haciéndose responsable también por el daño al buen nombre de la
compañía afectada.
Admitir como válida
la conducta que en el asunto examinado observó la central de datos implicaría
extender hacia el futuro y sin ninguna clase de control las posibilidades de
que cualquiera pudiese suministrar a esta clase de empresas, con su
beneplácito, datos sin confirmar, tergiversados, manipulados o sencillamente
falsos, con el fin de presionar pagos, configurándose así formas extorsivas de
cobranza que desconocerían las competencias de los jueces y que, por tanto, de
ninguna manera podrían entenderse como sano ejercicio del derecho a la
información.
De otra parte, la
Corte considera que las compañías demandadas han vulnerado el derecho que tiene
la sociedad accionante de acceder a la administración de justicia para la
solución del conflicto en que se encuentra involucrada, toda vez que se ha
usado un medio de presión para obligarla de hecho al pago sin darle oportunidad
de debatir judicialmente y de obtener, al cabo de un proceso, una definición,
favorable o desfavorable.
También es
ostensible que se ha desconocido el principio de la buena fe, dentro del cual
se presume que son celebrados los contratos, pues "CENTRALUM S.A.",
bajo la amenaza de acabar con el prestigio comercial de "INTERAMERICANA DE
INVERSIONES RINCON Y CIA. LTDA.", mediante su registro en el banco de
datos bajo un rubro que no corresponde a la verdad integral de lo acontecido, pese
a la existencia de un mecanismo jurídico para la solución del conflicto -de
todas maneras utilizado-, no ha actuado con la debida lealtad hacia el otro
contratante.
El ejercicio
abusivo de un derecho es conducta ilegítima contra la cual puede intentarse la
acción de tutela
El artículo 45 del
Decreto 2591 de 1991 señala que no cabe la acción de tutela contra las
conductas legítimas de un particular.
Importa, pues,
definir si la sociedad demandada actuó legítimamente al solicitar a
"DATACREDITO" el registro de una posible mora por parte de la
compañía accionante y si fue legítima la actitud del banco de datos al aceptar
ese registro sin confirmar los hechos y al divulgarlos.
Esta Sala, en su
sentencia T-017 del 30 de enero de 1995, señaló los alcances de la mencionada
disposición legal en los siguientes términos:
"El objetivo de
la norma consiste en asegurar que la acción de tutela se ejerza únicamente
sobre los supuestos constitucionales de la violación o amenaza de los derechos
fundamentales, ocasionadas por acciones u omisiones contrarias al ordenamiento
jurídico.
Se desarrolla, en
últimas, el artículo 6º de la Constitución Política, a cuyo tenor los
particulares sólo son responsables ante las autoridades -en este caso los
jueces de tutela- por infringir la Constitución o las leyes.
La persona debe
gozar de una mínima garantía, ofrecida por el Estado y por el ordenamiento
jurídico, de que, mientras ajuste su conducta a las normas en vigor -en primer
lugar las constitucionales, pero también las impuestas por la ley en tanto no
sean incompatibles con la Constitución (artículo 4º C.P.)- y no abuse de sus
derechos, no se verá sometida a la imposición de sanciones ni le será deducida
responsabilidad alguna. Ello es consecuencia necesaria de los principios
básicos del Estado de Derecho y excluye, por tanto, la arbitrariedad del juez,
quien únicamente podrá decidir en contra del particular fundado en la
convicción real de que éste ha transgredido o desbordado las reglas de
convivencia que el sistema jurídico establece.
De conformidad con
lo expuesto, no puede deducirse la vulneración de derechos fundamentales y
menos todavía la responsabilidad del acusado si a éste no se le demuestra,
dentro de las normas del debido proceso (artículo 29 C.P.), que se ha apartado
de la recta y cabal observancia de la preceptiva constitucional y legal que lo
obligaba en los términos del artículo 4º, inciso 2º, de la Carta: "Es
deber de los nacionales y de los extranjeros en Colombia acatar la Constitución
y las leyes, y respetar y obedecer a las autoridades".
La conducta
legítima del particular es, entonces, la que tiene respaldo en el
ordenamiento jurídico vigente al momento de actuar. Si el juez la encuentra
configurada al analizar los hechos que se someten a su consideración, sin que,
por otra parte, se pueda establecer un ejercicio abusivo de sus derechos, no le
está permitido conceder una tutela contra aquél, pues ello significaría
deducirle responsabilidad por haberse ceñido a los mandatos que lo vinculaban.
Al contrario,
probada la violación o la amenaza de un derecho fundamental como consecuencia
del comportamiento ilegítimo del particular contra quien la acción se
instaura, lo cual implica la certidumbre de que su conducta -positiva o
negativa- contradice o ignora los mandatos constitucionales o se aparta de las
prescripciones de la ley, o representa abuso, ha de otorgarse la protección
judicial, con el fin de hacerle exigible, en el terreno práctico y con la
efectividad suficiente, el adecuado cumplimiento del orden jurídico,
salvaguardando a la vez las garantías constitucionales del accionante.
Insiste la Corte en
que el respeto al orden instituído debe estar acompañado del razonable uso de
los derechos que se tienen a la luz del sistema jurídico. El abuso del derecho,
aunque éste se halle amparado formalmente en una norma jurídica, no legítima la
conducta de quien actúa en perjuicio de la colectividad o afectando los
derechos ajenos. De allí que el artículo 95 de la Constitución establezca, como
primer deber de la persona y del ciudadano, el de respetar los derechos ajenos
y no abusar de los propios".
Con arreglo a estos
criterios, que la Sala ratifica, puede concluirse fácilmente que no hubo una
conducta legítima de las entidades demandadas, pues abusaron de sus derechos,
la una pretendiendo forzar un cobro sin que se hubiera definido judicialmente
si lo exigido por ella le era en realidad debido y la otra ejerciendo su
actividad de información en detrimento del derecho al buen nombre de una
persona jurídica sin verificar lo que informaba y suministrando datos
incompletos y distorsionados.
Se revocarán las
providencias objeto de revisión, pues en ellas se partió del supuesto erróneo
de que la sociedad demandada entregó al banco de datos y éste almacenó y
divulgó un dato verdadero, cuando en realidad no lo era, dado su carácter
incompleto.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional de la República
de Colombia, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución,
RESUELVE:
Primero.- REVOCAR el fallo proferido por la Sala de
Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia el 24 de noviembre de 1994,
mediante el cual fue confirmada la decisión en cuya virtud la Sala Civil del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Fe de Bogotá, D.C., resolvió
negar la tutela solicitada por "INTERAMERICANA DE INVERSIONES RINCON Y CIA
LTDA." contra "CENTRAL DE ACEROS Y ALUMINIOS S.A." y
"COMPUTEC S.A. -División DATACREDITO-".
Segundo.- TUTELAR los derechos al buen nombre y al
debido proceso, de los cuales es titular "INTERAMERICANA DE INVERSIONES
RINCON Y CIA. LTDA."
Tercero.- ORDENASE a "COMPUTEC S.A. -División
DATACREDITO-" que, dentro de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a
la notificación del presente fallo, excluya total y definitivamente de su
central de información los datos que posee sobre "INTERAMERICANA DE
INVERSIONES RINCON Y CIA. LTDA.", relacionados con el proceso ejecutivo
que contra esta entidad inició "CENTRAL DE ACEROS Y ALUMINIOS S.A." y
que actualmente cursa en el Juzgado 18 Civil del Circuito de Santa Fe de
Bogotá, D.C.
Por el cumplimiento
del esta Sentencia será responsable el representante legal de "COMPUTEC
S.A", a quien se advierte que el desacato será sancionado en la forma
prevista por el artículo 52 del Decreto 2591 de 1991.
Cuarto.- PREVENIR a la empresa "CENTRAL DE
ACEROS Y ALUMINIOS S.A." para que en el futuro se abstenga de realizar
comportamientos como los que han dado lugar a la presente decisión y a
"COMPUTEC S.A. -División DATACREDITO-" para que en próximas
oportunidades omita registrar y divulgar informaciones que, por depender de una
sentencia judicial, solamente deben ser reportadas y recibidas luego de ejecutoriada
la respectiva providencia.
Quinta.- LIBRESE la comunicación prevista en el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA
VERGARA ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
392 | T-200-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-200/95
LIBERTAD DE
CULTOS-Alcance/LIBERTAD
DE CULTOS-Límitaciones
En ejercicio de
una libertad que el Estado garantiza, todos pueden afiliarse a la confesión
religiosa de sus preferencias y, obviamente, habiéndose matriculado en una de
ellas, el feligrés se compromete a acatar los deberes y obligaciones que exige
la profesión de fe. Si bien el Estado se halla obligado por las normas
constitucionales a permitir que los fieles de las distintas religiones tomen
parte activa en los ritos propios de sus creencias, sin obstáculos ni
impedimentos, los agentes estatales no pueden permanecer pasivos ante
situaciones que, desbordando el curso razonable de las ceremonias religiosas,
impliquen daño o amenaza a la vida, la integridad personal o la dignidad de los
concurrentes o de terceros. Pero el fanatismo religioso, que puede conducir al
flagrante peligro de los mismos integrantes de una colectividad de creyentes, o
los ritos satánicos, que causan grave daño a la integridad física y moral de
los circunstantes, no están comprendidos dentro de la libertad de cultos.
AUTONOMIA DE LAS
RELIGIONES/AUTORIDAD ECLESIASTICA-Reglamento
En el campo
religioso, cada iglesia es libre de establecer, según sus criterios, los
reglamentos y disposiciones con arreglo a los cuales habrán de cumplirse los
objetivos inherentes a la fe que practica. Las decisiones de tales autoridades,
dentro de las competencias que la propia confesión religiosa establece, son
obligatorias para sus feligreses en la medida en que sus ordenamientos internos
lo dispongan. De la misma manera, las religiones gozan de libertad para
establecer requisitos y exigencias en el campo relativo al reconocimiento de
dignidades y jerarquías así como en lo referente a los sacramentos, ritos y
ceremonias. Todo esto implica un orden eclesiástico que cada comunidad
religiosa establece de modo independiente, sin que las autoridades del Estado
puedan intervenir en su configuración ni en su aplicación, así como las
jerarquías eclesiásticas tampoco están llamadas a resolver asuntos reservados a
las competencias estatales.
AUTONOMIA DE LA
IGLESIA CATOLICA-Bautismo
La Iglesia
Católica no depende de las autoridades estatales para desarrollar su papel
espiritual en el seno de la sociedad colombiana y que no puede ser limitada por
aquéllas, corregida u obligada, en lo que concierne específicamente a asuntos
de índole religiosa, librados de modo exclusivo a sus principios y normas, que
no provienen de la potestad civil y que no se deben a ella. La Iglesia Católica
-como todas las religiones que operan en Colombia- puede señalar, sin
autorización del Estado, de acuerdo con los lineamientos fundamentales de la fe
religiosa y de conformidad con las decisiones de sus propias autoridades, las
condiciones y requisitos que deben cumplirse para acceder a los sacramentos,
que son elementos típicamente religiosos en cuya administración no intervine la
potestad civil, ni para impedirla ni para propiciarla. Uno de ellos es
precisamente el del Bautismo. Se trata de un asunto ajeno a la autoridad de la
legislación positiva del Estado y sustraído, por tanto, a las decisiones de los
jueces, los cuales nada pueden resolver acerca de si el aludido sacramento se
imparte o no a determinadas personas, ya que las exigencias previas son también
religiosas y están reservadas a la autoridad eclesiástica.
-Sala Quinta de Revisión-
Ref.: Expediente
T-57398
Acción de tutela
instaurada por LUZ ADRIANA DIAZ ARREDONDO, CLAUDIA MILENA GONZALEZ TOBON, DIANA
PATRICIA GONZALEZ y GLORIA PATRICIA GARCIA contra la ARQUIDIOCESIS DE
MANIZALES.
Magistrado
Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Sentencia aprobada
en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los nueve (9) días del mes de mayo de mil
novecientos noventa y cinco (1995).
Se revisan los
fallos proferidos en el caso de la referencia por la Sala Civil del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Manizales y por la Sala de Casación Civil de
la Corte Suprema de Justicia.
I. INFORMACION
PRELIMINAR
LUZ ADRIANA DIAZ
ARREDONDO, CLAUDIA MILENA GONZALEZ TOBON, DIANA PATRICIA GONZALEZ y GLORIA
PATRICIA GARCIA ejercieron acción de tutela contra la Arquidiócesis de
Manizales.
DIAZ ARREDONDO es
madre soltera; GONZALEZ TOBON y GARCIA han procreado en unión de hecho y
GONZALEZ es casada civilmente.
Todas se afirman
católicas, no sólo por tradición sino por convicción interna, y manifiestan
que, en tal condición, quieren educar a sus hijos en la fe católica.
Se han dirigido a
varias parroquias de Manizales -"María Auxiliadora", "San
José", "Chipre" y "La Inmaculada"-, con el objeto de
tramitar los bautizos de los menores, pero siempre -según declaran- se les ha
manifestado que sus hijos son "producto del pecado", que son "hijos
naturales" y que "el matrimonio civil no tiene ninguna validez".
Finalmente, por
diferentes caminos, llegaron todas a la Iglesia de San Antonio. El párroco les
dijo que no podía bautizar a los niños por decisión propia y que, en
consecuencia, era indispensable la autorización del Arzobispo de Manizales. A
él se dirigieron las accionantes y se les negó la autorización por cuanto la
orden de no bautizarlos había salido precisamente de allí.
II. DECISIONES
JUDICIALES
En primera
instancia, resolvió la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Manizales el 8 de noviembre de 1994.
La protección fue
negada por cuanto, a juicio del Tribunal, no podría entenderse que la autoridad
civil incursionara en un acto de fe y de conciencia, propio del fuero interno
del individuo y que puede ser demandado por éste a la autoridad eclesiástica y
concedido por ella si su fe y sus principios así lo ameritan.
Según el Tribunal,
menos todavía puede el Estado intervenir para obligar a la Iglesia a conceder o
reconocer efectos que son de rango eminentemente espiritual y, por ende, gozan
de un fuero que escapa a cualquier consideración de los funcionarios estatales.
Por ello, la tutela
-dijo la sentencia- resulta a todas luces improcedente.
Absurdo sería
-agregó- que un juez de la República obligara a la autoridad eclesiástica a
suministrar el Sacramento del bautismo a un habitante del territorio nacional,
no sólo porque la Iglesia es autónoma para regular estas materias por
reconocimiento del Estado sino por cuanto no es del resorte de éste determinar
si se cumple o no en un caso determinado con los requisitos de la fe católica.
Además -concluyó-,
de acuerdo con la Circular Pastoral remitida al expediente por el Arzobispo de
Manizales, a las personas procreadas en uniones extramatrimoniales no se les
niega el Sacramento del bautismo sino que simplemente se les exige acoplarse a
determinada reglamentación ejecutable en el tiempo para obtener el suministro
de ese acto de fe. Ella consiste en prácticas de catequesis por un determinado
lapso para establecer si realmente el beneficiario y los padres quieren
acogerse a los postulados del catolicismo.
Sostuvo el Tribunal
que indiscutiblemente, como potestad espiritual autónoma, la Iglesia está
facultada para consignar tales reglamentaciones.
Impugnado el fallo,
fue confirmado por la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia,
mediante fallo del 13 de diciembre de 1994, en el cual se resaltó que el
Concordato entre la Santa Sede y la República de Colombia -Tratado Público
regido por el Derecho Internacional, aprobado e incorporado a la legislación
colombiana mediante la Ley 20 de 1974- estableció a favor de la Iglesia
Católica un fuero dotado de plena autonomía frente a la potestad civil,
dejándola en plena libertad para ejercer su autoridad espiritual y su
jurisdicción eclesiástica.
Según la
providencia, la Iglesia tiene su gobierno y sus normas autónomas y separadas
del aparato legal que rige para el Estado y sus asociados, por lo cual es
improcedente la acción de tutela.
Ahora -terminó
diciendo- si se entendiera que mediante esta acción se cuestiona una omisión de
un particular, sería pertinente señalar que, como lo establece el artículo 42
del Decreto 2591 de 1991, la tutela cobra vida en el señalado evento siempre y
cuando la falencia se encuentre subsumida dentro de uno de los casos que la
misma norma consagra, circunstancia extraña a lo mostrado en autos.
III.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
La Corte
Constitucional es competente para revisar los fallos que anteceden, según lo
disponen los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política y de acuerdo con
las normas del Decreto 2591 de 1991.
El alcance y
los límites de la libertad de cultos
La Constitución
Política garantiza la libertad de conciencia (Artículo 18), asegurando a cada
uno la inviolabilidad de sus creencias en materia religiosa, las cuales no
pueden ser afectadas por la actividad del Estado o por la injerencia de los
particulares.
Al tenor del
precepto constitucional, nadie puede ser molestado por razón de sus
convicciones ni compelido a revelarlas ni obligado a actuar contra su
conciencia.
Por tanto, en la
esfera de su interioridad inalienable, cada uno resuelve con autonomía aquello
que habrá de configurar su fe religiosa, su concepción sobre la divinidad, los
principios de su comportamiento frente a ella y su aceptación o rechazo a los
símbolos que la representan.
En el campo de esta
libertad hay lugar, inclusive, para no creer en nada, si tal es el resultado
del proceso interior mediante el cual se fija la posición de la persona frente
a los temas espirituales.
Como consecuencia de
las propias concepciones, cada hombre asume unas conductas externas que
traducen en la práctica las ideas religiosas que profesa.
En ejercicio de una
libertad que el Estado garantiza, todos pueden afiliarse a la confesión
religiosa de sus preferencias y, obviamente, habiendose matriculado en una de
ellas, el feligrés se compromete a acatar los deberes y obligaciones que exige
la profesión de fe. La comunidad demanda normalmente signos externos que
muestren el compromiso de los creyentes y su identificación con los valores que
propugna. Los fieles, en desarrollo de la misma libertad, convencidos como
están sobre las verdades de sus creencias, asumen la tarea de divulgarlas y de
ganar nuevos adeptos.
La Constitución
garantiza, entonces, la libertad de cultos (Artículo 19), en cuya virtud toda
persona tiene derecho a profesar libremente su religión y a difundirla en forma
individual o colectiva.
Pero, desde luego,
estas libertades no son absolutas. Han de ejercerse dentro del respeto al orden
jurídico y a los derechos fundamentales de las personas.
Al respecto, cabe
reiterar lo dicho por la Corte:
"El artículo 18
de la Constitución garantiza la libertad de conciencia. Ni el Estado ni los
particulares pueden impedir que se profesen determinadas creencias, ni
ocasionar molestias al individuo por causa de sus convicciones.
En concordancia con
esa garantía, la Constitución asegura a las personas su libertad de practicar,
individual o colectivamente, los cultos, devociones y ceremonias propios de su
credo religioso y la difusión de los criterios y principios que conforman la
doctrina espiritual a la que él se acoge (artículo 19 C.N.).
Empero, estas
libertades no son absolutas. Encuentran sus límites en el imperio del orden
jurídico, en el interés público y en los derechos de los demás. Su ejercicio
abusivo, como el de cualquier otro derecho, está expresamente proscrito por el
artículo 95, numeral 1, de la Constitución.
Una correcta
interpretación constitucional no puede llevar a convertir la libertad de cultos
en motivo para cercenar los demás derechos fundamentales. Su uso debe ser
razonable y adecuado a los fines que persigue. Los desbordamientos quedan
sujetos a la acción de las autoridades, que, según el perentorio mandato del
artículo 2º de la Constitución, han sido instituidas, entre otras cosas, para
proteger a todas las personas residentes en Colombia en sus creencias, pero
también para asegurar los derechos y libertades de los demás y para garantizar
el cumplimiento de los deberes sociales de los particulares.
La Corte
Constitucional ratifica en esta ocasión la doctrina de la convivencia de los
derechos, es decir, la tesis de que pueden hacerse compatibles sobre la base de
que, siendo relativos, su ejercicio es legítimo mientras no lesione ni amenace
otros derechos, ni atente contra el bien general. En la medida en que ello
acontezca, se torna en ilegítimo. Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de
Revisión. Sentencia T-465 del 26 de octubre de 1994).
Resulta, entonces,
que si bien el Estado se halla obligado por las normas constitucionales a
permitir que los fieles de las distintas religiones tomen parte activa en los
ritos propios de sus creencias, sin obstáculos ni impedimentos, siendo
proscrita también cualquier gestión suya encaminada a forzar tales prácticas,
pues la conducta oficial debe ser de total imparcialidad, los agentes estatales
no pueden permanecer pasivos ante situaciones de esta naturaleza que,
desbordando el curso razonable de las ceremonias religiosas, impliquen daño o
amenaza a la vida, la integridad personal o la dignidad de los concurrentes o
de terceros.
Así, por ejemplo, en
desarrollo de la función constitucional de las autoridades, que consiste en
proteger a todas las personas residentes en Colombia en sus vidas, honra,
bienes, creencias y demás derechos y libertades (Artículo 2º C.P.), ellas están
obligadas a intervenir cuando los ritos de una congregación o secta puedan
implicar la práctica de sacrificios humanos, torturas, atentados contra la
salud material o psíquica de las personas.
En ese orden de
ideas, el fanatismo religioso, que puede conducir al flagrante peligro de los
mismos integrantes de una colectividad de creyentes, o los ritos satánicos, que
causan grave daño a la integridad física y moral de los circunstantes, no están
comprendidos dentro de la libertad de cultos.
Así lo ha
manifestado con claridad el artículo 5º de la Ley Estatutaria 133 de 1994:
"ARTICULO 5º
No se incluyen dentro del ámbito de aplicación de la presente Ley las
actividades relacionadas con el estudio y experimentación de los fenómenos
psíquicos o parapsicológicos; el satanismo, las prácticas mágicas o
supersticiosas o espiritistas u otras análogas ajenas a la religión".
La Corte Constitucional declaró exequible
la norma, destacando que "obviamente este tipo de actos es y puede ser
objeto de control de legalidad y de tutela judicial específica de un derecho
constitucional fundamental" (Cfr. Corte Constitucional. Sala Plena.
Sentencia C-088 del 3 de marzo de 1994).
La Corte reitera lo dicho en el sentido de
que el precepto transcrito desarrolló las disposiciones constitucionales y dió
al concepto de libertad religiosa un alcance, que no es otro que el resultante
del conjunto normativo plasmado en la Ley Estatutaria.
Esta Sala añade a lo ya dicho que el
satanismo y las prácticas mágicas o supersticiosas no pueden constituir
expresión ni forma de la libertad de cultos, en cuanto por definición
contradicen la idea de la divinidad, son esencialmente opuestas a la religión
y, por ende, en ellas no puede ampararse nadie, como si hiciera ejercicio de un
derecho constitucional, menos todavía si comportan violación o amenaza de
derechos fundamentales.
Así, pues, si el Estado encuentra que se
llevan a cabo prácticas de la índole mencionada en contra de la integridad o la
vida de las personas, no solamente goza del derecho sino que tiene la
obligación de actuar para la protección efectiva de los derechos que pudieran
resultar afectados.
Autonomía de
las religiones frente al Estado
En el inciso segundo
de su artículo 19, la Constitución declara que todas las confesiones religiosas
e iglesias son igualmente libres ante la ley.
Todas las
congregaciones, independientemente de su origen y de los principios que las
inspiren, gozan ante el Estado colombiano de las mismas garantías y pueden
ejercer, dentro de los aludidos límites, su actividad pastoral y las gestiones
encaminadas a la realización de los fines que les son propios.
En el campo
religioso, cada iglesia es libre de establecer, según sus criterios, los
reglamentos y disposiciones con arreglo a los cuales habrán de cumplirse los
objetivos inherentes a la fe que practica.
Igualmente hacen
parte de la garantía constitucional la autonomía de sus autoridades y la
fijación de las normas con base en las cuales ellas actúan.
Las decisiones de
tales autoridades, dentro de las competencias que la propia confesión religiosa
establece, son obligatorias para sus feligreses en la medida en que sus
ordenamientos internos lo dispongan. De la misma manera, las religiones gozan
de libertad para establecer requisitos y exigencias en el campo relativo al
reconocimiento de dignidades y jerarquías así como en lo referente a los
sacramentos, ritos y ceremonias.
Todo esto implica un
orden eclesiástico que cada comunidad religiosa establece de modo independiente,
sin que las autoridades del Estado puedan intervenir en su configuración ni en
su aplicación, así como las jerarquías eclesiásticas tampoco están llamadas a
resolver asuntos reservados a las competencias estatales.
El legislador,
mediante la Ley 133 de 1994, declarada exequible por la Corte Constitucional,
según Sentencia C-088 del 3 de marzo de 1994, estableció con claridad (Artículo
13) que "las iglesias y confesiones religiosas tendrán, en sus asuntos
religiosos, plena autonomía y libertad y podrán establecer sus propias normas
de organización, régimen interno y disposiciones para sus miembros".
Agrega el precepto
legal estatutario que en dichas normas, así como en las que regulen las
instituciones creadas por aquéllas para la realización de sus fines, podrán
incluir cláusulas de salvaguarda de su identidad religiosa y de su carácter
propio, así como del debido respeto de sus creencias, sin perjuicio de los
derechos y libertades reconocidos en la Constitución y en especial de los de la
libertad, igualdad y no discriminación.
Entonces, la
Constitución de 1991 garantiza el pluralismo religioso, es decir, permite la
coexistencia de las diversas confesiones y creencias, a la vez que garantiza a
todas, por igual, la libre práctica de sus cultos y el desarrollo de las
actividades que buscan extender entre la población sus convicciones, siempre
que al hacerlo respeten el orden jurídico y los derechos fundamentales de las
personas.
La Carta, en
diversas normas, desarrolla esta garantía, con miras a una convivencia pacífica
basada en el respeto de todos a las ideas y creencias de los demás y en la
necesidad de propiciar que cada uno, en la órbita propia de su individualidad,
adopte bajo un responsable uso de su libertad, las decisiones que mejor
convengan a sus ideales y convicciones.
El artículo 38 de la
Constitución permite que los fieles de una religión se agrupen mediante
organizaciones que la representen y el artículo 42 ibídem reconoce
efectos civiles a los matrimonios religiosos, en los términos que establezca la
ley.
Las autoridades del
Estado no entran a definir las reglas internas de las asociaciones en cuestión
sino que se limitan a asegurar su funcionamiento libre, en cuanto no perturbe
el orden jurídico.
Por lo que respecta
a los matrimonios, la normatividad civil acoge lo que en el seno de la
respectiva religión se haya dispuesto para la validez de los vínculos que se
establezcan, sin entrar en controversia acerca de los requisitos y trámites de
orden sacramental que las autoridades eclesiásticas y las normas por ellas
expedidas hayan previsto. La actitud del Estado consiste apenas en tomar como
punto de referencia lo que certifiquen los respectivos funcionarios
eclesiásticos, con el fin de que lo actuado, según las prescripciones
religiosas, tenga consecuencias en el terreno civil, como lo dispongan las
leyes.
Autonomía de
la Iglesia Católica frente al Estado colombiano
Según el Preámbulo
de la Constitución, ésta fue decretada, sancionada y promulgada invocando la
protección de Dios.
Si bien el Estado no
asume posiciones a favor o en contra de confesiones determinadas, ni se afilia
a ninguna de ellas, toda vez que no hay en Colombia una religión oficial,
tampoco desdeña las creencias del pueblo, a las cuales respeta y hace respetar,
disponiendo los elementos normativos indispensables para asegurar que sea
efectiva la libertad de cultos y absteniéndose de interferir en las funciones
espirituales que cumplen los prelados y apóstoles de los distintos movimientos
religiosos.
El Estado -dice el
artículo 2º de la Ley 133 de 1994- no es ateo, agnóstico o indiferente ante los
sentimientos religiosos de los colombianos.
En cuanto a la
Iglesia Católica, cuya fe es profesada por la mayoría de la población, el
Estado no le brinda trato preferente en detrimento de los demás cultos, ya que
la diversidad de creencias no puede constituir motivo de desigualdad o
discriminación ante la ley y las autoridades, pero es claro que -como lo
expresa el artículo 11 de la mencionada Ley Estatutaria- continúa
reconociéndole personería jurídica de Derecho Público Eclesiástico, lo cual es
extensivo a las entidades erigidas o que se erijan conforme a lo establecido en
el inciso 1º del artículo IV del Concordato celebrado en 1973 entre Colombia y
la Santa Sede, aprobado por la Ley 20 de 1974 y en vigencia desde el 2 de julio
de 1975.
Existen, por tanto,
unas normas, pertenecientes a un Tratado Público debidamente celebrado y en
vigor que, en aquellos puntos que no fueron declarados inexequibles por la Corte
Constitucional (Sentencia C-027 del 5 de febrero de 1993. M.P.: Dr. Simón
Rodríguez Rodríguez), deben ser acatadas de manera íntegra por las partes.
El artículo II del
Concordato, declarado exequible por la Corte Constitucional, dispone que la
Iglesia Católica conservará su plena libertad e independencia de la potestad
civil y, por consiguiente, podrá ejercer libremente toda su autoridad
espiritual y su jurisdicción eclesiástica, conformándose en su gobierno y
administración con sus propias leyes.
Por su parte, el
artículo III ibídem reitera que la legislación canónica es independiente
de la civil y no forma parte de ésta, pero será respetada por las autoridades
de la República.
Comentando estas
normas, la Corte, en el Fallo al que se acaba de hacer referencia, puso de
presente:
"Una
manifestación entonces de la libertad religiosa (art. 19 C.N.) es la de aceptar
la independencia y autonomía de la autoridad eclesiástica de la Iglesia
Católica, como una realidad viviente y hecho sociológico e indiscutible del
pueblo colombiano, mas dentro del marco espiritual y pastoral que le es
propio".
(...)
"Valga resaltar
que en tratándose de actividades exclusiva y esencialmente dedicadas al
ejercicio espiritual y culto de la religión, goza ésta de todas las
prerrogativas sin que el Estado pueda entrometerse en ello. Es este el campo
reservado a su dominio sagrado en que puede desenvolverse con toda amplitud y
libertad (art. 19 C.N.)".
Ese reconocimiento,
que constituye elemento integrante de las garantías constitucionales sobre
libertad de conciencia y de cultos, significa que la Iglesia Católica no
depende de las autoridades estatales para desarrollar su papel espiritual en el
seno de la sociedad colombiana y que no puede ser limitada por aquéllas,
corregida u obligada, en lo que concierne específicamente a asuntos de índole
religiosa, librados de modo exclusivo a sus principios y normas, que no
provienen de la potestad civil y que no se deben a ella.
Tal concepción
favorece no solamente a la Iglesia, considerada como ente jurídico autónomo,
sino a las personas que profesan el catolicismo, quienes, libres de cualquier
presión externa, se ciñen a sus propias convicciones y desarrollan, en un clima
de libertad, sus aspiraciones de orden espiritual.
Como expresaba
JACQUES MARITAIN desde 1947 en su obra "Los derechos del hombre y la ley
natural", buscando el fundamento de la dignidad que hoy reivindican entre
nosotros varias normas constitucionales, "la persona humana tiene derecho
a la libertad por el mismo hecho de ser una persona, un todo dueño de sí mismo
y de sus actos, y que por consiguiente no es un medio, sino un fin que debe ser
tratado como tal".
Garantizando la
libertad de cultos y comprometiéndose el Estado a no interferir entre la Iglesia
y sus fieles se realiza el valor superior de la dignidad humana y se hace
efectiva la libertad de cada uno en su forma más genuina.
Por ende, la
independencia de la Iglesia Católica en un país mayoritariamente afiliado al
catolicismo desarrolla a cabalidad los principios constitucionales, sin
detrimento de las demás confesiones, que, según lo visto, gozan de la misma
autonomía y de una total libertad para establecer, en el plano religioso, lo
que más convenga a los fundamentos doctrinarios a los que se acoge cada una de
ellas.
En asuntos como el
examinado, la Iglesia Católica -como todas las religiones que operan en
Colombia- puede señalar, sin autorización del Estado, de acuerdo con los
lineamientos fundamentales de la fe religiosa y de conformidad con las
decisiones de sus propias autoridades, las condiciones y requisitos que deben
cumplirse para acceder a los sacramentos, que son elementos típicamente
religiosos en cuya administración no intervine la potestad civil, ni para
impedirla ni para propiciarla.
Uno de ellos es
precisamente el del Bautismo, que vincula a la persona con la Iglesia y cuyo
sentido último corresponde sin lugar a dudas a la expresión de la fe acogida y
practicada por los padres del bautizado, quienes, sin perjuicio de las posteriores
decisiones que pueda adoptar el niño en la edad adulta, lo inician, mediante el
aludido procedimiento, en el ideario católico, en las creencias y en los ritos
que le son inherentes.
Se trata de un
asunto ajeno a la autoridad de la legislación positiva del Estado y sustraído,
por tanto, a las decisiones de los jueces, los cuales nada pueden resolver
acerca de si el aludido sacramento se imparte o no a determinadas personas, ya
que las exigencias previas son también religiosas y están reservadas a la
autoridad eclesiástica.
La acción de tutela
instaurada en este caso resultaba, por ello, del todo improcedente, como bien
lo afirmaron los tribunales de instancia.
De haber sido
despachada favorablemente la demanda, el Estado habría desbordado los límites
de su jurisdicción, invadiendo una que le es totalmente extraña. Ella no
solamente está fuera de cualquier ordenamiento positivo, sino que escapa
inclusive al ámbito temporal en cuanto únicamente tiene relevancia y efectos en
el campo de los asuntos espirituales.
Así, pues, cualquier
resolución judicial en torno a si debían o no tramitarse los bautismos objeto
de controversia habría implicado flagrante violación de la Constitución
Política, pues habría vulnerado abiertamente la libertad de cultos de los
católicos y la de conciencia de las autoridades eclesiásticas correspondientes,
y necesariamente habría implicado violación de los artículos II y III del
Concordato celebrado entre Colombia y la Santa Sede, fuera del desconocimiento
de la normatividad estatutaria consagrada en la Ley 133 de 1994.
Distinta hubiera
sido la situación si los jerarcas de la Iglesia hubieran vinculado elementos de
tipo religioso con consecuencias que afectaran los derechos fundamentales, como
habría acontecido en el evento de exigir partidas eclesiásticas de bautismo u
otro sacramento como requisito indispensable para atender a un enfermo en
peligro de muerte en un centro hospitalario administrado por la respectiva
confesión religiosa. Tal conducta no correspondería al ejercicio de una
potestad espiritual sino a todas luces material, nada menos que en relación con
el derecho a la vida y, por tanto, habría caído bajo la competencia de los
jueces en cuanto al restablecimiento y protección de los derechos fundamentales
quebrantados.
No es tal
circunstancia ni otra parecida la que aquí se debate, habiendo sido cabalmente
establecida la improcedencia de la acción, motivos por los cuales serán
confirmadas las ya citadas providencias.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional de la República
de Colombia, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución,
RESUELVE:
Primero.- CONFIRMANSE los fallos del ocho (8) de
noviembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994) y del trece (13) de
diciembre del mismo año, proferidos por el Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Manizales -Sala Civil-, y por la Corte Suprema de Justicia -Sala de
Casación Civil-, mediante los cuales se resolvió sobre la petición de tutela
formulada por LUZ ADRIANA DIAZ ARREDONDO, CLAUDIA MILENA GONZALEZ TOBON, DIANA
PATRICIA GONZALEZ y GLORIA PATRICIA GARCIA, contra la ARQUIDIOCESIS DE
MANIZALES.
Segundo.- LIBRESE la comunicación prevista en el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y
cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
Presidente de la Sala
HERNANDO HERRERA
VERGARA ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
393 | T-201-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-201/95
SALARIO-Criterio de diferenciación/DERECHO A LA
IGUALDAD-Vulneración/CARRERA ADMINISTRATIVA-Vulneración
El tertium
comparationis, o criterio de diferenciación, incorporado en el acto
administrativo de determinación de las escalas salariales, consiste en el hecho
de ostentar un determinado empleo cuya supresión pretende la administración. La
omisión de la autoridad administrativa introdujo una diferenciación de trato
entre los servidores públicos del municipio, y los servidores públicos con el
cargo de Secretario grado 10.
MUNICIPAL-Modificación de empleos/DERECHO A LA
ESTABILIDAD LABORAL/CARRERA ADMINISTRATIVA-Protección
La objetividad y
razonabilidad del criterio de diferenciación, no obstante, debe apreciarse
según los medios escogidos para alcanzar la finalidad propuesta, así como
respecto de los efectos que dicha elección tiene para la vigencia de otros
valores constitucionales de igual o mayor significación. La autoridad municipal
eligió la diferenciación salarial como medio para modificar los empleos de la
administración municipal. El medio escogido por la administración para
propiciar la sustitución de empleos en el ámbito municipal, consistente en no reconocer
a los servidores públicos que ocupan el cargo de secretario grado 10 el
incremento salarial correspondiente al año 1994, es ostensiblemente inadecuado
y desproporcionado, pese a la posibilidad de aceptar un cargo de mejor
remuneración. La inadecuación del medio empleado se hace patente en el
ofrecimiento a la petente, como única opción para no ser desmejorada
salarialmente, de un empleo de libre nombramiento y remoción de mayor
remuneración, pese a su condición de funcionaria de carrera administrativa. La
estabilidad del cargo, una de las garantías constitucionales y legales más
importantes de la carrera administrativa, resulta desconocida con el mecanismo
diseñado por la autoridad pública para modificar la planta de personal de la
administración.
AUTONOMIA
MUNICIPAL-Límites
Si bien las
autoridades municipales están facultadas para suprimir cargos, no es
indiferente cómo lleven a cabo este cometido. El ejercicio de la autonomía, se
repite, está sujeto a la Constitución y a la ley, por lo que las decisiones a
nivel local deben respetar bienes y valores de superior jerarquía. A este
respecto, el Concejo de Bucaramanga no tiene en cuenta que la peticionaria goza
de la calidad de empleada de carrera administrativa, condición protegida por la
Constitución y la ley que no puede ser desconocida por actos u omisiones de las
autoridades administrativas. Respecto al cambio de la naturaleza de los
empleos, el artículo 5º de la Ley 27 de 1992 - por la cual se desarrolla el
artículo 125 de la Constitución -, dispone: "Los empleados de carrera
cuyos cargos sean declarados de libre nombramiento y remoción, deberán ser
trasladados a empleos de carrera con funciones afines y remuneración igual o
superior a la del cargo que desempeñan, si existieren vacantes en las respectivas
plantas de personal; en caso contrario, continuarán desempeñando el mismo cargo
y conservarán los derechos de carrera mientras permanezcan en él".
ACCION DE TUTELA
POR OMISION DE LA ADMINISTRACION
La acción de
tutela es la vía procedente para impedir, en el presente caso, que la actuación
omisiva de la autoridad pública vulnere o amenace los derechos fundamentales.
Los otros medios de defensa judicial que, en principio, estarían a disposición
del afectado por las omisiones administrativas, no son idóneos para la
protección inmediata del derecho fundamental vulnerado o amenazado. En efecto,
las acciones de nulidad, y de nulidad y restablecimiento del derecho, serían
inadecuadas para proteger el derecho a la igualdad y al trabajo, ya que, por un
lado, no habría acto administrativo sobre el cual recayera la demanda de
nulidad, como tampoco habría existido un derecho legal conculcado materia de un
eventual restablecimiento. De otra parte, la acción de reparación directa
presupone la existencia de un daño, supuesto de hecho que excluye la
procedencia de la acción de tutela. Más que una pretensión indemnizatoria, la
peticionaria busca que cese la discriminación en su contra. Las acciones
contractual y de definición de competencias, son también manifiestamente
inapropiadas para el objetivo buscado. Por último, los derechos vulnerados
exhiben rango constitucional, por lo que su protección corresponde a la
jurisdicción constitucional.
SALARIO-Reajuste/PARTIDA PRESUPUESTAL-Orden
para que se incluya
La orden a
impartir por parte del juez de tutela con miras a proteger los derechos
fundamentales violados o amenazados, debe tener en cuenta las posibilidades
jurídicas y fácticas para su realización. Como quiera que el reconocimiento del
reajuste salarial depende de su inclusión en el presupuesto, sólo podrá
ordenarse que este se incorpore en el próximo acuerdo municipal que se decrete
sobre la materia. La orden consistirá entonces en que se tomen las medidas para
garantizar el reajuste salarial de los años 1994 y 1995 (con base en el sueldo
reajustado de 1994) a la peticionaria, por parte de las autoridades
administrativas competentes.
Mayo 10 de 1995
Ref: Expediente T-56630
Actor: SONIA ESMERALDA ARIZA GUERRERO
Magistrado Ponente:
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Temas:
- Derecho a la igualdad
- Inadecuación y desproporción del medio de
diferenciación
- Protección constitucional de los empleos de carrera
La Sala Tercera de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Eduardo
Cifuentes Muñoz, Carlos Gaviria Díaz y José Gregorio Hernández Galindo, ha
pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
S E N T E N C I A
En el proceso de
tutela número T-56630 promovido por la Señora SONIA ESMERALDA ARIZA GUERRERO
contra el MUNICIPIO DE BUCARAMANGA .
ANTECEDENTES
1. SONIA ESMERALDA
ARIZA GUERRERO fue nombrada en propiedad para ocupar el cargo de Secretario de
la Inspección de Control de Calidad, Pesas y Medidas, grado 10, dependiente de
la Secretaría de Gobierno, con una asignación mensual de $ 158.600 pesos,
mediante Decreto 437 del 27 de mayo de 1992, expedido por el Alcalde Mayor de
Bucaramanga.
2. Sonia Esmeralda
tomó posesión el día 23 de junio de 1992. El manual de funciones y calidades
vigente en la entidad, establecía para dicho cargo las funciones de certificar
los actos administrativos ejecutoriados por el Inspector, sustanciar y tramitar
los procesos por contravenciones de las normas de control de calidad, precios,
pesos y medidas, entre otras. Para ser nombrada, Sonia Esmeralda debió
acreditar como requisitos que había cursado 5 años de derecho, tenía
experiencia de un año en consultorio jurídico y había recibido capacitación
durante un mes en la Alcaldía Municipal.
3. Luego de su
posesión, Sonia Esmeralda solicitó su incorporación a la carrera
administrativa. El Servicio Civil, Seccional Santander, mediante oficio del 9
de marzo de 1994, le comunicó que por resolución 91 del 4 de marzo del mismo
año y a partir de esa misma fecha, había sido inscrita en la carrera
administrativa en el empleo de Secretario de Inspección de Control de Calidad,
Precios, Pesos y Medidas.
4. La asignación
salarial fijada por el Concejo de Bucaramanga para el cargo de Secretario de
Inspección, grado 10, para el año de 1993, fue de $ 199.800 pesos (resolución
113 del 9 de diciembre de 1992), correspondiente a un reajuste del 25,9% con
respecto de la asignación de 1992. Para el año de 1994, el mismo Concejo
Municipal no previó reajuste salarial para el cargo de Secretario de Inspección
y mantuvo vigente la asignación dispuesta para el año de 1993. En su reemplazo,
el artículo 9 del Acuerdo 109 del 10 de diciembre de 1993 - por el cual se
establecían las asignaciones mensuales para la vigencia fiscal del 1o. de enero
al 31 de diciembre de 1994 -, dispuso:
"A partir
del primero (1º) de Enero de 1994, los funcionarios que desempeñan los cargos
de Secretario en las Inspecciones, Comisarías y Juzgados de Ejecuciones
Fiscales podrán posesionarse como Secretario II Grado 11 en sus respectivas
dependencias.
"En la
medida en que se produzcan estos ascensos se eliminarán los cargos de
secretarios".
5. El Alcalde de
Bucaramanga expidió el Decreto 834 del 30 de diciembre de 1993, por el cual se
modificó parcialmente el Decreto 442 del 28 de junio de 1993, cuyo artículo
único determinó que los cargos de Secretario de Inspección grado 10 adscritos a
la Secretaría de Gobierno Municipal, entre otros, son empleos de carrera y no
de libre nombramiento y remoción como aparece en el artículo 1º del decreto
modificado.
6. Sonia Esmeralda
Ariza instauró acción de tutela contra el Municipio de Bucaramanga.
Afirma la
peticionaria que el Concejo Municipal vulnera su derecho fundamental a la
igualdad, ya que el Acuerdo 109 de 1993 la despoja del grado salarial 10
establecido para los Secretarios de Inspección, y le fija una remuneración
igual a la devengada en el año de 1993, mientras que los demás funcionarios del
mismo grado sí se benefician con un aumento salarial del 26%, al igual que los
restantes empleados oficiales al servicio del Municipio de Bucaramanga.
La actora considera
que la actuación del órgano administrativo vulnera igualmente su derecho
fundamental al trabajo en condiciones dignas y justas. "Dentro del mismo
acuerdo se condicionó (artículo 9) el restablecimiento del grado conjuntamente
con el incremento salarial al hecho de renunciar al cargo de Secretario grado
10 amparado por la calidad de empleado público escalafonado en carrera
administrativa, siempre y cuando me posesionara inmediatamente en un nuevo
cargo denominado secretario II grado once (11) de libre nombramiento y remoción
(...) Mientras en la actualidad soy empleada de carrera administrativa, por ser
aparentemente inamovible me desmejoran salarialmente con la intención de
obtener mi renuncia y un cargo burocrático más dentro del reparto de los
intereses políticos".
La petente aduce la
procedencia de la acción de tutela, debido a que ya operó la caducidad de las
acciones contencioso administrativas que podrían haberse interpuesto contra el
Acuerdo Municipal N°109 de Diciembre de 1993.
7. Solicita se
ordene al representante legal del Municipio de Bucaramanga efectuar el
reintegro de su cargo a la escala salarial grado diez (10) y se proceda a
reajustarle el salario como a todos los demás funcionarios, en igualdad de
condiciones. Pretende, igualmente, que se ordene la reparación del daño emergente
causado mediante las acciones y omisiones del Concejo Municipal, y que se
advierta a dicho funcionario para que no vuelva a incurrir en la conducta
descrita.
8. El Tribunal
Administrativo de Santander, mediante sentencia del 23 de noviembre de 1994,
niega por improcedente la tutela solicitada. Afirma el fallador que los
términos empleados por la petente permiten inferir que era consciente de que el
acto (Acuerdo Municipal N° 109 de Diciembre de 1993) podía ser demandado por la
vía contencioso administrativa, "habiendo dejado transcurrir los términos
que tenía para hacerlo ...". A su juicio, sí la demandante gozó de la
oportunidad de incoar una acción judicial oportunamente, y no agotó ese
procedimiento a sabiendas de su existencia, "carece de viabilidad el
buscar como medio alternativo la acción de tutela, cuando entre otras cosas no
se ha impetrado para evitar un perjuicio irremediable".
FUNDAMENTOS JURIDICOS
Situación
descrita por la peticionaria
1. La peticionaria
denuncia la vulneración de sus derechos fundamentales a la igualdad y al
trabajo. Estima que la omisión del Concejo Municipal de Bucaramanga, de
decretar para el cargo que ocupa - Secretario de inspección de control de
calidad, precios, pesos y medidas - un incremento salarial para el año de 1994
equivalente al de los demás funcionarios de la administración local, constituye
un trato discriminatorio, inequitativo e indiscutiblemente arbitrario. Por otra
parte, advierte que la omisión administrativa - que se traduce en un desmejoramiento
salarial -, y la posibilidad de renunciar al cargo de carrera administrativa y
acogerse a un cargo de libre nombramiento y remoción, con una mayor asignación
salarial (Acuerdo 109 de 1993, artículo 9), violan el derecho al trabajo.
Derecho a la igualdad:
términos de comparación y criterio de diferenciación
2. La petente
considera que es discriminada respecto de los demás servidores públicos del
municipio de Bucaramanga, a los cuales les fue aumentado en un 26% el salario
para el año 1994, mientras que a ella, y a los demás funcionarios que ocupan el
cargo de Secretario grado 10, el Concejo Municipal omitió decretar el referido
aumento.
La comparación de
las escalas salariales aprobadas por el Concejo de Bucaramanga para los años
1993 (acuerdo 113 de 1992) y 1994 (acuerdo 109 de 1993), muestra que para el
cargo de Secretario de Inspección se mantuvo en 1994 la asignación de $ 199.800
dispuesta para 1993, mientras que los demás funcionarios de la administración
local recibieron un aumento en su asignación mensual del 26%. De esta forma, la
omisión de la autoridad administrativa introdujo una diferenciación de trato
entre los servidores públicos del municipio, y los servidores públicos con el
cargo de Secretario grado 10, para los cuales el acuerdo 109 previó la
posibilidad de renunciar al cargo y de acogerse a otro de diferente
denominación, con mejor salario, pero de libre nombramiento y remoción.
El tertium
comparationis, o criterio de diferenciación, incorporado en el acto
administrativo de determinación de las escalas salariales, consiste en el hecho
de ostentar un determinado empleo cuya supresión pretende la administración. En
efecto, sólo a los funcionarios con el cargo de Secretario grado 10, se les
suprime el grado y mantiene sin variación su asignación salarial de 1993 para
el año 1994, mientras que a los demás servidores públicos se les reajusta el
salario. La finalidad buscada con esta diferenciación se evidencia
explícitamente en el artículo 9 del acuerdo 109 de diciembre 10 de 1993, que
dispone la eliminación del cargo "en la medida que se produzcan estos
ascensos".
Justificación
objetiva y razonable
3. Según reiterada
doctrina de la Corte, "toda desigualdad no constituye necesariamente una
discriminación; la igualdad sólo se viola si la desigualdad está desprovista de
una justificación objetiva y razonable, y la existencia de dicha justificación
debe apreciarse según la finalidad y los efectos de la medida considerada,
debiendo darse una relación razonable de proporcionalidad entre los medios
empleados y la finalidad perseguida"[1].
Finalidad buscada
4. La finalidad
buscada por la administración en el acuerdo 109 de 1993, o sea, la eliminación
de unos empleos y la creación de otros, en principio, goza de fundamento
constitucional. El principio autonómico que atempera el carácter unitario de
nuestro régimen político (CP art. 1), garantiza a las entidades territoriales,
entre ellas a los municipios, autonomía en la gestión de sus intereses, dentro
de los límites de la Constitución y la ley (CP art. 287). La Carta Política
atribuye al alcalde, como jefe de la administración local, la facultad de
crear, suprimir o fusionar empleos de sus dependencias, con arreglo a los
acuerdos correspondientes (CP art. 315-7), lo cual encuentra justificación
práctica en la necesidad de adecuar el tamaño y capacidad de gestión de la
administración a las cambiantes exigencias de la población.
En abstracto, ningún
reparo de índole jurídica puede hacerse a la autoridad pública competente que
decide desestimular la permanencia en un cargo, mediante el ofrecimiento a los
servidores públicos afectados de la posibilidad de posesionarse en otro de
reciente creación y de mejor remuneración. Si la administración goza de la
atribución de suprimir un empleo de sus dependencias, con mayor razón puede
adoptar medidas para hacer menos atractiva la permanencia en un cargo. En este
sentido, la determinación del Concejo de Bucaramanga (Acuerdo 109 de 1993, art.
9) de desestimular la permanencia en el cargo de Secretario en las
Inspecciones, Comisarías y Juzgados de Ejecuciones Fiscales, y propiciar su
modificación por el cargo de Secretario II grado 11, es una finalidad legítima,
con base en la cual es lícito diferenciar entre unos empleos y otros.
Constitucionalidad
de los medios escogidos
5. La objetividad y
razonabilidad del criterio de diferenciación, no obstante, debe apreciarse
según los medios escogidos para alcanzar la finalidad propuesta, así como
respecto de los efectos que dicha elección tiene para la vigencia de otros
valores constitucionales de igual o mayor significación.
La autoridad
municipal eligió la diferenciación salarial como medio para modificar los
empleos de la administración municipal. En sí mismo, el reajuste del salario a
unos cargos y a otros no, puede ser un eficaz instrumento para persuadir a
ciertos funcionarios para que acepten un cambio de empleo que se considera conveniente.
No obstante, para que la diferenciación introducida no devenga en trato
discriminatorio o arbitrario, la autoridad pública debe evaluar si el medio
utilizado es adecuado, necesario y proporcional a los fines propuestos.
El medio escogido
por la administración de Bucaramanga para propiciar la sustitución de empleos
en el ámbito municipal, consistente en no reconocer a los servidores públicos
que ocupan el cargo de secretario grado 10 el incremento salarial
correspondiente al año 1994, es ostensiblemente inadecuado y desproporcionado,
pese a la posibilidad de aceptar un cargo de mejor remuneración.
En efecto, si bien
las autoridades municipales están facultadas para suprimir cargos (CP art.
315-7), no es indiferente cómo lleven a cabo este cometido. El ejercicio de la
autonomía, se repite, está sujeto a la Constitución y a la ley (CP art. 287),
por lo que las decisiones a nivel local deben respetar bienes y valores de
superior jerarquía. A este respecto, el Concejo de Bucaramanga no tiene en cuenta
que la peticionaria goza de la calidad de empleada de carrera administrativa,
condición protegida por la Constitución (CP art. 125) y la ley (L. 27 de 1992)
que no puede ser desconocida por actos u omisiones de las autoridades
administrativas. Respecto al cambio de la naturaleza de los empleos, el
artículo 5º de la Ley 27 de 1992 - por la cual se desarrolla el artículo 125 de
la Constitución -, dispone: "Los empleados de carrera cuyos cargos sean
declarados de libre nombramiento y remoción, deberán ser trasladados a empleos
de carrera con funciones afines y remuneración igual o superior a la del cargo
que desempeñan, si existieren vacantes en las respectivas plantas de personal;
en caso contrario, continuarán desempeñando el mismo cargo y conservarán los derechos
de carrera mientras permanezcan en él".
6. La inadecuación
del medio empleado se hace patente en el ofrecimiento a la petente, como única
opción para no ser desmejorada salarialmente, de un empleo de libre
nombramiento y remoción de mayor remuneración, pese a su condición de
funcionaria de carrera administrativa. La estabilidad del cargo, una de las
garantías constitucionales y legales más importantes de la carrera
administrativa, resulta desconocida con el mecanismo diseñado por la autoridad
pública para modificar la planta de personal de la administración.
La petente, quien
con justificada razón se niega a perder su calidad de funcionaria de carrera
administrativa, debe soportar, por ese sólo hecho, una reducción (en términos
reales) de su salario, dada la inflación registrada en 1993 (23%
aproximadamente).
7. El medio
utilizado por la autoridad pública es igualmente desproporcionado. Los
beneficios administrativos de la supresión del cargo de secretario grado 10 y
su sustitución por el de secretario II, grado 11, de ninguna manera serían
equiparables a la lesión de derechos fundamentales a la igualdad y al trabajo
de la petente y del principio medular de la organización estatal y de la
función pública según el cual los empleos en los órganos y entidades del Estado
son de carrera, salvo específicas excepciones (CP art. 125).
Las autoridades
municipales habrían podido escoger un medio menos lesivo para la consecución de
la finalidad buscada, por ejemplo mediante el ofrecimiento de una remuneración
suplementaria o de un mayor grado en la escala salarial sin afectar el poder
adquisitivo ni la calidad de los funcionarios de carrera que optaren por
permanecer en su cargo, lo que sí resultaría compatible con la igualdad de
oportunidades para todos los servidores públicos y con la protección del
trabajo en condiciones dignas y justas.
Procedencia de la
acción de tutela respecto de omisiones de la administración
8. El Tribunal de
instancia deniega la solicitud de tutela con fundamento en la disponibilidad de
otro medio de defensa judicial. A su juicio, la acción de nulidad y
restablecimiento del derecho era la vía adecuada para impugnar el acto
administrativo emanado del Concejo de Bucaramanga. No obstante, en su concepto,
la acción administrativa caducó (C.C.A., art. 136), sin que sea admisible ahora
que la petente intente utilizar la acción constitucional como una alternativa
adicional.
El fallador de
tutela no distingue entre las acciones y omisiones de la autoridad pública
demandada, al momento de denegar por improcedente la acción de tutela. Si bien
le asiste razón en cuanto a la posibilidad de incoar la acción de nulidad
contra el artículo 9º del acuerdo 109 del 10 de diciembre de 1993 - que
contemplaba la facultad para los secretarios grado 10 de acogerse a otro empleo
con mayor remuneración -, no sucede lo mismo respecto de la omisión en
reajustar el salario para el año 1994 a dichos servidores públicos. Como se ha
demostrado, esta actuación omisiva carece de justificación objetiva y razonable
y vulnera los derechos fundamentales de la peticionaria. Las acciones
contencioso administrativas no son, en este caso, los medios judiciales idóneos
para impedir la omisión de la autoridad pública demandada.
La acción de tutela
es la vía procedente para impedir, en el presente caso, que la actuación
omisiva de la autoridad pública vulnere o amenace los derechos fundamentales.
Los otros medios de defensa judicial que, en principio, estarían a disposición
del afectado por las omisiones administrativas (C.C.A. art. 83), no son idóneos
para la protección inmediata del derecho fundamental vulnerado o amenazado. En
efecto, las acciones de nulidad, y de nulidad y restablecimiento del derecho,
serían inadecuadas para proteger el derecho a la igualdad y al trabajo, ya que,
por un lado, no habría acto administrativo sobre el cual recayera la demanda de
nulidad, como tampoco habría existido un derecho legal conculcado materia de un
eventual restablecimiento. De otra parte, la acción de reparación directa
presupone la existencia de un daño, supuesto de hecho que excluye la
procedencia de la acción de tutela. Más que una pretensión indemnizatoria, la
peticionaria busca que cese la discriminación en su contra. Las acciones
contractual y de definición de competencias, son también manifiestamente
inapropiadas para el objetivo buscado. Por último, los derechos vulnerados
exhiben rango constitucional, por lo que su protección corresponde a la
jurisdicción constitucional.
La orden a impartir
por parte del juez de tutela con miras a proteger los derechos fundamentales
violados o amenazados, debe tener en cuenta las posibilidades jurídicas y
fácticas para su realización. Como quiera que el reconocimiento del reajuste
salarial depende de su inclusión en el presupuesto, sólo podrá ordenarse que
este se incorpore en el próximo acuerdo municipal que se decrete sobre la
materia. La orden consistirá entonces en que se tomen las medidas para
garantizar el reajuste salarial de los años 1994 y 1995 (con base en el sueldo reajustado
de 1994) a la peticionaria, por parte de las autoridades administrativas
competentes[2].
En cuanto a las
demás personas teóricamente colocadas en las mismas circunstancias, el fallo de
la Corte no puede cobijarlas, dados los efectos inter partes de este
tipo de decisión. La Corte advierte, sin embargo, que la administración debería
adoptar, con fundamento en los principios de la buena fe (CP art. 83) y de
efectividad de los derechos, principios y deberes consagrados en la
Constitución (CP art. 2), las medidas necesarias para evitar nuevas demandas
contra el Estado por los mismos hechos.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Tercera de Revisión,
RESUELVE:
PRIMERO.- REVOCAR
la sentencia del Tribunal
Administrativo de Santander, proferida el 23 de noviembre de 1994.
SEGUNDO.-
CONCEDER a SONIA ESMERALDA
ARIZA GUERRERO la tutela de sus derechos fundamentales a la igualdad y al
trabajo. En consecuencia, ordenar al Alcalde de Bucaramanga y al Concejo de la
misma ciudad, en vista de la indicada omisión inconstitucional, que adopten las
medidas pertinentes para garantizar que en el próximo acuerdo que fije las
asignaciones salariales de los servidores públicos del municipio, se incorpore
el reajuste salarial de 1994 y de 1995, con base en el salario reajustado de
1994, a que tiene derecho la peticionaria.
TERCERO.- LIBRESE comunicación al mencionado Tribunal, con
miras a que se surta la notificación de esta providencia, según lo establecido
en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte
Constitucional.
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado Ponente
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
(Sentencia aprobada
por la Sala Tercera de Revisión, en la ciudad de Santa Fe de Bogotá, D.C., a
los diez (10) días del mes de mayo de mil novecientos noventa y cinco (1995)
).
[1]Corte Constitucional. Sentencia T-422 de 1992 M.P. Dr. Eduardo
Cifuentes Muñoz
[2] Corte Constitucional. Sentencia T-185 de 1993 M.P. Dr. José
Gregorio Hernández Galindo |
394 | T-202-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-202/95
DERECHO A LA
SUSTITUCION PENSIONAL DE COMPAÑERO PERMANENTE/ PRINCIPIO DE IGUALDAD
/DISCRIMINACION POR SEXO
A partir de la
vigencia de la ley 71 de 1988, el compañero permanente también tiene derecho a
la sustitución pensional y, en tal virtud, es equivocada la aseveración que se
hace en los actos de la aludida Seccional en el sentido de que al peticionario
no le asiste el derecho a la sustitución pensional. Por otra parte, el hecho de
que las resoluciones en cuestión fueron dictadas bajo la vigencia de la
Constitución Política de 1991, implica que dichas actuaciones administrativas
debieron sujetarse a lo dispuesto en el artículo 13 que reconoce el derecho a
la igualdad y prohibe, entre otras, las discriminaciones por razón del sexo.
SUSTITUCION
PENSIONAL/ACCION DE TUTELA TRANSITORIA/DERECHOS DE PERSONA DE LA TERCERA EDAD-Condiciones dignas/DERECHO A LA
SUBSISTENCIA
Agotada la vía
gubernativa, el peticionario tiene un medio alternativo de defensa judicial
como es la acción ordinaria ante la justicia laboral. Sin embargo, atendiendo
las condiciones personales del peticionario, quien es persona de avanzada edad
(más de 70 años), enferma y que al parecer no dispone de medios económicos para
atender a su subsistencia, según se infiere de lo acreditado en el expediente,
procede la tutela como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable, pues el reconocimiento de la sustitución pensional y su pago
efectivo se constituyen en algo inaplazable y vital para su subsistencia en
condiciones dignas.
REF.:
Expediente T-56159.
Acción de tutela
contra el Instituto de los Seguros Sociales -Seccional-Cundinamarca y D.C.-.
ACTOR:
Manuel Sabogal
Pardo.
TEMA:
Sustitución
pensional para el compañero permanente.
MAGISTRADO
PONENTE:
ANTONIO BARRERA
CARBONELLl.
Santafé de Bogotá,
D.C., mayo diez (10) de mil novecientos noventa y cinco (1995).
I. ANTECEDENTES.
1. La pretensión
y los hechos.
Por conducto de
apoderado el señor Manuel Sabogal Pardo, en escrito del 20 de septiembre de
1994 impetra la tutela de los derechos fundamentales contenidos en los
artículos 13, 23 y 25 de la Constitución Política, los cuales estima vulnerados
por el Instituto de los Seguros Sociales -Seccional Cundinamarca y Distrito
Capital y, en tal virtud, expuso los siguientes hechos:
A la señora Nelly
Indaburo Lozano, fallecida el 10 de febrero de 1988, le fue reconocida por el
ISS mediante resolución 02614 del 10 de abril de 1988 una pensión por invalidez
de origen no profesional, a partir del 3 de noviembre de 1987.
El peticionario hizo
vida marital de hecho aproximadamente durante 15 años con la citada.
Por medio de la
resolución 001050 del 28 de febrero de 1989 se le reconoció al actor la
condición de esposo de la afiliada Nelly Indaburo Lozano.
Con fecha 4 de
febrero de 1993 el demandante elevó solicitud al Instituto de los Seguros
Sociales Seccional -Cundinamarca y Distrito Capital, la sustitución de la
afiliada Nelly Indaburo Lozano, en su condición de compañero permanente.
Ante la demora de
dicho instituto en resolver la petición del actor, instauró una acción de
tutela ante el Juzgado 74 Penal del Circuito de Santafé de Bogotá. Mediante
providencia del 25 de abril de 1993 el juzgado resolvió no conceder la tutela,
pero esta decisión fue revocada por la Sala Penal del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, corporación ésta que en sentencia del
12 de mayo de 1993 revocó la decisión de primera instancia y accedió a la
tutela del derecho de petición.
Por medio de la
resolución No. 05596 del 6 de julio de 1993, la Comisión de Prestaciones
Sociales del ISS -Seccional Cundinamarca D.C., negó la sustitución pensional
solicitada por el señor Manuel Sabogal Pardo. Contra dicha resolución se
interpuso recurso de reposición y subsidiario de apelación; el primero de éstos
fue resuelto por la misma comisión según resolución No. 09786 del 2 de
noviembre de 1993, en el sentido de confirmar el acto recurrido y el segundo,
fue decidido por medio de la resolución 1900 del 13 de mayo de 1994, expedida
por el gerente de la aludida seccional, igualmente en sentido adverso a los
intereses del petente.
La decisión de no
otorgar al peticionario la sustitución pensional obedeció a que éste tenía
vínculo matrimonial vigente, con la señora Marina Franco Sabogal, con
fundamento en las siguientes consideraciones:
El artículo 29 del
Decreto 758 de 1990, en concordancia con el Decreto 1160 de 1989 reglamentario
de la ley 71 de 1988, en su artículo 13 prevé: "Para que el compañero o
compañera permanente tenga derecho a la pensión de sobrevivientes, se
requerirá, que sea soltero o que siendo casado estuviere separado legal y
definitivamente de cuerpos y de bienes, y que haya hecho vida marital con el
causante durante los 3 años inmediatamente anteriores a su fallecimiento";
al respecto el señor Manuel Sabogal Pardo aportó declaraciones extraproceso
para acreditar la convivencia con la causante por más de 3 años y hasta el
momento del deceso de ésta, pero no ha aportando la prueba de la separación
legal de bienes y de cuerpos del matrimonio católico contraído con la señora
Marina Franco Sabogal.
Mediante sentencia
del 24 de mayo de 1994, la Sección Segunda. del H Consejo de Estado declaró
nula la frase "que siendo casado estuviere separado legal y
definitivamente de cuerpos y de bienes" del artículo 29 del Acuerdo No. 49
de 1990 del Consejo Nacional de Seguros Sociales Obligatorios.
2. Fallos objeto
de revisión.
· En
sentencia del 3 de octubre de 1994 el Juzgado 25 Penal del Circuito de Santafé
de Bogotá tuteló el derecho a la igualdad de Manuel Sabogal Pardo al considerar
que al peticionario le fue vulnerado por el ISS - Seccional Cundinamara y D. C.
su derecho a la igualdad, y ordenó a esta entidad "que en un término
máximo de cuarenta y ocho (48) horas, contados a partir de la notificación de
este fallo, reexamine la apelación interpuesta por el solicitante en contra de
la resolución 05596 del 6 de julio de 1993 emitida por la Comisión de
Prestaciones Económicas de esta entidad, pero esta vez resguardando los principios
y garantías constitucionales y en particular respetando el derecho a la
igualdad consagrado en el art. 13 de la nueva Constitución Colombiana".
Se destacan en la
sentencia del juzgado los siguientes apartes:
"La resolución
1900 del 13 de mayo de 1994 confirma la determinación tomada el 6 de julio del
año inmediatamente anterior en la resolución 05596, sosteniendo la negativa a
la sustitución pensional en lo dispuesto por el art. 1o. de la ley 33 de 1973.
Esto es que la ley sólo contemplaba a la VIUDA como beneficiario de esa
prestación con clara exclusión del cónyuge supérstite hombre o compañero
permanente que se encontrara en la misma situación que la mujer. La razón
fundamental para la aplicación de esa disposición al caso en concreto fue la
vigencia de la misma para la fecha del deceso de la pensionada (10 de febrero
de 1988) aun cuando se reconoce que esa situación varió sustancialmente al
entrar a regir la ley 71 de 1988 que consagró la sustitución pensional para el
cónyuge o compañero permanente supérstite sin distingos de sexo.
Para cuando se
emitieron las dos resoluciones en cuestión por parte del INSTITUTO DE LOS
SEGUROS SOCIALES, julio de 1993 y mayo de 1994, ya estaba en vigor la
Constitución Nacional de 1991. De suerte, al adoptar las decisiones de su
competencia y aplicar las leyes en lo de su cargo, era precisamente esta nueva
Constitución la que debían observar los funcionarios de todo orden de manera
que sus determinaciones al tiempo que acatar la ley cuidarán de salvaguardar
los principios fundamentales de la Carta que ya no regía".
Al comparar la
disposición legal aplicada al caso en concreto por las autoridades del
ISS, estando en vigencia la nueva Carta Constitucional, claramente se evidencia
una apreciable incompatibilidad de la ley con la norma superior pues aquella
establece una odiosa discriminación por razón del sexo entre cónyuges o
compañeros permanentes para efectos de gozar del derecho a la sustitución
pensional, lo que ciertamente riñe con el derecho fundamental a la igualdad
consagrado por el art. 13 de la reciente Constitución Política Colombiana y por
consiguiente, al presentarse semejante incongruencia la norma que debió primar,
por mandato igualmente Constitucional, fue y será el que consagra la igualdad
entre los sexos como principio y derecho fundamental constitucional. De suerte,
aun por sobre los principios de aplicación de las leyes en el tiempo, las
directrices del ISS debieron aplicar de preferencia el mandato superior
inaplicando, por vía de excepción de inconstitucionalidad, la norma contenida
en el art. 1o. de la ley 33 de 1973 por cuanto así se lo ordenaba el art. 4o.
de la Constitución. En ese orden de ideas, es claro aquí que la resolución No.
01900 del 13 de mayo de 1994, emitida por el señor Gerente del ISS, seccional
Cundinamarca y Distrito Capital, no sólo vulnera el derecho a la igualdad de
MANUEL SABOGAL PARDO, consagrado como fundamental por el art. 13
Constitucional, del que hace parte como directivo, garantizar la efectividad de
los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución (art. 2o.
C.N.)".
· La Sala
Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá revocó
la sentencia de primera instancia y, en su lugar, declaró improcedente la
acción de tutela.
Básicamente
argumentó el Tribunal para adoptar su decisión que al tenor de los artículos
62-2 y 63 del C.C.A. una vez decidida la apelación que interpuso el actor, el
acto administrativo que negó la sustitución pensional quedó en firme y por
ende, agotada la vía gubernativa, es decir, culminaba toda actuación del ISS; y
por tal motivo no era procedente ordenar el reexamen de la apelación
interpuesta contra la resolución No. 5596, pues para ello existe la alternativa
de acudir a la jurisdicción de lo contencioso administrativo en aras de anular
la referida decisión.
III.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL.
1. Competencia
A la luz de lo
consagrado en los artículos 86 y 241, numeral 9, de la Constitución Política y
32 a 36 del Decreto 2591 de 1991, esta Corporación es competente para revisar
el fallo judicial cuyo resumen antecede.
2. Inexistencia
de temeridad en el ejercicio de esta nueva acción de tutela.
Si bien el artículo
38 del decreto 2591 de 1991 establece que cuando, sin motivo expresamente
justificado, la misma acción de tutela sea presentada por la misma persona o su
representante ante varios jueces o tribunales, se rechazarán o decidirán
desfavorablemente todas las solicitudes, no es del caso desestimar la
pretensión del peticionario, en atención a la nueva situación que se presenta a
raíz del fallo del H. Consejo de Estado que anuló el art. 29 del acuerdo 49 de
1990 del Consejo Nacional de Seguros Sociales Obligatorios, pues precisamente
este acuerdo sirvió de fundamento para la expedición de las decisiones que
negaron la sustitución pensional al demandante.
3. Sentencia del
Consejo de Estado en relación con el acuerdo 49 del Consejo Nacional de Seguros
Sociales Obligatorios.
La Sección Segunda
de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado (expediente
No. 6263. Autoridades Nacionales. Actor: Ignacio Castilla C. M.P. Dr. Diego
Younes Moreno), declaró la nulidad de la frase "que siendo casado
estuviese separado legal y definitivamente de cuerpos y de bienes" del
art. 29 del acuerdo 49 de 1990 del Consejo Nacional de Seguros Sociales
Obligatorios, aprobado mediante el decreto 758 de 1990.
En apoyo de su
determinación dijo el Consejo lo siguiente:
"1) La ley
que se estima vulnerada por el actor es la ley 71 de 1988, aplicable tanto al
sector público como al sector privado junto con las leyes 33 de 1973, 12 de
1975, 4 de 1976, 44 de 1980, 33 de 1985 y 113 de 1985.
Asi lo expresa el
texto del artículo 11 de la ley 71 de "Esta ley y las leyes 33 de 1973,
12 de 1975, 4a. de 1976, 44 de 1980, 33 de 1985, 113 de 1985 y sus decretos
reglamentarios, contienen los derechos mínimos en materia de pensiones y
sustituciones pensionales y se aplicarán en favor de los afiliados de cualquier
naturaleza de las entidades de previsión social, del sector público en todos
sus niveles y de las normas aplicables a las entidades de previsión social del
sector privado, lo mismo que a las personas naturales y jurídicas, que
reconozcan y paguen pensiones de jubilación, vejez e invalidez."
"2) Esta
sala con ponencia de la Dra. Clara Forero de Castro, al declarar nulas las
expresiones contenidas en el decreto 1160 de 2 de junio de 1989, reglamentario
de la ley 71 de 1988 y sobre similar material, dijo lo siguiente:
E. Artículo 13,
inciso segundo, que dice:
"En caso de
vínculo matrimonial del compañero o compañera permanente que reclame el derecho
a la sustitución pensional, se deberá presentar la respectiva sentencia
judicial sobre la nulidad o el divorcio, debidamente ejecutoriada".
Dice la demanda
que este inciso, además de exceder la potestad reglamentaria, es injusto porque
en el evento de vínculo matrimonial exige al compañero (a) permanente sentencia
judicial sobre la nulidad o divorcio del matrimonio para reclamar sustitución
pensional. Y agrega "... el titular de esta prestación (la pensión) es
doblemente perjudicado, primero porque al separarse del cónyuge que tuviere
derecho a pensión de jubilación y este falleciere, el cónyuge pierde el derecho
por no encontrarse haciendo vida marital, en segundo lugar se niega la
sustitución de pensión al compañero o compañera permanente que tuviese vínculo
matrimonial y sobre este no exista pronunciamiento judicial".
"Es verdad
que el requisito de presentar sentencia judicial debidamente ejecutoriada sobre
nulidad o divorcio del matrimonio con el fin de obtener sustitución pensional
para el compañero (a) permanente con vínculo matrimonial, no lo establece la
ley 71 de 1988 ni ninguna de las otras leyes que regulan la
sustitución".
"Y si como
ya se dijo, no exige la ley ser soltero para tener la calidad de compañero (a)
permanente, tampoco hay razón para exigir sentencia judicial de nulidad o
divorcio".
"3)
Igualmente en el sistema jurídico colombiano de la sustitución pensional, rige
el postulado de la igualdad entre cónyuges supérstites y compañeros
permanentes. nuestra ley en esta materia acogió un criterio material referido a
la convivencia de la pareja al momento de la muerte y no tanto al del vínculo
matrimonial para indicar quien tiene derecho a gozar de la pensión en caso de
muerte del titular".
"Sobre el
particular dijo la Corte Constitucional en sentencia de 12 de mayo de 1993
T-190, con ponencia del Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz:
Respecto del
derecho a la sustitución pensional rige el principio de igualdad entre cónyuges
supérstites compañeros (as) permanentes porque, siendo la familia el interés
jurídico a proteger, no es jurídicamente admisible privilegiar un tipo de
vínculo específico al momento de definir quien tiene derecho a este beneficio.
Por el contrario la ley acoge un criterio material -convivencia afectiva al
momento de la muerte-, y no simplemente formal- vínculo matrimonial- en la
determinación de la persona legitimada para gozar de la prestación económica
producto del trabajo de la persona fallecida. En consecuencia, en el hipotético
caso de la negación de este derecho a la compañera permanente bajo el argumento
de un vínculo matrimonial preexistente, pero disociado de la convivencia
efectiva- v. Gr. Por el abandono de la esposa debido a la carga que
representaba el cónyuge limitado físicamente-, se configuraría una vulneración
del derecho de igualdad ante la ley en perjuicio de quien materialmente tiene
derecho a la sustitución pensional".
"De lo
anterior, se deduce que como el legislador acogió respecto de la sustitución
pensional el criterio material de convivencia entre parejas antes que el
referido al criterio formal del vínculo matrimonial, mal puede el Consejo
Nacional de los Seguros Obligatorios y el Gobierno Nacional variar esta materia
sin estar autorizados por el legislador para ello".
"4) Por
consiguiente, como la ley 71 de 1988, ni las demás normas legales a las cuales
se remite el acto acusado exige la condición de que el compañero o compañera
permanente si es casado debe estar separado legal y definitivamente de cuerpos
y de bienes, se concluye que el acto acusado excedió las previsiones legales y
por lo tanto le asiste razón al demandante debiendose anular la frase
acusada".
"5) Al respecto
conviene aclarar que el artículo 54 del D.L. 1045 de 1978 en cuanto exige que
"no se admitirá la calidad de compañero permanente cuando se tenga el
estado civil de casado, salvo en los casos de sentencias de separación de
cuerpos", no es aplicable en el presente caso por cuanto dicha disposición
legal rige para los empleados oficiales del orden nacional según lo preceptúa
el artículo primero de dicho decreto ley, y el acto acusado en el sub-lite
tiene destinatarios a los empleados del sector privado, como quiera que está
incorporado en el llamado "Reglamento General del Seguro Social
Obligatorio de invalidez, vejez y muerte" o seguros I.V.M.".
4. La materia.
4.1. En la resolución 05596 de la Comisión de
Prestaciones Económicas del ISS.-Seccional Cundinamarca y D.C. se señala como
fundamento de la negativa a conceder la sustitución pensional el artículo 29
del Decreto 758 de 1990, que corresponde al artículo 29 del acuerdo 49 del
mismo año, declarado nulo por el Consejo de Estado en la aludida sentencia, en
cuanto señalaba que para que el compañero o compañera tuvieran derecho a la
pensión de sobreviviente cuando fueran casados se requería estuvieran separados
legal y definitivamente de cuerpos y de bienes.
En la resolución
01900, en virtud de la cual el Gerente de la mencionada Seccional resolvió el
recurso de apelación, se comparte el argumento anterior, pero además se aclara
"que la negativa de la sustitución pensional obedece a que la ley 90 de
1946 y el decreto 3041 de 1966 sólo previeron como beneficiarias de esta
prestación a las viudas o compañeras permanentes, por tal razón al compañero de
la causante no le asiste el derecho reclamado", más aun si se tiene en
cuenta que el artículo 1 de la ley 33 de 1973, vigente a la fecha del
fallecimiento de la señora Nelly Indaburu Lozano (10 de febrero de 1988), sólo
preveía la sustitución pensional para la viuda.
No obstante, se
observa que el artículo 3 de la ley 71 de 1988 dispuso extender "las
previsiones sobre sustitución pensional de la Ley 33 de 1973, de la ley 12 de
1975, de la ley 44 de 1980 y de la ley 113 de 1985 en forma vitalicia, al
cónyuge supérstite o compañero o compañera permanente, a los hijos menores o
inválidos, a los padres o hermanos inválidos que dependan económicamente del
pensionado, en las condiciones que a continuación se establecen:". Por
consiguiente, no cabe duda que a partir de la vigencia de dicha Ley, el
compañero permanente también tiene derecho a la sustitución pensional y, en tal
virtud, es equivocada la aseveración que se hace en los actos de la aludida
Seccional en el sentido de que al peticionario no le asiste el derecho a la
sustitución pensional.
Por otra parte, el
hecho de que las resoluciones en cuestión fueron dictadas bajo la vigencia de
la Constitución Política de 1991, implica que dichas actuaciones
administrativas debieron sujetarse a lo dispuesto en el artículo 13 que
reconoce el derecho a la igualdad y prohibe, entre otras, las discriminaciones
por razón del sexo.
En este orden de
ideas es claro que los referidos actos se apartan de la preceptiva de la ley 71
de 1988 y vulneran el derecho a la igualdad del peticionario, no sólo por las
razones antes expuestas, sino porque no se adecuan a los criterios expuestos en
la sentencia T-190 del 12 de mayo de 1993, a la cual se hizo alusión
anteriormente.
4.2. En el presente caso, dado que se encuentra
agotada la vía gubernativa, el peticionario tiene un medio alternativo de
defensa judicial como es la acción ordinaria ante la justicia laboral según el
artículo 2o del C.P.L.
Sin embargo,
atendiendo las condiciones personales del peticionario, quien es persona de
avanzada edad (más de 70 años), enferma y que al parecer no dispone de medios
económicos para atender a su subsistencia, según se infiere de lo acreditado en
el expediente, procede la tutela como mecanismo transitorio para evitar un
perjuicio irremediable, pues el reconocimiento de la sustitución pensional y su
pago efectivo se constituyen en algo inaplazable y vital para su subsistencia
en condiciones dignas.
En razón de lo
expuesto se revocará la sentencia de la Sala Penal del Tribunal Superior de
Santafé de Bogotá y, en su lugar, se confirmarán los ordinales 1o, 3o y 4o de
la parte resolutiva de la sentencia de primera instancia, dictada por el
Juzgado 25 Penal del Circuito de esta ciudad, en cuanto concedieron la tutela
impetrada, y se modificará el ordinal 2o en el sentido de que la tutela se
concede como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable en los
términos del artículo 8 del Decreto 2591 de 1991
IV. DECISION.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional, administrando
justicia, en nombre del pueblo y por mandato de la Contitución,
RESUELVE:
PRIMERO: REVOCAR la sentencia del once (11) de noviembre de
mil novecientos noventa y cinco (1995) proferida por la Sala Penal del Tribunal
Superior de Santafé de Bogotá y, en su lugar, CONFIRMAR los ordinales 1o, 3o y
4o de la parte resolutiva de la sentencia de primera instancia, dictada el tres
(3) de octubre de mil novecientos noventa y cuatro (1994) por el Juzgado 25
Penal del Circuito de esta ciudad, en cuanto concedieron la tutela impetrada.
SEGUNDO:
MODIFICAR el ordinal 2o de
la sentencia del Juzgado 25 Penal del Circuito de Santafé de Bogotá, el cual
quedará así:
La tutela se concede
como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable en los
términos del artículo 8 del decreto 2591 de 1991. Por lo tanto, la parte
demandante deberá instaurar la correspondiente acción dentro del término de 4
meses contados a partir de la notificación de esta sentencia; si así no lo
hiciere, cesarán los efectos de este fallo.
TERCERO: LIBRAR comunicación de esta providencia al
Juzgado 25 Penal del Circuito de Santafé de Bogotá para dar cumplimiento a lo
dispuesto en el artículo 32 del decreto 2591 de 1991.
COPIESE, NOTIFIQUESE, CUMPLASE y PUBLIQUESE
EN LA GACETA CONSTITUCIONAL.
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado Ponente
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
CARLOS GAVIRIA DIAZ
Magistrado
MARTHA V SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
395 | T-206-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-206/95
NOTICIERO-Responsabilidad/NOTICIERO QAP/DERECHO A
LA INFORMACION-Veracidad e imparcialidad
Los encargados de
los medios masivos de comunicación no pueden excusarse diciendo que ellos se
limitan a difundir las afirmaciones injuriosas o calumniosas que cualquiera les
presente. Ellos tienen el derecho de informar, pero la información tiene que
ser veraz e imparcial. Y la que se difundió sobre el doctor
Becerra Barney no tenía ninguna de estas dos calidades: no era veraz,
como se comprobó plenamente en los días inmediatamente siguientes; y no era imparcial,
como es ostensible si se tiene en cuenta la expresión coloquial usada por el
propio noticiero.
DERECHO A LA
INFORMACION-Veracidad
Cuando se divulga
una noticia que no corresponde a la verdad, se está faltando al deber de
difundir información veraz e imparcial; y se está violando, por
lo mismo, el derecho del público a recibir la que reuna tales calidades. Y si
esa información atenta contra el buen nombre o contra la honra de alguien se
está, además, violando el derecho de éste. No se exige al periodista, como si
fuera un juez infalible, comprobar por medio de una prueba incontestable la
veracidad de la noticia. Pero sí está en la obligación de adelantar, con
prudencia y diligencia, las averiguaciones conducentes. Entre ellas, en
tratándose de hechos delictuosos, deberá preguntarse, porque ello es sensato,
por qué quien se dice dueño de la información no acude a la autoridad
competente sino al periodista.
PERJUICIO-Improcedencia
En cuanto a la
condena al pago de perjuicios, en abstracto, que hiciera el juzgado, obró
correctamente el Tribunal al revocarla, porque tales perjuicios no se alegaron en
la demanda, ni se demostraron en el proceso.
LIBERTAD DE
EXPRESION-Límites/DECISION
JUDICIAL-Obligación de acatarla
En ejercicio de
la libertad de expresión, los particulares pueden analizar y controvertir
públicamente las decisiones de los jueces, no sólo por su aspecto estrictamente
jurídico, sino por la estimación que se haga de los hechos pertinentes en la
providencia. Pero, es evidente que quienes son partes en un proceso están más
obligados que los demás a respetar a los jueces y a acatar sus decisiones, en
especial las contrarias a sus intereses.
PERIODISTA-Reconocimiento de equivocaciones
En tratándose de
los periodistas, es ostensible que el reconocimiento de las equivocaciones, en
lugar de disminuír su autoridad frente a la opinión pública, la acrecienta,
pues cualquiera entiende que el mismo valor que se tiene para rectificar lo
erróneo se tendrá para insistir en lo verdadero.
NULIDAD POR FALTA
DE NOTIFICACION
Al momento de
proferirse el fallo de primera instancia, existía tal nulidad, que podría haber
sido propuesta al notificarse el mismo fallo. La nulidad descrita se saneó, de
conformidad con el numeral 3 del artículo 144 del Código de Procedimiento
Civil, porque las personas indebidamente representadas, citadas o emplazadas,
actuaron en el proceso sin alegarla.
REF: Expediente
T- 56.732
Actor: Manuel Francisco Becerra Barney contra María
Elvira Samper Nieto y María Isabel Rueda Serbousek, como responsables del
noticiero Q.A.P.
Procedencia: Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Bogotá, Sala Penal.
Magistrado
sustanciador:
Dr. Jorge Arango
Mejía.
Sentencia aprobada
en Santafé de Bogotá, D.C., a los once (11) días del mes mayo de mil
novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Primera de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Jorge Arango
Mejía, Antonio Barrera Carbonell y Eduardo Cifuentes Muñoz, decide sobre el
fallo proferido por el Tribunal Superior de Bogotá, Sala Penal, en el proceso
de tutela promovido por el señor Manuel Francisco Becerra Barney contra las
señoras María Elvira Samper Nieto y María Isabel Rueda Serbousek, como
responsables del noticiero Q.A.P.
El expediente llegó
a la Corte Constitucional por remisión que hizo el Tribunal Superior de Bogotá,
Sala Penal, en virtud de lo ordenado por el artículo 31 del decreto 2591 de
1991.
I. Hechos.-
Los hechos que deben
tenerse en cuenta al revisar el presente proceso, son los siguientes:
Primero.- El doctor Manuel Francisco Becerra Barney
promovió acción de tutela contra el noticiero de televisión Q.A.P., por una
noticia divulgada el día 15 de septiembre de 1994.
Segundo.- La noticia en mención la presentó el
noticiero así:
"El anterior
Contralor, Manuel Francisco Becerra, estuvo a punto de meterle un gol a la
Nación. Dejó listo para la firma un contrato de auditoría con una firma de la
cual es socia su mujer. El Contralor actual dijo que el contrato no ha llegado
a su despacho y que si llega no lo firmará".
Posteriormente, en
la misma emisión del noticiero, se amplió la noticia diciendo que el ex
contralor estaba "en la mira de la Liga Ciudadana contra la corrupción que
lidera el ex parlamentario Gustavo Petro".
Además, que el
contrato que el doctor Becerra Barney pretendía firmar "era por veinte millones
de dólares " para que la firma Arthur Andersen hiciera la auditoría de los
comités de la Federación Nacional de Cafeteros en Europa y Norteamérica".
Se agregaba que de tal firma era socia la señora Luz María Jaramillo, esposa
del doctor Becerra Barney. Este, se decía, había promovido en el Congreso una
ley "para que sean empresas particulares" las que se encarguen de la
"auditoría internacional de la Contraloría General de la República".
Se informaba,
además, de la firma de dos contratos, por $813´000.000 y $ 112´000.000,
respectivamente, con el Instituto de Seguros Sociales y con el Instituto de
Desarrollo Urbano de Bogotá, por la sociedad Andersen Consulting, "que
opera desde las mismas oficinas de Arthur Andersen, y cuyo accionista es uno de
los socios de la esposa de Becerra".
Tercero.- En la emisión correspondiente al 16 de
septiembre, es decir, al día siguiente, se dió oportunidad al doctor Becerra
Barney de negar los hechos en que se basaba la acusación, lo mismo que al señor
Gustavo Petro de ratificar su denuncia.
Cuarto.- El día 4 de octubre de 1994, Q.A.P. dijo
rectificar "según texto enviado por el señor ex contralor Manuel Francisco
Becerra", "la información suministrada por la Liga Ciudadana contra
la corrupción el pasado 15 de septiembre". Leyó apartes de la carta
recibida del doctor Becerra Barney, y agregó:
"El anterior
texto fue enviado por el señor ex contralor en ejercicio del derecho de
rectificación. El noticiero sin asumir responsabilidad alguna sobre su
contenido lo publica para que la opinión pública cuente con su versión
oficial, sin debatir si las oportunidades que se le dio (sic) en la emisión del
16 de septiembre fueron o no suficientes para su defensa integral. Igualmente
reitera que las denuncias fueron hechas por la "Liga contra la
Corrupción" que lidera el ex representante Gustavo Petro con su respectiva
fuente por considerar que eran de interés para la comunidad". (negrilla
fuera de texto).
Quinto.- Considerando que se habían violado sus
derechos al buen nombre, a la honra y a la intimidad, el doctor Becerra Barney
instauró acción de tutela, que por reparto correspondió al Juzgado 74 Penal del
Circuito de Bogotá. La demanda fue presentada el 29 de septiembre de 1994.
Sexto.- El 13 de octubre, el juzgado mencionado
dictó el fallo de primera instancia, y en su parte resolutoria ordenó:
" Primero.-
TUTELAR los derechos fundamentales de la intimidad y el buen nombre, como el de
la honra, previstos en los artículos 15, inciso 1o. y artículo 21 de la
Constitución Nacional en favor del doctor MANUEL FRANCISCO BECERRA BARNEY. Como
personas que vulneraron estos derechos se señala al señor VICTOR JAVIER SOLANO
TOVAR, como a las señoras MARIA ISABEL RUEDA y MARIA ELVIRA SAMPER.
"Segundo.- En
el improrrogable término de 48 horas contadas a partir de la notificación
personal de esta sentencia, el noticiero Q.A.P., deberá rectificar la noticia
difundida el día 15 de septiembre a las nueve y treinta de la noche en los
términos precisos que se señalaron en el numeral 6o. de la parte considerativa,
para lo cual éstos se le transcribirán y se le remitirán mediante oficio.
"Tercero.- Se
les condena al pago en abstracto por el daño emergente causado; su reparación
será en forma solidaria
"Cuarto.- Si
este fallo no es apelado, se enviará a la H. Corte Constitucional para su
eventual revisión".
Séptimo.- Notificada la sentencia, fue impugnada por
el apoderado de las directoras del noticiero Q.A.P., señoras María Isabel Rueda
Serbousek y María Elvira Samper Nieto. En síntesis, se alegó que el noticiero
se había limitado a presentar una acusación hecha por Gustavo Petro; que, al
no notificarse el auto admisorio de la demanda de tutela a las directoras de
Q.A.P., se violó el debido proceso; y que era improcedente la condena al pago
de perjuicios. Además, que "mal podía el ex contralor acudir a la tutela
sin haber promovido el proceso ordinario llamado a juzgar la conducta que él
consideró atentatoria contra su buen nombre y honra".
Octavo.- Ante el Tribunal Superior de Bogotá, que
conoció de la segunda instancia, el doctor Becerra Barney manifestó su
inconformidad con el cumplimiento que Q.A.P. dió a la decisión de primera
instancia, porque "se me hace una rectificación en la cual se me vuelve a colocar
a la opinión pública como un delincuente o por lo menos al lado de un
delincuente", refiriéndose a Miguel Rodríguez Orejuela, acusado de
narcotráfico.
Noveno.- El 24 de noviembre de 1994, el Tribunal
Superior confirmó parcialmente la sentencia de primera instancia, pues revocó
la condena al pago de perjuicios, concedió la tutela demandada, y determinó
concretamente cómo debería hacerse la rectificación:
"3o. Imponer a
las directoras del Noticiero Q.A.P. MARIA ELVIRA SAMPER NIETO y MARIA ISABEL
RUEDA SEBOUSEK (sic) que en la próxima emisión del noticiero cumplan la
rectificación ordenada en la sentencia impugnada y en los términos señalados en
la parte considerativa, so pena de las sanciones previstas en el artículo 52
del Decreto 2591 de 1991, modificándose en este sentido los términos de la
impuesta por el Juzgado".
Para adoptar esta
decisión, el Tribunal consideró que no era aceptable tomar la rectificación
como una oportunidad para criticar el fallo que la ordenaba. Dijo el Tribunal
que "si además de la crítica hecha al fallo, se volvieron a reproducir
apartes de las imágenes y detalles de los hechos materia de la noticia que se
cuestionó, calificándolos públicamente de ciertos o inexactos, pues aquí no se
ha producido ninguna rectificación y menos si como lo afirma el accionante bajo
juramento se exhibió su fotografía al lado del sujeto Gilberto Rodríguez
Orejuela (sic), pues sencillamente la rectificación no sólo no se cumplió, sino
que su nombre y honra tutelados continuaron en tela de juicio ante la opinión
nacional por el acompañamiento de otro hecho adverso". Y añadió: "El
telenoticiero puede difundir las noticias que quiera contra el accionante por
separado, pero no puede manipular o distorsionar lo que es el cumplimiento de
una sentencia, pues ello constituye una burla a la justicia".
Décimo.- Llegado el proceso a la Corte y
seleccionado para su revisión, la misma Corte consideró necesario conocer cómo
se habían cumplido las rectificaciones ordenadas por las sentencias de primera
y segunda instancia. Con este fin, dictó el auto de fecha marzo 27 de 1995, que
ordenó el envío de "COPIAS INTEGRAS de las emisiones correspondientes a
los noticieros en los cuales se hicieron las rectificaciones ordenadas por las
sentencias de primera y segunda instancia dictadas en este proceso".
En respuesta, el 30
de marzo de 1995, se recibió una grabación que contiene copia de la emisión del
día 14 de octubre de 1994, en la cual se dijo hacer la rectificación ordenada
por el fallo de primera instancia. Nada se recibió en relación con lo
dispuesto por el Tribunal al resolver en segunda instancia.
Solamente el día 4
de mayo del año en curso, llegó una comunicación firmada por las señoras Samper
y Rueda, con la cual remiten la grabación correspondiente a la emisión del día
25 de noviembre de 1994, en la cual se hizo la rectificación ordenada por el
Tribunal.
II.
Consideraciones de la Corte Constitucional
Procede la Corte
Constitucional a resolver sobre este asunto, previas las siguientes
consideraciones-
Primera.- Competencia
La Corte
Constitucional es competente para conocer de este proceso, en virtud de lo
dispuesto por el numeral 9 del artículo 241 de la Constitución.
Segunda.- Las
sentencias de primera y segunda instancia
Si se analizan las
sentencias de primera y segunda instancias dictadas en el curso de este
proceso, se llega a la conclusión de que ambas acertaron al ordenar que se
hiciera la rectificación, por estas razones.
En primer término,
no es válido el argumento consistente en afirmar que el noticiero se limitó a
presentar las aseveraciones de Gustavo Petro, y que, en consecuencia, sólo éste
es responsable de las mismas. Esto, por dos motivos.
El primero, que el
noticiero sí agregó algo de su propia cosecha. En el titular, donde no se
menciona a Petro, se dice:
"El anterior
contralor Manuel Francisco Becerra, estuvo a punto de meterle un gol a la
Nación. Dejó listo para la firma un contrato de auditoría con una firma de la
cual es socia su mujer. El Contralor actual dijo que el contrato no ha llegado
a su despacho y que si llega no lo firma".
Esto se presentó,
indudablemente, como un hecho que el noticiero daba por cierto, de cuya
veracidad respondía. Así lo demuestra no sólo su presentación, sino lo que más
adelante se dice: "Q.A.P. consultó al Contralor David Turbay quien dijo
que a su despacho no ha llegado el contrato de los $ 20 millones de dólares y
que si llega tampoco lo firma".
De otro lado, los
encargados de los medios masivos de comunicación no pueden excusarse diciendo
que ellos se limitan a difundir las afirmaciones injuriosas o calumniosas que
cualquiera les presente. Ellos tienen el derecho de informar, pero la
información tiene que ser veraz e imparcial. Y la que se
difundió sobre el doctor Becerra Barney no tenía ninguna de estas dos
calidades: no era veraz, como se comprobó plenamente en los días
inmediatamente siguientes; y no era imparcial, como es ostensible si se
tiene en cuenta la expresión coloquial usada por el propio noticiero:
"... meterle un gol a la nación..."
Al respecto ha dicho
la Corte:
"Del artículo
20 de la Carta Política, cuyo texto indica que los medios de comunicación
"son libres y tienen responsabilidad social", se deduce que, cuando
se publica una información sobre la cual se conoce su autor y éste merece ser
rectificado por no ser veraz e imparcial, la víctima puede acudir al juez para
demandar protección, actuando tanto contra el medio como contra el autor de la
publicación, o contra los dos al tiempo". (Sentencia T-074/95, febrero 23
de 1995, Sala 5a. de Revisión, Magistrado ponente, doctor José Gregorio
Hernández Galindo).
Tampoco es aceptable
la tesis según la cual el periodista nada tiene que hacer para comprobar la veracidad
y la imparcialidad de la información que un tercero le suministra, antes
de difundirla. Esa obligación existe en tratándose de toda clase de noticias;
pero cuando éstas consisten en la imputación a alguna persona de hechos
delictuosos o deshonrosos, se hace aún más exigente.
Cuando se divulga
una noticia que no corresponde a la verdad, se está faltando al deber de
difundir información veraz e imparcial; y se está violando, por
lo mismo, el derecho del público a recibir la que reuna tales calidades. Y si
esa información atenta contra el buen nombre o contra la honra de alguien se
está, además, violando el derecho de éste.
No se exige al
periodista, como si fuera un juez infalible, comprobar por medio de una prueba
incontestable la veracidad de la noticia. Pero sí está en la obligación de
adelantar, con prudencia y diligencia, las averiguaciones conducentes. Entre
ellas, en tratándose de hechos delictuosos, deberá preguntarse, porque ello es
sensato, por qué quien se dice dueño de la información no acude a la autoridad
competente sino al periodista.
En el caso que nos
ocupa, las acusaciones del señor Petro fueron fácilmente destruídas, y no en
cualquier forma sino con prueba documental originada en quienes podían
desvirtuarlas. En efecto, la comunicación del Contralor General de la
República, de fecha septiembre 21 de 1994, unida a las certificaciones de la
Jefe de la Unidad de Recursos Físicos de la Contraloría, y de la Jefe de la
Oficina Jurídica de la misma, demostraba la falsedad del cargo relativo a la
tramitación del supuesto contrato por US$20´000.000; demostración aún más
completa si se tienen en cuenta la carta del señor Gerente de la Federación
Nacional de Cafeteros, de septiembre 16 de 1994, sobre la inexistencia del
proyecto de contrato, y el comunicado de prensa del representante de Arthur
Andersen & Cía. Colombia, de la misma fecha. De manera que ya el 21 de
septiembre de 1994, los responsables del noticiero Q.A.P. sabían, o tenían por
qué saber, que la acusación principal, la relativa al supuesto contrato, no
correspondía a la verdad.
Finalmente, el 21 de
noviembre de 1994, el Subsecretario General de la Cámara de Representantes
expidió constancia sobre el hecho de que el Ministro de Hacienda fue quien
presentó el proyecto de ley sobre el control interno cuya autoría, se atribuía
al doctor Becerra Barney.
A todo lo cual se
suma la intervención ante el noticiero del doctor Hernán Jiménez Barrero,
antiguo Secretario General de la Contraloría, encaminada a desvirtuar las
acusaciones de Petro, y anterior a la divulgación de la noticia, pues tuvo
lugar el mismo 15 de septiembre. Intervención que no mereció crédito a los
encargados del noticiero.
En síntesis: cuando
el 20 de septiembre de 1994 el doctor Manuel Francisco Becerra Barney solicitó
la rectificación, por carta que aparece en el expediente, el noticiero ha
debido hacerla. ¿Cómo? Sencillamente, reconociendo que la información que había
difundido, no era verdadera, y no dejándolo al criterio de los televidentes,
pues éstos no disponían de los elementos de juicio que sí tenía Q.A.P
Es cierto que en la
emisión del 4 de octubre de 1994 el noticiero Q.A.P. dijo rectificar "la
información suministrada por la "Liga ciudadana contra la Corrupción el
pasado 15 de septiembre, "según texto enviado por el señor ex contralor
Manuel Francisco Becerra Barney". Pero tal rectificación no fue
suficiente, por dos razones:
La primera, porque
se presentó no como hecha por el noticiero, sino por el propio doctor Becerra
Barney.
La segunda, porque
el noticiero, pese a tener ya en su poder documentos que demostraban la
falsedad de las acusaciones, no lo reconoció, y puso, o trató de poner, en pie
de igualdad las afirmaciones contrarias a la verdad y la versión de quien las
había desvirtuado. En efecto, el noticiero concluyó así:
"El anterior
texto fue enviado por el señor ex contralor en ejercicio del derecho de
rectificación. El noticiero sin asumir responsabilidad alguna sobre su
contenido lo publica voluntariamente para que la opinión pública cuente con su
versión oficial, sin debatir si las oportunidades que se le dió en la emisión
del 16 de septiembre fueron o no suficientes para su defensa integral, igualmente
reitera que las denuncias fueron hechas por la "Liga Contra la
Corrupción" que lidera el ex representante GUSTAVO PETRO con su respectiva
fuente por considerar que eran de interés para la comunidad".
Como la
rectificación no se hizo, anduvieron acertados los jueces de instancia al
ordenarla.
En cuanto a la
condena al pago de perjuicios, en abstracto, que hiciera el juzgado, obró
correctamente el Tribunal al revocarla, porque tales perjuicios no se alegaron
en la demanda, ni se demostraron en el proceso.
Tercera.- Cómo
se hizo la rectificación ordenada por la sentencia de primera instancia
El Juzgado 74 Penal
del Circuito de Bogotá, en la sentencia de octubre 13 de 1994 ordenó que la
rectificación se hiciera en los términos consignados en el aparte VI de la
parte motiva de la misma sentencia. A ello ha debido limitarse el noticiero
Q.A.P. en su emisión del día 14 de octubre de 1994. No se hizo así, como se
verá.
Después de
transmitir la rectificación ordenada, el noticiero siguió refiriéndose al tema,
bajo esta introducción: "La anterior rectificación es el resultado de un
proceso que se dio en las siguientes circunstancias..." Se hizo a
continuación una dura crítica de la sentencia, en la cual se habló de violación
del debido proceso, pruebas secretas, imposibilidad de presentar pruebas por
parte de los demandados, imposibilidad de impugnar la sentencia etc. Además se
dio oportunidad para que Petro se ratificara en las acusaciones que la
sentencia había considerado falaces.
Y para terminar,
diciendo hacer uso del "derecho de réplica", y bajo el título de
"Quién es el tutelante", se quiso presentar al doctor Becerra Barney
como persona con vínculos con sindicados públicamente del delito de
narcotráfico, como Miguel Rodríguez Orejuela. Para ello se utilizaron
fotografías de épocas pasadas. Todo esto nada tenía que ver con la
rectificación ordenada y tenía, al parecer, el único fin de inferir una nueva
ofensa a quien había triunfado en el proceso de tutela.
Así lo entendió el
Tribunal, y por eso dijo en su sentencia:
"Pero si además
de la crítica hecha al fallo, se volvieron a reproducir apartes de las imágenes
y detalle de los hechos materia de la noticia que se cuestionó, calificándolos
públicamente de ciertos o inexactos, pues aquí no se ha producido ninguna
rectificación y menos si, como lo afirma el accionante bajo juramento, se
exhibió su fotografía al lado del sujeto Gilberto Rodríguez Orejuela, (sic)
pues sencillamente la rectificación no sólo no se cumplió, sino que su nombre y
honra tutelados continuaron en tela de juicio ante la opinión nacional.."
Por esta razón en la
sentencia de segunda instancia se ordenó hacer la rectificación "en los
términos y condiciones de equidad e imparcialidad... pero sin adiciones o
comentarios, so pena de las sanciones previstas en el artículo 52 del Decreto
2591 de 1991 en caso de desacato..."
Las apreciaciones
del Tribunal son correctas. Dictada una providencia judicial, existen medios
para controvertirla, previstos en las normas procesales. En el caso que nos
ocupa, las directoras del noticiero Q.A.P. podían impugnar la sentencia, como
lo hicieron; podían proponer la nulidad de lo actuado, nulidad que no
propusieron; habrían podido pedir, cuando se tramitaba la segunda instancia, la
práctica de las pruebas que estimaran conducentes, etc.
En una etapa
posterior, ya en la revisión por la Corte Constitucional, podrían, como lo han
hecho en escrito presentado el 28 de abril de 1995, controvertir el fallo,
exponiendo todos sus motivos de inconformidad.
Todo lo anterior,
dentro del proceso de tutela.
Pero, además,
existen otros medios al alcance de quien crea que en un proceso judicial se han
cometido faltas o delitos: puede acusar al funcionario judicial ante la
Comisión de Acusaciones de la Cámara, la Fiscalía General de la Nación, el
Consejo Superior de la Judicatura, o la Procuraduría General de la Nación, de
conformidad con la falta o el delito que crea se ha cometido y con la jerarquía
de su presunto autor.
Utilizando
abusivamente los medios de comunicación, las partes en el proceso no pueden
convertirse en jueces de los jueces, y descalificar las sentencias de éstos, en
una especie de juicio público no previsto en ley alguna. Los procesos
judiciales tienen un escenario propio, que no es otro que el de los juzgados y
tribunales. En ese escenario se tramita el proceso, y quienes son partes en él
realizan, con sujeción a la ley procesal, los actos encaminados a su defensa.
Es claro que, en
ejercicio de la libertad de expresión, los particulares pueden analizar y
controvertir públicamente las decisiones de los jueces, no sólo por su aspecto
estrictamente jurídico, sino por la estimación que se haga de los hechos
pertinentes en la providencia. Pero, es evidente que quienes son partes en un
proceso están más obligados que los demás a respetar a los jueces y a acatar
sus decisiones, en especial las contrarias a sus intereses. Al respecto, el
artículo 71 del Código de Procedimiento Civil consagra entre los deberes de las
partes y sus apoderados, éste:
"Abstenerse de
usar expresiones injuriosas en sus escritos y exposiciones orales, y guardar el
debido respeto al juez, a los empleados de éste, a las partes y a los
auxiliares de la justicia".
El que las partes
recurran a medios ajenos al proceso para impugnar providencias dictadas en
éste, no sólo es contrario al derecho procesal, sino, en la generalidad de los
casos, inútil. Los jueces, sometidos solamente al imperio de la ley, son,
porque tienen que serlo, inmunes a las amenazas y a los halagos, vengan de
donde vinieren.
Lo que se hizo el 14
de octubre, so pretexto de cumplir una sentencia, es inaceptable, porque
implica una conducta contraria al orden jurídico. De una parte, se presentó
ante la opinión pública la sentencia como una torpeza y una insensatez,
faltándole al respeto a quien la había dictado; y de la otra, diciendo hacer
uso del derecho de réplica, se intentó agraviar a quien había sido víctima de
la información falsa.
Para la Corte es
claro que la sentencia de primera instancia no se cumplió oportunamente, pues
las sentencias se cumplen como se dictan y no según el capricho de la parte
obligada.
Cuarta.- ¿ Cómo
se cumplió la sentencia del Tribunal Superior ?
Como se dijo, el
Tribunal ordenó a las señoras Rueda Serbousek y Samper Nieto cumplir "la
rectificación ordenada en la sentencia impugnada y en los términos señalados...
so pena de las sanciones previstas en el artículo 52 del Decreto 2591 de
1991...".
¿Cómo se cumplió
esta sentencia? A cabalidad, según lo demuestra la grabación correspondiente a
la emisión del día 25 de noviembre de 1994:
"A continuación
Q.A.P. da cumplimiento a un fallo de tutela del Tribunal Superior de Bogotá.
"El noticiero
Q.A.P. reconoce que se equivocó al darle credibilidad a una información
suministrada por la liga ciudadana contra la corrupción, cuyo vocero es el ex
representante GUSTAVO PETRO, funcionario diplomático de Colombia en Bélgica,
según esa fuente el ex contralor MANUEL FRANCISCO BECERRA habría dejado listo
para ser adjudicado un contrato de auditoría externa que favorecería a la
empresa de la que es socia la esposa del ex contralor. No es cierto que el ex
contralor le haya querido meter un gol al país como lo dijo el noticiero en la
emisión de 15 de septiembre".
Así, con sencillez y
claridad, deben reconocerse los errores. En tratándose de los periodistas, es
ostensible que el reconocimiento de las equivocaciones, en lugar de disminuír
su autoridad frente a la opinión pública, la acrecienta, pues cualquiera
entiende que el mismo valor que se tiene para rectificar lo erróneo se tendrá
para insistir en lo verdadero.
Quinta.- Las
irregularidades cometidas en la tramitación del proceso en primera instancia
Como bien lo han
observado las demandadas, en varias oportunidades, especialmente en el escrito
de impugnación de la sentencia de primera instancia, y en el presentado ante
esta Corte el 28 de abril de 1995, el auto admisorio de la demanda de tutela se
les ha debido notificar, para que pudieran participar en el proceso desde su
comienzo.
La omisión de la
notificación mencionada, configuraba la causal de nulidad prevista por el
artículo 140 del Código de Procedimiento Civil, numeral 8, según el cual el
proceso es nulo en todo o en parte "cuando no se practica en legal forma
la notificación al demandado o a su representante, o al apoderado de aquél o de
éste, según el caso, del auto que admite la demanda o del mandamiento
ejecutivo, o su corrección o adición".
Es evidente, en
consecuencia, que al momento de proferirse el fallo de primera instancia,
existía tal nulidad, que podría haber sido propuesta al notificarse el mismo
fallo.
Pero, ¿qué sucedió?
Sencillamente, que la nulidad descrita se saneó, de conformidad con el numeral
3 del artículo 144 del Código de Procedimiento Civil, porque las personas
indebidamente representadas, citadas o emplazadas, actuaron en el proceso
sin alegarla.
Si se revisa el
escrito presentado por el apoderado de las señoras Samper y Rueda, con fecha
octubre 20 de 1994, se comprueba que en él no se propuso en ningún momento la
nulidad. El apoderado se limitó a impugnar la sentencia de primera instancia; y
expresamente advirtió:
"Inconformidades
sobre el Procedimiento.-
"Alcance de la
impugnación por aspectos procedimentales.-
"Manifiesto a
la señora Juez que mis clientes me han instruído en el sentido de solicitar que
los argumentos expresados en los siguientes numerales, solamente sean tenidos
en cuenta, si fracasan los planteamientos mediante los cuales se ataca la
decisión en el fondo". Y a renglón seguido expuso sus reparos sobre el
trámite, entre ellos el relativo a la falta de citación, pero sin siquiera
insinuar lo relativo a la nulidad, y menos alegarla.
En conclusión, es
ostensible que la nulidad fue saneada.
III. Decisión
En conclusión, la
Corte confirmará la sentencia de segunda instancia, dictada por el Tribunal,
sentencia que, como se indicó, ya fue cumplida en su integridad.
Por lo expuesto, la
Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato
de la Constitución,
RESUELVE:
Primero.- CONFÍRMASE
la sentencia dictada por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé
de Bogotá, Sala Penal, el día 24 de noviembre de 1994, con la advertencia de
que tal sentencia ya fue cumplida por las obligadas.
Segundo.- COMUNÍQUESE
la presente sentencia al Juzgado Setenta y Cuatro (74) Penal del Circuito de
Bogotá, para que sea notificada a las partes, de conformidad con lo dispuesto
en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, cúmplase, publíquese e insértese en la Gaceta de la Corte
Constitucional.
JORGE ARANGO MEJIA
Magistrado
ANTONIO BARRERA CARBONELL
Magistrado
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
396 | T-207-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-207/95
DERECHOS
PRESTACIONALES
Los derechos
prestacionales, en determinadas situaciones, generan un derecho subjetivo, esto
quiere decir que el titular del derecho puede exigir su ejecución a través de
las vías judiciales. En otras ocasiones, los derechos de prestación tienen
contenido programático, o sea, su efectividad no puede ser exigida a través de
los mecanismos judiciales. En este último caso, en realidad, más que derechos
son principios orientadores de la función pública, simples metas de la gestión
estatal. Los derechos de prestación con contenido programático tienen tal
entidad porque precisamente son sólo un programa de acción estatal, una
intención institucional.
DERECHOS
PRESTACIONALES-Naturaleza
Por regla
general, los derechos de prestación son derechos programáticos, debido a que
los derechos de prestación exigen un esfuerzo presupuestal y logístico del
Estado que sólo se puede realizar con la debida planeación y arbitrio de
recursos mediante el procedimiento fijado por la Carta Política. Gradualmente,
los derechos de prestación con contenido programático se les van dando
condiciones de eficacia que hace posible que emane un derecho subjetivo. Por
eso, a nivel teórico, en efecto, el estado inicial de un derecho de prestación
es su condición programática la cual luego tiende a transmutarse hacia un
derecho subjetivo.
OBRA
PUBLICA/NEGLIGENCIA ADMINISTRATIVA/COGOBIERNO
Excepcionalmente
la orden del juez de tutela puede corregir la omisión de una autoridad
administrativa cuando tal conducta implica la violación directa o por conexidad
de un derecho fundamental. En el caso específico de la ejecución de una
determinada obra pública, el juez de tutela orienta la gestión administrativa
dentro de los parámetros que la Carta indica cuando, en concreto, se haya
probado la violación o amenaza del derecho fundamental del accionante por la
falta de determinada inversión y ante comprobada negligencia administrativa,
teniendo en cuenta el elemento presupuestal. No se trata de un co-gobierno,
sino de hacer cumplir unos concretos mandatos constitucionales que orientan la
gerencia pública, en injustificada ausencia de decisión del gestor.
DERECHO A LA
SALUBRIDAD PUBLICA/DERECHO A LA VIDA/DERECHO AL SERVICIO DE ALCANTARILLADO
Se ha probado
hasta la saciedad que la falta de un sistema de desagüe de aguas negras o de
una adecuada disposición de escretas constituye un factor de gran riesgo para
la salud de la comunidad que soporta tal situación, que obviamente se traduce
en una amenaza y violación de los derechos a la salud y a la vida. “El agua
constituye fuente de vida y la falta del servicio atenta directamente con el
derecho fundamental a la vida de las personas. Así pues, el servicio público
domiciliario de acueducto y alcantarillado en tanto que afecte la vida de las
personas, la salubridad pública o la salud, es un derecho constitucional
fundamental y como tal ser objeto de protección a través de la acción de
tutela”.
EJECUCION DE OBRA
PUBLICA/ACCION POPULAR/DERECHO FUNDAMENTAL-Protección/FALLA DEL SERVICIO PUBLICO DE
ACUEDUCTO/DERECHO A LA SALUD-Aguas negras
Una acción de
tutela dirigida a obtener obras de alcantarillado no es improcedente por la
existencia de otros medios de defensa judiciales como las acciones populares,
cuando se demuestra que existe una violación o amenaza directa al derecho
fundamental de la persona que interpone la tutela y que esta situación tenga
una relación de causalidad directa con la omisión de la administración que
afecte el interés de la comunidad, dado que en estos casos se genera una unidad
de defensa, que obedece al principio de economía procesal y al de prevalencia
de la acción de tutela sobre las acciones populares. En efecto, se presenta un
atentado directo a la salud de los accionantes, que podría llegar a la muerte,
por la exposición de las aguas negras tanto en la calle como en sus propias
casas. Esto se debe la inexistencia de un adecuado sistema de disposición de
excretas, prestación que recae en la administración municipal.
DERECHOS
FUNDAMENTALES-Orden
judicial de protección
La orden judicial
de protección de derechos fundamentales sólo puede ir encaminada a imprimirle
cierta dinámica al proceso de gestión administrativa, o sea, influir en
determinadas fases del mentado proceso más no en todas, pues no sería plausible
que el juez de tutela se inmiscuyera en decisiones puramente administrativas, a
guisa de ejemplo, la parte técnica. Esto implica que la cobertura que brinda la
orden judicial debe dar el suficiente margen de acción a la administración,
para que ella defina cual es la mejor manera de conjurar el problema dentro de
un período razonable.
REF: EXPEDIENTE
T-54994
Peticionarios:
Oscar Hernando Vera Parada y Silvia Margarita Gallego Ortiz.
Procedencia:
Juzgado 2º Penal Municipal de Turbo -Antioquía-.
Magistrado
Ponente:
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
Temas:
- Los derechos
prestacionales. Naturaleza y procedencia de su protección a través de la acción
de tutela.
Santa Fe de Bogotá
D.C., doce (12) de mayo de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Séptima de
Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, compuesta por los Magistrados
Alejandro Martínez Caballero -Presidente de la Sala-, Fabio Morón Díaz y
Vladimiro Naranjo Mesa.
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
Ha pronunciado la
siguiente
SENTENCIA
En proceso de tutela
identificado con el número de radicación T-54994, adelantado por Oscar Hernando
Vera Parada y Silvia Margarita Gallego Ortiz.
I. ANTECEDENTES
Con base en los
artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto No. 2591 de 1991, la
Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para
efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia. Por reparto le
correspondió el presente negocio a esta Sala.
1. Solicitud.
Oscar Hernando Vera
Parada y Silvia Margarita Gallego Ortiz impetraron acción de tutela contra el
municipio de Turbo -Antioquía-, fundamentado en los siguientes hechos:
a) Los accionantes
son residentes y propietarios de negocios comerciales ubicados en la calle 104
con carrera
17.
b) Desde hace ocho
meses, en el mencionado lugar se han venido presentando taponamientos de las
tuberías que conducen las aguas negras, dada la falta de limpieza y adecuado
mantenimiento de las mismas. Lo anterior ha causado el estancamiento de las
aguas negras en el sector de la calle 104 con carrera 17 y el rebosamiento de
baños en las viviendas aledañas, entre las cuales se encuentran las
pertenecientes a los actores.
Los accionantes
consideran que la conducta omisiva del municipio de Turbo -Antioquia- en
mantener adecuadamente las cañerías destinadas a evacuar las aguas negras viola
los derechos a la integridad física (art. 11 C.P.), la libre circulación (art.
24 C.P.), al trabajo (art. 25 C.P.), a la salud (art. 49 C.P.), a un ambiente
sano (art. 79 C.P.) y a una vivienda digna (art. 51 C.P.).
2. Sentencia del
Juzgado 2º Penal Municipal de Turbo -Antioquía-, emitida el 18 de noviembre de
1994.
El Juzgado comprobó
las afirmaciones de los accionantes, en torno a la situación fáctica, con la
realización de una inspección judicial y la recolección de diversos testimonios
dentro de la diligencia antecitada.
Tomando en
consideración lo anterior, el Juzgado sostuvo que "el derecho al servicio
del alcantarillado, en aquellas circunstancias que afecten de manera evidente
derechos y principios constitucionales fundamentales, como son los consagrados
en los artículo 1º (Dignidad Humana), 11 (Vida), y 13 (Derechos de los disminuidos),
debe ser considerado como derecho susceptible de ser protegido por la acción de
tutela”.
Agregó el Juzgado 2º
Penal Municipal de Turbo que "la violación del derecho a la salubridad
pública contra los habitantes de la calle 104 y aledañas adquiere una
connotación especial por el hecho de haberse cerrado la vía para el tránsito
vehicular debiendo transitar por calles no aptas para este fin con el
consecuente deterioro de las mismas, incitando a los habitantes del lugar a
pronunciarse contra ello”.
Así las cosas, el
Juzgado 2º Penal Municipal de Turbo -Antioquía- concedió la tutela impetrada
por Oscar Hernando Vera Parada y Silvia Margarita Gallego Ortiz, ordenando a
la administración municipal de Turbo "la construcción del alcantarillado
de la calle 104 con carrera 17. Dicha construcción deberá llevarse dentro de un
plazo razonable que no exceda de tres meses. Mientras ello ocurra debe adoptar,
inmediatamente, medidas provisionales idóneas, encaminadas a la cesación de las
molestias y perjuicios que se están ocasionando a los habitantes del lugar”.
3. Actividad
Probatoria en la Corte Constitucional.
Esta Sala de
Revisión, mediante auto del 18 de abril del año en curso, a fin de recaudar los
suficientes elementos que permitieran concretar la existencia de los requisitos
para que proceda una acción de tutela para obras públicas, decretó las
siguientes pruebas:
Primero: SOLICITESE al Alcalde Municipal de Turbo
-Antioquía- los siguientes documentos:
a) Ejemplar del
presupuesto del Municipio de Turbo para el año de 1994.
b) Ejemplar del
presupuesto del Municipio de Turbo para el año de 1995.
c) Informe sobre
la ejecución presupuestal a noviembre de 1994, específicamente en los ítems y
rubros relacionados con la Ley 60 de 1993 y que desarrollen el artículo 357 de
la Constitución.
d) Detallado
cronograma de actividades desarrollados en los dos últimos años por la Alcaldía
Municipal de Turbo respecto del problema del alcantarillado del sector
comprendido entre la calle 104 y la carrera 17.
e) Informe sobre
las respuestas dadas a las peticiones verbales de la comunidad en relación al
problema del alcantarillado del sector comprendido entre la calle 104 y la
carrera 17.
Se fija un
término de cuarenta y ocho horas para que se envíe el anterior material
documental a la Corporación.
Segundo: SOLICITESE al Alcalde Municipal de Turbo
que conteste las siguientes preguntas:
a) ¿Existía para
la época de la interposición de la presente tutela un sistema de alcantarillado
en el sector comprendido entre la calle 104 y la carrera 17?.
b) Si es
afirmativa la anterior ¿quien lo construyó? ¿fue una acción de la comunidad,
del municipio o fue una obra en conjunto?.
c) Si fue una
acción de la comunidad ¿por qué no se le prestó asesoría calificada por parte
del municipio?.
d) Si no había
sistema de alcantarillado para la época de la interposición de la acción de
tutela de la referencia ¿existía algún sistema de desagüe de aguas negras?.
e) ¿Cuál es el
estado del proceso de contratación del alcantarillado de Turbo?.
Se fija un
término de cuarenta y ocho horas para que se envíe a la Corte constitucional
las respuestas al anterior cuestionario.
Tercero: SUSPENDANSE los términos en el proceso de
tutela No. T-54994 por un término de veinte (10) días hábiles, a partir de la
comunicación del presente auto, a través de la Secretaría General de esta
Corporación.
La administración
municipal de Turbo no envió las pruebas antecitadas.
II. FUNDAMENTOS JURIDICOS
1. Competencia.
Es competente esta
Sala de Revisión de la Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión
dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos
86 inciso segundo y 241 numeral noveno de la Constitución Política, en concordancia
con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991; además, su examen
se hace por virtud de la selección que de dichas acciones practicó la Sala
correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma señalada por el
Reglamento de esta Corporación.
2. Temas a
tratar.
Los accionantes
propugnan en la tutela de la referencia por la presencia de la administración
municipal en la puesta en marcha de obras de alcantarillado en cierto sector de
la ciudad de Turbo. Siendo así las cosas, a continuación la Corte abordará los
temas de la eficacia de un derecho de prestación como la posibilidad de acceder
a una red de alcantarillado y su posible protección a través de la acción de
tutela, para luego resolver el caso concreto.
3. Los derechos
de prestación.
La incorporación del
valor igualdad a lo largo de la Constitución de 1991 (preámbulo, 13, 53, 70,
180, entre otras disposiciones) no implica sólo el reconocimiento de la
dignidad intrínseca del ser humano, sino, además, la realización de la igualdad
material a través del compromiso estatal y social tendiente a la obtención de
unas mínimas condiciones materiales de existencia para el hombre. En efecto, el
reconocimiento constitucional de la igualdad no se queda simplemente en la
consagración formal del concepto igualitario, sino avanza hacia una aplicación
práctica de la igualdad en el entorno real del ser humano, resolviendo sus
necesidades primarias como salud, educación, agua potable, etc. Ciertamente, la
injerencia del Estado en la sociedad tiene como horizonte la consecución de sus
fines esenciales (art. 2º C.P.), cuya efectiva y eficaz ocurrencia se traduce
en la subvención de las básicas necesidades insatisfechas del hombre. Estos
deberes estatales correlativamente colocan en cabeza de los administrados unos
derechos a tener ciertas prestaciones.
Los derechos
prestacionales, en determinadas situaciones, generan un derecho subjetivo, esto
quiere decir que el titular del derecho puede exigir su ejecución a través de
las vías judiciales. En otras ocasiones, los derechos de prestación tienen
contenido programático, o sea, su efectividad no puede ser exigida a través de
los mecanismos judiciales. En este último caso, en realidad, más que derechos
son principios orientadores de la función pública, simples metas de la gestión
estatal. Los derechos de prestación con contenido programático tienen tal
entidad porque precisamente son sólo un programa de acción estatal, una
intención institucional.
Por regla general,
los derechos de prestación son derechos programáticos. Se afirma lo anterior
debido a que los derechos de prestación exigen un esfuerzo presupuestal y
logístico del Estado que sólo se puede realizar con la debida planeación y
arbitrio de recursos mediante el procedimiento fijado por la Carta Política.
Gradualmente, los derechos de prestación con contenido programático se les van
dando condiciones de eficacia que hace posible que emane un derecho subjetivo.
Por eso, a nivel teórico, en efecto, el estado inicial de un derecho de
prestación es su condición programática la cual luego tiende a transmutarse
hacia un derecho subjetivo, en tanto y en cuanto, se creen elementos que
concedan eficacia a la posibilidad de exigir la obligación estatal de ejecutar
la prestación. Tales elementos varían según la prestación de que se trate y el
medio de exigibilidad utilizado. No se puede mirar bajo la misma óptica
prestaciones que requieran diferentes respuestas del Estado en términos
presupuestales y organizativos. Así mismo, las condiciones de eficacia requeridas
por un determinado medio judicial para su procedencia, pueden ser diferentes a
las exigidas por otros mecanismos judiciales. En ese orden de ideas, la
posibilidad de exigir un derecho de prestación es apreciable sólo en el caso
concreto y dependiendo del tipo de derecho.
4. Procedencia de
la protección de los derechos de prestación a través de la acción de tutela.
Dicho lo anterior,
la Corte Constitucional entra a analizar las condiciones de eficacia exigidas
al derecho de prestación para que éste sea protegido por la acción de tutela.
La Corporación en
diversas sentencias ha tratado de delimitar la procedencia de la tutela para la
protección de derechos de prestación, fijando determinadas condiciones de
eficacia, para el caso en concreto, pues "en los derechos de prestación
... la violación se hace patente por medio de un proceso inverso en el cual el
alcance y sentido de las normas se determina en buena parte mediante las
circunstancias específicas del caso”[1]
Se han determinado
derechos prestacionales fundamentales[2],
cuya virtualidad es la aplicación inmediata por expreso mandato constitucional
o dado su carácter fundamental por naturaleza. En estos casos, el derecho
prestacional es un derecho fundamental común y corriente.
Así mismo, Existen
otros derechos prestacionales que se hacen exigibles por su conexidad, a partir
del caso en concreto, con un derecho fundamental. Se ejemplifica lo anterior
con un fallo de la Corporación, en el cual se sostuvo que la exigibilidad, a
través de la acción de tutela, de prestaciones constitucionales como los
derechos a la salud, a la seguridad social integral, y a la protección y
asistencia a la tercera edad, está sujeta a la comprobación de una violación o
amenaza de los derechos fundamentales sobre una persona que se encuentre bajo
la condición de debilidad manifiesta aunada a la imposibilidad material de su
familia para darle asistencia, en particular cuando la completa ausencia de
apoyo lo priva de su derecho al mínimo vital[3]
Podemos ubicar otro
tipo de derechos prestacionales que necesariamente requieren del desarrollo
legislativo para cobrar plena eficacia. La Corte ha sostenido que:
Los derechos
constitucionales de prestación le otorgan un amplio margen de discrecionalidad a
la ley para que los desarrolle, lo que debe interpretarse sin desmedro del
carácter normativo de tales preceptos.
El principio
de reserva de la ley en materia de derechos de prestación no puede ser
interpretado de tal manera que anule el carácter normativo del derecho o que
vulnere su núcleo esencial. La obligación que se deriva de la norma
constitucional se sitúa en un espacio intermedio en el cual existe clara
responsabilidad del legislativo, sin que ella deba ser aplicada de manera
ineluctable.
El ámbito de
discrecionalidad del legislador debe ser fijado constitucionalmente tanto en
relación con la acción (la ley) como en relación con la omisión. En cuanto a
lo primero, la constitucionalidad de la ley debe plantearse ante todo con base
en su compatibilidad con el principio de igualdad, de un lado, y con los
valores y principios del estado social, de otro lado.
En cuanto a la
omisión, la actitud del órgano legislativo debe ser examinada dentro de límites
objetivos razonables. Al respecto es necesario tener en cuanta los siguientes
principios: 1) Las exigencias propias de la organización del servicio implican
por lo general restricciones económicas que no pueden ser resueltas en el corto
plazo y 2) la protección del derecho de un usuario no puede implicar el
sacrificio del derecho de otros. (subrayas fuera de texto)[4]
Por otro lado,
cuando el derecho de prestación requiere de una respuesta del Estado cuya
magnitud implica grandes movimientos presupuestales y logísticos, a guisa de
ejemplo, un tramo de carretera o un puesto de salud, la Corporación ha
establecido que:
... la acción de
tutela, entendida como procedimiento preferente y sumario que, en el caso de
prosperar, implica el pronunciamiento de órdenes judiciales de inmediato
cumplimiento viene a ser improcedente cuando se trata de obtener que se lleve a
cabo determinada obra pública por el solo hecho de estar prevista en el
Presupuesto una partida que la autoriza. Aceptar que el juez de tutela -sin
tener certeza sobre la existencia y disponibilidad actuales del recurso-
pudiera exigir de la administración la ejecución de todo rubro presupuestal en
un término tan perentorio, llevaría a un co-gobierno de la rama judicial en
abierta violación del artículo 113 de la Carta Política, desnaturalizaría el
concepto de gestión administrativa y haría irresponsable al gobierno por la
ejecución del Presupuesto, en cuanto ella pasaría a depender de las
determinaciones judiciales.
Ahora bien, lo
expuesto no se opone a que el juez, en casos excepcionales y graves, habiendo
apreciado en concreto la violación o amenaza de un derecho fundamental por la
falta de determinada inversión y ante comprobada negligencia administrativa,
imparta instrucciones a la competente dependencia oficial para que lleve a cabo
las diligencias necesarias, dentro de la normatividad vigente, con miras a que
en la programación posterior del presupuesto se proyecte el recurso necesario
para efectuar el gasto y culminar la obra, logrando así la protección razonable
y efectiva del derecho.
Es claro que la
autonomía del administrador al fijar prioridades en la ejecución del
presupuesto no es absoluta y que el lugar preferente en la definición de lo
gastos debe ser ocupado, según la Constitución (artículo 2º), por aquellas
acciones que conduzcan a la realización de los fines esenciales del Estado,
entre ellos la efectividad de los derechos fundamentales. (negrillas fuera de
texto)[5]
Así las cosas,
excepcionalmente la orden del juez de tutela puede corregir la omisión de una
autoridad administrativa cuando tal conducta implica la violación directa o por
conexidad de un derecho fundamental. En el caso específico de la ejecución de
una determinada obra pública, el juez de tutela orienta la gestión
administrativa dentro de los parámetros que la Carta indica cuando, en
concreto, se haya probado la violación o amenaza del derecho fundamental del
accionante por la falta de determinada inversión y ante comprobada negligencia
administrativa, teniendo en cuenta el elemento presupuestal.
Se repite, no se
trata de un co-gobierno, sino de hacer cumplir unos concretos mandatos
constitucionales que orientan la gerencia pública, en injustificada ausencia de
decisión del gestor. En efecto, en la Constitución Política se definen un norte
específico a seguir en la administración estatal, por ejemplo el artículo 356
C.P. se establece que “los recursos del situado fiscal se destinarán a
financiar la educación preescolar, primaria, secundaria y media, y la salud, en
los niveles que la ley señala, con especial atención a los niños”, así mismo, el
artículo 357 ibídem establece que la participación municipal en los ingresos
corrientes de la Nación estará orientada por una ley, a iniciativa del
Gobierno, que “determinará el porcentaje mínimo de esa participación y definirá
las áreas prioritarias de inversión social que se financiarán con dichos
recursos”. Se aprecia, entonces, cómo la Carta Política no deja la acción
estatal como una rueda suelta sino la condiciona y la encauza de determinada
manera, en aras de “servir a la comunidad, promover la prosperidad general y
garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en
la Constitución; facilitar la participación de todos en las decisiones que los
afectan y en la vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación;
defender la independencia nacional, mantener la integridad territorial y
asegurar la convivencia de un orden justo” (art. 2º C.P.).
5. Procedencia de
la acción de tutela en el caso concreto, para la protección del derecho
prestacional a disfrutar un sistema de desagüe de aguas negras.
Vistos los
diferentes casos de exigibilidad de derechos prestacionales, la presente Sala
entra a considerar la procedencia de la tutela en el específico caso de la
protección del derecho prestacional a gozar un sistema de desagüe de aguas
negras.
El anterior derecho
prestacional se podría hacer exigible a través de la acción de tutela cuando se
haya probado dentro del proceso la violación o amenaza del derecho fundamental
del peticionario de la acción de tutela por la ausencia de cierta inversión
pública aunada a la comprobada negligencia administrativa, partiendo de la base
de una disponibilidad presupuestal. Ciertamente, es relativa la determinación
de criterios de eficacia de un derecho prestacional, como los antes designados,
pues la actualización del contenido obligacional de una prestación imputable al
Estado que implique una obra pública debe ser apreciada en concreto.
En abstracto, se ha
probado hasta la saciedad que la falta de un sistema de desagüe de aguas negras
o de una adecuada disposición de escretas constituye un factor de gran riesgo
para la salud de la comunidad que soporta tal situación, que obviamente se
traduce en una amenaza y violación de los derechos a la salud y a la vida[6]. En palabras de la
Corte Constitucional, “El agua constituye fuente de vida y la falta del
servicio atenta directamente con el derecho fundamental a la vida de las
personas. Así pues, el servicio público domiciliario de acueducto y
alcantarillado en tanto que afecte la vida de las personas, la salubridad
pública o la salud, es un derecho constitucional fundamental y como tal ser
objeto de protección a través de la acción de tutela”[7].
La Corporación, en
la sentencia Nº 231/93, ha demostrado la inminencia del daño abstracto, cuando
una persona habita expuesta a elementos en descomposición y aguas negras, así:
Igualmente la
amenaza se demuestra con la inminencia del daño que puede ocasionar a la vida
el habitar en un sitio cercano a “elementos en descomposición y aguas negras”,
lo cual también está demostrado en el proceso, Según el Manual de Enfermedades
de Posible Control por Acciones Sobre el Ambiente[8], son numerosas las enfermedades que viven
y se reproducen en un ambiente acuático. Recientemente la Agencia de Protección
Ambiental de los Estados Unidos, La Academia Nacional de Ciencias y la
Organización Mundial de la Salud concluyeron que en la conducción de aguas, en
ductos de aguas lluvias, acueductos etc., en los que exista contacto con
excretas o aguas negras, la posibilidad de aparición de epidemias es muy alta.
Una de las
enfermedades transmitidas a través del contacto de la piel con aguas infestadas
de organismos patógenos es la esquistosomiasis (bilharziasis). Las enfermedades
relacionadas con la disposición de aguas negras son las transmitidas por
parásitos de vector-caracol y las siguientes infecciones lemínticas del tracto
intestinal: ascariasis (lombriz intestinal), anquilostomiasis,
estrongiloidiasis (lombriz filiforme), tricuriasis (lombriz latiguiforme) entre
otras.
La ascariasis y
la tricuris son enfermedades de transmisión fecal-oral, básicamente a través de
la mano hacia la boca o por ingestión de agua contaminada[9].
El siguiente
cuadro resume las enfermedades que se transmiten por la deficiencia del
abastecimiento de agua o del saneamiento[10] :
GRUPO
ENFERMEDAD
VIA POR LA QUE
SALEN ORGANISMOS
VIAS POR LAS QUE ENTRAN ORGANISMOS
Enfermedades
transmitidas por el agua
Cólera
Fiebre
Leptospirosis
Giardiasis
Amibiasis
Hepatitis
Infecciosa
H
Hor
OrH
H
H
H
O
O
P.O
O
O
O
Enfermedades
“lavadas” por agua
Sarna
Sepis de la
piel
Pilán
Lepra
Piojos y Tifus
Trocama
Conjuntivitis
Desentería
Bacilar
Salmonelosis
Diarrea
Enteroviral
Fiebre
Paratifoidea
Ascaridiosis
Tricuriasis
Enterobiasis
Anquilostomiasis
C
C
C
N
Pi
C
C
H
H
H
H
H
H
H
C
C
C
?
Pi
C
C
O
O
O
O
O
O
O.P
Enfermedades
con base en el agua
Esquitosomiasis
Urinaria
Esquistosomiasis
rectal
Dracontiasis
(Gusano Guinca)
Or
H
Pi
P
P
O
Vectores
relacionados con el agua
Fiebre amarilla
Dengue más
fiebre hemorrágica de dengue
Fiebre del Nilo
occ. y del Valle de la Falla
Arbovirus
encephalitidos
Filariasis de
Bencroft
Paludismo
Oncorcercorsis
Pi
Pi
Pi
Pi
Pi
Pi
Pi
Pi. mosq.
Pi. mosq.
Pi. mosq.
Pi. mosq.
Pi. mosq.
Pi. mosq.
Pi. mosq.
Enfermedades
debidas a la aliminación de heces
Encefalitis
letárgica
Necatoriasis
Clonorquiasis
Difilobotriosis
Fasciolopsiasis
Paragonimiasis
Pi.H
H
H
H
H
H.B
Pi. mosca
tse-tse
P
Pescado
Pescado
Plantas
Comestibles
Cangrejo de Río
__________________________________________
A. H2 Heces O3
orali Or: Orinas P2 Percutáneas C: Cutánea.
B. Pi: Aunque
algunas veces se transmiten por el agua, con más frecuencia son “lavadas” por
el agua.
C. Es muy raro
que el agua para usos domésticos las produzca.
Sobre la amenaza
inmediata a la vida por parte de las aguas negras, la Conferencia de las
Naciones Unidas sobre sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, llevada a cabo
en Río de Janeiro, estableció que debería concederse la debida prioridad al
tratamiento y la eliminación de las excretas dada la amenaza que supone para
la vida humana[11].
Igualmente en el
Decreto 2105 de 1983 se adoptó como definición de “contaminación de agua”, la
polución de ésta que produce o puede producir enfermedad y aún la muerte del
consumidor.
En ese orden de
ideas, en abstracto, esta plenamente probada la amenaza del derecho fundamental
a la salud y a la vida cuando una persona se encuentra residiendo en un sector
en el cual no hay adecuada disposición de excretas; sin embargo, la amenaza o
violación del derecho fundamental en casos como los planteados, así como la
negligencia de la administración en la solución del problema que causa la
antecitada amenaza o violación, tiene que ser apreciada por el juez de tutela
en el caso en concreto. Dada la constatación en abstracto de la amenaza a la
vida por la inexistencia de un sistema de alcantarillado, el juez de tutela
sólo tendría que determinar: a) contaminación ambiental; b) afección directa de
la contaminación al accionante.
Es de mérito
advertir que una acción de tutela dirigida a obtener obras de alcantarillado no
es improcedente por la existencia de otros medios de defensa judiciales como
las acciones populares, cuando se demuestra que existe una violación o amenaza
directa al derecho fundamental de la persona que interpone la tutela y que
esta situación tenga una relación de causalidad directa con la omisión de la
administración que afecte el interés de la comunidad, dado que en estos casos
se genera una unidad de defensa, que obedece al principio de economía procesal
y al de prevalencia de la acción de tutela sobre las acciones populares[12].
Analizando al caso
concreto, en el expediente está plenamente probada la amenaza directa a los
derechos fundamentales del señor Vera Parada con la inspección judicial
realizada por el juez de primera instancia y con la declaración rendida por el
aludido dentro de la mencionada inspección judicial. El Juez 2º Penal Municipal
de Turbo -Antioquía- constató que la calle 104 entre carreras 16 y 17 “se
encuentra bañadas de aguas negras” (folio 5º). Igualmente, el promotor de
saneamiento de la localidad, señor Luis Alberto Palacio Navarro, manifestó en
la mencionada diligencia que el estancamiento de las aguas negras puede
producir y esta produciendo malaria, tifo y enfermedades en la piel, en la
población del sector. Por último, en la precitada declaración el actor Oscar
Hernando Vera Parada afirma que: “... mi perjuicio ha sido el de utilizar a
medias los servicios de baño y lavadero, ya que el patio interno de la casa
está rebosado de aguas negras, teniendo que soportar malos olores que producen
éstas aguas negras, en el negocio muchos clientes han dejado de venir para no
tener que meter los pies en ésta laguna de aguas negras y por consiguiente las
ventas se rebajaron altamente” (reverso del folio 5º), situación fáctica
comprobada en la diligencia antecitada (folio 5º).
Con respecto a la
señora Gallego Ortiz, tal persona sólo actuó en la petición de tutela, sin
embargo, en tal libelo afirmó que su lugar de residencia y trabajo se
encontraba situado en la calle 104 con carrera 17, aserto no desvirtuado en el
presente proceso. La Sala toma en cuenta que en la inspección judicial antes
citada se constató que el sector de la calle 104 entre carreras 16 y 17 se
encontraba en el mismo estado ya expresado. Así las cosas, se deduce que los
derechos fundamentales a la vida y a la salud de la accionante Gallego Ortiz se
encuentran amenazados por la falta de un sistema de desagüe de aguas negras.
Se verifica, además,
que la presente tutela no es improcedente por la existencia de otros medios de
defensa judiciales como las acciones populares, dados que en estos casos se
genera una unidad de defensa, siempre y cuando se presenten los requisitos
antecitados, los que en este caso se cumplen, pues existe una amenaza directa
al derecho fundamental de los accionantes, la cual tiene una relación de
causalidad directa con la omisión de la administración de Turbo que esta
afectando el interés de la comunidad. En efecto, se presenta un atentado
directo a la salud de los accionantes, que podría llegar a la muerte, por la
exposición de las aguas negras tanto en la calle como en sus propias casas.
Esto se debe a la inexistencia de un adecuado sistema de disposición de
excretas, prestación que recae en la administración municipal de Turbo.
Dado que lo buscado
por los accionantes es la exigibilidad de un derecho prestacional que se
traduce en una obra pública, al caso en comento le es aplicable los requisitos
de eficacia de obtención de una obra pública a través de tutela. A
continuación se constatarán.
Primero, se presenta
una amenaza a los derechos fundamentales de los accionantes, como ya se expuso.
Segundo, el artículo
357 constitucional señala que la ley definirá las áreas prioritarias de
inversión social en las cuales se invertirá la participación municipal en los
ingresos corrientes de la nación. Tales áreas de inversión social fueron
definidas por el artículo 22 de la Ley 60 de 1993, estableciendo un 20% de
asignación de la participación antedicha para agua potable y saneamiento
básico, cuando no se haya cumplido la meta de cobertura de un 70% de la
población con agua potable. Partiendo de lo anterior, se puede aseverar que
existe, en principio una partida destinada al agua potable y al saneamiento
básico, ítem éste último donde se encuentra el alcantarillado. Así las cosas,
la presente Sala solicitó al alcalde municipal de Turbo ciertos informes que
dejarían en claro cual era el estado de la partida presupuestal dedicada al
saneamiento, por ejemplo, que era insuficiente, o que estaba comprometida,
eventos eximitorios de responsabilidad de la administración, en este caso. Mas
no se obtuvo respuesta dentro del término estipulado, por tanto, partiendo de
lo establecido en el artículo 20 del decreto 2591 de 1991, el cual señala que
si el informe solicitado a la autoridad acusada no fuere rendido dentro del
plazo correspondiente se tendrán por ciertos los hechos, la Sala presume que la
partida presupuestal era suficiente para conjurar el problema sanitario y que
se presentó negligencia de la administración al no actuar teniendo los medios
para hacerlo.
Por otro lado, las
declaraciones de los accionantes en las cuales se asevera la negligencia del
municipio de Turbo, no fueron desvirtuadas, por tanto, a juicio de esta Sala,
se presenta una grave negligencia de la administración municipal de Turbo.
En el caso
sub-examine, la orden judicial de protección de derechos fundamentales sólo
puede ir encaminada a imprimirle cierta dinámica al proceso de gestión
administrativa, o sea, influir en determinadas fases del mentado proceso más no
en todas, pues no sería plausible que el juez de tutela se inmiscuyera en
decisiones puramente administrativas[13],
a guisa de ejemplo, la parte técnica. Esto implica que la cobertura que brinda
la orden judicial debe dar el suficiente margen de acción a la administración,
para que ella defina cual es la mejor manera de conjurar el problema dentro de
un período razonable.
En este orden de
ideas, se confirmará la sentencia revisada, en cuanto concede la acción de
tutela a los actores, sin embargo, se revocará la orden dada por el Juzgado 2º
Penal Municipal de Turbo -Antioquía-, y en su lugar se ordenará a la
administración municipal de Turbo -Antioquía- la realización de las gestiones
necesarias para solucionar, en forma definitiva, el problema de desagüe de
aguas negras en el sector comprendido entre la calle 104 y la carrera 17 de la
ciudad de Turbo, dentro de un período razonable.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Séptima de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional
RESUELVE:
PRIMERO:
CONFIRMAR la sentencia de
tutela proferida por el Juzgado 2º Penal Municipal de Turbo -Antioquía- dentro
del proceso de la referencia, en cuanto tuteló el derecho a la salud de Oscar
Hernando Vera Parada y Silvia Margarita Gallego Ortiz.
SEGUNDO: REVOCAR la orden emitida por el Juzgado 2º Penal
Municipal de Turbo -Antioquía- dentro del proceso de la referencia, y en su
lugar, ORDENAR a la administración municipal de Turbo -Antioquía- la
realización de las gestiones necesarias para solucionar, en forma definitiva,
el problema de desagüe de aguas negras en el sector comprendido entre la calle
104 y la carrera 17 de la ciudad de Turbo, dentro de un período razonable.
TERCERO:
COMUNICAR a través de la
Secretaría General de la Corte Constitucional el contenido de la sentencia al
Juzgado 2º Penal Municipal de Turbo -Antioquía-, al Alcalde del municipio de
Turbo, al Defensor del Pueblo y a los peticionarios de la presente tutela.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte
Constitucional.
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Ponente
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
VLADIMIRO NARANJO MESA
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
[1] Corte Constitucional. Sentencia Nº T-597/93. M.P.: Dr. Eduardo
Cifuentes Muñóz
[2] Corte Constitucional. Sentencia Nº T-323/94. M.P.: Dr. Eduardo
Cifuentes Muñóz
[3] Corte Constitucional. Sentencia Nº T-533/92. M.P.: Dr. Eduardo
Cifuentes Muñóz
[4]Corte Constitucional. Sentencia Nº T-597/93. M.P.: Dr. Eduardo
Cifuentes Muñóz.
[5] Corte Constitucional. Sentencia Nº T-185/93. M.P.: Dr. José
Gregorio Hernández Galindo.
[6] Corte Constitucional. Sentencia Nº T-406/92. M.P.: Dr. Ciro
Angarita Barón
[7] Corte Constitucional. Sentencia Nº T-578/92. M.P.: Dr. Alejandro
Martínez Caballero
[8] Enfermedades de posible control por acciones sobre el ambiente.
Ministerio de Salud. 1978.
[9] MC. JUNKIN, Eugene. Agua y Salud Humana. Organización
Panamericana de la Salud. Oficina Sanitaria Panamericana. Oficina Regional de
la O.M.S. pág. 29.
[10] LINARES MEDINA, Luis Alfonso. El Problema de la Contaminación
del Agua en la Vereda Colombiana. Tesis de Grado 1984. Facultad de Estudios
Interdisciplinarios. Pontificia Universidad Javeriana. págs. 21-22.
[11] Agenda 21. Declaración de Río (Proyectos). Naciones Unidas, pág.
283.
[12] Corte Constitucional. Sentencias Nº T-254/93 T-539/93, T-354/94,
T-431/94, entre otras.
[13]Corte Constitucional. Sentencia No. T-195/95. M.P.: Dr. Alejandro
Martínez Caballero. |
397 | T-208-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-208/95
PERJUICIO
IRREMEDIABLE-Requisitos/ACCION
DE TUTELA-Improcedencia/MEDIO DE DEFENSA JUDICIAL/UNIFORMES DE TRABAJO
Para que el
perjuicio sea irremediable ha de ser INMINENTE, las medidas deben ser URGENTES,
el perjuicio GRAVE y la urgencia y la gravedad determinen que la tutela sea
IMPOSTERGABLE. En el presente caso es el mismo abogado quien se encarga de
quitarle todo piso a la urgencia porque los poderes se le dieron en 1993 y la
tutela la presenta un año después, a la inminencia porque reclama en 1994 lo de
1990 a 1993, a la gravedad porque en la misma petición afirma que los
trabajadores ya compraron los uniformes y sólo desea que se les compense lo
gastado, y, no puede hablarse de que la tutela es impostergable porque el poder
era inicialmente para un ejecutivo laboral.
DOTACION LABORAL-Naturaleza prestacional
El Código Laboral
caracteriza a la entrega de ZAPATOS y VESTIDO DE LABOR como PRESTACION y que
"queda prohibido a los patronos pagar en dinero las prestaciones
establecidas en este Capítulo", habrá que concluir que no se trata de un
derecho fundamental constitucional y que la dotación es una prestación que se
puede demandar judicialmente, no siendo viable la reclamación por la via de
tutela.
REF: EXPEDIENTE
T-56109
Peticionario:
Claudio Tobo Puentes.
Procedencia:
Juzgado Décimo Civil del Circuito de Santafé de Bogotá.
Temas:
-Procedencia en
la petición de tutela.
Magistrado
Ponente:
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO.
Santa Fe de Bogotá
D.C., doce (12) de mayo de mil novecientos noventa y cinco (1995).
La Sala Séptima de
Revisión de la Corte Constitucional, compuesta por los Magistrados Alejandro
Martínez Caballero, Fabio Morón Díaz y Vladimiro Naranjo Mesa.
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
Ha pronunciado la
siguiente
SENTENCIA
En el proceso de
tutela identificado con el número de radicación T-56109, instaurado por Claudio
Tobo Puentes.
I. ANTECEDENTES
Con base en los
artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto Nº 2591 de 1991, la
Sala de Selección de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su
revisión, la acción de tutela de la referencia.
De conformidad con
el artículo 34 del Decreto Nº 2591, esta Sala de Revisión de la Corte entra a
dictar sentencia.
1. Solicitud.
El abogado Claudio
A. Tobo Puentes presentó poderes dirigidos inicialmente al "Juez Laboral
de Santafé de Bogotá (reparto)", suscritos por:
1. PEDRO LUIS ALZATE
MARTINEZ
2. MARTHA CECILIA
ARCILA ALVAREZ
3. JOSE ALADIEL
ESPINOSA
4. MARIA MERLENY
GUAPACHA GOMEZ
5. MARIA MAHECHA DE
HERNANDEZ
6. HENRY LOPEZ
ARANGO
7. MARIA CONSUELO
BERNAL HERNANDEZ
8. MARHA RUBY OSPINA
9. NORBERTO
CRISTANCHO CIFUENTES
10. LUIS FERNANDO
CAMARGO SOLANO
11. MARIA DEL CARMEN
FERNANDEZ DE CRUZ
12. FABIOLA ABDALA
GUERRERO
13. CARLOS LIBARDO
LEAL GARZON
14. MARIA DEL CARMEN
PARADA PARADA
15. AMPARO PATIÑO
CARVAJAL
16. ORLANDO ALFREDO
SANA TOLOZA
17. LUZ MARIA
ESCOBAR
18. LUZ MERY MUÑOZ
FALLA
19. MARTHA LUCIA
PARRA CORREA
20. RAUL PINEDA
RONCANCIO
21. RICARDO RINCON
OCAMPO
22. JORGE IVAN
ARANGO
23. JOSE RODRIGO
ATEHORTUA
24. ADRIANA MARIA
CEBALLOS
25. AMPARO FRANCO
OSSA
26. MARTHA INES
MONTOYA
27. ROSALBA RESTREPO
RUA
28. GLORIA INES
SERNA GARCES
29. LUZ AMPARO YEPES
URIBE
30. CORNELIO
ARBOLEDA
31. PILAR CADAVID
GARCIA
32. JOSE CENON
CASTRO VALDERRAMA
33. JORGE RAMON DIAZ
34. DALIDA MUNIVE
BUSTO
35. ELIZABETH MARINA
PAEZ
36. MOIRA DEL CARMEN
PUELLO
37. CARMEN VICENTA
RODRIGUEZ
38. NANCY ESTELLA
RUBIO
39. DORIS NUBIA BAEZ
40. CARLOS ANIBAL
CABRERA
41. MILVIA DEL
ROSARIO ESTRADA
42. NUBIA MARGARITA
GUERRERO
43. ADOLFO ALBEIRO
MUÑOZ
44. RODRIGO LEON
BAOS PEÑA
45. MARIA MEDINA
46. JOSE TITO
ORDOÑEZ
47. NOREIVA PARAFAN
PAZ
48. YTALO PINTO
TOMBE
49. NANCY ESMERALDA
ROSAS PIAMBA
50. DORA ESTELLA
ACOSTA BECERRA
51. MARTHA HELENA
AGUILAR GALINDO
52. MISAEL ALARCON
SUAREZ
53. BEATRIZ ALVAREZ
CASTRO
54. ANA ISABEL ANGEL
TORRES
55. ILBA ARANGO
GONGORA
56. LUZ HELENA
BARRIOS MERCHAN
57. HERNANDO BECERRA
VEGA
58. MARIA SOLEDAD
BEDOYA SALAZAR
59. SEGUNDO
BALDOMERO CABRERA JOYA
60. JOSE MIGUEL
CARDENAS TOVAR
61. JOSE IGNACIO
CASTAÑEDA MURCIA
62. JUAN BAUTISTA
CASTAÑO CORREA
63. DIOSELINA
CASTIBLANCO MARIN
64. BETULIA CASTRO
MENDEZ
65. FABIOLA CELIS
YAÑEZ
66. NOHORA RAQUEL
CERON DE AVILA
67. LUZ ESTELLA
CHAVEZ
68. VICTOR MANUEL
CHISICA CUERVO
69. NOHELIA CRUZ
MORENO
70. MARIA YOLANDA
CUELLAR DE GARZON
71. ROSA M. DEL P.
SOCORRO CUJIÑO A.
72. MARTHA CECILIA
DAZA
73. CARMEN E. DE
ACOSTA
74. YESID OMAR DIAZ
GONZALEZ
75. ROQUELINA ESTER
FERNANDEZ DE VELEZ
76. LUIS EDUARDO
GALVIS
77. AMAURY GIOVANY
GARCIA
78. IRMA GARCIA
SAAVEDRA
79. PABLO LUIS
GARZON CASTELLO
80. HERNANDO
GRISALES ROCHA
81. CESAR AUGUSTO
GUALTEROS
82. LUIS HERNANDO
GUTIERREZ
83. MARIA D. GUZMAN
GARCIA
84. MARIA EUGENIA
HEREDIA VIVEROS
85. MARIA REBECA
HERNANDEZ BERNAL
86. LUIS AURELIO
JASPE ORTEGA
87. LUZ MIRYAM
JIMENEZ LOZANO
88. BETTY MARIBEL
LARA SEGURA
89. JHON ALBERTO
LAVERDE QUIÑONEZ
90. JORGE EDUARDO
LEON CIFUENTES
91. LUIS ALFONSO
LOPEZ PINEDA
92. MYRIAM MAHECHA
93. FANNY MARIN
RAMIREZ
94. DELIO MARTINEZ
RIVERA
95. LUIS CONRADO
MEJIA
96. GUSTAVO MONROY
GALLO
97. SIMEON MORALES
98. ROSALBA OROZCO
DE DUQUE
99. ROSA ISBELIA
PEREZ DE RODRIGUEZ
100. MARILUZ
PRECIADO SUAZA
101. PABLO PRIETO
102. LUIS EDUARDO
PRIETO CORTES
103. NEIRA DEL
SOCORRO QUINCHIA RODRIGUEZ
104. NELLY CECILIA
QUINTANA DE MEJIA
105. HUGO HUMBERTO
RAMIREZ CARRILLO
106. MANGOLY RAMIREZ
TOVAR
107. ALCIRA JULIANA
RIVERA DEYONGH
108. LUIS ANTONIO
RODRIGUEZ
109. ISLIAM DORIS
RODRIGUEZ MUÑOZ
110. MIGUEL ORLANDO
RODRIGUEZ PULIDO
111. JANETH MARCELA
ROJAS LOPEZ
112. MARIA DOLORES
ROLDAN
113. RUD FRANCIS
RONDON ROMERO
114. MARIA ROSENDA
ROSAS ESPINEL
115. DIEGO JESUS
ROZO PINILLOS
116. ALBINA RUBIO
117. MARIA DEL
CARMEN RUIZ LUNA
118. NAZARIO
SALAMANCA LEON
119. PEDRO SARMIENTO
REINA
120. CECILIA
SARMIENTO SANCHEZ
121. DORALICE SOTO
CAMACHO
122. STELLA TORRES
DE MARTINEZ
123. MARIA TERESA
VANEGAS
124. LUZ MARINA
VILLALBA BERMUDEZ
125. ENVER CASTILLO
PEREA
126. CARLOS ARIAS
127. ORLANDO RAFAEL
ARRIETA
128. MYRIAM BUELVAS
129. VITELIA MEDRANO
DE MERCADO
130. JORGE ENRIQUE
MENDEZ
131. MANUEL MERLANO
NAVARRO
132. CARLOS JOSE
PATERNINA
133. SEGUNDO ROMAN
GALEANO AMAYA
134. AMALIA GUZMAN
135. BALVINA PACHECO
OCHOA
136. JUAN DE DIOS
CARDENAS
Los poderes se
otorgan para que "se inicie y lleve hasta sus terminación ACCION EJECUTIVA
LABORAL, contra el DEPARTAMENTO ADMINISTRATIVO NACIONAL DE COOPERATIVAS
"DANCOOP" con el objeto de obtener el pago por capital e intereses de
todas y cada una de las prestaciones que la entidad demandada me adeuden hasta
la fecha, por concepto de dotaciones de vestido y calzado que conforme a la ley
se me han dejado de suministrar hasta la fecha".
Sin embargo, con
máquina de escribir diferente se agregó al final del poder:
"Que en caso
necesario puede ser utilizado para acción de tutela ante autoridad
competente".
Y, en el encabezamiento
también se hizo este agregado:
"Y/O JUEZ
CIVIL DEL CIRCUITO (REPARTO)". Sin aclararse de cuál ciudad.
Esos poderes, en
principio estaban dirigidos al "Juez Laboral de Santafé de Bogotá
(Reparto)", y fueron autenticados ante Notario y en aquellos sellos de
Notaría donde se dice para quién va el escrito se relacionó el Juzgado Laboral
y no se hace mención del Juzgado Civil del Circuito.
La autenticación o
nota de presentación de todos los poderes se hizo en diferentes Notarías del
país, 71 en Bogotá y el resto en otras capitales según la ciudad de residencia
del poderdante.
Los poderes se
firmaron en el segundo semestre de 1993 y un año después, el 7 de octubre de
1994, el abogado Tobo Puentes presenta solicitud de tutela "en mi calidad
de procurador judicial de todos los ciudadanos colombianos y mayores de edad
actualmente empleados y exempleados del DEPARTAMENTO ADMINISTRATIVO NACIONAL DE
COOPERATIVAS DANCOOP que será contra quien se dirige la tutela y a quienes en
detalle relaciono" y hace la enumeración de 136 personas, las ya indicadas
en esta sentencia.
Pide que se ampare a
tales personas en su derecho al trabajo y consecuencialmente se obligue a
DANCOOP a pagarles en el término de 10 días "las dotaciones de calzado y
vestido que les adeuda conforme a las prestaciones del listado adjunto a esta
tutela".
El listado se
refiere a dotaciones correspondientes a 1990, 1991, 1992 y 1993.
Pide, además, que
DANCOOP continúe con la obligación de cumplir con las dotaciones de vestido y
calzado ordenadas en la Ley 70 de 1988 sin ninguna interrupción, que se imponga
"multas sucesivas y demás sanciones que las normas y su despacho ordene
para estos casos "y que como indemnización se paguen los intereses
comerciales bancarios y las costas del proceso.
Fundamenta sus
pretensiones en que la Ley 70 de 1988 estableció a favor de los trabajadores 3
dotaciones anuales de vestido y calzado; indica que DANCOOP no ha cumplido con
ello, lo cual conlleva en su criterio una violación “por omisión”. Insiste en
que tal omisión no se justifica con la explicación dada por DANCOOP en el
sentido de que “una vez que el Ministerio de Hacienda ubique los dineros por
este concepto, se procederá a dar cumplimiento a dichas obligaciones”. Termina
diciendo que “ya los elementos de las dotaciones fueron compradas y consumidas
por ellos y por tal debe compensárseles las dotaciones en efectivo y ordenar
que se continúen pagando las prestaciones de las dotaciones en el tiempo
ordenado por la ley”. Es decir, pide en dinero lo correspondiente a 1990, 1991,
1992 y 1993, señala una cantidad de $600.000 por persona y solicita en especie
a partir de 1994.
2. PRUEBAS.
Con la solicitud de
tutela se adjuntó esta prueba documental:
a- Petición hecha el
26 de octubre de 1992 por Claudio Tobo, reclamando las dotaciones de algunos
trabajadores de DANCOOP,
b- Un escrito
presentado el 13 de agosto de 1993, dice que "anexo, el cuadro que
contiene la liquidación de cada uno de los empleados y ex-empleados",
"en 3 folios"; pero NO aparece tal anexo.
c- Figura en 3
folios, sin constancia alguna de presentación, un escrito en el cual
hace referencia a que DANCOOP reconoció en forma expresa el derecho de dotación
en $60.000 a cada uno, mediante comunicación de 1º de julio de 1993. (Este
escrito no menciona ningún nombre, ni contiene liquidación alguna).
d- En esa
comunicación, de 1º de julio de 1993, de la Oficina Jurídica de DANCOOP, se
manifiesta que se debe incluir en el presunto $36.600.000 para dos dotaciones y
dice: "con base en este valor se concluye, que la partida para una
dotación de un funcionario es de SESENTA MIL PESOS ($60.000) M/cte. para
1993".
e- Con anterioridad,
el 18 de enero de 1993, el Director de DANCOOP le contestó a Claudio Tobo
haciendo precisiones sobre 21 trabajadores e indicando que del listado citado
por Tobo, 9 no figuran en el archivo.
f- También hay una
comunicación de 30 de agosto de 1993 en la cual se dice que ya se contestó el
18 de enero y el 20 de abril de 1993 y que "nuevamente se reitera que una
vez el Ministerio de Hacienda ubique los dineros por este concepto se procederá
a dar cumplimiento a dicha obligación".
No existe prueba
alguna que señale concretamente que todas y cada una de las personas que firman
los poderes laboraron en DANCOOP, cuál su salario, si se trata de empleados
públicos o trabajadores oficiales, durante cuánto tiempo laboraron, si los 136
agotaron la vía gubernativa y, salvo la expresión de la oficina jurídica de que
la partida para una dotación de un funcionario es de $60.000,oo para 1993,
no hay otro elemento de juicio sobre cuantificación de las dotaciones, menos
aún respecto a 1994 porque los poderes fueron presentados y autenticados en
1993 y en ellos expresamente se dice en dos oportunidades que se reclama lo
debido HASTA LA FECHA, es decir, hasta 1993.
3. DECISIONES.
El Juzgado Décimo
Civil del Circuito de Santafé de Bogotá, el 18 de octubre de 1994, denegó la
tutela porque en su sentir se trata de una acción popular (art. 88 C.P.) y se
reclama un derecho de estricto rango legal.
El Tribunal de
Santafé de Bogotá, Sala Civil, confirmó con similares razones, en providencia
de 23 de noviembre de 1994.
FUNDAMENTOS JURIDICOS
A. COMPETENCIA.
Es competente esta
Sala de Revisión de la Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión
dentro de la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos
86 inciso 2º y 241 numeral 9º de la Constitución Política, en concordancia con
los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991; además, su examen se
hace por virtud de la selección que de dicha acción practicó la Sala
correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma señalada por el
Reglamento de esta Corporación.
B. CASO CONCRETO
Y TEMAS JURIDICOS.
1. La jurisdicción
del trabajo conoce de los juicios ejecutivos laborales (arts. 100 y ss. Código
Procesal del Trabajo); de manera que el otorgamiento de un poder especial
le da al abogado designado la postulación para pedir en los términos que señale
el mandato judicial.
Cuando en el poder
se dice concretamente que es para una acción ejecutiva laboral, el apoderado
judicial sólo tiene aquellas facultades que le son propias de este juicio. Y si
se precisa que es para el Juzgado Laboral de Santafé de Bogotá, tendrá validez
para esta ciudad y no para otra.
2. Si al poder se le
hace un agregado ampliándolo para actuar en OTRA JURISDICCION: la
CONSTITUCIONAL, se tiene un poder especial para varios procesos separados que
"Sólo podrá conferirse por escritura pública" (art. 65 del C. de
P.C.). Podrá pensarse que tratándose de la tutela no es aplicable esta norma
del procedimiento civil, dada la informalidad de la tutela, pero, en todo caso,
pierde seriedad el añadirle a los 136 memoriales-poder referentes a juicio
ejecutivo laboral, la frase de que el poder "puede ser utilizado para
acción de tutela". Y, se tergiversa el mandato si además se agrega que el
poder especial dirigido al Juez Laboral (y de ello dan fé, autenticaciones ante
Notario) puede ser también para "Y/O JUEZ CIVIL DEL CIRCUITO".
3. Si, en gracia de
discusión, se aceptan los irregulares poderes y la expresión de estar dirigidos
tanto al Juez Laboral de Santafé de Bogotá como al "Juez Civil del
Circuito" sin decir de donde, de todas maneras surge, tratándose de la
tutela, esta complicación:
El interesado
escoge, siempre que se someta a la competencia territorial (del lugar donde
ocurrió la violación o la amenaza del derecho fundamental), el Juez o Tribunal
que estime conveniente. Ocurre que, en la presente tutela se reclama por la
entrega de unas dotaciones debidas a trabajadores que al parecer laboraban o
laboran en diferentes partes del país (así lo señalan la vecindad reseñada en
los poderes y se colige de la presentación en Notarias de diferentes
capitales). Pues bien, podría plantearse esta alternativa: la violación tuvo
ocurrencia o en el lugar del trabajo o en la capital de la República donde se
dice por el solicitante que no se soluciona el problema. En 71 de los 136 casos
el lugar del trabajo es la capital de la Repúblia, luego, para la tutela podría
admitirse que se puede instaurar en Bogotá; pero, lo complicado es que el
abogado escogió el Juez Civil del Circuito de Santafé de Bogotá (Reparto) para
todos los 136 que dieron poder. En el segundo caso, o sea, considerando que
Santafé de Bogotá es la ciudad donde presuntamente se ha violado el derecho,
podría, en gracia de discusión, admitirse el poder no obstante la
incongruencia.
4. Pero, si en
virtud del principio de celeridad se admitieran como irregularidades y no com
nulidades los inconvenientes surgidos de los agregados hechos a todos los
poderes, lo que no puede esquivarse es lo perentorio del mandato: "obtener
el pago por Capital e Intereses de todas y cada una de las pretensiones que la
entidad demandada me adeuden hasta la fecha, por concepto de dotaciones
de vestido y calzado que conforme a la ley se me han dejado de suministrar hasta
la fecha" (subrayas fuera del texto).
Es decir, el abogado
sólo está facultado para reclamar capital e intereses hasta la
fecha en que se otorgaron los poderes, segundo semestre de 1993, luego las
pretensiones relativas a 1994 y todo lo que surgiere con posterioridad, escapan
al mandato conferido, fuera de no ser susceptibles de reclamar mediante tutela
como se explicará posteriormente y de que el Código de Trabajo prohibe la
compensación en dinero a la prestación de calzado y overoles (art. 234 C. del
T.).
5. La petición hecha
a finales de 1994 para que se pague en dinero efectivo las dotaciones de 1990,
1991, 1992 y 1993 no son susceptibles de tramitar mediante tutela porque esta
acción sólo procede cuando no existe otro medio de defensa judicial y en el
presente caso el mismo solicitante reconoce que la via adecuada es el
juicio ejecutivo laboral, tanto es así que los poderes se otorgaron
fundamentalmente para adelantar tal juicio. Indudablemente el título ejecutivo
es la Ley 70 de 1988 y tenía que demostrar que cada trabajador o ex-trabajador
se ubicaba dentro de los requisitos del artículo 1º de dicha ley.
6. Excepcionalmente
cabe la tutela, como mecanismo transitorio, cuando pese a existir otra via
judicial, se esté ante un perjuicio irremediable.
Para que el
perjuicio sea irremediable ha de ser INMINENTE, las medidas deben ser URGENTES,
el perjuicio GRAVE y la urgencia y la gravedad determinen que la tutela sea
IMPOSTERGABLE.
La Corte ha repetido en numerosos fallos la siguiente
jurisprudencia:
"A- El
perjuicio ha de ser inminente: "que amenaza o está por suceder prontamente".
Con lo anterior se diferencia de la expectativa ante un posible daño o
menoscabo, porque hay evidencias fácticas de su presencia real en un corto
lapso, que justifica las medidas prudentes y oportunas para evitar algo
probable y no una mera conjetura hipotética. Se puede afirmar que, bajo cierto
aspecto, lo inminente puede catalogarse dentro de la estructura fáctica, aunque
no necesariamente consumada. Lo inminente, pues, desarrolla la operación
natural de las cosas, que tienden hacia un resultado cierto, a no ser que
oportunamente se contenga el proceso iniciado. Hay inminencias que son
incontenibles: cuando es imposible detener el proceso iniciado. Pero hay otras
que, con el adecuado empleo de medios en el momento oportuno, pueden evitar el
desenlace efectivo. En los casos en que, por ejemplo, se puede hacer cesar la
causa inmediata del efecto continuado, es cuando vemos que desapareciendo una
causa perturbadora se desvanece el efecto. Luego siempre hay que mirar la
causa que está produciendo la inminencia.
B). Las medidas
que se requieren para conjurar el perjuicio irremediable han de ser urgentes,
es decir, como calidad de urgir, en el sentido de que hay que instar o precisar
una cosa a su pronta ejecución o remedio tal como lo define el Diccionario de
la Real Academia. Es apenas una adecuación entre la inminencia y la respectiva
actuación: si la primera hace relación a la prontitud del evento que está por
realizarse, la segunda alude a su respuesta proporcionada en la prontitud.
Pero además la urgencia se refiere a la precisión con que se ejecuta la medida,
de ahí la necesidad de ajustarse a las circunstancias particulares. Con lo
expuesto se verifica cómo la precisión y la prontitud señalan la oportunidad de
la urgencia.
C). No basta cualquier
perjuicio, se requiere que éste sea grave, lo que equivale a la gran intensidad
del daño o menoscabo material o moral en el haber jurídico de la persona. La
gravedad obliga a basarse en la importancia que el orden jurídico concede a
determinados bienes bajo su protección, de manera que la amenaza a uno de
ellos es motivo de actuación oportuna y diligente por parte de las autoridades
públicas. Luego no se trata de cualquier tipo de irreparabilidad, sino sólo de
aquella que recae sobre un bien de gran significación para la persona,
objetivamente. Y se anota la objetividad, por cuanto la gravedad debe ser
determinada o determinable, so pena de caer en la indefinición jurídica, a
todas luces inconveniente.
D). La urgencia y
la gravedad determinan que la acción de tutela sea impostergable, ya que tiene
que ser adecuada para restablecer el orden social justo en toda su integridad.
Si hay postergabilidad de la acción, ésta corre el riesgo de ser ineficaz por
inoportuna. Se requiere una acción en el momento de la inminencia, no cuando
ya haya desenlace con efectos antijurídicos. Se trata del sentido de precisión
y exactitud de la medida, fundamento próximo de la eficacia de la actuación de
las autoridades públicas en la conservación y restablecimiento de los derechos
y garantías básicos para el equilibrio social.
De acuerdo con lo
que se ha esbozado sobre el perjuicio irremediable, se deduce que hay
ocasiones en que de continuar las circunstancias de hecho en que se encuentra
una persona, es inminente e inevitable la destrucción grave de un bien
jurídicamente protegido, de manera que urge la protección inmediata e
impostergable por parte del Estado ya en forma directa o como mecanismo
transitorio.
El fundamento de
la figura jurídica que ocupa la atención de esta Sala es la inminencia de un
daño o menoscabo graves de un bien que reporta gran interés para la persona y
para el ordenamiento jurídico, y que se haría inevitable la lesión de continuar
una determinada circunstancia de hecho. El fin que persigue esta figura es la
protección del bien debido en justicia, el cual exige lógicamente unos
mecanismos transitorios, urgentes e impostergables, que conllevan, en algunos
casos, no una situación definitiva, sino unas medidas precautelativas"[1] .
En el presente caso
es el mismo abogado quien se encarga de quitarle todo piso a la urgencia porque
los poderes se le dieron en 1993 y la tutela la presenta un año después, a la
inminencia porque reclama en 1994 lo de 1990 a 1993, a la gravedad porque en la
misma petición afirma que los trabajadores ya compraron los uniformes y sólo
desea que se les compense lo gastado, y, no puede hablarse de que la tutela es
impostergable porque el poder era inicialmente para un ejecutivo laboral y el
criticable agregado que se le hizo para extenderlo a la tutela plantea una
pregunta obvia: por qué no inicio el juicio ejecutivo laboral en ese año largo
durante el cual tuvo los poderes?
7. Tanto en las
sentencias (expresamente) como en la solicitud (tácitamente) se le da a la
dotación el carácter de obligación con rango legal.
No puede pensarse
que mediante la tutela, con la simple afirmación de que a una persona se le
deben unas dotaciones de años atras, se le está violando el derecho fundamental
al trabajo.
La Ley 70 de 1988
establecio la entrega de dotaciones para los empleados del sector oficial,
aclarando que no es factor salarial, que se caracteriza por la gratuidad y que
sólo tienen derecho quienes tengan una remuneración mensual inferior a 2
salarios mínimos y hayan cumplido 3 meses de labores.
Los artículos de la
Ley 70 expresamente dicen:
"Artículo 1º
Los empleados del sector oficial que trabajan al servicio de los ministerios,
departamentos administrativos, superintedencias, establecimientos públicos,
unidades administrativas especiales, empresas industriales o comerciales de
tipo oficial y sociedades de economía mixta, tendrán derecho a que la entidad
con que laboran les suministre cada cuatro (4) meses, en forma gratuita, un par
de zapatos y un (1) vestido de labor, siempre que su remuneración mensual sea
inferior a dos (2) veces el mínimo legal vigente. Esta prestación se reconcoerá
al empleado que haya cumplido más de tres (3) meses al servicio de la entidad
empleadora.
Artículo 2º Esta
prestación no es salario, ni se computará como factor del mismo en ningún caso.
Artículo 3º Esta
Ley rige a partir de su publicación."
Si a lo anterior se
agrega que el Código Laboral caracteriza a la entrega de ZAPATOS y VESTIDO DE
LABOR como PRESTACION (Capítulo 4º) y que "queda prohibido a los patronos
pagar en dinero las prestaciones establecidas en este Capítulo", habrá que
concluir que no se trata de un derecho fundamental constitucional y que la
dotación es una prestación que se puede demandar judicialmente, no siendo
viable la reclamación por la via de tutela.
8. Mucho menos tiene
cabida que en la sentencia de tutela se ordene el pago de perjuicios porque eso
ocurriría en el caso de que la tutela hubiere prosperado y en circunstancias
muy especiales. Como tampoco hay lugar a condenar en costas a DANCOOP. Por el
contrario, las posibles irregularidades que aparecen en los poderes obligan a
esta Sala a ponerlas en conocimiento del Consejo Seccional de la Judicatura
para lo que estime del caso.
En mérito de lo
expuesto la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del
pueblo y por autoridad de la Constitución,
RESUELVE:
PRIMERO:
CONFIRMAR las decisiones
del Juzgado Décimo Civil del Circuito de Santafé de Bogotá, de 18 de octubre de
1994, y de la Sala Civil del Tribunal Superior de esta ciudad, de 23 de
noviembre de 1994, pero por las razones expuestas en este fallo.
SEGUNDO:
Comuníquese al Juzgado
Décimo Civil del Circuito de Santafé de Bogotá para que notifique la sentencia
a las partes, al tenor del artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
TERCERO:
Envíese copia de la
sentencia al Consejo Seccional de la Judicatura, en esta ciudad, para los
efectos indicados en la parte motiva del presente fallo.
CUARTO: Envíese copia al Defensor del Pueblo.
Notifíquese,
comuníquese y cúmplase, insértese en la Gaceta Constitucional.
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Ponente
FABIO MORON
DIAZ
Magistrado
VLADIMIRO NARANJO MESA.
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
[1]Corte Constitucional. Sentencia Nº T-
225/93 Magistrado Ponente: Dr. Vladimiro Naranjo Mesa |
398 | T-209-95
Sentencia No
Sentencia No. T-209/95
DERECHO
A LA PENSION DE JUBILACION-Pago oportuno/ACCION DE TUTELA
El pago de las pensiones se hace efectivo si previamente al
mismo se realiza la inclusión en la nómina de pensionados" que constituye
un acto de trámite o preparatorio, no atacable en vía gubernativa ni
susceptible de controversia ante la jurisdicción de lo contencioso
administrativo, de donde surge "que el único medio judicial de defensa
para la protección del derecho fundamental, es precisamente la acción de
tutela".
_
PENSION
DE INVALIDEZ/DERECHO A LA IGUALDAD-Vulneración
La condición de disminuido físico, sensorial o psíquico -que
subyace a la calificación médica de pérdida de la capacidad laboral como
presupuesto del reconocimiento del derecho a la pensión de invalidez-, coloca a
la persona afectada bajo la órbita del derecho a la igualdad y la hace acreedora
de una protección especial del Estado por encontrarse en circunstancias de
debilidad manifiesta. El desconocimiento del derecho fundamental a la pensión
de invalidez y a su pago oportuno puede entrañar igualmente una vulneración del
derecho a la igualdad, en este caso al derecho a ser tratado de modo especial
por encontrarse en situación de desventaja frente a las demás personas.
PENSION
DE INVALIDEZ-Orden de inclusión en nómina
La acción de tutela se orienta a lograr el reconocimiento de
una pensión "por servicios prestados", en lugar de la pensión de
invalidez que se reclamó. En criterio de la Sala, este aspecto escapa al ámbito
propio del instrumento de defensa de los derechos fundamentales previsto en el
artículo 86 superior, porque es a la entidad de seguridad social a la que
corresponde decidir si reconoce o no tal pensión, siempre que previamente se
presente la solicitud respectiva y se acrediten los requisitos exigidos. Según
se desprende de la declaración rendida por la esposa del solicitante, pese a
considerar que, al momento de su retiro, reunía los requisitos de tiempo y
edad para obtener una pensión distinta a la de invalidez, ninguna diligencia
se cumplió ante la Caja de Previsión Social de Santa Fe de Bogotá con el fin de
reclamarla; todo lo contrario, lo que se solicitó y obtuvo fue la pensión de
invalidez y, con base en ese reconocimiento, la Corte Constitucional procede a
conceder la tutela. Lo anterior no obsta para que, en el evento de estimarlo
viable y conveniente, el interesado presente una solicitud enderezada a obtener
una pensión diferente.
REF: EXPEDIENTE No. 62.011.
Peticionario: Carlos Ovidio Cruz Montero.
Procedencia: Juzgado 29 Penal del Circuito de Santa Fe de
Bogotá.
Magistrado Ponente:
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO.
Santa Fe de
Bogotá D.C., doce (12) de mayo de mil novecientos noventa y cinco (1995)
La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional,
presidida por el Magistrado Alejandro Martínez Caballero e integrada por los
Magistrados Fabio Morón Díaz y Vladimiro Naranjo Mesa,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR
MANDATO DE LA CONSTITUCION
ha pronunciado la siguiente
SENTENCIA
En el proceso de tutela identificado con el número de
radicación T-62.011, adelantado por Carlos Ovidio Cruz Montero en contra de la
Caja de Previsión Social de Santa Fe de Bogotá. Con base en los artículos 86 de
la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección
correspondiente de la Corte Constitucional, escogió, para efectos de su
revisión, la acción de tutela de la referencia.
I. ANTECEDENTES
1. Solicitud.
El 12
de enero de 1995, Carlos Ovidio Cruz Montero presentó, ante el Juzgado 49
Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá, una acción de tutela, invocando
como vulnerado el derecho fundamental de petición.
Señaló
el actor, en confuso escrito, que laboró al servicio de las secretarías de
Gobierno y Hacienda. Relata que ingresó a trabajar el 20 de enero de 1970
habiendose retirado el 6 de febrero de 1993, y que radicó los papeles para
obtener una pensión de invalidez que no le ha sido reconocida, motivo por el
cual, él y su familia atraviesan por una difícil situación ya que carecen de
otros recursos. Manifiesta, además, que en la actualidad se encuentra
imposibilitado para desempeñar un empleo.
2. Actuación
Judicial.
El asunto fue repartido al Juzgado 29 Penal del Circuito de
Santa Fe de Bogotá que asumió el conocimiento y solicitó, a la Secretaría de
Gobierno del Distrito Capital y, a la Caja de Previsión Social del Distrito,
los informes y documentación pertinentes. Igualmente, el despacho judicial
dispuso oír al accionante “a efectos de puntos relacionados con la acción de
tutela por él formulada”.
En su declaración, Carlos Ovidio Cruz Montero expuso que
reclamaba el pago de una pensión “por servicio completo”, en razón de haber
cumplido el tiempo indispensable. Ante las dificultades que el accionante tuvo
para expresarse, de las cuales el Juzgado dejó constancia, se le solicitó
indicar a una persona que, enterada de los hechos, estuviera en condiciones de
comunicarlos al Juzgado. El accionante designó a su señora, María Isabel Forero
Florez quien, hallándose presente, fue interrogada e informó lo siguiente:
-Convive con el peticionario desde hace 16 años y tienen dos
hijos de 9 y 16 años de edad.
-A causa de un “infarto cerebral” que le dejó inválido el
lado derecho, Carlos Ovidio Cruz Montero se retiró, a partir del 6 de febrero
de 1993, del cargo que ocupaba en la Secretaría de Gobierno del Distrito.
-El 23 de febrero de 1994 solicitaron a la Caja de Previsión
Social del Distrito el reconocimiento de la pensión de invalidez, solicitud que
fue radicada bajo el número 121.
- Al momento de retirarse del trabajo, el peticionario había
cumplido los requisitos para acceder a "la pensión por tiempo de
servicio". En esas circunstancias, la acción de tutela se dirige, en
primer término, a obtener una respuesta y, en segundo lugar, a que se ordene a
la Caja pagar la "pensión por servicio prestado ...y no por
invalidez", si bien ante la entidad demandada no se efectuó la
rectificación correspondiente.
-Manifiesta la declarante que se encuentran en precaria
situación económica porque su esposo no puede trabajar y ella tampoco, pues
debe atenderlo. El hijo mayor estudia y trabaja para sostener el hogar.
3. La sentencia
que se revisa.
El Juzgado 29 Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá,
mediante sentencia de 24 de enero de 1995, resolvió negar la tutela y
"Recomendar a la Caja de Previsión Social de Santafé de Bogotá , D.C. que
dentro de los términos de razonabilidad, oportunidad y eficacia se disponga la
inclusión en nómina del pensionado CARLOS OVIDIO CRUZ MONTERO". Lo
anterior, con base en las siguientes consideraciones:
-En lo que atañe al derecho de petición, "resulta
situación superada" ya que, "mediante resolución No. 01960 del 27 de
octubre de 1994, se reconoció al mentado ciudadano pensión por invalidez y sólo
resta incluirlo en nómina".
-En cuanto tiene que ver con la tardanza para incluirlo en
nómina, pese a que nada justifica la incuria oficial, "el efecto
protector de la tutela no puede cobijar la posibilidad de que por vía de tan
excepcional mecanismo se disponga y ordene el pago de una obligación del Estado
ya reconocida a virtud de acto administrativo en firme, pues en tales
condiciones, ha dicho nuestro Máximo Tribunal Constitucional, cuenta el
afectado con mecanismos alternos para obtener el pago y las indemnizaciones que
por mora se pudieren generar, acciones que comprenden el juicio ejecutivo
laboral contra la entidad renuente".
II. FUNDAMENTOS JURIDICOS
1. Competencia.
Es competente esta Sala de la Corte Constitucional para
proferir sentencia de revisión dentro de la acción de tutela de la referencia,
con fundamento en los artículos 86 inciso 3o. y 241 numeral 9o. de la
Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del
Decreto 2591 de 1991.
2.La materia.
Según se desprende de la información que reposa en el
expediente, el señor Carlos Ovidio Cruz Montero, mediante resolución No. 1531
de 1993, fue retirado del empleo que venía desempeñando en la Secretaría de
Gobierno de Santa Fe de Bogotá, a partir del 6 de febrero de ese año, fecha
esta última en la cual, de acuerdo con informe de la Caja de Previsión Social
del Distrito, cumplió "180 días de incapacidad continua". (Folios 5,
43 y 44).
El 23 de febrero de 1994 el accionante solicitó, ante la Caja
de Previsión Social de Santa Fe de Bogotá, el reconocimiento de la pensión de
invalidez en razón de no hallarse en condiciones para trabajar. Por resolución
No. 1960, fechada el 27 de octubre del año anterior, la Caja decidió reconocer
la pensión pedida y ordenar el pago correspondiente desde el 7 de febrero de
1993. (Folio 83).
El 12 de enero del presente año, el señor Cruz Montero
impetró una acción de tutela en contra de la Caja de Previsión Social de Santa
Fe de Bogotá y adujo, como derecho conculcado, el contemplado en el artículo 23
de la Carta Política, derecho que, conforme a reiterada jurisprudencia de la
Corte Constitucional no se agota en la simple posibilidad de dirigirse a las
autoridades, sino que, dentro de su núcleo esencial, comprende la resolución
real y efectiva de la cuestión planteada; respuesta que, de acuerdo con la
literalidad de la norma superior, debe ser "pronta". Así pues, tanto
la falta de contestación como la decisión tardía vulneran el derecho de
petición.
En el caso sub-exámine, la Caja de Previsión Social de Santa
Fe de Bogotá, en el escrito que envió al juez de tutela, indica que "Al
presentar la solicitud de pensión de invalidez se le hizo saber al peticionario
que debido al cúmulo de trabajo de la Oficina de Prestaciones Económicas de
esta Entidad, era imposible dar cumplimiento al término estipulado, pues las
peticiones se vienen evacuando en el respectivo orden cronológico de acuerdo a
la presentación ". (Folio 65). Es cierto que una circunstancia como la
anotada es previsible, pero no basta enterar al solicitante de la imposibilidad
de generar una respuesta oportuna y de los motivos del retraso, ya que,
conforme a lo previsto por el Código Contencioso Administrativo, es
indispensable señalar "la fecha en que se resolverá o dará
respuesta". (Art, 6), de lo contrario, el interesado quedará sumido en una
reprochable incertidumbre.
Como se anotó, la Caja de Previsión Social de Santa Fe de
Bogotá, produjo una resolución reconociendo la pensión, ocho meses después de
haberse radicado la solicitud, y aún cuando, por ese motivo, el juez de
conocimiento entiende que la situación quedó "superada, no sobra advertir
acerca de la oportunidad de la respuesta y de los aspectos reseñados en el
apartado anterior.
Ahora bien, manifiesta el peticionario que no se ha efectuado
el pago de las mesadas correspondientes a la pensión reconocida. Al respecto,
lo primero que debe dilucidarse, para estimar la procedencia de la acción de
tutela, es si la Corte se encuentra frente a un derecho constitucional
fundamental y, en caso afirmativo, si se configura la violación alegada.
Sobre el particular, es pertinente recordar que, conforme la
Corte lo ha establecido, en determinadas circunstancias el derecho a la
seguridad social adquiere el carácter de fundamental, cuando su "no
reconocimiento tiene la potencialidad de poner en peligro otros derechos y
principios fundamentales como la vida (C. P. Art.11), la dignidad humana (C.P.
art1), la integridad física o moral (C.P. art 12) o el libre desarrollo (C.P.
art 16) de las personas de la tercera edad (C.P: art. 46)". (Sentencia
T-426 de 1992. M.P. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz). En relación con la
pensión de invalidez la Corte, en sentencia No. 481 de 1992, precisó:
"En cuanto al derecho al trabajo (Preámbulo y artículos
1, 25,26,39,53,55 y 56 de la C.N.), que es sin la menor duda un derecho
fundamental, basta decir para los propósitos de este fallo que él da lugar a
una serie de prestaciones que se reflejan en la seguridad social, pero que en
este caso, ésta, por su derivación directa e inmediata del trabajo, no es la
seguridad social genérica y programáticamente universal de que trata el
artículo 48 ibídem y de cuyo carácter como derecho fundamental puede dudarse.
La pensión de invalidez de que trata este asunto, aunque está enmarcada dentro
del régimen de la seguridad social, -específica y concreta como se ha dicho- es
resultado directo e inmediato del trabajo y como éste, es derecho fundamental y
merece especial protección del Estado". (M.P. Dr. Jaime Sanín Greiffenstein)
La entidad demandada informó al Juzgado 29 Penal del Circuito
de esta ciudad que el pensionado "no ha sido incluido en la nómina
definitiva, lo cual se hará en el menor tiempo posible". El despacho
judicial estima que no es posible ordenar "el pago de una obligación
del Estado ya reconocida a virtud de acto administrativo en firme", y
se limita a recomendar que "dentro de los términos de
razonabilidad, oportunidad y eficacia se disponga la inclusión en nómina".
En lo relativo a este tema, previa la definición del carácter
fundamental del derecho a disfrutar de la pensión de invalidez, esta Sala de
Revisión de la Corte Constitucional ha advertido que "El pago de las
pensiones se hace efectivo si previamente al mismo se realiza la inclusión en
la nómina de pensionados" que constituye un acto de trámite o
preparatorio, no atacable en vía gubernativa ni susceptible de controversia
ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo, de donde surge "que
el único medio judicial de defensa para la protección del derecho fundamental,
es precisamente la acción de tutela". En la misma sentencia, la Corte
expuso los siguientes planteamientos que se reiteran en esta oportunidad:
"Las solicitudes de los peticionarios para ser incluidos
en la nómina de pensionados y así recibir efectivamente sus respectivas
pensiones, no han sido atendidas por la entidad demandada. Es más, ni siquiera
ha existido al respecto pronunciamiento alguno.
La anterior omisión involucra un problema jurídico
constitucional sobre la eficacia de los derechos: ¿es suficiente el
reconocimiento de las respectivas pensiones de los peticionarios por parte de
la Caja Nacional, o si por el contrario, se necesita el pago efectivo de las
mismas para dar cumplimiento con el mandato constitucional de la efectividad
real de los derechos fundamentales?
Esta Corporación considera, en concordancia con lo expuesto
anteriormente, que la conducta omisiva de la Caja Nacional, atenta contra el
principio fundamental que rige nuestro Estado Social de Derecho y que
constituye uno de sus fines esenciales, consistente en la eficacia real y no
formal de los derechos fundamentales de los asociados.
En efecto, el simple reconocimiento de las pensiones, que si
bien es un requisito indispensable, no implica que el derecho haya sido
satisfecho en su debida forma. Para ello, y en aras de darle eficacia material,
es necesario que a los peticionarios se les incluya en la nómina de pensionados
y, lo que es aún más importante, que efectivamente se les empiece a cancelar cumplidamente
las mesadas futuras y las atrasadas".(Sentencia No. T-135 de 1993. M.P .
Dr. Alejandro Martínez Caballero).
Acerca del pago efectivo de las mesadas, tratándose de la
pensión de invalidez, la Corte ha puntualizado que:
"Si bien el reconocimiento del derecho a la pensión de
invalidez compete a la entidad empleadora o la institución de seguridad social
a la que está adscrito el trabajador y, en caso de conflicto, a la justicia
ordinaria, una vez obtenido su reconocimiento le corresponde al Estado
garantizar la efectividad de este derecho fundamental, principalmente mediante
su pago oportuno (C.P. art. 53).
La pensión de invalidez representa para quien ha perdido
parcial o totalmente la capacidad de trabajar y no puede por sí mismo proveerse
de los medios indispensables para la subsistencia, un derecho esencial e
irrenunciable (C.P. art. 48). El no pago oportuno de las pensiones de invalidez
atenta directamente contra el derecho a la vida y los principios de dignidad y
solidaridad humana sobre los que está fundado nuestro Estado Social de Derecho
(C.P. art. 1).
No sólo la íntima conexidad entre la pensión de invalidez y
los derechos a la vida y el trabajo llevan a la Corte a afirmar su linaje de
derecho fundamental. La pensión de invalidez es una especie del derecho a la
seguridad social, el cual ostenta igualmente el carácter fundamental cuando su
titularidad se predica de las personas de la tercera edad (SentenciasT-426/92,
T-011/93, T-135/93) o de disminuidos físicos, sensoriales o psíquicos
(Sentencia T-427/92).
La condición de disminuido físico, sensorial o psíquico -que
subyace a la calificación médica de pérdida de la capacidad laboral como
presupuesto del reconocimiento del derecho a la pensión de invalidez-, coloca a
la persona afectada bajo la órbita del derecho a la igualdad y la hace
acreedora de una protección especial del Estado por encontrarse en
circunstancias de debilidad manifiesta (C.P. art.13). El desconocimiento del
derecho fundamental a la pensión de invalidez y a su pago oportuno puede
entrañar igualmente una vulneración del derecho a la igualdad, en este caso al
derecho a ser tratado de modo especial por encontrarse en situación de
desventaja frente a las demás personas (C.P. arts. 2 y 13). En consecuencia, no
es desacertada la invocación del derecho a la igualdad por parte del accionante
de tutela frente a lo que considera una omisión arbitraria de la autoridad
pública que atenta contra sus derechos fundamentales". (Sentencia T-239 de
1993. M.P. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz).
El despacho que conoció de la acción de tutela negó la
protección impetrada destacando que "quedan a salvo del accionante
mecanismos alternos de defensa y protección al derecho que reclama". Sobre
este punto, es necesario poner de presente que, el otro medio de defensa
judicial, debe tener la misma eficacia que la acción de tutela para la
protección del derecho fundamental de que se trate; situación que no resulta
posible predicar en esta ocasión, puesto que, someter al accionante a los
dilatados trámites de un proceso ejecutivo, implicaría la prolongación de las
circunstancias desfavorables al pleno y cabal disfrute de sus derechos y,
además, ponderadas las específicas condiciones en que se encuentra, comportaría
la práctica negación de la protección que la Carta brinda a los disminuidos
físicos, sensoriales y psíquicos y, por contera, el palmario desconocimiento
del derecho a la igualdad que impone proteger a las personas que "por
su condición económica, física o mental se encuentran en circunstancias de
debilidad manifiesta". La inidoneidad de los otros medios de defensa
judicial es constatable a partir de la imposibilidad en que se halla el actor
para dedicarse al trabajo, la penuria por la que atraviesan él y su familia, a
punto tal que la mesada pensional es el único recurso que contribuiría a
otorgarles una existencia digna. Todos estos aspectos comprueban la urgente e
inaplazable necesidad de protección.
Por último, la acción de tutela se orienta a lograr el
reconocimiento de una pensión "por servicios prestados", en lugar de
la pensión de invalidez que se reclamó. En criterio de la Sala, este aspecto
escapa al ámbito propio del instrumento de defensa de los derechos
fundamentales previsto en el artículo 86 superior, porque es a la entidad de
seguridad social a la que corresponde decidir si reconoce o no tal pensión,
siempre que previamente se presente la solicitud respectiva y se acrediten los
requisitos exigidos. Según se desprende de la declaración rendida por la esposa
del solicitante, pese a considerar que, al momento de su retiro, el señor Cruz
Montero reunía los requisitos de tiempo y edad para obtener una pensión
distinta a la de invalidez, ninguna diligencia se cumplió ante la Caja de
Previsión Social de Santa Fe de Bogotá con el fin de reclamarla; todo lo
contrario, lo que se solicitó y obtuvo fue la pensión de invalidez y, con base
en ese reconocimiento, la Corte Constitucional procede a conceder la tutela. Lo
anterior no obsta para que, en el evento de estimarlo viable y conveniente, el
interesado presente una solicitud enderezada a obtener una pensión diferente.
En mérito de lo expuesto, la Sala Séptima de Revisión de la
Corte Constitucional
RESUELVE
PRIMERO. REVOCAR la sentencia de 24 de enero de
1995, proferida por Juzgado 29 Penal del Circuito de Santa Fe de Bogotá D.C.
SEGUNDO. CONCEDER la tutela
impetrada, en consecuencia, se ordena al Gerente de la Caja de Previsión Social
de Santa Fe de Bogotá D.C. que incluya en nómina al señor Carlos Ovidio Cruz
Montero y que proceda al pago efectivo de la pensión de invalidez reconocida al
petente mediante resolución No. 1960 de octubre 27 de 1994.
TERCERO. El Juzgado 29 Penal del Circuito de Santa fe de Bogotá
vigilará el estricto cumplimiento de lo ordenado en esta providencia.
CUARTO. LIBRENSE las comunicaciones de que trata el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, comuníquese, notifíquese, cúmplase e insértese en la
Gaceta de la Corte Constitucional.
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Ponente
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
VLADIMIRO NARANJO MESA
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
399 | T-210-95
Sentencia No
Sentencia No.
T-210/95
DERECHO DE
PETICION-Pronta Resolución/ACCION
DE TUTELA CONTRA ENTIDAD EN LIQUIDACION
El derecho de
petición comprende la facultad de dirigirse a las autoridades públicas, en
interés particular o general, y adicionalmente, la obtención de una pronta
resolución, de modo que la autoridad pública que guarda silencio, absteniéndose
de brindar una respuesta o que la produce, pero con evidente tardanza, conculca
el derecho. La resolución que la norma impone implica entrar al fondo del
asunto, de manera que la decisión que finalmente se adopte en realidad
resuelva, positiva o negativamente, la cuestión planteada, aludiendo, en todo
caso, a la materia pertinente. El hecho de que la Empresa Distrital de
Servicios Públicos se encuentre en proceso de liquidación no autoriza la
desatención de las solicitudes, porque los particulares no deben soportar las
nocivas consecuencias de las dificultades por las que atraviese la administración
REF: EXPEDIENTE
No. 64.502
Peticionario:
Guillermo Martínez León.
Procedencia:
Tribunal Administrativo de Cundinamarca.
Magistrado
Ponente:
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
Tema: Derecho de
petición.
Santa Fe de Bogotá
D. C., doce (12) de mayo de mil novecientos noventa y cinco (1995)
La Sala Séptima de
Revisión de la Corte Constitucional, presidida por el Magistrado Alejandro
Martínez Caballero e integrada por los Magistrados Fabio Morón Díaz y Vladimiro
Naranjo Mesa,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
ha pronunciado la
siguiente
SENTENCIA
En el proceso de
tutela identificado con el número de radicación T-64.502, adelantado por
Guillermo Martínez León en contra de la Empresa Distrital de Servicios Públicos,
EDIS. Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto
2591 de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional,
escogió, para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia.
I. ANTECEDENTES
1. Solicitud.
El 16 de febrero de
1995, Guillermo Martínez León presentó, ante el Tribunal Administrativo de
Cundinamarca, escrito contentivo de una acción de tutela, solicitando que,
como consecuencia del amparo del derecho consagrado en el artículo 23 de la
Constitución Política, se ordenara a la Empresa Distrital de Servicios
Públicos dar respuesta a una petición formulada ante esa entidad.
Indicó el
peticionario que el 13 de enero del año en curso radicó la petición y que
" no obstante haber transcurrido los términos consagrados en el art. 6 del
Código contencioso Administrativo, y a pesar de ser respetuosa mi petición,
hasta el momento no ha sido objeto de respuesta ...".
Señaló, además, que
tan sólo pretende la respuesta a su petición y no la solución concreta al
hecho que la motiva.
2. La Sentencia
que se revisa.
El Tribunal
Administrativo de Cundinamarca, Sección Segunda, Subsección C, mediante
sentencia de febrero 24 de 1995, resolvió denegar la tutela, con base en los
siguientes argumentos:
-La Alcaldía Mayor
de Santa Fe de Bogotá respondió la solicitud del peticionario el 17 de enero
del presente año, "explicándole que le dio traslado de su solicitud al
Coordinador General de la Unidad Ejecutiva de Servicios Públicos -que es el
competente- en razón a la liquidación de la Edis", respuesta que, según el
fallador se ajusta a las prescripciones del Código Contencioso Administrativo,
por cuanto "la solicitud presentada a funcionario incompetente se deberá
remitir al competente y darle aviso al interesado de esa situación".
- No se tiene prueba
de que la Edis haya recibido la solicitud del actor, "más cuando está en
proceso de liquidación y se han establecido nuevas dependencias administrativas
para atender los asuntos que le corresponden", a lo cual se suma que la
Coordinación General de la Unidad Ejecutiva de Servicios Públicos no fue
demandada en esta acción de tutela, por lo cual no puede haber pronunciamiento
sobre ella..."
- En relación con la
expedición de una fotocopia de la comunicación dirigida al Honorable Tribunal
Administrativo de Cundinamarca, dentro del trámite de otra acción de tutela, se
consideró que la Sala no podía ordenarla porque la referida comunicación
"nada tiene que ver con el accionante" y porque "se estaría
suplantando una decisión de fondo de carácter administrativo ordinario por un
procedimiento residual, como es la acción de tutela" que no procede
"para hacer respetar derechos y prestaciones sociales que tienen rango
eminentemente legal". Finalmente, se indicó que la tutela no procede ya
que "el accionante tiene acción judicial ordinaria ante la Jurisdicción de
lo Contencioso Administrativo " y no existe el perjuicio irremediable que,
de conformidad con el artículo 6-1 del decreto 2591 de 1991, es aquel que sólo
puede ser reparado en su integridad mediante una indemnización.
II. FUNDAMENTOS JURIDICOS
1. COMPETENCIA
Es competente esta
Sala de la Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión dentro de
la acción de tutela de la referencia, con fundamento en los artículos 86 inciso
3o. y 241 numeral 9o. De la Constitución Política, en concordancia con los
artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991.
2. LA MATERIA.
La acción de tutela
a cuya revisión se procede en esta oportunidad, permite a la Corte insistir
sobre algunos de los criterios que, en reiterada jurisprudencia, ha venido
fijando, en procura del cabal entendimiento del instrumento de defensa de los
derechos constitucionales fundamentales que el artículo 86 de la Carta Política
prevé.
A. En primer término, es preciso recabar
acerca del importante papel que corresponde a los jueces de la República,
tratándose del trámite y decisión de las acciones de tutela que ante ellos se
presentan. Se encuentra suficientemente establecido que, al referido mecanismo
de protección, puede acudir cualquier persona que sienta vulnerados o
amenazados sus derechos fundamentales por la autoridad pública o por los
particulares, en los casos que la ley contempla; con prescindencia de
especiales exigencias relativas a la edad, sexo, origen, raza o condición
social; circunstancia que explica su carácter informal.
En concordancia con
las características señaladas, atañe al juez desplegar siquiera un mínimo de
actividad tendiente a fijar y a estimar debidamente los hechos que sirven de
base al amparo impetrado, para que, previos la pertinente consideración y
análisis, esté en adecuadas condiciones de decidir si concede o niega la
protección pedida.
Así las cosas,
resulta reprochable, en grado sumo, que el juez se apresure a proferir un
fallo, sin haberse preocupado por verificar y sopesar la información o por
decretar las pruebas necesarias para clarificar la situación del accionante y
sus específicas circunstancias.
En el evento que
ahora se examina, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca se limitó a avocar
el trámite y a efectuar las respectivas notificaciones, omitiendo cualquiera
otra actuación orientada a allegar los elementos indispensables al propósito de
lograr una persuasión, fundada y razonable, sobre el asunto sometido a su
juicio.
Una actitud
semejante revela el olvido de la tarea que la Constitución Política confía a
los jueces, al encargarlos, mediante la acción de tutela, de la protección de
los derechos constitucionales fundamentales; relevante objetivo que se ve
frustrado cuando se omite la debida ponderación y el examen serio y concienzudo
de cada caso concreto.
B. En segundo término, la Sala advierte que,
además de la convicción que debe procurar el juez respecto de los hechos, es
necesario que el fallador sepa cuál es la normativa que debe aplicar para
resolver el asunto y cuál es el derecho vigente. El Tribunal argumenta que
"de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 6-1 del D.L. 2591 de 1991 no se
está ante el evento de un PERJUICIO IRREMEDIABLE que sólo pueda ser reparado en
su integridad mediante una INDEMNIZACION como la normatividad lo exige para su
viabilidad", cuando lo cierto es que la definición citada dejó de
pertenecer al ordenamiento jurídico, en virtud de la sentencia No. 531 de 1993,
por medio de la cual esta Corte declaró "INEXEQUIBLE el inciso 2 del
numeral primero del artículo 6 del Decreto Ley 2591 de 1991" que la
contenía.
C. Ahora bien, Guillermo Martínez León
pretende que la Empresa Distrital de Servicios Públicos resuelva una solicitud
suya radicada el 13 de enero de 1995. Consta en el expediente que la petición
mencionada se dirigió también a la Oficina Jurídica de la Alcaldía Mayor de
Santa Fe de Bogotá que, el 17 de enero del año en curso, informó al
peticionario el traslado de su reclamación al Coordinador General de la
Unidad Ejecutiva de Servicios Públicos, "por ser de competencia de la
Empresa Distrital de Servicios Públicos -Edis- en liquidación". El
Tribunal Administrativo de Cundinamarca entiende que esta comunicación
constituye una adecuada respuesta en lo que tiene que ver con la Alcaldía Mayor
y que, por ende, el derecho consagrado en el artículo 23 superior no resulta
desconocido. Considera, además, que no se tiene prueba acerca de que la Edis
haya recibido la solicitud y que la acción de tutela no está llamada a
prosperar por no haberse dirigido contra la Coordinación General de la Unidad
Ejecutiva de Servicios Públicos. Por su parte, el accionante estima que su inquietud
no ha sido resuelta, situación que, en su sentir, se traduce en la violación
del derecho de petición, y por eso, intentó la acción de tutela en contra de la
Edis.
D. La Corte Constitucional, por intermedio
de sus diversas Salas de Revisión, ha expuesto con absoluta claridad que el
derecho de petición comprende la facultad de dirigirse a las autoridades
públicas, en interés particular o general, y adicionalmente, la obtención de
una pronta resolución, de modo que la autoridad pública que guarda silencio,
absteniéndose de brindar una respuesta o que la produce, pero con evidente
tardanza, conculca el derecho.
Fuera de lo
anterior, la doctrina constitucional, fijada por la Corte, ha indicado que no
cualquier respuesta satisface las exigencias propias del derecho contemplado en
el artículo 23 de la Constitución. La resolución que la norma impone implica
entrar al fondo del asunto, de manera que la decisión que finalmente se adopte
en realidad resuelva, positiva o negativamente, la cuestión planteada,
aludiendo, en todo caso, a la materia pertinente. Una respuesta que tan sólo se
ocupe de temas diferentes a los directamente vinculados a la solicitud o que
evada el sentido real o verdadero de la determinación que deba tomarse, pese a
que sea oportuna, se manifiesta contraria a la cabal observancia del derecho de
petición.
De acuerdo con la
jurisprudencia de la Corte:
"...el
expuesto sentido de la resolución tiene cabida tan sólo cuando la autoridad a
la cual se ha dirigido la persona peticionaria goza de competencia para
resolver el asunto materia de petición y si, además, en los casos en que el
objeto de la petición tiene previamente señalado un procedimiento, es decir,
aquellos en que el trámite ha sido reglado, han sido cumplidos los requisitos
exigidos por la ley.
Es claro que en
el marco del Estado de Derecho, cuando el peticionario ha presentado la
solicitud ante funcionario incompetente, la contestación de éste no puede
consistir sino en la expresión oportuna de que le es imposible resolver,
procediendo por tanto, a dar traslado a quien corresponda la competencia. De
todas maneras para cumplir en estos casos con el mandato constitucional, es
necesaria la respuesta en el expresado sentido ; se violaría el derecho si
basado en su incompetencia, el servidor público se olvidara del tema o, aún
remitiéndolo al competente, dejara de dar oportuna noticia sobre ello al
peticionario.". (Sentencia T-575 de 1994. M.P. Dr. José Gregorio Hernández
Galindo).
E. Tal como se consignó más arriba, la
petición que motivó el ejercicio de la acción de tutela fue dirigida a la
Empresa Distrital de Servicios Públicos y a la Alcaldía Mayor de Santa Fe de
Bogotá. De conformidad con lo hasta aquí expuesto, es incuestionable que la
Alcaldía cumplió oportunamente el deber de dar respuesta indicándole al
peticionario que, de su escrito, se daba traslado al funcionario competente.
Empero, no es posible afirmar lo mismo de la Edis y del Coordinador General de
la Unidad de Servicios Públicos, pues pasado un mes, desde el momento en que la
Alcaldía dio traslado de la petición, ninguna noticia había tenido el
solicitante acerca del destino o del eventual trámite impartido a su escrito, y
no es válido justificar la demora, como lo hace el Tribunal Administrativo de
Cundinamarca, aduciendo que, en el caso de la Empresa accionada, se carecía de
prueba que demostrara que efectivamente había recibido la petición y que, en
relación con el Coordinador, no cabía pronunciamiento alguno por no haber sido
demandado.
La deficiencia probatoria,
que el Tribunal Administrativo de Cundinamarca observa, no sería tal si el
despacho de conocimiento hubiera obrado con arreglo a los principios de
publicidad, prevalencia del derecho sustancial, economía, celeridad y eficacia
(art.3 D.L: 2591 de 1991), requiriendo de la entidad demandada los informes del
caso, el expediente administrativo o la documentación contentiva de los
antecedentes del asunto (artículos 20, 21 y 22 del D.L. 2591 de 1991).
En cuanto a la
legitimación pasiva del Coordinador General de la Unidad Ejecutiva de Servicios
Públicos, en criterio de la Sala, una simple interpretación del escrito de
tutela y de los elementos aportados por el actor basta para concluir que se
halla cobijado por la acción impetrada, en efecto, el actor la dirigió en
contra de la Edis, pero anexó a su escrito la comunicación que la Alcaldía
Mayor de Santa Fe de Bogotá le envió para informarle del traslado de la
reclamación al mencionado Coordinador, "por ser de competencia de la
Empresa Distrital de Servicios Públicos", de donde surge, con total
nitidez, que el Coordinador debe atender los asuntos relacionados con la Edis y
que, siendo así las cosas, resulta impropio escindir los campos de actuación
para favorecer el desempeño independiente de dos dependencias que, al
contrario, deben actuar conjunta y coordinadamente.
El hecho de que la
Empresa Distrital de Servicios Públicos se encuentre en proceso de liquidación
no autoriza la desatención de las solicitudes, porque los particulares no deben
soportar las nocivas consecuencias de las dificultades por las que atraviese la
administración y, además, porque el trámite y la decisión de asuntos como el
planteado por el accionante se confían a otras instancias, en este caso al
Coordinador General de la Unidad Ejecutiva de Servicios Públicos, que no podría
cumplir sus cometidos si pretendiera actuar sin establecer contacto con la
Empresa en proceso de liquidación. El traslado que se le corrió de la petición
formulada a la Edis es suficientemente demostrativo de los anteriores asertos.
En virtud de la
indispensable cooperación entre la Empresa y el aludido coordinador , es
posible, entonces, predicar que carece de sustento la afirmación del Tribunal
Administrativo de Cundinamarca en el sentido de que éste último no fue
demandado, por lo tanto, la notificación de la presente acción de tutela a la
Empresa Distrital de Servicios Públicos (folios 9 y 10), dada la colaboración
y el contacto necesario, es, en sentir de esta Sala, suficiente para entender
vinculado al Coordinador que, se repite, atiende algunas situaciones
relacionadas con la Empresa.
En la petición que
el actor elevó, solicita, adicionalmente, que se le expida fotocopia de un
concepto de la oficina jurídica de la Edis. A este respecto es oportuno recordar
que, sin perjuicio de su especificidad y autonomía, el derecho a obtener
copias es manifestación concreta del derecho de petición y, por lo tanto,
comporta una pronta resolución. El Código Contencioso administrativo prevé el
silencio administrativo positivo (art. 22), que opera cuando las autoridades
dejan transcurrir el término máximo de 10 días y no responden las peticiones
relacionadas con documentos. En tales eventos, si las copias requeridas no se
entregan dentro de los tres días siguientes a la configuración del silencio
administrativo positivo, se vulnera el derecho fundamental a obtenerlas y, ante
la ausencia de un medio judicial que pueda garantizar su protección eficaz,
procede la acción de tutela. (Sentencias T-464/92, T-473/92, T-306/93).
En las
circunstancias anotadas, la Sala no abriga dudas acerca de la vulneración del
derecho fundamental de petición y del derecho a obtener copias, en
consecuencia, ordenará, en la parte resolutiva, adoptar la decisión pertinente
y entregar la copia pedida dentro del perentorio término de 48 horas, contadas
a partir de la notificación de esta providencia.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional
RESUELVE
PRIMERO. REVOCAR la sentencia de febrero 24 de 1995, proferida
por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, Sección Segunda, Subsección C.
SEGUNDO. CONCEDER la tutela impetrada y en consecuencia,
ordenar a la Empresa Distrital de Servicios Públicos, Edis y al Coordinador
General de la Unidad Ejecutiva de Servicios Públicos que, si todavía no lo han
hecho, resuelvan la solicitud presentada por Guillermo Martínez León y le
expidan copia del concepto jurídico por él solicitado, en el improrrogable
término de cuarenta y ocho (48) horas contadas a partir de la notificación de
esta providencia.
TERCERO. LIBRENSE las comunicaciones de que trata el
artículo 36 del Decreto Ley 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte
Constitucional.
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Ponente
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
VLADIMIRO NARANJO MESA
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |