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Mora,Pablo
XXI
Diciembre
Alto para fijar el horizonte, para otear la plenitud del día. Campanada de garza aleteando en la cresta de algún ciprés dormido, en busca del anafre o del camino. Un par de sueños despertando auroras. Un par de ojos descubriendo estrellas. Alma escarbando abrojos, serranías. Dos luceros velando en fogarada. La Luna vigilando, bien despierta, al hombre entretejiendo sus jornadas. Un modo de mirar, mirar despacio las sombras infinitas de los árboles, sus quejas, sus lamentos, sus latidos. Compás para medir la lontananza, la distancia entre el sueño y el olvido. Hallazgo de la vida, dentro, fuera. Atinar con el próximo jalón. Inventar nuevas rutas, nuevas eras, el viraje que a diario nos aguarda. Hurgarse, hundirse, ser sentirse, serse. Llegar a enero vivos todavía. Dar con la vena justa de la gracia o con el alma de la patria en ascuas. Paso de lluvia en torrencial suspiro mientras la madre su bocado implora. Un niño que en harapos llanto apaña. Una manera de sabernos vivos mientras cruzamos noche, tempestad, neblina, vendaval y cangilón, pena, chaparrón, vida o sobrevida. Diciembre: villancicos, serenatas, cuando bajan los ángeles a tierra para sentirle al hombre su quejido. Diciembre: lumbre, diapasón y canto. El abrazo temprano a nuestra madre que empieza, que prosigue, que culmina. Diciembre: el timbre con que el viento invita a seguirle los pasos a la vida, envueltos en rastrojos de la muerte. Remanso suspendido en la jornada para tomarle el pulso al ventisquero, a la tormenta, al rayo, al huracán. Sabor a trigo, a leche a miel, a rosas, a durazno, que como un corazón recién nacido al despuntar el día palpita entre los dedos de las hojas por su sola dulzura sostenido. Himno con que cantamos a la vida en busca de una humanidad en paz tras un amanecer de cara al hombre, de espaldas a la noche que nos cruza. Tras un amanecer que al fin alumbre un día con la noche esclarecida de azul mañana que la fe vislumbre. La luz en lontananza que nos mira. Infinito fulgor acurrucado en nuestros pies, en nuestras vagas sombras. Los árboles, la noche, entre los nidos. Un duendecillo en medio de la fronda. Los hombres tras la tierra prometida. Soplo de brisas, canto, resplandor. Fabuloso recuerdo alborozado. El hombre, tierno niño, desenfunda la alegría escondida entre la infancia. Pasos del viento, chispas de luciérnagas. Paso del Tiempo, paso de la gloria con que engañamos a las propias penas. El hombre encandilado por sus sueños. El hombre a solas con su propia sombra. Noche de luces, noche iluminada. Para un Dios que ría como un niño. Para un hombre que ría como un Dios. Silencio y soledad, clara ternura, añoranza sutil sin aspaviento, hacia la luz total de nuestras cosas, hacia la luz total de la esperanza. La dulce sombra del común destino mientras murmura alrededor la noche, arrodillada en los fogones yertos. Oscuridad de noche confundida en medio de la lumbre peregrina, encima del estruendo del misterio. Fragancia matutina, gloria breve. La clara majestad de los caminos. El tiempo fatigado de infinitos, el que a la muerte sin cesar nos lleva. Una luz, un candil intermitente, soledad de un ligero arrobamiento, sólo de asombros infinitos llena, la vida es una gloria suspendida. Descubrirse, encontrarse, hallarse, abrirse, desencerrar la pauta que nos falta. Vivir sin miedo, en libertad, de veras. Toparnos con el corazón silente que nos oye, nos sigue y nos conoce. Dar con el lagrimón de la vereda, latigazo que a todos atribula. Gozo, bondad y sobre todo paz para la buena voluntad del hombre. Tras esta oscuridad que nos circunda. La cresta de un lucero que nos mira, por el postigo corazón mirando. Pausa para mejores madrugadas. Una pregunta en pie para los hombres. Para el pobre que nunca tiene nada. Para el triste que llora su amargura. Júbilo, alumbramiento, bienvenida. Ara en fulgor para el altar del tiempo. Luz en la voz y luz en las miradas. Gloria en la luz y en el amor del día. Llamarada de paz para la nave colmada de borrascas en la noche. Algo mejor para el mañana incierto. De nuevo niños con asombro puro. Aire de claridad en la amargura. Cósmica fuerza sobre el mundo alzada. Los pájaros, los árboles, la tarde, al habla con la brisa y con los hombres. Victoria de la noche de luceros saturada, victoria de la vida. La sangre universal cuando concilia la Tierra con los seres y la Nada. Dios acicateando resplandores. La ternura del hombre florecida. Paz, gozo, amor, en yunta con la vida, para una humanidad en pie de guerra. Latido de corderos y de ángeles anunciando la paz a los pastores. Paso del tiempo, paso de las cosas. Paso del hombre a solas con su sombra. Estrella en el camino de los magos. Estrella para el hambre de los pobres. Lumbre para escaparnos de la muerte cuando la noche necia nos persigue. Manera de decir que Dios existe sin que nadie conozca sus resabios. Vieja costumbre de jugar a Paz entretanto la tierra se desangra. Deseo de partir al infinito. De cara hacia el misterio. Para siempre. Luz de la luz, en gozo reverente, deslumbrando los tránsitos finales. Balcón por donde un niño al mundo asombra con sus hombros cargados de juguetes. La noche fulgural donde nacemos cuando a morir apenas comenzamos. Un niño con nosotros de la mano la puerta del misterio nos descubre. La sombra de la aldea galopando auroras, portachuelos, madrugadas. Definitivamente encandilados frente al día en que el odio no amanezca, seguimos puntualmente el paso al sol, esquivando las garras de la guerra. Hurgándole el pavor a la jauría, ceñido el hombre de esperanza, sigue hacia la luz fugaz de sus fogones, hacia las cumbres donde duerme en paz. Calienta el pan, la claridad calienta. Apura el vino, la piedad apura. Bendice el fuego, la bondad bendice. Santigua el día, su morral santigua. De viaje hacia el confín del vuelo, el hombre confía plenamente en su destino, pregunta por la noche al mediodía, al tilín por la suerte de su infancia. Tilín, tilín, tilín, la campanada anuncia la llegada de la aurora, el transparente gozo de la luz, el esplendor triunfal de la alegría. ¡Ay del que viva lejos de su infancia, del que no sepa de ningún lucero, del que ignore el color de las ovejas y del que ausente de su ser delire! ¡Feliz quien con Francisco, atento, asista al canto matinal de los turpiales! ¡Feliz el simple labrador que sueña en ver crecer la flor en sus plantíos! Diciembre altivo en las fulgentes eras. Diciembre en el fulgor de la alegría. En los ojos azules de los ángeles y en el hambre del pobre y su quebranto. Diciembre, alumbramiento, bienvenida. Diciembre, asombro, arrobo y fogonazo. Diciembre, claridad en la amargura, para el pobre que duerme en el barranco.
es
Pombo,Rafael
<XXI
Tal_Vez_Andando_El_Tiempo,_En_Un_Remoto_Día
Tal vez andando el tiempo, en un remoto día, Un amigo, un paisano, mi nombre encuentre aquí Si es infeliz, consuélese con la desgracia mía, Y si es feliz, que goce tanto cual yo sufrí.
es
Hartzenbusch,Juan_Eugenio
<XXI
Un_Vaso_De_Agua._—¡Oh_Placer!
Un vaso de agua. —¡Oh placer! ¡Qué ardiente sed satisfago! Quiero, bebido este trago, Pararme a sentir y a ver. Fiel el vaso al parecer, Del don que ofrece se engríe; Y tú, donde el bien sonríe Al mustio labio anhelante, Purísimo eres diamante Que el dedo de Dios deslíe. Si tu caudal fuera escaso; Si el ser yo tu posesor Me costara tu valor, ¿Con qué pagara este vaso? Mas tú te brindas al paso En aire, en muros, en suelo; Y el hombre, libre de anhelo, Olvida, en la posesión, Que un vaso de agua es un don Preciosísimo del cielo. Milagrosa obras en mí, Desde que tu néctar libo: Con otro aliento revivo, Regenerado por ti. De lucha en que me rendí, Me levanto vencedor; En mi espíritu y humor Paz de oración blanda cae: ¡Bien haya sed que me trae Un bien que me hace mejor! Ciencia, que en clara doctrina Los componentes me prestas, Mientras tú los manifiestas, Yo adoro al que los combina. A luz para mí divina, Quiere mi credulidad Ver hasta la saciedad, Agua, en tu naturaleza, Las gracias de la pureza, La imagen de la verdad. Como siempre algún dolor Ha de ir al placer unido, Lanzo de pronto un quejido En mi júbilo mayor. Después que con tal favor Vida me vienes a dar, Tú, que corres sin cesar, ¡Dulce fuente, néctar mío! ¿Te ha de viciar turbio el río, Salobre y amargo el mar? «Alta ley cumplo, inmutable (Me respondes): limpio llego Al río, y allí me entrego, De mí en todo irresponsable. Ni manos tengo ni cable, Ni de pararme intención, Ni pérdida de sazón Mi sosiego sobresalta; Pureza nunca me falta Para mi dulce misión.» Purezas, que la merced Mayor del cielo formáis, Yen el hombre suscitáis Viva, devorante sed, Castas, cautas, retened El don de más celsitud; Rechazad solicitud, Que su lealtad no acrisola: Sed habéis de apagar sola De labios de la virtud.
es
Pardo_García,Germán
<XXI
No_Amenaces_¡Oh_Vida!_Con_Herirme
No amenaces ¡oh Vida! con herirme. Mi ser continuamente se destruye. Mi activa voluntad lo reconstruye. No intentes arrasarme y difundirme. No quieras, con tus días, reducirme al dolor de partir. Yo soy lo que huye. Mi fuerza a mi lugar me restituye sin tener que olvidarme ni evadirme. No luches contra mí con tus batallas. En la hora suprema de la tarde, llanura y cielo de esplendor inundo, y para mi fluir, soy las murallas. Para mi corazón, yo soy lo que arde. Para mi soledad yo soy el Mundo.
es
Cetina,Gutierre_de
<XXI
Si_El_Justo_Desear,_Padre_Silvano
Si el justo desear, padre Silvano, jamás pudo moverte entre pastores, si del rabioso mal de los amores el corazón salvaje has hecho humano, ruega al numen celeste que la mano de su piedad extienda a los clamores que Dórida le hace, en los ardores de una fiebre crüel, llorando en vano. Si alcanzo de los dos tanta ventura, vuestra gloria será más verdadera, y más para sufrir mi desventura. Y cuando lo contrario el hado quiera, no perezca, señor, tal hermosura: menor mal es que yo en su lugar muera.
es
Véner,Alonso
XXI
Resurrecciones
Los caminos se deshojan. Sobre las orillas se esconde la noche, el silencio, el brillo metálico de la luciérnaga. Los árboles son de piel de madre, me acarician con la suave brisa de la espera, se deslizan por mis manos de otoño renacido como niños o ramas, como divinidades oscurecidas a golpe de ecos selváticos. De tanto en tanto se destiñe el paisaje, se disfraza de viñedo olvidado y remecido, de estanque decorado de rocas calizas y diminutas. Sobre las manos libres se esclaviza el rugido de la tarde, se desvanece, se confunde con el matiz del suelo que la vio crecer.
es
Becerra,Luz-Dary
XXI
Yo_Soy_La_Luz_El_Canto_La_Alegría._El_Río._El_Árbol..._Soy_La_Vida
yo soy la luz el canto la alegría. el río. el árbol... soy la vida yo... soy la sombra, el reposo... el quebranto, la tristeza. la bóveda el llanto soy el poema... el sentimiento, la calma... la sonrisa, verso que sale del alma yo la pena... la aridez soy la tormenta... la mueca que fluye que... revienta mi voz... es la llovizna... la luna... firmamento... mariposa... libertad que lleva... el viento mi voz... es abismo... huracán... infierno... pesadumbre... esclavitud... silencio... eterno. ya siento tu abrazo implacable y quedo... cáncer que carcome... tengo miedo ahora eres mía... silencio insano... orgullo, mariposa... cadáver... gusano ahora he muerto... y tengo vida antes vivia... y estaba muerta
es
López,Freddy
XXI
Quiero_Caer_En_El_Presidio
Quiero caer en el presidio, entre otras cosas, para hacer ciertas comparaciones. No me importa el crimen. Quiero presenciar las huelgas de hambre, estar al tanto del costo de un puesto, de las dificultades para dormir, de saber estar allí, de ser. Instruirme sobre la economía interna. Reconocer eso que tanto esperan los reos del Ministerio de Infraestructura; sorprenderme por el alguien que personalizaría mi visita. Aprender a vivir. Mi intención es saber qué tanto me he perdido.
es
Rugeles,Manuel_Felipe
<XXI
La_Niña_Pinta_Una_Casa
Con su caja de creyones la niña pinta una casa. El techo viste de rojo, de añil puertas y ventanas. El jardín todo de verde. De amarillo las barandas. Las flores que le ha pintado, unas rojas y otras blancas. Con un morado de lila llenó la tarde lejana. De gris y rosa las nubes. De azul toda la montaña. Puso un camino de ocre desde el huerto hasta la casa. Un árbol castaño y verde y un arroyuelo de plata.
es
Góngora,Luis_de
<XXI
Verdes_Juncos_Del_Duero_A_Mi_Pastora
Verdes juncos del Duero a mi pastora Tejieron dulce generosa cuna; Blancas palmas, si el Tajo tiene alguna, Cubren su pastoral albergue ahora. Los montes mide y las campañas mora, Flechando una dorada media luna, Cual dicen que a las fieras fue importuna Del Eurota la casta cazadora. De un blanco armiño el esplendor vestida, Los blancos pies distinguen de la nieve Los coturnos que calza esta homicida; Bien tal, pues montaraz y endurecida, Contra las fieras sólo un arco mueve, Y dos arcos tendió contra mi vida. Los montes mide y las campañas mora, Flechando una dorada media luna, Cual dicen que a las fieras fue importuna Del Eurota la casta cazadora. De un blanco armiño el esplendor vestida, Los blancos pies distinguen de la nieve Los coturnos que calza esta homicida; Bien tal, pues montaraz y endurecida, Contra las fieras sólo un arco mueve, Y dos arcos tendió contra mi vida. De un blanco armiño el esplendor vestida, Los blancos pies distinguen de la nieve Los coturnos que calza esta homicida; Bien tal, pues montaraz y endurecida, Contra las fieras sólo un arco mueve, Y dos arcos tendió contra mi vida. Bien tal, pues montaraz y endurecida, Contra las fieras sólo un arco mueve, Y dos arcos tendió contra mi vida.
es
Góngora,Luis_de
<XXI
No_De_Fino_Diamante_O_Rubí_Ardiente
No de fino diamante o rubí ardiente (Luces brillando aquel, este centellas) Crespo volumen vio de plumas bellas Nacer la gala más vistosamente, Que obscura el vuelo, y con razón doliente, De la perla católica que sellas, A besar te levantas las estrellas, Melancólica aguja, si luciente. Pompa eres de dolor, seña no vana De nuestra vanidad. Dígalo el viento, Que ya de aromas, ya de luces, tanto Humo te debe. ¡Ay, ambición humana, Prudente pavón hoy con ojos ciento, Si al desengaño se los das y al llanto! Que obscura el vuelo, y con razón doliente, De la perla católica que sellas, A besar te levantas las estrellas, Melancólica aguja, si luciente. Pompa eres de dolor, seña no vana De nuestra vanidad. Dígalo el viento, Que ya de aromas, ya de luces, tanto Humo te debe. ¡Ay, ambición humana, Prudente pavón hoy con ojos ciento, Si al desengaño se los das y al llanto! Pompa eres de dolor, seña no vana De nuestra vanidad. Dígalo el viento, Que ya de aromas, ya de luces, tanto Humo te debe. ¡Ay, ambición humana, Prudente pavón hoy con ojos ciento, Si al desengaño se los das y al llanto! Humo te debe. ¡Ay, ambición humana, Prudente pavón hoy con ojos ciento, Si al desengaño se los das y al llanto!
es
Quintana,Manuel_José
<XXI
No_Da_Con_Fácil_Mano
No da con fácil mano El destino a los héroes y naciones Gloria y poder: la triunfadora Roma, Aquélla a cuyo imperio Se rindió en silenciosa servidumbre Obediente y postrado un hemisferio, ¡Cuántas veces gimió rota y vencida Antes de alzarse a tan excelsa cumbre! Vedla ante Aníbal sostenerse apenas Sangre itálica inunda las arenas Del Tresin, Trebia y Trasimeno ondoso; Y las madres romanas, Como infausto cometa y espantoso, Ven acercarse al vencedor de Canas. ¿Quién le arrojó de allí? Quién hacia el solio Que Dido fundó un tiempo, sacudía La nube que amagaba al Capitolio? Quién con funesto estrago En los campos de Zama el cetro rompe Con que leyes dio al mar la gran Cartago? La constancia: ella sola es el escudo Donde el cuchillo agudo La adversidad embota; ella convierte En deleite el dolor, la ruina en gloria; Ella fija el dudoso torbellino De la fortuna, y manda la victoria Para el pueblo magnánimo no hay suerte. ¡Oh España! ¡Oh patria! El luto que te cubre Muestre en tan grave afán tu amarga pena; Pero espera también, y con sublime Frente, de vil abatimiento ajena, La alta Gades contempla y sus murallas Besadas por las olas, Que asombradas aún y enrojecidas Tiéndense allí por las sonantes playas, Cantando las hazañas españolas. Se alzó el bretón en el soberbio alcázar Que corona su indómito navío, Y ufano con su g1oria y poderío, «Allí están, exclamó; volved los ojos, Compañeros, allí: nuevos despojos Ya vuestra invicta mano Ya a conseguir en los endebles pinos Que España apresta a su defensa en vano. Libre de esclavitud no sea ninguno Hijos somos nosotros de Neptuno, ¿Y ellos asan surcar el Océano? Acordaos de Abukir: sólo un momento ¡Llegar, vencer y devorarlo sea! Dadme este triunfo, y de laurel ceñido Que el opulento Támesis me vea». Dijo; y tiende la vela: ellos le siguen Abriendo el mar con sus nadantes proras Del viento y de las ondas vencedoras; Mientras que firme el español los mira, Y despreciando su arrogancia fiera, El noble pecho palpitando en ira, Con impávida frente los espera, ¡Ira justa! ¡Ardor santo! Esos crueles, Bajo las alas de la paz seguros. Son los que nuestra sangre derramaron Por vil codicia, a la amistad perjuros; Esos los que a perpetua tiranía Condenaron el mar, los que hermanaron Del poder la insolencia y la soberbia Con la rapacidad y alevosía; Esos... La noche con su negro manto Envuelve el mundo: sombras espantosas Entorno de los mástiles vagando, Estragos, muerte anuncian, y acrecientan La pavorosa espectación; el día Abre el campo al furor, y horrendo Marte Con clamores de guerra hinche la esfera Y levanta en los aires su estandarte. Responde a esta señal el hueco bronce, Con mortal estampido el eco truena, Y por el mar llevándose bramando, Hasta en las costas de África resuena. Vuelan, movidas de rencor, las naves Con naves a encontrar: menos violentas Despide el polo austral sierras de hielo, Que con su mole inmensa y resonante Por las fáciles ondas se deslizan, Y al audaz navegante atemorizan Ni con estruendo igual turban el cielo Las negras tempestades, Cuando por Bóreas y Euro embravecidas, A su furiosa guerra y duro encuentro Hacen del orbe estremecerse el centro. Tres veces fiero el insular se avanza, Creyendo en su pujanza Romper de nuestra escuadra el fuerte muro; Tres veces rechazado Por el hispano esfuerzo, ya dudosa Ve la victoria que esperó seguro. ¿Quién su despecho pintará y su saña Cuando aquel pabellón, antes tan fiero, Miró invencible al pabellón de España? No hay saber, no hay valor, solo ya fía Su fortuna al poder: dobla sus naves Y las redobla, en desigual pelea, De popa a proa, en uno y otro lado Cada español navío De mil rayos y mil es contrastado; Y él, con igual aliento Que recibe la muerte, así la envía. No: si cien voces yo, si lenguas ciento Me diese el cielo, a numerar bastara Las ínclitas hazañas de aquel día: El humo al sol se las robaba entonces; Pero la fama las dirá en su trompa, Las artes en sus mármoles y bronces. Llega el momento en fin, tiende la muerte Su mano horrible y pálida, y señala Víctimas grandes: el valiente Alcedo, Castaños, Móyua, intrépidos perecen Vosotros dos también, honor eterno De Bética y Guipúzcoa... ¡Ah, si el destino Supiese perdonar! ¿Cómo a aplacarte La oliva no bastó que unió Minerva A los lauros de Marte en vuestra frente? ¿Qué a vuestra ilustre indagadora mente Pudo ocultar el mundo o las estrellas? De vuestras sabias huellas Llenos están de América los mares, Las Cícladas lo están; viuda la patria De tantos héroes que enlutada llora, Pide a su corazón lágrimas nuevas Que a vuestro acerbo fin derrame ahora. ¡Ah! ¡Vivierais los dos! Y en vez de llanto, Del dolorido canto Que mi fúnebre acento hoyos consagra, Pudiera yo contraponer el pecho Al golpe atroz y recibir la herida Diera a la patria así mi inútil vida, ¡Y vivierais los dos! Y ella orgullosa Con vuestra luz y espíritu valiente, Al arduo porvenir hiciera frente, De rayos coronado y victoriosa. No, empero, sin venganza y sin estrago, Generoso escuadrón, allí caíste También brotando a ríos La sangre inglesa inunda sus navíos; También Albión pasmada Los montes de cadáveres contempla, Horrendo peso a su soberbia armada; También Nelson allí... Terrible sombra, No esperes, no, cuando mi voz te nombra, Que vil insulte a tu postrer suspiro: Inglés te aborrecí, y héroe te admiro. ¡Oh golpe! ¡Oh suerte! El Támesis aguarda De las naves cautivas El confuso tropel, y ya en idea Goza el aplauso y los sonoros vivas Que al vencedor se dan. ¡Oh suerte! El puerto Solo le verá entrar pálido y yerto: Ejemplo grande a la arrogancia humana, Digno holocausto a la aflicción hispana Así el furor de Marte impele el brazo de la parca, y siega Vidas sin fin: lanzado por la rabia Cunde el fuego voraz, las tablas arden, Un volcán encendido Es cada bosque, por los aires vagos Se alza y retumba el hórrido estallido, Y los sepulta el mar. ¿Hay más estragos? Sí; que el cielo, ominoso a tal porfía, Manda a los aquilones inclementes Separar los feroces combatientes Y en borrascosa noche hundir el día. Lo manda; ellos crueles, Azotando las ondas con sus alas, Se arrojan a los míseros bajeles. Al nuevo asalto, al sin igual combate Fallece el árbol trémulo y se abate; Hiéndese la armazón, el Océano Por el roto entrepuente entra bramando; Y moribundo el español exclama: «¡Ah! Pereciese yo, pero lidiando». En tan atroz conflicto Allá en las nubes la gloriosa frente Asomaban los fuertes campeones Que armados del tridente y del acero Al pabellón íbero Hicieron humillarse las naciones. Lauria y Tovar se vían, Avilés y Bazán, que, saludando A los héroes de Hesperia que morían, «Venid entre nosotros, les decían; Venid entre los bravos que imitasteis. Ya el premio hermoso del valor ganasteis Ya a vuestro ejemplo de constancia armada España; concitando sus guerreros, Magnánima se apresta a nuevas lides Volved la vista a la ciudad de Alcides Gravina, Escaño, y Álava, y Cisneros, Y otros ciento allí están, firme coluna, Dulce esperanza a nuestro patrio suelo: Venid, volad al cielo, Y sed astros de esfuerzo y de fortuna».
es
Bretón_de_los_Herreros,Manuel
<XXI
El_Tabaco
Canten otros el Nabo y la Judía, Cantar que tiene a fe, cuatro bemoles; Lleve otro su poética manía Hasta el extremo de cantar las Coles; Cante alguno mañana u otro día La gloria del arroz con caracoles; Mas con permiso yo de Horacio Flaco Canto las alabanzas del Tabaco. Si algún bien positivo a España trujo Nauta atrevido el genovés Colombo, No el oro fue que Potosí produjo, No el tostado café que sirve Pombo, Ni el ave tropical que habla por lujo; ¡No, nada de eso! O yo soy un zambombo, O no vino de allá, ¡voto a dios Baco!, Mercancía más útil que el Tabaco. Negro, como el Brasil lo fabricaba Para arrollarlo en sempiterna soga, Que dulce al catalán como guayaba Le parecía cuando estaba en boga; O en luengo puro, que hace echar la baba; O en papelillo envuelto como droga, O quemado en la pipa al modo austriaco, Inestimable yerba es el Tabaco. Reine la ley, o el despotismo aleve, De la santa igualdad él es la escuela. Fuma el último quídam de la plebe; Fuma el prócer que brilla en carretela. ¿Qué hombre a decir a otro hombre no se atreve: Hágame usted el favor de la candela? ¿Quién la niega al más ruin hominicaco? ¡Oh virtud fraternal la del Tabaco! ¿Qué importa si los pobres lo consumen De Virginia o Kentuqui, a cuarto el puro? ¿Qué importa que otros prójimos lo fumen Habano rico, la docena un duro? La calidad ¿qué importa si, en resumen, Flojo o más fuerte, claro o más oscuro, Barato o no, por consecuencia saco Que todo ello es fumar, todo es Tabaco? Un cigarro las fuerzas restituye Al tostado jayán que cava y suda; La bota el zapatero no concluye Si el humo del cigarro no le ayuda; El letrado con él chupa y arguye, Y si la gota crónica y aguda Aflige al sesentón hipocondriaco, Le alivia, más que el médico, el Tabaco. Al jugador que pierde su dinero, Al aguador que rompe su botijo, En su hondo calabozo al prisionero, Al reo pregonado en su escondrijo, Al demente en su jaula, al mundo entero Es consuelo el fumar. ¡Oh qué bien dijo, Llámese Pedro o Juan, Diego o Ciriaco, El que dijo: ¡a mal dar, tomar Tabaco! ¿Quién no ha visto en presidios y cuarteles, Cual su hacienda Esaú por un potaje, Vender a veteranos los noveles, Tras del último harapo de su traje, Y aunque sufran después ansias crueles Y el estómago hambriento se relaje, El cotidiano pan negro y bellaco Para comprar dos onzas de Tabaco? Aunque andrajoso, abigarrado y feo El soldado español vaya a la guerra Y tenga que vivir del merodeo Y descansar sobre la dura tierra, (Porque las corvas uñas de un hebreo Roban la plata que el Tesoro encierra) Derrotará al calmuco y al cosaco Si no le faltan pólvora y Tabaco. Amigo (otros dirían alcahuete) Es de Amor el Tabaco. So pretexto De encender un cigarro, el mozalbete A declarar su fin, no siempre honesto, En el hogar de Brígida se mete..., Aunque se expone a que con agrio gesto, Si es sorprendido haciendo un arrumaco, Padre o rival le den para Tabaco. Y ¡qué es ver a un currillo malagueño, Después que en Estepona hace el alijo Y el género cubano o brasileño Resguarda del resguardo en un cortijo, Con una mano de su dulce dueño La cintura estrechar... ¡ay regocijo!... Mientras tiene en la otra su retaco Y en la boca la muestra del Tabaco! Y ¡qué es ver sobre el puente de Triana, A babor y estribor terciado el dengue, Pasearse la gárrula gitana Columpiando con brío el bullarengue, Y encendido un chicote de la Habana Desafiar osada a Dios y al mengue! Movería a un bajel su aire de taco Y a otro el denso vapor de su Tabaco. Y si tomado en humo por la boca Da el Tabaco momentos tan felices, ¿Qué gratas sensaciones no provoca Cuando en polvo lo gozan las narices? Dígalo la abadesa con su toca; Díganlo más de tres sobrepellices. Cura hay que sorberá sal amoniaco Y dirá en su ilusión: ¡qué buen Tabaco! El segador que viene de Galicia Flaco vuelve a su tierra como alambre. Por ahorrar un ochavo (¡vil codicia!) Se dejará morir de sed y de hambre. Sólo el polvo es su orgullo y su delicia Aunque en vez de rapé huela a cochambre; Ni siente ver vacío el sucio saco Si el fusique está lleno de Tabaco. Finalmente, el Tabaco es cosa grande, Ya al paladar o a la nariz se pegue, Y al que lo niegue, Dios se lo demande, Si hay algún temerario que lo niegue; Y sin que humana súplica me ablande Yo exclamaré fumando: ¡al cielo plegue Que salga un golondrino en el sobaco Al que sea enemigo del Tabaco! Nabo Judía Coles; Horacio Flaco Tabaco Tabaco Tabaco quídam Tabaco Tabaco Tabaco El que dijo: ¡a mal dar, tomar Tabaco! Tabaco Tabaco Tabaco le den para Tabaco. Resguarda resguardo Tabaco bullarengue Tabaco Tabaco sal amoniaco Tabaco polvo Tabaco Tabaco fumando Tabaco
es
Góngora,Luis_de
<XXI
Del_Color_Noble_Que_A_La_Piel_Vellosa
Del color noble que a la piel vellosa De aquel animal dio naturaleza Que de corona ciñe su cabeza, Rey de las otras, fiera generosa, Vestida vi a la bella desdeñosa, Tal, que juzgué, no viendo su belleza (Según decía el color con su fiereza), Que la engendró la Libia ponzoñosa; Mas viéndola, que Alcides muy ufano Por ella en tales paños bien podía Mentir su natural, seguir su antojo, Cual ya en Lidia torció con torpe mano El huso, y presumir que se vestía Del nemeo león el gran despojo. Vestida vi a la bella desdeñosa, Tal, que juzgué, no viendo su belleza (Según decía el color con su fiereza), Que la engendró la Libia ponzoñosa; Mas viéndola, que Alcides muy ufano Por ella en tales paños bien podía Mentir su natural, seguir su antojo, Cual ya en Lidia torció con torpe mano El huso, y presumir que se vestía Del nemeo león el gran despojo. Mas viéndola, que Alcides muy ufano Por ella en tales paños bien podía Mentir su natural, seguir su antojo, Cual ya en Lidia torció con torpe mano El huso, y presumir que se vestía Del nemeo león el gran despojo. Cual ya en Lidia torció con torpe mano El huso, y presumir que se vestía Del nemeo león el gran despojo.
es
Hernández,Consuelo
XXI
Noche_De_Jazz_Infinita
Noche de jazz infinita, poema nunca acabado sonidos en mis oídos funden gotas de armonía me diluyo en la trompeta, soy serpiente con el saxo y en los acordes del bajo rumor erótico altivo... La luna crece en el bajo, al compás del frotamiento y otorga velocidad antes de lanzar el vuelo. Con el piano me derramo en goterones de vida y se estremecen mis alas que dulces llevo plegadas. Ya sube ese calor típico que quema toda mi sangre y sacude mis entrañas. Ya suenan negras campanas dialogan saxo y trompeta mientras él habla conmigo. Expresión de oscuridad, en tonos bajos lo sigo. Me vuelvo contorsionista de energías y caderas, exprimo todo mi cuerpo, destilo fuerzas vitales, cíclope de ojo vacío, como el saxo que me aturde, la trompeta que me sorbe me expulsa figura etérea. Desde su boca yo nazco, en manos del bajo crezco... aumenta ya mi energía, llego al éxtasis atónito, grito al nocturno equilibrio, me cambio en la batería: y a violentas dentelladas todo el placer me desgarra. Malabarista de ritmos en tambores y platillos borbotón de la cascada invade mi corazón... la lluvia en techo de zinc, el trapiche de mi casa aguaceros de mi trópico, de menta los cafetales. La arena en la superficie de los címbalos rodando lanza de acero atraviesa de repente entre las luces, tras los herméticos músicos, tras las puertas ya cerradas El Village Gate se convierte en una saco de silencio. Ya sube ese calor típico que quema toda mi sangre y sacude mis entrañas. Ya suenan negras campanas dialogan saxo y trompeta mientras él habla conmigo. Expresión de oscuridad, en tonos bajos lo sigo. Me vuelvo contorsionista de energías y caderas, exprimo todo mi cuerpo, destilo fuerzas vitales, cíclope de ojo vacío, como el saxo que me aturde, la trompeta que me sorbe me expulsa figura etérea. Desde su boca yo nazco, en manos del bajo crezco... aumenta ya mi energía, llego al éxtasis atónito, grito al nocturno equilibrio, me cambio en la batería: y a violentas dentelladas todo el placer me desgarra. Malabarista de ritmos en tambores y platillos borbotón de la cascada invade mi corazón... la lluvia en techo de zinc, el trapiche de mi casa aguaceros de mi trópico, de menta los cafetales. La arena en la superficie de los címbalos rodando lanza de acero atraviesa de repente entre las luces, tras los herméticos músicos, tras las puertas ya cerradas El Village Gate se convierte en una saco de silencio. Me vuelvo contorsionista de energías y caderas, exprimo todo mi cuerpo, destilo fuerzas vitales, cíclope de ojo vacío, como el saxo que me aturde, la trompeta que me sorbe me expulsa figura etérea. Desde su boca yo nazco, en manos del bajo crezco... aumenta ya mi energía, llego al éxtasis atónito, grito al nocturno equilibrio, me cambio en la batería: y a violentas dentelladas todo el placer me desgarra. Malabarista de ritmos en tambores y platillos borbotón de la cascada invade mi corazón... la lluvia en techo de zinc, el trapiche de mi casa aguaceros de mi trópico, de menta los cafetales. La arena en la superficie de los címbalos rodando lanza de acero atraviesa de repente entre las luces, tras los herméticos músicos, tras las puertas ya cerradas El Village Gate se convierte en una saco de silencio. Desde su boca yo nazco, en manos del bajo crezco... aumenta ya mi energía, llego al éxtasis atónito, grito al nocturno equilibrio, me cambio en la batería: y a violentas dentelladas todo el placer me desgarra. Malabarista de ritmos en tambores y platillos borbotón de la cascada invade mi corazón... la lluvia en techo de zinc, el trapiche de mi casa aguaceros de mi trópico, de menta los cafetales. La arena en la superficie de los címbalos rodando lanza de acero atraviesa de repente entre las luces, tras los herméticos músicos, tras las puertas ya cerradas El Village Gate se convierte en una saco de silencio. Malabarista de ritmos en tambores y platillos borbotón de la cascada invade mi corazón... la lluvia en techo de zinc, el trapiche de mi casa aguaceros de mi trópico, de menta los cafetales. La arena en la superficie de los címbalos rodando lanza de acero atraviesa de repente entre las luces, tras los herméticos músicos, tras las puertas ya cerradas El Village Gate se convierte en una saco de silencio. La arena en la superficie de los címbalos rodando lanza de acero atraviesa de repente entre las luces, tras los herméticos músicos, tras las puertas ya cerradas El Village Gate se convierte en una saco de silencio.
es
García_Lorca,Federico
<XXI
Por_Las_Ramas_Del_Laurel
Por las ramas del laurel vi dos palomas oscuras. La una era el sol, la otra la luna. «Vecinita», les dije, «¿dónde está mi sepultura?» «En mi cola», dijo el sol. «En mi garganta», dijo la luna. Y yo que estaba caminando con la tierra por la cintura vi dos águilas de nieve y una muchacha desnuda. La una era la otra y la muchacha era ninguna. «Aguilitas», les dije, «¿dónde está mi sepultura?» «En mi cola», dijo el sol. «En mi garganta», dijo la luna. Por las ramas del laurel vi dos palomas desnudas. La una era la otra y las dos eran ninguna.
es
Rueda,Salvador
<XXI
Novia_De_La_Tierra
Mirarte solo en mi ansiedad espero, solo a mirarte en mi ansiedad aspiro, y más me muero cuanto más te miro, y más te miro cuanto más me muero. El tiempo, pasa por demás ligero, lloro su raudo, turbulento giro, y más te quiero cuanto más suspiro, y más suspiro cuanto más te quiero. Deja a tu talle encadenar mi brazo, y, al blando son con que nos brinda el remo, la mar surquemos en estrecho lazo. Ni temo al viento ni a las ondas temo, que más me quemo cuanto más te abrazo, y más te abrazo cuanto más me quemo.
es
Pizarnik,Alejandra
<XXI
Noche
correr no sé dónde aquí o allá singulares recodos desnudos basta correr! trenzas sujetas a mi anochecer de caspa y agua colonia rosa quemada fósforo de seda creación sincera en surco capilar la noche desanuda su bagaje de blancos y negros tirar detener su devenir
es
Altolaguirre,Manuel
<XXI
Dolor_Oscuro
¡Cerrad todas las puertas! Que angustioso del centro de mi tiniebla brote el fantasma apretado; que su presencia ahuyente las músicas, los roces, los perfumes, las vistas; que su silencio agrande la sala inmensamente. ¡Cerrad todas las puertas! Que este dolor se encuentre desconocido, inmóvil; que apague mis sentidos y todo se haga noche: mi carne, el aire, todo. Que mi dolor oscuro no pueda tener límites. Que para mí no queden ni luces ni alegrías.
es
Unamuno,Miguel_de
<XXI
Meditaciones._El_Buitre_De_Prometeo
A la roca del mundo Prometeo, —que es de los hombres el mejor amigo—, con divinas cadenas atado y preso, se alimenta de penas, y al buitre acariciando, su castigo, al buitre Pensamiento, así le dice: «¿Qué me cuentas? ¿Qué viste allá en las nubes? ¿Tu cuello acariciando el vil tirano le temblaba la mano? ¿Era más suave y blanda que ésta mía...? —¡Ay, ay, ay! que me arrancas el sentido; ¡quieto, quieto, despacio! ¡déjame que te sienta, pues te sacio! »Vamos, vamos, verdugo, sumerge tu cabeza aquí, en mi seno, y engulle mis entrañas pero no alces el pico, quedo aprende a comer, sin feas mañas, ni así me lo sacudas, ¡te suplico! ¡No, no esos desgarrones, come pausado, la cabeza hundida; mira que esos tirones me hacen desfallecer y no te siento; dame un lento dolor, sordo, apacible; dame un dolor de vida, pensamiento! »¡Quieto y pico a la presa! ¿Que mi sangre la vista te oscurece? ¿Y qué te importa? ¿No tienes que comer, fiera insaciable? Según comes mi carne, ella se acrece. »Dale, dale, mi buitre, sin cuidado; no temas que me muera; manjar tendrás en ti por largos siglos; común es nuestra vida, y en tanto me devores se mantendrá mi vida con dolores. No busques otro pasto, mira, mi vida, cómo yo te basto. »Bajo tus picotazos las entrañas muriendo me renacen de continuo; cuando la muerte viene así, de cara, sin vil disfraz ni engaño, se puede combatirla; lo malo es cuando viene de soslayo, cautelosa, tapada, y sin sentirla; su violencia no temo, sí su dolo. »Gracias a ti, mi buitre, no estoy solo; tengo en ti compañero, ¡mi amigo y carnicero! la soledá es la nada; el dolor de pensar es ya un remedio, mejor tus picotazos que no el tedio... »¿Adónde volver quieres la cabeza? ¿A ver tu patria, el cielo, por ventura? ¿Buscas leer de Júpiter la frente? 1 ¿No te doy carne, carne hasta la hartura? ¿Buscas cobrar de su sonrisa brío? Toma, toma y bebe mi sangre; deja, deja al tirano, ¡eres ya mío! »Y no has de leer su frente, el claro cielo, pues el vaho de la sangre en que te abrevas es de tus ojos velo. »Vamos, quieto, y devórame con calma; yo te doy carne y sangre, pensamiento, y Jove, sólo luz, luz sólo y aire... y qué, ¿no estás contento? ¿Aún pides más? ¿Te has vuelto acaso loco? ¿Te emborrachó mi sangre? ¡Vamos, traga con calma y poco a poco! »Deja que mis entrañas se renueven y escarba en mis redaños; somos viejos amigos, mi verdugo; pasan los años ¡y tú, a tu faena destructora, la tela de mi vida desgarrando! ¡Quieto, quieto y devora; vamos pasando! »¿Sientes morriña de tu patria el cielo? ¿Quieres volar a la escarpada roca que cobija tu nido sirviéndole las nubes de cortina? No lograrás llegar, te abate a tierra el buche con mi carne perinchido; ¡es muy alta la sierra! »¿Que se te gasta el pico? Lo puedes afilar en mis costillas que pusiste al desnudo. »Nacer fue mi delito, Nacer a la conciencia, sentir el mar en mí de lo infinito y amar a los humanos... ¡pensar es mi castigo! ¡Dale, dale de firme, cruel amigo! »Desde los bordes de tu córnea boca a mi abierto regazo mi propia sangre escurre, como el orvallo cae sobre la grieta que guarda el manantial do nace el río; río de que la nube luego brota, nube que vuelve al río gota a gota. »¡Cuánto me quieres, buitre mío, cuánto! ¡Con qué voraz cariño me devoras encendido en deseo de mi cebo! ¡Sangre eres de mi sangre y es tu carne de mi carne renuevo! Me abrazas y me estrechas en tus garras, como en espasmo de fusión suprema; tiembla mi cuerpo de dolor entre ellas, palpitantes amarras, pero mi alma, mi alma a ti se vuelve, mi verdugo, pues que te debe de su vida el jugo. »Lo que es en mí dolor en ti es delicia, mi desgracia tu triunfo; mientras tu corvo pico me acaricia, con lo que sufro gozas; para henchirte de vida me destrozas. »Pero no, no te apartes de mi seno, que a tu falta me duermo para siempre; escarba en mis entrañas, pensamiento; mejor que no el vacío, tu tormento. Existir, existir, pensar sufriendo más bien que no dormir, libre de penas, el sueño sin ensueños, que no acaba; benditas tus cadenas, ya que sin ellas pronto me hundiría de las pálidas sombras en el gremio. ¡Sea inmortal dolor, mi eterno buitre, y no placer efímero, mi premio! »Arrímate así más, sobre mí hundido; al calor de tu pecho arda mi pecho, guárdamelo del duro aire serrano, de su creciente hostigo; más cruel no me seas que el tirano, y al cumplir su sentencia compasivo con tus alas protégeme y enjuga con tu redondo pecho mis heridas; ¡sea bizma su pluma, blanda esponja, sedeña como espuma! »Cuando en verano encone mis heridas el sol por el que vemos y él es ciego, haz de tus recias alas abanico y oréame con ellas al compás de los golpes de tu pico. Y ahuyéntame las moscas, las moscas asquerosas, tercas, blandas, enjambre de gangrena, mandaderas de sangre y podredumbre; no envilezcas mi pena; ¡a ellas es imposible me acostumbre! »¡Todo, todo devóralo, no arrojes piltrafas a los cuervos; no soy manjar de echar bajo la mesa; nada, nada de sobras a los siervos; toda entera resérvate la presa! Eres digno de mí, yo de ti digno, pero los cuervos, los que aman la carroña... ¡aléjalos, mi buitre, a picotazos! que sepan que estoy vivo; ¡lejos, lejos de mí, sepultureros, nos bastamos tú y yo, sin compañeros! »¿Y esto, se acabará? Todo se acaba, En la más dura peña gota a gota el hilo de agua su sepulcro excava y desde el pétreo y funerario cáliz su vapor invisible va a derretirse el cielo. Gota a gota mi sangre va mellando estos ferréos lazos que Hércules y la Fuerza remacharon; gota a gota los roe con la herrumbre y ha de quebrar al fin su pesadumbre. Viva es la sangre, muertas las cadenas; la guardo como arroyo de una savia perenne que en las venas tiene su cauce estrecho. »Y vosotras, inmobles ligaduras que me surcáis el pecho, sois sólo hierro inerte, y a la larga el que vive es el más fuerte. Con el jugo inmortal de sus entrañas arrasar puede el hombre las montañas. »Y tú, verdugo, te has de hartar un día; llegarás a las bascas y al hastío; tupido hasta el gañote a la modorra abatirás tu brío, y alicaído, lacio, te acostarás para dormir tu hartazgo; colchón tendrás en mí sobre esta roca en que a merced de tus furores yazgo. Dormirás para siempre aquí, mi buitre, en mí, sobre tu presa y yo, tu pábulo hoy, seré tu huesa. »Y tú, impasible Júpiter celeste, Razón augusta, Idea soberana, Buitre del universo que devoras mundos, soles, y estrellas, Tú, a quien los siglos son como las horas, harto también un día, la cabeza, almenada de centellas, doblegarás de la modorra al peso. Será tu fin, el fin de tu reinado; sobre ti manda, incontrastable, el Hado. »¿Y después? ¿Cuando cese el Pensamiento de regir a los mundos? ¿Y después...? —¡ay, ay, ay! ¡no tan recio!— ¡no tan recio, mi buitre! mira que así me arrancas la conciencia; aún dentro de tu oficio, ¡ten clemencia!»
es
Gómez_Pescador,Felipe_E.
XXI
Inma_Riegas_Mi_Jardín_Triste
Inma riegas mi jardín triste, zurces el trozo de corazón que te llevaste, me acompañas en las malas travesías cuando en lugar de oros pintan bastos, pomada para mis heridas, luz en mi oscuridad, callado en el que me apoyo, compañera en mi soledad, ahora lleno de dicha estoy, porque mis anhelos ya no lo son, ahora por fin me quieres.
es
Greiff,León_de
<XXI
Relato_De_Harald_De_Obscuro
Oh playas verdeantes de algas marinas, sobre las guijas de estridente diamante y flavo cobre. Oh piélagos preñados de la cálida voz de las sirenas. Oh piélagos que nutre denso susurro: —trenos de náufragos a la deriva por sus senos procelosos, y que yá dormirán en las ondas serenas. Yo anhelo tus ilímites planicies: hielos glaucos, brumas, nieblas —última Thule— para ulular mis turbios himnos raucos! Yo soy Harald, soy Harald el Obscuro. Todos los viajes, todos mis viajes, son viajes de regreso. Yo torno ahora, retorno ahora del azur y hacia el azur. 1 Violada luz diaprea sus rútilos zafiros. Voz de sangre sus zafiros denigra. Mas nó otro azur desea mi vagabundo sueño: sólo ése azur cebrado de vïolas, ése azur ocelado de abenuz..! Oh piélagos transidos de agorera pavura irremisible. Oh piélagos que asorda gríseo clangor: equale de trombones, en lento ritmo y voz velada, audible sólo para los seres que un Fátum fúnebre señale... Yo anhelo tus ilímites planicies: hielos glaucos, brumas, nieblas —última Thule— para ulular mis turbios himnos raucos! Yo soy Harald, soy Harald el Obscuro. Yo sólo amo tu amor, fatal Isolda. Erigiremos en todos los caminos nuestra gitana tolda aventurera. Yo sólo amo tu amor, oh brava Isolda! Brava Isolda hechicera! Yo soy Tristán de Leonís: —ligera por todos los océanos nuestra nao pirata discurrirá indolente, con viento ameno o duro; 2 bajo la lumbre de topacio del sol; bajo la luz morena de la rosa de plata; o en la noche ceñuda —lúgubre y agorera—. 3 Por todos los océanos nuestro amor, y el espacio sin lindes, y el ensueño, y hacia lo ignoto navegar... 4 Por todos los océanos nuestra libre galera: y en el palo cimero la flámula escarlata con una rosa endrina, y en nuestros corazones la rosa purpurina y la flámula negra... Nuestra nao pirata discurrirá por todos los océanos al azar, al azar, al azar... 5 Erigiremos en todos los caminos nuestra gitana tolda aventurera, 6 y el refugio ilusorio de nuestro ciclo errátil e inseguro... Yo sólo amo tu amor, mi brava Isolda, yo sólo amo tu amor, Ilse hechicera, yo soy Tristán, soy Harald el Obscuro. Dancé cantando mi canción acerba. Era el véspero, casi la noche, era el véspero de ceniza. El tardeño cocuyo su luz irradïaba. Su lumbre ingenua mi ingenuo corazón iluminaba. Mas mi espíritu pérfido mi ingenuidad enerva, y en el ingenuo corazón desliza fragante zumo de su ponzoñosa hierba. Yo soy Tristán, soy Harald el Obscuro. Divagar. Divagar por inéditos climas. Metafísicos vórtices. Remansada sapiencia. Júbilo y alborozo sensüales. Ebrias sedes. Acidia muelle. Venus autumnales, ingrávidas adolescentes: oh vendimias opimas...! Al propio tiempo, nugacidad y vacío, y nesciencia... Oh mujer, arcangélico vampiro, demoníaca Ofelia, cándida cervatilla, híspido endriago! Todo lo excelso aroma en tu sollozo y en tu suspiro y en tu sonrisa! Perfuma en tu pasión lo deletéreo y lo inefable, lo joyoso y lo aciago! Tifón de tempestades y sosegada brisa cantan en tu pasión: y un trémulo murmurio pulcro balbuce en tu corazón! Yo soy Harald, soy Harald el Obscuro. Yo soy Tristán de Leonís, acedo. Yo sólo amo tu amor, Ilse hechicera, yo sólo amo tu amor, fatal Isolda, mi brava Isolda! Yo soy Harald, soy Lancelot: —blanda sonrisa, corazón perjuro; yo sólo amo tu amor, tu amor áspero y ledo, venenoso y lustral, proclive y puro, pérfido y claro, y abisal y erguido! Yo sólo amo tu amor. Ilse hechicera, Furia hechicera, Lálage hechicera: Yo sólo de tu amor —Ilse— me curo: y al azar de las rutas erigiremos nuestra tolda, fatal Isolda, y en nuestra tolda un penumbroso nido, y al azar de los vientos singlará nuestra nao aventurera... Yo soy Harald, soy Harald el Obscuro.
es
Ramos_Sucre,José_Antonio
<XXI
Yo_Visité_La_Ciudad_De_La_Penumbra_Y_De_Los_Colores_Ateridos_Y_El_Enfado
Yo visité la ciudad de la penumbra y de los colores ateridos y el enfado y la melancolía sobrevinieron a entorpecer mi voluntad. El sol de un mes de lluvia provocaba el hechizo del plenilunio en el espejo del suelo glacial. Yo salí a recrear la vista por calles y plazas y pregunté el nombre de las estatuas vestidas de hiedra. Prelados y caballeros, desde los zócalos soberbios, infundían la nostalgia de los siglos armados de una república episcopal. Una iglesia esculpida y cincelada imitaba la de San Sebaldo en la vetusta Nuremberg. Las imágenes de la puerta reproducían el semblante del águila, del león y del buey. Los nativos se esmeraban en la fábrica de juguetes infantiles, de tiorbas angélicas, salterios y laúdes. Una doncella me separó de la reverencia a los monumentos arcaicos, me otorgó el privilegio de su amistad y vino a referirme su vida sombría, un ejemplo de sencillez y de sacrificio. Ofrendaba su juventud a la memoria de un hermano fallecido antes de tiempo y lo sustituía, conservándose pura y célibe, en el consejo de una orden militar. El sol de un mes de lluvia provocaba el hechizo del plenilunio en el espejo del suelo glacial. Yo salí a recrear la vista por calles y plazas y pregunté el nombre de las estatuas vestidas de hiedra. Prelados y caballeros, desde los zócalos soberbios, infundían la nostalgia de los siglos armados de una república episcopal. Una iglesia esculpida y cincelada imitaba la de San Sebaldo en la vetusta Nuremberg. Las imágenes de la puerta reproducían el semblante del águila, del león y del buey. Los nativos se esmeraban en la fábrica de juguetes infantiles, de tiorbas angélicas, salterios y laúdes. Una doncella me separó de la reverencia a los monumentos arcaicos, me otorgó el privilegio de su amistad y vino a referirme su vida sombría, un ejemplo de sencillez y de sacrificio. Ofrendaba su juventud a la memoria de un hermano fallecido antes de tiempo y lo sustituía, conservándose pura y célibe, en el consejo de una orden militar. Una iglesia esculpida y cincelada imitaba la de San Sebaldo en la vetusta Nuremberg. Las imágenes de la puerta reproducían el semblante del águila, del león y del buey. Los nativos se esmeraban en la fábrica de juguetes infantiles, de tiorbas angélicas, salterios y laúdes. Una doncella me separó de la reverencia a los monumentos arcaicos, me otorgó el privilegio de su amistad y vino a referirme su vida sombría, un ejemplo de sencillez y de sacrificio. Ofrendaba su juventud a la memoria de un hermano fallecido antes de tiempo y lo sustituía, conservándose pura y célibe, en el consejo de una orden militar. Los nativos se esmeraban en la fábrica de juguetes infantiles, de tiorbas angélicas, salterios y laúdes. Una doncella me separó de la reverencia a los monumentos arcaicos, me otorgó el privilegio de su amistad y vino a referirme su vida sombría, un ejemplo de sencillez y de sacrificio. Ofrendaba su juventud a la memoria de un hermano fallecido antes de tiempo y lo sustituía, conservándose pura y célibe, en el consejo de una orden militar.
es
Sánchez-Rojas,Patricio
XXI
El_Paraguas_Rojo
Arriban a este puerto cansados trasatlánticos y hendidos en la proa desertan ante el vino y abócanse a los vasos recios hombres con barbas pusilánimes son viejos marineros que acódanse a la barra confiados como mástiles y beben vino a sorbos al son de una guitarra sois bravos marineros murmuran las rameras buscando ser amadas oh rojas jarreteras! y caen rojos guantes ya ebrios sobre el suelo y glúteos que se abren agólpanse en un sexo las copas en las mesas conservan sus latidos de copas postergadas al son de una guitarra y en fin los marineros de un barco de otros puertos exploran nuevas aguas al son de una guitarra sois bravos marineros la noche ya se acaba!
es
Gómez_Avellaneda,Gertrudis
<XXI
Voz_De_Los_Cocuyos
También nosotros, que estrellas Fuimos de un ignoto cielo, Y descendimos al suelo Cuando ella el suelo pisó, Hoy lanzamos con orgullo El resplandor que te asombra, Porque abrillante la alfombra De la tierra en que nació.
es
Acuña,Manuel
<XXI
La_Brisa_(Imitación)
Aliento de la mañana que vas robando en tu vuelo la esencia pura y temprana que la violeta lozana despide en vapor al cielo: Dime, soplo de la aurora, brisa inconstante y ligera, ¿vas por ventura a esta hora al valle que te enamora y que gimiendo te espera? ¿O vas acaso a los nidos de los jilgueros cantores que en la espesura escondidos te aguardan medio adormidos sobre sus lechos de flores? ¿O vas anunciando acaso, soplo del alba naciente, al murmurar de tu paso, que el muerto sol del ocaso se alza un niño en Oriente? Recoge tus leves alas, brisa pura del Estío, que los perfumes que exhalas vas robando entre las galas de las violetas del río. Detén tu fugaz carrera sobre las risueñas flores de la loma y la pradera, y ve a despertar ligera al ángel de mis amores. Y dile, brisa aromada, con tu murmullo sonoro, que ella es mi ilusión dorada, y que en mi pecho grabada como a mi vida la adoro.
es
Felipe,León
<XXI
Poemas_Menores_I
No es lo que me trae cansado este camino de ahora. No cansa una vuelta sola. Cansa el estar todo un día, hora tras hora, y día tras día un año y año tras año una vida dando vueltas a la noria.
es
Guillén,Jorge
<XXI
Más_Allá_Iv
El balcón, los cristales Unos libros, la mesa. ¿Nada más esto? Sí, Maravillas concretas. Material jubiloso Convierte en superficie Manifiesta a sus átomos Tristes, siempre invisibles. Y por un filo escueto, O al amor de una curva De asa, la energía De plenitud actúa. ¡Energía o su gloria! En mi dominio luce Sin escándalo dentro De lo tan real, hoy lunes. Y ágil, humildemente, La materia apercibe Gracia de Aparición: Esto es cal, esto es mimbre.
es
Loynaz,Dulce_María
<XXI
Poema_Cxiv
El mundo entero se me ha quedado vacío, dejado por los hombres que se olvidaron de llevarme. Sola estoy en esta vasta tierra, sin más compañía que los animales que tampoco los hombres necesitan, que los árboles que no creen necesitar. Y mañana, cuando les falte el canto de la alondra o el perfume de la rosa, se acordarán de que hubo una flor y que hubo un pájaro. Y pensarán acaso que era bueno tenerlos. Pero cuando les falte mi verso tímido, nadie sabrá que alguna vez yo anduve entre ellos.
es
Burgos,Julia_de
<XXI
No_Es_Él_El_Que_Me_Lleva...
No es él el que me lleva... Es mi vida que en su vida palpita. Es la llamada tibia de mi alma que se ha ido a cantar entre sus rimas. Es la inquietud de viaje de mi espíritu que ha encontrado en su rumbo eterna vía. El y yo somos uno. Uno mismo y por siempre entre las cimas; manantial abrazando lluvia y tierra; fundidos en soplo la y brisa blanca mano enlazando piedra y oro; hará cósmica uniendo noche y día. El y yo somos uno. Uno mismo y por siempre en las heridas. Uno mismo y por siempre en la conciencia. Uno mismo y por siempre en la alegría. Yo saldré de su pecho a ciertas horas, cuando él duerma el dolor en sus pupilas, en cada eco bebiéndome lo eterno, y en cada alba cargándome una sonrisa. Y seré claridad para sus manos cuando se vuelquen a trepar los días, en la lucha sagrada del instinto por salvarse de ráfagas suicidas. Si extraviado de senda, por los locos enjaulados del mundo, fuese un día, una luz disparada por mi espíritu le anunciará el retorno hasta mi vida. No es él el que me lleva... Es su vida que corre por la mía.
es
Diego_Villarrubia,Jonás
XXI
Mi_Llamada
Livianas cortinas, abanicos de humo tus pestañas, que arañan el cielo que apagan el sol escondido de tus ojos agujeros negros que me absorben, brillo que embriaga tus luceros. Tardes grabadas en cincel de cielos que rompen en las mañanas tu rocío al despertar serenos de noche de guerra. No era mi voz que era el eco eco de mi repetido pensamiento que se convierte en grito ¡Sueño que quiero y muero! ¿Te imaginas lo que siento?
es
Flórez,Julio
<XXI
Y_En_Esa_Duda_Me_Revuelvo_Gimo
Y en esa duda me revuelvo gimo no sé si al acercarme, en esta hora, a ti—destello de la gran aurora celestial—te complazco o te lastimo. Mas, como tengo tu constante mimo, esperaré a la Muerte bienhechora que me aproxime a ti, ¡dulce señora! ¡ya que a ti por tu bien, no me aproximo! Qué importa mis constantes sin sabores; qué de mi suerte las terribles sañas en este inmenso valle de dolores, si sé que por doquiera me acompañas, porque te llevo —¡amor de mis amores!— como me llevaste... ¡en las entrañas!
es
Sabines,Jaime
<XXI
Quiero_Hacerte_Un_Poema
¡Quiero hacerte un poema, darte unas flores, un plato de comida que te guste, alguna fruta, un buen trago; llevarte a tus nietos, comunicarte una noticia estupenda. De la ventana de tu casa me he regresado porque tu casa esta vacía inexplicablemente. ¿Qué le pasa al mundo? Me he puesto a trabajar como un burro tratando de ocuparme, de traerme al mundo, de estar con las cosas. Lo he logrado. ¡Pero hay un instante de lucidez, un solo instante! "Si vuelves atrás la mirada quedaras hecho una estatua de sal." Y yo soy, apenas, un hombre de piedra que quiere ver hacia adelante
es
Arciniegas,Ismael_Enrique
<XXI
¿Por_Qué_Mar,_Y_Otro_Mar,_Y_Años_Sin_Cuento
¿Por qué mar, y otro mar, y años sin cuento —Quién lo sabrá jamás, oh nacarado Y hermoso caracol— habrás rodado Entre algas y olas que conduce el viento? Lejos ahora del rugir violento, De arena hallaste al fin lecho dorado; Mas vana es tu esperanza desolado En ti siempre del mar gime el lamento. Es hoy mi corazón cárcel sonora; Y como sin cesar suspira y llora Dentro del caracol el océano, Así de esta alma en el oscuro fondo, Donde Ella siempre vive, eterno y hondo Ruge en las sombras el rumor lejano.
es
Agustini,Delmira
<XXI
Vagos_Preludios._En_La_Noche_Espléndida
Vagos preludios. En la noche espléndida Su voz de perlas una fuente calla, Cuelgan las brisas sus celestes pifanos En el follaje. Las cabezas pardas De los búhos acechan. Las flores se abren más, como asombradas. Los cisnes de marfil tienden los cuellos En las lagunas pálidas. Selene mira del azul. Las frondas Tiemblan... y todo! hasta el silencio, calla... Es que ella pasa con su boca triste Y el gran misterio de sus ojos de ámbar, A través de la noche, hacia el olvido, Como una estrella fugitiva y blanca. Como una destronada reina exótica De bellos gestos y palabras raras. Horizontes violados sus ojeras Dentro sus ojos —dos estrellas de ámbar— Se abren cansados y húmedos y tristes Como llagas de luz que quejaran. Es un dolor que vive y que no espera, Es una aurora gris que se levanta Del gran lecho de sombras de la noche, Cansada ya, sin esplendor, sin ansias Y sus canciones son como hadas tristes Alhajadas de lágrimas...
es
Moreno_Villa,José
<XXI
Pasan_Tus_Ojos_Inquietos
Pasan tus ojos inquietos por el tapiz oriental... Signos de cábala, enigmas, policromías... quizás por el bosque de sus líneas caminando, pensarás que esas rayas que se cruzan, y que vuelven, y se van, y se rizan locamente, las trazó tu pie al andar. Tu pie, pobre pie de ciego que no sabe a dónde va, ni por qué es dura la tierra, ni por qué tiene que andar... Pie de ciego, que ha pintado de carmín la blanca paz del sendero, y consentido su esperanza derramar como un hilo verde, encima del tapiz de la verdad.
es
Gautier_Benítez,José
<XXI
Un_Noble_Marino_Anciano
Un noble marino anciano, del viento y del sol curtido abandonó, ya rendido los embates de la mar; Y no de las ondas lejos, en la cercana ribera, alzó la quinta, y la era, y el jardín, y el palomar. En su báculo apoyado llegó luego a la vecina aldea, la noble ruina que retaba al aquilón; Y allí pidió balbuciente a un pobre y rudo aldeano, de una doncella la mano, de una niña el corazón. Ya olvida entre dulces lazos sus pasados sinsabores y de sus tardos amores brotan los frutos al fin; Ya hay manecillas y gritos que asustan a las palomas; quien rompa flores y pomas corriendo por el jardín. Pero es muy tarde, y emprende su viaje para el cielo el que cruzó con anhelo las llanuras de la mar. ¿Dejaré, como el marino, el bien, apenas logrado?... ¿Habré tarde levantado quinta, huerto y palomar?
es
Martínez,Daniel_Omar
XXI
Una_Vez
Una vez nada más es necesario que duela el olvido o se caiga en las manos de la derrota una vez nada más para empezar a comprender la vida una vez nada más para empezar a comprender la vida
es
Huidobro,Vicente
<XXI
En
El corazón del pájaro El corazón que brilla en el pájaro El corazón de la noche La noche del pájaro El pájaro del corazón de la noche Si la noche cantara en el pájaro En el pájaro olvidado en el cielo El cielo perdido en la noche Te diría lo que hay en el corazón que bulle en el pájaro La noche perdida en el cielo El cielo perdido en el pájaro El pájaro perdido en el olvido del pájaro La noche perdida en la noche El cielo perdido en el cielo Pero el corazón es el corazón del corazón Y habla por la boca del corazón
es
Pardo_García,Germán
<XXI
¡Lucrecio_Caro!_Y_El_Genial_Poema
¡Lucrecio Caro! Y el genial poema quedó en la azul inmensidad escrito. Fue un trueno universal, un hondo rito y la detonación de un anatema. ¡Ay del que sufra ante la Muerte y tema, porque el alma no existe! Y ese grito de su liberación, al infinito le dio otro fuego y su rescoldo aún quema. Así cantó como rebelde y santo. Su mocedad se deshojó en el llanto de una pasión feral, como el Destino. ¡Y quién sabe Si el Tiempo, o la Locura cavaron a sus pies la sepultura del gigantesco pensador latino!
es
Caseiro,María_Eugenia
XXI
Sonsonete
A la hora vertical que ya no duele devuélveme sin laberintos a encontrarte arrancado fucilante a contraluz el verso. (Tu voz cayendo al infinito fruto alado nomeolvides nunca bruñéndome la oreja). Bostézame tu amanecer en la quijada crujiendo tan sublime ambigüedad al dente tuétano del gesto. Tras ese dulce cadáver de compases se me van los dedos...
es
Altolaguirre,Manuel
<XXI
A_Veces_Las_Más_Tristes_Realidades
A veces las más tristes realidades no llegan por mis ojos a mi alma, ni devastan con llantos y tormentas las tierras interiores de mi sueño. No me dejo apresar por lo aparente, lo transitorio de esta vida; sólo una brisa breve me propaga. No soy cruel, amigos. Conocedme. Lo inhumano de mí es que no muero.
es
Véner,Alonso
XXI
Oscuridades
Mujer, es para mí quererte la agonía, el sueño perdido en la arena de la isla, veredas que deshojan al viento como a lilas, la noche tan poblada de remotos centelleos, los cabellos que recorren la distancia de tu adiós. Es para mí, mujer, quererte la alegría, cosechar cada mañana tu sonrisa retoñada, el chapoteo de los niños en el arroyuelo, el perfume de tus calles como abrazos, el silbido distante de las gaviotas sobre el faro, la hierba inquieta, los veleros en la tarde. Quererte, mujer, es para mí como el vaivén de tus olas y la brisa, como el reflejo blanquecino de las rocas, como callar mi fervor junto a la hoguera, el recuerdo forjado en tu divina soledad.
es
Parra,Nicanor
<XXI
Quién_Eres_Tú_Repentina
Quién eres tú repentina Doncella que te desplomas Como la araña que pende Del pétalo de una rosa. Tu cuerpo relampaguea Entre las maduras pomas Que el aire caliente arranca Del árbol de la centolla. Caes con el sol, esclava Dorada de la amapola Y lloras entre los brazos Del hombre que te deshoja. iEres mujer o eres dios Muchacha que te incorporas Como una nueva Afrodita Del fondo de una corola? Herida en lo más profundo Del cáliz. te desenrollas. Gimes de placer, te estiras. Te rompes como una copa. Mujer parecida al mar —Violada entre ola y ola— Eres más ardiente aún Que un cielo de nubes rojas. La mesa está puesta, muerde La uva que te trastorna Y besa con ira el duro Cristal que te vuelve loca.
es
Neruda,Pablo
<XXI
Pregunta_Xl
A quién el cóndor andrajoso da cuenta de su cometido? Cómo se llama la tristeza en una oveja solitaria? Y qué pasa en el palomar si aprenden canto las palomas? Si las moscas fabrican miel ofenderán a las abejas?
es
Coronel_Urtecho,José
<XXI
Mi_Señora,_Tan_Luego_Se_Levanta
Mi señora, tan luego se levanta va a cazar un venado matutino, sin miedo a los colmillos del zaíno, ni al mortal topetazo de la danta. Entra con ojo alerta y firme planta en la espesura donde no hay camino, y de los matorrales, repentino, salta un venado que su paso espanta. Ella rápida apresta su escopeta, veloz le apunta, le dispara y mata —y después el marido, que es poeta, cuando regresa la mujer que adora, en un soneto clásico relata la bella hazaña de la cazadora.
es
Bañuelos,Juan
<XXI
Subir,_Bajar_Escaleras_Del_Horizonte
Subir, bajar escaleras del horizonte; tenderse en un gran ojo y ver la noche amontonada entre los astros. De súbito, el mar a nuestros pies inundándonos. De pronto, el corazón retrasando su llegada. Páramo de hermosura, ¿qué dijo el vuelo sin los pájaros y qué el cielo, peinado de relámpagos? Húmedo de animal grité en la niebla. Nadie: la voz no devuelve nada. En la oscuridad, alguien obtuvo su respuesta de un espejo. En el hueco de las horas ahí me duermo. Deletreo mi ser, y vuelve a abrir los párpados la calma. (¡Qué libertad el sueño!) Mientras añado magnitud al cielo, repite el que dejo en la puerta: —asno impaciente sobre el camino de la palabra, toca de nuevo la flauta; mientras una estrella rompe la noche dale duro, araña, a tu danza. Y repite, insiste, el que dejé en la entrada: —reposa tú, lagarto, con la cabeza tendida en la playa. ¡Quítese los ojos la luz, pero tú, tú, Dos de la mañana, desátame las manos, que está colgado mi cuerpo de mi alma!
es
Vallejo,César
<XXI
Esta_Noche_Desciendo_Del_Caballo
Esta noche desciendo del caballo, ante la puerta de la casa, donde me despedí con el cantar del gallo. Está cerrada y nadie responde. El poyo en que mamá alumbró al hermano mayor, para que ensille lomos que había yo montado en pelo, por rúas y por cercas, niño aldeano; el poyo en que dejé que se amarille al sol mi adolorida infancia... ¿Y este duelo que enmarca la portada? Dios en la paz foránea, estornuda, cual llamando también, el bruto; husmea, golpeando el empedrado. Luego duda, relincha, orejea a viva oreja. Ha de velar papá rezando, y quizás pensará se me hizo tarde. Las hermanas, canturreando sus ilusiones sencillas, bullosas, en la labor para la fiesta que se acerca, y ya no falta casi nada. Espero, espero, el corazón un huevo en su momento, que se obstruye. Numerosa familia que dejamos no ha mucho, hoy nadie en vela, y ni una cera puso en el ara para que volviéramos. Llamo de nuevo, y nada. Callamos y nos ponemos a sollozar, y el animal relincha, relincha más todavía. Todos están durmiendo para siempre, y tan de lo más bien, que por fin mi caballo acaba fatigado por cabecear a su vez, y entre sueños, a cada venia, dice que está bien, que todo está muy bien. El poyo en que mamá alumbró al hermano mayor, para que ensille lomos que había yo montado en pelo, por rúas y por cercas, niño aldeano; el poyo en que dejé que se amarille al sol mi adolorida infancia... ¿Y este duelo que enmarca la portada? Dios en la paz foránea, estornuda, cual llamando también, el bruto; husmea, golpeando el empedrado. Luego duda, relincha, orejea a viva oreja. Ha de velar papá rezando, y quizás pensará se me hizo tarde. Las hermanas, canturreando sus ilusiones sencillas, bullosas, en la labor para la fiesta que se acerca, y ya no falta casi nada. Espero, espero, el corazón un huevo en su momento, que se obstruye. Numerosa familia que dejamos no ha mucho, hoy nadie en vela, y ni una cera puso en el ara para que volviéramos. Llamo de nuevo, y nada. Callamos y nos ponemos a sollozar, y el animal relincha, relincha más todavía. Todos están durmiendo para siempre, y tan de lo más bien, que por fin mi caballo acaba fatigado por cabecear a su vez, y entre sueños, a cada venia, dice que está bien, que todo está muy bien. Dios en la paz foránea, estornuda, cual llamando también, el bruto; husmea, golpeando el empedrado. Luego duda, relincha, orejea a viva oreja. Ha de velar papá rezando, y quizás pensará se me hizo tarde. Las hermanas, canturreando sus ilusiones sencillas, bullosas, en la labor para la fiesta que se acerca, y ya no falta casi nada. Espero, espero, el corazón un huevo en su momento, que se obstruye. Numerosa familia que dejamos no ha mucho, hoy nadie en vela, y ni una cera puso en el ara para que volviéramos. Llamo de nuevo, y nada. Callamos y nos ponemos a sollozar, y el animal relincha, relincha más todavía. Todos están durmiendo para siempre, y tan de lo más bien, que por fin mi caballo acaba fatigado por cabecear a su vez, y entre sueños, a cada venia, dice que está bien, que todo está muy bien. Ha de velar papá rezando, y quizás pensará se me hizo tarde. Las hermanas, canturreando sus ilusiones sencillas, bullosas, en la labor para la fiesta que se acerca, y ya no falta casi nada. Espero, espero, el corazón un huevo en su momento, que se obstruye. Numerosa familia que dejamos no ha mucho, hoy nadie en vela, y ni una cera puso en el ara para que volviéramos. Llamo de nuevo, y nada. Callamos y nos ponemos a sollozar, y el animal relincha, relincha más todavía. Todos están durmiendo para siempre, y tan de lo más bien, que por fin mi caballo acaba fatigado por cabecear a su vez, y entre sueños, a cada venia, dice que está bien, que todo está muy bien. Numerosa familia que dejamos no ha mucho, hoy nadie en vela, y ni una cera puso en el ara para que volviéramos. Llamo de nuevo, y nada. Callamos y nos ponemos a sollozar, y el animal relincha, relincha más todavía. Todos están durmiendo para siempre, y tan de lo más bien, que por fin mi caballo acaba fatigado por cabecear a su vez, y entre sueños, a cada venia, dice que está bien, que todo está muy bien. Llamo de nuevo, y nada. Callamos y nos ponemos a sollozar, y el animal relincha, relincha más todavía. Todos están durmiendo para siempre, y tan de lo más bien, que por fin mi caballo acaba fatigado por cabecear a su vez, y entre sueños, a cada venia, dice que está bien, que todo está muy bien. Todos están durmiendo para siempre, y tan de lo más bien, que por fin mi caballo acaba fatigado por cabecear a su vez, y entre sueños, a cada venia, dice que está bien, que todo está muy bien.
es
Hartzenbusch,Juan_Eugenio
<XXI
En_La_Inauguración_Del_Instituto_Español
Cual es la criatura De tantas como encierra La doble inmensidad de mar y tierra; Cuál es el triste ser a quien natura Los dones de su amor de suerte tasa, Que de madrastra rigurosa y dura Con él parece codiciar el nombre?— Pródiga para todos, sólo escasa, Sólo injusta y cruel es para EL HOMBRE. Le negó la firmísima pupila Del ave que a su antojo, Cerniéndose en la atmósfera tranquila, Examina del sol el disco rojo: No le armó con la planta Del fugitivo ciervo Que al viento se adelanta; No con la garra del león, ni diole Del coloso selvático la mole: De nombre rey, por su impotencia siervo, De riesgos donde quiera Y enemigos sin número cercado; Al verle de pujanza desarmado Con que su ruina el infeliz estorbe, Mejor imaginársele pudiera Nacido más para manjar de fiera Que para dueño y árbitro del orbe. Él es, empero, su señor. Su mano, Si tan débil por sí, tan desvalida, Con otra y otra y ciento y mil unida Se reviste de impulso soberano, Y desata el indómito torrente De fuerza a cuyo empuje, Redoblado y creciente, Junta la creación resiste en vano. Por el hombre vencido, el tigre ruge, Y dócil a la rienda y acicate Se mueve el alazán; el hombre abate Y ahonda el recio pino, Y tremolando en él tirantes lonas, Sobre el inquieto campo cristalino Lanza flotante puente Que une entre sí las apartadas zonas: El trueno aterrador copia a la nube, Y a la tierra el volcán; en sus entrañas Negro polvo escondiendo, Lo incendia; estalla, y con bramido horrendo Desquicia la explosión y al cielo sube, Cual brizna leve de menudas cañas, Deshechas en ceniza las montañas. Con la preciosa herencia De la anterior generación uniendo Su caudal todas de poder y ciencia, Veloz el hombre sin cesar camina Por ardua senda que su mano allana, Sediento de arribar al alto punto Límite del saber y dicha humana, Barrera entre el Eterno y su trasunto, Solio que al del empíreo se avecina; Y aquel mísero ser a quien mezquina Dotar nos pareció naturaleza, Formándole de intento Símbolo derisorio de flaqueza; Ese mismo, tan débil cuando SOLO, Erguida la cabeza, Domina EN SOCIEDAD de polo a polo; Y alza su omnipotente pensamiento Ya tan audaz el vuelo de sus alas, Que osa en el aire suspender escalas, Y amenaza asaltar el firmamento. Así los rayos fúlgidos de Apolo, Que en la diáfana bóveda perdidos Esparcen solamente Blando calor, aliento del viviente, En el foco oprimidos Del espejo de Arquímedes ardiente, Se truecan en centella destructora, Que árboles, piedras y metal devora. Ved cuál de Siracusa Se agolpa en las almenas Muchedumbre que al mar mira confusa. Tiembla el guerrero, su consorte llora. « Los bajeles,» exclaman «son aquéllos De Roma, de la bárbara invasora: Suspendidas se ven de sus entenas, Y prontas a cebarse en nuestros cuellos La vara, y la segur, y las cadenas.»— Un hombre el rayo de la ciencia vibra, Y de tiranos a su patria libra. Ved cómo el brazo tiende Con el escudo fulminante armado, Cuya llama voraz el aire enciende. Paradas en su vuelo arrebatado Caen en polvo las marinas aves; Las olas hierven; las soberbias naves Nadante hoguera son. Hórrida grita Por entre el humo suena, Y en temerosos ecos se difunde. Si el romano en el mar se precipita, Síguele el fuego allí: la escuadra se hunde; Siracusa la frente alza serena Y adora al hombre que su ruina evita, Y en recia voz que el júbilo levanta, Su libertad y su victoria canta. Pero triunfos sangrientos y crueles No son de ambicionar. Sendas de gloria Varias el hombre ante los ojos mira: Ramos en sus vergeles La madre de las Musas, la Memoria, Ramos guarda de plácidos laureles Para el compás, y la paleta, y lira. Adoradores fieles Somos del genio que el saber inspira, Y a coronas pacíficas aspira Nuestro común afán. También recata La sociedad en su agitado seno Monstruos que al respirar vierten veneno, Que contamina y mata. Crimen, error y tedio forman liga Contra el ínclito ser que siente y piensa: Torre aquí se levante de defensa Donde su diente vil no nos persiga. Aquí sus luces el saber derrame, Su asilo mire aquí la desventura, Despliegue sus encantos la hermosura, El ingenio se inflame, Y ardiendo de virtud en llama pura, Palpite el corazón, admire y ame. ¡Grande empresa en verdad! A darle cima No será nuestra fuerza poderosa; Pero español aliento nos anima, Y el mágico mirar de tanta hermosa. ¿Quién en ignoble ociosidad reposa; Quién al saber no da vigilia inmensa, Por lograr de unos labios hechiceros, Escondida entre aplausos lisonjeros, Una tierna sonrisa en recompensa? Obra final del Hacedor divino, Culto de numen la mujer merece: Por ella nuestra vida se embellece, Y enseñarnos tal vez es su destino. Al lanzarnos nosotros por la vía Que allá a la cumbre guía Donde bañado en resplandor descuella De HUMANIDAD Y CIENCIA el doble templo Ya en él la planta sella, Coronada la sien, AUGUSTA BELLA, Que con la voz nos llama y el ejemplo. De virtudes y genios reverente Cerco la ciñe en torno, Que cien guirnaldas a la regia frente Solícitos ofrecen por adorno, Colocando a sus plantas en trofeo Las insignias de Apeles y de Orfeo. Constante bienhechora De la grande nación que en ella adora, También del INSTITUTO es esperanza, Cuando al nacer alcanza Que le tienda su mano protectora. Crezca, pues, a su sombra guarecida, Esta que planta débil abre el suelo, Y riéguela el sudor de nuestro celo; Que día llegará que se alce erguida, Y en tronco agigantado convertida, Superior a las nubes se remonte, Embarazando con su verde pompa El ámbito del cóncavo horizonte. Brío mayor a la constancia nuestra Los obstáculos den; no haya fatiga De arredrarnos capaz, hasta que rompa Las auras con los ecos de su trompa Justa la fama, y diga Que la labor de nuestra firme diestra Rinde a la sociedad precioso fruto, Y es digno de su nombre el INSTITUTO.
es
Hermida_González,Jesús
XXI
Si_Pudiera_Llamarte_Desde_La_Larga_Agonía
Si pudiera llamarte desde la larga agonía que produce el olvido. Desde el imposible despertar de los días que caen como arena movediza sobre la memoria y la añoranza. Si pudiera nombrarte deletreando tu nombre en medio de otros que me atosigan. Quedarme con la sustancia que provoca el eco de sus sílabas o contarlas con dedos apremiantes. Si te enseñara esta larga y repetida fuente, este surtidor arterial que dibuja mis caminos sobre los tenaces músculos de mi existencia. Este sístole y diástole machacón y costumbrista. Si pudiera decirte... Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento. Si estas heridas pudiera subastar en una oscura feria, cualquier feria de las que me transitan a diario. Allí donde los lastimados socavan su fortuna vendiendo su contenido, hipotecando su continente. Si este golpe que me di en un camino de mis caminos tuviera una intención suicida... solamente un acto asesino, donde la mirada es sangre e ira el suspiro. Entonces sería cómplice de mi fin y tú lo verías. Verías como dejo mi último aliento mirándote. Dejaría la luz desesperada de mis ojos depositada en los tuyos, como un cierre definitivo, como una mancha que tendrías hasta el fin de un requiero. Si pudiera decirte... Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento. Tendría en mi piel la brújula perdida de mi norte. Todas mis fronteras serían pasos abiertos que tu alimentarías con el tránsito de tu cuerpo. Recorrerían mi geografía nuevos climas y nuevas esperanzas. Sentiría mi primavera llenarse de flores. Sentiría mi verano de soles quemándome. Sentiría mi otoño lleno de hojas y paisajes. Sentiría mi invierno venir tranquilamente. Si pudiera decirte... ...que mandaras tu nombre de golpe a mis labios y allí se nombrara él solo, perpetuamente. Si pudiera nombrarte deletreando tu nombre en medio de otros que me atosigan. Quedarme con la sustancia que provoca el eco de sus sílabas o contarlas con dedos apremiantes. Si te enseñara esta larga y repetida fuente, este surtidor arterial que dibuja mis caminos sobre los tenaces músculos de mi existencia. Este sístole y diástole machacón y costumbrista. Si pudiera decirte... Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento. Si estas heridas pudiera subastar en una oscura feria, cualquier feria de las que me transitan a diario. Allí donde los lastimados socavan su fortuna vendiendo su contenido, hipotecando su continente. Si este golpe que me di en un camino de mis caminos tuviera una intención suicida... solamente un acto asesino, donde la mirada es sangre e ira el suspiro. Entonces sería cómplice de mi fin y tú lo verías. Verías como dejo mi último aliento mirándote. Dejaría la luz desesperada de mis ojos depositada en los tuyos, como un cierre definitivo, como una mancha que tendrías hasta el fin de un requiero. Si pudiera decirte... Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento. Tendría en mi piel la brújula perdida de mi norte. Todas mis fronteras serían pasos abiertos que tu alimentarías con el tránsito de tu cuerpo. Recorrerían mi geografía nuevos climas y nuevas esperanzas. Sentiría mi primavera llenarse de flores. Sentiría mi verano de soles quemándome. Sentiría mi otoño lleno de hojas y paisajes. Sentiría mi invierno venir tranquilamente. Si pudiera decirte... ...que mandaras tu nombre de golpe a mis labios y allí se nombrara él solo, perpetuamente. Si te enseñara esta larga y repetida fuente, este surtidor arterial que dibuja mis caminos sobre los tenaces músculos de mi existencia. Este sístole y diástole machacón y costumbrista. Si pudiera decirte... Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento. Si estas heridas pudiera subastar en una oscura feria, cualquier feria de las que me transitan a diario. Allí donde los lastimados socavan su fortuna vendiendo su contenido, hipotecando su continente. Si este golpe que me di en un camino de mis caminos tuviera una intención suicida... solamente un acto asesino, donde la mirada es sangre e ira el suspiro. Entonces sería cómplice de mi fin y tú lo verías. Verías como dejo mi último aliento mirándote. Dejaría la luz desesperada de mis ojos depositada en los tuyos, como un cierre definitivo, como una mancha que tendrías hasta el fin de un requiero. Si pudiera decirte... Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento. Tendría en mi piel la brújula perdida de mi norte. Todas mis fronteras serían pasos abiertos que tu alimentarías con el tránsito de tu cuerpo. Recorrerían mi geografía nuevos climas y nuevas esperanzas. Sentiría mi primavera llenarse de flores. Sentiría mi verano de soles quemándome. Sentiría mi otoño lleno de hojas y paisajes. Sentiría mi invierno venir tranquilamente. Si pudiera decirte... ...que mandaras tu nombre de golpe a mis labios y allí se nombrara él solo, perpetuamente. Si pudiera decirte... Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento. Si estas heridas pudiera subastar en una oscura feria, cualquier feria de las que me transitan a diario. Allí donde los lastimados socavan su fortuna vendiendo su contenido, hipotecando su continente. Si este golpe que me di en un camino de mis caminos tuviera una intención suicida... solamente un acto asesino, donde la mirada es sangre e ira el suspiro. Entonces sería cómplice de mi fin y tú lo verías. Verías como dejo mi último aliento mirándote. Dejaría la luz desesperada de mis ojos depositada en los tuyos, como un cierre definitivo, como una mancha que tendrías hasta el fin de un requiero. Si pudiera decirte... Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento. Tendría en mi piel la brújula perdida de mi norte. Todas mis fronteras serían pasos abiertos que tu alimentarías con el tránsito de tu cuerpo. Recorrerían mi geografía nuevos climas y nuevas esperanzas. Sentiría mi primavera llenarse de flores. Sentiría mi verano de soles quemándome. Sentiría mi otoño lleno de hojas y paisajes. Sentiría mi invierno venir tranquilamente. Si pudiera decirte... ...que mandaras tu nombre de golpe a mis labios y allí se nombrara él solo, perpetuamente. Si estas heridas pudiera subastar en una oscura feria, cualquier feria de las que me transitan a diario. Allí donde los lastimados socavan su fortuna vendiendo su contenido, hipotecando su continente. Si este golpe que me di en un camino de mis caminos tuviera una intención suicida... solamente un acto asesino, donde la mirada es sangre e ira el suspiro. Entonces sería cómplice de mi fin y tú lo verías. Verías como dejo mi último aliento mirándote. Dejaría la luz desesperada de mis ojos depositada en los tuyos, como un cierre definitivo, como una mancha que tendrías hasta el fin de un requiero. Si pudiera decirte... Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento. Tendría en mi piel la brújula perdida de mi norte. Todas mis fronteras serían pasos abiertos que tu alimentarías con el tránsito de tu cuerpo. Recorrerían mi geografía nuevos climas y nuevas esperanzas. Sentiría mi primavera llenarse de flores. Sentiría mi verano de soles quemándome. Sentiría mi otoño lleno de hojas y paisajes. Sentiría mi invierno venir tranquilamente. Si pudiera decirte... ...que mandaras tu nombre de golpe a mis labios y allí se nombrara él solo, perpetuamente. Si este golpe que me di en un camino de mis caminos tuviera una intención suicida... solamente un acto asesino, donde la mirada es sangre e ira el suspiro. Entonces sería cómplice de mi fin y tú lo verías. Verías como dejo mi último aliento mirándote. Dejaría la luz desesperada de mis ojos depositada en los tuyos, como un cierre definitivo, como una mancha que tendrías hasta el fin de un requiero. Si pudiera decirte... Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento. Tendría en mi piel la brújula perdida de mi norte. Todas mis fronteras serían pasos abiertos que tu alimentarías con el tránsito de tu cuerpo. Recorrerían mi geografía nuevos climas y nuevas esperanzas. Sentiría mi primavera llenarse de flores. Sentiría mi verano de soles quemándome. Sentiría mi otoño lleno de hojas y paisajes. Sentiría mi invierno venir tranquilamente. Si pudiera decirte... ...que mandaras tu nombre de golpe a mis labios y allí se nombrara él solo, perpetuamente. Verías como dejo mi último aliento mirándote. Dejaría la luz desesperada de mis ojos depositada en los tuyos, como un cierre definitivo, como una mancha que tendrías hasta el fin de un requiero. Si pudiera decirte... Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento. Tendría en mi piel la brújula perdida de mi norte. Todas mis fronteras serían pasos abiertos que tu alimentarías con el tránsito de tu cuerpo. Recorrerían mi geografía nuevos climas y nuevas esperanzas. Sentiría mi primavera llenarse de flores. Sentiría mi verano de soles quemándome. Sentiría mi otoño lleno de hojas y paisajes. Sentiría mi invierno venir tranquilamente. Si pudiera decirte... ...que mandaras tu nombre de golpe a mis labios y allí se nombrara él solo, perpetuamente. Si pudiera decirte... Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento. Tendría en mi piel la brújula perdida de mi norte. Todas mis fronteras serían pasos abiertos que tu alimentarías con el tránsito de tu cuerpo. Recorrerían mi geografía nuevos climas y nuevas esperanzas. Sentiría mi primavera llenarse de flores. Sentiría mi verano de soles quemándome. Sentiría mi otoño lleno de hojas y paisajes. Sentiría mi invierno venir tranquilamente. Si pudiera decirte... ...que mandaras tu nombre de golpe a mis labios y allí se nombrara él solo, perpetuamente. Tendría en mi piel la brújula perdida de mi norte. Todas mis fronteras serían pasos abiertos que tu alimentarías con el tránsito de tu cuerpo. Recorrerían mi geografía nuevos climas y nuevas esperanzas. Sentiría mi primavera llenarse de flores. Sentiría mi verano de soles quemándome. Sentiría mi otoño lleno de hojas y paisajes. Sentiría mi invierno venir tranquilamente. Si pudiera decirte... ...que mandaras tu nombre de golpe a mis labios y allí se nombrara él solo, perpetuamente. Si pudiera decirte... ...que mandaras tu nombre de golpe a mis labios y allí se nombrara él solo, perpetuamente.
es
Flórez,Julio
<XXI
Yo_Sé_Que_Te_Fastidia_Mi_Presencia
Yo sé que te fastidia mi presencia... que mi amor te da hastío... mas, cuando yo sucumba, y tú te quedes sola en la existencia; mientras yo sienta el frío de la tumba, tú sentirás el otro... el otro frío; ¡el espantoso frío de mi ausencia!
es
Sánchez_Boske,Antonio
XXI
Te_Dije_Adiós_Con_Palabras
Te dije adiós con palabras Líneas difusas en papel blanqueado Pero no me despedí con el corazón Capitán de todos mis pasos No sé si creí en el reencuentro O no di crédito a lo vivido Solo sé que en mí aún perdura El recuerdo de lo que te he querido No se fue con el invierno No se fui con el cierzo No lo arrastro la lluvia Ni tampoco el tiempo Incluso en mis sueños Que tornaron en pesadilla Pude ver tu sonrisa Y tu mirada sobre la mía Pude sentir tu frescura Como aquellas tardes otoñales Donde el río nos cantaba Y las flores nos guardaban Mientras el lejano laúd Con su canto de sirena Creaba la danza Para manos entrelazadas Pero hoy, por fin es el día Aciaga la hora En la que sé que lo nuestro Solo fue un sueño Dulce en su principio Amargo su final Plácido y translucido Pero de brusco despertar Hoy es el día En el que te digo adiós Parasiempre, infinito Que no quedará en el olvido Pero me permitirá vivir, Tanto como a tu joven cuerpo Aunque surja en mi mente Tu borroso recuerdo No más lágrimas por lo que no fue No más silencio que padecer Se fueron rabia y rencor Quedó tranquilo mi corazón Los caminos aquí bifurcan Prosigue el largo paseo Que ruego para ambos Sea por siempre placentero Tus pisadas ya no puedo ver Tu figura empequeñece Mi destino espera Mi gente aguarda Giro en redondo... Pronuncio las palabras... Mi alma descansa... Mis pasos vuelan
es
Chocano,José_Santos
<XXI
Rasgó_La_India_El_Velo_De_Su_Nativo_Arcano
Rasgó la india el velo de su nativo arcano cuando miró los ojos profundos de Cortés. Dobló la faz, llevándose al corazón la mano; y hasta sintió la tierra temblar bajo sus pies. Con sus profundos ojos, el arrogante hispano fingía un dios helénico entre el bruñido arnés. Llegó a la india; y, como lo hiciese un soberano, le dio en la frente un ósculo... y se alejó después. La india, en una noche de Luna y de leyenda, buscó a Cortés; y, alzando la lona de su tienda, llamole, cual lo hiciese Belkís a Salomón. Él, compasivamente, la recostó en su pecho; y ella observó, que, a veces, de bajo de aquel lecho salían misteriosos rugidos de león...
es
Cruz,Juana_Inés_de_la
<XXI
Que_Muestran_Decoroso_Esfuerzo_De_La_Razón_Contra_La_Vil_Tiranía_De_Un_Amor_Violento
Dime, vencedor rapaz, vencido de mi constancia, ¿qué ha sacado tu arrogancia de alterar mi firme paz? que aunque de vencer capaz es la punta de tu arpón el más duro corazón, ¿qué importa el tiro violento si a pesar del vencimiento queda viva la razón? Tienes grande señorío; pero tu jurisdicción domina la inclinación, mas no pasa al albedrío. Y así librarme confío de tu loco atrevimiento, pues aunque rendida siento y presa la libertad, se rinde la voluntad, pero no el consentimiento. En dos partes dividida tengo el alma en confusión: una, esclava a la pasión, y otra, a la razón medida. Guerra civil, encendida, aflige el pecho importuna; quiere vencer cada una, y entre fortunas tan varias, morirán ambas contrarias, pero vencerá ninguna. Cuando fuera, amor, te vía, no merecí de ti, palma; y hoy que estás dentro del alma es resistir valentía. Córrase, pues, tu porfía, de los triunfos que te gano: pues cuando ocupas, tirano, el alma sin resistillo, tienes vencido el Castillo e invencible el Castellano. Invicta razón alienta armas contra tu vil saña, y el pecho es corta campaña a batalla tan sangrienta. Y así, Amor, en vano intenta tu esfuerzo loco ofenderme: pues podré decir, al verme expirar sin entregarme, que conseguiste matarme mas no pudiste vencerme.
es
Eguren,José_María
<XXI
Hoy_Se_Casa_El_Duque_Nuez
Hoy se casa el Duque Nuez; viene el chantre, viene el juez y con pendones escarlata florida cabalgata; a la una, a las dos, a las diez; que se casa el Duque primor con la hija de Clavo de Olor. Allí están, con pieles de bisonte, los caballos de Lobo del Monte, y con ceño triunfante, Galo centrino, Rodolfo montante. Y en la capital está la bella, mas no ha venido el Duque tras ella; los magnates postradores, aduladores al suelo el penacho inclinan; los corvados, los bisiestos dan sus gestos, sus gestos, sus gestos; y la turba melenuda estornuda, estornuda, estornuda. Y a los pórticos y a los espacios mira la novia con ardor; son sus ojos dos topacios de brillor. Y hacen fieros ademanes, nobles rojos como alacranes; concentrando sus resuellos grita el más hercúleo de ellos: —¿Quién al gran Dueque entretiene?... ¡ya el gran cortejo se irrita!... Pero el Duque no viene; Se lo ha comido Paquita.
es
Nanjari_Román,Ricardo
XXI
Un_Beso_Furtivo
Un beso furtivo en el gran bazar de Teherán enciende a la mujer cubierta por ropajes negros. Su fuego interior no se aplaca en la mezquita ni con las miradas del Ayatolah que vigila los pensamientos de la ciudad. Es la esperanza callada y la pasión femenina el verdadero poder y razón del sentir futuro del pueblo iraní.
es
Flórez,Julio
<XXI
Es_Una_Tierra_Púber,_Una_Tierra
Es una tierra púber, una tierra cálida y dulce; es una campesina sana como los soplos de la sierra y fuerte como el tronco de una encina. En sus miradas tenebrosas yerra un hosco azul de soledad marina, y su salvaje corazón, que es mina de candor... fuego de volcán encierra. Tierra sumisa, nunca trabajada por ninguno antes que por mí. Mi azada fue la primera que cavó en su seno. Y que el polen vertió del amor, entre el humus generoso de su vientre bajo la complacencia del Dios Bueno.
es
Rosario,Jorge_del
XXI
Te_Odio
Te odio cada vez más porque no puedo quererte cada vez menos
es
San_Isidro,Olga
XXI
Romance
Al igual que un incierto concertista que en la noche interpreta una sonata, el cielo se ha vestido de amatista y en invierno descarga su tocata. Musitas a mi oído, cual solfista, los versos que embriagaban como nata y yo cual aprendiz de sonetista te recite un relámpago escarlata. Me amparas, delicada violinista, y la lluvia se vuelve serenata que deleita a este amor seminarista. Cada vez que te miro se desata vendaval de pasión romanticista que nos lleva hasta el cielo donde mata.
es
Chocano,José_Santos
<XXI
Letitiæ
¡Alégrate, juventud! La primavera de las almas ha engarzado en tus sombras una chispa de luz, que es como aquel lucero que señaló el sendero del establo a la cruz. Júntense todas tus miradas en el divino centro de esa ígnea virtud; y váyanse tus pasos por el nuevo camino que esa luz te señala. ¡Alégrate, juventud! Es la gran hora de la Vida. La mañana ha limpiado los pinceles del Sol en sus doradas nubes. Las cumbres se amotinan hambrientas de arrebol. Y las campiñas enfloradas se abren las venas llenas de un agua de salud. Naturaleza madre te dice que es la hora de las resurrecciones. ¡Alégrate, juventud! Melancolía prematura quiere amenguar los bríos de tu savia viril. ¡Cede al amor el pecho y enguirnalda tus sienes con un ramo de abril! Sobre las tumbas de tus padres debes pasar tu arado: si abres el ataúd, verás tú cómo escapan pájaros resonantes que te dicen en coro: ¡Alégrate, juventud! ¿No has recogido los laureles que tus antepasados hubieron en la lid? ¿Y no estás orgullosa de tu padre el Quijote, ni de tu abuelo el Cid? ¿Será preciso que de lo alto de los siglos la estirpe venga como un alud y arrastre al fin el peso de tus preocupaciones y tus melancolías? ¡Alégrate, juventud! ¡Oh juventud! Una paloma posa su vuelo sobre la testa del León. ¿No oyes? Del otro lado del mar y el tiempo, un mundo te envía una canción. ¡Oh primavera de las almas! Hay gritos de trompeta y arrullos de laúd; y cálices de flores y bocas de mujeres, unánimes, te dicen: ¡Alégrate, juventud!
es
Felipe,León
<XXI
Obispos_Buhoneros
Obispos buhoneros: volved las baratijas a su sitio, los ídolos al polvo y la esperanza al mar. Ya sé. Ya sé que habéis pintado una silla en la nube y una llama de azufre en el fondo del pozo. Pero yo no he venido a pedir un asiento en la gloria ni a poner de rodillas el miedo. Estoy aquí otra vez para subrayar con mi sangre la tragedia del mundo, el dolor de la tierra, para gritar con mi carne: Ese dolor es mío también. Y para añadir además: Lo primero fue el llanto, y estamos en el llanto. —Lo primero fue el Verbo. —El Verbo es la piqueta que perfora en la sombra, la palanca que derriba las puertas, la herramienta… lo que esperaba el barro, lo que aún espera el llanto y aún espera la sombra. El Verbo vino y dijo: Aquí está el barro; que el barro se haga llanto (no que se haga la luz). Y el barro se hizo llanto. Lo primero fue el barro, el barro hecho llanto, la conciencia del llanto, el dolor de la tierra. —¿A quien le hablas así? —Al que tiró el huevecillo en el barro viscoso de la charca, al que fecundó la primera charca del mundo, al que hizo llanto el barro. —¿Y quien eres tú? —El barro de la charca, el barro hecho llanto, tierra de lágrimas… lo mismo que tú. Nadie ha pasado por aquí. Lo primero fue el llanto y estamos en el llanto. Porque aún no ha dicho el Verbo: Que el llanto se haga luz. —¿Lo dirá? —Lo dirá, poque, si no, ¿para qué sirve el mar? (Nuestro llanto son los ríos que van a dar a la mar…) ¿O puede ser la vida eternamente un lamento encerrado en una cueva? Dios es el mar, Dios es el llanto de los hombres. Y el Verbo se hizo llanto para levantar la vida. El Verbo está en la carne dolorida del mundo… ¡Miradlo aquí en mis ojos! Mis ojos son las fuentes del llanto y de la luz… Y estamos en el llanto. Seguimos en la era de las sombras. ¿Quién ha ido más allá? ¿Quién ha abierto otra puerta? Toda la luz de la tierra la verá un día el hombre por la ventana de una lágrima… Pero aún no ha dicho el Verbo: ¡Que el llanto se haga Luz! Obispos buhoneros: volved las baratijas a su sitio, los ídolos al polvo y la esperanza al mar. Que el llanto se haga luz.
es
Gelman,Juan
<XXI
Con_Amenazas_Y_Promesas_Con_Veneno_Y_Ajenjo
con amenazas y promesas con veneno y ajenjo los albañiles edificaron la casa del rey y después no pudieron holgar porque vino la muerte a darles otro empleo los albañiles le dijeron a la huesuda no nos lleves hay qué hacer todavía hay que revocar a fino las paredes hay que limpiar las manchas de cal los carpinteros tenían que mejorar el acabado de las puertas los marcos de las puertas los pintores no habían terminado de pintar ¿cómo nos vas a tomar ahora? le decían pero la muerte dijo que necesitaba un palacio como aquél y más bello que aquél y quería que trabajaran para ella y los empezó a separar por oficio hasta que llegó a Hiranyaka el mejor de los albañiles autor de paredes famosas y cuando lo iba a pasar al otro lado le preguntó ¿dónde está tu corazón? tiene que venir también tu corazón no lo tengo contestó Hiranyaka ha hecho su casa en una mujer oh muerte restos de mi corazón encontrarás en cada casa de este reino en cada pared que levanté hay restos de mi corazón pero mi corazón ha hecho su casa en una mujer
es
Pizarnik,Alejandra
<XXI
Memoria
Arpa de silencio en donde anida el miedo. Gemido lunar de las cosas significando ausencia. Espacio de color cerrado. Alguien golpea y arma un ataúd para la hora, otro ataúd para la luz.
es
Ramos_Sucre,José_Antonio
<XXI
El_Solitario_Divierte_La_Mirada_Por_El_Cielo_En_Una_Tregua_De_Su_Desesperanza
El solitario divierte la mirada por el cielo en una tregua de su desesperanza. Agradece los efluvios de un planeta inspirándose en unas líneas de la Divina Comedia. Reconoce, desde la azotea, los presagios de una mañana lánguida. El miedo ha derruido la grandeza y trabado las puertas y ventanas de su vivienda lúcida. Un jinete de máscara inmóvil retorna fielmente de un viaje irreal, en medio de la oscuridad, sobre un caballo de mole espesa, y descansa en un vergel inviolable, asiento del hastío. Las flores, de un azul siniestro y semejantes a los flabelos de una liturgia remota, ofuscan el aire, infiltran el delirio. El solitario oye la fábrica de su ataúd en un secreto de la tierra, dominio del mal. La muerte asume el semblante de Beatriz en un sueño caótico de su trovador. Una doncella aparece entre las nubes tenues, armada del venablo invicto, y cautiva la vista del solitario. Llega en el nacimiento del día de las albricias, después del viernes agónico, anunciada por un alce blanco, alumno de la primavera celeste. El miedo ha derruido la grandeza y trabado las puertas y ventanas de su vivienda lúcida. Un jinete de máscara inmóvil retorna fielmente de un viaje irreal, en medio de la oscuridad, sobre un caballo de mole espesa, y descansa en un vergel inviolable, asiento del hastío. Las flores, de un azul siniestro y semejantes a los flabelos de una liturgia remota, ofuscan el aire, infiltran el delirio. El solitario oye la fábrica de su ataúd en un secreto de la tierra, dominio del mal. La muerte asume el semblante de Beatriz en un sueño caótico de su trovador. Una doncella aparece entre las nubes tenues, armada del venablo invicto, y cautiva la vista del solitario. Llega en el nacimiento del día de las albricias, después del viernes agónico, anunciada por un alce blanco, alumno de la primavera celeste. El solitario oye la fábrica de su ataúd en un secreto de la tierra, dominio del mal. La muerte asume el semblante de Beatriz en un sueño caótico de su trovador. Una doncella aparece entre las nubes tenues, armada del venablo invicto, y cautiva la vista del solitario. Llega en el nacimiento del día de las albricias, después del viernes agónico, anunciada por un alce blanco, alumno de la primavera celeste. Una doncella aparece entre las nubes tenues, armada del venablo invicto, y cautiva la vista del solitario. Llega en el nacimiento del día de las albricias, después del viernes agónico, anunciada por un alce blanco, alumno de la primavera celeste.
es
López,Freddy
XXI
El_Perro_Lleva
El perro lleva una vida de perro ¡Pero qué vida!
es
Darío,Rubén
<XXI
En_Las_Pálidas_Tardes
En las pálidas tardes yerran nubes tranquilas en el azul; en las ardientes manos se posan las cabezas pensativas. ¡Ah los suspiros! ¡Ah los dulces sueños! ¡Ah las tristezas íntimas! ¡Ah el polvo de oro que en el aire flota, tras cuyas ondas trémulas se miran los ojos tiernos y húmedos, las bocas inundadas de sonrisas, las crespas cabelleras y los dedos de rosa que acarician! En las pálidas tardes me cuenta un hada amiga las historias secretas llenas de poesía; lo que cantan los pájaros, lo que llevan las brisas, lo que vaga en las nieblas, lo que sueñan las niñas. Una vez sentí el ansia de una sed infinita. Dije al hada amorosa: —Quiero en el alma mía tener la aspiración honda, profunda, inmensa: luz, calor, aroma, vida. Ella me dijo: —¡Ven!— con el acento con que hablaría un arpa. En él había un divino idioma de esperanza. ¡Oh sed del ideal! Sobre la cima de un monte, a medianoche, me mostró las estrellas encendidas. Era un jardín de oro con pétalos de llama que titilan. Exclamé: —Más... La aurora vino después. La aurora sonreía, con la luz en la frente, como la joven tímida que abre la reja, y la sorprenden luego ciertas curiosas, mágicas pupilas. Y dije: —Más...— Sonriendo la celeste hada amiga prorrumpió: —¡Y bien! ¡Las flores! Y las flores estaban frescas, lindas, empapadas de olor: la rosa virgen, la blanca margarita, la azucena gentil y las volúbiles que cuelgan de la rama estremecida. Y dije: —Más... El viento arrastraba rumores, ecos, risas, murmullos misteriosos, aleteos, músicas nunca oídas. El hada entonces me llevó hasta el velo que nos cubre las ansias infinitas, la inspiración profunda y el alma de las liras. Y los rasgó. Allí todo era aurora. En el fondo se vía un bello rostro de mujer. ¡Oh; nunca, Piérides, diréis las sacras dichas que en el alma sintiera! Con su vaga sonrisa: —¿Más?... —dijo el hada. Y yo tenía entonces clavadas las pupilas en el azul; y en mis ardientes manos se posó mi cabeza pensativa...
es
Vallejo,César
<XXI
Me_Desvinculo_Del_Mar
Me desvinculo del mar cuando vienen las aguas a mí. Salgamos siempre. Saboreemos la canción estupenda, la canción dicha por los labios inferiores del deseo. Oh prodigiosa doncellez. Pasa la brisa sin sal. A lo lejos husmeo los tuétanos oyendo el tanteo profundo, a la caza de teclas de resaca. Y si así diéramos las narices en el absurdo, nos cubriremos con el oro de no tener nada, y empollaremos el ala aún no nacida de la noche, hermana de esta ala huérfana del día, que a fuerza de ser una ya no es ala. Salgamos siempre. Saboreemos la canción estupenda, la canción dicha por los labios inferiores del deseo. Oh prodigiosa doncellez. Pasa la brisa sin sal. A lo lejos husmeo los tuétanos oyendo el tanteo profundo, a la caza de teclas de resaca. Y si así diéramos las narices en el absurdo, nos cubriremos con el oro de no tener nada, y empollaremos el ala aún no nacida de la noche, hermana de esta ala huérfana del día, que a fuerza de ser una ya no es ala. A lo lejos husmeo los tuétanos oyendo el tanteo profundo, a la caza de teclas de resaca. Y si así diéramos las narices en el absurdo, nos cubriremos con el oro de no tener nada, y empollaremos el ala aún no nacida de la noche, hermana de esta ala huérfana del día, que a fuerza de ser una ya no es ala. Y si así diéramos las narices en el absurdo, nos cubriremos con el oro de no tener nada, y empollaremos el ala aún no nacida de la noche, hermana de esta ala huérfana del día, que a fuerza de ser una ya no es ala.
es
Vega,Lope_Félix_de
<XXI
De_Una_Virgen_Hermosa
De una Virgen hermosa celos tiene el sol, porque vio en sus brazos otro sol mayor. Cuando del Oriente salió el sol dorado, y otro sol helado miró tan ardiente, quitó de la frente la corona bella, y a los pies de la estrella su lumbre adoró, porque vio en sus brazos otro sol mayor. «Hermosa María, dice el sol vencido, de vos ha nacido el sol que podía dar al mundo el día que ha deseado». Esto dijo humillado a María el sol, porque vio en sus brazos otro sol mayor. Cuando del Oriente salió el sol dorado, y otro sol helado miró tan ardiente, quitó de la frente la corona bella, y a los pies de la estrella su lumbre adoró, porque vio en sus brazos otro sol mayor. «Hermosa María, dice el sol vencido, de vos ha nacido el sol que podía dar al mundo el día que ha deseado». Esto dijo humillado a María el sol, porque vio en sus brazos otro sol mayor. «Hermosa María, dice el sol vencido, de vos ha nacido el sol que podía dar al mundo el día que ha deseado». Esto dijo humillado a María el sol, porque vio en sus brazos otro sol mayor.
es
Flórez,Julio
<XXI
Como_Una_Águila_Fúnebre,_Fantástica_Y_Deforme
Como una águila fúnebre, fantástica y deforme, la sombra de una nube se arrastra sobre el mar, y el mar, eternamente palpitante y enorme, no acierta a saber cómo puede en su azul y gigantesco lomo una mísera nube su silueta arrastrar. Mas de pronto esa nube se ennegrece y se agita y su sombra se agranda sobre el azul temblor; ya es nubarrón obscuro, ya es noche que vomita del abismo en el seno, con el fragor terrible del huracán y el trueno, es formidable boa del rayo asolador. Y entonces el gran trémulo que su furor quebranta contra las mudas rocas que intentan atajar sus cóleras siniestras, retuércese y se espanta, porque se explica cómo puede en su azul y gigantesco lomo una mísera nube su silueta arrastrar.
es
Blanco,Andrés_Eloy
<XXI
El_Mono
Desde el árbol más alto, donde se toca el cielo, colgado de la cola al pico de una estrella, con las manos tendidas, nos saluda el Abuelo.
es
Sabines,Jaime
<XXI
Estoy_Harto_De_La_Palabra_Revolución
Estoy harto de la palabra revolución pero algo pasa en Cuba. No es parto sin dolor, es parto entero, convulso, alucinante. Se han quebrado familias, se separan los que no quieren ver ni ser testigos, los lastimados y los impotentes. ¿Por qué mi tío Ramón, con sus ochenta, quiere morir en Cuba con hijos en Miami y otros hijos de Colón a La Habana? ¿por qué cantan los niños cuando van al trabajo, entre clases y clases? (Un domingo, en Cienfuegos, en un camión, temprano, los vi salir al campo, y era como si Cuba amaneciera en sus risas y cantos). ¿Por qué estudian América y Celeste y otras recamareras, en el hotel, a diario? ¿por qué el libro se ha vuelto de pronto bueno como el boniato? Es verdad que han partido, arando el mar, gusanos, y hombres y mujeres han partido y, ciertos o engañados, violentos o perdidos o espantados, han partido, se han ido —oscurecido— a un porvenir que espera mutilado. Cuba de pie, de frente, de corazón, entera, Cuba de pie ha quedado. Cuba rodeada de enemigos, Cuba sola en el mar, Cuba ha quedado.
es
Luis,Leopoldo_de
<XXI
Los_Días_Como_Gotas_Reiteradas
Los días como gotas reiteradas, las palabras igual que guantes grises el tiempo como extraña dentadura nos han hecho de pronto carne expuesta a los desgarramientos injuriosos. Centímetro a centímetro cedemos la piel al alcotán que se descuelga desde sus inhumanas cetrerías. Nos asedian sus pardos aletazos. A la vez somos pieza amenazada y desnuda planicie de un gran pecho donde los espolones se ejercitan. Y planean las aves predispuestas a su caza cruel, nublan fugaces la luz de nuestros ojos, traen los restos de antiguas presas, el olor confuso de un sol como de pólvora y el viento como de temblorosos homicidios. Siento que han extendido nuestra piel tal una vieja res ensangrentada y una lluvia de curvas herramientas desencadena su furiosa estirpe, su hambre tradicional, su tiranía de garras y de picos por la sombra donde nos desdoblamos mudamente. No somos prometeos, sino tristes y pálidas siluetas abatidas, casi pobres pastores que abandonan sus mejores lechales por el miedo cuando el azor metálico en el raso azul coloca infame su belleza. Pasa soberbia un águila o un garfio alado, un halcón rojo, un neblí altivo. Desde nuestras entrañas se alimentan. Está el milano atento a nuestra sombra y un cóndor desde el cielo nos domina. Sentimos a la arpella cómo incuba sus huevos en los hondos llamazares por los que sin remedio nos hundimos y hay buitres que aprendieron nuestros nombres y que vuelven oscuros cada tarde.
es
Pombo,Rafael
<XXI
Mi_Retrato_Habéis_Pedido
Mi retrato habéis pedido, Y a atención tan lisonjera, Pudiera pensar cualquiera Que yo no he correspondido; Por eso ante todo os pido El más humilde perdón, Pero si es vuestra razón Tan justa como galante, Tal vez mi estigma levante La presente exposición. Mientras más ardiente y viva Es por vos mi gratitud, Me ha puesto vuestra virtud En peor alternativa. Antes pues de que reciba Ese perdón que os pedí, Voy a probaros aquí, Como uno y uno son dos, Que ese que imploro de vos Lo podéis pedir de mí. Pedir el retrato a un feo No es cosa tan lisa y llana Que no le enrede la gana Al más ferviente deseo. Me suponéis, según veo, Madura filosofía; Mas no habrá galantería En que yo os ponga delante Un sobrino semejante De una semejante tía. ¿Por qué no pedís más bien Que os haga vuestro retrato? Cuando a tan dulce mandato No hay más que decir ¡amén! Las tintas del mismo Edén Mejoraran mi paleta, Y si el pincel interpreta Lo que dicte el corazón, Fuera en vuestra evocación Gran pintor o gran poeta.
es
Álvarez_Bürger,Antonio
XXI
Parece_Que_No_Tengo_Ya_Cristales_En_Los_Ojos
Parece que no tengo ya cristales en los ojos. Parece que transito sin desplazarme en cuerpo, ya vencido, ya huidizo, como niño regañado. La pestilencia de los espíritus diminutos me provoca repugnancia. Sólo quiero la mordedura rápida de la víbora, sólo quiero alejarme del retorno y no ver máscaras ni osamentas caminando sin rumbo. Parece que no tengo ya las manos para blasfemar fuerte ni una lengua sórdida ni pies ni aura Parece que no tengo ya cristales en los ojos. Y sería tan hermoso acribillar a insultos a una enana maldita o incrustarle espinas venenosas en el rostro a un gobernante. Qué placer lanzar un piano a cualquiera calle sombrosa y viajar dentro para oír la dulce melodía del estrépito fatal. Sin embargo, ya me canso Sólo quiero ser aire en el aire ser lirón empedernido, extenuado de construir árboles y ríos inconfesables. Sólo quiero piedras encajadas en los muros, un lecho blando de agua tibia por los huesos, un invierno renegado y miles, miles de silencios. Parece que no tengo ya cristales en los ojos. Parece que escribo el canto y me lo guardo. Parece que me da vueltas el mundo en el estómago, sobre mi cabeza, bajo mis pies, dentro y fuera de todo. La pestilencia de los espíritus diminutos me provoca repugnancia. Sólo quiero la mordedura rápida de la víbora, sólo quiero alejarme del retorno y no ver máscaras ni osamentas caminando sin rumbo. Parece que no tengo ya las manos para blasfemar fuerte ni una lengua sórdida ni pies ni aura Parece que no tengo ya cristales en los ojos. Y sería tan hermoso acribillar a insultos a una enana maldita o incrustarle espinas venenosas en el rostro a un gobernante. Qué placer lanzar un piano a cualquiera calle sombrosa y viajar dentro para oír la dulce melodía del estrépito fatal. Sin embargo, ya me canso Sólo quiero ser aire en el aire ser lirón empedernido, extenuado de construir árboles y ríos inconfesables. Sólo quiero piedras encajadas en los muros, un lecho blando de agua tibia por los huesos, un invierno renegado y miles, miles de silencios. Parece que no tengo ya cristales en los ojos. Parece que escribo el canto y me lo guardo. Parece que me da vueltas el mundo en el estómago, sobre mi cabeza, bajo mis pies, dentro y fuera de todo. Parece que no tengo ya las manos para blasfemar fuerte ni una lengua sórdida ni pies ni aura Parece que no tengo ya cristales en los ojos. Y sería tan hermoso acribillar a insultos a una enana maldita o incrustarle espinas venenosas en el rostro a un gobernante. Qué placer lanzar un piano a cualquiera calle sombrosa y viajar dentro para oír la dulce melodía del estrépito fatal. Sin embargo, ya me canso Sólo quiero ser aire en el aire ser lirón empedernido, extenuado de construir árboles y ríos inconfesables. Sólo quiero piedras encajadas en los muros, un lecho blando de agua tibia por los huesos, un invierno renegado y miles, miles de silencios. Parece que no tengo ya cristales en los ojos. Parece que escribo el canto y me lo guardo. Parece que me da vueltas el mundo en el estómago, sobre mi cabeza, bajo mis pies, dentro y fuera de todo. Y sería tan hermoso acribillar a insultos a una enana maldita o incrustarle espinas venenosas en el rostro a un gobernante. Qué placer lanzar un piano a cualquiera calle sombrosa y viajar dentro para oír la dulce melodía del estrépito fatal. Sin embargo, ya me canso Sólo quiero ser aire en el aire ser lirón empedernido, extenuado de construir árboles y ríos inconfesables. Sólo quiero piedras encajadas en los muros, un lecho blando de agua tibia por los huesos, un invierno renegado y miles, miles de silencios. Parece que no tengo ya cristales en los ojos. Parece que escribo el canto y me lo guardo. Parece que me da vueltas el mundo en el estómago, sobre mi cabeza, bajo mis pies, dentro y fuera de todo. Sin embargo, ya me canso Sólo quiero ser aire en el aire ser lirón empedernido, extenuado de construir árboles y ríos inconfesables. Sólo quiero piedras encajadas en los muros, un lecho blando de agua tibia por los huesos, un invierno renegado y miles, miles de silencios. Parece que no tengo ya cristales en los ojos. Parece que escribo el canto y me lo guardo. Parece que me da vueltas el mundo en el estómago, sobre mi cabeza, bajo mis pies, dentro y fuera de todo. Parece que no tengo ya cristales en los ojos. Parece que escribo el canto y me lo guardo. Parece que me da vueltas el mundo en el estómago, sobre mi cabeza, bajo mis pies, dentro y fuera de todo.
es
Arciniegas,Ismael_Enrique
<XXI
¿Quieres_Que_Hablemos?_Está_Bien_Empieza
¿Quieres que hablemos?... Está bien... empieza: Habla a mi corazón como otros días... ¡Pero no!... ¿qué dirías? ¿Qué podrías decir a mi tristeza? No intentes disculparte... ¡todo es vano! Ya murieron las rosas en el huerto; el campo verde lo secó el verano, y mi fe en ti, como mi amor, ha muerto. Amor arrepentido, ave que quieres regresar al nido al través de la escarcha y las neblinas; amor que vienes aterido y yerto, ¡donde fuiste feliz... ya todo ha muerto! ¡No vuelvas... Todo lo hallarás en ruinas! ¿A qué has venido? ¿Para qué volviste? ¿Qué buscas?... &iexclNadie habrá de responderte! Está sola mi alma, y estoy triste, inmensamente triste hasta la muerte. Todas las ilusiones que te amaron, las que quisieron compartir tu suerte, mucho tiempo en la sombra te esperaron, y se fueron... ¡cansadas de no verte! Cuando por vez primera en mi camino te encontré, reía en los campos la alegre primavera... toda esa luz, aromas y armonía. Hoy... &iexcltodo cuán distinto! Paso a paso y solo voy por la desierta vía. —Nave sin rumbo entre revueltas olas— pensando en las tristezas del ocaso, y en las tristezas de las almas solas. En torno la mirada no columbra sino aspereza y páramos sombríos; los nidos en la nieve están vacíos, y la estrella que amamos ya no alumbra el azul de tus sueños y los míos. Partiste para ignota lontananza cuando empezaba a descender la sombra. ...¿Recuerdas? Te imploraba mi esperanza, ¡pero ya mi esperanza no te nombra! ¡No ha de nombrarte!...¿para qué?... Vacía está el ara, y la historia yace trunca. ¡Ya para que esperar que irradie el día! ¡Ya para que decirnos: Todavía! Si una voz grita en nuestras almas: ¡Nunca! Dices que eres la misma; que en tu pecho la dulce llama de otros tiempos arde; que el nido del amor no esta desecho, que para amarnos otra vez, no es tarde. ¡Te engañas!... ¡No lo creas!... Ya la duda echó en mi corazón fuertes raíces. Ya la fe de otros años no me escuda... Quedó de sueños mi ilusión desnuda, ¡y no puedo creer lo que me dices! ¡No lo puedo creer!... Mi fe burlada, mi fe en tu amor perdida, es ansia de una nave destrozada, ¡ancla en el fondo de la mar caída! Anhelos de un amor, castos risueños, ya nunca volveréis... Se van... ¡Se esconden! ¿Los llamas?... ¡Es inútil!... No responden... ¡Ya los cubre el sudario de mis sueños! Hace tiempo se fue la primavera... ¡Llegó el invierno, fúnebre y sombrío! Ave fue nuestro amor, ave viajera, ¡y las aves se van cuando hace frío!
es
Altolaguirre,Manuel
<XXI
Yo_Soy_Aquél_De_Quien_Hablo
Yo soy aquél de quien hablo. ¿Desde dónde me contemplo? ¿Cuál mi presente? Soy una nebulosa de momentos. Latir continuo de luces es mi vida. Así es mi tiempo: cielo interior en que guardo astros de un mundo completo.
es
Flórez,Julio
<XXI
De_La_Pared_La_Escala_Suspendida
De la pared la escala suspendida... y al pie de la pared... tú y yo, mi vida. En la triste y desierta soledad de los ámbitos azules, como una novia muerta, la blanca luna entre nevados tules. Silencio, ni un ruido, mudo el viento en los árboles dormido. Tú, mustia y temblorosa, como el pétalo casi desprendido del cáliz de una rosa. Después... las explosiones del amor, tanto tiempo comprimido, en nuestros anhelantes corazones. El vértigo. ¡Los éxtasis profundos debajo de la noche y de los mundos! Luego... un ave que cruza el aire, que nos mira y lanza un grito: una enorme lechuza, que se pierde en el lóbrego infinito. Tú, que huyes asustada; yo, que subo la escala y luego... nada. Hoy ha cambiado todo, ¡oh niña, y de qué modo! El espantoso olvido, como pájaro lúgubre e inquieto, en la noche de tu alma se ha cernido. Sabes que soy discreto y que nunca hablaré de tu secreto. Mas, no sabes, ignoras cuán amargas y tristes son mis horas. No sabes que me río y que me estoy muriendo, ¡a pesar mío! Mas no importa; que cante de alegría tu nuevo y dulce amante. De tu honor ostentando los tesoros hoy por la senda de tu amado cruzas, porque sabes muy bien que hablan los loros pero no las lechuzas.
es
López_Meléndez,Teódulo
XXI
El_Mundo_Resurge_Con_Temor_De_Su_Invariable_Crisis
El mundo resurge con temor de su invariable crisis. Yo soy profeta meditabundo y triste aquí en mi tumba de naftalina y viento. Aquí está el espacio de las ansias destructivas y yo soy el rey de los deshechos y las ruinas. Estos mundos que yo supe están disgregados a patadas. Yo quiero divertirme y juego con ellos, los moldeo, los exprimo, los inflo, los reúno en un ciclópeo cenicero y empapo sus cenizas en orines. Me gusta estar aquí. Esta cripta me ha llenado de costumbres. Este reposar es maléfico y tierno, se come la carne y ríe a carcajadas satisfecho. Voy a contratar arquitectos e ingenieros, hay que planificar construcciones, viaductos y edificios, canchas de fútbol para jugar con las cabezas de los muertos. Uno se divierte contando alfileres y estigmas las mujeres desnudas que también lo estuvieron allá afuera, los refugios antiaéreos disfrutando de explosiones de cerebros. Aquí se tienen bulevares con raíces incorrectas, faros de gusanos tan brillantes, filas de hormigas con entorpecido tráfico y también hombres para hacer más humana la vida bajo tierra. Uno se acostumbra a la vida de la cripta. Voy a comisionar a los lagartos subterráneos impresores hacer muchas tarjetas de pálidos diseños y haré una gran fiesta con todos los muertos.
es
Meléndez_Valdés,Juan
<XXI
Los_Besos_Del_Amor
Cuando mi blanda Nise lasciva me rodea con sus nevados brazos y mil veces me besa, cuando a mi ardiente boca su dulce labio aprieta, tan del placer rendida que casi a hablar no acierta, y yo por alentarla corro con mano inquieta de su nevado vientre las partes más secretas, y ella entre dulces ayes se mueve más y alterna ternuras y suspiros con balbuciente lengua, ora hijito me llama, ya que cese me ruega, ya al besarme me muerde, y moviéndose anhela, entonces, ¡ay!, si alguno contó del mar la arena, cuente, cuente, las glorias en que el amor me anega. cuando a mi ardiente boca su dulce labio aprieta, tan del placer rendida que casi a hablar no acierta, y yo por alentarla corro con mano inquieta de su nevado vientre las partes más secretas, y ella entre dulces ayes se mueve más y alterna ternuras y suspiros con balbuciente lengua, ora hijito me llama, ya que cese me ruega, ya al besarme me muerde, y moviéndose anhela, entonces, ¡ay!, si alguno contó del mar la arena, cuente, cuente, las glorias en que el amor me anega. y yo por alentarla corro con mano inquieta de su nevado vientre las partes más secretas, y ella entre dulces ayes se mueve más y alterna ternuras y suspiros con balbuciente lengua, ora hijito me llama, ya que cese me ruega, ya al besarme me muerde, y moviéndose anhela, entonces, ¡ay!, si alguno contó del mar la arena, cuente, cuente, las glorias en que el amor me anega. y ella entre dulces ayes se mueve más y alterna ternuras y suspiros con balbuciente lengua, ora hijito me llama, ya que cese me ruega, ya al besarme me muerde, y moviéndose anhela, entonces, ¡ay!, si alguno contó del mar la arena, cuente, cuente, las glorias en que el amor me anega. ora hijito me llama, ya que cese me ruega, ya al besarme me muerde, y moviéndose anhela, entonces, ¡ay!, si alguno contó del mar la arena, cuente, cuente, las glorias en que el amor me anega. entonces, ¡ay!, si alguno contó del mar la arena, cuente, cuente, las glorias en que el amor me anega.
es
Altolaguirre,Manuel
<XXI
Para_Alcanzar_La_Luz
Dicen que soy un ángel y, peldaño a peldaño, para alcanzar la luz tengo que usar las piernas. Cansado de subir, a veces ruedo (tal vez serán los pliegues de mi túnica), pero un ángel rodando no es un ángel si no tiene el honor de llegar al abismo. Y lo que yo encontré en mi mayor caída era blando, brillante; recuerdo su perfume, su malsano deleite. Desperté y ahora quiero encontrar la escalera, para subir sin alas poco a poco a mi muerte. Cansado de subir, a veces ruedo (tal vez serán los pliegues de mi túnica), pero un ángel rodando no es un ángel si no tiene el honor de llegar al abismo. Y lo que yo encontré en mi mayor caída era blando, brillante; recuerdo su perfume, su malsano deleite. Desperté y ahora quiero encontrar la escalera, para subir sin alas poco a poco a mi muerte. Y lo que yo encontré en mi mayor caída era blando, brillante; recuerdo su perfume, su malsano deleite. Desperté y ahora quiero encontrar la escalera, para subir sin alas poco a poco a mi muerte. Desperté y ahora quiero encontrar la escalera, para subir sin alas poco a poco a mi muerte.
es
Gómez_Pescador,Felipe_E.
XXI
Hoy_Córdoba,_No_Es_Córdoba.
Hoy Córdoba, no es Córdoba. Hoy «la mitad más uno» solo somos la mitad. Hoy mi corazón está inexacto, porque tu te has llevado el trozo que le falta. Hoy tus camaradas lloran tu despedida, mientras tu haces lo propio con la vida. Hoy nuestra Marylin cree un poco menos en dios. Hoy yo te escribo llorando tu adiós, para responderte con el corazón.
es
Montejo,Eugenio
<XXI
Tiempo_Transfigurado
La casa donde mi padre va a nacer no está concluida, le falta una pared que no han hecho mis manos. Sus pasos, que ahora me buscan por la tierra, vienen hacia esta calle. No logro oírlos, todavía no me alcanzan. Detrás de aquella puerta se oyen ecos y voces que a leguas reconozco, pero son dichas por los retratos. El rostro que no se ve en ningún espejo porque tarda en nacer o ya no existe, puede ser de cualquiera de nosotros, —a todos se parece. En esa tumba no están mis huesos sino los del bisnieto Zacarías, que usaba bastón y seudónimo. Mis restos ya se perdieron. Este poema fue escrito en otro siglo, por mí, por otro, no recuerdo, alguna noche junto a un cabo de vela. El tiempo dio cuenta de la llama y entre mis manos quedó a oscuras sin haberlo leído. Cuando vuelva a alumbrar ya estaré ausente.
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
Tercer_Sueño._Diálogo_De_Las_Imágenes_Que_Se_Liberan
(Ayer, en mi jornada victoriosa, gané la tierra firme de tus hombros. Esta noche mi sueño te prosigue, saltando sobre el aro de tu cuerpo, más allá de las lindes del amor). Tú no eres esa que de pronto llegas —y bien presientes tú que esa no eres— metida en tu tamaño, en tu sonrisa o en tu modo de andar. Tras esos planos te escondes tú, la otra, la naciente, casi rosada sombra todavía. Esa que en ti se apoya, que a intervalos hace pie en tus espumas vadeables y se hunde de nuevo en una inmóvil oleada tectónica de armiños. Si te miro a los ojos, dos piraguas que los atravesaban de este a oeste ponen su rumbo al sur, electroflechas hacia los primitivos iceberes que te emiten un pórtico de nardos. Si a tu sonrisa de infinitas bocas prolongo su horizonte imaginario, se proyecta tan lejos de tu rostro que no pueden cazarla mis lebreles por tan trigonométricos parajes. Si a tu menhir de formas sucesivas pretendo detener en el instante en que estás a mi sed sincronizada, siempre te sobra un gesto que no es tuyo o te falta un perfil que te incompleta. Tú te sientes cerrada, definida, con una ceja aquí y allá otra frente, una tarde en la ojera y con el cuello mojado de ocarinas y de cisnes. Pero no eres el árbol sino el bosque. No sospechas, ni en sueños, de que eres marquesina sutil de una extranjera que tu delgada intimidad columpia y que puede salir de tus rasantes, torneada de múrices y oboes, en el momento en que se marquen las doce de la blancura en los andenes de tu orilla interior, al otro lado del corazón de lunas de tu piel. Tú eres tan sólo el punto de partida de otras muchas fragancias ilegibles, tu onda más gentil y arrulladora, tu noción más sensible de planicies, la más dócil a ti, la más cercana de todas tus palomas mensajeras. Tú no te sabes fuera de tus flancos. Más allá de tus lindes vuelan otros múltiples radiogramas con el texto de tus lirios cifrados. Una garganta, ¿tiene que ser garganta solamente? ¿No puede haber detrás de su espejismo una aguda floresta de alabastro? Tu cuerpo, ¿no es más bien una colmena de invisibles abejas de cristal? ¿Siempre es un brazo brazo y sólo brazo? ¿No puede ser también un cachorrillo de las nupcias de un río con la nieve? ¿Es que los senos siempre son colinas? ¿Por qué no habrán de ser las tersas flores con las que intuya un polo de osos blancos la rauda primavera de los hielos? Y ese ave de preguntas sonrosadas que se mueve en mi voz, ¿de dónde llega? ¿Qué arquero, y de qué nube, podrá hundirle su saeta en el flanco, si su flanco se siente sólo como un aire tenso teorizando un nudo de veletas? ¿Qué poderosa mano flechadora podrá herirla en el ala sin herirse su propio azar de cazador furtivo? ¿Qué mirada podrá reconocerla, tan diluida como está en mi acento, sin que pueda tan sólo apoderarse del eco de la forma donde estuvo? Déjate hablar y te hallarás conmigo en el filtro afilado de mi voz. Escucha la carrera de los corzos por tus valles dormidos; los vilanos que trascienden la luz innumerable de tus firmes presencias; las parábolas, con trazo de ángel e ilusión de vino, que esbozan en tu honor las golondrinas y el tardo buey lloroso del crepúsculo derramado en un cocktail de colores: todas las imposibles nebulosas de un errante sistema de ternura en torno a una dormida transparencia. Oh mi blondo castillo insospechado, ¿dónde los intuibles ascensores para subir mi alondra hasta tus alas? ¿Por dónde el caracol que te desciende áI gineceo de tu forma en vilo? ¿Dónde los sutilísimos balcones que te asomen los nortes de mi gozo? No es que te busque. Estás. Mas ¿dónde anidas el grácil percutor de tus variantes? Dímelo, tú, corneta, que en mis ojos desnudas la verdad del aire ecuestre. Dímelo, ruiseñor, que haces añicos el vaso del silencio a medianoche. Oh mi turgente pleamar cautiva, cuando vuelvan de nuevo tus caletas a romper la mejilla de mis mares y tu caído miriñaque de olas descubra el litoral de tu contorno, aprenderán mis pájaros en mano a leer tus movibles alfabetos y tallaré en bajísimos relieves tu mutismo y el mío entrelazados, ya redimidos del país incierto en que duerme su sueño de horizonte el cocodrilo azul de la distancia. Que de tu mano salga la otra mano que me dicte tu espiga verdadera, no la ilusión de ser la que ahora eres. Que de tu espalda de dormido fuego surja tu otra espalda de agua fresca donde lave su rostro mi ternura. Que de tus rubios álamos rientes broten las hojas que me den la sombra de la serenidad del equilibrio. Desde tu luna, noche, de esa frente que le da un sueño dulce a los molinos, una amistad de sombra a las plazuelas y unas bodas de plata a las lagunas, la verás sonreír en los pedazos de mis desanudadas evasiones. Y de pronto la noche se acrisola —alternando los síes y los noes— en una gigantesca margarita. A cada sí de luz le continuaba un no de oscuridades impacientes. Se me pusieron a llover sus hombros lámparas de alabastro. Iban cayendo trinos de estrellas, pétalos fugaces, distancias que llevaban en el pico una veloz antorcha ilusionada, llantos a media voz, islas ausentes, largos luceros esquiadores, rectas soledades a fondo, sensitivas pastorelas de amor, lágrimas de perfil, rumbos al sesgo, todo un móvil vivero de sonrisas que incitando a mi afán a proseguirte impedía a mis brechas encontrarte. Quedaron deshojados cielo y alma. Luces que te borraban se apagaron, sombras que te sabían se encendieron, hasta quedar el vertical pistilo de tu unidad idéntica a ti misma. Despojos luminosos de la noche, inconcretos despojos de mis sienes, volvieron a tu origen de gacela, a tu profunda humanidad sin velos, cuando todo era albor, en la mañana de la primera sílaba del mundo, voz la amistad y fruta la alegría. Quedó entonces tu imagen destilada, aguardiente de fugas, alambique de tu verdad, cantil apasionado, ya firme por los siglos de los siglos. Y en el silencio, toda tu blancura, feliz, dentro de mí, cerca, inquería: ¿por qué no desatáis lo que yo quiero, esa ley que amanece mariposas en los rosados mundos de tu voz, ese cordial remanso de llanura que pone al cielo en paz con las tormentas, la vuelta a comenzar un paraíso donde seamos tardes desasidas de la luz, del color y de la llama? Y el día me pisó con sus caballos —no sé si aún dormido o ya despierto— en la columna vertebral del gozo.
es
Vega,Garcilaso_de_la
<XXI
Soneto_Ix
Señora mía, si yo de vos ausente en esta vida turo y no me muero, paréceme que ofendo a lo que os quiero, y al bien de que gozaba en ser presente; tras éste luego siento otro accidente, que es ver que si de vida desespero, yo pierdo cuanto bien bien de vos espero; y ansí ando en lo que siento diferente. En esta diferencia mis sentidos están, en vuestra ausencia y en porfía, no sé ya que hacerme en tal tamaño. Nunca entre sí los veo sino reñidos; de tal arte pelean noche y día, que sólo se conciertan en mi daño.
es
Gelman,Juan
<XXI
Poema
Entre los adelantos médicos figuran el by-pass para que siga el corazón, el láser para entrar a la vesícula por un agujerito, y muchos otros que empujan al cuerpo contra lo desconocido. Esta semejanza de la vida provoca el llanto de la razón. Nadie estudia los nervios de la estupidez, las arterias del mal, la médula del dolor, los huesos de tanta angustia que gira por ahí con trazado oscilante. Hay quien dice que es inútil porque no hay remedios, no hay farmacias del alma. Hay quien dice que esta noche es igual a todas las noches. Pero en esta noche canta lo que nunca tendremos y el pasado es un canario ciego que te había visto. En el vacío de tu imagen estaba el ancho sol.
es
Machado,Antonio
<XXI
Pero_Tampoco_Es_Razón
Pero tampoco es razón desdeñar consejo que es confesión.
es
Agustini,Delmira
<XXI
Preparadme_Una_Barca_Como_Un_Gran_Pensamiento
Preparadme una barca como un gran pensamiento... La llamarán «La Sombra» unos, otros «La Estrella». No ha de estar al capricho de una mano o de un viento: Yo la quiero consciente, indominable y bella! La moverá el gran ritmo de un corazón sangriento De vida sobrehumana; he de sentirme en ella Fuerte como en los brazos de Dios! En todo viento, En todo mar templadme su prora de centella! La cargaré de toda mi tristeza, y, sin rumbo, Iré como la rota corola de un nelumbo Por sobre el horizonte líquido de la mar... Barca, alma hermana; hacia qué tierras nunca vistas, De hondas revelaciones, de cosas imprevistas Iremos?... Yo ya muero de vivir y soñar...
es
Guillén,Jorge
<XXI
Los_Brazos
¡Cómo sueñan los brazos! Son ellos los capaces De ajustar a su orbe fabuloso y pequeño —Amor: henos aquí para que nos enlaces— esa verdad tan plena que se convierte en sueño.
es
Salinas,Pedro
<XXI
Entre_La_Tiniebla_Densa
Entre la tiniebla densa el mundo era negro: nada. Cuando de un brusco tirón —forma recta, curva forma— le saca a vivir la llama. Cristal, roble, iluminados, ¡qué alegría de ser tienen, en luz, en líneas, ser en brillo y veta vivientes! Cuando la llama se apaga, fugitivas realidades, esa forma, aquel color, se escapan. ¿Viven aquí o en la duda? Sube lenta una nostalgia no de luna, no de amor, no de infinito. Nostalgia de un jarrón sobre una mesa. ¿Están? Yo busco por donde estaban. Desbrozadora de sombras tantea la mano. A oscuras vagas huellas, sigue el ansia. De pronto, como una llama sube una alegría altísima de lo negro: la luz del tacto. Llegó al mundo de lo cierto. Toca el cristal, frío, duro, toca la madera, áspera. ¡Están! La sorda vida perfecta, sin color, se me confirma, segura, sin luz, la siento: realidad profunda, masa.
es
Flórez,Julio
<XXI
¡Oh_Poetas!...
Nosotros los cansados de la vida, los pálidos, los tristes, los que vamos sin rumbo en el mar hondo de la duda, entre escollos y entre sirtes, Nosotros los ceñudos náufragos, soñadores de imposibles; los que damos en cláusulas candentes el corazón, aunque sangriento, virgen, Nosotros los cobardes de esta contienda mundanal y horrible, porque sentimos el dolor ajeno, porque gemimos, ¡ay! por los que gimen, Nosotros los que vamos sin saber nuestro fin ni nuestro origen, con los ojos clavados en la eterna sombra, en busca de un astro que nos guíe, Ya que no nos es dable ver la virtud preponderante y libre; pero sí el llanto y la miseria abajo, y en la eminencia el deshonor y el crimen, Ya que el siglo expirante rueda a la noche lóbrega y sin límites de la insondable eternidad cual monstruo mudo y brutal como la esfinge; Llevando en su carrera la fe del corazón y las terribles garras ensangrentadas, como las garras con que apresa el buitre; Ya que el talento es sombra y luz el oro, con el cual consiguen los perversos las honras, las conciencias y hasta el azul donde el Señor sonríe; Ya que la humanidad, doliente, enferma, aunque solloce y vibre como el mar en su lecho tenebroso, del cielo ni una lágrima recibe; Ya que la fuerza bruta no pone ciega a sus desmanes dique, y con fiereza y saña echa el dogal y la garganta oprime, dejemos las endechas empalagosas, vana y sutiles: No más flores, ni pájaros, ni estrellas... es necesario que la estrofa grite. Nuestra misión es santa: no malgastemos en estrofas tímidas la sacra inspiración que en nuestras frentes arde con lampos de gloriosos fines. Bajemos al abismo del humano dolor: allí residen áspides que se enroscan y gestean, trasgos que se retuercen y maldicen. Bajemos a ese infierno poblado de sollozos donde viven en espantoso maridaje, el hondo grito blasfemo y la plegaria triste, y enjuaguemos el llanto de los eternos infelices que ante el dolor sacuden los cabellos como el corcel indómito las crines. Quejémonos, hagamos de los versos ariete irresistible para romper el mal. Y altivos demos aliento a la virtud, látigo al crimen. Hagamos implacables y orgullosos, si queremos ser grandes y ser libres, un ramal de las cuerdas de la lira para azotar con él a los serviles. Que a nuestra voz desciendan de lo alto, los míseros reptiles: todos, todos los déspotas del mundo, todos, todos los Judas y Caínes. Y no temamos nada, aunque nos escarnezcan y castiguen. Odio al cuervo, al murciélago y al buho; Loor al lirio, a la paloma, al cisne. Hondo desprecio y pena para los jueces que la ley infringen; para el cadalso, horripilante pulpo que hace de sangre y llanto sus festines. Oremos ante el ara de la suprema redención; y el liquen de la maldad, prendido a las nacientes almas despedacemos con furor de tigres. Que nuestros rudos cantos vengadores, valientes y terribles, rompan todas las máscaras hipócritas y castiguen el rostro de los viles. Así cuando los hielos de la muerte nuestras bocas y párpados enfríe, oiremos el aplauso de los buenos al rodar en la gran noche sublime.
es
Chocano,José_Santos
<XXI
Flor_De_Espontaneidad
El acero en el papel extraños rasguños deja al escribir: es la abeja que pica para dar miel. No escribo con pluma de ave sobre pergamino blando, resbalando... resbalando: mi pluma corre suave; porque la musa que inspira mis versos es la amazona que de roble se corona y de piedra hace su lira. Mi musa es como el torrente, que va entre peñas y frondas, mientras palpita en sus ondas el alma de un continente... Artes nimias y pueriles extrañas son a mi pluma; la delicadeza suma es para almas femeniles. No esfuerzo mi arte en buscar falso brillo de oropeles: yo sé que guarda más mieles que un palacio un colmenar. Sábelo: el poeta no es artificioso elegante, que esconde en mórbido guante largos dedos de marqués; mas tampoco odia la seda cuando viste un porte altivo. No es el burgués positivo: es el ala, no la rueda... Libre así, corriendo va por la selva del dolor: es el alma, toda amor, que ama al Arte donde está. Mas no te extrañes al fin, si tras el Arte, corriera del torrente a la bañera y de la selva al jardín; que la bañera en su linfa retrata tu faz de diosa y cada botón de rosa es una boca de ninfa. Y verás tú cómo enfermo de fatiga y desengaño, en frescas aguas me baño, y en blandas rosas me duermo. No importa que el alma mía sufra en angustia secreta, puesto que el mal del poeta es bien de la poesía. Si huérfano del aroma de nada sirve el capullo, si Dios soñó en el arrullo y luego hizo la paloma, sobre el palomar en ruina el arrullo alado nace y el aroma en la flor hace la redención de la espina. Apiádate del que a ti vuela en alas del lirismo: ¡yo no valgo por mí mismo, sino por lo que hay en mí!...
es
Camões,Luís_de
<XXI
Yo_Cantaré_De_Amor_Tan_Dulcemente
Yo cantaré de amor tan dulcemente, con términos en sí tan concertados que dos mil síntomas de amor padezca el insensible pecho que no siente. Conseguiré que amor conmueva a todos, pintando mil secretos delicados, lastimeros suspiros, blandas iras, temerosa osadía y pena ausente. También, Señora, del desprecio honesto de vuestro mirar dulce y riguroso me contenta decir la menor parte. Pero, si he de cantar de vuestro rostro la hermosura elevada, milagrosa, aquí falta saber, ingenio y arte.
es
Anónimo_y_Romancero
<XXI
Romance_De_La_Doncella_Guerrera
En Sevilla a un sevillano siete hijas le dio Dios, todas siete fueron hembras y ninguna fue varón. A la más chiquita de ellas le llevó la inclinación de ir a servir a la guerra vestidita de varón. Al montar en el caballo la espada se le cayó; por decir, maldita sea, dijo: maldita sea yo. El Rey que la estaba oyendo, de amores se cautivó, —Madre los ojos de Marcos son de hembra, no de varón. —Convídala tú, hijo mío, a los rios a nadar, que si ella fuese hembra no se querrá desnudar. Toditos los caballeros se empiezan a desnudar, y el caballero Don Marcos se ha retirado a llorar. Por qué llora Vd. Don Marcos por qué debo de llorar, por un falso testimonio que me quieren levantar. No llores alma querida no llores mi corazón, que eso que tú tanto sientes, eso lo deseo yo. A la más chiquita de ellas le llevó la inclinación de ir a servir a la guerra vestidita de varón. Al montar en el caballo la espada se le cayó; por decir, maldita sea, dijo: maldita sea yo. El Rey que la estaba oyendo, de amores se cautivó, —Madre los ojos de Marcos son de hembra, no de varón. —Convídala tú, hijo mío, a los rios a nadar, que si ella fuese hembra no se querrá desnudar. Toditos los caballeros se empiezan a desnudar, y el caballero Don Marcos se ha retirado a llorar. Por qué llora Vd. Don Marcos por qué debo de llorar, por un falso testimonio que me quieren levantar. No llores alma querida no llores mi corazón, que eso que tú tanto sientes, eso lo deseo yo. Al montar en el caballo la espada se le cayó; por decir, maldita sea, dijo: maldita sea yo. El Rey que la estaba oyendo, de amores se cautivó, —Madre los ojos de Marcos son de hembra, no de varón. —Convídala tú, hijo mío, a los rios a nadar, que si ella fuese hembra no se querrá desnudar. Toditos los caballeros se empiezan a desnudar, y el caballero Don Marcos se ha retirado a llorar. Por qué llora Vd. Don Marcos por qué debo de llorar, por un falso testimonio que me quieren levantar. No llores alma querida no llores mi corazón, que eso que tú tanto sientes, eso lo deseo yo. El Rey que la estaba oyendo, de amores se cautivó, —Madre los ojos de Marcos son de hembra, no de varón. —Convídala tú, hijo mío, a los rios a nadar, que si ella fuese hembra no se querrá desnudar. Toditos los caballeros se empiezan a desnudar, y el caballero Don Marcos se ha retirado a llorar. Por qué llora Vd. Don Marcos por qué debo de llorar, por un falso testimonio que me quieren levantar. No llores alma querida no llores mi corazón, que eso que tú tanto sientes, eso lo deseo yo. Toditos los caballeros se empiezan a desnudar, y el caballero Don Marcos se ha retirado a llorar. Por qué llora Vd. Don Marcos por qué debo de llorar, por un falso testimonio que me quieren levantar. No llores alma querida no llores mi corazón, que eso que tú tanto sientes, eso lo deseo yo. Por qué llora Vd. Don Marcos por qué debo de llorar, por un falso testimonio que me quieren levantar. No llores alma querida no llores mi corazón, que eso que tú tanto sientes, eso lo deseo yo. No llores alma querida no llores mi corazón, que eso que tú tanto sientes, eso lo deseo yo.
es
Gamoneda,Antonio
<XXI
Tu_Cabello_En_Sus_Manos
Tu cabello en sus manos; arde en las manos del vigilante de la nieve. Son las cebadas, la siesta de las serpientes y tu cabello en el pasado. Abre tus ojos para que yo vea las cebadas blancas: tu cabeza en las manos del vigilante de la nieve.
es
Villamediana,Conde_de
<XXI
Es_Tan_Glorioso_Y_Alto_El_Pensamiento
Es tan glorioso y alto el pensamiento que me mantiene en vida y causa muerte, que no sé estilo o medio con que acierte a declarar el mal y el bien que siento. Dilo tú, amor, que sabes mi tormento, y traza un nuevo modo que concierte estos varios extremos de mi suerte que alivian con su causa el sentimiento; en cuya pena, si es glorioso efecto el sacrificio de la fe más pura que está ardiendo en las alas del respeto, ose el amor, si teme la ventura, que entre misterios de un amor secreto amar es fuerza y esperar locura.
es
Cadalso,José
<XXI
Ya_No_Verán,_Oh_Tormes
Ya no verán, oh Tormes, tus áridas orillas los manes de Galeno y del Estagirista. Alza la anciana frente tanto tiempo oprimida, y esparce por el campo desde hoy jovial la vista. ¿No ves como se acercan con música divina a tus arenas sacras el gusto y la alegría? En torno de ellas vuelvan los juegos y las risas, cerca vienen las Musas, del gran Febo seguidas. En medio de aquel carro, ¿no ves cómo camina un joven, de quien tiene Ganímedes envidia? ¿No escuchas que al acento de su süave lira las nueve musas cantan y el verde prado pisan? Para adornar sus sienes y cabellos que brillan más que el oro que llega de las lejanas Indias, tejiendo van guirnaldas; y de Flora las ninfas para tejerle flores van y vienen a prisa. Pues ese mismo joven es por quien tus orillas verán llegar las gracias, el gusto y la alegría, huyendo de sus voces y célica armonía los manes de Galeno y del Estagirista.
es
Pardo_García,Germán
<XXI
¿Dónde_Están_Las_Columnas_De_Alabastro
¿Dónde están las columnas de alabastro que el cuerpo de la noche sostenían, las células de nieve que podrían térmicas ser en el crisol de un astro? De la noche de Dios no queda un rastro. Cambia de sexo el ruiseñor. Desvían los templos la grandeza que tenían, y a la derrota su estandarte arrastro. Ya es la noche del hombre, el satanismo de su fuerza, su infausto sincretismo, su panteral imagen que cintila. Y en la sucia pared su testamento: la frustración, el sordo aturdimiento que su mente narcótica destila.
es
Aridjis,Homero
<XXI
Sobre_Este_Puente_Donde_El_Tiempo_Avanza_Inmóvil
Sobre este puente donde el tiempo avanza inmóvil como la podredumbre o la alegría de ser adentro de las cuerdas que lo atraviesan de un extremo a otro he visto al pájaro de la inocencia detenerse un momento en su vuelo para decirme adiós he visto en sus ojos el incendio de luz que arde sobre las aguas como un tapete o una lengua siempre más larga y estriada he visto en su pico el canto y la maravilla que nunca se levantan un punto más alto de la tristeza que los encierra como un nicho he visto la oscura y húmeda cabellera del canto siempre más radiante y más muda más color de viento que de amor o vocal curvarse en sus umbrales como una ola Sobre este puente que ha mirado con mirada fría (así como mira el rostro amado y muerto siempre más distante a la palabra y más imposeíble) pasar miles de espectros y de autos miles de cosas y seres que van al infinito como etapa final he visto al pájaro de la inocencia descansar un momento de su eternidad para decirme adiós en un hasta nunca apenas perceptible dicho casi con un rumor de alas sonando en el silencio
es
Fuertes,Gloria
<XXI
Las_Flacas_Mujeres_De_Los_Metalúrgicos
Las flacas mujeres de los metalúrgicos siguen pariendo en casa o en el tranvía. Los niños van algunos a las escuelas municipales y se aprenden los ríos porque es cosa que gusta. Las niñas van a las monjas que enseñan labores y a rezar. De la ciudad se va borrando poco a poco la huella de los morteros. ¡Han pasado tantos meses! He visto en sueños que hay varios señores hablando, en una mesa, de divisas, de barcos, de aviones, de cornisas que se van a caer, cuando las bombas. Y yo pido perdón al Gran Quien Sea por desearles una buena caja con cuatro cirios de los más curiosos.
es
Lugones,Leopoldo
<XXI
Sobre_Las_Olas_(Valse_Por_Juvencio_Rosas)
Ritmo dulce y vulgar del mejicano, Que en la fidelidad de su tristeza, Llora patria y amor, hecho belleza De luna popular y mar lejano. Luna de ministril, flébil piano, Que dan novia y añaden con largueza, El lánguido jazmín de su cabeza, La suave angustia de apretar su mano. Por largas horas con mi bien, nos diste Esa noble ternura de estar triste Que en su amorosa sed quejarse escucho. Y nuestra dicha, hermana del silencio, Como tu aire gentil, pobre Juvencio, Hablaba poco y suspiraba mucho.
es