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---|---|---|---|---|
Mora,Pablo | XXI | Diciembre | Alto para fijar el horizonte, para otear la plenitud del día. Campanada de garza aleteando en la cresta de algún ciprés
dormido, en busca del anafre o del camino. Un par de sueños despertando auroras. Un par de ojos descubriendo estrellas. Alma escarbando abrojos,
serranías. Dos luceros velando en fogarada. La Luna vigilando, bien despierta, al hombre entretejiendo sus jornadas. Un modo de mirar, mirar
despacio las sombras infinitas de los árboles, sus quejas, sus lamentos, sus latidos. Compás para medir la lontananza, la distancia entre el sueño y el olvido.
Hallazgo de la vida, dentro, fuera. Atinar con el próximo jalón. Inventar nuevas rutas, nuevas eras, el viraje que a diario nos aguarda.
Hurgarse, hundirse, ser sentirse, serse. Llegar a enero vivos todavía. Dar con la vena justa de la gracia o con el alma de la patria en ascuas.
Paso de lluvia en torrencial suspiro mientras la madre su bocado implora. Un niño que en harapos llanto apaña. Una manera de sabernos
vivos mientras cruzamos noche, tempestad, neblina, vendaval y cangilón, pena, chaparrón, vida o sobrevida.
Diciembre: villancicos, serenatas, cuando bajan los ángeles a tierra para sentirle al hombre su quejido. Diciembre: lumbre, diapasón
y canto. El abrazo temprano a nuestra madre que empieza, que prosigue, que culmina. Diciembre: el timbre con que el viento invita a seguirle los
pasos a la vida, envueltos en rastrojos de la muerte. Remanso suspendido en la jornada para tomarle el pulso al ventisquero, a la tormenta, al rayo, al huracán.
Sabor a trigo, a leche a miel, a rosas, a durazno, que como un corazón recién nacido al despuntar el día palpita entre los dedos
de las hojas por su sola dulzura sostenido. Himno con que cantamos a la vida en busca de una humanidad en paz tras un amanecer de cara al hombre,
de espaldas a la noche que nos cruza. Tras un amanecer que al fin alumbre un día con la noche esclarecida de azul mañana que la fe vislumbre.
La luz en lontananza que nos mira. Infinito fulgor acurrucado en nuestros pies, en nuestras vagas sombras. Los árboles, la noche, entre los
nidos. Un duendecillo en medio de la fronda. Los hombres tras la tierra prometida. Soplo de brisas, canto, resplandor. Fabuloso recuerdo alborozado.
El hombre, tierno niño, desenfunda la alegría escondida entre
la infancia. Pasos del viento, chispas de luciérnagas. Paso del Tiempo, paso de la gloria con que engañamos a las propias penas.
El hombre encandilado por sus sueños. El hombre a solas con su propia sombra. Noche de luces, noche iluminada. Para un Dios que ría
como un niño. Para un hombre que ría como un Dios. Silencio
y soledad, clara ternura, añoranza sutil sin aspaviento, hacia la luz total de nuestras cosas, hacia la luz total de la esperanza.
La dulce sombra del común destino mientras murmura alrededor la noche, arrodillada en los fogones yertos. Oscuridad de noche confundida
en medio de la lumbre peregrina, encima del estruendo del misterio. Fragancia
matutina, gloria breve. La clara majestad de los caminos. El tiempo fatigado de infinitos, el que a la muerte sin cesar nos lleva.
Una luz, un candil intermitente, soledad de un ligero arrobamiento, sólo de asombros infinitos llena, la vida es una gloria suspendida.
Descubrirse, encontrarse, hallarse, abrirse, desencerrar la pauta que nos falta. Vivir sin miedo, en libertad, de veras. Toparnos con el corazón
silente que nos oye, nos sigue y nos conoce. Dar con el lagrimón de la vereda, latigazo que a todos atribula.
Gozo, bondad y sobre todo paz para la buena voluntad del hombre. Tras esta oscuridad que nos circunda. La cresta de un lucero que nos mira, por
el postigo corazón mirando. Pausa para mejores madrugadas. Una pregunta
en pie para los hombres. Para el pobre que nunca tiene nada. Para el triste que llora su amargura.
Júbilo, alumbramiento, bienvenida. Ara en fulgor para el altar del tiempo. Luz en la voz y luz en las miradas. Gloria en la luz y en el
amor del día. Llamarada de paz para la nave colmada de borrascas en la noche. Algo mejor para el mañana incierto. De nuevo niños con asombro puro.
Aire de claridad en la amargura. Cósmica fuerza sobre el mundo alzada. Los pájaros, los árboles, la tarde, al habla con
la brisa y con los hombres. Victoria de la noche de luceros saturada, victoria de la vida. La sangre universal cuando concilia la Tierra con los seres y la Nada.
Dios acicateando resplandores. La ternura del hombre florecida. Paz, gozo, amor, en yunta con la vida, para una humanidad en pie de guerra.
Latido de corderos y de ángeles anunciando la paz a los pastores. Paso del tiempo, paso de las cosas. Paso del hombre a solas con su sombra.
Estrella en el camino de los magos. Estrella para el hambre de los pobres. Lumbre para escaparnos de la muerte cuando la noche necia nos persigue.
Manera de decir que Dios existe sin que nadie conozca sus resabios. Vieja costumbre de jugar a Paz entretanto la tierra se desangra.
Deseo de partir al infinito. De cara hacia el misterio. Para siempre. Luz de la luz, en gozo reverente, deslumbrando los tránsitos finales.
Balcón por donde un niño al mundo asombra con sus hombros cargados de juguetes. La noche fulgural donde nacemos cuando a morir apenas comenzamos.
Un niño con nosotros de la mano la puerta del misterio nos descubre. La sombra de la aldea galopando auroras, portachuelos, madrugadas. Definitivamente
encandilados frente al día en que el odio no amanezca, seguimos puntualmente el paso al sol, esquivando las garras de la guerra.
Hurgándole el pavor a la jauría, ceñido el hombre de esperanza, sigue hacia la luz fugaz de sus fogones, hacia las cumbres
donde duerme en paz. Calienta el pan, la claridad calienta. Apura el vino, la piedad apura. Bendice el fuego, la bondad bendice. Santigua el día, su morral santigua.
De viaje hacia el confín del vuelo, el hombre confía plenamente en su destino, pregunta por la noche al mediodía, al
tilín por la suerte de su infancia. Tilín, tilín,
tilín, la campanada anuncia la llegada de la aurora, el transparente gozo de la luz, el esplendor triunfal de la alegría.
¡Ay del que viva lejos de su infancia, del que no sepa de ningún lucero, del que ignore el color de las ovejas y del que ausente de su ser
delire! ¡Feliz quien con Francisco, atento, asista al canto matinal
de los turpiales! ¡Feliz el simple labrador que sueña en ver crecer la flor en sus plantíos!
Diciembre altivo en las fulgentes eras. Diciembre en el fulgor de la alegría. En los ojos azules de los ángeles y en el hambre
del pobre y su quebranto. Diciembre, alumbramiento, bienvenida. Diciembre,
asombro, arrobo y fogonazo. Diciembre, claridad en la amargura, para el pobre que duerme en el barranco. | es |
Pombo,Rafael | <XXI | Tal_Vez_Andando_El_Tiempo,_En_Un_Remoto_Día | Tal vez andando el tiempo, en un remoto día,
Un amigo, un paisano, mi nombre encuentre aquí
Si es infeliz, consuélese con la desgracia mía,
Y si es feliz, que goce tanto cual yo sufrí. | es |
Hartzenbusch,Juan_Eugenio | <XXI | Un_Vaso_De_Agua._—¡Oh_Placer! | Un vaso de agua. —¡Oh placer!
¡Qué ardiente sed satisfago!
Quiero, bebido este trago,
Pararme a sentir y a ver.
Fiel el vaso al parecer,
Del don que ofrece se engríe;
Y tú, donde el bien sonríe
Al mustio labio anhelante,
Purísimo eres diamante
Que el dedo de Dios deslíe.
Si tu caudal fuera escaso;
Si el ser yo tu posesor
Me costara tu valor,
¿Con qué pagara este vaso?
Mas tú te brindas al paso
En aire, en muros, en suelo;
Y el hombre, libre de anhelo,
Olvida, en la posesión,
Que un vaso de agua es un don
Preciosísimo del cielo.
Milagrosa obras en mí,
Desde que tu néctar libo:
Con otro aliento revivo,
Regenerado por ti.
De lucha en que me rendí,
Me levanto vencedor;
En mi espíritu y humor
Paz de oración blanda cae:
¡Bien haya sed que me trae
Un bien que me hace mejor!
Ciencia, que en clara doctrina
Los componentes me prestas,
Mientras tú los manifiestas,
Yo adoro al que los combina.
A luz para mí divina,
Quiere mi credulidad
Ver hasta la saciedad,
Agua, en tu naturaleza,
Las gracias de la pureza,
La imagen de la verdad.
Como siempre algún dolor
Ha de ir al placer unido,
Lanzo de pronto un quejido
En mi júbilo mayor.
Después que con tal favor
Vida me vienes a dar,
Tú, que corres sin cesar,
¡Dulce fuente, néctar mío!
¿Te ha de viciar turbio el río,
Salobre y amargo el mar?
«Alta ley cumplo, inmutable
(Me respondes): limpio llego
Al río, y allí me entrego,
De mí en todo irresponsable.
Ni manos tengo ni cable,
Ni de pararme intención,
Ni pérdida de sazón
Mi sosiego sobresalta;
Pureza nunca me falta
Para mi dulce misión.»
Purezas, que la merced
Mayor del cielo formáis,
Yen el hombre suscitáis
Viva, devorante sed,
Castas, cautas, retened
El don de más celsitud;
Rechazad solicitud,
Que su lealtad no acrisola:
Sed habéis de apagar sola
De labios de la virtud. | es |
Pardo_García,Germán | <XXI | No_Amenaces_¡Oh_Vida!_Con_Herirme | No amenaces ¡oh Vida! con herirme.
Mi ser continuamente se destruye.
Mi activa voluntad lo reconstruye.
No intentes arrasarme y difundirme.
No quieras, con tus días, reducirme
al dolor de partir. Yo soy lo que huye.
Mi fuerza a mi lugar me restituye
sin tener que olvidarme ni evadirme.
No luches contra mí con tus batallas.
En la hora suprema de la tarde,
llanura y cielo de esplendor inundo,
y para mi fluir, soy las murallas.
Para mi corazón, yo soy lo que arde.
Para mi soledad yo soy el Mundo. | es |
Cetina,Gutierre_de | <XXI | Si_El_Justo_Desear,_Padre_Silvano | Si el justo desear, padre Silvano,
jamás pudo moverte entre pastores,
si del rabioso mal de los amores
el corazón salvaje has hecho humano,
ruega al numen celeste que la mano
de su piedad extienda a los clamores
que Dórida le hace, en los ardores
de una fiebre crüel, llorando en vano.
Si alcanzo de los dos tanta ventura,
vuestra gloria será más verdadera,
y más para sufrir mi desventura.
Y cuando lo contrario el hado quiera,
no perezca, señor, tal hermosura:
menor mal es que yo en su lugar muera. | es |
Véner,Alonso | XXI | Resurrecciones | Los caminos se deshojan.
Sobre las orillas se esconde la noche,
el silencio, el brillo metálico
de la luciérnaga.
Los árboles son de piel de madre,
me acarician con la suave
brisa de la espera,
se deslizan por mis manos de otoño
renacido como niños o ramas,
como divinidades oscurecidas
a golpe de ecos selváticos.
De tanto en tanto se destiñe el paisaje,
se disfraza de viñedo
olvidado y remecido,
de estanque decorado
de rocas calizas y diminutas.
Sobre las manos libres
se esclaviza el rugido de la tarde,
se desvanece, se confunde
con el matiz del suelo
que la vio crecer. | es |
Becerra,Luz-Dary | XXI | Yo_Soy_La_Luz_El_Canto_La_Alegría._El_Río._El_Árbol..._Soy_La_Vida | yo soy la luz el canto la alegría. el río. el árbol... soy la vida
yo... soy la sombra, el reposo... el quebranto, la tristeza. la bóveda el llanto
soy el poema... el sentimiento, la calma... la sonrisa, verso que sale del alma
yo la pena... la aridez soy la tormenta... la mueca que fluye que... revienta
mi voz... es la llovizna... la luna... firmamento... mariposa... libertad que lleva... el viento
mi voz... es abismo... huracán... infierno... pesadumbre... esclavitud... silencio... eterno.
ya siento tu abrazo implacable y quedo... cáncer que carcome... tengo miedo
ahora eres mía... silencio insano... orgullo, mariposa... cadáver... gusano
ahora he muerto... y tengo vida
antes vivia... y estaba muerta | es |
López,Freddy | XXI | Quiero_Caer_En_El_Presidio | Quiero caer en el presidio,
entre otras cosas,
para hacer ciertas comparaciones.
No me importa el crimen.
Quiero presenciar las huelgas de hambre,
estar al tanto del costo de un puesto,
de las dificultades para dormir,
de saber estar allí,
de ser.
Instruirme sobre la economía interna.
Reconocer eso que tanto esperan los reos
del Ministerio de Infraestructura;
sorprenderme por el alguien
que personalizaría mi visita.
Aprender a vivir.
Mi intención es saber
qué tanto me he perdido. | es |
Rugeles,Manuel_Felipe | <XXI | La_Niña_Pinta_Una_Casa | Con su caja de creyones
la niña pinta una casa.
El techo viste de rojo,
de añil puertas y ventanas.
El jardín todo de verde.
De amarillo las barandas.
Las flores que le ha pintado,
unas rojas y otras blancas.
Con un morado de lila
llenó la tarde lejana.
De gris y rosa las nubes.
De azul toda la montaña.
Puso un camino de ocre
desde el huerto hasta la casa.
Un árbol castaño y verde
y un arroyuelo de plata. | es |
Góngora,Luis_de | <XXI | Verdes_Juncos_Del_Duero_A_Mi_Pastora | Verdes juncos del Duero a mi pastora
Tejieron dulce generosa cuna;
Blancas palmas, si el Tajo tiene alguna,
Cubren su pastoral albergue ahora.
Los montes mide y las campañas mora,
Flechando una dorada media luna,
Cual dicen que a las fieras fue importuna
Del Eurota la casta cazadora.
De un blanco armiño el esplendor vestida,
Los blancos pies distinguen de la nieve
Los coturnos que calza esta homicida;
Bien tal, pues montaraz y endurecida,
Contra las fieras sólo un arco mueve,
Y dos arcos tendió contra mi vida.
Los montes mide y las campañas mora,
Flechando una dorada media luna,
Cual dicen que a las fieras fue importuna
Del Eurota la casta cazadora.
De un blanco armiño el esplendor vestida,
Los blancos pies distinguen de la nieve
Los coturnos que calza esta homicida;
Bien tal, pues montaraz y endurecida,
Contra las fieras sólo un arco mueve,
Y dos arcos tendió contra mi vida.
De un blanco armiño el esplendor vestida,
Los blancos pies distinguen de la nieve
Los coturnos que calza esta homicida;
Bien tal, pues montaraz y endurecida,
Contra las fieras sólo un arco mueve,
Y dos arcos tendió contra mi vida.
Bien tal, pues montaraz y endurecida,
Contra las fieras sólo un arco mueve,
Y dos arcos tendió contra mi vida. | es |
Góngora,Luis_de | <XXI | No_De_Fino_Diamante_O_Rubí_Ardiente | No de fino diamante o rubí ardiente
(Luces brillando aquel, este centellas)
Crespo volumen vio de plumas bellas
Nacer la gala más vistosamente,
Que obscura el vuelo, y con razón doliente,
De la perla católica que sellas,
A besar te levantas las estrellas,
Melancólica aguja, si luciente.
Pompa eres de dolor, seña no vana
De nuestra vanidad. Dígalo el viento,
Que ya de aromas, ya de luces, tanto
Humo te debe. ¡Ay, ambición humana,
Prudente pavón hoy con ojos ciento,
Si al desengaño se los das y al llanto!
Que obscura el vuelo, y con razón doliente,
De la perla católica que sellas,
A besar te levantas las estrellas,
Melancólica aguja, si luciente.
Pompa eres de dolor, seña no vana
De nuestra vanidad. Dígalo el viento,
Que ya de aromas, ya de luces, tanto
Humo te debe. ¡Ay, ambición humana,
Prudente pavón hoy con ojos ciento,
Si al desengaño se los das y al llanto!
Pompa eres de dolor, seña no vana
De nuestra vanidad. Dígalo el viento,
Que ya de aromas, ya de luces, tanto
Humo te debe. ¡Ay, ambición humana,
Prudente pavón hoy con ojos ciento,
Si al desengaño se los das y al llanto!
Humo te debe. ¡Ay, ambición humana,
Prudente pavón hoy con ojos ciento,
Si al desengaño se los das y al llanto! | es |
Quintana,Manuel_José | <XXI | No_Da_Con_Fácil_Mano | No da con fácil mano
El destino a los héroes y naciones
Gloria y poder: la triunfadora Roma,
Aquélla a cuyo imperio
Se rindió en silenciosa servidumbre
Obediente y postrado un hemisferio,
¡Cuántas veces gimió rota y vencida
Antes de alzarse a tan excelsa cumbre!
Vedla ante Aníbal sostenerse apenas
Sangre itálica inunda las arenas
Del Tresin, Trebia y Trasimeno ondoso;
Y las madres romanas,
Como infausto cometa y espantoso,
Ven acercarse al vencedor de Canas.
¿Quién le arrojó de allí? Quién hacia el solio
Que Dido fundó un tiempo, sacudía
La nube que amagaba al Capitolio?
Quién con funesto estrago
En los campos de Zama el cetro rompe
Con que leyes dio al mar la gran Cartago?
La constancia: ella sola es el escudo
Donde el cuchillo agudo
La adversidad embota; ella convierte
En deleite el dolor, la ruina en gloria;
Ella fija el dudoso torbellino
De la fortuna, y manda la victoria
Para el pueblo magnánimo no hay suerte.
¡Oh España! ¡Oh patria! El luto que te cubre
Muestre en tan grave afán tu amarga pena;
Pero espera también, y con sublime
Frente, de vil abatimiento ajena,
La alta Gades contempla y sus murallas
Besadas por las olas,
Que asombradas aún y enrojecidas
Tiéndense allí por las sonantes playas,
Cantando las hazañas españolas.
Se alzó el bretón en el soberbio alcázar
Que corona su indómito navío,
Y ufano con su g1oria y poderío,
«Allí están, exclamó; volved los ojos,
Compañeros, allí: nuevos despojos
Ya vuestra invicta mano
Ya a conseguir en los endebles pinos
Que España apresta a su defensa en vano.
Libre de esclavitud no sea ninguno
Hijos somos nosotros de Neptuno,
¿Y ellos asan surcar el Océano?
Acordaos de Abukir: sólo un momento
¡Llegar, vencer y devorarlo sea!
Dadme este triunfo, y de laurel ceñido
Que el opulento Támesis me vea».
Dijo; y tiende la vela: ellos le siguen
Abriendo el mar con sus nadantes proras
Del viento y de las ondas vencedoras;
Mientras que firme el español los mira,
Y despreciando su arrogancia fiera,
El noble pecho palpitando en ira,
Con impávida frente los espera,
¡Ira justa! ¡Ardor santo! Esos crueles,
Bajo las alas de la paz seguros.
Son los que nuestra sangre derramaron
Por vil codicia, a la amistad perjuros;
Esos los que a perpetua tiranía
Condenaron el mar, los que hermanaron
Del poder la insolencia y la soberbia
Con la rapacidad y alevosía;
Esos... La noche con su negro manto
Envuelve el mundo: sombras espantosas
Entorno de los mástiles vagando,
Estragos, muerte anuncian, y acrecientan
La pavorosa espectación; el día
Abre el campo al furor, y horrendo Marte
Con clamores de guerra hinche la esfera
Y levanta en los aires su estandarte.
Responde a esta señal el hueco bronce,
Con mortal estampido el eco truena,
Y por el mar llevándose bramando,
Hasta en las costas de África resuena.
Vuelan, movidas de rencor, las naves
Con naves a encontrar: menos violentas
Despide el polo austral sierras de hielo,
Que con su mole inmensa y resonante
Por las fáciles ondas se deslizan,
Y al audaz navegante atemorizan
Ni con estruendo igual turban el cielo
Las negras tempestades,
Cuando por Bóreas y Euro embravecidas,
A su furiosa guerra y duro encuentro
Hacen del orbe estremecerse el centro.
Tres veces fiero el insular se avanza,
Creyendo en su pujanza
Romper de nuestra escuadra el fuerte muro;
Tres veces rechazado
Por el hispano esfuerzo, ya dudosa
Ve la victoria que esperó seguro.
¿Quién su despecho pintará y su saña
Cuando aquel pabellón, antes tan fiero,
Miró invencible al pabellón de España?
No hay saber, no hay valor, solo ya fía
Su fortuna al poder: dobla sus naves
Y las redobla, en desigual pelea,
De popa a proa, en uno y otro lado
Cada español navío
De mil rayos y mil es contrastado;
Y él, con igual aliento
Que recibe la muerte, así la envía.
No: si cien voces yo, si lenguas ciento
Me diese el cielo, a numerar bastara
Las ínclitas hazañas de aquel día:
El humo al sol se las robaba entonces;
Pero la fama las dirá en su trompa,
Las artes en sus mármoles y bronces.
Llega el momento en fin, tiende la muerte
Su mano horrible y pálida, y señala
Víctimas grandes: el valiente Alcedo,
Castaños, Móyua, intrépidos perecen
Vosotros dos también, honor eterno
De Bética y Guipúzcoa... ¡Ah, si el destino
Supiese perdonar! ¿Cómo a aplacarte
La oliva no bastó que unió Minerva
A los lauros de Marte en vuestra frente?
¿Qué a vuestra ilustre indagadora mente
Pudo ocultar el mundo o las estrellas?
De vuestras sabias huellas
Llenos están de América los mares,
Las Cícladas lo están; viuda la patria
De tantos héroes que enlutada llora,
Pide a su corazón lágrimas nuevas
Que a vuestro acerbo fin derrame ahora.
¡Ah! ¡Vivierais los dos! Y en vez de llanto,
Del dolorido canto
Que mi fúnebre acento hoyos consagra,
Pudiera yo contraponer el pecho
Al golpe atroz y recibir la herida
Diera a la patria así mi inútil vida,
¡Y vivierais los dos! Y ella orgullosa
Con vuestra luz y espíritu valiente,
Al arduo porvenir hiciera frente,
De rayos coronado y victoriosa.
No, empero, sin venganza y sin estrago,
Generoso escuadrón, allí caíste
También brotando a ríos
La sangre inglesa inunda sus navíos;
También Albión pasmada
Los montes de cadáveres contempla,
Horrendo peso a su soberbia armada;
También Nelson allí... Terrible sombra,
No esperes, no, cuando mi voz te nombra,
Que vil insulte a tu postrer suspiro:
Inglés te aborrecí, y héroe te admiro.
¡Oh golpe! ¡Oh suerte! El Támesis aguarda
De las naves cautivas
El confuso tropel, y ya en idea
Goza el aplauso y los sonoros vivas
Que al vencedor se dan. ¡Oh suerte! El puerto
Solo le verá entrar pálido y yerto:
Ejemplo grande a la arrogancia humana,
Digno holocausto a la aflicción hispana
Así el furor de Marte
impele el brazo de la parca, y siega
Vidas sin fin: lanzado por la rabia
Cunde el fuego voraz, las tablas arden,
Un volcán encendido
Es cada bosque, por los aires vagos
Se alza y retumba el hórrido estallido,
Y los sepulta el mar. ¿Hay más estragos?
Sí; que el cielo, ominoso a tal porfía,
Manda a los aquilones inclementes
Separar los feroces combatientes
Y en borrascosa noche hundir el día.
Lo manda; ellos crueles,
Azotando las ondas con sus alas,
Se arrojan a los míseros bajeles.
Al nuevo asalto, al sin igual combate
Fallece el árbol trémulo y se abate;
Hiéndese la armazón, el Océano
Por el roto entrepuente entra bramando;
Y moribundo el español exclama:
«¡Ah! Pereciese yo, pero lidiando».
En tan atroz conflicto
Allá en las nubes la gloriosa frente
Asomaban los fuertes campeones
Que armados del tridente y del acero
Al pabellón íbero
Hicieron humillarse las naciones.
Lauria y Tovar se vían,
Avilés y Bazán, que, saludando
A los héroes de Hesperia que morían,
«Venid entre nosotros, les decían;
Venid entre los bravos que imitasteis.
Ya el premio hermoso del valor ganasteis
Ya a vuestro ejemplo de constancia armada
España; concitando sus guerreros,
Magnánima se apresta a nuevas lides
Volved la vista a la ciudad de Alcides
Gravina, Escaño, y Álava, y Cisneros,
Y otros ciento allí están, firme coluna,
Dulce esperanza a nuestro patrio suelo:
Venid, volad al cielo,
Y sed astros de esfuerzo y de fortuna». | es |
Bretón_de_los_Herreros,Manuel | <XXI | El_Tabaco | Canten otros el Nabo y la Judía,
Cantar que tiene a fe, cuatro bemoles;
Lleve otro su poética manía
Hasta el extremo de cantar las Coles;
Cante alguno mañana u otro día
La gloria del arroz con caracoles;
Mas con permiso yo de Horacio Flaco
Canto las alabanzas del Tabaco.
Si algún bien positivo a España trujo
Nauta atrevido el genovés Colombo,
No el oro fue que Potosí produjo,
No el tostado café que sirve Pombo,
Ni el ave tropical que habla por lujo;
¡No, nada de eso! O yo soy un zambombo,
O no vino de allá, ¡voto a dios Baco!,
Mercancía más útil que el Tabaco.
Negro, como el Brasil lo fabricaba
Para arrollarlo en sempiterna soga,
Que dulce al catalán como guayaba
Le parecía cuando estaba en boga;
O en luengo puro, que hace echar la baba;
O en papelillo envuelto como droga,
O quemado en la pipa al modo austriaco,
Inestimable yerba es el Tabaco.
Reine la ley, o el despotismo aleve,
De la santa igualdad él es la escuela.
Fuma el último quídam
de la plebe;
Fuma el prócer que brilla en carretela.
¿Qué hombre a decir a otro hombre no se atreve:
Hágame usted el favor de la candela?
¿Quién la niega al más ruin hominicaco?
¡Oh virtud fraternal la del Tabaco!
¿Qué importa si los pobres lo consumen
De Virginia o Kentuqui, a cuarto el puro?
¿Qué importa que otros prójimos lo fumen
Habano rico, la docena un duro?
La calidad ¿qué importa si, en resumen,
Flojo o más fuerte, claro o más oscuro,
Barato o no, por consecuencia saco
Que todo ello es fumar, todo es Tabaco?
Un cigarro las fuerzas restituye
Al tostado jayán que cava y suda;
La bota el zapatero no concluye
Si el humo del cigarro no le ayuda;
El letrado con él chupa y arguye,
Y si la gota crónica y aguda
Aflige al sesentón hipocondriaco,
Le alivia, más que el médico, el Tabaco.
Al jugador que pierde su dinero,
Al aguador que rompe su botijo,
En su hondo calabozo al prisionero,
Al reo pregonado en su escondrijo,
Al demente en su jaula, al mundo entero
Es consuelo el fumar. ¡Oh qué bien dijo,
Llámese Pedro o Juan, Diego o Ciriaco,
El que dijo: ¡a mal dar, tomar Tabaco!
¿Quién no ha visto en presidios y cuarteles,
Cual su hacienda Esaú por un potaje,
Vender a veteranos los noveles,
Tras del último harapo de su traje,
Y aunque sufran después ansias crueles
Y el estómago hambriento se relaje,
El cotidiano pan negro y bellaco
Para comprar dos onzas de Tabaco?
Aunque andrajoso, abigarrado y feo
El soldado español vaya a la guerra
Y tenga que vivir del merodeo
Y descansar sobre la dura tierra,
(Porque las corvas uñas de un hebreo
Roban la plata que el Tesoro encierra)
Derrotará al calmuco y al cosaco
Si no le faltan pólvora y Tabaco.
Amigo (otros dirían alcahuete)
Es de Amor el Tabaco. So
pretexto
De encender un cigarro, el mozalbete
A declarar su fin, no siempre honesto,
En el hogar de Brígida se mete...,
Aunque se expone a que con agrio gesto,
Si es sorprendido haciendo un arrumaco,
Padre o rival le den para Tabaco.
Y ¡qué es ver a un currillo malagueño,
Después que en Estepona hace el alijo
Y el género cubano o brasileño
Resguarda del resguardo en un cortijo,
Con una mano de su dulce dueño
La cintura estrechar... ¡ay regocijo!...
Mientras tiene en la otra su retaco
Y en la boca la muestra del Tabaco!
Y ¡qué es ver sobre el puente de Triana,
A babor y estribor terciado el dengue,
Pasearse la gárrula gitana
Columpiando con brío el bullarengue,
Y encendido un chicote de la Habana
Desafiar osada a Dios y al mengue!
Movería a un bajel su aire de taco
Y a otro el denso vapor de su Tabaco.
Y si tomado en humo por la boca
Da el Tabaco momentos tan felices,
¿Qué gratas sensaciones no provoca
Cuando en polvo lo gozan las narices?
Dígalo la abadesa con su toca;
Díganlo más de tres sobrepellices.
Cura hay que sorberá sal amoniaco
Y dirá en su ilusión: ¡qué buen Tabaco!
El segador que viene de Galicia
Flaco vuelve a su tierra como alambre.
Por ahorrar un ochavo (¡vil codicia!)
Se dejará morir de sed y de hambre.
Sólo el polvo es su orgullo y su delicia
Aunque en vez de rapé huela a cochambre;
Ni siente ver vacío el sucio saco
Si el fusique está lleno de Tabaco.
Finalmente, el Tabaco
es cosa grande,
Ya al paladar o a la nariz se pegue,
Y al que lo niegue, Dios se lo demande,
Si hay algún temerario que lo niegue;
Y sin que humana súplica me ablande
Yo exclamaré fumando:
¡al cielo plegue
Que salga un golondrino en el sobaco
Al que sea enemigo del Tabaco!
Nabo
Judía
Coles;
Horacio Flaco
Tabaco
Tabaco
Tabaco
quídam
Tabaco
Tabaco
Tabaco
El que dijo: ¡a mal dar, tomar Tabaco!
Tabaco
Tabaco
Tabaco
le den para Tabaco.
Resguarda
resguardo
Tabaco
bullarengue
Tabaco
Tabaco
sal amoniaco
Tabaco
polvo
Tabaco
Tabaco
fumando
Tabaco | es |
Góngora,Luis_de | <XXI | Del_Color_Noble_Que_A_La_Piel_Vellosa | Del color noble que a la piel vellosa
De aquel animal dio naturaleza
Que de corona ciñe su cabeza,
Rey de las otras, fiera generosa,
Vestida vi a la bella desdeñosa,
Tal, que juzgué, no viendo su belleza
(Según decía el color con su fiereza),
Que la engendró la Libia ponzoñosa;
Mas viéndola, que Alcides muy ufano
Por ella en tales paños bien podía
Mentir su natural, seguir su antojo,
Cual ya en Lidia torció con torpe mano
El huso, y presumir que se vestía
Del nemeo león el gran despojo.
Vestida vi a la bella desdeñosa,
Tal, que juzgué, no viendo su belleza
(Según decía el color con su fiereza),
Que la engendró la Libia ponzoñosa;
Mas viéndola, que Alcides muy ufano
Por ella en tales paños bien podía
Mentir su natural, seguir su antojo,
Cual ya en Lidia torció con torpe mano
El huso, y presumir que se vestía
Del nemeo león el gran despojo.
Mas viéndola, que Alcides muy ufano
Por ella en tales paños bien podía
Mentir su natural, seguir su antojo,
Cual ya en Lidia torció con torpe mano
El huso, y presumir que se vestía
Del nemeo león el gran despojo.
Cual ya en Lidia torció con torpe mano
El huso, y presumir que se vestía
Del nemeo león el gran despojo. | es |
Hernández,Consuelo | XXI | Noche_De_Jazz_Infinita | Noche de jazz infinita,
poema nunca acabado
sonidos en mis oídos
funden gotas de armonía
me diluyo en la trompeta,
soy serpiente con el saxo
y en los acordes del bajo
rumor erótico altivo...
La luna crece en el bajo, al compás del frotamiento
y otorga velocidad antes de lanzar el vuelo.
Con el piano me derramo en goterones de vida
y se estremecen mis alas que dulces llevo plegadas.
Ya sube ese calor típico que quema toda mi sangre
y sacude mis entrañas. Ya suenan negras campanas
dialogan saxo y trompeta mientras él habla conmigo.
Expresión de oscuridad, en tonos bajos lo sigo.
Me vuelvo contorsionista de energías y caderas,
exprimo todo mi cuerpo, destilo fuerzas vitales,
cíclope de ojo vacío, como el saxo que me aturde,
la trompeta que me sorbe me expulsa figura etérea.
Desde su boca yo nazco, en manos del bajo crezco...
aumenta ya mi energía, llego al éxtasis atónito,
grito al nocturno equilibrio, me cambio en la batería:
y a violentas dentelladas todo el placer me desgarra.
Malabarista de ritmos en tambores y platillos
borbotón de la cascada invade mi corazón...
la lluvia en techo de zinc, el trapiche de mi casa
aguaceros de mi trópico, de menta los cafetales.
La arena en la superficie de los címbalos rodando
lanza de acero atraviesa de repente entre las luces,
tras los herméticos músicos, tras las puertas ya cerradas
El Village Gate se convierte en una saco de silencio.
Ya sube ese calor típico que quema toda mi sangre
y sacude mis entrañas. Ya suenan negras campanas
dialogan saxo y trompeta mientras él habla conmigo.
Expresión de oscuridad, en tonos bajos lo sigo.
Me vuelvo contorsionista de energías y caderas,
exprimo todo mi cuerpo, destilo fuerzas vitales,
cíclope de ojo vacío, como el saxo que me aturde,
la trompeta que me sorbe me expulsa figura etérea.
Desde su boca yo nazco, en manos del bajo crezco...
aumenta ya mi energía, llego al éxtasis atónito,
grito al nocturno equilibrio, me cambio en la batería:
y a violentas dentelladas todo el placer me desgarra.
Malabarista de ritmos en tambores y platillos
borbotón de la cascada invade mi corazón...
la lluvia en techo de zinc, el trapiche de mi casa
aguaceros de mi trópico, de menta los cafetales.
La arena en la superficie de los címbalos rodando
lanza de acero atraviesa de repente entre las luces,
tras los herméticos músicos, tras las puertas ya cerradas
El Village Gate se convierte en una saco de silencio.
Me vuelvo contorsionista de energías y caderas,
exprimo todo mi cuerpo, destilo fuerzas vitales,
cíclope de ojo vacío, como el saxo que me aturde,
la trompeta que me sorbe me expulsa figura etérea.
Desde su boca yo nazco, en manos del bajo crezco...
aumenta ya mi energía, llego al éxtasis atónito,
grito al nocturno equilibrio, me cambio en la batería:
y a violentas dentelladas todo el placer me desgarra.
Malabarista de ritmos en tambores y platillos
borbotón de la cascada invade mi corazón...
la lluvia en techo de zinc, el trapiche de mi casa
aguaceros de mi trópico, de menta los cafetales.
La arena en la superficie de los címbalos rodando
lanza de acero atraviesa de repente entre las luces,
tras los herméticos músicos, tras las puertas ya cerradas
El Village Gate se convierte en una saco de silencio.
Desde su boca yo nazco, en manos del bajo crezco...
aumenta ya mi energía, llego al éxtasis atónito,
grito al nocturno equilibrio, me cambio en la batería:
y a violentas dentelladas todo el placer me desgarra.
Malabarista de ritmos en tambores y platillos
borbotón de la cascada invade mi corazón...
la lluvia en techo de zinc, el trapiche de mi casa
aguaceros de mi trópico, de menta los cafetales.
La arena en la superficie de los címbalos rodando
lanza de acero atraviesa de repente entre las luces,
tras los herméticos músicos, tras las puertas ya cerradas
El Village Gate se convierte en una saco de silencio.
Malabarista de ritmos en tambores y platillos
borbotón de la cascada invade mi corazón...
la lluvia en techo de zinc, el trapiche de mi casa
aguaceros de mi trópico, de menta los cafetales.
La arena en la superficie de los címbalos rodando
lanza de acero atraviesa de repente entre las luces,
tras los herméticos músicos, tras las puertas ya cerradas
El Village Gate se convierte en una saco de silencio.
La arena en la superficie de los címbalos rodando
lanza de acero atraviesa de repente entre las luces,
tras los herméticos músicos, tras las puertas ya cerradas
El Village Gate se convierte en una saco de silencio. | es |
García_Lorca,Federico | <XXI | Por_Las_Ramas_Del_Laurel | Por las ramas del laurel
vi dos palomas oscuras.
La una era el sol,
la otra la luna.
«Vecinita», les dije,
«¿dónde está mi sepultura?»
«En mi cola», dijo el sol.
«En mi garganta», dijo la luna.
Y yo que estaba caminando
con la tierra por la cintura
vi dos águilas de nieve
y una muchacha desnuda.
La una era la otra
y la muchacha era ninguna.
«Aguilitas», les dije,
«¿dónde está mi sepultura?»
«En mi cola», dijo el sol.
«En mi garganta», dijo la luna.
Por las ramas del laurel
vi dos palomas desnudas.
La una era la otra
y las dos eran ninguna. | es |
Rueda,Salvador | <XXI | Novia_De_La_Tierra | Mirarte solo en mi ansiedad espero,
solo a mirarte en mi ansiedad aspiro,
y más me muero cuanto más te miro,
y más te miro cuanto más me muero.
El tiempo, pasa por demás ligero,
lloro su raudo, turbulento giro,
y más te quiero cuanto más suspiro,
y más suspiro cuanto más te quiero.
Deja a tu talle encadenar mi brazo,
y, al blando son con que nos brinda el remo,
la mar surquemos en estrecho lazo.
Ni temo al viento ni a las ondas temo,
que más me quemo cuanto más te abrazo,
y más te abrazo cuanto más me quemo. | es |
Pizarnik,Alejandra | <XXI | Noche | correr no sé dónde
aquí o allá
singulares recodos desnudos
basta correr!
trenzas sujetas a mi anochecer
de caspa y agua colonia
rosa quemada fósforo de seda
creación sincera en surco capilar
la noche desanuda su bagaje
de blancos y negros
tirar detener su devenir | es |
Altolaguirre,Manuel | <XXI | Dolor_Oscuro | ¡Cerrad todas las puertas!
Que angustioso del centro
de mi tiniebla brote
el fantasma apretado;
que su presencia ahuyente
las músicas, los roces,
los perfumes, las vistas;
que su silencio agrande
la sala inmensamente.
¡Cerrad todas las puertas!
Que este dolor se encuentre
desconocido, inmóvil;
que apague mis sentidos
y todo se haga noche:
mi carne, el aire, todo.
Que mi dolor oscuro
no pueda tener límites.
Que para mí no queden
ni luces ni alegrías. | es |
Unamuno,Miguel_de | <XXI | Meditaciones._El_Buitre_De_Prometeo | A la roca del mundo Prometeo,
—que es de los hombres el mejor amigo—,
con divinas cadenas
atado y preso,
se alimenta de penas,
y al buitre acariciando, su castigo,
al buitre Pensamiento, así le dice:
«¿Qué me cuentas? ¿Qué viste
allá en las nubes?
¿Tu cuello acariciando el vil tirano
le temblaba la mano?
¿Era más suave y blanda que ésta mía...?
—¡Ay, ay, ay! que me arrancas el sentido;
¡quieto, quieto, despacio!
¡déjame que te sienta, pues te sacio!
»Vamos, vamos, verdugo,
sumerge tu cabeza aquí, en mi seno,
y engulle mis entrañas
pero no alces el pico,
quedo aprende a comer, sin feas mañas,
ni así me lo sacudas, ¡te suplico!
¡No, no esos desgarrones,
come pausado, la cabeza hundida;
mira que esos tirones
me hacen desfallecer y no te siento;
dame un lento dolor, sordo, apacible;
dame un dolor de vida, pensamiento!
»¡Quieto y pico a la presa!
¿Que mi sangre la vista te oscurece?
¿Y qué te importa?
¿No tienes que comer, fiera insaciable?
Según comes mi carne, ella se acrece.
»Dale, dale, mi buitre, sin cuidado;
no temas que me muera;
manjar tendrás en ti por largos siglos;
común es nuestra vida,
y en tanto me devores
se mantendrá mi vida con dolores.
No busques otro pasto,
mira, mi vida, cómo yo te basto.
»Bajo tus picotazos las entrañas
muriendo me renacen de continuo;
cuando la muerte viene así, de cara,
sin vil disfraz ni engaño,
se puede combatirla;
lo malo es cuando viene de soslayo,
cautelosa, tapada, y sin sentirla;
su violencia no temo, sí su dolo.
»Gracias a ti, mi buitre, no estoy solo;
tengo en ti compañero,
¡mi amigo y carnicero!
la soledá es la nada;
el dolor de pensar es ya un remedio,
mejor tus picotazos que no el tedio...
»¿Adónde volver quieres la cabeza?
¿A ver tu patria, el cielo, por ventura?
¿Buscas leer de Júpiter la frente? 1
¿No te doy carne, carne hasta la hartura?
¿Buscas cobrar de su sonrisa brío?
Toma, toma y bebe mi sangre;
deja, deja al tirano, ¡eres ya mío!
»Y no has de leer su frente, el claro cielo,
pues el vaho de la sangre en que te abrevas
es de tus ojos velo.
»Vamos, quieto, y devórame con calma;
yo te doy carne y sangre, pensamiento,
y Jove, sólo luz, luz sólo y aire...
y qué, ¿no estás contento?
¿Aún pides más? ¿Te has vuelto acaso loco?
¿Te emborrachó mi sangre?
¡Vamos, traga con calma y poco a poco!
»Deja que mis entrañas se renueven
y escarba en mis redaños;
somos viejos amigos, mi verdugo;
pasan los años
¡y tú, a tu faena destructora,
la tela de mi vida desgarrando!
¡Quieto, quieto y devora;
vamos pasando!
»¿Sientes morriña de tu patria el cielo?
¿Quieres volar a la escarpada roca
que cobija tu nido
sirviéndole las nubes de cortina?
No lograrás llegar, te abate a tierra
el buche con mi carne perinchido;
¡es muy alta la sierra!
»¿Que se te gasta el pico?
Lo puedes afilar en mis costillas
que pusiste al desnudo.
»Nacer fue mi delito,
Nacer a la conciencia,
sentir el mar en mí de lo infinito
y amar a los humanos...
¡pensar es mi castigo!
¡Dale, dale de firme, cruel amigo!
»Desde los bordes de tu córnea boca
a mi abierto regazo
mi propia sangre escurre,
como el orvallo cae sobre la grieta
que guarda el manantial do nace el río;
río de que la nube luego brota,
nube que vuelve al río gota a gota.
»¡Cuánto me quieres, buitre mío,
cuánto!
¡Con qué voraz cariño me devoras
encendido en deseo de mi cebo!
¡Sangre eres de mi sangre y es tu carne
de mi carne renuevo!
Me abrazas y me estrechas en tus garras,
como en espasmo de fusión suprema;
tiembla mi cuerpo de dolor entre ellas,
palpitantes amarras,
pero mi alma,
mi alma a ti se vuelve, mi verdugo,
pues que te debe de su vida el jugo.
»Lo que es en mí dolor en ti es delicia,
mi desgracia tu triunfo;
mientras tu corvo pico me acaricia,
con lo que sufro gozas;
para henchirte de vida me destrozas.
»Pero no, no te apartes de mi seno,
que a tu falta me duermo para siempre;
escarba en mis entrañas, pensamiento;
mejor que no el vacío, tu tormento.
Existir, existir, pensar sufriendo
más bien que no dormir, libre de penas,
el sueño sin ensueños, que no acaba;
benditas tus cadenas,
ya que sin ellas pronto me hundiría
de las pálidas sombras en el gremio.
¡Sea inmortal dolor, mi eterno buitre,
y no placer efímero, mi premio!
»Arrímate así más, sobre mí hundido;
al calor de tu pecho arda mi pecho,
guárdamelo del duro aire serrano,
de su creciente hostigo;
más cruel no me seas que el tirano,
y al cumplir su sentencia compasivo
con tus alas protégeme y enjuga
con tu redondo pecho mis heridas;
¡sea bizma su pluma,
blanda esponja, sedeña como espuma!
»Cuando en verano encone mis heridas
el sol por el que vemos y él es ciego,
haz de tus recias alas abanico
y oréame con ellas
al compás de los golpes de tu pico.
Y ahuyéntame las moscas,
las moscas asquerosas, tercas, blandas,
enjambre de gangrena,
mandaderas de sangre y podredumbre;
no envilezcas mi pena;
¡a ellas es imposible me acostumbre!
»¡Todo, todo devóralo, no arrojes
piltrafas a los cuervos;
no soy manjar de echar bajo la mesa;
nada, nada de sobras a los siervos;
toda entera resérvate la presa!
Eres digno de mí, yo de ti digno,
pero los cuervos,
los que aman la carroña...
¡aléjalos, mi buitre, a picotazos!
que sepan que estoy vivo;
¡lejos, lejos de mí, sepultureros,
nos bastamos tú y yo, sin compañeros!
»¿Y esto, se acabará? Todo se acaba,
En la más dura peña gota a gota
el hilo de agua su sepulcro excava
y desde el pétreo y funerario cáliz
su vapor invisible
va a derretirse el cielo.
Gota a gota mi sangre va mellando
estos ferréos lazos
que Hércules y la Fuerza remacharon;
gota a gota los roe con la herrumbre
y ha de quebrar al fin su pesadumbre.
Viva es la sangre, muertas las cadenas;
la guardo como arroyo
de una savia perenne que en las venas
tiene su cauce estrecho.
»Y vosotras, inmobles ligaduras
que me surcáis el pecho,
sois sólo hierro inerte,
y a la larga el que vive es el más fuerte.
Con el jugo inmortal de sus entrañas
arrasar puede el hombre las montañas.
»Y tú, verdugo, te has de hartar un día;
llegarás a las bascas y al hastío;
tupido hasta el gañote
a la modorra abatirás tu brío,
y alicaído, lacio,
te acostarás para dormir tu hartazgo;
colchón tendrás en mí sobre esta roca
en que a merced de tus furores yazgo.
Dormirás para siempre
aquí, mi buitre, en mí, sobre tu presa
y yo, tu pábulo hoy, seré tu huesa.
»Y tú, impasible Júpiter celeste,
Razón augusta, Idea soberana,
Buitre del universo que devoras
mundos, soles, y estrellas,
Tú, a quien los siglos son como las horas,
harto también un día,
la cabeza, almenada de centellas,
doblegarás de la modorra al peso.
Será tu fin, el fin de tu reinado;
sobre ti manda, incontrastable, el Hado.
»¿Y después? ¿Cuando cese el Pensamiento
de regir a los mundos?
¿Y después...?
—¡ay, ay, ay! ¡no tan recio!—
¡no tan recio, mi buitre!
mira que así me arrancas la conciencia;
aún dentro de tu oficio, ¡ten clemencia!» | es |
Gómez_Pescador,Felipe_E. | XXI | Inma_Riegas_Mi_Jardín_Triste | Inma riegas mi jardín triste,
zurces el trozo de corazón que te llevaste,
me acompañas en las malas travesías
cuando en lugar de oros pintan bastos,
pomada para mis heridas,
luz en mi oscuridad,
callado en el que me apoyo,
compañera en mi soledad,
ahora lleno de dicha estoy,
porque mis anhelos ya no lo son,
ahora por fin me quieres. | es |
Greiff,León_de | <XXI | Relato_De_Harald_De_Obscuro | Oh playas verdeantes de algas marinas, sobre
las guijas de estridente diamante y flavo cobre.
Oh piélagos preñados de la cálida voz de las sirenas.
Oh piélagos que nutre denso susurro: —trenos
de náufragos a la deriva por sus senos
procelosos, y que yá dormirán en las ondas serenas.
Yo anhelo tus ilímites planicies: hielos glaucos,
brumas, nieblas —última Thule— para ulular mis turbios himnos raucos!
Yo soy Harald, soy Harald el Obscuro.
Todos los viajes, todos mis viajes, son viajes de regreso.
Yo torno ahora, retorno ahora del azur y hacia el azur. 1
Violada luz diaprea sus rútilos zafiros.
Voz de sangre sus zafiros denigra.
Mas nó otro azur desea mi vagabundo sueño:
sólo ése azur cebrado de vïolas, ése azur ocelado de abenuz..!
Oh piélagos transidos de agorera pavura irremisible.
Oh piélagos que asorda gríseo clangor: equale
de trombones, en lento ritmo y voz velada, audible
sólo para los seres que un Fátum fúnebre señale...
Yo anhelo tus ilímites planicies: hielos glaucos,
brumas, nieblas —última Thule— para ulular mis turbios himnos raucos!
Yo soy Harald, soy Harald el Obscuro.
Yo sólo amo tu amor, fatal Isolda.
Erigiremos en todos los caminos nuestra gitana tolda aventurera.
Yo sólo amo tu amor, oh brava Isolda!
Brava Isolda hechicera!
Yo soy Tristán de Leonís: —ligera
por todos los océanos nuestra nao pirata
discurrirá indolente, con viento ameno o duro; 2
bajo la lumbre de topacio
del sol;
bajo la luz morena de la rosa de plata;
o en la noche ceñuda —lúgubre y agorera—. 3
Por todos los océanos nuestro amor, y el espacio
sin lindes, y el ensueño, y hacia lo ignoto navegar... 4
Por todos los océanos nuestra libre galera:
y en el palo cimero la flámula escarlata
con una rosa endrina,
y en nuestros corazones la rosa purpurina
y la flámula negra...
Nuestra nao pirata
discurrirá por todos los océanos al azar, al azar, al azar... 5
Erigiremos en todos los caminos nuestra gitana tolda aventurera, 6
y el refugio ilusorio de nuestro ciclo errátil e inseguro...
Yo sólo amo tu amor, mi brava Isolda,
yo sólo amo tu amor, Ilse hechicera,
yo soy Tristán, soy Harald el Obscuro.
Dancé cantando mi canción acerba.
Era el véspero, casi la noche, era el véspero de ceniza.
El tardeño cocuyo su luz irradïaba.
Su lumbre ingenua mi ingenuo corazón iluminaba.
Mas mi espíritu pérfido mi ingenuidad enerva,
y en el ingenuo corazón desliza
fragante zumo de su ponzoñosa hierba.
Yo soy Tristán, soy Harald el Obscuro.
Divagar. Divagar por inéditos climas.
Metafísicos vórtices. Remansada sapiencia.
Júbilo y alborozo sensüales.
Ebrias sedes. Acidia muelle. Venus autumnales,
ingrávidas adolescentes: oh vendimias opimas...!
Al propio tiempo, nugacidad y vacío, y nesciencia...
Oh mujer, arcangélico vampiro,
demoníaca Ofelia, cándida cervatilla, híspido
endriago!
Todo lo excelso aroma en tu sollozo y en tu suspiro y en tu sonrisa!
Perfuma en tu pasión lo deletéreo y lo inefable, lo joyoso y lo aciago!
Tifón de tempestades y sosegada brisa
cantan en tu pasión:
y un trémulo murmurio pulcro balbuce en tu corazón!
Yo soy Harald, soy Harald el Obscuro.
Yo soy Tristán de Leonís, acedo.
Yo sólo amo tu amor, Ilse hechicera,
yo sólo amo tu amor, fatal Isolda,
mi brava Isolda!
Yo soy Harald, soy Lancelot: —blanda sonrisa, corazón perjuro;
yo sólo amo tu amor, tu amor áspero y ledo,
venenoso y lustral, proclive y puro,
pérfido y claro, y abisal y erguido!
Yo sólo amo tu amor. Ilse hechicera,
Furia hechicera, Lálage hechicera:
Yo sólo de tu amor —Ilse— me curo:
y al azar de las rutas erigiremos nuestra tolda,
fatal Isolda,
y en nuestra tolda un penumbroso nido,
y al azar de los vientos singlará nuestra nao aventurera...
Yo soy Harald, soy Harald el Obscuro. | es |
Ramos_Sucre,José_Antonio | <XXI | Yo_Visité_La_Ciudad_De_La_Penumbra_Y_De_Los_Colores_Ateridos_Y_El_Enfado | Yo visité la ciudad de la penumbra y de los colores ateridos y
el enfado y la melancolía sobrevinieron a entorpecer mi voluntad.
El sol de un mes de lluvia provocaba el hechizo del
plenilunio en el espejo del suelo glacial. Yo salí a recrear la
vista por calles y plazas y pregunté el nombre de las estatuas
vestidas de hiedra. Prelados y caballeros, desde los zócalos
soberbios, infundían la nostalgia de los siglos armados de una
república episcopal.
Una iglesia esculpida y cincelada imitaba la de San
Sebaldo en la vetusta Nuremberg. Las imágenes de la puerta
reproducían el semblante del águila, del león y
del buey.
Los nativos se esmeraban en la fábrica de
juguetes infantiles, de tiorbas angélicas, salterios y
laúdes. Una doncella me separó de la reverencia a los
monumentos arcaicos, me otorgó el privilegio de su amistad y
vino a referirme su vida sombría, un ejemplo de sencillez y de
sacrificio. Ofrendaba su juventud a la memoria de un hermano fallecido
antes de tiempo y lo sustituía, conservándose pura y
célibe, en el consejo de una orden militar.
El sol de un mes de lluvia provocaba el hechizo del
plenilunio en el espejo del suelo glacial. Yo salí a recrear la
vista por calles y plazas y pregunté el nombre de las estatuas
vestidas de hiedra. Prelados y caballeros, desde los zócalos
soberbios, infundían la nostalgia de los siglos armados de una
república episcopal.
Una iglesia esculpida y cincelada imitaba la de San
Sebaldo en la vetusta Nuremberg. Las imágenes de la puerta
reproducían el semblante del águila, del león y
del buey.
Los nativos se esmeraban en la fábrica de
juguetes infantiles, de tiorbas angélicas, salterios y
laúdes. Una doncella me separó de la reverencia a los
monumentos arcaicos, me otorgó el privilegio de su amistad y
vino a referirme su vida sombría, un ejemplo de sencillez y de
sacrificio. Ofrendaba su juventud a la memoria de un hermano fallecido
antes de tiempo y lo sustituía, conservándose pura y
célibe, en el consejo de una orden militar.
Una iglesia esculpida y cincelada imitaba la de San
Sebaldo en la vetusta Nuremberg. Las imágenes de la puerta
reproducían el semblante del águila, del león y
del buey.
Los nativos se esmeraban en la fábrica de
juguetes infantiles, de tiorbas angélicas, salterios y
laúdes. Una doncella me separó de la reverencia a los
monumentos arcaicos, me otorgó el privilegio de su amistad y
vino a referirme su vida sombría, un ejemplo de sencillez y de
sacrificio. Ofrendaba su juventud a la memoria de un hermano fallecido
antes de tiempo y lo sustituía, conservándose pura y
célibe, en el consejo de una orden militar.
Los nativos se esmeraban en la fábrica de
juguetes infantiles, de tiorbas angélicas, salterios y
laúdes. Una doncella me separó de la reverencia a los
monumentos arcaicos, me otorgó el privilegio de su amistad y
vino a referirme su vida sombría, un ejemplo de sencillez y de
sacrificio. Ofrendaba su juventud a la memoria de un hermano fallecido
antes de tiempo y lo sustituía, conservándose pura y
célibe, en el consejo de una orden militar. | es |
Sánchez-Rojas,Patricio | XXI | El_Paraguas_Rojo | Arriban a este puerto cansados trasatlánticos
y hendidos en la proa desertan ante el vino
y abócanse a los vasos recios hombres
con barbas pusilánimes
son viejos marineros que acódanse a la barra
confiados como mástiles
y beben vino a sorbos al son de una guitarra
sois bravos marineros murmuran las rameras
buscando ser amadas
oh rojas jarreteras!
y caen rojos guantes ya ebrios sobre el suelo
y glúteos que se abren
agólpanse en un sexo
las copas en las mesas conservan sus latidos
de copas postergadas
al son de una guitarra y en fin los marineros
de un barco de otros puertos
exploran nuevas aguas al son de una guitarra
sois bravos marineros
la noche ya se acaba! | es |
Gómez_Avellaneda,Gertrudis | <XXI | Voz_De_Los_Cocuyos | También nosotros, que estrellas
Fuimos de un ignoto cielo,
Y descendimos al suelo
Cuando ella el suelo pisó,
Hoy lanzamos con orgullo
El resplandor que te asombra,
Porque abrillante la alfombra
De la tierra en que nació. | es |
Acuña,Manuel | <XXI | La_Brisa_(Imitación) | Aliento de la mañana
que vas robando en tu vuelo
la esencia pura y temprana
que la violeta lozana
despide en vapor al cielo:
Dime, soplo de la aurora,
brisa inconstante y ligera,
¿vas por ventura a esta hora
al valle que te enamora
y que gimiendo te espera?
¿O vas acaso a los nidos
de los jilgueros cantores
que en la espesura escondidos
te aguardan medio adormidos
sobre sus lechos de flores?
¿O vas anunciando acaso,
soplo del alba naciente,
al murmurar de tu paso,
que el muerto sol del ocaso
se alza un niño en Oriente?
Recoge tus leves alas,
brisa pura del Estío,
que los perfumes que exhalas
vas robando entre las galas
de las violetas del río.
Detén tu fugaz carrera
sobre las risueñas flores
de la loma y la pradera,
y ve a despertar ligera
al ángel de mis amores.
Y dile, brisa aromada,
con tu murmullo sonoro,
que ella es mi ilusión dorada,
y que en mi pecho grabada
como a mi vida la adoro. | es |
Felipe,León | <XXI | Poemas_Menores_I | No es lo que me trae cansado
este camino de ahora.
No cansa
una vuelta sola.
Cansa el estar todo un día,
hora tras hora,
y día tras día un año
y año tras año una vida
dando vueltas a la noria. | es |
Guillén,Jorge | <XXI | Más_Allá_Iv | El balcón, los cristales
Unos libros, la mesa.
¿Nada más esto? Sí,
Maravillas concretas.
Material jubiloso
Convierte en superficie
Manifiesta a sus átomos
Tristes, siempre invisibles.
Y por un filo escueto,
O al amor de una curva
De asa, la energía
De plenitud actúa.
¡Energía o su gloria!
En mi dominio luce
Sin escándalo dentro
De lo tan real, hoy lunes.
Y ágil, humildemente,
La materia apercibe
Gracia de Aparición:
Esto es cal, esto es mimbre. | es |
Loynaz,Dulce_María | <XXI | Poema_Cxiv | El mundo entero se me ha quedado vacío, dejado por los
hombres que se olvidaron de llevarme.
Sola estoy en esta vasta tierra, sin más compañía que los
animales que tampoco los hombres necesitan, que los árboles
que no creen necesitar.
Y mañana, cuando les falte el canto de la alondra o el perfume
de la rosa, se acordarán de que hubo una flor y que hubo un
pájaro. Y pensarán acaso que era bueno tenerlos.
Pero cuando les falte mi verso tímido, nadie sabrá que alguna
vez yo anduve entre ellos. | es |
Burgos,Julia_de | <XXI | No_Es_Él_El_Que_Me_Lleva... | No es él el que me lleva...
Es mi vida que en su vida palpita.
Es la llamada tibia de mi alma
que se ha ido a cantar entre sus rimas.
Es la inquietud de viaje de mi espíritu
que ha encontrado en su rumbo eterna vía.
El y yo somos uno.
Uno mismo y por siempre entre las cimas;
manantial abrazando lluvia y tierra;
fundidos en soplo la y brisa
blanca mano enlazando piedra y oro;
hará cósmica uniendo noche y día.
El y yo somos uno.
Uno mismo y por siempre en las heridas.
Uno mismo y por siempre en la conciencia.
Uno mismo y por siempre en la alegría.
Yo saldré de su pecho a ciertas horas,
cuando él duerma el dolor en sus pupilas,
en cada eco bebiéndome lo eterno,
y en cada alba cargándome una sonrisa.
Y seré claridad para sus manos
cuando se vuelquen a trepar los días,
en la lucha sagrada del instinto
por salvarse de ráfagas suicidas.
Si extraviado de senda, por los locos
enjaulados del mundo, fuese un día,
una luz disparada por mi espíritu
le anunciará el retorno hasta mi vida.
No es él el que me lleva...
Es su vida que corre por la mía. | es |
Diego_Villarrubia,Jonás | XXI | Mi_Llamada | Livianas cortinas,
abanicos de humo tus pestañas,
que arañan el cielo
que apagan el sol escondido de tus ojos
agujeros negros que me absorben,
brillo que embriaga tus luceros.
Tardes grabadas en cincel de cielos
que rompen en las mañanas tu rocío
al despertar serenos de noche de guerra.
No era mi voz que era el eco
eco de mi repetido pensamiento
que se convierte en grito
¡Sueño que quiero y muero!
¿Te imaginas lo que siento? | es |
Flórez,Julio | <XXI | Y_En_Esa_Duda_Me_Revuelvo_Gimo | Y en esa duda me revuelvo gimo
no sé si al acercarme, en esta hora,
a ti—destello de la gran aurora
celestial—te complazco o te lastimo.
Mas, como tengo tu constante mimo,
esperaré a la Muerte bienhechora
que me aproxime a ti, ¡dulce señora!
¡ya que a ti por tu bien, no me aproximo!
Qué importa mis constantes sin sabores;
qué de mi suerte las terribles sañas
en este inmenso valle de dolores,
si sé que por doquiera me acompañas,
porque te llevo —¡amor de mis amores!—
como me llevaste... ¡en las entrañas! | es |
Sabines,Jaime | <XXI | Quiero_Hacerte_Un_Poema | ¡Quiero hacerte un poema, darte unas flores, un plato de comida que te guste, alguna fruta, un buen trago; llevarte a tus nietos, comunicarte una noticia estupenda.
De la ventana de tu casa me he regresado porque tu casa esta vacía inexplicablemente.
¿Qué le pasa al mundo?
Me he puesto a trabajar como un burro tratando de ocuparme, de traerme al mundo, de estar con las cosas. Lo he logrado. ¡Pero hay un instante de lucidez, un solo instante!
"Si vuelves atrás la mirada quedaras hecho una estatua de sal." Y yo soy, apenas, un hombre de piedra que quiere ver hacia adelante | es |
Arciniegas,Ismael_Enrique | <XXI | ¿Por_Qué_Mar,_Y_Otro_Mar,_Y_Años_Sin_Cuento | ¿Por qué mar, y otro mar, y años sin cuento
—Quién lo sabrá jamás, oh nacarado
Y hermoso caracol— habrás rodado
Entre algas y olas que conduce el viento?
Lejos ahora del rugir violento,
De arena hallaste al fin lecho dorado;
Mas vana es tu esperanza desolado
En ti siempre del mar gime el lamento.
Es hoy mi corazón cárcel sonora;
Y como sin cesar suspira y llora
Dentro del caracol el océano,
Así de esta alma en el oscuro fondo,
Donde Ella siempre vive, eterno y hondo
Ruge en las sombras el rumor lejano. | es |
Agustini,Delmira | <XXI | Vagos_Preludios._En_La_Noche_Espléndida | Vagos preludios. En la noche espléndida
Su voz de perlas una fuente calla,
Cuelgan las brisas sus celestes pifanos
En el follaje. Las cabezas pardas
De los búhos acechan.
Las flores se abren más, como asombradas.
Los cisnes de marfil tienden los cuellos
En las lagunas pálidas.
Selene mira del azul. Las frondas
Tiemblan... y todo! hasta el silencio, calla...
Es que ella pasa con su boca triste
Y el gran misterio de sus ojos de ámbar,
A través de la noche, hacia el olvido,
Como una estrella fugitiva y blanca.
Como una destronada reina exótica
De bellos gestos y palabras raras.
Horizontes violados sus ojeras
Dentro sus ojos —dos estrellas de ámbar—
Se abren cansados y húmedos y tristes
Como llagas de luz que quejaran.
Es un dolor que vive y que no espera,
Es una aurora gris que se levanta
Del gran lecho de sombras de la noche,
Cansada ya, sin esplendor, sin ansias
Y sus canciones son como hadas tristes
Alhajadas de lágrimas... | es |
Moreno_Villa,José | <XXI | Pasan_Tus_Ojos_Inquietos | Pasan tus ojos inquietos
por el tapiz oriental...
Signos de cábala, enigmas,
policromías... quizás
por el bosque de sus líneas
caminando, pensarás
que esas rayas que se cruzan,
y que vuelven, y se van,
y se rizan locamente,
las trazó tu pie al andar.
Tu pie, pobre pie de ciego
que no sabe a dónde va,
ni por qué es dura la tierra,
ni por qué tiene que andar...
Pie de ciego, que ha pintado
de carmín la blanca paz
del sendero, y consentido
su esperanza derramar
como un hilo verde, encima
del tapiz de la verdad. | es |
Gautier_Benítez,José | <XXI | Un_Noble_Marino_Anciano | Un noble marino anciano,
del viento y del sol curtido
abandonó, ya rendido
los embates de la mar;
Y no de las ondas lejos,
en la cercana ribera,
alzó la quinta, y la era,
y el jardín, y el palomar.
En su báculo apoyado
llegó luego a la vecina
aldea, la noble ruina
que retaba al aquilón;
Y allí pidió balbuciente
a un pobre y rudo aldeano,
de una doncella la mano,
de una niña el corazón.
Ya olvida entre dulces lazos
sus pasados sinsabores
y de sus tardos amores
brotan los frutos al fin;
Ya hay manecillas y gritos
que asustan a las palomas;
quien rompa flores y pomas
corriendo por el jardín.
Pero es muy tarde, y emprende
su viaje para el cielo
el que cruzó con anhelo
las llanuras de la mar.
¿Dejaré, como el marino,
el bien, apenas logrado?...
¿Habré tarde levantado
quinta, huerto y palomar? | es |
Martínez,Daniel_Omar | XXI | Una_Vez | Una vez
nada más
es necesario
que duela el olvido
o se caiga
en las manos
de la derrota
una vez
nada más
para empezar
a comprender
la vida
una vez
nada más
para empezar
a comprender
la vida | es |
Huidobro,Vicente | <XXI | En | El corazón del pájaro
El corazón que brilla en el pájaro
El corazón de la noche
La noche del pájaro
El pájaro del corazón de la noche
Si la noche cantara en el pájaro
En el pájaro olvidado en el cielo
El cielo perdido en la noche
Te diría lo que hay en el corazón que bulle en el pájaro
La noche perdida en el cielo
El cielo perdido en el pájaro
El pájaro perdido en el olvido del pájaro
La noche perdida en la noche
El cielo perdido en el cielo
Pero el corazón es el corazón del corazón
Y habla por la boca del corazón | es |
Pardo_García,Germán | <XXI | ¡Lucrecio_Caro!_Y_El_Genial_Poema | ¡Lucrecio Caro! Y el genial poema
quedó en la azul inmensidad escrito.
Fue un trueno universal, un hondo rito
y la detonación de un anatema.
¡Ay del que sufra ante la Muerte y tema,
porque el alma no existe! Y ese grito
de su liberación, al infinito
le dio otro fuego y su rescoldo aún quema.
Así cantó como rebelde y santo.
Su mocedad se deshojó en el llanto
de una pasión feral, como el Destino.
¡Y quién sabe Si el Tiempo, o la Locura
cavaron a sus pies la sepultura
del gigantesco pensador latino! | es |
Caseiro,María_Eugenia | XXI | Sonsonete | A la hora vertical que ya no duele
devuélveme sin laberintos a encontrarte
arrancado fucilante a contraluz el verso.
(Tu voz cayendo al infinito fruto alado nomeolvides nunca
bruñéndome la oreja).
Bostézame tu amanecer en la quijada
crujiendo tan sublime ambigüedad al dente
tuétano del gesto.
Tras ese dulce cadáver de compases se me van los dedos... | es |
Altolaguirre,Manuel | <XXI | A_Veces_Las_Más_Tristes_Realidades | A veces las más tristes realidades
no llegan por mis ojos a mi alma,
ni devastan con llantos y tormentas
las tierras interiores de mi sueño.
No me dejo apresar por lo aparente,
lo transitorio de esta vida;
sólo una brisa breve me propaga.
No soy cruel, amigos. Conocedme.
Lo inhumano de mí es que no muero. | es |
Véner,Alonso | XXI | Oscuridades | Mujer, es para mí quererte la agonía,
el sueño perdido en la arena de la isla,
veredas que deshojan al viento como a lilas,
la noche tan poblada de remotos centelleos,
los cabellos que recorren la distancia de tu adiós.
Es para mí, mujer, quererte la alegría,
cosechar cada mañana tu sonrisa retoñada,
el chapoteo de los niños en el arroyuelo,
el perfume de tus calles como abrazos,
el silbido distante de las gaviotas sobre el faro,
la hierba inquieta, los veleros en la tarde.
Quererte, mujer, es para mí
como el vaivén de tus olas y la brisa,
como el reflejo blanquecino de las rocas,
como callar mi fervor junto a la hoguera,
el recuerdo forjado en tu divina soledad. | es |
Parra,Nicanor | <XXI | Quién_Eres_Tú_Repentina | Quién eres tú repentina
Doncella que te desplomas
Como la araña que pende
Del pétalo de una rosa.
Tu cuerpo relampaguea
Entre las maduras pomas
Que el aire caliente arranca
Del árbol de la centolla.
Caes con el sol, esclava
Dorada de la amapola
Y lloras entre los brazos
Del hombre que te deshoja.
iEres mujer o eres dios
Muchacha que te incorporas
Como una nueva Afrodita
Del fondo de una corola?
Herida en lo más profundo
Del cáliz. te desenrollas.
Gimes de placer, te estiras.
Te rompes como una copa.
Mujer parecida al mar
—Violada entre ola y ola—
Eres más ardiente aún
Que un cielo de nubes rojas.
La mesa está puesta, muerde
La uva que te trastorna
Y besa con ira el duro
Cristal que te vuelve loca. | es |
Neruda,Pablo | <XXI | Pregunta_Xl | A quién el cóndor andrajoso
da cuenta de su cometido?
Cómo se llama la tristeza
en una oveja solitaria?
Y qué pasa en el palomar
si aprenden canto las palomas?
Si las moscas fabrican miel
ofenderán a las abejas? | es |
Coronel_Urtecho,José | <XXI | Mi_Señora,_Tan_Luego_Se_Levanta | Mi señora, tan luego se levanta
va a cazar un venado matutino,
sin miedo a los colmillos del zaíno,
ni al mortal topetazo de la danta.
Entra con ojo alerta y firme planta
en la espesura donde no hay camino,
y de los matorrales, repentino,
salta un venado que su paso espanta.
Ella rápida apresta su escopeta,
veloz le apunta, le dispara y mata
—y después el marido, que es poeta,
cuando regresa la mujer que adora,
en un soneto clásico relata
la bella hazaña de la cazadora. | es |
Bañuelos,Juan | <XXI | Subir,_Bajar_Escaleras_Del_Horizonte | Subir, bajar escaleras del horizonte;
tenderse en un gran ojo
y ver la noche amontonada entre los astros.
De súbito, el mar a nuestros pies
inundándonos.
De pronto, el corazón retrasando su llegada.
Páramo de hermosura,
¿qué dijo el vuelo sin los pájaros
y qué el cielo, peinado de relámpagos?
Húmedo de animal grité en la niebla.
Nadie: la voz no devuelve nada.
En la oscuridad, alguien obtuvo su respuesta
de un espejo.
En el hueco de las horas
ahí me duermo. Deletreo mi ser,
y vuelve a abrir los párpados la calma.
(¡Qué libertad el sueño!)
Mientras añado magnitud al cielo,
repite el que dejo en la puerta:
—asno impaciente sobre el camino de la palabra,
toca de nuevo la flauta;
mientras una estrella rompe la noche
dale duro, araña, a tu danza.
Y repite, insiste, el que dejé en la entrada:
—reposa tú, lagarto, con la cabeza tendida en la playa.
¡Quítese los ojos la luz,
pero tú, tú, Dos de la mañana,
desátame las manos,
que está colgado mi cuerpo de mi alma! | es |
Vallejo,César | <XXI | Esta_Noche_Desciendo_Del_Caballo | Esta noche desciendo del caballo,
ante la puerta de la casa, donde
me despedí con el cantar del gallo.
Está cerrada y nadie responde.
El poyo en que mamá alumbró
al hermano mayor, para que ensille
lomos que había yo montado en pelo,
por rúas y por cercas, niño aldeano;
el poyo en que dejé que se amarille al sol
mi adolorida infancia... ¿Y este duelo
que enmarca la portada?
Dios en la paz foránea,
estornuda, cual llamando también, el bruto;
husmea, golpeando el empedrado. Luego duda,
relincha,
orejea a viva oreja.
Ha de velar papá rezando, y quizás
pensará se me hizo tarde.
Las hermanas, canturreando sus ilusiones
sencillas, bullosas,
en la labor para la fiesta que se acerca,
y ya no falta casi nada.
Espero, espero, el corazón
un huevo en su momento, que se obstruye.
Numerosa familia que dejamos
no ha mucho, hoy nadie en vela, y ni una cera
puso en el ara para que volviéramos.
Llamo de nuevo, y nada.
Callamos y nos ponemos a sollozar, y el animal
relincha, relincha más todavía.
Todos están durmiendo para siempre,
y tan de lo más bien, que por fin
mi caballo acaba fatigado por cabecear
a su vez, y entre sueños, a cada venia, dice
que está bien, que todo está muy bien.
El poyo en que mamá alumbró
al hermano mayor, para que ensille
lomos que había yo montado en pelo,
por rúas y por cercas, niño aldeano;
el poyo en que dejé que se amarille al sol
mi adolorida infancia... ¿Y este duelo
que enmarca la portada?
Dios en la paz foránea,
estornuda, cual llamando también, el bruto;
husmea, golpeando el empedrado. Luego duda,
relincha,
orejea a viva oreja.
Ha de velar papá rezando, y quizás
pensará se me hizo tarde.
Las hermanas, canturreando sus ilusiones
sencillas, bullosas,
en la labor para la fiesta que se acerca,
y ya no falta casi nada.
Espero, espero, el corazón
un huevo en su momento, que se obstruye.
Numerosa familia que dejamos
no ha mucho, hoy nadie en vela, y ni una cera
puso en el ara para que volviéramos.
Llamo de nuevo, y nada.
Callamos y nos ponemos a sollozar, y el animal
relincha, relincha más todavía.
Todos están durmiendo para siempre,
y tan de lo más bien, que por fin
mi caballo acaba fatigado por cabecear
a su vez, y entre sueños, a cada venia, dice
que está bien, que todo está muy bien.
Dios en la paz foránea,
estornuda, cual llamando también, el bruto;
husmea, golpeando el empedrado. Luego duda,
relincha,
orejea a viva oreja.
Ha de velar papá rezando, y quizás
pensará se me hizo tarde.
Las hermanas, canturreando sus ilusiones
sencillas, bullosas,
en la labor para la fiesta que se acerca,
y ya no falta casi nada.
Espero, espero, el corazón
un huevo en su momento, que se obstruye.
Numerosa familia que dejamos
no ha mucho, hoy nadie en vela, y ni una cera
puso en el ara para que volviéramos.
Llamo de nuevo, y nada.
Callamos y nos ponemos a sollozar, y el animal
relincha, relincha más todavía.
Todos están durmiendo para siempre,
y tan de lo más bien, que por fin
mi caballo acaba fatigado por cabecear
a su vez, y entre sueños, a cada venia, dice
que está bien, que todo está muy bien.
Ha de velar papá rezando, y quizás
pensará se me hizo tarde.
Las hermanas, canturreando sus ilusiones
sencillas, bullosas,
en la labor para la fiesta que se acerca,
y ya no falta casi nada.
Espero, espero, el corazón
un huevo en su momento, que se obstruye.
Numerosa familia que dejamos
no ha mucho, hoy nadie en vela, y ni una cera
puso en el ara para que volviéramos.
Llamo de nuevo, y nada.
Callamos y nos ponemos a sollozar, y el animal
relincha, relincha más todavía.
Todos están durmiendo para siempre,
y tan de lo más bien, que por fin
mi caballo acaba fatigado por cabecear
a su vez, y entre sueños, a cada venia, dice
que está bien, que todo está muy bien.
Numerosa familia que dejamos
no ha mucho, hoy nadie en vela, y ni una cera
puso en el ara para que volviéramos.
Llamo de nuevo, y nada.
Callamos y nos ponemos a sollozar, y el animal
relincha, relincha más todavía.
Todos están durmiendo para siempre,
y tan de lo más bien, que por fin
mi caballo acaba fatigado por cabecear
a su vez, y entre sueños, a cada venia, dice
que está bien, que todo está muy bien.
Llamo de nuevo, y nada.
Callamos y nos ponemos a sollozar, y el animal
relincha, relincha más todavía.
Todos están durmiendo para siempre,
y tan de lo más bien, que por fin
mi caballo acaba fatigado por cabecear
a su vez, y entre sueños, a cada venia, dice
que está bien, que todo está muy bien.
Todos están durmiendo para siempre,
y tan de lo más bien, que por fin
mi caballo acaba fatigado por cabecear
a su vez, y entre sueños, a cada venia, dice
que está bien, que todo está muy bien. | es |
Hartzenbusch,Juan_Eugenio | <XXI | En_La_Inauguración_Del_Instituto_Español | Cual es la criatura
De tantas como encierra
La doble inmensidad de mar y tierra;
Cuál es el triste ser a quien natura
Los dones de su amor de suerte tasa,
Que de madrastra rigurosa y dura
Con él parece codiciar el nombre?—
Pródiga para todos, sólo escasa,
Sólo injusta y cruel es para EL HOMBRE.
Le negó la firmísima pupila
Del ave que a su antojo,
Cerniéndose en la atmósfera tranquila,
Examina del sol el disco rojo:
No le armó con la planta
Del fugitivo ciervo
Que al viento se adelanta;
No con la garra del león, ni diole
Del coloso selvático la mole:
De nombre rey, por su impotencia siervo,
De riesgos donde quiera
Y enemigos sin número cercado;
Al verle de pujanza desarmado
Con que su ruina el infeliz estorbe,
Mejor imaginársele pudiera
Nacido más para manjar de fiera
Que para dueño y árbitro del orbe.
Él es, empero, su señor. Su mano,
Si tan débil por sí, tan desvalida,
Con otra y otra y ciento y mil unida
Se reviste de impulso soberano,
Y desata el indómito torrente
De fuerza a cuyo empuje,
Redoblado y creciente,
Junta la creación resiste en vano.
Por el hombre vencido, el tigre ruge,
Y dócil a la rienda y acicate
Se mueve el alazán; el hombre abate
Y ahonda el recio pino,
Y tremolando en él tirantes lonas,
Sobre el inquieto campo cristalino
Lanza flotante puente
Que une entre sí las apartadas zonas:
El trueno aterrador copia a la nube,
Y a la tierra el volcán; en sus entrañas
Negro polvo escondiendo,
Lo incendia; estalla, y con bramido horrendo
Desquicia la explosión y al cielo sube,
Cual brizna leve de menudas cañas,
Deshechas en ceniza las montañas.
Con la preciosa herencia
De la anterior generación uniendo
Su caudal todas de poder y ciencia,
Veloz el hombre sin cesar camina
Por ardua senda que su mano allana,
Sediento de arribar al alto punto
Límite del saber y dicha humana,
Barrera entre el Eterno y su trasunto,
Solio que al del empíreo se avecina;
Y aquel mísero ser a quien mezquina
Dotar nos pareció naturaleza,
Formándole de intento
Símbolo derisorio de flaqueza;
Ese mismo, tan débil cuando SOLO,
Erguida la cabeza,
Domina EN SOCIEDAD de polo a polo;
Y alza su omnipotente pensamiento
Ya tan audaz el vuelo de sus alas,
Que osa en el aire suspender escalas,
Y amenaza asaltar el firmamento.
Así los rayos fúlgidos de Apolo,
Que en la diáfana bóveda perdidos
Esparcen solamente
Blando calor, aliento del viviente,
En el foco oprimidos
Del espejo de Arquímedes ardiente,
Se truecan en centella destructora,
Que árboles, piedras y metal devora.
Ved cuál de Siracusa
Se agolpa en las almenas
Muchedumbre que al mar mira confusa.
Tiembla el guerrero, su consorte llora.
« Los bajeles,» exclaman «son aquéllos
De Roma, de la bárbara invasora:
Suspendidas se ven de sus entenas,
Y prontas a cebarse en nuestros cuellos
La vara, y la segur, y las cadenas.»—
Un hombre el rayo de la ciencia vibra,
Y de tiranos a su patria libra.
Ved cómo el brazo tiende
Con el escudo fulminante armado,
Cuya llama voraz el aire enciende.
Paradas en su vuelo arrebatado
Caen en polvo las marinas aves;
Las olas hierven; las soberbias naves
Nadante hoguera son. Hórrida grita
Por entre el humo suena,
Y en temerosos ecos se difunde.
Si el romano en el mar se precipita,
Síguele el fuego allí: la escuadra se hunde;
Siracusa la frente alza serena
Y adora al hombre que su ruina evita,
Y en recia voz que el júbilo levanta,
Su libertad y su victoria canta.
Pero triunfos sangrientos y crueles
No son de ambicionar. Sendas de gloria
Varias el hombre ante los ojos mira:
Ramos en sus vergeles
La madre de las Musas, la Memoria,
Ramos guarda de plácidos laureles
Para el compás, y la paleta, y lira.
Adoradores fieles
Somos del genio que el saber inspira,
Y a coronas pacíficas aspira
Nuestro común afán. También recata
La sociedad en su agitado seno
Monstruos que al respirar vierten veneno,
Que contamina y mata.
Crimen, error y tedio forman liga
Contra el ínclito ser que siente y piensa:
Torre aquí se levante de defensa
Donde su diente vil no nos persiga.
Aquí sus luces el saber derrame,
Su asilo mire aquí la desventura,
Despliegue sus encantos la hermosura,
El ingenio se inflame,
Y ardiendo de virtud en llama pura,
Palpite el corazón, admire y ame.
¡Grande empresa en verdad! A darle cima
No será nuestra fuerza poderosa;
Pero español aliento nos anima,
Y el mágico mirar de tanta hermosa.
¿Quién en ignoble ociosidad reposa;
Quién al saber no da vigilia inmensa,
Por lograr de unos labios hechiceros,
Escondida entre aplausos lisonjeros,
Una tierna sonrisa en recompensa?
Obra final del Hacedor divino,
Culto de numen la mujer merece:
Por ella nuestra vida se embellece,
Y enseñarnos tal vez es su destino.
Al lanzarnos nosotros por la vía
Que allá a la cumbre guía
Donde bañado en resplandor descuella
De HUMANIDAD Y CIENCIA el doble templo
Ya en él la planta sella,
Coronada la sien, AUGUSTA BELLA,
Que con la voz nos llama y el ejemplo.
De virtudes y genios reverente
Cerco la ciñe en torno,
Que cien guirnaldas a la regia frente
Solícitos ofrecen por adorno,
Colocando a sus plantas en trofeo
Las insignias de Apeles y de Orfeo.
Constante bienhechora
De la grande nación que en ella adora,
También del INSTITUTO es esperanza,
Cuando al nacer alcanza
Que le tienda su mano protectora.
Crezca, pues, a su sombra guarecida,
Esta que planta débil abre el suelo,
Y riéguela el sudor de nuestro celo;
Que día llegará que se alce erguida,
Y en tronco agigantado convertida,
Superior a las nubes se remonte,
Embarazando con su verde pompa
El ámbito del cóncavo horizonte.
Brío mayor a la constancia nuestra
Los obstáculos den; no haya fatiga
De arredrarnos capaz, hasta que rompa
Las auras con los ecos de su trompa
Justa la fama, y diga
Que la labor de nuestra firme diestra
Rinde a la sociedad precioso fruto,
Y es digno de su nombre el INSTITUTO. | es |
Hermida_González,Jesús | XXI | Si_Pudiera_Llamarte_Desde_La_Larga_Agonía | Si pudiera llamarte desde la larga agonía
que produce el olvido. Desde el imposible
despertar de los días que caen como arena
movediza sobre la memoria y la añoranza.
Si pudiera nombrarte deletreando tu nombre
en medio de otros que me atosigan.
Quedarme con la sustancia que provoca el eco
de sus sílabas o contarlas con dedos apremiantes.
Si te enseñara esta larga y repetida fuente,
este surtidor arterial que dibuja mis caminos
sobre los tenaces músculos de mi existencia.
Este sístole y diástole machacón y costumbrista.
Si pudiera decirte...
Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento.
Si estas heridas pudiera subastar en una oscura feria,
cualquier feria de las que me transitan a diario.
Allí donde los lastimados socavan su fortuna
vendiendo su contenido, hipotecando su continente.
Si este golpe que me di en un camino de mis caminos
tuviera una intención suicida... solamente un acto asesino,
donde la mirada es sangre e ira el suspiro.
Entonces sería cómplice de mi fin y tú lo verías.
Verías como dejo mi último aliento mirándote.
Dejaría la luz desesperada de mis ojos depositada
en los tuyos, como un cierre definitivo, como una mancha
que tendrías hasta el fin de un requiero.
Si pudiera decirte...
Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento.
Tendría en mi piel la brújula perdida de mi norte.
Todas mis fronteras serían pasos abiertos
que tu alimentarías con el tránsito de tu cuerpo.
Recorrerían mi geografía nuevos climas y nuevas esperanzas.
Sentiría mi primavera llenarse de flores.
Sentiría mi verano de soles quemándome.
Sentiría mi otoño lleno de hojas y paisajes.
Sentiría mi invierno venir tranquilamente.
Si pudiera decirte...
...que mandaras tu nombre de golpe a mis labios
y allí se nombrara él solo, perpetuamente.
Si pudiera nombrarte deletreando tu nombre
en medio de otros que me atosigan.
Quedarme con la sustancia que provoca el eco
de sus sílabas o contarlas con dedos apremiantes.
Si te enseñara esta larga y repetida fuente,
este surtidor arterial que dibuja mis caminos
sobre los tenaces músculos de mi existencia.
Este sístole y diástole machacón y costumbrista.
Si pudiera decirte...
Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento.
Si estas heridas pudiera subastar en una oscura feria,
cualquier feria de las que me transitan a diario.
Allí donde los lastimados socavan su fortuna
vendiendo su contenido, hipotecando su continente.
Si este golpe que me di en un camino de mis caminos
tuviera una intención suicida... solamente un acto asesino,
donde la mirada es sangre e ira el suspiro.
Entonces sería cómplice de mi fin y tú lo verías.
Verías como dejo mi último aliento mirándote.
Dejaría la luz desesperada de mis ojos depositada
en los tuyos, como un cierre definitivo, como una mancha
que tendrías hasta el fin de un requiero.
Si pudiera decirte...
Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento.
Tendría en mi piel la brújula perdida de mi norte.
Todas mis fronteras serían pasos abiertos
que tu alimentarías con el tránsito de tu cuerpo.
Recorrerían mi geografía nuevos climas y nuevas esperanzas.
Sentiría mi primavera llenarse de flores.
Sentiría mi verano de soles quemándome.
Sentiría mi otoño lleno de hojas y paisajes.
Sentiría mi invierno venir tranquilamente.
Si pudiera decirte...
...que mandaras tu nombre de golpe a mis labios
y allí se nombrara él solo, perpetuamente.
Si te enseñara esta larga y repetida fuente,
este surtidor arterial que dibuja mis caminos
sobre los tenaces músculos de mi existencia.
Este sístole y diástole machacón y costumbrista.
Si pudiera decirte...
Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento.
Si estas heridas pudiera subastar en una oscura feria,
cualquier feria de las que me transitan a diario.
Allí donde los lastimados socavan su fortuna
vendiendo su contenido, hipotecando su continente.
Si este golpe que me di en un camino de mis caminos
tuviera una intención suicida... solamente un acto asesino,
donde la mirada es sangre e ira el suspiro.
Entonces sería cómplice de mi fin y tú lo verías.
Verías como dejo mi último aliento mirándote.
Dejaría la luz desesperada de mis ojos depositada
en los tuyos, como un cierre definitivo, como una mancha
que tendrías hasta el fin de un requiero.
Si pudiera decirte...
Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento.
Tendría en mi piel la brújula perdida de mi norte.
Todas mis fronteras serían pasos abiertos
que tu alimentarías con el tránsito de tu cuerpo.
Recorrerían mi geografía nuevos climas y nuevas esperanzas.
Sentiría mi primavera llenarse de flores.
Sentiría mi verano de soles quemándome.
Sentiría mi otoño lleno de hojas y paisajes.
Sentiría mi invierno venir tranquilamente.
Si pudiera decirte...
...que mandaras tu nombre de golpe a mis labios
y allí se nombrara él solo, perpetuamente.
Si pudiera decirte...
Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento.
Si estas heridas pudiera subastar en una oscura feria,
cualquier feria de las que me transitan a diario.
Allí donde los lastimados socavan su fortuna
vendiendo su contenido, hipotecando su continente.
Si este golpe que me di en un camino de mis caminos
tuviera una intención suicida... solamente un acto asesino,
donde la mirada es sangre e ira el suspiro.
Entonces sería cómplice de mi fin y tú lo verías.
Verías como dejo mi último aliento mirándote.
Dejaría la luz desesperada de mis ojos depositada
en los tuyos, como un cierre definitivo, como una mancha
que tendrías hasta el fin de un requiero.
Si pudiera decirte...
Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento.
Tendría en mi piel la brújula perdida de mi norte.
Todas mis fronteras serían pasos abiertos
que tu alimentarías con el tránsito de tu cuerpo.
Recorrerían mi geografía nuevos climas y nuevas esperanzas.
Sentiría mi primavera llenarse de flores.
Sentiría mi verano de soles quemándome.
Sentiría mi otoño lleno de hojas y paisajes.
Sentiría mi invierno venir tranquilamente.
Si pudiera decirte...
...que mandaras tu nombre de golpe a mis labios
y allí se nombrara él solo, perpetuamente.
Si estas heridas pudiera subastar en una oscura feria,
cualquier feria de las que me transitan a diario.
Allí donde los lastimados socavan su fortuna
vendiendo su contenido, hipotecando su continente.
Si este golpe que me di en un camino de mis caminos
tuviera una intención suicida... solamente un acto asesino,
donde la mirada es sangre e ira el suspiro.
Entonces sería cómplice de mi fin y tú lo verías.
Verías como dejo mi último aliento mirándote.
Dejaría la luz desesperada de mis ojos depositada
en los tuyos, como un cierre definitivo, como una mancha
que tendrías hasta el fin de un requiero.
Si pudiera decirte...
Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento.
Tendría en mi piel la brújula perdida de mi norte.
Todas mis fronteras serían pasos abiertos
que tu alimentarías con el tránsito de tu cuerpo.
Recorrerían mi geografía nuevos climas y nuevas esperanzas.
Sentiría mi primavera llenarse de flores.
Sentiría mi verano de soles quemándome.
Sentiría mi otoño lleno de hojas y paisajes.
Sentiría mi invierno venir tranquilamente.
Si pudiera decirte...
...que mandaras tu nombre de golpe a mis labios
y allí se nombrara él solo, perpetuamente.
Si este golpe que me di en un camino de mis caminos
tuviera una intención suicida... solamente un acto asesino,
donde la mirada es sangre e ira el suspiro.
Entonces sería cómplice de mi fin y tú lo verías.
Verías como dejo mi último aliento mirándote.
Dejaría la luz desesperada de mis ojos depositada
en los tuyos, como un cierre definitivo, como una mancha
que tendrías hasta el fin de un requiero.
Si pudiera decirte...
Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento.
Tendría en mi piel la brújula perdida de mi norte.
Todas mis fronteras serían pasos abiertos
que tu alimentarías con el tránsito de tu cuerpo.
Recorrerían mi geografía nuevos climas y nuevas esperanzas.
Sentiría mi primavera llenarse de flores.
Sentiría mi verano de soles quemándome.
Sentiría mi otoño lleno de hojas y paisajes.
Sentiría mi invierno venir tranquilamente.
Si pudiera decirte...
...que mandaras tu nombre de golpe a mis labios
y allí se nombrara él solo, perpetuamente.
Verías como dejo mi último aliento mirándote.
Dejaría la luz desesperada de mis ojos depositada
en los tuyos, como un cierre definitivo, como una mancha
que tendrías hasta el fin de un requiero.
Si pudiera decirte...
Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento.
Tendría en mi piel la brújula perdida de mi norte.
Todas mis fronteras serían pasos abiertos
que tu alimentarías con el tránsito de tu cuerpo.
Recorrerían mi geografía nuevos climas y nuevas esperanzas.
Sentiría mi primavera llenarse de flores.
Sentiría mi verano de soles quemándome.
Sentiría mi otoño lleno de hojas y paisajes.
Sentiría mi invierno venir tranquilamente.
Si pudiera decirte...
...que mandaras tu nombre de golpe a mis labios
y allí se nombrara él solo, perpetuamente.
Si pudiera decirte...
Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento.
Tendría en mi piel la brújula perdida de mi norte.
Todas mis fronteras serían pasos abiertos
que tu alimentarías con el tránsito de tu cuerpo.
Recorrerían mi geografía nuevos climas y nuevas esperanzas.
Sentiría mi primavera llenarse de flores.
Sentiría mi verano de soles quemándome.
Sentiría mi otoño lleno de hojas y paisajes.
Sentiría mi invierno venir tranquilamente.
Si pudiera decirte...
...que mandaras tu nombre de golpe a mis labios
y allí se nombrara él solo, perpetuamente.
Tendría en mi piel la brújula perdida de mi norte.
Todas mis fronteras serían pasos abiertos
que tu alimentarías con el tránsito de tu cuerpo.
Recorrerían mi geografía nuevos climas y nuevas esperanzas.
Sentiría mi primavera llenarse de flores.
Sentiría mi verano de soles quemándome.
Sentiría mi otoño lleno de hojas y paisajes.
Sentiría mi invierno venir tranquilamente.
Si pudiera decirte...
...que mandaras tu nombre de golpe a mis labios
y allí se nombrara él solo, perpetuamente.
Si pudiera decirte...
...que mandaras tu nombre de golpe a mis labios
y allí se nombrara él solo, perpetuamente. | es |
Flórez,Julio | <XXI | Yo_Sé_Que_Te_Fastidia_Mi_Presencia | Yo sé que te fastidia mi presencia...
que mi amor te da hastío...
mas, cuando yo sucumba,
y tú te quedes sola en la existencia;
mientras yo sienta el frío de la tumba,
tú sentirás el otro... el otro frío;
¡el espantoso frío de mi ausencia! | es |
Sánchez_Boske,Antonio | XXI | Te_Dije_Adiós_Con_Palabras | Te dije adiós con palabras
Líneas difusas en papel blanqueado
Pero no me despedí con el corazón
Capitán de todos mis pasos
No sé si creí en el reencuentro
O no di crédito a lo vivido
Solo sé que en mí aún perdura
El recuerdo de lo que te he querido
No se fue con el invierno
No se fui con el cierzo
No lo arrastro la lluvia
Ni tampoco el tiempo
Incluso en mis sueños
Que tornaron en pesadilla
Pude ver tu sonrisa
Y tu mirada sobre la mía
Pude sentir tu frescura
Como aquellas tardes otoñales
Donde el río nos cantaba
Y las flores nos guardaban
Mientras el lejano laúd
Con su canto de sirena
Creaba la danza
Para manos entrelazadas
Pero hoy, por fin es el día
Aciaga la hora
En la que sé que lo nuestro
Solo fue un sueño
Dulce en su principio
Amargo su final
Plácido y translucido
Pero de brusco despertar
Hoy es el día
En el que te digo adiós
Parasiempre, infinito
Que no quedará en el olvido
Pero me permitirá vivir,
Tanto como a tu joven cuerpo
Aunque surja en mi mente
Tu borroso recuerdo
No más lágrimas por lo que no fue
No más silencio que padecer
Se fueron rabia y rencor
Quedó tranquilo mi corazón
Los caminos aquí bifurcan
Prosigue el largo paseo
Que ruego para ambos
Sea por siempre placentero
Tus pisadas ya no puedo ver
Tu figura empequeñece
Mi destino espera
Mi gente aguarda
Giro en redondo...
Pronuncio las palabras...
Mi alma descansa...
Mis pasos vuelan | es |
Chocano,José_Santos | <XXI | Rasgó_La_India_El_Velo_De_Su_Nativo_Arcano | Rasgó la india el velo de su nativo arcano
cuando miró los ojos profundos de Cortés.
Dobló la faz, llevándose al corazón la mano;
y hasta sintió la tierra temblar bajo sus pies.
Con sus profundos ojos, el arrogante hispano
fingía un dios helénico entre el bruñido arnés.
Llegó a la india; y, como lo hiciese un soberano,
le dio en la frente un ósculo... y se alejó después.
La india, en una noche de Luna y de leyenda,
buscó a Cortés; y, alzando la lona de su tienda,
llamole, cual lo hiciese Belkís a Salomón.
Él, compasivamente, la recostó en su pecho;
y ella observó, que, a veces, de bajo de aquel lecho
salían misteriosos rugidos de león... | es |
Cruz,Juana_Inés_de_la | <XXI | Que_Muestran_Decoroso_Esfuerzo_De_La_Razón_Contra_La_Vil_Tiranía_De_Un_Amor_Violento | Dime, vencedor rapaz,
vencido de mi constancia,
¿qué ha sacado tu arrogancia
de alterar mi firme paz?
que aunque de vencer capaz
es la punta de tu arpón
el más duro corazón,
¿qué importa el tiro violento
si a pesar del vencimiento
queda viva la razón?
Tienes grande señorío;
pero tu jurisdicción
domina la inclinación,
mas no pasa al albedrío.
Y así librarme confío
de tu loco atrevimiento,
pues aunque rendida siento
y presa la libertad,
se rinde la voluntad,
pero no el consentimiento.
En dos partes dividida
tengo el alma en confusión:
una, esclava a la pasión,
y otra, a la razón medida.
Guerra civil, encendida,
aflige el pecho importuna;
quiere vencer cada una,
y entre fortunas tan varias,
morirán ambas contrarias,
pero vencerá ninguna.
Cuando fuera, amor, te vía,
no merecí de ti, palma;
y hoy que estás dentro del alma
es resistir valentía.
Córrase, pues, tu porfía,
de los triunfos que te gano:
pues cuando ocupas, tirano,
el alma sin resistillo,
tienes vencido el Castillo
e invencible el Castellano.
Invicta razón alienta
armas contra tu vil saña,
y el pecho es corta campaña
a batalla tan sangrienta.
Y así, Amor, en vano intenta
tu esfuerzo loco ofenderme:
pues podré decir, al verme
expirar sin entregarme,
que conseguiste matarme
mas no pudiste vencerme. | es |
Eguren,José_María | <XXI | Hoy_Se_Casa_El_Duque_Nuez | Hoy se casa el Duque Nuez;
viene el chantre, viene el juez
y con pendones escarlata
florida cabalgata;
a la una, a las dos, a las diez;
que se casa el Duque primor
con la hija de Clavo de Olor.
Allí están, con pieles de bisonte,
los caballos de Lobo del Monte,
y con ceño triunfante,
Galo centrino, Rodolfo montante.
Y en la capital está la bella,
mas no ha venido el Duque tras ella;
los magnates postradores,
aduladores
al suelo el penacho inclinan;
los corvados, los bisiestos
dan sus gestos, sus gestos, sus gestos;
y la turba melenuda
estornuda, estornuda, estornuda.
Y a los pórticos y a los espacios
mira la novia con ardor;
son sus ojos dos topacios
de brillor.
Y hacen fieros ademanes,
nobles rojos como alacranes;
concentrando sus resuellos
grita el más hercúleo de ellos:
—¿Quién al gran Dueque entretiene?...
¡ya el gran cortejo se irrita!...
Pero el Duque no viene;
Se lo ha comido Paquita. | es |
Nanjari_Román,Ricardo | XXI | Un_Beso_Furtivo | Un beso furtivo
en el gran bazar de Teherán
enciende a la mujer
cubierta por ropajes negros.
Su fuego interior
no se aplaca en la mezquita
ni con las miradas del Ayatolah
que vigila los pensamientos de la ciudad.
Es la esperanza callada
y la pasión femenina
el verdadero poder y razón
del sentir futuro del pueblo iraní. | es |
Flórez,Julio | <XXI | Es_Una_Tierra_Púber,_Una_Tierra | Es una tierra púber, una tierra
cálida y dulce; es una campesina
sana como los soplos de la sierra
y fuerte como el tronco de una encina.
En sus miradas tenebrosas yerra
un hosco azul de soledad marina,
y su salvaje corazón, que es mina
de candor... fuego de volcán encierra.
Tierra sumisa, nunca trabajada
por ninguno antes que por mí. Mi azada
fue la primera que cavó en su seno.
Y que el polen vertió del amor, entre
el humus generoso de su vientre
bajo la complacencia del Dios Bueno. | es |
Rosario,Jorge_del | XXI | Te_Odio | Te odio
cada vez más
porque no puedo quererte
cada vez menos | es |
San_Isidro,Olga | XXI | Romance | Al igual que un incierto concertista
que en la noche interpreta una sonata,
el cielo se ha vestido de amatista
y en invierno descarga su tocata.
Musitas a mi oído, cual solfista,
los versos que embriagaban como nata
y yo cual aprendiz de sonetista
te recite un relámpago escarlata.
Me amparas, delicada violinista,
y la lluvia se vuelve serenata
que deleita a este amor seminarista.
Cada vez que te miro se desata
vendaval de pasión romanticista
que nos lleva hasta el cielo donde mata. | es |
Chocano,José_Santos | <XXI | Letitiæ | ¡Alégrate, juventud!
La primavera de las almas
ha engarzado en tus sombras una chispa de luz,
que es como aquel lucero
que señaló el sendero del establo a la cruz.
Júntense todas tus miradas
en el divino centro de esa ígnea virtud;
y váyanse tus pasos por el nuevo camino que esa luz te señala.
¡Alégrate, juventud!
Es la gran hora de la Vida.
La mañana ha limpiado los pinceles del Sol
en sus doradas nubes.
Las cumbres se amotinan hambrientas de arrebol.
Y las campiñas enfloradas
se abren las venas llenas de un agua de salud.
Naturaleza madre te dice que es la hora de las resurrecciones.
¡Alégrate, juventud!
Melancolía prematura
quiere amenguar los bríos de tu savia viril.
¡Cede al amor el pecho
y enguirnalda tus sienes con un ramo de abril!
Sobre las tumbas de tus padres
debes pasar tu arado: si abres el ataúd,
verás tú cómo escapan pájaros resonantes que te dicen en coro:
¡Alégrate, juventud!
¿No has recogido los laureles
que tus antepasados hubieron en la lid?
¿Y no estás orgullosa
de tu padre el Quijote, ni de tu abuelo el Cid?
¿Será preciso que de lo alto
de los siglos la estirpe venga como un alud
y arrastre al fin el peso de tus preocupaciones y tus melancolías?
¡Alégrate, juventud!
¡Oh juventud! Una paloma
posa su vuelo sobre la testa del León.
¿No oyes? Del otro lado
del mar y el tiempo, un mundo te envía una canción.
¡Oh primavera de las almas!
Hay gritos de trompeta y arrullos de laúd;
y cálices de flores y bocas de mujeres, unánimes, te dicen:
¡Alégrate, juventud! | es |
Felipe,León | <XXI | Obispos_Buhoneros | Obispos buhoneros:
volved las baratijas a su sitio,
los ídolos al polvo
y la esperanza al mar.
Ya sé.
Ya sé que habéis pintado
una silla en la nube
y una llama de azufre
en el fondo del pozo.
Pero yo no he venido
a pedir un asiento en la gloria
ni a poner de rodillas el miedo.
Estoy aquí otra vez
para subrayar con mi sangre
la tragedia del mundo,
el dolor de la tierra,
para gritar con mi carne:
Ese dolor es mío también.
Y para añadir además:
Lo primero fue el llanto,
y estamos en el llanto.
—Lo primero fue el Verbo.
—El Verbo es la piqueta
que perfora en la sombra,
la palanca
que derriba las puertas,
la herramienta
lo que esperaba el barro,
lo que aún espera el llanto
y aún espera la sombra.
El Verbo vino y dijo: Aquí está el barro;
que el barro se haga llanto
(no que se haga la luz).
Y el barro se hizo llanto.
Lo primero fue el barro,
el barro hecho llanto,
la conciencia del llanto,
el dolor de la tierra.
—¿A quien le hablas así?
—Al que tiró el huevecillo
en el barro viscoso de la charca,
al que fecundó la primera charca del mundo,
al que hizo llanto el barro.
—¿Y quien eres tú?
—El barro de la charca,
el barro hecho llanto,
tierra de lágrimas
lo mismo que tú.
Nadie ha pasado por aquí.
Lo primero fue el llanto
y estamos en el llanto.
Porque aún no ha dicho el Verbo:
Que el llanto se haga luz.
—¿Lo dirá?
—Lo dirá, poque, si no,
¿para qué sirve el mar?
(Nuestro llanto son los ríos
que van a dar a la mar
)
¿O puede ser la vida eternamente
un lamento encerrado en una cueva?
Dios es el mar,
Dios es el llanto de los hombres.
Y el Verbo se hizo llanto
para levantar la vida.
El Verbo está en la carne
dolorida del mundo
¡Miradlo aquí en mis ojos!
Mis ojos son las fuentes
del llanto y de la luz
Y estamos en el llanto.
Seguimos en la era de las sombras.
¿Quién ha ido más allá?
¿Quién ha abierto otra puerta?
Toda la luz de la tierra
la verá un día el hombre
por la ventana de una lágrima
Pero aún no ha dicho el Verbo:
¡Que el llanto se haga Luz!
Obispos buhoneros:
volved las baratijas a su sitio,
los ídolos al polvo
y la esperanza al mar.
Que el llanto se haga luz. | es |
Gelman,Juan | <XXI | Con_Amenazas_Y_Promesas_Con_Veneno_Y_Ajenjo | con amenazas y promesas con veneno y ajenjo
los albañiles edificaron la casa del rey
y después no pudieron holgar porque
vino la muerte a darles otro empleo
los albañiles le dijeron a la huesuda
no nos lleves hay qué hacer todavía
hay que revocar a fino las paredes hay que
limpiar las manchas de cal los carpinteros
tenían que mejorar el acabado
de las puertas los marcos de las puertas
los pintores no habían terminado de pintar
¿cómo nos vas a tomar ahora? le decían
pero la muerte dijo que
necesitaba un palacio como aquél y más
bello que aquél y quería que trabajaran para ella y
los empezó a separar por oficio
hasta que llegó a Hiranyaka el mejor
de los albañiles autor de paredes famosas y cuando
lo iba a pasar al otro lado le preguntó
¿dónde está tu corazón?
tiene que venir también tu corazón
no lo tengo contestó Hiranyaka
ha hecho su casa en una mujer
oh muerte restos de mi corazón
encontrarás en cada casa de este reino
en cada pared que levanté hay restos de mi
corazón
pero mi corazón
ha hecho su casa en una mujer | es |
Pizarnik,Alejandra | <XXI | Memoria | Arpa de silencio
en donde anida el miedo.
Gemido lunar de las cosas
significando ausencia.
Espacio de color cerrado.
Alguien golpea y arma
un ataúd para la hora,
otro ataúd para la luz. | es |
Ramos_Sucre,José_Antonio | <XXI | El_Solitario_Divierte_La_Mirada_Por_El_Cielo_En_Una_Tregua_De_Su_Desesperanza | El solitario divierte la mirada por el cielo en una
tregua de su desesperanza. Agradece los efluvios de un planeta
inspirándose en unas líneas de la Divina Comedia.
Reconoce, desde la azotea, los presagios de una mañana lánguida.
El miedo ha derruido la grandeza y trabado las
puertas y ventanas de su vivienda lúcida. Un jinete de
máscara inmóvil retorna fielmente de un viaje irreal, en
medio de la oscuridad, sobre un caballo de mole espesa, y descansa en
un vergel inviolable, asiento del hastío. Las flores, de un azul
siniestro y semejantes a los flabelos de una liturgia remota, ofuscan
el aire, infiltran el delirio.
El solitario oye la fábrica de su
ataúd en un secreto de la tierra, dominio del mal. La muerte
asume el semblante de Beatriz en un sueño caótico de su trovador.
Una doncella aparece entre las nubes tenues, armada
del venablo invicto, y cautiva la vista del solitario. Llega en el
nacimiento del día de las albricias, después del viernes
agónico, anunciada por un alce blanco, alumno de la primavera celeste.
El miedo ha derruido la grandeza y trabado las
puertas y ventanas de su vivienda lúcida. Un jinete de
máscara inmóvil retorna fielmente de un viaje irreal, en
medio de la oscuridad, sobre un caballo de mole espesa, y descansa en
un vergel inviolable, asiento del hastío. Las flores, de un azul
siniestro y semejantes a los flabelos de una liturgia remota, ofuscan
el aire, infiltran el delirio.
El solitario oye la fábrica de su
ataúd en un secreto de la tierra, dominio del mal. La muerte
asume el semblante de Beatriz en un sueño caótico de su trovador.
Una doncella aparece entre las nubes tenues, armada
del venablo invicto, y cautiva la vista del solitario. Llega en el
nacimiento del día de las albricias, después del viernes
agónico, anunciada por un alce blanco, alumno de la primavera celeste.
El solitario oye la fábrica de su
ataúd en un secreto de la tierra, dominio del mal. La muerte
asume el semblante de Beatriz en un sueño caótico de su trovador.
Una doncella aparece entre las nubes tenues, armada
del venablo invicto, y cautiva la vista del solitario. Llega en el
nacimiento del día de las albricias, después del viernes
agónico, anunciada por un alce blanco, alumno de la primavera celeste.
Una doncella aparece entre las nubes tenues, armada
del venablo invicto, y cautiva la vista del solitario. Llega en el
nacimiento del día de las albricias, después del viernes
agónico, anunciada por un alce blanco, alumno de la primavera celeste. | es |
López,Freddy | XXI | El_Perro_Lleva | El perro lleva
una vida de perro
¡Pero qué vida! | es |
Darío,Rubén | <XXI | En_Las_Pálidas_Tardes | En las pálidas tardes
yerran nubes tranquilas
en el azul; en las ardientes manos
se posan las cabezas pensativas.
¡Ah los suspiros! ¡Ah los dulces sueños!
¡Ah las tristezas íntimas!
¡Ah el polvo de oro que en el aire flota,
tras cuyas ondas trémulas se miran
los ojos tiernos y húmedos,
las bocas inundadas de sonrisas,
las crespas cabelleras
y los dedos de rosa que acarician!
En las pálidas tardes
me cuenta un hada amiga
las historias secretas
llenas de poesía;
lo que cantan los pájaros,
lo que llevan las brisas,
lo que vaga en las nieblas,
lo que sueñan las niñas.
Una vez sentí el ansia
de una sed infinita.
Dije al hada amorosa:
—Quiero en el alma mía
tener la aspiración honda, profunda,
inmensa: luz, calor, aroma, vida.
Ella me dijo: —¡Ven!— con el acento
con que hablaría un arpa. En él había
un divino idioma de esperanza.
¡Oh sed del ideal!
Sobre la cima
de un monte, a medianoche,
me mostró las estrellas encendidas.
Era un jardín de oro
con pétalos de llama que titilan.
Exclamé: —Más...
La aurora
vino después. La aurora sonreía,
con la luz en la frente,
como la joven tímida
que abre la reja, y la sorprenden luego
ciertas curiosas, mágicas pupilas.
Y dije: —Más...— Sonriendo
la celeste hada amiga
prorrumpió: —¡Y bien! ¡Las flores!
Y las flores
estaban frescas, lindas,
empapadas de olor: la rosa virgen,
la blanca margarita,
la azucena gentil y las volúbiles
que cuelgan de la rama estremecida.
Y dije: —Más...
El viento
arrastraba rumores, ecos, risas,
murmullos misteriosos, aleteos,
músicas nunca oídas.
El hada entonces me llevó hasta el velo
que nos cubre las ansias infinitas,
la inspiración profunda
y el alma de las liras.
Y los rasgó. Allí todo era aurora.
En el fondo se vía
un bello rostro de mujer.
¡Oh; nunca,
Piérides, diréis las sacras dichas
que en el alma sintiera!
Con su vaga sonrisa:
—¿Más?... —dijo el hada.
Y yo tenía entonces
clavadas las pupilas
en el azul; y en mis ardientes manos
se posó mi cabeza pensativa... | es |
Vallejo,César | <XXI | Me_Desvinculo_Del_Mar | Me desvinculo del mar
cuando vienen las aguas a mí.
Salgamos siempre. Saboreemos
la canción estupenda, la canción dicha
por los labios inferiores del deseo.
Oh prodigiosa doncellez.
Pasa la brisa sin sal.
A lo lejos husmeo los tuétanos
oyendo el tanteo profundo, a la caza
de teclas de resaca.
Y si así diéramos las narices
en el absurdo,
nos cubriremos con el oro de no tener nada,
y empollaremos el ala aún no nacida
de la noche, hermana
de esta ala huérfana del día,
que a fuerza de ser una ya no es ala.
Salgamos siempre. Saboreemos
la canción estupenda, la canción dicha
por los labios inferiores del deseo.
Oh prodigiosa doncellez.
Pasa la brisa sin sal.
A lo lejos husmeo los tuétanos
oyendo el tanteo profundo, a la caza
de teclas de resaca.
Y si así diéramos las narices
en el absurdo,
nos cubriremos con el oro de no tener nada,
y empollaremos el ala aún no nacida
de la noche, hermana
de esta ala huérfana del día,
que a fuerza de ser una ya no es ala.
A lo lejos husmeo los tuétanos
oyendo el tanteo profundo, a la caza
de teclas de resaca.
Y si así diéramos las narices
en el absurdo,
nos cubriremos con el oro de no tener nada,
y empollaremos el ala aún no nacida
de la noche, hermana
de esta ala huérfana del día,
que a fuerza de ser una ya no es ala.
Y si así diéramos las narices
en el absurdo,
nos cubriremos con el oro de no tener nada,
y empollaremos el ala aún no nacida
de la noche, hermana
de esta ala huérfana del día,
que a fuerza de ser una ya no es ala. | es |
Vega,Lope_Félix_de | <XXI | De_Una_Virgen_Hermosa | De una Virgen hermosa
celos tiene el sol,
porque vio en sus brazos
otro sol mayor.
Cuando del Oriente
salió el sol dorado,
y otro sol helado
miró tan ardiente,
quitó de la frente
la corona bella,
y a los pies de la estrella
su lumbre adoró,
porque vio en sus brazos
otro sol mayor.
«Hermosa María,
dice el sol vencido,
de vos ha nacido
el sol que podía
dar al mundo el día
que ha deseado».
Esto dijo humillado
a María el sol,
porque vio en sus brazos
otro sol mayor.
Cuando del Oriente
salió el sol dorado,
y otro sol helado
miró tan ardiente,
quitó de la frente
la corona bella,
y a los pies de la estrella
su lumbre adoró,
porque vio en sus brazos
otro sol mayor.
«Hermosa María,
dice el sol vencido,
de vos ha nacido
el sol que podía
dar al mundo el día
que ha deseado».
Esto dijo humillado
a María el sol,
porque vio en sus brazos
otro sol mayor.
«Hermosa María,
dice el sol vencido,
de vos ha nacido
el sol que podía
dar al mundo el día
que ha deseado».
Esto dijo humillado
a María el sol,
porque vio en sus brazos
otro sol mayor. | es |
Flórez,Julio | <XXI | Como_Una_Águila_Fúnebre,_Fantástica_Y_Deforme | Como una águila fúnebre, fantástica y deforme,
la sombra de una nube se arrastra sobre el mar,
y el mar, eternamente palpitante y enorme,
no acierta a saber cómo
puede en su azul y gigantesco lomo
una mísera nube su silueta arrastrar.
Mas de pronto esa nube se ennegrece y se agita
y su sombra se agranda sobre el azul temblor;
ya es nubarrón obscuro, ya es noche que vomita
del abismo en el seno,
con el fragor terrible del huracán y el trueno,
es formidable boa del rayo asolador.
Y entonces el gran trémulo que su furor quebranta
contra las mudas rocas que intentan atajar
sus cóleras siniestras, retuércese y se espanta,
porque se explica cómo
puede en su azul y gigantesco lomo
una mísera nube su silueta arrastrar. | es |
Blanco,Andrés_Eloy | <XXI | El_Mono | Desde el árbol más alto, donde se toca el cielo,
colgado de la cola al pico de una estrella,
con las manos tendidas, nos saluda el Abuelo. | es |
Sabines,Jaime | <XXI | Estoy_Harto_De_La_Palabra_Revolución | Estoy harto de la palabra revolución
pero algo pasa en Cuba.
No es parto sin dolor, es parto entero,
convulso, alucinante.
Se han quebrado familias, se separan
los que no quieren ver ni ser testigos,
los lastimados y los impotentes.
¿Por qué mi tío Ramón, con sus ochenta,
quiere morir en Cuba
con hijos en Miami y otros hijos
de Colón a La Habana?
¿por qué cantan los niños
cuando van al trabajo, entre clases y clases?
(Un domingo, en Cienfuegos,
en un camión, temprano,
los vi salir al campo,
y era como si Cuba amaneciera
en sus risas y cantos).
¿Por qué estudian América y Celeste
y otras recamareras, en el hotel, a diario?
¿por qué el libro se ha vuelto de pronto
bueno como el boniato?
Es verdad que han partido,
arando el mar, gusanos,
y hombres y mujeres han partido
y, ciertos o engañados,
violentos o perdidos o espantados,
han partido, se han ido —oscurecido—
a un porvenir que espera mutilado.
Cuba de pie, de frente,
de corazón, entera,
Cuba de pie ha quedado.
Cuba rodeada de enemigos,
Cuba sola en el mar,
Cuba ha quedado. | es |
Luis,Leopoldo_de | <XXI | Los_Días_Como_Gotas_Reiteradas | Los días como gotas reiteradas,
las palabras igual que guantes grises
el tiempo como extraña dentadura
nos han hecho de pronto carne expuesta
a los desgarramientos injuriosos.
Centímetro a centímetro cedemos
la piel al alcotán que se descuelga
desde sus inhumanas cetrerías.
Nos asedian sus pardos aletazos.
A la vez somos pieza amenazada
y desnuda planicie de un gran pecho
donde los espolones se ejercitan.
Y planean las aves predispuestas
a su caza cruel, nublan fugaces
la luz de nuestros ojos, traen los restos
de antiguas presas, el olor confuso
de un sol como de pólvora y el viento
como de temblorosos homicidios.
Siento que han extendido nuestra piel
tal una vieja res ensangrentada
y una lluvia de curvas herramientas
desencadena su furiosa estirpe,
su hambre tradicional, su tiranía
de garras y de picos por la sombra
donde nos desdoblamos mudamente.
No somos prometeos, sino tristes
y pálidas siluetas abatidas,
casi pobres pastores que abandonan
sus mejores lechales por el miedo
cuando el azor metálico en el raso
azul coloca infame su belleza.
Pasa soberbia un águila o un garfio
alado, un halcón rojo, un neblí altivo.
Desde nuestras entrañas se alimentan.
Está el milano atento a nuestra sombra
y un cóndor desde el cielo nos domina.
Sentimos a la arpella cómo incuba
sus huevos en los hondos llamazares
por los que sin remedio nos hundimos
y hay buitres que aprendieron nuestros nombres
y que vuelven oscuros cada tarde. | es |
Pombo,Rafael | <XXI | Mi_Retrato_Habéis_Pedido | Mi retrato habéis pedido,
Y a atención tan lisonjera,
Pudiera pensar cualquiera
Que yo no he correspondido;
Por eso ante todo os pido
El más humilde perdón,
Pero si es vuestra razón
Tan justa como galante,
Tal vez mi estigma levante
La presente exposición.
Mientras más ardiente y viva
Es por vos mi gratitud,
Me ha puesto vuestra virtud
En peor alternativa.
Antes pues de que reciba
Ese perdón que os pedí,
Voy a probaros aquí,
Como uno y uno son dos,
Que ese que imploro de vos
Lo podéis pedir de mí.
Pedir el retrato a un feo
No es cosa tan lisa y llana
Que no le enrede la gana
Al más ferviente deseo.
Me suponéis, según veo,
Madura filosofía;
Mas no habrá galantería
En que yo os ponga delante
Un sobrino semejante
De una semejante tía.
¿Por qué no pedís más bien
Que os haga vuestro retrato?
Cuando a tan dulce mandato
No hay más que decir ¡amén!
Las tintas del mismo Edén
Mejoraran mi paleta,
Y si el pincel interpreta
Lo que dicte el corazón,
Fuera en vuestra evocación
Gran pintor o gran poeta. | es |
Álvarez_Bürger,Antonio | XXI | Parece_Que_No_Tengo_Ya_Cristales_En_Los_Ojos | Parece que no tengo ya cristales en los ojos.
Parece que transito sin desplazarme en cuerpo,
ya vencido, ya huidizo, como niño regañado.
La pestilencia de los espíritus diminutos
me provoca repugnancia.
Sólo quiero la mordedura rápida de la víbora,
sólo quiero alejarme del retorno y no ver
máscaras ni osamentas caminando sin rumbo.
Parece que no tengo ya las manos
para blasfemar fuerte
ni una lengua sórdida ni pies ni aura
Parece que no tengo ya cristales en los ojos.
Y sería tan hermoso acribillar a insultos
a una enana maldita o incrustarle espinas
venenosas en el rostro a un gobernante.
Qué placer lanzar un piano
a cualquiera calle sombrosa
y viajar dentro para oír la dulce melodía
del estrépito fatal.
Sin embargo, ya me canso
Sólo quiero ser aire en el aire
ser lirón empedernido, extenuado
de construir árboles y ríos inconfesables.
Sólo quiero piedras encajadas en los muros,
un lecho blando de agua tibia por los huesos,
un invierno renegado
y miles, miles de silencios.
Parece que no tengo ya cristales en los ojos.
Parece que escribo el canto y me lo guardo.
Parece que me da vueltas el mundo
en el estómago, sobre mi cabeza,
bajo mis pies, dentro y fuera de todo.
La pestilencia de los espíritus diminutos
me provoca repugnancia.
Sólo quiero la mordedura rápida de la víbora,
sólo quiero alejarme del retorno y no ver
máscaras ni osamentas caminando sin rumbo.
Parece que no tengo ya las manos
para blasfemar fuerte
ni una lengua sórdida ni pies ni aura
Parece que no tengo ya cristales en los ojos.
Y sería tan hermoso acribillar a insultos
a una enana maldita o incrustarle espinas
venenosas en el rostro a un gobernante.
Qué placer lanzar un piano
a cualquiera calle sombrosa
y viajar dentro para oír la dulce melodía
del estrépito fatal.
Sin embargo, ya me canso
Sólo quiero ser aire en el aire
ser lirón empedernido, extenuado
de construir árboles y ríos inconfesables.
Sólo quiero piedras encajadas en los muros,
un lecho blando de agua tibia por los huesos,
un invierno renegado
y miles, miles de silencios.
Parece que no tengo ya cristales en los ojos.
Parece que escribo el canto y me lo guardo.
Parece que me da vueltas el mundo
en el estómago, sobre mi cabeza,
bajo mis pies, dentro y fuera de todo.
Parece que no tengo ya las manos
para blasfemar fuerte
ni una lengua sórdida ni pies ni aura
Parece que no tengo ya cristales en los ojos.
Y sería tan hermoso acribillar a insultos
a una enana maldita o incrustarle espinas
venenosas en el rostro a un gobernante.
Qué placer lanzar un piano
a cualquiera calle sombrosa
y viajar dentro para oír la dulce melodía
del estrépito fatal.
Sin embargo, ya me canso
Sólo quiero ser aire en el aire
ser lirón empedernido, extenuado
de construir árboles y ríos inconfesables.
Sólo quiero piedras encajadas en los muros,
un lecho blando de agua tibia por los huesos,
un invierno renegado
y miles, miles de silencios.
Parece que no tengo ya cristales en los ojos.
Parece que escribo el canto y me lo guardo.
Parece que me da vueltas el mundo
en el estómago, sobre mi cabeza,
bajo mis pies, dentro y fuera de todo.
Y sería tan hermoso acribillar a insultos
a una enana maldita o incrustarle espinas
venenosas en el rostro a un gobernante.
Qué placer lanzar un piano
a cualquiera calle sombrosa
y viajar dentro para oír la dulce melodía
del estrépito fatal.
Sin embargo, ya me canso
Sólo quiero ser aire en el aire
ser lirón empedernido, extenuado
de construir árboles y ríos inconfesables.
Sólo quiero piedras encajadas en los muros,
un lecho blando de agua tibia por los huesos,
un invierno renegado
y miles, miles de silencios.
Parece que no tengo ya cristales en los ojos.
Parece que escribo el canto y me lo guardo.
Parece que me da vueltas el mundo
en el estómago, sobre mi cabeza,
bajo mis pies, dentro y fuera de todo.
Sin embargo, ya me canso
Sólo quiero ser aire en el aire
ser lirón empedernido, extenuado
de construir árboles y ríos inconfesables.
Sólo quiero piedras encajadas en los muros,
un lecho blando de agua tibia por los huesos,
un invierno renegado
y miles, miles de silencios.
Parece que no tengo ya cristales en los ojos.
Parece que escribo el canto y me lo guardo.
Parece que me da vueltas el mundo
en el estómago, sobre mi cabeza,
bajo mis pies, dentro y fuera de todo.
Parece que no tengo ya cristales en los ojos.
Parece que escribo el canto y me lo guardo.
Parece que me da vueltas el mundo
en el estómago, sobre mi cabeza,
bajo mis pies, dentro y fuera de todo. | es |
Arciniegas,Ismael_Enrique | <XXI | ¿Quieres_Que_Hablemos?_Está_Bien_Empieza | ¿Quieres que hablemos?... Está bien... empieza:
Habla a mi corazón como otros días...
¡Pero no!... ¿qué dirías?
¿Qué podrías decir a mi tristeza?
No intentes disculparte... ¡todo es vano!
Ya murieron las rosas en el huerto;
el campo verde lo secó el verano,
y mi fe en ti, como mi amor, ha muerto.
Amor arrepentido,
ave que quieres regresar al nido
al través de la escarcha y las neblinas;
amor que vienes aterido y yerto,
¡donde fuiste feliz... ya todo ha muerto!
¡No vuelvas... Todo lo hallarás en ruinas!
¿A qué has venido? ¿Para qué volviste?
¿Qué buscas?... ¡Nadie habrá de responderte!
Está sola mi alma, y estoy triste,
inmensamente triste hasta la muerte.
Todas las ilusiones que te amaron,
las que quisieron compartir tu suerte,
mucho tiempo en la sombra te esperaron,
y se fueron... ¡cansadas de no verte!
Cuando por vez primera
en mi camino te encontré, reía
en los campos la alegre primavera...
toda esa luz, aromas y armonía.
Hoy... ¡todo cuán distinto! Paso a paso
y solo voy por la desierta vía.
—Nave sin rumbo entre revueltas olas—
pensando en las tristezas del ocaso,
y en las tristezas de las almas solas.
En torno la mirada no columbra
sino aspereza y páramos sombríos;
los nidos en la nieve están vacíos,
y la estrella que amamos ya no alumbra
el azul de tus sueños y los míos.
Partiste para ignota lontananza
cuando empezaba a descender la sombra.
...¿Recuerdas? Te imploraba mi esperanza,
¡pero ya mi esperanza no te nombra!
¡No ha de nombrarte!...¿para qué?... Vacía
está el ara, y la historia yace trunca.
¡Ya para que esperar que irradie el día!
¡Ya para que decirnos: Todavía!
Si una voz grita en nuestras almas: ¡Nunca!
Dices que eres la misma; que en tu pecho
la dulce llama de otros tiempos arde;
que el nido del amor no esta desecho,
que para amarnos otra vez, no es tarde.
¡Te engañas!... ¡No lo creas!... Ya la duda
echó en mi corazón fuertes raíces.
Ya la fe de otros años no me escuda...
Quedó de sueños mi ilusión desnuda,
¡y no puedo creer lo que me dices!
¡No lo puedo creer!... Mi fe burlada,
mi fe en tu amor perdida,
es ansia de una nave destrozada,
¡ancla en el fondo de la mar caída!
Anhelos de un amor, castos risueños,
ya nunca volveréis... Se van... ¡Se esconden!
¿Los llamas?... ¡Es inútil!... No responden...
¡Ya los cubre el sudario de mis sueños!
Hace tiempo se fue la primavera...
¡Llegó el invierno, fúnebre y sombrío!
Ave fue nuestro amor, ave viajera,
¡y las aves se van cuando hace frío! | es |
Altolaguirre,Manuel | <XXI | Yo_Soy_Aquél_De_Quien_Hablo | Yo soy aquél de quien hablo.
¿Desde dónde me contemplo?
¿Cuál mi presente? Soy una
nebulosa de momentos.
Latir continuo de luces
es mi vida. Así es mi tiempo:
cielo interior en que guardo
astros de un mundo completo. | es |
Flórez,Julio | <XXI | De_La_Pared_La_Escala_Suspendida | De la pared la escala suspendida...
y al pie de la pared... tú y yo, mi vida.
En la triste y desierta
soledad de los ámbitos azules,
como una novia muerta,
la blanca luna entre nevados tules.
Silencio, ni un ruido,
mudo el viento en los árboles dormido.
Tú, mustia y temblorosa,
como el pétalo casi desprendido
del cáliz de una rosa.
Después... las explosiones
del amor, tanto tiempo comprimido,
en nuestros anhelantes corazones.
El vértigo. ¡Los éxtasis profundos
debajo de la noche y de los mundos!
Luego... un ave que cruza
el aire, que nos mira y lanza un grito:
una enorme lechuza,
que se pierde en el lóbrego infinito.
Tú, que huyes asustada;
yo, que subo la escala y luego... nada.
Hoy ha cambiado todo,
¡oh niña, y de qué modo!
El espantoso olvido,
como pájaro lúgubre e inquieto,
en la noche de tu alma se ha cernido.
Sabes que soy discreto
y que nunca hablaré de tu secreto.
Mas, no sabes, ignoras
cuán amargas y tristes son mis horas.
No sabes que me río
y que me estoy muriendo, ¡a pesar mío!
Mas no importa; que cante
de alegría tu nuevo y dulce amante.
De tu honor ostentando los tesoros
hoy por la senda de tu amado cruzas,
porque sabes muy bien que hablan los loros
pero no las lechuzas. | es |
López_Meléndez,Teódulo | XXI | El_Mundo_Resurge_Con_Temor_De_Su_Invariable_Crisis | El mundo resurge con temor de su invariable crisis.
Yo soy profeta meditabundo y triste
aquí en mi tumba de naftalina y viento.
Aquí está el espacio de las ansias destructivas y yo soy el rey
de los deshechos y las ruinas.
Estos mundos que yo supe están disgregados a patadas.
Yo quiero divertirme y juego con ellos,
los moldeo, los exprimo, los inflo,
los reúno en un ciclópeo cenicero
y empapo sus cenizas en orines.
Me gusta estar aquí.
Esta cripta me ha llenado de costumbres.
Este reposar es maléfico y tierno,
se come la carne y ríe a carcajadas satisfecho.
Voy a contratar arquitectos e ingenieros,
hay que planificar construcciones, viaductos y edificios,
canchas de fútbol para jugar con las cabezas de los muertos.
Uno se divierte contando alfileres y estigmas
las mujeres desnudas que también lo estuvieron allá afuera,
los refugios antiaéreos disfrutando de explosiones de cerebros.
Aquí se tienen bulevares con raíces incorrectas,
faros de gusanos tan brillantes,
filas de hormigas con entorpecido tráfico
y también hombres para hacer más humana la vida bajo tierra.
Uno se acostumbra a la vida de la cripta.
Voy a comisionar a los lagartos subterráneos impresores
hacer muchas tarjetas de pálidos diseños
y haré una gran fiesta con todos los muertos. | es |
Meléndez_Valdés,Juan | <XXI | Los_Besos_Del_Amor | Cuando mi blanda Nise
lasciva me rodea
con sus nevados brazos
y mil veces me besa,
cuando a mi ardiente boca
su dulce labio aprieta,
tan del placer rendida
que casi a hablar no acierta,
y yo por alentarla
corro con mano inquieta
de su nevado vientre
las partes más secretas,
y ella entre dulces ayes
se mueve más y alterna
ternuras y suspiros
con balbuciente lengua,
ora hijito me llama,
ya que cese me ruega,
ya al besarme me muerde,
y moviéndose anhela,
entonces, ¡ay!, si alguno
contó del mar la arena,
cuente, cuente, las glorias
en que el amor me anega.
cuando a mi ardiente boca
su dulce labio aprieta,
tan del placer rendida
que casi a hablar no acierta,
y yo por alentarla
corro con mano inquieta
de su nevado vientre
las partes más secretas,
y ella entre dulces ayes
se mueve más y alterna
ternuras y suspiros
con balbuciente lengua,
ora hijito me llama,
ya que cese me ruega,
ya al besarme me muerde,
y moviéndose anhela,
entonces, ¡ay!, si alguno
contó del mar la arena,
cuente, cuente, las glorias
en que el amor me anega.
y yo por alentarla
corro con mano inquieta
de su nevado vientre
las partes más secretas,
y ella entre dulces ayes
se mueve más y alterna
ternuras y suspiros
con balbuciente lengua,
ora hijito me llama,
ya que cese me ruega,
ya al besarme me muerde,
y moviéndose anhela,
entonces, ¡ay!, si alguno
contó del mar la arena,
cuente, cuente, las glorias
en que el amor me anega.
y ella entre dulces ayes
se mueve más y alterna
ternuras y suspiros
con balbuciente lengua,
ora hijito me llama,
ya que cese me ruega,
ya al besarme me muerde,
y moviéndose anhela,
entonces, ¡ay!, si alguno
contó del mar la arena,
cuente, cuente, las glorias
en que el amor me anega.
ora hijito me llama,
ya que cese me ruega,
ya al besarme me muerde,
y moviéndose anhela,
entonces, ¡ay!, si alguno
contó del mar la arena,
cuente, cuente, las glorias
en que el amor me anega.
entonces, ¡ay!, si alguno
contó del mar la arena,
cuente, cuente, las glorias
en que el amor me anega. | es |
Altolaguirre,Manuel | <XXI | Para_Alcanzar_La_Luz | Dicen que soy un ángel
y, peldaño a peldaño,
para alcanzar la luz
tengo que usar las piernas.
Cansado de subir, a veces ruedo
(tal vez serán los pliegues de mi túnica),
pero un ángel rodando no es un ángel
si no tiene el honor de llegar al abismo.
Y lo que yo encontré en mi mayor caída
era blando, brillante;
recuerdo su perfume,
su malsano deleite.
Desperté y ahora quiero
encontrar la escalera,
para subir sin alas
poco a poco a mi muerte.
Cansado de subir, a veces ruedo
(tal vez serán los pliegues de mi túnica),
pero un ángel rodando no es un ángel
si no tiene el honor de llegar al abismo.
Y lo que yo encontré en mi mayor caída
era blando, brillante;
recuerdo su perfume,
su malsano deleite.
Desperté y ahora quiero
encontrar la escalera,
para subir sin alas
poco a poco a mi muerte.
Y lo que yo encontré en mi mayor caída
era blando, brillante;
recuerdo su perfume,
su malsano deleite.
Desperté y ahora quiero
encontrar la escalera,
para subir sin alas
poco a poco a mi muerte.
Desperté y ahora quiero
encontrar la escalera,
para subir sin alas
poco a poco a mi muerte. | es |
Gómez_Pescador,Felipe_E. | XXI | Hoy_Córdoba,_No_Es_Córdoba. | Hoy Córdoba, no es Córdoba.
Hoy «la mitad más uno»
solo somos la mitad.
Hoy mi corazón está inexacto,
porque tu te has llevado el trozo que le falta.
Hoy tus camaradas lloran tu despedida,
mientras tu haces lo propio con la vida.
Hoy nuestra Marylin cree un poco menos en dios.
Hoy yo te escribo llorando tu adiós,
para responderte con el corazón. | es |
Montejo,Eugenio | <XXI | Tiempo_Transfigurado | La casa donde mi padre va a nacer
no está concluida,
le falta una pared que no han hecho mis manos.
Sus pasos, que ahora me buscan por la tierra,
vienen hacia esta calle.
No logro oírlos, todavía no me alcanzan.
Detrás de aquella puerta se oyen ecos
y voces que a leguas reconozco,
pero son dichas por los retratos.
El rostro que no se ve en ningún espejo
porque tarda en nacer o ya no existe,
puede ser de cualquiera de nosotros,
—a todos se parece.
En esa tumba no están mis huesos
sino los del bisnieto Zacarías,
que usaba bastón y seudónimo.
Mis restos ya se perdieron.
Este poema fue escrito en otro siglo,
por mí, por otro, no recuerdo,
alguna noche junto a un cabo de vela.
El tiempo dio cuenta de la llama
y entre mis manos quedó a oscuras
sin haberlo leído.
Cuando vuelva a alumbrar ya estaré ausente. | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Tercer_Sueño._Diálogo_De_Las_Imágenes_Que_Se_Liberan | (Ayer, en mi jornada victoriosa,
gané la tierra firme de tus hombros.
Esta noche mi sueño te prosigue,
saltando sobre el aro de tu cuerpo,
más allá de las lindes del amor).
Tú no eres esa que de pronto llegas
—y bien presientes tú que esa no eres—
metida en tu tamaño, en tu sonrisa
o en tu modo de andar. Tras esos planos
te escondes tú, la otra, la naciente,
casi rosada sombra todavía.
Esa que en ti se apoya, que a intervalos
hace pie en tus espumas vadeables
y se hunde de nuevo en una inmóvil
oleada tectónica de armiños.
Si te miro a los ojos, dos piraguas
que los atravesaban de este a oeste
ponen su rumbo al sur, electroflechas
hacia los primitivos iceberes
que te emiten un pórtico de nardos.
Si a tu sonrisa de infinitas bocas
prolongo su horizonte imaginario,
se proyecta tan lejos de tu rostro
que no pueden cazarla mis lebreles
por tan trigonométricos parajes.
Si a tu menhir de formas sucesivas
pretendo detener en el instante
en que estás a mi sed sincronizada,
siempre te sobra un gesto que no es tuyo
o te falta un perfil que te incompleta.
Tú te sientes cerrada, definida,
con una ceja aquí y allá otra frente,
una tarde en la ojera y con el cuello
mojado de ocarinas y de cisnes.
Pero no eres el árbol sino el bosque.
No sospechas, ni en sueños, de que eres
marquesina sutil de una extranjera
que tu delgada intimidad columpia
y que puede salir de tus rasantes,
torneada de múrices y oboes,
en el momento en que se marquen
las doce de la blancura en los andenes
de tu orilla interior, al otro lado
del corazón de lunas de tu piel.
Tú eres tan sólo el punto de partida
de otras muchas fragancias ilegibles,
tu onda más gentil y arrulladora,
tu noción más sensible de planicies,
la más dócil a ti, la más cercana
de todas tus palomas mensajeras.
Tú no te sabes fuera de tus flancos.
Más allá de tus lindes vuelan otros
múltiples radiogramas con el texto
de tus lirios cifrados. Una garganta,
¿tiene que ser garganta solamente?
¿No puede haber detrás de su espejismo
una aguda floresta de alabastro?
Tu cuerpo, ¿no es más bien una colmena
de invisibles abejas de cristal?
¿Siempre es un brazo brazo y sólo brazo?
¿No puede ser también un cachorrillo
de las nupcias de un río con la nieve?
¿Es que los senos siempre son colinas?
¿Por qué no habrán de ser las tersas flores
con las que intuya un polo de osos blancos
la rauda primavera de los hielos?
Y ese ave de preguntas sonrosadas
que se mueve en mi voz, ¿de dónde llega?
¿Qué arquero, y de qué nube, podrá hundirle
su saeta en el flanco, si su flanco
se siente sólo como un aire tenso
teorizando un nudo de veletas?
¿Qué poderosa mano flechadora
podrá herirla en el ala sin herirse
su propio azar de cazador furtivo?
¿Qué mirada podrá reconocerla,
tan diluida como está en mi acento,
sin que pueda tan sólo apoderarse
del eco de la forma donde estuvo?
Déjate hablar y te hallarás conmigo
en el filtro afilado de mi voz.
Escucha la carrera de los corzos
por tus valles dormidos; los vilanos
que trascienden la luz innumerable
de tus firmes presencias; las parábolas,
con trazo de ángel e ilusión de vino,
que esbozan en tu honor las golondrinas
y el tardo buey lloroso del crepúsculo
derramado en un cocktail de colores:
todas las imposibles nebulosas
de un errante sistema de ternura
en torno a una dormida transparencia.
Oh mi blondo castillo insospechado,
¿dónde los intuibles ascensores
para subir mi alondra hasta tus alas?
¿Por dónde el caracol que te desciende
áI gineceo de tu forma en vilo?
¿Dónde los sutilísimos balcones
que te asomen los nortes de mi gozo?
No es que te busque. Estás. Mas ¿dónde anidas
el grácil percutor de tus variantes?
Dímelo, tú, corneta, que en mis ojos
desnudas la verdad del aire ecuestre.
Dímelo, ruiseñor, que haces añicos
el vaso del silencio a medianoche.
Oh mi turgente pleamar cautiva,
cuando vuelvan de nuevo tus caletas
a romper la mejilla de mis mares
y tu caído miriñaque de olas
descubra el litoral de tu contorno,
aprenderán mis pájaros en mano
a leer tus movibles alfabetos
y tallaré en bajísimos relieves
tu mutismo y el mío entrelazados,
ya redimidos del país incierto
en que duerme su sueño de horizonte
el cocodrilo azul de la distancia.
Que de tu mano salga la otra mano
que me dicte tu espiga verdadera,
no la ilusión de ser la que ahora eres.
Que de tu espalda de dormido fuego
surja tu otra espalda de agua fresca
donde lave su rostro mi ternura.
Que de tus rubios álamos rientes
broten las hojas que me den la sombra
de la serenidad del equilibrio.
Desde tu luna, noche, de esa frente
que le da un sueño dulce a los molinos,
una amistad de sombra a las plazuelas
y unas bodas de plata a las lagunas,
la verás sonreír en los pedazos
de mis desanudadas evasiones.
Y de pronto la noche se acrisola
—alternando los síes y los noes—
en una gigantesca margarita.
A cada sí de luz le continuaba
un no de oscuridades impacientes.
Se me pusieron a llover sus hombros
lámparas de alabastro. Iban cayendo
trinos de estrellas, pétalos fugaces,
distancias que llevaban en el pico
una veloz antorcha ilusionada,
llantos a media voz, islas ausentes,
largos luceros esquiadores, rectas
soledades a fondo, sensitivas
pastorelas de amor,
lágrimas de perfil, rumbos al sesgo,
todo un móvil vivero de sonrisas
que incitando a mi afán a proseguirte
impedía a mis brechas encontrarte.
Quedaron deshojados cielo y alma.
Luces que te borraban se apagaron,
sombras que te sabían se encendieron,
hasta quedar el vertical pistilo
de tu unidad idéntica a ti misma.
Despojos luminosos de la noche,
inconcretos despojos de mis sienes,
volvieron a tu origen de gacela,
a tu profunda humanidad sin velos,
cuando todo era albor, en la mañana
de la primera sílaba del mundo,
voz la amistad y fruta la alegría.
Quedó entonces tu imagen destilada,
aguardiente de fugas, alambique
de tu verdad, cantil apasionado,
ya firme por los siglos de los siglos.
Y en el silencio, toda tu blancura,
feliz, dentro de mí, cerca, inquería:
¿por qué no desatáis lo que yo quiero,
esa ley que amanece mariposas
en los rosados mundos de tu voz,
ese cordial remanso de llanura
que pone al cielo en paz con las tormentas,
la vuelta a comenzar un paraíso
donde seamos tardes desasidas
de la luz, del color y de la llama?
Y el día me pisó con sus caballos
—no sé si aún dormido o ya despierto—
en la columna vertebral del gozo. | es |
Vega,Garcilaso_de_la | <XXI | Soneto_Ix | Señora mía, si yo de vos ausente
en esta vida turo y no me muero,
paréceme que ofendo a lo que os quiero,
y al bien de que gozaba en ser presente;
tras éste luego siento otro accidente,
que es ver que si de vida desespero,
yo pierdo cuanto bien bien de vos espero;
y ansí ando en lo que siento diferente.
En esta diferencia mis sentidos
están, en vuestra ausencia y en porfía,
no sé ya que hacerme en tal tamaño.
Nunca entre sí los veo sino reñidos;
de tal arte pelean noche y día,
que sólo se conciertan en mi daño. | es |
Gelman,Juan | <XXI | Poema | Entre los adelantos médicos figuran
el by-pass para que siga el corazón,
el láser para entrar a la vesícula
por un agujerito, y
muchos otros que empujan al cuerpo
contra lo desconocido.
Esta semejanza de la vida
provoca el llanto de la razón.
Nadie estudia los nervios
de la estupidez, las arterias
del mal, la médula del dolor, los huesos
de tanta angustia que gira por ahí
con trazado oscilante.
Hay quien dice que es inútil
porque no hay remedios,
no hay farmacias del alma.
Hay quien dice que esta noche
es igual a todas las noches.
Pero en esta noche canta
lo que nunca tendremos
y el pasado es un canario ciego
que te había visto.
En el vacío de tu imagen
estaba el ancho sol. | es |
Machado,Antonio | <XXI | Pero_Tampoco_Es_Razón | Pero tampoco es razón
desdeñar
consejo que es confesión. | es |
Agustini,Delmira | <XXI | Preparadme_Una_Barca_Como_Un_Gran_Pensamiento | Preparadme una barca como un gran pensamiento...
La llamarán «La Sombra» unos, otros «La Estrella».
No ha de estar al capricho de una mano o de un viento:
Yo la quiero consciente, indominable y bella!
La moverá el gran ritmo de un corazón sangriento
De vida sobrehumana; he de sentirme en ella
Fuerte como en los brazos de Dios! En todo viento,
En todo mar templadme su prora de centella!
La cargaré de toda mi tristeza, y, sin rumbo,
Iré como la rota corola de un nelumbo
Por sobre el horizonte líquido de la mar...
Barca, alma hermana; hacia qué tierras nunca vistas,
De hondas revelaciones, de cosas imprevistas
Iremos?... Yo ya muero de vivir y soñar... | es |
Guillén,Jorge | <XXI | Los_Brazos | ¡Cómo sueñan los brazos! Son ellos los capaces
De ajustar a su orbe fabuloso y pequeño
—Amor: henos aquí para que nos enlaces—
esa verdad tan plena que se convierte en sueño. | es |
Salinas,Pedro | <XXI | Entre_La_Tiniebla_Densa | Entre la tiniebla densa
el mundo era negro: nada.
Cuando de un brusco tirón
—forma recta, curva forma—
le saca a vivir la llama.
Cristal, roble, iluminados,
¡qué alegría de ser tienen,
en luz, en líneas, ser
en brillo y veta vivientes!
Cuando la llama se apaga,
fugitivas realidades,
esa forma, aquel color,
se escapan.
¿Viven aquí o en la duda?
Sube lenta una nostalgia
no de luna, no de amor,
no de infinito. Nostalgia
de un jarrón sobre una mesa.
¿Están?
Yo busco por donde estaban.
Desbrozadora de sombras
tantea la mano. A oscuras
vagas huellas, sigue el ansia.
De pronto, como una llama
sube una alegría altísima
de lo negro: la luz del tacto.
Llegó al mundo de lo cierto.
Toca el cristal, frío, duro,
toca la madera, áspera.
¡Están!
La sorda vida perfecta,
sin color, se me confirma,
segura, sin luz, la siento:
realidad profunda, masa. | es |
Flórez,Julio | <XXI | ¡Oh_Poetas!... | Nosotros los cansados de la vida,
los pálidos, los tristes,
los que vamos sin rumbo en el mar hondo
de la duda, entre escollos y entre sirtes,
Nosotros los ceñudos
náufragos, soñadores de imposibles;
los que damos en cláusulas candentes
el corazón, aunque sangriento, virgen,
Nosotros los cobardes
de esta contienda mundanal y horrible,
porque sentimos el dolor ajeno,
porque gemimos, ¡ay! por los que gimen,
Nosotros los que vamos
sin saber nuestro fin ni nuestro origen,
con los ojos clavados en la eterna
sombra, en busca de un astro que nos guíe,
Ya que no nos es dable
ver la virtud preponderante y libre;
pero sí el llanto y la miseria abajo,
y en la eminencia el deshonor y el crimen,
Ya que el siglo expirante
rueda a la noche lóbrega y sin límites
de la insondable eternidad cual monstruo
mudo y brutal como la esfinge;
Llevando en su carrera
la fe del corazón y las terribles
garras ensangrentadas,
como las garras con que apresa el buitre;
Ya que el talento es sombra
y luz el oro, con el cual consiguen
los perversos las honras, las conciencias
y hasta el azul donde el Señor sonríe;
Ya que la humanidad,
doliente, enferma, aunque solloce y vibre
como el mar en su lecho tenebroso,
del cielo ni una lágrima recibe;
Ya que la fuerza bruta
no pone ciega a sus desmanes dique,
y con fiereza y saña
echa el dogal y la garganta oprime,
dejemos las endechas
empalagosas, vana y sutiles:
No más flores, ni pájaros, ni estrellas...
es necesario que la estrofa grite.
Nuestra misión es santa:
no malgastemos en estrofas tímidas
la sacra inspiración que en nuestras frentes
arde con lampos de gloriosos fines.
Bajemos al abismo
del humano dolor: allí residen
áspides que se enroscan y gestean,
trasgos que se retuercen y maldicen.
Bajemos a ese infierno
poblado de sollozos donde viven
en espantoso maridaje, el hondo
grito blasfemo y la plegaria triste,
y enjuaguemos el llanto
de los eternos infelices
que ante el dolor sacuden los cabellos
como el corcel indómito las crines.
Quejémonos, hagamos
de los versos ariete irresistible
para romper el mal. Y altivos demos
aliento a la virtud, látigo al crimen.
Hagamos implacables y orgullosos,
si queremos ser grandes y ser libres,
un ramal de las cuerdas de la lira
para azotar con él a los serviles.
Que a nuestra voz desciendan
de lo alto, los míseros reptiles:
todos, todos los déspotas del mundo,
todos, todos los Judas y Caínes.
Y no temamos nada,
aunque nos escarnezcan y castiguen.
Odio al cuervo, al murciélago y al buho;
Loor al lirio, a la paloma, al cisne.
Hondo desprecio y pena
para los jueces que la ley infringen;
para el cadalso, horripilante pulpo
que hace de sangre y llanto sus festines.
Oremos ante el ara
de la suprema redención; y el liquen
de la maldad, prendido a las nacientes almas
despedacemos con furor de tigres.
Que nuestros rudos cantos
vengadores, valientes y terribles,
rompan todas las máscaras hipócritas
y castiguen el rostro de los viles.
Así cuando los hielos de la muerte
nuestras bocas y párpados enfríe,
oiremos el aplauso de los buenos
al rodar en la gran noche sublime. | es |
Chocano,José_Santos | <XXI | Flor_De_Espontaneidad | El acero en el papel
extraños rasguños deja
al escribir: es la abeja
que pica para dar miel.
No escribo con pluma de ave
sobre pergamino blando,
resbalando... resbalando:
mi pluma corre suave;
porque la musa que inspira
mis versos es la amazona
que de roble se corona
y de piedra hace su lira.
Mi musa es como el torrente,
que va entre peñas y frondas,
mientras palpita en sus ondas
el alma de un continente...
Artes nimias y pueriles
extrañas son a mi pluma;
la delicadeza suma
es para almas femeniles.
No esfuerzo mi arte en buscar
falso brillo de oropeles:
yo sé que guarda más mieles
que un palacio un colmenar.
Sábelo: el poeta no es
artificioso elegante,
que esconde en mórbido guante
largos dedos de marqués;
mas tampoco odia la seda
cuando viste un porte altivo.
No es el burgués positivo:
es el ala, no la rueda...
Libre así, corriendo va
por la selva del dolor:
es el alma, toda amor,
que ama al Arte donde está.
Mas no te extrañes al fin,
si tras el Arte, corriera
del torrente a la bañera
y de la selva al jardín;
que la bañera en su linfa
retrata tu faz de diosa
y cada botón de rosa
es una boca de ninfa.
Y verás tú cómo enfermo
de fatiga y desengaño,
en frescas aguas me baño,
y en blandas rosas me duermo.
No importa que el alma mía
sufra en angustia secreta,
puesto que el mal del poeta
es bien de la poesía.
Si huérfano del aroma
de nada sirve el capullo,
si Dios soñó en el arrullo
y luego hizo la paloma,
sobre el palomar en ruina
el arrullo alado nace
y el aroma en la flor hace
la redención de la espina.
Apiádate del que a ti
vuela en alas del lirismo:
¡yo no valgo por mí mismo,
sino por lo que hay en mí!... | es |
Camões,Luís_de | <XXI | Yo_Cantaré_De_Amor_Tan_Dulcemente | Yo cantaré de amor tan dulcemente,
con términos en sí tan concertados
que dos mil síntomas de amor padezca
el insensible pecho que no siente.
Conseguiré que amor conmueva a todos,
pintando mil secretos delicados,
lastimeros suspiros, blandas iras,
temerosa osadía y pena ausente.
También, Señora, del desprecio honesto
de vuestro mirar dulce y riguroso
me contenta decir la menor parte.
Pero, si he de cantar de vuestro rostro
la hermosura elevada, milagrosa,
aquí falta saber, ingenio y arte. | es |
Anónimo_y_Romancero | <XXI | Romance_De_La_Doncella_Guerrera | En Sevilla a un sevillano
siete hijas le dio Dios,
todas siete fueron hembras
y ninguna fue varón.
A la más chiquita de ellas
le llevó la inclinación
de ir a servir a la guerra
vestidita de varón.
Al montar en el caballo
la espada se le cayó;
por decir, maldita sea,
dijo: maldita sea yo.
El Rey que la estaba oyendo,
de amores se cautivó,
—Madre los ojos de Marcos
son de hembra, no de varón.
—Convídala tú, hijo mío,
a los rios a nadar,
que si ella fuese hembra
no se querrá desnudar.
Toditos los caballeros
se empiezan a desnudar,
y el caballero Don Marcos
se ha retirado a llorar.
Por qué llora Vd. Don Marcos
por qué debo de llorar,
por un falso testimonio
que me quieren levantar.
No llores alma querida
no llores mi corazón,
que eso que tú tanto sientes,
eso lo deseo yo.
A la más chiquita de ellas
le llevó la inclinación
de ir a servir a la guerra
vestidita de varón.
Al montar en el caballo
la espada se le cayó;
por decir, maldita sea,
dijo: maldita sea yo.
El Rey que la estaba oyendo,
de amores se cautivó,
—Madre los ojos de Marcos
son de hembra, no de varón.
—Convídala tú, hijo mío,
a los rios a nadar,
que si ella fuese hembra
no se querrá desnudar.
Toditos los caballeros
se empiezan a desnudar,
y el caballero Don Marcos
se ha retirado a llorar.
Por qué llora Vd. Don Marcos
por qué debo de llorar,
por un falso testimonio
que me quieren levantar.
No llores alma querida
no llores mi corazón,
que eso que tú tanto sientes,
eso lo deseo yo.
Al montar en el caballo
la espada se le cayó;
por decir, maldita sea,
dijo: maldita sea yo.
El Rey que la estaba oyendo,
de amores se cautivó,
—Madre los ojos de Marcos
son de hembra, no de varón.
—Convídala tú, hijo mío,
a los rios a nadar,
que si ella fuese hembra
no se querrá desnudar.
Toditos los caballeros
se empiezan a desnudar,
y el caballero Don Marcos
se ha retirado a llorar.
Por qué llora Vd. Don Marcos
por qué debo de llorar,
por un falso testimonio
que me quieren levantar.
No llores alma querida
no llores mi corazón,
que eso que tú tanto sientes,
eso lo deseo yo.
El Rey que la estaba oyendo,
de amores se cautivó,
—Madre los ojos de Marcos
son de hembra, no de varón.
—Convídala tú, hijo mío,
a los rios a nadar,
que si ella fuese hembra
no se querrá desnudar.
Toditos los caballeros
se empiezan a desnudar,
y el caballero Don Marcos
se ha retirado a llorar.
Por qué llora Vd. Don Marcos
por qué debo de llorar,
por un falso testimonio
que me quieren levantar.
No llores alma querida
no llores mi corazón,
que eso que tú tanto sientes,
eso lo deseo yo.
Toditos los caballeros
se empiezan a desnudar,
y el caballero Don Marcos
se ha retirado a llorar.
Por qué llora Vd. Don Marcos
por qué debo de llorar,
por un falso testimonio
que me quieren levantar.
No llores alma querida
no llores mi corazón,
que eso que tú tanto sientes,
eso lo deseo yo.
Por qué llora Vd. Don Marcos
por qué debo de llorar,
por un falso testimonio
que me quieren levantar.
No llores alma querida
no llores mi corazón,
que eso que tú tanto sientes,
eso lo deseo yo.
No llores alma querida
no llores mi corazón,
que eso que tú tanto sientes,
eso lo deseo yo. | es |
Gamoneda,Antonio | <XXI | Tu_Cabello_En_Sus_Manos | Tu cabello en sus manos; arde en las manos del vigilante de la nieve.
Son las cebadas, la siesta de las serpientes y tu cabello en el pasado.
Abre tus ojos para que yo vea las cebadas blancas: tu cabeza en las manos del vigilante de la nieve. | es |
Villamediana,Conde_de | <XXI | Es_Tan_Glorioso_Y_Alto_El_Pensamiento | Es tan glorioso y alto el pensamiento
que me mantiene en vida y causa muerte,
que no sé estilo o medio con que acierte
a declarar el mal y el bien que siento.
Dilo tú, amor, que sabes mi tormento,
y traza un nuevo modo que concierte
estos varios extremos de mi suerte
que alivian con su causa el sentimiento;
en cuya pena, si es glorioso efecto
el sacrificio de la fe más pura
que está ardiendo en las alas del respeto,
ose el amor, si teme la ventura,
que entre misterios de un amor secreto
amar es fuerza y esperar locura. | es |
Cadalso,José | <XXI | Ya_No_Verán,_Oh_Tormes | Ya no verán, oh Tormes,
tus áridas orillas
los manes de Galeno
y del Estagirista.
Alza la anciana frente
tanto tiempo oprimida,
y esparce por el campo
desde hoy jovial la vista.
¿No ves como se acercan
con música divina
a tus arenas sacras
el gusto y la alegría?
En torno de ellas vuelvan
los juegos y las risas,
cerca vienen las Musas,
del gran Febo seguidas.
En medio de aquel carro,
¿no ves cómo camina
un joven, de quien tiene
Ganímedes envidia?
¿No escuchas que al acento
de su süave lira
las nueve musas cantan
y el verde prado pisan?
Para adornar sus sienes
y cabellos que brillan
más que el oro que llega
de las lejanas Indias,
tejiendo van guirnaldas;
y de Flora las ninfas
para tejerle flores
van y vienen a prisa.
Pues ese mismo joven
es por quien tus orillas
verán llegar las gracias,
el gusto y la alegría,
huyendo de sus voces
y célica armonía
los manes de Galeno
y del Estagirista. | es |
Pardo_García,Germán | <XXI | ¿Dónde_Están_Las_Columnas_De_Alabastro | ¿Dónde están las columnas de alabastro
que el cuerpo de la noche sostenían,
las células de nieve que podrían
térmicas ser en el crisol de un astro?
De la noche de Dios no queda un rastro.
Cambia de sexo el ruiseñor. Desvían
los templos la grandeza que tenían,
y a la derrota su estandarte arrastro.
Ya es la noche del hombre, el satanismo
de su fuerza, su infausto sincretismo,
su panteral imagen que cintila.
Y en la sucia pared su testamento:
la frustración, el sordo aturdimiento
que su mente narcótica destila. | es |
Aridjis,Homero | <XXI | Sobre_Este_Puente_Donde_El_Tiempo_Avanza_Inmóvil | Sobre este puente donde el tiempo avanza inmóvil
como la podredumbre o la alegría de ser
adentro de las cuerdas
que lo atraviesan de un extremo a otro
he visto al pájaro de la inocencia detenerse
un momento en su vuelo para decirme adiós
he visto en sus ojos el incendio de luz
que arde sobre las aguas como un tapete
o una lengua siempre más larga y estriada
he visto en su pico el canto y la maravilla
que nunca se levantan un punto más alto
de la tristeza que los encierra como un nicho
he visto la oscura y húmeda cabellera del canto
siempre más radiante y más muda
más color de viento que de amor o vocal
curvarse en sus umbrales como una ola
Sobre este puente que ha mirado con mirada fría
(así como mira el rostro amado y muerto
siempre más distante a la palabra y más imposeíble)
pasar miles de espectros y de autos
miles de cosas y seres que van al infinito
como etapa final
he visto al pájaro de la inocencia
descansar un momento de su eternidad
para decirme adiós
en un hasta nunca apenas perceptible dicho casi
con un rumor de alas sonando en el silencio | es |
Fuertes,Gloria | <XXI | Las_Flacas_Mujeres_De_Los_Metalúrgicos | Las flacas mujeres de los metalúrgicos
siguen pariendo en casa o en el tranvía.
Los niños van algunos a las escuelas municipales
y se aprenden los ríos porque es cosa que gusta.
Las niñas van a las monjas que enseñan labores
y a rezar.
De la ciudad se va borrando poco a poco
la huella de los morteros.
¡Han pasado tantos meses!
He visto en sueños que hay varios señores
hablando, en una mesa, de divisas,
de barcos, de aviones, de cornisas
que se van a caer, cuando las bombas.
Y yo pido perdón al Gran Quien Sea
por desearles una buena caja
con cuatro cirios de los más curiosos. | es |
Lugones,Leopoldo | <XXI | Sobre_Las_Olas_(Valse_Por_Juvencio_Rosas) | Ritmo dulce y vulgar del mejicano,
Que en la fidelidad de su tristeza,
Llora patria y amor, hecho belleza
De luna popular y mar lejano.
Luna de ministril, flébil piano,
Que dan novia y añaden con largueza,
El lánguido jazmín de su cabeza,
La suave angustia de apretar su mano.
Por largas horas con mi bien, nos diste
Esa noble ternura de estar triste
Que en su amorosa sed quejarse escucho.
Y nuestra dicha, hermana del silencio,
Como tu aire gentil, pobre Juvencio,
Hablaba poco y suspiraba mucho. | es |
Subsets and Splits