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Bolaño,Roberto
<XXI
Las_Noches_Que_He_Dormido_Entre_Rostros_Y_Palabras
Las noches que he dormido entre rostros y palabras Cuerpos doblegados por el viento Líneas que miré hechizado En los límites de mis sueños. Noches heladas de Europa, mi cuerpo en el ghetto Pero soñando.
es
Machado,Manuel
<XXI
¡Qué_Tristes_Almas_En_Pena
¡Qué tristes almas en pena son las viejas alegrías... Y qué fantasmas de días las noches de luna llena!... ¡Qué lamentable cadena de pobres melancolías las horas largas y frías de la barquilla en la arena! ¡Qué broma absurda y pesada es la aventura de amor, hoy sin amor evocada!... ¡Dolor!... ¿Dónde lo hay mayor que recordar la pasada alegría en el dolor? ¡Qué lamentable cadena de pobres melancolías las horas largas y frías de la barquilla en la arena! ¡Qué broma absurda y pesada es la aventura de amor, hoy sin amor evocada!... ¡Dolor!... ¿Dónde lo hay mayor que recordar la pasada alegría en el dolor? ¡Qué broma absurda y pesada es la aventura de amor, hoy sin amor evocada!... ¡Dolor!... ¿Dónde lo hay mayor que recordar la pasada alegría en el dolor? ¡Dolor!... ¿Dónde lo hay mayor que recordar la pasada alegría en el dolor?
es
Neruda,Pablo
<XXI
Oda_A_La_Alcachofa
La alcachofa de tierno corazón se vistió de guerrero, erecta, construyó una pequeña cúpula, se mantuvo impermeable bajo sus escamas, a su lado los vegetales locos se encresparon, se hicieron zarcillos, espadañas, bulbos conmovedores, en el subsuelo durmió la zanahoria de bigotes rojos, la viña resecó los sarmientos por donde sube el vino, la col se dedicó a probarse faldas, el orégano a perfumar el mundo, y la dulce alcachofa allí en el huerto, vestida de guerrero, bruñida como una granada, orgullosa, y un día una con otra en grandes cestos de mimbre, caminó por el mercado a realizar su sueño: la milicia. En hileras nunca fue tan marcial como en la feria, los hombres entre las legumbres con sus camisas blancas eran mariscales de las alcachofas, las filas apretadas, las voces de comando, y la detonación de una caja que cae, pero entonces viene María con su cesto, escoge una alcachofa, no le teme, la examina, la observa contra la luz como si fuera un huevo, la compra, la confunde en su bolsa con un par de zapatos, con un repollo y una botella de vinagre hasta que entrando a la cocina la sumerge en la olla. Así termina en paz esta carrera del vegetal armado que se llama alcachofa, luego escama por escama desvestimos la delicia y comemos la pacífica pasta de su corazón verde.
es
Henríquez_Ureña,Pedro
<XXI
Íntima
Desde el solar nativo —el nido de los pálidos recuerdos, la casa palpitante de memorias que viven y se agitan como espectros—, me llega tu palabra, henchida de miríficos consuelos, mensajera piadosa del terruño, hasta el extraño techo—, el techo que indolente me cobija, mudo y escueto, intacto por los fuegos de mis luchas, intacto por las alas del ensueño. En la isla, en lucha, cuál sangra el corazón, cual llora el pecho! ¿Qué mucho que el postrado combatiente destierre el sentimiento, vulnerable talón que el dardo hiere, y haga del estoicismo su remedio? En la vida, en la lucha, Cuán temprano sentí, lloré cuán presto! Cuánto de penas sufre! Solitario me encuentro, sin patria, sin hogar, sin ilusiones, —todas volaron con volar ligero—; busco para las penas interiores las aguas del Leteo, y tiendo del espíritu la salas al país irreal de invicto ensueño. Todo cuanto fue amores, luz de la edad y juveniles sueños, yace entre los escombros del pasado, apenas en las lindes del recuerdo. Sobre esas ruinas la vista tiendo con muda indiferencia. No renace el extinto sentimiento cual si el ansia de dulces efusiones fuese muerta en el pecho. El fatigado espíritu no se enciende en la llama del deseo, y contempla a través de las edades como un campo vastísimo de hielo. ¡Ah! Que cuando resuena tu palabra del letargo despierto, y la nostalgia delator antiguo dentro del alma siento. ¡Oh tu, la soñadora, la constante! ¡Oh tu, sacerdotisa del ensueño! ¿No sientes, bajo el cielo de la Paria del ruiseñor parlero cual se ha trocado el himno de esperanzas por la canción macabrita de un cuervo? ¿No sientes que las vivas ilusiones, la vieja tradición, el dulce sueño, vuelan en el confuso torbellino que azota el patrio suelo, y hechos girones en la hoguera caen, perecen de la patria en el incendio? Que con tu fe radiante que con tu amor perpetuo, reconstruyes las muertas ilusiones y guardas el altar de los recuerdos, y en las frágiles notas de tus cartas el alma envías del terruño entero! En mi noche de amargo pesimismo el instante aun espero en que escuche, soñando, tus palabras de nuevo sobre las ruinas de la triste patria, «sobre las ruinas del hogar deshecho».
es
Cernuda,Luis
<XXI
Playa_De_La_Roqueta
Playa de la Roqueta: Sobre la piedra, contra la nube, Entre los aires estás, conmigo Que invisible respiro amor en torno tuyo. Mas no eres tú, sino tu imagen. Tu imagen de hace años, Hermosa como siempre, sobre el papel, hablándome, Aunque tan lejos yo, de ti tan lejos hoy En tiempo y en espacio. Pero en olvido no, porque al mirarla, Al contemplar tu imagen de aquel tiempo, Dentro de mí la hallo y lo revivo. Tu gracia y tu sonrisa, Compañeras en días a la distancia, vuelven Poderosas a mí, ahora que estoy, Como otras tantas veces Antes de conocerte, solo. Un plazo fijo tuvo Nuestro conocimiento y trato, como todo En la vida, y un día, uno cualquiera, Sin causa ni pretexto aparente, Nos dejamos de ver. ¿Lo presentiste? Yo sí, que siempre estuve presintiéndolo. La tentación me ronda De pensar, ¿para qué todo aquello: El tormento de amar, antiguo como el mundo, Que unos pocos instantes rescatar consiguen? Trabajos del amor perdidos. No. No reniegues de aquello, Al amor no perjures. Todo estuvo pagado, sí, todo bien pagado, Pero valió la pena, La pena del trabajo De amor, que a pensar ibas hoy perdido. En la hora de la muerte (Si puede el hombre para ella Hacer presagios, cálculos), Tu imagen a mi lado Acaso me sonría como hoy me ha sonreído, Iluminando este existir oscuro y apartado Con el amor, única luz del mundo.
es
Chocano,José_Santos
<XXI
La_Voz_Triste
Esta noche una linda mujer (una española digna de ser modelo de otra Maja Desnuda) me ha tarareado tristes canciones; y la ola de su melancolía se ha tendido en la muda soledad de mi alma. Tal su voz todavía se insinúa al oído de mi recuerdo en vano. Yo la dije: —¡Eres mía!— Y no besé su boca, pero estreché su mano. Sus canciones tenían un aire vago, un aire tenue, lleno de gracia, picardía y donaire; y me hablaban de cosas de ensueño y de pecado que no he visto en mi vida, pero que he adivinado. Finjíase una lenta procesión de fantasmas por entre un clausurado monasterio: una viuda de cara macilenta presidía el cortejo; y al fin iba un soldado, sobre cuya armadura un golpe del pasado hizo una abolladura. Sus canciones me hablaban de tiempos que son idos: fortalezas vetustas y leones dormidos... La sangre mora, sangre que irradia en los sentidos de esta linda española le infunde la tristeza del Desierto (es un grito de la Naturaleza) Y esta tristeza es como la tristeza que siento; porque la sangre india bulle en mi sangre: aliento de cumbres... Siempre han sido tristes las almas grandes los moros y los indios; el Desierto y los Andes... Diríase que el potro se siente fatigado de andar por las montañas; y el bardo peregrino en la sombra un puñado de luces ha mirado. Corre... corre... Es la alegre posada del camino. ¡Oh la paz! Mesa amiga, pan blanco y rojo vino Llego por fin a ella; y a su entrada una bella pulsando la guitarra tararea canciones. Se confunden al punto nuestros dos corazones: un gavilán astuto y una paloma incauta. Y ella sigue cantando sus versos lentamente; y yo me quedo como se queda una serpiente que oye sonar el dulce gemido de una flauta...
es
Castro,Rosalía_de
<XXI
De_La_Noche_En_El_Vago_Silencio
De la noche en el vago silencio, cuando duermen o sueñan las flores, mientras ella despierta, combate contra el fuego de ocultas pasiones, y de su ángel guardián el auxilio implora invocando piadosa su nombre, el de ayer, el de hoy, el de siempre, fiel amigo del alma, Mefistófeles, en los hilos oculto del lino finísimo y blanco cual copo de espuma, en donde ella aún más blanca reclina la cabeza rubia, así astuto y sagaz, al oído de la hermosa en silencio murmura: «Goza aquél de la vida, y se ríe y peca sin miedo del hoy y el mañana, mientras tú con ayunos y rezos y negros terrores tus horas amargas. Si del hombre la vida en la tumba ¡oh, bella!, se acaba, ¡qué profundo y cruel desengaño, qué chanza pesada te juega la suerte, le espera a tu alma!»
es
Lihn,Enrique
<XXI
Ciudades_Son_Imágenes
Ciudades son imágenes. Basta con un cuaderno de escolar para hacer la absurda vida de la poesía en su primera infancia: extrañeza elevada al cubo de Durero, y un dolor que no alcanza a ser él mismo, melancólicamente. Dos ratas blancas giran en un círculo a la velocidad de la neurosis; después de darme vueltas sesenta días justos en el gran mundo como en una jaula, me concentro en un solo pensamiento: ratas que giran. Blanca, velluda, diminuta esfera partida en dos mitades que brincan por juntarse, pero donde fue el tajo, la perpleja lisura y el dolor, ahora están esas patitas, y en medio de ellas sexos divisorios, sexos compensatorios. Nos salen cosas donde fuimos seres aparte enteramente, enteramente aparte. Cinco minutos de odio, total. cinco minutos. Ciudades son lo mismo que perderse en la calle de siempre, en esa parte del mundo, nunca en otra. ¿Qué es lo que no podría dar lo mismo si se le devolviera al todo, en dos palabras, el ser mezquinamente igual de lo distinto? Sol del último día; ¡qué gran punto final para la poesía y su trabajo! En el gran mundo como en una jaula afino un instrumento peligroso.
es
Siroco,Jota
XXI
Ayer_Me_Fui_A_Un_Casting_De_Poetas
Ayer me fui a un casting de poetas ¡cosa tan seria, amor! Andaban por allí: el pedantón añil de barba egregia, el Che de cubalibre y barrafija, la rubia dulce-musa-siempreapunto y el llorador de lunas, en vías de extinción como los patos. ¿Tú qué pintas aquí? —me preguntaron— se te nota en la cara que no sufres, que no mueres de amor, no gimes por olvidos, ni levantas banderas a los vientos, ¿tú qué pintas aquí? ¡maldita sea! ¡sólo quieres cargarte el chiringuito de la lágrima viva!, Yo venía, y ustedes me disculpen, ...como el hambre no entiende de relojes... por eso del jamón de pata negra, pues anda quejumbroso mi esqueleto de tanta sinalefa a la parrilla. Debo decir que fueron generosos, me dieron al final una cuarteta, doscientos versos libres, tres canciones canallas y una flor natural de la marisma. Soporten con paciencia la postdata: ... era la flor tragable ¡voto a bríos! recocida en caldo de puchero.
es
Unamuno,Miguel_de
<XXI
«No_Me_Verá_Dentro_De_Poco_El_Mundo
«No me verá dentro de poco el mundo, Juan XIV, 19 mas sí vosotros me veréis, pues vivo y viviréis» —dijiste; y ve: te prenden los ojos de la fe en lo más recondito del alma, y por virtud del arte en forma te creamos visible. Vara mágica nos fue el pincel de don Diego Rodríguez de Silva Velázquez. Por ella en carne te vemos hoy. Eres el Hombre eterno que nos hace hombres nuevos. Es tu muerte parto. Volaste al cielo a que viniera, Juan XVI, 7 consolador, a nos el Santo Espíritu, ánimo de tu grey, que obra en el arte y tu visión nos trajo. Aquí encarnada en este verbo silencioso y blanco que habla con líneas y colores, dice su fe mi pueblo trágico. Es el auto sacramental supremo, el que nos pone sobre la muerte bien de cara a Dios.
es
Selgas_y_Carrasco,José
<XXI
Uno_Viene_Y_Otro_Va
Por un misterio profundo Que vedado al hombre está, En la sucesión del mundo Uno viene y otro va. Los que van, los que vinieron Sienten la misma aflicción: Los muertos, por lo que fueron; Los vivos, por lo que son. Y sólo en vivir resuelven Los hombres todo su afán; Y los que se van no vuelven, Y los que vienen se van. Ambos a la vez suspiran En ansias de opuesto bien: Los vivos, por lo que miran; Los muertos, por lo que ven. Oscuro arcano contiene La vida que el mundo da: Viene llorando el que viene; Va muy triste el que se va. Por razón o por manía Que no alcanza mi razón, Causa el que nace alegría, Causa el que muere aflicción. Siempre de esta vida amarga Distintas cuentas se harán: Para los que vienen, larga; Corta para los que van. ¡Qué tristes esfuerzos hacen! ¡Qué pena deben sentir Los que nacen, cuando nacen, Los que mueren, al morir! Hondo secreto profundo Que al hombre vedado está; Desde el principio del mundo Uno viene y otro va.
es
Ibarbourou,Juana_de
<XXI
¡Oh,_Lengua_De_Los_Cantares!
¡Oh, lengua de los cantares! ¡oh, lengua del Romancero! te habló Teresa la mística, te habla el hombre que yo quiero. En ti he arrullado a mi hijo e hice mis cartas de novia. Y en ti canta el pueblo mío el amor, la fe, el hastío, el desengaño que agobia. ¡Lengua en que reza mi madre y en la que dije: ¡Te quiero! una noche americana millonaria de luceros. La más rica, la más bella, la altanera, la bizarra, la que acompaña mejor las quejas de la guitarra. ¡La que amó el Manco glorioso y amó Mariano de Larra! Lengua castellana mía, lengua de miel en el canto, de viento recio en la ofensa, de brisa suave en el llanto. La de los gritos de guerra más osados y más grandes, ¡la que es cantar en España y vidalita en los Andes! ¡Lengua de toda mi raza, habla de plata y cristal, ardiente como una llama, viva cual un manantial!
es
Peña_del_Bosque,Leopoldo
XXI
Rosa_Del_Jardín_De_Mis_Andanzas
Rosa del jardín de mis andanzas Que arrellanas entre el tallo y las espinas Un rocío pertinaz en mis quimeras, Que me inunda el alma todavía. El aguardo de tu amor, mi desventura. Y el fulgor de tus ojos, magia bruna. En el frío de las noches me conforta, El recuerdo de mi amor por esa rosa.
es
Núñez_de_Arce,Gaspar
<XXI
Senado_Ilustre,_Público_Discreto
Senado ilustre, público discreto, que siempre diste cariñoso abrigo a la musa de Lope y de Moreto; concurso generoso, fiel amigo del arte, que a tu impulso se levanta o se despeña en el error contigo; por quien el vate en su entusiasmo canta, el músico sorprende la armonía y a los siglos el genio se adelanta; es tan intensa y honda mi alegría, tan viva la emoción que me enajena, que aunque quisiera ahogarla no podría. ¿Cómo, si el alma de esperanzas llena, ve renacer con nuevos resplandores la amortiguada gloria de la escena? ¡Público insigne, artistas, escritores, rendid tributo al ánimo atrevido, digno de vuestros plácemes y honores! Cuando asorda los aires el rugido de enconada pasión, que en su despecho nos emponzoña el corazón herido; cuando combaten bajo el mismo techo hermano contra hermano, y todo rueda como un turbión a nuestros pies deshecho; cuando no hay odio que sucumba o ceda, y en tanta confusión, el patrio idioma es el único lazo que nos queda; merece aplauso quien a empeño toma alzar un templo al arte castellano, donde todo vacila y se desploma. Que mientras pueda el genio soberano tender el vuelo, condenar la saña que separa al hermano del hermano, hacer que vibre hasta en región extraña la lengua de Quevedo y de Cervantes, tú serás inmortal ¡oh madre España! ¡No morirás! Como lucharon antes, tus hijos lucharán con el destino cuanto más desgraciados, más constantes. Que si no encuentra su ambición camino por do llevar a términos ajenos tu cetro de oro y tu blasón divino, para abrazarse le hallarán al menos, y en santa paz transcurrirán tus días más prósperos, más grandes, más serenos. Pero ¿dónde al sentir las agonías de la patria infeliz que sufre y llora, me arrastran ¡ay! las esperanzas mías? ¿A dónde vuela mi ilusión? Ya es hora de penetrar en la región que el arte con sus rayos purísimos colora. Ya es tiempo y ocasión de presentarte a los que habrán de compartir conmigo el difícil trabajo de agradarte. Tú, de sus triunfos imparcial testigo, suplir, acaso con ventaja, puedes lo que, atendiendo a su humildad, no digo. Muchos han alcanzado las mercedes, los vítores y lauros que en la escena, con larga mano al mérito concedes. ¡Ah! ¡Cuántas veces su fecunda vena hizo a tus labios asomar la risa que los vicios ridículos enfrena! ¡Cuántas tu corazón latió de prisa, movido por la voz del sentimiento, blanda o severa, enérgica o sumisa; voz que en la vaga ondulación del viento, suena a un tiempo patética y sublime como canto de amor, himno y lamento! ¿Quién de su influjo halagador se exime? ¿Quién resiste el poder del alma ardiente que en todo el sello de su genio imprime? No me atrevo a nombrarla: está presente (1). Tú la conoces bien, que has abrumado con cien coronas su inspirada frente. Nosotros seguiremos a su lado por la penosa y áspera carrera que huellas inmortales han trazado. Joven alguno, por la vez primera trémulo y lleno de ansiedad confusa, la hora solemne de tu fallo espera. Dale aliento y valor: sé tú su musa, y cuando salga inquieto y conmovido válgale al menos su temor de excusa. Con el respeto a nuestro juez debido, yo, el último de todos, te saludo, y en nombre suyo tu indulgencia pido. Ardua es la empresa, nuestro esfuerzo, rudo, grande la voluntad, vivo el deseo, y amparándonos tú, fuerte el escudo. Sonarán en el amplio coliseo de Calderón y Lope la armonía, honda intención y fácil discreteo, en nuestra larga y mísera agonía, ya el último florón, aun no marchito, que nos envidia el mundo todavía. Como el vuelo del alma es infinito, y mientras hallen en la mente humana luz la esperanza, sombras el delito, tiernos anhelos el amor, cristiana resignación los débiles que gimen, fieros empeños la ambición tirana, llanto el dolor, remordimiento el crimen, premio la fe, castigo la mentira y borrascosas noches los que oprimen, el vate audaz, si en la pasión se inspira, podrá pulsar con vigorosa mano el corazón del hombre, que es su lira: como aún florecen en el suelo hispano claros ingenios que la intensa llama alimentan del numen castellano, en esta escena, con la varia trama de sus afanes y vigilias fruto, buscarán los laureles de la fama. Si a veces el error, común tributo de la humana flaqueza, los pervierte y cubre su razón de sombra y luto, antes de ser inexorable, advierte que en esta recia y desigual pelea, eres el más dichoso y el más fuerte. Nunca, nunca el espíritu que crea, se lanzará con incansable brío por los radiantes mundos de la idea, si a todo noble sentimiento frío, sólo el gastado público le ofrece glacial indiferencia y seco hastío. Cuando la Poesía desfallece y cual ebria bacante desceñida se revuelca en el fango y se envilece; cuando la muchedumbre descreída, en torpes espectáculos apura los más brutales goces de la vida, y únicamente excitan su locura, despiertan sólo su vigor dormido la sátira procaz, la danza impura; entonces, como el aire corrompido que invadiendo el espacio, se dilata lento, invisible, acaso no sentido, la cólera del cielo se desata, avanza sin cesar muda y sombría, y como el rayo y la epidemia mata. Entonces Dios sobre la raza impía que marcha presurosa hacia el abismo, sus horrendas catástrofes envía; la podredumbre engendra el egoísmo y ya no tiene el pueblo degradado fuerza y valor para salvarse él mismo. Y camina a su fin precipitado, y su terrible expiación comienza, y se pierde en la noche del pecado... ¡Ah! ¡que ignominia tanta no nos venza, hijos de España, y si la angustia crece lloremos de aflicción, no de vergüenza! Porque el ánimo honrado resplandece con la adversa fortuna, y en el mundo sólo humilla el dolor que se merece. De toda corrupción, de todo inmundo germen, de todo estancamiento insano, brota el mal potentísimo y fecundo: la asoladora fiebre, del pantano, la peste, de los campos de batalla, y de los pueblos muertos el tirano. Tú puedes ser inquebrantable valla, Senado ilustre, a la inmoral corriente que fácil paso entre nosotros halla. Tú puedes evitar que se acreciente la gangrena social, esa gangrena fría, senil, que mata y no se siente. Y si consigues que la patria escena de entre sus juegos lícitos descarte la burla impía y la invención obscena; si por tu esfuerzo en ráfagas se parte esta niebla densísima que empaña la religión, la libertad y el arte, tú serás salvo, y salvarás a España.
es
Aridjis,Homero
<XXI
Y_La_Luz_Entra_En_El_Hombre_Por_Un_Instante_Lateral
y la luz entra en el hombre por un instante lateral de la hora y ella se acerca a la escalera del día tan desganadamente que parece que desde antes de subirla ya estuviera cansada nuestras cabezas como sauces despeinados dan a la mañana que las atraviesa silencio y hacia atrás van los días ruinosos como un haz sin fin de intemperies toleradas y nos vemos vivos otra vez como larvas que viven sobre rocas lavadas por los rápidos y se sostienen por discos de succión o anclas de seda para no ser arrastradas por el agua y descubrimos nuestros cuerpos como parajes quietos entre las corrientes torrenciales y el poema llega frente a aquel que mezcla alma y cuerpo y asiste al nacimiento de un color e inhala y respira un Dios pues el día no tiene puertas humo azul tiempo quemado
es
Luis,Leopoldo_de
<XXI
Lástima_Que_No_Valgan_Los_Valores_Eternos
Lástima que no valgan los valores eternos para salvar los charcos de un agua ensangrentada. Todos fuimos cogidos por trágicos inviernos. De esa aventura triste ya no nos salva nada. Esos que fueron puros también se han salpicado. Libres y espirituales, la realidad los cerca. Que no piensen que todo está por fin juzgado. La culpa que les toca es una loba terca. Las torres de marfil están sitiadas. El tiempo llega siempre, pegajoso y espeso. Si alguien quiere salir, ya se ha hecho tarde. Pobres conciencias puras, quedaron atrapadas. Pobre arte en libertad, quedó de pronto preso. La realidad por todos los costados hoy arde.
es
Sabines,Jaime
<XXI
No_Se_Ha_Roto_Ese_Vaso_En_Que_Bebiste
No se ha roto ese vaso en que bebiste, ni la taza, ni el tubo, ni tu plato. Ni se quemó la cama en que moriste, ni sacrificamos un gato. Te sobrevive todo. Todo existe a pesar de tu muerte y de mi flato. Parece que la vida nos embiste igual que el cáncer sobre tu omoplato. Te enterramos, te lloramos, te morimos, te estás bien muerto y bien jodido y yermo mientras pensamos en lo que no hicimos y queremos tenerte aunque sea enfermo. Nada de lo que fuiste, fuiste y fuimos a no ser habitantes de tu infierno.
es
Diego,Eliseo
<XXI
El_Mar_Es_Un_Anciano_Lleno_De_Agravios
El mar es un anciano lleno de agravios: la terquedad de la tierra, la agudeza inoportuna de la lluvia cuando colmara su pecho el grande aliento de la soledad. El mar no puede moverse. Es un enorme anciano que no puede moverse, y que se angustia y clama entre la noche. A la mañana sonríe entre sus barbas. El mar es un anciano lleno de agravios, que arguye con poderosa voz, a solas, todo lo largo de la noche.
es
Corredor_Cuervo,Héctor_José
XXI
No_Quiero_Un_Lugar_Que_Esté_En_Primavera
No quiero un lugar que esté en primavera donde salga el sol detrás de la sierra; deseo que la luna, la estrella, el lucero vuelvan a brillar en el mundo entero. Quiero que en los surcos de cada labranza broten las cosechas de paz y esperanza; ansío ver hogares llenos de ilusiones donde exista amor en los corazones. No quiero más odio, no quiero más guerra Añoro la paz en toda la tierra. No quiero más odio, no quiero más guerra Añoro la paz en toda la tierra. Quiero que las aves vuelvan a sus nidos que abandonaron en campos floridos; deseo que la gente retorne a poblados sin temor o miedo de ser secuestrados. Quiero que los niños tengan una cuna con calor de padres en medio de fortuna; deseo que en mi patria reine la alegría y vuelvan los sueños con su fantasía. No quiero más odio, no quiero más guerra Añoro la paz en toda la tierra. No quiero más odio, no quiero más guerra Añoro la paz en toda la tierra. Quiero que en los surcos de cada labranza broten las cosechas de paz y esperanza; ansío ver hogares llenos de ilusiones donde exista amor en los corazones. No quiero más odio, no quiero más guerra Añoro la paz en toda la tierra. No quiero más odio, no quiero más guerra Añoro la paz en toda la tierra. Quiero que las aves vuelvan a sus nidos que abandonaron en campos floridos; deseo que la gente retorne a poblados sin temor o miedo de ser secuestrados. Quiero que los niños tengan una cuna con calor de padres en medio de fortuna; deseo que en mi patria reine la alegría y vuelvan los sueños con su fantasía. No quiero más odio, no quiero más guerra Añoro la paz en toda la tierra. No quiero más odio, no quiero más guerra Añoro la paz en toda la tierra. No quiero más odio, no quiero más guerra Añoro la paz en toda la tierra. No quiero más odio, no quiero más guerra Añoro la paz en toda la tierra. Quiero que las aves vuelvan a sus nidos que abandonaron en campos floridos; deseo que la gente retorne a poblados sin temor o miedo de ser secuestrados. Quiero que los niños tengan una cuna con calor de padres en medio de fortuna; deseo que en mi patria reine la alegría y vuelvan los sueños con su fantasía. No quiero más odio, no quiero más guerra Añoro la paz en toda la tierra. No quiero más odio, no quiero más guerra Añoro la paz en toda la tierra. Quiero que las aves vuelvan a sus nidos que abandonaron en campos floridos; deseo que la gente retorne a poblados sin temor o miedo de ser secuestrados. Quiero que los niños tengan una cuna con calor de padres en medio de fortuna; deseo que en mi patria reine la alegría y vuelvan los sueños con su fantasía. No quiero más odio, no quiero más guerra Añoro la paz en toda la tierra. No quiero más odio, no quiero más guerra Añoro la paz en toda la tierra. Quiero que los niños tengan una cuna con calor de padres en medio de fortuna; deseo que en mi patria reine la alegría y vuelvan los sueños con su fantasía. No quiero más odio, no quiero más guerra Añoro la paz en toda la tierra. No quiero más odio, no quiero más guerra Añoro la paz en toda la tierra. No quiero más odio, no quiero más guerra Añoro la paz en toda la tierra. No quiero más odio, no quiero más guerra Añoro la paz en toda la tierra.
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
Manicomio_De_Paz
A la oscura pregunta con que los cisnes negros interrogan a la estrella polar de su destino contesta toda la Osa con la blanca respuesta de su luz. Así tus salinas de ternura al cayado de aorta de la guerra. De un desván de lunas leporinas, lágrimas rotas y zodiacos de bruma, una mano de encaje me estira este camino de intransitables nudos, abandonado en las vías muertas de mis sienes, y otra mano de espuma me viste sombra nueva para cuando regrese. Una suave penumbra me mulle entonces el atardecer y me derrama en la nostalgia de tus acordeones ahogados. Una primavera me llueve tardes que en ti se abisman, noches por ti abrigadas, espejos que se hunden en muelles lejanías de gestos y collares. A mi sed de preguntas duerme tu afán de rosas sin espinas. A los goznes chirriantes de mis puertas interiores, tus pasos de peluche. Al riesgo de saltimbanqui de mi propia sangre, la seguridad de tus ojos de firmes horizontes. A mi insomnio de ratas y luciérnagas, la vigilia esmerilada de un lago de mercurio en tus caderas. Esa eres tú, la paz, un manicomio de rosados vinos, voz que verdea yedras sobre ruinas. Y mis caballos negros se adormilan en tus pesebres blancos.
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
Un_Áncora_De_Sal
Un áncora de sal en el correcto smoking de tu playa, gardenia de tres puntas para recepciones de marino en casa. En los travesaños de tus dedos salta un mar de caracolas nacientes y naranjas de vidrio derribadas de soles infantiles. La yema de tu voz, en el ovario de una ola, fue un brote iluminado que apadrinó un delfín. Un brote que a la sombra de una gardenia sorbe la naranja del sol. Dale una estrella de prisa por espada y una coraza de viento en sazón. Y todos los mapas tendrán un meridiano universal. smoking
es
Basso,Cristián
XXI
Los_Ojos_Amatistas_Del_Atlántico
Los ojos amatistas del Atlántico, nevados en la masa marina me trajeron a tu tierra mapal. Yo tengo trozos de nubes y quiebro mil veces los vasos sigilosos del olvido. Tengo por caminar las hortalizas, las viejas zanahorias del alma, el pueblo de chocolate que habitan mis títeres de yeso. Surjo de las yerbas negras y retorno a la losa de las rocas, me esculpe la tierra un pedazo de tierra para humedecer las manos en las olas del aire. Tengo por caminar las hortalizas, las viejas zanahorias del alma, el pueblo de chocolate que habitan mis títeres de yeso. Surjo de las yerbas negras y retorno a la losa de las rocas, me esculpe la tierra un pedazo de tierra para humedecer las manos en las olas del aire. Surjo de las yerbas negras y retorno a la losa de las rocas, me esculpe la tierra un pedazo de tierra para humedecer las manos en las olas del aire.
es
Valente,José_Ángel
<XXI
Un_Día_Nos_Veremos
Un día nos veremos al otro lado de la sombra del sueño. Vendrán a ti mis ojos y mis manos y estarás y estaremos como si siempre hubiéramos estado al oro lado de la sombra del sueño
es
Benedetti,Mario
<XXI
Dijo_El_Fulano_Presuntuoso
Dijo el fulano presuntuoso / hoy en el consulado obtuve el habitual certificado de existencia consta aquí que estoy vivo de manera que basta de calumnias este papel soberbio / irrefutable atestigua que existo si me enfrento al espejo y mi rostro no está aguantaré sereno despejado ¿no llevo acaso en la cartera mi recién adquirido mi flamante certificado de existencia? vivir / después de todo no es tan fundamental lo importante es que alguien debidamente autorizado certifique que uno probadamente existe cuando abro el diario y leo mi propia necrológica me apena que no sepan qu estoy en condiciones de mostrar dondequiera y a quien sea un vigente prolijo y minucioso certificado de existencia existo luego pienso ¿cuántos zutanos andan por la calle creyendo que están vivos cuando en rigor carecen del genuino irremplazable soberano certificado de existencia?
es
Darío,Rubén
<XXI
¡Salgan_Y_Lleguen_En_Buen_Hora
¡Salgan y lleguen en buen hora, dominando los elementos, las velas que el marino adora, y los steamers humeantes que conducen los alimentos, la carga de los fabricantes, los ejércitos de emigrantes, el designio, el brazo que va a arar, sembrar y producir en el latifundio, en el pago, partan las naves de Cartago y arriben las naves de Ofir! ¡Y bien se escuche en las funciones de conmemoración el trueno de las salvas de los cañones del mar, conmoviendo el estuario de hímnicas vibraciones lleno en la fiesta del Centenario!
es
Góngora,Luis_de
<XXI
Cantastes,_Rufo,_Tan_Heroicamente
Cantastes, Rufo, tan heroicamente De aquel César novel la augusta historia, Que está dudosa entre los dos la gloria Y a cuál se deba dar ninguno siente. Y así la Fama, que hoy de gente en gente Quiere que de los dos la igual memoria Del tiempo y del olvido haya victoria, Ciñe de lauro a cada cual la frente. Debéis con gran razón ser igualados, Pues fuistes cada cual único en su arte: Él solo en armas, vos en letras solo, Y al fin ambos igualmente ayudados: Él de la espada del sangriento Marte, Vos de la lira del sagrado Apolo. Y así la Fama, que hoy de gente en gente Quiere que de los dos la igual memoria Del tiempo y del olvido haya victoria, Ciñe de lauro a cada cual la frente. Debéis con gran razón ser igualados, Pues fuistes cada cual único en su arte: Él solo en armas, vos en letras solo, Y al fin ambos igualmente ayudados: Él de la espada del sangriento Marte, Vos de la lira del sagrado Apolo. Debéis con gran razón ser igualados, Pues fuistes cada cual único en su arte: Él solo en armas, vos en letras solo, Y al fin ambos igualmente ayudados: Él de la espada del sangriento Marte, Vos de la lira del sagrado Apolo. Y al fin ambos igualmente ayudados: Él de la espada del sangriento Marte, Vos de la lira del sagrado Apolo.
es
Peza,Juan_de_Dios
<XXI
La_Calle_De_La_Cadena
Aún estaba conmovido El bajo pueblo de Anáhuac Recordando el fin postrero De los dos hermanos Ávila; Aún al cruzar por las noches La anchurosa y triste plaza, Al mirar en pie las horcas Las gentes se santiguaban; Y aún en algunos conventos Rezábanse las plegarias A fin de que los difuntos Lograsen salvar sus almas; Cuando un pregón le decía A la curiosa canalla Que por atroces delitos, Que por pudor se callaban, Iba a ser ajusticiado Por voluntad del monarca Un negro recién venido Con un noble a Nueva España. Como se anunció la fecha La gente acudió a la plaza, En tal número y desorden Que un turbión asemejaba, Porque en los terribles casos En que la justicia mata La humanidad se desvive Por mostrar que no es humana. Desde que lució la aurora Acudió la gente en masa Y muchos allí durmieron Esperando la mañana. Mirábanse a los verdugos Que el cadalso custodiaban Ya con los rostros cubiertos Con una insultante máscara. El sol estaba muy alto, La gente con vivas ansias, Los verdugos en acecho Y los soldados en guardia; Y ninguno suponía Que el acto aquel se frustrara Cuando de mirar al reo Perdieron las esperanzas. De pronto, a galope llega Un dragón junto a las tablas Del cadalso, y con alguno De los centinelas habla. Los verdugos, para oírlo Descienden la escalinata, Y corre un rumor que anuncia Que la ejecución se aplaza. El toque de los clarines Pronto anuncia retirada, Y en diversas direcciones Plebe y soldados marchan. Hay disgusto en los semblantes De mozuelas y beatas, Pues como a ninguno ahorcaron Han perdido la mañana. Y se resienten de verse Por el Pregón engañadas, Y viendo solo el cadalso, Rezan, murmuran y charlan. Los curiosos insistentes Que averiguan la causa Del retardo, al fin descubren Lo que nadie se explicaba. Cuentan que trayendo al negro De San Lázaro a la plaza, Cuando apenas por oriente Se vislumbró la mañana, Cercado por alguaciles Y por mucha gente armada, Bebiéndose de amargura Sus propias, ardientes lágrimas, Con voz fúnebre pidiendo Que hicieran bien por su alma, Un sacerdote entregado A cumplir siempre estas mandas; Mirando a todas las gentes En balcones y ventanas Darle el adiós postrimero Entre llantos y plegarias. El negro que parecía De susto no tener alma, Cruzó por una calleja Tan angosta como larga, Donde entre humildes jacales Surgía como un alcázar Un caserón de tezontle Con paredes almenadas, Con toscas rejas de hierro En forma de antiguas lanzas, Con canales cual cañones Que el alto muro artillaban, Y bajo el vetusto escudo De ininteligible heráldica Un ancho portón forrado De gruesas y obscuras láminas; Teniendo como atributo Que las gentes veneraban, Una cadena de acero burda, Negra, tosca y larga. Con sus ojos que vertían Raudales de vivas llamas, Mira el negro de soslayo Aquella ostentosa casa, Y sin que evitarlo puedan Los cien que lo custodiaban Tan ligero como un rayo Del centro se les escapa, Gana de un salto la acera, Se arrodilla en la portada Y cogiendo la cadena En las dos manos, con ansia Grita con voz que parece Un rugido: «¡Pido gracia! ¡Pido gracia a la nobleza De nuestro amado monarca!» Y corchetes y alguaciles Y arcabuceros y guardias Se quedaron asombrados Y sin responder palabra. Porque sabido de todos era Que en aquella casa vivía Un señor de abolengo Entre los grandes de España, Que por fuero de linaje En sus títulos estaba Tener cadena en su puerta Y pendón en la fachada. El reo que esa cadena, Por su fortuna tocara Al marchar para el cadalso, De la muerte se libraba. Y el negro, que esto sabía, Tuvo la fortuna extraña De alcanzar tal privilegio Que otro ninguno lograra. Mirando lo sucedido, Nobles, corchetes y guardias, Con gran susto de la escena No siguieron a la plaza, Pues tornaron al presidio La víctima afortunada; Al Virrey le dieron parte Y todo quedóse en calma. Hoy sólo existen los muros De la mansión legendaria, Sin huellas de las almenas Ni escudo de la portada. Y dicen los que lo saben, Doctos en antiguas causas, Que la angosta callejuela De «La Cadena» hoy se llama.
es
Jiménez,Juan_Ramón
<XXI
La_Trasparencia_Dios_La_Trasparencia
Dios del venir, te siento entre mis manos, aquí estás enredado conmigo, en lucha hermosa de amor, lo mismo que un fuego con su aire. No eres mi redentor, ni eres mi ejemplo, ni mi padre, ni mi hijo, ni mi hermano; eres igual y uno, eres distinto y todo; eres dios de lo hermoso conseguido, conciencia mía de lo hermoso. Yo nada tengo que purgar. Toda mi impedimenta no es sino fundación para este hoy en que, al fin, te deseo; porque estás ya a mi lado en mi eléctrica zona, como está en el amor el amor lleno. Tú, esencia, eres conciencia; mi conciencia y la de otros, la de todos con la forma suma de conciencia; que la esencia es lo sumo, es la forma suprema conseguible, y tu esencia está en mí, como mi forma. Todos mis moldes, llenos estuvieron de ti; pero tú, ahora, no tienes molde, estás sin molde; eres la gracia que no admite sostén, que no admite corona, que corona y sostiene siendo ingrave. Eres la gracia libre, la gloria del gustar, la eterna simpatía, el gozo del temblor, la luminaria del clariver, el fondo del amor, el horizonte que no quita nada; la transparencia, dios la transparencia, el uno al fin, dios ahora sólito en el uno mío, en el mundo que yo por ti y para ti he creado.
es
González_Martínez,Enrique
<XXI
Mi_Abismo_Se_Llenó_De_Su_Mirada
Mi abismo se llenó de su mirada, y se fundió en mi ser, y fue tan mía, que dudo si este aliento de agonía es vida aún o muerte alucinada. Llegó el Arcángel, descargó la espada sobre el doble laurel que florecía en el sellado huerto... Y aquel día volvió la sombra y regresé a mi nada. Creí que el mundo, ante el humano asombro, iba a caer envuelto en el escombro de la ruina total del firmamento... ¡Mas vi la tierra en paz, en paz la altura, sereno el campo, la corriente pura, el monte azul y sosegado el viento!
es
Pellicer,Carlos
<XXI
Eso_Que_No_Se_Dice_Ni_Se_Canta
Eso que no se dice ni se canta es sólo un nombre ¿acaso es un suspiro? En la sangre celeste de un zafiro tiene lugar, y tiempo, y voz levanta. ¿En qué número numen, qué garganta, qué secreto feliz, a cuál retiro donde sólo el suspiro de un suspiro pase, te he de esconder, ventura tanta? Si estas manos vacías ya están llenas al pensar en tu ser —lecho de arenas con que las aguas doran su camino—, donde ponerlas, manos asombradas de mostrarse desnudas al destino y levantar al cielo llamaradas.
es
Bergamín,José
<XXI
Como_Quien_Oye_Llover
Como quien oye llover Te pido que oigas mis versos: Con atención tan profunda Como se escucha el silencio. Como se escucha a los árboles Cuando los menea el viento, Y caer, como hojas secas, Las horas muertas del tiempo. Como el crepitar sonoro De las llamas en el fuego, Y en los cielos el callado Arder de los astros muertos.
es
Laforet,Antonio
XXI
El_Junco_En_Tierra
A veces la vida me parece insoportablemente opaca. Un hombre viejo decía: En este último tramo todo lo pasado, todo lo hecho y lo no realizado se me vienen encima, me enfrentan sin misericordia y siento ganas de llorar. Quisiera volver entonces y decirle a aquel niño que no deje de jugar, de abrazar a su madre, de correr por la calle. Decirle a aquel joven que sea paciente, que desprecie las monedas, que no deje nunca de soñar. Y decirle a ese adulto que aprenda a perdonar, que no olvide besar, que tema a su suerte. Los árboles murmuran la misma verdad que es exhalada por nuestra respiración. Y sin embargo, es tan difícil escucharla. El junco se supo en tierra cuando la verde carne lo despreció. La arena negó su vuelo para terminar envidiando al polvo. Un pretérito corto del perplejo vidente que calla. Un pináculo sumergido en las corrientes de la creación. El pozo se ha vuelto a secar, otros vendrán a llenarlo, y no escucharán, no a los árboles.
es
López,Freddy
XXI
Tirando_Un_Libro
Tirando un libro no se tira otra cosa que un organismo.
es
García_Lorca,Federico
<XXI
Silencio,_¿Dónde_Llevas
Silencio, ¿dónde llevas tu cristal empañado de risas, de palabras y sollozos del árbol? ¿Cómo limpias, silencio, el rocío del canto y las manchas sonoras que los mares lejanos dejan sobre la albura serena de tu manto? ¿Quién cierra tus heridas cuando sobre los campos alguna vieja noria clava su lento dardo en tu cristal inmenso? ¿Dónde vas si al ocaso te hieren las campanas y quiebran tu remanso las bandadas de coplas y el gran rumor dorado que cae sobre los montes azules sollozando? El aire del invierno hace tu azul pedazos, y troncha tus florestas el lamentar callado de alguna fuente fría. Donde posas tus manos, la espina de la risa o el caluroso hachazo de la pasión encuentras. Si te vas a los astros, el zumbido solemne de los azules pájaros quiebra el gran equilibrio de tu escondido cráneo. Huyendo del sonido eres sonido mismo, espectro de armonía, humo de grito y canto. Vienes para decirnos en las noches oscuras la palabra infinita sin aliento y sin labios. Taladrado de estrellas y maduro de música, ¿donde llevas, silencio, tu dolor extrahumano, dolor de estar cautivo en la araña melódica, ciego ya para siempre tu, manantial sagrado? Hoy arrastran tus ondas turbias de pensamiento la ceniza sonora y el dolor del antaño. Los ecos de los gritos que por siempre se fueron. El estruendo remoto del mar, momificado. Si Jehová se ha dormido, sube al trono brillante, quiébrale en su cabeza un lucero apagado, y acaba seriamente con la música eterna, la armonía sonora de luz, y mientras tanto, vuelve a tu manantial, donde en la noche eterna, antes que Dios y el tiempo, manabas sosegado.
es
Blanco,Andrés_Eloy
<XXI
Se_Van_El_Canto_Y_El_Sueño
Canté a los dos como si fueran uno. Ya están durmiendo; en el ciprés mitigo la lumbre del lucero inoportuno; ya el Canto ni lo canto ni lo digo, y apenas flota sobre los durmientes, la flor con ellos, la raíz conmigo; ya el Canto es globo en las dormidas frentes se vuelve azul, de celestial beleño, chupándose los sueños transparentes; ya se va el Canto y con el Canto el Sueño, ya sube a la región maravillosa del mago de la alfombra y Clavileño; mañana es el entierro de la rosa, pero esta noche llorarán por ella en el velorio de la mariposa. Ya se fue el Canto; ya es mi voz aquella punta de luz que se me desvanece, como si se fugara de la estrella. La madre canta; en la canción se mece la rama seca de lo que agoniza con el retoño de lo que amanece; ellos y yo, su brasa en mi ceniza, canción de madre que ennoblece el Canto, sueño de niño, que lo canoniza. Y así los cuatro en el coloquio santo con la esperanza sobre la almohada, detrás del sueño y más allá del llanto, y allá por fin, la humanidad lograda detrás del bosque de sus crucifijos, recibiendo en el hambre y la mirada la luz y el pan que le darán mis hijos.
es
Casal,Julián_del
<XXI
En_El_Verde_Jardín_Del_Monasterio
En el verde jardín del monasterio, Donde los nardos crecen con las lilas, Pasea la novicia sus pupilas Como princesa por su vasto imperio. Deleitan su sagrado cautiverio Los chorros de agua en las marmóreas pilas, El lejano vibrar de las esquilas Y las místicas notas del salterio. Sus rizos peina el aura del verano, Mas la doncella al contemplarlos llora E, internada en el bosque de cipreses, Piensa que ha de troncharlos firme mano Como la hoz de ruda segadora Las espigas doradas de las mieses. Deleitan su sagrado cautiverio Los chorros de agua en las marmóreas pilas, El lejano vibrar de las esquilas Y las místicas notas del salterio. Sus rizos peina el aura del verano, Mas la doncella al contemplarlos llora E, internada en el bosque de cipreses, Piensa que ha de troncharlos firme mano Como la hoz de ruda segadora Las espigas doradas de las mieses. Sus rizos peina el aura del verano, Mas la doncella al contemplarlos llora E, internada en el bosque de cipreses, Piensa que ha de troncharlos firme mano Como la hoz de ruda segadora Las espigas doradas de las mieses. Piensa que ha de troncharlos firme mano Como la hoz de ruda segadora Las espigas doradas de las mieses.
es
Pardo_García,Germán
<XXI
Rotación_De_La_Sangre
La sangre de los muertos hortelanos no es sangre sino fruta oscurecida. Es níspero y naranja enriquecida por azúcares hondos y tempranos. Ellos duermen con tierra entre las manos. Pero esa tierra es savia conocida: aquella que les sirve de bebida al podar los morenos avellanos. Si el cáliz de madera que la guarda se les vacía en el sepulcro, tarda en volverse a llenar sólo un segundo. Porque la dulce sangre de esos muertos, circula de sus venas a los huertos, vuelve a sus venas y retorna al mundo.
es
Villacañas,Beatriz
XXI
No_Son_Alas:_Es_Tan_Sólo_Un_Piano
Los pájaros son el recuerdo cotidiano de la atadura que nos une a la tierra diariamente. Son el espejo en el que se refleja esa distancia, siempre irreconciliable, del hombre con su piel. Ellos son ese sueño cercano e inasible de crueldad bellísima. Tiernos e indiferentes, y desconocedores de todas las palabras que inventamos nosotros para poder volar. Escucha: ¿No percibes su corazón acelerado? Oye cómo bombea ese aire que en nosotros se estanca y se hace pensamiento. Ellos reinventan el viento día a día mientras tú y yo seguimos intentando entender el porqué de su vuelo, que se acerca a llamarnos y se aleja después. Para nosotros el deseo es un pájaro caído incapaz ya de atravesar el aire. Para ellos nosotros somos la amenaza que se olvida al recobrar el cielo en un instante. Míralos allá arriba, intentemos hacer de la mirada un ángel redimido un segundo tan sólo. Luego, nuestras pisadas nos traerán a la tierra nuevamente y volverán a caer, algunas veces, sobre la hormiga que sólo mira al suelo.
es
Arciniegas,Ismael_Enrique
<XXI
Ira_Santa
Cuando se eleven ídolos de arcilla, Y se convierta en sombra lo que alumbra Y lo de falso brillo que deslumbra Oprima a la virtud que no se humilla; Cuando a todo se doble la rodilla, Y su saliva lance en la penumbra Lo que se arrastra, a lo que el vuelo encumbra, Lo que se esconde a lo que surge y brilla; Cuando pérfida mano apague artera Lo que en la noche a clarear aspira, Lo que en la frente fulgurar espera; Cuando al ara de Dios llegue la mofa, Que se convierta en látigo la lira, Que se convierta en bofetón la estrofa!
es
Arciniegas,Ismael_Enrique
<XXI
«1700»_Dice_La_Piedra_Abandonada;
«1700» dice la piedra abandonada; «1720» después. La piedra rota Agrega: «Mari...» Fúlgida visión entonces flota, Flota en el pensamiento como visión soñada. María... ¡Ya dos siglos! ¿Quién fuiste, flor tronchada? Tu nombre mutilado, como una esencia ignota Viene a evocar ensueños desde una edad remota... ¿Quién fuiste? ¿Blanca y rubia? ¿Bella y de azul mirada? Te veo, y me imagino tu plácida agonía... En mañana de lluvia, tu faz reflejaría La luz ultra terrena con que soñó tu anhelo; Y serías entonces como incienso que sube, Como aroma de lirio, como callado vuelo, Y como en alba de oro, níveo copo de nube.
es
Mutis,Álvaro
<XXI
Después_De_Tanto_Tiempo,_Vastas_Edades
Después de tanto tiempo, vastas edades, siglos, migraciones allí sorprendidas frente al vocerío de las aguas sin límite y asentadas en su espera hasta confundirse con el polvo calcáreo, hasta no dejar otra huella que sus muertos vestidos con abigarrados ornamentos de origen incierto, escarabajos egipcios, pomos con ungüentos fenicios, armas de la Hélade, coronas etruscas, después de tales cosas, la piedra ha venido a ser una presencia de albas porosidades, laberintos minúsculos, ruinas de minuciosa pequeñez, de brevedad sin término, y así las paredes, los patios, las murallas, los más secretos rincones, el aire mismo en su labrada transparencia también horadado por el tiempo, la luz y sus criaturas. Y llego a este lugar y sé que desde siempre ha sido el centro intocado del que manan mis sueños, la absorta savia de mis más secretos territorios, reinos que recorro, solitario destejedor de sus misterios, señor de la luz que los devora, herencia sobre la cual los hombres no tienen ni la más leve noticia, ni la menor parcela de dominio. Y en el patio donde jugaron mis abuelos, con su pozo modesto y sus altos muros labrados como madréporas sin edad, en la casa de la calle de Capuchinos me ha sido revelada de nuevo y para siempre la oculta cifra de mi nombre, el secreto de mi sangre, la voz de los míos. Yo nombro ahora este puerto que el sol y la sal edificaron para ganarle al tiempo una extensa porción de sus comarcas y digo Cádiz para poner en regla mi vigilia para que nada ni nadie intente en vano desheredarme una vez más de lo que sido «el reino que estaba para mí».
es
Buesa,José_Ángel
<XXI
Espero_Tu_Sonrisa_Y_Espero_Tu_Fragancia
Espero tu sonrisa y espero tu fragancia por encima de todo, del tiempo y la distancia. Yo no sé desde dónde, hacia dónde, ni cuándo regresarás... sé sólo que te estaré esperando. En lo alto del bosque y en lo hondo del lago, en el minuto alegre y en el minuto aciago, en la función pagana y en el sagrado rito, en el limpio silencio y en el áspero grito. Allí donde es más fuerte la voz de la cascada, allí donde está todo y allí donde no hay nada, en la pluma del ala y en el sol del ocaso, yo esperaré el sonido rítmico de tu paso. Comprendo que de mí ya se ría la gente al ver cómo te espero desesperadamente. Cuando todos los astros se apaguen en el cielo, cuando todos los pájaros paralicen el vuelo cansados de esperarte, ese día lejano yo te estaré esperando todavía. No importa: aunque me digan todos que desvarío, yo te espero en las ondas musicales del río, en la nube que llega blanca de su trayecto, en el camino angosto y en el camino recto. Niño, joven o anciano, sonriendo o llorando, en el alba o la tarde, yo te estaré esperando, y si me convenciera que ese ansiado día no habría de llegar, también te esperaría.
es
Domínguez_Romero,Fco.
XXI
O_Sol_Mexe_Os_Ramos...
O sol mexe os ramos... Só atento á beleza, un fío de auga escolle os clareiros perlados de orballo, e cae con estrondo da pena escarpada. E só a cada pouco a ra sae a seco. Acada o seu cumio na verde eminencia da pedra que aflora. Só se é percibida oculta o seu medo. O sapo, cando ela, é un seixo rolado na herba enlodada. Fala alto, enleado no verbo da terra, á trémula chama do sol de setembro. E gostan sen taxa, nas verdes descidas amadas do sapo, o hálito fresco da terra orballada; a parva ledicia do vento na herba... Como non é doado pór orde na fraga.
gl
Chocano,José_Santos
<XXI
El_Regreso
Como el que lucha hasta el postrer instante y no como el que tiembla y se intimida, caí, pero no a plomo: mi caída describió una parábola gigante... Fui el más amado de tu pecho amante y fue el alma entre todas escogida: mas quise hacerte vida de mi vida: y entonces la Beatriz huyó del Dante. Volví al infierno. En el infierno ahora sueño con que tu mano protectora me levante a las cumbres del pasado; debe de ser hermoso y elocuente, ver entrar a los cielos nuevamente a Satán redimido y perdonado.
es
Bretón_de_los_Herreros,Manuel
<XXI
¿Soy_Poeta?
Ni mi lengua brota espuma Atormentada del estro, Ni alquitrán baña mi pluma, Ni está mi juicio en secuestro; Ni en mi vida eché la zarpa A los bordones de una arpa, Ni llamo divina trípode A mi sillón de vaqueta Donde humilde me acomodo; Y con todo, Paso en Madrid por poeta. Nunca fue mi ministerio Copular con bruja hedionda, Y si evoco un cementerio No hay miedo que me responda. No dejo crecer mis barbas Como en el siglo de Yarbas, Ni vivir quiero a lo príncipe Sin tener una peseta; Que no, soy tan delirante; Y no obstante, Quizá seré yo poeta. No me tira de los pies Ningún fantasma nocturno; Ni chiquillos tres a tres Devoro como Saturno; Ni me sumerjo en el Ponto; Ni a los cielos me remonto Dialogando con los ángeles. Hombre soy y en mi planeta Paso lo dulce y lo amargo. Sin embargo, Tengo humillos de poeta. No maldigo el hemisferio Que alumbra al género humano; Ni ara torpe al adulterio Alzo con sangrienta mano; Ni ajenas dichas envidio; Ni en pro del negro suicidio Haré escandalosa página Ora en drama, ora en gaceta, Si Dios me conserva el seso. Con todo eso, Dan en llamarme poeta. Aunque dado a Satanás El orbe esté en muchos puntos, No pienso yo valer más Que todos los hombres juntos. Ni haré guerra a las mujeres Por negarme sus placeres Si tengo el cuerpo ridículo Y no suple mi gaveta Al mal gesto de mi cara. ¡Cosa rara... Llamarme el mundo poeta! Porque me entiendan me afano, Y aunque parezca mancilla, Quiero hablar en castellano, Pues mi lengua es de Castilla. Si es oscuro mi concepto, No acuso al lector de inepto, Ni llamando al pueblo bárbaro Cuando un drama no le peta, La atrabilis se me exalta; ¡Y no falta Quien diga que soy poeta! Mas ya, ¡voto a Garcilaso!... No entiendo la poesía. ¿Por dónde se va al Parnaso? ¿Quién me alumbra? ¿Quién me guía? ¿Qué es el verso? ¿Qué es el drama? ¿Qué es la virtud? ¿Qué es la fama? O ciertos vates novísimos Han perdido la chaveta, O se engaña el Ateneo, Según veo, Cuando me llama poeta. estro, poeta poeta poeta poeta poeta! poeta! poeta
es
Cetina,Gutierre_de
<XXI
Como_La_Simplecilla_Mariposa
Como la simplecilla mariposa a torno de la luz de una candela de pura enamorada se desvela, ni se sabe partir, ni llegar osa; vase, vuelve, anda, torna y no reposa, y de amor y temor junto arde y hiela, tanto que al fin las alas con que vuela se abrasan con la vida trabajosa. Así, mísero yo, de enamorado, a torno de la luz de vuestros ojos vengo, voy, torno y vuelvo y no me alejo; mas es tan diferente mi cuidado que en medio del dolor de mis enojos ni me acaba el ardor, ni de arder dejo.
es
Benedetti,Mario
<XXI
Empero
Cierro los ojos para disuadirme. Ahora no es, no puede ser la muerte. Está el escarabajo a tropezones, mi sed de ti, la baja tarde inmóvil. De veras está todo como antes: el cielo tan inerme, la misma soledad tan maciza, la luz que se devora y no comprende. Todo está como antes de tu rostro sin nubes, todo aguarda como antes la anunciada estación en suspenso, pero también estaba entonces este pánico de no saber huir y no saber alejarme del odio. De veras todo está destruido, indescifrable, como verdad caída inesperadamente del cielo o del olvido y si alguien, algo, me golpea los párpados es una lenta gota empecinada. Ahora no es, no puede ser la muerte. Abro los ojos para convencerme.
es
Agustini,Delmira
<XXI
Cuando_Sonriente,_La_Aurora
Cuando sonriente, la aurora Sus áureos cabellos suelta Y en el pálido horizonte Su faz sonrosada muestra, Y las albas avecillas De sus manos marfileñas, Van rasgando de la noche El amplio manto de niebla, Un níveo, frágil insecto De sus ensueños despierta, Y agitando dulcemente Sus alas leves, etéreas, Sediento en busca de flores Su vuelo ondulante eleva. Flores que recién se abran Y en sus copas soñolientas, Le brinden savia, perfumes ¡Y una llovizna de perlas! Tenue, vaporoso insecto Cuyas alas nacareñas, Del lirio tienen la albura Y la suave transparencia, Tal vez de su vara al toque El hada Delicadeza, Formólo de una sonrisa Un silfo, un sueño, una perla. ¡Y la luz diole por sangre Una gota de su esencia! Existe un lúgubre insecto De alas pesadas y negras, Que espera ansioso el momento De silencio y de tinieblas En que en brazos de la noche Duerme enlutada la tierra, Y entonces alza su vuelo De lentitudes funéreas, ¡Vuelo pesante, fatídico, De vibraciones siniestras! ¡Tétrico, ominoso insecto! ¡Animalaña funesta! Al vivo fulgor del día Permanece inmóvil, yerta, La helada sombra nocturna Da vida a sus alas muertas. Es que tal vez de la noche Le brinda la copa inmensa, De la esencia del misterio El vivificante néctar, Esencia que por lo oscura Parece su propia esencia! ¡Raro, sublime contraste! ¡Atrayente diferencia! Aquél, una estrella alada, Éste, un jirón de tiniebla; Aquél, graciosa alegría, Éste, fúnebre tristeza; Aquél tiene la celeste, La luminosa belleza, Del astro claro, radiante, De una sonrisa arcangélica, Éste tiene la sombría Severa magnificencia, La atracción trágica, extraña, Irresistible, funesta, Del abismo devorante! De la sima negra, tétrica!
es
Casal,Julián_del
<XXI
La_Nube
En la fuente cristalina De su jardín solitario, Se baña la fiel sultana De hermoso cuerpo rosáceo. Ya no ocultan finas telas De su seno los encantos, Ni la red de hilos de oro Sus cabellos destrenzados. El sultán que la contempla, Tras los vidrios del serrallo, Dice: —«El eunuco vigila, Yo solo la veo en el baño». —«Yo también, —dice una nube Que cruza el azul espacio—, Veo su cuerpo desnudo De mil perlas inundado». Pálido Achmed, cual la Luna, Toma el puñal en su mano Y mata a la favorita... Cuando la nube ha volado. Ya no ocultan finas telas De su seno los encantos, Ni la red de hilos de oro Sus cabellos destrenzados. El sultán que la contempla, Tras los vidrios del serrallo, Dice: —«El eunuco vigila, Yo solo la veo en el baño». —«Yo también, —dice una nube Que cruza el azul espacio—, Veo su cuerpo desnudo De mil perlas inundado». Pálido Achmed, cual la Luna, Toma el puñal en su mano Y mata a la favorita... Cuando la nube ha volado. El sultán que la contempla, Tras los vidrios del serrallo, Dice: —«El eunuco vigila, Yo solo la veo en el baño». —«Yo también, —dice una nube Que cruza el azul espacio—, Veo su cuerpo desnudo De mil perlas inundado». Pálido Achmed, cual la Luna, Toma el puñal en su mano Y mata a la favorita... Cuando la nube ha volado. —«Yo también, —dice una nube Que cruza el azul espacio—, Veo su cuerpo desnudo De mil perlas inundado». Pálido Achmed, cual la Luna, Toma el puñal en su mano Y mata a la favorita... Cuando la nube ha volado. Pálido Achmed, cual la Luna, Toma el puñal en su mano Y mata a la favorita... Cuando la nube ha volado.
es
Luis,Leopoldo_de
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El_Fin_De_Siglo_Vio_Pasar_La_Máscara
El fin de siglo vio pasar la máscara de Valle Inclán, el esperpento vivo del escritor de libros más hermosos del reino modernista. El Marqués de Bradomín era su hermano, discípulos los dos del Aretino, ambos sabían que lujuria es madre del mundo y a la vez de la tristeza. Aún recordaba a aquella Niña Chole cuando en el año cinco se despide de María Antonia en su jardín de invierno. (Rubén Darío quiso dedicarle un soneto autumnal). Abandonada ya la hermosa cuadra de caballos, ¿quién puede ahora negarle la parda mula del noventayocho para cruzar el viejo ruedo ibérico con el trapo amarillo de la burla y el esperpento rojo del sarcasmo? Una comedia bárbara es la vida o es un tablado loco, según en qué montura se cabalgue. En todo caso, siempre hay un aroma de leyenda que dolor y temor algo mitigan. Y entre el deseo y la amargura "el alma de la tarde se deshoja en el viento".
es
Arreola,Juan_José
<XXI
Telemaquía
Dondequiera que haya un duelo, estaré de parte del que cae. Ya se trate de héroes o rufianes. Estoy atado por el cuello a la teoría de esclavos esculpidos en la más antigua de las estelas. Soy el guerrero moribundo bajo el carro de Asurbanipal, y el hueso calcinado en los hornos de Dachau. Héctor y Menelao, Francia y Alemania y los dos borrachos que se rompen el hocico en la taberna, me abruman con su discordia. Adondequiera que vuelvo los ojos, me tapa el paisaje del mundo un inmenso paño de Verónica con el rostro del Bien Escarnecido. Espectador a la fuerza, veo a los contendientes que inician la lucha y quiero estar de parte de ninguno. Porque yo también soy dos: el que pega y el que recibe las bofetadas. El hombre contra el hombre. ¿Alguien quiere apostar? Señoras y señores: No hay salvación. En nosotros se está perdiendo la partida. El Diablo juega ahora las piezas blancas.
es
García_Montero,Luis
<XXI
Como_Un_Gato_Tendido
Como un gato tendido, nos viliga tu ropa al final de la cama. Y tu cuerpo reciente pudiera estar en ella todavía, meditando su salto, esperando estrellarse salvaje con mi cuerpo, que también nos persigue, al filo de la silla, abrazado a su propia y larga oscuridad. Ojos que fueron hechos para ver un peligro aceptado, debajo de la luna.
es
Basso,Cristián
XXI
Los_Cabellos_Despedazan_El_Agua
Los cabellos despedazan el agua. El perfil del barro en las ramas. La luz sinuosa del frío. Y yo, en la sentencia brutal del mediodía. Y yo, en la sentencia brutal del mediodía. en la sentencia brutal del mediodía.
es
Martínez_de_la_Rosa,Francisco
<XXI
Vuelve,_Vuelve,_Golondrina
Vuelve, vuelve, golondrina, Que ya Favonio se acerca, Y las aves y pastores Saludan la primavera: En mis tranquilos hogares Todos alegres te esperan, Cual huésped agradecido, Cual nuncio de buenas nuevas. Aquí no hallarás los lazos Que en los palacios se encuentran, Y bajo el rústico techo Seguros tus hijos quedan: Aun está cual le dejaste, Tu frágil nido de tierra, Y al verle todos los días Lamentábamos tu ausencia... Mas tal vez en este instante La costa africana dejas, Cruzas el mar presurosa, Y tocas nuestras riberas. Ni en su margen te detienes; Veloz hacia el Dauro vuelas; Y el tierno pecho te anuncia Que tus amigos te esperan... No tardes, llega, avecilla; Llega, y bienvenida seas; Que Dios bendice el hogar Que da asilo a la inocencia.
es
Neruda,Pablo
<XXI
Esta_Iglesia_No_Tiene_Lampadarios_Votivos
Esta iglesia no tiene lampadarios votivos, no tiene candelabros ni ceras amarillas, no necesita el alma de vitrales ojivos para besar las hostias y rezar de rodillas. El sermón sin inciensos es como una semilla de carne y luz que cae.temblando al surco vivo: el Padre-Nuestro, rezo de la vida sencilla, tiene un sabor de pan frutal y primitivo... Tiene un sabor de pan. Oloroso pan prieto que allá en la infancia blanca entregó su secreto a toda alma fragante que lo quiso escuchar... Y el Padre-Nuestro en medio de la noche se pierde; corre desnudo sobre las heredades verdes y todo estremecido se sumerge en el mar...
es
Aleixandre,Vicente
<XXI
Materia
Cadencia y ritmo, y augur de cosas que tú aventas con tus dedos abiertos, hacia mis ojos, recargados de tu sospecha, Comezón dolorosa de tu ausencia, y lento respasar entre las cosas nuevas y entre las viejas. Y cegadora nota última —confirmación de la sospecha que gravitaba en mis ojos— cuando sucede la experiencia. He buceado en la noche, hundido mis brazos —materia de la noche—, y te he tropezado entre mis dedos, concreta.
es
Parra,Nicanor
<XXI
Pasé_Una_Época_De_Mi_Juventud_En_Casa_De_Unas_Tías
Pasé una época de mi juventud en casa de unas tías A raíz de la muerte de un señor íntimamente ligado a ellas Cuyo fantasma las molestaba sin piedad Haciéndoles imposible la vida. En el principio yo me mantuve sordo a sus telegramas A sus epístolas concebidas en un lenguaje de otra época Llenas de alusiones mitológicas Y de nombres propios desconocidos para mí Varios de ellos pertenecientes a sabios de la antigüedad A filósofos medievales de menor cuantía A simples vecinos de la localidad que ellas habitaban. Abandonar de buenas a primeras la universidad Romper con los encantos de la vida galante Interrumpirlo todo Con el objeto de satisfacer los caprichos de tres ancianas histéricas Llenas de toda clase de problemas personales Resultaba, para una persona de mi carácter, Un porvenir poco halagador, Una idea descabellada. Cuatro años viví en El Túnel, sin embargo, En comunidad con aquellas temibles damas Cuatro años de martirio constante De la mañana a la noche. Las horas de regocijo que pasé debajo de los árboles Tornáronse pronto en semanas de hastío, En meses de angustia que yo trataba de disimular al máximo Con el objeto de no despertar curiosidad en torno a mi persona, Tornáronse en años de ruina y de miseria ¡En siglos de prisión vividos por mi alma En el interior de una botella de mesa! Mi concepción espiritualista del mundo Me situó ante los hechos en un plano de franca inferioridad: Yo lo veía todo a través de un prisma En el fondo del cual las imágenes de mis tías se entrelazaban Como hilos vivientes Formando una especie de malla impenetrable Que hería mi vista haciéndola cada vez más ineficaz. Un joven de escasos recursos no se da cuenta de las cosas. Él vive en una campana de vidrio que se llama Arte Que se llama Lujuria, que se llama Ciencia Tratando de establecer contacto con un mundo de relaciones Que sólo existen para él y para un pequeño grupo de amigos. Bajo los efectos de una especie de vapor de agua Que se filtraba por el piso de la habitación Inundando la atmósfera hasta hacerlo todo invisible Yo pasaba las noches ante mi mesa de trabajo Absorbido en la práctica de la escritura automática. Pero para qué profundizar en estas materias desagradables Aquellas matronas se burlaron miserablemente de mí Con sus falsas promesas, con sus extrañas fantasías Con sus dolores sabiamente simulados Lograron retenerme entre sus redes durante años Obligándome tácitamente a trabajar para ellas En faenas de agricultura En compraventa de animales Hasta que una noche, mirando por la cerradura Me impuse que una de ellas ¡Mi tía paralítica! Caminaba perfectamente sobre la punta de sus piernas Y volví a la realidad con un sentimiento de los demonios.
es
Hierro,José
<XXI
Pensamiento_De_Amor
Dejé un instante de pensarte. Había sucedido algo en ti cuando volviste. Venías más nostálgico, más triste, seco tu sol que iluminó mi día. Alguien —sé quién— que yo no conocía, alguien que calza sueños de oro, y viste almas dolientes, te pensó. Caíste al pozo donde muere la alegría. Por qué fuiste pensando, malherido, pensamiento de amor. Cómo han podido pasarte el corazón de parte a parte. Por qué volviste a mí, sufriendo, a herirme. ¿No recuerdas que tengo que ser firme? ¿Es que no ves que tengo que matarte?
es
Girondo,Oliverio
<XXI
Me_Derrumbé
me derrumbé, caía entre astillas y huesos, entre llantos de arena y aguaceros de vidrio, cuando oí que gritaban: “¡Abajo!” “¡Mas abajo!” y seguía cayendo, dando vueltas y vueltas, entre ásperas cenizas y gritos mutilados, “¡Abajo!” “¡Más abajo!” en espiral, rodando, envuelto en lo derruido, en turbios remolinos de trozos y fragmentos, de esquirlas, de gemidos, “¡Abajo!” “¡Más abajo!” entre escombros y ruinas ululantes, informes, a través de la asfixia, del horror, del misterio, más allá del aliento, de la luz, del recuerdo.
es
Popa,Dorin
XXI
Mucho_Más_Agobiante_Está_El_Mundo_En_Diciembre
mucho más agobiante está el mundo en diciembre el suicidio se pasea por la calle mucho, mucho más agresivo... si logro salir de este invierno también y de esta enfermedad y de esta muerte, el próximo verano bien lo sé que voy a añorar el mes de diciembre si logro salir de este invierno también y de esta enfermedad y de esta muerte, el próximo verano bien lo sé que voy a añorar el mes de diciembre
es
Cetina,Gutierre_de
<XXI
Vuestro_Nombre,_Señora,_Que_Asigura
Vuestro nombre, señora, que asigura cuanto vuestra beldad hace dudoso, demás de aquel mirar dulce y piadoso han sido la ocasión de mi tristura. Temía, y con razón, esta aventura, puesto que fue el principio venturoso; no era por mi parte temeroso, mas de parte de vuestra hermosura. El alma, en el tormento ejercitada, de nueva sujeción quería librarse, del antiguo error escarmentada. Pero ¿cómo podía decir salvarse quien tanto del primero mal se agrada y no quiere de vos saber guardarse?
es
García_Vargas,Antonio
XXI
Nevada_Cima_
Nevada cima cual lejano pálpito titubeante
es
Cetina,Gutierre_de
<XXI
Cubrir_Los_Bellos_Ojos
Cubrir los bellos ojos con la mano que ya me tiene muerto, cautela fue por cierto; que ansí doblar pensastes mis enojos. Pero de tal cautela harto mayor ha sido el bien que el daño, que el resplandor extraño del sol se puede ver mientras se cela. Así que aunque pensastes cubrir vuestra beldad, única, inmensa, yo os perdono la ofensa, pues, cubiertos, mejor verlos dejastes.
es
Gómez_Pescador,Felipe_E.
XXI
Guerrillero_Moribundo,_Tú_Que_Peleas
Guerrillero moribundo, tú que peleas por lo que es tuyo, tu que luchas mano a mano, hombro a hombro, sufres y esperas, a que tus hermanos se den cuenta de que lo sois, de que tu lucha es vuestra lucha, por la Justicia y la Igualdad, cogiste los fusiles y cuando ellas lleguen lo soltaras. Allá donde la Libertad este oprimida, donde esperen los camaradas atrincherados. No olvides nunca a todos los que contigo lucharon, así los que contigo luchan no te olvidarán, guerrillero de la palabra. Amigo solo una cosa me queda ya decirte: «que la selva Lacandona te proteja bajo su lona, te lo pide un gachupín», que se desvive, soñando con la victoria.
es
Boscán,Juan
<XXI
¡Qué_Haré,_Que_Por_Quereros
¿Qué haré, que por quereros mis extremos son tan claros, que ni soy para miraros, ni puedo dejar de veros? Yo no sé con vuestra ausencia un punto vivir ausente, ni puedo sufrir presente, señora, tan gran presencia. De suerte que, por quereros, mis extremos son tan claros, que ni soy para miraros, ni puedo dejar de veros. Yo no sé con vuestra ausencia un punto vivir ausente, ni puedo sufrir presente, señora, tan gran presencia. De suerte que, por quereros, mis extremos son tan claros, que ni soy para miraros, ni puedo dejar de veros. De suerte que, por quereros, mis extremos son tan claros, que ni soy para miraros, ni puedo dejar de veros.
es
Martí,José
<XXI
Yo_Sé_De_Egipto_Y_Nigricia
Yo sé de Egipto y Nigricia, Y de Persia y Xenophonte, Y prefiero la caricia Del aire fresco del monte. Yo sé las historias viejas Del hombre y de sus rencillas; Y prefiero las abejas Volando en las campanillas. Yo sé del canto del viento En las ramas vocingleras: Nadie me diga que miento, Que lo prefiero de veras. Yo sé de un grano aterrado Que vuelve al redil y expira,— Y de un corazón cansado Que muere oscuro y sin ira.
es
Girondo,Oliverio
<XXI
Nocturno
Frescor de los vidrios al apoyar la frente en la ventana. Luces trasnochadas que al apagarse nos dejan todavía más solos. Telaraña que los alambres tejen sobre las azoteas. Trote hueco de los jamelgos que pasan y nos emocionan sin razón. ¿A qué nos hace recordar el aullido de los gatos en celo, y cuál será la intención de los papeles que se arrastran en los patios vacíos? Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras, y en que las cañerías tienen gritos estrangulados, como si se asfixiaran dentro de las paredes. A veces se piensa, al dar vuelta la llave de la electricidad, en el espanto que sentirán las sombras, y quisiéramos avisarles para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones. Y a veces las cruces de los postes telefónicos, sobre las azoteas, tienen algo de siniestro y uno quisiera rozarse a las paredes, como un gato o como un ladrón. Noches en las que desearíamos que nos pasaran la mano por el lomo, y en las que súbitamente se comprende que no hay ternura comparable a la de acariciar algo que duerme. ¡Silencio! —grillo afónico que nos mete en el oído—. ¡Cantar de las canillas mal cerradas! —único grillo que le conviene a la ciudad—. Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras, y en que las cañerías tienen gritos estrangulados, como si se asfixiaran dentro de las paredes. A veces se piensa, al dar vuelta la llave de la electricidad, en el espanto que sentirán las sombras, y quisiéramos avisarles para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones. Y a veces las cruces de los postes telefónicos, sobre las azoteas, tienen algo de siniestro y uno quisiera rozarse a las paredes, como un gato o como un ladrón. Noches en las que desearíamos que nos pasaran la mano por el lomo, y en las que súbitamente se comprende que no hay ternura comparable a la de acariciar algo que duerme. ¡Silencio! —grillo afónico que nos mete en el oído—. ¡Cantar de las canillas mal cerradas! —único grillo que le conviene a la ciudad—.
es
Azar,Santiago
XXI
La_Pantera_De_Barro
Eres una pantera de barro fresco, ansiosa de carnes rojas, hambrienta de vapores. Morena mía, me has rasguñado tantas veces los deseos que contigo la noche se prolonga como un verano, una estación de sudores que se hacen ríos, y allí nadamos y te tomo de las piernas, y la acrobacia del amor aparece como si fuéramos trapecistas, donde el vacío sería no responder al llamado de tu pecho. Eres una pantera, mujer, en esta selva que no conocemos, sólo sabemos que todo debe valer un instante, pero insistimos en hacer eternos los dedos que se detienen en estos caminos. Ven, amiga, así como un animal desatado, ven furiosa como si hubiese herido tus crías, ven a esta noche donde las estrellas son de fuego, ven, amiga, con la pantera de ojos negros que eres, porque hoy seré tu cazador, con mis disparos de manos, hoy te domesticaré justo cuando claves una de tus uñas, para que luego quedes ronroneando el cansancio en los océanos que derramaron estos besos.
es
León,Benjamín
XXI
¡Oh_Enemiga_Mía!
Niña que en piedras de fuego concluyes todo con una mirada relampago rompes el matiz y en un segundo vuelves a caer en mi nada. Jugaste a escalar montañas empinadas un poco antes del escondite del cóndor cerca de las nubes de plata, entre el marrón y el blanco de una dulce montaña que como cadera de fuego prendía mi alma. Tu noche, no alcanzo a ser noche larga sólo asomó la luna por tu triste ventana cuando en un suspirar eterno ya me odiabas. Enemiga mía, lluvia soñada diamantes cubrieron tus sueños que gotearon hasta convertirse en sangre derramada. Y como un puñal que duerme en una espalda suave, clavada, hiciste el surco donde la semilla de la muerte trazó su campo de desesperanza. Tal vez tu dolor es como el viento de agosto que no tiene medida ni logra distancia y entre tus párpados se enciende la obscura noche que tus ganas derrama entre claveles de cementerio y rosas de gala expirando un amor de cenizas que es nada. Quizás tu corazón de tierra no lleva el mineral de la madre sagrada y el hierro de las venas es agua y tu amor una gotera molesta, en la noche larga. Quizás como yo, te sientas cansada y destruyas un sueño de oro por otro que emerge desde una cama donde una mano que no tiene tacto ruge y devora tu alma que se entrega sin maletas guardadas entre la corteza de un pino y tu triste piel de acacia. ¡Oh enemiga mía! blanca lluvia, dura escarcha motivos de muerte de la noche esperada usurpadora del tiempo en la distancia donde corroe el silencio mi esperanza. No sé que verano besa tu boca ni que lágrima lleva por nombre mi recuerdo sólo entiendo que la sal que nuestro amor sazonaba se ha perdido como el río entre un mar de odio y una cordillera nevada. Y mañana, aunque ese mañana quizás no exista vestiras de negro y enlutada pensarás haber sido enemiga de quien más te amaba. Jugaste a escalar montañas empinadas un poco antes del escondite del cóndor cerca de las nubes de plata, entre el marrón y el blanco de una dulce montaña que como cadera de fuego prendía mi alma. Tu noche, no alcanzo a ser noche larga sólo asomó la luna por tu triste ventana cuando en un suspirar eterno ya me odiabas. Enemiga mía, lluvia soñada diamantes cubrieron tus sueños que gotearon hasta convertirse en sangre derramada. Y como un puñal que duerme en una espalda suave, clavada, hiciste el surco donde la semilla de la muerte trazó su campo de desesperanza. Tal vez tu dolor es como el viento de agosto que no tiene medida ni logra distancia y entre tus párpados se enciende la obscura noche que tus ganas derrama entre claveles de cementerio y rosas de gala expirando un amor de cenizas que es nada. Quizás tu corazón de tierra no lleva el mineral de la madre sagrada y el hierro de las venas es agua y tu amor una gotera molesta, en la noche larga. Quizás como yo, te sientas cansada y destruyas un sueño de oro por otro que emerge desde una cama donde una mano que no tiene tacto ruge y devora tu alma que se entrega sin maletas guardadas entre la corteza de un pino y tu triste piel de acacia. ¡Oh enemiga mía! blanca lluvia, dura escarcha motivos de muerte de la noche esperada usurpadora del tiempo en la distancia donde corroe el silencio mi esperanza. No sé que verano besa tu boca ni que lágrima lleva por nombre mi recuerdo sólo entiendo que la sal que nuestro amor sazonaba se ha perdido como el río entre un mar de odio y una cordillera nevada. Y mañana, aunque ese mañana quizás no exista vestiras de negro y enlutada pensarás haber sido enemiga de quien más te amaba. Tu noche, no alcanzo a ser noche larga sólo asomó la luna por tu triste ventana cuando en un suspirar eterno ya me odiabas. Enemiga mía, lluvia soñada diamantes cubrieron tus sueños que gotearon hasta convertirse en sangre derramada. Y como un puñal que duerme en una espalda suave, clavada, hiciste el surco donde la semilla de la muerte trazó su campo de desesperanza. Tal vez tu dolor es como el viento de agosto que no tiene medida ni logra distancia y entre tus párpados se enciende la obscura noche que tus ganas derrama entre claveles de cementerio y rosas de gala expirando un amor de cenizas que es nada. Quizás tu corazón de tierra no lleva el mineral de la madre sagrada y el hierro de las venas es agua y tu amor una gotera molesta, en la noche larga. Quizás como yo, te sientas cansada y destruyas un sueño de oro por otro que emerge desde una cama donde una mano que no tiene tacto ruge y devora tu alma que se entrega sin maletas guardadas entre la corteza de un pino y tu triste piel de acacia. ¡Oh enemiga mía! blanca lluvia, dura escarcha motivos de muerte de la noche esperada usurpadora del tiempo en la distancia donde corroe el silencio mi esperanza. No sé que verano besa tu boca ni que lágrima lleva por nombre mi recuerdo sólo entiendo que la sal que nuestro amor sazonaba se ha perdido como el río entre un mar de odio y una cordillera nevada. Y mañana, aunque ese mañana quizás no exista vestiras de negro y enlutada pensarás haber sido enemiga de quien más te amaba. Enemiga mía, lluvia soñada diamantes cubrieron tus sueños que gotearon hasta convertirse en sangre derramada. Y como un puñal que duerme en una espalda suave, clavada, hiciste el surco donde la semilla de la muerte trazó su campo de desesperanza. Tal vez tu dolor es como el viento de agosto que no tiene medida ni logra distancia y entre tus párpados se enciende la obscura noche que tus ganas derrama entre claveles de cementerio y rosas de gala expirando un amor de cenizas que es nada. Quizás tu corazón de tierra no lleva el mineral de la madre sagrada y el hierro de las venas es agua y tu amor una gotera molesta, en la noche larga. Quizás como yo, te sientas cansada y destruyas un sueño de oro por otro que emerge desde una cama donde una mano que no tiene tacto ruge y devora tu alma que se entrega sin maletas guardadas entre la corteza de un pino y tu triste piel de acacia. ¡Oh enemiga mía! blanca lluvia, dura escarcha motivos de muerte de la noche esperada usurpadora del tiempo en la distancia donde corroe el silencio mi esperanza. No sé que verano besa tu boca ni que lágrima lleva por nombre mi recuerdo sólo entiendo que la sal que nuestro amor sazonaba se ha perdido como el río entre un mar de odio y una cordillera nevada. Y mañana, aunque ese mañana quizás no exista vestiras de negro y enlutada pensarás haber sido enemiga de quien más te amaba. Tal vez tu dolor es como el viento de agosto que no tiene medida ni logra distancia y entre tus párpados se enciende la obscura noche que tus ganas derrama entre claveles de cementerio y rosas de gala expirando un amor de cenizas que es nada. Quizás tu corazón de tierra no lleva el mineral de la madre sagrada y el hierro de las venas es agua y tu amor una gotera molesta, en la noche larga. Quizás como yo, te sientas cansada y destruyas un sueño de oro por otro que emerge desde una cama donde una mano que no tiene tacto ruge y devora tu alma que se entrega sin maletas guardadas entre la corteza de un pino y tu triste piel de acacia. ¡Oh enemiga mía! blanca lluvia, dura escarcha motivos de muerte de la noche esperada usurpadora del tiempo en la distancia donde corroe el silencio mi esperanza. No sé que verano besa tu boca ni que lágrima lleva por nombre mi recuerdo sólo entiendo que la sal que nuestro amor sazonaba se ha perdido como el río entre un mar de odio y una cordillera nevada. Y mañana, aunque ese mañana quizás no exista vestiras de negro y enlutada pensarás haber sido enemiga de quien más te amaba. Quizás tu corazón de tierra no lleva el mineral de la madre sagrada y el hierro de las venas es agua y tu amor una gotera molesta, en la noche larga. Quizás como yo, te sientas cansada y destruyas un sueño de oro por otro que emerge desde una cama donde una mano que no tiene tacto ruge y devora tu alma que se entrega sin maletas guardadas entre la corteza de un pino y tu triste piel de acacia. ¡Oh enemiga mía! blanca lluvia, dura escarcha motivos de muerte de la noche esperada usurpadora del tiempo en la distancia donde corroe el silencio mi esperanza. No sé que verano besa tu boca ni que lágrima lleva por nombre mi recuerdo sólo entiendo que la sal que nuestro amor sazonaba se ha perdido como el río entre un mar de odio y una cordillera nevada. Y mañana, aunque ese mañana quizás no exista vestiras de negro y enlutada pensarás haber sido enemiga de quien más te amaba. ¡Oh enemiga mía! blanca lluvia, dura escarcha motivos de muerte de la noche esperada usurpadora del tiempo en la distancia donde corroe el silencio mi esperanza. No sé que verano besa tu boca ni que lágrima lleva por nombre mi recuerdo sólo entiendo que la sal que nuestro amor sazonaba se ha perdido como el río entre un mar de odio y una cordillera nevada. Y mañana, aunque ese mañana quizás no exista vestiras de negro y enlutada pensarás haber sido enemiga de quien más te amaba. No sé que verano besa tu boca ni que lágrima lleva por nombre mi recuerdo sólo entiendo que la sal que nuestro amor sazonaba se ha perdido como el río entre un mar de odio y una cordillera nevada. Y mañana, aunque ese mañana quizás no exista vestiras de negro y enlutada pensarás haber sido enemiga de quien más te amaba. Y mañana, aunque ese mañana quizás no exista vestiras de negro y enlutada pensarás haber sido enemiga de quien más te amaba.
es
Novo,Salvador
<XXI
De_Cuál_Oscuro_Océano
¿De cuál oscuro océano la gota —lágrima al fin— de sal apasionada en voz, en luz, en hálito mudada, me delegó su triunfo o su derrota? ¿Hasta cuál rendiré —rivera ignota— este grano de arena iluminada, o qué raíz a mi raíz atada redimirá mi sabia seca y rota? Mi ayer os doy, mis siglos conjugados, anhelo mineral, sangre vertida en débil cauce, días deshojados. Tregua, cruce, milagro, presentida fulguración de signos enlazados por el instante que duró la vida.
es
Aleixandre,Vicente
<XXI
No_Quiero_Engañarme
No quiero engañarme. A tu lado, cerrando mis ojos, puedo pensar otras cosas. Ver la vida; ese cielo... La tierra; aquel hombre... Y entonces mover esta mano, y tentar, tentar otra cosa. Y salir al umbral, y mirar. Mirar, ver, oler, penetrar, comulgar, escuchar. Ser, ser, estarme. Pero aquí, amor, quieta estancia silenciosa, olor detenido; aquí, por fin, realidad que año tras año he buscado. Tú, rumor de presente quietísimo, que musicalmente me llena. Resonado me hallo. ¿Cómo dejarte? ¿Cómo abandonarte, quietud de mi vida que engolfada se abre, se recrea, espejea, se vive? Cielo, cielo en su hondura. Por eso tú, aquí con tu nombre, con tu pelo gracioso, con tus ojos tranquilos, con tu fina forma de viento, con tu golpe de estar, con tu súbita realidad realizada en mi hora. Aquí, acariciada, tentada, reída, escuchada, misteriosamente aspirada. Aquí en la noche: en el día; en el minuto: en el siglo. Jugando un instante con tu cabello de oro, o tentando con mis dedos la piel delicada, la del labio, la que levísima vive. Así, marchando por la ciudad: «¡Ten cuidado: ese coche!...» O saliendo a los campos: «No es la alondra: es un mirlo...» Penetrando en una habitación, agolpada de sombras, hombres, vestidos. Riéndonos gozosamente entre rostros borrados. Encendiendo una luz mientras tu carcajada se escucha, tu retiñir cristalino. O saliendo a la noche: «Mira: estrellas». O: « ¿qué brilla?» «Sí; caminemos». Todo en su hora, diario, misterioso, creído. Como una luz, como un silencio, como un fervor que apenas se mueve. Como un estar donde llegas. Por eso... Por eso callo cuando te acaricio, cuando te compruebo y no sueño. Cuando me sonrío con los dientes más blancos, más limpios, que besas. Tú, mi inocencia, mi dicha apurada, mi dicha no consumida. Por eso no cierro los ojos. Y si los cierro es dormido, dormido a tu lado, tendido, sonreído, escuchado, más besado, en tu sueño.
es
Leiro,Jorge
XXI
Transición
Exprimí talento sin coacción Sobre un papel en blanco, No esperé mayor reacción, Tampoco busqué tres pies al gato. Relaté un verso sin piedad Esperando de ti el llanto, Quise desprender voracidad Y la noche acabó, algo que lamento. La suciedad de mi ser incontrolable, Nada nuevo que no te haya contado, El discurso era barato, y era posible, Que suplicaras y acabaras amándome.
es
Aridjis,Homero
<XXI
Dije_Si_La_Luz_Fuera_Compacta_Como_Mi_Mano
Dije si la luz fuera compacta como mi mano estrecharía su cintura hasta hacerla volar como una palabra que se pierde en el aire hasta volverse un fruto haría en la noche un claro de sol para su vuelo un círculo de imágenes que asciendan con esa lentitud de las horas quemadas al ritmo de su corazón hallaría en el instante el espacio secreto donde hace un sueño los cuerpos se han tocado las alas se han encerrado juntos en alguien para siempre han visto la alegría en el agua profunda el verbo iluminado tendría el color de ella la forma de sus ojos la alabanza y el fuego el tremolar del viento iría de vuelo en vuelo más alto que la luz sería como los pájaros sería una aparición
es
Buesa,José_Ángel
<XXI
Yo_He_Visto,_A_Veces,_Cosas_Que_No_Han_Sido
Yo he visto, a veces, cosas que no han sido, con la mirada de aprender a ver, —rostros que pertenecen al olvido, formas del viento en el atardecer. Y he conocido lo desconocido del tiempo sin mañana y sin ayer, —la voz que es un fantasma del oído y los remordimientos del placer. Y, tantas veces muerto y renacido, el corazón se obstina en su latido, —flor de una tarde o nombre de mujer. Y todo para ser lo que ya he sido polvo del tiempo, sombra del olvido en una noche sin amanecer...
es
Unamuno,Miguel_de
<XXI
En_La_Muerte_De_Un_Hijo
Abrázame, mi bien, se nos ha muerto el fruto del amor; abrázame, el deseo está a cubierto en surco de dolor. Sobre la huesa de ese bien perdido, que se fue a todo ir, la cuna rodará del bien nacido, del que está por venir. Trueca en cantar los ayes de tu llanto, la muerte dormirá; rima en endecha tu tenaz quebranto, la vida tornará. Lava el sudario y dale sahumerio, pañal de sacrificio, pasará de un misterio a otro misterio, llenando santo oficio. Que no sean lamentos del pasado, del porvenir conjuro, brizen, más bien, su sueño sosegado hosanas al futuro. Cuando al ponerse el sol te enlute el cielo con sangriento arrebol, piensa, mi bien: «a esta hora de mi duelo para alguien sale el sol». Y cuando vierta sobre ti su río de luz y de calor, piensa que habrá dejado oscuro y frío algún rincón de amor. Es la rueda: día, noche; estío, invierno; la rueda: vida, muerte... sin cesar así rueda, en curso eterno, ¡tragedia de la suerte! Esperando el final de la partida damos pasto al anhelo, con cantos a la muerte henchir la vida, tal es nuestro consuelo.
es
Paz,Octavio
<XXI
La_Noche_Nace_En_Espejos_De_Luto
La noche nace en espejos de luto. Sombríos ramos húmedos ciñen su pecho y su cintura, su cuerpo azul, infinito y tangible. No la puebla el silencio: rumores silenciosos, peces fantasmas, se deslizan, fosforecen, huyen. La noche es verde, vasta y silenciosa. La noche es morada y azul. Es de fuego y es de agua. La noche es de mármol negro y de humo. En sus hombros nace un río que se curva, una silenciosa cascada de plumas negras. La noche es un beso infinito de las tinieblas infinitas. Todo se funde en ese beso, todo arde en esos labios sin límites, y el nombre y la memoria son un poco de ceniza y olvido en esa entraña que sueña. Noche, dulce fiera, boca de sueño, ojos de llama fija y ávida, océano, extensión infinita y limitada como un cuerpo acariciado a oscuras, indefensa y voraz como el amor, detenida al borde del alba como un venado a la orilla del susurro o del miedo, río de terciopelo y ceguera, respiración dormida de un corazón inmenso, que perdona: el desdichado, el hueco, el que lleva por máscara su rostro, cruza tus soledades, a solas con su alma. Tu silencio lo llama, rozan su piel tus alas negras, donde late el olvido sin fronteras, mas él cierra los poros de su alma al infinito que lo tienta, ensimismado en su árida pelea. Nadie lo sigue, nadie lo acompaña. En su boca elocuente la mentira se anida, su corazón está poblado de fantasmas y el vacío hace desiertos los latidos de su pecho. Dos perros amarillos, hastío y avidez, disputan en su alma. Su pensamiento recorre siempre las mismas salas deshabitadas, sin encontrar jamás la forma que agote su impaciencia, el muro del perdón o de la muerte. Pero su corazón aún abre las alas como un águila roja en el desierto. Suenan las flautas de la noche. El mundo duerme y canta. Canta dormido el mar; ojo que tiembla absorto, el cielo es un espejo donde el mundo se contempla, lecho de transparencia para su desnudez. Él marcha solo, infatigable, encarcelado en su infinito, como un solitario pensamiento, como un fantasma que buscara un cuerpo. La noche es un beso infinito de las tinieblas infinitas. Todo se funde en ese beso, todo arde en esos labios sin límites, y el nombre y la memoria son un poco de ceniza y olvido en esa entraña que sueña. Noche, dulce fiera, boca de sueño, ojos de llama fija y ávida, océano, extensión infinita y limitada como un cuerpo acariciado a oscuras, indefensa y voraz como el amor, detenida al borde del alba como un venado a la orilla del susurro o del miedo, río de terciopelo y ceguera, respiración dormida de un corazón inmenso, que perdona: el desdichado, el hueco, el que lleva por máscara su rostro, cruza tus soledades, a solas con su alma. Tu silencio lo llama, rozan su piel tus alas negras, donde late el olvido sin fronteras, mas él cierra los poros de su alma al infinito que lo tienta, ensimismado en su árida pelea. Nadie lo sigue, nadie lo acompaña. En su boca elocuente la mentira se anida, su corazón está poblado de fantasmas y el vacío hace desiertos los latidos de su pecho. Dos perros amarillos, hastío y avidez, disputan en su alma. Su pensamiento recorre siempre las mismas salas deshabitadas, sin encontrar jamás la forma que agote su impaciencia, el muro del perdón o de la muerte. Pero su corazón aún abre las alas como un águila roja en el desierto. Suenan las flautas de la noche. El mundo duerme y canta. Canta dormido el mar; ojo que tiembla absorto, el cielo es un espejo donde el mundo se contempla, lecho de transparencia para su desnudez. Él marcha solo, infatigable, encarcelado en su infinito, como un solitario pensamiento, como un fantasma que buscara un cuerpo. Noche, dulce fiera, boca de sueño, ojos de llama fija y ávida, océano, extensión infinita y limitada como un cuerpo acariciado a oscuras, indefensa y voraz como el amor, detenida al borde del alba como un venado a la orilla del susurro o del miedo, río de terciopelo y ceguera, respiración dormida de un corazón inmenso, que perdona: el desdichado, el hueco, el que lleva por máscara su rostro, cruza tus soledades, a solas con su alma. Tu silencio lo llama, rozan su piel tus alas negras, donde late el olvido sin fronteras, mas él cierra los poros de su alma al infinito que lo tienta, ensimismado en su árida pelea. Nadie lo sigue, nadie lo acompaña. En su boca elocuente la mentira se anida, su corazón está poblado de fantasmas y el vacío hace desiertos los latidos de su pecho. Dos perros amarillos, hastío y avidez, disputan en su alma. Su pensamiento recorre siempre las mismas salas deshabitadas, sin encontrar jamás la forma que agote su impaciencia, el muro del perdón o de la muerte. Pero su corazón aún abre las alas como un águila roja en el desierto. Suenan las flautas de la noche. El mundo duerme y canta. Canta dormido el mar; ojo que tiembla absorto, el cielo es un espejo donde el mundo se contempla, lecho de transparencia para su desnudez. Él marcha solo, infatigable, encarcelado en su infinito, como un solitario pensamiento, como un fantasma que buscara un cuerpo. Tu silencio lo llama, rozan su piel tus alas negras, donde late el olvido sin fronteras, mas él cierra los poros de su alma al infinito que lo tienta, ensimismado en su árida pelea. Nadie lo sigue, nadie lo acompaña. En su boca elocuente la mentira se anida, su corazón está poblado de fantasmas y el vacío hace desiertos los latidos de su pecho. Dos perros amarillos, hastío y avidez, disputan en su alma. Su pensamiento recorre siempre las mismas salas deshabitadas, sin encontrar jamás la forma que agote su impaciencia, el muro del perdón o de la muerte. Pero su corazón aún abre las alas como un águila roja en el desierto. Suenan las flautas de la noche. El mundo duerme y canta. Canta dormido el mar; ojo que tiembla absorto, el cielo es un espejo donde el mundo se contempla, lecho de transparencia para su desnudez. Él marcha solo, infatigable, encarcelado en su infinito, como un solitario pensamiento, como un fantasma que buscara un cuerpo. Nadie lo sigue, nadie lo acompaña. En su boca elocuente la mentira se anida, su corazón está poblado de fantasmas y el vacío hace desiertos los latidos de su pecho. Dos perros amarillos, hastío y avidez, disputan en su alma. Su pensamiento recorre siempre las mismas salas deshabitadas, sin encontrar jamás la forma que agote su impaciencia, el muro del perdón o de la muerte. Pero su corazón aún abre las alas como un águila roja en el desierto. Suenan las flautas de la noche. El mundo duerme y canta. Canta dormido el mar; ojo que tiembla absorto, el cielo es un espejo donde el mundo se contempla, lecho de transparencia para su desnudez. Él marcha solo, infatigable, encarcelado en su infinito, como un solitario pensamiento, como un fantasma que buscara un cuerpo. Suenan las flautas de la noche. El mundo duerme y canta. Canta dormido el mar; ojo que tiembla absorto, el cielo es un espejo donde el mundo se contempla, lecho de transparencia para su desnudez. Él marcha solo, infatigable, encarcelado en su infinito, como un solitario pensamiento, como un fantasma que buscara un cuerpo. Él marcha solo, infatigable, encarcelado en su infinito, como un solitario pensamiento, como un fantasma que buscara un cuerpo.
es
Fernández_Moreno,Baldomero
<XXI
Solo,_Alegre,_Sano,_Fuerte
Solo, alegre, sano, fuerte, vestido el cielo de blanco, sentado estoy en un banco orgulloso de mi suerte. Lejos del mal y la muerte sopeso mi poderío; y a mí mismo me sonrío dueño de mi pensamiento, de la frescura, del viento, de la Ciudad y del Río. Bajo el cielo tenebroso, el gran Río de la Plata, a duras penas dilata un plúmbeo caudal oleoso. Abatido, sudoroso, contemplo su pequeñez: agua, tosca, lodo, hez, una boya roja o verde, una estrella que se pierde y el salto fugaz de un pez. En ti encuentra el caminante o el amigo del reposo, el álamo tembloroso o el pétreo bloque gigante. Y la lección humeante de fábrica o de navío... Celébrate el verso mío, llena de sol y de viento, y a Buenos Aires contento con las aguas de su Río.
es
Mistral,Gabriela
<XXI
La_Bruma_Espesa,_Eterna,_Para_Que_Olvide_Dónde
La bruma espesa, eterna, para que olvide dónde me ha arrojado la mar en su ola de salmuera. La tierra a la que vine no tiene primavera: tiene su noche larga que cual madre me esconde. El viento hace a mi casa su ronda de sollozos y de alarido, y quiebra, como un cristal, mi grito. Y en la llanura blanca, de horizonte infinito, miro morir intensos ocasos dolorosos. ¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido si más lejos que ella sólo fueron los muertos? ¡Tan sólo ellos contemplan un mar callado y yerto crecer entre sus brazos y los brazos queridos! Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto vienen de tierras donde no están los que no son míos; sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos. Y la interrogación que sube a mi garganta al mirarlos pasar, me desciende, vencida: hablan extrañas lenguas y no la conmovida lengua que en tierras de oro mi pobre madre canta. Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa; miro crecer la niebla como el agonizante, y por no enloquecer no encuentro los instantes, porque la noche larga ahora tan solo empieza. Miro el llano extasiado y recojo su duelo, que viene para ver los paisajes mortales. La nieve es el semblante que asoma a mis cristales: ¡siempre será su albura bajando de los cielos! Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa; siempre, como el destino que ni mengua ni pasa, descenderá a cubrirme, terrible y extasiada. El viento hace a mi casa su ronda de sollozos y de alarido, y quiebra, como un cristal, mi grito. Y en la llanura blanca, de horizonte infinito, miro morir intensos ocasos dolorosos. ¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido si más lejos que ella sólo fueron los muertos? ¡Tan sólo ellos contemplan un mar callado y yerto crecer entre sus brazos y los brazos queridos! Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto vienen de tierras donde no están los que no son míos; sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos. Y la interrogación que sube a mi garganta al mirarlos pasar, me desciende, vencida: hablan extrañas lenguas y no la conmovida lengua que en tierras de oro mi pobre madre canta. Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa; miro crecer la niebla como el agonizante, y por no enloquecer no encuentro los instantes, porque la noche larga ahora tan solo empieza. Miro el llano extasiado y recojo su duelo, que viene para ver los paisajes mortales. La nieve es el semblante que asoma a mis cristales: ¡siempre será su albura bajando de los cielos! Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa; siempre, como el destino que ni mengua ni pasa, descenderá a cubrirme, terrible y extasiada. ¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido si más lejos que ella sólo fueron los muertos? ¡Tan sólo ellos contemplan un mar callado y yerto crecer entre sus brazos y los brazos queridos! Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto vienen de tierras donde no están los que no son míos; sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos. Y la interrogación que sube a mi garganta al mirarlos pasar, me desciende, vencida: hablan extrañas lenguas y no la conmovida lengua que en tierras de oro mi pobre madre canta. Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa; miro crecer la niebla como el agonizante, y por no enloquecer no encuentro los instantes, porque la noche larga ahora tan solo empieza. Miro el llano extasiado y recojo su duelo, que viene para ver los paisajes mortales. La nieve es el semblante que asoma a mis cristales: ¡siempre será su albura bajando de los cielos! Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa; siempre, como el destino que ni mengua ni pasa, descenderá a cubrirme, terrible y extasiada. Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto vienen de tierras donde no están los que no son míos; sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos. Y la interrogación que sube a mi garganta al mirarlos pasar, me desciende, vencida: hablan extrañas lenguas y no la conmovida lengua que en tierras de oro mi pobre madre canta. Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa; miro crecer la niebla como el agonizante, y por no enloquecer no encuentro los instantes, porque la noche larga ahora tan solo empieza. Miro el llano extasiado y recojo su duelo, que viene para ver los paisajes mortales. La nieve es el semblante que asoma a mis cristales: ¡siempre será su albura bajando de los cielos! Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa; siempre, como el destino que ni mengua ni pasa, descenderá a cubrirme, terrible y extasiada. Y la interrogación que sube a mi garganta al mirarlos pasar, me desciende, vencida: hablan extrañas lenguas y no la conmovida lengua que en tierras de oro mi pobre madre canta. Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa; miro crecer la niebla como el agonizante, y por no enloquecer no encuentro los instantes, porque la noche larga ahora tan solo empieza. Miro el llano extasiado y recojo su duelo, que viene para ver los paisajes mortales. La nieve es el semblante que asoma a mis cristales: ¡siempre será su albura bajando de los cielos! Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa; siempre, como el destino que ni mengua ni pasa, descenderá a cubrirme, terrible y extasiada. Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa; miro crecer la niebla como el agonizante, y por no enloquecer no encuentro los instantes, porque la noche larga ahora tan solo empieza. Miro el llano extasiado y recojo su duelo, que viene para ver los paisajes mortales. La nieve es el semblante que asoma a mis cristales: ¡siempre será su albura bajando de los cielos! Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa; siempre, como el destino que ni mengua ni pasa, descenderá a cubrirme, terrible y extasiada. Miro el llano extasiado y recojo su duelo, que viene para ver los paisajes mortales. La nieve es el semblante que asoma a mis cristales: ¡siempre será su albura bajando de los cielos! Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa; siempre, como el destino que ni mengua ni pasa, descenderá a cubrirme, terrible y extasiada. Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa; siempre, como el destino que ni mengua ni pasa, descenderá a cubrirme, terrible y extasiada.
es
Azar,Santiago
XXI
Soy_Poeta,_Ave_De_Rapiña_De_Todos_Los_Sentimientos
Soy poeta, ave de rapiña de todos los sentimientos, fruta fresca de los árboles nuevos corazón enterrado en la tierra, el escolar preferido de la vida, el golpe a la puerta cerrada con el pan y cena de todos los años. Soy una noche tan larga como la muerte, una guitarra sonora y sencilla, la herradura y el rastro de toda una historia. Soy parte hombre, parte universo; ojos con fuego de estrella y boca viajera como perfecto cometa. Desde aquí me presentaré a ustedes; soy poeta, discípulo de cada mano abierta, sueño despertando con el bostezo de la madrugada y un alimento recién cocido que destapa la mesa pobre de los hambrientos.
es
Arciniegas,Ismael_Enrique
<XXI
Serenata
Estrellas de la noche de verano, Claras estrellas que brilláis fulgentes: En el profundo azul del hondo cielo Ocultad vuestra luz... ¡Mi amada duerme! Oh luna de la noche de verano, Oh clara luna que las hojas verdes Haces que brillen con tu luz de plata: Húndete en el azul... ¡Mi amada duerme! Oh brisa de la noche de verano: Donde la oscura madreselva tiende, Como brazos amantes sus festones, Vuestras alas plegad... ¿Mi amada duerme? Oh ensueños de la noche de verano: Como un beso de amor rozad su frente, y al oído decidle mis pesares, y que yo velo mientras ella duerme.
es
Espinoza_Ríos,Eugenio_Elías
XXI
Y_Sin_Embargo
y sin embargo habrán recuerdos... pasos de baile sobre el cielo lágrimas en algún bolsillo con alas
es
Ramos_Sucre,José_Antonio
<XXI
La_Hermosa_Vela_Y_Defiende_Mi_Vida_Desde_Un_Templo_Orbicular,_Rotonda_De_Siete_Columnas
La hermosa vela y defiende mi vida desde un templo orbicular, rotonda de siete columnas. Su voz imperiosa desciende, por mi causa, a las modulaciones del canto. Salí confortado de su presencia, llevando, por su mandamiento, una rama de cedro. Descendí por una vereda montuosa hasta la orilla del mar, donde se balanzaba mi esquife. El cántico seguía sonando, ascendente y magnífico. Paralizaba el curso de la naturaleza. Me alentó a salvar la zona de la borrasca. El sol permaneció, horas enteras, asomado sobre la raya del horizonte. Su voz imperiosa desciende, por mi causa, a las modulaciones del canto. Salí confortado de su presencia, llevando, por su mandamiento, una rama de cedro. Descendí por una vereda montuosa hasta la orilla del mar, donde se balanzaba mi esquife. El cántico seguía sonando, ascendente y magnífico. Paralizaba el curso de la naturaleza. Me alentó a salvar la zona de la borrasca. El sol permaneció, horas enteras, asomado sobre la raya del horizonte. Salí confortado de su presencia, llevando, por su mandamiento, una rama de cedro. Descendí por una vereda montuosa hasta la orilla del mar, donde se balanzaba mi esquife. El cántico seguía sonando, ascendente y magnífico. Paralizaba el curso de la naturaleza. Me alentó a salvar la zona de la borrasca. El sol permaneció, horas enteras, asomado sobre la raya del horizonte. Descendí por una vereda montuosa hasta la orilla del mar, donde se balanzaba mi esquife. El cántico seguía sonando, ascendente y magnífico. Paralizaba el curso de la naturaleza. Me alentó a salvar la zona de la borrasca. El sol permaneció, horas enteras, asomado sobre la raya del horizonte. El cántico seguía sonando, ascendente y magnífico. Paralizaba el curso de la naturaleza. Me alentó a salvar la zona de la borrasca. El sol permaneció, horas enteras, asomado sobre la raya del horizonte. Paralizaba el curso de la naturaleza. Me alentó a salvar la zona de la borrasca. El sol permaneció, horas enteras, asomado sobre la raya del horizonte. El sol permaneció, horas enteras, asomado sobre la raya del horizonte.
es
Huidobro,Vicente
<XXI
Los_Ojos_Andan_De_Día_En_Día
Los ojos andan de día en día Las princesas pasan de rama en rama Como la sangre de los enanos Que cae igual que todas sobre las hojas Cuando llega su hora de noche en noche. Las hojas muertas quieren hablar Son gemelas de su voz dolorida Son la sangre de las princesas Y los ojos de rama en rama Que caen igual que los astros viejos Con las alas rotas como corbatas La sangre cae de rama en rama De ojo en ojo y de voz en voz La sangre cae como las corbatas No puede huir saltando como los enanos Cuando las princesas pasan Hacia sus astros doloridos Como las alas de las hojas Como los ojos de las olas Como las hojas de los ojos Como las olas de las alas Las horas caen de minuto en minuto Como la sangre Que quiere hablar
es
Martí,José
<XXI
Con_La_Primavera
Con la primavera Viene la canción, La tristeza dulce Y el galante amor. Con la primavera Viene una ansiedad De pájaro preso Que quiere volar. No hay cetro más noble Que el de padecer: Sólo un rey existe: El muerto es el rey. Con la primavera Viene una ansiedad De pájaro preso Que quiere volar. No hay cetro más noble Que el de padecer: Sólo un rey existe: El muerto es el rey. No hay cetro más noble Que el de padecer: Sólo un rey existe: El muerto es el rey.
es
Pombo,Rafael
<XXI
Valsando
Casta madonna del siglo trece, En fondo de oro la blanca luna; Un cielo inmenso, sin mancha alguna, Que al que lo mira rejuvenece, Y en su éter puro nos desvanece, Dando alas de ángel al corazón: Y en mis oídos vibrando el rápido Vals embriagante de aquellos días En que girando loca de júbilo Entre mis brazos amanecías, Y negra hallábamos el alba hermosa Que con sus tintas de perla rosa Nos daba el toque de dispersión. En esta noche, bajo este cielo, A sus compases inflamadores, Que alegre mi alma levanta el vuelo Y torna al cielo de sus amores, Ya percibe tu aura de flores, Y el dulce peso...
es
Barciela,Miguel
XXI
¿Para_Qué_Decirte_Algo_Que_Ya_Sabes?
¿Para qué decirte algo que ya sabes? ¿Para qué intentar lo que lograría? ¿Por qué forzar la puerta debería Si tu mirada ya me dio las llaves? ¿A qué batalla dirigir mis naves Si en ti la paz está que mi alma ansía? ¿Para qué al premio de que seas mía Presentarme si sé todas las claves? Espero la ocasión más oportuna, Como espera el astrónomo el momento De un acontecimiento irrepetible; No el de la alineación de tierra, luna Y sol; tampoco el del descubrimiento De una nueva galaxia; aún más increíble... ¿A qué batalla dirigir mis naves Si en ti la paz está que mi alma ansía? ¿Para qué al premio de que seas mía Presentarme si sé todas las claves? Espero la ocasión más oportuna, Como espera el astrónomo el momento De un acontecimiento irrepetible; No el de la alineación de tierra, luna Y sol; tampoco el del descubrimiento De una nueva galaxia; aún más increíble... Espero la ocasión más oportuna, Como espera el astrónomo el momento De un acontecimiento irrepetible; No el de la alineación de tierra, luna Y sol; tampoco el del descubrimiento De una nueva galaxia; aún más increíble... No el de la alineación de tierra, luna Y sol; tampoco el del descubrimiento De una nueva galaxia; aún más increíble...
es
Rasch_Isla,Miguel
<XXI
Traje_Verde
Nada como ese traje de pradera que te convierte en onda submarina; ataviada con él, luces la fina esbeltez señoril de una palmera. Eres como una corza prisionera en un haz de verdura montesina; o como Hada gemela en quien declina su traje, de uva al sol, la Primavera. Yo te miro con ansia y en mi anhelo, no hallo del arte en el lenguaje vario símil para las faces de tu falda. Sin duda. eres, oh Sílfide, el modelo único porque puede un lapidario darle forma de lira a una esmeralda.
es
Martí,José
<XXI
De_Un_Muerto,_Que_Al_Calor_De_Un_Astro_Puro
De un muerto, que al calor de un astro puro, De paso por la tierra, como un manto De oro sintió sobre sus huesos tibios El polvo de la tumba; al sol radiante Resucitó gozoso, vivió un día, Y se volvió a morir,—son estos versos: Alma piadosa que a mi tumba llamas Y cual la blanca luz de astros de enero, Por el palacio de mi pecho en ruinas Entrase, irradias, y los restos fríos De los que en él voraces habitaron Truecas, ¡oh maga!, en cándidas palomas:— Espíritu, pureza, luz, ternura, Ave sin pies que el ruido humano espanta, Señora de la negra cabellera, El verso muerto a tu presencia surge Como a las dulces horas del rocío En el oscuro mar el sol dorado. Y álzase por el aire cuanto existe Cual su manto, en el vuelo recogiendo, Y a ti llega, y se postra y por la tierra En colosales pliegues [ ..........En blanco, en el original..............] Con majestad de púrpura romana. Besé tus pies,—te vi pasar: Señora. Perfume y luz tiene por fin la tierra! El verso aquel que a dentelladas duras La vida diaria y ruin me remordía Y en ásperos retazos, de mis secos Y codiciosos labios se exhalaba, Ora triunfante y melodioso bulle, Y como ola del mar al sol sereno, Bajo el espacio azul rueda en espuma: Oh mago, oh mago amor! Ya compañía Tengo para [a]frontar la vida eterna: Para la hora de la luz, la hora De reposo y de flor, ya tengo cita. Esto diciendo, los abiertos brazos Tendió el cantor como a abrazar. El vivo Amor que su viril estrofa mueve Sólo duró lo que su estrofa dura: Alma infeliz el alma ardiente, aquella En que el ascua más leve alza un incendio [ ..........En blanco, en el original..............] y el sueño Que vio esplendor, y quiso así, hundiose Como un águila muerta. El ígneo, el [ ..........En blanco, en el original..............] Calló, brilló, volvió solo a su tumba.
es
Benedetti,Mario
<XXI
Pero_Vengo
Más de una vez me siento expulsado y con ganas de volver al exilio que me expulsa y entonces me parece que ya no pertenezco a ningún sitio a nadie ¿será en indicio de que nunca más podré no ser un exiliado? ¿qué aquí o allá o en cualquier parte siempre habrá alguien que vigile y piense éste a qué viene? y vengo sin embargo tal vez a compartir cansancio y vértigo desamparo y querencia también a recibir mi cuota de rencores mi reflexiva comisión de amor en verdad a qué vengo no lo sé con certeza pero vengo
es
Cervantes,Miguel_de
<XXI
¿Quién_Dejará,_Del_Verde_Prado_Umbroso
¿Quién dejará, del verde prado umbroso, las frescas yerbas y las frescas fuentes? ¿Quién, de seguir con pasos diligentes la suelta liebre o jabalí cerdoso? ¿Quién, con el son amigo y sonoroso, no detendrá las aves inocentes? ¿Quién, en las horas de la siesta, ardientes, no buscará en las selvas el reposo, por seguir los incendios, los temores, los celos, iras, rabias, muertes, penas del falso amor que tanto aflige al mundo? Del campo son y han sido mis amores, rosas son y jazmines mis cadenas, libre nací, y en libertad me fundo.
es
Pérez,Freddy
XXI
Regálame_Alguna_Sorpresa
Regálame alguna sorpresa, acaricia mi mirada con tus manos de seda azul, cierra los ojos y vuela toca la luna cada vez que pienses más allá de libertad. Por Alá sueña todo lo que tu quieras Regálame alguna sorpresa que si no la vida pesa demasiado para vivir sin la alegría de tu mirada, para seguir sin ninguna esperanza. Regálame alguna sorpresa aunque cierres los ojos y no veas la luna, tapada por las bombas. Regálame una sorpresa que yo te bañare en besos de amapolas rojas cerca de Basora bajo el manto de bombas que caerá desde el infierno de la codicia. No temas (o sueña) porque estoy seguro que si Alá existe hará de una sola de las bombas que caiga tu propia libertad, tu felicidad, sin que llegue a explotar, y convertirá tu tierra desde el Kurdistán hasta Kuwait en un vergel de azul terciopelo, azul esperanza del mar que no tenéis pero que os inunda de solidaridad y paz. azul como la luz de luna que brilla en Bagdag, Haré de mi existencia el único objetivo tu paz. Regálame aunque sea una sonrisa antes de morir.
es
Martínez,Fabiana
XXI
Mi_Éxito_Es
Conocerte, y tenerte presente. Comprender mi ira y tenderla rendida. Canalizar mi furia iluminando mis sombras. Dudarme y ganarme en cada desafío. Merecer lo más grande, aun si no llega. Acercarme siempre aunque parezca lejos. Confundirme con todos en una fiesta cualquiera. Sorprenderme riendo de tu ingenua sorpresa. Mantenerme sereno en el mercado persa. Escuchar las palabras de los ojos sinceros. Pedirte erguido una mano cuando dos no me alcanzan. Rechazar lo rechazable aunque deslumbre la vista. Acudir a un pedido sin cálculos mentales. Necesitar solo aquello que tengo. Cuidar nuestros niños sin preguntar de quién o de dónde. Descubrir el maravilloso arcoiris del pueblo. Escuchar el vacío de los gritos canallas. Construir la utopía, por mí y para todos, que es posible vivir de este modo.
es
Boscán,Juan
<XXI
Como_Aquel_Que_En_Soñar_Gusto_Recibe
Como aquel que en soñar gusto recibe, su gusto procediendo de locura, así el imaginar con su figura vanamente su gozo en mí concibe. Otro bien en mí, triste, no se escribe, si no es aquel que en mi pensar procura; de cuanto ha sido hecho en mi ventura lo sólo imaginado es lo que vive. Teme mi corazón de ir adelante, viendo estar su dolor puesto en celada; y así revuelve atrás en un instante a contemplar su gloria ya pasada. ¡Oh sombra de remedio inconstante, ser en mí lo mejor lo que no es nada!
es
Pombo,Rafael
<XXI
Encanto_De_Sus_Padres,_Terror_De_Los_Ajenos
Encanto de sus padres, terror de los ajenos Era el guarín Chanchito, galán como un barril; Pesaba cinco arrobas, poquito más o menos, Pero en habilidades pesaba más de mil. Esto pasó, señores, en tiempos ya olvidados, No en estos tan presentes en que escribiendo estoy; Pasó cuando los cerdos eran bien educados Y no puercos cochinos como los vemos hoy. Los padres de Chanchito eran de alto copete Y de coche y derroche, en fin, gente de pro; Cochinos que gruñían con cierto sonsonete Como de «¡Puf, apártense, no hay otro yo que yo!» Entonces no se usaban estas carnicerías, Y eran artes incógnitas chorizos y jamón, Atroces invenciones de más recientes días En que a la carne humana cogimos aversión. Tía Gocha, vieja hermana del padre de Chanchito, Era una solterona más rica que el Perú, Y dijo al buen Gochancho: «Traedme al sobrinito El miércoles, sin falta, que tengo un ambigú». Llegó el ansiado miércoles; y criadas y criados Iban atropellándose solícitos doquier Para vestir el párvulo; y escúchanse altercados De voces disputándose llenar ese deber. Pero Chanchito estaba hecho un berrín, frenético, Chillando y dentellando sin reparar a quién. Salir le repugnaba; y repugnancia y cólera Sólo eran porque entonces le suplicaban «Ven». Para aplacarlo enviaron por juegos y confites Y su papá buscándolos de tienda en tienda fue, Y a fuerza de juguetes y de tomes y quites Chanchito se distrajo y les repuso «Iré». Vestirlo, con todo eso, fue empresa de romanos; Empalagó, dio mucho, muchísimo que hacer; Y cuando estaban listos, con guantes en las manos, El tiempo descompúsose y comenzó a llover. Taita Verraco exclama: «¡Aguarden! —Hechos sopa Llegamos a la fiesta marchándonos así, Y fuera grosería llevar lodo en la ropa. ¿Qué dices tú Chanchito: vamos en coche?»—«Sí». Pronto llegó al vestíbulo el barnizado coche Y pajes de librea al frente y atrás dél Y antes de que sonaran las siete de la noche Partió con sus señores a trote de corcel. Mas dio y majó Chanchito sacando la cabeza, ¡Y adiós! la portezuela de súbito se abrió Y al lodo va el estúpido, y queda de una pieza Negro de hocico a patas como jamás se vio. Rompen en carcajadas vecinos y mirones Al verlo sucio y feo cual una vil sartén, Y todos dicen: «¡Bueno, que vivan los jabones! ¡Toma, para que aprendas, lo mereciste bien!» Pescáronlo del fango, zampáronlo entre el coche Cual contagioso vómito que a todos alcanzó; Y oyendo silbos y hurras, picando a trochemoche En retirada rápida la expedición volvió. Vistiéronlo de limpio tras una larga friega Y el competente gasto de almohaza y de jabón. El niño dio de nuevo impertinente brega Pero, por fin, llegaron en regla a la función. Comiéndoselo a besos lo recibió tía Gocha Y su mamá le dijo: «No te comportes mal; Aquí la menor falta se observa y se reprocha, Y es grave la más mínima en gente principal». Entraron a buen tiempo, ya hirviendo el chocolate, Y en torno de ancha mesa sentáronse al festín, Mas ¡ay! al primer sorbo (que les quemó el gaznate) Hizo otra de las suyas el infernal gorrín. Plato y cuchara y jícara saltaron contra el suelo, Raudal chocolatífero rodó por el tapiz, Tía Gocha dio un gruñido, y dijo al mocosuelo «¡Nunca otra vez en casa me asomas la nariz!» Chanchito que tal oye empínase en su silla, Agarra la bandeja del mojicón y el pan, Y ¡zas! como metralla que zumba y acribilla Contra la blanca trompa de doña Gocha van. Levántanse los huéspedes en súbito tumulto Gritando enrojecidos y bravos como ají: «¡Señora! es un escándalo, un crimen, un insulto ¡Traer a este canalla y sentárnoslo aquí!» —«Señores, —repuso ella—, mirad que es mi sobrino; Cochambra y Gochanchito se han esmerado en él, Y nunca, en tantas veces que a divertirme vino, Comió con el cuchillo ni salpicó el mantel. »Sigamos, no dejemos enfriar el chocolate. El niño va a portarse; por su honra volverá:» Y en esta inteligencia sentose el botarate Y empieza la merienda tranquilizados ya. ¡Ay, breve tregua! el nene se columpió en la silla Y juntos nene y silla, de espaldas, ¡trun! se van, Y arrastran en su séquito mesa, mantel, vajilla. Miel, leche, caldo, aceite, chocolatera y pan. Tía Gocha se accidenta, Cochambra se desmaya, A uno le dio epilepsia, al otro indigestión; Y llegan criados, criadas, la cocinera, el aya A ver si es terremoto, fuego o revolución. Atónitos, sonámbulos hallaron a los huéspedes, Con hipo energuménico que impídeles hablar, Y al dije de Chanchito riendo contentísimo Jugando con los panes cual bolas de billar. De allí voló a esconderse en el jardín de Gocha, Buscáronlo enojados, y encuéntranlo por fin Bailando una cachucha, y tal, ¡Virgen de Atocha! Que no quedaron flores, ni yerba, ni jardín. Aquí sí, ¡tente gracia!—Gochancho dijo: «¡Tráiganmelo!» Y una azotaina diole, al fresco, al natural, Tan eficaz e higiénica que desde entonce el párvulo De puerco sólo tuvo la culpa original. No reincidió en los crímenes que referí al leyente Ni en otros que he callado por no escandalizar, Y en vez de ser la cócora y el asco de la gente, Convites y regalos le enviaban sin cesar. Ya no hubo que decirle dos veces una cosa, A todo adelantábase, no rezongaba un no; Trataba a su mamita como si fuera diosa, Y nunca una jaqueca ni enfado le causó. El mismo levantábase amaneciendo el día, Y en todo no se ha visto mayor puntualidad; Extremo era su aseo, su aplicación manía, Perfectas sus maneras, su dicho la verdad. No supo darse gusto mortificando al prójimo; Ancianos y mujeres eran santos para él; De nadie murmuraba ni se mofaba irónico, Ni hipócrita adulaba, ni traicionaba infiel. A nadie provocaba, que es cosa de beodos; Pero llegado el lance se supo sostener, Y necesariamente lo respetaban todos, Y nadie osó desviarlo del rumbo del deber. En fin, ¡quién lo creyera! aquella bestia indómita Se hizo mejor que muchos con su uso de razón. Y ¿habrá niño tan bestia que necesite látigo Para volverse gente y hacer su obligación? tomes y quites no
es
Teresa_de_Jesús,Santa
<XXI
Vertiendo_Está_Sangre
Vertiendo está sangre, ¡Dominguillo, eh! Yo no sé por qué. ¿Por qué, te pregunto, hacen dél justicia, pues es inocente y no tiene malicia? Tuvo gran codicia, yo no sé por qué, de mucho amarmé, ¡Dominguillo, eh! ¿Pues luego en naciendo, le han de atormentar? Sí, que está muriendo por quitar el mal. ¡Oh, qué gran Zagal será, por mi fe! ¡Dominguillo, eh! ¿Tú no lo has mirado, que es niño inocente? Ya me lo han contado Brasillo y Llorente. Gran inconveniente será no amarlé, ¡Dominguillo, eh!
es
Lugones,Leopoldo
<XXI
El_Zorzal
Al matinal Cielo de añil, Desde el pensil Lanza el zorzal, Silbo viril, Loa jovial, Que rompe el tul Inmaterial Del alba azul Y angelical. Largo arrebol Dilata el sol Por el tapial De aquel vergel, Donde, rival Más claro qu’él, Trinas, genial, Cantas, sutil, Pueril zorzal, Zorzal gentil.
es
Machado,Manuel
<XXI
Rosa_Y_Laurel_Simbólicos,_Que_Aquí_Plantó_Mañara
Rosa y laurel simbólicos, que aquí plantó Mañara, cantan su doble triunfo, su gloria dicen clara. Habla la hermosa rosa de lo que amó y mató. Dice noches de amores, heridas y placeres —las canciones que hacía él para las mujeres—, y evoca —roja y tibia— la sangre que vertió. El laurel solemniza su puesta gloriosa más allá de este mundo. La santa y religiosa fundación de esta Casa. Dice la Caridad... las horas de añoranza y de recogimiento, la elegancia suprema del arrepentimiento, y el último combate, ¡y la inmortalidad!
es
Diego,Eliseo
<XXI
Si_Miras_Bien
En el patio de tierra que hay al fondo de tu casa, el que tiene roto el muro, con su estanque redondo de quietas aguas, no muy hondo, y aquel banco de hierro antiguo y duro, entre las hojas de las matas de guayabas y mangos, tan oscuras, ¿no están ocultas todas las criaturas salvajes, y bandidos y piratas y las más increíbles aventuras? No es preciso ir muy lejos para tener con uno el vasto mundo. Si miras bien, en un segundo acudirá al estanque, a sus reflejos, el abismo estrellado, el muy profundo.
es
Trindade,Raúl
XXI
Dónde_Jugarán_Las_Muñecas
Dónde jugarán las muñecas a ser niñas? Y los niños que crecen, A dónde van? Acaso la adolescencia fue ese paso, que nunca voy a volver a dar? Por qué no es sangre mi llanto si tanto me duele llorar? Después de mi próxima muerte Dónde iré a despertar?
es
Agustini,Delmira
<XXI
Monóstrofe
Hay un tétrico fantasma que en el cáliz de mi vida Va vertiendo amargas gotas de una esencia maldecida Que me enerva y envenena, que consume mi razón; Y si un grito suplicante, si una tímida protesta Brotan hondos, desgarrantes de mi alma dolorida, El maléfico fantasma impasible me contesta Con sarcástica sonrisa que me hiela el corazón.
es