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1.47M
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---|---|---|---|---|
Bolaño,Roberto | <XXI | Las_Noches_Que_He_Dormido_Entre_Rostros_Y_Palabras | Las noches que he dormido entre rostros y palabras
Cuerpos doblegados por el viento
Líneas que miré hechizado
En los límites de mis sueños.
Noches heladas de Europa, mi cuerpo en el ghetto
Pero soñando. | es |
Machado,Manuel | <XXI | ¡Qué_Tristes_Almas_En_Pena | ¡Qué tristes almas en pena
son las viejas alegrías...
Y qué fantasmas de días
las noches de luna llena!...
¡Qué lamentable cadena
de pobres melancolías
las horas largas y frías
de la barquilla en la arena!
¡Qué broma absurda y pesada
es la aventura de amor,
hoy sin amor evocada!...
¡Dolor!... ¿Dónde lo hay mayor
que recordar la pasada
alegría en el dolor?
¡Qué lamentable cadena
de pobres melancolías
las horas largas y frías
de la barquilla en la arena!
¡Qué broma absurda y pesada
es la aventura de amor,
hoy sin amor evocada!...
¡Dolor!... ¿Dónde lo hay mayor
que recordar la pasada
alegría en el dolor?
¡Qué broma absurda y pesada
es la aventura de amor,
hoy sin amor evocada!...
¡Dolor!... ¿Dónde lo hay mayor
que recordar la pasada
alegría en el dolor?
¡Dolor!... ¿Dónde lo hay mayor
que recordar la pasada
alegría en el dolor? | es |
Neruda,Pablo | <XXI | Oda_A_La_Alcachofa | La alcachofa
de tierno corazón
se vistió de guerrero,
erecta, construyó
una pequeña cúpula,
se mantuvo
impermeable
bajo
sus escamas,
a su lado
los vegetales locos
se encresparon,
se hicieron
zarcillos, espadañas,
bulbos conmovedores,
en el subsuelo
durmió la zanahoria
de bigotes rojos,
la viña
resecó los sarmientos
por donde sube el vino,
la col
se dedicó
a probarse faldas,
el orégano
a perfumar el mundo,
y la dulce
alcachofa
allí en el huerto,
vestida de guerrero,
bruñida
como una granada,
orgullosa,
y un día
una con otra
en grandes cestos
de mimbre, caminó
por el mercado
a realizar su sueño:
la milicia.
En hileras
nunca fue tan marcial
como en la feria,
los hombres
entre las legumbres
con sus camisas blancas
eran
mariscales
de las alcachofas,
las filas apretadas,
las voces de comando,
y la detonación
de una caja que cae,
pero
entonces
viene
María
con su cesto,
escoge
una alcachofa,
no le teme,
la examina, la observa
contra la luz como si fuera un huevo,
la compra,
la confunde
en su bolsa
con un par de zapatos,
con un repollo y una
botella
de vinagre
hasta
que entrando a la cocina
la sumerge en la olla.
Así termina
en paz
esta carrera
del vegetal armado
que se llama alcachofa,
luego
escama por escama
desvestimos
la delicia
y comemos
la pacífica pasta
de su corazón verde. | es |
Henríquez_Ureña,Pedro | <XXI | Íntima | Desde el solar nativo
—el nido de los pálidos recuerdos,
la casa palpitante de memorias
que viven y se agitan como espectros—,
me llega tu palabra,
henchida de miríficos consuelos,
mensajera piadosa del terruño,
hasta el extraño techo—,
el techo que indolente me cobija,
mudo y escueto,
intacto por los fuegos de mis luchas,
intacto por las alas del ensueño.
En la isla, en lucha,
cuál sangra el corazón, cual llora el pecho!
¿Qué mucho que el postrado combatiente
destierre el sentimiento,
vulnerable talón que el dardo hiere,
y haga del estoicismo su remedio?
En la vida, en la lucha,
Cuán temprano sentí, lloré cuán presto!
Cuánto de penas sufre!
Solitario me encuentro,
sin patria, sin hogar, sin ilusiones,
—todas volaron con volar ligero—;
busco para las penas interiores
las aguas del Leteo,
y tiendo del espíritu la salas
al país irreal de invicto ensueño.
Todo cuanto fue amores,
luz de la edad y juveniles sueños,
yace entre los escombros del pasado,
apenas en las lindes del recuerdo.
Sobre esas ruinas la vista tiendo
con muda indiferencia.
No renace el extinto sentimiento
cual si el ansia de dulces efusiones
fuese muerta en el pecho.
El fatigado espíritu
no se enciende en la llama del deseo,
y contempla a través de las edades
como un campo vastísimo de hielo.
¡Ah! Que cuando resuena tu palabra
del letargo despierto,
y la nostalgia delator antiguo
dentro del alma siento.
¡Oh tu, la soñadora, la constante!
¡Oh tu, sacerdotisa del ensueño!
¿No sientes, bajo el cielo de la Paria
del ruiseñor parlero
cual se ha trocado el himno de esperanzas
por la canción macabrita de un cuervo?
¿No sientes que las vivas ilusiones,
la vieja tradición, el dulce sueño,
vuelan en el confuso torbellino
que azota el patrio suelo,
y hechos girones en la hoguera caen,
perecen de la patria en el incendio?
Que con tu fe radiante
que con tu amor perpetuo,
reconstruyes las muertas ilusiones
y guardas el altar de los recuerdos,
y en las frágiles notas de tus cartas
el alma envías del terruño entero!
En mi noche de amargo pesimismo
el instante aun espero
en que escuche, soñando,
tus palabras de nuevo
sobre las ruinas de la triste patria,
«sobre las ruinas del hogar deshecho». | es |
Cernuda,Luis | <XXI | Playa_De_La_Roqueta | Playa de la Roqueta:
Sobre la piedra, contra la nube,
Entre los aires estás, conmigo
Que invisible respiro amor en torno tuyo.
Mas no eres tú, sino tu imagen.
Tu imagen de hace años,
Hermosa como siempre, sobre el papel, hablándome,
Aunque tan lejos yo, de ti tan lejos hoy
En tiempo y en espacio.
Pero en olvido no, porque al mirarla,
Al contemplar tu imagen de aquel tiempo,
Dentro de mí la hallo y lo revivo.
Tu gracia y tu sonrisa,
Compañeras en días a la distancia, vuelven
Poderosas a mí, ahora que estoy,
Como otras tantas veces
Antes de conocerte, solo.
Un plazo fijo tuvo
Nuestro conocimiento y trato, como todo
En la vida, y un día, uno cualquiera,
Sin causa ni pretexto aparente,
Nos dejamos de ver. ¿Lo presentiste?
Yo sí, que siempre estuve presintiéndolo.
La tentación me ronda
De pensar, ¿para qué todo aquello:
El tormento de amar, antiguo como el mundo,
Que unos pocos instantes rescatar consiguen?
Trabajos del amor perdidos.
No. No reniegues de aquello,
Al amor no perjures.
Todo estuvo pagado, sí, todo bien pagado,
Pero valió la pena,
La pena del trabajo
De amor, que a pensar ibas hoy perdido.
En la hora de la muerte
(Si puede el hombre para ella
Hacer presagios, cálculos),
Tu imagen a mi lado
Acaso me sonría como hoy me ha sonreído,
Iluminando este existir oscuro y apartado
Con el amor, única luz del mundo. | es |
Chocano,José_Santos | <XXI | La_Voz_Triste | Esta noche una linda mujer (una española
digna de ser modelo de otra Maja Desnuda)
me ha tarareado tristes canciones; y la ola
de su melancolía
se ha tendido en la muda
soledad de mi alma. Tal su voz todavía
se insinúa al oído de mi recuerdo en vano.
Yo la dije: —¡Eres mía!—
Y no besé su boca, pero estreché su mano.
Sus canciones tenían un aire vago, un aire
tenue, lleno de gracia, picardía y donaire;
y me hablaban de cosas de ensueño y de pecado
que no he visto en mi vida, pero que he adivinado.
Finjíase una lenta
procesión de fantasmas por entre un clausurado
monasterio: una viuda de cara macilenta
presidía el cortejo; y al fin iba un soldado,
sobre cuya armadura
un golpe del pasado
hizo una abolladura.
Sus canciones me hablaban de tiempos que son idos:
fortalezas vetustas y leones dormidos...
La sangre mora, sangre que irradia en los sentidos
de esta linda española le infunde la tristeza
del Desierto (es un grito de la Naturaleza)
Y esta tristeza es como la tristeza que siento;
porque la sangre india bulle en mi sangre: aliento
de cumbres... Siempre han sido tristes las almas grandes
los moros y los indios; el Desierto y los Andes...
Diríase que el potro se siente fatigado
de andar por las montañas; y el bardo peregrino
en la sombra un puñado
de luces ha mirado.
Corre... corre... Es la alegre posada del camino.
¡Oh la paz! Mesa amiga, pan blanco y rojo vino
Llego por fin a ella;
y a su entrada una bella
pulsando la guitarra tararea canciones.
Se confunden al punto nuestros dos corazones:
un gavilán astuto y una paloma incauta.
Y ella sigue cantando sus versos lentamente;
y yo me quedo como se queda una serpiente
que oye sonar el dulce gemido de una flauta... | es |
Castro,Rosalía_de | <XXI | De_La_Noche_En_El_Vago_Silencio | De la noche en el vago silencio,
cuando duermen o sueñan las flores,
mientras ella despierta, combate
contra el fuego de ocultas pasiones,
y de su ángel guardián el auxilio
implora invocando piadosa su nombre,
el de ayer, el de hoy, el de siempre,
fiel amigo del alma, Mefistófeles,
en los hilos oculto del lino
finísimo y blanco cual copo de espuma,
en donde ella aún más blanca reclina
la cabeza rubia,
así astuto y sagaz, al oído
de la hermosa en silencio murmura:
«Goza aquél de la vida, y se ríe
y peca sin miedo del hoy y el mañana,
mientras tú con ayunos y rezos
y negros terrores tus horas amargas.
Si del hombre la vida en la tumba
¡oh, bella!, se acaba,
¡qué profundo y cruel desengaño,
qué chanza pesada
te juega la suerte,
le espera a tu alma!» | es |
Lihn,Enrique | <XXI | Ciudades_Son_Imágenes | Ciudades son imágenes.
Basta con un cuaderno de escolar para hacer
la absurda vida de la poesía
en su primera infancia:
extrañeza elevada al cubo de Durero,
y un dolor que no alcanza a ser él mismo,
melancólicamente.
Dos ratas blancas giran en un círculo
a la velocidad de la neurosis;
después de darme vueltas sesenta días justos
en el gran mundo como en una jaula,
me concentro en un solo pensamiento:
ratas que giran.
Blanca, velluda, diminuta esfera
partida en dos mitades que brincan por juntarse,
pero donde fue el tajo, la perpleja lisura
y el dolor, ahora están esas patitas,
y en medio de ellas sexos divisorios,
sexos compensatorios.
Nos salen cosas donde fuimos seres
aparte enteramente, enteramente aparte.
Cinco minutos de odio, total. cinco minutos.
Ciudades son lo mismo que perderse en la calle
de siempre, en esa parte del mundo, nunca en otra.
¿Qué es lo que no podría dar lo mismo
si se le devolviera al todo, en dos palabras,
el ser mezquinamente igual de lo distinto?
Sol del último día; ¡qué gran punto final
para la poesía y su trabajo!
En el gran mundo como en una jaula
afino un instrumento peligroso. | es |
Siroco,Jota | XXI | Ayer_Me_Fui_A_Un_Casting_De_Poetas | Ayer me fui a un casting de poetas
¡cosa tan seria, amor!
Andaban por allí:
el pedantón añil de barba egregia,
el Che de cubalibre y barrafija,
la rubia dulce-musa-siempreapunto
y el llorador de lunas,
en vías de extinción como los patos.
¿Tú qué pintas aquí? —me preguntaron—
se te nota en la cara que no sufres,
que no mueres de amor,
no gimes por olvidos,
ni levantas banderas a los vientos,
¿tú qué pintas aquí? ¡maldita sea!
¡sólo quieres cargarte el chiringuito
de la lágrima viva!,
Yo venía, y ustedes me disculpen,
...como el hambre no entiende de relojes...
por eso del jamón de pata negra,
pues anda quejumbroso mi esqueleto
de tanta sinalefa a la parrilla.
Debo decir que fueron generosos,
me dieron al final una cuarteta,
doscientos versos libres,
tres canciones canallas
y una flor natural de la marisma.
Soporten con paciencia la postdata:
... era la flor tragable
¡voto a bríos!
recocida en caldo de puchero. | es |
Unamuno,Miguel_de | <XXI | «No_Me_Verá_Dentro_De_Poco_El_Mundo | «No me verá dentro de poco el mundo, Juan XIV, 19
mas sí vosotros me veréis, pues vivo
y viviréis» —dijiste; y ve: te prenden
los ojos de la fe en lo más recondito
del alma, y por virtud del arte en forma
te creamos visible. Vara mágica
nos fue el pincel de don Diego Rodríguez
de Silva Velázquez. Por ella en carne
te vemos hoy. Eres el Hombre eterno
que nos hace hombres nuevos. Es tu muerte
parto. Volaste al cielo a que viniera, Juan XVI, 7
consolador, a nos el Santo Espíritu,
ánimo de tu grey, que obra en el arte
y tu visión nos trajo. Aquí encarnada
en este verbo silencioso y blanco
que habla con líneas y colores, dice
su fe mi pueblo trágico. Es el auto
sacramental supremo, el que nos pone
sobre la muerte bien de cara a Dios. | es |
Selgas_y_Carrasco,José | <XXI | Uno_Viene_Y_Otro_Va | Por un misterio profundo
Que vedado al hombre está,
En la sucesión del mundo
Uno viene y otro va.
Los que van, los que vinieron
Sienten la misma aflicción:
Los muertos, por lo que fueron;
Los vivos, por lo que son.
Y sólo en vivir resuelven
Los hombres todo su afán;
Y los que se van no vuelven,
Y los que vienen se van.
Ambos a la vez suspiran
En ansias de opuesto bien:
Los vivos, por lo que miran;
Los muertos, por lo que ven.
Oscuro arcano contiene
La vida que el mundo da:
Viene llorando el que viene;
Va muy triste el que se va.
Por razón o por manía
Que no alcanza mi razón,
Causa el que nace alegría,
Causa el que muere aflicción.
Siempre de esta vida amarga
Distintas cuentas se harán:
Para los que vienen, larga;
Corta para los que van.
¡Qué tristes esfuerzos hacen!
¡Qué pena deben sentir
Los que nacen, cuando nacen,
Los que mueren, al morir!
Hondo secreto profundo
Que al hombre vedado está;
Desde el principio del mundo
Uno viene y otro va. | es |
Ibarbourou,Juana_de | <XXI | ¡Oh,_Lengua_De_Los_Cantares! | ¡Oh, lengua de los cantares!
¡oh, lengua del Romancero!
te habló Teresa la mística,
te habla el hombre que yo quiero.
En ti he arrullado a mi hijo
e hice mis cartas de novia.
Y en ti canta el pueblo mío
el amor, la fe, el hastío,
el desengaño que agobia.
¡Lengua en que reza mi madre
y en la que dije: ¡Te quiero!
una noche americana
millonaria de luceros.
La más rica, la más bella,
la altanera, la bizarra,
la que acompaña mejor
las quejas de la guitarra.
¡La que amó el Manco glorioso
y amó Mariano de Larra!
Lengua castellana mía,
lengua de miel en el canto,
de viento recio en la ofensa,
de brisa suave en el llanto.
La de los gritos de guerra
más osados y más grandes,
¡la que es cantar en España
y vidalita en los Andes!
¡Lengua de toda mi raza,
habla de plata y cristal,
ardiente como una llama,
viva cual un manantial! | es |
Peña_del_Bosque,Leopoldo | XXI | Rosa_Del_Jardín_De_Mis_Andanzas | Rosa del jardín de mis andanzas
Que arrellanas entre el tallo y las espinas
Un rocío pertinaz en mis quimeras,
Que me inunda el alma todavía.
El aguardo de tu amor, mi desventura.
Y el fulgor de tus ojos, magia bruna.
En el frío de las noches me conforta,
El recuerdo de mi amor por esa rosa. | es |
Núñez_de_Arce,Gaspar | <XXI | Senado_Ilustre,_Público_Discreto | Senado ilustre, público discreto,
que siempre diste cariñoso abrigo
a la musa de Lope y de Moreto;
concurso generoso, fiel amigo
del arte, que a tu impulso se levanta
o se despeña en el error contigo;
por quien el vate en su entusiasmo canta,
el músico sorprende la armonía
y a los siglos el genio se adelanta;
es tan intensa y honda mi alegría,
tan viva la emoción que me enajena,
que aunque quisiera ahogarla no podría.
¿Cómo, si el alma de esperanzas llena,
ve renacer con nuevos resplandores
la amortiguada gloria de la escena?
¡Público insigne, artistas, escritores,
rendid tributo al ánimo atrevido,
digno de vuestros plácemes y honores!
Cuando asorda los aires el rugido
de enconada pasión, que en su despecho
nos emponzoña el corazón herido;
cuando combaten bajo el mismo techo
hermano contra hermano, y todo rueda
como un turbión a nuestros pies deshecho;
cuando no hay odio que sucumba o ceda,
y en tanta confusión, el patrio idioma
es el único lazo que nos queda;
merece aplauso quien a empeño toma
alzar un templo al arte castellano,
donde todo vacila y se desploma.
Que mientras pueda el genio soberano
tender el vuelo, condenar la saña
que separa al hermano del hermano,
hacer que vibre hasta en región extraña
la lengua de Quevedo y de Cervantes,
tú serás inmortal ¡oh madre España!
¡No morirás! Como lucharon antes,
tus hijos lucharán con el destino
cuanto más desgraciados, más constantes.
Que si no encuentra su ambición camino
por do llevar a términos ajenos
tu cetro de oro y tu blasón divino,
para abrazarse le hallarán al menos,
y en santa paz transcurrirán tus días
más prósperos, más grandes, más serenos.
Pero ¿dónde al sentir las agonías
de la patria infeliz que sufre y llora,
me arrastran ¡ay! las esperanzas mías?
¿A dónde vuela mi ilusión? Ya es hora
de penetrar en la región que el arte
con sus rayos purísimos colora.
Ya es tiempo y ocasión de presentarte
a los que habrán de compartir conmigo
el difícil trabajo de agradarte.
Tú, de sus triunfos imparcial testigo,
suplir, acaso con ventaja, puedes
lo que, atendiendo a su humildad, no digo.
Muchos han alcanzado las mercedes,
los vítores y lauros que en la escena,
con larga mano al mérito concedes.
¡Ah! ¡Cuántas veces su fecunda vena
hizo a tus labios asomar la risa
que los vicios ridículos enfrena!
¡Cuántas tu corazón latió de prisa,
movido por la voz del sentimiento,
blanda o severa, enérgica o sumisa;
voz que en la vaga ondulación del viento,
suena a un tiempo patética y sublime
como canto de amor, himno y lamento!
¿Quién de su influjo halagador se exime?
¿Quién resiste el poder del alma ardiente
que en todo el sello de su genio imprime?
No me atrevo a nombrarla: está presente (1).
Tú la conoces bien, que has abrumado
con cien coronas su inspirada frente.
Nosotros seguiremos a su lado
por la penosa y áspera carrera
que huellas inmortales han trazado.
Joven alguno, por la vez primera
trémulo y lleno de ansiedad confusa,
la hora solemne de tu fallo espera.
Dale aliento y valor: sé tú su musa,
y cuando salga inquieto y conmovido
válgale al menos su temor de excusa.
Con el respeto a nuestro juez debido,
yo, el último de todos, te saludo,
y en nombre suyo tu indulgencia pido.
Ardua es la empresa, nuestro esfuerzo, rudo,
grande la voluntad, vivo el deseo,
y amparándonos tú, fuerte el escudo.
Sonarán en el amplio coliseo
de Calderón y Lope la armonía,
honda intención y fácil discreteo,
en nuestra larga y mísera agonía,
ya el último florón, aun no marchito,
que nos envidia el mundo todavía.
Como el vuelo del alma es infinito,
y mientras hallen en la mente humana
luz la esperanza, sombras el delito,
tiernos anhelos el amor, cristiana
resignación los débiles que gimen,
fieros empeños la ambición tirana,
llanto el dolor, remordimiento el crimen,
premio la fe, castigo la mentira
y borrascosas noches los que oprimen,
el vate audaz, si en la pasión se inspira,
podrá pulsar con vigorosa mano
el corazón del hombre, que es su lira:
como aún florecen en el suelo hispano
claros ingenios que la intensa llama
alimentan del numen castellano,
en esta escena, con la varia trama
de sus afanes y vigilias fruto,
buscarán los laureles de la fama.
Si a veces el error, común tributo
de la humana flaqueza, los pervierte
y cubre su razón de sombra y luto,
antes de ser inexorable, advierte
que en esta recia y desigual pelea,
eres el más dichoso y el más fuerte.
Nunca, nunca el espíritu que crea,
se lanzará con incansable brío
por los radiantes mundos de la idea,
si a todo noble sentimiento frío,
sólo el gastado público le ofrece
glacial indiferencia y seco hastío.
Cuando la Poesía desfallece
y cual ebria bacante desceñida
se revuelca en el fango y se envilece;
cuando la muchedumbre descreída,
en torpes espectáculos apura
los más brutales goces de la vida,
y únicamente excitan su locura,
despiertan sólo su vigor dormido
la sátira procaz, la danza impura;
entonces, como el aire corrompido
que invadiendo el espacio, se dilata
lento, invisible, acaso no sentido,
la cólera del cielo se desata,
avanza sin cesar muda y sombría,
y como el rayo y la epidemia mata.
Entonces Dios sobre la raza impía
que marcha presurosa hacia el abismo,
sus horrendas catástrofes envía;
la podredumbre engendra el egoísmo
y ya no tiene el pueblo degradado
fuerza y valor para salvarse él mismo.
Y camina a su fin precipitado,
y su terrible expiación comienza,
y se pierde en la noche del pecado...
¡Ah! ¡que ignominia tanta no nos venza,
hijos de España, y si la angustia crece
lloremos de aflicción, no de vergüenza!
Porque el ánimo honrado resplandece
con la adversa fortuna, y en el mundo
sólo humilla el dolor que se merece.
De toda corrupción, de todo inmundo
germen, de todo estancamiento insano,
brota el mal potentísimo y fecundo:
la asoladora fiebre, del pantano,
la peste, de los campos de batalla,
y de los pueblos muertos el tirano.
Tú puedes ser inquebrantable valla,
Senado ilustre, a la inmoral corriente
que fácil paso entre nosotros halla.
Tú puedes evitar que se acreciente
la gangrena social, esa gangrena
fría, senil, que mata y no se siente.
Y si consigues que la patria escena
de entre sus juegos lícitos descarte
la burla impía y la invención obscena;
si por tu esfuerzo en ráfagas se parte
esta niebla densísima que empaña
la religión, la libertad y el arte,
tú serás salvo, y salvarás a España. | es |
Aridjis,Homero | <XXI | Y_La_Luz_Entra_En_El_Hombre_Por_Un_Instante_Lateral | y la luz entra en el hombre por un instante lateral de la hora y ella se acerca a la escalera
del día tan desganadamente que parece que desde antes de subirla ya estuviera cansada nuestras
cabezas como sauces despeinados dan a la mañana que las atraviesa silencio y hacia atrás van los
días ruinosos como un haz sin fin de intemperies toleradas y nos vemos vivos otra vez como larvas
que viven sobre rocas lavadas por los rápidos y se sostienen por discos de succión o anclas de seda
para no ser arrastradas por el agua y descubrimos nuestros cuerpos como parajes quietos entre las
corrientes torrenciales y el poema llega frente a aquel que mezcla alma y cuerpo y asiste al nacimiento
de un color e inhala y respira un Dios
pues el día no tiene puertas
humo azul tiempo quemado | es |
Luis,Leopoldo_de | <XXI | Lástima_Que_No_Valgan_Los_Valores_Eternos | Lástima que no valgan los valores eternos
para salvar los charcos de un agua ensangrentada.
Todos fuimos cogidos por trágicos inviernos.
De esa aventura triste ya no nos salva nada.
Esos que fueron puros también se han salpicado.
Libres y espirituales, la realidad los cerca.
Que no piensen que todo está por fin juzgado.
La culpa que les toca es una loba terca.
Las torres de marfil están sitiadas.
El tiempo llega siempre, pegajoso y espeso.
Si alguien quiere salir, ya se ha hecho tarde.
Pobres conciencias puras, quedaron atrapadas.
Pobre arte en libertad, quedó de pronto preso.
La realidad por todos los costados hoy arde. | es |
Sabines,Jaime | <XXI | No_Se_Ha_Roto_Ese_Vaso_En_Que_Bebiste | No se ha roto ese vaso en que bebiste,
ni la taza, ni el tubo, ni tu plato.
Ni se quemó la cama en que moriste,
ni sacrificamos un gato.
Te sobrevive todo. Todo existe
a pesar de tu muerte y de mi flato.
Parece que la vida nos embiste
igual que el cáncer sobre tu omoplato.
Te enterramos, te lloramos, te morimos,
te estás bien muerto y bien jodido y yermo
mientras pensamos en lo que no hicimos
y queremos tenerte aunque sea enfermo.
Nada de lo que fuiste, fuiste y fuimos
a no ser habitantes de tu infierno. | es |
Diego,Eliseo | <XXI | El_Mar_Es_Un_Anciano_Lleno_De_Agravios | El mar es un anciano lleno de agravios: la terquedad de la tierra, la agudeza inoportuna de la lluvia cuando colmara su pecho el grande aliento de la soledad.
El mar no puede moverse. Es un enorme anciano que no puede moverse, y que se angustia y clama entre la noche. A la mañana sonríe entre sus barbas.
El mar es un anciano lleno de agravios, que arguye con poderosa voz, a solas, todo lo largo de la noche. | es |
Corredor_Cuervo,Héctor_José | XXI | No_Quiero_Un_Lugar_Que_Esté_En_Primavera | No quiero un lugar que esté en primavera
donde salga el sol detrás de la sierra;
deseo que la luna, la estrella, el lucero
vuelvan a brillar en el mundo entero.
Quiero que en los surcos de cada labranza
broten las cosechas de paz y esperanza;
ansío ver hogares llenos de ilusiones
donde exista amor en los corazones.
No quiero más odio, no quiero más guerra
Añoro la paz en toda la tierra.
No quiero más odio, no quiero más guerra
Añoro la paz en toda la tierra.
Quiero que las aves vuelvan a sus nidos
que abandonaron en campos floridos;
deseo que la gente retorne a poblados
sin temor o miedo de ser secuestrados.
Quiero que los niños tengan una cuna
con calor de padres en medio de fortuna;
deseo que en mi patria reine la alegría
y vuelvan los sueños con su fantasía.
No quiero más odio, no quiero más guerra
Añoro la paz en toda la tierra.
No quiero más odio, no quiero más guerra
Añoro la paz en toda la tierra.
Quiero que en los surcos de cada labranza
broten las cosechas de paz y esperanza;
ansío ver hogares llenos de ilusiones
donde exista amor en los corazones.
No quiero más odio, no quiero más guerra
Añoro la paz en toda la tierra.
No quiero más odio, no quiero más guerra
Añoro la paz en toda la tierra.
Quiero que las aves vuelvan a sus nidos
que abandonaron en campos floridos;
deseo que la gente retorne a poblados
sin temor o miedo de ser secuestrados.
Quiero que los niños tengan una cuna
con calor de padres en medio de fortuna;
deseo que en mi patria reine la alegría
y vuelvan los sueños con su fantasía.
No quiero más odio, no quiero más guerra
Añoro la paz en toda la tierra.
No quiero más odio, no quiero más guerra
Añoro la paz en toda la tierra.
No quiero más odio, no quiero más guerra
Añoro la paz en toda la tierra.
No quiero más odio, no quiero más guerra
Añoro la paz en toda la tierra.
Quiero que las aves vuelvan a sus nidos
que abandonaron en campos floridos;
deseo que la gente retorne a poblados
sin temor o miedo de ser secuestrados.
Quiero que los niños tengan una cuna
con calor de padres en medio de fortuna;
deseo que en mi patria reine la alegría
y vuelvan los sueños con su fantasía.
No quiero más odio, no quiero más guerra
Añoro la paz en toda la tierra.
No quiero más odio, no quiero más guerra
Añoro la paz en toda la tierra.
Quiero que las aves vuelvan a sus nidos
que abandonaron en campos floridos;
deseo que la gente retorne a poblados
sin temor o miedo de ser secuestrados.
Quiero que los niños tengan una cuna
con calor de padres en medio de fortuna;
deseo que en mi patria reine la alegría
y vuelvan los sueños con su fantasía.
No quiero más odio, no quiero más guerra
Añoro la paz en toda la tierra.
No quiero más odio, no quiero más guerra
Añoro la paz en toda la tierra.
Quiero que los niños tengan una cuna
con calor de padres en medio de fortuna;
deseo que en mi patria reine la alegría
y vuelvan los sueños con su fantasía.
No quiero más odio, no quiero más guerra
Añoro la paz en toda la tierra.
No quiero más odio, no quiero más guerra
Añoro la paz en toda la tierra.
No quiero más odio, no quiero más guerra
Añoro la paz en toda la tierra.
No quiero más odio, no quiero más guerra
Añoro la paz en toda la tierra. | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Manicomio_De_Paz | A la oscura pregunta con que los cisnes negros interrogan
a la estrella polar de su destino
contesta toda la Osa con la blanca respuesta de su luz.
Así tus salinas de ternura al cayado de aorta de la guerra.
De un desván de lunas leporinas, lágrimas rotas y zodiacos de bruma,
una mano de encaje me estira este camino de intransitables nudos,
abandonado en las vías muertas de mis sienes,
y otra mano de espuma me viste sombra nueva para cuando regrese.
Una suave penumbra me mulle entonces el atardecer
y me derrama en la nostalgia de tus acordeones ahogados.
Una primavera me llueve tardes que en ti se abisman,
noches por ti abrigadas,
espejos que se hunden en muelles lejanías de gestos y collares.
A mi sed de preguntas duerme tu afán de rosas sin espinas.
A los goznes chirriantes de mis puertas interiores, tus pasos de peluche.
Al riesgo de saltimbanqui de mi propia sangre,
la seguridad de tus ojos de firmes horizontes.
A mi insomnio de ratas y luciérnagas,
la vigilia esmerilada de un lago de mercurio en tus caderas.
Esa eres tú, la paz, un manicomio de rosados vinos,
voz que verdea yedras sobre ruinas.
Y mis caballos negros se adormilan en tus pesebres blancos. | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Un_Áncora_De_Sal | Un áncora de sal
en el correcto smoking de tu playa,
gardenia de tres puntas
para recepciones de marino en casa.
En los travesaños de tus dedos
salta un mar de caracolas nacientes
y naranjas de vidrio
derribadas de soles infantiles.
La yema de tu voz,
en el ovario de una ola,
fue un brote iluminado
que apadrinó un delfín.
Un brote
que a la sombra de una gardenia
sorbe la naranja del sol.
Dale una estrella de prisa por espada
y una coraza de viento en sazón.
Y todos los mapas
tendrán un meridiano universal.
smoking | es |
Basso,Cristián | XXI | Los_Ojos_Amatistas_Del_Atlántico | Los ojos amatistas del Atlántico,
nevados en la masa marina
me trajeron a tu tierra mapal.
Yo tengo trozos de nubes
y quiebro mil veces
los vasos sigilosos del olvido.
Tengo por caminar las hortalizas,
las viejas zanahorias del alma,
el pueblo de chocolate
que habitan mis títeres de yeso.
Surjo de las yerbas negras
y retorno a la losa de las rocas,
me esculpe la tierra
un pedazo de tierra
para humedecer las manos
en las olas del aire.
Tengo por caminar las hortalizas,
las viejas zanahorias del alma,
el pueblo de chocolate
que habitan mis títeres de yeso.
Surjo de las yerbas negras
y retorno a la losa de las rocas,
me esculpe la tierra
un pedazo de tierra
para humedecer las manos
en las olas del aire.
Surjo de las yerbas negras
y retorno a la losa de las rocas,
me esculpe la tierra
un pedazo de tierra
para humedecer las manos
en las olas del aire. | es |
Valente,José_Ángel | <XXI | Un_Día_Nos_Veremos | Un día nos veremos
al otro lado de la sombra del sueño.
Vendrán a ti mis ojos y mis manos
y estarás y estaremos
como si siempre hubiéramos estado
al oro lado de la sombra del sueño | es |
Benedetti,Mario | <XXI | Dijo_El_Fulano_Presuntuoso | Dijo el fulano presuntuoso /
hoy en el consulado
obtuve el habitual
certificado de existencia
consta aquí que estoy vivo
de manera que basta de calumnias
este papel soberbio / irrefutable
atestigua que existo
si me enfrento al espejo
y mi rostro no está
aguantaré sereno
despejado
¿no llevo acaso en la cartera
mi recién adquirido
mi flamante
certificado de existencia?
vivir / después de todo
no es tan fundamental
lo importante es que alguien
debidamente autorizado
certifique que uno
probadamente existe
cuando abro el diario y leo
mi propia necrológica
me apena que no sepan
qu estoy en condiciones
de mostrar dondequiera
y a quien sea
un vigente prolijo y minucioso
certificado de existencia
existo
luego pienso
¿cuántos zutanos andan por la calle
creyendo que están vivos
cuando en rigor carecen del genuino
irremplazable
soberano
certificado de existencia? | es |
Darío,Rubén | <XXI | ¡Salgan_Y_Lleguen_En_Buen_Hora | ¡Salgan y lleguen en buen hora,
dominando los elementos,
las velas que el marino adora,
y los steamers humeantes
que conducen los alimentos,
la carga de los fabricantes,
los ejércitos de emigrantes,
el designio, el brazo que va
a arar, sembrar y producir
en el latifundio, en el pago,
partan las naves de Cartago
y arriben las naves de Ofir!
¡Y bien se escuche en las funciones
de conmemoración el trueno
de las salvas de los cañones
del mar, conmoviendo el estuario
de hímnicas vibraciones lleno
en la fiesta del Centenario! | es |
Góngora,Luis_de | <XXI | Cantastes,_Rufo,_Tan_Heroicamente | Cantastes, Rufo, tan heroicamente
De aquel César novel la augusta historia,
Que está dudosa entre los dos la gloria
Y a cuál se deba dar ninguno siente.
Y así la Fama, que hoy de gente en gente
Quiere que de los dos la igual memoria
Del tiempo y del olvido haya victoria,
Ciñe de lauro a cada cual la frente.
Debéis con gran razón ser igualados,
Pues fuistes cada cual único en su arte:
Él solo en armas, vos en letras solo,
Y al fin ambos igualmente ayudados:
Él de la espada del sangriento Marte,
Vos de la lira del sagrado Apolo.
Y así la Fama, que hoy de gente en gente
Quiere que de los dos la igual memoria
Del tiempo y del olvido haya victoria,
Ciñe de lauro a cada cual la frente.
Debéis con gran razón ser igualados,
Pues fuistes cada cual único en su arte:
Él solo en armas, vos en letras solo,
Y al fin ambos igualmente ayudados:
Él de la espada del sangriento Marte,
Vos de la lira del sagrado Apolo.
Debéis con gran razón ser igualados,
Pues fuistes cada cual único en su arte:
Él solo en armas, vos en letras solo,
Y al fin ambos igualmente ayudados:
Él de la espada del sangriento Marte,
Vos de la lira del sagrado Apolo.
Y al fin ambos igualmente ayudados:
Él de la espada del sangriento Marte,
Vos de la lira del sagrado Apolo. | es |
Peza,Juan_de_Dios | <XXI | La_Calle_De_La_Cadena | Aún estaba conmovido
El bajo pueblo de Anáhuac
Recordando el fin postrero
De los dos hermanos Ávila;
Aún al cruzar por las noches
La anchurosa y triste plaza,
Al mirar en pie las horcas
Las gentes se santiguaban;
Y aún en algunos conventos
Rezábanse las plegarias
A fin de que los difuntos
Lograsen salvar sus almas;
Cuando un pregón le decía
A la curiosa canalla
Que por atroces delitos,
Que por pudor se callaban,
Iba a ser ajusticiado
Por voluntad del monarca
Un negro recién venido
Con un noble a Nueva España.
Como se anunció la fecha
La gente acudió a la plaza,
En tal número y desorden
Que un turbión asemejaba,
Porque en los terribles casos
En que la justicia mata
La humanidad se desvive
Por mostrar que no es humana.
Desde que lució la aurora
Acudió la gente en masa
Y muchos allí durmieron
Esperando la mañana.
Mirábanse a los verdugos
Que el cadalso custodiaban
Ya con los rostros cubiertos
Con una insultante máscara.
El sol estaba muy alto,
La gente con vivas ansias,
Los verdugos en acecho
Y los soldados en guardia;
Y ninguno suponía
Que el acto aquel se frustrara
Cuando de mirar al reo
Perdieron las esperanzas.
De pronto, a galope llega
Un dragón junto a las tablas
Del cadalso, y con alguno
De los centinelas habla.
Los verdugos, para oírlo
Descienden la escalinata,
Y corre un rumor que anuncia
Que la ejecución se aplaza.
El toque de los clarines
Pronto anuncia retirada,
Y en diversas direcciones
Plebe y soldados marchan.
Hay disgusto en los semblantes
De mozuelas y beatas,
Pues como a ninguno ahorcaron
Han perdido la mañana.
Y se resienten de verse
Por el Pregón engañadas,
Y viendo solo el cadalso,
Rezan, murmuran y charlan.
Los curiosos insistentes
Que averiguan la causa
Del retardo, al fin descubren
Lo que nadie se explicaba.
Cuentan que trayendo al negro
De San Lázaro a la plaza,
Cuando apenas por oriente
Se vislumbró la mañana,
Cercado por alguaciles
Y por mucha gente armada,
Bebiéndose de amargura
Sus propias, ardientes lágrimas,
Con voz fúnebre pidiendo
Que hicieran bien por su alma,
Un sacerdote entregado
A cumplir siempre estas mandas;
Mirando a todas las gentes
En balcones y ventanas
Darle el adiós postrimero
Entre llantos y plegarias.
El negro que parecía
De susto no tener alma,
Cruzó por una calleja
Tan angosta como larga,
Donde entre humildes jacales
Surgía como un alcázar
Un caserón de tezontle
Con paredes almenadas,
Con toscas rejas de hierro
En forma de antiguas lanzas,
Con canales cual cañones
Que el alto muro artillaban,
Y bajo el vetusto escudo
De ininteligible heráldica
Un ancho portón forrado
De gruesas y obscuras láminas;
Teniendo como atributo
Que las gentes veneraban,
Una cadena de acero burda,
Negra, tosca y larga.
Con sus ojos que vertían
Raudales de vivas llamas,
Mira el negro de soslayo
Aquella ostentosa casa,
Y sin que evitarlo puedan
Los cien que lo custodiaban
Tan ligero como un rayo
Del centro se les escapa,
Gana de un salto la acera,
Se arrodilla en la portada
Y cogiendo la cadena
En las dos manos, con ansia
Grita con voz que parece
Un rugido: «¡Pido gracia!
¡Pido gracia a la nobleza
De nuestro amado monarca!»
Y corchetes y alguaciles
Y arcabuceros y guardias
Se quedaron asombrados
Y sin responder palabra.
Porque sabido de todos era
Que en aquella casa vivía
Un señor de abolengo
Entre los grandes de España,
Que por fuero de linaje
En sus títulos estaba
Tener cadena en su puerta
Y pendón en la fachada.
El reo que esa cadena,
Por su fortuna tocara
Al marchar para el cadalso,
De la muerte se libraba.
Y el negro, que esto sabía,
Tuvo la fortuna extraña
De alcanzar tal privilegio
Que otro ninguno lograra.
Mirando lo sucedido,
Nobles, corchetes y guardias,
Con gran susto de la escena
No siguieron a la plaza,
Pues tornaron al presidio
La víctima afortunada;
Al Virrey le dieron parte
Y todo quedóse en calma.
Hoy sólo existen los muros
De la mansión legendaria,
Sin huellas de las almenas
Ni escudo de la portada.
Y dicen los que lo saben,
Doctos en antiguas causas,
Que la angosta callejuela
De «La Cadena» hoy se llama. | es |
Jiménez,Juan_Ramón | <XXI | La_Trasparencia_Dios_La_Trasparencia | Dios del venir, te siento entre mis manos,
aquí estás enredado conmigo, en lucha hermosa
de amor, lo mismo
que un fuego con su aire.
No eres mi redentor, ni eres mi ejemplo,
ni mi padre, ni mi hijo, ni mi hermano;
eres igual y uno, eres distinto y todo;
eres dios de lo hermoso conseguido,
conciencia mía de lo hermoso.
Yo nada tengo que purgar.
Toda mi impedimenta
no es sino fundación para este hoy
en que, al fin, te deseo;
porque estás ya a mi lado
en mi eléctrica zona,
como está en el amor el amor lleno.
Tú, esencia, eres conciencia; mi conciencia
y la de otros, la de todos
con la forma suma de conciencia;
que la esencia es lo sumo,
es la forma suprema conseguible,
y tu esencia está en mí, como mi forma.
Todos mis moldes, llenos
estuvieron de ti; pero tú, ahora,
no tienes molde, estás sin molde; eres la gracia
que no admite sostén,
que no admite corona,
que corona y sostiene siendo ingrave.
Eres la gracia libre,
la gloria del gustar, la eterna simpatía,
el gozo del temblor, la luminaria
del clariver, el fondo del amor,
el horizonte que no quita nada;
la transparencia, dios la transparencia,
el uno al fin, dios ahora sólito en el uno mío,
en el mundo que yo por ti y para ti he creado. | es |
González_Martínez,Enrique | <XXI | Mi_Abismo_Se_Llenó_De_Su_Mirada | Mi abismo se llenó de su mirada,
y se fundió en mi ser, y fue tan mía,
que dudo si este aliento de agonía
es vida aún o muerte alucinada.
Llegó el Arcángel, descargó la espada
sobre el doble laurel que florecía
en el sellado huerto... Y aquel día
volvió la sombra y regresé a mi nada.
Creí que el mundo, ante el humano asombro,
iba a caer envuelto en el escombro
de la ruina total del firmamento...
¡Mas vi la tierra en paz, en paz la altura,
sereno el campo, la corriente pura,
el monte azul y sosegado el viento! | es |
Pellicer,Carlos | <XXI | Eso_Que_No_Se_Dice_Ni_Se_Canta | Eso que no se dice ni se canta
es sólo un nombre ¿acaso es un suspiro?
En la sangre celeste de un zafiro
tiene lugar, y tiempo, y voz levanta.
¿En qué número numen, qué garganta,
qué secreto feliz, a cuál retiro
donde sólo el suspiro de un suspiro
pase, te he de esconder, ventura tanta?
Si estas manos vacías ya están llenas
al pensar en tu ser —lecho de arenas
con que las aguas doran su camino—,
donde ponerlas, manos asombradas
de mostrarse desnudas al destino
y levantar al cielo llamaradas. | es |
Bergamín,José | <XXI | Como_Quien_Oye_Llover | Como quien oye llover
Te pido que oigas mis versos:
Con atención tan profunda
Como se escucha el silencio.
Como se escucha a los árboles
Cuando los menea el viento,
Y caer, como hojas secas,
Las horas muertas del tiempo.
Como el crepitar sonoro
De las llamas en el fuego,
Y en los cielos el callado
Arder de los astros muertos. | es |
Laforet,Antonio | XXI | El_Junco_En_Tierra | A veces la vida me parece insoportablemente opaca.
Un hombre viejo decía:
En este último tramo todo lo pasado, todo lo hecho y lo no realizado
se me vienen encima, me enfrentan sin misericordia
y siento ganas de llorar.
Quisiera volver entonces y decirle a aquel niño que no deje de jugar,
de abrazar a su madre, de correr por la calle.
Decirle a aquel joven que sea paciente, que desprecie las monedas,
que no deje nunca de soñar.
Y decirle a ese adulto que aprenda a perdonar,
que no olvide besar, que tema a su suerte.
Los árboles murmuran la misma verdad
que es exhalada por nuestra respiración.
Y sin embargo, es tan difícil escucharla.
El junco se supo en tierra cuando la verde carne lo despreció.
La arena negó su vuelo para terminar envidiando al polvo.
Un pretérito corto del perplejo vidente que calla.
Un pináculo sumergido en las corrientes de la creación.
El pozo se ha vuelto a secar,
otros vendrán a llenarlo,
y no escucharán, no a los árboles. | es |
López,Freddy | XXI | Tirando_Un_Libro | Tirando un libro
no se tira otra cosa
que un organismo. | es |
García_Lorca,Federico | <XXI | Silencio,_¿Dónde_Llevas | Silencio, ¿dónde llevas
tu cristal empañado
de risas, de palabras
y sollozos del árbol?
¿Cómo limpias, silencio,
el rocío del canto
y las manchas sonoras
que los mares lejanos
dejan sobre la albura
serena de tu manto?
¿Quién cierra tus heridas
cuando sobre los campos
alguna vieja noria
clava su lento dardo
en tu cristal inmenso?
¿Dónde vas si al ocaso
te hieren las campanas
y quiebran tu remanso
las bandadas de coplas
y el gran rumor dorado
que cae sobre los montes
azules sollozando?
El aire del invierno
hace tu azul pedazos,
y troncha tus florestas
el lamentar callado
de alguna fuente fría.
Donde posas tus manos,
la espina de la risa
o el caluroso hachazo
de la pasión encuentras.
Si te vas a los astros,
el zumbido solemne
de los azules pájaros
quiebra el gran equilibrio
de tu escondido cráneo.
Huyendo del sonido
eres sonido mismo,
espectro de armonía,
humo de grito y canto.
Vienes para decirnos
en las noches oscuras
la palabra infinita
sin aliento y sin labios.
Taladrado de estrellas
y maduro de música,
¿donde llevas, silencio,
tu dolor extrahumano,
dolor de estar cautivo
en la araña melódica,
ciego ya para siempre
tu, manantial sagrado?
Hoy arrastran tus ondas
turbias de pensamiento
la ceniza sonora
y el dolor del antaño.
Los ecos de los gritos
que por siempre se fueron.
El estruendo remoto
del mar, momificado.
Si Jehová se ha dormido,
sube al trono brillante,
quiébrale en su cabeza
un lucero apagado,
y acaba seriamente
con la música eterna,
la armonía sonora
de luz, y mientras tanto,
vuelve a tu manantial,
donde en la noche eterna,
antes que Dios y el tiempo,
manabas sosegado. | es |
Blanco,Andrés_Eloy | <XXI | Se_Van_El_Canto_Y_El_Sueño | Canté a los dos como si fueran uno.
Ya están durmiendo; en el ciprés mitigo
la lumbre del lucero inoportuno;
ya el Canto ni lo canto ni lo digo,
y apenas flota sobre los durmientes,
la flor con ellos, la raíz conmigo;
ya el Canto es globo en las dormidas frentes
se vuelve azul, de celestial beleño,
chupándose los sueños transparentes;
ya se va el Canto y con el Canto el Sueño,
ya sube a la región maravillosa
del mago de la alfombra y Clavileño;
mañana es el entierro de la rosa,
pero esta noche llorarán por ella
en el velorio de la mariposa.
Ya se fue el Canto; ya es mi voz aquella
punta de luz que se me desvanece,
como si se fugara de la estrella.
La madre canta; en la canción se mece
la rama seca de lo que agoniza
con el retoño de lo que amanece;
ellos y yo, su brasa en mi ceniza,
canción de madre que ennoblece el Canto,
sueño de niño, que lo canoniza.
Y así los cuatro en el coloquio santo
con la esperanza sobre la almohada,
detrás del sueño y más allá del llanto,
y allá por fin, la humanidad lograda
detrás del bosque de sus crucifijos,
recibiendo en el hambre y la mirada
la luz y el pan que le darán mis hijos. | es |
Casal,Julián_del | <XXI | En_El_Verde_Jardín_Del_Monasterio | En el verde jardín del monasterio,
Donde los nardos crecen con las lilas,
Pasea la novicia sus pupilas
Como princesa por su vasto imperio.
Deleitan su sagrado cautiverio
Los chorros de agua en las marmóreas pilas,
El lejano vibrar de las esquilas
Y las místicas notas del salterio.
Sus rizos peina el aura del verano,
Mas la doncella al contemplarlos llora
E, internada en el bosque de cipreses,
Piensa que ha de troncharlos firme mano
Como la hoz de ruda segadora
Las espigas doradas de las mieses.
Deleitan su sagrado cautiverio
Los chorros de agua en las marmóreas pilas,
El lejano vibrar de las esquilas
Y las místicas notas del salterio.
Sus rizos peina el aura del verano,
Mas la doncella al contemplarlos llora
E, internada en el bosque de cipreses,
Piensa que ha de troncharlos firme mano
Como la hoz de ruda segadora
Las espigas doradas de las mieses.
Sus rizos peina el aura del verano,
Mas la doncella al contemplarlos llora
E, internada en el bosque de cipreses,
Piensa que ha de troncharlos firme mano
Como la hoz de ruda segadora
Las espigas doradas de las mieses.
Piensa que ha de troncharlos firme mano
Como la hoz de ruda segadora
Las espigas doradas de las mieses. | es |
Pardo_García,Germán | <XXI | Rotación_De_La_Sangre | La sangre de los muertos hortelanos
no es sangre sino fruta oscurecida.
Es níspero y naranja enriquecida
por azúcares hondos y tempranos.
Ellos duermen con tierra entre las manos.
Pero esa tierra es savia conocida:
aquella que les sirve de bebida
al podar los morenos avellanos.
Si el cáliz de madera que la guarda
se les vacía en el sepulcro, tarda
en volverse a llenar sólo un segundo.
Porque la dulce sangre de esos muertos,
circula de sus venas a los huertos,
vuelve a sus venas y retorna al mundo. | es |
Villacañas,Beatriz | XXI | No_Son_Alas:_Es_Tan_Sólo_Un_Piano | Los pájaros son el recuerdo cotidiano
de la atadura que nos une a la tierra
diariamente.
Son el espejo en el que se refleja
esa distancia, siempre irreconciliable,
del hombre con su piel.
Ellos
son ese sueño cercano e inasible
de crueldad bellísima.
Tiernos e indiferentes,
y desconocedores
de todas las palabras
que inventamos nosotros
para poder volar. Escucha:
¿No percibes su corazón acelerado?
Oye cómo bombea
ese aire que en nosotros se estanca
y se hace pensamiento.
Ellos
reinventan el viento día a día
mientras tú y yo seguimos
intentando entender el porqué de su vuelo,
que se acerca a llamarnos
y se aleja después.
Para nosotros
el deseo es un pájaro caído
incapaz ya de atravesar el aire.
Para ellos
nosotros somos la amenaza que se olvida
al recobrar el cielo en un instante.
Míralos allá arriba,
intentemos hacer de la mirada un ángel redimido
un segundo tan sólo.
Luego,
nuestras pisadas nos traerán a la tierra nuevamente
y volverán a caer, algunas veces,
sobre la hormiga
que sólo mira al suelo. | es |
Arciniegas,Ismael_Enrique | <XXI | Ira_Santa | Cuando se eleven ídolos de arcilla,
Y se convierta en sombra lo que alumbra
Y lo de falso brillo que deslumbra
Oprima a la virtud que no se humilla;
Cuando a todo se doble la rodilla,
Y su saliva lance en la penumbra
Lo que se arrastra, a lo que el vuelo encumbra,
Lo que se esconde a lo que surge y brilla;
Cuando pérfida mano apague artera
Lo que en la noche a clarear aspira,
Lo que en la frente fulgurar espera;
Cuando al ara de Dios llegue la mofa,
Que se convierta en látigo la lira,
Que se convierta en bofetón la estrofa! | es |
Arciniegas,Ismael_Enrique | <XXI | «1700»_Dice_La_Piedra_Abandonada; | «1700» dice la piedra abandonada;
«1720» después. La piedra rota
Agrega: «Mari...» Fúlgida visión entonces flota,
Flota en el pensamiento como visión soñada.
María... ¡Ya dos siglos! ¿Quién fuiste, flor tronchada?
Tu nombre mutilado, como una esencia ignota
Viene a evocar ensueños desde una edad remota...
¿Quién fuiste? ¿Blanca y rubia? ¿Bella y de azul mirada?
Te veo, y me imagino tu plácida agonía...
En mañana de lluvia, tu faz reflejaría
La luz ultra terrena con que soñó tu anhelo;
Y serías entonces como incienso que sube,
Como aroma de lirio, como callado vuelo,
Y como en alba de oro, níveo copo de nube. | es |
Mutis,Álvaro | <XXI | Después_De_Tanto_Tiempo,_Vastas_Edades | Después de tanto tiempo, vastas edades,
siglos, migraciones allí sorprendidas
frente al vocerío de las aguas sin límite
y asentadas en su espera
hasta confundirse con el polvo calcáreo,
hasta no dejar otra huella que sus muertos
vestidos con abigarrados ornamentos
de origen incierto, escarabajos egipcios,
pomos con ungüentos fenicios,
armas de la Hélade, coronas etruscas,
después de tales cosas, la piedra
ha venido a ser una presencia
de albas porosidades, laberintos minúsculos,
ruinas de minuciosa pequeñez,
de brevedad sin término,
y así las paredes, los patios, las murallas,
los más secretos rincones, el aire mismo
en su labrada transparencia también
horadado por el tiempo, la luz y sus criaturas.
Y llego a este lugar y sé que desde siempre
ha sido el centro intocado del que manan
mis sueños, la absorta savia
de mis más secretos territorios,
reinos que recorro, solitario destejedor
de sus misterios, señor de la luz que los devora,
herencia sobre la cual los hombres
no tienen ni la más leve noticia,
ni la menor parcela de dominio.
Y en el patio donde jugaron mis abuelos,
con su pozo modesto y sus altos muros
labrados como madréporas sin edad,
en la casa de la calle de Capuchinos
me ha sido revelada de nuevo y para siempre
la oculta cifra de mi nombre,
el secreto de mi sangre, la voz de los míos.
Yo nombro ahora este puerto que el sol
y la sal edificaron para ganarle al tiempo
una extensa porción de sus comarcas
y digo Cádiz para poner en regla mi vigilia
para que nada ni nadie intente en vano
desheredarme una vez más de lo que sido
«el reino que estaba para mí». | es |
Buesa,José_Ángel | <XXI | Espero_Tu_Sonrisa_Y_Espero_Tu_Fragancia | Espero tu sonrisa y espero tu fragancia
por encima de todo, del tiempo y la distancia.
Yo no sé desde dónde, hacia dónde, ni cuándo
regresarás... sé sólo que te estaré
esperando.
En lo alto del bosque y en lo hondo del lago,
en el minuto alegre y en el minuto aciago,
en la función pagana y en el sagrado rito,
en el limpio silencio y en el áspero grito.
Allí donde es más fuerte la voz de la cascada,
allí donde está todo y allí donde no hay nada,
en la pluma del ala y en el sol del ocaso,
yo esperaré el sonido rítmico de tu paso.
Comprendo que de mí ya se ría la gente
al ver cómo te espero desesperadamente.
Cuando todos los astros se apaguen en el cielo,
cuando todos los pájaros paralicen el vuelo
cansados de esperarte, ese día
lejano yo te estaré esperando todavía.
No importa: aunque me digan todos que desvarío,
yo te espero en las ondas musicales del río,
en la nube que llega blanca de su trayecto,
en el camino angosto y en el camino recto.
Niño, joven o anciano, sonriendo o llorando,
en el alba o la tarde, yo te estaré esperando,
y si me convenciera que ese ansiado día
no habría de llegar, también te esperaría. | es |
Domínguez_Romero,Fco. | XXI | O_Sol_Mexe_Os_Ramos... | O sol mexe os ramos...
Só atento á beleza,
un fío de auga
escolle os clareiros
perlados de orballo,
e cae con estrondo
da pena escarpada.
E só a cada pouco
a ra sae a seco.
Acada o seu cumio
na verde eminencia
da pedra que aflora.
Só se é percibida
oculta o seu medo.
O sapo, cando ela,
é un seixo rolado
na herba enlodada.
Fala alto, enleado
no verbo da terra,
á trémula chama
do sol de setembro.
E gostan sen taxa,
nas verdes descidas
amadas do sapo,
o hálito fresco
da terra orballada;
a parva ledicia
do vento na herba...
Como non é doado
pór orde na fraga. | gl |
Chocano,José_Santos | <XXI | El_Regreso | Como el que lucha hasta el postrer instante
y no como el que tiembla y se intimida,
caí, pero no a plomo: mi caída
describió una parábola gigante...
Fui el más amado de tu pecho amante
y fue el alma entre todas escogida:
mas quise hacerte vida de mi vida:
y entonces la Beatriz huyó del Dante.
Volví al infierno. En el infierno ahora
sueño con que tu mano protectora
me levante a las cumbres del pasado;
debe de ser hermoso y elocuente,
ver entrar a los cielos nuevamente
a Satán redimido y perdonado. | es |
Bretón_de_los_Herreros,Manuel | <XXI | ¿Soy_Poeta? | Ni mi lengua brota espuma
Atormentada del estro,
Ni alquitrán baña mi pluma,
Ni está mi juicio en secuestro;
Ni en mi vida eché la zarpa
A los bordones de una arpa,
Ni llamo divina trípode
A mi sillón de vaqueta
Donde humilde me acomodo;
Y con todo,
Paso en Madrid por poeta.
Nunca fue mi ministerio
Copular con bruja hedionda,
Y si evoco un cementerio
No hay miedo que me responda.
No dejo crecer mis barbas
Como en el siglo de Yarbas,
Ni vivir quiero a lo príncipe
Sin tener una peseta;
Que no, soy tan delirante;
Y no obstante,
Quizá seré yo poeta.
No me tira de los pies
Ningún fantasma nocturno;
Ni chiquillos tres a tres
Devoro como Saturno;
Ni me sumerjo en el Ponto;
Ni a los cielos me remonto
Dialogando con los ángeles.
Hombre soy y en mi planeta
Paso lo dulce y lo amargo.
Sin embargo,
Tengo humillos de poeta.
No maldigo el hemisferio
Que alumbra al género humano;
Ni ara torpe al adulterio
Alzo con sangrienta mano;
Ni ajenas dichas envidio;
Ni en pro del negro suicidio
Haré escandalosa página
Ora en drama, ora en gaceta,
Si Dios me conserva el seso.
Con todo eso,
Dan en llamarme poeta.
Aunque dado a Satanás
El orbe esté en muchos puntos,
No pienso yo valer más
Que todos los hombres juntos.
Ni haré guerra a las mujeres
Por negarme sus placeres
Si tengo el cuerpo ridículo
Y no suple mi gaveta
Al mal gesto de mi cara.
¡Cosa rara...
Llamarme el mundo poeta!
Porque me entiendan me afano,
Y aunque parezca mancilla,
Quiero hablar en castellano,
Pues mi lengua es de Castilla.
Si es oscuro mi concepto,
No acuso al lector de inepto,
Ni llamando al pueblo bárbaro
Cuando un drama no le peta,
La atrabilis se me exalta;
¡Y no falta
Quien diga que soy poeta!
Mas ya, ¡voto a Garcilaso!...
No entiendo la poesía.
¿Por dónde se va al Parnaso?
¿Quién me alumbra? ¿Quién me guía?
¿Qué es el verso? ¿Qué es el drama?
¿Qué es la virtud? ¿Qué es la fama?
O ciertos vates novísimos
Han perdido la chaveta,
O se engaña el Ateneo,
Según veo,
Cuando me llama poeta.
estro,
poeta
poeta
poeta
poeta
poeta!
poeta!
poeta | es |
Cetina,Gutierre_de | <XXI | Como_La_Simplecilla_Mariposa | Como la simplecilla mariposa
a torno de la luz de una candela
de pura enamorada se desvela,
ni se sabe partir, ni llegar osa;
vase, vuelve, anda, torna y no reposa,
y de amor y temor junto arde y hiela,
tanto que al fin las alas con que vuela
se abrasan con la vida trabajosa.
Así, mísero yo, de enamorado,
a torno de la luz de vuestros ojos
vengo, voy, torno y vuelvo y no me alejo;
mas es tan diferente mi cuidado
que en medio del dolor de mis enojos
ni me acaba el ardor, ni de arder dejo. | es |
Benedetti,Mario | <XXI | Empero | Cierro los ojos para disuadirme.
Ahora no es, no puede ser la muerte.
Está el escarabajo a tropezones,
mi sed de ti, la baja tarde inmóvil.
De veras está todo como antes:
el cielo tan inerme,
la misma soledad tan maciza,
la luz que se devora y no comprende.
Todo está como antes
de tu rostro sin nubes,
todo aguarda como antes la anunciada
estación en suspenso,
pero también estaba entonces este pánico
de no saber huir y no saber
alejarme del odio.
De veras todo está
destruido, indescifrable,
como verdad caída inesperadamente
del cielo o del olvido
y si alguien, algo, me golpea los párpados
es una lenta gota empecinada.
Ahora no es, no puede ser la muerte.
Abro los ojos para convencerme. | es |
Agustini,Delmira | <XXI | Cuando_Sonriente,_La_Aurora | Cuando sonriente, la aurora
Sus áureos cabellos suelta
Y en el pálido horizonte
Su faz sonrosada muestra,
Y las albas avecillas
De sus manos marfileñas,
Van rasgando de la noche
El amplio manto de niebla,
Un níveo, frágil insecto
De sus ensueños despierta,
Y agitando dulcemente
Sus alas leves, etéreas,
Sediento en busca de flores
Su vuelo ondulante eleva.
Flores que recién se abran
Y en sus copas soñolientas,
Le brinden savia, perfumes
¡Y una llovizna de perlas!
Tenue, vaporoso insecto
Cuyas alas nacareñas,
Del lirio tienen la albura
Y la suave transparencia,
Tal vez de su vara al toque
El hada Delicadeza,
Formólo de una sonrisa
Un silfo, un sueño, una perla.
¡Y la luz diole por sangre
Una gota de su esencia!
Existe un lúgubre insecto
De alas pesadas y negras,
Que espera ansioso el momento
De silencio y de tinieblas
En que en brazos de la noche
Duerme enlutada la tierra,
Y entonces alza su vuelo
De lentitudes funéreas,
¡Vuelo pesante, fatídico,
De vibraciones siniestras!
¡Tétrico, ominoso insecto!
¡Animalaña funesta!
Al vivo fulgor del día
Permanece inmóvil, yerta,
La helada sombra nocturna
Da vida a sus alas muertas.
Es que tal vez de la noche
Le brinda la copa inmensa,
De la esencia del misterio
El vivificante néctar,
Esencia que por lo oscura
Parece su propia esencia!
¡Raro, sublime contraste!
¡Atrayente diferencia!
Aquél, una estrella alada,
Éste, un jirón de tiniebla;
Aquél, graciosa alegría,
Éste, fúnebre tristeza;
Aquél tiene la celeste,
La luminosa belleza,
Del astro claro, radiante,
De una sonrisa arcangélica,
Éste tiene la sombría
Severa magnificencia,
La atracción trágica, extraña,
Irresistible, funesta,
Del abismo devorante!
De la sima negra, tétrica! | es |
Casal,Julián_del | <XXI | La_Nube | En la fuente cristalina
De su jardín solitario,
Se baña la fiel sultana
De hermoso cuerpo rosáceo.
Ya no ocultan finas telas
De su seno los encantos,
Ni la red de hilos de oro
Sus cabellos destrenzados.
El sultán que la contempla,
Tras los vidrios del serrallo,
Dice: —«El eunuco vigila,
Yo solo la veo en el baño».
—«Yo también, —dice una nube
Que cruza el azul espacio—,
Veo su cuerpo desnudo
De mil perlas inundado».
Pálido Achmed, cual la Luna,
Toma el puñal en su mano
Y mata a la favorita...
Cuando la nube ha volado.
Ya no ocultan finas telas
De su seno los encantos,
Ni la red de hilos de oro
Sus cabellos destrenzados.
El sultán que la contempla,
Tras los vidrios del serrallo,
Dice: —«El eunuco vigila,
Yo solo la veo en el baño».
—«Yo también, —dice una nube
Que cruza el azul espacio—,
Veo su cuerpo desnudo
De mil perlas inundado».
Pálido Achmed, cual la Luna,
Toma el puñal en su mano
Y mata a la favorita...
Cuando la nube ha volado.
El sultán que la contempla,
Tras los vidrios del serrallo,
Dice: —«El eunuco vigila,
Yo solo la veo en el baño».
—«Yo también, —dice una nube
Que cruza el azul espacio—,
Veo su cuerpo desnudo
De mil perlas inundado».
Pálido Achmed, cual la Luna,
Toma el puñal en su mano
Y mata a la favorita...
Cuando la nube ha volado.
—«Yo también, —dice una nube
Que cruza el azul espacio—,
Veo su cuerpo desnudo
De mil perlas inundado».
Pálido Achmed, cual la Luna,
Toma el puñal en su mano
Y mata a la favorita...
Cuando la nube ha volado.
Pálido Achmed, cual la Luna,
Toma el puñal en su mano
Y mata a la favorita...
Cuando la nube ha volado. | es |
Luis,Leopoldo_de | <XXI | El_Fin_De_Siglo_Vio_Pasar_La_Máscara | El fin de siglo vio pasar la máscara
de Valle Inclán, el esperpento vivo
del escritor de libros más hermosos
del reino modernista.
El Marqués de Bradomín era su hermano,
discípulos los dos del Aretino,
ambos sabían que lujuria es madre
del mundo y a la vez de la tristeza.
Aún recordaba a aquella Niña Chole
cuando en el año cinco se despide
de María Antonia en su jardín de invierno.
(Rubén Darío quiso dedicarle
un soneto autumnal).
Abandonada ya la hermosa cuadra
de caballos, ¿quién puede ahora negarle
la parda mula del noventayocho
para cruzar el viejo ruedo ibérico
con el trapo amarillo de la burla
y el esperpento rojo del sarcasmo?
Una comedia bárbara es la vida
o es un tablado loco,
según en qué montura se cabalgue.
En todo caso, siempre
hay un aroma de leyenda
que dolor y temor algo mitigan.
Y entre el deseo y la amargura
"el alma de la tarde se deshoja en el viento". | es |
Arreola,Juan_José | <XXI | Telemaquía | Dondequiera que haya un duelo, estaré de parte del que cae. Ya se trate de héroes o rufianes.
Estoy atado por el cuello a la teoría de esclavos esculpidos en la más antigua de las estelas. Soy el guerrero moribundo bajo el carro de Asurbanipal,
y el hueso calcinado en los hornos de Dachau.
Héctor y Menelao, Francia y Alemania y los dos borrachos que se rompen el hocico en la taberna, me abruman con su discordia.
Adondequiera que vuelvo los ojos, me tapa el paisaje del mundo un inmenso paño de Verónica con el rostro del Bien
Escarnecido. Espectador a la fuerza, veo a los contendientes que inician la lucha y quiero estar de parte de ninguno. Porque yo
también soy dos: el que pega y el que recibe las bofetadas. El hombre contra el hombre. ¿Alguien quiere apostar?
Señoras y señores: No hay salvación. En nosotros se está perdiendo la partida. El Diablo juega ahora las piezas blancas. | es |
García_Montero,Luis | <XXI | Como_Un_Gato_Tendido | Como un gato tendido,
nos viliga tu ropa
al final de la cama.
Y tu cuerpo reciente
pudiera estar en ella
todavía,
meditando su salto,
esperando estrellarse
salvaje con mi cuerpo,
que también nos persigue,
al filo de la silla,
abrazado a su propia
y larga oscuridad.
Ojos que fueron hechos
para ver
un peligro aceptado,
debajo de la luna. | es |
Basso,Cristián | XXI | Los_Cabellos_Despedazan_El_Agua | Los cabellos despedazan el agua.
El perfil del barro en las ramas.
La luz sinuosa del frío.
Y yo,
en la sentencia brutal del mediodía.
Y yo,
en la sentencia brutal del mediodía.
en la sentencia brutal del mediodía. | es |
Martínez_de_la_Rosa,Francisco | <XXI | Vuelve,_Vuelve,_Golondrina | Vuelve, vuelve, golondrina,
Que ya Favonio se acerca,
Y las aves y pastores
Saludan la primavera:
En mis tranquilos hogares
Todos alegres te esperan,
Cual huésped agradecido,
Cual nuncio de buenas nuevas.
Aquí no hallarás los lazos
Que en los palacios se encuentran,
Y bajo el rústico techo
Seguros tus hijos quedan:
Aun está cual le dejaste,
Tu frágil nido de tierra,
Y al verle todos los días
Lamentábamos tu ausencia...
Mas tal vez en este instante
La costa africana dejas,
Cruzas el mar presurosa,
Y tocas nuestras riberas.
Ni en su margen te detienes;
Veloz hacia el Dauro vuelas;
Y el tierno pecho te anuncia
Que tus amigos te esperan...
No tardes, llega, avecilla;
Llega, y bienvenida seas;
Que Dios bendice el hogar
Que da asilo a la inocencia. | es |
Neruda,Pablo | <XXI | Esta_Iglesia_No_Tiene_Lampadarios_Votivos | Esta iglesia no tiene lampadarios votivos,
no tiene candelabros ni ceras amarillas,
no necesita el alma de vitrales ojivos
para besar las hostias y rezar de rodillas.
El sermón sin inciensos es como una semilla
de carne y luz que cae.temblando al surco vivo:
el Padre-Nuestro, rezo de la vida sencilla,
tiene un sabor de pan frutal y primitivo...
Tiene un sabor de pan. Oloroso pan prieto
que allá en la infancia blanca entregó su secreto
a toda alma fragante que lo quiso escuchar...
Y el Padre-Nuestro en medio de la noche se pierde;
corre desnudo sobre las heredades verdes
y todo estremecido se sumerge en el mar... | es |
Aleixandre,Vicente | <XXI | Materia | Cadencia y ritmo,
y augur
de cosas que tú aventas
con tus dedos abiertos,
hacia mis ojos, recargados
de tu sospecha,
Comezón dolorosa
de tu ausencia,
y lento respasar entre las cosas
nuevas
y entre las viejas.
Y cegadora nota última
—confirmación de la sospecha
que gravitaba en mis ojos—
cuando sucede la experiencia.
He buceado en la noche,
hundido mis brazos
—materia de la noche—,
y te he tropezado entre mis dedos,
concreta. | es |
Parra,Nicanor | <XXI | Pasé_Una_Época_De_Mi_Juventud_En_Casa_De_Unas_Tías | Pasé una época de mi juventud en casa de unas tías
A raíz de la muerte de un señor íntimamente ligado a ellas
Cuyo fantasma las molestaba sin piedad
Haciéndoles imposible la vida.
En el principio yo me mantuve sordo a sus telegramas
A sus epístolas concebidas en un lenguaje de otra época
Llenas de alusiones mitológicas
Y de nombres propios desconocidos para mí
Varios de ellos pertenecientes a sabios de la antigüedad
A filósofos medievales de menor cuantía
A simples vecinos de la localidad que ellas habitaban.
Abandonar de buenas a primeras la universidad
Romper con los encantos de la vida galante
Interrumpirlo todo
Con el objeto de satisfacer los caprichos de tres ancianas histéricas
Llenas de toda clase de problemas personales
Resultaba, para una persona de mi carácter,
Un porvenir poco halagador,
Una idea descabellada.
Cuatro años viví en El Túnel, sin embargo,
En comunidad con aquellas temibles damas
Cuatro años de martirio constante
De la mañana a la noche.
Las horas de regocijo que pasé debajo de los árboles
Tornáronse pronto en semanas de hastío,
En meses de angustia que yo trataba de disimular al máximo
Con el objeto de no despertar curiosidad en torno a mi persona,
Tornáronse en años de ruina y de miseria
¡En siglos de prisión vividos por mi alma
En el interior de una botella de mesa!
Mi concepción espiritualista del mundo
Me situó ante los hechos en un plano de franca inferioridad:
Yo lo veía todo a través de un prisma
En el fondo del cual las imágenes de mis tías se entrelazaban
Como hilos vivientes
Formando una especie de malla impenetrable
Que hería mi vista haciéndola cada vez más ineficaz.
Un joven de escasos recursos no se da cuenta de las cosas.
Él vive en una campana de vidrio que se llama Arte
Que se llama Lujuria, que se llama Ciencia
Tratando de establecer contacto con un mundo de relaciones
Que sólo existen para él y para un pequeño grupo de amigos.
Bajo los efectos de una especie de vapor de agua
Que se filtraba por el piso de la habitación
Inundando la atmósfera hasta hacerlo todo invisible
Yo pasaba las noches ante mi mesa de trabajo
Absorbido en la práctica de la escritura automática.
Pero para qué profundizar en estas materias desagradables
Aquellas matronas se burlaron miserablemente de mí
Con sus falsas promesas, con sus extrañas fantasías
Con sus dolores sabiamente simulados
Lograron retenerme entre sus redes durante años
Obligándome tácitamente a trabajar para ellas
En faenas de agricultura
En compraventa de animales
Hasta que una noche, mirando por la cerradura
Me impuse que una de ellas
¡Mi tía paralítica!
Caminaba perfectamente sobre la punta de sus piernas
Y volví a la realidad con un sentimiento de los demonios. | es |
Hierro,José | <XXI | Pensamiento_De_Amor | Dejé un instante de pensarte. Había
sucedido algo en ti cuando volviste.
Venías más nostálgico, más triste,
seco tu sol que iluminó mi día.
Alguien —sé quién— que yo no conocía,
alguien que calza sueños de oro, y viste
almas dolientes, te pensó. Caíste
al pozo donde muere la alegría.
Por qué fuiste pensando, malherido,
pensamiento de amor. Cómo han podido
pasarte el corazón de parte a parte.
Por qué volviste a mí, sufriendo, a herirme.
¿No recuerdas que tengo que ser firme?
¿Es que no ves que tengo que matarte? | es |
Girondo,Oliverio | <XXI | Me_Derrumbé | me derrumbé,
caía
entre astillas y huesos,
entre llantos de arena
y aguaceros de vidrio,
cuando oí
que gritaban:
¡Abajo!
¡Mas abajo!
y seguía cayendo,
dando vueltas
y vueltas,
entre ásperas cenizas
y gritos mutilados,
¡Abajo!
¡Más abajo!
en espiral,
rodando,
envuelto en lo derruido,
en turbios remolinos
de trozos y fragmentos,
de esquirlas,
de gemidos,
¡Abajo!
¡Más abajo!
entre escombros y ruinas
ululantes,
informes,
a través de la asfixia,
del horror, del misterio,
más allá del aliento,
de la luz,
del recuerdo. | es |
Popa,Dorin | XXI | Mucho_Más_Agobiante_Está_El_Mundo_En_Diciembre | mucho más agobiante está el mundo en diciembre
el suicidio se pasea por la calle
mucho, mucho más agresivo...
si logro salir de este invierno
también
y de esta enfermedad
y de esta muerte,
el próximo verano bien lo sé
que voy a añorar
el mes de diciembre
si logro salir de este invierno
también
y de esta enfermedad
y de esta muerte,
el próximo verano bien lo sé
que voy a añorar
el mes de diciembre | es |
Cetina,Gutierre_de | <XXI | Vuestro_Nombre,_Señora,_Que_Asigura | Vuestro nombre, señora, que asigura
cuanto vuestra beldad hace dudoso,
demás de aquel mirar dulce y piadoso
han sido la ocasión de mi tristura.
Temía, y con razón, esta aventura,
puesto que fue el principio venturoso;
no era por mi parte temeroso,
mas de parte de vuestra hermosura.
El alma, en el tormento ejercitada,
de nueva sujeción quería librarse,
del antiguo error escarmentada.
Pero ¿cómo podía decir salvarse
quien tanto del primero mal se agrada
y no quiere de vos saber guardarse? | es |
García_Vargas,Antonio | XXI | Nevada_Cima_ | Nevada cima
cual lejano pálpito
titubeante | es |
Cetina,Gutierre_de | <XXI | Cubrir_Los_Bellos_Ojos | Cubrir los bellos ojos
con la mano que ya me tiene muerto,
cautela fue por cierto;
que ansí doblar pensastes mis enojos.
Pero de tal cautela
harto mayor ha sido el bien que el daño,
que el resplandor extraño
del sol se puede ver mientras se cela.
Así que aunque pensastes
cubrir vuestra beldad, única, inmensa,
yo os perdono la ofensa,
pues, cubiertos, mejor verlos dejastes. | es |
Gómez_Pescador,Felipe_E. | XXI | Guerrillero_Moribundo,_Tú_Que_Peleas | Guerrillero moribundo, tú que peleas
por lo que es tuyo, tu que luchas
mano a mano, hombro a hombro,
sufres y esperas, a que tus hermanos
se den cuenta de que lo sois,
de que tu lucha es vuestra lucha,
por la Justicia y la Igualdad,
cogiste los fusiles y cuando
ellas lleguen lo soltaras.
Allá donde la Libertad este oprimida,
donde esperen los camaradas atrincherados.
No olvides nunca a todos
los que contigo lucharon,
así los que contigo luchan
no te olvidarán, guerrillero de la palabra.
Amigo solo una cosa me queda ya decirte:
«que la selva Lacandona
te proteja bajo su lona,
te lo pide un gachupín»,
que se desvive,
soñando con la victoria. | es |
Boscán,Juan | <XXI | ¡Qué_Haré,_Que_Por_Quereros | ¿Qué haré, que por quereros
mis extremos son tan claros,
que ni soy para miraros,
ni puedo dejar de veros?
Yo no sé con vuestra ausencia
un punto vivir ausente,
ni puedo sufrir presente,
señora, tan gran presencia.
De suerte que, por quereros,
mis extremos son tan claros,
que ni soy para miraros,
ni puedo dejar de veros.
Yo no sé con vuestra ausencia
un punto vivir ausente,
ni puedo sufrir presente,
señora, tan gran presencia.
De suerte que, por quereros,
mis extremos son tan claros,
que ni soy para miraros,
ni puedo dejar de veros.
De suerte que, por quereros,
mis extremos son tan claros,
que ni soy para miraros,
ni puedo dejar de veros. | es |
Martí,José | <XXI | Yo_Sé_De_Egipto_Y_Nigricia | Yo sé de Egipto y Nigricia,
Y de Persia y Xenophonte,
Y prefiero la caricia
Del aire fresco del monte.
Yo sé las historias viejas
Del hombre y de sus rencillas;
Y prefiero las abejas
Volando en las campanillas.
Yo sé del canto del viento
En las ramas vocingleras:
Nadie me diga que miento,
Que lo prefiero de veras.
Yo sé de un grano aterrado
Que vuelve al redil y expira,—
Y de un corazón cansado
Que muere oscuro y sin ira. | es |
Girondo,Oliverio | <XXI | Nocturno | Frescor de los vidrios al apoyar la frente en la ventana. Luces trasnochadas que al apagarse nos dejan todavía más solos. Telaraña que los alambres tejen sobre las azoteas. Trote hueco de los jamelgos que pasan y nos emocionan sin razón.
¿A qué nos hace recordar el aullido de los gatos en celo, y cuál será la intención de los papeles que se arrastran en los patios vacíos?
Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras, y en que las cañerías tienen gritos estrangulados, como si se asfixiaran dentro de las paredes.
A veces se piensa, al dar vuelta la llave de la electricidad, en el espanto que sentirán las sombras, y quisiéramos avisarles para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones. Y a veces las cruces de los postes telefónicos, sobre las azoteas, tienen algo de siniestro y uno quisiera rozarse a las paredes, como un gato o como un ladrón.
Noches en las que desearíamos que nos pasaran la mano por el lomo, y en las que súbitamente se comprende que no hay ternura comparable a la de acariciar algo que duerme.
¡Silencio! —grillo afónico que nos mete en el oído—. ¡Cantar de las canillas mal cerradas! —único grillo que le conviene a la ciudad—.
Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras, y en que las cañerías tienen gritos estrangulados, como si se asfixiaran dentro de las paredes.
A veces se piensa, al dar vuelta la llave de la electricidad, en el espanto que sentirán las sombras, y quisiéramos avisarles para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones. Y a veces las cruces de los postes telefónicos, sobre las azoteas, tienen algo de siniestro y uno quisiera rozarse a las paredes, como un gato o como un ladrón.
Noches en las que desearíamos que nos pasaran la mano por el lomo, y en las que súbitamente se comprende que no hay ternura comparable a la de acariciar algo que duerme.
¡Silencio! —grillo afónico que nos mete en el oído—. ¡Cantar de las canillas mal cerradas! —único grillo que le conviene a la ciudad—. | es |
Azar,Santiago | XXI | La_Pantera_De_Barro | Eres una pantera de barro fresco,
ansiosa de carnes rojas, hambrienta de vapores.
Morena mía, me has rasguñado tantas veces los deseos
que contigo la noche se prolonga como un verano,
una estación de sudores que se hacen ríos,
y allí nadamos y te tomo de las piernas,
y la acrobacia del amor aparece como si fuéramos trapecistas,
donde el vacío sería no responder al llamado de tu pecho.
Eres una pantera, mujer, en esta selva que no conocemos,
sólo sabemos que todo debe valer un instante,
pero insistimos en hacer eternos los dedos
que se detienen en estos caminos.
Ven, amiga, así como un animal desatado,
ven furiosa como si hubiese herido tus crías,
ven a esta noche donde las estrellas son de fuego,
ven, amiga, con la pantera de ojos negros que eres,
porque hoy seré tu cazador, con mis disparos de manos,
hoy te domesticaré justo cuando claves una de tus uñas,
para que luego quedes ronroneando el cansancio
en los océanos que derramaron estos besos. | es |
León,Benjamín | XXI | ¡Oh_Enemiga_Mía! | Niña que en piedras de fuego concluyes todo
con una mirada relampago rompes el matiz
y en un segundo vuelves a caer en mi nada.
Jugaste a escalar montañas empinadas
un poco antes del escondite del cóndor
cerca de las nubes de plata, entre el marrón
y el blanco de una dulce montaña
que como cadera de fuego prendía mi alma.
Tu noche, no alcanzo a ser noche larga
sólo asomó la luna por tu triste ventana
cuando en un suspirar eterno ya me odiabas.
Enemiga mía, lluvia soñada
diamantes cubrieron tus sueños que gotearon
hasta convertirse en sangre derramada.
Y como un puñal que duerme
en una espalda suave, clavada,
hiciste el surco donde la semilla de la muerte
trazó su campo de desesperanza.
Tal vez tu dolor es como el viento de agosto
que no tiene medida ni logra distancia
y entre tus párpados se enciende la obscura
noche que tus ganas derrama
entre claveles de cementerio y rosas de gala
expirando un amor de cenizas que es nada.
Quizás tu corazón de tierra
no lleva el mineral de la madre sagrada
y el hierro de las venas es agua
y tu amor una gotera molesta, en la noche larga.
Quizás como yo, te sientas cansada
y destruyas un sueño de oro
por otro que emerge desde una cama
donde una mano que no tiene tacto
ruge y devora tu alma
que se entrega sin maletas guardadas
entre la corteza de un pino
y tu triste piel de acacia.
¡Oh enemiga mía!
blanca lluvia, dura escarcha
motivos de muerte de la noche esperada
usurpadora del tiempo en la distancia
donde corroe el silencio mi esperanza.
No sé que verano besa tu boca
ni que lágrima lleva por nombre mi recuerdo
sólo entiendo que la sal que nuestro amor sazonaba
se ha perdido como el río
entre un mar de odio y una cordillera nevada.
Y mañana, aunque ese mañana quizás no exista
vestiras de negro y enlutada pensarás
haber sido enemiga de quien más te amaba.
Jugaste a escalar montañas empinadas
un poco antes del escondite del cóndor
cerca de las nubes de plata, entre el marrón
y el blanco de una dulce montaña
que como cadera de fuego prendía mi alma.
Tu noche, no alcanzo a ser noche larga
sólo asomó la luna por tu triste ventana
cuando en un suspirar eterno ya me odiabas.
Enemiga mía, lluvia soñada
diamantes cubrieron tus sueños que gotearon
hasta convertirse en sangre derramada.
Y como un puñal que duerme
en una espalda suave, clavada,
hiciste el surco donde la semilla de la muerte
trazó su campo de desesperanza.
Tal vez tu dolor es como el viento de agosto
que no tiene medida ni logra distancia
y entre tus párpados se enciende la obscura
noche que tus ganas derrama
entre claveles de cementerio y rosas de gala
expirando un amor de cenizas que es nada.
Quizás tu corazón de tierra
no lleva el mineral de la madre sagrada
y el hierro de las venas es agua
y tu amor una gotera molesta, en la noche larga.
Quizás como yo, te sientas cansada
y destruyas un sueño de oro
por otro que emerge desde una cama
donde una mano que no tiene tacto
ruge y devora tu alma
que se entrega sin maletas guardadas
entre la corteza de un pino
y tu triste piel de acacia.
¡Oh enemiga mía!
blanca lluvia, dura escarcha
motivos de muerte de la noche esperada
usurpadora del tiempo en la distancia
donde corroe el silencio mi esperanza.
No sé que verano besa tu boca
ni que lágrima lleva por nombre mi recuerdo
sólo entiendo que la sal que nuestro amor sazonaba
se ha perdido como el río
entre un mar de odio y una cordillera nevada.
Y mañana, aunque ese mañana quizás no exista
vestiras de negro y enlutada pensarás
haber sido enemiga de quien más te amaba.
Tu noche, no alcanzo a ser noche larga
sólo asomó la luna por tu triste ventana
cuando en un suspirar eterno ya me odiabas.
Enemiga mía, lluvia soñada
diamantes cubrieron tus sueños que gotearon
hasta convertirse en sangre derramada.
Y como un puñal que duerme
en una espalda suave, clavada,
hiciste el surco donde la semilla de la muerte
trazó su campo de desesperanza.
Tal vez tu dolor es como el viento de agosto
que no tiene medida ni logra distancia
y entre tus párpados se enciende la obscura
noche que tus ganas derrama
entre claveles de cementerio y rosas de gala
expirando un amor de cenizas que es nada.
Quizás tu corazón de tierra
no lleva el mineral de la madre sagrada
y el hierro de las venas es agua
y tu amor una gotera molesta, en la noche larga.
Quizás como yo, te sientas cansada
y destruyas un sueño de oro
por otro que emerge desde una cama
donde una mano que no tiene tacto
ruge y devora tu alma
que se entrega sin maletas guardadas
entre la corteza de un pino
y tu triste piel de acacia.
¡Oh enemiga mía!
blanca lluvia, dura escarcha
motivos de muerte de la noche esperada
usurpadora del tiempo en la distancia
donde corroe el silencio mi esperanza.
No sé que verano besa tu boca
ni que lágrima lleva por nombre mi recuerdo
sólo entiendo que la sal que nuestro amor sazonaba
se ha perdido como el río
entre un mar de odio y una cordillera nevada.
Y mañana, aunque ese mañana quizás no exista
vestiras de negro y enlutada pensarás
haber sido enemiga de quien más te amaba.
Enemiga mía, lluvia soñada
diamantes cubrieron tus sueños que gotearon
hasta convertirse en sangre derramada.
Y como un puñal que duerme
en una espalda suave, clavada,
hiciste el surco donde la semilla de la muerte
trazó su campo de desesperanza.
Tal vez tu dolor es como el viento de agosto
que no tiene medida ni logra distancia
y entre tus párpados se enciende la obscura
noche que tus ganas derrama
entre claveles de cementerio y rosas de gala
expirando un amor de cenizas que es nada.
Quizás tu corazón de tierra
no lleva el mineral de la madre sagrada
y el hierro de las venas es agua
y tu amor una gotera molesta, en la noche larga.
Quizás como yo, te sientas cansada
y destruyas un sueño de oro
por otro que emerge desde una cama
donde una mano que no tiene tacto
ruge y devora tu alma
que se entrega sin maletas guardadas
entre la corteza de un pino
y tu triste piel de acacia.
¡Oh enemiga mía!
blanca lluvia, dura escarcha
motivos de muerte de la noche esperada
usurpadora del tiempo en la distancia
donde corroe el silencio mi esperanza.
No sé que verano besa tu boca
ni que lágrima lleva por nombre mi recuerdo
sólo entiendo que la sal que nuestro amor sazonaba
se ha perdido como el río
entre un mar de odio y una cordillera nevada.
Y mañana, aunque ese mañana quizás no exista
vestiras de negro y enlutada pensarás
haber sido enemiga de quien más te amaba.
Tal vez tu dolor es como el viento de agosto
que no tiene medida ni logra distancia
y entre tus párpados se enciende la obscura
noche que tus ganas derrama
entre claveles de cementerio y rosas de gala
expirando un amor de cenizas que es nada.
Quizás tu corazón de tierra
no lleva el mineral de la madre sagrada
y el hierro de las venas es agua
y tu amor una gotera molesta, en la noche larga.
Quizás como yo, te sientas cansada
y destruyas un sueño de oro
por otro que emerge desde una cama
donde una mano que no tiene tacto
ruge y devora tu alma
que se entrega sin maletas guardadas
entre la corteza de un pino
y tu triste piel de acacia.
¡Oh enemiga mía!
blanca lluvia, dura escarcha
motivos de muerte de la noche esperada
usurpadora del tiempo en la distancia
donde corroe el silencio mi esperanza.
No sé que verano besa tu boca
ni que lágrima lleva por nombre mi recuerdo
sólo entiendo que la sal que nuestro amor sazonaba
se ha perdido como el río
entre un mar de odio y una cordillera nevada.
Y mañana, aunque ese mañana quizás no exista
vestiras de negro y enlutada pensarás
haber sido enemiga de quien más te amaba.
Quizás tu corazón de tierra
no lleva el mineral de la madre sagrada
y el hierro de las venas es agua
y tu amor una gotera molesta, en la noche larga.
Quizás como yo, te sientas cansada
y destruyas un sueño de oro
por otro que emerge desde una cama
donde una mano que no tiene tacto
ruge y devora tu alma
que se entrega sin maletas guardadas
entre la corteza de un pino
y tu triste piel de acacia.
¡Oh enemiga mía!
blanca lluvia, dura escarcha
motivos de muerte de la noche esperada
usurpadora del tiempo en la distancia
donde corroe el silencio mi esperanza.
No sé que verano besa tu boca
ni que lágrima lleva por nombre mi recuerdo
sólo entiendo que la sal que nuestro amor sazonaba
se ha perdido como el río
entre un mar de odio y una cordillera nevada.
Y mañana, aunque ese mañana quizás no exista
vestiras de negro y enlutada pensarás
haber sido enemiga de quien más te amaba.
¡Oh enemiga mía!
blanca lluvia, dura escarcha
motivos de muerte de la noche esperada
usurpadora del tiempo en la distancia
donde corroe el silencio mi esperanza.
No sé que verano besa tu boca
ni que lágrima lleva por nombre mi recuerdo
sólo entiendo que la sal que nuestro amor sazonaba
se ha perdido como el río
entre un mar de odio y una cordillera nevada.
Y mañana, aunque ese mañana quizás no exista
vestiras de negro y enlutada pensarás
haber sido enemiga de quien más te amaba.
No sé que verano besa tu boca
ni que lágrima lleva por nombre mi recuerdo
sólo entiendo que la sal que nuestro amor sazonaba
se ha perdido como el río
entre un mar de odio y una cordillera nevada.
Y mañana, aunque ese mañana quizás no exista
vestiras de negro y enlutada pensarás
haber sido enemiga de quien más te amaba.
Y mañana, aunque ese mañana quizás no exista
vestiras de negro y enlutada pensarás
haber sido enemiga de quien más te amaba. | es |
Novo,Salvador | <XXI | De_Cuál_Oscuro_Océano | ¿De cuál oscuro océano la gota
—lágrima al fin— de sal apasionada
en voz, en luz, en hálito mudada,
me delegó su triunfo o su derrota?
¿Hasta cuál rendiré —rivera ignota—
este grano de arena iluminada,
o qué raíz a mi raíz atada
redimirá mi sabia seca y rota?
Mi ayer os doy, mis siglos conjugados,
anhelo mineral, sangre vertida
en débil cauce, días deshojados.
Tregua, cruce, milagro, presentida
fulguración de signos enlazados
por el instante que duró la vida. | es |
Aleixandre,Vicente | <XXI | No_Quiero_Engañarme | No quiero engañarme.
A tu lado, cerrando mis ojos, puedo pensar otras cosas.
Ver la vida; ese cielo... La tierra; aquel hombre...
Y entonces mover esta mano,
y tentar, tentar otra cosa.
Y salir al umbral, y mirar. Mirar, ver, oler, penetrar, comulgar,
escuchar. Ser, ser, estarme.
Pero aquí, amor, quieta estancia silenciosa, olor detenido;
aquí, por fin, realidad que año tras año he
buscado.
Tú, rumor de presente quietísimo, que musicalmente me
llena.
Resonado me hallo. ¿Cómo dejarte?
¿Cómo abandonarte, quietud de mi vida que engolfada se
abre,
se recrea, espejea, se vive? Cielo, cielo en su hondura.
Por eso tú, aquí con tu nombre, con tu pelo gracioso, con
tus ojos tranquilos,
con tu fina forma de viento,
con tu golpe de estar, con tu súbita realidad realizada en mi
hora.
Aquí, acariciada, tentada, reída, escuchada,
misteriosamente aspirada.
Aquí en la noche: en el día; en el minuto: en el siglo.
Jugando un instante con tu cabello de oro,
o tentando con mis dedos la piel delicada,
la del labio, la que levísima vive.
Así, marchando por la ciudad: «¡Ten cuidado: ese
coche!...»
O saliendo a los campos: «No es la alondra: es un mirlo...»
Penetrando en una habitación, agolpada de sombras, hombres,
vestidos.
Riéndonos gozosamente entre rostros borrados.
Encendiendo una luz mientras tu carcajada se escucha, tu retiñir
cristalino.
O saliendo a la noche: «Mira: estrellas». O: «
¿qué brilla?»
«Sí; caminemos».
Todo en su hora, diario, misterioso, creído.
Como una luz, como un silencio, como un fervor
que apenas se mueve. Como un estar donde llegas.
Por eso... Por eso callo cuando te acaricio,
cuando te compruebo y no sueño.
Cuando me sonrío con los dientes más blancos, más
limpios, que besas.
Tú, mi inocencia,
mi dicha apurada,
mi dicha no consumida.
Por eso no cierro los ojos.
Y si los cierro es dormido,
dormido a tu lado, tendido, sonreído, escuchado, más
besado, en tu sueño. | es |
Leiro,Jorge | XXI | Transición | Exprimí talento sin coacción
Sobre un papel en blanco,
No esperé mayor reacción,
Tampoco busqué tres pies al gato.
Relaté un verso sin piedad
Esperando de ti el llanto,
Quise desprender voracidad
Y la noche acabó, algo que lamento.
La suciedad de mi ser incontrolable,
Nada nuevo que no te haya contado,
El discurso era barato, y era posible,
Que suplicaras y acabaras amándome. | es |
Aridjis,Homero | <XXI | Dije_Si_La_Luz_Fuera_Compacta_Como_Mi_Mano | Dije si la luz fuera compacta como mi mano
estrecharía su cintura hasta hacerla volar
como una palabra que se pierde en el aire
hasta volverse un fruto
haría en la noche un claro de sol para su vuelo
un círculo de imágenes que asciendan
con esa lentitud de las horas quemadas
al ritmo de su corazón
hallaría en el instante el espacio secreto
donde hace un sueño los cuerpos se han tocado las alas
se han encerrado juntos en alguien para siempre
han visto la alegría
en el agua profunda el verbo iluminado
tendría el color de ella la forma de sus ojos
la alabanza y el fuego el tremolar del viento
iría de vuelo en vuelo más alto que la luz
sería como los pájaros sería una aparición | es |
Buesa,José_Ángel | <XXI | Yo_He_Visto,_A_Veces,_Cosas_Que_No_Han_Sido | Yo he visto, a veces, cosas que no han sido,
con la mirada de aprender a ver,
—rostros que pertenecen al olvido,
formas del viento en el atardecer.
Y he conocido lo desconocido
del tiempo sin mañana y sin ayer,
—la voz que es un fantasma del oído
y los remordimientos del placer.
Y, tantas veces muerto y renacido,
el corazón se obstina en su latido,
—flor de una tarde o nombre de mujer.
Y todo para ser lo que ya he sido
polvo del tiempo, sombra del olvido
en una noche sin amanecer... | es |
Unamuno,Miguel_de | <XXI | En_La_Muerte_De_Un_Hijo | Abrázame, mi bien, se nos ha muerto
el fruto del amor;
abrázame, el deseo está a cubierto
en surco de dolor.
Sobre la huesa de ese bien perdido,
que se fue a todo ir,
la cuna rodará del bien nacido,
del que está por venir.
Trueca en cantar los ayes de tu llanto,
la muerte dormirá;
rima en endecha tu tenaz quebranto,
la vida tornará.
Lava el sudario y dale sahumerio,
pañal de sacrificio,
pasará de un misterio a otro misterio,
llenando santo oficio.
Que no sean lamentos del pasado,
del porvenir conjuro,
brizen, más bien, su sueño sosegado
hosanas al futuro.
Cuando al ponerse el sol te enlute el cielo
con sangriento arrebol,
piensa, mi bien: «a esta hora de mi duelo
para alguien sale el sol».
Y cuando vierta sobre ti su río
de luz y de calor,
piensa que habrá dejado oscuro y frío
algún rincón de amor.
Es la rueda: día, noche; estío, invierno;
la rueda: vida, muerte...
sin cesar así rueda, en curso eterno,
¡tragedia de la suerte!
Esperando el final de la partida
damos pasto al anhelo,
con cantos a la muerte henchir la vida,
tal es nuestro consuelo. | es |
Paz,Octavio | <XXI | La_Noche_Nace_En_Espejos_De_Luto | La noche nace en espejos de luto.
Sombríos ramos húmedos
ciñen su pecho y su cintura,
su cuerpo azul, infinito y tangible.
No la puebla el silencio: rumores silenciosos,
peces fantasmas, se deslizan, fosforecen, huyen.
La noche es verde, vasta y silenciosa.
La noche es morada y azul.
Es de fuego y es de agua.
La noche es de mármol negro y de humo.
En sus hombros nace un río que se curva,
una silenciosa cascada de plumas negras.
La noche es un beso infinito de las tinieblas infinitas.
Todo se funde en ese beso,
todo arde en esos labios sin límites,
y el nombre y la memoria
son un poco de ceniza y olvido
en esa entraña que sueña.
Noche, dulce fiera,
boca de sueño, ojos de llama fija y ávida,
océano,
extensión infinita y limitada como un cuerpo acariciado a oscuras,
indefensa y voraz como el amor,
detenida al borde del alba como un venado a la orilla del susurro o
del miedo,
río de terciopelo y ceguera,
respiración dormida de un corazón inmenso, que perdona:
el desdichado, el hueco,
el que lleva por máscara su rostro,
cruza tus soledades, a solas con su alma.
Tu silencio lo llama,
rozan su piel tus alas negras,
donde late el olvido sin fronteras,
mas él cierra los poros de su alma
al infinito que lo tienta,
ensimismado en su árida pelea.
Nadie lo sigue, nadie lo acompaña.
En su boca elocuente la mentira se anida,
su corazón está poblado de fantasmas
y el vacío hace desiertos los latidos de su pecho.
Dos perros amarillos, hastío y avidez, disputan en su alma.
Su pensamiento recorre siempre las mismas salas deshabitadas,
sin encontrar jamás la forma que agote su impaciencia,
el muro del perdón o de la muerte.
Pero su corazón aún abre las alas
como un águila roja en el desierto.
Suenan las flautas de la noche.
El mundo duerme y canta.
Canta dormido el mar;
ojo que tiembla absorto,
el cielo es un espejo donde el mundo se contempla,
lecho de transparencia para su desnudez.
Él marcha solo, infatigable,
encarcelado en su infinito,
como un solitario pensamiento,
como un fantasma que buscara un cuerpo.
La noche es un beso infinito de las tinieblas infinitas.
Todo se funde en ese beso,
todo arde en esos labios sin límites,
y el nombre y la memoria
son un poco de ceniza y olvido
en esa entraña que sueña.
Noche, dulce fiera,
boca de sueño, ojos de llama fija y ávida,
océano,
extensión infinita y limitada como un cuerpo acariciado a oscuras,
indefensa y voraz como el amor,
detenida al borde del alba como un venado a la orilla del susurro o
del miedo,
río de terciopelo y ceguera,
respiración dormida de un corazón inmenso, que perdona:
el desdichado, el hueco,
el que lleva por máscara su rostro,
cruza tus soledades, a solas con su alma.
Tu silencio lo llama,
rozan su piel tus alas negras,
donde late el olvido sin fronteras,
mas él cierra los poros de su alma
al infinito que lo tienta,
ensimismado en su árida pelea.
Nadie lo sigue, nadie lo acompaña.
En su boca elocuente la mentira se anida,
su corazón está poblado de fantasmas
y el vacío hace desiertos los latidos de su pecho.
Dos perros amarillos, hastío y avidez, disputan en su alma.
Su pensamiento recorre siempre las mismas salas deshabitadas,
sin encontrar jamás la forma que agote su impaciencia,
el muro del perdón o de la muerte.
Pero su corazón aún abre las alas
como un águila roja en el desierto.
Suenan las flautas de la noche.
El mundo duerme y canta.
Canta dormido el mar;
ojo que tiembla absorto,
el cielo es un espejo donde el mundo se contempla,
lecho de transparencia para su desnudez.
Él marcha solo, infatigable,
encarcelado en su infinito,
como un solitario pensamiento,
como un fantasma que buscara un cuerpo.
Noche, dulce fiera,
boca de sueño, ojos de llama fija y ávida,
océano,
extensión infinita y limitada como un cuerpo acariciado a oscuras,
indefensa y voraz como el amor,
detenida al borde del alba como un venado a la orilla del susurro o
del miedo,
río de terciopelo y ceguera,
respiración dormida de un corazón inmenso, que perdona:
el desdichado, el hueco,
el que lleva por máscara su rostro,
cruza tus soledades, a solas con su alma.
Tu silencio lo llama,
rozan su piel tus alas negras,
donde late el olvido sin fronteras,
mas él cierra los poros de su alma
al infinito que lo tienta,
ensimismado en su árida pelea.
Nadie lo sigue, nadie lo acompaña.
En su boca elocuente la mentira se anida,
su corazón está poblado de fantasmas
y el vacío hace desiertos los latidos de su pecho.
Dos perros amarillos, hastío y avidez, disputan en su alma.
Su pensamiento recorre siempre las mismas salas deshabitadas,
sin encontrar jamás la forma que agote su impaciencia,
el muro del perdón o de la muerte.
Pero su corazón aún abre las alas
como un águila roja en el desierto.
Suenan las flautas de la noche.
El mundo duerme y canta.
Canta dormido el mar;
ojo que tiembla absorto,
el cielo es un espejo donde el mundo se contempla,
lecho de transparencia para su desnudez.
Él marcha solo, infatigable,
encarcelado en su infinito,
como un solitario pensamiento,
como un fantasma que buscara un cuerpo.
Tu silencio lo llama,
rozan su piel tus alas negras,
donde late el olvido sin fronteras,
mas él cierra los poros de su alma
al infinito que lo tienta,
ensimismado en su árida pelea.
Nadie lo sigue, nadie lo acompaña.
En su boca elocuente la mentira se anida,
su corazón está poblado de fantasmas
y el vacío hace desiertos los latidos de su pecho.
Dos perros amarillos, hastío y avidez, disputan en su alma.
Su pensamiento recorre siempre las mismas salas deshabitadas,
sin encontrar jamás la forma que agote su impaciencia,
el muro del perdón o de la muerte.
Pero su corazón aún abre las alas
como un águila roja en el desierto.
Suenan las flautas de la noche.
El mundo duerme y canta.
Canta dormido el mar;
ojo que tiembla absorto,
el cielo es un espejo donde el mundo se contempla,
lecho de transparencia para su desnudez.
Él marcha solo, infatigable,
encarcelado en su infinito,
como un solitario pensamiento,
como un fantasma que buscara un cuerpo.
Nadie lo sigue, nadie lo acompaña.
En su boca elocuente la mentira se anida,
su corazón está poblado de fantasmas
y el vacío hace desiertos los latidos de su pecho.
Dos perros amarillos, hastío y avidez, disputan en su alma.
Su pensamiento recorre siempre las mismas salas deshabitadas,
sin encontrar jamás la forma que agote su impaciencia,
el muro del perdón o de la muerte.
Pero su corazón aún abre las alas
como un águila roja en el desierto.
Suenan las flautas de la noche.
El mundo duerme y canta.
Canta dormido el mar;
ojo que tiembla absorto,
el cielo es un espejo donde el mundo se contempla,
lecho de transparencia para su desnudez.
Él marcha solo, infatigable,
encarcelado en su infinito,
como un solitario pensamiento,
como un fantasma que buscara un cuerpo.
Suenan las flautas de la noche.
El mundo duerme y canta.
Canta dormido el mar;
ojo que tiembla absorto,
el cielo es un espejo donde el mundo se contempla,
lecho de transparencia para su desnudez.
Él marcha solo, infatigable,
encarcelado en su infinito,
como un solitario pensamiento,
como un fantasma que buscara un cuerpo.
Él marcha solo, infatigable,
encarcelado en su infinito,
como un solitario pensamiento,
como un fantasma que buscara un cuerpo. | es |
Fernández_Moreno,Baldomero | <XXI | Solo,_Alegre,_Sano,_Fuerte | Solo, alegre, sano, fuerte,
vestido el cielo de blanco,
sentado estoy en un banco
orgulloso de mi suerte.
Lejos del mal y la muerte
sopeso mi poderío;
y a mí mismo me sonrío
dueño de mi pensamiento,
de la frescura, del viento,
de la Ciudad y del Río.
Bajo el cielo tenebroso,
el gran Río de la Plata,
a duras penas dilata
un plúmbeo caudal oleoso.
Abatido, sudoroso,
contemplo su pequeñez:
agua, tosca, lodo, hez,
una boya roja o verde,
una estrella que se pierde
y el salto fugaz de un pez.
En ti encuentra el caminante
o el amigo del reposo,
el álamo tembloroso
o el pétreo bloque gigante.
Y la lección humeante
de fábrica o de navío...
Celébrate el verso mío,
llena de sol y de viento,
y a Buenos Aires contento
con las aguas de su Río. | es |
Mistral,Gabriela | <XXI | La_Bruma_Espesa,_Eterna,_Para_Que_Olvide_Dónde | La bruma espesa, eterna, para que olvide dónde
me ha arrojado la mar en su ola de salmuera.
La tierra a la que vine no tiene primavera:
tiene su noche larga que cual madre me esconde.
El viento hace a mi casa su ronda de sollozos
y de alarido, y quiebra, como un cristal, mi grito.
Y en la llanura blanca, de horizonte infinito,
miro morir intensos ocasos dolorosos.
¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido
si más lejos que ella sólo fueron los muertos?
¡Tan sólo ellos contemplan un mar callado y yerto
crecer entre sus brazos y los brazos queridos!
Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto
vienen de tierras donde no están los que no son míos;
sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos
y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos.
Y la interrogación que sube a mi garganta
al mirarlos pasar, me desciende, vencida:
hablan extrañas lenguas y no la conmovida
lengua que en tierras de oro mi pobre madre canta.
Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa;
miro crecer la niebla como el agonizante,
y por no enloquecer no encuentro los instantes,
porque la noche larga ahora tan solo empieza.
Miro el llano extasiado y recojo su duelo,
que viene para ver los paisajes mortales.
La nieve es el semblante que asoma a mis cristales:
¡siempre será su albura bajando de los cielos!
Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada
de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa;
siempre, como el destino que ni mengua ni pasa,
descenderá a cubrirme, terrible y extasiada.
El viento hace a mi casa su ronda de sollozos
y de alarido, y quiebra, como un cristal, mi grito.
Y en la llanura blanca, de horizonte infinito,
miro morir intensos ocasos dolorosos.
¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido
si más lejos que ella sólo fueron los muertos?
¡Tan sólo ellos contemplan un mar callado y yerto
crecer entre sus brazos y los brazos queridos!
Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto
vienen de tierras donde no están los que no son míos;
sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos
y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos.
Y la interrogación que sube a mi garganta
al mirarlos pasar, me desciende, vencida:
hablan extrañas lenguas y no la conmovida
lengua que en tierras de oro mi pobre madre canta.
Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa;
miro crecer la niebla como el agonizante,
y por no enloquecer no encuentro los instantes,
porque la noche larga ahora tan solo empieza.
Miro el llano extasiado y recojo su duelo,
que viene para ver los paisajes mortales.
La nieve es el semblante que asoma a mis cristales:
¡siempre será su albura bajando de los cielos!
Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada
de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa;
siempre, como el destino que ni mengua ni pasa,
descenderá a cubrirme, terrible y extasiada.
¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido
si más lejos que ella sólo fueron los muertos?
¡Tan sólo ellos contemplan un mar callado y yerto
crecer entre sus brazos y los brazos queridos!
Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto
vienen de tierras donde no están los que no son míos;
sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos
y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos.
Y la interrogación que sube a mi garganta
al mirarlos pasar, me desciende, vencida:
hablan extrañas lenguas y no la conmovida
lengua que en tierras de oro mi pobre madre canta.
Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa;
miro crecer la niebla como el agonizante,
y por no enloquecer no encuentro los instantes,
porque la noche larga ahora tan solo empieza.
Miro el llano extasiado y recojo su duelo,
que viene para ver los paisajes mortales.
La nieve es el semblante que asoma a mis cristales:
¡siempre será su albura bajando de los cielos!
Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada
de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa;
siempre, como el destino que ni mengua ni pasa,
descenderá a cubrirme, terrible y extasiada.
Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto
vienen de tierras donde no están los que no son míos;
sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos
y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos.
Y la interrogación que sube a mi garganta
al mirarlos pasar, me desciende, vencida:
hablan extrañas lenguas y no la conmovida
lengua que en tierras de oro mi pobre madre canta.
Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa;
miro crecer la niebla como el agonizante,
y por no enloquecer no encuentro los instantes,
porque la noche larga ahora tan solo empieza.
Miro el llano extasiado y recojo su duelo,
que viene para ver los paisajes mortales.
La nieve es el semblante que asoma a mis cristales:
¡siempre será su albura bajando de los cielos!
Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada
de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa;
siempre, como el destino que ni mengua ni pasa,
descenderá a cubrirme, terrible y extasiada.
Y la interrogación que sube a mi garganta
al mirarlos pasar, me desciende, vencida:
hablan extrañas lenguas y no la conmovida
lengua que en tierras de oro mi pobre madre canta.
Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa;
miro crecer la niebla como el agonizante,
y por no enloquecer no encuentro los instantes,
porque la noche larga ahora tan solo empieza.
Miro el llano extasiado y recojo su duelo,
que viene para ver los paisajes mortales.
La nieve es el semblante que asoma a mis cristales:
¡siempre será su albura bajando de los cielos!
Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada
de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa;
siempre, como el destino que ni mengua ni pasa,
descenderá a cubrirme, terrible y extasiada.
Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa;
miro crecer la niebla como el agonizante,
y por no enloquecer no encuentro los instantes,
porque la noche larga ahora tan solo empieza.
Miro el llano extasiado y recojo su duelo,
que viene para ver los paisajes mortales.
La nieve es el semblante que asoma a mis cristales:
¡siempre será su albura bajando de los cielos!
Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada
de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa;
siempre, como el destino que ni mengua ni pasa,
descenderá a cubrirme, terrible y extasiada.
Miro el llano extasiado y recojo su duelo,
que viene para ver los paisajes mortales.
La nieve es el semblante que asoma a mis cristales:
¡siempre será su albura bajando de los cielos!
Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada
de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa;
siempre, como el destino que ni mengua ni pasa,
descenderá a cubrirme, terrible y extasiada.
Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada
de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa;
siempre, como el destino que ni mengua ni pasa,
descenderá a cubrirme, terrible y extasiada. | es |
Azar,Santiago | XXI | Soy_Poeta,_Ave_De_Rapiña_De_Todos_Los_Sentimientos | Soy poeta, ave de rapiña de todos los sentimientos,
fruta fresca de los árboles nuevos
corazón enterrado en la tierra,
el escolar preferido de la vida,
el golpe a la puerta cerrada
con el pan y cena de todos los años.
Soy una noche tan larga como la muerte,
una guitarra sonora y sencilla,
la herradura y el rastro de toda una historia.
Soy parte hombre, parte universo;
ojos con fuego de estrella
y boca viajera como perfecto cometa.
Desde aquí me presentaré a ustedes;
soy poeta, discípulo de cada mano abierta,
sueño despertando con el bostezo de la madrugada
y un alimento recién cocido que
destapa la mesa pobre de los hambrientos. | es |
Arciniegas,Ismael_Enrique | <XXI | Serenata | Estrellas de la noche de verano,
Claras estrellas que brilláis fulgentes:
En el profundo azul del hondo cielo
Ocultad vuestra luz... ¡Mi amada duerme!
Oh luna de la noche de verano,
Oh clara luna que las hojas verdes
Haces que brillen con tu luz de plata:
Húndete en el azul... ¡Mi amada duerme!
Oh brisa de la noche de verano:
Donde la oscura madreselva tiende,
Como brazos amantes sus festones,
Vuestras alas plegad... ¿Mi amada duerme?
Oh ensueños de la noche de verano:
Como un beso de amor rozad su frente,
y al oído decidle mis pesares,
y que yo velo mientras ella duerme. | es |
Espinoza_Ríos,Eugenio_Elías | XXI | Y_Sin_Embargo | y sin embargo
habrán recuerdos...
pasos de baile
sobre el cielo
lágrimas
en algún
bolsillo con alas | es |
Ramos_Sucre,José_Antonio | <XXI | La_Hermosa_Vela_Y_Defiende_Mi_Vida_Desde_Un_Templo_Orbicular,_Rotonda_De_Siete_Columnas | La hermosa vela y defiende mi vida desde un templo orbicular, rotonda de siete columnas.
Su voz imperiosa desciende, por mi causa, a las modulaciones del canto.
Salí confortado de su presencia, llevando, por su mandamiento, una rama de cedro.
Descendí por una vereda montuosa hasta la orilla del mar, donde se balanzaba mi esquife.
El cántico seguía sonando, ascendente y magnífico.
Paralizaba el curso de la naturaleza. Me alentó a salvar la zona de la borrasca.
El sol permaneció, horas enteras, asomado sobre la raya del horizonte.
Su voz imperiosa desciende, por mi causa, a las modulaciones del canto.
Salí confortado de su presencia, llevando, por su mandamiento, una rama de cedro.
Descendí por una vereda montuosa hasta la orilla del mar, donde se balanzaba mi esquife.
El cántico seguía sonando, ascendente y magnífico.
Paralizaba el curso de la naturaleza. Me alentó a salvar la zona de la borrasca.
El sol permaneció, horas enteras, asomado sobre la raya del horizonte.
Salí confortado de su presencia, llevando, por su mandamiento, una rama de cedro.
Descendí por una vereda montuosa hasta la orilla del mar, donde se balanzaba mi esquife.
El cántico seguía sonando, ascendente y magnífico.
Paralizaba el curso de la naturaleza. Me alentó a salvar la zona de la borrasca.
El sol permaneció, horas enteras, asomado sobre la raya del horizonte.
Descendí por una vereda montuosa hasta la orilla del mar, donde se balanzaba mi esquife.
El cántico seguía sonando, ascendente y magnífico.
Paralizaba el curso de la naturaleza. Me alentó a salvar la zona de la borrasca.
El sol permaneció, horas enteras, asomado sobre la raya del horizonte.
El cántico seguía sonando, ascendente y magnífico.
Paralizaba el curso de la naturaleza. Me alentó a salvar la zona de la borrasca.
El sol permaneció, horas enteras, asomado sobre la raya del horizonte.
Paralizaba el curso de la naturaleza. Me alentó a salvar la zona de la borrasca.
El sol permaneció, horas enteras, asomado sobre la raya del horizonte.
El sol permaneció, horas enteras, asomado sobre la raya del horizonte. | es |
Huidobro,Vicente | <XXI | Los_Ojos_Andan_De_Día_En_Día | Los ojos andan de día en día
Las princesas pasan de rama en rama
Como la sangre de los enanos
Que cae igual que todas sobre las hojas
Cuando llega su hora de noche en noche.
Las hojas muertas quieren hablar
Son gemelas de su voz dolorida
Son la sangre de las princesas
Y los ojos de rama en rama
Que caen igual que los astros viejos
Con las alas rotas como corbatas
La sangre cae de rama en rama
De ojo en ojo y de voz en voz
La sangre cae como las corbatas
No puede huir saltando como los enanos
Cuando las princesas pasan
Hacia sus astros doloridos
Como las alas de las hojas
Como los ojos de las olas
Como las hojas de los ojos
Como las olas de las alas
Las horas caen de minuto en minuto
Como la sangre
Que quiere hablar | es |
Martí,José | <XXI | Con_La_Primavera | Con la primavera
Viene la canción,
La tristeza dulce
Y el galante amor.
Con la primavera
Viene una ansiedad
De pájaro preso
Que quiere volar.
No hay cetro más noble
Que el de padecer:
Sólo un rey existe:
El muerto es el rey.
Con la primavera
Viene una ansiedad
De pájaro preso
Que quiere volar.
No hay cetro más noble
Que el de padecer:
Sólo un rey existe:
El muerto es el rey.
No hay cetro más noble
Que el de padecer:
Sólo un rey existe:
El muerto es el rey. | es |
Pombo,Rafael | <XXI | Valsando | Casta madonna del siglo trece,
En fondo de oro la blanca luna;
Un cielo inmenso, sin mancha alguna,
Que al que lo mira rejuvenece,
Y en su éter puro nos desvanece,
Dando alas de ángel al corazón:
Y en mis oídos vibrando el rápido
Vals embriagante de aquellos días
En que girando loca de júbilo
Entre mis brazos amanecías,
Y negra hallábamos el alba hermosa
Que con sus tintas de perla rosa
Nos daba el toque de dispersión.
En esta noche, bajo este cielo,
A sus compases inflamadores,
Que alegre mi alma levanta el vuelo
Y torna al cielo de sus amores,
Ya percibe tu aura de flores,
Y el dulce peso... | es |
Barciela,Miguel | XXI | ¿Para_Qué_Decirte_Algo_Que_Ya_Sabes? | ¿Para qué decirte algo que ya sabes?
¿Para qué intentar lo que lograría?
¿Por qué forzar la puerta debería
Si tu mirada ya me dio las llaves?
¿A qué batalla dirigir mis naves
Si en ti la paz está que mi alma ansía?
¿Para qué al premio de que seas mía
Presentarme si sé todas las claves?
Espero la ocasión más oportuna,
Como espera el astrónomo el momento
De un acontecimiento irrepetible;
No el de la alineación de tierra, luna
Y sol; tampoco el del descubrimiento
De una nueva galaxia; aún más increíble...
¿A qué batalla dirigir mis naves
Si en ti la paz está que mi alma ansía?
¿Para qué al premio de que seas mía
Presentarme si sé todas las claves?
Espero la ocasión más oportuna,
Como espera el astrónomo el momento
De un acontecimiento irrepetible;
No el de la alineación de tierra, luna
Y sol; tampoco el del descubrimiento
De una nueva galaxia; aún más increíble...
Espero la ocasión más oportuna,
Como espera el astrónomo el momento
De un acontecimiento irrepetible;
No el de la alineación de tierra, luna
Y sol; tampoco el del descubrimiento
De una nueva galaxia; aún más increíble...
No el de la alineación de tierra, luna
Y sol; tampoco el del descubrimiento
De una nueva galaxia; aún más increíble... | es |
Rasch_Isla,Miguel | <XXI | Traje_Verde | Nada como ese traje de pradera
que te convierte en onda submarina;
ataviada con él, luces la fina
esbeltez señoril de una palmera.
Eres como una corza prisionera
en un haz de verdura montesina;
o como Hada gemela en quien declina
su traje, de uva al sol, la Primavera.
Yo te miro con ansia y en mi anhelo,
no hallo del arte en el lenguaje vario
símil para las faces de tu falda.
Sin duda. eres, oh Sílfide, el modelo
único porque puede un lapidario
darle forma de lira a una esmeralda. | es |
Martí,José | <XXI | De_Un_Muerto,_Que_Al_Calor_De_Un_Astro_Puro | De un muerto, que al calor de un astro puro,
De paso por la tierra, como un manto
De oro sintió sobre sus huesos tibios
El polvo de la tumba; al sol radiante
Resucitó gozoso, vivió un día,
Y se volvió a morir,—son estos versos:
Alma piadosa que a mi tumba llamas
Y cual la blanca luz de astros de enero,
Por el palacio de mi pecho en ruinas
Entrase, irradias, y los restos fríos
De los que en él voraces habitaron
Truecas, ¡oh maga!, en cándidas palomas:—
Espíritu, pureza, luz, ternura,
Ave sin pies que el ruido humano espanta,
Señora de la negra cabellera,
El verso muerto a tu presencia surge
Como a las dulces horas del rocío
En el oscuro mar el sol dorado.
Y álzase por el aire cuanto existe
Cual su manto, en el vuelo recogiendo,
Y a ti llega, y se postra y por la tierra
En colosales pliegues [ ..........En blanco, en el original..............]
Con majestad de púrpura romana.
Besé tus pies,—te vi pasar: Señora.
Perfume y luz tiene por fin la tierra!
El verso aquel que a dentelladas duras
La vida diaria y ruin me remordía
Y en ásperos retazos, de mis secos
Y codiciosos labios se exhalaba,
Ora triunfante y melodioso bulle,
Y como ola del mar al sol sereno,
Bajo el espacio azul rueda en espuma:
Oh mago, oh mago amor!
Ya compañía
Tengo para [a]frontar la vida eterna:
Para la hora de la luz, la hora
De reposo y de flor, ya tengo cita.
Esto diciendo, los abiertos brazos
Tendió el cantor como a abrazar. El vivo
Amor que su viril estrofa mueve
Sólo duró lo que su estrofa dura:
Alma infeliz el alma ardiente, aquella
En que el ascua más leve alza un incendio
[ ..........En blanco, en el original..............] y el sueño
Que vio esplendor, y quiso así, hundiose
Como un águila muerta. El ígneo, el [ ..........En blanco, en el original..............]
Calló, brilló, volvió solo a su tumba. | es |
Benedetti,Mario | <XXI | Pero_Vengo | Más de una vez me siento expulsado
y con ganas
de volver al exilio que me expulsa
y entonces me parece
que ya no pertenezco
a ningún sitio
a nadie
¿será en indicio de que nunca más
podré no ser un exiliado?
¿qué aquí o allá o en cualquier parte
siempre habrá alguien
que vigile y piense
éste a qué viene?
y vengo sin embargo
tal vez a compartir cansancio y vértigo
desamparo y querencia
también a recibir mi cuota de rencores
mi reflexiva comisión de amor
en verdad a qué vengo
no lo sé con certeza
pero vengo | es |
Cervantes,Miguel_de | <XXI | ¿Quién_Dejará,_Del_Verde_Prado_Umbroso | ¿Quién dejará, del verde prado umbroso,
las frescas yerbas y las frescas fuentes?
¿Quién, de seguir con pasos diligentes
la suelta liebre o jabalí cerdoso?
¿Quién, con el son amigo y sonoroso,
no detendrá las aves inocentes?
¿Quién, en las horas de la siesta, ardientes,
no buscará en las selvas el reposo,
por seguir los incendios, los temores,
los celos, iras, rabias, muertes, penas
del falso amor que tanto aflige al mundo?
Del campo son y han sido mis amores,
rosas son y jazmines mis cadenas,
libre nací, y en libertad me fundo. | es |
Pérez,Freddy | XXI | Regálame_Alguna_Sorpresa | Regálame alguna sorpresa,
acaricia mi mirada
con tus manos de seda azul,
cierra los ojos y vuela
toca la luna
cada vez que pienses
más allá de libertad.
Por Alá sueña todo lo que tu quieras
Regálame alguna sorpresa
que si no la vida pesa
demasiado para vivir
sin la alegría de tu mirada,
para seguir sin ninguna esperanza.
Regálame alguna sorpresa
aunque cierres los ojos
y no veas la luna,
tapada por las bombas.
Regálame una sorpresa
que yo te bañare en besos
de amapolas rojas cerca de Basora
bajo el manto de bombas
que caerá desde el infierno de la codicia.
No temas (o sueña) porque estoy seguro
que si Alá existe hará de una sola de las bombas
que caiga tu propia libertad, tu felicidad,
sin que llegue a explotar,
y convertirá tu tierra desde el Kurdistán
hasta Kuwait en un vergel de azul terciopelo,
azul esperanza del mar que no tenéis
pero que os inunda de solidaridad y paz.
azul como la luz de luna que brilla en Bagdag,
Haré de mi existencia
el único objetivo tu paz.
Regálame aunque sea una sonrisa antes de morir. | es |
Martínez,Fabiana | XXI | Mi_Éxito_Es | Conocerte,
y tenerte presente.
Comprender mi ira
y tenderla rendida.
Canalizar mi furia
iluminando mis sombras.
Dudarme y ganarme
en cada desafío.
Merecer lo más grande,
aun si no llega.
Acercarme siempre
aunque parezca lejos.
Confundirme con todos
en una fiesta cualquiera.
Sorprenderme riendo
de tu ingenua sorpresa.
Mantenerme sereno
en el mercado persa.
Escuchar las palabras
de los ojos sinceros.
Pedirte erguido una mano
cuando dos no me alcanzan.
Rechazar lo rechazable
aunque deslumbre la vista.
Acudir a un pedido
sin cálculos mentales.
Necesitar solo
aquello que tengo.
Cuidar nuestros niños
sin preguntar de quién o de dónde.
Descubrir el maravilloso
arcoiris del pueblo.
Escuchar el vacío
de los gritos canallas.
Construir la utopía,
por mí y para todos,
que es posible vivir de este modo. | es |
Boscán,Juan | <XXI | Como_Aquel_Que_En_Soñar_Gusto_Recibe | Como aquel que en soñar gusto recibe,
su gusto procediendo de locura,
así el imaginar con su figura
vanamente su gozo en mí concibe.
Otro bien en mí, triste, no se escribe,
si no es aquel que en mi pensar procura;
de cuanto ha sido hecho en mi ventura
lo sólo imaginado es lo que vive.
Teme mi corazón de ir adelante,
viendo estar su dolor puesto en celada;
y así revuelve atrás en un instante
a contemplar su gloria ya pasada.
¡Oh sombra de remedio inconstante,
ser en mí lo mejor lo que no es nada! | es |
Pombo,Rafael | <XXI | Encanto_De_Sus_Padres,_Terror_De_Los_Ajenos | Encanto de sus padres, terror de los ajenos
Era el guarín Chanchito, galán como un barril;
Pesaba cinco arrobas, poquito más o menos,
Pero en habilidades pesaba más de mil.
Esto pasó, señores, en tiempos ya olvidados,
No en estos tan presentes en que escribiendo estoy;
Pasó cuando los cerdos eran bien educados
Y no puercos cochinos como los vemos hoy.
Los padres de Chanchito eran de alto copete
Y de coche y derroche, en fin, gente de pro;
Cochinos que gruñían con cierto sonsonete
Como de «¡Puf, apártense, no hay otro yo que yo!»
Entonces no se usaban estas carnicerías,
Y eran artes incógnitas chorizos y jamón,
Atroces invenciones de más recientes días
En que a la carne humana cogimos aversión.
Tía Gocha, vieja hermana del padre de Chanchito,
Era una solterona más rica que el Perú,
Y dijo al buen Gochancho: «Traedme al sobrinito
El miércoles, sin falta, que tengo un ambigú».
Llegó el ansiado miércoles; y criadas y criados
Iban atropellándose solícitos doquier
Para vestir el párvulo; y escúchanse altercados
De voces disputándose llenar ese deber.
Pero Chanchito estaba hecho un berrín, frenético,
Chillando y dentellando sin reparar a quién.
Salir le repugnaba; y repugnancia y cólera
Sólo eran porque entonces le suplicaban «Ven».
Para aplacarlo enviaron por juegos y confites
Y su papá buscándolos de tienda en tienda fue,
Y a fuerza de juguetes y de tomes y quites
Chanchito se distrajo y les repuso «Iré».
Vestirlo, con todo eso, fue empresa de romanos;
Empalagó, dio mucho, muchísimo que hacer;
Y cuando estaban listos, con guantes en las manos,
El tiempo descompúsose y comenzó a llover.
Taita Verraco exclama: «¡Aguarden! —Hechos sopa
Llegamos a la fiesta marchándonos así,
Y fuera grosería llevar lodo en la ropa.
¿Qué dices tú Chanchito: vamos en coche?»—«Sí».
Pronto llegó al vestíbulo el barnizado coche
Y pajes de librea al frente y atrás dél
Y antes de que sonaran las siete de la noche
Partió con sus señores a trote de corcel.
Mas dio y majó Chanchito sacando la cabeza,
¡Y adiós! la portezuela de súbito se abrió
Y al lodo va el estúpido, y queda de una pieza
Negro de hocico a patas como jamás se vio.
Rompen en carcajadas vecinos y mirones
Al verlo sucio y feo cual una vil sartén,
Y todos dicen: «¡Bueno, que vivan los jabones!
¡Toma, para que aprendas, lo mereciste bien!»
Pescáronlo del fango, zampáronlo entre el coche
Cual contagioso vómito que a todos
alcanzó;
Y oyendo silbos y hurras, picando a trochemoche
En retirada rápida la expedición volvió.
Vistiéronlo de limpio tras una larga friega
Y el competente gasto de almohaza y de jabón.
El niño dio de nuevo impertinente brega
Pero, por fin, llegaron en regla a la función.
Comiéndoselo a besos lo recibió tía Gocha
Y su mamá le dijo: «No te comportes mal;
Aquí la menor falta se observa y se reprocha,
Y es grave la más mínima en gente principal».
Entraron a buen tiempo, ya hirviendo el chocolate,
Y en torno de ancha mesa sentáronse al festín,
Mas ¡ay! al primer sorbo (que les quemó el gaznate)
Hizo otra de las suyas el infernal gorrín.
Plato y cuchara y jícara saltaron contra el suelo,
Raudal chocolatífero rodó por el tapiz,
Tía Gocha dio un gruñido, y dijo al mocosuelo
«¡Nunca otra vez en casa me asomas la nariz!»
Chanchito que tal oye empínase en su silla,
Agarra la bandeja del mojicón y el pan,
Y ¡zas! como metralla que zumba y acribilla
Contra la blanca trompa de doña Gocha van.
Levántanse los huéspedes en súbito tumulto
Gritando enrojecidos y bravos como ají:
«¡Señora! es un escándalo, un crimen, un insulto
¡Traer a este canalla y sentárnoslo aquí!»
—«Señores, —repuso ella—, mirad que es mi sobrino;
Cochambra y Gochanchito se han esmerado en él,
Y nunca, en tantas veces que a divertirme vino,
Comió con el cuchillo ni salpicó el mantel.
»Sigamos, no dejemos enfriar el chocolate.
El niño va a portarse; por su honra volverá:»
Y en esta inteligencia sentose el botarate
Y empieza la merienda tranquilizados ya.
¡Ay, breve tregua! el nene se columpió en la silla
Y juntos nene y silla, de espaldas, ¡trun! se van,
Y arrastran en su séquito mesa, mantel, vajilla.
Miel, leche, caldo, aceite, chocolatera y pan.
Tía Gocha se accidenta, Cochambra se desmaya,
A uno le dio epilepsia, al otro indigestión;
Y llegan criados, criadas, la cocinera, el aya
A ver si es terremoto, fuego o revolución.
Atónitos, sonámbulos hallaron a los huéspedes,
Con hipo energuménico que impídeles hablar,
Y al dije de Chanchito riendo contentísimo
Jugando con los panes cual bolas de billar.
De allí voló a esconderse en el jardín de Gocha,
Buscáronlo enojados, y encuéntranlo por fin
Bailando una cachucha, y tal, ¡Virgen de Atocha!
Que no quedaron flores, ni yerba, ni jardín.
Aquí sí, ¡tente gracia!—Gochancho dijo:
«¡Tráiganmelo!»
Y una azotaina diole, al fresco, al natural,
Tan eficaz e higiénica que desde entonce el párvulo
De puerco sólo tuvo la culpa original.
No reincidió en los crímenes que referí al leyente
Ni en otros que he callado por no escandalizar,
Y en vez de ser la cócora y el asco de la gente,
Convites y regalos le enviaban sin cesar.
Ya no hubo que decirle dos veces una cosa,
A todo adelantábase, no rezongaba un no;
Trataba a su mamita como si fuera diosa,
Y nunca una jaqueca ni enfado le causó.
El mismo levantábase amaneciendo el día,
Y en todo no se ha visto mayor puntualidad;
Extremo era su aseo, su aplicación manía,
Perfectas sus maneras, su dicho la verdad.
No supo darse gusto mortificando al prójimo;
Ancianos y mujeres eran santos para él;
De nadie murmuraba ni se mofaba irónico,
Ni hipócrita adulaba, ni traicionaba infiel.
A nadie provocaba, que es cosa de beodos;
Pero llegado el lance se supo sostener,
Y necesariamente lo respetaban todos,
Y nadie osó desviarlo del rumbo del deber.
En fin, ¡quién lo creyera! aquella bestia indómita
Se hizo mejor que muchos con su uso de razón.
Y ¿habrá niño tan bestia que necesite látigo
Para volverse gente y hacer su obligación?
tomes y quites
no | es |
Teresa_de_Jesús,Santa | <XXI | Vertiendo_Está_Sangre | Vertiendo está sangre,
¡Dominguillo, eh!
Yo no sé por qué.
¿Por qué, te pregunto,
hacen dél justicia,
pues es inocente
y no tiene malicia?
Tuvo gran codicia,
yo no sé por qué,
de mucho amarmé,
¡Dominguillo, eh!
¿Pues luego en naciendo,
le han de atormentar?
Sí, que está muriendo
por quitar el mal.
¡Oh, qué gran Zagal
será, por mi fe!
¡Dominguillo, eh!
¿Tú no lo has mirado,
que es niño inocente?
Ya me lo han contado
Brasillo y Llorente.
Gran inconveniente
será no amarlé,
¡Dominguillo, eh! | es |
Lugones,Leopoldo | <XXI | El_Zorzal | Al matinal
Cielo de añil,
Desde el pensil
Lanza el zorzal,
Silbo viril,
Loa jovial,
Que rompe el tul
Inmaterial
Del alba azul
Y angelical.
Largo arrebol
Dilata el sol
Por el tapial
De aquel vergel,
Donde, rival
Más claro quél,
Trinas, genial,
Cantas, sutil,
Pueril zorzal,
Zorzal gentil. | es |
Machado,Manuel | <XXI | Rosa_Y_Laurel_Simbólicos,_Que_Aquí_Plantó_Mañara | Rosa y laurel simbólicos, que aquí plantó Mañara,
cantan su doble triunfo, su gloria dicen clara.
Habla la hermosa rosa de lo que amó y mató.
Dice noches de amores, heridas y placeres
—las canciones que hacía él para las mujeres—,
y evoca —roja y tibia— la sangre que vertió.
El laurel solemniza su puesta gloriosa
más allá de este mundo. La santa y religiosa
fundación de esta Casa. Dice la Caridad...
las horas de añoranza y de recogimiento,
la elegancia suprema del arrepentimiento,
y el último combate, ¡y la inmortalidad! | es |
Diego,Eliseo | <XXI | Si_Miras_Bien | En el patio de tierra que hay al fondo
de tu casa, el que tiene roto el muro,
con su estanque redondo
de quietas aguas, no muy hondo,
y aquel banco de hierro antiguo y duro,
entre las hojas de las matas
de guayabas y mangos, tan oscuras,
¿no están ocultas todas las criaturas
salvajes, y bandidos y piratas
y las más increíbles aventuras?
No es preciso ir muy lejos
para tener con uno el vasto mundo.
Si miras bien, en un segundo
acudirá al estanque, a sus reflejos,
el abismo estrellado, el muy profundo. | es |
Trindade,Raúl | XXI | Dónde_Jugarán_Las_Muñecas | Dónde jugarán las muñecas
a ser niñas?
Y los niños que crecen,
A dónde van?
Acaso la adolescencia fue ese paso,
que nunca voy a volver a dar?
Por qué no es sangre mi llanto
si tanto me duele llorar?
Después de mi próxima muerte
Dónde iré a despertar? | es |
Agustini,Delmira | <XXI | Monóstrofe | Hay un tétrico fantasma que en el cáliz de mi vida
Va vertiendo amargas gotas de una esencia maldecida
Que me enerva y envenena, que consume mi razón;
Y si un grito suplicante, si una tímida protesta
Brotan hondos, desgarrantes de mi alma dolorida,
El maléfico fantasma impasible me contesta
Con sarcástica sonrisa que me hiela el corazón. | es |
Subsets and Splits