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1.47M
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---|---|---|---|---|
Chocano,José_Santos | <XXI | Los_Vampiros | El vampiro es la astucia: se cuela
batiendo sus alas y dando sus tumbos...
¡Puñado de sombra que salta, revuela,
combina los brincos y quiebra los rumbos!
Pero a veces en vano a la chica
y oscura ventana del templo se pega;
y encima del muro repica y repica,
con ansia apurada, con fe loca y ciega.
¡Cuántas veces también yo pegado,
sufriendo paciente ludibrio tan duro,
con alas nerviosas he dado y he dado
histéricos golpes encima de un muro!
Y he sabido golpeando sin calma
que existen mujeres con pechos de piedra,
con hoscos vampiros adentro del alma
y encima del cuerpo ropaje de yedra... | es |
Gutiérrez_Albelo,Emeterio | <XXI | Tríptico_Marino | Blandos arrullos del mar;
perfumes, en la bahía...
Todo convida a soñar
bajo la azul pradería.
Sólo, allá en la lejanía,
veo un velero bogar;
y al verde claror lunar
fulge en rara pedrería.
Se han detenido un momento,
las blancas velas al viento,
frente a la montaña bruna.
Airoso, sobre el Atlántico,
parece un bardo romántico
dialogando con la Luna.
El marino estrafalario
fuma su pipa, indolente.
( Yo le he dicho que me cuente
algún lance extraordinario.)
...Habla misteriosamente,
dice un caso temerario;
y luego, más quedamente,
de amores narra un rosario...
El hogueral vespertino
mira en las aguas tranquilas.
Después le he visto llorar.
¡Añora el lobo marino
aquellas verdes pupilas,
tan hondas como la Mar!
Ya la noche ha comenzado.
Resplandecen las farolas
y canta un marino, echado,
nostálgicas barcarolas.
Yo voy con mi sueño, a solas,
por el muelle sosegado.
A un bergantín fondeado
le hacen halagos las olas...
Flota en la noche, Rosina,
algo que enlaza y calcina
los objetos confundidos.
Ya mil puntos fosforecen.
¡Y las farolas parecen
corazones encendidos! | es |
Miranda,Sinda | XXI | Un_Hombre,_Que_Me_Hace_Sentir | Un hombre, que me hace sentir:
en cada beso
labios tiernos,
aliento suave, calor intenso.
Me besa con amor
y mi piel responde a sus besos,
con estremecimiento.
Acaricio su cabello,
beso sus ojos, labios y frente;
lo beso todo, hasta tenerlo
Mis manos descansan sobre su pecho,
Mis ojos en sus ojos
Yo sé que me está queriendo.
Ese hombre
me hace volar,
perderme y encontrarme en sus brazos
bajo el calor de su cuerpo.
Sus manos se deslizan por mí, toda
Sus labios me besan incansablemente,
con besos suaves
húmedos y tiernos
No puede verme a los ojos,
porque sabe,
que todo sentimiento se refleja en la mirada
Sabe que me está amando y no debe hacerlo,
Sabe que su verdad,
ya no es secreto para mi alma.
Como siento a ese hombre,
al hombre que quiero,
y no puedo tenerlo, no debo
Nadie como Él
Si no es el tiempo para tenernos,
cada momento que esté a su lado,
le haré sentir que está dormido;
le haré sentir que está despierto
le haré sentir que está teniendo,
conmigo
un hermoso sueño. | es |
Aburto_Uribe,Teresa | XXI | Algún_Día_Me_Iré..._Pero_Aquí_Quedaré | Algún día me iré... pero aquí
quedaré,
quedaré porque soy de aquí,
recordaré cada momento de este lugar,
de este puerto.
Recordaré cada silencio
de este mi mar, mar eterno.
No olvidaré las calles,
tampoco olvidaré el cielo...
no olvidaré la brisa
que le dio paz a mi alma,
que le dio un sentido a mis hechos.
Me iré mañana tal vez,
me iré con tu recuerdo,
con un amor escondido
que solo conoce el silencio,
el silencio que dejaré
cuando pase el tiempo,
el silencio que llevaré
cuando pase febrero,
me iré mañana tal vez,
o tal vez... mañana me quedo. | es |
Martí,José | <XXI | Vela_Abajo,_Mozo_Arriba | Vela abajo, mozo arriba,
Acá el roto, allá el peñasco,
Ido el sol, recio el chubasco,
Y el barco, no barco, criba:
Gigante el viento derriba
Los hombres de las escalas;
Desatadas van las balas
Rodando por la cubierta,—
¡Y yo, en medio a la obra muerta
Vivo, mi hijo en las alas!— | es |
Fuertes,Gloria | <XXI | El_Mar_Se_Acaba_En_El_Mar | El mar se acaba en el mar
en su tejado de olas,
que tienen forma de tejas
y forma de caracolas.
En los tejados del mar,
adivinanza adivina,
las brujas son los delfines
y los gatos las sardinas.
En los tejados del mar,
cuando se rompe una teja,
se sale el mar como loco
y se asustan las sirenas;
a esto lo llamo avería,
otros lo llaman galerna.
Y Dios es el albañil
que baja a arreglar las tejas. | es |
Fuertes,Gloria | <XXI | Estar_En_Los_Brazos_De_Quien_Amas | Estar en los brazos de quien amas
es lo más parecido a estar en mi nombre.
¡Gloria bendita es! | es |
Rugeles,Manuel_Felipe | <XXI | Yo,_Solitario_En_La_Sombra | Siempre al caer de la tarde.
Yo, solitario en la sombra,
mirando el final del valle.
Oyendo la voz del río
que jamás cambia de cauce.
Yo, solitario en la sombra,
sintiéndome otra vez niño,
volviendo a ser el de antes.
Un aro azul distendido,
que va enredando el paisaje.
Un globo en el infinito
del espacio inenarrable.
Yo, solitario en la sombra,
no sé si acaso perdido
y sin volver a encontrarme.
Oyendo el agua del río,
mirando el final del valle.
Olvidando a algún amigo,
sin despedir los que parten.
Yo, solitario en la sombra,
por fin un desconocido.
Uno más. Un habitante.
Para creerme lo mismo
y pensar solo en el aire.
El valle es de oros tranquilos
siempre al caer de la tarde. | es |
Melgar_Becerra,Juan_Miguel | XXI | El_Hijo_(Poema_Contra_El_Aborto) | El hijo nos mira, sonriendo,
sin decir palabra,
y se esconde, y grita confuso,
tras la cortina.
El hijo aquél, en sueños del
pasado, ya no vive,
pero es como una lágrima que
brota del fondo del alma.
Es una mariposa que vuela sin
camino, sin dirección, buscando
su propio mundo... ¡Te llama, te
está llamando, amor! ¿no lo escuchas?
El hijo es el unicornio de la noche, es el
payaso que ríe entre las sombras, es un
constante arrullo que se pierde... y es
tan pequeño el hijo, como el infinito.
Tiene sonrisa de cereza y agua, y es
caprichoso como un verso de amor.
Es arrogante, sin hablar, a solas, y es
como un lobo, que solo tiene instinto.
Nos quiere, nos espanta, nos llena de
agonía, y se ríe, ríe como un poseso, y
habla de la miseria, y no lo escucho.
El hijo nos mira, sufriendo,
templado como el mar,
y tú y yo lo miramos.
Quiere volar hacia nosotros,
pero está muerto.
Y yo, aunque no te lo creas,
estoy llorando por él. | es |
Feijoo,Marcos | XXI | Y_El_Cielo_Se_Abre_Sobre_Mí | Y el cielo se abre sobre mí.
Impaciente su mirada.
Nube, nube, nube.
Pasan. Sobre mi cabeza.
Sin cesar.
Un guerra a lo lejos.
El final.
Nube, nube, nube.
No paran. El fin del mundo.
El final. Nadie ve mas allá.
Todo sigue igual.
Nube, nube, nube.
No habrá mañana. Para
nosotros. No habrá más.
Silencio, solo silencio... y nubes.
No estaremos en ningún lugar.
No habrá mañana.
No habrá nada más. Es el fin.
Ahora es el fin.
No habrá nada más.
Nube, nube, nube,
no cesa su camino. No sabe
de paz o de guerra, no sabe
de bien o de mal.
Su camino es lo que la lleva.
Un camino sin final.
Nube, nube,
nube sobre la nada.
Sobre la no vida. Que
creamos los hombres.
Sobre nosotros tendidos.
Sobre esqueletos de tierra.
Sobre el suelo.
Nubes. Nubes.
Nubes y sus sombras. Que
oscurecen a su paso el camino.
Nubes. Nubes.
Nubes que vuelven a pasar,
nubes que no gritan y
no lloran, que
no sienten su pasar.
Nubes. Nubes.
Nubes que aplastan las cabezas. Que
un día pensaron. En
como poder. Poder
sobrevivir a su destino. Que
ya estaba escrito.
Sobrevivir sobre todo lo conocido. Que
sobre todo querían sobrevivir. A
lo que ya conocían. Como
su fin.
Y al fin perecieron. Con
todos
los demás. Y solo quedó polvo. Y en polvo se convirtieron
lo que
un día se
arrastraron
y
otro
día se irguieron. Como si nada hubiera pasado.
Y
quedaron
relegados.
A la
vida entre
los
árboles entre
la selva. A
seres salvajes.
A la
mas primitiva forma
de
vida.
Sin vida. Sin vida. Sin vida.
Desde el cero hasta el cero.
Nube, nube, nube. | es |
Luis,Leopoldo_de | <XXI | Hay_Que_Poner_Valor_Para_Entenderte | Ahora te llamo porque me siento fuerte
para tu amor terrible y tu luz deslumbrante.
Hay que poner valor para entenderte
del todo, Juan. ¿Qué del lector esperas?
¿Quieres que nos creamos que es de veras
tu invocación de amor para la muerte?
Pero ¿debemos imitar tu suerte,
Renunciar a fugaces primarveras,
Olvidar la verdura de las eras
Y hasta morirnos, para no perderte?
Y si morimos, ¿no te perderemos?
Sin tu luz deslumbrante, ¿no veremos?
¿Es que nos llama así tu amor terrible?
Mas te endendemos porque estamos vivos,
y es porque somos de la muerte esquivos
por lo que amamos tu ansia irrepetible. | es |
Aguirre,Mirta | <XXI | Yo_Me_Llevo_Mi_Amor,_Mi_Desvarío | Yo me llevo mi amor, mi desvarío.
lo que está ya a mi ser incorporado
mi caricia en tu párpado cerrado,
el roce de tu pecho junto al mío.
Me llevo una nostalgia como un río
manándome incesante del costado.
Al pobre corazón enamorado
le es duro retornar a su vacío.
Por haber compartido la locura
que floreciera en mi como una rosa,
aunque ya nunca junto a mi las vea,
benditas sean tu boca y tu ternura,
bendita sea tu carne vigorosa,
tu suave comprensión, bendita sea. | es |
Machado,Manuel | <XXI | Velázquez._La_Infanta_Margarita | Como una flor clorótica el semblante,
que hábil pincel tiñó de leche y fresa,
emerge del pomposo guardainfante,
entre sus galas cortesanas presa.
La mano —ámbar de ensueño—, entre los tules
de la falda desmáyase y sostiene
el pañuelo riquísimo, que viene
de los ojos atónitos y azules.
Italia, Flandes, Portugal..., Poniente
sol de la gloria el último destello
en sus mejillas infantiles posa...
Y corona no más su augusta frente
la dorada ceniza del cabello,
que apenas prende el leve lazo rosa. | es |
Noroña,Conde_de | <XXI | Desiste_El_Poeta_De_Hacer_Versos_Durante_La_Guerra | Cupido como niño se estremece
del temeroso son del bronce herido
y en las faldas de Venus escondido
mientras dura la guerra no parece.
Como el numen que el pecho me enardece
a sus blandos halagos le he debido,
con el bélico afán está abatido,
con el continuo susto se enflaquece.
Pues tiembla y huye de la lid el ciego,
pues sin él no hay ardor ¿por qué me afano?
¿por qué en pos de las musas no sosiego?
No más versos míos hasta que Jano
a la Discordia apague el mustio fuego
y la graciosa paz no dé la mano. | es |
Castillejos_Ambrocio,José_L. | XXI | ¿Quién_No_Se_Ha_Echado_A_La_Cama_De_Bruces_Sin_Importarle | ¿Quién no se ha echado a la cama de bruces sin importarle que suene el teléfono, Que el timbre repiquetee O que el despertador insista a las seis de la mañana?
Nadie, absolutamente nadie, que sea humano Puede decir yo nunca le he cantado a la hueva.
¿Pero qué es hueva?.
Es echarse boca arriba, mirar las rayas del techo, Encontrar figuras en el cielo, Descifrar las nubes.
Es, mejor dicho, no hacer nada.
Sonaría contradictorio, es hacer mucho
Pero sólo para los sentidos, nada material, Todo espiritual.
Neruda le hizo su Oda a la alcachofa,
De tierno corazón que se vistió de
guerrero.
Pero no escuchó lo que millones de mundanos Hacemos los fines de semana.
Descansar un poco más,
Cerrar los ojos, dormitar el libro,
Apagar las luces, cerrar las cortinas
Y dejarse llevar por el suave sueño.
Por eso creí que la hueva debería tener
Su oda,
Para que nadie joda,
Por si me da hueva. | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Ring_De_Las_Panaceas | Nadie desecha el superpasatiempo
de cazar una esquina
donde un carte se rompa las narices
escalando agresiones.
Uvas para diabéticos,
pisos para dormir sin pesadillas,
quinielas de catorce resultados,
bálsamo de curar los tropezones.
Se modelan alianzas
que amadrinan divorcios.
Bebe, bebe retruécanos
de peces de colores.
Prueba los bocadillos de colas de sirena.
Botas de fútbol con el gol del triunfo,
boinas para las nubes de la lluvia,
balas al natural,
gatillo a la chilena,
ciudades de escorpiones,
tornillos para locos,
nueva emisión de puntos cardinales,
ministros sin cartera,
trompos para viajar a la redonda.
Y para las parejas sin recursos
lentes de atolondradas esperanzas,
lunas de miel con penes de repuesto
y el galgo de un adiós como propina.
Pelillos a la mar.
Jauja se llama ahora la reoca. | es |
Garza,Humberto_C. | XXI | Tristeza | Si hay algo que me enferma, son los otoños viejos,
los de amarillas hojas que golpean los vitrales,
los que nunca me dejan escribir madrigales,
los que mi alcoba inundan con pálidos reflejos.
En ellos, me parece que todo tengo lejos,
y que voy a morirme sin ver los naranjales.
El sol de otoño, siempre, cruzando los cristales;
en círculos redondos rebota en los espejos.
El otoño es de oro, de rojo cobre y plata.
Sus colores flamean por toda la alameda,
que llora estremecida si el aire la maltrata.
El otoño es la Vida que con manos de seda,
todo lo que nos diera, febril, nos arrebata,
sin fuerza en este mundo que resistirle pueda.
En ellos, me parece que todo tengo lejos,
y que voy a morirme sin ver los naranjales.
El sol de otoño, siempre, cruzando los cristales;
en círculos redondos rebota en los espejos.
El otoño es de oro, de rojo cobre y plata.
Sus colores flamean por toda la alameda,
que llora estremecida si el aire la maltrata.
El otoño es la Vida que con manos de seda,
todo lo que nos diera, febril, nos arrebata,
sin fuerza en este mundo que resistirle pueda.
El otoño es de oro, de rojo cobre y plata.
Sus colores flamean por toda la alameda,
que llora estremecida si el aire la maltrata.
El otoño es la Vida que con manos de seda,
todo lo que nos diera, febril, nos arrebata,
sin fuerza en este mundo que resistirle pueda.
El otoño es la Vida que con manos de seda,
todo lo que nos diera, febril, nos arrebata,
sin fuerza en este mundo que resistirle pueda. | es |
Arriaza,Juan_Bautista_de | <XXI | El_Propósito_Inútil | Ardí de amor por la voluble Elfrida,
y ella en mi incendio se sintió abrasar;
burló mi fe pero sanó mi herida.
Amor, Amor, no quiero más amar.
Amar al uso es conservar su calma
y en falso labio la pasión mostrar,
y pues amar y abandonar el alma
no se usa ya, no quiero más amar.
Díceme Amor: «¿qué miedo te importuna?
tus dichas yo me ocuparé en colmar,
pues las tres Gracias voy a unirte en una»,
No importa Amor no quiero más amar.
Luego a mis ojos se ofreció Delina
cual sólo Amor se la acertó a idear;
yo digo al verla: «es en verdad divina»;
pero yo en fin no quiero más amar.
Es a su lado pálida la rosa,
triste el lucero que preside al mar;
de incautas almas perdición forzosa;
mas yo ¡ay Amor! no quiero más amar.
Se ven las flores por besar su planta,
cuando ella baila, la cabeza alzar;
se escucha a Erato si mis versos canta;
mas yo ¡ay de mí! no quiero más amar.
De mil amantes la veré seguida;
que ni aun sus dichas me darán pesar;
y en celebrarla he de pasar mi vida;
mas basta así no quiero más amar.
«Síguela pues» —me dice el niño ciego—
«sin riesgo puedes de su luz gozar;
que si te acercas, por descuido, al fuego,
yo gritaré: «no quiero más amar».
Necio de mí, que con acción sumisa
a los pies de ella me dejé arrastrar,
sin ver de Amor la maliciosa risa
al yo decir: «no quiero más amar».
Ya por instantes en mi incauto pecho
la llama antigua crece sin cesar;
mas ¡ay Delina! el mal era ya hecho;
que haberte visto es empezarte a amar. | es |
Quevedo,Francisco | <XXI | Lágrimas_Alquiladas_Del_Contento | Lágrimas alquiladas del Contento
Lloran difunto al padre y al marido;
Y el perdido caudal ha merecido
Solamente verdad en el lamento.
Codicia, no razón ni entendimiento,
Gobierna los afectos del sentido:
Quien pierde hacienda dice que ha perdido,
No el que convierte en logro el monumento.
Los sacrosantos bultos adorados
Ven sus muslos raídos por el oro,
Sus barbas y cabellos arrancados.
Y el ser los Dioses masa de tesoro,
Los tiene al fuego y cuño condenados,
Y al Tonante fundido en Cisne y Toro.
Codicia, no razón ni entendimiento,
Gobierna los afectos del sentido:
Quien pierde hacienda dice que ha perdido,
No el que convierte en logro el monumento.
Los sacrosantos bultos adorados
Ven sus muslos raídos por el oro,
Sus barbas y cabellos arrancados.
Y el ser los Dioses masa de tesoro,
Los tiene al fuego y cuño condenados,
Y al Tonante fundido en Cisne y Toro.
Los sacrosantos bultos adorados
Ven sus muslos raídos por el oro,
Sus barbas y cabellos arrancados.
Y el ser los Dioses masa de tesoro,
Los tiene al fuego y cuño condenados,
Y al Tonante fundido en Cisne y Toro.
Y el ser los Dioses masa de tesoro,
Los tiene al fuego y cuño condenados,
Y al Tonante fundido en Cisne y Toro. | es |
Neruda,Pablo | <XXI | Soneto_Xcvi | Pienso, esta época en que tú me amaste
se irá por otra azul sustituida,
será otra piel sobre los mismos huesos,
otros ojos verán la primavera.
Nadie de los que ataron esta hora,
de los que conversaron con el humo,
gobiernos, traficantes, transeúntes,
continuarán moviéndose en sus hilos.
Se irán los crueles dioses con anteojos,
los peludos carnívoros con libro,
los pulgones y los pipipasseyros.
Y cuando esté recién lavado el mundo
nacerán otros ojos en el agua
y crecerá sin lágrimas el trigo.
Nadie de los que ataron esta hora,
de los que conversaron con el humo,
gobiernos, traficantes, transeúntes,
continuarán moviéndose en sus hilos.
Se irán los crueles dioses con anteojos,
los peludos carnívoros con libro,
los pulgones y los pipipasseyros.
Y cuando esté recién lavado el mundo
nacerán otros ojos en el agua
y crecerá sin lágrimas el trigo.
Se irán los crueles dioses con anteojos,
los peludos carnívoros con libro,
los pulgones y los pipipasseyros.
Y cuando esté recién lavado el mundo
nacerán otros ojos en el agua
y crecerá sin lágrimas el trigo.
Y cuando esté recién lavado el mundo
nacerán otros ojos en el agua
y crecerá sin lágrimas el trigo. | es |
Agustini,Delmira | <XXI | Mi_Aurora | Como un gran sol naciente iluminó mi vida
Y mi alma abrió a beberlo como una flor de aurora;
Amor! Amor! bendita la noche salvadora
En que llamó a mi puerta tu manita florida.
Mi alma vibró en la sombra como arpa sorprendida:
Las aguas del silencio ya abiertas, en la aurora
Cantó su voz potente misteriosa y sonora.
Mi alma lóbrega era una estrella dormida!
Hoy toda la esperanza que yo llorara muerta,
Surge a la vida alada del ave que despierta
Ebria de una alegría fuerte como el dolor;
Y todo luce y vibra, todo despierta y canta,
Como si el palio rosa de su luz viva y santa
Abriera sobre el mundo la aurora de mi amor. | es |
Altolaguirre,Manuel | <XXI | Tú_Y_Yo._El_Aire_En_Medio | Tú y yo. El aire en medio.
¿Eras tú o era yo el que vivía
guardado en un espejo?
No mirábamos el campo.
Mirábamos hacia dentro.
¿Era mi alma o un ángel
lo que guardaba el espejo?
Eras mi alma y un ángel.
Un alto cristal en medio.
Por una senda con flores
caminabas en silencio. | es |
Arciniegas,Ismael_Enrique | <XXI | La_Tarde,_Con_Su_Bruma_Clara_Y_Azul,_Se_Muere | La tarde, con su bruma clara y azul, se muere
Cual palabra amorosa que se disipa lenta,
Cual la húmeda y cálida sonrisa de las viudas
Que con antiguos éxtasis entre sus carnes sueñan.
La ciudad, a lo lejos, se ha callado. En el huerto
Pensativo, el silencio, se abre en la sombra trémula,
y cantan, tras los árboles, claras frescuras de agua
Que esparce el viento; faldas con rumor de hojas secas
Sobre la arena pasan; contra el muro el zumbido
Se oye de las avispas en la quietud serena;
Las rosas deshojadas por dedos soñadores
Su alma de miel esparcen, y un alba extraña mezcla,
En el confín del cielo y en un etéreo encanto,
La luz que huye y la sombra salpicada de estrellas.
¿Qué me importan los soles que han de surgir? ¿El oro,
Genio y amor, qué importan, y juventud risueña?
Dormir sueño profundo, dejadme en el olvido,
Dejadme que en la sombra sueño profundo duerma,
Con manos compasivas de mujer en la frente...
¡Y cerrad la ventana sobre la vida abierta! | es |
Fuertes,Gloria | <XXI | Estaba_Un_Pajarito_Que_Al_Piar | Estaba un pajarito que al piar
se le notaba cierto malestar,
estaba prisionero en el balcón
pidiendo a gritos la revolución.
Y otro pájaro estaba en el pajar
picoteando piñones y además,
tenía libre el aire y por doquier
niñas con migas de pan en el corsé.
El pájaro feliz picoteó
y se fue a otro lugar con la canción. | es |
Hartzenbusch,Juan_Eugenio | <XXI | Llamó_Tocaya_Un_Chulo | Llamó tocaya un chulo
A una manola:
«Barbarita me llaman»,
Dijo la moza;
«Y usted, buen hombre,
Será, como es rollizo,
Un barbarote». | es |
Dalton_García,Roque | <XXI | Tercer_Poema_De_Amor | A quienes digan que nuestro amor es extraordinario
porque ha nacido de circunstancias extraordinarias
diles que precisamente luchamos
para que un amor como el nuestro
(amor entre compañeros de combate)
llegue a ser en El Salvador
el amor más común y corriente
casi el único. | es |
Carriego,Evaristo | <XXI | ¿No_Te_Veremos_Más? | ¿Conque estás decidida? ¿No te detiene nada?
¿Ni siquiera el anuncio de este presentimiento?
¡No puedes negar que eres una desamorada:
te vas así, tranquila, sin un remordimiento!
¡Has sido tanto tiempo nuestra hermanita! Mira
si no te desearemos un buen viaje y mejor suerte,
tu decisión de anoche la creíamos mentira:
¡Qué tan acostumbrados estábamos a verte!
Nos quedaremos solos. ¡Y cómo quedaremos!
Demás fuera decirte cuánto te extrañaremos:
y tú, también, ¿Es cierto que nos extrañarás?
¡Pensar que entre nosotros ya no estarás mañana!
Caperucita roja que fuiste nuestra hermana,
Caperucita roja, ¿No te veremos más? | es |
Chocano,José_Santos | <XXI | ¡Levántate!_La_Aurora_Ha_Despuntado | ¡Levántate! La aurora ha despuntado,
y el abuelo regaña y te resondra...
Campesino, ¡despierta! ¡En el tejado
revienta una canción por cada alondra!
Sacudes presta el último beleño
y te incorporas en ei lecho blando;
rompes los lazos que anudara el sueño;
y gallarda, y de pie saltas cantando...
Buscando fuerzas y salud prolija
para el abuelo de sesenta octubres,
le escancias rebosante en la vasija
la leche espesa de las tibias ubres.
Eres así como una Hebe amante
que, desterrada en un rincón del mundo,
le da el néctar en copa de diamante
a un Júpiter tronado y moribundo!...
Sales al campo fresco. Alegre chispa
siente el sátiro viéndote, escondido;
y te hace ruoda la envidiosa avispa,
zumbándote con lúbrico zumbido...
Tú sin cuidarte del centauro ardiente,
que espía astuto el baño de las ninfas,
rápida te desnudas, y sonriente
surcas del lago las calladas linfas...
Y de las linfas en el claro espejo
retrátase la copa soberana,
llena de esplendidez, del árbol viejo
de los acusadores de Susana.
A la orilla también del mismo lago,
lavando los pañales infantiles,
aspiras en el aire húmedo y vago
el mismo aroma de tus veinte abriles.
Tendidos los pañales en los cerros
fingen, después, del sol a las vislumbres,
banderas de un ejército sin hierros
que marcha a la conquista de las cumbres!..
¡Oh dulce vida de serenas ondas!
vida que resbalar tranquila dejas,
entre el fresco murmullo de tus frondas
y el nítido vellón de tus ovejas...
Sigue viviendo alegre y sin cuidados:
no ante el rumor de la ciudad te asombres,
¡Más vale ser pastora de ganados
que ser pastora de rebaños de hombres! | es |
Felipe,León | <XXI | Que_Se_Quede_Así_Ya | Que se quede así ya
—desnudo y vacío— el corazón.
¿A qué vestirle de nuevo,
a qué otra vez colmarle de amor
si otra vez, al fin, ha de venir el tiempo
a llevárselo todo como un ladrón? | es |
Pereira,Gustavo | <XXI | Tenía_Razón_Buda | Tenía razón Buda
La carne es carne | es |
Selgas_y_Carrasco,José | <XXI | ¿Quién_Eres? | —Responde: ¿quién eres?
—Yo.
—¿De dónde sales?
—De ti.
—¿Quieres afligirme?
—Sí.
—¿Es que me aborreces?
—No.
—Déjame libre.
—Jamás.
—Nublas mi dicha.
—Lo sé.
—Tu voz me aterra.
—¿Por qué?
—Huiré de ti.
—No podrás.
—¿Siempre me sigues?
—En pos.
—¿Dónde está tu imperio?
—En mí.
—¿En dónde vives?
—En ti.
—¿De dónde vienes?
—De Dios. | es |
Figueroa,Francisco_de | <XXI | Soneto_Ix | Breves pasos, que al pie flaco y cansado
Sois de largo dolor áspera vía,
Por la triste memoria de aquel día,
Que mi más claro sol hizo nublado:
Si desdén fiero en corazón trocado
Cuando más viva y verde florecía
Mi esperanza esparciendo escura y fría
Niebla, la ha seca y sin vigor dejado:
Y en el menor de vos mil sombras veo
De mi gloria al primer punto perdida,
Bien es razón que os riegue con mi llanto
Volvedme, si podéis, mi usado canto,
O llevadme con él junto el deseo,
La memoria, los ojos, o la vida. | es |
Aleixandre,Vicente | <XXI | Palabras_(El_Moribundo) | Él decía palabras.
Quiero decir palabras, todavía palabras.
Esperanza. El Amor. La Tristeza. Los Ojos.
Y decía palabras,
mientras su mano ligeramente débil sobre el lienzo aún
vivía.
Palabras que fueron alegres, que fueron tristes, que fueron soberanas.
Decía moviendo los labios, quería decir el signo aquel;
el olvidado, ese que saben decir mejor dos labios,
no, dos bocas que fundidas en soledad pronuncian.
Decía apenas un signo leve como un suspiro, decía un
aliento,
una burbuja; decía un gemido y enmudecían los labios,
mientras las letras teñidas de un carmín en su boca
destellaban muy débiles, hasta que al fin cesaban.
Entonces alguien, no sé, alguien no humano,
alguien puso unos labios en los suyos.
Y alzó una boca donde solo quedó el calor prestado,
las letras tristes de un beso nunca dicho. | es |
Rojas,Gonzalo | <XXI | Libre_Y_Furioso,_En_Ti_Se_Repite_Mi_Océano_Orgánico | Libre y furioso, en ti se repite mi océano orgánico,
hijo de las entrañas de mi bella reinante:
la joven milenaria que nos da este placer de encantarnos
mutuamente, desde hace ya una triple primavera.
¿Cómo reconstruirte si ya estás, oh Rodrigo Tomás,
estirando en furor tu columna, tu impaciencia de ser el monarca?
¿Cómo reconstruirte para mejor hallarte
en tu luz esencial, entre el fulgor de mis pasiones revolcadas,
y esa persecución que va quemando los cabellos de María?
No sé por qué te busco en lo hondo de lo perdido, en esas noches
en que jugué todos mis ímpetus por un espléndido abandono
en poder de las olas lúgubres y sensuales,
a merced de una brisa que me daba a gustar la ilusión del cautiverio,
donde el libertinaje hace su nido.
No. Tu raíz es una estrella más pura que el peligro.
Es el encuentro de dos rayos en lo alto de la tormenta.
Es el hallazgo de la llave que te abrió la existencia y el presidio.
Antes de verte, en nadie vi tus ojos tiránicos.
Sólo las hembras tienen la encarnada visión de su deseo.
Ni pretendí heredero porque fui un poseído de mi propio fantasma.
Hasta que me robé la risa de tu madre para besarla y estremecerla.
A lo largo de un viaje a lo inmediato mío resplandeciente.
Ahora me pregunto cuál será el límite de tu carácter
si tu médula espinal fue la flor de los vagabundos
que seiban con los trenes, sin consultar siquiera el silbato de su azar.
Mordidos por los prejuicios. Curtidos por el viento libre.
¿Si tu madre y tu padre quemaron sus entrañas para salvar tu fuego?
¿Pero qué importa nada si hoy, por último, estás ahí
reunido en materia de encarnación radiante,
oyéndome, entendiéndome, como nadie en este mundo
podrá entender la tempestad de un parto?
—Oh, todos los mundanos te dirán que las pasiones rematan en un beso.
Tu madre y yo dormíamos cuando nos gritaste: “Heme aquí”.
“¿Qué esperáis a arrullarme en las ruedas de vuestra fuga?
¿Qué esperáis a participarme vuestro fuego?
—Yo soy el invitado que aguardábais antes de ser ceniza”.
Tu madre y yo dormíamos esa noche en la costa
mientras el mar cantaba para ti desde la profundidad de nuestro sueño,
con furor disonante, arrullando tus pétalos divinos.
Tu alta dinastía se remonta al resplandor de la nieve.
A las noches en que tu madre quería verte tras nuestra única ventana
y allí afuera la nieve era un diálogo ardiente
entre mi desesperación y el bulto vivo que contenía tu relámpago.
Así, tu madre te alumbró frente a esas dignas piedras de Atacama
con toda la entereza de su Escocia durmiendo en su mirada dimanatina.
Te parió allí en la madrugada de Septiembre de un día fabuloso
de la gran guerra mundial en cuyo primer acto yo también fui parido.
Así en la pesadilla de un siniestro espectáculo,
te alumbró con un grito que hizo cantar a las estrellas.
Oh, qué frío tan encendidamente gozoso
el aire de tu aparición en este mundo:
traías tu cabeza como un minero ensangrentado
—harto ya de la obscuridad y la ignominia—:
reclamabas a grandes voces un horizonte de justicia.
Querías descifrarlo todo con tu llanto.
Te di para tu libertad la nieve augusta y el lucero.
Yo fui tu centinela que te veló en el alba.
Aún me veo, como un árbol, respirando para tus nacientes pulmones,
librándote da la persecución y el rapto de las fieras.
Ay, hijo mío de miarrogancia
siempre estaré en la punta de ese paisaje andino
con un cuchillo en cada mano para defenderte y salvarte.
Primogénito mío: tu casa era lo alto de la nieve de Chile.
De la cobriza sierra te bajé hasta las islas polares.
Te quise navegante. Te arranqué de los montes.
Corrimos el desierto, las colinas, los prados,
y entramos a la mar de tus abuelos
por el Reloncaví de perla indescifrable.
Nos aislamos. Vivimos en trinidad y espíritu.
El mar cantaba ahora en el huerto de nuestra casa.
Tú respirabas hondo. Jugabas con la arena y la neblina.
Por el Golfo lloraban sirenas en la noche.
Los pescados venían a conversarte en tu lengua primitiva.
Me veo galopando en mi caballo a la siga de las nubes,
remando para dar más brío a los veleros,
cortado en la escotilla de la niebla, durmiendo encima de los sacos.
Junto a corderos tristes, viendo bramar el Este enfurecido.
Pensando en ti, en tu madre, poco antes de morirme.
Cuando llegaba el día, yo saltaba a la arena,
corría por el bosque todavía empapado por la lluvia.
Vosotros me mirabais como a un náufrago viviente
y me dabais el beso de la resurrección y de la gracia.
Oh madera rajada por el hacha. Oh ladrido
del viento sobre el Golfo, todos los días navegado.
Adiós. Ya nos partimos de vosotros, oh peces.
Dadle a Rodrigo Tomás la lucidez de vuestro pensamiento.
Adiós, islas sombrías. Ya el rayo nos está llamando.
Trenes.
Pájaros.
Playas.
Toda la geografía
de Chile para ti, mi hambriento hidalgo.
Mi bien nacido soplo: para ti todo el fuego.
Para ti lo telúrico, lo enardecido. Todo
lo que te haga crecer más lejos que el relámpago.
Tierra para tu sangre. Mar y nieve
para tu entendimiento, y Poesía
para tu lengua.
Oh Rodrigo Tomás: siempre estarás naciendo de cada impulso mío.
De cada espiga de tu madre.
Cuando estemos dormidos para siempre,
oh Rodrigo Tomás: siempre estarás naciendo.
Entonces,
no te olvides de gritarnos:
“Heme aquí”.
“¿Qué esperáis a arrullarme en las ruedas de vuestra fuga?
¿Qué esperáis a participarme vuestro fuego?
—Yo soy el invitado que aguardábais antes de ser ceniza”. | es |
González_Cano,Cándida | XXI | Qué_Quieres | Qué quieres.
Qué quieres de mí.
Qué quieres.
No has inundado
Todas las huertas.
No has arrancado
todas las lilas,
No has acallado
Todos los trinos.
Ahora no.
Ya no.
Deja que el verano,
Madure los almendros.
No has inundado
Todas las huertas.
No has arrancado
todas las lilas,
No has acallado
Todos los trinos.
Ahora no.
Ya no.
Deja que el verano,
Madure los almendros.
No has arrancado
todas las lilas,
No has acallado
Todos los trinos.
Ahora no.
Ya no.
Deja que el verano,
Madure los almendros.
No has acallado
Todos los trinos.
Ahora no.
Ya no.
Deja que el verano,
Madure los almendros.
Ahora no.
Ya no.
Deja que el verano,
Madure los almendros.
Deja que el verano,
Madure los almendros. | es |
Olazábal,Juana | XXI | Fui_Torturada,_Incinerada | Fui torturada, incinerada,
condenada a vivir tras los pasos de una cruz pesada
envuelta en polvos de oro.
Fui bañada en agua santa cuando mis labios
balbucían mis deseos de libertad.
Me alimenté de un pan
que se fundió en mis labios,
dejando indeleble su huella.
Mis sentimientos libertarios no pudieron borrar
Ahora, frente a la hoguera,
rezo a un ser que me dio la espalda,
a un dios que me bendijo mil veces
y condenó a dos mil más
bajo el grial que robaron los de mi pueblo
buscando hermética la vida eterna.
Miro hacia arriba,
veo tan solo un gordo abad que reza, bendice,
balbucea igual que lo hice antes.
Al nacer se les olvidó borrar de mi frente
la marca del pagano, la marca del que duda,
de aquél que piensa, pero no lo suficiente,
como para hacer llorar a otra virgen.
Volveré a ser condenada
por un deseo o una duda,
por pretender mirar boca arriba
y solo ver el cielo,
un cielo que yo misma construí
sin ningún Dios a mi lado
consolándome con sus ojos y su congoja. | es |
Jiménez_Domínguez,Jesús | XXI | Delgado_Como_El_Mástil_Del_Diluvio_El_Hueso_De_Mi_Alma | DELGADO como el mástil del diluvio el hueso de mi alma | es |
Greiff,León_de | <XXI | Héteme_Al_Linde_Del_Otoño,_Logrado | Héteme al linde del otoño, logrado
plenamente, preludio del descenso.
La euforia aún conmigo: corazón desalado
y espíritu burlón e iluso al par:
Amo aún, sueño aún, divago, pienso...
No es oportuno todavía descansar.
Sino seguir pugnando, con humor e indolencia.
No es el crepúsculo, es apenas la media tarde: no ha llegado el crepúsculo.
Medio día a la zaga —próximo y en vigencia—
caracol resonante, guarda el eco del mar.
Amo aún, sueño aún. Hay mente. Hay músculo.
No es oportuno todavía descansar.
Sino seguir pugnando, sino insistir, desaprensivo:
ni ambicioso ni claudicante... ¡Oxte, melancolía!
Desdeñoso ni acre: siempre alacre —y sarcástico y esquivo—,
seguir pugnando con el viento y la estulticia y el azar.
Amo aún. Sueño aún. Hay fervor y armonía.
No es oportuno todavía descansar.
Sino seguir pugnando, sino insistir, cáustico, sonrïente
si cogitante, bufón befante —si filosofista—.
Ni pueril ni senil. Ni didascálico, monitorio ni incongruente.
Seguir pugnando escéptico ante el vacío especular.
Amo aún. Sueño aún. Nada me vence ni contrista
No es oportuno todavía descansar. | es |
Eguren,José_María | <XXI | De_Finos_Suaves_Colores | De finos suaves colores
la nochecita le llaman;
y así también se le nombra
por los misterios que guarda.
Cuando al tumulto se acerca
de cien muchachas bonitas,
yo veo, entonces, que viene
con ella la luz del día.
Mas, a los chicos alegres
si Clementina se llega
repito —llega la noche
para que todos se duerman. | es |
Gorostiza,José | <XXI | Iza_La_Flor_Enseña | Iza la flor su enseña,
agua, en el prado.
¡Oh, qué mercadería
de olor alado!
¡Oh, qué mercadería
de tenue olor!
¡cómo inflama los aires
con su rubor!
¡Qué anegado de gritos
está el jardín!
«¡Yo, el heliotropo, yo!»
«¿Yo? El jazmín.»
Ay, pero el agua,
ay, si no huele a nada.
Tiene la noche un árbol
con frutos de ámbar;
tiene una tez la tierra,
ay, de esmeraldas.
El tesón de la sangre
anda de rojo;
anda de añil el sueño;
la dicha, de oro.
Tiene el amor feroces
galgos morados;
pero también sus mieses,
también sus pájaros.
Ay, pero el agua,
ay, si no luce a nada.
Sabe a luz, a luz fría,
sí, la manzana.
¡Qué amanecida fruta
tan de mañana!
¡Qué anochecido sabes,
tú, sinsabor!
¡cómo pica en la entraña
tu picaflor!
Sabe la muerte a tierra,
la angustia a hiel.
Este morir a gotas
me sabe a miel.
Ay, pero el agua,
ay, si no sabe a nada.
Pobrecilla del agua,
ay, que no tiene nada,
ay, amor, que se ahoga,
ay, en un vaso de agua. | es |
Machado,Antonio | <XXI | Señor,_Ya_Me_Arrancaste_Lo_Que_Yo_Más_Quería | Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería.
Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.
Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.
Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar. | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Postigos_De_Vidrio_Blanco | Postigos de vidrio blanco
parchean la tarde tensa.
La corneta por el aire
y por el agua la vela.
Y si alguien me preguntara
de los dos ¿con cuál te quedas?
Yo siempre respondería:
Que se borre la cometa. | es |
Pardo_García,Germán | <XXI | Y_Hablo_Aquí_De_La_Muerte_Con_La_Misma_Ternura | Y hablo aquí de la muerte con la misma ternura
de entonces, y como hablo de la bondad del trigo;
de la simplicidad del agua, de la esencia
de las cosas, del gozo del campo y del amigo
verdadero. Y mis manos escriben estas sílabas
del nombre de la muerte, con los júbilos íntimos
del que todos los días aguarda a que su mesa
la venga a compartir el verdadero amigo.
Aquél por quien los frutos del árbol se recogen
en toda su sazón, húmedos de rocío.
Por quien el agua colma la oscuridad del cántaro,
y el pan en los manteles es don de sacrificio.
Aquel único huésped por quien está la puerta
sin clausurarse nunca, y en el dintel los símbolos
de la hospitalidad, para que en el silencio
las manos se entrelacen con un temblor divino. | es |
Guillén,Nicolás | <XXI | Las_Nubes | El nubario.
Capacidad: ochenta y cuatro nubes.
Una experiencia nueva, porque hay
nubes de todo el día
y de muchos países diferentes.
(La Dirección anuncia más).
Larguilenguas de pájaro,
rojizas,
las matutinas
hechas al poco sueño labrador
y a las albas vacías.
Detenidas,
de algodón seco y firme,
las matronales fijas del mediodía.
Como serpientes encendidas
las que anuncia a Véspero.
Curiosidad: Las hay de Uganda,
movidas por los vientos del gran lago Victoria.
Las del Turquino, bajas.
Las de los Alpes Marítimos.
Las del Pico Bolívar.
Negras, de gordas tetas,
las de tormenta.
También nubes románticas,
como por ejemplo las que empañan
el cielo del amor. Las coloreadas
de hace sesenta años
en los augurios de Noel.
Nubes con ángeles.
Nubes con forma de titán,
de mapas conocidos (Inglaterra),
de canguro, león.
En fin, un cargamento respetable.
Sin embargo,
las de razaPolar, rarísimas,
no hubo manera de traerlas vivas.
Llegaron en salmuera, expresamente
de Groenlandia, Noruega, Terranova.
(La Dirección ha prometido
exhibirlas al público en vitrinas).
El nubario.
(La Dirección anuncia más).
Inglaterra
Polar | es |
Figueroa,Francisco_de | <XXI | Sobre_Nevados_Riscos_Levantado | Sobre nevados riscos levantado
Cerca del Tajo está un lugar sombrío,
En el rigor del hielo tan templado,
Cuan fresco en la sazón del seco Estío:
Adonde de tristeza acompañado,
Al son del agua del corriente río,
Tan dulcemente Tirsi se quejaba,
Que los peñascos duros ablandaba.
Mil veces de morir determinando,
Los ojos enclavados en el cielo,
Su grave desventura contemplando,
Con lágrimas regando el verde suelo,
Tan ardientes suspiros arrancando,
Que encendieran al más helado hielo,
Resistir no pudiendo a dolor tanto,
Así soltó la rienda al triste llanto:
Después que de mis ojos se apartaron
Aquellos, que la luz vuelven obscura,
Ni yo puedo vivir, pues me dejaron,
Ni quiero, aunque pudiese, tal locura;
Y pues me dejan por lo que llevaron
(¡Dolor terrible! ¡extraña desventura!)
Mis males y tristísimos cuidados,
Llorad sin descansar, ojos cansados.
No lloro solamente tu partida,
Aunque es mal que matara solamente:
Lloro ver la esperanza consumida
En quien siempre el deseo es más ardiente:
Lloro tu rigurosa despedida,
Cuyo rigor terrible mi alma siente,
Y mil males, que encubro desusados:
Llorad sin descansar, ojos cansados.
Cual la agua al río, al prado la verdura,
La nueva y blanca leche a mi ganado;
Cuanto le agrada al monte la espesura,
A la tierra la yerba, y flor al prado,
Tal es, Fili, a mis ojos tu figura;
Y pues de verla estoy desconfiado,
Por ríos, campos, montes, tierras, prados.
Llorad sin descansar, ojos cansados.
Ya las Ninfas del Tajo y su rivera
Lloran tan doloroso apartamiento,
Pues no hay sin ti en la tierra primavera,
Ni en las selvas y bosques ornamento.
La casta Diosa desdeñada y fiera,
Esparcido el cabello al fresco viento,
No persigue ya corzos, ni venados:
Llorad sin descansar, ojos cansados.
Pues no puedo seguirte, ¡ay Fili mía!
Siempre te seguirá mi pensamiento:
Morir quiero mil veces cada día,
Antes que no vivir sin ti en tormento;
Pues cuando de te amar tuve osadía,
Tan cierto y breve vi mi perdimiento,
Que me dijéron luego allí mis hados:
Llorad sin descansar, ojos cansados.
Estoy sin ti, do el bien es tan incierto,
Que no podrá creerlo quien lo viere,
La esperanza dudosa, el dolor cierto,
Según la fuerza con que amor me hiere;
Mas el que por tu mano ha de ser muerto,
No procure morir, pues así muere.
¡Ay, ay remedios por mí mal hallados!
Llorad sin descansar, ojos cansados.
Durmiendo un día acaso en la floresta,
Vencido del dolor, Fili, soñaba,
Que en el calor ardiente de la siesta
A la sombra de un sauce te hablaba;
Mas fortuna en mi daño firme y presta
Me dio luego a entender, que me engañaba;
Y pues mis bienes son bienes soñados,
Llorad sin descansar, ojos cansados.
Estaba yo diciendo, este no es sueño,
Que el sueño es cosa vana y mentirosa:
Incierto es su placer, siempre es pequeño,
Y en él no hay cosa tal, ni tan sabrosa:
También por otra parte, si no sueño,
¿Cómo está ahora Fili tan piadosa?
¡Ay desengaños por mi mal hallados!
Llorad sin descansar, ojos cansados.
Viéndome a tales términos llegado
Sin culpa, culpo al cielo y mi destino;
Mas del bien, que mis ojos han mirado
En un hermoso rostro, y ser divino,
De haberme a cierta muerte condenado,
Quejarme ahora del cielo, es desatino;
Y pues en el mirar fuisteis osados,
Llorad sin descansar, ojos cansados.
Si no has determinado que yo muera
En tan grave dolor y desventura:
Si la hora no es llegada postrimera,
Y aquella noche eternamente oscura;
Ves aquí un verde valle, una ribera,
Un gentil prado, un bosque de espesura,
Lugares algun tiempo de ti amados,
Llorad sin descansar, ojos cansados.
¡Ay que no entiendo ya do me ha traído
El dolor de no verte, Fili mía!
No sé sino que muero, y he vivido
Muriendo, desque no veo tu alegría:
El fin de mi jornada es ya cumplido:
La oscura noche viene antes que el día:
Mis términos postreros son llegados:
Llorad sin descansar, ojos cansados.
Que ya os ha puesto Fili en tal estado,
Que el descanso será mi muerte cierta;
Y no sé como tanto se ha tardado:
Pues mi esperanza ha tanto que está muerta,
Ausente vivo, triste y desamado,
En parte solitaria, y tan desierta,
Que no serán mis huesos enterrados:
Llorad sin descansar, ojos cansados.
En tan universal pena y tamaña
Muy mal podrá vivir Tirsi contento:
De amargo llanto un río sus ojos baña,
Y aun le parece corto sentimiento:
Ya no me vale, Fili, fuerza o mafia
Para tener sin verte sufrimiento;
Y así mis días serán hoy rematados:
Llorad sin descansar, ojos cansados.
Aquí dio fin al llanto y a la vida
El sin ventura triste malogrado,
El dulce pecho de cruel herida
Con agudo cuchillo atravesado,
Queriendo antes de sí ser homicida,
Que sufrir el furor de su cuidado.
La verde yerba por allí sembrada
Tiñó su roja sangre colorada.
Damón, su caro amigo, que escuchando
Estaba el dulce canto doloroso,
Salió de donde estaba, imaginando
El caso lamentable y lastimoso,
Y al sin ventura Tirsi vio espirando,
Teñido de su sangre y polvoroso:
El nombre amado en vano repetía,
Y con suspiros tristes le decía:
¿Es esta la alegría ¡ay Tirsi amado!
Que le queda a Damón tu firme amigo,
Ver tu lloroso fin arrebatado,
Y quien tanto te amaba por testigo?
¿Por qué no me avisabas de tu estado?
¿Por qué no me llevaste allá contigo?
¿O por qué, pues del todo me dejaste,
Los últimos abrazos me negaste?
¿Qué se dirá de ti, siendo sabido
Tirsi se ha muerto con su propia mano?
Como ya por Eneas la triste Dido,
Todos dirán que fuiste ciego, insano,
Siendo el pastor más sabio y entendido
De toda esta ribera y verde llano;
De las hermosas Ninfas tan amado.
De las hermanas nueve celebrado,
¿De qué te sirve haber sido excelente
En plantar vides, y en sembrar cebadas,
Y en guardar de los lobos diligente,
Las tiernas ovejuelas descuidadas,
Y haber ejercitado cuerdamente
Contiendas pastoriles tan dudadas,
Si al fin, que es lo que loa el curso humano,
Fuiste contigo así tan inhumano?
Tu sanguinoso cuerpo bien lavado
En agua clara, envuelto en varias flores,
Debajo un blanco mármol sepultado
Será, donde se entallen tus loores:
Y no quiero a tu muerte, amigo amado.
Ni a tus obsequias convocar pastores,
Sino quedarme aquí en esta ribera
Lamentando tu muerte hasta que muera.
Aunque escribir yo versos sea locura,
Vencido del dolor, que mi alma siente,
De ver ya hecha tierra tu figura
En tus primeros años crudamente,
En la memoria de tu desventura,
Porque suene tu mal de gente en gente,
En la corteza dura de este pino
Poner este epitafio determino:
Junto de aqueste pino sepultado
Yace el más sin ventura y venturoso
Pastor, que apacentó jamás ganado
Ribera de este río caudaloso,
En morir tan temprano desdichado,
Y en amar altamente venturoso.
El mismo se dio muerte de afligido:
La causa no la sé, si amor no ha sido. | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | La_Victoria | Como un anillo escondido
para que alguien lo encontrase
di con la plaza de luchas
de este pueblo, en el instante
en que se daban la mano
dos luchadores rivales.
Aquí mismo, en La Victoria,
cayó vencido esa tarde
uno de ellos, cuyo nombre
no recuerdan los anales.
Las ballestas de los músculos
resaltaban en su carne
con el relieve que alcanzan
las aceras en las calles.
La majestad de su fuerza
se asomaba a su semblante
casi con la transparencia
de la lágrima y la sangre.
Era muy parco en palabras
y tan de adentro el lenguaje
que al hablar se oía el hondo
resuello de los volcanes.
Él le imprimía a la lucha
bríos de cumbres y mares
y trabajaban la brega,
desde el comienzo al remate,
como un hijo que se gesta
en el vientre de una madre.
Nunca se vio luchador
de tan viriles quilates
caer vencido en la arena
con tanto temple y coraje.
Cayó por cotas de malla,
por arcabuces y sables,
que por levantada nunca
lograrían derribarle.
La fecha la desconozco
y sería vano alarde
situar este desafío
en un terreno distante.
Porque a veces las derrotas
tienen las alas de un ave
y en vez de rodar por tierra
se remontan en el aire.
Ahora, una gran ternura
se derrama en el paisaje
que crece y crece en la noche
llamando a nuestros hogares,
mitad, congoja y entrega,
mitad, defensa y combate.
Por aquí, por La Victoria,
puede medirse y palparse
como a una isla da norte
un llanto que no es de nadie. | es |
Selgas_y_Carrasco,José | <XXI | Verdadero_Amor | Un jacinto bellísimo servía
Con delicado esmero
A una rosa gentil de Alejandría.
Por lo hermoso y galán era el primero
De cuantos ostentaba la pradera;
Y la rosa... ¡imposible
Encontrar otra flor más hechicera!
La llama siempre pura
De este amor apacible,
No les daba pesares ni desvelos;
Era todo ventura,
Y... ¡cosa original! amor sin celos.
Alhelíes, y lirios, y amarantos
Envidiaban la dicha del amante,
Mirando de la rosa los encantos.
Con afán incesante,
Con celosa agonía,
También lilas y acacias envidiaban
La dicha de la flor de Alejandría,
Y con rabioso empeño
Todos se conjuraban
Por deshacer el sueño
Del delicado amor que los unía.
Y desató su lengua la mentira
Que todo lo atropella;
Ella buscó en su angustia
Todo el consuelo que su amor le inspira,
Y a él, ¡qué cosas le contaron de ella!
La pobre rosa mustia
Lloró su pena y la encerró en sus hojas;
Él ahogó sus recelos,
Sus amargas congojas:
Fingió desdén para ocultar sus celos.
Mas al fin, de repente
La reina de las flores, en buen hora,
Mostrando enojo en la rosada frente,
Dijo con majestad encantadora:
--Porque en mi reino entero
Tan torpe envidia su castigo vea,
El amor verdadero,
Ardiente, puro, indestructible sea.
Aquí la historia acaba;
Pero la fama cuenta
Que huyó vencida la mentira esclava;
Hoy con cariño tierno
Su verde pompa la pradera ostenta
Como en memoria de este amor eterno. | es |
Buesa,José_Ángel | <XXI | Señor,_Yo_Soy_El_Otro_Que_También_La_Quería | Señor, yo soy el otro que también la quería,
y vengo a confesarme, porque la culpa es mía.
Ella tuvo la gracia fatal de nacer bella:
quien la mira, ya nunca será bueno sin ella.
Me duele soportar que alguno la haya amado,
pero hay cosas tan bellas que no tienen pasado;
y ella sólo mañana dejará de ser pura:
cuando el roce del tiempo desgaste su hermosura.
Ella se me dio toda, como yo me di a ella,
ella me dio su flor y yo le di mi estrella;
porque de su perfume trascendiendo en mi llama,
no quedó un solo beso de los que él me reclama.
Tal vez ella lo quiso, pero él lo dudaría,
si la viera en mis brazos tan felizmente mía.
Si le viera los ojos al sentirse gozada,
cuando todo mi sueño le llena la mirada.
No existe culpa en ella, ni en él, ni en ti Señor;
y si es mía, ¡bendigo la culpa de mi amor!
Hay que ser algo malo si se busca el poder,
que domina la tierra sutil de la mujer.
Ni demasiado malo, ni demasiado bueno,
enfermé, sin morir, de su dulce veneno.
Mi amor es el de un hombre, sencillamente humano,
que sueña de limosna, sin extender la mano.
¡Ah! Pero él se redime, sólo a ti te condena,
él te arroja su amor, para esquivar su pena.
Perdónalo, Señor... Di quién la merecía,
pues yo soy el culpable: ¡la quiero todavía! | es |
Rojas,Gonzalo | <XXI | Por_Culpa_De_Nadie_Habrá_Llorado_Esta_Piedra | Por culpa de nadie habrá llorado esta piedra.
Habrá dormido en lo aciago
de su madre esta piedra
precipicia por
unimiento cerebral
al ritmo
de donde vino llameada
y apagada, habrá visto
lo no visto con
los otros ojos de la música, y
así, con mansedumbre, acostándose
en la fragilidad de lo informe, seca
la opaca habráse anoche sin
ruido de albatros contra la cerrazón ido.
Vacilado no habrá por esta decisión
de la imperfección de su figura que por oscura no vio nunca nadie
porque nadie las ve nunca a esas piedras que son de nadie
en la excrecencia de una opacidad
que más bien las enfría ahí al tacto como nubes
neutras, amorfas, sin lo airoso
del mármol ni lo lujoso
de la turquesa, ¡tan ambiguas
si se quiere pero por eso mismo tan próximas!
No, vacilado no; habrá salido
por demás intacta con su traza ferruginosa
y celestial, le habrá a lo sumo dicho al árbol:
—Adiós
árbol que me diste sombra; al río: —Adiós
río que hablaste por mí; lluvia, adiós,
que me mojaste. Adiós,
mariposa blanca.
Por culpa de nadie habrá llorado esta piedra. | es |
Mamani_Macedo,Porfirio | XXI | Por_Una_Calle_Lo_Vi | Por una calle lo vi
pasar como un espectro
con extraña voz diciendo:
"Dime que no estoy muerto
despiadada Luna
que en esta dura noche
alumbran las estrellas a mis ojos.
Quedarme yo quisiera
a mirar por los pasillos
la indescifrable noche.
Rudo despertar das para mis ojos,
Imagen que de la oscuridad te acercas,
como un ocaso
que huyendo aleja las sombras a los mares.
Mas estos ojos
buscando van en las tinieblas
unos dulces ojos
que de las tinieblas los aleje.
Qué ha de ser sino esta palabra;
que con dolor ya nos oculta,
la noche, la sombra desnutrida.
No es sólo mi nombre
lo que en la penumbra pena,
son más las voces
que desgraciados
soportar en su alma ya no pueden,
son los niños
que abandonados fueron
en el vientre de la noche.
Son los muertos
que en el inferno habitan;
son también los hombres
que mirar no quieren lo que miran.
Dime, complicada Luna,
Si esperar mi ojos deben,
la luz que otros ojos deben
traer para consolar,
los pasos que dando voy por este mundo".
Lo vi, con voz cansada,
por un sagrado valle alejarse
mirando la sombra que en la noche lo seguía.
Vi que de sus ojos
no lágrimas sino palabras
brotando iban
y en medio de tal oscuridad brillaban
con el reflejo que de la luna les llegaba.
"Dime que no estoy muerto
despiadada Luna
que en esta dura noche
alumbran las estrellas a mis ojos.
Quedarme yo quisiera
a mirar por los pasillos
la indescifrable noche.
Rudo despertar das para mis ojos,
Imagen que de la oscuridad te acercas,
como un ocaso
que huyendo aleja las sombras a los mares.
Mas estos ojos
buscando van en las tinieblas
unos dulces ojos
que de las tinieblas los aleje.
Qué ha de ser sino esta palabra;
que con dolor ya nos oculta,
la noche, la sombra desnutrida.
No es sólo mi nombre
lo que en la penumbra pena,
son más las voces
que desgraciados
soportar en su alma ya no pueden,
son los niños
que abandonados fueron
en el vientre de la noche.
Son los muertos
que en el inferno habitan;
son también los hombres
que mirar no quieren lo que miran.
Dime, complicada Luna,
Si esperar mi ojos deben,
la luz que otros ojos deben
traer para consolar,
los pasos que dando voy por este mundo". | es |
Debravo,Jorge | <XXI | Uno_Quisiera_Siempre_Tener_Su_Mano_Amiga | Uno quisiera siempre tener su mano amiga,
su buen pan compañero, su dulce café, su
amigo inseparable para cada momento.
Quisiera no encontrar un solo fruto amargo,
una casa sangrando, un niño abandonado,
un anciano caído debajo del fracaso.
Pero a veces los días se ponen grises,
nos miran con miradas enemigas,
y se ríen de nosotros,
se burlan de nosotros,
nos enseñan cadáveres de jornaleros tristes,
de muchachas vencidas, de niños sin tinero.
Se mira uno las uñas, como haciéndose viejo,
encoge las rodillas para no perecer,
y nada, nada bueno agita las campanas,
nada bueno florece en los hombros del mundo.
Entonces es que uno llama al apio y le dice,
llama al rábano amargo y le dice también
que esta corteza de hombre debe ser un castigo,
un paisaje maldito donde el hombre no quiere,
no soporta vivir porque le sorben sangre,
porque le chupan sangre hasta dejarlo ciego.
Pero a veces los días se ponen grises,
nos miran con miradas enemigas,
y se ríen de nosotros,
se burlan de nosotros,
nos enseñan cadáveres de jornaleros tristes,
de muchachas vencidas, de niños sin tinero.
Se mira uno las uñas, como haciéndose viejo,
encoge las rodillas para no perecer,
y nada, nada bueno agita las campanas,
nada bueno florece en los hombros del mundo.
Entonces es que uno llama al apio y le dice,
llama al rábano amargo y le dice también
que esta corteza de hombre debe ser un castigo,
un paisaje maldito donde el hombre no quiere,
no soporta vivir porque le sorben sangre,
porque le chupan sangre hasta dejarlo ciego.
Entonces es que uno llama al apio y le dice,
llama al rábano amargo y le dice también
que esta corteza de hombre debe ser un castigo,
un paisaje maldito donde el hombre no quiere,
no soporta vivir porque le sorben sangre,
porque le chupan sangre hasta dejarlo ciego. | es |
Ibarbourou,Juana_de | <XXI | Magdalena:_Yo_A_Veces_Envidio_Lo_Que_Fuiste | Magdalena: yo a veces envidio lo que fuiste.
Me aburre esta existencia tan monótona y triste.
Hoy daría ni¡ alma por los mil esplendores
Y el vértigo de abismo de tus cien mil amores.
Y después, el sayal gris de los penitentes.
¿Qué importa? Hoy es mi alma un nido de serpientes.
Me vengo del hastío ensoñando el pecado,
Y siento entre mis labios la miel de lo vedado.
El inmenso bostezo de mi paz cambiaría
Por el barro dorado de tus noches de orgía,
Para luego ofrendarlo, en un gran vaso lleno,
De ungüento de nardos, al rubio Nazareno.
¡Hoy daría mi alma por los mil esplendores
Y el vértigo de abismo de tus cien mil amores! | es |
Fernández_de_Moratín,Leandro | <XXI | Nací_De_Honesta_Madre:_Diome_El_Cielo | Nací de honesta madre: diome el cielo
fácil ingenio en gracias afluente;
dirigir supo el ánimo inocente
a la virtud el paternal desvelo.
Con sabio estudio, infatigable anhelo,
pude adquirir coronas a mi frente;
la corva scena resonó en frecuente
aplauso, alzando de mi nombre el vuelo.
Dócil, veraz, de muchos ofendido,
de ninguno ofensor, las musas bellas
mi pasión fueron, el honor mi guía.
Pero si así las leyes atropellas,
si para ti los méritos han sido
culpas, a Dios, ingrata patria mía. | es |
Villaespesa,Francisco | <XXI | Mi_Vida_Es_El_Silencio_De_Una_Espera | Mi vida es el silencio de una espera...
Se escapa de mis ojos la mirada,
ansiando contemplar la sombra amada
que en otros tiempos a mi lado viera.
La mano palpa, cual si presintiera
negrear en la atmósfera callada
la seda tibia de su destrenzada,
profusa y olorosa cabellera.
Mi oído de impaciencia se estremece,
un olor a algo suyo el viento exhala...
—¿Estás ya aquí? —le digo, y me parece
que «Aquí estoy», dulcemente, me contesta
aquella voz que pasa como un ala
rozando fugitiva la floresta. | es |
Ory,Carlos_Edmundo_de | <XXI | Las_Cinco_Vocales_De_La_Recién_Nacida | Ensedada en mis besos lagartijas
te oigo mugir mujer
Acostados estamos en la cama
del hospital de la dulzura
Gangrenado de amor
chupo tu joya. | es |
Pombo,Rafael | <XXI | Yendo_Un_Niño_De_Paseo | Yendo un niño de paseo
Con su bizcocho en la mano
Un gato, al dulce olfateo.
Con mucha soba y arqueo
Llegósele cortesano.
Movido a tanto cariño
Sentolo en su falda el niño.
Diole a comer su refresco,
Y sin un adiós ni un guiño
Marchose el gato muy fresco.
«¡Ah!»— dijo el obsequiador,
Con la nariz algo larga—,
«¿Es decir que tanto amor
No era por mí, adulador,
Sino por mi dulce carga?»
Falso y vil es tanto ser
Que adula para comer. | es |
Guillén,Jorge | <XXI | Permanece_El_Trote_Aquí | Permanece el trote aquí,
Entre su arranque y mi mano.
Bien ceñida queda así
Su intención de ser lejano.
Porque voy en un corcel
A la maravilla fiel:
Inmóvil con todo brío.
¡Y a fuerza de cuánta calma
Tengo en bronce toda el alma,
Clara en el cielo del frío! | es |
Corredor_Cuervo,Héctor_José | XXI | Himno_Hispanoamericano | ¡Cantemos, hispanos! ¡Cantemos unidos!
lancemos al viento notas de amistad,
para que terminen guerras sin sentido
y brille en el mundo paz con libertad.
No importa que cielo nublado parezca,
que puncen espinas en el corazón,
si existen hispanos que con entereza
defienden la lengua y alcanzan la unión.
Tratemos que vaya nuestro castellano
por toda la Tierra como gran ciclón;
que se oigan tambores, guitarras y pianos
con cantos alegres de un acordeón.
Hagamos que brille la luz de esperanza,
que llueva concordia en gotas de amor,
para que en el suelo germine confianza
y crezcan los niños sin ningún temor.
En tierra anegada de fobia y violencia,
reguemos semillas con fe y con pasión,
surquemos caminos con inteligencia
para que renazcan pasos de ilusión | es |
Plaza_Llamas,Antonio | <XXI | Dos_Entierros._Soneto | Asomado al balcón, vi que pasaba
un gran entierro, su cortejo ingente
con pompa funeral, muy lentamente
invadiendo tres calles desfilaba.
Y más tarde pasó... ¿pasó?... ¡volaba
otro entierrillo rápido, impaciente;
iba el muerto en arcaz, hasta indecente,
y nadie al muerto aquel acompañaba.
Comparando pensé: yo no me explico
lo que hay tras de la muerte, mas diría;
el pobre que la teme es un borrico,
que si la muerte da con saña impía
fin a la vida cómoda del rico,
también da fin del pobre a la agonía. | es |
Flórez,Julio | <XXI | Tumba_Ignorada | ¡Oh, bosques seculares,
refugio del silencio y de la sombra, 1
que el cielo y los eternos luminares 2
por techumbre tenéis, y por alfombra,
de hojas marchitas rumorosos mares!
Dadme un eterno asilo
en vuestros hondos laberintos frescos;
ay, donde pueda reposar tranquilo...
donde no sienta el penetrante filo
de mi dolor... ¡oh, bosques gigantescos!
Y cuando al fin termine la borrasca
de mi vida, y en mí se acabe todo,
mi cadáver cubrid con la hojarasca
de vuestros viejos árboles... de modo
que no sienta del ábrego los besos,
que no nazca una flor sobre mi lodo,
ni nadie pueda descubrir mis huesos.
Y cuando al fin termine la borrasca
de mi vida, y en mí se acabe todo,
mi cadáver cubrid con la hojarasca
de vuestros viejos árboles... de modo
que no sienta del ábrego los besos,
que no nazca una flor sobre mi lodo,
ni nadie pueda descubrir mis huesos. | es |
Castillo_Fan,Jorge | XXI | El_Balazo_Del_Silencio | El balazo del silencio
Su estar de luto en clave
(la palidez asalta los ingrávidos geranios de la carne)
Sus asfixiantes lanzas
y los cables de la nada sembrándome de sombra
(tal vez soy un espejo
sobre esta herida que he llamado lengua)
El va
lazo del silencio
como un ciego mirándose a los ojos. | es |
López,Luis_Carlos | <XXI | Por_Tus_Ojos,_Hipnóticos_Ojos | Por tus ojos, hipnóticos ojos
de un lejano color amatista,
sentí los sonrojos
y las timideces de un seminarista.
Sonó la campana
y dio un resoplido
de bestia en celo la locomotora
en la virginidad de la mañana...
Y te has ido, te has ido
fugitiva visión de un cuarto de hora,
sin dejarme quitar la sotana... | es |
Bonnett,Piedad | <XXI | Los_Hombres_Tristes_No_Bailan_En_Parejas | Los hombres tristes ahuyentan a los pájaros.
Hasta sus frentes pensativas bajan
las nubes
y se rompen en fina lluvia opaca.
Las flores agonizan
en los jardines de los hombres tristes.
Sus precipicios tientan a la muerte.
En cambio,
las mujeres que en una mujer hay
nacen a un tiempo todas
ante los ojos tristes de los tristes.
La mujer-cántaro abre otra vez su vientre
y le ofrece su leche redentora.
La mujer niña besa fervorosa
sus manos paternales de viudo desolado.
La de andar silencioso por la casa
lustra sus horas negras y remienda
los agujeros todos de su pecho.
Otra hay que al triste presta sus dos manos
como si fueran alas.
Pero los hombres tristes son sordos a sus músicas.
No hay pues mujer más sola,
más tristemente sola,
que la que quiere amar a un hombre triste. | es |
García_Hernanz,Norberto | XXI | Yo_Aquí_Mismo,_Situado_En_La_Salida | Yo aquí mismo, situado en la salida,
y asomado en este instante a la existencia,
ellos dándose al examen y al esfuerzo
por lograr, tras la batalla, recompensa.
Más allá, por los pasillos y los patios,
el silencio que vigila los espacios de este acto
y de su ser, va controlando la trastienda.
Otras clases, otros ritmos, se suceden,
otras salas de enseñanza y de trabajo,
se dedican a la vida, en un muestrario resumido,
de mañana y de experiencia.
Y después Segovia toda,
en envoltura de granito, refugiada,
se ilusiona y se despierta separando
las montañas de las mieses y albergando los deseos
de un viaje en tu regazo a Portugal por primavera.
Y, a la vez, la Tierra entera, como siempre,
recorriendo, sin motivo, la galaxia como oveja
descarriada, en sintonía con algún reloj perfecto,
que alguien pone siempre en punto mientras juega,
o quizá se haya dejado por los siglos de los siglos,
olvidado en la mesilla de su casa celestial
hasta que el llanto de este mundo le despierte y le conmueva.
Si así fuera, o si no fuera, yo aquí mismo
seguiría situado
en la salida y asomado en este instante a la existencia,
mientras ellos cruzan solos, lentamente, en duro examen,
los vestíbulos dorados y angulosos
del futuro que ya llega. | es |
Revagliatti,Rolando | XXI | ¿Senitos_Al_Aire | ¿Senitos al aire
(o en el aire)?
¡Qué joven era
en mi cerebro! | es |
Darío,Rubén | <XXI | Trébol | Mientras el brillo de tu gloria augura
ser en la eternidad sol sin poniente,
fénix de viva luz, fénix ardiente,
diamante parangón de la pintura,
de España está sobre la veste oscura
tu nombre, como joya reluciente,
rompe la Envidia el fatigado diente,
y el Olvido lamenta su amargura.
Yo en equívoco altar, tú en sacro fuego,
miro a través de mi penumbra el día
en que el calor de tu amistad, don Diego,
jugando de la luz con la armonía,
con la alma luz, de tu pincel el juego
el alma duplicó de la faz mía.
II
De D. Diego de Silva Velázquez a D. Luis de Góngora y
Argote
Alma de oro, fina voz de oro,
al venir hacia mí, ¿por qué suspiras?
Ya empieza el noble coro de las liras
a preludiar el himno a tu decoro;
ya el misterioso son del noble coro
calma el Centauro sus grotescas iras,
y con nueva pasión que les inspiras
tornan a amarse Angélica y Medoro.
A Teócrito y Possin la Fama dote
con la corona de laurel supremo;
que en donde da Cervantes el Quijote
y yo las telas con mis luces gemo,
para son Luis de Góngora y Argote
traerá una nueva palma Polifemo.
III
En tanto «pace estrellas» el Pegaso divino,
y vela tu hipógrifo, Velázquez, la Fortuna,
en los celestes parques al Cisne gongorino
deshoja sus sutiles margaritas la Luna.
Tu castillo, Velázquez, se eleva en el camino
del Arte como torre que de águilas es cuna,
y tu castillo, Góngora, se alza al azul cual una
jaula de ruiseñores labrada en oro fino.
Gloriosa la península que abriga tal colonia.
¡Aquí bronce corintio, y allá marmol de Jonia!
Las rosas a Velázquez, y a Góngora claveles.
De ruiseñores y águilas se pueblan las encinas,
y mientras pasa Angélica sonriendo a las Meninas,
salen las nueve musas de un bosque de laureles.
de España está sobre la veste oscura
tu nombre, como joya reluciente,
rompe la Envidia el fatigado diente,
y el Olvido lamenta su amargura.
Yo en equívoco altar, tú en sacro fuego,
miro a través de mi penumbra el día
en que el calor de tu amistad, don Diego,
jugando de la luz con la armonía,
con la alma luz, de tu pincel el juego
el alma duplicó de la faz mía.
II
De D. Diego de Silva Velázquez a D. Luis de Góngora y
Argote
Alma de oro, fina voz de oro,
al venir hacia mí, ¿por qué suspiras?
Ya empieza el noble coro de las liras
a preludiar el himno a tu decoro;
ya el misterioso son del noble coro
calma el Centauro sus grotescas iras,
y con nueva pasión que les inspiras
tornan a amarse Angélica y Medoro.
A Teócrito y Possin la Fama dote
con la corona de laurel supremo;
que en donde da Cervantes el Quijote
y yo las telas con mis luces gemo,
para son Luis de Góngora y Argote
traerá una nueva palma Polifemo.
III
En tanto «pace estrellas» el Pegaso divino,
y vela tu hipógrifo, Velázquez, la Fortuna,
en los celestes parques al Cisne gongorino
deshoja sus sutiles margaritas la Luna.
Tu castillo, Velázquez, se eleva en el camino
del Arte como torre que de águilas es cuna,
y tu castillo, Góngora, se alza al azul cual una
jaula de ruiseñores labrada en oro fino.
Gloriosa la península que abriga tal colonia.
¡Aquí bronce corintio, y allá marmol de Jonia!
Las rosas a Velázquez, y a Góngora claveles.
De ruiseñores y águilas se pueblan las encinas,
y mientras pasa Angélica sonriendo a las Meninas,
salen las nueve musas de un bosque de laureles.
Yo en equívoco altar, tú en sacro fuego,
miro a través de mi penumbra el día
en que el calor de tu amistad, don Diego,
jugando de la luz con la armonía,
con la alma luz, de tu pincel el juego
el alma duplicó de la faz mía.
II
De D. Diego de Silva Velázquez a D. Luis de Góngora y
Argote
Alma de oro, fina voz de oro,
al venir hacia mí, ¿por qué suspiras?
Ya empieza el noble coro de las liras
a preludiar el himno a tu decoro;
ya el misterioso son del noble coro
calma el Centauro sus grotescas iras,
y con nueva pasión que les inspiras
tornan a amarse Angélica y Medoro.
A Teócrito y Possin la Fama dote
con la corona de laurel supremo;
que en donde da Cervantes el Quijote
y yo las telas con mis luces gemo,
para son Luis de Góngora y Argote
traerá una nueva palma Polifemo.
III
En tanto «pace estrellas» el Pegaso divino,
y vela tu hipógrifo, Velázquez, la Fortuna,
en los celestes parques al Cisne gongorino
deshoja sus sutiles margaritas la Luna.
Tu castillo, Velázquez, se eleva en el camino
del Arte como torre que de águilas es cuna,
y tu castillo, Góngora, se alza al azul cual una
jaula de ruiseñores labrada en oro fino.
Gloriosa la península que abriga tal colonia.
¡Aquí bronce corintio, y allá marmol de Jonia!
Las rosas a Velázquez, y a Góngora claveles.
De ruiseñores y águilas se pueblan las encinas,
y mientras pasa Angélica sonriendo a las Meninas,
salen las nueve musas de un bosque de laureles.
jugando de la luz con la armonía,
con la alma luz, de tu pincel el juego
el alma duplicó de la faz mía.
Alma de oro, fina voz de oro,
al venir hacia mí, ¿por qué suspiras?
Ya empieza el noble coro de las liras
a preludiar el himno a tu decoro;
ya el misterioso son del noble coro
calma el Centauro sus grotescas iras,
y con nueva pasión que les inspiras
tornan a amarse Angélica y Medoro.
A Teócrito y Possin la Fama dote
con la corona de laurel supremo;
que en donde da Cervantes el Quijote
y yo las telas con mis luces gemo,
para son Luis de Góngora y Argote
traerá una nueva palma Polifemo.
III
En tanto «pace estrellas» el Pegaso divino,
y vela tu hipógrifo, Velázquez, la Fortuna,
en los celestes parques al Cisne gongorino
deshoja sus sutiles margaritas la Luna.
Tu castillo, Velázquez, se eleva en el camino
del Arte como torre que de águilas es cuna,
y tu castillo, Góngora, se alza al azul cual una
jaula de ruiseñores labrada en oro fino.
Gloriosa la península que abriga tal colonia.
¡Aquí bronce corintio, y allá marmol de Jonia!
Las rosas a Velázquez, y a Góngora claveles.
De ruiseñores y águilas se pueblan las encinas,
y mientras pasa Angélica sonriendo a las Meninas,
salen las nueve musas de un bosque de laureles.
ya el misterioso son del noble coro
calma el Centauro sus grotescas iras,
y con nueva pasión que les inspiras
tornan a amarse Angélica y Medoro.
A Teócrito y Possin la Fama dote
con la corona de laurel supremo;
que en donde da Cervantes el Quijote
y yo las telas con mis luces gemo,
para son Luis de Góngora y Argote
traerá una nueva palma Polifemo.
III
En tanto «pace estrellas» el Pegaso divino,
y vela tu hipógrifo, Velázquez, la Fortuna,
en los celestes parques al Cisne gongorino
deshoja sus sutiles margaritas la Luna.
Tu castillo, Velázquez, se eleva en el camino
del Arte como torre que de águilas es cuna,
y tu castillo, Góngora, se alza al azul cual una
jaula de ruiseñores labrada en oro fino.
Gloriosa la península que abriga tal colonia.
¡Aquí bronce corintio, y allá marmol de Jonia!
Las rosas a Velázquez, y a Góngora claveles.
De ruiseñores y águilas se pueblan las encinas,
y mientras pasa Angélica sonriendo a las Meninas,
salen las nueve musas de un bosque de laureles.
A Teócrito y Possin la Fama dote
con la corona de laurel supremo;
que en donde da Cervantes el Quijote
y yo las telas con mis luces gemo,
para son Luis de Góngora y Argote
traerá una nueva palma Polifemo.
III
En tanto «pace estrellas» el Pegaso divino,
y vela tu hipógrifo, Velázquez, la Fortuna,
en los celestes parques al Cisne gongorino
deshoja sus sutiles margaritas la Luna.
Tu castillo, Velázquez, se eleva en el camino
del Arte como torre que de águilas es cuna,
y tu castillo, Góngora, se alza al azul cual una
jaula de ruiseñores labrada en oro fino.
Gloriosa la península que abriga tal colonia.
¡Aquí bronce corintio, y allá marmol de Jonia!
Las rosas a Velázquez, y a Góngora claveles.
De ruiseñores y águilas se pueblan las encinas,
y mientras pasa Angélica sonriendo a las Meninas,
salen las nueve musas de un bosque de laureles.
y yo las telas con mis luces gemo,
para son Luis de Góngora y Argote
traerá una nueva palma Polifemo.
En tanto «pace estrellas» el Pegaso divino,
y vela tu hipógrifo, Velázquez, la Fortuna,
en los celestes parques al Cisne gongorino
deshoja sus sutiles margaritas la Luna.
Tu castillo, Velázquez, se eleva en el camino
del Arte como torre que de águilas es cuna,
y tu castillo, Góngora, se alza al azul cual una
jaula de ruiseñores labrada en oro fino.
Gloriosa la península que abriga tal colonia.
¡Aquí bronce corintio, y allá marmol de Jonia!
Las rosas a Velázquez, y a Góngora claveles.
De ruiseñores y águilas se pueblan las encinas,
y mientras pasa Angélica sonriendo a las Meninas,
salen las nueve musas de un bosque de laureles.
Tu castillo, Velázquez, se eleva en el camino
del Arte como torre que de águilas es cuna,
y tu castillo, Góngora, se alza al azul cual una
jaula de ruiseñores labrada en oro fino.
Gloriosa la península que abriga tal colonia.
¡Aquí bronce corintio, y allá marmol de Jonia!
Las rosas a Velázquez, y a Góngora claveles.
De ruiseñores y águilas se pueblan las encinas,
y mientras pasa Angélica sonriendo a las Meninas,
salen las nueve musas de un bosque de laureles.
Gloriosa la península que abriga tal colonia.
¡Aquí bronce corintio, y allá marmol de Jonia!
Las rosas a Velázquez, y a Góngora claveles.
De ruiseñores y águilas se pueblan las encinas,
y mientras pasa Angélica sonriendo a las Meninas,
salen las nueve musas de un bosque de laureles.
De ruiseñores y águilas se pueblan las encinas,
y mientras pasa Angélica sonriendo a las Meninas,
salen las nueve musas de un bosque de laureles. | es |
González,Ángel | <XXI | El_Cristo_De_Velázquez | Banderillero desganado.
Las guedejas del sueño cubren tu ojo derecho.
Te quedaste dormido con los brazos alzados,
y un derrote de Dios te ha atravesado el pecho.
Un piadoso pincel lavó con leves
algodones de luz tu carne herida,
y otra vez la apariencia de la vida
a florecer sobre tu piel se atreve.
No burlaste a la muerte. No pudiste.
El cuerno y el pincel, confabulados,
dejaron tu derrota confirmada.
Fue una aventura absurda, bella y triste,
que aún estremece a los aficionados:
¡qué cornada, Dios mío, qué cornada! | es |
Pombo,Rafael | <XXI | Ya_Me_Lo_Han_Dicho,_Hermosa,_Ya_Me_Lo_Han_Dicho | Ya me lo han dicho, hermosa, ya me lo han dicho,
Mas no lo creo,
Que yo, aunque indigno, honrado por tu capricho,
Sin entrar en la liza gano el torneo;
Y dije, a la que sabes de mis amigas,
«¡Silencio! ¡broma!
Porque mientras tú misma no me lo digas
Con una de mil cifras que hay en tu idioma,
¡Quién es el pretencioso que en serio toma
Lo que tú niegas
A tantos que a inflexible desdén relegas!
Ya me lo han dicho, hermosa, ya me lo han dicho,
Que el alma mía,
Pájaro sin albergue que anda al capricho
Del espiritual viento de la armonía,
Encontró un nicho
En la puerta del templo de tu alma pía.
Dios te bendiga,
Ángel hospitalario, latente amiga;
Algo habrá en nuestras almas que las enlaza,
Marca de un mismo temple, tipo de raza;
Pero mientras la tuya no me lo diga
¿Quieres que crea
Que dueño un pobre diablo de un ángel sea?
¡Oh pensamiento, duérmete! ¡Fresca brisa,
Sopla en mi frente!
¡Corazón, no palpites con tanta prisa!
¡Lira, detente!
El que hace largos años quebrantó el yugo
Del tirano más dulce y el más tremendo.
Se estremece pensando, tiembla temiendo,
Que otra vez sea la víctima o el verdugo.
Y sin embargo... abusa de su belleza el cielo,
De su fragancia, el campo; de su esplendor, la luz.
No sólo piensa el alma, el hombre no es de hielo,
Dos brazos no soportan el peso de una cruz.
Y hay ojos que encantaran de un mártir la tortura,
Y hay labios donde un tósigo saboreara yo...
Si es el amor locura, que venga la locura,
Pero... en la forma de una que mi alma adivinó... | es |
Del,Yolanda | XXI | Tango_De_Vuelta_Y_Media | Tango de vuelta y media,
hay una pareja que baila,
en medio de la escena.
¡Tango! ponen tanto brío,
con los cinco sentidos,
mientras dan el giro.
¡Tango! la cintura aprietan,
la pierna entrelazan,
pegados danzan.
¡Tango! rozas su rostro
con altivez y poderío,
miradas a cuchillo.
¡Tango, gira, brío de dos!
brindan con champán,
mientras aplausos les dan. | es |
Guillén,Nicolás | <XXI | El_Aconcagua._Bestia | El Aconcagua. Bestia
solemne y frígida. Cabeza
blanca y ojos de piedra fija.
Anda en lentos rebaños
con otros animales semejantes
por entre rocallosos desamparos.
En la noche,
roza con belfo blando
las manos frías de la luna. | es |
Castro,Rosalía_de | <XXI | Su_Ciega_Y_Loca_Fantasía_Corrió_Arrastrada_Por_El_Vértigo | Su ciega y loca fantasía corrió arrastrada por el
vértigo,
tal como arrastra las arenas el huracán en el desierto.
Y cual halcón que cae herido en la laguna pestilente,
cayó en el cieno de la vida, rotas las alas para siempre.
Mas aun sin alas cree o sueña que cruza el aire, los espacios,
y aun entre el lodo se ve limpio, cual de la nieve el copo blanco.
No maldigáis del que, ya ebrio, corre a beber con nuevo
afán;
su eterna sed es quien le lleva hacia la fuente abrasadora,
cuanto más bebe, a beber más.
No murmuréis del que rendido ya bajo el peso de la vida
quiere vivir y aun quiere amar;
la sed del beodo es insaciable, y la del alma lo es aún
más.
Cuando todos los velos se han descorrido
y ya no hay nada oculto para los ojos,
ni ninguna hermosura nos causa antojos,
ni recordar sabemos que hemos querido,
aún en lo más profundo del pecho helado,
como entre las cenizas la chispa ardiente,
con sus puras sonrisas de adolescente,
vive oculto el fantasma del bien soñado. | es |
Unamuno,Miguel_de | <XXI | Muere_En_El_Mar_El_Ave_Que_Voló_Del_Buque | Me duelen las alas, rendidas del vuelo,
el pecho me duele; arriba está el cielo
y abajo está el mar.
No veo ya el buque ¿por qué de él saliera
creyendo a la isla de paz duradera
poder arribar?
El cielo callado no ofrece ni rama
que pueda tenerme y fiero el mar brama;
¿por qué te dejé?
Ni en aire ni en agua posible es posarme;
las alas me duelen; el mar va a tragarme
¡y muero de sed!
Las alas me duelen, la sed me enardece;
ya casi no veo; la Esfinge me ofrece
sus aguas sin fin.
Y el canto de cuna, me canta la tumba
y espera cantando que pronto sucumba;
tragarme ella en sí.
Volando, volando, no encuentro un islote,
ni un tronco perdido; y el viento es mi azote;
no puedo posar.
Las olas traidoras, sus crestas me brindan
que fingen peñascos, que tal vez me rindan,
me logren tragar.
Son olas traidoras, del cielo las crestas,
pedrisco tan sólo soportan a cuestas,
en su cerrazón.
Nos mienten sus flancos; les falta sustento;
en ellos no puedo, posada un momento,
cobrar corazón.
Aire sólo arriba, sólo agua debajo,
yo sólo mis alas, ¡qué recio trabajo
éste de volar!
¿Por qué, oh dulce buque, dejé tu cubierta,
volando a la patria, que encuentra desierta,
de la inmensidad?
Mi buque velero, soñé en tus cordajes
del bosque nativo los dulces follajes,
el nido de amor.
Tus velas me dieron su sombra y su abrigo,
dejé tu cubierta, ¡qué duro castigo
me aguarda. Señor!
Me duelen las alas, ¡ay! me duele el pecho,
y terribles ganas —abajo está el lecho—
siento de dormir;
de dormir el sueño de que no se vuelve;
mi encrespada cama ¡cómo se revuelve!
¿qué será de mí?
Ahora, mar encima, cielo abajo veo
todo ha dado vuelta, menos mi deseo,
¡fuerza me es volar!
Sobre mí el océano siento se embravece,
a mis pies el cielo tiéndese y me ofrece
su seno de paz.
Sobre mi cabeza ruedan ya las olas,
ved que ye me muero, que me muero a solas,
¡sin consolación!
¡Oh, qué hermoso cielo veo en el abismo!
¿si será aquel cielo? ¿si será éste el mismo?
¿si será ilusión?
Va el cielo a tragarme; ¿es que subo o caigo?
¿es que me desprendo, o es que prendo arraigo?
¿es esto morir?
¿Dónde está el abajo? ¿Dónde
está el arriba?
¿es que estoy ya muerta? ¿es que estoy aún viva?
¿es esto vivir?
¡Oh, ya no me duelen, ved, sobre ellas floto,
la cabeza hundida, y en el pecho roto
me entra entero el mar!
Voy en él durmiendo, voy en él soñando,
voy en él en sueños volando, volando,
sin jamás parar. | es |
Morales,Carlos_Javier | XXI | Vuelo_Madrid-Tenerife | Hoy me espera mi isla, mi caleta,
la casa de mi pueblo:
me llevan esperando todo el año,
como espera la roca la ola brava.
Después de tantos años pisando
tierra firme,
me cuesta ver mi vida rodeada de agua para siempre.
Me cuesta ver el tiempo que ha caído
por este precipicio de los años.
Me cuesta ver el cielo, el mar
y el límite,
lo grande y lo pequeño,
mi principio y mi fin tan de repente.
Cuando llegue a mi isla, a mi caleta,
a mi casa de niño, no sé si aguantaré tanta
distancia
de espacios y de tiempos,
tanta verdad de golpe. | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Te_Has_Ido_Sin_Llegar._Y_Yo,_Contigo | Te has ido sin llegar. Y yo, contigo,
burlando mis aduanas verticales,
me he marchado sin irme. Lentas horas
afluyen su cristal contra mi frente.
Por ella rueda el tren que te ha traído
y organiza el paisaje caravanas
de llanuras y valles desmandados.
Me siento resonar en lejanías
que te acompañan sin abandonarme,
que no salen de mí y están muy lejos,
que, atándome a tus fugas, encadenan
la íntima evasión de mis costados.
Y en la última gruta de mí mismo,
alguien que me conoce gota a gota,
—amigo predilecto de mi sangre—
por altos logaritmos de ternura
y en sólidos baluartes ulteriores,
me vive este momento en otra parte. | es |
García_Lorca,Federico | <XXI | Variación | El remanso del aire
bajo la rama del eco.
El remanso del agua
bajo fronda de luceros.
El remanso de tu boca
bajo espesura de besos.
El remanso del agua
bajo fronda de luceros.
El remanso de tu boca
bajo espesura de besos.
El remanso de tu boca
bajo espesura de besos. | es |
Gerbasi,Vicente | <XXI | Tu_Aldea_En_La_Colina_Redonda_Bajo_El_Aire_Del_Trigo | Tu aldea en la colina redonda bajo el aire del trigo,
frente al mar con pescadores en la aurora,
levantaba torres y olivos plateados.
Bajaban por el césped los almendros de la primavera,
el labrador como un profeta joven,
y la pequeña pastora con su rostro en medio de un pañuelo.
Y subía la mujer del mar con una fresca cesta de sardinas.
Era una pobreza alegre bajo el azul eterno,
con los pequeños vendedores de cerezas en las plazoletas,
con las doncellas en torno a las fuentes
movidas rumorosamente por la brisa de los castaños,
en la penumbra con chispas del herrero,
entre las canciones del carpintero,
entre los fuertes zapatos claveteados,
y en las callejuelas de gastadas piedras,
donde deambulan sombras del purgatorio.
Tu aldea iba sola bajo la luz del día,
con nogales antiguos de sombra taciturna,
a orillas del cerezo, del olmo y de la higuera.
En sus muros de piedra las horas detenían
sus secretos reflejos vespertinos,
y al alma se acercaban las flautas del poniente.
Entre el sol y sus techos volaban las palomas.
Entre el ser y el otoño pasaba la tristeza.
Tu aldea estaba sola como en la luz de un cuento,
con puentes, con gitanos y hogueras en las noches
de silenciosa nieve.
Desde el azul sereno llamaban las estrellas,
y al fuego familiar, rodeado de leyendas,
venían las navidades,
con pan y miel y vino,
con fuertes montañeses, cabreros, leñadores.
Tu aldea se acercaba a los coros del cielo,
y sus campanas iban hacia las soledades,
donde gimen los pinos en el viento del hielo,
y el tren silbaba en lontananza, hacia los túneles,
hacia las llanuras con búfalos,
hacia las ciudades olorosas a frutas, hacia los puertos,
mientras el mar daba sus brillos lunares,
más allá de las mandolinas,
donde comienzan a perderse las aves migratorias.
Y el mundo palpitaba en tu corazón.
Tú venías de una colina de la Biblia,
desde las ovejas, desde las vendimias,
padre mío, padre de trigo, padre de la pobreza.
Y de mi poesía. | es |
Flórez,Julio | <XXI | Venció_La_Fiera._El_Despotismo_Entonces | Venció la fiera. El despotismo entonces
tronó, locuaz, contra la hazaña tuya;
y los templos cristianos con sus bronces:
«¡Aleluya!», cantaron, «¡Aleluya!»
Hirvió el champaña alrededor del solio
presidencial; aullaron: «¡Alegría!»
los dueños del manchado Capitolio:
¡Toda la iniquidad hecha jauría!
Los que, validos de la azul divisa,
sembrando de cadáveres las rutas,
su agosto hicieron sin pisar la liza.
Los que, para lograr su impuro anhelo,
sacrificaron treinta mil reclutas
tras de vender ¡oh, mengua! ¡el patrio suelo! | es |
García_Aleixandre,Fernando | XXI | Tengo_Tres_Cuerdas | Tengo tres cuerdas guardadas
las tres esperando tus manos
una la guardo en mi carro
la otra en mis ojos
y la más importante
guarda y ata mi corazón.
Las tres te esperan con ansia
las tres están impacientes
las tres te están añorando
y mi cuerpo esta gritando
tu nombre por cada esquina.
Pasan los días despacio
las horas se escurren entre mis dedos
como algo pegajoso
que nunca se me suelta
es tu ausencia, es tu falta
y las ganas de correr
de mis manos por debajo de tu falda.
Y sigo teniendo tres cuerdas
que a tu distancia me atan
y que solo con mirarlas
me acercan a ti en la madrugada.
Por eso cuando vengas
con tu mirada de mujer enamorada
has de coger las tres
y con ellas hacerme tuyo hasta el alba
día tras día matando madrugadas
Pues ya se muere la noche
y mi corazón y las tres cuerdas
te están echando en falta. | es |
Chocano,José_Santos | <XXI | Entre_La_Lobreguez_De_Mi_Destino, | Entre la lobreguez de mi destino,
cambian y mezclan las canciones mías
de Juliano las foscas herejías
con la plácida unción de Constantino...
Para aclarar la vista, no adivino
el mejor medio en mis oscuros días;
si la oración ferviente de Tobías
o la brutal lanzada de Longino...
Alternado el dolor blasfema y ora...
Ora y blasfema el infeliz cautivo
en sus noches de duda sin aurora;
y así de una sonrisa con la raya
trajo la fe, —que salta como el vivo
pez que un tumbo arrojó sobre la playa... | es |
Cabral,Manuel_del | <XXI | Los_Muertos_Entregan_Sus_Huesos_A_La_Tierra | 1
Los muertos entregan sus huesos a la tierra
pero jamás su libertad.
El aire que les negaron los amos de la materia,
ahora les sobra.
El espacio sospechoso que les dieron a sus zapatos,
ahora les sobra.
El ataúd con que midieron su cadáver,
ahora les sobra.
La gota de mar que el abogado dejó caer de su frente,
ahora les sobra.
Es que nada terrestre tiene la dimensión,
la profundidad hacia arriba de aquellos
que cerraron sus párpados como puertas futuras. | es |
Ramos_Sucre,José_Antonio | <XXI | Fantasía_De_La_Estación_Adversa | El desfile de los días morosos, enlutados por
el invierno, visitados por la pesadumbre. Los pájaros del cielo,
emisarios de la tormenta, desbandados por la ventolera. La niebla
suspendida, de pies alados, esquivos del contacto de la tierra.
El palacio de los escombros fulminados sobresale en
la comarca ignota, orillas del mar de las aguas pesadas, y una selva le
cubre las espaldas.
El cortejo de los jóvenes alegres, venidos de
más allá del horizonte, profana cierto día las
salas y aposentos de la ruina feudal. Motejan las armas de la panoplia
antigua y su retozo descomunal despierta los ecos indignados.
Visitan la selva, donde cortan a raíz los
árboles macizos, reproduciendo a cada paso el derrumbe
estrepitoso de una torre, y componen esquife liviano, seguros de
continuar, por nuevos caminos, su peregrinación bulliciosa.
Partieron entre canciones volanderas, señal
de su humor desprevenido, a la exploración del mar
enigmático, y perecieron náufragos en sus aguas pesadas,
antes de comunicar el descubrimiento del palacio fatal.
El palacio de los escombros fulminados sobresale en
la comarca ignota, orillas del mar de las aguas pesadas, y una selva le
cubre las espaldas.
El cortejo de los jóvenes alegres, venidos de
más allá del horizonte, profana cierto día las
salas y aposentos de la ruina feudal. Motejan las armas de la panoplia
antigua y su retozo descomunal despierta los ecos indignados.
Visitan la selva, donde cortan a raíz los
árboles macizos, reproduciendo a cada paso el derrumbe
estrepitoso de una torre, y componen esquife liviano, seguros de
continuar, por nuevos caminos, su peregrinación bulliciosa.
Partieron entre canciones volanderas, señal
de su humor desprevenido, a la exploración del mar
enigmático, y perecieron náufragos en sus aguas pesadas,
antes de comunicar el descubrimiento del palacio fatal.
El cortejo de los jóvenes alegres, venidos de
más allá del horizonte, profana cierto día las
salas y aposentos de la ruina feudal. Motejan las armas de la panoplia
antigua y su retozo descomunal despierta los ecos indignados.
Visitan la selva, donde cortan a raíz los
árboles macizos, reproduciendo a cada paso el derrumbe
estrepitoso de una torre, y componen esquife liviano, seguros de
continuar, por nuevos caminos, su peregrinación bulliciosa.
Partieron entre canciones volanderas, señal
de su humor desprevenido, a la exploración del mar
enigmático, y perecieron náufragos en sus aguas pesadas,
antes de comunicar el descubrimiento del palacio fatal.
Visitan la selva, donde cortan a raíz los
árboles macizos, reproduciendo a cada paso el derrumbe
estrepitoso de una torre, y componen esquife liviano, seguros de
continuar, por nuevos caminos, su peregrinación bulliciosa.
Partieron entre canciones volanderas, señal
de su humor desprevenido, a la exploración del mar
enigmático, y perecieron náufragos en sus aguas pesadas,
antes de comunicar el descubrimiento del palacio fatal.
Partieron entre canciones volanderas, señal
de su humor desprevenido, a la exploración del mar
enigmático, y perecieron náufragos en sus aguas pesadas,
antes de comunicar el descubrimiento del palacio fatal. | es |
Ibarbourou,Juana_de | <XXI | He_Visto_A_La_Muerte_De_Cerca,_De_Cerca | He visto a la muerte de cerca, de cerca.
Era tal como una mariposa negra.
Con sus grandes alas refrescó mis sienes;
mi cuerpo, que ardía tembló de delicia.
Le tendí los brazos, pero ella, esquiva,
fue a hundirse en la sombra compacta y sañuda.
¡Vamos a buscarla, vamos a buscarla!
Mi sangre, de nuevo, torna a ser de llama.
¡Y yo necesito sentir la frescura
que dan sus dos alas de gamuza negra! | es |
Sérvulo,Felipe | XXI | Sea_Por_Ti_El_Desorden | SEA POR TI EL DESORDEN
y el nácar en la lengua. No
la urgencia rebelde
que nos cerca y nos olvida. Deja
que tu piel sea lentisco,
sea jara y romero.
Sea tomillo, sea palabras
y sea memoria. Deja
que este febrero tan frío
sea milagro,
como nido, como deseo.
Que el impudor nos acose.
Sepa a noches. Sepa a mirra.
Que tu boca como uvas.
Y levadura tu cuerpo | es |
Unamuno,Miguel_de | <XXI | Con_Esos_Brazos_A_La_Cruz_Clavados | Con esos brazos a la cruz clavados
has hecho, Maestro carpintero, casa
de Dios a nuestra pobre tierra, dándole
morada en nuestro suelo. Cuatro clavos,
hijos del arte humano, te enclavijan
al árbol de tu muerte y vida nuestra,
formándole a tu Padre en nuestro suelo
solar de amor. Y aquí sueña y descansa
su celeste cabeza, en la que el Verbo
mora increado, como en almohada
recostando en tu pecho, y a tu toque
siéntese hombre, que es del todo el fin. | es |
Rodríguez,Toño | XXI | Es_Simple | Es simple:
el cocodrilo muerde
el perro ladra
la nube llueve
la cuerda vibra
la esfera gira
el grafito mancha
el sudor se pega
el vómito huele
el sol quema
el espejo refleja
mis poemas arden
y yo no dejo de pensar en ti
¿sabías? y
todo es redondo
tan redondo que asusta
tan previsible que da igual
luchar, llorar, reír, caer, fingir
girando, girando... | es |
Coronado,Carolina | <XXI | Rosablanca | La luz del día se apaga;
rosa blanca, sola y muda
entre los álamos vaga
de la arboleda desnuda,
Y se desliza tan leve,
que el pájaro adormecido
toma su andar por ruido
de hoja que la brisa mueve,
Ni para ver en su ocaso
al sol hermoso un instante
ha detenido su paso
indiferente y errante.
Ni de la noche llegada
a las tinieblas atiende,
ni objeto alguno suspende
su turbia incierta mirada.
Y ni lágrimas ni acentos,
ni un suspiro mal ahogado
revelan los sufrimientos
de su espíritu apenado.
¡Tal vez de tantos gemidos
tiene el corazón postrado!
¡Tal vez sus ojos rendidos
están, de mal tan llorado!
Tal vez no hay un pensamiento
en su cabeza marchita,
y en brazos del desaliento
ni oye, ni ve, ni medita.—
El poeta «suave rosa»
llamóla, muerto de amores
¡El poeta es mariposa
que adula todas las flores!
Bella es la azucena pura,
dulce la aroma olorosa
y la postrera hermosura
es siempre la más hermosa.
En sus amantes desvelos
la envidiaron las doncellas;
mas ¡ay! son para los celos
todas las rivales bellas.
Viose en transparente espejo
linda la joven cabeza;
mas tal vez dio en su reflejo
su vanidad la belleza.
¿Y qué importa si es hermosa?
sola, muda y abismada
sólo busca la apartada
arboleda silenciosa.
Y allí cuando debilita
su espíritu el sufrimiento,
en brazos del desaliento
ni oye, ni ve, ni medita. | es |
Machado,Antonio | <XXI | El_Poeta_Es_Jardinero._En_Sus_Jardines | El poeta es jardinero. En sus jardines
corre sutil la brisa
con livianos acordes de violines,
llanto de ruiseñores,
ecos de voz lejana y clara risa
de jóvenes amantes habladores.
Y otros jardines tiene. Allí la fuente
le dice: Te conozco y te esperaba.
Y él, al verse en la onda transparente:
¡Apenas soy aquel que ayer soñaba!
Y otros jardines tiene. Los jazmines
añoran ya verbenas del estío,
y son liras de aroma estos jardines,
dulces liras que tañe el viento frío.
Y van pasando solitarias horas,
y ya las fuentes, a la luna llena,
suspiran en los mármoles, cantoras,
y en todo el aire sólo el agua suena. | es |
Altolaguirre,Manuel | <XXI | Todos_Me_Quieren._No_Puedo | Todos me quieren. No puedo
fijarme en nadie. Desfilo
y se me pierden de vista
los semblantes preferidos.
Mi corazón se revuelve
y se alborotan los ríos
que me unen con las almas
ausentes de mis amigos.
Es que la vida me empuja
por el medio de un camino
y una multitud amorosa
me dice adiós. Así vivo
despidiéndome de aquellos
que me vieron sin ser vistos,
ciego de amor, navegando
sobre los ciegos cariños. | es |
Boer,Miguel_Ángel_De | XXI | Resistencia | Estaban convencidos de que resistía
porque me consideraban
ideológica/política/moral/física
y mentalmente
fuerte
En tanto yo evocaba
con mi cuerpo desolado
el ruido del mar
acariciando la arena y el pedregullo de mis playas
y una frescura luminosa penetró en mi pecho
encegueciendo de vida a la muerte
En tanto yo evocaba
con mi cuerpo desolado
el ruido del mar
acariciando la arena y el pedregullo de mis playas
y una frescura luminosa penetró en mi pecho
encegueciendo de vida a la muerte
y una frescura luminosa penetró en mi pecho
encegueciendo de vida a la muerte | es |
Rensoli,Lourdes | XXI | Fábulas | Apenas un hilillo de luz brota del alma,
se repliega a lo hondo
y con tonos menores, ejecuta
melodías humildes, sigilosas,
esos cantos secretos y lejanos,
incomprensibles casi
que dejan un aroma suave como un arrullo.
Desde el centro del bosque vienen tañidos
de arpas no pulsadas por manos,
quizás el viento
arranque de sus cuerdas esa música,
quizás rayos, presencias invisibles
guiados por la reina de las hadas.
Descubrirlo supone una aventura
y un peligro infinito.
III
Tras vencer enemigos y dragones,
desencantar doncellas,
liberar caballeros traicionados,
regresa Palomides a la corte de Arturo.
La round-table le aguarda de pie, con la corona
de laurel junto al trono.
Una dama velada ha de ceñírsela.
¿Isolda? Palomides mira a Tristán
que lo saluda con secreta envidia
y baja la cabeza.
IV
Se ha visto en el jardín al unicornio
junto a la antigua fuente, casi exhausta
donde la hija del rey pasa sus tardes
tocando el arpa y recogiendo flores.
Cuentan que se ha acercado a la doncella,
se ha arrodillado, preso de algún extraño efluvio
y ella le ha mostrado la palma de su mano
donde un botón de rosa empieza a abrirse.
Descubrirlo supone una aventura
y un peligro infinito.
Tras vencer enemigos y dragones,
desencantar doncellas,
liberar caballeros traicionados,
regresa Palomides a la corte de Arturo.
La round-table le aguarda de pie, con la corona
de laurel junto al trono.
Una dama velada ha de ceñírsela.
¿Isolda? Palomides mira a Tristán
que lo saluda con secreta envidia
y baja la cabeza.
IV
Se ha visto en el jardín al unicornio
junto a la antigua fuente, casi exhausta
donde la hija del rey pasa sus tardes
tocando el arpa y recogiendo flores.
Cuentan que se ha acercado a la doncella,
se ha arrodillado, preso de algún extraño efluvio
y ella le ha mostrado la palma de su mano
donde un botón de rosa empieza a abrirse.
La round-table le aguarda de pie, con la corona
de laurel junto al trono.
Una dama velada ha de ceñírsela.
¿Isolda? Palomides mira a Tristán
que lo saluda con secreta envidia
y baja la cabeza.
Se ha visto en el jardín al unicornio
junto a la antigua fuente, casi exhausta
donde la hija del rey pasa sus tardes
tocando el arpa y recogiendo flores.
Cuentan que se ha acercado a la doncella,
se ha arrodillado, preso de algún extraño efluvio
y ella le ha mostrado la palma de su mano
donde un botón de rosa empieza a abrirse.
Cuentan que se ha acercado a la doncella,
se ha arrodillado, preso de algún extraño efluvio
y ella le ha mostrado la palma de su mano
donde un botón de rosa empieza a abrirse. | es |
Lugones,Leopoldo | <XXI | Vidalitas | Bienhaya ese sabio
Vidalita
Que tenga el poder,
De aliviarme el alma
Vidalita
Del mal de querer.
En vano los traen
Vidalita
Para mi salud,
Y ellas me recetan
Vidalita
Hierbas de virtud.
Pero es que no saben
Vidalita
Y este es mi pesar.
Que no bien te miro
Vidalita
No quiero sanar.
Como flor picada
Vidalita
Por el picaflor,
Llora miel la herida
Vidalita
Que hiciste a mi amor.
Porque no hay regalo
Vidalita
Mejor para mí,
Que el de ese piquito
Vidalita
Que me hiere así.
Vidalita
Vidalita
Vidalita
Vidalita
Vidalita
Vidalita
Vidalita
Vidalita
Vidalita
Vidalita
Desdichas de mi pasión
No tienen cuándo acabar.
Menos profundo es el mar
Y en él no hay disminución.
Marchitas flores
Son mis amores,
Y en la cadena
De tus rigores,
Llora cautivo mi fiel corazón.
Así como no es razón
Querer reducir el mar,
No tienen cuando acabar
Desdichas de mi pasión.
Marchitas flores
Son mis amores,
Y en la cadena
De tus rigores,
Llora cautivo mi fiel corazón.
Y abriga vana ilusión
El que quiera comparar
Con la pequeñez del mar
Lo inmenso de mi pasión.
Marchitas flores
Son mis amores,
Y en la cadena
De tus rigores,
Llora cautivo mi fiel corazón.
Mientras brilla el sol ardiente
Bien haya el amor
Yo me convierto en tu sombra,
Perlas mi llanto y oro mi dolor
Para tender una alfombra
Bien haya el amor
A tus pies constantemente.
Perlas mi llanto y oro mi dolor
Cuando la luna consuela,
Bien haya el amor
Tu demisión importuna,
Perlas mi llanto y oro mi dolor
Soy en la luz de la luna,
Bien haya el amor
Tu pálido centinela.
Perlas mi llanto y oro mi dolor.
Y cuando en la noche obscura,
Bien haya el amor
No hay sol ni luna en el cielo,
Perlas mi llanto y oro mi dolor
Fiel a su dulce desvelo
Bien haya el amor
Permanece mi ternura.
Perlas mi llanto y oro mi dolor.
Bien haya el amor
Perlas mi llanto y oro mi dolor
Bien haya el amor
Perlas mi llanto y oro mi dolor
Bien haya el amor
Perlas mi llanto y oro mi dolor
Bien haya el amor
Perlas mi llanto y oro mi dolor.
Bien haya el amor
Perlas mi llanto y oro mi dolor
Bien haya el amor
Perlas mi llanto y oro mi dolor. | es |
Carriego,Evaristo | <XXI | Mientras_Dice_La_Lluvia_En_Los_Cristales | Mientras dice la lluvia en los cristales
sus largas letanías fastidiosas,
me aduermo en las blanduras deliciosas
de las tibias perezas invernales.
El humo del cigarro en espirales
me finge perspectivas caprichosas,
y en la nube azulada van las cosas
insinuando contornos irreales.
¡Qué bueno es el diván en estas frías
tardes, fatales de monotonías!
¡Qué bien se siente uno, así, estirado
con una pesadez sensual! ¡Quisiera
no moverme de aquí! ¡Si se pudiera
vivir eternamente amodorrado! | es |
Quintana,Manuel_José | <XXI | Para_El_Álbum_De_La_Señora_Marquesa_Viuda_De_Cerralbo | Ardua es la prueba, generosa amiga:
¡Versos yo en este libro, y los primeros!
Dormida estaba tu razón sin duda
Cuando diste cabida a tal deseo.
Bien quisiera tener para agradarte
Aquel vigor antiguo y aquel fuego
Que animaban mi pluma en otros días
Y algunos lauros a mi frente dieron:
Cuando del mar en la tendida playa
Canté la gloria y el poder inmenso,
Alternando los sones de mi lira
Con el son de las ondas y los vientos,
O cuando rayos sin cesar lanzaba
Contra el poder del Déspota europeo,
Dando en defensa de la patria mía
Ecos de libertad, entonces nuevos.
Aquel tiempo pasó; pedir ahora
La misma fuerza A mi cansado aliento,
Es en jardín talado pedir flores,
O la pompa del mundo en un desierto.
Y aun si en este lugar me permitieses
Escribir todo el bien que de ti pienso,
Más fácil y agradable la tarea,
Más aplaudido fuera el desempeño.
Tú, empero, expresamente lo prohíbes,
Acaso imaginando que el incienso
Rendido en tales libros a las damas
Tiene más de obligado que de ingenuo.
Cúmplase, pues, tu voluntad suprema
Y exentos de lisonja, yo te ofrezco
Versos que en nada tu modestia ofenden,
Si es que son dignos de llamarse versos.
Y si alguno después cuando los lea
Quiere ceñudo comparar con ellos
Las galas que en las páginas siguientes
Prodigarán el arte y el ingenio,
Dí que el yerro fue tuyo, y que escuchando
Sólo de tu amistad el noble afecto,
Diste un prólogo insulso a un bello libro,
Diste un pórtico pobre a un rico templo. | es |
Caro,Miguel_Antonio | <XXI | Esa_Ciudad_Que_Veo | Aquella vida de arribaEs la vida verdadera.
Esa ciudad que veo
Honda brillar, ¡oh cuál se transfigura!
Oigo ya el aleteo
Del tiempo, y con pavura
A ver comienzo un ancha sepultura.
De la vida en un punto
Las vanidades y miserias miro;
Y triste me pregunto:
«¿Por acaso deliro?
¿Qué me falta ? ¿dó estoy? ¿por
qué suspiro?»
Llora consigo el alma
No haber la que hubo, cuando Dios quería,
En soledad y calma,
Santa sabiduría,
Lejos de la mundana vocería.
El que la dicha busca
En el festín beodo, ¡oh cuánto yerra!
El ánima se ofusca,
La paz de sí destierra,
¡Ay! ¡disipa el caudal que dentro encierra!
Que solo desasida
De la móvil y ciega muchedumbre,
Se reposa y anida
En soberana cumbre,
De temores exenta y servidumbre.
Cuanto huye del suelo
Siente que se engrandece en cada hora;
Y a la verdad sin velo
Contempla al fin, y adora
Su luz divina, y en su seno mora.
¡Ave descaminada!
Tú que en medio del mundo y su rüido
Tímida y azorada
Revuelas con gemido,
¿Cuándo será que vuelvas a tu nido? | es |
Verduzco,Sergio | XXI | Reflexiones_Minúsculas_Sobre_Historia | La historia es como una pirámide cuya cúspide la define.
2
La Historia es un desfile de identidades en búsqueda del Hombre Universal.
3
El instrumento histórico es la reflexión crítica del pasado,
la autoconfesión
y toma de conciencia de sí mismo.
1
La historia mal cantada genera asco por el hombre. Y es que
las cumbres de las pirámides históricas las propuso siempre
el nacionalismo.
El nacionalismo ha pivoteado el desarrollo del hombre histórico.
2
Hay que empezar por recantar la historia como historia del Hombre Universal.
3
Porque
la verdadera historia no es narración sino un canto
a la figura universal que nos una.
1
Para que haya un mañana
debemos despertar todos de este sueño, juego
al que llamamos como justificación historia de lo que nos define.
Autodefinición en dos campos:
el egoísmo personal y el estado nacional como conciencia civil.
Debemos desatropellar
el alud de las
acciones presentes,
para desinvolucrar el ser social
de los intereses personales del capital.
El capitalismo tiene un culmen. Y forzosamente
ese culmen debe ser con alto beneficio social.
2
Lo social precisa de nosotros los ricos, porque somos minorías
que saben como hacer y que es lo que se requiere, debemos:
enseñarles a hacerla.
Y a nuestra vez
debemos aprender
a dar
a los que no saben como hacer
para acrecentar su productividad
y poder de compra en el mercado.
Compartamos
nuestro culmen debe ser
también
en beneficio del poder de compra quien no han sabido adquirirlo.
3
Estamos desposeídos democráticamente por ser mayoría de pobres.
La Historia es un desfile de identidades en búsqueda del Hombre Universal.
3
El instrumento histórico es la reflexión crítica del pasado,
la autoconfesión
y toma de conciencia de sí mismo.
1
La historia mal cantada genera asco por el hombre. Y es que
las cumbres de las pirámides históricas las propuso siempre
el nacionalismo.
El nacionalismo ha pivoteado el desarrollo del hombre histórico.
2
Hay que empezar por recantar la historia como historia del Hombre Universal.
3
Porque
la verdadera historia no es narración sino un canto
a la figura universal que nos una.
1
Para que haya un mañana
debemos despertar todos de este sueño, juego
al que llamamos como justificación historia de lo que nos define.
Autodefinición en dos campos:
el egoísmo personal y el estado nacional como conciencia civil.
Debemos desatropellar
el alud de las
acciones presentes,
para desinvolucrar el ser social
de los intereses personales del capital.
El capitalismo tiene un culmen. Y forzosamente
ese culmen debe ser con alto beneficio social.
2
Lo social precisa de nosotros los ricos, porque somos minorías
que saben como hacer y que es lo que se requiere, debemos:
enseñarles a hacerla.
Y a nuestra vez
debemos aprender
a dar
a los que no saben como hacer
para acrecentar su productividad
y poder de compra en el mercado.
Compartamos
nuestro culmen debe ser
también
en beneficio del poder de compra quien no han sabido adquirirlo.
3
Estamos desposeídos democráticamente por ser mayoría de pobres.
El instrumento histórico es la reflexión crítica del pasado,
la autoconfesión
y toma de conciencia de sí mismo.
1
La historia mal cantada genera asco por el hombre. Y es que
las cumbres de las pirámides históricas las propuso siempre
el nacionalismo.
El nacionalismo ha pivoteado el desarrollo del hombre histórico.
2
Hay que empezar por recantar la historia como historia del Hombre Universal.
3
Porque
la verdadera historia no es narración sino un canto
a la figura universal que nos una.
1
Para que haya un mañana
debemos despertar todos de este sueño, juego
al que llamamos como justificación historia de lo que nos define.
Autodefinición en dos campos:
el egoísmo personal y el estado nacional como conciencia civil.
Debemos desatropellar
el alud de las
acciones presentes,
para desinvolucrar el ser social
de los intereses personales del capital.
El capitalismo tiene un culmen. Y forzosamente
ese culmen debe ser con alto beneficio social.
2
Lo social precisa de nosotros los ricos, porque somos minorías
que saben como hacer y que es lo que se requiere, debemos:
enseñarles a hacerla.
Y a nuestra vez
debemos aprender
a dar
a los que no saben como hacer
para acrecentar su productividad
y poder de compra en el mercado.
Compartamos
nuestro culmen debe ser
también
en beneficio del poder de compra quien no han sabido adquirirlo.
3
Estamos desposeídos democráticamente por ser mayoría de pobres.
La historia mal cantada genera asco por el hombre. Y es que
las cumbres de las pirámides históricas las propuso siempre
el nacionalismo.
El nacionalismo ha pivoteado el desarrollo del hombre histórico.
2
Hay que empezar por recantar la historia como historia del Hombre Universal.
3
Porque
la verdadera historia no es narración sino un canto
a la figura universal que nos una.
1
Para que haya un mañana
debemos despertar todos de este sueño, juego
al que llamamos como justificación historia de lo que nos define.
Autodefinición en dos campos:
el egoísmo personal y el estado nacional como conciencia civil.
Debemos desatropellar
el alud de las
acciones presentes,
para desinvolucrar el ser social
de los intereses personales del capital.
El capitalismo tiene un culmen. Y forzosamente
ese culmen debe ser con alto beneficio social.
2
Lo social precisa de nosotros los ricos, porque somos minorías
que saben como hacer y que es lo que se requiere, debemos:
enseñarles a hacerla.
Y a nuestra vez
debemos aprender
a dar
a los que no saben como hacer
para acrecentar su productividad
y poder de compra en el mercado.
Compartamos
nuestro culmen debe ser
también
en beneficio del poder de compra quien no han sabido adquirirlo.
3
Estamos desposeídos democráticamente por ser mayoría de pobres.
Hay que empezar por recantar la historia como historia del Hombre Universal.
3
Porque
la verdadera historia no es narración sino un canto
a la figura universal que nos una.
1
Para que haya un mañana
debemos despertar todos de este sueño, juego
al que llamamos como justificación historia de lo que nos define.
Autodefinición en dos campos:
el egoísmo personal y el estado nacional como conciencia civil.
Debemos desatropellar
el alud de las
acciones presentes,
para desinvolucrar el ser social
de los intereses personales del capital.
El capitalismo tiene un culmen. Y forzosamente
ese culmen debe ser con alto beneficio social.
2
Lo social precisa de nosotros los ricos, porque somos minorías
que saben como hacer y que es lo que se requiere, debemos:
enseñarles a hacerla.
Y a nuestra vez
debemos aprender
a dar
a los que no saben como hacer
para acrecentar su productividad
y poder de compra en el mercado.
Compartamos
nuestro culmen debe ser
también
en beneficio del poder de compra quien no han sabido adquirirlo.
3
Estamos desposeídos democráticamente por ser mayoría de pobres.
Porque
la verdadera historia no es narración sino un canto
a la figura universal que nos una.
1
Para que haya un mañana
debemos despertar todos de este sueño, juego
al que llamamos como justificación historia de lo que nos define.
Autodefinición en dos campos:
el egoísmo personal y el estado nacional como conciencia civil.
Debemos desatropellar
el alud de las
acciones presentes,
para desinvolucrar el ser social
de los intereses personales del capital.
El capitalismo tiene un culmen. Y forzosamente
ese culmen debe ser con alto beneficio social.
2
Lo social precisa de nosotros los ricos, porque somos minorías
que saben como hacer y que es lo que se requiere, debemos:
enseñarles a hacerla.
Y a nuestra vez
debemos aprender
a dar
a los que no saben como hacer
para acrecentar su productividad
y poder de compra en el mercado.
Compartamos
nuestro culmen debe ser
también
en beneficio del poder de compra quien no han sabido adquirirlo.
3
Estamos desposeídos democráticamente por ser mayoría de pobres.
Para que haya un mañana
debemos despertar todos de este sueño, juego
al que llamamos como justificación historia de lo que nos define.
Autodefinición en dos campos:
el egoísmo personal y el estado nacional como conciencia civil.
Debemos desatropellar
el alud de las
acciones presentes,
para desinvolucrar el ser social
de los intereses personales del capital.
El capitalismo tiene un culmen. Y forzosamente
ese culmen debe ser con alto beneficio social.
2
Lo social precisa de nosotros los ricos, porque somos minorías
que saben como hacer y que es lo que se requiere, debemos:
enseñarles a hacerla.
Y a nuestra vez
debemos aprender
a dar
a los que no saben como hacer
para acrecentar su productividad
y poder de compra en el mercado.
Compartamos
nuestro culmen debe ser
también
en beneficio del poder de compra quien no han sabido adquirirlo.
3
Estamos desposeídos democráticamente por ser mayoría de pobres.
Debemos desatropellar
el alud de las
acciones presentes,
para desinvolucrar el ser social
de los intereses personales del capital.
El capitalismo tiene un culmen. Y forzosamente
ese culmen debe ser con alto beneficio social.
2
Lo social precisa de nosotros los ricos, porque somos minorías
que saben como hacer y que es lo que se requiere, debemos:
enseñarles a hacerla.
Y a nuestra vez
debemos aprender
a dar
a los que no saben como hacer
para acrecentar su productividad
y poder de compra en el mercado.
Compartamos
nuestro culmen debe ser
también
en beneficio del poder de compra quien no han sabido adquirirlo.
3
Estamos desposeídos democráticamente por ser mayoría de pobres.
Lo social precisa de nosotros los ricos, porque somos minorías
que saben como hacer y que es lo que se requiere, debemos:
enseñarles a hacerla.
Y a nuestra vez
debemos aprender
a dar
a los que no saben como hacer
para acrecentar su productividad
y poder de compra en el mercado.
Compartamos
nuestro culmen debe ser
también
en beneficio del poder de compra quien no han sabido adquirirlo.
3
Estamos desposeídos democráticamente por ser mayoría de pobres.
Compartamos
nuestro culmen debe ser
también
en beneficio del poder de compra quien no han sabido adquirirlo.
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Estamos desposeídos democráticamente por ser mayoría de pobres.
Estamos desposeídos democráticamente por ser mayoría de pobres. | es |
Aleixandre,Vicente | <XXI | ¿Los_Poetas,_Preguntas? | Alma celeste para amar nacida.
¿Los poetas, preguntas?
Yo vi una flor quebrada
por la brisa. El clamor
silencioso de pétalos
cayendo arruinados
de sus perfectos sueños.
¡Vasto amor sin delirio
bajo la luz volante,
mientras los ojos miran
un temblor de palomas
que una asunción inscriben!
Yo vi, yo vi otras alas.
Vastas alas dolidas.
Angeles desterrados
de su celeste origen
en la tierra dormían
su paraíso excelso.
Inmensos sueños duros
todavía vigentes
se adivinaban sólidos
en su frente blanquísima.
¿Quién miró aquellos mundos,
isla feraz de un sueño,
pureza diamantina
donde el amor combate?
¿Quién vio nubes volando,
brazos largos, las flores,
las caricias, la noche
bajo los pies, la luna
como un seno pulsando?
Ángeles sin descanso
tiñen sus alas lúcidas
de un rubor sin crepúsculo,
entre los valles verdes.
Un amor, mediodía,
vertical se desploma
permanente en los hombros
desnudos del amante.
Las muchachas son ríos
felices; sus espumas
—manos continuas—atan
a los cuellos las ñores
de una luz suspirada
entre hermosas palabras.
Los besos, los latidos,
las aves silenciosas,
todo está allá, en los senos
secretísimos, duros,
que sorprenden continuos
a unos labios eternos.
¡Qué tierno acento impera
en los bosques sin sombras,
donde las suaves pieles,
la gacela sin nombre,
un venado dulcísimo,
levanta su respuesta
sobre su frente al día!
¡Oh, misterio del aire
que se enreda en los bultos
inexplicablemente,
como espuma sin dueño!
Angeles misteriosos,
humano ardor, erigen
cúpulas pensativas
sobre las frescas ondas.
Sus alas laboriosas
mueven un viento esquivo,
que abajo roza frentes
amorosas del aire.
Y la tierra sustenta
pies desnudos, columnas
que el amor ensalzara,
templos de dicha fértil,
que la luna revela.
Cuerpos, almas o luces
repentinas, que cantan
cerca del mar, en liras
casi celestes, solas.
¿Quién vio ese mundo sólido,
quién batió con sus plumas
ese viento radiante
que en unos labios muere
dando vida a los hombres?
¿Qué legión misteriosa,
ángeles en destierro,
continuamente llega,
invisible a los ojos?
No, no preguntes; calla.
La ciudad, sus espejos,
su voz blanca, su fría
crueldad sin sepulcro,
desconoce esas alas.
Tú preguntas, preguntas... | es |
Vicente,Gil | <XXI | Muy_Graciosa_Es_La_Doncella | Muy graciosa es la doncella,
¡cómo es bella y hermosa!
Digas tú, el marinero
que en las naves vivías,
si la nave o la vela o la estrella
es tan bella.
Digas tú, el caballero
que las armas vestías,
si el caballo o las armas o la guerra
es tan bella.
Digas tú, el pastorcico
que el ganadico guardas,
si el ganado o los valles o la sierra
es tan bella.
Digas tú, el marinero
que en las naves vivías,
si la nave o la vela o la estrella
es tan bella.
Digas tú, el caballero
que las armas vestías,
si el caballo o las armas o la guerra
es tan bella.
Digas tú, el pastorcico
que el ganadico guardas,
si el ganado o los valles o la sierra
es tan bella.
Digas tú, el caballero
que las armas vestías,
si el caballo o las armas o la guerra
es tan bella.
Digas tú, el pastorcico
que el ganadico guardas,
si el ganado o los valles o la sierra
es tan bella.
Digas tú, el pastorcico
que el ganadico guardas,
si el ganado o los valles o la sierra
es tan bella. | es |
Carriego,Evaristo | <XXI | Nos_Eres_Familiar_Como_Una_Cosa | Nos eres familiar como una cosa
que fuese nuestra, solamente nuestra,
familiar en las calles, en los árboles
que bordean la acera,
en la alegría bulliciosa y loca
de los muchachos, en las caras
de los viejos amigos,
en las historias íntimas que andan
de boca en boca por el barrio
y en la monotonía dolorida
del quejoso organillo
que tanto gusta oír nuestra vecina,
la de los ojos tristes
Te queremos
con un cariño antiguo y silencioso,
¡Caminito de nuestra casa! ¡Vieras
con qué cariño te queremos!
¡Todo
lo que nos haces recordar!
Tus piedras
parece que guardasen en secreto
el rumor de los pasos familiares
que se apagaron hace tiempo Aquéllos
que ya no escucharemos a la hora
habitual del regreso.
Caminito
de nuestra casa, eres
como un rostro querido
que hubiéramos besado muchas veces:
¡Tanto te conocemos!
Todas las tardes, por la misma calle,
miramos con mirar sereno
la misma escena alegre o melancólica,
la misma gente ¡Y siempre la muchacha
modesta y pensativa que hemos visto
envejecer sin novio resignada!
De cuando en cuando, caras nuevas,
desconocidas, serias o sonrientes,
que nos miran pasar desde la puerta.
Y aquellas otras que desaparecen
poco a poco, en silencio,
las que se van del barrio o de la vida,
sin despedirse.
¡Oh, los vecinos
que no nos darán más los buenos días!
Pensar que alguna vez nosotros
también por nuestro lado nos iremos,
quién sabe dónde, silenciosamente
como se fueron ellos. | es |
Chocano,José_Santos | <XXI | Piedra_Con_Vida,_Que_Al_Saltar_Sin_Tino | Piedra con vida, que al saltar sin tino
del negro monte por el seco tajo,
vas a caer en el oscuro y bajo
charco, —espejo de todo lo mezquino.
¡Qué pequeño y qué torpe es tu destino!
¡qué torpe y qué pequeño es tu trabajo!
sólo sirves, así conio estropajo
para limpiar el lodo del camino...
¡Oh bufón de los campos! si te irritas,
—como un puño apretado— en la maleza
muestras al cielo tu joroba y gritas.
Hundir debieras la aplastada frente;
que, así chato, pareces la cabeza
rebanada de golpe a una serpiente. | es |
Eguren,José_María | <XXI | Las_Rubias_De_Las_Candelas | Las rubias de las candelas
principian sus tarantelas,
lucen rizado cabello
con argentino destello,
y carmesíes
sus senos tienen rubíes,
y titilantes
son sus pupilas diamantes.
Danzan las blondas beldades
siguiendo sus voluptades,
muestran su locura extraña
alegres como el champaña,
y con ardor,
dichosas mueren de amor. | es |
Subsets and Splits