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Pardo_García,Germán
<XXI
Vitalidad_De_Safo
Ungió entre las adelfas su hermosura con los iris del mar de Mitilene, y en los dedos citáridas sostiene la rosa bisexual de su ternura. No ha muerto y canta y su pasión perdura. Ayer fulgía en el talud que tiene propíleos adorantes. Safo viene de siglo en siglo a la ensenada oscura. Alceo enlira y le descubre abierta la entrada al corazón. Frente a su puerta Safo confía y se estremece y duda, y al fin exclama, en éxtasis alado, que ha visto en la belleza del amado la doncellez de Góngula desnuda.
es
Fuertes,Gloria
<XXI
Un_Coche_De_Carreras
Un coche de carreras corre a cuatrocientos kilómetros por hora por la carretera. Un oso perezoso avanza medio kilómetro por hora por la selva. El oso perezoso lento anda, trepa lento, come hojas, le peina el viento. El perezoso parece un pequeño oso. Se llama perezoso, porque no hace nada, siempre está dormido en una rama. Duerme veinte horas al día, duerme boca abajo, come boca abajo, apenas se mueve, es un tío vago.
es
Castellanos,Rosario
<XXI
Esta_Tierra_Que_Piso
Esta tierra que piso es la sábana amante de mis muertos. Aquí, aquí vivieron y, como yo, decían: Mi corazón no es mi corazón, es la casa del fuego. Y lanzaban su sangre como un potro vehemente a que mordiera el viento y alrededor de un árbol danzaban y bebían canciones como un vino poderoso y eterno. Ahora estoy yo aquí. Que nadie me salude como a un recién llegado. Si camino así, torpe, es porque voy palpando y voy reconociendo. No llevo entre las manos más que una breve brasa y un día para arder. ¡Alegría! ¡Bailemos! Quiero jurarlo aquí, amigos: otra vez como la primavera volveremos.
es
Chocano,José_Santos
<XXI
Mustio_Y_Enflaquecido_Por_La_Fiebre
Mustio y enflaquecido por la fiebre, Cristo va con su caña de viajero y sus vagos ensueños del pesebre... Cristo va, paso a paso, en su grandeza, con su rostro de pálido lucero envuelto en una nube de tristeza; y lo sigue la turba hipnotizada; y él marcha y marcha, pisoteando lodo, clavando en las alturas la mirada: ¡tiene la enfermedad de verlo todo, sacando muchos mundos de la nada!... Mustio y enflaquecido por la fiebre, Cristo va con su caña de viajero y sus vagos ensueños del pesebre... ¿Qué voz extraña es esa; tan extraña que remeda el crujido de los huesos y el ciclópeo temblor de la montaña?... ¿Qué timbres de expresión tan tierna o ruda son esos timbres que en variados giros tienen huracanadas de entusiasmo con aglomeraciones de suspiros? ¿Qué expresión exaltada es esa de calor, que zumba, y gira y se agranda, y retiembla, y se hace nada? ¡Es Cristo que habla! El rostro, amoratado; la sien, radiante; la pupila, inmensa; y la mano, convulsa, en el cayado... Habla y habla, y su voz estalla y zumba, y parece, al vibrar, la voz de un muerto que predica en el fondo de su tumba... ¿Qué voz extraña es esa; tan extraña que remeda el crujido de los huesos y el ciclópeo temblor de la montaña?... Cristo habla de pobreza y de esperanza, mientras da con acento tremebundo una lección de gloria y de venganza... Tendido el brazo, en actitud grandiosa, sobrehumano, profético, soberbio, habla Cristo, y la luz salta y rebosa; y en su frase con hálito de rosa como oculto reptil se enrosca el nervio... Habla a la multitud y el rayo lanza sobre el hombre que va meditabundo estudiando el por qué de la esperanza; y le da con acento tremebundo una lección de gloria y de venganza.. «Alza la frente, pensador profundo: —exclama el Redentor, con voz de abismo—, palpa la realidad, conoce el mundo y olvídate a menudo de ti mismo... Cuídate sólo de estampar buen rastro; y abre los ojos; no confundas torpe mariposas y avispas... ¡Crees tener en el cerebro un astro y sólo tienes un montón de chispas! Vive como una máquina, que apenas la idea fija en el cerebro zumba, se sienten convulsiones de cadenas y se mira la boca de una tumba... »Infeliz quien de todo desespere: ten esperanza, y el por qué no indagues... Mira ese cielo, y tiende el vuelo... Piensa que la materia es lo que muere: el cuerpo es polvo; ¡pero el alma es cielo! »¡Oh ilusión! ¿Quién penetra hasta el abismo y a decir sale lo que ha visto luego? Ten, pensador, confianza de ti mismo: y ocúpate tan sólo de la herida que abre en el alma este destino ciego, y que te encona esta mundana suerte: ¡absorto ante el problema de la vida no hagas por resolver el de la muerte!... No veas el futuro, ve el presente que es sombrío también, ábrete paso... La sombra aglomerándose en mi frente, espantada retiembla y se confunde, al golpe seco de la luz interna que brota, vibra rápida y se hunde; y al ver tanto misterio que me asombra, siento que mi retina se estremece con las palpitaciones de la sombra!... »Amo el misterio. En el misterio se halla la génesis de todo. Ante el misterio el sabio pensador medita y calla; y hoy que este mundo de pavor se puebla, quiero arrojar mi idea como sonda a las profundidades de la niebla... Mas yo no callaré. ¡Sabed, hermanos, que mi voz es relámpago y azote para cruzar espaldas de tiranos... Yo de la sombra sacaré la lumbre, y de la nada sacaré el abismo, y del abismo sacaré la cumbre! »¡Oh, déspotas, temblad! Mi voz de mando será ley en la inmensa muchedumbre, que ha de ser libre o morirá luchando... ¡Oíd, pues, oíd! ¡Mi idea es fuego, y como fuego entreabre con sus toques hasta los ojos lóbregos del ciego! »Yo, que en círculo estrecho os miro a tantos, medito en vuestras ansias de riqueza y en vuestra decepción y en vuestros llantos; y al sentir el ardor de vuestras ansias pugnando en la pobreza, con fantástico sueño siento un mundo que gira alrededor de mi cabeza. ¡Oh, la igualdad! Hermanos, ¿no habéis visto al sol vertiendo rayos sobre todos? Así alumbra también el Dios del Cristo; por eso nivelados en grandeza, tenéis, ante este mundo, igual derecho de recibir el Sol sobre la frente que de tener a Dios bajo del pecho!... Tal vez, aunque me oís, entrar no puedo en vuestro corazón; tal vez la brega deseáis trabar y os contenéis con miedo; y me asesinareis con ansia impura sin poder comprenderme! Sois esclavos, porque esclavos os hizo la Natura; y si es preciso que mi sangre corra, corra también y no respete nada: la sangre limpia y borra... »Yo quiero predicar esta doctrina, porque si ella naufraga hoy en mi sangre mañana surgirá tras de la noche, cual la luz de las almas matutina que tras la obscuridad desata el broche... Yo predica igualdad; porque sin ella, en el altar no resplandece el ara, ni en el cielo la estrella; porque sin ella la conciencia es lodo, la gloria de la vida es un sarcasmo y hasta el nombre de Dios se hace un apodo! »Sin igualdad no hay luz. ¿De qué ha servido que le hayan dado al pájaro derecho a construir en cualquier campo un nido, si el hombre con sus siervos y sus reyes, no obedece al impulso de su pecho sino al mandato de infernales leyes? ¡El todo para el todo! El mundo todo es de la Humanidad; y ella, en conjunto, sola, a sí misma, gobernarse debe: que obedezca a un impulso y no a un tormento. ¡La hoja que cae y la hoja que se mueve no obedecen a otra hoja, sino al viento! ¡Oh, los pobres! El reino de la gloria les pertenece. El que ha cargado yugo tiene ya su tormento en la memoria... ¡Oh, los pobres! Los pobres que sin jugo comen el frío pan en su trabajo, son felices allá... ¡Mirad la altura! ¡Oh, qué gloria es vivir hecho un mendrugo! ¡Oh, qué gloria es vivir hecho un andrajo! »Porque rompiendo con la vida impura, los hijos del dolor se santifican cuando toman olor de sepultura!... »Crucificadme, ¿y bien? ¿Yo hablo al presente? No: yo hablo al porvenir. La igualdad sacra será el ideal de la futura gente... Crucificadme, ¿y bien? Hoy sigo hablando siempre con rigidez, siempre con calma; y miro el porvenir; y arrojo el verbo a las neblinas lóbregas del alma! Yo, el hijo del humilde carpintero, sentí latir debajo de la frente algo así como el alma de un lucero; y os hablé de pobreza y de esperanza, y si os quedó semilla en la cabeza, regadía con anhelos de grandeza, ¡que es semilla de gloria y de venganza!...» ...Y golpeó con la planta los abrojos, y sacudió la temblorosa mano, pegó los labios y entornó los ojos... Y luego se alejó mirando el cielo, tratando de olvidarse de lo humano, resbalándose apenas sobre el suelo, mustio y enflaquecido por la fiebre, siempre lánguido y siempre con su caña y sus vagos ensueños de pesebre... Y la palabra aguda y balbuciente del triste enamorado del vacío, esparció su fulgor en cada frente; y entonces irradió sobre ese Pueblo, entre ígneos lauros y lumíneas palmas, ¡la santa comunión de los principios, la eterna eucaristía de las almas!...
es
Al_Haded,Alí
XXI
Un_Haz_De_Luz_Que_Se_Filtra_Por_La_Balaustrada_De_Los_Pinos
Un haz de luz que se filtra por la balaustrada de los pinos cuando este corazón vital conjuga el verbo en tiempo de amor y crece el embrujo de la noche con la luna y su fulgor y el sándalo esparce su fragancia bendiciendo los destinos. Abunda la pasíón del poeta cuando florece la landa y extasiado el hombre mitiga su soledad con las estrellas. Las luciérnagas titilan rabiosas en señal de demanda. Cuando la landa florece de noche en el bosque hay querellas. Pero la luna se muestra jocosa y se perfuma de menta y en el estanque del bosque croando de amor reptan las ranas. Misteriosa noche de embrujo, versos, aromas y jaranas. Una melodía que nace y renace de quién sabe dónde sonidos que laten y laten en la noche que expira lenta y un poeta que conjuga el verbo apenas la tarde se esconde Abunda la pasíón del poeta cuando florece la landa y extasiado el hombre mitiga su soledad con las estrellas. Las luciérnagas titilan rabiosas en señal de demanda. Cuando la landa florece de noche en el bosque hay querellas. Pero la luna se muestra jocosa y se perfuma de menta y en el estanque del bosque croando de amor reptan las ranas. Misteriosa noche de embrujo, versos, aromas y jaranas. Una melodía que nace y renace de quién sabe dónde sonidos que laten y laten en la noche que expira lenta y un poeta que conjuga el verbo apenas la tarde se esconde Pero la luna se muestra jocosa y se perfuma de menta y en el estanque del bosque croando de amor reptan las ranas. Misteriosa noche de embrujo, versos, aromas y jaranas. Una melodía que nace y renace de quién sabe dónde sonidos que laten y laten en la noche que expira lenta y un poeta que conjuga el verbo apenas la tarde se esconde Una melodía que nace y renace de quién sabe dónde sonidos que laten y laten en la noche que expira lenta y un poeta que conjuga el verbo apenas la tarde se esconde
es
Mutis,Álvaro
<XXI
Como_Espadas_En_Desorden
Como espadas en desorden la luz recorre los campos. Islas de sombra se desvanecen e intentan, en vano, sobrevivir más lejos. Allí, de nuevo, las alcanza el fulgor del mediodía que ordena sus huestes y establece sus dominios. El hombre nada sabe de estos callados combates. Su vocación de penumbra, su costumbre de olvido, sus hábitos, en fin, y sus lacerias, le niegan el goce de esafiestaimprevista que sucede por caprichoso designio de quienes, en lo alto, lanzan los mudos dados cuya cifra jamás conoceremos. Los sabios, entretanto, predican la conformidad. Sólo los dioses saben que esta virtud incierta es otro vano intento de abolir el azar.
es
Chocano,José_Santos
<XXI
Eres_Princesa_Gentil
Eres princesa gentil del tiempo en que eí rey galante tañía en jardín fragante, su pífano pastoril. Así la flesta real sobre tus labios de flor, libando mieles de amor, vibra eterno madrigal. La gloria de tu belleza canta a los nobles señores, que se fingían pastores, hartos de tanta nobleza. Triunfas en la alegre fiesta como una abeja de oro, que danza al compás sonoro de la voluptuosa orquesta. Pastoras hay a tu lado y pastores a tus pies: la alfombra que huellas es blando césped tapizado. Bajo un sol de áureos destellos que traspasa los follajes, arreboles son los trajes y espumas los albos cuellos. Allá un pastor, que arrebata con églogas a su amante, luce anillos de diamante y brocados de oro y plata. Allá una dulce pastura que de amantes tiene rueda, mueve la crujiente seda de su falda tentadora... A un golpe sobre el atril rompe la canción galante gime el violín sollozante y retumba el tamboril; y fíngese entre la cauta fronda de vaga ilusión, la rítmica confusión de la paloma y la flauta. ¡Loado el baile! Las damas de sus galanes en brazos, atan y desatan lazos de luciérnagas y flamas... Y mientras que al centro tú sonríes, giran, en rueda, oropéndolas de seda, mariposas de tisú... Y ensayas, sacando el pie, al son de la blanda nota, inflexiones de gavota y actitudes de minué. Así la idílica fiesta, en que mezclan sus cambiantes los zigzags de los danzantes y los gluglús de la orquesta... Así la fiesta, así es digna del verso ferviente de un Virgilio decadente o de un Teócrito marqués... Tu cabellera empolvada, rima con la albura acaso de los estuches de raso que cubren tus pies de hada. Formas de suave inflexión luestra tu talle, ceñido por simbólico vestido, como abierto corazón. El abanico en tu mano a los galanes responde y ya se ríe de un conde, ya desdeña a un cortesano. Si una indiscreción te hiere, enojado tu abanico se abre y cierra, como el pico de un cisne... que canta y muere. Loado el principe augusto que, enlazando tu cintura, va paseando la hermosura escultural de tu busto. Rueda el sol al precipicio; y a los postumos fulgores, las telas multicolores son cual fuegos de artificio. Lánguidamente sus sones apagando va la orquesta; y se disuelve la ñesta en parvadas de ilusiones... 1 Tú vas dejando en los prados, tras de esa tiesta de amores, como reguero de flores, corazones deshojados... Para pedirte una flor de esas que huellan tus pies, Pan se viste de marqués y Apolo se hace pastor. ¡Cuánta memoria despierta ese tu donaire altivo!... ¡Eres el recuerdo vivo de la aristocracia muerta! 2
es
Pizarnik,Alejandra
<XXI
Historia_Antigua
En la medianoche vienen los vigías infantiles y vienen las sombras que ya tienen nombre y vienen los perdonadores de lo que cometieron mil rostros míos en la ínfima desgarradura de cada jornada.
es
Darío,Rubén
<XXI
¡Cantad,_Judíos_De_La_Pampa!
¡Cantad, judíos de la pampa! Mocetones de ruda estampa, dulces Rebecas de ojos francos, Rubenes de largas guedejas, patriarcas de cabellos blancos, y espesos como hípicas crines; cantad, cantad, Saras viejas, y adolescentes Benjamines, con voz de vuestro corazón: ¡Hemos encontrado a Sión!
es
Morales,Carlos_Javier
XXI
Yo_Cambiaré_De_Sitio,_Estoy_Casi_Seguro
Yo cambiaré de sitio, estoy casi seguro; tú, por tu juventud, es muy probable que te marches mañana a ciudades abiertas a lo nuevo y no he de reprocharte tanta obligada ausencia. ¿Quién podrá asegurar que nos veremos bajo una luz tan clara? ¿Y en qué bares nos reíremos juntos algún día y daremos por buenas, satisfactoriamente, tantas penas presentes y futuras? Es absurdo tratar de contestar, y es imposible no preguntarse siempre estas cuestiones. Olvidarás los nombres que ya no necesites en tu aventura diaria. Otro bar, otra música, otras copas te facilitarán el necesario y saludable olvido de toda mente lúcida y serena. Yo tampoco podré recordar todas las menudencias diarias de esta ciudad entrañable. Yo tan sólo podré guardar la imagen de esta tarde y conservarla limpia para siempre.
es
Gutiérrez_Nájera,Manuel
<XXI
Al_Viejo_Primate,_Las_Nubes_De_Incienso
Al viejo primate, las nubes de incienso; al héroe, los himnos; a Dios, el inmenso de bosques y mares solemne rumor; al púgil que vence, la copa murrina; al mártir, las palmas; y a ti —la heroína— las hojas de acanto y el trébol en flor. Hay versos de oro y hay notas de plata; mas busco, señora, la estrofa escarlata que sea toda sangre, la estrofa oriental: y húmedas, vivas, calientes y rojas, a mí se me tienden las trémulas hojas que en gráciles redes columpia el rosal. ¡Brotad, nuevas flores! ¡Surgid a la vida! ¡Despliega tus alas, gardenia entumida! ¡Botones, abríos! ¡Oh mirtos, arded! ¡Lucid, amapolas, los ricos briales! ¡Exúberas rosas, los pérsicos chales de sedas joyantes al aire tended! ¿Oís un murmullo que, débil, remeda el frote friolento de cauda de seda en mármoles tersos o limpio marfil? ¿Oís?...¡Es la savia fecunda que asciende, que hincha los tallos y rompe y enciende los rojos capullos del príncipe Abril! ¡Oh noble señora! La tierra te canta el salmo de vida, y a ti se levanta el germen despierto y el núbil botón, el lirio gallardo de cáliz erecto, y fúlgido, leve, vibrando, el insecto que rasga impaciente su blanda prisión. La casta azucena, cual tímida monja, inciensa tus aras; la dalia se esponja como ave impaciente que quiere volar; y astuta, prendiendo su encaje a la piedra, en corvos festones circunda la yedra, celosa y constante, señora, tu altar. El chorro del agua con ímpetu rudo, en alto su acero, brillante y desnudo, bruñido su casco, rizado el airón, y el iris por banda, buscándote salta cual joven amante que brinca a la alta velada cornisa de abierto balcón. Venid a la fronda que os brinda hospedaje ¡oh pájaros raudos de rico plumaje! Los nidos aguardan: ¡venid y cantad! Cantad a la alondra que dijo al guerrero el alba anunciando: ¡Desnuda tu acero, despierta a los tuyos... Es hora... Marchad!
es
Panero,Leopoldo
<XXI
Te_Haces_Al_Deshacerte_Más_Hermosa
Te haces al deshacerte más hermosa, lo mismo que en la nieve derretida, bajo su tersa limpidez dormida, el tiempo, vuelto espíritu, reposa. Te haces tan dulcemente tenebrosa, lago de mi montaña ensombrecida, que en tu quietud recoges hoy mi vida; mi ayer que a mi mañana se desposa. Igual que ayer cantaba a mi montaña, hoy a ti, mi honda paz, mi nieve viva, mi muerte atesorada en la costumbre canto, mientras tu tiempo te acompaña, oh, clara compañera fugitiva, hacia el desnudo mar desde la cumbre.
es
Altolaguirre,Manuel
<XXI
Memoria
¿Dónde están los recuerdos si has quedado como un desierto olvido, tú que eras vergel o bosque, campo de batalla? Si hay ojos que te vieron, que guardaron la imagen de tu muerte y tu ruina, derramen su memoria en las arenas: sangre, metal y fuego confundidos. Escenario de muerte condenado a no gozar futuras primaveras, al menos reproduce la agonía de tanta juventud sacrificada. Memoria: labra en aire las figuras de los enardecidos combatientes, y las antiguas frondas sean rivales de este recuerdo, en tan desierto olvido.
es
Rodríguez,Claudio
<XXI
Una_Mirada,_Un_Gesto
Una mirada, un gesto, cambiarán nuestra raza. Cuando actúa mi mano, tan sin entendimiento y sin gobierno, pero con errabunda resonancia, y sondea, buscando calor y compañía en este espacio en donde tantas otras han vibrado, ¿qué quiere decir? Cuántos y cuántos gestos como un sueño mañanero, pasaron. Como esa casera mueca de las figurillas de la baraja: aunque dejando herida o beso, sólo azar entrañable. Más luminoso aún que la palabra, nuestro ademán, como ella roído por el tiempo, viejo como la orilla del río, ¿qué significa? ¿Por qué desplaza el mismo aire el gesto de la entrega o del robo, el que cierra una puerta o el que la abre, el que da luz o apaga? ¿Por qué es el mismo el giro del brazo cuando siembra que cuando siega, el de amor que el de asesinato? Nosotros, tan gesteros pero tan poco alegres, raza que sólo supo tejer banderas, raza de desfiles, de fantasías y de dinastías, hagamos otras señas. No he de leer en cada palma, en cada movimiento, como antes. No puedo ahora frenar la rotación inmensa del abrazo para medir su órbita y recorrer su emocionada curva. No, no son tiempos de mirar con nostalgia esa estela infinita del paso de los hombres. Hay mucho que olvidar y más aún que esperar. Tan silencioso como el vuelo del búho, un gesto claro, de sencillo bautizo, dirá, en un aire nuevo, su nueva significación, su nuevo uso. Yo solo, si es posible, pido, cuando me llegue la hora mala, la hora de echar de menos tantos gestos queridos, tener fuerza, encontrarlos como quien halla un fósil (acaso una quijada aún con el beso trémulo) de una raza extinguida.
es
Gallego,Vicente
<XXI
Una_Historia_Vulgar
Qué extraño es de repente todo esto cuando te pasa a ti: que se arruine la carne, que el entusiasmo falle, esos dos baluartes que jamás se rindieron, ni siquiera cuando todo tembló en algún momento. La realidad te alcanza, y el mundo te parece un chicle masticado que molesta retener en la boca sin sabor. Vas llegando donde jamás pensaste que llegaras, porque no piensa el joven seriamente —y ése ha sido el regalo más grande de la vida— que su destino sea el deterioro. Es vulgar esta historia como aquellas que leías distante en los versos ajenos: otro hombre comprende que ha gastado para siempre la parte más hermosa y también la más breve de su tiempo. Es vulgar esta historia, y al mundo no le importa. Lo que tiene de nuevo es que por fin ese hombre eres tú.
es
Alonso,Dámaso
<XXI
Yo_Me_Senté_En_La_Orilla
Yo me senté en la orilla; quería preguntarte, preguntarme tu secreto; convencerme de que los ríos resbalan hacia un anhelo y viven; y que cada uno nace y muere distinto (lo mismo que a ti te llaman Carlos). Quería preguntarte, mi alma quería preguntarte por qué anhelas, hacia qué resbalas, para qué vives. Dímelo, río, y dime, di, por qué te llaman Carlos. Ah, loco, yo, loco, quería saber qué eras, quién eras (genero, especie) y qué eran, qué significaban «fluir», «fluido», «fluente»; qué instante era tu instante cuál de tus mil reflejos, tu ;reflejo absoluto yo quería indagar el último recinto de tu vida tu unicidad, esa alma de agua única, por la que te conocen por Carlos. Carlos es una tristeza, muy mansa y gris, que fluye entre edificios nobles, a Minerva sagrados y entre hangares que anuncios y consignas coronan. Y el río fluye y fluye, indiferente. A veces, suburbana, verde, una sonrisilla de hierba se distiende, pegada a la ribera. Yo me he sentado allí, sobre la hierba quemada del invierno para pensar por qué los ríos siempre anhelan futuro, como tú lento y gris. Y para preguntarte por qué te llaman Carlos. Y tu fluías, fluías, sin cesar, indiferente y no escuchabas a tu amante extático que te miraba preguntándote como miramos a nuestra primera enamorada para saber si le fluye un alma por los ojos, y si en su sima el mundo será todo luz blanca o si acaso su sonreír es sólo eso: una boca amarga que besa. Así te preguntaba: como le preguntamos a Dios en la sombra de los quince años, entre fiebres oscuras y los días—qué verano— tan lentos. Yo quería que me revelaras el secreto de la vida y de tu vida, y por qué te llamaban Carlos. Yo no sé por qué me he puesto tan triste, contemplando el fluir de este río Un río es agua, lágrimas: mas no sé quién las llora. El río Carlos es una tristeza gris, mas no sé quién la llora. Pero sé que la tristeza es gris y fluye. Porque sólo fluye en el mundo la tristeza. Todo lo que fluye es lágrimas. Todo lo que fluye es tristeza, y no sabemos de dónde viene la tristeza. Como yo no sé quién te llora, río Carlos, como yo no sé por qué eres una tristeza ni por qué te llaman Carlos. Era bien de mañana cuando yo me he sentado a contemplar el misterio fluyente de este río, y he pasado muchas horas preguntándome, preguntándote. Preguntando a este río, gris lo mismo que un dios; preguntándome, como se le pregunta a un dios triste: ¿qué buscan los ríos?, ¿qué es un río? Dime, dime qué eres, qué buscas, río, y por qué te llaman Carlos. Y ahora me fluye dentro una tristeza, un río de tristeza gris, con lentos puentes grises, como estructuras funerales grises. Tengo frío en el alma y en los pies. Y el sol se pone. Ha debido pasar mucho tiempo. Ha debido pasar el tiempo lento, lento, minutos, siglos, eras. Ha debido pasar toda la pena del mundo, como un tiempo lentísimo. Han debido pasar todas las lágrimas del mundo, como un río indiferente. Ha debido pasar mucho tiempo, amigos míos, mucho tiempo desde que yo me senté aquí en la orilla, a orillas de esta tristeza, de este río al que le llamaban Dámaso, digo, Carlos. Quería preguntarte, mi alma quería preguntarte por qué anhelas, hacia qué resbalas, para qué vives. Dímelo, río, y dime, di, por qué te llaman Carlos. Ah, loco, yo, loco, quería saber qué eras, quién eras (genero, especie) y qué eran, qué significaban «fluir», «fluido», «fluente»; qué instante era tu instante cuál de tus mil reflejos, tu ;reflejo absoluto yo quería indagar el último recinto de tu vida tu unicidad, esa alma de agua única, por la que te conocen por Carlos. Carlos es una tristeza, muy mansa y gris, que fluye entre edificios nobles, a Minerva sagrados y entre hangares que anuncios y consignas coronan. Y el río fluye y fluye, indiferente. A veces, suburbana, verde, una sonrisilla de hierba se distiende, pegada a la ribera. Yo me he sentado allí, sobre la hierba quemada del invierno para pensar por qué los ríos siempre anhelan futuro, como tú lento y gris. Y para preguntarte por qué te llaman Carlos. Y tu fluías, fluías, sin cesar, indiferente y no escuchabas a tu amante extático que te miraba preguntándote como miramos a nuestra primera enamorada para saber si le fluye un alma por los ojos, y si en su sima el mundo será todo luz blanca o si acaso su sonreír es sólo eso: una boca amarga que besa. Así te preguntaba: como le preguntamos a Dios en la sombra de los quince años, entre fiebres oscuras y los días—qué verano— tan lentos. Yo quería que me revelaras el secreto de la vida y de tu vida, y por qué te llamaban Carlos. Yo no sé por qué me he puesto tan triste, contemplando el fluir de este río Un río es agua, lágrimas: mas no sé quién las llora. El río Carlos es una tristeza gris, mas no sé quién la llora. Pero sé que la tristeza es gris y fluye. Porque sólo fluye en el mundo la tristeza. Todo lo que fluye es lágrimas. Todo lo que fluye es tristeza, y no sabemos de dónde viene la tristeza. Como yo no sé quién te llora, río Carlos, como yo no sé por qué eres una tristeza ni por qué te llaman Carlos. Era bien de mañana cuando yo me he sentado a contemplar el misterio fluyente de este río, y he pasado muchas horas preguntándome, preguntándote. Preguntando a este río, gris lo mismo que un dios; preguntándome, como se le pregunta a un dios triste: ¿qué buscan los ríos?, ¿qué es un río? Dime, dime qué eres, qué buscas, río, y por qué te llaman Carlos. Y ahora me fluye dentro una tristeza, un río de tristeza gris, con lentos puentes grises, como estructuras funerales grises. Tengo frío en el alma y en los pies. Y el sol se pone. Ha debido pasar mucho tiempo. Ha debido pasar el tiempo lento, lento, minutos, siglos, eras. Ha debido pasar toda la pena del mundo, como un tiempo lentísimo. Han debido pasar todas las lágrimas del mundo, como un río indiferente. Ha debido pasar mucho tiempo, amigos míos, mucho tiempo desde que yo me senté aquí en la orilla, a orillas de esta tristeza, de este río al que le llamaban Dámaso, digo, Carlos. Ah, loco, yo, loco, quería saber qué eras, quién eras (genero, especie) y qué eran, qué significaban «fluir», «fluido», «fluente»; qué instante era tu instante cuál de tus mil reflejos, tu ;reflejo absoluto yo quería indagar el último recinto de tu vida tu unicidad, esa alma de agua única, por la que te conocen por Carlos. Carlos es una tristeza, muy mansa y gris, que fluye entre edificios nobles, a Minerva sagrados y entre hangares que anuncios y consignas coronan. Y el río fluye y fluye, indiferente. A veces, suburbana, verde, una sonrisilla de hierba se distiende, pegada a la ribera. Yo me he sentado allí, sobre la hierba quemada del invierno para pensar por qué los ríos siempre anhelan futuro, como tú lento y gris. Y para preguntarte por qué te llaman Carlos. Y tu fluías, fluías, sin cesar, indiferente y no escuchabas a tu amante extático que te miraba preguntándote como miramos a nuestra primera enamorada para saber si le fluye un alma por los ojos, y si en su sima el mundo será todo luz blanca o si acaso su sonreír es sólo eso: una boca amarga que besa. Así te preguntaba: como le preguntamos a Dios en la sombra de los quince años, entre fiebres oscuras y los días—qué verano— tan lentos. Yo quería que me revelaras el secreto de la vida y de tu vida, y por qué te llamaban Carlos. Yo no sé por qué me he puesto tan triste, contemplando el fluir de este río Un río es agua, lágrimas: mas no sé quién las llora. El río Carlos es una tristeza gris, mas no sé quién la llora. Pero sé que la tristeza es gris y fluye. Porque sólo fluye en el mundo la tristeza. Todo lo que fluye es lágrimas. Todo lo que fluye es tristeza, y no sabemos de dónde viene la tristeza. Como yo no sé quién te llora, río Carlos, como yo no sé por qué eres una tristeza ni por qué te llaman Carlos. Era bien de mañana cuando yo me he sentado a contemplar el misterio fluyente de este río, y he pasado muchas horas preguntándome, preguntándote. Preguntando a este río, gris lo mismo que un dios; preguntándome, como se le pregunta a un dios triste: ¿qué buscan los ríos?, ¿qué es un río? Dime, dime qué eres, qué buscas, río, y por qué te llaman Carlos. Y ahora me fluye dentro una tristeza, un río de tristeza gris, con lentos puentes grises, como estructuras funerales grises. Tengo frío en el alma y en los pies. Y el sol se pone. Ha debido pasar mucho tiempo. Ha debido pasar el tiempo lento, lento, minutos, siglos, eras. Ha debido pasar toda la pena del mundo, como un tiempo lentísimo. Han debido pasar todas las lágrimas del mundo, como un río indiferente. Ha debido pasar mucho tiempo, amigos míos, mucho tiempo desde que yo me senté aquí en la orilla, a orillas de esta tristeza, de este río al que le llamaban Dámaso, digo, Carlos. Carlos es una tristeza, muy mansa y gris, que fluye entre edificios nobles, a Minerva sagrados y entre hangares que anuncios y consignas coronan. Y el río fluye y fluye, indiferente. A veces, suburbana, verde, una sonrisilla de hierba se distiende, pegada a la ribera. Yo me he sentado allí, sobre la hierba quemada del invierno para pensar por qué los ríos siempre anhelan futuro, como tú lento y gris. Y para preguntarte por qué te llaman Carlos. Y tu fluías, fluías, sin cesar, indiferente y no escuchabas a tu amante extático que te miraba preguntándote como miramos a nuestra primera enamorada para saber si le fluye un alma por los ojos, y si en su sima el mundo será todo luz blanca o si acaso su sonreír es sólo eso: una boca amarga que besa. Así te preguntaba: como le preguntamos a Dios en la sombra de los quince años, entre fiebres oscuras y los días—qué verano— tan lentos. Yo quería que me revelaras el secreto de la vida y de tu vida, y por qué te llamaban Carlos. Yo no sé por qué me he puesto tan triste, contemplando el fluir de este río Un río es agua, lágrimas: mas no sé quién las llora. El río Carlos es una tristeza gris, mas no sé quién la llora. Pero sé que la tristeza es gris y fluye. Porque sólo fluye en el mundo la tristeza. Todo lo que fluye es lágrimas. Todo lo que fluye es tristeza, y no sabemos de dónde viene la tristeza. Como yo no sé quién te llora, río Carlos, como yo no sé por qué eres una tristeza ni por qué te llaman Carlos. Era bien de mañana cuando yo me he sentado a contemplar el misterio fluyente de este río, y he pasado muchas horas preguntándome, preguntándote. Preguntando a este río, gris lo mismo que un dios; preguntándome, como se le pregunta a un dios triste: ¿qué buscan los ríos?, ¿qué es un río? Dime, dime qué eres, qué buscas, río, y por qué te llaman Carlos. Y ahora me fluye dentro una tristeza, un río de tristeza gris, con lentos puentes grises, como estructuras funerales grises. Tengo frío en el alma y en los pies. Y el sol se pone. Ha debido pasar mucho tiempo. Ha debido pasar el tiempo lento, lento, minutos, siglos, eras. Ha debido pasar toda la pena del mundo, como un tiempo lentísimo. Han debido pasar todas las lágrimas del mundo, como un río indiferente. Ha debido pasar mucho tiempo, amigos míos, mucho tiempo desde que yo me senté aquí en la orilla, a orillas de esta tristeza, de este río al que le llamaban Dámaso, digo, Carlos. Y tu fluías, fluías, sin cesar, indiferente y no escuchabas a tu amante extático que te miraba preguntándote como miramos a nuestra primera enamorada para saber si le fluye un alma por los ojos, y si en su sima el mundo será todo luz blanca o si acaso su sonreír es sólo eso: una boca amarga que besa. Así te preguntaba: como le preguntamos a Dios en la sombra de los quince años, entre fiebres oscuras y los días—qué verano— tan lentos. Yo quería que me revelaras el secreto de la vida y de tu vida, y por qué te llamaban Carlos. Yo no sé por qué me he puesto tan triste, contemplando el fluir de este río Un río es agua, lágrimas: mas no sé quién las llora. El río Carlos es una tristeza gris, mas no sé quién la llora. Pero sé que la tristeza es gris y fluye. Porque sólo fluye en el mundo la tristeza. Todo lo que fluye es lágrimas. Todo lo que fluye es tristeza, y no sabemos de dónde viene la tristeza. Como yo no sé quién te llora, río Carlos, como yo no sé por qué eres una tristeza ni por qué te llaman Carlos. Era bien de mañana cuando yo me he sentado a contemplar el misterio fluyente de este río, y he pasado muchas horas preguntándome, preguntándote. Preguntando a este río, gris lo mismo que un dios; preguntándome, como se le pregunta a un dios triste: ¿qué buscan los ríos?, ¿qué es un río? Dime, dime qué eres, qué buscas, río, y por qué te llaman Carlos. Y ahora me fluye dentro una tristeza, un río de tristeza gris, con lentos puentes grises, como estructuras funerales grises. Tengo frío en el alma y en los pies. Y el sol se pone. Ha debido pasar mucho tiempo. Ha debido pasar el tiempo lento, lento, minutos, siglos, eras. Ha debido pasar toda la pena del mundo, como un tiempo lentísimo. Han debido pasar todas las lágrimas del mundo, como un río indiferente. Ha debido pasar mucho tiempo, amigos míos, mucho tiempo desde que yo me senté aquí en la orilla, a orillas de esta tristeza, de este río al que le llamaban Dámaso, digo, Carlos. Yo no sé por qué me he puesto tan triste, contemplando el fluir de este río Un río es agua, lágrimas: mas no sé quién las llora. El río Carlos es una tristeza gris, mas no sé quién la llora. Pero sé que la tristeza es gris y fluye. Porque sólo fluye en el mundo la tristeza. Todo lo que fluye es lágrimas. Todo lo que fluye es tristeza, y no sabemos de dónde viene la tristeza. Como yo no sé quién te llora, río Carlos, como yo no sé por qué eres una tristeza ni por qué te llaman Carlos. Era bien de mañana cuando yo me he sentado a contemplar el misterio fluyente de este río, y he pasado muchas horas preguntándome, preguntándote. Preguntando a este río, gris lo mismo que un dios; preguntándome, como se le pregunta a un dios triste: ¿qué buscan los ríos?, ¿qué es un río? Dime, dime qué eres, qué buscas, río, y por qué te llaman Carlos. Y ahora me fluye dentro una tristeza, un río de tristeza gris, con lentos puentes grises, como estructuras funerales grises. Tengo frío en el alma y en los pies. Y el sol se pone. Ha debido pasar mucho tiempo. Ha debido pasar el tiempo lento, lento, minutos, siglos, eras. Ha debido pasar toda la pena del mundo, como un tiempo lentísimo. Han debido pasar todas las lágrimas del mundo, como un río indiferente. Ha debido pasar mucho tiempo, amigos míos, mucho tiempo desde que yo me senté aquí en la orilla, a orillas de esta tristeza, de este río al que le llamaban Dámaso, digo, Carlos. Era bien de mañana cuando yo me he sentado a contemplar el misterio fluyente de este río, y he pasado muchas horas preguntándome, preguntándote. Preguntando a este río, gris lo mismo que un dios; preguntándome, como se le pregunta a un dios triste: ¿qué buscan los ríos?, ¿qué es un río? Dime, dime qué eres, qué buscas, río, y por qué te llaman Carlos. Y ahora me fluye dentro una tristeza, un río de tristeza gris, con lentos puentes grises, como estructuras funerales grises. Tengo frío en el alma y en los pies. Y el sol se pone. Ha debido pasar mucho tiempo. Ha debido pasar el tiempo lento, lento, minutos, siglos, eras. Ha debido pasar toda la pena del mundo, como un tiempo lentísimo. Han debido pasar todas las lágrimas del mundo, como un río indiferente. Ha debido pasar mucho tiempo, amigos míos, mucho tiempo desde que yo me senté aquí en la orilla, a orillas de esta tristeza, de este río al que le llamaban Dámaso, digo, Carlos. Y ahora me fluye dentro una tristeza, un río de tristeza gris, con lentos puentes grises, como estructuras funerales grises. Tengo frío en el alma y en los pies. Y el sol se pone. Ha debido pasar mucho tiempo. Ha debido pasar el tiempo lento, lento, minutos, siglos, eras. Ha debido pasar toda la pena del mundo, como un tiempo lentísimo. Han debido pasar todas las lágrimas del mundo, como un río indiferente. Ha debido pasar mucho tiempo, amigos míos, mucho tiempo desde que yo me senté aquí en la orilla, a orillas de esta tristeza, de este río al que le llamaban Dámaso, digo, Carlos.
es
Martí,José
<XXI
Tiene_El_Alma_Del_Poeta
Tiene el alma del poeta Extrañeza singular: Si en su paso encuentra al hombre El poeta da en llorar. Con la voz de un niño tiembla, Es de amor, y al amor va— Un amor que no se estrecha En un límite carnal. La corteza corrompida El fruto corromperá. Del amor de hembra no fío Si su hoguera han de alumbrar El quemante sol de estío O el sol pálido autumnal: ¡Primavera —primavera, Madre de felicidad!
es
Carranza,Eduardo
<XXI
Madrigal_Con_Un_Trébol
Corté en tu sangre un trébol de cuatro hojas y desleí un lucero en tus cabellos. Por ti dejé mi reino tenebroso. Por ti me fui a la guerra y con tu cifra, y una ráfaga azul sobre la frente entrando en el futuro como el viento a conquistar la luz y una sortija. (El día como un leopardo en una red de flores y relámpagos me vio). Por ti me fui a libertar el agua para hacer en la alcoba un surtidor y fundar en tu pecho una campana. Por ti me fui cantando y suspirando a cortar una rama del mirto amanecido en la ventana. Mi corazón te sigue como un león, como un perro o el cielo, un río. el sol... como camina, absorta, la esperanza.
es
Gil_Segura,F._Javier
XXI
Treinta_Y_Siete_Días
Sostienes mi mirada y la dejas caer sobre tus labios, y en el hueco entre tus dientes. Esparcí sal sobre el suelo, y con tu paciente fe brotó el tallo, fresco y bello, de un recuerdo inimaginado. Y uno tras otro, se apilan constituyendo el firme manto que me cubre cuando quiero huir de las ácidas miradas de la gente, a la que casi nunca entiendo. Trepo, cruzo el muro por ver el brillo oculto de un cielo naranja, bello, con o sin estrellas. Bajo él me estremezco, con el cálido compás de nuestro roce, azotado, incansablemente, por el viento del norte. Sostienes mi mirada como la primera vez, y la cierras con tus labios. Me asombras.
es
Benedetti,Mario
<XXI
Vaya_Uno_A_Saber
Amiga la calle de sol tempranero se transforma de pronto en atajo bordeado de muros vegetales el rascacielos da la visión despiadada de un acantilado de poder los colectivos pasan raudos como benignos rinocerontes y en un remoto bastidor de cielo las nubes son sencillamente nubes la muchacha cargada de paquetes es una hormiga demasiado obvia y en consecuencia la descarto pero el lisiado de noble rostro ése sí avanza como un cangrejo la monjita joven de mejillas ardientes crece como un hongo sin permiso el hollín va siendo lentamente rocío y el olor a petróleo se convierte en jazmín y todo eso por qué sencillamente porque en la primera línea pensé en vos amiga
es
Hernández,Consuelo
XXI
Sol_Entero
Sol entero, en el silencio de tu luz horadas cada una de mis dos mitades de tu semilla nace la dulzura y la amargura de mis frutos yo también de tu semilla crezco. Te descuelgas entre las hojas dibujando figuras transeúntes en las páginas de mi vida. El viento te atalaya te obliga a delinear tus geometrías sabes a fuego y llama cuando acaricias la nube tú y mis aguas yo te siento... Descompones los colores de los prismas atraviesas mi río como un cuchillo de luz tú y el aire, yo te pienso. Pienso la luz que haga más clara y larga mi sonrisa. Inventemos llamaradas en los parques lancémonos al abismo del tiempo y sus criaturas temblor de rayos rotos humor de eternidades hasta ti viajo por la luminosa escala de tus rayos. ¡Yo te deseo! Dánzame con tu luz acaricia mi piel invisible como el agua en la música del arpa mis senos se hinchan de placer porque tú iluminas más que todos los hombres que me aman, porque tu entrar en mi cuerpo llena mucho más que la oquedad de mi vagina. Bésame la piel amigo mío calienta estas colinas que el invierno visitó con sus heladas... Me bebo tu luz me ensalmo en tus auroras y me salvo en tus ocasos en esta solitaria orilla desvalida ciudad de oficinistas públicos, de políticos de turno del "cuándo" y el "por cuánto"... Pero tú eres distinto por nada te ofreces amante renovado hogar de los Cristos y los Budas de ti me lleno y comparto con los pordioseros de la oscuridad con los mendigos de las tinieblas el vapor generoso que me tiendes las figuras de colores fugitivos que dibujas donde alcanza la mirada. Te descuelgas entre las hojas dibujando figuras transeúntes en las páginas de mi vida. El viento te atalaya te obliga a delinear tus geometrías sabes a fuego y llama cuando acaricias la nube tú y mis aguas yo te siento... Descompones los colores de los prismas atraviesas mi río como un cuchillo de luz tú y el aire, yo te pienso. Pienso la luz que haga más clara y larga mi sonrisa. Inventemos llamaradas en los parques lancémonos al abismo del tiempo y sus criaturas temblor de rayos rotos humor de eternidades hasta ti viajo por la luminosa escala de tus rayos. ¡Yo te deseo! Dánzame con tu luz acaricia mi piel invisible como el agua en la música del arpa mis senos se hinchan de placer porque tú iluminas más que todos los hombres que me aman, porque tu entrar en mi cuerpo llena mucho más que la oquedad de mi vagina. Bésame la piel amigo mío calienta estas colinas que el invierno visitó con sus heladas... Me bebo tu luz me ensalmo en tus auroras y me salvo en tus ocasos en esta solitaria orilla desvalida ciudad de oficinistas públicos, de políticos de turno del "cuándo" y el "por cuánto"... Pero tú eres distinto por nada te ofreces amante renovado hogar de los Cristos y los Budas de ti me lleno y comparto con los pordioseros de la oscuridad con los mendigos de las tinieblas el vapor generoso que me tiendes las figuras de colores fugitivos que dibujas donde alcanza la mirada. Descompones los colores de los prismas atraviesas mi río como un cuchillo de luz tú y el aire, yo te pienso. Pienso la luz que haga más clara y larga mi sonrisa. Inventemos llamaradas en los parques lancémonos al abismo del tiempo y sus criaturas temblor de rayos rotos humor de eternidades hasta ti viajo por la luminosa escala de tus rayos. ¡Yo te deseo! Dánzame con tu luz acaricia mi piel invisible como el agua en la música del arpa mis senos se hinchan de placer porque tú iluminas más que todos los hombres que me aman, porque tu entrar en mi cuerpo llena mucho más que la oquedad de mi vagina. Bésame la piel amigo mío calienta estas colinas que el invierno visitó con sus heladas... Me bebo tu luz me ensalmo en tus auroras y me salvo en tus ocasos en esta solitaria orilla desvalida ciudad de oficinistas públicos, de políticos de turno del "cuándo" y el "por cuánto"... Pero tú eres distinto por nada te ofreces amante renovado hogar de los Cristos y los Budas de ti me lleno y comparto con los pordioseros de la oscuridad con los mendigos de las tinieblas el vapor generoso que me tiendes las figuras de colores fugitivos que dibujas donde alcanza la mirada. Inventemos llamaradas en los parques lancémonos al abismo del tiempo y sus criaturas temblor de rayos rotos humor de eternidades hasta ti viajo por la luminosa escala de tus rayos. ¡Yo te deseo! Dánzame con tu luz acaricia mi piel invisible como el agua en la música del arpa mis senos se hinchan de placer porque tú iluminas más que todos los hombres que me aman, porque tu entrar en mi cuerpo llena mucho más que la oquedad de mi vagina. Bésame la piel amigo mío calienta estas colinas que el invierno visitó con sus heladas... Me bebo tu luz me ensalmo en tus auroras y me salvo en tus ocasos en esta solitaria orilla desvalida ciudad de oficinistas públicos, de políticos de turno del "cuándo" y el "por cuánto"... Pero tú eres distinto por nada te ofreces amante renovado hogar de los Cristos y los Budas de ti me lleno y comparto con los pordioseros de la oscuridad con los mendigos de las tinieblas el vapor generoso que me tiendes las figuras de colores fugitivos que dibujas donde alcanza la mirada. Dánzame con tu luz acaricia mi piel invisible como el agua en la música del arpa mis senos se hinchan de placer porque tú iluminas más que todos los hombres que me aman, porque tu entrar en mi cuerpo llena mucho más que la oquedad de mi vagina. Bésame la piel amigo mío calienta estas colinas que el invierno visitó con sus heladas... Me bebo tu luz me ensalmo en tus auroras y me salvo en tus ocasos en esta solitaria orilla desvalida ciudad de oficinistas públicos, de políticos de turno del "cuándo" y el "por cuánto"... Pero tú eres distinto por nada te ofreces amante renovado hogar de los Cristos y los Budas de ti me lleno y comparto con los pordioseros de la oscuridad con los mendigos de las tinieblas el vapor generoso que me tiendes las figuras de colores fugitivos que dibujas donde alcanza la mirada. Bésame la piel amigo mío calienta estas colinas que el invierno visitó con sus heladas... Me bebo tu luz me ensalmo en tus auroras y me salvo en tus ocasos en esta solitaria orilla desvalida ciudad de oficinistas públicos, de políticos de turno del "cuándo" y el "por cuánto"... Pero tú eres distinto por nada te ofreces amante renovado hogar de los Cristos y los Budas de ti me lleno y comparto con los pordioseros de la oscuridad con los mendigos de las tinieblas el vapor generoso que me tiendes las figuras de colores fugitivos que dibujas donde alcanza la mirada. Me bebo tu luz me ensalmo en tus auroras y me salvo en tus ocasos en esta solitaria orilla desvalida ciudad de oficinistas públicos, de políticos de turno del "cuándo" y el "por cuánto"... Pero tú eres distinto por nada te ofreces amante renovado hogar de los Cristos y los Budas de ti me lleno y comparto con los pordioseros de la oscuridad con los mendigos de las tinieblas el vapor generoso que me tiendes las figuras de colores fugitivos que dibujas donde alcanza la mirada. Pero tú eres distinto por nada te ofreces amante renovado hogar de los Cristos y los Budas de ti me lleno y comparto con los pordioseros de la oscuridad con los mendigos de las tinieblas el vapor generoso que me tiendes las figuras de colores fugitivos que dibujas donde alcanza la mirada.
es
Rasch_Isla,Miguel
<XXI
La_Enemiga
Cruzaste junto a mí. Fulgió en tu dura mirada una expresión luciferina, y lo mismo que el áspid a la encina, se enroscó mi deseo a tu cintura. No sé si fue placer o fue tortura, más al verte desnuda en mi retina sentí que causa vértigo y fascina, como los precipicios, tu hermosura. Te alejaste dejando en el ambiente el olor con que siempre nos acosa la manzana que brinda la serpiente. Y comprendí que guardas codiciosa, para festín de un púgil reincidente, tu ensimismada doncellez ociosa.
es
Llorente_Benito,Luis
XXI
Tu_Voz_Es_Un_Naufragio_En_El_Mar_Del_Amor
Tu voz es un naufragio en el mar del amor. Tu voz dulce es sostenida en el silencio, y tiemblo al oírte (siento un escalofrío que me invade el cuerpo, una especie de descarga que me inunda de amor: palpita la sangre en el rincón escondido del tiempo, donde mi vida es todo lo que tengo). La memoria de tu voz es perpetua, como un poema intenso que sólo acaba en la muerte, que no acaba si no quiero. Y tus labios (ausentes) son deseados con amor verdadero a este lado de aquella conversación por teléfono móvil.
es
Pombo,Rafael
<XXI
¿Somos_Felices?
¡Libres como dos almas, sin más freno Que nuestro mismo amor sublime y santo, Y solos, tú conmigo y yo contigo; Solos, con Dios por único testigo, Y en plena juventud, y amando tanto! ¡Sin un remordimiento! Sin una sombra fúnebre que empañe Nuestro resplandeciente firmamento, Sin una sola duda que acibare La copa que a la par saboreamos. Sin un temor que a disputarnos venga El porvenir entero, tuyo y mío, Que a la célica luz de tu sonrisa Con ensueños dulcísimos poblamos. Sin más dolor que nos empape en llanto Que esta horrible delicia, esta agonía, Este dolor de Dios, de amarnos tanto. Sin más peso que abrume, Dos senos de veinte años, grandes, bellos, Que un corazón golpeando convulsivo, Contra otro amado corazón amante! ¡Sin más grito que el te amo delirante Que clama sin cesar del fondo de ellos! ¡Ah! si tan sumo bien no es más que un nombre ¿En dónde estás, felicidad del hombre? Ese cielo de nácar, esta brisa, Que en tu hálito de flores Asciende a perfumarse enamorada; Ese sol que a la orilla del abismo Se suspendió un instante a dar al mundo La cita del mejor de los amores; Esta hora bendita que Dios mismo Hizo, para que en ella Piadosos invocásemos su nombre. Porque es la hora en que la muerte es dulce Y en que el Señor perdona siempre al hombre; La fe que arde en tus ojos, La fuerza inmensa de un cariño inmenso Que enlaza nuestros brazos, esta santa Gloriosa soledad que nos circunda; Esta encantada atmósfera de vida Que con alma y con labios aspiramos, Esta íntima conciencia Que el corazón inunda De la verdad del bien que disfrutamos; El universo entero Que nos sonríe. Dios que nos bendice, ¿Serán un sueño, idolatrada mía? ¡Qué! ¿todo el bien que vemos, Todo el bien que palpamos y sentimos, A una voz nos dice Que somos venturosos? ¡Venturosos Cuánto a Dios le pedimos! Tan venturosos cuanto ser podemos, Tan venturosos como nunca fuimos, Tan venturosos ¡ay! que años tras años Al acordarnos de hoy... ¡si lloraremos! te amo Y ¿por qué no morimos este día? ¿Por qué el placer como el dolor no mata? ¿Por qué ha de ser preciso Que dos inofensivos corazones Que hoy la copa escancian del paraíso Cejen mañana ante la fuerza impía Que de los labios mismos la arrebata Tibia al amor del beso todavía? ¿Por qué hemos de apartarnos, Por qué, adorada mía? ¿Para que acaso en lóbrego futuro Me llores fiel o te maldiga ingrata? ¡Antes que el alma olvide, Antes que el labio niegue Esto que al cielo juro Antes que al mismo cielo desafíe, Un corazón que infame De su más dulce dádiva reniegue, ¡Alma de mi alma! ¡vida de mi vida! Si eres feliz cuando mi bien te llamo, Si sientes lo que siento, Si me amas cual te amo, Si cual yo me estremezco te estremeces Al posible sombrío del mañana... ¿Quieres morir, morir así, conmigo? ¡Salvar dolor... vejez... fealdad... miseria! ¡Robar su presa al monstruo...! Y cual dos olas que a la par nacieron Para morir al abrazarse, y corren, Y de delicia trémulas se alcanzan, Y felices suspiran Cuando al ganar la playa tersa y blanda En un beso nupcial se unen y expiran, Deja que así los últimos latidos De la felicidad, últimos sean De la vida mortal, ¡ídolo mío! Ángel caíste a mis brazos, ángel quiero Devolverte a los cielos. Yo haré dulce Tu sueño, casta niña, como el sueño Del querub que al arrullo de la madre Pasa dormido de la tierra al cielo. Si esta es nuestra hora, deliciosa hora Para morir en ella... Vino, huye, Pronto se escapará... y al escaparse ¿Qué más tendrá la vida que ofrecernos, Sino un recuerdo vano, ansias crueles, En pos del imposible, odiosas dudas, Profanas alegrías, desengaños? ¡El mundo entero, el tiempo, la distancia, Todo, todo, alma mía, conjurado Para dejarnos pronto! Donde hubo corazón, piedra y cenizas, Mas ese es el deber, ansiar la dicha, Y una vez que logramos poseerla Perderla para siempre, y para siempre Lamentarla sin fruto... En tanto avanza El tiempo inexorable, y son sepulcros Las huellas de sus pies. El sol se ha hundido, Despliega ya la noche tormentosa Su negro pabellón: cada latido De nuestros inocentes corazones Tal vez les dice en tanto, virgen mía, Que se acerca otra noche, horrenda, ingrata, En que han de destilarse, uno para otro, En vez de amor, acíbar y veneno. ¡Oh, yo te hago llorar, perdón, tú lloras! Y llorando me aprietas convulsiva Contra tu corazón, cual desafiando Al que a robarme de tus brazos venga. ¡Oh dulce, oh noble, oh generosa amiga! Qué ingrato soy contigo, mas, escucha: No soy yo, es un mal genio que aquí siento Que hace de las delicias de los cielos El peor de los suplicios. Es, escucha, Que te amo, te idolatro, tanto, tanto, Con tan inmenso afecto, que la vida Para ti no me basta, y lo ansío todo, El mundo, el cielo, el caos... ¡otro beso...! Noche del corazón que ni un rayo de cólera alumbra, Desolación mortal que Dios mismo parece esquivar, Cadáver que a un tiempo rechazan el mundo y la tumba, Y entre el mundo y la tumba con fantasmas batiéndote vas. mi bien posible mañana...
es
Vadillo_Omaña,Gabriela
XXI
Soledad
Qué obscuras son las noches solitarias. En el silencio de la noche tu recuerdo me llega. Me abrazo a él para no sentirme tan sola. Qué largas son las noches cuando solo tengo tu recuerdo. Sin ti el mundo se vuelve tan ajeno... ya no se reír, no se soñar, apenas vivo. No quiero que amanezca, no quiero recordar que te he perdido... sin saber cómo... sin saber dónde. En el silencio de la noche tu recuerdo me llena. Me abrazo a él para no sentirme tan sola. Qué largas son las noches cuando solo tengo tu recuerdo. Sin ti el mundo se vuelve tan ajeno... ya no se reír, no se soñar, apenas vivo. No quiero que amanezca, no quiero recordar que te he perdido... sin saber cómo... sin saber dónde. En el silencio de la noche tu recuerdo me llena. Sin ti el mundo se vuelve tan ajeno... ya no se reír, no se soñar, apenas vivo. No quiero que amanezca, no quiero recordar que te he perdido... sin saber cómo... sin saber dónde. En el silencio de la noche tu recuerdo me llena. No quiero que amanezca, no quiero recordar que te he perdido... sin saber cómo... sin saber dónde. En el silencio de la noche tu recuerdo me llena. En el silencio de la noche tu recuerdo me llena.
es
Casal,Julián_del
<XXI
Tez_De_Ámbar,_Labios_Rojos
Tez de ámbar, labios rojos, Pupilas de terciopelo Que más que el azul del cielo Ven del mundo los abrojos. Cabellera azabachada Que, en ligera ondulación, Como velo de crespón Cubre su frente tostada. Ceño que a veces arruga, Abriendo en sus alma una herida, La realidad de la vida O de una ilusión la fuga. Mejillas suaves de raso En que la vida fundiera La palidez de la cera, La púrpura del ocaso. ¿Su boca? Rojo clavel Quemado por el estío, Mas donde vierte el hastío Gotas amargas de hiel. Seno en que el dolor habita De una ilusión engañosa, Como negra mariposa En fragante margarita. Manos que para el laurel Que a alcanzar su genio aspira, Ora recorren la lira, Ora mueven el pincel. ¡Doce años! Mas sus facciones Veló ya de honda amargura La tristeza prematura De los grandes corazones.
es
Diego,Gerardo
<XXI
Mujer_De_Ausencia
Mujer de ausencia, escultura de música en el tiempo. Cuando modelo el busto faltan los pies y el rostro se deshizo. Ni el retrato me fija con su química el momento justo. Es un silencio muerto en la infinita melodía. Mujer de ausencia, estatua de sal que se disuelve, y la tortura de forma sin materia.
es
Flórez,Julio
<XXI
Hoy_Vives_Del_Ayer,_Hilos_De_Plata
Hoy vives del ayer, hilos de plata crecen en confusión con las oscuras hebras de tus cabellos: prematuras hojas de otoño en tan frondosa mata. En tus ojos dormidos se retrata la visión de tus muertas aventuras, y en tus labios, exentos de amarguras, vibra el verso con voz de catarata. Al verte junto al mar, meditabundo, reconcentrado ha tiempos en ti mismo, lejos de las catástrofes del mundo, pienso que vives descifrando, a solas, el poema de estrellas del abismo o el monólogo eterno de las olas.
es
Altolaguirre,Manuel
<XXI
Ese_Mar,_Amarillo,_Acido,_En_Donde
Ese mar, amarillo, ácido, en donde un solo barco de bambú ofrece, al coro de las islas invitadas mercancías y en donde son bordados, no con vida, peces y nadadores, vio aquel día al sol astado con doce rayos gruesos, prohibiendo enérgico a las aves sus torpes vuelos femeninos.
es
Caro,Miguel_Antonio
<XXI
¿Qué_Importa_Que_La_Oveja_Acongojada
¿Qué importa que la oveja acongojada en noche y soledad vague perdida? Tu amante corazón sus pasos cuida, y por ti, Buen Pastor, será salvada. Oigo tu voz que al ánima cansada con alivio dulcísimo convida; yo sé que eres la fuente de la vida que a la infancia nos vuelve inmaculada. Tú permites que humilde peregrino que tu nombre invocó, de angustia lleno, al caer en el áspero camino, recobre, al despertar, candor sereno purificado por tu amor divino, y en paz descanse en tu adorable seno.
es
Pardo_García,Germán
<XXI
Al_Viento_De_Junio
Aire de junio. Trémula dulzura del claro junio que corona el día, con el candor y la sabiduría del lirio abierto en la mañana pura. Aire que en sus templanzas apresura el cántico de Luz de la alegría; orea el trigo de la eucaristía y dulcifica el pan de la ternura. Por ti, aire de junio, soy tan leve como las nubes que tu paso mueve. Tú me difundes en la claridad y me dejas el alma desasida, flotando entre las glorias de la vida y los asombros de la eternidad.
es
Chocano,José_Santos
<XXI
Es_La_Pampa_Hecha_Hombre;_En_Un_Pedazo
Es la Pampa hecha hombre; en un pedazo de brava tierra sobre el sol tendida. Ya a indómito corcel pone la brida, ya lacea una res: él es el brazo. Y al son de la guitarra, en el regazo de su "prenda", quejoso de la vida, desenvuelve con voz adolorida una canción como si fuera un lazo... Cuadro es la Pampa en que el afán se encierra del gaucho, erguido en actitud briosa, sobre ese cansancio de la tierra; porque el bostezo de la Pampa verde es como una fatiga que reposa o es como una esperanza que se pierde...
es
Greiff,León_de
<XXI
Seré_No_El_Mar_Horrísono,_Tampoco_El_Mar_Sereno
Seré no el mar horrísono, tampoco el mar sereno. Dormida laca al pairo frente a la calma chicha. 1 Seré Francisco fáunico ni angelical Sileno. Noche luctuosa o noche que consteló la dicha. Perfil de camafeo ni aplebeyada ficha penal. Ni fino andrógino ni amplio Falsaff obsceno 2 de jerez rubicundo, de jamón y salchicha. César rapaz ni manso Rabino nazareno. 3 Seré poeta imbele ni condottiero apache. Cultor del agro; aerófago sacre nefelibata. Buen burgués que adocénase; pacheco sin reproche. Réprobo sin ventura... Que infame signo tache mi frente, o la aureole con el aro de plata de la luna, la noche, la sempiterna Noche.
es
Jiménez,Juan_Ramón
<XXI
¡Mañana_De_Primavera!
¡Mañana de primavera! Vino ella a besarme, cuando una alondra mañanera subió del surco, cantando: «¡Mañana de primavera!» Le hable de una mariposa blanca que vi en el sendero; y ella, dándome una rosa, me dijo: «¡Cuánto te quiero! ¡No sabes lo que te quiero!» ¡Guardaba en sus labios rojos tantos besos para mi! Yo le besaba los ojos... «¡Mis ojos son para ti; tu, para mis labios rojos!» El cielo de primavera era azul de paz y olvido... Una alondra mañanera canto en el huerto aún dormido. Luz y cristal su voz era en el surco removido... ¡Mañana de primavera!
es
Unamuno,Miguel_de
<XXI
Fuego_Viniste_A_Echar_Sobre_La_Tierra
Fuego viniste a echar sobre la tierra, Lucas XII, 49. fuego Tú mismo, blanca luz que llueve. Lenguas de fuego sobre tus apóstoles Hechos II, 3. bajaron—Tú en la Gloria—, y eran lenguas de la Palabra, hecha Hombre en el cimborrio de los cielos; del cuerpo luminoso que de pez se mantiene, hijo del agua Lucas XXIV, 43. de mudo pez de los abismos frío, que bajo las galernas pone el nido. Fuego eres Tú, que al cielo sube siempre buscando al Sol, su Padre, hogar eterno; fuego que enciende nuestra sangre y quema del pecado la pulpa, la del fruto del árbol de la ciencia, que es tu sangre, Serafín del Dolor, en la cruz fuego; que eres el Serafín, el ascua viva Isaías VI, 2-4. de amor, del árbol de la cruz la rosa. Dos alas negras tu cabeza envuelven; un par de alas tus pies que se cernieron del Tabor en la cumbre y del Calvario, y vuelves a tu Padre con tus brazos, alas de fuego, hendiendo las tinieblas. ¡Y de tu cruz los quicios se estremecen, de tu volada al místico rumor!
es
Palacios,Zacarías
XXI
Preguntas_A_La_Luna
Dime, luna: ¿Por qué sólo brillas cuando estás desnuda? ¿Dónde te escondes, cuándo la noche está obscura? ¿Para dónde huyes cuándo el sol aparece en la altura? ¿Cuánto tiempo quedas dormida y muda? ¿Cómo sonríes con una sonrisa pura? ¿Qué piensas cuando estás colgada de tu cabellera rubia? ¿Por qué, dónde, cuándo, cómo eres tan rubia escondida en el seno de una noche obscura y quedas tan desnuda? Dime, luna, luna, luna, luna ¿Por qué y cuándo y cómo siempre alumbras, al nacer todos los hombres, sus cunas?
es
Sabido_Sánchez,Fernando
XXI
Iletrados
Cíclicamente sobre la Literatura graznan cuervos iletrados y las palabras abandonan horrorizadas la república de Platón La cultura es usurpada por una monarquía de analfabetos, de malas hierbas que brotan en tierras infecundas ¿Qué será de nosotros el día en que a los bárbaros les falte el sustento?
es
Chocano,José_Santos
<XXI
Debí_Yo_Haber_Nacido_No_En_Esta_Edad_Sin_Gloria
Debí yo haber nacido no en esta Edad sin gloria, sino en un tiempo heroico que nunca volverá. Mi espíritu es como una página de la Historia. Los que me ven se dicen acaso: —¿Adónde va? Oír fábulas viejas y cuentos y consejas es mi único placer. Soy como un peregrino que ha extraviado el camino; y llega adonde nadie le puede conocer... ¿Por qué Quién me dio vida no completó su obra? ¡Me aflige lo que falta! ¡Me aburre lo que sobra! Mi patria no es la tierra que yo soñase mía: la amo no como ahora sino como fué un día, O bajo del gran Imperio del Sol, con el tesoro de los Incas, ¡oh tiempos brillantes como el oro! o bajo de la insignia de los virreyes, cuando se vivía riendo, se moría matando Los Incas, los Virreyes, las pretéritas leyes, las pompas extinguidas, las fabulosas vidas, me imprimen su prestigio dentro del corazón; y me siento hoy tan fuera de lugar en mi patria como hombre de otra Era, que contemplar pudiera esas cosas que fueron y estas cosas que son Nadie, nadie conoce todo el íntimo goce con que repaso a veces las memorias de ayer. Con mis nerviosas manos abro el infolio y leo, como un enamorado las cartas que el deseo dictase a una mujer. Historia: eres mi amante. Yo vivo enamorado de ti. Mi verdadero presente es el pasado... Amo el Sol que chispea sobre el incaico trono como un alarde ciego de lujuria o encono, amo el fulgor que nimba los cascos vencedores y las finas corazas de los Conquistadores, amo la pedrería que irradia en los vestidos de los Virreyes todos flamantes y pulidos y hasta el candil a cuyo rojizo resplandor escribe sus sentencias menguado Inquisidor... Debí yo haber nacido no en esta Edad sin gloria, sino en alguna vieja página de la Historia. ¿Hoy qué? Busco un amparo tan sólo en esta tierra donde nació mi Historia, donde vivió la Guerra; y celebro, en el triunfo de mi canto sonoro, los castillos de plata, los leones de oro. Soy un Virrey que vuelve de las Indias, en una reposada galera por la anchura del mar. Templo mi lira mágica en las noches de Luna, me recuesto en la borda y así empiezo a cantar: canto las veleidades de la loca Fortuna, canto las remembranzas de mi nativo lar, canto los amoríos que tuve con alguna india de ojos más negros que una noche polar. Traigo la visión áurea del Nuevo Continente. ¡Oh madre España! dime si lo recuerdas tú; que para comprar lauros con que ceñir mi frente, traigo acuñado en versos el oro del Perú. ¡Oh madre España! dime si, al repasar tu Historia, no es justo el que repita lo que te he dicho ya: debí yo haber nacido no en esta Edad sin gloria, sino en un tiempo heroico que nunca volverá...
es
Jiménez,Juan_Ramón
<XXI
¡Hoja_Verde
¡Hoja verde con sol rico, carne mía con mi espíritu!
es
Osinnik,Anfisa
XXI
Creado_Por_La_Mano_Inexperta
Creado por la mano inexperta el hombrecillo de la blanca página, pequeño chueco cabezapierna, acongojado por estar solo. Aquí va el hombrecito. Aquí va el hombrecito. Aquí va el hombrecito. Solo, solito. Revive la blanca página. Extraños hombrecitos van en fila en la formación renguea el cabezapierna. Triste por estar solo. Aquí va el hombrecito. Aquí va el hombrecito. Aquí va el hombrecito. Solo solito. Aquí va el hombrecito. Aquí va el hombrecito. Aquí va el hombrecito. Solo, solito. Revive la blanca página. Extraños hombrecitos van en fila en la formación renguea el cabezapierna. Triste por estar solo. Aquí va el hombrecito. Aquí va el hombrecito. Aquí va el hombrecito. Solo solito. Revive la blanca página. Extraños hombrecitos van en fila en la formación renguea el cabezapierna. Triste por estar solo. Aquí va el hombrecito. Aquí va el hombrecito. Aquí va el hombrecito. Solo solito. Aquí va el hombrecito. Aquí va el hombrecito. Aquí va el hombrecito. Solo solito. solito.
es
Carriego,Evaristo
<XXI
El_Casamiento
Como nada consigue siendo prudente, del montón de curiosos que han hecho rueda esperando a los novios, vuelve el agente a disolver los grupos de la vereda. Que después del desorden que hace un momento se produjo, interviene de rato en rato: cada cinco minutos cae el sargento y, con razón, no quiere pagar el pato En la acera de enfrente varias chismosas que se hallan al tanto de lo que pasa, aseguran que para ver ciertas cosas mucho mejor sería quedarse en casa. Alejadas del cara de presidiario que sugiere torpezas, unas vecinas pretenden que ese sucio vocabulario no debieran oírlo las chiquilinas. Aunque tal acontece todo es posible, sacando consecuencias poco oportunas, lamenta una insidiosa la incomprensible suerte que, por desgracia, tienen algunas Y no es el primer caso Si bien le extraña que haya salido un zonzo pues en enero del año que transcurre, si no se engaña, dio que hablar con el hijo del carnicero. Con los coches que asoman, la gritería de los muchachos dicen las intenciones del común movimiento de simpatía traducido en ruidosas demostraciones. Una vez dentro, es claro, no se comenta sino la ceremonia muy festejada, bien que por otra parte les impacienta el reciente bochinche de la llegada. Como los retardados no han sido tantos y sobran bailarines en ese instante, se va a empezar la cosa, salvo unos cuantos, que se reservan para más adelante. El tío de la novia, que se ha creído obligado a fijarse si el baile toma buen carácter, afirma, medio ofendido, que no se admiten cortes, ni aún en broma. Que, la modestia a un lado, no se la pega ninguno de esos vivos seguramente. La casa será pobre, nadie lo niega: todo lo que se quiera, pero decente. Y continuando, entonces, del mismo modo prohibe formalmente los apretones: compromisos, historias y, sobre todo, conversar sin testigos en los rincones. La polka de la silla dará motivo a serios incidentes, nada improbables: nunca falta un rechazo despreciativo que acarrea disgustos irremediables. Ahora, casualmente, se ha levantado indignada la prima del guitarrero, por el doble sentido, mal arreglado, del piropo guarango del compañero. La discusión acaba con las violentas porfías del padrino, que se resiste a las observaciones de las parientas que le impiden que haga papel tan triste El vigilante amigo, que en la parada cumpliendo la consigna diaria se aburre, dice que de regreso de una llamada vino a echar su vistazo, por si algo ocurre Como es inexplicable que se permitan horrores que no deben ser achacados a los íntimos, varios padres le invitan a proceder en forma con los colados. En el comedor, donde se bebe a gusto, casi lamenta el novio que no se pueda correr la de costumbre pues, y esto es justo, la familia le pide que no se exceda. Y lo que es él, ahora tiene derecho a desdeñar, sin duda, las perrerías de aquellos envidiosos, cuyo despecho fuera causa de tales habladurías Respecto de aquel otro desengañado, es opinión de muchos en verdad cabe suponer que, si es cierto que anda tomado, comete una locura de las que él sabe. La madrina, a quien eso no le parece sino una soberana maldad, se encarga de chantarle unas frescas, según merece ese desocupado tan lengua larga Entre los invitados, una comadre narra cómo ha podido venirse sola: ¡Se le antojó a su chico seguir al padre a traer la familia de don Nicola! ¿Su cuñada? ¡Qué cambio! Parece cuento, siempre encuentra disculpas, y hasta le ruega no insistir, pretextando su retraimiento desde que la hermanita se quedó ciega. Las mujeres distraen, de cuando en cuando, a la vieja que anoche, no más, reía fingiéndose conforme pero dudando: al fin era la ayuda que ella tenía. La afligen los apuros. Llora, temiendo las estrecheces de antes, ¡Y con qué pena! Piensa en el hijo ausente que está cumpliendo los tres años, tan largos, de su condena La crítica se muestra muy indulgente: Las personas han sido mejor tratadas que otras veces, sintiendo, naturalmente, que hayan habido algunas bromas pesadas En cuanto a las muchachas ¡Con unos aires! Como si trabajasen de señoritas ¡Han dejado la fama de sus desaires llenas de pretensiones las pobrecitas! Sin entrar en detalles sobre el odioso golpe de circunstancias, alguien se queja preguntando a los hombres quién fue el gracioso que se llevó a los novios de la bandeja. En el patio, dos mozos arman cuestiones, y sin ninguna clase de miramientos se dirigen airadas reconvenciones, resabios de distantes resentimientos Como el guapo es amigo de evitar toda provocación que aleje la concurrencia, ha ordenado que apenas les sirvan soda a los que ya borrachos buscan pendencia. Y, previendo la bronca, después del gesto único en él, declara que aunque le cueste ir de nuevo a la cárcel, se halla dispuesto a darle un par de hachazos al que proteste Y en medio del bullicio, que pronto cesa, las guitarras anuncian estar cercano el aguardado instante de la sorpresa preparada en secreto desde temprano Que, deseosos de aplausos y de medirse de nuevo, recordando sus anteriores tenaces contrapuntos sin definirse, van a verse las caras dos payadores.
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
Me_Hallaba_Recorriendo_Mis_Paisajes
Me hallaba recorriendo mis paisajes con un rumor de conchas en las manos. Tenía paz de mármol en la frente y anchas voces de amor en las riberas. Me llamaban por tardes de heliotropo, por ciudades perdidas en la niebla, campo de té y pájaros dormidos. Y escalé mis castillos en el aire, descendí amaneceres y colinas y liberté de su cintura helada el ceñidor de piedra de una fuente. Pero ¿qué cosa continuaba en vilo? ¿Qué sueño espoleaba mi ternura para oírla llamándome cercana desde selvas, distancias y caminos? Y proseguí corriendo enajenado detrás de aquella voz de caracola, de gacela translúcida en llanura. Cuando al volver un íntimo recodo, me encontré con la curva de la ausencia en los hombros desiertos de la nieve.
es
Fuertes,Gloria
<XXI
Rebautizada
...Desde aquel mismo día que creí iba a ser uno de tantos, organicé cajones, rompí papeles, recogí algunos llantos que encharcaban mi frente. Me bauticé y me puse Lázara Fuertes.
es
Aridjis,Homero
<XXI
Muerte
En la cocina de la casa el campesino viejo mira las cucharas que dejará a su hija y los cuchillos que heredará a su hijo mira por la ventana el caballo amarrado la encina polvorienta la nieta de grandes ojos sentada sobre una cerca mira el cerro como un terrón quebrado y no lejos la piedra en la que se sentaron su padre y su abuelo mira la ventana sin vidrios las paredes de adobe mira las cosas ya por última vez y no dice nada
es
Blanco,Andrés_Eloy
<XXI
Miedo
La sombra de una duda sobre mí se levanta cuando llega el arrullo de tu voz a mi oído; miedo de conocerte; pero en el miedo hay tanta pasión, que me parece que ya te he conocido. Yo adiviné el misterio cantor de tu garganta. ¿Será que lo he soñado? Tal vez lo he presentido: mujer cuando promete y nido cuando canta; mentira en la promesa y abandono en el nido. Quizá no conocernos fuera mejor; yo siento cerca de ti el asalto de un mal presentimiento que me pone en los labios una emoción cobarde. Y si asoma a mis ojos la sed de conocerte, van a ti mis audacias, mujer extraña y fuerte, pero el amor me grita: —¡si has llegado muy tarde!...
es
Villalobos,Íñigo
XXI
Aire_De_Azahar
aire de azahar embriagador aroma respira el aire respira el mar azahar de novia virgen azahar transpira el mar tu cuerpo de gloria
es
Figueroa,Francisco_de
<XXI
Soneto_Xiii
Pienso, y encuentra el pensamiento en cosas Tan amargas al gusto y al sentido, Que torna atrás temiendo ser perdido Por tan ásperas vías peligrosas. Mueve después las alas presurosas Por otra parte, do algun dulce ha habido: Mas eterno amargor halla escondido, Cual está espina entre purpúreas rosas. Piensa volverse, y tan lejano mira El lugar do partió, que desconfía De llegar donde pueda asegurarse. Sigue la amarga y dolorosa vía; Mas antes que la acabe, ha de acabarse La poca parte con que el alma espira.
es
Chocano,José_Santos
<XXI
Lautaro
La tribu, estrepitosa muchedumbre, entre cantos y ruidos de timbales, baja, de salto en salto, de la cumbre, entre los temblorosos matorrales, que abren ante ella el espantado seno como a un empuje de torrente bronco, mientras que, al par que se dosgalga el trueno, el hacha cruje en el macizo tronco. ¿Adónde irá esa tribu de salvajes, las chatas sienes entre erectas plumas, mal ceñidos con hórridos pelajes, los labios entreabiertos con espumas y los puños cerrados con tatuajes? ¿Adónde, adonde irá, de salto en salto, mientras que por encima huye una garza o un cóndor da sus vueltas en lo alto? ¿Adonde irá, por el espeso monte, quebrando con su pie la dura zarza y buscando con su hacha el horizonte? A veces, ante el ímpetu bravío de la tribu guerrera, se abre un flanco de la montaña y se descuelga un río, que va a estrellarse al fondo de un barranco; á veces, sobre el grupo, un ancha nube rasga su abrigo de flotante seda, la lluvia cae, la neblina sube, el rayo se disloca, el trueno rueda; a veces, desde el seno del boscaje un alarido la extensión espanta, una encina sacude su ramaje, una culebra silba, un ave canta; y por en medio, así, de la aspereza, avanza, uno tras otro, el grupo entero, sin inclinar la indómita cabeza, resuelta la actitud, el gesto ufano, un brazo firme en el broquel de cuero y un hacha erguida entre la diestra mano... Es la tribu araucana: ella a porfía resiste al español, que, siempre noble, se entusiasma ante aquella rebeldía. Oyó mil veces el clarín hispano y el alambor del épico redoble, que ensordecieran a la Fama un día; pero, al estancamiento del pantano que se resigna a su apacible suerte, prefirió el movimiento tumultuoso de espumante raudal. Previo la muerte; y combatió sin miedo y sin reposo; y cuanto más bregó, se hizo más fuerte. Tal, una vez, tras de batalla horrenda, pudo el Conquistador entre sus lazos coger a un prisionero: él era un niño. ¿Qué mágica pasión o que leyenda supo arrancarle a los maternos brazos en la busca tal vez de otro cariño? Amor de gloria le lijó otra senda: amor de gloria le empujó, sin duda, a buscar el arrullo en la contienda y las caricias en la selva ruda... Prisionero cayó. Valdivia, entonces, de aquel heroico niño enamorado se sintió, al verle despreciar los bronces y, con la punta de sonora flecha, abollar la coraza de un soldado y quedarse después firme en la brecha. —Heroico niño, ven. Toma el cuidado —le dijo así— de mi corcel piafante: me seguirás por donde vaya. Has dado de tu gentil valor muestra bastante, para ser digno de la noble prenda de amistad que te ofrezco: ir a mi lado, poner mi estribo y alcanzar mi rienda.— Y corrieron los años; y el tumulto de los sucesos no turbó un instante en aquel niño el entusiasmo oculto. ¿Quién era el niño aquél? Lautaro el nombre. El tiempo, siempre igual, siguió adelante... y aquel niño sintió que iba siendo hombre. ¡Ah! ¡Cuántas veces contempló enjaulado al cóndor de los Andes! ¡Cuántas veces, él, también como el cóndor, al pasado volvió los ojos y apuró las heces de inefable dolor!... El ave, un día libre y feliz en la nevada altura, cuidados en su jaula recibía del niño aquél, que, en su infantil locura, así le hablaba: —¡Tu aflicción es mía!— Muchas veces el viento, triste como un larguísimo lamento, llegaba de los Andes, y traía el olor de los bosques y el arrullo de los pájaros libres y la fría pureza de las nieves y el murmullo de fuentes claras entre selva umbría; y entonces, ¡ay! entonces, el salvaje cóndor, en su letal melancolía, esponjaba su olímpico plumaje, el curvo pico apenas entreabría, y, clavando en el cielo sus miradas de nostálgica angustia, lentamente las alas iba abriendo... y de repente las desplegaba como nunca bellas, para que, al sacudirlas desplegadas, pasase el viento por debajo dellas... Y sucedió que, el día, en que la tribu errante de las cumbres bajó, ronca porfía trabose al fin con la aguerrida hueste de los Conquistadores... ¡Oh! ¡ qué instante! Hubo una Iliada autóctona y agreste: Ercilla la cantó. ¡No hay quien la cante! Cuando, tras la perínclita batalla, la flecha cae, el arcabuz se calla y quedan los hispanos vencedores, siente Lautaro el eco en sus oídos de la infancia revuelta entre fragores; y prefiere, a gozar con sus señores, el pasarse a sufrir con los vencidos. ¡Vencidos! ¿Y qué es ello? No es la suerte una esclava del hombre. La victoria es un capricho de mujer. La muerte vence a la vida, pero no a la gloria. Para ceñirse con laurel y roble, ¡no basta ser audaz sino ser fuerte, no basta ser feliz sino ser noble! Tal es cómo, vibrante y satisfecho, se aleja con el grupo de vencidos el mancebo gentil. Sobre su frente ciñe plumas de cóndor; en su pecho, piel de tigre; en sus brazos refornidos, pulseras de metálica serpiente. Y ahí va... Mas de pronto, en la montaña, sopla un viento cargado de perfume: la intonsa cabellera se enmaraña; la replegada flor se desentume; la hojarasca levántase en un giro; el arroyo hace bucles con sus ondas; el ramaje se envuelve en un suspiro; y hay un golpe de látigo en las frondas... Entonces ¡ay! el juvenil atleta, al evocar el viento que ha pasado, siente en su pecho una emoción inquieta, porque piensa en el cóndor enjaulado... Súbito, aquel que se pasó al vencido, en soberbio picacho encuentra el nido de un cóndor; luego a él: símbolo augusto de indomable vigor. Bajo la garra, una res ha tronchado su robusto cuello; y el pico le penetra un flanco, a manera de corva cimitarra: la sangre le golea hacia un barranco. Lautaro, que ama al cóndor prisionero espanta a ese otro cóndor con un grito... Y el ave colosal, que en su fiereza se encara contra él, bate primero las alas, después yergue la cabeza; y, desde la ardua cumbre de granito, se desprende por fin... como un velero que zarpase con rumbo al infinito. Y en tanto que se aleja el cóndor fiero, Lautaro abre su trocha en la aspereza; y le sigue callado el grupo entero, resuelta la actitud, el gesto ufano, un brazo firme en el broquel de cuero y un hacha erguida entre la diestra mano...
es
Pombo,Rafael
<XXI
La_Historia
Entrando en su nuevo imperio Un grande conquistador, Vio con asombro la estatua Del déspota más feroz, Y al pie inscrito: «Al rey clemente, Al padre de la nación La gratitud de los hijos Este monumento alzó». —¿Cómo es posible, pregunta A un vencido el vencedor. Que del monstruo de la historia Hagáis aquí un semidiós? —Señor, contesta el primero, Fácil es la explicación: La estatua se le hizo en vida, La historia en cuanto murió. «Al rey clemente, Al padre de la nación La gratitud de los hijos Este monumento alzó»
es
Pallais,Azarías_H.
<XXI
Aquel_Padre_Valle!_Verdaderamente
Aquel Padre Valle! verdaderamente, que así fueran todos; pero no, señor. Los otros reciben de la mala gente- Barba Azules, lobos-, en Tono Mayor, Dignas alabanzas: muy inteligente, de buenas maneras, culto, liberal, no anda con los pobres, sigue la corriente del mundo, sin regla de uso medioeval; Dice a los ministros, mi querido amigo, visita al banquero, tiene mucha influencia, las viudas enfermas ignoran su abrigo, pero los señores le piden audiencia. Las viudas enfermas ignoran su abrigo, pero los señores le piden audiencia. Este Padre Valle pasa lejos, lejos, como un evangelio bello y silencioso; este Padre Valle tiene los reflejos super inefables del amor hermoso. Sus ojos, sus labios, «Leyenda Dorada» y «Brujas la Muerta» en la imitación de Cristo; celebra su misa rezada. Y el camino bello de la perfección, es su buen amigo. Al verlo deseo suprimir el lujo de los monseñores, para cantar Gloria in Excelsis Deo con la silenciosa voz de los pastores. Que iban florecidos en la noche aquella, en el día blanco de la noche buena: la mula y el buey, mansos, y la estrella y la virgen ¡Ave Gratia Plena! Hermano de versos dormidos, poeta, hay dísticos, perlas de doble fulgor: por el Padre Valle, Safiro y Violeta, la luz de tu libro segundo y menor.
es
Vega,Lope_Félix_de
<XXI
Amor_Con_Tan_Honesto_Pensamiento
Amor con tan honesto pensamiento arde en mi pecho, y con tan dulce pena, que haciendo grave honor de la condena, para cantar me sirve de instrumento. No al fuego, al celestial atento, en alabanza de Amarilis suena con esta voz, que el curso al agua enfrena, mueve la selva y enamora el viento. La luz primera del primero día, luego que el sol nació, toda la encierra, círculo ardiente de su lumbre pura, y así también, cuando tu sol nacía, todas las hermosuras de la tierra remitieron su luz a tu hermosura. No al fuego, al celestial atento, en alabanza de Amarilis suena con esta voz, que el curso al agua enfrena, mueve la selva y enamora el viento. La luz primera del primero día, luego que el sol nació, toda la encierra, círculo ardiente de su lumbre pura, y así también, cuando tu sol nacía, todas las hermosuras de la tierra remitieron su luz a tu hermosura. La luz primera del primero día, luego que el sol nació, toda la encierra, círculo ardiente de su lumbre pura, y así también, cuando tu sol nacía, todas las hermosuras de la tierra remitieron su luz a tu hermosura. y así también, cuando tu sol nacía, todas las hermosuras de la tierra remitieron su luz a tu hermosura.
es
Fuertes,Gloria
<XXI
Supermercado_En_Animalandia
Cargada va la jirafa con una buena garrafa. Viuda triste se ha quedado, y va a vender al mercado. —¡Vendo el churrito caliente y el vasito de aguardiente! El parroquiano elefante lleva una trompa constante. Caracol junto a la pila, de su casa un piso alquila. Doña Tortuga y don Oso venden queso mantecoso, quesitos y requesones especial para ratones. La simpática Lechuza vende la fresca merluza. La Vaca vende morcilla. Doña Cerda, mantequilla. Y está vendiendo don Gato el rico foagrás de pato. Doña Foca y don Pingüino venden el helado fino. Dos búhos, que son poetas, venden cuentos y cometas. Y lo mejor del mercado es que todo es regalado.
es
Agustini,Delmira
<XXI
El_Intruso
Amor, la noche estaba trágica y sollozante Cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura; Luego, la puerta abierta sobre la sombra helante, Tu forma fue una mancha de luz y de blancura. Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante; Bebieron en mi copa tus labios de frescura, Y descansó en mi almohada tu cabeza fragante; Me encantó tu descaro y adoré tu locura. Y hoy río si tú ríes, y canto si tú cantas; Y si tú duermes duermo como un perro a tus plantas! Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera; Y tiemblo si tu mano toca la cerradura, Y bendigo la noche sollozante y oscura Que floreció en mi vida tu boca tempranera!
es
Olazábal,Juana
XXI
Soy_Nada
Soy la encina sagrada que arde, sangra, llora. Soy el hada verde y luminosa encadenada, golpeada, muerta. Soy el tiempo de los héroes ancestrales agresivo, temeroso, ignorado. Soy el sauce enamorado que lamenta frente al horizonte. Soy un verso, fui una canción. Soy un hechizo en un oculto pentagrama. Soy un puñado de tierra del ande, o el alma de un castillo en medioevo que en los recuerdos tenebrosos vaga. Soy un beso consumido y carcomido por el tiempo. Quizá un golpe ciego en medio de la noche. Soy el llanto de mi madre. Una maldición. Soy humana, muy humana y así... ¡soy nada!
es
Martí,José
<XXI
¿Cómo_Me_Has_De_Querer?_Como_El_Animal
¿Cómo me has de querer? como el animal Que lleva en sí a sus hijos, Como al santo en el ara envuelve las lenguas de humo. La lengua de humo oloroso del incienso, Como la luz del sol baña la tierra llana. ¿Que no puedes? Yo lo sé. De estrellas Añorándome está la novia muda; Yo en mis entrañas tallaré una rosa, Y como quien engarza en plata una — Mi corazón engarzaré en su seno: Caeré a sus pies, inerme, como cae Suelto el león a los pies de la hermosa Y con mi cuerpo abrigaré sus plantas Como olmo fecundo, que aprieta La raíz de un mal; mi planta humana Mime en plata, mi mujer de estrella, Hacia mí tenderá las ramas pías Y me alzará, como cadáver indio, Me tendrá expuesto al sol, y de sus brazos Me iré perdiendo en el azul del cielo, ¡Pues así muero yo de ser amado!
es
Alzugaray,Juan_Leandro
XXI
Mi_Mundo_De_Fantasías
Habito un mundo de fantasías, donde tu cuerpo y el mío no tienen distancia sino unión. Donde el tiempo no transcurre y mi solitario amor por vos no envejece con tu ausencia. Donde tu adiós es solo hasta luego, en el cual tu partida no es un nunca más, sino el principio del regreso. Donde tu frágil «para siempre» no dura menos que el mío, y se fortalece con el tiempo. Donde imagino que tu olvido no existe, que es una mentira de mis fantasmas, y es tan solo que te cuesta recordar. Donde este vacío mi amor, es solo un mal sueño, una triste pesadilla, que me obliga, una vez más, a esperar.
es
Gil_de_Biedma,Jaime
<XXI
Idilio_En_El_Café
Ahora me pregunto si es que toda la vida hemos estado aquí. Pongo, ahora mismo, la mano ante los ojos —qué latido de la sangre en los párpados— y el vello inmenso se confunde, silencioso, a la mirada. Pesan las pestañas. No sé bien de qué hablo. ¿Quiénes son, rostros vagos nadando como en un agua pálida, éstos aquí sentados, con ojos vivientes? La tarde nos empuja a ciertos bares o entre cansados hombres en pijama. Ven. Salgamos fuera. La noche. Queda espacio arriba, más arriba, mucho más que las luces que iluminan a ráfagas tus ojos agrandados. Queda también silencio entre nosotros, silencio y este beso igual que un largo túnel. No sé bien de qué hablo. ¿Quiénes son, rostros vagos nadando como en un agua pálida, éstos aquí sentados, con ojos vivientes? La tarde nos empuja a ciertos bares o entre cansados hombres en pijama. Ven. Salgamos fuera. La noche. Queda espacio arriba, más arriba, mucho más que las luces que iluminan a ráfagas tus ojos agrandados. Queda también silencio entre nosotros, silencio y este beso igual que un largo túnel. Ven. Salgamos fuera. La noche. Queda espacio arriba, más arriba, mucho más que las luces que iluminan a ráfagas tus ojos agrandados. Queda también silencio entre nosotros, silencio y este beso igual que un largo túnel.
es
Gamoneda,Antonio
<XXI
Retrocede,_Combate
Retrocede, combate hacia atrás, corazón mío. Cíñete al amor, queda activo en cuerpos, en materiales amantes. Olvida la nieve, vive con los tuyos, desciende a la ternura. Este es tu país. ¡Oh la sed, oh la sed! ¿Por qué este mismo fuego me empuja hacia la nieve? Subir, subir al agua eterna donde viven la claridad y el frío. Un sueño: Cumbre inmóvil. Nada y luz. Nadie, nadie. Oh Dios, si sólo un pájaro me visitase en esta región de libertad. Atrás, puros espacios, belleza inhabitable. vuelva la sed a su origen en el fuego.
es
Boscán,Juan
<XXI
Soneto_Xxix
Nunca de amor estuve tan contento, que en su loor mis versos ocupase: ni a nadie consejé que se engañase buscando en el amor contentamiento. Esto siempre juzgó mi entendimiento, que deste mal todo hombre se guardase; y así porque esta ley se conservase, holgué de ser a todos escarmiento. ¡Oh! vosotros que andáis tras mis escritos, gustando de leer tormentos tristes, según que por amar son infinitos; mis versos son deciros: «¡Oh! benditos los que de Dios tan gran merced hubistes, que del poder de amor fuésedes quitos». Esto siempre juzgó mi entendimiento, que deste mal todo hombre se guardase; y así porque esta ley se conservase, holgué de ser a todos escarmiento. ¡Oh! vosotros que andáis tras mis escritos, gustando de leer tormentos tristes, según que por amar son infinitos; mis versos son deciros: «¡Oh! benditos los que de Dios tan gran merced hubistes, que del poder de amor fuésedes quitos». ¡Oh! vosotros que andáis tras mis escritos, gustando de leer tormentos tristes, según que por amar son infinitos; mis versos son deciros: «¡Oh! benditos los que de Dios tan gran merced hubistes, que del poder de amor fuésedes quitos». mis versos son deciros: «¡Oh! benditos los que de Dios tan gran merced hubistes, que del poder de amor fuésedes quitos».
es
Luis,Leopoldo_de
<XXI
Tu_Voz_Es_Última_Y_Profética
Tu voz es última y profética como ardida en viejos chamuscos, voz de la tierra, tierra misma que rezuma remotos jugos, germinales substancias, agrias maceradas raíces, grumos vegetales, como estallidos hacia la patria de los frutos. Voz de la tierra. Tierra misma que se hace lengua, ardiente surco por donde suenan sangre y vida irguiéndose contra lo injusto. Entre tus versos el calcáreo indio atraviesa ardiendo, oscuro, con su irredenta pesadumbre y las llagas del escorbuto. Por tus versos el pan fermenta amantes féculas, regustos sufridos. Pasan silenciosos obreros a un compacto grupo de esfuerzo diario. Abre homicida la flor atómica su luto. La americana noche extiende su salvaje aliento telúrico. Tú, Germán Pardo, eres con todo lo que cantas, fraterno, uno mismo, materia solidaria, trozo vivido, grito único. Tus poemas son como rocas calcinadas. Riscos abruptos. Minerales versos, de piedra en planetarios yermos mudos. O como tallos vegetales que en los légamos alzan húmedos su cereal astronomía, sus largos brazos de bejucos.
es
Sabines,Jaime
<XXI
Hermano
Hermano: hay cuatro o cinco nombres obscuros que sangran la poesía. El exterminio asiste a los amantes. Hay quien sin darse cuenta camina en el suicidio como si visitara la muerte de un extraño. El hombre dice polvo y soledad y angustia. La esperanza, asustada, se refugia en los niños y en los tontos y en nosotros, los que todavía, por la gracia del verbo, somos desgraciados. La tierra ignora, el hombre trata de conocer, levanta la cabeza en que los ojos brillan. Hermano: estoy enfermo, estamos bebiendo diariamente vida y muerte mezcladas, en nuestro pan hay piedras, tenemos sucio el llanto, acudimos a nuestro corazón como a una casa limpia, pero tenemos que dormir sobre montones de basura y cuando llega el día no podemos tomar leche al pie de la vaca sino brebajes de perdición en manos de brujas. Amanecer no es hoy darse cuenta del día. La sangre a veces se congela en los ojos que quieren ver el mundo. Tu mano de amor se hará de piedra si tratas de secar el llanto a tu vecino. No hables, no escuches nada, no socorras, no llames en tu auxilio, que cada quien se ahogue bajo sus propios gritos, en sus gestos de espanto para la mímica universal. Hermano: tu desaliento no tiene sentido, óyeme hablar de la primavera. Yo siento a veces que los pulmones se me quiebran, que la carne toda se me quiebra igual que un vidrio golpeado por un martillo; siento que alguien les aprieta el pescuezo a los pájaros dentro de las jaulas, que alguien mete un perro y un gato en un costal, que les dan con un mazo en la nuca a los corderos, que degüellan niñas, juntándoles la cabeza a la espalda, pero óyeme hablar de la primavera. La miel se cosecha todavía en las bodegas y en los libros. La ternura existe. Vamos a morirnos cada quien en su sitio calladamente. No hay que darle importancia.
es
Flórez,Julio
<XXI
Me_Parece_Que_Aún_Su_Voz_Resuena
Me parece que aún su voz resuena, como murmurio de agua cristalina; como el blando rumor de la marina onda que va a morir sobre la arena. Fugas la vibración de tanta pena, cruzaba entonces por su faz divina como suele cruzar la golondrina, el azul de una atmósfera serena. Porque, al punto, sus ojos —insondables piélagos de miríficas ternuras— y sus marchitos labios adorables, que sólo saborearon amarguras, bulleron en sonrisas inefables, en sonrisas santas: ¡eran tan puras!
es
Riechmann,Jorge
<XXI
14
Los dedos de los muertos me dibujan ruina en el pecho, en los muslos, en la frente. Con una fresa entre los labios recorro la playa destruida. ¿No es capaz nadie de limitar los aletazos el carnicero tatuaje de una codicia anal? ¿No hay amistad militante río arriba? Imágenes sin memoria vampirizan mi canija vigilia. No me ausento en dignidad distinta del rechazo.
es
Nervo,Amado
<XXI
Señor,_Deja_Que_Diga_La_Gloria_De_Tu_Raza
Señor, deja que diga la gloria de tu raza, la gloria de los hombres de bronce, cuya maza melló de tantos yelmos y escudos la osadía: !oh caballeros tigres!, oh caballeros leones!, !oh! caballeros águilas!, os traigo mis canciones; !oh enorme raza muerta!, te traigo mi elegía. Aquella tarde, en el Poniente augusto, el crepúsculo audaz era en una pira como de algún atrida o de algún justo; llamarada de luz o de mentira que incendiaba el espacio, y parecía que el sol al estrellar sobre la cumbre su mole vibradora de centellas, se trocaba en mil átomos de lumbre, y esos átomos eran las estrellas. Yo estaba solo en la quietud divina del Valle. ¿Solo? ¡No! La estatua fiera del héroe Cuauhtémoc, la que culmina disparando su dardo a la pradera, bajo del palio de pompa vespertina era mi hermana y mi custodio era. Cuando vino la noche misteriosa —jardín azul de margaritas de oro— y calló todo ser y toda cosa, cuatro sombras llegaron a mí en coro; cuando vino la noche misteriosa —jardín azul de margaritas de oro—. Llevaban una túnica espledente, y eran tan luminosamente bellas sus carnes, y tan fúlgida su frente, que prolongaban para mí el Poniente y eclipsaban la luz de las estrellas. Eran cuatro fantasmas, todos hechos de firmeza, y los cuatro eran colosos y fingían estatuas, y sus pechos radiaban como bronces luminosos. Y los cuatro entonaron almo coro... Callaba todo ser y toda cosa; y arriba era la noche misteriosa jardín azul de margaritas de oro. Ante aquella visión que asusta y pasma, yo, como Hamlet, mi doliente hermano, tuve valor e interrogué al fantasma; mas mi espada temblaba entre mi mano. —¿Quién sois vosotros, exclamé, que en presto giro bajáis al Valle mexicano? Tuve valor para decirles esto; mas mi espada temblaba entre mi mano. —¿Qué abismo os engendró? ¿De qué funesto limbo surgís? ¿Sois seres, humo vano? Tuve valor para decirles esto; mas mi espada temblaba entre mi mano. —Responded, continué. Miradme enhiesto y altivo y burlador ante el arcano. Tuve valor para decirles esto; ¡mas mi espada temblaba entre mi mano...! Y un espectro de aquéllos, con asombros vi que vino hacia mí, lento y sin ira, y llevaba una piel sobre los hombros y en las pálidas manos una lira; y me dijo con voces resonantes y en una lengua rítmica que entonces comprendí: —«¿Que quiénes somos? Los gigantes de una raza magnífica de bronces. »Yo me llamé Netzahualcóyotl y era rey de Texcoco; tras de lid artera, fui despojado de mi reino un día, y en las selvas erré como alimaña, y el barranco y la cueva y la montaña me enseñaron su augusta poesía. »Torné después a mi sitial de plumas, y fui sabio y fui bueno; entre las brumas del paganismo adiviné al Dios Santo; le erigí una pirámide, y en ella, siempre al fulgor de la primera estrella y al son del huéhuetl, le elevé mi canto.» Y otro espectro acercóse; en su derecha levaba una macana, y una fina saeta en su carcaje, de ónix hecha; coronaban su testa plumas bellas, y me dijo: —«Yo soy Ilhuicamina, sagitario del éter, y mi flecha traspasa el corazón de las estrellas. »Yo hice grande la raza de los lagos, yo llevé la conquista y los estragos a vastas tierras de la patria andina, y al tornar de mis bélicas porfías traje pieles de tigre, pedrerías y oro en polvo... ¡Yo soy Ilhuicamina!» Y otro espectro me dijo: —«En nuestros cielos las águilas y yo fuimos gemelos: ¡Soy Cuauhtémoc! Luchando sin desmayo caí... ¡porque Dios quiso que cayera! Mas caí como águila altanera: viendo al sol, y apedreada por el rayo. »El español martirizó mi planta sin lograr arrancar de mi garganta ni un grito, y cuando el rey mi compañero temblaba entre las llamas del brasero: —¿Estoy yo, por ventura, en un deleite?, le dije, y continué, sañudo y fiero, mirando hervir mis pies en el aceite...» Y el fantasma postrer llegó a mi lado: no venía del fondo del pasado como los otros; mas del bronce mismo era su pecho, y en sus negros ojos fulguraba, en vez de ímpetus y arrojos, la tranquila frialdad del heroísmo. Y parecióme que aquel hombre era sereno como el cielo en primavera y glacial como cima que acoraza la nieve, y que su sino fue, en la Historia, tender puentes de bronce entre la gloria de la raza de ayer y nuestra raza. Miróme con su límpida mirada, y yo le vi sin preguntarle nada. Todo estaba en su enorme frente escrito: la hermosa obstinación de los castores, la paciencia divina de las flores y la heroica dureza del granito... ¡Eras tú, mi Señor; tú que soñando estás en el panteón de San Fernando bajo el dórico abrigo en que reposas; eras tú, que en tu sueño peregrino, ves marchar a la Patria en su camino rimando risas y regando rosas! Eras tú, y a tus pies cayendo al verte: —Padre, te murmuré, quiero ser fuerte: dame tu fe, tu obstinación extraña; quiero ser como tú, firme y sereno; quiero ser como tú, paciente y bueno; quiero ser como tú, nieve y montaña. Soy una chispa; ¡enséñame a ser lumbre! Soy un gujarro; ¡enséñame a ser cumbre! Soy una linfa: ¡enséñame a ser río! Soy un harapo: ¡enséñame a ser gala! Soy una pluma: ¡enséñame a ser ala, y que Dios te bendiga, padre mío!. Y hablaron tus labios, tus labios benditos, y así respondieron a todos mis gritos, a todas mis ansias: —«No hay nada pequeño, ni el mar ni el guijarro, ni el sol ni la rosa, con tal de que el sueño, visión misteriosa, le preste sus nimbos, ¡y tu eres el sueño! »Amar, ¡eso es todo!; querer, ¡todo es eso! Los mundos brotaron el eco de un beso, y un beso es el astro, y un beso es el rayo, y un beso la tarde, y un beso la aurora, y un beso los trinos del ave canora que glosa las fiestas divinas de Mayo. »Yo quise a la Patria por débil y mustia, la Patria me quiso con toda su angustia, y entonces nos dimos los dos un gran beso; los besos de amores son siempre fecundos; un beso de amores ha creado los mundos; amar... ¡eso es todo!; querer... ¡todo es eso!» Así me dijeron tus labios benditos, así respondieron a todos mis gritos, a todas mis ansias y eternos anhelos. Después, los fantasmas volaron en coro, y arriba los astros —poetas de oro— pulsaban la lira de azur de los cielos. Mas al irte, Señor, hacia el ribazo donde moran las sombras, un gran lazo dejabas, que te unía con los tuyos, un lazo entre la tierra y el arcano, y ese lazo era otro indio: Altamirano; bronce también, mas bronce con arrullos. Nos le diste en herencia, y luego, Juárez, te arropaste en las noches tutelares con tus amigos pálidos; entonces, comprendiendo lo eterno de tu ausencia, repitieron mi labio y mi conciencia: —Señor, alma de luz, cuerpo de bronce. Soy una chispa; ¡enséñame a ser lumbre! Soy un gujarro; ¡enséñame a ser cumbre! Soy una linfa: ¡enséñame a ser río! Soy un harapo: ¡enséñame a ser gala! Soy una pluma: ¡enséñame a ser ala, y que Dios te bendiga, padre mío!. Tú escuchaste mi grito, sonreíste y en la sombra infinita te perdiste cantando con los otros almo coro. Callaba todo ser y toda cosa; y arriba era la noche misteriosa jardín azul de margaritas de oro... Callaba todo ser y toda cosa; y arriba era la noche misteriosa jardín azul de margaritas de oro...
es
Nervo,Amado
<XXI
Perdóname,_Ideal,_Para_Que_Pueda
Perdóname, Ideal, para que pueda irme en paz al venir mi última hora... Es tan dulce el perdón: ¡prerrogativa de los Dioses! Perdóname, Inmortal: «El que todo lo sabe lo perdona todo», y hoy, Ideal, todo lo sabes con la sabiduría de la muerte. Que tu perdón en mi alma se derrame como un rayo de luna en el silencio de una mística noche... Que caiga como pétalos de lirio sobre el hondo cansancio de mi vida. Perdóname, Ideal, para que pueda morir en paz.
es
Castañeyra_Medina,Manuel
XXI
Letanía
Canciones lejanas vuelan en el tiempo, melodías de ayeres olvidados, arias abatidas que ya no escuchamos y sin embargo sentimos temblar en nuestros corazones. Paso a paso el tiempo nos aleja, nos obliga a poner rumbo hacia el horizonte de la vida, ineludible, impredecible, misterioso, No evitamos mirar las huellas, vestigios que vamos dejando, marcas en el polvo, el edén y el alma, candiles excitados cuya llama jamás se debilita. Seguimos ansiosos de experiencias nuevas, avanzando, desfilando distancias, devorando con los sentidos cuanto a nuestro paso germina. Sin embargo cae la tarde, crepúsculo de un sol herido, y suaves susurros se deslizan como palabras muertas, parásitos que en nuestros cansados oídos buscan vidas. Paso a paso el tiempo nos aleja, nos obliga a poner rumbo hacia el horizonte de la vida, ineludible, impredecible, misterioso, No evitamos mirar las huellas, vestigios que vamos dejando, marcas en el polvo, el edén y el alma, candiles excitados cuya llama jamás se debilita. Seguimos ansiosos de experiencias nuevas, avanzando, desfilando distancias, devorando con los sentidos cuanto a nuestro paso germina. Sin embargo cae la tarde, crepúsculo de un sol herido, y suaves susurros se deslizan como palabras muertas, parásitos que en nuestros cansados oídos buscan vidas. No evitamos mirar las huellas, vestigios que vamos dejando, marcas en el polvo, el edén y el alma, candiles excitados cuya llama jamás se debilita. Seguimos ansiosos de experiencias nuevas, avanzando, desfilando distancias, devorando con los sentidos cuanto a nuestro paso germina. Sin embargo cae la tarde, crepúsculo de un sol herido, y suaves susurros se deslizan como palabras muertas, parásitos que en nuestros cansados oídos buscan vidas. Seguimos ansiosos de experiencias nuevas, avanzando, desfilando distancias, devorando con los sentidos cuanto a nuestro paso germina. Sin embargo cae la tarde, crepúsculo de un sol herido, y suaves susurros se deslizan como palabras muertas, parásitos que en nuestros cansados oídos buscan vidas. Sin embargo cae la tarde, crepúsculo de un sol herido, y suaves susurros se deslizan como palabras muertas, parásitos que en nuestros cansados oídos buscan vidas.
es
Agustini,Delmira
<XXI
Otra_Estirpe
Eros, yo quiero guiarte, Padre ciego... Pido a tus manos todopoderosas ¡su cuerpo excelso derramado en fuego sobre mi cuerpo desmayado en rosas! La eléctrica corola que hoy despliego brinda el nectario de un jardín de Esposas; para sus buitres en mi carne entrego todo un enjambre de palomas rosas. Da a las dos sierpes de su abrazo, crueles, mi gran tallo febril... Absintio, mieles, viérteme de sus venas, de su boca... ¡Así tendida, soy un surco ardiente donde puede nutrirse la simiente de otra Estirpe sublimemente loca! La eléctrica corola que hoy despliego brinda el nectario de un jardín de Esposas; para sus buitres en mi carne entrego todo un enjambre de palomas rosas. Da a las dos sierpes de su abrazo, crueles, mi gran tallo febril... Absintio, mieles, viérteme de sus venas, de su boca... ¡Así tendida, soy un surco ardiente donde puede nutrirse la simiente de otra Estirpe sublimemente loca! Da a las dos sierpes de su abrazo, crueles, mi gran tallo febril... Absintio, mieles, viérteme de sus venas, de su boca... ¡Así tendida, soy un surco ardiente donde puede nutrirse la simiente de otra Estirpe sublimemente loca! ¡Así tendida, soy un surco ardiente donde puede nutrirse la simiente de otra Estirpe sublimemente loca!
es
Chocano,José_Santos
<XXI
De_Viaje
Ave de paso, fugaz viajera desconocida: fue sólo un sueño, sólo un capricho, sólo un acaso, duró un instante, de los que llenan toda una vida. No era la gloria del paganismo, no era el encanto de la hermosura plástica y recia: 1 era algo vago, nube de incienso, luz de idealismo. ¡No era la Grecia: era la Roma del cristianismo! Al redor era de sus dos ojos —¡oh, qué ojos, ésos!— que las facciones de su semblante desvanecidas fingían trazos de un pincel tenue, mojado en besos, rediviviendo sueños pasados y glorias idas... Ida es la gloria de sus encantos, pasado el sueño de su sonrisa. Yo lentamente sigo la ruta de mis quebrantos; ella ha fugado como un perfume sobre la brisa. Quizás ya nunca nos encontremos; quizás ya nunca veré a mi errante desconocida; quizás la misma barca de amores empujaremos, ella de un lado, yo de otro lado, como dos remos, toda la vida bogando juntos y separados toda la vida...
es
Lugones,Leopoldo
<XXI
Luna_Primaveral
La florida acacia nieva sobre el banco, en lánguido blanco florece tu gracia. Y al amor rendida, me entregas, confiadas, tus manos cargadas de luna florida.
es
Góngora,Luis_de
<XXI
Hojas_De_Inciertos_Chopos_El_Nevado
Hojas de inciertos chopos el nevado Cabello, oirá el Genil tu dulce avena, Sin invidiar al Dauro en poca arena Mucho oro de sus piedras mal limado; Y del leño vocal solicitado, Perdonará no el mármol a su vena Ocioso, mas la siempre orilla amena Canoro ceñirá muro animado. Camina, pues, oh tú, Anfión segundo, Si culto no, revocador süave Aun de los moradores del profundo; Que el Betis hoy, que en menos gruta cabe, Urna suya los términos del mundo Lagrimoso hará en tu ausencia grave. Y del leño vocal solicitado, Perdonará no el mármol a su vena Ocioso, mas la siempre orilla amena Canoro ceñirá muro animado. Camina, pues, oh tú, Anfión segundo, Si culto no, revocador süave Aun de los moradores del profundo; Que el Betis hoy, que en menos gruta cabe, Urna suya los términos del mundo Lagrimoso hará en tu ausencia grave. Camina, pues, oh tú, Anfión segundo, Si culto no, revocador süave Aun de los moradores del profundo; Que el Betis hoy, que en menos gruta cabe, Urna suya los términos del mundo Lagrimoso hará en tu ausencia grave. Que el Betis hoy, que en menos gruta cabe, Urna suya los términos del mundo Lagrimoso hará en tu ausencia grave.
es
Altolaguirre,Manuel
<XXI
El_Bosque_Alegre
Árbol que me señalas el lugar de la cita, te recuerdo no tanto por tu sombra y tus luces, cuanto porque señalas el sitio en que ella estuvo. Árboles crezcan siempre donde el amor no puede dejar signos de tránsito. Aquí fue, porque el árbol lo grita hoja por hoja, se lo dice a los vientos con sus verdes palabras. En mi memoria, un árbol en cada sitio en donde la tuve entre mis brazos. Y en este bosque alegre cuando cierro los ojos multiplico la dicha que ahora con ella tengo.
es
Arciniegas,Ismael_Enrique
<XXI
Por_El_Parque,_Abstraída,_Bajo_El_Cielo_Otoñal
Por el parque, abstraída, bajo el cielo otoñal, donde puso la tarde lividez de marfil, el semblante cubierto con un velo sutil, de la Quinta Avenida va la flor ideal. En contraste armonioso con lo obscuro del chal las mejillas resaltan, como rosas de abril, y parece, en su coche, Dogaresa gentil que en su góndola fuera recorriendo el Canal. La adorable flor rubia de esta enorme Babel se confunde, a lo lejos, entre el raudo tropel de las hojas marchitas, bajo el cielo otoñal; Mientras sueña en su triunfo, cuando al brillo del sol, en París, el bosque, sea un áureo arrebol De su muelle carruaje la corona condal.
es
Neruda,Pablo
<XXI
Soneto_Xii
Plena mujer, manzana carnal, luna caliente, espeso aroma de algas, lodo y luz machacados, qué oscura claridad se abre entre tus columnas? Qué antigua noche el hombre toca con sus sentidos? Ay, amar es un viaje con agua y con estrellas, con aire ahogado y bruscas tempestades de harina: amar es un combate de relámpagos y dos cuerpos por una sola miel derrotados. Beso a beso recorro tu pequeño infinito, tus márgenes, tus ríos, tus pueblos diminutos, y el fuego genital transformado en delicia corre por los delgados caminos de la sangre hasta precipitarse como un clavel nocturno, hasta ser y no ser sino un rayo en la sombra. Ay, amar es un viaje con agua y con estrellas, con aire ahogado y bruscas tempestades de harina: amar es un combate de relámpagos y dos cuerpos por una sola miel derrotados. Beso a beso recorro tu pequeño infinito, tus márgenes, tus ríos, tus pueblos diminutos, y el fuego genital transformado en delicia corre por los delgados caminos de la sangre hasta precipitarse como un clavel nocturno, hasta ser y no ser sino un rayo en la sombra. Beso a beso recorro tu pequeño infinito, tus márgenes, tus ríos, tus pueblos diminutos, y el fuego genital transformado en delicia corre por los delgados caminos de la sangre hasta precipitarse como un clavel nocturno, hasta ser y no ser sino un rayo en la sombra. corre por los delgados caminos de la sangre hasta precipitarse como un clavel nocturno, hasta ser y no ser sino un rayo en la sombra.
es
Gorostiza,José
<XXI
La_Casa_Del_Silencio
La casa del silencio se yergue en un rincón de la montaña, con el capuz de tejas carcomido. Y parece tan dócil que apenas se conmueve con el ruido de algún árbol cercano, donde sueña el amoroso cónclave de un nido. Tal vez nadie la habita ni la quiere, y acaso nunca la vivieron hombres; pero su lento corazón palpita con profundo latir de resignado, cuando el rumor la hiere y la sangra del trémulo costado. Imagino, en la casa del silencio, un patio luminoso, decorado por la hierba que roe las canales y un muro despintado al caer de las lluvias torrenciales. Y en las noches azules, la pienso conturbada si adivina un balbucir de luz en sus escaños, y la oigo verter con un ruido ya casi imperceptible, contenido, su lloro paternal de tres mil años.
es
Alcázar,Baltasar_del
<XXI
Si_A_Vuestra_Voluntad_Yo_Soy_De_Cera
Si a vuestra voluntad yo soy de cera, ¿cómo se compadece que a la mía vengáis a ser de piedra dura y fría? De tal desigualdad, ¿qué bien se espera? Ley es de amor querer a quien os quiera, y aborrecerle, ley de tiranía: mísera fue, señora, la osadía que os hizo establecer ley tan severa. Vuestros tengo riquísimos despojos, a fuerza de mis brazos granjeados: que vos, nunca rendírmelos quisistis; y pues Amor y esos divinos ojos han sido en el delito los culpados, romped la injusta ley que establecistis.
es
Juarroz,Roberto
<XXI
Segunda_Poesía_Vertical._Número_34
Degradación sin rebajas, sin parihuelas de suspiros disecados con esmero como especies aparte de las taxonomías, sin tiendas violáceas donde cultivar las congojas, sin altibajos de ubres repletas con el jugo de fermentar acoplados en imponderables desniveles. Tu último velo está en mi sangre. Lo rasgaremos juntos para descender desnudos por la fuente que baja, sin la esgrima venal con que ascendía. Una rotonda agreste nos separa del mundo, de la playa de estacionamiento de los besos, de los domicilios para caricias portátiles, de la fúnebre virtud de los espejos con horario. La piel de los que esperan es demasiado clara. La mentira de la mentira es darla vuelta. Toda nuestra verdad es no tenerla. La incongruencia de estar solos toma el tren más puntual hacia las emergencias del olvido.
es
Pombo,Rafael
<XXI
Viajando_Luis_Con_Justino
Viajando Luis con Justino, Un gran bolsón de dinero Topáronse en el camino. Alzolo Luis muy ligero, Y el otro habló: «¡Nos aviamos! Estamos bien, compañero». —«Estoy, no digas estamos», Repuso Luis con un gesto De no esperes que partamos. Y lo guardó. —Mas en esto Asomaron dos bandidos Intimándoles arresto. —«¡Ayuda! ¡o somos perdidos!» Clamó Luis con tanta boca Y ojazos despavoridos. —«No, amigo, usted se equivoca. Le replicó el camarada. Diga soy, que a usted le toca». Y como cierva espantada Librose de los bergantes, Y el Luis quedó en la estacada. Con lo cual, en dos instantes. Se halló cual vino a la cuna. Más limpio y mísero que antes. El que en la buena fortuna Con otros no parte astilla. Pida socorro a la luna Al volverse la tortilla. Estoy estamos»
es
Arciniegas,Ismael_Enrique
<XXI
Noche_De_Invierno
—¿No escuchas?... —Es la lluvia que roza los cristales. —¿No escuchas?... —Nada temas. Es el rumor del Rhin. Son las heladas brisas, las brisas invernales Que juegan con las flores marchitas del jardín. Los pinos cabecean; el cielo está sombrío, Y el viento aúlla, aúlla con tétrico rumor; Afuera todo es muerte y soledad y frío... ¡Ay de las almas tristes, las almas sin amor! —¿Leemos? —Lee, bien mío, como en lejanos días, Los cantos del poeta de tu país natal; ¡Mas no!... tiene más dulces y vagas armonías Tu voz que del poeta el cántico inmortal. Sobre el cojín de raso do apoyas la cabeza, De la rosada lámpara al trémulo fulgor, En vivos resplandores irradia tu belleza Cubierta con el blanco y holgado peinador. Oh carne, oh carne mórbida, oh carne sonrosada, Oh labios que he besado con loco frenesí, ¡Sois míos... sólo míos! ¿Verdad, mi bien amada, Verdad que es tu hermosura tan sólo para mí? Corra la vida aprisa, destelle en el oriente El sol para las almas esclavas del dolor, Y siga en noche eterna mi corazón ardiente Soñando con la dicha, soñando con tu amor! Riega sobre mis hombros tu blonda cabellera; Unamos nuestros labios en ósculo sin fin... Y deja que la lluvia sacuda la vidriera Y rumoree a lo lejos entre la bruma el Rhin.
es
Borges,Jorge_Luis
<XXI
Ya_Le_Estoy_Estrechando_La_Mano_Verdadera
Ya le estoy estrechando la mano verdadera Que sus versos me alargan. ¿Sabe que estoy contento De me madrugaran con la linda nobleza Y su amistá, que es mía, sabe la que merezco? No por los versos chúcaros que pensó mi desgano, Sino por los ponientes peleadores que he visto, Y por una muchacha que me tuvo en su abrazo, Y por unas divisas que conservo en un libro. Yguálenos el mate parejo y compartido, El mate que es de muchos como el sol y la luna, Volcancito que humea caliente como un nido, Manso reló que mide las horas de la duda. Dele a su honda guitarra. Mi corazón la escucha. Y ella, igual que un aljibe, desparrama confianza. Levánteme la tarde, que en puerteando la luna Saldré oscuro y callado pero diré una lágrima. Soy un criollo pueblero. La he perdido y la busco A mi herencia de auroras y pingos y zorzales. Sus versos me la encuentran. Ya está dicho el retruco Que mis tapias rosadas mandan a sus ceibales.
es
Rojas,Gonzalo
<XXI
Me_Enamoré_De_Ti_Cuando_Llorabas
Me enamoré de ti cuando llorabas a tu novio, molido por la muerte, y eras como la estrella del terror que iluminaba al mundo. Oh cuánto me arrepiento de haber perdido aquella noche, bajo los árboles, mientras sonaba el mar entre la niebla y tú estabas eléctrica y llorosa bajo la tempestad, oh cuánto me arrepiento de haberme conformado con tu rostro, con tu voz y tus dedos, de no haberte excitado, de no haberte tomado y poseído, oh cuánto me arrepiento de no haberte besado. Algo más que tus ojos azules, algo más que tu piel de canela, algo más que tu voz enriquecida de llamar a los muertos, algo más que el fulgor fatídico de tu alma, se ha encarnado en mi ser, como animal que roe mis espaldas con sus dientes. Fácil me hubiera sido morderte entre las flores como a las campesinas, darte un beso en la nuca, en las orejas, y ponerte mi mancha en lo más hondo de tu herida. Pero fui delicado, y lo que vino a ser una obsesión habría sido apenas un vestido rasgado, unas piernas cansadas de correr y correr detrás del instantáneo frenesí, y el sudor de una joven y un joven, libres ya de la muerte. Oh agujero sin fin, por donde sale y entra el mar interminable oh deseo terrible que me hace oler tu olor a muchacha lasciva y enlutada detrás de los vestidos de todas las mujeres. ¿Por qué no fui feroz, por qué no te salvé de lo turbio y perverso que exhalan los difuntos? ¿Por qué no te preñé como varón aquella oscura noche de tormenta?
es
Rodríguez,Claudio
<XXI
Transparente_Quietud._Frente_A_La_Tierra
Transparente quietud. Frente a la tierra rojiza, desecada hasta la entraña, con aridez que es ya calcinación, se abre el Mediterráneo. Hay pino bajo, sabinas, pitas, y crece el tomillo y el fiel romero tan austeramente que apenas huelen si no es a salitre. Quema la tramontana. Cae la tarde. Verdad de sumisión, de entrega, de destronamientos, desmoronamientos frente al mar azul puro que en la orilla se hace verde esmeralda. Vieja y nueva erosión. Placas, láminas, cornisas, acantilados y escolleras, ágil bisel, estría, lucidez de roca de milenaria permanencia. Aquí la verdad de la piedra, nunca muda sino en interna reverberación, en estremecimiento de cosecha perenne dando su seguro oficio, su secreta ternura sobria junto al mar que es demasiada criatura, demasiada hermosura para el hombre. Antiguo mar latino que hoy no canta, dice apenas, susurra, prisionero de su implacable poderío, con pulsación de sofoco, sin oleaje, casi en silencio de clarividencia mientras el cielo se oscurece y llega, maciza y seca, la última ocasión para amar. Entre piedras y entre espumas, ¿qué es rendición y qué supremacía? ¿Qué nos serena, qué nos atormenta: el mar terso o la tierra desolada?
es
Hahn,Óscar
<XXI
Retrato_De_Familia_Iraquí
El padre de turbante y denso bigote negro con los brazos cruzados A la izquierda su esposa con abaya bordada y velo blanco Ahmad y Zainab los dos hijos pequeños tomados de la mano Los abuelos sentados en un sillón de mimbre Todos ellos sonriendo desde una foto a medio chamuscar hallada entre los escombros de su casa después del bombardeo
es
Mistral,Gabriela
<XXI
Promesa_A_Las_Estrellas
Ojitos de las estrellas abiertos en un oscuro terciopelo: de lo alto, ¿me veis puro? Ojitos de las estrellas, prendidos en el sereno cielo, decid: desde arriba, ¿me veis bueno? Ojitos de las estrellas, de pestañitas inquietas, ¿por qué sois azules, rojos y violetas? Ojitos de la pupila curiosa y trasnochadora, ¿por qué os borra con sus rosas la aurora? Ojitos, salpicaduras de lágrimas o rocío, cuando tembláis allá arriba, ¿es de frío? Ojitos de las estrellas, fijo en una y otra os juro que me habéis de mirar siempre, siempre puro. Ojitos de las estrellas, prendidos en el sereno cielo, decid: desde arriba, ¿me veis bueno? Ojitos de las estrellas, de pestañitas inquietas, ¿por qué sois azules, rojos y violetas? Ojitos de la pupila curiosa y trasnochadora, ¿por qué os borra con sus rosas la aurora? Ojitos, salpicaduras de lágrimas o rocío, cuando tembláis allá arriba, ¿es de frío? Ojitos de las estrellas, fijo en una y otra os juro que me habéis de mirar siempre, siempre puro. Ojitos de las estrellas, de pestañitas inquietas, ¿por qué sois azules, rojos y violetas? Ojitos de la pupila curiosa y trasnochadora, ¿por qué os borra con sus rosas la aurora? Ojitos, salpicaduras de lágrimas o rocío, cuando tembláis allá arriba, ¿es de frío? Ojitos de las estrellas, fijo en una y otra os juro que me habéis de mirar siempre, siempre puro. Ojitos de la pupila curiosa y trasnochadora, ¿por qué os borra con sus rosas la aurora? Ojitos, salpicaduras de lágrimas o rocío, cuando tembláis allá arriba, ¿es de frío? Ojitos de las estrellas, fijo en una y otra os juro que me habéis de mirar siempre, siempre puro. Ojitos, salpicaduras de lágrimas o rocío, cuando tembláis allá arriba, ¿es de frío? Ojitos de las estrellas, fijo en una y otra os juro que me habéis de mirar siempre, siempre puro. Ojitos de las estrellas, fijo en una y otra os juro que me habéis de mirar siempre, siempre puro.
es
Ponce_y_Mora,Javier
XXI
Yacen_Los_Cuerpos_Unidos
Yacen los cuerpos unidos en su momento más álgido, y comienza entre nosotros ese rito tan pagano que va al éxtasis divino desde el placer más humano, camino de tierra al cielo en ascenso sublimado. Y suspiro, y sudo, y siento, y el mundo se queda a un lado cuando tocamos lo eterno con la albura de las manos. Y crece la intensidad que va subiendo de grado hasta hacerse inaguantable y acabar en el orgasmo. ¡cuantas veces he creido que al cielo me dabas paso! Cuando la lucha se acaba, cuando todo ha terminado, ¡le doy las gracias a Dios porque sigues a mi lado! Y suspiro, y sudo, y siento, y el mundo se queda a un lado cuando tocamos lo eterno con la albura de las manos. Y crece la intensidad que va subiendo de grado hasta hacerse inaguantable y acabar en el orgasmo. ¡cuantas veces he creido que al cielo me dabas paso! Cuando la lucha se acaba, cuando todo ha terminado, ¡le doy las gracias a Dios porque sigues a mi lado! Y crece la intensidad que va subiendo de grado hasta hacerse inaguantable y acabar en el orgasmo. ¡cuantas veces he creido que al cielo me dabas paso! Cuando la lucha se acaba, cuando todo ha terminado, ¡le doy las gracias a Dios porque sigues a mi lado! Cuando la lucha se acaba, cuando todo ha terminado, ¡le doy las gracias a Dios porque sigues a mi lado!
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
He_Puesto_Mi_Silencio_A_Medianoche
He puesto mi silencio a medianoche y en el balcón a refrescar las sienes. Apagué las nostalgias, las ideas, los últimos visillos interiores. Todo quedó cerrado: mi alta vena con que salta a la comba la alegría, la cenital vidriera de los mares, los sótanos del llanto y la penumbra, la porcelana ausente del recuerdo. No se oía ni el eco de la sombra. Tan sólo conservaba su albedrío el seno flotador de la dulzura. Y ahora, en el capullo del reposo, un frígido reborde se soslaya a flor de nieve, a lontanar de ausencia como si la cantera de la noche la vetease el mármol de una voz.
es
Jiménez,Juan_Ramón
<XXI
Pintor_Que_Me_Has_Pintado
Pintor que me has pintado en este cuadro vago de la vida, tan bien, que casi parezco de verdad; ¡ay; píntame nuevamente, y mal, le modo que parezca mentira!
es
Asturias,Miguel_Ángel
<XXI
Los_Indios_Bajan_De_Mixco
Los indios bajan de Mixco cargados de azul oscuro y la ciudad les recibe con las calles asustadas por un manojo de luces que, como estrellas, se apagan al venir la madrugada. Un ruido de corazones dejan sus manos que reman como dos remos al viento; y de sus pies van quedando como plantillas las huellas en el polvo del camino. Las estrellas que se asoman a Mixco, en Mixco se quedan, porque los indios las cogen para canastos que llenan con gallinas y floronas blancas de izote dorado. Es más callada la vida de los indios que la nuestra, y cuando bajan de Mixco solo se escucha el jadeo que a veces silba en sus labios como serpiente de seda.
es
Arriaza,Juan_Bautista_de
<XXI
Cantar_Victorias_Mi_Ambición_Sería
Cantar victorias mi ambición sería Pero sabed que el dios de la armonía, Dispensador de gloria, El volver de fortuna en poco estima, 1 Y solo el valor inclito sublima Con inmortal memoria. Ved aun brillando aquellos en su templo, Que en Termópilas fueron alto ejemplo 2 De varonil constancia; Y los que sucumbieron, no domados, Bajo los tristes muros abrasados De la infeliz Numancia. Hay a quien de la cuna alza el destino Para llevarle siempre por camino De dóciles laureles: Las dichas van volando ante sus pasos, Y en manos de ellas pierden los acasos Sus espinas crueles. Héroes, si ya no Dioses, el inmenso Vulgo los clama; mas en tanto incienso Yo mi razón no ofusco; Y de Belona en el dudoso empeño, Donde muestra Fortuna airado el ceño, Allí los héroes busco. ¡Oh constancia! ¡Oh del alma ardiente brío! Tiende la inmensa vista, excelsa Clío, Por esos mares vastos, Tiéndela, que a pesar de hados malignos, Nunca la habrán parado hechos más dignos De tus gloriosos fastos. Mira, en baldón de Gades opulenta, Levantarse la Furia más sangrienta De los senos obscuros; Y de su ávida mano al mar lanzadas Las Calidonias selvas, transformadas En fluctuantes muros. Su envidia es la ciudad de Hércules bella, Que en las puertas Atlánticas descuella, Teniendo al mar a raya: En ondas que postrándose a su frente Llegan cargadas de oro de Occidente A enriquecer su playa. ¡Qué de ministros vendes a su encono, Anglia infecunda, de las nieblas trono, Del sol odiosa injuria; 3 Que, en sonriza falaz, Flora reviste De estéril verde en que la flor es triste, Y el mismo amor es furia! 4 Hidrópicos de aurivoro veneno, Al monstruo de codicia abren el seno Contra el Hispano imperio, 5 Cuando en horrendas máquinas de muerte Hasta el precioso fruto se convierte Del austral hemisferio 6 De su armada que en vano el mar rechaza Al cielo, o con abismos amenaza, Hacen soberbia muestra: No lo sufris, alumnos esforzados De los Bazanes, y de ardor llevados, Lanzáis al mar la vuestra; Y cual de opuestos vientos acosados, Cruzándose ennegrecen los nublados Las etéreas campañas, Y conturbando al mundo en su bramido, Dispútanse el eléctrico fluido, Ferviente en sus entrañas. Tal de ambas partes la batalla llega, Y las alas flamígeras desplega, Y nave a nave cierra, Y libra, ¡o dia de infeliz renombre! Cuatro elementos juntos contra el hombre, En brazos de la guerra. ¡Quién, entre torbellinos de humo denso, Que a las aras de Marte, en digno incienso, Mandan cóncavos bronces, De férreos rayos el silbar sin cuento, Y el ruido, que desquicia el firmamento De sus eternos gonces; Quién, de llamas y sangre en tanto lago, Mástiles estallantes y alto estrago De derrocadas moles; Quién, al triste fulgor que el cuadro alumbra, Vuestros sangrientos rostros no columbra, Oh jefes españoles! Impávidos, de rojo humor teñidos, O de sulfúreo polvo ennegrecidos, Terribles, como en ciego Combate de sacrílegos gigantes, De los Dioses los fúlgidos semblantes, Entre nubes de fuego. Con ronca voz vuestro corage entona El metálico grito de Belona, Que al combatiente inflama: Ni se teme mortal, cuando a sus ojos De hirviente sangre ve raudales rojos, Que él mismo al mar derrama. Cuájase en hierro el aire, y se convierte Cada átomo en un dardo de la muerte, Cuyo enorme esqueleto, Gozoso, en medio al golfo se levanta, Viendo ejercerse alli, con furia tanta, Su asolador decreto. ¡Oh cuál de juventud las flores siega, O a perpetuo dolor la vida entrega! A un brazo mutilado Sucede el otro a la venganza presto, O dura aun a pié firme el cuerpo inhiesto, De su cerviz privado. Mas ¡ay! que allí clara columna sube De fuego al viento, y entre humosa nube Desplómanse al abismo Cuerpos, cabezas, armas y maderos, Y brazos que aun no sueltan los aceros Que empuñó el patriotismo. Gime al estruendo el Trafalgar convulso, Tiembla el Olimpo, cual si a duro impulso De bárbaros Titanes, Nadando, ardiendo, fueran por las aguas, De Etna y Vesubio las ardientes fraguas, Y a un tiempo mil volcanes. De espanto estremecidos, los voraces Monstruos del mar agólpanse fugaces Hacia el hercúleo estrecho; De horror el cielo en nubes se encapota, Y de escándalo al mar bramando azota El aquilón deshecho. Y de su misma cólera espumosa Nace la tempestad, de desastrosa Noche fatal presagio; Marte a su aspecto enfrena el alarido; Scila y Caribdis alzan el ladrido, Númenes de naufragio. A, devorar los desperdicios tristes De hierro y fuego, rápidos venistes, Cual rayo, olas y vientos; ¡Oh noche, quién podrá expresar tu espanto! ¡Quién tu aflicción conmemorar sin llanto! ¡Quién contar tus lamentos! Ceden, en fin, al elemento amargo Naves, que domellaron tiempo largo Sus furores altivos: Los hombres se hunden, y por siempre ansioso Se cierra el cauce del sepulcro undoso Donde descienden vivos. Minerva, ¡oh! salva al que, en mejor fortuna, Hasta el lecho del sol desde la cuna Volvió el terráqueo giro. ¡Urania, a aquel tu confidente, auxilia! ¡Amor ay, vuelve a una infeliz familia De ese el postrer suspiro! ¡Tristes! ¡Nadando hácia la patria amada! ¡Y ella esquivarse en Sirtes erizada, Que las olas esconden, Y la muerte descubre! Y a las voces De los míseros náufragos, feroces Ellas solas responden. Jamás el tiempo eslabonar podría Noche más dura a más horrible día: Pero en tanto conflicto, Quien tales hados superó constante ¿Dónde hallará peligro, que quebrante Su corazón invicto. ¿Dónde? ¡Oh Clio!... Mas, tú, de horrores tales Con buril de oro en tablas inmortales Libras de olvido el daño; Escribes, y la fama los publica, Nombres que el eco olímpico replica: Gravina, Álava, Escaño. ¡Y cuántos más que de mi voz suprime El mismo amor que en mi memoria gime! ¡Oh Cosme!... ¡Oh dura suerte! Dadle eterno laurel, hijas de Apolo, Que a un amigo infeliz le cabe solo Darle llanto en su muerte. Crisol de adversidad claro y seguro Vuestro valor probó sublime y puro, ¡Oh marinos hispanos! Broquel fue de la patria vuestra vida, Que, al fin, vengada, y siempre defendida Será por vuestras manos. Rinda al leon y al águila Neptuno El brazo tutelar, con que importuno Y esclavo al Anglia cierra; Y ella os verá, desde las altas popas, Lanzar torrentes de invencibles tropas Sobre su infausta tierra. Básteos, en tanto, el lúgubre tributo De su muerto Adalid, doblando el luto Del Támesis umbrío; Que si, llenos de honrosas cicatrices, Se os ve, para ocasiones más felices, Reservar vuestro brío, Sois cual león, que en líbico desierto, Con garra atroz, del cazador experto Rompió asechanza astuta, Que no inglorioso, aunque sangriento y laso, Temido sí, se vuelve paso a paso A su arenosa gruta.
es
Vivanco,Luis_Felipe
<XXI
Sabemos_Que_Está_Aquí,_Dorando_Las_Distancias
Sabemos que está aquí, dorando las distancias mirando, caminando su cosecha, dejándola bien crecida y andada: olas constantes sobre un rumor de antiguas letanías. Sabemos que está aquí, donde todas las fechas tienen pausa de islotes que escuchan, apagados, la espuma del naufragio, donde todas las fechas tienen algo de esa barca sin remos, tan lejos de la orilla... Sabemos que está aquí, donde todos los rostros mezclan lentas arrugas, donde los brazos, sueltos, se apartan de sus cuerpos, donde ya no hay miradas, ni mejillas, ni labios, sino un rescoldo gris de noviembre, enfriándose.
es
León,Benjamín
XXI
Te_Rompería_El_Aire_Los_Suspiros
Te rompería el aire los suspiros si callaras mi cuerpo con tu boca. Si toda tu distancia fuera un movimiento sobre las ganas. Lluvia, pétalo, dulce, dulce. Te gemirían los poros uno a uno en el contacto oculto, en la insuficiencia de la piel. Sometida frente al mundo a ver si olvidas lo que es amar cuando el mar te desboque soplo adentro y giman tus pulseras en desgarro. Te abrazaría el amor, te calaría la fuerza de los témpanos. Cómo te buscaría. Más a prisa al vuelo. Se te hundirían las uñas con toda la soledad acompañada de la alfombra cuando te contenga la lengua con mi lengua. Te poseería en la muerte de la estrella, como una boca de lobo, como una sonrisa de buitre, como una ola en la pecera. Todo te daría en una sola luna, frágil y resumida, te concluiría. Te aclamaría en el amor esclavitud. Todo, todo, todo. Hasta que nos oculte el día y de mi sólo queden gotas en tu memoria.
es
Medrano,Francisco_de
<XXI
Soneto_Ix
Soberano Señor, cuyo semblante tal vez nos representa a Marte crudo con el estoque vengador desnudo y la túnica estrecha de diamante, tal nos pone pacífico delante preso el cabello con curioso nudo de lauro, y con un libro por escudo, no menos sabio a Apolo que elegante. Honra ahora las letras, y con ellas, émulo de tu padre y de sus leyes, da a la paz el dominio de tu tierra, de tu abuelo después sigue las huellas, pues igualmente es propio de los reyes amar la paz y ejercitar la guerra.
es
Pombo,Rafael
<XXI
¡Qué_Espléndido_Estaba_El_Día!
¡Qué espléndido estaba el día! ¡Qué amoroso el aire tibio! ¡Qué fresco el tapiz de grama Do, en humoradas de niño, Te extendías y rodabas Chachareando conmigo! Yo en tanto, inmóvil, absorto, Admirando en cada giro Una nueva perfección De tu incomparable hechizo, Aunque hablaba y sonreía Murmuraba entre mí mismo: ¡Qué desgraciado soy yo! ¡Qué venturoso es mi amigo! Por lo inocente que eres Y generosa de instinto Como sabes cuánto lo amo De tu afecto participo. Pero ¡ay de mí! la amistad Que de tus ojos recibo En mi corazón penetra Como un tizón encendido; Y así nuestra dulce plática Era para mí un martirio En que detrás de mis labios Prorrumpía mi alma en gritos: ¡Qué desgraciado soy yo! ¡Qué venturoso es mi amigo! Espléndido estaba el día, Amoroso el aire tibio, Y los dos solos y juntos Al centro de un paraíso; Y tú más bella que Eva, Y yo, más que Adán maldito, Pues tú misma eras el áspid Que en vez de brindarme alivio, Olvido al tenaz recuerdo, Al mortal destierro asilo, A murmurar me obligabas Evitando tus oídos: ¡Qué desgraciado soy yo! ¡Qué venturoso es mi amigo! Soplaba el cielo en el huerto Pero el infierno en mi espíritu, Que era yo un Adán a un tiempo Acariciado y proscrito. ¡Ah! ni el suplicio de Tántalo Igualara ese suplicio De estar tan cerca y tan lejos De cuanto adoro y persigo! En hora fatal mi suerte Nos juntó en aquel recinto, Que ya no hay tregua en mi cáliz, Y a todas horas repito: ¡Qué desgraciado soy yo! ¡Qué venturoso es mi amigo! Es la amistad para todos Numen piadoso y benigno. Para mí sólo un verdugo Que me escarnece a cariños. ¡Perversa, ingrata amistad Que impones tal sacrificio! ¡Negra mil veces la estrella Que caballero me hizo! El último miserable Hoy, en mi lugar, contigo, ¿Hubiérase conformado Con decir como yo he dicho?: ¡Qué desgraciado soy yo! ¡Qué venturoso es mi amigo! Él para ti será un hombre, Yo para ti seré un niño Y, como a tal, no me juzgas De tu desconfianza digno. Tal vez en tu índole de ángel Entra el femenil capricho De complacerte inspirando Versos y ayes y suspiros. ¡Qué sé yo!... Pero si rompe La amistad sus crueles grillos Cuenta que otra vez mis labios No clamarán escondidos: ¡Qué desgraciado soy yo! ¡Qué venturoso es mi amigo! ¡Mas no, perdón! Ni una sombra Cruce tus ojos divinos De estas malicias que, ardiendo De amor y celos, cavilo. Con tal de que yo te vea, Y te escuchen mis oídos, Y aspire tu aire, y merezca Un rincón en tu cariño; Con tal de que me consientas En las ausencias de tu ídolo Cebar los ojos y el alma En la opulencia que envidio, ¡Ah!, ¡siga mísero yo, Cuanto feliz nuestro amigo!
es
Andreu,Blanca
<XXI
Así,_En_Pretérito_Pluscuamperfecto_Y_Futuro_Absoluto
Así, en pretérito pluscuamperfecto y futuro absoluto voy hablando del trozo de universo que yo era, de subcutáneas estrellas de sangre cazadas por el ángel de la anemia en el cielo arterial, diciendo leucocitos del alba y río de linfa, o bien de lo que quise: el ligero Mediterráneo, la prohibición de envejecer, la gavilla del sueño barbitúrico, y sobre todo, sobre todas las cosas, Mozart anfetamínico preámbulo de pájaros, Mozart en ala y aeropuerto, arco de violín príncipe o piloto: Mozart el Músico.
es
Ratón,Maeve
XXI
No_Escribo
No escribo pues mi mente está en barbecho, así los versos venideros, crecerán violando la estrechez de los cuellos...
es
Juarroz,Roberto
<XXI
Quinta_Poesía_Vertical._Número_18
Voy anotando en imágenes: las entrelíneas de un temblor, un cociente furtivo de la sombra, el residuo de un relámpago. Voy copiando modelos: la vida apretada en un muñón, la síntesis que se completa en un suicidio, un pan que rompe un beso. Voy subrayando textos: el vacío que suspende una frase, una palabra que pierde el equilibrio, una disonancia que canta. Voy llenando dibujos: el modo con que practico el infinito, la ocupación también transitoria de la muerte, el préstamo sin garantías de esta realidad. Voy llegando al comienzo: la palabra sin nadie, el último silencio, la página que ya no se enumera. Y así encuentro la forma de probar que la vida calla más que la muerte.
es
Laurenza,Alejandro
XXI
Una_Imagen_Me_Cautiva
Una imagen me cautiva, me emociona, me regala una sonrisa, me arranca una lágrima. Todos mis recuerdos se abren paso como un torrente; tanta felicidad guardada, en aquella estampa de mi pasado. Increíbles sensaciones vuelven a mí: el brillo en los ojos de un amigo, la complicidad de una niña que me besa, el perfume de una edad imborrable. Doy gracias al tiempo, por no apresurarse en su carrera, por su andar lento y generoso, por no haber atendido a mis inconscientes ruegos. Todos mis recuerdos se abren paso como un torrente; tanta felicidad guardada, en aquella estampa de mi pasado. Increíbles sensaciones vuelven a mí: el brillo en los ojos de un amigo, la complicidad de una niña que me besa, el perfume de una edad imborrable. Doy gracias al tiempo, por no apresurarse en su carrera, por su andar lento y generoso, por no haber atendido a mis inconscientes ruegos. Increíbles sensaciones vuelven a mí: el brillo en los ojos de un amigo, la complicidad de una niña que me besa, el perfume de una edad imborrable. Doy gracias al tiempo, por no apresurarse en su carrera, por su andar lento y generoso, por no haber atendido a mis inconscientes ruegos. Doy gracias al tiempo, por no apresurarse en su carrera, por su andar lento y generoso, por no haber atendido a mis inconscientes ruegos.
es
Bello,Andrés
<XXI
Nunca_Más_Bella_Iluminó_La_Aurora
Nunca más bella iluminó la aurora de los montes el ápice eminente ni el aura suspiró más blandamente, ni más rica esmaltó los campos Flora. Cuanta riqueza y galas atesora, hoy la Naturaleza hace patente, tributando homenaje reverente a la deidad que el corazón adora. ¿Quién no escucha la célica armonía que con alegre estrépito resuena del abrasador sur al frío norte? ¡Oh Juana! Gritan todos a porfía; jamás la Parca triste, de ira llena, de tu preciosa vida el hilo corte.
es
Pardo_García,Germán
<XXI
Jazmíname_La_Brisa,_Primavera
Jazmíname la brisa, primavera. Enguáldame, pitahaya del verano. Otoño: frondalízame la mano con tu franja de azúcar y madera. Exáltame, Hermosura verdadera. Divídeme, escarlata meridiano en dos mitades: la extensión de un llano y el silencio final de una frontera. En un carrizo de granaria avena que a la comuna laboral arranco, voy a silbar mi transeúnte pena sometida a la escoria del barranco, donde se cubre la floral antena de inviernos grana y abalorio blanco.
es
Lugones,Leopoldo
<XXI
París..._El_Bosque..._Tú..._Tarde_Azulina
París... El bosque... Tú... Tarde azulina, Que en actitud, por cierto muy francesa, Al amparo del haya más espesa Se empolva con un poco de neblina. Frágil al beso que en falaz promesa Suena como un luis, engolosina Su boca demasiado purpurina De morder la diabólica frambuesa. En la pálida arena de las calles. Trilla el sol que se va para Versalles Las aristas del rayo postrimero; Y brillando en tus breves escarpines, Te echa a los pies puñados de sequines, Como un sultán un poco rastacuero. Versalles otoñal con sus pardillos, Y el agua que en el césped les gorgea; Y tú, evocando en señoril presea Las damas de lunares y tontillos. Y los nobles castaños amarillos, Y aquella fuente en que, pueril ralea, Montados en sus cisnes de pelea Van flechando un tritón cuatro amorcillos. Vestida «de carácter» por la luna, Te da el silencio atmósfera oportuna. (Suspirante silencio de jardines, Donde al rumor del raso en que te ahuecas Sopla sentimentales hojas secas Una divagación de violines).
es
Sabines,Jaime
<XXI
Haciéndose_Su_Casa,_Cuba
Haciéndose su casa, Cuba tiene las manos limpias. Será una casa para todos, una casa hermosa y sencilla, casa para el pan y el agua, casa para el aire y la vida.
es