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1.47M
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---|---|---|---|---|
Colinas,Antonio | <XXI | Sigue_La_Senda_De_Las_Piedras_Musgosas | Sigue la senda de las piedras musgosas,
la que conduce a la gran roca,
a la raíz del ara, a la raíz del tiempo.
Mira la nieve humilde de la cima
tutelar.
Posa en ella tus ojos.
Luego pósalos en el ara.
Posa también tus manos:
que se aquieten tus manos como palomas,
que echen raíces
en el silencio helado de la piedra.
Verás en ella señales muy leves,
signos dictados por el firmamento,
los símbolos de un tiempo infinito
revelación del alma que no muera.
No podrás ir más allá.
No debes ir más allá. | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Liquen_65 | El marinero tenía
lleno de salitre el pecho.
Por eso como ninguno
tanto corría el velero.
Una novia en Buenos Aires
después tuvo el marinero.
Por eso tanto corría
hacia América el velero.
El marinerito tuvo
una novia en cada puerto. | es |
Cruz,Juana_Inés_de_la | <XXI | Que_Dan_Encarecida_Satisfacción_A_Unos_Celos | Pues estoy condenada,
Fabio, a la muerte, por decreto tuyo,
y la sentencia airada
ni la apelo, resisto ni la huyo,
óyeme, que no hay reo tan culpado
a quien el confesar le sea negado.
Porque te han informado,
dices, de que mi pecho te ha ofendido,
me has fiero condenado.
¿Y pueden, en tu pecho endurecido,
más la noticia incierta, que no es ciencia,
que de tantas verdades la experiencia?
Si a otros crédito has dado,
Fabio, ¿por qué a tus ojos se lo niegas,
y el sentido trocado
de la ley, al cordel mi cuello entregas,
pues liberal me amplías los rigores
y avaro me restringes los favores?
Si a otros ojos he visto,
mátenme, Fabio, tus airados ojos;
si a otro cariño asisto,
asístanme implacables tus enojos;
y si otro amor del tuyo me divierte,
tú, que has sido mi vida, me des muerte.
Si a otro, alegre, he mirado,
nunca alegre me mires ni te vea;
si le hablé con agrado,
eterno desagrado en ti posea;
y si otro amor inquieta mi sentido,
sáquesme el alma tú, que mi alma has sido.
Mas, supuesto que muero,
sin resistir a mi infelice suerte,
que me des sólo quiero
licencia de que escoja yo mi muerte;
deja la muerte a mi elección medida,
pues en la tuya pongo ya la vida.
No muera de rigores,
Fabio, cuando morir de amores puedo;
pues con morir de amores,
tú acreditado y yo bien puesta quedo:
que morir por amor, no de culpada,
no es menos muerte, pero es más honrada.
Perdón, en fin, te pido
de las muchas ofensas que te he hecho
en haberte querido:
que ofensas son, pues son a tu despecho;
y con razón te ofendes de mi trato,
pues que yo, con quererte, te hago ingrato. | es |
Pérez_Hernández,Jorge_A. | XXI | Sarcasmo | ¿Qué es esto de pensarte
horas después de que te veo
esperando saludarte
sin que tiemble mi mano
por estar llena de miedo?
¿Por qué cuando vas pasando
entre los pasillos azules
creo que es el cielo que retrata
un par de soles entre nubes?
¡Si sólo son paredes blancas,
sólo son flores llenas de tu alma!
¿Qué sentimiento es aquel
de alegrarme si te he visto
imaginando que eres belleza pura y mujer
que haces que me sienta más vivo?
¿Qué mirar que tengo es ese
que te busca entre la gente,
que no pregunta para verte
y te reconoce siempre?
¿Qué vacío es este
que si te despides se me clava
en los ojos y en el alma?
¿Cómo es tu palabra honesta
que hoy me deja pensativo
con el corazón cautivo
y escribiéndote un poema?
¿Por qué cuando vas pasando
entre los pasillos azules
creo que es el cielo que retrata
un par de soles entre nubes?
¡Si sólo son paredes blancas,
sólo son flores llenas de tu alma!
¿Qué sentimiento es aquel
de alegrarme si te he visto
imaginando que eres belleza pura y mujer
que haces que me sienta más vivo?
¿Qué mirar que tengo es ese
que te busca entre la gente,
que no pregunta para verte
y te reconoce siempre?
¿Qué vacío es este
que si te despides se me clava
en los ojos y en el alma?
¿Cómo es tu palabra honesta
que hoy me deja pensativo
con el corazón cautivo
y escribiéndote un poema?
¡Si sólo son paredes blancas,
sólo son flores llenas de tu alma!
¿Qué sentimiento es aquel
de alegrarme si te he visto
imaginando que eres belleza pura y mujer
que haces que me sienta más vivo?
¿Qué mirar que tengo es ese
que te busca entre la gente,
que no pregunta para verte
y te reconoce siempre?
¿Qué vacío es este
que si te despides se me clava
en los ojos y en el alma?
¿Cómo es tu palabra honesta
que hoy me deja pensativo
con el corazón cautivo
y escribiéndote un poema?
¿Qué sentimiento es aquel
de alegrarme si te he visto
imaginando que eres belleza pura y mujer
que haces que me sienta más vivo?
¿Qué mirar que tengo es ese
que te busca entre la gente,
que no pregunta para verte
y te reconoce siempre?
¿Qué vacío es este
que si te despides se me clava
en los ojos y en el alma?
¿Cómo es tu palabra honesta
que hoy me deja pensativo
con el corazón cautivo
y escribiéndote un poema?
¿Qué mirar que tengo es ese
que te busca entre la gente,
que no pregunta para verte
y te reconoce siempre?
¿Qué vacío es este
que si te despides se me clava
en los ojos y en el alma?
¿Cómo es tu palabra honesta
que hoy me deja pensativo
con el corazón cautivo
y escribiéndote un poema?
¿Qué vacío es este
que si te despides se me clava
en los ojos y en el alma?
¿Cómo es tu palabra honesta
que hoy me deja pensativo
con el corazón cautivo
y escribiéndote un poema?
¿Cómo es tu palabra honesta
que hoy me deja pensativo
con el corazón cautivo
y escribiéndote un poema? | es |
Cetina,Gutierre_de | <XXI | No_Fuera_Alcides,_No,_Famoso_Tanto | No fuera Alcides, no, famoso tanto,
ni durara en el mundo hoy su memoria,
si menos cara hubiera la victoria
de los monstruos que aún hoy causan espanto.
La fuerte emulación con todo cuanto
contrasta casi al par con vuestra gloria,
harán al fin, señor, que vuestra historia
nos ture con eterno e inmortal canto.
El vencer tan soberbios enemigos,
sujetar tantos monstruos, tanta gente,
con el valor que el cielo en vos derrama,
al siglo por venir serán testigos
del honor que dará perpetuamente
a Carlo Quinto Máximo la fama. | es |
Marechal,Leopoldo | <XXI | Unco,_El_Idiota,_Cortador_De_Juncos | Unco, el idiota, cortador de juncos,
yace aquí sin machete ni juncal.
Para el techo del hombre cortó juncos:
Para el amor del hombre
cortaba juncos verdes:
juncos llenos de viento,
para el hombre y su risa
cortó en el aguazal.
Y él nunca usó ni techo
ni amor ni risa ni hombre.
Rojo de mediodías, pero sin luz adentro;
gallardo y fuerte, pero sin canción,
fue una rica vihuela
que no tuvo cordaje
y una lámpara hermosa
que no encendió su dueño.
Su Dios fue un huevo de chajá
mecido a flor del agua negra.
Junco insonoro, yace largo a largo:
el Cortador Celeste lo ha cortado. | es |
Arciniegas,Ismael_Enrique | <XXI | El_Pasado | Cuando se hunde en las manos la cabeza
Y se siente el espíritu abatido,
¡Cómo consuela el diálogo no oído
De nuestro corazón y la tristeza!
Con los ojos cerrados, en belleza
Vemos surgir lo ya desvanecido;
Y lo que un tiempo se creyó perdido,
En nuestro ensueño a sonreír empieza.
Quiero soñar y recordar. La vida
Suele ser el pasado, y de su fondo
A veces brota luz desconocida,
Porque momentos hay en que no existe
Para el alma, un placer tan grande y hondo
Como el de recordar y el estar triste. | es |
González_Medina,Óscar_Fco. | XXI | La_Mejor_Parte_De_Ti | La mejor parte de ti
es mi mejor momento
la razón que brilla en tu cuerpo
tu voz se convierte en luz
la luz que transforma al viento
cuando el viento no cala
cuando el viento no seca
es porque lleva tu aliento
es mi mejor momento
inhalas aire
y exhalas sentimiento
con tonos suaves
con tonos lentos
con tonos...
que estremecen cada momento
la mejor parte de ti
tu voz
es mi mejor momento
y yo...
solo respiro y lo siento
tu voz se convierte en luz
la luz que transforma al viento
cuando el viento no cala
cuando el viento no seca
es porque lleva tu aliento
es mi mejor momento
inhalas aire
y exhalas sentimiento
con tonos suaves
con tonos lentos
con tonos...
que estremecen cada momento
la mejor parte de ti
tu voz
es mi mejor momento
y yo...
solo respiro y lo siento
cuando el viento no cala
cuando el viento no seca
es porque lleva tu aliento
es mi mejor momento
inhalas aire
y exhalas sentimiento
con tonos suaves
con tonos lentos
con tonos...
que estremecen cada momento
la mejor parte de ti
tu voz
es mi mejor momento
y yo...
solo respiro y lo siento
inhalas aire
y exhalas sentimiento
con tonos suaves
con tonos lentos
con tonos...
que estremecen cada momento
la mejor parte de ti
tu voz
es mi mejor momento
y yo...
solo respiro y lo siento
la mejor parte de ti
tu voz
es mi mejor momento
y yo...
solo respiro y lo siento | es |
Ory,Carlos_Edmundo_de | <XXI | No_Vendrá_Nadie_Ni_La_Lluvia_Ni_La_Rosa | No vendrá nadie ni la lluvia ni la rosa Estaré como siempre con el fondo en la frente Empezaré a oír
música música diré estás cerca Ni la lluvia ni la rosa
Y qué de silencio y qué de cosas en silencio Otra vez preguntaré estás cerca amada Habrá un
olor a noche subido por tu boca Y ni rosa y ni lluvia Querrás cantar qué contornos umbrosos | es |
Herrera_y_Reissig,Julio | <XXI | El_Camino_De_Las_Lágrimas | Citándonos, después de oscura ausencia,
tu alma se derretía en largo lloro,
a causa de quién sabe qué tesoro
perdido para siempre en tu existencia.
Junto a los surtidores, la presencia
semidormida de la tarde de oro,
decíate lo mucho que te adoro
y cómo era de sorda mi dolencia.
Pesando nuestra angustia y tu reproche,
toda mi alma se pobló de noche...
Y al estrecharte murmurando aquellas
remembranzas de dicha a que me amparo,
hallé un sendero matinal de estrellas,
en tu falda ilusión de rosa claro. | es |
Peza,Juan_de_Dios | <XXI | Ni_Viva_Ni_Muerta | Es blanca, rubia, de contornos puros,
Cual si fueran labrados por Cellini.
La vi, me enamoré, di veinte duros,
Y la mandó a mi casa Pellandini.
Está con traje azul, el solo traje
Que me causa inquietudes y desvelos,
Porque con él el rostro es un celaje
Prendido en las riberas de los cielos.
Suelto tiene el riquísimo tesoro
De sus cabellos blondos y rizados,
Que brillan y relucen como el oro
De octubre en las espigas de los prados.
Buscan la inmensidad sus claros ojos,
Que irradian luz en su mirar sereno:
Tiene boca pequeña, labios rojos,
Cuello de nácar y marmóreo seno.
Siempre que llego a verla, me palpita
Acelerado el corazón ardiente;
Me parece que sueña, que medita,
Y que espera mis besos en su frente.
Es púdica, romántica, graciosa,
Y en contra de su sexo y su hermosura,
No puede ser infiel ni ser curiosa,
Ni mentir, ni gastar, ni ser impura.
Después de que a Occidente el sol resbala,
Y su luz melancólica pardea,
Y esconde la cabeza bajo el ala
El ave que en los árboles gorjea;
Cuando aparecen nítidas y bellas,
Derramando sus vividos fulgores,
Esas, que siempre están, blancas estrellas,
En eterno coloquio con las flores;
Cuando al loco rumor con que ensordece
A la incansable muchedumbre el día,
Sigue el hondo silencio en que parece
Que están el sol y el mundo en agonía:
Entonces, en mi alcázar de amargura,
Que jamás el amor viste de gala,
Contemplo a la deidad cuya hermosura
Decora el muro de la humilde sala.
¡Cómo anima la sombra suavemente
Sus pupilas tan dulces y serenas!
¡Cuál tiñe de carmín su casta frente
La sangre que no corre por sus venas!
Parece que me ve, que se retratan
Mis ojos en los suyos siempre bellos,
¡En sus ojos de rayos que no matan.
Porque no está la tempestad en ellos!
Ojos que irradian fe, paz y bonanza,
Con la celeste luz en ellos presa;
Al que los mira infunden esperanza,
Y casta devoción al que los besa.
Cuántas veces, mirando cara a cara
A esta mujer, capricho del artista,
He llegado a pensar: «Si abandonara
El lienzo en que aparece ante mi vista,
»Y viera convertirse en un momento
En verdad la ficción sobrando altiva,
Fuerza, calor, lenguaje y movimiento,
Tornándose mujer y estando viva,
»¿Causará entonces a mi pecho herido
Este entusiasmo que a sus pies me trae?»
¡Ah! ¡yo sé que al amor sigue el olvido!
¡La flor más bella se marchita y cae!
Yo sé que el fuego que la carne abrasa,
Se torna en humo y en ceniza fría.
¡Todo se rompe, y atosiga, y pasa
Como el resabio del placer de un día!
Y sé que aquel amor dulce y callado
Que vierte en la niñez sus embelesos,
Es la estrella inmortal del bien pasado,
Encendida entre lágrimas y besos.
Mas del extraño amor que al pecho inspira,
Esta muda beldad, ¿cuál es el nombre?
¿Es sólo verso cuando está en la lira?
¿Sólo palabra cuando está en el hombre?
¿Es brillante ilusión que se derrumba
A un abismo sin fondo ni medida?...
¡Es como el fuego fatuo de la tumba,
Que sólo puede arder donde no hay vida!
Pigmalión, adorando a Galatea,
A este secreto amor le imprime norma;
Para llegar al culto de la idea,
Hay que entrar por el culto de la forma.
¿Es dulce, es melancólica, es hermosa?
Pues no exijamos más, basta con eso;
El amor, cual la abeja, va a la rosa:
Sólo busca la boca para el beso.
Mejor que nada exista en esa frente,
Ni en esos labios de encendida grana;
Huyo del sol en el zenit ardiente,
Y lo busco al rayar de la mañana.
Nada que incendie, nada que destruya
Nada que canse, nada que carcoma;
Si queréis un amor que no concluya,
Todo fe, todo ensueño, todo aroma,
Pensad, al resolver cuestión tan seria.
Que la beldad encubre un esqueleto
Que polvo será al fin, porque es materia:
Pedidlo al arte y lo hallaréis completo.
Al arte, sí, que en medio del abismo,
Que todo lo amortigua y lo devora,
Ni engaña, ni atosiga, siendo el mismo
En la sombra y la luz, a cualquiera hora.
Es la existencia en dichas tan escasa,
Que cuanto abarca en su mejor destello,
Todo se rompe, languidece y pasa:
¡Todo, menos el culto por lo bello! | es |
Rosales,Luis | <XXI | Me_Están_Mirando_En_Tus_Ojos | Me están mirando en tus ojos
los ángeles del instante,
los ángeles que han perdido
la memoria al contemplarse.
Me estoy reuniendo en tus brazos;
te siento casi quemándome;
arden el tronco y las ramas
pero las hojas no arden.
Estamos juntos, sin vernos,
repetidos y distantes,
juntos pero no vividos,
tristemente naturales.
Me estoy reuniendo en tus brazos;
te siento casi quemándome;
arden el tronco y las ramas
pero las hojas no arden.
Estamos juntos, sin vernos,
repetidos y distantes,
juntos pero no vividos,
tristemente naturales.
Estamos juntos, sin vernos,
repetidos y distantes,
juntos pero no vividos,
tristemente naturales. | es |
Pereira,Gustavo | <XXI | Somari | Me sé perdido en ti
Me sé envuelto en tu madeja
No puedo saber
cómo zafarme de tu abrazo
¿Cómo diablos zafarme de tu abrazo?
Esta desconocida sustancia de desdichas
me lleva hasta tu vientre
y desde allì
puedo ver còmo
la mañana penetra en ti. | es |
Ponce_y_Mora,Javier | XXI | Quisiera_Ser_Escultor | Quisiera ser escultor
y sobre la gélida piedra,
esculpir todo el calor
de tu imagen verdadera.
Una Venus imperial,
la más imperecedera
que desde su propio altar
el mundo vano contempla
sin que el paso de los años
varie tan solo una mueca.
Monumento a lo divino,
monumento a la belleza,
homenaje del candor,
en piedra de la más densa
a un instante de amor;
de esa humana consistencia
que deja huella a su paso
de la forma más eterna
a pesar la brevedad
de su paso por la Tierra.
¡Dios!¡cómo quisiera yo
tu vida por mi existencia! | es |
Palés_Matos,Luis | <XXI | La_Guajana | Como si una nube se hubiese dormido
sobre la esmeralda del cañaveral,
con un gris sedoso, media desteñido
la guajana flecha la vista espectral.
En su pesadumbre de esfuerzo perdido,
de una neurastenia lánguida, eternal,
tiene la elocuencia sutil del olvido,
y un sugestionismo lúgubre y fatal.
La llanura sufre la calenturienta
sensación de un ansia; sobre ella revienta
la guajana coma el copo de amargar,
y en aquella eterna sonata de almíbar,
irrumpe la triste lágrima de acíbar
como en la alegría revienta el dolor. | es |
Meléndez_Valdés,Juan | <XXI | Un_Día_Que_En_La_Vega | Un día que en la vega
Bajo el nogal copado
Que da a su fuente sombra
Con los pomposos ramos,
Cantaba entretenido,
Con inocente labio,
De mi suerte la dicha,
Las delicias del campo,
Casi a mis pies, seguras
Se bañaban, jugando,
Las sencillas palomas
En un limpio remanso.
Su bullicio y arrullos,
Y sus besos y halagos
Me cayeron, absorto,
La lira de las manos.
Libre yo, y ellas libres,
Y uno asi nuestro estado,
Por instantes se hacia
Mi embeleso más grato.
Una en medio las aguas,
Cual pequeñuelo barco,
Ufanándose riza
Su plumaje galano:
Otra fija, bebiendo,
Del vivo sol los rayos,
Y en el raudal se sume
Para templar su estrago;
Otra extiende las alas
Cual dos móviles brazos,
Y al corriente se entrega
Que la va en pos llevando;
Y otra en plácido giro
Revolante en el llano,
Torna cien y cien veces
Del uno al otro lado:
Agitándose todas,
Y corriendo y saltando,
Y cruzando y tejiendo
Mil revueltas y lazos.
Cuando allá de las nubes
Cual flamígero rayo,
Un milano sobre ellas
Precipítase aciago;
Que en sus uñas agudas
Para bárbaro pasto
De sus pollos, ¡ay! roba.
La más bella inhumano:
Sin bastar a salvarla
En tan súbito caso
De mis palmas y gritos
El estrépito vano.
Derramado y sin orden,
Con mortal sobresalto,
Del ladron ominoso
Huye el tímido bando;
Y yo, el alma cubierta
De amargura y espanto,
Con la vista le sigo,
Con mi voz le amenazo.
¡Desvalida inocencia,
Siempre mísero blanco
Del poder fiero, siempre
De sus iras estrago! | es |
Aridjis,Homero | <XXI | Yo,_Teresa_De_Cepeda_Y_Ahumada | Yo, Teresa de Cepeda y Ahumada,
la monja de los arrobamientos,
pasaba de los cuarenta años cuando
en el aire muerto de los cuartos cerrados
tuve mi primer éxtasis, y las manos del Dios vivo
me alzaron sobre mí misma.
Yo, Teresa de Jesús, sentía las manos
del Dios invisible levantándome en vilo
delante de las monjas de mi congregación,
y sin saber qué hacer quería agarrarme
del piso en ese trance místico
que me hacía ver el abismo de mí misma.
En esos arrobamientos mi cuerpo perdía su calor natural,
y se iba enfriando, el suelo bajo el cuerpo se retiraba,
y en medio del silencio de los sentidos la nube
de la gran Majestad descendía a tierra,
subía la nube al cielo, y elevándose
me llevaba consigo en su vuelo.
Yo me preguntaba en ese aire vivo,
«¿Dónde se encuentra Dios?».
Al ver que me llevaba no sé dónde,
yo, dejándome arrebatar, lo arriesgaba todo,
y entregada a la contemplación de lo Desconocido,
suspendida en el aire, tenía visión del reino.
En vano resistía esos elevamientos y ocultaba mi espanto.
Cuando me acometían esos raptos no había posibilidad
de oponerse a ellos, se presentaban con un ímpetu
un fuerte y acelerado que veía y sentía alzarse esta nube,
como si un águila me cogiera entre sus alas. Temiendo
ser engañada, me oponía al levantamiento en público.
En mi pasión visionaria veía a Dios y la Virgen en todo
su esplendor, y a un ángel hacia mi lado izquierdo
en forma corporal, no grande, sino pequeño, hermoso
mucho, con el rostro un encendido que parecía de los
ángeles solares. Le veía en las manos un largo dardo
de oro, y al fin del hierro un poco de fuego metiéndoseme
por el corazón, que me llegaba a las entrañas.
Quedaba después de la pelea cansada, pues la fuerza
del arrobamiento era tal que alzada el alma la cabeza
iba tras ella, sin poderla tener, y todo el cuerpo en vilo,
que del lecho al techo podía haber un abismo,
y no sólo un abismo, sino mucho vacío.
Como me acaecían esos arrobamientos en el coro,
entre las otras monjas, o yendo a comulgar
y estando de rodillas, me daba mucha pena ser llevada
por los aires delante de todas, que veían a su priora
estarse en éxtasis, con sus grandes ojos negros
desfallecidos mirándolas desde arriba en el trance místico.
Les pedía yo luego que no dijeran nada a nadie
de lo que habían visto, que estar alzada sobre la nave
no es cosa que pueda leerse en los libros de caballerías.
La princesa de Éboli propagaba entre su servidumbre mis
visiones de ángeles y santos, mis conversaciones con Dios
y mis vuelos de espíritu descritos en el Libro de la Vida.
Despertaba burlas y risas.
Ante los tribunales de la Inquisición me acusaba.
Por esa delación el inquisidor con amenazas
de quemar el libro mandó recoger todas
las copias conocidas y todos mis escritos,
quedando el manuscrito en poder del Santo Oficio.
Ocho años quedé yo viva, los otros cuatro muerta.
No está de más agregar que una monja salida
del convento me delató al Inquisidor,
y que mis superiores me prohibieron abandonarme
a exaltaciones místicas, ya que hasta en sueños
los arrobamientos me elevaban del lecho al techo.
Supliqué mucho al Señor que no quisiera darme
más mercedes que tuviesen muestras exteriores,
porque estoy cansada de andar en tanto aire,
sobre todo en maitines, que es cuando me han tornado
los arrobamientos, y yo, hallándome entre gentes,
sentía los estremecimientos del Dios invisible.
No sabía qué hacer, agarrándome de nada,
me quedaba corridísima, quería meterme no sé dónde
con harta pena. Como aquel día de la Asunción,
que hallándome en el monasterio de Santa Clara,
vínome un arrobamiento tan grande que me sacó de mí,
y, sin poder menear pies ni brazos, tuve que sentarme.
Estando así me vi vestir con una ropa
de mucha blancura y claridad por una Virgen niña.
Y vestida por ella, traté de asirme de sus manos,
quedándome luego con mucha soledad,
sin poder menearme ni hablar,
como toda fuera de mí.
Cuando creía que el Señor había tenido la bondad
de oírme arremetía de nuevo y desde debajo de los pies
me levantaba con fuerzas tan grandes que quedaba
hecha pedazos, pues no hay poder contra su poder,
que cuando su Majestad quiere no se puede detener
el cuerpo ni el alma, ni ser una dueña de ellos.
Máxime que después de muerta no seré propietaria
de mi cuerpo: mi pie izquierdo, mi mano derecha
y mi ojo izquierdo, y hasta mi corazón
serán repartidos como reliquias, pues
desde el día en que caí gravemente enferma
fui amortajada.
Yo Teresa de Ávila la de los arrobamientos,
en los umbrales del misterio.
Alba de Tormes, 4 de octubre de 1582.
Libro de la Vida.
la de los arrobamientos, | es |
Unamuno,Miguel_de | <XXI | Nuestros_Sendos_Ángeles_De_La_Guarda | Nuestros sendos ángeles de la guarda,
el mío y el tuyo,
entre sí ¿qué se dicen cuando estamos
tú y yo juntos?
Siendo niños —¿te acuerdas?— mi criado,
que no era mudo,
goteaba a tu niñera en los oídos
el dulce jugo
de palabras de amor, mientras nosotros,
a nuestro gusto
libres, jugábamos a lo que luego
nos llevó el mundo.
¿Tienen sexo los ángeles acaso?
¡Secreto oculto!
Mas cavilando en ello un día y otro
ya no lo dudo.
¡Es ángela tu ángel! Mi creencia
mira, la fundo
en cómo se distrae, cual si al oído,
con disimulo,
mi ángel le goteara unos requiebros
puestos en punto.
Porque mi ángel, el que como guarda
Dios me le puso,
está por mi tan bobo, tan chiflado,
es tal el culto
que a mi espíritu libre rinde el pobre,
que es ya un abuso,
abuso de mi parte, se comprende,
y esto no es justo.
Y si esto sigue así, mira tendremos
—¡empeño rudo!—
nosotros que guardar a nuestros ángeles,
pues son tan puros... | es |
Felipe,León | <XXI | ¡Lavanderas..._Tintoreros! | Esa indumentaria que ahora llevas
ya no sirve español.
Oídlo,
los antiguos alfanjes del Rey,
los viejos quitamanchas del landó,
los fabricantes de lejía
y los vendedores de sidol.
Hay una mancha roja
aquí en la manga izquierda
del viejo levitón
y en la derecha hay otra
(¿Ha visto usted señor?)
otra... un poquito mayor.
Y ninguna se quita con nada
(¡Lavanderas, tintoreros!)
ninguna de las dos.
Preguntad más arriba.
En la buhardilla viven
el prestamista y el enterrador.
Y allá en las cumbres fronterizas,
el buitre y la zorra. | es |
Cardenal,Ernesto | <XXI | Tal_Vez_Nos_Casemos | Tal vez nos casemos
este año
amor mío, y
tengamos una
casita
Y tal vez
se publique mi libro,
O nos vayamos los dos
al extranjero
Tal vez caiga Somoza
amor mío | es |
Diego,Eliseo | <XXI | Un_Pájaro_En_Lo_Alto | Un pájaro en lo alto,
en lo más fino
del árbol alto,
un tomeguín
nervioso, breve, tan liviano
como un soplo de luz,
está cantando
su propia levedad,
la maravilla
de su increíble ser
su pura vida
minúscula, perfecta, iluminada. | es |
Rugeles,Manuel_Felipe | <XXI | Lejos,_Perdido,_Olvidado | Lejos, perdido, olvidado,
y sin embargo tan cerca.
Luciérnaga y pedernal
son anuncios de su estrella.
Sombra de astro
en la sombra de la tierra.
Claridad que nos inunda
el espíritu y lo quema.
Al amparo de su lumbre
arden el sueño y la pena
de los humildes; al amparo
de su estrella.
Lejos, perdido, olvidado
por todos. Solo en la esfera
de su misterio,
torre de la fortaleza.
Otros no le quieren ver,
ni hallar la flor de su huella,
ni advertir cómo su aurora
funde en oro las tinieblas.
Lejos, perdido, olvidado,
y sin embargo tan cerca. | es |
Cetina,Gutierre_de | <XXI | Si_De_Roma_El_Ardor,_Si_El_De_Sagunto | Si de Roma el ardor, si el de Sagunto,
de Troya, de Numancia y de Cartago,
si de Jerusalén el fiero estrago,
Belgrado, Rodas y Bizancio junto;
si puede a piedad moveros punto
cuanto ha habido de mal del Indo al Tago,
¿por qué del fuego que llorando apago
ni dolor, ni piedad en vos barrunto?
Pasó la pena de éstos, y en un hora
acabaron la vida y el tormento,
puestos del enemigo a sangre y fuego.
Vos dais pena inmortal al que os adora,
y así vuestra crueldad no llega a cuento
romano, turco, bárbaro ni griego. | es |
Cetina,Gutierre_de | <XXI | Tanto_Tiempo_He_En_Amar_Perseverado | Tanto tiempo he en amar perseverado
que el flaco ingenio, rústico y grosero,
un pensamiento blando, a veces fiero,
poco a poco lo ha hecho delicado
y aquel sujeto vil atrás dejado
que suele a un amador no verdadero
desvïar de aquel bien puro y sincero
en los amantes de hoy tan poco usado.
Ya sé hacer de sabio diferencia
entre amor y un deseo que es lascivo:
sé cuánto el uno más que el otro vale.
Mostrádome ha mi mal por experiencia
que un triste desear, fogoso, esquivo,
no es amor, ni de amor nace ni sale. | es |
Fuertes,Gloria | <XXI | Época_Astronáutica | ...Ahora que ya se va al otro mundo antes de morirse,
ahora que en una hora
das la vuelta a la tierra,
ahora me entran ganas de comprarme una rueca
y tejer y tejer
y pasarme la vida tejiendo al vecino
—para contrarrestar lo otro—. | es |
Marechal,Leopoldo | <XXI | En_La_Inocencia_De_Tus_Ojos_Muertos | En la inocencia de tus ojos muertos
recuperó su dignidad el cielo:
la muerte nunca tuvo
dos tréboles más castos
que tus ojos.
La tarde se perfuma con el silencio
que brota de tu piel.
Bajo tus patas rígidas la tierra
llora su música perdida.
Se ha dormido en tus remos la distancia.
Semillas de la noche venidera
son tus ojos abiertos como nunca.
Has arreado tus días como novillos rojos
y tus noches enguampadas de luna.
sobre tu cruz el sol
fue un pájaro boyero que cantó en las mañanas.
Hacías temblar la cuerda
metálica de los ríos.
Cigüeñas asustadas, los paisajes
al son de tu galope levantaron el vuelo.
Corazón batiente de la soledad,
has azotado las ocho lejanías desnudas.
En bajíos de sueño descansarás ahora:
tu paz es un elogio de la muerte
que perfuma los llanos.
La tierra de tus huesos
empolvará mañana los tobillos del viento. | es |
Aridjis,Homero | <XXI | El_Río | Desde hace años el río
no atraviesa el campo
su caudal sigue cayendo
en las barrancas del recuerdo
con la mirada oigo
a ese río sin nombre
fluir invisiblemente
por los misterios de mi infancia. | es |
Gregori,Diego_Alberto_De | XXI | Solo_Estrellas_Hay_En_La_Noche | Solo estrellas hay en la noche
quietas, calmas... silenciosas.
No existen sombras, solo palabras
y el frío de tu traición que recorre mi espalda.
En la media noche, recién aparece la luna,
roja, grande... menguando.
Las luciérnagas del cielo pierden su brillo,
al igual que mi alma herida.
Frente al mar asoma el sol
anaranjado, redondo... apurado.
Hay sombras que reflejan aquel pasado,
heridas que cierran, pero callan algo. | es |
Campos,Soledad | XXI | La_Flor_Del_Desierto | De todas las cosas que alimentan mis ojos,
nunca vi algo tan peculiar,
de todos los campos y senderos, muchas como tú vi,
pero ni una que se le comparara con tu soledad
ni una tan valiente como tú,
cuando te enfrentas con el sol radiante,
tan perseverante como para abrirse en un reino de sequía.
Muchos senderos, muchas flores,
¡sí! como tú, como tu flor única,
aunque seas exactamente igual que las flores que lucen sus colores al viento,
más tú luces tu soledad
en medio de aquel desierto, que marchita y opaca tus colores,
aquel que a pesar de ser desierto;
te espera y te da gloria,
como si fueras hija de la misma sequía.
Muchos senderos, muchas flores,
¡sí! como tú, como tu flor única,
aunque seas exactamente igual que las flores que lucen sus colores al viento,
más tú luces tu soledad
en medio de aquel desierto, que marchita y opaca tus colores,
aquel que a pesar de ser desierto;
te espera y te da gloria,
como si fueras hija de la misma sequía. | es |
Martí,José | <XXI | Mi_Querido_Amigo_Juan | Mi querido amigo Juan:
He puesto ahora mismo el nombre
De usted como ejemplo de hombre,
En unas cartas que van
Camino al Cayo, y dirán
Al constante Cayo Hueso
Que en esta angustia y exceso
De oficio que ahoga mi vida,
Por lo noble no lo olvida
Su amigo: ni olvida el $1.00. | es |
Álvarez-Hidalgo,Francisco | XXI | Reiteración | Enfermaron las lágrimas sus ojos,
arrancándole el brillo a la mirada,
filtrándose hasta el fondo de la almohada
más de triste abandono que de enojos.
Precintó el corazón con diez cerrojos,
y se evadió a su sombra en retirada,
de amor dolida, de vivir cansada,
quedando de su ayer sólo despojos.
Desangrándose el alma en tanta espina,
se prometió no restaurar la ruina
infligida a su vida en tal fracaso.
Y se dejó dormir en su agonía,
sin advertir que al despertar un día
volvería a beber del mismo vaso.
Precintó el corazón con diez cerrojos,
y se evadió a su sombra en retirada,
de amor dolida, de vivir cansada,
quedando de su ayer sólo despojos.
Desangrándose el alma en tanta espina,
se prometió no restaurar la ruina
infligida a su vida en tal fracaso.
Y se dejó dormir en su agonía,
sin advertir que al despertar un día
volvería a beber del mismo vaso.
Desangrándose el alma en tanta espina,
se prometió no restaurar la ruina
infligida a su vida en tal fracaso.
Y se dejó dormir en su agonía,
sin advertir que al despertar un día
volvería a beber del mismo vaso.
Y se dejó dormir en su agonía,
sin advertir que al despertar un día
volvería a beber del mismo vaso. | es |
Rojas,Gonzalo | <XXI | Pareja_Humana | Hartazgo y orgasmo son dos pétalos en español de un mismo lirio tronchado
cuando piel y vértebras, olfato y frenesí tristemente tiritan
en su blancura última, dos pétalos de nieve
y lava, dos espléndidos cuerpos deseosos
y cautelosos, asustados por el asombro, ligeramente heridos
en la luz sanguinaria de los desnudos: un volcán
que empieza lentamente a hundirse.
Así el amor en el flujo espontáneo de unas venas
encendidas por el hambre de no morir, así la muerte:
la eternidad así del beso, el instante
concupiscente, la puerta de los locos,
así el así de todo después del paraíso:
—Dios,
ábrenos de una vez. | es |
Góngora,Luis_de | <XXI | Salí,_Señor_Don_Pedro,_Esta_Mañana | Salí, señor don Pedro, esta mañana
A ver un toro que en un Nacimiento
Con mi mula estuviera más contento
Que alborotando a Córdoba la llana.
Romper la tierra he visto en su abesana
Mis prójimos con paso menos lento,
Que él se entró en la ciudad tan sin aliento,
Y aún más, que me dejó en la barbacana.
No desherréis vuestro Zagal, que un clavo
No ha de valer la causa, si no miente
Quien de la cuerda apela para el rabo.
Perdonadme el hablar tan cortésmente
De quien, ya que no alcalde por lo Bravo,
Podrá ser, por lo Manso, presidente.
Romper la tierra he visto en su abesana
Mis prójimos con paso menos lento,
Que él se entró en la ciudad tan sin aliento,
Y aún más, que me dejó en la barbacana.
No desherréis vuestro Zagal, que un clavo
No ha de valer la causa, si no miente
Quien de la cuerda apela para el rabo.
Perdonadme el hablar tan cortésmente
De quien, ya que no alcalde por lo Bravo,
Podrá ser, por lo Manso, presidente.
No desherréis vuestro Zagal, que un clavo
No ha de valer la causa, si no miente
Quien de la cuerda apela para el rabo.
Perdonadme el hablar tan cortésmente
De quien, ya que no alcalde por lo Bravo,
Podrá ser, por lo Manso, presidente.
Perdonadme el hablar tan cortésmente
De quien, ya que no alcalde por lo Bravo,
Podrá ser, por lo Manso, presidente. | es |
Ramos_B.,Fernando | XXI | Por_Nuestra_Avenencia | Por nuestra avenencia
te he puesto en la balanza
y miro tu templanza
cuando estoy en tu presencia.
Tú, no sólo eres eminente
ninfa dulce y sensual,
eres el botón floral
por el que vivo claramente.
Por ti me puedo inspirar
en cualquier momento
y decir lo que siento
sin tenerlo que pensar.
No sé si me quieras amar;
pero eres del rosal la flor
de la que por su cantar doy amor
y de la cual adoro su mirar.
Ninfa eres del madrigal
que todos quieren tener,
que todos quieren poseer,
que todos quieren adorar.
Eres ave que al volar
se desplaza suavemente,
de sangre eres corriente
que agita mi palpitar.
Y cuando voy a escribir
también eres el emblema
del más hermoso poema
que yo pueda sentir.
Tú eres arcoíris dorsal
que mi pensar aclarece,
que mi sentir enaltece
cuando te voy a besar.
Eres la estrella polar
que mi pensar ilumina,
que mi sentir examina
cuando me quieres besar.
Tú, no sólo eres eminente
ninfa dulce y sensual,
eres el botón floral
por el que vivo claramente.
Por ti me puedo inspirar
en cualquier momento
y decir lo que siento
sin tenerlo que pensar.
No sé si me quieras amar;
pero eres del rosal la flor
de la que por su cantar doy amor
y de la cual adoro su mirar.
Ninfa eres del madrigal
que todos quieren tener,
que todos quieren poseer,
que todos quieren adorar.
Eres ave que al volar
se desplaza suavemente,
de sangre eres corriente
que agita mi palpitar.
Y cuando voy a escribir
también eres el emblema
del más hermoso poema
que yo pueda sentir.
Tú eres arcoíris dorsal
que mi pensar aclarece,
que mi sentir enaltece
cuando te voy a besar.
Eres la estrella polar
que mi pensar ilumina,
que mi sentir examina
cuando me quieres besar.
Por ti me puedo inspirar
en cualquier momento
y decir lo que siento
sin tenerlo que pensar.
No sé si me quieras amar;
pero eres del rosal la flor
de la que por su cantar doy amor
y de la cual adoro su mirar.
Ninfa eres del madrigal
que todos quieren tener,
que todos quieren poseer,
que todos quieren adorar.
Eres ave que al volar
se desplaza suavemente,
de sangre eres corriente
que agita mi palpitar.
Y cuando voy a escribir
también eres el emblema
del más hermoso poema
que yo pueda sentir.
Tú eres arcoíris dorsal
que mi pensar aclarece,
que mi sentir enaltece
cuando te voy a besar.
Eres la estrella polar
que mi pensar ilumina,
que mi sentir examina
cuando me quieres besar.
No sé si me quieras amar;
pero eres del rosal la flor
de la que por su cantar doy amor
y de la cual adoro su mirar.
Ninfa eres del madrigal
que todos quieren tener,
que todos quieren poseer,
que todos quieren adorar.
Eres ave que al volar
se desplaza suavemente,
de sangre eres corriente
que agita mi palpitar.
Y cuando voy a escribir
también eres el emblema
del más hermoso poema
que yo pueda sentir.
Tú eres arcoíris dorsal
que mi pensar aclarece,
que mi sentir enaltece
cuando te voy a besar.
Eres la estrella polar
que mi pensar ilumina,
que mi sentir examina
cuando me quieres besar.
Ninfa eres del madrigal
que todos quieren tener,
que todos quieren poseer,
que todos quieren adorar.
Eres ave que al volar
se desplaza suavemente,
de sangre eres corriente
que agita mi palpitar.
Y cuando voy a escribir
también eres el emblema
del más hermoso poema
que yo pueda sentir.
Tú eres arcoíris dorsal
que mi pensar aclarece,
que mi sentir enaltece
cuando te voy a besar.
Eres la estrella polar
que mi pensar ilumina,
que mi sentir examina
cuando me quieres besar.
Eres ave que al volar
se desplaza suavemente,
de sangre eres corriente
que agita mi palpitar.
Y cuando voy a escribir
también eres el emblema
del más hermoso poema
que yo pueda sentir.
Tú eres arcoíris dorsal
que mi pensar aclarece,
que mi sentir enaltece
cuando te voy a besar.
Eres la estrella polar
que mi pensar ilumina,
que mi sentir examina
cuando me quieres besar.
Y cuando voy a escribir
también eres el emblema
del más hermoso poema
que yo pueda sentir.
Tú eres arcoíris dorsal
que mi pensar aclarece,
que mi sentir enaltece
cuando te voy a besar.
Eres la estrella polar
que mi pensar ilumina,
que mi sentir examina
cuando me quieres besar.
Tú eres arcoíris dorsal
que mi pensar aclarece,
que mi sentir enaltece
cuando te voy a besar.
Eres la estrella polar
que mi pensar ilumina,
que mi sentir examina
cuando me quieres besar.
Eres la estrella polar
que mi pensar ilumina,
que mi sentir examina
cuando me quieres besar. | es |
Vega,Garcilaso_de_la | <XXI | Soneto_Xi | Hermosas ninfas, que, en el río metidas,
contentas habitáis en las moradas
de relucientes piedras fabricadas
y en columnas de vidrio sostenidas;
agora estéis labrando embebecidas
o tejiendo las telas delicadas,
agora unas con otras apartadas
contándoos los amores y las vidas:
dejad un rato la labor, alzando
vuestras rubias cabezas a mirarme,
y no os detendréis mucho según ando,
que o no podréis de lástima escucharme,
o convertido en agua aquí llorando,
podréis allá despacio consolarme.
agora estéis labrando embebecidas
o tejiendo las telas delicadas,
agora unas con otras apartadas
contándoos los amores y las vidas:
dejad un rato la labor, alzando
vuestras rubias cabezas a mirarme,
y no os detendréis mucho según ando,
que o no podréis de lástima escucharme,
o convertido en agua aquí llorando,
podréis allá despacio consolarme.
dejad un rato la labor, alzando
vuestras rubias cabezas a mirarme,
y no os detendréis mucho según ando,
que o no podréis de lástima escucharme,
o convertido en agua aquí llorando,
podréis allá despacio consolarme.
que o no podréis de lástima escucharme,
o convertido en agua aquí llorando,
podréis allá despacio consolarme. | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Rompió_La_Noche_El_Freno | Rompió la noche el freno
y se salió del mundo.
Sólo, el aire a los labios:
colectivo desdén de lo selecto.
Las montañas se alejan
—adiós, adiós—
por simas de vacíos.
Los silencios se asoman
—duérmanse ya, chiquitos—
a ventanas sin fondo ni paisajes.
Fuga la piedra su cordial fijeza.
Ceden las olas, los valles, los minutos.
Lo ausente es más ausente
que a mis ojos los ojos.
Yo estoy dentro de nadie. | es |
Álvarez_Quintero,Hermanos | <XXI | Como_Se_Arranca_El_Gierro_De_Una_Herida | Como se arranca el gierro de una herida,
tu amor de las entrañas me arranqué,
aunque sentí al hacerlo que la vida
me arrancaba con él. | es |
Chocano,José_Santos | <XXI | No_Te_Vayas,_Romeo,_Todavía... | No te vayas, Romeo, todavía...
la Julieta murmúrame amorosa;
y une al dulce reclamo otra ternura:
—No es la alondra...
Yo bien sé, niña, cuando el sol es cumbre,
cuando la luz es triunfo. Hijo de Aurora,
bien sé las sinfonías del Oriente...
—No es la alondra...
Yo he visitado los celestes nidos,
y he pulsado las arpas luminosas,
y he violado el horóscopo del sueño...
—No es la alondra...
Yo he visto frente a frente al astro rubio,
y he escuchado el preludio nota a nota,
y he recorrido palmo a palmo el cielo...
—No es la alondra...
Yo he bebido el licor del cáliz sacro,
y he comulgado la divina hostia
y bajo la patena he puesto el alma...
—No es la alondra...
He arrancado del huevo la avecilla,
de la cascara vil la almendra hermosa,
de la palabra tibia la áurea idea...
—No es la alondra...
Y yo he lanzado en fin, vocablos libres
sobre las turbas, de cantar ya roncas,
quo iban en pos de los Ideales nuevos,
y las vírgenes Ansias, afanosas,
con todas las banderas desplegadas
en la conquista de la Eterna Aurora...
—Vete, Romeo; es tiempo todavía:
—¡Sí es la alondra! | es |
Unamuno,Miguel_de | <XXI | Sísifo | χατά δ'ιδρώς
έρρεεν έχ μελέων, χονίη δ'έχ χρατός όρώρει
Siglos de siglos la maldita roca
volteó, abrumado, hasta la cumbre Sísifo;
con el roce molíala, y en polvo,
que coronaba en nube su cabeza,
la iba esparciendo sobre el suelo el viento
que enjugaba el sudor que el cuerpo baña
del condenado. Y la montaña misma,
la de empinada cresta, se embotaba
como diamante a friega de diamante.
Vencedor del suplicio, está el soberbio
descansando —¡descansa al fin!— tendido
de una colina sobre el lomo suave;
con paz respira y en la mano tiene
un rodado pedrusco con que juega
como con una taba juega un chico;
y en el cielo sus ojos silenciosos
fijando sin recor, decir parece:
«Se acaba todo, ¡oh Jove, hasta la pena!» | es |
Girondo,Oliverio | <XXI | Las_Notas_Del_Pistón_Describen_Trayectorias_De_Cohete | Las notas del pistón describen trayectorias de cohete, vacilan en el aire, se apagan antes de darse contra el suelo.
Salen unos ojos pantanosos, con mal olor, unos dientes podridos por el dulzor de las romanzas, unas piernas que hacen humear el escenario.
La mirada del público tiene más densidad y más calorías que cualquier otra, es una mirada corrosiva que atraviesa las mallas y apergamina la piel de las artistas.
Hay un grupo de marineros encandilados ante el faro que un maquereau tiene en el dedo meñique, una reunión de prostitutas con un relente a puerto, un inglés que fabrica niebla con sus pupilas y su pipa.
La camarera me trae, en una bandeja lunar, sus senos semi-desnudos... unos senos que me llevaría para calentarme los pies cuando me acueste.
El telón, al cerrarse, simula un telón entreabierto. | es |
Cruz,Lucas | XXI | Playa,_Trasiego_De_Hembras | Playa, trasiego de hembras,
jóvenes palmeras altas,
arenas grises, espuma y sal.
Mujer estereotipada,
demócrata, votada,
¡dictadora sociedad!
Mi alma, anárquica electora,
sueña agrestes horizontes
donde quiere gobernar.
Cuando otros no ven agua
intuye grandes mares
en que poder navegar.
Niñas guapas paseando,
lindos vestidos blancos,
verdes olivos, soy y cal.
¡Ahí os dejo vuestra playa
que me quedo con mi sierra!
¿no me ha de gustar?
Lo Bello...¿dónde está?
Mujer estereotipada,
demócrata, votada,
¡dictadora sociedad!
Mi alma, anárquica electora,
sueña agrestes horizontes
donde quiere gobernar.
Cuando otros no ven agua
intuye grandes mares
en que poder navegar.
Niñas guapas paseando,
lindos vestidos blancos,
verdes olivos, soy y cal.
¡Ahí os dejo vuestra playa
que me quedo con mi sierra!
¿no me ha de gustar?
Lo Bello...¿dónde está?
Mi alma, anárquica electora,
sueña agrestes horizontes
donde quiere gobernar.
Cuando otros no ven agua
intuye grandes mares
en que poder navegar.
Niñas guapas paseando,
lindos vestidos blancos,
verdes olivos, soy y cal.
¡Ahí os dejo vuestra playa
que me quedo con mi sierra!
¿no me ha de gustar?
Lo Bello...¿dónde está?
Cuando otros no ven agua
intuye grandes mares
en que poder navegar.
Niñas guapas paseando,
lindos vestidos blancos,
verdes olivos, soy y cal.
¡Ahí os dejo vuestra playa
que me quedo con mi sierra!
¿no me ha de gustar?
Lo Bello...¿dónde está?
Niñas guapas paseando,
lindos vestidos blancos,
verdes olivos, soy y cal.
¡Ahí os dejo vuestra playa
que me quedo con mi sierra!
¿no me ha de gustar?
Lo Bello...¿dónde está?
¡Ahí os dejo vuestra playa
que me quedo con mi sierra!
¿no me ha de gustar?
Lo Bello...¿dónde está?
Lo Bello...¿dónde está? | es |
Flórez,Julio | <XXI | Flor_Dañina | ¡Ah, me parece mentira
que haya mi boca libado
en esa flor de granado,
en esa flor... que suspira!
No es cierto, mi alma delira;
pues si la hubiese besado,
se habría esa flor secado
de mis labios en la pira.
Pero, es verdad, niña amada,
que mi boca hizo su nido
en esa flor escarchada.
Mi labio, está dolorido...
tiene una herida adorada.
Mira: esa flor... me ha mordido. | es |
Letelier,Elías | XXI | Por_Estas_Opulentas_Esquinas_De_Musgos | Por estas opulentas esquinas de musgos
pasaron gentiles hombres sabios
que tenían un diamante en la muela del juicio,
y que bendecían con sus lágrimas
el diáfano testamento del horizonte:
temerosos estrategas sin zapatos;
erguidos maestros de la muerte;
esclavos sin amo y sin reinos;
excelsos guardianes con arpas,
que cuidaron el útero de la semilla
y nutrieron, sin cansancio
a los que caían de bruces.
Todos ellos,
eruditos en la guillotina y analfabetos;
hambrientos panaderos sin títulos:
señores y bandidos con aros de cobre,
sostuvieron la primavera del amanecer
con la lengua insípida del cuchillo.
Majestuosa alcurnia mineral;
erudita villanía del alimento;
garante sublime de la supremacía del hombre;
errónea ecuación de sueños sin oídos;
estático paladar de la geología;
folio de escarcha metálica.
En su temor,
rezó el hombre
y luego
trajo en la grupa de una daga
el espíritu maligno de un Dios.
Desde la bondad del grano
a la antigua parsimonia del elefante
caerían de rodillas
a las grandes cocinerías de los músculos,
para extender los poderíos del nuevo dominio.
Después de la magistratura de la navaja,
alguien siguió rezando
porque anhelaba un aserradero
y otros, que transcendieron la tecnología,
otorgaron un carácter abstracto
a la desdentada mandíbula del cuchillo.
La pulcra lámina mineral,
avalista del párpado del odio,
escaló los dormidos abismos de la tierra
para ejercer a la sombra del hueso roto
la bruma ministerial de la tala
sobre los ásperos dedos del siervo,
quien, sin comprender su hazaña,
había cambiado de oficio.
Aquellos que la tuvieron
y acariciaron como a un venado,
también cayeron
cortados en la codicia.
Y cuando todo el vecindario
se licenció con el filo de la hoja,
los más sabios instalaron:
cuchillos en las murallas,
cuchillos en el cielo,
cuchillo en el viento,
cuchillos en el pan,
cuchillos en los testículos,
cuchillos en el útero de las mujeres
que parían niños sin orejas,
con las uñas afiladas hasta el arrecife de la lúnula,
y una Biblia de enlaces peptídicos
sobre el arte de las carnicerías.
Así,
llegó el gabinete de la navaja
a nuestra afilada conciencia. | es |
Ibarbourou,Juana_de | <XXI | Pausa | Mimbre del aire, azahar del mediodía,
talle del sol con cinturón de oro,
plenitud de Febrero que devoro
en la última fruta del Estío.
Total olvido de la hora nona.
Un pequeño animal deglute y ríe.
En la bondad del aire sin corona
el llanto de la sangre se deslíe.
Y nada más... ¡Oh, nada más, ahora
que en este puente sin amor, del día
uniforme y tranquilo, me detengo
a morder un durazno que en la aurora
pintó mi ángel para el mediodía!
Lejos, la triste noche de que vengo. | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Liquen_31 | Hoy ha venido el barquito.
Hasta las bordas, el mar.
Todos los marineritos
en un pantano de sal.
Tenían tatuajes lindos
en las muñecas morenas:
áncoras, peces, barquitos
hechos con granos de arena.
Hoy ha venido el barquito,
casi enterrado en el mar.
Todos los marineritos
hablaban de usted a la sal. | es |
Villaespesa,Francisco | <XXI | Llamaron_Quedo,_Muy_Quedo | Llamaron quedo, muy quedo
a las puertas de la casa.
—¿Será algún sueño? —le dije—
que viene a alegrar tu alma?
—¡Quizás! Contestó riendo.
Su risa y su voz soñaban.
Volvieron a llamar quedo
a las puertas de la casa...
—¿Será el amor? —grité pálido,
llenos los ojos de lágrimas...
—Acaso —dijo mirándome...
Su voz de pasión temblaba...
Llamaron quedo, muy quedo
a las puertas de la casa...
—¿Será la muerte? —yo dije.
Ella no me dijo nada...
Y se quedó inmóvil, rígida,
sobre la blanca almohada,
las manos como la cera
y las mejillas muy pálidas. | es |
Bersabé,Bernardo | XXI | Hoy,_La_Luz_Llamaba_A_La_Puerta | Hoy, la luz llamaba a la puerta,
amaneció cargada de energía regalada
así que decidí salir a la mañana
olvidado de mi, con rumbo inconcreto,
caminando en busca de algún merecido mendigo
que recogiera mis migajas de vida sobrantes.
El día era derrochador y tranquilo,
era uno de esos días para ver y mirar
fingiendo no ver ni mirar,
observando velozmente y de soslayo
cómo se pasa la vida,
sorteando sombras y miradas,
pequeñas manchas escrutadoras
en busca de cualquier ínfima brizna
de humanidad y calor.
Caminé hoy por el Paseo Central
de esta regia ciudad, mundana y poderosa,
agitado por la sencilla presencia de unos rayos de luz.
Y caminaba con la energía mágica
de quién hurta sus primeros pasos a la vida,
pero caminaba solo, errante, perdido,
sorteando cuerpos que también me acompañaban,
almas vagabundas oreando sus riquezas al sol
con aires de limosna artificial y forzada,
eludiéndonos todos con la misma naturalidad
con que un pez sortea a otro pez en el océano,
con la destreza de un murciélago
al que su radar de ultrasonidos advierte
de la cercanía de un obstáculo.
Y yo, con aires de sencillez y audacia,
casi de una engañosa precariedad pactada,
intenté acercarme a esa luz
para mitigar mi ceguera temporal,
compensando tu ausencia
con el brillo de un espejo enfermo
que me devolvía reflejos difusos.
Sí, hoy me faltabas aquí,
y esa ceguera de ti, de tu presencia infinita,
servía para darme cuenta de cuánto me llenas,
de que a tu lado todo es liviano,
sobra toda farsa, cualquier aderezo artificial,
eso que hoy me acompañaba caminando.
El Camino lo cumplimos nosotros
por el simple hecho de sentirnos nuestros,
de caminar en el mismo pie,
pensándonos, sintiéndonos, teniéndonos,
hoy, ausentándonos.
Y terminé mi camino de hoy,
y me vi caminando en una procesión de espectros;
entonces, por hipótesis festiva,
te evoqué como una sirena lejana
silbando en largos alaridos de amor,
con la luminosa intención de recordarme
que siempre estarás a mi lado,
incluso en los negros días inexorables
a los que ninguno podemos abstraernos
con voluntariedad e irreverencia.
Sonabas cercana y urgente,
no como estas almas errantes
que hoy me acompañan sin conocerme
postradas ante la parva necesidad
de mostrar sus pecados insolentes.
Tú que eres todo para mi,
caminas llena, real y generosa,
sin fuegos de artificio que no explotan;
nunca te apagarás y, por ese motivo,
una vez cumplida mi caminata,
escribo estas líneas de incoherencia
con la sana intención de que algún día
su lectura nos rescate,
si es que por alguna febril casualidad
nos convertimos en CAMINANTES OSCUROS. | es |
Silva,José_Asunción | <XXI | Páginas_Suyas_-_Juntos_Los_Dos | Juntos los dos reímos cierto día...
¡Ay, y reímos tanto
que toda aquella risa bulliciosa
se tornó pronto en llanto!
Después, juntos los dos, alguna noche,
reímos mucho, tanto,
que quedó como huella de las lágrimas
un misterioso encanto!
Nacen hondos suspiros, de la orgía
entre las copas cálidas
y en el agua salobre de los mares,
se forjan perlas pálidas! | es |
Jiménez,Juan_Ramón | <XXI | Sol_Y_Rosa | Rosa completa en olor.
Sol terminante en ardor.
Serenidad de lo uno.
(Rompevida del amor).
Tú queriendo y sin poder.
Yo pudiendo y sin querer.
¡Pobre rosa con el hombre!
¡Triste sol con la mujer!
Tú queriendo y sin poder.
Yo pudiendo y sin querer.
¡Pobre rosa con el hombre!
¡Triste sol con la mujer! | es |
Dalton_García,Roque | <XXI | El_Poeta_Cara_A_Cara_Con_La_Luna | El poeta cara a cara con la luna
fuma su margarita emocionante
bebe su dosis de palabras ajenas
vuela con sus pinceles de rocío
rasca su violincito pederasta.
Hasta que se destroza los hocicos
en el áspero muro de un cuartel.
Hasta que se destroza los hocicos
en el áspero muro de un cuartel. | es |
Hernández,Miguel | <XXI | Por_Una_Senda_Van_Los_Hortelanos | Por una senda van los hortelanos,
que es la sagrada hora del regreso,
con la sangre injuriada por el peso
de inviernos, primaveras y veranos.
Vienen de los esfuerzos sobrehumanos
y van a la canción, y van al beso,
y van dejando por el aire impreso
un olor de herramientas y de manos.
Por otra senda yo, por otra senda
que no conduce al beso aunque es la hora,
sino que merodea sin destino.
Bajo su frente trágica y tremenda,
un toro solo en la ribera llora
olvidando que es toro y masculino. | es |
Fuertes,Gloria | <XXI | No_Te_Tapes_Poesía | No te tapes Poesía
te reconozco en las cosas pequeñas
y en las casas grandes,
allí donde estés, daré contigo.
Te huelo poesía,
te presiento en el alto y en el bajo,
en el monte y en el burdel,
en el mar y en el borracho,
en la alegría del mar
y en el dolor del mal.
No te tapes poesía que te veo,
no me tientes a retóricos sonetos,
vamos a hablar como siempre,
¡o te mando a paseo! | es |
Basso,Cristián | XXI | Amanecí_Llagado | Amanecí llagado
sobre un campo de cenizas.
A mi alrededor la muerte cosía
mis costras para hacerse un abrigo,
guiñaba el ojo a un ave de rapiña
que a lo lejos se saciaba.
No me dejes ver el abandono ahora
con los ojos de piedra. No me hagas
llamarte a gritos si extirparon tus tímpanos.
Espérame al anochecer en nuestra casa,
prepara café cargado y un baño caliente
de sales o flores o lunas desteñidas.
Llagado amanecí y no lo sabes;
amanecí puesto en una caja
que nadie abrirá, salvo tú
cuando no quiera abrazarte.
No me prives, no me pruebes,
no me expongas hoy
al fuego del verano. | es |
Hahn,Óscar | <XXI | La_Velocidad_Del_Amor_Rompe_La_Barrera_De_Lo_Real | La velocidad del amor rompe la barrera de lo real
y el mundo estalla en astillas de sueño
sin la menor consideración para los despiertos | es |
Benedetti,Mario | <XXI | Resistencias | Hay quienes se resisten deshilachadamente
a morir sin haberse concedido
un año un mes una hora de goce
y esperan ese don cultivando el silencio
vaciándose de culpas y de pánicos
descansando en el lecho del cansancio
o evocando la infancia más antigua
así / con la memoria en rebanadas
con ojos que investigan lo invisible
y el desaliento tímido y portátil
que se cubre y descubre a duras penas
así miden el cuerpo torpe cándido
ese montón de riesgos y de huesos
áspero de deseos como llagas
que no elige agotarse mas se agota
merodean tal vez por la nostalgia
ese usual laberinto de abandonos
buscan testigos y no los encuentran
salvo en las caravanas de fantasmas
piden abrazos pero nadie cae
en la emboscada de los sentimientos
carne de espera / alma de esperanza
los desnudos se visten y no vuelven
el amor hace un alto en el camino
sorprendido in fraganti / condenado
y no obstante siempre hay quien se resiste
a irse sin gozar / sin apogeos
sin brevísimas cúspides de gloria
sin periquetes de felicidad
como si alguien en el más allá
o quizás en el más acá suplente
fuera a pedirle cuentas de por qué
no fue dichoso como puede serlo
un bienaventurado del montón | es |
Cetina,Gutierre_de | <XXI | La_Nueva_Luz_En_El_Nacer_Del_Día | La nueva luz en el nacer del día
al mísero Vandalio, que guiaba
sus ovejuelas, por su mal mostraba
cosa que su dolor mayor hacía.
Una avecilla que caído había
en la encubierta liga, vio que estaba,
y mientra por soltarse trabajaba,
más la enredaba el visco y la prendía.
Mirando el mal ajeno estaba atento,
y pensando hallar en él consuelo,
duro ejemplo le trajo al pensamiento.
«¡Mirad —dijo el pastor— que ha hecho el cielo
por mostrar en dibujo aquel tormento
que padece el que ha dado en un recelo!» | es |
Quevedo,Francisco | <XXI | Romance_Satírico | Pues me hacéis casamentero,
Ángela de Mondragón,
escuchad de vuestro esposo
las grandezas y el valor.
Él es un Médico honrado,
por la gracia del Señor,
que tiene muy buenas letras
en el cambio y el bolsón.
Quien os lo pintó cobarde
no lo conoce, y mintió,
que ha muerto más hombres vivos
que mató el Cid Campeador.
En entrando en una casa
tiene tal reputación,
que luego dicen los niños:
«Dios perdone al que murió».
Y con ser todos mortales
los Médicos, pienso yo
que son todos venïales,
comparados al Dotor.
Al caminante, en los pueblos
se le pide información,
temiéndole más que a la peste
de si le conoce, o no.
De Médicos semejantes
hace el Rey nuestro Señor
bombardas a sus castillos,
mosquetes a su escuadrón.
Si a alguno cura, y no muere,
piensa que resucitó,
y por milagro le ofrece
la mortaja y el cordón.
Si acaso estando en su casa
oye dar algún clamor,
tomando papel y tinta
escribe: «Ante mí pasó».
No se le ha muerto ninguno
de los que cura hasta hoy,
porque antes que se mueran
los mata sin confesión.
De envidia de los verdugos
maldice al Corregidor,
que sobre los ahorcados
no le quiere dar pensión.
Piensan que es la muerte algunos;
otros, viendo su rigor,
le llaman el día del juicio,
pues es total perdición.
No come por engordar,
ni por el dulce sabor,
sino por matar la hambre,
que es matar su inclinación.
Por matar mata las luces,
y si no le alumbra el sol,
como murciégalo vive
a la sombra de un rincón.
Su mula, aunque no está muerta,
no penséis que se escapó,
que está matada de suerte
que le viene a ser peor.
Él, que se ve tan famoso
y en tan buena estimación,
atento a vuestra belleza,
se ha enamorado de vos.
No pide le deis más dote
de ver que matáis de amor,
que en matando de algún modo
para en uno sois los dos.
Casaos con él, y jamás
vïuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.
Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Dotor.
Él es un Médico honrado,
por la gracia del Señor,
que tiene muy buenas letras
en el cambio y el bolsón.
Quien os lo pintó cobarde
no lo conoce, y mintió,
que ha muerto más hombres vivos
que mató el Cid Campeador.
En entrando en una casa
tiene tal reputación,
que luego dicen los niños:
«Dios perdone al que murió».
Y con ser todos mortales
los Médicos, pienso yo
que son todos venïales,
comparados al Dotor.
Al caminante, en los pueblos
se le pide información,
temiéndole más que a la peste
de si le conoce, o no.
De Médicos semejantes
hace el Rey nuestro Señor
bombardas a sus castillos,
mosquetes a su escuadrón.
Si a alguno cura, y no muere,
piensa que resucitó,
y por milagro le ofrece
la mortaja y el cordón.
Si acaso estando en su casa
oye dar algún clamor,
tomando papel y tinta
escribe: «Ante mí pasó».
No se le ha muerto ninguno
de los que cura hasta hoy,
porque antes que se mueran
los mata sin confesión.
De envidia de los verdugos
maldice al Corregidor,
que sobre los ahorcados
no le quiere dar pensión.
Piensan que es la muerte algunos;
otros, viendo su rigor,
le llaman el día del juicio,
pues es total perdición.
No come por engordar,
ni por el dulce sabor,
sino por matar la hambre,
que es matar su inclinación.
Por matar mata las luces,
y si no le alumbra el sol,
como murciégalo vive
a la sombra de un rincón.
Su mula, aunque no está muerta,
no penséis que se escapó,
que está matada de suerte
que le viene a ser peor.
Él, que se ve tan famoso
y en tan buena estimación,
atento a vuestra belleza,
se ha enamorado de vos.
No pide le deis más dote
de ver que matáis de amor,
que en matando de algún modo
para en uno sois los dos.
Casaos con él, y jamás
vïuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.
Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Dotor.
Quien os lo pintó cobarde
no lo conoce, y mintió,
que ha muerto más hombres vivos
que mató el Cid Campeador.
En entrando en una casa
tiene tal reputación,
que luego dicen los niños:
«Dios perdone al que murió».
Y con ser todos mortales
los Médicos, pienso yo
que son todos venïales,
comparados al Dotor.
Al caminante, en los pueblos
se le pide información,
temiéndole más que a la peste
de si le conoce, o no.
De Médicos semejantes
hace el Rey nuestro Señor
bombardas a sus castillos,
mosquetes a su escuadrón.
Si a alguno cura, y no muere,
piensa que resucitó,
y por milagro le ofrece
la mortaja y el cordón.
Si acaso estando en su casa
oye dar algún clamor,
tomando papel y tinta
escribe: «Ante mí pasó».
No se le ha muerto ninguno
de los que cura hasta hoy,
porque antes que se mueran
los mata sin confesión.
De envidia de los verdugos
maldice al Corregidor,
que sobre los ahorcados
no le quiere dar pensión.
Piensan que es la muerte algunos;
otros, viendo su rigor,
le llaman el día del juicio,
pues es total perdición.
No come por engordar,
ni por el dulce sabor,
sino por matar la hambre,
que es matar su inclinación.
Por matar mata las luces,
y si no le alumbra el sol,
como murciégalo vive
a la sombra de un rincón.
Su mula, aunque no está muerta,
no penséis que se escapó,
que está matada de suerte
que le viene a ser peor.
Él, que se ve tan famoso
y en tan buena estimación,
atento a vuestra belleza,
se ha enamorado de vos.
No pide le deis más dote
de ver que matáis de amor,
que en matando de algún modo
para en uno sois los dos.
Casaos con él, y jamás
vïuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.
Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Dotor.
En entrando en una casa
tiene tal reputación,
que luego dicen los niños:
«Dios perdone al que murió».
Y con ser todos mortales
los Médicos, pienso yo
que son todos venïales,
comparados al Dotor.
Al caminante, en los pueblos
se le pide información,
temiéndole más que a la peste
de si le conoce, o no.
De Médicos semejantes
hace el Rey nuestro Señor
bombardas a sus castillos,
mosquetes a su escuadrón.
Si a alguno cura, y no muere,
piensa que resucitó,
y por milagro le ofrece
la mortaja y el cordón.
Si acaso estando en su casa
oye dar algún clamor,
tomando papel y tinta
escribe: «Ante mí pasó».
No se le ha muerto ninguno
de los que cura hasta hoy,
porque antes que se mueran
los mata sin confesión.
De envidia de los verdugos
maldice al Corregidor,
que sobre los ahorcados
no le quiere dar pensión.
Piensan que es la muerte algunos;
otros, viendo su rigor,
le llaman el día del juicio,
pues es total perdición.
No come por engordar,
ni por el dulce sabor,
sino por matar la hambre,
que es matar su inclinación.
Por matar mata las luces,
y si no le alumbra el sol,
como murciégalo vive
a la sombra de un rincón.
Su mula, aunque no está muerta,
no penséis que se escapó,
que está matada de suerte
que le viene a ser peor.
Él, que se ve tan famoso
y en tan buena estimación,
atento a vuestra belleza,
se ha enamorado de vos.
No pide le deis más dote
de ver que matáis de amor,
que en matando de algún modo
para en uno sois los dos.
Casaos con él, y jamás
vïuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.
Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Dotor.
Y con ser todos mortales
los Médicos, pienso yo
que son todos venïales,
comparados al Dotor.
Al caminante, en los pueblos
se le pide información,
temiéndole más que a la peste
de si le conoce, o no.
De Médicos semejantes
hace el Rey nuestro Señor
bombardas a sus castillos,
mosquetes a su escuadrón.
Si a alguno cura, y no muere,
piensa que resucitó,
y por milagro le ofrece
la mortaja y el cordón.
Si acaso estando en su casa
oye dar algún clamor,
tomando papel y tinta
escribe: «Ante mí pasó».
No se le ha muerto ninguno
de los que cura hasta hoy,
porque antes que se mueran
los mata sin confesión.
De envidia de los verdugos
maldice al Corregidor,
que sobre los ahorcados
no le quiere dar pensión.
Piensan que es la muerte algunos;
otros, viendo su rigor,
le llaman el día del juicio,
pues es total perdición.
No come por engordar,
ni por el dulce sabor,
sino por matar la hambre,
que es matar su inclinación.
Por matar mata las luces,
y si no le alumbra el sol,
como murciégalo vive
a la sombra de un rincón.
Su mula, aunque no está muerta,
no penséis que se escapó,
que está matada de suerte
que le viene a ser peor.
Él, que se ve tan famoso
y en tan buena estimación,
atento a vuestra belleza,
se ha enamorado de vos.
No pide le deis más dote
de ver que matáis de amor,
que en matando de algún modo
para en uno sois los dos.
Casaos con él, y jamás
vïuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.
Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Dotor.
Al caminante, en los pueblos
se le pide información,
temiéndole más que a la peste
de si le conoce, o no.
De Médicos semejantes
hace el Rey nuestro Señor
bombardas a sus castillos,
mosquetes a su escuadrón.
Si a alguno cura, y no muere,
piensa que resucitó,
y por milagro le ofrece
la mortaja y el cordón.
Si acaso estando en su casa
oye dar algún clamor,
tomando papel y tinta
escribe: «Ante mí pasó».
No se le ha muerto ninguno
de los que cura hasta hoy,
porque antes que se mueran
los mata sin confesión.
De envidia de los verdugos
maldice al Corregidor,
que sobre los ahorcados
no le quiere dar pensión.
Piensan que es la muerte algunos;
otros, viendo su rigor,
le llaman el día del juicio,
pues es total perdición.
No come por engordar,
ni por el dulce sabor,
sino por matar la hambre,
que es matar su inclinación.
Por matar mata las luces,
y si no le alumbra el sol,
como murciégalo vive
a la sombra de un rincón.
Su mula, aunque no está muerta,
no penséis que se escapó,
que está matada de suerte
que le viene a ser peor.
Él, que se ve tan famoso
y en tan buena estimación,
atento a vuestra belleza,
se ha enamorado de vos.
No pide le deis más dote
de ver que matáis de amor,
que en matando de algún modo
para en uno sois los dos.
Casaos con él, y jamás
vïuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.
Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Dotor.
De Médicos semejantes
hace el Rey nuestro Señor
bombardas a sus castillos,
mosquetes a su escuadrón.
Si a alguno cura, y no muere,
piensa que resucitó,
y por milagro le ofrece
la mortaja y el cordón.
Si acaso estando en su casa
oye dar algún clamor,
tomando papel y tinta
escribe: «Ante mí pasó».
No se le ha muerto ninguno
de los que cura hasta hoy,
porque antes que se mueran
los mata sin confesión.
De envidia de los verdugos
maldice al Corregidor,
que sobre los ahorcados
no le quiere dar pensión.
Piensan que es la muerte algunos;
otros, viendo su rigor,
le llaman el día del juicio,
pues es total perdición.
No come por engordar,
ni por el dulce sabor,
sino por matar la hambre,
que es matar su inclinación.
Por matar mata las luces,
y si no le alumbra el sol,
como murciégalo vive
a la sombra de un rincón.
Su mula, aunque no está muerta,
no penséis que se escapó,
que está matada de suerte
que le viene a ser peor.
Él, que se ve tan famoso
y en tan buena estimación,
atento a vuestra belleza,
se ha enamorado de vos.
No pide le deis más dote
de ver que matáis de amor,
que en matando de algún modo
para en uno sois los dos.
Casaos con él, y jamás
vïuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.
Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Dotor.
Si a alguno cura, y no muere,
piensa que resucitó,
y por milagro le ofrece
la mortaja y el cordón.
Si acaso estando en su casa
oye dar algún clamor,
tomando papel y tinta
escribe: «Ante mí pasó».
No se le ha muerto ninguno
de los que cura hasta hoy,
porque antes que se mueran
los mata sin confesión.
De envidia de los verdugos
maldice al Corregidor,
que sobre los ahorcados
no le quiere dar pensión.
Piensan que es la muerte algunos;
otros, viendo su rigor,
le llaman el día del juicio,
pues es total perdición.
No come por engordar,
ni por el dulce sabor,
sino por matar la hambre,
que es matar su inclinación.
Por matar mata las luces,
y si no le alumbra el sol,
como murciégalo vive
a la sombra de un rincón.
Su mula, aunque no está muerta,
no penséis que se escapó,
que está matada de suerte
que le viene a ser peor.
Él, que se ve tan famoso
y en tan buena estimación,
atento a vuestra belleza,
se ha enamorado de vos.
No pide le deis más dote
de ver que matáis de amor,
que en matando de algún modo
para en uno sois los dos.
Casaos con él, y jamás
vïuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.
Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Dotor.
Si acaso estando en su casa
oye dar algún clamor,
tomando papel y tinta
escribe: «Ante mí pasó».
No se le ha muerto ninguno
de los que cura hasta hoy,
porque antes que se mueran
los mata sin confesión.
De envidia de los verdugos
maldice al Corregidor,
que sobre los ahorcados
no le quiere dar pensión.
Piensan que es la muerte algunos;
otros, viendo su rigor,
le llaman el día del juicio,
pues es total perdición.
No come por engordar,
ni por el dulce sabor,
sino por matar la hambre,
que es matar su inclinación.
Por matar mata las luces,
y si no le alumbra el sol,
como murciégalo vive
a la sombra de un rincón.
Su mula, aunque no está muerta,
no penséis que se escapó,
que está matada de suerte
que le viene a ser peor.
Él, que se ve tan famoso
y en tan buena estimación,
atento a vuestra belleza,
se ha enamorado de vos.
No pide le deis más dote
de ver que matáis de amor,
que en matando de algún modo
para en uno sois los dos.
Casaos con él, y jamás
vïuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.
Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Dotor.
No se le ha muerto ninguno
de los que cura hasta hoy,
porque antes que se mueran
los mata sin confesión.
De envidia de los verdugos
maldice al Corregidor,
que sobre los ahorcados
no le quiere dar pensión.
Piensan que es la muerte algunos;
otros, viendo su rigor,
le llaman el día del juicio,
pues es total perdición.
No come por engordar,
ni por el dulce sabor,
sino por matar la hambre,
que es matar su inclinación.
Por matar mata las luces,
y si no le alumbra el sol,
como murciégalo vive
a la sombra de un rincón.
Su mula, aunque no está muerta,
no penséis que se escapó,
que está matada de suerte
que le viene a ser peor.
Él, que se ve tan famoso
y en tan buena estimación,
atento a vuestra belleza,
se ha enamorado de vos.
No pide le deis más dote
de ver que matáis de amor,
que en matando de algún modo
para en uno sois los dos.
Casaos con él, y jamás
vïuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.
Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Dotor.
De envidia de los verdugos
maldice al Corregidor,
que sobre los ahorcados
no le quiere dar pensión.
Piensan que es la muerte algunos;
otros, viendo su rigor,
le llaman el día del juicio,
pues es total perdición.
No come por engordar,
ni por el dulce sabor,
sino por matar la hambre,
que es matar su inclinación.
Por matar mata las luces,
y si no le alumbra el sol,
como murciégalo vive
a la sombra de un rincón.
Su mula, aunque no está muerta,
no penséis que se escapó,
que está matada de suerte
que le viene a ser peor.
Él, que se ve tan famoso
y en tan buena estimación,
atento a vuestra belleza,
se ha enamorado de vos.
No pide le deis más dote
de ver que matáis de amor,
que en matando de algún modo
para en uno sois los dos.
Casaos con él, y jamás
vïuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.
Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Dotor.
Piensan que es la muerte algunos;
otros, viendo su rigor,
le llaman el día del juicio,
pues es total perdición.
No come por engordar,
ni por el dulce sabor,
sino por matar la hambre,
que es matar su inclinación.
Por matar mata las luces,
y si no le alumbra el sol,
como murciégalo vive
a la sombra de un rincón.
Su mula, aunque no está muerta,
no penséis que se escapó,
que está matada de suerte
que le viene a ser peor.
Él, que se ve tan famoso
y en tan buena estimación,
atento a vuestra belleza,
se ha enamorado de vos.
No pide le deis más dote
de ver que matáis de amor,
que en matando de algún modo
para en uno sois los dos.
Casaos con él, y jamás
vïuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.
Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Dotor.
No come por engordar,
ni por el dulce sabor,
sino por matar la hambre,
que es matar su inclinación.
Por matar mata las luces,
y si no le alumbra el sol,
como murciégalo vive
a la sombra de un rincón.
Su mula, aunque no está muerta,
no penséis que se escapó,
que está matada de suerte
que le viene a ser peor.
Él, que se ve tan famoso
y en tan buena estimación,
atento a vuestra belleza,
se ha enamorado de vos.
No pide le deis más dote
de ver que matáis de amor,
que en matando de algún modo
para en uno sois los dos.
Casaos con él, y jamás
vïuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.
Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Dotor.
Por matar mata las luces,
y si no le alumbra el sol,
como murciégalo vive
a la sombra de un rincón.
Su mula, aunque no está muerta,
no penséis que se escapó,
que está matada de suerte
que le viene a ser peor.
Él, que se ve tan famoso
y en tan buena estimación,
atento a vuestra belleza,
se ha enamorado de vos.
No pide le deis más dote
de ver que matáis de amor,
que en matando de algún modo
para en uno sois los dos.
Casaos con él, y jamás
vïuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.
Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Dotor.
Su mula, aunque no está muerta,
no penséis que se escapó,
que está matada de suerte
que le viene a ser peor.
Él, que se ve tan famoso
y en tan buena estimación,
atento a vuestra belleza,
se ha enamorado de vos.
No pide le deis más dote
de ver que matáis de amor,
que en matando de algún modo
para en uno sois los dos.
Casaos con él, y jamás
vïuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.
Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Dotor.
Él, que se ve tan famoso
y en tan buena estimación,
atento a vuestra belleza,
se ha enamorado de vos.
No pide le deis más dote
de ver que matáis de amor,
que en matando de algún modo
para en uno sois los dos.
Casaos con él, y jamás
vïuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.
Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Dotor.
No pide le deis más dote
de ver que matáis de amor,
que en matando de algún modo
para en uno sois los dos.
Casaos con él, y jamás
vïuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.
Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Dotor.
Casaos con él, y jamás
vïuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.
Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Dotor.
Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Dotor. | es |
Luis,Leopoldo_de | <XXI | ¿Para_Qué_Nos_Sentamos?_Nadie_Puede | ¿Para qué nos sentamos? Nadie puede
descansar. Dime: ¿para
qué hacemos alto o fuego en el camino?
¿Descansa alguna vez esta materia?
Una acción implacable nos sostiene.
No hay sosiego. Golpea sobre el yunque
del corazón la sangre. Una paloma
cansada pero en vuelo sin reposo
va y viene por el aire que se quema
en nuestro pecho Ciegas sacudidas
nos invaden arenas interiores
y fabrican substancias accionantes
en secreciones, pálpitos o lágrimas.
Una eclosión de rosas sumergidas
no cesa por las ramas que nos pueblan
y el cosmos de las sombras encefálicas
en planificaciones medulares
simultanea sus febriles órdenes.
Ni tú ni yo logramos un segundo
de reposo. No busques el remanso
para esta vida o este amor o esta
concentración de espasmos o de sueños.
Jamás podremos nunca
contemplar las gacelas de la noche
desde la quieta luna de la calma.
Locos vuelan
los astros que supones tan serenos
Tú y yo somos los astros. No otra cosa
que su eterna substancia en fuerza activa.
Nadie descansa nunca. Estás cansada,
lo sé. Y tu cansancio
me duele como mío.
Pero nunca seremos otra cosa. | es |
Unamuno,Miguel_de | <XXI | El_Cuerpo_Canta | El cuerpo canta;
la sangre aúlla;
la tierra charla;
la mar murmura;
el cielo calla
y el hombre escucha. | es |
Martí,José | <XXI | Yo_Que_Vivo,_Aunque_Me_He_Muerto | Yo que vivo, aunque me he muerto,
Soy un gran descubridor,
Porque anoche he descubierto
La medicina de amor.
Cuando al peso de la cruz
El hombre morir resuelve,
Sale a hacer bien, lo hace, y vuelve
Como de un baño de luz. | es |
Machado,Antonio | <XXI | De_Diez_Cabezas,_Nueve | De diez cabezas, nueve
embisten y una piensa.
Nunca extrañéis que un bruto
se descuerne luchando por la idea. | es |
Espinoza_Caballero,Fdo._J. | XXI | Cuando_El_Alma_Está_Adolorida | Cuando el alma está adolorida,
Cuando flaquea todo el corazón,
Ahí estas en medio, en mi vida,
Donde no manda más la razón,
Y allá en donde hay honda herida,
Tu mano dulce me cura y sana,
Me miran tus ojos, mirada querida
Me hablan hoy, de cuanto me amas.
De que eres mas que solo una amiga,
Compartiendo juntos la mesa y la cama,
De quien más que solo amor prodiga,
Y de quien tiende una mano franca,
Que mi alma a diario bendiga,
El día aquel, cuando la ocasión,
Nos unió muy cerca, cual si fuese espiga,
De trigo nuevo, cosecha del Sion.
Elsa, verdadero amor y real amiga,
Quien nunca, nunca, vacila en dar,
De quien aprendí lo que es amar,
Que tu nombre Dios siempre bendiga...
Y allá en donde hay honda herida,
Tu mano dulce me cura y sana,
Me miran tus ojos, mirada querida
Me hablan hoy, de cuanto me amas.
De que eres mas que solo una amiga,
Compartiendo juntos la mesa y la cama,
De quien más que solo amor prodiga,
Y de quien tiende una mano franca,
Que mi alma a diario bendiga,
El día aquel, cuando la ocasión,
Nos unió muy cerca, cual si fuese espiga,
De trigo nuevo, cosecha del Sion.
Elsa, verdadero amor y real amiga,
Quien nunca, nunca, vacila en dar,
De quien aprendí lo que es amar,
Que tu nombre Dios siempre bendiga...
De que eres mas que solo una amiga,
Compartiendo juntos la mesa y la cama,
De quien más que solo amor prodiga,
Y de quien tiende una mano franca,
Que mi alma a diario bendiga,
El día aquel, cuando la ocasión,
Nos unió muy cerca, cual si fuese espiga,
De trigo nuevo, cosecha del Sion.
Elsa, verdadero amor y real amiga,
Quien nunca, nunca, vacila en dar,
De quien aprendí lo que es amar,
Que tu nombre Dios siempre bendiga...
Que mi alma a diario bendiga,
El día aquel, cuando la ocasión,
Nos unió muy cerca, cual si fuese espiga,
De trigo nuevo, cosecha del Sion.
Elsa, verdadero amor y real amiga,
Quien nunca, nunca, vacila en dar,
De quien aprendí lo que es amar,
Que tu nombre Dios siempre bendiga...
Elsa, verdadero amor y real amiga,
Quien nunca, nunca, vacila en dar,
De quien aprendí lo que es amar,
Que tu nombre Dios siempre bendiga... | es |
Acuña,Hernando_de | <XXI | ¿En_Qué_Puedo_Esperar_Contentamiento | ¿En qué puedo esperar contentamiento,
si tras todo mi mal, señora mía,
consiente mi fortuna que a porfía
me venga ahora a dañar cada elemento?
Mis esperanzas se las lleva el viento,
el fuego crece donde arder solía,
llevóme el agua cuanto bien tenía
y la tierra me hará el apartamiento.
Vos juntaréis con esto el olvidarme,
pues quedar no merezco asegurado
del continuo temor de vuestro olvido;
y no me quejaré por no aliviarme,
que no es justo que quede en otro estado
el que vivo quedó y os ha perdido. | es |
Hartzenbusch,Juan_Eugenio | <XXI | Con_Voz_Clamaste_De_Pesar_Profundo | Con voz clamaste de pesar profundo,
Al contemplar la pequeñez humana:
«Sombra es la vida, como el sueño vana;
Y es fantástico bien el bien del mundo».
Pero brillando tú claro y fecundo
Sol en los cercos de la escena hispana,
¿Cómo ilusión te pareció liviana
La fuerza de tu ingenio sin segundo?
Tú, desde el envidiado Manzanares
Al Arno, al Rhin y al Plata, mereciste
Respeto, admiración, lauros y altares;
Y pues eterna vive tu memoria,
Con más justa razón decir debiste:
«Sueño todo será; verdad mi gloria». | es |
Carrera_Andrade,Jorge | <XXI | La_Espuma,_Dulce_Monja,_En_Su_Hospital_Marino | La espuma, dulce monja, en su hospital marino
por escalones de agua, por las gradas azules
desciende hasta la arena con pies de luna y lirio.
¡Oh Santa revestida con vellones de oveja!
Les dan una final cura de cielo
a las rocas heridas tus altísimas vendas.
¿De dónde tanta nieve caminante,
tantas flores saladas
y despojos de cirios y camisas de ángeles?
¡Oh monja panadera! De cristalinos hornos
fríos de eternidad, sacas infatigable
tus grandes panes blancos y esponjosos.
Despliegas el mantel de un festón de infinito
en donde el horizonte, en su plato de nubes,
sirve el manjar del sueño y del olvido.
También, obrera nívea, eres enterradora:
Llevas hasta la arena en paletadas
montones de cadáveres de pálidas gaviotas.
Ruedan sobre la orilla tus vanas esculturas
que pronto se deshacen
en un mármol soluble, en ingrávidas plumas.
Móvil, caída nube, al chocar con la tierra
expiras, pero se alza entre las rocas
cual fantasma gaseoso tu presencia.
Arremangado el manto sonante, casta monja
recorres suspirando
tu plantación errante de magnolias.
¿Con material de garzas y medusas
tu flotante y blanquísimo cimiento
va a sostener acaso la ideal arquitectura?
¡Frontera del abismo, guardada por palomas!
Tu ejército nevado avanza hacia la tierra
¡oh monja capitana! en batallas de aurora.
En la arena o las rocas hallas tu fresca tumba;
mas vuelves a nacer a cada instante
y sin pausa atesoras en las conchas tu albura.
De las fieras del mar balsámica saliva
acaricia tus plantas de cristal y de hielo,
¡Santa Espuma, difunta en las gradas marinas! | es |
Bretón_de_los_Herreros,Manuel | <XXI | ¡Paciencia! | Hijo nací segundón
de un hidalgo pobretón;
y se la fiebre amarilla
no barre media Castilla,
no espero ninguna herencia.
¡Paciencia!
¿Se vende una obrilla mía?
Nadie va a la librería.
A título de amistad
me la piden... Es verdad
que alaban luego mi ciencia.
¡Paciencia!
¿Imploro la protección
de algún grave señorón?
No, hay mus: inútil empeño.
¡Oh!, pero me habla risueño
y me apea la excelencia.
¡Paciencia!
¿Qué puedo dar a mis damas?
Sonetillos y epigramas.
Llega un cafre, rueda el oro,
y me deja el bien que adoro
a la luna de Valencia.
¡Paciencia!
Si presto, nadie me paga;
que es mi suerte muy aciaga;
y no hallaré, ¡mala peste!,
quien media onza me preste,
si la pido en una urgencia.
¡Paciencia!
¿Viene a convidarme Blas?
No me halla en casa jamás;
y es fijo que ha de encontrarme
el que venga a molestarme
con alguna impertinencia.
¡Paciencia!
El cielo anuncia tronada:
saco paraguas...; no hay nada.
No lo saco, y aquel día
un diluvio nos envía
la Divina omnipotencia.
¡Paciencia!
Si voy al baile, me atrapa
algún ratero la capa;
llego helado a mi portal;
llamo; no me oye Pascual...,
y me quedo a la inclemencia.
¡Paciencia!
Te aconsejo comó amigo:
no viajes, Fabio, conmigo,
que en gran peligro te pones.
Si no se asaltan ladrones,
volcará la diligencia.
¡Paciencia!
No aborrezco el matrimonio;
pero mi suerte..., el demonio.
No, no me caso. ¡Arre allá!,
porque mi dote será,
tras de cuernos, penitencia.
¡Paciencia! | es |
Vallejo,César | <XXI | Más_Acá,_Más_Acá._Yo_Estoy_Muy_Bien | Más acá, más acá. Yo estoy muy bien.
Llueve; y hace una cruel limitación.
Avanza, avanza el pie.
Hasta qué hora no suben las cortinas
esas manos que fingen un zarzal?
Ves? Los otros, qué cómodos, qué efigies.
Más acá, más acá!
Llueve. Y hoy pasará otra nave
cargada de crespón;
será como un pezón negro y deforme
arrancado a la esfíngica Ilusión.
Más acá, más acá. Tú estás al borde
y la nave arrastrarte puede al mar.
Ah, cortinas inmóviles, simbólicas...
Mi aplauso es un festín de rosas negras:
cederte mi lugar!
Y en el fragor de mi renuncia,
un hilo de infinito sangrará.
Yo no debo estar tan bien;
avanza, avanza el piel. | es |
Herrera_y_Reissig,Julio | <XXI | Su_Majestad_El_Tiempo | El Viejo Patriarca,
Que todo lo abarca,
Se riza la barba de príncipe asirio;
Su nívea cabeza parece un gran lirio,
Parece un gran lirio la nívea cabeza del viejo Patriarca.
Su pálida frente es un mapa confuso:
La abultan montañas de hueso.
Que forman lo raro, lo inmenso, lo espeso
De todos los siglos del tiempo difuso.
Su frente de viejo ermitaño
Parece el desierto de todo lo antaño:
En ella han carpido la hora y el año,
Lo siempre empezado, lo siempre concluso,
Lo vago, lo ignoto, lo iluso, lo extraño,
Lo extraño y lo iluso...
Su pálida frente es un mapa confuso:
La cruzan arrugas, eternas arrugas,
Que son cual los ríos del vago país de lo abstruso
Cuyas olas, los años, se escapan en rápidas fugas.
¡Oh, las viejas, eternas arrugas;
Oh los surcos oscuros:
Pensamientos en formas de orugas
De donde saldrán los magníficos siglos futuros!
Su pálida frente es un mapa confuso:
La abultan montañas de hueso.
Que forman lo raro, lo inmenso, lo espeso
De todos los siglos del tiempo difuso.
Su frente de viejo ermitaño
Parece el desierto de todo lo antaño:
En ella han carpido la hora y el año,
Lo siempre empezado, lo siempre concluso,
Lo vago, lo ignoto, lo iluso, lo extraño,
Lo extraño y lo iluso...
Su pálida frente es un mapa confuso:
La cruzan arrugas, eternas arrugas,
Que son cual los ríos del vago país de lo abstruso
Cuyas olas, los años, se escapan en rápidas fugas.
¡Oh, las viejas, eternas arrugas;
Oh los surcos oscuros:
Pensamientos en formas de orugas
De donde saldrán los magníficos siglos futuros!
Su frente de viejo ermitaño
Parece el desierto de todo lo antaño:
En ella han carpido la hora y el año,
Lo siempre empezado, lo siempre concluso,
Lo vago, lo ignoto, lo iluso, lo extraño,
Lo extraño y lo iluso...
Su pálida frente es un mapa confuso:
La cruzan arrugas, eternas arrugas,
Que son cual los ríos del vago país de lo abstruso
Cuyas olas, los años, se escapan en rápidas fugas.
¡Oh, las viejas, eternas arrugas;
Oh los surcos oscuros:
Pensamientos en formas de orugas
De donde saldrán los magníficos siglos futuros!
Su pálida frente es un mapa confuso:
La cruzan arrugas, eternas arrugas,
Que son cual los ríos del vago país de lo abstruso
Cuyas olas, los años, se escapan en rápidas fugas.
¡Oh, las viejas, eternas arrugas;
Oh los surcos oscuros:
Pensamientos en formas de orugas
De donde saldrán los magníficos siglos futuros!
¡Oh, las viejas, eternas arrugas;
Oh los surcos oscuros:
Pensamientos en formas de orugas
De donde saldrán los magníficos siglos futuros! | es |
León,Fray_Luis_de | <XXI | ¿Qué_Santo_O_Qué_Gloriosa | ¿Qué santo o qué gloriosa
virtud, qué deidad que el cielo admira,
oh Musa poderosa
en la cristiana lira,
diremos entretanto que retira
el sol con presto vuelo
el rayo fugitivo en este día,
que hace alarde el cielo
de su caballería?
¿qué nombre entre estas breñas a porfía
repetirá sonando
la imagen de la voz, en la manera
el aire deleitando
que el Efrateo hiciera
del sacro y fresco Hermón por la ladera?;
a do, ceñido el oro
crespo con verde hiedra, la montaña
condujo con sonoro
laúd, con fuerza y maña
del oso y del león domó la saña.
Pues, ¿quién diré primero,
que el Alto y que el Humilde?, y que, la vida
por el manjar grosero
restituyó perdida,
que al cielo levantó nuestra caída,
igual al Padre Eterno,
igual al que en la tierra nace y mora,
de quien tiembla el infierno,
a quien el sol adora,
en quien todo el ser vive y se mejora.
Después el vientre entero,
la Madre desta Luz será cantada,
clarísimo Lucero
en esta mar turbada,
del linaje humanal fiel abogada.
Espíritu divino,
no callaré tu voz, tu pecho opuesto
contra el dragón malino;
ni tú en olvido puesto
que a defender mi vida estás dispuesto.
Osado en la promesa,
barquero de la barca no sumida,
y a ti que la lucida
noche te traspasó de muerte a vida.
¿Quién no dirá tu lloro,
tu bien trocado amor, oh Magdalena;
de tu nardo el tesoro,
de cuyo olor la ajena
casa, la redondez del mundo es llena?
Del Nilo moradora,
tierna flor del saber y de pureza,
de ti yo canto agora;
que en la desierta alteza,
muerta, luce tu vida y fortaleza.
¿Diré el rayo Africano?
¿diré el Stridonés sabio, elocuente?
¿o el panal Romano?
¿o del que justamente
nombraron Boca de oro entre la gente?
Columna ardiente en fuego,
el firme y gran Basilio al cielo toca,
mayor que el miedo y ruego;
y ante su rica boca
la lengua de Demóstenes se apoca.
Cual árbol con los años
la gloria de Francisco sube y crece;
y entre mil ermitaños
el claro Antón parece
luna que en las estrellas resplandece.
¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido
aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado
el oro ha destruido
de tu templo sagrado?
¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado?
Adonde la azucena
lucía, y el clavel, do el rojo trigo,
reina agora la avena,
la grama, el enemigo
cardo, la sinjusticia, el falso amigo.
Convierte piadoso
tus ojos y nos mira, y con tu mano
arranca poderoso
lo malo y lo tirano,
y planta aquello antiguo, humilde y llano.
Da paz a aqueste pecho,
que hierve con dolor en noche escura;
que fuera deste estrecho
diré con más dulzura
tu nombre, tu grandeza y hermosura.
No niego, dulce amparo
del alma, que mis males son mayores
que aqueste desamparo;
mas, cuanto son peores,
tanto resonarán más tus loores.
el sol con presto vuelo
el rayo fugitivo en este día,
que hace alarde el cielo
de su caballería?
¿qué nombre entre estas breñas a porfía
repetirá sonando
la imagen de la voz, en la manera
el aire deleitando
que el Efrateo hiciera
del sacro y fresco Hermón por la ladera?;
a do, ceñido el oro
crespo con verde hiedra, la montaña
condujo con sonoro
laúd, con fuerza y maña
del oso y del león domó la saña.
Pues, ¿quién diré primero,
que el Alto y que el Humilde?, y que, la vida
por el manjar grosero
restituyó perdida,
que al cielo levantó nuestra caída,
igual al Padre Eterno,
igual al que en la tierra nace y mora,
de quien tiembla el infierno,
a quien el sol adora,
en quien todo el ser vive y se mejora.
Después el vientre entero,
la Madre desta Luz será cantada,
clarísimo Lucero
en esta mar turbada,
del linaje humanal fiel abogada.
Espíritu divino,
no callaré tu voz, tu pecho opuesto
contra el dragón malino;
ni tú en olvido puesto
que a defender mi vida estás dispuesto.
Osado en la promesa,
barquero de la barca no sumida,
y a ti que la lucida
noche te traspasó de muerte a vida.
¿Quién no dirá tu lloro,
tu bien trocado amor, oh Magdalena;
de tu nardo el tesoro,
de cuyo olor la ajena
casa, la redondez del mundo es llena?
Del Nilo moradora,
tierna flor del saber y de pureza,
de ti yo canto agora;
que en la desierta alteza,
muerta, luce tu vida y fortaleza.
¿Diré el rayo Africano?
¿diré el Stridonés sabio, elocuente?
¿o el panal Romano?
¿o del que justamente
nombraron Boca de oro entre la gente?
Columna ardiente en fuego,
el firme y gran Basilio al cielo toca,
mayor que el miedo y ruego;
y ante su rica boca
la lengua de Demóstenes se apoca.
Cual árbol con los años
la gloria de Francisco sube y crece;
y entre mil ermitaños
el claro Antón parece
luna que en las estrellas resplandece.
¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido
aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado
el oro ha destruido
de tu templo sagrado?
¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado?
Adonde la azucena
lucía, y el clavel, do el rojo trigo,
reina agora la avena,
la grama, el enemigo
cardo, la sinjusticia, el falso amigo.
Convierte piadoso
tus ojos y nos mira, y con tu mano
arranca poderoso
lo malo y lo tirano,
y planta aquello antiguo, humilde y llano.
Da paz a aqueste pecho,
que hierve con dolor en noche escura;
que fuera deste estrecho
diré con más dulzura
tu nombre, tu grandeza y hermosura.
No niego, dulce amparo
del alma, que mis males son mayores
que aqueste desamparo;
mas, cuanto son peores,
tanto resonarán más tus loores.
repetirá sonando
la imagen de la voz, en la manera
el aire deleitando
que el Efrateo hiciera
del sacro y fresco Hermón por la ladera?;
a do, ceñido el oro
crespo con verde hiedra, la montaña
condujo con sonoro
laúd, con fuerza y maña
del oso y del león domó la saña.
Pues, ¿quién diré primero,
que el Alto y que el Humilde?, y que, la vida
por el manjar grosero
restituyó perdida,
que al cielo levantó nuestra caída,
igual al Padre Eterno,
igual al que en la tierra nace y mora,
de quien tiembla el infierno,
a quien el sol adora,
en quien todo el ser vive y se mejora.
Después el vientre entero,
la Madre desta Luz será cantada,
clarísimo Lucero
en esta mar turbada,
del linaje humanal fiel abogada.
Espíritu divino,
no callaré tu voz, tu pecho opuesto
contra el dragón malino;
ni tú en olvido puesto
que a defender mi vida estás dispuesto.
Osado en la promesa,
barquero de la barca no sumida,
y a ti que la lucida
noche te traspasó de muerte a vida.
¿Quién no dirá tu lloro,
tu bien trocado amor, oh Magdalena;
de tu nardo el tesoro,
de cuyo olor la ajena
casa, la redondez del mundo es llena?
Del Nilo moradora,
tierna flor del saber y de pureza,
de ti yo canto agora;
que en la desierta alteza,
muerta, luce tu vida y fortaleza.
¿Diré el rayo Africano?
¿diré el Stridonés sabio, elocuente?
¿o el panal Romano?
¿o del que justamente
nombraron Boca de oro entre la gente?
Columna ardiente en fuego,
el firme y gran Basilio al cielo toca,
mayor que el miedo y ruego;
y ante su rica boca
la lengua de Demóstenes se apoca.
Cual árbol con los años
la gloria de Francisco sube y crece;
y entre mil ermitaños
el claro Antón parece
luna que en las estrellas resplandece.
¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido
aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado
el oro ha destruido
de tu templo sagrado?
¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado?
Adonde la azucena
lucía, y el clavel, do el rojo trigo,
reina agora la avena,
la grama, el enemigo
cardo, la sinjusticia, el falso amigo.
Convierte piadoso
tus ojos y nos mira, y con tu mano
arranca poderoso
lo malo y lo tirano,
y planta aquello antiguo, humilde y llano.
Da paz a aqueste pecho,
que hierve con dolor en noche escura;
que fuera deste estrecho
diré con más dulzura
tu nombre, tu grandeza y hermosura.
No niego, dulce amparo
del alma, que mis males son mayores
que aqueste desamparo;
mas, cuanto son peores,
tanto resonarán más tus loores.
a do, ceñido el oro
crespo con verde hiedra, la montaña
condujo con sonoro
laúd, con fuerza y maña
del oso y del león domó la saña.
Pues, ¿quién diré primero,
que el Alto y que el Humilde?, y que, la vida
por el manjar grosero
restituyó perdida,
que al cielo levantó nuestra caída,
igual al Padre Eterno,
igual al que en la tierra nace y mora,
de quien tiembla el infierno,
a quien el sol adora,
en quien todo el ser vive y se mejora.
Después el vientre entero,
la Madre desta Luz será cantada,
clarísimo Lucero
en esta mar turbada,
del linaje humanal fiel abogada.
Espíritu divino,
no callaré tu voz, tu pecho opuesto
contra el dragón malino;
ni tú en olvido puesto
que a defender mi vida estás dispuesto.
Osado en la promesa,
barquero de la barca no sumida,
y a ti que la lucida
noche te traspasó de muerte a vida.
¿Quién no dirá tu lloro,
tu bien trocado amor, oh Magdalena;
de tu nardo el tesoro,
de cuyo olor la ajena
casa, la redondez del mundo es llena?
Del Nilo moradora,
tierna flor del saber y de pureza,
de ti yo canto agora;
que en la desierta alteza,
muerta, luce tu vida y fortaleza.
¿Diré el rayo Africano?
¿diré el Stridonés sabio, elocuente?
¿o el panal Romano?
¿o del que justamente
nombraron Boca de oro entre la gente?
Columna ardiente en fuego,
el firme y gran Basilio al cielo toca,
mayor que el miedo y ruego;
y ante su rica boca
la lengua de Demóstenes se apoca.
Cual árbol con los años
la gloria de Francisco sube y crece;
y entre mil ermitaños
el claro Antón parece
luna que en las estrellas resplandece.
¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido
aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado
el oro ha destruido
de tu templo sagrado?
¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado?
Adonde la azucena
lucía, y el clavel, do el rojo trigo,
reina agora la avena,
la grama, el enemigo
cardo, la sinjusticia, el falso amigo.
Convierte piadoso
tus ojos y nos mira, y con tu mano
arranca poderoso
lo malo y lo tirano,
y planta aquello antiguo, humilde y llano.
Da paz a aqueste pecho,
que hierve con dolor en noche escura;
que fuera deste estrecho
diré con más dulzura
tu nombre, tu grandeza y hermosura.
No niego, dulce amparo
del alma, que mis males son mayores
que aqueste desamparo;
mas, cuanto son peores,
tanto resonarán más tus loores.
Pues, ¿quién diré primero,
que el Alto y que el Humilde?, y que, la vida
por el manjar grosero
restituyó perdida,
que al cielo levantó nuestra caída,
igual al Padre Eterno,
igual al que en la tierra nace y mora,
de quien tiembla el infierno,
a quien el sol adora,
en quien todo el ser vive y se mejora.
Después el vientre entero,
la Madre desta Luz será cantada,
clarísimo Lucero
en esta mar turbada,
del linaje humanal fiel abogada.
Espíritu divino,
no callaré tu voz, tu pecho opuesto
contra el dragón malino;
ni tú en olvido puesto
que a defender mi vida estás dispuesto.
Osado en la promesa,
barquero de la barca no sumida,
y a ti que la lucida
noche te traspasó de muerte a vida.
¿Quién no dirá tu lloro,
tu bien trocado amor, oh Magdalena;
de tu nardo el tesoro,
de cuyo olor la ajena
casa, la redondez del mundo es llena?
Del Nilo moradora,
tierna flor del saber y de pureza,
de ti yo canto agora;
que en la desierta alteza,
muerta, luce tu vida y fortaleza.
¿Diré el rayo Africano?
¿diré el Stridonés sabio, elocuente?
¿o el panal Romano?
¿o del que justamente
nombraron Boca de oro entre la gente?
Columna ardiente en fuego,
el firme y gran Basilio al cielo toca,
mayor que el miedo y ruego;
y ante su rica boca
la lengua de Demóstenes se apoca.
Cual árbol con los años
la gloria de Francisco sube y crece;
y entre mil ermitaños
el claro Antón parece
luna que en las estrellas resplandece.
¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido
aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado
el oro ha destruido
de tu templo sagrado?
¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado?
Adonde la azucena
lucía, y el clavel, do el rojo trigo,
reina agora la avena,
la grama, el enemigo
cardo, la sinjusticia, el falso amigo.
Convierte piadoso
tus ojos y nos mira, y con tu mano
arranca poderoso
lo malo y lo tirano,
y planta aquello antiguo, humilde y llano.
Da paz a aqueste pecho,
que hierve con dolor en noche escura;
que fuera deste estrecho
diré con más dulzura
tu nombre, tu grandeza y hermosura.
No niego, dulce amparo
del alma, que mis males son mayores
que aqueste desamparo;
mas, cuanto son peores,
tanto resonarán más tus loores.
igual al Padre Eterno,
igual al que en la tierra nace y mora,
de quien tiembla el infierno,
a quien el sol adora,
en quien todo el ser vive y se mejora.
Después el vientre entero,
la Madre desta Luz será cantada,
clarísimo Lucero
en esta mar turbada,
del linaje humanal fiel abogada.
Espíritu divino,
no callaré tu voz, tu pecho opuesto
contra el dragón malino;
ni tú en olvido puesto
que a defender mi vida estás dispuesto.
Osado en la promesa,
barquero de la barca no sumida,
y a ti que la lucida
noche te traspasó de muerte a vida.
¿Quién no dirá tu lloro,
tu bien trocado amor, oh Magdalena;
de tu nardo el tesoro,
de cuyo olor la ajena
casa, la redondez del mundo es llena?
Del Nilo moradora,
tierna flor del saber y de pureza,
de ti yo canto agora;
que en la desierta alteza,
muerta, luce tu vida y fortaleza.
¿Diré el rayo Africano?
¿diré el Stridonés sabio, elocuente?
¿o el panal Romano?
¿o del que justamente
nombraron Boca de oro entre la gente?
Columna ardiente en fuego,
el firme y gran Basilio al cielo toca,
mayor que el miedo y ruego;
y ante su rica boca
la lengua de Demóstenes se apoca.
Cual árbol con los años
la gloria de Francisco sube y crece;
y entre mil ermitaños
el claro Antón parece
luna que en las estrellas resplandece.
¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido
aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado
el oro ha destruido
de tu templo sagrado?
¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado?
Adonde la azucena
lucía, y el clavel, do el rojo trigo,
reina agora la avena,
la grama, el enemigo
cardo, la sinjusticia, el falso amigo.
Convierte piadoso
tus ojos y nos mira, y con tu mano
arranca poderoso
lo malo y lo tirano,
y planta aquello antiguo, humilde y llano.
Da paz a aqueste pecho,
que hierve con dolor en noche escura;
que fuera deste estrecho
diré con más dulzura
tu nombre, tu grandeza y hermosura.
No niego, dulce amparo
del alma, que mis males son mayores
que aqueste desamparo;
mas, cuanto son peores,
tanto resonarán más tus loores.
Después el vientre entero,
la Madre desta Luz será cantada,
clarísimo Lucero
en esta mar turbada,
del linaje humanal fiel abogada.
Espíritu divino,
no callaré tu voz, tu pecho opuesto
contra el dragón malino;
ni tú en olvido puesto
que a defender mi vida estás dispuesto.
Osado en la promesa,
barquero de la barca no sumida,
y a ti que la lucida
noche te traspasó de muerte a vida.
¿Quién no dirá tu lloro,
tu bien trocado amor, oh Magdalena;
de tu nardo el tesoro,
de cuyo olor la ajena
casa, la redondez del mundo es llena?
Del Nilo moradora,
tierna flor del saber y de pureza,
de ti yo canto agora;
que en la desierta alteza,
muerta, luce tu vida y fortaleza.
¿Diré el rayo Africano?
¿diré el Stridonés sabio, elocuente?
¿o el panal Romano?
¿o del que justamente
nombraron Boca de oro entre la gente?
Columna ardiente en fuego,
el firme y gran Basilio al cielo toca,
mayor que el miedo y ruego;
y ante su rica boca
la lengua de Demóstenes se apoca.
Cual árbol con los años
la gloria de Francisco sube y crece;
y entre mil ermitaños
el claro Antón parece
luna que en las estrellas resplandece.
¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido
aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado
el oro ha destruido
de tu templo sagrado?
¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado?
Adonde la azucena
lucía, y el clavel, do el rojo trigo,
reina agora la avena,
la grama, el enemigo
cardo, la sinjusticia, el falso amigo.
Convierte piadoso
tus ojos y nos mira, y con tu mano
arranca poderoso
lo malo y lo tirano,
y planta aquello antiguo, humilde y llano.
Da paz a aqueste pecho,
que hierve con dolor en noche escura;
que fuera deste estrecho
diré con más dulzura
tu nombre, tu grandeza y hermosura.
No niego, dulce amparo
del alma, que mis males son mayores
que aqueste desamparo;
mas, cuanto son peores,
tanto resonarán más tus loores.
Espíritu divino,
no callaré tu voz, tu pecho opuesto
contra el dragón malino;
ni tú en olvido puesto
que a defender mi vida estás dispuesto.
Osado en la promesa,
barquero de la barca no sumida,
y a ti que la lucida
noche te traspasó de muerte a vida.
¿Quién no dirá tu lloro,
tu bien trocado amor, oh Magdalena;
de tu nardo el tesoro,
de cuyo olor la ajena
casa, la redondez del mundo es llena?
Del Nilo moradora,
tierna flor del saber y de pureza,
de ti yo canto agora;
que en la desierta alteza,
muerta, luce tu vida y fortaleza.
¿Diré el rayo Africano?
¿diré el Stridonés sabio, elocuente?
¿o el panal Romano?
¿o del que justamente
nombraron Boca de oro entre la gente?
Columna ardiente en fuego,
el firme y gran Basilio al cielo toca,
mayor que el miedo y ruego;
y ante su rica boca
la lengua de Demóstenes se apoca.
Cual árbol con los años
la gloria de Francisco sube y crece;
y entre mil ermitaños
el claro Antón parece
luna que en las estrellas resplandece.
¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido
aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado
el oro ha destruido
de tu templo sagrado?
¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado?
Adonde la azucena
lucía, y el clavel, do el rojo trigo,
reina agora la avena,
la grama, el enemigo
cardo, la sinjusticia, el falso amigo.
Convierte piadoso
tus ojos y nos mira, y con tu mano
arranca poderoso
lo malo y lo tirano,
y planta aquello antiguo, humilde y llano.
Da paz a aqueste pecho,
que hierve con dolor en noche escura;
que fuera deste estrecho
diré con más dulzura
tu nombre, tu grandeza y hermosura.
No niego, dulce amparo
del alma, que mis males son mayores
que aqueste desamparo;
mas, cuanto son peores,
tanto resonarán más tus loores.
Osado en la promesa,
barquero de la barca no sumida,
y a ti que la lucida
noche te traspasó de muerte a vida.
¿Quién no dirá tu lloro,
tu bien trocado amor, oh Magdalena;
de tu nardo el tesoro,
de cuyo olor la ajena
casa, la redondez del mundo es llena?
Del Nilo moradora,
tierna flor del saber y de pureza,
de ti yo canto agora;
que en la desierta alteza,
muerta, luce tu vida y fortaleza.
¿Diré el rayo Africano?
¿diré el Stridonés sabio, elocuente?
¿o el panal Romano?
¿o del que justamente
nombraron Boca de oro entre la gente?
Columna ardiente en fuego,
el firme y gran Basilio al cielo toca,
mayor que el miedo y ruego;
y ante su rica boca
la lengua de Demóstenes se apoca.
Cual árbol con los años
la gloria de Francisco sube y crece;
y entre mil ermitaños
el claro Antón parece
luna que en las estrellas resplandece.
¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido
aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado
el oro ha destruido
de tu templo sagrado?
¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado?
Adonde la azucena
lucía, y el clavel, do el rojo trigo,
reina agora la avena,
la grama, el enemigo
cardo, la sinjusticia, el falso amigo.
Convierte piadoso
tus ojos y nos mira, y con tu mano
arranca poderoso
lo malo y lo tirano,
y planta aquello antiguo, humilde y llano.
Da paz a aqueste pecho,
que hierve con dolor en noche escura;
que fuera deste estrecho
diré con más dulzura
tu nombre, tu grandeza y hermosura.
No niego, dulce amparo
del alma, que mis males son mayores
que aqueste desamparo;
mas, cuanto son peores,
tanto resonarán más tus loores.
¿Quién no dirá tu lloro,
tu bien trocado amor, oh Magdalena;
de tu nardo el tesoro,
de cuyo olor la ajena
casa, la redondez del mundo es llena?
Del Nilo moradora,
tierna flor del saber y de pureza,
de ti yo canto agora;
que en la desierta alteza,
muerta, luce tu vida y fortaleza.
¿Diré el rayo Africano?
¿diré el Stridonés sabio, elocuente?
¿o el panal Romano?
¿o del que justamente
nombraron Boca de oro entre la gente?
Columna ardiente en fuego,
el firme y gran Basilio al cielo toca,
mayor que el miedo y ruego;
y ante su rica boca
la lengua de Demóstenes se apoca.
Cual árbol con los años
la gloria de Francisco sube y crece;
y entre mil ermitaños
el claro Antón parece
luna que en las estrellas resplandece.
¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido
aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado
el oro ha destruido
de tu templo sagrado?
¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado?
Adonde la azucena
lucía, y el clavel, do el rojo trigo,
reina agora la avena,
la grama, el enemigo
cardo, la sinjusticia, el falso amigo.
Convierte piadoso
tus ojos y nos mira, y con tu mano
arranca poderoso
lo malo y lo tirano,
y planta aquello antiguo, humilde y llano.
Da paz a aqueste pecho,
que hierve con dolor en noche escura;
que fuera deste estrecho
diré con más dulzura
tu nombre, tu grandeza y hermosura.
No niego, dulce amparo
del alma, que mis males son mayores
que aqueste desamparo;
mas, cuanto son peores,
tanto resonarán más tus loores.
Del Nilo moradora,
tierna flor del saber y de pureza,
de ti yo canto agora;
que en la desierta alteza,
muerta, luce tu vida y fortaleza.
¿Diré el rayo Africano?
¿diré el Stridonés sabio, elocuente?
¿o el panal Romano?
¿o del que justamente
nombraron Boca de oro entre la gente?
Columna ardiente en fuego,
el firme y gran Basilio al cielo toca,
mayor que el miedo y ruego;
y ante su rica boca
la lengua de Demóstenes se apoca.
Cual árbol con los años
la gloria de Francisco sube y crece;
y entre mil ermitaños
el claro Antón parece
luna que en las estrellas resplandece.
¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido
aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado
el oro ha destruido
de tu templo sagrado?
¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado?
Adonde la azucena
lucía, y el clavel, do el rojo trigo,
reina agora la avena,
la grama, el enemigo
cardo, la sinjusticia, el falso amigo.
Convierte piadoso
tus ojos y nos mira, y con tu mano
arranca poderoso
lo malo y lo tirano,
y planta aquello antiguo, humilde y llano.
Da paz a aqueste pecho,
que hierve con dolor en noche escura;
que fuera deste estrecho
diré con más dulzura
tu nombre, tu grandeza y hermosura.
No niego, dulce amparo
del alma, que mis males son mayores
que aqueste desamparo;
mas, cuanto son peores,
tanto resonarán más tus loores.
¿Diré el rayo Africano?
¿diré el Stridonés sabio, elocuente?
¿o el panal Romano?
¿o del que justamente
nombraron Boca de oro entre la gente?
Columna ardiente en fuego,
el firme y gran Basilio al cielo toca,
mayor que el miedo y ruego;
y ante su rica boca
la lengua de Demóstenes se apoca.
Cual árbol con los años
la gloria de Francisco sube y crece;
y entre mil ermitaños
el claro Antón parece
luna que en las estrellas resplandece.
¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido
aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado
el oro ha destruido
de tu templo sagrado?
¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado?
Adonde la azucena
lucía, y el clavel, do el rojo trigo,
reina agora la avena,
la grama, el enemigo
cardo, la sinjusticia, el falso amigo.
Convierte piadoso
tus ojos y nos mira, y con tu mano
arranca poderoso
lo malo y lo tirano,
y planta aquello antiguo, humilde y llano.
Da paz a aqueste pecho,
que hierve con dolor en noche escura;
que fuera deste estrecho
diré con más dulzura
tu nombre, tu grandeza y hermosura.
No niego, dulce amparo
del alma, que mis males son mayores
que aqueste desamparo;
mas, cuanto son peores,
tanto resonarán más tus loores.
Columna ardiente en fuego,
el firme y gran Basilio al cielo toca,
mayor que el miedo y ruego;
y ante su rica boca
la lengua de Demóstenes se apoca.
Cual árbol con los años
la gloria de Francisco sube y crece;
y entre mil ermitaños
el claro Antón parece
luna que en las estrellas resplandece.
¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido
aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado
el oro ha destruido
de tu templo sagrado?
¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado?
Adonde la azucena
lucía, y el clavel, do el rojo trigo,
reina agora la avena,
la grama, el enemigo
cardo, la sinjusticia, el falso amigo.
Convierte piadoso
tus ojos y nos mira, y con tu mano
arranca poderoso
lo malo y lo tirano,
y planta aquello antiguo, humilde y llano.
Da paz a aqueste pecho,
que hierve con dolor en noche escura;
que fuera deste estrecho
diré con más dulzura
tu nombre, tu grandeza y hermosura.
No niego, dulce amparo
del alma, que mis males son mayores
que aqueste desamparo;
mas, cuanto son peores,
tanto resonarán más tus loores.
Cual árbol con los años
la gloria de Francisco sube y crece;
y entre mil ermitaños
el claro Antón parece
luna que en las estrellas resplandece.
¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido
aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado
el oro ha destruido
de tu templo sagrado?
¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado?
Adonde la azucena
lucía, y el clavel, do el rojo trigo,
reina agora la avena,
la grama, el enemigo
cardo, la sinjusticia, el falso amigo.
Convierte piadoso
tus ojos y nos mira, y con tu mano
arranca poderoso
lo malo y lo tirano,
y planta aquello antiguo, humilde y llano.
Da paz a aqueste pecho,
que hierve con dolor en noche escura;
que fuera deste estrecho
diré con más dulzura
tu nombre, tu grandeza y hermosura.
No niego, dulce amparo
del alma, que mis males son mayores
que aqueste desamparo;
mas, cuanto son peores,
tanto resonarán más tus loores.
¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido
aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado
el oro ha destruido
de tu templo sagrado?
¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado?
Adonde la azucena
lucía, y el clavel, do el rojo trigo,
reina agora la avena,
la grama, el enemigo
cardo, la sinjusticia, el falso amigo.
Convierte piadoso
tus ojos y nos mira, y con tu mano
arranca poderoso
lo malo y lo tirano,
y planta aquello antiguo, humilde y llano.
Da paz a aqueste pecho,
que hierve con dolor en noche escura;
que fuera deste estrecho
diré con más dulzura
tu nombre, tu grandeza y hermosura.
No niego, dulce amparo
del alma, que mis males son mayores
que aqueste desamparo;
mas, cuanto son peores,
tanto resonarán más tus loores.
Adonde la azucena
lucía, y el clavel, do el rojo trigo,
reina agora la avena,
la grama, el enemigo
cardo, la sinjusticia, el falso amigo.
Convierte piadoso
tus ojos y nos mira, y con tu mano
arranca poderoso
lo malo y lo tirano,
y planta aquello antiguo, humilde y llano.
Da paz a aqueste pecho,
que hierve con dolor en noche escura;
que fuera deste estrecho
diré con más dulzura
tu nombre, tu grandeza y hermosura.
No niego, dulce amparo
del alma, que mis males son mayores
que aqueste desamparo;
mas, cuanto son peores,
tanto resonarán más tus loores.
Convierte piadoso
tus ojos y nos mira, y con tu mano
arranca poderoso
lo malo y lo tirano,
y planta aquello antiguo, humilde y llano.
Da paz a aqueste pecho,
que hierve con dolor en noche escura;
que fuera deste estrecho
diré con más dulzura
tu nombre, tu grandeza y hermosura.
No niego, dulce amparo
del alma, que mis males son mayores
que aqueste desamparo;
mas, cuanto son peores,
tanto resonarán más tus loores.
Da paz a aqueste pecho,
que hierve con dolor en noche escura;
que fuera deste estrecho
diré con más dulzura
tu nombre, tu grandeza y hermosura.
No niego, dulce amparo
del alma, que mis males son mayores
que aqueste desamparo;
mas, cuanto son peores,
tanto resonarán más tus loores.
No niego, dulce amparo
del alma, que mis males son mayores
que aqueste desamparo;
mas, cuanto son peores,
tanto resonarán más tus loores. | es |
López,Luis_Carlos | <XXI | Las_Mozas_Y_Mozos | Cartagena de Indias, la muy
noble y muy heroica villa,
va camino del progreso.
Las mozas y mozos
se alejan
por las retorcidas
callejas.
Salen
de la iglesia
senil. Y mañana
quedará la aldea
como tal: los gatos
durmiendo la siesta
sobre
las aceras. | es |
Flórez,Julio | <XXI | El_Submarino | Como acerado pez te hundes o sales
a flote, y ágil y seguro y pronto,
rompes los epilépticos cristales
y las espumas cándidas del Ponto.
¡Cual un pensante ser buscas la presa,
y al ojo observador el lomo esquivas;
cuando tu mole el líquido atraviesa
apártanse las olas.... pensativas!
Pensativas.... ¡acaso piensan que entre
la oquedad misteriosa de tu vientre
va la asechanza, y rememoran ellas
las veces que arrastraron silenciosas
a manera de lirios y de rosas,
tiernos niños y púdicas doncellas! | es |
Sabines,Jaime | <XXI | ¡Qué_Costumbre_Tan_Salvaje | ¡Qué costumbre tan salvaje esta de enterrar a los muertos!, ¡de matarlos, de aniquilarlos, de borrarlos de la tierra! Es tratarlos alevosamente, es negarles la posibilidad de revivir.
Yo siempre estoy esperando a que los muertos se levanten, que rompan el ataúd y digan alegremente: ¿por qué lloras?
Por eso me sobrecoge el entierro. Aseguran las tapas de la cajan, la introducen, le ponen lajas encima, y luego tierra, tras, tras, tras, paletada tras paletada, terrones, polvo, piedras, apisonando, amacizando, ahí te quedas, de aquí ya no sales.
Me dan risa, luego, las coronas, las flores, el llanto, los besos derramados. Es una burla: ¿para qué lo enterraron?, ¿por qué no lo dejaron fuera hasta secarse, hasta que nos hablaran sus huesos de su muerte? ¿O por qué no quemarlo, o darlo a los animales, o tirarlos a un río?
Había de tener una casa de reposo para los muertos, ventilada, limpia, con música y con agua corriente. Lo menos dos o tres, cada día, se levantarían a vivir.
Yo siempre estoy esperando a que los muertos se levanten, que rompan el ataúd y digan alegremente: ¿por qué lloras?
Por eso me sobrecoge el entierro. Aseguran las tapas de la cajan, la introducen, le ponen lajas encima, y luego tierra, tras, tras, tras, paletada tras paletada, terrones, polvo, piedras, apisonando, amacizando, ahí te quedas, de aquí ya no sales.
Me dan risa, luego, las coronas, las flores, el llanto, los besos derramados. Es una burla: ¿para qué lo enterraron?, ¿por qué no lo dejaron fuera hasta secarse, hasta que nos hablaran sus huesos de su muerte? ¿O por qué no quemarlo, o darlo a los animales, o tirarlos a un río?
Había de tener una casa de reposo para los muertos, ventilada, limpia, con música y con agua corriente. Lo menos dos o tres, cada día, se levantarían a vivir.
Por eso me sobrecoge el entierro. Aseguran las tapas de la cajan, la introducen, le ponen lajas encima, y luego tierra, tras, tras, tras, paletada tras paletada, terrones, polvo, piedras, apisonando, amacizando, ahí te quedas, de aquí ya no sales.
Me dan risa, luego, las coronas, las flores, el llanto, los besos derramados. Es una burla: ¿para qué lo enterraron?, ¿por qué no lo dejaron fuera hasta secarse, hasta que nos hablaran sus huesos de su muerte? ¿O por qué no quemarlo, o darlo a los animales, o tirarlos a un río?
Había de tener una casa de reposo para los muertos, ventilada, limpia, con música y con agua corriente. Lo menos dos o tres, cada día, se levantarían a vivir.
Me dan risa, luego, las coronas, las flores, el llanto, los besos derramados. Es una burla: ¿para qué lo enterraron?, ¿por qué no lo dejaron fuera hasta secarse, hasta que nos hablaran sus huesos de su muerte? ¿O por qué no quemarlo, o darlo a los animales, o tirarlos a un río?
Había de tener una casa de reposo para los muertos, ventilada, limpia, con música y con agua corriente. Lo menos dos o tres, cada día, se levantarían a vivir.
Había de tener una casa de reposo para los muertos, ventilada, limpia, con música y con agua corriente. Lo menos dos o tres, cada día, se levantarían a vivir. | es |
Parra,Nicanor | <XXI | Los_Profesores_Nos_Volvieron_Locos | Los profesores nos volvieron locos
a preguntas que no venían al caso
cómo se suman números complejos
hay o no hay arañas en la luna
cómo murió la familia del zar
¿es posible cantar con la boca cerrada?
quién le pintó bigotes a la Gioconda
cómo se llaman los habitantes de Jerusalén
hay o no hay oxígeno en el aire
cuántos son los apóstoles de Cristo
cuál es el significado de la palabra consueta
cuáles fueron las palabras que dijo Cristo en la cruz
quién es el autor de Madame Bovary
dónde escribió Cervantes el Quijote
cómo mató David al gigante Goliat
etimología de la palabra filosofía
cuál es la capital de Venezuela
cuándo llegaron los españoles a Chile
Nadie dirá que nuestros maestros
eran unas enciclopedias rodantes
exactamente todo lo contrario:
unos modestos profesores primarios
o secundarios no recuerdo muy bien
—eso sí que de bastón y levita
como que estamos a comienzos de siglo—
no tenían para qué molestarse
en molestarnos de esa manera
salvo por razones inconfesables:
a qué tanta manía pedagógica
¡tanta crueldad en el vacío más negro!
Dentadura del tigre
nombre científico de la golondrina
de cuántas partes consta una misa solemne
cuál es la fórmula del anhídrido sulfúrico
cómo se suman fracciones de distinto denominador
estómago de los rumiantes
árbol genealógico de Felipe II
Maestros Cantores de Nuremberg
Evangelio según san Mateo
nombre cinco poetas finlandeses
etimología de la palabra etimología
Ley de la gravitación universal
a qué familia pertenece la vaca
cómo se llaman las alas de los insectos
a qué familia pertenece el ornitorrinco
mínimo común múltiplo entre dos y tres
hay o no hay tinieblas en la luz
origen del sistema solar
aparato respiratorio de los anfibios
órganos exclusivos de los peces
sistema periódico de los elementos
autor de Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis
en qué consiste el fenómeno llamado es-pe-jis-mo
cuánto demoraría un tren en llegar a la luna
cómo se dice pizarrón en francés
subraye las palabras terminadas en consonante
La verdad de las cosas
es que nosotros nos sentábamos en la diferencia
quién iba a molestarse con esas preguntas
en el mejor de los casos apenas nos hacían temblar
únicamente un malo de la cabeza
la verdadera verdad de las cosas
es que nosotros éramos gente de acción
a nuestros ojos el mundo se reducía
al tamaño de una pelota de fútbol
y patearla era nuestro delirio
nuestra razón de ser adolescentes
hubo campeonatos que se prolongaron hasta la noche
todavía me veo persiguiendo
la pelota invisible en la oscuridad
había que ser búho o murciélago
para no chocar con los muros de adobe
ése era nuestro mundo
las preguntas de nuestros profesores
pasaban gloriosamente por nuestras orejas
como agua por espalda de pato
sin perturbar la calma del universo:
partes constitutivas de la flor
a qué familia pertenece la comadreja
método de preparación del ozono
testamento político de Balmaceda
sorpresa de Cancha Rayada
por dónde entró el ejército libertador
insectos nocivos a la agricultura
cómo comienza el Poema del Cid
dibuje una garrucha diferencial
y determine la condición de equilibrio
El amable lector comprenderá
que se nos pedía más de lo justo
más de lo que estrictamente necesario:
¿determinar la altura de una nube?
¿calcular el volumen de la pirámide?
¿demostrar que raíz de dos es un número irracional?
¿aprender de memoria las Coplas de Jorge Manrique?
déjense de pamplinas con nosotros
hoy tenemos que dirimir un campeonato
pero llegaban las pruebas escritas
y a continuación las pruebas orales
(en unas de fregar cayó Caldera)
con una regularidad digna de mejor causa:
teoría electromagnética de la luz
en qué se distingue el trovador del juglar
¿es correcto decir se venden huevos?
¿sabe lo que es un pozo artesiano?
clasifique los pájaros de Chile
asesinato de Manuel Rodríguez
independencia de la Guayana Francesa
Simón Bolívar héroe o antihéroe
discurso de abdicación de O'Higgins
ustedes están más colgados que una ampolleta
Los profesores tenían razón:
en verdad en verdad
el cerebro se nos escapaba por las narices
—había que ver cómo nos castañeteaban los dientes—
a qué se deben los colores del arcoiris
hemisferios de Magdeburgo
nombre científico de la golondrina
metamorfosis de la rana
qué entiende Kant por imperativo categórico
cómo se convierten pesos chilenos a libras esterlinas
quién introdujo en Chile el colibrí
por qué no cae la Torre de Pisa
por qué no se vienen abajo los jardines flotantes de Babilonia
¿por qué no cae la luna a la tierra?
departamentos de la provincia de Ñuble
cómo se trisecta un ángulo recto
cuántos y cuáles son los poliedros regulares
éste no tiene la menor idea de nada
Hubiera preferido que me tragara la tierra
a contestar esas preguntas descabelladas
sobre todo después de los discursos moralizantes
a que nos sometían impajaritablemente día por medio
¿saben ustedes cuánto cuesta al estado
cada ciudadano chileno
desde el momento que sale de la universidad?
¡un millón de pesos de seis peniques!
Un millón de pesos de seis peniques
y seguían apuntándonos con el dedo:
cómo se explica la paradoja hidrostática
cómo se reproducen los helechos
enuméreme los volcanes de Chile
cuál es el río más largo del mundo
cómo se reproducen los elefantes
inventor de la máquina de coser
inventor de los globos aerostáticos
ustedes están más colgados que una ampolleta
van a tener que irse para la casa
y volver con sus apoderados
a conversar con el Rector del Establecimiento
Y mientras tanto la Primera Guerra Mundial
Y mientras tanto la Segunda Guerra Mundial
La adolescencia al fondo del patio
La juventud debajo de la mesa
La madurez que no se conoció
La vejez
con sus alas de insecto. | es |
Villamediana,Conde_de | <XXI | Amor_Es_Un_Alterno_Beneficio | Amor es un alterno beneficio
que recíprocos lazos multiplica,
unión de voluntades que se aplica
a felizmente acepto sacrificio;
gloriosa diversión, atento oficio
de un alma ya de afectos nobles rica,
dulcísima abusión que califica
en sublime concordia alto ejercicio;
vïolenta opresión que se dispone
a lograr en sí misma, interiormente,
fe que en gémina luz rayos enciende;
pasto que la ambición del gusto pone,
dulce dolor que aplaude lo que siente,
arte en que ignora más, quien más entiende. | es |
Fuertes,Gloria | <XXI | San_Juan_De_La_Cruz | Querido Juanito:
No,
si poseer poseo
el entendimiento del amor;
lo que no alcanzo
ni con amor ni con oración ni con bondad ni con poesía
es ser por el amado correspondida. | es |
Martí,José | <XXI | Por_Las_Mañanas | Por las mañanas
Mi pequeñuelo
Me despertaba
Con un gran beso.
Puesto a horcajadas
Sobre mi pecho,
Bridas forjaba
Con mis cabellos.
Ebrio él de gozo,
De gozo yo ebrio,
Me espoleaba
Mi caballero:
¡Qué suave espuela
Sus dos pies frescos!
¡Cómo reía
Mi jinetuelo!
Y yo besaba
Sus pies pequeños,
¡Dos pies que caben
En solo un beso! | es |
Ongay,Íñigo | XXI | No_Tengo_Más_Calor_Que_El_Que_Me_Prestas | No tengo más calor que el que me prestas
No yelo si no quieres que me enfríe
al calor de los besos que me restas.
Cierto voy, si no buscas que extravíe
el equívoco plano de estas cuestas
sin albatros ni brújula que guíe.
Acojo el proyectil de la ballesta
si alevosa me pides que confíe.
Desconozco los signos de la vida
Y si quieres quemar la primavera
me pertrecho de fuego y combustibles.
el equívoco plano de estas cuestas
sin albatros ni brújula que guíe.
Acojo el proyectil de la ballesta
si alevosa me pides que confíe.
Desconozco los signos de la vida
Y si quieres quemar la primavera
me pertrecho de fuego y combustibles.
Desconozco los signos de la vida
Y si quieres quemar la primavera
me pertrecho de fuego y combustibles. | es |
Panero,Leopoldo_María | <XXI | Aun_Cuando_Tejí_Mi_Armadura_De_Acero | Aun cuando tejí mi armadura de acero
el terror en mis ojos muertos.
Aun cuando con mano blanca y nula
hice de silencio tus orines
y la nieve cae aún sobre mi cuerpo
pese a ello se impone un silencio aún más hondo
a los clavos que habían horadado mi cráneo:
aun cuando sean huesos quizá lo que no tiembla
aun cuando el musgo concluye mi pecho¹
el terror remueve las cuencas vacías. | es |
Pombo,Rafael | <XXI | Nunca_Pensé_Que_A_Resonar_Volviera | Nunca pensé que a resonar volviera
Mi lira ignota que en secreto un día
Fácil y humilde acompañar solía
Los dulces juegos de mi edad primera.
Pero escuchó tu nombre que ligera
Doquier la gloria entusiasmada envía,
Y él fue como una brisa de armonía
Que hizo vibrar sus cuerdas placentera.
Te vi, te oí, y en mi arrebato ciego
Pensé que el mismo Dios en ti respira,
Volver sintiendo el apagado fuego.
Y pues eres la musa que me inspira,
Gottschalk, mándame tu álbum, porque luego
Quiero a tus pies despedazar mi lira. | es |
Gutiérrez_González,Gregorio | <XXI | La_Oración | Bien hace aquel que prosternado cae
Y confiesa y alaba a su Señor.
Crer y confesar tal vez lo salven,
Pero es dulce, es mejor pedirle a Dios.
Confiad en la oración, llama que sube
Hasta las salas de la eterna luz,
Telégrafo instantáneo que nos une
Con la patria de amor, patria común.
Las plegarias, que son alas del alma,
La llevan recta hasta encontrar a Dios,
Y oración que a su trono se levanta
Baja trayendo alguna bendición.
Pedidle a Aquél, en cuya mansa boca
Tantas promesas para todos hay,
No temáis implorarle a todas horas;
Creed en el Pedid y se os dará.
Si no alcanzáis lo que pedís fervientes,
(Misterioso poder de la oración)
Encontraréis de los pedidos bienes
Después de orar, necesidad menor.
Pedid y se os dará. | es |
Gutiérrez_Nájera,Manuel | <XXI | Non_Omnis_Moriar | ¡No moriré del todo, amiga mía!
De mi ondulante espíritu disperso
algo en la urna diáfana del verso
piadosa guardará la poesía.
¡No moriré del todo! Cuando herido
caiga a los golpes del dolor humano,
ligera tú, del campo entenebrido
levantarás al moribundo hermano.
Tal vez entonces por la boca inerme
que muda aspira la infinita calma,
oigas la voz de todo lo que duerme
¡con los ojos abiertos de mi alma!
Hondos recuerdos de fugaces días,
ternezas tristes que suspiran solas;
pálidas, enfermizas alegrías
sollozando al compás de las violas...
Todo lo que medroso oculta el hombre
se escapará, vibrante, del poeta,
en áureo ritmo de oración secreta
que invoque en cada cláusula tu nombre.
Y acaso adviertas que de modo extraño
suenan mis versos en tu oído atento,
y en el cristal, que con mi soplo empaño,
mires aparecer mi pensamiento.
Al ver entonces lo que yo soñaba,
dirás de mi errabunda poesía:
era triste, vulgar lo que cantaba...
¡mas, qué canción tan bella la que oía!
Y porque alzo en tu recuerdo notas
del coro universal, vívido y almo;
y porque brillan lágrimas ignotas
en el amargo cáliz de mi salmo;
porque existe la Santa Poesía
y en ella irradias tú, mientras disperso
átomo de mi ser esconda el verso
¡no moriré del todo, amiga mía! | es |
Bécquer,Gustavo_Adolfo | <XXI | Rima_Xxxii | Pasaba arrolladora en su hermosura
y el paso le dejé;
ni aun a mirarla me volví y, no obstante,
algo a mi oído murmuró: —Esa es.
¿Quién reunió la tarde a la mañana?
Lo ignoro; sólo sé
que en una breve noche de verano
se unieron los crepúsculos, y... fue. | es |
Nervo,Amado | <XXI | Delicta_Carnis | Carne, carne maldita que me apartas del cielo;
carne tibia y rosada que me impeles al vicio;
ya rasgué mis espaldas con cilicio y flagelo
por vencer tus impulsos, y es en vano, ¡te anhelo
a pesar del flagelo y a pesar del cilicio!
Crucifico mi cuerpo con sagrados enojos,
y se abraza a mis plantas Afrodita la impura;
me sumerjo en la nieve, mas la templan sus ojos;
me revuelco en un tálamo de punzantes abrojos,
y sus labios lo truecan en deleite y ventura.
Y no encuentro esperanza, ni refugio ni asilo,
y en mis noches, pobladas de febriles quimeras,
me persigue la imagen de la Venus de Milo,
con sus lácteos muñones, con su rostro tranquilo
y las combas triunfales de sus amplias caderas.
¡Oh Señor Jesucristo, guíame por los rectos
derroteros del justo; ya no turben con locas
avideces la calma de mis puros afectos
ni el caliente alabastro de los senos erectos,
ni el marfil de los hombros, ni el coral de las bocas! | es |
Machado,Antonio | <XXI | Mirando_Mi_Calavera | Mirando mi calavera
un nuevo Hamlet dirá:
He aquí un lindo fósil de una
careta de carnaval. | es |
Hahn,Óscar | <XXI | Estuve_Toda_La_Noche_Parado_Frente_A_Tu_Puerta | Estuve toda la noche parado frente a tu puerta
Esperando que salieran tus sueños
A la una salió una galería de espejos
A las dos salió una alcoba llena de agua
A las tres salió un hotel en llamas
A las cuatro salimos tú y yo haciendo el amor
A las cinco salió un hombre con una pistola
A las seis se oyó un disparo y despertaste
A las siete saliste apurada de tu casa
A las ocho nos encontramos en el Hotel Valdivia
A las nueve los multiplicamos en los espejos
A las diez nos tendimos en la cama de agua
A las once hicimos el amor hasta el exterminio
Ahora son las doce del día
Y tengo entre mis brazos
al cuerpo de todos mis delitos | es |
Bernárdez,Francisco_Luis | <XXI | Hogar | Encendido en palabras puras
el fuego conversa conmigo.
Como un abuelo labrador,
de cenizas encanecido,
llamea su boca barbada
un consejo de campesino.
Y tiene sencillez de campo,
sencillez de ropa de lino,
sencillez de pan de centeno,
sencillez de ataúd de pino.
Un poco de cielo desciende
al humoso ademán tranquilo. | es |
Aridjis,Homero | <XXI | Sobre_Ángeles_Ii | Cada ángel tiene el color,
el tamaño y la edad del hombre
(o la mujer) que está guardando.
Así el ángel se adapta a su acompañante.
Así los demás no perciben su presencia.
Sólo se ha sabido del caso de un ángel
que continuó andando después
que su custodiado murió en la calle,
y del caso de otro ángel
que no participó en un crimen,
que mantuvo la mano ajena
cuando el homicida descargó la puñalada;
y de un ángel que al amanecer
se encontró sentado en una silla,
mientras la mujer que protegía
pasaba la noche haciendo el amor. | es |
Fernández_Moreno,Baldomero | <XXI | Esta_Noche_No_Sales,_Te_Secuestro | —Esta noche no sales, te secuestro,
aquí está tu sillón, aquí tu lámpara,
tu pluma, tu tintero, tus cuartillas,
escribe, o lee, o sueña, o no hagas nada.
Esta noche no sales, te secuestro,
con mis tijeras cortaré tus alas.
Recorreré las piezas diligente,
iré, por ver la noche, a la ventana...
Fastidiaos, diré, hondas tinieblas,
rústicas brisas, estrellitas pampas,
esta noche no es para vosotras,
su meditar llena de luz la casa.
Aflojaré después las ropas mías,
esponjaré mi cabellera blanda,
te serviré un café como tú quieras,
escribirás las últimas palabras,
y verás qué reposo el de tu cuerpo:
de tu sillón, un paso, y a la cama.
Las almohadas creerás montón de flores,
frescas hojas las sábanas...
Y estarás dormitando todavía,
cuando entraré con silenciosa planta
a nuestro cuarto; tocaré tu hombro,
estirarás una pereza larga,
y ante tus ojos, de mis brazos puros,
rodará dulcemente la mañana. | es |
Aridjis,Homero | <XXI | Los_Espacios_Azules_Iii | Cada onda es el agua
uno es el hombre
unidos van las hojas y el verde
las alas y el aire
los ríos son este Río
y sola va el arca por la noche | es |
López_Velarde,Ramón | <XXI | Me_Estás_Vedada_Tú | ¿Imaginas acaso la amargura
que hay en no convivir
los episodios de tu vida pura?
Me está vedado conseguir que el viento
y la llovizna sean comedidos
con tu pelo castaño.
Me está vedado oír en los latidos
de tu paciente corazón (sagrario
de dolor y clemencia),
la fórmula escondida
de mi propia existencia.
Me está vedado, cuando te fatigas
y se fatiga hasta tu mismo traje,
tomarte en brazos, como quien levanta
a su propia ilusión incorruptible
hecha fantasma que renuncia al viaje.
Despertarás una mañana gris
y verás, en la luna de tu armario,
desdibujarse un puño
esquelético, y ante el funerario
aviso, gritarás las cinco letras
de mi nombre, con voz pávida y floja,
¡Y yo me hallaré ausente
de tu final congoja!
¿Imaginas acaso
mi amargura impotente?
Me estás vedada tú... Soy un fracaso
de confesor y médico que siente
perder a la mejor de sus enfermas
y a su más efusiva penitente.
Me está vedado conseguir que el viento
y la llovizna sean comedidos
con tu pelo castaño.
Me está vedado oír en los latidos
de tu paciente corazón (sagrario
de dolor y clemencia),
la fórmula escondida
de mi propia existencia.
Me está vedado, cuando te fatigas
y se fatiga hasta tu mismo traje,
tomarte en brazos, como quien levanta
a su propia ilusión incorruptible
hecha fantasma que renuncia al viaje.
Despertarás una mañana gris
y verás, en la luna de tu armario,
desdibujarse un puño
esquelético, y ante el funerario
aviso, gritarás las cinco letras
de mi nombre, con voz pávida y floja,
¡Y yo me hallaré ausente
de tu final congoja!
¿Imaginas acaso
mi amargura impotente?
Me estás vedada tú... Soy un fracaso
de confesor y médico que siente
perder a la mejor de sus enfermas
y a su más efusiva penitente.
Me está vedado oír en los latidos
de tu paciente corazón (sagrario
de dolor y clemencia),
la fórmula escondida
de mi propia existencia.
Me está vedado, cuando te fatigas
y se fatiga hasta tu mismo traje,
tomarte en brazos, como quien levanta
a su propia ilusión incorruptible
hecha fantasma que renuncia al viaje.
Despertarás una mañana gris
y verás, en la luna de tu armario,
desdibujarse un puño
esquelético, y ante el funerario
aviso, gritarás las cinco letras
de mi nombre, con voz pávida y floja,
¡Y yo me hallaré ausente
de tu final congoja!
¿Imaginas acaso
mi amargura impotente?
Me estás vedada tú... Soy un fracaso
de confesor y médico que siente
perder a la mejor de sus enfermas
y a su más efusiva penitente.
Me está vedado, cuando te fatigas
y se fatiga hasta tu mismo traje,
tomarte en brazos, como quien levanta
a su propia ilusión incorruptible
hecha fantasma que renuncia al viaje.
Despertarás una mañana gris
y verás, en la luna de tu armario,
desdibujarse un puño
esquelético, y ante el funerario
aviso, gritarás las cinco letras
de mi nombre, con voz pávida y floja,
¡Y yo me hallaré ausente
de tu final congoja!
¿Imaginas acaso
mi amargura impotente?
Me estás vedada tú... Soy un fracaso
de confesor y médico que siente
perder a la mejor de sus enfermas
y a su más efusiva penitente.
Despertarás una mañana gris
y verás, en la luna de tu armario,
desdibujarse un puño
esquelético, y ante el funerario
aviso, gritarás las cinco letras
de mi nombre, con voz pávida y floja,
¡Y yo me hallaré ausente
de tu final congoja!
¿Imaginas acaso
mi amargura impotente?
Me estás vedada tú... Soy un fracaso
de confesor y médico que siente
perder a la mejor de sus enfermas
y a su más efusiva penitente.
¿Imaginas acaso
mi amargura impotente?
Me estás vedada tú... Soy un fracaso
de confesor y médico que siente
perder a la mejor de sus enfermas
y a su más efusiva penitente. | es |
Martí,José | <XXI | Mi_Señor_Don_Serafín | Mi señor don Serafín:
¿Conque muerto, y no sé qué
Más,— y que ya piensa usted
Que «mi amor llegó a su fin»?
Si lo piensa, mal pensó;
Lo que pasa, lo que sí
Es gran verdad, es que aquí
No hay más que un muerto, y soy yo.
De tanto ver padecer
Sin ver cómo consolar,
Y tanto amargo llorar
Donde no lo dejo ver,—
De tanto esperar en vano
Con el corazón deshecho
Que le vuelva el alma al pecho
Al triste pueblo cubano,—
De tanto mover la pluma
Por obligación y oficio,
Sin más fruto y beneficio
Que un poco de pan y espuma,—
De tanto esforzar los bríos
Que—siguiendo el noble ejemplo
De un don Serafín,—retiemblo
Más mientras más son los fríos,—
De tanto avivar la fe
Que se muere, o que se esconde,
De tanto cuidar adonde
Nadie cuida, y nadie ve,—
De tanto alzar con mis manos
Pobres, oscuras y solas,
Sobre la hiel y las olas,
Casa igual a mis cubanos,—
De tanto esperar—¡es cierto
Que lo espero cada un día!—
Que acabe al fin la agonía
En el reposo del muerto,—
Me entran como temporales
De silencio,—precursor
De aquel silencio mayor
Donde todos son iguales.
Sólo para mi deber
De vivir como hombre honrado,
Tiene el brazo, fatigado
De escribir, sangre y poder,—
Y luego de hacer el pan
Con el dolor cotidiano,
Muerta la pluma en la mano,
Me envuelvo en el huracán.
Dura un mes, dura dos meses
El silencio extraño,—y luego
Renace, con nuevo fuego
El campo, ¡y con nuevas mieses!
Y en cada espiga del trigo
De estas penosas cosechas
Verá, quien mire a derechas:
«Don Serafín es mi amigo».
Lo cuentan juntos los granos,—
Juntos, en sabios letreros:
¿Para qué somos sinceros?
¿Para qué somos cubanos?
¿Para quién, en estas pascuas,
Para quién, en esta hiel,
Pensando en Carlos Manuel,
Compré un vapor en las pascuas?
Rojo de puro coraje,
Así me dice el vapor:
«¡Pero, mi amigo y señor,
Cuándo emprendemos el viaje?»
Y yo pensando en la espuma
Que lleva al Cayo querido,
Por Carlos Manuel vencido.
Vuelvo la vista a la pluma
Adiós. El vapor irá
En la semana que viene:
Ya lo tiene, ya lo tiene
Un amigo que se va.
Y de mí le he de decir
Que en el sigilo, sereno,
Sin miedo al rayo ni al trueno
Elaboro el porvenir. | es |
Meléndez_Valdés,Juan | <XXI | Dulce_Dalmiro,_Cuando_A_Filis_Suena | Dulce Dalmiro, cuando a Filis suena
Tu delicada lira,
El río por oírte el curso enfrena,
Y el mar templa su ira.
Alzan las Ninfas su nevada frente
Coronada de flores,
Suelta Neptuno el húmido tridente
Absorto en tus amores.
Del céfiro en los brazos calma el vuelo
El ábrego irritado;
Y el verdor torna al agostado suelo
Tu acento regalado.
Desde el olimpo baja Citerea,
Tanto con él se agrada,
Y en sus canoros trinos se recrea,
De Mavorte olvidada.
Siguen tus blandos ayes arrullando
Sus cándidas palomas,
Sus Cupidos contino derramando
Sobre ti mil aromas.
Y otros tan fino amar tiernos oyendo,
Una guirnalda bella
De mirto y rosas y laurel tejiendo,
Ornan su sien con ella.
Las vagarosas parlerillas aves
Que ven la Cipria diosa,
Aclaman con mil cánticos suaves
Su llegada dichosa:
Y en dulcísimos tonos no aprendidos
Le dan la bienvenida;
Mas de tu lira oyendo los sonidos
Calla su voz vencida.
O Filomena solo que enardece
Tan celestial encanto,
En blandos píos remedar parece
Las gracias de tu canto.
Mientras que de Díone los loores
Renovando divinos,
La imploras favorable en tus amores
Con mil sáficos himnos;
Que muy más dulces que la miel más pura,
Que el aroma agradables,
Solo respiran plácida blandura,
Solo afectos amables,
Delicias solo y embeleso y gloria,
Y paz y eterna calma,
Bien que de Fili la llorosa historia
Renuevan en el alma:
Y aquel brillar cual fósforo esplendente
Que raudo cruza el cielo,
Para hundirse en el lóbrego occidente
Dejando en luto el suelo.
Todo oyéndote calla, tu voz suena,
Y el concento armonioso
Puebla el aire y el ánimo enajena
En éxtasi amoroso.
No cese pues, poeta soberano,
Son tan claro y subido:
Goza el sublime don que en larga mano
Te dan Febo y Cupido.
Gózale; y en mi oreja siempre suene
Tu derretido acento,
Que de ternura celestial me llene
Y de inmortal contento. | es |
Torres_Bodet,Jaime | <XXI | Ya_Empiezas_A_Dorar,_Octubre_Mío | Ya empiezas a dorar, octubre mío,
con las cimas del huerto, ésas —distantes—
del pensamiento a cuyas frondas fío
la sombra de mis últimos instantes.
Corazón y jardín tuvieron, antes,
cada cual a su modo, su albedrío;
pero deseos y hojas tan brillantes
necesitaban, para arder, tu frío.
Aterido el vergel, desierta el alma,
más luz entre los troncos que despojas
a cada instante, envejeciendo, veo.
Y en el cielo ulterior, de nuevo en calma,
cuando terminen de caer las hojas
miraré, al fin desnudo, mi deseo. | es |
Gil_de_Biedma,Jaime | <XXI | Una_Clara_Conciencia_De_Lo_Que_Ha_Perdido | Una clara conciencia de lo que ha perdido,
es lo que le consuela. Se levanta
cada mañana a fallecer, discurre por estancias
en donde sórdamente duele el tiempo
que se detuvo, la herida mal cerrada.
Dura en ningún lugar este otro mundo,
y vuelve por la noche en las paradas
del sueño fatigoso... Reino suyo
dorado, cuántas veces
por él pregunta en la mitad del día,
con el temor de olvidar algo!
Las horas, largo viaje desabrido.
La historia es un instante preferido,
un tesoro en imágenes, que él guarda
para su necesaria consulta con la muerte.
Y el final de la historia es esta pausa. | es |
Benítez_Reyes,Felipe | <XXI | La_Condena | El pasillo cuyo final no alcanzo nunca,
la navaja que me persigue
mientras yo corro —inmóvil— por un bosque
poblado por fantasmas, y de pronto
los rostros confundidos, las ciudades absurdas
con escaleras rotas y edificios vacíos
y estatuas mutiladas y deformadas perspectivas,
y tú que me abandonas porque me desconoces,
porque somos extraños en ese orden pavoroso
establecido sobre las ruinas de la razón,
y el túnel que se vuelve interminable,
y ver que me persiguen, que unas manos
afilan un puñal, y que corro, y que me alcanzan...
Ciertas noches, con ligeras variantes,
esta fiel pesadilla me atormenta.
Lo que hice para merecerla no lo sé. | es |
Buesa,José_Ángel | <XXI | Te_Miraba_Acostada_Con_Mis_Ojos_De_Bueno | Te miraba acostada con mis ojos de bueno,
tus ojos aprendían lentamente a soñar,
y tu sueño iba a otro, a tu amor en estreno,
embriagado de fuga, de capricho y de azar.
Me tomaste una mano para palpar tu seno,
tu corazón latía con el mío a la par:
el tuyo acelerado por un amor ajeno,
mi corazón tan cerca, sin poderlo alcanzar.
Así dejé de amarte y empecé a comprenderte.
Sentí que me tocaba como un roce de muerte,
un dolor voluptuoso, pasajero y vulgar.
Y mientras me veías mansamente a tu lado,
yo escapaba en silencio, para siempre alejado.
¡Aunque esta misma noche te vuelva a desnudar! | es |
Martí,José | <XXI | Tórtola_Blanca | El aire está espeso
La alfombra manchada,
Las luces ardientes,
Revuelta la sala;
Y acá entre divanes
Y allá entre otomanas,
Tropiézase en restos
De tules, —o de alas!
Un baile parece
De copas exhaustas!
Despierto está el cuerpo,
Dormida está el alma;
¡Qué férvido el valse!
¡Qué alegre la danza!
¡Qué fiera hay dormida
Cuando el baile acaba!
Detona, chispea,
Espuma, se vacía,
Y expira dichosa
La rubia champaña:
Los ojos fulguran,
Las manos abrasan,
De tiernas palomas
Se nutren las águilas;
Don Juanes lucientes
Devoran Rosauras;
Fermenta y rebosa
La inquieta palabra;
Estrecha en su cárcel
La vida incendiada,
En risas se rompe
Y en lava y en llamas;
Y lirios se quiebran,
Y violas se manchan,
Y giran las gentes,
Y ondulan y valsan;
Mariposas rojas
Inundan la sala,
Y en la alfombra muere
La tórtola blanca.
Yo fiero rehúso
La copa labrada;
Traspaso a un sediento
La alegre champaña;
Pálido recojo
La tórtola hollada;
Y en su fiesta dejo
Las fieras humanas;—
Que el balcón azotan
Dos alitas blancas
Que llenas de miedo
Temblando me llaman. | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Tengan_Cuidado,_Señores | Tengan cuidado, señores,
que estamos en La Esperanza
y aquí los caminos van
a donde les da la gana.
Que si al norte, que si al sur,
que a la mar, que a la montaña,
que si a muros, que si a olvidos,
que a los perros, que a la nada.
Jamás te dicen su fin,
caminan vueltos de espalda.
Son caminos de veletas,
un laberinto que anda;
ni te llevan ni te traen,
te dejan en la estacada.
Tus pasos pueden seguirlos,
pero nunca tu mirada;
dan más zig-zag que conejos
burlando tiros de caza.
Por eso alguna trocha puedes
llegar a tu propia infancia
abriendo el arco de punto
de las góticas castañas.
Ver a la mamá Aguedita,
la escuela, con su fachada
triste, y el bosque que ha entrado
como un señor en la plaza
mirando jugar el viento
con la tierra colorada.
Pongan cuidado, no pierdan
esta emoción de cucaña
que en lo alto de los pinos
prodiga sus espadañas.
Cuidado, tengan cuidado,
que aquí se cae o resbala
en el barro y en las piedras
que humedece la nostalgia.
Caminos que nos caminan,
veredas que nos alcanzan,
qué lejos vamos, qué lejos
sin mesón y sin posada.
No sigan, párense aquí
y remójense la barba,
que estos caminos verdinos
me están mordiendo en el alma. | es |
Pardo_García,Germán | <XXI | ¿Qué_Fue_De_Las_Amantes_Que_Redomas | ¿Qué fue de las amantes que redomas
trizaron a tus pies con sus latidos
y dándote calor, como en los nidos
entibian sus polluelos las palomas?
¡En selva pasionaria, sus aromas
aspiraste con ávidos sentidos,
y por ti permanecen esparcidos
sus efluvios en árboles y lomas!
No es verdad que la tumba las retiene.
Palomas son de tu jardín interno,
y su arrullar a consolarte viene.
Y en la germinación o en el invierno,
calientan el sitial que te sostiene
con brasas de la carne y de su infierno. | es |
Chumacero,Alí | <XXI | Solemnidad_De_Tigre_Incierto,_Ahí_En_Sus_Ojos | Solemnidad de tigre incierto, ahí en sus ojos
vaga la tentación y un náufrago
se duerme sobre jades pretéritos que aguardan
el día inesperado del asombro
en épocas holladas por las caballerías.
Ira del rostro, la violencia
es río que despeña en la quietud el valle,
azoro donde el tiempo se abandona
a una corriente análoga a lo inmóvil, bañada
en el reposo al repetir
la misma frase desde la sílaba primera.
Sólo el sonar bajo del agua insiste
con incesante brío, y el huracán acampa
en la demora, desterrado
que a la distancia deja un mundo de fatiga.
Si acaso comprendiéramos, epílogo
sería el pensamiento o música profana,
acorde que interrumpe ocios
como la uva aloja en vértigo el color
y la penumbra alienta a la mirada.
Vayamos con unción a la taberna donde
aroma el humo que precede,
bajemos al prostíbulo a olvidar esperando:
porque al fin contemplamos la belleza. | es |
Subsets and Splits