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Colinas,Antonio
<XXI
Sigue_La_Senda_De_Las_Piedras_Musgosas
Sigue la senda de las piedras musgosas, la que conduce a la gran roca, a la raíz del ara, a la raíz del tiempo. Mira la nieve humilde de la cima tutelar. Posa en ella tus ojos. Luego pósalos en el ara. Posa también tus manos: que se aquieten tus manos como palomas, que echen raíces en el silencio helado de la piedra. Verás en ella señales muy leves, signos dictados por el firmamento, los símbolos de un tiempo infinito revelación del alma que no muera. No podrás ir más allá. No debes ir más allá.
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
Liquen_65
El marinero tenía lleno de salitre el pecho. Por eso como ninguno tanto corría el velero. Una novia en Buenos Aires después tuvo el marinero. Por eso tanto corría hacia América el velero. El marinerito tuvo una novia en cada puerto.
es
Cruz,Juana_Inés_de_la
<XXI
Que_Dan_Encarecida_Satisfacción_A_Unos_Celos
Pues estoy condenada, Fabio, a la muerte, por decreto tuyo, y la sentencia airada ni la apelo, resisto ni la huyo, óyeme, que no hay reo tan culpado a quien el confesar le sea negado. Porque te han informado, dices, de que mi pecho te ha ofendido, me has fiero condenado. ¿Y pueden, en tu pecho endurecido, más la noticia incierta, que no es ciencia, que de tantas verdades la experiencia? Si a otros crédito has dado, Fabio, ¿por qué a tus ojos se lo niegas, y el sentido trocado de la ley, al cordel mi cuello entregas, pues liberal me amplías los rigores y avaro me restringes los favores? Si a otros ojos he visto, mátenme, Fabio, tus airados ojos; si a otro cariño asisto, asístanme implacables tus enojos; y si otro amor del tuyo me divierte, tú, que has sido mi vida, me des muerte. Si a otro, alegre, he mirado, nunca alegre me mires ni te vea; si le hablé con agrado, eterno desagrado en ti posea; y si otro amor inquieta mi sentido, sáquesme el alma tú, que mi alma has sido. Mas, supuesto que muero, sin resistir a mi infelice suerte, que me des sólo quiero licencia de que escoja yo mi muerte; deja la muerte a mi elección medida, pues en la tuya pongo ya la vida. No muera de rigores, Fabio, cuando morir de amores puedo; pues con morir de amores, tú acreditado y yo bien puesta quedo: que morir por amor, no de culpada, no es menos muerte, pero es más honrada. Perdón, en fin, te pido de las muchas ofensas que te he hecho en haberte querido: que ofensas son, pues son a tu despecho; y con razón te ofendes de mi trato, pues que yo, con quererte, te hago ingrato.
es
Pérez_Hernández,Jorge_A.
XXI
Sarcasmo
¿Qué es esto de pensarte horas después de que te veo esperando saludarte sin que tiemble mi mano por estar llena de miedo? ¿Por qué cuando vas pasando entre los pasillos azules creo que es el cielo que retrata un par de soles entre nubes? ¡Si sólo son paredes blancas, sólo son flores llenas de tu alma! ¿Qué sentimiento es aquel de alegrarme si te he visto imaginando que eres belleza pura y mujer que haces que me sienta más vivo? ¿Qué mirar que tengo es ese que te busca entre la gente, que no pregunta para verte y te reconoce siempre? ¿Qué vacío es este que si te despides se me clava en los ojos y en el alma? ¿Cómo es tu palabra honesta que hoy me deja pensativo con el corazón cautivo y escribiéndote un poema? ¿Por qué cuando vas pasando entre los pasillos azules creo que es el cielo que retrata un par de soles entre nubes? ¡Si sólo son paredes blancas, sólo son flores llenas de tu alma! ¿Qué sentimiento es aquel de alegrarme si te he visto imaginando que eres belleza pura y mujer que haces que me sienta más vivo? ¿Qué mirar que tengo es ese que te busca entre la gente, que no pregunta para verte y te reconoce siempre? ¿Qué vacío es este que si te despides se me clava en los ojos y en el alma? ¿Cómo es tu palabra honesta que hoy me deja pensativo con el corazón cautivo y escribiéndote un poema? ¡Si sólo son paredes blancas, sólo son flores llenas de tu alma! ¿Qué sentimiento es aquel de alegrarme si te he visto imaginando que eres belleza pura y mujer que haces que me sienta más vivo? ¿Qué mirar que tengo es ese que te busca entre la gente, que no pregunta para verte y te reconoce siempre? ¿Qué vacío es este que si te despides se me clava en los ojos y en el alma? ¿Cómo es tu palabra honesta que hoy me deja pensativo con el corazón cautivo y escribiéndote un poema? ¿Qué sentimiento es aquel de alegrarme si te he visto imaginando que eres belleza pura y mujer que haces que me sienta más vivo? ¿Qué mirar que tengo es ese que te busca entre la gente, que no pregunta para verte y te reconoce siempre? ¿Qué vacío es este que si te despides se me clava en los ojos y en el alma? ¿Cómo es tu palabra honesta que hoy me deja pensativo con el corazón cautivo y escribiéndote un poema? ¿Qué mirar que tengo es ese que te busca entre la gente, que no pregunta para verte y te reconoce siempre? ¿Qué vacío es este que si te despides se me clava en los ojos y en el alma? ¿Cómo es tu palabra honesta que hoy me deja pensativo con el corazón cautivo y escribiéndote un poema? ¿Qué vacío es este que si te despides se me clava en los ojos y en el alma? ¿Cómo es tu palabra honesta que hoy me deja pensativo con el corazón cautivo y escribiéndote un poema? ¿Cómo es tu palabra honesta que hoy me deja pensativo con el corazón cautivo y escribiéndote un poema?
es
Cetina,Gutierre_de
<XXI
No_Fuera_Alcides,_No,_Famoso_Tanto
No fuera Alcides, no, famoso tanto, ni durara en el mundo hoy su memoria, si menos cara hubiera la victoria de los monstruos que aún hoy causan espanto. La fuerte emulación con todo cuanto contrasta casi al par con vuestra gloria, harán al fin, señor, que vuestra historia nos ture con eterno e inmortal canto. El vencer tan soberbios enemigos, sujetar tantos monstruos, tanta gente, con el valor que el cielo en vos derrama, al siglo por venir serán testigos del honor que dará perpetuamente a Carlo Quinto Máximo la fama.
es
Marechal,Leopoldo
<XXI
Unco,_El_Idiota,_Cortador_De_Juncos
Unco, el idiota, cortador de juncos, yace aquí sin machete ni juncal. Para el techo del hombre cortó juncos: Para el amor del hombre cortaba juncos verdes: juncos llenos de viento, para el hombre y su risa cortó en el aguazal. Y él nunca usó ni techo ni amor ni risa ni hombre. Rojo de mediodías, pero sin luz adentro; gallardo y fuerte, pero sin canción, fue una rica vihuela que no tuvo cordaje y una lámpara hermosa que no encendió su dueño. Su Dios fue un huevo de chajá mecido a flor del agua negra. Junco insonoro, yace largo a largo: el Cortador Celeste lo ha cortado.
es
Arciniegas,Ismael_Enrique
<XXI
El_Pasado
Cuando se hunde en las manos la cabeza Y se siente el espíritu abatido, ¡Cómo consuela el diálogo no oído De nuestro corazón y la tristeza! Con los ojos cerrados, en belleza Vemos surgir lo ya desvanecido; Y lo que un tiempo se creyó perdido, En nuestro ensueño a sonreír empieza. Quiero soñar y recordar. La vida Suele ser el pasado, y de su fondo A veces brota luz desconocida, Porque momentos hay en que no existe Para el alma, un placer tan grande y hondo Como el de recordar y el estar triste.
es
González_Medina,Óscar_Fco.
XXI
La_Mejor_Parte_De_Ti
La mejor parte de ti es mi mejor momento la razón que brilla en tu cuerpo tu voz se convierte en luz la luz que transforma al viento cuando el viento no cala cuando el viento no seca es porque lleva tu aliento es mi mejor momento inhalas aire y exhalas sentimiento con tonos suaves con tonos lentos con tonos... que estremecen cada momento la mejor parte de ti tu voz es mi mejor momento y yo... solo respiro y lo siento tu voz se convierte en luz la luz que transforma al viento cuando el viento no cala cuando el viento no seca es porque lleva tu aliento es mi mejor momento inhalas aire y exhalas sentimiento con tonos suaves con tonos lentos con tonos... que estremecen cada momento la mejor parte de ti tu voz es mi mejor momento y yo... solo respiro y lo siento cuando el viento no cala cuando el viento no seca es porque lleva tu aliento es mi mejor momento inhalas aire y exhalas sentimiento con tonos suaves con tonos lentos con tonos... que estremecen cada momento la mejor parte de ti tu voz es mi mejor momento y yo... solo respiro y lo siento inhalas aire y exhalas sentimiento con tonos suaves con tonos lentos con tonos... que estremecen cada momento la mejor parte de ti tu voz es mi mejor momento y yo... solo respiro y lo siento la mejor parte de ti tu voz es mi mejor momento y yo... solo respiro y lo siento
es
Ory,Carlos_Edmundo_de
<XXI
No_Vendrá_Nadie_Ni_La_Lluvia_Ni_La_Rosa
No vendrá nadie ni la lluvia ni la rosa Estaré como siempre con el fondo en la frente Empezaré a oír música música diré estás cerca Ni la lluvia ni la rosa Y qué de silencio y qué de cosas en silencio Otra vez preguntaré estás cerca amada Habrá un olor a noche subido por tu boca Y ni rosa y ni lluvia Querrás cantar qué contornos umbrosos
es
Herrera_y_Reissig,Julio
<XXI
El_Camino_De_Las_Lágrimas
Citándonos, después de oscura ausencia, tu alma se derretía en largo lloro, a causa de quién sabe qué tesoro perdido para siempre en tu existencia. Junto a los surtidores, la presencia semidormida de la tarde de oro, decíate lo mucho que te adoro y cómo era de sorda mi dolencia. Pesando nuestra angustia y tu reproche, toda mi alma se pobló de noche... Y al estrecharte murmurando aquellas remembranzas de dicha a que me amparo, hallé un sendero matinal de estrellas, en tu falda ilusión de rosa claro.
es
Peza,Juan_de_Dios
<XXI
Ni_Viva_Ni_Muerta
Es blanca, rubia, de contornos puros, Cual si fueran labrados por Cellini. La vi, me enamoré, di veinte duros, Y la mandó a mi casa Pellandini. Está con traje azul, el solo traje Que me causa inquietudes y desvelos, Porque con él el rostro es un celaje Prendido en las riberas de los cielos. Suelto tiene el riquísimo tesoro De sus cabellos blondos y rizados, Que brillan y relucen como el oro De octubre en las espigas de los prados. Buscan la inmensidad sus claros ojos, Que irradian luz en su mirar sereno: Tiene boca pequeña, labios rojos, Cuello de nácar y marmóreo seno. Siempre que llego a verla, me palpita Acelerado el corazón ardiente; Me parece que sueña, que medita, Y que espera mis besos en su frente. Es púdica, romántica, graciosa, Y en contra de su sexo y su hermosura, No puede ser infiel ni ser curiosa, Ni mentir, ni gastar, ni ser impura. Después de que a Occidente el sol resbala, Y su luz melancólica pardea, Y esconde la cabeza bajo el ala El ave que en los árboles gorjea; Cuando aparecen nítidas y bellas, Derramando sus vividos fulgores, Esas, que siempre están, blancas estrellas, En eterno coloquio con las flores; Cuando al loco rumor con que ensordece A la incansable muchedumbre el día, Sigue el hondo silencio en que parece Que están el sol y el mundo en agonía: Entonces, en mi alcázar de amargura, Que jamás el amor viste de gala, Contemplo a la deidad cuya hermosura Decora el muro de la humilde sala. ¡Cómo anima la sombra suavemente Sus pupilas tan dulces y serenas! ¡Cuál tiñe de carmín su casta frente La sangre que no corre por sus venas! Parece que me ve, que se retratan Mis ojos en los suyos siempre bellos, ¡En sus ojos de rayos que no matan. Porque no está la tempestad en ellos! Ojos que irradian fe, paz y bonanza, Con la celeste luz en ellos presa; Al que los mira infunden esperanza, Y casta devoción al que los besa. Cuántas veces, mirando cara a cara A esta mujer, capricho del artista, He llegado a pensar: «Si abandonara El lienzo en que aparece ante mi vista, »Y viera convertirse en un momento En verdad la ficción sobrando altiva, Fuerza, calor, lenguaje y movimiento, Tornándose mujer y estando viva, »¿Causará entonces a mi pecho herido Este entusiasmo que a sus pies me trae?» ¡Ah! ¡yo sé que al amor sigue el olvido! ¡La flor más bella se marchita y cae! Yo sé que el fuego que la carne abrasa, Se torna en humo y en ceniza fría. ¡Todo se rompe, y atosiga, y pasa Como el resabio del placer de un día! Y sé que aquel amor dulce y callado Que vierte en la niñez sus embelesos, Es la estrella inmortal del bien pasado, Encendida entre lágrimas y besos. Mas del extraño amor que al pecho inspira, Esta muda beldad, ¿cuál es el nombre? ¿Es sólo verso cuando está en la lira? ¿Sólo palabra cuando está en el hombre? ¿Es brillante ilusión que se derrumba A un abismo sin fondo ni medida?... ¡Es como el fuego fatuo de la tumba, Que sólo puede arder donde no hay vida! Pigmalión, adorando a Galatea, A este secreto amor le imprime norma; Para llegar al culto de la idea, Hay que entrar por el culto de la forma. ¿Es dulce, es melancólica, es hermosa? Pues no exijamos más, basta con eso; El amor, cual la abeja, va a la rosa: Sólo busca la boca para el beso. Mejor que nada exista en esa frente, Ni en esos labios de encendida grana; Huyo del sol en el zenit ardiente, Y lo busco al rayar de la mañana. Nada que incendie, nada que destruya Nada que canse, nada que carcoma; Si queréis un amor que no concluya, Todo fe, todo ensueño, todo aroma, Pensad, al resolver cuestión tan seria. Que la beldad encubre un esqueleto Que polvo será al fin, porque es materia: Pedidlo al arte y lo hallaréis completo. Al arte, sí, que en medio del abismo, Que todo lo amortigua y lo devora, Ni engaña, ni atosiga, siendo el mismo En la sombra y la luz, a cualquiera hora. Es la existencia en dichas tan escasa, Que cuanto abarca en su mejor destello, Todo se rompe, languidece y pasa: ¡Todo, menos el culto por lo bello!
es
Rosales,Luis
<XXI
Me_Están_Mirando_En_Tus_Ojos
Me están mirando en tus ojos los ángeles del instante, los ángeles que han perdido la memoria al contemplarse. Me estoy reuniendo en tus brazos; te siento casi quemándome; arden el tronco y las ramas pero las hojas no arden. Estamos juntos, sin vernos, repetidos y distantes, juntos pero no vividos, tristemente naturales. Me estoy reuniendo en tus brazos; te siento casi quemándome; arden el tronco y las ramas pero las hojas no arden. Estamos juntos, sin vernos, repetidos y distantes, juntos pero no vividos, tristemente naturales. Estamos juntos, sin vernos, repetidos y distantes, juntos pero no vividos, tristemente naturales.
es
Pereira,Gustavo
<XXI
Somari
Me sé perdido en ti Me sé envuelto en tu madeja No puedo saber cómo zafarme de tu abrazo ¿Cómo diablos zafarme de tu abrazo? Esta desconocida sustancia de desdichas me lleva hasta tu vientre y desde allì puedo ver còmo la mañana penetra en ti.
es
Ponce_y_Mora,Javier
XXI
Quisiera_Ser_Escultor
Quisiera ser escultor y sobre la gélida piedra, esculpir todo el calor de tu imagen verdadera. Una Venus imperial, la más imperecedera que desde su propio altar el mundo vano contempla sin que el paso de los años varie tan solo una mueca. Monumento a lo divino, monumento a la belleza, homenaje del candor, en piedra de la más densa a un instante de amor; de esa humana consistencia que deja huella a su paso de la forma más eterna a pesar la brevedad de su paso por la Tierra. ¡Dios!¡cómo quisiera yo tu vida por mi existencia!
es
Palés_Matos,Luis
<XXI
La_Guajana
Como si una nube se hubiese dormido sobre la esmeralda del cañaveral, con un gris sedoso, media desteñido la guajana flecha la vista espectral. En su pesadumbre de esfuerzo perdido, de una neurastenia lánguida, eternal, tiene la elocuencia sutil del olvido, y un sugestionismo lúgubre y fatal. La llanura sufre la calenturienta sensación de un ansia; sobre ella revienta la guajana coma el copo de amargar, y en aquella eterna sonata de almíbar, irrumpe la triste lágrima de acíbar como en la alegría revienta el dolor.
es
Meléndez_Valdés,Juan
<XXI
Un_Día_Que_En_La_Vega
Un día que en la vega Bajo el nogal copado Que da a su fuente sombra Con los pomposos ramos, Cantaba entretenido, Con inocente labio, De mi suerte la dicha, Las delicias del campo, Casi a mis pies, seguras Se bañaban, jugando, Las sencillas palomas En un limpio remanso. Su bullicio y arrullos, Y sus besos y halagos Me cayeron, absorto, La lira de las manos. Libre yo, y ellas libres, Y uno asi nuestro estado, Por instantes se hacia Mi embeleso más grato. Una en medio las aguas, Cual pequeñuelo barco, Ufanándose riza Su plumaje galano: Otra fija, bebiendo, Del vivo sol los rayos, Y en el raudal se sume Para templar su estrago; Otra extiende las alas Cual dos móviles brazos, Y al corriente se entrega Que la va en pos llevando; Y otra en plácido giro Revolante en el llano, Torna cien y cien veces Del uno al otro lado: Agitándose todas, Y corriendo y saltando, Y cruzando y tejiendo Mil revueltas y lazos. Cuando allá de las nubes Cual flamígero rayo, Un milano sobre ellas Precipítase aciago; Que en sus uñas agudas Para bárbaro pasto De sus pollos, ¡ay! roba. La más bella inhumano: Sin bastar a salvarla En tan súbito caso De mis palmas y gritos El estrépito vano. Derramado y sin orden, Con mortal sobresalto, Del ladron ominoso Huye el tímido bando; Y yo, el alma cubierta De amargura y espanto, Con la vista le sigo, Con mi voz le amenazo. ¡Desvalida inocencia, Siempre mísero blanco Del poder fiero, siempre De sus iras estrago!
es
Aridjis,Homero
<XXI
Yo,_Teresa_De_Cepeda_Y_Ahumada
Yo, Teresa de Cepeda y Ahumada, la monja de los arrobamientos, pasaba de los cuarenta años cuando en el aire muerto de los cuartos cerrados tuve mi primer éxtasis, y las manos del Dios vivo me alzaron sobre mí misma. Yo, Teresa de Jesús, sentía las manos del Dios invisible levantándome en vilo delante de las monjas de mi congregación, y sin saber qué hacer quería agarrarme del piso en ese trance místico que me hacía ver el abismo de mí misma. En esos arrobamientos mi cuerpo perdía su calor natural, y se iba enfriando, el suelo bajo el cuerpo se retiraba, y en medio del silencio de los sentidos la nube de la gran Majestad descendía a tierra, subía la nube al cielo, y elevándose me llevaba consigo en su vuelo. Yo me preguntaba en ese aire vivo, «¿Dónde se encuentra Dios?». Al ver que me llevaba no sé dónde, yo, dejándome arrebatar, lo arriesgaba todo, y entregada a la contemplación de lo Desconocido, suspendida en el aire, tenía visión del reino. En vano resistía esos elevamientos y ocultaba mi espanto. Cuando me acometían esos raptos no había posibilidad de oponerse a ellos, se presentaban con un ímpetu un fuerte y acelerado que veía y sentía alzarse esta nube, como si un águila me cogiera entre sus alas. Temiendo ser engañada, me oponía al levantamiento en público. En mi pasión visionaria veía a Dios y la Virgen en todo su esplendor, y a un ángel hacia mi lado izquierdo en forma corporal, no grande, sino pequeño, hermoso mucho, con el rostro un encendido que parecía de los ángeles solares. Le veía en las manos un largo dardo de oro, y al fin del hierro un poco de fuego metiéndoseme por el corazón, que me llegaba a las entrañas. Quedaba después de la pelea cansada, pues la fuerza del arrobamiento era tal que alzada el alma la cabeza iba tras ella, sin poderla tener, y todo el cuerpo en vilo, que del lecho al techo podía haber un abismo, y no sólo un abismo, sino mucho vacío. Como me acaecían esos arrobamientos en el coro, entre las otras monjas, o yendo a comulgar y estando de rodillas, me daba mucha pena ser llevada por los aires delante de todas, que veían a su priora estarse en éxtasis, con sus grandes ojos negros desfallecidos mirándolas desde arriba en el trance místico. Les pedía yo luego que no dijeran nada a nadie de lo que habían visto, que estar alzada sobre la nave no es cosa que pueda leerse en los libros de caballerías. La princesa de Éboli propagaba entre su servidumbre mis visiones de ángeles y santos, mis conversaciones con Dios y mis vuelos de espíritu descritos en el Libro de la Vida. Despertaba burlas y risas. Ante los tribunales de la Inquisición me acusaba. Por esa delación el inquisidor con amenazas de quemar el libro mandó recoger todas las copias conocidas y todos mis escritos, quedando el manuscrito en poder del Santo Oficio. Ocho años quedé yo viva, los otros cuatro muerta. No está de más agregar que una monja salida del convento me delató al Inquisidor, y que mis superiores me prohibieron abandonarme a exaltaciones místicas, ya que hasta en sueños los arrobamientos me elevaban del lecho al techo. Supliqué mucho al Señor que no quisiera darme más mercedes que tuviesen muestras exteriores, porque estoy cansada de andar en tanto aire, sobre todo en maitines, que es cuando me han tornado los arrobamientos, y yo, hallándome entre gentes, sentía los estremecimientos del Dios invisible. No sabía qué hacer, agarrándome de nada, me quedaba corridísima, quería meterme no sé dónde con harta pena. Como aquel día de la Asunción, que hallándome en el monasterio de Santa Clara, vínome un arrobamiento tan grande que me sacó de mí, y, sin poder menear pies ni brazos, tuve que sentarme. Estando así me vi vestir con una ropa de mucha blancura y claridad por una Virgen niña. Y vestida por ella, traté de asirme de sus manos, quedándome luego con mucha soledad, sin poder menearme ni hablar, como toda fuera de mí. Cuando creía que el Señor había tenido la bondad de oírme arremetía de nuevo y desde debajo de los pies me levantaba con fuerzas tan grandes que quedaba hecha pedazos, pues no hay poder contra su poder, que cuando su Majestad quiere no se puede detener el cuerpo ni el alma, ni ser una dueña de ellos. Máxime que después de muerta no seré propietaria de mi cuerpo: mi pie izquierdo, mi mano derecha y mi ojo izquierdo, y hasta mi corazón serán repartidos como reliquias, pues desde el día en que caí gravemente enferma fui amortajada. Yo Teresa de Ávila la de los arrobamientos, en los umbrales del misterio. Alba de Tormes, 4 de octubre de 1582. Libro de la Vida. la de los arrobamientos,
es
Unamuno,Miguel_de
<XXI
Nuestros_Sendos_Ángeles_De_La_Guarda
Nuestros sendos ángeles de la guarda, el mío y el tuyo, entre sí ¿qué se dicen cuando estamos tú y yo juntos? Siendo niños —¿te acuerdas?— mi criado, que no era mudo, goteaba a tu niñera en los oídos el dulce jugo de palabras de amor, mientras nosotros, a nuestro gusto libres, jugábamos a lo que luego nos llevó el mundo. ¿Tienen sexo los ángeles acaso? ¡Secreto oculto! Mas cavilando en ello un día y otro ya no lo dudo. ¡Es ángela tu ángel! Mi creencia mira, la fundo en cómo se distrae, cual si al oído, con disimulo, mi ángel le goteara unos requiebros puestos en punto. Porque mi ángel, el que como guarda Dios me le puso, está por mi tan bobo, tan chiflado, es tal el culto que a mi espíritu libre rinde el pobre, que es ya un abuso, abuso de mi parte, se comprende, y esto no es justo. Y si esto sigue así, mira tendremos —¡empeño rudo!— nosotros que guardar a nuestros ángeles, pues son tan puros...
es
Felipe,León
<XXI
¡Lavanderas..._Tintoreros!
Esa indumentaria que ahora llevas ya no sirve español. Oídlo, los antiguos alfanjes del Rey, los viejos quitamanchas del landó, los fabricantes de lejía y los vendedores de sidol. Hay una mancha roja aquí en la manga izquierda del viejo levitón… y en la derecha hay otra (¿Ha visto usted señor?) otra... un poquito mayor. Y ninguna se quita con nada (¡Lavanderas, tintoreros!) ninguna de las dos. Preguntad más arriba. En la buhardilla viven el prestamista y el enterrador. Y allá en las cumbres fronterizas, el buitre y la zorra.
es
Cardenal,Ernesto
<XXI
Tal_Vez_Nos_Casemos
Tal vez nos casemos este año amor mío, y tengamos una casita Y tal vez se publique mi libro, O nos vayamos los dos al extranjero Tal vez caiga Somoza amor mío
es
Diego,Eliseo
<XXI
Un_Pájaro_En_Lo_Alto
Un pájaro en lo alto, en lo más fino del árbol alto, un tomeguín nervioso, breve, tan liviano como un soplo de luz, está cantando su propia levedad, la maravilla de su increíble ser su pura vida minúscula, perfecta, iluminada.
es
Rugeles,Manuel_Felipe
<XXI
Lejos,_Perdido,_Olvidado
Lejos, perdido, olvidado, y sin embargo tan cerca. Luciérnaga y pedernal son anuncios de su estrella. Sombra de astro en la sombra de la tierra. Claridad que nos inunda el espíritu y lo quema. Al amparo de su lumbre arden el sueño y la pena de los humildes; al amparo de su estrella. Lejos, perdido, olvidado por todos. Solo en la esfera de su misterio, torre de la fortaleza. Otros no le quieren ver, ni hallar la flor de su huella, ni advertir cómo su aurora funde en oro las tinieblas. Lejos, perdido, olvidado, y sin embargo tan cerca.
es
Cetina,Gutierre_de
<XXI
Si_De_Roma_El_Ardor,_Si_El_De_Sagunto
Si de Roma el ardor, si el de Sagunto, de Troya, de Numancia y de Cartago, si de Jerusalén el fiero estrago, Belgrado, Rodas y Bizancio junto; si puede a piedad moveros punto cuanto ha habido de mal del Indo al Tago, ¿por qué del fuego que llorando apago ni dolor, ni piedad en vos barrunto? Pasó la pena de éstos, y en un hora acabaron la vida y el tormento, puestos del enemigo a sangre y fuego. Vos dais pena inmortal al que os adora, y así vuestra crueldad no llega a cuento romano, turco, bárbaro ni griego.
es
Cetina,Gutierre_de
<XXI
Tanto_Tiempo_He_En_Amar_Perseverado
Tanto tiempo he en amar perseverado que el flaco ingenio, rústico y grosero, un pensamiento blando, a veces fiero, poco a poco lo ha hecho delicado y aquel sujeto vil atrás dejado que suele a un amador no verdadero desvïar de aquel bien puro y sincero en los amantes de hoy tan poco usado. Ya sé hacer de sabio diferencia entre amor y un deseo que es lascivo: sé cuánto el uno más que el otro vale. Mostrádome ha mi mal por experiencia que un triste desear, fogoso, esquivo, no es amor, ni de amor nace ni sale.
es
Fuertes,Gloria
<XXI
Época_Astronáutica
...Ahora que ya se va al otro mundo antes de morirse, ahora que en una hora das la vuelta a la tierra, ahora me entran ganas de comprarme una rueca y tejer y tejer y pasarme la vida tejiendo al vecino —para contrarrestar lo otro—.
es
Marechal,Leopoldo
<XXI
En_La_Inocencia_De_Tus_Ojos_Muertos
En la inocencia de tus ojos muertos recuperó su dignidad el cielo: la muerte nunca tuvo dos tréboles más castos que tus ojos. La tarde se perfuma con el silencio que brota de tu piel. Bajo tus patas rígidas la tierra llora su música perdida. Se ha dormido en tus remos la distancia. Semillas de la noche venidera son tus ojos abiertos como nunca. Has arreado tus días como novillos rojos y tus noches enguampadas de luna. sobre tu cruz el sol fue un pájaro boyero que cantó en las mañanas. Hacías temblar la cuerda metálica de los ríos. Cigüeñas asustadas, los paisajes al son de tu galope levantaron el vuelo. Corazón batiente de la soledad, has azotado las ocho lejanías desnudas. En bajíos de sueño descansarás ahora: tu paz es un elogio de la muerte que perfuma los llanos. La tierra de tus huesos empolvará mañana los tobillos del viento.
es
Aridjis,Homero
<XXI
El_Río
Desde hace años el río no atraviesa el campo su caudal sigue cayendo en las barrancas del recuerdo con la mirada oigo a ese río sin nombre fluir invisiblemente por los misterios de mi infancia.
es
Gregori,Diego_Alberto_De
XXI
Solo_Estrellas_Hay_En_La_Noche
Solo estrellas hay en la noche quietas, calmas... silenciosas. No existen sombras, solo palabras y el frío de tu traición que recorre mi espalda. En la media noche, recién aparece la luna, roja, grande... menguando. Las luciérnagas del cielo pierden su brillo, al igual que mi alma herida. Frente al mar asoma el sol anaranjado, redondo... apurado. Hay sombras que reflejan aquel pasado, heridas que cierran, pero callan algo.
es
Campos,Soledad
XXI
La_Flor_Del_Desierto
De todas las cosas que alimentan mis ojos, nunca vi algo tan peculiar, de todos los campos y senderos, muchas como tú vi, pero ni una que se le comparara con tu soledad ni una tan valiente como tú, cuando te enfrentas con el sol radiante, tan perseverante como para abrirse en un reino de sequía. Muchos senderos, muchas flores, ¡sí! como tú, como tu flor única, aunque seas exactamente igual que las flores que lucen sus colores al viento, más tú luces tu soledad en medio de aquel desierto, que marchita y opaca tus colores, aquel que a pesar de ser desierto; te espera y te da gloria, como si fueras hija de la misma sequía. Muchos senderos, muchas flores, ¡sí! como tú, como tu flor única, aunque seas exactamente igual que las flores que lucen sus colores al viento, más tú luces tu soledad en medio de aquel desierto, que marchita y opaca tus colores, aquel que a pesar de ser desierto; te espera y te da gloria, como si fueras hija de la misma sequía.
es
Martí,José
<XXI
Mi_Querido_Amigo_Juan
Mi querido amigo Juan: He puesto ahora mismo el nombre De usted como ejemplo de hombre, En unas cartas que van Camino al Cayo, y dirán Al constante Cayo Hueso Que en esta angustia y exceso De oficio que ahoga mi vida, Por lo noble no lo olvida Su amigo: ni olvida el $1.00.
es
Álvarez-Hidalgo,Francisco
XXI
Reiteración
Enfermaron las lágrimas sus ojos, arrancándole el brillo a la mirada, filtrándose hasta el fondo de la almohada más de triste abandono que de enojos. Precintó el corazón con diez cerrojos, y se evadió a su sombra en retirada, de amor dolida, de vivir cansada, quedando de su ayer sólo despojos. Desangrándose el alma en tanta espina, se prometió no restaurar la ruina infligida a su vida en tal fracaso. Y se dejó dormir en su agonía, sin advertir que al despertar un día volvería a beber del mismo vaso. Precintó el corazón con diez cerrojos, y se evadió a su sombra en retirada, de amor dolida, de vivir cansada, quedando de su ayer sólo despojos. Desangrándose el alma en tanta espina, se prometió no restaurar la ruina infligida a su vida en tal fracaso. Y se dejó dormir en su agonía, sin advertir que al despertar un día volvería a beber del mismo vaso. Desangrándose el alma en tanta espina, se prometió no restaurar la ruina infligida a su vida en tal fracaso. Y se dejó dormir en su agonía, sin advertir que al despertar un día volvería a beber del mismo vaso. Y se dejó dormir en su agonía, sin advertir que al despertar un día volvería a beber del mismo vaso.
es
Rojas,Gonzalo
<XXI
Pareja_Humana
Hartazgo y orgasmo son dos pétalos en español de un mismo lirio tronchado cuando piel y vértebras, olfato y frenesí tristemente tiritan en su blancura última, dos pétalos de nieve y lava, dos espléndidos cuerpos deseosos y cautelosos, asustados por el asombro, ligeramente heridos en la luz sanguinaria de los desnudos: un volcán que empieza lentamente a hundirse. Así el amor en el flujo espontáneo de unas venas encendidas por el hambre de no morir, así la muerte: la eternidad así del beso, el instante concupiscente, la puerta de los locos, así el así de todo después del paraíso: —Dios, ábrenos de una vez.
es
Góngora,Luis_de
<XXI
Salí,_Señor_Don_Pedro,_Esta_Mañana
Salí, señor don Pedro, esta mañana A ver un toro que en un Nacimiento Con mi mula estuviera más contento Que alborotando a Córdoba la llana. Romper la tierra he visto en su abesana Mis prójimos con paso menos lento, Que él se entró en la ciudad tan sin aliento, Y aún más, que me dejó en la barbacana. No desherréis vuestro Zagal, que un clavo No ha de valer la causa, si no miente Quien de la cuerda apela para el rabo. Perdonadme el hablar tan cortésmente De quien, ya que no alcalde por lo Bravo, Podrá ser, por lo Manso, presidente. Romper la tierra he visto en su abesana Mis prójimos con paso menos lento, Que él se entró en la ciudad tan sin aliento, Y aún más, que me dejó en la barbacana. No desherréis vuestro Zagal, que un clavo No ha de valer la causa, si no miente Quien de la cuerda apela para el rabo. Perdonadme el hablar tan cortésmente De quien, ya que no alcalde por lo Bravo, Podrá ser, por lo Manso, presidente. No desherréis vuestro Zagal, que un clavo No ha de valer la causa, si no miente Quien de la cuerda apela para el rabo. Perdonadme el hablar tan cortésmente De quien, ya que no alcalde por lo Bravo, Podrá ser, por lo Manso, presidente. Perdonadme el hablar tan cortésmente De quien, ya que no alcalde por lo Bravo, Podrá ser, por lo Manso, presidente.
es
Ramos_B.,Fernando
XXI
Por_Nuestra_Avenencia
Por nuestra avenencia te he puesto en la balanza y miro tu templanza cuando estoy en tu presencia. Tú, no sólo eres eminente ninfa dulce y sensual, eres el botón floral por el que vivo claramente. Por ti me puedo inspirar en cualquier momento y decir lo que siento sin tenerlo que pensar. No sé si me quieras amar; pero eres del rosal la flor de la que por su cantar doy amor y de la cual adoro su mirar. Ninfa eres del madrigal que todos quieren tener, que todos quieren poseer, que todos quieren adorar. Eres ave que al volar se desplaza suavemente, de sangre eres corriente que agita mi palpitar. Y cuando voy a escribir también eres el emblema del más hermoso poema que yo pueda sentir. Tú eres arcoíris dorsal que mi pensar aclarece, que mi sentir enaltece cuando te voy a besar. Eres la estrella polar que mi pensar ilumina, que mi sentir examina cuando me quieres besar. Tú, no sólo eres eminente ninfa dulce y sensual, eres el botón floral por el que vivo claramente. Por ti me puedo inspirar en cualquier momento y decir lo que siento sin tenerlo que pensar. No sé si me quieras amar; pero eres del rosal la flor de la que por su cantar doy amor y de la cual adoro su mirar. Ninfa eres del madrigal que todos quieren tener, que todos quieren poseer, que todos quieren adorar. Eres ave que al volar se desplaza suavemente, de sangre eres corriente que agita mi palpitar. Y cuando voy a escribir también eres el emblema del más hermoso poema que yo pueda sentir. Tú eres arcoíris dorsal que mi pensar aclarece, que mi sentir enaltece cuando te voy a besar. Eres la estrella polar que mi pensar ilumina, que mi sentir examina cuando me quieres besar. Por ti me puedo inspirar en cualquier momento y decir lo que siento sin tenerlo que pensar. No sé si me quieras amar; pero eres del rosal la flor de la que por su cantar doy amor y de la cual adoro su mirar. Ninfa eres del madrigal que todos quieren tener, que todos quieren poseer, que todos quieren adorar. Eres ave que al volar se desplaza suavemente, de sangre eres corriente que agita mi palpitar. Y cuando voy a escribir también eres el emblema del más hermoso poema que yo pueda sentir. Tú eres arcoíris dorsal que mi pensar aclarece, que mi sentir enaltece cuando te voy a besar. Eres la estrella polar que mi pensar ilumina, que mi sentir examina cuando me quieres besar. No sé si me quieras amar; pero eres del rosal la flor de la que por su cantar doy amor y de la cual adoro su mirar. Ninfa eres del madrigal que todos quieren tener, que todos quieren poseer, que todos quieren adorar. Eres ave que al volar se desplaza suavemente, de sangre eres corriente que agita mi palpitar. Y cuando voy a escribir también eres el emblema del más hermoso poema que yo pueda sentir. Tú eres arcoíris dorsal que mi pensar aclarece, que mi sentir enaltece cuando te voy a besar. Eres la estrella polar que mi pensar ilumina, que mi sentir examina cuando me quieres besar. Ninfa eres del madrigal que todos quieren tener, que todos quieren poseer, que todos quieren adorar. Eres ave que al volar se desplaza suavemente, de sangre eres corriente que agita mi palpitar. Y cuando voy a escribir también eres el emblema del más hermoso poema que yo pueda sentir. Tú eres arcoíris dorsal que mi pensar aclarece, que mi sentir enaltece cuando te voy a besar. Eres la estrella polar que mi pensar ilumina, que mi sentir examina cuando me quieres besar. Eres ave que al volar se desplaza suavemente, de sangre eres corriente que agita mi palpitar. Y cuando voy a escribir también eres el emblema del más hermoso poema que yo pueda sentir. Tú eres arcoíris dorsal que mi pensar aclarece, que mi sentir enaltece cuando te voy a besar. Eres la estrella polar que mi pensar ilumina, que mi sentir examina cuando me quieres besar. Y cuando voy a escribir también eres el emblema del más hermoso poema que yo pueda sentir. Tú eres arcoíris dorsal que mi pensar aclarece, que mi sentir enaltece cuando te voy a besar. Eres la estrella polar que mi pensar ilumina, que mi sentir examina cuando me quieres besar. Tú eres arcoíris dorsal que mi pensar aclarece, que mi sentir enaltece cuando te voy a besar. Eres la estrella polar que mi pensar ilumina, que mi sentir examina cuando me quieres besar. Eres la estrella polar que mi pensar ilumina, que mi sentir examina cuando me quieres besar.
es
Vega,Garcilaso_de_la
<XXI
Soneto_Xi
Hermosas ninfas, que, en el río metidas, contentas habitáis en las moradas de relucientes piedras fabricadas y en columnas de vidrio sostenidas; agora estéis labrando embebecidas o tejiendo las telas delicadas, agora unas con otras apartadas contándoos los amores y las vidas: dejad un rato la labor, alzando vuestras rubias cabezas a mirarme, y no os detendréis mucho según ando, que o no podréis de lástima escucharme, o convertido en agua aquí llorando, podréis allá despacio consolarme. agora estéis labrando embebecidas o tejiendo las telas delicadas, agora unas con otras apartadas contándoos los amores y las vidas: dejad un rato la labor, alzando vuestras rubias cabezas a mirarme, y no os detendréis mucho según ando, que o no podréis de lástima escucharme, o convertido en agua aquí llorando, podréis allá despacio consolarme. dejad un rato la labor, alzando vuestras rubias cabezas a mirarme, y no os detendréis mucho según ando, que o no podréis de lástima escucharme, o convertido en agua aquí llorando, podréis allá despacio consolarme. que o no podréis de lástima escucharme, o convertido en agua aquí llorando, podréis allá despacio consolarme.
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
Rompió_La_Noche_El_Freno
Rompió la noche el freno y se salió del mundo. Sólo, el aire a los labios: colectivo desdén de lo selecto. Las montañas se alejan —adiós, adiós— por simas de vacíos. Los silencios se asoman —duérmanse ya, chiquitos— a ventanas sin fondo ni paisajes. Fuga la piedra su cordial fijeza. Ceden las olas, los valles, los minutos. Lo ausente es más ausente que a mis ojos los ojos. Yo estoy dentro de nadie.
es
Álvarez_Quintero,Hermanos
<XXI
Como_Se_Arranca_El_Gierro_De_Una_Herida
Como se arranca el gierro de una herida, tu amor de las entrañas me arranqué, aunque sentí al hacerlo que la vida me arrancaba con él.
es
Chocano,José_Santos
<XXI
No_Te_Vayas,_Romeo,_Todavía...
No te vayas, Romeo, todavía... la Julieta murmúrame amorosa; y une al dulce reclamo otra ternura: —No es la alondra... Yo bien sé, niña, cuando el sol es cumbre, cuando la luz es triunfo. Hijo de Aurora, bien sé las sinfonías del Oriente... —No es la alondra... Yo he visitado los celestes nidos, y he pulsado las arpas luminosas, y he violado el horóscopo del sueño... —No es la alondra... Yo he visto frente a frente al astro rubio, y he escuchado el preludio nota a nota, y he recorrido palmo a palmo el cielo... —No es la alondra... Yo he bebido el licor del cáliz sacro, y he comulgado la divina hostia y bajo la patena he puesto el alma... —No es la alondra... He arrancado del huevo la avecilla, de la cascara vil la almendra hermosa, de la palabra tibia la áurea idea... —No es la alondra... Y yo he lanzado en fin, vocablos libres sobre las turbas, de cantar ya roncas, quo iban en pos de los Ideales nuevos, y las vírgenes Ansias, afanosas, con todas las banderas desplegadas en la conquista de la Eterna Aurora... —Vete, Romeo; es tiempo todavía: —¡Sí es la alondra!
es
Unamuno,Miguel_de
<XXI
Sísifo
χατά δ'ιδρώς έρρεεν έχ μελέων, χονίη δ'έχ χρατός όρώρει Siglos de siglos la maldita roca volteó, abrumado, hasta la cumbre Sísifo; con el roce molíala, y en polvo, que coronaba en nube su cabeza, la iba esparciendo sobre el suelo el viento que enjugaba el sudor que el cuerpo baña del condenado. Y la montaña misma, la de empinada cresta, se embotaba como diamante a friega de diamante. Vencedor del suplicio, está el soberbio descansando —¡descansa al fin!— tendido de una colina sobre el lomo suave; con paz respira y en la mano tiene un rodado pedrusco con que juega como con una taba juega un chico; y en el cielo sus ojos silenciosos fijando sin recor, decir parece: «Se acaba todo, ¡oh Jove, hasta la pena!»
es
Girondo,Oliverio
<XXI
Las_Notas_Del_Pistón_Describen_Trayectorias_De_Cohete
Las notas del pistón describen trayectorias de cohete, vacilan en el aire, se apagan antes de darse contra el suelo. Salen unos ojos pantanosos, con mal olor, unos dientes podridos por el dulzor de las romanzas, unas piernas que hacen humear el escenario. La mirada del público tiene más densidad y más calorías que cualquier otra, es una mirada corrosiva que atraviesa las mallas y apergamina la piel de las artistas. Hay un grupo de marineros encandilados ante el faro que un maquereau tiene en el dedo meñique, una reunión de prostitutas con un relente a puerto, un inglés que fabrica niebla con sus pupilas y su pipa. La camarera me trae, en una bandeja lunar, sus senos semi-desnudos... unos senos que me llevaría para calentarme los pies cuando me acueste. El telón, al cerrarse, simula un telón entreabierto.
es
Cruz,Lucas
XXI
Playa,_Trasiego_De_Hembras
Playa, trasiego de hembras, jóvenes palmeras altas, arenas grises, espuma y sal. Mujer estereotipada, demócrata, votada, ¡dictadora sociedad! Mi alma, anárquica electora, sueña agrestes horizontes donde quiere gobernar. Cuando otros no ven agua intuye grandes mares en que poder navegar. Niñas guapas paseando, lindos vestidos blancos, verdes olivos, soy y cal. ¡Ahí os dejo vuestra playa que me quedo con mi sierra! ¿no me ha de gustar? Lo Bello...¿dónde está? Mujer estereotipada, demócrata, votada, ¡dictadora sociedad! Mi alma, anárquica electora, sueña agrestes horizontes donde quiere gobernar. Cuando otros no ven agua intuye grandes mares en que poder navegar. Niñas guapas paseando, lindos vestidos blancos, verdes olivos, soy y cal. ¡Ahí os dejo vuestra playa que me quedo con mi sierra! ¿no me ha de gustar? Lo Bello...¿dónde está? Mi alma, anárquica electora, sueña agrestes horizontes donde quiere gobernar. Cuando otros no ven agua intuye grandes mares en que poder navegar. Niñas guapas paseando, lindos vestidos blancos, verdes olivos, soy y cal. ¡Ahí os dejo vuestra playa que me quedo con mi sierra! ¿no me ha de gustar? Lo Bello...¿dónde está? Cuando otros no ven agua intuye grandes mares en que poder navegar. Niñas guapas paseando, lindos vestidos blancos, verdes olivos, soy y cal. ¡Ahí os dejo vuestra playa que me quedo con mi sierra! ¿no me ha de gustar? Lo Bello...¿dónde está? Niñas guapas paseando, lindos vestidos blancos, verdes olivos, soy y cal. ¡Ahí os dejo vuestra playa que me quedo con mi sierra! ¿no me ha de gustar? Lo Bello...¿dónde está? ¡Ahí os dejo vuestra playa que me quedo con mi sierra! ¿no me ha de gustar? Lo Bello...¿dónde está? Lo Bello...¿dónde está?
es
Flórez,Julio
<XXI
Flor_Dañina
¡Ah, me parece mentira que haya mi boca libado en esa flor de granado, en esa flor... que suspira! No es cierto, mi alma delira; pues si la hubiese besado, se habría esa flor secado de mis labios en la pira. Pero, es verdad, niña amada, que mi boca hizo su nido en esa flor escarchada. Mi labio, está dolorido... tiene una herida adorada. Mira: esa flor... me ha mordido.
es
Letelier,Elías
XXI
Por_Estas_Opulentas_Esquinas_De_Musgos
Por estas opulentas esquinas de musgos pasaron gentiles hombres sabios que tenían un diamante en la muela del juicio, y que bendecían con sus lágrimas el diáfano testamento del horizonte: temerosos estrategas sin zapatos; erguidos maestros de la muerte; esclavos sin amo y sin reinos; excelsos guardianes con arpas, que cuidaron el útero de la semilla y nutrieron, sin cansancio a los que caían de bruces. Todos ellos, eruditos en la guillotina y analfabetos; hambrientos panaderos sin títulos: señores y bandidos con aros de cobre, sostuvieron la primavera del amanecer con la lengua insípida del cuchillo. Majestuosa alcurnia mineral; erudita villanía del alimento; garante sublime de la supremacía del hombre; errónea ecuación de sueños sin oídos; estático paladar de la geología; folio de escarcha metálica. En su temor, rezó el hombre y luego trajo en la grupa de una daga el espíritu maligno de un Dios. Desde la bondad del grano a la antigua parsimonia del elefante caerían de rodillas a las grandes cocinerías de los músculos, para extender los poderíos del nuevo dominio. Después de la magistratura de la navaja, alguien siguió rezando porque anhelaba un aserradero y otros, que transcendieron la tecnología, otorgaron un carácter abstracto a la desdentada mandíbula del cuchillo. La pulcra lámina mineral, avalista del párpado del odio, escaló los dormidos abismos de la tierra para ejercer a la sombra del hueso roto la bruma ministerial de la tala sobre los ásperos dedos del siervo, quien, sin comprender su hazaña, había cambiado de oficio. Aquellos que la tuvieron y acariciaron como a un venado, también cayeron cortados en la codicia. Y cuando todo el vecindario se licenció con el filo de la hoja, los más sabios instalaron: cuchillos en las murallas, cuchillos en el cielo, cuchillo en el viento, cuchillos en el pan, cuchillos en los testículos, cuchillos en el útero de las mujeres que parían niños sin orejas, con las uñas afiladas hasta el arrecife de la lúnula, y una Biblia de enlaces peptídicos sobre el arte de las carnicerías. Así, llegó el gabinete de la navaja a nuestra afilada conciencia.
es
Ibarbourou,Juana_de
<XXI
Pausa
Mimbre del aire, azahar del mediodía, talle del sol con cinturón de oro, plenitud de Febrero que devoro en la última fruta del Estío. Total olvido de la hora nona. Un pequeño animal deglute y ríe. En la bondad del aire sin corona el llanto de la sangre se deslíe. Y nada más... ¡Oh, nada más, ahora que en este puente sin amor, del día uniforme y tranquilo, me detengo a morder un durazno que en la aurora pintó mi ángel para el mediodía! Lejos, la triste noche de que vengo.
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
Liquen_31
Hoy ha venido el barquito. Hasta las bordas, el mar. Todos los marineritos en un pantano de sal. Tenían tatuajes lindos en las muñecas morenas: áncoras, peces, barquitos hechos con granos de arena. Hoy ha venido el barquito, casi enterrado en el mar. Todos los marineritos hablaban de usted a la sal.
es
Villaespesa,Francisco
<XXI
Llamaron_Quedo,_Muy_Quedo
Llamaron quedo, muy quedo a las puertas de la casa. —¿Será algún sueño? —le dije— que viene a alegrar tu alma? —¡Quizás! Contestó riendo. Su risa y su voz soñaban. Volvieron a llamar quedo a las puertas de la casa... —¿Será el amor? —grité pálido, llenos los ojos de lágrimas... —Acaso —dijo mirándome... Su voz de pasión temblaba... Llamaron quedo, muy quedo a las puertas de la casa... —¿Será la muerte? —yo dije. Ella no me dijo nada... Y se quedó inmóvil, rígida, sobre la blanca almohada, las manos como la cera y las mejillas muy pálidas.
es
Bersabé,Bernardo
XXI
Hoy,_La_Luz_Llamaba_A_La_Puerta
Hoy, la luz llamaba a la puerta, amaneció cargada de energía regalada así que decidí salir a la mañana olvidado de mi, con rumbo inconcreto, caminando en busca de algún merecido mendigo que recogiera mis migajas de vida sobrantes. El día era derrochador y tranquilo, era uno de esos días para ver y mirar fingiendo no ver ni mirar, observando velozmente y de soslayo cómo se pasa la vida, sorteando sombras y miradas, pequeñas manchas escrutadoras en busca de cualquier ínfima brizna de humanidad y calor. Caminé hoy por el Paseo Central de esta regia ciudad, mundana y poderosa, agitado por la sencilla presencia de unos rayos de luz. Y caminaba con la energía mágica de quién hurta sus primeros pasos a la vida, pero caminaba solo, errante, perdido, sorteando cuerpos que también me acompañaban, almas vagabundas oreando sus riquezas al sol con aires de limosna artificial y forzada, eludiéndonos todos con la misma naturalidad con que un pez sortea a otro pez en el océano, con la destreza de un murciélago al que su radar de ultrasonidos advierte de la cercanía de un obstáculo. Y yo, con aires de sencillez y audacia, casi de una engañosa precariedad pactada, intenté acercarme a esa luz para mitigar mi ceguera temporal, compensando tu ausencia con el brillo de un espejo enfermo que me devolvía reflejos difusos. Sí, hoy me faltabas aquí, y esa ceguera de ti, de tu presencia infinita, servía para darme cuenta de cuánto me llenas, de que a tu lado todo es liviano, sobra toda farsa, cualquier aderezo artificial, eso que hoy me acompañaba caminando. El Camino lo cumplimos nosotros por el simple hecho de sentirnos nuestros, de caminar en el mismo pie, pensándonos, sintiéndonos, teniéndonos, hoy, ausentándonos. Y terminé mi camino de hoy, y me vi caminando en una procesión de espectros; entonces, por hipótesis festiva, te evoqué como una sirena lejana silbando en largos alaridos de amor, con la luminosa intención de recordarme que siempre estarás a mi lado, incluso en los negros días inexorables a los que ninguno podemos abstraernos con voluntariedad e irreverencia. Sonabas cercana y urgente, no como estas almas errantes que hoy me acompañan sin conocerme postradas ante la parva necesidad de mostrar sus pecados insolentes. Tú que eres todo para mi, caminas llena, real y generosa, sin fuegos de artificio que no explotan; nunca te apagarás y, por ese motivo, una vez cumplida mi caminata, escribo estas líneas de incoherencia con la sana intención de que algún día su lectura nos rescate, si es que por alguna febril casualidad nos convertimos en CAMINANTES OSCUROS.
es
Silva,José_Asunción
<XXI
Páginas_Suyas_-_Juntos_Los_Dos
Juntos los dos reímos cierto día... ¡Ay, y reímos tanto que toda aquella risa bulliciosa se tornó pronto en llanto! Después, juntos los dos, alguna noche, reímos mucho, tanto, que quedó como huella de las lágrimas un misterioso encanto! Nacen hondos suspiros, de la orgía entre las copas cálidas y en el agua salobre de los mares, se forjan perlas pálidas!
es
Jiménez,Juan_Ramón
<XXI
Sol_Y_Rosa
Rosa completa en olor. Sol terminante en ardor. Serenidad de lo uno. (Rompevida del amor). Tú queriendo y sin poder. Yo pudiendo y sin querer. ¡Pobre rosa con el hombre! ¡Triste sol con la mujer! Tú queriendo y sin poder. Yo pudiendo y sin querer. ¡Pobre rosa con el hombre! ¡Triste sol con la mujer!
es
Dalton_García,Roque
<XXI
El_Poeta_Cara_A_Cara_Con_La_Luna
El poeta cara a cara con la luna fuma su margarita emocionante bebe su dosis de palabras ajenas vuela con sus pinceles de rocío rasca su violincito pederasta. Hasta que se destroza los hocicos en el áspero muro de un cuartel. Hasta que se destroza los hocicos en el áspero muro de un cuartel.
es
Hernández,Miguel
<XXI
Por_Una_Senda_Van_Los_Hortelanos
Por una senda van los hortelanos, que es la sagrada hora del regreso, con la sangre injuriada por el peso de inviernos, primaveras y veranos. Vienen de los esfuerzos sobrehumanos y van a la canción, y van al beso, y van dejando por el aire impreso un olor de herramientas y de manos. Por otra senda yo, por otra senda que no conduce al beso aunque es la hora, sino que merodea sin destino. Bajo su frente trágica y tremenda, un toro solo en la ribera llora olvidando que es toro y masculino.
es
Fuertes,Gloria
<XXI
No_Te_Tapes_Poesía
No te tapes Poesía te reconozco en las cosas pequeñas y en las casas grandes, allí donde estés, daré contigo. Te huelo poesía, te presiento en el alto y en el bajo, en el monte y en el burdel, en el mar y en el borracho, en la alegría del mar y en el dolor del mal. No te tapes poesía que te veo, no me tientes a retóricos sonetos, vamos a hablar como siempre, ¡o te mando a paseo!
es
Basso,Cristián
XXI
Amanecí_Llagado
Amanecí llagado sobre un campo de cenizas. A mi alrededor la muerte cosía mis costras para hacerse un abrigo, guiñaba el ojo a un ave de rapiña que a lo lejos se saciaba. No me dejes ver el abandono ahora con los ojos de piedra. No me hagas llamarte a gritos si extirparon tus tímpanos. Espérame al anochecer en nuestra casa, prepara café cargado y un baño caliente de sales o flores o lunas desteñidas. Llagado amanecí y no lo sabes; amanecí puesto en una caja que nadie abrirá, salvo tú cuando no quiera abrazarte. No me prives, no me pruebes, no me expongas hoy al fuego del verano.
es
Hahn,Óscar
<XXI
La_Velocidad_Del_Amor_Rompe_La_Barrera_De_Lo_Real
La velocidad del amor rompe la barrera de lo real y el mundo estalla en astillas de sueño sin la menor consideración para los despiertos
es
Benedetti,Mario
<XXI
Resistencias
Hay quienes se resisten deshilachadamente a morir sin haberse concedido un año un mes una hora de goce y esperan ese don cultivando el silencio vaciándose de culpas y de pánicos descansando en el lecho del cansancio o evocando la infancia más antigua así / con la memoria en rebanadas con ojos que investigan lo invisible y el desaliento tímido y portátil que se cubre y descubre a duras penas así miden el cuerpo torpe cándido ese montón de riesgos y de huesos áspero de deseos como llagas que no elige agotarse mas se agota merodean tal vez por la nostalgia ese usual laberinto de abandonos buscan testigos y no los encuentran salvo en las caravanas de fantasmas piden abrazos pero nadie cae en la emboscada de los sentimientos carne de espera / alma de esperanza los desnudos se visten y no vuelven el amor hace un alto en el camino sorprendido in fraganti / condenado y no obstante siempre hay quien se resiste a irse sin gozar / sin apogeos sin brevísimas cúspides de gloria sin periquetes de felicidad como si alguien en el más allá o quizás en el más acá suplente fuera a pedirle cuentas de por qué no fue dichoso como puede serlo un bienaventurado del montón
es
Cetina,Gutierre_de
<XXI
La_Nueva_Luz_En_El_Nacer_Del_Día
La nueva luz en el nacer del día al mísero Vandalio, que guiaba sus ovejuelas, por su mal mostraba cosa que su dolor mayor hacía. Una avecilla que caído había en la encubierta liga, vio que estaba, y mientra por soltarse trabajaba, más la enredaba el visco y la prendía. Mirando el mal ajeno estaba atento, y pensando hallar en él consuelo, duro ejemplo le trajo al pensamiento. «¡Mirad —dijo el pastor— que ha hecho el cielo por mostrar en dibujo aquel tormento que padece el que ha dado en un recelo!»
es
Quevedo,Francisco
<XXI
Romance_Satírico
Pues me hacéis casamentero, Ángela de Mondragón, escuchad de vuestro esposo las grandezas y el valor. Él es un Médico honrado, por la gracia del Señor, que tiene muy buenas letras en el cambio y el bolsón. Quien os lo pintó cobarde no lo conoce, y mintió, que ha muerto más hombres vivos que mató el Cid Campeador. En entrando en una casa tiene tal reputación, que luego dicen los niños: «Dios perdone al que murió». Y con ser todos mortales los Médicos, pienso yo que son todos venïales, comparados al Dotor. Al caminante, en los pueblos se le pide información, temiéndole más que a la peste de si le conoce, o no. De Médicos semejantes hace el Rey nuestro Señor bombardas a sus castillos, mosquetes a su escuadrón. Si a alguno cura, y no muere, piensa que resucitó, y por milagro le ofrece la mortaja y el cordón. Si acaso estando en su casa oye dar algún clamor, tomando papel y tinta escribe: «Ante mí pasó». No se le ha muerto ninguno de los que cura hasta hoy, porque antes que se mueran los mata sin confesión. De envidia de los verdugos maldice al Corregidor, que sobre los ahorcados no le quiere dar pensión. Piensan que es la muerte algunos; otros, viendo su rigor, le llaman el día del juicio, pues es total perdición. No come por engordar, ni por el dulce sabor, sino por matar la hambre, que es matar su inclinación. Por matar mata las luces, y si no le alumbra el sol, como murciégalo vive a la sombra de un rincón. Su mula, aunque no está muerta, no penséis que se escapó, que está matada de suerte que le viene a ser peor. Él, que se ve tan famoso y en tan buena estimación, atento a vuestra belleza, se ha enamorado de vos. No pide le deis más dote de ver que matáis de amor, que en matando de algún modo para en uno sois los dos. Casaos con él, y jamás vïuda tendréis pasión, que nunca la misma muerte se oyó decir que murió. Si lo hacéis, a Dios le ruego que os gocéis con bendición; pero si no, que nos libre de conocer al Dotor. Él es un Médico honrado, por la gracia del Señor, que tiene muy buenas letras en el cambio y el bolsón. Quien os lo pintó cobarde no lo conoce, y mintió, que ha muerto más hombres vivos que mató el Cid Campeador. En entrando en una casa tiene tal reputación, que luego dicen los niños: «Dios perdone al que murió». Y con ser todos mortales los Médicos, pienso yo que son todos venïales, comparados al Dotor. Al caminante, en los pueblos se le pide información, temiéndole más que a la peste de si le conoce, o no. De Médicos semejantes hace el Rey nuestro Señor bombardas a sus castillos, mosquetes a su escuadrón. Si a alguno cura, y no muere, piensa que resucitó, y por milagro le ofrece la mortaja y el cordón. Si acaso estando en su casa oye dar algún clamor, tomando papel y tinta escribe: «Ante mí pasó». No se le ha muerto ninguno de los que cura hasta hoy, porque antes que se mueran los mata sin confesión. De envidia de los verdugos maldice al Corregidor, que sobre los ahorcados no le quiere dar pensión. Piensan que es la muerte algunos; otros, viendo su rigor, le llaman el día del juicio, pues es total perdición. No come por engordar, ni por el dulce sabor, sino por matar la hambre, que es matar su inclinación. Por matar mata las luces, y si no le alumbra el sol, como murciégalo vive a la sombra de un rincón. Su mula, aunque no está muerta, no penséis que se escapó, que está matada de suerte que le viene a ser peor. Él, que se ve tan famoso y en tan buena estimación, atento a vuestra belleza, se ha enamorado de vos. No pide le deis más dote de ver que matáis de amor, que en matando de algún modo para en uno sois los dos. Casaos con él, y jamás vïuda tendréis pasión, que nunca la misma muerte se oyó decir que murió. Si lo hacéis, a Dios le ruego que os gocéis con bendición; pero si no, que nos libre de conocer al Dotor. Quien os lo pintó cobarde no lo conoce, y mintió, que ha muerto más hombres vivos que mató el Cid Campeador. En entrando en una casa tiene tal reputación, que luego dicen los niños: «Dios perdone al que murió». Y con ser todos mortales los Médicos, pienso yo que son todos venïales, comparados al Dotor. Al caminante, en los pueblos se le pide información, temiéndole más que a la peste de si le conoce, o no. De Médicos semejantes hace el Rey nuestro Señor bombardas a sus castillos, mosquetes a su escuadrón. Si a alguno cura, y no muere, piensa que resucitó, y por milagro le ofrece la mortaja y el cordón. Si acaso estando en su casa oye dar algún clamor, tomando papel y tinta escribe: «Ante mí pasó». No se le ha muerto ninguno de los que cura hasta hoy, porque antes que se mueran los mata sin confesión. De envidia de los verdugos maldice al Corregidor, que sobre los ahorcados no le quiere dar pensión. Piensan que es la muerte algunos; otros, viendo su rigor, le llaman el día del juicio, pues es total perdición. No come por engordar, ni por el dulce sabor, sino por matar la hambre, que es matar su inclinación. Por matar mata las luces, y si no le alumbra el sol, como murciégalo vive a la sombra de un rincón. Su mula, aunque no está muerta, no penséis que se escapó, que está matada de suerte que le viene a ser peor. Él, que se ve tan famoso y en tan buena estimación, atento a vuestra belleza, se ha enamorado de vos. No pide le deis más dote de ver que matáis de amor, que en matando de algún modo para en uno sois los dos. Casaos con él, y jamás vïuda tendréis pasión, que nunca la misma muerte se oyó decir que murió. Si lo hacéis, a Dios le ruego que os gocéis con bendición; pero si no, que nos libre de conocer al Dotor. En entrando en una casa tiene tal reputación, que luego dicen los niños: «Dios perdone al que murió». Y con ser todos mortales los Médicos, pienso yo que son todos venïales, comparados al Dotor. Al caminante, en los pueblos se le pide información, temiéndole más que a la peste de si le conoce, o no. De Médicos semejantes hace el Rey nuestro Señor bombardas a sus castillos, mosquetes a su escuadrón. Si a alguno cura, y no muere, piensa que resucitó, y por milagro le ofrece la mortaja y el cordón. Si acaso estando en su casa oye dar algún clamor, tomando papel y tinta escribe: «Ante mí pasó». No se le ha muerto ninguno de los que cura hasta hoy, porque antes que se mueran los mata sin confesión. De envidia de los verdugos maldice al Corregidor, que sobre los ahorcados no le quiere dar pensión. Piensan que es la muerte algunos; otros, viendo su rigor, le llaman el día del juicio, pues es total perdición. No come por engordar, ni por el dulce sabor, sino por matar la hambre, que es matar su inclinación. Por matar mata las luces, y si no le alumbra el sol, como murciégalo vive a la sombra de un rincón. Su mula, aunque no está muerta, no penséis que se escapó, que está matada de suerte que le viene a ser peor. Él, que se ve tan famoso y en tan buena estimación, atento a vuestra belleza, se ha enamorado de vos. No pide le deis más dote de ver que matáis de amor, que en matando de algún modo para en uno sois los dos. Casaos con él, y jamás vïuda tendréis pasión, que nunca la misma muerte se oyó decir que murió. Si lo hacéis, a Dios le ruego que os gocéis con bendición; pero si no, que nos libre de conocer al Dotor. Y con ser todos mortales los Médicos, pienso yo que son todos venïales, comparados al Dotor. Al caminante, en los pueblos se le pide información, temiéndole más que a la peste de si le conoce, o no. De Médicos semejantes hace el Rey nuestro Señor bombardas a sus castillos, mosquetes a su escuadrón. Si a alguno cura, y no muere, piensa que resucitó, y por milagro le ofrece la mortaja y el cordón. Si acaso estando en su casa oye dar algún clamor, tomando papel y tinta escribe: «Ante mí pasó». No se le ha muerto ninguno de los que cura hasta hoy, porque antes que se mueran los mata sin confesión. De envidia de los verdugos maldice al Corregidor, que sobre los ahorcados no le quiere dar pensión. Piensan que es la muerte algunos; otros, viendo su rigor, le llaman el día del juicio, pues es total perdición. No come por engordar, ni por el dulce sabor, sino por matar la hambre, que es matar su inclinación. Por matar mata las luces, y si no le alumbra el sol, como murciégalo vive a la sombra de un rincón. Su mula, aunque no está muerta, no penséis que se escapó, que está matada de suerte que le viene a ser peor. Él, que se ve tan famoso y en tan buena estimación, atento a vuestra belleza, se ha enamorado de vos. No pide le deis más dote de ver que matáis de amor, que en matando de algún modo para en uno sois los dos. Casaos con él, y jamás vïuda tendréis pasión, que nunca la misma muerte se oyó decir que murió. Si lo hacéis, a Dios le ruego que os gocéis con bendición; pero si no, que nos libre de conocer al Dotor. Al caminante, en los pueblos se le pide información, temiéndole más que a la peste de si le conoce, o no. De Médicos semejantes hace el Rey nuestro Señor bombardas a sus castillos, mosquetes a su escuadrón. Si a alguno cura, y no muere, piensa que resucitó, y por milagro le ofrece la mortaja y el cordón. Si acaso estando en su casa oye dar algún clamor, tomando papel y tinta escribe: «Ante mí pasó». No se le ha muerto ninguno de los que cura hasta hoy, porque antes que se mueran los mata sin confesión. De envidia de los verdugos maldice al Corregidor, que sobre los ahorcados no le quiere dar pensión. Piensan que es la muerte algunos; otros, viendo su rigor, le llaman el día del juicio, pues es total perdición. No come por engordar, ni por el dulce sabor, sino por matar la hambre, que es matar su inclinación. Por matar mata las luces, y si no le alumbra el sol, como murciégalo vive a la sombra de un rincón. Su mula, aunque no está muerta, no penséis que se escapó, que está matada de suerte que le viene a ser peor. Él, que se ve tan famoso y en tan buena estimación, atento a vuestra belleza, se ha enamorado de vos. No pide le deis más dote de ver que matáis de amor, que en matando de algún modo para en uno sois los dos. Casaos con él, y jamás vïuda tendréis pasión, que nunca la misma muerte se oyó decir que murió. Si lo hacéis, a Dios le ruego que os gocéis con bendición; pero si no, que nos libre de conocer al Dotor. De Médicos semejantes hace el Rey nuestro Señor bombardas a sus castillos, mosquetes a su escuadrón. Si a alguno cura, y no muere, piensa que resucitó, y por milagro le ofrece la mortaja y el cordón. Si acaso estando en su casa oye dar algún clamor, tomando papel y tinta escribe: «Ante mí pasó». No se le ha muerto ninguno de los que cura hasta hoy, porque antes que se mueran los mata sin confesión. De envidia de los verdugos maldice al Corregidor, que sobre los ahorcados no le quiere dar pensión. Piensan que es la muerte algunos; otros, viendo su rigor, le llaman el día del juicio, pues es total perdición. No come por engordar, ni por el dulce sabor, sino por matar la hambre, que es matar su inclinación. Por matar mata las luces, y si no le alumbra el sol, como murciégalo vive a la sombra de un rincón. Su mula, aunque no está muerta, no penséis que se escapó, que está matada de suerte que le viene a ser peor. Él, que se ve tan famoso y en tan buena estimación, atento a vuestra belleza, se ha enamorado de vos. No pide le deis más dote de ver que matáis de amor, que en matando de algún modo para en uno sois los dos. Casaos con él, y jamás vïuda tendréis pasión, que nunca la misma muerte se oyó decir que murió. Si lo hacéis, a Dios le ruego que os gocéis con bendición; pero si no, que nos libre de conocer al Dotor. Si a alguno cura, y no muere, piensa que resucitó, y por milagro le ofrece la mortaja y el cordón. Si acaso estando en su casa oye dar algún clamor, tomando papel y tinta escribe: «Ante mí pasó». No se le ha muerto ninguno de los que cura hasta hoy, porque antes que se mueran los mata sin confesión. De envidia de los verdugos maldice al Corregidor, que sobre los ahorcados no le quiere dar pensión. Piensan que es la muerte algunos; otros, viendo su rigor, le llaman el día del juicio, pues es total perdición. No come por engordar, ni por el dulce sabor, sino por matar la hambre, que es matar su inclinación. Por matar mata las luces, y si no le alumbra el sol, como murciégalo vive a la sombra de un rincón. Su mula, aunque no está muerta, no penséis que se escapó, que está matada de suerte que le viene a ser peor. Él, que se ve tan famoso y en tan buena estimación, atento a vuestra belleza, se ha enamorado de vos. No pide le deis más dote de ver que matáis de amor, que en matando de algún modo para en uno sois los dos. Casaos con él, y jamás vïuda tendréis pasión, que nunca la misma muerte se oyó decir que murió. Si lo hacéis, a Dios le ruego que os gocéis con bendición; pero si no, que nos libre de conocer al Dotor. Si acaso estando en su casa oye dar algún clamor, tomando papel y tinta escribe: «Ante mí pasó». No se le ha muerto ninguno de los que cura hasta hoy, porque antes que se mueran los mata sin confesión. De envidia de los verdugos maldice al Corregidor, que sobre los ahorcados no le quiere dar pensión. Piensan que es la muerte algunos; otros, viendo su rigor, le llaman el día del juicio, pues es total perdición. No come por engordar, ni por el dulce sabor, sino por matar la hambre, que es matar su inclinación. Por matar mata las luces, y si no le alumbra el sol, como murciégalo vive a la sombra de un rincón. Su mula, aunque no está muerta, no penséis que se escapó, que está matada de suerte que le viene a ser peor. Él, que se ve tan famoso y en tan buena estimación, atento a vuestra belleza, se ha enamorado de vos. No pide le deis más dote de ver que matáis de amor, que en matando de algún modo para en uno sois los dos. Casaos con él, y jamás vïuda tendréis pasión, que nunca la misma muerte se oyó decir que murió. Si lo hacéis, a Dios le ruego que os gocéis con bendición; pero si no, que nos libre de conocer al Dotor. No se le ha muerto ninguno de los que cura hasta hoy, porque antes que se mueran los mata sin confesión. De envidia de los verdugos maldice al Corregidor, que sobre los ahorcados no le quiere dar pensión. Piensan que es la muerte algunos; otros, viendo su rigor, le llaman el día del juicio, pues es total perdición. No come por engordar, ni por el dulce sabor, sino por matar la hambre, que es matar su inclinación. Por matar mata las luces, y si no le alumbra el sol, como murciégalo vive a la sombra de un rincón. Su mula, aunque no está muerta, no penséis que se escapó, que está matada de suerte que le viene a ser peor. Él, que se ve tan famoso y en tan buena estimación, atento a vuestra belleza, se ha enamorado de vos. No pide le deis más dote de ver que matáis de amor, que en matando de algún modo para en uno sois los dos. Casaos con él, y jamás vïuda tendréis pasión, que nunca la misma muerte se oyó decir que murió. Si lo hacéis, a Dios le ruego que os gocéis con bendición; pero si no, que nos libre de conocer al Dotor. De envidia de los verdugos maldice al Corregidor, que sobre los ahorcados no le quiere dar pensión. Piensan que es la muerte algunos; otros, viendo su rigor, le llaman el día del juicio, pues es total perdición. No come por engordar, ni por el dulce sabor, sino por matar la hambre, que es matar su inclinación. Por matar mata las luces, y si no le alumbra el sol, como murciégalo vive a la sombra de un rincón. Su mula, aunque no está muerta, no penséis que se escapó, que está matada de suerte que le viene a ser peor. Él, que se ve tan famoso y en tan buena estimación, atento a vuestra belleza, se ha enamorado de vos. No pide le deis más dote de ver que matáis de amor, que en matando de algún modo para en uno sois los dos. Casaos con él, y jamás vïuda tendréis pasión, que nunca la misma muerte se oyó decir que murió. Si lo hacéis, a Dios le ruego que os gocéis con bendición; pero si no, que nos libre de conocer al Dotor. Piensan que es la muerte algunos; otros, viendo su rigor, le llaman el día del juicio, pues es total perdición. No come por engordar, ni por el dulce sabor, sino por matar la hambre, que es matar su inclinación. Por matar mata las luces, y si no le alumbra el sol, como murciégalo vive a la sombra de un rincón. Su mula, aunque no está muerta, no penséis que se escapó, que está matada de suerte que le viene a ser peor. Él, que se ve tan famoso y en tan buena estimación, atento a vuestra belleza, se ha enamorado de vos. No pide le deis más dote de ver que matáis de amor, que en matando de algún modo para en uno sois los dos. Casaos con él, y jamás vïuda tendréis pasión, que nunca la misma muerte se oyó decir que murió. Si lo hacéis, a Dios le ruego que os gocéis con bendición; pero si no, que nos libre de conocer al Dotor. No come por engordar, ni por el dulce sabor, sino por matar la hambre, que es matar su inclinación. Por matar mata las luces, y si no le alumbra el sol, como murciégalo vive a la sombra de un rincón. Su mula, aunque no está muerta, no penséis que se escapó, que está matada de suerte que le viene a ser peor. Él, que se ve tan famoso y en tan buena estimación, atento a vuestra belleza, se ha enamorado de vos. No pide le deis más dote de ver que matáis de amor, que en matando de algún modo para en uno sois los dos. Casaos con él, y jamás vïuda tendréis pasión, que nunca la misma muerte se oyó decir que murió. Si lo hacéis, a Dios le ruego que os gocéis con bendición; pero si no, que nos libre de conocer al Dotor. Por matar mata las luces, y si no le alumbra el sol, como murciégalo vive a la sombra de un rincón. Su mula, aunque no está muerta, no penséis que se escapó, que está matada de suerte que le viene a ser peor. Él, que se ve tan famoso y en tan buena estimación, atento a vuestra belleza, se ha enamorado de vos. No pide le deis más dote de ver que matáis de amor, que en matando de algún modo para en uno sois los dos. Casaos con él, y jamás vïuda tendréis pasión, que nunca la misma muerte se oyó decir que murió. Si lo hacéis, a Dios le ruego que os gocéis con bendición; pero si no, que nos libre de conocer al Dotor. Su mula, aunque no está muerta, no penséis que se escapó, que está matada de suerte que le viene a ser peor. Él, que se ve tan famoso y en tan buena estimación, atento a vuestra belleza, se ha enamorado de vos. No pide le deis más dote de ver que matáis de amor, que en matando de algún modo para en uno sois los dos. Casaos con él, y jamás vïuda tendréis pasión, que nunca la misma muerte se oyó decir que murió. Si lo hacéis, a Dios le ruego que os gocéis con bendición; pero si no, que nos libre de conocer al Dotor. Él, que se ve tan famoso y en tan buena estimación, atento a vuestra belleza, se ha enamorado de vos. No pide le deis más dote de ver que matáis de amor, que en matando de algún modo para en uno sois los dos. Casaos con él, y jamás vïuda tendréis pasión, que nunca la misma muerte se oyó decir que murió. Si lo hacéis, a Dios le ruego que os gocéis con bendición; pero si no, que nos libre de conocer al Dotor. No pide le deis más dote de ver que matáis de amor, que en matando de algún modo para en uno sois los dos. Casaos con él, y jamás vïuda tendréis pasión, que nunca la misma muerte se oyó decir que murió. Si lo hacéis, a Dios le ruego que os gocéis con bendición; pero si no, que nos libre de conocer al Dotor. Casaos con él, y jamás vïuda tendréis pasión, que nunca la misma muerte se oyó decir que murió. Si lo hacéis, a Dios le ruego que os gocéis con bendición; pero si no, que nos libre de conocer al Dotor. Si lo hacéis, a Dios le ruego que os gocéis con bendición; pero si no, que nos libre de conocer al Dotor.
es
Luis,Leopoldo_de
<XXI
¿Para_Qué_Nos_Sentamos?_Nadie_Puede
¿Para qué nos sentamos? Nadie puede descansar. Dime: ¿para qué hacemos alto o fuego en el camino? ¿Descansa alguna vez esta materia? Una acción implacable nos sostiene. No hay sosiego. Golpea sobre el yunque del corazón la sangre. Una paloma cansada pero en vuelo sin reposo va y viene por el aire que se quema en nuestro pecho Ciegas sacudidas nos invaden arenas interiores y fabrican substancias accionantes en secreciones, pálpitos o lágrimas. Una eclosión de rosas sumergidas no cesa por las ramas que nos pueblan y el cosmos de las sombras encefálicas en planificaciones medulares simultanea sus febriles órdenes. Ni tú ni yo logramos un segundo de reposo. No busques el remanso para esta vida o este amor o esta concentración de espasmos o de sueños. Jamás podremos nunca contemplar las gacelas de la noche desde la quieta luna de la calma. Locos vuelan los astros que supones tan serenos Tú y yo somos los astros. No otra cosa que su eterna substancia en fuerza activa. Nadie descansa nunca. Estás cansada, lo sé. Y tu cansancio me duele como mío. Pero nunca seremos otra cosa.
es
Unamuno,Miguel_de
<XXI
El_Cuerpo_Canta
El cuerpo canta; la sangre aúlla; la tierra charla; la mar murmura; el cielo calla y el hombre escucha.
es
Martí,José
<XXI
Yo_Que_Vivo,_Aunque_Me_He_Muerto
Yo que vivo, aunque me he muerto, Soy un gran descubridor, Porque anoche he descubierto La medicina de amor. Cuando al peso de la cruz El hombre morir resuelve, Sale a hacer bien, lo hace, y vuelve Como de un baño de luz.
es
Machado,Antonio
<XXI
De_Diez_Cabezas,_Nueve
De diez cabezas, nueve embisten y una piensa. Nunca extrañéis que un bruto se descuerne luchando por la idea.
es
Espinoza_Caballero,Fdo._J.
XXI
Cuando_El_Alma_Está_Adolorida
Cuando el alma está adolorida, Cuando flaquea todo el corazón, Ahí estas en medio, en mi vida, Donde no manda más la razón, Y allá en donde hay honda herida, Tu mano dulce me cura y sana, Me miran tus ojos, mirada querida Me hablan hoy, de cuanto me amas. De que eres mas que solo una amiga, Compartiendo juntos la mesa y la cama, De quien más que solo amor prodiga, Y de quien tiende una mano franca, Que mi alma a diario bendiga, El día aquel, cuando la ocasión, Nos unió muy cerca, cual si fuese espiga, De trigo nuevo, cosecha del Sion. Elsa, verdadero amor y real amiga, Quien nunca, nunca, vacila en dar, De quien aprendí lo que es amar, Que tu nombre Dios siempre bendiga... Y allá en donde hay honda herida, Tu mano dulce me cura y sana, Me miran tus ojos, mirada querida Me hablan hoy, de cuanto me amas. De que eres mas que solo una amiga, Compartiendo juntos la mesa y la cama, De quien más que solo amor prodiga, Y de quien tiende una mano franca, Que mi alma a diario bendiga, El día aquel, cuando la ocasión, Nos unió muy cerca, cual si fuese espiga, De trigo nuevo, cosecha del Sion. Elsa, verdadero amor y real amiga, Quien nunca, nunca, vacila en dar, De quien aprendí lo que es amar, Que tu nombre Dios siempre bendiga... De que eres mas que solo una amiga, Compartiendo juntos la mesa y la cama, De quien más que solo amor prodiga, Y de quien tiende una mano franca, Que mi alma a diario bendiga, El día aquel, cuando la ocasión, Nos unió muy cerca, cual si fuese espiga, De trigo nuevo, cosecha del Sion. Elsa, verdadero amor y real amiga, Quien nunca, nunca, vacila en dar, De quien aprendí lo que es amar, Que tu nombre Dios siempre bendiga... Que mi alma a diario bendiga, El día aquel, cuando la ocasión, Nos unió muy cerca, cual si fuese espiga, De trigo nuevo, cosecha del Sion. Elsa, verdadero amor y real amiga, Quien nunca, nunca, vacila en dar, De quien aprendí lo que es amar, Que tu nombre Dios siempre bendiga... Elsa, verdadero amor y real amiga, Quien nunca, nunca, vacila en dar, De quien aprendí lo que es amar, Que tu nombre Dios siempre bendiga...
es
Acuña,Hernando_de
<XXI
¿En_Qué_Puedo_Esperar_Contentamiento
¿En qué puedo esperar contentamiento, si tras todo mi mal, señora mía, consiente mi fortuna que a porfía me venga ahora a dañar cada elemento? Mis esperanzas se las lleva el viento, el fuego crece donde arder solía, llevóme el agua cuanto bien tenía y la tierra me hará el apartamiento. Vos juntaréis con esto el olvidarme, pues quedar no merezco asegurado del continuo temor de vuestro olvido; y no me quejaré por no aliviarme, que no es justo que quede en otro estado el que vivo quedó y os ha perdido.
es
Hartzenbusch,Juan_Eugenio
<XXI
Con_Voz_Clamaste_De_Pesar_Profundo
Con voz clamaste de pesar profundo, Al contemplar la pequeñez humana: «Sombra es la vida, como el sueño vana; Y es fantástico bien el bien del mundo». Pero brillando tú claro y fecundo Sol en los cercos de la escena hispana, ¿Cómo ilusión te pareció liviana La fuerza de tu ingenio sin segundo? Tú, desde el envidiado Manzanares Al Arno, al Rhin y al Plata, mereciste Respeto, admiración, lauros y altares; Y pues eterna vive tu memoria, Con más justa razón decir debiste: «Sueño todo será; verdad mi gloria».
es
Carrera_Andrade,Jorge
<XXI
La_Espuma,_Dulce_Monja,_En_Su_Hospital_Marino
La espuma, dulce monja, en su hospital marino por escalones de agua, por las gradas azules desciende hasta la arena con pies de luna y lirio. ¡Oh Santa revestida con vellones de oveja! Les dan una final cura de cielo a las rocas heridas tus altísimas vendas. ¿De dónde tanta nieve caminante, tantas flores saladas y despojos de cirios y camisas de ángeles? ¡Oh monja panadera! De cristalinos hornos fríos de eternidad, sacas infatigable tus grandes panes blancos y esponjosos. Despliegas el mantel de un festón de infinito en donde el horizonte, en su plato de nubes, sirve el manjar del sueño y del olvido. También, obrera nívea, eres enterradora: Llevas hasta la arena en paletadas montones de cadáveres de pálidas gaviotas. Ruedan sobre la orilla tus vanas esculturas que pronto se deshacen en un mármol soluble, en ingrávidas plumas. Móvil, caída nube, al chocar con la tierra expiras, pero se alza entre las rocas cual fantasma gaseoso tu presencia. Arremangado el manto sonante, casta monja recorres suspirando tu plantación errante de magnolias. ¿Con material de garzas y medusas tu flotante y blanquísimo cimiento va a sostener acaso la ideal arquitectura? ¡Frontera del abismo, guardada por palomas! Tu ejército nevado avanza hacia la tierra ¡oh monja capitana! en batallas de aurora. En la arena o las rocas hallas tu fresca tumba; mas vuelves a nacer a cada instante y sin pausa atesoras en las conchas tu albura. De las fieras del mar balsámica saliva acaricia tus plantas de cristal y de hielo, ¡Santa Espuma, difunta en las gradas marinas!
es
Bretón_de_los_Herreros,Manuel
<XXI
¡Paciencia!
Hijo nací segundón de un hidalgo pobretón; y se la fiebre amarilla no barre media Castilla, no espero ninguna herencia. ¡Paciencia! ¿Se vende una obrilla mía? Nadie va a la librería. A título de amistad me la piden... Es verdad que alaban luego mi ciencia. ¡Paciencia! ¿Imploro la protección de algún grave señorón? No, hay mus: inútil empeño. ¡Oh!, pero me habla risueño y me apea la excelencia. ¡Paciencia! ¿Qué puedo dar a mis damas? Sonetillos y epigramas. Llega un cafre, rueda el oro, y me deja el bien que adoro a la luna de Valencia. ¡Paciencia! Si presto, nadie me paga; que es mi suerte muy aciaga; y no hallaré, ¡mala peste!, quien media onza me preste, si la pido en una urgencia. ¡Paciencia! ¿Viene a convidarme Blas? No me halla en casa jamás; y es fijo que ha de encontrarme el que venga a molestarme con alguna impertinencia. ¡Paciencia! El cielo anuncia tronada: saco paraguas...; no hay nada. No lo saco, y aquel día un diluvio nos envía la Divina omnipotencia. ¡Paciencia! Si voy al baile, me atrapa algún ratero la capa; llego helado a mi portal; llamo; no me oye Pascual..., y me quedo a la inclemencia. ¡Paciencia! Te aconsejo comó amigo: no viajes, Fabio, conmigo, que en gran peligro te pones. Si no se asaltan ladrones, volcará la diligencia. ¡Paciencia! No aborrezco el matrimonio; pero mi suerte..., el demonio. No, no me caso. ¡Arre allá!, porque mi dote será, tras de cuernos, penitencia. ¡Paciencia!
es
Vallejo,César
<XXI
Más_Acá,_Más_Acá._Yo_Estoy_Muy_Bien
Más acá, más acá. Yo estoy muy bien. Llueve; y hace una cruel limitación. Avanza, avanza el pie. Hasta qué hora no suben las cortinas esas manos que fingen un zarzal? Ves? Los otros, qué cómodos, qué efigies. Más acá, más acá! Llueve. Y hoy pasará otra nave cargada de crespón; será como un pezón negro y deforme arrancado a la esfíngica Ilusión. Más acá, más acá. Tú estás al borde y la nave arrastrarte puede al mar. Ah, cortinas inmóviles, simbólicas... Mi aplauso es un festín de rosas negras: cederte mi lugar! Y en el fragor de mi renuncia, un hilo de infinito sangrará. Yo no debo estar tan bien; avanza, avanza el piel.
es
Herrera_y_Reissig,Julio
<XXI
Su_Majestad_El_Tiempo
El Viejo Patriarca, Que todo lo abarca, Se riza la barba de príncipe asirio; Su nívea cabeza parece un gran lirio, Parece un gran lirio la nívea cabeza del viejo Patriarca. Su pálida frente es un mapa confuso: La abultan montañas de hueso. Que forman lo raro, lo inmenso, lo espeso De todos los siglos del tiempo difuso. Su frente de viejo ermitaño Parece el desierto de todo lo antaño: En ella han carpido la hora y el año, Lo siempre empezado, lo siempre concluso, Lo vago, lo ignoto, lo iluso, lo extraño, Lo extraño y lo iluso... Su pálida frente es un mapa confuso: La cruzan arrugas, eternas arrugas, Que son cual los ríos del vago país de lo abstruso Cuyas olas, los años, se escapan en rápidas fugas. ¡Oh, las viejas, eternas arrugas; Oh los surcos oscuros: Pensamientos en formas de orugas De donde saldrán los magníficos siglos futuros! Su pálida frente es un mapa confuso: La abultan montañas de hueso. Que forman lo raro, lo inmenso, lo espeso De todos los siglos del tiempo difuso. Su frente de viejo ermitaño Parece el desierto de todo lo antaño: En ella han carpido la hora y el año, Lo siempre empezado, lo siempre concluso, Lo vago, lo ignoto, lo iluso, lo extraño, Lo extraño y lo iluso... Su pálida frente es un mapa confuso: La cruzan arrugas, eternas arrugas, Que son cual los ríos del vago país de lo abstruso Cuyas olas, los años, se escapan en rápidas fugas. ¡Oh, las viejas, eternas arrugas; Oh los surcos oscuros: Pensamientos en formas de orugas De donde saldrán los magníficos siglos futuros! Su frente de viejo ermitaño Parece el desierto de todo lo antaño: En ella han carpido la hora y el año, Lo siempre empezado, lo siempre concluso, Lo vago, lo ignoto, lo iluso, lo extraño, Lo extraño y lo iluso... Su pálida frente es un mapa confuso: La cruzan arrugas, eternas arrugas, Que son cual los ríos del vago país de lo abstruso Cuyas olas, los años, se escapan en rápidas fugas. ¡Oh, las viejas, eternas arrugas; Oh los surcos oscuros: Pensamientos en formas de orugas De donde saldrán los magníficos siglos futuros! Su pálida frente es un mapa confuso: La cruzan arrugas, eternas arrugas, Que son cual los ríos del vago país de lo abstruso Cuyas olas, los años, se escapan en rápidas fugas. ¡Oh, las viejas, eternas arrugas; Oh los surcos oscuros: Pensamientos en formas de orugas De donde saldrán los magníficos siglos futuros! ¡Oh, las viejas, eternas arrugas; Oh los surcos oscuros: Pensamientos en formas de orugas De donde saldrán los magníficos siglos futuros!
es
León,Fray_Luis_de
<XXI
¿Qué_Santo_O_Qué_Gloriosa
¿Qué santo o qué gloriosa virtud, qué deidad que el cielo admira, oh Musa poderosa en la cristiana lira, diremos entretanto que retira el sol con presto vuelo el rayo fugitivo en este día, que hace alarde el cielo de su caballería? ¿qué nombre entre estas breñas a porfía repetirá sonando la imagen de la voz, en la manera el aire deleitando que el Efrateo hiciera del sacro y fresco Hermón por la ladera?; a do, ceñido el oro crespo con verde hiedra, la montaña condujo con sonoro laúd, con fuerza y maña del oso y del león domó la saña. Pues, ¿quién diré primero, que el Alto y que el Humilde?, y que, la vida por el manjar grosero restituyó perdida, que al cielo levantó nuestra caída, igual al Padre Eterno, igual al que en la tierra nace y mora, de quien tiembla el infierno, a quien el sol adora, en quien todo el ser vive y se mejora. Después el vientre entero, la Madre desta Luz será cantada, clarísimo Lucero en esta mar turbada, del linaje humanal fiel abogada. Espíritu divino, no callaré tu voz, tu pecho opuesto contra el dragón malino; ni tú en olvido puesto que a defender mi vida estás dispuesto. Osado en la promesa, barquero de la barca no sumida, y a ti que la lucida noche te traspasó de muerte a vida. ¿Quién no dirá tu lloro, tu bien trocado amor, oh Magdalena; de tu nardo el tesoro, de cuyo olor la ajena casa, la redondez del mundo es llena? Del Nilo moradora, tierna flor del saber y de pureza, de ti yo canto agora; que en la desierta alteza, muerta, luce tu vida y fortaleza. ¿Diré el rayo Africano? ¿diré el Stridonés sabio, elocuente? ¿o el panal Romano? ¿o del que justamente nombraron Boca de oro entre la gente? Columna ardiente en fuego, el firme y gran Basilio al cielo toca, mayor que el miedo y ruego; y ante su rica boca la lengua de Demóstenes se apoca. Cual árbol con los años la gloria de Francisco sube y crece; y entre mil ermitaños el claro Antón parece luna que en las estrellas resplandece. ¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado el oro ha destruido de tu templo sagrado? ¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado? Adonde la azucena lucía, y el clavel, do el rojo trigo, reina agora la avena, la grama, el enemigo cardo, la sinjusticia, el falso amigo. Convierte piadoso tus ojos y nos mira, y con tu mano arranca poderoso lo malo y lo tirano, y planta aquello antiguo, humilde y llano. Da paz a aqueste pecho, que hierve con dolor en noche escura; que fuera deste estrecho diré con más dulzura tu nombre, tu grandeza y hermosura. No niego, dulce amparo del alma, que mis males son mayores que aqueste desamparo; mas, cuanto son peores, tanto resonarán más tus loores. el sol con presto vuelo el rayo fugitivo en este día, que hace alarde el cielo de su caballería? ¿qué nombre entre estas breñas a porfía repetirá sonando la imagen de la voz, en la manera el aire deleitando que el Efrateo hiciera del sacro y fresco Hermón por la ladera?; a do, ceñido el oro crespo con verde hiedra, la montaña condujo con sonoro laúd, con fuerza y maña del oso y del león domó la saña. Pues, ¿quién diré primero, que el Alto y que el Humilde?, y que, la vida por el manjar grosero restituyó perdida, que al cielo levantó nuestra caída, igual al Padre Eterno, igual al que en la tierra nace y mora, de quien tiembla el infierno, a quien el sol adora, en quien todo el ser vive y se mejora. Después el vientre entero, la Madre desta Luz será cantada, clarísimo Lucero en esta mar turbada, del linaje humanal fiel abogada. Espíritu divino, no callaré tu voz, tu pecho opuesto contra el dragón malino; ni tú en olvido puesto que a defender mi vida estás dispuesto. Osado en la promesa, barquero de la barca no sumida, y a ti que la lucida noche te traspasó de muerte a vida. ¿Quién no dirá tu lloro, tu bien trocado amor, oh Magdalena; de tu nardo el tesoro, de cuyo olor la ajena casa, la redondez del mundo es llena? Del Nilo moradora, tierna flor del saber y de pureza, de ti yo canto agora; que en la desierta alteza, muerta, luce tu vida y fortaleza. ¿Diré el rayo Africano? ¿diré el Stridonés sabio, elocuente? ¿o el panal Romano? ¿o del que justamente nombraron Boca de oro entre la gente? Columna ardiente en fuego, el firme y gran Basilio al cielo toca, mayor que el miedo y ruego; y ante su rica boca la lengua de Demóstenes se apoca. Cual árbol con los años la gloria de Francisco sube y crece; y entre mil ermitaños el claro Antón parece luna que en las estrellas resplandece. ¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado el oro ha destruido de tu templo sagrado? ¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado? Adonde la azucena lucía, y el clavel, do el rojo trigo, reina agora la avena, la grama, el enemigo cardo, la sinjusticia, el falso amigo. Convierte piadoso tus ojos y nos mira, y con tu mano arranca poderoso lo malo y lo tirano, y planta aquello antiguo, humilde y llano. Da paz a aqueste pecho, que hierve con dolor en noche escura; que fuera deste estrecho diré con más dulzura tu nombre, tu grandeza y hermosura. No niego, dulce amparo del alma, que mis males son mayores que aqueste desamparo; mas, cuanto son peores, tanto resonarán más tus loores. repetirá sonando la imagen de la voz, en la manera el aire deleitando que el Efrateo hiciera del sacro y fresco Hermón por la ladera?; a do, ceñido el oro crespo con verde hiedra, la montaña condujo con sonoro laúd, con fuerza y maña del oso y del león domó la saña. Pues, ¿quién diré primero, que el Alto y que el Humilde?, y que, la vida por el manjar grosero restituyó perdida, que al cielo levantó nuestra caída, igual al Padre Eterno, igual al que en la tierra nace y mora, de quien tiembla el infierno, a quien el sol adora, en quien todo el ser vive y se mejora. Después el vientre entero, la Madre desta Luz será cantada, clarísimo Lucero en esta mar turbada, del linaje humanal fiel abogada. Espíritu divino, no callaré tu voz, tu pecho opuesto contra el dragón malino; ni tú en olvido puesto que a defender mi vida estás dispuesto. Osado en la promesa, barquero de la barca no sumida, y a ti que la lucida noche te traspasó de muerte a vida. ¿Quién no dirá tu lloro, tu bien trocado amor, oh Magdalena; de tu nardo el tesoro, de cuyo olor la ajena casa, la redondez del mundo es llena? Del Nilo moradora, tierna flor del saber y de pureza, de ti yo canto agora; que en la desierta alteza, muerta, luce tu vida y fortaleza. ¿Diré el rayo Africano? ¿diré el Stridonés sabio, elocuente? ¿o el panal Romano? ¿o del que justamente nombraron Boca de oro entre la gente? Columna ardiente en fuego, el firme y gran Basilio al cielo toca, mayor que el miedo y ruego; y ante su rica boca la lengua de Demóstenes se apoca. Cual árbol con los años la gloria de Francisco sube y crece; y entre mil ermitaños el claro Antón parece luna que en las estrellas resplandece. ¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado el oro ha destruido de tu templo sagrado? ¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado? Adonde la azucena lucía, y el clavel, do el rojo trigo, reina agora la avena, la grama, el enemigo cardo, la sinjusticia, el falso amigo. Convierte piadoso tus ojos y nos mira, y con tu mano arranca poderoso lo malo y lo tirano, y planta aquello antiguo, humilde y llano. Da paz a aqueste pecho, que hierve con dolor en noche escura; que fuera deste estrecho diré con más dulzura tu nombre, tu grandeza y hermosura. No niego, dulce amparo del alma, que mis males son mayores que aqueste desamparo; mas, cuanto son peores, tanto resonarán más tus loores. a do, ceñido el oro crespo con verde hiedra, la montaña condujo con sonoro laúd, con fuerza y maña del oso y del león domó la saña. Pues, ¿quién diré primero, que el Alto y que el Humilde?, y que, la vida por el manjar grosero restituyó perdida, que al cielo levantó nuestra caída, igual al Padre Eterno, igual al que en la tierra nace y mora, de quien tiembla el infierno, a quien el sol adora, en quien todo el ser vive y se mejora. Después el vientre entero, la Madre desta Luz será cantada, clarísimo Lucero en esta mar turbada, del linaje humanal fiel abogada. Espíritu divino, no callaré tu voz, tu pecho opuesto contra el dragón malino; ni tú en olvido puesto que a defender mi vida estás dispuesto. Osado en la promesa, barquero de la barca no sumida, y a ti que la lucida noche te traspasó de muerte a vida. ¿Quién no dirá tu lloro, tu bien trocado amor, oh Magdalena; de tu nardo el tesoro, de cuyo olor la ajena casa, la redondez del mundo es llena? Del Nilo moradora, tierna flor del saber y de pureza, de ti yo canto agora; que en la desierta alteza, muerta, luce tu vida y fortaleza. ¿Diré el rayo Africano? ¿diré el Stridonés sabio, elocuente? ¿o el panal Romano? ¿o del que justamente nombraron Boca de oro entre la gente? Columna ardiente en fuego, el firme y gran Basilio al cielo toca, mayor que el miedo y ruego; y ante su rica boca la lengua de Demóstenes se apoca. Cual árbol con los años la gloria de Francisco sube y crece; y entre mil ermitaños el claro Antón parece luna que en las estrellas resplandece. ¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado el oro ha destruido de tu templo sagrado? ¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado? Adonde la azucena lucía, y el clavel, do el rojo trigo, reina agora la avena, la grama, el enemigo cardo, la sinjusticia, el falso amigo. Convierte piadoso tus ojos y nos mira, y con tu mano arranca poderoso lo malo y lo tirano, y planta aquello antiguo, humilde y llano. Da paz a aqueste pecho, que hierve con dolor en noche escura; que fuera deste estrecho diré con más dulzura tu nombre, tu grandeza y hermosura. No niego, dulce amparo del alma, que mis males son mayores que aqueste desamparo; mas, cuanto son peores, tanto resonarán más tus loores. Pues, ¿quién diré primero, que el Alto y que el Humilde?, y que, la vida por el manjar grosero restituyó perdida, que al cielo levantó nuestra caída, igual al Padre Eterno, igual al que en la tierra nace y mora, de quien tiembla el infierno, a quien el sol adora, en quien todo el ser vive y se mejora. Después el vientre entero, la Madre desta Luz será cantada, clarísimo Lucero en esta mar turbada, del linaje humanal fiel abogada. Espíritu divino, no callaré tu voz, tu pecho opuesto contra el dragón malino; ni tú en olvido puesto que a defender mi vida estás dispuesto. Osado en la promesa, barquero de la barca no sumida, y a ti que la lucida noche te traspasó de muerte a vida. ¿Quién no dirá tu lloro, tu bien trocado amor, oh Magdalena; de tu nardo el tesoro, de cuyo olor la ajena casa, la redondez del mundo es llena? Del Nilo moradora, tierna flor del saber y de pureza, de ti yo canto agora; que en la desierta alteza, muerta, luce tu vida y fortaleza. ¿Diré el rayo Africano? ¿diré el Stridonés sabio, elocuente? ¿o el panal Romano? ¿o del que justamente nombraron Boca de oro entre la gente? Columna ardiente en fuego, el firme y gran Basilio al cielo toca, mayor que el miedo y ruego; y ante su rica boca la lengua de Demóstenes se apoca. Cual árbol con los años la gloria de Francisco sube y crece; y entre mil ermitaños el claro Antón parece luna que en las estrellas resplandece. ¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado el oro ha destruido de tu templo sagrado? ¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado? Adonde la azucena lucía, y el clavel, do el rojo trigo, reina agora la avena, la grama, el enemigo cardo, la sinjusticia, el falso amigo. Convierte piadoso tus ojos y nos mira, y con tu mano arranca poderoso lo malo y lo tirano, y planta aquello antiguo, humilde y llano. Da paz a aqueste pecho, que hierve con dolor en noche escura; que fuera deste estrecho diré con más dulzura tu nombre, tu grandeza y hermosura. No niego, dulce amparo del alma, que mis males son mayores que aqueste desamparo; mas, cuanto son peores, tanto resonarán más tus loores. igual al Padre Eterno, igual al que en la tierra nace y mora, de quien tiembla el infierno, a quien el sol adora, en quien todo el ser vive y se mejora. Después el vientre entero, la Madre desta Luz será cantada, clarísimo Lucero en esta mar turbada, del linaje humanal fiel abogada. Espíritu divino, no callaré tu voz, tu pecho opuesto contra el dragón malino; ni tú en olvido puesto que a defender mi vida estás dispuesto. Osado en la promesa, barquero de la barca no sumida, y a ti que la lucida noche te traspasó de muerte a vida. ¿Quién no dirá tu lloro, tu bien trocado amor, oh Magdalena; de tu nardo el tesoro, de cuyo olor la ajena casa, la redondez del mundo es llena? Del Nilo moradora, tierna flor del saber y de pureza, de ti yo canto agora; que en la desierta alteza, muerta, luce tu vida y fortaleza. ¿Diré el rayo Africano? ¿diré el Stridonés sabio, elocuente? ¿o el panal Romano? ¿o del que justamente nombraron Boca de oro entre la gente? Columna ardiente en fuego, el firme y gran Basilio al cielo toca, mayor que el miedo y ruego; y ante su rica boca la lengua de Demóstenes se apoca. Cual árbol con los años la gloria de Francisco sube y crece; y entre mil ermitaños el claro Antón parece luna que en las estrellas resplandece. ¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado el oro ha destruido de tu templo sagrado? ¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado? Adonde la azucena lucía, y el clavel, do el rojo trigo, reina agora la avena, la grama, el enemigo cardo, la sinjusticia, el falso amigo. Convierte piadoso tus ojos y nos mira, y con tu mano arranca poderoso lo malo y lo tirano, y planta aquello antiguo, humilde y llano. Da paz a aqueste pecho, que hierve con dolor en noche escura; que fuera deste estrecho diré con más dulzura tu nombre, tu grandeza y hermosura. No niego, dulce amparo del alma, que mis males son mayores que aqueste desamparo; mas, cuanto son peores, tanto resonarán más tus loores. Después el vientre entero, la Madre desta Luz será cantada, clarísimo Lucero en esta mar turbada, del linaje humanal fiel abogada. Espíritu divino, no callaré tu voz, tu pecho opuesto contra el dragón malino; ni tú en olvido puesto que a defender mi vida estás dispuesto. Osado en la promesa, barquero de la barca no sumida, y a ti que la lucida noche te traspasó de muerte a vida. ¿Quién no dirá tu lloro, tu bien trocado amor, oh Magdalena; de tu nardo el tesoro, de cuyo olor la ajena casa, la redondez del mundo es llena? Del Nilo moradora, tierna flor del saber y de pureza, de ti yo canto agora; que en la desierta alteza, muerta, luce tu vida y fortaleza. ¿Diré el rayo Africano? ¿diré el Stridonés sabio, elocuente? ¿o el panal Romano? ¿o del que justamente nombraron Boca de oro entre la gente? Columna ardiente en fuego, el firme y gran Basilio al cielo toca, mayor que el miedo y ruego; y ante su rica boca la lengua de Demóstenes se apoca. Cual árbol con los años la gloria de Francisco sube y crece; y entre mil ermitaños el claro Antón parece luna que en las estrellas resplandece. ¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado el oro ha destruido de tu templo sagrado? ¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado? Adonde la azucena lucía, y el clavel, do el rojo trigo, reina agora la avena, la grama, el enemigo cardo, la sinjusticia, el falso amigo. Convierte piadoso tus ojos y nos mira, y con tu mano arranca poderoso lo malo y lo tirano, y planta aquello antiguo, humilde y llano. Da paz a aqueste pecho, que hierve con dolor en noche escura; que fuera deste estrecho diré con más dulzura tu nombre, tu grandeza y hermosura. No niego, dulce amparo del alma, que mis males son mayores que aqueste desamparo; mas, cuanto son peores, tanto resonarán más tus loores. Espíritu divino, no callaré tu voz, tu pecho opuesto contra el dragón malino; ni tú en olvido puesto que a defender mi vida estás dispuesto. Osado en la promesa, barquero de la barca no sumida, y a ti que la lucida noche te traspasó de muerte a vida. ¿Quién no dirá tu lloro, tu bien trocado amor, oh Magdalena; de tu nardo el tesoro, de cuyo olor la ajena casa, la redondez del mundo es llena? Del Nilo moradora, tierna flor del saber y de pureza, de ti yo canto agora; que en la desierta alteza, muerta, luce tu vida y fortaleza. ¿Diré el rayo Africano? ¿diré el Stridonés sabio, elocuente? ¿o el panal Romano? ¿o del que justamente nombraron Boca de oro entre la gente? Columna ardiente en fuego, el firme y gran Basilio al cielo toca, mayor que el miedo y ruego; y ante su rica boca la lengua de Demóstenes se apoca. Cual árbol con los años la gloria de Francisco sube y crece; y entre mil ermitaños el claro Antón parece luna que en las estrellas resplandece. ¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado el oro ha destruido de tu templo sagrado? ¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado? Adonde la azucena lucía, y el clavel, do el rojo trigo, reina agora la avena, la grama, el enemigo cardo, la sinjusticia, el falso amigo. Convierte piadoso tus ojos y nos mira, y con tu mano arranca poderoso lo malo y lo tirano, y planta aquello antiguo, humilde y llano. Da paz a aqueste pecho, que hierve con dolor en noche escura; que fuera deste estrecho diré con más dulzura tu nombre, tu grandeza y hermosura. No niego, dulce amparo del alma, que mis males son mayores que aqueste desamparo; mas, cuanto son peores, tanto resonarán más tus loores. Osado en la promesa, barquero de la barca no sumida, y a ti que la lucida noche te traspasó de muerte a vida. ¿Quién no dirá tu lloro, tu bien trocado amor, oh Magdalena; de tu nardo el tesoro, de cuyo olor la ajena casa, la redondez del mundo es llena? Del Nilo moradora, tierna flor del saber y de pureza, de ti yo canto agora; que en la desierta alteza, muerta, luce tu vida y fortaleza. ¿Diré el rayo Africano? ¿diré el Stridonés sabio, elocuente? ¿o el panal Romano? ¿o del que justamente nombraron Boca de oro entre la gente? Columna ardiente en fuego, el firme y gran Basilio al cielo toca, mayor que el miedo y ruego; y ante su rica boca la lengua de Demóstenes se apoca. Cual árbol con los años la gloria de Francisco sube y crece; y entre mil ermitaños el claro Antón parece luna que en las estrellas resplandece. ¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado el oro ha destruido de tu templo sagrado? ¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado? Adonde la azucena lucía, y el clavel, do el rojo trigo, reina agora la avena, la grama, el enemigo cardo, la sinjusticia, el falso amigo. Convierte piadoso tus ojos y nos mira, y con tu mano arranca poderoso lo malo y lo tirano, y planta aquello antiguo, humilde y llano. Da paz a aqueste pecho, que hierve con dolor en noche escura; que fuera deste estrecho diré con más dulzura tu nombre, tu grandeza y hermosura. No niego, dulce amparo del alma, que mis males son mayores que aqueste desamparo; mas, cuanto son peores, tanto resonarán más tus loores. ¿Quién no dirá tu lloro, tu bien trocado amor, oh Magdalena; de tu nardo el tesoro, de cuyo olor la ajena casa, la redondez del mundo es llena? Del Nilo moradora, tierna flor del saber y de pureza, de ti yo canto agora; que en la desierta alteza, muerta, luce tu vida y fortaleza. ¿Diré el rayo Africano? ¿diré el Stridonés sabio, elocuente? ¿o el panal Romano? ¿o del que justamente nombraron Boca de oro entre la gente? Columna ardiente en fuego, el firme y gran Basilio al cielo toca, mayor que el miedo y ruego; y ante su rica boca la lengua de Demóstenes se apoca. Cual árbol con los años la gloria de Francisco sube y crece; y entre mil ermitaños el claro Antón parece luna que en las estrellas resplandece. ¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado el oro ha destruido de tu templo sagrado? ¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado? Adonde la azucena lucía, y el clavel, do el rojo trigo, reina agora la avena, la grama, el enemigo cardo, la sinjusticia, el falso amigo. Convierte piadoso tus ojos y nos mira, y con tu mano arranca poderoso lo malo y lo tirano, y planta aquello antiguo, humilde y llano. Da paz a aqueste pecho, que hierve con dolor en noche escura; que fuera deste estrecho diré con más dulzura tu nombre, tu grandeza y hermosura. No niego, dulce amparo del alma, que mis males son mayores que aqueste desamparo; mas, cuanto son peores, tanto resonarán más tus loores. Del Nilo moradora, tierna flor del saber y de pureza, de ti yo canto agora; que en la desierta alteza, muerta, luce tu vida y fortaleza. ¿Diré el rayo Africano? ¿diré el Stridonés sabio, elocuente? ¿o el panal Romano? ¿o del que justamente nombraron Boca de oro entre la gente? Columna ardiente en fuego, el firme y gran Basilio al cielo toca, mayor que el miedo y ruego; y ante su rica boca la lengua de Demóstenes se apoca. Cual árbol con los años la gloria de Francisco sube y crece; y entre mil ermitaños el claro Antón parece luna que en las estrellas resplandece. ¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado el oro ha destruido de tu templo sagrado? ¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado? Adonde la azucena lucía, y el clavel, do el rojo trigo, reina agora la avena, la grama, el enemigo cardo, la sinjusticia, el falso amigo. Convierte piadoso tus ojos y nos mira, y con tu mano arranca poderoso lo malo y lo tirano, y planta aquello antiguo, humilde y llano. Da paz a aqueste pecho, que hierve con dolor en noche escura; que fuera deste estrecho diré con más dulzura tu nombre, tu grandeza y hermosura. No niego, dulce amparo del alma, que mis males son mayores que aqueste desamparo; mas, cuanto son peores, tanto resonarán más tus loores. ¿Diré el rayo Africano? ¿diré el Stridonés sabio, elocuente? ¿o el panal Romano? ¿o del que justamente nombraron Boca de oro entre la gente? Columna ardiente en fuego, el firme y gran Basilio al cielo toca, mayor que el miedo y ruego; y ante su rica boca la lengua de Demóstenes se apoca. Cual árbol con los años la gloria de Francisco sube y crece; y entre mil ermitaños el claro Antón parece luna que en las estrellas resplandece. ¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado el oro ha destruido de tu templo sagrado? ¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado? Adonde la azucena lucía, y el clavel, do el rojo trigo, reina agora la avena, la grama, el enemigo cardo, la sinjusticia, el falso amigo. Convierte piadoso tus ojos y nos mira, y con tu mano arranca poderoso lo malo y lo tirano, y planta aquello antiguo, humilde y llano. Da paz a aqueste pecho, que hierve con dolor en noche escura; que fuera deste estrecho diré con más dulzura tu nombre, tu grandeza y hermosura. No niego, dulce amparo del alma, que mis males son mayores que aqueste desamparo; mas, cuanto son peores, tanto resonarán más tus loores. Columna ardiente en fuego, el firme y gran Basilio al cielo toca, mayor que el miedo y ruego; y ante su rica boca la lengua de Demóstenes se apoca. Cual árbol con los años la gloria de Francisco sube y crece; y entre mil ermitaños el claro Antón parece luna que en las estrellas resplandece. ¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado el oro ha destruido de tu templo sagrado? ¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado? Adonde la azucena lucía, y el clavel, do el rojo trigo, reina agora la avena, la grama, el enemigo cardo, la sinjusticia, el falso amigo. Convierte piadoso tus ojos y nos mira, y con tu mano arranca poderoso lo malo y lo tirano, y planta aquello antiguo, humilde y llano. Da paz a aqueste pecho, que hierve con dolor en noche escura; que fuera deste estrecho diré con más dulzura tu nombre, tu grandeza y hermosura. No niego, dulce amparo del alma, que mis males son mayores que aqueste desamparo; mas, cuanto son peores, tanto resonarán más tus loores. Cual árbol con los años la gloria de Francisco sube y crece; y entre mil ermitaños el claro Antón parece luna que en las estrellas resplandece. ¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado el oro ha destruido de tu templo sagrado? ¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado? Adonde la azucena lucía, y el clavel, do el rojo trigo, reina agora la avena, la grama, el enemigo cardo, la sinjusticia, el falso amigo. Convierte piadoso tus ojos y nos mira, y con tu mano arranca poderoso lo malo y lo tirano, y planta aquello antiguo, humilde y llano. Da paz a aqueste pecho, que hierve con dolor en noche escura; que fuera deste estrecho diré con más dulzura tu nombre, tu grandeza y hermosura. No niego, dulce amparo del alma, que mis males son mayores que aqueste desamparo; mas, cuanto son peores, tanto resonarán más tus loores. ¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado el oro ha destruido de tu templo sagrado? ¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado? Adonde la azucena lucía, y el clavel, do el rojo trigo, reina agora la avena, la grama, el enemigo cardo, la sinjusticia, el falso amigo. Convierte piadoso tus ojos y nos mira, y con tu mano arranca poderoso lo malo y lo tirano, y planta aquello antiguo, humilde y llano. Da paz a aqueste pecho, que hierve con dolor en noche escura; que fuera deste estrecho diré con más dulzura tu nombre, tu grandeza y hermosura. No niego, dulce amparo del alma, que mis males son mayores que aqueste desamparo; mas, cuanto son peores, tanto resonarán más tus loores. Adonde la azucena lucía, y el clavel, do el rojo trigo, reina agora la avena, la grama, el enemigo cardo, la sinjusticia, el falso amigo. Convierte piadoso tus ojos y nos mira, y con tu mano arranca poderoso lo malo y lo tirano, y planta aquello antiguo, humilde y llano. Da paz a aqueste pecho, que hierve con dolor en noche escura; que fuera deste estrecho diré con más dulzura tu nombre, tu grandeza y hermosura. No niego, dulce amparo del alma, que mis males son mayores que aqueste desamparo; mas, cuanto son peores, tanto resonarán más tus loores. Convierte piadoso tus ojos y nos mira, y con tu mano arranca poderoso lo malo y lo tirano, y planta aquello antiguo, humilde y llano. Da paz a aqueste pecho, que hierve con dolor en noche escura; que fuera deste estrecho diré con más dulzura tu nombre, tu grandeza y hermosura. No niego, dulce amparo del alma, que mis males son mayores que aqueste desamparo; mas, cuanto son peores, tanto resonarán más tus loores. Da paz a aqueste pecho, que hierve con dolor en noche escura; que fuera deste estrecho diré con más dulzura tu nombre, tu grandeza y hermosura. No niego, dulce amparo del alma, que mis males son mayores que aqueste desamparo; mas, cuanto son peores, tanto resonarán más tus loores. No niego, dulce amparo del alma, que mis males son mayores que aqueste desamparo; mas, cuanto son peores, tanto resonarán más tus loores.
es
López,Luis_Carlos
<XXI
Las_Mozas_Y_Mozos
Cartagena de Indias, la muy noble y muy heroica villa, va camino del progreso. Las mozas y mozos se alejan por las retorcidas callejas. Salen de la iglesia senil. Y mañana quedará la aldea como tal: los gatos durmiendo la siesta sobre las aceras.
es
Flórez,Julio
<XXI
El_Submarino
Como acerado pez te hundes o sales a flote, y ágil y seguro y pronto, rompes los epilépticos cristales y las espumas cándidas del Ponto. ¡Cual un pensante ser buscas la presa, y al ojo observador el lomo esquivas; cuando tu mole el líquido atraviesa apártanse las olas.... pensativas! Pensativas.... ¡acaso piensan que entre la oquedad misteriosa de tu vientre va la asechanza, y rememoran ellas las veces que arrastraron silenciosas a manera de lirios y de rosas, tiernos niños y púdicas doncellas!
es
Sabines,Jaime
<XXI
¡Qué_Costumbre_Tan_Salvaje
¡Qué costumbre tan salvaje esta de enterrar a los muertos!, ¡de matarlos, de aniquilarlos, de borrarlos de la tierra! Es tratarlos alevosamente, es negarles la posibilidad de revivir. Yo siempre estoy esperando a que los muertos se levanten, que rompan el ataúd y digan alegremente: ¿por qué lloras? Por eso me sobrecoge el entierro. Aseguran las tapas de la cajan, la introducen, le ponen lajas encima, y luego tierra, tras, tras, tras, paletada tras paletada, terrones, polvo, piedras, apisonando, amacizando, ahí te quedas, de aquí ya no sales. Me dan risa, luego, las coronas, las flores, el llanto, los besos derramados. Es una burla: ¿para qué lo enterraron?, ¿por qué no lo dejaron fuera hasta secarse, hasta que nos hablaran sus huesos de su muerte? ¿O por qué no quemarlo, o darlo a los animales, o tirarlos a un río? Había de tener una casa de reposo para los muertos, ventilada, limpia, con música y con agua corriente. Lo menos dos o tres, cada día, se levantarían a vivir. Yo siempre estoy esperando a que los muertos se levanten, que rompan el ataúd y digan alegremente: ¿por qué lloras? Por eso me sobrecoge el entierro. Aseguran las tapas de la cajan, la introducen, le ponen lajas encima, y luego tierra, tras, tras, tras, paletada tras paletada, terrones, polvo, piedras, apisonando, amacizando, ahí te quedas, de aquí ya no sales. Me dan risa, luego, las coronas, las flores, el llanto, los besos derramados. Es una burla: ¿para qué lo enterraron?, ¿por qué no lo dejaron fuera hasta secarse, hasta que nos hablaran sus huesos de su muerte? ¿O por qué no quemarlo, o darlo a los animales, o tirarlos a un río? Había de tener una casa de reposo para los muertos, ventilada, limpia, con música y con agua corriente. Lo menos dos o tres, cada día, se levantarían a vivir. Por eso me sobrecoge el entierro. Aseguran las tapas de la cajan, la introducen, le ponen lajas encima, y luego tierra, tras, tras, tras, paletada tras paletada, terrones, polvo, piedras, apisonando, amacizando, ahí te quedas, de aquí ya no sales. Me dan risa, luego, las coronas, las flores, el llanto, los besos derramados. Es una burla: ¿para qué lo enterraron?, ¿por qué no lo dejaron fuera hasta secarse, hasta que nos hablaran sus huesos de su muerte? ¿O por qué no quemarlo, o darlo a los animales, o tirarlos a un río? Había de tener una casa de reposo para los muertos, ventilada, limpia, con música y con agua corriente. Lo menos dos o tres, cada día, se levantarían a vivir. Me dan risa, luego, las coronas, las flores, el llanto, los besos derramados. Es una burla: ¿para qué lo enterraron?, ¿por qué no lo dejaron fuera hasta secarse, hasta que nos hablaran sus huesos de su muerte? ¿O por qué no quemarlo, o darlo a los animales, o tirarlos a un río? Había de tener una casa de reposo para los muertos, ventilada, limpia, con música y con agua corriente. Lo menos dos o tres, cada día, se levantarían a vivir. Había de tener una casa de reposo para los muertos, ventilada, limpia, con música y con agua corriente. Lo menos dos o tres, cada día, se levantarían a vivir.
es
Parra,Nicanor
<XXI
Los_Profesores_Nos_Volvieron_Locos
Los profesores nos volvieron locos a preguntas que no venían al caso cómo se suman números complejos hay o no hay arañas en la luna cómo murió la familia del zar ¿es posible cantar con la boca cerrada? quién le pintó bigotes a la Gioconda cómo se llaman los habitantes de Jerusalén hay o no hay oxígeno en el aire cuántos son los apóstoles de Cristo cuál es el significado de la palabra consueta cuáles fueron las palabras que dijo Cristo en la cruz quién es el autor de Madame Bovary dónde escribió Cervantes el Quijote cómo mató David al gigante Goliat etimología de la palabra filosofía cuál es la capital de Venezuela cuándo llegaron los españoles a Chile Nadie dirá que nuestros maestros eran unas enciclopedias rodantes exactamente todo lo contrario: unos modestos profesores primarios o secundarios no recuerdo muy bien —eso sí que de bastón y levita como que estamos a comienzos de siglo— no tenían para qué molestarse en molestarnos de esa manera salvo por razones inconfesables: a qué tanta manía pedagógica ¡tanta crueldad en el vacío más negro! Dentadura del tigre nombre científico de la golondrina de cuántas partes consta una misa solemne cuál es la fórmula del anhídrido sulfúrico cómo se suman fracciones de distinto denominador estómago de los rumiantes árbol genealógico de Felipe II Maestros Cantores de Nuremberg Evangelio según san Mateo nombre cinco poetas finlandeses etimología de la palabra etimología Ley de la gravitación universal a qué familia pertenece la vaca cómo se llaman las alas de los insectos a qué familia pertenece el ornitorrinco mínimo común múltiplo entre dos y tres hay o no hay tinieblas en la luz origen del sistema solar aparato respiratorio de los anfibios órganos exclusivos de los peces sistema periódico de los elementos autor de Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis en qué consiste el fenómeno llamado es-pe-jis-mo cuánto demoraría un tren en llegar a la luna cómo se dice pizarrón en francés subraye las palabras terminadas en consonante La verdad de las cosas es que nosotros nos sentábamos en la diferencia quién iba a molestarse con esas preguntas en el mejor de los casos apenas nos hacían temblar únicamente un malo de la cabeza la verdadera verdad de las cosas es que nosotros éramos gente de acción a nuestros ojos el mundo se reducía al tamaño de una pelota de fútbol y patearla era nuestro delirio nuestra razón de ser adolescentes hubo campeonatos que se prolongaron hasta la noche todavía me veo persiguiendo la pelota invisible en la oscuridad había que ser búho o murciélago para no chocar con los muros de adobe ése era nuestro mundo las preguntas de nuestros profesores pasaban gloriosamente por nuestras orejas como agua por espalda de pato sin perturbar la calma del universo: partes constitutivas de la flor a qué familia pertenece la comadreja método de preparación del ozono testamento político de Balmaceda sorpresa de Cancha Rayada por dónde entró el ejército libertador insectos nocivos a la agricultura cómo comienza el Poema del Cid dibuje una garrucha diferencial y determine la condición de equilibrio El amable lector comprenderá que se nos pedía más de lo justo más de lo que estrictamente necesario: ¿determinar la altura de una nube? ¿calcular el volumen de la pirámide? ¿demostrar que raíz de dos es un número irracional? ¿aprender de memoria las Coplas de Jorge Manrique? déjense de pamplinas con nosotros hoy tenemos que dirimir un campeonato pero llegaban las pruebas escritas y a continuación las pruebas orales (en unas de fregar cayó Caldera) con una regularidad digna de mejor causa: teoría electromagnética de la luz en qué se distingue el trovador del juglar ¿es correcto decir se venden huevos? ¿sabe lo que es un pozo artesiano? clasifique los pájaros de Chile asesinato de Manuel Rodríguez independencia de la Guayana Francesa Simón Bolívar héroe o antihéroe discurso de abdicación de O'Higgins ustedes están más colgados que una ampolleta Los profesores tenían razón: en verdad en verdad el cerebro se nos escapaba por las narices —había que ver cómo nos castañeteaban los dientes— a qué se deben los colores del arcoiris hemisferios de Magdeburgo nombre científico de la golondrina metamorfosis de la rana qué entiende Kant por imperativo categórico cómo se convierten pesos chilenos a libras esterlinas quién introdujo en Chile el colibrí por qué no cae la Torre de Pisa por qué no se vienen abajo los jardines flotantes de Babilonia ¿por qué no cae la luna a la tierra? departamentos de la provincia de Ñuble cómo se trisecta un ángulo recto cuántos y cuáles son los poliedros regulares éste no tiene la menor idea de nada Hubiera preferido que me tragara la tierra a contestar esas preguntas descabelladas sobre todo después de los discursos moralizantes a que nos sometían impajaritablemente día por medio ¿saben ustedes cuánto cuesta al estado cada ciudadano chileno desde el momento que sale de la universidad? ¡un millón de pesos de seis peniques! Un millón de pesos de seis peniques y seguían apuntándonos con el dedo: cómo se explica la paradoja hidrostática cómo se reproducen los helechos enuméreme los volcanes de Chile cuál es el río más largo del mundo cómo se reproducen los elefantes inventor de la máquina de coser inventor de los globos aerostáticos ustedes están más colgados que una ampolleta van a tener que irse para la casa y volver con sus apoderados a conversar con el Rector del Establecimiento Y mientras tanto la Primera Guerra Mundial Y mientras tanto la Segunda Guerra Mundial La adolescencia al fondo del patio La juventud debajo de la mesa La madurez que no se conoció La vejez con sus alas de insecto.
es
Villamediana,Conde_de
<XXI
Amor_Es_Un_Alterno_Beneficio
Amor es un alterno beneficio que recíprocos lazos multiplica, unión de voluntades que se aplica a felizmente acepto sacrificio; gloriosa diversión, atento oficio de un alma ya de afectos nobles rica, dulcísima abusión que califica en sublime concordia alto ejercicio; vïolenta opresión que se dispone a lograr en sí misma, interiormente, fe que en gémina luz rayos enciende; pasto que la ambición del gusto pone, dulce dolor que aplaude lo que siente, arte en que ignora más, quien más entiende.
es
Fuertes,Gloria
<XXI
San_Juan_De_La_Cruz
Querido Juanito: No, si poseer poseo el entendimiento del amor; lo que no alcanzo ni con amor ni con oración ni con bondad ni con poesía es ser por el amado correspondida.
es
Martí,José
<XXI
Por_Las_Mañanas
Por las mañanas Mi pequeñuelo Me despertaba Con un gran beso. Puesto a horcajadas Sobre mi pecho, Bridas forjaba Con mis cabellos. Ebrio él de gozo, De gozo yo ebrio, Me espoleaba Mi caballero: ¡Qué suave espuela Sus dos pies frescos! ¡Cómo reía Mi jinetuelo! Y yo besaba Sus pies pequeños, ¡Dos pies que caben En solo un beso!
es
Ongay,Íñigo
XXI
No_Tengo_Más_Calor_Que_El_Que_Me_Prestas
No tengo más calor que el que me prestas No yelo si no quieres que me enfríe al calor de los besos que me restas. Cierto voy, si no buscas que extravíe el equívoco plano de estas cuestas sin albatros ni brújula que guíe. Acojo el proyectil de la ballesta si alevosa me pides que confíe. Desconozco los signos de la vida Y si quieres quemar la primavera me pertrecho de fuego y combustibles. el equívoco plano de estas cuestas sin albatros ni brújula que guíe. Acojo el proyectil de la ballesta si alevosa me pides que confíe. Desconozco los signos de la vida Y si quieres quemar la primavera me pertrecho de fuego y combustibles. Desconozco los signos de la vida Y si quieres quemar la primavera me pertrecho de fuego y combustibles.
es
Panero,Leopoldo_María
<XXI
Aun_Cuando_Tejí_Mi_Armadura_De_Acero
Aun cuando tejí mi armadura de acero el terror en mis ojos muertos. Aun cuando con mano blanca y nula hice de silencio tus orines y la nieve cae aún sobre mi cuerpo pese a ello se impone un silencio aún más hondo a los clavos que habían horadado mi cráneo: aun cuando sean huesos quizá lo que no tiembla aun cuando el musgo concluye mi pecho¹ el terror remueve las cuencas vacías.
es
Pombo,Rafael
<XXI
Nunca_Pensé_Que_A_Resonar_Volviera
Nunca pensé que a resonar volviera Mi lira ignota que en secreto un día Fácil y humilde acompañar solía Los dulces juegos de mi edad primera. Pero escuchó tu nombre que ligera Doquier la gloria entusiasmada envía, Y él fue como una brisa de armonía Que hizo vibrar sus cuerdas placentera. Te vi, te oí, y en mi arrebato ciego Pensé que el mismo Dios en ti respira, Volver sintiendo el apagado fuego. Y pues eres la musa que me inspira, Gottschalk, mándame tu álbum, porque luego Quiero a tus pies despedazar mi lira.
es
Gutiérrez_González,Gregorio
<XXI
La_Oración
Bien hace aquel que prosternado cae Y confiesa y alaba a su Señor. Crer y confesar tal vez lo salven, Pero es dulce, es mejor pedirle a Dios. Confiad en la oración, llama que sube Hasta las salas de la eterna luz, Telégrafo instantáneo que nos une Con la patria de amor, patria común. Las plegarias, que son alas del alma, La llevan recta hasta encontrar a Dios, Y oración que a su trono se levanta Baja trayendo alguna bendición. Pedidle a Aquél, en cuya mansa boca Tantas promesas para todos hay, No temáis implorarle a todas horas; Creed en el Pedid y se os dará. Si no alcanzáis lo que pedís fervientes, (Misterioso poder de la oración) Encontraréis de los pedidos bienes Después de orar, necesidad menor. Pedid y se os dará.
es
Gutiérrez_Nájera,Manuel
<XXI
Non_Omnis_Moriar
¡No moriré del todo, amiga mía! De mi ondulante espíritu disperso algo en la urna diáfana del verso piadosa guardará la poesía. ¡No moriré del todo! Cuando herido caiga a los golpes del dolor humano, ligera tú, del campo entenebrido levantarás al moribundo hermano. Tal vez entonces por la boca inerme que muda aspira la infinita calma, oigas la voz de todo lo que duerme ¡con los ojos abiertos de mi alma! Hondos recuerdos de fugaces días, ternezas tristes que suspiran solas; pálidas, enfermizas alegrías sollozando al compás de las violas... Todo lo que medroso oculta el hombre se escapará, vibrante, del poeta, en áureo ritmo de oración secreta que invoque en cada cláusula tu nombre. Y acaso adviertas que de modo extraño suenan mis versos en tu oído atento, y en el cristal, que con mi soplo empaño, mires aparecer mi pensamiento. Al ver entonces lo que yo soñaba, dirás de mi errabunda poesía: era triste, vulgar lo que cantaba... ¡mas, qué canción tan bella la que oía! Y porque alzo en tu recuerdo notas del coro universal, vívido y almo; y porque brillan lágrimas ignotas en el amargo cáliz de mi salmo; porque existe la Santa Poesía y en ella irradias tú, mientras disperso átomo de mi ser esconda el verso ¡no moriré del todo, amiga mía!
es
Bécquer,Gustavo_Adolfo
<XXI
Rima_Xxxii
Pasaba arrolladora en su hermosura y el paso le dejé; ni aun a mirarla me volví y, no obstante, algo a mi oído murmuró: —Esa es. ¿Quién reunió la tarde a la mañana? Lo ignoro; sólo sé que en una breve noche de verano se unieron los crepúsculos, y... fue.
es
Nervo,Amado
<XXI
Delicta_Carnis
Carne, carne maldita que me apartas del cielo; carne tibia y rosada que me impeles al vicio; ya rasgué mis espaldas con cilicio y flagelo por vencer tus impulsos, y es en vano, ¡te anhelo a pesar del flagelo y a pesar del cilicio! Crucifico mi cuerpo con sagrados enojos, y se abraza a mis plantas Afrodita la impura; me sumerjo en la nieve, mas la templan sus ojos; me revuelco en un tálamo de punzantes abrojos, y sus labios lo truecan en deleite y ventura. Y no encuentro esperanza, ni refugio ni asilo, y en mis noches, pobladas de febriles quimeras, me persigue la imagen de la Venus de Milo, con sus lácteos muñones, con su rostro tranquilo y las combas triunfales de sus amplias caderas. ¡Oh Señor Jesucristo, guíame por los rectos derroteros del justo; ya no turben con locas avideces la calma de mis puros afectos ni el caliente alabastro de los senos erectos, ni el marfil de los hombros, ni el coral de las bocas!
es
Machado,Antonio
<XXI
Mirando_Mi_Calavera
Mirando mi calavera un nuevo Hamlet dirá: He aquí un lindo fósil de una careta de carnaval.
es
Hahn,Óscar
<XXI
Estuve_Toda_La_Noche_Parado_Frente_A_Tu_Puerta
Estuve toda la noche parado frente a tu puerta Esperando que salieran tus sueños A la una salió una galería de espejos A las dos salió una alcoba llena de agua A las tres salió un hotel en llamas A las cuatro salimos tú y yo haciendo el amor A las cinco salió un hombre con una pistola A las seis se oyó un disparo y despertaste A las siete saliste apurada de tu casa A las ocho nos encontramos en el Hotel Valdivia A las nueve los multiplicamos en los espejos A las diez nos tendimos en la cama de agua A las once hicimos el amor hasta el exterminio Ahora son las doce del día Y tengo entre mis brazos al cuerpo de todos mis delitos
es
Bernárdez,Francisco_Luis
<XXI
Hogar
Encendido en palabras puras el fuego conversa conmigo. Como un abuelo labrador, de cenizas encanecido, llamea su boca barbada un consejo de campesino. Y tiene sencillez de campo, sencillez de ropa de lino, sencillez de pan de centeno, sencillez de ataúd de pino. Un poco de cielo desciende al humoso ademán tranquilo.
es
Aridjis,Homero
<XXI
Sobre_Ángeles_Ii
Cada ángel tiene el color, el tamaño y la edad del hombre (o la mujer) que está guardando. Así el ángel se adapta a su acompañante. Así los demás no perciben su presencia. Sólo se ha sabido del caso de un ángel que continuó andando después que su custodiado murió en la calle, y del caso de otro ángel que no participó en un crimen, que mantuvo la mano ajena cuando el homicida descargó la puñalada; y de un ángel que al amanecer se encontró sentado en una silla, mientras la mujer que protegía pasaba la noche haciendo el amor.
es
Fernández_Moreno,Baldomero
<XXI
Esta_Noche_No_Sales,_Te_Secuestro
—Esta noche no sales, te secuestro, aquí está tu sillón, aquí tu lámpara, tu pluma, tu tintero, tus cuartillas, escribe, o lee, o sueña, o no hagas nada. Esta noche no sales, te secuestro, con mis tijeras cortaré tus alas. Recorreré las piezas diligente, iré, por ver la noche, a la ventana... Fastidiaos, diré, hondas tinieblas, rústicas brisas, estrellitas pampas, esta noche no es para vosotras, su meditar llena de luz la casa. Aflojaré después las ropas mías, esponjaré mi cabellera blanda, te serviré un café como tú quieras, escribirás las últimas palabras, y verás qué reposo el de tu cuerpo: de tu sillón, un paso, y a la cama. Las almohadas creerás montón de flores, frescas hojas las sábanas... Y estarás dormitando todavía, cuando entraré con silenciosa planta a nuestro cuarto; tocaré tu hombro, estirarás una pereza larga, y ante tus ojos, de mis brazos puros, rodará dulcemente la mañana.
es
Aridjis,Homero
<XXI
Los_Espacios_Azules_Iii
Cada onda es el agua uno es el hombre unidos van las hojas y el verde las alas y el aire los ríos son este Río y sola va el arca por la noche
es
López_Velarde,Ramón
<XXI
Me_Estás_Vedada_Tú
¿Imaginas acaso la amargura que hay en no convivir los episodios de tu vida pura? Me está vedado conseguir que el viento y la llovizna sean comedidos con tu pelo castaño. Me está vedado oír en los latidos de tu paciente corazón (sagrario de dolor y clemencia), la fórmula escondida de mi propia existencia. Me está vedado, cuando te fatigas y se fatiga hasta tu mismo traje, tomarte en brazos, como quien levanta a su propia ilusión incorruptible hecha fantasma que renuncia al viaje. Despertarás una mañana gris y verás, en la luna de tu armario, desdibujarse un puño esquelético, y ante el funerario aviso, gritarás las cinco letras de mi nombre, con voz pávida y floja, ¡Y yo me hallaré ausente de tu final congoja! ¿Imaginas acaso mi amargura impotente? Me estás vedada tú... Soy un fracaso de confesor y médico que siente perder a la mejor de sus enfermas y a su más efusiva penitente. Me está vedado conseguir que el viento y la llovizna sean comedidos con tu pelo castaño. Me está vedado oír en los latidos de tu paciente corazón (sagrario de dolor y clemencia), la fórmula escondida de mi propia existencia. Me está vedado, cuando te fatigas y se fatiga hasta tu mismo traje, tomarte en brazos, como quien levanta a su propia ilusión incorruptible hecha fantasma que renuncia al viaje. Despertarás una mañana gris y verás, en la luna de tu armario, desdibujarse un puño esquelético, y ante el funerario aviso, gritarás las cinco letras de mi nombre, con voz pávida y floja, ¡Y yo me hallaré ausente de tu final congoja! ¿Imaginas acaso mi amargura impotente? Me estás vedada tú... Soy un fracaso de confesor y médico que siente perder a la mejor de sus enfermas y a su más efusiva penitente. Me está vedado oír en los latidos de tu paciente corazón (sagrario de dolor y clemencia), la fórmula escondida de mi propia existencia. Me está vedado, cuando te fatigas y se fatiga hasta tu mismo traje, tomarte en brazos, como quien levanta a su propia ilusión incorruptible hecha fantasma que renuncia al viaje. Despertarás una mañana gris y verás, en la luna de tu armario, desdibujarse un puño esquelético, y ante el funerario aviso, gritarás las cinco letras de mi nombre, con voz pávida y floja, ¡Y yo me hallaré ausente de tu final congoja! ¿Imaginas acaso mi amargura impotente? Me estás vedada tú... Soy un fracaso de confesor y médico que siente perder a la mejor de sus enfermas y a su más efusiva penitente. Me está vedado, cuando te fatigas y se fatiga hasta tu mismo traje, tomarte en brazos, como quien levanta a su propia ilusión incorruptible hecha fantasma que renuncia al viaje. Despertarás una mañana gris y verás, en la luna de tu armario, desdibujarse un puño esquelético, y ante el funerario aviso, gritarás las cinco letras de mi nombre, con voz pávida y floja, ¡Y yo me hallaré ausente de tu final congoja! ¿Imaginas acaso mi amargura impotente? Me estás vedada tú... Soy un fracaso de confesor y médico que siente perder a la mejor de sus enfermas y a su más efusiva penitente. Despertarás una mañana gris y verás, en la luna de tu armario, desdibujarse un puño esquelético, y ante el funerario aviso, gritarás las cinco letras de mi nombre, con voz pávida y floja, ¡Y yo me hallaré ausente de tu final congoja! ¿Imaginas acaso mi amargura impotente? Me estás vedada tú... Soy un fracaso de confesor y médico que siente perder a la mejor de sus enfermas y a su más efusiva penitente. ¿Imaginas acaso mi amargura impotente? Me estás vedada tú... Soy un fracaso de confesor y médico que siente perder a la mejor de sus enfermas y a su más efusiva penitente.
es
Martí,José
<XXI
Mi_Señor_Don_Serafín
Mi señor don Serafín: ¿Conque muerto, y no sé qué Más,— y que ya piensa usted Que «mi amor llegó a su fin»? Si lo piensa, mal pensó; Lo que pasa, lo que sí Es gran verdad, es que aquí No hay más que un muerto, y soy yo. De tanto ver padecer Sin ver cómo consolar, Y tanto amargo llorar Donde no lo dejo ver,— De tanto esperar en vano Con el corazón deshecho Que le vuelva el alma al pecho Al triste pueblo cubano,— De tanto mover la pluma Por obligación y oficio, Sin más fruto y beneficio Que un poco de pan y espuma,— De tanto esforzar los bríos Que—siguiendo el noble ejemplo De un don Serafín,—retiemblo Más mientras más son los fríos,— De tanto avivar la fe Que se muere, o que se esconde, De tanto cuidar adonde Nadie cuida, y nadie ve,— De tanto alzar con mis manos Pobres, oscuras y solas, Sobre la hiel y las olas, Casa igual a mis cubanos,— De tanto esperar—¡es cierto Que lo espero cada un día!— Que acabe al fin la agonía En el reposo del muerto,— Me entran como temporales De silencio,—precursor De aquel silencio mayor Donde todos son iguales. Sólo para mi deber De vivir como hombre honrado, Tiene el brazo, fatigado De escribir, sangre y poder,— Y luego de hacer el pan Con el dolor cotidiano, Muerta la pluma en la mano, Me envuelvo en el huracán. Dura un mes, dura dos meses El silencio extraño,—y luego Renace, con nuevo fuego El campo, ¡y con nuevas mieses! Y en cada espiga del trigo De estas penosas cosechas Verá, quien mire a derechas: «Don Serafín es mi amigo». Lo cuentan juntos los granos,— Juntos, en sabios letreros: ¿Para qué somos sinceros? ¿Para qué somos cubanos? ¿Para quién, en estas pascuas, Para quién, en esta hiel, Pensando en Carlos Manuel, Compré un vapor en las pascuas? Rojo de puro coraje, Así me dice el vapor: «¡Pero, mi amigo y señor, Cuándo emprendemos el viaje?» Y yo pensando en la espuma Que lleva al Cayo querido, Por Carlos Manuel vencido. Vuelvo la vista a la pluma Adiós. El vapor irá En la semana que viene: Ya lo tiene, ya lo tiene Un amigo que se va. Y de mí le he de decir Que en el sigilo, sereno, Sin miedo al rayo ni al trueno Elaboro el porvenir.
es
Meléndez_Valdés,Juan
<XXI
Dulce_Dalmiro,_Cuando_A_Filis_Suena
Dulce Dalmiro, cuando a Filis suena Tu delicada lira, El río por oírte el curso enfrena, Y el mar templa su ira. Alzan las Ninfas su nevada frente Coronada de flores, Suelta Neptuno el húmido tridente Absorto en tus amores. Del céfiro en los brazos calma el vuelo El ábrego irritado; Y el verdor torna al agostado suelo Tu acento regalado. Desde el olimpo baja Citerea, Tanto con él se agrada, Y en sus canoros trinos se recrea, De Mavorte olvidada. Siguen tus blandos ayes arrullando Sus cándidas palomas, Sus Cupidos contino derramando Sobre ti mil aromas. Y otros tan fino amar tiernos oyendo, Una guirnalda bella De mirto y rosas y laurel tejiendo, Ornan su sien con ella. Las vagarosas parlerillas aves Que ven la Cipria diosa, Aclaman con mil cánticos suaves Su llegada dichosa: Y en dulcísimos tonos no aprendidos Le dan la bienvenida; Mas de tu lira oyendo los sonidos Calla su voz vencida. O Filomena solo que enardece Tan celestial encanto, En blandos píos remedar parece Las gracias de tu canto. Mientras que de Díone los loores Renovando divinos, La imploras favorable en tus amores Con mil sáficos himnos; Que muy más dulces que la miel más pura, Que el aroma agradables, Solo respiran plácida blandura, Solo afectos amables, Delicias solo y embeleso y gloria, Y paz y eterna calma, Bien que de Fili la llorosa historia Renuevan en el alma: Y aquel brillar cual fósforo esplendente Que raudo cruza el cielo, Para hundirse en el lóbrego occidente Dejando en luto el suelo. Todo oyéndote calla, tu voz suena, Y el concento armonioso Puebla el aire y el ánimo enajena En éxtasi amoroso. No cese pues, poeta soberano, Son tan claro y subido: Goza el sublime don que en larga mano Te dan Febo y Cupido. Gózale; y en mi oreja siempre suene Tu derretido acento, Que de ternura celestial me llene Y de inmortal contento.
es
Torres_Bodet,Jaime
<XXI
Ya_Empiezas_A_Dorar,_Octubre_Mío
Ya empiezas a dorar, octubre mío, con las cimas del huerto, ésas —distantes— del pensamiento a cuyas frondas fío la sombra de mis últimos instantes. Corazón y jardín tuvieron, antes, cada cual a su modo, su albedrío; pero deseos y hojas tan brillantes necesitaban, para arder, tu frío. Aterido el vergel, desierta el alma, más luz entre los troncos que despojas a cada instante, envejeciendo, veo. Y en el cielo ulterior, de nuevo en calma, cuando terminen de caer las hojas miraré, al fin desnudo, mi deseo.
es
Gil_de_Biedma,Jaime
<XXI
Una_Clara_Conciencia_De_Lo_Que_Ha_Perdido
Una clara conciencia de lo que ha perdido, es lo que le consuela. Se levanta cada mañana a fallecer, discurre por estancias en donde sórdamente duele el tiempo que se detuvo, la herida mal cerrada. Dura en ningún lugar este otro mundo, y vuelve por la noche en las paradas del sueño fatigoso... Reino suyo dorado, cuántas veces por él pregunta en la mitad del día, con el temor de olvidar algo! Las horas, largo viaje desabrido. La historia es un instante preferido, un tesoro en imágenes, que él guarda para su necesaria consulta con la muerte. Y el final de la historia es esta pausa.
es
Benítez_Reyes,Felipe
<XXI
La_Condena
El pasillo cuyo final no alcanzo nunca, la navaja que me persigue mientras yo corro —inmóvil— por un bosque poblado por fantasmas, y de pronto los rostros confundidos, las ciudades absurdas con escaleras rotas y edificios vacíos y estatuas mutiladas y deformadas perspectivas, y tú que me abandonas porque me desconoces, porque somos extraños en ese orden pavoroso establecido sobre las ruinas de la razón, y el túnel que se vuelve interminable, y ver que me persiguen, que unas manos afilan un puñal, y que corro, y que me alcanzan... Ciertas noches, con ligeras variantes, esta fiel pesadilla me atormenta. Lo que hice para merecerla no lo sé.
es
Buesa,José_Ángel
<XXI
Te_Miraba_Acostada_Con_Mis_Ojos_De_Bueno
Te miraba acostada con mis ojos de bueno, tus ojos aprendían lentamente a soñar, y tu sueño iba a otro, a tu amor en estreno, embriagado de fuga, de capricho y de azar. Me tomaste una mano para palpar tu seno, tu corazón latía con el mío a la par: el tuyo acelerado por un amor ajeno, mi corazón tan cerca, sin poderlo alcanzar. Así dejé de amarte y empecé a comprenderte. Sentí que me tocaba como un roce de muerte, un dolor voluptuoso, pasajero y vulgar. Y mientras me veías mansamente a tu lado, yo escapaba en silencio, para siempre alejado. ¡Aunque esta misma noche te vuelva a desnudar!
es
Martí,José
<XXI
Tórtola_Blanca
El aire está espeso La alfombra manchada, Las luces ardientes, Revuelta la sala; Y acá entre divanes Y allá entre otomanas, Tropiézase en restos De tules, —o de alas! Un baile parece De copas exhaustas! Despierto está el cuerpo, Dormida está el alma; ¡Qué férvido el valse! ¡Qué alegre la danza! ¡Qué fiera hay dormida Cuando el baile acaba! Detona, chispea, Espuma, se vacía, Y expira dichosa La rubia champaña: Los ojos fulguran, Las manos abrasan, De tiernas palomas Se nutren las águilas; Don Juanes lucientes Devoran Rosauras; Fermenta y rebosa La inquieta palabra; Estrecha en su cárcel La vida incendiada, En risas se rompe Y en lava y en llamas; Y lirios se quiebran, Y violas se manchan, Y giran las gentes, Y ondulan y valsan; Mariposas rojas Inundan la sala, Y en la alfombra muere La tórtola blanca. Yo fiero rehúso La copa labrada; Traspaso a un sediento La alegre champaña; Pálido recojo La tórtola hollada; Y en su fiesta dejo Las fieras humanas;— Que el balcón azotan Dos alitas blancas Que llenas de miedo Temblando me llaman.
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
Tengan_Cuidado,_Señores
Tengan cuidado, señores, que estamos en La Esperanza y aquí los caminos van a donde les da la gana. Que si al norte, que si al sur, que a la mar, que a la montaña, que si a muros, que si a olvidos, que a los perros, que a la nada. Jamás te dicen su fin, caminan vueltos de espalda. Son caminos de veletas, un laberinto que anda; ni te llevan ni te traen, te dejan en la estacada. Tus pasos pueden seguirlos, pero nunca tu mirada; dan más zig-zag que conejos burlando tiros de caza. Por eso alguna trocha puedes llegar a tu propia infancia abriendo el arco de punto de las góticas castañas. Ver a la mamá Aguedita, la escuela, con su fachada triste, y el bosque que ha entrado como un señor en la plaza mirando jugar el viento con la tierra colorada. Pongan cuidado, no pierdan esta emoción de cucaña que en lo alto de los pinos prodiga sus espadañas. Cuidado, tengan cuidado, que aquí se cae o resbala en el barro y en las piedras que humedece la nostalgia. Caminos que nos caminan, veredas que nos alcanzan, qué lejos vamos, qué lejos sin mesón y sin posada. No sigan, párense aquí y remójense la barba, que estos caminos verdinos me están mordiendo en el alma.
es
Pardo_García,Germán
<XXI
¿Qué_Fue_De_Las_Amantes_Que_Redomas
¿Qué fue de las amantes que redomas trizaron a tus pies con sus latidos y dándote calor, como en los nidos entibian sus polluelos las palomas? ¡En selva pasionaria, sus aromas aspiraste con ávidos sentidos, y por ti permanecen esparcidos sus efluvios en árboles y lomas! No es verdad que la tumba las retiene. Palomas son de tu jardín interno, y su arrullar a consolarte viene. Y en la germinación o en el invierno, calientan el sitial que te sostiene con brasas de la carne y de su infierno.
es
Chumacero,Alí
<XXI
Solemnidad_De_Tigre_Incierto,_Ahí_En_Sus_Ojos
Solemnidad de tigre incierto, ahí en sus ojos vaga la tentación y un náufrago se duerme sobre jades pretéritos que aguardan el día inesperado del asombro en épocas holladas por las caballerías. Ira del rostro, la violencia es río que despeña en la quietud el valle, azoro donde el tiempo se abandona a una corriente análoga a lo inmóvil, bañada en el reposo al repetir la misma frase desde la sílaba primera. Sólo el sonar bajo del agua insiste con incesante brío, y el huracán acampa en la demora, desterrado que a la distancia deja un mundo de fatiga. Si acaso comprendiéramos, epílogo sería el pensamiento o música profana, acorde que interrumpe ocios como la uva aloja en vértigo el color y la penumbra alienta a la mirada. Vayamos con unción a la taberna donde aroma el humo que precede, bajemos al prostíbulo a olvidar esperando: porque al fin contemplamos la belleza.
es