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Samaniego,Félix_María_de
<XXI
Picaba_Impertinente
Picaba impertinente en la espaciosa calva de un anciano una mosca insolente. Quiso matarla, levantó la mano, tiró un cachete, pero fuese salva, hiriendo el golpe la redonda calva. Con risa desmedida la mosca prorrumpió: «Calvo maldito si quitarme la vida intentaste por un leve delito, ¿a qué pena condenas a tu brazo bárbaro ejecutor de tal porrazo?— »Al que obra con malicia, le respondió el varón prudentemente, rigurosa justicia debe dar el castigo conveniente, y es bien ejercitarse la clemencia en el que peca por inadvertencia. »Sabe, mosca villana, que coteja el agravio recibido la condición humana según la mano de donde ha venido»; que el grado de la ofensa tanto asciende cuanto sea más vil aquel que ofende.
es
Villegas,Esteban_Manuel_de
<XXI
Oda_Iv
Antes que llegues con tus años, Lida, a la vejez cansada, ¡ay! no le ofrezcas al desdén posada, que es basilisco del que más le anida; sino, mucho amorosa, labra en mi celo, cogerás tu rosa. La purpurada Venus y el hijuelo io que siempre la acompaña, o salen en Abril a la campaña o del Mayo en la flor pisan el suelo, ya con alegres danzas brindando a tu verdor con mil mudanzas. No pienses que el Otoño, cuando apenas el campo se asegura, visitan de los bosques la espesura, ni las montañas, otro tiempo amenas; que entonces, dulce Lida, la más lozana más está encogida. Tú esperas de la Cinara el empleo, que se arrugó doncella; Cinara digo, la que un tiempo bella veneno al alma fue, taza al deseo. Mas ¡ay! que ya su queja llora el pasado error al verse vieja. Yo la vi un tiempo coronar la frente de resplandor dorado y entre las brasas del carmín rosado vibrar la juventud su llama ardiente, que pudiera en los bronces cuajar cenizas su viveza entonces. ¡Cuán bella estaba al extender el paso! ¡Con cuánto señorío del tierno joven cautivaba el brío! Mas adornóse de desdén escaso, que imitaba sin arte de Amor el plomo, el mármol de Anaxarte. Pero ya arrepentida, y más corrida de lo que su edad pide, mis verdes años con sus canas mide, y al no torcellos llora arrepentida; que la que vieja adora con más ventajas se enternece y llora. Por cuanto no querrás verte a deshora cautiva de estos daños, después que á un tiempo los purpúreos años se hayan volado con la blanca aurora, y entre fuego y ceniza haga el amor en tu vejez la riza. Deja por Dios, y por tus ojos deja, de ser menos esquiva, y en tanto que la edad briosa priva, halle cabida en tu elección mi queja; que la Venus temprana ni el alma afrenta, ni el honor profana.
es
Pizarnik,Alejandra
<XXI
No_Querer_Blancos_Rodando
¡Ah! El infinito egoísmo de la adolescencia, el optimismo estudioso: ¡cuán lleno de flores estaba el mundo ese verano! Los aires y las formas muriendo... No querer blancos rodando en planta movible. No querer voces robando semillosas arqueada aéreas. No querer vivir mil oxígenos nimias cruzadas al cielo. No querer trasladar mi curva sin encerar la hoja actual. No querer vencer al imán la alpargata se deshilacha. No querer tocar abstractos llegar a mi último pelo marrón. No querer vencer colas blandas los árboles sitúan las hojas. No querer traer sin caos portátiles vocablos.
es
Neruda,Pablo
<XXI
Muchachas_Que_Buscabais
Muchachas que buscabais el gran amor, el gran amor terrible, qué ha pasado, muchachas? Tal vez el tiempo, el tiempo! Porque ahora, aquí está, ved cómo pasa arrastrando las piedras celestes, destrozando las flores y las hojas, con un ruido de espumas azotadas contra todas las piedras de tu mundo, con un olor de esperma y de jazmines, junto a la luna sangrienta! Y ahora tocas el agua con tus pies pequeños, con tu pequeño corazón y no sabes qué hacer! Son mejores ciertos viajes nocturnos, ciertos departamentos, ciertos divertidísimos paseos, ciertos bailes sin mayor consecuencia que continuar el viaje! Muérete de miedo o de frío, o de duda, que yo con mis grandes pasos la encontraré, dentro de ti o lejos de ti, y ella me encontrará, la que no temblará frente al amor, la que estará fundida conmigo en la vida o la muerte! Tal vez el tiempo, el tiempo! Porque ahora, aquí está, ved cómo pasa arrastrando las piedras celestes, destrozando las flores y las hojas, con un ruido de espumas azotadas contra todas las piedras de tu mundo, con un olor de esperma y de jazmines, junto a la luna sangrienta! Y ahora tocas el agua con tus pies pequeños, con tu pequeño corazón y no sabes qué hacer! Son mejores ciertos viajes nocturnos, ciertos departamentos, ciertos divertidísimos paseos, ciertos bailes sin mayor consecuencia que continuar el viaje! Muérete de miedo o de frío, o de duda, que yo con mis grandes pasos la encontraré, dentro de ti o lejos de ti, y ella me encontrará, la que no temblará frente al amor, la que estará fundida conmigo en la vida o la muerte! Porque ahora, aquí está, ved cómo pasa arrastrando las piedras celestes, destrozando las flores y las hojas, con un ruido de espumas azotadas contra todas las piedras de tu mundo, con un olor de esperma y de jazmines, junto a la luna sangrienta! Y ahora tocas el agua con tus pies pequeños, con tu pequeño corazón y no sabes qué hacer! Son mejores ciertos viajes nocturnos, ciertos departamentos, ciertos divertidísimos paseos, ciertos bailes sin mayor consecuencia que continuar el viaje! Muérete de miedo o de frío, o de duda, que yo con mis grandes pasos la encontraré, dentro de ti o lejos de ti, y ella me encontrará, la que no temblará frente al amor, la que estará fundida conmigo en la vida o la muerte! Y ahora tocas el agua con tus pies pequeños, con tu pequeño corazón y no sabes qué hacer! Son mejores ciertos viajes nocturnos, ciertos departamentos, ciertos divertidísimos paseos, ciertos bailes sin mayor consecuencia que continuar el viaje! Muérete de miedo o de frío, o de duda, que yo con mis grandes pasos la encontraré, dentro de ti o lejos de ti, y ella me encontrará, la que no temblará frente al amor, la que estará fundida conmigo en la vida o la muerte! Son mejores ciertos viajes nocturnos, ciertos departamentos, ciertos divertidísimos paseos, ciertos bailes sin mayor consecuencia que continuar el viaje! Muérete de miedo o de frío, o de duda, que yo con mis grandes pasos la encontraré, dentro de ti o lejos de ti, y ella me encontrará, la que no temblará frente al amor, la que estará fundida conmigo en la vida o la muerte! Muérete de miedo o de frío, o de duda, que yo con mis grandes pasos la encontraré, dentro de ti o lejos de ti, y ella me encontrará, la que no temblará frente al amor, la que estará fundida conmigo en la vida o la muerte!
es
Caro,Miguel_Antonio
<XXI
Hora_Iv
He vuelto solo al césped del collado Do tú, Rogerio amigo, Cuando la tarde halaga al mustio prado, Ibas siempre conmigo. ¿Recuerdas? florecillas ignoradas Buscabas en la hierba Que, secas hojas hoy, pero sagradas, Vivo el amor conserva. Yo te hablaba ¿quién va a acordarse ahora? Siempre a ti el alma mía, Lo mismo a mí la tuya, soñadora, Su panorama abria. Serio haciéndosevami pensamiento, Pues como tú te fuiste, Aunque todo está igual, no sé qué siento Queestá todo tan triste. El mismo cielo azul, la torre oscura Miro, la fuente misma; Mas tu ausencia el paisaje desfigura Empañándome el prisma. Y a veces me pregunto en el sendero, O allá, meditabundo: ¿Por qué esta amarga soledad prefiero A los gozos del mundo? ¿Será que el hombre, digo, desterrado Lleva un impulso dentro Que le estimula a repasar lo andado Y a volver siempre a un centro? Aspiración a eternidad es este Poder que nos sujeta; Preludio santo, inspiración celeste Que modula el poeta. Mas, ¿qué cosa inmortal ve la mirada? Solo parece eterno Este secreto abismo, o muerte, o nada Lo llamemos, o infierno: Este ser que invisible nos devora; Que universal tributo Cobra, y la flor respeta o la mejora Para llevarse el fruto! A. veces me parece la Natura Tan llena de riquezas Con esa rozagante vestidura, Y con tantas bellezas, Cual fuente de jardín: artificiales Fascinan el sentido Sus cristalinos arcos, siempre iguales, Con perenne rüido: Todo es animación; mas si los ojos A examinarla fueren, Verán que es vida a fuerza de despojos ¡Son mil gotas que mueren! No bien el ser sus formas consolida, De sí efímero dueño, Átale sordo vértigo, y su vida Se evapora en un sueño. ¡Naufragio universal! Cuando ese abismo Calo en la mente y sondo Vuelvo aterrado; a todo ser lo mismo Traga, y no tiene fondo. Corre la humanidad por mil senderos Al ciego remolino Allá mis padres van, mis compañeros; Yo con ellos camino. Y tú también: tu juvenil historia Que de amor se atavía, Mañana yacerá, desecha gloria, Bajo la tumba fría. Tantos gajes de amor correspondidos Y lágrimas preciosas; Y aquellas esperanzas y gemidos, Y tantas, tantas cosas, Serán cenizas. Duéleme su estrago; Y el deseo que siente Quien ve a un hijo morir, de ser un mago, O genio omnipotente, Por ti lo siento: milagrosas ramas Quisiera entretejerte Y oculto a par de la que tanto amas, Hurtarte allí a la muerte. "Yo también en Arcadia soy nacido", Y puedo con mi lira Tu nombre redimir a ingrato olvido; Pero no a ti a la pira. Podemos eso, eternizar un nombre, ¡Salvar una mortaja! No disputamos a la muerte el hombre Que ella encerró en su caja. ¡Eternizar un nombre, honor mezquino! ¡Y dice el mundo luego Que el lauro del poeta es don divino Y su alma sacro fuego! ¡Naufragio universal! Tambien nosotros Que eterna nombradía Dispensamos, morimos cual los otros Cuando nos llega el día. De la propia existencia a nuestra mente ¿Qué deja lo pasado? Recuerdos, un despojo deficiente Un busto inanimado. Vuelve a mirar a tus antiguos días; ¿Qué ves? Allá el abrigo De tu infancia y sus frescas alegrías Tus padres y un amigo. La escena va ensanchándose adelante: Campos, ciudades, puertos... ¡Mírate! ¡no te ves muerto viandante En un mundo de muertos! Con este doloroso sentimiento Ayer, muriendo el día, Tornaba a mi mansión: el manso viento En los sauces gemía. Y una mística voz a su manera Habló en secreto a el alma; Voz que animando la piedad primera, Me devolvió la calma. Y te olvidas de mí (la voz decía) Tú que antes en mi seno Reclinabas con grata simpatía Tu semblante sereno? "El maléfico ser que ves al lado, Que todo lo devora, Es la muerte del alma, del pecado Anciana servidora. "Y la que desesperas en tu duelo De hallar, dichosa suerte, Es la vida beatífica del cielo; Yo, que vencí a la muerte! Envenenose el hombre de obcecado; Dios al culpable hijo Miró piadoso en su infelice estado, Y, salvarele, dijo. "Yo a salvarle bajé; mi amor le llama; Rebelde, se suicida; El que a mi voz responde, el que me ama Vivirá eterna vida. "Mi amor viene a buscarte; de mis brazos El orgullo te aleja Vuelve a anudar los redentores lazos; Ama, y recelos deja". Pensé en mi infancia en dulce arrobamiento, Y lloré mi extravío; Y luego a ti volvió mi pensamiento, Rogerio, amigo mío. Mis lágrimas enviarte deseara Con su muda elocuencia; Y la no articulada, pero clara Voz que oí en mi conciencia. Ya libertarte del naufragio espero, No en culta poesía, Mas de mi fe lanzándote el madero: ¡Cree! ¡Ama! ¡Confía! Al que a esa tabla náufrago se acoge, Quien a la muerte dura Venció en la cruz, acude y le recoge Con paternal ternura. Tantos gajes de amor correspondidos Y lágrimas preciosas; Y aquellas esperanzas y gemidos, Y tantas, tantas cosas, Asócialas con vínculo süave A más alto destino; ¡Sálvate con tus glorias en la nave Que a rescatarnos vino!
es
Alberca,Marta
XXI
Tras_Meses_De_Ausencias
Tras meses de ausencias, de silencios de amigas. He podido deleitarme con tu felicidad fortuíta y tranquila y tu ilusión de esposa enamorada. Se perdió la fatiga antigua de tu voz y hoy la firmeza preside tu discurso. Yo, con mis oidos plenos, abiertos, escucho como manejas el blanco y el negro, cual malabarista, mientras apenas distingo una paleta emborronada de grises, de azules manchados, de rosas de cuarzo, algunos lunes en la biblioteca. Me has rebelado el conjuro: sin apenas convocar a la paciencia, elaborar una lista de cualidades selectas, finamente escogidas entre las ya especies protegidas, —¡ese pragmatismo tuyo!— y Diana alcanzará para ti todo lo que ahora disfrutas. En el pozo claro de mi alma, quedan tardes de dibujos, aquellas tertulias de recetas infalibles para vencer al tedio, para alcanzar el amor sin polillas. Hoy te ha mirado la fortuna, espero ofrezcas tu hombro helado a los fantasmas del miedo, y de las pérdidas, y mires de frente a tu suerte, pues tampoco mereciste perder lo que perdiste.
es
Juarroz,Roberto
<XXI
Sexta_Poesía_Vertical._Número_52
Hay días en que el aire no existe. Mineros de la desolación, respiramos entonces sustancias escondidas. Y a punto de asfixiarnos, vagamos con la boca abierta y no encendemos ningún fuego, para no consumir el poco oxígeno que nos resta como un pedazo de pan del día anterior. No recordamos ya el nombre de nuestra calle, ni la medida de nuestra ropa, ni el sonido de nuestra voz, ni la sensación de nuestro cuerpo. Pero de pronto, como si también se hubieran quedado sin aire, se vacían a la vez la memoria y el olvido y encontramos entonces la mínima densidad posible, las partículas sabias donde entran en contacto el vacío y la vida. Y es allí, sólo allí, donde descubrimos la salvación por el vacío.
es
Segarra,Iván
XXI
Quiero_Olvidarme
Quiero olvidarme de que te amo. De que tu amor volará con la pasión de la noche. Quiero olvidarme de sentirte tan cerca, tan lejos. Tus pasos caminándome como dalias de cenizas sobre mi desconsolado cuerpo. Quiero olvidarme de presentirte tan lejos de mí, y aún yo amarte. Quiero olvidarme de que existes. Tu amor en mi boca nos despierta la piel para olvidarnos. Quiero olvidarme del olvido, causado por el amor de tus manos sobre el lecho, sobre el lecho dominante de nuestros primeros besos. Quiero olvidarme de tu presencia. Tu presencia nacida nacida sobre mi cuerpo. Quiero olvidarme de que te amo, de que existes, de sentirte, De presentirte, de tu presencia, de nuestro amor, del olvido, de tus pasos y de tus manos que tienen el pecado de besarme la piel sobre el lecho nacido nacido sobre el tiempo, sobre el tiempo de amarte. Quiero olvidarme de que te amo, pero todavía no sé... ¿Cómo podré olvidarte? Quiero olvidarme de sentirte tan cerca, tan lejos. Tus pasos caminándome como dalias de cenizas sobre mi desconsolado cuerpo. Quiero olvidarme de presentirte tan lejos de mí, y aún yo amarte. Quiero olvidarme de que existes. Tu amor en mi boca nos despierta la piel para olvidarnos. Quiero olvidarme del olvido, causado por el amor de tus manos sobre el lecho, sobre el lecho dominante de nuestros primeros besos. Quiero olvidarme de tu presencia. Tu presencia nacida nacida sobre mi cuerpo. Quiero olvidarme de que te amo, de que existes, de sentirte, De presentirte, de tu presencia, de nuestro amor, del olvido, de tus pasos y de tus manos que tienen el pecado de besarme la piel sobre el lecho nacido nacido sobre el tiempo, sobre el tiempo de amarte. Quiero olvidarme de que te amo, pero todavía no sé... ¿Cómo podré olvidarte? Quiero olvidarme de presentirte tan lejos de mí, y aún yo amarte. Quiero olvidarme de que existes. Tu amor en mi boca nos despierta la piel para olvidarnos. Quiero olvidarme del olvido, causado por el amor de tus manos sobre el lecho, sobre el lecho dominante de nuestros primeros besos. Quiero olvidarme de tu presencia. Tu presencia nacida nacida sobre mi cuerpo. Quiero olvidarme de que te amo, de que existes, de sentirte, De presentirte, de tu presencia, de nuestro amor, del olvido, de tus pasos y de tus manos que tienen el pecado de besarme la piel sobre el lecho nacido nacido sobre el tiempo, sobre el tiempo de amarte. Quiero olvidarme de que te amo, pero todavía no sé... ¿Cómo podré olvidarte? Quiero olvidarme de que existes. Tu amor en mi boca nos despierta la piel para olvidarnos. Quiero olvidarme del olvido, causado por el amor de tus manos sobre el lecho, sobre el lecho dominante de nuestros primeros besos. Quiero olvidarme de tu presencia. Tu presencia nacida nacida sobre mi cuerpo. Quiero olvidarme de que te amo, de que existes, de sentirte, De presentirte, de tu presencia, de nuestro amor, del olvido, de tus pasos y de tus manos que tienen el pecado de besarme la piel sobre el lecho nacido nacido sobre el tiempo, sobre el tiempo de amarte. Quiero olvidarme de que te amo, pero todavía no sé... ¿Cómo podré olvidarte? Quiero olvidarme de tu presencia. Tu presencia nacida nacida sobre mi cuerpo. Quiero olvidarme de que te amo, de que existes, de sentirte, De presentirte, de tu presencia, de nuestro amor, del olvido, de tus pasos y de tus manos que tienen el pecado de besarme la piel sobre el lecho nacido nacido sobre el tiempo, sobre el tiempo de amarte. Quiero olvidarme de que te amo, pero todavía no sé... ¿Cómo podré olvidarte? Quiero olvidarme de que te amo, de que existes, de sentirte, De presentirte, de tu presencia, de nuestro amor, del olvido, de tus pasos y de tus manos que tienen el pecado de besarme la piel sobre el lecho nacido nacido sobre el tiempo, sobre el tiempo de amarte. Quiero olvidarme de que te amo, pero todavía no sé... ¿Cómo podré olvidarte? De presentirte, de tu presencia, de nuestro amor, del olvido, de tus pasos y de tus manos que tienen el pecado de besarme la piel sobre el lecho nacido nacido sobre el tiempo, sobre el tiempo de amarte. Quiero olvidarme de que te amo, pero todavía no sé... ¿Cómo podré olvidarte? Quiero olvidarme de que te amo, pero todavía no sé... ¿Cómo podré olvidarte?
es
Pizarnik,Alejandra
<XXI
Memoria_Iluminada,_Galería_Donde_Vaga_La_Sombra_De_Lo_Que_Espero
Memoria iluminada, galería donde vaga la sombra de lo que espero. No es verdad que vendrá. No es verdad que no vendrá.
es
Pizarnik,Alejandra
<XXI
Es_Un_Cerrar_Los_Ojos_Y_Jurar_No_Abrirlos
Es un cerrar los ojos y jurar no abrirlos. En tanto afuera se alimenten de relojes y de flores nacidas de la astucia. Pero con los ojos cerrados y un sufrimiento en verdad demasiado grande pulsamos los espejos hasta que las palabras olvidadas suenan mágicamente.
es
Biosca,Julio
XXI
Sentir,_Con_Dolor
Sentir, con dolor, que la vida es fugaz y se me escapa... tener que dejar a un lado un ramillete de ilusiones sin cumplir... y ser consciente, por un momento, que todo pasa No haberme dado cuenta antes de esta terrible desgracia ¿por qué te deje pasar momento feliz? ¿por qué no he amado más? Quiero dejar de estar triste y sincerarme el alma descubrirte la verdad que hay en mí y llenar carteles con miles de palabras olvidadas: amistad, afecto, ternura, nostalgia... Quiero recorrer deprisa este momento de agobio para dejar de pensar que ¡vivir!... ¡es un tiempo corto!
es
Hierro,José
<XXI
Hoy_Sé_Que_Los_Quebrados_Son_Olivos
Hoy sé que los quebrados son olivos cercados en el área de la escuela. Hoy sé que llevan remo y blanca vela los amados balandros adjetivos. Hoy sé que aquellos tiempos están vivos, que cada asignatura es centinela que vigila un recuerdo y lo revela con gesto y con presencia redivivos. Me encontré solitario, inerte, ciego, sin risueño pasado, sin el juego alegre entre los vientos del verano, y yo busqué en los álamos mi vida y al no encontrarla la creí perdida, y estaba aquí, al alcance de la mano.
es
Vallejo,César
<XXI
Una_Mujer_De_Senos_Apacibles,_Ante_Los_Que_La_Lengua_De_La_Vaca_Resucita_Una_Glándula_Violenta
Una mujer de senos apacibles, ante los que la lengua de la vaca resucita una glándula violenta. Un hombre de templanza, mandibular de genio, apto para marchar de dos a dos con los goznes de los cofres. Un niño está al lado del hombre, llevando por el revés, el derecho animal de la pareja. ¡Oh la palabra del hombre, libre de adjetivos y de adverbios que la mujer decline en su único caso de mujer, aun entre las mil voces de la Capilla Sixtina! ¡Oh la falda de ella, en el punto maternal donde pone el pequeño las manos y juega a los pliegues, haciendo a veces agrandar las pupilas de la madre, como en las sanciones de los confesionarios! Yo tengo mucho gusto de ver así al Padre, al Hijo y al Espiritusanto, con todos los emblemas e insignias de sus cargos. ¡Oh la palabra del hombre, libre de adjetivos y de adverbios que la mujer decline en su único caso de mujer, aun entre las mil voces de la Capilla Sixtina! ¡Oh la falda de ella, en el punto maternal donde pone el pequeño las manos y juega a los pliegues, haciendo a veces agrandar las pupilas de la madre, como en las sanciones de los confesionarios! Yo tengo mucho gusto de ver así al Padre, al Hijo y al Espiritusanto, con todos los emblemas e insignias de sus cargos. Yo tengo mucho gusto de ver así al Padre, al Hijo y al Espiritusanto, con todos los emblemas e insignias de sus cargos.
es
Flórez,Julio
<XXI
No_Diste_Oídos_A_La_Audaz_Jauría
No diste oídos a la audaz jauría que me acusó rugiente despiadada; ¡No... tu amoroso corazón sabía que era inocente yo!... ¡Todo era nada! Mientras más el escándalo crecía y era más insolente la algarada. Llena de indignación, con labio yerto, solo tú murmuraste: ¡no!... ¡no es cierto!
es
Flórez,Julio
<XXI
Tú_Sí_Que_Sabes_Arrancar_Del_Fondo
Tú sí que sabes arrancar del fondo de tu doliente corazón el canto, el canto dulce, indefinible y hondo, que hace asomar a la pupila el llanto. En el vaso del verso hechas tus hieles y en él el alma atormentada pones; y nos muestras, sin vanos oropeles, la blanca desnudez de tus canciones. Eres grande y sencillo. Verdadero poeta, empuñas la sonante lira y a cantar te adelantas el primero. Tu lira cruje de dolor, de ira! Y al pulsarla tu mano, hasta el acero de su cordaje ablándase... y suspira.
es
Quevedo,Francisco
<XXI
Respuesta_De_La_Méndez_A_Escarramán._Jácara
Con un menino del Padre, Tu mandil y mi avantal, De la cámara del golpe, Pues que su llave la trae, Recibí en letra los ciento Que recibiste, jayán, De contado, que se vían Uno al otro al asentar. Por matar la sed te has muerto; Más valiera, Escarramán, Por no pasar esos tragos Dejar otros de pasar. Borrachas son las pendencias, Pues tan derechas se van A la bayuca, donde hallan, Besando los jarros, paz. No hay cuestión ni pesadumbre Que sepa, amigo, nadar; Todas se ahogan en vino, Todas se atascan en pan. Si por un chirlo tan sólo Ciento el verdugo te da, En el dar ciento por uno Parecido a Dios será. Si tantos verdugos catas, Sin duda que te querrán Las Damas por verdugado Y las Izas por rufián. Si te han de dar más azotes Sobre los que están atrás, Estarán unos sobre otros O se habrán de hacer alIá. Llevar buenos pies de albarda No tienes que exagerar, Que es más de muy azotado Que de jinete y galán. Por buen supuesto te tienen Pues te envían a bogar, Ropa y plaza tienes cierta, Y a subir empezarás. Quéjaste de ser forzado, No pudiera decir más Lucrecia del rey Tarquino, Que tú de su Majestad. Esto de ser galeote Solamente es empezar, Que luego, tras remo y pito, Las manos te comerás. Dices que te contribuya, Y es mi desventura tal Que si no te doy consejos, Yo no tengo que te dar. Los hombres por las mujeres Se truecan ya taz a taz, Y si les dan algo encima, No es moneda lo que dan. No da nadie sino a censo, Y todas queremos más Para galán un Pagano, Que un Cristiano sin pagar. A la sombra de un corchete Vivo en aqueste lugar, Que es para los delincuentes Árbol que puede asombrar. De las cosas que me escribes He sentido algún pesar, Que le tengo a Cardeñoso Entrañable voluntad. ¡Miren qué huevos le daba El Asistente a tragar Para que cantara tiples, Sino agua, cuerda y cendal! Que Remolón fuese cuenta Heme holgado en mi verdad, Pues por aquese camino Hombre de cuenta será. Aquí derrotaron juntos Coscolina y Cañamar, En cueros por su pecado Como Eva con Adán. Pasáronlo honradamente En este honrado lugar; Y no siendo picadores, Vivieron pues de hacer mal. Espaldas le hizo el verdugo, Mas debióse de cansar, Pues habrá como ocho días Que se las deshizo ya. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Recibí en letra los ciento Que recibiste, jayán, De contado, que se vían Uno al otro al asentar. Por matar la sed te has muerto; Más valiera, Escarramán, Por no pasar esos tragos Dejar otros de pasar. Borrachas son las pendencias, Pues tan derechas se van A la bayuca, donde hallan, Besando los jarros, paz. No hay cuestión ni pesadumbre Que sepa, amigo, nadar; Todas se ahogan en vino, Todas se atascan en pan. Si por un chirlo tan sólo Ciento el verdugo te da, En el dar ciento por uno Parecido a Dios será. Si tantos verdugos catas, Sin duda que te querrán Las Damas por verdugado Y las Izas por rufián. Si te han de dar más azotes Sobre los que están atrás, Estarán unos sobre otros O se habrán de hacer alIá. Llevar buenos pies de albarda No tienes que exagerar, Que es más de muy azotado Que de jinete y galán. Por buen supuesto te tienen Pues te envían a bogar, Ropa y plaza tienes cierta, Y a subir empezarás. Quéjaste de ser forzado, No pudiera decir más Lucrecia del rey Tarquino, Que tú de su Majestad. Esto de ser galeote Solamente es empezar, Que luego, tras remo y pito, Las manos te comerás. Dices que te contribuya, Y es mi desventura tal Que si no te doy consejos, Yo no tengo que te dar. Los hombres por las mujeres Se truecan ya taz a taz, Y si les dan algo encima, No es moneda lo que dan. No da nadie sino a censo, Y todas queremos más Para galán un Pagano, Que un Cristiano sin pagar. A la sombra de un corchete Vivo en aqueste lugar, Que es para los delincuentes Árbol que puede asombrar. De las cosas que me escribes He sentido algún pesar, Que le tengo a Cardeñoso Entrañable voluntad. ¡Miren qué huevos le daba El Asistente a tragar Para que cantara tiples, Sino agua, cuerda y cendal! Que Remolón fuese cuenta Heme holgado en mi verdad, Pues por aquese camino Hombre de cuenta será. Aquí derrotaron juntos Coscolina y Cañamar, En cueros por su pecado Como Eva con Adán. Pasáronlo honradamente En este honrado lugar; Y no siendo picadores, Vivieron pues de hacer mal. Espaldas le hizo el verdugo, Mas debióse de cansar, Pues habrá como ocho días Que se las deshizo ya. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Por matar la sed te has muerto; Más valiera, Escarramán, Por no pasar esos tragos Dejar otros de pasar. Borrachas son las pendencias, Pues tan derechas se van A la bayuca, donde hallan, Besando los jarros, paz. No hay cuestión ni pesadumbre Que sepa, amigo, nadar; Todas se ahogan en vino, Todas se atascan en pan. Si por un chirlo tan sólo Ciento el verdugo te da, En el dar ciento por uno Parecido a Dios será. Si tantos verdugos catas, Sin duda que te querrán Las Damas por verdugado Y las Izas por rufián. Si te han de dar más azotes Sobre los que están atrás, Estarán unos sobre otros O se habrán de hacer alIá. Llevar buenos pies de albarda No tienes que exagerar, Que es más de muy azotado Que de jinete y galán. Por buen supuesto te tienen Pues te envían a bogar, Ropa y plaza tienes cierta, Y a subir empezarás. Quéjaste de ser forzado, No pudiera decir más Lucrecia del rey Tarquino, Que tú de su Majestad. Esto de ser galeote Solamente es empezar, Que luego, tras remo y pito, Las manos te comerás. Dices que te contribuya, Y es mi desventura tal Que si no te doy consejos, Yo no tengo que te dar. Los hombres por las mujeres Se truecan ya taz a taz, Y si les dan algo encima, No es moneda lo que dan. No da nadie sino a censo, Y todas queremos más Para galán un Pagano, Que un Cristiano sin pagar. A la sombra de un corchete Vivo en aqueste lugar, Que es para los delincuentes Árbol que puede asombrar. De las cosas que me escribes He sentido algún pesar, Que le tengo a Cardeñoso Entrañable voluntad. ¡Miren qué huevos le daba El Asistente a tragar Para que cantara tiples, Sino agua, cuerda y cendal! Que Remolón fuese cuenta Heme holgado en mi verdad, Pues por aquese camino Hombre de cuenta será. Aquí derrotaron juntos Coscolina y Cañamar, En cueros por su pecado Como Eva con Adán. Pasáronlo honradamente En este honrado lugar; Y no siendo picadores, Vivieron pues de hacer mal. Espaldas le hizo el verdugo, Mas debióse de cansar, Pues habrá como ocho días Que se las deshizo ya. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Borrachas son las pendencias, Pues tan derechas se van A la bayuca, donde hallan, Besando los jarros, paz. No hay cuestión ni pesadumbre Que sepa, amigo, nadar; Todas se ahogan en vino, Todas se atascan en pan. Si por un chirlo tan sólo Ciento el verdugo te da, En el dar ciento por uno Parecido a Dios será. Si tantos verdugos catas, Sin duda que te querrán Las Damas por verdugado Y las Izas por rufián. Si te han de dar más azotes Sobre los que están atrás, Estarán unos sobre otros O se habrán de hacer alIá. Llevar buenos pies de albarda No tienes que exagerar, Que es más de muy azotado Que de jinete y galán. Por buen supuesto te tienen Pues te envían a bogar, Ropa y plaza tienes cierta, Y a subir empezarás. Quéjaste de ser forzado, No pudiera decir más Lucrecia del rey Tarquino, Que tú de su Majestad. Esto de ser galeote Solamente es empezar, Que luego, tras remo y pito, Las manos te comerás. Dices que te contribuya, Y es mi desventura tal Que si no te doy consejos, Yo no tengo que te dar. Los hombres por las mujeres Se truecan ya taz a taz, Y si les dan algo encima, No es moneda lo que dan. No da nadie sino a censo, Y todas queremos más Para galán un Pagano, Que un Cristiano sin pagar. A la sombra de un corchete Vivo en aqueste lugar, Que es para los delincuentes Árbol que puede asombrar. De las cosas que me escribes He sentido algún pesar, Que le tengo a Cardeñoso Entrañable voluntad. ¡Miren qué huevos le daba El Asistente a tragar Para que cantara tiples, Sino agua, cuerda y cendal! Que Remolón fuese cuenta Heme holgado en mi verdad, Pues por aquese camino Hombre de cuenta será. Aquí derrotaron juntos Coscolina y Cañamar, En cueros por su pecado Como Eva con Adán. Pasáronlo honradamente En este honrado lugar; Y no siendo picadores, Vivieron pues de hacer mal. Espaldas le hizo el verdugo, Mas debióse de cansar, Pues habrá como ocho días Que se las deshizo ya. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. No hay cuestión ni pesadumbre Que sepa, amigo, nadar; Todas se ahogan en vino, Todas se atascan en pan. Si por un chirlo tan sólo Ciento el verdugo te da, En el dar ciento por uno Parecido a Dios será. Si tantos verdugos catas, Sin duda que te querrán Las Damas por verdugado Y las Izas por rufián. Si te han de dar más azotes Sobre los que están atrás, Estarán unos sobre otros O se habrán de hacer alIá. Llevar buenos pies de albarda No tienes que exagerar, Que es más de muy azotado Que de jinete y galán. Por buen supuesto te tienen Pues te envían a bogar, Ropa y plaza tienes cierta, Y a subir empezarás. Quéjaste de ser forzado, No pudiera decir más Lucrecia del rey Tarquino, Que tú de su Majestad. Esto de ser galeote Solamente es empezar, Que luego, tras remo y pito, Las manos te comerás. Dices que te contribuya, Y es mi desventura tal Que si no te doy consejos, Yo no tengo que te dar. Los hombres por las mujeres Se truecan ya taz a taz, Y si les dan algo encima, No es moneda lo que dan. No da nadie sino a censo, Y todas queremos más Para galán un Pagano, Que un Cristiano sin pagar. A la sombra de un corchete Vivo en aqueste lugar, Que es para los delincuentes Árbol que puede asombrar. De las cosas que me escribes He sentido algún pesar, Que le tengo a Cardeñoso Entrañable voluntad. ¡Miren qué huevos le daba El Asistente a tragar Para que cantara tiples, Sino agua, cuerda y cendal! Que Remolón fuese cuenta Heme holgado en mi verdad, Pues por aquese camino Hombre de cuenta será. Aquí derrotaron juntos Coscolina y Cañamar, En cueros por su pecado Como Eva con Adán. Pasáronlo honradamente En este honrado lugar; Y no siendo picadores, Vivieron pues de hacer mal. Espaldas le hizo el verdugo, Mas debióse de cansar, Pues habrá como ocho días Que se las deshizo ya. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Si por un chirlo tan sólo Ciento el verdugo te da, En el dar ciento por uno Parecido a Dios será. Si tantos verdugos catas, Sin duda que te querrán Las Damas por verdugado Y las Izas por rufián. Si te han de dar más azotes Sobre los que están atrás, Estarán unos sobre otros O se habrán de hacer alIá. Llevar buenos pies de albarda No tienes que exagerar, Que es más de muy azotado Que de jinete y galán. Por buen supuesto te tienen Pues te envían a bogar, Ropa y plaza tienes cierta, Y a subir empezarás. Quéjaste de ser forzado, No pudiera decir más Lucrecia del rey Tarquino, Que tú de su Majestad. Esto de ser galeote Solamente es empezar, Que luego, tras remo y pito, Las manos te comerás. Dices que te contribuya, Y es mi desventura tal Que si no te doy consejos, Yo no tengo que te dar. Los hombres por las mujeres Se truecan ya taz a taz, Y si les dan algo encima, No es moneda lo que dan. No da nadie sino a censo, Y todas queremos más Para galán un Pagano, Que un Cristiano sin pagar. A la sombra de un corchete Vivo en aqueste lugar, Que es para los delincuentes Árbol que puede asombrar. De las cosas que me escribes He sentido algún pesar, Que le tengo a Cardeñoso Entrañable voluntad. ¡Miren qué huevos le daba El Asistente a tragar Para que cantara tiples, Sino agua, cuerda y cendal! Que Remolón fuese cuenta Heme holgado en mi verdad, Pues por aquese camino Hombre de cuenta será. Aquí derrotaron juntos Coscolina y Cañamar, En cueros por su pecado Como Eva con Adán. Pasáronlo honradamente En este honrado lugar; Y no siendo picadores, Vivieron pues de hacer mal. Espaldas le hizo el verdugo, Mas debióse de cansar, Pues habrá como ocho días Que se las deshizo ya. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Si tantos verdugos catas, Sin duda que te querrán Las Damas por verdugado Y las Izas por rufián. Si te han de dar más azotes Sobre los que están atrás, Estarán unos sobre otros O se habrán de hacer alIá. Llevar buenos pies de albarda No tienes que exagerar, Que es más de muy azotado Que de jinete y galán. Por buen supuesto te tienen Pues te envían a bogar, Ropa y plaza tienes cierta, Y a subir empezarás. Quéjaste de ser forzado, No pudiera decir más Lucrecia del rey Tarquino, Que tú de su Majestad. Esto de ser galeote Solamente es empezar, Que luego, tras remo y pito, Las manos te comerás. Dices que te contribuya, Y es mi desventura tal Que si no te doy consejos, Yo no tengo que te dar. Los hombres por las mujeres Se truecan ya taz a taz, Y si les dan algo encima, No es moneda lo que dan. No da nadie sino a censo, Y todas queremos más Para galán un Pagano, Que un Cristiano sin pagar. A la sombra de un corchete Vivo en aqueste lugar, Que es para los delincuentes Árbol que puede asombrar. De las cosas que me escribes He sentido algún pesar, Que le tengo a Cardeñoso Entrañable voluntad. ¡Miren qué huevos le daba El Asistente a tragar Para que cantara tiples, Sino agua, cuerda y cendal! Que Remolón fuese cuenta Heme holgado en mi verdad, Pues por aquese camino Hombre de cuenta será. Aquí derrotaron juntos Coscolina y Cañamar, En cueros por su pecado Como Eva con Adán. Pasáronlo honradamente En este honrado lugar; Y no siendo picadores, Vivieron pues de hacer mal. Espaldas le hizo el verdugo, Mas debióse de cansar, Pues habrá como ocho días Que se las deshizo ya. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Si te han de dar más azotes Sobre los que están atrás, Estarán unos sobre otros O se habrán de hacer alIá. Llevar buenos pies de albarda No tienes que exagerar, Que es más de muy azotado Que de jinete y galán. Por buen supuesto te tienen Pues te envían a bogar, Ropa y plaza tienes cierta, Y a subir empezarás. Quéjaste de ser forzado, No pudiera decir más Lucrecia del rey Tarquino, Que tú de su Majestad. Esto de ser galeote Solamente es empezar, Que luego, tras remo y pito, Las manos te comerás. Dices que te contribuya, Y es mi desventura tal Que si no te doy consejos, Yo no tengo que te dar. Los hombres por las mujeres Se truecan ya taz a taz, Y si les dan algo encima, No es moneda lo que dan. No da nadie sino a censo, Y todas queremos más Para galán un Pagano, Que un Cristiano sin pagar. A la sombra de un corchete Vivo en aqueste lugar, Que es para los delincuentes Árbol que puede asombrar. De las cosas que me escribes He sentido algún pesar, Que le tengo a Cardeñoso Entrañable voluntad. ¡Miren qué huevos le daba El Asistente a tragar Para que cantara tiples, Sino agua, cuerda y cendal! Que Remolón fuese cuenta Heme holgado en mi verdad, Pues por aquese camino Hombre de cuenta será. Aquí derrotaron juntos Coscolina y Cañamar, En cueros por su pecado Como Eva con Adán. Pasáronlo honradamente En este honrado lugar; Y no siendo picadores, Vivieron pues de hacer mal. Espaldas le hizo el verdugo, Mas debióse de cansar, Pues habrá como ocho días Que se las deshizo ya. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Llevar buenos pies de albarda No tienes que exagerar, Que es más de muy azotado Que de jinete y galán. Por buen supuesto te tienen Pues te envían a bogar, Ropa y plaza tienes cierta, Y a subir empezarás. Quéjaste de ser forzado, No pudiera decir más Lucrecia del rey Tarquino, Que tú de su Majestad. Esto de ser galeote Solamente es empezar, Que luego, tras remo y pito, Las manos te comerás. Dices que te contribuya, Y es mi desventura tal Que si no te doy consejos, Yo no tengo que te dar. Los hombres por las mujeres Se truecan ya taz a taz, Y si les dan algo encima, No es moneda lo que dan. No da nadie sino a censo, Y todas queremos más Para galán un Pagano, Que un Cristiano sin pagar. A la sombra de un corchete Vivo en aqueste lugar, Que es para los delincuentes Árbol que puede asombrar. De las cosas que me escribes He sentido algún pesar, Que le tengo a Cardeñoso Entrañable voluntad. ¡Miren qué huevos le daba El Asistente a tragar Para que cantara tiples, Sino agua, cuerda y cendal! Que Remolón fuese cuenta Heme holgado en mi verdad, Pues por aquese camino Hombre de cuenta será. Aquí derrotaron juntos Coscolina y Cañamar, En cueros por su pecado Como Eva con Adán. Pasáronlo honradamente En este honrado lugar; Y no siendo picadores, Vivieron pues de hacer mal. Espaldas le hizo el verdugo, Mas debióse de cansar, Pues habrá como ocho días Que se las deshizo ya. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Por buen supuesto te tienen Pues te envían a bogar, Ropa y plaza tienes cierta, Y a subir empezarás. Quéjaste de ser forzado, No pudiera decir más Lucrecia del rey Tarquino, Que tú de su Majestad. Esto de ser galeote Solamente es empezar, Que luego, tras remo y pito, Las manos te comerás. Dices que te contribuya, Y es mi desventura tal Que si no te doy consejos, Yo no tengo que te dar. Los hombres por las mujeres Se truecan ya taz a taz, Y si les dan algo encima, No es moneda lo que dan. No da nadie sino a censo, Y todas queremos más Para galán un Pagano, Que un Cristiano sin pagar. A la sombra de un corchete Vivo en aqueste lugar, Que es para los delincuentes Árbol que puede asombrar. De las cosas que me escribes He sentido algún pesar, Que le tengo a Cardeñoso Entrañable voluntad. ¡Miren qué huevos le daba El Asistente a tragar Para que cantara tiples, Sino agua, cuerda y cendal! Que Remolón fuese cuenta Heme holgado en mi verdad, Pues por aquese camino Hombre de cuenta será. Aquí derrotaron juntos Coscolina y Cañamar, En cueros por su pecado Como Eva con Adán. Pasáronlo honradamente En este honrado lugar; Y no siendo picadores, Vivieron pues de hacer mal. Espaldas le hizo el verdugo, Mas debióse de cansar, Pues habrá como ocho días Que se las deshizo ya. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Quéjaste de ser forzado, No pudiera decir más Lucrecia del rey Tarquino, Que tú de su Majestad. Esto de ser galeote Solamente es empezar, Que luego, tras remo y pito, Las manos te comerás. Dices que te contribuya, Y es mi desventura tal Que si no te doy consejos, Yo no tengo que te dar. Los hombres por las mujeres Se truecan ya taz a taz, Y si les dan algo encima, No es moneda lo que dan. No da nadie sino a censo, Y todas queremos más Para galán un Pagano, Que un Cristiano sin pagar. A la sombra de un corchete Vivo en aqueste lugar, Que es para los delincuentes Árbol que puede asombrar. De las cosas que me escribes He sentido algún pesar, Que le tengo a Cardeñoso Entrañable voluntad. ¡Miren qué huevos le daba El Asistente a tragar Para que cantara tiples, Sino agua, cuerda y cendal! Que Remolón fuese cuenta Heme holgado en mi verdad, Pues por aquese camino Hombre de cuenta será. Aquí derrotaron juntos Coscolina y Cañamar, En cueros por su pecado Como Eva con Adán. Pasáronlo honradamente En este honrado lugar; Y no siendo picadores, Vivieron pues de hacer mal. Espaldas le hizo el verdugo, Mas debióse de cansar, Pues habrá como ocho días Que se las deshizo ya. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Esto de ser galeote Solamente es empezar, Que luego, tras remo y pito, Las manos te comerás. Dices que te contribuya, Y es mi desventura tal Que si no te doy consejos, Yo no tengo que te dar. Los hombres por las mujeres Se truecan ya taz a taz, Y si les dan algo encima, No es moneda lo que dan. No da nadie sino a censo, Y todas queremos más Para galán un Pagano, Que un Cristiano sin pagar. A la sombra de un corchete Vivo en aqueste lugar, Que es para los delincuentes Árbol que puede asombrar. De las cosas que me escribes He sentido algún pesar, Que le tengo a Cardeñoso Entrañable voluntad. ¡Miren qué huevos le daba El Asistente a tragar Para que cantara tiples, Sino agua, cuerda y cendal! Que Remolón fuese cuenta Heme holgado en mi verdad, Pues por aquese camino Hombre de cuenta será. Aquí derrotaron juntos Coscolina y Cañamar, En cueros por su pecado Como Eva con Adán. Pasáronlo honradamente En este honrado lugar; Y no siendo picadores, Vivieron pues de hacer mal. Espaldas le hizo el verdugo, Mas debióse de cansar, Pues habrá como ocho días Que se las deshizo ya. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Dices que te contribuya, Y es mi desventura tal Que si no te doy consejos, Yo no tengo que te dar. Los hombres por las mujeres Se truecan ya taz a taz, Y si les dan algo encima, No es moneda lo que dan. No da nadie sino a censo, Y todas queremos más Para galán un Pagano, Que un Cristiano sin pagar. A la sombra de un corchete Vivo en aqueste lugar, Que es para los delincuentes Árbol que puede asombrar. De las cosas que me escribes He sentido algún pesar, Que le tengo a Cardeñoso Entrañable voluntad. ¡Miren qué huevos le daba El Asistente a tragar Para que cantara tiples, Sino agua, cuerda y cendal! Que Remolón fuese cuenta Heme holgado en mi verdad, Pues por aquese camino Hombre de cuenta será. Aquí derrotaron juntos Coscolina y Cañamar, En cueros por su pecado Como Eva con Adán. Pasáronlo honradamente En este honrado lugar; Y no siendo picadores, Vivieron pues de hacer mal. Espaldas le hizo el verdugo, Mas debióse de cansar, Pues habrá como ocho días Que se las deshizo ya. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Los hombres por las mujeres Se truecan ya taz a taz, Y si les dan algo encima, No es moneda lo que dan. No da nadie sino a censo, Y todas queremos más Para galán un Pagano, Que un Cristiano sin pagar. A la sombra de un corchete Vivo en aqueste lugar, Que es para los delincuentes Árbol que puede asombrar. De las cosas que me escribes He sentido algún pesar, Que le tengo a Cardeñoso Entrañable voluntad. ¡Miren qué huevos le daba El Asistente a tragar Para que cantara tiples, Sino agua, cuerda y cendal! Que Remolón fuese cuenta Heme holgado en mi verdad, Pues por aquese camino Hombre de cuenta será. Aquí derrotaron juntos Coscolina y Cañamar, En cueros por su pecado Como Eva con Adán. Pasáronlo honradamente En este honrado lugar; Y no siendo picadores, Vivieron pues de hacer mal. Espaldas le hizo el verdugo, Mas debióse de cansar, Pues habrá como ocho días Que se las deshizo ya. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. No da nadie sino a censo, Y todas queremos más Para galán un Pagano, Que un Cristiano sin pagar. A la sombra de un corchete Vivo en aqueste lugar, Que es para los delincuentes Árbol que puede asombrar. De las cosas que me escribes He sentido algún pesar, Que le tengo a Cardeñoso Entrañable voluntad. ¡Miren qué huevos le daba El Asistente a tragar Para que cantara tiples, Sino agua, cuerda y cendal! Que Remolón fuese cuenta Heme holgado en mi verdad, Pues por aquese camino Hombre de cuenta será. Aquí derrotaron juntos Coscolina y Cañamar, En cueros por su pecado Como Eva con Adán. Pasáronlo honradamente En este honrado lugar; Y no siendo picadores, Vivieron pues de hacer mal. Espaldas le hizo el verdugo, Mas debióse de cansar, Pues habrá como ocho días Que se las deshizo ya. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. A la sombra de un corchete Vivo en aqueste lugar, Que es para los delincuentes Árbol que puede asombrar. De las cosas que me escribes He sentido algún pesar, Que le tengo a Cardeñoso Entrañable voluntad. ¡Miren qué huevos le daba El Asistente a tragar Para que cantara tiples, Sino agua, cuerda y cendal! Que Remolón fuese cuenta Heme holgado en mi verdad, Pues por aquese camino Hombre de cuenta será. Aquí derrotaron juntos Coscolina y Cañamar, En cueros por su pecado Como Eva con Adán. Pasáronlo honradamente En este honrado lugar; Y no siendo picadores, Vivieron pues de hacer mal. Espaldas le hizo el verdugo, Mas debióse de cansar, Pues habrá como ocho días Que se las deshizo ya. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. De las cosas que me escribes He sentido algún pesar, Que le tengo a Cardeñoso Entrañable voluntad. ¡Miren qué huevos le daba El Asistente a tragar Para que cantara tiples, Sino agua, cuerda y cendal! Que Remolón fuese cuenta Heme holgado en mi verdad, Pues por aquese camino Hombre de cuenta será. Aquí derrotaron juntos Coscolina y Cañamar, En cueros por su pecado Como Eva con Adán. Pasáronlo honradamente En este honrado lugar; Y no siendo picadores, Vivieron pues de hacer mal. Espaldas le hizo el verdugo, Mas debióse de cansar, Pues habrá como ocho días Que se las deshizo ya. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. 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Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Que Remolón fuese cuenta Heme holgado en mi verdad, Pues por aquese camino Hombre de cuenta será. Aquí derrotaron juntos Coscolina y Cañamar, En cueros por su pecado Como Eva con Adán. Pasáronlo honradamente En este honrado lugar; Y no siendo picadores, Vivieron pues de hacer mal. Espaldas le hizo el verdugo, Mas debióse de cansar, Pues habrá como ocho días Que se las deshizo ya. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Aquí derrotaron juntos Coscolina y Cañamar, En cueros por su pecado Como Eva con Adán. Pasáronlo honradamente En este honrado lugar; Y no siendo picadores, Vivieron pues de hacer mal. Espaldas le hizo el verdugo, Mas debióse de cansar, Pues habrá como ocho días Que se las deshizo ya. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Pasáronlo honradamente En este honrado lugar; Y no siendo picadores, Vivieron pues de hacer mal. Espaldas le hizo el verdugo, Mas debióse de cansar, Pues habrá como ocho días Que se las deshizo ya. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Espaldas le hizo el verdugo, Mas debióse de cansar, Pues habrá como ocho días Que se las deshizo ya. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Y muriera como Judas, Pero anduvo tan sagaz, Que negó —sin ser San Pedro— Tener llave universal. Perdone Dios a Lobrezno, Por su infinita bondad, Que ha dejado sin amparo Y muchacha a la Luján. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. 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Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Después que supo la nueva, Nadie la ha visto pecar En público; que de pena Va de zaguán en zaguán. De nuevo no se me ofrece Cosa de que te avisar, Que la muerte de Valgarra Ya es añeja por allá. Cespedosa es ermitaño Una legua de Acalá; Buen diciplinante ha sido, Buen penitente será. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. 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Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. 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Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Baldorro es mozo de sillas Y lacayo Matorral, Que Dios por este camino Los ha querido llamar. Montúsar se ha entrado a puto Con un mulato rapaz: Que por lucir más que todos Se deja el pobre quemar. Murió en la Ene de palo Con buen ánimo un Gañán, Y el Jinete de gaznates Lo hizo con él muy mal. Tiénenos muy lastimadas La justicia, sin pensar Qué se hizo en nuestra Madre, La vieja del arrabal, Pues sin respetar las tocas Ni las canas ni la edad, A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar. Tras ella, de su motivo, Se salían del hogar Las ollas con sus legumbres; No se vio en el mundo tal, Pues cogió más berenjenas En una hora, sin sembrar, Que un hortelano morisco En todo un año cabal. Esta Cuaresma pasada Se convirtió la Tomás En el Sermón de los peces Siendo el pecado carnal. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. 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Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Convirtióse a puros gritos, Túvosele a liviandad, Por no ser de los famosos, Sino un pobre Sacristán. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. No aguardó que la sacase Calavera o cosa tal, Que se convirtió de miedo Al primero ¡Satanás!. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. No hay otra cosa de nuevo, Que en el vestir y el calzar, Caduca ropa me visto Y saya de mucha edad. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Acabado el decenario Adonde ahora te vas, Tuya seré, que tullida Ya no me puedo mudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Si acaso quisieres algo O se te ofreciere acá, Mándame, pues de bubosa Yo no me puedo mandar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Aunque no de Calatrava De Alcántara ni San Juan, Te envían sus encomiendas La Téllez, Caravajal, La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. La Collantes valerosa, La golondrina Pascual, La Enrique mal degollada, La Palomita torcaz. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar. Fecha en Toledo la rica, Dentro del pobre Hospital, Donde trabajos de entrambos Empiezo ahora a sudar.
es
Blanco,Andrés_Eloy
<XXI
Es_El_Agua_Primera_En_La_Primera_Caverna
Es el agua primera en la primera caverna; es el agua que horada sus primeros cauces; liso, bruñido, el suelo hacia la sombra interna es una lengua entre unas fauces. El inédito duerme; es potencia e infancia recién hechas del barro: el Hombre de la piedra. El encrespado pecho rezuma una fragancia de tierra primeriza. Despierta con un salto. Ya en pie, afirma la cúpula de su puntal de basalto su gran cabeza nueva, vegetada de yedra. Gusano de oro, viene por el suelo, desde la entrada que da al Oriente, una gota de sol, del primer sol del cielo, de cuando se partió en ríos la Noche y la Luz tendió el primer puente. El Hombre se retira con el primer miedo, hacia el hueco profundo, pero se vuelve con la primera ira y aplasta con el pie el primer Sol del mundo. Pero al poner la planta, el hombre ve que la luz le atraviesa el pie. Y avanza y avanza hacia ella; la luz sube por su estatura, la luz le va clavando una estrella en cada punto de carne que la inaugura. Ya está afuera, en el campo, ante la luz del Universo: el Sol todo lo patentiza y le hace ver a la sombra de su alto cuerpo inverso pintada en la tierra caliza. Y es el asombro de la primera visión y de mirar el propio movimiento. El Hombre de la piedra horada la razón hacia la mina del pensamiento. Cuando Él se mueve, la sombra le imita: el brazo tiende y un brazo negro se tiende en el muro; encorvada la espalda que el sol en mil gotas enciende y se achata en la piedra el hombre oscuro. Súbito grita, ríe, busca en torno un carbón; y va hacia la sombra. Y pinta en el lienzo de cal su propio contorno, y se aparta, gozoso de su numen encinta. Pero de la silueta inmóvil se ha escapado la otra sombra, su sombra, que no pudo apresar en el lindero que ha trazado —fantasía sin freno, sombra sin valladar— y se pinta otra vez al lado y la sombra rebelde se escapa sin cesar… ¿No puede, oh Santo Numen, oh Santa Inquietud, quién sujetará en fronteras tu divino vaivén? ¡Oh Fantasía, entonces y mañana y después! La sombra que no encaja en lo previsto y la luz que atraviesa los pies como el clavo los pies de Cristo. Reciente y solitario el Hombre fuerte, vencido junto al Numen, más largo que la Muerte; y allí, en guerra con su propia mudez, en guerra con su propia guerra, está abrazado al suelo, por la primera vez el hombre de la Tierra que se busca en la tierra.
es
Ibarbourou,Juana_de
<XXI
Y_Te_Di_El_Olor
Y te di el olor De todas mis dalias y nardos en flor. Y te di el tesoro, De las ondas minas de mis sueños de oro. Y te di la miel, Del panal moreno que finge mi piel. ¡Y todo te di! Y como una fuente generosa y viva para tu alma fui. Y tú, dios de piedra Entre cuyas manos ni la yedra medra; Y tú, dios de hierro, Ante cuyas plantas velé como un perro, Desdeñaste el oro, la miel y el olor. ¡Y ahora retornas, mendigo de amor, A buscar las dalias, a implorar el oro, A pedir de nuevo todo aquel tesoro! Oye, pordiosero: Ahora que tú quieres es que yo no quiero. Si el rosal florece, Es ya para otro que en capullos crece. Vete, dios de piedra, Sin fuentes, sin dalias, sin mieles, sin yedra. Igual que una estatua, A quien Dios bajara del plinto, por fatua. ¡Vete, dios de hierro, Que junto a otras plantas se ha tendido el perro!
es
Bellatrix
XXI
Después_De_Veinte_Años...
Después de veinte años... Anoche... —Mientras dormía— Me visitaste.... Sentí el regocijo de tu presencia... La armonía y la paz que vos me das... Y recordé... Que no te he podido olvidar... Y sentí... ¡Que al fin!... Había regresado... A mi puerto y a mi mar... ¡Y me sentí completo!... Otra vez... Sentí tu aliento y oí tu voz... Te tuve entre mis brazos... Me sentí tierno en tu mirada... Y me llené de ti... Y desperté en tus brazos... Y te busqué Extendí los brazos para alcanzarte... Y a través del tiempo te busqué... Y comprendí lo solo que me quedado... La enorme falta que llevo adentro... ¡Yo!... Que creí ya haberte olvidado... Comprendí... ...Que ya no te voy a olvidar... ¡Yo!... Que tengo veinte años sin ver tu cara... Sin sentir tu aliento Y sin oír tu voz... Comprendí Que ya no te voy a poder olvidar... Adiós, Amada Mi Mar... Adiós. —Donde estés— Adiós... Sentí el regocijo de tu presencia... La armonía y la paz que vos me das... Y recordé... Que no te he podido olvidar... Y sentí... ¡Que al fin!... Había regresado... A mi puerto y a mi mar... ¡Y me sentí completo!... Otra vez... Sentí tu aliento y oí tu voz... Te tuve entre mis brazos... Me sentí tierno en tu mirada... Y me llené de ti... Y desperté en tus brazos... Y te busqué Extendí los brazos para alcanzarte... Y a través del tiempo te busqué... Y comprendí lo solo que me quedado... La enorme falta que llevo adentro... ¡Yo!... Que creí ya haberte olvidado... Comprendí... ...Que ya no te voy a olvidar... ¡Yo!... Que tengo veinte años sin ver tu cara... Sin sentir tu aliento Y sin oír tu voz... Comprendí Que ya no te voy a poder olvidar... Adiós, Amada Mi Mar... Adiós. —Donde estés— Adiós... Y recordé... Que no te he podido olvidar... Y sentí... ¡Que al fin!... Había regresado... A mi puerto y a mi mar... ¡Y me sentí completo!... Otra vez... Sentí tu aliento y oí tu voz... Te tuve entre mis brazos... Me sentí tierno en tu mirada... Y me llené de ti... Y desperté en tus brazos... Y te busqué Extendí los brazos para alcanzarte... Y a través del tiempo te busqué... Y comprendí lo solo que me quedado... La enorme falta que llevo adentro... ¡Yo!... Que creí ya haberte olvidado... Comprendí... ...Que ya no te voy a olvidar... ¡Yo!... Que tengo veinte años sin ver tu cara... Sin sentir tu aliento Y sin oír tu voz... Comprendí Que ya no te voy a poder olvidar... Adiós, Amada Mi Mar... Adiós. —Donde estés— Adiós... Y sentí... ¡Que al fin!... Había regresado... A mi puerto y a mi mar... ¡Y me sentí completo!... Otra vez... Sentí tu aliento y oí tu voz... Te tuve entre mis brazos... Me sentí tierno en tu mirada... Y me llené de ti... Y desperté en tus brazos... Y te busqué Extendí los brazos para alcanzarte... Y a través del tiempo te busqué... Y comprendí lo solo que me quedado... La enorme falta que llevo adentro... ¡Yo!... Que creí ya haberte olvidado... Comprendí... ...Que ya no te voy a olvidar... ¡Yo!... Que tengo veinte años sin ver tu cara... Sin sentir tu aliento Y sin oír tu voz... Comprendí Que ya no te voy a poder olvidar... Adiós, Amada Mi Mar... Adiós. —Donde estés— Adiós... ¡Y me sentí completo!... Otra vez... Sentí tu aliento y oí tu voz... Te tuve entre mis brazos... Me sentí tierno en tu mirada... Y me llené de ti... Y desperté en tus brazos... Y te busqué Extendí los brazos para alcanzarte... Y a través del tiempo te busqué... Y comprendí lo solo que me quedado... La enorme falta que llevo adentro... ¡Yo!... Que creí ya haberte olvidado... Comprendí... ...Que ya no te voy a olvidar... ¡Yo!... Que tengo veinte años sin ver tu cara... Sin sentir tu aliento Y sin oír tu voz... Comprendí Que ya no te voy a poder olvidar... Adiós, Amada Mi Mar... Adiós. —Donde estés— Adiós... Sentí tu aliento y oí tu voz... Te tuve entre mis brazos... Me sentí tierno en tu mirada... Y me llené de ti... Y desperté en tus brazos... Y te busqué Extendí los brazos para alcanzarte... Y a través del tiempo te busqué... Y comprendí lo solo que me quedado... La enorme falta que llevo adentro... ¡Yo!... Que creí ya haberte olvidado... Comprendí... ...Que ya no te voy a olvidar... ¡Yo!... Que tengo veinte años sin ver tu cara... Sin sentir tu aliento Y sin oír tu voz... Comprendí Que ya no te voy a poder olvidar... Adiós, Amada Mi Mar... Adiós. —Donde estés— Adiós... Y desperté en tus brazos... Y te busqué Extendí los brazos para alcanzarte... Y a través del tiempo te busqué... Y comprendí lo solo que me quedado... La enorme falta que llevo adentro... ¡Yo!... Que creí ya haberte olvidado... Comprendí... ...Que ya no te voy a olvidar... ¡Yo!... Que tengo veinte años sin ver tu cara... Sin sentir tu aliento Y sin oír tu voz... Comprendí Que ya no te voy a poder olvidar... Adiós, Amada Mi Mar... Adiós. —Donde estés— Adiós... Y te busqué Extendí los brazos para alcanzarte... Y a través del tiempo te busqué... Y comprendí lo solo que me quedado... La enorme falta que llevo adentro... ¡Yo!... Que creí ya haberte olvidado... Comprendí... ...Que ya no te voy a olvidar... ¡Yo!... Que tengo veinte años sin ver tu cara... Sin sentir tu aliento Y sin oír tu voz... Comprendí Que ya no te voy a poder olvidar... Adiós, Amada Mi Mar... Adiós. —Donde estés— Adiós... Y comprendí lo solo que me quedado... La enorme falta que llevo adentro... ¡Yo!... Que creí ya haberte olvidado... Comprendí... ...Que ya no te voy a olvidar... ¡Yo!... Que tengo veinte años sin ver tu cara... Sin sentir tu aliento Y sin oír tu voz... Comprendí Que ya no te voy a poder olvidar... Adiós, Amada Mi Mar... Adiós. —Donde estés— Adiós... ¡Yo!... Que creí ya haberte olvidado... Comprendí... ...Que ya no te voy a olvidar... ¡Yo!... Que tengo veinte años sin ver tu cara... Sin sentir tu aliento Y sin oír tu voz... Comprendí Que ya no te voy a poder olvidar... Adiós, Amada Mi Mar... Adiós. —Donde estés— Adiós... ¡Yo!... Que tengo veinte años sin ver tu cara... Sin sentir tu aliento Y sin oír tu voz... Comprendí Que ya no te voy a poder olvidar... Adiós, Amada Mi Mar... Adiós. —Donde estés— Adiós... Comprendí Que ya no te voy a poder olvidar... Adiós, Amada Mi Mar... Adiós. —Donde estés— Adiós...
es
Jiménez,Juan_Ramón
<XXI
La_Acción_Final_(34_Años_Y_Goethe)
No sé con qué decirlo, no sé con qué decirme, acción goethiniana; porque aún no está hecha mi callada palabra.
gl
Aridjis,Homero
<XXI
Viene_El_Río_Bajo_La_Lluvia
viene el río bajo la lluvia pasa entre árboles cada gota lo abre relámpagos hermosos señalan el curso de sus aguas su inmensidad es íntima pesadamente se mueve hacia la ciudad que deja atrás sin irse solo es divino
es
Camões,Luís_de
<XXI
Soneto_Vi
Amor, amor, que fieres al cuitado que por amor te sirve ha tantos años sostiendo el tu servicio con engaños, pues al fin fim le dexas no esperado. Con solo su dolor con su cuidado le pagas el servicio y con engaños pasando por ti cassos tano estraños, qual otro nunqua más uvo passado. Quien piensa que eres dios, quien esta loco quien cre que eres justo, yo no lo creo pues al que mejor sirve das más poco. Piensa el que cre en ti que devaneo yo juzgo lo que veo y lo que toco y aun jusgo lo que toco y no lo creo.
es
Caro,Miguel_Antonio
<XXI
El_Rey_De_La_Natura
El rey de la natura, Que el ancho suelo de trofeos llena; El que adiestra en obscura Mar osado bajel, y en la honda arena Tesoros busca y monstruos encadena; El que al viento y la nube Burlando, al rayo señaló camino; Que en leves globos sube Por el éter inmenso y cristalino, Y de la muerte ríe y del destino; Si la atrevida planta, ¡Oh Tequendama! en soledad perdido Por tu bosque adelanta, De tus ondas al hórrido bramido Siéntese de pavor sobrecogido; Y al contemplar alzada Sobre ese abismo, do el espanto mora, Del iris coronada, Tu frente de los siglos vencedora, El paso tiene y tu deidad adora. Que tú al Omnipotente Retratas, Tequendama, en tu grandeza: Igual y permanente; Misterioso y terrible, y de belleza Rodeado en tu misma terribleza! Cíñete en cerco inmenso Tajada roca; y cual del ara santa Sube devoto incienso, Del lecho que tu cólera quebranta, A ti 1a niebla en ondas se levanta. Nudos entorno, inmobles, Sobre el hondo inclinados, compañía Te hacen los yertos robles; Y los ecos se aluengan a porfía Reclamando la horrísona armonía. Contigo su ventura Trocarán ríos que abatió el humano A servidumbre dura: ¿Qué mucho, si su propio orgullo, vano Siente salir, gimiendo, el Oceano? Si nunca sujetarte La fuerza osó, tampoco te sujeta Con su poder el arte: Fijo el pintor tu instable faz respeta: Tu voz ahoga el canto del poeta. ¿Cuál semidiós, cuál hombre Te vio primero, Tequendama ondoso? ¿Cuán antiguo es tu nombre? ¿O cuándo hubiste un punto de reposo En siglos de furor vertiginoso? Mi alada fantasía Tu origen indagando, en balde afana: En balde sube al día En que asombraste a la bravura hispana Y tumba diste a la riqueza indiana. De míticas memorias Te halló cercado la invasora gente: No si disipa glorias La razón tales; no si de repente Se renueva la faz del continente. Cambió el que te decora, Anciano bosque, ni el furor mesuras: Como truenas ahora, Allá tronaste en épocas obscuras, Y seguirás tronando en las futuras. En tu roca cimera Sentó entre espumas tuyas su pisada Bolívar: pasajera Cual la conquistadora de Quesada Brilló ante ti su redentora espada. Que de tropel los años Tú ves pasar impávido delante, Ajeno de sus daños; ¡Y de imperios que se hunden ignorante, Tu diadema sustentas radiante! Si no es silencio frío La muerte; holgura sí y esparcimiento: No lóbrego vacío, Mas cobrar voz y luz y movimiento En la mar, en los astros, en el viento; ¡Mirándote, la muerte Yo siento: en tu grandeza engrandecido Y con tus fuerzas fuerte, Y todo en ti, de mí desposeído, Gozo en tu gloria y mi miseria olvido! ¡Adiós! Mi frágil canto Cual tus nieblas que el cierzo desparrama, Fallece: tu voz tanto Durará igual, cuanto del sol la llama... ¡Mas no sin fin, soberbio Tequendama! ¡Día vendrá en que al suelo Hable el Hijo del Hombre, y resplandezca En las nubes del cielo, Y el astro-rey sus rayos oscurezca, Y tu cólera súbito enmudezca!
es
Huet,Ingrid
XXI
Entre_Migajas_De_Pan
En mi tierra ríos como navajas cortan la luna derraman su sangra blanca en los resquicios del agua La Virgen llora que llora desciende por las colinas Lleva un rosario encendido y un suave manto de estopa envuelve al que tiene frío y va tejiendo palabras que saben a vino y a fuego Tocan sus pies descalzos los pastos entumecidos el hielo se resquebraja y nace un nardo tranquilo en las riberas del río entre migajas de pan y volutas de salmo antiguo
es
Blanco,Andrés_Eloy
<XXI
Más_Vale_Que_Os_Confiese_De_La_Mejor_Manera
Más vale que os confiese de la mejor manera lo que, quién sabe cómo, va a contaros cualquiera; sabed que soy poeta, hijos míos, un hombre que nombra y que camina, sin camino y sin nombre. Yo soy lo que ha dejado el pirata en la playa, nada en el horizonte, un punto en una raya: yo soy lo que ha quedado del saqueo en la vida: la puerta de la casa de la llave perdida. Soy la hoja quemada que el incendio nos deja y en la primera brisa danza un poco y se aleja; soy la amargura anónima de las almas sin dueño que vivieron de un canto, de un dolor y de un sueño. Soy el amo del humo que se queda en la casa diciendo adiós al fuego del batallón que pasa. Soy el poeta, hijos, casi nada en la vida, lo que abrasa en la sed, lo que duele en la herida, lo que quiere elevarse después de la matanza, con un ala hacia el suelo y otra hacia la Esperanza, lo que muere en la guerra y expira en los despojos y un poco de esa gota que tiembla en vuestros ojos.
es
Góngora,Luis_de
<XXI
Descaminado,_Enfermo,_Peregrino
Descaminado, enfermo, peregrino En tenebrosa noche, con pie incierto La confusión pisando del desierto, Voces en vano dio, pasos sin tino. Repetido latir, si no vecino, Distincto oyó de can siempre despierto, Y en pastoral albergue mal cubierto Piedad halló, si no halló camino. Salió el sol, y entre armiños escondida, Soñolienta beldad con dulce saña Salteó al no bien sano pasajero. Pagará el hospedaje con la vida; Más le valiera errar en la montaña, Que morir de la suerte que yo muero. Repetido latir, si no vecino, Distincto oyó de can siempre despierto, Y en pastoral albergue mal cubierto Piedad halló, si no halló camino. Salió el sol, y entre armiños escondida, Soñolienta beldad con dulce saña Salteó al no bien sano pasajero. Pagará el hospedaje con la vida; Más le valiera errar en la montaña, Que morir de la suerte que yo muero. Salió el sol, y entre armiños escondida, Soñolienta beldad con dulce saña Salteó al no bien sano pasajero. Pagará el hospedaje con la vida; Más le valiera errar en la montaña, Que morir de la suerte que yo muero. Pagará el hospedaje con la vida; Más le valiera errar en la montaña, Que morir de la suerte que yo muero.
es
González_Camargo,Joaquín
<XXI
La_Planta_Extranjera
La flor de la zona ardiente Entre las nieves nacida, A quien el calor le falta, A quien maltrata la brisa, A quien las escarchas hielan Y el viento recio mutila, Derrama en llanto su savia Y sin colores, marchita, Sufre mucho en soledad, Mucho en su eterna desdicha. ¡Ay de la planta extranjera Que nace en extraño clima! En este mundo falaz Levanto mi frente altiva, Quiero que en ella refleje El sol su lumbre bendita, Quiero que siempre se encuentre De noble orgullo ceñida; Y al alzarla me circundan Las fantasmas de la envidia, Miro sólo algunos hombres Que ante otros hombres se humillan Y que ponen en su lengua De adulación la mancilla; Que mienten santa amistad Cuando el odio los anima, Que unos a otros se estrechan Unidos por la falsía; Entre ellos amor es mito, La virtud, una mentira, y esto repugna a mi mente. Y esto mi pecho lastima; Aquí las penas me agobian, Los placeres no me animan, Que soy la planta extranjera Que nace en extraño clima. Suspiro por una patria Para mí desconocida, Que no sé ni dónde se halla, Pero que sé que es la mía, Patria que no he visto nunca, Pero que sé que es distinta De esta tierra en donde arrastro Entre zarzales y espinas U na existencia penosa. Yo que no pulso mi lira Para ensalzar a los vicios Aunque con túnica rica El regio poder los cubra; Yo siempre levanto erguida Mi frente que no se dobla, y hablo mi lengua nativa Que nadie, nadie comprende. Dejad por eso que gima, Dejad por eso que llore, Que soy la sombra perdida, La fuente que se congela, La lumbre que viento agita; Que soy la planta extranjera Que nace en extraño clima. Si eres de la zona ardiente— Oh Majy—también semilla Que en las alas de los vientos Has venido hasta esta orilla, Si sientes como yo siento, Que hay otro mundo en que brilla El sol más puro y ardiente, Donde hay una aura más tibia, Do son más bellas las flores, Más perfumada la brisa; Si sientes como yo siento Que esta patria no es la mía, Si eres como yo de un mundo Donde hay más dulce poesía Entrecrucemos los ramos, Dame el calor de tu vida, Inclina sobre mi frente Tu frente también altiva, Y no miremos el mundo, Que así se hallará la dicha Que damos puede la tierra, La tierra triste y sombría, A dos extranjeros plantas En clima extraño nacidas.
es
Chocano,José_Santos
<XXI
La_Laguna
El despeinado copo juguetea al golpe de ala del cansado viento, que retiembla sin brío y sin aliento, sobre la espuma que a su soplo ondea. El pato nadador se balancea, al resbalar con tardo movimiento, por el azul cristal, que un firmamento cuajado finge donde el sol chispea. El blanco cisne, incólume y tranquilo, arqueando el cuello, al desgarrar la espuma, bate del ala el recortado filo. Y doblegado, con las fibras flojas por el dolor, un sauce que se abruma llora en el agua sus marchitas hojas...
es
Marechal,Leopoldo
<XXI
Mi_Primer_Incidente_Con_Robot
Mi primer incidente con Robot (y el que abría en mi alma la gran desavenencia que terminó en un crimen de piadosa factura) sucedió cuando el noble pedagogo me dictaba el Factor de Cohesión de los núcleos estables e inestables. A los que todavía sin grilletes van del apio a la rosa, bellos como almirantes; a los que aún entregan a la emoción del viento una risa pentecostal en la salud del Cristo vivo; a todos esos "raros" que aún perfuman el cosmos digo lo siguiente: La Física Nuclear suelta el olor de los gases livianos de la Tabla Periódica; y ese olor, al obrar en un alma sensible, nos da el precipitado de la Melancolía. No es bueno descender a la materia sin agarrar primero los tobillos del ángel: Einstein, el matemático, se libró del abismo porque midió la noche con el arco de un violín pitagórico.
es
Chocano,José_Santos
<XXI
—¡Vale_Un_Perú!—_Y_El_Oro_Corrió_Como_Una_Onda...
—¡Vale un Perú!— y el oro corrió como una onda... —¡Vale un Perú!— y las naves lleváronse el metal... ¡Pero quedó esa frase magnífica y redonda, Como una resonante medalla colonial! Dijérase que el arca de un Creso se desfonda... ¡Oh, Edad de los Virreyes, que nunca tuvo igual! Se abren los claros ojos de la virreina blonda Y hace brillar sus piedras la mitra episcopal. ¿Cuyo el balcón morisco que un púlpito remeda? ¿Quién descolgó la escala de retorcida seda? ¿Cuál paseo, el de sauces, que en el río se ve?... La Edad de los Virreyes es baile de gran brillo; Y en él, mientras se doblan las bazas de un tresillo, Se van desenvolviendo los cuadros de un minué...
es
Galeano,Eduardo
<XXI
Tiempo_Que_Dice
De tiempo somos. Somos sus pies y sus bocas. Los pies del tiempo caminan en nuestros pies. A la corta o a la larga, ya se sabe, los vientos del tiempo borrarán las huellas. ¿Travesía de la nada, pasos de nadie? Las bocas del tiempo cuentan el viaje.
es
Villamediana,Conde_de
<XXI
Émulo_Al_Sol_Saldrá_Del_Cielo_Hesperio
Émulo al Sol saldrá del cielo hesperio un rayo de las armas, y cometa que con agüero de feliz planeta al Asia librará de cautiverio. Y revelando al mundo el gran misterio verá el Levante ocasos de su seta; uno el ovil, una la ley perfeta; habrá un solo pastor y un solo Imperio. Y la hidra inhumana, que no pudo ver extinta con fuego ni cortada el celo y el valor de sus abuelos, al resplandor del soberano escudo muerta caerá de miedo de la espada que con filos de fe templan los cielos. un solo pastor y un solo Imperio
es
Arciniegas,Ismael_Enrique
<XXI
El_Cidno
Bajo un azul de triunfo que un sol ardiente dora, Blanquea el río oscuro la trirreme de plata, Y aromas de incensario por la orilla desata, Rumor de seda y música de flauta arrulladora. En la proa radiante que el gavilán decora, Cleopatra, inclinándose, las pupilas dilata, Y ante el sol, y entre el brillo del dosel escarlata, Es gran pájaro de oro que su presa avizora. Tarso, allá, do el guerrero la aguarda desarmado; Y abre la bruna Reina, en el aire encantado, Los brazos, do la púrpura pone róseos fulgores; Y a su lado no ha visto, presagios de su suerte, Que en el agua sombría van deshojando flores Los gemelos divinos, el Amor y la Muerte.
es
Chocano,José_Santos
<XXI
Yo_Soy,_Señora,_Un_Viejo_Castellano
Yo soy, Señora, un viejo castellano que retorna al cariño de su tierra, con la espada mohosa entre la mano y el alma ensordecida por la guerra. Nací en las Indias bajo el Sol de España; y, a modo de un señor de horca y cuchillo, tengo en mi corazón una montaña y en la montaña un lago y un castillo. En las noches de luna irradia el lago; suena un rumor de músicas lejanas; y del castillo de contorno vago sale un fulgor por todas las ventanas En una de esas noches misteriosas me visitó la heroica Poesía, ciñó a mi sien sus lauros y sus rosas y me dijo: —¡Soy tuya!— y yo: —¡Eres mía! Sueño Sufro Con íntimo quebranto, veo en mi noche relumbrar las dagas; mas no le pidas al dolor un canto, porque jamás enseñaré mis llagas. Clavando en el Destino la pupila sin que la empañen lágrimas, me entrego del todo a mi dolor, con la tranquila fe con que el mártir se entregaba al fuego. Canto, pero al cantar no me doblego. Ni el canto es triste, ni el dolor se aleja y así este canto con que a ti me llego será de ira, pero no es de queja. Y otra vez, en mis versos olvidados que hoy se renuevan en mi santa ira, «yo sabré encarcelar a los malvados y como reja les pondré mi lira». ¿Por qué, por qué bajo mis pies las olas se encrespan como sierpes irritadas? ¿Por qué tranquilo estoy si estoy a solas y me turbo ante todas las miradas? Los hombres no comprenden el milagro de mi virtud en la mitad del vicio. Como a mirar las nubes me consagro, pongo a veces el pie en el precipicio; pero una fuerza celestial, un ciego ímpetu que me lleva por la vida, me retiene tal vez cuando me entrego y basta me hace crecer en la caída. Yo sé apurar la copa acibarada con mano firme y ánimo sereno, parear despreciativa la mirada y abrir las alas al fragor del trueno. En vano, sí, la sociedad maldita escribiera en mi frente un «aquí yace». La ilusión como el fénix resucita; y la melena de Sansón renace Los que dudan de mí porque han dudado de Daniel en el foso de leones, dudarán si es que sienten que el pecado se insinúa en sus propios corazones. Libre, así, del contacto del delito, comprendo en mi interior el que no hay nada que se parezca más en lo infinito a un cielo azul que una conciencia honrada. Señora: digno soy de ser tu amante; porque en la misma fragua en que encendido brota el rayo de Júpiter tonante, se hacen también las flechas de Cupido...
es
Debravo,Jorge
<XXI
La_Noche,_Deseosa,_Apenumbrada
La noche, deseosa, apenumbrada, te quitó sin pensar las zapatillas... y —por sentirse blanca y alumbrada— desnudó blancamente tus rodillas. Luego —por diversión, sin decir nada— la noche se llevó tu blusa larga y te arrancó la falda ensimismada como una cosa tímida y amarga. Después te colocaste travesura: desnudaste tus pechos por ternura y —hablando de un amor vago, inconexo— Porque si y porque no, a medio reproche, desnudaste también, entre la noche, la noche pequeñita de tu sexo. Luego —por diversión, sin decir nada— la noche se llevó tu blusa larga y te arrancó la falda ensimismada como una cosa tímida y amarga. Después te colocaste travesura: desnudaste tus pechos por ternura y —hablando de un amor vago, inconexo— Porque si y porque no, a medio reproche, desnudaste también, entre la noche, la noche pequeñita de tu sexo. Después te colocaste travesura: desnudaste tus pechos por ternura y —hablando de un amor vago, inconexo— Porque si y porque no, a medio reproche, desnudaste también, entre la noche, la noche pequeñita de tu sexo. Porque si y porque no, a medio reproche, desnudaste también, entre la noche, la noche pequeñita de tu sexo.
es
Fuertes,Gloria
<XXI
Dios_Que_Me_Da
Dios que me da el beleño por la noche, el azafrán por el día, el cantueso por la tarde. Dios que me da, tu presencia en el sueño, el amor para el hambre, la muerte para el cuerpo, la vida para el alma, jabón para lavarme. Y yo le doy, pellizcos a sus manos, disgustos a sus curas, y le pago con deudas. Dios me da demasiado. Dejadme que esta noche me horrorice.
es
Bonifaz_Nuño,Rubén
<XXI
Hervor_De_Calles;_Desembocadura
Hervor de calles; desembocadura de pábulos ardiendo, en la caldera sediciosa del mísero. Como hierba de gritos, como en humo lumbrarada de pelos espantados; como chubasco tupidísimo y turbio, en ascensión. Así llegaba. Y alégrate si nadie, en esta plaza, si nadie, de tan juntos y de tantos, puede caer; si nadie puede ser abatido; si no puede ninguno dejar su sitio sin morirse. Cada uno en el centro, en medio cada uno, circundados. Nace la gloria para ti, mi hermano; mi muy reverenciado, mi sin dicha, mi desgraciado pobre, mi vecino; mi, como yo, despierto. Mira: el sin tregua, el desterrado con injusticia, y el que canta, mi hermano de tu hermano, y el hambriento y la sed que aumentó de puerta en puerta; y vienen con nosotros el inválido, y el muerto a solas, y el sin nada. La gente de este lado, que ha salido de quemados olivos todo el año; de carnívoras cruces que alimenta el gran poder de la traición; de niños abortados surgiendo; de mujeres para siempre olvidadas. Desde el cogollo del dolor, humea a la libertad ensangrentada. Mira que fauces de león se descoyuntan; que ya la fiesta del alumbramiento aúlla y rinde frutos, y el profeta en su tierra, de innumerables bocas coronado, resuena, y las banderas gimen, y las hondas volando y empedradas. Y el milagro del horno y de la harina se acerca, y los ejércitos inmóviles con la resurrección, y las trompetas de los finales pájaros terrestres.
es
Rébora,Marilina
<XXI
Lo_He_Meditado_Mucho,_Señor,_Aunque_No_Espero
Lo he meditado mucho, Señor, aunque no espero visión de corcel blanco o de espada en tu boca, estrella o mar de vidrio —ni menos, candelero—: quiero de Ti otra gracia y mi labio la invoca. Quiero sí un nuevo nombre: el que nadie conoce, únicamente sólo aquel que lo recibe, para perfeccionar en infinito goce lo que apenas el alma en sus ansias concibe. Un nuevo nombre escrito en blanca piedrecita. «¿Cuál será?», me pregunto. Inútil responderme pues lo susurra sólo el ángel que visita las almas que Tú eliges para esta recompensa. (Mientras se cumple el término, el espíritu aduerme y la mente imagina, discurre, trama, piensa...)
es
López,Pascual
XXI
Anoche_Bailaba_La_Manzana
Anoche bailaba la manzana sobre la espuma tórrida del mar mientras en la azotea del Corte Inglés Marilyn repartía sus besos... Y yo, como un trapo mojado, con penachos de palmeras inclinándose hacia el fango, sediento de viento y de lluvia —escasa pero lluvia al fin— fuí a bailar con la manzana pleno de los besos que Marilyn, entre la multitud borracha de luces y colores esperpénticos, me lanzó tan solo a mí: ¡Se vende el alma! ¡Se compra el tiempo! II ¡Se vende el alma! ¡Se compra el tiempo! Pero que no trascienda más allá de los estantes, que no suenen las luces y no reverbere la música... Se permite, acaso, a Marilyn, que compre o venda lo que quiera, o nos regale su risa o quizás los cántaros pálidos de sus pechos mágicos como sus ojos o su pubis. ¡Se vende el alma! ¡Se compra el tiempo! Pero borracho de amores y de luna de absenta y de fuego que no trascienda: Que el alma es escasa y el tiempo no nos cabe en las alacenas. III Y si acaso la manzana ya no danza absortas sus caderas en el orgasmo espurio de las olas, y Marilyn Monroe desde la azotea del Corte Inglés se vuelve y llora mientras el asfalto impasible consume personas, coches, incertidumbres, notas, luces, océanos, perplejidades... ¡Se vende el alma! ¡Se compra el tiempo! Pero que no trascienda. ¡Se vende el alma! ¡Se compra el tiempo! II ¡Se vende el alma! ¡Se compra el tiempo! Pero que no trascienda más allá de los estantes, que no suenen las luces y no reverbere la música... Se permite, acaso, a Marilyn, que compre o venda lo que quiera, o nos regale su risa o quizás los cántaros pálidos de sus pechos mágicos como sus ojos o su pubis. ¡Se vende el alma! ¡Se compra el tiempo! Pero borracho de amores y de luna de absenta y de fuego que no trascienda: Que el alma es escasa y el tiempo no nos cabe en las alacenas. III Y si acaso la manzana ya no danza absortas sus caderas en el orgasmo espurio de las olas, y Marilyn Monroe desde la azotea del Corte Inglés se vuelve y llora mientras el asfalto impasible consume personas, coches, incertidumbres, notas, luces, océanos, perplejidades... ¡Se vende el alma! ¡Se compra el tiempo! Pero que no trascienda. ¡Se vende el alma! ¡Se compra el tiempo! Pero que no trascienda más allá de los estantes, que no suenen las luces y no reverbere la música... Se permite, acaso, a Marilyn, que compre o venda lo que quiera, o nos regale su risa o quizás los cántaros pálidos de sus pechos mágicos como sus ojos o su pubis. ¡Se vende el alma! ¡Se compra el tiempo! Pero borracho de amores y de luna de absenta y de fuego que no trascienda: Que el alma es escasa y el tiempo no nos cabe en las alacenas. III Y si acaso la manzana ya no danza absortas sus caderas en el orgasmo espurio de las olas, y Marilyn Monroe desde la azotea del Corte Inglés se vuelve y llora mientras el asfalto impasible consume personas, coches, incertidumbres, notas, luces, océanos, perplejidades... ¡Se vende el alma! ¡Se compra el tiempo! Pero que no trascienda. ¡Se vende el alma! ¡Se compra el tiempo! Pero borracho de amores y de luna de absenta y de fuego que no trascienda: Que el alma es escasa y el tiempo no nos cabe en las alacenas. III Y si acaso la manzana ya no danza absortas sus caderas en el orgasmo espurio de las olas, y Marilyn Monroe desde la azotea del Corte Inglés se vuelve y llora mientras el asfalto impasible consume personas, coches, incertidumbres, notas, luces, océanos, perplejidades... ¡Se vende el alma! ¡Se compra el tiempo! Pero que no trascienda. Y si acaso la manzana ya no danza absortas sus caderas en el orgasmo espurio de las olas, y Marilyn Monroe desde la azotea del Corte Inglés se vuelve y llora mientras el asfalto impasible consume personas, coches, incertidumbres, notas, luces, océanos, perplejidades... ¡Se vende el alma! ¡Se compra el tiempo! Pero que no trascienda. ¡Se vende el alma! ¡Se compra el tiempo! Pero que no trascienda.
es
Vallejo,César
<XXI
Oye_A_Tu_Masa,_A_Tu_Cometa,_Escúchalos;_No_Gimas...
Oye a tu masa, a tu cometa, escúchalos; no gimas... de memoria, gravísimo cetáceo; oye a la túnica en que estás dormido, oye a tu desnudez, dueña del sueño. Relátate agarrándote de la cola del fuego y a los cuernos en que acaba la crin su atroz carrera; rómpete, pero en círculos; fórmate, pero en columnas combas; descríbete atmosférico, ser de humo, a paso redoblado de esqueleto. ¿La muerte? ¡Opónle todo su vestido! ¿La vida? ¡Opónle parte de tu muerte! Bestia dichosa, piensa; dios desgraciado, quítate la frente. Luego, hablaremos.
es
Altolaguirre,Manuel
<XXI
Dos_Mares_Frente_A_Frente
Dos mares frente a frente. El uno un mar sin cuerpo, todo alma azul; el otro un mar humano, encerrado en su carne solitaria y violenta. ¿Encarnarán las aguas, resucitando alegres? ¿Agrandará sus límites, libertando tormentas, el alma pensativa? Frente a frente, en la playa, ante un mar insondable, cautiva está mi alma.
es
Ibarbourou,Juana_de
<XXI
Otoño_Del_Sur
Con menta y con llantén llega el Otoño, nuestro Otoño del Sur: verdes limones, gravidez del naranjo, Abril bisoño, últimas uvas dándose encontrones con las primeras, agrias mandarinas. La chaqueta de tweed cobra derecho de maternal auxilio, en las esquinas donde el picante viento está en acecho, y retorna la cálida dulzura de la casa abrigada, la ternura del fuego, de la manta bien tejida, el amor de los seres que guardamos, y la vigencia de los duendes, amos de las menudas gracias de la vida.
es
Fernández,Macedonio
<XXI
No_Eres,_Muerte,_Quien
No eres, Muerte, quien por nombre de misterio pueda a mi mente hacer pálida cual a los cuerpos haces. ¡Si he visto posar en ti sin sombra el mirar de una niña! De aquella que te llamó a su partida y partiendo sin ti, contigo me dejó sin temer por mí. Quiso decirme la que por ahínco de amor se hizo engañosa: «Mírala bien a la llamada y dejada; la Muerte. Obra de ella no llevo en mí alguna ni enójela, su cetro en mí no ha usado, su paso no me sigue, ni llevó su palor ni de sus ropas hilos sino luz de mi primer día, y las alzadas vestes que madre midió en primavera y en estío ya son cortas; ni asido a mí llevo dolor pues ¡mírame! que antes es gozo de niña que al seguro y ternura de mirada de madre juega y por extremar juego y de amor certeza —ved que así hago contigo, y lo digo a tus lágrimas a su ojos se oculta. Segura de su susto curar con pronta vuelta». ¡Si he visto cómo echaste la caída de tu vuelo, tan fío, a posarse al corazón de la amorosa! Y cuál lo alzaste al pronto. de tanta dulzura en cortesía porque amor la regía, porque amor defendía de muerte allí. ¡Oh! Elena, ¡oh! niña por haber más amor ida, mi primer conocerte fue tardío y como sólo de todo amor se aman quienes jugaron antes de amar y antes de hora de amor se miraron niños —Y esto sabías: este grave saber tu ardiente alma guardaba; grave pensar de amor todo conoce— así en ternísimo invento de pasión quisiste esta partida porque en tan honda hora mi mente torpe de varón niña te viera. Fue tu partir así suave triunfando como se aquieta ola que vuelve de la ribera al sena vasto en tu frente un fin de ola se durmió por caricia y como en fantasía de serte compañía y de mostrar que allí Ausencia o Sueño pero no muerte había; que no busca un morir almohada en otra muerte. Pero sí sueño en sueño; niño se aduerme en madre. Y te dormiste en Inocente victoria. ¿Te dormiste? Palabras no lo dicen. Fue sólo un dulce querer dormir, fue sólo un dulce querer partir pero un ardiente querer atarse pero un ardiente querer atarme. ¿Dónde te busco alma afanosa alma ganosa, buscadora alma? Por donde vaya mi seguimiento alma sin cansancio seguidora mi palabra te alcance. La que se fue entendida cuál ninguna, entendida en su irse y su retorno. Y sí así no es, es porque es mucho más. Y si así no es, ¡no cortes Hombre mi palabra! Criatura de poría de amor que al Tiempo destejió. Que llamó a sí su primer día se hizo obedecida a su porfía; y se envolvió la frente y embebió su cabeza y prendió a sus cabellos la luz de su primer sagrado Día dócil al sagrado capricho de hora última de mujer en el terrenal ejercicio. Y me decía su sonreír en hora tan oscura: «Déjame jugar, sonreír. Es un instante en que tu ser se azore. Llevóme de partida tu comprender me. Voyme entendida, torpeza de amor de hombre ya no será de ti». Niña y maestra de muerte fingida en santo juego de un único, ardiente destino. Fingimiento enloquecedor que por Palabra tuvo el torrente de las lágrimas corriendo. Cual cae en seriedad y grave pulsa pecho de doncella turbado por cercanía de amor y pénese en valentía y pensamiento de la prueba fortísima, quedó aquél para sólo quien fue entendida, oculta y mostrárase de nuevo, la amorosa. Yo sabía muerte pero aquel partir no. Muerte es beldad y me quedó aprendida por juego de niña que a sonreída muerte echó la cabeza inventora por ingenios de amor mucho luchada. ¡Oh qué juego de niña quisiste! Niña del fingido morir —con más lágrimas visto que el más cierto. Tanta lucha sudorosa hizo la abrumadora cabeza cuando la echaste a dormir tu «muerte» en la almohada —del Despertar Mañana— ojos y almas tan dueños del mañana que sin amargarse en lágrimas todo lloro movieron. Tanta certeza en el ser de una niña florecida secos tuvo sus ojos: todo en torno lloraba—. Oh niña del Despertar Mañana ‘que en luz de su primer día se hizo oculta con sumisión de Luz, Tiempo y Muerte en enamorada diligencia de servir al sacro fingimiento del más Hondo capricho en levísimo juego, de último humano querer de la ya hoy no humana. Muerte es Beldad pero muerte entusiasta, partir sin muerte en luz de un primer día es Divinidad Grave y gracioso artificio de muerte sonreída. ¡Oh cuál juego de niña lograste Elena, niña vencedora! Arriba de Dios fingidora en hora ultima de mujer. Mi ser perdido en cortesía de gallardía tanta, de alma a todo amor alzada. ¿Cuándo será que a todo amor alzado servido su vivir, copa de muerte a su vivir servida, prueba otra vez, la eterna vez del alma, el mirar de quien hoy sólo el ser de la Espera tiene cual sólo el ser de un Esperado tengo?
es
Bellatrix
XXI
¡Y_Me_Llené_De_Ti!...
Sentí que eras mía... cuando entrábamos a la gloria del amor de los amores... Mis manos, extendidas a tus manos, tus ojos, clavados en mis ojos... Despojé mi alma de sus fieros descubriéndote mis gracias y mis penas... Y en contemplación que parecía advenir la gloria de los cielos nos mirábamos la cara... Nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Nos mirábamos alcanzando lo sutil y lo sublime... Nos mirábamos sin cansarnos a los ojos... Tus manos se estrecharon a mis manos provocando una dulzura indescriptible... Tus brazos se extendieron por mi forma cubriéndome con tu amor y con tu mimo... Mis labios se perdieron en tus labios despertando mi pasión y mi alegría... Y me llené de tu aliento empapándome de ti... Y mis manos recorrieron tu figura llevándote mi amor y mi cariño... Y te despojaste de tus linos y tus sedas para que no nos separara nada... ¡Y no sabía que la creación fuera tan bella! O que se pudiera sentir de esa manera... Ni conocí prueba más clara de la belleza del amor de Dios... Nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mis ojos se posaron en tus ojos con sabor a mar y a mi pasado... Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho... y ya no sé como expresar lo que sentía. Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer... Llenándome de tu sensibilidad. Y embelecé tus carnes tiernas... llevándote mi amor y mi delicia. El tiempo detenido... suspendido... el goce de la creación... sobre nosotros dos. Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Mis manos, extendidas a tus manos, tus ojos, clavados en mis ojos... Despojé mi alma de sus fieros descubriéndote mis gracias y mis penas... Y en contemplación que parecía advenir la gloria de los cielos nos mirábamos la cara... Nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Nos mirábamos alcanzando lo sutil y lo sublime... Nos mirábamos sin cansarnos a los ojos... Tus manos se estrecharon a mis manos provocando una dulzura indescriptible... Tus brazos se extendieron por mi forma cubriéndome con tu amor y con tu mimo... Mis labios se perdieron en tus labios despertando mi pasión y mi alegría... Y me llené de tu aliento empapándome de ti... Y mis manos recorrieron tu figura llevándote mi amor y mi cariño... Y te despojaste de tus linos y tus sedas para que no nos separara nada... ¡Y no sabía que la creación fuera tan bella! O que se pudiera sentir de esa manera... Ni conocí prueba más clara de la belleza del amor de Dios... Nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mis ojos se posaron en tus ojos con sabor a mar y a mi pasado... Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho... y ya no sé como expresar lo que sentía. Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer... Llenándome de tu sensibilidad. Y embelecé tus carnes tiernas... llevándote mi amor y mi delicia. El tiempo detenido... suspendido... el goce de la creación... sobre nosotros dos. Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Despojé mi alma de sus fieros descubriéndote mis gracias y mis penas... Y en contemplación que parecía advenir la gloria de los cielos nos mirábamos la cara... Nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Nos mirábamos alcanzando lo sutil y lo sublime... Nos mirábamos sin cansarnos a los ojos... Tus manos se estrecharon a mis manos provocando una dulzura indescriptible... Tus brazos se extendieron por mi forma cubriéndome con tu amor y con tu mimo... Mis labios se perdieron en tus labios despertando mi pasión y mi alegría... Y me llené de tu aliento empapándome de ti... Y mis manos recorrieron tu figura llevándote mi amor y mi cariño... Y te despojaste de tus linos y tus sedas para que no nos separara nada... ¡Y no sabía que la creación fuera tan bella! O que se pudiera sentir de esa manera... Ni conocí prueba más clara de la belleza del amor de Dios... Nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mis ojos se posaron en tus ojos con sabor a mar y a mi pasado... Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho... y ya no sé como expresar lo que sentía. Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer... Llenándome de tu sensibilidad. Y embelecé tus carnes tiernas... llevándote mi amor y mi delicia. El tiempo detenido... suspendido... el goce de la creación... sobre nosotros dos. Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y en contemplación que parecía advenir la gloria de los cielos nos mirábamos la cara... Nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Nos mirábamos alcanzando lo sutil y lo sublime... Nos mirábamos sin cansarnos a los ojos... Tus manos se estrecharon a mis manos provocando una dulzura indescriptible... Tus brazos se extendieron por mi forma cubriéndome con tu amor y con tu mimo... Mis labios se perdieron en tus labios despertando mi pasión y mi alegría... Y me llené de tu aliento empapándome de ti... Y mis manos recorrieron tu figura llevándote mi amor y mi cariño... Y te despojaste de tus linos y tus sedas para que no nos separara nada... ¡Y no sabía que la creación fuera tan bella! O que se pudiera sentir de esa manera... Ni conocí prueba más clara de la belleza del amor de Dios... Nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mis ojos se posaron en tus ojos con sabor a mar y a mi pasado... Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho... y ya no sé como expresar lo que sentía. Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer... Llenándome de tu sensibilidad. Y embelecé tus carnes tiernas... llevándote mi amor y mi delicia. El tiempo detenido... suspendido... el goce de la creación... sobre nosotros dos. Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Nos mirábamos alcanzando lo sutil y lo sublime... Nos mirábamos sin cansarnos a los ojos... Tus manos se estrecharon a mis manos provocando una dulzura indescriptible... Tus brazos se extendieron por mi forma cubriéndome con tu amor y con tu mimo... Mis labios se perdieron en tus labios despertando mi pasión y mi alegría... Y me llené de tu aliento empapándome de ti... Y mis manos recorrieron tu figura llevándote mi amor y mi cariño... Y te despojaste de tus linos y tus sedas para que no nos separara nada... ¡Y no sabía que la creación fuera tan bella! O que se pudiera sentir de esa manera... Ni conocí prueba más clara de la belleza del amor de Dios... Nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mis ojos se posaron en tus ojos con sabor a mar y a mi pasado... Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho... y ya no sé como expresar lo que sentía. Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer... Llenándome de tu sensibilidad. Y embelecé tus carnes tiernas... llevándote mi amor y mi delicia. El tiempo detenido... suspendido... el goce de la creación... sobre nosotros dos. Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Nos mirábamos alcanzando lo sutil y lo sublime... Nos mirábamos sin cansarnos a los ojos... Tus manos se estrecharon a mis manos provocando una dulzura indescriptible... Tus brazos se extendieron por mi forma cubriéndome con tu amor y con tu mimo... Mis labios se perdieron en tus labios despertando mi pasión y mi alegría... Y me llené de tu aliento empapándome de ti... Y mis manos recorrieron tu figura llevándote mi amor y mi cariño... Y te despojaste de tus linos y tus sedas para que no nos separara nada... ¡Y no sabía que la creación fuera tan bella! O que se pudiera sentir de esa manera... Ni conocí prueba más clara de la belleza del amor de Dios... Nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mis ojos se posaron en tus ojos con sabor a mar y a mi pasado... Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho... y ya no sé como expresar lo que sentía. Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer... Llenándome de tu sensibilidad. Y embelecé tus carnes tiernas... llevándote mi amor y mi delicia. El tiempo detenido... suspendido... el goce de la creación... sobre nosotros dos. Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Nos mirábamos sin cansarnos a los ojos... Tus manos se estrecharon a mis manos provocando una dulzura indescriptible... Tus brazos se extendieron por mi forma cubriéndome con tu amor y con tu mimo... Mis labios se perdieron en tus labios despertando mi pasión y mi alegría... Y me llené de tu aliento empapándome de ti... Y mis manos recorrieron tu figura llevándote mi amor y mi cariño... Y te despojaste de tus linos y tus sedas para que no nos separara nada... ¡Y no sabía que la creación fuera tan bella! O que se pudiera sentir de esa manera... Ni conocí prueba más clara de la belleza del amor de Dios... Nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mis ojos se posaron en tus ojos con sabor a mar y a mi pasado... Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho... y ya no sé como expresar lo que sentía. Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer... Llenándome de tu sensibilidad. Y embelecé tus carnes tiernas... llevándote mi amor y mi delicia. El tiempo detenido... suspendido... el goce de la creación... sobre nosotros dos. Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Tus manos se estrecharon a mis manos provocando una dulzura indescriptible... Tus brazos se extendieron por mi forma cubriéndome con tu amor y con tu mimo... Mis labios se perdieron en tus labios despertando mi pasión y mi alegría... Y me llené de tu aliento empapándome de ti... Y mis manos recorrieron tu figura llevándote mi amor y mi cariño... Y te despojaste de tus linos y tus sedas para que no nos separara nada... ¡Y no sabía que la creación fuera tan bella! O que se pudiera sentir de esa manera... Ni conocí prueba más clara de la belleza del amor de Dios... Nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mis ojos se posaron en tus ojos con sabor a mar y a mi pasado... Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho... y ya no sé como expresar lo que sentía. Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer... Llenándome de tu sensibilidad. Y embelecé tus carnes tiernas... llevándote mi amor y mi delicia. El tiempo detenido... suspendido... el goce de la creación... sobre nosotros dos. Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Tus brazos se extendieron por mi forma cubriéndome con tu amor y con tu mimo... Mis labios se perdieron en tus labios despertando mi pasión y mi alegría... Y me llené de tu aliento empapándome de ti... Y mis manos recorrieron tu figura llevándote mi amor y mi cariño... Y te despojaste de tus linos y tus sedas para que no nos separara nada... ¡Y no sabía que la creación fuera tan bella! O que se pudiera sentir de esa manera... Ni conocí prueba más clara de la belleza del amor de Dios... Nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mis ojos se posaron en tus ojos con sabor a mar y a mi pasado... Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho... y ya no sé como expresar lo que sentía. Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer... Llenándome de tu sensibilidad. Y embelecé tus carnes tiernas... llevándote mi amor y mi delicia. El tiempo detenido... suspendido... el goce de la creación... sobre nosotros dos. Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Mis labios se perdieron en tus labios despertando mi pasión y mi alegría... Y me llené de tu aliento empapándome de ti... Y mis manos recorrieron tu figura llevándote mi amor y mi cariño... Y te despojaste de tus linos y tus sedas para que no nos separara nada... ¡Y no sabía que la creación fuera tan bella! O que se pudiera sentir de esa manera... Ni conocí prueba más clara de la belleza del amor de Dios... Nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mis ojos se posaron en tus ojos con sabor a mar y a mi pasado... Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho... y ya no sé como expresar lo que sentía. Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer... Llenándome de tu sensibilidad. Y embelecé tus carnes tiernas... llevándote mi amor y mi delicia. El tiempo detenido... suspendido... el goce de la creación... sobre nosotros dos. Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y me llené de tu aliento empapándome de ti... Y mis manos recorrieron tu figura llevándote mi amor y mi cariño... Y te despojaste de tus linos y tus sedas para que no nos separara nada... ¡Y no sabía que la creación fuera tan bella! O que se pudiera sentir de esa manera... Ni conocí prueba más clara de la belleza del amor de Dios... Nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mis ojos se posaron en tus ojos con sabor a mar y a mi pasado... Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho... y ya no sé como expresar lo que sentía. Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer... Llenándome de tu sensibilidad. Y embelecé tus carnes tiernas... llevándote mi amor y mi delicia. El tiempo detenido... suspendido... el goce de la creación... sobre nosotros dos. Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mis manos recorrieron tu figura llevándote mi amor y mi cariño... Y te despojaste de tus linos y tus sedas para que no nos separara nada... ¡Y no sabía que la creación fuera tan bella! O que se pudiera sentir de esa manera... Ni conocí prueba más clara de la belleza del amor de Dios... Nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mis ojos se posaron en tus ojos con sabor a mar y a mi pasado... Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho... y ya no sé como expresar lo que sentía. Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer... Llenándome de tu sensibilidad. Y embelecé tus carnes tiernas... llevándote mi amor y mi delicia. El tiempo detenido... suspendido... el goce de la creación... sobre nosotros dos. Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y te despojaste de tus linos y tus sedas para que no nos separara nada... ¡Y no sabía que la creación fuera tan bella! O que se pudiera sentir de esa manera... Ni conocí prueba más clara de la belleza del amor de Dios... Nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mis ojos se posaron en tus ojos con sabor a mar y a mi pasado... Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho... y ya no sé como expresar lo que sentía. Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer... Llenándome de tu sensibilidad. Y embelecé tus carnes tiernas... llevándote mi amor y mi delicia. El tiempo detenido... suspendido... el goce de la creación... sobre nosotros dos. Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... ¡Y no sabía que la creación fuera tan bella! O que se pudiera sentir de esa manera... Ni conocí prueba más clara de la belleza del amor de Dios... Nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mis ojos se posaron en tus ojos con sabor a mar y a mi pasado... Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho... y ya no sé como expresar lo que sentía. Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer... Llenándome de tu sensibilidad. Y embelecé tus carnes tiernas... llevándote mi amor y mi delicia. El tiempo detenido... suspendido... el goce de la creación... sobre nosotros dos. Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Ni conocí prueba más clara de la belleza del amor de Dios... Nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mis ojos se posaron en tus ojos con sabor a mar y a mi pasado... Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho... y ya no sé como expresar lo que sentía. Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer... Llenándome de tu sensibilidad. Y embelecé tus carnes tiernas... llevándote mi amor y mi delicia. El tiempo detenido... suspendido... el goce de la creación... sobre nosotros dos. Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mis ojos se posaron en tus ojos con sabor a mar y a mi pasado... Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho... y ya no sé como expresar lo que sentía. Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer... Llenándome de tu sensibilidad. Y embelecé tus carnes tiernas... llevándote mi amor y mi delicia. El tiempo detenido... suspendido... el goce de la creación... sobre nosotros dos. Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mis ojos se posaron en tus ojos con sabor a mar y a mi pasado... Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho... y ya no sé como expresar lo que sentía. Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer... Llenándome de tu sensibilidad. Y embelecé tus carnes tiernas... llevándote mi amor y mi delicia. El tiempo detenido... suspendido... el goce de la creación... sobre nosotros dos. Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho... y ya no sé como expresar lo que sentía. Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer... Llenándome de tu sensibilidad. Y embelecé tus carnes tiernas... llevándote mi amor y mi delicia. El tiempo detenido... suspendido... el goce de la creación... sobre nosotros dos. Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer... Llenándome de tu sensibilidad. Y embelecé tus carnes tiernas... llevándote mi amor y mi delicia. El tiempo detenido... suspendido... el goce de la creación... sobre nosotros dos. Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y embelecé tus carnes tiernas... llevándote mi amor y mi delicia. El tiempo detenido... suspendido... el goce de la creación... sobre nosotros dos. Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... El tiempo detenido... suspendido... el goce de la creación... sobre nosotros dos. Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo fundiendo mi persona a tu persona... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mi pecho se posó en tu pecho haciéndote mía... en el oleaje del mar... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y la melodía de la creación tú cantaste a mis oídos... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y tu murmullo se esparció en el viento Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y mi carne se empapó en tu intimidad impregnándome de tu deleite y de ti... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... ¡Y me llené de ti! una sola alma, un solo ser... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... ¡Y me volví parte de ti! como río que... ¡por fin! regresa y se funde en su mar... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y me sentí parte del ser universal parte de su amor... parte, de su energía... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y me adormecí en tus embelesos y allí... donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos... allí también fuiste mía... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... Y te amé, como a la vida te amé más que a mi vida te amé... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... ¡Y salió el sol!... y siempre tuyo... y salió el sol... y siempre mía... nos mirábamos y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
es
Ruiz,Juan
<XXI
Virgen,_Del_Çielo_Reyna
Virgen, del çielo Reyna, e del mundo melezina, quiérasme oyr muy dina, que de tus gozos ayna escriva yo prosa dina por te servir. Dezir t'he tu alegría, rrogándote todavía, yo pecador, que a la grand culpa mía non pares mientes, María, más al loor. Tú siete gozos oviste: primero, quando rrescebiste salutación del ángel, quando oíste Ave María, conçebiste Dios, salvaçión. El segundo fue cunplido, quando fue de ti nasçido e syndolor, de los ángeles servido, fue luego conosçido por Salvador. Fue el tu gozo terçero, quando vino el luzero a mostrar el camino verdadero a los rreyes: conpañero fue en guiar. Fue la quarta alegría, quando te dixo, María, el Grabiel que Jhesuxristo vernía e por señal te dezía que viera a él. El quinto fue de grand dolçor, quando al tu fijo Señor viste sobir al çielo, a su Padre mayor, e tú fincaste con amor de a él yr. No es el sesto de olvidar: los discípulos vino alunbrar con espanto, tú estabas en ese lugar, del cielo viste entrar Spritu Santo. El setano non ha par, quando por ti quiso enbiar Dios tu Padre, al cielo te fizo pujar, con él te fizo assentar como a Madre. Señora, oy' al pecador: que tu fijo, el Salvador, por nos diçio del çielo, en ti morador, el que pariste, blanca flor, por nos nasçió. A nosotros pecadores non aborrescas, pues por nos ser merescas Madre de Dios; ant'él connusco parescas, nuestras almas le ofrescas, ruegal' por nos.
es
Gutiérrez_Albelo,Emeterio
<XXI
Un_Poco_De_Alegría
¡Que broten mis poemas como un chorro de agua fresca! Y que tenga la gracia de esta niña —vestida de inocencia—, que me mira curiosa, y risueña, mientras escribo estos renglones en mi libreta. Sí, que broten mis poemas como un chorro de agua fresca. (Y que lleven un poco de alegría a los pocos amigos que me lean...).
es
Hernández,Miguel
<XXI
Era_Un_Hoyo_No_Muy_Hondo_(Versión)
Era un hoyo no muy hondo. Casi en la flor de la sombra. No hubiera cabido un hombre dentro de su tierra angosta. Él cupo: para su cuerpo aún quedó anchura de sobra, y no la quiso llenar más que la tierra que arrojan. En la casa había enarcado la felicidad sus bóvedas. Dentro de la casa había siempre una luz victoriosa. La casa va siendo un hoyo. Yo no quisiera que toda aquella luz se alejara vencida desde la alcoba. Pero cuando llueve, siento que el resplandor se desploma, y reverdecen los muebles despintados por las gotas. Memorias de la alegría, cenizas latentes, doran alguna vez las paredes plenas de la triste historia. Pero la casa no es, no puede ser, otra cosa que un ataúd con ventanas, con puertas hacia la aurora; golondrinas fuera, y dentro arcos que se desmoronan. En la casa falta un cuerpo que aleteaban las alondras. La alegría entre nosotros es una ráfaga torva. En la casa falta un cuerpo. que en la tierra se desborda.
es
Eguren,José_María
<XXI
La_Muerte_Del_Ciervo
En medio día azulejo, después de lenta penuria el ciervo de la Manchuria murió de lánguido y viejo. Distante de las umbrías en un rincón palizado, el ciervo desamparado rumió los últimos días. Solo, añoraba sus trepas por las colinas, vidente, y hoy está frío y yacente el ángel de las estepas. Nunca verá la florida mansión de silvos y hadas y las praderas rosadas que quiso tanto en la vida. Su sombra vaga en la altura donde espejismo se mueve, y se destaca en la nieve como un pesar su figura.
es
Moreno_Villa,José
<XXI
Y_Como_Nadie_Articulaba_Debidamente
Y como nadie articulaba debidamente, locos somos, enamorados de las nubes errantes. Los tiros se multiplicarán por minutos y el cavernícola vuelve con sus maravillosas plumas. Esta mujer de oro se volverá de bronce. No sabemos en dónde vive la matemática ni por qué tuerce el rumbo la corneja de Dios, pero sí cómo se dominan las arboledas, y se amasan los ríos a brazos desnudos. Hay, a pesar de la censura, conocimiento de las redes revolucionarias. La censura, máuser al hombro, intenta segar las cabezas de los instintos pero por encima de los vallados y las murallas, de los centinelas y los esbirros, pasaron siempre las leves brisas, los pajarillos, las ramas fuertes, y el rayo de luz todopoderoso.
es
Luis,Leopoldo_de
<XXI
Abril_Pone_Su_Claro
Todo lo que perdí volverá con las aves Abril pone su claro milagro en el paisaje, su adolescente rosa de luz sobre la tarde. La flor y la pureza, el tibio amor del aire: todo vuelve en las alas de pájaros fugaces. Pero ayer yo era otro por este mismo parque. De lo que perdí, nada volverá con las aves. La cigüeña celeste, blanca cruz en el aire. La golondrina negra llena de claridades, pájaros que devuelven pubertad al paisaje. Pero lo que he perdido nunca lo traen las aves. Aquel niño no tiene hoy su mirada de antes. El corazón vestirse de almendros ya no sabe. ¡Abril, abril! gritaba. Pero si Octubre abate con sus manos oscuras los verdes alminares… Lo que se pierde, ¿siempre retorna con las aves? ¿Cómo al rosal la rosa? ¿Cómo la brisa al sauce? Pájaros imposibles de anidar en mi sangre. Oh plumas que no logran sostenerse en mi aire. Pájaros imposibles. Lo que he perdido nunca volverá con las aves.
es
Gerbasi,Vicente
<XXI
Te_Amo_Infancia,_Te_Amo
Te amo, infancia, te amo porque aún me guardas un césped con cabras, tardes con cielos de cometas y racimos de frutas en los pesados ramajes.
es
Palacios,Zacarías
XXI
La_Luna_Llena_Cayó
La luna llena cayó en el río y se rompió, porque su lengua de frío la manchó. Con el frío se durmió, envuelta en lienzos de plata, y dejó hasta las tinieblas blancas. Es que la luna es doncella que está llena de ilusión, y su alba cabellera engarza joya y promesas de esperanza de candor. Quiero la luna dormida en el río de esta vida porque, en esos sueños, nace la paz y el amor renace.
es
Eguren,José_María
<XXI
Toqué_La_Mesilla_Primorosa
Toqué la mesilla primorosa, y el alma percibí de una rosa. Era un móvil espíritu tierno como el pesar de Silvia de invierno. Y con toques de amantes dulzuras, dijo tristes palabras obscuras. Comprendí que, en su vida pasada, fue tan linda como desdichada. Y pregunté al espíritu rosa si perdió su gentil mariposa. Si, de envidia, lucierna amarilla, despertóla con su lamparilla. O, en un día de azul cristalino, moscardón la besó purpurino. Si ha llorado en la tarde bermeja: ¡me responde, tan sólo, una queja!
es
Cabral,Manuel_del
<XXI
Yo_Sé_Bien_Que_Se_Hiere_Cuando_Silva
Yo sé bien que se hiere cuando silva. Comprendo que la tarde la va haciendo su canto. Me sé bien de memoria que su garganta pone más azul en los charcos que pisan los boyeros; y pone unas tierras extrañas en las bárbaras guitarras de los pinos. Comprendo que en el cutis del mar escribe cartas que sólo leen durmiendo los marinos; comprendo que su pico empuja a la mañana como el río sus rizos, la lleva con el calor de un viento hasta los hombres. Comprendo que sólo cuando él mueve las palabras, las cosas van cayendo en la tierra con la novedosa inutilidad que tiene siempre el árbol para dejar caer sus profundos frutos, inevitables de ser un poco Dios. Sin embargo, si no lo viera, si no lo tocara, me sería difícil comprender su presencia. No siempre baja a tierra, pero siempre bebe en el ojo suelto de un rocío.
es
Medrano,Francisco_de
<XXI
Quien_Te_Dice_Que_Ausencia_Causa_Olvido
Quien te dice que ausencia causa olvido mal supo amar, porque si amar supiera, ¿qué, la ausencia?: la muerte nunca hubiera las mientes de su amor adormecido. ¿Podrá olvidar su llaga un corzo herido del acertado hierro, cuando quiera huir medroso, con veloz carrera, las manos que la flecha han despedido? Herida es el amor tan penetrante que llega al alma; y tuya fue la flecha de quien la mía dichosa fue herida. No temas, pues, en verme así distante, que la herida, Amarili, una vez hecha, siempre, siempre y doquiera, será herida.
es
González_Martínez,Enrique
<XXI
Viento_Sagrado
Sobre el ansia marchita, sobre la indiferencia que dormita, hay un sagrado viento que se agita; un milagroso viento, de fuertes alas y de firme acento, que a cada corazón le infunde aliento. Viene del mar lejano, y en su bronco rugir hay un arcano que flota en medio del silencio humano. Viento de profecía, que a las tinieblas del vivir envía la evangélica luz de un nuevo día. Viento que en su carrera, sopla sobre el amor, y hace una hoguera que enciende en claridad la vida entera; viento que es una aurora en la noche del mal, y da la hora de la consolación para el que llora...
es
Machado,Antonio
<XXI
¿Para_Qué_Llamar_Caminos
¿Para qué llamar caminos a los surcos del azar?... Todo el que camina anda, como Jesús, sobre el mar.
es
Pizarnik,Alejandra
<XXI
Vagar_En_Lo_Opaco
mis pupilas negras sin ineluctables chispitas mis pupilas grandes polen lleno de abejas mis pupilas redondas disco rayado mis pupilas graves sin quiebro absoluto mis pupilas rectas sin gesto innato mis pupilas llenas pozo bien oliente mis pupilas coloreadas agua definida mis pupilas sensibles rigidez de lo desconocido mis pupilas salientes callejón preciso mis pupilas terrestres remedos cielinos mis pupilas oscuras piedras caídas
es
Neruda,Pablo
<XXI
Pregunta_Lxiii
Cómo se acuerda con los pájaros la traducción de sus idiomas? Cómo le digo a la tortuga que yo le gano en lentitud? Cómo le pregunto a la pulga las cifras de su campeonato? Y a los claveles qué les digo agradeciendo su fragancia?
es
Bañuelos,Juan
<XXI
Sitios
Andenes agobiados por la carga y descarga de mercancías que suenan como cráneos. Techos de nubes como tifones aún dormidos. Uno descansa al horizonte como un vaso de aguardiente sobre una mesa lacónica y de cedro. Aquél devana una madeja de liendres instantáneas. El ojo cambia. Lechuzas disecadas, erizos embrujados,1 lechada fría de miseria, ¡qué peste, dios mío! ¡Qué pestilencia de sombras como frutas magulladas! (Los amos bien saben de estas cosas). Viejo mercado de «La Merced», alquimia de lana negra y pulque acedo, la calle de Mesones tiembla y tiembla de frío como una esponja triste. De pronto, «va el golpe» en carretillas de ron y mariguana y cae la frente antes que el ojo, como una bandera hecha jirones en una batalla que nunca tuvo lugar. México de tarde en sus mercados es una mujer que tiene negros costurones en su vientre. El ojo cambia. Ahora están más cerca del Valle que de estas lentas colinas. Camino a Cuernavaca. La noche llueve. «El Mirador» hace estallar una granada de aerolitos La Torre Latinoamericana es una estalagmita sobre el teclado de la ciudad. ¡Navío espléndido este Valle! La cruel avenida de turistas es un pañuelo de colillas, «¡Atrás de la raya! ¡Señores, la raíz de esta planta cura el cáncer!» Esta ciudad tiene los muslos tatuados de esquinas y de ciegos, el Monte de Piedad gime de pena. El ojo cambia. Leo el olvido y atravieso el «puente del odio». Penetro en las cuevas de arena, pobladas de insectos y miseria: aquí se mata por un charco de agua, aquí duermen roedores de las sobras, recuerdo de los vivos. Aquí aúlla mucho mejor la muerte: la axila de los amos, verde de moscas. Sitios de la ciudad, comedias como dagas. ¡Ah peste! Peste. En la quijada de un perro atropellado escribo: ¡Basta!
es
Bello,Andrés
<XXI
Hijo_Alado
Hijo alado de Dione, no me riñas, no te enojes, si te digo que los goces no me tientan de esos pobres que mantienes en prisiones. Hechiceros, ¿quién lo niega? son los ojos de Filena; pero mira cómo el néctar delicioso de Madera en la copa centellea. Tú prometes bienandanza; mas, ¿lo cumples? ¡Buena alhaja! De los necios que sonsacas, unos llevan calabazas; otros viven de esperanzas; cuál se queja de inconstancia; cuál en celos ¡ay! se abrasa. Baco alegre, tú no engañas. Hace el vino maravillas; esperanzas vivifica; da al cobarde valentía; a los rudos, ¡cómo inspira Aunque gruña la avaricia, tú le rompes la alcancía. Y otra cosa, que a tu lima no hay secretos que resistan. Los amantes infelices por las selvas y jardines andan siempre de escondite; cabizbajos lloran, gimen; mas, ¡cuán otro quien te sirve! dios amable de las vides. Compañeros apercibe que en su gozo participen. Cantan, beben, bullen, ríen. —Mas Filena, ¿no te mueve? —Niño alado, vete, vete. —Sus miradas inocentes, sus amables esquiveces... —¿No te marchas, alcahuete?... —Sus mejillas, que parecen frescas rosas entre nieves... —Cupidillo, no me tientes. —Sola ahora por la calle se pasea de los sauces, y las sombras de la tarde van cundiendo por el valle. Y la sigue cierto amante que maquina desbancarte. —¿Tirsi acaso? —Tú lo has dicho. —Oye, aguarda, ya te sigo. Compañeros, me retiro. Vuelo a verte, dueño mío.
es
Pombo,Rafael
<XXI
¡Hola!_¿Conque_Desdeña_La_Que_Un_Día
¡Hola! ¿conque desdeña la que un día Frenética de amor me idolatró? ¿Conque afecta olvidar que ha sido mía Y piensa que también lo olvido yo? Pero al que des el néctar que vertieron Las gracias en tu labio seductor, Cuéntale que mis labios recibieron Tu ardiente, primer ósculo de amor. Y cuéntale, antes de él, lo que dijimos, La eléctrica emoción que nos unió, El supremo deleite que bebimos Tú entre mis brazos y en tus brazos yo. Píntale el paraíso de un momento Que en sólo un ser nos confundió a los dos; Repítele el blasfemo juramento Que por cuanto hay hiciste ante Dios. Díle que ebria de amor desfalleciste Abrumada de dicha y de placer, Y cayendo a mis pies me bendijiste Con la furia de amor de una mujer. Y añade que después, la que hizo tanto, Adusta se mostró cuando la vi, Que fingió rechazarme con espanto Y yo al ver tal comedia me reí. ¡Oh chanza deliciosa! ¡oh lindo juego De amor y desamor, traición y fe! Sin que yo deje de adorarte ciego. Pues con bellas cual tú reñir no sé. Si en esos labios, lay! si en esos ojos Sienta con tal primor ese desdén, Que es forzoso quererte en tus enojos, Y en tus risas y lágrimas también. un momento por cuanto hay Y eres mujer, mi compasión requieres, Todo tu porvenir es el amor, Y siempre la inconstancia en las mujeres Siembra desdén para coger dolor. Con cariño y pasión goza en quererte Mi generoso y libre corazón; El quisiera labrar para tu suerte Cuanto digno soñó de su ambición. ¡Llevarte, pie con pie, mano con mano Por todos los parajes que entreví, Hasta entrar juntamente al oceano A donde va todo el amor de aquí! Herirme pretendiste, únicamente Porque yo herí tu corazón también; Nos hemos engañado mutuamente Por probar nuestro amor con el desdén: Gracias, mujer; de nuestra falsa guerra Triunfantes todos dos salimos ya: Caiga pues esta máscara por tierra, Y démonos el ósculo de paz. Y si no, si es tu juramento un nombre, Mi Mora, no te puedo aborrecer; Mas no es juguete el corazón de un hombre Del débil corazón de una mujer. Ama o desdeña tú; mi alma altanera Tu amor y tu traición olvidaría; Mas ¡ay! la tuya no: ¡nunca pudiera Tu conciencia olvidar que fuiste mía! ¡nunca pudiera Tu conciencia olvidar que fuiste mía!
es
González_Martínez,Enrique
<XXI
Te_Engañas,_No_Has_Vivido..._No_Basta_Que_Tus_Ojos
Te engañas, no has vivido... No basta que tus ojos se abran como dos fuentes de piedad, que tus manos se posen sobre todos los dolores humanos ni que tus plantas crucen por todos los abrojos. Te engañas, no has vivido mientras tu paso incierto surque las lobregueces de tu interior a tientas; mientras en un impulso de sembrador no sientas fecundado tu espíritu, florecido tu huerto. Hay que labrar tu campo, divinizar la vida, tener con mano firme la lámpara encendida sobre la eterna sombra, sobre el eterno abismo... Y callar... mas tan hondo, con tan profunda calma, que absorto en la infinita soledad de ti mismo, no escuches sino el vasto silencio de tu alma.
es
Othón,Manuel_José
<XXI
Noche_Rústica_De_Walpurgis._Xx.-_La_Sementera
La sementera Escucha el ruido místico y profundo con que acompaña el alma Primavera esta labor enorme que se opera en mi seno fructífero y fecundo. Oye cuál se hincha el grano rubicundo que el sol ardiente calentó en la era. Vendrá otoño que en mieses exhubera y en él me mostraré gala del mundo. La madre tierra; soy vives conmigo, a tu paso doblego mis abrojos, te doy el alimento y el abrigo. Y, cuando estén en mi regazo opresos de tu vencida carne los despojos, ¡con cuánto amor abrigaré tus huesos!
es
Arciniegas,Ismael_Enrique
<XXI
¡Oh_Mi_Musa!_¡Oh_Mi_Novia!
¡Oh mi Musa! ¡Oh mi novia! ¡Oh mi pálida amada! Cuando el pesar mi corazón agobia, Como aurora me alumbra tu mirada. Del alma tú naciste, Creada en un delirio; Te di griego perfil, mirada triste, Cabellos rubios y color de lirio. Cuando tu pie se mueve Y a mí llegas en calma, Parece que vinieras de la nieve Y demandaras el calor de un alma. Indefinible encanto Hay en tu rostro impreso. Calla en mi alma del amor el canto, Muere en mis labios el ardiente beso. Siempre a mi voz respondes, Y a mí estás tan unida Que ni misterios en tu pecho escondes Ni hay para tí secretos en mi vida. Cuando a mi lado veo Tu faz radiante y bella, No me enciende la llama del deseo: Mi amor es rayo de lejana estrella. Llegas a mí sin ruido En noches estrelladas, Y tu mano en mis manos, al oído Me refieres leyendas y baladas. Y el paseo emprendemos Al rayo de la luna; Y cantando al compás de nuestros remos Bogamos en la diáfana laguna. En selvas rumorosas Te oigo historias secretas: Lo que sueñan las vírgenes hermosas, Lo que sueñan los pálidos poetas. A los silfos dormidos Tú, trémula, apostrofas, Y surgen de los cármenes floridos, Cual mariposas blancas, las estrofas. Y en castillos feudales, De góticas arcadas, Me narras los torneos medioevales Y cuentos de princesas encantadas. Mi Musa es Musa casta, Musa con aureola: Como su amor a mi ternura basta Reina en mi pecho, inmaculada y sola. ¡Oh novia sin engaños! ¡Oh Musa soñadora! Di siempre la canción de los veinte años En el fondo del alma que te adora.
es
Torres_Bodet,Jaime
<XXI
Vuelvo_De_Andar,_A_Solas,_Por_La_Orilla_De_Un_Río
Vuelvo de andar, a solas, por la orilla de un río. Estoy lleno de músicas, como un árbol al viento. He dejado correr mi pensamiento viendo, en el agua, el paso de una nube de estío... Traigo tejido al alma el olor de una rosa. En lo blando del césped, puse, al andar, mi huella... He vivido, ¡he vivido!... Y voy, como la estrella a perderte en el mar de un alba silenciosa.
es
Cetina,Gutierre_de
<XXI
En_Cuál_Región,_En_Cuál_Parte_Del_Suelo
¿En cuál región, en cuál parte del suelo, en cuál bosque, en cuál monte, en cuál poblado, en cuál lugar remoto y apartado puede ya mi dolor hallar consuelo? Cuanto se puede ver debajo el cielo todo lo tengo visto y rodeado; y un medio que a mi mal había hallado, hace en parte mayor mi desconsuelo. Para curar el daño de la ausencia píntoos cual siempre os vi, dura y proterva; mas Amor os me muestra de otra suerte. No queráis a mi mal más experiencia, sino que ya, como herida cierva, doquier que voy, conmigo va mi muerte.
es
González_Cano,Cándida
XXI
Otras_Noches
Otras noches No hay deseo. Sólo el hueco, De tus zapatos Negros. Sólo el hueco, De tus zapatos Negros.
es
Barragán,Nelson
XXI
Susurros
Suaves ecos, lejanas risas, una voz que huye y una sonrisa apagada. Recuerdos que se alejan en la bruma, teñidos de impotencia y desesperaciòn. El tiempo no perdona, destruye todo, incluso lo que el fuego del amor escribió. Tu luz, tu voz,tu mirada y tus susurros, son llamas de un amor que no se olvida. Recuerdos que se alejan en la bruma, teñidos de impotencia y desesperaciòn. El tiempo no perdona, destruye todo, incluso lo que el fuego del amor escribió. Tu luz, tu voz,tu mirada y tus susurros, son llamas de un amor que no se olvida. El tiempo no perdona, destruye todo, incluso lo que el fuego del amor escribió. Tu luz, tu voz,tu mirada y tus susurros, son llamas de un amor que no se olvida. Tu luz, tu voz,tu mirada y tus susurros, son llamas de un amor que no se olvida.
es
Girondo,Oliverio
<XXI
Inagotable_Asombro
Este perro. Este perro. ¡Indescriptible! ¡Único! (¿Quién diría la forma, la intención, el tamaño de todas sus membranas, sus vértebras, sus células, sin olvidar su aliento, sus costumbres, sus lágrimas?) Este perro. Este perro, semejante a otros perros y a la vez tan distinto a su padre, a su madre, sus hermanos, sus hijos, a los perros ya muertos, y a todos los que existen. Este perro increíble, con su hocico, su rabo, sus orejas, sus patas, inédito, viviente; modelado, compuesto a través de los siglos por un esfuerzo inmenso, constante, incomprensible, de creación, de armonía, de equilibrio, de ritmo. Este perro. Este perro, cotidiano, inaudito, que demuestra el milagro, que me acerca al misterio... que da ganas de hincarse, de romper una silla.
es
Aleixandre,Vicente
<XXI
Sobre_Tu_Pecho_Unas_Letras_De_Sangre_Fresca_Dicen_Que_El_Tiempo
Sobre tu pecho unas letras de sangre fresca dicen que el tiempo de los besos no ha llegado. Qué extendida estás esperando la caricia dudosa, la del mar que navega persiguiéndote, el que acabará rescatando tu largo cuerpo, dejando mis dos labios insensibles. Una tarde de otoño, un núbil corazón que chorrea la luz cuando no hay ojos se va pidiendo oscuridad sin roces, almas que no conozcan los sentidos. Para aguardar la hora, la celestial renuncia que borra las miradas, esa seguridad patente que consiste en perder súbitamente todas las bocas que se asoman. La lisura, esta reserva del espíritu, ya no podrá convocar un damasco callado, esa sutil oreja blanda en pulpa sobre la que reposar para el sueño, sobre la que musitar la forma de los besos cuando no hablan. Escúchame, corazón despertado. Aprende a recordar uno a uno el color del cabello, aquella sed de sequedades vivas, aquel sentir entre los dientes la forma del agua que no rompe. Escúchame. Yo soy la razón muerta que ha amanecido esta mañana por Oriente, despidiéndose de unos brazos de nieve que representaban la noche resplandeciente, la llamarada incauta que surge de la boca partida de una vena cuando me abro, cuando tapo mis ojos para no ver todas las suplicantes. Fuentes del día, acabad ya vuestra historia. Tendeos una a una si es que queréis que una voz repercuta en la entraña, en la oquedad donde dedos crispados van pronunciando el nombre de la vida, buscando el tierno caramelo perdido. Buscad dónde los ojos puedan estar. Dónde podré yo estrecharos sin que el mundo lo ignore. Amadme. Este pedal oculto repite siempre la nota do, do mío. Hermoso cuerpo, látigo descansado, ceñido ciego que no buscas por qué el cielo es azul y por qué el color de tus ojos permanece entreabierto aun cuando llueva dulcemente sobre mis velos. Las formas permanecen a pesar de este sol que seca las gargantas y hace de plata los propósitos que esta mañana nacieron frescos, a la ternura de las opresiones. «¿Me amas?», preguntaban, estrechando, los cinco corazones no mudos. «¿Me amas?» Y se habían olvidado de sí mismos, hasta perder su forma, hasta quedar como una sábana la virgen duda de sí misma, la que amanece todas las mañanas con sus labios azules recién creados por la dicha.
es
Parra,Nicanor
<XXI
El_Que_Quiera_Llegar_Al_Paraíso
El que quiera llegar al paraíso Del pequeño burgués tiene que andar El camino del arte por el arte Y tragar cantidades de saliva: El noviciado es casi interminable. Lista de lo que tiene que saber: Anudarse con arte la corbata Deslizar la tarjeta de visita Sacudirse por lujo los zapatos Consultar el espejo veneciano Estudiarse de frente y de perfil Ingerir una dosis de cognac Dinstinguir una viola de un violín Recibir en pijama a las visitas Impedir la caída del cabello y tragar cantidades de saliva. Todo tiene que estar en sus archivos. Si su mujer se entusiasma con otro le recomiendo los siguientes trucos: Afeitarse con hojas de afeitar Admirar las bellezas naturales Hacer crujir un trozo de papel Sostener una charla por teléfono Disparar con un rifle de salón Arreglarse las uñas con los dientes y tragar cantidades de saliva. Si desea brillar en los salones El pequeño burgués Debe saber andar en cuatro pies Estornudar y sonreír a un tiempo bailar un vals al borde del abismo Endiosar a los órganos sexuales Desnudarse delante del espejo Deshojar una rosa con un lápiz y tragar toneladas de saliva. A todo esto cabe preguntarse ¿Fue Jesucristo un pequeño burgués? Como se ve, para poder llegar Al paraíso del pequeño burgués Hay que ser un acróbata completo: Para poder llegar al paraíso Hay que ser un acróbata completo. ¡Con razón el artista verdadero Se entretiene matando matapiojos! Para salir del círculo vicioso Recomiendan el acto gratuuito: Aparecer y desaparecer Caminar en estado cataléptico Bailar un vals en un montón de escombros Acunar un anciano entre los brazos Sin despegar la vista de su vista Preguntarle la hora al moribundo Escupir en el hueco de la mano Presentarse de frac en los incendios Arremeter con el cortejo fúnebre Ir más allá del sexo femenino Levantar esa losa funeraria Ver si cultivan árboles adentro Y atravesar de una vereda a otra Sin referencias ni al por qué ni al cuándo Por la sola virtud de la palabra Con su bigote de galán de cine A la velocidad del pensamiento
es
Góngora,Luis_de
<XXI
Estas_Que_Me_Dictó,_Rimas_Sonoras
Estas que me dictó, rimas sonoras, Culta sí aunque bucólica Talía, Oh excelso Conde, en las purpúreas horas Que es rosas la alba y rosicler el día, Ahora que de luz tu niebla doras, Escucha, al son de la zampoña mía, Si ya los muros no te ven de Huelva Peinar el viento, fatigar la selva. Templado pula en la maestra mano El generoso pájaro su pluma, O tan mudo en la alcándara, que en vano Aun desmentir el cascabel presuma; Tascando haga el freno de oro cano Del caballo andaluz la ociosa espuma; Gima el lebrel en el cordón de seda, Y al cuerno al fin la cítara suceda. Treguas al ejercicio sean robusto, Ocio atento, silencio dulce, en cuanto Debajo escuchas de dosel augusto Del músico jayán el fiero canto. Alterna con las Musas hoy el gusto, Que si la mía puede ofrecer tanto Clarín —y de la Fama no segundo—, Tu nombre oirán los términos del mundo. Donde espumoso el mar sicilïano El pie argenta de plata al Lilibeo, Bóveda o de las fraguas de Vulcano O tumba de los huesos de Tifeo, Pálidas señas cenizoso un llano, Cuando no del sacrílego deseo, Del duro oficio da. Allí una alta roca Mordaza es a una gruta de su boca. Guarnición tosca de este escollo duro Troncos robustos son, a cuya greña Menos luz debe, menos aire puro La caverna profunda, que a la peña; Caliginoso lecho, el seno obscuro Ser de la negra noche nos lo enseña Infame turba de nocturnas aves, Gimiendo tristes y volando graves. De este, pues, formidable de la tierra Bostezo, el melancólico vacío A Polifemo, horror de aquella sierra, Bárbara choza es, albergue umbrío Y redil espacioso donde encierra Cuanto las cumbres ásperas cabrío, De los montes esconde: copia bella Que un silbo junta y un peñasco sella. Un monte era de miembros eminente Este que —de Neptuno hijo fiero— De un ojo ilustra el orbe de su frente, Émulo casi del mayor lucero; Cíclope a quien el pino más valiente Bastón le obedecía tan ligero, Y al grave peso junco tan delgado, Que un día era bastón y otro cayado. Negro el cabello, imitador undoso De las oscuras aguas del Leteo, Al viento que lo peina proceloso Vuela sin orden, pende sin aseo; Un torrente es su barba, impetuoso Que —adusto hijo de este Pirineo— Su pecho inunda— o tarde, o mal, o en vano Surcada aun de los dedos de su mano. No la Trinacria en sus montañas, fiera Armó de crueldad, calzó de viento, Que redima feroz, salve ligera Su piel manchada de colores ciento: Pellico es ya la que en los bosques era Mortal horror al que con paso lento Los bueyes a su albergue reducía, Pisando la dudosa luz del día. Cercado es, cuando más capaz más lleno, De la fruta, el zurrón, casi abortada, Que el tardo otoño deja al blando seno De la piadosa yerba encomendada: La serva, a quien le da rugas el heno; La pera, de quien fue cuna dorada, La rubia paja y —pálida turora— La niega avara y pródiga la dora. Erizo es, el zurrón, de la castaña; Y —entre el membrillo o verde o datilado— De la manzana hipócrita, que engaña, A lo pálido no, a lo arrebolado, Y de la encina honor de la montaña, Que pabellón al siglo fue dorado, El tributo, alimento, aunque grosero, Del mejor mundo, del candor primero. Cera y cáñamo unió —que no debiera— Cien cañas, cuyo bárbaro rüido, De más ecos que unió cáñamo y cera Albogues, duramente es repetido. La selva se confunde, el mar se altera, Rompe Tritón su caracol torcido, Sordo huye el bajel a vela y remo: ¡Tal la música es de Polifemo! Ninfa, de Doris hija, la más bella, Adora, que vio el reino de la espuma. Galatea es su nombre, y dulce en ella El terno Venus de sus Gracias suma. Son una y otra luminosa estrella Lucientes ojos de su blanca pluma: Si roca de cristal no es de Neptuno, Pavón de Venus es, cisne de Juno. Purpúreas rosas sobre Galatea La Alba entre lilios cándidos deshoja: Duda el Amor cuál más su color sea, O púrpura nevada, o nieve roja. De su frente la perla es, eritrea, Émula vana. El ciego dios se enoja, Y, condenado su esplendor, la deja Pender en oro al nácar de su oreja. Invidia de las ninfas, y cuidado De cuantas honra el mar deidades, era; Pompa del marinero niño alado Que sin fanal conduce su venera. Verde el cabello, el pecho no escamado, Ronco sí, escucha a Glauco la ribera Inducir a pisar la bella ingrata, En carro de cristal, campos de plata. Marino joven, las cerúleas sienes, Del más tierno coral ciñe Palemo, Rico de cuantos la agua engendra bienes, Del Faro odioso al promontorio extremo; Mas en la gracia igual, si en los desdenes Perdonado algo más que Polifemo, De la que, aún no le oyó, y, calzada plumas, Tantas flores pisó como él espumas. Huye la ninfa bella: y el marino Amante nadador, ser bien quisiera, Ya que no áspid a su pie divino, Dorado pomo a su veloz carrera; Mas, ¿cuál diente mortal, cuál metal fino La fuga suspender podrá ligera Que el desdén solicita? ¡Oh cuánto yerra Delfín que sigue en agua corza en tierra! Sicilia, en cuanto oculta, en cuanto ofrece, Copa es de Baco, huerto de Pomona: Tanto de frutas ésta la enriquece, Cuanto aquél de racimos la corona. En carro que estival trillo parece, A sus campañas Ceres no perdona, De cuyas siempre fértiles espigas Las provincias de Europa son hormigas. A Pales su viciosa cumbre debe Lo que a Ceres, y aún más, su vega llana; Pues si en la una granos de oro llueve, Copos nieva en la otra mil de lana. De cuantos siegan oro, esquilan nieve, O en pipas guardan la exprimida grana, Bien sea religión, bien amor sea, Deidad, aunque sin templo, es Galatea. Sin aras, no: que el margen donde para Del espumoso mar su pie ligero, Al labrador, de sus primicias ara, De sus esquilmos es al ganadero; De la Copia a la tierra poco avara El cuerno vierte el hortelano, entero, Sobre la mimbre que tejió prolija, Si artificiosa no, su honesta hija. Arde la juventud, y los arados Peinan las tierras que surcaron antes, Mal conducidos, cuando no arrastrados, De tardos bueyes cual su dueño errantes; Sin pastor que los silbe, los ganados Los crujidos ignoran resonantes De las hondas, si en vez del pastor pobre El céfiro no silba, o cruje el robre. Mudo la noche el can, el día dormido De cerro en cerro y sombra en sombra yace. Bala el ganado; al mísero balido, Nocturno el lobo de las sombras nace. Cébase —y fiero deja humedecido En sangre de una lo que la otra pace. ¡Revoca, Amor, los silbos, o a su dueño, El silencio del can siga y el sueño! La fugitiva Ninfa en tanto, donde Hurta un laurel su tronco al Sol ardiente, Tantos jazmines cuanta yerba esconde La nieve de sus miembros da una fuente. Dulce se queja, dulce le responde Un ruiseñor a otro, y dulcemente Al sueño da sus ojos la armonía, Por no abrasar con tres soles el día. Salamandria del Sol, vestido estrellas, Latiendo el Can del cielo estaba, cuando —Polvo el cabello, húmidas centellas, Si no ardientes aljófares, sudando— Llegó Acis, y de ambas luces bellas Dulce Occidente viendo al sueño blando, Su boca dio, y sus ojos, cuanto pudo, Al sonoro cristal, al cristal mudo. Era Acis un venablo de Cupido, De un Fauno —medio hombre, medio fiera—, En Simetis, hermosa Ninfa, habido; Gloria del mar, honor de su ribera. El bello imán, el ídolo dormido, Que acero sigue, idólatra venera, Rico de cuanto el huerto ofrece pobre, Rinden las vacas y fomenta el robre. El celestial humor recién cuajado Que la almendra guardó, entre verde y seca, En blanca mimbre se lo puso al lado Y un copo, en verdes juncos, de manteca; En breve corcho, pero bien labrado, Un rubio hijo de una encina hueca, Dulcísimo panal, a cuya cera Su néctar vinculó la primavera. Caluroso, al arroyo da las manos, Y con ellas, las ondas a su frente, Entre dos mirtos que —de espuma canos—, Dos verdes garzas son de la corriente. Vagas cortinas de volantes vanos Corrió Favonio lisonjeramente, A la de viento, cuando no sea cama De frescas sombras, de menuda grama. La Ninfa, pues, la sonora plata Bullir sintió del arroyuelo apenas, Cuando —a los verdes márgenes ingrata— Segur se hizo de sus azucenas. Huyera... mas tan frío se desata Un temor perezoso por sus venas, Que a la precisa fuga, al presto vuelo Grillos de nieve fue, plumas de hielo. Fruta en mimbre halló, leche exprimida En juncos, miel en corcho, mas sin dueño; Si bien al dueño debe, agradecida, Su deidad culta, venerado el sueño. A la ausencia mil veces ofrecida, Este de cortesía no pequeño Indicio la dejó —aunque estatua helada— Más discursiva y menos alterada. No al Cíclope atribuye, no, la ofrenda; No a Sátiro lascivo, ni a otro feo Morador de las selvas, cuya rienda El sueño aflija, que aflojó el deseo. El niño dios, entonces, de la venda, Ostentación gloriosa, alto trofeo Quiere que al árbol de su madre sea El desdén hasta allí de Galatea. Entre las ramas del que más se lava En el arroyo, mirto levantado, Carcaj de cristal hizo, si no aljaba, Su blanco pecho de un arpón dorado. El monstruo de rigor, la fiera brava Mira la ofrenda ya con más cuidado, Y aun siente que a su dueño sea devoto, Confuso alcaide más, el verde soto. Llamáralo, aunque muda; mas no sabe El nombre articular que más querría, Ni lo ha visto; si bien pincel suave Lo ha bosquejado ya en su fantasía. Al pie —no tanto ya, del temor, grave— Fía su intento; y, tímida, en la umbría Cama de campo y campo de batalla, Fingiendo sueño al cauto garzón halla. El bulto vio y, haciéndolo dormido, Librada en un pie toda sobre él pende —Urbana al sueño, bárbara al mentido Retórico silencio que no entiende—: No el ave reina, así el fragoso nido Corona inmóvil, mientras no desciende —Rayo con plumas— al milano pollo, Que la eminencia abriga de un escollo, Como la Ninfa bella —compitiendo Con el garzón dormido en cortesía— No sólo para, mas el dulce estruendo Del lento arroyo enmudecer querría. A pesar luego de las ramas, viendo Colorido el bosquejo que ya había En su imaginación Cupldo hecho Con el pincel que le clavó su pecho, De sitio mejorada, atenta mira, En la disposición robusta, aquello Que, si por lo suave no la admira, Es fuerza que la admire por lo bello. Del casi tramontado Sol aspira A los confusos rayos su cabello; Flores su bozo es cuyas colores, Como duerme la luz, niegan las flores. (En la rústica greña yace oculto El áspid del intonso prado ameno, Antes que del peinado jardín culto En el lascivo, regalado seno). En lo viril desata de su vulto Lo más dulce el Amor de su veneno: Bébelo Galatea, y da otro paso, Por apurarle la ponzoña al vaso. Acis —aún más, de aquello que dispensa La brújula del sueño, vigilante—, Alterada la Ninfa esté o suspensa, Argos es siempre atento a su semblante, Lince penetrador de lo que piensa, Cíñalo bronce o múrelo diamante: Que en sus Paladiones Amor ciego, Sin romper muros introduce fuego. El sueño de sus miembros sacudido, Gallardo el joven la persona ostenta, Y al marfil luego de sus pies rendido, El coturno besar dorado intenta. Menos ofende el rayo prevenido, Al marinero, menos la tormenta Prevista le turbó, o pronosticada: Galatea lo diga, salteada. Más agradable, y menos zahareña, Al mancebo levanta venturoso, Dulce ya conociéndole y risueña, Paces no al sueño, treguas sí al reposo. Lo cóncavo hacía de una peña A un fresco sitial dosel umbroso, Y verdes celosías unas yedras, Trepando troncos y abrazando piedras. Sobre una alfombra, que imitara en vano El tirio sus matices —si bien era De cuantas sedas ya hiló gusano Y artífice tejió la Primavera—, Reclinados, al mirto más lozano Una y otra lasciva, si ligera, Paloma se caló, cuyos gemidos —Trompas de Amor— alteran sus oídos. El ronco arrullo al joven solicita; Mas, con desvíos Galatea suaves, A su audacia los términos limita, Y el aplauso al concento de las aves. Entre las ondas y la fruta, imita Acis al siempre ayuno en penas graves: Que, en tanta gloria, infierno son no breve Fugitivo cristal, pomos de nieve. No a las palomas concedió Cupido Juntar de sus dos picos los rubíes Cuando al clavel el joven atrevido Las dos hojas le chupa carmesíes. Cuantas produce Pafo, engendra Gnido, Negras víolas, blancos alhelíes, Llueven sobre el que Amor quiere que sea Tálamo de Acis y de Galatea. Su aliento humo, sus relinchos fuego —Si bien su freno espumas— ilustraba Las columnas, Etón, que erigió el Griego, Do el carro de la luz sus ruedas lava, Cuando de amor el fiero jayán ciego, La cerviz oprimió a una roca brava, Que a la playa, de escollos no desnuda, Linterna es ciega y atalaya muda. Árbitro de montañas y ribera, Aliento dio, en la cumbre de la roca, A los albogues que agregó la cera, El prodigioso fuelle de su boca; La Ninfa los oyó, y ser más quisiera Breve flor, yerba humilde y tierra poca, Que de su nuevo tronco vid lasciva, Muerta de amor, y de temor no viva. Mas —cristalinos pámpanos sus brazos— Amor la implica, si el temor la anuda, Al infelice olmo, que pedazos La segur de los celos hará, aguda. Las cavernas en tanto, los ribazos Que ha prevenido la zampoña ruda, El trueno de la voz fulminó luego: Referillo, Piérides, os ruego. «¡Oh bella Galatea, más süave Que los claveles que tronchó la aurora; Blanca más que las plumas de aquel ave Que dulce muere y en las aguas mora; Igual en pompa al pájaro que, grave, Su manto azul de tantos ojos dora Cuantas el celestial zafiro estrellas! ¡Oh tú, que en dos incluyes las más bellas! »Deja las ondas, deja el rubio coro De las hijas de Tetis, y el mar vea, Cuando niega la luz un carro de oro, Que en dos la restituye Galatea. Pisa la arena, que en la arena adoro Cuantas el blanco pie conchas platea, Cuyo bello contacto puede hacerlas, Sin concebir rocío, parir perlas. »Sorda hija del mar, cuyas orejas A mis gemidos son rocas al viento: O dormida te hurten a mis quejas Purpúreos troncos de corales ciento, O al disonante número de almejas —Marino, si agradable no, instrumento—, Coros tejiendo estés, escucha un día Mi voz, por dulce, cuando no por mía. »Pastor soy, mas tan rico de ganados, Que los valles impido más vacíos, Los cerros desparezco levantados Y los caudales seco de los ríos; No los que, de sus ubres desatados, O derivados de los ojos míos, Leche corren y lágrimas; que iguales En número a mis bienes son mis males. »Sudando néctar, lambicando olores, Senos que ignora aun la golosa cabra Corchos me guardan, más que abeja flores Liba inquïeta, ingenïosa labra; Troncos me ofrecen árboles mayores, Cuyos enjambres, o el abril los abra, O los desate el mayo, ámbar distilan, Y en ruecas de oro rayos del Sol hilan. »Del Júpiter soy hijo, de las ondas, Aunque pastor; si tu desdén no espera A que el monarca de esas grutas hondas En trono de cristal te abrace nuera, Polifemo te llama, no te escondas, Que tanto esposo admira la ribera Cual otro no vio Febo más robusto, Del perezoso Volga al Indo adusto. »Sentado, a la alta palma no perdona Su dulce fruto mi robusta mano; En pie, sombra capaz es mi persona De innumerables cabras el verano. ¿Qué mucho, si de nubes se corona Por igualarme la montaña en vano, Y en los cielos, desde esta roca, puedo Escribir mis desdichas con el dedo? »Marítimo Alción, roca eminente Sobre sus huevos coronaba, el día Que espejo de zafiro fue luciente La playa azul de la persona mía; Miréme, y lucir vi un sol en mi frente, Cuando en el cielo un ojo se veía: Neutra el agua dudaba a cuál fe preste: O al cielo humano o al cíclope celeste. »Registra en otras puertas el venado Sus años, su cabeza colmilluda La fiera, cuyo cerro levantado, De helvecias picas es muralla aguda; La humana suya el caminante errado Dio ya a mi cueva, de piedad desnuda, Albergue hoy por tu causa al peregrino, Do halló reparo, si perdió camino. »En tablas dividida, rica nave Besó la playa miserablemente, De cuantas vomitó riquezas grave, Por las bocas del Nilo el Oriente. Yugo aquel día, y yugo bien suave, Del fiero mar a la sañuda frente Imponiéndole estaba, si no al viento, Dulcísimas coyundas mi instrumento, »Cuando, entre globos de agua, entregar veo A las arenas ligurina haya, En cajas los aromas del Sabeo, En cofres las riquezas de Cambaya: Delicias de aquel mundo, ya trofeo De Escila, que, ostentado en nuestra playa, Lastimoso despojo fue dos días A las que esta montaña engendra Harpías. »Segunda tabla a un ginovés mi gruta De su persona fue, de su hacienda: La una reparada, la otra enjuta, Relación del naufragio hizo horrenda. Luciente paga de la mejor fruta Que en yerbas se recline, en hilos penda, Colmillo fue del animal que el Ganges Sufrir muros le vio, romper falanges: »Arco, digo, gentil, bruñida aljaba, Obras ambas de artífice prolijo, Y de Malaco rey a deidad Java Alto don, según ya mi huésped dijo, De aquél la mano, de ésta el hombro agrava; Convencida la madre, imita al hijo: Serás a un tiempo, en estos horizontes, Venus del mar, Cupido de los montes». Su horrenda voz, no su dolor interno Cabras aquí le interrumpieron, cuantas —Vagas el pie, sacrílegas el cuerno— A Baco se atrevieron en sus plantas. Mas, conculcado el pámpano más tierno Viendo el fiero pastor, voces él tantas, Y tantas despidió la honda piedras, Que el muro penetraron de las yedras. De los nudos, con esto, más suaves, Los dulces dos amantes desatados, Por duras guijas, por espinas graves Solicitan el mar con pies alados: Tal redimiendo de importunas aves Incauto meseguero sus sembrados, De liebres dirimió copia así amiga, Que vario sexo unió y un surco abriga. Viendo el fiero Jayán con paso mudo Correr al mar la fugitiva nieve (Que a tanta vista el Líbico desnudo Registra el campo de su adarga breve) Y al garzón viendo, cuantas mover pudo Celoso trueno, antiguas hayas mueve: Tal, antes que la opaca nube rompa Previene rayo fulminante trompa. Con violencia desgajó infinita La mayor punta de la excelsa roca, Que al joven, sobre quien la precipita, Urna es mucha, pirámide no poca. Con lágrimas la Ninfa solicita Las deidades del mar, que Acis invoca: Concurren todas, y el peñasco duro La sangre que exprimió, cristal fue puro. Sus miembros lastimosamente opresos Del escollo fatal fueron apenas, Que los pies de los árboles más gruesos Calzó el líquido aljófar de sus venas. Corriente plata al fin sus blancos huesos, Lamiendo flores y argentando arenas, A Doris llega que, con llanto pío, Yerno lo saludó, lo aclamó río.
es
Melgar_Becerra,Juan_Miguel
XXI
Presagio
La niña sentada era transparente, clara y fría. Como una flor de Primavera. También risueña y sueña y soñaba que la quería. En sus manos, como una rosa, el lápiz con el que pintaba una veleta. Y corría tras ella y volaba y lloraba y soñaba que la quería. Gris, su mundo lapicero, en verde se diluía, aunque a veces no veía, la veleta de sus dedos. La niña callada era transparente, clara y fría. Como su caja de colores. También risueña y sueña y soñaba que la quería.
es
Vallejo,César
<XXI
Los_Anillos_Fatigados
Hay ganas de volver, de amar, de no ausentarse, y hay ganas de morir, combatido por dos aguas encontradas que jamás han de istmarse. Hay ganas: de un gran beso que amortaje a la Vida, que acaba en el áfrica de una agonía ardiente, suicida! Hay ganas de... no tener ganas. Señor; a ti yo te señalo. con el dedo deicida: hay ganas de no haber tenido corazón. La primavera vuelve, vuelve y se irá. Y Dios, curvado en tiempo, se repite, y pasa: pasa: a cuestas con la espina dorsal del Universo. Cuando, las sienes tocan su lúgubre tambor... cuando me duele el sueño grabado en un puñal, hay ganas de quedarse plantado en este verso!
es
Gelman,Juan
<XXI
La_Que_Tira_Semillas_Al_Azar
La que tira semillas al azar, hojea la tarde, lee. No tiene idea de las alegrías de su cuerpo cuando la luz golpea las sábanas que se callaron y ella abre el día, sonríe con sombra aún. Trae cuevas del sueño donde pintaron bestias que nadie cazó.
es
Iriarte,Tomás_de
<XXI
Escondido_En_El_Tronco_De_Un_Árbol
Escondido en el tronco de un árbol estaba un mochuelo, y pasando no lejos un sapo, le vio medio cuerpo. «¡Ah de arriba, señor solitario!» —Dijo el tal escuerzo—: «saque usted la cabeza, veamos sí es bonito o feo». «No presumo de mozo gallardo»; —respondió el de adentro—: «y aun por eso a salir a lo claro apenas me atrevo»; «Pero usted, que de día su garbo nos viene luciendo, ¿no estuviera mejor agachado en otro agujero?» ¡Oh qué pocos autores tomamos este buen consejo! Siempre damos a luz, aunque malo cuanto componemos, y tal vez fuera bien sepultarlo; pero ¡ay, compañeros! Más queremos ser públicos sapos que ocultos mochuelos. Hay pocos que den sus obras a luz con aquella desconfianza y temor que debe todo escritor que no esté poseído de vanidad.
es
Pardo_García,Germán
<XXI
Las_Heridas
¡La herida de la luz sobre la frente se nubla y en su eclipse hay un instante en que torna a fulgir perseverante, más honda cada vez, más resistente! ¡El filo del puñal es más clemente! ¡En las selvas el tigre avasallante nos pudiera indultar! ¡Pero el diamante, ay, qué furor a un golpe equivalente! ¡Yo me frustro y mi cuerpo atravesado por la luz cenital, tuerce el camino cada vez que me siento fascinado por unas claridades que imagino surgir de lo profundo del costado lleno de estrellas del Rencor Divino!
es
Gutiérrez_Nájera,Manuel
<XXI
Hojas_Secas
¡En vano fue buscar otros amores! ¡En vano fue correr tras los placeres, que es el placer un áspid entre flores, y son copos de nieve las mujeres! Entre mi alma y las sombras del olvido existe el valladar de su memoria: que nunca olvida el pájaro su nido ni los esclavos del amor su historia. Con otras ilusiones engañarme quise, y entre perfumes adormirme. ¡Y vino el desengaño a despertarme, y vino su memoria para herirme! ¡Ay, mi pobre alma, cuál te destrozaron y con cuánta inclemencia te vendieron! Tú quisiste amar ¡y te mataron! Tú quisiste ser buena ¡y te perdieron! ¡Tanto amor, y después olvido tanto! ¡Tanta esperanza convertida en humo! Con razón en el fuego de mi llanto como nieve a la lumbre me consumo. ¡Cómo olvidarla, si es la vida mía! ¡Cómo olvidarla, si por ella muero! ¡Si es mi existencia lúgubre agonía, y con todo mi espíritu la quiero! En holocausto dila mi existencia, la di un amor purísimo y eterno, y ella en cambio, manchando mi conciencia, en pago del edén, diome el infierno. ¡Y mientras más me olvida, más la adoro! ¡Y mientras más me hiere, más la miro! ¡Y allá dentro del alma siempre lloro, y allá dentro del alma siempre expiro! El eterno llorar: tal es mi suerte; nací para sufrir y para amarla. ¡Sólo el hacha cortante de la muerte podrá de mis recuerdos arrancarla!
es
Martí,José
<XXI
Sin_Pompa_Falsa_¡Oh_Árabe!_Saludo
Sin pompa falsa ¡oh árabe! saludo Tú libertad, tu tienda y tu caballo. Como se ven desde la mar las cumbres De la tierra, tal miro en mi memoria Mis instantes felices: sólo han sido Aquellos en que, a solas, a caballo Vi el alba, salvé el riesgo, anduve el monte, Y al volver, como tú, fiero y dichoso Solté las bridas, y apuré sediento Una escudilla de fragante leche. Los hombres, moro mío, Valen menos que el árbol que cobija Igual a rico y pobre, menos valen Que el lomo imperial de tu caballo. Sombra da el árbol, y el caballo asiento: El hombre, como el guao, Padre a los que se acogen a su sombra. Oh, ya no viene el verso cual solía Corno un collar de rosas, o a manera De caballero de la buena espada Toda de luz vestida la figura: Viene ya corno un buey, cansado y viejo De halar de la pértiga en tierra seca.
es
Hernández,Miguel
<XXI
En_Este_Campo
En este campo estuvo el mar. Alguna vez volverá. Si alguna vez una gota roza este campo, este campo siente el recuerdo del mar. Alguna vez volverá.
es
López_Meléndez,Teódulo
XXI
Escribo
Escribo los signos por mí colocados en ese farol de serenidad que espanta
es
Martínez_de_la_Rosa,Francisco
<XXI
El_Árbol_De_La_Esperanza
Al pie nace de una cuna El árbol de la esperanza; Y al son del viento se mece, Frágil cual trémula caña: Sólo un instante por dicha Manso el céfiro le halaga, Que el cierzo helado lo seca, Y el austro ardiente lo abrasa. Crece, da vistosas flores, Y el fruto rara vez cuaja: Cual tierna flor del almendro, Muere por nacer temprana. Cuanto más alto se encumbra, Más peligros le amenazan; Como el cedro que descuella, Los rayos del cielo llama. Reposa el águila altiva En su copa soberana; Mientras insectos traidores Están royendo su planta: Hondas echa las raíces; Lejos extiende sus ramas; Y apenas da escasa sombra, La Muerte su tronco tala.
es
Bécquer,Gustavo_Adolfo
<XXI
Rima_Vii
Del salón en el ángulo oscuro, de su dueña tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo veíase el arpa. ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas como el pájaro duerme en las ramas, esperando la mano de nieve que sabe arrancarlas! —¡Ay! —pensé—; ¡cuántas veces el genio así duerme en el fondo del alma, y una voz, como Lázaro, espera que le diga: «¡Levántate y anda!». ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas como el pájaro duerme en las ramas, esperando la mano de nieve que sabe arrancarlas! —¡Ay! —pensé—; ¡cuántas veces el genio así duerme en el fondo del alma, y una voz, como Lázaro, espera que le diga: «¡Levántate y anda!». —¡Ay! —pensé—; ¡cuántas veces el genio así duerme en el fondo del alma, y una voz, como Lázaro, espera que le diga: «¡Levántate y anda!».
es
Flórez,Julio
<XXI
Un_Cielo_Tan_Azul_Y_Un_Sol_Tan_Bello
Un cielo tan azul y un sol tan bello como los de mi tierra colombiana, tiene esta tierra, de la mía hermana: Dios puso en ambas su divino sello. Hoy que este emporio con mis plantas huello, tan lejos de la ubérrima sabana en que nací, ¿qué ansío, si aquí ufana me da la gloria su mejor destello? La hermosa Costa Rica su regazo muelle me brinda, mi tristeza arropa y me retiene con estrecho abrazo. Y yo, lleno de orgullo y de alegría, alzo, vibrante de emoción, mi copa ¡por esta patria y por la patria mía!
es
Parra,Nicanor
<XXI
Yo_No_Digo_Que_Ponga_Fin_A_Nada
Yo no digo que ponga fin a nada No me hago ilusiones al respecto Yo quería seguir poetizando Pero se terminó la inspiración. La poesía se ha portado bien Yo me he portado horriblemente mal. Qué gano con decir Yo me he portado bien La poesía se ha portado mal Cuando saben que yo soy el culpable. ¡Está bien que me pase por imbécil! La poesía se ha portado bien Yo me he portado horriblemente mal La poesía terminó conmigo. Qué gano con decir Yo me he portado bien La poesía se ha portado mal Cuando saben que yo soy el culpable. ¡Está bien que me pase por imbécil! La poesía se ha portado bien Yo me he portado horriblemente mal La poesía terminó conmigo. La poesía se ha portado bien Yo me he portado horriblemente mal La poesía terminó conmigo.
es
Jiménez,Juan_Ramón
<XXI
Riegan_Nuestro_Jardín._Huele_A_Violetas
Riegan nuestro jardín. Huele a violetas aún. En el renovado laurel, el gorrión inicia la Marsellesa. ¡Oh, qué delicia, amigo, ser poetas y esperar, como a un dios, a abril florido! ¡Trueque de almas y de cielos! En los huevos del nido del corazón, a la serena luz templada, sentimos un moverse de polluelos, entre un olor a lirio apetecido y a rosa deseada. ¡Corazón perenal, laurel sin nombre, blando sol del alma: Viva la hora venidera! ... Bajo el arco que, afuera, nos pone el agua azul de primavera, la nidada, por dentro, está piando.
es
Quevedo,Francisco
<XXI
Miré_Ligera_Nave
Miré ligera Nave, Que con alas de lino en presto vuelo Por el aire süave Iba segura del rigor del Cielo, Y de tormenta grave. En los Golfos del Mar el Sol nadaba Y en sus ondas temblaba; Y ella, preñada de riquezas sumas, Rompiendo sus cristales, Le argentaba de espumas, Cuando en furor iguales, En sus velas los vientos se entregaron. Y dando en un bajío, Sus leños desató su mismo brío, Que de escarmientos todo el Mar poblaron, Dejando de su pérdida en memoria Rotas jarcias, parleras de su historia. En un hermoso prado Verde Laurel reinaba presumido, De pájaros poblado Que, cantando, robaban el sentido Al Argos del cuidado. De verse con su adorno tan galana La Tierra estaba ufana, Y en aura blanda la adulaba el viento, Cuando una nube fría Hurtó en breve momento A mis ojos el día; Y arrojando del seno un duro rayo, Tocó la Planta bella Y juntamente derribó con ella Toda la gala, Primavera y Mayo. Quedó el suelo de verde honor robado, Y vio en cenizas su soberbia el prado. Vi, con pródiga vena De parlero cristal, un Arroyuelo Jugando con la arena, Y enamorando de su risa al Cielo. A la margen amena, Una vez murmurando, otra corriendo, Estaba entreteniendo; Espejo guarnecido de esmeralda Me pareció, al miralle, Del prado, la guirnalda, Mas abrióse en el valle Una envidiosa cueva de repente; Enmudeció el Arroyo, Creció la oscuridad del negro hoyo, Y sepultó recién nacida fuente, Cuya corriente breve restauraron Ojos, que de piadosos la lloraron. Un pintado Jilguero, Más ramillete que ave parecía; Con pico lisonjero Cantor del Alba, que despierta al día; Dulce cuanto parlero Su libertad alegre celebraba, Y la paz que gozaba, Cuando en un verde y apacible ramo, Codicioso de sombra, Que sobre varia alfombra Le prometió un reclamo, Manchadas con la liga vi sus galas; Y de enemigos brazos En largas redes, en nudosos lazos, Presa la ligereza de sus alas, Mudando el dulce, no aprendido canto, En lastimero son, en triste llanto. Nave tomó ya puerto; Laurel se ve en el Cielo trasplantado, Y de él teje corona; Fuente, hoy más pura, a la de Gracia corre Desde aqueste desierto; Y pájaro, con tono regalado, Serafín pisa ya la mejor zona, Sin que tan alto nido nadie borre. Así que el que a don Luis llora no sabe Que, Pájaro, Laurel y Fuente y Nave Tiene en el Cielo, donde fue escogido, Flores y Curso largo y Puerto y Nido. En un hermoso prado Verde Laurel reinaba presumido, De pájaros poblado Que, cantando, robaban el sentido Al Argos del cuidado. De verse con su adorno tan galana La Tierra estaba ufana, Y en aura blanda la adulaba el viento, Cuando una nube fría Hurtó en breve momento A mis ojos el día; Y arrojando del seno un duro rayo, Tocó la Planta bella Y juntamente derribó con ella Toda la gala, Primavera y Mayo. Quedó el suelo de verde honor robado, Y vio en cenizas su soberbia el prado. Vi, con pródiga vena De parlero cristal, un Arroyuelo Jugando con la arena, Y enamorando de su risa al Cielo. A la margen amena, Una vez murmurando, otra corriendo, Estaba entreteniendo; Espejo guarnecido de esmeralda Me pareció, al miralle, Del prado, la guirnalda, Mas abrióse en el valle Una envidiosa cueva de repente; Enmudeció el Arroyo, Creció la oscuridad del negro hoyo, Y sepultó recién nacida fuente, Cuya corriente breve restauraron Ojos, que de piadosos la lloraron. Un pintado Jilguero, Más ramillete que ave parecía; Con pico lisonjero Cantor del Alba, que despierta al día; Dulce cuanto parlero Su libertad alegre celebraba, Y la paz que gozaba, Cuando en un verde y apacible ramo, Codicioso de sombra, Que sobre varia alfombra Le prometió un reclamo, Manchadas con la liga vi sus galas; Y de enemigos brazos En largas redes, en nudosos lazos, Presa la ligereza de sus alas, Mudando el dulce, no aprendido canto, En lastimero son, en triste llanto. Nave tomó ya puerto; Laurel se ve en el Cielo trasplantado, Y de él teje corona; Fuente, hoy más pura, a la de Gracia corre Desde aqueste desierto; Y pájaro, con tono regalado, Serafín pisa ya la mejor zona, Sin que tan alto nido nadie borre. Así que el que a don Luis llora no sabe Que, Pájaro, Laurel y Fuente y Nave Tiene en el Cielo, donde fue escogido, Flores y Curso largo y Puerto y Nido. Vi, con pródiga vena De parlero cristal, un Arroyuelo Jugando con la arena, Y enamorando de su risa al Cielo. A la margen amena, Una vez murmurando, otra corriendo, Estaba entreteniendo; Espejo guarnecido de esmeralda Me pareció, al miralle, Del prado, la guirnalda, Mas abrióse en el valle Una envidiosa cueva de repente; Enmudeció el Arroyo, Creció la oscuridad del negro hoyo, Y sepultó recién nacida fuente, Cuya corriente breve restauraron Ojos, que de piadosos la lloraron. Un pintado Jilguero, Más ramillete que ave parecía; Con pico lisonjero Cantor del Alba, que despierta al día; Dulce cuanto parlero Su libertad alegre celebraba, Y la paz que gozaba, Cuando en un verde y apacible ramo, Codicioso de sombra, Que sobre varia alfombra Le prometió un reclamo, Manchadas con la liga vi sus galas; Y de enemigos brazos En largas redes, en nudosos lazos, Presa la ligereza de sus alas, Mudando el dulce, no aprendido canto, En lastimero son, en triste llanto. Nave tomó ya puerto; Laurel se ve en el Cielo trasplantado, Y de él teje corona; Fuente, hoy más pura, a la de Gracia corre Desde aqueste desierto; Y pájaro, con tono regalado, Serafín pisa ya la mejor zona, Sin que tan alto nido nadie borre. Así que el que a don Luis llora no sabe Que, Pájaro, Laurel y Fuente y Nave Tiene en el Cielo, donde fue escogido, Flores y Curso largo y Puerto y Nido. Un pintado Jilguero, Más ramillete que ave parecía; Con pico lisonjero Cantor del Alba, que despierta al día; Dulce cuanto parlero Su libertad alegre celebraba, Y la paz que gozaba, Cuando en un verde y apacible ramo, Codicioso de sombra, Que sobre varia alfombra Le prometió un reclamo, Manchadas con la liga vi sus galas; Y de enemigos brazos En largas redes, en nudosos lazos, Presa la ligereza de sus alas, Mudando el dulce, no aprendido canto, En lastimero son, en triste llanto. Nave tomó ya puerto; Laurel se ve en el Cielo trasplantado, Y de él teje corona; Fuente, hoy más pura, a la de Gracia corre Desde aqueste desierto; Y pájaro, con tono regalado, Serafín pisa ya la mejor zona, Sin que tan alto nido nadie borre. Así que el que a don Luis llora no sabe Que, Pájaro, Laurel y Fuente y Nave Tiene en el Cielo, donde fue escogido, Flores y Curso largo y Puerto y Nido. Nave tomó ya puerto; Laurel se ve en el Cielo trasplantado, Y de él teje corona; Fuente, hoy más pura, a la de Gracia corre Desde aqueste desierto; Y pájaro, con tono regalado, Serafín pisa ya la mejor zona, Sin que tan alto nido nadie borre. Así que el que a don Luis llora no sabe Que, Pájaro, Laurel y Fuente y Nave Tiene en el Cielo, donde fue escogido, Flores y Curso largo y Puerto y Nido.
es
Huerta,Efraín
<XXI
Y,_Desdichada,_Hallarte_Vibrante_De_Violetas
Y, desdichada, hallarte vibrante de violetas, celeste, submarina, subterránea, ahijada de las nubes, sobrina del oleaje, madre de minerales y vegetales de oro, universal, florida, jugosa como caña y ligera de brisas y cánticos de seda. Desdichada penumbra al encontrarte negándose tu cuerpo a mi deseo, dándose al día siguiente, circulando en el aire que respiro, diseñando mi vida, mi agonía y mi muerte sencilla, y mi futura muerte entre los muertos. Ah tu cordial miseria de caricias, el gesto amargo de tus manos y la rebelde fuga de tu piel, cómo me decepcionan, me castigan y ahogan, hembra de plata líquida, insobornable y mía. Y tu noche de gritos y gemidos, alimentando vida, creando luz, provocando sudor, melancolía, amor y más amor desfallecido, tumultos de palabras, mi desdichada niña, olvidándote, sí, casi perdiéndote en el ruido de torsos y sollozos. Pero siendo destino, siendo gloria tus cabellos castaños, tus miradas y tus feas rodillas de suave juventud.
es
Darío,Rubén
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Yo_Persigo_Una_Forma...
Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo, botón de pensamiento que busca ser la rosa; se anuncia con un beso que en mis labios se posa el abrazo imposible de la Venus de Milo. Adornan verdes palmas el blanco peristilo; los astros me han predicho la visión de la Diosa; y en mi alma reposa la luz como reposa el ave de la luna sobre un lago tranquilo. Y no hallo sino la palabra que huye, la iniciación melódica que de la flauta fluye y la barca del sueño que en el espacio boga; y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente, el sollozo continuo del chorro de la fuente y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.
es
Pombo,Rafael
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Sorprendida_In_Fraganti_Cayó_La_Pulga_Un_Día
Sorprendida in fraganti cayó la pulga un día, Y cuando entre uña y uña llegó su hora fatal, Dijo al verdugo, en tono que a un tigre amansaría: «¡Perdóname, perdóname! ¡te hice tan poco mal!» —«Es cierto, —él le responde—, tu picadura es leve, Mas no por eso esperes mitigue mi rigor; Muy poco mal me hiciste, mas ello se te debe A que te era imposible hacérmelo mayor».
es
Villaurrutia,Xavier
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Todo_Lo_Que_La_Noche
Todo lo que la noche dibuja con su mano de sombra: el placer que revela, el vicio que desnuda. Todo lo que la sombra hace oír con el duro golpe de su silencio: las voces imprevistas que a intervalos enciende, el grito de la sangre, el rumor de unos pasos perdidos. Todo lo que el silencio hace huir de las cosas: el vaho del deseo, el sudor de la tierra, la fragancia sin nombre de la piel. Todo lo que el deseo unta en mis labios: la dulzura soñada de un contacto, el sabido sabor de la saliva. Y todo lo que el sueño hace palpable: la boca de una herida, la forma de una entraña, la fiebre de una mano que se atreve. ¡Todo! circula en cada rama del árbol de mis venas, acaricia mis muslos, inunda mis oídos, vive en mis ojos muertos, muere en mis labios duros.
es
Diego,Eliseo
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Tira_De_Tu_Carrito
Tira de tu carrito, hálalo y llevalo contigo adonde aquel sol tan bonito corriendo se te esconde y a la luna la deja que nos ronde. Que nos ronde la luna con su lívida cara de payaso y nos lleve una a una las horas, y de paso nos deje así a los dos a tiempo raso. Ya no eres más un niño ni el dueño yo de ocultas maravillas y tiembla mi cariño de ver que las orillas de la noche se acercan a hurtadillas. íOh tira de tu carro y llévalo contigo al fin del día, en tanto yo me agarro con que ciega porfía de un tenue rayo de la luna fría!
es
Barba_Jacob,Porfirio
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Y_Mi_Mano_Sacrílega_Se_Tiñe
Y mi mano sacrílega se tiñe de tu sangre, ¡oh Imali, oh vestal mía! Mas no fue mi ternura, fue un furor... Si de nuevo, a mis ojos resurrecta, te pudiese inmolar, te inmolaría. ¿Ya ves, oh Imali, que no fue mi amor? Gozoso aún y pávido y tremente, hui a la sombra, la cerrada sombra que en su mudez acoge las iras y los vértigos. ¡Un hueco en tus entrañas, tierra dura! ¡Soledad, un refugio en tus entrañas! ¡Tu ojo sin vista, lobreguez impura! Mas la sangre fluía. en chorros de carbunclos. Ante el cadáver lívido, sin blandones, sin túmulo, todo estaba sangriento. —"Asesino", "Asesino" —susurraba y se iba el viento. En los prados del monte fueron crimen mis huellas. Como vírgenes desoladas me bañaron de llanto las estrellas. En las playas de luz mojadas di un alarido al ver el mar que hervía; y huyendo en pos, en pos de la noche que huía, me ensangrentó la sangre horrible del alba del día. —"Asesino", "Asesino" —susurraba y se iba el viento. Y los pastores me negarían sus cabañas. Las rocas me aplastarían en sus entrañas. La paz es mi enemigo violento y el amor mi enemigo sanguinario. ¿Y a qué tu sombra, oh noche del lúbrico ardimiento, si entre mi corazón ardía el tenebrario? Viajó mi alma en íntimas pasiones de Cristos coronados de congojas; ¡el pudor!, ¡el honor entre sayones! Fui rosa negra de mil rosas rojas del vicio en las ocultas floraciones... Mas el azul a mi dolor heroico abrió su abismo de fulgencias puras, soles remotos, nébulas, centellas y estuve opreso por las lumbres de ellas del hilo de oro de! collar del día; y un anhelar de espacio dio sus alas a mi desconcertada poesía. En la lluvia de gotas de mi sangre, tras el velo irisado de mis lágrimas, —vago sueño— sus brumas deshacía, —vago sueño— mi vaga Acuarimántima.
es
Villaespesa,Francisco
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Sara_Es_Viciosa._Su_Pupila_Oscura
Sara es viciosa. Su pupila oscura de incitantes promesas es venero... Bebe como un tudesco, y fuma y jura con el canalla argot de un marinero. Su placer es violento. Besa, muerde y grita, y al final de la batalla, muere su voz y hasta la vista pierde y en nerviosos ataques se desmaya. ¡Oh, jilguero embriagado de alegría, nadie te vio llorar!... ¡Tan sólo un día furtivo llanto se asomó a tus ojos y tu mirada se perdió en el cielo, viendo dos hilos de tu sangre rojos temblando en la blancura de un pañuelo!...
es
García_Cabrera,Pedro
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No_Me_Digas_Que_Te_Quiera
No me digas que te quiera, que ayer dijiste lo mismo al brezo y la madreselva. Pierdes el tiempo conmigo: a mis estrellas de nieve no le hacen falta tus trinos. Y, aunque sin alas me quede, no encontrarás en mis brazos una rama que te espere. Sé lo que vienes buscado: lucir tu traje de noche sobre mis hombros nevados. No son, mirlo, tus canciones las que verán mi desnudo desabrochado de flores. Antes me quede sin fruto que inmolar mis risas blancas a pico tan inseguro. Sigue a mentir en volandas a otros árboles lejanos que crean en tus palabras. En mi no vengas buscando amor para un alto nido. Ni pretendas que te quiera, que ayer dijiste lo mismo al brezo y la madreselva.
es
Coronado,Carolina
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Y_Llévame_Contigo_A_Tu_Morada
¡Qué abatida estará, Señor, mi vida cuando no te consagro ni un acento! ¡Qué hundido debe estar mi pensamiento cuando así te abandona, así te olvida! Preséntasme la tierra florecida, resplandeciente en lumbre el firmamento, y en vez de bendecirte y celebrarte bajo los ojos para no mirarte. Gran pesar no sufrí, padre divino; ningún dolor agudo el alma llora; pero más me entristezco, hora por hora conforme voy andando mi camino: ni sé si es bueno o malo mi destino, ni advierto si se agrava o se mejora; sólo sé que el vivir menos agrada cuanto más adelanto en la jornada. No he perdido la fe, que mucho creo; no me hirieron, Señor, los desengaños, ni presa fui de pérfidos amaños, ni juguete de loco devaneo; yo no tengo ambición, nada deseo, es mi existencia juveniles años, pero triste; Señor, muy triste estoy, puesto que ni mi canto ya te doy. ¡Ay! Cuando siento del fecundo mayo el vaporoso y caldeado ambiente jugar con mis melenas blandamente, te quisiera cantar, pero en desmayo melancólico abísmase la mente, y como herida por amante rayo las lágrimas se agrupan a mis ojos y hasta la luz del sol me causa enojos. Luego las plantas pienso que suspiran, paréceme que el río se lamenta, y la vida a mis ojos se presenta llena de sombras que dolientes giran... y yo no sé por qué, miedo me inspiran, y no sé que aflicción me desalienta, pero tiendo los brazos y te digo señor, señor, ¡ay! llévame contigo. Tal vez, Señor, el porvenir me inquieta porque nací mujer y soy cobarde, y tal vez en las brisas de la tarde me anuncia el porvenir mi ángel profeta. Triste será el de la mujer poeta, mas ora el bien, ora el dolor me aguarde, mejor quisiera que con brazo amigo me quisieras llevar, Señor, contigo. Aquí la turbación, aquí el gemido, aquí la guerra, aquí los hondos males tienen reinado eterno, y siempre iguales los tiempos han de ser a los que han sido; señor, y allá el descanso apetecido, allá la paz, los goces celestiales me convidan, si quieres santo amigo para siempre llevarme allá contigo. Allá en la noche hay sol, no acaba el día, siempre es abril para los ricos prados, y por aquellos huertos regalados sólo la flor de la virtud se cría: el odio, la ambición, la tiranía no existe en tus dominios dilatados; los hombres a los hombres no asesinan, la virtud y el amor allí germinan. Allá en la fuente de la fija ciencia beberé hasta saciar mi gran deseo, conoceré el error de Ptolomeo, me reiré de la humana suficiencia; sabré quién escribió la alta sentencia que hundió al egipcio y destruyó al hebreo, qué ilumina las cumbres de Sodoma, derriba a Grecia y aniquila a Roma. Sabré mejor que el sabio más profundo de la historia del orbe tantos hechos, porque en los pobres libros contrahechos mientras estudio más, más me confundo; penetraré las leyes de este mundo, la esencia de los seres, sus derechos, lo que son, lo que fueron, lo que esperan nacidos, por nacer, y cuando mueran. Sabré por qué tu espíritu se esconde, por qué rodar nos haces en la esfera, qué pretendes hacer con tal carrera, y cómo nos impulsas y hacia dónde: por qué girar al sol nos corresponde, por qué su luz la luna reverbera, por qué tienes volcanes encendidos, por qué tienes los mares extendidos. Por qué al par de Jesús nace Mahoma, por qué alientas entrambas religiones, por qué arde entre diversas oraciones y en diferente altar distinto aroma: qué das al que la cruz sagrada toma, del de la media luna qué dispones, quiénes te desconocen o te entienden quiénes los que te adoran o te ofenden. Allá sabré también por qué nacimos débiles y sencillas las mujeres, y si el premio de tantos padeceres habremos de lograr cuando morimos. Allá sabré si destinadas fuimos al duro yugo de los otros seres, y si has dispuesto tú las leyes graves que no puedo decir y que tú sabes. Allá sabré también por qué deliro, y la oculta razón de mi tristeza; por qué abrasada siento mi cabeza, por qué lloro, Señor, por qué suspiro, por qué cuando tu hermoso cielo miro ansiosa de tu gloria y tu grandeza, olvido de la tierra cuanto amo y llévame contigo, Señor, clamo. Si comparando el mundo, éste de penas, su injusticia, su error, nuestras pasiones con el bello existir de esas regiones pacíficas, hermosas y serenas, anhelamos romper nuestras cadenas, elevamos a ti los corazones, y de tus brazos al paterno abrigo me quiero refugiar yendo contigo. Si quiero descansar, hallar consuelo, quiero verte, Señor, yo no vacilo; ¿dónde hallaré más dulce y más tranquilo amor, y más placeres que en el cielo? o si te place mi virgíneo velo, si digna soy de tu celeste asilo, no me dejes aquí desconsolada y llévame contigo a tu morada.
es
Bolaño,Roberto
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Guiraut_Sentado_En_El_Patio_De_La_Taberna
Guiraut Sentado en el patio de la taberna Las piernas cruzadas Has salido para digerir contemplando el cielo Los tejados grises Las chimeneas humeantes de los primeros días invernales Las niñitas rubias morenas pelirrojas Jugando
es
Ory,Carlos_Edmundo_de
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Sólo_Se_Oye_La_Lluvia
Sólo se oye la lluvia Cómo besa Con sus bocas sedientas Los ojos de la tierra ¡Sólo se oye la lluvia Como una extraña queja! Silencio tú te mojas
es
Buesa,José_Ángel
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Tal_Vez_Guardes_Mi_Libro_En_Alguna_Gaveta
Tal vez guardes mi libro en alguna gaveta, sin que nadie descubra qué relata su historia, pues serán simplemente, los versos de un poeta, tras arrancar la página de la dedicatoria... Y pasarán años... Pero acaso algún día, o acaso alguna noche que estés sola en tu lecho, abrirás la gaveta —como una rebeldía, y leerás mi libro— tal vez como un despecho. Y brotará un perfume de una ilusión suprema sobre tu desencanto de esposa abandonada. Y entonces con orgullo, marcarás la página... Y guardarás mi libro debajo de la almohada.
es