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---|---|---|---|---|
Samaniego,Félix_María_de | <XXI | Picaba_Impertinente | Picaba impertinente
en la espaciosa calva de un anciano
una mosca insolente.
Quiso matarla, levantó la mano,
tiró un cachete, pero fuese salva,
hiriendo el golpe la redonda calva.
Con risa desmedida
la mosca prorrumpió: «Calvo maldito
si quitarme la vida
intentaste por un leve delito,
¿a qué pena condenas a tu brazo
bárbaro ejecutor de tal porrazo?—
»Al que obra con malicia,
le respondió el varón prudentemente,
rigurosa justicia
debe dar el castigo conveniente,
y es bien ejercitarse la clemencia
en el que peca por inadvertencia.
»Sabe, mosca villana,
que coteja el agravio recibido
la condición humana
según la mano de donde ha venido»;
que el grado de la ofensa tanto asciende
cuanto sea más vil aquel que ofende. | es |
Villegas,Esteban_Manuel_de | <XXI | Oda_Iv | Antes que llegues con tus años, Lida,
a la vejez cansada,
¡ay! no le ofrezcas al desdén posada,
que es basilisco del que más le anida;
sino, mucho amorosa,
labra en mi celo, cogerás tu rosa.
La purpurada Venus y el hijuelo
io que siempre la acompaña,
o salen en Abril a la campaña
o del Mayo en la flor pisan el suelo,
ya con alegres danzas
brindando a tu verdor con mil mudanzas.
No pienses que el Otoño, cuando apenas
el campo se asegura,
visitan de los bosques la espesura,
ni las montañas, otro tiempo amenas;
que entonces, dulce Lida,
la más lozana más está encogida.
Tú esperas de la Cinara el empleo,
que se arrugó doncella;
Cinara digo, la que un tiempo bella
veneno al alma fue, taza al deseo.
Mas ¡ay! que ya su queja
llora el pasado error al verse vieja.
Yo la vi un tiempo coronar la frente
de resplandor dorado
y entre las brasas del carmín rosado
vibrar la juventud su llama ardiente,
que pudiera en los bronces
cuajar cenizas su viveza entonces.
¡Cuán bella estaba al extender el paso!
¡Con cuánto señorío
del tierno joven cautivaba el brío!
Mas adornóse de desdén escaso,
que imitaba sin arte
de Amor el plomo, el mármol de Anaxarte.
Pero ya arrepentida, y más corrida
de lo que su edad pide,
mis verdes años con sus canas mide,
y al no torcellos llora arrepentida;
que la que vieja adora
con más ventajas se enternece y llora.
Por cuanto no querrás verte a deshora
cautiva de estos daños,
después que á un tiempo los purpúreos años
se hayan volado con la blanca aurora,
y entre fuego y ceniza
haga el amor en tu vejez la riza.
Deja por Dios, y por tus ojos deja,
de ser menos esquiva,
y en tanto que la edad briosa priva,
halle cabida en tu elección mi queja;
que la Venus temprana
ni el alma afrenta, ni el honor profana. | es |
Pizarnik,Alejandra | <XXI | No_Querer_Blancos_Rodando | ¡Ah! El infinito egoísmo de la adolescencia,
el optimismo estudioso: ¡cuán lleno de
flores estaba el mundo ese verano! Los
aires y las formas muriendo...
No querer blancos rodando
en planta movible.
No querer voces robando
semillosas arqueada aéreas.
No querer vivir mil oxígenos
nimias cruzadas al cielo.
No querer trasladar mi curva
sin encerar la hoja actual.
No querer vencer al imán
la alpargata se deshilacha.
No querer tocar abstractos
llegar a mi último pelo marrón.
No querer vencer colas blandas
los árboles sitúan las hojas.
No querer traer sin caos
portátiles vocablos. | es |
Neruda,Pablo | <XXI | Muchachas_Que_Buscabais | Muchachas que buscabais
el gran amor, el gran amor terrible,
qué ha pasado, muchachas?
Tal vez
el tiempo, el tiempo!
Porque ahora,
aquí está, ved cómo pasa
arrastrando las piedras celestes,
destrozando las flores y las hojas,
con un ruido de espumas azotadas
contra todas las piedras de tu mundo,
con un olor de esperma y de jazmines,
junto a la luna sangrienta!
Y ahora
tocas el agua con tus pies pequeños,
con tu pequeño corazón
y no sabes qué hacer!
Son mejores
ciertos viajes nocturnos,
ciertos departamentos,
ciertos divertidísimos paseos,
ciertos bailes sin mayor consecuencia
que continuar el viaje!
Muérete de miedo o de frío,
o de duda,
que yo con mis grandes pasos
la encontraré,
dentro de ti
o lejos de ti,
y ella me encontrará,
la que no temblará frente al amor,
la que estará fundida
conmigo
en la vida o la muerte!
Tal vez
el tiempo, el tiempo!
Porque ahora,
aquí está, ved cómo pasa
arrastrando las piedras celestes,
destrozando las flores y las hojas,
con un ruido de espumas azotadas
contra todas las piedras de tu mundo,
con un olor de esperma y de jazmines,
junto a la luna sangrienta!
Y ahora
tocas el agua con tus pies pequeños,
con tu pequeño corazón
y no sabes qué hacer!
Son mejores
ciertos viajes nocturnos,
ciertos departamentos,
ciertos divertidísimos paseos,
ciertos bailes sin mayor consecuencia
que continuar el viaje!
Muérete de miedo o de frío,
o de duda,
que yo con mis grandes pasos
la encontraré,
dentro de ti
o lejos de ti,
y ella me encontrará,
la que no temblará frente al amor,
la que estará fundida
conmigo
en la vida o la muerte!
Porque ahora,
aquí está, ved cómo pasa
arrastrando las piedras celestes,
destrozando las flores y las hojas,
con un ruido de espumas azotadas
contra todas las piedras de tu mundo,
con un olor de esperma y de jazmines,
junto a la luna sangrienta!
Y ahora
tocas el agua con tus pies pequeños,
con tu pequeño corazón
y no sabes qué hacer!
Son mejores
ciertos viajes nocturnos,
ciertos departamentos,
ciertos divertidísimos paseos,
ciertos bailes sin mayor consecuencia
que continuar el viaje!
Muérete de miedo o de frío,
o de duda,
que yo con mis grandes pasos
la encontraré,
dentro de ti
o lejos de ti,
y ella me encontrará,
la que no temblará frente al amor,
la que estará fundida
conmigo
en la vida o la muerte!
Y ahora
tocas el agua con tus pies pequeños,
con tu pequeño corazón
y no sabes qué hacer!
Son mejores
ciertos viajes nocturnos,
ciertos departamentos,
ciertos divertidísimos paseos,
ciertos bailes sin mayor consecuencia
que continuar el viaje!
Muérete de miedo o de frío,
o de duda,
que yo con mis grandes pasos
la encontraré,
dentro de ti
o lejos de ti,
y ella me encontrará,
la que no temblará frente al amor,
la que estará fundida
conmigo
en la vida o la muerte!
Son mejores
ciertos viajes nocturnos,
ciertos departamentos,
ciertos divertidísimos paseos,
ciertos bailes sin mayor consecuencia
que continuar el viaje!
Muérete de miedo o de frío,
o de duda,
que yo con mis grandes pasos
la encontraré,
dentro de ti
o lejos de ti,
y ella me encontrará,
la que no temblará frente al amor,
la que estará fundida
conmigo
en la vida o la muerte!
Muérete de miedo o de frío,
o de duda,
que yo con mis grandes pasos
la encontraré,
dentro de ti
o lejos de ti,
y ella me encontrará,
la que no temblará frente al amor,
la que estará fundida
conmigo
en la vida o la muerte! | es |
Caro,Miguel_Antonio | <XXI | Hora_Iv | He vuelto solo al césped del collado
Do tú, Rogerio amigo,
Cuando la tarde halaga al mustio prado,
Ibas siempre conmigo.
¿Recuerdas? florecillas ignoradas
Buscabas en la hierba
Que, secas hojas hoy, pero sagradas,
Vivo el amor conserva.
Yo te hablaba ¿quién va a acordarse ahora?
Siempre a ti el alma mía,
Lo mismo a mí la tuya, soñadora,
Su panorama abria.
Serio haciéndosevami pensamiento,
Pues como tú te fuiste,
Aunque todo está igual, no sé qué siento
Queestá todo tan triste.
El mismo cielo azul, la torre oscura
Miro, la fuente misma;
Mas tu ausencia el paisaje desfigura
Empañándome el prisma.
Y a veces me pregunto en el sendero,
O allá, meditabundo:
¿Por qué esta amarga soledad prefiero
A los gozos del mundo?
¿Será que el hombre, digo, desterrado
Lleva un impulso dentro
Que le estimula a repasar lo andado
Y a volver siempre a un centro?
Aspiración a eternidad es este
Poder que nos sujeta;
Preludio santo, inspiración celeste
Que modula el poeta.
Mas, ¿qué cosa inmortal ve la mirada?
Solo parece eterno
Este secreto abismo, o muerte, o nada
Lo llamemos, o infierno:
Este ser que invisible nos devora;
Que universal tributo
Cobra, y la flor respeta o la mejora
Para llevarse el fruto!
A. veces me parece la Natura
Tan llena de riquezas
Con esa rozagante vestidura,
Y con tantas bellezas,
Cual fuente de jardín: artificiales
Fascinan el sentido
Sus cristalinos arcos, siempre iguales,
Con perenne rüido:
Todo es animación; mas si los ojos
A examinarla fueren,
Verán que es vida a fuerza de despojos
¡Son mil gotas que mueren!
No bien el ser sus formas consolida,
De sí efímero dueño,
Átale sordo vértigo, y su vida
Se evapora en un sueño.
¡Naufragio universal! Cuando ese abismo
Calo en la mente y sondo
Vuelvo aterrado; a todo ser lo mismo
Traga, y no tiene fondo.
Corre la humanidad por mil senderos
Al ciego remolino
Allá mis padres van, mis compañeros;
Yo con ellos camino.
Y tú también: tu juvenil historia
Que de amor se atavía,
Mañana yacerá, desecha gloria,
Bajo la tumba fría.
Tantos gajes de amor correspondidos
Y lágrimas preciosas;
Y aquellas esperanzas y gemidos,
Y tantas, tantas cosas,
Serán cenizas. Duéleme su estrago;
Y el deseo que siente
Quien ve a un hijo morir, de ser un mago,
O genio omnipotente,
Por ti lo siento: milagrosas ramas
Quisiera entretejerte
Y oculto a par de la que tanto amas,
Hurtarte allí a la muerte.
"Yo también en Arcadia soy nacido",
Y puedo con mi lira
Tu nombre redimir a ingrato olvido;
Pero no a ti a la pira.
Podemos eso, eternizar un nombre,
¡Salvar una mortaja!
No disputamos a la muerte el hombre
Que ella encerró en su caja.
¡Eternizar un nombre, honor mezquino!
¡Y dice el mundo luego
Que el lauro del poeta es don divino
Y su alma sacro fuego!
¡Naufragio universal! Tambien nosotros
Que eterna nombradía
Dispensamos, morimos cual los otros
Cuando nos llega el día.
De la propia existencia a nuestra mente
¿Qué deja lo pasado?
Recuerdos, un despojo deficiente
Un busto inanimado.
Vuelve a mirar a tus antiguos días;
¿Qué ves? Allá el abrigo
De tu infancia y sus frescas alegrías
Tus padres y un amigo.
La escena va ensanchándose adelante:
Campos, ciudades, puertos...
¡Mírate! ¡no te ves muerto viandante
En un mundo de muertos!
Con este doloroso sentimiento
Ayer, muriendo el día,
Tornaba a mi mansión: el manso viento
En los sauces gemía.
Y una mística voz a su manera
Habló en secreto a el alma;
Voz que animando la piedad primera,
Me devolvió la calma.
Y te olvidas de mí (la voz decía)
Tú que antes en mi seno
Reclinabas con grata simpatía
Tu semblante sereno?
"El maléfico ser que ves al lado,
Que todo lo devora,
Es la muerte del alma, del pecado
Anciana servidora.
"Y la que desesperas en tu duelo
De hallar, dichosa suerte,
Es la vida beatífica del cielo;
Yo, que vencí a la muerte!
Envenenose el hombre de obcecado;
Dios al culpable hijo
Miró piadoso en su infelice estado,
Y, salvarele, dijo.
"Yo a salvarle bajé; mi amor le llama;
Rebelde, se suicida;
El que a mi voz responde, el que me ama
Vivirá eterna vida.
"Mi amor viene a buscarte; de mis brazos
El orgullo te aleja
Vuelve a anudar los redentores lazos;
Ama, y recelos deja".
Pensé en mi infancia en dulce arrobamiento,
Y lloré mi extravío;
Y luego a ti volvió mi pensamiento,
Rogerio, amigo mío.
Mis lágrimas enviarte deseara
Con su muda elocuencia;
Y la no articulada, pero clara
Voz que oí en mi conciencia.
Ya libertarte del naufragio espero,
No en culta poesía,
Mas de mi fe lanzándote el madero:
¡Cree! ¡Ama! ¡Confía!
Al que a esa tabla náufrago se acoge,
Quien a la muerte dura
Venció en la cruz, acude y le recoge
Con paternal ternura.
Tantos gajes de amor correspondidos
Y lágrimas preciosas;
Y aquellas esperanzas y gemidos,
Y tantas, tantas cosas,
Asócialas con vínculo süave
A más alto destino;
¡Sálvate con tus glorias en la nave
Que a rescatarnos vino! | es |
Alberca,Marta | XXI | Tras_Meses_De_Ausencias | Tras meses de ausencias,
de silencios de amigas.
He podido deleitarme
con tu felicidad fortuíta y tranquila
y tu ilusión de esposa enamorada.
Se perdió la fatiga antigua de tu voz
y hoy la firmeza preside tu discurso.
Yo, con mis oidos plenos, abiertos,
escucho como manejas el blanco y el negro,
cual malabarista,
mientras apenas distingo
una paleta emborronada de grises,
de azules manchados,
de rosas de cuarzo,
algunos lunes en la biblioteca.
Me has rebelado el conjuro:
sin apenas convocar a la paciencia,
elaborar una lista
de cualidades selectas,
finamente escogidas entre las ya especies protegidas,
—¡ese pragmatismo tuyo!—
y Diana alcanzará para ti todo lo que ahora disfrutas.
En el pozo claro de mi alma,
quedan tardes de dibujos,
aquellas tertulias de recetas infalibles
para vencer al tedio,
para alcanzar el amor sin polillas.
Hoy te ha mirado la fortuna,
espero ofrezcas tu hombro helado
a los fantasmas del miedo,
y de las pérdidas,
y mires de frente a tu suerte,
pues tampoco mereciste perder
lo que perdiste. | es |
Juarroz,Roberto | <XXI | Sexta_Poesía_Vertical._Número_52 | Hay días en que el aire no existe.
Mineros de la desolación,
respiramos entonces sustancias escondidas.
Y a punto de asfixiarnos,
vagamos con la boca abierta
y no encendemos ningún fuego,
para no consumir el poco oxígeno que nos resta
como un pedazo de pan del día anterior.
No recordamos ya el nombre de nuestra calle,
ni la medida de nuestra ropa,
ni el sonido de nuestra voz,
ni la sensación de nuestro cuerpo.
Pero de pronto,
como si también se hubieran quedado sin aire,
se vacían a la vez la memoria y el olvido
y encontramos entonces
la mínima densidad posible,
las partículas sabias donde entran en contacto
el vacío y la vida.
Y es allí, sólo allí,
donde descubrimos la salvación por el vacío. | es |
Segarra,Iván | XXI | Quiero_Olvidarme | Quiero olvidarme
de que te amo.
De que tu amor volará
con la pasión de la noche.
Quiero olvidarme
de sentirte
tan cerca, tan lejos.
Tus pasos caminándome
como dalias de cenizas
sobre mi desconsolado cuerpo.
Quiero olvidarme
de presentirte
tan lejos de mí,
y aún yo amarte.
Quiero olvidarme
de que existes.
Tu amor en mi boca
nos despierta la piel
para olvidarnos.
Quiero olvidarme
del olvido,
causado por el amor
de tus manos
sobre el lecho,
sobre el lecho dominante
de nuestros primeros besos.
Quiero olvidarme
de tu presencia.
Tu presencia nacida
nacida sobre mi cuerpo.
Quiero olvidarme
de que te amo,
de que existes,
de sentirte,
De presentirte,
de tu presencia,
de nuestro amor,
del olvido,
de tus pasos
y de tus manos
que tienen el pecado
de besarme la piel
sobre el lecho nacido
nacido sobre el tiempo,
sobre el tiempo de amarte.
Quiero olvidarme
de que te amo,
pero todavía no sé...
¿Cómo podré olvidarte?
Quiero olvidarme
de sentirte
tan cerca, tan lejos.
Tus pasos caminándome
como dalias de cenizas
sobre mi desconsolado cuerpo.
Quiero olvidarme
de presentirte
tan lejos de mí,
y aún yo amarte.
Quiero olvidarme
de que existes.
Tu amor en mi boca
nos despierta la piel
para olvidarnos.
Quiero olvidarme
del olvido,
causado por el amor
de tus manos
sobre el lecho,
sobre el lecho dominante
de nuestros primeros besos.
Quiero olvidarme
de tu presencia.
Tu presencia nacida
nacida sobre mi cuerpo.
Quiero olvidarme
de que te amo,
de que existes,
de sentirte,
De presentirte,
de tu presencia,
de nuestro amor,
del olvido,
de tus pasos
y de tus manos
que tienen el pecado
de besarme la piel
sobre el lecho nacido
nacido sobre el tiempo,
sobre el tiempo de amarte.
Quiero olvidarme
de que te amo,
pero todavía no sé...
¿Cómo podré olvidarte?
Quiero olvidarme
de presentirte
tan lejos de mí,
y aún yo amarte.
Quiero olvidarme
de que existes.
Tu amor en mi boca
nos despierta la piel
para olvidarnos.
Quiero olvidarme
del olvido,
causado por el amor
de tus manos
sobre el lecho,
sobre el lecho dominante
de nuestros primeros besos.
Quiero olvidarme
de tu presencia.
Tu presencia nacida
nacida sobre mi cuerpo.
Quiero olvidarme
de que te amo,
de que existes,
de sentirte,
De presentirte,
de tu presencia,
de nuestro amor,
del olvido,
de tus pasos
y de tus manos
que tienen el pecado
de besarme la piel
sobre el lecho nacido
nacido sobre el tiempo,
sobre el tiempo de amarte.
Quiero olvidarme
de que te amo,
pero todavía no sé...
¿Cómo podré olvidarte?
Quiero olvidarme
de que existes.
Tu amor en mi boca
nos despierta la piel
para olvidarnos.
Quiero olvidarme
del olvido,
causado por el amor
de tus manos
sobre el lecho,
sobre el lecho dominante
de nuestros primeros besos.
Quiero olvidarme
de tu presencia.
Tu presencia nacida
nacida sobre mi cuerpo.
Quiero olvidarme
de que te amo,
de que existes,
de sentirte,
De presentirte,
de tu presencia,
de nuestro amor,
del olvido,
de tus pasos
y de tus manos
que tienen el pecado
de besarme la piel
sobre el lecho nacido
nacido sobre el tiempo,
sobre el tiempo de amarte.
Quiero olvidarme
de que te amo,
pero todavía no sé...
¿Cómo podré olvidarte?
Quiero olvidarme
de tu presencia.
Tu presencia nacida
nacida sobre mi cuerpo.
Quiero olvidarme
de que te amo,
de que existes,
de sentirte,
De presentirte,
de tu presencia,
de nuestro amor,
del olvido,
de tus pasos
y de tus manos
que tienen el pecado
de besarme la piel
sobre el lecho nacido
nacido sobre el tiempo,
sobre el tiempo de amarte.
Quiero olvidarme
de que te amo,
pero todavía no sé...
¿Cómo podré olvidarte?
Quiero olvidarme
de que te amo,
de que existes,
de sentirte,
De presentirte,
de tu presencia,
de nuestro amor,
del olvido,
de tus pasos
y de tus manos
que tienen el pecado
de besarme la piel
sobre el lecho nacido
nacido sobre el tiempo,
sobre el tiempo de amarte.
Quiero olvidarme
de que te amo,
pero todavía no sé...
¿Cómo podré olvidarte?
De presentirte,
de tu presencia,
de nuestro amor,
del olvido,
de tus pasos
y de tus manos
que tienen el pecado
de besarme la piel
sobre el lecho nacido
nacido sobre el tiempo,
sobre el tiempo de amarte.
Quiero olvidarme
de que te amo,
pero todavía no sé...
¿Cómo podré olvidarte?
Quiero olvidarme
de que te amo,
pero todavía no sé...
¿Cómo podré olvidarte? | es |
Pizarnik,Alejandra | <XXI | Memoria_Iluminada,_Galería_Donde_Vaga_La_Sombra_De_Lo_Que_Espero | Memoria iluminada, galería donde vaga la sombra de lo que espero.
No es verdad que vendrá. No es verdad que no vendrá. | es |
Pizarnik,Alejandra | <XXI | Es_Un_Cerrar_Los_Ojos_Y_Jurar_No_Abrirlos | Es un cerrar los ojos y jurar no abrirlos. En tanto afuera se alimenten
de relojes y de flores nacidas de la astucia. Pero con los ojos
cerrados y un sufrimiento en verdad demasiado grande pulsamos los
espejos hasta que las palabras olvidadas suenan mágicamente. | es |
Biosca,Julio | XXI | Sentir,_Con_Dolor | Sentir, con dolor,
que la vida es fugaz
y se me escapa...
tener que dejar a un lado
un ramillete de ilusiones
sin cumplir...
y ser consciente, por un momento,
que todo pasa
No haberme dado cuenta antes
de esta terrible desgracia
¿por qué te deje pasar momento feliz?
¿por qué no he amado más?
Quiero dejar de estar triste
y sincerarme el alma
descubrirte la verdad
que hay en mí
y llenar carteles
con miles de palabras olvidadas:
amistad, afecto, ternura, nostalgia...
Quiero recorrer deprisa
este momento de agobio
para dejar de pensar
que ¡vivir!...
¡es un tiempo corto! | es |
Hierro,José | <XXI | Hoy_Sé_Que_Los_Quebrados_Son_Olivos | Hoy sé que los quebrados son olivos
cercados en el área de la escuela.
Hoy sé que llevan remo y blanca vela
los amados balandros adjetivos.
Hoy sé que aquellos tiempos están vivos,
que cada asignatura es centinela
que vigila un recuerdo y lo revela
con gesto y con presencia redivivos.
Me encontré solitario, inerte, ciego,
sin risueño pasado, sin el juego
alegre entre los vientos del verano,
y yo busqué en los álamos mi vida
y al no encontrarla la creí perdida,
y estaba aquí, al alcance de la mano. | es |
Vallejo,César | <XXI | Una_Mujer_De_Senos_Apacibles,_Ante_Los_Que_La_Lengua_De_La_Vaca_Resucita_Una_Glándula_Violenta | Una mujer de senos apacibles, ante los que la lengua de la vaca resucita una glándula violenta. Un hombre de templanza, mandibular de genio, apto para marchar de dos a dos con los goznes de los cofres. Un niño está al lado del hombre, llevando por el revés, el derecho animal de la pareja.
¡Oh la palabra del hombre, libre de adjetivos y de adverbios que la mujer decline en su único caso de mujer, aun entre las mil voces de la Capilla Sixtina! ¡Oh la falda de ella, en el punto maternal donde pone el pequeño las manos y juega a los pliegues, haciendo a veces agrandar las pupilas de la madre, como en las sanciones de los confesionarios!
Yo tengo mucho gusto de ver así al Padre, al Hijo y al Espiritusanto, con todos los emblemas e insignias de sus cargos.
¡Oh la palabra del hombre, libre de adjetivos y de adverbios que la mujer decline en su único caso de mujer, aun entre las mil voces de la Capilla Sixtina! ¡Oh la falda de ella, en el punto maternal donde pone el pequeño las manos y juega a los pliegues, haciendo a veces agrandar las pupilas de la madre, como en las sanciones de los confesionarios!
Yo tengo mucho gusto de ver así al Padre, al Hijo y al Espiritusanto, con todos los emblemas e insignias de sus cargos.
Yo tengo mucho gusto de ver así al Padre, al Hijo y al Espiritusanto, con todos los emblemas e insignias de sus cargos. | es |
Flórez,Julio | <XXI | No_Diste_Oídos_A_La_Audaz_Jauría | No diste oídos a la audaz jauría
que me acusó rugiente despiadada;
¡No... tu amoroso corazón sabía
que era inocente yo!... ¡Todo era nada!
Mientras más el escándalo crecía
y era más insolente la algarada.
Llena de indignación, con labio yerto,
solo tú murmuraste: ¡no!... ¡no es cierto! | es |
Flórez,Julio | <XXI | Tú_Sí_Que_Sabes_Arrancar_Del_Fondo | Tú sí que sabes arrancar del fondo
de tu doliente corazón el canto,
el canto dulce, indefinible y hondo,
que hace asomar a la pupila el llanto.
En el vaso del verso hechas tus hieles
y en él el alma atormentada pones;
y nos muestras, sin vanos oropeles,
la blanca desnudez de tus canciones.
Eres grande y sencillo. Verdadero
poeta, empuñas la sonante lira
y a cantar te adelantas el primero.
Tu lira cruje de dolor, de ira!
Y al pulsarla tu mano, hasta el acero
de su cordaje ablándase... y suspira. | es |
Quevedo,Francisco | <XXI | Respuesta_De_La_Méndez_A_Escarramán._Jácara | Con un menino del Padre,
Tu mandil y mi avantal,
De la cámara del golpe,
Pues que su llave la trae,
Recibí en letra los ciento
Que recibiste, jayán,
De contado, que se vían
Uno al otro al asentar.
Por matar la sed te has muerto;
Más valiera, Escarramán,
Por no pasar esos tragos
Dejar otros de pasar.
Borrachas son las pendencias,
Pues tan derechas se van
A la bayuca, donde hallan,
Besando los jarros, paz.
No hay cuestión ni pesadumbre
Que sepa, amigo, nadar;
Todas se ahogan en vino,
Todas se atascan en pan.
Si por un chirlo tan sólo
Ciento el verdugo te da,
En el dar ciento por uno
Parecido a Dios será.
Si tantos verdugos catas,
Sin duda que te querrán
Las Damas por verdugado
Y las Izas por rufián.
Si te han de dar más azotes
Sobre los que están atrás,
Estarán unos sobre otros
O se habrán de hacer alIá.
Llevar buenos pies de albarda
No tienes que exagerar,
Que es más de muy azotado
Que de jinete y galán.
Por buen supuesto te tienen
Pues te envían a bogar,
Ropa y plaza tienes cierta,
Y a subir empezarás.
Quéjaste de ser forzado,
No pudiera decir más
Lucrecia del rey Tarquino,
Que tú de su Majestad.
Esto de ser galeote
Solamente es empezar,
Que luego, tras remo y pito,
Las manos te comerás.
Dices que te contribuya,
Y es mi desventura tal
Que si no te doy consejos,
Yo no tengo que te dar.
Los hombres por las mujeres
Se truecan ya taz a taz,
Y si les dan algo encima,
No es moneda lo que dan.
No da nadie sino a censo,
Y todas queremos más
Para galán un Pagano,
Que un Cristiano sin pagar.
A la sombra de un corchete
Vivo en aqueste lugar,
Que es para los delincuentes
Árbol que puede asombrar.
De las cosas que me escribes
He sentido algún pesar,
Que le tengo a Cardeñoso
Entrañable voluntad.
¡Miren qué huevos le daba
El Asistente a tragar
Para que cantara tiples,
Sino agua, cuerda y cendal!
Que Remolón fuese cuenta
Heme holgado en mi verdad,
Pues por aquese camino
Hombre de cuenta será.
Aquí derrotaron juntos
Coscolina y Cañamar,
En cueros por su pecado
Como Eva con Adán.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Recibí en letra los ciento
Que recibiste, jayán,
De contado, que se vían
Uno al otro al asentar.
Por matar la sed te has muerto;
Más valiera, Escarramán,
Por no pasar esos tragos
Dejar otros de pasar.
Borrachas son las pendencias,
Pues tan derechas se van
A la bayuca, donde hallan,
Besando los jarros, paz.
No hay cuestión ni pesadumbre
Que sepa, amigo, nadar;
Todas se ahogan en vino,
Todas se atascan en pan.
Si por un chirlo tan sólo
Ciento el verdugo te da,
En el dar ciento por uno
Parecido a Dios será.
Si tantos verdugos catas,
Sin duda que te querrán
Las Damas por verdugado
Y las Izas por rufián.
Si te han de dar más azotes
Sobre los que están atrás,
Estarán unos sobre otros
O se habrán de hacer alIá.
Llevar buenos pies de albarda
No tienes que exagerar,
Que es más de muy azotado
Que de jinete y galán.
Por buen supuesto te tienen
Pues te envían a bogar,
Ropa y plaza tienes cierta,
Y a subir empezarás.
Quéjaste de ser forzado,
No pudiera decir más
Lucrecia del rey Tarquino,
Que tú de su Majestad.
Esto de ser galeote
Solamente es empezar,
Que luego, tras remo y pito,
Las manos te comerás.
Dices que te contribuya,
Y es mi desventura tal
Que si no te doy consejos,
Yo no tengo que te dar.
Los hombres por las mujeres
Se truecan ya taz a taz,
Y si les dan algo encima,
No es moneda lo que dan.
No da nadie sino a censo,
Y todas queremos más
Para galán un Pagano,
Que un Cristiano sin pagar.
A la sombra de un corchete
Vivo en aqueste lugar,
Que es para los delincuentes
Árbol que puede asombrar.
De las cosas que me escribes
He sentido algún pesar,
Que le tengo a Cardeñoso
Entrañable voluntad.
¡Miren qué huevos le daba
El Asistente a tragar
Para que cantara tiples,
Sino agua, cuerda y cendal!
Que Remolón fuese cuenta
Heme holgado en mi verdad,
Pues por aquese camino
Hombre de cuenta será.
Aquí derrotaron juntos
Coscolina y Cañamar,
En cueros por su pecado
Como Eva con Adán.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Por matar la sed te has muerto;
Más valiera, Escarramán,
Por no pasar esos tragos
Dejar otros de pasar.
Borrachas son las pendencias,
Pues tan derechas se van
A la bayuca, donde hallan,
Besando los jarros, paz.
No hay cuestión ni pesadumbre
Que sepa, amigo, nadar;
Todas se ahogan en vino,
Todas se atascan en pan.
Si por un chirlo tan sólo
Ciento el verdugo te da,
En el dar ciento por uno
Parecido a Dios será.
Si tantos verdugos catas,
Sin duda que te querrán
Las Damas por verdugado
Y las Izas por rufián.
Si te han de dar más azotes
Sobre los que están atrás,
Estarán unos sobre otros
O se habrán de hacer alIá.
Llevar buenos pies de albarda
No tienes que exagerar,
Que es más de muy azotado
Que de jinete y galán.
Por buen supuesto te tienen
Pues te envían a bogar,
Ropa y plaza tienes cierta,
Y a subir empezarás.
Quéjaste de ser forzado,
No pudiera decir más
Lucrecia del rey Tarquino,
Que tú de su Majestad.
Esto de ser galeote
Solamente es empezar,
Que luego, tras remo y pito,
Las manos te comerás.
Dices que te contribuya,
Y es mi desventura tal
Que si no te doy consejos,
Yo no tengo que te dar.
Los hombres por las mujeres
Se truecan ya taz a taz,
Y si les dan algo encima,
No es moneda lo que dan.
No da nadie sino a censo,
Y todas queremos más
Para galán un Pagano,
Que un Cristiano sin pagar.
A la sombra de un corchete
Vivo en aqueste lugar,
Que es para los delincuentes
Árbol que puede asombrar.
De las cosas que me escribes
He sentido algún pesar,
Que le tengo a Cardeñoso
Entrañable voluntad.
¡Miren qué huevos le daba
El Asistente a tragar
Para que cantara tiples,
Sino agua, cuerda y cendal!
Que Remolón fuese cuenta
Heme holgado en mi verdad,
Pues por aquese camino
Hombre de cuenta será.
Aquí derrotaron juntos
Coscolina y Cañamar,
En cueros por su pecado
Como Eva con Adán.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Borrachas son las pendencias,
Pues tan derechas se van
A la bayuca, donde hallan,
Besando los jarros, paz.
No hay cuestión ni pesadumbre
Que sepa, amigo, nadar;
Todas se ahogan en vino,
Todas se atascan en pan.
Si por un chirlo tan sólo
Ciento el verdugo te da,
En el dar ciento por uno
Parecido a Dios será.
Si tantos verdugos catas,
Sin duda que te querrán
Las Damas por verdugado
Y las Izas por rufián.
Si te han de dar más azotes
Sobre los que están atrás,
Estarán unos sobre otros
O se habrán de hacer alIá.
Llevar buenos pies de albarda
No tienes que exagerar,
Que es más de muy azotado
Que de jinete y galán.
Por buen supuesto te tienen
Pues te envían a bogar,
Ropa y plaza tienes cierta,
Y a subir empezarás.
Quéjaste de ser forzado,
No pudiera decir más
Lucrecia del rey Tarquino,
Que tú de su Majestad.
Esto de ser galeote
Solamente es empezar,
Que luego, tras remo y pito,
Las manos te comerás.
Dices que te contribuya,
Y es mi desventura tal
Que si no te doy consejos,
Yo no tengo que te dar.
Los hombres por las mujeres
Se truecan ya taz a taz,
Y si les dan algo encima,
No es moneda lo que dan.
No da nadie sino a censo,
Y todas queremos más
Para galán un Pagano,
Que un Cristiano sin pagar.
A la sombra de un corchete
Vivo en aqueste lugar,
Que es para los delincuentes
Árbol que puede asombrar.
De las cosas que me escribes
He sentido algún pesar,
Que le tengo a Cardeñoso
Entrañable voluntad.
¡Miren qué huevos le daba
El Asistente a tragar
Para que cantara tiples,
Sino agua, cuerda y cendal!
Que Remolón fuese cuenta
Heme holgado en mi verdad,
Pues por aquese camino
Hombre de cuenta será.
Aquí derrotaron juntos
Coscolina y Cañamar,
En cueros por su pecado
Como Eva con Adán.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
No hay cuestión ni pesadumbre
Que sepa, amigo, nadar;
Todas se ahogan en vino,
Todas se atascan en pan.
Si por un chirlo tan sólo
Ciento el verdugo te da,
En el dar ciento por uno
Parecido a Dios será.
Si tantos verdugos catas,
Sin duda que te querrán
Las Damas por verdugado
Y las Izas por rufián.
Si te han de dar más azotes
Sobre los que están atrás,
Estarán unos sobre otros
O se habrán de hacer alIá.
Llevar buenos pies de albarda
No tienes que exagerar,
Que es más de muy azotado
Que de jinete y galán.
Por buen supuesto te tienen
Pues te envían a bogar,
Ropa y plaza tienes cierta,
Y a subir empezarás.
Quéjaste de ser forzado,
No pudiera decir más
Lucrecia del rey Tarquino,
Que tú de su Majestad.
Esto de ser galeote
Solamente es empezar,
Que luego, tras remo y pito,
Las manos te comerás.
Dices que te contribuya,
Y es mi desventura tal
Que si no te doy consejos,
Yo no tengo que te dar.
Los hombres por las mujeres
Se truecan ya taz a taz,
Y si les dan algo encima,
No es moneda lo que dan.
No da nadie sino a censo,
Y todas queremos más
Para galán un Pagano,
Que un Cristiano sin pagar.
A la sombra de un corchete
Vivo en aqueste lugar,
Que es para los delincuentes
Árbol que puede asombrar.
De las cosas que me escribes
He sentido algún pesar,
Que le tengo a Cardeñoso
Entrañable voluntad.
¡Miren qué huevos le daba
El Asistente a tragar
Para que cantara tiples,
Sino agua, cuerda y cendal!
Que Remolón fuese cuenta
Heme holgado en mi verdad,
Pues por aquese camino
Hombre de cuenta será.
Aquí derrotaron juntos
Coscolina y Cañamar,
En cueros por su pecado
Como Eva con Adán.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Si por un chirlo tan sólo
Ciento el verdugo te da,
En el dar ciento por uno
Parecido a Dios será.
Si tantos verdugos catas,
Sin duda que te querrán
Las Damas por verdugado
Y las Izas por rufián.
Si te han de dar más azotes
Sobre los que están atrás,
Estarán unos sobre otros
O se habrán de hacer alIá.
Llevar buenos pies de albarda
No tienes que exagerar,
Que es más de muy azotado
Que de jinete y galán.
Por buen supuesto te tienen
Pues te envían a bogar,
Ropa y plaza tienes cierta,
Y a subir empezarás.
Quéjaste de ser forzado,
No pudiera decir más
Lucrecia del rey Tarquino,
Que tú de su Majestad.
Esto de ser galeote
Solamente es empezar,
Que luego, tras remo y pito,
Las manos te comerás.
Dices que te contribuya,
Y es mi desventura tal
Que si no te doy consejos,
Yo no tengo que te dar.
Los hombres por las mujeres
Se truecan ya taz a taz,
Y si les dan algo encima,
No es moneda lo que dan.
No da nadie sino a censo,
Y todas queremos más
Para galán un Pagano,
Que un Cristiano sin pagar.
A la sombra de un corchete
Vivo en aqueste lugar,
Que es para los delincuentes
Árbol que puede asombrar.
De las cosas que me escribes
He sentido algún pesar,
Que le tengo a Cardeñoso
Entrañable voluntad.
¡Miren qué huevos le daba
El Asistente a tragar
Para que cantara tiples,
Sino agua, cuerda y cendal!
Que Remolón fuese cuenta
Heme holgado en mi verdad,
Pues por aquese camino
Hombre de cuenta será.
Aquí derrotaron juntos
Coscolina y Cañamar,
En cueros por su pecado
Como Eva con Adán.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Si tantos verdugos catas,
Sin duda que te querrán
Las Damas por verdugado
Y las Izas por rufián.
Si te han de dar más azotes
Sobre los que están atrás,
Estarán unos sobre otros
O se habrán de hacer alIá.
Llevar buenos pies de albarda
No tienes que exagerar,
Que es más de muy azotado
Que de jinete y galán.
Por buen supuesto te tienen
Pues te envían a bogar,
Ropa y plaza tienes cierta,
Y a subir empezarás.
Quéjaste de ser forzado,
No pudiera decir más
Lucrecia del rey Tarquino,
Que tú de su Majestad.
Esto de ser galeote
Solamente es empezar,
Que luego, tras remo y pito,
Las manos te comerás.
Dices que te contribuya,
Y es mi desventura tal
Que si no te doy consejos,
Yo no tengo que te dar.
Los hombres por las mujeres
Se truecan ya taz a taz,
Y si les dan algo encima,
No es moneda lo que dan.
No da nadie sino a censo,
Y todas queremos más
Para galán un Pagano,
Que un Cristiano sin pagar.
A la sombra de un corchete
Vivo en aqueste lugar,
Que es para los delincuentes
Árbol que puede asombrar.
De las cosas que me escribes
He sentido algún pesar,
Que le tengo a Cardeñoso
Entrañable voluntad.
¡Miren qué huevos le daba
El Asistente a tragar
Para que cantara tiples,
Sino agua, cuerda y cendal!
Que Remolón fuese cuenta
Heme holgado en mi verdad,
Pues por aquese camino
Hombre de cuenta será.
Aquí derrotaron juntos
Coscolina y Cañamar,
En cueros por su pecado
Como Eva con Adán.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Si te han de dar más azotes
Sobre los que están atrás,
Estarán unos sobre otros
O se habrán de hacer alIá.
Llevar buenos pies de albarda
No tienes que exagerar,
Que es más de muy azotado
Que de jinete y galán.
Por buen supuesto te tienen
Pues te envían a bogar,
Ropa y plaza tienes cierta,
Y a subir empezarás.
Quéjaste de ser forzado,
No pudiera decir más
Lucrecia del rey Tarquino,
Que tú de su Majestad.
Esto de ser galeote
Solamente es empezar,
Que luego, tras remo y pito,
Las manos te comerás.
Dices que te contribuya,
Y es mi desventura tal
Que si no te doy consejos,
Yo no tengo que te dar.
Los hombres por las mujeres
Se truecan ya taz a taz,
Y si les dan algo encima,
No es moneda lo que dan.
No da nadie sino a censo,
Y todas queremos más
Para galán un Pagano,
Que un Cristiano sin pagar.
A la sombra de un corchete
Vivo en aqueste lugar,
Que es para los delincuentes
Árbol que puede asombrar.
De las cosas que me escribes
He sentido algún pesar,
Que le tengo a Cardeñoso
Entrañable voluntad.
¡Miren qué huevos le daba
El Asistente a tragar
Para que cantara tiples,
Sino agua, cuerda y cendal!
Que Remolón fuese cuenta
Heme holgado en mi verdad,
Pues por aquese camino
Hombre de cuenta será.
Aquí derrotaron juntos
Coscolina y Cañamar,
En cueros por su pecado
Como Eva con Adán.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Llevar buenos pies de albarda
No tienes que exagerar,
Que es más de muy azotado
Que de jinete y galán.
Por buen supuesto te tienen
Pues te envían a bogar,
Ropa y plaza tienes cierta,
Y a subir empezarás.
Quéjaste de ser forzado,
No pudiera decir más
Lucrecia del rey Tarquino,
Que tú de su Majestad.
Esto de ser galeote
Solamente es empezar,
Que luego, tras remo y pito,
Las manos te comerás.
Dices que te contribuya,
Y es mi desventura tal
Que si no te doy consejos,
Yo no tengo que te dar.
Los hombres por las mujeres
Se truecan ya taz a taz,
Y si les dan algo encima,
No es moneda lo que dan.
No da nadie sino a censo,
Y todas queremos más
Para galán un Pagano,
Que un Cristiano sin pagar.
A la sombra de un corchete
Vivo en aqueste lugar,
Que es para los delincuentes
Árbol que puede asombrar.
De las cosas que me escribes
He sentido algún pesar,
Que le tengo a Cardeñoso
Entrañable voluntad.
¡Miren qué huevos le daba
El Asistente a tragar
Para que cantara tiples,
Sino agua, cuerda y cendal!
Que Remolón fuese cuenta
Heme holgado en mi verdad,
Pues por aquese camino
Hombre de cuenta será.
Aquí derrotaron juntos
Coscolina y Cañamar,
En cueros por su pecado
Como Eva con Adán.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Por buen supuesto te tienen
Pues te envían a bogar,
Ropa y plaza tienes cierta,
Y a subir empezarás.
Quéjaste de ser forzado,
No pudiera decir más
Lucrecia del rey Tarquino,
Que tú de su Majestad.
Esto de ser galeote
Solamente es empezar,
Que luego, tras remo y pito,
Las manos te comerás.
Dices que te contribuya,
Y es mi desventura tal
Que si no te doy consejos,
Yo no tengo que te dar.
Los hombres por las mujeres
Se truecan ya taz a taz,
Y si les dan algo encima,
No es moneda lo que dan.
No da nadie sino a censo,
Y todas queremos más
Para galán un Pagano,
Que un Cristiano sin pagar.
A la sombra de un corchete
Vivo en aqueste lugar,
Que es para los delincuentes
Árbol que puede asombrar.
De las cosas que me escribes
He sentido algún pesar,
Que le tengo a Cardeñoso
Entrañable voluntad.
¡Miren qué huevos le daba
El Asistente a tragar
Para que cantara tiples,
Sino agua, cuerda y cendal!
Que Remolón fuese cuenta
Heme holgado en mi verdad,
Pues por aquese camino
Hombre de cuenta será.
Aquí derrotaron juntos
Coscolina y Cañamar,
En cueros por su pecado
Como Eva con Adán.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Quéjaste de ser forzado,
No pudiera decir más
Lucrecia del rey Tarquino,
Que tú de su Majestad.
Esto de ser galeote
Solamente es empezar,
Que luego, tras remo y pito,
Las manos te comerás.
Dices que te contribuya,
Y es mi desventura tal
Que si no te doy consejos,
Yo no tengo que te dar.
Los hombres por las mujeres
Se truecan ya taz a taz,
Y si les dan algo encima,
No es moneda lo que dan.
No da nadie sino a censo,
Y todas queremos más
Para galán un Pagano,
Que un Cristiano sin pagar.
A la sombra de un corchete
Vivo en aqueste lugar,
Que es para los delincuentes
Árbol que puede asombrar.
De las cosas que me escribes
He sentido algún pesar,
Que le tengo a Cardeñoso
Entrañable voluntad.
¡Miren qué huevos le daba
El Asistente a tragar
Para que cantara tiples,
Sino agua, cuerda y cendal!
Que Remolón fuese cuenta
Heme holgado en mi verdad,
Pues por aquese camino
Hombre de cuenta será.
Aquí derrotaron juntos
Coscolina y Cañamar,
En cueros por su pecado
Como Eva con Adán.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Esto de ser galeote
Solamente es empezar,
Que luego, tras remo y pito,
Las manos te comerás.
Dices que te contribuya,
Y es mi desventura tal
Que si no te doy consejos,
Yo no tengo que te dar.
Los hombres por las mujeres
Se truecan ya taz a taz,
Y si les dan algo encima,
No es moneda lo que dan.
No da nadie sino a censo,
Y todas queremos más
Para galán un Pagano,
Que un Cristiano sin pagar.
A la sombra de un corchete
Vivo en aqueste lugar,
Que es para los delincuentes
Árbol que puede asombrar.
De las cosas que me escribes
He sentido algún pesar,
Que le tengo a Cardeñoso
Entrañable voluntad.
¡Miren qué huevos le daba
El Asistente a tragar
Para que cantara tiples,
Sino agua, cuerda y cendal!
Que Remolón fuese cuenta
Heme holgado en mi verdad,
Pues por aquese camino
Hombre de cuenta será.
Aquí derrotaron juntos
Coscolina y Cañamar,
En cueros por su pecado
Como Eva con Adán.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Dices que te contribuya,
Y es mi desventura tal
Que si no te doy consejos,
Yo no tengo que te dar.
Los hombres por las mujeres
Se truecan ya taz a taz,
Y si les dan algo encima,
No es moneda lo que dan.
No da nadie sino a censo,
Y todas queremos más
Para galán un Pagano,
Que un Cristiano sin pagar.
A la sombra de un corchete
Vivo en aqueste lugar,
Que es para los delincuentes
Árbol que puede asombrar.
De las cosas que me escribes
He sentido algún pesar,
Que le tengo a Cardeñoso
Entrañable voluntad.
¡Miren qué huevos le daba
El Asistente a tragar
Para que cantara tiples,
Sino agua, cuerda y cendal!
Que Remolón fuese cuenta
Heme holgado en mi verdad,
Pues por aquese camino
Hombre de cuenta será.
Aquí derrotaron juntos
Coscolina y Cañamar,
En cueros por su pecado
Como Eva con Adán.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Los hombres por las mujeres
Se truecan ya taz a taz,
Y si les dan algo encima,
No es moneda lo que dan.
No da nadie sino a censo,
Y todas queremos más
Para galán un Pagano,
Que un Cristiano sin pagar.
A la sombra de un corchete
Vivo en aqueste lugar,
Que es para los delincuentes
Árbol que puede asombrar.
De las cosas que me escribes
He sentido algún pesar,
Que le tengo a Cardeñoso
Entrañable voluntad.
¡Miren qué huevos le daba
El Asistente a tragar
Para que cantara tiples,
Sino agua, cuerda y cendal!
Que Remolón fuese cuenta
Heme holgado en mi verdad,
Pues por aquese camino
Hombre de cuenta será.
Aquí derrotaron juntos
Coscolina y Cañamar,
En cueros por su pecado
Como Eva con Adán.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
No da nadie sino a censo,
Y todas queremos más
Para galán un Pagano,
Que un Cristiano sin pagar.
A la sombra de un corchete
Vivo en aqueste lugar,
Que es para los delincuentes
Árbol que puede asombrar.
De las cosas que me escribes
He sentido algún pesar,
Que le tengo a Cardeñoso
Entrañable voluntad.
¡Miren qué huevos le daba
El Asistente a tragar
Para que cantara tiples,
Sino agua, cuerda y cendal!
Que Remolón fuese cuenta
Heme holgado en mi verdad,
Pues por aquese camino
Hombre de cuenta será.
Aquí derrotaron juntos
Coscolina y Cañamar,
En cueros por su pecado
Como Eva con Adán.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
A la sombra de un corchete
Vivo en aqueste lugar,
Que es para los delincuentes
Árbol que puede asombrar.
De las cosas que me escribes
He sentido algún pesar,
Que le tengo a Cardeñoso
Entrañable voluntad.
¡Miren qué huevos le daba
El Asistente a tragar
Para que cantara tiples,
Sino agua, cuerda y cendal!
Que Remolón fuese cuenta
Heme holgado en mi verdad,
Pues por aquese camino
Hombre de cuenta será.
Aquí derrotaron juntos
Coscolina y Cañamar,
En cueros por su pecado
Como Eva con Adán.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
De las cosas que me escribes
He sentido algún pesar,
Que le tengo a Cardeñoso
Entrañable voluntad.
¡Miren qué huevos le daba
El Asistente a tragar
Para que cantara tiples,
Sino agua, cuerda y cendal!
Que Remolón fuese cuenta
Heme holgado en mi verdad,
Pues por aquese camino
Hombre de cuenta será.
Aquí derrotaron juntos
Coscolina y Cañamar,
En cueros por su pecado
Como Eva con Adán.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
¡Miren qué huevos le daba
El Asistente a tragar
Para que cantara tiples,
Sino agua, cuerda y cendal!
Que Remolón fuese cuenta
Heme holgado en mi verdad,
Pues por aquese camino
Hombre de cuenta será.
Aquí derrotaron juntos
Coscolina y Cañamar,
En cueros por su pecado
Como Eva con Adán.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Que Remolón fuese cuenta
Heme holgado en mi verdad,
Pues por aquese camino
Hombre de cuenta será.
Aquí derrotaron juntos
Coscolina y Cañamar,
En cueros por su pecado
Como Eva con Adán.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Aquí derrotaron juntos
Coscolina y Cañamar,
En cueros por su pecado
Como Eva con Adán.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó —sin ser San Pedro—
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Montúsar se ha entrado a puto
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar. | es |
Blanco,Andrés_Eloy | <XXI | Es_El_Agua_Primera_En_La_Primera_Caverna | Es el agua primera en la primera caverna;
es el agua que horada sus primeros cauces;
liso, bruñido, el suelo hacia la sombra interna
es una lengua entre unas fauces.
El inédito duerme; es potencia e infancia
recién hechas del barro: el Hombre de la piedra.
El encrespado pecho rezuma una fragancia
de tierra primeriza. Despierta con un salto.
Ya en pie, afirma la cúpula de su puntal de basalto
su gran cabeza nueva, vegetada de yedra.
Gusano de oro, viene por el suelo,
desde la entrada que da al Oriente,
una gota de sol, del primer sol del cielo,
de cuando se partió en ríos la Noche
y la Luz tendió el primer puente.
El Hombre se retira
con el primer miedo, hacia el hueco profundo,
pero se vuelve con la primera ira
y aplasta con el pie el primer Sol del mundo.
Pero al poner la planta, el hombre ve
que la luz le atraviesa el pie.
Y avanza y avanza hacia ella;
la luz sube por su estatura,
la luz le va clavando una estrella
en cada punto de carne que la inaugura.
Ya está afuera, en el campo, ante la luz del Universo:
el Sol todo lo patentiza
y le hace ver a la sombra de su alto cuerpo inverso
pintada en la tierra caliza.
Y es el asombro de la primera visión
y de mirar el propio movimiento.
El Hombre de la piedra horada la razón
hacia la mina del pensamiento.
Cuando Él se mueve, la sombra le imita: el brazo tiende
y un brazo negro se tiende en el muro;
encorvada la espalda que el sol en mil gotas enciende
y se achata en la piedra el hombre oscuro.
Súbito grita, ríe, busca en torno
un carbón; y va hacia la sombra. Y pinta
en el lienzo de cal su propio contorno,
y se aparta, gozoso de su numen encinta.
Pero de la silueta inmóvil se ha escapado
la otra sombra, su sombra, que no pudo apresar
en el lindero que ha trazado
—fantasía sin freno, sombra sin valladar—
y se pinta otra vez al lado
y la sombra rebelde se escapa sin cesar
¿No puede, oh Santo Numen, oh Santa Inquietud, quién
sujetará en fronteras tu divino vaivén?
¡Oh Fantasía, entonces y mañana y después!
La sombra que no encaja en lo previsto
y la luz que atraviesa los pies
como el clavo los pies de Cristo.
Reciente y solitario el Hombre fuerte,
vencido junto al Numen, más largo que la Muerte;
y allí, en guerra con su propia mudez,
en guerra con su propia guerra,
está abrazado al suelo, por la primera vez
el hombre de la Tierra que se busca en la tierra. | es |
Ibarbourou,Juana_de | <XXI | Y_Te_Di_El_Olor | Y te di el olor
De todas mis dalias y nardos en flor.
Y te di el tesoro,
De las ondas minas de mis sueños de oro.
Y te di la miel,
Del panal moreno que finge mi piel.
¡Y todo te di!
Y como una fuente generosa y viva para tu alma fui.
Y tú, dios de piedra
Entre cuyas manos ni la yedra medra;
Y tú, dios de hierro,
Ante cuyas plantas velé como un perro,
Desdeñaste el oro, la miel y el olor.
¡Y ahora retornas, mendigo de amor,
A buscar las dalias, a implorar el oro,
A pedir de nuevo todo aquel tesoro!
Oye, pordiosero:
Ahora que tú quieres es que yo no quiero.
Si el rosal florece,
Es ya para otro que en capullos crece.
Vete, dios de piedra,
Sin fuentes, sin dalias, sin mieles, sin yedra.
Igual que una estatua,
A quien Dios bajara del plinto, por fatua.
¡Vete, dios de hierro,
Que junto a otras plantas se ha tendido el perro! | es |
Bellatrix | XXI | Después_De_Veinte_Años... | Después de veinte años...
Anoche...
—Mientras dormía—
Me visitaste....
Sentí el regocijo de tu presencia...
La armonía y la paz que vos me das...
Y recordé...
Que no te he podido olvidar...
Y sentí...
¡Que al fin!...
Había regresado...
A mi puerto y a mi mar...
¡Y me sentí completo!...
Otra vez...
Sentí tu aliento y oí tu voz...
Te tuve entre mis brazos...
Me sentí tierno en tu mirada...
Y me llené de ti...
Y desperté en tus brazos...
Y te busqué
Extendí los brazos para alcanzarte...
Y a través del tiempo te busqué...
Y comprendí lo solo que me quedado...
La enorme falta que llevo adentro...
¡Yo!...
Que creí ya haberte olvidado...
Comprendí...
...Que ya no te voy a olvidar...
¡Yo!...
Que tengo veinte años sin ver tu cara...
Sin sentir tu aliento
Y sin oír tu voz...
Comprendí
Que ya no te voy a poder olvidar...
Adiós, Amada
Mi Mar... Adiós.
—Donde estés—
Adiós...
Sentí el regocijo de tu presencia...
La armonía y la paz que vos me das...
Y recordé...
Que no te he podido olvidar...
Y sentí...
¡Que al fin!...
Había regresado...
A mi puerto y a mi mar...
¡Y me sentí completo!...
Otra vez...
Sentí tu aliento y oí tu voz...
Te tuve entre mis brazos...
Me sentí tierno en tu mirada...
Y me llené de ti...
Y desperté en tus brazos...
Y te busqué
Extendí los brazos para alcanzarte...
Y a través del tiempo te busqué...
Y comprendí lo solo que me quedado...
La enorme falta que llevo adentro...
¡Yo!...
Que creí ya haberte olvidado...
Comprendí...
...Que ya no te voy a olvidar...
¡Yo!...
Que tengo veinte años sin ver tu cara...
Sin sentir tu aliento
Y sin oír tu voz...
Comprendí
Que ya no te voy a poder olvidar...
Adiós, Amada
Mi Mar... Adiós.
—Donde estés—
Adiós...
Y recordé...
Que no te he podido olvidar...
Y sentí...
¡Que al fin!...
Había regresado...
A mi puerto y a mi mar...
¡Y me sentí completo!...
Otra vez...
Sentí tu aliento y oí tu voz...
Te tuve entre mis brazos...
Me sentí tierno en tu mirada...
Y me llené de ti...
Y desperté en tus brazos...
Y te busqué
Extendí los brazos para alcanzarte...
Y a través del tiempo te busqué...
Y comprendí lo solo que me quedado...
La enorme falta que llevo adentro...
¡Yo!...
Que creí ya haberte olvidado...
Comprendí...
...Que ya no te voy a olvidar...
¡Yo!...
Que tengo veinte años sin ver tu cara...
Sin sentir tu aliento
Y sin oír tu voz...
Comprendí
Que ya no te voy a poder olvidar...
Adiós, Amada
Mi Mar... Adiós.
—Donde estés—
Adiós...
Y sentí...
¡Que al fin!...
Había regresado...
A mi puerto y a mi mar...
¡Y me sentí completo!...
Otra vez...
Sentí tu aliento y oí tu voz...
Te tuve entre mis brazos...
Me sentí tierno en tu mirada...
Y me llené de ti...
Y desperté en tus brazos...
Y te busqué
Extendí los brazos para alcanzarte...
Y a través del tiempo te busqué...
Y comprendí lo solo que me quedado...
La enorme falta que llevo adentro...
¡Yo!...
Que creí ya haberte olvidado...
Comprendí...
...Que ya no te voy a olvidar...
¡Yo!...
Que tengo veinte años sin ver tu cara...
Sin sentir tu aliento
Y sin oír tu voz...
Comprendí
Que ya no te voy a poder olvidar...
Adiós, Amada
Mi Mar... Adiós.
—Donde estés—
Adiós...
¡Y me sentí completo!...
Otra vez...
Sentí tu aliento y oí tu voz...
Te tuve entre mis brazos...
Me sentí tierno en tu mirada...
Y me llené de ti...
Y desperté en tus brazos...
Y te busqué
Extendí los brazos para alcanzarte...
Y a través del tiempo te busqué...
Y comprendí lo solo que me quedado...
La enorme falta que llevo adentro...
¡Yo!...
Que creí ya haberte olvidado...
Comprendí...
...Que ya no te voy a olvidar...
¡Yo!...
Que tengo veinte años sin ver tu cara...
Sin sentir tu aliento
Y sin oír tu voz...
Comprendí
Que ya no te voy a poder olvidar...
Adiós, Amada
Mi Mar... Adiós.
—Donde estés—
Adiós...
Sentí tu aliento y oí tu voz...
Te tuve entre mis brazos...
Me sentí tierno en tu mirada...
Y me llené de ti...
Y desperté en tus brazos...
Y te busqué
Extendí los brazos para alcanzarte...
Y a través del tiempo te busqué...
Y comprendí lo solo que me quedado...
La enorme falta que llevo adentro...
¡Yo!...
Que creí ya haberte olvidado...
Comprendí...
...Que ya no te voy a olvidar...
¡Yo!...
Que tengo veinte años sin ver tu cara...
Sin sentir tu aliento
Y sin oír tu voz...
Comprendí
Que ya no te voy a poder olvidar...
Adiós, Amada
Mi Mar... Adiós.
—Donde estés—
Adiós...
Y desperté en tus brazos...
Y te busqué
Extendí los brazos para alcanzarte...
Y a través del tiempo te busqué...
Y comprendí lo solo que me quedado...
La enorme falta que llevo adentro...
¡Yo!...
Que creí ya haberte olvidado...
Comprendí...
...Que ya no te voy a olvidar...
¡Yo!...
Que tengo veinte años sin ver tu cara...
Sin sentir tu aliento
Y sin oír tu voz...
Comprendí
Que ya no te voy a poder olvidar...
Adiós, Amada
Mi Mar... Adiós.
—Donde estés—
Adiós...
Y te busqué
Extendí los brazos para alcanzarte...
Y a través del tiempo te busqué...
Y comprendí lo solo que me quedado...
La enorme falta que llevo adentro...
¡Yo!...
Que creí ya haberte olvidado...
Comprendí...
...Que ya no te voy a olvidar...
¡Yo!...
Que tengo veinte años sin ver tu cara...
Sin sentir tu aliento
Y sin oír tu voz...
Comprendí
Que ya no te voy a poder olvidar...
Adiós, Amada
Mi Mar... Adiós.
—Donde estés—
Adiós...
Y comprendí lo solo que me quedado...
La enorme falta que llevo adentro...
¡Yo!...
Que creí ya haberte olvidado...
Comprendí...
...Que ya no te voy a olvidar...
¡Yo!...
Que tengo veinte años sin ver tu cara...
Sin sentir tu aliento
Y sin oír tu voz...
Comprendí
Que ya no te voy a poder olvidar...
Adiós, Amada
Mi Mar... Adiós.
—Donde estés—
Adiós...
¡Yo!...
Que creí ya haberte olvidado...
Comprendí...
...Que ya no te voy a olvidar...
¡Yo!...
Que tengo veinte años sin ver tu cara...
Sin sentir tu aliento
Y sin oír tu voz...
Comprendí
Que ya no te voy a poder olvidar...
Adiós, Amada
Mi Mar... Adiós.
—Donde estés—
Adiós...
¡Yo!...
Que tengo veinte años sin ver tu cara...
Sin sentir tu aliento
Y sin oír tu voz...
Comprendí
Que ya no te voy a poder olvidar...
Adiós, Amada
Mi Mar... Adiós.
—Donde estés—
Adiós...
Comprendí
Que ya no te voy a poder olvidar...
Adiós, Amada
Mi Mar... Adiós.
—Donde estés—
Adiós... | es |
Jiménez,Juan_Ramón | <XXI | La_Acción_Final_(34_Años_Y_Goethe) | No sé con qué decirlo,
no sé con qué decirme,
acción goethiniana;
porque aún no está hecha
mi callada palabra. | gl |
Aridjis,Homero | <XXI | Viene_El_Río_Bajo_La_Lluvia | viene el río bajo la lluvia
pasa entre árboles
cada gota lo abre
relámpagos hermosos
señalan el curso de sus aguas
su inmensidad es íntima
pesadamente se mueve
hacia la ciudad
que deja atrás sin irse
solo es divino | es |
Camões,Luís_de | <XXI | Soneto_Vi | Amor, amor, que fieres al cuitado
que por amor te sirve ha tantos años
sostiendo el tu servicio con engaños,
pues al fin fim le dexas no esperado.
Con solo su dolor con su cuidado
le pagas el servicio y con engaños
pasando por ti cassos tano estraños,
qual otro nunqua más uvo passado.
Quien piensa que eres dios, quien esta loco
quien cre que eres justo, yo no lo creo
pues al que mejor sirve das más poco.
Piensa el que cre en ti que devaneo
yo juzgo lo que veo y lo que toco
y aun jusgo lo que toco y no lo creo. | es |
Caro,Miguel_Antonio | <XXI | El_Rey_De_La_Natura | El rey de la natura,
Que el ancho suelo de trofeos llena;
El que adiestra en obscura
Mar osado bajel, y en la honda arena
Tesoros busca y monstruos encadena;
El que al viento y la nube
Burlando, al rayo señaló camino;
Que en leves globos sube
Por el éter inmenso y cristalino,
Y de la muerte ríe y del destino;
Si la atrevida planta,
¡Oh Tequendama! en soledad perdido
Por tu bosque adelanta,
De tus ondas al hórrido bramido
Siéntese de pavor sobrecogido;
Y al contemplar alzada
Sobre ese abismo, do el espanto mora,
Del iris coronada,
Tu frente de los siglos vencedora,
El paso tiene y tu deidad adora.
Que tú al Omnipotente
Retratas, Tequendama, en tu grandeza:
Igual y permanente;
Misterioso y terrible, y de belleza
Rodeado en tu misma terribleza!
Cíñete en cerco inmenso
Tajada roca; y cual del ara santa
Sube devoto incienso,
Del lecho que tu cólera quebranta,
A ti 1a niebla en ondas se levanta.
Nudos entorno, inmobles,
Sobre el hondo inclinados, compañía
Te hacen los yertos robles;
Y los ecos se aluengan a porfía
Reclamando la horrísona armonía.
Contigo su ventura
Trocarán ríos que abatió el humano
A servidumbre dura:
¿Qué mucho, si su propio orgullo, vano
Siente salir, gimiendo, el Oceano?
Si nunca sujetarte
La fuerza osó, tampoco te sujeta
Con su poder el arte:
Fijo el pintor tu instable faz respeta:
Tu voz ahoga el canto del poeta.
¿Cuál semidiós, cuál hombre
Te vio primero, Tequendama ondoso?
¿Cuán antiguo es tu nombre?
¿O cuándo hubiste un punto de reposo
En siglos de furor vertiginoso?
Mi alada fantasía
Tu origen indagando, en balde afana:
En balde sube al día
En que asombraste a la bravura hispana
Y tumba diste a la riqueza indiana.
De míticas memorias
Te halló cercado la invasora gente:
No si disipa glorias
La razón tales; no si de repente
Se renueva la faz del continente.
Cambió el que te decora,
Anciano bosque, ni el furor mesuras:
Como truenas ahora,
Allá tronaste en épocas obscuras,
Y seguirás tronando en las futuras.
En tu roca cimera
Sentó entre espumas tuyas su pisada
Bolívar: pasajera
Cual la conquistadora de Quesada
Brilló ante ti su redentora espada.
Que de tropel los años
Tú ves pasar impávido delante,
Ajeno de sus daños;
¡Y de imperios que se hunden ignorante,
Tu diadema sustentas radiante!
Si no es silencio frío
La muerte; holgura sí y esparcimiento:
No lóbrego vacío,
Mas cobrar voz y luz y movimiento
En la mar, en los astros, en el viento;
¡Mirándote, la muerte
Yo siento: en tu grandeza engrandecido
Y con tus fuerzas fuerte,
Y todo en ti, de mí desposeído,
Gozo en tu gloria y mi miseria olvido!
¡Adiós! Mi frágil canto
Cual tus nieblas que el cierzo desparrama,
Fallece: tu voz tanto
Durará igual, cuanto del sol la llama...
¡Mas no sin fin, soberbio Tequendama!
¡Día vendrá en que al suelo
Hable el Hijo del Hombre, y resplandezca
En las nubes del cielo,
Y el astro-rey sus rayos oscurezca,
Y tu cólera súbito enmudezca! | es |
Huet,Ingrid | XXI | Entre_Migajas_De_Pan | En mi tierra
ríos como navajas
cortan la
luna
derraman su sangra blanca
en los resquicios
del
agua
La Virgen llora
que
llora
desciende por las colinas
Lleva un rosario
encendido
y
un suave manto
de estopa
envuelve al que tiene frío
y
va tejiendo
palabras que saben
a vino y a fuego
Tocan sus pies descalzos
los pastos
entumecidos
el hielo se resquebraja
y nace un nardo tranquilo
en las riberas
del río
entre migajas de pan
y
volutas de salmo antiguo | es |
Blanco,Andrés_Eloy | <XXI | Más_Vale_Que_Os_Confiese_De_La_Mejor_Manera | Más vale que os confiese de la mejor manera
lo que, quién sabe cómo, va a contaros cualquiera;
sabed que soy poeta, hijos míos, un hombre
que nombra y que camina, sin camino y sin nombre.
Yo soy lo que ha dejado el pirata en la playa,
nada en el horizonte, un punto en una raya:
yo soy lo que ha quedado del saqueo en la vida:
la puerta de la casa de la llave perdida.
Soy la hoja quemada que el incendio nos deja
y en la primera brisa danza un poco y se aleja;
soy la amargura anónima de las almas sin dueño
que vivieron de un canto, de un dolor y de un sueño.
Soy el amo del humo que se queda en la casa
diciendo adiós al fuego del batallón que pasa.
Soy el poeta, hijos, casi nada en la vida,
lo que abrasa en la sed, lo que duele en la herida,
lo que quiere elevarse después de la matanza,
con un ala hacia el suelo y otra hacia la Esperanza,
lo que muere en la guerra y expira en los despojos
y un poco de esa gota que tiembla en vuestros ojos. | es |
Góngora,Luis_de | <XXI | Descaminado,_Enfermo,_Peregrino | Descaminado, enfermo, peregrino
En tenebrosa noche, con pie incierto
La confusión pisando del desierto,
Voces en vano dio, pasos sin tino.
Repetido latir, si no vecino,
Distincto oyó de can siempre despierto,
Y en pastoral albergue mal cubierto
Piedad halló, si no halló camino.
Salió el sol, y entre armiños escondida,
Soñolienta beldad con dulce saña
Salteó al no bien sano pasajero.
Pagará el hospedaje con la vida;
Más le valiera errar en la montaña,
Que morir de la suerte que yo muero.
Repetido latir, si no vecino,
Distincto oyó de can siempre despierto,
Y en pastoral albergue mal cubierto
Piedad halló, si no halló camino.
Salió el sol, y entre armiños escondida,
Soñolienta beldad con dulce saña
Salteó al no bien sano pasajero.
Pagará el hospedaje con la vida;
Más le valiera errar en la montaña,
Que morir de la suerte que yo muero.
Salió el sol, y entre armiños escondida,
Soñolienta beldad con dulce saña
Salteó al no bien sano pasajero.
Pagará el hospedaje con la vida;
Más le valiera errar en la montaña,
Que morir de la suerte que yo muero.
Pagará el hospedaje con la vida;
Más le valiera errar en la montaña,
Que morir de la suerte que yo muero. | es |
González_Camargo,Joaquín | <XXI | La_Planta_Extranjera | La flor de la zona ardiente
Entre las nieves nacida,
A quien el calor le falta,
A quien maltrata la brisa,
A quien las escarchas hielan
Y el viento recio mutila,
Derrama en llanto su savia
Y sin colores, marchita,
Sufre mucho en soledad,
Mucho en su eterna desdicha.
¡Ay de la planta extranjera
Que nace en extraño clima!
En este mundo falaz
Levanto mi frente altiva,
Quiero que en ella refleje
El sol su lumbre bendita,
Quiero que siempre se encuentre
De noble orgullo ceñida;
Y al alzarla me circundan
Las fantasmas de la envidia,
Miro sólo algunos hombres
Que ante otros hombres se humillan
Y que ponen en su lengua
De adulación la mancilla;
Que mienten santa amistad
Cuando el odio los anima,
Que unos a otros se estrechan
Unidos por la falsía;
Entre ellos amor es mito,
La virtud, una mentira,
y esto repugna a mi mente.
Y esto mi pecho lastima;
Aquí las penas me agobian,
Los placeres no me animan,
Que soy la planta extranjera
Que nace en extraño clima.
Suspiro por una patria
Para mí desconocida,
Que no sé ni dónde se halla,
Pero que sé que es la mía,
Patria que no he visto nunca,
Pero que sé que es distinta
De esta tierra en donde arrastro
Entre zarzales y espinas
U na existencia penosa.
Yo que no pulso mi lira
Para ensalzar a los vicios
Aunque con túnica rica
El regio poder los cubra;
Yo siempre levanto erguida
Mi frente que no se dobla,
y hablo mi lengua nativa
Que nadie, nadie comprende.
Dejad por eso que gima,
Dejad por eso que llore,
Que soy la sombra perdida,
La fuente que se congela,
La lumbre que viento agita;
Que soy la planta extranjera
Que nace en extraño clima.
Si eres de la zona ardiente—
Oh Majy—también semilla
Que en las alas de los vientos
Has venido hasta esta orilla,
Si sientes como yo siento,
Que hay otro mundo en que brilla
El sol más puro y ardiente,
Donde hay una aura más tibia,
Do son más bellas las flores,
Más perfumada la brisa;
Si sientes como yo siento
Que esta patria no es la mía,
Si eres como yo de un mundo
Donde hay más dulce poesía
Entrecrucemos los ramos,
Dame el calor de tu vida,
Inclina sobre mi frente
Tu frente también altiva,
Y no miremos el mundo,
Que así se hallará la dicha
Que damos puede la tierra,
La tierra triste y sombría,
A dos extranjeros plantas
En clima extraño nacidas. | es |
Chocano,José_Santos | <XXI | La_Laguna | El despeinado copo juguetea
al golpe de ala del cansado viento,
que retiembla sin brío y sin aliento,
sobre la espuma que a su soplo ondea.
El pato nadador se balancea,
al resbalar con tardo movimiento,
por el azul cristal, que un firmamento
cuajado finge donde el sol chispea.
El blanco cisne, incólume y tranquilo,
arqueando el cuello, al desgarrar la espuma,
bate del ala el recortado filo.
Y doblegado, con las fibras flojas
por el dolor, un sauce que se abruma
llora en el agua sus marchitas hojas... | es |
Marechal,Leopoldo | <XXI | Mi_Primer_Incidente_Con_Robot | Mi primer incidente con Robot
(y el que abría en mi alma la gran desavenencia
que terminó en un crimen de piadosa factura)
sucedió cuando el noble pedagogo
me dictaba el Factor de Cohesión
de los núcleos estables e inestables.
A los que todavía sin grilletes
van del apio a la rosa, bellos como almirantes;
a los que aún entregan a la emoción del viento
una risa pentecostal
en la salud del Cristo vivo;
a todos esos "raros" que aún perfuman el cosmos
digo lo siguiente:
La Física Nuclear suelta el olor
de los gases livianos de la Tabla Periódica;
y ese olor, al obrar en un alma sensible,
nos da el precipitado de la Melancolía.
No es bueno descender a la materia
sin agarrar primero los tobillos del ángel:
Einstein, el matemático, se libró del abismo
porque midió la noche con el arco
de un violín pitagórico. | es |
Chocano,José_Santos | <XXI | —¡Vale_Un_Perú!—_Y_El_Oro_Corrió_Como_Una_Onda... | —¡Vale un Perú!— y el oro corrió como una onda...
—¡Vale un Perú!— y las naves lleváronse el metal...
¡Pero quedó esa frase magnífica y redonda,
Como una resonante medalla colonial!
Dijérase que el arca de un Creso se desfonda...
¡Oh, Edad de los Virreyes, que nunca tuvo igual!
Se abren los claros ojos de la virreina blonda
Y hace brillar sus piedras la mitra episcopal.
¿Cuyo el balcón morisco que un púlpito remeda?
¿Quién descolgó la escala de retorcida seda?
¿Cuál paseo, el de sauces, que en el río se ve?...
La Edad de los Virreyes es baile de gran brillo;
Y en él, mientras se doblan las bazas de un tresillo,
Se van desenvolviendo los cuadros de un minué... | es |
Galeano,Eduardo | <XXI | Tiempo_Que_Dice | De tiempo somos.
Somos sus pies y sus bocas.
Los pies del tiempo caminan en nuestros pies.
A la corta o a la larga, ya se sabe, los vientos del tiempo borrarán las huellas.
¿Travesía de la nada, pasos de nadie? Las bocas del tiempo cuentan el viaje. | es |
Villamediana,Conde_de | <XXI | Émulo_Al_Sol_Saldrá_Del_Cielo_Hesperio | Émulo al Sol saldrá del cielo hesperio
un rayo de las armas, y cometa
que con agüero de feliz planeta
al Asia librará de cautiverio.
Y revelando al mundo el gran misterio
verá el Levante ocasos de su seta;
uno el ovil, una la ley perfeta;
habrá un solo pastor y un solo Imperio.
Y la hidra inhumana, que no pudo
ver extinta con fuego ni cortada
el celo y el valor de sus abuelos,
al resplandor del soberano escudo
muerta caerá de miedo de la espada
que con filos de fe templan los cielos.
un solo pastor y un solo Imperio | es |
Arciniegas,Ismael_Enrique | <XXI | El_Cidno | Bajo un azul de triunfo que un sol ardiente dora,
Blanquea el río oscuro la trirreme de plata,
Y aromas de incensario por la orilla desata,
Rumor de seda y música de flauta arrulladora.
En la proa radiante que el gavilán decora,
Cleopatra, inclinándose, las pupilas dilata,
Y ante el sol, y entre el brillo del dosel escarlata,
Es gran pájaro de oro que su presa avizora.
Tarso, allá, do el guerrero la aguarda desarmado;
Y abre la bruna Reina, en el aire encantado,
Los brazos, do la púrpura pone róseos fulgores;
Y a su lado no ha visto, presagios de su suerte,
Que en el agua sombría van deshojando flores
Los gemelos divinos, el Amor y la Muerte. | es |
Chocano,José_Santos | <XXI | Yo_Soy,_Señora,_Un_Viejo_Castellano | Yo soy, Señora, un viejo castellano
que retorna al cariño de su tierra,
con la espada mohosa entre la mano
y el alma ensordecida por la guerra.
Nací en las Indias bajo el Sol de España;
y, a modo de un señor de horca y cuchillo,
tengo en mi corazón una montaña
y en la montaña un lago y un castillo.
En las noches de luna irradia el lago;
suena un rumor de músicas lejanas;
y del castillo de contorno vago
sale un fulgor por todas las ventanas
En una de esas noches misteriosas
me visitó la heroica Poesía,
ciñó a mi sien sus lauros y sus rosas
y me dijo: —¡Soy tuya!— y yo: —¡Eres mía!
Sueño Sufro Con íntimo quebranto,
veo en mi noche relumbrar las dagas;
mas no le pidas al dolor un canto,
porque jamás enseñaré mis llagas.
Clavando en el Destino la pupila
sin que la empañen lágrimas, me entrego
del todo a mi dolor, con la tranquila
fe con que el mártir se entregaba al fuego.
Canto, pero al cantar no me doblego.
Ni el canto es triste, ni el dolor se aleja
y así este canto con que a ti me llego
será de ira, pero no es de queja.
Y otra vez, en mis versos olvidados
que hoy se renuevan en mi santa ira,
«yo sabré encarcelar a los malvados
y como reja les pondré mi lira».
¿Por qué, por qué bajo mis pies las olas
se encrespan como sierpes irritadas?
¿Por qué tranquilo estoy si estoy a solas
y me turbo ante todas las miradas?
Los hombres no comprenden el milagro
de mi virtud en la mitad del vicio.
Como a mirar las nubes me consagro,
pongo a veces el pie en el precipicio;
pero una fuerza celestial, un ciego
ímpetu que me lleva por la vida,
me retiene tal vez cuando me entrego
y basta me hace crecer en la caída.
Yo sé apurar la copa acibarada
con mano firme y ánimo sereno,
parear despreciativa la mirada
y abrir las alas al fragor del trueno.
En vano, sí, la sociedad maldita
escribiera en mi frente un «aquí yace».
La ilusión como el fénix resucita;
y la melena de Sansón renace
Los que dudan de mí porque han dudado
de Daniel en el foso de leones,
dudarán si es que sienten que el pecado
se insinúa en sus propios corazones.
Libre, así, del contacto del delito,
comprendo en mi interior el que no hay nada
que se parezca más en lo infinito
a un cielo azul que una conciencia honrada.
Señora: digno soy de ser tu amante;
porque en la misma fragua en que encendido
brota el rayo de Júpiter tonante,
se hacen también las flechas de Cupido... | es |
Debravo,Jorge | <XXI | La_Noche,_Deseosa,_Apenumbrada | La noche, deseosa, apenumbrada,
te quitó sin pensar las zapatillas...
y —por sentirse blanca y alumbrada—
desnudó blancamente tus rodillas.
Luego —por diversión, sin decir nada—
la noche se llevó tu blusa larga
y te arrancó la falda ensimismada
como una cosa tímida y amarga.
Después te colocaste travesura:
desnudaste tus pechos por ternura
y —hablando de un amor vago, inconexo—
Porque si y porque no, a medio reproche,
desnudaste también, entre la noche,
la noche pequeñita de tu sexo.
Luego —por diversión, sin decir nada—
la noche se llevó tu blusa larga
y te arrancó la falda ensimismada
como una cosa tímida y amarga.
Después te colocaste travesura:
desnudaste tus pechos por ternura
y —hablando de un amor vago, inconexo—
Porque si y porque no, a medio reproche,
desnudaste también, entre la noche,
la noche pequeñita de tu sexo.
Después te colocaste travesura:
desnudaste tus pechos por ternura
y —hablando de un amor vago, inconexo—
Porque si y porque no, a medio reproche,
desnudaste también, entre la noche,
la noche pequeñita de tu sexo.
Porque si y porque no, a medio reproche,
desnudaste también, entre la noche,
la noche pequeñita de tu sexo. | es |
Fuertes,Gloria | <XXI | Dios_Que_Me_Da | Dios que me da
el beleño por la noche,
el azafrán por el día,
el cantueso por la tarde.
Dios que me da,
tu presencia en el sueño,
el amor para el hambre,
la muerte para el cuerpo,
la vida para el alma,
jabón para lavarme.
Y yo le doy,
pellizcos a sus manos,
disgustos a sus curas,
y le pago con deudas.
Dios me da demasiado.
Dejadme que esta noche me horrorice. | es |
Bonifaz_Nuño,Rubén | <XXI | Hervor_De_Calles;_Desembocadura | Hervor de calles; desembocadura
de pábulos ardiendo, en la caldera
sediciosa del mísero.
Como hierba de gritos, como en humo
lumbrarada de pelos espantados;
como chubasco tupidísimo
y turbio, en ascensión. Así llegaba.
Y alégrate si nadie, en esta plaza,
si nadie, de tan juntos y de tantos,
puede caer; si nadie puede
ser abatido; si no puede ninguno
dejar su sitio sin morirse.
Cada uno en el centro,
en medio cada uno, circundados.
Nace la gloria para ti, mi hermano;
mi muy reverenciado, mi sin dicha,
mi desgraciado pobre, mi vecino;
mi, como yo, despierto.
Mira: el sin tregua, el desterrado
con injusticia, y el que canta,
mi hermano de tu hermano, y el hambriento
y la sed que aumentó de puerta en puerta;
y vienen con nosotros el inválido,
y el muerto a solas, y el sin nada.
La gente de este lado, que ha salido
de quemados olivos todo el año;
de carnívoras cruces que alimenta
el gran poder de la traición; de niños
abortados surgiendo;
de mujeres para siempre olvidadas.
Desde el cogollo del dolor, humea
a la libertad ensangrentada.
Mira
que fauces de león se descoyuntan;
que ya la fiesta del alumbramiento
aúlla y rinde frutos,
y el profeta en su tierra,
de innumerables bocas coronado,
resuena, y las banderas gimen,
y las hondas volando y empedradas.
Y el milagro del horno y de la harina
se acerca, y los ejércitos inmóviles
con la resurrección, y las trompetas
de los finales pájaros terrestres. | es |
Rébora,Marilina | <XXI | Lo_He_Meditado_Mucho,_Señor,_Aunque_No_Espero | Lo he meditado mucho, Señor, aunque no espero
visión de corcel blanco o de espada en tu boca,
estrella o mar de vidrio —ni menos, candelero—:
quiero de Ti otra gracia y mi labio la invoca.
Quiero sí un nuevo nombre: el que nadie conoce,
únicamente sólo aquel que lo recibe,
para perfeccionar en infinito goce
lo que apenas el alma en sus ansias concibe.
Un nuevo nombre escrito en blanca piedrecita.
«¿Cuál será?», me pregunto. Inútil responderme
pues lo susurra sólo el ángel que visita
las almas que Tú eliges para esta recompensa.
(Mientras se cumple el término, el espíritu aduerme
y la mente imagina, discurre, trama, piensa...) | es |
López,Pascual | XXI | Anoche_Bailaba_La_Manzana | Anoche bailaba la manzana
sobre la espuma tórrida del mar
mientras en la azotea del Corte Inglés
Marilyn repartía sus besos...
Y yo, como un trapo mojado,
con penachos de palmeras
inclinándose hacia el fango,
sediento de viento y de lluvia
—escasa pero lluvia al fin—
fuí a bailar con la manzana
pleno de los besos que Marilyn,
entre la multitud borracha
de luces y colores esperpénticos,
me lanzó tan solo a mí:
¡Se vende el alma!
¡Se compra el tiempo!
II
¡Se vende el alma!
¡Se compra el tiempo!
Pero que no trascienda
más allá de los estantes,
que no suenen las luces
y no reverbere la música...
Se permite, acaso, a Marilyn,
que compre o venda lo que quiera,
o nos regale su risa
o quizás los cántaros pálidos de sus pechos
mágicos como sus ojos o su pubis.
¡Se vende el alma!
¡Se compra el tiempo!
Pero borracho de amores y de luna
de absenta y de fuego
que no trascienda:
Que el alma es escasa
y el tiempo no nos cabe en las alacenas.
III
Y si acaso la manzana ya no danza
absortas sus caderas
en el orgasmo espurio de las olas,
y Marilyn Monroe
desde la azotea del Corte Inglés
se vuelve y llora
mientras el asfalto impasible
consume personas, coches,
incertidumbres, notas,
luces, océanos, perplejidades...
¡Se vende el alma!
¡Se compra el tiempo!
Pero que no trascienda.
¡Se vende el alma!
¡Se compra el tiempo!
II
¡Se vende el alma!
¡Se compra el tiempo!
Pero que no trascienda
más allá de los estantes,
que no suenen las luces
y no reverbere la música...
Se permite, acaso, a Marilyn,
que compre o venda lo que quiera,
o nos regale su risa
o quizás los cántaros pálidos de sus pechos
mágicos como sus ojos o su pubis.
¡Se vende el alma!
¡Se compra el tiempo!
Pero borracho de amores y de luna
de absenta y de fuego
que no trascienda:
Que el alma es escasa
y el tiempo no nos cabe en las alacenas.
III
Y si acaso la manzana ya no danza
absortas sus caderas
en el orgasmo espurio de las olas,
y Marilyn Monroe
desde la azotea del Corte Inglés
se vuelve y llora
mientras el asfalto impasible
consume personas, coches,
incertidumbres, notas,
luces, océanos, perplejidades...
¡Se vende el alma!
¡Se compra el tiempo!
Pero que no trascienda.
¡Se vende el alma!
¡Se compra el tiempo!
Pero que no trascienda
más allá de los estantes,
que no suenen las luces
y no reverbere la música...
Se permite, acaso, a Marilyn,
que compre o venda lo que quiera,
o nos regale su risa
o quizás los cántaros pálidos de sus pechos
mágicos como sus ojos o su pubis.
¡Se vende el alma!
¡Se compra el tiempo!
Pero borracho de amores y de luna
de absenta y de fuego
que no trascienda:
Que el alma es escasa
y el tiempo no nos cabe en las alacenas.
III
Y si acaso la manzana ya no danza
absortas sus caderas
en el orgasmo espurio de las olas,
y Marilyn Monroe
desde la azotea del Corte Inglés
se vuelve y llora
mientras el asfalto impasible
consume personas, coches,
incertidumbres, notas,
luces, océanos, perplejidades...
¡Se vende el alma!
¡Se compra el tiempo!
Pero que no trascienda.
¡Se vende el alma!
¡Se compra el tiempo!
Pero borracho de amores y de luna
de absenta y de fuego
que no trascienda:
Que el alma es escasa
y el tiempo no nos cabe en las alacenas.
III
Y si acaso la manzana ya no danza
absortas sus caderas
en el orgasmo espurio de las olas,
y Marilyn Monroe
desde la azotea del Corte Inglés
se vuelve y llora
mientras el asfalto impasible
consume personas, coches,
incertidumbres, notas,
luces, océanos, perplejidades...
¡Se vende el alma!
¡Se compra el tiempo!
Pero que no trascienda.
Y si acaso la manzana ya no danza
absortas sus caderas
en el orgasmo espurio de las olas,
y Marilyn Monroe
desde la azotea del Corte Inglés
se vuelve y llora
mientras el asfalto impasible
consume personas, coches,
incertidumbres, notas,
luces, océanos, perplejidades...
¡Se vende el alma!
¡Se compra el tiempo!
Pero que no trascienda.
¡Se vende el alma!
¡Se compra el tiempo!
Pero que no trascienda. | es |
Vallejo,César | <XXI | Oye_A_Tu_Masa,_A_Tu_Cometa,_Escúchalos;_No_Gimas... | Oye a tu masa, a tu cometa, escúchalos; no gimas...
de memoria, gravísimo cetáceo;
oye a la túnica en que estás dormido,
oye a tu desnudez, dueña del sueño.
Relátate agarrándote
de la cola del fuego y a los cuernos
en que acaba la crin su atroz carrera;
rómpete, pero en círculos;
fórmate, pero en columnas combas;
descríbete atmosférico, ser de humo,
a paso redoblado de esqueleto.
¿La muerte? ¡Opónle todo su vestido!
¿La vida? ¡Opónle parte de tu muerte!
Bestia dichosa, piensa;
dios desgraciado, quítate la frente.
Luego, hablaremos. | es |
Altolaguirre,Manuel | <XXI | Dos_Mares_Frente_A_Frente | Dos mares frente a frente.
El uno un mar sin cuerpo,
todo alma azul;
el otro un mar humano,
encerrado en su carne
solitaria y violenta.
¿Encarnarán las aguas,
resucitando alegres?
¿Agrandará sus límites,
libertando tormentas,
el alma pensativa?
Frente a frente, en la playa,
ante un mar insondable,
cautiva está mi alma. | es |
Ibarbourou,Juana_de | <XXI | Otoño_Del_Sur | Con menta y con llantén llega el Otoño,
nuestro Otoño del Sur: verdes limones,
gravidez del naranjo, Abril bisoño,
últimas uvas dándose encontrones
con las primeras, agrias mandarinas.
La chaqueta de tweed cobra derecho
de maternal auxilio, en las esquinas
donde el picante viento está en acecho,
y retorna la cálida dulzura
de la casa abrigada, la ternura
del fuego, de la manta bien tejida,
el amor de los seres que guardamos,
y la vigencia de los duendes, amos
de las menudas gracias de la vida. | es |
Fernández,Macedonio | <XXI | No_Eres,_Muerte,_Quien | No eres, Muerte, quien
por nombre de misterio
pueda a mi mente hacer pálida
cual a los cuerpos haces. ¡Si he visto
posar en ti sin sombra el mirar de una niña!
De aquella que te llamó a su partida
y partiendo sin ti, contigo me dejó
sin temer por mí. Quiso decirme
la que por ahínco de amor se hizo engañosa:
«Mírala bien a la llamada y dejada; la Muerte.
Obra de ella no llevo en mí alguna
ni enójela,
su cetro en mí no ha usado,
su paso no me sigue,
ni llevó su palor ni de sus ropas hilos
sino luz de mi primer día,
y las alzadas vestes
que madre midió en primavera
y en estío ya son cortas;
ni asido a mí llevo dolor
pues ¡mírame! que antes es gozo de niña
que al seguro y ternura
de mirada de madre juega
y por extremar juego y de amor certeza
—ved que así hago contigo, y lo digo a tus lágrimas
a su ojos se oculta.
Segura
de su susto curar con pronta vuelta».
¡Si he visto cómo echaste
la caída de tu vuelo, tan fío,
a posarse al corazón de la amorosa!
Y cuál lo alzaste al pronto.
de tanta dulzura en cortesía
porque amor la regía,
porque amor defendía
de muerte allí.
¡Oh! Elena, ¡oh! niña
por haber más amor ida,
mi primer conocerte fue tardío
y como sólo de todo amor se aman
quienes jugaron antes de amar
y antes de hora de amor se miraron niños
—Y esto sabías: este grave saber
tu ardiente alma guardaba;
grave pensar de amor todo conoce—
así en ternísimo
invento de pasión quisiste esta partida
porque en tan honda hora
mi mente torpe de varón niña te viera.
Fue tu partir así suave triunfando
como se aquieta ola que vuelve
de la ribera al sena vasto
en tu frente un fin de ola se durmió
por caricia y como en fantasía
de serte compañía
y de mostrar que allí
Ausencia o Sueño pero no muerte había;
que no busca un morir
almohada en otra muerte.
Pero sí sueño en sueño;
niño se aduerme en madre.
Y te dormiste en Inocente victoria.
¿Te dormiste? Palabras no lo dicen.
Fue sólo un dulce querer dormir,
fue sólo un dulce querer partir
pero un ardiente querer atarse
pero un ardiente querer atarme.
¿Dónde te busco alma afanosa
alma ganosa, buscadora alma?
Por donde vaya mi seguimiento
alma sin cansancio seguidora
mi palabra te alcance.
La que se fue entendida
cuál ninguna, entendida en su irse
y su retorno.
Y sí así no es, es porque es mucho más.
Y si así no es, ¡no cortes Hombre mi palabra!
Criatura de poría de amor
que al Tiempo destejió.
Que llamó a sí su primer día
se hizo obedecida a su porfía;
y se envolvió la frente
y embebió su cabeza
y prendió a sus cabellos
la luz de su primer sagrado Día
dócil al sagrado capricho
de hora última de mujer
en el terrenal ejercicio.
Y me decía
su sonreír en hora tan oscura:
«Déjame jugar, sonreír. Es un instante
en que tu ser se azore.
Llevóme de partida tu comprender
me. Voyme entendida,
torpeza de amor de hombre ya no será de ti».
Niña y maestra de muerte
fingida en santo juego de un único, ardiente destino.
Fingimiento enloquecedor
que por Palabra tuvo
el torrente de las lágrimas corriendo.
Cual cae en seriedad y grave pulsa
pecho de doncella turbado
por cercanía de amor
y pénese en valentía y pensamiento
de la prueba fortísima,
quedó aquél para sólo quien
fue entendida, oculta y mostrárase de nuevo,
la amorosa.
Yo sabía muerte pero aquel partir no.
Muerte es beldad y me quedó aprendida
por juego de niña que a sonreída muerte
echó la cabeza inventora
por ingenios de amor mucho luchada.
¡Oh qué juego de niña quisiste!
Niña del fingido morir
—con más lágrimas visto que el más cierto.
Tanta lucha sudorosa hizo la abrumadora cabeza
cuando la echaste a dormir tu «muerte»
en la almohada
—del Despertar Mañana—
ojos y almas tan dueños del mañana
que sin amargarse en lágrimas
todo lloro movieron.
Tanta certeza en el ser de una niña florecida
secos tuvo sus ojos: todo en torno lloraba—.
Oh niña del Despertar Mañana
que en luz de su primer día se hizo oculta
con sumisión de Luz, Tiempo y Muerte
en enamorada diligencia
de servir al sacro fingimiento
del más Hondo capricho en levísimo juego,
de último humano querer de la ya hoy no humana.
Muerte es Beldad
pero muerte entusiasta,
partir sin muerte en luz de un primer día
es Divinidad
Grave y gracioso artificio
de muerte sonreída.
¡Oh cuál juego de niña
lograste Elena, niña vencedora!
Arriba de Dios fingidora
en hora ultima de mujer.
Mi ser perdido en cortesía
de gallardía tanta,
de alma a todo amor alzada.
¿Cuándo será que a todo amor alzado
servido su vivir,
copa de muerte a su vivir servida,
prueba otra vez, la eterna vez del alma,
el mirar de quien hoy sólo el ser de la Espera tiene
cual sólo el ser de un Esperado tengo? | es |
Bellatrix | XXI | ¡Y_Me_Llené_De_Ti!... | Sentí que eras mía...
cuando entrábamos a la gloria del amor de los amores...
Mis manos, extendidas a tus manos,
tus ojos, clavados en mis ojos...
Despojé mi alma de sus fieros
descubriéndote mis gracias
y mis penas...
Y en contemplación que parecía advenir la gloria de los cielos
nos mirábamos la cara...
Nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Nos mirábamos
alcanzando lo sutil y lo sublime...
Nos mirábamos
sin cansarnos a los ojos...
Tus manos se estrecharon a mis manos
provocando una dulzura indescriptible...
Tus brazos se extendieron por mi forma
cubriéndome con tu amor y con tu mimo...
Mis labios se perdieron en tus labios
despertando mi pasión y mi alegría...
Y me llené de tu aliento
empapándome de ti...
Y mis manos recorrieron tu figura
llevándote mi amor y mi cariño...
Y te despojaste de tus linos y tus sedas
para que no nos separara nada...
¡Y no sabía que la creación fuera tan bella!
O que se pudiera sentir de esa manera...
Ni conocí prueba más clara
de la belleza del amor de Dios...
Nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mis ojos se posaron en tus ojos
con sabor a mar y a mi pasado...
Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho...
y ya no sé como expresar lo que sentía.
Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer...
Llenándome de tu sensibilidad.
Y embelecé tus carnes tiernas...
llevándote mi amor y mi delicia.
El tiempo detenido... suspendido...
el goce de la creación... sobre nosotros dos.
Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
haciéndote mía... en el oleaje del mar...
Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Mis manos, extendidas a tus manos,
tus ojos, clavados en mis ojos...
Despojé mi alma de sus fieros
descubriéndote mis gracias
y mis penas...
Y en contemplación que parecía advenir la gloria de los cielos
nos mirábamos la cara...
Nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Nos mirábamos
alcanzando lo sutil y lo sublime...
Nos mirábamos
sin cansarnos a los ojos...
Tus manos se estrecharon a mis manos
provocando una dulzura indescriptible...
Tus brazos se extendieron por mi forma
cubriéndome con tu amor y con tu mimo...
Mis labios se perdieron en tus labios
despertando mi pasión y mi alegría...
Y me llené de tu aliento
empapándome de ti...
Y mis manos recorrieron tu figura
llevándote mi amor y mi cariño...
Y te despojaste de tus linos y tus sedas
para que no nos separara nada...
¡Y no sabía que la creación fuera tan bella!
O que se pudiera sentir de esa manera...
Ni conocí prueba más clara
de la belleza del amor de Dios...
Nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mis ojos se posaron en tus ojos
con sabor a mar y a mi pasado...
Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho...
y ya no sé como expresar lo que sentía.
Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer...
Llenándome de tu sensibilidad.
Y embelecé tus carnes tiernas...
llevándote mi amor y mi delicia.
El tiempo detenido... suspendido...
el goce de la creación... sobre nosotros dos.
Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
haciéndote mía... en el oleaje del mar...
Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Despojé mi alma de sus fieros
descubriéndote mis gracias
y mis penas...
Y en contemplación que parecía advenir la gloria de los cielos
nos mirábamos la cara...
Nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Nos mirábamos
alcanzando lo sutil y lo sublime...
Nos mirábamos
sin cansarnos a los ojos...
Tus manos se estrecharon a mis manos
provocando una dulzura indescriptible...
Tus brazos se extendieron por mi forma
cubriéndome con tu amor y con tu mimo...
Mis labios se perdieron en tus labios
despertando mi pasión y mi alegría...
Y me llené de tu aliento
empapándome de ti...
Y mis manos recorrieron tu figura
llevándote mi amor y mi cariño...
Y te despojaste de tus linos y tus sedas
para que no nos separara nada...
¡Y no sabía que la creación fuera tan bella!
O que se pudiera sentir de esa manera...
Ni conocí prueba más clara
de la belleza del amor de Dios...
Nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mis ojos se posaron en tus ojos
con sabor a mar y a mi pasado...
Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho...
y ya no sé como expresar lo que sentía.
Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer...
Llenándome de tu sensibilidad.
Y embelecé tus carnes tiernas...
llevándote mi amor y mi delicia.
El tiempo detenido... suspendido...
el goce de la creación... sobre nosotros dos.
Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
haciéndote mía... en el oleaje del mar...
Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y en contemplación que parecía advenir la gloria de los cielos
nos mirábamos la cara...
Nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Nos mirábamos
alcanzando lo sutil y lo sublime...
Nos mirábamos
sin cansarnos a los ojos...
Tus manos se estrecharon a mis manos
provocando una dulzura indescriptible...
Tus brazos se extendieron por mi forma
cubriéndome con tu amor y con tu mimo...
Mis labios se perdieron en tus labios
despertando mi pasión y mi alegría...
Y me llené de tu aliento
empapándome de ti...
Y mis manos recorrieron tu figura
llevándote mi amor y mi cariño...
Y te despojaste de tus linos y tus sedas
para que no nos separara nada...
¡Y no sabía que la creación fuera tan bella!
O que se pudiera sentir de esa manera...
Ni conocí prueba más clara
de la belleza del amor de Dios...
Nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mis ojos se posaron en tus ojos
con sabor a mar y a mi pasado...
Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho...
y ya no sé como expresar lo que sentía.
Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer...
Llenándome de tu sensibilidad.
Y embelecé tus carnes tiernas...
llevándote mi amor y mi delicia.
El tiempo detenido... suspendido...
el goce de la creación... sobre nosotros dos.
Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
haciéndote mía... en el oleaje del mar...
Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Nos mirábamos
alcanzando lo sutil y lo sublime...
Nos mirábamos
sin cansarnos a los ojos...
Tus manos se estrecharon a mis manos
provocando una dulzura indescriptible...
Tus brazos se extendieron por mi forma
cubriéndome con tu amor y con tu mimo...
Mis labios se perdieron en tus labios
despertando mi pasión y mi alegría...
Y me llené de tu aliento
empapándome de ti...
Y mis manos recorrieron tu figura
llevándote mi amor y mi cariño...
Y te despojaste de tus linos y tus sedas
para que no nos separara nada...
¡Y no sabía que la creación fuera tan bella!
O que se pudiera sentir de esa manera...
Ni conocí prueba más clara
de la belleza del amor de Dios...
Nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mis ojos se posaron en tus ojos
con sabor a mar y a mi pasado...
Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho...
y ya no sé como expresar lo que sentía.
Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer...
Llenándome de tu sensibilidad.
Y embelecé tus carnes tiernas...
llevándote mi amor y mi delicia.
El tiempo detenido... suspendido...
el goce de la creación... sobre nosotros dos.
Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
haciéndote mía... en el oleaje del mar...
Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Nos mirábamos
alcanzando lo sutil y lo sublime...
Nos mirábamos
sin cansarnos a los ojos...
Tus manos se estrecharon a mis manos
provocando una dulzura indescriptible...
Tus brazos se extendieron por mi forma
cubriéndome con tu amor y con tu mimo...
Mis labios se perdieron en tus labios
despertando mi pasión y mi alegría...
Y me llené de tu aliento
empapándome de ti...
Y mis manos recorrieron tu figura
llevándote mi amor y mi cariño...
Y te despojaste de tus linos y tus sedas
para que no nos separara nada...
¡Y no sabía que la creación fuera tan bella!
O que se pudiera sentir de esa manera...
Ni conocí prueba más clara
de la belleza del amor de Dios...
Nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mis ojos se posaron en tus ojos
con sabor a mar y a mi pasado...
Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho...
y ya no sé como expresar lo que sentía.
Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer...
Llenándome de tu sensibilidad.
Y embelecé tus carnes tiernas...
llevándote mi amor y mi delicia.
El tiempo detenido... suspendido...
el goce de la creación... sobre nosotros dos.
Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
haciéndote mía... en el oleaje del mar...
Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Nos mirábamos
sin cansarnos a los ojos...
Tus manos se estrecharon a mis manos
provocando una dulzura indescriptible...
Tus brazos se extendieron por mi forma
cubriéndome con tu amor y con tu mimo...
Mis labios se perdieron en tus labios
despertando mi pasión y mi alegría...
Y me llené de tu aliento
empapándome de ti...
Y mis manos recorrieron tu figura
llevándote mi amor y mi cariño...
Y te despojaste de tus linos y tus sedas
para que no nos separara nada...
¡Y no sabía que la creación fuera tan bella!
O que se pudiera sentir de esa manera...
Ni conocí prueba más clara
de la belleza del amor de Dios...
Nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mis ojos se posaron en tus ojos
con sabor a mar y a mi pasado...
Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho...
y ya no sé como expresar lo que sentía.
Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer...
Llenándome de tu sensibilidad.
Y embelecé tus carnes tiernas...
llevándote mi amor y mi delicia.
El tiempo detenido... suspendido...
el goce de la creación... sobre nosotros dos.
Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
haciéndote mía... en el oleaje del mar...
Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Tus manos se estrecharon a mis manos
provocando una dulzura indescriptible...
Tus brazos se extendieron por mi forma
cubriéndome con tu amor y con tu mimo...
Mis labios se perdieron en tus labios
despertando mi pasión y mi alegría...
Y me llené de tu aliento
empapándome de ti...
Y mis manos recorrieron tu figura
llevándote mi amor y mi cariño...
Y te despojaste de tus linos y tus sedas
para que no nos separara nada...
¡Y no sabía que la creación fuera tan bella!
O que se pudiera sentir de esa manera...
Ni conocí prueba más clara
de la belleza del amor de Dios...
Nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mis ojos se posaron en tus ojos
con sabor a mar y a mi pasado...
Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho...
y ya no sé como expresar lo que sentía.
Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer...
Llenándome de tu sensibilidad.
Y embelecé tus carnes tiernas...
llevándote mi amor y mi delicia.
El tiempo detenido... suspendido...
el goce de la creación... sobre nosotros dos.
Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
haciéndote mía... en el oleaje del mar...
Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Tus brazos se extendieron por mi forma
cubriéndome con tu amor y con tu mimo...
Mis labios se perdieron en tus labios
despertando mi pasión y mi alegría...
Y me llené de tu aliento
empapándome de ti...
Y mis manos recorrieron tu figura
llevándote mi amor y mi cariño...
Y te despojaste de tus linos y tus sedas
para que no nos separara nada...
¡Y no sabía que la creación fuera tan bella!
O que se pudiera sentir de esa manera...
Ni conocí prueba más clara
de la belleza del amor de Dios...
Nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mis ojos se posaron en tus ojos
con sabor a mar y a mi pasado...
Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho...
y ya no sé como expresar lo que sentía.
Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer...
Llenándome de tu sensibilidad.
Y embelecé tus carnes tiernas...
llevándote mi amor y mi delicia.
El tiempo detenido... suspendido...
el goce de la creación... sobre nosotros dos.
Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
haciéndote mía... en el oleaje del mar...
Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Mis labios se perdieron en tus labios
despertando mi pasión y mi alegría...
Y me llené de tu aliento
empapándome de ti...
Y mis manos recorrieron tu figura
llevándote mi amor y mi cariño...
Y te despojaste de tus linos y tus sedas
para que no nos separara nada...
¡Y no sabía que la creación fuera tan bella!
O que se pudiera sentir de esa manera...
Ni conocí prueba más clara
de la belleza del amor de Dios...
Nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mis ojos se posaron en tus ojos
con sabor a mar y a mi pasado...
Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho...
y ya no sé como expresar lo que sentía.
Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer...
Llenándome de tu sensibilidad.
Y embelecé tus carnes tiernas...
llevándote mi amor y mi delicia.
El tiempo detenido... suspendido...
el goce de la creación... sobre nosotros dos.
Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
haciéndote mía... en el oleaje del mar...
Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y me llené de tu aliento
empapándome de ti...
Y mis manos recorrieron tu figura
llevándote mi amor y mi cariño...
Y te despojaste de tus linos y tus sedas
para que no nos separara nada...
¡Y no sabía que la creación fuera tan bella!
O que se pudiera sentir de esa manera...
Ni conocí prueba más clara
de la belleza del amor de Dios...
Nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mis ojos se posaron en tus ojos
con sabor a mar y a mi pasado...
Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho...
y ya no sé como expresar lo que sentía.
Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer...
Llenándome de tu sensibilidad.
Y embelecé tus carnes tiernas...
llevándote mi amor y mi delicia.
El tiempo detenido... suspendido...
el goce de la creación... sobre nosotros dos.
Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
haciéndote mía... en el oleaje del mar...
Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mis manos recorrieron tu figura
llevándote mi amor y mi cariño...
Y te despojaste de tus linos y tus sedas
para que no nos separara nada...
¡Y no sabía que la creación fuera tan bella!
O que se pudiera sentir de esa manera...
Ni conocí prueba más clara
de la belleza del amor de Dios...
Nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mis ojos se posaron en tus ojos
con sabor a mar y a mi pasado...
Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho...
y ya no sé como expresar lo que sentía.
Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer...
Llenándome de tu sensibilidad.
Y embelecé tus carnes tiernas...
llevándote mi amor y mi delicia.
El tiempo detenido... suspendido...
el goce de la creación... sobre nosotros dos.
Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
haciéndote mía... en el oleaje del mar...
Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y te despojaste de tus linos y tus sedas
para que no nos separara nada...
¡Y no sabía que la creación fuera tan bella!
O que se pudiera sentir de esa manera...
Ni conocí prueba más clara
de la belleza del amor de Dios...
Nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mis ojos se posaron en tus ojos
con sabor a mar y a mi pasado...
Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho...
y ya no sé como expresar lo que sentía.
Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer...
Llenándome de tu sensibilidad.
Y embelecé tus carnes tiernas...
llevándote mi amor y mi delicia.
El tiempo detenido... suspendido...
el goce de la creación... sobre nosotros dos.
Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
haciéndote mía... en el oleaje del mar...
Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
¡Y no sabía que la creación fuera tan bella!
O que se pudiera sentir de esa manera...
Ni conocí prueba más clara
de la belleza del amor de Dios...
Nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mis ojos se posaron en tus ojos
con sabor a mar y a mi pasado...
Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho...
y ya no sé como expresar lo que sentía.
Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer...
Llenándome de tu sensibilidad.
Y embelecé tus carnes tiernas...
llevándote mi amor y mi delicia.
El tiempo detenido... suspendido...
el goce de la creación... sobre nosotros dos.
Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
haciéndote mía... en el oleaje del mar...
Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Ni conocí prueba más clara
de la belleza del amor de Dios...
Nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mis ojos se posaron en tus ojos
con sabor a mar y a mi pasado...
Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho...
y ya no sé como expresar lo que sentía.
Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer...
Llenándome de tu sensibilidad.
Y embelecé tus carnes tiernas...
llevándote mi amor y mi delicia.
El tiempo detenido... suspendido...
el goce de la creación... sobre nosotros dos.
Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
haciéndote mía... en el oleaje del mar...
Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mis ojos se posaron en tus ojos
con sabor a mar y a mi pasado...
Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho...
y ya no sé como expresar lo que sentía.
Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer...
Llenándome de tu sensibilidad.
Y embelecé tus carnes tiernas...
llevándote mi amor y mi delicia.
El tiempo detenido... suspendido...
el goce de la creación... sobre nosotros dos.
Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
haciéndote mía... en el oleaje del mar...
Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mis ojos se posaron en tus ojos
con sabor a mar y a mi pasado...
Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho...
y ya no sé como expresar lo que sentía.
Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer...
Llenándome de tu sensibilidad.
Y embelecé tus carnes tiernas...
llevándote mi amor y mi delicia.
El tiempo detenido... suspendido...
el goce de la creación... sobre nosotros dos.
Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
haciéndote mía... en el oleaje del mar...
Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Tu cabello acarició mi pelvis y mi pecho...
y ya no sé como expresar lo que sentía.
Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer...
Llenándome de tu sensibilidad.
Y embelecé tus carnes tiernas...
llevándote mi amor y mi delicia.
El tiempo detenido... suspendido...
el goce de la creación... sobre nosotros dos.
Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
haciéndote mía... en el oleaje del mar...
Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mi aliento se impregnó de tu aroma de mujer...
Llenándome de tu sensibilidad.
Y embelecé tus carnes tiernas...
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El tiempo detenido... suspendido...
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Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
haciéndote mía... en el oleaje del mar...
Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
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y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y embelecé tus carnes tiernas...
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El tiempo detenido... suspendido...
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Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
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Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
El tiempo detenido... suspendido...
el goce de la creación... sobre nosotros dos.
Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
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Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
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Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mi cuerpo se adentró en tu cuerpo
fundiendo mi persona a tu persona...
Y mi pecho se posó en tu pecho
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Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
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Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mi pecho se posó en tu pecho
haciéndote mía... en el oleaje del mar...
Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y la melodía de la creación
tú cantaste a mis oídos...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
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y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y tu murmullo se esparció en el viento
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y mi carne se empapó en tu intimidad
impregnándome de tu deleite y de ti...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
¡Y me llené de ti!
una sola alma, un solo ser...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
¡Y me volví parte de ti!
como río que... ¡por fin!
regresa y se funde en su mar...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y nuestro amor se compenetró más allá del tiempo y la distancia
y nuestro éxtasis fue inagotable, incontenible, inexpresable...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y me sentí parte del ser universal
parte de su amor... parte, de su energía...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y me adormecí en tus embelesos
y allí...
donde no estábamos ni despiertos, ni dormidos...
allí también fuiste mía...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
Y te amé, como a la vida te amé
más que a mi vida te amé...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra...
¡Y salió el sol!... y siempre tuyo...
y salió el sol... y siempre mía...
nos mirábamos
y nuestros cuerpos dejaban esta tierra... | es |
Ruiz,Juan | <XXI | Virgen,_Del_Çielo_Reyna | Virgen, del çielo Reyna,
e del mundo melezina,
quiérasme oyr muy dina,
que de tus gozos ayna
escriva yo prosa dina
por te servir.
Dezir t'he tu alegría,
rrogándote todavía,
yo pecador,
que a la grand culpa mía
non pares mientes, María,
más al loor.
Tú siete gozos oviste:
primero, quando rrescebiste
salutación
del ángel, quando oíste
Ave María, conçebiste
Dios, salvaçión.
El segundo fue cunplido,
quando fue de ti nasçido
e syndolor,
de los ángeles servido,
fue luego conosçido
por Salvador.
Fue el tu gozo terçero,
quando vino el luzero
a mostrar
el camino verdadero
a los rreyes: conpañero
fue en guiar.
Fue la quarta alegría,
quando te dixo, María,
el Grabiel
que Jhesuxristo vernía
e por señal te dezía
que viera a él.
El quinto fue de grand dolçor,
quando al tu fijo Señor
viste sobir
al çielo, a su Padre mayor,
e tú fincaste con amor
de a él yr.
No es el sesto de olvidar:
los discípulos vino alunbrar
con espanto,
tú estabas en ese lugar,
del cielo viste entrar
Spritu Santo.
El setano non ha par,
quando por ti quiso enbiar
Dios tu Padre,
al cielo te fizo pujar,
con él te fizo assentar
como a Madre.
Señora, oy' al pecador:
que tu fijo, el Salvador,
por nos diçio
del çielo, en ti morador,
el que pariste, blanca flor,
por nos nasçió.
A nosotros pecadores
non aborrescas,
pues por nos ser merescas
Madre de Dios;
ant'él connusco parescas,
nuestras almas le ofrescas,
ruegal' por nos. | es |
Gutiérrez_Albelo,Emeterio | <XXI | Un_Poco_De_Alegría | ¡Que broten mis poemas
como un chorro de agua fresca!
Y que tenga la gracia
de esta niña
—vestida de inocencia—,
que me mira curiosa,
y risueña,
mientras escribo estos renglones
en mi libreta.
Sí, que broten mis poemas
como un chorro
de agua fresca.
(Y que lleven un poco de alegría
a los pocos amigos que me lean...). | es |
Hernández,Miguel | <XXI | Era_Un_Hoyo_No_Muy_Hondo_(Versión) | Era un hoyo no muy hondo.
Casi en la flor de la sombra.
No hubiera cabido un hombre
dentro de su tierra angosta.
Él cupo: para su cuerpo
aún quedó anchura de sobra,
y no la quiso llenar
más que la tierra que arrojan.
En la casa había enarcado
la felicidad sus bóvedas.
Dentro de la casa había
siempre una luz victoriosa.
La casa va siendo un hoyo.
Yo no quisiera que toda
aquella luz se alejara
vencida desde la alcoba.
Pero cuando llueve, siento
que el resplandor se desploma,
y reverdecen los muebles
despintados por las gotas.
Memorias de la alegría,
cenizas latentes, doran
alguna vez las paredes
plenas de la triste historia.
Pero la casa no es,
no puede ser, otra cosa
que un ataúd con ventanas,
con puertas hacia la aurora;
golondrinas fuera, y dentro
arcos que se desmoronan.
En la casa falta un cuerpo
que aleteaban las alondras.
La alegría entre nosotros
es una ráfaga torva.
En la casa falta un cuerpo.
que en la tierra se desborda. | es |
Eguren,José_María | <XXI | La_Muerte_Del_Ciervo | En medio día azulejo,
después de lenta penuria
el ciervo de la Manchuria
murió de lánguido y viejo.
Distante de las umbrías
en un rincón palizado,
el ciervo desamparado
rumió los últimos días.
Solo, añoraba sus trepas
por las colinas, vidente,
y hoy está frío y yacente
el ángel de las estepas.
Nunca verá la florida
mansión de silvos y hadas
y las praderas rosadas
que quiso tanto en la vida.
Su sombra vaga en la altura
donde espejismo se mueve,
y se destaca en la nieve
como un pesar su figura. | es |
Moreno_Villa,José | <XXI | Y_Como_Nadie_Articulaba_Debidamente | Y como nadie articulaba debidamente,
locos somos, enamorados de las nubes errantes.
Los tiros se multiplicarán por minutos
y el cavernícola vuelve con sus maravillosas plumas.
Esta mujer de oro se volverá de bronce.
No sabemos en dónde vive la matemática
ni por qué tuerce el rumbo la corneja de Dios,
pero sí cómo se dominan las arboledas,
y se amasan los ríos a brazos desnudos.
Hay, a pesar de la censura,
conocimiento de las redes revolucionarias.
La censura, máuser al hombro,
intenta segar las cabezas de los instintos
pero por encima de los vallados y las murallas,
de los centinelas y los esbirros,
pasaron siempre las leves brisas,
los pajarillos, las ramas fuertes,
y el rayo de luz todopoderoso. | es |
Luis,Leopoldo_de | <XXI | Abril_Pone_Su_Claro | Todo lo que perdí
volverá con las aves
Abril pone su claro
milagro en el paisaje,
su adolescente rosa
de luz sobre la tarde.
La flor y la pureza,
el tibio amor del aire:
todo vuelve en las alas
de pájaros fugaces.
Pero ayer yo era otro
por este mismo parque.
De lo que perdí, nada
volverá con las aves.
La cigüeña celeste,
blanca cruz en el aire.
La golondrina negra
llena de claridades,
pájaros que devuelven
pubertad al paisaje.
Pero lo que he perdido
nunca lo traen las aves.
Aquel niño no tiene
hoy su mirada de antes.
El corazón vestirse
de almendros ya no sabe.
¡Abril, abril! gritaba.
Pero si Octubre abate
con sus manos oscuras
los verdes alminares
Lo que se pierde, ¿siempre
retorna con las aves?
¿Cómo al rosal la rosa?
¿Cómo la brisa al sauce?
Pájaros imposibles
de anidar en mi sangre.
Oh plumas que no logran
sostenerse en mi aire.
Pájaros imposibles.
Lo que he perdido nunca
volverá con las aves. | es |
Gerbasi,Vicente | <XXI | Te_Amo_Infancia,_Te_Amo | Te amo, infancia, te amo
porque aún me guardas un césped con cabras,
tardes con cielos de cometas
y racimos de frutas en los pesados ramajes. | es |
Palacios,Zacarías | XXI | La_Luna_Llena_Cayó | La luna llena cayó
en el río
y se rompió,
porque su lengua de frío
la manchó.
Con el frío se durmió,
envuelta en lienzos de plata,
y dejó
hasta las tinieblas blancas.
Es que la luna es doncella
que está llena de ilusión,
y su alba cabellera
engarza joya y promesas
de esperanza de candor.
Quiero la luna dormida
en el río de esta vida
porque, en esos sueños, nace
la paz y el amor renace. | es |
Eguren,José_María | <XXI | Toqué_La_Mesilla_Primorosa | Toqué la mesilla primorosa,
y el alma percibí de una rosa.
Era un móvil espíritu tierno
como el pesar de Silvia de invierno.
Y con toques de amantes dulzuras,
dijo tristes palabras obscuras.
Comprendí que, en su vida pasada,
fue tan linda como desdichada.
Y pregunté al espíritu rosa
si perdió su gentil mariposa.
Si, de envidia, lucierna amarilla,
despertóla con su lamparilla.
O, en un día de azul cristalino,
moscardón la besó purpurino.
Si ha llorado en la tarde bermeja:
¡me responde, tan sólo, una queja! | es |
Cabral,Manuel_del | <XXI | Yo_Sé_Bien_Que_Se_Hiere_Cuando_Silva | Yo sé bien que se hiere cuando silva.
Comprendo que la tarde la va haciendo su canto.
Me sé bien de memoria que su garganta pone
más azul en los charcos que pisan los boyeros; y pone
unas tierras extrañas en las bárbaras guitarras
de los pinos.
Comprendo que en el cutis del mar escribe cartas
que sólo leen durmiendo los marinos;
comprendo que su pico
empuja a la mañana como el río sus rizos, la lleva
con el calor de un viento hasta los hombres.
Comprendo que sólo cuando él mueve las palabras,
las cosas van cayendo en la tierra con la novedosa inutilidad
que tiene siempre el árbol para dejar caer
sus profundos frutos, inevitables de ser un poco Dios.
Sin embargo, si no lo viera, si no lo tocara,
me sería difícil comprender su presencia.
No siempre
baja a tierra, pero siempre
bebe en el ojo suelto de un rocío. | es |
Medrano,Francisco_de | <XXI | Quien_Te_Dice_Que_Ausencia_Causa_Olvido | Quien te dice que ausencia causa olvido
mal supo amar, porque si amar supiera,
¿qué, la ausencia?: la muerte nunca hubiera
las mientes de su amor adormecido.
¿Podrá olvidar su llaga un corzo herido
del acertado hierro, cuando quiera
huir medroso, con veloz carrera,
las manos que la flecha han despedido?
Herida es el amor tan penetrante
que llega al alma; y tuya fue la flecha
de quien la mía dichosa fue herida.
No temas, pues, en verme así distante,
que la herida, Amarili, una vez hecha,
siempre, siempre y doquiera, será herida. | es |
González_Martínez,Enrique | <XXI | Viento_Sagrado | Sobre el ansia marchita,
sobre la indiferencia que dormita,
hay un sagrado viento que se agita;
un milagroso viento,
de fuertes alas y de firme acento,
que a cada corazón le infunde aliento.
Viene del mar lejano,
y en su bronco rugir hay un arcano
que flota en medio del silencio humano.
Viento de profecía,
que a las tinieblas del vivir envía
la evangélica luz de un nuevo día.
Viento que en su carrera,
sopla sobre el amor, y hace una hoguera
que enciende en claridad la vida entera;
viento que es una aurora
en la noche del mal, y da la hora
de la consolación para el que llora... | es |
Machado,Antonio | <XXI | ¿Para_Qué_Llamar_Caminos | ¿Para qué llamar caminos
a los surcos del azar?...
Todo el que camina anda,
como Jesús, sobre el mar. | es |
Pizarnik,Alejandra | <XXI | Vagar_En_Lo_Opaco | mis pupilas negras sin ineluctables chispitas
mis pupilas grandes polen lleno de abejas
mis pupilas redondas disco rayado
mis pupilas graves sin quiebro absoluto
mis pupilas rectas sin gesto innato
mis pupilas llenas pozo bien oliente
mis pupilas coloreadas agua definida
mis pupilas sensibles rigidez de lo desconocido
mis pupilas salientes callejón preciso
mis pupilas terrestres remedos cielinos
mis pupilas oscuras piedras caídas | es |
Neruda,Pablo | <XXI | Pregunta_Lxiii | Cómo se acuerda con los pájaros
la traducción de sus idiomas?
Cómo le digo a la tortuga
que yo le gano en lentitud?
Cómo le pregunto a la pulga
las cifras de su campeonato?
Y a los claveles qué les digo
agradeciendo su fragancia? | es |
Bañuelos,Juan | <XXI | Sitios | Andenes agobiados por la carga y descarga
de mercancías que suenan como cráneos.
Techos de nubes como tifones aún dormidos.
Uno descansa al horizonte
como un vaso de aguardiente
sobre una mesa lacónica y de cedro.
Aquél devana una madeja de liendres instantáneas.
El ojo cambia.
Lechuzas disecadas, erizos embrujados,1
lechada fría de miseria, ¡qué peste, dios
mío!
¡Qué pestilencia de sombras como frutas magulladas!
(Los amos bien saben de estas cosas).
Viejo mercado de «La Merced»,
alquimia de lana negra y pulque acedo,
la calle de Mesones tiembla y tiembla de frío
como una esponja triste.
De pronto, «va el golpe» en carretillas de ron y mariguana
y cae la frente antes que el ojo,
como una bandera hecha jirones
en una batalla que nunca tuvo lugar.
México de tarde en sus mercados
es una mujer que tiene negros costurones en su vientre.
El ojo cambia.
Ahora están más cerca del Valle
que de estas lentas colinas.
Camino a Cuernavaca. La noche llueve.
«El Mirador» hace estallar una granada de aerolitos
La Torre Latinoamericana es una estalagmita
sobre el teclado de la ciudad.
¡Navío espléndido este Valle!
La cruel avenida de turistas
es un pañuelo de colillas,
«¡Atrás de la raya! ¡Señores, la raíz de esta planta
cura el cáncer!»
Esta ciudad tiene los muslos tatuados
de esquinas y de ciegos,
el Monte de Piedad gime de pena.
El ojo cambia.
Leo el olvido y atravieso el «puente del odio».
Penetro en las cuevas de arena, pobladas
de insectos y miseria:
aquí se mata por un charco de agua, aquí duermen
roedores de las sobras, recuerdo de los vivos.
Aquí aúlla mucho mejor la muerte:
la axila de los amos, verde de moscas.
Sitios de la ciudad, comedias como dagas.
¡Ah peste! Peste. En la quijada de un perro atropellado
escribo: ¡Basta! | es |
Bello,Andrés | <XXI | Hijo_Alado | Hijo alado
de Dione,
no me riñas,
no te enojes,
si te digo
que los goces
no me tientan
de esos pobres
que mantienes
en prisiones.
Hechiceros,
¿quién lo niega?
son los ojos
de Filena;
pero mira
cómo el néctar
delicioso
de Madera
en la copa
centellea.
Tú prometes
bienandanza;
mas, ¿lo cumples?
¡Buena alhaja!
De los necios
que sonsacas,
unos llevan
calabazas;
otros viven
de esperanzas;
cuál se queja
de inconstancia;
cuál en celos
¡ay! se abrasa.
Baco alegre,
tú no engañas.
Hace el vino
maravillas;
esperanzas
vivifica;
da al cobarde
valentía;
a los rudos,
¡cómo inspira
Aunque gruña
la avaricia,
tú le rompes
la alcancía.
Y otra cosa,
que a tu lima
no hay secretos
que resistan.
Los amantes
infelices
por las selvas
y jardines
andan siempre
de escondite;
cabizbajos
lloran, gimen;
mas, ¡cuán otro
quien te sirve!
dios amable
de las vides.
Compañeros
apercibe
que en su gozo
participen.
Cantan, beben,
bullen, ríen.
—Mas Filena,
¿no te mueve?
—Niño alado,
vete, vete.
—Sus miradas
inocentes,
sus amables
esquiveces...
—¿No te marchas,
alcahuete?...
—Sus mejillas,
que parecen
frescas rosas
entre nieves...
—Cupidillo,
no me tientes.
—Sola ahora
por la calle
se pasea
de los sauces,
y las sombras
de la tarde
van cundiendo
por el valle.
Y la sigue
cierto amante
que maquina
desbancarte.
—¿Tirsi acaso?
—Tú lo has dicho.
—Oye, aguarda,
ya te sigo.
Compañeros,
me retiro.
Vuelo a verte,
dueño mío. | es |
Pombo,Rafael | <XXI | ¡Hola!_¿Conque_Desdeña_La_Que_Un_Día | ¡Hola! ¿conque desdeña la que un día
Frenética de amor me idolatró?
¿Conque afecta olvidar que ha sido mía
Y piensa que también lo olvido yo?
Pero al que des el néctar que vertieron
Las gracias en tu labio seductor,
Cuéntale que mis labios recibieron
Tu ardiente, primer ósculo de amor.
Y cuéntale, antes de él, lo que dijimos,
La eléctrica emoción que nos unió,
El supremo deleite que bebimos
Tú entre mis brazos y en tus brazos yo.
Píntale el paraíso de un momento
Que en sólo un ser nos confundió a los dos;
Repítele el blasfemo juramento
Que por cuanto hay hiciste ante Dios.
Díle que ebria de amor desfalleciste
Abrumada de dicha y de placer,
Y cayendo a mis pies me bendijiste
Con la furia de amor de una mujer.
Y añade que después, la que hizo tanto,
Adusta se mostró cuando la vi,
Que fingió rechazarme con espanto
Y yo al ver tal comedia me reí.
¡Oh chanza deliciosa! ¡oh lindo juego
De amor y desamor, traición y fe!
Sin que yo deje de adorarte ciego.
Pues con bellas cual tú reñir no sé.
Si en esos labios, lay! si en esos ojos
Sienta con tal primor ese desdén,
Que es forzoso quererte en tus enojos,
Y en tus risas y lágrimas también.
un momento
por cuanto hay
Y eres mujer, mi compasión requieres,
Todo tu porvenir es el amor,
Y siempre la inconstancia en las mujeres
Siembra desdén para coger dolor.
Con cariño y pasión goza en quererte
Mi generoso y libre corazón;
El quisiera labrar para tu suerte
Cuanto digno soñó de su ambición.
¡Llevarte, pie con pie, mano con mano
Por todos los parajes que entreví,
Hasta entrar juntamente al oceano
A donde va todo el amor de aquí!
Herirme pretendiste, únicamente
Porque yo herí tu corazón también;
Nos hemos engañado mutuamente
Por probar nuestro amor con el desdén:
Gracias, mujer; de nuestra falsa guerra
Triunfantes todos dos salimos ya:
Caiga pues esta máscara por tierra,
Y démonos el ósculo de paz.
Y si no, si es tu juramento un nombre,
Mi Mora, no te puedo aborrecer;
Mas no es juguete el corazón de un hombre
Del débil corazón de una mujer.
Ama o desdeña tú; mi alma altanera
Tu amor y tu traición olvidaría;
Mas ¡ay! la tuya no: ¡nunca pudiera
Tu conciencia olvidar que fuiste mía!
¡nunca pudiera
Tu conciencia olvidar que fuiste mía! | es |
González_Martínez,Enrique | <XXI | Te_Engañas,_No_Has_Vivido..._No_Basta_Que_Tus_Ojos | Te engañas, no has vivido... No basta que tus ojos
se abran como dos fuentes de piedad, que tus manos
se posen sobre todos los dolores humanos
ni que tus plantas crucen por todos los abrojos.
Te engañas, no has vivido mientras tu paso incierto
surque las lobregueces de tu interior a tientas;
mientras en un impulso de sembrador no sientas
fecundado tu espíritu, florecido tu huerto.
Hay que labrar tu campo, divinizar la vida,
tener con mano firme la lámpara encendida
sobre la eterna sombra, sobre el eterno abismo...
Y callar... mas tan hondo, con tan profunda calma,
que absorto en la infinita soledad de ti mismo,
no escuches sino el vasto silencio de tu alma. | es |
Othón,Manuel_José | <XXI | Noche_Rústica_De_Walpurgis._Xx.-_La_Sementera | La sementera
Escucha el ruido místico y profundo
con que acompaña el alma Primavera
esta labor enorme que se opera
en mi seno fructífero y fecundo.
Oye cuál se hincha el grano rubicundo
que el sol ardiente calentó en la era.
Vendrá otoño que en mieses exhubera
y en él me mostraré gala del mundo.
La madre tierra; soy vives conmigo,
a tu paso doblego mis abrojos,
te doy el alimento y el abrigo.
Y, cuando estén en mi regazo opresos
de tu vencida carne los despojos,
¡con cuánto amor abrigaré tus huesos! | es |
Arciniegas,Ismael_Enrique | <XXI | ¡Oh_Mi_Musa!_¡Oh_Mi_Novia! | ¡Oh mi Musa! ¡Oh mi novia!
¡Oh mi pálida amada!
Cuando el pesar mi corazón agobia,
Como aurora me alumbra tu mirada.
Del alma tú naciste,
Creada en un delirio;
Te di griego perfil, mirada triste,
Cabellos rubios y color de lirio.
Cuando tu pie se mueve
Y a mí llegas en calma,
Parece que vinieras de la nieve
Y demandaras el calor de un alma.
Indefinible encanto
Hay en tu rostro impreso.
Calla en mi alma del amor el canto,
Muere en mis labios el ardiente beso.
Siempre a mi voz respondes,
Y a mí estás tan unida
Que ni misterios en tu pecho escondes
Ni hay para tí secretos en mi vida.
Cuando a mi lado veo
Tu faz radiante y bella,
No me enciende la llama del deseo:
Mi amor es rayo de lejana estrella.
Llegas a mí sin ruido
En noches estrelladas,
Y tu mano en mis manos, al oído
Me refieres leyendas y baladas.
Y el paseo emprendemos
Al rayo de la luna;
Y cantando al compás de nuestros remos
Bogamos en la diáfana laguna.
En selvas rumorosas
Te oigo historias secretas:
Lo que sueñan las vírgenes hermosas,
Lo que sueñan los pálidos poetas.
A los silfos dormidos
Tú, trémula, apostrofas,
Y surgen de los cármenes floridos,
Cual mariposas blancas, las estrofas.
Y en castillos feudales,
De góticas arcadas,
Me narras los torneos medioevales
Y cuentos de princesas encantadas.
Mi Musa es Musa casta,
Musa con aureola:
Como su amor a mi ternura basta
Reina en mi pecho, inmaculada y sola.
¡Oh novia sin engaños!
¡Oh Musa soñadora!
Di siempre la canción de los veinte años
En el fondo del alma que te adora. | es |
Torres_Bodet,Jaime | <XXI | Vuelvo_De_Andar,_A_Solas,_Por_La_Orilla_De_Un_Río | Vuelvo de andar, a solas, por la orilla de un río.
Estoy lleno de músicas, como un árbol al viento.
He dejado correr mi pensamiento
viendo, en el agua, el paso de una nube de estío...
Traigo tejido al alma el olor de una rosa.
En lo blando del césped, puse, al andar, mi huella...
He vivido, ¡he vivido!... Y voy, como la estrella
a perderte en el mar de un alba silenciosa. | es |
Cetina,Gutierre_de | <XXI | En_Cuál_Región,_En_Cuál_Parte_Del_Suelo | ¿En cuál región, en cuál parte del suelo,
en cuál bosque, en cuál monte, en cuál poblado,
en cuál lugar remoto y apartado
puede ya mi dolor hallar consuelo?
Cuanto se puede ver debajo el cielo
todo lo tengo visto y rodeado;
y un medio que a mi mal había hallado,
hace en parte mayor mi desconsuelo.
Para curar el daño de la ausencia
píntoos cual siempre os vi, dura y proterva;
mas Amor os me muestra de otra suerte.
No queráis a mi mal más experiencia,
sino que ya, como herida cierva,
doquier que voy, conmigo va mi muerte. | es |
González_Cano,Cándida | XXI | Otras_Noches | Otras noches
No hay deseo.
Sólo el hueco,
De tus zapatos
Negros.
Sólo el hueco,
De tus zapatos
Negros. | es |
Barragán,Nelson | XXI | Susurros | Suaves ecos, lejanas risas,
una voz que huye y una sonrisa apagada.
Recuerdos que se alejan en la bruma,
teñidos de impotencia y desesperaciòn.
El tiempo no perdona, destruye todo,
incluso lo que el fuego del amor escribió.
Tu luz, tu voz,tu mirada y tus susurros,
son llamas de un amor que no se olvida.
Recuerdos que se alejan en la bruma,
teñidos de impotencia y desesperaciòn.
El tiempo no perdona, destruye todo,
incluso lo que el fuego del amor escribió.
Tu luz, tu voz,tu mirada y tus susurros,
son llamas de un amor que no se olvida.
El tiempo no perdona, destruye todo,
incluso lo que el fuego del amor escribió.
Tu luz, tu voz,tu mirada y tus susurros,
son llamas de un amor que no se olvida.
Tu luz, tu voz,tu mirada y tus susurros,
son llamas de un amor que no se olvida. | es |
Girondo,Oliverio | <XXI | Inagotable_Asombro | Este perro.
Este perro.
¡Indescriptible!
¡Único!
(¿Quién diría la forma,
la intención,
el tamaño
de todas sus membranas,
sus vértebras,
sus células,
sin olvidar su aliento,
sus costumbres,
sus lágrimas?)
Este perro.
Este perro,
semejante a otros perros
y a la vez tan distinto
a su padre,
a su madre,
sus hermanos,
sus hijos,
a los perros ya muertos,
y a todos los que existen.
Este perro increíble,
con su hocico,
su rabo,
sus orejas,
sus patas,
inédito,
viviente;
modelado,
compuesto
a través de los siglos
por un esfuerzo inmenso,
constante,
incomprensible,
de creación,
de armonía,
de equilibrio,
de ritmo.
Este perro.
Este perro,
cotidiano, inaudito,
que demuestra el milagro,
que me acerca al misterio...
que da ganas de hincarse,
de romper una silla. | es |
Aleixandre,Vicente | <XXI | Sobre_Tu_Pecho_Unas_Letras_De_Sangre_Fresca_Dicen_Que_El_Tiempo | Sobre tu pecho unas letras de sangre fresca dicen que el tiempo de los
besos no ha llegado. Qué extendida estás esperando la
caricia dudosa, la del mar que navega persiguiéndote, el que
acabará rescatando tu largo cuerpo, dejando mis dos labios
insensibles.
Una tarde de otoño, un núbil corazón que chorrea
la luz cuando no hay ojos se va pidiendo oscuridad sin roces, almas que
no conozcan los sentidos. Para aguardar la hora, la celestial renuncia
que borra las miradas, esa seguridad patente que consiste en perder
súbitamente todas las bocas que se asoman. La lisura, esta
reserva del espíritu, ya no podrá convocar un damasco
callado, esa sutil oreja blanda en pulpa sobre la que reposar para el
sueño, sobre la que musitar la forma de los besos cuando no
hablan.
Escúchame, corazón despertado. Aprende a recordar uno a
uno el color del cabello, aquella sed de sequedades vivas, aquel sentir
entre los dientes la forma del agua que no rompe. Escúchame. Yo
soy la razón muerta que ha amanecido esta mañana por
Oriente, despidiéndose de unos brazos de nieve que representaban
la noche resplandeciente, la llamarada incauta que surge de la boca
partida de una vena cuando me abro, cuando tapo mis ojos para no ver
todas las suplicantes. Fuentes del día, acabad ya vuestra
historia. Tendeos una a una si es que queréis que una voz
repercuta en la entraña, en la oquedad donde dedos crispados van
pronunciando el nombre de la vida, buscando el tierno caramelo perdido.
Buscad dónde los ojos puedan estar. Dónde podré yo
estrecharos sin que el mundo lo ignore.
Amadme. Este pedal oculto repite siempre la nota do, do mío.
Hermoso cuerpo, látigo descansado, ceñido ciego que no
buscas por qué el cielo es azul y por qué el color de tus
ojos permanece entreabierto aun cuando llueva dulcemente sobre mis
velos. Las formas permanecen a pesar de este sol que seca las gargantas
y hace de plata los propósitos que esta mañana nacieron
frescos, a la ternura de las opresiones. «¿Me
amas?», preguntaban, estrechando, los cinco corazones no mudos.
«¿Me amas?» Y se habían olvidado de sí
mismos, hasta perder su forma, hasta quedar como una sábana la
virgen duda de sí misma, la que amanece todas las mañanas
con sus labios azules recién creados por la dicha. | es |
Parra,Nicanor | <XXI | El_Que_Quiera_Llegar_Al_Paraíso | El que quiera llegar al paraíso
Del pequeño burgués tiene que andar
El camino del arte por el arte
Y tragar cantidades de saliva:
El noviciado es casi interminable.
Lista de lo que tiene que saber:
Anudarse con arte la corbata
Deslizar la tarjeta de visita
Sacudirse por lujo los zapatos
Consultar el espejo veneciano
Estudiarse de frente y de perfil
Ingerir una dosis de cognac
Dinstinguir una viola de un violín
Recibir en pijama a las visitas
Impedir la caída del cabello
y tragar cantidades de saliva.
Todo tiene que estar en sus archivos.
Si su mujer se entusiasma con otro
le recomiendo los siguientes trucos:
Afeitarse con hojas de afeitar
Admirar las bellezas naturales
Hacer crujir un trozo de papel
Sostener una charla por teléfono
Disparar con un rifle de salón
Arreglarse las uñas con los dientes
y tragar cantidades de saliva.
Si desea brillar en los salones
El pequeño burgués
Debe saber andar en cuatro pies
Estornudar y sonreír a un tiempo
bailar un vals al borde del abismo
Endiosar a los órganos sexuales
Desnudarse delante del espejo
Deshojar una rosa con un lápiz
y tragar toneladas de saliva.
A todo esto cabe preguntarse
¿Fue Jesucristo un pequeño burgués?
Como se ve, para poder llegar
Al paraíso del pequeño burgués
Hay que ser un acróbata completo:
Para poder llegar al paraíso
Hay que ser un acróbata completo.
¡Con razón el artista verdadero
Se entretiene matando matapiojos!
Para salir del círculo vicioso
Recomiendan el acto gratuuito:
Aparecer y desaparecer
Caminar en estado cataléptico
Bailar un vals en un montón de escombros
Acunar un anciano entre los brazos
Sin despegar la vista de su vista
Preguntarle la hora al moribundo
Escupir en el hueco de la mano
Presentarse de frac en los incendios
Arremeter con el cortejo fúnebre
Ir más allá del sexo femenino
Levantar esa losa funeraria
Ver si cultivan árboles adentro
Y atravesar de una vereda a otra
Sin referencias ni al por qué ni al cuándo
Por la sola virtud de la palabra
Con su bigote de galán de cine
A la velocidad del pensamiento | es |
Góngora,Luis_de | <XXI | Estas_Que_Me_Dictó,_Rimas_Sonoras | Estas que me dictó, rimas sonoras,
Culta sí aunque bucólica Talía,
Oh excelso Conde, en las purpúreas horas
Que es rosas la alba y rosicler el día,
Ahora que de luz tu niebla doras,
Escucha, al son de la zampoña mía,
Si ya los muros no te ven de Huelva
Peinar el viento, fatigar la selva.
Templado pula en la maestra mano
El generoso pájaro su pluma,
O tan mudo en la alcándara, que en vano
Aun desmentir el cascabel presuma;
Tascando haga el freno de oro cano
Del caballo andaluz la ociosa espuma;
Gima el lebrel en el cordón de seda,
Y al cuerno al fin la cítara suceda.
Treguas al ejercicio sean robusto,
Ocio atento, silencio dulce, en cuanto
Debajo escuchas de dosel augusto
Del músico jayán el fiero canto.
Alterna con las Musas hoy el gusto,
Que si la mía puede ofrecer tanto
Clarín —y de la Fama no segundo—,
Tu nombre oirán los términos del mundo.
Donde espumoso el mar sicilïano
El pie argenta de plata al Lilibeo,
Bóveda o de las fraguas de Vulcano
O tumba de los huesos de Tifeo,
Pálidas señas cenizoso un llano,
Cuando no del sacrílego deseo,
Del duro oficio da. Allí una alta roca
Mordaza es a una gruta de su boca.
Guarnición tosca de este escollo duro
Troncos robustos son, a cuya greña
Menos luz debe, menos aire puro
La caverna profunda, que a la peña;
Caliginoso lecho, el seno obscuro
Ser de la negra noche nos lo enseña
Infame turba de nocturnas aves,
Gimiendo tristes y volando graves.
De este, pues, formidable de la tierra
Bostezo, el melancólico vacío
A Polifemo, horror de aquella sierra,
Bárbara choza es, albergue umbrío
Y redil espacioso donde encierra
Cuanto las cumbres ásperas cabrío,
De los montes esconde: copia bella
Que un silbo junta y un peñasco sella.
Un monte era de miembros eminente
Este que —de Neptuno hijo fiero—
De un ojo ilustra el orbe de su frente,
Émulo casi del mayor lucero;
Cíclope a quien el pino más valiente
Bastón le obedecía tan ligero,
Y al grave peso junco tan delgado,
Que un día era bastón y otro cayado.
Negro el cabello, imitador undoso
De las oscuras aguas del Leteo,
Al viento que lo peina proceloso
Vuela sin orden, pende sin aseo;
Un torrente es su barba, impetuoso
Que —adusto hijo de este Pirineo—
Su pecho inunda— o tarde, o mal, o en vano
Surcada aun de los dedos de su mano.
No la Trinacria en sus montañas, fiera
Armó de crueldad, calzó de viento,
Que redima feroz, salve ligera
Su piel manchada de colores ciento:
Pellico es ya la que en los bosques era
Mortal horror al que con paso lento
Los bueyes a su albergue reducía,
Pisando la dudosa luz del día.
Cercado es, cuando más capaz más lleno,
De la fruta, el zurrón, casi abortada,
Que el tardo otoño deja al blando seno
De la piadosa yerba encomendada:
La serva, a quien le da rugas el heno;
La pera, de quien fue cuna dorada,
La rubia paja y —pálida turora—
La niega avara y pródiga la dora.
Erizo es, el zurrón, de la castaña;
Y —entre el membrillo o verde o datilado—
De la manzana hipócrita, que engaña,
A lo pálido no, a lo arrebolado,
Y de la encina honor de la montaña,
Que pabellón al siglo fue dorado,
El tributo, alimento, aunque grosero,
Del mejor mundo, del candor primero.
Cera y cáñamo unió —que no debiera—
Cien cañas, cuyo bárbaro rüido,
De más ecos que unió cáñamo y cera
Albogues, duramente es repetido.
La selva se confunde, el mar se altera,
Rompe Tritón su caracol torcido,
Sordo huye el bajel a vela y remo:
¡Tal la música es de Polifemo!
Ninfa, de Doris hija, la más bella,
Adora, que vio el reino de la espuma.
Galatea es su nombre, y dulce en ella
El terno Venus de sus Gracias suma.
Son una y otra luminosa estrella
Lucientes ojos de su blanca pluma:
Si roca de cristal no es de Neptuno,
Pavón de Venus es, cisne de Juno.
Purpúreas rosas sobre Galatea
La Alba entre lilios cándidos deshoja:
Duda el Amor cuál más su color sea,
O púrpura nevada, o nieve roja.
De su frente la perla es, eritrea,
Émula vana. El ciego dios se enoja,
Y, condenado su esplendor, la deja
Pender en oro al nácar de su oreja.
Invidia de las ninfas, y cuidado
De cuantas honra el mar deidades, era;
Pompa del marinero niño alado
Que sin fanal conduce su venera.
Verde el cabello, el pecho no escamado,
Ronco sí, escucha a Glauco la ribera
Inducir a pisar la bella ingrata,
En carro de cristal, campos de plata.
Marino joven, las cerúleas sienes,
Del más tierno coral ciñe Palemo,
Rico de cuantos la agua engendra bienes,
Del Faro odioso al promontorio extremo;
Mas en la gracia igual, si en los desdenes
Perdonado algo más que Polifemo,
De la que, aún no le oyó, y, calzada plumas,
Tantas flores pisó como él espumas.
Huye la ninfa bella: y el marino
Amante nadador, ser bien quisiera,
Ya que no áspid a su pie divino,
Dorado pomo a su veloz carrera;
Mas, ¿cuál diente mortal, cuál metal fino
La fuga suspender podrá ligera
Que el desdén solicita? ¡Oh cuánto yerra
Delfín que sigue en agua corza en tierra!
Sicilia, en cuanto oculta, en cuanto ofrece,
Copa es de Baco, huerto de Pomona:
Tanto de frutas ésta la enriquece,
Cuanto aquél de racimos la corona.
En carro que estival trillo parece,
A sus campañas Ceres no perdona,
De cuyas siempre fértiles espigas
Las provincias de Europa son hormigas.
A Pales su viciosa cumbre debe
Lo que a Ceres, y aún más, su vega llana;
Pues si en la una granos de oro llueve,
Copos nieva en la otra mil de lana.
De cuantos siegan oro, esquilan nieve,
O en pipas guardan la exprimida grana,
Bien sea religión, bien amor sea,
Deidad, aunque sin templo, es Galatea.
Sin aras, no: que el margen donde para
Del espumoso mar su pie ligero,
Al labrador, de sus primicias ara,
De sus esquilmos es al ganadero;
De la Copia a la tierra poco avara
El cuerno vierte el hortelano, entero,
Sobre la mimbre que tejió prolija,
Si artificiosa no, su honesta hija.
Arde la juventud, y los arados
Peinan las tierras que surcaron antes,
Mal conducidos, cuando no arrastrados,
De tardos bueyes cual su dueño errantes;
Sin pastor que los silbe, los ganados
Los crujidos ignoran resonantes
De las hondas, si en vez del pastor pobre
El céfiro no silba, o cruje el robre.
Mudo la noche el can, el día dormido
De cerro en cerro y sombra en sombra yace.
Bala el ganado; al mísero balido,
Nocturno el lobo de las sombras nace.
Cébase —y fiero deja humedecido
En sangre de una lo que la otra pace.
¡Revoca, Amor, los silbos, o a su dueño,
El silencio del can siga y el sueño!
La fugitiva Ninfa en tanto, donde
Hurta un laurel su tronco al Sol ardiente,
Tantos jazmines cuanta yerba esconde
La nieve de sus miembros da una fuente.
Dulce se queja, dulce le responde
Un ruiseñor a otro, y dulcemente
Al sueño da sus ojos la armonía,
Por no abrasar con tres soles el día.
Salamandria del Sol, vestido estrellas,
Latiendo el Can del cielo estaba, cuando
—Polvo el cabello, húmidas centellas,
Si no ardientes aljófares, sudando—
Llegó Acis, y de ambas luces bellas
Dulce Occidente viendo al sueño blando,
Su boca dio, y sus ojos, cuanto pudo,
Al sonoro cristal, al cristal mudo.
Era Acis un venablo de Cupido,
De un Fauno —medio hombre, medio fiera—,
En Simetis, hermosa Ninfa, habido;
Gloria del mar, honor de su ribera.
El bello imán, el ídolo dormido,
Que acero sigue, idólatra venera,
Rico de cuanto el huerto ofrece pobre,
Rinden las vacas y fomenta el robre.
El celestial humor recién cuajado
Que la almendra guardó, entre verde y seca,
En blanca mimbre se lo puso al lado
Y un copo, en verdes juncos, de manteca;
En breve corcho, pero bien labrado,
Un rubio hijo de una encina hueca,
Dulcísimo panal, a cuya cera
Su néctar vinculó la primavera.
Caluroso, al arroyo da las manos,
Y con ellas, las ondas a su frente,
Entre dos mirtos que —de espuma canos—,
Dos verdes garzas son de la corriente.
Vagas cortinas de volantes vanos
Corrió Favonio lisonjeramente,
A la de viento, cuando no sea cama
De frescas sombras, de menuda grama.
La Ninfa, pues, la sonora plata
Bullir sintió del arroyuelo apenas,
Cuando —a los verdes márgenes ingrata—
Segur se hizo de sus azucenas.
Huyera... mas tan frío se desata
Un temor perezoso por sus venas,
Que a la precisa fuga, al presto vuelo
Grillos de nieve fue, plumas de hielo.
Fruta en mimbre halló, leche exprimida
En juncos, miel en corcho, mas sin dueño;
Si bien al dueño debe, agradecida,
Su deidad culta, venerado el sueño.
A la ausencia mil veces ofrecida,
Este de cortesía no pequeño
Indicio la dejó —aunque estatua helada—
Más discursiva y menos alterada.
No al Cíclope atribuye, no, la ofrenda;
No a Sátiro lascivo, ni a otro feo
Morador de las selvas, cuya rienda
El sueño aflija, que aflojó el deseo.
El niño dios, entonces, de la venda,
Ostentación gloriosa, alto trofeo
Quiere que al árbol de su madre sea
El desdén hasta allí de Galatea.
Entre las ramas del que más se lava
En el arroyo, mirto levantado,
Carcaj de cristal hizo, si no aljaba,
Su blanco pecho de un arpón dorado.
El monstruo de rigor, la fiera brava
Mira la ofrenda ya con más cuidado,
Y aun siente que a su dueño sea devoto,
Confuso alcaide más, el verde soto.
Llamáralo, aunque muda; mas no sabe
El nombre articular que más querría,
Ni lo ha visto; si bien pincel suave
Lo ha bosquejado ya en su fantasía.
Al pie —no tanto ya, del temor, grave—
Fía su intento; y, tímida, en la umbría
Cama de campo y campo de batalla,
Fingiendo sueño al cauto garzón halla.
El bulto vio y, haciéndolo dormido,
Librada en un pie toda sobre él pende
—Urbana al sueño, bárbara al mentido
Retórico silencio que no entiende—:
No el ave reina, así el fragoso nido
Corona inmóvil, mientras no desciende
—Rayo con plumas— al milano pollo,
Que la eminencia abriga de un escollo,
Como la Ninfa bella —compitiendo
Con el garzón dormido en cortesía—
No sólo para, mas el dulce estruendo
Del lento arroyo enmudecer querría.
A pesar luego de las ramas, viendo
Colorido el bosquejo que ya había
En su imaginación Cupldo hecho
Con el pincel que le clavó su pecho,
De sitio mejorada, atenta mira,
En la disposición robusta, aquello
Que, si por lo suave no la admira,
Es fuerza que la admire por lo bello.
Del casi tramontado Sol aspira
A los confusos rayos su cabello;
Flores su bozo es cuyas colores,
Como duerme la luz, niegan las flores.
(En la rústica greña yace oculto
El áspid del intonso prado ameno,
Antes que del peinado jardín culto
En el lascivo, regalado seno).
En lo viril desata de su vulto
Lo más dulce el Amor de su veneno:
Bébelo Galatea, y da otro paso,
Por apurarle la ponzoña al vaso.
Acis —aún más, de aquello que dispensa
La brújula del sueño, vigilante—,
Alterada la Ninfa esté o suspensa,
Argos es siempre atento a su semblante,
Lince penetrador de lo que piensa,
Cíñalo bronce o múrelo diamante:
Que en sus Paladiones Amor ciego,
Sin romper muros introduce fuego.
El sueño de sus miembros sacudido,
Gallardo el joven la persona ostenta,
Y al marfil luego de sus pies rendido,
El coturno besar dorado intenta.
Menos ofende el rayo prevenido,
Al marinero, menos la tormenta
Prevista le turbó, o pronosticada:
Galatea lo diga, salteada.
Más agradable, y menos zahareña,
Al mancebo levanta venturoso,
Dulce ya conociéndole y risueña,
Paces no al sueño, treguas sí al reposo.
Lo cóncavo hacía de una peña
A un fresco sitial dosel umbroso,
Y verdes celosías unas yedras,
Trepando troncos y abrazando piedras.
Sobre una alfombra, que imitara en vano
El tirio sus matices —si bien era
De cuantas sedas ya hiló gusano
Y artífice tejió la Primavera—,
Reclinados, al mirto más lozano
Una y otra lasciva, si ligera,
Paloma se caló, cuyos gemidos
—Trompas de Amor— alteran sus oídos.
El ronco arrullo al joven solicita;
Mas, con desvíos Galatea suaves,
A su audacia los términos limita,
Y el aplauso al concento de las aves.
Entre las ondas y la fruta, imita
Acis al siempre ayuno en penas graves:
Que, en tanta gloria, infierno son no breve
Fugitivo cristal, pomos de nieve.
No a las palomas concedió Cupido
Juntar de sus dos picos los rubíes
Cuando al clavel el joven atrevido
Las dos hojas le chupa carmesíes.
Cuantas produce Pafo, engendra Gnido,
Negras víolas, blancos alhelíes,
Llueven sobre el que Amor quiere que sea
Tálamo de Acis y de Galatea.
Su aliento humo, sus relinchos fuego
—Si bien su freno espumas— ilustraba
Las columnas, Etón, que erigió el Griego,
Do el carro de la luz sus ruedas lava,
Cuando de amor el fiero jayán ciego,
La cerviz oprimió a una roca brava,
Que a la playa, de escollos no desnuda,
Linterna es ciega y atalaya muda.
Árbitro de montañas y ribera,
Aliento dio, en la cumbre de la roca,
A los albogues que agregó la cera,
El prodigioso fuelle de su boca;
La Ninfa los oyó, y ser más quisiera
Breve flor, yerba humilde y tierra poca,
Que de su nuevo tronco vid lasciva,
Muerta de amor, y de temor no viva.
Mas —cristalinos pámpanos sus brazos—
Amor la implica, si el temor la anuda,
Al infelice olmo, que pedazos
La segur de los celos hará, aguda.
Las cavernas en tanto, los ribazos
Que ha prevenido la zampoña ruda,
El trueno de la voz fulminó luego:
Referillo, Piérides, os ruego.
«¡Oh bella Galatea, más süave
Que los claveles que tronchó la aurora;
Blanca más que las plumas de aquel ave
Que dulce muere y en las aguas mora;
Igual en pompa al pájaro que, grave,
Su manto azul de tantos ojos dora
Cuantas el celestial zafiro estrellas!
¡Oh tú, que en dos incluyes las más bellas!
»Deja las ondas, deja el rubio coro
De las hijas de Tetis, y el mar vea,
Cuando niega la luz un carro de oro,
Que en dos la restituye Galatea.
Pisa la arena, que en la arena adoro
Cuantas el blanco pie conchas platea,
Cuyo bello contacto puede hacerlas,
Sin concebir rocío, parir perlas.
»Sorda hija del mar, cuyas orejas
A mis gemidos son rocas al viento:
O dormida te hurten a mis quejas
Purpúreos troncos de corales ciento,
O al disonante número de almejas
—Marino, si agradable no, instrumento—,
Coros tejiendo estés, escucha un día
Mi voz, por dulce, cuando no por mía.
»Pastor soy, mas tan rico de ganados,
Que los valles impido más vacíos,
Los cerros desparezco levantados
Y los caudales seco de los ríos;
No los que, de sus ubres desatados,
O derivados de los ojos míos,
Leche corren y lágrimas; que iguales
En número a mis bienes son mis males.
»Sudando néctar, lambicando olores,
Senos que ignora aun la golosa cabra
Corchos me guardan, más que abeja flores
Liba inquïeta, ingenïosa labra;
Troncos me ofrecen árboles mayores,
Cuyos enjambres, o el abril los abra,
O los desate el mayo, ámbar distilan,
Y en ruecas de oro rayos del Sol hilan.
»Del Júpiter soy hijo, de las ondas,
Aunque pastor; si tu desdén no espera
A que el monarca de esas grutas hondas
En trono de cristal te abrace nuera,
Polifemo te llama, no te escondas,
Que tanto esposo admira la ribera
Cual otro no vio Febo más robusto,
Del perezoso Volga al Indo adusto.
»Sentado, a la alta palma no perdona
Su dulce fruto mi robusta mano;
En pie, sombra capaz es mi persona
De innumerables cabras el verano.
¿Qué mucho, si de nubes se corona
Por igualarme la montaña en vano,
Y en los cielos, desde esta roca, puedo
Escribir mis desdichas con el dedo?
»Marítimo Alción, roca eminente
Sobre sus huevos coronaba, el día
Que espejo de zafiro fue luciente
La playa azul de la persona mía;
Miréme, y lucir vi un sol en mi frente,
Cuando en el cielo un ojo se veía:
Neutra el agua dudaba a cuál fe preste:
O al cielo humano o al cíclope celeste.
»Registra en otras puertas el venado
Sus años, su cabeza colmilluda
La fiera, cuyo cerro levantado,
De helvecias picas es muralla aguda;
La humana suya el caminante errado
Dio ya a mi cueva, de piedad desnuda,
Albergue hoy por tu causa al peregrino,
Do halló reparo, si perdió camino.
»En tablas dividida, rica nave
Besó la playa miserablemente,
De cuantas vomitó riquezas grave,
Por las bocas del Nilo el Oriente.
Yugo aquel día, y yugo bien suave,
Del fiero mar a la sañuda frente
Imponiéndole estaba, si no al viento,
Dulcísimas coyundas mi instrumento,
»Cuando, entre globos de agua, entregar veo
A las arenas ligurina haya,
En cajas los aromas del Sabeo,
En cofres las riquezas de Cambaya:
Delicias de aquel mundo, ya trofeo
De Escila, que, ostentado en nuestra playa,
Lastimoso despojo fue dos días
A las que esta montaña engendra Harpías.
»Segunda tabla a un ginovés mi gruta
De su persona fue, de su hacienda:
La una reparada, la otra enjuta,
Relación del naufragio hizo horrenda.
Luciente paga de la mejor fruta
Que en yerbas se recline, en hilos penda,
Colmillo fue del animal que el Ganges
Sufrir muros le vio, romper falanges:
»Arco, digo, gentil, bruñida aljaba,
Obras ambas de artífice prolijo,
Y de Malaco rey a deidad Java
Alto don, según ya mi huésped dijo,
De aquél la mano, de ésta el hombro agrava;
Convencida la madre, imita al hijo:
Serás a un tiempo, en estos horizontes,
Venus del mar, Cupido de los montes».
Su horrenda voz, no su dolor interno
Cabras aquí le interrumpieron, cuantas
—Vagas el pie, sacrílegas el cuerno—
A Baco se atrevieron en sus plantas.
Mas, conculcado el pámpano más tierno
Viendo el fiero pastor, voces él tantas,
Y tantas despidió la honda piedras,
Que el muro penetraron de las yedras.
De los nudos, con esto, más suaves,
Los dulces dos amantes desatados,
Por duras guijas, por espinas graves
Solicitan el mar con pies alados:
Tal redimiendo de importunas aves
Incauto meseguero sus sembrados,
De liebres dirimió copia así amiga,
Que vario sexo unió y un surco abriga.
Viendo el fiero Jayán con paso mudo
Correr al mar la fugitiva nieve
(Que a tanta vista el Líbico desnudo
Registra el campo de su adarga breve)
Y al garzón viendo, cuantas mover pudo
Celoso trueno, antiguas hayas mueve:
Tal, antes que la opaca nube rompa
Previene rayo fulminante trompa.
Con violencia desgajó infinita
La mayor punta de la excelsa roca,
Que al joven, sobre quien la precipita,
Urna es mucha, pirámide no poca.
Con lágrimas la Ninfa solicita
Las deidades del mar, que Acis invoca:
Concurren todas, y el peñasco duro
La sangre que exprimió, cristal fue puro.
Sus miembros lastimosamente opresos
Del escollo fatal fueron apenas,
Que los pies de los árboles más gruesos
Calzó el líquido aljófar de sus venas.
Corriente plata al fin sus blancos huesos,
Lamiendo flores y argentando arenas,
A Doris llega que, con llanto pío,
Yerno lo saludó, lo aclamó río. | es |
Melgar_Becerra,Juan_Miguel | XXI | Presagio | La niña sentada era transparente, clara y fría.
Como una flor de Primavera.
También risueña y sueña y soñaba que la quería.
En sus manos, como una rosa,
el lápiz con el que pintaba una veleta.
Y corría tras ella y volaba y lloraba
y soñaba que la quería.
Gris, su mundo lapicero,
en verde se diluía,
aunque a veces no veía,
la veleta de sus dedos.
La niña callada era transparente, clara y fría.
Como su caja de colores.
También risueña y sueña y soñaba que la quería. | es |
Vallejo,César | <XXI | Los_Anillos_Fatigados | Hay ganas de volver, de amar, de no ausentarse,
y hay ganas de morir, combatido por dos
aguas encontradas que jamás han de istmarse.
Hay ganas: de un gran beso que amortaje a la Vida,
que acaba en el áfrica de una agonía ardiente,
suicida!
Hay ganas de... no tener ganas. Señor;
a ti yo te señalo. con el dedo deicida:
hay ganas de no haber tenido corazón.
La primavera vuelve, vuelve y se irá. Y Dios,
curvado en tiempo, se repite, y pasa: pasa:
a cuestas con la espina dorsal del Universo.
Cuando, las sienes tocan su lúgubre tambor...
cuando me duele el sueño grabado en un puñal,
hay ganas de quedarse plantado en este verso! | es |
Gelman,Juan | <XXI | La_Que_Tira_Semillas_Al_Azar | La que tira semillas al azar,
hojea la tarde, lee.
No tiene idea de
las alegrías de su cuerpo
cuando la luz golpea las sábanas
que se callaron y ella
abre el día, sonríe
con sombra aún.
Trae cuevas del sueño donde
pintaron bestias que
nadie cazó. | es |
Iriarte,Tomás_de | <XXI | Escondido_En_El_Tronco_De_Un_Árbol | Escondido en el tronco de un árbol
estaba un mochuelo,
y pasando no lejos un sapo,
le vio medio cuerpo.
«¡Ah de arriba, señor solitario!»
—Dijo el tal escuerzo—:
«saque usted la cabeza, veamos
sí es bonito o feo».
«No presumo de mozo gallardo»;
—respondió el de adentro—:
«y aun por eso a salir a lo claro
apenas me atrevo»;
«Pero usted, que de día su garbo
nos viene luciendo,
¿no estuviera mejor agachado
en otro agujero?»
¡Oh qué pocos autores tomamos
este buen consejo!
Siempre damos a luz, aunque malo
cuanto componemos,
y tal vez fuera bien sepultarlo;
pero ¡ay, compañeros!
Más queremos ser públicos sapos
que ocultos mochuelos.
Hay pocos que den sus obras a luz con aquella desconfianza y temor que debe todo escritor que no esté poseído de vanidad. | es |
Pardo_García,Germán | <XXI | Las_Heridas | ¡La herida de la luz sobre la frente
se nubla y en su eclipse hay un instante
en que torna a fulgir perseverante,
más honda cada vez, más resistente!
¡El filo del puñal es más clemente!
¡En las selvas el tigre avasallante
nos pudiera indultar! ¡Pero el diamante,
ay, qué furor a un golpe equivalente!
¡Yo me frustro y mi cuerpo atravesado
por la luz cenital, tuerce el camino
cada vez que me siento fascinado
por unas claridades que imagino
surgir de lo profundo del costado
lleno de estrellas del Rencor Divino! | es |
Gutiérrez_Nájera,Manuel | <XXI | Hojas_Secas | ¡En vano fue buscar otros amores!
¡En vano fue correr tras los placeres,
que es el placer un áspid entre flores,
y son copos de nieve las mujeres!
Entre mi alma y las sombras del olvido
existe el valladar de su memoria:
que nunca olvida el pájaro su nido
ni los esclavos del amor su historia.
Con otras ilusiones engañarme
quise, y entre perfumes adormirme.
¡Y vino el desengaño a despertarme,
y vino su memoria para herirme!
¡Ay, mi pobre alma, cuál te destrozaron
y con cuánta inclemencia te vendieron!
Tú quisiste amar ¡y te mataron!
Tú quisiste ser buena ¡y te perdieron!
¡Tanto amor, y después olvido tanto!
¡Tanta esperanza convertida en humo!
Con razón en el fuego de mi llanto
como nieve a la lumbre me consumo.
¡Cómo olvidarla, si es la vida mía!
¡Cómo olvidarla, si por ella muero!
¡Si es mi existencia lúgubre agonía,
y con todo mi espíritu la quiero!
En holocausto dila mi existencia,
la di un amor purísimo y eterno,
y ella en cambio, manchando mi conciencia,
en pago del edén, diome el infierno.
¡Y mientras más me olvida, más la adoro!
¡Y mientras más me hiere, más la miro!
¡Y allá dentro del alma siempre lloro,
y allá dentro del alma siempre expiro!
El eterno llorar: tal es mi suerte;
nací para sufrir y para amarla.
¡Sólo el hacha cortante de la muerte
podrá de mis recuerdos arrancarla! | es |
Martí,José | <XXI | Sin_Pompa_Falsa_¡Oh_Árabe!_Saludo | Sin pompa falsa ¡oh árabe! saludo
Tú libertad, tu tienda y tu caballo.
Como se ven desde la mar las cumbres
De la tierra, tal miro en mi memoria
Mis instantes felices: sólo han sido
Aquellos en que, a solas, a caballo
Vi el alba, salvé el riesgo, anduve el monte,
Y al volver, como tú, fiero y dichoso
Solté las bridas, y apuré sediento
Una escudilla de fragante leche.
Los hombres, moro mío,
Valen menos que el árbol que cobija
Igual a rico y pobre, menos valen
Que el lomo imperial de tu caballo.
Sombra da el árbol, y el caballo asiento:
El hombre, como el guao,
Padre a los que se acogen a su sombra.
Oh, ya no viene el verso cual solía
Corno un collar de rosas, o a manera
De caballero de la buena espada
Toda de luz vestida la figura:
Viene ya corno un buey, cansado y viejo
De halar de la pértiga en tierra seca. | es |
Hernández,Miguel | <XXI | En_Este_Campo | En este campo
estuvo el mar.
Alguna vez volverá.
Si alguna vez una gota
roza este campo, este campo
siente el recuerdo del mar.
Alguna vez volverá. | es |
López_Meléndez,Teódulo | XXI | Escribo | Escribo
los signos
por mí colocados
en ese farol
de serenidad que espanta | es |
Martínez_de_la_Rosa,Francisco | <XXI | El_Árbol_De_La_Esperanza | Al pie nace de una cuna
El árbol de la esperanza;
Y al son del viento se mece,
Frágil cual trémula caña:
Sólo un instante por dicha
Manso el céfiro le halaga,
Que el cierzo helado lo seca,
Y el austro ardiente lo abrasa.
Crece, da vistosas flores,
Y el fruto rara vez cuaja:
Cual tierna flor del almendro,
Muere por nacer temprana.
Cuanto más alto se encumbra,
Más peligros le amenazan;
Como el cedro que descuella,
Los rayos del cielo llama.
Reposa el águila altiva
En su copa soberana;
Mientras insectos traidores
Están royendo su planta:
Hondas echa las raíces;
Lejos extiende sus ramas;
Y apenas da escasa sombra,
La Muerte su tronco tala. | es |
Bécquer,Gustavo_Adolfo | <XXI | Rima_Vii | Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
—¡Ay! —pensé—; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: «¡Levántate y anda!».
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
—¡Ay! —pensé—; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: «¡Levántate y anda!».
—¡Ay! —pensé—; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: «¡Levántate y anda!». | es |
Flórez,Julio | <XXI | Un_Cielo_Tan_Azul_Y_Un_Sol_Tan_Bello | Un cielo tan azul y un sol tan bello
como los de mi tierra colombiana,
tiene esta tierra, de la mía hermana:
Dios puso en ambas su divino sello.
Hoy que este emporio con mis plantas huello,
tan lejos de la ubérrima sabana
en que nací, ¿qué ansío, si aquí ufana
me da la gloria su mejor destello?
La hermosa Costa Rica su regazo
muelle me brinda, mi tristeza arropa
y me retiene con estrecho abrazo.
Y yo, lleno de orgullo y de alegría,
alzo, vibrante de emoción, mi copa
¡por esta patria y por la patria mía! | es |
Parra,Nicanor | <XXI | Yo_No_Digo_Que_Ponga_Fin_A_Nada | Yo no digo que ponga fin a nada
No me hago ilusiones al respecto
Yo quería seguir poetizando
Pero se terminó la inspiración.
La poesía se ha portado bien
Yo me he portado horriblemente mal.
Qué gano con decir
Yo me he portado bien
La poesía se ha portado mal
Cuando saben que yo soy el culpable.
¡Está bien que me pase por imbécil!
La poesía se ha portado bien
Yo me he portado horriblemente mal
La poesía terminó conmigo.
Qué gano con decir
Yo me he portado bien
La poesía se ha portado mal
Cuando saben que yo soy el culpable.
¡Está bien que me pase por imbécil!
La poesía se ha portado bien
Yo me he portado horriblemente mal
La poesía terminó conmigo.
La poesía se ha portado bien
Yo me he portado horriblemente mal
La poesía terminó conmigo. | es |
Jiménez,Juan_Ramón | <XXI | Riegan_Nuestro_Jardín._Huele_A_Violetas | Riegan nuestro jardín. Huele a violetas
aún. En el renovado laurel, el gorrión inicia
la Marsellesa.
¡Oh, qué delicia,
amigo, ser poetas
y esperar, como a un dios, a abril florido!
¡Trueque de almas y de cielos!
En los huevos del nido
del corazón, a la serena luz templada,
sentimos un moverse de polluelos,
entre un olor a lirio apetecido
y a rosa deseada.
¡Corazón perenal, laurel sin nombre, blando
sol del alma:
Viva la hora venidera!
... Bajo el arco que, afuera,
nos pone el agua azul de primavera,
la nidada, por dentro, está piando. | es |
Quevedo,Francisco | <XXI | Miré_Ligera_Nave | Miré ligera Nave,
Que con alas de lino en presto vuelo
Por el aire süave
Iba segura del rigor del Cielo,
Y de tormenta grave.
En los Golfos del Mar el Sol nadaba
Y en sus ondas temblaba;
Y ella, preñada de riquezas sumas,
Rompiendo sus cristales,
Le argentaba de espumas,
Cuando en furor iguales,
En sus velas los vientos se entregaron.
Y dando en un bajío,
Sus leños desató su mismo brío,
Que de escarmientos todo el Mar poblaron,
Dejando de su pérdida en memoria
Rotas jarcias, parleras de su historia.
En un hermoso prado
Verde Laurel reinaba presumido,
De pájaros poblado
Que, cantando, robaban el sentido
Al Argos del cuidado.
De verse con su adorno tan galana
La Tierra estaba ufana,
Y en aura blanda la adulaba el viento,
Cuando una nube fría
Hurtó en breve momento
A mis ojos el día;
Y arrojando del seno un duro rayo,
Tocó la Planta bella
Y juntamente derribó con ella
Toda la gala, Primavera y Mayo.
Quedó el suelo de verde honor robado,
Y vio en cenizas su soberbia el prado.
Vi, con pródiga vena
De parlero cristal, un Arroyuelo
Jugando con la arena,
Y enamorando de su risa al Cielo.
A la margen amena,
Una vez murmurando, otra corriendo,
Estaba entreteniendo;
Espejo guarnecido de esmeralda
Me pareció, al miralle,
Del prado, la guirnalda,
Mas abrióse en el valle
Una envidiosa cueva de repente;
Enmudeció el Arroyo,
Creció la oscuridad del negro hoyo,
Y sepultó recién nacida fuente,
Cuya corriente breve restauraron
Ojos, que de piadosos la lloraron.
Un pintado Jilguero,
Más ramillete que ave parecía;
Con pico lisonjero
Cantor del Alba, que despierta al día;
Dulce cuanto parlero
Su libertad alegre celebraba,
Y la paz que gozaba,
Cuando en un verde y apacible ramo,
Codicioso de sombra,
Que sobre varia alfombra
Le prometió un reclamo,
Manchadas con la liga vi sus galas;
Y de enemigos brazos
En largas redes, en nudosos lazos,
Presa la ligereza de sus alas,
Mudando el dulce, no aprendido canto,
En lastimero son, en triste llanto.
Nave tomó ya puerto;
Laurel se ve en el Cielo trasplantado,
Y de él teje corona;
Fuente, hoy más pura, a la de Gracia corre
Desde aqueste desierto;
Y pájaro, con tono regalado,
Serafín pisa ya la mejor zona,
Sin que tan alto nido nadie borre.
Así que el que a don Luis llora no sabe
Que, Pájaro, Laurel y Fuente y Nave
Tiene en el Cielo, donde fue escogido,
Flores y Curso largo y Puerto y Nido.
En un hermoso prado
Verde Laurel reinaba presumido,
De pájaros poblado
Que, cantando, robaban el sentido
Al Argos del cuidado.
De verse con su adorno tan galana
La Tierra estaba ufana,
Y en aura blanda la adulaba el viento,
Cuando una nube fría
Hurtó en breve momento
A mis ojos el día;
Y arrojando del seno un duro rayo,
Tocó la Planta bella
Y juntamente derribó con ella
Toda la gala, Primavera y Mayo.
Quedó el suelo de verde honor robado,
Y vio en cenizas su soberbia el prado.
Vi, con pródiga vena
De parlero cristal, un Arroyuelo
Jugando con la arena,
Y enamorando de su risa al Cielo.
A la margen amena,
Una vez murmurando, otra corriendo,
Estaba entreteniendo;
Espejo guarnecido de esmeralda
Me pareció, al miralle,
Del prado, la guirnalda,
Mas abrióse en el valle
Una envidiosa cueva de repente;
Enmudeció el Arroyo,
Creció la oscuridad del negro hoyo,
Y sepultó recién nacida fuente,
Cuya corriente breve restauraron
Ojos, que de piadosos la lloraron.
Un pintado Jilguero,
Más ramillete que ave parecía;
Con pico lisonjero
Cantor del Alba, que despierta al día;
Dulce cuanto parlero
Su libertad alegre celebraba,
Y la paz que gozaba,
Cuando en un verde y apacible ramo,
Codicioso de sombra,
Que sobre varia alfombra
Le prometió un reclamo,
Manchadas con la liga vi sus galas;
Y de enemigos brazos
En largas redes, en nudosos lazos,
Presa la ligereza de sus alas,
Mudando el dulce, no aprendido canto,
En lastimero son, en triste llanto.
Nave tomó ya puerto;
Laurel se ve en el Cielo trasplantado,
Y de él teje corona;
Fuente, hoy más pura, a la de Gracia corre
Desde aqueste desierto;
Y pájaro, con tono regalado,
Serafín pisa ya la mejor zona,
Sin que tan alto nido nadie borre.
Así que el que a don Luis llora no sabe
Que, Pájaro, Laurel y Fuente y Nave
Tiene en el Cielo, donde fue escogido,
Flores y Curso largo y Puerto y Nido.
Vi, con pródiga vena
De parlero cristal, un Arroyuelo
Jugando con la arena,
Y enamorando de su risa al Cielo.
A la margen amena,
Una vez murmurando, otra corriendo,
Estaba entreteniendo;
Espejo guarnecido de esmeralda
Me pareció, al miralle,
Del prado, la guirnalda,
Mas abrióse en el valle
Una envidiosa cueva de repente;
Enmudeció el Arroyo,
Creció la oscuridad del negro hoyo,
Y sepultó recién nacida fuente,
Cuya corriente breve restauraron
Ojos, que de piadosos la lloraron.
Un pintado Jilguero,
Más ramillete que ave parecía;
Con pico lisonjero
Cantor del Alba, que despierta al día;
Dulce cuanto parlero
Su libertad alegre celebraba,
Y la paz que gozaba,
Cuando en un verde y apacible ramo,
Codicioso de sombra,
Que sobre varia alfombra
Le prometió un reclamo,
Manchadas con la liga vi sus galas;
Y de enemigos brazos
En largas redes, en nudosos lazos,
Presa la ligereza de sus alas,
Mudando el dulce, no aprendido canto,
En lastimero son, en triste llanto.
Nave tomó ya puerto;
Laurel se ve en el Cielo trasplantado,
Y de él teje corona;
Fuente, hoy más pura, a la de Gracia corre
Desde aqueste desierto;
Y pájaro, con tono regalado,
Serafín pisa ya la mejor zona,
Sin que tan alto nido nadie borre.
Así que el que a don Luis llora no sabe
Que, Pájaro, Laurel y Fuente y Nave
Tiene en el Cielo, donde fue escogido,
Flores y Curso largo y Puerto y Nido.
Un pintado Jilguero,
Más ramillete que ave parecía;
Con pico lisonjero
Cantor del Alba, que despierta al día;
Dulce cuanto parlero
Su libertad alegre celebraba,
Y la paz que gozaba,
Cuando en un verde y apacible ramo,
Codicioso de sombra,
Que sobre varia alfombra
Le prometió un reclamo,
Manchadas con la liga vi sus galas;
Y de enemigos brazos
En largas redes, en nudosos lazos,
Presa la ligereza de sus alas,
Mudando el dulce, no aprendido canto,
En lastimero son, en triste llanto.
Nave tomó ya puerto;
Laurel se ve en el Cielo trasplantado,
Y de él teje corona;
Fuente, hoy más pura, a la de Gracia corre
Desde aqueste desierto;
Y pájaro, con tono regalado,
Serafín pisa ya la mejor zona,
Sin que tan alto nido nadie borre.
Así que el que a don Luis llora no sabe
Que, Pájaro, Laurel y Fuente y Nave
Tiene en el Cielo, donde fue escogido,
Flores y Curso largo y Puerto y Nido.
Nave tomó ya puerto;
Laurel se ve en el Cielo trasplantado,
Y de él teje corona;
Fuente, hoy más pura, a la de Gracia corre
Desde aqueste desierto;
Y pájaro, con tono regalado,
Serafín pisa ya la mejor zona,
Sin que tan alto nido nadie borre.
Así que el que a don Luis llora no sabe
Que, Pájaro, Laurel y Fuente y Nave
Tiene en el Cielo, donde fue escogido,
Flores y Curso largo y Puerto y Nido. | es |
Huerta,Efraín | <XXI | Y,_Desdichada,_Hallarte_Vibrante_De_Violetas | Y, desdichada, hallarte vibrante de violetas,
celeste, submarina, subterránea,
ahijada de las nubes,
sobrina del oleaje,
madre de minerales
y vegetales de oro,
universal, florida,
jugosa como caña
y ligera de brisas
y cánticos de seda.
Desdichada penumbra al encontrarte
negándose tu cuerpo a mi deseo,
dándose al día siguiente,
circulando en el aire que respiro,
diseñando mi vida,
mi agonía
y mi muerte sencilla,
y mi futura muerte
entre los muertos.
Ah tu cordial miseria de caricias,
el gesto amargo de tus manos
y la rebelde fuga de tu piel,
cómo me decepcionan,
me castigan y ahogan,
hembra de plata líquida,
insobornable y mía.
Y tu noche de gritos y gemidos,
alimentando vida, creando luz,
provocando sudor, melancolía,
amor y más amor desfallecido,
tumultos de palabras,
mi desdichada niña,
olvidándote, sí, casi perdiéndote
en el ruido de torsos y sollozos.
Pero siendo destino, siendo gloria
tus cabellos castaños, tus miradas
y tus feas rodillas de suave juventud. | es |
Darío,Rubén | <XXI | Yo_Persigo_Una_Forma... | Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,
botón de pensamiento que busca ser la rosa;
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
el abrazo imposible de la Venus de Milo.
Adornan verdes palmas el blanco peristilo;
los astros me han predicho la visión de la Diosa;
y en mi alma reposa la luz como reposa
el ave de la luna sobre un lago tranquilo.
Y no hallo sino la palabra que huye,
la iniciación melódica que de la flauta fluye
y la barca del sueño que en el espacio boga;
y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente,
el sollozo continuo del chorro de la fuente
y el cuello del gran cisne blanco que me interroga. | es |
Pombo,Rafael | <XXI | Sorprendida_In_Fraganti_Cayó_La_Pulga_Un_Día | Sorprendida in fraganti cayó la pulga un día,
Y cuando entre uña y uña llegó su hora fatal,
Dijo al verdugo, en tono que a un tigre amansaría:
«¡Perdóname, perdóname! ¡te hice tan poco mal!»
—«Es cierto, —él le responde—, tu picadura es leve,
Mas no por eso esperes mitigue mi rigor;
Muy poco mal me hiciste, mas ello se te debe
A que te era imposible hacérmelo mayor». | es |
Villaurrutia,Xavier | <XXI | Todo_Lo_Que_La_Noche | Todo lo que la noche
dibuja con su mano
de sombra:
el placer que revela,
el vicio que desnuda.
Todo lo que la sombra
hace oír con el duro
golpe de su silencio:
las voces imprevistas
que a intervalos enciende,
el grito de la sangre,
el rumor de unos pasos
perdidos.
Todo lo que el silencio
hace huir de las cosas:
el vaho del deseo,
el sudor de la tierra,
la fragancia sin nombre
de la piel.
Todo lo que el deseo
unta en mis labios:
la dulzura soñada
de un contacto,
el sabido sabor
de la saliva.
Y todo lo que el sueño
hace palpable:
la boca de una herida,
la forma de una entraña,
la fiebre de una mano
que se atreve.
¡Todo!
circula en cada rama
del árbol de mis venas,
acaricia mis muslos,
inunda mis oídos,
vive en mis ojos muertos,
muere en mis labios duros. | es |
Diego,Eliseo | <XXI | Tira_De_Tu_Carrito | Tira de tu carrito,
hálalo y llevalo contigo adonde
aquel sol tan bonito
corriendo se te esconde
y a la luna la deja que nos ronde.
Que nos ronde la luna
con su lívida cara de payaso
y nos lleve una a una
las horas, y de paso
nos deje así a los dos a tiempo raso.
Ya no eres más un niño
ni el dueño yo de ocultas maravillas
y tiembla mi cariño
de ver que las orillas
de la noche se acercan a hurtadillas.
íOh tira de tu carro
y llévalo contigo al fin del día,
en tanto yo me agarro
con que ciega porfía
de un tenue rayo de la luna fría! | es |
Barba_Jacob,Porfirio | <XXI | Y_Mi_Mano_Sacrílega_Se_Tiñe | Y mi mano sacrílega se tiñe
de tu sangre, ¡oh Imali, oh vestal mía!
Mas no fue mi ternura, fue un furor...
Si de nuevo, a mis ojos resurrecta,
te pudiese inmolar, te inmolaría.
¿Ya ves, oh Imali, que no fue mi amor?
Gozoso aún y pávido y tremente,
hui a la sombra, la cerrada sombra
que en su mudez acoge las iras y los vértigos.
¡Un hueco en tus entrañas, tierra dura!
¡Soledad, un refugio en tus entrañas!
¡Tu ojo sin vista, lobreguez impura!
Mas la sangre fluía. en chorros de carbunclos.
Ante el cadáver lívido, sin blandones, sin túmulo,
todo estaba sangriento.
—"Asesino", "Asesino" —susurraba y se iba el viento.
En los prados del monte fueron crimen mis huellas.
Como vírgenes desoladas
me bañaron de llanto las estrellas.
En las playas de luz mojadas
di un alarido al ver el mar que hervía;
y huyendo en pos, en pos de la noche que huía,
me ensangrentó la sangre horrible del alba del día.
—"Asesino", "Asesino" —susurraba y se iba el viento.
Y los pastores me negarían sus cabañas.
Las rocas me aplastarían en sus entrañas.
La paz es mi enemigo violento
y el amor mi enemigo sanguinario.
¿Y a qué tu sombra, oh noche del lúbrico ardimiento,
si entre mi corazón ardía el tenebrario?
Viajó mi alma en íntimas pasiones
de Cristos coronados de congojas;
¡el pudor!, ¡el honor entre sayones!
Fui rosa negra de mil rosas rojas
del vicio en las ocultas floraciones...
Mas el azul a mi dolor heroico
abrió su abismo de fulgencias puras,
soles remotos, nébulas, centellas
y estuve opreso por las lumbres de ellas
del hilo de oro de! collar del día;
y un anhelar de espacio dio sus alas
a mi desconcertada poesía.
En la lluvia de gotas de mi sangre,
tras el velo irisado de mis lágrimas,
—vago sueño— sus brumas deshacía,
—vago sueño— mi vaga Acuarimántima. | es |
Villaespesa,Francisco | <XXI | Sara_Es_Viciosa._Su_Pupila_Oscura | Sara es viciosa. Su pupila oscura
de incitantes promesas es venero...
Bebe como un tudesco, y fuma y jura
con el canalla argot de un marinero.
Su placer es violento. Besa, muerde
y grita, y al final de la batalla,
muere su voz y hasta la vista pierde
y en nerviosos ataques se desmaya.
¡Oh, jilguero embriagado de alegría,
nadie te vio llorar!... ¡Tan sólo un día
furtivo llanto se asomó a tus ojos
y tu mirada se perdió en el cielo,
viendo dos hilos de tu sangre rojos
temblando en la blancura de un pañuelo!... | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | No_Me_Digas_Que_Te_Quiera | No me digas que te quiera,
que ayer dijiste lo mismo
al brezo y la madreselva.
Pierdes el tiempo conmigo:
a mis estrellas de nieve
no le hacen falta tus trinos.
Y, aunque sin alas me quede,
no encontrarás en mis brazos
una rama que te espere.
Sé lo que vienes buscado:
lucir tu traje de noche
sobre mis hombros nevados.
No son, mirlo, tus canciones
las que verán mi desnudo
desabrochado de flores.
Antes me quede sin fruto
que inmolar mis risas blancas
a pico tan inseguro.
Sigue a mentir en volandas
a otros árboles lejanos
que crean en tus palabras.
En mi no vengas buscando
amor para un alto nido.
Ni pretendas que te quiera,
que ayer dijiste lo mismo
al brezo y la madreselva. | es |
Coronado,Carolina | <XXI | Y_Llévame_Contigo_A_Tu_Morada | ¡Qué abatida estará, Señor, mi vida
cuando no te consagro ni un acento!
¡Qué hundido debe estar mi pensamiento
cuando así te abandona, así te olvida!
Preséntasme la tierra florecida,
resplandeciente en lumbre el firmamento,
y en vez de bendecirte y celebrarte
bajo los ojos para no mirarte.
Gran pesar no sufrí, padre divino;
ningún dolor agudo el alma llora;
pero más me entristezco, hora por hora
conforme voy andando mi camino:
ni sé si es bueno o malo mi destino,
ni advierto si se agrava o se mejora;
sólo sé que el vivir menos agrada
cuanto más adelanto en la jornada.
No he perdido la fe, que mucho creo;
no me hirieron, Señor, los desengaños,
ni presa fui de pérfidos amaños,
ni juguete de loco devaneo;
yo no tengo ambición, nada deseo,
es mi existencia juveniles años,
pero triste; Señor, muy triste estoy,
puesto que ni mi canto ya te doy.
¡Ay! Cuando siento del fecundo mayo
el vaporoso y caldeado ambiente
jugar con mis melenas blandamente,
te quisiera cantar, pero en desmayo
melancólico abísmase la mente,
y como herida por amante rayo
las lágrimas se agrupan a mis ojos
y hasta la luz del sol me causa enojos.
Luego las plantas pienso que suspiran,
paréceme que el río se lamenta,
y la vida a mis ojos se presenta
llena de sombras que dolientes giran...
y yo no sé por qué, miedo me inspiran,
y no sé que aflicción me desalienta,
pero tiendo los brazos y te digo
señor, señor, ¡ay! llévame contigo.
Tal vez, Señor, el porvenir me inquieta
porque nací mujer y soy cobarde,
y tal vez en las brisas de la tarde
me anuncia el porvenir mi ángel profeta.
Triste será el de la mujer poeta,
mas ora el bien, ora el dolor me aguarde,
mejor quisiera que con brazo amigo
me quisieras llevar, Señor, contigo.
Aquí la turbación, aquí el gemido,
aquí la guerra, aquí los hondos males
tienen reinado eterno, y siempre iguales
los tiempos han de ser a los que han sido;
señor, y allá el descanso apetecido,
allá la paz, los goces celestiales
me convidan, si quieres santo amigo
para siempre llevarme allá contigo.
Allá en la noche hay sol, no acaba el día,
siempre es abril para los ricos prados,
y por aquellos huertos regalados
sólo la flor de la virtud se cría:
el odio, la ambición, la tiranía
no existe en tus dominios dilatados;
los hombres a los hombres no asesinan,
la virtud y el amor allí germinan.
Allá en la fuente de la fija ciencia
beberé hasta saciar mi gran deseo,
conoceré el error de Ptolomeo,
me reiré de la humana suficiencia;
sabré quién escribió la alta sentencia
que hundió al egipcio y destruyó al hebreo,
qué ilumina las cumbres de Sodoma,
derriba a Grecia y aniquila a Roma.
Sabré mejor que el sabio más profundo
de la historia del orbe tantos hechos,
porque en los pobres libros contrahechos
mientras estudio más, más me confundo;
penetraré las leyes de este mundo,
la esencia de los seres, sus derechos,
lo que son, lo que fueron, lo que esperan
nacidos, por nacer, y cuando mueran.
Sabré por qué tu espíritu se esconde,
por qué rodar nos haces en la esfera,
qué pretendes hacer con tal carrera,
y cómo nos impulsas y hacia dónde:
por qué girar al sol nos corresponde,
por qué su luz la luna reverbera,
por qué tienes volcanes encendidos,
por qué tienes los mares extendidos.
Por qué al par de Jesús nace Mahoma,
por qué alientas entrambas religiones,
por qué arde entre diversas oraciones
y en diferente altar distinto aroma:
qué das al que la cruz sagrada toma,
del de la media luna qué dispones,
quiénes te desconocen o te entienden
quiénes los que te adoran o te ofenden.
Allá sabré también por qué nacimos
débiles y sencillas las mujeres,
y si el premio de tantos padeceres
habremos de lograr cuando morimos.
Allá sabré si destinadas fuimos
al duro yugo de los otros seres,
y si has dispuesto tú las leyes graves
que no puedo decir y que tú sabes.
Allá sabré también por qué deliro,
y la oculta razón de mi tristeza;
por qué abrasada siento mi cabeza,
por qué lloro, Señor, por qué suspiro,
por qué cuando tu hermoso cielo miro
ansiosa de tu gloria y tu grandeza,
olvido de la tierra cuanto amo
y llévame contigo, Señor, clamo.
Si comparando el mundo, éste de penas,
su injusticia, su error, nuestras pasiones
con el bello existir de esas regiones
pacíficas, hermosas y serenas,
anhelamos romper nuestras cadenas,
elevamos a ti los corazones,
y de tus brazos al paterno abrigo
me quiero refugiar yendo contigo.
Si quiero descansar, hallar consuelo,
quiero verte, Señor, yo no vacilo;
¿dónde hallaré más dulce y más
tranquilo
amor, y más placeres que en el cielo?
o si te place mi virgíneo velo,
si digna soy de tu celeste asilo,
no me dejes aquí desconsolada
y llévame contigo a tu morada. | es |
Bolaño,Roberto | <XXI | Guiraut_Sentado_En_El_Patio_De_La_Taberna | Guiraut Sentado en el patio de la taberna
Las piernas cruzadas Has salido para digerir
contemplando el cielo Los tejados grises
Las chimeneas humeantes de los primeros días invernales
Las niñitas rubias morenas pelirrojas Jugando | es |
Ory,Carlos_Edmundo_de | <XXI | Sólo_Se_Oye_La_Lluvia | Sólo se oye la lluvia
Cómo besa
Con sus bocas sedientas
Los ojos de la tierra
¡Sólo se oye la lluvia
Como una extraña queja!
Silencio tú te mojas | es |
Buesa,José_Ángel | <XXI | Tal_Vez_Guardes_Mi_Libro_En_Alguna_Gaveta | Tal vez guardes mi libro en alguna gaveta,
sin que nadie descubra qué relata su historia,
pues serán simplemente, los versos de un poeta,
tras arrancar la página de la dedicatoria...
Y pasarán años... Pero acaso algún día,
o acaso alguna noche que estés sola en tu lecho,
abrirás la gaveta —como una rebeldía,
y leerás mi libro— tal vez como un despecho.
Y brotará un perfume de una ilusión suprema
sobre tu desencanto de esposa abandonada.
Y entonces con orgullo, marcarás la página...
Y guardarás mi libro debajo de la almohada. | es |
Subsets and Splits