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---|---|---|---|---|
López_Velarde,Ramón | <XXI | Nuestras_Vidas_Son_Péndulos | ¿Dónde estará la niña
que en aquel lugarejo
una noche de baile
me habló de sus deseos
de viajar, y me dijo
su tedio?
Gemía el vals por ella,
y ella era un boceto
lánguido: unos pendientes
de ámbar, y un jazmín
en el pelo.
Gemían los violines
en el torpe quinteto...
E ignoraba la niña
que al quejarse de tedio
conmigo, se quejaba
con un péndulo.
Niña que me dijiste
en aquel lugarejo
una noche de baile
confidencias de tedio:
dondequiera que exhales
tu suspiro discreto,
nuestras vidas son péndulos...
Dos péndulos distantes
que oscilan paralelos
en una misma bruma
de invierno. | es |
Segarra,Iván | XXI | Serás | Me contó el rocío
que hoy tú serías mío.
Me dijeron las estrellas
que te buscara para amarte.
Me dijo la luna negra
que se desvistieron nuestros poros;
juntos para amarse.
Me dijo la luna blanca
que entre el eco y el río
yo nací para amarte.
Me contó el rocío
que tú no serías mío.
Me despertó la tristeza al verse
en la otra orilla del río...
me condenó tu mundo
cuando le conté
que yo nací para amarte.
¡Que se vayan todos al infierno,
tú serás para mí,
porque yo nací para amarte!
Me contó el rocío
que tú no serías mío.
Me despertó la tristeza al verse
en la otra orilla del río...
me condenó tu mundo
cuando le conté
que yo nací para amarte.
¡Que se vayan todos al infierno,
tú serás para mí,
porque yo nací para amarte! | es |
Alzugaray,Juan_Leandro | XXI | Cada_Noche,_Mi_Amor | Cada noche, mi amor,
me dedico a desnudarte
lentamente...
Tu ropa,
esa funda inútil
que aleja tu piel de mi piel,
va desapareciendo prenda por prenda
hasta no quedar nada que estorbe el contacto,
que impida quemarme con tu calor...
Entonces, solo entonces,
me acuesto con tu ausencia
a la que a veces incluso,
perdóname,
le doy forma de mujer. | es |
Neruda,Pablo | <XXI | Oración | Carne doliente y machacada,
raudal de llanto sobre cada
noche de jergón malsano:
en esta hora yo quisiera
ver encantarse mis quimeras
a flor de labio, pecho y mano,
para que desciendan ellas
—las puras y únicas estrellas
de los jardines de mi amor—
en caravanas impolutas
sobre las almas de las putas
de estas ciudades del dolor.
Mal del amor, sensual laceria:
campana negra de miseria:
rosas del lecho de arrabal,
abierto al mal como un camino
por donde va el placer y el vino
desde la gloria al hospital.
En esta hora en que las lilas
sacuden sus hojas tranquilas
para botar el polvo impuro,
vuela mi espíritu intocado,
traspasa el huerto y el vallado,
abre la puerta, salta el muro;
y va enredando en su camino
el mal dolor, el agrio sino,
y desnudando la raigambre
de las mujeres que lucharon
y cayeron
y pecaron
y murieron
bajo los látigos del hambre.
No sólo es seda lo que escribo:
que el verso mío sea vivo
como recuerdo en tierra ajena
para alumbrar la mala suerte
de los que van hacia la muerte
como la sangre por las venas.
De los que van desde la vida
rotas las manos doloridas
en todas las zarzas ajenas:
de los que en estas horas quietas
no tienen madres ni poetas
para la pena.
Porque la frente en esta hora
se dobla y la mirada llora
saltando dolores y muros:
en esta hora en que las lilas
sacuden sus hojas tranquilas
para botar el polvo impuro. | es |
Pombo,Rafael | <XXI | Las_Amenazas | —A que te muerdo, ¡Chivo!
—A que te embisto, ¡Perro!
—¡Ah! fue chanza, compadre,
Los dos no reñiremos.
Así a la gente asustan
Muchos presuntos héroes
Que resultan compadres
En parándoles seco. | es |
Blanco,Andrés_Eloy | <XXI | Yo_Busqué_La_Armonía_De_Mi_Verso_En_El_Prado | Yo busqué la armonía de mi verso en el prado,
en el monte, en el mar y en la sabana
unidos en mi Canto, la Espiga y el Arado
forman la apoteosis de la fe ciudadana.
Yo he soñado mi Patria en la aureola
de un inmenso trigal aprisionada,
meciéndose infantil junto a la ola
y encanecida al beso de la Sierra Nevada;
y al Orinoco de fragor de fragua
le vi temblar en oro el flanco rubio
que azota las llanuras con sus mil colas de agua,
caimán del llano que abortó el Diluvio.
Y en una elevación hacia la gloria,
con ágiles vaivenes de saludo,
subieron las espigas a un altar de victoria,
para dorar las crines al corcel del Escudo.
Yo siento en esta hora
de luz, un temblor santo;
entro por la campiña, delirante de aurora,
pidiendo la emoción de un nuevo canto.
Y oigo la voz de Dios en mi camino:
—Yo soy el viejo Labrador Divino;
son enjambre de soles mis cuadrigas;
labré el eterno Cosmos ignorado,
y ardió bajo la fuerza de mi Arado
la luz del Mundo como un haz de espigas! | es |
León,Encarna | XXI | Tienes_En_La_Mirada | TIENES en la mirada
un ángel de inocencia,
y es él, el que me lleva
a compartirlo todo,
a donar en la entrega
imprevisible don.
Tus ojos me han llamado
a espacios infinitos
donde la huella hiende
magistrales caminos.
Ya bordan mi alegría
con hilos de esperanza,
mis ojos hoy se nutren
de su luz y su vida,
conocen el sendero
que su música expande.
Tienes en la mirada
un ángel de inocencia,
a quien deseo acunar
con mis templados labios
y retener por siempre
su mensaje de niño. | es |
Nervo,Amado | <XXI | Yo_Soy_La_Movediza_Perenne;_Nunca_Dura | Yo soy la movediza perenne; nunca dura
en mi una forma; pronto mi ser se transfigura,
y ya entre guijas de ónix cantando peregrino,
ya en témpanos helados detengo mi camino,
ya vuelo por los aires trocándome en vapores,
ya soy iris en polvo de todos los colores,
o rocío que asciende, o aguacero que llueve...
Mas Dios también me ha dado la albura de la nieve,
la albura de la nieve enigmática y fría
que cae de los cielos como una eucaristía,
que por los puntiagudos techos resbala leda
y que cuando la pisan cruje como la seda.
Cayendo silenciosa, de blanco al mundo arropo.
Subí, vapor, a lo alto, desciendo al suelo, copo;
subí gris de los lagos que la quietud estanca,
y bajo blanca al mundo... ¡Oh qué bello es ser blanca!
¿Por qué soy blanca? En premio al sacrificio mío,
porque tirito para que nadie tenga frío,
porque mi lino todos los fríos almacena
¡y dios me torna blanca por haber sido buena!
¿Verdad que es llevadera la palma del martirio
así? Yo caigo como los pétalos de un lirio
de lo alto, y no pudiendo cantar mi canción pura
con murmurios de linfa, la canto con blancura.
La blancura es el himno más hermoso y más santo;
ser blanca es orar; siendo yo, pues, blanca, oro y canto.
Ser luminosa es otro de los cantos mejores:
¿No ves que las estrellas salmodian con fulgores?
Por eso el rey poeta dijo en himno de amor:
El firmamento narra la gloria del Señor.
Se tú como la Nieve que inmaculada llueve
Y yo clamé: —¡Alabemos a Dios, hermana Nieve! | es |
Muñiz,Lucía | XXI | Tu_Cuerpo_Es_Una_Vasija_De_Éxtasis | Tu cuerpo es una vasija de éxtasis
en mis manos de orfebre
yo te recorro vacilante
con el temor a los caminos inciertos
saboreando tus gemidos,
en el silencio, dispersos
mientras tu piel se abre en delicias prohibidas
le doy forma final a tu figura
y en medio de la noche humeda
te enciendes
te quiebras
y estallas
empapado de ternura | es |
Borges,Jorge_Luis | <XXI | La_Nieve_De_Nortumbria_Ha_Conocido | La nieve de Nortumbria ha conocido
y ha olvidado la huella de tus pasos
y son innumerables los ocasos
que entre nosotros, gris hermano, han sido.
Lento en la lenta sombra labrarías
metáforas de espadas en los mares
y del horror que mora en los pinares
y de la soledad que traen los días.
¿Dónde buscar tus rasgos y tu nombre?
Esas son cosas que el antiguo olvido
guarda. Nunca sabré cómo habrás sido
cuando sobre la tierra fuiste un hombre.
Seguiste los caminos del destierro;
ahora sólo eres tu cantar de hierro. | es |
Díaz_Mirón,Salvador | <XXI | Mientras_Haya_En_Ciudad_Y_Cortijo | Mientras haya en ciudad y cortijo
gallineros que ostenten su rijo;
y por calles, y en lúbricos tratos,
ardentías de perros o gatos;
y en el aire y el muro y el suelo
moscas tiernas, a pares, en celo;
mi librillo en palacios y chozas
ha de ser inocente a las mozas.
Pero quise pecar de discreto;
Y en extraño y heroico soneto
Dejo dicho a mis trovas que apiñas:
¡«respetad el pudor de las niñas»!
Por «Idilio» y «Avemus», y acaso
algún otro desliz en el paso,
Lo demás, que no funda querellas,
¡Sufrirá privación de doncellas!
A las chicas ofreces lectura
de un primor: la Sagrada Escritura.
Y Sodoma con fieros priapismos
Amagando a los ángeles mismos
Que se libran merced a un encanto?
Y las hijas de Lot? Y el Rey Santo,
Betsabé y el cadáver de Urías?
Y Tamar con Amnán? — Fruslerías!
¡Ay! Las cosas en sí quedan lejos.
Sólo dan al sensorio reflejos.
En mí el Cosmos intima señales
Y es un haz de impresiones mentales.
Pero cunde al través de una lente
Comba y tinta y jamás indolente,
Que perturba en la imagen virgínea
El matiz, el calor y la línea.
¿Qué cristal el que filtra y altera?
Pues mi humor peculiar, mi manera.
Para mí, por virtud de objetivo,
todo existe según lo percibo.
Y el tamiz proporciona elemento
Propio y lírico al gayo talento,
y es quien pone carácter y timbre,
novedad y valor a la urdimbre.
Pese a ti, lo real no anda fuera,
sino en sellos del alma, y espera
que facundia o cincel, brocha o pluma,
tornen diáfano el cerco de bruma
Externarse con metro gallardo
Y en fiel copia es el triunfo del bardo.
La mentira es la muerte y la escoria.
La verdad es la vida y la gloria.
Cuando pugno en las bregas del arte
Por verter en trasunto una parte
Del caudal que atesoro por dentro,
Y en las voces hurañas encuentro
la precisa expresión y el buen giro
¡que alborozo y que orgullo respiro!
¡Cuan mi alegra y ufana el acierto!
¡Un oasis hallado al desierto!
¿La moral? ¡Es el ara divina!
Mas escúchame, piensa y atina.
Una cosa en la práctica es fiemo,
es horror, ese feísimo extremo;
Pero exacta en la intensa pintura,
Resplandece magnífica y pura,
Si allí el vate no insufla malicia,
Sino un grito a la eterna justicia!
¿Que la nota poluta y la torva
Vibran mucho en el son de mi tiorba?
En el mundo lo dulce y lo claro
Son, por ley de la suerte, lo raro.
¿Cómo hacerlos aquí lo frecuente?
No: la cámara obscura no miente.
Además: la tragedia sublime
Es piedad y terror, sangra y gime!
Forma es fondo; y el fausto seduce
Si no agranda y tampoco reduce.
Que un estilo no huelgue ni falte,
¡Por hincar en un yerro un esmalte!
Que la veste resulte ceñida
Al rigor de la estrecha medida,
Aunque muestre, por gala o decoro,
Opulencias de raso y de oro.
¿Que repulsas mi código? Basta.
La bandera, prendida en el asta
Y undulando a las rachas supremas,
Luce y riza colores y lemas;
Y debajo a que nadie los toque,
Y blandiendo flamígero estoque,
Una musa de fuerza y de gracia
Yergue a sol su hermosura y su audacia! | es |
Altolaguirre,Manuel | <XXI | Noche | Las tinieblas escuchan
el clamor del abismo,
la tremenda garganta
del dolor infinito.
Y se enternecen más
sobre los precipicios;
oscuridades anchas
bajo las que vivimos,
aires negros que son
montañas de suspiros,
blandos como el aliento
de los recién nacidos.
Consoladora noche,
y madre que es toda oídos,
para las quejas hondas,
para los altos gritos. | es |
Morales,Rafael | <XXI | Es_La_Noble_Cabeza_Negra_Pena | Es la noble cabeza negra pena,
que en dos furias se encuentra rematada,
donde suena un rumor de sangre airada
y hay un oscuro llanto que no suena.
En su piel poderosa se serena
su tormentosa fuerza enamorada
que en los amantes huesos va encerrada
para tronar volando por la arena.
Encerrada en la sorda calavera,
la tempestad se agita enfebrecida,
hecha pasión que al músculo no altera:
es un ala tenaz y enardecida,
es un ansia cercada, prisionera,
por las astas buscando la salida. | es |
Castañeda_Aragón,Gregorio | <XXI | No_Cierren_La_Puerta | No cierren la puerta,
que abierta ha de estar.
Dejen que entre el aire,
déjenlo pasar.
Dejen que entre el agua,
déjenla llegar.
Te daré una estrella,
la estrella polar.
Y nieve de espuma
con sol y con sal.
Con sal de las olas,
con sol de la mar.
Cuando iba el velero
mar adentro allá...
entre cielo y agua
te parió mamá.
Se puso en las cuerdas
el viento a cantar.
Tu padre en las redes
te meció al pescar.
Grumete, primero,
luego capitán,
tendrás un balandro
para ir por la mar.
Quiero que te duermas,
que hay que madrugar
a ver las gaviotas
volando volar.
A darles su almuerzo
de migas de pan.
Rosa de los vientos,
oro de fanal,
buen marinerito,
lobezno de mar,
que comes arenques
y atún sin ahumar.
Cuando grande seas,
que un día serás,
te irás —¡quién lo duda!—
solito a viajar,
y mamá la vieja
se pondrá a cantar,
a cantar canciones
que tú ya no oirás,
con nieve de espuma,
con sol y con sal,
con sal de las olas,
con sol de la mar... | es |
Bello,Andrés | <XXI | Si_Es_Humilde_Homenaje,_Si_Es_Tardío | Si es humilde homenaje, si es tardío,
encantadora Julia, el que te envío,
perdona a la aflicción, perdona al duelo
en que abrumó mi corazón el cielo.
Tú supiste la causa de mi lloro,
y también la lloraste, lo aseguro,
que, de cuanto es amable, y tierno, y puro,
tu pecho es el santuario y el tesoro.
Como tu padre en ti se goza y place,
tal me gozaba yo, tal me placía
en la que ahora helado polvo yace,
presa inmatura de la Parca impía.
Tú sabes qué celajes de esperanza,
tal vez a un padre el porvenir figura;
celajes ¡ay! que en súbita mudanza,
se me tornaron luego sombra oscura.
Pues, en ese horizonte arrebolado,
hoy a mis ojos, noche opaca y triste,
verte me parecía, y a tu lado,
la que para su padre ya no existe.
Creíla a conocerte destinada;
y si permites, Julia, que lo diga,
creíla de tus prendas adornada,
merecedora de llamarte amiga.
No quiso que lo fuese, concederme
el cielo; a mi ternura arrebatola,
y a tu cariño; muda, yerta, sola,
mi hija querida en el sepulcro duerme.
Que así tu tierno corazón lastime,
perdona. ¿Puede dar dulces acentos
un alma que, en dolor profundo, gime?
De ayes sólo es capaz, y de lamentos.
Colgué en un árbol mustio de la selva
mi destemplada lira envuelta en luto;
y si me pides que a pulsarla vuelva,
¿cómo negarte, Julia, este tributo?
¡Feliz, si la memoria que grabada
llevo, le vale, y Julia lo recibe,
y el nombre de mi Anita malograda,
que pongo en él, su bella mano escribe;
Y en este libro, en que, con larga vena,
derrama sus halagos, Poesía,
le da lugar, y lúgubre elegía
entre armoniosos cantos, no disuena!
Sí, le darás lugar; no el que se debe
al noble ingenio, al inspirado numen
(tanto mis toscos versos no presumen),
sino, en secreta hoja, espacio breve.
Así tal vez en un recinto ameno,
brillan a competencia Arte y Natura;
el aire está de mil aromas lleno;
onda argentina acá y allá murmura.
Entre marmóreos arcos, se divisa
bello pensil de espléndidos colores;
y en torno de la ninfa que lo pisa,
brotan del suelo enamoradas flores;
Y en una parte solitaria, inculta,
do apenas lleva el aura silenciosa
ecos lejanos, débiles, oculta
un sauce llorador funérea losa. | es |
Barba_Jacob,Porfirio | <XXI | Y_Fui_Después_Un_Numen_Transitorio | Y fui después un numen transitorio,
sombra y canción en la embriagante tierra,
un sino raro y un deleite raro.
Ya el crepúsculo estivo el día cierra
y lejos brilla un tenebroso faro.
La dama de cabellos encendidos
fecunda con mi sangre sus huertos prohibidos.
Y una inquietud frenética y gozosa
mi paz, mi sueño, mi vigor consume,
y un huracán mi plenitud doblega.
¡Soy esa sombra que cruzó el camino,
en sangre tinta
de lujuria ciega!
Soy esa sombra pávida, cautiva
de un gran misterio en el Misterio oculto.
Huella la flor azul pata lasciva
de cabrón negro, y el divino himnario
sella Satán con sellos de su culto.
Mi pena errante con mi vino loco
en el turbión del vicio la sepulto.
Soy huésped de garitos y tabernas.
Disputo al "puede ser" un pan ingrato;
y dejo que mi carne, ruïn loba
de lúgubres anhelos arrecida,
se me abandone al logro del deleite,
desnuda en la impudicia de la vida.
Entúrbiase la clara inteligencia.
La idea afluye en nieblas ondulantes.
Es el goce monótona frecuencia:
igual en el deliquio y el suspiro...
¡Dadme un beso, un contacto y una esencia,
una sensualidad de nuevo giro! | es |
Sabines,Jaime | <XXI | Ayer_Estuve_Observando | —Ayer estuve observando a los animales y me puse a pensar en ti. Las hembras son más tersas, más suaves y más dañinas. Antes de entregarse maltratan al macho, o huyen, se defienden. ¿Por qué? Te he visto a ti también, como las palomas, enardeciéndote cuando yo estoy tranquilo. ¿Es que tu sangre y la mía se encienden a diferentes horas?
Ahora que estás dormida debías responderme. Tu respiración es tranquilany tienes el rostro desatado y los labios abiertos. Podrías decirlo todo sin aflicción, sin risas.
¿Es que somos distintos? ¿No te hicieron, pues, de mi costado, no me dueles?
Cuando estoy en ti, cuando me hago pequeño y me abrazas y me envuelves y te cierras como la flor con el insecto, sé algo, sabemos algo. La hembra es siempre más grande, de algún modo.
Nosotros nos salvamos de la muerte. ¿Por qué? Todas las noches nos salvamos. Quedamos juntos, en nuestros brazos, y yo empiezo a crecer como el día.
Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.
¿Por qué nos separaron? Me haces falta para andar, para ver, como un tercer ojo, como otro pie que sólo yo sé que tuve.
Ahora que estás dormida debías responderme. Tu respiración es tranquilany tienes el rostro desatado y los labios abiertos. Podrías decirlo todo sin aflicción, sin risas.
¿Es que somos distintos? ¿No te hicieron, pues, de mi costado, no me dueles?
Cuando estoy en ti, cuando me hago pequeño y me abrazas y me envuelves y te cierras como la flor con el insecto, sé algo, sabemos algo. La hembra es siempre más grande, de algún modo.
Nosotros nos salvamos de la muerte. ¿Por qué? Todas las noches nos salvamos. Quedamos juntos, en nuestros brazos, y yo empiezo a crecer como el día.
Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.
¿Por qué nos separaron? Me haces falta para andar, para ver, como un tercer ojo, como otro pie que sólo yo sé que tuve.
¿Es que somos distintos? ¿No te hicieron, pues, de mi costado, no me dueles?
Cuando estoy en ti, cuando me hago pequeño y me abrazas y me envuelves y te cierras como la flor con el insecto, sé algo, sabemos algo. La hembra es siempre más grande, de algún modo.
Nosotros nos salvamos de la muerte. ¿Por qué? Todas las noches nos salvamos. Quedamos juntos, en nuestros brazos, y yo empiezo a crecer como el día.
Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.
¿Por qué nos separaron? Me haces falta para andar, para ver, como un tercer ojo, como otro pie que sólo yo sé que tuve.
Cuando estoy en ti, cuando me hago pequeño y me abrazas y me envuelves y te cierras como la flor con el insecto, sé algo, sabemos algo. La hembra es siempre más grande, de algún modo.
Nosotros nos salvamos de la muerte. ¿Por qué? Todas las noches nos salvamos. Quedamos juntos, en nuestros brazos, y yo empiezo a crecer como el día.
Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.
¿Por qué nos separaron? Me haces falta para andar, para ver, como un tercer ojo, como otro pie que sólo yo sé que tuve.
Nosotros nos salvamos de la muerte. ¿Por qué? Todas las noches nos salvamos. Quedamos juntos, en nuestros brazos, y yo empiezo a crecer como el día.
Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.
¿Por qué nos separaron? Me haces falta para andar, para ver, como un tercer ojo, como otro pie que sólo yo sé que tuve.
Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.
¿Por qué nos separaron? Me haces falta para andar, para ver, como un tercer ojo, como otro pie que sólo yo sé que tuve.
¿Por qué nos separaron? Me haces falta para andar, para ver, como un tercer ojo, como otro pie que sólo yo sé que tuve. | es |
Lugones,Leopoldo | <XXI | La_Mañana | Es la brisa tibia y leda
Un aroma que desmaya.
Tendido al sol en la playa
Peina el mar canas de seda.
Rodando su azul gigante
Que de nubes se enmaraña,
El cielo es una montaña
De mármol y de diamante.
En la arena, apenas rota,
Escribe asidua la espuma,
Y le dan papel y pluma
Las alas de la gaviota.
Y en idilio pueril,
Tras un vago arrebol,
Se encumbra el canto al sol,
Sutil, sutil, sutil... | es |
Gelman,Juan | <XXI | Mujeres | decir que esa mujer era dos mujeres es decir poquito
debía tener unas 12.397 mujeres en su mujer
era difícil saber con quién trataba uno
en ese pueblo de mujeres / ejemplo:
yacíamos en un lecho de amor /
ella era un alba de algas fosforescentes /
cuando la fui a abrazar
se convirtió en singapur llena de perros que aullaban / recuerdo
cuando se apareció envuelta en rosas de aghadir /
parecía una constelación en la tierra /
parecía que la cruz del sur había bajado a la tierra /
esa mujer brillaba como la luna de su voz derecha /
como el sol que se ponía en su voz /
en las rosas estaban escritos todos los nombres de esa mujer menos uno /
y cuando se dio vuelta / su nuca era el plan económico /
tenía miles de cifras y la balanza de muertes favorable a la dictadura militar / o sea
nunca sabía uno adónde iba a parar esa mujer /
yo estaba ligeramente desconcertado / una noche
le golpié el hombro para ver con quién era
y vi en sus ojos desiertos un camello / a veces
esa mujer era la banda municipal de mi pueblo /
tocaba dulces valses hasta que el trombón empezaba a desafinar /
y los demás desafinaban con él /
esa mujer tenía la memoria desafinada /
usté podía amarla hasta el delirio /
hacerle crecer días del sexo tembloroso /
hacerla volar como pajarito de sábana /
al día siguiente se despertaba hablando de malevíc /
la memoria le andaba como un reloj con rabia /
a las tres de la tarde se acordaba del mulo
que le pateó la infancia una noche del ser /
ellaba mucho esa mujer y era una banda municipal /
la devoraron todos los fantasmas que pudo
alimentar con sus miles de mujeres /
y era una banda municipal desafinada
yéndose por las sombras de la placita de mi pueblo /
yo / compañeros / una noche como ésta que
nos empapan los rostros que a lo mejor morimos /
monté en el camellito que esperaba en sus ojos
y me fui de las costas tibias de esa mujer /
callado como un niño bajo los gordos buitres
que me comen de todo / menos el pensamiento
de cuando ella se unía como un ramo
de dulzura y lo tiraba en la tarde / | es |
Pizarnik,Alejandra | <XXI | Yo_Canto | Yo canto.
No es invocación.
Sólo nombres que regresan. | es |
Pombo,Rafael | <XXI | ¿Y_Aún_Dudas_Tú,_Vida_Mía | ¿Y aún dudas tú, vida mía.
De la loca idolatría
De tu Antonio?
—Sí, señor, y dudaré
Mientras no proponga usté
Matrimonio. | es |
Chocano,José_Santos | <XXI | ¿Muere_De_Amor_Alguna_Mujer?_Antes_Sería | ¿Muere de amor alguna mujer? Antes sería.
Se ha marchado y no vuelve la romántica Edad;
y, al soñar en los cosas que pasaron un día,
hay muy pocos que sienten yo no sé qué ansiedad.
Las mujeres, que fueron tu más dulce manía
ya Poeta, no buscan tu divina amistad,
ya no aprenden tus versos; y, como una ironía,
sin querer van diciendo con los ojos: —¡Amad!
Ya el amor no es el triunfo del florete entre el guante,
de la capa de seda, de la lira galante,
del laurel en las sienes y del beso en la flor...
Y por eso es que ahora vanamente mi musa,
al pensar en tus versos, va buscando confusa
a una Elvira —a una sola— que se muera de amor... | es |
Heredia,José_María | <XXI | Ven_A_Mi_Ardiente_Seno | Ven a mi ardiente seno,
Deliciosa beldad, ven: cariñosa
Ciñe tus brazos de mi cuello en torno,
Y bésame otra vez... Al contemplarte
Huyen mis penas, como niebla fría
Del sol... Mírame hermosa,
Y amor aplauda con festiva risa,
Batiendo alegre las divinas palmas.
¡Mil veces infeliz el que no sabe
Como Fileno amar! Su árido pecho,
Cerrado a la alma voz de la natura,
Nunca supo gozar de sus favores;
Y muy más infeliz quien no ha gozado
Una amante cual tú, cuya ternura
En su pecho abrasado
Funda trono inmortal a sus amores.
Tú, adorada, mi llanto enjugaste,
Consolando mi grave dolor:
Adoré tu beldad, me pagaste,
Y bendigo feliz al Amor.
Mas ¡qué! ¿sobre mis hombros te reclinas,
Y tu cabello undoso
Cubre mi frente ? La nevada mano
Dame... ¿La mano mía
Estrechas con la tuya,
Y me juras amor, y en él me inflamas
Con lánguido mirar?...
¡Oh dulce amiga!
¡Con fiel cariño conservar juremos
Nuestro blando jurar con mil caricias!...
Nunca fui tan feliz: no devorado
Me siento del amor ciego, furioso,
En que abrasó mi pecho una perjura,
Menos bella que tú, menos amable.
¡Pérfida! ¡me vendió!... ¡Yo que rendido
Por siempre la adoré!... —¡Lejos empero
Memoria tan fatal!... —Ven, ¡oh querida!
Sienta yo palpitar bajo mi mano
Tu corazón, y extático te escuche
Suspirar de placer entre mis brazos;
Y que al mirarte lánguido, me brindes
A coger en tus labios regalados
El dulce beso en que el amor se goza;
Y que al cogerlo, en tus divinos ojos
Mi ventura y tu amor escritos mire,
Y te bese otra vez, y luego expire. | es |
Blanco,Andrés_Eloy | <XXI | Los_Hijos_Infinitos | Cuando se tiene un hijo,
se tiene al hijo de la casa y al de la calle entera,
se tiene al que cabalga en el cuadril de la mendiga
y al del coche que empuja la institutriz inglesa
y al niño gringo que carga la criolla
y al niño blanco que carga la negra
y al niño indio que carga la india
y al niño negro que carga la tierra.
Cuando se tiene un hijo, se tienen tantos niños
que la calle se llena
y la plaza y el puente
y el mercado y la iglesia
y es nuestro cualquier niño cuando cruza la calle
y el coche lo atropella
y cuando se asoma al balcón
y cuando se arrima a la alberca;
y cuando un niño grita, no sabemos
si lo nuestro es el grito o es el niño,
y si le sangran y se queja,
por el momento no sabríamos
si el ¡ay! es suyo o si la sangre es nuestra.
Cuando se tiene un hijo, es nuestro el niño
que acompaña a la ciega
y las Meninas y la misma enana
y el Príncipe de Francia y su Princesa
y el que tiene San Antonio en los brazos
y el que tiene la Coromoto en las piernas.
Cuando se tiene un hijo, toda risa nos cala,
todo llanto nos crispa, venga de donde venga.
Cuando se tiene un hijo, se tiene el mundo adentro
y el corazón afuera.
Y cuando se tienen dos hijos
se tienen todos los hijos de la tierra,
los millones de hijos con que las tierras lloran,
con que las madres ríen, con que los mundos sueñan,
los que Paul Fort quería con las manos unidas
para que el mundo fuera la canción de una rueda,
los que el Hombre de Estado, que tiene un lindo niño,
quiere con Dios adentro y las tripas afuera,
los que escaparon de Herodes para caer en Hiroshima
entreabiertos los ojos, como los niños de la guerra,
porque basta para que salga toda la luz de un niño
una rendija china o una mirada japonesa.
Cuando se tienen dos hijos
se tiene todo el miedo del planeta,
todo el miedo a los hombres luminosos
que quieren asesinar la luz y arriar las velas
y ensangrentar las pelotas de goma
y zambullir en llanto ferrocarriles de cuerda.
Cuando se tienen dos hijos
se tiene la alegría y el ¡ay! del mundo en dos cabezas,
toda la angustia y toda la esperanza,
la luz y el llanto, a ver cuál es el que nos llega,
si el modo de llorar del universo
el modo de alumbrar de las estrellas. | es |
Salinas,Pedro | <XXI | ¿Y_Si_No_Fueran_Las_Sombras | ¿Y si no fueran las sombras
sombras? ¿Si las sombras fueran
—yo las estrecho, las beso,
me palpitan encendidas
entre los brazos—
cuerpos finos y delgados,
todos miedosos de carne?
¿Y si hubiese
otra luz más en el mundo
para sacarles a ellas,
cuerpos ya de sombra, otras
sombras más últimas, sueltas
de color, de forma, libres
de sospecha de materia;
y que no se viesen ya
y que hubiera que buscarlas
a ciegas, por entre cielos,
desdeñando ya las otras,
sin escuchar ya las voces
de esos cuerpos disfrazados
de sombras, sobre la tierra? | es |
Greiff,León_de | <XXI | Señora,_Dama,_Dueña_De_Mis_Votos! | Señora, Dama, dueña de mis votos!
¿cuándo veré tus ojos encantados
tus manos inasibles, tus dedos ahusados,
y tus cabellos —piélagos ignotos—
¡Cuándo veré tus ojos encantados
y oiré tu voz de ritmos sosegados
!
pero serán todos mis sueños rotos
por el furor de inevitables notos
y tus manos pequeñas—los dedos ahusados—
no curaran mis rudos alborotos,
ni daran paz a mis martirizados
labios, que ardieron odios y sedes y pecados
!
Señora, Dama, dueña de mis votos!
nunca vere tus ojos encantados,
ni tus cabellos —piélagos ignotos—
no oiré tu voz de ritmos sosegados
¡ni besaran tus labios ambiciados,
sobre mi frente, mis ensueños rotos
! | es |
Matos_Paoli,Francisco | <XXI | Onda_Es_La_Flor,_Se_Asemeja | Onda es la flor, se asemeja
al patrimonio divino
de la luz con su camino,
del círculo con la abeja.
El pensamiento se aleja
en la vertiente del mar,
y tengo que ponderar
el pétalo que acrecienta
contra la vil compaventa
su desenlace solar. | es |
Meléndez_Valdés,Juan | <XXI | La_Mariposa | ¿De dónde alegre vienes
tan suelta y tan festiva,
los valles alegrando,
veloz mariposilla?
¿Por qué en sus lindas flores
no paras, y tranquila
de su púrpura gozas,
sus aromas espiras?
Mírote yo, ¡mi pecho
sabe con cuánta envidia!,
de una en otra saltando
más presta que la vista.
Mírote que en mil vuelos
las rondas y acaricias:
llegas, las tocas, pasas,
huyes, vuelves, las libas.
De tus alas entonces
la delicada y rica
librea se despliega
y al sol opuesta brilla.
Tus plumas se dilatan,
tu cuello ufano se hincha,
tus cuernos y penacho
se tienden y se rizan.
¡Qué visos y colores!,
¡qué púrpura tan fina!,
¡qué nácar, azul y oro
te adornan y matizan!
El sol, cuyos cambiantes
te esmaltan y te animan,
contigo se complace
y alegre en ti se mira.
Los céfiros te halagan,
las rosas a porfía
sus tiernas hojas abren
y amantes te convidan.
Tú empero bulliciosa,
tan libre como esquiva,
sus ámbares desdeñas,
su seno desestimas.
Con todas te complaces;
y suelta y atrevida
feliz de todas gozas,
ninguna te cautiva.
Ya un lirio hermoso besas;
ya inquieta solicitas
la rosa y de ella sales
tras un jazmín perdida.
El fresco alhelí meces,
a la azucena quitas
el oro puro y corres
tras una clavellina.
Vas luego al arroyuelo;
y en sus plácidas linfas,
posada sobre un ramo,
te complaces y admiras.
Mas el viento te burla
y el ramillo retira,
o salpicas tus alas
si hacia el agua lo inclina.
Y al punto en presto vuelo
te tiendes divertida
lo largo de los valles
que abril de flores pinta.
Ahora el ala abates,
ahora en torno giras,
ahora entre las hojas
te pierdes fugitiva.
¡Felice mariposa!,
tú bebes de la risa
del alba, y cada instante
placeres mil varías.
Tú adornas el verano.
Tú traes a las floridas
vegas con tu inconstancia
el gozo y las delicias.
Mas, ¡ay!, mil veces fueran
mayores aún mis dichas,
si fuese a ti en mudarse
mi Doris parecida. | es |
Aleixandre,Vicente | <XXI | Vientre_Creador | El vientre está esponjándose.
Sin limos también urna,
y luces crecen, ruedan
y forjan. Vientre ardiendo.
De la materia solo
la luz, materia es ígnea.
Y el hombre nace lento.
Un punto, un punto solo.
Galaxia íntima, estrellas
corpóreas sucediéndose.
Formales, forma exigen,
obtienen, muestran, cantan.
El hombre, un puño solo
de luces corporales,
dejadas, asestadas.
Y transparente, el vientre.
Allí infuso está el ojo,
la boca, el pie, la rosa,
está el perfume claro,
la voz, la voz sonando.
Y el vientre, urna dichosa,
rueda en la noche y pasa
contra los cielos: siglos.
Oh luna casi eterna,
humana, que transcurres,
origen, tumba y cáliz:
¡tú siempre hasta los bordes! | es |
Hahn,Óscar | <XXI | Venid_A_La_Danza_Mortal_Los_Nacidos | Venid a la danza mortal los nacidos
gamuzas y ojotas venid a la danza
aquí no se inclina jamás la balanza
lacayos y reyes lanzando bufidos
tomados del brazo ya danzan unidos
Un ropavejero será tu pareja
tendrás que entregarle tu carne más vieja
y en puro esqueleto dar saltos tullidos | es |
González,Ángel | <XXI | La_Tarde_Muere_Envuelta_En_Su_Tristeza | La tarde muere envuelta en su tristeza.
Paisaje tierno para soñadoras
miradas de mujer, exploradoras
de su melancolía en la belleza.
Danae apoya en sus manos la cabeza.
El ambiente que el sol último dora
es una leve, dulce y turbadora
caricia que la oprime con pereza.
Un pajarillo gris, desde una vana
rama, canta a la tarde lenta y rosa.
Oro de sol entra por la ventana
y Danae, indiferente y ojerosa,
siente el alma transida de desgana
y se deja, pensando en otra cosa. | es |
Berro,Adolfo | <XXI | Flor_Sencilla_A_Cuya_Vida | Flor sencilla a cuya vida
Breves horas marca el Cielo,
Para imagen en el suelo
Del contento mundanal.
Es tu aroma regalado
A mi espíritu doliente
Cual de virgen inocente
El cercano respirar.
Tiernas hojas nacaradas
Te dio grata la natura
Y a tu cáliz la amargura
De las hieles del amor.
En su negra cabellera
La hermosura te ensortija,
O tu trono alegre fija
En sus labios de rubí.
En ti encuentra blando alivio
El ausente que padece,
Tu belleza se le ofrece
La que su alma cautivó.
Y mirándote arrobado
Mil recuerdos en su mente
Se despiertan blandamente:
¡Mil recuerdos de placer!
¡Cuántas veces mis temores
Flor querida, disipaste!
¡Cuántas veces mitigaste
De mi amada la esquivez!
Hoy de nuevo la esperanza
En ti el alma deposita,
¡La esperanza! que marchita
Veré luego con la flor. | es |
Champourcín,Ernestina_de | <XXI | ¡Toda_La_Primavera_Dormía_Entre_Tus_Manos! | ¡Toda la primavera dormía entre tus manos!
Iniciaste en un gesto la fiesta de las rosas
y erguiste, enajenada,
esa flecha de luz que impregna los caminos.
¡Toda la primavera!
Fervores del instante transido de capullos,
gracia tímida y leve del perfume sin rastro,
caricias que despiertan el sexo de las horas.
Brotaron de tus palmas en éxtasis gozoso
los trinos y las brisas. Y tu ademán secreto
despertó en rubores la pubertad del mundo.
¡Todo vino por ti! Porque tus manos lentas
ciñeron brevemente mi carne estremecida,
porque al rozar mi cuerpo
despertaste una flor que trae la primavera. | es |
Ruiz,Juan | <XXI | Varones_Buenos_E_Onrrados | Varones buenos e onrrados,
queretnos ya ayudar,
a estos çiegos lasrados
la vuestra limosna dar:
somos pobres menguados
avémoslo a demandar.
De los bienes deste siglo
non tenemos nos pasada,
bevimos en gran periglo
en vida mucho penada,
çiegos, bien como vestiglo,
del mundo non vemos nada.
Señora Santa María,
tú le da la bendiçión
al que oy en este día
nos dier' primero rraçión:
dal' al cuerpo alegría
e al alma salvaçión.
Santa María Madalena,
rruega a Dios verdadero
por quien diere buena estrena,
de meaja o de dinero,
para mejorar la çena
a nos e nuestro conpañero.
El que oy nos estrenare
con meaja o con pan,
dele, en quanto començare,
buena estrena San Julián:
quanto a Dios demandare,
otórgeselo de plan.
Sus fijos e su conpaña
Dios, padre espiritual,
de çeguedat atamaña
guarde e de coyta atal;
sus ganados e cabaña
Sant' Antón guarde de mal.
A quien nos dio su meaja
por amor del Salvador,
Señor, dale tu graçia,
tu gloria e tu amor;
guárdalo de la baraja
del pecado engañador.
Ca tú, bienaventurado
Ángel Señor San Miguel,
tú seas su abogado
de aquella e de aquel,
que del su pan nos ha dado;
ofreçémostelo por él.
Quando las almas pesares,
estos ten con la tu diestra,
que dan çenas e yantares
a nos e a quien nos adiestra;
sus pecados e sus males
echalos a la siniestra.
Señor, merçet te clamamos
con nuestras manos amas,
las limosnas, que te damos,
que las tomes en tus palmas:
a quien nos dio que comamos
da parayso a su almas. | es |
Vitier,Cintio | <XXI | Palabras_A_La_Aridez | No hay deseos ni dones
que puedan aplacarte.
Acaso tú no pidas (como la sed
o el amor) ser aplacada. La compañía
no es tu reverso arrebatador, donde tus rayos,
que se alargan asimétricos y ávidos
por la playa sola, girasen melodiosamente
como las imantadas puntas de la soledad
cuando su centro es tocado. Tú no giras
ni quieres cantar, aunque tu boca
de pronto es forzada a decir algo,
a dar una opinión sobre los árboles, a entonar en la brisa
que levemente estremece su grandioso silencio,
una canción perdida, imposible, como si fueras
la soledad, o el amor, o la sed. Pero la piedra
tirada en el fondo del pozo seco, no gira
ni canta; solamente a veces, cuando la luna baña los siglos,
echa un pequeño destello como unos ojos que se abrieran
cargados de lágrimas.
Tampoco eres
una palabra, ni tu vacío quiere ser llenado
con palabras, por más que a ratos ellas
amen tus guiños lívidos, se enciendan como espinas
en un desértico fuego,
quieran ser el árbol fulminado,
la desolación del horno, el fortín hosco y puro.
No, yo conozco
tus huraños deseos, tus disfraces. No he de confundirte
con los jardines de piedras ni los festivales
sin fin de la palabra. No la injurio por eso. Pero tú no eres
ella,
sino algo que la palabra no conoce,
y aunque de ti se sirva, como ahora, en mí, para aliviar
el peso de los días, tú le vuelves la espalda,
le das el pecho amargo, la miras como a extraña, la atraviesas
sin saber su consistencia ni su gloria. La vacías.
No se puede decir lo que tú haces
porque tu esencia no es decir ni hacer. Antigua,
estás, al fondo, y yo te miro.
Todo lo que existe pide algo.
La mano suplicante es la sustancia de los soles
y las bestias; y de la criatura que en el medio
es el mayor escándalo. Sólo tú,
aridez,
no avanzas ni retrocedes,
no subes ni bajas,
no pides ni das, piedra calcinada,
hoguera en la luz del mediodía,
espina partida,
montón de cal que vi de niño
reverberando en el vacío de la finca,
velándome la vida, fondo de mi alma, ardiendo siempre,
diurna, pálida, implacable,
al final de todo.
Y no hay reposo para ti,
única almohada
donde puede mi cabeza reposar. Y yo me vuelvo
de las alucinantes esperanzas
que son una sola,
de los actos infinitos del amor
que son uno solo,
de las velocísimas palabras devorándome
que son una sola,
despegado eternamente de mí mismo,
a tu seno indecible, ignorándolo todo,
a tu rostro sin rasgos, a tu salvaje flor,
amada mía. | es |
Góngora,Luis_de | <XXI | Varia_Imaginación_Que,_En_Mil_Intentos | Varia imaginación que, en mil intentos,
A pesar gastas de tu triste dueño
La dulce munición del blando sueño,
Alimentando vanos pensamientos,
Pues traes los espíritus atentos
Sólo a representarme el grave ceño
Del rostro dulcemente zahareño
(Gloriosa suspensión de mis tormentos),
El sueño (autor de representaciones),
En su teatro, sobre el viento armado,
Sombras suele vestir de bulto bello.
Síguele; mostraráte el rostro amado,
Y engañarán un rato tus pasiones
Dos bienes, que serán dormir y vello.
Pues traes los espíritus atentos
Sólo a representarme el grave ceño
Del rostro dulcemente zahareño
(Gloriosa suspensión de mis tormentos),
El sueño (autor de representaciones),
En su teatro, sobre el viento armado,
Sombras suele vestir de bulto bello.
Síguele; mostraráte el rostro amado,
Y engañarán un rato tus pasiones
Dos bienes, que serán dormir y vello.
El sueño (autor de representaciones),
En su teatro, sobre el viento armado,
Sombras suele vestir de bulto bello.
Síguele; mostraráte el rostro amado,
Y engañarán un rato tus pasiones
Dos bienes, que serán dormir y vello.
Síguele; mostraráte el rostro amado,
Y engañarán un rato tus pasiones
Dos bienes, que serán dormir y vello. | es |
Huidobro,Vicente | <XXI | Alhaja_Apoteosis_Y_Molusco | Alhaja apoteosis y molusco
Anudado
noche
nudo
El corazón
Esta entonces dirección
nudo temblando
Flexible corazón la apoteosis
Un dos tres
cuatro
Lágrima
mi lámpara
y molusco
El pecho al melodioso
Anudado la joya
Con que temblando angustia
Normal tedio
Sería pasión
Muerte el violoncelo
Una bujía el ojo
Otro otra
Cristal si cristal era
Cristaleza
Magnetismo
sabéis la seda
Viento flor
lento nube lento
Seda cristal lento seda
El magnetismo
seda aliento cristal seda
Así viajando en postura de ondulación
Cristal nube
Molusco sí por violoncelo y joya
Muerte de joya y voloncelo
Así sed por hambre o hambre y sed
Y nube y joya
Lento
nube
Ala ola ole ala Aladino
El ladino Aladino Ah ladino dino la
Cristal nube
Adónde
en dónde
Lento lenta
ala ola
Ola ola el ladino si ladino
Pide ojos
Tengo nácar
En la seda cristal nube
Cristal ojos
y perfumes
Bella tienda
Cristal nube
muerte joya o en ceniza
Porque eterno porque eterna
lento lenta
Al azar de cristal ojos
Gracia tanta
y entre mares
Míramares
Nombres daba
por los ojos hojas mago
Alto alto
Y el clarín de la Babel
Pida nácar
tenga muerte
Una dos y cuatro muerte
Para el ojo y entre mares
Para el barco en los perfumes
Por la joya al infinito
Vestir cielo sin desmayo
Se deshoja tan prodigio
El cristal ojo
Y la visita
flor y rama
Al gloria trino
apoteosis
Va viajando Nudo Noche
Me daría
cristaleras
tanto azar
y noche y noche
Que tenía la borrasca
Noche y noche
Apoteosis
Que tenía cristal ojo cristal seda cristal nube
La escultura seda o noche
Lluvia
Lana flor por ojo
Flor por nube
Flor por noche
Señor horizonte viene viene
Puerta
Iluminando negro
Puerto hacia idas estatuarias
Estatuas de aquella ternura
A dónde va
De dónde viene
el paisaje viento seda
El paisaje
señor verde
Quién diría
Que se iba
Quién diría cristal noche
Tanta tarde
Tanto cielo que levanta
Señor cielo
cristal cielo
Y las llamas
y en mi reino
Ancla noche apoteosis
Anudado
la tormenta
Ancla cielo
sus raíces
El destino tanto azar
Se desliza deslizaba
Apagándose pradera
Por quien sueña
Lunancero cristal luna
En que sueña
En que reino
de sus hierros
Ancla mía golondrina
Sus resortes en el mar
Ángel mío
tan obscuro
tan color
Tan estatua y tan aliento
Tierra y mano
La marina tan armada
Armadura los cabellos
Ojos templo
y el mendigo
Estallado corazón
Montanario
Campañoso
Suenan perlas
Llaman perlas
El honor de los adioses
Cristal nube
El rumor y la lazada
Nadadora
Cristal noche
La medusa irreparable
Dirá espectro
Cristal seda
Olvidando la serpiente
Olvidando sus dos piernas
Sus dos ojos
Sus dos manos
Sus orejas
Aeronauta
en mi terror
Viento aparte
Mandodrina y golonlina
Mandolera y ventolina
Enterradas
Las campanas
Enterrados los olvidos
En su oreja
viento norte
Cristal mío
Baño eterno
el nudo noche
El gloria trino
sin desmayo
Al tan prodigio
Con su estatua
Noche y rama
Cristal sueño
Cristal viaje
Flor y noche
Con su estatua
Cristal muerte | es |
Quevedo,Francisco | <XXI | Si_A_Una_Parte_Miraran_Solamente | Si a una parte miraran solamente
vuestros ojos, ¿cuál parte no abrasaran?
Y si a diversas partes no miraran,
se helaran el ocaso o el Oriente.
El mirar zambo y zurdo es delincuente;
vuestras luces izquierdas lo declaran,
pues con mira engañosa nos disparan
facinorosa luz, dulce y ardiente.
Lo que no miran ven, y son despojos
suyos cuantos los ven, y su conquista
da a l'alma tantos premios como enojos.
¿Qué ley, pues, mover pudo al mal jurista
a que, siendo monarcas los dos ojos,
los llamase vizcondes de la vista?
El mirar zambo y zurdo es delincuente;
vuestras luces izquierdas lo declaran,
pues con mira engañosa nos disparan
facinorosa luz, dulce y ardiente.
Lo que no miran ven, y son despojos
suyos cuantos los ven, y su conquista
da a l'alma tantos premios como enojos.
¿Qué ley, pues, mover pudo al mal jurista
a que, siendo monarcas los dos ojos,
los llamase vizcondes de la vista?
Lo que no miran ven, y son despojos
suyos cuantos los ven, y su conquista
da a l'alma tantos premios como enojos.
¿Qué ley, pues, mover pudo al mal jurista
a que, siendo monarcas los dos ojos,
los llamase vizcondes de la vista?
¿Qué ley, pues, mover pudo al mal jurista
a que, siendo monarcas los dos ojos,
los llamase vizcondes de la vista? | es |
Vega,Lope_Félix_de | <XXI | —Boscán,_Tarde_Llegamos_—¿Hay_Posada? | —Boscán, tarde llegamos —¿Hay posada?
—Llamad desde la posta, Garcilaso.
—¿Quién es? —Dos caballeros del Parnaso.
—No hay donde nocturnar palestra armada.
—No entiendo lo que dice la criada.
Madona, ¿qué decís? —Que afecten paso,
que obstenta limbos el mentido ocaso
y el sol depinge la porción rosada.
—¿Estás en ti, mujer? —Negóse al tino
el ambulante huésped—. ¡Que en tan poco
tiempo tal lengua entre cristianos haya!
Boscán, perdido habemos el camino,
preguntad por Castilla, que estoy loco,
o no habemos salido de Vizcaya.
—No entiendo lo que dice la criada.
Madona, ¿qué decís? —Que afecten paso,
que obstenta limbos el mentido ocaso
y el sol depinge la porción rosada.
—¿Estás en ti, mujer? —Negóse al tino
el ambulante huésped—. ¡Que en tan poco
tiempo tal lengua entre cristianos haya!
Boscán, perdido habemos el camino,
preguntad por Castilla, que estoy loco,
o no habemos salido de Vizcaya.
—¿Estás en ti, mujer? —Negóse al tino
el ambulante huésped—. ¡Que en tan poco
tiempo tal lengua entre cristianos haya!
Boscán, perdido habemos el camino,
preguntad por Castilla, que estoy loco,
o no habemos salido de Vizcaya.
Boscán, perdido habemos el camino,
preguntad por Castilla, que estoy loco,
o no habemos salido de Vizcaya. | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Tu_Máxima_Amenaza | Sí, el viento es tu enemigo.
¡Cómo no lo conoces! En sus manos
—rumor de luna, de silencio y agua—
trae otros rumbos que hurtarán el tuyo.
Si acaso lo presientes en sus rizos
refuerza con tus bíceps las entradas
de las ocultas sienes del olvido,
y pon de santo y seña en tus laderas
la aleonada idea de ese «nunca»
de que estás hecha tú: tu yo indomable,
hecho de un duro corazón sin llanto,
venas de lava y pies de desafío. | es |
Ramírez_Mella,Edgar_E. | XXI | Sobrevivir_En_Este_Andurrial... | Sobrevivir en este andurrial tempestuoso,
sobrevivir a todo el global espanto
que deja corto el horror del tercer Reich;
con esta vocación de búho
lascivo sacerdote de la noche,
ser testigo de los humanitarios bombardeos de Bagdad,
Gaza y demás territorios caídos en desgracia
y abandonados del dios capitalista e inhumano
de los civilazados países de Occidente.
Mientras el fuerte aguacero borra la sangre de las calles,
plazas y mercados,
un murmullo de antiguos acetatos
y el licor y los narcóticos de las cuidades desalmadas,
y las exposiciones y espectáculos de seviciales artistas
intentan obnubilar las huellas de la infamia,
desterrar de la memoria toda la actual miseria
y el dolor ,
efímera existencia
donde las calaveras hablan
retóricas torcidas, siniestras y gastadas,
donde las calaveras sonrientes
entonan sus dulces canciones de sirena.
Bajo la voz ahora
entonces
y con receloso ademán
acudo a mi humilde vicio de palabras
inútiles y párvulas palabras,
acudo en este intento estéril e impotente
con la misma desazón de la troyana visionaria.
Acudo religiosamente a exhibir y a develar el terrible horizonte de
estos días. | es |
Dalton_García,Roque | <XXI | Desnuda | Amo tu desnudez
porque desnuda me bebes con los poros,
como hace el agua
cuando entre sus paredes me sumerjo.
Tu desnudez derriba con su calor los límites,
me abre todas las puertas para que te adivine,
me toma de la mano como a un niño perdido
que en ti dejara quieta su edad y sus preguntas.
Tu piel dulce y salobre que respiro y que sorbo
pasa a ser mi universo, el credo que se nutre;
la aromatica lampara que alzo estando ciego
cuando junto a la sombras los deseos me ladran.
Cuando te me desnudas con los ojos cerrados
cabes en una copa vecina de mi lengua,
cabes entre mis manos como el pan necesario,
cabes bajo mi cuerpo mís cabal que su sombra.
El día en que te mueras te enterrar desnuda
para que limpio sea tu reparto en la tierra,
para poder besarte la piel en los caminos,
trenzarte en cada rio los cabellos dispersos.
El dia en que te mueras te enterrar desnuda,
como cuando naciste de nuevo entre mis piernas. | es |
Arciniegas,Ismael_Enrique | <XXI | El_Café | De mi tierra en los ásperos breñales
He visto abrirse sus fragantes flores,
Que parecen, del sol a los fulgores,
Nieve sobre los verdes cafetales.
Y después, como fúlgidos corales,
En explosión de vírgenes olores,
Lo he visto entre los gajos tembladores,
A la sombra de bosques tropicales.
Ahora... ¡humea! Riega tu perfume;
Del ideal las alas desentume
Y agita en rauda conmoción mis nervios.
En mí la inspiración sus rayos quiebre;
Mi frente nimbe, y en sagrada fiebre
Mis versos surjan, graves y soberbios. | es |
Parra,Nicanor | <XXI | El_Autor_No_Responde_De_Las_Molestias_Que_Puedan_Ocasionar_Sus_Escritos | El autor no responde de las molestias que puedan ocasionar sus escritos:
Aunque le pese
El lector tendrá que darse siempre por satisfecho.
Sabelius, que además de teólogo fue un humorista consumado,
Después de haber reducido a polvo el dogma de la Santísima Trinidad
¿Respondió acaso de su herejia?
Y si llegó a responder, ¡cómo lo hizo!
¡En qué forma descabellada!
¡Basándose en qué cúmulo de contradicciones!
Según los doctores de la ley este libro no debiera publicarse:
La palabra arco iris no aparece en él en ninguna parte,
Menos aún la palabra dolor,
La palabra torcuato.
Sillas y mesas sí que figuran a granel,
¡Ataúdes! ¡útiles de escritorio!
Lo que me llena de orgullo
Porque, a mi modo de ver, el cielo se está cayendo a pedazos.
Los mortales que hayan leído el Tractatus de Wietgenstein
Pueden darse con una piedra en el pecho
Porque es una obra difícil de conseguir:
Pero el Círculo de Viena se disolvió hace años,
Sus miembros se dispersaron sin dejar huella
Y yo he decidido declarar la guerra a los cavalieri di la luna.
Mi poesía puede perfectamente no conducir a ninguna parte:
“¡Las risas de este libro son falsas!”, argumentán mis detractores
“Sus lágrimas, ¡artificiales!”
“En vez de suspirar, en estas páginas se bosteza”
“Se patalea como un nifio de pecho”
“El autor se da a entender a estornudos”
Conforme: os invito a quemar vuestras naves,
Como los fenicios pretendo formarme mi propio alfabeto.
“¡A qué molestar al público entonces?”. se preguntarán los amigos lectores:
“Si el propio autor empieza por desprestigiar sus escritos,
¡Qué podrá esperarse de ellos!”
Cuidado, yo no desprestigio nada
O, mejor dicho. yo exalto mi punto de vista,
Me vanaglorio de mis Iimitaciones
Pongo por las nubes mis creaciones.
Los pájaros de Aristófanes
Enterraban en sus propias cabezas
Los cadáveres de sus padres.
(Cada pájaro era un verdadero cementerio volante)
A mi modo de ver
Ha llegado la hora de modernizar esta ceremonia
¡Y yo entierro mis plumas en la cabeza de los señores lectores! | es |
Pizarnik,Alejandra | <XXI | Nada | El viento muere en mi herida.
La noche mendiga mi sangre. | es |
Herrera_y_Reissig,Julio | <XXI | La_Velada | La cena ha terminado: legumbres, pan moreno
y uvas aún lujosas de virginal rocío...
Rezaron ya. La Luna nieva un candor sereno
y el lago se recoge con lácteo escalofrío.
El anciano ha concluido un episodio ameno
y el grupo desanúdase con un placer cabrío...
Entre tanto, allá fuera, en un silencio bueno,
los campos demacrados encanecen de frío.
Lux canta. Lidé corre. Palemón anda en zancos.
Todos ríen... La abuela demándales sosiego.
Anfión, el perro, inclina, junto al anciano ciego,
ojos de lazarillo, familiares y francos...
Y al son de las castañas que saltan en el fuego
palpitan al unísono sus corazones blancos. | es |
Coronado,Carolina | <XXI | Melancolía | Emilio, ¡cómo apuras
loco de risa el tiempo en la alegría!
no hay tregua a tus venturas,
como en la pena mía
no hay tregua a la infeliz melancolía.
Anima tu contento
la primavera, y mi tristeza acrece:
paréceme que el viento
que aspiro se enrarece,
y la lumbre del cielo se oscurece.
Los campos tan hermosos
a tus brillantes ojos, a los míos
turbios, son enfadosos
anchos espacios fríos,
de objetos, de color, de luz vacíos.
Bastan del arroyuelo
a tu juego infantil las blancas chinas:
la fortuna tu anhelo
cumple, si en las vecinas
mieses con la escondida alondra atinas.
¡Cuánto es el alborozo
que tu impaciente corazón regala!
el temblor de su gozo
la agitación iguala
de la avecilla sacudiendo el ala...—
De niña, el riachuelo
y las aves también me divertían,
y cuantas por el suelo
lindas flores se abrían,
a mi regazo fáciles venían.
Mas ya ¿dónde el hechizo
de esas llanuras para mí se encierra?
si de verde o pajizo
se engalana la tierra,
si brota el árbol, si la flor se cierra.
Un alma alborozada
tantos encantos y mudanzas vea:
la mía desolada
de cuanto la rodea,
sólo con el silencio se recrea. | es |
Carriego,Evaristo | <XXI | El_Otoño,_Muchachos._Ha_Llegado | El otoño, muchachos. Ha llegado
sin sentirlo siquiera,
lluvioso, melancólico, callado.
El familiar bullicio de la acera
tan alegre en las noches de verano
se va apagando a la oración. La gente
abandona las puertas más temprano.
Las abandona silenciosamente.
Tardecita de otoño, el ciego entona
menos frecuente el aire que en la esquina
gemía el organillo ¡Qué tristona
anda, desde hace días, la vecina!
¿La tendrá así algún nuevo
desengaño?
Otoño melancólico y lluvioso,
¿Qué dejarás, otoño, en casa este
año?
¿Qué hoja te llevarás? Tan silencioso
llegas que nos das miedo.
Sí, anochece
y te sentimos, en la paz casera,
entrar sin un rumor ¡Cómo envejece
nuestra tía soltera! | es |
Martí,José | <XXI | Yo_Miro_Con_Un_Triste | Yo miro con un triste
Placer, como en la fiesta —
Del noble Jerez pálido
La copa llena guían
Las blancas manos trémulas
Al seco labio rojo: —
Y yo muevo mi mano tristemente
Al corazón vacío,— y a la frente.
Yo veo como un sueño
De gasa blanca y oro,
En que la llama se abre
Camino en tanto alado
Traje que ha de ser luego
Ceniza, húmeda en lágrimas,
Cruzar la alegre corte de oro y gasa,
Y en llanto amargo el rostro se me abrasa.
¡Alma! cuando de vuelta
Dentro del cuerpo laxo,
Del frac innoble libres
O la prisión dichosa
De níveo tul,- la férvida
Fiesta recuerdes,- ¡mira
Que debes embridar el cuerpo loco,
O que te absorbe con su sed a poco! | es |
Yepes_Álvarez,Juan_de | <XXI | Romances_Sobre_El_Evangelio_In_Princio_Erat_Verbum,_Acerca_De_La_Sanctíssima_Trinidad | En el principio morava
el Verbo y en Dios vivía
en quien su felicidad
infinita posseýa.
El mismo Verbo Dios era
que el principio se dezía
él morava en el principio
y principio no tenía.
Él era el mismo principio
por eso dél carecía
el Verbo se llama Hijo
que del principio nacía.
Ale siempre concevido
y siempre le concevía
dale siempre su sustancia
y siempre se la tenía.
Y assí la gloria del Hijo
es la que en el Padre avía
y toda su gloria el Padre
en el Hijo posseýa.
Como amado en el amante
uno en otro residía
y aquese amor que los une
en lo mismo convenía.
Con el uno y con el otro
en ygualdad y valía
tres personas y un Amado
entre todos tres avía,
Y un amor en todas ellas
un amante los hazía
y el amante es el amado
en que cada qual vivía.
Que el ser que los tres posseen
cada cual le posseýa
y cada qual de ellos ama
a la que este ser tenía.
Este ser es cada una
y éste solo las unía
en un inefable nudo
que dezirse no savía.
Por lo qual era infinito
el amor que los unía
porque un solo amor tres tienen
que su esencia se dezía
qu'el amor, quanto más une
tanto más amor hazía.
De la comunicación de las tres Personas.
II
En aquel amor inmenso
que de los dos procedía
palabras de gran regalo
el Padre al Hijo dezía
de tan profundo deleite
que nadie las entendía
sólo el Hijo lo gozaba
que es a quien pertenecía.
Pero aquello que se entiende
desta manera dezía
—Nada me contenta, Hijo,
fuera de tu compañía.
Y si algo me contenta
en ti mismo lo quería
el que a ti más se parece
a mi más satisfazía.
Y el quen nada te semeja
en mí nada hallaría
en ti solo me e agradado
¡o vida de vida mía!.
Eres lumbre de mi lumbre
eres mi sabiduría
figura de mi substancia
en quien bien me complazía.
Al que a ti te amare Hijo
a mí mismo le daría
y el amor que yo te tengo
ésse mismo en él pondría
en razón de aver amado
a quien yo tanto quería.
De la creación
III
—Una esposa que te ame
mi Hijo darte quería
que por tu valor merezca
tener nuestra compañía
y comer pan a una mesa
del mismo que yo comía
porque conozca los bienes
que en tal Hijo yo tenía
y se congracie conmigo
de tu gracia y loçanía.
—Mucho lo agradezco Padre,
—el Hijo le respondía—
a la esposa que me dieres
yo mi claridad daría
para que por ella vea
quánto mi Padre valía
y cómo el ser que posseo
de su ser lo recevía.
Reclinarla e yo en mi braço
y en tu amor se abrasaría
y con eterno deleite
tu bondad sublimaría.
Prosigue
IV
—Hágase pues —dixo el Padre—,
que tu amor lo merecía.
Y en este dicho que dixo
el mundo criado avía.
Palacio para la esposa,
hecho en gran sabiduría
el qual en dos aposentos
alto y baxo dividía.
El baxo de differencias
infinitas componía
mas el alto hermoseava
de admirable pedrería.
Porque conozca la esposa
el Esposo que tenía
en el alto colocava
la angélica jerarchía
pero la natura humana
en el baxo la ponía
por ser en su compostura
algo de menor valía.
Y aunque el ser y los lugares
desta suerte los ponía
pero todos son un cuerpo
de la esposa que dezía:
Que el amor de un mismo Esposo
una esposa los hazía.
Los de arriva posseýan
al Esposo en alegría
los de abaxo en esperança
de fee que les infundía
diziéndoles que algún tiempo
él los engrandecería
y que aquella su baxeza
él se la levantaría
de manera que ninguno
ya la vituperaría
porque en todo semejante
él a ellos se haría
y se vendría con ellos
y con ellos moraría
y que Dios sería hombre
y que el hombre Dios sería
y trataría con ellos
comería y bebería
y que con ellos contino
él mismo se quedaría
hasta que se consumase
este siglo que corría
quando se gozaran juntos
en eterna melodía
porque él era la cabeça
de la esposa que tenía
a la qual todos los miembros
de los justos juntaría
que son cuerpo de la esposa,
a la qual él tomaría
en sus braços tiernamente
y allí su amor le daría
y que assí juntos en uno
al Padre la llevaría
donde del mismo deleite
que Dios goza gozaría
que como el Padre y el Hijo
y el que dellos procedía
el uno vive en el otro
assí la esposa sería
que dentro de Dios absorta
vida de Dios viviría.
Prosigue
V
Con esta buena esperança
que de arriva les venía
el tedio de sus trabajos
más leve se les hazía
pero la esperança larga
y el deseo que crecía
de gozarse con su Esposo
contino les affligía.
Por lo qual con oraciones
con suspiros y agonía
con lágrimas y gemidos
le rogavan noche y día
que ya se determinase
a les dar su compañía.
Unos dezían: ¡O, si fuesse
en mi tiempo el alegría!
Otros: Acava Señor
al que as de embiar embía.
Otros: ¡O si ya rompieses
essos cielos y vería
con mis ojos que baxases
y mi llanto cessaría!
Regad nuves de lo alto
que la tierra lo pedía
y ábrase ya la tierra
que espinas nos produzía
y produzga aquella flor
con que ella florecería.
Otros dezían: ¡O dichoso
el que en tal tiempo sería
que merezca ber a Dios
con los ojos que tenía
y tratarle con sus manos
y andar en su compañía
y gozar de los misterios
que entonces ordenaría!
Prosigue
VI
En aquestos y otros ruegos
gran tiempo pasado avía
pero en los postreros años
el fervor mucho crecía,
quando el viejo Simeón
en deseo se encendía
rogando a Dios que quisiese
dexalle ver este día.
Y assí el Espíritu Sancto
al buen viejo respondía
que le dava su palabra
que la muerte no vería
hasta que la vida viesse
que de arriva descendía
y que él en sus mismas manos
al mismo Dios tomaría
y le tendría en sus braços
y consigo abraçaría.
Prosigue la Encarnación.
VII
Ya que el tiempo era llegado
en que hazerse convenía
el rescate de la esposa
que en duro yugo servía
debaxo de aquella ley
que Moysés dado le avía
el Padre con amor tierno
desta manera dezía:
—Ya ves Hijo que a tu esposa
a tu ymagen hecho avía
y en lo que a ti se parece
contigo bien convenía
pero diffiere en la carne
que en tu simple ser no avía.
En los amores perfectos
esta ley se requería
que se haga semejante
el amante a quien quería
que la mayor semejança
más deleite contenía;
el qual sin duda en tu esposa
grandemente crecería
si te viere semejante
en la carne que tenía.
—Mi voluntad es la tuya
—el Hijo le respondía—
y la gloria que yo tengo
es tu voluntad ser mía
y a mí me conviene Padre
lo que tu Alteza dezía
porque por esta manera
tu vondad más se vería
veráse tu gran potencia
justicia y sabiduría
yrélo a dezir al mundo
y noticia le daría
de tu belleza y dulçura
y de tu soberanía
yré a buscar a mi esposa
y sobre mí tomaría
sus fatigas y trabajos
en que tanto padecía
y porque ella vida tenga
yo por ella moriría
y sacándola del lago
a ti te la bolvería.
Prosigue
VIII
Entonçes llamó a un archángel
que Sant Gabriel se dezía
y embiólo a una donzella
que se llamava María
de cuyo consentimiento
el misterio se hazía
en el qual la Trinidad
de carne el Verbo vestía.
Y aunque tres hazen la obra
en el uno se hazía
y quedó el Verbo encarnado
en el bientre de María.
Y el que tiene sólo Padre
ya también madre tenía
aunque no como qualquiera
que de varón concevía
que de las entrañas de ella
él su carne recevía
por lo qual Hijo de Dios
y del hombre se dezía.
Del Nacimiento
IX
Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer avía
assí como desposado
de su tálamo salía,
abraçado con su esposa
que en sus braços la traýa
al qual la graciosa madre
en un pesebre ponía
entre unos animales
que a la sazón allí avía
los hombres dezían cantares
los ángeles melodía
festejando el desposorio
que entre tales dos avía
pero Dios en el pesebre
allí llorava y gimía
que eran joyas que la esposa
al desposorio traýa
y la madre estava en pasmo
de que tal trueque veýa
el llanto del hombre en Dios
y en el hombre el alegría
lo qual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.
En aquel amor inmenso
que de los dos procedía
palabras de gran regalo
el Padre al Hijo dezía
de tan profundo deleite
que nadie las entendía
sólo el Hijo lo gozaba
que es a quien pertenecía.
Pero aquello que se entiende
desta manera dezía
—Nada me contenta, Hijo,
fuera de tu compañía.
Y si algo me contenta
en ti mismo lo quería
el que a ti más se parece
a mi más satisfazía.
Y el quen nada te semeja
en mí nada hallaría
en ti solo me e agradado
¡o vida de vida mía!.
Eres lumbre de mi lumbre
eres mi sabiduría
figura de mi substancia
en quien bien me complazía.
Al que a ti te amare Hijo
a mí mismo le daría
y el amor que yo te tengo
ésse mismo en él pondría
en razón de aver amado
a quien yo tanto quería.
De la creación
III
—Una esposa que te ame
mi Hijo darte quería
que por tu valor merezca
tener nuestra compañía
y comer pan a una mesa
del mismo que yo comía
porque conozca los bienes
que en tal Hijo yo tenía
y se congracie conmigo
de tu gracia y loçanía.
—Mucho lo agradezco Padre,
—el Hijo le respondía—
a la esposa que me dieres
yo mi claridad daría
para que por ella vea
quánto mi Padre valía
y cómo el ser que posseo
de su ser lo recevía.
Reclinarla e yo en mi braço
y en tu amor se abrasaría
y con eterno deleite
tu bondad sublimaría.
Prosigue
IV
—Hágase pues —dixo el Padre—,
que tu amor lo merecía.
Y en este dicho que dixo
el mundo criado avía.
Palacio para la esposa,
hecho en gran sabiduría
el qual en dos aposentos
alto y baxo dividía.
El baxo de differencias
infinitas componía
mas el alto hermoseava
de admirable pedrería.
Porque conozca la esposa
el Esposo que tenía
en el alto colocava
la angélica jerarchía
pero la natura humana
en el baxo la ponía
por ser en su compostura
algo de menor valía.
Y aunque el ser y los lugares
desta suerte los ponía
pero todos son un cuerpo
de la esposa que dezía:
Que el amor de un mismo Esposo
una esposa los hazía.
Los de arriva posseýan
al Esposo en alegría
los de abaxo en esperança
de fee que les infundía
diziéndoles que algún tiempo
él los engrandecería
y que aquella su baxeza
él se la levantaría
de manera que ninguno
ya la vituperaría
porque en todo semejante
él a ellos se haría
y se vendría con ellos
y con ellos moraría
y que Dios sería hombre
y que el hombre Dios sería
y trataría con ellos
comería y bebería
y que con ellos contino
él mismo se quedaría
hasta que se consumase
este siglo que corría
quando se gozaran juntos
en eterna melodía
porque él era la cabeça
de la esposa que tenía
a la qual todos los miembros
de los justos juntaría
que son cuerpo de la esposa,
a la qual él tomaría
en sus braços tiernamente
y allí su amor le daría
y que assí juntos en uno
al Padre la llevaría
donde del mismo deleite
que Dios goza gozaría
que como el Padre y el Hijo
y el que dellos procedía
el uno vive en el otro
assí la esposa sería
que dentro de Dios absorta
vida de Dios viviría.
Prosigue
V
Con esta buena esperança
que de arriva les venía
el tedio de sus trabajos
más leve se les hazía
pero la esperança larga
y el deseo que crecía
de gozarse con su Esposo
contino les affligía.
Por lo qual con oraciones
con suspiros y agonía
con lágrimas y gemidos
le rogavan noche y día
que ya se determinase
a les dar su compañía.
Unos dezían: ¡O, si fuesse
en mi tiempo el alegría!
Otros: Acava Señor
al que as de embiar embía.
Otros: ¡O si ya rompieses
essos cielos y vería
con mis ojos que baxases
y mi llanto cessaría!
Regad nuves de lo alto
que la tierra lo pedía
y ábrase ya la tierra
que espinas nos produzía
y produzga aquella flor
con que ella florecería.
Otros dezían: ¡O dichoso
el que en tal tiempo sería
que merezca ber a Dios
con los ojos que tenía
y tratarle con sus manos
y andar en su compañía
y gozar de los misterios
que entonces ordenaría!
Prosigue
VI
En aquestos y otros ruegos
gran tiempo pasado avía
pero en los postreros años
el fervor mucho crecía,
quando el viejo Simeón
en deseo se encendía
rogando a Dios que quisiese
dexalle ver este día.
Y assí el Espíritu Sancto
al buen viejo respondía
que le dava su palabra
que la muerte no vería
hasta que la vida viesse
que de arriva descendía
y que él en sus mismas manos
al mismo Dios tomaría
y le tendría en sus braços
y consigo abraçaría.
Prosigue la Encarnación.
VII
Ya que el tiempo era llegado
en que hazerse convenía
el rescate de la esposa
que en duro yugo servía
debaxo de aquella ley
que Moysés dado le avía
el Padre con amor tierno
desta manera dezía:
—Ya ves Hijo que a tu esposa
a tu ymagen hecho avía
y en lo que a ti se parece
contigo bien convenía
pero diffiere en la carne
que en tu simple ser no avía.
En los amores perfectos
esta ley se requería
que se haga semejante
el amante a quien quería
que la mayor semejança
más deleite contenía;
el qual sin duda en tu esposa
grandemente crecería
si te viere semejante
en la carne que tenía.
—Mi voluntad es la tuya
—el Hijo le respondía—
y la gloria que yo tengo
es tu voluntad ser mía
y a mí me conviene Padre
lo que tu Alteza dezía
porque por esta manera
tu vondad más se vería
veráse tu gran potencia
justicia y sabiduría
yrélo a dezir al mundo
y noticia le daría
de tu belleza y dulçura
y de tu soberanía
yré a buscar a mi esposa
y sobre mí tomaría
sus fatigas y trabajos
en que tanto padecía
y porque ella vida tenga
yo por ella moriría
y sacándola del lago
a ti te la bolvería.
Prosigue
VIII
Entonçes llamó a un archángel
que Sant Gabriel se dezía
y embiólo a una donzella
que se llamava María
de cuyo consentimiento
el misterio se hazía
en el qual la Trinidad
de carne el Verbo vestía.
Y aunque tres hazen la obra
en el uno se hazía
y quedó el Verbo encarnado
en el bientre de María.
Y el que tiene sólo Padre
ya también madre tenía
aunque no como qualquiera
que de varón concevía
que de las entrañas de ella
él su carne recevía
por lo qual Hijo de Dios
y del hombre se dezía.
Del Nacimiento
IX
Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer avía
assí como desposado
de su tálamo salía,
abraçado con su esposa
que en sus braços la traýa
al qual la graciosa madre
en un pesebre ponía
entre unos animales
que a la sazón allí avía
los hombres dezían cantares
los ángeles melodía
festejando el desposorio
que entre tales dos avía
pero Dios en el pesebre
allí llorava y gimía
que eran joyas que la esposa
al desposorio traýa
y la madre estava en pasmo
de que tal trueque veýa
el llanto del hombre en Dios
y en el hombre el alegría
lo qual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.
—Una esposa que te ame
mi Hijo darte quería
que por tu valor merezca
tener nuestra compañía
y comer pan a una mesa
del mismo que yo comía
porque conozca los bienes
que en tal Hijo yo tenía
y se congracie conmigo
de tu gracia y loçanía.
—Mucho lo agradezco Padre,
—el Hijo le respondía—
a la esposa que me dieres
yo mi claridad daría
para que por ella vea
quánto mi Padre valía
y cómo el ser que posseo
de su ser lo recevía.
Reclinarla e yo en mi braço
y en tu amor se abrasaría
y con eterno deleite
tu bondad sublimaría.
Prosigue
IV
—Hágase pues —dixo el Padre—,
que tu amor lo merecía.
Y en este dicho que dixo
el mundo criado avía.
Palacio para la esposa,
hecho en gran sabiduría
el qual en dos aposentos
alto y baxo dividía.
El baxo de differencias
infinitas componía
mas el alto hermoseava
de admirable pedrería.
Porque conozca la esposa
el Esposo que tenía
en el alto colocava
la angélica jerarchía
pero la natura humana
en el baxo la ponía
por ser en su compostura
algo de menor valía.
Y aunque el ser y los lugares
desta suerte los ponía
pero todos son un cuerpo
de la esposa que dezía:
Que el amor de un mismo Esposo
una esposa los hazía.
Los de arriva posseýan
al Esposo en alegría
los de abaxo en esperança
de fee que les infundía
diziéndoles que algún tiempo
él los engrandecería
y que aquella su baxeza
él se la levantaría
de manera que ninguno
ya la vituperaría
porque en todo semejante
él a ellos se haría
y se vendría con ellos
y con ellos moraría
y que Dios sería hombre
y que el hombre Dios sería
y trataría con ellos
comería y bebería
y que con ellos contino
él mismo se quedaría
hasta que se consumase
este siglo que corría
quando se gozaran juntos
en eterna melodía
porque él era la cabeça
de la esposa que tenía
a la qual todos los miembros
de los justos juntaría
que son cuerpo de la esposa,
a la qual él tomaría
en sus braços tiernamente
y allí su amor le daría
y que assí juntos en uno
al Padre la llevaría
donde del mismo deleite
que Dios goza gozaría
que como el Padre y el Hijo
y el que dellos procedía
el uno vive en el otro
assí la esposa sería
que dentro de Dios absorta
vida de Dios viviría.
Prosigue
V
Con esta buena esperança
que de arriva les venía
el tedio de sus trabajos
más leve se les hazía
pero la esperança larga
y el deseo que crecía
de gozarse con su Esposo
contino les affligía.
Por lo qual con oraciones
con suspiros y agonía
con lágrimas y gemidos
le rogavan noche y día
que ya se determinase
a les dar su compañía.
Unos dezían: ¡O, si fuesse
en mi tiempo el alegría!
Otros: Acava Señor
al que as de embiar embía.
Otros: ¡O si ya rompieses
essos cielos y vería
con mis ojos que baxases
y mi llanto cessaría!
Regad nuves de lo alto
que la tierra lo pedía
y ábrase ya la tierra
que espinas nos produzía
y produzga aquella flor
con que ella florecería.
Otros dezían: ¡O dichoso
el que en tal tiempo sería
que merezca ber a Dios
con los ojos que tenía
y tratarle con sus manos
y andar en su compañía
y gozar de los misterios
que entonces ordenaría!
Prosigue
VI
En aquestos y otros ruegos
gran tiempo pasado avía
pero en los postreros años
el fervor mucho crecía,
quando el viejo Simeón
en deseo se encendía
rogando a Dios que quisiese
dexalle ver este día.
Y assí el Espíritu Sancto
al buen viejo respondía
que le dava su palabra
que la muerte no vería
hasta que la vida viesse
que de arriva descendía
y que él en sus mismas manos
al mismo Dios tomaría
y le tendría en sus braços
y consigo abraçaría.
Prosigue la Encarnación.
VII
Ya que el tiempo era llegado
en que hazerse convenía
el rescate de la esposa
que en duro yugo servía
debaxo de aquella ley
que Moysés dado le avía
el Padre con amor tierno
desta manera dezía:
—Ya ves Hijo que a tu esposa
a tu ymagen hecho avía
y en lo que a ti se parece
contigo bien convenía
pero diffiere en la carne
que en tu simple ser no avía.
En los amores perfectos
esta ley se requería
que se haga semejante
el amante a quien quería
que la mayor semejança
más deleite contenía;
el qual sin duda en tu esposa
grandemente crecería
si te viere semejante
en la carne que tenía.
—Mi voluntad es la tuya
—el Hijo le respondía—
y la gloria que yo tengo
es tu voluntad ser mía
y a mí me conviene Padre
lo que tu Alteza dezía
porque por esta manera
tu vondad más se vería
veráse tu gran potencia
justicia y sabiduría
yrélo a dezir al mundo
y noticia le daría
de tu belleza y dulçura
y de tu soberanía
yré a buscar a mi esposa
y sobre mí tomaría
sus fatigas y trabajos
en que tanto padecía
y porque ella vida tenga
yo por ella moriría
y sacándola del lago
a ti te la bolvería.
Prosigue
VIII
Entonçes llamó a un archángel
que Sant Gabriel se dezía
y embiólo a una donzella
que se llamava María
de cuyo consentimiento
el misterio se hazía
en el qual la Trinidad
de carne el Verbo vestía.
Y aunque tres hazen la obra
en el uno se hazía
y quedó el Verbo encarnado
en el bientre de María.
Y el que tiene sólo Padre
ya también madre tenía
aunque no como qualquiera
que de varón concevía
que de las entrañas de ella
él su carne recevía
por lo qual Hijo de Dios
y del hombre se dezía.
Del Nacimiento
IX
Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer avía
assí como desposado
de su tálamo salía,
abraçado con su esposa
que en sus braços la traýa
al qual la graciosa madre
en un pesebre ponía
entre unos animales
que a la sazón allí avía
los hombres dezían cantares
los ángeles melodía
festejando el desposorio
que entre tales dos avía
pero Dios en el pesebre
allí llorava y gimía
que eran joyas que la esposa
al desposorio traýa
y la madre estava en pasmo
de que tal trueque veýa
el llanto del hombre en Dios
y en el hombre el alegría
lo qual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.
—Hágase pues —dixo el Padre—,
que tu amor lo merecía.
Y en este dicho que dixo
el mundo criado avía.
Palacio para la esposa,
hecho en gran sabiduría
el qual en dos aposentos
alto y baxo dividía.
El baxo de differencias
infinitas componía
mas el alto hermoseava
de admirable pedrería.
Porque conozca la esposa
el Esposo que tenía
en el alto colocava
la angélica jerarchía
pero la natura humana
en el baxo la ponía
por ser en su compostura
algo de menor valía.
Y aunque el ser y los lugares
desta suerte los ponía
pero todos son un cuerpo
de la esposa que dezía:
Que el amor de un mismo Esposo
una esposa los hazía.
Los de arriva posseýan
al Esposo en alegría
los de abaxo en esperança
de fee que les infundía
diziéndoles que algún tiempo
él los engrandecería
y que aquella su baxeza
él se la levantaría
de manera que ninguno
ya la vituperaría
porque en todo semejante
él a ellos se haría
y se vendría con ellos
y con ellos moraría
y que Dios sería hombre
y que el hombre Dios sería
y trataría con ellos
comería y bebería
y que con ellos contino
él mismo se quedaría
hasta que se consumase
este siglo que corría
quando se gozaran juntos
en eterna melodía
porque él era la cabeça
de la esposa que tenía
a la qual todos los miembros
de los justos juntaría
que son cuerpo de la esposa,
a la qual él tomaría
en sus braços tiernamente
y allí su amor le daría
y que assí juntos en uno
al Padre la llevaría
donde del mismo deleite
que Dios goza gozaría
que como el Padre y el Hijo
y el que dellos procedía
el uno vive en el otro
assí la esposa sería
que dentro de Dios absorta
vida de Dios viviría.
Prosigue
V
Con esta buena esperança
que de arriva les venía
el tedio de sus trabajos
más leve se les hazía
pero la esperança larga
y el deseo que crecía
de gozarse con su Esposo
contino les affligía.
Por lo qual con oraciones
con suspiros y agonía
con lágrimas y gemidos
le rogavan noche y día
que ya se determinase
a les dar su compañía.
Unos dezían: ¡O, si fuesse
en mi tiempo el alegría!
Otros: Acava Señor
al que as de embiar embía.
Otros: ¡O si ya rompieses
essos cielos y vería
con mis ojos que baxases
y mi llanto cessaría!
Regad nuves de lo alto
que la tierra lo pedía
y ábrase ya la tierra
que espinas nos produzía
y produzga aquella flor
con que ella florecería.
Otros dezían: ¡O dichoso
el que en tal tiempo sería
que merezca ber a Dios
con los ojos que tenía
y tratarle con sus manos
y andar en su compañía
y gozar de los misterios
que entonces ordenaría!
Prosigue
VI
En aquestos y otros ruegos
gran tiempo pasado avía
pero en los postreros años
el fervor mucho crecía,
quando el viejo Simeón
en deseo se encendía
rogando a Dios que quisiese
dexalle ver este día.
Y assí el Espíritu Sancto
al buen viejo respondía
que le dava su palabra
que la muerte no vería
hasta que la vida viesse
que de arriva descendía
y que él en sus mismas manos
al mismo Dios tomaría
y le tendría en sus braços
y consigo abraçaría.
Prosigue la Encarnación.
VII
Ya que el tiempo era llegado
en que hazerse convenía
el rescate de la esposa
que en duro yugo servía
debaxo de aquella ley
que Moysés dado le avía
el Padre con amor tierno
desta manera dezía:
—Ya ves Hijo que a tu esposa
a tu ymagen hecho avía
y en lo que a ti se parece
contigo bien convenía
pero diffiere en la carne
que en tu simple ser no avía.
En los amores perfectos
esta ley se requería
que se haga semejante
el amante a quien quería
que la mayor semejança
más deleite contenía;
el qual sin duda en tu esposa
grandemente crecería
si te viere semejante
en la carne que tenía.
—Mi voluntad es la tuya
—el Hijo le respondía—
y la gloria que yo tengo
es tu voluntad ser mía
y a mí me conviene Padre
lo que tu Alteza dezía
porque por esta manera
tu vondad más se vería
veráse tu gran potencia
justicia y sabiduría
yrélo a dezir al mundo
y noticia le daría
de tu belleza y dulçura
y de tu soberanía
yré a buscar a mi esposa
y sobre mí tomaría
sus fatigas y trabajos
en que tanto padecía
y porque ella vida tenga
yo por ella moriría
y sacándola del lago
a ti te la bolvería.
Prosigue
VIII
Entonçes llamó a un archángel
que Sant Gabriel se dezía
y embiólo a una donzella
que se llamava María
de cuyo consentimiento
el misterio se hazía
en el qual la Trinidad
de carne el Verbo vestía.
Y aunque tres hazen la obra
en el uno se hazía
y quedó el Verbo encarnado
en el bientre de María.
Y el que tiene sólo Padre
ya también madre tenía
aunque no como qualquiera
que de varón concevía
que de las entrañas de ella
él su carne recevía
por lo qual Hijo de Dios
y del hombre se dezía.
Del Nacimiento
IX
Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer avía
assí como desposado
de su tálamo salía,
abraçado con su esposa
que en sus braços la traýa
al qual la graciosa madre
en un pesebre ponía
entre unos animales
que a la sazón allí avía
los hombres dezían cantares
los ángeles melodía
festejando el desposorio
que entre tales dos avía
pero Dios en el pesebre
allí llorava y gimía
que eran joyas que la esposa
al desposorio traýa
y la madre estava en pasmo
de que tal trueque veýa
el llanto del hombre en Dios
y en el hombre el alegría
lo qual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.
Con esta buena esperança
que de arriva les venía
el tedio de sus trabajos
más leve se les hazía
pero la esperança larga
y el deseo que crecía
de gozarse con su Esposo
contino les affligía.
Por lo qual con oraciones
con suspiros y agonía
con lágrimas y gemidos
le rogavan noche y día
que ya se determinase
a les dar su compañía.
Unos dezían: ¡O, si fuesse
en mi tiempo el alegría!
Otros: Acava Señor
al que as de embiar embía.
Otros: ¡O si ya rompieses
essos cielos y vería
con mis ojos que baxases
y mi llanto cessaría!
Regad nuves de lo alto
que la tierra lo pedía
y ábrase ya la tierra
que espinas nos produzía
y produzga aquella flor
con que ella florecería.
Otros dezían: ¡O dichoso
el que en tal tiempo sería
que merezca ber a Dios
con los ojos que tenía
y tratarle con sus manos
y andar en su compañía
y gozar de los misterios
que entonces ordenaría!
Prosigue
VI
En aquestos y otros ruegos
gran tiempo pasado avía
pero en los postreros años
el fervor mucho crecía,
quando el viejo Simeón
en deseo se encendía
rogando a Dios que quisiese
dexalle ver este día.
Y assí el Espíritu Sancto
al buen viejo respondía
que le dava su palabra
que la muerte no vería
hasta que la vida viesse
que de arriva descendía
y que él en sus mismas manos
al mismo Dios tomaría
y le tendría en sus braços
y consigo abraçaría.
Prosigue la Encarnación.
VII
Ya que el tiempo era llegado
en que hazerse convenía
el rescate de la esposa
que en duro yugo servía
debaxo de aquella ley
que Moysés dado le avía
el Padre con amor tierno
desta manera dezía:
—Ya ves Hijo que a tu esposa
a tu ymagen hecho avía
y en lo que a ti se parece
contigo bien convenía
pero diffiere en la carne
que en tu simple ser no avía.
En los amores perfectos
esta ley se requería
que se haga semejante
el amante a quien quería
que la mayor semejança
más deleite contenía;
el qual sin duda en tu esposa
grandemente crecería
si te viere semejante
en la carne que tenía.
—Mi voluntad es la tuya
—el Hijo le respondía—
y la gloria que yo tengo
es tu voluntad ser mía
y a mí me conviene Padre
lo que tu Alteza dezía
porque por esta manera
tu vondad más se vería
veráse tu gran potencia
justicia y sabiduría
yrélo a dezir al mundo
y noticia le daría
de tu belleza y dulçura
y de tu soberanía
yré a buscar a mi esposa
y sobre mí tomaría
sus fatigas y trabajos
en que tanto padecía
y porque ella vida tenga
yo por ella moriría
y sacándola del lago
a ti te la bolvería.
Prosigue
VIII
Entonçes llamó a un archángel
que Sant Gabriel se dezía
y embiólo a una donzella
que se llamava María
de cuyo consentimiento
el misterio se hazía
en el qual la Trinidad
de carne el Verbo vestía.
Y aunque tres hazen la obra
en el uno se hazía
y quedó el Verbo encarnado
en el bientre de María.
Y el que tiene sólo Padre
ya también madre tenía
aunque no como qualquiera
que de varón concevía
que de las entrañas de ella
él su carne recevía
por lo qual Hijo de Dios
y del hombre se dezía.
Del Nacimiento
IX
Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer avía
assí como desposado
de su tálamo salía,
abraçado con su esposa
que en sus braços la traýa
al qual la graciosa madre
en un pesebre ponía
entre unos animales
que a la sazón allí avía
los hombres dezían cantares
los ángeles melodía
festejando el desposorio
que entre tales dos avía
pero Dios en el pesebre
allí llorava y gimía
que eran joyas que la esposa
al desposorio traýa
y la madre estava en pasmo
de que tal trueque veýa
el llanto del hombre en Dios
y en el hombre el alegría
lo qual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.
En aquestos y otros ruegos
gran tiempo pasado avía
pero en los postreros años
el fervor mucho crecía,
quando el viejo Simeón
en deseo se encendía
rogando a Dios que quisiese
dexalle ver este día.
Y assí el Espíritu Sancto
al buen viejo respondía
que le dava su palabra
que la muerte no vería
hasta que la vida viesse
que de arriva descendía
y que él en sus mismas manos
al mismo Dios tomaría
y le tendría en sus braços
y consigo abraçaría.
Prosigue la Encarnación.
VII
Ya que el tiempo era llegado
en que hazerse convenía
el rescate de la esposa
que en duro yugo servía
debaxo de aquella ley
que Moysés dado le avía
el Padre con amor tierno
desta manera dezía:
—Ya ves Hijo que a tu esposa
a tu ymagen hecho avía
y en lo que a ti se parece
contigo bien convenía
pero diffiere en la carne
que en tu simple ser no avía.
En los amores perfectos
esta ley se requería
que se haga semejante
el amante a quien quería
que la mayor semejança
más deleite contenía;
el qual sin duda en tu esposa
grandemente crecería
si te viere semejante
en la carne que tenía.
—Mi voluntad es la tuya
—el Hijo le respondía—
y la gloria que yo tengo
es tu voluntad ser mía
y a mí me conviene Padre
lo que tu Alteza dezía
porque por esta manera
tu vondad más se vería
veráse tu gran potencia
justicia y sabiduría
yrélo a dezir al mundo
y noticia le daría
de tu belleza y dulçura
y de tu soberanía
yré a buscar a mi esposa
y sobre mí tomaría
sus fatigas y trabajos
en que tanto padecía
y porque ella vida tenga
yo por ella moriría
y sacándola del lago
a ti te la bolvería.
Prosigue
VIII
Entonçes llamó a un archángel
que Sant Gabriel se dezía
y embiólo a una donzella
que se llamava María
de cuyo consentimiento
el misterio se hazía
en el qual la Trinidad
de carne el Verbo vestía.
Y aunque tres hazen la obra
en el uno se hazía
y quedó el Verbo encarnado
en el bientre de María.
Y el que tiene sólo Padre
ya también madre tenía
aunque no como qualquiera
que de varón concevía
que de las entrañas de ella
él su carne recevía
por lo qual Hijo de Dios
y del hombre se dezía.
Del Nacimiento
IX
Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer avía
assí como desposado
de su tálamo salía,
abraçado con su esposa
que en sus braços la traýa
al qual la graciosa madre
en un pesebre ponía
entre unos animales
que a la sazón allí avía
los hombres dezían cantares
los ángeles melodía
festejando el desposorio
que entre tales dos avía
pero Dios en el pesebre
allí llorava y gimía
que eran joyas que la esposa
al desposorio traýa
y la madre estava en pasmo
de que tal trueque veýa
el llanto del hombre en Dios
y en el hombre el alegría
lo qual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.
Ya que el tiempo era llegado
en que hazerse convenía
el rescate de la esposa
que en duro yugo servía
debaxo de aquella ley
que Moysés dado le avía
el Padre con amor tierno
desta manera dezía:
—Ya ves Hijo que a tu esposa
a tu ymagen hecho avía
y en lo que a ti se parece
contigo bien convenía
pero diffiere en la carne
que en tu simple ser no avía.
En los amores perfectos
esta ley se requería
que se haga semejante
el amante a quien quería
que la mayor semejança
más deleite contenía;
el qual sin duda en tu esposa
grandemente crecería
si te viere semejante
en la carne que tenía.
—Mi voluntad es la tuya
—el Hijo le respondía—
y la gloria que yo tengo
es tu voluntad ser mía
y a mí me conviene Padre
lo que tu Alteza dezía
porque por esta manera
tu vondad más se vería
veráse tu gran potencia
justicia y sabiduría
yrélo a dezir al mundo
y noticia le daría
de tu belleza y dulçura
y de tu soberanía
yré a buscar a mi esposa
y sobre mí tomaría
sus fatigas y trabajos
en que tanto padecía
y porque ella vida tenga
yo por ella moriría
y sacándola del lago
a ti te la bolvería.
Prosigue
VIII
Entonçes llamó a un archángel
que Sant Gabriel se dezía
y embiólo a una donzella
que se llamava María
de cuyo consentimiento
el misterio se hazía
en el qual la Trinidad
de carne el Verbo vestía.
Y aunque tres hazen la obra
en el uno se hazía
y quedó el Verbo encarnado
en el bientre de María.
Y el que tiene sólo Padre
ya también madre tenía
aunque no como qualquiera
que de varón concevía
que de las entrañas de ella
él su carne recevía
por lo qual Hijo de Dios
y del hombre se dezía.
Del Nacimiento
IX
Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer avía
assí como desposado
de su tálamo salía,
abraçado con su esposa
que en sus braços la traýa
al qual la graciosa madre
en un pesebre ponía
entre unos animales
que a la sazón allí avía
los hombres dezían cantares
los ángeles melodía
festejando el desposorio
que entre tales dos avía
pero Dios en el pesebre
allí llorava y gimía
que eran joyas que la esposa
al desposorio traýa
y la madre estava en pasmo
de que tal trueque veýa
el llanto del hombre en Dios
y en el hombre el alegría
lo qual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.
Entonçes llamó a un archángel
que Sant Gabriel se dezía
y embiólo a una donzella
que se llamava María
de cuyo consentimiento
el misterio se hazía
en el qual la Trinidad
de carne el Verbo vestía.
Y aunque tres hazen la obra
en el uno se hazía
y quedó el Verbo encarnado
en el bientre de María.
Y el que tiene sólo Padre
ya también madre tenía
aunque no como qualquiera
que de varón concevía
que de las entrañas de ella
él su carne recevía
por lo qual Hijo de Dios
y del hombre se dezía.
Del Nacimiento
IX
Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer avía
assí como desposado
de su tálamo salía,
abraçado con su esposa
que en sus braços la traýa
al qual la graciosa madre
en un pesebre ponía
entre unos animales
que a la sazón allí avía
los hombres dezían cantares
los ángeles melodía
festejando el desposorio
que entre tales dos avía
pero Dios en el pesebre
allí llorava y gimía
que eran joyas que la esposa
al desposorio traýa
y la madre estava en pasmo
de que tal trueque veýa
el llanto del hombre en Dios
y en el hombre el alegría
lo qual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.
Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer avía
assí como desposado
de su tálamo salía,
abraçado con su esposa
que en sus braços la traýa
al qual la graciosa madre
en un pesebre ponía
entre unos animales
que a la sazón allí avía
los hombres dezían cantares
los ángeles melodía
festejando el desposorio
que entre tales dos avía
pero Dios en el pesebre
allí llorava y gimía
que eran joyas que la esposa
al desposorio traýa
y la madre estava en pasmo
de que tal trueque veýa
el llanto del hombre en Dios
y en el hombre el alegría
lo qual del uno y del otro
tan ajeno ser solía. | es |
Guillén,Jorge | <XXI | Salvación_De_La_Primavera | Ajustada a la sola
desnudez de tu cuerpo,
entre el aire y la luz
eres puro elemento.
¡Eres! Y tan desnuda,
tan continua, tan simple
que el mundo vuelve a ser
fábula irresistible.
...Mi atención, ampliada,
columbra. Por tu carne
la atmósfera reúne
términos. Hay paisaje.
Esos blancos tan rubios
que sobre tu tersura
la mejor claridad
primaveral sitúan.
Es tuyo el resplandor
de una tarde perpetua.
¡Qué cerrado equilibrio
dorado, qué alameda!...) | es |
Altolaguirre,Manuel | <XXI | Como_Un_Ala_Negra_De_Aire | Como un ala negra de aire
desprendida de hombro alto,
cuerpo de un muerto reflejo
en duras tierras ahogado,
la sombra quieta, tendida,
flota sobre el liso campo.
La nube, sombra en el viento
de la sombra, flor sin tallo,
de la amplia campana azul
adormecido badajo,
techo azul y suelo verde
tiene en la tarde de mayo.
Como una rama de almendro
el horizonte nublado.
La sombra quieta, tendida,
flota sobre el liso campo,
cuerpo de un muerto reflejo
en duras tierras ahogado. | es |
Gelman,Juan | <XXI | Esta_Madera_/_Obrera_Del | esta madera / obrera del
fuego que me arde para llama
con que me herís / llagás / volás
o tocamiento tierno que
toca el revés del alma o
como un amor trabajador
que sube al aire con tus rostros /
tu claridad / tu acto de fuego
para la llama que me ardés
en la madera ya embestida
de luz / tu luz / campo de luz
donde encendido como llaga
mi corazón pasara en brazos
de vos / amor / quemando la
furia de ser fuera de vos
como animal sucio de noche | es |
Pombo,Rafael | <XXI | El_Primer_Abrazo | Al fin estamos solos, al fin contra mi pecho,
Mitad del alma mía, frenético te estrecho,
¡Mujer, sueño que palpo de mi felicidad!
¡Conque eres tú, tú misma, la veinte años deseada!
¡La hija del imposible, la hecha para soñada!
Y ¡oh... demasiado grata para que seas verdad!
Dime, ¿yo no deliro? ¿de veras tú me amas?
¿De veras tu adorado dulcísima me llamas?
¿Yo mismo no me engaño? ¿tú no me engañas? di.
¿No es crimen dicha tanta en donde hay tanto duelo?
¿Será que ya hemos muerto y estamos en el cielo,
Tú en mí glorificada, glorificado en ti?
Conmigo estás, y me amas... ¿y no te vuelves loca
De dicha, cuando siento que toda mi alma es poca
Para amarte, y es mi alma templo de inmenso amor?
¡Conmigo estás, y me amas! y como yo no mueres
Ahogada en el supremo placer de los placeres
De amar, y ser amada, y estar con tu amador.
Oye: por mí soy nada, y nada por mí espero,
Y nada de la tierra ni de los hombres quiero,
Su vanidad no entiendo, desprecio su ambición.
Mas, tanto por ti aspiro, y son mis fuerzas tantas,
Que por rendir coronas a tus preciosas plantas,
Fuera tal vez un Leónidas, un Milton, un Colón.
Dispon de mí: ¿qué quieres? Señálame un camino,
Donde tu acento vaya lanzaré mi destino.
Y si quieres orgullo, te enorgulleceré.
Se cual la reina esposa del bardo caballero,
Que para gloria de ambos, con cítara y acero
Mostró digno del trono al que vasallo fue.
Mas si te basta hermosa que te ame tu adorado
Más que ama su esperanza Luzbel desesperado,
Y más que Adán a Eva delante del Señor,
Dame otro y otro beso, dame otro y otro abrazo,
Que no hay trono en el mundo mejor que tu regazo,
Y no concibo un cielo más dulce que tu amor. | es |
Fuertes,Gloria | <XXI | La_Ciencia_Tiene_Magia | La ciencia tiene magia
y la magia tiene ciencia, —yo paciencia—.
Actúa la relación existente
de mente a mente.
Así que
¡Vente!
Después surgen los desplazamientos
de sentimientos.
—¡No quiero doblar cucharillas!
Me conformaría
con hacer moverse o conmoverse
a tu corazón de hierro,
—o de oro—. | es |
Altolaguirre,Manuel | <XXI | Poemas_De_Asedio | Como un sol de las doce,
su presencia clarísima
fue recogiendo todos
mis recuerdos tendidos.
Todos fueron entrando
bajo mis pies inmóviles,
como cartas alegres
por rendijas de puertas.
¡Oh, sombra de mi alma!
Mientras que deslumbrante,
recortados sus brillos,
sobre mí iluminaba
intensamente el mundo.
¡Blanco sol de mi alma! | es |
Buesa,José_Ángel | <XXI | Canción_Contigo | Aquí estás en la sombra,
con tu mano en la mía,
respirando en un tiempo
sin antes ni después.
Ya ves que,
aunque te fuiste,
no te vas todavía,
y estas aquí, conmigo
no importa donde estés.
Desnuda en esta sombra
te palpará mi mano,
lenta mano de ciego
que acaricia una flor,
y sabré de repente
donde empieza el verano,
yo, que solo he sabido
donde acaba el amor.
Aquí estas en la sombra,
conmigo todavía,
compartiendo este lecho
calidamente aquí,
Detenida en la noche,
y donde nunca es de día,
detenida en la noche
y amaneciendo en mí.
Y ahora soy como el surco
donde madura el trigo,
como la flor que nace
donde pisan tus pies,
porque, aunque nunca vuelvas,
siempre estarás conmigo,
conmigo en esta sombra
sin antes ni después. | es |
Bretón_de_los_Herreros,Manuel | <XXI | De_Una_Mujer_Zalamera | De una mujer zalamera
Que su amor quiera probar
Diciéndome sin cesar
«Consuelo mío, mi prenda»
Dios me libre y
me defienda.
De fiarme en un chismoseo
Que, si hoy lo es en mi servicio,
Mañana su mismo vicio
Le hará también que me venda,
Dios me libre y
me defienda.
De escuchar a un majadero
Mientras lo dan de cenar
Deletreando asesinar
De Cervantes la leyenda,
Dios me libre y
me defienda.
De esos que apuestan por todo,
Y escupen por el colmillo,
Y hablan de onzas a porrillo
Con insolente fachenda,
Dios me libre y
me defienda.
De creer yo que en la Corte,
Aunque allí todo es error,
De la pobreza el olor
A cien varas no trascienda,
Dios me libre y
me defienda.
De dudar yo que en la guerra
Ganan muchos un balazo
Que les tronche pierna o brazo,
Y pocos una encomienda,
Dios me libre y me defienda.
Eso de ir por el atajo
Suele ser un desatino.
De dejar el real camino
Por la enmarañada senda,
Dios me libre y
me defienda.
Aunque sean más hermosas
Que la diosa de Citeres,
De acompañar a mujeres
Cuando van a alguna tienda,
Dios me libre y
me defienda.
De creer que un palaciego
Más que a la viuda llorosa,
Si es ojinegra y hermosa,
Al pobre inválido atienda,
Dios me libre y
me defienda.
De imaginar que Tiburcio
Con leer sólo el Rengifo,
Como a hacer un logogrifo
A hacer poemas aprenda,
Dios me libre y
me defienda.
De quererme enemistar
Jamás con un escribano,
O con alguacil villano
Que por venganza me prenda,
Dios me libre y
me defienda.
De un criticón, cuya envidia
Contra mis versos le arme,
Y se empeñe en censurarme,
Tal vez porque no me entienda,
Dios me libre y
me defienda.
Aunque mi padre le abone
Y un santo me lo aconseje,
De que otro me la maneje,
Si Dios me la da, mi hacienda,
Dios me libre y
me defienda.
De creer que un jugador
Deje las cartas traidoras,
Aunque me haga a todas horas
Propósito de la enmienda,
Dios me libre y
me defienda.
De dudar yo que es muy raro
Y merece eterna palma
El que tiene bella el alma
Teniendo la cara horrenda,
Dios me libre y
me defienda.
De aprisionar el dinero
Por temor de infausta suerte
A riesgo de que la muerte
Sin gastarlo me sorprenda,
Dios me libre y
me defienda.
De médico y boticario,
De hombre cominero y ruin,
De mujer que hable en latín,
Y de caballo sin rienda,
Dios me libre y
me defienda.
Dios me libre y
me defienda.
Dios me libre y
me defienda.
Dios me libre y
me defienda.
Dios me libre y
me defienda.
Dios me libre y
me defienda.
Dios me libre y
me defienda.
Dios me libre y
me defienda.
Dios me libre y
me defienda.
Dios me libre y
me defienda.
Dios me libre y
me defienda.
Dios me libre y
me defienda.
Dios me libre y
me defienda.
Dios me libre y
me defienda.
Dios me libre y
me defienda.
Dios me libre y
me defienda.
Dios me libre y
me defienda. | es |
Vega,Garcilaso_de_la | <XXI | Soneto_Xxxiii | Boscán, las armas y el furor de Marte,
que con su propria fuerza el africano
suelo regando, hacen que el romano
imperio reverdezca en esta parte,
han reducido a la memoria del arte
y el antiguo valor italïano,
por cuya fuerza y valerosa mano
África se aterró de parte a parte.
Aquí donde el romano encendimiento,
donde el fuego y la llama licenciosa
sólo el nombre dejaron a Cartago,
vuelve y revuelve amor mi pensamiento,
hiere y enciende el alma temerosa,
y en llanto y en ceniza me deshago.
han reducido a la memoria del arte
y el antiguo valor italïano,
por cuya fuerza y valerosa mano
África se aterró de parte a parte.
Aquí donde el romano encendimiento,
donde el fuego y la llama licenciosa
sólo el nombre dejaron a Cartago,
vuelve y revuelve amor mi pensamiento,
hiere y enciende el alma temerosa,
y en llanto y en ceniza me deshago.
Aquí donde el romano encendimiento,
donde el fuego y la llama licenciosa
sólo el nombre dejaron a Cartago,
vuelve y revuelve amor mi pensamiento,
hiere y enciende el alma temerosa,
y en llanto y en ceniza me deshago.
vuelve y revuelve amor mi pensamiento,
hiere y enciende el alma temerosa,
y en llanto y en ceniza me deshago. | es |
Orión_de_Panthoseas | XXI | Secuencia_De_Los_Días | ¡ ... quién, quién no tiene memoria del temblor de una tarde
o no coge un rastro de polvo en el dedo tras la ausencia
!
El mundo es apenas un tibio cariño, una rueda infinita y un tintineo
de agua. Sólo, apenas.
todos los hombres estuvimos reunidos un día para construir una plaza viva
y la plaza se asustó, se fue, y todavía seguimos
buscándola;
porque hay quien coge un puñado de tierra y lo aprieta y lo
entierra en la mano,
y hay quien siembra en él y, con el fuego hallado, tras
restañar la locura,
construye la mañana e inicia con ella la resurrección del
mar
los días comunes son así: cuesta andar por la
mañana y llegar a los mercados,
cuesta toser, saludar, sentir la luz en la sien,
escucharla.
¡ ... ah, si no instituyéramos tormentas
! Porque la
mayor parte de nuestras vidas,
- lo sepamos o no - la pasamos cerrando cosas
y defendiéndonos del ruido
y el miedo que produce la eternidad creada.
Por dentro, y mientras escribo esto, el viento, ululante y frío,
me golpea y aturde.
Es mi tormenta helándome y deshelándome, la que me hace y
que aún no acierto a mirar
y no puedo describir. Por eso, por eso seguramente la temo. | es |
Bersabé,Bernardo | XXI | Katrina | Abandonadas cosas que
el agua arrastraba,
inundándolas de muerte:
un juguete de colores,
una media de seda,
el marco de plata de la boda,
una columna de ceniza.
Todo en un agua olvidada,
insolidaria y fascista,
donde los muertos
nadan con dulzura hacia el mar,
donde las ruinas cambian
el color de las calles,
donde el ser humano revela
sus más bajos instintos.
Aterradora jerarquía del dolor.
Todo en un agua olvidada,
insolidaria y fascista,
donde los muertos
nadan con dulzura hacia el mar,
donde las ruinas cambian
el color de las calles,
donde el ser humano revela
sus más bajos instintos.
Aterradora jerarquía del dolor.
Aterradora jerarquía del dolor. | es |
Unamuno,Miguel_de | <XXI | Puntual_Como_El_Lucero | Dice el galán, enfermo de muerte, a su dama:
Ya estás ahí, puntual como una estrella
que a su hora sale,
marcha a su paso
y se pone cumpliendo su carrera;
ya estás ahí, puntual como celeste
luminaria divina,
infundiendo confianza.
¡Siempre es puntual lo eterno!
Si la luna, si el sol tardase un día,
si no saliese
cuando el mundo lo espera
¡qué terror de locura
al mundo inundaría!
¿Y qué vendrá después?, sería el grito
del mortal espantado,
al ver rota la ley de la constancia.
¡Se rompió el orden! ¡rompiose la cadena
que ata las horas!
¡el Sol falta a la cita!
¡el mundo va a morir entre portentos
de confusión y ruina!
¡Ya estás ahí, puntual como el lucero
de la mañana!
¡Ya estás ahí, vertiendo de los ojos
fe en lo imposible,
fe en la constancia!
Siglos ha que la estrella vespertina
surge a su hora,
y a su hora se pone;
¿qué busca? ¿qué pretende?
¿de tal puntualidad cuál el objeto?
Yo no lo sé, pero esa su constancia
es fuente de consuelo para el hombre
que ve entre los que cambian
algo constante,
prenda de eternidad y de fijeza.
Antes que el hombre fuese
ya salía el lucero
puntual para la tierra
que vacía y desnuda le esperaba;
y cuando el hombre acabe
saldrá la estrella fiel por el oriente
triste y constante.
¡Ya estás ahí, puntual como el lucero
de la mañana!
¿Quién sabe si algún día
verás mi ocaso,
puntual como el lucero
de la mañana? | es |
Martínez_de_la_Rosa,Francisco | <XXI | Placer_De_Los_Cielos,_Delicia_Del_Mundo | Placer de los cielos, delicia del mundo
O Numen fecundo, propicio a mi voz,
De tiernos amantes corona el deseo,
Desciende, Himeneo, desciende veloz.
Al mar y a la tierra y al aire sereno
Tú colmas el seno de germen feraz;
Y el orbe enlazando con dulces cadenas,
Sus ámbitos llenas de vida y de paz.
Tú al nido aprisionas con grillos suaves
Las tímidas aves en plácida unión;
Y al yugo amoroso tú inclinas la frente
Del tigre inclemente, del fiero león.
Si gime viuda la tórtola bella,
Con blanda querella te pide otro amor;
Sin fruto dorado la palma viuda
Te expresa, aunque muda, su triste dolor.
Sin ti los mortales, cual fieras atroces,
Ni oyeran las voces de patria y hogar:
Sus muros te deben las altas ciudades;
Las mismas Deidades te deben su altar.
Mas ya gratas pulsan las cítaras de oro,
Y aclaman en coro tu gloria inmortal;
Y al son armonioso las alas extiendes,
Y en triunfo desciendes al lecho nupcial.
Con falsa modestia la Diosa de Delos
Se oculta en los cielos tras nube fugaz;
En tanto que Venus más plácida y bella
Refleja en su estrella su cándida faz.
Sin dejo amargoso purísima muestra
La copa en su diestra de dulce licor;
Y uniendo a sus rosas la blanca azucena,
Su frente serena descubre el Amor;
Mas siempre festivo tu antorcha divina,
Que el lecho ilumina con claro esplendor,
Apaga; y fingiendo temor y recelo,
Se esconde en el velo del sacro Pudor
Los Dioses sonríen, la esposa suspira;
Ternura respira su blando desdén;
Y al tímido esposo las Gracias y Amores
Con cándidas flores coronan la sien. | es |
Jiménez,Juan_Ramón | <XXI | Todas Las_Nubes_Arden | Todas las nubes arden
porque yo te he encontrado,
dios deseante y deseado;
antorchas altas cárdenas
(granas, azules, rojas, amarillas)
en alto grito de rumor de luz.
Del redondo horizonte vienen todas
de congregación fúlgida,
a abrazarse con vueltas de esperanza
a mi fe respondida.
(Mar desierto, con dios
en redonda conciencia
que me habla y me canta,
que me confía y me asegura;
por ti yo paso en pie
alerta, en mí afirmado,
conforme con que mi viaje
es al hombre seguido, que me espera
en puerto de llegada permanente,
de encuentro repetido).
Todas las nubes que existieron,
que existen y que existirán,
me rodean con signos de evidencia;
ellas son para mí
la afirmación alzada de este hondo
fondo de aire en que yo vivo;
el subir verdadero del subir,
el subir del hallazgo en lo alto profundo. | es |
Matos_Paoli,Francisco | <XXI | Jardín_Vedado,_La_Neblina_Cesa | Jardín vedado, la neblina cesa.
El traje de la novia se percata
de la luz que sostiene un río de plata.
Antes del mar, combato la tristeza
del esclavo. Y el árbol se desata
en levedad, en luna, en sutileza.
Busca nueva raíz en lo que empieza:
el loor de la Virgen que me acata
como criatura deseosa, herida.
Desde niño, columbro que se anida
en la piel de las horas en proceso
de mundo cenital. Acepto el vino.
Jardín vedado, en ti se abre el camino:
el hijo de la espuma para el beso. | es |
Chumacero,Alí | <XXI | Otoño_Sitia_El_Valle,_Iniquidad_ | Otoño sitia el valle, iniquidad
desborda, y la sacrílega colina al resplandor
responde en forma de venganza. El polvo mide
y la desdicha siente quien galopa
adonde todos con furor golpean:
prisionero asistir al quebrantado círculo
del hijo que sorprende al padre contemplando
tras la ventana obstruida por la arena.
Sangre del hombre víctima del hombre
asedia puertas, clama: "Aquí no existe nadie",
mas la mansión habita el bárbaro que busca
la dignidad, el yugo de la patria
interrumpida, atroz a la memoria,
como el marido mira de frente a la mujer
y en el cercano umbral la huella ajena apura
el temblor que precede al infortunio.
Hierro y codicia, la impotente lepra
de odios que alentaron rapiñas e ilusiones
la simiente humedece. Al desafío ocurren
hermano contra hermano y sin piedad
tornan en pausa el reino del estigma:
impulsa la soberbia el salto hacia el vacío
que al declinar del viento el águila abandona
figurando una estatua que cayó.
Volcada en el escarnio del tropel
la tarde se defiende, redobla la espesura
ante las piedras que han perdido los cimientos.
Su ofensa es compasión cuando pasamos
de la alcoba dorada a la sombría
con la seguridad de la pavesa: apenas
un instante, relámpago sereno cual soldado
ebrio que espera la degradación.
De niños sonreímos a la furia
confiando en el rencor y a veces en la envidia
ante el rufián que de improviso se despide
y sin hablar desciende de la bestia
en busca del descanso. El juego es suyo,
máscara que se aparta de la escena, catástrofe
que ama su delirio y con delicia pierde
el último vestigio de su ira.
Vino la duda y la pasión del vino,
cuerpos como puñales, aquello que transforma
la juventud en tiranía: los placeres
y la tripulación de los pecados.
Un estallar alzaba en la deshonre
el opaco tumulto y eran las cercanías
ignorados tambores y gritos y sollozos
a los que entonces nadie llamó "hermanos".
Al fin creí que el día serenaba
su propia maldición. Las nubes, el desprecio,
el sitio hecho centella por la amorosa frase,
vajilla, aceite, aromas, todo era
un diestro apaciguar al enemigo,
y descubrí después sobre el naufragio tribus
que iban, eslabones de espuma dando tumbos
ciegos sobre un costado del navío. | es |
Girondo,Oliverio | <XXI | Y_Tú_También | Y tú también
quejido,
inútil,
extraviado,
de tranvía ya loco
de trajes
y de horarios;
adentro de mis venas,
en mi tiempo,
en mis huesos,
mezclado a mi silencio,
a mi pulso,
a mi fiebre,
a todo lo que impregna
esta vigilia estéril,
con ritmo de gotera,
de persiana que se abre
y golpea, golpea,
aquí,
adentro de lo hueco,
donde estoy confinado,
recluido entre tendones,
asomado a los párpados,
aquí,
entre azoteas,
ventanas,
moribundos,
vajillas que se bañan,
rodeado de papeles,
de todo lo que sufre
mi presencia obstinada:
los libros,
la ceniza,
los lápices,
la silla,
el pelo y la dulzura
que se acerca, y me mira,
la mesa
y el ropero,
con sus trajes ahorcados,
la cama que me espera
el velamen tendido
anclada en la penumbra,
¿en el sueño?,
¿en la vida?,
las cortinas,
la alfombra,
que miro y me entristece
cuando voy a sacarme,
con calma,
los botines,
y llega algún recuerdo
fragmentario,
perdido:
las plazas de mi infancia,
un camino,
una casa;
las manos,
las caderas,
las piernas amputadas
de mujeres diluidas
por las horas,
los ruidos,
que suelen detenerme,
de pronto,
en la certeza
de haberlas poseído
entre muebles extraños;
mientras oigo la calle,
la noche que oscuramente muge,
como una vaca enferma,
al ir a cobijarse
en los grandes hangares
que orinan los inviernos,
mientras salen los trenes,
taciturnos,
quejosos,
que van hacia la aurora
desgarrando el silencio,
con un grito oxidado
que se mezcla a mis nervios,
a mi tinta,
a mi sangre. | es |
Adrados_Maestre,Enrique | XXI | Siento_Decirte_Que_Anoche | Siento decirte que anoche
dejaste algo olvidado: tu
presencia...
has estado en todos mis sueños. | es |
Darío,Rubén | <XXI | Niña_Hermosa_Que_Me_Humillas | Niña hermosa que me humillas
con tus ojos grandes, bellos:
son para ellos, son para ellos
estas suaves redondillas.
Son dos soles, son dos llamas,
son la luz del claro día;
con su fuego, niña mía,
los corazones inflamas.
Y autores contemporáneos
dicen hay ojos que prenden
ciertos chispazos que encienden
pistolas que rompen cráneos. | es |
Tapia,Faustino_Calixto | XXI | Cuando_Pasen_Los_Años,_Cuando_El_Mundo | Cuando pasen los años, cuando el mundo
Suela ser diferente a lo que vemos.
Cuando el tiempo en su marcha corra el velo,
Y en el foro
Se devele otra tierra y otro cielo..
Cuando todas las cosas que hoy existen
Sean vestigios ignotos, y el recuerdo
De los hombres ilustres solo exista
En los vastos anales de la historia.
¿Cómo se verá entonces la escena en este mundo?
¿seguirá siendo azul nuestro precioso cielo?
¿habrá flores hermosas y fragancia en los prados?
¿Habrá fuentes con aguas cristalinas y dulces?
¿Existirán follajes donde canten las aves?
¿Habrá riachuelos limpios y playas saludables?
¿Habrá algo de bondad y de amor entre los hombres?
¿La lealtad y el apoyo sincero de un amigo.?
¿Habrá mujeres castas y honradas y sumisas?
¿O serán los humanos un enjambre de fieras
que devoren y maten y destruyan la tierra...?
Se verá gris el cielo y ceniza la montaña
Y nuestra amada tierra será un árido suelo
De pantanosas aguas y desiertas arenas...
¿Qué habrá sido de mi, que será de mi aliento?
¿Llegaré a ver todo esto? ¿O quién habrá de verlo?
¿Será mi hijo, o mi nieto?...
¿O el nieto de este hijo que todavía no engendro...?
¿Dónde me habré quedado? ¿Qué será de mi historia?
¿Habrá sido tranquila mi vida para entonces?
¡Habré encontrado paz para el tiempo de mi muerte?
¿O habré muerto en tristezas como ha sido mi vida?...
Tal vez ni para entonces disfrutaré de calma
Igual que en este tiempo tampoco he disfrutado.
Y moriré extrañando la inmensurable dicha
Y esa paz que a mi vida faltó desde temprano... | es |
Cardenal,Ernesto | <XXI | El_Agua_De_South | (Corn Island)
El agua de South
West Bay es más
azul que el cielo
pero tus ojos son
más azules que
south west bay
Y en las cuevas de
(...)
han llegado ya
las lluvias de mayo,
han vuelto a
florecer los malinches colorados
Y el camino del
Diriá está alegre
lleno de charcos;
pero ya vos
no estás conmigo | es |
Carrera_Andrade,Jorge | <XXI | Yo_Soy_El_Habitante_De_Las_Piedras | Yo soy el habitante de las piedras
sin memoria, con sed de sombra verde,
yo soy el ciudadano de cien pueblos
y de las prodigiosas Capitales,
el Hombre Planetario,
tripulante de todas las ventanas
de la tierra aturdida de motores.
Soy el hombre de Tokio que se nutre
de bambú y pececillos,
el minero de Europa
hermano de la noche,
el labrador del Congo y de la arena,
el pescador de ostiones polinesios,
soy el indio de América, el mestizo,
el amarillo, el negro,
y soy los demás hombres del planeta.
Sobre mi corazón firman los pueblos
un tratado de paz hasta la muerte. | es |
Casal,Julián_del | <XXI | Noble_Y_Altivo,_Generoso_Y_Bueno | Noble y altivo, generoso y bueno
Apareciste en tu nativa tierra,
Como sobre la nieve de alta sierra
De claro día el resplandor sereno.
Torpe ambición emponzoñó tu seno
Y, en el bridón siniestro de la guerra,
Trocaste el suelo que tu polvo encierra
En abismo de llanto, sangre y cieno.
Mas si hoy execra tu memoria el hombre,
No del futuro en la extensión remota
Tus manes han de ser escarnecidos;
Porque tuviste, paladín sin nombre,
En la hora cruel de la derrota,
El supremo valor de los vencidos. | es |
Aridjis,Homero | <XXI | Y_Dios_Dijo:_«Hágase_El_Ángel» | Y Dios dijo: «Hágase el ángel».
Y el ángel fue hecho de palabras.
Y el hombre dijo: «Hágase el ángel
de palabras interiores.
Sea el ángel a semejanza de mi espíritu».
Y Dios dijo: «Que cada hombre
tenga en el cielo un ángel
a su imagen y semejanza
y cuando muera se haga uno con él».
Y el hombre dijo: «Si Dios no creó al ángel,
la imaginación debe crearlo,
porque si hay un vacío entre Dios y yo
no puede haber comunicación entre nosotros.
Es preciso que exista
un espíritu intermediario
entre el cielo y la tierra,
entre lo invisible y lo visible,
entre lo espiritual y lo material».
Dios dijo: «El hombre llegó tarde
para el tiempo de los dioses
y temprano para el ser,
el ángel llegó a tiempo
para los dos tiempos».
El hombre dijo: «Entonces,
el ángel es el cuerpo
que une los dioses y el ser,
es el puente que junta
la mirada con lo mirado».
Dios dijo: «Para que se entiendan
los ángeles y el hombre,
que los ángeles en la tierra hablen
el lenguaje de los hombres
y los hombres cuando sueñen
hablen el lenguaje de los ángeles;
porque hay una lengua original
que comprenden los ángeles
de todas las épocas y todas las razas
y es la que está hecha de poesía».
Dijo el hombre: «Entonces,
un ángel sabe cuando está delante de otro ángel,
no por lo que se dice y se revela,
sino por la luz que sale de sus ojos».
Dijo Dios: «Los ángeles no pueden ser vistos
por los ojos, porque están en nuestros ojos».
Dijo el hombre: «Entonces, el ángel
que buscamos en el mundo
está adentro de nosotros, es nosotros».
Dios dijo: «Cuando el hombre
se encuentre consigo mismo,
sea el ángel que buscaba en el mundo.
Porque el cuerpo de ambos
está hecho de palabras interiores».
El hombre dijo: «El ángel que no veo,
que no me ve, que va conmigo,
es el que seré, cuando yo muera».
Dios dijo: «Que el ángel del hombre
viva más allá del hombre,
se levante sobre su cadáver
y cobre su existencia verdadera.
Que el ángel tenga la forma
que el hombre quiera darle».
Dijo el hombre: «Entonces,
el ángel tiene el cuerpo
que la imaginación le da,
el ángel pintado en mi espalda,
el ángel tatuado en mis brazos,
me cubrirá la espalda
y me protegerá los brazos.
Un día será semejante a mí mismo».
Y Dios dijo: «El ángel, en este tiempo
de negrura que se aproxima,
sea mensajero de la luz.
El ángel sea igual al hombre.
Porque éste es un tiempo de ángeles». | es |
Cabral,Manuel_del | <XXI | Por_Una_De_Tus_Venas_Me_Iré_Cibao_Adentro | Por una de tus venas me iré Cibao adentro.
Y lo sabrá el barbero, aquel que los domingos
te podaba las barbas
como quien poda un árbol de la patria.
Y también Domitila lo sabrá, Domitila
que mientras comadreaba tenía entre las manos
unos duendes que hacían pan sabroso hasta el lodo.
Y hablo de Domitila, porque sin esa cosa...
quizá ni tu revólver fuera un poco de pueblo.
Porque ella fue tu risa, fue tu pan y tu catre.
¿Qué hubiera sido entonces de esas cosas humildes
que tocaron tus manos, tu calor, tus pisadas?
Tu caballo
hubiera sido siempre una bestia cualquiera.
Tal vez sin estas cosas los muchachos con sueño
ya hubieran enterrado tu pistola, tu espuela;
todo lo que en tu cuerpo y en tu aire
es la tierra que quiso no quedarse dormida.
Porque tú, que no fuiste nunca niño de escuela,
a la escuela te llevan en la boca los niños.
Es que no quiero hablar de tus cosas mayores,
ni aún de aquella extraña madrugada en que diste
órdenes a un soldado
para que repicara las campanas
por tu llegada al pueblo.
No.
No quiero hablar ahora de tus cosas de todos.
De lo que quiero ahora
es hablar del remiendo que te hacía la tía
en aquellos no aún gloriosos pantalones.
Hablo de la ternura con que tú ya besabas
sus manos costureras, cuando aún tus bolsillos
se cargaban de piedras para romper faroles.
La gente que te vio tan pequeñito
no pensó que la tierra se iba a poner tan grande...
Ahora,
cualquiera cosa tuya huele a patria.
Hasta Tico, el lechero
que llega con un poco de leche en su sonrisa,
y me dice:
aquí, Manuel, estuvo Mon un día,
¡que no rompan la silla donde lo vi sentado,
arrimao a esta puerta!
Ya ves, Compadre Mon,
no puedo hablarte ya de cosas grandes;
tu pistola, tus barbas, tu caballo,
tu nombre,
todo es pequeño junto a esta sonrisa.
¡Cómo brilla tu historia en los dientes de Tico!
Qué grande estás, Compadre Mon en esas
cosas pequeñas.
¡Por las ventanas de Tico yo me iré Mon adentro!
El maíz no lo sabe,
ni el trueno,
ni el agua.
Pero tú estás en el maíz del niño
que piensa crecer mucho y tener tu tamaño,
y tener un caballo como el tuyo
que entró en la historia a fuerza de ser patria.
El trueno no lo sabe,
pero tú estás en la garganta ronca
de los tambores que enronquecieron
de tanto hablar de ti..., de los rugidos
del paso de tu sangre.
El agua no lo sabe,
pero eres, el agua con un cuento...
tú le pusiste edad al agua de los hombres...
al agua que más duele, la pesada
¡que siempre llena venas, y con sed siempre el hombre!
Sin embargo, no quiero,
no quiero hablar, compadre Mon, de esas cosas visibles tuyas...
Yo prefiero decirte que Cachón, un muchacho
enclenque de mi pueblo,
estuvo muchos días y demasiadas noches,
torturándose,
fabricando,
puliendo unas estrofas, y luego, sin comer,
muchas veces,
iba a mi casa, casi asustado,
casi tartamudo, sorprendido,
y como quien comete su más sagrado crimen,
me decía: —Manuel, aquí tengo una cosa
que quiero que tú veas.
Pero nunca, nunca pude leerla,
porque temblaba para darme aquello...,
y volvía a su casacón aquello en secreto,
y volvía a pulir,
y a no dormir,
ni comer,
y volvía a hablar solo.
De esto, Mon, sí quiero casi hablarte en familia:
de aquel muchacho débil escribiendo tu nombre,
buscando entre tus barbas raíces de la tierra,
los árboles perdidos de la patria...
De esto, Mon, sí quiero casi hablarte en familia:
de aquel muchacho en huesos
que iba a la barbería
y diez veces le preguntaba al barbero
que cuánto le debía...
(Porque, Mon, es muy triste
no terminar un verso).
Aquel muchacho simple que perdió la memoria
y que yo le decía que comiera...
Aquella emoción pura que al nombrarte, parece
que se abría las venas para que se bebieran
hondo y tibio tu nombre.
Esto sí me parece que no deja que el tiempo
gaste hasta lo más simple de tu voz:
tu sonrisa.
Y a ti, Compadre Mon, que te encontré una tarde
haciendo el hoyo puro
del futuro cadáver de tu cuerpo
(porque nunca supiste que tu muerte
no cabe en ningún hoyo de la tierra).
Yo mismo que de niño te conocí en el aire
que respiraba el pueblo,
iba ya repartiéndome tu vida,
iba haciéndole un poco de mis cosas,
iba ya no dejándole morir...
Después el campamento se ocupó de tu nombre,
de tus cosas mayores.
Y era difícil ya, que como un hombre cualquiera,
te pegaras un tiro,
o te entregaras a menudencias,
a pequeñas manías;
porque hasta aquellas inútiles palabras a tu gato
tenían ya un sentido,
porque así son, Don Mon, todas las cosas
que pertenecen a lo que ya tiene
tamaño de destino...
Un simple canto de gallo que despierta
las cosas de la mañana,
toma de pronto la estatura de un siglo.
Si entre las cosas que se despiertan con su canto
se levanta un caballo con la historia en el lomo.
Te estoy diciendo esto, viejo Mon, ahora
en que hacer unos versos y ponerse a decirlos
es un peligro... tan grande
como ponerse a hacer la patria
con sables de madera de sándalo.
Porque nosotros, los que hacemos
estas cosas de sueño, no estamos preparados
para la fiesta del honor con precio...
Yo voy, a ratos, ciegos que tocan su instrumento
por unos cuantos cobres. Muchas veces,
después de sus canciones, voy a verme al espejo,
y miro bien mi cara para ver si es la mía...
Porque, a veces, cuando cantan los ciegos,
muchas cosas del cuerpo voy dejando
no sé a dónde...
Por eso,
pregunto por mi nombre cuando cantan los
ciegos.
Te estoy diciendo esto porque a veces
lo que nació en tu pecho lo tienes en la mano...
Te estoy diciendo esto, viejo Mon, porque a ratos,
hablas conmigo cosas que hablando no me dices.
He caminado mucho por los ríos
que vienen de tu cuerpo cuando a oscuras
te hicieron; y sé que cuando sangras
te salen por las venas los sueños más varones.
Es que desde hace tiempo,
tú contruyes la patria, destruyéndote. | es |
Villena,Luis_Antonio_de | <XXI | Eran_Años_De_Estudio._Sabía_Muchos_De_Linguales | Eran años de estudio. Sabía muchos de linguales.
y palatales en eólico clásico. Mucho de Clemente alejandrino
y Juan de la lengua de oro... Densos, afilados estudios...
Por eso ahora —al atardecer— abandonaba los viejos
libros e iba a las cuevas de billares de rock,
antros de cerveza y sortijas de plata, botas rudas,
y pelo cortado hasta un extremo paramilitar...
Primero le miraron asustados e irónicos, luego
vagamente agradecidos: ¿Qué te ha dicho el marchoso?
Miraba el juego y ensoñaba. Imaginaba lo que nunca,
imposiblemente sería suyo. Hablaban lenguas
distintas, sintaxis descoyuntadas, pronunciaciones violentas.
Salvajes cálidos de un ritmo con pastillas y mais.
Miraba la vida que no era su vida, sino vivir muy puro.
Por eso dijo una tarde: Quiero que me acompañes,
Bur, y puedes ganarte quince talegos.
Y enrojeció su pelo en lo hondo del parque.
Y le tiznó el cuerpo desnudado de verde.
Y con un spray le aguzó el pene incandescente.
Grita, Bur, grita y salta. Grita como si fueses a matar a alguien, corriendo entre los árboles...
Era una imagen dorada en el ocaso, una imagen
joven de carne salvaje y de sangre limpia.
Por la noche, solo en la libresca cueva,
el maestro escribió en griego ptolemaico:
Vió al sátiro. Vió al nictálope sátiro.
Soñó en la ebria edad de Pan, libérrima.
algún día matará. Y fenecerá este mundo, extenuado.
¿Qué te ha dicho el marchoso?
mais
Grita, Bur, grita y salta. Grita como si fueses
a matar a alguien, corriendo entre los árboles... | es |
Fernández_Retamar,Roberto | <XXI | Tu_Bisabuelo_Cabalgó_Por_Texas | Tu bisabuelo cabalgó por Texas,
Violó mexicanas trigueñas y robó caballos
Hasta que se casó con Mary Stonehill y fundó un hogar
De muebles de roble y God Bless Our Home.
Tu abuelo desembarcó en Santiago de Cuba,
Vio hundirse la Escuadra española, y llevó al hogar
El vaho del ron y una oscura nostalgia de mulatas.
Tu padre, hombre de paz,
Sólo pagó el sueldo de doce muchachos en Guatemala.
Fiel a los tuyos,
Te dispusiste a invadir a Cuba, en el otoño de 1962.
Hoy sirves de abono a las ceibas. | es |
Ramos_Sucre,José_Antonio | <XXI | La_Balada_Del_Transeúnte | ¡Cuánto recuerdo el cementerio de la
aldea! Dentro de las murallas mancilladas por la intemperie, algunas
cruces clavadas en el suelo, y también sobre túmulos de
tierra y alguna vez de mármol. El montón de urnas
desenterradas, puestas contra un rincón del edificio, deshechas
en pedazos y astillas putrefactas. Densa vegetación
desenvolvía una alfombra hollada sin ruido por el caminante.
De aquella tierra húmeda, apretada con
despojos humanos, brotaba en catervas el insecto para la marcha
laboriosa o para el vuelo rápido. Los árboles de follaje
oscuro, agobiados por las gotas de la lluvia frecuente, soplaban rumor
de oraciones, trasunto del oráculo de las griegas encinas.
Alguna que otra voz lejana se aguzaba en la tarde entremuerta,
zozobrando en el pálido silencio la solemnidad de la estrella
errante, precipitada en el mar.
Las nubes regazadas por el cielo, cual
procesión de angélicas novicias, dorándolas el sol
occidental, el que inunda de luz fantástica el santuario a
través de los góticos vitrales. Montes de manso declive,
dispuestos a ambos lados del valle del reposo, vestidos de nieblas
delgadas, que retozan en caballos veloces de valkirias, dejando
repentino arco iris en señal y despojo de la fuga.
Abandono aflictivo encarecía el horror del
paraje, aconsejaba el asimiento a la vida, ahuyentaba la enfermiza
delectación en la imagen de la fosa, mostrando en ésta el
pésimo infortunio, de acuerdo con la razón de los
paganos. La luz de aquel día descolorido secundaba la fuerza de
este parecer, siendo la misma que en las fábulas helenas instiga
la nostalgia de la tierra en el cortejo de las almas suspirantes a
través de los vanos asfódelos.
De aquella tierra húmeda, apretada con
despojos humanos, brotaba en catervas el insecto para la marcha
laboriosa o para el vuelo rápido. Los árboles de follaje
oscuro, agobiados por las gotas de la lluvia frecuente, soplaban rumor
de oraciones, trasunto del oráculo de las griegas encinas.
Alguna que otra voz lejana se aguzaba en la tarde entremuerta,
zozobrando en el pálido silencio la solemnidad de la estrella
errante, precipitada en el mar.
Las nubes regazadas por el cielo, cual
procesión de angélicas novicias, dorándolas el sol
occidental, el que inunda de luz fantástica el santuario a
través de los góticos vitrales. Montes de manso declive,
dispuestos a ambos lados del valle del reposo, vestidos de nieblas
delgadas, que retozan en caballos veloces de valkirias, dejando
repentino arco iris en señal y despojo de la fuga.
Abandono aflictivo encarecía el horror del
paraje, aconsejaba el asimiento a la vida, ahuyentaba la enfermiza
delectación en la imagen de la fosa, mostrando en ésta el
pésimo infortunio, de acuerdo con la razón de los
paganos. La luz de aquel día descolorido secundaba la fuerza de
este parecer, siendo la misma que en las fábulas helenas instiga
la nostalgia de la tierra en el cortejo de las almas suspirantes a
través de los vanos asfódelos.
Las nubes regazadas por el cielo, cual
procesión de angélicas novicias, dorándolas el sol
occidental, el que inunda de luz fantástica el santuario a
través de los góticos vitrales. Montes de manso declive,
dispuestos a ambos lados del valle del reposo, vestidos de nieblas
delgadas, que retozan en caballos veloces de valkirias, dejando
repentino arco iris en señal y despojo de la fuga.
Abandono aflictivo encarecía el horror del
paraje, aconsejaba el asimiento a la vida, ahuyentaba la enfermiza
delectación en la imagen de la fosa, mostrando en ésta el
pésimo infortunio, de acuerdo con la razón de los
paganos. La luz de aquel día descolorido secundaba la fuerza de
este parecer, siendo la misma que en las fábulas helenas instiga
la nostalgia de la tierra en el cortejo de las almas suspirantes a
través de los vanos asfódelos.
Abandono aflictivo encarecía el horror del
paraje, aconsejaba el asimiento a la vida, ahuyentaba la enfermiza
delectación en la imagen de la fosa, mostrando en ésta el
pésimo infortunio, de acuerdo con la razón de los
paganos. La luz de aquel día descolorido secundaba la fuerza de
este parecer, siendo la misma que en las fábulas helenas instiga
la nostalgia de la tierra en el cortejo de las almas suspirantes a
través de los vanos asfódelos. | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Un_Azul_De_Cortinas_Ensancha_El_Pecho_De_Esta_Isla_Que_Convive_Conmigo | Un azul de cortinas ensancha el pecho de esta isla que convive conmigo
y su dialecto de cobre y ensenadas,
en un tira y encoge de mares monosílabos,
me abre la tenaza de unos valles torneados por carretes de júbilo,
que son muslos de roca, afiladas gargantas y pájaros-limones,
cuando tú te pronuncias en mis palabras
con acento de domingo poblado de campanas y cohetes.
Y las fuentes sonríen sus fondos de húmedos ojos.
Y los torbellinos descansan en las escalinatas de tus mármoles.
Y van los caminos gateando hacia ti con mis brazos y rodillas.
Y es todo un cabalgar de claveles
sobre espigas inclinadas a tús oestes suspirantes.
Muy cerca, un aire ilusionista,
hasta el codo subidas las mangas del frac blanco,
de una copa de olivos atardeciendo verdes,
sacaba una paloma
que restañaba campos, ciudades, océanos, tu río, mi montaña
y aquel sueño polar de golondrinas.
Y todo porque acabo de recibir tu tarjeta postal
de diez alegrías de diamante
del año en que un estuche
recoge los ségundos esponsales de nácar de una perla. | es |
Montejo,Eugenio | <XXI | La_Poesía_Cruza_La_Tierra_Sola_ | La poesía cruza la tierra sola,
apoya su voz en el dolor del mundo
y nada pide
ni siquiera palabras.
Llega de lejos y sin hora, nunca avisa;
tiene la llave de la puerta.
Al entrar siempre se detiene a mirarnos.
Después abre su mano y nos entrega
una flor o un guijarro, algo secreto,
pero tan intenso que el corazón palpita
demasiado veloz. Y despertamos. | es |
Crémer,Victoriano | <XXI | Más_Que_Verte,_Sentirte_En_Las_Entrañas | Más que verte, sentirte en las entrañas
y asistir al galope de tu voz en mis venas,
y rehogar el alma en tu aceite y tu lumbre
mientras los dientes mascan tu resollar de tierra.
Pero no basta tu nombre, aunque me azote
como un bosque de espadas violentas;
ni tu aliento abrasado, aunque derrumbe
mis tristes huesos de arena.
Que tu nombre, o tu aliento, o tu mirada
caminos son que al corazón te llegan;
partes crujientes de tu ser más hondo,
sosegados perfiles que te muestran.
(Así el redondo son, lejano y tímido,
no es la campana misma, ni la fiesta;
sino tu voz tan sólo,
su musical presencia).
Te necesito a ti España, toda;
cuarzo gigante, macizo bosque o piedra;
cielo total de corazones
en pena.
Te necesito España
unánime y entera
como el clamor del viento
sobre la mar inmensa.
No España tuya o mía.
¡España nuestra!
Geografía íntegra, trasvasada en halago
de materna entereza.
Porque todos son hijos de tu carne y tu sangre,
sueños de tu vigilia, cuchillos de tu vela... | es |
Villamediana,Conde_de | <XXI | Francelisa,_La_Más_Bella | Francelisa, la más bella
ninfa que pisó cristal,
y sobre coturnos de oro
lleva su tributo al mar,
doliente y correspondida
de Amarilis en el mal,
ella sabe por qué llora
y cuán llorosa estará.
Primas son y las primeras
flores que dio Portugal:
una, formación de estrellas;
otra, de rayos no más;
lo que rubrica la perla,
la siempre luz orïental,
tensa imagen del Aurora
y sol que amanece ya.
Rojos anima claveles
en los dos labios que más
bella afrenta de las perlas
el Amor supo celar.
De sí mismo dé sus flechas,
pues las que al arco da
hebras son finas que Clori
apenas sabe envidiar.
El aliento que respira
quintaesencia es del azahar;
abriles y mayos pisa
con su animado cristal.
Si con dos luceros mira
-que aun no se dejan mirar-,
qué no rinde, qué no vence,
y qué no conquistará.
Presa tiene a Francelisa,
y ella en sus brazos está;
el peligro de sus brazos
de mi muerte lo sabrá.
Con rayos el sol
a cuya lumbre jamás
habrá libre corazón,
habrá exenta libertad.
Dulces son de Amor cadenas,
y aun dellas no liberal,
en la mezcla de los ojos
donde es dulce el espirar.
Cuanto dice y cuanto hace
es peligroso ademán,
el buen aire es su retrato,
si se puede retratar.
La que en su norte es estrella
y no de lumbre polar,
sino de la luz más fija
que venera nuestra edad;
es la suya en pocos años
muchos siglos de beldad,
hermosura con veneno
y peligro que adorar.
Que se le huye y que vive
y que se deja alcanzar,
que no envidie el escarmiento,
que no desprecie el afán.
Por ella llora Amarilis,
por ella llorando están
cuantos saben entender,
cuantos supieren mirar.
Francelisa, agradecida,
o teniendo que pagar,
con su hermosísima prima
dio celos y aun quizá más;
pues para sacar de Amor
misterio que oculto está,
hoy le faltará el deseo
y mañana le sobrará.
Discursos son de la envidia
en la culpa de un mordaz,
Francelisa y Amarilis
magna conjunción es ya. | es |
Rébora,Marilina | <XXI | Entre_Un_Romper_De_Olas_Descubro_El_Monumento | Entre un romper de olas descubro el monumento
de la que fue poeta y ante todo mujer.
La luz va declinando en apagarse lento
y ya en el horizonte muere el atardecer.
Como dulce canción me llegan con el viento
las palabras de otrora, recuerdos del ayer,
y todo cobra vida, mágico, en un momento,
igual que si de nuevo hoy la volviera a ver.
Me encuentro allá en la infancia junto a ella sentada,
personaje irreal para mi ingenuo asombro,
que apenas a nombrarla me resuelvo: «¡Alfonsina!»
A mi débil susurro responde embelesada,
acercando —amorosa— mi cabeza a su hombro:
«¡Y tú eres Marilina y serás Marilina!» | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Tírame_La_Ola | Tírame la ola,
tírame la sal,
tírame tus labios
que son de coral.
Tírame en la arena,
tírame en el mar,
tírame en tus labios
que son de coral. | es |
Mistral,Gabriela | <XXI | ¿Y_Nunca,_Nunca_Más,_Ni_En_Noches_Llenas | ¿Y nunca, nunca más, ni en noches llenas
de temblor de astros, ni en las alboradas
vírgenes, ni en las tardes inmoladas?
¿Al margen de ningún sendero pálido,
que ciñe el campo, al margen de ninguna
fontana trémula, blanca de luna?
¿Bajo las trenzaduras de la selva,
donde llamándolo me ha anochecido,
ni en la gruta que vuelve mi alarido?
¡Oh, no! ¡Volverlo a ver, no importa dónde,
en remansos de cielo o en vórtice hervidor,
bajo unas lunas plácidas o en un cárdeno horror!
¡Y ser con él todas las primaveras
y los inviernos, en un angustiado
nudo, en torno a su cuello ensangrentado!
¿Al margen de ningún sendero pálido,
que ciñe el campo, al margen de ninguna
fontana trémula, blanca de luna?
¿Bajo las trenzaduras de la selva,
donde llamándolo me ha anochecido,
ni en la gruta que vuelve mi alarido?
¡Oh, no! ¡Volverlo a ver, no importa dónde,
en remansos de cielo o en vórtice hervidor,
bajo unas lunas plácidas o en un cárdeno horror!
¡Y ser con él todas las primaveras
y los inviernos, en un angustiado
nudo, en torno a su cuello ensangrentado!
¿Bajo las trenzaduras de la selva,
donde llamándolo me ha anochecido,
ni en la gruta que vuelve mi alarido?
¡Oh, no! ¡Volverlo a ver, no importa dónde,
en remansos de cielo o en vórtice hervidor,
bajo unas lunas plácidas o en un cárdeno horror!
¡Y ser con él todas las primaveras
y los inviernos, en un angustiado
nudo, en torno a su cuello ensangrentado!
¡Oh, no! ¡Volverlo a ver, no importa dónde,
en remansos de cielo o en vórtice hervidor,
bajo unas lunas plácidas o en un cárdeno horror!
¡Y ser con él todas las primaveras
y los inviernos, en un angustiado
nudo, en torno a su cuello ensangrentado!
¡Y ser con él todas las primaveras
y los inviernos, en un angustiado
nudo, en torno a su cuello ensangrentado! | es |
Caro,Miguel_Antonio | <XXI | ¡Oh_Senda!_¡Oh_Monte_Abrupto!_¡Oh_Gruta_Umbría! | ¡Oh senda! ¡Oh monte abrupto! ¡Oh gruta umbría!
¡Musgoso manantial! ¡Valle sereno,
De frescas sombras y memorias lleno!
¡Plácido albergue de la infancia mía!
Éstas las flores son que yo cogía
Cuando niño vagaba en vuestro seno;
Conozco bien de la cascada el trueno;
¡Así el viento los árboles movía!
Cargado Ya del peso de los años,
A ti vuelvo, selvático retiro,
Que no padeces de la edad los daños.
Suspendo el paso, o por tus vueltas giro,
Y gozo aquí de libertad engaños,
Y ambiente de inocencia aquí respiro. | es |
Carranza,Eduardo | <XXI | El_Olvidado | Ahora tengo sed y mi amante es el agua.
Vengo de lo lejano, de unos ojos oscuros.
Ahora soy del hondo reino de los dormidos;
allí me reconozco, me encuentro con mi alma.
La noche a picotazos roe mi corazón,
y me bebe la sangre el sol de los dormidos;
ando muerto de sed y toco una campana
para llamar el agua delgada que me ama.
Yo soy el olvidado. Quiero un ramo de agua;
quiero una fresca orilla de arena enternecida,
y esperar una flor, de nombre margarita,
para callar con ella apoyada en el pecho.
Nadie podrá quitarme un beso, una mirada.
Ni aún la muerte podrá borrar este perfume.
Voy cubierto de sueños, y esta fosforescencia
que veis es el recuerdo del mar de los dormidos. | es |
Palacio,Manuel_del | <XXI | Ya_De_Mi_Amor_La_Confesión_Sincera | Ya de mi amor la confesión sincera
Oyeron tus calladas celosías,
Y fue testigo de las ansias mías
La luna, de los tristes compañera.
Tu nombre dice el ave placentera
A quien visito yo todos los días,
Y alegran mis soñadas alegrías
El valle, el monte, la comarca entera.
Sólo tú mi secreto no conoces,
Por más que el alma con latido ardiente,
Sin yo quererlo, te lo diga a voces;
Y acaso has de ignorarlo eternamente,
Como las ondas de la mar veloces
La ofrenda ignoran que les da la fuente. | es |
Buesa,José_Ángel | <XXI | Te_Encontré_En_La_Mitad_De_Mi_Camino | Te encontré en la mitad de mi camino
cuando ya desmayaban mis pesquisas,
cuando oficiaba en mis paganas misas
con ablandadas hostias y agrio vino.
¿Me aguardabas? No sé... Quizás el Destino
guió a ti mis pisadas indecisas,
y abandonando mis Sacerdotisas,
te consagré mi altar de peregrino.
¿Quién eres? ¿Qué esperabas en mi senda?
¿Por qué humear haces mi incensario de oro
y cual dueña penetras en mi tienda?
No sé... Te amo... Lo demás lo ignoro
Y, pues mi corazón te di en ofrenda,
los ojos cierro y a tus plantas oro! | es |
Pombo,Rafael | <XXI | Mi_Caro_Amigo_Me_Lo_Dijo_Hoy_Todo | Mi caro amigo me lo dijo hoy todo,
Su amor, tu amor, lo que llamáis así;
Lo sufrí todo con paciencia. —El modo
De referírmelo él, me hizo rugir.
Soy un niño, él un hombre. —¿Qué derecho
Tengo yo a ti? —Ninguno. —Puedes tú
Disponer a tu arbitrio de tu pecho;
No me debes amor ni gratitud.
Pero que ignore un hombre y sepa un niño
Lo que tú vales; que ciñendo al fin
La diadema imperial de tu cariño,
Como de cualquier cosa hable de ti;
Que no muera de júbilo, que un bulto
Seas para él que un mercader compró:
He aquí mi engaño, el insufrible insulto
Que él hace a ti y a mí, y al mismo Dios.
Allí no hay corazón. ¿Con qué te paga
La fe, la vida, el alma que le das?
¿Qué quedará cuando el fervor se apaga
Si no hay pasión hoy mismo al empezar?
Donde imagines que tu dicha empieza
Empezará tu muerte. ¿Ansiabas tú
La libertad? —Rendiste la cabeza
A la más degradante esclavitud.
¿Sabes tú lo que has hecho? o ¿por ventura
El engañado seré yo? y ¿detrás
Del colmo sin igual de tu hermosura
Habrá tan sólo una mujer vulgar?
¡Ah! Si yo te forjé, ¡benditos sean
Los que mi encanto me devuelven hoy!
E imbéciles los míseros que crean
Que hermosura o sonrisa es corazón! | es |
Quevedo,Francisco | <XXI | Trataron_De_Casar_A_Dorotea | Trataron de casar a Dorotea
Los vecinos con Jorge el extranjero,
De mosca en masa gran sepulturero
Y el que mejor pasteles aporrea.
Ella es verdad que es vieja, pero fea,
Docta en endurecer pelo y sombrero;
Faltó el ajuar y no sobró dinero,
Mas trájole tres dientes de librea.
Porque Jorge después no se alborote
Y tabique ventanas y desvanes,
Hecho tiesto de cuernos el cogote,
Con un guante, dos moños, tres refranes
Y seis libras de zarza, llevó en dote
Tres hijas, una suegra y dos galanes.
Ella es verdad que es vieja, pero fea,
Docta en endurecer pelo y sombrero;
Faltó el ajuar y no sobró dinero,
Mas trájole tres dientes de librea.
Porque Jorge después no se alborote
Y tabique ventanas y desvanes,
Hecho tiesto de cuernos el cogote,
Con un guante, dos moños, tres refranes
Y seis libras de zarza, llevó en dote
Tres hijas, una suegra y dos galanes.
Porque Jorge después no se alborote
Y tabique ventanas y desvanes,
Hecho tiesto de cuernos el cogote,
Con un guante, dos moños, tres refranes
Y seis libras de zarza, llevó en dote
Tres hijas, una suegra y dos galanes.
Con un guante, dos moños, tres refranes
Y seis libras de zarza, llevó en dote
Tres hijas, una suegra y dos galanes. | es |
Darío,Rubén | <XXI | La_Copa_De_Las_Hadas | ¿Fue en las islas de las rosas,
en el país de los sueños,
en donde hay niños risueños
y enjambre de mariposas?
Quizá.
En sus grutas doradas,
con sus diademas de oro,
allí estaban, como un coro
de reinas, todas las hadas.
Las que tienen prisioneros
a los silfos de la luz,
las que andan con un capuz
salpicado de luceros.
Las que mantos de escarlata
lucen con regio donaire,
y las que hienden el aire
con su varita de plata.
¿Era día o noche?
El astro
de la niebla sobre el tul,
florecía en campo azul
como un lirio de alabastro.
Su peplo de oro la incierta
alba ya había tendido.
Era la hora en que en su nido
toda alondra se despierta.
Temblaba el limpio cristal
del rocío de la noche,
y estaba entreabierto el broche
de la flor primaveral.
Y en aquella región que era
de la luz y la fortuna,
cantaban un himno, a una,
ave, aurora y primavera.
Las hadas —aquella tropa
brillante—, Delia, que he dicho,
por un extraño capricho
fabricaron una copa.
Rara, bella, sin igual,
y tan pura como bella,
pues aún no ha bebido en ella
ninguna boca mortal.
De una azucena gentil
hicieron el cáliz leve,
que era de polvo de nieve
y palidez de marfil.
Y la base fue formada
con un trémulo suspiro,
de reflejos de zafiro
y de luz cristalizada.
La copa hecha se pensó
en qué se pondría en ella
(que es el todo, niña bella,
de lo que te cuento yo).
Una dijo: —La ilusión;
otra dijo: —La belleza;
otra dijo: —La riqueza;
y otra más: —El corazón.
La Reina Mab, que es discreta,
dijo a la espléndida tropa:
—Que se ponga en esa copa
la felicidad completa.
Y cuando habló Reina tal,
produjo aplausos y asombros.
Llevaba sobre sus hombros
su soberbio manto real.
Dejó caer la divina
Reina de acento sonoro,
algo como gotas de oro
de una flauta cristalina.
Ya la Reina Mab habló;
cesó su olímpico gesto,
y las hadas tanto han puesto
que la copa se llenó.
Amor, delicia, verdad,
dicha, esplendor y riqueza,
fe, poderío, belleza...
¡Toda la felicidad!...
Y esta copa se guardó
pura, sola, inmaculada.
¿Dónde?
En una isla ignorada.
¿De dónde?
¡Se me olvidó!...
¿Fue en las islas de las rosas,
en el país de los sueños,
en donde hay niños risueños
y enjambres de mariposas?
Esto nada importa aquí,
pues por decirte escribía
que esta copa, niña mía,
la deseo para ti. | es |
Neruda,Pablo | <XXI | Siento_Tu_Ternura_Allegarse_A_Mi_Tierra | Siento tu ternura allegarse a mi tierra,
acechar la mirada de mis ojos, huir,
la veo interrumpirse, para seguirme hasta la hora
de mi silencio absorto y de mi afán de ti.
Hela aquí tu ternura de ojos dulces que esperan.
Hela aquí, boca tuya, palabra nunca dicha.
Siento que se me suben los musgos de tu pena
y me crecen a tientas en el alma infinita.
Era esto el abandono, y lo sabías,
era la guerra oscura del corazón y todos,
era la queja rota de angustias conmovidas,
y la ebriedad, y el deseo, y el dejarse ir,
y era eso mi vida,
era eso que el agua de tus ojos llevaba,
era eso que en el hueco de tus manos cabía.
Ah, mariposa mía y arrullo de paloma,
ah vaso, ah estero, ah compañera mía!
Te llegó mi reclamo, dímelo, te llegaba,
en las abiertas noches de estrellas frías
ahora, en el otoño, en el baile amarillo
de los vientos hambrientos y las hojas caídas?
Dímelo, te llegaba,
aullando o cómo, o sollozando,
en la hora de la sangre fermentada
cuando la tierra crece y se cimbra latiendo
bajo el sol que la raya con sus colas de ámbar?
Dímelo, me sentiste
trepar hasta tu forma por todos los silencios,
y todas las palabras?
Yo me sentí crecer. Nunca supe hacia dónde.
Es más allá de ti. Lo comprendes, hermana?
Es que se aleja el fruto cuando llegan mis manos
y ruedan las estrellas antes de mi mirada.
Siento que soy la aguja de una infinita flecha,
y va a clavarse lejos, no va a clavarse nunca,
tren de dolores húmedos en fuga hacia lo eterno,
goteando en cada tierra sollozos y preguntas.
Pero hela aquí, tu forma familiar, lo que es mío,
lo tuyo, lo que es mío, lo que es tuyo y me inunda,
hela aquí que me llena los miembros de abandono,
hela aquí, tu ternura,
amarrándose a las mismas raíces,
madurando en la misma caravana de frutas,
y saliendo de tu alma rota bajo mis dedos
como el licor del vino del centro de la uva. | es |
González_Martínez,Enrique | <XXI | Como_Hermana_Y_Hermano | Como hermana y hermano
vamos los dos cogidos de la mano...
En la quietud de la pradera hay una
blanca y radiosa claridad de luna,
y el paisaje nocturno es tan risueño
que con ser realidad parece sueño.
De pronto, en un recodo del camino,
oímos un cantar... parece el trino
de un ave nunca oída
un canto de otro mundo y de otra vida...
¿Oyes? —me dices— y a mi rostro juntas
tus pupilas preñadas de preguntas.
la dulce calma de la noche es tanta
que se escuchan latir los corazones.
Yo te digo: no temas, hay canciones
que no sabremos nunca quién las canta.
Como hermana y hermano
vamos los dos cogidos de la mano...
Besado por el soplo de la brisa,
el estanque cercano se divisa...
Bañándose en las ondas hay un astro;
un cisne alarga el cuello lentamente
como blanca serpiente
que saliera de un huevo de alabastro...
Mientras miras el agua silenciosa,
como un vuelo fugaz de mariposa
sientes sobre la nuca el cosquilleo,
la pasajera onda de un deseo,
el espasmo sutil, el calor-frío,
de un beso ardiente, cual si fuera mío...
Alzas a mí tu rostro amedrentado
y trémula murmuras: ¿me has besado?...
Tu breve mano oprime
mi mano; y yo a tu oído: ¿sabes?, esos
besos nunca sabrás quién los imprime...
Acaso, ni siquiera si son besos...
Como hermana y hermano
vamos los dos cogidos de la mano...
En un desfalleciente desvarío,
tu rostro apoyas en el pecho mío,
y sientes resbalar sobre tu frente
una lágrima ardiente...
Me clavas tus pupilas soñadoras
y tiernamente me preguntas: ¿lloras?
Secos están mis ojos... Hasta el fondo
puedes mirar en ellos... Pero advierte
que hay lágrimas nocturnas —te respondo—
que no sabremos nunca quién las vierte.
Como hermana y hermano
vamos los dos cogidos de la mano... | es |
Chocano,José_Santos | <XXI | Es_Un_Pájaro_Mudo,_Pero_Hermoso:_Una_Alhaja | Es un pájaro mudo, pero hermoso: una alhaja
que ha salido volando de un arcón reluciente.
En el hueco de un tronco, fino estuche trabaja,
donde finge un penacho de monárquica frente.
Nunca en vil cautiverio sus prestigios rebaja;
y antes goza el orgullo de morir libremente:
si se quiebra las plumas, en su estuche se encaja
y principia a morirse de la pena que siente...
Tal orgullo es su orgullo que es un símbolo alado
por su gesto de raza, por su instinto de gloria:
él jamás vivió en rejas, ni jamás se ha manchado.
Con nobleza de artista y altivez de guerrero,
¡merecía la suerte de haber sido en la Historia
el penacho famoso de Francisco I! | es |
Caballero,Adelaida | XXI | Tu_Máscara | Tu máscara
eclipsa mi rostro
—paseábamos sonámbulos,
nos dábamos
un beso por dintel
y dos de lengua por cabeza de serpiente
en las plazas grises
de Teotihuacán.
Nuestras manos,
péndulos concéntricos
sobre mapas rotos,
hablaban a la piedra
de otras manos como nubes,
tactos que descienden
sobre el limbo de los árboles.
Puede que mis pies aún persigan
conejos en la Calle de los Muertos
y que bajo el hondo plenilunio
tu piel acartonada fosforezca
pero ido el fuego,
decrecida nuestra sangre,
roto el corazón que amamantó
las percusiones,
no queda dios, ni máscara
ni pluma, ni amatista
sino dos fantasmas
y un trigal en la planicie. | es |
Lugones,Leopoldo | <XXI | Oda_Al_Amor | Implacable ansiedad de querer tanto,
Fatal delicia de seguir queriendo;
Amor terrible con tu mismo encanto.
Porque es así que sin pavor ni estruendo,
Viene y nos clava el peligroso infante,
Tras la gota de miel, dardo tremendo.
Oh fiero menester el del amante,
Ya que sólo mordiéndose a sí mismo
Se desbasta el amor como el diamante.
Y luego aquel extraño fatalismo
Compuesto al par de duda y esperanza,
Cual la noche es estrella y es abismo.
En aquella incurable destemplanza,
Tuércese el vino de la fe, y es trueco
De piedra dura. el pan de la confianza.
Y te vuelves, lector, el mozo enteco
De la tertulia, el infelice avaro
Del guante impar o del ramito seco;
Mientras ella, con roslro ingenuo y claro,
Hace la niña boca cuya cinta
Blasona idilios en pueril descaro;
O con premioso afán mancha de tinta
Sus labios, al ponerte en la postdata
Una cruz breve y lo que así te pinta.
Ah, por cierto, el amor no es cosa grata;
Antes ridiculiza e importuna,
Y exprime en llanto cruel lo que no mata.
Pero también, por singular fortuna,
Te comunicará en noche bendita
el dulce bien de descubrir la luna.
Y el poético ingenio de la cita,
Y la sublime ciencia del destino
En el librito de la margarita.
Y para hacer más fácil tu camino,
Flauta sentimental te dará el viento,
Cuerda clara el arroyo cristalino.
Al sol primaveral de tu contento,
Verás bueno el vivir; toda vileza
Será injusta a tu claro entendimiento.
Y te revelará en genial certeza,
Su ley de bienandanza y de mesura
La generosidad de la belleza.
Así acendrada la verdad segura,
Tus potencias exalta y perfecciona
Con fiera desnudez de llama pura.
Nueva filosofía en ti razona,
Cuál fue la dulce intriga de Galeoto,
Y cómo el ruiseñor canta en Verona.
En la paz del crepúsculo remoto,
Tu corazón, como las azucenas,
Toma un noble interés de vaso roto.
Descubres en la vid de tus faenas,
Como cuando en un cuento hay dos hermanas,
Que las uvas son rubias y morenas.
Perlas de amor te lloran las fontanas,
Y qué cosa más fácil que una estrella
Cuando están junto al cielo las ventanas.
Si con tal plenitud tu vida es bella,
Es porque ella está en todo lo que amas,
Y porque todo se embellece en ella.
En el grave murmullo de las ramas
Se inquietan tus suspiros. Los rosales
Parece que se atizan con tus llamas.
En tu embriaguez de lánguidos panales,
De tu ósculo profundo haciendo copa,
Se embeben las palomas conyugales.
Con sus deseos por piafante tropa,
De toda rienda el corazón se libra,
Y el gozo audaz del potro en él galopa.
El valor del león templa tu fibra
Como un vino mordaz, y un hondo anhelo
De alas que cubren en tus flancos vibra.
Con el vigor del árbol paralelo
Que en la luz y en el polvo profundiza,
La savia terrenal te eleva al cielo.
Así entrega tu ser leña maciza
Al fuego juvenil, y a la edad yerta
Suave aroma en la flor de tu ceniza.
Y al fraternal dolor siempre despierta,
En la fiel simpatía de tu llanto
Su sal y su agua la piedad oferta.
Alza conmigo tu sincero canto,
Y él te arrobe en perpetua melodía,
Porque fuiste capaz de querer tanto
Y de seguir queriendo todavía. | es |
Ruiz,Juan | <XXI | De_Cómo_El_Amor_Castiga_Al_Arçipreste_Que_Aya_En_Sy_Buenas_Constunbres,_É_Ssobre_Todo_Que_Se_Guarde_De_Bever_Mucho_Vino_Blanco_É_Tynto | Buenas costunbres deves en ty syenpre aver.
guárdate, sobre todo, de mucho vino bever:
el vino fiz' a Lot con sus fijas bolver,
en vergüença del mundo, en saña de Dios caer.
Fizo cuerpo e alma perder a un hermitano,
que lo nunca beviera: provólo por su daño,
rretentóle el diablo con su sotil engaño,
fízole bever vino: oye ensienplo estraño:
Era un hermitano, quarenta años avye,
que en todas sus obras en yermo a Dios servíe,
en tienpo de su vyda nunca el vyno bevíe,
en santidat e ayuno, en oraçión bevíe.
Tomava grand pesar el diablo por aquesto,
pensó como pudiese partyrle de todo esto.
Vyno a él un día con sotylesa presto:
"¡Dios te salve, buen monge!" dixo con synple gesto.
Maravillose el monge; diz: "A Dios me acomiendo;
dyme qué cosa eres, ca yo non te entyendo:
grand tiempo ha, qu'estó aquí a Dyos serviendo,
nunca vy aquí ome; ¡con la cruz me defyendo!"—
Non pudo el dyablo a su presona legar:
estando arredrado començol' a rretentar,
diz': "Aquel cuerpo de Dios, que tú deseas gostar,
yo te mostraré manera, porque lo puedas tomar.
"Non deves tomar dubda que del vyno se faze
la sangre verdadera de Dios: en ello yaze
sacramento muy santo; pruévalo, si te plaze".—
El diablo movió al monge arma ado le enlaze.
Dixo el hermitano: "Yo non sé qué es vyno".—
Rrespondióle el diablo presto por lo que vino,
diz: "Aquellos camineros, que van por el camino,
te darán asaz dello, ve por ello festino".—
Fízol' yr por el vyno, e desque fue venido,
dixo: "Saca e beve, pues que lo as traydo;
prueva un poco dello e, desque ayas bevido,
verás que mi consejo te será byen avydo".—
Bevió el hermitano mucho vyno syn tyento,
como era fuerte, puro, sacol' de entendimiento;
desque vydo el diablo que echara çemiento,
armó sobr' el su casa e su aparejamiento.
"Amigo", diz', "non sabes de noche nin de día
quál es la ora çierta nin cómo el mundo s'
guía;
toma gallo, que t' muestre las oras cada día;
con él alguna fenbra: con ellas mijor cría".—
Crió su mal conssejo: ya el vino usava;
él estando con vyno vio cómo se juntava
el gallo con las fenbras: en ello se deleytava:
cobdiçió fer luxuria, desque con vyno estava.
Ffue con él la cobdyçia, rrays de todos males,
luxuria e sobervia; tres pecados mortales;
luego el umiçidio: estos pecados tales
traye el mucho vino a los descumunales.
Descendyó de la hermita e forçó una muger:
ella dando sus bozes non se pudo defender;
desque pecó con ella, temió mesturado ser:
matóla el mesquino e ovóse a perder.
Como diz' el proverbyo, palabra es muy çierta
que "no ay encobyerta que a mal non rrevierta":
ffue su mala fasienda en punto descobyerta.
a la ora fue el monge preso e en rrehierta.
Descubrió con el vyno quanto mal avya fecho:
fué luego justiçiado, como era derecho,
perdió cuerpo e alma el cuytado maltrecho:
en el bever demás yaz' todo mal provecho.
Faze perder la vysta e acortar la vyda;
pierde la fuerça toda, sy s' toma syn medida;
faze tenblar los huesos, todo seso olvida:
es con el muncho vyno toda cosa perdida.
Ffaze oler el huelgo, que es tacha muy mala;
huele muy mal la boca, non ay cosa que'l vala;
quema las assaduras, el fygado trascala:
si amar quieres dueñas, el vyno non te cala.
Los omes enbriagos ayna envejesçen,
fazen muchas vylezas, todos los aborresçen,
en su color non andan, sécanse e enmagresçen.
a Dios lo yerran mucho, del mundo desfallesçen.
Ado más puja el vyno que'l seso dos meajas,
fazen rroydo los beudos como puercos e grajas;
por ende vyenen muertes, contyendas e barajas:
el mucho vyno es bueno en cubas e en tinajas.
Es el vino muy bueno en su mesma natura:
munchas bondades tiene, sy se toma con mesura:
al que demás lo bebe, sácalo de cordura:
toda maldat del mundo fase e toda locura.
Por ende fuy' del vino e fas muy buenos gestos;
quando fablares con dueñas, diles doñeos apuestos;
los fermosos rretraheres tien' para desir aprestos,
sospirando le fabla, ojos en ella puestos.
Non fables muy apriesa nin otrosi muy paso,
non seas rrebatado nin vagaroso; laso;
de quanto que pudieres non le seas escaso,
de lo que le prometieres non le trayas a traspaso.
Quien muy ayna fabla, ninguno non lo entiende.
e quien fabla muy paso, enójase quien l' atiende:
grant arrebatamiento con locura contiende,
e el muy vagaroso de torpe non se defiende.
Nunca ome escaso rrecabda de ligero,
nyn acaba quanto quiere, si le veyen costumero;
a quien de oy en cras fabla, non dan por verdadero,
al que manda e da luego, a éste loan primero.
En todos los tus fechos, en fablar e en ál,
escoge la mesura e lo que es comunal;
como en todas cosas poner mesura val',
así syn la mesura, todo paresçe mal.
Non quieras jugar dados nin seas tablajero:
ca es mala ganançia, peor que de logrero;
el judío al año da tres por cuatro; pero
el tablax' de un día dobla el su mal dinero.
Desque están los omes en juegos ençendidos,
despójanse por dados, los dineros perdidos;
al tablagero fincan dineros e vestidos;
do non les come, se rrascan los tahúres amidos.
Los males de los dados dise maestro Rroldán
todas sus maestrías e las tachas que an:
más alholis rrematan; pero non comen pan,
que corderos la Pasqua nin ansarones San Juan.
Non uses con vellacos nyn seas peleador,
non quieras ser caçurro nin seas escarnidor,
nyn seas de ti mismo e de fechos loador,
ca el que muncho s' alaba, de sí es denostador.
Non seas maldesiente nin seas enbidioso,
a la muger que es cuerda non le seas çeloso,
si algo no l' provares, no l' seas despechoso;
non seas de su algo pedidor codiçioso.
Ante ella non alabes otra de paresçer
ca en punto la farás luego entristeçer,
cuydará que a la otra querrías ante vençer,
podert' ya tal achaque tu pleyto enpesçer.
De otra muger no l' digas, mas a ella alaba;
el trebejo non lo quiere dueña en otra aljaba:
rraçón de fermosura en ella la alaba;
quien contra esto fase, tarde o non rrecaba.
Non le seas mintroso, seyle muy verdadero,
quando juegas con ella, non seas tú parlero,
do te fablare d' amor, seyle tu plasentero:
el que calla e aprende, este es mansellero.
Ante otros de açerca tú muncho non la cates,
non le fagas senales, a ti mismo non mates:
ca munchos lo entienden, que lo provaron antes;
de lexos algarea; ¡quedo, non te arrebates!
Sey como la paloma, limpio e mesurado,
sey como el pavón, loçano, sosegado,
sey cuerdo, non sanudo, nin triste nin ayrado:
en esto se esmera el qu' es enamorado.
De una cossa te guarda: quando amares alguna,
non te sepa que amas otra muger ninguna;
sy non, todo tu afán es sonbra de la luna
e es como quien syenbra en rrío o en laguna.
Pienssa sy consyntyrá tu cavallo tal freno,
que tu entendedera amase a frey Moreno:
pues piensa por ty mesmo e cata byen tu seno,
e por tu coraçón juzgarás el ajeno.
Sobre todas las cosas fabla de su bondat;
non te alabes della, ca es grant torpedat:
munchos pierden la dueña por dezir neçedat;
quequier', que por ti faga, tenlo en poridat.
Ssy mucho te çelares, mucho fará por ty:
do fallé poridat, de grado conparty;
con ome mesturero nunca m' entremety,
a muchos de las dueñas por esto los party.
Como tyen' tu estómago en sy mucha vyanda,
tenga la porydat, que es muncho más blanda:
Catón, sabyo rromano, en su lybro lo manda,
diz' que la poridat en buen amigo anda.
Travando con sus dientes descúbrese la çarça:
échanla de la huerta, de vyñas e de haça;
alçando su grant cuello descúbrese la garça:
el buen callar, çien sueldos vale en toda plaça.
A munchos fraze mal el ome mesturero
a muchos desayuda e a si de primero:
rreçelan dél las dueñas, danle por fazañero:
por mal dicho de uno pyerde todo el tablero.
Por un mur muy pequeno, que poco queso preso,
diçen luego: "Los mures han comido el queso".—
¡Sea el malandante e sea el malapresso
Quien a si e a muchos estorva con mal sesso!
De tres cossas, que pidas a muger falaguera,
darte ha la segunda, sy guardas la prymera;
sy las dos byen guardares, tuya es la terçera:
non pierdas tu amiga por tu lengua parlera.
Si tú guardar sopieres esto que te castigo,
cras te dará la puerta quien oy çierra el postigo,
la que te oy desama, cras te querrá amigo;
faz' consejo d' amigo e fuy' loor d' enemigo.
Mucho más te diría, si podies' aquí estar;
mas tengo por el mundo otros muchos de pagar,
pésales por mi tardança, a mi pessa del vagar:
castígate castigando, sabrás otros castigar.
Yo Johán Ruyz, el sobredicho arçipreste de Hita,
peroque mi coraçón de trobar non se quita,
nunca fallé tal dueña, como a vos Amor pynta,
nin creo que la falle en toda esta cohyta. | es |
Castro_García,Julio | XXI | Luna_Llena_..._Luna_..Lunita | Luna Llena... Luna... Lunita
Luna Llena de mi ayer.
Porque diste vuelta tu carita,
tu carita alegre que llenó mi ser.
Luna Llena... Luna... Lunita
espejito lindo que guió mi camino.
Porque me quitas tu lucesita,
para alumbrar a otro y oscurecer mi destino.
Luna Llena... Luna... Lunita
tu que me diste pasión en un nombre.
Porque dejas mi memoria maldita,
al llamarlo igual a otro hombre.
Luna Llena... Luna... Lunita
Lunita que me juraste un amor eterno.
Porque me cambias tu agua bendita
por mala lluvia que cae del infierno.
Luna Llena... Luna... Lunita
hoy también rompo mi juramento,
con honda pena... pena... penita
para salvar mi corazón de tu tormento.
Luna Llena... Luna... Lunita
espejito lindo que guió mi camino.
Porque me quitas tu lucesita,
para alumbrar a otro y oscurecer mi destino.
Luna Llena... Luna... Lunita
tu que me diste pasión en un nombre.
Porque dejas mi memoria maldita,
al llamarlo igual a otro hombre.
Luna Llena... Luna... Lunita
Lunita que me juraste un amor eterno.
Porque me cambias tu agua bendita
por mala lluvia que cae del infierno.
Luna Llena... Luna... Lunita
hoy también rompo mi juramento,
con honda pena... pena... penita
para salvar mi corazón de tu tormento.
Luna Llena... Luna... Lunita
tu que me diste pasión en un nombre.
Porque dejas mi memoria maldita,
al llamarlo igual a otro hombre.
Luna Llena... Luna... Lunita
Lunita que me juraste un amor eterno.
Porque me cambias tu agua bendita
por mala lluvia que cae del infierno.
Luna Llena... Luna... Lunita
hoy también rompo mi juramento,
con honda pena... pena... penita
para salvar mi corazón de tu tormento.
Luna Llena... Luna... Lunita
Lunita que me juraste un amor eterno.
Porque me cambias tu agua bendita
por mala lluvia que cae del infierno.
Luna Llena... Luna... Lunita
hoy también rompo mi juramento,
con honda pena... pena... penita
para salvar mi corazón de tu tormento.
Luna Llena... Luna... Lunita
hoy también rompo mi juramento,
con honda pena... pena... penita
para salvar mi corazón de tu tormento. | es |
Caseiro,María_Eugenia | XXI | En_El_Eterno_Desagüe_Del_Insomnio | En el eterno desagüe del insomnio
la niña triste que parece un retrato
desgaja el loto de sus pies desiertos
caballeros de cristal sus ojos saben
invadir la calle donde no hay preguntas
no se atreven a cruzar la puerta rota
en la barrera de la voz
el paso tiembla:
la cárcel de su nieve sin claveles
las aguas inmortales del eclipse
el nido de los pechos en el humo
el secreto de la vez primera tan nombrado
la tierra convertida en velo que descorre
el naranja de la lluvia en las alcantarillas
el duende en el fugaz derrame del desvelo
la mano que no espanta traduce la mirada
lo que no confía se añade al siempre de la angustia
por todas partes vuelven los que aún no se han ido
los más heridos pierden la ruta en la esperanza
los centros tienen frutas que convidan al beso
las fábricas de orígenes nunca cierran la puerta
las mariposas saben como duele un relámpago.
Quiere huir
del susto de las cucarachas
de su propio cadáver
con dolor de vida
rebuscar entre nombres sin uso las llaves
la anchura del lazo que jamás la borre
vencer la muralla de las duraciones
sortear el precipicio en la espiral del tiempo
tocar la salida
tachar la indiferencia
volver a ser enjambre de palomas tibias:
El grifo de la luz cerrado
en los flancos de la melancolía
la más invariable esperada sorpresa
la verdad de engañarse en un rayo de duda.
El graznido miente si no augura tormenta
las flores se apartan del chillido
frente al tiempo deforme de los jorobados
los que se asombran no detienen el hambre
los que saben esperar no pierden tiempo
las mulas tragan el polvo de la muerte
para cruzar a la orilla de los que han comido
los nuevos edificios pintados en espanglish
destilan mitológicas palabras duraderas
las calles son gargantas que escupen el pasado
el color atestigua el estado del enfermo
donde no hay manzanas las niñas no se duermen
ni se seca a la sombra la tinta derramada
E negro, el indio, el chino saben
combarse bajo el banco que acuchilla el remo.
Esa niña llena
de brizna y de cenizas
de calamares cálidos refulgentes y azules
entra en la tramoya de la certidumbre
llevada por el eco de las alegorías:
Los que piden limosna reciben cerraduras
los cazadores confunden el fuego con las presas
no siempre hay caminos para florecer espigas
ni disparos que ahuyenten el perro del oído
los escarabajos ignoran el grafitti
y hasta las consecuencias de conducir borracho
la máscara se acerca muy quedo a la sonrisa
el horizonte repta en el final del juego
los caracoles duermen donde no hay urgencia
pero la noche vuelve
se apresura y cierra
todo lo que huela a una mejor salida.
Y la niña triste que parece invierno
entre cántico apagado y torbellino
duerme la vida en el papel soñado
llevada por el hilo de todos los que huyeron
al carnaval sin nombre de la ciudad sonámbula
en que pían los pájaros metáforas viejas
Sin maldad la fuente no se enoja
cuando hay claridad la calle no se pierde
la farola sabe que los que no vuelven
tienen un espacio donde siempre llueve
hija de la alquimia el alma busca
aperturas de vuelo en el sentido
correr en el velódromo de todos los transcursos
con el carruaje tácito de los que nunca duermen.
En este tiempo empapado de planetas, beber
de una mirada en la copa que se ofrece
la música que nunca se convertirá en veneno
con la mano inmóvil en el calendario
y la boca de piedra que endurece el grito.
Esa niña triste que parece ausente
asiste a los comienzos
presencia los finales
enferma de intervalos y de continuaciones
hurga en la memoria de los barcos hundidos
que atesoran el eco intacto de la muerte:
hay una flauta, un dedo, un racimo de raíces
sorprendiendo a los fantasmas que espían los registros
no hay señales que muevan el ala en la memoria
donde acampan los sueños cuajados de pesquisas
falta color y lumbre en las campanas secas
agua cerrada ausencia de despertadores
cuando la curva abierta elude el infinito.
No teme a la muerte del fuego o de la sangre
ni a la aguja que ensarta corola y tempestades
ni a los soldados huérfanos que no tienen bandera
ni a las otras que son ella apagadas por las flechas
teme la soledad de aquellos ojos yermos
desidia de musgos y espadañas.
Esa niña triste que parece distante
flota en las planicies de las moratorias
en el arpegio mudo del rostro detenido
esa niña triste que padece el frío. | es |
Subsets and Splits