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161
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1.47M
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---|---|---|---|---|
Lugones,Leopoldo | <XXI | Lied_De_La_Estrella_Marina | Cierro los ojos, sereno
de hallarte más clara en mi alma,
así como el mar en calma
mece a la estrella en su seno.
Espejo profundo y fiel
en que palpita la estrella,
diríase que más bella
de brillar sólo para él.
Insondable desventura
que en su amargura creciente
se vuelve más transparente
con la sal de su amargura.
Yo puedo al mar, sin embargo,
mi corazón igualar,
que no es más constante el mar,
más hondo ni más amargo. | es |
Castro,Rosalía_de | <XXI | Quisiera,_Hermosa_Mía | Quisiera, hermosa mía,
a quien aun más que a Dios amo y venero,
ciego creer que este tu amor primero,
ser por mi dicha el último podría.
Mas...
—¡Qué! ¡Gran Dios, lo duda todavía!
—¡Oh!, virgen candorosa,
¿por qué no he de dudarlo al ver que muero
si aun viviendo también lo dudaría?
—Tu sospecha me ofende,
y tanto me lastima y me sorprende
oírla de tu labio,
que pienso llegaría
a matarme lo injusto del agravio.
—¡A matarla! ¡La hermosa criatura
que apenas cuenta quince primaveras...!
¡Nunca...! ¡Vive, mi santa, y no te mueras!
—Mi corazón de asombro y dolor llenas.
—¡Ah!, siento más tus penas que mis penas.
—¿Por qué, pues, me hablas de morir?
—¡Dios mío!
¿Por qué ya del sepulcro el viento frío
lleva mi nave al ignorado puerto?
—¡No puede ser...! Mas oye: ¡vivo o muerto,
tú solo y para siempre...! Te lo juro.
—No hay por qué jurar; mas si tan bello
sueño al fin se cumpliera, sin enojos
cerrando en paz los fatigados ojos,
fuera a esperarte a mi sepulcro oscuro.
Pero... es tan inconstante y tan liviano
el flaco y débil corazón humano,
que lo pienso, alma mía, y te lo digo,
serás feliz más tarde o más temprano.
Y en tanto ella llorando protestaba,
y él sonriendo, irónico y sombrío,
en sus amantes brazos la estrechaba,
cantaba un grillo en el vecino muro,
y cual mudo testigo,
la luna, que en el cielo se elevaba,
sobre ambos reflejaba
su fulgor siempre casto y siempre amigo.
De polvo y fango nacidos,
fango y polvo nos tornamos:
¿por qué, pues, tanto luchamos
si hemos de caer vencidos?
Cuando esto piensa humilde y temerosa,
como tiembla la rosa
del viento al soplo airado,
tiembla y busca el rincón más ignorado
para morir en paz si no dichosa.
Los astros son innúmeros, al cielo
no se le encuentra fin,
y este pequeño mundo que habitamos,
y que parece un punto en el espacio,
inmenso es para mí.
Después... tantos y tantos
cual las arenas del profundo mar,
seres que nacen a la vida, y seres
que sin parar su rápida carrera,
incierta siempre, vienen o se van.
Que se van o se mueren, esta duda
es en verdad cruel;
pero ello es que nos vamos o nos dejan,
sin saber si después de separarnos
volveremos a hallamos otra vez.
Y como todo al cabo
tarde o temprano en este mundo pasa,
lo que al principio eterno parecía,
dio término a la larga.
¿Le mataron acaso, o es que se ha muerto
de suyo aquello que quedará aún vivo?
Imposible es saberlo, como nadie
sabe al quedar dormido,
en qué momento ha aprisionado el sueño
sus despiertos sentidos.
¡Que cuándo le ha olvidado!
¿Quién lo recuerda en la mudable vida,
ni puede asegurar si es que la herida
del viejo amor con otro se ha curado?
¡Transcurrió el tiempo! —inevitable era
que transcurriese—, y otro amante vino
a hacerse cauteloso su camino
por donde el muerto amante ya lo hiciera.
De pronto el corazón con ansia extrema,
mezclada a un tiempo de placer y espanto,
latió, mientras su labio murmuraba:
—¡No, los muertos no vuelven de sus antros...!
Él era y no era él, mas su recuerdo,
dormido en lo profundo
del alma, despertóse con violencia
rencoroso y adusto.
—No soy yo, ¡pero soy! —murmuró el viento—,
y vuelvo, amada mía,
desde la eternidad para dejarte
ver otra vez mi incrédula sonrisa.
—¡Aún has de ser feliz! —te dije un tiempo,
cuando me hallaba al borde de la tumba—.
Aún has de amar; y tú, con fiero enojo,
me respondiste: —¡Nunca!
—¡Ah!, ¿del mudable corazón has visto
los recónditos pliegues?—,
volví a decirte; y tú, llorando a mares,
repetiste: —Tú solo, y para siempre.
Después, era una noche como aquéllas,
y un rayo de la luna, el mismo acaso
que a ti y a mí nos alumbró importuno,
os alumbraba a entrambos.
Cantaba un grillo en el vecino muro,
y todo era silencio en la campiña;
¿no te acuerdas, mujer? Yo vine entonces,
sombra, remordimiento o pesadilla.
Mas tú, engañada recordando al muerto,
pero también del vivo enamorada,
te olvidaste del cielo y de la tierra
y condenaste el alma.
Una vez, una sola,
aterrada volviste de ti misma,
como para sentir mejor la muerte
de la sima al caer vuelve la víctima.
Y aun entonces, ¡extraño cuanto horrible
reflejo del pasado!,
el abrazo convulso de tu amante
te recordó, mujer, nuestros abrazos.
¡Aún has de ser feliz! —te dije un tiempo
y me engañé; no puede
serlo quien lleva la traición por guía,
y a su sombra mortífera se duerme.
—¡Aún has de amar! —te repetí, y amaste,
y protector asilo
diste, desventurada, a una serpiente
en aquel corazón que fuera mío.
Emponzoñada estás, odios y penas
te acosan y persiguen,
y yo casi con lástima contemplo
tu pecado y tu mancha irredimibles.
¡Mas, vengativo, al cabo yo te amaba
ardientemente, yo te amo todavía!
Vuelvo para dejarte
ver otra vez mi incrédula sonrisa. | es |
Altolaguirre,Manuel | <XXI | Olvido | Ahora la luz no existe
ni vemos ya la rosa,
ni el niño, el hombre, el árbol,
ni la nube, ni el sol.
Dios mío, estoy
en tu Voz sin espacio ni tiempo,
entre otras voces tuyas creadoras.
¡Qué amor aquí, Dios mío!
¡Que posesión eterna de todo Tú!
Ahora me burlo de mi cuerpo,
de mi sensible cuerpo que cogía
líneas, perfumes, roces y sonidos,
queriendo despertarme
cuando yo desvelado vislumbraba,
más allá de la forma, tu reinado. | es |
Salinas,Pedro | <XXI | No_Estás_Ya_Aquí._Lo_Que_Veo | No estás ya aquí. Lo que veo
de ti, cuerpo, es sombra, engaño.
El alma tuya se fue
donde tú te irás mañana.
Aún esta tarde me ofrece
falsos rehenes, sonrisas
vagas, ademanes lentos,
un amor ya distraído.
Pero tu intención de ir
te llevó donde querías
lejos de aquí, donde estás
diciéndome:
«aquí estoy contigo, mira».
Y me señalas la ausencia. | es |
Vega,Garcilaso_de_la | <XXI | Soneto_Ii | En fin, a vuestras manos he venido,
do sé que he de morir tan apretado,
que aun aliviar con quejas mi cuidado,
como remedio, me es ya defendido;
mi vida no sé en qué se ha sostenido,
si no es en haber sido yo guardado
para que sólo en mí fuese probado
cuanto corta una espada en un rendido.
Mis lágrimas han sido derramadas
donde la sequedad y la aspereza
dieron mal fruto dellas y mi suerte:
¡basten las que por vos tengo lloradas;
no os venguéis más de mí con mi flaqueza;
allá os vengad, señora, con mi muerte!
mi vida no sé en qué se ha sostenido,
si no es en haber sido yo guardado
para que sólo en mí fuese probado
cuanto corta una espada en un rendido.
Mis lágrimas han sido derramadas
donde la sequedad y la aspereza
dieron mal fruto dellas y mi suerte:
¡basten las que por vos tengo lloradas;
no os venguéis más de mí con mi flaqueza;
allá os vengad, señora, con mi muerte!
Mis lágrimas han sido derramadas
donde la sequedad y la aspereza
dieron mal fruto dellas y mi suerte:
¡basten las que por vos tengo lloradas;
no os venguéis más de mí con mi flaqueza;
allá os vengad, señora, con mi muerte!
¡basten las que por vos tengo lloradas;
no os venguéis más de mí con mi flaqueza;
allá os vengad, señora, con mi muerte! | es |
López,Luis_Carlos | <XXI | En_Una_Tarde_Otoñal | Desde mi cuarto miro la plazuela
donde corren los chicos
que salen de la escuela
municipal.
Con vuelo de pericos
la estudiantilparvada
se aleja entre los rotos abanicos
de los árboles...
Nada
turba el largo silencio. Y solamente
repite el mismo tema
de la fuente
la oquedad del ambiente
solitario, mientras el sol, como una enorme yema
de huevo frito, atisba tristemente
sobre la cruz de un campanario... | es |
Gelman,Juan | <XXI | Las_Aguas_De_Tu_Vientre_Cantan_Al_Fondo_Del_País | las aguas de tu vientre cantan al fondo del país/
así estás hecha/
hoy que la lluvia duele
en todo el mundo te posás/
¿dónde escribís tus estaciones?/
¿las trémulas de tu candor?/
¡panadera!/
¡brillás para que nadie sufra!/
¡amigas compañías que empiezan en tu piel!/
¡cómo penumbras del furor!/
¡así a tus pechos viene el ido!/
¡el que pasaba por tus jugos contra
la olvidación!/
¡apretando los huesitos prestados/ | es |
Fernández_Retamar,Roberto | <XXI | Desde_El_Vedado,_Un_Cubano Le_Escribe_A_Un_Amigo_Decididamente_Europeo | Comprendo que esperases que yo te hablara del tamtam de mi sangre,
De la gran selva lustrosa donde cruza chillando el loro,
De la centella caída frente a mis o/os,
De Obatalá blanca como la nieve en mitad del fuego
(Con las memorias que ciertamente tengo de azabaches en la camisa y despojos a los doce años).
Comprendo, querido amigo, que necesitabas la savia salvaje.
Que yo podría aportarte, con un pedazo de sol en una mano.
Y en la otra la maraca que sólo elamanecer lechoso logra amainar.
Pero ¿cómo quieres que te escriba con el aire acondicionado que no marcha bien.
En este piso de hotel, este tremendo día de verano,
Y a los pies La Habana brillando
Como un collar, llena de autos ruidosos y polvorientos
Con docenas de restoranes y cabarets yninguna palmera a la vista? | es |
Bañuelos,Juan | <XXI | Desde_Un_Profundo_Pozo | Desde un profundo pozo
están pidiendo a un hombre.
Y ésta es la resaca del olvido,
la tapa de su féretro,
la distancia del aire entre dos ramas,
la noche que lo ciega,
la nuca del destierro
apoyada, solemne, en una estrella.
Todo está consumado.
—Amigo,
algo de lo que este mar se lleva
es tuyo...
Alguna vez,
debajo de un buen árbol
yo creí en la sombra.
Y heme aquí hoy,
bajo la potestad del justo
donde nada respira y es un pulmón eterno
y una pupila cierta.
Desde lo más profundo
¡lo profundo! | es |
Chocano,José_Santos | <XXI | En_Su_Tostada_Faz_Hay_Algo_Sombrío | En su tostada faz hay algo sombrío:
tal vez la sensación de lo lejano,
ya que ve dilatarse el océano
de la verdura al pie de su bohío.
Él encuadra al redor su sembradío
y acaricia la tierra con su mano.
Enfrena un potro en la mitad de un llano
o a nado se echa en la mitad de un río.
Él, con un golpe, desjarreta un toro;
entra con su machete en un boscaje
y en el amor con su cantar sonoro,
porque el amor de la mujer ingrata
brilla sobre su espíritu salvaje
como un iris sobre una catarata... | es |
Cárdenas,Humberto | XXI | Como_La_Mirada_Del_Acero | como la mirada del acero
es la injusta vida
punzante afilada fría
que cercena las lágrimas
no dejando caer
las hojas del alma
sufridas acumuladas
ya cansadas
de no oradar los suelos
menos rozar siquiera el aire
los momentos la piel
anuladas por los muros
guardadas sin salir
en los sótanos del alma
sin poder morir. | es |
Pombo,Rafael | <XXI | Triple_Recuerdo | ¿Recuerdas cierto nombre que articuló mi labio
Al estrechar tu mano por la primera vez?
¿El nombre de una amiga, la predilecta de ambos,
El más precioso nombre de la mejor mujer?
Ese saludo excéntrico fue para ti muy grato,
Y en vano uno más grato buscado hubiera yo;
Como abre sus castillos con solo un grito el Mayo,
De tu amistad las puertas se abrieron a esa voz.
Aquella noble amiga me hizo querer tu nombre
En mis mejores días hablándome de ti;
Y era, sin conocerte, tu amigo desde entonces
Con esa amistad de alma que no sabe mentir.
Ya te conozco: ahora mi corazón confirma
Aquel afecto íntimo que adivinaba ya;
Y si de ti me hablaba la regia Manuelita.
Ahora es Mantielita nuestro perenne hablar.
Hoy pues que hace dos años
de aquel instante fausto
En que la dije «amiga» por la primera vez.
Consagro aquí un recuerdo a su amistad por ambos
Uniendo en estos versos los nombres de los tres.
Manuelita.
que hace dos años | es |
Guillén,Nicolás | <XXI | (Los_Turistas_En_El_Bar | (Los turistas en el bar:
Cantaliso, su guitarra,
y un son que comienza a andar).
—No me paguen porque cante
lo que nos les cantaré;
ahora tendrán que escucharme
todo lo que antes callé.
¿Quién los llamó?
Gasten su plata,
beban su alcol,
cómprense un güiro,
pero a mí no,
pero a mí no,
pero a mí no.
Todos estos yanquis rojos
son hijos de un camarón,
y los parió una botella,
una botella de ron.
¿Quién los llamó?
Ustedes viven,
me muero yo,
comen y beben,
pero yo no,
pero yo no,
pero yo no.
Aunque soy un pobre negro,
sé que el mundo no anda bien;
¡ay, yo conozco a un mecánico
que lo puede componer!
¿Quién los llamó?
Cuando regresen
a Nueva York,
mándenme pobres
como soy yo,
como soy yo,
como soy yo.
A ellos les daré la mano,
y con ellos cantaré,
porque el canto que ellos saben
es el mismo que yo sé.
(Los turistas en el bar:
Cantaliso, su guitarra,
y un son que comienza a andar). | es |
Benedetti,Mario | <XXI | Triste_Nº_2 | Si la tristeza no fuera
un silencio que persiste
o si la mirada triste
del que espera y desespera
no empañara la quimera
donde todo y nada existe /
si en el cándido despiste
y en la vieja primavera
un candor desconocido
viejo y nuevo / oscuro y fuerte
no extrajera del olvido
cuatro hebras de alegría /
la tristeza de la muerte
pobre escándalo sería | es |
Castellanos,Rosario | <XXI | Narciso_70 | Cuando abro los periódicos
(perdón por la inmodestia, pero a veces
un poco de verdad
es más alimenticia y confortante
que un par de huevos a la mexicana)
es para leer mi nombre escrito en ellos.
Mi nombre, que no abrevio por ninguna razón,
es, a pesar de todo, tan pequeño
como una anguila huidiza que se pierde
entre las líneas ágata que si hablaban de mí
no recurrían más que al adjetivo neutro
tras el que se ocultaba mi persona, mi libro,
mi última conferencia.
¡Bah! ¡Qué importaba! ¡Estaba ahí!
¡Existía!
Real, patente ante mis propios ojos.
Pero cuando no estaba... Bueno, en fin,
hay que ensayar la muerte puesto que se es mortal.
Y cuando era una errata... | es |
Buesa,José_Ángel | <XXI | Me_Llegabas_En_La_Brisa_Y_En_La_Espuma | Me llegas en la brisa y en la espuma, 1
tú, la perdida para siempre...
Tú, la que ennoblecías el sabor del recuerdo,
que ahora llegas más casta y más ausente...
Me llegas en el viento que huele a lejanía,
me llegas en la sal que sabe a muerte,
tú, sombra arrinconada en un silencio;
tú, la perdida para siempre...
Ya no sé por qué sordo camino de la ausencia,
bajo qué estrellas moribundas vienes,
con los pies inseguros llenos de polvo y de rocío,
tú, la perdida para siempre... | es |
Blanco,Andrés_Eloy | <XXI | Nací_En_Una_Revuelta | Nací en una revuelta,
viví una Revolución
y me voy por la puerta de un idilio.
Estoy de pie en los campos
que mi calor maduró al fin para los hombres.
Ante mis ojos,
las llanuras que sabían a sangre
están tendidas, puestas a secar.
De la montaña ideológica
quedó una frase de divinidad sustantiva:
el Hombre es una fuerza que ama.
Ayer fueron los lobos a comer a mi puerta
y el lobo es el hombre del lobo.
La tierra está calmada como después de un cuento.
Quien menos oye, oye amar a la semilla.
El caliente ecuador
es una rueda de amigos
y una espiral de voces acuatiza en las nubes.
Yo vi el día solar en que murió la guerra
y puse mi reloj en el primer minuto.
Soy magro. La calavera
asoma a flor de piel;
dos hilachas de nieve atraviesan la calva;
tengo el amarillento de las hojas de octubre
y mucho escrito en el pergamino de las manos.
Pero siento elásticos los tendones
y tengo una legua de mirada.
Aquí estoy en los campos.
Bebí el último trago romántico
y el primer sorbo ultraísta.
Le di a la vida, instante por instante,
todo, todo y la noche extra sobre el cuadrante.
Con la voz de mis horas cantó ella;
lo que el camino me iba sembrando por los pies,
me florecía en la cabeza.
Amor: viví bastante
para encontrar de nuevo a mi primera novia
y tomada otra vez en su primera nieta.
Tuve un archivo;
lo he ido quemando.
Amo al Arte en el Poeta de Hoy,
bello como el atleta griego,
tallado de deportes,
que salta de la cama al estadio
y va a la plaza pública, donde el pueblo lo usa
para lanzarlo como un disco en la armonía de la mañana.
Creo en el poeta útil,
soberanamente altruista,
y aladamente extraterritorial,
cuyo canto higienizado
sea un surtidor de salud
que se respire como un temperamento.
Tengo ciento tres años,
firmes, como erecciones.
Recuerdo el día
en que fui injertado de la glándula taumaturga.
El cirujano
sembró en mí la astilla de eternidad.
Para injertarme
trajeron un gorila de timidez resuelta,
como la que da el ojo de un inmigrante joven.
Era un hermoso cuadrumano,
un segundón de selva
el hermano de leche de mi resurrección.
Al concluir el injerto,
quedé dormido.
Pero aquella misma noche
empecé a sentir a mi huésped moverse.
Se aclimataba a mis vías urbanas
con torpeza de criado pueblero.
Lo sentía saltar de rama en rama
hasta la copa de mi árbol circulatorio.
Lo sentía colgado por el rabo en mis nervios;
y al fin se fue asomando al sabor de mi boca
cuando la carne del balneario se desgajó sobre la arena.
Tengo ciento tres años,
firmes como erecciones,
y digo que la vida es buena de beberla.
Tengo cien hijos míos
y en mi próximo plano
seré el mejor logrado de mis nietos.
Tengo cien hijos míos
y uno que tuve en nombre de mi hermano el gorila,
porque puse en tenerlo mi pedazo de él.
Estoy de pie en los campos, esperando a mis hijos
para darles el santo y seña de mi vuelta.
Soy un siglo con erección de antena
y gozaré al sembrarme en el surco caliente.
Ese día —¡por fin!— la amada tierra y yo
acabaremos juntos.
Regresaré. El amor estará cosechado.
Encontraré plantada una selva de madres
y al dar mi canto nuevo a los cuatro horizontes
regresarán mis hijos, eternos de esperarme. | es |
Véner,Alonso | XXI | ¿Quién_Me_Arrullará | ¿Quién me arrullará
antes de que el día
me robe la infancia? | es |
Moore,Esteban | XXI | Pudiera_-Quién | pudiera —quién/ de esa serpiente que se desliza
sobre la tierra seca/ reluciente en un espejismo
de sol/ evocar trazos —movimientos en el polvo
el contenido ritmo —de su vaivén/ los rasguidos
de una piel —desatándose en el aire | es |
Fernández_Cabañeros,Emilio | XXI | Una_Nube_Blanca_De_Silencio | Una nube blanca de silencio
corona en la tarde muerta
las tapias del pueblo viejo,
entre las paredes ocres
se deslizan la luz y los sueños,
suena lejana
la eterna canción del silencio.
Las amapolas,
pequeñas heridas
del campo inmenso,
salpican la lejanía
con su rojo nuevo,
y llegan alegres, contoneándose,
hasta la pared blanca del cementerio,
y entran
y adornan las cruces de los muertos.
Cuanto silencio entre cipreses rotos,
cuantos recuerdos,
cuantos muertos. | es |
Zorrilla,José | <XXI | Ayer_El_Alba_Amarilla | Ayer el alba amarilla,
Al anunciar la mañana,
Pintaba de tu ventana
El transparente cristal;
Ayer la flotante brisa
Daba a la atmósfera olores,
Meciendo las gayas flores
Sobre el tallo desigual.
Ayer, al rumor tranquilo
De la corriente vecina,
En la orilla cristalina
Se bañaba el ruiseñor;
Y pájaros, flores, fuentes,
Saludando al nuevo día,
Le prestaban armonía
En cambio de su color.
Ayer era el sol brillante,
El cielo azul y sereno,
El jardín fresco y ameno,
Y delicioso el vivir;
Eras tú niña y hermosa,
Sin rubor sobre la frente,
Tu velar era inocente,
Inocente tu dormir.
Tú reías y cantabas,
Niña o ángel en el suelo,
Y tus risas en el cielo
Eran guirnaldas tal vez:
Estrellas eran tus ojos,
Cántico vago tu acento,
Blando perfume tu aliento,
Luz de la aurora tu tez.
Entonces, niña, en tu mente
No resonaban las horas,
Ni apenaban seductoras
Fantasmas al corazón;
No te pintaba tu sueño
Entre la sombra callada
Un suspiro, una mirada
En voluptuosa ilusión.
Para ti no había tiempo,
Todo era paz, todo flores,
No había infierno de amores,
Ni fastidio del placer;
Un poeta te cantaba
Melancólicos cantares,
Y la voz de sus pesares
No comprendías ayer.
¡Pobre niña! ¿Qué se han hecho
Los delirios de tu infancia?
¿Qué has hecho de tu fragancia,
Marchita olvidada flor?
Tus hojas yacen quemadas,
Tu cáliz vacío y seco,
Tu tallo quebrado y hueco,
El sol no te da color.
Niña de los negros ojos,
¿A qué viniste a la tierra?
Rosa nacida entre abrojos,
¿Qué esperas del mundo, di?
Una brisa corrompida,
Fétida, hedionda, te mece,
Tu aroma se desvanece...
¿Quién demandará por ti?
Ángel mío, vuelve al cielo
Antes que el mundo te vea,
Que los placeres del suelo
Placeres malditos son.
¡Oh! Por el gozo de un día
No compres, no, tu tormento;
El cielo es sólo, ¡alma mía!,
De los ángeles mansión.
¡Hoy es tarde!... ¡Eres mujer!
Leo en tu frente humillada
El porvenir de la nada
Entre las huellas de ayer.
Veo en tu rostro bullir
Ese torcedor secreto...
¡Tu velar es hoy inquieto,
Es inquieto tu dormir!
Lívida está tu mejilla,
En desorden tus cabellos...
Mujer, mal prendida en ellos
Olvidada, una flor brilla.
Anoche, en vez de oración,
Desesperada en el lecho,
Exhalaste de tu pecho
Sacrílega maldición.
Que en el cristal transparente
Contemplastes aterrada
Del negro crimen grabada
La marca infame en la frente.
Que mal sujeta a tus flores
Entre tus gasas y lazos,
Rasgando van a pedazos
Tu hermosura los dolores.
¡Ay! Inútilmente lloras
El desvanecido encanto;
Entre las ondas del llanto
No vuelven, mujer, las horas.
Dióte el mundo oro y placeres
Cumpliendo al fin tus afanes,
Ídolo de los galanes,
Envidia de las mujeres;
Y a luz salistes ufana
Con tu hermosura ¡oh mujer!
Sin acordarte de ayer,
¡Y sin pensar en mañana!
¡Ay! En la tumba concluyen
El gozar y el padecer
Del mundo vano,
Y los vicios nos destruyen
Y nos matan ¡oh mujer!
Tarde o temprano.
Y tú, caída palmera...
Porque vendiste tu amor
A precio infame.
Has querido, vil ramera,
Que a tus puertas el dolor
Más presto llame.
Tal vez lúbrico magnate
Te inundó por un placer
De oro y cariño,
Y mientras su rey combate,
Él te cobija, mujer,
Bajo su armiño.
Tal vez coronada frente
Descansó en tu impuro pecho,
Tu amor comprando,
Y hoy el mendigo indigente
Te negará el pobre lecho,
Tu frente hollando
Pasaron, niña, los días,
Con ellos las ilusiones
Infantiles,
Con ellos vienen impías
Las tormentas y aquilones
De tus abriles.
Con ellos llanto y dolores,
Remordimiento, amargura
Y desengaños:
Que en sus pliegues roedores,
Gala, placer y hermosura
Hunden los años.
¡Murió! La voz de la fatal campana
Apagó su memoria y en oración;
Nadie su nombre buscará mañana;
Yace su tumba en fétido rincón.
Aquel clamor fatídico y doliente
Se plegó entre las flores del jardín,
Vibró con los cristales de la fuente,
Rodó sobre los brindis del festín.
Y en oculto elegante gabinete,
Brusco y agudo penetró también,
Y se estrelló entre el humo del pebete
De alguna hermosa en la tocada sien.
Pero una sola lágrima, un gemido
Sobre sus restos a ofrecer no van,
Que es sudario de infames el olvido.....
¡Bien con su nombre en su sepulcro están! | es |
Fernández_de_Moratín,Leandro | <XXI | Vicios_Corrige_La_Vivaz_Talía | Vicios corrige la vivaz Talía,
con risa y canto y máscara engañosa,
y el nacional adorno que se viste.
Melpómene, la faz majestüosa
bañada en lloro, al corazón envía
piedad, terror, cuando declama triste. | es |
Ory,Carlos_Edmundo_de | <XXI | Estoy_En_La_Miseria_Dios_Mío_Qué_Te_Importa | Estoy en la miseria Dios mío qué te importa
Ya mi casa es un dulce terraplén de locura
Un vuelo de lechuzas un río con el fondo
lacrados en mi semblante... ¡Dios mío que te importa!
Mi casa es un relincho de muerto monocromo
cuna de remembranza gran rincón de dolor
Allí ya no se duerme si no es para gritar
con una boca hambrienta de espesas esperanzas
Flores ayer y hoy sus faldas son escombros
Mi rostro de color negro aguanta la puerta
y al fin no sé qué hacer con tanta fotocopia
¡Estoy en la miseria! Se dice la miseria
y nada es la miseria... ¡Dios mío qué miseria!
Por el resuelto abismo subo las escaleras
del torreón oculto para pedir limosna
Entro llamo ay ay ¡Señorito! ¡Ay! ¡Ay!
No puede ser así usted no se parece
¡Aparición! ¿Quién soy? Te pido yo una cama
para abrigar mis labios con un sueño anticuado
No te pongas así no te asustes de mí
¡Ayaymiseñoritoustedyanoeselmismo!
Parece usted de veras un cansado harapiento
Me da pena su ombligo lleno de soledad
Ropa y candela diome y cené con la vieja
con la comadre atónita que mientras como reza
Riendo yo le explico «Soy el rey de las ruinas»
Y ella plasma un quejido «¿Qué es eso señorito?» | es |
Arciniegas,Ismael_Enrique | <XXI | Su_Corsé | Corrido el cortinaje,
desde el balcón de enfrente vi su cuarto,
el cuarto de la virgen, que mi sueño
arrulla en las mañanas con su canto.
Jarrones de Sajonia descansaban
sobre consola de bruñido mármol;
y del sol que moría
los postrimeros rayos
hacían resaltar en la penumbra
las doradas molduras de los cuadros,
las lámparas de bronce
los ricos muebles de nogal tallado,
las cortinas del lecho, y en el muro
los brillantes espejos venecianos.
Y en un rojo sillón, que parecía
a su dueña esperar medio borrado
por la naciente sombra,
se veía un corsé de blanco raso.
Y pensé entonces en las frentes pálidas,
y en los risueños labios,
en los azules ojos
y en los cabellos áureos,
en las cinturas breves
y en los ebúrneos brazos;
en el velo flotante de las novias
y de las niñas en los sueños castos,
y de las vírgenes carnes sonrosadas
y en los púdicos senos de alabastro.
¡Quién fuera su corsé! —me dije entonces—,
quién fuera su corsé de blanco raso,
para saber si late aún su corazón ingrato. | es |
Luis,Leopoldo_de | <XXI | El_Espejo | Con los ojos vendados nos miramos
cada día delante de un espejo
para ser sólo imágenes
nuestras que no veremos.
Desfilamos, retratos fidelísimos,
copias exactas, calcos o reflejos,
resbalamos por aguas espejeantes
como narcisos ciegos.
Debo de ser la sombra, los perfiles,
la refracción de ese cristal o hielo;
debe de ser el doble repetido,
el náufrago en el fondo de ese sueño.
Qué culto extraño ante el cristal, la luna,
de extraterrestre, de astronauta muerto
girando sin sentido
en la órbita cerrada por el pecho.
Qué culto extraño para
sentirnos sólo luminoso eco
de nuestra propia realidad corpórea,
mitología del agonizamiento
liturgia de pantallas sucesivas,
idolatrización de reverbero.
Sólo somos figuras proyectadas
sobre un cristal, pero jamás nos vemos. | es |
Nervo,Amado | <XXI | En_Nombre_De_Tu_Rostro_De_Lirio_Enfermo | En nombre de tu rostro de lirio enfermo,
en nombre de tu seno, frágil abrigo
donde en noches pobladas de espanto duermo,
¡yo te bendigo!
En nombre de tus ojos de adormideras,
doliente y solitario fanal que sigo;
en nombre de lo inmenso de tus ojeras,
¡yo te bendigo!
Yo te dedico
el ímpetu orgulloso con que en las cimas
de todos los calvarios, me crucifico
iluso ¡pretendiendo que te redimas!
Yo te consagro
un cuerpo que martirio sólo atesora
y un alma siempre oscura, que por milagro,
del cáliz de ese cuerpo no se evapora...
Mujer, tu sangre yela mi sangre cálida;
mujer, tus besos fingen besos de estrella;
mujer, todos me dicen que eres muy pálida,
pero muy bella...
Te hizo el Dios tremendo mi desposada;
ven, te aguardo en un lecho nupcial de espinas;
no puedes alejarte de mi jornada,
porque une nuestras vidas ensangrentada
cadena de cilicios y disciplinas. | es |
Juarroz,Roberto | <XXI | Poesía_Vertical._Número_17 | Hay que caer y no se puede elegir dónde.
Pero hay cierta forma del viento en los cabellos,
cierta pausa del golpe,
cierta esquina del brazo
que podemos torcer mientras caemos.
Es tan sólo el extremo de un signo,
la punta sin pensar de un pensamiento.
Pero basta para evitar el fondo avaro de unas manos
y la miseria azul de un Dios desierto.
Se trata de doblar algo más que una coma
en un texto que no podemos corregir. | es |
Sabines,Jaime | <XXI | Mientras_Los_Niños_Crecen,_Tú,_Con_Todos_Los_Muertos | Mientras los niños crecen, tú, con todos los muertos,
poco a poco te acabas.
Yo te he ido mirando a través de las noches
por encima del mármol, en tu pequeña casa.
Un día ya sin ojos, sin nariz, sin orejas,
otro día sin garganta,
la piel sobre tu frente agrietándose, hundiéndose,
tronchando obscuramente el trigal de tus canas.
Todo tú sumergido en humedad y gases
haciendo tus desechos, tu desorden, tu alma,
cada vez más igual tu carne que tu traje,
más madera tus huesos y más huesos las tablas.
Tierra mojada donde había tu boca,
aire podrido, luz aniquilada,
el silencio tendido a todo tu tamaño
germinando burbujas bajo las hojas de agua.
(Flores dominicales a dos metros arriba
te quieren pasar besos y no te pasan nada). | es |
Benedetti,Mario | <XXI | —Veamos_—Dijo_El_Profesor—._¿Alguno_De_Ustedes_Sabe_Qué_Es_Lo_Contrario_De_In? | —Veamos —dijo el profesor—. ¿Alguno de ustedes sabe qué es lo contrario de IN?
—OUT — respondió prestamente un alumno.
—No es obligatorio pensar en inglés. En Español, lo contrario de IN (como prefijo privativo, claro) suele ser la misma palabra, pero sin esa sílaba.
—Sí, ya sé: insensato y sensato, indócil y dócil, ¿no?
—Parcialmente correcto. No olvide, muchacho, que lo contrario del invierno no es el vierno sino el verano.
—No se burle, profesor.
—Vamos a ver. ¿Sería capaz de formar una frase, más o menos coherente, con palabras que, si son despojadas del prefijo IN, no confirman la ortodoxia gramatical?
—Probaré, profesor: Aquel dividuo memorizó sus cógnitas, se sintió dulgente pero dómito, hizo ventario de las famias con que tanto lo habían cordiado, y aunque se resignó a mantenerse cólume, así y todo en las noches padecía de somnio, ya que le preocupaban la flación y su cremento.
—Sulso pero pecable —admitió sin euforia el profesor. | es |
Rébora,Marilina | <XXI | Mar_De_Vidrio | Dijiste: «Mar de vidrio», Señor, y es lo que quiero;
un mar que te refleje en toda tu grandeza,
por sobre el cual camines —tu lámpara, el lucero—
para ver, al trasluz, del mundo la tristeza.
Dijiste mar de vidrio, un cristal sin bisel
ni resquebrajaduras, sólo un único trozo,
en cuya superficie se reproduzca fiel
el que ríe feliz o el que ahoga un sollozo.
Y el mar tuyo, Señor, ése al que te refieres,
¿tendrá, al igual que el nuestro, arenas, caracoles?
¿Ondularáse en olas, si es así que lo quieres?
¿Revolarán gaviotas por verse en sus espejos?
¿Dormirá en él un sol o acaso muchos soles,
también vidrio sus crestas, de coral, con reflejos?
Dijiste mar de vidrio, un cristal sin bisel
ni resquebrajaduras, sólo un único trozo,
en cuya superficie se reproduzca fiel
el que ríe feliz o el que ahoga un sollozo.
Y el mar tuyo, Señor, ése al que te refieres,
¿tendrá, al igual que el nuestro, arenas, caracoles?
¿Ondularáse en olas, si es así que lo quieres?
¿Revolarán gaviotas por verse en sus espejos?
¿Dormirá en él un sol o acaso muchos soles,
también vidrio sus crestas, de coral, con reflejos? | es |
Carranza,Eduardo | <XXI | Tema_De_Fuego_Y_Mar | Sólo el fuego y el mar pueden mirarse
sin fin. Ni aún el cielo con sus nubes.
Sólo tu rostro, sólo el mar y el fuego.
Las llamas, y las olas, y tus ojos.
Serás de fuego y mar, ojos oscuros.
De ola y llama serás, negros cabellos.
Sabrás el desenlace de la hoguera.
Y sabrás el secreto de la espuma.
Coronada de azul como la ola.
Aguda y sideral como la llama.
Sólo tu rostro interminablemente.
Como el fuego y el mar. Como la muerte. | es |
Acuña,Hernando_de | <XXI | Cierto_No_Puede_Ser_Sino_Buen_Hora | Cierto no puede ser sino buen hora
en la que yo tomé tal presupuesto,
como ver la hermosura de aquel gesto
que con tanta razón esta alma adora;
mas no penséis que no la veo ahora,
que el espíritu siempre está dispuesto
a ver la ausente, y mi memoria en esto
se engrandece, se ensalza, y se mejora,
ved cuánto, que no puedo ya conmigo,
pensando que estos ojos lo han de ver
como con los del alma ya la veo;
y pensando este bien, de ufano digo:
¡quién pudo jamás tanto merecer,
o que más alto fin, tiene el deseo! | es |
Caseiro,María_Eugenia | XXI | Me_Niego | He estado a punto
de emblanquecer como los ángeles
cuando el labio con que soplo el talco de los días
borraba la esfera del reloj
cuerpo de pájaros que aún me late.
He estado a punto de salir volando
en el ala lenta de las hojas
que espera una mano sin nombre
llenando crucigramas en la inercia,
sin profanar la mansedumbre
retenida en la blandura de la espalda.
Un rumor de secretos detrás de cada puerta
me lleva por las calles
sobre pies de plegarias
con zapatos de viento conmovido
apagando los pequeños incendios de la tarde
pero yo me niego
me niego a ser un ángel. | es |
Blanco,Andrés_Eloy | <XXI | La_Hilandera | Dijo el hombre a la Hilandera:
a la puerta de su casa:
—Hilandera, estoy cansado,
dejé la piel en las zarzas,
tengo sangradas las manos,
tengo sangradas las plantas,
en cada piedra caliente
dejé un retazo del alma,
tengo hambre, tengo fiebre,
tengo sed..., la vida es mala...
y contestó la Hilandera:
—Pasa.
Dijo el hombre a la Hilandera
en el patio de su casa:
—Hilandera estoy cansado,
tengo sed, la vida es mala;
ya no me queda una senda
donde no encuentre una zarza.
Hila una venda, Hilandera,
hila una venda tan larga
que no te quede más lino;
ponme la venda en la cara,
cúbreme tanto los ojos
que ya no pueda ver nada,
que no se vea en la noche
ni un rayo de vida mala.
Y contestó la Hilandera:
—Aguarda.
Hiló tanto la Hilandera
que las manos le sangraban.
Y se pintaba de sangre
la larga venda que hilaba.
Ya no le quedó más lino
y la venda roja y blanca
puso en los ojos del hombre,
que ya no pudo ver nada...
Pero, después de unos días,
el hombre le preguntaba:
—¿Dónde te fuiste, Hilandera,
que ni siquiera me hablas?
¿Qué hacías en estos días,
qué hacías y dónde estabas?
Y contestó la Hilandera:
—Hilaba.
Y un día vio la Hilandera
que el hombre ciego lloraba;
ya estaba la espesa venda
atravesada de lágrimas,
una gota cristalina
de cada ojo manaba.
Y el hombre dijo:
—Hilandera,
¡te estoy mirando a la cara!
¡Qué bien se ve todo el mundo
por el cristal de las lágrimas!
Los caminos están frescos,
los campos verdes de agua;
hay un iris en las cosas,
que me las llena de gracia.
La vida es buena, Hilandera,
la vida no tiene zarzas;
¡quítame la larga venda
que me pusiste en la cara!
Y ella le quitó la venda
y la Hilandera lloraba
y se estuvieron mirando
por el cristal de las lágrimas
y el amor, entre sus ojos,
hilaba... | es |
Villaurrutia,Xavier | <XXI | Te_Acariciaba,_Mar,_En_Mi_Desvelo | Te acariciaba, mar, en mi desvelo.
Te soñaba en mi sueño, ¡inesperado!
Te esperaba en la sombra recatado
y te oía en el silencio de mi duelo.
Eras, para mi cuerpo, cielo y suelo;
símbolo de mi sueño, inexplicado;
olor para mi sombra, iluminado;
rumor en el silencio de mi celo.
Te tuve ayer hirviendo entre mis manos,
caí despierto en tu profundo río,
sentí el roce de tus muslos cercanos.
Y aunque fui tuyo, entre tus brazos frío,
tu calor y tu aliento fueron vanos:
cada vez más te siento menos mío. | es |
Pizarnik,Alejandra | <XXI | Y_Fue_Entonces | Y fue entonces
que con la lengua muerta y fría en la boca
cantó la canción que le dejaron cantar
en este mundo de jardines obscenos y de sombras
que venían a deshora a recordarle
cantos de su tiempo de muchacho
en el que no podía cantar la canción que quería cantar
la canción que le dejaron cantar
sino a través de sus ojos azules ausentes
de su boca ausente
de su voz ausente.
Entonces, desde la torre más alta de la ausencia
su canto resonó en la opacidad de lo ocultado
en la extensión silenciosa
llena de oquedades movedizas como las palabras que escribo. | es |
Buesa,José_Ángel | <XXI | Poema_Crepuscular | En el recogimiento de la tarde que muere,
entre las imprecisas brumas crepusculares,
cada jirón de sombras cobra vida, y sugiere
vaporosas siluetas familiares.
En la brisa que pasa, parece que suspira
la virgen de ojos claros que aún sueña en mi regreso;
el rumor de las frondas abre el ala de un beso,
y desde aquella estrella, alguien me mira
Allá, entre la alameda, se perfila la sombra
grácil de la mujer que amé más en la vida,
y en la voz de la fuente vibra una voz querida,
que en su canción de oro y cristal me nombra
Todo canta, a esa hora, la canción olvidada,
todo sueña el ensueño que quedó trunco un día,
y verdece de nuevo la ilusión agostada,
ebria de fe, de ardor y de armonía
Y entre la sutil bruma de prestigios de incienso
que exalta mis recuerdos y mi melancolía,
en la paz de este parque abandonado, pienso
en la mujer que nunca será mía. | es |
Cañizal,Luis | <XXI | Viseu_-_Visión | Tú fuiste el que encontraba a Dios en los aromas
(pero no al diablo en los hedores), hasta el día
en que un dios descendió con su divina coima
a la Sé de Viseu, al sol del claustro
y a los olfatos de humildes oledores
que andaban por allí a lo que cayese,
o pedían a las bóvedas maná que contemplar,
o zurcían exasperados la tarde
o fregaban sus suelos cada hora:
a todos vino a visitar la celestial pareja
y para todos tuvo palabras de consuelo en forma olfativa.
Honraron los cuadros de santos con su sacra atención,
y un componente del perfume en cada uno
quedó:
a cáscara de plátano en la Visitación,
a cuello considerado en San Jerónimo
más una asturia complementaria en San Cosme y San Damián.
Cuando los visitantes quisieron gratificarse con un refrigerio de ambrosía,
todo el museo se preguntaba por lo que había visto,
por lo que había olido,
y subió al cielo de Viseu, en la placidez de la tarde,
un campaneo de lección mal aprendida por devotos torpes:
«¿A qué olía? Olía a gloria:
a cuero cabelludo,
a coelho cabeludo,
a cabelo coelhudo,
a loiro cabeçudo», y fue muy poco edificante
el cisma de dos feligresas a la greña
mientras el santo se les iba al cielo
y la santa a la tierra.
La ciudad tiene caminos para la tierra
y paraderos para estar en alto,
abstraído por el kifi o el enigma.
Tú prefieres mirar desde intramuros
cómo desciende la divina,
cada vez más menuda en la distancia:
va a confraternizar con las mujeres de los molineros
y con las artesanas de ribera,
y hasta a beberse un vino
en las ventas que quedan a la orilla del río.
Entretanto, el sagrado
gravita junto a ti sentado en el mismo crucero,
ciegos los ojos, como las estatuas,
a todo lo que no sea su divina esencia,
y puedes disociar sus ingredientes,
tranquilo de que el dios no se dará por ofendido:
el primer componente
quiere decirte que está aquí el otoño
y no podrás parar el triste aroma
a saliva seca
que cobrarán las hojas de los árboles.
El segundo, que perderéis este olor a papel que ahora os anima
y seréis todo lo más un desfilar de naipes con su hedor
convincente
que golpea con los nudillos al pecho del olfato.
El tercero, que cantará en el puño
con voz de bajo toda mata de pelo
y habrá que conformarse si el pañuelo de seda
huele a casa de hidalgo abandonada.
Pero no te desconsueles: volverás a ver juntos
al hombre y la mujer divinaesencia,
juntos y sonrientes, gracejando
como fuente de vida que es el reír de los santos,
bravo de dentición, carente de márgenes,
embistiendo sin reservas el trapo del aire bueno:
te los encontrarás en los funiculares de Lisboa
(que bajan envueltos en celofán merced a sus ilusionados),
en los miracielos de Coimbra donde el río pasta tiempo,
en los disparos ocurrentes del paisaje alentejano,
y cada aparición querrá decir que dondequiera
que un olor y una luz amachambrados
den trapido al olfato,
contigo estarán ellos
haciéndote acertar
los hilos de la trenza de tu tiempo. | es |
Cadenas,Rafael | <XXI | ¿Cómo_Te_Hiciste? | ¿Cómo te hiciste?
¿Cuál ley seguías?
¿Qué manos te sostuvieron?
Es tan recio estar
ahí
desabrigado
sin exigir nada
salvo
el dictado hondo,
su ráfaga
anonadante,
la voz
sin dueño,
el sonido
que no pertenece a nadie. | es |
Benedetti,Mario | <XXI | Yo_También_Tengo_Ruinas | Yo también tengo ruinas
y si acudo al pasado
ya no sé a quién o a quiénes
busco entre los escombros
son ruinas sin prestigio
sin guías y con musgo
inmensas y mezquinas
señas de lo que fui
columpios desnudeces
huellas crepusculares matutinas nocturnas
la luna las descubre
les dice lo que eran
columnas de tesón cúmulos de experiencia
pedernales de amor
catacumbas de miedo
yo también tengo ruinas
pero no deslumbradas
sino ciegas distantes
residuos de palabras
vestigios de rencores
esquirlas de castigos
reliquias de caricias
ruinas tan taciturnas
calimas de la pena
albergan sus fantasmas
como todas las ruinas
y como todas dejan
escuchar su lamento
yo también tengo ruinas
meses y años troceados
muñones de confianza
perdones en añicos
piedras en las que a veces
me reconozco entonces
amo la piel rugosa
de mis hermanas ruinas | es |
Bécquer,Gustavo_Adolfo | <XXI | Rima_Xxvii | Despierta, tiemblo al mirarte;
dormida, me atrevo a verte;
por eso, alma de mi alma,
yo velo mientras tú duermes.
Despierta, ríes, y al reír tus labios
inquietos me parecen
relámpagos de grana que serpean
sobre un cielo de nieve.
Dormida, los extremos de tu boca
pliega sonrisa leve,
suave como el rastro luminoso
que deja un sol que muere.
¡Duerme!
Despierta, miras y al mirar tus ojos
húmedos resplandecen
como la onda azul en cuya cresta
chispeando el sol hiere.
Al través de tus párpados, dormida,
tranquilo fulgor vierten,
cual derrama de luz, templado rayo,
lámpara transparente.
¡Duerme!
Despierta, hablas y al hablar vibrantes
tus palabras parecen
lluvia de perlas que en dorada copa
se derrama a torrentes.
Dormida, en el murmullo de tu aliento
acompasado y tenue,
escucho yo un poema que mi alma
enamorada entiende.
¡Duerme!
Sobre el corazón la mano
me he puesto porque no suene
su latido y de la noche
turbe la calma solemne.
De tu balcón las persianas
cerré ya porque no entre
el resplandor enojoso
de la aurora y te despierte.
¡Duerme! | es |
Aridjis,Homero | <XXI | Se_Fue_Édouard_Manet | Se fue Édouard Manet
—el ojo, la mano—
para ordenar quizás
el misterio del negro.
Se fue Paul Verlaine
ofendido de todo:
la soledad, el frío, la penuria, la esposa.
Se fue Arthur Rimbaud
con su cara oval de ángel en exilio
y sus manos rosas llenas de sabañones.
Me fui también yo.
Atravesando el más allá del verso
encontré la muerte, la nada. | es |
Pardo_García,Germán | <XXI | Ved_Al_Jazmín,_Al_Nardo_Y_La_Verbena | Ved al jazmín, al nardo y la verbena.
¡En éxtasis están, y la marsilia!
¡Y el tallo de la gualda bugambilia
con una suave pulsación serena!
No hay un sacudimiento ni una pena.
La noche natural oye y concilia
la sístole arterial de la vigilia
con el rumor de la nocturna vena.
En la red capsular de la amapola
tiembla un cínife blanco. La gladiola
se hunde en el sueño, en la quietud tan mansa
que el mundo ya no sufre ni gravita.
La astromelia parece que medita
y el ritmo geotérmico descansa. | es |
Quevedo,Francisco | <XXI | Señor_Don_Juan,_Pues_Con_La_Fiebre_Apenas | Señor don Juan, pues con la fiebre apenas
Se calienta la sangre desmayada,
Y por la mucha edad, desabrigada
Tiembla, no pulsa entre la arteria y venas;
Pues que de nieve están las cumbres llenas
La boca de los años saqueada,
La vista enferma en noche sepultada,
Y las potencias de ejercicio ajenas:
Salid a recibir la sepultura,
Acariciad la tumba y monumento,
Que morir vivo es última cordura.
La mayor parte de la Muerte, siento
Que se pasa en contentos y locura;
Y a la menor se guarda el sentimiento.
Pues que de nieve están las cumbres llenas
La boca de los años saqueada,
La vista enferma en noche sepultada,
Y las potencias de ejercicio ajenas:
Salid a recibir la sepultura,
Acariciad la tumba y monumento,
Que morir vivo es última cordura.
La mayor parte de la Muerte, siento
Que se pasa en contentos y locura;
Y a la menor se guarda el sentimiento.
Salid a recibir la sepultura,
Acariciad la tumba y monumento,
Que morir vivo es última cordura.
La mayor parte de la Muerte, siento
Que se pasa en contentos y locura;
Y a la menor se guarda el sentimiento.
La mayor parte de la Muerte, siento
Que se pasa en contentos y locura;
Y a la menor se guarda el sentimiento. | es |
Quevedo,Francisco | <XXI | Huye_Sin_Percibirse_Lento_El_Día | Huye sin percibirse lento el día,
Y la hora secreta y recatada
Con silencio se acerca, y despreciada,
Lleva tras sí la edad lozana mía.
La Vida nueva que en niñez ardía,
La juventud robusta y engañada,
En el postrer invierno sepultada
Yace entre negra sombra y nieve fría.
No sentí resbalar mudos los años;
Hoy los lloro pasados, y los veo
Riendo de mis lágrimas y daños.
Mi penitencia deba a mi deseo,
Pues me deben la Vida mis engaños,
Y espero el mal que paso y no le creo.
La Vida nueva que en niñez ardía,
La juventud robusta y engañada,
En el postrer invierno sepultada
Yace entre negra sombra y nieve fría.
No sentí resbalar mudos los años;
Hoy los lloro pasados, y los veo
Riendo de mis lágrimas y daños.
Mi penitencia deba a mi deseo,
Pues me deben la Vida mis engaños,
Y espero el mal que paso y no le creo.
No sentí resbalar mudos los años;
Hoy los lloro pasados, y los veo
Riendo de mis lágrimas y daños.
Mi penitencia deba a mi deseo,
Pues me deben la Vida mis engaños,
Y espero el mal que paso y no le creo.
Mi penitencia deba a mi deseo,
Pues me deben la Vida mis engaños,
Y espero el mal que paso y no le creo. | es |
Villaespesa,Francisco | <XXI | Lo_Que_Pasa | ¡Felicidad!... ¡Felicidad!... Dulzura
del labio y paz del alma... Te he buscado
sin tregua, eternamente, en la hermosura,
en el amor y el arte... ¡Y no te he hallado!
En vano, el alma, sin cesar te nombra...
¡Oh luz lejana, y por lejana, bella!...
¡Jamás la mano alcanzará la estrella!...
¿Pasaste sobre mí, como una sombra?
¿En brazos de qué amor has sido mía?..
¿No he besado tus labios todavía?...
¿Los besaré, Señor?... Sobre mi oído
murmura alguna voz, remota y triste :
—Pasó por tu jardín... y no la viste...
¡y ya, sin conocerla, la has perdido! | es |
Vaeza_Grego,Alfredo_Horacio | XXI | Síntomas_Ardientes_De_Repulsiones_Vivas | Síntomas ardientes de repulsiones vivas.
El rey está muerto , huye de su mente
su fe en la rutina.
Mártires palabras mártir ascendente.
Reí mirando aquellas formaciones de campos sin vida.
Y la pasión ardiente, y el triste suicida?
Sólo veo la ruta de viaje a la amnesia,
Al fin de los dïas,
Principios de soles encandilan mis viajes,
principios de campos,
y rió... y mas rió...y mi mente se vuela.
Camino en los pasos del ángel testigo,
escuchen el ruido, lo siento , no pueden | es |
Basso,Cristián | XXI | Vierte_La_Carne | Vierte la carne
sus sórdidos plumajes
en el miedo.
Animales secretos
de miradas cuchillas.
Animales secretos
de miradas cuchillas. | es |
Pérez-Ayala_Huertas,Javier | XXI | Hijos_De_La_Libertad,_Nos_Decían | Hijos de la libertad, nos decían
para que nos sintiésemos orgullosos de ellos
y nos insistían cada día para que les votásemos.
Primero venía uno y nos decía
que había que ir a la guerra para defender la paz,
el siguiente nos instaba a un proceso de paz
para ir a la guerra.
Nos agolpábamos en las universidades
pero no para defender nuestras ideas
sino para aprender las de ellos,
pronto parecíamos un hormiguero,
todos juntos, apiñados
en busca de un título para nuestra pared.
Luego hacíamos cola para cobrar el paro
y nadie decía nada, sólo nos preparábamos más.
Como no teníamos pobres
los trajimos de fuera. Estaban hambrientos
y eran hijos de una cultura ágrafa.
Así parecíamos mejores.
No teníamos casas, ni dinero,
ni ideas propias,
salíamos a beber a las calles,
pero luego les resultó un problema,
dijeron de higiene, y lo prohibieron,
pero no se molestaron
en poner un servicio público.
Dijeron que el tabaco y el alcohol
eran malos y los subían de precio
para ganar más.
Los billetes de avión eran más baratos
y todos salimos a conocer otros lugares
pero allá donde íbamos todo era lo mismo,
aún así, nos agolpábamos
en las terminales de los aeropuertos.
Hijos de la libertad, nos decían,
borregos del mundo, peleles de la tierra,
esclavos del dinero, hacer lo que os decimos
para defender la libertad y la paz. | es |
Borges,Jorge_Luis | <XXI | Somos_El_Río_Que_Invocaste,_Heráclito | Somos el río que invocaste, Heráclito.
Somos el tiempo. Su intangible curso
acarrea leones y montañas,
llorado amor, ceniza del deleite,
insidiosa esperanza interminable,
vastos nombres de imperios que son polvo,
hexámetros del griego y del romano,
lóbrego un mar bajo el poder del alba,
el sueño, ese pregusto de la muerte,
las armas y el guerrero, monumentos,
las dos caras de Jano que se ignoran,
los laberintos de marfil que urden
las piezas de ajedrez en el tablero,
la roja mano de Macbeth que puede
ensangrentar los mares, la secreta
labor de los relojes en la sombra,
un incesante espejo que se mira
en otro espejo y nadie para verlos,
láminas en acero, letra gótica,
una barra de azufre en un armario,
pesadas campanadas del insomnio,
auroras, ponientes y crepúsculos,
ecos, resaca, arena, liquen, sueños.
Otra cosa no soy que esas imágenes
que baraja el azar y nombra el tedio.
Con ellas, aunque ciego y quebrantado,
he de labrar el verso incorruptible
y (es mi deber) salvarme.
Otra cosa no soy que esas imágenes
que baraja el azar y nombra el tedio.
Con ellas, aunque ciego y quebrantado,
he de labrar el verso incorruptible
y (es mi deber) salvarme. | es |
García_Lorca,Federico | <XXI | Ay_Voz_Secreta_Del_Amor_Oscuro | Ay voz secreta del amor oscuro
¡ay balido sin lanas! ¡ay herida!
¡ay aguja de hiel, camelia hundida!
¡ay corriente sin mar, ciudad sin muro!
¡Ay noche inmensa de perfil seguro,
montaña celestial de angustia erguida!
¡ay perro en corazón, voz perseguida!
¡silencio sin confín, lirio maduro!
Huye de mí, caliente voz de hielo,
no me quieras perder en la maleza
donde sin fruto gimen carne y cielo.
Deja el duro marfil de mi cabeza,
apiádate de mí, ¡rompe mi duelo!
¡que soy amor, que soy naturaleza!
¡Ay noche inmensa de perfil seguro,
montaña celestial de angustia erguida!
¡ay perro en corazón, voz perseguida!
¡silencio sin confín, lirio maduro!
Huye de mí, caliente voz de hielo,
no me quieras perder en la maleza
donde sin fruto gimen carne y cielo.
Deja el duro marfil de mi cabeza,
apiádate de mí, ¡rompe mi duelo!
¡que soy amor, que soy naturaleza!
Huye de mí, caliente voz de hielo,
no me quieras perder en la maleza
donde sin fruto gimen carne y cielo.
Deja el duro marfil de mi cabeza,
apiádate de mí, ¡rompe mi duelo!
¡que soy amor, que soy naturaleza!
Deja el duro marfil de mi cabeza,
apiádate de mí, ¡rompe mi duelo!
¡que soy amor, que soy naturaleza! | es |
Gómez_Avellaneda,Gertrudis | <XXI | Hierven_Y_Brotan_En_El_Alma_Mía | Hierven y brotan en el alma mía
Sublimes pensamientos,
Y a ti consagro ¡oh Rey! en este día
De mi arpa los acentos.
¡A ti los himnos de alabanza canto
Con inspirado tono:
A ti, que te alzas con el cetro santo
En inmutable trono!
Arenas son que al respirar levantas
El oro y el zafiro,
Y humilde alfombra de tus regias plantas
Las púrpuras de Tiro.
¡Oh tú, supremo en gracia y en belleza!
Las hijas de los Reyes
La pompa dejarán de la grandeza
Por venerar tus leyes.
Serán, señor, tus dones generosos
Del mundo maravilla,
Y ante ti doblarán los poderosos
Sumisos la rodilla.
¡Grande es el rey que con su soplo excita
O aplaca la tormenta!...
¡Su mano, que al torrente precipita,
Las montañas sustenta!
¡Escuchad, pueblos, atended, naciones,
Que el arpa y el salterio
Hoy os anuncian, con sencillos sones,
Un augusto misterio!
¡Convocada será por el monarca
La innumerable gente,
Por cuanto alumbra el sol y el mar abarca
De oriente al occidente!
¡Perderá de sus padres la memoria
La esposa coronada!
¡De siglo en siglo volará su gloria
Por siempre venerada!
¡Cantemos al Señor! ¡oh venturoso
Aquél a quien inspira!
El labio que lo anuncia tembloroso
Ignora la mentira.
¡Cantemos al Señor excelso y fuerte,
Al Rey del solio eterno!
¡El romperá las armas de la muerte
Y cerrará el infierno!
¡Oh luz divina! ¡Oh célica alegría!
¡Oh insólitos portentos!...
¡Hierven y brotan en el alma mía
Sublimes pensamientos! | es |
Champourcín,Ernestina_de | <XXI | Tú_No_Sabes_Qué_Lejos | Tú no sabes qué lejos.
¡Nadie sabe qué lejos!
Encima de las nubes, detrás de las estrellas,
al fondo del abismo en que se arroja el día,
sobre el monte invisible donde duerme la luz.
Sólo allí podrá ser. Sólo allí tocaremos
la verdad que tortura nuestras frentes selladas.
Sólo allí se abrirán como flores de aurora
aquellas lentas noches de amor en desvarío.
Nuestras manos lo piden tendidas al espacio
en un sordo anhelar que no engendra clamores,
nuestras plantas lo exigen tercamente aferradas
a las huellas que el viento indómito destroza.
El horizonte huye robando a cada hora
la secreta delicia que presagia el milagro.
Hay briznas de prodigio en todos los instantes
y el mundo, ciego, arde con vibración de altar.
Arrodilla tu fuerza. No hay glorias presentidas.
Palpita en certidumbre la carne de los sueños.
Si acunas la belleza que tu fervor concibe
florecerá en tu muerte su exacta encarnación. | es |
Hernández,Miguel | <XXI | Vierto_La_Red,_Esparzo_La_Semilla | Vierto la red, esparzo la semilla
entre ovas, aguas, surcos y amapolas,
sembrando a secas y pescando a solas
de corazón ansioso y de mejilla.
Espero a que recaiga en esta arcilla
la lluvia con sus crines y sus colas,
relámpagos sujetos a olas
desesperando espero en esta orilla.
Pero transcurren lunas y más lunas,
aumenta de mirada mi deseo
y no crezco en espigas o en pescados.
Lunas de perdición como ningunas,
porque sólo recojo y sólo veo
piedras como diamantes eclipsados. | es |
Dedi,Rafael | XXI | El_Campo | Aquí arriba no tengo
Nada más que a la espiga;
Ancianos, que laboran
Los campos del recuerdo;
Cobijo donde sólo
Mi soledad habita;
El aire, sano, puro,
Y el plácido silencio.
Aquí arriba es abajo,
Según decís vosotros,
Pero yo no comparto
Los platicares vuestros.
Placeres y riquezas
Conozco a lo que obligan.
Aquí arriba es arriba
Por lo bien que me siento.
Respiro sus perfumes,
Escucho sus sonidos,
Camino hasta sus cumbres,
Retorno cuando llego;
Y espero que concluya
Mi vida en estos pagos,
Al lado del arado
Mis surcos escribiendo. | es |
Gelman,Juan | <XXI | La_Tarde_Bajaba_Por_Esa_Calle_Junto_Al_Puerto | La tarde bajaba por esa calle junto al puerto
con paso lento, balanceándose, llena de olor,
las viejas casas palidecen en tardes como ésta,
nunca es mayor su harapienta melancolía
ni andan más tristes de paredes,
en las profundas escaleras brillan fosforescencias como de mar,
ojos muertos tal vez que miran a la tarde como si recordaran.
Eran las seis, una dulzura detenía a los
desconocidos,
una dulzura como de labios de la tarde, carnal,
carnal,
los rostros se ponen suaves en tardes como ésta,
arden con una especie de niñez
contra la oscuridad, el vaho de los dancings.
Esa dulzura era como si cada uno recordara a una mujer,
sus muslos abrazados, la cabeza en su vientre,
el silencio de los desconocidos
era un oleaje en medio de la calle
con rodillas y restos de ternura chocando
contra el "New Inn", las puertas, los umbrales de
color abandono.
Hasta que la muchacha se asomó al balcón
de pie sobre la tarde íntima como su cuarto con
la cama deshecha
donde todos creyeron haberla amado alguna vez
antes de que viniera el olvido. | es |
Arciniegas,Ismael_Enrique | <XXI | Turbio_Y_Callado_Magdalena,_Río | Turbio y callado Magdalena, río
Patrio, de tardes y mañanas bellas,
Y auras que vuelan con olor de bosque,
Auras de vida:
¡Cuál fue mi anhelo en la niñez remota,
Cerca de arroyo de mezquinas aguas,
Verte algún día, entre playones, y altos
Troncos de ceibas!
Mírote ahora, y en tu origen pienso,
Páramo agreste en solitaria cumbre
Donde has nacido, bajo sombra errante
De alas de buitres.
Frágiles hojas, frailejón y juncos
Sólo tu cuna entre las rocas fueron...
Hoy vas cruzando, en majestad y solo,
Vírgenes selvas.
iTiempos lejanos, cuando el indio erguía
Pobres bohíos!... Donde fueron chozas,
Se alzan, a empuje de moderno brazo,
Fábricas y urbes.
Iban entones sobre ti canoas;
Leves bajaban o subían lentas,
Mientras al golpe del remar se unía
Canto aborigen.
Barcos ahora de penacho negro
Abren tu mole, desatando espumas,
Y altos dominan tu correr silente
Raudos aviones.
Bellas auroras en tu limpio cielo
Son tu alborozo al despertar el día,
Y óyese al punto, del oído encanto,
Gárrula orquesta.
Grandes bandadas de pericos gritan,
Céfiros suaves susurrando flotan
Y ágiles, leves, mariposas níveas,
Trémulas pasan.
¡Brisas inquietas que voláis silbando,
Soplos del bosque, refrescad mis sienes!
¡Cómo os aspiro, cual vital aroma,
Húmedas auras!
¡Sol! ¡Bello irradias en mitad del día!
Duermen los saurios en la gris arena,
Y albas, muy lejos, en la orilla sola,
Sueñan las garzas.
¡Tardes del río... Tropical crepúsculo:
Oro, topacio y arreboles rojos!
¡Todo entre palmas y en azul, formando
Rica paleta!
Bardo que sueñas: ¡a lo alto mira!
¡Copia! ¡Es lo tuyo! ¡Poesía patria!
Vibra en belleza, y lo que ven tus ojos
Vibre en tu canto!
Clara, en cendales, la apacible luna
Surge de pronto, y ensanchando el cielo
Tiende en el agua, que en remanso duerme,
Velo de lirios.
Coplas con ritmo de bambuco triste
Cantan los bogas en la abierta playa,
Y ávidos piden que a sus ojos baje
Sueño tranquilo.
¡Cómo, de noche, en tu dominio aterra
Fiera borrasca! El rimbombar del trueno
Llena de espanto, y por el aire cruzan
Ígneos fulgores.
Nubes y nubes se amontonan lívidas,
Rayos las rasgan, la tormenta ruge;
Llueve a raudales, y parece entonces
Que húndese el cielo.
Viene la aurora. Con las aguas ruedan
Árboles rotos; desbordado el río
Cubre las playas, y el Oriente finge
Campo de rosas.
¿Qué los humanos ante ti? ¿Qué somos?
Polvo no más que aventará la muerte;
Tú... siempre viendo, en sucesión eterna,
Siglos y siglos.
Hundo la mente en el futuro, y veo
Días de gloria y alborozo, cuando
Quillas que vengan de marinas olas
Rompan tus aguas.
Rieles tus ribas unirán a valles
Y ásperas sierras y lejanos ríos;
Émulo entonces se verá tu puerto
De urbes grandiosas.
Tiempos vendrán cuando potentes hachas
Y hombres de audacia arrasarán tus bosques.
Gloria futura ceñirá sus frentes
De ínclitos lauros.
Cíclopes nuevos, mas de sangre nuestra,
Yermos de ahora trocarán en vida,
Y ellos oirán, en las edades pósteras,
Dianas de triunfo.
¡Río: entre robles y palmeras rueda!
¡Rueda, y los pueblos en abrazo junta,
Pueblos hermanos en hermosa Patria,
Próspera y libre! | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Liquen_4 | Acueducto verde:
media risotada pintando la calle,
medida carcajada tirándose al mar.
Siempre hangar de pájaros;
nunca el polo dulce:
engodo de fucus
para los veloces torpedos del mar.
Las hojas
(el viento es bañero)
flirtean a muerte
con los calofríos azules del mar.
Y los troncos
retuercen un sueño verde:
ser carne de mástil
para navegar. | es |
Aridjis,Homero | <XXI | Poema_De_Amor_En_La_Ciudad_De_México | En este valle rodeado de montañas había un lago,
y en medio del lago una ciudad,
donde un águila desgarraba una serpiente
sobre una planta espinosa de la tierra.
Una mañana llegaron hombres barbados a caballo
y arrasaron los templos de los dioses,
los palacios, los muros, los panteones,
y cegaron las acequias y las fuentes.
Sobre sus ruinas, con sus mismas piedras
los vencidos construyeron las casas de los vencedores,
erigieron las iglesias de su Dios, y las calles
por las que corrieron los días hacia su olvido.
Siglos después, las multitudes la conquistaron de nuevo,
subieron a los cerros, bajaron a las barrancas,
entubaron los ríos, talaron árboles,
y la ciudad comenzó a morir de sed.
Una tarde, por una avenida multitudinaria, una mujer
vino hacia a mí,
y toda la noche y todo el día
anduvimos las calles sin nombre, los barrios desfigurados
de México-Tenochtitlán-Distrito Federal.
Entre paquetes humanos y embotellamientos de coches,
por plazas, mercados y hoteles,
conocimos nuestros cuerpos,
hicimos de los dos un cuerpo.
Cuando ella se fue, la ciudad se quedó sola,
con sus muchedumbres,
su lago desecado, su cielo de nebluno
y sus montañas invisibles. | es |
Sánchez_Carrón,Irene | XXI | Y_Porque_Estamos_Solos_Empezamos_Un_Verso | Y porque estamos solos empezamos un verso.
Porque sentimos frío acercamos las manos
al calor de unos seres imposibles y bellos
que nos prestan sus ojos para observar el mundo.
Porque tenemos miedo miramos otras muertes
y en nuestra oscuridad encendemos un sol
de mediodía, inmóvil, que no se irá al ocaso.
Huyendo del dolor fatigamos el cuerpo
por calles de ciudades que nunca son la nuestra
de la mano de gentes que habitan en nosotros.
Porque tenemos prisa inventamos finales.
Porque nos falta el tiempo inventamos más tiempo.
Porque somos tan pobres no nos pesa apostar
lo poco que nos queda a este número incierto.
Porque somos humanos miramos a los dioses.
Porque no somos dioses jugamos a crear.
Porque sentimos frío acercamos las manos
al calor de unos seres imposibles y bellos
que nos prestan sus ojos para observar el mundo.
Porque tenemos miedo miramos otras muertes
y en nuestra oscuridad encendemos un sol
de mediodía, inmóvil, que no se irá al ocaso.
Huyendo del dolor fatigamos el cuerpo
por calles de ciudades que nunca son la nuestra
de la mano de gentes que habitan en nosotros.
Porque tenemos prisa inventamos finales.
Porque nos falta el tiempo inventamos más tiempo.
Porque somos tan pobres no nos pesa apostar
lo poco que nos queda a este número incierto.
Porque somos humanos miramos a los dioses.
Porque no somos dioses jugamos a crear. | es |
García_Vargas,Antonio | XXI | Canto_Del_Mirlo | Canto del mirlo,
algaraza gozosa,
renace Marzo | es |
Gómez_Avellaneda,Gertrudis | <XXI | Y_Yo_Lo_Escucho,_Mis_Ondas_Rizo | Y yo lo escucho, mis ondas rizo,
murmuro plácido, y me deslizo
de flor en flor. | es |
Coronado,Carolina | <XXI | Rioja_Vive_En_Ellas | Rioja vive en ellas,
Rioja en esas flores
que brillan a mis ojos aún más bellas
porque son de Rioja los amores.
Esos albos jazmines
de su pecho llagado,
por enemigos fieros y ruines
fueron el lenitivo regalado.
Esos claveles rojos,
esas rosas lozanas,
honor tuvieron se alegrar sus ojos
y de ceñir sus sienes soberanas.
El bardo agradecido
alzó a sus compañeras
un canto, que en los siglos repetido,
vino a llenar también estas riberas.
Y así cual las historias
y los célebres nombres
de abuelos que obtuvieron altas glorias
repiten a los nietos, otros hombres.
Así a las de mi huerto
repito las canciones
que otro pueblo de flores, que ya es muerto,
logró inspirar en béticas regiones.
Y es mucha maravilla
el mirar cómo ellas
doloridas oyen, por mi voz sencilla,
de su sentido vate las querellas.
Paréceme que gimen,
paréceme que llanto
brota de entre sus hojas, que se oprimen
de sentimiento al escuchar el canto.
¡Oh Rioja, oh poeta!,
¡y cuán poco su alma
tiene del mundo a la ambición sujeta
quien en vergel humilde halla la calma!
Un libro y un amigo
en tu modesta vida
¡oh sabio angelical! bastan contigo
para lograr la dicha apetecida.
No te cuidas de honores,
desdeñas la riqueza
y ensalzas la belleza de las flores
al par que otros del oro la grandeza.
Fenómeno del mundo,
que no comprende ahora
el siglo en ambiciones tan fecundo,
la edad en avaricias tan creadora.
¿Quién hoy ya se contenta
con la sencilla vida?
¿Quién no va tras de vida turbulenta?
¿A quién la paz del alma es hoy querida?
Los niños envejecen
de ambición prematura;
los bosques de laureles no abastecen
el ansia de laurel de una criatura.
El atrevido mozo
por el mando se afana,
cuando el albor de su naciente bozo
anuncia apenas su primer mañana.
¡Y dichoso si fuera
orgullo solamente!
¡Dichosos si esta raza no sintiera
de la codicia el aguijón hiriente!...:
Mas no, dulce Rioja
turbe nuestro reposo
esa amarga verdad que el alma enoja
y el corazón rechaza generoso.
Pensemos que esa tierra
la habitan serafines,
pero huyendo su gloria que me aterra,
tomemos a tu reina de jazmines.
Yo en las flores te veo,
tu cuerpo ha fenecido,
mas las alas del tiempo a mi deseo
de tu espíritu un átomo han traído.
Y fecunda mi alma,
así tu pensamiento
cual de su amiga a la distante palma
fecunda el germen que transmite el viento.
Por eso amo a las flores,
porque vives en ellas;
porque fueron, Rioja, tus amores,
son esas flores a mis ojos bellas.
Si su color admiro,
si percibo su esencia,
escucho un melancólico suspiro,
oigo de su arpa dulce la cadencia.
Y llevo reverente
a mis labios su hoja,
diciendo al huerto en mi entusiasmo ardiente
béselas yo pues las cantó Rioja. | es |
Ibarbourou,Juana_de | <XXI | Si_Yo_Fuera_Hombre,_¡Qué_Hartazgo_De_Luna | Si yo fuera hombre, ¡qué hartazgo de luna,
De sombra y silencio me había de dar!
¡Cómo, noche a noche, solo ambularía
Por los campos quietos y por frente al mar!
Si yo fuera hombre, ¡qué extraño, qué loco,
Tenaz vagabundo que había de ser!
¡Amigo de todos los largos caminos
Que invitan a ir lejos para no volver!
Cuando así me acosan, ansias andariegas,
¡Qué pena tan honda me da ser mujer! | es |
Quevedo,Francisco | <XXI | Vivir_Es_Caminar_Breve_Jornada | Vivir es caminar breve jornada,
Y muerte viva es, Lico, nuestra vida,
Ayer al frágil cuerpo amanecida,
Cada instante en el cuerpo sepultada:
Nada, que siendo, es poco, y será nada
En poco tiempo, que ambiciosa olvida,
Pues de la vanidad mal persuadida
Anhela duración, Tierra animada.
Llevada de engañoso pensamiento,
Y de esperanza burladora y ciega,
Tropezará en el mismo monumento,
Como el que divertido el Mar navega,
Y sin moverse vuela con el viento,
Y antes que piense en acercarse, llega.
Nada, que siendo, es poco, y será nada
En poco tiempo, que ambiciosa olvida,
Pues de la vanidad mal persuadida
Anhela duración, Tierra animada.
Llevada de engañoso pensamiento,
Y de esperanza burladora y ciega,
Tropezará en el mismo monumento,
Como el que divertido el Mar navega,
Y sin moverse vuela con el viento,
Y antes que piense en acercarse, llega.
Llevada de engañoso pensamiento,
Y de esperanza burladora y ciega,
Tropezará en el mismo monumento,
Como el que divertido el Mar navega,
Y sin moverse vuela con el viento,
Y antes que piense en acercarse, llega.
Como el que divertido el Mar navega,
Y sin moverse vuela con el viento,
Y antes que piense en acercarse, llega. | es |
Pombo,Rafael | <XXI | El_Gas_Y_La_Vela | Dijo la Vela al Gas: —«¡Cuerpo sin alma!
¡Advenedizo vil! ¿cómo la palma
Vienes a disputar a una matrona
Que de incontable antigüedad blasona,
Madre de doña Luz, reina de España
Desde antes de nacer Mari Castaña?»
Y el Gas le contestó: —«Calla, engreída;
Soy alma todo yo, mi alma es mi vida,
Invisible, impalpable, inmensa, pura,
Lumbre, aliento y poder de la natura,
Que levanto la mar, y hundo la tierra,
Y hago saltar el monte que me encierra;
Imagen del espíritu fecundo
Dominador y explotador del mundo,
Y que oculto al oído y a la vista
Todo lo busca y lo halla y lo conquista.
Yo existí, sin embargo, antes que el hombre;
Nací a par de la tierra; él me dio nombre,
Y me sacó encendido de su frente,
Para ser de la noche el astro ardiente.
¿Mientras que tú?... la grasa es tu nodriza,
Y tu alma, unas hebras de ceniza...»
Paró el Gas su discurso, pues la Vela
Hizo del candelero una cazuela,
Derretida al calor de su vecino;
Y exhalando una aroma de tocino,
Agonizó y murió. —Su luz preclara
Nadie notó que en el salón faltara. | es |
Parra,Nicanor | <XXI | Yo_Me_Haré_Millonario_Una_Noche | Yo me haré millonario una noche
gracias a un truco que me permitirá fijar las imágenes
en un espejo cóncavo. O convexo.
Me parece que el éxito será completo
cuando logre inventar un ataúd de doble fondo
que permita al cadáver asomarse a otro mundo.
Ya me he quemado bastante las pestañas
en esta absurda carrera de caballos
en que los jinetes son arrojados de sus cabalgaduras
y van a caer entre los espectadores.
Justo es, entonces, que trate de crear algo
que me permita vivir holgadamente
o que por lo menos me permita morir.
Estoy seguro de que mis piernas tiemblan,
sueño que se me caen los dientes
y que llego tarde a unos funerales. | es |
Góngora,Luis_de | <XXI | Grandes,_Más_Que_Elefantes_Y_Que_Abadas | Grandes, más que elefantes y que abadas,
Títulos liberales como rocas,
Gentiles hombres, sólo de sus bocas,
Illustri cavaglier, llaves doradas;
Hábitos, capas digo remendadas,
Damas de haz y envés, viudas sin tocas,
Carrozas de ocho bestias, y aun son pocas
Con las que tiran y que son tiradas;
Catarriberas, ánimas en pena,
Con Bártulos y Abades la milicia,
Y los derechos con espada y daga;
Casas y pechos todo a la malicia;
Lodos con perejil y yerbabuena:
Esto es la Corte. ¡Buena pro le haga!
Hábitos, capas digo remendadas,
Damas de haz y envés, viudas sin tocas,
Carrozas de ocho bestias, y aun son pocas
Con las que tiran y que son tiradas;
Catarriberas, ánimas en pena,
Con Bártulos y Abades la milicia,
Y los derechos con espada y daga;
Casas y pechos todo a la malicia;
Lodos con perejil y yerbabuena:
Esto es la Corte. ¡Buena pro le haga!
Catarriberas, ánimas en pena,
Con Bártulos y Abades la milicia,
Y los derechos con espada y daga;
Casas y pechos todo a la malicia;
Lodos con perejil y yerbabuena:
Esto es la Corte. ¡Buena pro le haga!
Casas y pechos todo a la malicia;
Lodos con perejil y yerbabuena:
Esto es la Corte. ¡Buena pro le haga! | es |
Machado,Antonio | <XXI | Ni_Vale_Nada_El_Fruto | Ni vale nada el fruto
cogido sin sazón...
Ni aunque te elogie un bruto
ha de tener razón. | es |
Ramos_Sucre,José_Antonio | <XXI | He_Recorrido_El_Palacio_Mágico_Del_Sueño | He recorrido el palacio mágico del
sueño. Me he fatigado en vano por descubrir el vestigio de una
mujer ausente de este mundo. Yo deseaba restablecerla en mi pensamiento.
Conservo mis afectos de adolescente sufrido y
cabizbajo. Su belleza adornaba una calle de ruinas. Yo me insinuaba
hasta su ventana en medio de la oscuridad crepuscular. Me
excedía en algunos años y yo ocultaba de los maldicientes
mi pasión delirante.
Dejó de presentarse en una noche de temores y
congojas y recordé infructuosamente las señas de su
vivienda. Un temporal corría la inmensidad.
Yo seguí a desahogar la melancolía
indeleble en una aventura, donde mis compañeros se perdieron y
murieron. Yo amanecí en el recinto de una iglesia, monumento
erigido por una doncella de otros siglos. El sacerdote encarecía
las pruebas de su devoción y anunciaba desde el púlpito
amenazas invariables. Celebró después el oficio de
difuntos y llenó mis oídos con el rumor de un salmo siniestro.
Conservo mis afectos de adolescente sufrido y
cabizbajo. Su belleza adornaba una calle de ruinas. Yo me insinuaba
hasta su ventana en medio de la oscuridad crepuscular. Me
excedía en algunos años y yo ocultaba de los maldicientes
mi pasión delirante.
Dejó de presentarse en una noche de temores y
congojas y recordé infructuosamente las señas de su
vivienda. Un temporal corría la inmensidad.
Yo seguí a desahogar la melancolía
indeleble en una aventura, donde mis compañeros se perdieron y
murieron. Yo amanecí en el recinto de una iglesia, monumento
erigido por una doncella de otros siglos. El sacerdote encarecía
las pruebas de su devoción y anunciaba desde el púlpito
amenazas invariables. Celebró después el oficio de
difuntos y llenó mis oídos con el rumor de un salmo siniestro.
Dejó de presentarse en una noche de temores y
congojas y recordé infructuosamente las señas de su
vivienda. Un temporal corría la inmensidad.
Yo seguí a desahogar la melancolía
indeleble en una aventura, donde mis compañeros se perdieron y
murieron. Yo amanecí en el recinto de una iglesia, monumento
erigido por una doncella de otros siglos. El sacerdote encarecía
las pruebas de su devoción y anunciaba desde el púlpito
amenazas invariables. Celebró después el oficio de
difuntos y llenó mis oídos con el rumor de un salmo siniestro.
Yo seguí a desahogar la melancolía
indeleble en una aventura, donde mis compañeros se perdieron y
murieron. Yo amanecí en el recinto de una iglesia, monumento
erigido por una doncella de otros siglos. El sacerdote encarecía
las pruebas de su devoción y anunciaba desde el púlpito
amenazas invariables. Celebró después el oficio de
difuntos y llenó mis oídos con el rumor de un salmo siniestro. | es |
Machado,Antonio | <XXI | Esta_Leyenda_En_Sabio_Romance_Campesino | Esta leyenda en sabio romance campesino,
ni arcaico ni moderno, por Valle-Inclán escrita,
revela en los halagos de un viento vespertino,
la santa flor de alma que nunca se marchita.
Es la leyenda campo y campo. Un peregrino
que vuelve solitario de la sagrada tierra
donde Jesús morara, camina sin camino,
entre los agrios montes de la galaica sierra.
Hilando, silenciosa, la rueca a la cintura.
Adega, en cuyos ojos la llama azul fulgura
de la piedad humilde, en el romero ha visto,
al declinar la tarde, la pálida figura,
la frente gloriosa de luz y la amargura
de amor que tuvo un día el SALVADOR DOM. CRISTO. | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Como_En_Los_Duros_Filos_De_Un_Alfanje | Como en los duros filos de un alfanje
la duna desolada de mi cuerpo
va hacinando el acervo de mi sangre
al vaivén de la arena del recuerdo.
La oigo en mí, latiendo con mis venas,
afirmándose al árbol de mis huesos
y batiendo la isla de nostalgia
naufragada en la ola de mi pecho.
Sus mínimas agujas impacientes
van desde mi balcón a tu silencio
y vienen de tu giba a mi llanura
en un trajín constante de hormiguero.
Y en tu éxodo de granos lacerantes
confundes con el mío tu desierto
y te echas a dormir sobre mi angustia
cual si estuvieses en tu propio lecho.
Y pasas de ti a mí tu poderío
haciéndome acerico de tus juegos. | es |
Buesa,José_Ángel | <XXI | Te_Contaré_La_Historia_Del_Bergantín_Sombrío | Te contaré la historia del bergantín sombrío
que echó un día las anclas en la quietud de un puerto,
para ser en la turbia resaca del hastío,
el ataúd flotante de su pasado muerto.
Allí evocaba el luto de la insignia pirata
y las tripulaciones con su bárbaro coro,
en las fosforescencias de las noches de plata
y en el deslumbramiento de las tardes de oro.
Allí, en largos letargos bajo las nubes lentas,
entre un enloquecido revuelo de gaviotas,
adoraban el soplo brutal de las tormentas,
en sus podridos pliegues, las pobres velas rotas.
Abajo, en la sentina, mortecinos fanales,
moscas y telarañas y barriles flotando,
arriba en la cubierta, náufragos espectrales
agitando los puños hacia el puente de mando.
Ah, las islas del trópico, los dulces archipiélagos
para siempre en los mapas de la mala fortuna,
y un buque torvamente rondando los murciélagos
mientras las mariposas vuelan hacia la luna.
Viejo barco que supo que el confín no es redondo
en las noches siniestras y en las albas felices,
con las anclas hundidas más y más en el fondo
como si de las anclas le nacieran raíces.
Mástiles carcomidos donde las golondrinas
reposan el otoño, como un último ultraje;
timón con verdes costras de lepras submarinas
y brújula sin norte para morir un viaje.
Vientos del sur, o lluvias o locas primaveras,
que poco importa todo para los barcos viejos;
pero un escalofrío crujía en sus maderas
al zarpar otras naves y al perderse a lo lejos.
Allí, escuchando el himno de las resacas gordas,
vaivén de espumas negras que nunca finaliza,
se hubiera dicho un barco cargado hasta las bordas
con un gran contrabando funeral de ceniza.
Y allí estaba, en el puerto, con su largo letargo,
de proa hacia el olvido, muriendo hacia el poniente.
Y, sin embargo un día... Ah, un día, sin embargo,
sopló un viento de rosas, maravillosamente.
Era el sagrado soplo del amor que transfigura
los seres y las cosas en el tiempo sin fin
y le dio un casco nuevo con nueva arboladura
y nueve velas blancas al viejo bergantín.
Y así fue que en la gloria de una alegre mañana,
con la proa hacia el sueño y el timón al azar,
esta vez bajo el mando de gentil capitana,
el bergantín sombrío se echó de nuevo al mar.
Y así acaba este cuento que es más tuyo que mío,
tú, que escuchas mi cuento convertido en canción;
tú, gentil capitana del bergantín sombrío,
del bergantín sombrío que era mi corazón. | es |
Bousoño,Jorge | XXI | Ya_Sé_Que_No_Me_Van_A_Leer | Una estela de penas va quedando
como bisel de nube en el ocaso.
Ya sé que no van a leer
porque lo distinto asusta;
el mismo método,
razones diversas
(siempre habrá alguien por excomulgar).
Así se ha forjado la historia (diente a diente)
para llenar esta rueda imposible de detener,
ni de cambiar autores.
Hoy, mañana, no sé :
la injusticia anda de antorcha
encandilando el horizonte, pero,
verdad y amor también pueden llegar
de manos de un desconocido.
Sólo basta con desempolvar,
con rasgarse la incertidumbre
dentro de los ojos,
las huellas están ahí...
en la estela de penas que va quedando
como bisel de nube en el ocaso.
Ya sé que no van a leer
porque lo distinto asusta;
el mismo método,
razones diversas
(siempre habrá alguien por excomulgar).
Así se ha forjado la historia (diente a diente)
para llenar esta rueda imposible de detener,
ni de cambiar autores.
Hoy, mañana, no sé :
la injusticia anda de antorcha
encandilando el horizonte, pero,
verdad y amor también pueden llegar
de manos de un desconocido.
Sólo basta con desempolvar,
con rasgarse la incertidumbre
dentro de los ojos,
las huellas están ahí...
en la estela de penas que va quedando
como bisel de nube en el ocaso.
Así se ha forjado la historia (diente a diente)
para llenar esta rueda imposible de detener,
ni de cambiar autores.
Hoy, mañana, no sé :
la injusticia anda de antorcha
encandilando el horizonte, pero,
verdad y amor también pueden llegar
de manos de un desconocido.
Sólo basta con desempolvar,
con rasgarse la incertidumbre
dentro de los ojos,
las huellas están ahí...
en la estela de penas que va quedando
como bisel de nube en el ocaso.
Hoy, mañana, no sé :
la injusticia anda de antorcha
encandilando el horizonte, pero,
verdad y amor también pueden llegar
de manos de un desconocido.
Sólo basta con desempolvar,
con rasgarse la incertidumbre
dentro de los ojos,
las huellas están ahí...
en la estela de penas que va quedando
como bisel de nube en el ocaso.
Sólo basta con desempolvar,
con rasgarse la incertidumbre
dentro de los ojos,
las huellas están ahí...
en la estela de penas que va quedando
como bisel de nube en el ocaso. | es |
Botella,Harmonie | XXI | Puta._Me_Llaman_Puta | Puta. Me llaman Puta
y nací virgen, incauta y sensible.
Mis auroras eran primaveras,
mi vida era dura pero honesta.
El hambre me expulsó de mi tierra
y llegué a un mundo llamado paraíso.
Paraíso para los demás, no para mí.
La hambruna se apoderó de mi alma
y marcó con un látigo a mis hijos indefensos.
La calle, la calle fue la única solución.
Destellos rojizos y plateados
engalanaron mi cuerpo flácido.
Mis ojos vacíos se adornaron
de tonos agresivos y hechiceros
que escondieron la amargura de mi mirada.
Soy mujer de la noche.
Mis labios incandescentes y bermejos
llaman al cliente furtivo.
Mis manos afiladas, de uñas carmesí
acarician la espalda de los transeúntes
mi yo artificial sucumbe con repulsión
al fervor asqueroso de la bestia en celo.
Cuerpo y alma lacerados, violados,
heridos y explotados.
Este es mi destino.
Destino de puta. | es |
Bretón_de_los_Herreros,Manuel | <XXI | Hermosa_Laura,_Prez_De_Las_Mujeres | Hermosa Laura, prez de las mujeres,
Tú, cuyo blando talle amor bendiga,
¿Por qué reposas en la rubia espiga
Y no sobre las rosas de Citeres?
¿Por qué a las galas de Madrid prefieres
Triste retiro, rústica fatiga?
¿Será que su dosel, mi dulce amiga,
Te cedió por más bella la alma Ceres?
Torna, torna a la Corte desolada;
O pues ya esclavizaste mi albedrío,
Por siervo me recibe en tu majada.
Tus hatos guardaré del lobo impío,
Ya que no pude, ¡oh Laura idolatrada!
De tus ojos guardar el pecho mío. | es |
Unamuno,Miguel_de | <XXI | Recuerdo_Un_Cuento_Que_De_Niño | Recuerdo un cuento que de niño
oí contar;
cómo Peru y Marichu levantaron
una casa de sal.
Cayó del cielo en lluvia el agua,
se fue el hogar;
lo arrastró derretido por la tierra
y lo más se fue al mar.
Los cuentos de la infancia dejan
siempre su sal;
el agua de los años nos los lleva
del olvido a la mar,
pero queda del alma en el fondo,
queda el solar
salado para siempre con el jugo
de aquella dulce edad.
Si la sal de su infancia pierde el alma
¿quién nos la salará? | es |
Girondo,Oliverio | <XXI | La_Banda_De_Música_Le_Chasquea_El_Lomo | La banda de música le chasquea el lomo
para que siga dando vueltas
cloroformado bajo los antifaces
con su olor a pomo y a sudor
y su voz falsa
y sus adioses de naufragio
y su cabellera desgreñada de largas tiras de papel
que los árboles le peinan al pasar
junto al cordón de la vereda
donde las gentes
le tiran pequeños salvavidas de todos los colores
mientras las chicas
se sacan los senos de las batas
para arrojárselos a las comparsas
que espiritualizan
en un suspiro de papel de seda
su cansancio de querer ser feliz
que apenas tiene fuerzas para llegar
a la altura de las bombitas de luz eléctrica. | es |
Flórez,Julio | <XXI | En_La_Ausencia | A la pálida muerta de la noche,
al resplandor de los celestes cirios,
va descendiendo en su enlutado coche:
Mientras que los ensueños y delirios,
surgen en los pensiles de la mente,
albos como las garzas y los lirios.
Habla el silencio al corazón y siente
el espíritu un ansia indefinible
de alzarse hasta el azul resplandeciente.
Hasta ese inmenso azul inaccesible,
donde los astros, como flores vivas,
hechas de fuego, alumbran lo invisible.
Y en donde como trémulas cautivas,
tras de rejas ignotas, las estrellas
enderezan sus frentes pensativas.
Y abren sus ojos luminosos, ellas,
las soñadoras blancas del vacío,
esquivas siempre, pero siempre bellas.
Todo duerme: la vega, el bosque, el río.
Todo duerme: la flor, el ave, menos
tú, en el sopor del pensamiento mío. | es |
Etxeba,Carlos | XXI | Vivir_Es_Muy_Fácil | ¿Te gustan las novelas?
¡Mejor es vivirlas!
Abre bien los ojos.
Verás maravillas.
¡Respira, respira!
Se toca otra mano
y con gran pericia
te guían los dedos
hacia el paraíso
de las mil delicias.
¡Respira, respira!
¿No encuentras la mano?
¿Lo intentas en vano?
Pronuncia palabras
que expresen cariño,
como si las dices
a un pequeño niño.
¡Vivir es muy fácil!
Éste es su secreto:
pronuncia palabras
que expresen cariño,
como si las dices
a un pequeño niño,
para que te toque
esa mano amiga
que enjuague la lágrima
solitaria y fría
que del pecho brota,
al vivir la vida.
¡Respira, respira!
¡Respira, respira!
Se toca otra mano
y con gran pericia
te guían los dedos
hacia el paraíso
de las mil delicias.
¡Respira, respira!
¿No encuentras la mano?
¿Lo intentas en vano?
Pronuncia palabras
que expresen cariño,
como si las dices
a un pequeño niño.
¡Vivir es muy fácil!
Éste es su secreto:
pronuncia palabras
que expresen cariño,
como si las dices
a un pequeño niño,
para que te toque
esa mano amiga
que enjuague la lágrima
solitaria y fría
que del pecho brota,
al vivir la vida.
¡Respira, respira!
Se toca otra mano
y con gran pericia
te guían los dedos
hacia el paraíso
de las mil delicias.
¡Respira, respira!
¿No encuentras la mano?
¿Lo intentas en vano?
Pronuncia palabras
que expresen cariño,
como si las dices
a un pequeño niño.
¡Vivir es muy fácil!
Éste es su secreto:
pronuncia palabras
que expresen cariño,
como si las dices
a un pequeño niño,
para que te toque
esa mano amiga
que enjuague la lágrima
solitaria y fría
que del pecho brota,
al vivir la vida.
¡Respira, respira!
¡Respira, respira!
¿No encuentras la mano?
¿Lo intentas en vano?
Pronuncia palabras
que expresen cariño,
como si las dices
a un pequeño niño.
¡Vivir es muy fácil!
Éste es su secreto:
pronuncia palabras
que expresen cariño,
como si las dices
a un pequeño niño,
para que te toque
esa mano amiga
que enjuague la lágrima
solitaria y fría
que del pecho brota,
al vivir la vida.
¡Respira, respira!
¿No encuentras la mano?
¿Lo intentas en vano?
Pronuncia palabras
que expresen cariño,
como si las dices
a un pequeño niño.
¡Vivir es muy fácil!
Éste es su secreto:
pronuncia palabras
que expresen cariño,
como si las dices
a un pequeño niño,
para que te toque
esa mano amiga
que enjuague la lágrima
solitaria y fría
que del pecho brota,
al vivir la vida.
¡Respira, respira!
¡Vivir es muy fácil!
Éste es su secreto:
pronuncia palabras
que expresen cariño,
como si las dices
a un pequeño niño,
para que te toque
esa mano amiga
que enjuague la lágrima
solitaria y fría
que del pecho brota,
al vivir la vida.
¡Respira, respira!
¡Respira, respira! | es |
Plaza_Llamas,Antonio | <XXI | La_Calva_Fortuna | La calva fortuna,
la ciega deidad,
ilógica siempre,
dio a usted, Sebastián,
del buen Sancho Panza
la dicha casual.
Voacé, sin embargo,
no puede tocar
la flauta, y su genio
gubernamental,
no vale un pepino
para gobernar.
Tiene usted, sin duda,
un diente especial,
y piernas usadas
que saben danzar;
mas mientras engulle
con gula voraz,
y brinca y se tuerce
bailando el can-can,
nos lleva el demonio,
señor, sin piedad,
que aquí vegetamos
escasos de pan.
Voacé no gobierna,
porque gobernar
no es solamente,
señor Sebastián,
bailar y comer,
comer y bailar.
La horrible discordia
rugiendo ya está,
y afila en los montes
sus garras audaz.
La reina silvestre
su cetro fatal
en cuba de sangre
pretende mojar.
Muy pronto esa hidra
infame será
atroz combustible
de hoguera voraz.
¿Por qué a las montañas,
señor, no se van
esos que le hicieron
honores de Czar,
la noche que vino
de aquella ciudad
a la que entre Hurras
marchó sólo a
bailar y comer,
comer y bailar?
Sus ministros tienen
talento brutal,
la patria con esos
no puede marchar;
el fisco en la bruja
camina bien mal,
con trampas aquí,
con trampas allá,
usted sabe que
si falta metal
pierden las naciones
su vitalidad.
Exigen las armas
reforma formal;
porque en el ejército
generales hay
que nunca un petardo
oyeron tronar.
Son las oficinas
un campo feraz,
do medra y engorda
la gente animal.
iPor Dios! no se ocupe,
señor, de danzar;
que platos y copas
se queden en paz,
que al fin es la gula
placer de gañán.
Dirán que es su doble
pasión capital
bailar y comer,
comer y bailar.
¿Acaso es la patria
convivialidad?
¿haciendo cabriolas
se puede salvar?...
Cesen las piruetas,
las polkas, el vals,
no sea que brincando
se vaya a encojar.
Los blancos manteles
levántense ya,
empiece el gobierno,
acabe Canaán:
porque indigestarse
es malo a su edad.
Ya no se divierta
con danza fugaz;
hecho un Rigoletto
voacé estuvo ya;
eso no da gloria,
ni renombre da;
porque nunca pasa
a futura edad
ocioso magnate
que sabe no más
bailar y comer,
comer y bailar. | es |
Castañeda_Aragón,Gregorio | <XXI | La_Costa_Triste | Esta es la costa triste, negra costa de breñas,
entre un mar de borrascas y un cielo de penumbra
ahumado como el triángulo de las velas norteñas
que van a las remotas radas que el sol no alumbra.
Resplandores de rojos crepúsculos abiertos
allá en solares climas, ponen su augusta gala
en los tramontos grises, pero campos desiertos
pronto el austral efluvio entre las brumas señala.
Por el grijal, a rastras, van el ciego y la bruja
pescando los crustáceos entre la piedra; estruja
sus sombras la medrosa llamarada del cuelmo,
Y pintando las aguas que apesta la sentina,
en el mayor de un lugre fulgura a la sordina
el resplandor diabólico del fuego de San Telmo. | es |
Huidobro,Vicente | <XXI | Marino | Aquél pájaro que vuela por primera vez
Se aleja del nido mirando hacia atrás
Con el dedo en los labios
os he llamado.
Yo inventé juegos de agua
En la cima de los árboles.
Te hice la más bella de las mujeres
Tan bella que enrojecías en las tardes.
La luna se aleja de nosotros
Y arroja una corona sobre el polo
Hice correr ríos
que nunca han existido
De un grito elevé una montaña
Y en torno bailamos una nueva danza.
Corté todas las rosas
De las nubes del este
Y enseñé a cantar a un pájaro de nieve
Marchemos sobre los meses desatados
Soy el viejo marino
que cose los horizontes cortados
Con el dedo en los labios
os he llamado.
Yo inventé juegos de agua
En la cima de los árboles.
Te hice la más bella de las mujeres
Tan bella que enrojecías en las tardes.
La luna se aleja de nosotros
Y arroja una corona sobre el polo
Hice correr ríos
que nunca han existido
De un grito elevé una montaña
Y en torno bailamos una nueva danza.
Corté todas las rosas
De las nubes del este
Y enseñé a cantar a un pájaro de nieve
Marchemos sobre los meses desatados
Soy el viejo marino
que cose los horizontes cortados
Yo inventé juegos de agua
En la cima de los árboles.
Te hice la más bella de las mujeres
Tan bella que enrojecías en las tardes.
La luna se aleja de nosotros
Y arroja una corona sobre el polo
Hice correr ríos
que nunca han existido
De un grito elevé una montaña
Y en torno bailamos una nueva danza.
Corté todas las rosas
De las nubes del este
Y enseñé a cantar a un pájaro de nieve
Marchemos sobre los meses desatados
Soy el viejo marino
que cose los horizontes cortados
Te hice la más bella de las mujeres
Tan bella que enrojecías en las tardes.
La luna se aleja de nosotros
Y arroja una corona sobre el polo
Hice correr ríos
que nunca han existido
De un grito elevé una montaña
Y en torno bailamos una nueva danza.
Corté todas las rosas
De las nubes del este
Y enseñé a cantar a un pájaro de nieve
Marchemos sobre los meses desatados
Soy el viejo marino
que cose los horizontes cortados
La luna se aleja de nosotros
Y arroja una corona sobre el polo
Hice correr ríos
que nunca han existido
De un grito elevé una montaña
Y en torno bailamos una nueva danza.
Corté todas las rosas
De las nubes del este
Y enseñé a cantar a un pájaro de nieve
Marchemos sobre los meses desatados
Soy el viejo marino
que cose los horizontes cortados
Hice correr ríos
que nunca han existido
De un grito elevé una montaña
Y en torno bailamos una nueva danza.
Corté todas las rosas
De las nubes del este
Y enseñé a cantar a un pájaro de nieve
Marchemos sobre los meses desatados
Soy el viejo marino
que cose los horizontes cortados
De un grito elevé una montaña
Y en torno bailamos una nueva danza.
Corté todas las rosas
De las nubes del este
Y enseñé a cantar a un pájaro de nieve
Marchemos sobre los meses desatados
Soy el viejo marino
que cose los horizontes cortados
Corté todas las rosas
De las nubes del este
Y enseñé a cantar a un pájaro de nieve
Marchemos sobre los meses desatados
Soy el viejo marino
que cose los horizontes cortados
Y enseñé a cantar a un pájaro de nieve
Marchemos sobre los meses desatados
Soy el viejo marino
que cose los horizontes cortados
Marchemos sobre los meses desatados
Soy el viejo marino
que cose los horizontes cortados
Soy el viejo marino
que cose los horizontes cortados | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Alondra_Del_Niño_Trasnochador | Acuesta tus ruiseñores,
no salgas de noche, niño,
que un cocodrilo de sombra
amedrenta los caminos.
Negras razones descalzas
divagan pasos perdidos
nutriendo todas las cosas
de apetencias de infinito.
La gota de agua se piensa
un arco iris dormido,
las caracolas, estrellas,
y ojeras de amor, los lirios.
Si tu sangre se contagia
de tan abiertos delirios,
tus manos se alargarán
hasta los celestes nidos,
desbordará el corazón
como un búcaro de trinos
y la sed de tus lagares
no apagarán los racimos.
Una íntima nostalgia
llorarían tus vestidos
como si ya le faltasen
amapolas a los trigos.
Y ya nunca te vendría
justo al dedo el anillito.
Acuesta tus ruiseñores,
no salgas de noche, niño,
que entre las sombras se evaden
de la tierra los caminos.
No pongas los pies en ellos,
que te llevarán consigo
y entonces ya no serás
más que rumor de ti mismo.
Acuesta tus ruiseñores,
deja la noche en su sitio,
que los sueños son los sueños
y otro sueño son los niños. | es |
Dalton_García,Roque | <XXI | Escrito_En_Una_Servilleta | Alzo mi copa, camaradas,
y ante todo pido que me perdonéis
por atravesar sin permiso y sin compostura
las puertas de la emoción:
nuestro hermano de tan lejano país,
nuestra hija de las entrañas, niña de nuestros ojos,
fundan su noble casa sobre una firme piedra.
Hijos del pueblo,
comunistas los dos,
han escuchado la fulminante voz del corazón.
La alegría es también revolucionaria, camaradas,
como el trabajo y la paz.
Boda de flores rojas, ¡hurra, por ellos!
¡Mucho amor uno al otro!
Siempre fieles y mutuamente apoyados
nos darán hijos hermosos
(sea esto dicho con el perdón)
que lucirán muy bien los primeros de Mayo.
Y es que a partir de ahora
cada uno es un camarada
multiplicado por dos.
Esto es como si dijéramos
el lado práctico del romance.
Comamos y bebamos, camaradas. | es |
López_Meléndez,Teódulo | XXI | Sin_Adentro | Hacia cualquier parte
es ninguna
conmigo por dentro
donde el freo
y la soledad tan vasta
sin adentro | es |
Borges,Jorge_Luis | <XXI | Simón_Carbajal | En los campos de Antelo, hacia el noventa
mi padre lo trató. Quizá cambiaron
unas parcas palabras olvidadas.
No recordaba de él sino una cosa:
el dorso de la oscura mano izquierda
cruzado de zarpazos. En la estancia
cada uno cumplía su destino:
éste era domador, tropero el otro,
aquél tiraba como nadie el lazo
y Simón Carvajal era el tigrero.
Si un tigre depredaba las majadas
o lo oían bramar en la tiniebla,
Carvajal lo rastreaba por el monte.
Iba con el cuchillo y con los perros.
Al fin daba con él en la espesura.
Azuzaba a los perros. La amarilla
fiera se abalanzaba sobre el hombre
que agitaba en el brazo izquierdo el poncho,
que era escudo y señuelo. El blanco vientre
quedaba expuesto. El animal sentía
que el acero le entraba hasta la muerte.
El duelo era fatal y era infinito.
Siempre estaba matando al mismo tigre
inmortal. No te asombre demasiado
su destino. Es el tuyo y es el mío,
salvo que nuestro tigre tiene formas
que cambian sin parar. Se llama el odio,
el amor, el azar, cada momento. | es |
Selgas_y_Carrasco,José | <XXI | Luz,_La_Graciosa_Aldeana | Luz, la graciosa aldeana
Que al nacer la primavera
Vio subir a su ventana
La brillante enredadera
Que fue su encanto y su amor.
Hoy que al soplo del verano
La planta gentil espira
Perdido su adorno vano,
Luz la contempla y la mira
Sin asombro y sin dolor.
Y abre su casta ventana
La doncella encantadora,
Cuando la niebla lejana
Tímidamente colora
La luz del amanecer.
Y tendiendo el vuelo leve
Desde la acacia vecina,
Sobre sus hombros de nieve
Se posa una golondrina
Con afanoso placer.
Ave azul, blanca y ligera
Que vuela en pos del Estío,
Ave que va pasajera,
Como el pensamiento mío,
Buscando luz y calor.
Ave que, rizado y bello,
Para inspirar confianza,
Lleva prendido en el cuello
Un lazo verde-esperanza,
Prenda segura de amor.
Ave de incansable aliento,
Que atrás en su vuelo extraño
Se deja el rápido viento;
Ave impaciente que al año
Cruza dos veces la mar.
Ave que dice sus quejas
En breves notas al río;
Ave que bajo las tejas
Del antiguo caserío
Vuelve su nido a colgar.
Ave llena de misterio,
Que al morir la tarde canta
En la cruz del Monasterio
Que atrevido se levanta
Sobre el rasgado peñón.
Ave de afanosa vida,
Ave azul y voladora,
Ave en el mundo perdida,
Ave, en fin, que Luz adora
Con todo su corazón.
Y es bello ver cómo tiende
Del ala la corva pluma,
Y haciendo un lazo se prende
Sobre aquel seno de espuma,
Donde tranquila se está.
Y es tierno el ver la delicia
Con que la hermosa doncella
Con sus manos la acaricia
Cómo mirándose en ella
Tímidos besos le da.
Tierno corazón de ave,
En donde el amor se anida
Golondrina que no sabe
Que aquí en el mundo se olvida
Un amor por otro amor.
Y de su cariño ufana
No ve el ave pasajera,
Que la inconstante aldeana
Olvidó a la enredadera
Para ganar su favor.
Y Luz, rayo de la aurora,
En su amante sentimiento,
Olvida tal vez o ignora
Que las aves son del viento
Y que tras el viento van.
No ve que la golondrina
Que hoy cautiva su albedrío,
Es un ave peregrina,
Que apenas pase el Estío
Tras él sus alas irán.
Pero acude a su ventana
La doncella encantadora,
Cada vez que la lejana
Tímida niebla colora
La luz del amanecer.
Y dejando el frágil lecho,
Desde la acacia vecina
Viene a posarse en su pecho
La impaciente golondrina
Con afanoso placer.
Y buscando inquieta en donde
Apagar su sed ansiosa,
El pico entreabierto esconde
Entre los labios de rosa
De la doncella gentil.
Y por templar el exceso
De su inquietud, Luz, temblando,
La deja beber un beso,
Húmedo, apacible y blando
Como las auras de Abril.
Golondrina, cuando el cielo
Siegue la flor del verano,
Y lleves tu raudo vuelo
Hacia otro clima lejano
Buscando luz y calor;
Dale otro amor a tu vida:
No vuelvas desventurada,
Que es hermosa, Luz, y olvida;
Y que tú, ave enamorada,
Eres su segundo amor. | es |
Vitier,Cintio | <XXI | Faltabas_Tú,_Poeta._La_Injusticia | Faltabas tú, poeta. La injusticia
no podía omitirte en su venganza:
ella sabe con lúcida impudicia
lo que el amor a la belleza alcanza.
Mas no le importa. Su misión inicia
creyendo que encadena la esperanza,
que prostituye el verbo a la avaricia,
que entrega a mercaderes la balanza.
Tú en cambio tienes la risa de tu hijo,
la fuerza de tu madre, la palabra
del que por siempre a los cubanos dijo:
Solo será posible lo imposible.
Salud, Antonio. Tu alegato labra
la estrofa de los cinco, ya invencible. | es |
Paz,Octavio | <XXI | Ésta_Es_Tu_Sangre | Ésta es tu sangre,
desconocida y honda,
que penetra tu cuerpo
y baña orillas ciegas,
de ti misma ignoradas.
Inocente, remota,
en su denso insistir, en su carrera,
detiene la carrera de mi sangre.
Una pequeña herida
y conoce a la luz,
al aire que la ignora, a mis miradas.
Ésta es tu sangre, y éste
el húmedo rumor que la delata.
Y se agolpan los tiempos
y vuelven al origen de los días,
como tu pelo eléctrico si vibra
la escondida raíz en que se ahonda,
porque la vida gira en ese instante,
y el tiempo es una muerte de los tiempos
y se olvidan los nombres y las formas.
Ésta es tu sangre, digo,
y el alma se suspende en el vacío
ante la viva nada de tu sangre. | es |
Flórez,Julio | <XXI | No_Es_La_«Neutralidad»_Lo_Que_Detiene | No es la «neutralidad» lo que detiene
a tu rey en el único camino
salvador que seguir hoy le conviene
y que decidirá de tu destino.
No es tu existencia, no, lo que le importa
en este instante al frágil soberano
que tu presión y súplicas soporta
mientras el cetro tiembla entre su mano.
Es solamente un interés mezquino
el que lo aparta, mientras más arrecia
el inconmensurable torbellino.
¡Quién sabe! Acaso él mismo se desprecia,
pues lo cierto es que el pobre Constantino
¡ama más a su esposa... que a ti, Grecia! | es |
Cervantes,Miguel_de | <XXI | Letra | ¡Bien haya quien hizo
cadenitas, cadenas;
bien haya quien hizo
cadenas de amor!
¡Bien haya el acero
de que se formaron,
y los que inventaron
amor verdadero!
¡Bien haya el dinero
de metal mejor!
¡Bien haya quien hizo
cadenas de amor!
¡Bien haya el acero
de que se formaron,
y los que inventaron
amor verdadero!
¡Bien haya el dinero
de metal mejor!
¡Bien haya quien hizo
cadenas de amor! | es |
Altolaguirre,Manuel | <XXI | Lloro | Aquí tengo tu ausencia
a pesar de la noche,
casi te tengo a ti,
vacía de sombra,
hueca de oscuridad,
recorriendo translúcida
mis tinieblas de olvido.
En esa fría comarca
escucho tu silencio
profundo como herida,
laberinto labrado
en un cielo de música.
Así te tengo clara,
porque nada en el mundo
puede ocupar tu sitio.
Hoy mi tiempo sin ti
cubre tu transparencia
acaricia tu forma
el agudo vacío
de tu silencio. Lloro. | es |
Florián,Miguel | <XXI | Retrocedemos_Por_Los_Caminos_Harapientos | Retrocedemos por los caminos harapientos
de la sombra, galopamos por los acantilados
de la miseria, ansiamos polvo, áspero polvo,
y dichosos caemos hacia la masa informe
de los gérmenes. Ansiamos raíces, nosotros,
los aéreos. Amamos polvo, oscuro, untoso polvo,
el osario donde se tienden los nombres, lava
gris de la hojarasca redimida, hacia el sueño
retrocedemos con nuestros cabellos enredados
en muérdagos. De nada sirve que la luz
nos envuelva con su manto espectral,
volvemos hacia atrás, buscamos la caída a lo ignorado,
necesitados de lo informe, avarientos de vértigos.
Nada anuncian las flores del almendro, intactas
y rojizas después de la nevada, ni el seno
abierto de la mujer como un ave indefensa.
Añoramos cada estallido de la herrumbre,
cada cicatriz sobre el tronco del roble,
los cascos del caballo sobre el légamo
cuando dispersan el tiempo, el sueño
que es olvido, y esa madre auríspice
que gime desde sus vísceras abiertas
y nos llama a su sangre, a lo innombrable. | es |
Figueroa,Francisco_de | <XXI | Soneto_Xlix | Como acaece a aquél, que luengamente
Por frío, o por calor demasiado,
El mal regído cuerpo destemplado,
O por más grave mal tuvo doliente;
Aunque cese despues el accidente,
Que justa causa de temor le ha dado,
Le deja tal, que del dolor pasado
Da bien señales la amarilla frente:
De esta arte en mí, que al temeroso y duro
Paso me puso cerca la herida,
Que apenas hay quien escusarla pueda:
Aunque ella esté cerrada, y yo seguro
De más dolor; por el pasado queda
De el flaco rostro la color perdida. | es |
López,Freddy | XXI | Llevo_Cosas_Sobre_Mis_Hombros | Llevo cosas sobre mis hombros.
Son varias:
El pensamiento inmerecido
reflejado en el pañuelo
de alguna dama.
El haberme presentado
en una fiesta de cumpleaños
con un regalo
muy costoso
la amistad.
Haber permanecido en silencio
mientras se regañaba a un inocente
por la manzana que en mi estómago
se bañaba
en jugos gástricos.
Algunas cosas pesan.
Obtener excelentes
por mi desgastada habilidad
de leer conceptos
bajo una manga.
También soy artístico ladrón
pues he dibujado las ojeras de mi padre
contribuyendo
con los senos lánguidos de su esposa.
Y he sido un excelente artesano
entretejiendo espinas
para coronar
al Rey de los Judíos.
Son varias.
Y mis rodillas no vacilan por eso.
Puedo con otras más.
El pensamiento inmerecido
reflejado en el pañuelo
de alguna dama.
El haberme presentado
en una fiesta de cumpleaños
con un regalo
muy costoso
la amistad.
Haber permanecido en silencio
mientras se regañaba a un inocente
por la manzana que en mi estómago
se bañaba
en jugos gástricos.
Algunas cosas pesan.
Obtener excelentes
por mi desgastada habilidad
de leer conceptos
bajo una manga.
También soy artístico ladrón
pues he dibujado las ojeras de mi padre
contribuyendo
con los senos lánguidos de su esposa.
Y he sido un excelente artesano
entretejiendo espinas
para coronar
al Rey de los Judíos.
Son varias.
Y mis rodillas no vacilan por eso.
Puedo con otras más.
El haberme presentado
en una fiesta de cumpleaños
con un regalo
muy costoso
la amistad.
Haber permanecido en silencio
mientras se regañaba a un inocente
por la manzana que en mi estómago
se bañaba
en jugos gástricos.
Algunas cosas pesan.
Obtener excelentes
por mi desgastada habilidad
de leer conceptos
bajo una manga.
También soy artístico ladrón
pues he dibujado las ojeras de mi padre
contribuyendo
con los senos lánguidos de su esposa.
Y he sido un excelente artesano
entretejiendo espinas
para coronar
al Rey de los Judíos.
Son varias.
Y mis rodillas no vacilan por eso.
Puedo con otras más.
Haber permanecido en silencio
mientras se regañaba a un inocente
por la manzana que en mi estómago
se bañaba
en jugos gástricos.
Algunas cosas pesan.
Obtener excelentes
por mi desgastada habilidad
de leer conceptos
bajo una manga.
También soy artístico ladrón
pues he dibujado las ojeras de mi padre
contribuyendo
con los senos lánguidos de su esposa.
Y he sido un excelente artesano
entretejiendo espinas
para coronar
al Rey de los Judíos.
Son varias.
Y mis rodillas no vacilan por eso.
Puedo con otras más.
Algunas cosas pesan.
Obtener excelentes
por mi desgastada habilidad
de leer conceptos
bajo una manga.
También soy artístico ladrón
pues he dibujado las ojeras de mi padre
contribuyendo
con los senos lánguidos de su esposa.
Y he sido un excelente artesano
entretejiendo espinas
para coronar
al Rey de los Judíos.
Son varias.
Y mis rodillas no vacilan por eso.
Puedo con otras más.
Obtener excelentes
por mi desgastada habilidad
de leer conceptos
bajo una manga.
También soy artístico ladrón
pues he dibujado las ojeras de mi padre
contribuyendo
con los senos lánguidos de su esposa.
Y he sido un excelente artesano
entretejiendo espinas
para coronar
al Rey de los Judíos.
Son varias.
Y mis rodillas no vacilan por eso.
Puedo con otras más.
También soy artístico ladrón
pues he dibujado las ojeras de mi padre
contribuyendo
con los senos lánguidos de su esposa.
Y he sido un excelente artesano
entretejiendo espinas
para coronar
al Rey de los Judíos.
Son varias.
Y mis rodillas no vacilan por eso.
Puedo con otras más.
Y he sido un excelente artesano
entretejiendo espinas
para coronar
al Rey de los Judíos.
Son varias.
Y mis rodillas no vacilan por eso.
Puedo con otras más.
Son varias.
Y mis rodillas no vacilan por eso.
Puedo con otras más. | es |
Caballero_Bonald,José_Manuel | <XXI | Parte_De_Una_Vocación | De tiempo en tiempo oigo
como un fragor de visionario miedo
alzarse aquí, donde mi mano
acecha, y reconozco en él
toda la humilde
vocación que está salvándome,
que se derrama entre la sed
de mi alegría y esa otra
que me está disputando el privilegio
a ser feliz, a desatar
los nudos que me aprietan
la raíz de la fe, y sé de cierto
que nada que yo viva pudo
nacer sin antes haber sido
causa de estas palabras, porque
la clara guía de mi vocación
es también esta sombra en que me ciego
y esta afán sin preguntas y este esquivo
tesón que me está haciendo hombre,
y como un vaso que se está vertiendo
en otro vaso igual, tal mi manera
de ir defendiéndome en los últimos
reductos del silencio puede
también ser una forma de ir llenando
una vida con otra, una razón
con otra, pura mudanza de mi libertad
en cuyos bordes bebe
esta palabra con que estoy juzgándome. | es |
Quevedo,Francisco | <XXI | La_Voluntad_De_Dios_Por_Grillos_Tienes | La voluntad de Dios por grillos tienes,
Y escrita en la arena, ley te humilla;
Y por besarla llegas a la orilla,
Mar obediente, a fuerza de vaivenes.
En tu soberbia misma te detienes,
Que humilde eres bastante a resistilla;
A ti misma tu cárcel maravilla,
Rica, por nuestro mal, de nuestros bienes.
¿Quién dio al pino y la haya atrevimiento
De ocupar a los peces su morada,
Y al Lino de estorbar el paso al viento?
Sin duda el verte presa, encarcelada,
La codicia del oro macilento,
Ira de Dios al hombre encaminada.
En tu soberbia misma te detienes,
Que humilde eres bastante a resistilla;
A ti misma tu cárcel maravilla,
Rica, por nuestro mal, de nuestros bienes.
¿Quién dio al pino y la haya atrevimiento
De ocupar a los peces su morada,
Y al Lino de estorbar el paso al viento?
Sin duda el verte presa, encarcelada,
La codicia del oro macilento,
Ira de Dios al hombre encaminada.
¿Quién dio al pino y la haya atrevimiento
De ocupar a los peces su morada,
Y al Lino de estorbar el paso al viento?
Sin duda el verte presa, encarcelada,
La codicia del oro macilento,
Ira de Dios al hombre encaminada.
Sin duda el verte presa, encarcelada,
La codicia del oro macilento,
Ira de Dios al hombre encaminada. | es |
Pombo,Rafael | <XXI | La_Oruga_Y_La_Dama | «¡Ay! ¡qué gusano tan odioso y feo!
Quita lejos de aquí, me das horror»,
Exclamó Serafina al bamboleo
De cierta Oruga que su faz tocó.
—«No he de ser siempre así, —responde aquélla—.
Bien pronto rica en tornasol y en luz,
Galana mariposa oronda y bella
Has de admirarme y perseguirme tú.
»Y muchas niñas hacen, lo sospecho,
La misma metamorfosis que yo:
Orugas al salir del blando lecho,
Mariposa después del tocador». | es |
Slée-Egúsquiza,Luis_Esteban | XXI | Una_Vida_Nueva | Anoche soné contigo y no es mentira,
Y en mi sueño, soñé que también:
Tú soñabas conmigo, y no era mentira,
Al despertar juntos tenemos la prueba:
De una vida nueva.
Durante nuestro sueño, que gozos,
Que dulces caricias, que inmensas pasiones,
Que besos secretos, que profundas,
Y tiernas sensaciones, hemos tenido juntos.
Como recuerdas, todo empezó jugando,
Cuando me dijiste: cholito, anoche habrás dormido solito,
—dudando— Pero desde ahora dormirás conmigo.
Mi soncollay no puede dejarte volar solito urpichallay
Tenias frío y temblabas de soledad,
Pero me entregaste tu inmenso calor,
Con ese amor profundo que nada puedo negarte,
Dijiste ardiente amada,
Bota tu poncho viejo, bota tus antiguas tristezas,
Así como estás te quiero y mucho más.
Mi calasiqui, mi chascañahui.
Al despertar de tan hermoso sueño,
Te acordarás para siempre,
Que tienes en tu vientre una vida nueva.
Mañana cuando me vaya —gitano errante soy—
De esto te acordarás
—navegante de mares, cielos y tierras lejanas—
De todo te olvidarás,
De mi cariño te olvidarás,
Hasta de mi te olvidarás,
Pero de lo que hicimos juntos,
Jamás, jamás.
Porque mi hijo:
Sí no estoy a tu lado —como puede suceder—
Te podrá repetir siempre:
¡Feliz día mamacita mía!
¡Feliz día misquiwarmi munay!
Te lo ha dicho, hoy día: mi palomita, mi corazón. | es |
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