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Nervo,Amado
<XXI
¡Bendita_Seas,_Francia,_Porque_Me_Diste_Amor!
¡Bendita seas, Francia, porque me diste amor! En tu París inmenso y cordial, encontré para mi cuerpo abrigo, para mi alma fulgor, para mis ideales el ambiente mejor ...¡y, además, una dulce francesa que adoré! Por esa mujer noble, tuyo es, Francia querida, mi reconocimiento; pues que, merced a ella, tuve todos los bienes: ¡el gusto por la vida, la intimidad celeste, la ternura escondida, y la luz de la lámpara y la luz de la estrella! Yo no sé qué demiurgo la substrajo a mi anhelo tras una amputación repentina y crüel, y ya tú sola, Francia, puedes darme consuelo: con un refugio amigo para llorar mi duelo, tu maternal regazo para verter mi hiel, la sombra de algún árbol en tu florido suelo ...¡y acaso, en tus colmenas, una gota de miel!
es
Buesa,José_Ángel
<XXI
Veinte_Años,_Amiga._Y_Hoy_Al_Verte_De_Lejos
Veinte años, amiga. Y hoy al verte de lejos, evoqué a la muchacha gentil de mi canción. Y aprendí, en un suspiro, que vamos siendo viejos, aunque nunca envejezca del todo el corazón. Veinte años, amiga. Y al decir "veinte años", mi corazón añade: "separado de ti..." Y pensar que hoy nos vemos igual que dos extraños; y saber que las rosas se marchitan así... Veinte años, amiga. Cómo duele el olvido. Pero las cosas pasan y queda la ilusión; y, aunque con tu belleza, tu juventud se ha ido, tú sigues siendo joven y bella en mi canción...
es
Castellanos,Rosario
<XXI
Sólo_La_Voz,_La_Piel,_La_Superficie
Sólo la voz, la piel, la superficie Pulida de las cosas. Basta. No quiere más la oreja, que su cuenco Rebalsaría y la mano ya no alcanza A tocar más allá. Distraída, resbala, acariciando Y lentamente sabe del contorno. Se retira saciada Sin advertir el ulular inútil De la cautividad de las entrañas Ni el ímpetu del cuajo de la sangre Que embiste la compuerta del borbotón, ni el nudo Ya para siempre ciego del sollozo. El que se va se lleva su memoria, Su modo de ser río, de ser aire, De ser adiós y nunca. Hasta que un día otro lo para, lo detiene Y lo reduce a voz, a piel, a superficie Ofrecida, entregada, mientras dentro de sí La oculta soledad aguarda y tiembla.
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
Y_Por_Ser_Tuya_No_Serás_De_Nadie
Y por ser tuya no serás de nadie. Tú misma, elogio vuelto a ti. Tú misma, abrazo que se halló fosilizado de la acción de abrazar en el recinto. Contrapolo del río, de los radios del aire trasvasado por la fuga del errante destierro de sus nácares. Y gozarte hasta allí donde te sientes, únicamente tú, tu cero exacto, sin la porosa filtración ajena. Comenzando tu atmósfera en el tajo que te remite al centro de ti misma.
es
Selgas_y_Carrasco,José
<XXI
La_Sepultura_De_Mi_Madre
En mi mortal partida Vi la Esperanza que en la Fe se encierra, Porque probé en la vida Todas las aflicciones de la tierra.
es
Bañuelos,Juan
<XXI
Melancolía_En_La_Escalera_Del_Ser
Atrapados los astros en la Vía Láctea los caballos se mueven al paso de la luna la noche al pulso de una arteria los árboles al ritmo de las aves los hombres al peso de la niebla la niebla al soplo de la llama Anidando en las edades de insectos y de pájaros los minerales crecen la piedra se organiza con el solo murmullo del río que la destruye —El resplandor del ser no es una estrella calcinada— Hablar es abismarse
es
Aridjis,Homero
<XXI
El_Día_Separado_Por_Sus_Sombras
El día separado por sus sombras por las cosas quietas en un orden extraño por el ruido brusco que arranca la mirada1 del verde en que vivía la fija en el vacío expectante2 avanza ligero en el misterio de un vuelo que se propaga entre más sube erigido por el ademán diverso como una torre de luz y de ceniza contemplado en los hados que desprende3 profundo hacia adentro de su propia blancura absorbe toda huella todo oro colérico del seco mediodía que a él se inclina atravesado por trozos de azul y puntas de aves4 según el ritmo de nubes y de alas5 perfecto en la curva en que se dobla brotando de su propio cáliz ardiendo largamente en su pureza como un vitral altísimo a contra luz mirado pone en la tierra una inmensa rosa de colores6 borra la claridad para instaurar el reino de todo aquello que irradia si se toca7
es
Cetina,Gutierre_de
<XXI
Amor,_Si_Por_Amar_Amor_Se_Aquista
Amor, si por amar amor se aquista, si alguna fe de tanta fe procede, si premio por servir ganar se puede, si un grave padecer un alma atrista; si dura obstinación venció conquista, si pidiendo merced dureza cede, si a grande mal piedad se le concede, si a luengo importunar no hay quien resista; si de tu mano escrito ya en la frente lo que siento en el alma al mundo muestro, debería mi dolor hallar remedio. Mas ya ni podrá ser, ni lo consiente mi mal, si por algún caso siniestro no muestra a tu pesar fortuna el medio.
es
Pardo_García,Germán
<XXI
Tú_Me_Diste_Enseñanza_De_Grandeza
Tú me diste enseñanza de grandeza y el culto del inmenso silentismo. Lo que hay en tus misterios, soy yo mismo. Tú me diste un gran ser, Naturaleza. Por eso se estremece mi cabeza con iras y relámpagos de abismo, y en las sombras latente paroxismo hunde en mi sueño sepulcral fijeza. Desciendo de tus ríos y cabalgo mi verde potro y a su espalda salgo a recorrer en la tiniebla el mundo. Y allá voy con tus savias en las venas, destrozando telúricas cadenas con un estruendo líquido y profundo.
es
Cetina,Gutierre_de
<XXI
Cuando_Oro_Bajo_Y_De_Grosera_Mina
Cuando oro bajo y de grosera mina suele hallar tal vez minero experto, si con otro metal sale cubierto, al fuego lo consagra y lo destina; Allí se purifica, allí se afina, allí descubre su valor más cierto; si del acaso está dudoso, incierto, el fuego lo quilata y determina. Yo, que a pesar de Febo y de Parnaso, de Helicona hallé, no digo vena, mas cierto humor peor que de locura, para saber si debo dar más paso en seguirla, o dejar tan loca pena, consagro al fuego vuestro esta escriptura.
es
Blanco,Andrés_Eloy
<XXI
¡Yo_La_Amaba,_La_Amaba!..._Quedó_Yerta
¡Yo la amaba, la amaba!... Quedó yerta; La muerte al fin le marchitó las rosas... Yo estaba cerca de la niña muerta, Llorándole las manos luminosas... ¡Yo la amaba, la amaba!... Sus colores eran de rosa en la mañana aquella y el rosa huyo como al morir las flores cuando llegó la Muerte junto a ella. ¡Blanca, blanca!... ¡Qué blanca se me puso! ¡Cómo se disolvió con la blancura! Su mano completó la vestidura... ¡Cómo prolonga el algodón el huso!... ¡Yo la amaba, la amaba!... Voces buenas clamaron lejos: —¡El rabí ha tornado!— Jairo partió en su busca y a mi lado La blanca niña era una nube apenas..., Llegó el rabino. Y todos fueron mudos, Silenció su plañir la plañidera... Llegó el rabino de los pies desnudos, Maduro el trigo de la cabellera... ¡No es muerta,... duerme!... el tañedor reía... ¡No es muerta... duerme!, y Jairo sollozaba..., y era una nube así la niña mía y a su lado, temblando, yo la amaba... —No es muerta... ¡duerme!... y le ordenó: ¡Levanta! Y ella se alzó, delgada del martirio, Y una voz le subió por la garganta Como una abeja que abandona un lirio. Y yo la amé de nuevo, resurrecta; Su misma voz, su misma luz tenía, Pero la Muerte la dejó perfecta Con la blancura de morirse un día... Murió de nuevo un día... Yo la amaba, Mas sin remedio, se murió ese día... —¡Vuelve, Rabino, vuelve!... yo clamaba, pero el Rabino rubio no volvía. Pasó la niña veinte siglos muerta, Murió Cafarnaum de Palestina, Y el alma mía, inútil y desierta, Lloraba inmortal sobre la ruina. ¡Yo la amaba, la amaba!... Su blancura la buscaba en la blanca nebulosa, su cabellera entre la noche oscura y en el poniente su color de rosa... Y al fin la hallé... escondida entre los tules De una puesta de sol, estaba Ella; Su carne inmóvil entre dos azules Inauguraba la primera estrella... Y la encontré más blanca todavía, Flotando en el azul, sin vestidura, ¡Qué blanca estaba así!... la niña mía tras veinte siglos de blancura... Clamé al amor entonces... Voces buenas Dijeron a lo lejos: ¡Te he escuchado! Clamé al eterno Amor... y a mi lado La blanca niña era una nube apenas... Llegó el amor. Los cielos fueron mudos, Su leve paso silenció la esfera, Llegó el eterno amor de pies desnudos, Maduro el trigo de la cabellera... No es muerta... ¡Duerme!... y le ordenó: ¡Levanta! Y ella se alzó, delgada del martirio, Y una voz le subió por la garganta Como una abeja que abandona un lirio. Y ha vuelto a mí... su cabellera oscura, Su misma voz... pero en la mano fría Con veinte siglos de amasar blancura Persiste el miedo de morirse un día...
es
Aridjis,Homero
<XXI
En_Su_Despertar_El_Hombre
En su despertar el hombre lleva en los ojos la novedad de su nacimiento bajo la estrella que mira al centro de su cuerpo huele a recién creado silenciosas columnas de luz edifican la tierra abren a su mirada la materia divina
es
Pombo,Rafael
<XXI
Listo_A_La_Prima_Noche_Un_Gran_Convite
Listo a la prima noche un gran convite Que a Vatel honor diera, Y listos para él los convidados. El mayordomo o amo de criados Prendió todas las luces de carrera, Y fue a notificar, a toda brida, «La mesa está servida». Imaginen ustedes la sorpresa Del ágil mayordomo de mi cuento Cuando al tornar volando a otro momento Encontró a oscuras comedor y mesa, ¿Qué fue? —Que en las espermas el pabilo Por larguirucho y nuevo No alcanzó a tomar cebo Y no prendió. —Colgado así de un hilo El mayordomo —pólvora, que oía Los pasos de la hambrienta compañía, En su atolondramiento Echó mano de un medio algo violento. Toma un cuchillo, guillotina a tantas Luces sin luz, bien cortas y engrasadas. Les hace otras gargantas, Préndelas otra vez, y a sus fulgores Entran al comedor los comedores. No bien toman asiento, ¡Nueva calamidad! Cada bujía, Sin voz de prevención, sin agonía. Rinde pronto el espíritu. —¿Qué pasa? Que al revés de antes, ahóganse de grasa, Y nuestro mayordomo, en consecuencia, Tuvo ante todos que poner certamen Arreglando el velamen Con mejor proporción de mecha y cebo, Al par que de paciencia. El pabilo es el alma, y lo sustenta, Como el cuerpo al espíritu, la grasa. Al educar un niño, tened cuenta De que haya proporción entre alma y basa; Que si no, el cuerpo al alma que aposenta Sofoca; o ella sin sostén se abrasa; Y obtendréis sólo un bruto sin cultura, Triste demencia, o muerte prematura. velamen
es
Fernández_Moreno,Baldomero
<XXI
¿Cómo_Estarás,_Palmera_Alucinada
¿Cómo estarás, palmera alucinada, y no del mar del trópico en la orilla sino en tu casa y entre silla y silla, erguida, hecha una curva o acostada? ¿Silenciosa, indecisa, arrebatada? Porque es así la doble maravilla: rosa de té, la mano en la mejilla, o silábica fuente desatada. ¿Cómo estarás, me dije, atravesando paredes y aire con el pensamiento, sobre una y otra almohada suspirando? ¿Cómo estarás, me digo en mi tormento, esta tercera vez casi llorando, y así diez veces, veinte, treinta, ciento?
es
Gómez_Pescador,Felipe_E.
XXI
Bendito_Desorden_El_De_Este_Amor
Bendito desorden el de este amor, el de estas sábanas, revueltas de tanto amar, de amar con dulzura, de amar y de llevarte amor a tus fines consecuencias. Esta tarde, entre tanto amor, no he parado, si quiera lo que dura un suspiro, de pensar en ella, y la tenía delante de mí, pero era todo tan simple y a la vez tan complejo, tan celestial, he disfrutado amando, si hubiese muerto ahí, habría muerto con las manos llenas de intenso amor.
es
Orión_de_Panthoseas
XXI
Memorándum_De_Urgencia
... hay momentos en que hay que salir de las colmenas del cuerpo, de la orgía de dolor, de la atrocidad de instantes asesinos; y solemos hacerlo urgentemente y con los dientes apretados, con la sangre apretada, con odio, y con piedad también; ... por tanto, no, no me digáis que no arde el ser y que sus fuegos no prenden y abrasan el verdor del aire; hay momentos que sólo admiten el riesgo de la muerte y uno juega a la luz necesariamente como un desesperado; quizá no sea así, o quizá sí ... pero a mí me parece que las cosas ocurren para tirar las puertas, acribar la vida y saber qué pasa.
es
Fuertes,Gloria
<XXI
No_Existe
No existe pero cuando existía. llevaba la sábana de la abuela y la vela de la tía. Sólo salía de noche, nunca salía de día, y arrastraba una cadena para avisar que aparecía.
es
Vallejo,César
<XXI
Murmurado_En_Inquietud,_Cruzo
Murmurado en inquietud, cruzo, el traje largo de sentir, los lunes de la verdad. Nadie me busca ni me reconoce, y hasta yo he olvidado de quién seré. Cierta guardarropía, sólo ella, nos sabrá a todos en las blancas hojas de las partidas. Esa guardarropía, ella sola, al volver de cada facción, de cada candelabro ciego de nacimiento. Tampoco yo descubro a nadie, bajo este mantillo que iridice los lunes de la razón; y no hago más que sonreir a cada púa de las verjas, en la loca búsqueda del conocido. Buena guardarropía, ábreme tus blancas hojas: quiero reconocer siquiera al 1, quiero el punto de apoyo, quiero saber de estar siquiera. En los bastidores donde nos vestimos, no hay, no Hay nadie: hojas tan sólo de par en par. Y siempre los trajes descolgándose por sí propios, de perchas como ductores índices grotescos, y partiendo sin cuerpos, vacantes, hasta el matiz prudente de un gran caldo de alas con causas y lindes fritas. Y hasta el hueso! Cierta guardarropía, sólo ella, nos sabrá a todos en las blancas hojas de las partidas. Esa guardarropía, ella sola, al volver de cada facción, de cada candelabro ciego de nacimiento. Tampoco yo descubro a nadie, bajo este mantillo que iridice los lunes de la razón; y no hago más que sonreir a cada púa de las verjas, en la loca búsqueda del conocido. Buena guardarropía, ábreme tus blancas hojas: quiero reconocer siquiera al 1, quiero el punto de apoyo, quiero saber de estar siquiera. En los bastidores donde nos vestimos, no hay, no Hay nadie: hojas tan sólo de par en par. Y siempre los trajes descolgándose por sí propios, de perchas como ductores índices grotescos, y partiendo sin cuerpos, vacantes, hasta el matiz prudente de un gran caldo de alas con causas y lindes fritas. Y hasta el hueso! Tampoco yo descubro a nadie, bajo este mantillo que iridice los lunes de la razón; y no hago más que sonreir a cada púa de las verjas, en la loca búsqueda del conocido. Buena guardarropía, ábreme tus blancas hojas: quiero reconocer siquiera al 1, quiero el punto de apoyo, quiero saber de estar siquiera. En los bastidores donde nos vestimos, no hay, no Hay nadie: hojas tan sólo de par en par. Y siempre los trajes descolgándose por sí propios, de perchas como ductores índices grotescos, y partiendo sin cuerpos, vacantes, hasta el matiz prudente de un gran caldo de alas con causas y lindes fritas. Y hasta el hueso! Buena guardarropía, ábreme tus blancas hojas: quiero reconocer siquiera al 1, quiero el punto de apoyo, quiero saber de estar siquiera. En los bastidores donde nos vestimos, no hay, no Hay nadie: hojas tan sólo de par en par. Y siempre los trajes descolgándose por sí propios, de perchas como ductores índices grotescos, y partiendo sin cuerpos, vacantes, hasta el matiz prudente de un gran caldo de alas con causas y lindes fritas. Y hasta el hueso! En los bastidores donde nos vestimos, no hay, no Hay nadie: hojas tan sólo de par en par. Y siempre los trajes descolgándose por sí propios, de perchas como ductores índices grotescos, y partiendo sin cuerpos, vacantes, hasta el matiz prudente de un gran caldo de alas con causas y lindes fritas. Y hasta el hueso!
es
Pardo_García,Germán
<XXI
Paz_A_Las_Fieras_De_Buena_Voluntad
Esta es la nube que a la azul serpiente le deslumbró penumbras del colmillo, y esta la mariposa entre su brillo de blanca percalina transparente. Los espartos dibujan la clemente fuerza del oso; espuma es el cuchillo, y unigénito el barro y amarillo como la tarde en su telar creciente. La densa voluntad apuntalada por la victoria, su labor ventila. La torrencialidad está colmada y al oyamel la fronda le cintila, allá por la llanura corrugada que un tigre anticarnívoro vigila.
es
Bonifaz_Nuño,Rubén
<XXI
Amenazados,_Contundidos
Amenazados, contundidos. Umbrales en peligro. Yo diría que es por la edad; que con la edad aumenta de largo y de redondo el esqueleto; que los forros van quedando chicos a los huesos salientes, y se muestra desvergonzadamente la cebrada torre de las costillas, y los goznes arácnidos de pies y manos bailan al viento más, y se descubre la florecida risa amarillenta de un cirquero sin bienes. Yo diría que no es cosa de miedo; que uno es capaz de acostumbrarse a todo. ¿Pero de dónde este sabor sangriento de casi vegetal ramaje, que hay en la boca de la madrugada? Yo diría que con la edad uno se va enterando, sin querer darse cuenta, de las cosas. Uno va sospechando lo que pasa. —A veces, se me vuelve áspero el aire, y corruptible: humo, jarabe fermentado, con burbujas como huevos de mosca—. Yo me esfuerzo hasta el límite, resistiendo la embestida narcótica que me junta los párpados, el ruido fluvial de los rincones, la parálisis que sube por el cuerpo ingobernable, Soy desnombrado y sometido al desorden amnésico del sueño. Agrimensora larva ciega, hostia de comuniones pegajosas, antena soy, prestada a mensajes malévolos; inerme piel aterrada y dócil, dada sin opinión al besuqueo de lenguas líquidas y amargas. Y estas hormigas, y este grito en este corredor, y esta caída. Y esta mujer —¿de quién?— que se levanta de junto a mí; la adúltera culpable; la que se viste ahora, preparada para ya no volver, y que prodiga este preñado olor de cosa subterrestre y marina, subcutánea; solamente despojo tierno de entrañas conmovidas. ¿Y qué fondo sostiene lo que veo; el nombre que me dan, el que respondo; qué sustancia revelan los aceites lustrales, el bautismo del despertar de cada día? Cuando la noche, como la marea que tiende al náufrago en la playa, nos devuelve a la casa compartible, a la mesa del día de la tierra, al cotidiano espejo familiar, al oficio de las gentes; carcomidos por la sal del sueño, como un temblor agavillados por la vida que nos pasa de claro, ¿quién despierta? ¿Quién está salvo y sano y en seguro? Crece la calavera, y me acostumbro. Y al murciélago azul crucificado que fuma en el zaguán, y a los retratos que yacen juntos en el cementerio, y al nagual ominoso. Yo diría.
es
Greiff,León_de
<XXI
Venido_A_Menos_Víking,_De_Poeta
Venido a menos víking, de poeta (¡y en el Trópico!) estoy. Cuando cavilo: ¿será mi estilo, (por llamarle estilo) —de ése mi estilo (estilo a la jineta) yo mismo en veces (pocas) me horripilo—, barroco estilo, ni motor de escándalos, 1 por descender (si criollo hasta la zeta) de Renanos, Iberos, Godos, Vándalos? De Iberos, (no español de pandereta), de Renanos (si no bajo del tilo romanticoide y menos soto el filo 2 guadañador: el Führer non me peta), de Godos (pero zurdo: y nunca enfilo), de Vándalos (¿por miedo al diablo mándalos el Vulgo?) vengo (y vándalo un asceta?): de Renanos, Iberos, Godos, Vándalos. De inconexo y sin orden, soy veleta. (Llévame el viento —como brizna— en vilo). Ácrata soy, de buen humor tranquilo. Jamás sóbrame duro ni peseta. La Noche es techo de mi sólo asilo. Grandes recorta, mínimos agrándalos, fechos, mi móvil Yo: ¿síntesis? ¿meta? de Renanos, Iberos, Godos, Vándalos. De Enano hace Gigante, y —David— reta verdadero Goliat, que vé pupilo mi fantasía, y aunque corte un hilo su mandoble: y sin honda, ardid ni treta... Y, ante casos minúsculos, vacilo: (casos que un soplo blándulo desbándalos...) Tan vario humor, ¿es zumo que secreta de Renanos, Iberos, Godos, Vándalos? De loco no aprovecho, y la chaveta perdí hace siglos, —y, si despabilo, 3 cuerdo ya soy: de la cordura silo!: más cuerdo que el mejor anacoreta. ¿Cuerdo? ¡Qué vá! Con menos me obnubilo; a Juicio y a Folía, Humor comándalos: ¿heredé Humor, Esplín —y la Pirueta—, de Renanos, Iberos, Godos, Vándalos? De ambas soy cojo, y ando sin muleta. Sordo, y oigo el silencio. Y en sigilo —ciego— oteante el negro mar vigilo de la cofa. Sin Fe, ni Amor, ni lieta Bienandanza, Ambición, ni Afán, destilo miel —si hiérenme— a ejemplo de los sándalos (y acíbar además...) ¿Suma —incompleta— de Renanos, Iberos, Godos, Vándalos? Príncipe: ¿quién mis trucos interpreta? ¿quién cargará con la que en torre apilo —¿de Babel?— ¿tonterías? ¿Quién no veta balumba tal —inundación del Nilo?— Malos caminos, muy más rápidos ándalos: es decir, rasga ya la Baladeta 4 de Renanos, Iberos, Godos, Vándalos.
es
Cadenas,Rafael
<XXI
Sé que si no llego a ser nadie habré perdido mi vida.
es
San_Isidro,Olga
XXI
¡Quiéreme!
¡Quiéreme! busca mi calor en esas fuentes donde mana el agua como torrente, y los silencios, son gotas silentes que caen en aguas, donde el alma duerme. ¡Quiéreme! y vigila mis manos, si se estremecen con el temblor de un miedo naciente, y si ves que mi alma atrás se vuelve con tu mano, calma mi frente. ¡Quiéreme! e indaga, porque en mi cerrada mente, ya las palabras no son suficientes para expresar, que el corazón siente que ya el amor, tan solo es muerte. ¡Quiéreme… quiéreme hoy, profundamente!
es
Vallejo,César
<XXI
Hojas_De_Ébano
Fulge mi cigarrillo; su luz se limpia en pólvoras de alerta. Y a su guiño amarillo entona un pastorcillo el tamarindo de su sombra muerta. Ahoga en una enérgica negrura, el caserón entero la mustia distinción de su blancura. Pena un frágil aroma de aguacero. Están todas las puertas muy ancianas, y se hastía en su habano carcomido una insomne piedad de mil ojeras. Yo las dejé lozanas; y hoy las telarañas han zurcido hasta en el corazón de sus maderas, coágulos de sombra oliendo a olvido. La del camino, el día que me miró llegar, trémula y triste, mientras que sus dos brazos entreabría, chilló como en un llanto de alegría. Que en toda fibra existe para el ojo que ama, una dormida novia perla, una lágrima escondida. Con no sé qué memoria secretea mi corazón ansioso. —Señora?... —Sí, señor; murió en la aldea; aún la veo envueltita en su rebozo Y la abuela amargura de un cantar neurasténico de paria ¡oh, derrotada musa legendaria! afila sus melódicos raudales bajo la noche oscura: como si abajo, abajo, en la turbia pupila de cascajo de abierta sepultura, celebrando perpetuos funerales, se quebrasen fantásticos puñales. Llueve..., llueve... Sustancia el aguacero, reduciéndolo a fúnebres olores, el humor de los viejos alcanfores que velan tahuashando en el sendero con sus ponchos de hielo y sin sombrero.
es
López_Meléndez,Teódulo
XXI
Sobre_Las_Arenas_Recién_Descubiertas_Quedaron_Vasijas
Sobre las arenas recién descubiertas quedaron vasijas. Dentro de ellas un líquido espeso. Allí puede mirarse pagando con un creciente escozor de los ojos. El humo de cada vasija únese en un solo humo, el líquido de cada vasija es el pie común de todos los humos. Es una crineja de un solo humo tejida hacia arriba que sujeta el planeta a los tiempos de la combustión y los espasmos. 2 He sido señalado como el originador de las cópulas sólo por haber ensartado folios borroneados con mis manos inexpertas. 3 Ahora vengo a las playas como veraneante y traigo conmigo a Roberto para explicarle el surco que tracé arrastrándome y tratar de describirle la crineja de humo. El me mira apenas un momento y luego me deja para jugar con la arena mojada de mar. Yo miro su pie y sonrío. He sido señalado como el originador de las cópulas sólo por haber ensartado folios borroneados con mis manos inexpertas. 3 Ahora vengo a las playas como veraneante y traigo conmigo a Roberto para explicarle el surco que tracé arrastrándome y tratar de describirle la crineja de humo. El me mira apenas un momento y luego me deja para jugar con la arena mojada de mar. Yo miro su pie y sonrío. Ahora vengo a las playas como veraneante y traigo conmigo a Roberto para explicarle el surco que tracé arrastrándome y tratar de describirle la crineja de humo. El me mira apenas un momento y luego me deja para jugar con la arena mojada de mar. Yo miro su pie y sonrío.
es
Machado,Antonio
<XXI
Algunos_Lienzos_Del_Recuerdo_Tienen
Algunos lienzos del recuerdo tienen luz de jardín y soledad de campo; la placidez del sueño en el paisaje familiar soñado. Otros guardan las fiestas de días aun lejanos; figurillas sutiles que pone un titerero en su retablo Ante el balcón florido, está la cita de un amor amargo. Brilla la tarde en el resol bermejo... La hiedra efunde de los muros blancos... A la revuelta de una calle en sombra un fantasma irrisorio besa un nardo.
es
Mistral,Gabriela
<XXI
Puertas
Entre los gestos del mundo recibí el que me dan las puertas. En la luz yo las he visto o selladas o entreabiertas y volviendo sus espaldas del color de la vulpeja. ¿Por qué fue que las hicimos para ser sus prisioneras? Del gran fruto de la casa son la cáscara avarienta. El fuego amigo que gozan a la ruta no lo prestan. Canto que adentro cantamos lo sofocan sus maderas y a su dicha no convidan como la granada abierta: ¡Sibilas llenas de polvo, nunca mozas, nacidas viejas! Parecen tristes moluscos sin marea y sin arenas. Parecen, en lo ceñudo, la nube de la tormenta. A las sayas verticales de la Muerte se asemejan y yo las abro y las paso como la caña que tiembla. «¡No!», dicen a las mañanas aunque las bañen, las tiernas. Dicen «¡No!» al viento marino que en su frente palmotea y al olor de pinos nuevos que se viene por la Sierra. Y lo mismo que Casandra, no salvan aunque bien sepan: porque mi duro destino él también pasó mi puerta. Cuando golpeo me turban igual que la vez primera. El seco dintel da luces como la espada despierta y los batientes se avivan en escapadas gacelas. Entro como quien levanta paño de cara encubierta, sin saber lo que me tiene mi casa de angosta almendra y pregunto si me aguarda mi salvación o mi pérdida. Ya quiero irme y dejar el sobrehaz de la Tierra, el horizonte que acaba como un ciervo, de tristeza, y las puertas de los hombres selladas como cisternas. Por no voltear en la mano sus llaves de anguilas muertas y no oírles más el crótalo que me sigue la carrera. Voy a cruzar sin gemido la última vez por ellas y a alejarme tan gloriosa como la esclava liberta, siguiendo el cardumen vivo de mis muertos que me llevan. No estarán allá rayados por cubo y cubo de puertas ni ofendidos por sus muros como el herido en sus vendas. Vendrán a mí sin embozo, oreados de luz eterna. Cantaremos a mitad de los cielos y la tierra. Con el canto apasionado heriremos puerta y puerta y saldrán de ellas los hombres como niños que despiertan al oír que se descuajan y que van cayendo muertas. Del gran fruto de la casa son la cáscara avarienta. El fuego amigo que gozan a la ruta no lo prestan. Canto que adentro cantamos lo sofocan sus maderas y a su dicha no convidan como la granada abierta: ¡Sibilas llenas de polvo, nunca mozas, nacidas viejas! Parecen tristes moluscos sin marea y sin arenas. Parecen, en lo ceñudo, la nube de la tormenta. A las sayas verticales de la Muerte se asemejan y yo las abro y las paso como la caña que tiembla. «¡No!», dicen a las mañanas aunque las bañen, las tiernas. Dicen «¡No!» al viento marino que en su frente palmotea y al olor de pinos nuevos que se viene por la Sierra. Y lo mismo que Casandra, no salvan aunque bien sepan: porque mi duro destino él también pasó mi puerta. Cuando golpeo me turban igual que la vez primera. El seco dintel da luces como la espada despierta y los batientes se avivan en escapadas gacelas. Entro como quien levanta paño de cara encubierta, sin saber lo que me tiene mi casa de angosta almendra y pregunto si me aguarda mi salvación o mi pérdida. Ya quiero irme y dejar el sobrehaz de la Tierra, el horizonte que acaba como un ciervo, de tristeza, y las puertas de los hombres selladas como cisternas. Por no voltear en la mano sus llaves de anguilas muertas y no oírles más el crótalo que me sigue la carrera. Voy a cruzar sin gemido la última vez por ellas y a alejarme tan gloriosa como la esclava liberta, siguiendo el cardumen vivo de mis muertos que me llevan. No estarán allá rayados por cubo y cubo de puertas ni ofendidos por sus muros como el herido en sus vendas. Vendrán a mí sin embozo, oreados de luz eterna. Cantaremos a mitad de los cielos y la tierra. Con el canto apasionado heriremos puerta y puerta y saldrán de ellas los hombres como niños que despiertan al oír que se descuajan y que van cayendo muertas. Parecen tristes moluscos sin marea y sin arenas. Parecen, en lo ceñudo, la nube de la tormenta. A las sayas verticales de la Muerte se asemejan y yo las abro y las paso como la caña que tiembla. «¡No!», dicen a las mañanas aunque las bañen, las tiernas. Dicen «¡No!» al viento marino que en su frente palmotea y al olor de pinos nuevos que se viene por la Sierra. Y lo mismo que Casandra, no salvan aunque bien sepan: porque mi duro destino él también pasó mi puerta. Cuando golpeo me turban igual que la vez primera. El seco dintel da luces como la espada despierta y los batientes se avivan en escapadas gacelas. Entro como quien levanta paño de cara encubierta, sin saber lo que me tiene mi casa de angosta almendra y pregunto si me aguarda mi salvación o mi pérdida. Ya quiero irme y dejar el sobrehaz de la Tierra, el horizonte que acaba como un ciervo, de tristeza, y las puertas de los hombres selladas como cisternas. Por no voltear en la mano sus llaves de anguilas muertas y no oírles más el crótalo que me sigue la carrera. Voy a cruzar sin gemido la última vez por ellas y a alejarme tan gloriosa como la esclava liberta, siguiendo el cardumen vivo de mis muertos que me llevan. No estarán allá rayados por cubo y cubo de puertas ni ofendidos por sus muros como el herido en sus vendas. Vendrán a mí sin embozo, oreados de luz eterna. Cantaremos a mitad de los cielos y la tierra. Con el canto apasionado heriremos puerta y puerta y saldrán de ellas los hombres como niños que despiertan al oír que se descuajan y que van cayendo muertas. «¡No!», dicen a las mañanas aunque las bañen, las tiernas. Dicen «¡No!» al viento marino que en su frente palmotea y al olor de pinos nuevos que se viene por la Sierra. Y lo mismo que Casandra, no salvan aunque bien sepan: porque mi duro destino él también pasó mi puerta. Cuando golpeo me turban igual que la vez primera. El seco dintel da luces como la espada despierta y los batientes se avivan en escapadas gacelas. Entro como quien levanta paño de cara encubierta, sin saber lo que me tiene mi casa de angosta almendra y pregunto si me aguarda mi salvación o mi pérdida. Ya quiero irme y dejar el sobrehaz de la Tierra, el horizonte que acaba como un ciervo, de tristeza, y las puertas de los hombres selladas como cisternas. Por no voltear en la mano sus llaves de anguilas muertas y no oírles más el crótalo que me sigue la carrera. Voy a cruzar sin gemido la última vez por ellas y a alejarme tan gloriosa como la esclava liberta, siguiendo el cardumen vivo de mis muertos que me llevan. No estarán allá rayados por cubo y cubo de puertas ni ofendidos por sus muros como el herido en sus vendas. Vendrán a mí sin embozo, oreados de luz eterna. Cantaremos a mitad de los cielos y la tierra. Con el canto apasionado heriremos puerta y puerta y saldrán de ellas los hombres como niños que despiertan al oír que se descuajan y que van cayendo muertas. Cuando golpeo me turban igual que la vez primera. El seco dintel da luces como la espada despierta y los batientes se avivan en escapadas gacelas. Entro como quien levanta paño de cara encubierta, sin saber lo que me tiene mi casa de angosta almendra y pregunto si me aguarda mi salvación o mi pérdida. Ya quiero irme y dejar el sobrehaz de la Tierra, el horizonte que acaba como un ciervo, de tristeza, y las puertas de los hombres selladas como cisternas. Por no voltear en la mano sus llaves de anguilas muertas y no oírles más el crótalo que me sigue la carrera. Voy a cruzar sin gemido la última vez por ellas y a alejarme tan gloriosa como la esclava liberta, siguiendo el cardumen vivo de mis muertos que me llevan. No estarán allá rayados por cubo y cubo de puertas ni ofendidos por sus muros como el herido en sus vendas. Vendrán a mí sin embozo, oreados de luz eterna. Cantaremos a mitad de los cielos y la tierra. Con el canto apasionado heriremos puerta y puerta y saldrán de ellas los hombres como niños que despiertan al oír que se descuajan y que van cayendo muertas. Ya quiero irme y dejar el sobrehaz de la Tierra, el horizonte que acaba como un ciervo, de tristeza, y las puertas de los hombres selladas como cisternas. Por no voltear en la mano sus llaves de anguilas muertas y no oírles más el crótalo que me sigue la carrera. Voy a cruzar sin gemido la última vez por ellas y a alejarme tan gloriosa como la esclava liberta, siguiendo el cardumen vivo de mis muertos que me llevan. No estarán allá rayados por cubo y cubo de puertas ni ofendidos por sus muros como el herido en sus vendas. Vendrán a mí sin embozo, oreados de luz eterna. Cantaremos a mitad de los cielos y la tierra. Con el canto apasionado heriremos puerta y puerta y saldrán de ellas los hombres como niños que despiertan al oír que se descuajan y que van cayendo muertas. Voy a cruzar sin gemido la última vez por ellas y a alejarme tan gloriosa como la esclava liberta, siguiendo el cardumen vivo de mis muertos que me llevan. No estarán allá rayados por cubo y cubo de puertas ni ofendidos por sus muros como el herido en sus vendas. Vendrán a mí sin embozo, oreados de luz eterna. Cantaremos a mitad de los cielos y la tierra. Con el canto apasionado heriremos puerta y puerta y saldrán de ellas los hombres como niños que despiertan al oír que se descuajan y que van cayendo muertas. Vendrán a mí sin embozo, oreados de luz eterna. Cantaremos a mitad de los cielos y la tierra. Con el canto apasionado heriremos puerta y puerta y saldrán de ellas los hombres como niños que despiertan al oír que se descuajan y que van cayendo muertas.
es
Díaz,Eva_T.
XXI
Si_Alguna_Vez_Te_Preguntan
Si alguna vez te preguntan, de quién fueron tus ojos??? Diles que de aquella, La que se llevó tus antojos.— Si alguna vez te preguntan, a quién perteneció tu vida??? Diles que a la mujer, que se fue sin despedida.— Si alguna vez te preguntan, si volverías a querer?? —"DILES, QUE SOLAMENTE, SI ELLA VOLVIERA A NACER"— (Poema esrito para mi padre al fallecer mi madre.).- Si alguna vez te preguntan, a quién perteneció tu vida??? Diles que a la mujer, que se fue sin despedida.— Si alguna vez te preguntan, si volverías a querer?? —"DILES, QUE SOLAMENTE, SI ELLA VOLVIERA A NACER"— (Poema esrito para mi padre al fallecer mi madre.).- Si alguna vez te preguntan, si volverías a querer?? —"DILES, QUE SOLAMENTE, SI ELLA VOLVIERA A NACER"— (Poema esrito para mi padre al fallecer mi madre.).-
es
Casal,Julián_del
<XXI
Nací_En_Cuba._El_Sendero_De_La_Vida 
Nací en Cuba. El sendero de la vida Firme atravieso, con ligero paso. Sin que encorve mi espalda vigorosa La carga abrumadora de los años. Al pasar por las verdes alamedas, Cogido tiernamente de la mano, Mientras cortaba las fragantes flores O bebía la lumbre de los astros, Vi la Muerte, cual pérfido bandido, Abalanzarse rauda ante mi paso Y herir a mis amantes compañeros, Dejándome, en el mundo, solitario. ¡Cuán difícil me fue marchar sin guía! ¡Cuántos escollos ante mí se alzaron! ¡Cuán ásperas hallé todas las cuestas! Y ¡cuán lóbregos todos los espacios! ¡Cuántas veces la estrella matutina Alumbró, con fulgores argentados, La huella ensangrentada que mi planta Iba dejando, en los desiertos campos, Recorridos en noches tormentosas, Entre el fragor horrísono del rayo, Bajo las gotas frías de la lluvia Y a la luz funeral de los relámpagos! Mi juventud, herida ya de muerte, Empieza a agonizar entre mis brazos. Sin que la puedan reanimar mis besos, Sin que la puedan consolar mis cantos. Y al ver, en su semblante cadavérico, De sus pupilas el fulgor opaco —Igual al de un espejo desbruñido—, Siento que el corazón sube a mis labios, Cual si en mi pecho la rodilla hincara Joven titán de miembros acerados. Para olvidar entonces las tristezas Que como nube de voraces pájaros Al fruto de oro entre las verdes ramas, Dejan mi corazón despedazado, Refúgiome del Arte en los misterios O de la hermosa Aspasia entre los brazos, Guardo siempre, en el fondo de mi alma, Cual hostia blanca en cáliz cincelado, La purísima fe de mis mayores, Que por ella, en los tiempos legendarios, Subieron a la pira del martirio, Con su firmeza heroica de cristianos, La esperanza del cielo en las miradas Y el perdón generoso entre los labios. Mi espíritu, voluble y enfermizo, Lleno de la nostalgia del pasado, Ora ansia el rumor de las batallas, Ora la paz de silencioso claustro, Hasta que pueda despojarse un día —Como un mendigo del postrer andrajo—, Del pesar que dejaron en su seno Los difuntos ensueños abortados. Indiferente a todo lo visible, Ni el mal me atrae, ni ante el bien me extasio, Como si dentro de mi ser llevara El cadáver de un Dios, ¡de mi entusiasmo! Libre de abrumadoras ambiciones, Soporto de la vida el rudo fardo, Porque me alienta el formidable orgullo De vivir, ni envidioso ni envidiado, Persiguiendo fantásticas visiones, Mientras se arrastran otros por el fango Para extraer un átomo de oro Del fondo pestilente de un pantano. Al pasar por las verdes alamedas, Cogido tiernamente de la mano, Mientras cortaba las fragantes flores O bebía la lumbre de los astros, Vi la Muerte, cual pérfido bandido, Abalanzarse rauda ante mi paso Y herir a mis amantes compañeros, Dejándome, en el mundo, solitario. ¡Cuán difícil me fue marchar sin guía! ¡Cuántos escollos ante mí se alzaron! ¡Cuán ásperas hallé todas las cuestas! Y ¡cuán lóbregos todos los espacios! ¡Cuántas veces la estrella matutina Alumbró, con fulgores argentados, La huella ensangrentada que mi planta Iba dejando, en los desiertos campos, Recorridos en noches tormentosas, Entre el fragor horrísono del rayo, Bajo las gotas frías de la lluvia Y a la luz funeral de los relámpagos! Mi juventud, herida ya de muerte, Empieza a agonizar entre mis brazos. Sin que la puedan reanimar mis besos, Sin que la puedan consolar mis cantos. Y al ver, en su semblante cadavérico, De sus pupilas el fulgor opaco —Igual al de un espejo desbruñido—, Siento que el corazón sube a mis labios, Cual si en mi pecho la rodilla hincara Joven titán de miembros acerados. Para olvidar entonces las tristezas Que como nube de voraces pájaros Al fruto de oro entre las verdes ramas, Dejan mi corazón despedazado, Refúgiome del Arte en los misterios O de la hermosa Aspasia entre los brazos, Guardo siempre, en el fondo de mi alma, Cual hostia blanca en cáliz cincelado, La purísima fe de mis mayores, Que por ella, en los tiempos legendarios, Subieron a la pira del martirio, Con su firmeza heroica de cristianos, La esperanza del cielo en las miradas Y el perdón generoso entre los labios. Mi espíritu, voluble y enfermizo, Lleno de la nostalgia del pasado, Ora ansia el rumor de las batallas, Ora la paz de silencioso claustro, Hasta que pueda despojarse un día —Como un mendigo del postrer andrajo—, Del pesar que dejaron en su seno Los difuntos ensueños abortados. Indiferente a todo lo visible, Ni el mal me atrae, ni ante el bien me extasio, Como si dentro de mi ser llevara El cadáver de un Dios, ¡de mi entusiasmo! Libre de abrumadoras ambiciones, Soporto de la vida el rudo fardo, Porque me alienta el formidable orgullo De vivir, ni envidioso ni envidiado, Persiguiendo fantásticas visiones, Mientras se arrastran otros por el fango Para extraer un átomo de oro Del fondo pestilente de un pantano. ¡Cuán difícil me fue marchar sin guía! ¡Cuántos escollos ante mí se alzaron! ¡Cuán ásperas hallé todas las cuestas! Y ¡cuán lóbregos todos los espacios! ¡Cuántas veces la estrella matutina Alumbró, con fulgores argentados, La huella ensangrentada que mi planta Iba dejando, en los desiertos campos, Recorridos en noches tormentosas, Entre el fragor horrísono del rayo, Bajo las gotas frías de la lluvia Y a la luz funeral de los relámpagos! Mi juventud, herida ya de muerte, Empieza a agonizar entre mis brazos. Sin que la puedan reanimar mis besos, Sin que la puedan consolar mis cantos. Y al ver, en su semblante cadavérico, De sus pupilas el fulgor opaco —Igual al de un espejo desbruñido—, Siento que el corazón sube a mis labios, Cual si en mi pecho la rodilla hincara Joven titán de miembros acerados. Para olvidar entonces las tristezas Que como nube de voraces pájaros Al fruto de oro entre las verdes ramas, Dejan mi corazón despedazado, Refúgiome del Arte en los misterios O de la hermosa Aspasia entre los brazos, Guardo siempre, en el fondo de mi alma, Cual hostia blanca en cáliz cincelado, La purísima fe de mis mayores, Que por ella, en los tiempos legendarios, Subieron a la pira del martirio, Con su firmeza heroica de cristianos, La esperanza del cielo en las miradas Y el perdón generoso entre los labios. Mi espíritu, voluble y enfermizo, Lleno de la nostalgia del pasado, Ora ansia el rumor de las batallas, Ora la paz de silencioso claustro, Hasta que pueda despojarse un día —Como un mendigo del postrer andrajo—, Del pesar que dejaron en su seno Los difuntos ensueños abortados. Indiferente a todo lo visible, Ni el mal me atrae, ni ante el bien me extasio, Como si dentro de mi ser llevara El cadáver de un Dios, ¡de mi entusiasmo! Libre de abrumadoras ambiciones, Soporto de la vida el rudo fardo, Porque me alienta el formidable orgullo De vivir, ni envidioso ni envidiado, Persiguiendo fantásticas visiones, Mientras se arrastran otros por el fango Para extraer un átomo de oro Del fondo pestilente de un pantano. Mi juventud, herida ya de muerte, Empieza a agonizar entre mis brazos. Sin que la puedan reanimar mis besos, Sin que la puedan consolar mis cantos. Y al ver, en su semblante cadavérico, De sus pupilas el fulgor opaco —Igual al de un espejo desbruñido—, Siento que el corazón sube a mis labios, Cual si en mi pecho la rodilla hincara Joven titán de miembros acerados. Para olvidar entonces las tristezas Que como nube de voraces pájaros Al fruto de oro entre las verdes ramas, Dejan mi corazón despedazado, Refúgiome del Arte en los misterios O de la hermosa Aspasia entre los brazos, Guardo siempre, en el fondo de mi alma, Cual hostia blanca en cáliz cincelado, La purísima fe de mis mayores, Que por ella, en los tiempos legendarios, Subieron a la pira del martirio, Con su firmeza heroica de cristianos, La esperanza del cielo en las miradas Y el perdón generoso entre los labios. Mi espíritu, voluble y enfermizo, Lleno de la nostalgia del pasado, Ora ansia el rumor de las batallas, Ora la paz de silencioso claustro, Hasta que pueda despojarse un día —Como un mendigo del postrer andrajo—, Del pesar que dejaron en su seno Los difuntos ensueños abortados. Indiferente a todo lo visible, Ni el mal me atrae, ni ante el bien me extasio, Como si dentro de mi ser llevara El cadáver de un Dios, ¡de mi entusiasmo! Libre de abrumadoras ambiciones, Soporto de la vida el rudo fardo, Porque me alienta el formidable orgullo De vivir, ni envidioso ni envidiado, Persiguiendo fantásticas visiones, Mientras se arrastran otros por el fango Para extraer un átomo de oro Del fondo pestilente de un pantano. Para olvidar entonces las tristezas Que como nube de voraces pájaros Al fruto de oro entre las verdes ramas, Dejan mi corazón despedazado, Refúgiome del Arte en los misterios O de la hermosa Aspasia entre los brazos, Guardo siempre, en el fondo de mi alma, Cual hostia blanca en cáliz cincelado, La purísima fe de mis mayores, Que por ella, en los tiempos legendarios, Subieron a la pira del martirio, Con su firmeza heroica de cristianos, La esperanza del cielo en las miradas Y el perdón generoso entre los labios. Mi espíritu, voluble y enfermizo, Lleno de la nostalgia del pasado, Ora ansia el rumor de las batallas, Ora la paz de silencioso claustro, Hasta que pueda despojarse un día —Como un mendigo del postrer andrajo—, Del pesar que dejaron en su seno Los difuntos ensueños abortados. Indiferente a todo lo visible, Ni el mal me atrae, ni ante el bien me extasio, Como si dentro de mi ser llevara El cadáver de un Dios, ¡de mi entusiasmo! Libre de abrumadoras ambiciones, Soporto de la vida el rudo fardo, Porque me alienta el formidable orgullo De vivir, ni envidioso ni envidiado, Persiguiendo fantásticas visiones, Mientras se arrastran otros por el fango Para extraer un átomo de oro Del fondo pestilente de un pantano. Guardo siempre, en el fondo de mi alma, Cual hostia blanca en cáliz cincelado, La purísima fe de mis mayores, Que por ella, en los tiempos legendarios, Subieron a la pira del martirio, Con su firmeza heroica de cristianos, La esperanza del cielo en las miradas Y el perdón generoso entre los labios. Mi espíritu, voluble y enfermizo, Lleno de la nostalgia del pasado, Ora ansia el rumor de las batallas, Ora la paz de silencioso claustro, Hasta que pueda despojarse un día —Como un mendigo del postrer andrajo—, Del pesar que dejaron en su seno Los difuntos ensueños abortados. Indiferente a todo lo visible, Ni el mal me atrae, ni ante el bien me extasio, Como si dentro de mi ser llevara El cadáver de un Dios, ¡de mi entusiasmo! Libre de abrumadoras ambiciones, Soporto de la vida el rudo fardo, Porque me alienta el formidable orgullo De vivir, ni envidioso ni envidiado, Persiguiendo fantásticas visiones, Mientras se arrastran otros por el fango Para extraer un átomo de oro Del fondo pestilente de un pantano. Mi espíritu, voluble y enfermizo, Lleno de la nostalgia del pasado, Ora ansia el rumor de las batallas, Ora la paz de silencioso claustro, Hasta que pueda despojarse un día —Como un mendigo del postrer andrajo—, Del pesar que dejaron en su seno Los difuntos ensueños abortados. Indiferente a todo lo visible, Ni el mal me atrae, ni ante el bien me extasio, Como si dentro de mi ser llevara El cadáver de un Dios, ¡de mi entusiasmo! Libre de abrumadoras ambiciones, Soporto de la vida el rudo fardo, Porque me alienta el formidable orgullo De vivir, ni envidioso ni envidiado, Persiguiendo fantásticas visiones, Mientras se arrastran otros por el fango Para extraer un átomo de oro Del fondo pestilente de un pantano. Indiferente a todo lo visible, Ni el mal me atrae, ni ante el bien me extasio, Como si dentro de mi ser llevara El cadáver de un Dios, ¡de mi entusiasmo! Libre de abrumadoras ambiciones, Soporto de la vida el rudo fardo, Porque me alienta el formidable orgullo De vivir, ni envidioso ni envidiado, Persiguiendo fantásticas visiones, Mientras se arrastran otros por el fango Para extraer un átomo de oro Del fondo pestilente de un pantano. Libre de abrumadoras ambiciones, Soporto de la vida el rudo fardo, Porque me alienta el formidable orgullo De vivir, ni envidioso ni envidiado, Persiguiendo fantásticas visiones, Mientras se arrastran otros por el fango Para extraer un átomo de oro Del fondo pestilente de un pantano.
es
Lugones,Leopoldo
<XXI
Nunca_Gocé_Ternura_Más_Extraña
Nunca gocé ternura más extraña, Que una tarde entre las manos prolijas Del barbero de campaña, Furtivo carbonario que tenía dos hijas. Yo venía de la montaña En mi claudicante jardinera, Con timidez urbana y ebrio de primavera. Aristas de mis parvas, Tupían la fortaleza silvestre De mi semestre De barbas. Recliné la cabeza Sobre la fatigada almohadilla, Con una plenitud sencilla De docilidad y de limpieza; y en ademán cristiano presenté la mejilla... El desonchado espejo, Protegido por marchitos tules, Absorbiendo el paisaje en su reflejo, Era un óleo enorme de sol bermejo, Praderas pálidas y cielos azules. y ante el mórbido gozo De la tarde vibrada en pastorelas, Flameaba como un soberbio trozo Que glorificara un orgullo de escuelas. La brocha, en tanto, Nevaba su sedosa espuma Con el encanto De una caricia de pluma. De algún redil cabrío, que en tibiezas amigas Aprontaba al rebaño su familiar sosiego, Exhalaban un perfume labriego De polen almizclado las boñigas. Con sonora mordedura Raía mi fértil mejilla la navaja. Mientras sonriendo anécdotas en voz baja, El liberal barbero me hablaba mal del cura. A la plática ajeno, Preguntábale yo, superior y sereno (Bien que con cierta inquietud de celibato), Por sus dos hijas, Filiberta y Antonia; Cuando de pronto deleitó mi olfato Una ráfaga de agua de colonia. Era la primogénita, doncella preclara, Chisporroteada en pecas bajo rulos de cobre. Mas en ese momento, con presteza avara, Rociábame el maestro su vinagre a la cara, En insípido aroma de pradera pobre. Harto esponjada en sus percales, La joven apareció, un tanto incierta, A pesar de las lisonjas locales. Por la puerta, Asomaron racimos de glicinas, y llegó de la huerta Un maternal escándalo de gallinas. Cuando, con fútil prisa, Hacia la bella volví mi faz más grata, Su púdico saludo respondió a mi sonrisa. y ante el sufragio de mi amor pirata, y la flamante lozanía de mis carrillos, Vi abrirse enormemente sus ojos de gata, Fritos en rubor como dos huevecillos. Sobre el espejo, la tarde lila Improvisaba un lánguido miraje, En un ligero vértigo de agua tranquila. y aquella joven con su blanco traje Al borde de esa visionaria cuenca, Daba al fugaz paisaje Un aire de antigua ingenuidad flamenca.
es
Rasch_Isla,Miguel
<XXI
Nube,_Hermana_Gemela_De_Mi_Ser;_En_La_Aurora
Nube, hermana gemela de mi ser; en la aurora, en la tarde, en la noche, te sigo con afán ¿Hacia dónde te lleva tu inquietud viajadora? ¿Mis anhelos errantes en qué azul vagarán? Tus éxodos son de ave, tus vaivenes de prora; cautivas de tus alas mis quimeras están, y te amo porque mi alma diversa cada hora ama todas las cosas que mudan o se van. Qué igual nuestro destino: yo en paz del ocaso descubro a Dios mis sueños, tú en confines distantes abres tu chal de gasa bajo el hondo zafir; tú cambias y yo cambio, tú pasas y yo paso; somos dos inconformes, somos dos inconstantes; ¿tú qué esperas? borrarte; ¿yo qué aguardo? morir.
es
Cruz,David
XXI
Podría_Nombrar
Podría nombrar la quietud. Repetir mil veces que odio la distancia. Aún así: el cielo seguiría filtrándose. Los árboles afilando su navaja para decapitar la brisa.
es
Neruda,Pablo
<XXI
La_Rama_Robada
En la noche entraremos a robar una rama florida. Pasaremos el muro, en las tinieblas del jardín ajeno, dos sombras en la sombra. Aún no se fue el invierno, y el manzano aparece convertido de pronto en cascada de estrellas olorosas. En la noche entraremos hasta su tembloroso firmamento, y tus pequeñas manos y las mías robarán las estrellas. Y sigilosamente, a nuestra casa, en la noche y la sombra, entrará con tus pasos el silencioso paso del perfume y con pies estrellados el cuerpo claro de la primavera. Pasaremos el muro, en las tinieblas del jardín ajeno, dos sombras en la sombra. Aún no se fue el invierno, y el manzano aparece convertido de pronto en cascada de estrellas olorosas. En la noche entraremos hasta su tembloroso firmamento, y tus pequeñas manos y las mías robarán las estrellas. Y sigilosamente, a nuestra casa, en la noche y la sombra, entrará con tus pasos el silencioso paso del perfume y con pies estrellados el cuerpo claro de la primavera. Aún no se fue el invierno, y el manzano aparece convertido de pronto en cascada de estrellas olorosas. En la noche entraremos hasta su tembloroso firmamento, y tus pequeñas manos y las mías robarán las estrellas. Y sigilosamente, a nuestra casa, en la noche y la sombra, entrará con tus pasos el silencioso paso del perfume y con pies estrellados el cuerpo claro de la primavera. En la noche entraremos hasta su tembloroso firmamento, y tus pequeñas manos y las mías robarán las estrellas. Y sigilosamente, a nuestra casa, en la noche y la sombra, entrará con tus pasos el silencioso paso del perfume y con pies estrellados el cuerpo claro de la primavera. Y sigilosamente, a nuestra casa, en la noche y la sombra, entrará con tus pasos el silencioso paso del perfume y con pies estrellados el cuerpo claro de la primavera.
es
Salinas,Pedro
<XXI
Tú_No_Puedes_Quererme:
Tú no puedes quererme: estás alta, ¡qué arriba! Y para consolarme me envías sombras, copias, retratos, simulacros, todos tan parecidos como si fueses tú. Entre figuraciones vivo, de ti, sin ti. Me quieren, me acompañan. Nos vamos por los claustros del agua, por los hielos flotantes, por la pampa, o a cines minúsculos y hondos. Siempre hablando de ti. Me dicen: «No somos ella, pero ¡si tú vieras qué iguales!» Tus espectros, qué brazos largos, qué labios duros tienen: sí, como tú. Por fingir que me quieres, me abrazan y me besan. Sus voces tiernas dicen que tú abrazas, que tú besas así. Yo vivo de sombras, entre sombras de carne tibia, bella, con tus ojos, tu cuerpo, tus besos, sí, con todo lo tuyo menos tú. Con criaturas falsas, divinas, interpuestas para que ese gran beso que no podemos darnos me lo den, se lo dé.
es
Vega,Lope_Félix_de
<XXI
Dedicatoria_De_La_Lira_Con_Que_Piensa_Celebrar_Su_Belleza
A ti la lira, a ti de Delfo y Delo, Juana, la voz, los versos y la fama, que mientras más tu hielo me desama, más arde Amor en su inmortal desvelo. Crióme ardiente salamandra el cielo, como sirena a ti, menos la escama, para ser mariposa no eres llama, fuerza será mariposear en hielo. Mi amor es fuego, elementar segundo, de Scitia tu desdén los hielos bebe; tal imposible a mi esperanza fundo. Pues a decir que fuéramos se atreve (cuando no los hubiere en todo el mundo) yo Amor, Juana desdén, su pecho nieve. Crióme ardiente salamandra el cielo, como sirena a ti, menos la escama, para ser mariposa no eres llama, fuerza será mariposear en hielo. Mi amor es fuego, elementar segundo, de Scitia tu desdén los hielos bebe; tal imposible a mi esperanza fundo. Pues a decir que fuéramos se atreve (cuando no los hubiere en todo el mundo) yo Amor, Juana desdén, su pecho nieve. Mi amor es fuego, elementar segundo, de Scitia tu desdén los hielos bebe; tal imposible a mi esperanza fundo. Pues a decir que fuéramos se atreve (cuando no los hubiere en todo el mundo) yo Amor, Juana desdén, su pecho nieve. Pues a decir que fuéramos se atreve (cuando no los hubiere en todo el mundo) yo Amor, Juana desdén, su pecho nieve.
es
Palés_Matos,Luis
<XXI
Los_Negros_Bailan,_Bailan,_Bailan
Los negros bailan, bailan, bailan, ante la fogata encendida. Tum-cutum, tum-cutum, ante la fogata encendida. Bajo el cocal, junto al oleaje, dientes feroces de lascivia, cuerpos de fango y de melaza, senos colgantes, vaho de axilas, y ojos de brillos tenebrosos que el gongo profundo encandila. Bailan los negros en la noche ante la fogata encendida. Tum-cutum, tum-cutum,. ante la fogata encendida. ¿Quién es el cacique más fuerte? ¿Cuál es la doncella más fina? ¿Dónde duerme el caimán más fiero? ¿Qué hechizo ha matado a Babissa? Bailan los negros sudorosos ante la fogata encendida. Tum-cutum, turn-cutum,. en la soledad de la isla. La luna es tortuga de plata nadando en la noche tranquila. ¿Cual sera el pescador osado que a su red la traiga prendida: Sokola, Babiro, Bombassa, Yombofre, Bulón o Babissa? Tum-cutum, tum-cutum, ante la fogata encendida. Mirad la luna, el pez de plata, la vieja tortuga maligna echando al agua de la noche su jugo que aduerme y hechiza... Coged la luna, coged la luna, traedla a un anzuelo prendida Bailan los negros en la noche ante la fogata encendida. Tum-cutum, tum-cutum, ante la fogata encendida.
es
Borges,Jorge_Luis
<XXI
El_Perú
De la suma de cosas del orbe ilimitado vislumbramos apenas una que otra. El olvido y el azar nos despojan. Para el niño que he sido, el Perú fue la historia que Prescott ha salvado. Fue también esa clara palangana de plata que pendió del arzón de una silla y el mate de plata con serpientes arqueadas y el embate de las lanzas que tejen la batalla escarlata. Fue después una playa que el crepúsculo empaña y un sigilo de patio, de enrejado y de fuente, y unas líneas de Eguren que pasan levemente y una vasta reliquia de piedra en la montaña. Vivo, soy una sombra que la Sombra amenaza; moriré y no habré visto mi interminable casa.
es
Vega,Lope_Félix_de
<XXI
Nace_El_Alba_María
Nace el alba María y el sol tras ella, desterrando la noche de nuestras penas. Nace el alba clara, la noche pisa, del cielo la risa su paz declara; el tiempo se para por sólo vella, desterrando la noche de nuestras penas. Para ser señora del cielo, levanta esta niña santa su luz aurora; él canta, ella llora divinas perlas, desterrando la noche de nuestras penas. Aquella luz pura del Sol procede, porque cuanto puede le da hermosura; el alba segura que viene cerca, desterrando la noche de nuestras penas. Nace el alba clara, la noche pisa, del cielo la risa su paz declara; el tiempo se para por sólo vella, desterrando la noche de nuestras penas. Para ser señora del cielo, levanta esta niña santa su luz aurora; él canta, ella llora divinas perlas, desterrando la noche de nuestras penas. Aquella luz pura del Sol procede, porque cuanto puede le da hermosura; el alba segura que viene cerca, desterrando la noche de nuestras penas. Para ser señora del cielo, levanta esta niña santa su luz aurora; él canta, ella llora divinas perlas, desterrando la noche de nuestras penas. Aquella luz pura del Sol procede, porque cuanto puede le da hermosura; el alba segura que viene cerca, desterrando la noche de nuestras penas. Aquella luz pura del Sol procede, porque cuanto puede le da hermosura; el alba segura que viene cerca, desterrando la noche de nuestras penas.
es
Pombo,Rafael
<XXI
—¿Por_Qué_Tan_Tristemente
—¿Por qué tan tristemente, Corderito inocente, Te oigo balando? El corderito —Por mi madre querida, Que tal vez afligida Me anda buscando. —¿Temes verte sólito, O te acobarda el grito Del dogo hambriento? —No me asusta que ladre; Mas lejos de mi madre No estoy contento. —¡Ah! ya entiendo tu pena, Si tu mamá es tan buena Como la mía. Déjame acompañarte, Yo seré en cualquier parte Tu garantía. Pero ya que recuerdo Que cuando yo me pierdo Mamá se afana, Andemos ligeritos, Y vivamos juntitos Desde mañana.
es
Guillén,Jorge
<XXI
Quiero_Dormir_Y_Me_Inclino
Quiero dormir y me inclino Sin moverme hacia lo oscuro. Pero el magín es camino Que traspasa todo muro. Subiendo está el sol naciente. Oigo el trote de un caballo. Despiertan ojos de puente. No quiero buscar y hallo. El caballo se me ha ido Por su vía, tan ajena. No escucho. Me roza el ruido Que la luz desencadena. Sueño, reposo, fatiga. Caballo, coche, campana. Vivir no es soñar. Que diga Si yo finjo mi ventana. Ya el caballo es pensamiento. En mí trota y trota fuera. La ventana da el aliento De una invasión verdadera.
es
Asén,Miguel_de
XXI
Sueños_De_Ilusión
Soñé y soñando estaba, y la vida era ilusión, y se tornó obsesión por el reflejo que daba.
es
Oteo,Arantxa
XXI
_Viajero_Estelar
Me extrañaste en Antares, nos ensoñamos en Vega, imaginaste en Polaris el choque de nuestros cuerpos —celestes— cuando nos encontramos en Sirio, y me descubriste el amanecer alzando el velo de Mizar. Navegaste por mis constelaciones ligero de equipaje, viajero experto y delicado, cargado de ternura y de sonrisas. Mis manos, pequñas —charcos en las tuyas— volaban entre pájaros y serpientes en Betelgeuse, el hombro del gigante; se embriagaban de tabaco y de frescura mientras saltaban de mis montes de Marte a tus valles lunares; se abrían camino entre tu pelo y surcaban las líneas de tu cara, más profundas que las brechas de Europa. Tu vía láctea inundó mi materia oscura, llovimos estrellas fugaces de sangre, sudor y lágrimas y nuestras Pléyades iluminaron el café, —negro como tu alma y la mía— restañando el impacto de los meteoritos; mientras, el sosiego y la alegría se adueñaron de tus luceros del alba deslumbrando mi vida, serenando mi alma. Y así, como Cástor y Pólux, caminamos por el cielo de diciembre; cercanas nos quedan las puertas de Orión, siempre abiertas para nosotros. Crúzalas cuando quieras, viajero estelar; estaré, siempre, al otro lado de tu universo.
es
Cruz,Juana_Inés_de_la
<XXI
Soneto_Jocoso_A_La_Misma_Rosa
Señora doña Rosa, hermoso amago de cuantas flores miran sol y luna: ¿cómo, si es dama ya, se está en la cuna, y si es divina, teme humano estrago? ¿Cómo, expuesta del cierzo al rigor vago, teme humilde el desdén de la fortuna, mendigando alimentos, importuna, del turbio humor de un cenagoso lago? Bien sé que ha de decirme que el respeto le pierdo con mi mal lindada prosa. Pues a fe que me he visto en harto aprieto; y advierta vuesa merced, señora Rosa, que le escribo, no más, este soneto porque todo poeta aquí se roza.
es
Guillén,Jorge
<XXI
Mar_-_Olvido
El mar extiende un gris interrumpido Por los profusos trémolos de espuma. Tanta inquietud a tal vigor se suma Que el mar rechaza su incesante olvido. A través de la ola sucesiva Se mantiene el rumor como un jadeo Que resonando y resonando esquiva La suave somnolencia sin deseo. Por su cumbre la ola es verde y clara Mientras va amoratándose el umbrío, Balanceado valle, que no para De volver a sentir su escalofrío. Pero el gris se rehace, ya más llano, Refiere su amplitud al horizonte, Y a su color reduce aquel arcano Que brega hacia una luz que lo remonte. Y el oleaje se repite, suena Como si fuese el mismo, soñoliento, Monótono, rendido a su cadena, De sí olvidado a cada movimiento.
es
Fuertes,Gloria
<XXI
He_Bebido_Agua_Y_No_Era_Eso_Lo_Que_Quería
He bebido agua y no era eso lo que quería. ¿Habéis probado a escribir en las paredes mientras os besan? ¿Y a tener celos del siglo pasado? Cuando esto y otras cosas os sucedan, seguro es que amaréis como pastores. Enseñadme a mirarlo cuando haya gente delante, no sé si podré disimular entonces. Déjate de canciones esta noche, es mejor que apaguemos la luz y encendamos la lumbre. Se puede ser feliz quemándote los ojos, y con miedo a quedarte debajo del olivo, y se puede nacer un buen día de nuevo, tan sólo con que alguien se aprenda tu apellido. ¡Oh qué cosa tan tonta querer morir cantando, querer pescar pelusas en vez de dormir noches! No hay ángeles, que hay sólo sus manos en mi vida.
es
Delmar,Meira
<XXI
La_Hoguera
Esta es, amor, la rosa que me diste el día en que los dioses nos hablaron. Las palabras ardieron y callaron. La rosa a la ceniza se resiste. Todavía las horas me reviste de su fiel esplendor. Que no tocaron su cuerpo las tormentas que asolaron mi mundo y todo cuanto en él existe. Si cruzas otra vez junto a mi vida hallará tu mirada sorprendida una hoguera de extraño poderío. Será la rosa que morir no sabe, y que al paso del tiempo ya no cabe con su fulgor dentro del pecho mío.
es
Pizarnik,Alejandra
<XXI
Alguna_Vez
alguna vez alguna vez tal vez me iré sin quedarme me iré como quien se va A Ester Singer A Ester Singer
es
Ramos_Sucre,José_Antonio
<XXI
La_Virgen_Duerme_El_Sueño_Invariable_En_Su_Ataúd_De_Vidrio
La virgen duerme el sueño invariable en su ataúd de vidrio. Una lámpara de piedra ilumina el bajo relieve de la pasión en la iglesia nocturna. El reguero de la lluvia divide las piezas del tejado y disemina en los muros una broza caduca. La virgen se incorpora de donde yace, en los días de portento y de amenaza. Su voz incoherente ha revelado las maravillas de otro siglo, del mundo sobrenatural, el alivio de las almas del purgatorio en el viernes santo. Los naturales no se atreven a depositarla en el seno de la tierra y admiran cómo pasó de una juventud alegre al pensamiento ensimismado, a un afecto mortal y conflictivo. La doctrina mística no consiente la desmedida afición de las criaturas. La virgen del sueño padece con las zozobras de los enamorados y los endereza por el camino del remedio. Yo vivía consumido por la desesperanza y di con el solaz permaneciendo de rodillas al pie del ataúd de vidrio. Yo no sabía de la virgen del sueño ni de esa manera de salud durante los días de lluvia el año marchito, cuando las nubes arrojaban sobre las colinas una gasa fría. Descubrí la iglesia del prodigio y miré en la actitud prosternada y humilde un requisito para el hallazgo del júbilo, al romper el alba de la primavera y en vista de un mensaje del hada golondrina. La virgen se incorpora de donde yace, en los días de portento y de amenaza. Su voz incoherente ha revelado las maravillas de otro siglo, del mundo sobrenatural, el alivio de las almas del purgatorio en el viernes santo. Los naturales no se atreven a depositarla en el seno de la tierra y admiran cómo pasó de una juventud alegre al pensamiento ensimismado, a un afecto mortal y conflictivo. La doctrina mística no consiente la desmedida afición de las criaturas. La virgen del sueño padece con las zozobras de los enamorados y los endereza por el camino del remedio. Yo vivía consumido por la desesperanza y di con el solaz permaneciendo de rodillas al pie del ataúd de vidrio. Yo no sabía de la virgen del sueño ni de esa manera de salud durante los días de lluvia el año marchito, cuando las nubes arrojaban sobre las colinas una gasa fría. Descubrí la iglesia del prodigio y miré en la actitud prosternada y humilde un requisito para el hallazgo del júbilo, al romper el alba de la primavera y en vista de un mensaje del hada golondrina. Los naturales no se atreven a depositarla en el seno de la tierra y admiran cómo pasó de una juventud alegre al pensamiento ensimismado, a un afecto mortal y conflictivo. La doctrina mística no consiente la desmedida afición de las criaturas. La virgen del sueño padece con las zozobras de los enamorados y los endereza por el camino del remedio. Yo vivía consumido por la desesperanza y di con el solaz permaneciendo de rodillas al pie del ataúd de vidrio. Yo no sabía de la virgen del sueño ni de esa manera de salud durante los días de lluvia el año marchito, cuando las nubes arrojaban sobre las colinas una gasa fría. Descubrí la iglesia del prodigio y miré en la actitud prosternada y humilde un requisito para el hallazgo del júbilo, al romper el alba de la primavera y en vista de un mensaje del hada golondrina. La virgen del sueño padece con las zozobras de los enamorados y los endereza por el camino del remedio. Yo vivía consumido por la desesperanza y di con el solaz permaneciendo de rodillas al pie del ataúd de vidrio. Yo no sabía de la virgen del sueño ni de esa manera de salud durante los días de lluvia el año marchito, cuando las nubes arrojaban sobre las colinas una gasa fría. Descubrí la iglesia del prodigio y miré en la actitud prosternada y humilde un requisito para el hallazgo del júbilo, al romper el alba de la primavera y en vista de un mensaje del hada golondrina. Yo no sabía de la virgen del sueño ni de esa manera de salud durante los días de lluvia el año marchito, cuando las nubes arrojaban sobre las colinas una gasa fría. Descubrí la iglesia del prodigio y miré en la actitud prosternada y humilde un requisito para el hallazgo del júbilo, al romper el alba de la primavera y en vista de un mensaje del hada golondrina.
es
Vidal,Aurelio
XXI
La_Poesía_Es_Dolorosa
La poesía es dolorosa, haz caso a mis letras hijo del alma. La poesía es un tormento, es tristeza, es como si un hombre pariera, un enigma. La poesía es dolorosa, escribir unos versos en busca de estima, que alguien llore con tu esperanza, que te recuerden luminoso, que sientan calma. Es la poesía dolorosa y eterna, suspirar diariamente, atrapar ese vaho que escapa. Es escribir algunas letras, ocultarse tras la Luna en busca de una niña fugitiva, tender a sus pies mi capa. Cada poesía es un nuevo nacimiento, una niña virgen que se protege como a una santa. Es la vida misma, un monólogo, un nuevo cuento que quieres contar, otra vez la musa canta. La poesía es dolorosa, escribir unos versos en busca de estima, que alguien llore con tu esperanza, que te recuerden luminoso, que sientan calma. Es la poesía dolorosa y eterna, suspirar diariamente, atrapar ese vaho que escapa. Es escribir algunas letras, ocultarse tras la Luna en busca de una niña fugitiva, tender a sus pies mi capa. Cada poesía es un nuevo nacimiento, una niña virgen que se protege como a una santa. Es la vida misma, un monólogo, un nuevo cuento que quieres contar, otra vez la musa canta. Es la poesía dolorosa y eterna, suspirar diariamente, atrapar ese vaho que escapa. Es escribir algunas letras, ocultarse tras la Luna en busca de una niña fugitiva, tender a sus pies mi capa. Cada poesía es un nuevo nacimiento, una niña virgen que se protege como a una santa. Es la vida misma, un monólogo, un nuevo cuento que quieres contar, otra vez la musa canta. Cada poesía es un nuevo nacimiento, una niña virgen que se protege como a una santa. Es la vida misma, un monólogo, un nuevo cuento que quieres contar, otra vez la musa canta.
es
Heredia,José_María
<XXI
La_Lágrima_De_Piedad
¡Cómo exalta y diviniza El rostro de la hermosura La expresión celeste y pura De la sensibilidad! ¡Cuán estático, mi amiga, Tu semblante contemplaba, Cuando en tus ojos temblaba La lágrima de piedad! Grata es la luz apacible Que occidente nos envía Cuando el expirante día Sepulta la eternidad. Del crepúsculo es la hora Grata al alma pensativa; Pero muy más la cautiva La lágrima de piedad. Ved a la virgen amable Cuanto más bella se ostenta Si al pobre anciano alimenta, Con modesta caridad. ¡Y lo niega ruborosa! ¿Es un ángel, o una bella?... ¡Ved!... en sus ojos centella La lágrima de piedad. El delicioso rocío Que vierte nocturno cielo, Llanto es, y al árido suelo Torna frescura y beldad. Cuajado sobre las flores, ¡Cómo en la luz resplandece! Pero su brillo oscurece La lágrima de piedad. ¡Cuánto es horrible la vida Al que ama desesperado! ¡Cómo del objeto amado Le atormenta la beldad! ¡Una lágrima!... Bendigo Todo el rigor de mi suerte... ¿Es el amor quien la vierte, Ó es lágrima de piedad? ¡Oh mi bien! ¡Ay!... No te ofenda El escuchar que te adoro: Nos divide, no lo ignoro, Tirana desigualdad. Nada exijo... ¿Por ventura Deberás negar impía A la triste pasión mía Lágrimas ¡ay! de piedad?
es
Flórez,Julio
<XXI
Me_Miran_Los_Hombres_Y_Exclaman:_¿Qué_Tienes?
Me miran los hombres y exclaman: ¿qué tienes? ¿Por qué taciturno refrenas el paso? Espectro o vampiro, ¿dó vas? ¿de dó vienes así... ensagrentado como el sol de ocaso? ¿Qué daño te han hecho? Respóndenos, dinos, ¿por qué tu pie deja purpurinos rastros? ¿q'el ave te dice cuando alza sus trinos? ¿y tú qué les cuentas de noche a los astros? ¿Por qué vas sin rumbo como hoja que vuela?, ¿como hoja marchita que vuela al acaso? ¿Qué tedio te mata? ¿Qué frío te hiela? ¿Qué buscas? ¿las sombras como el sol de ocaso? ¿Tal vez una ingrata mujer te ha vendido? ¿o ha muerto... y la pena corona tus sienes? ¿tal vez te ha olvidado? ¡Qué infame ese olvido! Responde: ¿qué tienes? ¿qué tienes? ¿qué tienes? Yo miro a los hombres, los oigo, y sonrío así... ensangrentado como el sol de ocaso; muriendo de angustia, muriendo de hastío... y no les contesto, los saludo... ¡y paso!
es
Cetina,Gutierre_de
<XXI
Siendo_De_Vuestro_Bien,_Ojos_Ausentes
«Siendo de vuestro bien, ojos ausentes, ¿qué veréis donde vais que no os ofenda?» «Oscuro sol, monstruosa luna horrenda, tigres, osos, leones y serpientes». «Oídos, ¿qué oiréis entre las gentes?» «Llanto, suspiros, lágrimas, contienda». «Por el cuál camino iréis o por cuál senda que espinas no piséis, pies diligentes?» «Boca, ¿qué gustarás?» «Mortal veneno». «Manos, ¿qué haréis» «Cruel oficio». «¿Y tú, mi corazón?» «Dolor sin alma». «Alma, ¿qué haréis vos?» «Penar cual peno». «Pues, ¡sus!, aparejaos al sacrificio, oídos, ojos, pies, manos, boca, alma».
es
Guillén,Jorge
<XXI
(Sombras_Aún._Poca_Escena)
(Sombras aún. Poca escena) Arrogante irrumpe el gallo. —Yo. Yo. Yo. ¡No, no me callo! Y alumbrándose resuena, Guirigay De una súbita verbena: —Sí. Sí. Sí. ¡Quiquiriquí! —¡Ay! Voz o color carmesí, Álzate a más luz por mí, Canta, brilla, Arrincóname la pena. Y ante la aurora amarilla La cresta se yergue: ¡Sí! (Hay cielo. Todo es escena).
es
Ramos_Sucre,José_Antonio
<XXI
Los_Salvajes_Miran_Una_Mueca_En_El_Rostro_De_La_Luna
Los salvajes miran una mueca en el rostro de la luna. Se llenan de susto e imputan al ogro nocturno alguna ofensa infligida al astro malignante. Sintieron durante el sueño sus pisadas rotundas. Debía de apoyar en ese momento su talla desemejable sobre un asta arrancada del bosque. El más gallardo de los mozos se dispone a salir en demanda de la ballena. Los compañeros celebran sus hazañas de cazador, su impavidez en el escalamiento de las montañas y traen su genealogía del buitre carnicero. Un lamento del bosque desaconsejaba la empresa del joven caudillo y sonó más fuertemente al salir en su nave de velamen de esparto. Los compañeros lo seguían cabizbajos y se equivocaban a menudo en la maniobra. El joven cazador, esperanza de una sociedad natural, divisa un pez deleznable y lo persigue apasionadamente. Los compañeros se quejan de la caza infructuosa y proponen el retorno. El joven caudillo pierde el dominio de sí mismo y solicita derechamente su ruina. Se enreda en la soga del arpón y lo dispara consumiendo el esfuerzo de su brazo. El pez herido lo arrastra al abismo de las aguas y un torbellino de gaviotas señala, días enteros, el paraje del suceso. Sintieron durante el sueño sus pisadas rotundas. Debía de apoyar en ese momento su talla desemejable sobre un asta arrancada del bosque. El más gallardo de los mozos se dispone a salir en demanda de la ballena. Los compañeros celebran sus hazañas de cazador, su impavidez en el escalamiento de las montañas y traen su genealogía del buitre carnicero. Un lamento del bosque desaconsejaba la empresa del joven caudillo y sonó más fuertemente al salir en su nave de velamen de esparto. Los compañeros lo seguían cabizbajos y se equivocaban a menudo en la maniobra. El joven cazador, esperanza de una sociedad natural, divisa un pez deleznable y lo persigue apasionadamente. Los compañeros se quejan de la caza infructuosa y proponen el retorno. El joven caudillo pierde el dominio de sí mismo y solicita derechamente su ruina. Se enreda en la soga del arpón y lo dispara consumiendo el esfuerzo de su brazo. El pez herido lo arrastra al abismo de las aguas y un torbellino de gaviotas señala, días enteros, el paraje del suceso. El más gallardo de los mozos se dispone a salir en demanda de la ballena. Los compañeros celebran sus hazañas de cazador, su impavidez en el escalamiento de las montañas y traen su genealogía del buitre carnicero. Un lamento del bosque desaconsejaba la empresa del joven caudillo y sonó más fuertemente al salir en su nave de velamen de esparto. Los compañeros lo seguían cabizbajos y se equivocaban a menudo en la maniobra. El joven cazador, esperanza de una sociedad natural, divisa un pez deleznable y lo persigue apasionadamente. Los compañeros se quejan de la caza infructuosa y proponen el retorno. El joven caudillo pierde el dominio de sí mismo y solicita derechamente su ruina. Se enreda en la soga del arpón y lo dispara consumiendo el esfuerzo de su brazo. El pez herido lo arrastra al abismo de las aguas y un torbellino de gaviotas señala, días enteros, el paraje del suceso. Un lamento del bosque desaconsejaba la empresa del joven caudillo y sonó más fuertemente al salir en su nave de velamen de esparto. Los compañeros lo seguían cabizbajos y se equivocaban a menudo en la maniobra. El joven cazador, esperanza de una sociedad natural, divisa un pez deleznable y lo persigue apasionadamente. Los compañeros se quejan de la caza infructuosa y proponen el retorno. El joven caudillo pierde el dominio de sí mismo y solicita derechamente su ruina. Se enreda en la soga del arpón y lo dispara consumiendo el esfuerzo de su brazo. El pez herido lo arrastra al abismo de las aguas y un torbellino de gaviotas señala, días enteros, el paraje del suceso. Los compañeros lo seguían cabizbajos y se equivocaban a menudo en la maniobra. El joven cazador, esperanza de una sociedad natural, divisa un pez deleznable y lo persigue apasionadamente. Los compañeros se quejan de la caza infructuosa y proponen el retorno. El joven caudillo pierde el dominio de sí mismo y solicita derechamente su ruina. Se enreda en la soga del arpón y lo dispara consumiendo el esfuerzo de su brazo. El pez herido lo arrastra al abismo de las aguas y un torbellino de gaviotas señala, días enteros, el paraje del suceso. El joven cazador, esperanza de una sociedad natural, divisa un pez deleznable y lo persigue apasionadamente. Los compañeros se quejan de la caza infructuosa y proponen el retorno. El joven caudillo pierde el dominio de sí mismo y solicita derechamente su ruina. Se enreda en la soga del arpón y lo dispara consumiendo el esfuerzo de su brazo. El pez herido lo arrastra al abismo de las aguas y un torbellino de gaviotas señala, días enteros, el paraje del suceso. El joven caudillo pierde el dominio de sí mismo y solicita derechamente su ruina. Se enreda en la soga del arpón y lo dispara consumiendo el esfuerzo de su brazo. El pez herido lo arrastra al abismo de las aguas y un torbellino de gaviotas señala, días enteros, el paraje del suceso. El pez herido lo arrastra al abismo de las aguas y un torbellino de gaviotas señala, días enteros, el paraje del suceso.
es
Ibarbourou,Juana_de
<XXI
Yo_Odio_A_La_Luna._La_Luna_Me_Embruja
Yo odio a la luna. La luna me embruja Y me pone triste con su faz de bruja. Tan triste me pone que a veces parece Que en mi alma un negro ciprés se estremece. Bajo su luz clara mi alma queda inerte Y es como un guiñapo con olor a muerte. Bajo su luz clara , tan estéril es Como un prado negro cubierto de pez. Cavadora blanca, con su azada ahonda El pozo sombrío de mi pena honda, Y con sus dos largas manos de cristal, Derrama en ni¡ senda puñados de sal. Aunque cubra el ascua de mi angustia viva Con grises cenizas, la bruja, de arriba Me arroja su soplo y reanima el fuego, Ciega a todo llanto, sorda a todo ruego. ¡No podré olvidar Mientras a la luna tenga que mirar! ¡Clamo la ceguera! ¡Quién no ver su lumbre nunca nmás, me diera!
es
Ramos_Sucre,José_Antonio
<XXI
Victoria
Su veste blanca y de galones de plata sugería la estola de los ángeles y las galas primitivas del lirio. Una corona simple, el ramo de un olivo milenario, ocultaba sus sienes. Los ojos diáfanos de esmeralda comunicaban el privilegio de la gracia. Los rasgos sutiles del semblante convenían con los de una forma tácita, adivinada por mí mismo en el valle del asombro, a la luz de una luna pluvial. Uno y otro fantasma, el de la veste blanca y el de la voz tímida, se parecían en el abandono de la voluntad, en la calma devota. Yo recataba mi niñez en un jardín soñoliento, violetas de la iglesia, jazmines de la Alhambra. Yo vivía rodeado de visiones y unas vírgenes serenas me restablecían del estupor de un mal infinito. Mi fantasía volaba en una lontananza de la historia, arrestos del Cid y votos de San Bruno. Yo alcancé una vista épica, en un día supremo, al declinar mi frente sobre la tierra húmeda del rocío matinal, reguero de lágrimas del purgatorio. Yo vi el mismo fantasma, el de la voz tímida y el de la veste de azucena, armado de una cruz de cristal. Su nombre secreto era aclamado por los arcángeles infatigables, de atavío de púrpura. Los rasgos sutiles del semblante convenían con los de una forma tácita, adivinada por mí mismo en el valle del asombro, a la luz de una luna pluvial. Uno y otro fantasma, el de la veste blanca y el de la voz tímida, se parecían en el abandono de la voluntad, en la calma devota. Yo recataba mi niñez en un jardín soñoliento, violetas de la iglesia, jazmines de la Alhambra. Yo vivía rodeado de visiones y unas vírgenes serenas me restablecían del estupor de un mal infinito. Mi fantasía volaba en una lontananza de la historia, arrestos del Cid y votos de San Bruno. Yo alcancé una vista épica, en un día supremo, al declinar mi frente sobre la tierra húmeda del rocío matinal, reguero de lágrimas del purgatorio. Yo vi el mismo fantasma, el de la voz tímida y el de la veste de azucena, armado de una cruz de cristal. Su nombre secreto era aclamado por los arcángeles infatigables, de atavío de púrpura. Yo recataba mi niñez en un jardín soñoliento, violetas de la iglesia, jazmines de la Alhambra. Yo vivía rodeado de visiones y unas vírgenes serenas me restablecían del estupor de un mal infinito. Mi fantasía volaba en una lontananza de la historia, arrestos del Cid y votos de San Bruno. Yo alcancé una vista épica, en un día supremo, al declinar mi frente sobre la tierra húmeda del rocío matinal, reguero de lágrimas del purgatorio. Yo vi el mismo fantasma, el de la voz tímida y el de la veste de azucena, armado de una cruz de cristal. Su nombre secreto era aclamado por los arcángeles infatigables, de atavío de púrpura. Mi fantasía volaba en una lontananza de la historia, arrestos del Cid y votos de San Bruno. Yo alcancé una vista épica, en un día supremo, al declinar mi frente sobre la tierra húmeda del rocío matinal, reguero de lágrimas del purgatorio. Yo vi el mismo fantasma, el de la voz tímida y el de la veste de azucena, armado de una cruz de cristal. Su nombre secreto era aclamado por los arcángeles infatigables, de atavío de púrpura.
es
Borges,Jorge_Luis
<XXI
La_Fama
Haber visto crecer a Buenos Aires, crecer y declinar. Recordar el patio de tierra y la parra, el zaguán y el aljibe. Haber heredado el inglés, haber interrogado el sajón. Profesar el amor del alemán y la nostalgia del latín. Haber conversado en Palermo con un viejo asesino. Agradecer el ajedrez y el jazmín, los tigres y el hexámetro. Leer a Macedonio Fernández con la voz que fue suya. Conocer las ilustres incertidumbres que son la metafísica. Haber honrado espadas y razonablemente querer la paz. No ser codicioso de islas. No haber salido de mi biblioteca. Ser Alonso Quijano y no atreverme a ser don Quijote. Haber enseñado lo que no sé a quienes sabrán más que yo. Agradecer los dones de la luna y de Paul Verlaine. Haber urdido algún endecasílabo. Haber vuelto a contar antiguas historias. Haber ordenado en el dialecto de nuestro tiempo las cinco o seis metáforas. Haber eludido sobornos. Ser ciudadano de Ginebra, de Montevideo, de Austin y (como todos los hombres) de Roma. Ser devoto de Conrad. Ser esa cosa que nadie puede definir: argentino. Ser ciego. Ninguna de esas cosas es rara y su conjunto me depara una fama que no acabo de comprender.
es
López_Velarde,Ramón
<XXI
Hoy_Que_La_Indiferencia_Del_Siglo_Me_Desola
Hoy que la indiferencia del siglo me desola sé que ayer tuve dones celestes de contino, y con los ejercicios de Ignacio de Loyola el corazón sangraba como al dardo divino. Feliz era mi alma sin que estuviese sola: había en torno de ella pan de hostias, el vino de consagrar, los actos con que Jesús se inmola y tesis de Boecius y de Tomás de Aquino. ¿Amor a las mujeres? Apenas rememoro que tuve no sé cuáles sensaciones arcanas en las misas solemnes, cuando brillaba oro de casullas y mitras, en aquellas mañanas en que vi muchas bellas colegialas: el coro que a la iglesia traían las monjas Teresianas. Feliz era mi alma sin que estuviese sola: había en torno de ella pan de hostias, el vino de consagrar, los actos con que Jesús se inmola y tesis de Boecius y de Tomás de Aquino. ¿Amor a las mujeres? Apenas rememoro que tuve no sé cuáles sensaciones arcanas en las misas solemnes, cuando brillaba oro de casullas y mitras, en aquellas mañanas en que vi muchas bellas colegialas: el coro que a la iglesia traían las monjas Teresianas. ¿Amor a las mujeres? Apenas rememoro que tuve no sé cuáles sensaciones arcanas en las misas solemnes, cuando brillaba oro de casullas y mitras, en aquellas mañanas en que vi muchas bellas colegialas: el coro que a la iglesia traían las monjas Teresianas. de casullas y mitras, en aquellas mañanas en que vi muchas bellas colegialas: el coro que a la iglesia traían las monjas Teresianas.
es
Hartzenbusch,Juan_Eugenio
<XXI
Recuerdos_Del_Dos_De_Mayo
Allí, donde tiene asiento Sobre estériles arenas El tardío monumento, Viejo ya por el cimiento, Por la cima juvenil, Allí fue donde inhumanos Los que dieron a la Europa Nuevas leyes y tiranos, Contra inermes ciudadanos Asestaron el fusil. Sangre allí por mano aleve Derramada, formó arroyos, Y encerraron anchos hoyos Sacerdotes con la plebe Confundidos a la par. ¿No escucháis esa campana Que se mece en lento giro? Cada son recuerda un tiro Que una vida castellana Dejó al mundo que llorar. Fementidos extranjeros Que aguzaban solapados Contra España los aceros, Falsamente encaminados A talar otra región, Desnudáronse aquel día, Que enlutó su verde a mayo, Del disfraz que los cubría, Y del trono de Pelayo Profanaron el blasón. Generoso y no prudente, Tuvo el hijo de los Cides A sus plantas la serpiente, Y por no temer su diente, Cariñoso la halagó: Y a su salvo la traidora Derramó en el seno amigo La ponzoña matadora. ¡Cruda herida que aún se llora, Porque el tiempo la enconó! Sin defensa abandonado Viose entonces el Ibero: Su monarca deslumbrado, Por escrúpulos de aliado Se olvidó de que era rey. Nos mandaron las legiones Del isleño codicioso, Con la voz de sus cañones, Abatir nuestros pendones, Renegar de patria y ley. Y al insulto ardiendo en saña, Fulminó su rayo España Y en refriegas pertinaces Disipáronse las haces Que juntó el gran adalid: Y a las puertas de Vitoria Completose al fin la gloria Que los cielos prometieron A los tristes que murieron En el Prado de Madrid. Nobles mártires, que ahora Nueva guerra por Castilla Veis cundir asoladora, Que os conturba en vuestra silla Levantada sobre el sol: Vuestro fin labró la fama Del guerrero esclarecido Que por grande el mundo aclama; Grande, sí, porque vencido Tarde fue del español. Su grandeza, donde a una Con empeño trabajaron La ambición y la fortuna, Fue un altar que consagraron Brazos mil a su interés. Si del corso estremecieron Las miradas fulminantes A los pueblos que le vieron, Fue porque hombros de gigantes Sustentábanle los pies. Esa audacia desmedida Que te alzaba hasta el imperio Devastando un hemisferio, Preparaba tu caída, Destructor Napoleón: Que a cometas refulgentes, Como tú, pero fatales, Los decretos celestiales, Protectores de inocentes, Dan fugaz aparición. Tú en el último destierro Solitario te subías A la cúspide de un cerro; Tú mil veces dirigías Las miradas hacia el mar: Y con hórrida congoja Convertirse acaso viste De azulada el agua en roja, Y la sangre conociste Que mandaste derramar. Asentaron en las olas Mil cadáveres las plantas, Y con voces españolas Resonaron sus gargantas Que el cuchillo atravesó. Y envidaste aquel instante, Precursor de horrible fallo, Al peón que, palpitante, Bajo el pie de tu caballo El espíritu rindió. Tu memoria maldijeron: Que entre todas las naciones Donde huellas imprimieron Tus aciagos batallones Por su mal y mal común, Fue la España en quien semilla Prodigaste más copiosa De discordia y de rencilla, Y tu sombra rencorosa De sus creces cuida aún. Codiciosos tus paisanos, Como tú de nuestra ruína, Fomentaron entre hermanos Lucha bárbara intestina Que enflaquezca su valor: Que aprendieron con vergüenza, Combatiendo contra España, Que como ella no se venza, No le es dado a gente extraña Producir su vencedor.
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
No_Sé_Si_Es_Criminal_Que_Yo_Escriba_Un_Poema
No sé si es criminal que yo escriba un poema junto a la mar, sentado en una roca, mientras los pescadores trabajan con sus barcas allá afuera, cerca del horizonte. Siento mi pensamiento más débil que sus brazos, quiero hundirlo en el fondo de mí mismo y es un corcho que flota a la deriva. Aiizuelos de esperanza lanzo uno tras otro a las espumas y el pez de mi alegría sigue ciego, rota la libertad de sus aletas, sin hallar un rincón donde afianzarse. Pero aquí soy un aprendiz de islas y no debo olvidar los arenales de esta academia libre de enseñanza. Lás impurezas de la vida diaria, el mezquino lugar común, los caminos que no conducen a ninguna parte, las algas de la angustia, no me dejan llegar a donde quiero. Es necesario que desnude el alma, que me nazca otra vez y que mi oscuridad de galeote entre en la mar y se convierta en ola que deje en los cantiles y las playas la rebeldía que en mi llanto habita.
es
Altolaguirre,Manuel
<XXI
Madre
La tierra endurecida y densa se dilata, frotando su ardorosa ansiedad penetrante. Mi cuerpo entre otros cuerpos vuelve a estar no nacido. Una futura madre, que nos dará a otra vida, brillando está en la noche ante el viril planeta. ¿A qué gloria esperada naceré de esta cópula? ¿Seré yo un elegido o moriré en inútil y vicioso deleite? Entre los no nacidos, en la sangre del mundo, de mi sangre me olvido.
es
Castro,Rosalía_de
<XXI
De_La_Vida_Entre_El_Múltiple_Conjunto_De_Los_Seres
De la vida entre el múltiple conjunto de los seres, no, no busquéis la imagen de la eterna belleza, ni en el contento y harto seno de los placeres, ni del dolor acerbo en la dura aspereza. Ya es átomo impalpable o inmensidad que asombra, aspiración celeste, revelación callada; la comprende el espíritu y el labio no la nombra, y en sus hondos abismos la mente se anonada.
es
Rugeles,Manuel_Felipe
<XXI
Soy_Montañés_Y_Lo_Digo
Soy montañés y lo digo porque montañés me siento. Madre: mirando uno el mar de cerca se sueña lejos. Parece que el agua tiene la luz de todos los puertos. Y en cada puerto hay un barco que nos lleva a mares nuevos. ¡Cuánta nostalgia de ti y de la aldea yo tengo! Nostalgia de ver azul de colinas en invierno. De mirar verde en los valles y mirar niebla en los cerros. De beber agua en cascadas. De cortar el maíz tierno. De seguir con los rebaños. De ver nacer los luceros. Madre: los pájaros llaman a la puerta de mi sueño. Madre: la aldea camina por mi corazón adentro.
es
Durán_León,Juan_José
XXI
Guardo_En_Mis_Bolsillos
Guardo en mis bolsillos, Mis ciegas ínfulas adormecidas. Aquéllas que con titubeos Hermosos, me cautivaron. Hasta que desperté sin Abrir los ojos, y pude sentir Esa presencia en el silencio. Guardo en mis bolsillos, Incontables pañuelos rotos, Esos que acariciaron Mis mejillas al llorar, Los mismos que cedí Cuando debí cederlos, Y los ofrecidos sin Demandarlos. Guardo en mis bolsillos, Un lazo de algodón, Una sabia y vieja brújula, Y el cuento preferido De mi abuela. Y todo lo que guardo Es importante: Mis antiguos amigos Con son recuerdos gratos; Y los que van llegando, Y los que se van yendo, Porque sin ellos, No tendría nada por guardar, Y no tendría una ilación Emotiva por profesar, En esta tarde lluviosa, En que me siento Con plena gratitud Hacia ellos.
es
Fuertes,Gloria
<XXI
Desde_Siempre_Escribo_Donde_Vivo
Desde siempre escribo donde vivo y lo que vivo. Mis primeras cuartillas, escribí en la cocina, en la máquina Singer a los catorce años. Escribí en el solar, después en el asfalto. A la luz de un candil. El año treinta y cuatro. A la luz de una hoguera —fue durante tres años—. A la luz de un amor a la luz de otro amor a la luz de otro amor —los tres se han apagado—. Ahora escribo a la luz de la luz en la terraza abierta con los brazos cerrados. Singer
es
Domenchina,Juan_José
<XXI
Doncel_Póstumo
Caliente amarillo: luto de la faz desencajada; contraluz que es tributo y auge de la presunta nada, ¡muerte! Por la hundida ojera se asoma la calavera, ojo avizor de un secreto que estudia bajo la piel su salida de doncel póstumo: don de esqueleto.
es
Gelman,Juan
<XXI
Madres
cuando a joaquín se le cayeron los ojos al suelo vio: a la reputa de la muerte pasando suave sus navajas adelantando como siempre en la tarea de apagar vio el golfo de Samborombón como un copón lleno de vino y vio mujeres calentadas por la muerte a modo de sol mujeres de nalgas que hervían y encendían fuegos en la siesta para quemar a sus verdugos oh grandes brujas al revés vio a las dulces desamparadas agarrar la desolación recortarle las orejitas mascarle las cepas amargas sacarle punta en el crepúsculo golpearla con el corazón y darle forma de navaja o de suave madre grandísima que se ponía con la noche del otro lado del mundo vio que lloraban mucho por los sospechosos de 8 años los chicos de 14 que se suicidaban en Versalles por el niño ladrón de Jersey por los que roban en Santa Fe oh ángeles como empleados de Dios atento a su estrategia abajados como testigos a esta terraza de dolor vio que le sacan la amargura al abrazo para el hijito que se iba para la guerra que se volvía de la guerra y vio que hablaban con Ted Molloy del niñito de Montreal que mató a su madre dormida con un palo del que salieron madreselvas en flor con flor a posteriori de los hechos vio más situaciones extrañas: querubes envenenadores bastantemente envenenados o chicos que se ahorcan en los garajes de fin de semana mientras temblaban de placer los juntadores de estadísticas para demostrar la maldad de la sociedad de consumo en Oakland, 51, uno de 15 hachó a la mama como si fuera un árbol verde y después le echó querosén le prendió fuego calculando que de ese modo no la vieran y ella sacó fuegos internos antiguamente conservados para acabarse or irse como su entrañita se lo pedía eso veía joaquín cuando los ojos se le fueron a tierra como huevos entonces los empolló por otra vez y de uno le salió una madre revoloteando de testigo mientras del otro se asomaba con suaves navajas la muerte esa reputa de la muerte adelantando como siempre en la tarea de apagar se tomó el vino del gran golfo y miraba fijo a joaquín que ardía bajo la siesta ya se la abrazaba como madre
es
Arturo,Aurelio
<XXI
Eran_Las_Hojas,_Las_Murmurantes_Hojas
Eran las hojas, las murmurantes hojas, la frescura, el rebrillo innumerable, Eran las verdes hojas —la célula viva, el instante imperecedero del paisaje— eran las verdes hojas que acercan en su murmullo, las lejanías sonoras como cordajes, las finas, las desnudas hojas oscilantes. Las hojas y el viento. Hojas con marino ritmo ondulaban, hojas con finas voces hablando a un mismo tiempo, y que no eran tantas sino una sola, palpitante en mil espejos de aire, inacabable hoja húmeda en luces, reina del horizonte, ágil avecilla saltante, picoteante por todos los aros del horizonte, los aros cintilantes. Las hojas, las bandadas de hojas, al borde del azul, a la orilla del vuelo. Eran las hojas y las murmurantes lejanías, las hojas y las lejanías llenas de hablas, las lejanías que el viento tañe como cuerdas: oh pentagrama, pentagrama de lejanías donde hojas son notas que el viento interpreta. En las hojas rumoraban bellos países y sus nubes. En las hojas murmuraban lejanías de países remotos, rumoraban como lluvias de verdeante alborozo, reían, reían lluvias de hablas clarísimas como aguas, hablas alegres de hadas, vocales de gozo. Y las lejanías tenían rumores de frondas sucesivas, las lejanías oían, oían lluvias que narran leyendas, oían lluvias antiguas. Y el viento traía las lejanías como trae una hoja.
es
Unamuno,Miguel_de
<XXI
Vuelvo_A_Ti,_Mi_Niñez,_Como_Volvía
Vuelvo a ti, mi niñez, como volvía a tierra a recobrar fuerzas Anteo, cuando en tus brazos yazgo, en mí me veo; es mi asilo mejor tu compañía. De mi vida en la senda eres la guía que me aparta de todo devaneo, purificas en mí todo deseo, eres el manantial de mi alegría. Siempre que voy en ti a buscarme, nido de mi niñez, Bilbao, rincón querido en que ensayé con ansia el primer vuelo, súbeme de alma a flor mi edad primera cantándome recuerdos, agorera, preñados de esperanza y de consuelo.
es
Pombo,Rafael
<XXI
Las_Muestras
A cuantas muchachas miro Divido en dos clases yo, Las primeras dan la dicha, Las otras la diversión. Éstas, que viven de amores, No prueban nunca el amor, Y son flores sin perfume, Cómicas sin corazón. Aquéllas —entre las cuales Siempre el sensato escogió—, Creen y adoran en un hombre Lo mismo que en sólo un Dios. Son frutas que maduradas De inocencia y fe y razón, Entre el cristal, guardan todo Su rico aroma v sabor. Cuando la muestra de un género Llamó al tropel la atención, Se va el surtido; y la muestra Colgadita se quedó. Ajada muestra que vimos Al camino, al polvo, al sol, ¿Quién te quitará ese polvo? ¿Quién te volverá el color? Éstas, Aquéllas
es
Capdevila,Arturo
<XXI
Ni_Al_Amor_Ni_Al_Mar
Es refrán de España que sabe a cantar! Ni al mar ni al amor los queráis gritar; que siempre lo suyo tornan a buscar: el amor sus rosas, sus tierras el mar. Es refrán de España que sabe a cantar. No lo olvide nadie Ni al amor ni al mar...
es
Aleixandre,Vicente
<XXI
Si_Miro_Tus_Ojos
Si miro tus ojos, si acerco a tus ojos los míos, ¡oh, cómo leo en ellos retratado todo el pensamiento de mi soledad! Ah, mi desconocida amante a quien día a día estrecho en los brazos. Cuán delicadamente beso despacio, despacísimo, secretamente en tu piel la delicada frontera que de mí te separa. Piel preciosa, tibia, presentemente dulce, invisiblemente cerrada que tiene la contextura suave, el color, la entrega de la fina magnolia. Su mismo perfume, que parece decir: «Tuya soy, heme entregada al ser que adoro como una hoja leve, apenas resistente, toda aroma bajo sus labios frescos». Pero no. Yo la beso, a tu piel, finísima, sutil, casi irreal bajo el rozar de mi boca, y te siento del otro lado, inasible, imposible, rehusada, detrás de tu frontera preciosa, de tu mágica piel inviolable, separada de mí por tu superficie delicada, por tu severa magnolia cuerpo encerrado débilmente en perfume que me enloque de distancia y que, envuelto rigurosamente, como una diosa de mí te aparta, bajo mis labios mortales. Déjame entonces con mi beso recorrer la secreta cárcel de mi vivir, piel pálida y olorosa, carnalidad de flor, ramo o perfume, suave carnación que delicadamente te niega, mientras cierro los ojos, en la tarde extinguiéndose, ebrio de tus aromas remotos, inalcanzables, dueño de ese pétalo entero que tu esencia me niega.
es
Cabral,Manuel_del
<XXI
Mi_Cuerpo_Estaba_Allí..._Nadie_Lo_Usaba
Mi cuerpo estaba allí... nadie lo usaba. Yo lo puse a sufrir... le metí un hombre. Pero este equino triste de materia si tiene hambre me relincha versos, si sueña, me patea el horizonte; lo pongo a discutir y suelta bosques, sólo a mí se parece cuando besa... No sé qué hacer con este cuerpo mío, alguien me lo alquiló, yo no sé cuándo... Me lo dieron desnudo, limpio, manso, era inocente cuando me lo puse, pero a ratos, la razón me lo ensucia y lo adorable... Yo quiero devolverlo como me lo entregaron; sin embargo, yo sé que es tiempo lo que a mí me dieron.
es
Maples_Arce,Manuel
<XXI
Revolución
El viento es el apóstol de esta hora interdicta. Oh épocas marchitas que sacudieron sus últimos otoños! Barrunta su recuerdo los horizontes próximos desahuciados de pájaros, y las corolas deshojan su teclado. Sopla el viento absoluto contra la materia cósmica; la música es la propaganda que flota en los balcones, y el paisaje despunta en las veletas. Viento, dictadura de hierro que estremece las confederaciones! Oh las muchedumbres azules y sonoras, que suben hasta los corazones! La tarde es un motín sangriento en los suburbios; árboles harapientos que piden limosna en las ventanas; las fábricas se abrasan en el incendio del crepúsculo, y en el cielo brillante los aviones ejecutan maniobras vesperales. Banderas clamorosas repetirán su arenga proletaria frente a las ciudades. En el mitin romántico de la partida, donde todos lloramos hoy recojo la espera de su cita; la estación despedazada se queda entre sus manos, y su desmayo es el alto momento del adiós. Beso la fotografía de su memoria y el tren despavorido se aleja entre la sombra, mientras deshojo los caminos nuevos. Pronto llegaremos a la cordillera. Oh tierna geografía de nuestro México, sus paisajes aviónicos, alturas inefables de la economía política; el humo de las factorías perdidas en la niebla del tiempo, y los rumores eclécticos de los levantamientos. Noche adentro los soldados, se arrancaron del pecho las canciones populares. La artillería enemiga, nos espía en las márgenes de la Naturaleza; los ruidos subterráneos pueblan nuestro sobresalto y se derrumba el panorama. Trenes militares que van hacia los cuatro puntos cardinales, al bautizo de sangre donde todo es confusión, y los hombres borrachos juegan a los naipes y a los sacrificios humanos; trenes sonoros y marciales donde hicimos cantando la Revolución. Nunca como ahora me he sentido tan cerca de la muerte. Pasamos la velada junto a la lumbre intacta del recuerdo, pero llegan los otros de improviso apagando el concepto de las cosas, las imágenes tiernas al borde del horóscopo. Allá lejos, mujeres preñadas se han quedado rogando por nosotros a los Cristos de Piedra. Después de la matanza otra vez el viento espanta la hojarasca de los sueños. Sacudo el alba de mis versos sobre los corazones enemigos, y el tacto helado de los siglos me acaricia en la frente, mientras que la angustia del silencio corre por las entrañas de los nombres queridos.
es
Quevedo,Francisco
<XXI
Que_El_Viejo_Que_Con_Destreza
Que el viejo que con destreza Se ilumina, tiñe y pinta, Eche borrones de tinta Al papel de su cabeza; Que enmiende a naturaleza En sus locuras protervo; Que amanezca negro cuervo, Durmiendo blanca paloma, Con su pan se lo coma. Que la vieja de traída Quiera ahora distraerse, Y que quiera moza verse Sin servir en esta vida; Que se case persuadida Que concebirá cada año, No concibiendo el engaño Del que por mujer la toma, Con su pan se lo coma. Que mucha conversación, Que es causa de menosprecio, En la mujer del que es necio Sea de más precio ocasión; Que case con bendición La blanca con el cornado, Sin que venga dispensado El parentesco de Roma, Con su pan se lo coma. Que en la mujer deslenguada (Que a tantos hartó la gula) Hurte la cara a la Bula El renombre de Cruzada; Que ande siempre persignada De puro buena mujer; Que en los vicios quiera ser Y en los castigos Sodoma, Con su pan se lo coma. Que el sastre que nos desuella Haga, con gran sentimiento, En la uña el testamento De lo que agarró con ella; Que deba tanto a su estrella, Que las faltas en sus obras Sean para su casa sobras Cuando ya la muerte asoma, Con su pan se lo coma. Que la vieja de traída Quiera ahora distraerse, Y que quiera moza verse Sin servir en esta vida; Que se case persuadida Que concebirá cada año, No concibiendo el engaño Del que por mujer la toma, Con su pan se lo coma. Que mucha conversación, Que es causa de menosprecio, En la mujer del que es necio Sea de más precio ocasión; Que case con bendición La blanca con el cornado, Sin que venga dispensado El parentesco de Roma, Con su pan se lo coma. Que en la mujer deslenguada (Que a tantos hartó la gula) Hurte la cara a la Bula El renombre de Cruzada; Que ande siempre persignada De puro buena mujer; Que en los vicios quiera ser Y en los castigos Sodoma, Con su pan se lo coma. Que el sastre que nos desuella Haga, con gran sentimiento, En la uña el testamento De lo que agarró con ella; Que deba tanto a su estrella, Que las faltas en sus obras Sean para su casa sobras Cuando ya la muerte asoma, Con su pan se lo coma. Que mucha conversación, Que es causa de menosprecio, En la mujer del que es necio Sea de más precio ocasión; Que case con bendición La blanca con el cornado, Sin que venga dispensado El parentesco de Roma, Con su pan se lo coma. Que en la mujer deslenguada (Que a tantos hartó la gula) Hurte la cara a la Bula El renombre de Cruzada; Que ande siempre persignada De puro buena mujer; Que en los vicios quiera ser Y en los castigos Sodoma, Con su pan se lo coma. Que el sastre que nos desuella Haga, con gran sentimiento, En la uña el testamento De lo que agarró con ella; Que deba tanto a su estrella, Que las faltas en sus obras Sean para su casa sobras Cuando ya la muerte asoma, Con su pan se lo coma. Que en la mujer deslenguada (Que a tantos hartó la gula) Hurte la cara a la Bula El renombre de Cruzada; Que ande siempre persignada De puro buena mujer; Que en los vicios quiera ser Y en los castigos Sodoma, Con su pan se lo coma. Que el sastre que nos desuella Haga, con gran sentimiento, En la uña el testamento De lo que agarró con ella; Que deba tanto a su estrella, Que las faltas en sus obras Sean para su casa sobras Cuando ya la muerte asoma, Con su pan se lo coma. Que el sastre que nos desuella Haga, con gran sentimiento, En la uña el testamento De lo que agarró con ella; Que deba tanto a su estrella, Que las faltas en sus obras Sean para su casa sobras Cuando ya la muerte asoma, Con su pan se lo coma.
es
Guillén,Jorge
<XXI
Amapolas_Como..._No.
Amapolas como... No. Jamás ni «sangre» ni «fuego». Rojos pétalos silvestres, Indecibles. ¿No son únicos? El nombre a la flor señala. Esas amapolas, esas: Amapolas, amapolas.
es
Boscán,Juan
<XXI
Soneto_Cxxix
Garcilaso, que al bien siempre aspiraste y siempre con tal fuerza le seguiste, que a pocos pasos que tras él corriste, en todo enteramente le alcanzaste, dime: ¿por qué tras ti no me llevaste cuando de esta mortal tierra partiste?, ¿por qué, al subir a lo alto que subiste, acá en esta bajeza me dejaste? Bien pienso yo que, si poder tuvieras de mudar algo lo que está ordenado, en tal caso de mí no te olvidaras: que o quisieras honrarme con tu lado o a lo menos de mí te despidieras; o, si esto no, después por mí tornaras. dime: ¿por qué tras ti no me llevaste cuando de esta mortal tierra partiste?, ¿por qué, al subir a lo alto que subiste, acá en esta bajeza me dejaste? Bien pienso yo que, si poder tuvieras de mudar algo lo que está ordenado, en tal caso de mí no te olvidaras: que o quisieras honrarme con tu lado o a lo menos de mí te despidieras; o, si esto no, después por mí tornaras. Bien pienso yo que, si poder tuvieras de mudar algo lo que está ordenado, en tal caso de mí no te olvidaras: que o quisieras honrarme con tu lado o a lo menos de mí te despidieras; o, si esto no, después por mí tornaras. que o quisieras honrarme con tu lado o a lo menos de mí te despidieras; o, si esto no, después por mí tornaras.
es
Herrera_y_Reissig,Julio
<XXI
Es_El_Cura..._Lo_Han_Visto_Las_Crestas_Silenciarías
Es el cura... Lo han visto las crestas silenciarías, luchando de rodillas con todos los reveses, salvar en pleno invierno los riesgos montañeses o trasponer de noche las rutas solitarias. De su mano propicia, que hace crecer las mieses, saltan como sortijas gracias involuntarias; y en su asno taumaturgo de indulgencias plenarias, hasta el umbral del cielo lleva a sus feligreses... El pase del hisopo al zueco y la guadaña; él ordeña la pródiga ubre de su montaña para encender con oros el pobre altar de pino; de sus sermones fluyen suspiros de albahaca; el único pecado que tiene es un sobrino... Y su piedad humilde lame como una vaca.
es
Pombo,Rafael
<XXI
Mediaba_Ya_La_Noche,_Negra,_Oscura
Mediaba ya la noche, negra, oscura, Y la ciudad maldita no dormía, Que antes desenfrenada en torpe holgura, Era una inmensa y asquerosa orgía. Dios llama entonce al Viento, y de su altura A la caterva criminal lo envía A despertar la voz de la conciencia. Contrición demandando y penitencia. Sordo murmullo en los espacios cunde, Naturaleza entera se estremece, Y sus voces innúmeras confunde El Viento en gran clamor que airado crece. Rápido por las calles se difunde; Llorar, rugir, amenazar parece; De casa en casa va, de puerta en puerta, Y grita a cada espíritu: —«¡Despierta! Llena la copa está de vuestro crimen, Rebosó al fin la cólera del Cielo; Ya Lot y la virtud prófugos gimen, Y Natura en rubor córrese un velo. ¡Escuchad! Manda Dios que se os intimen Exterminio y rigor sin paralelo, Si al tercio aviso, en llanto y oraciones No alzáis del fango vil los corazones». Y una, y dos, y tres veces forzó el viento Puertas y artesonadas galerías, Y oyó, en respuesta al alto emplazamiento, Carcajadas irónicas e impías. La cuarta, entrando en vórtice violento Volcó braseros, lámparas, bujías; E hizo de cada crápula liviana Una pira, un festín de carne humana. Y allí, en su propia inmunda porqueriza, Y en su vino y su mirra y sangre impura Ardieron todos, sin salvarse triza, Cual montones de paja hecha basura; Y cuando no quedó más que ceniza, Dios la pisó, y hundiose la llanura, Y el nuevo sol brilló sobre el desierto De un lago inmóvil, pestilente, muerto.
es
Castro,Rosalía_de
<XXI
Cuido_Una_Planta_Bella
Cuido una planta bella que ama y busca la sombra, como la busca un alma huérfana, triste, enamorada y sola, y allí donde jamás la luz del día llega sino a través de las umbrosas ramas de un mirto y los cristales turbios de una ventana angosta, ella vive tan fresca y perfumada, y se torna más bella y más frondosa, y languidece y se marchita y muere cuando un rayo de sol besa sus hojas. Para el pájaro el aire, para el musgo la roca, los mares para el alga, mayo para las rosas; que todo ser o planta va buscando su natural atmósfera, y sucumbe bien pronto si es que a ella oculta mano sin piedad la roba. Sólo el humano espíritu al rodar desquiciado desde su órbita a mundos tristes y desolados, ni sucumbe ni muere; que del dolor el mazo fuerte, que abate el polvo y que quebranta el barro mortal, romper no puede ni desatar los lazos que con lo eterno le unen por misterioso arcano. Por eso yo que anhelo que el refulgente astro del día calor preste a mis miembros helados, aún aliento y resisto sin luz y sin espacio, como la planta bella que odia del sol el rayo. Ya que otra luz más viva que la del sol dorado y otro calor más dulce en mi alma penetrando me anima y me sustenta con su secreto halago y da luz a mis ojos por el dolor cegados.
es
Pardo_García,Germán
<XXI
Los_Símbolos
Hondos lirios de sombra penitente. Transfigurada y lívida amapola del corazón exánime. Aureola de inmensidad en la desnuda frente. Algo de mí se inclina hacia el poniente, y el alma queda en sus recintos sola. Un pálido silencio se arrebola, y una cima se aclara inmensamente. Amapola en la luz transfigurada. Lirios de sombra en soledad muriendo. Potestades del árbol sitibundo. Signos de una presencia desolada. De un árbol corazón que está viviendo de la entraña recóndita del mundo.
es
Cuenca,Luis_Alberto_de
<XXI
Nada,_Ni_El_Sordo_Horror,_Ni_La_Ruidosa
Nada, ni el sordo horror, ni la ruidosa verdad, ni el rostro amargo de la duda, ni este incendio en la selva de mi cuerpo que amenaza con no extinguirse nunca, ni la terrible imagen que golpea mis ojos y tortura mi cerebro, ni el juego cruel, ni el fuego que destruye esa otra imagen de armonía y fuerza, ni tus palabras, ni tus movimientos, ni ese lado salvaje de tu calle, impedirán que encienda en tu costado la luz que da la vida y da la muerte: tarde o temprano sangrará tu herida, y no será momento de hacer frases.
es
Orión_de_Panthoseas
XXI
Metales
... contempla, alma mía, las últimas cosas: el terror, la herrumbre, la desolación, sí, pero mira y ve también tu espada de valor, tu fuerza, y antes de irnos toca tu luz: lágrimas vivas por las que han pasado tropeles de mundos golpeando y frotándote, pues con ellas haremos frente al guardián de la vida, al que todo lo tuvo sujeto con los dientes; ... pero, aun así, no cantemos victoria, porque días vendrán a un tiempo con minotauros de hierro y alondras, con sierpes y golondrinas, y habremos de salvar precipicios por donde siempre, antes, acabaron despeñándose la brisa y el rumor del mar; ... de cualquier modo vibra, adéntrate en los fuegos de hueso y sangre e inicia y construye un sol; mientras quede una antorcha ajada, hazlo, préndela, y por siempre fulja la hiel de los metales; ... alma mía, mírala, nos ha llegado la hora, ¿ y cómo no reconocerla si tanto dolió y alberga tanto ? ... aun en la alegría, es costoso llorar.
es
Machado,Antonio
<XXI
Como_Don_San_Tob
Como don San Tob, se tiñe las canas, y con más razón.
es
Rojas,Gonzalo
<XXI
Río_Turbio_3)_Fascinación
No con semen de eyacular sino con semen de escribir le digo a la paloma: —ábrete, paloma, y se abre; —recíbeme, y me recibe, erecto y pertinaz, ahí mismo volamos inacabables hasta más allá del Génesis setenta veces siete, y así vaciado el sentido: —«Vuestra soy gime con gemido en su éxtasis, para vos nací, ¿que mandáis hacer de mí?». Ciego de su olor, beso entonces un aroma que no olí en mujer: —«Guárdame —irrumpo arterial— esta leche de dragón hasta la Resurrección en la tersura de tu figura de piel, clítoris y más clítoris en el frenesí de la Especie. No haya mortaja entre nosotros». A lo que la posesa: —«Ay, cuerpo, quien fuera eternamente cuerpo, tacto de ti, liturgia y lascivia de ti y el beso corriera como huracán y yo fuera el beso de mujer para aullarte loba de mí, Río Turbio abajo hasta la Antártica, loca como soy, zumbido del príncipe». De histeria y polvo, amor, fuimos hechos, uno lee ocioso en maya, en sánscrito las estrellas; ¡uno! ¿de qué escribe uno? —«Dínoslo de una vez Teresa de Avila, Virginia Woolf, Emily mía Brónte de un páramo a otro, Frida mutilada que andas volando por ahí, ¿de qué escribe uno?»
es
Quevedo,Francisco
<XXI
Todas_Ponemos
Sabed, vecinas, Que mujeres y gallinas Todas ponemos, Unas cuernos y otras huevos. Viénense a diferenciar La gallina y la mujer, En que ellas saben poner, Nosotras sólo quitar; Y en lo que es cacarear El mismo tono tenemos. Todas ponemos, Unas cuernos y otras huevos. Docientas gallinas hallo Yo con un gallo contentas; Mas si nuestros gallos cuentas, Mil que den son nuestro gallo; Y cuando llegan al fallo, En Cuclillos los volvemos. Todas ponemos, Unas cuernos y otras huevos. En gallinas regaladas Tener pepita es gran daño, Y en las mujeres de ogaño Lo es el ser despepitadas. Las viejas son emplumadas, Por darnos con que volemos. Todas ponemos, Unas cuernos y otras huevos. Viénense a diferenciar La gallina y la mujer, En que ellas saben poner, Nosotras sólo quitar; Y en lo que es cacarear El mismo tono tenemos. Todas ponemos, Unas cuernos y otras huevos. Docientas gallinas hallo Yo con un gallo contentas; Mas si nuestros gallos cuentas, Mil que den son nuestro gallo; Y cuando llegan al fallo, En Cuclillos los volvemos. Todas ponemos, Unas cuernos y otras huevos. En gallinas regaladas Tener pepita es gran daño, Y en las mujeres de ogaño Lo es el ser despepitadas. Las viejas son emplumadas, Por darnos con que volemos. Todas ponemos, Unas cuernos y otras huevos. Docientas gallinas hallo Yo con un gallo contentas; Mas si nuestros gallos cuentas, Mil que den son nuestro gallo; Y cuando llegan al fallo, En Cuclillos los volvemos. Todas ponemos, Unas cuernos y otras huevos. En gallinas regaladas Tener pepita es gran daño, Y en las mujeres de ogaño Lo es el ser despepitadas. Las viejas son emplumadas, Por darnos con que volemos. Todas ponemos, Unas cuernos y otras huevos. En gallinas regaladas Tener pepita es gran daño, Y en las mujeres de ogaño Lo es el ser despepitadas. Las viejas son emplumadas, Por darnos con que volemos. Todas ponemos, Unas cuernos y otras huevos.
es
Acuña,Manuel
<XXI
Si_Tu_Alma_Pura_Es_Un_Broche
Si tu alma pura es un broche que para abrirse a la vida quiere la calma adormecida de las sombras de la noche; si buscas como un abrigo lo más tranquilo y espeso, para que tu alma y tu beso se encuentren sólo conmigo; y si temiendo en tus huellas testigos de tus amores, no quieres ver más que flores, más que montañas y estrellas; yo sé muchas grutas, y una donde podrás en tu anhelo, ver un pedazo de cielo cuando aparezca la luna. Donde a tu tímido oído no llegarán otros sones que las tranquilas canciones de algún ruiseñor perdido. Donde a tu mágico acento y estremecido y de hinojos, veré abrirse ante mis ojos los mundos del sentimiento. Y donde tu alma y la mía, como una sola estrechadas, se adormirán embriagdas de amor y melancolía. Ven a esta gruta y en ella yo te daré mis desvelos, hasta que se hunda en los cielos la luz de la última estrella. Y antes que el ave temprana su alegre vuelo levante, y entre los álamos cante la vuelta de la mañana, yo te volveré al abrigo de tu estancia encantadora, donde el recuerdo de esa hora vendrás a soñar conmigo... Mientras que yo en el exceso de la pasión que me inspiras iré a soñar que me miras, e iré a soñar que te beso. si buscas como un abrigo lo más tranquilo y espeso, para que tu alma y tu beso se encuentren sólo conmigo; y si temiendo en tus huellas testigos de tus amores, no quieres ver más que flores, más que montañas y estrellas; yo sé muchas grutas, y una donde podrás en tu anhelo, ver un pedazo de cielo cuando aparezca la luna. Donde a tu tímido oído no llegarán otros sones que las tranquilas canciones de algún ruiseñor perdido. Donde a tu mágico acento y estremecido y de hinojos, veré abrirse ante mis ojos los mundos del sentimiento. Y donde tu alma y la mía, como una sola estrechadas, se adormirán embriagdas de amor y melancolía. Ven a esta gruta y en ella yo te daré mis desvelos, hasta que se hunda en los cielos la luz de la última estrella. Y antes que el ave temprana su alegre vuelo levante, y entre los álamos cante la vuelta de la mañana, yo te volveré al abrigo de tu estancia encantadora, donde el recuerdo de esa hora vendrás a soñar conmigo... Mientras que yo en el exceso de la pasión que me inspiras iré a soñar que me miras, e iré a soñar que te beso. y si temiendo en tus huellas testigos de tus amores, no quieres ver más que flores, más que montañas y estrellas; yo sé muchas grutas, y una donde podrás en tu anhelo, ver un pedazo de cielo cuando aparezca la luna. Donde a tu tímido oído no llegarán otros sones que las tranquilas canciones de algún ruiseñor perdido. Donde a tu mágico acento y estremecido y de hinojos, veré abrirse ante mis ojos los mundos del sentimiento. Y donde tu alma y la mía, como una sola estrechadas, se adormirán embriagdas de amor y melancolía. Ven a esta gruta y en ella yo te daré mis desvelos, hasta que se hunda en los cielos la luz de la última estrella. Y antes que el ave temprana su alegre vuelo levante, y entre los álamos cante la vuelta de la mañana, yo te volveré al abrigo de tu estancia encantadora, donde el recuerdo de esa hora vendrás a soñar conmigo... Mientras que yo en el exceso de la pasión que me inspiras iré a soñar que me miras, e iré a soñar que te beso. yo sé muchas grutas, y una donde podrás en tu anhelo, ver un pedazo de cielo cuando aparezca la luna. Donde a tu tímido oído no llegarán otros sones que las tranquilas canciones de algún ruiseñor perdido. Donde a tu mágico acento y estremecido y de hinojos, veré abrirse ante mis ojos los mundos del sentimiento. Y donde tu alma y la mía, como una sola estrechadas, se adormirán embriagdas de amor y melancolía. Ven a esta gruta y en ella yo te daré mis desvelos, hasta que se hunda en los cielos la luz de la última estrella. Y antes que el ave temprana su alegre vuelo levante, y entre los álamos cante la vuelta de la mañana, yo te volveré al abrigo de tu estancia encantadora, donde el recuerdo de esa hora vendrás a soñar conmigo... Mientras que yo en el exceso de la pasión que me inspiras iré a soñar que me miras, e iré a soñar que te beso. Donde a tu tímido oído no llegarán otros sones que las tranquilas canciones de algún ruiseñor perdido. Donde a tu mágico acento y estremecido y de hinojos, veré abrirse ante mis ojos los mundos del sentimiento. Y donde tu alma y la mía, como una sola estrechadas, se adormirán embriagdas de amor y melancolía. Ven a esta gruta y en ella yo te daré mis desvelos, hasta que se hunda en los cielos la luz de la última estrella. Y antes que el ave temprana su alegre vuelo levante, y entre los álamos cante la vuelta de la mañana, yo te volveré al abrigo de tu estancia encantadora, donde el recuerdo de esa hora vendrás a soñar conmigo... Mientras que yo en el exceso de la pasión que me inspiras iré a soñar que me miras, e iré a soñar que te beso. Donde a tu mágico acento y estremecido y de hinojos, veré abrirse ante mis ojos los mundos del sentimiento. Y donde tu alma y la mía, como una sola estrechadas, se adormirán embriagdas de amor y melancolía. Ven a esta gruta y en ella yo te daré mis desvelos, hasta que se hunda en los cielos la luz de la última estrella. Y antes que el ave temprana su alegre vuelo levante, y entre los álamos cante la vuelta de la mañana, yo te volveré al abrigo de tu estancia encantadora, donde el recuerdo de esa hora vendrás a soñar conmigo... Mientras que yo en el exceso de la pasión que me inspiras iré a soñar que me miras, e iré a soñar que te beso. Y donde tu alma y la mía, como una sola estrechadas, se adormirán embriagdas de amor y melancolía. Ven a esta gruta y en ella yo te daré mis desvelos, hasta que se hunda en los cielos la luz de la última estrella. Y antes que el ave temprana su alegre vuelo levante, y entre los álamos cante la vuelta de la mañana, yo te volveré al abrigo de tu estancia encantadora, donde el recuerdo de esa hora vendrás a soñar conmigo... Mientras que yo en el exceso de la pasión que me inspiras iré a soñar que me miras, e iré a soñar que te beso. Ven a esta gruta y en ella yo te daré mis desvelos, hasta que se hunda en los cielos la luz de la última estrella. Y antes que el ave temprana su alegre vuelo levante, y entre los álamos cante la vuelta de la mañana, yo te volveré al abrigo de tu estancia encantadora, donde el recuerdo de esa hora vendrás a soñar conmigo... Mientras que yo en el exceso de la pasión que me inspiras iré a soñar que me miras, e iré a soñar que te beso. Y antes que el ave temprana su alegre vuelo levante, y entre los álamos cante la vuelta de la mañana, yo te volveré al abrigo de tu estancia encantadora, donde el recuerdo de esa hora vendrás a soñar conmigo... Mientras que yo en el exceso de la pasión que me inspiras iré a soñar que me miras, e iré a soñar que te beso. yo te volveré al abrigo de tu estancia encantadora, donde el recuerdo de esa hora vendrás a soñar conmigo... Mientras que yo en el exceso de la pasión que me inspiras iré a soñar que me miras, e iré a soñar que te beso. Mientras que yo en el exceso de la pasión que me inspiras iré a soñar que me miras, e iré a soñar que te beso.
es
Andreu,Blanca
<XXI
Vendrá_Sin_Las_Estrellas_Lácteas
Vendrá sin las estrellas lácteas y sin tiranosaurios de luz, maroma umbilical para niños marítimos que se ahorcaron con algas y cabellos oceánicos huyendo en hipocampos de sueño de aquel parto, en la columna vertical mayor, entre jarcias y vértebras. Pues somos una saga. Oleaje escarlata en delito, y cimas de cianuro, y golpes de cerezo. Pues somos, en mi cuerpo, una saga con luna abdicante, que recuerda colegios, mapas del mundo en otoño, complicadísimas hidrólisis, pero nunca marfil y mediodía. Colegio: niña que bebía los pomelos directamente en labios de la noche, que juraba acostarse con el miedo en la cama de nadie, que juraba que el miedo la había violado hasta doscientos hijos. Amor, la niña rusa que comulgaba reno asado y bebía liquen. Amor, la niña rusa que leía Tom Wolfe. Pues somos una saga. Oleaje escarlata en delito, y cimas de cianuro, y golpes de cerezo. Pues somos, en mi cuerpo, una saga con luna abdicante, que recuerda colegios, mapas del mundo en otoño, complicadísimas hidrólisis, pero nunca marfil y mediodía. Colegio: niña que bebía los pomelos directamente en labios de la noche, que juraba acostarse con el miedo en la cama de nadie, que juraba que el miedo la había violado hasta doscientos hijos. Amor, la niña rusa que comulgaba reno asado y bebía liquen. Amor, la niña rusa que leía Tom Wolfe. Colegio: niña que bebía los pomelos directamente en labios de la noche, que juraba acostarse con el miedo en la cama de nadie, que juraba que el miedo la había violado hasta doscientos hijos. Amor, la niña rusa que comulgaba reno asado y bebía liquen. Amor, la niña rusa que leía Tom Wolfe.
es
González_Martínez,Enrique
<XXI
Señor,_Yo_Soy_Apenas_Una_Roca_Desnuda
Señor, yo soy apenas una roca desnuda que azota el viento y quema el sol; la nube, cuando pasa, de lejos me saluda y tiende el ala a otra región. Soy en la cumbre signo de un esperar eterno, vuelvo los ojos al zafir y entre lluvias de agosto y ráfagas de invierno no hay primavera para mí. Ignoro los follajes; yo nunca de la fuente tuve la límpida canción, ni musgos fraternales que brindar a la frente de fatigado viajador. Yo soy como un espectro que se alzara insepulto, ángel proscrito de un edén; en el fondo del alma un afán oculto, en las entrañas, vieja sed. Tengo mi planta inmóvil hundida en la montaña y una esperanza en el azur, y me ignoran los hombres, y nadie me acompaña en estas cárceles de luz. Señor, ya que no tengo ni musgo florecido ni un arroyuelo bullidor haz que en mis abras forjen las águilas su nido y hagan su tálamo de amor. Mas si ha de ser forzoso que me aparte del mundo y del concierto universal, hazme símbolo eterno, inmutable y profundo de la más alta soledad.
es
Castillo,Eduardo
<XXI
Sensación_Crepuscular
El alma de la tarde se anuncia en la furtiva esquila del rebaño que retorna: la laguna —tal un gran ojo herido por una luz muy viva— espera el milagroso vendaje de la luna piadosa. Bajo el Angelus el valle se apacigua; la hora, que vestida de seda azul se aleja, le da al paisaje, donde la lumbre se amortigua, una dulzura ingenua, como una estampa antigua. Deja que nos penetre toda esa calama, deja que el alma se disperse como un dolor de rosas en este ambiente tibio de seda extenuada... Es dulce cuando se ajan las tardes silenciosas pensar las mismas cosas y no decirse nada.
es
Jiménez,Juan_Ramón
<XXI
Canción_Nocturna
¡Allá va el olor de la rosa! ¡Cójelo en tu sinrazón! ¡Allá va la luz de la luna! ¡Cójela en tu plenitud! ¡Allá va el cantar del arroyo! ¡Cójelo en tu libertad!
es
Llorente_Benito,Luis
XXI
Poned_Música_Sobre_El_Secreto_De_Mis_Ojos
Poned música sobre el secreto de mis ojos. En la cintura ardiente de la noche, entre los caballos muertos del deseo, en los vientres helados, en las manos heridas, en los muslos de la luz, se levanta un sueño de pupilas entrecortadas por el sonido de un suspiro. Allí viven escondidos los animales de la muerte, las criaturas del dolor, las serpientes del tiempo. Allí anidan los pájaros inmortales que con su canto endulzan el aire. Allí tu tumba es mi voz, tu cuerpo mis labios, tu luz mi amor.
es
Pizarnik,Alejandra
<XXI
Ojos_Primitivos
En donde el miedo no cuenta cuentos y poemas, no forma figuras de terror y de gloria. Vacío gris es mi nombre, mi pronombre. Conozco la gama de los miedos y ese comenzar a cantar despacito en el desfiladero que reconduce hacia mi desconocida que soy, mi emigrante de sí. Escribo contra el miedo. Contra el viento con garras que se aloja en mi respiración. Y cuando por la mañana temes encontrarte muerta (y que no haya más imágenes): el silencio de la compresión, el silencio del mero estar, en esto se van los años, en esto se fue la bella alegría animal.
es
Luis,Leopoldo_de
<XXI
La_Pelea
Cruelmente te callas, padre mío, te sacudo con fuerza entre mis brazos. Aunque te tengo siento que huyes como un río, que de mí te deshaces a oscuros aletazos. Como contra la vida golpeo contra el lecho y te arranco estas ropas queriendo arrancar muerte, queriendo arrancar vida contra el bosque del pecho porque la roja rama del corazón liberte. No te suelto. No puedes escaparte. Con toda el alma clavo en ti mi dentadura. Treinta años de mi vida tengo aquí de mi parte. Contra tu muerte pongo mi ciega mordedura. Quieres ensordecer, pero aunque sea. Mi voz también contra el silencio lucha: te sube por el cuerpo como una honda marea. Dime que sí, que mi dolor se escucha. Te callas ferozmente. Eres de roca. O te haces sombra que invisible huya. Te tengo aquí, al alcance de mi boca, y ya no estás... Te sales con la tuya.
es
Darío,Rubén
<XXI
Se_Desgrana_Un_Cristal_Fino
Se desgrana un cristal fino sobre el sueño de una flor; trina el poeta divino... ¡Bien trinado, Ruiseñor! Bottom oye ese cristal caer, y bajo la brisa se siente sentimental. Titania toda es sonrisa. Shakespeare va por la floresta, Heine hace un lied de la tarde... Hugo acompaña la Fiesta Chez Thérèse. Verlaine arde en las llamas de las rosas, alocado y sensitivo, y dice a las ninfas cosas entre un querubín y un chivo. Aubrey Beardsley se desliza como un silfo zahareño; con carbón, nieve y ceniza da carne y alma al ensueño. Nerval suspira a la Luna, Laforgue suspira de males de genio y fortuna. Va en silencio Mallarmé.
es
Popa,Dorin
XXI
Polvo_Y_Ceniza
>«Hay un gusano escondido en el Cosmos» aunque las cosas están manchadas con asombro veo: siguen manchándose nadie se para, no se adelanta nadie. alguna vez por ahí cerca pasó un sonido puro los que todavía lo oyen se dan prisa a olvidarlo nadie se para, no se adelanta nadie. alguna vez por ahí cerca pasó un sonido puro los que todavía lo oyen se dan prisa a olvidarlo alguna vez por ahí cerca pasó un sonido puro los que todavía lo oyen se dan prisa a olvidarlo
es
Carrera_Andrade,Jorge
<XXI
Oh,_Fábula_Moderna:_Los_Soldados
Oh, fábula moderna: los soldados de plomo de los cuentos infantiles cobran vida, se animan y crecen, crecen, crecen, hasta llegar a ser de más tamaño que los hombres. Intentan disparar con sus manos el relámpago para encerrar el alba en una cárcel, descolgar las estrellas para adornar los hombros y acudir al banquete de la noche. Invaden por millares los jardines y con oscuras máquinas de muerte exterminan el verde de este mundo cubriéndolo de ruinas, de víctimas o estatuas del Hombre Fusilado en mangas de camisa.
es
Akinin_Levy,Samuel
XXI
Divagancias_De_Tercera_Edad
Cómo se explica el hombre de sus errores Cómo se entiende el hombre de su verdad Cómo se puede razonar dentro de lo tuerto Cuando tan sólo uno quiere poder amar He acercado mi amor a varias mujeres como respuesta a un sentir sincero He entregado mi corazón sin restricciones a sabiendas de querer dar hasta la vida pues un hombre que ama con coraje con la fuerza inevitable de su sentir Sabe que más pronto que tarde es a ella, a quien uno quiere sonreír No puedo decir que fueron todos errores que salté de la lógica a la locura que uno pide y ya no se detiene cuando ama con algo más que la cordura He visitado los reinos del dios Cupido Me atreví a robarme lo mejor Me doy cuenta que fui un atrevido pero es que mi padre, fue eso lo que enseñó Me dijo que a una mujer se le quiere y se ama Se la trata con la dulzura de su propia voz que la sombra que ella proyecta debe alcanzar de lleno a mi corazón Seguí, reconozco, al paso sus instrucciones Su ejemplo fue mi ejemplo mayor Siempre vi como amó a mi madre y eso, es lo mismo que busco yo Alguna vez lo saqué entero de mi pecho Lo di sin pedir a cambio algún favor Lo recibí de vuelta, lleno de dolores porque de eso es que sufre el corazón A muchas otras que no entendieron que leyeron las cartas poseedoras de amor Sé que sin querer, por mi ser, se confundieron A todas ellas, sin dudas, les pido perdón Amar es un juguete que cual sagrado Es como un rezo, o una misma oración Y se conjuga en singular, esperando un eco de voz Me refiero a un rezo por lo sagrado del momento Es el único testigo de una verdad de honor Nadie, por muy malo que éste sea Cuando reza, cuando se ve pidiendo perdón cuando lo hace con sentimientos cuando su palabra es cual oración puede mentir al Supremo, ¡no me atrevo yo Así se ama a la amada sin tener algún temor Se ama y es, por siempre, como lo manda Dios
es
Díaz_Mirón,Salvador
<XXI
La_Vi_Tendida_De_Espaldas
La vi tendida de espaldas entre púrpura revuelta... Estaba toda desnuda aspirando humo de esencias en largo tubo escarchado de diamantes y de perlas. Sobre la siniestra mano apoyada la cabeza, y cual el ojo de un tigre un ópalo daba en ella vislumbres de sangre y fuego al oro de su ancha trenza. Tenía un pie sobre el otro y los dos como azucenas, y cerca de los tobillos argollas de finas piedras, y en el vientre un denso triángulo de rizada y rubia seda. En un brazo se torcía como cinta de centella un áspid de filigrana salpicado de turquesas, con dos carbunclos por ojos y un dardo de oro en la lengua. Tibias estaban sus carnes y sus altos pechos eran cual blanca leche vertida dentro de dos copas griegas, convertida en alabastro sólida ya pero aún trémula. ¡Ah! hubiera yo dado entonces todos mis lauros de Atenas por entrar en esa alcoba coronado de violetas, dejando con los eunucos mis coturnos a la puerta.
es
Aridjis,Homero
<XXI
El_Canto_Bajo_La_Bruma
el canto bajo la bruma alumbra en su vuelo un camino el alba abre en el nido de un ave la luz el sol mira el poema ya vivo mirando el fruto tiene peso mueve su sombra en el árbol
es