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---|---|---|---|---|
Nervo,Amado | <XXI | ¡Bendita_Seas,_Francia,_Porque_Me_Diste_Amor! | ¡Bendita seas, Francia, porque me diste amor!
En tu París inmenso y cordial, encontré
para mi cuerpo abrigo, para mi alma fulgor,
para mis ideales el ambiente mejor
...¡y, además, una dulce francesa que adoré!
Por esa mujer noble, tuyo es, Francia querida,
mi reconocimiento; pues que, merced a ella,
tuve todos los bienes: ¡el gusto por la vida,
la intimidad celeste, la ternura escondida,
y la luz de la lámpara y la luz de la estrella!
Yo no sé qué demiurgo la substrajo a mi anhelo
tras una amputación repentina y crüel,
y ya tú sola, Francia, puedes darme consuelo:
con un refugio amigo para llorar mi duelo,
tu maternal regazo para verter mi hiel,
la sombra de algún árbol en tu florido suelo
...¡y acaso, en tus colmenas, una gota de miel! | es |
Buesa,José_Ángel | <XXI | Veinte_Años,_Amiga._Y_Hoy_Al_Verte_De_Lejos | Veinte años, amiga. Y hoy al verte de lejos,
evoqué a la muchacha gentil de mi canción.
Y aprendí, en un suspiro, que vamos siendo viejos,
aunque nunca envejezca del todo el corazón.
Veinte años, amiga. Y al decir "veinte años",
mi corazón añade: "separado de ti..."
Y pensar que hoy nos vemos igual que dos extraños;
y saber que las rosas se marchitan así...
Veinte años, amiga. Cómo duele el olvido.
Pero las cosas pasan y queda la ilusión;
y, aunque con tu belleza, tu juventud se ha ido,
tú sigues siendo joven y bella en mi canción... | es |
Castellanos,Rosario | <XXI | Sólo_La_Voz,_La_Piel,_La_Superficie | Sólo la voz, la piel, la superficie
Pulida de las cosas.
Basta. No quiere más la oreja, que su cuenco
Rebalsaría y la mano ya no alcanza
A tocar más allá.
Distraída, resbala, acariciando
Y lentamente sabe del contorno.
Se retira saciada
Sin advertir el ulular inútil
De la cautividad de las entrañas
Ni el ímpetu del cuajo de la sangre
Que embiste la compuerta del borbotón, ni el nudo
Ya para siempre ciego del sollozo.
El que se va se lleva su memoria,
Su modo de ser río, de ser aire,
De ser adiós y nunca.
Hasta que un día otro lo para, lo detiene
Y lo reduce a voz, a piel, a superficie
Ofrecida, entregada, mientras dentro de sí
La oculta soledad aguarda y tiembla. | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Y_Por_Ser_Tuya_No_Serás_De_Nadie | Y por ser tuya no serás de nadie.
Tú misma, elogio vuelto a ti. Tú misma,
abrazo que se halló fosilizado
de la acción de abrazar en el recinto.
Contrapolo del río, de los radios
del aire trasvasado por la fuga
del errante destierro de sus nácares.
Y gozarte hasta allí donde te sientes,
únicamente tú, tu cero exacto,
sin la porosa filtración ajena.
Comenzando tu atmósfera en el tajo
que te remite al centro de ti misma. | es |
Selgas_y_Carrasco,José | <XXI | La_Sepultura_De_Mi_Madre | En mi mortal partida
Vi la Esperanza que en la Fe se encierra,
Porque probé en
la vida
Todas las aflicciones de la tierra. | es |
Bañuelos,Juan | <XXI | Melancolía_En_La_Escalera_Del_Ser | Atrapados los astros
en la Vía Láctea
los caballos se mueven
al paso de la luna
la noche
al pulso de una arteria
los árboles
al ritmo de las aves
los hombres
al peso de la niebla
la niebla
al soplo de la llama
Anidando en las edades
de insectos y de pájaros
los minerales crecen
la piedra se organiza
con el solo murmullo
del río que la destruye
—El resplandor del ser
no es una estrella calcinada—
Hablar es abismarse | es |
Aridjis,Homero | <XXI | El_Día_Separado_Por_Sus_Sombras | El día separado por sus sombras
por las cosas quietas en un orden extraño
por el ruido brusco que arranca la mirada1
del verde en que vivía
la fija en el vacío expectante2
avanza ligero en el misterio
de un vuelo que se propaga entre más sube
erigido por el ademán diverso
como una torre de luz y de ceniza
contemplado en los hados que desprende3
profundo hacia adentro de su propia blancura
absorbe toda huella todo oro colérico
del seco mediodía que a él se inclina
atravesado por trozos de azul y puntas de aves4
según el ritmo de nubes y de alas5
perfecto en la curva en que se dobla
brotando de su propio cáliz
ardiendo largamente en su pureza
como un vitral altísimo
a contra luz mirado
pone en la tierra una inmensa rosa de colores6
borra la claridad para instaurar el reino
de todo aquello que irradia si se toca7 | es |
Cetina,Gutierre_de | <XXI | Amor,_Si_Por_Amar_Amor_Se_Aquista | Amor, si por amar amor se aquista,
si alguna fe de tanta fe procede,
si premio por servir ganar se puede,
si un grave padecer un alma atrista;
si dura obstinación venció conquista,
si pidiendo merced dureza cede,
si a grande mal piedad se le concede,
si a luengo importunar no hay quien resista;
si de tu mano escrito ya en la frente
lo que siento en el alma al mundo muestro,
debería mi dolor hallar remedio.
Mas ya ni podrá ser, ni lo consiente
mi mal, si por algún caso siniestro
no muestra a tu pesar fortuna el medio. | es |
Pardo_García,Germán | <XXI | Tú_Me_Diste_Enseñanza_De_Grandeza | Tú me diste enseñanza de grandeza
y el culto del inmenso silentismo.
Lo que hay en tus misterios, soy yo mismo.
Tú me diste un gran ser, Naturaleza.
Por eso se estremece mi cabeza
con iras y relámpagos de abismo,
y en las sombras latente paroxismo
hunde en mi sueño sepulcral fijeza.
Desciendo de tus ríos y cabalgo
mi verde potro y a su espalda salgo
a recorrer en la tiniebla el mundo.
Y allá voy con tus savias en las venas,
destrozando telúricas cadenas
con un estruendo líquido y profundo. | es |
Cetina,Gutierre_de | <XXI | Cuando_Oro_Bajo_Y_De_Grosera_Mina | Cuando oro bajo y de grosera mina
suele hallar tal vez minero experto,
si con otro metal sale cubierto,
al fuego lo consagra y lo destina;
Allí se purifica, allí se afina,
allí descubre su valor más cierto;
si del acaso está dudoso, incierto,
el fuego lo quilata y determina.
Yo, que a pesar de Febo y de Parnaso,
de Helicona hallé, no digo vena,
mas cierto humor peor que de locura,
para saber si debo dar más paso
en seguirla, o dejar tan loca pena,
consagro al fuego vuestro esta escriptura. | es |
Blanco,Andrés_Eloy | <XXI | ¡Yo_La_Amaba,_La_Amaba!..._Quedó_Yerta | ¡Yo la amaba, la amaba!... Quedó yerta;
La muerte al fin le marchitó las rosas...
Yo estaba cerca de la niña muerta,
Llorándole las manos luminosas...
¡Yo la amaba, la amaba!... Sus colores
eran de rosa en la mañana aquella
y el rosa huyo como al morir las flores
cuando llegó la Muerte junto a ella.
¡Blanca, blanca!... ¡Qué blanca se me puso!
¡Cómo se disolvió con la blancura!
Su mano completó la vestidura...
¡Cómo prolonga el algodón el huso!...
¡Yo la amaba, la amaba!... Voces buenas
clamaron lejos: —¡El rabí ha tornado!—
Jairo partió en su busca y a mi lado
La blanca niña era una nube apenas...,
Llegó el rabino. Y todos fueron mudos,
Silenció su plañir la plañidera...
Llegó el rabino de los pies desnudos,
Maduro el trigo de la cabellera...
¡No es muerta,... duerme!... el tañedor reía...
¡No es muerta... duerme!, y Jairo sollozaba...,
y era una nube así la niña mía
y a su lado, temblando, yo la amaba...
—No es muerta... ¡duerme!... y le ordenó: ¡Levanta!
Y ella se alzó, delgada del martirio,
Y una voz le subió por la garganta
Como una abeja que abandona un lirio.
Y yo la amé de nuevo, resurrecta;
Su misma voz, su misma luz tenía,
Pero la Muerte la dejó perfecta
Con la blancura de morirse un día...
Murió de nuevo un día... Yo la amaba,
Mas sin remedio, se murió ese día...
—¡Vuelve, Rabino, vuelve!... yo clamaba,
pero el Rabino rubio no volvía.
Pasó la niña veinte siglos muerta,
Murió Cafarnaum de Palestina,
Y el alma mía, inútil y desierta,
Lloraba inmortal sobre la ruina.
¡Yo la amaba, la amaba!... Su blancura
la buscaba en la blanca nebulosa,
su cabellera entre la noche oscura
y en el poniente su color de rosa...
Y al fin la hallé... escondida entre los tules
De una puesta de sol, estaba Ella;
Su carne inmóvil entre dos azules
Inauguraba la primera estrella...
Y la encontré más blanca todavía,
Flotando en el azul, sin vestidura,
¡Qué blanca estaba así!... la niña mía
tras veinte siglos de blancura...
Clamé al amor entonces... Voces buenas
Dijeron a lo lejos: ¡Te he escuchado!
Clamé al eterno Amor... y a mi lado
La blanca niña era una nube apenas...
Llegó el amor. Los cielos fueron mudos,
Su leve paso silenció la esfera,
Llegó el eterno amor de pies desnudos,
Maduro el trigo de la cabellera...
No es muerta... ¡Duerme!... y le ordenó: ¡Levanta!
Y ella se alzó, delgada del martirio,
Y una voz le subió por la garganta
Como una abeja que abandona un lirio.
Y ha vuelto a mí... su cabellera oscura,
Su misma voz... pero en la mano fría
Con veinte siglos de amasar blancura
Persiste el miedo de morirse un día... | es |
Aridjis,Homero | <XXI | En_Su_Despertar_El_Hombre | En su despertar el hombre
lleva en los ojos
la novedad de su nacimiento
bajo la estrella que mira
al centro de su cuerpo
huele a recién creado
silenciosas columnas de luz
edifican la tierra
abren a su mirada
la materia divina | es |
Pombo,Rafael | <XXI | Listo_A_La_Prima_Noche_Un_Gran_Convite | Listo a la prima noche un gran convite
Que a Vatel honor diera,
Y listos para él los convidados.
El mayordomo o amo de criados
Prendió todas las luces de carrera,
Y fue a notificar, a toda brida,
«La mesa está servida».
Imaginen ustedes la sorpresa
Del ágil mayordomo de mi cuento
Cuando al tornar volando a otro momento
Encontró a oscuras comedor y mesa,
¿Qué fue? —Que en las espermas el pabilo
Por larguirucho y nuevo
No alcanzó a tomar cebo
Y no prendió. —Colgado así de un hilo
El mayordomo —pólvora, que oía
Los pasos de la hambrienta compañía,
En su atolondramiento
Echó mano de un medio algo violento.
Toma un cuchillo, guillotina a tantas
Luces sin luz, bien cortas y engrasadas.
Les hace otras gargantas,
Préndelas otra vez, y a sus fulgores
Entran al comedor los comedores.
No bien toman asiento,
¡Nueva calamidad! Cada bujía,
Sin voz de prevención, sin agonía.
Rinde pronto el espíritu. —¿Qué pasa?
Que al revés de antes, ahóganse de grasa,
Y nuestro mayordomo, en consecuencia,
Tuvo ante todos que poner certamen
Arreglando el velamen
Con mejor proporción de mecha y cebo,
Al par que de paciencia.
El pabilo es el alma, y lo sustenta,
Como el cuerpo al espíritu, la grasa.
Al educar un niño, tened cuenta
De que haya proporción entre alma y basa;
Que si no, el cuerpo al alma que aposenta
Sofoca; o ella sin sostén se abrasa;
Y obtendréis sólo un bruto sin cultura,
Triste demencia, o muerte prematura.
velamen | es |
Fernández_Moreno,Baldomero | <XXI | ¿Cómo_Estarás,_Palmera_Alucinada | ¿Cómo estarás, palmera alucinada,
y no del mar del trópico en la orilla
sino en tu casa y entre silla y silla,
erguida, hecha una curva o acostada?
¿Silenciosa, indecisa, arrebatada?
Porque es así la doble maravilla:
rosa de té, la mano en la mejilla,
o silábica fuente desatada.
¿Cómo estarás, me dije, atravesando
paredes y aire con el pensamiento,
sobre una y otra almohada suspirando?
¿Cómo estarás, me digo en mi tormento,
esta tercera vez casi llorando,
y así diez veces, veinte, treinta, ciento? | es |
Gómez_Pescador,Felipe_E. | XXI | Bendito_Desorden_El_De_Este_Amor | Bendito desorden el de este amor,
el de estas sábanas, revueltas
de tanto amar, de amar con dulzura,
de amar y de llevarte amor
a tus fines consecuencias.
Esta tarde, entre tanto amor,
no he parado, si quiera
lo que dura un suspiro,
de pensar en ella, y la tenía
delante de mí, pero era todo tan simple
y a la vez tan complejo, tan celestial,
he disfrutado amando,
si hubiese muerto ahí, habría muerto
con las manos llenas
de intenso amor. | es |
Orión_de_Panthoseas | XXI | Memorándum_De_Urgencia | ... hay momentos en que hay que salir de las colmenas del cuerpo,
de la orgía de dolor, de la atrocidad de instantes asesinos;
y solemos hacerlo urgentemente y con los dientes apretados,
con la sangre apretada, con odio, y con piedad también;
... por tanto, no, no me digáis que no arde el ser
y que sus fuegos no prenden y abrasan el verdor del aire;
hay momentos que sólo admiten el riesgo de la muerte
y uno juega a la luz necesariamente como un desesperado;
quizá no sea así, o quizá sí
... pero a mí me parece que las cosas ocurren
para tirar las puertas, acribar la vida y saber qué pasa. | es |
Fuertes,Gloria | <XXI | No_Existe | No existe
pero cuando existía.
llevaba la sábana de la abuela
y la vela de la tía.
Sólo salía de noche,
nunca salía de día,
y arrastraba una cadena
para avisar que aparecía. | es |
Vallejo,César | <XXI | Murmurado_En_Inquietud,_Cruzo | Murmurado en inquietud, cruzo,
el traje largo de sentir, los lunes
de la verdad.
Nadie me busca ni me reconoce,
y hasta yo he olvidado
de quién seré.
Cierta guardarropía, sólo ella, nos sabrá
a todos en las blancas hojas
de las partidas.
Esa guardarropía, ella sola,
al volver de cada facción,
de cada candelabro
ciego de nacimiento.
Tampoco yo descubro a nadie, bajo
este mantillo que iridice los lunes
de la razón;
y no hago más que sonreir a cada púa
de las verjas, en la loca búsqueda
del conocido.
Buena guardarropía, ábreme
tus blancas hojas:
quiero reconocer siquiera al 1,
quiero el punto de apoyo, quiero
saber de estar siquiera.
En los bastidores donde nos vestimos,
no hay, no Hay nadie: hojas tan sólo
de par en par.
Y siempre los trajes descolgándose
por sí propios, de perchas
como ductores índices grotescos,
y partiendo sin cuerpos, vacantes,
hasta el matiz prudente
de un gran caldo de alas con causas
y lindes fritas.
Y hasta el hueso!
Cierta guardarropía, sólo ella, nos sabrá
a todos en las blancas hojas
de las partidas.
Esa guardarropía, ella sola,
al volver de cada facción,
de cada candelabro
ciego de nacimiento.
Tampoco yo descubro a nadie, bajo
este mantillo que iridice los lunes
de la razón;
y no hago más que sonreir a cada púa
de las verjas, en la loca búsqueda
del conocido.
Buena guardarropía, ábreme
tus blancas hojas:
quiero reconocer siquiera al 1,
quiero el punto de apoyo, quiero
saber de estar siquiera.
En los bastidores donde nos vestimos,
no hay, no Hay nadie: hojas tan sólo
de par en par.
Y siempre los trajes descolgándose
por sí propios, de perchas
como ductores índices grotescos,
y partiendo sin cuerpos, vacantes,
hasta el matiz prudente
de un gran caldo de alas con causas
y lindes fritas.
Y hasta el hueso!
Tampoco yo descubro a nadie, bajo
este mantillo que iridice los lunes
de la razón;
y no hago más que sonreir a cada púa
de las verjas, en la loca búsqueda
del conocido.
Buena guardarropía, ábreme
tus blancas hojas:
quiero reconocer siquiera al 1,
quiero el punto de apoyo, quiero
saber de estar siquiera.
En los bastidores donde nos vestimos,
no hay, no Hay nadie: hojas tan sólo
de par en par.
Y siempre los trajes descolgándose
por sí propios, de perchas
como ductores índices grotescos,
y partiendo sin cuerpos, vacantes,
hasta el matiz prudente
de un gran caldo de alas con causas
y lindes fritas.
Y hasta el hueso!
Buena guardarropía, ábreme
tus blancas hojas:
quiero reconocer siquiera al 1,
quiero el punto de apoyo, quiero
saber de estar siquiera.
En los bastidores donde nos vestimos,
no hay, no Hay nadie: hojas tan sólo
de par en par.
Y siempre los trajes descolgándose
por sí propios, de perchas
como ductores índices grotescos,
y partiendo sin cuerpos, vacantes,
hasta el matiz prudente
de un gran caldo de alas con causas
y lindes fritas.
Y hasta el hueso!
En los bastidores donde nos vestimos,
no hay, no Hay nadie: hojas tan sólo
de par en par.
Y siempre los trajes descolgándose
por sí propios, de perchas
como ductores índices grotescos,
y partiendo sin cuerpos, vacantes,
hasta el matiz prudente
de un gran caldo de alas con causas
y lindes fritas.
Y hasta el hueso! | es |
Pardo_García,Germán | <XXI | Paz_A_Las_Fieras_De_Buena_Voluntad | Esta es la nube que a la azul serpiente
le deslumbró penumbras del colmillo,
y esta la mariposa entre su brillo
de blanca percalina transparente.
Los espartos dibujan la clemente
fuerza del oso; espuma es el cuchillo,
y unigénito el barro y amarillo
como la tarde en su telar creciente.
La densa voluntad apuntalada
por la victoria, su labor ventila.
La torrencialidad está colmada
y al oyamel la fronda le cintila,
allá por la llanura corrugada
que un tigre anticarnívoro vigila. | es |
Bonifaz_Nuño,Rubén | <XXI | Amenazados,_Contundidos | Amenazados, contundidos.
Umbrales en peligro. Yo diría
que es por la edad; que con la edad aumenta
de largo y de redondo el esqueleto;
que los forros van quedando chicos
a los huesos salientes, y se muestra
desvergonzadamente la cebrada
torre de las costillas, y los goznes
arácnidos de pies y manos
bailan al viento más, y se descubre
la florecida risa amarillenta
de un cirquero sin bienes. Yo diría
que no es cosa de miedo;
que uno es capaz de acostumbrarse a todo.
¿Pero de dónde este sabor sangriento
de casi vegetal ramaje,
que hay en la boca de la madrugada?
Yo diría
que con la edad uno se va enterando,
sin querer darse cuenta, de las cosas.
Uno va sospechando lo que pasa.
—A veces, se me vuelve
áspero el aire, y corruptible:
humo, jarabe fermentado,
con burbujas como huevos de mosca—.
Yo me esfuerzo hasta el límite,
resistiendo la embestida narcótica
que me junta los párpados, el ruido
fluvial de los rincones, la parálisis
que sube por el cuerpo ingobernable,
Soy desnombrado y sometido
al desorden amnésico del sueño.
Agrimensora larva ciega,
hostia de comuniones pegajosas,
antena soy, prestada
a mensajes malévolos; inerme
piel aterrada y dócil,
dada sin opinión al besuqueo
de lenguas líquidas y amargas.
Y estas hormigas, y este grito
en este corredor, y esta caída.
Y esta mujer —¿de quién?— que se levanta
de junto a mí; la adúltera culpable;
la que se viste ahora, preparada
para ya no volver, y que prodiga
este preñado olor de cosa
subterrestre y marina, subcutánea;
solamente despojo tierno
de entrañas conmovidas.
¿Y qué fondo sostiene lo que veo;
el nombre que me dan, el que respondo;
qué sustancia revelan
los aceites lustrales, el bautismo
del despertar de cada día?
Cuando la noche, como la marea
que tiende al náufrago en la playa,
nos devuelve a la casa compartible,
a la mesa del día de la tierra,
al cotidiano espejo
familiar, al oficio de las gentes;
carcomidos por la sal del sueño,
como un temblor agavillados por la vida
que nos pasa de claro, ¿quién despierta?
¿Quién está salvo y sano y en seguro?
Crece la calavera, y me acostumbro.
Y al murciélago azul crucificado
que fuma en el zaguán, y a los retratos
que yacen juntos en el cementerio,
y al nagual ominoso.
Yo diría. | es |
Greiff,León_de | <XXI | Venido_A_Menos_Víking,_De_Poeta | Venido a menos víking, de poeta
(¡y en el Trópico!) estoy. Cuando cavilo:
¿será mi estilo, (por llamarle estilo)
—de ése mi estilo (estilo a la jineta)
yo mismo en veces (pocas) me horripilo—,
barroco estilo, ni motor de escándalos, 1
por descender (si criollo hasta la zeta)
de Renanos, Iberos, Godos, Vándalos?
De Iberos, (no español de pandereta),
de Renanos (si no bajo del tilo
romanticoide y menos soto el filo 2
guadañador: el Führer non me peta),
de Godos (pero zurdo: y nunca enfilo),
de Vándalos (¿por miedo al diablo mándalos
el Vulgo?) vengo (y vándalo un asceta?):
de Renanos, Iberos, Godos, Vándalos.
De inconexo y sin orden, soy veleta.
(Llévame el viento —como brizna— en vilo).
Ácrata soy, de buen humor tranquilo.
Jamás sóbrame duro ni peseta.
La Noche es techo de mi sólo asilo.
Grandes recorta, mínimos agrándalos,
fechos, mi móvil Yo: ¿síntesis? ¿meta?
de Renanos, Iberos, Godos, Vándalos.
De Enano hace Gigante, y —David— reta
verdadero Goliat, que vé pupilo
mi fantasía, y aunque corte un hilo
su mandoble: y sin honda, ardid ni treta...
Y, ante casos minúsculos, vacilo:
(casos que un soplo blándulo desbándalos...)
Tan vario humor, ¿es zumo que secreta
de Renanos, Iberos, Godos, Vándalos?
De loco no aprovecho, y la chaveta
perdí hace siglos, —y, si despabilo, 3
cuerdo ya soy: de la cordura silo!:
más cuerdo que el mejor anacoreta.
¿Cuerdo? ¡Qué vá! Con menos me obnubilo;
a Juicio y a Folía, Humor comándalos:
¿heredé Humor, Esplín —y la Pirueta—,
de Renanos, Iberos, Godos, Vándalos?
De ambas soy cojo, y ando sin muleta.
Sordo, y oigo el silencio. Y en sigilo
—ciego— oteante el negro mar vigilo
de la cofa. Sin Fe, ni Amor, ni lieta
Bienandanza, Ambición, ni Afán, destilo
miel —si hiérenme— a ejemplo de los sándalos
(y acíbar además...) ¿Suma —incompleta—
de Renanos, Iberos, Godos, Vándalos?
Príncipe: ¿quién mis trucos interpreta?
¿quién cargará con la que en torre apilo
—¿de Babel?— ¿tonterías? ¿Quién no veta
balumba tal —inundación del Nilo?—
Malos caminos, muy más rápidos ándalos:
es decir, rasga ya la Baladeta 4
de Renanos, Iberos, Godos, Vándalos. | es |
Cadenas,Rafael | <XXI | Sé | Sé
que si no llego a ser nadie
habré perdido mi vida. | es |
San_Isidro,Olga | XXI | ¡Quiéreme! | ¡Quiéreme!
busca mi calor en esas fuentes
donde mana el agua como torrente,
y los silencios, son gotas silentes
que caen en aguas, donde el alma duerme.
¡Quiéreme!
y vigila mis manos, si se estremecen
con el temblor de un miedo naciente,
y si ves que mi alma atrás se vuelve
con tu mano, calma mi frente.
¡Quiéreme!
e indaga, porque en mi cerrada mente,
ya las palabras no son suficientes
para expresar, que el corazón siente
que ya el amor, tan solo es muerte.
¡Quiéreme
quiéreme hoy, profundamente! | es |
Vallejo,César | <XXI | Hojas_De_Ébano | Fulge mi cigarrillo;
su luz se limpia en pólvoras de alerta.
Y a su guiño amarillo
entona un pastorcillo
el tamarindo de su sombra muerta.
Ahoga en una enérgica negrura,
el caserón entero
la mustia distinción de su blancura.
Pena un frágil aroma de aguacero.
Están todas las puertas muy ancianas,
y se hastía en su habano carcomido
una insomne piedad de mil ojeras.
Yo las dejé lozanas;
y hoy las telarañas han zurcido
hasta en el corazón de sus maderas,
coágulos de sombra oliendo a olvido.
La del camino, el día
que me miró llegar, trémula y triste,
mientras que sus dos brazos entreabría,
chilló como en un llanto de alegría.
Que en toda fibra existe
para el ojo que ama, una dormida
novia perla, una lágrima escondida.
Con no sé qué memoria secretea
mi corazón ansioso.
—Señora?... —Sí, señor; murió en la aldea;
aún la veo envueltita en su rebozo
Y la abuela amargura
de un cantar neurasténico de paria
¡oh, derrotada musa legendaria!
afila sus melódicos raudales
bajo la noche oscura:
como si abajo, abajo,
en la turbia pupila de cascajo
de abierta sepultura,
celebrando perpetuos funerales,
se quebrasen fantásticos puñales.
Llueve..., llueve... Sustancia el aguacero,
reduciéndolo a fúnebres olores,
el humor de los viejos alcanfores
que velan tahuashando en el sendero
con sus ponchos de hielo y sin sombrero. | es |
López_Meléndez,Teódulo | XXI | Sobre_Las_Arenas_Recién_Descubiertas_Quedaron_Vasijas | Sobre las arenas recién descubiertas quedaron
vasijas. Dentro de ellas un líquido espeso. Allí puede
mirarse pagando con un creciente escozor de los ojos. El humo de cada
vasija únese en un solo humo, el líquido de cada vasija
es el pie común de todos los humos. Es una crineja de un solo
humo tejida hacia arriba que sujeta el planeta a los tiempos de la
combustión y los espasmos.
2
He sido señalado como el originador de las
cópulas sólo por haber ensartado folios borroneados con
mis manos inexpertas.
3
Ahora vengo a las playas como veraneante y traigo conmigo
a Roberto para explicarle el surco que tracé
arrastrándome y tratar de describirle la crineja de humo. El me
mira apenas un momento y luego me deja para jugar con la arena mojada
de mar. Yo miro su pie y sonrío.
He sido señalado como el originador de las
cópulas sólo por haber ensartado folios borroneados con
mis manos inexpertas.
3
Ahora vengo a las playas como veraneante y traigo conmigo
a Roberto para explicarle el surco que tracé
arrastrándome y tratar de describirle la crineja de humo. El me
mira apenas un momento y luego me deja para jugar con la arena mojada
de mar. Yo miro su pie y sonrío.
Ahora vengo a las playas como veraneante y traigo conmigo
a Roberto para explicarle el surco que tracé
arrastrándome y tratar de describirle la crineja de humo. El me
mira apenas un momento y luego me deja para jugar con la arena mojada
de mar. Yo miro su pie y sonrío. | es |
Machado,Antonio | <XXI | Algunos_Lienzos_Del_Recuerdo_Tienen | Algunos lienzos del recuerdo tienen
luz de jardín y soledad de campo;
la placidez del sueño
en el paisaje familiar soñado.
Otros guardan las fiestas
de días aun lejanos;
figurillas sutiles
que pone un titerero en su retablo
Ante el balcón florido,
está la cita de un amor amargo.
Brilla la tarde en el resol bermejo...
La hiedra efunde de los muros blancos...
A la revuelta de una calle en sombra
un fantasma irrisorio besa un nardo. | es |
Mistral,Gabriela | <XXI | Puertas | Entre los gestos del mundo
recibí el que me dan las puertas.
En la luz yo las he visto
o selladas o entreabiertas
y volviendo sus espaldas
del color de la vulpeja.
¿Por qué fue que las hicimos
para ser sus prisioneras?
Del gran fruto de la casa
son la cáscara avarienta.
El fuego amigo que gozan
a la ruta no lo prestan.
Canto que adentro cantamos
lo sofocan sus maderas
y a su dicha no convidan
como la granada abierta:
¡Sibilas llenas de polvo,
nunca mozas, nacidas viejas!
Parecen tristes moluscos
sin marea y sin arenas.
Parecen, en lo ceñudo,
la nube de la tormenta.
A las sayas verticales
de la Muerte se asemejan
y yo las abro y las paso
como la caña que tiembla.
«¡No!», dicen a las mañanas
aunque las bañen, las tiernas.
Dicen «¡No!» al viento marino
que en su frente palmotea
y al olor de pinos nuevos
que se viene por la Sierra.
Y lo mismo que Casandra,
no salvan aunque bien sepan:
porque mi duro destino
él también pasó mi puerta.
Cuando golpeo me turban
igual que la vez primera.
El seco dintel da luces
como la espada despierta
y los batientes se avivan
en escapadas gacelas.
Entro como quien levanta
paño de cara encubierta,
sin saber lo que me tiene
mi casa de angosta almendra
y pregunto si me aguarda
mi salvación o mi pérdida.
Ya quiero irme y dejar
el sobrehaz de la Tierra,
el horizonte que acaba
como un ciervo, de tristeza,
y las puertas de los hombres
selladas como cisternas.
Por no voltear en la mano
sus llaves de anguilas muertas
y no oírles más el crótalo
que me sigue la carrera.
Voy a cruzar sin gemido
la última vez por ellas
y a alejarme tan gloriosa
como la esclava liberta,
siguiendo el cardumen vivo
de mis muertos que me llevan.
No estarán allá rayados
por cubo y cubo de puertas
ni ofendidos por sus muros
como el herido en sus vendas.
Vendrán a mí sin embozo,
oreados de luz eterna.
Cantaremos a mitad
de los cielos y la tierra.
Con el canto apasionado
heriremos puerta y puerta
y saldrán de ellas los hombres
como niños que despiertan
al oír que se descuajan
y que van cayendo muertas.
Del gran fruto de la casa
son la cáscara avarienta.
El fuego amigo que gozan
a la ruta no lo prestan.
Canto que adentro cantamos
lo sofocan sus maderas
y a su dicha no convidan
como la granada abierta:
¡Sibilas llenas de polvo,
nunca mozas, nacidas viejas!
Parecen tristes moluscos
sin marea y sin arenas.
Parecen, en lo ceñudo,
la nube de la tormenta.
A las sayas verticales
de la Muerte se asemejan
y yo las abro y las paso
como la caña que tiembla.
«¡No!», dicen a las mañanas
aunque las bañen, las tiernas.
Dicen «¡No!» al viento marino
que en su frente palmotea
y al olor de pinos nuevos
que se viene por la Sierra.
Y lo mismo que Casandra,
no salvan aunque bien sepan:
porque mi duro destino
él también pasó mi puerta.
Cuando golpeo me turban
igual que la vez primera.
El seco dintel da luces
como la espada despierta
y los batientes se avivan
en escapadas gacelas.
Entro como quien levanta
paño de cara encubierta,
sin saber lo que me tiene
mi casa de angosta almendra
y pregunto si me aguarda
mi salvación o mi pérdida.
Ya quiero irme y dejar
el sobrehaz de la Tierra,
el horizonte que acaba
como un ciervo, de tristeza,
y las puertas de los hombres
selladas como cisternas.
Por no voltear en la mano
sus llaves de anguilas muertas
y no oírles más el crótalo
que me sigue la carrera.
Voy a cruzar sin gemido
la última vez por ellas
y a alejarme tan gloriosa
como la esclava liberta,
siguiendo el cardumen vivo
de mis muertos que me llevan.
No estarán allá rayados
por cubo y cubo de puertas
ni ofendidos por sus muros
como el herido en sus vendas.
Vendrán a mí sin embozo,
oreados de luz eterna.
Cantaremos a mitad
de los cielos y la tierra.
Con el canto apasionado
heriremos puerta y puerta
y saldrán de ellas los hombres
como niños que despiertan
al oír que se descuajan
y que van cayendo muertas.
Parecen tristes moluscos
sin marea y sin arenas.
Parecen, en lo ceñudo,
la nube de la tormenta.
A las sayas verticales
de la Muerte se asemejan
y yo las abro y las paso
como la caña que tiembla.
«¡No!», dicen a las mañanas
aunque las bañen, las tiernas.
Dicen «¡No!» al viento marino
que en su frente palmotea
y al olor de pinos nuevos
que se viene por la Sierra.
Y lo mismo que Casandra,
no salvan aunque bien sepan:
porque mi duro destino
él también pasó mi puerta.
Cuando golpeo me turban
igual que la vez primera.
El seco dintel da luces
como la espada despierta
y los batientes se avivan
en escapadas gacelas.
Entro como quien levanta
paño de cara encubierta,
sin saber lo que me tiene
mi casa de angosta almendra
y pregunto si me aguarda
mi salvación o mi pérdida.
Ya quiero irme y dejar
el sobrehaz de la Tierra,
el horizonte que acaba
como un ciervo, de tristeza,
y las puertas de los hombres
selladas como cisternas.
Por no voltear en la mano
sus llaves de anguilas muertas
y no oírles más el crótalo
que me sigue la carrera.
Voy a cruzar sin gemido
la última vez por ellas
y a alejarme tan gloriosa
como la esclava liberta,
siguiendo el cardumen vivo
de mis muertos que me llevan.
No estarán allá rayados
por cubo y cubo de puertas
ni ofendidos por sus muros
como el herido en sus vendas.
Vendrán a mí sin embozo,
oreados de luz eterna.
Cantaremos a mitad
de los cielos y la tierra.
Con el canto apasionado
heriremos puerta y puerta
y saldrán de ellas los hombres
como niños que despiertan
al oír que se descuajan
y que van cayendo muertas.
«¡No!», dicen a las mañanas
aunque las bañen, las tiernas.
Dicen «¡No!» al viento marino
que en su frente palmotea
y al olor de pinos nuevos
que se viene por la Sierra.
Y lo mismo que Casandra,
no salvan aunque bien sepan:
porque mi duro destino
él también pasó mi puerta.
Cuando golpeo me turban
igual que la vez primera.
El seco dintel da luces
como la espada despierta
y los batientes se avivan
en escapadas gacelas.
Entro como quien levanta
paño de cara encubierta,
sin saber lo que me tiene
mi casa de angosta almendra
y pregunto si me aguarda
mi salvación o mi pérdida.
Ya quiero irme y dejar
el sobrehaz de la Tierra,
el horizonte que acaba
como un ciervo, de tristeza,
y las puertas de los hombres
selladas como cisternas.
Por no voltear en la mano
sus llaves de anguilas muertas
y no oírles más el crótalo
que me sigue la carrera.
Voy a cruzar sin gemido
la última vez por ellas
y a alejarme tan gloriosa
como la esclava liberta,
siguiendo el cardumen vivo
de mis muertos que me llevan.
No estarán allá rayados
por cubo y cubo de puertas
ni ofendidos por sus muros
como el herido en sus vendas.
Vendrán a mí sin embozo,
oreados de luz eterna.
Cantaremos a mitad
de los cielos y la tierra.
Con el canto apasionado
heriremos puerta y puerta
y saldrán de ellas los hombres
como niños que despiertan
al oír que se descuajan
y que van cayendo muertas.
Cuando golpeo me turban
igual que la vez primera.
El seco dintel da luces
como la espada despierta
y los batientes se avivan
en escapadas gacelas.
Entro como quien levanta
paño de cara encubierta,
sin saber lo que me tiene
mi casa de angosta almendra
y pregunto si me aguarda
mi salvación o mi pérdida.
Ya quiero irme y dejar
el sobrehaz de la Tierra,
el horizonte que acaba
como un ciervo, de tristeza,
y las puertas de los hombres
selladas como cisternas.
Por no voltear en la mano
sus llaves de anguilas muertas
y no oírles más el crótalo
que me sigue la carrera.
Voy a cruzar sin gemido
la última vez por ellas
y a alejarme tan gloriosa
como la esclava liberta,
siguiendo el cardumen vivo
de mis muertos que me llevan.
No estarán allá rayados
por cubo y cubo de puertas
ni ofendidos por sus muros
como el herido en sus vendas.
Vendrán a mí sin embozo,
oreados de luz eterna.
Cantaremos a mitad
de los cielos y la tierra.
Con el canto apasionado
heriremos puerta y puerta
y saldrán de ellas los hombres
como niños que despiertan
al oír que se descuajan
y que van cayendo muertas.
Ya quiero irme y dejar
el sobrehaz de la Tierra,
el horizonte que acaba
como un ciervo, de tristeza,
y las puertas de los hombres
selladas como cisternas.
Por no voltear en la mano
sus llaves de anguilas muertas
y no oírles más el crótalo
que me sigue la carrera.
Voy a cruzar sin gemido
la última vez por ellas
y a alejarme tan gloriosa
como la esclava liberta,
siguiendo el cardumen vivo
de mis muertos que me llevan.
No estarán allá rayados
por cubo y cubo de puertas
ni ofendidos por sus muros
como el herido en sus vendas.
Vendrán a mí sin embozo,
oreados de luz eterna.
Cantaremos a mitad
de los cielos y la tierra.
Con el canto apasionado
heriremos puerta y puerta
y saldrán de ellas los hombres
como niños que despiertan
al oír que se descuajan
y que van cayendo muertas.
Voy a cruzar sin gemido
la última vez por ellas
y a alejarme tan gloriosa
como la esclava liberta,
siguiendo el cardumen vivo
de mis muertos que me llevan.
No estarán allá rayados
por cubo y cubo de puertas
ni ofendidos por sus muros
como el herido en sus vendas.
Vendrán a mí sin embozo,
oreados de luz eterna.
Cantaremos a mitad
de los cielos y la tierra.
Con el canto apasionado
heriremos puerta y puerta
y saldrán de ellas los hombres
como niños que despiertan
al oír que se descuajan
y que van cayendo muertas.
Vendrán a mí sin embozo,
oreados de luz eterna.
Cantaremos a mitad
de los cielos y la tierra.
Con el canto apasionado
heriremos puerta y puerta
y saldrán de ellas los hombres
como niños que despiertan
al oír que se descuajan
y que van cayendo muertas. | es |
Díaz,Eva_T. | XXI | Si_Alguna_Vez_Te_Preguntan | Si alguna vez te preguntan,
de quién fueron tus ojos???
Diles que de aquella,
La que se llevó tus antojos.—
Si alguna vez te preguntan,
a quién perteneció tu vida???
Diles que a la mujer,
que se fue sin despedida.—
Si alguna vez te preguntan,
si volverías a querer??
—"DILES, QUE SOLAMENTE,
SI ELLA VOLVIERA A NACER"—
(Poema esrito para mi padre al fallecer mi madre.).-
Si alguna vez te preguntan,
a quién perteneció tu vida???
Diles que a la mujer,
que se fue sin despedida.—
Si alguna vez te preguntan,
si volverías a querer??
—"DILES, QUE SOLAMENTE,
SI ELLA VOLVIERA A NACER"—
(Poema esrito para mi padre al fallecer mi madre.).-
Si alguna vez te preguntan,
si volverías a querer??
—"DILES, QUE SOLAMENTE,
SI ELLA VOLVIERA A NACER"—
(Poema esrito para mi padre al fallecer mi madre.).- | es |
Casal,Julián_del | <XXI | Nací_En_Cuba._El_Sendero_De_La_Vida | Nací en Cuba. El sendero de la vida
Firme atravieso, con ligero paso.
Sin que encorve mi espalda vigorosa
La carga abrumadora de los años.
Al pasar por las verdes alamedas,
Cogido tiernamente de la mano,
Mientras cortaba las fragantes flores
O bebía la lumbre de los astros,
Vi la Muerte, cual pérfido bandido,
Abalanzarse rauda ante mi paso
Y herir a mis amantes compañeros,
Dejándome, en el mundo, solitario.
¡Cuán difícil me fue marchar sin guía!
¡Cuántos escollos ante mí se alzaron!
¡Cuán ásperas hallé todas las cuestas!
Y ¡cuán lóbregos todos los espacios!
¡Cuántas veces la estrella matutina
Alumbró, con fulgores argentados,
La huella ensangrentada que mi planta
Iba dejando, en los desiertos campos,
Recorridos en noches tormentosas,
Entre el fragor horrísono del rayo,
Bajo las gotas frías de la lluvia
Y a la luz funeral de los relámpagos!
Mi juventud, herida ya de muerte,
Empieza a agonizar entre mis brazos.
Sin que la puedan reanimar mis besos,
Sin que la puedan consolar mis cantos.
Y al ver, en su semblante cadavérico,
De sus pupilas el fulgor opaco
—Igual al de un espejo desbruñido—,
Siento que el corazón sube a mis labios,
Cual si en mi pecho la rodilla hincara
Joven titán de miembros acerados.
Para olvidar entonces las tristezas
Que como nube de voraces pájaros
Al fruto de oro entre las verdes ramas,
Dejan mi corazón despedazado,
Refúgiome del Arte en los misterios
O de la hermosa Aspasia entre los brazos,
Guardo siempre, en el fondo de mi alma,
Cual hostia blanca en cáliz cincelado,
La purísima fe de mis mayores,
Que por ella, en los tiempos legendarios,
Subieron a la pira del martirio,
Con su firmeza heroica de cristianos,
La esperanza del cielo en las miradas
Y el perdón generoso entre los labios.
Mi espíritu, voluble y enfermizo,
Lleno de la nostalgia del pasado,
Ora ansia el rumor de las batallas,
Ora la paz de silencioso claustro,
Hasta que pueda despojarse un día
—Como un mendigo del postrer andrajo—,
Del pesar que dejaron en su seno
Los difuntos ensueños abortados.
Indiferente a todo lo visible,
Ni el mal me atrae, ni ante el bien me extasio,
Como si dentro de mi ser llevara
El cadáver de un Dios, ¡de mi entusiasmo!
Libre de abrumadoras ambiciones,
Soporto de la vida el rudo fardo,
Porque me alienta el formidable orgullo
De vivir, ni envidioso ni envidiado,
Persiguiendo fantásticas visiones,
Mientras se arrastran otros por el fango
Para extraer un átomo de oro
Del fondo pestilente de un pantano.
Al pasar por las verdes alamedas,
Cogido tiernamente de la mano,
Mientras cortaba las fragantes flores
O bebía la lumbre de los astros,
Vi la Muerte, cual pérfido bandido,
Abalanzarse rauda ante mi paso
Y herir a mis amantes compañeros,
Dejándome, en el mundo, solitario.
¡Cuán difícil me fue marchar sin guía!
¡Cuántos escollos ante mí se alzaron!
¡Cuán ásperas hallé todas las cuestas!
Y ¡cuán lóbregos todos los espacios!
¡Cuántas veces la estrella matutina
Alumbró, con fulgores argentados,
La huella ensangrentada que mi planta
Iba dejando, en los desiertos campos,
Recorridos en noches tormentosas,
Entre el fragor horrísono del rayo,
Bajo las gotas frías de la lluvia
Y a la luz funeral de los relámpagos!
Mi juventud, herida ya de muerte,
Empieza a agonizar entre mis brazos.
Sin que la puedan reanimar mis besos,
Sin que la puedan consolar mis cantos.
Y al ver, en su semblante cadavérico,
De sus pupilas el fulgor opaco
—Igual al de un espejo desbruñido—,
Siento que el corazón sube a mis labios,
Cual si en mi pecho la rodilla hincara
Joven titán de miembros acerados.
Para olvidar entonces las tristezas
Que como nube de voraces pájaros
Al fruto de oro entre las verdes ramas,
Dejan mi corazón despedazado,
Refúgiome del Arte en los misterios
O de la hermosa Aspasia entre los brazos,
Guardo siempre, en el fondo de mi alma,
Cual hostia blanca en cáliz cincelado,
La purísima fe de mis mayores,
Que por ella, en los tiempos legendarios,
Subieron a la pira del martirio,
Con su firmeza heroica de cristianos,
La esperanza del cielo en las miradas
Y el perdón generoso entre los labios.
Mi espíritu, voluble y enfermizo,
Lleno de la nostalgia del pasado,
Ora ansia el rumor de las batallas,
Ora la paz de silencioso claustro,
Hasta que pueda despojarse un día
—Como un mendigo del postrer andrajo—,
Del pesar que dejaron en su seno
Los difuntos ensueños abortados.
Indiferente a todo lo visible,
Ni el mal me atrae, ni ante el bien me extasio,
Como si dentro de mi ser llevara
El cadáver de un Dios, ¡de mi entusiasmo!
Libre de abrumadoras ambiciones,
Soporto de la vida el rudo fardo,
Porque me alienta el formidable orgullo
De vivir, ni envidioso ni envidiado,
Persiguiendo fantásticas visiones,
Mientras se arrastran otros por el fango
Para extraer un átomo de oro
Del fondo pestilente de un pantano.
¡Cuán difícil me fue marchar sin guía!
¡Cuántos escollos ante mí se alzaron!
¡Cuán ásperas hallé todas las cuestas!
Y ¡cuán lóbregos todos los espacios!
¡Cuántas veces la estrella matutina
Alumbró, con fulgores argentados,
La huella ensangrentada que mi planta
Iba dejando, en los desiertos campos,
Recorridos en noches tormentosas,
Entre el fragor horrísono del rayo,
Bajo las gotas frías de la lluvia
Y a la luz funeral de los relámpagos!
Mi juventud, herida ya de muerte,
Empieza a agonizar entre mis brazos.
Sin que la puedan reanimar mis besos,
Sin que la puedan consolar mis cantos.
Y al ver, en su semblante cadavérico,
De sus pupilas el fulgor opaco
—Igual al de un espejo desbruñido—,
Siento que el corazón sube a mis labios,
Cual si en mi pecho la rodilla hincara
Joven titán de miembros acerados.
Para olvidar entonces las tristezas
Que como nube de voraces pájaros
Al fruto de oro entre las verdes ramas,
Dejan mi corazón despedazado,
Refúgiome del Arte en los misterios
O de la hermosa Aspasia entre los brazos,
Guardo siempre, en el fondo de mi alma,
Cual hostia blanca en cáliz cincelado,
La purísima fe de mis mayores,
Que por ella, en los tiempos legendarios,
Subieron a la pira del martirio,
Con su firmeza heroica de cristianos,
La esperanza del cielo en las miradas
Y el perdón generoso entre los labios.
Mi espíritu, voluble y enfermizo,
Lleno de la nostalgia del pasado,
Ora ansia el rumor de las batallas,
Ora la paz de silencioso claustro,
Hasta que pueda despojarse un día
—Como un mendigo del postrer andrajo—,
Del pesar que dejaron en su seno
Los difuntos ensueños abortados.
Indiferente a todo lo visible,
Ni el mal me atrae, ni ante el bien me extasio,
Como si dentro de mi ser llevara
El cadáver de un Dios, ¡de mi entusiasmo!
Libre de abrumadoras ambiciones,
Soporto de la vida el rudo fardo,
Porque me alienta el formidable orgullo
De vivir, ni envidioso ni envidiado,
Persiguiendo fantásticas visiones,
Mientras se arrastran otros por el fango
Para extraer un átomo de oro
Del fondo pestilente de un pantano.
Mi juventud, herida ya de muerte,
Empieza a agonizar entre mis brazos.
Sin que la puedan reanimar mis besos,
Sin que la puedan consolar mis cantos.
Y al ver, en su semblante cadavérico,
De sus pupilas el fulgor opaco
—Igual al de un espejo desbruñido—,
Siento que el corazón sube a mis labios,
Cual si en mi pecho la rodilla hincara
Joven titán de miembros acerados.
Para olvidar entonces las tristezas
Que como nube de voraces pájaros
Al fruto de oro entre las verdes ramas,
Dejan mi corazón despedazado,
Refúgiome del Arte en los misterios
O de la hermosa Aspasia entre los brazos,
Guardo siempre, en el fondo de mi alma,
Cual hostia blanca en cáliz cincelado,
La purísima fe de mis mayores,
Que por ella, en los tiempos legendarios,
Subieron a la pira del martirio,
Con su firmeza heroica de cristianos,
La esperanza del cielo en las miradas
Y el perdón generoso entre los labios.
Mi espíritu, voluble y enfermizo,
Lleno de la nostalgia del pasado,
Ora ansia el rumor de las batallas,
Ora la paz de silencioso claustro,
Hasta que pueda despojarse un día
—Como un mendigo del postrer andrajo—,
Del pesar que dejaron en su seno
Los difuntos ensueños abortados.
Indiferente a todo lo visible,
Ni el mal me atrae, ni ante el bien me extasio,
Como si dentro de mi ser llevara
El cadáver de un Dios, ¡de mi entusiasmo!
Libre de abrumadoras ambiciones,
Soporto de la vida el rudo fardo,
Porque me alienta el formidable orgullo
De vivir, ni envidioso ni envidiado,
Persiguiendo fantásticas visiones,
Mientras se arrastran otros por el fango
Para extraer un átomo de oro
Del fondo pestilente de un pantano.
Para olvidar entonces las tristezas
Que como nube de voraces pájaros
Al fruto de oro entre las verdes ramas,
Dejan mi corazón despedazado,
Refúgiome del Arte en los misterios
O de la hermosa Aspasia entre los brazos,
Guardo siempre, en el fondo de mi alma,
Cual hostia blanca en cáliz cincelado,
La purísima fe de mis mayores,
Que por ella, en los tiempos legendarios,
Subieron a la pira del martirio,
Con su firmeza heroica de cristianos,
La esperanza del cielo en las miradas
Y el perdón generoso entre los labios.
Mi espíritu, voluble y enfermizo,
Lleno de la nostalgia del pasado,
Ora ansia el rumor de las batallas,
Ora la paz de silencioso claustro,
Hasta que pueda despojarse un día
—Como un mendigo del postrer andrajo—,
Del pesar que dejaron en su seno
Los difuntos ensueños abortados.
Indiferente a todo lo visible,
Ni el mal me atrae, ni ante el bien me extasio,
Como si dentro de mi ser llevara
El cadáver de un Dios, ¡de mi entusiasmo!
Libre de abrumadoras ambiciones,
Soporto de la vida el rudo fardo,
Porque me alienta el formidable orgullo
De vivir, ni envidioso ni envidiado,
Persiguiendo fantásticas visiones,
Mientras se arrastran otros por el fango
Para extraer un átomo de oro
Del fondo pestilente de un pantano.
Guardo siempre, en el fondo de mi alma,
Cual hostia blanca en cáliz cincelado,
La purísima fe de mis mayores,
Que por ella, en los tiempos legendarios,
Subieron a la pira del martirio,
Con su firmeza heroica de cristianos,
La esperanza del cielo en las miradas
Y el perdón generoso entre los labios.
Mi espíritu, voluble y enfermizo,
Lleno de la nostalgia del pasado,
Ora ansia el rumor de las batallas,
Ora la paz de silencioso claustro,
Hasta que pueda despojarse un día
—Como un mendigo del postrer andrajo—,
Del pesar que dejaron en su seno
Los difuntos ensueños abortados.
Indiferente a todo lo visible,
Ni el mal me atrae, ni ante el bien me extasio,
Como si dentro de mi ser llevara
El cadáver de un Dios, ¡de mi entusiasmo!
Libre de abrumadoras ambiciones,
Soporto de la vida el rudo fardo,
Porque me alienta el formidable orgullo
De vivir, ni envidioso ni envidiado,
Persiguiendo fantásticas visiones,
Mientras se arrastran otros por el fango
Para extraer un átomo de oro
Del fondo pestilente de un pantano.
Mi espíritu, voluble y enfermizo,
Lleno de la nostalgia del pasado,
Ora ansia el rumor de las batallas,
Ora la paz de silencioso claustro,
Hasta que pueda despojarse un día
—Como un mendigo del postrer andrajo—,
Del pesar que dejaron en su seno
Los difuntos ensueños abortados.
Indiferente a todo lo visible,
Ni el mal me atrae, ni ante el bien me extasio,
Como si dentro de mi ser llevara
El cadáver de un Dios, ¡de mi entusiasmo!
Libre de abrumadoras ambiciones,
Soporto de la vida el rudo fardo,
Porque me alienta el formidable orgullo
De vivir, ni envidioso ni envidiado,
Persiguiendo fantásticas visiones,
Mientras se arrastran otros por el fango
Para extraer un átomo de oro
Del fondo pestilente de un pantano.
Indiferente a todo lo visible,
Ni el mal me atrae, ni ante el bien me extasio,
Como si dentro de mi ser llevara
El cadáver de un Dios, ¡de mi entusiasmo!
Libre de abrumadoras ambiciones,
Soporto de la vida el rudo fardo,
Porque me alienta el formidable orgullo
De vivir, ni envidioso ni envidiado,
Persiguiendo fantásticas visiones,
Mientras se arrastran otros por el fango
Para extraer un átomo de oro
Del fondo pestilente de un pantano.
Libre de abrumadoras ambiciones,
Soporto de la vida el rudo fardo,
Porque me alienta el formidable orgullo
De vivir, ni envidioso ni envidiado,
Persiguiendo fantásticas visiones,
Mientras se arrastran otros por el fango
Para extraer un átomo de oro
Del fondo pestilente de un pantano. | es |
Lugones,Leopoldo | <XXI | Nunca_Gocé_Ternura_Más_Extraña | Nunca gocé ternura más extraña,
Que una tarde entre las manos prolijas
Del barbero de campaña,
Furtivo carbonario que tenía dos hijas.
Yo venía de la montaña
En mi claudicante jardinera,
Con timidez urbana y ebrio de primavera.
Aristas de mis parvas,
Tupían la fortaleza silvestre
De mi semestre
De barbas.
Recliné la cabeza
Sobre la fatigada almohadilla,
Con una plenitud sencilla
De docilidad y de limpieza;
y en ademán cristiano presenté la mejilla...
El desonchado espejo,
Protegido por marchitos tules,
Absorbiendo el paisaje en su reflejo,
Era un óleo enorme de sol bermejo,
Praderas pálidas y cielos azules.
y ante el mórbido gozo
De la tarde vibrada en pastorelas,
Flameaba como un soberbio trozo
Que glorificara un orgullo de escuelas.
La brocha, en tanto,
Nevaba su sedosa espuma
Con el encanto
De una caricia de pluma.
De algún redil cabrío, que en tibiezas amigas
Aprontaba al rebaño su familiar sosiego,
Exhalaban un perfume labriego
De polen almizclado las boñigas.
Con sonora mordedura
Raía mi fértil mejilla la navaja.
Mientras sonriendo anécdotas en voz baja,
El liberal barbero me hablaba mal del cura.
A la plática ajeno,
Preguntábale yo, superior y sereno
(Bien que con cierta inquietud de celibato),
Por sus dos hijas, Filiberta y Antonia;
Cuando de pronto deleitó mi olfato
Una ráfaga de agua de colonia.
Era la primogénita, doncella preclara,
Chisporroteada en pecas bajo rulos de cobre.
Mas en ese momento, con presteza avara,
Rociábame el maestro su vinagre a la cara,
En insípido aroma de pradera pobre.
Harto esponjada en sus percales,
La joven apareció, un tanto incierta,
A pesar de las lisonjas locales.
Por la puerta,
Asomaron racimos de glicinas,
y llegó de la huerta
Un maternal escándalo de gallinas.
Cuando, con fútil prisa,
Hacia la bella volví mi faz más grata,
Su púdico saludo respondió a mi sonrisa.
y ante el sufragio de mi amor pirata,
y la flamante lozanía de mis carrillos,
Vi abrirse enormemente sus ojos de gata,
Fritos en rubor como dos huevecillos.
Sobre el espejo, la tarde lila
Improvisaba un lánguido miraje,
En un ligero vértigo de agua tranquila.
y aquella joven con su blanco traje
Al borde de esa visionaria cuenca,
Daba al fugaz paisaje
Un aire de antigua ingenuidad flamenca. | es |
Rasch_Isla,Miguel | <XXI | Nube,_Hermana_Gemela_De_Mi_Ser;_En_La_Aurora | Nube, hermana gemela de mi ser; en la aurora,
en la tarde, en la noche, te sigo con afán
¿Hacia dónde te lleva tu inquietud viajadora?
¿Mis anhelos errantes en qué azul vagarán?
Tus éxodos son de ave, tus vaivenes de prora;
cautivas de tus alas mis quimeras están,
y te amo porque mi alma diversa cada hora
ama todas las cosas que mudan o se van.
Qué igual nuestro destino: yo en paz del ocaso
descubro a Dios mis sueños, tú en confines distantes
abres tu chal de gasa bajo el hondo zafir;
tú cambias y yo cambio, tú pasas y yo paso;
somos dos inconformes, somos dos inconstantes;
¿tú qué esperas? borrarte; ¿yo qué aguardo? morir. | es |
Cruz,David | XXI | Podría_Nombrar | Podría nombrar
la quietud.
Repetir
mil veces
que odio
la distancia.
Aún así:
el cielo
seguiría
filtrándose.
Los
árboles
afilando
su navaja
para
decapitar
la brisa. | es |
Neruda,Pablo | <XXI | La_Rama_Robada | En la noche entraremos
a robar
una rama florida.
Pasaremos el muro,
en las tinieblas del jardín ajeno,
dos sombras en la sombra.
Aún no se fue el invierno,
y el manzano aparece
convertido de pronto
en cascada de estrellas olorosas.
En la noche entraremos
hasta su tembloroso firmamento,
y tus pequeñas manos y las mías
robarán las estrellas.
Y sigilosamente,
a nuestra casa,
en la noche y la sombra,
entrará con tus pasos
el silencioso paso del perfume
y con pies estrellados
el cuerpo claro de la primavera.
Pasaremos el muro,
en las tinieblas del jardín ajeno,
dos sombras en la sombra.
Aún no se fue el invierno,
y el manzano aparece
convertido de pronto
en cascada de estrellas olorosas.
En la noche entraremos
hasta su tembloroso firmamento,
y tus pequeñas manos y las mías
robarán las estrellas.
Y sigilosamente,
a nuestra casa,
en la noche y la sombra,
entrará con tus pasos
el silencioso paso del perfume
y con pies estrellados
el cuerpo claro de la primavera.
Aún no se fue el invierno,
y el manzano aparece
convertido de pronto
en cascada de estrellas olorosas.
En la noche entraremos
hasta su tembloroso firmamento,
y tus pequeñas manos y las mías
robarán las estrellas.
Y sigilosamente,
a nuestra casa,
en la noche y la sombra,
entrará con tus pasos
el silencioso paso del perfume
y con pies estrellados
el cuerpo claro de la primavera.
En la noche entraremos
hasta su tembloroso firmamento,
y tus pequeñas manos y las mías
robarán las estrellas.
Y sigilosamente,
a nuestra casa,
en la noche y la sombra,
entrará con tus pasos
el silencioso paso del perfume
y con pies estrellados
el cuerpo claro de la primavera.
Y sigilosamente,
a nuestra casa,
en la noche y la sombra,
entrará con tus pasos
el silencioso paso del perfume
y con pies estrellados
el cuerpo claro de la primavera. | es |
Salinas,Pedro | <XXI | Tú_No_Puedes_Quererme: | Tú no puedes quererme:
estás alta, ¡qué arriba!
Y para consolarme
me envías sombras, copias,
retratos, simulacros,
todos tan parecidos
como si fueses tú.
Entre figuraciones
vivo, de ti, sin ti.
Me quieren,
me acompañan. Nos vamos
por los claustros del agua,
por los hielos flotantes,
por la pampa, o a cines
minúsculos y hondos.
Siempre hablando de ti.
Me dicen:
«No somos ella, pero
¡si tú vieras qué iguales!»
Tus espectros, qué brazos
largos, qué labios duros
tienen: sí, como tú.
Por fingir que me quieres,
me abrazan y me besan.
Sus voces tiernas dicen
que tú abrazas, que tú
besas así. Yo vivo
de sombras, entre sombras
de carne tibia, bella,
con tus ojos, tu cuerpo,
tus besos, sí, con todo
lo tuyo menos tú.
Con criaturas falsas,
divinas, interpuestas
para que ese gran beso
que no podemos darnos
me lo den, se lo dé. | es |
Vega,Lope_Félix_de | <XXI | Dedicatoria_De_La_Lira_Con_Que_Piensa_Celebrar_Su_Belleza | A ti la lira, a ti de Delfo y Delo,
Juana, la voz, los versos y la fama,
que mientras más tu hielo me desama,
más arde Amor en su inmortal desvelo.
Crióme ardiente salamandra el cielo,
como sirena a ti, menos la escama,
para ser mariposa no eres llama,
fuerza será mariposear en hielo.
Mi amor es fuego, elementar segundo,
de Scitia tu desdén los hielos bebe;
tal imposible a mi esperanza fundo.
Pues a decir que fuéramos se atreve
(cuando no los hubiere en todo el mundo)
yo Amor, Juana desdén, su pecho nieve.
Crióme ardiente salamandra el cielo,
como sirena a ti, menos la escama,
para ser mariposa no eres llama,
fuerza será mariposear en hielo.
Mi amor es fuego, elementar segundo,
de Scitia tu desdén los hielos bebe;
tal imposible a mi esperanza fundo.
Pues a decir que fuéramos se atreve
(cuando no los hubiere en todo el mundo)
yo Amor, Juana desdén, su pecho nieve.
Mi amor es fuego, elementar segundo,
de Scitia tu desdén los hielos bebe;
tal imposible a mi esperanza fundo.
Pues a decir que fuéramos se atreve
(cuando no los hubiere en todo el mundo)
yo Amor, Juana desdén, su pecho nieve.
Pues a decir que fuéramos se atreve
(cuando no los hubiere en todo el mundo)
yo Amor, Juana desdén, su pecho nieve. | es |
Palés_Matos,Luis | <XXI | Los_Negros_Bailan,_Bailan,_Bailan | Los negros bailan, bailan, bailan,
ante la fogata encendida.
Tum-cutum, tum-cutum,
ante la fogata encendida.
Bajo el cocal, junto al oleaje,
dientes feroces de lascivia,
cuerpos de fango y de melaza,
senos colgantes, vaho de axilas,
y ojos de brillos tenebrosos
que el gongo profundo encandila.
Bailan los negros en la noche
ante la fogata encendida.
Tum-cutum, tum-cutum,.
ante la fogata encendida.
¿Quién es el cacique más fuerte?
¿Cuál es la doncella más fina?
¿Dónde duerme el caimán más fiero?
¿Qué hechizo ha matado a Babissa?
Bailan los negros sudorosos
ante la fogata encendida.
Tum-cutum, turn-cutum,.
en la soledad de la isla.
La luna es tortuga de plata
nadando en la noche tranquila.
¿Cual sera el pescador osado
que a su red la traiga prendida:
Sokola, Babiro, Bombassa,
Yombofre, Bulón o Babissa?
Tum-cutum, tum-cutum,
ante la fogata encendida.
Mirad la luna, el pez de plata,
la vieja tortuga maligna
echando al agua de la noche
su jugo que aduerme y hechiza...
Coged la luna, coged la luna,
traedla a un anzuelo prendida
Bailan los negros en la noche
ante la fogata encendida.
Tum-cutum, tum-cutum,
ante la fogata encendida. | es |
Borges,Jorge_Luis | <XXI | El_Perú | De la suma de cosas del orbe ilimitado
vislumbramos apenas una que otra. El olvido
y el azar nos despojan. Para el niño que he sido,
el Perú fue la historia que Prescott ha salvado.
Fue también esa clara palangana de plata
que pendió del arzón de una silla y el mate
de plata con serpientes arqueadas y el embate
de las lanzas que tejen la batalla escarlata.
Fue después una playa que el crepúsculo empaña
y un sigilo de patio, de enrejado y de fuente,
y unas líneas de Eguren que pasan levemente
y una vasta reliquia de piedra en la montaña.
Vivo, soy una sombra que la Sombra amenaza;
moriré y no habré visto mi interminable casa. | es |
Vega,Lope_Félix_de | <XXI | Nace_El_Alba_María | Nace el alba María
y el sol tras ella,
desterrando la noche
de nuestras penas.
Nace el alba clara,
la noche pisa,
del cielo la risa
su paz declara;
el tiempo se para
por sólo vella,
desterrando la noche
de nuestras penas.
Para ser señora
del cielo, levanta
esta niña santa
su luz aurora;
él canta, ella llora
divinas perlas,
desterrando la noche
de nuestras penas.
Aquella luz pura
del Sol procede,
porque cuanto puede
le da hermosura;
el alba segura
que viene cerca,
desterrando la noche
de nuestras penas.
Nace el alba clara,
la noche pisa,
del cielo la risa
su paz declara;
el tiempo se para
por sólo vella,
desterrando la noche
de nuestras penas.
Para ser señora
del cielo, levanta
esta niña santa
su luz aurora;
él canta, ella llora
divinas perlas,
desterrando la noche
de nuestras penas.
Aquella luz pura
del Sol procede,
porque cuanto puede
le da hermosura;
el alba segura
que viene cerca,
desterrando la noche
de nuestras penas.
Para ser señora
del cielo, levanta
esta niña santa
su luz aurora;
él canta, ella llora
divinas perlas,
desterrando la noche
de nuestras penas.
Aquella luz pura
del Sol procede,
porque cuanto puede
le da hermosura;
el alba segura
que viene cerca,
desterrando la noche
de nuestras penas.
Aquella luz pura
del Sol procede,
porque cuanto puede
le da hermosura;
el alba segura
que viene cerca,
desterrando la noche
de nuestras penas. | es |
Pombo,Rafael | <XXI | —¿Por_Qué_Tan_Tristemente | —¿Por qué tan tristemente,
Corderito inocente,
Te oigo balando?
El corderito
—Por mi madre querida,
Que tal vez afligida
Me anda buscando.
—¿Temes verte sólito,
O te acobarda el grito
Del dogo hambriento?
—No me asusta que ladre;
Mas lejos de mi madre
No estoy contento.
—¡Ah! ya entiendo tu pena,
Si tu mamá es tan buena
Como la mía.
Déjame acompañarte,
Yo seré en cualquier parte
Tu garantía.
Pero ya que recuerdo
Que cuando yo me pierdo
Mamá se afana,
Andemos ligeritos,
Y vivamos juntitos
Desde mañana. | es |
Guillén,Jorge | <XXI | Quiero_Dormir_Y_Me_Inclino | Quiero dormir y me inclino
Sin moverme hacia lo oscuro.
Pero el magín es camino
Que traspasa todo muro.
Subiendo está el sol naciente.
Oigo el trote de un caballo.
Despiertan ojos de puente.
No quiero buscar y hallo.
El caballo se me ha ido
Por su vía, tan ajena.
No escucho. Me roza el ruido
Que la luz desencadena.
Sueño, reposo, fatiga.
Caballo, coche, campana.
Vivir no es soñar. Que diga
Si yo finjo mi ventana.
Ya el caballo es pensamiento.
En mí trota y trota fuera.
La ventana da el aliento
De una invasión verdadera. | es |
Asén,Miguel_de | XXI | Sueños_De_Ilusión | Soñé y soñando estaba,
y la vida era ilusión,
y se tornó obsesión
por el reflejo que daba. | es |
Oteo,Arantxa | XXI | _Viajero_Estelar | Me extrañaste en Antares,
nos ensoñamos en Vega,
imaginaste en Polaris
el choque de nuestros cuerpos
—celestes—
cuando nos encontramos en Sirio,
y me descubriste el
amanecer alzando el
velo de Mizar.
Navegaste por mis constelaciones
ligero de equipaje,
viajero experto y delicado,
cargado de ternura y de sonrisas.
Mis manos,
pequñas
—charcos en las tuyas—
volaban entre pájaros y
serpientes
en Betelgeuse,
el hombro del gigante;
se embriagaban de tabaco y
de frescura mientras
saltaban de mis montes de Marte
a tus valles lunares;
se abrían camino
entre tu pelo y
surcaban
las líneas de tu cara,
más profundas que
las brechas de Europa.
Tu vía láctea
inundó mi
materia oscura,
llovimos estrellas fugaces de
sangre, sudor
y lágrimas
y nuestras Pléyades
iluminaron el café,
—negro
como tu alma
y la mía—
restañando el
impacto
de los meteoritos;
mientras, el sosiego
y la alegría
se adueñaron de
tus luceros del
alba
deslumbrando mi
vida, serenando mi
alma.
Y así, como
Cástor y Pólux,
caminamos por el cielo de diciembre;
cercanas nos quedan
las puertas de Orión,
siempre
abiertas
para nosotros.
Crúzalas cuando quieras,
viajero estelar;
estaré,
siempre,
al otro lado de
tu
universo. | es |
Cruz,Juana_Inés_de_la | <XXI | Soneto_Jocoso_A_La_Misma_Rosa | Señora doña Rosa, hermoso amago
de cuantas flores miran sol y luna:
¿cómo, si es dama ya, se está en la cuna,
y si es divina, teme humano estrago?
¿Cómo, expuesta del cierzo al rigor vago,
teme humilde el desdén de la fortuna,
mendigando alimentos, importuna,
del turbio humor de un cenagoso lago?
Bien sé que ha de decirme que el respeto
le pierdo con mi mal lindada prosa.
Pues a fe que me he visto en harto aprieto;
y advierta vuesa merced, señora Rosa,
que le escribo, no más, este soneto
porque todo poeta aquí se roza. | es |
Guillén,Jorge | <XXI | Mar_-_Olvido | El mar extiende un gris interrumpido
Por los profusos trémolos de espuma.
Tanta inquietud a tal vigor se suma
Que el mar rechaza su incesante olvido.
A través de la ola sucesiva
Se mantiene el rumor como un jadeo
Que resonando y resonando esquiva
La suave somnolencia sin deseo.
Por su cumbre la ola es verde y clara
Mientras va amoratándose el umbrío,
Balanceado valle, que no para
De volver a sentir su escalofrío.
Pero el gris se rehace, ya más llano,
Refiere su amplitud al horizonte,
Y a su color reduce aquel arcano
Que brega hacia una luz que lo remonte.
Y el oleaje se repite, suena
Como si fuese el mismo, soñoliento,
Monótono, rendido a su cadena,
De sí olvidado a cada movimiento. | es |
Fuertes,Gloria | <XXI | He_Bebido_Agua_Y_No_Era_Eso_Lo_Que_Quería | He bebido agua y no era eso lo que quería.
¿Habéis probado a escribir en las paredes mientras os
besan?
¿Y a tener celos del siglo pasado?
Cuando esto y otras cosas os sucedan,
seguro es que amaréis como pastores.
Enseñadme a mirarlo cuando haya gente delante,
no sé si podré disimular entonces.
Déjate de canciones esta noche,
es mejor que apaguemos la luz y encendamos la lumbre.
Se puede ser feliz quemándote los ojos,
y con miedo a quedarte debajo del olivo,
y se puede nacer un buen día de nuevo,
tan sólo con que alguien se aprenda tu apellido.
¡Oh qué cosa tan tonta querer morir cantando,
querer pescar pelusas en vez de dormir noches!
No hay ángeles, que hay sólo sus manos en mi vida. | es |
Delmar,Meira | <XXI | La_Hoguera | Esta es, amor, la rosa que me diste
el día en que los dioses nos hablaron.
Las palabras ardieron y callaron.
La rosa a la ceniza se resiste.
Todavía las horas me reviste
de su fiel esplendor. Que no tocaron
su cuerpo las tormentas que asolaron
mi mundo y todo cuanto en él existe.
Si cruzas otra vez junto a mi vida
hallará tu mirada sorprendida
una hoguera de extraño poderío.
Será la rosa que morir no sabe,
y que al paso del tiempo ya no cabe
con su fulgor dentro del pecho mío. | es |
Pizarnik,Alejandra | <XXI | Alguna_Vez | alguna vez
alguna vez tal vez
me iré sin quedarme
me iré como quien se va
A Ester Singer
A Ester Singer | es |
Ramos_Sucre,José_Antonio | <XXI | La_Virgen_Duerme_El_Sueño_Invariable_En_Su_Ataúd_De_Vidrio | La virgen duerme el sueño invariable en su ataúd de
vidrio. Una lámpara de piedra ilumina el bajo relieve de la
pasión en la iglesia nocturna. El reguero de la lluvia divide
las piezas del tejado y disemina en los muros una broza caduca.
La virgen se incorpora de donde yace, en los
días de portento y de amenaza. Su voz incoherente ha revelado
las maravillas de otro siglo, del mundo sobrenatural, el alivio de las
almas del purgatorio en el viernes santo.
Los naturales no se atreven a depositarla en el seno
de la tierra y admiran cómo pasó de una juventud alegre
al pensamiento ensimismado, a un afecto mortal y conflictivo. La
doctrina mística no consiente la desmedida afición de las
criaturas.
La virgen del sueño padece con las zozobras
de los enamorados y los endereza por el camino del remedio. Yo
vivía consumido por la desesperanza y di con el solaz
permaneciendo de rodillas al pie del ataúd de vidrio.
Yo no sabía de la virgen del sueño ni
de esa manera de salud durante los días de lluvia el año
marchito, cuando las nubes arrojaban sobre las colinas una gasa
fría. Descubrí la iglesia del prodigio y miré en
la actitud prosternada y humilde un requisito para el hallazgo del
júbilo, al romper el alba de la primavera y en vista de un
mensaje del hada golondrina.
La virgen se incorpora de donde yace, en los
días de portento y de amenaza. Su voz incoherente ha revelado
las maravillas de otro siglo, del mundo sobrenatural, el alivio de las
almas del purgatorio en el viernes santo.
Los naturales no se atreven a depositarla en el seno
de la tierra y admiran cómo pasó de una juventud alegre
al pensamiento ensimismado, a un afecto mortal y conflictivo. La
doctrina mística no consiente la desmedida afición de las
criaturas.
La virgen del sueño padece con las zozobras
de los enamorados y los endereza por el camino del remedio. Yo
vivía consumido por la desesperanza y di con el solaz
permaneciendo de rodillas al pie del ataúd de vidrio.
Yo no sabía de la virgen del sueño ni
de esa manera de salud durante los días de lluvia el año
marchito, cuando las nubes arrojaban sobre las colinas una gasa
fría. Descubrí la iglesia del prodigio y miré en
la actitud prosternada y humilde un requisito para el hallazgo del
júbilo, al romper el alba de la primavera y en vista de un
mensaje del hada golondrina.
Los naturales no se atreven a depositarla en el seno
de la tierra y admiran cómo pasó de una juventud alegre
al pensamiento ensimismado, a un afecto mortal y conflictivo. La
doctrina mística no consiente la desmedida afición de las
criaturas.
La virgen del sueño padece con las zozobras
de los enamorados y los endereza por el camino del remedio. Yo
vivía consumido por la desesperanza y di con el solaz
permaneciendo de rodillas al pie del ataúd de vidrio.
Yo no sabía de la virgen del sueño ni
de esa manera de salud durante los días de lluvia el año
marchito, cuando las nubes arrojaban sobre las colinas una gasa
fría. Descubrí la iglesia del prodigio y miré en
la actitud prosternada y humilde un requisito para el hallazgo del
júbilo, al romper el alba de la primavera y en vista de un
mensaje del hada golondrina.
La virgen del sueño padece con las zozobras
de los enamorados y los endereza por el camino del remedio. Yo
vivía consumido por la desesperanza y di con el solaz
permaneciendo de rodillas al pie del ataúd de vidrio.
Yo no sabía de la virgen del sueño ni
de esa manera de salud durante los días de lluvia el año
marchito, cuando las nubes arrojaban sobre las colinas una gasa
fría. Descubrí la iglesia del prodigio y miré en
la actitud prosternada y humilde un requisito para el hallazgo del
júbilo, al romper el alba de la primavera y en vista de un
mensaje del hada golondrina.
Yo no sabía de la virgen del sueño ni
de esa manera de salud durante los días de lluvia el año
marchito, cuando las nubes arrojaban sobre las colinas una gasa
fría. Descubrí la iglesia del prodigio y miré en
la actitud prosternada y humilde un requisito para el hallazgo del
júbilo, al romper el alba de la primavera y en vista de un
mensaje del hada golondrina. | es |
Vidal,Aurelio | XXI | La_Poesía_Es_Dolorosa | La poesía es dolorosa,
haz caso a mis letras hijo del alma.
La poesía es un tormento, es tristeza,
es como si un hombre pariera, un enigma.
La poesía es dolorosa,
escribir unos versos en busca de estima,
que alguien llore con tu esperanza,
que te recuerden luminoso, que sientan calma.
Es la poesía dolorosa y eterna,
suspirar diariamente, atrapar ese vaho que escapa.
Es escribir algunas letras, ocultarse tras la Luna
en busca de una niña fugitiva, tender a sus pies mi capa.
Cada poesía es un nuevo nacimiento,
una niña virgen que se protege como a una santa.
Es la vida misma, un monólogo, un nuevo cuento
que quieres contar, otra vez la musa canta.
La poesía es dolorosa,
escribir unos versos en busca de estima,
que alguien llore con tu esperanza,
que te recuerden luminoso, que sientan calma.
Es la poesía dolorosa y eterna,
suspirar diariamente, atrapar ese vaho que escapa.
Es escribir algunas letras, ocultarse tras la Luna
en busca de una niña fugitiva, tender a sus pies mi capa.
Cada poesía es un nuevo nacimiento,
una niña virgen que se protege como a una santa.
Es la vida misma, un monólogo, un nuevo cuento
que quieres contar, otra vez la musa canta.
Es la poesía dolorosa y eterna,
suspirar diariamente, atrapar ese vaho que escapa.
Es escribir algunas letras, ocultarse tras la Luna
en busca de una niña fugitiva, tender a sus pies mi capa.
Cada poesía es un nuevo nacimiento,
una niña virgen que se protege como a una santa.
Es la vida misma, un monólogo, un nuevo cuento
que quieres contar, otra vez la musa canta.
Cada poesía es un nuevo nacimiento,
una niña virgen que se protege como a una santa.
Es la vida misma, un monólogo, un nuevo cuento
que quieres contar, otra vez la musa canta. | es |
Heredia,José_María | <XXI | La_Lágrima_De_Piedad | ¡Cómo exalta y diviniza
El rostro de la hermosura
La expresión celeste y pura
De la sensibilidad!
¡Cuán estático, mi amiga,
Tu semblante contemplaba,
Cuando en tus ojos temblaba
La lágrima de piedad!
Grata es la luz apacible
Que occidente nos envía
Cuando el expirante día
Sepulta la eternidad.
Del crepúsculo es la hora
Grata al alma pensativa;
Pero muy más la cautiva
La lágrima de piedad.
Ved a la virgen amable
Cuanto más bella se ostenta
Si al pobre anciano alimenta,
Con modesta caridad.
¡Y lo niega ruborosa!
¿Es un ángel, o una bella?...
¡Ved!... en sus ojos centella
La lágrima de piedad.
El delicioso rocío
Que vierte nocturno cielo,
Llanto es, y al árido suelo
Torna frescura y beldad.
Cuajado sobre las flores,
¡Cómo en la luz resplandece!
Pero su brillo oscurece
La lágrima de piedad.
¡Cuánto es horrible la vida
Al que ama desesperado!
¡Cómo del objeto amado
Le atormenta la beldad!
¡Una lágrima!... Bendigo
Todo el rigor de mi suerte...
¿Es el amor quien la vierte,
Ó es lágrima de piedad?
¡Oh mi bien! ¡Ay!... No te ofenda
El escuchar que te adoro:
Nos divide, no lo ignoro,
Tirana desigualdad.
Nada exijo... ¿Por ventura
Deberás negar impía
A la triste pasión mía
Lágrimas ¡ay! de piedad? | es |
Flórez,Julio | <XXI | Me_Miran_Los_Hombres_Y_Exclaman:_¿Qué_Tienes? | Me miran los hombres
y exclaman: ¿qué tienes?
¿Por qué taciturno
refrenas el paso?
Espectro o vampiro,
¿dó vas? ¿de dó vienes
así... ensagrentado
como el sol de ocaso?
¿Qué daño te han hecho?
Respóndenos, dinos,
¿por qué tu pie deja
purpurinos rastros?
¿q'el ave te dice
cuando alza sus trinos?
¿y tú qué les cuentas
de noche a los astros?
¿Por qué vas sin rumbo
como hoja que vuela?,
¿como hoja marchita
que vuela al acaso?
¿Qué tedio te mata?
¿Qué frío te hiela?
¿Qué buscas? ¿las sombras
como el sol de ocaso?
¿Tal vez una ingrata
mujer te ha vendido?
¿o ha muerto... y la pena
corona tus sienes?
¿tal vez te ha olvidado?
¡Qué infame ese olvido!
Responde: ¿qué tienes?
¿qué tienes? ¿qué tienes?
Yo miro a los hombres,
los oigo, y sonrío
así... ensangrentado
como el sol de ocaso;
muriendo de angustia,
muriendo de hastío...
y no les contesto,
los saludo... ¡y paso! | es |
Cetina,Gutierre_de | <XXI | Siendo_De_Vuestro_Bien,_Ojos_Ausentes | «Siendo de vuestro bien, ojos ausentes,
¿qué veréis donde vais que no os ofenda?»
«Oscuro sol, monstruosa luna horrenda,
tigres, osos, leones y serpientes».
«Oídos, ¿qué oiréis entre las gentes?»
«Llanto, suspiros, lágrimas, contienda».
«Por el cuál camino iréis o por cuál senda
que espinas no piséis, pies diligentes?»
«Boca, ¿qué gustarás?» «Mortal veneno».
«Manos, ¿qué haréis» «Cruel oficio».
«¿Y tú, mi corazón?» «Dolor sin alma».
«Alma, ¿qué haréis vos?» «Penar cual peno».
«Pues, ¡sus!, aparejaos al sacrificio,
oídos, ojos, pies, manos, boca, alma». | es |
Guillén,Jorge | <XXI | (Sombras_Aún._Poca_Escena) | (Sombras aún. Poca escena)
Arrogante irrumpe el gallo.
—Yo.
Yo.
Yo.
¡No, no me callo!
Y alumbrándose resuena,
Guirigay
De una súbita verbena:
—Sí.
Sí.
Sí.
¡Quiquiriquí!
—¡Ay!
Voz o color carmesí,
Álzate a más luz por mí,
Canta, brilla,
Arrincóname la pena.
Y ante la aurora amarilla
La cresta se yergue: ¡Sí!
(Hay cielo. Todo es escena). | es |
Ramos_Sucre,José_Antonio | <XXI | Los_Salvajes_Miran_Una_Mueca_En_El_Rostro_De_La_Luna | Los salvajes miran una mueca en el rostro de la luna. Se llenan de susto e imputan al ogro nocturno alguna ofensa infligida al astro malignante.
Sintieron durante el sueño sus pisadas rotundas. Debía de apoyar en ese momento su talla desemejable sobre un asta arrancada del bosque.
El más gallardo de los mozos se dispone a salir en demanda de la ballena. Los compañeros celebran sus hazañas de cazador, su impavidez en el escalamiento de las montañas y traen su genealogía del buitre carnicero.
Un lamento del bosque desaconsejaba la empresa del joven caudillo y sonó más fuertemente al salir en su nave de velamen de esparto.
Los compañeros lo seguían cabizbajos y se equivocaban a menudo en la maniobra.
El joven cazador, esperanza de una sociedad natural, divisa un pez deleznable y lo persigue apasionadamente. Los compañeros se quejan de la caza infructuosa y proponen el retorno.
El joven caudillo pierde el dominio de sí mismo y solicita derechamente su ruina. Se enreda en la soga del arpón y lo dispara consumiendo el esfuerzo de su brazo.
El pez herido lo arrastra al abismo de las aguas y un torbellino de gaviotas señala, días enteros, el paraje del suceso.
Sintieron durante el sueño sus pisadas rotundas. Debía de apoyar en ese momento su talla desemejable sobre un asta arrancada del bosque.
El más gallardo de los mozos se dispone a salir en demanda de la ballena. Los compañeros celebran sus hazañas de cazador, su impavidez en el escalamiento de las montañas y traen su genealogía del buitre carnicero.
Un lamento del bosque desaconsejaba la empresa del joven caudillo y sonó más fuertemente al salir en su nave de velamen de esparto.
Los compañeros lo seguían cabizbajos y se equivocaban a menudo en la maniobra.
El joven cazador, esperanza de una sociedad natural, divisa un pez deleznable y lo persigue apasionadamente. Los compañeros se quejan de la caza infructuosa y proponen el retorno.
El joven caudillo pierde el dominio de sí mismo y solicita derechamente su ruina. Se enreda en la soga del arpón y lo dispara consumiendo el esfuerzo de su brazo.
El pez herido lo arrastra al abismo de las aguas y un torbellino de gaviotas señala, días enteros, el paraje del suceso.
El más gallardo de los mozos se dispone a salir en demanda de la ballena. Los compañeros celebran sus hazañas de cazador, su impavidez en el escalamiento de las montañas y traen su genealogía del buitre carnicero.
Un lamento del bosque desaconsejaba la empresa del joven caudillo y sonó más fuertemente al salir en su nave de velamen de esparto.
Los compañeros lo seguían cabizbajos y se equivocaban a menudo en la maniobra.
El joven cazador, esperanza de una sociedad natural, divisa un pez deleznable y lo persigue apasionadamente. Los compañeros se quejan de la caza infructuosa y proponen el retorno.
El joven caudillo pierde el dominio de sí mismo y solicita derechamente su ruina. Se enreda en la soga del arpón y lo dispara consumiendo el esfuerzo de su brazo.
El pez herido lo arrastra al abismo de las aguas y un torbellino de gaviotas señala, días enteros, el paraje del suceso.
Un lamento del bosque desaconsejaba la empresa del joven caudillo y sonó más fuertemente al salir en su nave de velamen de esparto.
Los compañeros lo seguían cabizbajos y se equivocaban a menudo en la maniobra.
El joven cazador, esperanza de una sociedad natural, divisa un pez deleznable y lo persigue apasionadamente. Los compañeros se quejan de la caza infructuosa y proponen el retorno.
El joven caudillo pierde el dominio de sí mismo y solicita derechamente su ruina. Se enreda en la soga del arpón y lo dispara consumiendo el esfuerzo de su brazo.
El pez herido lo arrastra al abismo de las aguas y un torbellino de gaviotas señala, días enteros, el paraje del suceso.
Los compañeros lo seguían cabizbajos y se equivocaban a menudo en la maniobra.
El joven cazador, esperanza de una sociedad natural, divisa un pez deleznable y lo persigue apasionadamente. Los compañeros se quejan de la caza infructuosa y proponen el retorno.
El joven caudillo pierde el dominio de sí mismo y solicita derechamente su ruina. Se enreda en la soga del arpón y lo dispara consumiendo el esfuerzo de su brazo.
El pez herido lo arrastra al abismo de las aguas y un torbellino de gaviotas señala, días enteros, el paraje del suceso.
El joven cazador, esperanza de una sociedad natural, divisa un pez deleznable y lo persigue apasionadamente. Los compañeros se quejan de la caza infructuosa y proponen el retorno.
El joven caudillo pierde el dominio de sí mismo y solicita derechamente su ruina. Se enreda en la soga del arpón y lo dispara consumiendo el esfuerzo de su brazo.
El pez herido lo arrastra al abismo de las aguas y un torbellino de gaviotas señala, días enteros, el paraje del suceso.
El joven caudillo pierde el dominio de sí mismo y solicita derechamente su ruina. Se enreda en la soga del arpón y lo dispara consumiendo el esfuerzo de su brazo.
El pez herido lo arrastra al abismo de las aguas y un torbellino de gaviotas señala, días enteros, el paraje del suceso.
El pez herido lo arrastra al abismo de las aguas y un torbellino de gaviotas señala, días enteros, el paraje del suceso. | es |
Ibarbourou,Juana_de | <XXI | Yo_Odio_A_La_Luna._La_Luna_Me_Embruja | Yo odio a la luna. La luna me embruja
Y me pone triste con su faz de bruja.
Tan triste me pone que a veces parece
Que en mi alma un negro ciprés se estremece.
Bajo su luz clara mi alma queda inerte
Y es como un guiñapo con olor a muerte.
Bajo su luz clara , tan estéril es
Como un prado negro cubierto de pez.
Cavadora blanca, con su azada ahonda
El pozo sombrío de mi pena honda,
Y con sus dos largas manos de cristal,
Derrama en ni¡ senda puñados de sal.
Aunque cubra el ascua de mi angustia viva
Con grises cenizas, la bruja, de arriba
Me arroja su soplo y reanima el fuego,
Ciega a todo llanto, sorda a todo ruego.
¡No podré olvidar
Mientras a la luna tenga que mirar!
¡Clamo la ceguera!
¡Quién no ver su lumbre nunca nmás, me diera! | es |
Ramos_Sucre,José_Antonio | <XXI | Victoria | Su veste blanca y de galones de plata sugería
la estola de los ángeles y las galas primitivas del lirio. Una
corona simple, el ramo de un olivo milenario, ocultaba sus sienes. Los
ojos diáfanos de esmeralda comunicaban el privilegio de la gracia.
Los rasgos sutiles del semblante convenían
con los de una forma tácita, adivinada por mí mismo en el
valle del asombro, a la luz de una luna pluvial. Uno y otro fantasma,
el de la veste blanca y el de la voz tímida, se parecían
en el abandono de la voluntad, en la calma devota.
Yo recataba mi niñez en un jardín
soñoliento, violetas de la iglesia, jazmines de la Alhambra. Yo
vivía rodeado de visiones y unas vírgenes serenas me
restablecían del estupor de un mal infinito.
Mi fantasía volaba en una lontananza de la
historia, arrestos del Cid y votos de San Bruno. Yo alcancé una
vista épica, en un día supremo, al declinar mi frente
sobre la tierra húmeda del rocío matinal, reguero de
lágrimas del purgatorio. Yo vi el mismo fantasma, el de la voz
tímida y el de la veste de azucena, armado de una cruz de
cristal. Su nombre secreto era aclamado por los arcángeles
infatigables, de atavío de púrpura.
Los rasgos sutiles del semblante convenían
con los de una forma tácita, adivinada por mí mismo en el
valle del asombro, a la luz de una luna pluvial. Uno y otro fantasma,
el de la veste blanca y el de la voz tímida, se parecían
en el abandono de la voluntad, en la calma devota.
Yo recataba mi niñez en un jardín
soñoliento, violetas de la iglesia, jazmines de la Alhambra. Yo
vivía rodeado de visiones y unas vírgenes serenas me
restablecían del estupor de un mal infinito.
Mi fantasía volaba en una lontananza de la
historia, arrestos del Cid y votos de San Bruno. Yo alcancé una
vista épica, en un día supremo, al declinar mi frente
sobre la tierra húmeda del rocío matinal, reguero de
lágrimas del purgatorio. Yo vi el mismo fantasma, el de la voz
tímida y el de la veste de azucena, armado de una cruz de
cristal. Su nombre secreto era aclamado por los arcángeles
infatigables, de atavío de púrpura.
Yo recataba mi niñez en un jardín
soñoliento, violetas de la iglesia, jazmines de la Alhambra. Yo
vivía rodeado de visiones y unas vírgenes serenas me
restablecían del estupor de un mal infinito.
Mi fantasía volaba en una lontananza de la
historia, arrestos del Cid y votos de San Bruno. Yo alcancé una
vista épica, en un día supremo, al declinar mi frente
sobre la tierra húmeda del rocío matinal, reguero de
lágrimas del purgatorio. Yo vi el mismo fantasma, el de la voz
tímida y el de la veste de azucena, armado de una cruz de
cristal. Su nombre secreto era aclamado por los arcángeles
infatigables, de atavío de púrpura.
Mi fantasía volaba en una lontananza de la
historia, arrestos del Cid y votos de San Bruno. Yo alcancé una
vista épica, en un día supremo, al declinar mi frente
sobre la tierra húmeda del rocío matinal, reguero de
lágrimas del purgatorio. Yo vi el mismo fantasma, el de la voz
tímida y el de la veste de azucena, armado de una cruz de
cristal. Su nombre secreto era aclamado por los arcángeles
infatigables, de atavío de púrpura. | es |
Borges,Jorge_Luis | <XXI | La_Fama | Haber visto crecer a Buenos Aires, crecer y declinar.
Recordar el patio de tierra y la parra, el zaguán y el aljibe.
Haber heredado el inglés, haber interrogado el sajón.
Profesar el amor del alemán y la nostalgia del latín.
Haber conversado en Palermo con un viejo asesino.
Agradecer el ajedrez y el jazmín, los tigres y el hexámetro.
Leer a Macedonio Fernández con la voz que fue suya.
Conocer las ilustres incertidumbres que son la metafísica.
Haber honrado espadas y razonablemente querer la paz.
No ser codicioso de islas.
No haber salido de mi biblioteca.
Ser Alonso Quijano y no atreverme a ser don Quijote.
Haber enseñado lo que no sé a quienes sabrán más que yo.
Agradecer los dones de la luna y de Paul Verlaine.
Haber urdido algún endecasílabo.
Haber vuelto a contar antiguas historias.
Haber ordenado en el dialecto de nuestro tiempo las cinco o seis metáforas.
Haber eludido sobornos.
Ser ciudadano de Ginebra, de Montevideo, de Austin y (como todos los hombres) de Roma.
Ser devoto de Conrad.
Ser esa cosa que nadie puede definir: argentino.
Ser ciego.
Ninguna de esas cosas es rara y su conjunto me depara una fama que no acabo de comprender. | es |
López_Velarde,Ramón | <XXI | Hoy_Que_La_Indiferencia_Del_Siglo_Me_Desola | Hoy que la indiferencia del siglo me desola
sé que ayer tuve dones celestes de contino,
y con los ejercicios de Ignacio de Loyola
el corazón sangraba como al dardo divino.
Feliz era mi alma sin que estuviese sola:
había en torno de ella pan de hostias, el vino
de consagrar, los actos con que Jesús se inmola
y tesis de Boecius y de Tomás de Aquino.
¿Amor a las mujeres? Apenas rememoro
que tuve no sé cuáles sensaciones arcanas
en las misas solemnes, cuando brillaba oro
de casullas y mitras, en aquellas mañanas
en que vi muchas bellas colegialas: el coro
que a la iglesia traían las monjas Teresianas.
Feliz era mi alma sin que estuviese sola:
había en torno de ella pan de hostias, el vino
de consagrar, los actos con que Jesús se inmola
y tesis de Boecius y de Tomás de Aquino.
¿Amor a las mujeres? Apenas rememoro
que tuve no sé cuáles sensaciones arcanas
en las misas solemnes, cuando brillaba oro
de casullas y mitras, en aquellas mañanas
en que vi muchas bellas colegialas: el coro
que a la iglesia traían las monjas Teresianas.
¿Amor a las mujeres? Apenas rememoro
que tuve no sé cuáles sensaciones arcanas
en las misas solemnes, cuando brillaba oro
de casullas y mitras, en aquellas mañanas
en que vi muchas bellas colegialas: el coro
que a la iglesia traían las monjas Teresianas.
de casullas y mitras, en aquellas mañanas
en que vi muchas bellas colegialas: el coro
que a la iglesia traían las monjas Teresianas. | es |
Hartzenbusch,Juan_Eugenio | <XXI | Recuerdos_Del_Dos_De_Mayo | Allí, donde tiene asiento
Sobre estériles arenas
El tardío monumento,
Viejo ya por el cimiento,
Por la cima juvenil,
Allí fue donde inhumanos
Los que dieron a la Europa
Nuevas leyes y tiranos,
Contra inermes ciudadanos
Asestaron el fusil.
Sangre allí por mano aleve
Derramada, formó arroyos,
Y encerraron anchos hoyos
Sacerdotes con la plebe
Confundidos a la par.
¿No escucháis esa campana
Que se mece en lento giro?
Cada son recuerda un tiro
Que una vida castellana
Dejó al mundo que llorar.
Fementidos extranjeros
Que aguzaban solapados
Contra España los aceros,
Falsamente encaminados
A talar otra región,
Desnudáronse aquel día,
Que enlutó su verde a mayo,
Del disfraz que los cubría,
Y del trono de Pelayo
Profanaron el blasón.
Generoso y no prudente,
Tuvo el hijo de los Cides
A sus plantas la serpiente,
Y por no temer su diente,
Cariñoso la halagó:
Y a su salvo la traidora
Derramó en el seno amigo
La ponzoña matadora.
¡Cruda herida que aún se llora,
Porque el tiempo la enconó!
Sin defensa abandonado
Viose entonces el Ibero:
Su monarca deslumbrado,
Por escrúpulos de aliado
Se olvidó de que era rey.
Nos mandaron las legiones
Del isleño codicioso,
Con la voz de sus cañones,
Abatir nuestros pendones,
Renegar de patria y ley.
Y al insulto ardiendo en saña,
Fulminó su rayo España
Y en refriegas pertinaces
Disipáronse las haces
Que juntó el gran adalid:
Y a las puertas de Vitoria
Completose al fin la gloria
Que los cielos prometieron
A los tristes que murieron
En el Prado de Madrid.
Nobles mártires, que ahora
Nueva guerra por Castilla
Veis cundir asoladora,
Que os conturba en vuestra silla
Levantada sobre el sol:
Vuestro fin labró la fama
Del guerrero esclarecido
Que por grande el mundo aclama;
Grande, sí, porque vencido
Tarde fue del español.
Su grandeza, donde a una
Con empeño trabajaron
La ambición y la fortuna,
Fue un altar que consagraron
Brazos mil a su interés.
Si del corso estremecieron
Las miradas fulminantes
A los pueblos que le vieron,
Fue porque hombros de gigantes
Sustentábanle los pies.
Esa audacia desmedida
Que te alzaba hasta el imperio
Devastando un hemisferio,
Preparaba tu caída,
Destructor Napoleón:
Que a cometas refulgentes,
Como tú, pero fatales,
Los decretos celestiales,
Protectores de inocentes,
Dan fugaz aparición.
Tú en el último destierro
Solitario te subías
A la cúspide de un cerro;
Tú mil veces dirigías
Las miradas hacia el mar:
Y con hórrida congoja
Convertirse acaso viste
De azulada el agua en roja,
Y la sangre conociste
Que mandaste derramar.
Asentaron en las olas
Mil cadáveres las plantas,
Y con voces españolas
Resonaron sus gargantas
Que el cuchillo atravesó.
Y envidaste aquel instante,
Precursor de horrible fallo,
Al peón que, palpitante,
Bajo el pie de tu caballo
El espíritu rindió.
Tu memoria maldijeron:
Que entre todas las naciones
Donde huellas imprimieron
Tus aciagos batallones
Por su mal y mal común,
Fue la España en quien semilla
Prodigaste más copiosa
De discordia y de rencilla,
Y tu sombra rencorosa
De sus creces cuida aún.
Codiciosos tus paisanos,
Como tú de nuestra ruína,
Fomentaron entre hermanos
Lucha bárbara intestina
Que enflaquezca su valor:
Que aprendieron con vergüenza,
Combatiendo contra España,
Que como ella no se venza,
No le es dado a gente extraña
Producir su vencedor. | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | No_Sé_Si_Es_Criminal_Que_Yo_Escriba_Un_Poema | No sé si es criminal que yo escriba un poema
junto a la mar, sentado en una roca,
mientras los pescadores
trabajan con sus barcas allá afuera,
cerca del horizonte.
Siento mi pensamiento más débil que sus brazos,
quiero hundirlo en el fondo de mí mismo
y es un corcho que flota a la deriva.
Aiizuelos de esperanza
lanzo uno tras otro a las espumas
y el pez de mi alegría sigue ciego,
rota la libertad de sus aletas,
sin hallar un rincón donde afianzarse.
Pero aquí soy un aprendiz de islas
y no debo olvidar los arenales
de esta academia libre de enseñanza.
Lás impurezas de la vida diaria,
el mezquino lugar común, los caminos
que no conducen a ninguna parte,
las algas de la angustia,
no me dejan llegar a donde quiero.
Es necesario que desnude el alma,
que me nazca otra vez
y que mi oscuridad de galeote
entre en la mar y se convierta en ola
que deje en los cantiles y las playas
la rebeldía que en mi llanto habita. | es |
Altolaguirre,Manuel | <XXI | Madre | La tierra endurecida
y densa se dilata,
frotando su ardorosa
ansiedad penetrante.
Mi cuerpo entre otros cuerpos
vuelve a estar no nacido.
Una futura madre,
que nos dará a otra vida,
brillando está en la noche
ante el viril planeta.
¿A qué gloria esperada
naceré de esta cópula?
¿Seré yo un elegido
o moriré en inútil
y vicioso deleite?
Entre los no nacidos,
en la sangre del mundo,
de mi sangre me olvido. | es |
Castro,Rosalía_de | <XXI | De_La_Vida_Entre_El_Múltiple_Conjunto_De_Los_Seres | De la vida entre el múltiple conjunto de los seres,
no, no busquéis la imagen de la eterna belleza,
ni en el contento y harto seno de los placeres,
ni del dolor acerbo en la dura aspereza.
Ya es átomo impalpable o inmensidad que asombra,
aspiración celeste, revelación callada;
la comprende el espíritu y el labio no la nombra,
y en sus hondos abismos la mente se anonada. | es |
Rugeles,Manuel_Felipe | <XXI | Soy_Montañés_Y_Lo_Digo | Soy montañés y lo digo
porque montañés me siento.
Madre: mirando uno el mar
de cerca se sueña lejos.
Parece que el agua tiene
la luz de todos los puertos.
Y en cada puerto hay un barco
que nos lleva a mares nuevos.
¡Cuánta nostalgia de ti
y de la aldea yo tengo!
Nostalgia de ver azul
de colinas en invierno.
De mirar verde en los valles
y mirar niebla en los cerros.
De beber agua en cascadas.
De cortar el maíz tierno.
De seguir con los rebaños.
De ver nacer los luceros.
Madre: los pájaros llaman
a la puerta de mi sueño.
Madre: la aldea camina
por mi corazón adentro. | es |
Durán_León,Juan_José | XXI | Guardo_En_Mis_Bolsillos | Guardo en mis bolsillos,
Mis ciegas ínfulas adormecidas.
Aquéllas que con titubeos
Hermosos, me cautivaron.
Hasta que desperté sin
Abrir los ojos, y pude sentir
Esa presencia en el silencio.
Guardo en mis bolsillos,
Incontables pañuelos rotos,
Esos que acariciaron
Mis mejillas al llorar,
Los mismos que cedí
Cuando debí cederlos,
Y los ofrecidos sin
Demandarlos.
Guardo en mis bolsillos,
Un lazo de algodón,
Una sabia y vieja brújula,
Y el cuento preferido
De mi abuela.
Y todo lo que guardo
Es importante:
Mis antiguos amigos
Con son recuerdos gratos;
Y los que van llegando,
Y los que se van yendo,
Porque sin ellos,
No tendría nada por guardar,
Y no tendría una ilación
Emotiva por profesar,
En esta tarde lluviosa,
En que me siento
Con plena gratitud
Hacia ellos. | es |
Fuertes,Gloria | <XXI | Desde_Siempre_Escribo_Donde_Vivo | Desde siempre escribo donde vivo
y lo que vivo.
Mis primeras cuartillas,
escribí en la cocina,
en la máquina Singer
a los catorce años.
Escribí en el solar,
después en el asfalto.
A la luz de un candil.
El año treinta y cuatro.
A la luz de una hoguera
—fue durante tres años—.
A la luz de un amor
a la luz de otro amor
a la luz de otro amor
—los tres se han apagado—.
Ahora escribo a la luz de la luz
en la terraza abierta
con los brazos cerrados.
Singer | es |
Domenchina,Juan_José | <XXI | Doncel_Póstumo | Caliente amarillo: luto
de la faz desencajada;
contraluz que es tributo
y auge de la presunta nada,
¡muerte! Por la hundida ojera
se asoma la calavera,
ojo avizor de un secreto
que estudia bajo la piel
su salida de doncel
póstumo: don de esqueleto. | es |
Gelman,Juan | <XXI | Madres | cuando a joaquín se le cayeron
los ojos al suelo vio:
a la reputa de la muerte
pasando suave sus navajas
adelantando como siempre
en la tarea de apagar
vio el golfo de Samborombón como un copón lleno de
vino y vio mujeres calentadas por la muerte a modo de
sol mujeres de nalgas que hervían y encendían fuegos
en la siesta para quemar a sus verdugos oh grandes
brujas al revés
vio a las dulces desamparadas
agarrar la desolación
recortarle las orejitas
mascarle las cepas amargas
sacarle punta en el crepúsculo
golpearla con el corazón
y darle forma de navaja
o de suave madre grandísima
que se ponía con la noche
del otro lado del mundo
vio que lloraban mucho por
los sospechosos de 8 años
los chicos de 14 que
se suicidaban en Versalles
por el niño ladrón de Jersey
por los que roban en Santa Fe
oh ángeles como empleados
de Dios atento a su estrategia
abajados como testigos
a esta terraza de dolor
vio que le sacan la amargura
al abrazo para el hijito
que se iba para la guerra
que se volvía de la guerra
y vio que hablaban con Ted Molloy
del niñito de Montreal
que mató a su madre dormida
con un palo del que salieron
madreselvas en flor con flor
a posteriori de los hechos
vio más situaciones extrañas:
querubes envenenadores
bastantemente envenenados
o chicos que se ahorcan en los
garajes de fin de semana
mientras temblaban de placer
los juntadores de estadísticas
para demostrar la maldad
de la sociedad de consumo
en Oakland, 51,
uno de 15 hachó a la mama
como si fuera un árbol verde
y después le echó querosén
le prendió fuego calculando
que de ese modo no la vieran
y ella sacó fuegos internos
antiguamente conservados
para acabarse or irse como
su entrañita se lo pedía
eso veía joaquín cuando
los ojos se le fueron a
tierra como huevos entonces
los empolló por otra vez
y de uno le salió una madre
revoloteando de testigo
mientras del otro se asomaba
con suaves navajas la muerte
esa reputa de la muerte
adelantando como siempre
en la tarea de apagar
se tomó el vino del gran golfo
y miraba fijo a joaquín
que ardía bajo la siesta ya
se la abrazaba como madre | es |
Arturo,Aurelio | <XXI | Eran_Las_Hojas,_Las_Murmurantes_Hojas | Eran las hojas, las murmurantes hojas,
la frescura, el rebrillo innumerable,
Eran las verdes hojas —la célula viva,
el instante imperecedero del paisaje—
eran las verdes hojas que acercan en su murmullo,
las lejanías sonoras como cordajes,
las finas, las desnudas hojas oscilantes.
Las hojas y el viento.
Hojas con marino ritmo ondulaban,
hojas con finas voces
hablando a un mismo tiempo, y que no eran
tantas sino una sola, palpitante
en mil espejos de aire, inacabable
hoja húmeda en luces,
reina del horizonte, ágil
avecilla saltante, picoteante por todos
los aros del horizonte, los aros cintilantes.
Las hojas, las bandadas de hojas,
al borde del azul, a la orilla del vuelo.
Eran las hojas y las murmurantes lejanías,
las hojas y las lejanías llenas de hablas,
las lejanías que el viento tañe como cuerdas:
oh pentagrama, pentagrama de lejanías
donde hojas son notas que el viento interpreta.
En las hojas rumoraban bellos países y sus nubes.
En las hojas murmuraban lejanías de países remotos,
rumoraban como lluvias de verdeante alborozo,
reían, reían lluvias de hablas clarísimas
como aguas, hablas alegres de hadas, vocales de gozo.
Y las lejanías tenían rumores de frondas sucesivas,
las lejanías oían, oían lluvias que narran leyendas,
oían lluvias antiguas. Y el viento
traía las lejanías como trae una hoja. | es |
Unamuno,Miguel_de | <XXI | Vuelvo_A_Ti,_Mi_Niñez,_Como_Volvía | Vuelvo a ti, mi niñez, como volvía
a tierra a recobrar fuerzas Anteo,
cuando en tus brazos yazgo, en mí me veo;
es mi asilo mejor tu compañía.
De mi vida en la senda eres la guía
que me aparta de todo devaneo,
purificas en mí todo deseo,
eres el manantial de mi alegría.
Siempre que voy en ti a buscarme, nido
de mi niñez, Bilbao, rincón querido
en que ensayé con ansia el primer vuelo,
súbeme de alma a flor mi edad primera
cantándome recuerdos, agorera,
preñados de esperanza y de consuelo. | es |
Pombo,Rafael | <XXI | Las_Muestras | A cuantas muchachas miro
Divido en dos clases yo,
Las primeras dan la dicha,
Las otras la diversión.
Éstas, que viven de amores,
No prueban nunca el amor,
Y son flores sin perfume,
Cómicas sin corazón.
Aquéllas —entre las cuales
Siempre el sensato escogió—,
Creen y adoran en un hombre
Lo mismo que en sólo un Dios.
Son frutas que maduradas
De inocencia y fe y razón,
Entre el cristal, guardan todo
Su rico aroma v sabor.
Cuando la muestra de un género
Llamó al tropel la atención,
Se va el surtido; y la muestra
Colgadita se quedó.
Ajada muestra que vimos
Al camino, al polvo, al sol,
¿Quién te quitará ese polvo?
¿Quién te volverá el color?
Éstas,
Aquéllas | es |
Capdevila,Arturo | <XXI | Ni_Al_Amor_Ni_Al_Mar | Es refrán de España
que sabe a cantar!
Ni al mar ni al amor
los queráis gritar;
que siempre lo suyo
tornan a buscar:
el amor sus rosas,
sus tierras el mar.
Es refrán de España
que sabe a cantar.
No lo olvide nadie
Ni al amor ni al mar... | es |
Aleixandre,Vicente | <XXI | Si_Miro_Tus_Ojos | Si miro tus ojos,
si acerco a tus ojos los míos,
¡oh, cómo leo en ellos retratado todo el pensamiento de mi soledad!
Ah, mi desconocida amante a quien día a día estrecho en los brazos.
Cuán delicadamente beso despacio, despacísimo, secretamente en tu piel
la delicada frontera que de mí te separa.
Piel preciosa, tibia, presentemente dulce, invisiblemente cerrada
que tiene la contextura suave, el color, la entrega de la fina magnolia.
Su mismo perfume, que parece decir: «Tuya soy, heme entregada al ser que adoro
como una hoja leve, apenas resistente, toda aroma bajo sus labios frescos».
Pero no. Yo la beso, a tu piel, finísima, sutil, casi irreal bajo el
rozar de mi boca,
y te siento del otro lado, inasible, imposible, rehusada,
detrás de tu frontera preciosa, de tu mágica piel inviolable,
separada de mí por tu superficie delicada, por tu severa magnolia
cuerpo encerrado débilmente en perfume
que me enloque de distancia y que, envuelto rigurosamente,
como una diosa de mí te aparta, bajo mis labios mortales.
Déjame entonces con mi beso recorrer la secreta cárcel de mi vivir,
piel pálida y olorosa, carnalidad de flor, ramo o perfume,
suave carnación que delicadamente te niega,
mientras cierro los ojos, en la tarde extinguiéndose,
ebrio de tus aromas remotos, inalcanzables,
dueño de ese pétalo entero que tu esencia me niega. | es |
Cabral,Manuel_del | <XXI | Mi_Cuerpo_Estaba_Allí..._Nadie_Lo_Usaba | Mi cuerpo estaba allí... nadie lo usaba.
Yo lo puse a sufrir... le metí un hombre.
Pero este equino triste de materia
si tiene hambre me relincha versos,
si sueña, me patea el horizonte;
lo pongo a discutir y suelta bosques,
sólo a mí se parece cuando besa...
No sé qué hacer con este cuerpo mío,
alguien me lo alquiló, yo no sé cuándo...
Me lo dieron desnudo, limpio, manso,
era inocente cuando me lo puse,
pero a ratos,
la razón me lo ensucia y lo adorable...
Yo quiero devolverlo como me lo entregaron;
sin embargo,
yo sé que es tiempo lo que a mí me dieron. | es |
Maples_Arce,Manuel | <XXI | Revolución | El viento es el apóstol de esta hora interdicta.
Oh épocas marchitas
que sacudieron sus últimos otoños!
Barrunta su recuerdo los horizontes próximos
desahuciados de pájaros,
y las corolas deshojan su teclado.
Sopla el viento absoluto contra la materia
cósmica; la música
es la propaganda que flota en los balcones,
y el paisaje despunta
en las veletas.
Viento, dictadura
de hierro
que estremece las confederaciones!
Oh las muchedumbres
azules
y sonoras, que suben
hasta los corazones!
La tarde es un motín sangriento
en los suburbios;
árboles harapientos
que piden limosna en las ventanas;
las fábricas se abrasan
en el incendio del crepúsculo,
y en el cielo brillante
los aviones
ejecutan maniobras vesperales.
Banderas clamorosas
repetirán su arenga proletaria
frente a las ciudades.
En el mitin romántico de la partida,
donde todos lloramos
hoy recojo la espera de su cita;
la estación
despedazada se queda entre sus manos,
y su desmayo
es el alto momento del adiós.
Beso la fotografía de su memoria
y el tren despavorido se aleja entre la sombra,
mientras deshojo los caminos nuevos.
Pronto llegaremos a la cordillera.
Oh tierna geografía
de nuestro México,
sus paisajes aviónicos,
alturas inefables de la economía
política; el humo de las factorías
perdidas en la niebla
del tiempo,
y los rumores eclécticos
de los levantamientos.
Noche adentro
los soldados,
se arrancaron
del pecho
las canciones populares.
La artillería
enemiga, nos espía
en las márgenes de la Naturaleza;
los ruidos subterráneos
pueblan nuestro sobresalto
y se derrumba el panorama.
Trenes militares
que van hacia los cuatro puntos cardinales,
al bautizo de sangre
donde todo es confusión,
y los hombres borrachos
juegan a los naipes
y a los sacrificios humanos;
trenes sonoros y marciales
donde hicimos cantando la Revolución.
Nunca como ahora me he sentido tan cerca de la muerte.
Pasamos la velada junto a la lumbre intacta del recuerdo,
pero llegan los otros de improviso
apagando el concepto de las cosas,
las imágenes tiernas al borde del horóscopo.
Allá lejos,
mujeres preñadas
se han quedado rogando
por nosotros
a los Cristos de Piedra.
Después de la matanza
otra vez el viento
espanta
la hojarasca de los sueños.
Sacudo el alba de mis versos
sobre los corazones enemigos,
y el tacto helado de los siglos
me acaricia en la frente,
mientras que la angustia del silencio
corre por las entrañas de los nombres queridos. | es |
Quevedo,Francisco | <XXI | Que_El_Viejo_Que_Con_Destreza | Que el viejo que con destreza
Se ilumina, tiñe y pinta,
Eche borrones de tinta
Al papel de su cabeza;
Que enmiende a naturaleza
En sus locuras protervo;
Que amanezca negro cuervo,
Durmiendo blanca paloma,
Con su pan se lo coma.
Que la vieja de traída
Quiera ahora distraerse,
Y que quiera moza verse
Sin servir en esta vida;
Que se case persuadida
Que concebirá cada año,
No concibiendo el engaño
Del que por mujer la toma,
Con su pan se lo coma.
Que mucha conversación,
Que es causa de menosprecio,
En la mujer del que es necio
Sea de más precio ocasión;
Que case con bendición
La blanca con el cornado,
Sin que venga dispensado
El parentesco de Roma,
Con su pan se lo coma.
Que en la mujer deslenguada
(Que a tantos hartó la gula)
Hurte la cara a la Bula
El renombre de Cruzada;
Que ande siempre persignada
De puro buena mujer;
Que en los vicios quiera ser
Y en los castigos Sodoma,
Con su pan se lo coma.
Que el sastre que nos desuella
Haga, con gran sentimiento,
En la uña el testamento
De lo que agarró con ella;
Que deba tanto a su estrella,
Que las faltas en sus obras
Sean para su casa sobras
Cuando ya la muerte asoma,
Con su pan se lo coma.
Que la vieja de traída
Quiera ahora distraerse,
Y que quiera moza verse
Sin servir en esta vida;
Que se case persuadida
Que concebirá cada año,
No concibiendo el engaño
Del que por mujer la toma,
Con su pan se lo coma.
Que mucha conversación,
Que es causa de menosprecio,
En la mujer del que es necio
Sea de más precio ocasión;
Que case con bendición
La blanca con el cornado,
Sin que venga dispensado
El parentesco de Roma,
Con su pan se lo coma.
Que en la mujer deslenguada
(Que a tantos hartó la gula)
Hurte la cara a la Bula
El renombre de Cruzada;
Que ande siempre persignada
De puro buena mujer;
Que en los vicios quiera ser
Y en los castigos Sodoma,
Con su pan se lo coma.
Que el sastre que nos desuella
Haga, con gran sentimiento,
En la uña el testamento
De lo que agarró con ella;
Que deba tanto a su estrella,
Que las faltas en sus obras
Sean para su casa sobras
Cuando ya la muerte asoma,
Con su pan se lo coma.
Que mucha conversación,
Que es causa de menosprecio,
En la mujer del que es necio
Sea de más precio ocasión;
Que case con bendición
La blanca con el cornado,
Sin que venga dispensado
El parentesco de Roma,
Con su pan se lo coma.
Que en la mujer deslenguada
(Que a tantos hartó la gula)
Hurte la cara a la Bula
El renombre de Cruzada;
Que ande siempre persignada
De puro buena mujer;
Que en los vicios quiera ser
Y en los castigos Sodoma,
Con su pan se lo coma.
Que el sastre que nos desuella
Haga, con gran sentimiento,
En la uña el testamento
De lo que agarró con ella;
Que deba tanto a su estrella,
Que las faltas en sus obras
Sean para su casa sobras
Cuando ya la muerte asoma,
Con su pan se lo coma.
Que en la mujer deslenguada
(Que a tantos hartó la gula)
Hurte la cara a la Bula
El renombre de Cruzada;
Que ande siempre persignada
De puro buena mujer;
Que en los vicios quiera ser
Y en los castigos Sodoma,
Con su pan se lo coma.
Que el sastre que nos desuella
Haga, con gran sentimiento,
En la uña el testamento
De lo que agarró con ella;
Que deba tanto a su estrella,
Que las faltas en sus obras
Sean para su casa sobras
Cuando ya la muerte asoma,
Con su pan se lo coma.
Que el sastre que nos desuella
Haga, con gran sentimiento,
En la uña el testamento
De lo que agarró con ella;
Que deba tanto a su estrella,
Que las faltas en sus obras
Sean para su casa sobras
Cuando ya la muerte asoma,
Con su pan se lo coma. | es |
Guillén,Jorge | <XXI | Amapolas_Como..._No. | Amapolas como... No.
Jamás ni «sangre» ni «fuego».
Rojos pétalos silvestres,
Indecibles. ¿No son únicos?
El nombre a la flor señala.
Esas amapolas, esas:
Amapolas, amapolas. | es |
Boscán,Juan | <XXI | Soneto_Cxxix | Garcilaso, que al bien siempre aspiraste
y siempre con tal fuerza le seguiste,
que a pocos pasos que tras él corriste,
en todo enteramente le alcanzaste,
dime: ¿por qué tras ti no me llevaste
cuando de esta mortal tierra partiste?,
¿por qué, al subir a lo alto que subiste,
acá en esta bajeza me dejaste?
Bien pienso yo que, si poder tuvieras
de mudar algo lo que está ordenado,
en tal caso de mí no te olvidaras:
que o quisieras honrarme con tu lado
o a lo menos de mí te despidieras;
o, si esto no, después por mí tornaras.
dime: ¿por qué tras ti no me llevaste
cuando de esta mortal tierra partiste?,
¿por qué, al subir a lo alto que subiste,
acá en esta bajeza me dejaste?
Bien pienso yo que, si poder tuvieras
de mudar algo lo que está ordenado,
en tal caso de mí no te olvidaras:
que o quisieras honrarme con tu lado
o a lo menos de mí te despidieras;
o, si esto no, después por mí tornaras.
Bien pienso yo que, si poder tuvieras
de mudar algo lo que está ordenado,
en tal caso de mí no te olvidaras:
que o quisieras honrarme con tu lado
o a lo menos de mí te despidieras;
o, si esto no, después por mí tornaras.
que o quisieras honrarme con tu lado
o a lo menos de mí te despidieras;
o, si esto no, después por mí tornaras. | es |
Herrera_y_Reissig,Julio | <XXI | Es_El_Cura..._Lo_Han_Visto_Las_Crestas_Silenciarías | Es el cura... Lo han visto las crestas silenciarías,
luchando de rodillas con todos los reveses,
salvar en pleno invierno los riesgos montañeses
o trasponer de noche las rutas solitarias.
De su mano propicia, que hace crecer las mieses,
saltan como sortijas gracias involuntarias;
y en su asno taumaturgo de indulgencias plenarias,
hasta el umbral del cielo lleva a sus feligreses...
El pase del hisopo al zueco y la guadaña;
él ordeña la pródiga ubre de su montaña
para encender con oros el pobre altar de pino;
de sus sermones fluyen suspiros de albahaca;
el único pecado que tiene es un sobrino...
Y su piedad humilde lame como una vaca. | es |
Pombo,Rafael | <XXI | Mediaba_Ya_La_Noche,_Negra,_Oscura | Mediaba ya la noche, negra, oscura,
Y la ciudad maldita no dormía,
Que antes desenfrenada en torpe holgura,
Era una inmensa y asquerosa orgía.
Dios llama entonce al Viento, y de su altura
A la caterva criminal lo envía
A despertar la voz de la conciencia.
Contrición demandando y penitencia.
Sordo murmullo en los espacios cunde,
Naturaleza entera se estremece,
Y sus voces innúmeras confunde
El Viento en gran clamor que airado crece.
Rápido por las calles se difunde;
Llorar, rugir, amenazar parece;
De casa en casa va, de puerta en puerta,
Y grita a cada espíritu: —«¡Despierta!
Llena la copa está de vuestro crimen,
Rebosó al fin la cólera del Cielo;
Ya Lot y la virtud prófugos gimen,
Y Natura en rubor córrese un velo.
¡Escuchad! Manda Dios que se os intimen
Exterminio y rigor sin paralelo,
Si al tercio aviso, en llanto y oraciones
No alzáis del fango vil los corazones».
Y una, y dos, y tres veces forzó el viento
Puertas y artesonadas galerías,
Y oyó, en respuesta al alto emplazamiento,
Carcajadas irónicas e impías.
La cuarta, entrando en vórtice violento
Volcó braseros, lámparas, bujías;
E hizo de cada crápula liviana
Una pira, un festín de carne humana.
Y allí, en su propia inmunda porqueriza,
Y en su vino y su mirra y sangre impura
Ardieron todos, sin salvarse triza,
Cual montones de paja hecha basura;
Y cuando no quedó más que ceniza,
Dios la pisó, y hundiose la llanura,
Y el nuevo sol brilló sobre el desierto
De un lago inmóvil, pestilente, muerto. | es |
Castro,Rosalía_de | <XXI | Cuido_Una_Planta_Bella | Cuido una planta bella
que ama y busca la sombra,
como la busca un alma
huérfana, triste, enamorada y sola,
y allí donde jamás la luz del día
llega sino a través de las umbrosas
ramas de un mirto y los cristales turbios
de una ventana angosta,
ella vive tan fresca y perfumada,
y se torna más bella y más frondosa,
y languidece y se marchita y muere
cuando un rayo de sol besa sus hojas.
Para el pájaro el aire, para el musgo la roca,
los mares para el alga, mayo para las rosas;
que todo ser o planta va buscando
su natural atmósfera,
y sucumbe bien pronto si es que a ella
oculta mano sin piedad la roba.
Sólo el humano espíritu al rodar desquiciado
desde su órbita a mundos tristes y desolados,
ni sucumbe ni muere; que del dolor el mazo
fuerte, que abate el polvo y que quebranta el barro
mortal, romper no puede ni desatar los lazos
que con lo eterno le unen por misterioso arcano.
Por eso yo que anhelo que el refulgente astro
del día calor preste a mis miembros helados,
aún aliento y resisto sin luz y sin espacio,
como la planta bella que odia del sol el rayo.
Ya que otra luz más viva que la del sol dorado
y otro calor más dulce en mi alma penetrando
me anima y me sustenta con su secreto halago
y da luz a mis ojos por el dolor cegados. | es |
Pardo_García,Germán | <XXI | Los_Símbolos | Hondos lirios de sombra penitente.
Transfigurada y lívida amapola
del corazón exánime. Aureola
de inmensidad en la desnuda frente.
Algo de mí se inclina hacia el poniente,
y el alma queda en sus recintos sola.
Un pálido silencio se arrebola,
y una cima se aclara inmensamente.
Amapola en la luz transfigurada.
Lirios de sombra en soledad muriendo.
Potestades del árbol sitibundo.
Signos de una presencia desolada.
De un árbol corazón que está viviendo
de la entraña recóndita del mundo. | es |
Cuenca,Luis_Alberto_de | <XXI | Nada,_Ni_El_Sordo_Horror,_Ni_La_Ruidosa | Nada, ni el sordo horror, ni la ruidosa
verdad, ni el rostro amargo de la duda,
ni este incendio en la selva de mi cuerpo
que amenaza con no extinguirse nunca,
ni la terrible imagen que golpea
mis ojos y tortura mi cerebro,
ni el juego cruel, ni el fuego que destruye
esa otra imagen de armonía y fuerza,
ni tus palabras, ni tus movimientos,
ni ese lado salvaje de tu calle,
impedirán que encienda en tu costado
la luz que da la vida y da la muerte:
tarde o temprano sangrará tu herida,
y no será momento de hacer frases. | es |
Orión_de_Panthoseas | XXI | Metales | ... contempla, alma mía, las últimas cosas: el terror, la
herrumbre, la desolación, sí,
pero mira y ve también tu espada de valor, tu fuerza, y antes de
irnos toca tu luz: lágrimas vivas
por las que han pasado tropeles de mundos golpeando y
frotándote, pues con ellas
haremos frente al guardián de la vida, al que todo lo tuvo
sujeto con los dientes;
... pero, aun así, no cantemos victoria, porque días
vendrán a un tiempo con minotauros de hierro
y alondras, con sierpes y golondrinas, y habremos de salvar precipicios
por donde siempre, antes,
acabaron despeñándose la brisa y el rumor del mar;
... de cualquier modo vibra, adéntrate en los fuegos de hueso y
sangre e inicia y construye
un sol; mientras quede una antorcha ajada, hazlo, préndela,
y por siempre fulja la hiel de los metales;
... alma mía, mírala, nos ha llegado la hora, ¿ y
cómo no reconocerla si tanto dolió y alberga tanto ?
... aun en la alegría, es costoso llorar. | es |
Machado,Antonio | <XXI | Como_Don_San_Tob | Como don San Tob,
se tiñe las canas,
y con más razón. | es |
Rojas,Gonzalo | <XXI | Río_Turbio_3)_Fascinación | No con semen de eyacular sino con semen de escribir
le digo a la paloma: —ábrete, paloma, y
se abre; —recíbeme,
y me recibe, erecto
y pertinaz, ahí mismo volamos
inacabables hasta más allá del Génesis
setenta veces siete, y así
vaciado el sentido: —«Vuestra soy
gime con gemido en su éxtasis, para vos nací,
¿que mandáis hacer de mí?». Ciego
de su olor, beso entonces un aroma
que no olí en mujer: —«Guárdame
—irrumpo arterial— esta leche de dragón
hasta la Resurrección en la tersura
de tu figura de piel, clítoris
y más clítoris en el frenesí
de la Especie. No haya mortaja
entre nosotros».
A lo que la posesa: —«Ay, cuerpo,
quien fuera eternamente cuerpo, tacto
de ti, liturgia
y lascivia de ti y el beso
corriera como huracán y yo fuera el beso
de mujer para aullarte
loba de mí, Río
Turbio abajo hasta la Antártica, loca
como soy, zumbido del príncipe».
De histeria y polvo, amor,
fuimos hechos, uno lee
ocioso en maya, en sánscrito las estrellas; ¡uno!
¿de qué escribe uno? —«Dínoslo
de una vez Teresa de Avila, Virginia
Woolf, Emily mía
Brónte de un páramo
a otro, Frida mutilada
que andas volando por ahí, ¿de qué
escribe uno?» | es |
Quevedo,Francisco | <XXI | Todas_Ponemos | Sabed, vecinas,
Que mujeres y gallinas
Todas ponemos,
Unas cuernos y otras huevos.
Viénense a diferenciar
La gallina y la mujer,
En que ellas saben poner,
Nosotras sólo quitar;
Y en lo que es cacarear
El mismo tono tenemos.
Todas ponemos,
Unas cuernos y otras huevos.
Docientas gallinas hallo
Yo con un gallo contentas;
Mas si nuestros gallos cuentas,
Mil que den son nuestro gallo;
Y cuando llegan al fallo,
En Cuclillos los volvemos.
Todas ponemos,
Unas cuernos y otras huevos.
En gallinas regaladas
Tener pepita es gran daño,
Y en las mujeres de ogaño
Lo es el ser despepitadas.
Las viejas son emplumadas,
Por darnos con que volemos.
Todas ponemos,
Unas cuernos y otras huevos.
Viénense a diferenciar
La gallina y la mujer,
En que ellas saben poner,
Nosotras sólo quitar;
Y en lo que es cacarear
El mismo tono tenemos.
Todas ponemos,
Unas cuernos y otras huevos.
Docientas gallinas hallo
Yo con un gallo contentas;
Mas si nuestros gallos cuentas,
Mil que den son nuestro gallo;
Y cuando llegan al fallo,
En Cuclillos los volvemos.
Todas ponemos,
Unas cuernos y otras huevos.
En gallinas regaladas
Tener pepita es gran daño,
Y en las mujeres de ogaño
Lo es el ser despepitadas.
Las viejas son emplumadas,
Por darnos con que volemos.
Todas ponemos,
Unas cuernos y otras huevos.
Docientas gallinas hallo
Yo con un gallo contentas;
Mas si nuestros gallos cuentas,
Mil que den son nuestro gallo;
Y cuando llegan al fallo,
En Cuclillos los volvemos.
Todas ponemos,
Unas cuernos y otras huevos.
En gallinas regaladas
Tener pepita es gran daño,
Y en las mujeres de ogaño
Lo es el ser despepitadas.
Las viejas son emplumadas,
Por darnos con que volemos.
Todas ponemos,
Unas cuernos y otras huevos.
En gallinas regaladas
Tener pepita es gran daño,
Y en las mujeres de ogaño
Lo es el ser despepitadas.
Las viejas son emplumadas,
Por darnos con que volemos.
Todas ponemos,
Unas cuernos y otras huevos. | es |
Acuña,Manuel | <XXI | Si_Tu_Alma_Pura_Es_Un_Broche | Si tu alma pura es un broche
que para abrirse a la vida
quiere la calma adormecida
de las sombras de la noche;
si buscas como un abrigo
lo más tranquilo y espeso,
para que tu alma y tu beso
se encuentren sólo conmigo;
y si temiendo en tus huellas
testigos de tus amores,
no quieres ver más que flores,
más que montañas y estrellas;
yo sé muchas grutas, y una
donde podrás en tu anhelo,
ver un pedazo de cielo
cuando aparezca la luna.
Donde a tu tímido oído
no llegarán otros sones
que las tranquilas canciones
de algún ruiseñor perdido.
Donde a tu mágico acento
y estremecido y de hinojos,
veré abrirse ante mis ojos
los mundos del sentimiento.
Y donde tu alma y la mía,
como una sola estrechadas,
se adormirán embriagdas
de amor y melancolía.
Ven a esta gruta y en ella
yo te daré mis desvelos,
hasta que se hunda en los cielos
la luz de la última estrella.
Y antes que el ave temprana
su alegre vuelo levante,
y entre los álamos cante
la vuelta de la mañana,
yo te volveré al abrigo
de tu estancia encantadora,
donde el recuerdo de esa hora
vendrás a soñar conmigo...
Mientras que yo en el exceso
de la pasión que me inspiras
iré a soñar que me miras,
e iré a soñar que te beso.
si buscas como un abrigo
lo más tranquilo y espeso,
para que tu alma y tu beso
se encuentren sólo conmigo;
y si temiendo en tus huellas
testigos de tus amores,
no quieres ver más que flores,
más que montañas y estrellas;
yo sé muchas grutas, y una
donde podrás en tu anhelo,
ver un pedazo de cielo
cuando aparezca la luna.
Donde a tu tímido oído
no llegarán otros sones
que las tranquilas canciones
de algún ruiseñor perdido.
Donde a tu mágico acento
y estremecido y de hinojos,
veré abrirse ante mis ojos
los mundos del sentimiento.
Y donde tu alma y la mía,
como una sola estrechadas,
se adormirán embriagdas
de amor y melancolía.
Ven a esta gruta y en ella
yo te daré mis desvelos,
hasta que se hunda en los cielos
la luz de la última estrella.
Y antes que el ave temprana
su alegre vuelo levante,
y entre los álamos cante
la vuelta de la mañana,
yo te volveré al abrigo
de tu estancia encantadora,
donde el recuerdo de esa hora
vendrás a soñar conmigo...
Mientras que yo en el exceso
de la pasión que me inspiras
iré a soñar que me miras,
e iré a soñar que te beso.
y si temiendo en tus huellas
testigos de tus amores,
no quieres ver más que flores,
más que montañas y estrellas;
yo sé muchas grutas, y una
donde podrás en tu anhelo,
ver un pedazo de cielo
cuando aparezca la luna.
Donde a tu tímido oído
no llegarán otros sones
que las tranquilas canciones
de algún ruiseñor perdido.
Donde a tu mágico acento
y estremecido y de hinojos,
veré abrirse ante mis ojos
los mundos del sentimiento.
Y donde tu alma y la mía,
como una sola estrechadas,
se adormirán embriagdas
de amor y melancolía.
Ven a esta gruta y en ella
yo te daré mis desvelos,
hasta que se hunda en los cielos
la luz de la última estrella.
Y antes que el ave temprana
su alegre vuelo levante,
y entre los álamos cante
la vuelta de la mañana,
yo te volveré al abrigo
de tu estancia encantadora,
donde el recuerdo de esa hora
vendrás a soñar conmigo...
Mientras que yo en el exceso
de la pasión que me inspiras
iré a soñar que me miras,
e iré a soñar que te beso.
yo sé muchas grutas, y una
donde podrás en tu anhelo,
ver un pedazo de cielo
cuando aparezca la luna.
Donde a tu tímido oído
no llegarán otros sones
que las tranquilas canciones
de algún ruiseñor perdido.
Donde a tu mágico acento
y estremecido y de hinojos,
veré abrirse ante mis ojos
los mundos del sentimiento.
Y donde tu alma y la mía,
como una sola estrechadas,
se adormirán embriagdas
de amor y melancolía.
Ven a esta gruta y en ella
yo te daré mis desvelos,
hasta que se hunda en los cielos
la luz de la última estrella.
Y antes que el ave temprana
su alegre vuelo levante,
y entre los álamos cante
la vuelta de la mañana,
yo te volveré al abrigo
de tu estancia encantadora,
donde el recuerdo de esa hora
vendrás a soñar conmigo...
Mientras que yo en el exceso
de la pasión que me inspiras
iré a soñar que me miras,
e iré a soñar que te beso.
Donde a tu tímido oído
no llegarán otros sones
que las tranquilas canciones
de algún ruiseñor perdido.
Donde a tu mágico acento
y estremecido y de hinojos,
veré abrirse ante mis ojos
los mundos del sentimiento.
Y donde tu alma y la mía,
como una sola estrechadas,
se adormirán embriagdas
de amor y melancolía.
Ven a esta gruta y en ella
yo te daré mis desvelos,
hasta que se hunda en los cielos
la luz de la última estrella.
Y antes que el ave temprana
su alegre vuelo levante,
y entre los álamos cante
la vuelta de la mañana,
yo te volveré al abrigo
de tu estancia encantadora,
donde el recuerdo de esa hora
vendrás a soñar conmigo...
Mientras que yo en el exceso
de la pasión que me inspiras
iré a soñar que me miras,
e iré a soñar que te beso.
Donde a tu mágico acento
y estremecido y de hinojos,
veré abrirse ante mis ojos
los mundos del sentimiento.
Y donde tu alma y la mía,
como una sola estrechadas,
se adormirán embriagdas
de amor y melancolía.
Ven a esta gruta y en ella
yo te daré mis desvelos,
hasta que se hunda en los cielos
la luz de la última estrella.
Y antes que el ave temprana
su alegre vuelo levante,
y entre los álamos cante
la vuelta de la mañana,
yo te volveré al abrigo
de tu estancia encantadora,
donde el recuerdo de esa hora
vendrás a soñar conmigo...
Mientras que yo en el exceso
de la pasión que me inspiras
iré a soñar que me miras,
e iré a soñar que te beso.
Y donde tu alma y la mía,
como una sola estrechadas,
se adormirán embriagdas
de amor y melancolía.
Ven a esta gruta y en ella
yo te daré mis desvelos,
hasta que se hunda en los cielos
la luz de la última estrella.
Y antes que el ave temprana
su alegre vuelo levante,
y entre los álamos cante
la vuelta de la mañana,
yo te volveré al abrigo
de tu estancia encantadora,
donde el recuerdo de esa hora
vendrás a soñar conmigo...
Mientras que yo en el exceso
de la pasión que me inspiras
iré a soñar que me miras,
e iré a soñar que te beso.
Ven a esta gruta y en ella
yo te daré mis desvelos,
hasta que se hunda en los cielos
la luz de la última estrella.
Y antes que el ave temprana
su alegre vuelo levante,
y entre los álamos cante
la vuelta de la mañana,
yo te volveré al abrigo
de tu estancia encantadora,
donde el recuerdo de esa hora
vendrás a soñar conmigo...
Mientras que yo en el exceso
de la pasión que me inspiras
iré a soñar que me miras,
e iré a soñar que te beso.
Y antes que el ave temprana
su alegre vuelo levante,
y entre los álamos cante
la vuelta de la mañana,
yo te volveré al abrigo
de tu estancia encantadora,
donde el recuerdo de esa hora
vendrás a soñar conmigo...
Mientras que yo en el exceso
de la pasión que me inspiras
iré a soñar que me miras,
e iré a soñar que te beso.
yo te volveré al abrigo
de tu estancia encantadora,
donde el recuerdo de esa hora
vendrás a soñar conmigo...
Mientras que yo en el exceso
de la pasión que me inspiras
iré a soñar que me miras,
e iré a soñar que te beso.
Mientras que yo en el exceso
de la pasión que me inspiras
iré a soñar que me miras,
e iré a soñar que te beso. | es |
Andreu,Blanca | <XXI | Vendrá_Sin_Las_Estrellas_Lácteas | Vendrá sin las estrellas lácteas
y sin tiranosaurios de luz,
maroma umbilical para niños marítimos
que se ahorcaron con algas y cabellos oceánicos
huyendo en hipocampos de sueño de aquel parto, en la columna vertical mayor,
entre jarcias y vértebras.
Pues somos una saga.
Oleaje escarlata en delito, y cimas de cianuro,
y golpes de cerezo.
Pues somos, en mi cuerpo, una saga con luna abdicante,
que recuerda colegios, mapas del mundo en otoño,
complicadísimas hidrólisis,
pero nunca marfil y mediodía.
Colegio: niña que bebía los pomelos
directamente en labios de la noche,
que juraba acostarse con el miedo en la cama de nadie,
que juraba que el miedo
la había violado hasta doscientos hijos.
Amor, la niña rusa
que comulgaba reno asado
y bebía liquen.
Amor, la niña rusa que leía Tom Wolfe.
Pues somos una saga.
Oleaje escarlata en delito, y cimas de cianuro,
y golpes de cerezo.
Pues somos, en mi cuerpo, una saga con luna abdicante,
que recuerda colegios, mapas del mundo en otoño,
complicadísimas hidrólisis,
pero nunca marfil y mediodía.
Colegio: niña que bebía los pomelos
directamente en labios de la noche,
que juraba acostarse con el miedo en la cama de nadie,
que juraba que el miedo
la había violado hasta doscientos hijos.
Amor, la niña rusa
que comulgaba reno asado
y bebía liquen.
Amor, la niña rusa que leía Tom Wolfe.
Colegio: niña que bebía los pomelos
directamente en labios de la noche,
que juraba acostarse con el miedo en la cama de nadie,
que juraba que el miedo
la había violado hasta doscientos hijos.
Amor, la niña rusa
que comulgaba reno asado
y bebía liquen.
Amor, la niña rusa que leía Tom Wolfe. | es |
González_Martínez,Enrique | <XXI | Señor,_Yo_Soy_Apenas_Una_Roca_Desnuda | Señor, yo soy apenas una roca desnuda
que azota el viento y quema el sol;
la nube, cuando pasa, de lejos me saluda
y tiende el ala a otra región.
Soy en la cumbre signo
de un esperar eterno,
vuelvo los ojos al zafir
y entre lluvias de agosto
y ráfagas de invierno
no hay primavera para mí.
Ignoro los follajes;
yo nunca de la fuente
tuve la límpida canción,
ni musgos fraternales
que brindar a la frente
de fatigado viajador.
Yo soy como un espectro
que se alzara insepulto,
ángel proscrito de un edén;
en el fondo del alma un afán oculto,
en las entrañas, vieja sed.
Tengo mi planta inmóvil
hundida en la montaña
y una esperanza en el azur,
y me ignoran los hombres,
y nadie me acompaña
en estas cárceles de luz.
Señor, ya que no tengo ni musgo florecido
ni un arroyuelo bullidor
haz que en mis abras forjen
las águilas su nido
y hagan su tálamo de amor.
Mas si ha de ser forzoso
que me aparte del mundo
y del concierto universal,
hazme símbolo eterno,
inmutable y profundo
de la más alta soledad. | es |
Castillo,Eduardo | <XXI | Sensación_Crepuscular | El alma de la tarde se anuncia en la furtiva
esquila del rebaño que retorna: la laguna
—tal un gran ojo herido por una luz muy viva—
espera el milagroso vendaje de la luna piadosa.
Bajo el Angelus el valle se apacigua;
la hora, que vestida de seda azul se aleja,
le da al paisaje, donde la lumbre se amortigua,
una dulzura ingenua, como una estampa antigua.
Deja que nos penetre toda esa calama,
deja que el alma se disperse como un dolor de rosas
en este ambiente tibio de seda extenuada...
Es dulce cuando se ajan las tardes silenciosas
pensar las mismas cosas y no decirse nada. | es |
Jiménez,Juan_Ramón | <XXI | Canción_Nocturna | ¡Allá va el olor
de la rosa!
¡Cójelo en tu sinrazón!
¡Allá va la luz
de la luna!
¡Cójela en tu plenitud!
¡Allá va el cantar
del arroyo!
¡Cójelo en tu libertad! | es |
Llorente_Benito,Luis | XXI | Poned_Música_Sobre_El_Secreto_De_Mis_Ojos | Poned música sobre el secreto de mis ojos.
En la cintura ardiente de la noche,
entre los caballos muertos del deseo,
en los vientres helados, en las manos heridas,
en los muslos de la luz,
se levanta un sueño de pupilas entrecortadas por el sonido de un suspiro.
Allí viven escondidos los animales de la muerte,
las criaturas del dolor,
las serpientes del tiempo.
Allí anidan los pájaros inmortales
que con su canto endulzan el aire.
Allí tu tumba es mi voz,
tu cuerpo mis labios,
tu luz mi amor. | es |
Pizarnik,Alejandra | <XXI | Ojos_Primitivos | En donde el miedo no cuenta cuentos y poemas, no forma figuras de terror y de gloria.
Vacío gris es mi nombre, mi pronombre.
Conozco la gama de los miedos y ese comenzar a cantar despacito en el desfiladero que reconduce hacia mi desconocida que soy, mi emigrante de sí.
Escribo contra el miedo. Contra el viento con garras que se aloja en mi respiración.
Y cuando por la mañana temes encontrarte muerta (y que no haya más imágenes): el silencio de la compresión, el
silencio del mero estar, en esto se van los años, en esto se fue la bella alegría animal. | es |
Luis,Leopoldo_de | <XXI | La_Pelea | Cruelmente te callas, padre mío,
te sacudo con fuerza entre mis brazos.
Aunque te tengo siento que huyes como un río,
que de mí te deshaces a oscuros aletazos.
Como contra la vida golpeo contra el lecho
y te arranco estas ropas queriendo arrancar muerte,
queriendo arrancar vida contra el bosque del pecho
porque la roja rama del corazón liberte.
No te suelto. No puedes escaparte.
Con toda el alma clavo en ti mi dentadura.
Treinta años de mi vida tengo aquí de mi parte.
Contra tu muerte pongo mi ciega mordedura.
Quieres ensordecer, pero aunque sea.
Mi voz también contra el silencio lucha:
te sube por el cuerpo como una honda marea.
Dime que sí, que mi dolor se escucha.
Te callas ferozmente. Eres de roca.
O te haces sombra que invisible huya.
Te tengo aquí, al alcance de mi boca,
y ya no estás...
Te sales con la tuya. | es |
Darío,Rubén | <XXI | Se_Desgrana_Un_Cristal_Fino | Se desgrana un cristal fino
sobre el sueño de una flor;
trina el poeta divino...
¡Bien trinado, Ruiseñor!
Bottom oye ese cristal
caer, y bajo la brisa
se siente sentimental.
Titania toda es sonrisa.
Shakespeare va por la floresta,
Heine hace un lied de la tarde...
Hugo acompaña la Fiesta
Chez Thérèse. Verlaine arde
en las llamas de las rosas,
alocado y sensitivo,
y dice a las ninfas cosas
entre un querubín y un chivo.
Aubrey Beardsley se desliza
como un silfo zahareño;
con carbón, nieve y ceniza
da carne y alma al ensueño.
Nerval suspira a la Luna,
Laforgue suspira de
males de genio y fortuna.
Va en silencio Mallarmé. | es |
Popa,Dorin | XXI | Polvo_Y_Ceniza | >«Hay un gusano escondido
en el Cosmos»
aunque las cosas están manchadas
con asombro veo:
siguen manchándose
nadie se para,
no se adelanta nadie.
alguna vez
por ahí cerca pasó
un sonido puro
los que todavía lo oyen
se dan prisa a olvidarlo
nadie se para,
no se adelanta nadie.
alguna vez
por ahí cerca pasó
un sonido puro
los que todavía lo oyen
se dan prisa a olvidarlo
alguna vez
por ahí cerca pasó
un sonido puro
los que todavía lo oyen
se dan prisa a olvidarlo | es |
Carrera_Andrade,Jorge | <XXI | Oh,_Fábula_Moderna:_Los_Soldados | Oh, fábula moderna: los soldados
de plomo de los cuentos infantiles
cobran vida, se animan
y crecen, crecen, crecen,
hasta llegar a ser de más tamaño
que los hombres. Intentan
disparar con sus manos el relámpago
para encerrar el alba en una cárcel,
descolgar las estrellas
para adornar los hombros
y acudir al banquete de la noche.
Invaden por millares los jardines
y con oscuras máquinas de muerte
exterminan el verde de este mundo
cubriéndolo de ruinas,
de víctimas o estatuas
del Hombre Fusilado
en mangas de camisa. | es |
Akinin_Levy,Samuel | XXI | Divagancias_De_Tercera_Edad | Cómo se explica el hombre de sus errores
Cómo se entiende el hombre de su verdad
Cómo se puede razonar dentro de lo tuerto
Cuando tan sólo uno quiere poder amar
He acercado mi amor a varias mujeres
como respuesta a un sentir sincero
He entregado mi corazón sin restricciones
a sabiendas de querer dar hasta la vida
pues un hombre que ama con coraje
con la fuerza inevitable de su sentir
Sabe que más pronto que tarde
es a ella, a quien uno quiere sonreír
No puedo decir que fueron todos errores
que salté de la lógica a la locura
que uno pide y ya no se detiene
cuando ama con algo más que la cordura
He visitado los reinos del dios Cupido
Me atreví a robarme lo mejor
Me doy cuenta que fui un atrevido
pero es que mi padre, fue eso lo que enseñó
Me dijo que a una mujer se le quiere y se ama
Se la trata con la dulzura de su propia voz
que la sombra que ella proyecta
debe alcanzar de lleno a mi corazón
Seguí, reconozco, al paso sus instrucciones
Su ejemplo fue mi ejemplo mayor
Siempre vi como amó a mi madre
y eso, es lo mismo que busco yo
Alguna vez lo saqué entero de mi pecho
Lo di sin pedir a cambio algún favor
Lo recibí de vuelta, lleno de dolores
porque de eso es que sufre el corazón
A muchas otras que no entendieron
que leyeron las cartas poseedoras de amor
Sé que sin querer, por mi ser, se confundieron
A todas ellas, sin dudas, les pido perdón
Amar es un juguete que cual sagrado
Es como un rezo, o una misma oración
Y se conjuga en singular, esperando un eco de voz
Me refiero a un rezo por lo sagrado del momento
Es el único testigo de una verdad de honor
Nadie, por muy malo que éste sea
Cuando reza, cuando se ve pidiendo perdón
cuando lo hace con sentimientos
cuando su palabra es cual oración
puede mentir al Supremo, ¡no me atrevo yo
Así se ama a la amada sin tener algún temor
Se ama y es, por siempre, como lo manda Dios | es |
Díaz_Mirón,Salvador | <XXI | La_Vi_Tendida_De_Espaldas | La vi tendida de espaldas
entre púrpura revuelta...
Estaba toda desnuda
aspirando humo de esencias
en largo tubo escarchado
de diamantes y de perlas.
Sobre la siniestra mano
apoyada la cabeza,
y cual el ojo de un tigre
un ópalo daba en ella
vislumbres de sangre y fuego
al oro de su ancha trenza.
Tenía un pie sobre el otro
y los dos como azucenas,
y cerca de los tobillos
argollas de finas piedras,
y en el vientre un denso triángulo
de rizada y rubia seda.
En un brazo se torcía
como cinta de centella
un áspid de filigrana
salpicado de turquesas,
con dos carbunclos por ojos
y un dardo de oro en la lengua.
Tibias estaban sus carnes
y sus altos pechos eran
cual blanca leche vertida
dentro de dos copas griegas,
convertida en alabastro
sólida ya pero aún trémula.
¡Ah! hubiera yo dado entonces
todos mis lauros de Atenas
por entrar en esa alcoba
coronado de violetas,
dejando con los eunucos
mis coturnos a la puerta. | es |
Aridjis,Homero | <XXI | El_Canto_Bajo_La_Bruma | el canto bajo la bruma
alumbra en su vuelo
un camino
el alba
abre en el nido de un ave
la luz
el sol
mira el poema
ya vivo
mirando
el fruto
tiene peso
mueve su sombra
en el árbol | es |
Subsets and Splits