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Aguirre,Mirta
<XXI
Limón,_Limonero
Limón, limonero, las niñas primero. Ceder la derecha, quitarse el sombrero, jugar a la dama y a su caballero. Limón, limonero, las niñas primero.
es
Carranza,Eduardo
<XXI
Imagen_Casi_Perdida
Eres como la luz alta y delgada. Como el viento eres clara sin saberlo. Vacila tu actitud como la tarde suavemente inclinada sobre el mundo. Eres hecha de sueños olvidados y te olvido de pronto, como a un sueño; mi corazón te busca como el humo busca la altura y hacia ella muere. Como una tibia flor te lleva el día prendida entre sus labios. Eres alta, azul, delgada, y recta como un silbo. Te recuerdo de pronto como a un sueño.
es
Ramos_Sucre,José_Antonio
<XXI
Subí_La_Escalera_De_Mármol_Negro_En_Solicitud_De_Mi_Flecha,_Disparada_Sin_Tino
Subí la escalera de mármol negro en solicitud de mi flecha, disparada sin tino. La hallé clavada en la puerta de cedro, embellecida de dibujos simétricos. Yo acostumbraba disparar el arco de plata semejante al de Apolo, con el fin de interrogar a la fortuna. Yo estaba a punto de salir en un bajel de vela cuadrada y no fiaba sino en los de vela triangular. Había crecido satisfaciendo mis veleidades y caprichos. Una mujer salió a espaldas de mí, se adelantó resueltamente a desprender la flecha trémula y me la alargó sin decir una palabra. Su presencia había impedido el acierto de mi disparo. Yo reconocí una de las enemigas de Orfeo. Quedé prendado de aquella mujer imperiosa, ataviada con la piel de una pantera. Creí haberla visto a la cabeza de una procesión ensañada con las ofrendas tributadas al mausoleo del amante de Eurídice. Su gesto de cólera desentonaba en la noche colmada. Defendí una vez más las cenizas del maestro y espanté la turba de las mujeres encarnizadas, simulando, desde una arboleda, rugidos salvajes. Yo esperaba sufrir de un momento a otro el desquite de aquella estratagema. La mujer subió conmigo dentro de la nave y llamó despóticamente a su servicio las fieras del mar, ocultas en los arrecifes. Los marinos se entendieron con la mirada y escogieron un rumbo nuevo. El sol trazó varias veces el arco de su carrera sobre el circuito de las aguas. Un ave desconocida volaba delante de nosotros. Yo fui abandonado a mis propios recursos en un litoral cenagoso, desde donde se veía, a breve distancia, un monumento consagrado a las furias. Yo descubrí el nombre del sitio recordando una lamentación de Orestes. Yo acostumbraba disparar el arco de plata semejante al de Apolo, con el fin de interrogar a la fortuna. Yo estaba a punto de salir en un bajel de vela cuadrada y no fiaba sino en los de vela triangular. Había crecido satisfaciendo mis veleidades y caprichos. Una mujer salió a espaldas de mí, se adelantó resueltamente a desprender la flecha trémula y me la alargó sin decir una palabra. Su presencia había impedido el acierto de mi disparo. Yo reconocí una de las enemigas de Orfeo. Quedé prendado de aquella mujer imperiosa, ataviada con la piel de una pantera. Creí haberla visto a la cabeza de una procesión ensañada con las ofrendas tributadas al mausoleo del amante de Eurídice. Su gesto de cólera desentonaba en la noche colmada. Defendí una vez más las cenizas del maestro y espanté la turba de las mujeres encarnizadas, simulando, desde una arboleda, rugidos salvajes. Yo esperaba sufrir de un momento a otro el desquite de aquella estratagema. La mujer subió conmigo dentro de la nave y llamó despóticamente a su servicio las fieras del mar, ocultas en los arrecifes. Los marinos se entendieron con la mirada y escogieron un rumbo nuevo. El sol trazó varias veces el arco de su carrera sobre el circuito de las aguas. Un ave desconocida volaba delante de nosotros. Yo fui abandonado a mis propios recursos en un litoral cenagoso, desde donde se veía, a breve distancia, un monumento consagrado a las furias. Yo descubrí el nombre del sitio recordando una lamentación de Orestes. Una mujer salió a espaldas de mí, se adelantó resueltamente a desprender la flecha trémula y me la alargó sin decir una palabra. Su presencia había impedido el acierto de mi disparo. Yo reconocí una de las enemigas de Orfeo. Quedé prendado de aquella mujer imperiosa, ataviada con la piel de una pantera. Creí haberla visto a la cabeza de una procesión ensañada con las ofrendas tributadas al mausoleo del amante de Eurídice. Su gesto de cólera desentonaba en la noche colmada. Defendí una vez más las cenizas del maestro y espanté la turba de las mujeres encarnizadas, simulando, desde una arboleda, rugidos salvajes. Yo esperaba sufrir de un momento a otro el desquite de aquella estratagema. La mujer subió conmigo dentro de la nave y llamó despóticamente a su servicio las fieras del mar, ocultas en los arrecifes. Los marinos se entendieron con la mirada y escogieron un rumbo nuevo. El sol trazó varias veces el arco de su carrera sobre el circuito de las aguas. Un ave desconocida volaba delante de nosotros. Yo fui abandonado a mis propios recursos en un litoral cenagoso, desde donde se veía, a breve distancia, un monumento consagrado a las furias. Yo descubrí el nombre del sitio recordando una lamentación de Orestes. Quedé prendado de aquella mujer imperiosa, ataviada con la piel de una pantera. Creí haberla visto a la cabeza de una procesión ensañada con las ofrendas tributadas al mausoleo del amante de Eurídice. Su gesto de cólera desentonaba en la noche colmada. Defendí una vez más las cenizas del maestro y espanté la turba de las mujeres encarnizadas, simulando, desde una arboleda, rugidos salvajes. Yo esperaba sufrir de un momento a otro el desquite de aquella estratagema. La mujer subió conmigo dentro de la nave y llamó despóticamente a su servicio las fieras del mar, ocultas en los arrecifes. Los marinos se entendieron con la mirada y escogieron un rumbo nuevo. El sol trazó varias veces el arco de su carrera sobre el circuito de las aguas. Un ave desconocida volaba delante de nosotros. Yo fui abandonado a mis propios recursos en un litoral cenagoso, desde donde se veía, a breve distancia, un monumento consagrado a las furias. Yo descubrí el nombre del sitio recordando una lamentación de Orestes. Defendí una vez más las cenizas del maestro y espanté la turba de las mujeres encarnizadas, simulando, desde una arboleda, rugidos salvajes. Yo esperaba sufrir de un momento a otro el desquite de aquella estratagema. La mujer subió conmigo dentro de la nave y llamó despóticamente a su servicio las fieras del mar, ocultas en los arrecifes. Los marinos se entendieron con la mirada y escogieron un rumbo nuevo. El sol trazó varias veces el arco de su carrera sobre el circuito de las aguas. Un ave desconocida volaba delante de nosotros. Yo fui abandonado a mis propios recursos en un litoral cenagoso, desde donde se veía, a breve distancia, un monumento consagrado a las furias. Yo descubrí el nombre del sitio recordando una lamentación de Orestes. La mujer subió conmigo dentro de la nave y llamó despóticamente a su servicio las fieras del mar, ocultas en los arrecifes. Los marinos se entendieron con la mirada y escogieron un rumbo nuevo. El sol trazó varias veces el arco de su carrera sobre el circuito de las aguas. Un ave desconocida volaba delante de nosotros. Yo fui abandonado a mis propios recursos en un litoral cenagoso, desde donde se veía, a breve distancia, un monumento consagrado a las furias. Yo descubrí el nombre del sitio recordando una lamentación de Orestes. Yo fui abandonado a mis propios recursos en un litoral cenagoso, desde donde se veía, a breve distancia, un monumento consagrado a las furias. Yo descubrí el nombre del sitio recordando una lamentación de Orestes. Yo descubrí el nombre del sitio recordando una lamentación de Orestes.
es
Arciniegas,Ismael_Enrique
<XXI
En_El_Alto_Magdalena
Bochorno. En la noche cálida El barco cruje subiendo, Y en el río va cayendo De la luna la luz pálida. Se abanican los palmares En las orillas del río, Y vienen desde el bohío Del leñador los cantares. El ocaso se arrebola Con vaga fosforescencia, Y se escucha la cadencia De un tiple y una bandola. Todo el barco so estremece; Y mientras la noche sueña, Con las chispas de la leña La chimenea florece. Doquiera, calor de horno; Vibra lejos una copla, Y ni una aura fresca sopla De la noche en el bochorno. Entre el verde matorral La luz de cocuyos brilla, Y aduerme, desde la orilla, El rumor del platanal. Deja el barco leves huellas, Y van las chispas subiendo, Y las chispas van cayendo Como una lluvia de estrellas.
es
Ravizzi,Marta
XXI
Esa_Primavera...
En la primavera de los verdes años, de aquellos años del asombro nuevo, cuando en los ojos vivía el encanto y cuando los labios reían sin miedo. En la primavera de los quince años, cuando se descubre la dicha de un beso. ¡O cuando comienzan las primeras lágrimas que lloran amores que no han sido nuestros! En la primavera de hace tanto tiempo... En la que aprendimos a crecer creyendo. La que regalaba las flores primeras, aquellas que nunca después florecieron. Es la primavera que evocan mis versos, y que al recordarla, tal vez son ingenuos. ¡Porque fue en aquella, en la que aprendimos que la vida puede valer solo eso!
es
Hahn,Óscar
<XXI
Nunca_Se_Sabe
En un barrio cualquiera en el trabajo en la universidad hay un individuo que parece perfectamente normal un buen ciudadano un estudiante más un padre de familia que cumple con sus deberes y duerme tranquilo Él no sabe que en otras condiciones en otro tiempo en otras circunstancias podría ser un informante de la policía secreta un censor de libros un torturador Pero ahí está muy cerca suyo o quizás es usted mismo o el que lee este poema o el que lo escribe
es
Pardo_García,Germán
<XXI
Cátedra_Celestial,_En_Salamanca
Cátedra celestial, en Salamanca, la ciudad silenciosa y amarilla. Fray Luis desde el madero de su silla al orbe escuchador himnos arranca. El aire es amarillo. En una banca la cantera con polvo. La escobilla de un obrero la bruñe, y cuando brilla la piedra es gloria cenital y blanca. Se escucha divinísimo aleteo de arcángeles y de ángeles que veo llevar el sayo de Fray Luis. El día florece azul en la ciudad abierta, y allá sobre la cátedra desierta los ángeles anuncian la Alegría.
es
Nava,Jessica
XXI
Un_Día
Un día me hiciste creer que ibas a amarme, Me juraste que no habrías de abandonarme. Quisiste besarme cuando no podía apartarme de tu pensamiento, Me hiciste prisionera de tu vida y de tu corazón. Ahorcaste lo que más quiero de mí y lo hiciste tuyo en una mirada. Ahora recorro libros de poesía, Buscando la razón De que los hombres ingratos hagan suyos los corazones incautos Buscando la lógica de ese amor y desamor que se sufre. Tanto he leído ya y en ningún sitio encontré la fórmula para enmendar un corazón roto. Pero sí hallé muchas para romperlo. Encontré la fórmula perfecta para embotellar el odio y perfumar la venganza Tantos frascos con fórmulas hechas palabras, Tantas cosas que decir y muy pocos husos e hilos con los qué zurcir.
es
Torres_Bodet,Jaime
<XXI
La_Primavera_De_La_Aldea
La primavera de la aldea bajó esta tarde a la ciudad, con su cara de niña fea y su vestido de percal. Traía nidos en las manos y le cantaba el corazón como en los últimos manzanos el trino del primer gorrión. Tenía, como los duraznos, de nieve y rosa hecha la piel y sobre el lomo de los asnos llevaba su panal de miel. A la ciudad, la primavera trajo del campo un suave olor en las tinas de la lechera y los jarros del aguador...
es
Flórez,Julio
<XXI
Incomparable_Fuiste,_Por_Lo_Austero_Y_Lo_Sano
Incomparable fuiste, por lo austero y lo sano; la luz desparramaste de tu sabiduría: como con una antorcha, con la ciencia, con la mano, disipando tinieblas, recorriste la vía. De nuestra Madre Patria yo vengo en nombre, hermano, a despedirte, porque, tú siempre, experto guía, ¡la honraste con tus triunfos! El pueblo colombiano, como el salvadoreño, te admiraba y quería. Duerme en paz tu gran sueño…mientras las oraciones de la fe, por ti vuelan, a la impasible altura, desde el fondo de tantos sencillos corazones. Dichoso tú que, lejos de dejar amargura en las almas, tan solo dejaste bendiciones: Bendiciones que hoy llegan hasta tu sepultura.
es
Álvarez_Quintero,Hermanos
<XXI
También_Después_De_Una_Pelea
También después de una pelea hay un cuartito de hora bueno en que el cariño saborea la miel que sale del veneno.
es
Pombo,Rafael
<XXI
En_Vuestro_Bello_Tratado
En vuestro bello tratado Sobre Bochinchografía Se os ha tan sólo escapado Decir la etimología De ese término endiablado. Voy tras della, y puede ser Que mi escalpelo la trinche, Debiéndola conocer Uno a quien tocó nacer Compatriota del Bochinche. En la parla de Castilla Llamose un tiempo bochín Al verdugo o tío cuchilla: ¿ No será de tal semilla Que plaga tal salió al fin? Chupa sangre, en mi sentir No hay quien mejor muerda y pinche (Y en eso, como en cundir Y en no dejarnos dormir Entra en el género chinche). La prole de aquel sayón Gánale acaso en traviesa Y es de genio más gritón, Pero ambos, sin discusión, Son animales de presa. Si el bochín fue personaje En nuestros albores regios, Hoy, cuando no hay vasallaje, Su bochinchero linaje Goza de más privilegios. No mata en nombre de rey, Y aun por ley «a nadie mata» Pero embochincha la grey Y mata pronto a la ley Y al que por la ley combata. Eran carne del bochín Hereje, rebelde y malo: ¡Desagradable festín! Bochinche menos ruin Se trata con más regalo. No gasta el tal cazador Su pólvora en gallinazos, Como con tanto primor Lo enseña el historiador De Berrueco y sus balazos. Siendo verdugo el bochín La cola che puesta al fin Debe de darle más jugo: Es cola de mandarín Y hace un mandón del verdugo; Porque como el rabo che Es el francés chef sin efe, Como Joseph es José, El bochinche bien se ve No es más que verdugo en jefe. Y en efecto lo probó La historia de todo yugo: Nación que se embochinchó Por resulta siempre dio La férula del verdugo. Bochinche la Irlanda fue, Polonia se hizo bochinche: ¿Por qué asombrarnos que esté Una y otra bajo el pie De tanto sayón compinche? ¿Y no es el bochinche el coco Que hizo de un simplón o un loco Un tercer Napoleón? ¿Ayer no fue su escalón Y hoy sostén del zorrocloco? Y entre nosotros ¿qué fruto Da el bochinche? Hacernos fleco, Intervenciones, tributo Y el mando asqueroso y bruto De algún héroe a la Berrueco. Por dicha, cualquier nación En cuya sangre hay bochinche Es caballo muy bribón Y sacudirá al mandón Que con más arte lo cinche. Mas después, ¿quién del veneno La enferma sangre exonera? ¿Qué viaje largo y sereno Hará un caballo sin freno Montado a usanza llanera? ¡Y llamamos democracia A esa bochincherocracia Lidiando por el botín, Do el bochinchero se sacia Y el pueblo paga el festín! No es la necia ineptitud Ni es la infeliz multitud Quien gobierna en nuestra casa; Esta, en su humilde virtud, Ni sabe lo que le pasa. Son doctores sapientísimos En su especial facultad Del bochinche; habilidad Que hace progresos tantísimos En tanta universidad. Y esos ilustres doctores Nunca pierden: algún lío Recompensa sus labores, Pues siempre a revuelto río Ganancia de pescadores. ¿Qué le daña que después Gozoso el bridón relinche Libre de incómodo arnés? ¿ No han de apañar otra mies En el próximo bochinche? Fuerzas del bochinche: el ocio E ignorancia popular Que aun sabios del Equinoccio Ignoran que haya un negocio Mejor que el de embochinchar. Cuando aquellas pobres gentes, Que esas pérfidas serpientes Nutren de bárbara hiel Sepan que hay cierto papel Llamado precios corrientes, Y que a peso de oro, el mundo Paga el añil, la vainilla, La quina, la cochinilla, La zarza, que el rancho inmundo Invade audaz y acribilla; Cuando sepan qué millones, Qué palacios nuestros frutos Van a alzar a otras naciones; Cuando ellos se matan, ¡brutos! Por zánganos y ladrones, Y que, en paz, cualquier gañán O arriero de nuestra tierra Tiene más seguro el pan Que mucho idiota holgazán Que nació lord de Inglaterra: Entonces, apenas abra La hambrienta boca el gritón Y diga media palabra Sobre salvar la nación Que él y sólo él descalabra, A piedra y palo en tropel Le caerán nuestros gañanes Y lo izarán a un cimbel Para espantar gavilanes Menos gavilanes que él. Con la leche que mamamos (Ya embochinchada en Castilla) Y con tantos nuevos amos Que en gratitud trasplantamos De la campaña a la silla. Teníamos material Para el bochinche, y de sobra; Mas no: faltaba el final, El descuajo radical Que redondeara la obra. Siendo el embochinchamiento Un derecho de natura, Papá del pronunciamiento Ya era falta de cordura Diferir el sacramento. Llegó la Federación, Que como el nombre lo expresa, Es la fe de la ración Que a cada conmilitón Le ha de tocar de la presa. El bochinche quedó así Legalizado y perfecto; Y nada, a partir de allí, Podrá sorprenderme a mí Ni al bochinchero arquitecto. Y por más, ¡oh patria mía! Que el legislador te finche Con tanta soberanía, No eres más, desde aquel día Que un soberano bochinche. Bochinchografía bochín chinche bochín che che chef Intervenciones a la Berrueco precios corrientes, soberanía,
es
Boscán,Juan
<XXI
Soneto_Liv
Ha tanto ya que mi desdicha dura, que en esto solo tuve mi esperanza; esperé de fortuna su mudanza, que por mí no negara su natura. Entendióme, yo pienso, la ventura, y ha tornado al revés mi confianza; que por tenerme siempre so la lanza, firme se ha hecho, y de su ser no cura. Para bien destruirme, se destruye; deja de ser, por ser contra mí fuerte; sus leyes naturales en mí vence. Pensé do no hay razón, que hubiera suerte; agora sé que el mundo ya me huye; y es fuerza que otro mundo se comience. Entendióme, yo pienso, la ventura, y ha tornado al revés mi confianza; que por tenerme siempre so la lanza, firme se ha hecho, y de su ser no cura. Para bien destruirme, se destruye; deja de ser, por ser contra mí fuerte; sus leyes naturales en mí vence. Pensé do no hay razón, que hubiera suerte; agora sé que el mundo ya me huye; y es fuerza que otro mundo se comience. Para bien destruirme, se destruye; deja de ser, por ser contra mí fuerte; sus leyes naturales en mí vence. Pensé do no hay razón, que hubiera suerte; agora sé que el mundo ya me huye; y es fuerza que otro mundo se comience. Pensé do no hay razón, que hubiera suerte; agora sé que el mundo ya me huye; y es fuerza que otro mundo se comience.
es
Altolaguirre,Manuel
<XXI
Hoy_Quisiera_Ser_Ciego
Hoy quisiera ser ciego y recorrer el mundo pensando que eres tú. En esta noche estás inacabable y no te ven mis ojos. No sé cómo terminas ni hasta dónde, qué miembros nuevos se te agregan; si piensas con tu frente, si con el mar me quieres, ¿te acordarás de mí con los astros distantes? En caricias me baño. Formas nuevas y tuyas, líquidas, a mi cuerpo se ciñen como el aire. ¿Eres tú? ¿Son los pliegues de tu aliento que cuelga largo, para envolverme? ¿Eres tú, traspasada, cóncava para mí, morada mía, sangrando una invisible calentura? Ciego de amor, oscuro, ¿dónde estoy? Tú estás aquí, en los altos pensamientos. Mis pensamientos, pueden llover sobre los campos, pueden ensombrecer a las ciudades. Eres sol de mi cielo, vestida estás conmigo, te desnudas de mí, devoras con tu fuego. Por pequeña que sea una distancia se puede dividir. Eres profunda. Dentro y fuera te quiero, siendo ardor, siendo luz, siendo memoria, siendo recuerdo, con toda mi alma; con todos los montes, con el enorme peso del mundo donde vives.
es
Ventaja,Néstor
XXI
Mareas_Del_73
Alquimias de un negro líquido ulcerante una sobre otra pitadas de utopía febril. Cada mesa paría paraísos chorreando, del cordón umbilical las palabras cuchillo. Orgía de impaciencia a pura voluntad liberada estrenamos pieles hasta quedar en carne. Cuentos de hadas de la edad de la razón, estar dispuesto a morir por una causa encerraba (mamushka traidora) la resolución de matar; el futuro indefectiblemente nuestro tan poco antes de después. Cada mesa paría paraísos chorreando, del cordón umbilical las palabras cuchillo. Orgía de impaciencia a pura voluntad liberada estrenamos pieles hasta quedar en carne. Cuentos de hadas de la edad de la razón, estar dispuesto a morir por una causa encerraba (mamushka traidora) la resolución de matar; el futuro indefectiblemente nuestro tan poco antes de después. Orgía de impaciencia a pura voluntad liberada estrenamos pieles hasta quedar en carne. Cuentos de hadas de la edad de la razón, estar dispuesto a morir por una causa encerraba (mamushka traidora) la resolución de matar; el futuro indefectiblemente nuestro tan poco antes de después. Cuentos de hadas de la edad de la razón, estar dispuesto a morir por una causa encerraba (mamushka traidora) la resolución de matar; el futuro indefectiblemente nuestro tan poco antes de después. el futuro indefectiblemente nuestro tan poco antes de después. tan poco antes de después.
es
Cadalso,José
<XXI
Injuria_El_Poeta_Al_Amor
Amor, con flores ligas nuestros brazos; los míos te ofrecí lleno de penas, me echaste tus guirnaldas más amenas, secáronse las flores, vi los lazos, y vi que eran cadenas. Nos guías por la senda placentera al templo del placer ciego y propicio; yo te seguí, mas viendo el artificio, el peligro y tropel de tu carrera, vi que era un precipicio. Con dulce copa al parecer sagrada, al hombre brindas, de artificio lleno; bebí; quemose con su ardor mi seno; con sed insana la dejé apurada y vi que era veneno. Tu mar ofrece, con fingida calma, bonanza sin escollo ni contagio; yo me embarqué con tal falaz presagio, vi cada rumbo que se ofrece al alma, y vi que era un naufragio. El carro de tu madre, ingrata diosa, vi que tiraban aves inocentes; besáronlas mis labios imprudentes, el pecho me rasgó la más hermosa y vi que eran serpientes. Huye Amor, de mi pecho ya sereno, tus alas mueve a climas diferentes, lleva a los corazones imprudentes cadenas, precipicios y veneno, naufragios y serpientes.
es
Rébora,Marilina
<XXI
Señor,_Siempre_Te_Veo_Con_Los_Ojos_De_Niña
Señor, siempre te veo con los ojos de niña: primero en el pesebre, aureolado de ovejas; en lo alto, la estrella, que sus reflejos guiña sobre el burro y el buey al mover las orejas. Hombre, vas por montaña, y por valle y campiña, curando enfermos graves que bordan las callejas, la triste multitud que al oírte se apiña, y encima de las aguas caminando te alejas. Al final, te imagino, arriba, entre las nubes, centro de los arcángeles con extendidas alas; en macizo de flores —azucenas y calas— se abren las estrellas, por donde al Cielo subes. Aunque me ves en casa, jugando sobre el piso y sonriendo desciendes hacia mí, de improviso.
es
Cruz,Juana_Inés_de_la
<XXI
Nueva_Alabanza_Del_Hecho_Mismo
Intenta de Tarquino el artificio a tu pecho, Lucrecia, dar batalla; ya amante llora, ya modesto calla, ya ofrece toda el alma en sacrificio. Y cuando piensa ya que más propicio tu pecho a tanto imperio se avasalla, el premio, como Sísifo, que halla, es empezar de nuevo el ejercicio. Arde furioso, y la amorosa tema crece en la resistencia de tu honra, con tanta privación más obstinada. ¡Oh providencia de Deidad suprema! ¡Tu honestidad motiva tu deshonra, y tu deshonra te eterniza honrada!
es
Melgar_Becerra,Juan_Miguel
XXI
Ha_Muerto_Nuestra_Juventud_Sobre_Las_Rosas
Ha muerto nuestra juventud sobre las rosas. Era de día. Nos miramos al marchar, pero nos fuimos oscureciendo, nosotros dos, por caminos diferentes. Yo te pregunté si me querías. ¿Qué pensabas? ¿Que te llevaría volando a las nubes? ¿Que te sorprendería la mañana entre mis brazos? No pude alcanzarte más estrellas, pero tú seguías delirando. Pensabas que eras amiga de Venus. Una diosa fraternal y graciosa. Que al mirarte, te amaría. Olvídalo. Ha muerto nuestra juventud sobre las rosas.
es
Carriedo,Gabino-Alejandro
<XXI
Recomendaciones_Para_Domesticar_A_Un_Avestruz
Primero se le coge de una pata, luego se le propina un puntapié, más tarde se le da un terrón de azúcar y acto seguido pan y leche y palos. Transcurridos seis meses por lo menos diciendo abracadabra se le cuelga de un árbol muy frondoso de tal guisa que pasar pueda ver los autobuses. Después de encomendarle a San Pancracio —patrono de las aves de corral—, se le cortan las alas, se le pinta de amarillo y azul la cresta y basta. Y a esperar, esperar... Todo en la vida ya sabemos que es cosa de paciencia. Si esto hacéis, yo os prometo que algún día podréis llevar a un avestruz al cine. Transcurridos seis meses por lo menos diciendo abracadabra se le cuelga de un árbol muy frondoso de tal guisa que pasar pueda ver los autobuses. Después de encomendarle a San Pancracio —patrono de las aves de corral—, se le cortan las alas, se le pinta de amarillo y azul la cresta y basta. Y a esperar, esperar... Todo en la vida ya sabemos que es cosa de paciencia. Si esto hacéis, yo os prometo que algún día podréis llevar a un avestruz al cine. Después de encomendarle a San Pancracio —patrono de las aves de corral—, se le cortan las alas, se le pinta de amarillo y azul la cresta y basta. Y a esperar, esperar... Todo en la vida ya sabemos que es cosa de paciencia. Si esto hacéis, yo os prometo que algún día podréis llevar a un avestruz al cine. Y a esperar, esperar... Todo en la vida ya sabemos que es cosa de paciencia. Si esto hacéis, yo os prometo que algún día podréis llevar a un avestruz al cine.
es
Peña_del_Bosque,Leopoldo
XXI
En_El_Rincón_Del_Recuento
En el rincón del recuento, Guardo una pena alevosa. Sigue en vigilia en mi mente, Ese recuerdo que añoro. Y se arrebola en la noche, Y no se duerme de día Ni muere como el silencio Cuando se ahoga entre el llanto. Así se extraña a quien amas. Así se sufre la ausencia… Hay corazones que abrigan, Los hados de los difuntos. La luna que vende ausencias Conmigo se ha prodigado, Haciendo con mis recuerdos Un río que no ha secado. Y el sol pardo de invierno Seguido se me hace largo. Como esos soles perpetuos Que se derrochan en junio.
es
Sánchez-Rojas,Patricio
XXI
Sobre_La_Grava_Azul_De_Canet_Plage_Busco
Sobre la grava azul de Canet Plage busco el sonido del albatros. No sé si es Ezra Pound quien en lontananza me hace señas, hoy vivo por la estrella de otros versos; en el botón de mi solapa han cagado unos pájaros. La noche ha sido larga, poco he dormido, las olas de este mar mediterráneo golpéanme incesantes los pies con sus martillos, mas, no deseo esperar a que transidos pescadores me socorran, y por lo mismo he de liberarme de la sal dormida en mi cuerpo. Extrañamente no puedo respirar como es costumbre en los poetas, mover estas arenas sería delatarme. Cuán frío es el aire sobre mis párpados secos. (Mar. Tu imantado corazón nunca termina de latir. Un sorbo beberé de tu ambrosía en un vaso de cristal guarnecido de zafiros).
es
Cisneros_Rivera,Hugo_Oswaldo
XXI
Las_Palabras_Se_Esfuman_Como_Hojas_Calcinadas
Las palabras se esfuman como hojas calcinadas El suelo grita clemencia en el verano Solo así penetro en ti, vuelo atrás de las alas Hasta la eternidad y recuérdame como una pesadilla Tu mirada, observó el infinito En ti veo la entrada a la eternidad Minifaldas de menta, bombones de chicas Una niña llamada Solo Así sobrevivir Solo así morir Pronto acabará el dolor Estoy solo, lloro eternamente Escucho el silencio apagándose Camino sobre la piel del reptil a través de sus escamas Mirando la vida como se apaga Observas alrededor del todo Estacionas tu mente inclinada Observas morir a todos Y no puedes hacer nada Viajamos por constelaciones A nuestra llegada nos esperan Se observan los fuegos de Bienvenida, hemos muerto El dolor acabo, despierta Ya llegamos, no, seguimos En camino, un camino Sin fin, pasamos al otro lado No dices la verdad cuando me mientes? Ojos comiendo luz Las aves vuelan Lentamente, hacia el infinito Llegando al tiempo. Oscurece lentamente Los gatos se lamen Las patas, limpiando Su única pureza Cierra los ojos Las almas sin mente Quemándose en un infierno Lleno de nieve. La serpiente rapta A través del bosque Lleno de niebla, Que cubre sus ojos. ¿Puede ver lo que Esta ocurriendo? ¿Sientes como saltas Al vacío y no regresas? Corres por las espesas cenizas, Que cubren el cielo Maravillosa oscuridad Se pierde el sentido.
es
Heredia,José_María
<XXI
¡Libertador!_Si_De_Mi_Libre_Lira
¡Libertador! Si de mi libre lira Jamás el eco fiero Al crimen halagó ni a los tiranos, Escucha su himno de loor que inspira, Ferviente admiración. Alto, severo Será por siempre de mi voz el tono. Sí, columna de América: no temo Al cantar tus hazañas inmortales Que me escuchen los genios eglestiales, Y juzgue el Ser Supremo. ¿Qué era, decid, el vasto continente Que Colón reveló? Bajo la saña De la terrible España Tres centurias gimió su opresa gente En estéril afán, en larga pena, En tinieblas mentales y cadena. Mas el momento vencedor del hado Al fin llegó; los hierros se quebrantan, El hombre mira al sol, osado piensa, Y los pueblos de América, del mundo Sienten al fin la agitación inmensa, Y osan luchar, y la victoria cantan. Bella y fugaz aurora Lució de libertad. Desastre inmenso Cubrió a Caracas de pavor y luto. Del patriótico afán el dulce fruto Fatal superstición seca y devora. De libertad sobre la infausta ruina Más osado y feroz torna el tirano, Y entre la gran desolación, insano Amenaza y fulmina. Pero Bolívar fue. Su heroico grito Venganza, patria y libertad aclama. Venezuela se inflama, Y trábase la lucha Ardua, larga, sangrienta, Que de gloria inmortal cubre a Bolívar En diez años de afán. La fama sola A la prosperidad los triunfos cuenta Que le vio presidir, cuando humillaba La feroz arrogancia, La pujanza española, Y su genio celebra y su constancia. Una vez y otra vez roto y vencido, De su patria expelido, Peregrino en la tierra y Oceano, ¿Quién le vio desmayar? El infortunio Y la traición impía Se fatigaron por vencerle, en vano. Su genio inagotable Igualaba el revés a la victoria, Y le miró la historia Empapar en sudor, llenar de fama, Del Golfo Triste al Ecuador sereno, Del Orinoco inmenso al Tequendama. ¡Bolívar inmortal! ¿Qué voz humana Enumerar y celebrar podría Tus victorias sin fin, tu eterno aliento? Colombia independiente y soberana Es de tu gloria noble monumento. Del vil polvo a tu voz, robusta, fiera, De majestad ornada, Ella se alzó, como Minerva armada Del cerebro de Júpiter saliera. Mas a tu ardor sublime No bastan ya de Araure y Carabobo, Liberta al Perú volor te ordena. De Boyacá y de Quito los laureles. La espada ardiente que tu mano esgrime, Rayo al poder de España, Brilla donde su saña A servidumbre o destrucción condena La familia del sol, en cuyo templo Inexorable y fiera Alzaba ya la Inquisición su hoguera. Entre guerra civil e iberas lanzas Aquel pueblo infeliz vacila triste, Cuando el poder dictatorial te viste, Y te manda salvar sus esperanzas. La discordia feroz huye aterrada, El sumiso Perú tu genio adora, Y de venganza y libertad la aurora Luce en Junín al brillo de tu espada. Tu espíritu feliz a Sucre llena; Y un mundo por tu genio libertado En Ayacucho al fin ve destrozado El postrer eslabón de su cadena. Allí el ángel de América la vista Dilata por sus llanos Desde la nube umbrosa en que se asienta Y con terror involuntario cuenta Seis mil patriotas y diez mil tiranos. Mas eran los patriotas colombianos, Alumnos de Bolívar y la gloria; Tu generoso ardor los abrasaba, Y fue suyo el laurel de la victoria. Allí termina la inmortal campaña, Y al colombiano pabellón glorioso, Sangriento y polvoroso Cede y se humilla el pabellón de España. ¡Libertad a la patria de los Incas! ¡Libertad de Colón al hemisferio! ¡Lauro al Libertador! Del Cuzco antiguo Las vírgenes preciadas, Libres del afrentoso cautiverio, Himnos de triunfo entonan a Bolívar. Los pueblos que feliz libra y aduna Manco nuevo le llaman, Y con ardiente gratitud le aclaman El genio de la guerra y la fortuna. Y resuena su voz, y soberana Se alza Bolivia bella, Y añádese una estrella A la constelación americana. ¡Numen restaurador! ¿Qué gloria humana Puede igualar a tu sublime gloria? ¡Oh Bolívar divino! Tu nombre diamantino Rechazará las olas con que el tiempo Sepulta de los reyes la memoria; Y de tu siglo al recorrer la historia Las razas venideras, Con estupor profundo Tu genio admirarán, tu ardor triunfante, Viéndote sostener, sublime Atlante, La independencia y libertad de un mundo. ¿Y tan brillante gloria Eclipsárase al fin?... Letal sospecha En torno de tu frente revolando Empaña su esplendor: yacen las leyes Indignamente holladas, Sin ser por ti vengadas. La patria y la virtud su estrago gimen: Triunfa la rebelión, se premia el crimen. ¡Libertador! ¡y callas...! ¿Cuándo insano Truena un rebelde, ocioso El rayo vengador yace en tu mano? ¿Y ciñes a un faccioso Tu espada en galardón...? A error tan triste Permite a mi dolor que corra un velo. Si patria no ha de haber, ¿por qué venciste? ¡Ay! los reyes dirán con burla impía Que tantos sacrificios fueros vanos, Y que sólo extirpaste a los tiranos Para ejercer por ti la tiranía. Cual cometa serás, que en tu carrera Por la atracción del sol arrebatado Se desliza en el éter, y abrasado Se pierde al fin en su perenne hoguera. ¿Contra la libertad entronizada Por tu constante generoso brío, Esgrimirás impío De Carabobo y de Junín la espada? Cuando tu gloria el universo abarca, Libertador de esclavos a millones, Creador de tres naciones, ¿Te querrás abatir hasta monarca? ¡Vuelve los ojos!... A Iturbide mira Que de Padilla en la fatal arena Paga de su ambición la dura pena, Y como un malhechor sangriento expira; Y pálido, deforme, le recibe El suelo que libró, que le adoraba, Y cívica apoteosis le guardaba, En vez de vil, ignominiosa muerte. Más alta que la suya fue tu suerte, Muy más largo tu afán, mayor tu gloria. ¿A tu inmortal carrera Con lágrimas y sangre Un fin igual recordará la historia? Después que al orbe atónito dejaste Con tu sublime vuelo, Brillante Lucifer, ¿caerás del cíelo? Jamás impunemente Al pueblo soberano Pudo imponer un héroe ciudadano El sello del baldón sobre la frente. El pueblo se alza, y su voraz encono Sacrifica al tirano, Que halla infamia y sepulcro en vez de trono. Así desvanecerse vio la tierra De Napoleón y de Agustín la gloria, Y prematura tumba los encierra, Y la baña con llanto la Victoria. ¡Hijo de Libertad privilegiado No a su terrible majestad atentes, Ni a nuestro asombro y lástimas presentes Un laurel fulminado!... salvar sus esperanzas.
es
Borges,Jorge_Luis
<XXI
La_Busca
Al término de tres generaciones vuelvo a los campos de los Acevedo, que fueron mis mayores. Vagamente los he buscado en esta vieja casa blanca y rectangular, en la frescura de sus dos galerías, en la sombra creciente que proyectan los pilares, en el intemporal grito del pájaro, en la lluvia que abruma la azotea, en el crepúsculo de los espejos, en un reflejo, un eco, que fue suyo y que ahora es mío, sin que yo lo sepa. He mirado los hierros de la reja que detuvo las lanzas del desierto, la palmera partida por el rayo, los negros toros de Aberdeen, la tarde, las casuarinas que ellos nunca vieron. Aquí fueron la espada y el peligro, las duras proscripciones, las patriadas; firmes en el caballo, aquí rigieron la sin principio y la sin fin llanura los estancieros de las largas leguas. Pedro Pascual, Miguel, Judas Tadeo... Quién me dirá si misteriosamente, bajo este techo de una sola noche, más allá de los años y del polvo, más allá del cristal de la memoria, no nos hemos unido y confundido, yo en el sueño, pero ellos en la muerte.
es
Basso,Cristián
XXI
Lamer_O_Lenguarse
Lamer o lenguarse las pieles nocturnas hasta hallar a Neptuno. Romper la avidez. Conquistar la explosión. Boca, bocas, buscas, barcos: No cesar de repetir hasta anunciarse en sueños y esquivar los rancios dedos de la muerte.
es
Ruiz,Juan
<XXI
Porque_Santa_María,_Segund_Que_Dicho_He
Porque Santa María, segund que dicho he, es comienço e fyn del bien, tal es mi fe, fizle quatro cantares, e con tanto faré punto a mi librete; mas non le çerraré. Buena propiadat ha, do quiera que se lea, que sy l' oyere alguno, que tenga muger fea, o sy muger le oyere, que su ome vil sea, faser a Dios serviçio en punto lo desea: Desea oyr misas e faser oblaçiones, desea dar a pobres bodigos e rraçiones, faser muncha lymosna e desyr oraçiones: Dios con esto se sirve, bien lo vedes, varones. Qualquier ome, que l' oya, sy bien trobar sopiere, puede más añedir e enmendar si quisiere. Ande de mano en mano: qualquier que lo pediere. Como pella las dueñas, tómelo quien podiere. Pues es de Buen Amor, enprestadlo de grado: no l' negedes su nonbre ni l' dedes rrehertado, no l' dedes por dinero vendido nin alquilado; ca non ha grado nin graçia el Buen Amor conplado. Ffizvos pequeño lybro de testo; mas la glosa non creo que es pequeña; ante es muy gran prosa: que sobre toda fabla s' entyende otra cosa, syn lo que se alega en la rasón fermosa. De la santidat mucha es muy grand liçionario; mas de juego e de burla es chico breviario. Por ende fago punto e çierro mi armario: séavos chica burla, solaz e letuario. Señores, hevos servido con poca sabidoría: por vos dar solás a todos fablévos en jograría. Yo un galardón vos pido: que por Dios en rromería digades un Pater noster por mí e Ave María. Era de mill e tresientos e ochenta e un años fue conpuesto el rromançe, por muchos males e daños, que fasen muchos e muchas a otras con sus engaños, e por mostrar a los synples fablas e versos estraños.
es
Juarroz,Roberto
<XXI
Quinta_Poesía_Vertical._Número_4
El mundo es el segundo término de una metáfora incompleta, una comparación cuyo primer elemento se ha perdido. ¿Dónde está lo que era como el mundo? ¿Se fugó de la frase o lo borramos? ¿O acaso la metáfora estuvo siempre trunca?
es
Altamirano,Ignacio_Manuel
<XXI
...Aún_Diviso_Tu_Sombra_En_La_Ribera
...Aún diviso tu sombra en la ribera, Salpicada de luces cintilantes, Y aún escucho a la turba vocinglera De alegres y despiertos habitantes, Cuyo acento lejano hasta mi oído Viene el terral trayendo, por instantes. Dentro de poco ¡ay Dios! Te habré perdido, Última, que pisara cariñoso Tierra encantada de mi Sur querido. Me arroja mi destino tempestuoso, ¿Adónde? No lo sé; pero yo siento De su mano el empuje poderoso. ¿Volveré? Tal vez no; y el pensamiento Ni una esperanza descubrir podría En esta hora de huracán sangriento. Tal vez te miro el postrimero día, Y el alma que devoran los pesares Su adiós eterno, desde aquí te envía. Quédate pues, ciudad de los palmares, En tus noches tranquilas arrullada Por el acento de los roncos mares. Y a orillas de tu puerto recostada, Como una ninfa en el verano ardiente Al borde de un estanque desmayada. De la sierra el dosel cubre tu frente, Y las ondas del mar siempre serenas Acarician tus plantas dulcemente. ¡Oh suerte infausta! me dejaste apenas De una ligera dicha los sabores, Y a desventura larga me condenas. Dejarte ¡oh Sur! acrece mis dolores, Hoy que en tus bosques quédase escondida La hermosa y tierna flor de mis amores, Guárdala ¡oh Sur! y su existencia cuida, Y con ella alimenta mi esperanza, ¡Porque es su aroma el néctar de mi vida! Mas ya te miro huir en lontananza Oigo alegre el adiós de extraña gente, Y el buque, lento en su partida avanza. Todo ríe en la cubierta indiferente; Sólo yo con el pecho palpitando, Te digo adiós con labio balbuciente. La niebla de la mar te va ocultando; Faro, remoto ya, tu luz semeja; Ruge el vapor, y el Leviathan bramando Las anchas sombras de los montes deja. Presuroso atraviesa la bahía, Salva la entrada y a la mar se aleja; Y en la llanura lóbrega y sombría Abre en su carrera acelerada Un surco de brillante argentería. La luna, entonces, hasta aquí velada, Súbita brota en el zafir desnuda, Brillando en alta mar. ¡Mi alma agitada Pensando en Dios, la inmensidad saluda!
es
Impaglione,Gabriel
XXI
Primer_Jornal
He visto ayer, tal vez de mañana, cerca de una hora precisa de pan caliente todavía, al hombre que pasaba con sus hijos en la boca. Rodaba en su bicicleta sobre un hilo de regreso urgente. O volvía a llevar la misma mirada de imposibles rota. A dejarla en la cocina como una medalla, un trofeo astillado, un punto de partida. Cargaba una bolsa redonda, hinchada de almuerzo y las manos en los brazos y los brazos en los hombros y los hombros rematando la ancha espalda transpirada. Ay mi amor el hombre que estrenaba el brillo en los ojos, el aire en los pulmones, la honda y poderosa esperanza. Lo hubieras visto! No ví guitarra tan llena de auroras! Caminaba sobre el viento con breves pasos circulares y silbaba. Iba detrás del abrazo, del buen día, como si lo arrastrara el alma. Y a sus espaldas flameaba una pared, un torno, un crisol, una espiga! Habrá sido un martes de espadas, o aquel jueves que los diarios callaron, pero lo vi deambular por el residuo y me preguntó la hora. No hay apuro, me dijo y fumamos, la basura no tiene memoria. Me llevé su mirada de granito y cartón, su rostro desatando los abismos, y en ese espejo me conté los años. Ay mi amor, si supieras tanta palabra inútil que ronda en los periódicos! Hoy es un lunes de mirar distinto. Silbaba y en su camisa el viento fresco era un remolino de mesa servida, un come despacio con sol afuera, una fiesta del pan que me ha llenado el alma.
es
Olevsky,Eitan
XXI
Ya_Iniciado_El_Letargo_Citadino_Que_Cumula_El_Resorte_Nocturno
Ya iniciado el letargo citadino que cumula el resorte nocturno, Un rutilante pasaje de quebradiza soltura cuelga lo diurno. El opaco celestial de embolsado furor ya cesó su sol enmarmolado. Son los absortos trazos ilusos los que ignitan las semillas creativas Esculpiendo en cinceles concreto desviado en abstracto enarbolado. Zaherir causa justa en vientos ruinosos es hundir el vaivén De olas etéreas que sumergen tal realismo en corrientes del Zen.
es
Bernárdez,Francisco_Luis
<XXI
Soneto_Ausente
El sentido del tiempo se me aclara desde que te ha dejado y me has traído, y el espacio también tiene sentido desde que con sus lenguas nos separa. El uno tiene ahora canto y cara porque vive de habernos dividido, y el otro no sería conocido si no nos escondiera y alejara. Desde que somos de la lejanía, el espacio, que apenas existía, existe por habernos separado. Y el tiempo que discurre hacia la muerte no existe por el tiempo que ha pasado sino por el que falta para verte.
es
Romero,Armando
<XXI
El_Del_Relámpago
Como fueron de rápidas esas manos para tocar la luz, así los ojos para dejar constancia de lo visto. Ya no sé si fue en Nueva York, en Caracas o en Chicago donde lo vi con esa linterna hacia adentro, quemándola a fuerza de grafismos. Rabioso de alegría le daba rienda suelta a unos potros al galope por entre las charcas del sueño y la realidad. Qué de imaginarias corriendo y desnudándose, qué de voces sometiéndonos a la algarabía de un diálogo inaudito.
es
Andreu,Blanca
<XXI
Hasta_Nosotros_La_Infancia_De_Los_Metales_Raros
Hasta nosotros la infancia de los metales raros, la muchedumbre de la plata que nos pudre en su espuma, su larga espuma larga como una cinta que naciera en un cuaderno del Bach el Joven Y viniera a morir aquí, en las aves que anidan en los discos, mientras Rainer María ya no es tan joven como en la página 38, no es ni siquiera un joven muerto, un infante difunto sin pavana, y yo lo sé, y no desfallecemos, yo me desmayo, tú te desvaneces, él siente un ligero mareo sin llegar a la náusea escrita o no escrita. Ay, bostezamos ante tazas de azul de metileno, aspiramos con aire distante el amoníaco, nos hastiamos frente al alto sonido del vitriolo, nos coronamos de veronal, pues no encontramos hoja más aguda. Mi hermano busca el cetro de mil alas de Heliogábalo, aquellos niños prefieren la tiara papal, y estos pequeños cíclopes enfermos del pulmón que bajan de autobuses o de la marihuana, y son hermosos como hermafroditas, se coronan de cipreses de silos color vino: no han encontrado un árbol más agudo. Pero qué más da, el vaivén de sus cuerpos es vano y terrible, y en absoluto excesiva la droga seria que se teje en la sangre, las inyecciones de grave savia, el hierro y el mercurio en las arterias haciendo de armadura y filtro, el casco negro y la zarza negra de ningún caballero andante. Como en mi medieval historia, cuando ardían las piedras colegiales para las brechas en la frente y el cuerpo me dotaba de opio recién nacido, la hora propia nos confunde, nos hace himnos o hijos del antiguo caballo mitológico y de una niña triste con la vena extendida, de una aguja levantada por nieve increíble, por amarillo de palomas persas: hablemos de los caballos padres, hagamos alusión a los cascos secretos que nos darán la paz y a las bridas ningunas, a las futuras crines delicadamente angustiadas, hablemos de los caballos padres que nos traerán la muerte y de la luna anfetamina, hablemos de la vena madre que nos traerá la dicha del fin, hablemos de la virgen bebida extrema, no hablemos sino del litoral y las vertientes de la locura que posee a los hombres en los parques y ordena, sino del puñalito que coronará la arteria coronaria como diadema suma con la hoja infantil del metal más raro y más agudo del mundo. Mi hermano busca el cetro de mil alas de Heliogábalo, aquellos niños prefieren la tiara papal, y estos pequeños cíclopes enfermos del pulmón que bajan de autobuses o de la marihuana, y son hermosos como hermafroditas, se coronan de cipreses de silos color vino: no han encontrado un árbol más agudo. Pero qué más da, el vaivén de sus cuerpos es vano y terrible, y en absoluto excesiva la droga seria que se teje en la sangre, las inyecciones de grave savia, el hierro y el mercurio en las arterias haciendo de armadura y filtro, el casco negro y la zarza negra de ningún caballero andante. Como en mi medieval historia, cuando ardían las piedras colegiales para las brechas en la frente y el cuerpo me dotaba de opio recién nacido, la hora propia nos confunde, nos hace himnos o hijos del antiguo caballo mitológico y de una niña triste con la vena extendida, de una aguja levantada por nieve increíble, por amarillo de palomas persas: hablemos de los caballos padres, hagamos alusión a los cascos secretos que nos darán la paz y a las bridas ningunas, a las futuras crines delicadamente angustiadas, hablemos de los caballos padres que nos traerán la muerte y de la luna anfetamina, hablemos de la vena madre que nos traerá la dicha del fin, hablemos de la virgen bebida extrema, no hablemos sino del litoral y las vertientes de la locura que posee a los hombres en los parques y ordena, sino del puñalito que coronará la arteria coronaria como diadema suma con la hoja infantil del metal más raro y más agudo del mundo. Como en mi medieval historia, cuando ardían las piedras colegiales para las brechas en la frente y el cuerpo me dotaba de opio recién nacido, la hora propia nos confunde, nos hace himnos o hijos del antiguo caballo mitológico y de una niña triste con la vena extendida, de una aguja levantada por nieve increíble, por amarillo de palomas persas: hablemos de los caballos padres, hagamos alusión a los cascos secretos que nos darán la paz y a las bridas ningunas, a las futuras crines delicadamente angustiadas, hablemos de los caballos padres que nos traerán la muerte y de la luna anfetamina, hablemos de la vena madre que nos traerá la dicha del fin, hablemos de la virgen bebida extrema, no hablemos sino del litoral y las vertientes de la locura que posee a los hombres en los parques y ordena, sino del puñalito que coronará la arteria coronaria como diadema suma con la hoja infantil del metal más raro y más agudo del mundo. no hablemos sino del litoral y las vertientes de la locura que posee a los hombres en los parques y ordena, sino del puñalito que coronará la arteria coronaria como diadema suma con la hoja infantil del metal más raro y más agudo del mundo. sino del puñalito que coronará la arteria coronaria como diadema suma con la hoja infantil del metal más raro y más agudo del mundo.
es
Asén,Miguel_de
XXI
Te_Deseo_Un_Feliz_Cumpleaños
Te deseo un feliz cumpleaños, ya hace tiempo te quería ver, liado estuve con unos apaños, tenía bastantes cosas que hacer. Estoy contigo y es lo que importa, y un beso te quiero regalar, la vida contigo es más corta, la risa no parece acabar. Que este tiempo sea así testigo de lo que queda aun por vivir, yo seré siempre tu fiel amigo, mil veces te lo quise decir.
es
Durán_León,Juan_José
XXI
Quiéreme,_Ofrendo
Quiéreme, ofrendo Destruir este orgullo Que si acaso existe… Demoler el origen De mi obstinación, Revivir esqueletos De mi inocua valía, Y calcinar el antaño Que tanto dañó. Ofrendo erigir Lo inconstruible; Que confíes en mí Y en mi devoción; Ante el génesis Vivo, mi vida, sin vida; Prometo, amarte, Muriendo de amor. Quiéreme, ofrendo Destruir al engaño, Demoler al origen Que nos separo; Juntar en mis manos Al tiempo en sus años, Cegar nuestras lágrimas Indudables de amor. Déjame endulzar Tus cabellos azabaches, Vegetar en tus ojos Verduscos al sol, Ofrendo amarte Después de adorarte, Perdona a este ingenuo, Que muere de amor. Si acaso decides, ¡Por Dios, alejarte! No cortes vergeles Que tu alma adoro. Seré, quien te ame Después de marcharte, Espinas en mi alma, Escarcha en mi voz.
es
Bolaño,Roberto
<XXI
Oh,_Haber_Bebido_Miel_En_Donde_Nació_Sor_Juana_Inés
Oh, haber bebido miel en donde nació Sor Juana Inés, Un niño florece como tuna. Una niña recoge margaritas y se las pone en el pelo y su sonrisa es un fruto blandito y miserable. ¿Y qué hacías en Morelos recostado en un neumático comiendo tortillas con frijoles? ¿Y qué hacía el Lazarillo de Tormes en un pueblo mexicano sino florecer? ¿Y de qué pozo surge la voz, de qué figura la tormenta, de qué nebulosa el amor? Arbol de la Revolución. Pueblos con nombres de Amor. Zeus y Atenea fornicando bajo el polen del corazón. Tu seno que es chiquito y apunta al Este. De tus manos en jarra colgaban serpientes Y el pelo te cubría el rostro como diosa egipcia impúber. Tu tiempo el rostro de la masacre. Hasta que el viento. Y margaritas en tu pelo.
es
Heredia,José_María
<XXI
Melancolía_(De_Arnault)._Letrilla
Hoja solitaria y mustia, que de tu árbol arrancada, por el viento arrebatada triste murmurando vas, ¿dó te diriges? —Lo ignoro, de la encina que adornaba este prado, y me apoyaba, los restos mirando estás. Bajo su sombra felice las zagalas y pastores cantaban, y sus amores contenta escuchaba yo, Nise; la joven más bella que jamás ornó éste prado tal vez pensando en su amado, en el tronco se apoyó. Mas contrastada la encina por huracán inclemente abatió su altiva frente dejándose despojar. Desde entonces cada día raudo el viento me arrebata, y aunque feroz me maltrata ni aun oso quejarme dél. Voy, de su impulso llevada, del valle a la selva umbrosa, do van las hojas de rosa y las hojas de laurel.
es
Fernández_Rollán,César
XXI
Y_Tú_Te_Vas,_Mi_Amor
Y tú te vas, mi amor... Como el último aliento que escapa del pecho antes de morir... Como el último haz de vida ya imposible retenerlo... Ese que arranca la vida de cuajo... Tú te vas... Y así me dejas... Muerto en vida... Arrancándome a jirones las entrañas ya marchitas...
es
Horna,José_María_de
XXI
Homenaje_De_Amor
En la bella quietud de este paraje, junto al susurro mágico del río, escucha el canto de este labio impío que te ofrece mi amor como homenaje. Escucha entre las frondas del ramaje este canto de amor, del amor mío; canto que es dulce y suave o es bravío como el canto del río y el paisaje. Y cual luz que da vida a un nuevo día, purificado de la musa al llanto por que fuera más puro todavía, en alas de mi ardiente fantasía, vuela hasta ti el murmullo de mi canto, que es toda mi pasión hecha poesía.
es
Pardo_García,Germán
<XXI
Por_No_Extraviarme_En_El_Reducto_Inmenso
Por no extraviarme en el reducto inmenso até a su entrada misteriosa un hilo, y empecé a penetrar con el sigilo del que algo siente sobre sí suspenso. Anduve largo y se volvía denso cada vez más el cavernoso asilo. Vi al Can horrible y lo esquivé tranquilo, sin enfrentarme a su rencor intenso. Y vi a mis padres y temblé de espanto. ¡Ay, cómo hedían y exudaban llanto! ¡Qué vómito y estiércol su recinto! Y con la cuerda umbilical atada, como Alighieri de la fosa helada salí del asqueroso laberinto.
es
Etxeba,Carlos
XXI
La_Languidez_Del_Aire_Entre_Las_Rosas
La languidez del aire entre las rosas que dulcemente inhalan los sentidos, es un suspiro leve de remanso en esta noche melancólica de plata. Apenas suena el aire ni se mece. Apenas suena el agua enloquecida de reflejos en el arroyo oscuro, si no es el salto de una rana leve, celosa de un lucero entre los charcos. La languidez del aire entre las rosas, viene del remolino de la luz y el aire en las mismas rosas ascendidas por tu verja y luego desmayadas candorosas de sus pétalos. Apenas se oye el dulce respirar de tus latidos, unidos para siempre a mis sentidos. ¡Somos un corazón ardiente en plena noche, un abrazo cerrado por mil besos, una ilusión viviente, sin sentido! ¿Qué sentido tiene retener tus besos si alocados, se escapan cual suspiros? ¿Qué sentido tienen tus caricias, si huyen y se escapan al olvido? ¡La languidez del aire entre las rosas en una noche melancólica de plata! ¡La languidez de ensueños revividos! Apenas suena el aire ni se mece. Apenas suena el agua enloquecida de reflejos en el arroyo oscuro, si no es el salto de una rana leve, celosa de un lucero entre los charcos. La languidez del aire entre las rosas, viene del remolino de la luz y el aire en las mismas rosas ascendidas por tu verja y luego desmayadas candorosas de sus pétalos. Apenas se oye el dulce respirar de tus latidos, unidos para siempre a mis sentidos. ¡Somos un corazón ardiente en plena noche, un abrazo cerrado por mil besos, una ilusión viviente, sin sentido! ¿Qué sentido tiene retener tus besos si alocados, se escapan cual suspiros? ¿Qué sentido tienen tus caricias, si huyen y se escapan al olvido? ¡La languidez del aire entre las rosas en una noche melancólica de plata! ¡La languidez de ensueños revividos! La languidez del aire entre las rosas, viene del remolino de la luz y el aire en las mismas rosas ascendidas por tu verja y luego desmayadas candorosas de sus pétalos. Apenas se oye el dulce respirar de tus latidos, unidos para siempre a mis sentidos. ¡Somos un corazón ardiente en plena noche, un abrazo cerrado por mil besos, una ilusión viviente, sin sentido! ¿Qué sentido tiene retener tus besos si alocados, se escapan cual suspiros? ¿Qué sentido tienen tus caricias, si huyen y se escapan al olvido? ¡La languidez del aire entre las rosas en una noche melancólica de plata! ¡La languidez de ensueños revividos! Apenas se oye el dulce respirar de tus latidos, unidos para siempre a mis sentidos. ¡Somos un corazón ardiente en plena noche, un abrazo cerrado por mil besos, una ilusión viviente, sin sentido! ¿Qué sentido tiene retener tus besos si alocados, se escapan cual suspiros? ¿Qué sentido tienen tus caricias, si huyen y se escapan al olvido? ¡La languidez del aire entre las rosas en una noche melancólica de plata! ¡La languidez de ensueños revividos! ¡Somos un corazón ardiente en plena noche, un abrazo cerrado por mil besos, una ilusión viviente, sin sentido! ¿Qué sentido tiene retener tus besos si alocados, se escapan cual suspiros? ¿Qué sentido tienen tus caricias, si huyen y se escapan al olvido? ¡La languidez del aire entre las rosas en una noche melancólica de plata! ¡La languidez de ensueños revividos! ¿Qué sentido tiene retener tus besos si alocados, se escapan cual suspiros? ¿Qué sentido tienen tus caricias, si huyen y se escapan al olvido? ¡La languidez del aire entre las rosas en una noche melancólica de plata! ¡La languidez de ensueños revividos! ¿Qué sentido tienen tus caricias, si huyen y se escapan al olvido? ¡La languidez del aire entre las rosas en una noche melancólica de plata! ¡La languidez de ensueños revividos! ¡La languidez del aire entre las rosas en una noche melancólica de plata! ¡La languidez de ensueños revividos! ¡La languidez de ensueños revividos!
es
Vallejo,César
<XXI
Todos_Sonríen_Del_Desgaire_Con_Que_Voyme_A_Fondo
Todos sonríen del desgaire con que voyme a fondo, celular de comer bien y bien beber. Los soles andan sin yantar? O hay quien les da granos como a pajarillos? Francamente, yo no sé de esto casi nada. Oh piedra, almohada bienfaciente al fin. Amémonos los vivos a los vivos, que a las buenas cosas muertas será después. Cuánto tenemos que quererlas y estrecharlas, cuánto. Amemos las actualidades, que siempre no estaremos como estamos. Que interinos Barrancos no hay en los esenciales cementerios. El porteo va en el alfar, a pico. La jornada nos da en el cogollo, con su docena de escaleras, escaladas, en horizontizante frustración de pies, por pávidas sandalias vacantes. Y temblamos avanzar el paso, que no sabemos si damos con el péndulo, o ya lo hemos cruzado. Los soles andan sin yantar? O hay quien les da granos como a pajarillos? Francamente, yo no sé de esto casi nada. Oh piedra, almohada bienfaciente al fin. Amémonos los vivos a los vivos, que a las buenas cosas muertas será después. Cuánto tenemos que quererlas y estrecharlas, cuánto. Amemos las actualidades, que siempre no estaremos como estamos. Que interinos Barrancos no hay en los esenciales cementerios. El porteo va en el alfar, a pico. La jornada nos da en el cogollo, con su docena de escaleras, escaladas, en horizontizante frustración de pies, por pávidas sandalias vacantes. Y temblamos avanzar el paso, que no sabemos si damos con el péndulo, o ya lo hemos cruzado. Oh piedra, almohada bienfaciente al fin. Amémonos los vivos a los vivos, que a las buenas cosas muertas será después. Cuánto tenemos que quererlas y estrecharlas, cuánto. Amemos las actualidades, que siempre no estaremos como estamos. Que interinos Barrancos no hay en los esenciales cementerios. El porteo va en el alfar, a pico. La jornada nos da en el cogollo, con su docena de escaleras, escaladas, en horizontizante frustración de pies, por pávidas sandalias vacantes. Y temblamos avanzar el paso, que no sabemos si damos con el péndulo, o ya lo hemos cruzado. El porteo va en el alfar, a pico. La jornada nos da en el cogollo, con su docena de escaleras, escaladas, en horizontizante frustración de pies, por pávidas sandalias vacantes. Y temblamos avanzar el paso, que no sabemos si damos con el péndulo, o ya lo hemos cruzado. Y temblamos avanzar el paso, que no sabemos si damos con el péndulo, o ya lo hemos cruzado.
es
Fuertes,Gloria
<XXI
No_Hago_Ruido_Al_Caminar
No hago ruido al caminar —ando sin piernas—. Tengo cuernos y no soy toro, yo no me mojo aunque llueva, nunca salgo de mi casa, solo asomo la cabeza. Duermo mucho, como hierba. Me gusta el sol.
es
Escolar_López,José_Santiago
XXI
Paloma,_Significa_Libertad
Paloma, significa libertad, Amor y paz. Paloma, significa bondad, Ternura y amistad. Paloma, significa gratitud, Humildad y verdad. Paloma, significa serenidad, Esperanza y lealtad. Paloma, no nos dejes nunca, Que nos das tranquilidad. Paloma, significa bondad, Ternura y amistad. Paloma, significa gratitud, Humildad y verdad. Paloma, significa serenidad, Esperanza y lealtad. Paloma, no nos dejes nunca, Que nos das tranquilidad. Paloma, significa gratitud, Humildad y verdad. Paloma, significa serenidad, Esperanza y lealtad. Paloma, no nos dejes nunca, Que nos das tranquilidad. Paloma, significa serenidad, Esperanza y lealtad. Paloma, no nos dejes nunca, Que nos das tranquilidad. Paloma, no nos dejes nunca, Que nos das tranquilidad.
es
Neruda,Pablo
<XXI
Soneto_Lxxxvii
Las tres aves del mar, tres rayos, tres tijeras cruzaron por el cielo frío hacia Antofagasta, por eso quedó el aire tembloroso, todo tembló como bandera herida. Soledad, dame el signo de tu incesante origen, el apenas camino de los pájaros crueles, y la palpitación que sin duda precede a la miel, a la música, al mar, al nacimiento. (Soledad sostenida por un constante rostro como una grave flor sin cesar extendida hasta abarcar la pura muchedumbre del cielo). Volaban alas frías del mar, del Archipiélago, hacia la arena del Noroeste de Chile. Y la noche cerró su celeste cerrojo.
es
Gerbasi,Vicente
<XXI
¿Quién_Me_Llama,_Quién_Me_Enciende_Los_Ojos_De_Leopardos
¿Quién me llama, quién me enciende los ojos de leopardos en la noche de los tamarindos? Callan las guitarras el soplo misterioso de la muerte, y las voces callan, y sólo los niños aún no pueden descansar. Ellos son los habitantes de la noche, cuando el silencio se difunde en las estrellas, y el animal doméstico se mueve por los corredores, y los pájaros nocturnos visitan la iglesia de la aldea, por donde pasan todos los muertos, donde moran santos ensangrentados. Por las sombras corren caballos sin cabeza, y las arenas de la calle van hasta el confín, donde el espanto reúne sus animales de fuego. Y es la noche que ampara la existencia a solas, en el niño insomne, en el buey cansado, en el insecto que se defiende en la hojarasca, en la curva de las colinas, en los resplandores de las rocas y los helechos frente a los astros, en el misterio en que te escucho con una vasta soledad de mi corazón. Padre mío, padre de mis sombras. Y de mi poesía.
es
Castro,Rosalía_de
<XXI
Ya_No_Mana_La_Fuente,_Se_Agotó_El_Manantial
Ya no mana la fuente, se agotó el manantial; ya el viajero allí nunca va su sed a apagar. Ya no brota la hierba, ni florece el narciso, ni en los aires esparcen su fragancia los lirios. Sólo el cauce arenoso de la seca corriente le recuerda al sediento el horror de la muerte. ¡Mas no importa!; a lo lejos otro arroyo murmura donde humildes violetas el espacio perfuman. Y de un sauce el ramaje, al mirarse en las ondas, tiende en torno del agua su fresquísima sombra. El sediento viajero que el camino atraviesa, humedece los labios en la linfa serena del arroyo que el árbol con sus ramas sombrea, y dichoso se olvida de la fuente ya seca.
es
Arriaza,Juan_Bautista_de
<XXI
Suele,_Tal_Vez_Venciendo_Los_Rigores
Suele, tal vez venciendo los rigores del crudo invierno y la opresión del hielo, un tierno almendro desplegar al cielo la bella copa engalanada en flores; mas ¡ay! que en breve vuelve a sus furores el cierzo frío, y con funesto vuelo del ufano arbolillo arroja al suelo las delicadas hojas y verdores. Si tú lo vieras, Silvia... «¡Oh, pobre arbusto» —dijeras con piedad— «la suerte impía no te deja gozar ni un breve gusto!» Pues repítelo, ingrata, cada día; que el cierzo frío es tu rigor injusto, y el triste almendro la esperanza mía.
es
Díaz,Nelson
XXI
Me_Obsesiona_No_Haber_Escrito_Hawk_Moon_De_Shepard
Me obsesiona no haber escrito hawk moon de Shepard, ni flores en mi tumba, ni haber compuesto famous blue raincoat, me obsesiona la mediocridad la estupidez impune oficializada desde la caja cromática, las blancas sonrisas socialdemócratas los poetas falsos profetas, me obsesiona el concepto de modelo anoréxico y flaco como el mundo, la vida ligth y diet los rostros sin rastros los rostros sin gestos, me obsesiona el posmodernismo el vacío idiota la prisa de la muerte la lentas vidas breves, me obsesiona llegar a la edad de cristo y no saber quién será mi judas.
es
Selgas_y_Carrasco,José
<XXI
Si_Son_Espejos_Los_Ojos
Si son espejos los ojos Donde el alma se retrata, Las mujeres de ojos negros Deben tener negra el alma. Pero no, que son los tuyos Como la noche enlutada, Y sólo a su sombra veo La estrella de mi esperanza.
es
Palés_Matos,Luis
<XXI
Cuando_Puedas_Leer_Lo_Que_Hoy_Te_Escribo
Cuando puedas leer lo que hoy te escribo, Ya yo estaré muy lejos Por remotos caminos, En el último viaje sin regreso... Para entonces te digo: —Toma a tu hermosa madre de modelo; Ella es aire y es luz y es melodía, Y es levedad, ternura y sentimiento. De su mano, ligera cual la nube, Alada como el céfiro, Irás por claros mundos de armonía, Azules mundos de quimera y sueño. Y toma de tu padre Su gran bondad de corazón abierto, Su generoso espíritu de lucha Que infunde un goce límpido al esfuerzo. Flanqueada así, ya puedes Desafiar los abrojos del sendero, Pues tu padre y tu madre están contigo, Y la fe y el amor están con ellos. Flanqueada así, ya puedes Desafiar los abrojos del sendero, Pues tu padre y tu madre están contigo, Y la fe y el amor están con ellos.
es
Jovellanos,Gaspar_Melchor
<XXI
Idilio_Séptimo_A_La_Misma
¡Perdón, perdón mil veces, oh cruda Galatea! Ya estoy arrepentido; perdona mi flaqueza. Serena el ceño airado, y a tu semblante vuelvan la risa y el agrado. Serénale; no quieras dar tan atroz castigo a culpa tan ligera. Mas ¡ay!, que amor tirano vengado ha ya tu ofensa, que en el delito mismo me disfrazó la pena: después que de tu rostro tocó la ardiente esfera mi labio, ¡ay, cuán aguda, cuán penetrante flecha mi corazón traspasa! ¡Ay, cómo le atormenta! De ciego ardor movida así tal vez la abeja liba en la fresca rosa los dulces jugos, mientras su blando pecho duras espinas atraviesan.
es
Pombo,Rafael
<XXI
Un_Banquete_De_Chupete
Oros y copas, bastos y espadas, Aquellas pintas endemoniadas Que para ruina de hijos y yernos Traen las cartas de los infiernos. Cuando a Inglaterra las mandó España El rey les dijo: «¡Fuera, cizaña!» Pero el Demonio, docto en diabluras, Cambió sus nombres y sus figuras; De las espadas hizo azadones, Mudó las copas en corazones, Dejó los bastos palos como antes Y de los oros sacó diamantes. Luzbel, antiguo contrabandista, Con esta treta dio chasco al Vista; Metió los naipes en Inglaterra, Y desde entonces... ¡ay, pobre tierra Pues bien: la Reina de corazones Hizo unas tortas y unos turrones, Y envió a la Sota con un paquete De invitaciones para el banquete. Pero don Sota, gran tragaldabas, Dijo: «¿Banquete? pronto te acabas». Fue a la despensa, se engulló todo Ehizo el mandado medio bëodo. Las seis sonaban cuando en estrados Ya estaban todos los convidados, Y el Maestresala, con voz de fiesta. Dijo: «¡A la carga, la mesa puesta!» Reyes y Reinas marchan por pares A confortarse con los manjares Porque, aunque Reyes, daban bostezos Y estaban largos tantos pescuezos. En el camino les huele a flores; Nada de ajiaco u otros valores; Llegan, ¿y qué hallan?... Mucho florero, Platos, cuchillos, mantel y... ¡CERO! Alzan las tapas; dan una ojeada Por las despensas... —Idem: ¡no hay NADA! La Reina al punto cae de un vahído, Y empuña el sable su real marido. «¡Señor!» dijeron todos los otros, «No haga un escándalo por nosotros. Hambre, tenemos; mas, Dios mediante, Con agua que haya será bastante». —«¡Qué, qué! ¿con agua? —dijo el Monarca— ¡Yo me tragara a Noé y su arca! ¡Formad al frente, viles sirvientes, Y vamos viendo lenguas y dientes». Dio en el busilis: cayó la Sota Por ciertas miajas que el Rey le nota; Úrdele embustes en tal conflicto, Mas Tragatortas quedó convicto. «¡Un hacha, un cuerno! —gritó el Monarca—, ¡Venga el verdugo, venga la Parca!»... —La Reina al grito volvió en cabales ¡Ay! preguntando por sus tamales. Así que supo lo acontecido. Imploró gracia para el bandido, Y aquel repuso: «Bien, no haya muerte, Mas no te libras de un baño, y fuerte». Pue dicho y hecho. Los invitados Buscaron luego café o helados; Mas ya en tres leguas a la redonda No estaba abierta ninguna fonda. cartas azadones corazones palos diamantes tamales
es
Botto,José
XXI
No_Hay_Final_Para_Los_Poemas
No hay final para los poemas cuando las sensaciones son incorrectas y nos llenamos de ficción creyendo que hay algo allí.
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
Icod_De_Los_Vinos
Fui un hidalgo de mis cepas. Esta es toda mi prosapia. Pechos tristes se ensancharon al calor de mis entrañas y algún corazón de hielo ardió convertido en ascua. Tal vez estuve presente en pactos, guerras o alianzas, pero hay cosas que es mejor olvidar que recordarlas. A nadie puse reparos para beberme, palabra, que si fui trago de reyes también lo fui de piratas. Vine a menos y emigré. Con el azar a la espalda y los cielos por montera se desplegaron mis alas, trabajando lejanías que a mi solar me acercaban. Y así, bregando horizontes, rejuvenecí mi casa. Ved mi Drago, soy yo mismo, Icod con toda la barba. Sus cicatrices no son vejez ni tiempo que pasa; son mis heridas, las vuestras, que me salen a la cara. Son mis penas, vuestras penas, por los que en tierras extrañas en vez de vino y ternura fueron silencio y mortaja. Creéis que el Drago se yergue en el cepo de una plaza, y que tocáis su raíces y lo alzáis en la mirada. Y no es cierto. Lo que veis es la sombra que descansa de ese árbol que se ausenta para adentrarse en el alma de todos los que partieron con su hatillo de esperanzas. Ellos lo sienten más joven, lo viven desde su infancia, y entre su tronco y los brazos que desnudan las distancias no hay mares de oscuridad ni prohibitivas vallas, que al querer no necesita de pasaportes ni aduanas. Mis barrios son el retorno de aquellas nómadas ansias, la sortija del prodigio, el collar en que se engastan la alegría del panal y el bordón de la guitarra. Los soles de los sudores y las lunas de las lágrimas en lo que miráis crecer. —¡tan verdes!— de la ventana. Y mis viñedos exhiben altos peinados de gala como si los que aderezan estos copetes de ramas fuesen, más que agricultores, peluqueros de esmeraldas. Y estas manos que me miman son las que escribieron cartas con los rasgos de sarmientos empapados de nostalgia. Y si hoy es la sonrisa quien da expresión a mi cara es porque al rostro de América emigré para encontrarla.
es
Buesa,José_Ángel
<XXI
Recuerdo_Un_Pueblo_Triste_Y_Una_Noche_De_Frío
Recuerdo un pueblo triste y una noche de frío y las iluminadas ventanillas de un tren. Y aquel tren que partía se llevaba algo mío, ya no recuerdo cuándo, ya no recuerdo quién. Pero sí que fue un viaje para toda la vida y que el último gesto, fue un gesto de desdén, porque dejó olvidado su amor sin despedida igual que una maleta tirada en el andén. Y así, mi amor inútil, con su inútil reproche, se acurrucó en su olvido, que fue inútil también. Como esos pueblos tristes, donde llueve de noche, como esos pueblos tristes, donde no para el tren. Pero sí que fue un viaje para toda la vida y que el último gesto, fue un gesto de desdén, porque dejó olvidado su amor sin despedida igual que una maleta tirada en el andén. Y así, mi amor inútil, con su inútil reproche, se acurrucó en su olvido, que fue inútil también. Como esos pueblos tristes, donde llueve de noche, como esos pueblos tristes, donde no para el tren. Y así, mi amor inútil, con su inútil reproche, se acurrucó en su olvido, que fue inútil también. Como esos pueblos tristes, donde llueve de noche, como esos pueblos tristes, donde no para el tren.
es
Aridjis,Homero
<XXI
Amo_Tu_Confusión
Amo tu confusión los pájaros revueltos de tu lengua tus palabras simultáneas tu Babel tu Delfos sibila de voces enemigas Amo tu confusión cuando dices noche y es el alba cuando dices soy y es el viento tu Babilonia herida el equívoco que te hace fabular el silencio
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
Liquen_37
Dentro la gavetilla de tu mesa hay un mar. Tü mar, Juan Ismael. Un mar salpreso en láminas de sal que ladra en la azotea y sale por las puertas de tu casa. Un mar que por las noches duerme en tu misma cama. Juan Ismael, si pregonas el mar que hay en tu casa, espero ver barquitos hablándole de amor en tu ventana.
es
Bolaño,Roberto
<XXI
Paris_Rue_Des_Eaux   _Dijo_Que_La_Poesía
Paris rue des Eaux Dijo que la poesía cada vez le gustaba más Vimos una película holandesa Comimos en silencio en su pequeña habitación Quesos Leche Libros de Claude Pélieu Dije que estaba cansado y ya no tenía más dinero Es la hora de volver Un techo rojo y total Pero no para asustar a los niños, murmuró Pero no para asustar a los niños
es
Aridjis,Homero
<XXI
Maneras_De_Ver_Y_De_Tener_Un_Ángel_Ii
De manera que un ángel es un guardaespaldas espiritual que nos protege de los enemigos materiales de los sobrenaturales y de aquellos que nosotros engendramos con imágenes, palabras y sueños; es aquel que pelea a medianoche, a media calle y en medio de la cama contra figuras odiosas y figuras que amamos.
es
Leiro,Jorge
XXI
Me_Cubriré_De_Gloria
Me cubriré de gloria, Con la palabra Como sacrificio lento: De experiencias vividas. Nacerá en el campo una estrella Que preñe de luz el verde, Que ilumine la inspiración que escapa Como si pudiera contagiarle la sarna. Gozo de sinceridad Pero no puedo ser sensato, Cabalgo a lomos de un pensamiento sucio, Que tiende a morir frustrado.
es
Neruda,Pablo
<XXI
Pregunta_Liv
Es verdad que las golondrinas van a establecerse en la luna? Se llevarán la primavera sacándola de las cornisas? Se alejarán en el otoño las golondrinas de la luna? Buscarán muestras de bismuto a picotazos en el cielo? Y a los balcones volverán espolvoreadas de ceniza?
es
Lugones,Leopoldo
<XXI
Luna_Marina
La luna nueva en lo más hondo Del horizonte, atarda su descenso; Y como un resto de agua en el fondo Dé un cántaro inmenso, Sobre la inquieta Infinitud de abismo y de amarga ola, Sugiere una enorme sed de profeta Que en la zarza flagrante se inmola. En tanto, sobre el espectral velamen, Una brisa de naufragio, Pasa imponiéndole repentino vejamen Con silbos de vagancia y de presagio. Mas el navio, aunque asaz tétrico, Todavía tranquilo boga, Y el oleaje continúa simétrico Cual un tejado que la vislumbre azoga. Una brusca ventana Echa rumores de sarao; Y en el salino desabrimiento emana Con intimidad tertuliana Un cálido soplo de cacao. Pero el mar abrevia Aquel grato detalle con nuevo tumbo, Y en el ignoto rumbo, La noche vuelve a su majestad previa. Entonces, sobre los mares arcanos, Haciendo en el aire el proverbial castillo, Se evoca el dulce organillo De los plenilunios ciudadanos. Roedora conjetura, Intimamente el espíritu embarga. Bajo una soledad demasiado larga Todo el pasado niega la ventura. Y el corazón marcha con su pena obscura Como árido camello con su carga. Con histéricos efluvios, La maravilla lunar preexiste, Iluminando cabellos rubios De longitud anormal, en la onda triste. Y la música inaudita Del organillo imposible, Llora con una sencillez increíble En una desolación de luna infinita. Como huraño vagabundo que pulsa Para su insomnio y su perro, En una vieja guitarra convulsa Nobles dolores de destierro; Traspasada de ternuras, El alma, de los ángeles vecina, Abre a la inspiración su ala genuina Para arrancarse lágrimas más puras. El alegre organillo en la tristeza Del grave mar, divaga con fútil melodía, Empalideciendo de luna la tristeza Que es el fondo cordial de su alegría. Y mientras con la brisa traba flébil litigio. Mece el astro en las aguas su ebúrnea trirreme, Haciendo brotar en pálido prodigio Las Ciudades del Mar que el nauta teme. Es como si entre el bullido espumarajo Que estruja en la estela líquidos pañales, Viniera el organillo sonando muy abajo En el teclado obscuro de los hondos cristales. Y a ratos, en las cuencas abismales, Repercute claramente un badajo. Su son anuncia por las fatales trayectorias Del oblicuo vértigo de avenidas En que tiemblan las ciudades ilusorias, La augural campana de las naves perdidas. La faz urbana, sobre el vago celeste, No es sino un vertical rigor de perfiles En fuga hacia el Oeste, De donde un aura llena de ideas sutiles Murmura que son las Ciudades de la Peste. Por eso abren tan solas, Bajo el novilunio miope, Sus calles sin más vida que el mudo galope Con que inflan sus siluetas tumbales las olas. El aire se pone inerte En su abierta extensión, sin causa alguna; Y llena todo el ámbito la blanca muerte De la luna. Para que el luminoso desamparo irradie Con más desolación, se alza la niebla. Un metafísico y evidente Nadie, En negativo concepto las puebla. Sobre el venenoso mar de antimonio, Su existencia maligna, No tiene otro testimonio Que aquel badajo en lúgubre consigna. Y de pronto se nota en el seno De la noche finamente plateada, Que en realidad no se ha oído nada, Ni tañido ni música por el aire sereno. El organillo, a ratos pueril o grave, Fue nada más que un silencio, lleno De invisibles ojos fijos sobre la nave. Un silencio con ojos, impávido y ajeno.
es
Rodríguez,Claudio
<XXI
Sin_Epitafio
Levanta el vuelo entre los copos ciegos de cada letra. Deja a esta inocencia que se está grabando en el centro del alma. Deja, deja tanto misterio y tanta cercanía, tanto secreto que es renacimiento. La vida se adivina. Vete. Fue esta armonía de dolor y gracia, tanta felicidad que es la verdad y ahora alumbra tu oficio con su silencio fugitivo, en son sereno como de agua a mediodía. Levanta el vuelo. No entres en este cuerpo entero: donde está amaneciendo.
es
Pizarnik,Alejandra
<XXI
¿Qué_Bestia_Caída_De_Pasmo
¿Qué bestia caída de pasmo se arrastra por mi sangre y quiere salvarse? He aquí lo difícil: caminar por las calles y señalar el cielo o la tierra.
es
Pombo,Rafael
<XXI
Nuestro_Rico_Cenador
Nuestro rico cenador, Nuestra tienda de campaña, Es un nogal cargador; Y ni la morisca España Tiene glorieta mejor. Allí voy con Blanca y Rosa, Conduciendo cada cual Su contribución forzosa; Juntamos nuestro caudal Y hacemos bajo el nogal Una refacción suntuosa. Tenemos por convidados Los pajaritos del cielo, Que cantando alborosados Nos pagan esos bacados Antes de tender el vuelo. Y si en soplo juguetón Descuelga una nuez la brisa Y nos pega un coscorrón, Terminamos la función Reventándonos de risa.
es
Blanco,Andrés_Eloy
<XXI
No_Sé
No sé qué ocurre amiga. Pero hoy, al buscar una palabra para consagrártela como todos los días, me encontré el cerebro en blanco como si la cabeza me hubiera encanecido por dentro. Y al llegarte cerca, mudo de la voz y mudo del pensamiento, sentí una cosa dura, lisa, punzante que salía del corazón. Acaso he logrado, amiga descubrir el cálculo cardíaco. Lo cierto es que por gravitación se me vino a la mano y en espera de algo que no sé cuando llegue, en inquieta parábola he lanzado el guijarro, y ahora estoy, amiga, en el asombro de vérmelo llegar nuevamente al costado.
es
Buesa,José_Ángel
<XXI
Quizás_Pases_Con_Otro_Que_Te_Diga_Al_Oído
Quizás pases con otro que te diga al oído esas frases que nadie como yo te dirá; y, ahogando para siempre mi amor inadvertido te amaré más que nunca... y jamás lo sabrás. La desolada estrofa, como si fuera un ala, voló sobre el silencio... Y tú estabas allí: Allí en el más oscuro rincón de aquella sala, estabas tú, escuchando mis versos para ti. Y tú, la inaccesible mujer de ese poema que ofrece su perfume pero oculta su flor, quizás supiste entonces la amargura suprema de quien ama la vida porque muere de amor. Y tú, que nada sabes, que tal vez ni recuerdes aquellos versos tristes y amargos como el mar, cerraste en un suspiro tus grandes ojos verdes, los grandes ojos verdes que nunca he de olvidar. Después, se irguió tu cuerpo como una primavera, mujer hoy y mañana distante como ayer... Y vi que te alejabas sin sospechar siquiera ¡que yo soy aquel hombre... y tú, aquella mujer!
es
Gómez_Avellaneda,Gertrudis
<XXI
Tus_Cuerdas_De_Oro_En_Vibración_Sonora
Tus cuerdas de oro en vibración sonora vuelve a agitar, ¡oh lira!, que en este ambiente, que aromado gira, su inercia sacudiendo abrumadora la mente creadora, de nuevo el fuego de entusiasmo aspira. ¡Me hallo en Guernica! Ese árbol que contemplo, padrón es de alta gloria... de un pueblo ilustre interesante historia..., de augusta libertad sencillo templo, que —al mundo dando ejemplo— del patrio amor consagra la memoria. Piérdese en noche de los tiempos densa su origen venerable; mas ¿qué siglo evocar que no nos hable de hechos ligados a su vida inmensa, que en sí sola condensa la de una raza antigua e indomable?... Se transforman doquier las sociedades; pasan generaciones; caducan leyes; húndense naciones... y el árbol de las vascas libertades a futuras edades trasmite fiel sus santas tradiciones. Siempre inmutables son, bajo este cielo, costumbres, ley, idioma... ¡Las invencibles águilas de Roma aquí abatieron su atrevido vuelo, y aquí luctuoso velo cubrió la media luna de Mahoma! Nunca abrigaron mercenarias greyes las ramas seculares, que a Vizcaya cobijan tutelares; y a cuya sombra poderosos reyes democráticas leyes juraban ante jueces populares. ¡Salve, roble inmortal! Cuando te nombra respetuoso mi acento, y en ti se fija ufano el pensamiento, me parece crecer bajo tu sombra, y en tu florida alfombra con lícita altivez la planta asiento. ¡Salve! ¡La humana dignidad se encumbra en esta tierra noble que tú proteges, perdurable roble, que el sol sereno de Vizcaya alumbra, y do el Cosnoaga inmoble llega a tus pies en colosal penumbra! ¿En dónde hallar un corazón tan frío, que a tu aspecto no lata, sintiendo que se enciende y se dilata? ¿Quién de tu nombre ignora el poderío, o en su desdén impío, tu vejez santa con amor no acata? Allá desde el retiro silencioso donde del hombre huía —al par que sus derechos defendía—, del de Ginebra pensador fogoso, con vuelo poderoso, llegaba a ti la inquieta fantasía; y arrebatado en entusiasmo ardiente —pues nunca helarlo pudo de injusta suerte el ímpetu sañudo—, postró a tu austera majestad la frente y en página elocuente supo dejarte un inmortal saludo. La Convención Francesa, de su seno ve a un tribuno afamado, levantarse de súbito, inspirado, a bendecirte, de emociones lleno... Y del aplauso al trueno retiembla al punto el artesón dorado. Lo antigua que es la libertad proclamas... —¡Tú eres su monumento!— Por eso cuando agita raudo viento la secular belleza de tus ramas, pienso que en mí derramas de aquel genio divino el ígneo aliento. Cual signo suyo mi alma te venera, y cuando aquí me humillo de tu vejez ante el eterno brillo, recuerdo, roble augusto, que doquiera que el numen sacro impera, un árbol es su símbolo sencillo. Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece tras la cumbre vecina, que va envolviendo pálida neblina... se enluta el cielo..., el aire se adormece... tu sombra crece y crece... ¡Y sola aquí tu majestad domina! ¡Me hallo en Guernica! Ese árbol que contemplo, padrón es de alta gloria... de un pueblo ilustre interesante historia..., de augusta libertad sencillo templo, que —al mundo dando ejemplo— del patrio amor consagra la memoria. Piérdese en noche de los tiempos densa su origen venerable; mas ¿qué siglo evocar que no nos hable de hechos ligados a su vida inmensa, que en sí sola condensa la de una raza antigua e indomable?... Se transforman doquier las sociedades; pasan generaciones; caducan leyes; húndense naciones... y el árbol de las vascas libertades a futuras edades trasmite fiel sus santas tradiciones. Siempre inmutables son, bajo este cielo, costumbres, ley, idioma... ¡Las invencibles águilas de Roma aquí abatieron su atrevido vuelo, y aquí luctuoso velo cubrió la media luna de Mahoma! Nunca abrigaron mercenarias greyes las ramas seculares, que a Vizcaya cobijan tutelares; y a cuya sombra poderosos reyes democráticas leyes juraban ante jueces populares. ¡Salve, roble inmortal! Cuando te nombra respetuoso mi acento, y en ti se fija ufano el pensamiento, me parece crecer bajo tu sombra, y en tu florida alfombra con lícita altivez la planta asiento. ¡Salve! ¡La humana dignidad se encumbra en esta tierra noble que tú proteges, perdurable roble, que el sol sereno de Vizcaya alumbra, y do el Cosnoaga inmoble llega a tus pies en colosal penumbra! ¿En dónde hallar un corazón tan frío, que a tu aspecto no lata, sintiendo que se enciende y se dilata? ¿Quién de tu nombre ignora el poderío, o en su desdén impío, tu vejez santa con amor no acata? Allá desde el retiro silencioso donde del hombre huía —al par que sus derechos defendía—, del de Ginebra pensador fogoso, con vuelo poderoso, llegaba a ti la inquieta fantasía; y arrebatado en entusiasmo ardiente —pues nunca helarlo pudo de injusta suerte el ímpetu sañudo—, postró a tu austera majestad la frente y en página elocuente supo dejarte un inmortal saludo. La Convención Francesa, de su seno ve a un tribuno afamado, levantarse de súbito, inspirado, a bendecirte, de emociones lleno... Y del aplauso al trueno retiembla al punto el artesón dorado. Lo antigua que es la libertad proclamas... —¡Tú eres su monumento!— Por eso cuando agita raudo viento la secular belleza de tus ramas, pienso que en mí derramas de aquel genio divino el ígneo aliento. Cual signo suyo mi alma te venera, y cuando aquí me humillo de tu vejez ante el eterno brillo, recuerdo, roble augusto, que doquiera que el numen sacro impera, un árbol es su símbolo sencillo. Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece tras la cumbre vecina, que va envolviendo pálida neblina... se enluta el cielo..., el aire se adormece... tu sombra crece y crece... ¡Y sola aquí tu majestad domina! Piérdese en noche de los tiempos densa su origen venerable; mas ¿qué siglo evocar que no nos hable de hechos ligados a su vida inmensa, que en sí sola condensa la de una raza antigua e indomable?... Se transforman doquier las sociedades; pasan generaciones; caducan leyes; húndense naciones... y el árbol de las vascas libertades a futuras edades trasmite fiel sus santas tradiciones. Siempre inmutables son, bajo este cielo, costumbres, ley, idioma... ¡Las invencibles águilas de Roma aquí abatieron su atrevido vuelo, y aquí luctuoso velo cubrió la media luna de Mahoma! Nunca abrigaron mercenarias greyes las ramas seculares, que a Vizcaya cobijan tutelares; y a cuya sombra poderosos reyes democráticas leyes juraban ante jueces populares. ¡Salve, roble inmortal! Cuando te nombra respetuoso mi acento, y en ti se fija ufano el pensamiento, me parece crecer bajo tu sombra, y en tu florida alfombra con lícita altivez la planta asiento. ¡Salve! ¡La humana dignidad se encumbra en esta tierra noble que tú proteges, perdurable roble, que el sol sereno de Vizcaya alumbra, y do el Cosnoaga inmoble llega a tus pies en colosal penumbra! ¿En dónde hallar un corazón tan frío, que a tu aspecto no lata, sintiendo que se enciende y se dilata? ¿Quién de tu nombre ignora el poderío, o en su desdén impío, tu vejez santa con amor no acata? Allá desde el retiro silencioso donde del hombre huía —al par que sus derechos defendía—, del de Ginebra pensador fogoso, con vuelo poderoso, llegaba a ti la inquieta fantasía; y arrebatado en entusiasmo ardiente —pues nunca helarlo pudo de injusta suerte el ímpetu sañudo—, postró a tu austera majestad la frente y en página elocuente supo dejarte un inmortal saludo. La Convención Francesa, de su seno ve a un tribuno afamado, levantarse de súbito, inspirado, a bendecirte, de emociones lleno... Y del aplauso al trueno retiembla al punto el artesón dorado. Lo antigua que es la libertad proclamas... —¡Tú eres su monumento!— Por eso cuando agita raudo viento la secular belleza de tus ramas, pienso que en mí derramas de aquel genio divino el ígneo aliento. Cual signo suyo mi alma te venera, y cuando aquí me humillo de tu vejez ante el eterno brillo, recuerdo, roble augusto, que doquiera que el numen sacro impera, un árbol es su símbolo sencillo. Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece tras la cumbre vecina, que va envolviendo pálida neblina... se enluta el cielo..., el aire se adormece... tu sombra crece y crece... ¡Y sola aquí tu majestad domina! Se transforman doquier las sociedades; pasan generaciones; caducan leyes; húndense naciones... y el árbol de las vascas libertades a futuras edades trasmite fiel sus santas tradiciones. Siempre inmutables son, bajo este cielo, costumbres, ley, idioma... ¡Las invencibles águilas de Roma aquí abatieron su atrevido vuelo, y aquí luctuoso velo cubrió la media luna de Mahoma! Nunca abrigaron mercenarias greyes las ramas seculares, que a Vizcaya cobijan tutelares; y a cuya sombra poderosos reyes democráticas leyes juraban ante jueces populares. ¡Salve, roble inmortal! Cuando te nombra respetuoso mi acento, y en ti se fija ufano el pensamiento, me parece crecer bajo tu sombra, y en tu florida alfombra con lícita altivez la planta asiento. ¡Salve! ¡La humana dignidad se encumbra en esta tierra noble que tú proteges, perdurable roble, que el sol sereno de Vizcaya alumbra, y do el Cosnoaga inmoble llega a tus pies en colosal penumbra! ¿En dónde hallar un corazón tan frío, que a tu aspecto no lata, sintiendo que se enciende y se dilata? ¿Quién de tu nombre ignora el poderío, o en su desdén impío, tu vejez santa con amor no acata? Allá desde el retiro silencioso donde del hombre huía —al par que sus derechos defendía—, del de Ginebra pensador fogoso, con vuelo poderoso, llegaba a ti la inquieta fantasía; y arrebatado en entusiasmo ardiente —pues nunca helarlo pudo de injusta suerte el ímpetu sañudo—, postró a tu austera majestad la frente y en página elocuente supo dejarte un inmortal saludo. La Convención Francesa, de su seno ve a un tribuno afamado, levantarse de súbito, inspirado, a bendecirte, de emociones lleno... Y del aplauso al trueno retiembla al punto el artesón dorado. Lo antigua que es la libertad proclamas... —¡Tú eres su monumento!— Por eso cuando agita raudo viento la secular belleza de tus ramas, pienso que en mí derramas de aquel genio divino el ígneo aliento. Cual signo suyo mi alma te venera, y cuando aquí me humillo de tu vejez ante el eterno brillo, recuerdo, roble augusto, que doquiera que el numen sacro impera, un árbol es su símbolo sencillo. Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece tras la cumbre vecina, que va envolviendo pálida neblina... se enluta el cielo..., el aire se adormece... tu sombra crece y crece... ¡Y sola aquí tu majestad domina! Siempre inmutables son, bajo este cielo, costumbres, ley, idioma... ¡Las invencibles águilas de Roma aquí abatieron su atrevido vuelo, y aquí luctuoso velo cubrió la media luna de Mahoma! Nunca abrigaron mercenarias greyes las ramas seculares, que a Vizcaya cobijan tutelares; y a cuya sombra poderosos reyes democráticas leyes juraban ante jueces populares. ¡Salve, roble inmortal! Cuando te nombra respetuoso mi acento, y en ti se fija ufano el pensamiento, me parece crecer bajo tu sombra, y en tu florida alfombra con lícita altivez la planta asiento. ¡Salve! ¡La humana dignidad se encumbra en esta tierra noble que tú proteges, perdurable roble, que el sol sereno de Vizcaya alumbra, y do el Cosnoaga inmoble llega a tus pies en colosal penumbra! ¿En dónde hallar un corazón tan frío, que a tu aspecto no lata, sintiendo que se enciende y se dilata? ¿Quién de tu nombre ignora el poderío, o en su desdén impío, tu vejez santa con amor no acata? Allá desde el retiro silencioso donde del hombre huía —al par que sus derechos defendía—, del de Ginebra pensador fogoso, con vuelo poderoso, llegaba a ti la inquieta fantasía; y arrebatado en entusiasmo ardiente —pues nunca helarlo pudo de injusta suerte el ímpetu sañudo—, postró a tu austera majestad la frente y en página elocuente supo dejarte un inmortal saludo. La Convención Francesa, de su seno ve a un tribuno afamado, levantarse de súbito, inspirado, a bendecirte, de emociones lleno... Y del aplauso al trueno retiembla al punto el artesón dorado. Lo antigua que es la libertad proclamas... —¡Tú eres su monumento!— Por eso cuando agita raudo viento la secular belleza de tus ramas, pienso que en mí derramas de aquel genio divino el ígneo aliento. Cual signo suyo mi alma te venera, y cuando aquí me humillo de tu vejez ante el eterno brillo, recuerdo, roble augusto, que doquiera que el numen sacro impera, un árbol es su símbolo sencillo. Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece tras la cumbre vecina, que va envolviendo pálida neblina... se enluta el cielo..., el aire se adormece... tu sombra crece y crece... ¡Y sola aquí tu majestad domina! Nunca abrigaron mercenarias greyes las ramas seculares, que a Vizcaya cobijan tutelares; y a cuya sombra poderosos reyes democráticas leyes juraban ante jueces populares. ¡Salve, roble inmortal! Cuando te nombra respetuoso mi acento, y en ti se fija ufano el pensamiento, me parece crecer bajo tu sombra, y en tu florida alfombra con lícita altivez la planta asiento. ¡Salve! ¡La humana dignidad se encumbra en esta tierra noble que tú proteges, perdurable roble, que el sol sereno de Vizcaya alumbra, y do el Cosnoaga inmoble llega a tus pies en colosal penumbra! ¿En dónde hallar un corazón tan frío, que a tu aspecto no lata, sintiendo que se enciende y se dilata? ¿Quién de tu nombre ignora el poderío, o en su desdén impío, tu vejez santa con amor no acata? Allá desde el retiro silencioso donde del hombre huía —al par que sus derechos defendía—, del de Ginebra pensador fogoso, con vuelo poderoso, llegaba a ti la inquieta fantasía; y arrebatado en entusiasmo ardiente —pues nunca helarlo pudo de injusta suerte el ímpetu sañudo—, postró a tu austera majestad la frente y en página elocuente supo dejarte un inmortal saludo. La Convención Francesa, de su seno ve a un tribuno afamado, levantarse de súbito, inspirado, a bendecirte, de emociones lleno... Y del aplauso al trueno retiembla al punto el artesón dorado. Lo antigua que es la libertad proclamas... —¡Tú eres su monumento!— Por eso cuando agita raudo viento la secular belleza de tus ramas, pienso que en mí derramas de aquel genio divino el ígneo aliento. Cual signo suyo mi alma te venera, y cuando aquí me humillo de tu vejez ante el eterno brillo, recuerdo, roble augusto, que doquiera que el numen sacro impera, un árbol es su símbolo sencillo. Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece tras la cumbre vecina, que va envolviendo pálida neblina... se enluta el cielo..., el aire se adormece... tu sombra crece y crece... ¡Y sola aquí tu majestad domina! ¡Salve, roble inmortal! Cuando te nombra respetuoso mi acento, y en ti se fija ufano el pensamiento, me parece crecer bajo tu sombra, y en tu florida alfombra con lícita altivez la planta asiento. ¡Salve! ¡La humana dignidad se encumbra en esta tierra noble que tú proteges, perdurable roble, que el sol sereno de Vizcaya alumbra, y do el Cosnoaga inmoble llega a tus pies en colosal penumbra! ¿En dónde hallar un corazón tan frío, que a tu aspecto no lata, sintiendo que se enciende y se dilata? ¿Quién de tu nombre ignora el poderío, o en su desdén impío, tu vejez santa con amor no acata? Allá desde el retiro silencioso donde del hombre huía —al par que sus derechos defendía—, del de Ginebra pensador fogoso, con vuelo poderoso, llegaba a ti la inquieta fantasía; y arrebatado en entusiasmo ardiente —pues nunca helarlo pudo de injusta suerte el ímpetu sañudo—, postró a tu austera majestad la frente y en página elocuente supo dejarte un inmortal saludo. La Convención Francesa, de su seno ve a un tribuno afamado, levantarse de súbito, inspirado, a bendecirte, de emociones lleno... Y del aplauso al trueno retiembla al punto el artesón dorado. Lo antigua que es la libertad proclamas... —¡Tú eres su monumento!— Por eso cuando agita raudo viento la secular belleza de tus ramas, pienso que en mí derramas de aquel genio divino el ígneo aliento. Cual signo suyo mi alma te venera, y cuando aquí me humillo de tu vejez ante el eterno brillo, recuerdo, roble augusto, que doquiera que el numen sacro impera, un árbol es su símbolo sencillo. Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece tras la cumbre vecina, que va envolviendo pálida neblina... se enluta el cielo..., el aire se adormece... tu sombra crece y crece... ¡Y sola aquí tu majestad domina! ¡Salve! ¡La humana dignidad se encumbra en esta tierra noble que tú proteges, perdurable roble, que el sol sereno de Vizcaya alumbra, y do el Cosnoaga inmoble llega a tus pies en colosal penumbra! ¿En dónde hallar un corazón tan frío, que a tu aspecto no lata, sintiendo que se enciende y se dilata? ¿Quién de tu nombre ignora el poderío, o en su desdén impío, tu vejez santa con amor no acata? Allá desde el retiro silencioso donde del hombre huía —al par que sus derechos defendía—, del de Ginebra pensador fogoso, con vuelo poderoso, llegaba a ti la inquieta fantasía; y arrebatado en entusiasmo ardiente —pues nunca helarlo pudo de injusta suerte el ímpetu sañudo—, postró a tu austera majestad la frente y en página elocuente supo dejarte un inmortal saludo. La Convención Francesa, de su seno ve a un tribuno afamado, levantarse de súbito, inspirado, a bendecirte, de emociones lleno... Y del aplauso al trueno retiembla al punto el artesón dorado. Lo antigua que es la libertad proclamas... —¡Tú eres su monumento!— Por eso cuando agita raudo viento la secular belleza de tus ramas, pienso que en mí derramas de aquel genio divino el ígneo aliento. Cual signo suyo mi alma te venera, y cuando aquí me humillo de tu vejez ante el eterno brillo, recuerdo, roble augusto, que doquiera que el numen sacro impera, un árbol es su símbolo sencillo. Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece tras la cumbre vecina, que va envolviendo pálida neblina... se enluta el cielo..., el aire se adormece... tu sombra crece y crece... ¡Y sola aquí tu majestad domina! ¿En dónde hallar un corazón tan frío, que a tu aspecto no lata, sintiendo que se enciende y se dilata? ¿Quién de tu nombre ignora el poderío, o en su desdén impío, tu vejez santa con amor no acata? Allá desde el retiro silencioso donde del hombre huía —al par que sus derechos defendía—, del de Ginebra pensador fogoso, con vuelo poderoso, llegaba a ti la inquieta fantasía; y arrebatado en entusiasmo ardiente —pues nunca helarlo pudo de injusta suerte el ímpetu sañudo—, postró a tu austera majestad la frente y en página elocuente supo dejarte un inmortal saludo. La Convención Francesa, de su seno ve a un tribuno afamado, levantarse de súbito, inspirado, a bendecirte, de emociones lleno... Y del aplauso al trueno retiembla al punto el artesón dorado. Lo antigua que es la libertad proclamas... —¡Tú eres su monumento!— Por eso cuando agita raudo viento la secular belleza de tus ramas, pienso que en mí derramas de aquel genio divino el ígneo aliento. Cual signo suyo mi alma te venera, y cuando aquí me humillo de tu vejez ante el eterno brillo, recuerdo, roble augusto, que doquiera que el numen sacro impera, un árbol es su símbolo sencillo. Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece tras la cumbre vecina, que va envolviendo pálida neblina... se enluta el cielo..., el aire se adormece... tu sombra crece y crece... ¡Y sola aquí tu majestad domina! Allá desde el retiro silencioso donde del hombre huía —al par que sus derechos defendía—, del de Ginebra pensador fogoso, con vuelo poderoso, llegaba a ti la inquieta fantasía; y arrebatado en entusiasmo ardiente —pues nunca helarlo pudo de injusta suerte el ímpetu sañudo—, postró a tu austera majestad la frente y en página elocuente supo dejarte un inmortal saludo. La Convención Francesa, de su seno ve a un tribuno afamado, levantarse de súbito, inspirado, a bendecirte, de emociones lleno... Y del aplauso al trueno retiembla al punto el artesón dorado. Lo antigua que es la libertad proclamas... —¡Tú eres su monumento!— Por eso cuando agita raudo viento la secular belleza de tus ramas, pienso que en mí derramas de aquel genio divino el ígneo aliento. Cual signo suyo mi alma te venera, y cuando aquí me humillo de tu vejez ante el eterno brillo, recuerdo, roble augusto, que doquiera que el numen sacro impera, un árbol es su símbolo sencillo. Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece tras la cumbre vecina, que va envolviendo pálida neblina... se enluta el cielo..., el aire se adormece... tu sombra crece y crece... ¡Y sola aquí tu majestad domina! y arrebatado en entusiasmo ardiente —pues nunca helarlo pudo de injusta suerte el ímpetu sañudo—, postró a tu austera majestad la frente y en página elocuente supo dejarte un inmortal saludo. La Convención Francesa, de su seno ve a un tribuno afamado, levantarse de súbito, inspirado, a bendecirte, de emociones lleno... Y del aplauso al trueno retiembla al punto el artesón dorado. Lo antigua que es la libertad proclamas... —¡Tú eres su monumento!— Por eso cuando agita raudo viento la secular belleza de tus ramas, pienso que en mí derramas de aquel genio divino el ígneo aliento. Cual signo suyo mi alma te venera, y cuando aquí me humillo de tu vejez ante el eterno brillo, recuerdo, roble augusto, que doquiera que el numen sacro impera, un árbol es su símbolo sencillo. Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece tras la cumbre vecina, que va envolviendo pálida neblina... se enluta el cielo..., el aire se adormece... tu sombra crece y crece... ¡Y sola aquí tu majestad domina! La Convención Francesa, de su seno ve a un tribuno afamado, levantarse de súbito, inspirado, a bendecirte, de emociones lleno... Y del aplauso al trueno retiembla al punto el artesón dorado. Lo antigua que es la libertad proclamas... —¡Tú eres su monumento!— Por eso cuando agita raudo viento la secular belleza de tus ramas, pienso que en mí derramas de aquel genio divino el ígneo aliento. Cual signo suyo mi alma te venera, y cuando aquí me humillo de tu vejez ante el eterno brillo, recuerdo, roble augusto, que doquiera que el numen sacro impera, un árbol es su símbolo sencillo. Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece tras la cumbre vecina, que va envolviendo pálida neblina... se enluta el cielo..., el aire se adormece... tu sombra crece y crece... ¡Y sola aquí tu majestad domina! Lo antigua que es la libertad proclamas... —¡Tú eres su monumento!— Por eso cuando agita raudo viento la secular belleza de tus ramas, pienso que en mí derramas de aquel genio divino el ígneo aliento. Cual signo suyo mi alma te venera, y cuando aquí me humillo de tu vejez ante el eterno brillo, recuerdo, roble augusto, que doquiera que el numen sacro impera, un árbol es su símbolo sencillo. Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece tras la cumbre vecina, que va envolviendo pálida neblina... se enluta el cielo..., el aire se adormece... tu sombra crece y crece... ¡Y sola aquí tu majestad domina! Cual signo suyo mi alma te venera, y cuando aquí me humillo de tu vejez ante el eterno brillo, recuerdo, roble augusto, que doquiera que el numen sacro impera, un árbol es su símbolo sencillo. Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece tras la cumbre vecina, que va envolviendo pálida neblina... se enluta el cielo..., el aire se adormece... tu sombra crece y crece... ¡Y sola aquí tu majestad domina! Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece tras la cumbre vecina, que va envolviendo pálida neblina... se enluta el cielo..., el aire se adormece... tu sombra crece y crece... ¡Y sola aquí tu majestad domina!
es
Aburto_Uribe,Teresa
XXI
Podré,_Quizás,_Distanciarme_En_El_Tiempo
Podré, quizás, distanciarme en el tiempo, Una y otra vez podré dejarte, En calles solitarias vagar mi cuerpo, Rastrearé otros cielos para encontrarte. Tomaré el sol en otras playas, Oleré el perfume de otros mares. Mas, todo puede ser posible, es cierto, Andaré en la distancia y en el tiempo, Daré mis horas a otra gente, Rendiré mis noches a otro cielo, Y mi vida avanzar como siempre, pero... Nada alejar mi corazón de tu puerto. P U E R T O Mas, todo puede ser posible, es cierto, Andaré en la distancia y en el tiempo, Daré mis horas a otra gente, Rendiré mis noches a otro cielo, Y mi vida avanzar como siempre, pero... Nada alejar mi corazón de tu puerto. M A D R Y N
es
Benítez_Reyes,Felipe
<XXI
Elegía
Algunos paisajes de mi infancia han muerto. Ha muerto Azor, corsario de Malasia, cuyo nombre temblaba en las bocas de fresa de las damas del siglo XVIII. Ha caído la casa de don Álvaro Miguel de Sotogrande (nos llevaba, riendo, al sótano en que había tazas envenenadas para que los espíritus tomasen el té de medianoche). Ha muerto el capitán Rodden, que subía borracho del fondo de los mares cada tarde para contarme historias de reyezuelos africanos. Ha desaparecido el dragón triste de los sueños y queda el dragón negro del Poder, cuyo reino se yergue sobre la pesadilla. Algunos paisajes, decía, de mi niñez han muerto. Yo los recuerdo ahora, y ese mapa borroso de la memoria tiene la señal de una ruta que ignoro adonde lleva.
es
Gómez_Avellaneda,Gertrudis
<XXI
Vosotras_Que_Huis_De_Cupido
Vosotras que huis de Cupido La blanda lid, Corred de mi lira al sonido... ¡Corred y oíd! En vano la dulce cadena Será esquivar: Natura imperiosa la ordena; Ley es amar. Ayer en el bosque mi Nice Cantaba así: —«Que amor es muy fuerte —se dice—; Mas venga a mí. Yo juro a su yugo mi cuello Jamás postrar: Jamás en mi frente su sello Podrá grabar». Llegué por detrás despacito, Y en su alba sien Un beso a imprimir me limito, Que sintió bien. Se vuelve con rostro encendido; Quiere gritar... Mas yo murmuraba a su oído, ¡Ley es amar! La bella se turba y repite, —«¡Libre he de ser! —«Natura, mi bien, no permite Tanto poder. —«No cuento quince años», —replica—, «Quiero jugar: Natura a las niñas no aplica La ley de amar». —«Amor es también un infante», Respondo yo: Mas ella con voz vacilante Repite —«¡No!» —«Los juegos de amor ¿quién no entiende?» Torno a exclamar: Su llama en tus ojos se enciende... Ley es amar. Más tarde, me dice, y suspira Mi dulce bien. Más tarde... y temblando me mira Ya sin desdén. —«Cual flor la belleza, mi Nice, Muy frágil es»: La flor al Favondo no dice «Vuelve después». —«Es pérfido amor», clama luego: Hiere y se va. —«Si es tierno, mi Nice, y es ciego, ¿Dónde se irá?» —«No sé, mas confieso que abrigo Grande pavor». —«Verás, si te qtuedas conmigo, Huir tu temor». — «No debo», murmura, y enojos Quiere mostrar; Mas ya me declaran sus ojos Que es ley amar. De pronto se alarma y querella... «¡Fue con razón!» Va a huir; mas huyendo la bella Dio un tropezón... Se abrieron entonces mil flores, Y el sitio aquel Perfuman con nuevos olores Nardo y clavel. Las aves más gratos concentos Dejan ya oír: Parece que imitan los vientos Dulce gemir. Se enlaza la hiedra a su apoyo Con más placer: Más blando murmurio el arroyo Forma al correr: Al césped con su onda ligera Llega a besar, Y el eco devuelve do quiera ¡Ley es amar!
es
Morales_Rojas,Juan
XXI
Me_Gustan_Los_Que_Pasan_Por_La_Vida
Me gustan los que pasan por la vida Con paso lento y con mirar tranquilo; Que nada esperan pues lo tienen todo Porque son hombres dueños de sí mismos. Miran de frente al sol de cada día Saben que, fatalmente, está previsto El final de las horas que recorren; Dónde empieza y termina su camino. Me gusta el que aprendió filosofía En el disfrute de un vivir pacífico, Sin saltar en la frontera en que terminan Las posibilidades de uno mismo. Los que llevan la rúbrica encendida Del rayo de un vivir sin enemigos, Ambiciones, las justas; las precisas Para que en él se cumpla su Destino. Ilusiones, las propias del que sabe Que el tiempo del perfume siempre es mínimo. La pena compensar con la alegría Y buscar la alegría en lo sencillo; En un amor tranquilo y hogareño Entre la clara risa de los hijos. Tan profundo y tan sabio será el hombre, Que sepa ponderar con equilibrio Un vivir que le puede dar placeres Y a la vez exigirle sacrificios Sin romper la armonía cotidiana; Sin alterarle su vivir tranquilo. La envidia debe ser un sentimiento Por bajo y por ruin, desconocido. No le va bien a la salud del alma Ni sufrir puede el cuerpo su castigo. De todos los pecados capitales El orgullo es, sin duda, el más ridículo; ¿Quién puede señalar las calaveras Mohosas de los pobres y los ricos? ¿Y atesorar riquezas que no puedes Hombre de Dios, después llevar contigo? Cuando te vayas, déjale a tus hijos Todo lo que es riqueza de espíritu: Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura, Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros. No colecciones los amores fáciles, Pobre coleccionista de loa vicios ¿No ves que desperdicias simiente Entre estériles piedras del camino? No ignores el sabor grato y humilde Pero sabroso de ese pan y vino Que tú desprecias porque con manjares Constantemente adulas tu apetito. Me gustan los que pasan por la Vida Disfrutando de arpegios y de trinos, Del cantar de la lluvia sobre el campo Donde se mecen los dorados trigos, Donde florecen rojas amapolas, Donde la tierna brisa es un suspiro. Me gustan los que pasan por la Vida Con paso lento y caminar tranquilo... Miran de frente al sol de cada día Saben que, fatalmente, está previsto El final de las horas que recorren; Dónde empieza y termina su camino. Me gusta el que aprendió filosofía En el disfrute de un vivir pacífico, Sin saltar en la frontera en que terminan Las posibilidades de uno mismo. Los que llevan la rúbrica encendida Del rayo de un vivir sin enemigos, Ambiciones, las justas; las precisas Para que en él se cumpla su Destino. Ilusiones, las propias del que sabe Que el tiempo del perfume siempre es mínimo. La pena compensar con la alegría Y buscar la alegría en lo sencillo; En un amor tranquilo y hogareño Entre la clara risa de los hijos. Tan profundo y tan sabio será el hombre, Que sepa ponderar con equilibrio Un vivir que le puede dar placeres Y a la vez exigirle sacrificios Sin romper la armonía cotidiana; Sin alterarle su vivir tranquilo. La envidia debe ser un sentimiento Por bajo y por ruin, desconocido. No le va bien a la salud del alma Ni sufrir puede el cuerpo su castigo. De todos los pecados capitales El orgullo es, sin duda, el más ridículo; ¿Quién puede señalar las calaveras Mohosas de los pobres y los ricos? ¿Y atesorar riquezas que no puedes Hombre de Dios, después llevar contigo? Cuando te vayas, déjale a tus hijos Todo lo que es riqueza de espíritu: Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura, Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros. No colecciones los amores fáciles, Pobre coleccionista de loa vicios ¿No ves que desperdicias simiente Entre estériles piedras del camino? No ignores el sabor grato y humilde Pero sabroso de ese pan y vino Que tú desprecias porque con manjares Constantemente adulas tu apetito. Me gustan los que pasan por la Vida Disfrutando de arpegios y de trinos, Del cantar de la lluvia sobre el campo Donde se mecen los dorados trigos, Donde florecen rojas amapolas, Donde la tierna brisa es un suspiro. Me gustan los que pasan por la Vida Con paso lento y caminar tranquilo... Me gusta el que aprendió filosofía En el disfrute de un vivir pacífico, Sin saltar en la frontera en que terminan Las posibilidades de uno mismo. Los que llevan la rúbrica encendida Del rayo de un vivir sin enemigos, Ambiciones, las justas; las precisas Para que en él se cumpla su Destino. Ilusiones, las propias del que sabe Que el tiempo del perfume siempre es mínimo. La pena compensar con la alegría Y buscar la alegría en lo sencillo; En un amor tranquilo y hogareño Entre la clara risa de los hijos. Tan profundo y tan sabio será el hombre, Que sepa ponderar con equilibrio Un vivir que le puede dar placeres Y a la vez exigirle sacrificios Sin romper la armonía cotidiana; Sin alterarle su vivir tranquilo. La envidia debe ser un sentimiento Por bajo y por ruin, desconocido. No le va bien a la salud del alma Ni sufrir puede el cuerpo su castigo. De todos los pecados capitales El orgullo es, sin duda, el más ridículo; ¿Quién puede señalar las calaveras Mohosas de los pobres y los ricos? ¿Y atesorar riquezas que no puedes Hombre de Dios, después llevar contigo? Cuando te vayas, déjale a tus hijos Todo lo que es riqueza de espíritu: Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura, Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros. No colecciones los amores fáciles, Pobre coleccionista de loa vicios ¿No ves que desperdicias simiente Entre estériles piedras del camino? No ignores el sabor grato y humilde Pero sabroso de ese pan y vino Que tú desprecias porque con manjares Constantemente adulas tu apetito. Me gustan los que pasan por la Vida Disfrutando de arpegios y de trinos, Del cantar de la lluvia sobre el campo Donde se mecen los dorados trigos, Donde florecen rojas amapolas, Donde la tierna brisa es un suspiro. Me gustan los que pasan por la Vida Con paso lento y caminar tranquilo... Los que llevan la rúbrica encendida Del rayo de un vivir sin enemigos, Ambiciones, las justas; las precisas Para que en él se cumpla su Destino. Ilusiones, las propias del que sabe Que el tiempo del perfume siempre es mínimo. La pena compensar con la alegría Y buscar la alegría en lo sencillo; En un amor tranquilo y hogareño Entre la clara risa de los hijos. Tan profundo y tan sabio será el hombre, Que sepa ponderar con equilibrio Un vivir que le puede dar placeres Y a la vez exigirle sacrificios Sin romper la armonía cotidiana; Sin alterarle su vivir tranquilo. La envidia debe ser un sentimiento Por bajo y por ruin, desconocido. No le va bien a la salud del alma Ni sufrir puede el cuerpo su castigo. De todos los pecados capitales El orgullo es, sin duda, el más ridículo; ¿Quién puede señalar las calaveras Mohosas de los pobres y los ricos? ¿Y atesorar riquezas que no puedes Hombre de Dios, después llevar contigo? Cuando te vayas, déjale a tus hijos Todo lo que es riqueza de espíritu: Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura, Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros. No colecciones los amores fáciles, Pobre coleccionista de loa vicios ¿No ves que desperdicias simiente Entre estériles piedras del camino? No ignores el sabor grato y humilde Pero sabroso de ese pan y vino Que tú desprecias porque con manjares Constantemente adulas tu apetito. Me gustan los que pasan por la Vida Disfrutando de arpegios y de trinos, Del cantar de la lluvia sobre el campo Donde se mecen los dorados trigos, Donde florecen rojas amapolas, Donde la tierna brisa es un suspiro. Me gustan los que pasan por la Vida Con paso lento y caminar tranquilo... Ilusiones, las propias del que sabe Que el tiempo del perfume siempre es mínimo. La pena compensar con la alegría Y buscar la alegría en lo sencillo; En un amor tranquilo y hogareño Entre la clara risa de los hijos. Tan profundo y tan sabio será el hombre, Que sepa ponderar con equilibrio Un vivir que le puede dar placeres Y a la vez exigirle sacrificios Sin romper la armonía cotidiana; Sin alterarle su vivir tranquilo. La envidia debe ser un sentimiento Por bajo y por ruin, desconocido. No le va bien a la salud del alma Ni sufrir puede el cuerpo su castigo. De todos los pecados capitales El orgullo es, sin duda, el más ridículo; ¿Quién puede señalar las calaveras Mohosas de los pobres y los ricos? ¿Y atesorar riquezas que no puedes Hombre de Dios, después llevar contigo? Cuando te vayas, déjale a tus hijos Todo lo que es riqueza de espíritu: Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura, Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros. No colecciones los amores fáciles, Pobre coleccionista de loa vicios ¿No ves que desperdicias simiente Entre estériles piedras del camino? No ignores el sabor grato y humilde Pero sabroso de ese pan y vino Que tú desprecias porque con manjares Constantemente adulas tu apetito. Me gustan los que pasan por la Vida Disfrutando de arpegios y de trinos, Del cantar de la lluvia sobre el campo Donde se mecen los dorados trigos, Donde florecen rojas amapolas, Donde la tierna brisa es un suspiro. Me gustan los que pasan por la Vida Con paso lento y caminar tranquilo... En un amor tranquilo y hogareño Entre la clara risa de los hijos. Tan profundo y tan sabio será el hombre, Que sepa ponderar con equilibrio Un vivir que le puede dar placeres Y a la vez exigirle sacrificios Sin romper la armonía cotidiana; Sin alterarle su vivir tranquilo. La envidia debe ser un sentimiento Por bajo y por ruin, desconocido. No le va bien a la salud del alma Ni sufrir puede el cuerpo su castigo. De todos los pecados capitales El orgullo es, sin duda, el más ridículo; ¿Quién puede señalar las calaveras Mohosas de los pobres y los ricos? ¿Y atesorar riquezas que no puedes Hombre de Dios, después llevar contigo? Cuando te vayas, déjale a tus hijos Todo lo que es riqueza de espíritu: Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura, Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros. No colecciones los amores fáciles, Pobre coleccionista de loa vicios ¿No ves que desperdicias simiente Entre estériles piedras del camino? No ignores el sabor grato y humilde Pero sabroso de ese pan y vino Que tú desprecias porque con manjares Constantemente adulas tu apetito. Me gustan los que pasan por la Vida Disfrutando de arpegios y de trinos, Del cantar de la lluvia sobre el campo Donde se mecen los dorados trigos, Donde florecen rojas amapolas, Donde la tierna brisa es un suspiro. Me gustan los que pasan por la Vida Con paso lento y caminar tranquilo... Un vivir que le puede dar placeres Y a la vez exigirle sacrificios Sin romper la armonía cotidiana; Sin alterarle su vivir tranquilo. La envidia debe ser un sentimiento Por bajo y por ruin, desconocido. No le va bien a la salud del alma Ni sufrir puede el cuerpo su castigo. De todos los pecados capitales El orgullo es, sin duda, el más ridículo; ¿Quién puede señalar las calaveras Mohosas de los pobres y los ricos? ¿Y atesorar riquezas que no puedes Hombre de Dios, después llevar contigo? Cuando te vayas, déjale a tus hijos Todo lo que es riqueza de espíritu: Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura, Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros. No colecciones los amores fáciles, Pobre coleccionista de loa vicios ¿No ves que desperdicias simiente Entre estériles piedras del camino? No ignores el sabor grato y humilde Pero sabroso de ese pan y vino Que tú desprecias porque con manjares Constantemente adulas tu apetito. Me gustan los que pasan por la Vida Disfrutando de arpegios y de trinos, Del cantar de la lluvia sobre el campo Donde se mecen los dorados trigos, Donde florecen rojas amapolas, Donde la tierna brisa es un suspiro. Me gustan los que pasan por la Vida Con paso lento y caminar tranquilo... La envidia debe ser un sentimiento Por bajo y por ruin, desconocido. No le va bien a la salud del alma Ni sufrir puede el cuerpo su castigo. De todos los pecados capitales El orgullo es, sin duda, el más ridículo; ¿Quién puede señalar las calaveras Mohosas de los pobres y los ricos? ¿Y atesorar riquezas que no puedes Hombre de Dios, después llevar contigo? Cuando te vayas, déjale a tus hijos Todo lo que es riqueza de espíritu: Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura, Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros. No colecciones los amores fáciles, Pobre coleccionista de loa vicios ¿No ves que desperdicias simiente Entre estériles piedras del camino? No ignores el sabor grato y humilde Pero sabroso de ese pan y vino Que tú desprecias porque con manjares Constantemente adulas tu apetito. Me gustan los que pasan por la Vida Disfrutando de arpegios y de trinos, Del cantar de la lluvia sobre el campo Donde se mecen los dorados trigos, Donde florecen rojas amapolas, Donde la tierna brisa es un suspiro. Me gustan los que pasan por la Vida Con paso lento y caminar tranquilo... De todos los pecados capitales El orgullo es, sin duda, el más ridículo; ¿Quién puede señalar las calaveras Mohosas de los pobres y los ricos? ¿Y atesorar riquezas que no puedes Hombre de Dios, después llevar contigo? Cuando te vayas, déjale a tus hijos Todo lo que es riqueza de espíritu: Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura, Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros. No colecciones los amores fáciles, Pobre coleccionista de loa vicios ¿No ves que desperdicias simiente Entre estériles piedras del camino? No ignores el sabor grato y humilde Pero sabroso de ese pan y vino Que tú desprecias porque con manjares Constantemente adulas tu apetito. Me gustan los que pasan por la Vida Disfrutando de arpegios y de trinos, Del cantar de la lluvia sobre el campo Donde se mecen los dorados trigos, Donde florecen rojas amapolas, Donde la tierna brisa es un suspiro. Me gustan los que pasan por la Vida Con paso lento y caminar tranquilo... ¿Y atesorar riquezas que no puedes Hombre de Dios, después llevar contigo? Cuando te vayas, déjale a tus hijos Todo lo que es riqueza de espíritu: Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura, Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros. No colecciones los amores fáciles, Pobre coleccionista de loa vicios ¿No ves que desperdicias simiente Entre estériles piedras del camino? No ignores el sabor grato y humilde Pero sabroso de ese pan y vino Que tú desprecias porque con manjares Constantemente adulas tu apetito. Me gustan los que pasan por la Vida Disfrutando de arpegios y de trinos, Del cantar de la lluvia sobre el campo Donde se mecen los dorados trigos, Donde florecen rojas amapolas, Donde la tierna brisa es un suspiro. Me gustan los que pasan por la Vida Con paso lento y caminar tranquilo... Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura, Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros. No colecciones los amores fáciles, Pobre coleccionista de loa vicios ¿No ves que desperdicias simiente Entre estériles piedras del camino? No ignores el sabor grato y humilde Pero sabroso de ese pan y vino Que tú desprecias porque con manjares Constantemente adulas tu apetito. Me gustan los que pasan por la Vida Disfrutando de arpegios y de trinos, Del cantar de la lluvia sobre el campo Donde se mecen los dorados trigos, Donde florecen rojas amapolas, Donde la tierna brisa es un suspiro. Me gustan los que pasan por la Vida Con paso lento y caminar tranquilo... ¿No ves que desperdicias simiente Entre estériles piedras del camino? No ignores el sabor grato y humilde Pero sabroso de ese pan y vino Que tú desprecias porque con manjares Constantemente adulas tu apetito. Me gustan los que pasan por la Vida Disfrutando de arpegios y de trinos, Del cantar de la lluvia sobre el campo Donde se mecen los dorados trigos, Donde florecen rojas amapolas, Donde la tierna brisa es un suspiro. Me gustan los que pasan por la Vida Con paso lento y caminar tranquilo... Que tú desprecias porque con manjares Constantemente adulas tu apetito. Me gustan los que pasan por la Vida Disfrutando de arpegios y de trinos, Del cantar de la lluvia sobre el campo Donde se mecen los dorados trigos, Donde florecen rojas amapolas, Donde la tierna brisa es un suspiro. Me gustan los que pasan por la Vida Con paso lento y caminar tranquilo... Del cantar de la lluvia sobre el campo Donde se mecen los dorados trigos, Donde florecen rojas amapolas, Donde la tierna brisa es un suspiro. Me gustan los que pasan por la Vida Con paso lento y caminar tranquilo...
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
«Pata_Perro»_Y_El_«Vedija»
«Pata Perro» y el «Vedija», «Choto Triste» y «Malos Pelos» se están jugando un cigarro y la ración de pan negro. El dominó es de cartón. Los jugadores, hollejos de esas naranjas que crían los agrios del desenfreno. Y van surgiendo las fichas maniatadas a su gesto. El tres uno, con su paso ladeado de cangrejo. El cinco blanca, un corneta con cabellera de hielo. La anemia del blanca uno y el cinco seis opulento. La desgracia del dos tres con su nariz de podenco. Y la gran noche de lobos del doble seis agorero. La partida se abroquela en alcaloides goyescos y la trifulca descubre sus circuitos y magnetos. Duerme uña morsa nupcial del doble blanca en el témpano mientras la ronda el pingüino del uno cuatro en silencio. Y comienzan a estallar los cohetes del denuesto. Al doble dos, la balanza que pesa los desaciertos, le ahorcaron los platillos en manos de «Pata Perro». La pelota, en el tejado, esquiva a los cancerberos y más que caer, quisiera ganar la grupa del cielo. El cinco tres veleidoso se ha sentido panadero y diez tantos de una hornada le ha dorado a «Malos Pelos». Pero el triunfo es un espino y quien intente cogerlo se ha de desollar el pan, los cigarros y los dedos. El gato de la prisión —un ovillo amarillento devanado en un topacio— está sin duda intuyendo que una guerra no se acaba aunque le afeiten los cuernos.
es
Darío,Rubén
<XXI
Yo_Soy_Aquel_Que_Ayer_No_Más_Decía
Yo soy aquel que ayer no más decía el verso azul y la canción profana, en cuya noche un ruiseñor había que era alondra de luz por la mañana. El dueño fui de mi jardín de sueño, lleno de rosas y de cisnes vagos; el dueño de las tórtolas, el dueño de góndolas y liras en los lagos; y muy siglo diez y ocho y muy antiguo y muy moderno; audaz, cosmopolita; con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo, y una sed de ilusiones infinita. Yo supe de dolor desde mi infancia, mi juventud.... ¿fue juventud la mía? Sus rosas aún me dejan su fragancia... una fragancia de melancolía... Potro sin freno se lanzó mi instinto, mi juventud montó potro sin freno; iba embriagada y con puñal al cinto; si no cayó, fue porque Dios es bueno. En mi jardín se vio una estatua bella; se juzgó mármol y era carne viva; una alma joven habitaba en ella, sentimental, sensible, sensitiva. Y tímida ante el mundo, de manera que encerrada en silencio no salía, sino cuando en la dulce primavera era la hora de la melodía... Hora de ocaso y de discreto beso; hora crepuscular y de retiro; hora de madrigal y de embeleso, de «te adoro», y de «¡ay!» y de suspiro. Y entonces era la dulzaina un juego de misteriosas gamas cristalinas, un renovar de gotas del Pan griego y un desgranar de músicas latinas. Con aire tal y con ardor tan vivo, que a la estatua nacían de repente en el muslo viril patas de chivo y dos cuernos de sátiro en la frente. Como la Galatea gongorina me encantó la marquesa verleniana, y así juntaba a la pasión divina una sensual hiperestesia humana; todo ansia, todo ardor, sensación pura y vigor natural; y sin falsía, y sin comedia y sin literatura...: si hay un alma sincera, esa es la mía. La torre de marfil tentó mi anhelo; quise encerrarme dentro de mí mismo, y tuve hambre de espacio y sed de cielo desde las sombras de mi propio abismo. Como la esponja que la sal satura en el jugo del mar, fue el dulce y tierno corazón mío, henchido de amargura por el mundo, la carne y el infierno. Mas, por gracia de Dios, en mi conciencia el Bien supo elegir la mejor parte; y si hubo áspera hiel en mi existencia, melificó toda acritud el Arte. Mi intelecto libré de pensar bajo, bañó el agua castalia el alma mía, peregrinó mi corazón y trajo de la sagrada selva la armonía. ¡Oh, la selva sagrada! ¡Oh, la profunda emanación del corazón divino de la sagrada selva! ¡Oh, la fecunda fuente cuya virtud vence al destino! Bosque ideal que lo real complica, allí el cuerpo arde y vive y Psiquis vuela; mientras abajo el sátiro fornica, ebria de azul deslíe Filomela. Perla de ensueño y música amorosa en la cúpula en flor del laurel verde, Hipsipila sutil liba en la rosa, y la boca del fauno el pezón muerde. Allí va el dios en celo tras la hembra, y la caña de Pan se alza del lodo; la eterna vida sus semillas siembra, y brota la armonía del gran Todo. El alma que entra allí debe ir desnuda, temblando de deseo y fiebre santa, sobre cardo heridor y espina aguda: así sueña, así vibra y así canta. Vida, luz y verdad, tal triple llama produce la interior llama infinita. El Arte puro como Cristo exclama: Ego sum lux et veritas et vita! Y la vida es misterio, la luz ciega y la verdad inaccesible asombra; la adusta perfección jamás se entrega, y el secreto ideal duerme en la sombra. Por eso ser sincero es ser potente; de desnuda que está, brilla la estrella; el agua dice el alma de la fuente en la voz de cristal que fluye de ella. Tal fue mi intento, hacer del alma pura mía, una estrella, una fuente sonora, con el horror de la literatura y loco de crepúsculo y de aurora. Del crepúsculo azul que da la pauta que los celestes éxtasis inspira, bruma y tono menor —¡toda la flauta!, y Aurora, hija del Sol— ¡toda la lira! Pasó una piedra que lanzó una honda; pasó una flecha que aguzó un violento. La piedra de la honda fue a la onda, y la flecha del odio fuese al viento. La virtud está en ser tranquilo y fuerte; con el fuego interior todo se abrasa; se triunfa del rencor y de la muerte, y hacia Belén... ¡la caravana pasa!
es
Pardo_García,Germán
<XXI
¡He_Llegado_A_Un_Talud_En_Mi_Aventura
¡He llegado a un talud en mi aventura de circunvalador del infinito! ¡Mi nombre dejo sobre el agua escrito, o en la pared que la humedad rotura! ¡Como soldado defendí clausura? ¡Como silente sepulté mi grito! ¡Como demonio padecí proscrito y como arcángel me cubrí de albura! ¡Arbóreo el esternón, selva de acanto con estruendo de nubes aquilinas! ¡Del salitroso manantial del llanto tuve en la faz cisternas masculinas, y en los pliegues magnéticos del manto la Clave de las Páginas Divinas!
es
Buesa,José_Ángel
<XXI
Se_Deja_De_Querer,_Y_No_Se_Sabe
Se deja de querer, y no se sabe por qué se deja de querer: Es como abrir la mano y encontrarla vacía, y no saber, de pronto, qué cosa se nos fue. Se deja de querer, y es como un río cuya corriente fresca ya no calma la sed; como andar en otoño sobre las hojas secas, y pisar la hoja verde que no debió caer. Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren; o como quien despierta recordando un camino, pero ya sólo sabe que regresó por él. Se deja de querer, como quien deja de andar por una calle, sin razón, sin saber; y es hallar un diamante brillando en el rocío, y que, ya al recogerlo, se evapore también. Se deja de querer, y es como un viaje detenido en la sombra, sin seguir ni volver; y es cortar una rosa para adornar la mesa y que el viento deshoje la rosa en el mantel. Se deja de querer, y es como un niño que ve cómo naufragan sus barcos de papel; o escribir en la arena la fecha de mañana y que el mar se la lleve con el nombre de ayer. Se deja de querer, y es como un libro que, aun abierto hoja a hoja, quedó a medio leer; y es como la sortija que se quitó del dedo, y sólo así supimos que se marcó en la piel. Se deja de querer, y no se sabe por qué se deja de querer...
es
Pombo,Rafael
<XXI
Sueños
Si cuando amamos, es verdad que amamos, ¿Cómo es verdad que luego aborrecemos? Si cuando vemos, es verdad que vemos, ¿Cómo ha de ser de veras que olvidamos? Si no es mentira el bien que disfrutamos, Si es realidad el mal que padecemos, ¿Quién nos roba ese bien que poseemos? ¿Quién nos roba ese mal que nos forjamos? Cinco sentidos a la par mintiendo Bien claro y sin cesar me están probando Que aquí es mentira cuanto estoy sintiendo. Atormentada el alma delirando Sólo en lo que no siente está creyendo. Que es Dios, pues sólo a Dios no está negando.
es
Impaglione,Gabriel
XXI
Picasso _Vive_Todavía
Picasso vive todavía en la ciudad callada bajo el sol acuarela de un bandoneón errante, y cada tanto trae copa de vino de savia de brote decisivo en la luz sigilosa de la tarde. Cuando dejó al mundo su Guernica quiso decir ferocidad prehistoria ayuno bajo la metralla lluvia de mordeduras peste tiránica. Mi país se llama Guernica y Pablo lo sabía. Mi calle es la calle de las máquinas histriónicas y por su corriente de urgencias pasa el olvido como un túnel de muerte. Y mi país es Guernica. No hay techo ni paraguas que detenga los colmillos del imperialismo. No hay forma de esconder a nuestros niños, mi país Guernica es un escaparate de latidos al mejor postor, una oferta de ocasión de carne desalada. Pablo lo sabía. Denunció la masacre del fascismo, retrató una calle de mi país masacrado. Pablo era argentino porque si no porqué esos rostros abiertos al espanto que entra metálico agudo, letal, calladamente impune? Son los rostros de aquí y ahora, parecidos a los de Bagdad pero me parecen tan argentinos! Echó a rodar su Elegía al pueblo masacrado y habló de Guernica que parece Argentina. Cae la metralla infatigable de la gula imperial, de lo obsceno de la rapiña y la traición y el apogeo del nomeimportanada y abajo los pedazos de gente se retuercen entre miedos de almuerzo televisado y las últimas noticias que nunca dicen nada. O sea que no dicen todo lo que pasa. Picasso lo sabía, el dejó el Guernica para dar aviso al mundo de los horrores de la tiranía. Yo lo miro a diario en una esquina llena de preguntas. Por los bordes donde el barro abre surcos de esperanzas muertas. Yo veo mi país Guernica que para otros es un país interesante, exótico, propicio, desmarxisado vasto, en vías de desarrollo autosustentable según las fruit' s company's de turno. Yo veo mi país Guernica bajo el imperio masacrado de hambre y de usura. Veo mi bello, alto, hondo, ancho cereal, amado país de canto en los andamios de guitarras y abrazos y de vientos tan anchos como atlánticos tan Guernica que en ese roto quejido en la piedra derramado auguro el nacimiento necesario de todos los hombres todavía.
es
Altolaguirre,Manuel
<XXI
Dos
Aguas sin suerte, solteras despreciadas de los trigos, canosas ya por la espuma de las riberas del río, ¿qué infancia de nube airosa recordáis? Habéis perdido la niñez en cielos altos y ahora andáis largo camino hacia la mar que es la gloria del agua, su paraíso. ¡Qué vejez la del torrente! ¡Qué angustioso torbellino! Sin calmar la sed de nadie, y sin ser para Narciso espejos, vais a la muerte, aguas finales del río.
es
Eguren,José_María
<XXI
Las_Citas_Ciegas
Del hondo pozo lleno de sombra, las Citas ciegas salen llorosas. Con la ignotía, con el marasmo de sus perdidos ojos sellados. Son transparentes cual las medusas y fantasmales como la luna. Llevan al margen desconocido, las palideces y horror del sino. De pozo triste velan la noche, mueven sus talles, mueven sus hoces. Fluyen los sueños a las comarcas con sus distantes pupilas blancas. A las doncellas, frágiles niñas, en noche ardiente llaman las Citas. Y en los brocales del hondo abismo las van cortando como los lirios.
es
Lugones,Leopoldo
<XXI
Palidez_Apasionada
Palidez apasionada, que en honda sed de martirio clava el corazón del lirio con misteriosa estocada. Rayo de luna fatal, en que el corazón herido se estremece agradecido de que le hagan tanto mal...
es
Góngora,Luis_de
<XXI
La_Más_Bella_Niña
La más bella niña De nuestro lugar, Hoy viuda y sola Y ayer por casar, Viendo que sus ojos A la guerra van, A su madre dice, Que escucha su mal: Dejadme llorar Orillas del mar. Pues me disteis, madre, En tan tierna edad Tan corto el placer, Tan largo el pesar,1 Y me cautivasteis De quien hoy se va Y lleva las llaves De mi libertad, Dejadme llorar Orillas del mar. En llorar conviertan Mis ojos, de hoy más, El sabroso oficio Del dulce mirar, Pues que no se pueden Mejor ocupar, Yéndose a la guerra Quien era mi paz, Dejadme llorar Orillas del mar. No me pongáis freno Ni queráis culpar, Que lo uno es justo, Lo otro por demás. Si me queréis bien, No me hagáis mal; Harto peor fuera Morir y callar, Dejadme llorar Orillas del mar. Dulce madre mía, ¿Quién no llorará, Aunque tenga el pecho Como un pedernal, Y no dará voces Viendo marchitar Los más verdes años De mi mocedad? Dejadme llorar Orillas del mar. Váyanse las noches, Pues ido se han Los ojos que hacían Los míos velar; Váyanse, y no vean Tanta soledad, Después que en mi lecho Sobra la mitad. Dejadme llorar Orillas del mar.
es
Cardenal,Ernesto
<XXI
En_Costa_Rica
En Costa Rica cantan los carreteros Caminan con mandolinas en los caminos Y las carreteras van pintadas como lapas, Y los bueyes van con cintas de colores Y campanitas y flores en los cuernos. Cuando es el corte del café en Costa Rica, Y las carretas van cargadas de café. Y hay bandas en las plazas de los pueblos, Y en San José los balcones y ventanas están llenos de muchachas y de flores Y las muchachas dan vueltas en el parque. Y el presidente camina a pie en San José.
es
Aleixandre,Vicente
<XXI
Dormida_Sobre_El_Tigre
Dormida sobre el tigre, su leve trenza yace. Mirad su bulto. Alienta sobre la piel hermosa, tranquila, soberana. ¿Quién puede osar, quién sólo sus labios hoy pondría sobre la luz dichosa que, humana apenas, sueña? Miradla allí. ¡Cuán sola! ¡Cuán intacta! ¿Tangible? Casi divina, leve el seno se alza, cesa, se yergue, abate; gime como el amor. Y un tigre soberbio la sostiene como la mar hircana, donde flotase extensa, feliz, nunca ofrecida. ¡Ah, mortales! No, nunca; desnuda, nunca vuestra. Sobre la piel hoy ígnea miradla, exenta: es diosa.
es
Pardo_García,Germán
<XXI
Mujer_De_Las_Montañas
De allá saliste, de las brumas blancas, mujer de pubescente carnadura, y un comienzo de firme curvatura casi animal en las rupestres ancas. Músculos largos. Más que piernas, zancas de ciervo que conoce la espesura y escápase al sentir la crispatura del jaguar poblador de las barrancas. Veloz, siempre veloz, suelta y al viento con el acelerado movimiento de las nubes en rápidos envíos. Te pude conocer así como eras: torso desplazador y ancas ligeras volando por los montes y los ríos.
es
Buesa,José_Ángel
<XXI
No_Envidiéis_Mi_Alegría,_Mi_Salud_Ni_Mi_Canto
No envidiéis mi alegría, mi salud ni mi canto; no envidiéis lo que sueño, ni envidiéis lo que digo. pues todo eso no vale ni una gota de llanto. Pero envidiadme todos la amistad de este amigo... Ah, sí, envidiad la gloria de esta firme confianza, cuyo sentir profundo ni en mal ni en bien se altera, porque yo siento mío lo que tu mano alcanza y en él es permanente mi dicha pasajera. Envidiadme este amigo que no envidia mi goce, compartiendo igualmente mi entusiasmo y hastío. Nada puede importarle si nadie lo conoce, porque mi canto es suyo si su silencio es mío. Envidiadme este amigo que me mira de frente, que es alegre en mi triunfo y es triste en mi fracaso, porque en él es espiga lo que en mí fue simiente, y yo duermo en su lecho pero él bebe en mi vaso. No importa si estoy solo, pues siempre está conmigo, y mis propias arrugas lo van haciendo viejo. Ah, sí, envidiadme todos la amistad de este amigo que refleja mi espejo.
es
Lihn,Enrique
<XXI
No_Hubo_Dolor_En_El_Momento_Justo
No hubo dolor en el momento justo de oír sobre tu muerte. Fue como si tú mismo la hubieras anunciado en uno de esos absurdos llamados telefónicos que solías hacer a tus amigos: una broma sangrienta. Y la inocencia que, a esas horas, se volvía irritante, la cigarra de una voz chirriando en la paja seca del día. No hubo dolor pero sí, Carlos, la inmediata certeza de que contigo se eclipsaba la noche sobre el desierto de un día estable y es como si cayera un poco de ceniza del cielo sobre tierras eriáceas. Me he llamado a lo real. Pero qué peso insoportable tendría ahora un guijarro sobre la palma de la mano. Todas, todas estas pobres historias diurnas no son sino desgarradoras. Aquí, también, esta visión confusa y demasiado nítida de caras conocidas. Si la vida no es más que una locura lo que importan son los sueños y aún el delirio, la mentira piadosa de las palabras en libertad arrojadas al millar de los vientos nocturnos, como en tu poesía: la oscuridad vidente: palabras como brasas, balbuceos del fuego.
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
Se_Sobrevinieron_Las_Heces_De_Un_Rencor_Lejanamente_Fermentado
Se sobrevinieron las heces de un rencor lejanamente fermentado que a ti te hería en tu heroísmo de golondrina lañada queriendo saltar sobre las cuerdas vocales del grito de mis cimas. A racimos de vigilias se trasponen las veredas de tus valles sonrosados cruzando por un aire que se siente azul en tus pupilas y desaliento de perseguir vetustos himnos de fósiles recuerdos. Por ti arriba subían las sombras violetas de los ritos guerreros, de los galoneados atardeceres de entonces, cuando tú y yo teníamos un arroyo que nos seguía por los bosques como un perrillo de aguas. Todo era un laboreo de colmenas indolentes. Por todo retoñaba el abrazo de nuestras venas sueltas en su libre albedrío de transportar mieles, pétalos de niebla o delirios. Era cuando tú te bordabas en un beso todo el paisaje y cuando te abrías las peñas que te manaban muslos o estrábicos moarés con las contorsiones de un espasmo de jade. Si todas las mariposas han de clavarse en mí con púas de erizo, rómpeme esta áspera envoltura que me enquista, no me retengas al pie de este castillo de fríos bisbiseantes, de cataratas muertas por consunción. Tú me vives en los años que se me han ido desprendiendo en los combates, en mechinales que tienen el tímpano roto por las explosiones en los torcidos reflejos de mi sombra. Pero yo, con la vida a media asta, veré ahogarse el último marinero de tu arsenal de azúcar, terciopelo y desatadas lumbres. Y tal vez figuraré en la próxima lista de desaparecidos, siendo ya el féretro que encierra los restos de aquel otro que era, de aquel cuyo entierro paseo en el armón de mi cuerpo de ahora, entre las letrillas rumorosamente irónicas que crepitan anónimas esquelas de la fosa común.
es
Diego,Eliseo
<XXI
Mientras_Me_Limpio_Hoy_Jueves_Los_Zapatos
Mientras me limpio hoy jueves los zapatos a la luz de la lámpara y las hojas susurran en el patio sus consejas sé que habrá un tiempo en que por fin olvide si fue jueves y abril o un lunes lívido de aquel febrero pródigo en angustias y que no importa cuándo fue ni dónde. Pero es que hoy martes mi familia duerme tan dulce y tan serena en torno mío que limpiar los zapatos es mi modo de saber que estoy siendo a pleno gusto este viernes o sábado sin término lo que soy sin fatiga ni premuras en un mes que bendigo no sé dónde.
es
Hahn,Óscar
<XXI
Vuelves_A_Mí
Vuelves a mí porque el asesino siempre vuelve al lugar del crimen
es
Rasch_Isla,Miguel
<XXI
Rito_Orgiástico
De pámpanos y rosas coronada la frente, y de ojeras cercada la pupila sombría, la bacante desnuda resplandece en la orgía, como viva columna de alabastro luciente. Espuma en los cristales el licor. De repente ella erige una copia con ritual gallardía, y ante el coro entusiasta que la aplaude y ansía, sin pudores la vuelca sobre el seno turgente. El licor se desborda por el busto de flores, y una red de collares y un cendal de fulgores improvisa a lo largo de su cuerpo felino. Un mancebo se llega con orgullo a la hermosa y —postrado a sus plantas— con delicia morosa liba, al borde del sexo, los rezagos del vino.
es
Blanco,Andrés_Eloy
<XXI
Y_Ahora,_Vuelvo_Los_Ojos
Y ahora, vuelvo los ojos hacia la síntesis del Canto, hacia la barca del Pretérito, de parda vela y el bauprés sangrado, tu propia barca, donde tú venías, piloto de ti mismo, timonel de tu barco, donde venía la Patria recién nacida, como Moisés entre sus mimbres, por donde Dios quiso llevarlo. Caracas fue la cuna y Angostura la eternidad. Por los montes andaba la Patria sin bautismo, cuando llegó a los llanos, curva de caminar, y entre tus aguas se fundió contigo y fue contigo un solo llanto y un solo rugido tenaz. Y bajaste con ella. Te cabalgó. Su trenza era la espiga del escudo y tú eras el caballo sin paz. Surcaste las tierras crucificadas y en Angostura le diste tu agua lustral y seguiste con ella: ¡allá va la República! y en las bocas se hace veinte patrias más y se asoma a tus veinte labios cuando se va acercando al mar y el mar alza en hostias su mejor espuma y en las veinte bocas te pone sal. Padre del Agua, Orinoco de las Siete Estrellas: cayó en tus aguas mi parábola como un llanto en el fondo de una mano abierta. Si el mar te bautiza con la sal del mundo, Río de la Patria de las Siete Estrellas, mi Parábola desnuda, mi llanto manado de una herida nueva, te caiga en el fondo y a la mar se vaya y en el mar se espume y suba en la niebla y en la nube viaje y en la montaña llueva y salte en la fuente y a tus aguas torne y arda en el brasero de tus Siete Estrellas...
es
Al_Haded,Alí
XXI
Escribiré_Sonetos_En_El_Viento
Escribiré sonetos en el viento por las noches y por las madrugadas, implorando a los duendes y a las hadas que no me priven nunca de argumento. Habrá viandas y vino de un convento ¡cómo formalidades muy sagradas! y en un ritual con hostias consagradas un cura dará su predicamento. Será una ceremonia muy cristiana en la capilla sur del campo santo donde celebraremos mi partida; y no veré jamás otro mañana. Mas yo seré poeta mientras tanto, ¡en otra dimensión y en otra vida! Habrá viandas y vino de un convento ¡cómo formalidades muy sagradas! y en un ritual con hostias consagradas un cura dará su predicamento. Será una ceremonia muy cristiana en la capilla sur del campo santo donde celebraremos mi partida; y no veré jamás otro mañana. Mas yo seré poeta mientras tanto, ¡en otra dimensión y en otra vida! Será una ceremonia muy cristiana en la capilla sur del campo santo donde celebraremos mi partida; y no veré jamás otro mañana. Mas yo seré poeta mientras tanto, ¡en otra dimensión y en otra vida! y no veré jamás otro mañana. Mas yo seré poeta mientras tanto, ¡en otra dimensión y en otra vida!
es
Pardo_García,Germán
<XXI
Daba_La_Tierra_Sus_Efluvios_Tiernos
Daba la tierra sus efluvios tiernos al dulce abril y a la temprana umbría. Alguien, conmigo, de su mano había entregado al amor frutos eternos. Y le dije a la vida: ven a sernos alto reposo y gloria y armonía. Y entonces, en la gracia de aquel día toda la vida se juntó por vernos. Y floreció el laurel y las montañas se vieron más profundas y eminentes a través de los aires de berilo, y en la tierra, al calor de sus entrañas, sobre la claridad de nuestras frentes un sueño inmenso descansó tranquilo.
es
Ibarbourou,Juana_de
<XXI
La_Merienda_Triste
¡Canastito repleto de fresas! ¡Ay, si él estuviese esta tarde conmigo en la mesa! ¡Tanto como gusta de las últimas fresas redondas que las lluvias de Marzo maduran! Y después que las hemos comido, lentamente besarme en los labios que ellas ponen fragantes y vivos. ¡Oh cestito cestito de fresas que forrado de pámpanos verdes has traído la pena a mi mesa! ¿Dónde se halla a esta hora el ausente? ¿Con quién come? ¿Qué piensa? ¿Qué hace que sabiéndome triste no vuelve? ¡Para qué habrán traído estas fresas! ¡Para qué quiero aroma en los labios si él no está hoy a mi lado en la mesa!
es
Aleixandre,Vicente
<XXI
No_Sé._Por_Esos_Aires_Ligeros,_Por_Esas_Ligeras_Manos
No sé. Por esos aires ligeros, por esas ligeras manos, por esos ojos que todavía bajo el celaje aún brillan. Por ti, verdor perenne, incipiente hermosura, juventud de estos valles. Por esa que adivino canción entre unos labios, que muy lejos aún se oye, y lentamente fina. Por todo, temerosa piedad que como mano, para mi frente quieta, desciendes y me aduermes, y, tierna, me murmuras, ¡Oh soledad! Si cierro mis ojos, aún te escucho, mano de Dios piadosa que tibia me regalas. Música a los oídos cansados. Luz cernida para los turbios ojos. Piel graciosa todavía para mi frente cruda, que largamente acepta. ¡Ah, qué descanso, Vida! Blandos árboles no insisten. Quietos alzan su copa en pos de un cielo que grave condesciende. Ah, no, mis labios nunca, nunca te huyeron, tibia turgencia dadivosa de un cielo pleno y puro que hasta mis labios baja. Hermosa luz tus besos, tangible. Hermoso cielo, carne sutil, tan lenta, intacta que arrullas hoy mi vida. Tú rozas, rozas dulce... Te siento. Nunca acabes...
es
Luis,Leopoldo_de
<XXI
Manos_Manchadas
De la quijada al proyectil atómico apenas hay la leve diferencia de la callosa piel del bosquimano a los dedos finísimos que escriben simbólicos poemas crean música sobre marfil mejoran el espectro de la rosa soñada en dicroísmo. Cojo tus manos coge tú las mías. Unámoslas y palma contra palma que escondan el estigma de su crimen. Son manos de remotos asesinos y de homicidas próximos de sádicos que aplauden los suplicios en la sombra y saludan a las ejecuciones. Levantamos las manos como un trozo de noche ensangrentada. Era mi hermano era tu hermano mientras uníamos amor casi esperanza casi felicidad agonizaba bajo el resiego de las metralletas de alambradas eléctricas cercado cuadriculado en piedras ominosas agazapado en sombras degradantes multiplicado en nauseabundos coitos. Me asusto de mis manos y tus manos tan próximas al látigo y al hacha a la soga al fusil a los resortes a los ceremoniales humillantes solo porque jugando a ser felices cortaron rosas moldearon finas estatuillas de amor y remedaron el libre vuelo azul de las palomas.
es
Lugones,Leopoldo
<XXI
Valse_Noble
1 En la tarde suave y cálida, Desde el diván carmesí, Alzas fielmente hasta mí Tus lentos ojos de pálida. Con la espectral ilusión De la hora que te importuna Un vago pavor de luna Te acerca a mi corazón. Por el cielo angelical Se ahonda en místico ascenso La soledad de un inmenso Plenilunio inmaterial; Que encantando los jardines Viene casi lastimero, Delirado en un ligero Frenesí de violines. En escena baladí, Te infunde su poesía Tan dulce melancolía, Que quieres morir así. Con el mimo de estar triste, Buscas mi arrullo más blando, Y te sorprendes llorando Lágrimas que no sentiste. Pides, tan sola en la vida, Diminutivos de infancia, Y tu tímida constancia Quiere ser compadecida: Con alteración ardiente, En tu insaciable interés De preguntarme «quién es Tu ...» 2 eternamente; Quisieras huir conmigo Hacia un país de quimera, Donde no se conociera La voz del mundo enemigo. Algo eleva nuestro ser, Y la calma de la luna. Nos embarca como una Blanca nave... a no volver.
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