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---|---|---|---|---|
Aguirre,Mirta | <XXI | Limón,_Limonero | Limón, limonero,
las niñas primero.
Ceder la derecha,
quitarse el sombrero,
jugar a la dama
y a su caballero.
Limón, limonero,
las niñas primero. | es |
Carranza,Eduardo | <XXI | Imagen_Casi_Perdida | Eres como la luz alta y delgada.
Como el viento eres clara sin saberlo.
Vacila tu actitud como la tarde
suavemente inclinada sobre el mundo.
Eres hecha de sueños olvidados
y te olvido de pronto, como a un sueño;
mi corazón te busca como el humo
busca la altura y hacia ella muere.
Como una tibia flor te lleva el día
prendida entre sus labios. Eres alta,
azul, delgada, y recta como un silbo.
Te recuerdo de pronto como a un sueño. | es |
Ramos_Sucre,José_Antonio | <XXI | Subí_La_Escalera_De_Mármol_Negro_En_Solicitud_De_Mi_Flecha,_Disparada_Sin_Tino | Subí la escalera de mármol negro en
solicitud de mi flecha, disparada sin tino. La hallé clavada en
la puerta de cedro, embellecida de dibujos simétricos.
Yo acostumbraba disparar el arco de plata semejante
al de Apolo, con el fin de interrogar a la fortuna. Yo estaba a punto
de salir en un bajel de vela cuadrada y no fiaba sino en los de vela
triangular. Había crecido satisfaciendo mis veleidades y caprichos.
Una mujer salió a espaldas de mí, se
adelantó resueltamente a desprender la flecha trémula y
me la alargó sin decir una palabra. Su presencia había
impedido el acierto de mi disparo. Yo reconocí una de las enemigas de Orfeo.
Quedé prendado de aquella mujer imperiosa,
ataviada con la piel de una pantera. Creí haberla visto a la
cabeza de una procesión ensañada con las ofrendas
tributadas al mausoleo del amante de Eurídice. Su gesto de
cólera desentonaba en la noche colmada.
Defendí una vez más las cenizas del
maestro y espanté la turba de las mujeres encarnizadas,
simulando, desde una arboleda, rugidos salvajes. Yo esperaba sufrir de
un momento a otro el desquite de aquella estratagema.
La mujer subió conmigo dentro de la nave y
llamó despóticamente a su servicio las fieras del mar,
ocultas en los arrecifes. Los marinos se entendieron con la mirada y
escogieron un rumbo nuevo. El sol trazó varias veces el arco de
su carrera sobre el circuito de las aguas. Un ave desconocida volaba delante de nosotros.
Yo fui abandonado a mis propios recursos en un
litoral cenagoso, desde donde se veía, a breve distancia, un
monumento consagrado a las furias.
Yo descubrí el nombre del sitio recordando
una lamentación de Orestes.
Yo acostumbraba disparar el arco de plata semejante
al de Apolo, con el fin de interrogar a la fortuna. Yo estaba a punto
de salir en un bajel de vela cuadrada y no fiaba sino en los de vela
triangular. Había crecido satisfaciendo mis veleidades y caprichos.
Una mujer salió a espaldas de mí, se
adelantó resueltamente a desprender la flecha trémula y
me la alargó sin decir una palabra. Su presencia había
impedido el acierto de mi disparo. Yo reconocí una de las enemigas de Orfeo.
Quedé prendado de aquella mujer imperiosa,
ataviada con la piel de una pantera. Creí haberla visto a la
cabeza de una procesión ensañada con las ofrendas
tributadas al mausoleo del amante de Eurídice. Su gesto de
cólera desentonaba en la noche colmada.
Defendí una vez más las cenizas del
maestro y espanté la turba de las mujeres encarnizadas,
simulando, desde una arboleda, rugidos salvajes. Yo esperaba sufrir de
un momento a otro el desquite de aquella estratagema.
La mujer subió conmigo dentro de la nave y
llamó despóticamente a su servicio las fieras del mar,
ocultas en los arrecifes. Los marinos se entendieron con la mirada y
escogieron un rumbo nuevo. El sol trazó varias veces el arco de
su carrera sobre el circuito de las aguas. Un ave desconocida volaba delante de nosotros.
Yo fui abandonado a mis propios recursos en un
litoral cenagoso, desde donde se veía, a breve distancia, un
monumento consagrado a las furias.
Yo descubrí el nombre del sitio recordando
una lamentación de Orestes.
Una mujer salió a espaldas de mí, se
adelantó resueltamente a desprender la flecha trémula y
me la alargó sin decir una palabra. Su presencia había
impedido el acierto de mi disparo. Yo reconocí una de las enemigas de Orfeo.
Quedé prendado de aquella mujer imperiosa,
ataviada con la piel de una pantera. Creí haberla visto a la
cabeza de una procesión ensañada con las ofrendas
tributadas al mausoleo del amante de Eurídice. Su gesto de
cólera desentonaba en la noche colmada.
Defendí una vez más las cenizas del
maestro y espanté la turba de las mujeres encarnizadas,
simulando, desde una arboleda, rugidos salvajes. Yo esperaba sufrir de
un momento a otro el desquite de aquella estratagema.
La mujer subió conmigo dentro de la nave y
llamó despóticamente a su servicio las fieras del mar,
ocultas en los arrecifes. Los marinos se entendieron con la mirada y
escogieron un rumbo nuevo. El sol trazó varias veces el arco de
su carrera sobre el circuito de las aguas. Un ave desconocida volaba delante de nosotros.
Yo fui abandonado a mis propios recursos en un
litoral cenagoso, desde donde se veía, a breve distancia, un
monumento consagrado a las furias.
Yo descubrí el nombre del sitio recordando
una lamentación de Orestes.
Quedé prendado de aquella mujer imperiosa,
ataviada con la piel de una pantera. Creí haberla visto a la
cabeza de una procesión ensañada con las ofrendas
tributadas al mausoleo del amante de Eurídice. Su gesto de
cólera desentonaba en la noche colmada.
Defendí una vez más las cenizas del
maestro y espanté la turba de las mujeres encarnizadas,
simulando, desde una arboleda, rugidos salvajes. Yo esperaba sufrir de
un momento a otro el desquite de aquella estratagema.
La mujer subió conmigo dentro de la nave y
llamó despóticamente a su servicio las fieras del mar,
ocultas en los arrecifes. Los marinos se entendieron con la mirada y
escogieron un rumbo nuevo. El sol trazó varias veces el arco de
su carrera sobre el circuito de las aguas. Un ave desconocida volaba delante de nosotros.
Yo fui abandonado a mis propios recursos en un
litoral cenagoso, desde donde se veía, a breve distancia, un
monumento consagrado a las furias.
Yo descubrí el nombre del sitio recordando
una lamentación de Orestes.
Defendí una vez más las cenizas del
maestro y espanté la turba de las mujeres encarnizadas,
simulando, desde una arboleda, rugidos salvajes. Yo esperaba sufrir de
un momento a otro el desquite de aquella estratagema.
La mujer subió conmigo dentro de la nave y
llamó despóticamente a su servicio las fieras del mar,
ocultas en los arrecifes. Los marinos se entendieron con la mirada y
escogieron un rumbo nuevo. El sol trazó varias veces el arco de
su carrera sobre el circuito de las aguas. Un ave desconocida volaba delante de nosotros.
Yo fui abandonado a mis propios recursos en un
litoral cenagoso, desde donde se veía, a breve distancia, un
monumento consagrado a las furias.
Yo descubrí el nombre del sitio recordando
una lamentación de Orestes.
La mujer subió conmigo dentro de la nave y
llamó despóticamente a su servicio las fieras del mar,
ocultas en los arrecifes. Los marinos se entendieron con la mirada y
escogieron un rumbo nuevo. El sol trazó varias veces el arco de
su carrera sobre el circuito de las aguas. Un ave desconocida volaba delante de nosotros.
Yo fui abandonado a mis propios recursos en un
litoral cenagoso, desde donde se veía, a breve distancia, un
monumento consagrado a las furias.
Yo descubrí el nombre del sitio recordando
una lamentación de Orestes.
Yo fui abandonado a mis propios recursos en un
litoral cenagoso, desde donde se veía, a breve distancia, un
monumento consagrado a las furias.
Yo descubrí el nombre del sitio recordando
una lamentación de Orestes.
Yo descubrí el nombre del sitio recordando
una lamentación de Orestes. | es |
Arciniegas,Ismael_Enrique | <XXI | En_El_Alto_Magdalena | Bochorno. En la noche cálida
El barco cruje subiendo,
Y en el río va cayendo
De la luna la luz pálida.
Se abanican los palmares
En las orillas del río,
Y vienen desde el bohío
Del leñador los cantares.
El ocaso se arrebola
Con vaga fosforescencia,
Y se escucha la cadencia
De un tiple y una bandola.
Todo el barco so estremece;
Y mientras la noche sueña,
Con las chispas de la leña
La chimenea florece.
Doquiera, calor de horno;
Vibra lejos una copla,
Y ni una aura fresca sopla
De la noche en el bochorno.
Entre el verde matorral
La luz de cocuyos brilla,
Y aduerme, desde la orilla,
El rumor del platanal.
Deja el barco leves huellas,
Y van las chispas subiendo,
Y las chispas van cayendo
Como una lluvia de estrellas. | es |
Ravizzi,Marta | XXI | Esa_Primavera... | En la primavera de los verdes años,
de aquellos años del asombro nuevo,
cuando en los ojos vivía el encanto
y cuando los labios reían sin miedo.
En la primavera de los quince años,
cuando se descubre la dicha de un beso.
¡O cuando comienzan las primeras lágrimas
que lloran amores que no han sido nuestros!
En la primavera de hace tanto tiempo...
En la que aprendimos a crecer creyendo.
La que regalaba las flores primeras,
aquellas que nunca después florecieron.
Es la primavera que evocan mis versos,
y que al recordarla, tal vez son ingenuos.
¡Porque fue en aquella, en la que aprendimos
que la vida puede valer solo eso! | es |
Hahn,Óscar | <XXI | Nunca_Se_Sabe | En un barrio cualquiera
en el trabajo
en la universidad
hay un individuo que parece
perfectamente normal
un buen ciudadano
un estudiante más
un padre de familia
que cumple con sus deberes
y duerme tranquilo
Él no sabe
que en otras condiciones
en otro tiempo
en otras circunstancias
podría ser
un informante
de la policía secreta
un censor de libros
un torturador
Pero ahí está
muy cerca suyo
o quizás es usted mismo
o el que lee este poema
o el que lo escribe | es |
Pardo_García,Germán | <XXI | Cátedra_Celestial,_En_Salamanca | Cátedra celestial, en Salamanca,
la ciudad silenciosa y amarilla.
Fray Luis desde el madero de su silla
al orbe escuchador himnos arranca.
El aire es amarillo. En una banca
la cantera con polvo. La escobilla
de un obrero la bruñe, y cuando brilla
la piedra es gloria cenital y blanca.
Se escucha divinísimo aleteo
de arcángeles y de ángeles que veo
llevar el sayo de Fray Luis. El día
florece azul en la ciudad abierta,
y allá sobre la cátedra desierta
los ángeles anuncian la Alegría. | es |
Nava,Jessica | XXI | Un_Día | Un día me hiciste creer que ibas a amarme,
Me juraste que no habrías de abandonarme.
Quisiste besarme cuando no podía apartarme de tu pensamiento,
Me hiciste prisionera de tu vida y de tu corazón.
Ahorcaste lo que más quiero de mí y lo hiciste tuyo en
una mirada.
Ahora recorro libros de poesía,
Buscando la razón
De que los hombres ingratos hagan suyos los corazones incautos
Buscando la lógica de ese amor y desamor que se sufre.
Tanto he leído ya y en ningún sitio encontré
la fórmula para enmendar un corazón roto.
Pero sí hallé muchas para romperlo.
Encontré la fórmula perfecta para embotellar el odio y
perfumar la venganza
Tantos frascos con fórmulas hechas palabras,
Tantas cosas que decir y muy pocos husos e hilos con los qué zurcir. | es |
Torres_Bodet,Jaime | <XXI | La_Primavera_De_La_Aldea | La primavera de la aldea
bajó esta tarde a la ciudad,
con su cara de niña fea
y su vestido de percal.
Traía nidos en las manos
y le cantaba el corazón
como en los últimos manzanos
el trino del primer gorrión.
Tenía, como los duraznos,
de nieve y rosa hecha la piel
y sobre el lomo de los asnos
llevaba su panal de miel.
A la ciudad, la primavera
trajo del campo un suave olor
en las tinas de la lechera
y los jarros del aguador... | es |
Flórez,Julio | <XXI | Incomparable_Fuiste,_Por_Lo_Austero_Y_Lo_Sano | Incomparable fuiste, por lo austero y lo sano;
la luz desparramaste de tu sabiduría:
como con una antorcha, con la ciencia, con la mano,
disipando tinieblas, recorriste la vía.
De nuestra Madre Patria
yo vengo en nombre, hermano,
a despedirte, porque, tú siempre, experto guía,
¡la honraste con tus triunfos! El pueblo colombiano,
como el salvadoreño, te admiraba y quería.
Duerme en paz tu gran sueño
mientras las oraciones
de la fe, por ti vuelan, a la impasible altura,
desde el fondo de tantos sencillos corazones.
Dichoso tú que, lejos de dejar amargura
en las almas, tan solo dejaste bendiciones:
Bendiciones que hoy llegan hasta tu sepultura. | es |
Álvarez_Quintero,Hermanos | <XXI | También_Después_De_Una_Pelea | También después de una pelea
hay un cuartito de hora bueno
en que el cariño saborea
la miel que sale del veneno. | es |
Pombo,Rafael | <XXI | En_Vuestro_Bello_Tratado | En vuestro bello tratado
Sobre Bochinchografía
Se os ha tan sólo escapado
Decir la etimología
De ese término endiablado.
Voy tras della, y puede ser
Que mi escalpelo la trinche,
Debiéndola conocer
Uno a quien tocó nacer
Compatriota del Bochinche.
En la parla de Castilla
Llamose un tiempo bochín
Al verdugo o tío cuchilla:
¿ No será de tal semilla
Que plaga tal salió al fin?
Chupa sangre, en mi sentir
No hay quien mejor muerda y pinche
(Y en eso, como en cundir
Y en no dejarnos dormir
Entra en el género chinche).
La prole de aquel sayón
Gánale acaso en traviesa
Y es de genio más gritón,
Pero ambos, sin discusión,
Son animales de presa.
Si el bochín fue personaje
En nuestros albores regios,
Hoy, cuando no hay vasallaje,
Su bochinchero linaje
Goza de más privilegios.
No mata en nombre de rey,
Y aun por ley «a nadie mata»
Pero embochincha la grey
Y mata pronto a la ley
Y al que por la ley combata.
Eran carne del bochín
Hereje, rebelde y malo:
¡Desagradable festín!
Bochinche menos ruin
Se trata con más regalo.
No gasta el tal cazador
Su pólvora en gallinazos,
Como con tanto primor
Lo enseña el historiador
De Berrueco y sus balazos.
Siendo verdugo el bochín
La cola che puesta al fin
Debe de darle más jugo:
Es cola de mandarín
Y hace un mandón del verdugo;
Porque como el rabo che
Es el francés chef sin efe,
Como Joseph es José,
El bochinche bien se ve
No es más que verdugo en jefe.
Y en efecto lo probó
La historia de todo yugo:
Nación que se embochinchó
Por resulta siempre dio
La férula del verdugo.
Bochinche la Irlanda fue,
Polonia se hizo bochinche:
¿Por qué asombrarnos que esté
Una y otra bajo el pie
De tanto sayón compinche?
¿Y no es el bochinche el coco
Que hizo de un simplón o un loco
Un tercer Napoleón?
¿Ayer no fue su escalón
Y hoy sostén del zorrocloco?
Y entre nosotros ¿qué fruto
Da el bochinche? Hacernos fleco,
Intervenciones, tributo
Y el mando asqueroso y bruto
De algún héroe a la Berrueco.
Por dicha, cualquier nación
En cuya sangre hay bochinche
Es caballo muy bribón
Y sacudirá al mandón
Que con más arte lo cinche.
Mas después, ¿quién del veneno
La enferma sangre exonera?
¿Qué viaje largo y sereno
Hará un caballo sin freno
Montado a usanza llanera?
¡Y llamamos democracia
A esa bochincherocracia
Lidiando por el botín,
Do el bochinchero se sacia
Y el pueblo paga el festín!
No es la necia ineptitud
Ni es la infeliz multitud
Quien gobierna en nuestra casa;
Esta, en su humilde virtud,
Ni sabe lo que le pasa.
Son doctores sapientísimos
En su especial facultad
Del bochinche; habilidad
Que hace progresos tantísimos
En tanta universidad.
Y esos ilustres doctores
Nunca pierden: algún lío
Recompensa sus labores,
Pues siempre a revuelto río
Ganancia de pescadores.
¿Qué le daña que después
Gozoso el bridón relinche
Libre de incómodo arnés?
¿ No han de apañar otra mies
En el próximo bochinche?
Fuerzas del bochinche: el ocio
E ignorancia popular
Que aun sabios del Equinoccio
Ignoran que haya un negocio
Mejor que el de embochinchar.
Cuando aquellas pobres gentes,
Que esas pérfidas serpientes
Nutren de bárbara hiel
Sepan que hay cierto papel
Llamado precios corrientes,
Y que a peso de oro, el mundo
Paga el añil, la vainilla,
La quina, la cochinilla,
La zarza, que el rancho inmundo
Invade audaz y acribilla;
Cuando sepan qué millones,
Qué palacios nuestros frutos
Van a alzar a otras naciones;
Cuando ellos se matan, ¡brutos!
Por zánganos y ladrones,
Y que, en paz, cualquier gañán
O arriero de nuestra tierra
Tiene más seguro el pan
Que mucho idiota holgazán
Que nació lord de Inglaterra:
Entonces, apenas abra
La hambrienta boca el gritón
Y diga media palabra
Sobre salvar la nación
Que él y sólo él descalabra,
A piedra y palo en tropel
Le caerán nuestros gañanes
Y lo izarán a un cimbel
Para espantar gavilanes
Menos gavilanes que él.
Con la leche que mamamos
(Ya embochinchada en Castilla)
Y con tantos nuevos amos
Que en gratitud trasplantamos
De la campaña a la silla.
Teníamos material
Para el bochinche, y de sobra;
Mas no: faltaba el final,
El descuajo radical
Que redondeara la obra.
Siendo el embochinchamiento
Un derecho de natura,
Papá del pronunciamiento
Ya era falta de cordura
Diferir el sacramento.
Llegó la Federación,
Que como el nombre lo expresa,
Es la fe de la ración
Que a cada conmilitón
Le ha de tocar de la presa.
El bochinche quedó así
Legalizado y perfecto;
Y nada, a partir de allí,
Podrá sorprenderme a mí
Ni al bochinchero arquitecto.
Y por más, ¡oh patria mía!
Que el legislador te finche
Con tanta soberanía,
No eres más, desde aquel día
Que un soberano bochinche.
Bochinchografía
bochín
chinche
bochín
che
che
chef
Intervenciones
a la Berrueco
precios corrientes,
soberanía, | es |
Boscán,Juan | <XXI | Soneto_Liv | Ha tanto ya que mi desdicha dura,
que en esto solo tuve mi esperanza;
esperé de fortuna su mudanza,
que por mí no negara su natura.
Entendióme, yo pienso, la ventura,
y ha tornado al revés mi confianza;
que por tenerme siempre so la lanza,
firme se ha hecho, y de su ser no cura.
Para bien destruirme, se destruye;
deja de ser, por ser contra mí fuerte;
sus leyes naturales en mí vence.
Pensé do no hay razón, que hubiera suerte;
agora sé que el mundo ya me huye;
y es fuerza que otro mundo se comience.
Entendióme, yo pienso, la ventura,
y ha tornado al revés mi confianza;
que por tenerme siempre so la lanza,
firme se ha hecho, y de su ser no cura.
Para bien destruirme, se destruye;
deja de ser, por ser contra mí fuerte;
sus leyes naturales en mí vence.
Pensé do no hay razón, que hubiera suerte;
agora sé que el mundo ya me huye;
y es fuerza que otro mundo se comience.
Para bien destruirme, se destruye;
deja de ser, por ser contra mí fuerte;
sus leyes naturales en mí vence.
Pensé do no hay razón, que hubiera suerte;
agora sé que el mundo ya me huye;
y es fuerza que otro mundo se comience.
Pensé do no hay razón, que hubiera suerte;
agora sé que el mundo ya me huye;
y es fuerza que otro mundo se comience. | es |
Altolaguirre,Manuel | <XXI | Hoy_Quisiera_Ser_Ciego | Hoy quisiera ser ciego
y recorrer el mundo
pensando que eres tú.
En esta noche estás inacabable
y no te ven mis ojos.
No sé cómo terminas
ni hasta dónde,
qué miembros nuevos se te agregan;
si piensas con tu frente,
si con el mar me quieres,
¿te acordarás de mí
con los astros distantes?
En caricias me baño.
Formas nuevas y tuyas,
líquidas, a mi cuerpo
se ciñen como el aire.
¿Eres tú? ¿Son los pliegues
de tu aliento que cuelga
largo, para envolverme?
¿Eres tú, traspasada,
cóncava para mí,
morada mía,
sangrando una invisible calentura?
Ciego de amor, oscuro,
¿dónde estoy?
Tú estás aquí,
en los altos pensamientos.
Mis pensamientos,
pueden llover sobre los campos,
pueden ensombrecer a las ciudades.
Eres sol de mi cielo,
vestida estás conmigo,
te desnudas de mí,
devoras con tu fuego.
Por pequeña que sea una distancia
se puede dividir.
Eres profunda.
Dentro y fuera te quiero,
siendo ardor,
siendo luz,
siendo memoria,
siendo recuerdo,
con toda mi alma;
con todos los montes,
con el enorme peso
del mundo donde vives. | es |
Ventaja,Néstor | XXI | Mareas_Del_73 | Alquimias de un negro
líquido ulcerante una
sobre otra pitadas
de utopía febril.
Cada mesa paría
paraísos chorreando,
del cordón umbilical
las palabras cuchillo.
Orgía de impaciencia a pura
voluntad liberada
estrenamos pieles
hasta quedar en carne.
Cuentos de hadas
de la edad de la razón, estar
dispuesto a morir
por una causa encerraba
(mamushka traidora)
la resolución de matar;
el futuro
indefectiblemente nuestro
tan poco
antes de después.
Cada mesa paría
paraísos chorreando,
del cordón umbilical
las palabras cuchillo.
Orgía de impaciencia a pura
voluntad liberada
estrenamos pieles
hasta quedar en carne.
Cuentos de hadas
de la edad de la razón, estar
dispuesto a morir
por una causa encerraba
(mamushka traidora)
la resolución de matar;
el futuro
indefectiblemente nuestro
tan poco
antes de después.
Orgía de impaciencia a pura
voluntad liberada
estrenamos pieles
hasta quedar en carne.
Cuentos de hadas
de la edad de la razón, estar
dispuesto a morir
por una causa encerraba
(mamushka traidora)
la resolución de matar;
el futuro
indefectiblemente nuestro
tan poco
antes de después.
Cuentos de hadas
de la edad de la razón, estar
dispuesto a morir
por una causa encerraba
(mamushka traidora)
la resolución de matar;
el futuro
indefectiblemente nuestro
tan poco
antes de después.
el futuro
indefectiblemente nuestro
tan poco
antes de después.
tan poco
antes de después. | es |
Cadalso,José | <XXI | Injuria_El_Poeta_Al_Amor | Amor, con flores ligas nuestros brazos;
los míos te ofrecí lleno de penas,
me echaste tus guirnaldas más amenas,
secáronse las flores, vi los lazos,
y vi que eran cadenas.
Nos guías por la senda placentera
al templo del placer ciego y propicio;
yo te seguí, mas viendo el artificio,
el peligro y tropel de tu carrera,
vi que era un precipicio.
Con dulce copa al parecer sagrada,
al hombre brindas, de artificio lleno;
bebí; quemose con su ardor mi seno;
con sed insana la dejé apurada
y vi que era veneno.
Tu mar ofrece, con fingida calma,
bonanza sin escollo ni contagio;
yo me embarqué con tal falaz presagio,
vi cada rumbo que se ofrece al alma,
y vi que era un naufragio.
El carro de tu madre, ingrata diosa,
vi que tiraban aves inocentes;
besáronlas mis labios imprudentes,
el pecho me rasgó la más hermosa
y vi que eran serpientes.
Huye Amor, de mi pecho ya sereno,
tus alas mueve a climas diferentes,
lleva a los corazones imprudentes
cadenas, precipicios y veneno,
naufragios y serpientes. | es |
Rébora,Marilina | <XXI | Señor,_Siempre_Te_Veo_Con_Los_Ojos_De_Niña | Señor, siempre te veo con los ojos de niña:
primero en el pesebre, aureolado de ovejas;
en lo alto, la estrella, que sus reflejos guiña
sobre el burro y el buey al mover las orejas.
Hombre, vas por montaña, y por valle y campiña,
curando enfermos graves que bordan las callejas,
la triste multitud que al oírte se apiña,
y encima de las aguas caminando te alejas.
Al final, te imagino, arriba, entre las nubes,
centro de los arcángeles con extendidas alas;
en macizo de flores —azucenas y calas—
se abren las estrellas, por donde al Cielo subes.
Aunque me ves en casa, jugando sobre el piso
y sonriendo desciendes hacia mí, de improviso. | es |
Cruz,Juana_Inés_de_la | <XXI | Nueva_Alabanza_Del_Hecho_Mismo | Intenta de Tarquino el artificio
a tu pecho, Lucrecia, dar batalla;
ya amante llora, ya modesto calla,
ya ofrece toda el alma en sacrificio.
Y cuando piensa ya que más propicio
tu pecho a tanto imperio se avasalla,
el premio, como Sísifo, que halla,
es empezar de nuevo el ejercicio.
Arde furioso, y la amorosa tema
crece en la resistencia de tu honra,
con tanta privación más obstinada.
¡Oh providencia de Deidad suprema!
¡Tu honestidad motiva tu deshonra,
y tu deshonra te eterniza honrada! | es |
Melgar_Becerra,Juan_Miguel | XXI | Ha_Muerto_Nuestra_Juventud_Sobre_Las_Rosas | Ha muerto nuestra juventud sobre las rosas.
Era de día. Nos miramos al marchar,
pero nos fuimos oscureciendo, nosotros dos,
por caminos diferentes.
Yo te pregunté si me querías.
¿Qué pensabas?
¿Que te llevaría volando a las nubes?
¿Que te sorprendería la mañana entre mis brazos?
No pude alcanzarte más estrellas,
pero tú seguías delirando.
Pensabas que eras amiga de Venus.
Una diosa fraternal y graciosa.
Que al mirarte, te amaría. Olvídalo.
Ha muerto nuestra juventud sobre las rosas. | es |
Carriedo,Gabino-Alejandro | <XXI | Recomendaciones_Para_Domesticar_A_Un_Avestruz | Primero se le coge de una pata,
luego se le propina un puntapié,
más tarde se le da un terrón de azúcar
y acto seguido pan y leche y palos.
Transcurridos seis meses por lo menos
diciendo abracadabra se le cuelga
de un árbol muy frondoso de tal guisa
que pasar pueda ver los autobuses.
Después de encomendarle a San Pancracio
—patrono de las aves de corral—,
se le cortan las alas, se le pinta
de amarillo y azul la cresta y basta.
Y a esperar, esperar... Todo en la vida
ya sabemos que es cosa de paciencia.
Si esto hacéis, yo os prometo que algún día
podréis llevar a un avestruz al cine.
Transcurridos seis meses por lo menos
diciendo abracadabra se le cuelga
de un árbol muy frondoso de tal guisa
que pasar pueda ver los autobuses.
Después de encomendarle a San Pancracio
—patrono de las aves de corral—,
se le cortan las alas, se le pinta
de amarillo y azul la cresta y basta.
Y a esperar, esperar... Todo en la vida
ya sabemos que es cosa de paciencia.
Si esto hacéis, yo os prometo que algún día
podréis llevar a un avestruz al cine.
Después de encomendarle a San Pancracio
—patrono de las aves de corral—,
se le cortan las alas, se le pinta
de amarillo y azul la cresta y basta.
Y a esperar, esperar... Todo en la vida
ya sabemos que es cosa de paciencia.
Si esto hacéis, yo os prometo que algún día
podréis llevar a un avestruz al cine.
Y a esperar, esperar... Todo en la vida
ya sabemos que es cosa de paciencia.
Si esto hacéis, yo os prometo que algún día
podréis llevar a un avestruz al cine. | es |
Peña_del_Bosque,Leopoldo | XXI | En_El_Rincón_Del_Recuento | En el rincón del recuento,
Guardo una pena alevosa.
Sigue en vigilia en mi mente,
Ese recuerdo que añoro.
Y se arrebola en la noche,
Y no se duerme de día
Ni muere como el silencio
Cuando se ahoga entre el llanto.
Así se extraña a quien amas.
Así se sufre la ausencia
Hay corazones que abrigan,
Los hados de los difuntos.
La luna que vende ausencias
Conmigo se ha prodigado,
Haciendo con mis recuerdos
Un río que no ha secado.
Y el sol pardo de invierno
Seguido se me hace largo.
Como esos soles perpetuos
Que se derrochan en junio. | es |
Sánchez-Rojas,Patricio | XXI | Sobre_La_Grava_Azul_De_Canet_Plage_Busco | Sobre la grava azul de Canet Plage busco
el sonido del albatros. No sé si es Ezra Pound
quien en lontananza me hace señas, hoy vivo por
la estrella de otros versos; en el botón de mi
solapa han cagado unos pájaros.
La noche ha sido larga, poco he dormido,
las olas de este mar mediterráneo golpéanme
incesantes los pies con sus martillos, mas, no deseo
esperar a que transidos pescadores me socorran,
y por lo mismo he de liberarme de la sal dormida
en mi cuerpo.
Extrañamente no puedo respirar como es
costumbre en los poetas, mover estas arenas sería
delatarme. Cuán frío es el aire sobre mis párpados
secos.
(Mar. Tu imantado corazón nunca termina de latir.
Un sorbo beberé de tu ambrosía en un vaso de
cristal guarnecido de zafiros). | es |
Cisneros_Rivera,Hugo_Oswaldo | XXI | Las_Palabras_Se_Esfuman_Como_Hojas_Calcinadas | Las palabras se esfuman como hojas calcinadas
El suelo grita clemencia en el verano
Solo así penetro en ti, vuelo atrás de las alas
Hasta la eternidad y recuérdame como una pesadilla
Tu mirada, observó el infinito
En ti veo la entrada a la eternidad
Minifaldas de menta, bombones de chicas
Una niña llamada
Solo Así sobrevivir
Solo así morir
Pronto acabará el dolor
Estoy solo, lloro eternamente
Escucho el silencio apagándose
Camino sobre la piel del reptil
a través de sus escamas
Mirando la vida como se apaga
Observas alrededor del todo
Estacionas tu mente inclinada
Observas morir a todos
Y no puedes hacer nada
Viajamos por constelaciones
A nuestra llegada nos esperan
Se observan los fuegos de
Bienvenida, hemos muerto
El dolor acabo, despierta
Ya llegamos, no, seguimos
En camino, un camino
Sin fin, pasamos al otro lado
No dices la verdad cuando me mientes?
Ojos comiendo luz
Las aves vuelan
Lentamente, hacia el infinito
Llegando al tiempo.
Oscurece lentamente
Los gatos se lamen
Las patas, limpiando
Su única pureza
Cierra los ojos
Las almas sin mente
Quemándose en un infierno
Lleno de nieve.
La serpiente rapta
A través del bosque
Lleno de niebla,
Que cubre sus ojos.
¿Puede ver lo que
Esta ocurriendo?
¿Sientes como saltas
Al vacío y no regresas?
Corres por las espesas cenizas,
Que cubren el cielo
Maravillosa oscuridad
Se pierde el sentido. | es |
Heredia,José_María | <XXI | ¡Libertador!_Si_De_Mi_Libre_Lira | ¡Libertador! Si de mi libre lira
Jamás el eco fiero
Al crimen halagó ni a los tiranos,
Escucha su himno de loor que inspira,
Ferviente admiración. Alto, severo
Será por siempre de mi voz el tono.
Sí, columna de América: no temo
Al cantar tus hazañas inmortales
Que me escuchen los genios eglestiales,
Y juzgue el Ser Supremo.
¿Qué era, decid, el vasto continente
Que Colón reveló? Bajo la saña
De la terrible España
Tres centurias gimió su opresa gente
En estéril afán, en larga pena,
En tinieblas mentales y cadena.
Mas el momento vencedor del hado
Al fin llegó; los hierros se quebrantan,
El hombre mira al sol, osado piensa,
Y los pueblos de América, del mundo
Sienten al fin la agitación inmensa,
Y osan luchar, y la victoria cantan.
Bella y fugaz aurora
Lució de libertad. Desastre inmenso
Cubrió a Caracas de pavor y luto.
Del patriótico afán el dulce fruto
Fatal superstición seca y devora.
De libertad sobre la infausta ruina
Más osado y feroz torna el tirano,
Y entre la gran desolación, insano
Amenaza y fulmina.
Pero Bolívar fue. Su heroico grito
Venganza, patria y libertad aclama.
Venezuela se inflama,
Y trábase la lucha
Ardua, larga, sangrienta,
Que de gloria inmortal cubre a Bolívar
En diez años de afán. La fama sola
A la prosperidad los triunfos cuenta
Que le vio presidir, cuando humillaba
La feroz arrogancia,
La pujanza española,
Y su genio celebra y su constancia.
Una vez y otra vez roto y vencido,
De su patria expelido,
Peregrino en la tierra y Oceano,
¿Quién le vio desmayar? El infortunio
Y la traición impía
Se fatigaron por vencerle, en vano.
Su genio inagotable
Igualaba el revés a la victoria,
Y le miró la historia
Empapar en sudor, llenar de fama,
Del Golfo Triste al Ecuador sereno,
Del Orinoco inmenso al Tequendama.
¡Bolívar inmortal! ¿Qué voz humana
Enumerar y celebrar podría
Tus victorias sin fin, tu eterno aliento?
Colombia independiente y soberana
Es de tu gloria noble monumento.
Del vil polvo a tu voz, robusta, fiera,
De majestad ornada,
Ella se alzó, como Minerva armada
Del cerebro de Júpiter saliera.
Mas a tu ardor sublime
No bastan ya de Araure y Carabobo,
Liberta al Perú volor te ordena.
De Boyacá y de Quito los laureles.
La espada ardiente que tu mano esgrime,
Rayo al poder de España,
Brilla donde su saña
A servidumbre o destrucción condena
La familia del sol, en cuyo templo
Inexorable y fiera
Alzaba ya la Inquisición su hoguera.
Entre guerra civil e iberas lanzas
Aquel pueblo infeliz vacila triste,
Cuando el poder dictatorial te viste,
Y te manda salvar sus esperanzas.
La discordia feroz huye aterrada,
El sumiso Perú tu genio adora,
Y de venganza y libertad la aurora
Luce en Junín al brillo de tu espada.
Tu espíritu feliz a Sucre llena;
Y un mundo por tu genio libertado
En Ayacucho al fin ve destrozado
El postrer eslabón de su cadena.
Allí el ángel de América la vista
Dilata por sus llanos
Desde la nube umbrosa en que se asienta
Y con terror involuntario cuenta
Seis mil patriotas y diez mil tiranos.
Mas eran los patriotas colombianos,
Alumnos de Bolívar y la gloria;
Tu generoso ardor los abrasaba,
Y fue suyo el laurel de la victoria.
Allí termina la inmortal campaña,
Y al colombiano pabellón glorioso,
Sangriento y polvoroso
Cede y se humilla el pabellón de España.
¡Libertad a la patria de los Incas!
¡Libertad de Colón al hemisferio!
¡Lauro al Libertador! Del Cuzco antiguo
Las vírgenes preciadas,
Libres del afrentoso cautiverio,
Himnos de triunfo entonan a Bolívar.
Los pueblos que feliz libra y aduna
Manco nuevo le llaman,
Y con ardiente gratitud le aclaman
El genio de la guerra y la fortuna.
Y resuena su voz, y soberana
Se alza Bolivia bella,
Y añádese una estrella
A la constelación americana.
¡Numen restaurador! ¿Qué gloria humana
Puede igualar a tu sublime gloria?
¡Oh Bolívar divino!
Tu nombre diamantino
Rechazará las olas con que el tiempo
Sepulta de los reyes la memoria;
Y de tu siglo al recorrer la historia
Las razas venideras,
Con estupor profundo
Tu genio admirarán, tu ardor triunfante,
Viéndote sostener, sublime Atlante,
La independencia y libertad de un mundo.
¿Y tan brillante gloria
Eclipsárase al fin?... Letal sospecha
En torno de tu frente revolando
Empaña su esplendor: yacen las leyes
Indignamente holladas,
Sin ser por ti vengadas.
La patria y la virtud su estrago gimen:
Triunfa la rebelión, se premia el crimen.
¡Libertador! ¡y callas...! ¿Cuándo insano
Truena un rebelde, ocioso
El rayo vengador yace en tu mano?
¿Y ciñes a un faccioso
Tu espada en galardón...? A error tan triste
Permite a mi dolor que corra un velo.
Si patria no ha de haber, ¿por qué venciste?
¡Ay! los reyes dirán con burla impía
Que tantos sacrificios fueros vanos,
Y que sólo extirpaste a los tiranos
Para ejercer por ti la tiranía.
Cual cometa serás, que en tu carrera
Por la atracción del sol arrebatado
Se desliza en el éter, y abrasado
Se pierde al fin en su perenne hoguera.
¿Contra la libertad entronizada
Por tu constante generoso brío,
Esgrimirás impío
De Carabobo y de Junín la espada?
Cuando tu gloria el universo abarca,
Libertador de esclavos a millones,
Creador de tres naciones,
¿Te querrás abatir hasta monarca?
¡Vuelve los ojos!... A Iturbide mira
Que de Padilla en la fatal arena
Paga de su ambición la dura pena,
Y como un malhechor sangriento expira;
Y pálido, deforme, le recibe
El suelo que libró, que le adoraba,
Y cívica apoteosis le guardaba,
En vez de vil, ignominiosa muerte.
Más alta que la suya fue tu suerte,
Muy más largo tu afán, mayor tu gloria.
¿A tu inmortal carrera
Con lágrimas y sangre
Un fin igual recordará la historia?
Después que al orbe atónito dejaste
Con tu sublime vuelo,
Brillante Lucifer, ¿caerás del cíelo?
Jamás impunemente
Al pueblo soberano
Pudo imponer un héroe ciudadano
El sello del baldón sobre la frente.
El pueblo se alza, y su voraz encono
Sacrifica al tirano,
Que halla infamia y sepulcro en vez de trono.
Así desvanecerse vio la tierra
De Napoleón y de Agustín la gloria,
Y prematura tumba los encierra,
Y la baña con llanto la Victoria.
¡Hijo de Libertad privilegiado
No a su terrible majestad atentes,
Ni a nuestro asombro y lástimas presentes
Un laurel fulminado!...
salvar sus esperanzas. | es |
Borges,Jorge_Luis | <XXI | La_Busca | Al término de tres generaciones
vuelvo a los campos de los Acevedo,
que fueron mis mayores. Vagamente
los he buscado en esta vieja casa
blanca y rectangular, en la frescura
de sus dos galerías, en la sombra
creciente que proyectan los pilares,
en el intemporal grito del pájaro,
en la lluvia que abruma la azotea,
en el crepúsculo de los espejos,
en un reflejo, un eco, que fue suyo
y que ahora es mío, sin que yo lo sepa.
He mirado los hierros de la reja
que detuvo las lanzas del desierto,
la palmera partida por el rayo,
los negros toros de Aberdeen, la tarde,
las casuarinas que ellos nunca vieron.
Aquí fueron la espada y el peligro,
las duras proscripciones, las patriadas;
firmes en el caballo, aquí rigieron
la sin principio y la sin fin llanura
los estancieros de las largas leguas.
Pedro Pascual, Miguel, Judas Tadeo...
Quién me dirá si misteriosamente,
bajo este techo de una sola noche,
más allá de los años y del polvo,
más allá del cristal de la memoria,
no nos hemos unido y confundido,
yo en el sueño, pero ellos en la muerte. | es |
Basso,Cristián | XXI | Lamer_O_Lenguarse | Lamer o lenguarse
las pieles nocturnas
hasta hallar a Neptuno.
Romper la avidez.
Conquistar la explosión.
Boca, bocas, buscas, barcos:
No cesar de repetir
hasta anunciarse en sueños
y esquivar los rancios dedos
de la muerte. | es |
Ruiz,Juan | <XXI | Porque_Santa_María,_Segund_Que_Dicho_He | Porque Santa María, segund que dicho he,
es comienço e fyn del bien, tal es mi fe,
fizle quatro cantares, e con tanto faré
punto a mi librete; mas non le çerraré.
Buena propiadat ha, do quiera que se lea,
que sy l' oyere alguno, que tenga muger fea,
o sy muger le oyere, que su ome vil sea,
faser a Dios serviçio en punto lo desea:
Desea oyr misas e faser oblaçiones,
desea dar a pobres bodigos e rraçiones,
faser muncha lymosna e desyr oraçiones:
Dios con esto se sirve, bien lo vedes, varones.
Qualquier ome, que l' oya, sy bien trobar sopiere,
puede más añedir e enmendar si quisiere.
Ande de mano en mano: qualquier que lo pediere.
Como pella las dueñas, tómelo quien podiere.
Pues es de Buen Amor, enprestadlo de grado:
no l' negedes su nonbre ni l' dedes rrehertado,
no l' dedes por dinero vendido nin alquilado;
ca non ha grado nin graçia el Buen Amor conplado.
Ffizvos pequeño lybro de testo; mas la glosa
non creo que es pequeña; ante es muy gran prosa:
que sobre toda fabla s' entyende otra cosa,
syn lo que se alega en la rasón fermosa.
De la santidat mucha es muy grand liçionario;
mas de juego e de burla es chico breviario.
Por ende fago punto e çierro mi armario:
séavos chica burla, solaz e letuario.
Señores, hevos servido con poca sabidoría:
por vos dar solás a todos fablévos en jograría.
Yo un galardón vos pido: que por Dios en rromería
digades un Pater noster por mí e Ave María.
Era de mill e tresientos e ochenta e un años
fue conpuesto el rromançe, por muchos males e daños,
que fasen muchos e muchas a otras con sus engaños,
e por mostrar a los synples fablas e versos estraños. | es |
Juarroz,Roberto | <XXI | Quinta_Poesía_Vertical._Número_4 | El mundo es el segundo término
de una metáfora incompleta,
una comparación
cuyo primer elemento se ha perdido.
¿Dónde está lo que era como el mundo?
¿Se fugó de la frase
o lo borramos?
¿O acaso la metáfora
estuvo siempre trunca? | es |
Altamirano,Ignacio_Manuel | <XXI | ...Aún_Diviso_Tu_Sombra_En_La_Ribera | ...Aún diviso tu sombra en la ribera,
Salpicada de luces cintilantes,
Y aún escucho a la turba vocinglera
De alegres y despiertos habitantes,
Cuyo acento lejano hasta mi oído
Viene el terral trayendo, por instantes.
Dentro de poco ¡ay Dios! Te habré perdido,
Última, que pisara cariñoso
Tierra encantada de mi Sur querido.
Me arroja mi destino tempestuoso,
¿Adónde? No lo sé; pero yo siento
De su mano el empuje poderoso.
¿Volveré? Tal vez no; y el pensamiento
Ni una esperanza descubrir podría
En esta hora de huracán sangriento.
Tal vez te miro el postrimero día,
Y el alma que devoran los pesares
Su adiós eterno, desde aquí te envía.
Quédate pues, ciudad de los palmares,
En tus noches tranquilas arrullada
Por el acento de los roncos mares.
Y a orillas de tu puerto recostada,
Como una ninfa en el verano ardiente
Al borde de un estanque desmayada.
De la sierra el dosel cubre tu frente,
Y las ondas del mar siempre serenas
Acarician tus plantas dulcemente.
¡Oh suerte infausta! me dejaste apenas
De una ligera dicha los sabores,
Y a desventura larga me condenas.
Dejarte ¡oh Sur! acrece mis dolores,
Hoy que en tus bosques quédase escondida
La hermosa y tierna flor de mis amores,
Guárdala ¡oh Sur! y su existencia cuida,
Y con ella alimenta mi esperanza,
¡Porque es su aroma el néctar de mi vida!
Mas ya te miro huir en lontananza
Oigo alegre el adiós de extraña gente,
Y el buque, lento en su partida avanza.
Todo ríe en la cubierta indiferente;
Sólo yo con el pecho palpitando,
Te digo adiós con labio balbuciente.
La niebla de la mar te va ocultando;
Faro, remoto ya, tu luz semeja;
Ruge el vapor, y el Leviathan bramando
Las anchas sombras de los montes deja.
Presuroso atraviesa la bahía,
Salva la entrada y a la mar se aleja;
Y en la llanura lóbrega y sombría
Abre en su carrera acelerada
Un surco de brillante argentería.
La luna, entonces, hasta aquí velada,
Súbita brota en el zafir desnuda,
Brillando en alta mar. ¡Mi alma agitada
Pensando en Dios, la inmensidad saluda! | es |
Impaglione,Gabriel | XXI | Primer_Jornal | He visto ayer, tal vez de mañana,
cerca de una hora precisa de pan caliente
todavía, al hombre que pasaba
con sus hijos en la boca.
Rodaba en su bicicleta sobre un hilo
de regreso urgente.
O volvía a llevar la misma mirada de imposibles
rota.
A dejarla en la cocina como una medalla,
un trofeo astillado, un punto de partida.
Cargaba una bolsa redonda, hinchada
de almuerzo y las manos en los brazos
y los brazos en los hombros
y los hombros rematando la ancha espalda
transpirada.
Ay mi amor el hombre que estrenaba
el brillo en los ojos, el aire en los pulmones,
la honda y poderosa esperanza.
Lo hubieras visto!
No ví guitarra tan llena de auroras!
Caminaba sobre el viento
con breves pasos circulares
y silbaba.
Iba detrás del abrazo, del buen día,
como si lo arrastrara el alma.
Y a sus espaldas flameaba una pared,
un torno, un crisol, una espiga!
Habrá sido un martes de espadas,
o aquel jueves que los diarios callaron,
pero lo vi deambular por el residuo
y me preguntó la hora.
No hay apuro, me dijo y fumamos,
la basura no tiene memoria.
Me llevé su mirada de granito y cartón,
su rostro desatando los abismos,
y en ese espejo me conté los años.
Ay mi amor, si supieras tanta palabra
inútil que ronda en los periódicos!
Hoy es un lunes de mirar distinto.
Silbaba y en su camisa el viento fresco
era un remolino de mesa servida,
un come despacio con sol afuera,
una fiesta del pan que me ha llenado el alma. | es |
Olevsky,Eitan | XXI | Ya_Iniciado_El_Letargo_Citadino_Que_Cumula_El_Resorte_Nocturno | Ya iniciado el letargo citadino que cumula el resorte nocturno,
Un rutilante pasaje de quebradiza soltura cuelga lo diurno.
El opaco celestial de embolsado furor ya cesó su sol enmarmolado.
Son los absortos trazos ilusos los que ignitan las semillas creativas
Esculpiendo en cinceles concreto desviado en abstracto enarbolado.
Zaherir causa justa en vientos ruinosos es hundir el vaivén
De olas etéreas que sumergen tal realismo en corrientes del Zen. | es |
Bernárdez,Francisco_Luis | <XXI | Soneto_Ausente | El sentido del tiempo se me aclara
desde que te ha dejado y me has traído,
y el espacio también tiene sentido
desde que con sus lenguas nos separa.
El uno tiene ahora canto y cara
porque vive de habernos dividido,
y el otro no sería conocido
si no nos escondiera y alejara.
Desde que somos de la lejanía,
el espacio, que apenas existía,
existe por habernos separado.
Y el tiempo que discurre hacia la muerte
no existe por el tiempo que ha pasado
sino por el que falta para verte. | es |
Romero,Armando | <XXI | El_Del_Relámpago | Como fueron de rápidas esas manos para tocar la luz, así
los ojos para dejar constancia de lo visto. Ya no sé si fue en
Nueva York, en Caracas o en Chicago donde lo vi con esa linterna hacia
adentro, quemándola a fuerza de grafismos. Rabioso de
alegría le daba rienda suelta a unos potros al galope por
entre las charcas del sueño y la realidad. Qué de
imaginarias corriendo y desnudándose, qué de voces
sometiéndonos a la algarabía de un diálogo
inaudito. | es |
Andreu,Blanca | <XXI | Hasta_Nosotros_La_Infancia_De_Los_Metales_Raros | Hasta nosotros la infancia de los metales raros,
la muchedumbre de la plata que nos pudre en su espuma,
su larga espuma larga como una cinta que naciera en un cuaderno del Bach el Joven
Y viniera a morir aquí,
en las aves que anidan en los discos,
mientras Rainer María ya no es tan joven como en la
página 38,
no es ni siquiera un joven muerto,
un infante difunto sin pavana,
y yo lo sé,
y no desfallecemos,
yo me desmayo,
tú te desvaneces,
él siente un ligero mareo sin llegar a la náusea
escrita o no escrita.
Ay, bostezamos ante tazas de azul de metileno,
aspiramos con aire distante el amoníaco,
nos hastiamos frente al alto sonido del vitriolo,
nos coronamos de veronal,
pues no encontramos hoja más aguda.
Mi hermano busca el cetro de mil alas de Heliogábalo,
aquellos niños prefieren la tiara papal,
y estos pequeños cíclopes enfermos del pulmón
que bajan de autobuses o de la marihuana,
y son hermosos como hermafroditas,
se coronan de cipreses de silos color vino:
no han encontrado un árbol más agudo.
Pero qué más da, el vaivén de sus cuerpos es vano
y terrible,
y en absoluto excesiva la droga seria que se teje en la sangre,
las inyecciones de grave savia,
el hierro y el mercurio en las arterias haciendo de armadura y filtro,
el casco negro y la zarza negra de ningún caballero andante.
Como en mi medieval historia,
cuando ardían las piedras colegiales
para las brechas en la frente
y el cuerpo me dotaba de opio recién nacido,
la hora propia nos confunde,
nos hace himnos o hijos del antiguo caballo mitológico
y de una niña triste con la vena extendida,
de una aguja levantada por nieve increíble,
por amarillo de palomas persas:
hablemos de los caballos padres,
hagamos alusión a los cascos secretos que nos darán la paz
y a las bridas ningunas,
a las futuras crines delicadamente angustiadas,
hablemos de los caballos padres que nos traerán la muerte y de la luna
anfetamina,
hablemos de la vena madre que nos traerá la dicha del fin,
hablemos de la virgen bebida extrema,
no hablemos sino del litoral y las vertientes de la locura que posee a los hombres en
los parques y ordena,
sino del puñalito que coronará la arteria coronaria como diadema suma
con la hoja infantil del metal más raro y más agudo del mundo.
Mi hermano busca el cetro de mil alas de Heliogábalo,
aquellos niños prefieren la tiara papal,
y estos pequeños cíclopes enfermos del pulmón
que bajan de autobuses o de la marihuana,
y son hermosos como hermafroditas,
se coronan de cipreses de silos color vino:
no han encontrado un árbol más agudo.
Pero qué más da, el vaivén de sus cuerpos es vano
y terrible,
y en absoluto excesiva la droga seria que se teje en la sangre,
las inyecciones de grave savia,
el hierro y el mercurio en las arterias haciendo de armadura y filtro,
el casco negro y la zarza negra de ningún caballero andante.
Como en mi medieval historia,
cuando ardían las piedras colegiales
para las brechas en la frente
y el cuerpo me dotaba de opio recién nacido,
la hora propia nos confunde,
nos hace himnos o hijos del antiguo caballo mitológico
y de una niña triste con la vena extendida,
de una aguja levantada por nieve increíble,
por amarillo de palomas persas:
hablemos de los caballos padres,
hagamos alusión a los cascos secretos que nos darán la paz
y a las bridas ningunas,
a las futuras crines delicadamente angustiadas,
hablemos de los caballos padres que nos traerán la muerte y de la luna
anfetamina,
hablemos de la vena madre que nos traerá la dicha del fin,
hablemos de la virgen bebida extrema,
no hablemos sino del litoral y las vertientes de la locura que posee a los hombres en
los parques y ordena,
sino del puñalito que coronará la arteria coronaria como diadema suma
con la hoja infantil del metal más raro y más agudo del mundo.
Como en mi medieval historia,
cuando ardían las piedras colegiales
para las brechas en la frente
y el cuerpo me dotaba de opio recién nacido,
la hora propia nos confunde,
nos hace himnos o hijos del antiguo caballo mitológico
y de una niña triste con la vena extendida,
de una aguja levantada por nieve increíble,
por amarillo de palomas persas:
hablemos de los caballos padres,
hagamos alusión a los cascos secretos que nos darán la paz
y a las bridas ningunas,
a las futuras crines delicadamente angustiadas,
hablemos de los caballos padres que nos traerán la muerte y de la luna
anfetamina,
hablemos de la vena madre que nos traerá la dicha del fin,
hablemos de la virgen bebida extrema,
no hablemos sino del litoral y las vertientes de la locura que posee a los hombres en
los parques y ordena,
sino del puñalito que coronará la arteria coronaria como diadema suma
con la hoja infantil del metal más raro y más agudo del mundo.
no hablemos sino del litoral y las vertientes de la locura que posee a los hombres en
los parques y ordena,
sino del puñalito que coronará la arteria coronaria como diadema suma
con la hoja infantil del metal más raro y más agudo del mundo.
sino del puñalito que coronará la arteria coronaria como diadema suma
con la hoja infantil del metal más raro y más agudo del mundo. | es |
Asén,Miguel_de | XXI | Te_Deseo_Un_Feliz_Cumpleaños | Te deseo un feliz cumpleaños,
ya hace tiempo te quería ver,
liado estuve con unos apaños,
tenía bastantes cosas que hacer.
Estoy contigo y es lo que importa,
y un beso te quiero regalar,
la vida contigo es más corta,
la risa no parece acabar.
Que este tiempo sea así testigo
de lo que queda aun por vivir,
yo seré siempre tu fiel amigo,
mil veces te lo quise decir. | es |
Durán_León,Juan_José | XXI | Quiéreme,_Ofrendo | Quiéreme, ofrendo
Destruir este orgullo
Que si acaso existe
Demoler el origen
De mi obstinación,
Revivir esqueletos
De mi inocua valía,
Y calcinar el antaño
Que tanto dañó.
Ofrendo erigir
Lo inconstruible;
Que confíes en mí
Y en mi devoción;
Ante el génesis
Vivo, mi vida, sin vida;
Prometo, amarte,
Muriendo de amor.
Quiéreme, ofrendo
Destruir al engaño,
Demoler al origen
Que nos separo;
Juntar en mis manos
Al tiempo en sus años,
Cegar nuestras lágrimas
Indudables de amor.
Déjame endulzar
Tus cabellos azabaches,
Vegetar en tus ojos
Verduscos al sol,
Ofrendo amarte
Después de adorarte,
Perdona a este ingenuo,
Que muere de amor.
Si acaso decides,
¡Por Dios, alejarte!
No cortes vergeles
Que tu alma adoro.
Seré, quien te ame
Después de marcharte,
Espinas en mi alma,
Escarcha en mi voz. | es |
Bolaño,Roberto | <XXI | Oh,_Haber_Bebido_Miel_En_Donde_Nació_Sor_Juana_Inés | Oh, haber bebido miel en donde nació Sor Juana Inés,
Un niño florece como tuna.
Una niña recoge margaritas y se las pone en el pelo
y su sonrisa es un fruto
blandito y miserable.
¿Y qué hacías en Morelos recostado en un neumático
comiendo tortillas con frijoles?
¿Y qué hacía el Lazarillo de Tormes en un pueblo mexicano
sino florecer?
¿Y de qué pozo surge la voz, de qué figura la tormenta, de qué nebulosa el amor?
Arbol de la Revolución.
Pueblos con nombres de Amor.
Zeus y Atenea fornicando bajo el polen del corazón.
Tu seno que es chiquito y apunta al Este.
De tus manos en jarra colgaban serpientes
Y el pelo te cubría el rostro como diosa egipcia impúber.
Tu tiempo el rostro de la masacre.
Hasta que el viento.
Y margaritas en tu pelo. | es |
Heredia,José_María | <XXI | Melancolía_(De_Arnault)._Letrilla | Hoja solitaria y mustia,
que de tu árbol arrancada,
por el viento arrebatada
triste murmurando vas,
¿dó te diriges? —Lo ignoro,
de la encina que adornaba
este prado, y me apoyaba,
los restos mirando estás.
Bajo su sombra felice
las zagalas y pastores
cantaban, y sus amores
contenta escuchaba yo,
Nise; la joven más bella
que jamás ornó éste prado
tal vez pensando en su amado,
en el tronco se apoyó.
Mas contrastada la encina
por huracán inclemente
abatió su altiva frente
dejándose despojar.
Desde entonces cada día
raudo el viento me arrebata,
y aunque feroz me maltrata
ni aun oso quejarme dél.
Voy, de su impulso llevada,
del valle a la selva umbrosa,
do van las hojas de rosa
y las hojas de laurel. | es |
Fernández_Rollán,César | XXI | Y_Tú_Te_Vas,_Mi_Amor | Y tú te vas, mi amor...
Como el último aliento que escapa del pecho
antes de morir...
Como el último haz de vida ya imposible retenerlo...
Ese que arranca la vida de cuajo...
Tú te vas...
Y así me dejas...
Muerto en vida...
Arrancándome a jirones las entrañas
ya marchitas... | es |
Horna,José_María_de | XXI | Homenaje_De_Amor | En la bella quietud de este paraje,
junto al susurro mágico del río,
escucha el canto de este labio impío
que te ofrece mi amor como homenaje.
Escucha entre las frondas del ramaje
este canto de amor, del amor mío;
canto que es dulce y suave o es bravío
como el canto del río y el paisaje.
Y cual luz que da vida a un nuevo día,
purificado de la musa al llanto
por que fuera más puro todavía,
en alas de mi ardiente fantasía,
vuela hasta ti el murmullo de mi canto,
que es toda mi pasión hecha poesía. | es |
Pardo_García,Germán | <XXI | Por_No_Extraviarme_En_El_Reducto_Inmenso | Por no extraviarme en el reducto inmenso
até a su entrada misteriosa un hilo,
y empecé a penetrar con el sigilo
del que algo siente sobre sí suspenso.
Anduve largo y se volvía denso
cada vez más el cavernoso asilo.
Vi al Can horrible y lo esquivé tranquilo,
sin enfrentarme a su rencor intenso.
Y vi a mis padres y temblé de espanto.
¡Ay, cómo hedían y exudaban llanto!
¡Qué vómito y estiércol su recinto!
Y con la cuerda umbilical atada,
como Alighieri de la fosa helada
salí del asqueroso laberinto. | es |
Etxeba,Carlos | XXI | La_Languidez_Del_Aire_Entre_Las_Rosas | La languidez del aire entre las rosas
que dulcemente inhalan los sentidos,
es un suspiro leve de remanso
en esta noche melancólica de plata.
Apenas suena el aire ni se mece.
Apenas suena el agua enloquecida de reflejos
en el arroyo oscuro,
si no es el salto de una rana leve,
celosa de un lucero entre los charcos.
La languidez del aire entre las rosas,
viene del remolino de la luz y el aire
en las mismas rosas ascendidas por tu verja
y luego desmayadas candorosas de sus pétalos.
Apenas se oye el dulce respirar de tus latidos,
unidos para siempre a mis sentidos.
¡Somos un corazón ardiente en plena noche,
un abrazo cerrado por mil besos,
una ilusión viviente, sin sentido!
¿Qué sentido tiene retener tus besos
si alocados, se escapan cual suspiros?
¿Qué sentido tienen tus caricias,
si huyen y se escapan al olvido?
¡La languidez del aire entre las rosas
en una noche melancólica de plata!
¡La languidez de ensueños revividos!
Apenas suena el aire ni se mece.
Apenas suena el agua enloquecida de reflejos
en el arroyo oscuro,
si no es el salto de una rana leve,
celosa de un lucero entre los charcos.
La languidez del aire entre las rosas,
viene del remolino de la luz y el aire
en las mismas rosas ascendidas por tu verja
y luego desmayadas candorosas de sus pétalos.
Apenas se oye el dulce respirar de tus latidos,
unidos para siempre a mis sentidos.
¡Somos un corazón ardiente en plena noche,
un abrazo cerrado por mil besos,
una ilusión viviente, sin sentido!
¿Qué sentido tiene retener tus besos
si alocados, se escapan cual suspiros?
¿Qué sentido tienen tus caricias,
si huyen y se escapan al olvido?
¡La languidez del aire entre las rosas
en una noche melancólica de plata!
¡La languidez de ensueños revividos!
La languidez del aire entre las rosas,
viene del remolino de la luz y el aire
en las mismas rosas ascendidas por tu verja
y luego desmayadas candorosas de sus pétalos.
Apenas se oye el dulce respirar de tus latidos,
unidos para siempre a mis sentidos.
¡Somos un corazón ardiente en plena noche,
un abrazo cerrado por mil besos,
una ilusión viviente, sin sentido!
¿Qué sentido tiene retener tus besos
si alocados, se escapan cual suspiros?
¿Qué sentido tienen tus caricias,
si huyen y se escapan al olvido?
¡La languidez del aire entre las rosas
en una noche melancólica de plata!
¡La languidez de ensueños revividos!
Apenas se oye el dulce respirar de tus latidos,
unidos para siempre a mis sentidos.
¡Somos un corazón ardiente en plena noche,
un abrazo cerrado por mil besos,
una ilusión viviente, sin sentido!
¿Qué sentido tiene retener tus besos
si alocados, se escapan cual suspiros?
¿Qué sentido tienen tus caricias,
si huyen y se escapan al olvido?
¡La languidez del aire entre las rosas
en una noche melancólica de plata!
¡La languidez de ensueños revividos!
¡Somos un corazón ardiente en plena noche,
un abrazo cerrado por mil besos,
una ilusión viviente, sin sentido!
¿Qué sentido tiene retener tus besos
si alocados, se escapan cual suspiros?
¿Qué sentido tienen tus caricias,
si huyen y se escapan al olvido?
¡La languidez del aire entre las rosas
en una noche melancólica de plata!
¡La languidez de ensueños revividos!
¿Qué sentido tiene retener tus besos
si alocados, se escapan cual suspiros?
¿Qué sentido tienen tus caricias,
si huyen y se escapan al olvido?
¡La languidez del aire entre las rosas
en una noche melancólica de plata!
¡La languidez de ensueños revividos!
¿Qué sentido tienen tus caricias,
si huyen y se escapan al olvido?
¡La languidez del aire entre las rosas
en una noche melancólica de plata!
¡La languidez de ensueños revividos!
¡La languidez del aire entre las rosas
en una noche melancólica de plata!
¡La languidez de ensueños revividos!
¡La languidez de ensueños revividos! | es |
Vallejo,César | <XXI | Todos_Sonríen_Del_Desgaire_Con_Que_Voyme_A_Fondo | Todos sonríen del desgaire con que voyme a fondo,
celular de comer bien y bien beber.
Los soles andan sin yantar? O hay quien
les da granos como a pajarillos? Francamente,
yo no sé de esto casi nada.
Oh piedra, almohada bienfaciente al fin. Amémonos los vivos a los vivos, que a las buenas cosas muertas será después. Cuánto tenemos que quererlas
y estrecharlas, cuánto. Amemos las actualidades, que
siempre no estaremos como estamos.
Que interinos Barrancos no hay en los esenciales cementerios.
El porteo va en el alfar, a pico. La jornada nos da en el cogollo, con su docena de escaleras, escaladas, en horizontizante frustración de pies, por pávidas sandalias vacantes.
Y temblamos avanzar el paso, que no sabemos si damos con el péndulo, o ya lo hemos cruzado.
Los soles andan sin yantar? O hay quien
les da granos como a pajarillos? Francamente,
yo no sé de esto casi nada.
Oh piedra, almohada bienfaciente al fin. Amémonos los vivos a los vivos, que a las buenas cosas muertas será después. Cuánto tenemos que quererlas
y estrecharlas, cuánto. Amemos las actualidades, que
siempre no estaremos como estamos.
Que interinos Barrancos no hay en los esenciales cementerios.
El porteo va en el alfar, a pico. La jornada nos da en el cogollo, con su docena de escaleras, escaladas, en horizontizante frustración de pies, por pávidas sandalias vacantes.
Y temblamos avanzar el paso, que no sabemos si damos con el péndulo, o ya lo hemos cruzado.
Oh piedra, almohada bienfaciente al fin. Amémonos los vivos a los vivos, que a las buenas cosas muertas será después. Cuánto tenemos que quererlas
y estrecharlas, cuánto. Amemos las actualidades, que
siempre no estaremos como estamos.
Que interinos Barrancos no hay en los esenciales cementerios.
El porteo va en el alfar, a pico. La jornada nos da en el cogollo, con su docena de escaleras, escaladas, en horizontizante frustración de pies, por pávidas sandalias vacantes.
Y temblamos avanzar el paso, que no sabemos si damos con el péndulo, o ya lo hemos cruzado.
El porteo va en el alfar, a pico. La jornada nos da en el cogollo, con su docena de escaleras, escaladas, en horizontizante frustración de pies, por pávidas sandalias vacantes.
Y temblamos avanzar el paso, que no sabemos si damos con el péndulo, o ya lo hemos cruzado.
Y temblamos avanzar el paso, que no sabemos si damos con el péndulo, o ya lo hemos cruzado. | es |
Fuertes,Gloria | <XXI | No_Hago_Ruido_Al_Caminar | No hago ruido al caminar
—ando sin piernas—.
Tengo cuernos y no soy toro,
yo no me mojo aunque llueva,
nunca salgo de mi casa,
solo asomo la cabeza.
Duermo mucho, como hierba.
Me gusta el sol. | es |
Escolar_López,José_Santiago | XXI | Paloma,_Significa_Libertad | Paloma, significa libertad,
Amor y paz.
Paloma, significa bondad,
Ternura y amistad.
Paloma, significa gratitud,
Humildad y verdad.
Paloma, significa serenidad,
Esperanza y lealtad.
Paloma, no nos dejes nunca,
Que nos das tranquilidad.
Paloma, significa bondad,
Ternura y amistad.
Paloma, significa gratitud,
Humildad y verdad.
Paloma, significa serenidad,
Esperanza y lealtad.
Paloma, no nos dejes nunca,
Que nos das tranquilidad.
Paloma, significa gratitud,
Humildad y verdad.
Paloma, significa serenidad,
Esperanza y lealtad.
Paloma, no nos dejes nunca,
Que nos das tranquilidad.
Paloma, significa serenidad,
Esperanza y lealtad.
Paloma, no nos dejes nunca,
Que nos das tranquilidad.
Paloma, no nos dejes nunca,
Que nos das tranquilidad. | es |
Neruda,Pablo | <XXI | Soneto_Lxxxvii | Las tres aves del mar, tres rayos, tres tijeras
cruzaron por el cielo frío hacia Antofagasta,
por eso quedó el aire tembloroso,
todo tembló como bandera herida.
Soledad, dame el signo de tu incesante origen,
el apenas camino de los pájaros crueles,
y la palpitación que sin duda precede
a la miel, a la música, al mar, al nacimiento.
(Soledad sostenida por un constante rostro
como una grave flor sin cesar extendida
hasta abarcar la pura muchedumbre del cielo).
Volaban alas frías del mar, del Archipiélago,
hacia la arena del Noroeste de Chile.
Y la noche cerró su celeste cerrojo. | es |
Gerbasi,Vicente | <XXI | ¿Quién_Me_Llama,_Quién_Me_Enciende_Los_Ojos_De_Leopardos | ¿Quién me llama, quién me enciende los ojos de leopardos
en la noche de los tamarindos?
Callan las guitarras el soplo misterioso de la muerte,
y las voces callan, y sólo los niños aún no pueden descansar.
Ellos son los habitantes de la noche,
cuando el silencio se difunde en las estrellas,
y el animal doméstico se mueve por los corredores,
y los pájaros nocturnos visitan la iglesia de la aldea,
por donde pasan todos los muertos,
donde moran santos ensangrentados.
Por las sombras corren caballos sin cabeza,
y las arenas de la calle van hasta el confín,
donde el espanto reúne sus animales de fuego.
Y es la noche que ampara la existencia a solas,
en el niño insomne, en el buey cansado,
en el insecto que se defiende en la hojarasca,
en la curva de las colinas, en los resplandores
de las rocas y los helechos frente a los astros,
en el misterio en que te escucho
con una vasta soledad de mi corazón.
Padre mío, padre de mis sombras.
Y de mi poesía. | es |
Castro,Rosalía_de | <XXI | Ya_No_Mana_La_Fuente,_Se_Agotó_El_Manantial | Ya no mana la fuente, se agotó el manantial;
ya el viajero allí nunca va su sed a apagar.
Ya no brota la hierba, ni florece el narciso,
ni en los aires esparcen su fragancia los lirios.
Sólo el cauce arenoso de la seca corriente
le recuerda al sediento el horror de la muerte.
¡Mas no importa!; a lo lejos otro arroyo murmura
donde humildes violetas el espacio perfuman.
Y de un sauce el ramaje, al mirarse en las ondas,
tiende en torno del agua su fresquísima sombra.
El sediento viajero que el camino atraviesa,
humedece los labios en la linfa serena
del arroyo que el árbol con sus ramas sombrea,
y dichoso se olvida de la fuente ya seca. | es |
Arriaza,Juan_Bautista_de | <XXI | Suele,_Tal_Vez_Venciendo_Los_Rigores | Suele, tal vez venciendo los rigores
del crudo invierno y la opresión del hielo,
un tierno almendro desplegar al cielo
la bella copa engalanada en flores;
mas ¡ay! que en breve vuelve a sus furores
el cierzo frío, y con funesto vuelo
del ufano arbolillo arroja al suelo
las delicadas hojas y verdores.
Si tú lo vieras, Silvia... «¡Oh, pobre arbusto»
—dijeras con piedad— «la suerte impía
no te deja gozar ni un breve gusto!»
Pues repítelo, ingrata, cada día;
que el cierzo frío es tu rigor injusto,
y el triste almendro la esperanza mía. | es |
Díaz,Nelson | XXI | Me_Obsesiona_No_Haber_Escrito_Hawk_Moon_De_Shepard | Me obsesiona no haber escrito hawk moon de Shepard, ni flores en mi
tumba, ni haber compuesto famous blue raincoat, me obsesiona la
mediocridad la estupidez impune oficializada desde la caja
cromática, las blancas sonrisas socialdemócratas los
poetas falsos profetas, me obsesiona el concepto de modelo
anoréxico y flaco como el mundo, la vida ligth y diet los
rostros sin rastros los rostros sin gestos, me obsesiona el
posmodernismo el vacío idiota la prisa de la muerte la lentas
vidas breves, me obsesiona llegar a la edad de cristo y no saber
quién será mi judas. | es |
Selgas_y_Carrasco,José | <XXI | Si_Son_Espejos_Los_Ojos | Si son espejos los ojos
Donde el alma se retrata,
Las mujeres de ojos negros
Deben tener negra el alma.
Pero no, que son los tuyos
Como la noche enlutada,
Y sólo a su sombra veo
La estrella de mi esperanza. | es |
Palés_Matos,Luis | <XXI | Cuando_Puedas_Leer_Lo_Que_Hoy_Te_Escribo | Cuando puedas leer lo que hoy te escribo,
Ya yo estaré muy lejos
Por remotos caminos,
En el último viaje sin regreso...
Para entonces te digo:
—Toma a tu hermosa madre de modelo;
Ella es aire y es luz y es melodía,
Y es levedad, ternura y sentimiento.
De su mano, ligera cual la nube,
Alada como el céfiro,
Irás por claros mundos de armonía,
Azules mundos de quimera y sueño.
Y toma de tu padre
Su gran bondad de corazón abierto,
Su generoso espíritu de lucha
Que infunde un goce límpido al esfuerzo.
Flanqueada así, ya puedes
Desafiar los abrojos del sendero,
Pues tu padre y tu madre están contigo,
Y la fe y el amor están con ellos.
Flanqueada así, ya puedes
Desafiar los abrojos del sendero,
Pues tu padre y tu madre están contigo,
Y la fe y el amor están con ellos. | es |
Jovellanos,Gaspar_Melchor | <XXI | Idilio_Séptimo_A_La_Misma | ¡Perdón, perdón mil veces,
oh cruda Galatea!
Ya estoy arrepentido;
perdona mi flaqueza.
Serena el ceño airado,
y a tu semblante vuelvan
la risa y el agrado.
Serénale; no quieras
dar tan atroz castigo
a culpa tan ligera.
Mas ¡ay!, que amor tirano
vengado ha ya tu ofensa,
que en el delito mismo
me disfrazó la pena:
después que de tu rostro
tocó la ardiente esfera
mi labio, ¡ay, cuán aguda,
cuán penetrante flecha
mi corazón traspasa!
¡Ay, cómo le atormenta!
De ciego ardor movida
así tal vez la abeja
liba en la fresca rosa
los dulces jugos, mientras
su blando pecho duras
espinas atraviesan. | es |
Pombo,Rafael | <XXI | Un_Banquete_De_Chupete | Oros y copas, bastos y espadas,
Aquellas pintas endemoniadas
Que para ruina de hijos y yernos
Traen las cartas de los infiernos.
Cuando a Inglaterra las mandó España
El rey les dijo: «¡Fuera, cizaña!»
Pero el Demonio, docto en diabluras,
Cambió sus nombres y sus figuras;
De las espadas hizo azadones,
Mudó las copas en corazones,
Dejó los bastos palos como antes
Y de los oros sacó diamantes.
Luzbel, antiguo contrabandista,
Con esta treta dio chasco al Vista;
Metió los naipes en Inglaterra,
Y desde entonces... ¡ay, pobre tierra
Pues bien: la Reina de corazones
Hizo unas tortas y unos turrones,
Y envió a la Sota con un paquete
De invitaciones para el banquete.
Pero don Sota, gran tragaldabas,
Dijo: «¿Banquete? pronto te acabas».
Fue a la despensa, se engulló todo
Ehizo el mandado medio bëodo.
Las seis sonaban cuando en estrados
Ya estaban todos los convidados,
Y el Maestresala, con voz de fiesta.
Dijo: «¡A la carga, la mesa puesta!»
Reyes y Reinas marchan por pares
A confortarse con los manjares
Porque, aunque Reyes, daban bostezos
Y estaban largos tantos pescuezos.
En el camino les huele a flores;
Nada de ajiaco u otros valores;
Llegan, ¿y qué hallan?... Mucho florero,
Platos, cuchillos, mantel y... ¡CERO!
Alzan las tapas; dan una ojeada
Por las despensas... —Idem: ¡no hay NADA!
La Reina al punto cae de un vahído,
Y empuña el sable su real marido.
«¡Señor!» dijeron todos los otros,
«No haga un escándalo por nosotros.
Hambre, tenemos; mas, Dios mediante,
Con agua que haya será bastante».
—«¡Qué, qué! ¿con agua? —dijo el Monarca—
¡Yo me tragara a Noé y su arca!
¡Formad al frente, viles sirvientes,
Y vamos viendo lenguas y dientes».
Dio en el busilis: cayó la Sota
Por ciertas miajas que el Rey le nota;
Úrdele embustes en tal conflicto,
Mas Tragatortas quedó convicto.
«¡Un hacha, un cuerno! —gritó el Monarca—,
¡Venga el verdugo, venga la Parca!»...
—La Reina al grito volvió en cabales
¡Ay! preguntando por sus tamales.
Así que supo lo acontecido.
Imploró gracia para el bandido,
Y aquel repuso: «Bien, no haya muerte,
Mas no te libras de un baño, y fuerte».
Pue dicho y hecho. Los invitados
Buscaron luego café o helados;
Mas ya en tres leguas a la redonda
No estaba abierta ninguna fonda.
cartas
azadones
corazones
palos
diamantes
tamales | es |
Botto,José | XXI | No_Hay_Final_Para_Los_Poemas | No hay final para los poemas
cuando las sensaciones son incorrectas
y nos llenamos de ficción
creyendo que hay algo allí. | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Icod_De_Los_Vinos | Fui un hidalgo de mis cepas.
Esta es toda mi prosapia.
Pechos tristes se ensancharon
al calor de mis entrañas
y algún corazón de hielo
ardió convertido en ascua.
Tal vez estuve presente
en pactos, guerras o alianzas,
pero hay cosas que es mejor
olvidar que recordarlas.
A nadie puse reparos
para beberme, palabra,
que si fui trago de reyes
también lo fui de piratas.
Vine a menos y emigré.
Con el azar a la espalda
y los cielos por montera
se desplegaron mis alas,
trabajando lejanías
que a mi solar me acercaban.
Y así, bregando horizontes,
rejuvenecí mi casa.
Ved mi Drago, soy yo mismo,
Icod con toda la barba.
Sus cicatrices no son
vejez ni tiempo que pasa;
son mis heridas, las vuestras,
que me salen a la cara.
Son mis penas, vuestras penas,
por los que en tierras extrañas
en vez de vino y ternura
fueron silencio y mortaja.
Creéis que el Drago se yergue
en el cepo de una plaza,
y que tocáis su raíces
y lo alzáis en la mirada.
Y no es cierto. Lo que veis
es la sombra que descansa
de ese árbol que se ausenta
para adentrarse en el alma
de todos los que partieron
con su hatillo de esperanzas.
Ellos lo sienten más joven,
lo viven desde su infancia,
y entre su tronco y los brazos
que desnudan las distancias
no hay mares de oscuridad
ni prohibitivas vallas,
que al querer no necesita
de pasaportes ni aduanas.
Mis barrios son el retorno
de aquellas nómadas ansias,
la sortija del prodigio,
el collar en que se engastan
la alegría del panal
y el bordón de la guitarra.
Los soles de los sudores
y las lunas de las lágrimas
en lo que miráis crecer.
—¡tan verdes!— de la ventana.
Y mis viñedos exhiben
altos peinados de gala
como si los que aderezan
estos copetes de ramas
fuesen, más que agricultores,
peluqueros de esmeraldas.
Y estas manos que me miman
son las que escribieron cartas
con los rasgos de sarmientos
empapados de nostalgia.
Y si hoy es la sonrisa
quien da expresión a mi cara
es porque al rostro de América
emigré para encontrarla. | es |
Buesa,José_Ángel | <XXI | Recuerdo_Un_Pueblo_Triste_Y_Una_Noche_De_Frío | Recuerdo un pueblo triste y una noche de frío
y las iluminadas ventanillas de un tren.
Y aquel tren que partía se llevaba algo mío,
ya no recuerdo cuándo, ya no recuerdo quién.
Pero sí que fue un viaje para toda la vida
y que el último gesto, fue un gesto de desdén,
porque dejó olvidado su amor sin despedida
igual que una maleta tirada en el andén.
Y así, mi amor inútil, con su inútil reproche,
se acurrucó en su olvido, que fue inútil también.
Como esos pueblos tristes, donde llueve de noche,
como esos pueblos tristes, donde no para el tren.
Pero sí que fue un viaje para toda la vida
y que el último gesto, fue un gesto de desdén,
porque dejó olvidado su amor sin despedida
igual que una maleta tirada en el andén.
Y así, mi amor inútil, con su inútil reproche,
se acurrucó en su olvido, que fue inútil también.
Como esos pueblos tristes, donde llueve de noche,
como esos pueblos tristes, donde no para el tren.
Y así, mi amor inútil, con su inútil reproche,
se acurrucó en su olvido, que fue inútil también.
Como esos pueblos tristes, donde llueve de noche,
como esos pueblos tristes, donde no para el tren. | es |
Aridjis,Homero | <XXI | Amo_Tu_Confusión | Amo tu confusión
los pájaros revueltos de tu lengua
tus palabras simultáneas
tu Babel tu Delfos
sibila de voces enemigas
Amo tu confusión
cuando dices noche y es el alba
cuando dices soy y es el viento
tu Babilonia herida
el equívoco que te hace fabular el silencio | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Liquen_37 | Dentro la gavetilla de tu mesa
hay un mar. Tü mar, Juan Ismael.
Un mar salpreso en láminas de sal
que ladra en la azotea
y sale por las puertas de tu casa.
Un mar que por las noches
duerme en tu misma cama.
Juan Ismael,
si pregonas el mar que hay en tu casa,
espero ver barquitos
hablándole de amor en tu ventana. | es |
Bolaño,Roberto | <XXI | Paris_Rue_Des_Eaux _Dijo_Que_La_Poesía | Paris rue des Eaux Dijo que la poesía
cada vez le gustaba más
Vimos una película holandesa
Comimos en silencio en su pequeña habitación
Quesos Leche Libros de Claude Pélieu
Dije que estaba cansado y ya no tenía más dinero
Es la hora de volver
Un techo rojo y total
Pero no para asustar a los niños, murmuró
Pero no para asustar a los niños | es |
Aridjis,Homero | <XXI | Maneras_De_Ver_Y_De_Tener_Un_Ángel_Ii | De manera que un ángel
es un guardaespaldas espiritual
que nos protege de los enemigos materiales
de los sobrenaturales y de aquellos
que nosotros engendramos
con imágenes, palabras y sueños;
es aquel que pelea a medianoche,
a media calle y en medio de la cama
contra figuras odiosas
y figuras que amamos. | es |
Leiro,Jorge | XXI | Me_Cubriré_De_Gloria | Me cubriré de gloria,
Con la palabra
Como sacrificio lento:
De experiencias vividas.
Nacerá en el campo una estrella
Que preñe de luz el verde,
Que ilumine la inspiración que escapa
Como si pudiera contagiarle la sarna.
Gozo de sinceridad
Pero no puedo ser sensato,
Cabalgo a lomos de un pensamiento sucio,
Que tiende a morir frustrado. | es |
Neruda,Pablo | <XXI | Pregunta_Liv | Es verdad que las golondrinas
van a establecerse en la luna?
Se llevarán la primavera
sacándola de las cornisas?
Se alejarán en el otoño
las golondrinas de la luna?
Buscarán muestras de bismuto
a picotazos en el cielo?
Y a los balcones volverán
espolvoreadas de ceniza? | es |
Lugones,Leopoldo | <XXI | Luna_Marina | La luna nueva en lo más hondo
Del horizonte, atarda su descenso;
Y como un resto de agua en el fondo
Dé un cántaro inmenso,
Sobre la inquieta
Infinitud de abismo y de amarga ola,
Sugiere una enorme sed de profeta
Que en la zarza flagrante se inmola.
En tanto, sobre el espectral velamen,
Una brisa de naufragio,
Pasa imponiéndole repentino vejamen
Con silbos de vagancia y de presagio.
Mas el navio, aunque asaz tétrico,
Todavía tranquilo boga,
Y el oleaje continúa simétrico
Cual un tejado que la vislumbre azoga.
Una brusca ventana
Echa rumores de sarao;
Y en el salino desabrimiento emana
Con intimidad tertuliana
Un cálido soplo de cacao.
Pero el mar abrevia
Aquel grato detalle con nuevo tumbo,
Y en el ignoto rumbo,
La noche vuelve a su majestad previa.
Entonces, sobre los mares arcanos,
Haciendo en el aire el proverbial castillo,
Se evoca el dulce organillo
De los plenilunios ciudadanos.
Roedora conjetura,
Intimamente el espíritu embarga.
Bajo una soledad demasiado larga
Todo el pasado niega la ventura.
Y el corazón marcha con su pena obscura
Como árido camello con su carga.
Con histéricos efluvios,
La maravilla lunar preexiste,
Iluminando cabellos rubios
De longitud anormal, en la onda triste.
Y la música inaudita
Del organillo imposible,
Llora con una sencillez increíble
En una desolación de luna infinita.
Como huraño vagabundo que pulsa
Para su insomnio y su perro,
En una vieja guitarra convulsa
Nobles dolores de destierro;
Traspasada de ternuras,
El alma, de los ángeles vecina,
Abre a la inspiración su ala genuina
Para arrancarse lágrimas más puras.
El alegre organillo en la tristeza
Del grave mar, divaga con fútil melodía,
Empalideciendo de luna la tristeza
Que es el fondo cordial de su alegría.
Y mientras con la brisa traba flébil litigio.
Mece el astro en las aguas su ebúrnea trirreme,
Haciendo brotar en pálido prodigio
Las Ciudades del Mar que el nauta teme.
Es como si entre el bullido espumarajo
Que estruja en la estela líquidos pañales,
Viniera el organillo sonando muy abajo
En el teclado obscuro de los hondos cristales.
Y a ratos, en las cuencas abismales,
Repercute claramente un badajo.
Su son anuncia por las fatales trayectorias
Del oblicuo vértigo de avenidas
En que tiemblan las ciudades ilusorias,
La augural campana de las naves perdidas.
La faz urbana, sobre el vago celeste,
No es sino un vertical rigor de perfiles
En fuga hacia el Oeste,
De donde un aura llena de ideas sutiles
Murmura que son las Ciudades de la Peste.
Por eso abren tan solas,
Bajo el novilunio miope,
Sus calles sin más vida que el mudo galope
Con que inflan sus siluetas tumbales las olas.
El aire se pone inerte
En su abierta extensión, sin causa alguna;
Y llena todo el ámbito la blanca muerte
De la luna.
Para que el luminoso desamparo irradie
Con más desolación, se alza la niebla.
Un metafísico y evidente Nadie,
En negativo concepto las puebla.
Sobre el venenoso mar de antimonio,
Su existencia maligna,
No tiene otro testimonio
Que aquel badajo en lúgubre consigna.
Y de pronto se nota en el seno
De la noche finamente plateada,
Que en realidad no se ha oído nada,
Ni tañido ni música por el aire sereno.
El organillo, a ratos pueril o grave,
Fue nada más que un silencio, lleno
De invisibles ojos fijos sobre la nave.
Un silencio con ojos, impávido y ajeno. | es |
Rodríguez,Claudio | <XXI | Sin_Epitafio | Levanta el vuelo entre los copos ciegos
de cada letra. Deja
a esta inocencia que se está grabando
en el centro del alma. Deja, deja
tanto misterio y tanta cercanía,
tanto secreto que es renacimiento.
La vida se adivina. Vete. Fue
esta armonía de dolor y gracia,
tanta felicidad que es la verdad
y ahora alumbra tu oficio
con su silencio fugitivo, en son
sereno como de agua a mediodía.
Levanta el vuelo. No entres
en este cuerpo entero:
donde está amaneciendo. | es |
Pizarnik,Alejandra | <XXI | ¿Qué_Bestia_Caída_De_Pasmo | ¿Qué bestia caída de pasmo
se arrastra por mi sangre
y quiere salvarse?
He aquí lo difícil:
caminar por las calles
y señalar el cielo o la tierra. | es |
Pombo,Rafael | <XXI | Nuestro_Rico_Cenador | Nuestro rico cenador,
Nuestra tienda de campaña,
Es un nogal cargador;
Y ni la morisca España
Tiene glorieta mejor.
Allí voy con Blanca y Rosa,
Conduciendo cada cual
Su contribución forzosa;
Juntamos nuestro caudal
Y hacemos bajo el nogal
Una refacción suntuosa.
Tenemos por convidados
Los pajaritos del cielo,
Que cantando alborosados
Nos pagan esos bacados
Antes de tender el vuelo.
Y si en soplo juguetón
Descuelga una nuez la brisa
Y nos pega un coscorrón,
Terminamos la función
Reventándonos de risa. | es |
Blanco,Andrés_Eloy | <XXI | No_Sé | No sé
qué ocurre amiga.
Pero hoy,
al buscar una palabra
para consagrártela
como todos los días, me encontré el cerebro en blanco
como si la cabeza
me hubiera encanecido por dentro.
Y al llegarte cerca,
mudo de la voz
y mudo del pensamiento,
sentí una cosa dura,
lisa, punzante
que salía del corazón.
Acaso
he logrado, amiga
descubrir el cálculo cardíaco.
Lo cierto es
que por gravitación
se me vino a la mano
y en espera de algo que no sé cuando llegue,
en inquieta parábola he lanzado el guijarro,
y ahora estoy, amiga, en el asombro
de vérmelo llegar nuevamente al costado. | es |
Buesa,José_Ángel | <XXI | Quizás_Pases_Con_Otro_Que_Te_Diga_Al_Oído | Quizás pases con otro que te diga al oído
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido
te amaré más que nunca... y jamás lo sabrás.
La desolada estrofa, como si fuera un ala,
voló sobre el silencio... Y tú estabas allí:
Allí en el más oscuro rincón de aquella sala,
estabas tú, escuchando mis versos para ti.
Y tú, la inaccesible mujer de ese poema
que ofrece su perfume pero oculta su flor,
quizás supiste entonces la amargura suprema
de quien ama la vida porque muere de amor.
Y tú, que nada sabes, que tal vez ni recuerdes
aquellos versos tristes y amargos como el mar,
cerraste en un suspiro tus grandes ojos verdes,
los grandes ojos verdes que nunca he de olvidar.
Después, se irguió tu cuerpo como una primavera,
mujer hoy y mañana distante como ayer...
Y vi que te alejabas sin sospechar siquiera
¡que yo soy aquel hombre... y tú, aquella mujer! | es |
Gómez_Avellaneda,Gertrudis | <XXI | Tus_Cuerdas_De_Oro_En_Vibración_Sonora | Tus cuerdas de oro en vibración sonora
vuelve a agitar, ¡oh lira!,
que en este ambiente, que aromado gira,
su inercia sacudiendo abrumadora
la mente creadora,
de nuevo el fuego de entusiasmo aspira.
¡Me hallo en Guernica! Ese árbol que contemplo,
padrón es de alta gloria...
de un pueblo ilustre interesante historia...,
de augusta libertad sencillo templo,
que —al mundo dando ejemplo—
del patrio amor consagra la memoria.
Piérdese en noche de los tiempos densa
su origen venerable;
mas ¿qué siglo evocar que no nos hable
de hechos ligados a su vida inmensa,
que en sí sola condensa
la de una raza antigua e indomable?...
Se transforman doquier las sociedades;
pasan generaciones;
caducan leyes; húndense naciones...
y el árbol de las vascas libertades
a futuras edades
trasmite fiel sus santas tradiciones.
Siempre inmutables son, bajo este cielo,
costumbres, ley, idioma...
¡Las invencibles águilas de Roma
aquí abatieron su atrevido vuelo,
y aquí luctuoso velo
cubrió la media luna de Mahoma!
Nunca abrigaron mercenarias greyes
las ramas seculares,
que a Vizcaya cobijan tutelares;
y a cuya sombra poderosos reyes
democráticas leyes
juraban ante jueces populares.
¡Salve, roble inmortal! Cuando te nombra
respetuoso mi acento,
y en ti se fija ufano el pensamiento,
me parece crecer bajo tu sombra,
y en tu florida alfombra
con lícita altivez la planta asiento.
¡Salve! ¡La humana dignidad se encumbra
en esta tierra noble
que tú proteges, perdurable roble,
que el sol sereno de Vizcaya alumbra,
y do el Cosnoaga inmoble
llega a tus pies en colosal penumbra!
¿En dónde hallar un corazón tan frío,
que a tu aspecto no lata,
sintiendo que se enciende y se dilata?
¿Quién de tu nombre ignora el poderío,
o en su desdén impío,
tu vejez santa con amor no acata?
Allá desde el retiro silencioso
donde del hombre huía
—al par que sus derechos defendía—,
del de Ginebra pensador fogoso,
con vuelo poderoso,
llegaba a ti la inquieta fantasía;
y arrebatado en entusiasmo ardiente
—pues nunca helarlo pudo
de injusta suerte el ímpetu sañudo—,
postró a tu austera majestad la frente
y en página elocuente
supo dejarte un inmortal saludo.
La Convención Francesa, de su seno
ve a un tribuno afamado,
levantarse de súbito, inspirado,
a bendecirte, de emociones lleno...
Y del aplauso al trueno
retiembla al punto el artesón dorado.
Lo antigua que es la libertad proclamas...
—¡Tú eres su monumento!—
Por eso cuando agita raudo viento
la secular belleza de tus ramas,
pienso que en mí derramas
de aquel genio divino el ígneo aliento.
Cual signo suyo mi alma te venera,
y cuando aquí me humillo
de tu vejez ante el eterno brillo,
recuerdo, roble augusto, que doquiera
que el numen sacro impera,
un árbol es su símbolo sencillo.
Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece
tras la cumbre vecina,
que va envolviendo pálida neblina...
se enluta el cielo..., el aire se adormece...
tu sombra crece y crece...
¡Y sola aquí tu majestad domina!
¡Me hallo en Guernica! Ese árbol que contemplo,
padrón es de alta gloria...
de un pueblo ilustre interesante historia...,
de augusta libertad sencillo templo,
que —al mundo dando ejemplo—
del patrio amor consagra la memoria.
Piérdese en noche de los tiempos densa
su origen venerable;
mas ¿qué siglo evocar que no nos hable
de hechos ligados a su vida inmensa,
que en sí sola condensa
la de una raza antigua e indomable?...
Se transforman doquier las sociedades;
pasan generaciones;
caducan leyes; húndense naciones...
y el árbol de las vascas libertades
a futuras edades
trasmite fiel sus santas tradiciones.
Siempre inmutables son, bajo este cielo,
costumbres, ley, idioma...
¡Las invencibles águilas de Roma
aquí abatieron su atrevido vuelo,
y aquí luctuoso velo
cubrió la media luna de Mahoma!
Nunca abrigaron mercenarias greyes
las ramas seculares,
que a Vizcaya cobijan tutelares;
y a cuya sombra poderosos reyes
democráticas leyes
juraban ante jueces populares.
¡Salve, roble inmortal! Cuando te nombra
respetuoso mi acento,
y en ti se fija ufano el pensamiento,
me parece crecer bajo tu sombra,
y en tu florida alfombra
con lícita altivez la planta asiento.
¡Salve! ¡La humana dignidad se encumbra
en esta tierra noble
que tú proteges, perdurable roble,
que el sol sereno de Vizcaya alumbra,
y do el Cosnoaga inmoble
llega a tus pies en colosal penumbra!
¿En dónde hallar un corazón tan frío,
que a tu aspecto no lata,
sintiendo que se enciende y se dilata?
¿Quién de tu nombre ignora el poderío,
o en su desdén impío,
tu vejez santa con amor no acata?
Allá desde el retiro silencioso
donde del hombre huía
—al par que sus derechos defendía—,
del de Ginebra pensador fogoso,
con vuelo poderoso,
llegaba a ti la inquieta fantasía;
y arrebatado en entusiasmo ardiente
—pues nunca helarlo pudo
de injusta suerte el ímpetu sañudo—,
postró a tu austera majestad la frente
y en página elocuente
supo dejarte un inmortal saludo.
La Convención Francesa, de su seno
ve a un tribuno afamado,
levantarse de súbito, inspirado,
a bendecirte, de emociones lleno...
Y del aplauso al trueno
retiembla al punto el artesón dorado.
Lo antigua que es la libertad proclamas...
—¡Tú eres su monumento!—
Por eso cuando agita raudo viento
la secular belleza de tus ramas,
pienso que en mí derramas
de aquel genio divino el ígneo aliento.
Cual signo suyo mi alma te venera,
y cuando aquí me humillo
de tu vejez ante el eterno brillo,
recuerdo, roble augusto, que doquiera
que el numen sacro impera,
un árbol es su símbolo sencillo.
Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece
tras la cumbre vecina,
que va envolviendo pálida neblina...
se enluta el cielo..., el aire se adormece...
tu sombra crece y crece...
¡Y sola aquí tu majestad domina!
Piérdese en noche de los tiempos densa
su origen venerable;
mas ¿qué siglo evocar que no nos hable
de hechos ligados a su vida inmensa,
que en sí sola condensa
la de una raza antigua e indomable?...
Se transforman doquier las sociedades;
pasan generaciones;
caducan leyes; húndense naciones...
y el árbol de las vascas libertades
a futuras edades
trasmite fiel sus santas tradiciones.
Siempre inmutables son, bajo este cielo,
costumbres, ley, idioma...
¡Las invencibles águilas de Roma
aquí abatieron su atrevido vuelo,
y aquí luctuoso velo
cubrió la media luna de Mahoma!
Nunca abrigaron mercenarias greyes
las ramas seculares,
que a Vizcaya cobijan tutelares;
y a cuya sombra poderosos reyes
democráticas leyes
juraban ante jueces populares.
¡Salve, roble inmortal! Cuando te nombra
respetuoso mi acento,
y en ti se fija ufano el pensamiento,
me parece crecer bajo tu sombra,
y en tu florida alfombra
con lícita altivez la planta asiento.
¡Salve! ¡La humana dignidad se encumbra
en esta tierra noble
que tú proteges, perdurable roble,
que el sol sereno de Vizcaya alumbra,
y do el Cosnoaga inmoble
llega a tus pies en colosal penumbra!
¿En dónde hallar un corazón tan frío,
que a tu aspecto no lata,
sintiendo que se enciende y se dilata?
¿Quién de tu nombre ignora el poderío,
o en su desdén impío,
tu vejez santa con amor no acata?
Allá desde el retiro silencioso
donde del hombre huía
—al par que sus derechos defendía—,
del de Ginebra pensador fogoso,
con vuelo poderoso,
llegaba a ti la inquieta fantasía;
y arrebatado en entusiasmo ardiente
—pues nunca helarlo pudo
de injusta suerte el ímpetu sañudo—,
postró a tu austera majestad la frente
y en página elocuente
supo dejarte un inmortal saludo.
La Convención Francesa, de su seno
ve a un tribuno afamado,
levantarse de súbito, inspirado,
a bendecirte, de emociones lleno...
Y del aplauso al trueno
retiembla al punto el artesón dorado.
Lo antigua que es la libertad proclamas...
—¡Tú eres su monumento!—
Por eso cuando agita raudo viento
la secular belleza de tus ramas,
pienso que en mí derramas
de aquel genio divino el ígneo aliento.
Cual signo suyo mi alma te venera,
y cuando aquí me humillo
de tu vejez ante el eterno brillo,
recuerdo, roble augusto, que doquiera
que el numen sacro impera,
un árbol es su símbolo sencillo.
Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece
tras la cumbre vecina,
que va envolviendo pálida neblina...
se enluta el cielo..., el aire se adormece...
tu sombra crece y crece...
¡Y sola aquí tu majestad domina!
Se transforman doquier las sociedades;
pasan generaciones;
caducan leyes; húndense naciones...
y el árbol de las vascas libertades
a futuras edades
trasmite fiel sus santas tradiciones.
Siempre inmutables son, bajo este cielo,
costumbres, ley, idioma...
¡Las invencibles águilas de Roma
aquí abatieron su atrevido vuelo,
y aquí luctuoso velo
cubrió la media luna de Mahoma!
Nunca abrigaron mercenarias greyes
las ramas seculares,
que a Vizcaya cobijan tutelares;
y a cuya sombra poderosos reyes
democráticas leyes
juraban ante jueces populares.
¡Salve, roble inmortal! Cuando te nombra
respetuoso mi acento,
y en ti se fija ufano el pensamiento,
me parece crecer bajo tu sombra,
y en tu florida alfombra
con lícita altivez la planta asiento.
¡Salve! ¡La humana dignidad se encumbra
en esta tierra noble
que tú proteges, perdurable roble,
que el sol sereno de Vizcaya alumbra,
y do el Cosnoaga inmoble
llega a tus pies en colosal penumbra!
¿En dónde hallar un corazón tan frío,
que a tu aspecto no lata,
sintiendo que se enciende y se dilata?
¿Quién de tu nombre ignora el poderío,
o en su desdén impío,
tu vejez santa con amor no acata?
Allá desde el retiro silencioso
donde del hombre huía
—al par que sus derechos defendía—,
del de Ginebra pensador fogoso,
con vuelo poderoso,
llegaba a ti la inquieta fantasía;
y arrebatado en entusiasmo ardiente
—pues nunca helarlo pudo
de injusta suerte el ímpetu sañudo—,
postró a tu austera majestad la frente
y en página elocuente
supo dejarte un inmortal saludo.
La Convención Francesa, de su seno
ve a un tribuno afamado,
levantarse de súbito, inspirado,
a bendecirte, de emociones lleno...
Y del aplauso al trueno
retiembla al punto el artesón dorado.
Lo antigua que es la libertad proclamas...
—¡Tú eres su monumento!—
Por eso cuando agita raudo viento
la secular belleza de tus ramas,
pienso que en mí derramas
de aquel genio divino el ígneo aliento.
Cual signo suyo mi alma te venera,
y cuando aquí me humillo
de tu vejez ante el eterno brillo,
recuerdo, roble augusto, que doquiera
que el numen sacro impera,
un árbol es su símbolo sencillo.
Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece
tras la cumbre vecina,
que va envolviendo pálida neblina...
se enluta el cielo..., el aire se adormece...
tu sombra crece y crece...
¡Y sola aquí tu majestad domina!
Siempre inmutables son, bajo este cielo,
costumbres, ley, idioma...
¡Las invencibles águilas de Roma
aquí abatieron su atrevido vuelo,
y aquí luctuoso velo
cubrió la media luna de Mahoma!
Nunca abrigaron mercenarias greyes
las ramas seculares,
que a Vizcaya cobijan tutelares;
y a cuya sombra poderosos reyes
democráticas leyes
juraban ante jueces populares.
¡Salve, roble inmortal! Cuando te nombra
respetuoso mi acento,
y en ti se fija ufano el pensamiento,
me parece crecer bajo tu sombra,
y en tu florida alfombra
con lícita altivez la planta asiento.
¡Salve! ¡La humana dignidad se encumbra
en esta tierra noble
que tú proteges, perdurable roble,
que el sol sereno de Vizcaya alumbra,
y do el Cosnoaga inmoble
llega a tus pies en colosal penumbra!
¿En dónde hallar un corazón tan frío,
que a tu aspecto no lata,
sintiendo que se enciende y se dilata?
¿Quién de tu nombre ignora el poderío,
o en su desdén impío,
tu vejez santa con amor no acata?
Allá desde el retiro silencioso
donde del hombre huía
—al par que sus derechos defendía—,
del de Ginebra pensador fogoso,
con vuelo poderoso,
llegaba a ti la inquieta fantasía;
y arrebatado en entusiasmo ardiente
—pues nunca helarlo pudo
de injusta suerte el ímpetu sañudo—,
postró a tu austera majestad la frente
y en página elocuente
supo dejarte un inmortal saludo.
La Convención Francesa, de su seno
ve a un tribuno afamado,
levantarse de súbito, inspirado,
a bendecirte, de emociones lleno...
Y del aplauso al trueno
retiembla al punto el artesón dorado.
Lo antigua que es la libertad proclamas...
—¡Tú eres su monumento!—
Por eso cuando agita raudo viento
la secular belleza de tus ramas,
pienso que en mí derramas
de aquel genio divino el ígneo aliento.
Cual signo suyo mi alma te venera,
y cuando aquí me humillo
de tu vejez ante el eterno brillo,
recuerdo, roble augusto, que doquiera
que el numen sacro impera,
un árbol es su símbolo sencillo.
Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece
tras la cumbre vecina,
que va envolviendo pálida neblina...
se enluta el cielo..., el aire se adormece...
tu sombra crece y crece...
¡Y sola aquí tu majestad domina!
Nunca abrigaron mercenarias greyes
las ramas seculares,
que a Vizcaya cobijan tutelares;
y a cuya sombra poderosos reyes
democráticas leyes
juraban ante jueces populares.
¡Salve, roble inmortal! Cuando te nombra
respetuoso mi acento,
y en ti se fija ufano el pensamiento,
me parece crecer bajo tu sombra,
y en tu florida alfombra
con lícita altivez la planta asiento.
¡Salve! ¡La humana dignidad se encumbra
en esta tierra noble
que tú proteges, perdurable roble,
que el sol sereno de Vizcaya alumbra,
y do el Cosnoaga inmoble
llega a tus pies en colosal penumbra!
¿En dónde hallar un corazón tan frío,
que a tu aspecto no lata,
sintiendo que se enciende y se dilata?
¿Quién de tu nombre ignora el poderío,
o en su desdén impío,
tu vejez santa con amor no acata?
Allá desde el retiro silencioso
donde del hombre huía
—al par que sus derechos defendía—,
del de Ginebra pensador fogoso,
con vuelo poderoso,
llegaba a ti la inquieta fantasía;
y arrebatado en entusiasmo ardiente
—pues nunca helarlo pudo
de injusta suerte el ímpetu sañudo—,
postró a tu austera majestad la frente
y en página elocuente
supo dejarte un inmortal saludo.
La Convención Francesa, de su seno
ve a un tribuno afamado,
levantarse de súbito, inspirado,
a bendecirte, de emociones lleno...
Y del aplauso al trueno
retiembla al punto el artesón dorado.
Lo antigua que es la libertad proclamas...
—¡Tú eres su monumento!—
Por eso cuando agita raudo viento
la secular belleza de tus ramas,
pienso que en mí derramas
de aquel genio divino el ígneo aliento.
Cual signo suyo mi alma te venera,
y cuando aquí me humillo
de tu vejez ante el eterno brillo,
recuerdo, roble augusto, que doquiera
que el numen sacro impera,
un árbol es su símbolo sencillo.
Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece
tras la cumbre vecina,
que va envolviendo pálida neblina...
se enluta el cielo..., el aire se adormece...
tu sombra crece y crece...
¡Y sola aquí tu majestad domina!
¡Salve, roble inmortal! Cuando te nombra
respetuoso mi acento,
y en ti se fija ufano el pensamiento,
me parece crecer bajo tu sombra,
y en tu florida alfombra
con lícita altivez la planta asiento.
¡Salve! ¡La humana dignidad se encumbra
en esta tierra noble
que tú proteges, perdurable roble,
que el sol sereno de Vizcaya alumbra,
y do el Cosnoaga inmoble
llega a tus pies en colosal penumbra!
¿En dónde hallar un corazón tan frío,
que a tu aspecto no lata,
sintiendo que se enciende y se dilata?
¿Quién de tu nombre ignora el poderío,
o en su desdén impío,
tu vejez santa con amor no acata?
Allá desde el retiro silencioso
donde del hombre huía
—al par que sus derechos defendía—,
del de Ginebra pensador fogoso,
con vuelo poderoso,
llegaba a ti la inquieta fantasía;
y arrebatado en entusiasmo ardiente
—pues nunca helarlo pudo
de injusta suerte el ímpetu sañudo—,
postró a tu austera majestad la frente
y en página elocuente
supo dejarte un inmortal saludo.
La Convención Francesa, de su seno
ve a un tribuno afamado,
levantarse de súbito, inspirado,
a bendecirte, de emociones lleno...
Y del aplauso al trueno
retiembla al punto el artesón dorado.
Lo antigua que es la libertad proclamas...
—¡Tú eres su monumento!—
Por eso cuando agita raudo viento
la secular belleza de tus ramas,
pienso que en mí derramas
de aquel genio divino el ígneo aliento.
Cual signo suyo mi alma te venera,
y cuando aquí me humillo
de tu vejez ante el eterno brillo,
recuerdo, roble augusto, que doquiera
que el numen sacro impera,
un árbol es su símbolo sencillo.
Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece
tras la cumbre vecina,
que va envolviendo pálida neblina...
se enluta el cielo..., el aire se adormece...
tu sombra crece y crece...
¡Y sola aquí tu majestad domina!
¡Salve! ¡La humana dignidad se encumbra
en esta tierra noble
que tú proteges, perdurable roble,
que el sol sereno de Vizcaya alumbra,
y do el Cosnoaga inmoble
llega a tus pies en colosal penumbra!
¿En dónde hallar un corazón tan frío,
que a tu aspecto no lata,
sintiendo que se enciende y se dilata?
¿Quién de tu nombre ignora el poderío,
o en su desdén impío,
tu vejez santa con amor no acata?
Allá desde el retiro silencioso
donde del hombre huía
—al par que sus derechos defendía—,
del de Ginebra pensador fogoso,
con vuelo poderoso,
llegaba a ti la inquieta fantasía;
y arrebatado en entusiasmo ardiente
—pues nunca helarlo pudo
de injusta suerte el ímpetu sañudo—,
postró a tu austera majestad la frente
y en página elocuente
supo dejarte un inmortal saludo.
La Convención Francesa, de su seno
ve a un tribuno afamado,
levantarse de súbito, inspirado,
a bendecirte, de emociones lleno...
Y del aplauso al trueno
retiembla al punto el artesón dorado.
Lo antigua que es la libertad proclamas...
—¡Tú eres su monumento!—
Por eso cuando agita raudo viento
la secular belleza de tus ramas,
pienso que en mí derramas
de aquel genio divino el ígneo aliento.
Cual signo suyo mi alma te venera,
y cuando aquí me humillo
de tu vejez ante el eterno brillo,
recuerdo, roble augusto, que doquiera
que el numen sacro impera,
un árbol es su símbolo sencillo.
Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece
tras la cumbre vecina,
que va envolviendo pálida neblina...
se enluta el cielo..., el aire se adormece...
tu sombra crece y crece...
¡Y sola aquí tu majestad domina!
¿En dónde hallar un corazón tan frío,
que a tu aspecto no lata,
sintiendo que se enciende y se dilata?
¿Quién de tu nombre ignora el poderío,
o en su desdén impío,
tu vejez santa con amor no acata?
Allá desde el retiro silencioso
donde del hombre huía
—al par que sus derechos defendía—,
del de Ginebra pensador fogoso,
con vuelo poderoso,
llegaba a ti la inquieta fantasía;
y arrebatado en entusiasmo ardiente
—pues nunca helarlo pudo
de injusta suerte el ímpetu sañudo—,
postró a tu austera majestad la frente
y en página elocuente
supo dejarte un inmortal saludo.
La Convención Francesa, de su seno
ve a un tribuno afamado,
levantarse de súbito, inspirado,
a bendecirte, de emociones lleno...
Y del aplauso al trueno
retiembla al punto el artesón dorado.
Lo antigua que es la libertad proclamas...
—¡Tú eres su monumento!—
Por eso cuando agita raudo viento
la secular belleza de tus ramas,
pienso que en mí derramas
de aquel genio divino el ígneo aliento.
Cual signo suyo mi alma te venera,
y cuando aquí me humillo
de tu vejez ante el eterno brillo,
recuerdo, roble augusto, que doquiera
que el numen sacro impera,
un árbol es su símbolo sencillo.
Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece
tras la cumbre vecina,
que va envolviendo pálida neblina...
se enluta el cielo..., el aire se adormece...
tu sombra crece y crece...
¡Y sola aquí tu majestad domina!
Allá desde el retiro silencioso
donde del hombre huía
—al par que sus derechos defendía—,
del de Ginebra pensador fogoso,
con vuelo poderoso,
llegaba a ti la inquieta fantasía;
y arrebatado en entusiasmo ardiente
—pues nunca helarlo pudo
de injusta suerte el ímpetu sañudo—,
postró a tu austera majestad la frente
y en página elocuente
supo dejarte un inmortal saludo.
La Convención Francesa, de su seno
ve a un tribuno afamado,
levantarse de súbito, inspirado,
a bendecirte, de emociones lleno...
Y del aplauso al trueno
retiembla al punto el artesón dorado.
Lo antigua que es la libertad proclamas...
—¡Tú eres su monumento!—
Por eso cuando agita raudo viento
la secular belleza de tus ramas,
pienso que en mí derramas
de aquel genio divino el ígneo aliento.
Cual signo suyo mi alma te venera,
y cuando aquí me humillo
de tu vejez ante el eterno brillo,
recuerdo, roble augusto, que doquiera
que el numen sacro impera,
un árbol es su símbolo sencillo.
Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece
tras la cumbre vecina,
que va envolviendo pálida neblina...
se enluta el cielo..., el aire se adormece...
tu sombra crece y crece...
¡Y sola aquí tu majestad domina!
y arrebatado en entusiasmo ardiente
—pues nunca helarlo pudo
de injusta suerte el ímpetu sañudo—,
postró a tu austera majestad la frente
y en página elocuente
supo dejarte un inmortal saludo.
La Convención Francesa, de su seno
ve a un tribuno afamado,
levantarse de súbito, inspirado,
a bendecirte, de emociones lleno...
Y del aplauso al trueno
retiembla al punto el artesón dorado.
Lo antigua que es la libertad proclamas...
—¡Tú eres su monumento!—
Por eso cuando agita raudo viento
la secular belleza de tus ramas,
pienso que en mí derramas
de aquel genio divino el ígneo aliento.
Cual signo suyo mi alma te venera,
y cuando aquí me humillo
de tu vejez ante el eterno brillo,
recuerdo, roble augusto, que doquiera
que el numen sacro impera,
un árbol es su símbolo sencillo.
Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece
tras la cumbre vecina,
que va envolviendo pálida neblina...
se enluta el cielo..., el aire se adormece...
tu sombra crece y crece...
¡Y sola aquí tu majestad domina!
La Convención Francesa, de su seno
ve a un tribuno afamado,
levantarse de súbito, inspirado,
a bendecirte, de emociones lleno...
Y del aplauso al trueno
retiembla al punto el artesón dorado.
Lo antigua que es la libertad proclamas...
—¡Tú eres su monumento!—
Por eso cuando agita raudo viento
la secular belleza de tus ramas,
pienso que en mí derramas
de aquel genio divino el ígneo aliento.
Cual signo suyo mi alma te venera,
y cuando aquí me humillo
de tu vejez ante el eterno brillo,
recuerdo, roble augusto, que doquiera
que el numen sacro impera,
un árbol es su símbolo sencillo.
Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece
tras la cumbre vecina,
que va envolviendo pálida neblina...
se enluta el cielo..., el aire se adormece...
tu sombra crece y crece...
¡Y sola aquí tu majestad domina!
Lo antigua que es la libertad proclamas...
—¡Tú eres su monumento!—
Por eso cuando agita raudo viento
la secular belleza de tus ramas,
pienso que en mí derramas
de aquel genio divino el ígneo aliento.
Cual signo suyo mi alma te venera,
y cuando aquí me humillo
de tu vejez ante el eterno brillo,
recuerdo, roble augusto, que doquiera
que el numen sacro impera,
un árbol es su símbolo sencillo.
Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece
tras la cumbre vecina,
que va envolviendo pálida neblina...
se enluta el cielo..., el aire se adormece...
tu sombra crece y crece...
¡Y sola aquí tu majestad domina!
Cual signo suyo mi alma te venera,
y cuando aquí me humillo
de tu vejez ante el eterno brillo,
recuerdo, roble augusto, que doquiera
que el numen sacro impera,
un árbol es su símbolo sencillo.
Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece
tras la cumbre vecina,
que va envolviendo pálida neblina...
se enluta el cielo..., el aire se adormece...
tu sombra crece y crece...
¡Y sola aquí tu majestad domina!
Mas, ¡ah, silencio!... El sol desaparece
tras la cumbre vecina,
que va envolviendo pálida neblina...
se enluta el cielo..., el aire se adormece...
tu sombra crece y crece...
¡Y sola aquí tu majestad domina! | es |
Aburto_Uribe,Teresa | XXI | Podré,_Quizás,_Distanciarme_En_El_Tiempo | Podré, quizás,
distanciarme en el tiempo,
Una y otra vez podré
dejarte,
En calles solitarias vagar mi
cuerpo,
Rastrearé otros cielos
para encontrarte.
Tomaré el sol en otras
playas,
Oleré el perfume de
otros mares.
Mas, todo puede ser posible, es
cierto,
Andaré en la distancia y
en el tiempo,
Daré mis horas a otra
gente,
Rendiré mis noches
a otro cielo,
Y mi vida avanzar como
siempre, pero...
Nada alejar mi corazón de tu puerto.
P
U
E
R
T
O
Mas, todo puede ser posible, es
cierto,
Andaré en la distancia y
en el tiempo,
Daré mis horas a otra
gente,
Rendiré mis noches
a otro cielo,
Y mi vida avanzar como
siempre, pero...
Nada alejar mi corazón de tu puerto.
M
A
D
R
Y
N | es |
Benítez_Reyes,Felipe | <XXI | Elegía | Algunos paisajes de mi infancia han muerto.
Ha muerto Azor, corsario de Malasia,
cuyo nombre temblaba en las bocas de fresa
de las damas del siglo XVIII.
Ha caído la casa de don Álvaro
Miguel de Sotogrande (nos llevaba, riendo,
al sótano en que había tazas envenenadas
para que los espíritus tomasen el té de medianoche).
Ha muerto el capitán Rodden, que subía borracho
del fondo de los mares cada tarde
para contarme historias de reyezuelos africanos.
Ha desaparecido el dragón triste de los sueños
y queda el dragón negro del Poder,
cuyo reino se yergue sobre la pesadilla.
Algunos paisajes, decía, de mi niñez han muerto.
Yo los recuerdo ahora, y ese mapa borroso
de la memoria tiene
la señal de una ruta que ignoro adonde lleva. | es |
Gómez_Avellaneda,Gertrudis | <XXI | Vosotras_Que_Huis_De_Cupido | Vosotras que huis de Cupido
La blanda lid,
Corred de mi lira al sonido...
¡Corred y oíd!
En vano la dulce cadena
Será esquivar:
Natura imperiosa la ordena;
Ley es amar.
Ayer en el bosque mi Nice
Cantaba así:
—«Que amor es muy fuerte —se dice—;
Mas venga a mí.
Yo juro a su yugo mi cuello
Jamás postrar:
Jamás en mi frente su sello
Podrá grabar».
Llegué por detrás despacito,
Y en su alba sien
Un beso a imprimir me limito,
Que sintió bien.
Se vuelve con rostro encendido;
Quiere gritar...
Mas yo murmuraba a su oído,
¡Ley es amar!
La bella se turba y repite,
—«¡Libre he de ser!
—«Natura, mi bien, no permite
Tanto poder.
—«No cuento quince años», —replica—,
«Quiero jugar:
Natura a las niñas no aplica
La ley de amar».
—«Amor es también un infante»,
Respondo yo:
Mas ella con voz vacilante
Repite —«¡No!»
—«Los juegos de amor ¿quién no entiende?»
Torno a exclamar:
Su llama en tus ojos se enciende...
Ley es amar.
Más tarde, me dice, y suspira
Mi dulce bien.
Más tarde... y temblando me mira
Ya sin desdén.
—«Cual flor la belleza, mi Nice,
Muy frágil es»:
La flor al Favondo no dice
«Vuelve después».
—«Es pérfido amor», clama luego:
Hiere y se va.
—«Si es tierno, mi Nice, y es ciego,
¿Dónde se irá?»
—«No sé, mas confieso que abrigo
Grande pavor».
—«Verás, si te qtuedas conmigo,
Huir tu temor».
— «No debo», murmura, y enojos
Quiere mostrar;
Mas ya me declaran sus ojos
Que es ley amar.
De pronto se alarma y querella...
«¡Fue con razón!»
Va a huir; mas huyendo la bella
Dio un tropezón...
Se abrieron entonces mil flores,
Y el sitio aquel
Perfuman con nuevos olores
Nardo y clavel.
Las aves más gratos concentos
Dejan ya oír:
Parece que imitan los vientos
Dulce gemir.
Se enlaza la hiedra a su apoyo
Con más placer:
Más blando murmurio el arroyo
Forma al correr:
Al césped con su onda ligera
Llega a besar,
Y el eco devuelve do quiera
¡Ley es amar! | es |
Morales_Rojas,Juan | XXI | Me_Gustan_Los_Que_Pasan_Por_La_Vida | Me gustan los que pasan por la vida
Con paso lento y con mirar tranquilo;
Que nada esperan pues lo tienen todo
Porque son hombres dueños de sí mismos.
Miran de frente al sol de cada día
Saben que, fatalmente, está previsto
El final de las horas que recorren;
Dónde empieza y termina su camino.
Me gusta el que aprendió filosofía
En el disfrute de un vivir pacífico,
Sin saltar en la frontera en que terminan
Las posibilidades de uno mismo.
Los que llevan la rúbrica encendida
Del rayo de un vivir sin enemigos,
Ambiciones, las justas; las precisas
Para que en él se cumpla su Destino.
Ilusiones, las propias del que sabe
Que el tiempo del perfume siempre es mínimo.
La pena compensar con la alegría
Y buscar la alegría en lo sencillo;
En un amor tranquilo y hogareño
Entre la clara risa de los hijos.
Tan profundo y tan sabio será el hombre,
Que sepa ponderar con equilibrio
Un vivir que le puede dar placeres
Y a la vez exigirle sacrificios
Sin romper la armonía cotidiana;
Sin alterarle su vivir tranquilo.
La envidia debe ser un sentimiento
Por bajo y por ruin, desconocido.
No le va bien a la salud del alma
Ni sufrir puede el cuerpo su castigo.
De todos los pecados capitales
El orgullo es, sin duda, el más ridículo;
¿Quién puede señalar las calaveras
Mohosas de los pobres y los ricos?
¿Y atesorar riquezas que no puedes
Hombre de Dios, después llevar contigo?
Cuando te vayas, déjale a tus hijos
Todo lo que es riqueza de espíritu:
Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura,
Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros.
No colecciones los amores fáciles,
Pobre coleccionista de loa vicios
¿No ves que desperdicias simiente
Entre estériles piedras del camino?
No ignores el sabor grato y humilde
Pero sabroso de ese pan y vino
Que tú desprecias porque con manjares
Constantemente adulas tu apetito.
Me gustan los que pasan por la Vida
Disfrutando de arpegios y de trinos,
Del cantar de la lluvia sobre el campo
Donde se mecen los dorados trigos,
Donde florecen rojas amapolas,
Donde la tierna brisa es un suspiro.
Me gustan los que pasan por la Vida
Con paso lento y caminar tranquilo...
Miran de frente al sol de cada día
Saben que, fatalmente, está previsto
El final de las horas que recorren;
Dónde empieza y termina su camino.
Me gusta el que aprendió filosofía
En el disfrute de un vivir pacífico,
Sin saltar en la frontera en que terminan
Las posibilidades de uno mismo.
Los que llevan la rúbrica encendida
Del rayo de un vivir sin enemigos,
Ambiciones, las justas; las precisas
Para que en él se cumpla su Destino.
Ilusiones, las propias del que sabe
Que el tiempo del perfume siempre es mínimo.
La pena compensar con la alegría
Y buscar la alegría en lo sencillo;
En un amor tranquilo y hogareño
Entre la clara risa de los hijos.
Tan profundo y tan sabio será el hombre,
Que sepa ponderar con equilibrio
Un vivir que le puede dar placeres
Y a la vez exigirle sacrificios
Sin romper la armonía cotidiana;
Sin alterarle su vivir tranquilo.
La envidia debe ser un sentimiento
Por bajo y por ruin, desconocido.
No le va bien a la salud del alma
Ni sufrir puede el cuerpo su castigo.
De todos los pecados capitales
El orgullo es, sin duda, el más ridículo;
¿Quién puede señalar las calaveras
Mohosas de los pobres y los ricos?
¿Y atesorar riquezas que no puedes
Hombre de Dios, después llevar contigo?
Cuando te vayas, déjale a tus hijos
Todo lo que es riqueza de espíritu:
Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura,
Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros.
No colecciones los amores fáciles,
Pobre coleccionista de loa vicios
¿No ves que desperdicias simiente
Entre estériles piedras del camino?
No ignores el sabor grato y humilde
Pero sabroso de ese pan y vino
Que tú desprecias porque con manjares
Constantemente adulas tu apetito.
Me gustan los que pasan por la Vida
Disfrutando de arpegios y de trinos,
Del cantar de la lluvia sobre el campo
Donde se mecen los dorados trigos,
Donde florecen rojas amapolas,
Donde la tierna brisa es un suspiro.
Me gustan los que pasan por la Vida
Con paso lento y caminar tranquilo...
Me gusta el que aprendió filosofía
En el disfrute de un vivir pacífico,
Sin saltar en la frontera en que terminan
Las posibilidades de uno mismo.
Los que llevan la rúbrica encendida
Del rayo de un vivir sin enemigos,
Ambiciones, las justas; las precisas
Para que en él se cumpla su Destino.
Ilusiones, las propias del que sabe
Que el tiempo del perfume siempre es mínimo.
La pena compensar con la alegría
Y buscar la alegría en lo sencillo;
En un amor tranquilo y hogareño
Entre la clara risa de los hijos.
Tan profundo y tan sabio será el hombre,
Que sepa ponderar con equilibrio
Un vivir que le puede dar placeres
Y a la vez exigirle sacrificios
Sin romper la armonía cotidiana;
Sin alterarle su vivir tranquilo.
La envidia debe ser un sentimiento
Por bajo y por ruin, desconocido.
No le va bien a la salud del alma
Ni sufrir puede el cuerpo su castigo.
De todos los pecados capitales
El orgullo es, sin duda, el más ridículo;
¿Quién puede señalar las calaveras
Mohosas de los pobres y los ricos?
¿Y atesorar riquezas que no puedes
Hombre de Dios, después llevar contigo?
Cuando te vayas, déjale a tus hijos
Todo lo que es riqueza de espíritu:
Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura,
Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros.
No colecciones los amores fáciles,
Pobre coleccionista de loa vicios
¿No ves que desperdicias simiente
Entre estériles piedras del camino?
No ignores el sabor grato y humilde
Pero sabroso de ese pan y vino
Que tú desprecias porque con manjares
Constantemente adulas tu apetito.
Me gustan los que pasan por la Vida
Disfrutando de arpegios y de trinos,
Del cantar de la lluvia sobre el campo
Donde se mecen los dorados trigos,
Donde florecen rojas amapolas,
Donde la tierna brisa es un suspiro.
Me gustan los que pasan por la Vida
Con paso lento y caminar tranquilo...
Los que llevan la rúbrica encendida
Del rayo de un vivir sin enemigos,
Ambiciones, las justas; las precisas
Para que en él se cumpla su Destino.
Ilusiones, las propias del que sabe
Que el tiempo del perfume siempre es mínimo.
La pena compensar con la alegría
Y buscar la alegría en lo sencillo;
En un amor tranquilo y hogareño
Entre la clara risa de los hijos.
Tan profundo y tan sabio será el hombre,
Que sepa ponderar con equilibrio
Un vivir que le puede dar placeres
Y a la vez exigirle sacrificios
Sin romper la armonía cotidiana;
Sin alterarle su vivir tranquilo.
La envidia debe ser un sentimiento
Por bajo y por ruin, desconocido.
No le va bien a la salud del alma
Ni sufrir puede el cuerpo su castigo.
De todos los pecados capitales
El orgullo es, sin duda, el más ridículo;
¿Quién puede señalar las calaveras
Mohosas de los pobres y los ricos?
¿Y atesorar riquezas que no puedes
Hombre de Dios, después llevar contigo?
Cuando te vayas, déjale a tus hijos
Todo lo que es riqueza de espíritu:
Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura,
Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros.
No colecciones los amores fáciles,
Pobre coleccionista de loa vicios
¿No ves que desperdicias simiente
Entre estériles piedras del camino?
No ignores el sabor grato y humilde
Pero sabroso de ese pan y vino
Que tú desprecias porque con manjares
Constantemente adulas tu apetito.
Me gustan los que pasan por la Vida
Disfrutando de arpegios y de trinos,
Del cantar de la lluvia sobre el campo
Donde se mecen los dorados trigos,
Donde florecen rojas amapolas,
Donde la tierna brisa es un suspiro.
Me gustan los que pasan por la Vida
Con paso lento y caminar tranquilo...
Ilusiones, las propias del que sabe
Que el tiempo del perfume siempre es mínimo.
La pena compensar con la alegría
Y buscar la alegría en lo sencillo;
En un amor tranquilo y hogareño
Entre la clara risa de los hijos.
Tan profundo y tan sabio será el hombre,
Que sepa ponderar con equilibrio
Un vivir que le puede dar placeres
Y a la vez exigirle sacrificios
Sin romper la armonía cotidiana;
Sin alterarle su vivir tranquilo.
La envidia debe ser un sentimiento
Por bajo y por ruin, desconocido.
No le va bien a la salud del alma
Ni sufrir puede el cuerpo su castigo.
De todos los pecados capitales
El orgullo es, sin duda, el más ridículo;
¿Quién puede señalar las calaveras
Mohosas de los pobres y los ricos?
¿Y atesorar riquezas que no puedes
Hombre de Dios, después llevar contigo?
Cuando te vayas, déjale a tus hijos
Todo lo que es riqueza de espíritu:
Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura,
Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros.
No colecciones los amores fáciles,
Pobre coleccionista de loa vicios
¿No ves que desperdicias simiente
Entre estériles piedras del camino?
No ignores el sabor grato y humilde
Pero sabroso de ese pan y vino
Que tú desprecias porque con manjares
Constantemente adulas tu apetito.
Me gustan los que pasan por la Vida
Disfrutando de arpegios y de trinos,
Del cantar de la lluvia sobre el campo
Donde se mecen los dorados trigos,
Donde florecen rojas amapolas,
Donde la tierna brisa es un suspiro.
Me gustan los que pasan por la Vida
Con paso lento y caminar tranquilo...
En un amor tranquilo y hogareño
Entre la clara risa de los hijos.
Tan profundo y tan sabio será el hombre,
Que sepa ponderar con equilibrio
Un vivir que le puede dar placeres
Y a la vez exigirle sacrificios
Sin romper la armonía cotidiana;
Sin alterarle su vivir tranquilo.
La envidia debe ser un sentimiento
Por bajo y por ruin, desconocido.
No le va bien a la salud del alma
Ni sufrir puede el cuerpo su castigo.
De todos los pecados capitales
El orgullo es, sin duda, el más ridículo;
¿Quién puede señalar las calaveras
Mohosas de los pobres y los ricos?
¿Y atesorar riquezas que no puedes
Hombre de Dios, después llevar contigo?
Cuando te vayas, déjale a tus hijos
Todo lo que es riqueza de espíritu:
Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura,
Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros.
No colecciones los amores fáciles,
Pobre coleccionista de loa vicios
¿No ves que desperdicias simiente
Entre estériles piedras del camino?
No ignores el sabor grato y humilde
Pero sabroso de ese pan y vino
Que tú desprecias porque con manjares
Constantemente adulas tu apetito.
Me gustan los que pasan por la Vida
Disfrutando de arpegios y de trinos,
Del cantar de la lluvia sobre el campo
Donde se mecen los dorados trigos,
Donde florecen rojas amapolas,
Donde la tierna brisa es un suspiro.
Me gustan los que pasan por la Vida
Con paso lento y caminar tranquilo...
Un vivir que le puede dar placeres
Y a la vez exigirle sacrificios
Sin romper la armonía cotidiana;
Sin alterarle su vivir tranquilo.
La envidia debe ser un sentimiento
Por bajo y por ruin, desconocido.
No le va bien a la salud del alma
Ni sufrir puede el cuerpo su castigo.
De todos los pecados capitales
El orgullo es, sin duda, el más ridículo;
¿Quién puede señalar las calaveras
Mohosas de los pobres y los ricos?
¿Y atesorar riquezas que no puedes
Hombre de Dios, después llevar contigo?
Cuando te vayas, déjale a tus hijos
Todo lo que es riqueza de espíritu:
Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura,
Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros.
No colecciones los amores fáciles,
Pobre coleccionista de loa vicios
¿No ves que desperdicias simiente
Entre estériles piedras del camino?
No ignores el sabor grato y humilde
Pero sabroso de ese pan y vino
Que tú desprecias porque con manjares
Constantemente adulas tu apetito.
Me gustan los que pasan por la Vida
Disfrutando de arpegios y de trinos,
Del cantar de la lluvia sobre el campo
Donde se mecen los dorados trigos,
Donde florecen rojas amapolas,
Donde la tierna brisa es un suspiro.
Me gustan los que pasan por la Vida
Con paso lento y caminar tranquilo...
La envidia debe ser un sentimiento
Por bajo y por ruin, desconocido.
No le va bien a la salud del alma
Ni sufrir puede el cuerpo su castigo.
De todos los pecados capitales
El orgullo es, sin duda, el más ridículo;
¿Quién puede señalar las calaveras
Mohosas de los pobres y los ricos?
¿Y atesorar riquezas que no puedes
Hombre de Dios, después llevar contigo?
Cuando te vayas, déjale a tus hijos
Todo lo que es riqueza de espíritu:
Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura,
Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros.
No colecciones los amores fáciles,
Pobre coleccionista de loa vicios
¿No ves que desperdicias simiente
Entre estériles piedras del camino?
No ignores el sabor grato y humilde
Pero sabroso de ese pan y vino
Que tú desprecias porque con manjares
Constantemente adulas tu apetito.
Me gustan los que pasan por la Vida
Disfrutando de arpegios y de trinos,
Del cantar de la lluvia sobre el campo
Donde se mecen los dorados trigos,
Donde florecen rojas amapolas,
Donde la tierna brisa es un suspiro.
Me gustan los que pasan por la Vida
Con paso lento y caminar tranquilo...
De todos los pecados capitales
El orgullo es, sin duda, el más ridículo;
¿Quién puede señalar las calaveras
Mohosas de los pobres y los ricos?
¿Y atesorar riquezas que no puedes
Hombre de Dios, después llevar contigo?
Cuando te vayas, déjale a tus hijos
Todo lo que es riqueza de espíritu:
Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura,
Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros.
No colecciones los amores fáciles,
Pobre coleccionista de loa vicios
¿No ves que desperdicias simiente
Entre estériles piedras del camino?
No ignores el sabor grato y humilde
Pero sabroso de ese pan y vino
Que tú desprecias porque con manjares
Constantemente adulas tu apetito.
Me gustan los que pasan por la Vida
Disfrutando de arpegios y de trinos,
Del cantar de la lluvia sobre el campo
Donde se mecen los dorados trigos,
Donde florecen rojas amapolas,
Donde la tierna brisa es un suspiro.
Me gustan los que pasan por la Vida
Con paso lento y caminar tranquilo...
¿Y atesorar riquezas que no puedes
Hombre de Dios, después llevar contigo?
Cuando te vayas, déjale a tus hijos
Todo lo que es riqueza de espíritu:
Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura,
Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros.
No colecciones los amores fáciles,
Pobre coleccionista de loa vicios
¿No ves que desperdicias simiente
Entre estériles piedras del camino?
No ignores el sabor grato y humilde
Pero sabroso de ese pan y vino
Que tú desprecias porque con manjares
Constantemente adulas tu apetito.
Me gustan los que pasan por la Vida
Disfrutando de arpegios y de trinos,
Del cantar de la lluvia sobre el campo
Donde se mecen los dorados trigos,
Donde florecen rojas amapolas,
Donde la tierna brisa es un suspiro.
Me gustan los que pasan por la Vida
Con paso lento y caminar tranquilo...
Ciencia, Trabajo y Fe, noble Cultura,
Tu honroso ejemplo, tu recuerdo...y libros.
No colecciones los amores fáciles,
Pobre coleccionista de loa vicios
¿No ves que desperdicias simiente
Entre estériles piedras del camino?
No ignores el sabor grato y humilde
Pero sabroso de ese pan y vino
Que tú desprecias porque con manjares
Constantemente adulas tu apetito.
Me gustan los que pasan por la Vida
Disfrutando de arpegios y de trinos,
Del cantar de la lluvia sobre el campo
Donde se mecen los dorados trigos,
Donde florecen rojas amapolas,
Donde la tierna brisa es un suspiro.
Me gustan los que pasan por la Vida
Con paso lento y caminar tranquilo...
¿No ves que desperdicias simiente
Entre estériles piedras del camino?
No ignores el sabor grato y humilde
Pero sabroso de ese pan y vino
Que tú desprecias porque con manjares
Constantemente adulas tu apetito.
Me gustan los que pasan por la Vida
Disfrutando de arpegios y de trinos,
Del cantar de la lluvia sobre el campo
Donde se mecen los dorados trigos,
Donde florecen rojas amapolas,
Donde la tierna brisa es un suspiro.
Me gustan los que pasan por la Vida
Con paso lento y caminar tranquilo...
Que tú desprecias porque con manjares
Constantemente adulas tu apetito.
Me gustan los que pasan por la Vida
Disfrutando de arpegios y de trinos,
Del cantar de la lluvia sobre el campo
Donde se mecen los dorados trigos,
Donde florecen rojas amapolas,
Donde la tierna brisa es un suspiro.
Me gustan los que pasan por la Vida
Con paso lento y caminar tranquilo...
Del cantar de la lluvia sobre el campo
Donde se mecen los dorados trigos,
Donde florecen rojas amapolas,
Donde la tierna brisa es un suspiro.
Me gustan los que pasan por la Vida
Con paso lento y caminar tranquilo... | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | «Pata_Perro»_Y_El_«Vedija» | «Pata Perro» y el «Vedija»,
«Choto Triste» y «Malos Pelos»
se están jugando un cigarro
y la ración de pan negro.
El dominó es de cartón.
Los jugadores, hollejos
de esas naranjas que crían
los agrios del desenfreno.
Y van surgiendo las fichas
maniatadas a su gesto.
El tres uno, con su paso
ladeado de cangrejo.
El cinco blanca, un corneta
con cabellera de hielo.
La anemia del blanca uno
y el cinco seis opulento.
La desgracia del dos tres
con su nariz de podenco.
Y la gran noche de lobos
del doble seis agorero.
La partida se abroquela
en alcaloides goyescos
y la trifulca descubre
sus circuitos y magnetos.
Duerme uña morsa nupcial
del doble blanca en el témpano
mientras la ronda el pingüino
del uno cuatro en silencio.
Y comienzan a estallar
los cohetes del denuesto.
Al doble dos, la balanza
que pesa los desaciertos,
le ahorcaron los platillos
en manos de «Pata Perro».
La pelota, en el tejado,
esquiva a los cancerberos
y más que caer, quisiera
ganar la grupa del cielo.
El cinco tres veleidoso
se ha sentido panadero
y diez tantos de una hornada
le ha dorado a «Malos Pelos».
Pero el triunfo es un espino
y quien intente cogerlo
se ha de desollar el pan,
los cigarros y los dedos.
El gato de la prisión
—un ovillo amarillento
devanado en un topacio—
está sin duda intuyendo
que una guerra no se acaba
aunque le afeiten los cuernos. | es |
Darío,Rubén | <XXI | Yo_Soy_Aquel_Que_Ayer_No_Más_Decía | Yo soy aquel que ayer no más decía
el verso azul y la canción profana,
en cuya noche un ruiseñor había
que era alondra de luz por la mañana.
El dueño fui de mi jardín de sueño,
lleno de rosas y de cisnes vagos;
el dueño de las tórtolas, el dueño
de góndolas y liras en los lagos;
y muy siglo diez y ocho y muy antiguo
y muy moderno; audaz, cosmopolita;
con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo,
y una sed de ilusiones infinita.
Yo supe de dolor desde mi infancia,
mi juventud.... ¿fue juventud la mía?
Sus rosas aún me dejan su fragancia...
una fragancia de melancolía...
Potro sin freno se lanzó mi instinto,
mi juventud montó potro sin freno;
iba embriagada y con puñal al cinto;
si no cayó, fue porque Dios es bueno.
En mi jardín se vio una estatua bella;
se juzgó mármol y era carne viva;
una alma joven habitaba en ella,
sentimental, sensible, sensitiva.
Y tímida ante el mundo, de manera
que encerrada en silencio no salía,
sino cuando en la dulce primavera
era la hora de la melodía...
Hora de ocaso y de discreto beso;
hora crepuscular y de retiro;
hora de madrigal y de embeleso,
de «te adoro», y de «¡ay!» y de suspiro.
Y entonces era la dulzaina un juego
de misteriosas gamas cristalinas,
un renovar de gotas del Pan griego
y un desgranar de músicas latinas.
Con aire tal y con ardor tan vivo,
que a la estatua nacían de repente
en el muslo viril patas de chivo
y dos cuernos de sátiro en la frente.
Como la Galatea gongorina
me encantó la marquesa verleniana,
y así juntaba a la pasión divina
una sensual hiperestesia humana;
todo ansia, todo ardor, sensación pura
y vigor natural; y sin falsía,
y sin comedia y sin literatura...:
si hay un alma sincera, esa es la mía.
La torre de marfil tentó mi anhelo;
quise encerrarme dentro de mí mismo,
y tuve hambre de espacio y sed de cielo
desde las sombras de mi propio abismo.
Como la esponja que la sal satura
en el jugo del mar, fue el dulce y tierno
corazón mío, henchido de amargura
por el mundo, la carne y el infierno.
Mas, por gracia de Dios, en mi conciencia
el Bien supo elegir la mejor parte;
y si hubo áspera hiel en mi existencia,
melificó toda acritud el Arte.
Mi intelecto libré de pensar bajo,
bañó el agua castalia el alma mía,
peregrinó mi corazón y trajo
de la sagrada selva la armonía.
¡Oh, la selva sagrada! ¡Oh, la profunda
emanación del corazón divino
de la sagrada selva! ¡Oh, la fecunda
fuente cuya virtud vence al destino!
Bosque ideal que lo real complica,
allí el cuerpo arde y vive y Psiquis vuela;
mientras abajo el sátiro fornica,
ebria de azul deslíe Filomela.
Perla de ensueño y música amorosa
en la cúpula en flor del laurel verde,
Hipsipila sutil liba en la rosa,
y la boca del fauno el pezón muerde.
Allí va el dios en celo tras la hembra,
y la caña de Pan se alza del lodo;
la eterna vida sus semillas siembra,
y brota la armonía del gran Todo.
El alma que entra allí debe ir desnuda,
temblando de deseo y fiebre santa,
sobre cardo heridor y espina aguda:
así sueña, así vibra y así canta.
Vida, luz y verdad, tal triple llama
produce la interior llama infinita.
El Arte puro como Cristo exclama:
Ego sum lux et veritas et vita!
Y la vida es misterio, la luz ciega
y la verdad inaccesible asombra;
la adusta perfección jamás se entrega,
y el secreto ideal duerme en la sombra.
Por eso ser sincero es ser potente;
de desnuda que está, brilla la estrella;
el agua dice el alma de la fuente
en la voz de cristal que fluye de ella.
Tal fue mi intento, hacer del alma pura
mía, una estrella, una fuente sonora,
con el horror de la literatura
y loco de crepúsculo y de aurora.
Del crepúsculo azul que da la pauta
que los celestes éxtasis inspira,
bruma y tono menor —¡toda la flauta!,
y Aurora, hija del Sol— ¡toda la lira!
Pasó una piedra que lanzó una honda;
pasó una flecha que aguzó un violento.
La piedra de la honda fue a la onda,
y la flecha del odio fuese al viento.
La virtud está en ser tranquilo y fuerte;
con el fuego interior todo se abrasa;
se triunfa del rencor y de la muerte,
y hacia Belén... ¡la caravana pasa! | es |
Pardo_García,Germán | <XXI | ¡He_Llegado_A_Un_Talud_En_Mi_Aventura | ¡He llegado a un talud en mi aventura
de circunvalador del infinito!
¡Mi nombre dejo sobre el agua escrito,
o en la pared que la humedad rotura!
¡Como soldado defendí clausura?
¡Como silente sepulté mi grito!
¡Como demonio padecí proscrito
y como arcángel me cubrí de albura!
¡Arbóreo el esternón, selva de acanto
con estruendo de nubes aquilinas!
¡Del salitroso manantial del llanto
tuve en la faz cisternas masculinas,
y en los pliegues magnéticos del manto
la Clave de las Páginas Divinas! | es |
Buesa,José_Ángel | <XXI | Se_Deja_De_Querer,_Y_No_Se_Sabe | Se deja de querer, y no se sabe
por qué se deja de querer:
Es como abrir la mano y encontrarla vacía,
y no saber, de pronto, qué cosa se nos fue.
Se deja de querer, y es como un río
cuya corriente fresca ya no calma la sed;
como andar en otoño sobre las hojas secas,
y pisar la hoja verde que no debió caer.
Se deja de querer, y es como el ciego
que aún dice adiós, llorando, después que
pasó el tren;
o como quien despierta recordando un camino,
pero ya sólo sabe que regresó por él.
Se deja de querer, como quien deja
de andar por una calle, sin razón, sin saber;
y es hallar un diamante brillando en el rocío,
y que, ya al recogerlo, se evapore también.
Se deja de querer, y es como un viaje
detenido en la sombra, sin seguir ni volver;
y es cortar una rosa para adornar la mesa
y que el viento deshoje la rosa en el mantel.
Se deja de querer, y es como un niño
que ve cómo naufragan sus barcos de papel;
o escribir en la arena la fecha de mañana
y que el mar se la lleve con el nombre de ayer.
Se deja de querer, y es como un libro
que, aun abierto hoja a hoja, quedó a medio leer;
y es como la sortija que se quitó del dedo,
y sólo así supimos que se marcó en la piel.
Se deja de querer, y no se sabe
por qué se deja de querer... | es |
Pombo,Rafael | <XXI | Sueños | Si cuando amamos, es verdad que amamos,
¿Cómo es verdad que luego aborrecemos?
Si cuando vemos, es verdad que vemos,
¿Cómo ha de ser de veras que olvidamos?
Si no es mentira el bien que disfrutamos,
Si es realidad el mal que padecemos,
¿Quién nos roba ese bien que poseemos?
¿Quién nos roba ese mal que nos forjamos?
Cinco sentidos a la par mintiendo
Bien claro y sin cesar me están probando
Que aquí es mentira cuanto estoy sintiendo.
Atormentada el alma delirando
Sólo en lo que no siente está creyendo.
Que es Dios, pues sólo a Dios no está negando. | es |
Impaglione,Gabriel | XXI | Picasso _Vive_Todavía | Picasso vive todavía
en la ciudad callada
bajo el sol acuarela
de un bandoneón errante,
y cada tanto trae
copa de vino de savia
de brote decisivo
en la luz sigilosa de la tarde.
Cuando dejó al mundo su Guernica
quiso decir ferocidad
prehistoria
ayuno bajo la metralla
lluvia de mordeduras
peste tiránica.
Mi país se llama Guernica
y Pablo lo sabía.
Mi calle es la calle
de las máquinas histriónicas
y por su corriente de urgencias
pasa el olvido
como un túnel de muerte.
Y mi país es Guernica.
No hay techo ni paraguas
que detenga los colmillos
del imperialismo.
No hay forma de esconder
a nuestros niños,
mi país Guernica
es un escaparate de latidos
al mejor postor,
una oferta de ocasión
de carne desalada.
Pablo lo sabía.
Denunció la masacre del fascismo,
retrató una calle
de mi país masacrado.
Pablo era argentino
porque si no porqué
esos rostros abiertos
al espanto
que entra metálico agudo, letal,
calladamente impune?
Son los rostros de aquí y ahora,
parecidos a los de Bagdad
pero me parecen tan argentinos!
Echó a rodar su Elegía al pueblo masacrado
y habló de Guernica
que parece Argentina.
Cae la metralla infatigable
de la gula imperial, de lo obsceno
de la rapiña y la traición y el apogeo
del nomeimportanada
y abajo los pedazos
de gente se retuercen
entre miedos de almuerzo televisado
y las últimas noticias
que nunca dicen nada.
O sea que no dicen todo lo que pasa.
Picasso lo sabía,
el dejó el Guernica
para dar aviso al mundo
de los horrores de la tiranía.
Yo lo miro a diario
en una esquina llena de preguntas.
Por los bordes donde el barro
abre surcos de esperanzas muertas.
Yo veo mi país Guernica
que para otros es un país interesante,
exótico, propicio, desmarxisado
vasto, en vías de desarrollo
autosustentable
según las fruit' s company's de turno.
Yo veo mi país Guernica
bajo el imperio
masacrado de hambre y de usura.
Veo mi bello, alto, hondo, ancho
cereal, amado país de canto
en los andamios
de guitarras y abrazos y de vientos
tan anchos como atlánticos
tan Guernica
que en ese roto quejido en la piedra
derramado
auguro el nacimiento necesario
de todos los hombres
todavía. | es |
Altolaguirre,Manuel | <XXI | Dos | Aguas sin suerte, solteras
despreciadas de los trigos,
canosas ya por la espuma
de las riberas del río,
¿qué infancia de nube airosa
recordáis? Habéis perdido
la niñez en cielos altos
y ahora andáis largo camino
hacia la mar que es la gloria
del agua, su paraíso.
¡Qué vejez la del torrente!
¡Qué angustioso torbellino!
Sin calmar la sed de nadie,
y sin ser para Narciso
espejos, vais a la muerte,
aguas finales del río. | es |
Eguren,José_María | <XXI | Las_Citas_Ciegas | Del hondo pozo
lleno de sombra,
las Citas ciegas
salen llorosas.
Con la ignotía,
con el marasmo
de sus perdidos
ojos sellados.
Son transparentes
cual las medusas
y fantasmales
como la luna.
Llevan al margen
desconocido,
las palideces
y horror del sino.
De pozo triste
velan la noche,
mueven sus talles,
mueven sus hoces.
Fluyen los sueños
a las comarcas
con sus distantes
pupilas blancas.
A las doncellas,
frágiles niñas,
en noche ardiente
llaman las Citas.
Y en los brocales
del hondo abismo
las van cortando
como los lirios. | es |
Lugones,Leopoldo | <XXI | Palidez_Apasionada | Palidez apasionada,
que en honda sed de martirio
clava el corazón del lirio
con misteriosa estocada.
Rayo de luna fatal,
en que el corazón herido
se estremece agradecido
de que le hagan tanto mal... | es |
Góngora,Luis_de | <XXI | La_Más_Bella_Niña | La más bella niña
De nuestro lugar,
Hoy viuda y sola
Y ayer por casar,
Viendo que sus ojos
A la guerra van,
A su madre dice,
Que escucha su mal:
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Pues me disteis, madre,
En tan tierna edad
Tan corto el placer,
Tan largo el pesar,1
Y me cautivasteis
De quien hoy se va
Y lleva las llaves
De mi libertad,
Dejadme llorar
Orillas del mar.
En llorar conviertan
Mis ojos, de hoy más,
El sabroso oficio
Del dulce mirar,
Pues que no se pueden
Mejor ocupar,
Yéndose a la guerra
Quien era mi paz,
Dejadme llorar
Orillas del mar.
No me pongáis freno
Ni queráis culpar,
Que lo uno es justo,
Lo otro por demás.
Si me queréis bien,
No me hagáis mal;
Harto peor fuera
Morir y callar,
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Dulce madre mía,
¿Quién no llorará,
Aunque tenga el pecho
Como un pedernal,
Y no dará voces
Viendo marchitar
Los más verdes años
De mi mocedad?
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Váyanse las noches,
Pues ido se han
Los ojos que hacían
Los míos velar;
Váyanse, y no vean
Tanta soledad,
Después que en mi lecho
Sobra la mitad.
Dejadme llorar
Orillas del mar. | es |
Cardenal,Ernesto | <XXI | En_Costa_Rica | En Costa Rica
cantan los carreteros
Caminan con
mandolinas en los caminos
Y las carreteras
van pintadas como lapas,
Y los bueyes van
con cintas de colores
Y campanitas
y flores en los cuernos.
Cuando es el corte
del café en Costa Rica,
Y las carretas van
cargadas de café.
Y hay bandas
en las plazas de los pueblos,
Y en San José
los balcones y ventanas
están llenos de muchachas y de flores
Y las muchachas
dan vueltas en el parque.
Y el presidente
camina a pie
en San José. | es |
Aleixandre,Vicente | <XXI | Dormida_Sobre_El_Tigre | Dormida sobre el tigre,
su leve trenza yace.
Mirad su bulto. Alienta
sobre la piel hermosa,
tranquila, soberana.
¿Quién puede osar, quién sólo
sus labios hoy pondría
sobre la luz dichosa
que, humana apenas, sueña?
Miradla allí. ¡Cuán sola!
¡Cuán intacta! ¿Tangible?
Casi divina, leve
el seno se alza, cesa,
se yergue, abate; gime
como el amor. Y un tigre
soberbio la sostiene
como la mar hircana,
donde flotase extensa,
feliz, nunca ofrecida.
¡Ah, mortales! No, nunca;
desnuda, nunca vuestra.
Sobre la piel hoy ígnea
miradla, exenta: es diosa. | es |
Pardo_García,Germán | <XXI | Mujer_De_Las_Montañas | De allá saliste, de las brumas blancas,
mujer de pubescente carnadura,
y un comienzo de firme curvatura
casi animal en las rupestres ancas.
Músculos largos. Más que piernas,
zancas de ciervo que conoce la espesura
y escápase al sentir la crispatura
del jaguar poblador de las barrancas.
Veloz, siempre veloz, suelta y al viento
con el acelerado movimiento
de las nubes en rápidos envíos.
Te pude conocer así como eras:
torso desplazador y ancas ligeras
volando por los montes y los ríos. | es |
Buesa,José_Ángel | <XXI | No_Envidiéis_Mi_Alegría,_Mi_Salud_Ni_Mi_Canto | No envidiéis mi alegría, mi salud ni mi canto;
no envidiéis lo que sueño, ni envidiéis lo que digo.
pues todo eso no vale ni una gota de llanto.
Pero envidiadme todos la amistad de este amigo...
Ah, sí, envidiad la gloria de esta firme confianza,
cuyo sentir profundo ni en mal ni en bien se altera,
porque yo siento mío lo que tu mano alcanza
y en él es permanente mi dicha pasajera.
Envidiadme este amigo que no envidia mi goce,
compartiendo igualmente mi entusiasmo y hastío.
Nada puede importarle si nadie lo conoce,
porque mi canto es suyo si su silencio es mío.
Envidiadme este amigo que me mira de frente,
que es alegre en mi triunfo y es triste en mi fracaso,
porque en él es espiga lo que en mí fue simiente,
y yo duermo en su lecho pero él bebe en mi vaso.
No importa si estoy solo, pues siempre está conmigo,
y mis propias arrugas lo van haciendo viejo.
Ah, sí, envidiadme todos la amistad de este amigo
que refleja mi espejo. | es |
Lihn,Enrique | <XXI | No_Hubo_Dolor_En_El_Momento_Justo | No hubo dolor en el momento justo
de oír sobre tu muerte. Fue como si tú mismo la hubieras
anunciado en uno de esos absurdos llamados telefónicos que
solías hacer a tus amigos:
una broma sangrienta.
Y la inocencia que, a esas horas, se volvía irritante, la
cigarra de una voz chirriando
en la paja seca del día. No hubo dolor
pero sí, Carlos, la inmediata certeza
de que contigo se eclipsaba la noche
sobre el desierto de un día estable y es como si cayera
un poco de ceniza del cielo sobre tierras eriáceas.
Me he llamado a lo real. Pero qué peso insoportable
tendría ahora un guijarro sobre la palma de la mano. Todas,
todas estas pobres historias
diurnas no son sino desgarradoras. Aquí, también, esta
visión confusa y demasiado nítida de caras conocidas.
Si la vida no es más que una locura
lo que importan son los sueños y aún el delirio, la
mentira piadosa
de las palabras en libertad arrojadas
al millar de los vientos nocturnos,
como en tu poesía: la oscuridad vidente:
palabras como brasas, balbuceos del fuego. | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Se_Sobrevinieron_Las_Heces_De_Un_Rencor_Lejanamente_Fermentado | Se sobrevinieron las heces de un rencor lejanamente fermentado
que a ti te hería en tu heroísmo de golondrina lañada
queriendo saltar sobre las cuerdas vocales del grito de mis cimas.
A racimos de vigilias se trasponen las veredas de tus valles sonrosados
cruzando por un aire que se siente azul en tus pupilas
y desaliento de perseguir vetustos himnos de fósiles recuerdos.
Por ti arriba subían las sombras violetas de los ritos guerreros,
de los galoneados atardeceres de entonces,
cuando tú y yo teníamos un arroyo
que nos seguía por los bosques como un perrillo de aguas.
Todo era un laboreo de colmenas indolentes.
Por todo retoñaba el abrazo de nuestras venas sueltas
en su libre albedrío de transportar mieles, pétalos de niebla o delirios.
Era cuando tú te bordabas en un beso todo el paisaje
y cuando te abrías las peñas que te manaban muslos
o estrábicos moarés con las contorsiones de un espasmo de jade.
Si todas las mariposas han de clavarse en mí con púas de erizo,
rómpeme esta áspera envoltura que me enquista,
no me retengas al pie de este castillo de fríos bisbiseantes,
de cataratas muertas por consunción.
Tú me vives en los años que se me han ido desprendiendo en los combates,
en mechinales que tienen el tímpano roto por las explosiones
en los torcidos reflejos de mi sombra.
Pero yo, con la vida a media asta,
veré ahogarse el último marinero
de tu arsenal de azúcar, terciopelo y desatadas lumbres.
Y tal vez figuraré en la próxima lista de desaparecidos,
siendo ya el féretro que encierra los restos de aquel otro que era,
de aquel cuyo entierro paseo en el armón de mi cuerpo de ahora,
entre las letrillas rumorosamente irónicas que crepitan
anónimas esquelas de la fosa común. | es |
Diego,Eliseo | <XXI | Mientras_Me_Limpio_Hoy_Jueves_Los_Zapatos | Mientras me limpio hoy jueves los zapatos
a la luz de la lámpara y las hojas
susurran en el patio sus consejas
sé que habrá un tiempo en que por fin olvide
si fue jueves y abril o un lunes lívido
de aquel febrero pródigo en angustias
y que no importa cuándo fue ni dónde.
Pero es que hoy martes mi familia duerme
tan dulce y tan serena en torno mío
que limpiar los zapatos es mi modo
de saber que estoy siendo a pleno gusto
este viernes o sábado sin término
lo que soy sin fatiga ni premuras
en un mes que bendigo no sé dónde. | es |
Hahn,Óscar | <XXI | Vuelves_A_Mí | Vuelves a mí
porque el asesino
siempre vuelve
al lugar del crimen | es |
Rasch_Isla,Miguel | <XXI | Rito_Orgiástico | De pámpanos y rosas coronada la frente,
y de ojeras cercada la pupila sombría,
la bacante desnuda resplandece en la orgía,
como viva columna de alabastro luciente.
Espuma en los cristales el licor. De repente
ella erige una copia con ritual gallardía,
y ante el coro entusiasta que la aplaude y ansía,
sin pudores la vuelca sobre el seno turgente.
El licor se desborda por el busto de flores,
y una red de collares y un cendal de fulgores
improvisa a lo largo de su cuerpo felino.
Un mancebo se llega con orgullo a la hermosa
y —postrado a sus plantas— con delicia morosa
liba, al borde del sexo, los rezagos del vino. | es |
Blanco,Andrés_Eloy | <XXI | Y_Ahora,_Vuelvo_Los_Ojos | Y ahora, vuelvo los ojos
hacia la síntesis del Canto,
hacia la barca del Pretérito,
de parda vela y el bauprés sangrado,
tu propia barca, donde tú venías,
piloto de ti mismo, timonel de tu barco,
donde venía la Patria recién nacida,
como Moisés entre sus mimbres, por donde Dios quiso llevarlo.
Caracas fue la cuna
y Angostura la eternidad.
Por los montes andaba la Patria sin bautismo,
cuando llegó a los llanos, curva de caminar,
y entre tus aguas se fundió contigo
y fue contigo un solo llanto y un solo rugido tenaz.
Y bajaste con ella. Te cabalgó. Su trenza
era la espiga del escudo y tú eras el caballo sin paz.
Surcaste las tierras crucificadas
y en Angostura le diste tu agua lustral
y seguiste con ella: ¡allá va la República!
y en las bocas se hace veinte patrias más
y se asoma a tus veinte labios
cuando se va acercando al mar
y el mar alza en hostias su mejor espuma
y en las veinte bocas te pone sal.
Padre del Agua, Orinoco de las Siete Estrellas:
cayó en tus aguas mi parábola
como un llanto en el fondo de una mano abierta.
Si el mar te bautiza con la sal del mundo,
Río de la Patria de las Siete Estrellas,
mi Parábola desnuda,
mi llanto manado de una herida nueva,
te caiga en el fondo y a la mar se vaya
y en el mar se espume y suba en la niebla
y en la nube viaje
y en la montaña llueva
y salte en la fuente y a tus aguas torne
y arda en el brasero de tus Siete Estrellas... | es |
Al_Haded,Alí | XXI | Escribiré_Sonetos_En_El_Viento | Escribiré sonetos en el viento
por las noches y por las madrugadas,
implorando a los duendes y a las hadas
que no me priven nunca de argumento.
Habrá viandas y vino de un convento
¡cómo formalidades muy sagradas!
y en un ritual con hostias consagradas
un cura dará su predicamento.
Será una ceremonia muy cristiana
en la capilla sur del campo santo
donde celebraremos mi partida;
y no veré jamás otro mañana.
Mas yo seré poeta mientras tanto,
¡en otra dimensión y en otra vida!
Habrá viandas y vino de un convento
¡cómo formalidades muy sagradas!
y en un ritual con hostias consagradas
un cura dará su predicamento.
Será una ceremonia muy cristiana
en la capilla sur del campo santo
donde celebraremos mi partida;
y no veré jamás otro mañana.
Mas yo seré poeta mientras tanto,
¡en otra dimensión y en otra vida!
Será una ceremonia muy cristiana
en la capilla sur del campo santo
donde celebraremos mi partida;
y no veré jamás otro mañana.
Mas yo seré poeta mientras tanto,
¡en otra dimensión y en otra vida!
y no veré jamás otro mañana.
Mas yo seré poeta mientras tanto,
¡en otra dimensión y en otra vida! | es |
Pardo_García,Germán | <XXI | Daba_La_Tierra_Sus_Efluvios_Tiernos | Daba la tierra sus efluvios tiernos
al dulce abril y a la temprana umbría.
Alguien, conmigo, de su mano había
entregado al amor frutos eternos.
Y le dije a la vida: ven a sernos
alto reposo y gloria y armonía.
Y entonces, en la gracia de aquel día
toda la vida se juntó por vernos.
Y floreció el laurel y las montañas
se vieron más profundas y eminentes
a través de los aires de berilo,
y en la tierra, al calor de sus entrañas,
sobre la claridad de nuestras frentes
un sueño inmenso descansó tranquilo. | es |
Ibarbourou,Juana_de | <XXI | La_Merienda_Triste | ¡Canastito repleto de fresas!
¡Ay, si él estuviese
esta tarde conmigo en la mesa!
¡Tanto como gusta
de las últimas fresas redondas
que las lluvias de Marzo maduran!
Y después que las hemos comido,
lentamente besarme en los labios
que ellas ponen fragantes y vivos.
¡Oh cestito cestito de fresas
que forrado de pámpanos verdes
has traído la pena a mi mesa!
¿Dónde se halla a esta hora el ausente?
¿Con quién come? ¿Qué piensa?
¿Qué hace
que sabiéndome triste no vuelve?
¡Para qué habrán traído estas fresas!
¡Para qué quiero aroma en los labios
si él no está hoy a mi lado en la mesa! | es |
Aleixandre,Vicente | <XXI | No_Sé._Por_Esos_Aires_Ligeros,_Por_Esas_Ligeras_Manos | No sé. Por esos aires ligeros, por esas ligeras manos,
por esos ojos que todavía bajo el celaje aún brillan.
Por ti, verdor perenne, incipiente hermosura, juventud de estos valles.
Por esa que adivino canción entre unos labios,
que muy lejos aún se oye, y lentamente fina.
Por todo, temerosa piedad que como mano, para mi frente quieta,
desciendes y me aduermes, y, tierna, me murmuras,
¡Oh soledad! Si cierro mis ojos, aún te escucho,
mano de Dios piadosa que tibia me regalas.
Música a los oídos cansados. Luz cernida
para los turbios ojos. Piel graciosa
todavía para mi frente cruda, que largamente acepta.
¡Ah, qué descanso, Vida! Blandos árboles
no insisten. Quietos alzan su copa en pos de un cielo
que grave condesciende. Ah, no, mis labios nunca,
nunca te huyeron, tibia turgencia dadivosa
de un cielo pleno y puro que hasta mis labios baja.
Hermosa luz tus besos, tangible. Hermoso cielo, carne
sutil, tan lenta, intacta que arrullas hoy mi vida.
Tú rozas, rozas dulce... Te siento. Nunca acabes... | es |
Luis,Leopoldo_de | <XXI | Manos_Manchadas | De la quijada al proyectil atómico
apenas hay la leve diferencia
de la callosa piel del bosquimano
a los dedos finísimos que escriben
simbólicos poemas crean música
sobre marfil mejoran el espectro
de la rosa soñada en dicroísmo.
Cojo tus manos coge tú las mías.
Unámoslas y palma contra palma
que escondan el estigma de su crimen.
Son manos de remotos asesinos
y de homicidas próximos de sádicos
que aplauden los suplicios en la sombra
y saludan a las ejecuciones.
Levantamos las manos como un trozo
de noche ensangrentada.
Era mi hermano era tu hermano mientras
uníamos amor casi esperanza
casi felicidad agonizaba
bajo el resiego de las metralletas
de alambradas eléctricas cercado
cuadriculado en piedras ominosas
agazapado en sombras degradantes
multiplicado en nauseabundos coitos.
Me asusto de mis manos y tus manos
tan próximas al látigo y al hacha
a la soga al fusil a los resortes
a los ceremoniales humillantes
solo porque jugando a ser felices
cortaron rosas moldearon finas
estatuillas de amor y remedaron
el libre vuelo azul de las palomas. | es |
Lugones,Leopoldo | <XXI | Valse_Noble | 1
En la tarde suave y cálida,
Desde el diván carmesí,
Alzas fielmente hasta mí
Tus lentos ojos de pálida.
Con la espectral ilusión
De la hora que te importuna
Un vago pavor de luna
Te acerca a mi corazón.
Por el cielo angelical
Se ahonda en místico ascenso
La soledad de un inmenso
Plenilunio inmaterial;
Que encantando los jardines
Viene casi lastimero,
Delirado en un ligero
Frenesí de violines.
En escena baladí,
Te infunde su poesía
Tan dulce melancolía,
Que quieres morir así.
Con el mimo de estar triste,
Buscas mi arrullo más blando,
Y te sorprendes llorando
Lágrimas que no sentiste.
Pides, tan sola en la vida,
Diminutivos de infancia,
Y tu tímida constancia
Quiere ser compadecida:
Con alteración ardiente,
En tu insaciable interés
De preguntarme «quién es
Tu ...» 2 eternamente;
Quisieras huir conmigo
Hacia un país de quimera,
Donde no se conociera
La voz del mundo enemigo.
Algo eleva nuestro ser,
Y la calma de la luna.
Nos embarca como una
Blanca nave... a no volver. | es |
Subsets and Splits