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Pardo_García,Germán
<XXI
La_Sangre_Violenta
Este ciego vigor de la sangre sombría doblega sobre el mundo mi voluntad esclava, y en los macizos bárbaros de mi potencia, cava como iracundo mar, sus cuevas de agonía. Yo he sido, por la sangre, raíz de rebeldía que un gran río de sombra con amarguras lava, y funeral relámpago cuya violencia flava por un momento rompe la oscuridad vacía. Y así, con un vigor fatal, vivo y violento, la esclavitud me agobia, mi luz la arrasa el viento, y mi riqueza vístese de pompa miserable, mientras bajo los ámbitos el corazón retumba, y un mundo de poder divino se derrumba en la consternación de mi fuerza implacable.
es
Paz,Octavio
<XXI
Nuevo_Rostro
La noche borra noches en tu rostro, derrama aceites en tus secos párpados, quema en tu frente el pensamiento y atrás del pensamiento la memoria. Entre las sombras que te anegan otro rostro amanece. Y siento que a mi lado no eres tú la que duerme, sino la niña aquella que fuiste y que esperaba que durmieras para volver y conocerme.
es
Berceo,Gonzalo_de
<XXI
Era_Un_Omne_Pobre_Que_Vivié_De_Raziones
Era un omne pobre que vivié de raziones, non avié otras rendas nin otras furcïones fuera quanto lavrava, esto poccas sazones: tenié en su alzado bien poccos pepïones. Por ganar la Gloriosa que él mucho amava, partiélo con los pobres todo quanto ganava; en esto contendié e en esto punnava, por aver la su gracia su mengua oblidava. Quando ovo est pobre d'est mundo a passar, la Madre glorïosa vínolo combidar; fablóli muy sabroso, queriélo falagar, udieron la palavra todos los del logar. «Tú mucho cobdiciest la nuestra compannía, sopist pora ganarla bien buena maestría, ca partiés tus almosnas, diziés Ave María, por qué lo faziés todo yo bien lo entendía. »Sepas que es tu cosa toda bien acabada, ésta es en que somos la cabera jornada; el Ite, missa est, conta que es cantada, venida es la ora de prender la soldada. »Yo so aquí venida por levarte comigo, al regno de mi Fijo, que es bien tu amigo, do se ceban los ángeles del buen candïal trigo; a las Sanctas Virtutes plazerlis há contigo». Quando ovo la Gloriosa el sermón acabado, desamparó la alma al cuerpo venturado, prisiéronla de ángeles, un convento onrrado, leváronla al Cielo, ¡Dios sea end laudado! Los omnes que avién la voz ante oída, tan aína vidieron la promesa complida: a la Madre gloriosa que es tan comedida, todos li rendién gracias, quisque de su partida. Qui tal cosa udiesse serié malventurado si de Sancta María non fuesse muy pagado, si más no la onrrase serié desmesurado, qui de ella se parte es muy mal engannado. Aun más adelante queremos aguijar: tal razón como ésta non es de destajar, ca éstos son los árboles do devemos folgar, en cuya sombra suelen las aves organar. Por ganar la Gloriosa que él mucho amava, partiélo con los pobres todo quanto ganava; en esto contendié e en esto punnava, por aver la su gracia su mengua oblidava. Quando ovo est pobre d'est mundo a passar, la Madre glorïosa vínolo combidar; fablóli muy sabroso, queriélo falagar, udieron la palavra todos los del logar. «Tú mucho cobdiciest la nuestra compannía, sopist pora ganarla bien buena maestría, ca partiés tus almosnas, diziés Ave María, por qué lo faziés todo yo bien lo entendía. »Sepas que es tu cosa toda bien acabada, ésta es en que somos la cabera jornada; el Ite, missa est, conta que es cantada, venida es la ora de prender la soldada. »Yo so aquí venida por levarte comigo, al regno de mi Fijo, que es bien tu amigo, do se ceban los ángeles del buen candïal trigo; a las Sanctas Virtutes plazerlis há contigo». Quando ovo la Gloriosa el sermón acabado, desamparó la alma al cuerpo venturado, prisiéronla de ángeles, un convento onrrado, leváronla al Cielo, ¡Dios sea end laudado! Los omnes que avién la voz ante oída, tan aína vidieron la promesa complida: a la Madre gloriosa que es tan comedida, todos li rendién gracias, quisque de su partida. Qui tal cosa udiesse serié malventurado si de Sancta María non fuesse muy pagado, si más no la onrrase serié desmesurado, qui de ella se parte es muy mal engannado. Aun más adelante queremos aguijar: tal razón como ésta non es de destajar, ca éstos son los árboles do devemos folgar, en cuya sombra suelen las aves organar. Quando ovo est pobre d'est mundo a passar, la Madre glorïosa vínolo combidar; fablóli muy sabroso, queriélo falagar, udieron la palavra todos los del logar. «Tú mucho cobdiciest la nuestra compannía, sopist pora ganarla bien buena maestría, ca partiés tus almosnas, diziés Ave María, por qué lo faziés todo yo bien lo entendía. »Sepas que es tu cosa toda bien acabada, ésta es en que somos la cabera jornada; el Ite, missa est, conta que es cantada, venida es la ora de prender la soldada. »Yo so aquí venida por levarte comigo, al regno de mi Fijo, que es bien tu amigo, do se ceban los ángeles del buen candïal trigo; a las Sanctas Virtutes plazerlis há contigo». Quando ovo la Gloriosa el sermón acabado, desamparó la alma al cuerpo venturado, prisiéronla de ángeles, un convento onrrado, leváronla al Cielo, ¡Dios sea end laudado! Los omnes que avién la voz ante oída, tan aína vidieron la promesa complida: a la Madre gloriosa que es tan comedida, todos li rendién gracias, quisque de su partida. Qui tal cosa udiesse serié malventurado si de Sancta María non fuesse muy pagado, si más no la onrrase serié desmesurado, qui de ella se parte es muy mal engannado. Aun más adelante queremos aguijar: tal razón como ésta non es de destajar, ca éstos son los árboles do devemos folgar, en cuya sombra suelen las aves organar. «Tú mucho cobdiciest la nuestra compannía, sopist pora ganarla bien buena maestría, ca partiés tus almosnas, diziés Ave María, por qué lo faziés todo yo bien lo entendía. »Sepas que es tu cosa toda bien acabada, ésta es en que somos la cabera jornada; el Ite, missa est, conta que es cantada, venida es la ora de prender la soldada. »Yo so aquí venida por levarte comigo, al regno de mi Fijo, que es bien tu amigo, do se ceban los ángeles del buen candïal trigo; a las Sanctas Virtutes plazerlis há contigo». Quando ovo la Gloriosa el sermón acabado, desamparó la alma al cuerpo venturado, prisiéronla de ángeles, un convento onrrado, leváronla al Cielo, ¡Dios sea end laudado! Los omnes que avién la voz ante oída, tan aína vidieron la promesa complida: a la Madre gloriosa que es tan comedida, todos li rendién gracias, quisque de su partida. Qui tal cosa udiesse serié malventurado si de Sancta María non fuesse muy pagado, si más no la onrrase serié desmesurado, qui de ella se parte es muy mal engannado. Aun más adelante queremos aguijar: tal razón como ésta non es de destajar, ca éstos son los árboles do devemos folgar, en cuya sombra suelen las aves organar. »Sepas que es tu cosa toda bien acabada, ésta es en que somos la cabera jornada; el Ite, missa est, conta que es cantada, venida es la ora de prender la soldada. »Yo so aquí venida por levarte comigo, al regno de mi Fijo, que es bien tu amigo, do se ceban los ángeles del buen candïal trigo; a las Sanctas Virtutes plazerlis há contigo». Quando ovo la Gloriosa el sermón acabado, desamparó la alma al cuerpo venturado, prisiéronla de ángeles, un convento onrrado, leváronla al Cielo, ¡Dios sea end laudado! Los omnes que avién la voz ante oída, tan aína vidieron la promesa complida: a la Madre gloriosa que es tan comedida, todos li rendién gracias, quisque de su partida. Qui tal cosa udiesse serié malventurado si de Sancta María non fuesse muy pagado, si más no la onrrase serié desmesurado, qui de ella se parte es muy mal engannado. Aun más adelante queremos aguijar: tal razón como ésta non es de destajar, ca éstos son los árboles do devemos folgar, en cuya sombra suelen las aves organar. »Yo so aquí venida por levarte comigo, al regno de mi Fijo, que es bien tu amigo, do se ceban los ángeles del buen candïal trigo; a las Sanctas Virtutes plazerlis há contigo». Quando ovo la Gloriosa el sermón acabado, desamparó la alma al cuerpo venturado, prisiéronla de ángeles, un convento onrrado, leváronla al Cielo, ¡Dios sea end laudado! Los omnes que avién la voz ante oída, tan aína vidieron la promesa complida: a la Madre gloriosa que es tan comedida, todos li rendién gracias, quisque de su partida. Qui tal cosa udiesse serié malventurado si de Sancta María non fuesse muy pagado, si más no la onrrase serié desmesurado, qui de ella se parte es muy mal engannado. Aun más adelante queremos aguijar: tal razón como ésta non es de destajar, ca éstos son los árboles do devemos folgar, en cuya sombra suelen las aves organar. Quando ovo la Gloriosa el sermón acabado, desamparó la alma al cuerpo venturado, prisiéronla de ángeles, un convento onrrado, leváronla al Cielo, ¡Dios sea end laudado! Los omnes que avién la voz ante oída, tan aína vidieron la promesa complida: a la Madre gloriosa que es tan comedida, todos li rendién gracias, quisque de su partida. Qui tal cosa udiesse serié malventurado si de Sancta María non fuesse muy pagado, si más no la onrrase serié desmesurado, qui de ella se parte es muy mal engannado. Aun más adelante queremos aguijar: tal razón como ésta non es de destajar, ca éstos son los árboles do devemos folgar, en cuya sombra suelen las aves organar. Los omnes que avién la voz ante oída, tan aína vidieron la promesa complida: a la Madre gloriosa que es tan comedida, todos li rendién gracias, quisque de su partida. Qui tal cosa udiesse serié malventurado si de Sancta María non fuesse muy pagado, si más no la onrrase serié desmesurado, qui de ella se parte es muy mal engannado. Aun más adelante queremos aguijar: tal razón como ésta non es de destajar, ca éstos son los árboles do devemos folgar, en cuya sombra suelen las aves organar. Qui tal cosa udiesse serié malventurado si de Sancta María non fuesse muy pagado, si más no la onrrase serié desmesurado, qui de ella se parte es muy mal engannado. Aun más adelante queremos aguijar: tal razón como ésta non es de destajar, ca éstos son los árboles do devemos folgar, en cuya sombra suelen las aves organar. Aun más adelante queremos aguijar: tal razón como ésta non es de destajar, ca éstos son los árboles do devemos folgar, en cuya sombra suelen las aves organar.
es
Hartzenbusch,Juan_Eugenio
<XXI
Miradle:_Sobre_Púrpura_Sentado
Miradle: sobre púrpura sentado, La copa del placer bebiendo está. Oid: —en su cantar regocijado Ay de dolor discorde sonará. «El hombre, del mundo rey, Siervo de la muerte vive, Dicta a la tierra la ley, De la nada la recibe.» «Gloria y oprobio eslabona, pero en desigual razón: Seguros sus hierros son, Disputada su corona.» «No halla el hombre criatura Que a su cetro no resista: Dios le da la investidura, Y él el poder se conquista.» «Osado en su frente a herir Insecto mísero viene, Que armas para herirle tiene, Y alas también para huir;» «Y ante las aras se ve De la muerte sin defensa El ínclito ser que piensa Con una cadena al pie». «Y la segur del destino Le postra al golpe fatal, Cual troncha cañas de lino Granizada o vendaval». «Es resistir a la parca Es huirla insensatez: Con sola una mano abarca Del Orbe la redondez». «El hombre en tal situación, Para encubrir su flaqueza, Con risible sutileza Forjó la resignación». «Y quiso hacerse creer, Sofista consigo mismo, Que era virtud y heroísmo Lo que es falta de poder». «¿Por qué ese título falso De rey, hombre, se te da, Si eres un reo que va De la cárcel al cadalso »Cuya muerte a proporción Se retarda o se acelera Según dura la carrera, Según aguija el sayón? »¡Ay! para haber de arrastrar Tan efímera existencia, Esclavo de una sentencia Que no se puede evitar, »Yo, en el caso de elegir, Hubiera dicho: «Primero Quedarme en la nada quiero, Que nacer para morir». Así el hombre delira y se atormenta Luchando con idea tan cruel: Insecto que de flores se alimenta, Y labra acíbar en lugar de miel. Tímido caminante en noche obscura, Se asusta del benéfico pilar Que próximo descanso le asegura Tras largo y afanoso caminar. Cáliz la vida con el fondo abierto Que al licor deja sin cesar huir, Y único punto al hombre descubierto La muerte en el nublado porvenir, ¿Por qué dar a esa copa y a esa meta Furtivas ojeadas de terror? Mirarlas sí; mas con la vista quieta, Y naciera del hábito el valor. Despavorido huyó la vez primera Que vio el salvaje el bélico corcel, Y osado luego a la temida fiera Clavó el arpón, y se vistió su piel. Si al término de todos los caminos Hay un despeñadero que rodar, ¿Por qué en la hondura amontonar espinos? Plumas donde caer conviene echar. ¿Y qué es morir? ¿Qué es eso que desvela Tanto al hombre que eterno quiere ser? Hallar al fin la eternidad que anhela, y un vestido prestado devolver. No es el hombre la caja quebradiza, Forma perecedera si gentil, Que la mano del tiempo pulveriza Y restituye a su principio vil; Allí dentro un espíritu se encierra Noble, puro, de origen celestial: Aquello es hombre, lo demás es tierra, Y aquello no perece, es inmortal. Sediento el hombre de ventura vive, Y apenas en la vida la entrevé: ¿Será posible que la mano esquive Que de los cielos posesión le dé? Breve es la vida. —¡Brevedad dichosa, Que los días acorta de ilusión, Y nos lleva en carrera presurosa De la verdad a la feliz región! ¿Qué pide la virtud en la bonanza? ¿Qué anhela en la desgracia la virtud? El piélago cruzar de la esperanza, Sirviéndole de barca el ataúd. El malvado que gima y se amedrente De rendir a la muerte la cerviz, Huélguese en la miseria de viviente, Temeroso de ser más infeliz; Pero es al cabo por decreto eterno Desastroso el vivir del criminal; Y si en la muerte asústale el infierno, Su vida es otro infierno temporal. Mezcla el hombre de espíritu y de lodo, Ya excepcionado de la ley común, ¿Por qué, si el alma sobrevive a todo, Más privilegios pretender aún? Esos orbes vivíficos de lumbre Que al mundo animan y le dan color, Florones de la diáfana techumbre O joyas del vestido del Señor, Esta del hombre equívoca morada, Cementerio con galas de jardín, Todo al voraz abismo de la nada Corre, y en él encontrará su fin. Y en medio del magnífico vacío Que llenará la eterna majestad, El hombre girará con señorío, Satélite de un sol divinidad. Plazo es la vida que emplear debemos En adquirir felicidad mayor, Felicidad que adivinar podemos En los goces que dan virtud y amor; Y consumir en quejas vanamente Los días de este plazo de merced, Es, en vez de limpiar escasa fuente, Cegar su vena y perecer de sed. Muerte, centro de todo, ley temida Mucho rigiendo, al abolirse más, Porque el día fatal de tu caída Contigo al universo arrastrarás; Ángel eres que al alma aprisionada Libertas de prolija esclavitud, Y ya del roce con el cuerpo ajada La vuelves a su hermosa juventud. ¡Muerte! si tú me guías a los brazos De los seres que amé, de aquellos dos, que de mí se llevaron dos pedazos En el amargo postrimer adiós; Si al padre caro, si a la esposa amante, Ya para siempre me uniré por ti; Si a la madre he de ver que tierno infante Primero la lloré que conocí; Ven, que tú eres la dicha, errado el nombre, Tú haces la vida dulce de dejar, Y tú puerto seguro das al hombre Que errante boga por inquieto mar.
es
Mutis,Álvaro
<XXI
Voz_Del_Exilio,_Voz_De_Pozo_Cegado
Voz del exilio, voz de pozo cegado, voz huérfana, gran voz que se levanta como hierba furiosa o pezuña de bestia, voz sorda del exilio, hoy ha brotado como una espesa sangre reclamando mansamente su lugar en algún sitio del mundo. Hoy ha llamado en mí el griterío de las aves que pasan en verde algarabía sobre los cafetales, sobre las ceremoniosas hojas del banano, sobre las heladas espumas que bajan de los páramos, golpeando y sonando y arrastrando consigo la pulpa del café y las densas flores de los cámbulos. Hoy, algo se ha detenido dentro de mí, un espeso remanso hace girar, de pronto, lenta, dulcemente, rescatados en la superficie agitada de sus aguas, ciertos días, ciertas horas del pasado, a los que se aferra furiosamente la materia más secreta y eficaz de mi vida. Flotan ahora como troncos de tierno balso, en serena evidencia de fieles testigos y a ellos me acojo en este largo presente de exilado. En el café, en casa de amigos, tornan con dolor desteñido Teruel, Jarama, Madrid, Irún, Somosierra, Valencia y luego Persignan, Argelés, Dakar, Marsella. A su rabia me uno a su miseria y olvido así quién soy, de dónde vengo, hasta cuando una noche comienza el golpeteo de la lluvia y corre el agua por las calles en silencio y un olor húmedo y cierto me regresa a las grandes noches del Tolima en donde un vasto desorden de aguas grita hasta el alba su vocerío vegetal; su destronado poder, entre las ramas del sombrío, chorrea aún en la mañana acallando el borboteo espeso de la miel en los pulidos calderos de cobre. Y es entonces cuando peso mi exilio y mido la irrescatable soledad de lo perdido por lo que de anticipada muerte me corresponde en cada hora, en cada día de ausencia que lleno con asuntos y con seres cuya extranjera condición me empuja hacia la cal definitiva de un sueño que roerá sus propias vestiduras, hechas de una corteza de materias desterradas por los años y el olvido.
es
Neruda,Pablo
<XXI
Galope_Muerto
Como cenizas, como mares poblándose, en la sumergida lentitud, en lo informe, o como se oyen desde el alto de los caminos cruzar las campanadas en cruz, teniendo ese sonido ya aparte del metal, confuso, pesando, haciéndose polvo en el mismo molino de las formas demasiado lejos, o recordadas o no vistas, y el perfume de las ciruelas que rodando a tierra se pudren en el tiempo, infinitamente verdes. Aquello todo tan rápido, tan viviente, inmóvil sin embargo, como la polea loca en sí misma, esas ruedas de los motores, en fin. Existiendo como las puntadas secas en las costuras del árbol, callado, por alrededor, de tal modo, mezclando todos los limbos sus colas. Es que de dónde, por dónde, en qué orilla? El rodeo constante, incierto, tan mudo, como las lilas alrededor del convento, o la llegada de la muerte a la lengua del buey que cae a tumbos, guardabajo y cuyos cuernos quieren sonar. Por eso, en lo inmóvil, deteniéndose, percibir, entonces, como aleteo inmenso, encima, como abejas muertas o números, ay, lo que mi corazón pálido no puede abarcar, en multitudes, en lágrimas saliendo apenas, y esfuerzos humanos, tormentas, acciones negras descubiertas de repente como hielos, desorden vasto, oceánico, para mí que entro cantando como con una espada entre indefensos. Ahora bien, de qué está hecho ese surgir de palomas que hay entre la noche y el tiempo, como una barranca húmeda? Ese sonido ya tan largo que cae listando de piedras los caminos, más bien, cuando sólo una hora crece de improviso, extendiéndose sin tregua. Adentro del anillo del verano una vez los grandes zapallos escuchan, estirando sus plantas conmovedoras, de eso, de lo que solicitándose mucho, de lo lleno, obscuros de pesadas gotas.
es
Herrera,Fernando_de
<XXI
Osé_Y_Temí,_Mas_Pudo_La_Osadía
Osé y temí, mas pudo la osadía tanto que desprecié el temor cobarde; subí a do el fuego más me enciende y arde cuanto más la esperanza se desvía. Gasté en error la edad florida mía, ahora veo el daño, pero tarde, que ya mal puede ser que el seso guarde a quien se entrega ciego a su porfía. Tal vez prüebo —mas, ¿qué me vale?— alzarme del grave peso que mi cuello oprime, aunque falta a la poca fuerza el hecho. Sigo al fin mi furor, porque mudarme no es honra ya, ni justo que se estime tan mal de quien tan bien rindió su pecho.
es
Guillén,Jorge
<XXI
¡Vida_Sin_Cesar_Cotidiana!
¡Vida sin cesar cotidiana! Así lo eres por fortuna, Y entre un renacer y un morir Día a día te das y alumbras Lunes, martes, miércoles, jueves y viernes y... Todos ayudan A quien va a través de las horas Problemáticas pero juntas En continuidad de rosario. ¡Dominio precario! Se lucha Por asentar los pies en Tierra, Por ser punto real de la curva Que hacia los espacios arrastra Nuestra ambición de criaturas, Anhelantes de hallar contacto Con los relieves, las arrugas De la realidad inmediata, Por eso difícil y dura, Dura de su propio vigor, Que mis manos al fin subyugan De costumbre en costumbre. ¡Vida Tan cotidiana! Sin disculpa.
es
Hahn,Óscar
<XXI
Qué_Extraño_Es_Sentir_El_Sonido_De_La_Lluvia
Qué extraño es sentir el sonido de la lluvia cuando no está lloviendo mirar por la ventana las calles secas y sentir el sonido incesante de la lluvia Ahora escucho el crujido de una silla mecedora Alguien teje Alguien se para alguien entra con unas tazas de té alguien hace ruido con la vajilla Qué extraño es sentir el quejido de una silla mecedora cuando nadie se está meciendo el tintinear de la vajilla cuando nadie está poniendo la mesa la algarabía de los invitados cuando las sillas están vacías y el sonido de la lluvia el persistente sonido de la lluvia cuando no está lloviendo
es
Altuzar_Suárez,Mario_Luis
XXI
Miro_El_Espacio_Que_Me_Rodea
Miro el espacio que me rodea Y siento las soledades vividas Después de cada despedida Con su nostalgia que se acerca Revivificando en cada recuerdo Ese momento que se creyó eterno Abdicando al despertar Solitario en el efímero tálamo Añorante del frenesí exultante Que exclama Cada una, al perder los estribos ¡Parece una repetición perenne! Esa confusión del amor Con la lujuria Que rápidamente se desvanece Amortajando todas las promesas Miro el espacio que me rodea Sacudiendo el polvo del pasado Confirmando que no soy el mismo de ayer ¡Hoy soy tan diferente! Al aceptar que solo se vive el presente Con la Gracia Divina de tenerte Después de tanto tiempo ausente Y alejado del Manto Sagrado del Amor Para reencontrarme hoy, con Dios En el bálsamo de tu mirada llena de candor Que me recibe en el nombre del Creador Consagrando el espacio que me rodea En un Templo dedicado al Verdadero Amor
es
Flórez,Julio
<XXI
Todos_Al_Verla_Pasar
Todos al verla pasar cabizbaja, sola y muda, camino del ancho mar, murmuraban: es «la viuda» que va a la playa a llorar. «La viuda», así la llamaba el tumulto pescador que la servía y la mimaba y que siempre la alentaba con un «¡ten fe, ten valor!» Mas ella se fue agostando lentamente como una corola de invernadero: ya sólo de cuando en cuando, pálida como la luna, iba al desembarcadero. Iba a mirar compungida la melancólica danza del piélago mugidor; a dar aliento a su vida, dando vida a su esperanza y esperanza a su dolor. Iba a mirar de hito en hito, de los otros pescadores las otras barcas pasar; imploraba al infinito con dulcísimos clamores, y se sentaba a llorar... Más de tres años hacía que su novio, un pescador, modelo de bizarría, un día otoñal se había ido a empezar su labor; y a la rada no volvía... ¡no volvía el pescador! Cuando entre la mar y el cielo alguna vela lejana iba desflecando el velo brumoso de la mañana, trémula, absorta y ufana, sacudía su pañuelo... ¡Y al desataviarse el día era de ver su reproche cuando aquella vela huía lentamente y se perdía como una garza... en la noche! Como la crónica cuenta que no sopla el vendaval ni el carro de la tormenta en relámpagos revienta nunca en aquel litoral, dijeron que una sirena al pescador aquel quiso hacer suyo en la mar plena, en aquel día otoñal, y lo arrastro de improviso a su tálamo de arena, de conchas y de coral.
es
Fuertes,Gloria
<XXI
El_Paro_No_Hay_Quien_Lo_Pare
El paro no hay quien lo pare. Pero yo sé quien pare el paro.
es
Aridjis,Homero
<XXI
De_Las_Partes_Bajas_Del_Día
De las partes bajas del día los hombres caen al suelo; del suelo caen hacia sí mismos, y de momento en momento no dejan de venirse abajo. En la casa, en la calle, se les puede observar dando con la cabeza en tierra, muriendo sin enfermedad y sin heridas de mano armada. Mueren de ayer, de soledad, de poca sombra y de mucha nada.
es
Aleixandre,Vicente
<XXI
Primero_Fue_Desde_El_Tronco_La_Aventura
Primero fue desde el tronco la aventura, el proyecto, la insinuación lentísima y robusta: el hombro duro. Un empujón de la materia solo; dentro, cerrado, poroso, decidido, un surtidor de hueso puro: el húmero. En seguida la llave, el giro delicado, la posibilidad abierta, destinada y útil al mismo tiempo: el suavísimo codo numerario, casi infinitamente móvil frente a la redondez del horizonte. Luego el enlace más fino, dúo de voluntad así logrado. así disparado, . doble relámpago de hueso en suspensión sin fin: cúbito, radio, Y dando en el blanco, deteniéndose, vibrando en la palma, su prolongada vibración suavísima: los dedos. Onda casi invisible que perdura todavía, estrellada y dispersa, con materia y origen reconocibles. Desde el hombro a la uña: una herramienta del mundo, un prodigio de voluntad material. Un suceso sin fin. ¡El brazo humano! Pero no. Todo es solo la misma carne o masa obedecida, que como una ola pura cubrió la arena o hueso de ese brazo. Hasta llegar caliente, viva a la mano extendida y allí doblar como una onda que muere salpicando, ya rota entre los dedos. El brazo así completo nació y puso su peso mineral sobre la tierra. Movió el agua, plantó el árbol, quebró el cerco de la masa uniforme: el mundo inerte. Hizo el fuego, tejió el lino imprevisto, forjó el hierro, fundó la rosa viva. Izó la rosa viva, el faro vivo. Rasgó la tierra y derramó los trigos como un océano verde sobre el mundo. Se alzó, en su fin la mano, y otra mano desde el confín llegó, estrechó: cercaban la redondez entera del planeta. ¡Dos manos estrechadas, con su brazo, rodeándola, eran límite vivo de la tierra!
es
Unamuno,Miguel_de
<XXI
Oh_Pardas_Nubes,_Almas_De_Los_Montes
Oh pardas nubes, almas de los montes, que recuerdos traéis aquí a la nava de aquel rincón en donde el ama esclava vivía de vosotras; cual bisontes en rebaño pasáis, los horizontes encrespando en fingida sierra brava que no a la tierra sino al cielo grava con su mole. Por mucho que remontes tu vuelo, mi alma, esa encrespada sierra de nubes nunca franquearás, muralla serás de tus anhelos; de la tierra no la tierra, las nubes de que se halla ceñida hacen la cerca que te encierra en el estrecho campo de batalla.
es
Bolaño,Roberto
<XXI
Dos_Cuerpos_Dentro_De_Un_Saco_De_Dormir
Dos cuerpos dentro de un saco de dormir Como si una crisálida se masturbara. Una fría mañana de primavera cerca del mar. Sin hacer contorsiones, acariciando según se pueda Brazos, axilas, suaves muslos peludos. Los de ella no tanto, Escribirás luego con una sonrisa y solo En un bar de la autopista De Castelldefels.
es
Benedetti,Mario
<XXI
Igualdad
En el viejo camposanto hay sepulcros fanfarrones criptas / nichos / panteones todo en mármol sacrosanto de harto lujo / pero en cuanto a desniveles sociales / en residencias finales como éstas / no hay secretos y los pobres esqueletos parecen todos iguales
es
García_Nieto,José
<XXI
Tú_Eres_El_Corazón_Con_Lo_Vivido
Tú eres el corazón con lo vivido; en ti está todo lo que atrás vamos dejando, lo que hemos ido con pasión amando, definitivamente ya perdido. En ti vemos las gracias que se han ido, los paisajes y el cielo de ayer, cuando las cosas que ahora sigues recordando flotan sobre las aguas del olvido. Pero vives y estás: claro y pequeño, miras aquellos prados, aquel sueño tan lejano, las rosas de aquel día. Crees que puedes cambiar toda la suerte y, aunque vamos derechos a la muerte, vives de lo pasado todavía. En ti vemos las gracias que se han ido, los paisajes y el cielo de ayer, cuando las cosas que ahora sigues recordando flotan sobre las aguas del olvido. Pero vives y estás: claro y pequeño, miras aquellos prados, aquel sueño tan lejano, las rosas de aquel día. Crees que puedes cambiar toda la suerte y, aunque vamos derechos a la muerte, vives de lo pasado todavía. Pero vives y estás: claro y pequeño, miras aquellos prados, aquel sueño tan lejano, las rosas de aquel día. Crees que puedes cambiar toda la suerte y, aunque vamos derechos a la muerte, vives de lo pasado todavía. Crees que puedes cambiar toda la suerte y, aunque vamos derechos a la muerte, vives de lo pasado todavía.
es
Sérvulo,Felipe
XXI
Ya_Ves,_A_Pesar_De_Todo
YA VES, A PESAR DE TODO, retoñaron los rosales sobre las tapias de la vieja casa. Después de tantos años de abandono, ya ves, están como encendidos. Apunta el día, se germina. Nos llega el frescor de la hierba mojada. Estamos vivos, nos amamos. Como si estuviera la paz cercana. Como si ya hubiera paz.
es
García_Montero,Luis
<XXI
Vigílate_A_Ti_Mismo
Vigílate a ti mismo cuando hables de paz. Que no lleguen los himnos victoriosos donde el amor no llega. Que no te hagan injusto tus verdades igual que tus mentiras. Que el miedo no te obligue a ser valiente. Va contigo la sombra que te ve cuando cierras los ojos y miras a otra parte. Va en silencio contigo tu silencio. No olvides que el cinismo flota como un ahogado, que las guerras crueles necesitan de ti.
es
Girondo,Oliverio
<XXI
Hay_Que_Buscarlo
En la eropsiquis plena de huéspedes entonces meandros de espera ausencia enlunadados muslos de estival epicentro tumultos extradérmicos excoriaciones fiebre de noche que burmúa y aola aola aola al abrirse las venas con un pezlampo inmerso en la nuca del sueño hay que buscarlo al poema Hay que buscarlo dentro de los plesorbos de ocio desnudo desquejido sin raíces de amnesia en los lunihemisferios de reflujos de coágulos de espuma de medusas de arena de los senos o tal vez en andenes con aliento a zorrino y a rumiante distancia de santas madres vacas hincadas sin aureola ante charcos de lágrimas que cantan con un pezvelo en trance debajo de la lengua hay que buscarlo al poema Hay que buscarlo ignífero superimpuro leso lúcido beodo inobvio entre epitelios de alba o resacas insomnes de soledad en creciente antes que se dilate la pupila del cero mientras lo endoinefable encandece los labios de subvoces que brotan del intrafondo eufónico con un pezgrifo arco iris en la mínima plaza de la frente hay que buscarlo al poema Hay que buscarlo dentro de los plesorbos de ocio desnudo desquejido sin raíces de amnesia en los lunihemisferios de reflujos de coágulos de espuma de medusas de arena de los senos o tal vez en andenes con aliento a zorrino y a rumiante distancia de santas madres vacas hincadas sin aureola ante charcos de lágrimas que cantan con un pezvelo en trance debajo de la lengua hay que buscarlo al poema Hay que buscarlo ignífero superimpuro leso lúcido beodo inobvio entre epitelios de alba o resacas insomnes de soledad en creciente antes que se dilate la pupila del cero mientras lo endoinefable encandece los labios de subvoces que brotan del intrafondo eufónico con un pezgrifo arco iris en la mínima plaza de la frente hay que buscarlo al poema Hay que buscarlo ignífero superimpuro leso lúcido beodo inobvio entre epitelios de alba o resacas insomnes de soledad en creciente antes que se dilate la pupila del cero mientras lo endoinefable encandece los labios de subvoces que brotan del intrafondo eufónico con un pezgrifo arco iris en la mínima plaza de la frente hay que buscarlo al poema
es
Bartha,Gonzalo_José
XXI
Nuestro_Lugar_En_La_Fila
Nuestro lugar en la fila Hablando sobre conocimientos prestados, diría Joaquín Giannuzzi «que una bala se le clavó en la conciencia revelándole la situación indefectible de lo acontecido» Una simple esfera de hierro deformada por el calor, la velocidad y el impacto. Vos dirás: —La fuerza es el recurso de las bestias— —Pero disparar un arma no es un hecho de fuerza. Más bien es un hecho violento.— Y concluimos que es la violencia quién nos bestializa, incluso ante el gesto civilizado que supone un pelotón de fusilamiento verbal, desatado en una charla. —Nuestra naturaleza pasional— —Somos una pasión inútil— El enfoque auditivo se distorsiona igual que lo hechos acontecidos en el tiempo de seguir adelante con rumbo incierto de pasiones, violencias y bestialidades. «—Nada más que maneras expresan lo distinto—» Cada uno cierra su libro. Apagamos la luz de cabecera y aceptamos nuestro lugar en la fila. Mañana es otro día de trabajo.
es
Anónimo_y_Romancero
<XXI
Romance_Nuevamente_Rehecho_De_La_Fatal_Desenvoltura_De_La_Cava_Florinda
De una torre de palacio se salió por un postigo la Cava con sus doncellas con gran fiesta y regocijo. Metiéronse en un jardín cerca de un espeso ombrío de jazmines y arrayanes, de pámpanos y racimos. Junto a una fuente que vierte por seis caños de oro fino cristal y perlas sonoras entre espadañas y lirios, reposaron las doncellas buscando solaz y alivio al fuego de mocedad y a los ardores de estío. Daban al agua sus brazos, y tentada de su frío, fue la Cava la primera que desnudó sus vestidos. En la sombreada alberca su cuerpo brilla tan lindo que al de todas las demás como sol ha escurecido. Pensó la Cava estar sola, pero la ventura quiso que entre unas espesas yedras la miraba el rey Rodrigo. Puso la ocasión el fuego en el corazón altivo, y amor, batiendo sus alas, abrasóle de improviso. De la pérdida de España fue aquí funesto principio una mujer sin ventura y un hombre de amor rendido. Florinda perdió su flor, el rey padeció el castigo; ella dice que hubo fuerza, él que gusto consentido. Si dicen quién de los dos la mayor culpa ha tenido, digan los hombres: la Cava y las mujeres: Rodrigo.
es
Pombo,Rafael
<XXI
Soneto
¿Conque no todo el año es primavera? ¿Ni aquí, do todo el año exhibe ufana, Como en su boda insigne soberana. Todo su ajuar Naturaleza entera? ¿En su zona de Venus, que hechicera Al hombre enciela, a númenes humana, Donde el amor perennemente mana E irresistible la hermosura impera? Al decir tal, tu propia fantasía. Tu alma, tu corazón, gritaban mientes, Soberbios de su eterna lozanía; Y ya vendrán los meses inclementes De invierno... y me dirás, amiga mía, Si es hielo o fuego lo que entonces sientes. no todo el año es primavera? mientes, inclementes
es
Peza,Juan_de_Dios
<XXI
Para_Honrar_La_Siempre_Limpia
Para honrar la siempre limpia Concepción Inmaculada En la hermosa y opulenta Capital de Nueva España, Un vecino muy devoto Y de riquezas muy vastas, Trató de hacer un convento Digno de gloria tan alta; Y comprando unos solares, Y al rey demandando gracia, Logró dar cima a su anhelo Sin medir riesgos ni vallas. Llamábase aquel buen hombre Juan Aguirre de Suasnaba, Pródigo en las caridades, Y en las costumbres, sin tacha. Cuando con gran regocijo Miró su obra comenzada Y dio fin a los cimientos Y forma a sus esperanzas, La segur, que no respeta Glorias y dichas mundanas, Cortó el hilo de su vida, Por cierto envidiable y grata. Tocó a sus más allegados Heredar cuanto dejara, Y ya ricos, no quisieron Proseguir obra tan santa. Quedó en punible abandono La nueva y costosa fábrica, Sin que de ponerle término Se dijera una palabra. Los dueños de la fortuna Fuéronse a tierras extrañas, Y nadie creyó que hubiese Quien a Aguirre reemplazara. Apagáronse de un soplo Las ilusiones doradas De cuantos vieron seguía Del nuevo templo la fábrica. Y en las más nobles familias Con dolor se comentaba La conducta de los deudos Del propio interés avara. Las pudorosas doncellas Que con delicia y con ansia Soñaron en vestir pronto Manto azul, túnica blanca, Y habitar del nuevo claustro La quieta y feliz morada, Al saber la triste nueva Vertieron secretas lágrimas. En esos tiempos remotos Del mundo en la mar sin playas, Para encaminarse al cielo Era el convento la barca; La celda, puerto y refugio De la vida en las borrascas; Y la fe, radiante estrella, Nuncio y galardón del alba. En los tristes desengaños, En las dudas más amargas, En la orfandad sin apoyo Y el amor sin esperanza, Cuando todos los dolores A un tiempo el ánimo embargan Y la razón obscurece Y las virtudes desmayan, El claustro fue la piscina, El Jordán de frescas aguas En que encontraron alivio Los hondos males del alma. Y las vírgenes más bellas, Las azucenas más castas, En sus floridos abriles, En su edad más dulce y grata, Encerrábanse en las celdas Como en tumbas solitarias, Viviendo en completo olvido Sin ambiciones bastardas; Y allí, sin decir a nadie La historia de sus desgracias, Era su ilusión la muerte Y el martirio su enseñanza. Tarde por tarde, iban muchos A ver en desierta plaza, Frente a la modesta ermita Que a nuestros tiempos alcanza Los comenzados cimientos De la nueva mansión sacra Que iba a honrar la siempre Limpia Concepción Inmaculada; Y para excitar el celo De gentes ricas y santas Que con su cuantiosa hacienda El monasterio acabaran, Una fiesta organizóse Invitando a la más alta Sociedad de la opulenta Capital de Nueva España. En medio de gran gentío Un viejo orador sagrado Dice así con voz sonora Y con inmenso entusiasmo: —«No es cierto que nadie quiera Esta obra llevar a cabo, Que hay alguien a quien le sobran Elementos para el caso. »Allí escondido entre muchos Acierto a ver a mi hermano; Lo conocéis casi todos, Le llaman Simón de Haro; »Es un minero muy rico, Y es además buen cristiano, Y va a encargarse de todo Lo que otros abandonaron. »¿Que habrá que gastar dinero? ¡Nada importa! ¡Tiene tanto! Y además pueden sus minas Darle cuanto es necesario. »Él terminará el convento, Él lo hará, puedo jurarlo, Y tal vez desde mañana Ocupe aquí muchos brazos». Volvieron todos el rostro A don Simón, contemplando Que estaba absorto y confuso Con un sermón tan extraño. Y prodigándole encomios, Y apretándole la mano, Por su decisión tan noble Todos le felicitaron. Sin dar a nadie respuesta, Confuso, atónito, pálido, Al ver ya fuera del púlpito A quien movió tal escándalo, Fuése saliendo a su encuentro De esta guisa a interpelarlo. —Si sabes que soy muy pobre, Pues muy exiguo es mi erario, ¿Por qué de erigir conventos Me impones el duro encargo Cuando en mi caja no quedan Más que muy pocos ducados? —Yo no he dicho una palabra. —¡Estás loco! Te escucharon Todos los que aquí han venido Y que no son muy escasos. —Pues te juro que no dije Ni una frase... —Has dicho tanto Que todos me reconocen Como un rico nada avaro, Que va a construir el convento. En esto pienso que hay algo Misterioso, incomprensible. —Lo que dijeron tus labios Todo el mundo lo comprende. —Yo no lo he dicho. —Habla claro. —Sospecho que las palabras Que oyeron todos, hermano, Las ha dicho por mi boca El mismo Espíritu Santo. —¿Será posible? —No dudes, Porque yo ni lo he pensado, Y al decir que nada dije Con esta verdad me salvo. —Dios será quien te proteja. —Yo estoy muy pobre y no guardo En caja sino muy poco, Ven a ver mi caja. —Vamos. De don Simón a la casa Bien pronto se encaminaron, Y abriendo una tosca puerta Entraron a húmedo cuarto. Vieron los dos una caja Abandonada en un ángulo, Forrada en vetusto cuero Y llena de toscos clavos. La abrió don Simón, y al punto Saca con su propia mano Cerca de catorce duros Que allí estaban encerrados. —¿Basta para un monasterio Este pequeño puñado? Y antes de que a tal pregunta diera Respuesta su hermano, Dentro de la antigua caja Oyeron un ruido extraño Y los espantados ojos A un tiempo volvieron ambos. De escudos limpios y hermosos Halláronla rebosando, Y postráronse de hinojos Absortos de aquel milagro. Vaciáronla varias veces, Y en cada vez la encontraron Llena de nuevas monedas Que arrojaba ignota mano. —Con esto se hará el convento. —Y la obra llevaré a cabo. —Alabemos a la Virgen, —Y al Señor tres veces santo. Con lágrimas en los ojos Y trémulos y rezando, El clérigo y el minero Salieron al fin del cuarto. Se dio principio a las obras, Y en menos de quince años Se alzó el templo y el convento De la Concepción llamado. Y en el espléndido coro, Las monjas siempre guardaron, Como caja milagrosa, Portento admirable y raro, La que durante las obras Sola se estuvo llenando Hasta que la ultima piedra Se puso en el templo santo. Y esta conseja la citan Haciendo mención del caso Autores que en nuestros tiempos Pasan por doctos y sabios.
es
Cabral,Manuel_del
<XXI
Ya_Están_Guardando_Hasta_El_Aire_Que_Nos_Regaló_Tu_Espada
Ya están guardando hasta el aire que nos regaló tu espada Hoy cuesta el aire un fusil. Ya ni en el mantel te vemos, tú que estabas en el trago, en la vaca y el maíz. Mira la casa, tu casa, es tan grande, tan inmensa, ¿pero en dónde está la casa, aquí donde el trigo piensa? Mira sus habitaciones, carpintero que con balas le hiciste puertas al rancho, ven a ver su dueño, a Sancho, ¡que hasta en su burro hay más alas! Desde los golpes de Estado, hasta el burócrata vil, en uno o en otro modo, vi en tu América de todo, mas tu América no vi. Como no cabe en el hoyo ni tu caballo inocente, con tu espada y sobre el bruto, hay quien da ruidoso luto todavía al continente. Estas tierras que salieron todas de tu pantalón... Mas olvidaste una hazaña: nos liberaste de España, pero no de lo español. Somos España hasta cuando ella no queremos ser... Ya ves, buen Simón, tu espada, en ti mismo está clavada, al clavarla en ella ayer. Pero tú estás todavía en esa piel que medita del negro que a fuerza humana, siempre su noche se quita, hoy con risa de mañana. Oigo aún también tu voz en la carita de un cobre que en el burriquito andino va con el indio y el trino que hace al aire menos pobre. Mas el mapa nos lo muerden con un diente no común, por ese diente, ya ves, van a tener que volver Cristo, Don Quijote y tú. Pero tú, baja pronto, que la casa ya espera con su luz boba —barrendero de América— tu escoba.
es
Plaza_Llamas,Antonio
<XXI
Todo_Se_Paga._Soneto
Pagó Satán su avilantez maldita; Eva pagó su falta de recato; pagó Caín su negro asesinato, y su lascivia el torpe sodomita. Pagó su orgullo Cora el israelita, su locura fatal pagó Erostrato; pagó su iníamiai el Iscariote ingrato, y su deicidio la nación precita. Escrito fue: mal halle quien mal haga, ese axioma sublime, justiciero, ordena que el que deba satisfaga y nada quede sin pagarse; pero aunque es verdad que todo aquí se paga, yo no le he de pagar a mi casero.
es
Ibarbourou,Juana_de
<XXI
Hacia_El_Cielo_Tu_Himno_De_Rubíes
Hacia el cielo tu himno de rubíes, tus espumas de púrpuras en vuelo; hacia él tu orgulloso terciopelo, tu desafío a dalias y alhelíes. Toda al cielo te das, creces y ríes, sangre floral y brasa del anhelo. Llora el reloj tu inevitable duelo mientras toda en fragancia te deslíes. Tú también, tú también, ave de fuego, nacida hoy has de tonar ya luego a la potente tierra innominada. No detiene la muerte tu hermosura. En vuelta en ella vas, ¡oh, criatura! desde la fiel raíz hasta la nada.
es
Benedetti,Mario
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Mi_Saldo_Disminuye_Cada_Día
Mi saldo disminuye cada día qué digo cada día cada minuto cada bocanada de aire muevo mis dedos como si pudieran atrapar o atraparme pero mi saldo disminuye muevo mis ojos como si pudieran entender o entenderme pero mi saldo disminuye muevo mis pies cual si pudieran acarrear o acarrearme pero mi saldo disminuye mi saldo disminuye cada día qué digo cada día cada minuto cada bocanada de aire y todo porque ese compinche de la muerte el cero está esperando
es
Poza,Agustín_de_la
XXI
Robándole_Al_Mar
Deseo ser corsario, bucanero y pirata para secuestrar la mar. Me marcho tierra adentro y preciso su paz. Deseo ser Alberti y Neruda y convertirme en esponja de mar para refrescar mi alma. Deseo secuestrar la mar rebelde, sus olas, su espuma, sus peces, sus tesoros, su brisa y todos sus guijarros de colores de la orilla. Busco un caballito de mar para tirar de galeones hundidos, de un velero bergantín, estrellitas para cubrirlas de sal y caracolas para llevarme el murmullo. Tu silencio y tu danza son un secreto que las sirenas no me quieren contar. La rosa de los vientos saluda a los barcos y las gaviotas se mecen al compás. Deseo ser capitán y marinero para navegar sobre tu manto donde se reflejan la luna y la osa mayor. Deseo ser Neptuno y presidir los océanos como faro que guía mi proa.
es
Plaza_Llamas,Antonio
<XXI
Nuestro_Canto_De_Gloria_Elevemos
Nuestro canto de gloria elevemos como aroma de Dios al altar, y con grata oblación deifiquemos los hechizos de Euterpe inmortal. Cuando el tedio a los hombres oprime con la música el tedio se va: es la música enviada sublime que revela un feliz más allá. Culto a la Música rinda, tiernos niños, vuestra voz, porque la Música es linda como la frente de Dios. Jamás nadie ha podido un momento resistirse de Euterpe a la voz; ¡con razón de su lira al concento a las rocas Orfeo conmovió! Es la música el bello homenaje que le rinde el mortal a su Autor, y en tan lindo y sublime lenguaje se comprenden las almas y Dios. Culto a la Música rinda, tiernos niños, vuestra voz, porque la Música es linda como la frente de Dios. Cuanto se oye la música imita, con sus notas se puede escribir el estruendo del mar que se agita, el murmurio del lago feliz, de huracán el tremendo bramido, el aliento del aura sutil, de la fiera salvaje el rugido y de mansa paloma el gemir. Culto a la Música rinda, tiernos niños, vuestra voz, porque la Música es linda como la frente de Dios.
es
Horna,José_María_de
XXI
Te_Doy_Gracias,_Señor_De_Los_Cielos
Te doy gracias, Señor de los Cielos, todas las mañanas, porque me has regalado la vida, y, por su camino, con tu sombra de amor me acompañas. Te doy gracias, también, a menudo, creador de las almas, porque das a mi espíritu vuelos y, también, la fuerza que mantiene el batir de sus alas. Te doy gracias por el sol que nace anunciando la nueva jornada, con su luz, que arrebola las flores y las mieses grana. Por la lluvia que cae de tus cielos y los campos baña, y arroyuelos y fuentes ,mantiene en continuo fluir de esperanzas. Por la madre, que espera amorosa, por la esposa, que en todo se afana, por los hijos, que dan y que quitan, y entregan caricias a cambio de lágrimas. Por la breve mudanza del tiempo, que a cada pasado promete un mañana. Por el arte y la ciencia y por todo lo que, a manos llenas, tu infinito poder nos regala.
es
Lugones,Leopoldo
<XXI
Los_Cáptaros
Altos e invisibles sobre la laguna, Y atardando un vuelo, como el sueño, blando, Los cisnes de negros cuellos van cruzando Por el blanco abismo del claro de luna. Y ¡cáptaro, cáptaro! grita el delantero, Y ¡cáptaro, cáptaro! responde la banda, Al hallar el charco que buscando anda, Borrado de luna todo derrotero. Que así, en extraviados delirios azules, Cuando la alta luna congrega su tropa, Confunden con Ledas las piezas de ropa, O en las azoteas se estrellan, gandules. Piérdense un instante detrás del barranco... Mas, pronto, su giro veloz no vacila, Y sobre la plata del agua tranquila Caen en un leve relámpago blanco. La luna, embriagándolos con su albo destello, Creó su sedosa blancura de perla, Y un poco de noche les quedó al beberla En la prominente redoma del cuello. No mancha la inmensa claridad un tizne. Y la luna, extática sobre los paisajes, Sueña como un ángel cándidos celajes En que desparrama su pluma de cisne. ¡cáptaro, cáptaro! ¡cáptaro, cáptaro!
es
Planas_Bennásar,Juan
XXI
Hay_En_Los_Espejos_Una_Crueldad_Y_Un_Gozo_Literarios
Hay en los espejos una crueldad y un gozo literarios, una túnica blanca y un horror antiguo al vacío, un fácil paralelismo con la creación primera, unos renglones bíblicos que nos devuelven a los jardines donde fuimos el primer hombre y la primera mujer, un acento que se prodiga en las profecías y también en la ciencia, un instante de temblor y acogida, una multiplicación rápida y un eco hambriento, una semejanza ambigua que nos convierte en otros, y así nos reconcilia con nosotros mismos. Hay en el azogue generoso de los espejos una metáfora de la otredad y más de un enredo narcisista, una mezcla de realidad y deseo circundantes, de tormenta y calma aparentes, de superficie firme, brillante, que sin embargo se curva y se desgarra, se hace añicos, se crispa, y nos revela un trasfondo inagotable, un universo en otro. Un cruce de formas contenidas que los pensamientos desbordan, un juicio solemne y un debate en ebullición, un juez mudo, ausente, una balanza inservible, y un coro enloquecido de testigos que deambulan por las aristas persiguiendo una única verdad que no existe. Hay también una lágrima mutilada, una sonrisa recién nacida, un apocalipsis revelador, y un crisol áureo por el que acabamos dando la vida. ¿Qué no desaparece jamás de los espejos? La mancha indeleble del aliento que acompaña nuestras palabras. Hay en el azogue generoso de los espejos una metáfora de la otredad y más de un enredo narcisista, una mezcla de realidad y deseo circundantes, de tormenta y calma aparentes, de superficie firme, brillante, que sin embargo se curva y se desgarra, se hace añicos, se crispa, y nos revela un trasfondo inagotable, un universo en otro. Un cruce de formas contenidas que los pensamientos desbordan, un juicio solemne y un debate en ebullición, un juez mudo, ausente, una balanza inservible, y un coro enloquecido de testigos que deambulan por las aristas persiguiendo una única verdad que no existe. Hay también una lágrima mutilada, una sonrisa recién nacida, un apocalipsis revelador, y un crisol áureo por el que acabamos dando la vida. ¿Qué no desaparece jamás de los espejos? La mancha indeleble del aliento que acompaña nuestras palabras. ¿Qué no desaparece jamás de los espejos? La mancha indeleble del aliento que acompaña nuestras palabras.
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Chocano,José_Santos
<XXI
La_Tristeza_Del_Cuadrumano
Inmóvil cuadrumano medita prisionero, en el jardín zoológico, entre doradas rejas. En su sonrisa hay algo que corta como acero; y hay un desdén olímpico en medio de sus cejas... Quién ve el reposo grave de esa melancolía, quién ve la expresión turbia de esa carnal mirada, evoca las visiones de una caverna fría y de una selva tórrida en una edad pasada. Monarca destronado que ve su cetro roto, los ojos vuelve al reino que a sus espaldas queda, a sus antiguos años, a su país remoto, al lírico ramaje y al pájaro de seda... Recuerda el viejo bosque de barbas patriarcales, las fieras ostentosas de pieles estrelladas, la charca compungida de trágicos cristales, el río escandaloso de torpes carcajadas... Recuerda que en un día fue rey del orbe entero, y, al recordarlo, sufre sin expresar sus quejas; ¡y piensa en el penacho del rubio cocotero y en la silvestre pompa de las edades viejas! Es suyo el primer beso de amor en la montaña, es suyo el gran instante por el que el hombre existe tiene, al pensarIo, el gesto de una soberbia extraña, con su actitud beatifica y su lujuria triste... El vio salir al hombre de una caverna obscura, él vio la Edad de Piedra brotar como una fuente; y consultó los astros de la sagrada altura que el porvenir gobiernan... y doblegó la frente. Por eso es el enorme dolor de su mirada: es un dolor de siglos el que se siente en ella; porque demora siglos y llega fatigada, como si fuese el rayo de una lejana estrella... ¡Son suyos el aliento de la montaña, el vario giro de las especies, la fronda en que se esquiva la escena de los besos, el ser rudimentario, la fuerza creadora y el alma primitiva! Monarca destronado que ve su cetro roto, los ojos vuelve al reino que a sus espaldas queda, a sus antiguos años, a su país remoto, al lírico ramaje y al pájaro de seda...
es
Buesa,José_Ángel
<XXI
Tú_Dices_Que_Has_Vivido,_Quizás._Puede_Ser_Cierto
Tú dices que has vivido, quizás. Puede ser cierto. No importa si eres joven ni importa tu vejez. Haber vivido, a veces significa haber muerto, porque a veces los hombres mueren más de una vez. La vida es poca cosa. Qué más da su medida, si el que vive más años no siempre vive más; porque un instante, a veces, llena toda una vida, y a veces ese instante no se vive jamás. Tú dices que has vivido, quizás. Yo no sé nada. No sé lo que te queda del tiempo que se fue. Y acaso, en el misterio de una noche estrellada, te encogerás de hombros sin preguntar por qué. Lo demás llega y pasa: pobres cosas de un día, fantasma de su sueño, formas de tu ilusión; nada más que hojas secas en tu mano vacía, nada más que hojas secas sobre tu corazón, sin embargo, no importa. Ya llegará el olvido. Después de un gran silencio, como un punto final. Y te sabrá a ceniza lo poco que has vivido, cuando pasen mil años y todo siga igual.
es
Pardo_García,Germán
<XXI
Todo_El_Poder_Que_Da_La_Poesía
Todo el poder que da la Poesía lo tengo en este instante: su pureza, su triple y abismal naturaleza, su túnica de sal, su bizarría. El barro, si lo toco, se podría volver celeridad y en mi cabeza crecer una montaña y la tristeza desbordárseme en súbita alegría. No me toques ahora. No me mires con tus ojos humanos. No respires la atmósfera que soy. Déjame mudo sin que ningún silencio me quebrante. No te avergüences de que en mí levante la desnudez total. Ya estoy desnudo.
es
Rugeles,Manuel_Felipe
<XXI
Mirad_Al_Hombre,_Miradlo
La cobija rojinegra sobre los hombros. ¡Qué frío el de los páramos! Mirad al hombre. Miradlo. Junto a la cerca de piedra, cabizbajo. Frente al hierático pino, solitario. Mirad al hombre. Miradlo. Aguda barba de oro. Ojos oscuros, lejanos. A la orilla de las parvas mirad al hombre. Miradlo. ¡Qué soledad! ¡Quién pudiera saber lo que está pensando!
es
Panero,Leopoldo_María
<XXI
Página_Veinte
Esperando todos los días para que venga el cierzo para que venga el ciervo azul como el poema, como el gamo que corre fugitivo sobre el poema y que sea la nada mi último poema baba de los labios para que el hombre muera azul sobre la página «victorieusment fuit le suicide beau» Mallarmé lo dijo oh belleza húmeda del suicidio única rosa, única flor rosa cúbica de la página para que el hombre descubra que no es un hombre.
es
García_Montero,Luis
<XXI
Ellos_Son_Diferentes
Ellos son diferentes. Lo saben porque el tiempo detiene su mercado y pasa sin usuras ni diezmos de silencio, por una extraña conspiración de vida. A las tres de la tarde, en la pequeña intimidad de un coche, se apagan los latidos del trabajo, al ritmo lento de la caravana. Ellos son diferentes. El universo frena su mecánica, de beso en beso, en nube de piel enrojecida, porque el amor los marca todavía al mes de conocerse, los abraza como paredes húmedas de pintura reciente. Y ya no importa el rumbo de las tres de la tarde, las horas casi envueltas en papel de regalo, entre nombres que salen de su antigua rutina, Barriada del Pilar, ocho kilómetros por una carretera de semáforos, coches encadenados, impaciencia de gente que se cruza y las afueras de una ciudad sin brillo en la cuneta. Ellos sin diferentes. Pasa el amor y deja sus huellas, es verdad; pero te juro que también hay nostalgia de uno mismo, necesidad de abrirse hasta una imagen más piadosa del mundo. Si no tenemos prisa, le dice, mientras vuelve a frenar y la besa con los ojos cerrados un momento. Barriada del Pilar
es
Morales,Rafael
<XXI
Yo_Fui_Quedando_En_Mis_Palabras
Yo fui quedando en mis palabras, en su temblor incierto, en su silábico latido, en su perpetuo congregarse en sueños, en sus cansadas caravanas perdidas. Yo surgí de sus pétalos caídos, de sus alas efímeras, fugaces en el aire. Yo edifiqué mi vida en otras vidas, penetré en la memoria y en el tiempo palabra tras palabra, ceniza tras ceniza, aire tan sólo que al aire pertenece. Yo edifiqué mi vida en el olvido.
es
Martínez_Oyola,Waldemar
XXI
Pensé_Que_Querías_Saber
Pensé que querías saber que los pensamientos de alguna persona van a donde vas tú... Pensar que solo queda el aroma de tu pelo. Pensar que te has marchado. Pensar que te has ido lejos. Pensar que el aire que respiro pesa y se me acaba, si tú no estás, de mi se me escapa un suspiro. Pensar que me haces falta... Pensar que ahora me sobran las horas. Pensar en el sufrimiento que causa tu partida. Pensar que mi alma está tan sola y vacía. Pensar en lo separado que estamos uno del otro. Pensar que esa distancia nos une más. Pensar que nosotros cada día estamos más unidos, llenos de tempestad... Pensar en las noches en las cuales me hablabas al oido. Pensar que tu voz me liberaba de una pesadilla, de un sueño pésimo y confundido. Pensar en lo que un día perdimos. Pensar que otro día volvieras y que fueras conmigo amorosa, dulce y muy tierna. Pensar que la vida es más maravillosa, mucho más grandiosa cuando pensamos en esa persona que queremos con el corazón... Me haces falta... Pensar que solo queda el aroma de tu pelo. Pensar que te has marchado. Pensar que te has ido lejos. Pensar que el aire que respiro pesa y se me acaba, si tú no estás, de mi se me escapa un suspiro. Pensar que me haces falta... Pensar que ahora me sobran las horas. Pensar en el sufrimiento que causa tu partida. Pensar que mi alma está tan sola y vacía. Pensar en lo separado que estamos uno del otro. Pensar que esa distancia nos une más. Pensar que nosotros cada día estamos más unidos, llenos de tempestad... Pensar en las noches en las cuales me hablabas al oido. Pensar que tu voz me liberaba de una pesadilla, de un sueño pésimo y confundido. Pensar en lo que un día perdimos. Pensar que otro día volvieras y que fueras conmigo amorosa, dulce y muy tierna. Pensar que la vida es más maravillosa, mucho más grandiosa cuando pensamos en esa persona que queremos con el corazón... Me haces falta... Pensar que el aire que respiro pesa y se me acaba, si tú no estás, de mi se me escapa un suspiro. Pensar que me haces falta... Pensar que ahora me sobran las horas. Pensar en el sufrimiento que causa tu partida. Pensar que mi alma está tan sola y vacía. Pensar en lo separado que estamos uno del otro. Pensar que esa distancia nos une más. Pensar que nosotros cada día estamos más unidos, llenos de tempestad... Pensar en las noches en las cuales me hablabas al oido. Pensar que tu voz me liberaba de una pesadilla, de un sueño pésimo y confundido. Pensar en lo que un día perdimos. Pensar que otro día volvieras y que fueras conmigo amorosa, dulce y muy tierna. Pensar que la vida es más maravillosa, mucho más grandiosa cuando pensamos en esa persona que queremos con el corazón... Me haces falta... Pensar que ahora me sobran las horas. Pensar en el sufrimiento que causa tu partida. Pensar que mi alma está tan sola y vacía. Pensar en lo separado que estamos uno del otro. Pensar que esa distancia nos une más. Pensar que nosotros cada día estamos más unidos, llenos de tempestad... Pensar en las noches en las cuales me hablabas al oido. Pensar que tu voz me liberaba de una pesadilla, de un sueño pésimo y confundido. Pensar en lo que un día perdimos. Pensar que otro día volvieras y que fueras conmigo amorosa, dulce y muy tierna. Pensar que la vida es más maravillosa, mucho más grandiosa cuando pensamos en esa persona que queremos con el corazón... Me haces falta... Pensar en lo separado que estamos uno del otro. Pensar que esa distancia nos une más. Pensar que nosotros cada día estamos más unidos, llenos de tempestad... Pensar en las noches en las cuales me hablabas al oido. Pensar que tu voz me liberaba de una pesadilla, de un sueño pésimo y confundido. Pensar en lo que un día perdimos. Pensar que otro día volvieras y que fueras conmigo amorosa, dulce y muy tierna. Pensar que la vida es más maravillosa, mucho más grandiosa cuando pensamos en esa persona que queremos con el corazón... Me haces falta... Pensar en las noches en las cuales me hablabas al oido. Pensar que tu voz me liberaba de una pesadilla, de un sueño pésimo y confundido. Pensar en lo que un día perdimos. Pensar que otro día volvieras y que fueras conmigo amorosa, dulce y muy tierna. Pensar que la vida es más maravillosa, mucho más grandiosa cuando pensamos en esa persona que queremos con el corazón... Me haces falta... Pensar en lo que un día perdimos. Pensar que otro día volvieras y que fueras conmigo amorosa, dulce y muy tierna. Pensar que la vida es más maravillosa, mucho más grandiosa cuando pensamos en esa persona que queremos con el corazón... Me haces falta... Pensar que la vida es más maravillosa, mucho más grandiosa cuando pensamos en esa persona que queremos con el corazón... Me haces falta... Me haces falta...
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
Frente_A_La_Mar,_Cigarro_Tras_Cigarro
Frente a la mar, cigarro tras cigarro, espero la palabra que me traiga la soledad que soy, esa palabra espejo en la que pueda adivinar la viva superficie que emborrona la sombra en mis adentros. El tarajal que tengo a las espaldas y las olas que rompen a mi lado, ni me dan su amistad ni me conducen a mi interior de pájaro cautivo. Piedra tan sólo estoy, piedra de oscuridad sobre los días, mendigo que se queda a la intemperie luchando para abrir su propio sueño con la llave en la mano de sí mismo. Ayudadme vosotros, los puros, los odiados, a darme el santo y seña que me lleve a descubrir mi intimidad de isla. Dímelo tú, pequeña, que juegas y sonríes, con tu escoba barriendo las arenas de la playa.
es
Flórez,Julio
<XXI
¡Estrellas_Que_Brilláis_En_Las_Oscuras
¡Estrellas que brilláis en las oscuras profundidades de los hondos cielos, diamantes de las hórridas negruras, antorcha de mis lúgubres desvelos! ¿A dónde vais así, de oro cubiertas, por esas soledades, pensativas, pálidas unas como novias muertas, fúlgidas otras como flores vivas? En vuestra procesión interminable ¿qué buscáis en los campos infinitos? Decidme, ¿mi dolor es incurable? ¿No os llega nunca el eco de mis gritos? Dime, tú, Sirio, enorme solitario que alumbras mi profundo desconsuelo: ¿cuánto hace que iluminas el santuario hondo y azul del Hacedor del cielo? Y tú, trémulo Arturo, esplendoroso luminar que atraviesas el vacio... ¿por qué, sin un instante de reposo, temblando estás, cual si tuvieses frío? Divino Aldebarán, tú que flameas como un incendio en la inmutable hondura, ¿por qué tan dulcemente parpadeas? ¿por qué no me relatas tu amargura? Tu, melancólica Alfa del Navío, y tú, Prosión, a quien por triste adoro, ¿en las linfas azules de qué río humedecéis vuestros cabellos de oro? Contadme al punto, relatadme todas vuestras extrañas penas y alegrías, vuestros amores castos, vuestras bodas en esas dilatadas lejanías. ¿Cómo os llamáis en el profundo seno de la tremenda eternidad? ¿Alguna de vosotras, el hondo azul sereno recorre enamorada de la luna? ¡Habladme de vosotras, pudibundas viajeras de las noche solitarias, luminosas enfermas moribundas, anémicas antorchas funerarias! Habladme de vosotras y a la altura llevadme a contemplar vuestra armonía. ¡Quiero saber en la celeste hondura, cuál de vosotras es... la madre mía! El mar se agita en la ribera y muge. Las verdes olas en la arena estallan. ¡Resbala el barco, se estremece y cruje; el viento gime y las estrellas callan!
es
Góngora,Luis_de
<XXI
Sella_El_Tronco_Sangriento,_No_Le_Oprime
Sella el tronco sangriento, no le oprime, De aquel dichosamente desdichado, Que de las inconstancias de su hado Esta pizarra apenas le redime; Piedad común, en vez de la sublime Urna que el escarmiento le ha negado, Padrón le erige en bronce imaginado, Que en vano el tiempo las memorias lime. Risueño con él, tanto como falso, El tiempo, cuatro lustros en la risa, El cuchillo quizá envainaba agudo. Del sitial después al cadahalso Precipitado, ¡oh cuánto nos avisa!, ¡Oh cuánta trompa es su ejemplo mudo! Piedad común, en vez de la sublime Urna que el escarmiento le ha negado, Padrón le erige en bronce imaginado, Que en vano el tiempo las memorias lime. Risueño con él, tanto como falso, El tiempo, cuatro lustros en la risa, El cuchillo quizá envainaba agudo. Del sitial después al cadahalso Precipitado, ¡oh cuánto nos avisa!, ¡Oh cuánta trompa es su ejemplo mudo! Risueño con él, tanto como falso, El tiempo, cuatro lustros en la risa, El cuchillo quizá envainaba agudo. Del sitial después al cadahalso Precipitado, ¡oh cuánto nos avisa!, ¡Oh cuánta trompa es su ejemplo mudo! Del sitial después al cadahalso Precipitado, ¡oh cuánto nos avisa!, ¡Oh cuánta trompa es su ejemplo mudo!
es
Hernández,Miguel
<XXI
Todas_Las_Madres_Del_Mundo
Todas las madres del mundo, ocultan el vientre, tiemblan, y quisieran retirarse, a virginidades ciegas, el origen solitario y el pasado sin herencia. Pálida, sobrecogida la fecundidad se queda. El mar tiene sed y tiene sed de ser agua la tierra. Alarga la llama el odio y el amor cierra las puertas. Voces como lanzas vibran, voces como bayonetas. Bocas como puños vienen, puños como cascos llegan. Pechos como muros roncos, piernas como patas recias. El corazón se revuelve, se atorbellina, revienta. Arroja contra los ojos súbitas espumas negras. La sangre enarbola el cuerpo, precipita la cabeza y busca un hueco, una herida por donde lanzarse afuera. La sangre recorre el mundo enjaulada, insatisfecha. Las flores se desvanecen devoradas por la hierba. Ansias de matar invaden el fondo de la azucena. Acoplarse con metales todos los cuerpos anhelan: desposarse, poseerse de una terrible manera. Desaparecer: el ansia general, creciente, reina. Un fantasma de estandartes, una bandera quimérica, un mito de patrias: una grave ficción de fronteras. Músicas exasperadas, duras como botas, huellan la faz de las esperanzas y de las entrañas tiernas. Crepita el alma, la ira. El llanto relampaguea. ¿Para qué quiero la luz si tropiezo con tinieblas? Pasiones como clarines, coplas, trompas que aconsejan devorarse ser a ser, destruirse, piedra a piedra. Relinchos. Retumbos. Truenos. Salivazos. Besos. Ruedas. Espuelas. Espadas locas abren una herida inmensa. Después, el silencio, mudo de algodón, blanco de vendas, cárdeno de cirugía, mutilado de tristeza. El silencio. Y el laurel en un rincón de osamentas. Y un tambor enamorado, como un vientre tenso, suena detrás del innumerable muerto que jamás se aleja.
es
Chocano,José_Santos
<XXI
El_Asalto
Allá, lejos, muy lejos, lúgubre fondo o cárdenos reflejos: el verbo de las broncas tempestades en gloriosa explosión rompe iracundo, y se apaga en las hondas soledades; el relámpago cruza vagabundo como una inmensa mariposa extraña; y el trueno llora su dolor profundo en el altar mayor de la montaña... ¡Eco parece del enorme ruido que hicieron, derribados desde el cielo, al rodar para siempre en el olvido, los olímpicos dioses! ¡Voz de alarmas que sembraba pavor, pavor de hielo, estremeciendo las colgantes armas en el raudo corcel, que hallaba el suelo de la trémula Roma decadente, a donde el fiero bárbaro quería agua encontrar para lavar su frente salpicada de fangos todavía! ¡Grito eterno de horror que el furibundo torrente da al saltar! ¡Ay de agonía, con que se rasga el corazón de un mundo! ¡Mas no es la tempestad: es la batalla, que en la cúspide estalla del Morro que se siente estremecido, cual si hubiera del cielo descendido, en un bólido enorme, la metralla, para saltar del choque de la tierra, en horroroso y trágico estallido, como un pregón de atronadora guerra!... Blanca, espesa neblina la frente envuelve de la brava cumbre, en que el drama sangriento se adivina, del cañón ronco a la rojiza lumbre que desgarra las brumas repentina... Blanca, espesa neblina opaca el cielo; y hasta el altivo sol rinde tributo a la tristeza del heroico duelo, y se viste de luto... Así también, cuando los dioses quieren acabar con los héroes en la Iliada, los circundan de nieblas... ¡Y así mueren bajo los golpes de invisible espada, sin llegar á saber cómo los hieren! Por imposibles sendas, por estrechos bordes de precipicio, por do espacio encuentra al pie, las invasoras gentes, con la fe do los triunfos en sus pechos, con el sol de las iras en sus frentes, lánzanse a la altitud, cual los torrentes saltando por encima del reacio valladar que embaraza sus corrientes... Finge un río, que en ancha catarata, en vértigos de espuma se arrebata al chocar con las peñas: invertido, sube en vez de bajar. Las muchedumbres son las aguas de un mar desconocido... ¡Tal el Diluvio Universal ha sido: tal subieron las aguas a las cumbres! Y el héroe está en el Morro; y está cierto de que se acerca el trágico minuto en que ha de rodar muerto; y está cierto a la vez de que su gloria ha de rasgar la obscuridad del luto, como un tajo de sol sobre la Historia. Es breve su estatura; pero en su alto corcel crece y espanta, cual si fuese titánica figura: el héroe toca con su frente el cielo, mas siempre tiene su corcel la planta afianzada en el seguro suelo... Llueve el plomo, se rasga la bandera se destempla el clarín; y roncamente la invasión adelanta y adelanta; y caen los soldados, a manera de las espigas cuya altiva frente el granizo quebranta... Se acerca el choque ya. ¡La lucha fiera va a enconarse por fin! Sigue el torrente... y todo es confusión súbitamente; y se mezclan soldados con soldados; y luego... ¡se derrama por do quiera ancho rumor de vientos encontrados! Mas... ¿Quién es el ginete misterioso que en carrera veloz hacia la cumbre, del torrente invasor sigue las huellas; y corre, y corre, de llegar ansioso, mientras sus armas de chispeante lumbre van lanzando relámpagos y estrellas? ¡Es la muerte; ella es! Su rostro fiero, de luminosas cuencas, se destaca bajo de un casco de luciente acero: ciñe, como suntuoso coracero, ingente cota de bruñida placa. Se ve que avanza triunfadora y fuerte —con una nube en su semblante pálido y un rayo de dolor en su mirada— la dantesca figura de la Muerte cabalgadora en su corcel escuálido, que es un arpa de huesos destemplada... Cual relámpago el látigo chasquea; y se lanza a la cumbre, a la pelea: todo, todo lo arrolla y lo aniquila; que el corcel de la Muerte acaso sea ¡el mismo espectro del bridón de Atila! ¡Arranca chispas al sentar el callo en el recio peñón; clava la espuela en el hundido ijar de su caballo, que se para en dos pies; y luego... vuela! En su diestra, resplande la guadaña insaciable de vidas, que a ambos lados va sembrando el terror. ¡Es una extraña visión, un huracán de la montaña que arremolina nubes de soldados!... Como el experto nadador que a solas juega en el ancho mar, y ya sepulta su cabeza en las olas, ya la saca otra vez, ya la hunde luego, así la Muerte en misterioso juego, súbito ya parece, ya se oculta, ya vuelve a parecer; y entre las filas deshechas de soldados, cruza rauda, cual un cometa de pavura ciego que huye espantado de su propia cauda, o cual fiera que corre en la espesura revolviendo sus fúlgidas pupilas entre las sombras de la selva obscura... A cada rudo golpe, a cada embate, los batallones, —aves que en su nido quiebran las alas por sondear la altura—, van dejando rodar en el combate soldado tras soldado, hoja tras hoja, a manera de un árbol sacudido que de todas sus galas se despoja. Soplo de tempestad ruge iracundo... Allá un soldado cae, otro levanta; aquél hunde su corvo en la garganta del débil moribundo, que, soltando el fusil, rodó a su planta: aquel héroe sin nombre, con su sola calada bayoneta, al fin rechaza a un grupo, que le envuelve y le amenaza como a la peña la ceñida ola; ése, como hoja que arrebata el viento, de peña en peña va, por el barranco; ese otro lanza horrible juramento, los ojos pone en blanco, deja caer el arma, con la diestra cubre la sangre que en su pecho asoma y rápido, en mitad de la palestra, gira sobre sí mismo... y se desploma; éste, el corvo homicida clávale por la espalda al que entre tanto expone, ante cien muertes, una vida; éste, de cara al sol, muerto soldado, como expresión de póstumos enojos, muestra al cielo el combate reflejado en el cristal de sus abiertos ojos; y este otro, que dispara su arma antes de caer, rápido rueda y, en su alarde postrer, de espaldas queda, vuelta hacia el suelo con desdén la cara... Charcos de sangre lo enrojecen todo; y así la sangre, lustración de horrores, resbala en cauces de revuelto lodo cual por la sien del labrador sudores... ¿Qué Verónica santa enjugaría el sudor de la sangre en ese suelo, si sólo alcanzaría a retratarse la batalla impía en el lino del bíblico pañuelo?... Entre la sangre, en grupos, confundidos se amontonan al par muertos y heridos; vibran las armas rotas sus destellos temblorosos, como esas sensaciones que recorren la piel hasta que inerte el cuerpo queda al fin. Y sobre aquellos grupos, en su corcel, salta la Muerte; y salta a modo de una cabra fiera que empezara a correr, por los montones de segadas espigas en la era... Y a manera del Dios de los cristianos que por do quiera se halla, o a manera dell sol que esparce generosa lumbre sobre el amplio hemisferio por do quiera, Bolognesi verter con amplias manos, sueña, gloria y fulgor desde la cumbre: blandir la espada al frente de aquel grupo que avanza denodado; él solo resistir aquel torrente del invasor jadeante y furibundo; bajar de su corcel, y al buen soldado que cayó levantar sobre sus hombros; y recoger el ¡ay! del moribundo; y luego, nuevamente cabalgando, buscar el choque provocando asombros; y ser, en medio de las luchas fieras, una llama entre todas las hogueras y una cruz sobre todos los escombros... A un mismo tiempo, las gloriosas vidas de Arias e Inclán que al golpe de la Suerte vanamente resisten, extinguidas disípanse en las sombras de la muerte. Arias, bajo su espada que resplande con luz eterna, es siete veces grande, ya que muestra en el pecho siete heridas... Inclán llena el afán desesperado que expresó un día, con modestia suma, de morir «como el último soldado...» Y brilla el sol con súbitos reflejos, haciendo resaltar, entre la bruma, la venerable faz de los dos viejos con sus cabellos de rizada espuma... Fue entonces... cuando mano temeraria de heroica abnegación, prendió la mina de uno de aquellos fuertes... Repentina retumba en la llanura solitaria, bronca, inmensa explosión, desde la cumbre; y se rasga la pálida neblina al parpadeo de rojiza lumbre... Soldados, armas, piedras, como informe masa que un monstruo destrozó, se lanzan, y hechos un grito de dolor enorme a las alturas resonando avanzan... Fiera columna se levanta al cielo, con fragor de horroroso torbellino, como protesta con que el mismo suelo se quiere sublevar contra el Destino... Y luego... aquí y allá, desparramados, aceros por mitad, muertos soldados, corceles moribundos; y en montones banderas y cureñas de cañones, miembros rotos y cuerpos desmenbrados... ¡Oh! qué escena de horror... Y allí, risueña, una muerta mujer se abre de brazos, como sobre una cruz, en la cureña de un tronado cañón. Hecha pedazos la vestidura, sobre el pecho enseña de ensangrentada herida el rojo sello como flor que brotara de una peña... Al rodar desgreñado por sus hombros y en torno de su cuello, el revuelto caudal de su cabello, simula sobre el pecho ensangrentado negro plumón de buitre; y entre aquello, ¡ay! se destaca el corvo del soldado fijo del seno en las desnudas pomas, como el pico de un cóndor, enclavado en medio de dos cándidas palomas... ¡Una mujer! La dulce compañera no quiso separarse de su amado, sino quedarse oculta en la bandera de la patria inmortal, cual escondida perla en el mar, para que así la Suerte, que hizo de esas dos vidas una vida, las cortara también con una muerte! ¡Y esa mujer, de carne desgarrada por infame puñal, con la mirada de un sol de gloria en la pupila incierta; esa, sobre el cañón crucificada, esa... es la imagen de la Patria muerta! ¡Y otra mujer en la celeste altura de pronto apareció!... ¿Quién es? Su diestra arma no blande; y temblorosa y pura se sonríe con tétrica amargura al mirar el horror de la palestra... Arma no blande, no; pero fulgura entre sus manos bellas y delicadas, sobre nube obscura, misteriosa corona hecha de estrellas. Ciñe a su sien otra corona; y ciñe, con ígneo cinturón, túnica roja que de los héroes en la sangre tiñe... Su seno tiembla como leve hoja; su boca es una rosa sonriente; y sus pupilas de húmedas miradas parecen, al brillar tranquilamente, dos perlas de rocío salpicadas por el ala de cisne de su frente... ¡Es la Gloria inmortal, que desde el cielo al héroe busca en la sangrienta zona; porque verle morir quiere en su anhelo, caer ante sus pies con raudo vuelo, y ceñirle su espléndida corona! Ante sus ojos, More, el digno hermano del héroe, erguido está. Si en su ansia loca rompió su nave un día contra una roca de la mar bravía, 1 vengarse quiere del Destino insano: morir sobre la cumbre de otra roca y ante el asombro de ese mismo oceano. More acordose de la frase aquella del viejo Mariscal 2, cuando gritaba en medio de la tropa que luchaba por asir la victoria; frase bella y terrible a la vez; discurso parco, pero de singular, mágico hechizo: —¡Aquí un charco de sangre! pronto un charco. ¡El no lo repitió; pero lo hizo!... Al abrigo del Morro, en tanto el «Manco-Cápac» se debate en pérdida segura y sin socorro: y la espesa neblina, agujereada por los ígneos disparos del combate, deja ver sobre el líquido elemento la palpitante flota desplegada, que a golpes de cañón fatiga el viento. Y el combate prosigue todavía... ¡El combate es eterno; porque para los héroes cada hora es un siglo de afán y de ironía: ya que morir desean, la demora es un suplicio más, es el infierno, es la perpetuidad de la agonía!... ¡Oh! ¡qué horrible es el ver en ambos lados caer unos tras otros los soldados, yerbas en que el corcel hunde la planta o frutos por las piedras arrancados! ¡Oh! ¡qué horrible es saber que en la contienda el que cae, al caer sólo adelanta un paso más por nuestra propia senda! ¡Menos horrible fuera, si es segura la muerte al fin, el que a la vez caídos hallaran una sola sepultura todos, a un tiempo y para siempre unidos! ¡Qué vil es el deseo del tirano: hacer una de todas las cabezas para cortarla con su propia mano; mas siempre es menos vil que las vilezas del Destino inhumano, que a sus débiles víctimas inmola unas ante otras sin piedad alguna: no hace de las cabezas una sola, pero las va cortando una por una!...
es
Bolaño,Roberto
<XXI
Qué_Decir_Sobre_Los_Crepúsculos_Ahogados_De_Barcelona._¿Recordáis
Qué decir sobre los crepúsculos ahogados de Barcelona. ¿Recordáis el cuadro de Rusiñol Erik Satie en el seu estudi? Así son los crepúsculos magnéticos de Barcelona, como los ojos y la cabellera de Satie, como las manos de Satie y como la simpatía de Rusiñol. Crepúsculos habitados por siluetas soberanas, magnificencia del sol y del mar sobre estas viviendas colgantes o subterráneas para el amor construidas. La ciudad de Sara Gibert y de Lola Paniagua, la ciudad de las estelas y de las confidencias absolutamente gratuitas. la ciudad de las genuflexiones y de los cordeles. Erik Satie en el seu estudi?
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
Eternidad_Desnuda
Despejada la incógnita del tiempo, porvenir para ti no tiene nombre. Siendo tú, eres lo exacto. Y andas, lenta; pero sin horas, sin minutos que midan tu casco silencioso, tu enquistado cariño sin meses ni estaciones. Ni sombra tienes que te rapte el cuerpo. Entregada a su masa permanente, la roca goza un paraíso eterno.
es
Borges,Jorge_Luis
<XXI
Traiga_Cuentos_La_Guitarra
Traiga cuentos la guitarra de cuando el fierro brillaba, cuentos de truco y de taba, de cuadreras y de copas, cuentos de la Costa Brava y el Camino de las Tropas. Venga una historia de ayer que apreciarán los más lerdos; el destino no hace acuerdos y nadie se lo reproche— ya estoy viendo que esta noche vienen del Sur los recuerdos. Velay, señores, la historia de los hermanos Iberra, hombres de amor y de guerra y en el peligro primeros, la flor de los cuchilleros y ahora los tapa la tierra. Suelen al hombre perder la soberbia o la codicia: también el coraje envicia a quien le da noche y día— el que era menor debía más muertes a la justicia. Cuando Juan Iberra vio que el menor lo aventajaba, la paciencia se le acaba y le armó no sé qué lazo le dio muerte de un balazo, allá por la Costa Brava. Sin demora y sin apuro lo fue tendiendo en la vía para que el tren lo pisara. El tren lo dejó sin cara, que es lo que el mayor quería. Así de manera fiel conté la historia hasta el fin; es la historia de Caín que sigue matando a Abel. Venga una historia de ayer que apreciarán los más lerdos; el destino no hace acuerdos y nadie se lo reproche— ya estoy viendo que esta noche vienen del Sur los recuerdos. Velay, señores, la historia de los hermanos Iberra, hombres de amor y de guerra y en el peligro primeros, la flor de los cuchilleros y ahora los tapa la tierra. Suelen al hombre perder la soberbia o la codicia: también el coraje envicia a quien le da noche y día— el que era menor debía más muertes a la justicia. Cuando Juan Iberra vio que el menor lo aventajaba, la paciencia se le acaba y le armó no sé qué lazo le dio muerte de un balazo, allá por la Costa Brava. Sin demora y sin apuro lo fue tendiendo en la vía para que el tren lo pisara. El tren lo dejó sin cara, que es lo que el mayor quería. Así de manera fiel conté la historia hasta el fin; es la historia de Caín que sigue matando a Abel. Velay, señores, la historia de los hermanos Iberra, hombres de amor y de guerra y en el peligro primeros, la flor de los cuchilleros y ahora los tapa la tierra. Suelen al hombre perder la soberbia o la codicia: también el coraje envicia a quien le da noche y día— el que era menor debía más muertes a la justicia. Cuando Juan Iberra vio que el menor lo aventajaba, la paciencia se le acaba y le armó no sé qué lazo le dio muerte de un balazo, allá por la Costa Brava. Sin demora y sin apuro lo fue tendiendo en la vía para que el tren lo pisara. El tren lo dejó sin cara, que es lo que el mayor quería. Así de manera fiel conté la historia hasta el fin; es la historia de Caín que sigue matando a Abel. Suelen al hombre perder la soberbia o la codicia: también el coraje envicia a quien le da noche y día— el que era menor debía más muertes a la justicia. Cuando Juan Iberra vio que el menor lo aventajaba, la paciencia se le acaba y le armó no sé qué lazo le dio muerte de un balazo, allá por la Costa Brava. Sin demora y sin apuro lo fue tendiendo en la vía para que el tren lo pisara. El tren lo dejó sin cara, que es lo que el mayor quería. Así de manera fiel conté la historia hasta el fin; es la historia de Caín que sigue matando a Abel. Cuando Juan Iberra vio que el menor lo aventajaba, la paciencia se le acaba y le armó no sé qué lazo le dio muerte de un balazo, allá por la Costa Brava. Sin demora y sin apuro lo fue tendiendo en la vía para que el tren lo pisara. El tren lo dejó sin cara, que es lo que el mayor quería. Así de manera fiel conté la historia hasta el fin; es la historia de Caín que sigue matando a Abel. Sin demora y sin apuro lo fue tendiendo en la vía para que el tren lo pisara. El tren lo dejó sin cara, que es lo que el mayor quería. Así de manera fiel conté la historia hasta el fin; es la historia de Caín que sigue matando a Abel. Así de manera fiel conté la historia hasta el fin; es la historia de Caín que sigue matando a Abel.
es
Aleixandre,Vicente
<XXI
La_Realidad_Que_Vive
La realidad que vive en el fondo de un beso dormido, donde las mariposas no se atreven a volar por no mover el aire tan quieto como el amor. Esa feliz transparencia donde respirar no es sentir un cristal en la boca, no es respirar un bloque que no participa, no es mover el pecho en el vacío mientras la cara cárdena se dobla como la flor. No. La realidad vivida bate unas alas inmensas, pero lejos —no impidiendo el blando vaivén de las flores en que me muevo, ni el transcurso de los gentiles pájaros que un momento se detienen en mi hombro por si acaso... El mar entero, lejos, único, encerrado en un cuarto, asoma unas largas lenguas por una ventana donde el cristal lo impide, donde las espumas furiosas amontonan sus rostros pegados contra el vidrio sin que nada se oiga. El mar o una serpiente, el mar o ese ladrón que roba los pechos, el mar donde mi cuerpo estuvo en vida a merced de las ondas. La realidad que vivo, la dichosa transparencia en que nunca al aire lo llamaré unas manos, en que nunca a los montes llamaré besos ni a las aguas del río doncella que se me escapa. La realidad donde el bosque no puede confundirse con ese tremendo pelo con que la ira se encrespa, ni el rayo clamoroso es la voz que me llama cuando —oculto mi rostro entre las manos— una roca a la vista del águila puede ser una roca. La realidad que vivo, dichosa transparencia feliz en la que el sonido de una túnica, de un ángel o de ese eólico sollozo de la carne, llega como lluvia lavada, como esa planta siempre verde, como tierra que, no calcinada, fresca y olorosa, puede sustentar unos pies que no agravan. Todo pasa. La realidad transcurre como un pájaro alegre. Me lleva entre sus alas como pluma ligera. Me arrebata a la sombra, a la luz, al divino contagio. Me hace pluma ilusoria que cuando pasa ignora el mar que al fin ha podido: esas aguas espesas que como labios negros ya borran lo distinto.
es
Segura,René
XXI
Tengo_El_Poder_De_La_Transformación
Tengo el poder de la transformación Dominando las consecuencias. Maestro del absurdo Y de sus cambios. Transformo ansiedad en placer Y humo en imaginación. Maestro de los rituales de fuego Y Señor de la destrucción. Con un pie en el cielo y otro en el infierno mantengo el equilibrio Aunque para que lo mantengo Si ya no importa caer.
es
Rasch_Isla,Miguel
<XXI
Estrella_Que_En_El_Fondo_De_La_Noche_Cintilas
Estrella que en el fondo de la noche cintilas, encendiendo en la sombra tu remoto fanal, desde la tierra innoble fijo en ti las pupilas con una indefinible nostalgia sideral. Al mirarte, una tierna dulcedumbre destilas en mi pecho agitado por las rachas del mal; paz de cielos azules, luz de esferas tranquilas, pide mi atormentada pequeñez terrenal. Yo soy un desterrado de tus valles de oro, y en la cárcel del mundo tus verjeles añoro, mientras pago mi injusta condena de dolor. A ti como a las costas de una patria distante, vuelvo los ojos tristes esperando el instante de fundir nuestros seres en un sólo fulgor.
es
Gómez_Avellaneda,Gertrudis
<XXI
Yo_Soy_Quien_Abriendo_Las_Puertas_De_Ocaso
Yo soy quien abriendo las puertas de ocaso Al sol le prepara su lecho en cristales; Yo soy quien recoge sus luces postreras Que acarician las tibias esferas. Yo soy el que viste la pálida tarde Bordando sus velos de púrpura y nácar; Yo soy quien le inspira balsámico ambiente, Que le envidian las auras de oriente. Yo soy quien murmura del río en las aguas, Rizando sus ondas de cándida espuma: Yo soy quien se mece con blando desmayo De la luna en el fúlgido rayo. Yo soy quien impulsa los céfiros gratos Y empapa sus alas en fresco rocío; Yo soy quien les presta los músicos sones, Que preludian ignotas canciones. Yo soy quien inventa las flébiles notas Que ensaya en la selva la tórtola triste: Yo soy quien modula los tonos que imita Filomena que insomne se agita. Yo soy quien exhala perfumes suaves Que guardan las flores en púdico seno; Y aquel que recogen, de perlas tesoro, Lo destila mi límpido lloro. Yo nunca presido las báquicas fiestas, Ni escucho del mundo tumultos y aplausos... Jamás me conocen los lúbricos seres Que devoran infandos placeres. Mas siempre me siguen los fieles amantes; Recibo en silencio sus férvidos votos, Y acaso en mi seno, de dulce beleño, Los aduermo con plácido sueño. Me acosan y alejan los hombres feroces Que cubren la tierra de llantos y lutos; Y nunca en los pechos que albergan rencores Se derraman mis tiernos favores. Mas grato me invoca, con ávido anhelo, De vírgenes puras el cándido coro; Y asilo me prestan las almas inquietas De los nobles y ardientes poetas. No habito palacios de mármol y bronce, Que el yerto fastidio me veda su entrada; Mas vuelas ¡oh tiempo! sus muros inclinas, Y yo guardo las mudas ruinas. Sus alas desplega de rica esmeralda, Placer turbulento, que rápido vuela... Mas ¡ay! cuando toca su término triste De mis vagos colores se viste. Ostenta su pompa feliz primavera, Y en torno la ciñen las risas y amores: Su lujo me agobia, su orgullo me irrita... ¡Mas recojo su gala marchita! Deslumbran mis ojos los fuegos de estío; Su sol implacable las alas me quema; Mas yo soy quien rige las riendas del coche Do desciende su lánguida noche. Los meses de Otoño me están consagrados, Con próvida mano les vierto mis dones; Sus lentas auroras, sus tardes sombrías, Cual sus mieses doradas, son mías. Venid a mi seno, venid sin demora, ¡Oh mentes inquietas! ¡Oh pechos cansados! Yo el bálsamo tengo que ardores mitiga, Y hace dulce la inerte fatiga. De todos los genios hermosos Yo soy el más bello, Y en todas las almas sublimes Se ostenta mi sello. Yo presto a las penas más hondas Un mágico encanto; Yo presto a los juegos tristeza, Placeres al llanto. Mi origen disputan los genios, Mas yo los concuerdo: ¡Nací de la ardiente esperanza Y el triste recuerdo!
es
Neruda,Pablo
<XXI
Todo_El_Mundo_Sentado
Todo el mundo sentado a la mesa, en el trono, en la asamblea, en el vagón del tren, en la capilla, en el océano, en el avión, en la escuela, en el estadio todo el mundo sentado o sentándose, pero no habrá recuerdos de una silla que hayan hecho mis manos. Qué pasó? Por qué, si mi destino me llevó a estar sentado, entre otras cosas, por qué no me dejaron implantar cuatro patas de un árbol extinguido al asiento, al respaldo, a la persona próxima que allí debió aguardar el nacimiento o la muerte de alguna que él amaba? La silla que no pude, que no hice, transformando en estilo la naturalidad de la madera y en aparato claro el rito de los árboles sombríos. La sierra circular como un planeta descendió de la noche hasta la tierra y rodó por los montes de mi patria, pasó sin ver por mi puerta larvaria, se perdió en su sonido, y así fue como anduve en el aroma de la selva sagrada sin agredir con hacha la arboleda, sin tomar en mis manos la decisión y la sabiduría de cortar el ramaje y extraer una silla de la inmovilidad y repetirla hasta que esté sentado todo el mundo.
es
Neruda,Pablo
<XXI
Hoy,_Que_Es_El_Cumpleaños_De_Mi_Hermana,_No_Tengo
Hoy, que es el cumpleaños de mi hermana, no tengo nada que darle, nada. No tengo nada, hermana. Todo lo que poseo siempre lo llevo lejos. A veces hasta mi alma me parece lejana. Pobre como una hoja amarilla de otoño y cantor como un hilo de agua sobre una huerta: los dolores, tú sabes cómo me caen todos como al camino caen todas las hojas muertas. Mis alegrías nunca las sabrás, hermanita, y mi dolor es ése, no te las puedo dar: vinieron como pájaros a posarse en mi vida, una palabra dura las haría volar. Pienso que también ellas me dejarán un día, que me quedaré solo, como nunca lo estuve. Tú lo sabes, hermana, la soledad me lleva hacia el fin de la tierra como el viento a las nubes! Pero para qué es esto de pensamientos tristes! A ti menos que a nadie debe afligir mi voz! Después de todo nada de esto que digo existe... No vayas a contárselo a mi madre, por Dios! Uno no sabe cómo va hilvanando mentiras, y uno dice por ellas, y ellas hablan por uno. Piensa que tengo el alma toda llena de risas, y no te engañarás, hermana, te lo juro.
es
Reyes,Belén
<XXI
Y_Me_Pongo_A_Vivir_Cuando_Me_Llamas
Me levanto del nicho de mi cama. Me suelto los versos por la espalda. Inyecto en mis venas tu mirada. Y descoso del pecho las puntadas Que a la luz de tu ausencia me hilvanaba. Y me pongo a vivir cuando me llamas...
es
Neruda,Pablo
<XXI
Pregunta_I
Por qué los inmensos aviones no se pasean con sus hijos? Cuál es el pájaro amarillo que llena el nido de limones? Por qué no enseñan a sacar miel del sol a los helicópteros? Dónde dejó la luna llena su saco nocturno de harina?
es
Vaeza_Grego,Alfredo_Horacio
XXI
Soy_El_Imperdible_Vuelo_De_Una_Sombra
Soy el imperdible vuelo de una sombra. La mortal navaja que mato tu angustia. El ultimo fósforo vestido de zozobra. La noche pensante que camina sorda. Conocí el sonido de la “muerte ahora” No creí en aquel bebe que me pidió la hora. Me abrigue del alma, rechazando lonas. …Buscaba entre la nada, esperaba el sol y salían lágrimas. Dibuje paisajes, Se transformaban en nada, Siempre nada... Decidí conquistar tu mente, hacer reír tu boca. Convertirme en perro saludando, hola.
es
Machado,Antonio
<XXI
Una_Clara_Noche
Una clara noche de fiesta y de luna, noche de mis sueños, noche de alegría —era luz mi alma que hoy es bruma toda, no eran mis cabellos negros todavía—, el hada más joven me llevó en sus brazos a la alegre fiesta que en la plaza ardía. So el chisporroteo de las luminarias, amor sus madejas de danzas tejía. Y en aquella noche de fiesta y de luna, noche de mis sueños, noche de alegría, el hada más joven besaba mi frente... con su linda mano su adiós me decía... Todos los rosales daban sus aromas, todos los amores amor entreabría.
es
Gutiérrez_Nájera,Manuel
<XXI
Ora_Blancas_Cual_Copos_De_Nieve
Ora blancas cual copos de nieve, ora negras, azules o rojas, en miríadas esmaltan el aire y en los pétalos frescos retozan. Leves saltan del cáliz abierto como prófugas almas de rosas, y con gracia gentil se columpian en sus verdes hamacas de hojas. Una chispa de luz les da vida y una gota al caer las ahoga, aparecen al claro del día y ya muertas las halla la sombra. ¿Quién conoce sus nidos ocultos? ¿En qué sitio de noche reposan? Las coquetas no tienen morada... Las volubles no tienen alcoba... Nacen, aman, y brillan y mueren en el aire, al morir se transforman, y se van, sin dejarnos su huella, cual de tenue llovizna las gotas. Tal vez unas en flores se truecan y llamadas al cielo las otras, con millones de alitas compactas el arcoiris espléndido forman. Vagabundas ¿en dónde está el nido? Sultanita ¿qué harén te aprisiona? ¿A qué amante prefieres, coqueta? ¿En qué tumba dormís, mariposas? ¡Así vuelan y pasan y expiran las quimeras de amor y de gloria, esas alas brillantes del alma, ora blancas, azules o rojas! ¿Quién conoce en qué sitio os perdisteis, ilusiones que sois mariposas? ¡Cuán ligero voló vuestro enjambre al caer en el alma la sombra! Tú, la blanca, ¿por qué ya no vienes? ¿No eras fresco azahar de mi novia? Te formé con un grumo del cirio que de niño llevé a la parroquia; eres casta, creyente, sencilla y al posarte temblando en mi boca murmurabas, heraldo de goces, ¡ya está cerca tu noche de bodas! Ya no viene la blanca la buena. Ya no viene tampoco la roja, la que en sangre teñí, beso vivo, al morder unos labios de rosa. Ni la azul que me dijo: ¡Poeta! Ni la de oro, promesa de gloria. ¡Ha caído la tarde en el alma! ¡Es de noche... ya no hay mariposas! Encended ese cirio amarillo... Ya vendrán en tumulto las otras, las que tienen las alas muy negras y se acercan en fúnebre ronda. Compañeras, la pieza está sola; si por mi alma os habéis enlutado ¡venid pronto, venid, mariposas!
es
Castro,Rosalía_de
<XXI
¡Volved!
Bien sabe Dios que siempre me arrancan tristes lágrimas aquellos que nos dejan, pero aún más me lastiman y me llenan de luto los que a volver se niegan. ¡Partid, y Dios os guíe!..., pobres desheredados, para quienes no hay sitio en la hostigada tierra; partid llenos de aliento en pos de otro horizonte, pero... volved más tarde al viejo hogar que os llama. Jamás del extranjero el pobre cuerpo inerte, como en la propia tierra en la ajena descansa. Volved, que os aseguro que al pie de cada arroyo y cada fuente de linfa trasparente donde se reflejó vuestro semblante, y en cada viejo muro que os prestó sombra cuando niños erais y jugabais inquietos, y que escuchó más tarde los secretos del que ya adolescente o mozo enamorado, en el soto, en el monte y en el prado, dondequiera que un día os guió el pie ligero..., yo os lo digo y os juro que hay genios misteriosos que os llaman tan sentidos y amorosos y con tan hondo y dolorido acento, que hacen más triste el suspirar del viento cuando en las noches del invierno duro de vuestro hogar, que entristeció el ausente, discurren por los ámbitos medrosos, y en las eras sollozan silenciosos, y van del monte al río llenos de luto y siempre murmurando: «¡Partieron...! ¿Hasta cuándo? ¡Qué soledad! ¿No volverán, Dios mío?» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Tornó la golondrina al viejo nido, y al ver los muros y el hogar desierto, preguntóle a la brisa: —¿Es que se han muerto? Y ella en silencio respondió: —¡Se han ido como el barco perdido que para siempre ha abandonado el puerto!
es
Pérez_Pol,David
XXI
Eres_Capaz_De_Atravesar_El_Alma_De_Las_Personas_Más_Complejas
Eres capaz de atravesar el alma de las personas más complejas dejando semillas candeales de rabia, sol invernal, amores de viernes, y aun no has aprendido a salir indemne de esa turbulencia de vestigios terrenales. Eres incapaz de hablar con voz propia de reconocer tus palabras en el laberinto de las pasiones ajenas, tal vez sólo sepas infringir a través de la bondad y la torpeza un ingente despropósito de cameos y violencias. Y si esa enfermedad tuvieras que abandonar mañana no abandonarías.
es
Aleixandre,Vicente
<XXI
Leve,_Ingrávida,_Apenas
Leve, ingrávida, apenas, la sandalia. Pisadas sin carne. Diosa sola, demanda a un mundo planta para su cuerpo, arriba solar. No cabellera digáis: cabello ardiente. Decid sandalia, leve pisada; decid sólo, no tierra, grama dulce que cruje a ese destello, tan suave que la adora cuando la pisa. ¡ Oh, siente tu luz, tu grave tacto solar ! Aquí, sintiéndote, la tierra es el cielo. Y brilla.
es
Chocano,José_Santos
<XXI
Paisaje_Fluvial
Dora el Sol, con miradas de soslayo, el bohío de paja; y en el cielo la lobreguez que empieza es como un duelo y la luz que se va como un desmayo... La montaña, ante el río, es el ensayo de un pintor que dibuja con recelo: cual sobre un biombo, en anguloso vuelo, bordan las garzas sus zig-zags de rayo. Una palma retiembla sobre el pico de un peñasco: la brisa que la ondea es un beso detrás de un abanico. El bohío en la palma se cobija; y el peñasco de espumas se rodea como si se pusiese una sortija...
es
Hernández,Miguel
<XXI
Fatiga_Tanto_Andar_Sobre_La_Arena
Fatiga tanto andar sobre la arena descorazonadora de un desierto, tanto vivir en la ciudad de un puerto si el corazón de barcos no se llena. Angustia tanto el son de la sirena oído siempre en un anclado huerto, tanto la campanada por el muerto que en el otoño y en la sangre suena, que un dulce tiburón, que una manada de inofensivos cuernos recentales, habitándome días, meses y años, ilustran mi garganta y mi mirada de sollozos de todos los metales y de fieras de todos los tamaños.
es
Berceo,Gonzalo_de
<XXI
Martirio_De_San_Lorenzo_(Coplas_1_A_11)
En el glorioso nombre del Rey Omnipotente que hace nacer el sol y la luna en oriente, de San Lorenzo quiero, su martirio inclemente, contar en lengua fácil para toda la gente. 2 San Vicente y Lorenzo, hombres sin tachadura, fueron ambos de Huesca, —lo dice la Escritura—; ambos fueron católicos, ambos de gran cordura, criados de Valerio y de su estirpe pura. 3 En el tiempo en que aquel poderoso ejercía en Huesca el obispado —muy noble canongía—, instruyó a estos discípulos mostrándoles la vía para servir al Hijo de la Virgen María. 4 En tal consejo fueron prontamente acordados como si por San Pablo fuesen adoctrinados; mantenían sus cargos muy bien ejercitados, ejerciendo sus obras con frutos mesurados. 5 Cumplir en el oficio era una gran misión: convertir a los hombres con su predicación, juzgando a los judíos con certera razón. Eran para Jesús plenos de bendición. 6 En ese tiempo, en Roma mantenía el Papado un apóstol santísimo que Sixto era llamado y en el país de Grecia fue nacido y criado. Después de ser filósofo, fue el Pastor Consagrado. 7 Para ordenar las obras ahora encomendadas de modo que en su alma no fuesen objetadas, envió sus designios bajo cartas selladas. Las clerecías fueron a su Sede llamadas. 8 Don Valerio, el obispo de todo bien amigo, a aquellos dos discípulos llevó a Roma consigo. El Papa, complacido como del pan de trigo, le dijo a don Valerio: —Pláceme estar contigo. 9 Ganó su voluntad con estos compañeros, pues eran los mejores como monjes claustreros, que hablando cuerdamente, con sus dichos certeros eran en los debates los mejores voceros. 10 El Papa expresó entonces su nueva voluntad: —«Te ruego, amigo mío, por Dios y caridad, que recibas mi ruego y tengas la bondad de dejarme estos clérigos para nuestra ciudad. 11 »Yo te lo apreciaré de todo corazón y te seré deudor para toda ocasión; piénsalo rectamente y no digas que «non» negándote a aceptarlo contra ley y razón». San Vicente y Lorenzo, hombres sin tachadura, fueron ambos de Huesca, —lo dice la Escritura—; ambos fueron católicos, ambos de gran cordura, criados de Valerio y de su estirpe pura. 3 En el tiempo en que aquel poderoso ejercía en Huesca el obispado —muy noble canongía—, instruyó a estos discípulos mostrándoles la vía para servir al Hijo de la Virgen María. 4 En tal consejo fueron prontamente acordados como si por San Pablo fuesen adoctrinados; mantenían sus cargos muy bien ejercitados, ejerciendo sus obras con frutos mesurados. 5 Cumplir en el oficio era una gran misión: convertir a los hombres con su predicación, juzgando a los judíos con certera razón. Eran para Jesús plenos de bendición. 6 En ese tiempo, en Roma mantenía el Papado un apóstol santísimo que Sixto era llamado y en el país de Grecia fue nacido y criado. Después de ser filósofo, fue el Pastor Consagrado. 7 Para ordenar las obras ahora encomendadas de modo que en su alma no fuesen objetadas, envió sus designios bajo cartas selladas. Las clerecías fueron a su Sede llamadas. 8 Don Valerio, el obispo de todo bien amigo, a aquellos dos discípulos llevó a Roma consigo. El Papa, complacido como del pan de trigo, le dijo a don Valerio: —Pláceme estar contigo. 9 Ganó su voluntad con estos compañeros, pues eran los mejores como monjes claustreros, que hablando cuerdamente, con sus dichos certeros eran en los debates los mejores voceros. 10 El Papa expresó entonces su nueva voluntad: —«Te ruego, amigo mío, por Dios y caridad, que recibas mi ruego y tengas la bondad de dejarme estos clérigos para nuestra ciudad. 11 »Yo te lo apreciaré de todo corazón y te seré deudor para toda ocasión; piénsalo rectamente y no digas que «non» negándote a aceptarlo contra ley y razón». En el tiempo en que aquel poderoso ejercía en Huesca el obispado —muy noble canongía—, instruyó a estos discípulos mostrándoles la vía para servir al Hijo de la Virgen María. 4 En tal consejo fueron prontamente acordados como si por San Pablo fuesen adoctrinados; mantenían sus cargos muy bien ejercitados, ejerciendo sus obras con frutos mesurados. 5 Cumplir en el oficio era una gran misión: convertir a los hombres con su predicación, juzgando a los judíos con certera razón. Eran para Jesús plenos de bendición. 6 En ese tiempo, en Roma mantenía el Papado un apóstol santísimo que Sixto era llamado y en el país de Grecia fue nacido y criado. Después de ser filósofo, fue el Pastor Consagrado. 7 Para ordenar las obras ahora encomendadas de modo que en su alma no fuesen objetadas, envió sus designios bajo cartas selladas. Las clerecías fueron a su Sede llamadas. 8 Don Valerio, el obispo de todo bien amigo, a aquellos dos discípulos llevó a Roma consigo. El Papa, complacido como del pan de trigo, le dijo a don Valerio: —Pláceme estar contigo. 9 Ganó su voluntad con estos compañeros, pues eran los mejores como monjes claustreros, que hablando cuerdamente, con sus dichos certeros eran en los debates los mejores voceros. 10 El Papa expresó entonces su nueva voluntad: —«Te ruego, amigo mío, por Dios y caridad, que recibas mi ruego y tengas la bondad de dejarme estos clérigos para nuestra ciudad. 11 »Yo te lo apreciaré de todo corazón y te seré deudor para toda ocasión; piénsalo rectamente y no digas que «non» negándote a aceptarlo contra ley y razón». En tal consejo fueron prontamente acordados como si por San Pablo fuesen adoctrinados; mantenían sus cargos muy bien ejercitados, ejerciendo sus obras con frutos mesurados. 5 Cumplir en el oficio era una gran misión: convertir a los hombres con su predicación, juzgando a los judíos con certera razón. Eran para Jesús plenos de bendición. 6 En ese tiempo, en Roma mantenía el Papado un apóstol santísimo que Sixto era llamado y en el país de Grecia fue nacido y criado. Después de ser filósofo, fue el Pastor Consagrado. 7 Para ordenar las obras ahora encomendadas de modo que en su alma no fuesen objetadas, envió sus designios bajo cartas selladas. Las clerecías fueron a su Sede llamadas. 8 Don Valerio, el obispo de todo bien amigo, a aquellos dos discípulos llevó a Roma consigo. El Papa, complacido como del pan de trigo, le dijo a don Valerio: —Pláceme estar contigo. 9 Ganó su voluntad con estos compañeros, pues eran los mejores como monjes claustreros, que hablando cuerdamente, con sus dichos certeros eran en los debates los mejores voceros. 10 El Papa expresó entonces su nueva voluntad: —«Te ruego, amigo mío, por Dios y caridad, que recibas mi ruego y tengas la bondad de dejarme estos clérigos para nuestra ciudad. 11 »Yo te lo apreciaré de todo corazón y te seré deudor para toda ocasión; piénsalo rectamente y no digas que «non» negándote a aceptarlo contra ley y razón». Cumplir en el oficio era una gran misión: convertir a los hombres con su predicación, juzgando a los judíos con certera razón. Eran para Jesús plenos de bendición. 6 En ese tiempo, en Roma mantenía el Papado un apóstol santísimo que Sixto era llamado y en el país de Grecia fue nacido y criado. Después de ser filósofo, fue el Pastor Consagrado. 7 Para ordenar las obras ahora encomendadas de modo que en su alma no fuesen objetadas, envió sus designios bajo cartas selladas. Las clerecías fueron a su Sede llamadas. 8 Don Valerio, el obispo de todo bien amigo, a aquellos dos discípulos llevó a Roma consigo. El Papa, complacido como del pan de trigo, le dijo a don Valerio: —Pláceme estar contigo. 9 Ganó su voluntad con estos compañeros, pues eran los mejores como monjes claustreros, que hablando cuerdamente, con sus dichos certeros eran en los debates los mejores voceros. 10 El Papa expresó entonces su nueva voluntad: —«Te ruego, amigo mío, por Dios y caridad, que recibas mi ruego y tengas la bondad de dejarme estos clérigos para nuestra ciudad. 11 »Yo te lo apreciaré de todo corazón y te seré deudor para toda ocasión; piénsalo rectamente y no digas que «non» negándote a aceptarlo contra ley y razón». En ese tiempo, en Roma mantenía el Papado un apóstol santísimo que Sixto era llamado y en el país de Grecia fue nacido y criado. Después de ser filósofo, fue el Pastor Consagrado. 7 Para ordenar las obras ahora encomendadas de modo que en su alma no fuesen objetadas, envió sus designios bajo cartas selladas. Las clerecías fueron a su Sede llamadas. 8 Don Valerio, el obispo de todo bien amigo, a aquellos dos discípulos llevó a Roma consigo. El Papa, complacido como del pan de trigo, le dijo a don Valerio: —Pláceme estar contigo. 9 Ganó su voluntad con estos compañeros, pues eran los mejores como monjes claustreros, que hablando cuerdamente, con sus dichos certeros eran en los debates los mejores voceros. 10 El Papa expresó entonces su nueva voluntad: —«Te ruego, amigo mío, por Dios y caridad, que recibas mi ruego y tengas la bondad de dejarme estos clérigos para nuestra ciudad. 11 »Yo te lo apreciaré de todo corazón y te seré deudor para toda ocasión; piénsalo rectamente y no digas que «non» negándote a aceptarlo contra ley y razón». Para ordenar las obras ahora encomendadas de modo que en su alma no fuesen objetadas, envió sus designios bajo cartas selladas. Las clerecías fueron a su Sede llamadas. 8 Don Valerio, el obispo de todo bien amigo, a aquellos dos discípulos llevó a Roma consigo. El Papa, complacido como del pan de trigo, le dijo a don Valerio: —Pláceme estar contigo. 9 Ganó su voluntad con estos compañeros, pues eran los mejores como monjes claustreros, que hablando cuerdamente, con sus dichos certeros eran en los debates los mejores voceros. 10 El Papa expresó entonces su nueva voluntad: —«Te ruego, amigo mío, por Dios y caridad, que recibas mi ruego y tengas la bondad de dejarme estos clérigos para nuestra ciudad. 11 »Yo te lo apreciaré de todo corazón y te seré deudor para toda ocasión; piénsalo rectamente y no digas que «non» negándote a aceptarlo contra ley y razón». Don Valerio, el obispo de todo bien amigo, a aquellos dos discípulos llevó a Roma consigo. El Papa, complacido como del pan de trigo, le dijo a don Valerio: —Pláceme estar contigo. 9 Ganó su voluntad con estos compañeros, pues eran los mejores como monjes claustreros, que hablando cuerdamente, con sus dichos certeros eran en los debates los mejores voceros. 10 El Papa expresó entonces su nueva voluntad: —«Te ruego, amigo mío, por Dios y caridad, que recibas mi ruego y tengas la bondad de dejarme estos clérigos para nuestra ciudad. 11 »Yo te lo apreciaré de todo corazón y te seré deudor para toda ocasión; piénsalo rectamente y no digas que «non» negándote a aceptarlo contra ley y razón». Ganó su voluntad con estos compañeros, pues eran los mejores como monjes claustreros, que hablando cuerdamente, con sus dichos certeros eran en los debates los mejores voceros. 10 El Papa expresó entonces su nueva voluntad: —«Te ruego, amigo mío, por Dios y caridad, que recibas mi ruego y tengas la bondad de dejarme estos clérigos para nuestra ciudad. 11 »Yo te lo apreciaré de todo corazón y te seré deudor para toda ocasión; piénsalo rectamente y no digas que «non» negándote a aceptarlo contra ley y razón». El Papa expresó entonces su nueva voluntad: —«Te ruego, amigo mío, por Dios y caridad, que recibas mi ruego y tengas la bondad de dejarme estos clérigos para nuestra ciudad. 11 »Yo te lo apreciaré de todo corazón y te seré deudor para toda ocasión; piénsalo rectamente y no digas que «non» negándote a aceptarlo contra ley y razón». »Yo te lo apreciaré de todo corazón y te seré deudor para toda ocasión; piénsalo rectamente y no digas que «non» negándote a aceptarlo contra ley y razón».
es
Vega,Garcilaso_de_la
<XXI
Un_Rato_Se_Levanta_Mi_Esperanza
Un rato se levanta mi esperanza: mas, cansada de haberse levantado, torna a caer, que deja, mal mi grado, libre el lugar a la desconfianza. ¿Quién sufrirá tan áspera mudanza del bien al mal? ¡Oh corazón cansado! Esfuerza en la miseria de tu estado; que tras fortuna suele haber bonanza. Yo mesmo emprenderé a fuerza de brazos romper un monte, que otro no rompiera, de mil inconvenientes muy espeso. Muerte, prisión no pueden, ni embarazos, quitarme de ir a veros, como quiera, desnudo espirtu o hombre en carne y hueso. ¿Quién sufrirá tan áspera mudanza del bien al mal? ¡Oh corazón cansado! Esfuerza en la miseria de tu estado; que tras fortuna suele haber bonanza. Yo mesmo emprenderé a fuerza de brazos romper un monte, que otro no rompiera, de mil inconvenientes muy espeso. Muerte, prisión no pueden, ni embarazos, quitarme de ir a veros, como quiera, desnudo espirtu o hombre en carne y hueso. Yo mesmo emprenderé a fuerza de brazos romper un monte, que otro no rompiera, de mil inconvenientes muy espeso. Muerte, prisión no pueden, ni embarazos, quitarme de ir a veros, como quiera, desnudo espirtu o hombre en carne y hueso. Muerte, prisión no pueden, ni embarazos, quitarme de ir a veros, como quiera, desnudo espirtu o hombre en carne y hueso.
es
Iriarte,Juan_de
<XXI
Dos_Son_Las_Enfermedades
Dos son las enfermedades que el hombre padece al año: una que llaman invierno, otra que llaman verano.
es
Cenamor,Francisco
XXI
Junto_Al_Pozo_Estaba_Aquella_Tarde
junto al pozo estaba aquella tarde tratando de levantar la piedra que nos pusieron sobre la carne deshecha quiso dios que sacaras a pastar tus ovejas junto a aquel mismo pozo y abriendo la piedra me diste a beber el agua fresca la misma agua que en lágrimas rodó por mis mejillas cuando me diste aquel primer beso siempre habías estado aquí y yo no lo sabía
es
Sérvulo,Felipe
XXI
Espumeas_El_Puchero
ESPUMEAS EL PUCHERO y amasas la esencia de la espiga y las aceitunas. Al rescoldo de la lumbre, arrimas tus manos. Hueles a brega, a leño, a pan de gloria
es
Benedetti,Mario
<XXI
Yo/_Fulano_De_Mí/_Llevo_Conmigo
Yo/ fulano de mí/ llevo conmigo tu rostro en cada suerte de la historia. Tu cuerpo de mengana es una gloria y por eso al soñar sueño contigo. Luego/ si el sueño acaba te persigo soñándote despierto/ es una noria que rodea tu eco en mi memoria y te cuenta esos sueños que te digo. Así/ sin intenciones misteriosas sé que voy a elegir de buena gana de mi viejo jardín sólo tus rosas. De las altas ventanas tu ventana de los signos de mar tu mar de cosas y de todo el amor/ tu amor/ mengana.
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
Noche_De_Perros
No dijeron ni pío. Vinieron sobre rieles. Sus cejas eran cargos contra la luz de nuestros ojos. Y se subió a los áticos el miedo. Todo cuanto tocaban caía malherido. Hallar, no hallaron nada. Digo, no; sí encontraron el cuerpo del delito: la ventana abierta de las ideas con su porción de lumbre, sal y agua. Era bastante y se acabó el carbón. El hacha de la paz aún sigue en alto y sin nacer el trigo.
es
Cetina,Gutierre_de
<XXI
Al_Pie_De_Una_Alta_Haya_Muy_Sombrosa
Al pie de una alta haya muy sombrosa, cuando más alto el sol mostraba el día, mirando el agua clara que corría por la ribera del Tesín hermosa, pensando está Vandalio en la rabiosa ocasión que turbó su fantasía, tan obstinada el alma en su porfía cuanto por la ocasión triste y cuidosa: «¡Ay, suerte desigual! —dijo llorando—, si está el alma de mí tan separada, ¿tan lejos della cómo o por qué vivo? »Dolor, que sin matarme así apretando me vas, o tu poder no puede nada o se hace inmortal el hado esquivo».
es
Carriego,Evaristo
<XXI
Un_Poco_Paliducha_Y_Adelgazada
Un poco paliducha y adelgazada, ¡Estuvo tan enferma recientemente! Caminando deprisa por la asoleada vereda, va la rubia convaleciente que, con rumbo a Palermo dobló hacia el Norte. ¡Salud, la linda rubia: cara traviesa, gesto de ¡Viva Francia!, Y airoso el porte: como que para eso nació francesa! ¿Será el desconocido que va delante o es la gracia burlona con que camina que ahuyentó aquel capricho sentimental? ¡Adiós los ojos tristes del estudiante que vio junto a la cama de su vecina en la tarde de un jueves del hospital!
es
Aleixandre,Vicente
<XXI
Entre_Las_Piernas_Suaves_Pasa_Un_Río
Entre las piernas suaves pasa un río, lecho insinuado para el agua viva; entre la fresca sombra o un humo quedo que en el terso crepúsculo está inmóvil. Entre los muslos, sólo el tiempo quieto, el tiempo que no pasa, eternamente, inmortal, sin nacer, entre las sombras. Entre las piernas bellas sólo un río en el fondo se siente cruzar único. Agua oscura sin tiempo que no nace y que sobre la tierra desemboca. Oh, hermosa conjunción de sangre y flor, botón secreto que en la luz perfuma el nacimiento de la luz creciendo de entre los muslos de la bella echada. Ruda moneda o sol que exhala el día naciendo de ese cuerpo dolorido, presto al amor cuando el cenit empuje al adversario que agresivo avanza. Misterio entonces del ocaso ardiente cuando como en caricia el rayo ingrese en la sima voraz y se haga noche: noche perfecta de los dos amantes.
es
Flórez,Julio
<XXI
Sientes_El_Alfiler_Que_Te_Atraviesa
Sientes el alfiler que te atraviesa, y en lenta convulsión la vida exhalas; mas la Muerte, que en mísera pavesa todo lo torna, a ti te deja ilesa: no destruye ni el polvo de tus alas! ¡Mariposa!... ¿Por qué, di, la hermosura de la mujer disgrégase en la calma de la Muerte? —Porque ella es carne impura: Va al crisol de la hueca sepultura, y yo vengo de allí... ¡Yo soy el alma!
es
Blanco,Andrés_Eloy
<XXI
Ciudadano_Venezolano
Ciudadano venezolano, Casiquiare es la mano abierta del Orinoco y el Orinoco es el alma de Venezuela, que le da al que no pide el agua que le sobra y al que venga a pedirle, el agua que le queda. Casiquiare es el símbolo de ese hombre de mi pueblo que lo fue dando todo, y al quedarse sin nada desembocó en la Muerte, grande como el Océano.
es
Coronado,Carolina
<XXI
Quiero_Escribir_-Mi_Insuficiencia_Toco
«Quiero escribir —mi insuficiencia toco principio y ceso— de lo malo poco». Y yo que no sé hacer dos versos buenos aún debo escribir menos.
es
Rojas,Gonzalo
<XXI
París,_Y_Esto_Es_Un_Día_Del_59_En_El_Aire
París, y esto es un día del 59 en el aire. Por lo visto es el mismo día radiante desde entonces. La primavera sabe lo que hace con sus besos. Todavía te busco en ese taxi urgente, y el gentío. Está escrito que esta noche dormiré con tu cuerpo largamente, y el tren interminable. París, y éste es el fósforo de la maravilla violenta. Todo es en el relámpago y ardemos sin parar desde el principio en el hartazgo. Amémonos estos pobres minutos. De trenes y más trenes y de aviones errantes nos cosieron los dioses, y de barcos y barcos, esta red que nos une en lo terrestre. París, y esto el oleaje de la eternidad de repente. Allí nos despedimos para seguir volando. No te olvides de escribirme. La pérdida de esta piel, de estas manos, y esas ruedas terribles que te llevan tan lejos en la noche, y este mundo que se abre debajo de nosotros para seguir naciendo. París, y vamos juntos en el remolino gozoso de esto que nace y nace con la revolución de cada día. A tus pétalos altos encomiendo la estrella del que viene en los meses de tu sangre, y te dejo dormir en la sábana. Pongo mi mano en la hermosura de tu preñez, y toco claramente el origen. París, y éste es el fósforo de la maravilla violenta. Todo es en el relámpago y ardemos sin parar desde el principio en el hartazgo. Amémonos estos pobres minutos. De trenes y más trenes y de aviones errantes nos cosieron los dioses, y de barcos y barcos, esta red que nos une en lo terrestre. París, y esto el oleaje de la eternidad de repente. Allí nos despedimos para seguir volando. No te olvides de escribirme. La pérdida de esta piel, de estas manos, y esas ruedas terribles que te llevan tan lejos en la noche, y este mundo que se abre debajo de nosotros para seguir naciendo. París, y vamos juntos en el remolino gozoso de esto que nace y nace con la revolución de cada día. A tus pétalos altos encomiendo la estrella del que viene en los meses de tu sangre, y te dejo dormir en la sábana. Pongo mi mano en la hermosura de tu preñez, y toco claramente el origen. París, y esto el oleaje de la eternidad de repente. Allí nos despedimos para seguir volando. No te olvides de escribirme. La pérdida de esta piel, de estas manos, y esas ruedas terribles que te llevan tan lejos en la noche, y este mundo que se abre debajo de nosotros para seguir naciendo. París, y vamos juntos en el remolino gozoso de esto que nace y nace con la revolución de cada día. A tus pétalos altos encomiendo la estrella del que viene en los meses de tu sangre, y te dejo dormir en la sábana. Pongo mi mano en la hermosura de tu preñez, y toco claramente el origen. París, y vamos juntos en el remolino gozoso de esto que nace y nace con la revolución de cada día. A tus pétalos altos encomiendo la estrella del que viene en los meses de tu sangre, y te dejo dormir en la sábana. Pongo mi mano en la hermosura de tu preñez, y toco claramente el origen.
es
García_Montero,Luis
<XXI
Aquel_Temblor_Del_Muslo
Aquel temblor del muslo y el diminuto encaje rozado por la yema de los dedos, son el mejor recuerdo de unos días conocidos sin prisa, sin hacerse notar, igual que amigos tímidos. Fue la tarde anterior a la tormenta, con truenos en el cielo. Tú apareciste en el jardín, secreta, vestida de otro tiempo, con una extravagante manera de quererme, jugando a ser el viento de un armario, la luz en seda negra y medias de cristal, tan abrazadas a tus muslos con fuerza, con esa oscura fuerza que tuvieron sus dueños en la vida. Bajo el color confuso de las flores salvajes, inesperadamente me ofrecías tu memoria de labios entreabiertos, unas ropas difíciles, y el rayo apenas vislumbrado de la carne, como fuego lunático, como llama de almendro donde puse la mano sin dudarlo. Por el jardín, el ruido de los últimos pájaros, de las primeras gotas en los árboles. Aquel temblor del muslo y el diminuto encaje, de vello traspasado, su resistencia elástica vencida con el paso de los años, vuelven a ser verdad, oleaje en el tacto, arena humedecida entre las manos, cuando otra vez, aquí, de pensamiento, me abandono en la dura solución de tus ingles y dejo de escribir para llamarte.
es
González,Ángel
<XXI
Cuando_Es_Invierno_En_El_Mar_Del_Norte
Cuando es invierno en el mar del Norte es verano en Valparaíso. Los barcos hacen sonar sus sirenas al entrar en el puerto de Bremen con jirones de niebla y de hielo en sus cabos, mientras los balandros soleados arrastran por la superficie del Pacífico Sur bellas bañistas. Eso sucede en el mismo tiempo, pero jamás en el mismo día. Porque cuando es de día en el mar del Norte —brumas y sombras absorbiendo restos de sucia luz— es de noche en Valparaíso —rutilantes estrellas lanzando agudos dardos a las olas dormidas. Cómo dudar que nos quisimos, que me seguía tu pensamiento y mi voz te buscaba —detrás, muy cerca, iba mi boca. Nos quisimos, es cierto, y yo sé cuánto: primaveras, veranos, soles, lunas. Pero jamás en el mismo día.
es
Romano,Ana
XXI
Zozobra
Trepa astuta la imagen (y es como espía) Estacionada en la hendidura deposita La madre aulla en un rincón.
es
García_Lorca,Federico
<XXI
No_Duerme_Nadie_Por_El_Cielo._Nadie,_Nadie
No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie. No duerme nadie. Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas. Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros. No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie. No duerme nadie. Hay un muerto en el cementerio más lejano que se queja tres años porque tiene un paisaje seco en la rodilla; y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase. No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta! Nos caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda o subimos al filo de la nieve con el coro de las dalias muertas. Pero no hay olvido, ni sueño: carne viva. Los besos atan las bocas en una maraña de venas recientes y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros. Un día los caballos vivirán en las tabernas y las hormigas furiosas atacarán los cielos amarillos que se refugian en los ojos de las vacas. Otro día veremos la resurrección de las mariposas disecadas y aún andando por un paisaje de esponjas grises y barcos mudos veremos brillar nuestro anillo y manar rosas de nuestra lengua. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta! A los que guardan todavía huellas de zarpa y aguacero, a aquel muchacho que llora porque no sabe la invención del puente o a aquel muerto que ya no tiene más que la cabeza y un zapato, hay que llevarlos al muro donde iguanas y sierpes esperan, donde espera la dentadura del oso, donde espera la mano momificada del niño y la piel del camello se eriza con un violento escalofrío azul. No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie. No duerme nadie. Pero si alguien cierra los ojos, ¡azotadlo, hijos míos, azotadlo! Haya un panorama de ojos abiertos y amargas llagas encendidas. No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie. Ya lo he dicho. No duerme nadie. Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes, abrid los escotillones para que vea bajo la luna las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.
es
Lugones,Leopoldo
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Viento_Y_Olas
Su alta crin el mar enarca Con vasto rumor de fronda. El potente hombro de la onda Va apalancando la barca. El tiempo se ha puesto malo, Áspero el obenque vibra, Y el vigor gime en la fibra Más recóndita del palo. Lanza el empuje violento, Abreviando más sus treguas, Las innumerables yeguas Que engendra en la sombra el viento. Y en los insalvables bancos Que el arenal mulle denso, Revientan con golpe inmenso Sus profundos pechos blancos.
es
García_Mauri,José_Mª
XXI
Una_Piedra,_Sola_En_La_Arena
Una piedra, sola en la arena, sirena de mi divagar. Por mi soledad viviera, una, otra vez, más... Agua de cuya mejilla, recorriera un ancho mar. Desde Gibraltar hasta Melilla. Te susurraba sin cesar....: ´´ En una cuartilla guardo lo que tu, cuando dormías, y apagada la luz, en sueños decías. Mujer desnuda, que por el malecón de tus dudas, escapaste sin rival y dueño, hacia un mar de puras aguas. Y sí, es verdad; me siento contento, pero con exceso de soledad...´´ pik, pak, puk, ahí estás tú, En un frío despertar. Rocío, febril aguacero, de pasiones imaginarias, exceso de soledad....
es
Arciniegas,Ismael_Enrique
<XXI
_La_Centauresa
Antes, atravesando bosques y torrenteras, el salvaje rebaño de Centauros corría; la luz sobre sus lomos a la sombra se unía, y mezclaban sus crines a nuestras cabelleras. Hoy la yerba arrasamos que florece en las eras, y la oquedad que obstruye la zarza está vacía; y a veces, en la calma de la noche sombría, tiemblo al oír lejano relincho en las praderas. Porque al correr del tiempo, el linaje ha mermado de los hijos robustos que la Nube ha engendrado. Ya no nos busca, y sigue tras la Mujer sin tregua. Su celo nos repugna si su celo nos llama; nuestro grito amoroso es relincho, y su brama, al cubrirnos ardiente, sólo abraza a la yegua.
es
Fuertes,Gloria
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Pongo_El_Corazón_En_El_Bolígrafo
Pongo el corazón en el bolígrafo, en la pluma, en el ave, en la escoba, en la voz, en la luz, en la palabra, en la cocina y en la alcoba. Yo pongo el corazón. Escribo para ahora y para luego. Escribo para siglos venideros, para horas venideras de manos y labios juntos.
es
Valdés_Díaz-Vélez,Jorge
XXI
Las_Posibilidades_De_Volverte_A_Encontrar
Las posibilidades de volverte a encontrar eran remotas. Una entre un billón. Y habiendo infinitos lugares dispersos por los números de un cálculo improbable, quién imaginaría que te iba a ver en esa cantina, transformándote en luz de aquel entonces feliz, o eso quisieron creer años atrás aquellos dos que fuimos. Estabas allí, tú de pronto y sin aviso previo, con una tímida sonrisa, recargada en el hombro de un tipo de aspecto deleznable que podría haber sido yo. No reconociste mi rostro entre la gente del bar. Aunque tal vez, supongo, pretendías saber adónde y cuándo miraste mis facciones, en qué sitio más joven hiciste un alto, bajo qué extrañas circunstancias coincidiste con alguien que se me parecía de lejos. Pero no recordaste, si acaso lo intentabas, a quien le prometiste un sueño que no ibas a cumplir, cuando nos despedimos tras una ventanilla. De vuelta en este ahora, tu cara era la misma donde vi el resplandor del ángelus y el tacto de un crepúsculo gris y hermético. Llevabas rubor en las mejillas y el cabello más negro que alguna vez tocaron mis manos por el valle lunar de tu cintura. La bienaventuranza fue nuestra compañera de viaje a las estrellas tan próximas al hambre de nuestros corazones y su dolor difuso. Era la edad del bronce pulido de tus pechos. Las noches fueron lentas palabras inaudibles del mundo que brotaba sin encajes. Bebíamos la vida entre los versos de una poeta árabe y bailaba desnuda la luz en la terraza. Tú entonces te encendías y el viento iba contigo por algún callejón a sórdidas tabernas, levantando tu falda minúscula, mostrándome las rutas que de súbito me alzaban al misterio. Sin duda eras feliz de forma ingobernable. También lo fui. Lo fuimos. Te dije, lo recuerdo como si fuera ayer, que un dios haría suyos los rasgos de tu nombre y el vino tu sabor de almendra y paraíso. Sigues igual, incluso me has parecido más hermosa, quizá menos alegre que la imagen que de ti conservé todo este tiempo en vano. Detrás de tu mirada no encontré el resplandor de aquella chica insomne, sino una palidez ceniza de rescoldos que aún parecen guardar el vértigo del fuego. No puedo asegurarlo. Y ya tan poco importa.
es
Nervo,Amado
<XXI
¡Cuántos_Desiertos_Interiores!
¡Cuántos desiertos interiores! Heme aquí joven, fuerte aún, y con mi heredad ya sin flores. Némesis sopló en mis alcores con bocanadas de simún. De un gran querer, noble y fecundo, sólo una trenza me quedó... ¡y un hueco más grande que el mundo! Obra fue todo de un segundo. ¿Volveré a amar? ¡Pienso que no! Sólo una vez se ama en la vida a una mujer como yo amé; y si la lloramos perdida queda el alma tan malherida que dice a todo: "¡Para qué!" Su muerte fue mi premoriencia, pues que su vida era razón de ser de toda mi existencia. Pensarla es ya mi sola ciencia... ¡Resignación! ¡Resignación!
es
Zerón,Lina
XXI
Hoy_Recordé_Aquel_Beso_De_Enero
Hoy recordé aquel beso de enero que hizo que la luna durmiera en mi boca. Todavía palpitan tus enhebradas caricias ovalando el silencio de mi cuerpo. Sólo el cielo crece en el fondo de tus ojos. Buscando el color del viento encontré un arco iris de amor en tu cuerpo.
es
Unamuno,Miguel_de
<XXI
Mansos,_Suaves_Ojos_Míos
Mansos, suaves ojos míos, tersos ríos rebosantes de quietud; a beber vuestra mirada sosegada llega mi alma a plenitud. Sois, mis ojos, viva fuente sonriente de que fluye vivo amor; al tomar vuestra luz pura es dulzura cuanto amáis en derredor. Me miráis, ojos de mi alma, con la calma con que mira el cielo al mar, con bendita paz serena toda llena de la dicha de esperar. En vosotros se depura toda horrura que prenda en mi corazón, en vosotros se serena mi honda pena y vuelvo a resignación. ¡Oh mis dulces dos luceros, manaderos de la luz que a Dios pedí, Dios por vosotros me mira y respira por vosotros Dios en mí! Cuando mi alma va perdida, sin salida, del mundo en la confusión, al miraros en los míos me da bríos vuestra dulce y casta unción. Cuando llegue a mí la Muerte, ¡trance fuerte!, y apague mi loco afán, a la luz de esas pupilas tan tranquilas mis congojas dormirán. Y al sonarme la partida, tan temida, el Ángel de Libertad, tomaré en vosotros puerto, siempre abierto, al mar de la eternidad. Brizará aquel recio día mi agonía de tu mirada el cantar, llevándome silencioso al reposo del sueño sin despertar. Se hundirán mis pobres ojos, luego flojos, en los tuyos al morir, y de allí alzarán su vuelo hacia el cielo en que a muerte va el sentir. Y en los ojos del Eterno, Padre tierno, de vuelta al eterno hogar, gota de lluvia en océano soberano, se habrá mi alma de anegar. ¡Oh, mis ojos, sólo quiero, sólo espero que al volar de esta prisión me guiéis hasta perderme donde duerme para siempre el corazón! Y si a ti, mi compañera, te cumpliera de este mundo antes partir, la luz toda de mis ojos, luego rojos, con los tuyos se ha de ir. Llevarás a la otra vida derretida de mis entrañas la flor, y de Dios al seno amigo va contigo de tu amor preso mi amor. Y en la noche de este mundo, errabundo veré tus ojos brillar cual luceros de esperanza, de que alcanza libertad quien sabe amar. ¡Oh, mis ojos, sólo quiero, sólo espero que al volar de esta prisión me llevéis hasta perderme donde duerme para siempre el corazón! ¡Oh, mis dulces dos luceros, mis veneros de la paz que a Dios pedí, Dios por vosotros me mire y respire por vosotros Dios en mí!
es
Jiménez_Domínguez,Jesús
XXI
Hablo_De_Nuevo_Con_El_Sepulturero
HABLO de nuevo con el sepulturero, él acaricia el hueso sacro de su pala y se estremece a su contacto poderoso, conoce la llamada del topo y del poniente sus diversas aleaciones, el helecho y otras melenas más dormidas conjura en silencio, huele el humus mojado y la caoba embriagadora a punto de zarpar hacia trópicos inexactos pues él pasa lista al carrusel de mis vértebras mientras mastico grumos de luz incierta, ha paladeado la tila de mis venas y sabe que estoy tranquilo, seguro en mi desamparo cuando de nuevo le hablo, espectro de laúd ahogado, desde el puente levadizo de la página
es
Mor,Dolan
XXI
A_Esa_Liebre,_Como_Dijera_Wittgenstein,_La_Busco,_La_Persigo
A esa liebre, como dijera Wittgenstein, la busco, la persigo en mis poemas, pero yo sólo veo la corneja posada entre las ramas del abeto, aquí, lejos, en Rusia, a miles de kilómetros de Cuba, a millones de polvos de tus huesos a cenizas de letras que me arrastran a contemplar la luna tu apellido posado en ese árbol contra el cielo cubierto por la nieve.
es
Bernárdez,Francisco_Luis
<XXI
Soneto_De_Córdoba
Cuando mi luz estaba consumida y se volvían noches mis mañanas, pues la desesperanza de mi vida era un cuarto sin puertas ni ventanas, busqué para mis penas sobrehumanas la protección de la ciudad querida, y en el regazo fiel de sus campanas recliné mi cabeza dolorida. Y me quedé dormido bajo el cielo, con un sueño de niño fatigado que sólo en descansar halla consuelo, para soñar, desde mi noche incierta, y volver a soñar, enamorado, con la mujer que ahora me despierta.
es
Morales,Rafael
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Muerte_Del_Toro
Mira qué pase, ¡oh toro!, qué desvío de la muleta al aire desplegada, mira pasar su ala derramada sobre tu negro y rumoroso río. Pronto caerá tu pleno poderío, pues ya el agudo rayo de la espada va en tu celeste noche huracanada con un acento perfilado y frío. ¡Ay!, cómo crece el suelo, cómo crece, cómo llama la tierra a tu costado y cómo turbia y grande se te ofrece. Adiós tu yerba de frescor salado y este viento que llega y desfallece, que acaso viene, ¡oh toro!, de tu prado.
es
Gelman,Juan
<XXI
Los_Que_Dicen_Que_Escriben_Versos
Los que dicen que escriben versos mejor que los dioses, no serán castigados como Niobe, que tejía mejor que las diosas y osó decirlo y le mataron los hijos y la convirtieron en mármol. No. Hoy a esos poetas darán becas, puestitos, los nombrarán embajadores y marmolizarán su respiro. La palabra está harta de mentiras y aprueba esa decisión. Tiene bastante consigo misma, con preguntarse qué es, quién es, con no saber si habla entre el ser y la ficción de ser, mientras escribe en un cuaderno donde nada está dicho.
es
Escudero,Gonzalo
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Sonoridad_Interna_Que_En_La_Quietud_Ambigua
Sonoridad interna que en la quietud ambigua nos da lo inexplicable de una emoción profana y que, muy levemente, con la paz se amortigua como en una siringa, una música hermana. Y Pierrot comediante con la lágrima exigua, como una evocación ingenua de la sana risa que floreciera y que huyó con la antigua comparsa de funámbulos hacia tierra lontana... Sentir... Intensa sombra de cuerpos y de vidas y la divina sangre de todas las heridas que fluye eternamente como una Eucaristía y cae sobre el ánfora de la sonora voz, mientras la Buena Vieja ha segado con su hoz rosas en el rosal de la Melancolía...
es
Cetina,Gutierre_de
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Si_Con_Cien_Ojos_Como_El_Pastor_Argo
Si con cien ojos como el pastor Argo, antes si con cien mil mirase atento, si alcanzase la vista al pensamiento, si de Néstor tuviese el vivir largo, si el alma libre más, más sin embargo, pusiese en sola vos su entendimiento, no basta a ver las partes que sin cuento el cielo de beldad os hizo cargo. La envidia, que poner suele defeto do no lo puede haber, arde y suspira mirándoos, y a sí mesma se reprueba; y el mundo, que subir con el conceto no puede desde acá, mientra que os mira cree por fe, sin desear más prueba.
es
Cadenas,Rafael
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Fanáticos
El odio, el portero atroz, nos deja a la intemperie. Las palabras las dice el odio, el odio los usa, el odio los maneja. No tienen espacio. Nada cabe allí salvo ese amo incansable. Sus uñas tenaces, sus ojos ausentes, sus bocas con altavoces obsesivos horadan la piel del mundo.
es